Villoro, L. (1997), La Mezquita Azul. Una Experiencia de Lo Otro

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Rector Rector General Ge neral Dr. Julio Jul io Rubio Oca Secretaria General M. en C. Magdalena Fresan Orozco

i OHi S

UNIDAD AZCAPOTZALCO Rector Lie Edmundo Jacobo Molina

V5.
Sccreurio Mtro. Adrián de Garay Sánchez Coordinador de Extensión Universitaria Lie Alberto Dogart Murrieta Jefe de la Sección Editorial Lie Valentín Almaraz Moreno

Primera edición: 1996 Primera reimpresión: 1997 D.R. © 1996 Luis Villoro D.R. © 1996 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco Av. San Pablo núm. 180, CP 02200, México, D.F. D.R. ©U996 ©U996 Verdeha Verdehahgo hgo,, T '- . Crisriñarfcetici Crisriñarfceticiaa Jiln Ji lnén énez ez Vázquez, •• Alicante 157, Col. Postal, CP 03410, México, D.F. Tel. 696-7778 Fax. 696-7814 http://www.verdehalago.com.mx [email protected] ISBN: 968-6767-27-4 Impreso Impreso y encuadernado en e n México México Printed and bound in México

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Lu L u is V illar ill ar o v'

La L a mezqu zq uita it a a z u l : Una experiencia de lo otro fr

V ERD EHA LA G O













































































A A lejand lejan d ro Rossi Rossi













































































E s t e libro libro comprende comprende tr tres part partes es claramente separadas por sus propósitos y su lenguaje. La primera describe una un a experiencia vivida. La segunda la somete a un examen racional, con el objeto de responder a una pregunta: ¿qué credibilidad podemos concederle? La última parte reflexiona sobre la relación entre las dos d os anteriores: anteriores: ¿qué puede hacer la razón con aquella experiencia?

















































































1. Descripción

















































































L a s calles calles con co n gestion ge stiona a d a s y sucias suc ias des desembocan mbocan,, de pro pr o n to, en u n a g ra n extensión abierta. En el fo fo n d o reposa reposa la m ezquit ezq uita a azul, erigi erigida da p o r el sul su ltá n A h m e d . S u s p iedra ied ras, s, de u n g r is b lan la n quecino, se destacan sobre el cielo. E n c im a d e los a ltos lto s m u ros, ro s, la p r o fu sión sión de las cúpulas cúpulas de d istin stin to s tam a ños. ños. E n r itm o s regul regular ares es,, se se escalan escalan y suceden en planos ascendentes, hasta a lcan lca n za r los am plios plios sem sem icír círculos culos que encuadran encua dran y parec parecen en sost ostener ener la la gra g ra n cúpu cú pulla d e l ce cent ntro. ro. L a s ondas ond as circul circulare aress se continúan, se responden entre sí, se









































d ive versi rsida dad d , reúne reún e los m ú ltiple ltipless cí círculos rculos armónicos en su unidad cumplida. Todo Todo es es equili equilibrio. brio. L a ple p len n itud itu d de la esfera, u n a y diversa. Todo estaría en acaba acabado do reposo si no fu e r a p o r la á g il línea ne a de los cuatro cuatro m inaretes na retes que qu e a p u n tan a l cielo. E n torno a la fo r m a acabada de la esfera, señalan el cam bio, el movimiento continuo hacia lo alto. Pero las flec fle c h a s n o luc lu c h a n con la esfera, la completan en un equilibrio nuevo. La plenitud integra el movi miento.











































todo adorno, puro, pu ro, ig u a l a s í m ism o. L a fu e n tec te c illa ill a d e l a n tr o p e r m ite n o tar ta r la soleda soledad d d el espac pacio lim lim ita ita d o . E s un un todo circunscrito, desnudo, vacío, no h a m enester enester de nada na da , est está com plet pleto o en s í m ismo. Recue Recuerrdo algun algun os ja rd in e s de arena blanca de los monasterios Z x n . V a cío colm co lma a d o . P len le n itu it u d es v a cío. Los reclamos de los vendedores de tarjetas empiezan a dejar de oírse, se escuchan lejanos, en sordina, sólo está









































