Jesús-Andrés Vicente
EL ITINERARIO DE JESUCRISTO Catorce pasos siguiendo sus huellas
EDITORIAL VERBO DIVINO Avda. de Pamplona, 41 31200 ESTELLA (Navarra) 2000
Mi gratitud más sincera - a las Hnas. del Amor de Dios, que me dieron la primera idea y con las que he ido creando estos materiales de formación permanente, - a las Hnas. del Sagrado Corazón, que los han experimentado y trabajado, aportándome sus sugerencias y su apoyo inestimable, - a Maribel Molina, que ha contribuido decisivamente para que unos sencillos apuntes de trabajo se hayan convertido en este libro.
Editorial Verbo Divino Avenida de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra), España Teléfono: 948 55 65 11 Fax: 948 55 45 06 Internet: http://www.ctv.es/evd E-mail:
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© Jesús-Andrés Vicente Domingo, 1999. © Editorial Verbo Divino, 1999. Es propiedad. Printed in Spain. Fotocomposición: NovaText, Mutilva Baja (Navarra). Impresión: GraphyCems, Villatuerta (Navarra). Depósito legal: NA. 117-2000 ISBN: 84-8169-362-6
Introducción En este libro proponemos unas guías concretas para la práctica comunitaria del Estudio del Evangelio, según la tradición del Prado'. Se trata de una lectura del texto bíblico con las siguientes características: - Un estudio "espiritual" (en atenta escucha al Espíritu que nos habla en el hoy de la Iglesia y del mundo). - Un trabajo "apostólico" (desde la vida de los hombres y para su evangelización). - Una actividad "comunitaria" (realizada en grupo y en espíritu eclesial, teniendo en cuenta el conjunto de la revelación y de la fe de la Iglesia). El Estudio del Evangelio pretende ser un alimento ordinario para los grupos de creyentes "sin cualificación". No presupone una formación bíblica especial (¡tanto mejor si se tiene!), pero sí una actitud de "verdaderos discípulos" de Jesucristo, que quieren conocer personalmente a su Maestro y dejarse transformar por El en lo concreto de sus vidas. Se trata en el fondo de responder a una gracia de conversión, a una llamada a dejar atrás un cristianismo impersonal y desmotivado para emprender una vida según el Evangelio. Al leer, orar y trabajar los diferentes textos del Nuevo Testamento que aquí se presentan, nos vamos introduciendo en las experiencias originales y fundadoras del cristianismo. En ellas los primeros testigos del 1. Para conocer someramente esta forma de espiritualidad y el estilo de lectura bíblica que propone, se puede consultar La Biblia en grupo. Doce itinerarios para una lectura creyente, La Casa de la Biblia, Ed. Verbo Divino, Estella '1997, pp. 87-94.
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Señor nos comparten lo que han visto y oído, y cómo lo han interpretado a partir del acontecimiento de la resurrección de Jesús con la luz interior de su Espíritu. Esta transmisión llega hasta nosotros ya enriquecida con la experiencia personal de los que conocieron al maestro de Nazaret y de cuantos, por su testimonio, se fueron adhiriendo a la fe e incorporándose a la comunidad. El texto bíblico recoge esta fe comunitaria compartida, con la finalidad de crear una tradición, perpetuando así en las comunidades futuras la memoria viva del Resucitado. Pues bien, esta tradición llega hoy hasta nosotros: ¡es nuestro turno y nuestra responsabilidad! Nos toca ahora leer fielmente la Palabra, para así enriquecerla con nuestras experiencias vivas. En efecto, si la Palabra nace en la comunidad, el sujeto destinatario de la Palabra es asimismo la comunidad cristiana. En ella la Palabra se actualiza con la participación de todos y cada uno de sus miembros. Insertos en la Iglesia y dentro de ella, recibimos la Palabra, nos dejamos transformar por ella y nos convertimos también en testigos del Evangelio para los demás de dentro y de fuera. El Estudio del Evangelio en nuestro grupo comunitario requiere el trabajo y la participación de cada uno de sus miembros, ofreciendo nuestra