Capítulo 1. NACIMIENTO DE LA REVOLUCIÓN. La crisis del Antiguo Régimen El objetivo de la Revolución era la destrucción del feudalismo. Cuando hablamos de f eudalismo, nos referimos ante todo al sistema económico tradicional de un mundo do minado por la economía rural. DE TERMIDOR AL DIRECTORIO La Convención Termidoriana Después del golpe de Termidor sus instigadores soñaron con la vuelta a una dirección más colegiada y no supieron manejarse adecuadamente en medio del contragolpe que si guió inmediatamente a la caída de Robespierre. Más tarde se cuestiona el propio gobier no revolucionario en sus estructuras, se desmantelan los cómites, y los clubs jaco binos son perseguidos y luego dispersados. Se abren las prisiones. El dinamismo popular se debilita aunque no faltan motivos de movilización. Año III, "Gran inviern o", vuelta de la hambruna y el pan caro, malas cosechas, libertad de precios. ¿Bas taba esto para despertar al pueblo bajo? Si bien éste conservaba las armas, los cu adros de organización habían sido destruidos. Además, en la Convención, la Montaña, decapi tada y desorientada, había perdido el control de la situación. En este contexto se c omprende el fracaso de las dos últimas jornadas revolucionarias parisienses, donde los sans-culottes en armas invaden la Convención al grito de "Pan y la Constitución de 1793". Pero fracasan, la Convención gana, y las consecuencias son gravísimas: en la Asamblea se elimina el último foco de montañeses, comprometidos con la insurrecc ión, se termina con el pueblo en armas. La reacción política triunfa en París y más aún en l as provincias. Es el triunfo de la contrarrevolución, y no ya la normalización que h abía sido la aspiración de los termidorianos, deseosos de volver a encontrar el cami no recto de una revolución burguesa. Este período postermidoriano asiste al triunfo del Centro, de lo que se llamaba la Llanura, o, con desprecio, el Pantano. Entre la reacción reacción que toleran o ayudan y su apego a los valores de la revolución burguesa, estos hombres intentan definir u na línea política. Así, aprueban una serie de medidas a favor de la liberalización de cu ltos, que llegan a la separación de la Iglesia y Estado. La Convención es un todo, pero los termodorianos tienen la paternidad de la Consti tución del año III, que lleva su sello y espíritu en el comprormiso búrgues que repudia el hálito democrático de la Constitución de 1793, con el que soñaron poner punto final a la Revolución. Rechazado el sufragio universal, 200.000 electores censitarios des ignan el cuerpo legislativo, que se articula en dos asambleas: el Consejo de los Quinientos y el Consejo de Ancianos. El mismo principio de división de poderes im pone la colegiabilidad del ejecutivo, distribuido entre cinco directores. Se tra ta de una anticipación, en un mundo en que la lucha entre la Revolución y sus enemig os aún no ha concluido. Los termidorianos se dieron cuenta de eso y trataron de di simularlo con la imposición de una legalidad que establecía que las dos terceras par tes de los nuevos representantes pertenecieran a sus filas. Los realistas no ace ptaron esta medida, lanzan los barrios ricos de la capital a la insurrección armad a. La Convención recupera la serenidad y confía el mando de las tropas al joven gene ral Napoleón Bonaparte, que ametralla a los insurgentes en la escalinata de la igl esia St. Roch. La contrarrevolución parisiense armada ha fracasado, pero por prime ra vez la Revolución que ha desarmado a los sans-culottes tiene que recurrir a la ferza militar. Con esta transición entramos de lleno en el régimen del Directorio. El Directorio Interesados en equilibrar los poderes, los convencionales no previeron ningún recu rso legal en el caso de conflicto entre el ejecutivo y los consejos, laguna en l a cual se vio el origen de inevitables golpes de Estado. ¿Qué representaban estos hombres en el poder durante cinco años? Allí encontramos revolu cionarios de 1789 y de 1791, girondinos, convencionales del Centro, eternizados por la Constitución del año III, todos los cuales representan una burguesía revolucion aria interesada ante todo en consolidar sus posiciones, mediante la defensa de l as conquistas políticas y sociales de que era benficiaria.