encontr enco ntrar ar su lím ite ite perfect perfecto o en la cur v a de la cúpula. cúpula. E l espac pacio circular reposa sobre los cuatro inmensos pila res. L os ritm o s sucesivos sucesivos de las las cu c u rva rv a s conver convergen gen en lo lo al a lto. L a s im im ágenes ágen es de objetos han desaparecido. Sólo hay col colore oresy for fo r m a s , azules, azules, verdes, verdes, rojos ojos,, dorados. Todas las superfi supe rficies cies están cubi cubieertas, as, sin sin fa lta , p o r las fili filig g ra n a s de las líneas que se cruzan, se entrela za n sej u n t a n se sep se p a ran ra n v u e lve lv e n a









































cifras, cifras, rasgo rasgoss q u e hacen señale señales, s, qu que h a b lan en sil silencio. encio. E l espa espaccio m ism o es es u n g ra n signo signo.. Te Teng ngo o la im presión presión de un m ov im ien to progr progres esiivo on du lan te, u n cánti cá ntico co espiral esp iral que qu e se d irig irig e a lo a lto lto y se concent concentra ra.. Recuer Recuerdo u n a sen sación semej sem ejan antte en las catedral catedrales es g ó ti cas, de tan ta n d istin ta traza ra za,, sin sin embargo. mbargo. A q u í y y a llá es el ritm r itm o q u e cond co nduc ucee a l ascenso y alcan alcanza za p len itu itu d en lo alt alto; a q u í y a llá es la la diversi diversida d que se









































tier tie r r a ”. P ienso en la energía en ergía respland resplandee cient cientee que surca surca el uni un iverso, verso , p ienso en so en los cúmul cúm ulos os de estrell ellas y en la fu e r z a pr p r im ige ig e n ia q u e estall esta lla a en las g a lax la x ias. ia s. E l origen, la fue fu e n te, te , la v ida id a . R ecuerd ecu erdo o a S an B uenaven uen aventtura: ura : “L a lu z es la substancia substancia de la D eida eid a d ”. A n te la p a r e d de m á r m o l u n o s hombres oran, inmóviles, ensimisma dos. La algarabía impertinente de los turistas se convierte en un susurro.









































se inclinan varias veas con reveren cia, se recogen en silencio. Los turistas se h a n desvane desvaneci cido. do. A h o ra, ra , d elant elan te de la v a lla lla que no m e a trevo rev o a traspas aspasar ar,, sólo ólo perci percibo a u n a m uchacha uchacha blanca blanca sentada en posi po sici ción ón de fl f l o r de loto, q u e pa p a rece rec e m e d itar ita r , in m ó v i l Todo To do está está quieto. quieto. Recue R ecuerdo rdo u n a s pa p a lab la b r a s : “D ios habita en su templo sagrado, guarde sil silencio encio el m u n d o ”. M e arrodi arrod illo. E l silen s ilencio cio

h

to

te











































za. za . Poco Poco a p oco oc o v a destac de staca a n d o u n a sola so la nota, sostenida por varios segundos; todo parece detenerse en suspenso. Re cuerdo una un a no ta aguda agu da en un u n a can tata de Bach. Es la belleza transparente; absol absolut uta. a. N a d ie se ha m o vido. vido . Los fiele fie less sólo sólo se inc in c lin a n o a lza lz a n la cabeza, ca beza,









































que en todos los tiempos se ha elevado a lo sag sagrrado. ado. M i vo v o z se confund confundee co con todas toda s las las voce vocess de todos todo s los hombres. hom bres. Es Es la hu m an ida d ent entee ra que qu e u na y otr otr a vez atraviesa otro espacio hacia una p le n itu it u d o tra. tra . Pero m i v a n id a d está está a ún presente. M e m iro a m í m ism o y









