experiencia de la Palabra y acogiendo la experiencia de los demás. Todos los miembros somos necesarios. El Evangelio se actualiza y se enriquece desde las diversas realidades personales y comunitarias. Si falta la aportación de alguno, se corre el riesgo de que haya luces que se pierdan. Se pretende que el Estudio del Evangelio sea un ejercicio de formación permanente, para desarrollar nuestro ser de bautizados y la propia vocación cristiana. Para ello, nos remite a lo esencial, al conocimiento que brota del trato personal con Jesucristo. Quiere ponernos en la vía del seguimiento del Señor, individual y comunitario, para lo cual el Estudio del Evangelio desarrolla unas características propias: 1.a El Estudio del Evangelio es un verdadero "trabajo", organizado y sistemático, que se hace en un clima y espíritu de oración. Reclama, pues, de nosotros una disciplina, un tiempo regular; exige un esfuerzo para entrar en él. Tratamos de descubrir el paso de Dios en la vida, para acoger y obedecer aquello que la gracia de Dios nos va poniendo al descubierto. 2.a
Es un acto de asimilación de la revelación cristiana, riguroso y objetivo, y no una "expansión devocional", íntima y subjetiva. Se trata de descubrir ante todo el Designio de Dios, su acción salvadora en medio de su pueblo. Para ello, la refe-
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rencia es la Palabra, los hechos y dichos de Jesús en el pasado, actualizados hoy por su Espíritu. Objetivar es descubrir cómo esa Palabra se está realizando hoy: ella es la auténtica protagonista de nuestra historia de la salvación. 3.a
Se trata de ver la realidad con los ojos de Cristo y no de responder a mis planteamientos y expectativas personales. Ya que, si partimos únicamente de nosotros mismos, corremos el riesgo de obcecarnos y caminar en una dirección predeterminada, paralela o incluso opuesta a la de Dios.
Por todo lo anterior, el mejor "test" para verificar la autenticidad de nuestro Estudio del evangelio será el de la novedad: - ¿Me abre a perspectivas nuevas, o simplemente me confirma en lo que yo ya sabía y pensaba sobre Jesucristo y su misterio? - ¿Me plantea nuevas exigencias en mi vida personal y comunitaria, o me quedo en unos vagos ideales éticos que ya tenía antes de leer el Evangelio? - ¿Tengo la impresión de que voy creciendo, aunque sea con temor y temblor, o bien me aburre leer el Evangelio, porque me parece repetitivo y falto de vida? Si este Estudio del evangelio nos lleva al encuentro personal con Cristo (que no otra es su finalidad), no nos dejará indiferentes.
Metodología El tipo de Estudio del Evangelio que aquí proponemos sigue una metodología que tiene dos tiempos, uno personal y otro comunitario.
Tiempo personal En él cada uno trabaja personalmente Xa ficha correspondiente, en la oración y el encuentro con Jesús. Este trabajo se desarrolla en tres pasos sucesivos: I o . Encuentro contemplativo con la Palabra Leer los distintos textos propuestos en la ficha con una actitud contemplativa. Cada uno de ellos es introducido brevemente. Esta introducción no pretende suplantar la lectura personal de cada uno, sino señalarnos una perspectiva, un punto de vista común para mirar juntos en la misma dirección. Como oyentes de la Palabra y discípulos del Señor, hemos de introducirnos personalmente en el texto propuesto, dejándonos impregnar por las personas, los acontecimientos, las palabras... Entrar en la objetividad del texto supone que sea la Palabra la que se nos comunique, evitando la tentación de utilizar la Palabra para sacar de ella lo que cada uno quiere oír o decir. Para ello, nos pueden ayudar las notas exegéticas de nuestra Biblia o algún comentario al texto'. 1. Mejor sería si esta preparación más técnica para la lectura del texto la hemos realizado antes, para no mezclar trabajos de distinta índole y no perturbar el talante sencillo y contemplativo que ha de tener el Estudio del Evangelio.