Los hombres del Directorio luchan con otros medios contra la contrarrevolución, ag resiva e inclusive reforzada por el giro de los acontecimientos y la declinación d el apoyo popular a la Revolución. Negado este último, ¿podía la clase política hacer otra cosa que volcarse hacia otra potencia, consolidada, como lo era el ejército? La crisis en las finanzas del Estado provocaba la negativa a pagar impuestos, lo que expresa una crisis de autoridad. Una de las consecuencias de ello será el izq uierdismo en aumento de la expansión revolucionaria. La conquista se convierte en un medio de sacar a flote la hacienda, con el consiguiente debilitamiento de las motivaciones ideológicas y el aumento del poder militar respecto de un poder civi l dependiente. Lo verdaderamene nuevo es la proclamación de un ideal Comunista, desde la Conspira ción de los Iguales. La contrarrevolución se organiza, se da sus estructuras: en París, el Club de Clichy o el Instituto Filantrópico. No tiene un frente homogéneo, pues los realistas puros , partidarios de una vuelta al Antiguo Régimen, conviven con los realistas constit ucionales, dispuestos a aceptar una parte de las novedades revolucionariasdentro de un marco monárquico. La fuerza misma de esta presión provoca la reacción del poder . Los miembros del Directorio, en vista del peligro, se ven obligados a tomar la delantera. Así, el golpe de Estado del 18 de Fructidor del año V anula el resultado de las elecciones que habían dado la mayoría a los realistas e inagura una fase de represión violenta. En el año VII, los consejos toman la delantera y atacan a los mi embros del Directorio. Se acentúa el ascenso jacobino y se reemplaza a los antiguo s directores por otros, que se expresa en la vuelta a una cierta ortodoxia revo lucionaria. Sin embargo, es demasiado tarde para que el golpe de timón sea eficaz. El régimen está minado en su interior por una crisis de medios y de autoridad. El Di rectorio, incapaz de pagar a sus soldados y funcionarios, poco obedecido, en un clima de disgregación y anarquía. El país escapa del control del Estado, el bandoleris mo se convierte en una de los signos más reveladores de la crisis del régimen. Ya de 1792 al año II, la guerra en las fronteras había desempeñado un papel de primer orden en la conducción de la Revolución, apresurando o retrasando su marcha. Pero ahora s u importancia era superior a la de los acontecimientos internos. La guerra no es un accidente, sino que la expansiín exterior es el modo por el cual el régimen real iza esta fuga hacia adelante que le permite en parte sobrevivir. Pero, al mismo tiempo que nutre al régimen, lo pervierte. El ejército se emancipa de la subordinación del año II, y en los altos grados se subordina al general que lo consuce al éxito. Es la izquierdización del ejército nacional que lo vuelve susceptible de cualquier m anipulación, aún cuando conserva viva la llama del republicanismo. Bonaparte, comandante del ejército de Italia, en una afensiva fulminante, vence a los piamonteses, expulsa a los austríacos de Milán y, tras una sicesión de victorias, los vence en Mantua. En 1797 el ejército francés se abre camino a Viena, apoderándose de paso de Venecia y sus territorios. Por iniciativa propia, el general victorio so firma las preliminares de Leoben y conduce las negociaciones que culminan en el tratado de Formio donde reafirma su independencia frente al Directorio y una nueva concepción de la expansión revolucionaria. Bonaparte es enviado a Egipto, donde su aventura fracasará. Mientras, aparecen otr as urgencias: Inglaterra forma la segunda coalición, que asocia a Austría, Rusia, Nápo les y el Imperio otomano. La guerra vuelve a iniciarse en Europa con gran vivaci dad. Las repúblicas hermanas se derrumban y se pierde Italia, los ingleses desemba rcan en Holanda, en Alemania y en Suiza, los franceses de repliegan ante los aus trorrusos, y en el verano de 1799 la república francesa se encuentra amenazada de nuevo. Cuando el general providencial abandona su ejército en Egipto para volver a Francia, la situación ha sido corregida por otros, y sobre todo por las victorias decisivas de Zurich que Masséna consigue sobre Suvorov. Bonaparte es recibido como salvador en París. Lo que pasa es que el despertar jaco bino del año VII inquieta a la burguesía dorectorial. Se sueña con una revisión del acta constitucional en un sentido autoritario, lo que exige apoyo militar para dar u n nuevo golpe de Estado. Bonaparte, el hombre de la situación, habrá de satisfacer l as esperanzas de sus mandatarios de un modo inesperado. El golpe de Estado se pr oduce el 18 de Brumario, terminando la historia de la Revolución francesa y comenz ando la aventura napoleónica.