todo es está a salvo. E l y y o se ha h a p e rdid rd ido o, pequeñ peq ueño, o, tr iv i a l, o lvid lv ida a d o . ¡Q u é ma m ag n ífico fico que a s í sea! ¡Q ue todo od o sea en e l todo, que todo sea uno! ¡Que esplenda pa p a r a siemp siem p re la lu z d e l un u n ive iv e r s o ! L a v o z d e l mullah ha callado. Lo L o s fieles, fiele s, con e l m ism o reco rec o g imien im iento to









































la p a la b ra ev evoca ocador dora a d el buen n a rra dor dor. Tampoco Tampoco tengo engo el e l a lm a p u ra y estoy m u y le lejos de la sa n tid tid a d N o soy capaz capaz de hace hacerr de m i p rop ia v id a un testi estim oni on io. Sólo m e queda algo mucho m ás torpe torpe y b u rdo rd o : p u e d o p e n sar. sa r. Y ese pu p u e d e ser m i p e q u e ñ o hom ho m ena en a je. P or









































vanidad, vanidad, de esc escucha ucharrme y de la ver güen gü enza za de ser vist visto. o. M e sentiré sentiré de nue v o f a b o y o y ése será el pre p recc io que qu e h a b ré de pa p a g a r. E n g end en d raré, ra ré, así, u n a c a rica ric a tu ra, tallaré una máscara. Pero ella tam bién ser será á un u n signo. gno. N o sé hacer hacer m ás. Pero Pero es eso, a l m enos, he de hacerlo. hacerlo.











































2 . 1

A n á lis is

















































































L a s página páginass ante anteri rior ores es narr narraan una experiencia. ¿Cuáles son las notas que la caracterizan frente a cualquier otra? No es la existencia de









































Se presenta como una serie de tránsitos sucesivos. Cada uno es una rup ruptura tu ra.. El trán rá nsito si to es, a la vez, inte in teri rio or y externo. La presencia de









































posible, que se fr fran anqu quea ea en espíriesp íritu, al participar en la actitud común de recogimiento. La experiencia es es vivida vivida como com o un aband aba ndoo-











































ontecimiento onteci miento









































cional coincide con el paso a un























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































La diferen diferencia cia entre en tre la experien experien  cia descrita en las páginas anterio res y las que verifican un saber objetivo no consiste en que la pri mera esté esté sujeta sujeta a condi co ndicion ciones es sub jetiva jetivass y las las otras otr as no, sino si no en la amplitud y características de esas condiciones. La experiencia exa minada requiere, además de las condicio cond icione ness genera generale less de cualquier exper experien iencia cia ordinar ordi naria, ia, condiciones de otro género. Se trata, en efecto, de una experiencia “global”, que compromete todas las facultades del sujeto y no sólo sus capacida des perceptivas e intelectuales. Su po p on e u n a acti ac titu tud d afectiva afectiva y valoalo-







































rativa esp especí ecífic fica, a, que da d a libre lib re curso curso a emociones y voliciones volicio nes intensas. Compromete, pues, todas las dis posiciones intern internas as de u n a perso na, las afectivas y volitivas tanto como las intelectuales. No se ase meja, por lo tanto, a las experien cias que verifican las proposicio nes de u n saber objetivo, objetivo, sino in o a la las que que podrían pod rían servir servir de funda fun dam m ento en to a otros tipos tipos de conocimie cono cimientos ntos no científicos. Pensemos, por ejemplo, en el conocimiento de una personali dad individual. La comprensión de las características singulares de un individuo es resultado de rei-







































teradas percepciones de su com po p o rtam ta m ien ie n to que requie re quieren ren en el observador una sensibilidad especial para captar los matices singulares del “alma” ajena, y aun una actit ac titud ud afec afecti tiva va abierta al prójim próji m o, como cierto grado de “identificació ci ó n ”, “complic “comp licid idad ad”” o “simpa “sim patía” tía” hacia hac ia él él. Cualq ua lqu uiera ie ra que qu e se se interese po p o r desc de scub ubrir rir lo más más peculia pec uliarr de u n a individu indiv idualid alidad ad ajena ajena sabe sabe que que ésta sólo muestra sus secretos a quien sea capaz de una reacción emotiva frente a ella. Hay realidades cuyo conocimiento requiere de capacidades subjetivas más amplias que qu e las las pura pu ram m ente en te intelecintelec-







