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2". Actualización de la Palabra Con la luz adquirida en la contemplación del texto vamos mirando la realidad que nos rodea, para descubrir a Cristo actuando hoy en nuestro mundo. Esta actualización no surge de forma automática de la contemplación de la Palabra; tampoco hemos de forzar una acomodación "concordista", que se quede en la letra sin encontrar el espíritu. Aleccionados por la Palabra, nos fijamos en aquellos indicios y signos que se dan en la actualidad y que manifiestan su vigencia. En todo caso, se trata de una "lectura creyente" que realizamos en el claroscuro de la fe. Una "lectura" que será siempre parcial y limitada, como lo es nuestra persona. Hemos, pues, de compartirla con los demás. Juntos hemos de cultivar una actitud de discípulo, para que sea el Espíritu de Jesús el que nos conduzca y nos vaya llevando hacia la verdad plena.
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3. Reacciones del grupo. Tienen que ir en la línea de lo que se ha compartido y respetar la dinámica creada en torno a la Palabra de Dios. 4. Oración final.
Fichas de trabajo Para llevar a cabo este Estudio del Evangelio se ofrecen como subsidio unas fichas que constan de los siguientes elementos:
Título de la ficha Expresa el tema central del Evangelio sobre el cual va a incidir la lectura.
3 o . Síntesis vivencial de los dos puntos anteriores Extraer las luces, las llamadas personales, las convicciones de fe que a lo largo del trabajo se han ido reforzando en mí... Se acoge todo ello con gratitud, como un don del Espíritu que va transformando nuestra vida y que nos da la posibilidad de responderle con fidelidad.
Tiempo comunitario Es el tiempo de la reunión, del intercambio comunitario en el que todos somos invitados a intervenir2. Se desarrolla en tres momentos: 1. Oración de comienzo. 2. Comunicación personal. Aquí se comparte sobre todo la síntesis vivencial del punto 3 o del trabajo personal anterior, buscando una comunicación breve y sustanciosa con vistas a la mutua edificación. Evitaremos así unas puestas en común excesivamente largas y tediosas, o unos "debates" que terminen siendo una pura "tertulia". Conviene, pues, para ello, escucharse con atención y con orden, dejando para otro momento las cuestiones más intelectuales o los comentarios curiosos.
2. Sería muy conveniente que el grupo designe a un miembro para que anime y coordine "suavemente" el conjunto de la reunión.
Presentación del tema Contiene elementos de motivación y orientaciones generales para el desarrollo del tema.
Puntos Esta parte de la ficha ofrece los puntos que van a ser trabajados, por los que discurrirá el Itinerario de Jesucristo, que es el objeto de esta propuesta de Estudio del evangelio. Cada uno de los puntos está centrado en un texto evangélico preferente, con una introducción que centra la lectura del mismo y unos recuadros que ayudan a pasar de la contemplación del texto a su actualización (tenerlo en cuenta solamente después de la lectura y contemplación personal del texto).
Encuentro
comunitario
En esta parte de la ficha se proponen plegarias, orientaciones y elementos para la celebración de la reunión comunitaria.
Presentación del ciclo En este ciclo de catorce fichas que aquí proponemos, acompañamos a Jesús en el discurrir de su vida, en comunión con toda la Iglesia, la del pasado y, sobre todo, la del presente. Se trata de seguir un itinerario que marca una evolución creciente, una vida cada vez más intensa y comprometida, yendo de camino con Él, como hacían los discípulos. Este itinerario es un todo, un continuo que proporciona una experiencia completa de la vida de Jesús. La vida de Jesús está presidida por su búsqueda permanente y plena de la voluntad del Padre. Pero no todos los momentos tienen igual densidad e importancia. En su itinerario nos encontramos con unos pasos cualitativos, que tienen las siguientes características: -
Son situaciones nuevas, que ponen a Jesús en actitud de lucha interior, de búsqueda.
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Le llevan a un cambio, marcan un antes y un después en su vida.
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Se da en El un crecimiento en todos los ámbitos: el conocimiento del misterio de Dios, la comprensión de la realidad del mundo y de los hombres, el descubrimiento de su misión...