O tro tr o ejemp ejemplo lo,, el el conoc con ocimie imiento nto estéti téticco. “Cono “Co noce cedo dor” r” de una un a obra ob ra de arte es sólo quien, además de comprender los rasgos culturales que expresa, saber de su técnica, etc., está dotado de la sensibilidad y del gusto requeridos para apreciar su valor y gozarlo. Cierta dis posición afec afectiv tivaa y valorativa hacia el objeto objeto es es con co ndició ic ión n necesaria papara que se manifieste como bello. También el conocimiento de los valores morales podría requerir, además además de capacidad de juicio, de una un a cierta cierta sensibilidad sensibilidad y dispodisp osición emotiva en el sujeto, para







































per perci cib bir en u n acto ajeno ajen o cualidacua lidades des tales tales com co mo “benevol “benevolenci encia”, a”, “dig“dignida ni dad”, d”, “hum “h umild ildad ad”, ”, “compa com pasió sión”. n”. La dimensión valorativa de la realidad, lidad, en cualquier cualquier conocim con ocimiento, iento, sólo puede revelarse a quien accede a ella lla o rien rie n tado ta do p o r ciert ciertas as actiactitudes. El condicionamiento subjetivo de la experiencia no basta para nega negarl rlee valor de conocim cono cimient iento. o. En efecto, la aprehensión directa de cualquier cualqu ier cualidad cualidad rea real supone supo ne en el sujeto condiciones adecuadas a ella. Sin disposiciones subjetivas estaríamos estaríamos impo im posibilita sibilitado doss de capcaptar las distintas distinta s dimensiones dimen siones de la la









































realidad. Cuando las condiciones subjetivas se limitan a los supues tos generales de la percepción y al marco conceptual, conceptu al, la misma mism a exp expe e rienc riencia ia pued puedee se ser com co m prob pr obad adaa por po r cualquier sujeto racional normal que participe de las mismas cate gorías y esquemas conceptuales. La experiencia puede justificar entonces u n saber saber obj ob jetivo, etivo, compro bable bable por po r una un a amplia amplia co m unid un idad ad racional. racional. Es el caso de la cienc ciencia ia y de muchos conocimientos técnicos precie precientí ntífic ficos. os. En cambio, cua c uand ndo o









































periencia perienci a sólo es compro-ba compr o-bable ble por po r sujetos que tengan actitudes seme jantes. jantes. La experiencia sólo puede justific just ificar ar entonce ento ncess un u n conocimiento pe p e r s o n a l Se trata, sin duda, de dos tipos diferentes de conocimiento, cuyas uyas vías ías de de funda fun dam m enta en taci ción ón son también distintas. El saber objeti vo se se fund fu ndaa en razones razones com co m proba pro ba  ble bless p o r cualqu cua lquie ierr sujeto norm no rmal, al, que comparta ciertos supuestos conceptua conceptuales. les. El El cono co nocim cimie iento nto per per sonal sonal se basa en en experiencias direc di rec tas, comprobables por los sujetos









































ambos tipos de conocimiento su pon ponen en condi condicione cioness subjetivas.1 No N o obstante, la objeció objeción n no ha ha sido refutada. refutada. Podría aceptarse aceptarse que el conocimiento de lo real no ex cluye estar condicionado por es tructuras de la percepción y aun por esquem esquemas as conceptuales, conceptual es, que pueden ser intersubjetiv intersub jetivos, os, pero per o sí sí por po r estados estados afec afectiv tivos, os, pues ésto éstoss varían de un sujeto a otro. Podría suponerse que la aparente percep ción en los objetos de cualidades condicionadas por estados emo-









































tivos es el resultado de la “proyec c ió n ” en ellos ellos de eso esoss estados. estados. Sería Sería el caso de los “conocimientos per sonales” mencionados. En la cap tación de cualidades psicológicas en una personalidad ajena, ¿no hay el riesgo de que la “simpatía” hacia hacia el el o tro distorsion distors ionee sus sus inten in ten  ciones, al proyectar sobre su com po po rta rt a m ien ie n to nuestro nue stross propi ro pios os sen sen timientos? En el “conocimiento” estético, ¿se trataría efectivamente de un conocim cono cimiento iento o de una atri b ió los objetos de to alid al id









































sentes en un comportamiento intencional observado o que se le atribuyen al juzgarlo conforme a ciertos criterios del observador? Todos esos casos, que nosotros hemos puesto como ejemplos de “conocimiento conocimiento personal” person al”,, podrí po drían an interpretarse como com o “proyecciones” “proyecciones” sobre el mundo de estados inter nos de del sujet sujeto, o, quien atri at rib b u iría ir ía así a los objetos propiedades que ha bría brí a puesto en ellos. llos. C o n mayor may or razón, en el caso de la experiencia que ahora ahor a examinamos, puesto que











































riencias triviales, bastante comu nes. ¿No hemos pasado todos por estados de melancolía que nos hacen aparecer el mundo triste y anodino? ¿No hemos tenido mo mentos de intensa alegría en que todas las cosas parecen rientes y exultantes? ¿Y quién negaría que en esos casos son nuestros estados de ánimo los que cubren la reali dad exterior exterior con un velo velo sentimen sentim en









































sos sos en que que las las cualida cualidades des valora valorativa tivass se muestran, en el mundo en tor no, como características de las co sas mismas, mismas, y aque aquellos llos otro ot ross en que su carácter objetivo no es patente. Sin duda, comprobamos en ocasiones que el mundo nos pare ce “teñido” a semejanza de nues tros estados de ánim án imo. o. Pero es raro raro que que no podamos podam os percatarnos cuán do se trata efectivamente de una









































parte par te teóric teó rico, o, un solipsista— solipsist a—so sos s tendría que las cosas son realmen te “tristes”, al invadirle la melan colía, y “exultantes”, en sus mo mentos de alegría. En tales casos, sólo sólo podemos atrib atr ibuir uir con sentido a las cosas predicados de emocio nes, para significar una relación causal o analógica. Podemos que rer significar que las cosas son causa causass de ciertos estados de ánim án imo o subjetivos (la tarde sombría origi









































mente anímica (la oscuridad de la tard tarde, e, por p or ejemplo, ejemplo, como com o analogía ana logía de nuestra nuestra ínti ín tim m a tristeza) tristeza).. Pero en cualquiera de esos usos, los adjetivos emotivos carecen de sentido referidos a propiedades reales de cosas ñsicas. En los conocimientos personales que hemos mencionado se presenta, en cambio, cambio, u n a situa situa-









































nes espaciales son percibidos en los objetos externos, también las cualidades estéticas o morales. La "gracia” es de tal frase musical, la "proporción”, d e tal forma arquitectónica, la “compasión”, de tal conducta. Esas propiedades no se muestran en las cosas, claro está, de la misma manera que las cualidades sensoriales: no son propiedades singulares, localizables en











































cia” no es una cualidad sonora más, más, se se muestra ues tra en la serie acaba acabada da de los los sonidos, sonidos, la “pro “p rop p o rció rc ión n ” no es la propiedad de un muro o de un vano, se revela en la estructura de la fábrica completa, la “compasión” no es un rasgo de un ade-









































melodía, no de quien la escucha, etc.). De parecida manera, en la ex perie pe rienci nciaa de lo otro ot ro.. A unqu un quee la experie experienc ncia ia de “trán “tr ánsi sito to”” compre com prennde un cambio interior paralelo al del mundo en torno, al narrarla,









































consistencia y realidad con que aparece, su relación con una totalidad, son notas que creemos ver, sentir, en las cosas mismas, y que no confundimos con los estados análogos de “recogimiento”, “reverencia” o “desinterés por sí mis-









