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Son como un parto, un alumbramiento doloroso y gozoso a la vez.
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Son personales y comunitarios, porque tienen repercusiones en sus discípulos y en todo el pueblo.
Este ciclo de Estudio del Evangelio nos propone: -
Acompañar cada uno de los pasos dados por Jesús en su itinerario.
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Descubrir el proceso de cambio que se da en Él en cuanto a conocimiento, criterios, actitudes y opciones.
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Acoger en nuestra vida estos mismos dinamismos.
Este trabajo nos invita, pues, a identificarnos profundamente con Jesús. El, que nos ha llamado a seguirle, no da respuestas concretas a nuestras situaciones personales y comunitarias; no nos dice lo que debemos hacer en nuestra propia vida. Sin embargo, pasó por situaciones y procesos similares a los nuestros y los vivió en una total fidelidad al Padre y a los signos de los tiempos. Jesús, derramando su Espíritu en nosotros, nos capacita para vivir cada momento de nuestra historia personal y comunitaria con los mismos criterios, actitudes y opciones que Él tuvo.
Ficha 1 DESDE BELÉN A NAZARET Las opciones de Dios al introducir a su Hijo en la historia Presentación del tema En esta ficha se presentan las líneas maestras del Misterio de la encarnación. ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quiénes? ¿Para qué?... Estas incógnitas se van despejando paulatinamente y, con ello, se nos da a conocer en el tiempo el Designio eterno de Dios. El Hijo encarnado no parte de cero, sino que, desde el principio asume en su humanidad el Proyecto del Padre. Su vida está marcada por las opciones de Dios. El niño de Belén es ya el Enviado del Padre a una misión desconocida, el Hijo obediente a una voluntad que, de alguna forma, le precede. Estas opciones, anticipadas en las profecías del Antiguo Testamento, ponen de manifiesto las características que Dios ha escogido y van a marcar desde el inicio la personalidad y la misión de Jesús y de sus discípulos. Constituyen las raíces, a las que Jesús habrá de ser fiel a lo largo de la vida. Son los puntos de partida irreemplazables.
Trabajo personal I o . Le 2,1-7: Asumir la condición humana, siendo uno de tantos Desde el principio, Dios quiere para su Hijo y su familia humana la condición vulgar y ordinaria de la inmensa mayoría, sin aristocracia
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ni relevancia heredadas; la condición de los que se ven sometidos a los poderosos de turno, de los que son manejados según la conveniencia de unos pocos. Una condición que trae como consecuencia el desplazamiento, la desinstalación exterior e interior. Jesús y su familia se acostumbrarán desde el principio a salir fuera, a vivir en éxodo permanente. De entrada, la primera opción que asumirá Jesús es la inseguridad y la inestabilidad de los pobres. Los padres de Jesús, dentro de su situación de familia sencilla del pueblo, tenían previsto un acomodo digno y estable para el nacimiento de su hijo. Todo estaba preparado en la humilde casa de Nazaret para recibir al recién nacido. La pobreza y la marginación del establo es la consecuencia de una contingencia histórica. El desplazamiento de Nazaret a Belén obedece a algo forzado, en concreto al edicto de Augusto, al que se ven sometidos los habitantes de Palestina. Jesús aparece así como el hombre corriente y sin privilegios; obediente a la historia, a sus leyes y a sus caprichos; sometido a los hombres, sus conciudadanos, a la dura realidad de cada día; es el hombre que no decide en solitario, sino que tiene que contar con las demás personas y los acontecimientos. Contemplo a Jesús, a María y a José asumiendo la vida ordinaria de la gente del pueblo, sencilla, pobre, dependiente. Viven con dignidad la realidad de cada día, que comparten con la gente de su tiempo, como tanta gente a mi lado. • Esta "primera opción" de Dios en la Encarnación del Verbo, ¿cómo es asumida por la Iglesia; por mi Diócesis; por la Parroquia, la Asociación cristiana o el Movimiento apostólico donde estoy presente; por la Congregación o la comunidad a la que pertenezco? • Dejo que esta opción de Dios ilumine mi vida, mi realidad personal concreta.