una inmersión del yo en la reali dad, en la que se anulan las cuali dades dades pur p uraa m ente en te “subjetivas”. subjetivas”. Más aún, toda la experiencia afirma la máxima realidad de lo extraño a uno un o mismo y al mun m undo do cotidiano, cotidiano, que sólo se da en el interés interés diri d irigid gido o a la totalidad tota lidad.. La narra na rració ción n da tes tes









































obedezca, en realidad, a una proyección inconsciente de sentimientos subjetivos sobre el mundo. Cierto, cabe esa posibilidad. El proble problem ma es es que no podem po demos, os, po p or prin pr inci cipi pio, o, verificarla. verificarla. En las las expeexperiencias en que captamos en los objetos cualidades condicionadas











































“proyecciones” ilusorias de estados subjetivos. En efecto, para com co m prob pr obar ar la realidad realidad objetiva objetiva de de lo percibido, en la primera prim era posibi-









































de dirim di rimir ir si si una un a cualidad cua lidad pertenece en realidad exclusivamente al sujeto. Por principio, es pues im posible a priori una experiencia que estableciera la verdad de una









































una situación que pudiera verifi car una de las dos “lecturas”, lo racional es aceptar aquella que se acerque acerque más a u n a descripci desc ripción, ón, sin









































tesis de tipo causal que trata de explicarlo. En efecto, sólo si negá ramos veracidad a los datos, ten dríamos necesidad de recurrir a la









































ble es es aten at eneerno rn os a lo que se muesmuestra. Parece pues que, hasta ahora, carecemos de razones suficientes



































































































































































ed

la realidad cuali







































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































gima cosa particular, puede orien tar la manera de “leer” significa ciones en el mundo y en nuestra relación con él él, sin impone imp onerle rle nin n in  guna significación específica. Per tenecería a lo que John Hick ha llamado una “interpretación to tal”.3Una interpretación total no consiste en una creencia sobre un objeto o conjunto de objetos, ni sobre un conjunto de relaciones, constituye un supuesto general, conforme al cual puede interpre tars tarsee cualquier objeto o bjeto y cualquier relación entre objetos. Una ínter3Fait Faith h an a n d Knowledge, Knowledge, Cornell University Press,







































pretación pretación total to tal n o da a cono co noce cerr hechos nuevos, ofrece una nueva comprensión de los mismos hechos, permite narrar otra historia de los mismos acontecimientos. Puesto que la experiencia personal de lo otro no da lugar a un conocimiento firme ni elimina la posibilidad posibi lidad de duda du da,, la la aceptac acep tació ión n final de la creencia creencia que la acom ac ompa paña dependerá dependerá de de la posibi pos ibilidad lidad de conformar conform ar sobre sobre ella lla u n a inte in terp rpreretación consistente de todo y de iluminar ilum inar con ell ella distintos distin tos aconteacon tecimientos. Los enunciados sobre la existencia de lo sagrado (en cuales-







































quier qu ieraa de sus sus con concep ceptua tuacio ciones nes religlosa losas: s: m ana an a , Dios , U n o , “origen”, etc.) pueden verse como expr expres esio ione ness de una un a interpretació interp retación n total de la realidad. Puesto que no se refieren refieren a la la existencia existencia de hechos hechos singulares, ninguno puede verifi carlos o falsearlos; puesto que no enun enuncia cian n relaciones relaciones caus causale aless ni for man parte de teorías explicativas, su confirmación no sigue tampo co el esquema de las las pro proposi po sici cion ones es generales explicativas. Porque su funció fun ción n cognoscitiva es es diferente. Su justificación podría ser se mejante a la de otros enunciados







































que se emplean en otros campos. Pensemos, por ejemplo, en algunas interpretaciones interpretacion es históricas. En historia, nos encontramos a menudo con un tipo de enunciados generales que no son reducibles a proposiciones proposi ciones explic explicat ativa ivas: s: son los los que tratan de revivir el “espíritu” de una época, su sensibilidad, su mane manera ra de de comprender comprend er el el mu m undo y la vida; vida; po p o r lo general se refier ref ieren en a cre creen enci cias as,, valoraciones, valoraciones, actit actitud udes es e ideales compartidos. Mediante ellos, el historiador intenta trazar un cuadro cua dro general general de la época, que qu e







