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tiene otras credenciales que el "pesebre" y "los pañales" para presentarse ante los hombres. Pero son el signo seguro para que los pobres lo encuentren. Jesús habla ya con los hechos su mismo lenguaje. El Padre quiere que el Mesías se abaje acercándose a los humildes y a los que buscan a Dios; que se "ponga a tiro", para que le encuentren los pastores y los magos. Es el inicio de un cambio de valores que hará historia. Los pastores y los magos son llamados por Dios para ir hasta el Salvador. Para encontrarse con Él, tendrán que creer, dar el paso de la fe. Pero no se les pide que cambien de cultura o de personalidad. No tienen que dejar de ser ellos mismos. ¡Dios se pone a su nivel! Se tendrán que convertir, sí, pero sin renegar de su identidad y sus raíces. Antes al contrario, en el encuentro con Dios cada persona y cada pueblo desarrolla lo mejor de sí mismo. El camino evangélico excluye toda prepotencia. Más que "ir a conquistar" a los hombres es preferible "hacerse el encontradizo", ser sencillo y vivir de modo que los pobres nos puedan encontrar de igual a igual. La humildad de corazón es anterior a la pobreza material y la ha de acompañar siempre, si no queremos salimos del estilo del Evangelio. La verdadera pobreza es descentramiento de sí, para que los pobres y los marginados de la tierra se encuentren entre sí y con Dios. • ¿ Cómo se acerca Dios a los pobres, a los pequeños de este mundo a través de la Iglesia; en especial, a través de nuestra comunidad? • ¿ Qué hechos, actitudes o comportamientos de mi vida facilitan la cercanía de Dios a los pobres y pequeños? • ¿Cómo se manifiesta en mí "la humildad de corazón", al estilo de Jesús?
2". Le 2,8-18: Dejarse encontrar por los hombres, en especial por los pobres
3 o . Le 2,18-20: Recibir de los pequeños la gloria y la alabanza
Jesús nace en un viaje y sin techo que lo cobije. El "Portal de Belén", no deseado ni programado, coloca providencialmente a Jesús en el camino de los hombres, sobre todo de los marginados y oprimidos de la tierra, representados aquí por los pastores. El Niño Mesías no
El anuncio es escuchado, llega la respuesta de los pobres. Los pastores se admiran: ¡Dios es siempre sorprendente! María escucha y reflexiona: ¡Dios es siempre incomprensible! Pero la alegría ha alcanzado ya a los hombres de buena voluntad en el centro de su corazón.
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Los pastores transmiten con sencillez y transparencia lo experimentado. Sin "literatura" ni espectáculo; sin hacerse "protagonistas", dejando que Dios aparezca en primer plano. Cuentan lo vivido en forma de relato, que es el lenguaje de los pobres. Son los narradores de la historia de salvación de cada día. Transmiten así la gloria de Dios.
Dios mismo va cumpliendo sus promesas en este Niño y llenándolas de contenido. ¡Dios ya está en persona con nosotros! Todo es ahora posible. La espera confiada del pequeño resto ha merecido la pena. La esperanza no será defraudada.
En todos cuantos oyen a los pastores se produce la sorpresa, la maravilla, la admiración por las cosas de Dios. Así se inicia o se acrecienta la fe en el Dios vivo, a través del mutuo testimonio. Pero esta fe se tendrá que purificar más adelante. Todo testimonio humano es ambiguo y limitado: ninguno puede expresar toda la grandeza del Proyecto divino.
Simeón y Ana son la figura de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo llenos de Dios, "realizados" humana y espiritualmente, que se atreven a esperar, a soñar, a pensar la vida de otra manera. En ellos hay un gran filón de sabiduría, de sentido de las cosas, de buen espíritu, ¡justo lo que más necesitamos para abrir caminos de futuro!