sí sus sus diversas manif manifes estac tacion iones. es. De una misma época pueden ofrecerse varias varias interpre inte rpretac tacion iones es globa globales les,, varios marcos marc os generales generales de referenreferen cia; ia; entre nt re ellos, ellos, resulta res ultará rá más verosímil el que nos procure proc ure una un a com pren pr ensió sión n mayor. Asi, si, cada caso caso concreto, concreto, cada cada pro p rodu ducto cto singula singular, r, cada idea o actitud que podamos comprender mejor sobre el fondo de la interpretación global, com prueba su validez, aun au nque qu e n ing in g u no la verifique de manera concluyente. Igual sucedería con las inter pretac pretacione ioness morales o esté estéti tica cas. s. U n juic juicio io moral mor al se “co “c o n f irm ir m a” de un









































modo muy distinto a un enunciado sobre propiedades físicas. Al destacar destacar el el valor val or y el el sen se ntid ti do de las las conductas, los enunciados morales permiten pon p oner er varios varios com co m p o rtamientos en relación con sus motivos y sus consecuencias, en diferentes circunstancias. Establecen así patrones generales de referencia para los actos humanos, que nos permiten percibir nuevas cualida cualidade dess en ellos ellos y com co m pren pr ende derrlos los mejo mejor. r. En la medida med ida en que u n









































ese comportamiento “confirma” la interpretación moral, en el sentid ti d o lato l ato de volverla volverla verosímil. De parecid par ecidaa manera, ane ra, en la med m edid idaa en que una interpretación artística nos orienta para ver una nueva cualidad en una un a obra o bra de arte y nos perm pe rmite ite gozarla mejor, esa inte in terr pre preta taci ción ón se vuelve vuelve más más ilu il u m ina in adora y, por ende, más aceptable. En ninguno de los dos casos estamos ante una verificación de una propo pro posi sici ción ón general, pues no tendría sentido decir que los hechos









































de la interpretación sea convin cente para quien no la comparta. En ambos casos, sin embargo, la prob pr obab abili ilida dad d de la inte in terp rpre reta taci ció ón aumenta, para quien la acepta, al comprobar su capacidad para ha cer comprensibles los hechos y revelar nuevas cualidades en ellos. Pues bien, la creencia en lo sagrado diferiría de esos casos en su grado grado de generalida genera lidad d (se refiere refiere a la totalid tot alidad ad)) pero per o sería sería semejante a ello elloss en su mo m odo de justifica justificación. ción. En efecto, esa creencia no explica









































tencia de una realidad y un valor absolutos. Cada lectura de un hecho o de un fragmento fragmento de del mun m undo do iluminado por esa creencia, aumenta me nta su su probabilidad prob abilidad para quien cree, aunque la misma lectura sea imposible para quien no la com parta. parta . Sin embargo emba rgo,, u n acont ac onteci ecimiento que se muestra revelador para par a quie qu ien n cree, ree, puede pued e ser ser opac op aco o para par a el el descreído. descreído. P orque orq ue su perfil per fil es distinto en uno y en otro caso, al ser diferente el supuesto de realidad sobre el cual se destaca.









































con las creencias morales y estéticas. La creencia en lo sagrado no sólo cumple la función de orientarnos en la comprensión del mundo, también de dirigir nuestro comportamiento en él. Vimos cómo la experiencia que examinamos está condicionada por una actitud afectiva y valorativa. Pero ésta ésta no es es ajena ajena a la vida vida int inten enci cion onal al;; asumir asumirla la supone una u na intervención intervención de la voluntad. En efecto, la actitud no sólo condiciona el modo como el mundo se muestra, tam-











































puede desligarse de la práctic prá cticaa intencional. En la descripción de la experiencia se señala un cambio de actitud, actit ud, paralelo par alelo a la nueva manera maner a de ofrecerse el mundo. El cambio de actitud propicia que el mundo se muestre de cierta manera; el cambio en la mostración del mundo refuerza, a su vez, la nueva acti-









































pueden puede n orien ori enta tarr en u n a man m aner eraa de ver el mundo, también incitan a asumir un comportamiento ante él; éste, a su vez puede abrir a nue vas experiencias. La persistencia en la actit ac titud ud de reverenci reverencia, a, el el man m an  tenimiento del interés vital dirigi do a lo otro motivarían a abrazar una forma de vida. Esta puede percibir percibirse, se, ella ella misma, misma , com co m o va









































dad de un enunciado descriptivo sobre la realidad, es la práctica. Si una creencia creenc ia es es verdadera verdad era será será con co n forme a la realidad; por lo tanto, perm pe rmit itir iráá que nues nu estra tra acción acció n se adecúe a ella y tenga éxito. Tenemos interés en que nuestras creencias correspondan a la realidad porque porque queremos queremo s que nuestras acciones logren sus fines. Una mues-









































enunciados que lo expresan no prete pr etenden nden describir desc ribir propie pro pieda dades des de la realidad comprobables por cualquiera, sino rasgos que se muestran a quienes se abren al mundo con determinadas actitudes. En analogía con los enunciados descriptivos, podríamos tal vez decir que una garantía de la valid validez ez de un enunc enu ncia iado do valorativo









































los frutos de una forma de vida son criterio c riterio de verdad de las las creencreencias que la rigen, pero sí que las hacen aceptables, atestiguan su capacidad de dar sentido, confirman su validez como orientadoras orientadoras de vida. En efecto, una creencia que conduce a una un a forma de comcom po p o rta rt a m ie n to es más más convin con vince cente nte,, en la medida en que son valiosas











































transformar la realidad, nos con firma la verdad de nuestras creen cias ias sobre ella, ella, así así ta tam bién ié n el acier to en en nuestro nuestro compor com portam tamient iento, o, al lograr una un a vida valiosa, nos aseg asegu u ra de la validez de los juicios de









































forme a sus propias reglas, con independencia de nuestro querer. Sólo así una acción intencional tendrá garantías de incidir en la realidad y de poder cumplir con los fines que se proponga. Pero hay otras creenci creencias as que respond resp onden en









































nuestra afectividad y nuestra voluntad. A las dos especies de creencias corresponden dos tipos diferentes de experiencias. La primera especie de creencias se se basa en en la cap ca ptata ción de las propiedades de los









































verificación o falsación de proposiciones teóricas. En el segundo tipo de experiencias se ponen a prue pr ueb ba los juicios valorativ valorativos os con que intentamos comprender el el sentido del mundo; su función principal consiste en la selección de









































rectoras rectoras de la vida. vida. Entre nt re estas estas últ ú lti i mas se se enc en cuen ue ntran tran las las experiencias experiencias morales, estéticas, religiosas. La estudiada en estas líneas forma parte de ella ellass. La confusión entre una y otra esp especie ecie de creencias con condu duce ce a fala fala











































determinadas. determ inadas. De allí allí la la tendencia del dogm do gmáti ático co a exigir exigir a los los demás la adhe ad hesió sión n a las las propias prop ias creen creencia cias, s, com co m o si si éstas debieran deb ieran impon imp onérseérse-









































el testimonio y la invitación a los demás a colocarse en disposición de acce accede der, r, po r sí mismos, mismos, a viven cias semejantes.









































lo que se muestra en los lí-mites en que se mues muestra tra y a conceder conc eder verosi verosi milit ilitud ud a cree creenc ncia iass no confirmables confirmables universalmente, no por hacerse “a









































te “científica” como las doctrinas aducidas por los dogmatismos. Dogm Do gmatis atismo mo religioso y esce esceppticismo cientificista, por contra-









































otra: otra: aceptar cada experiencia experiencia dende ntro tro de sus sus límites límites de validez y cada creencia con la probabilidad que le otorga su tipo de justificación,































































































































































3 R f le ió f i

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Villoro, L. (1997), La Mezquita Azul. Una Experiencia de Lo Otro

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