Dios nos asombra cada día con su ternura. Manifiesta su gloria en los humildes y pequeños que no retienen nada para sí, sino que todo lo devuelven en forma de alabanza o gratitud al Dios de bondad y de misericordia. De esta forma, anticipan la figura filial de Jesús. • ¿Cómo recibimos de la gente sencilla los testimonios de la acción de Dios? ¿Estamos atentos a la novedad de sus vidas? ¿Escuchamos sus "relatos"? Alegrémonos con ellos: Dios es glorificado en sus pequeñas historias. • "María retenía estos acontecimientos...", para encontrarles su sentido en el plan de Dios, no sólo para ella misma, sino, sobre todo, para su pueblo. Adoptemos la misma actitud de María. • Descubro en mi vida la acción de Dios que me sorprende cada día con su bondad, misericordia y ternura. La expreso en alabanza y acción de gracias.
4o. Le 2,22-38: Llenar las expectativas de los pobres de Yahvé Simeón y Ana han esperado toda su vida y han confiado en Dios. Viven en una actitud de pobreza y libertad interior que les permite dejarse conducir por el Espíritu Santo y reconocer en la fragilidad de un niño la salvación de Dios. Este reconocimiento les satisface e inunda de gozo. Prorrumpen en un canto de alabanza y gratitud a Dios. Simeón mantiene los ojos de la fe bien abiertos y ha logrado penetrar en lo más hondo del Plan de Dios. Con su mirada profética consigue traspasar los límites estrechos de Israel e intuirque la salvación es universal, que es luz para los paganos y revelación que da pleno sentido a la vida.
• En mi entorno, ¿quiénes son esos hombres y mujeres que forman hoy este "resto fiel"?, ¿quiénes son estas personas sabias que difunden la luz de Dios, que respiran esperanza? • De ellos puedo aprender y en ellos me puedo apoyar para avanzar con audacia y seguridad.
5o. Le 2,39-40; 51-52: Hacerse hombre en el anonimato del pueblo Nazaret es un pueblo de Galilea, región paganizada, sin tradición davídica alguna, que contrasta con Belén, situado en la Judea plagada de tradiciones profundamente religiosas. Nazaret es para Jesús un tiempo de preparación, de inculturación y maduración humana; de echar raíces en el pueblo. En Nazaret aprendió de los demás, de allí recibió su apellido de nazareno, la lengua, las costumbres, la religión, su identidad judía. Jesús vive una vida de familia. Sometido amorosamente a sus padres, aprende a amar y ser amado. Abre el oído, sabe escuchar, va conociendo la realidad; va creciendo en edad, sabiduría y santidad, haciendo suyas las opciones del Padre que ya han marcado su existencia desde el comienzo. Todo esto se va a traslucir después en su ministerio, sobre todo en su predicación, que muestra a un Jesús formado en un pueblo sencillo, capaz de comunicarse con la gente de igual a igual. En Nazaret, Jesús se inserta en la condición humana con todo su realismo. Comparte la existencia de la gente corriente, su trabajo y la vulgaridad cotidiana, no como quien hace una visita pasajera, sino como una opción de por vida. Allí irá elaborando su personalidad integral y su talante.
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Jesús será siempre el "Na/areno", alguien particular y concreto, marcado por sus orígenes. Nunca pretenderá saber, controlar y serlo todo. Se aceptará como es, limitado. En Nazaret mantuvo unas relaciones humanas poco numerosas, adquirió un conocimiento del mundo escaso. ¡Poco, pero intenso! ¡Escaso, pero verdadero! Fue madurando hacia dentro; no disipándose en múltiples "experiencias" superficiales. "Nazaret" es una dimensión de toda vida humana, aun de la vida más activa. "Nazaret" es construir la propia vida en estrecha relación con los demás y en dependencia mutua; es vivir todo con plenitud, con un gran amor; es valorar lo ordinario, lo pequeño, lo aparentemente ineficaz. Es encontrar interesante la vida vulgar. • Nuestra Iglesia, nuestra comunidad... ¿dónde aprenden hoy a conocer mejor la realidad humana y a amarla sin miedos ni prejuicios? ¿Quiénes nos enseñan hoy mejor a amar a la gente de la calle? • ¿ Cómo ilumina la vida de Jesús en Nazaret: - mi vida de cada día; - mis relaciones
interpersonales;
- la manera de llevar a cabo la misión que Dios me ha confiado?
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Tú puedes' Sólo el Espíritu puede crear y renovar la faz de la tierra, pero yo puedo liberar y acelerar esa acción con mi fidelidad de cada día. Sólo el Espíritu tiene la potestad de hacerme hijo de Dios, pero, una vez que soy hijo, puedo invocar al Padre con el nombre de Abbá. Sólo el Espíritu puede hacer que arda en caridad, pero yo puedo avivar y propagar ese fuego para que abrase por donde pase y encienda el Amor de Dios en todos los hombres. Sólo el Espíritu puede orar en mí, porque sólo Él sabe pedir como conviene, pero yo puedo ofrecerle mi voz y mi silencio, mi mente y mi corazón, mi cuerpo y mi espíritu, para que se encarne y ore desde mí. Sólo el Espíritu puede ungirme para anunciar la Buena Noticia a los pobres, pero yo puedo estar siempre disponible y decirle con humildad: "Aquí estoy". Sólo el Espíritu puede regalarme sus dones y enriquecerme con sus frutos, pero yo puedo no entristecerle y secundar con prontitud sus mociones. Sólo el Espíritu da la capacidad de ver, escrutar e interpretar los signos de los tiempos, pero yo puedo abrir los ojos y no pecar contra la luz. Sólo el Espíritu construye comunidades nuevas a imagen de la Trinidad, pero yo puedo contemplar ese milagro y ofrecerme a ser miembro vivo del Cuerpo de Jesús. (Se puede intercalar entre las estrofas una antífona cantada al Espíritu).
Oración final
Para el tiempo comunitario Oración inicial - Podemos hacer simplemente un momento de silencio e interiorización. - También se puede proclamar alguno de los siguientes textos bíblicos: • Sal 40 (39), especialmente los versículos 6-12.
Dios desconcertante 2 Dios nuestro, Dios único, Dios desconcertante: ¿te conocemos?, ¿sabemos algo de Ti? Tú mandaste a Abrahán, tu amigo, sacrificar al hijo de la promesa. Tú señalaste a Jesucristo, tu Hijo, el camino de la Cruz. Tú destrozas todos los moldes y rompes todos los esquemas. Estás siempre más lejos, pero, al mismo tiempo, eres más íntimo a nosotros que nuestra propia intimidad. Tú vas siempre más allá de todas las previsiones.
• Is 6,1-8. • Heb 2,10-18; 10,5-7. - O bien recitar la siguiente plegaria:
1. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 72. 2. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 44.
24 Padre nuestro, ¿qué quieres de nosotros? (a veces preferiríamos no enterarnos porque tenemos miedo a tu Palabra) Tus planes no son nuestros planes, ni tus caminos son nuestros caminos. Tú, Padre nuestro, que eres un Dios sorprendente, no gozas humillándonos. Tienes la verdadera clave de nuestra vida y nos quieres felices. No destruíste a Abrahán: le hiciste nuestro Padre en la fe; no dejaste a tu Hijo en el sepulcro: le diste el señorío de todo. Ayúdanos a decir con verdad: "Aquí estamos, Padre". "Hágase en nosotros según tu Palabra". "Que no se haga nuestra voluntad sino la tuya". Que creamos en el Amor, y, aunque experimentemos tu "abandono", como Jesús, que nos fiemos ciegamente de Ti hasta entregarte nuestro espíritu. Ayúdanos a descubrir tu proyecto sobre nosotros, a interpretarlo, a asumirlo, a realizarlo plenamente; que lleguemos a identificarnos con tu voluntad viviente entre nosotros. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Ficha 2 DE NAZARET AL JORDÁN Jesús recibe del Padre su identidad y su misión Presentación del tema ¿Quién es Jesús para Dios? ¿Quién es Dios para Él? ¿Qué quiere el Padre del Hijo?... Estas preguntas orientan su vida entera. Jesús vive atento a la manifestación de la voluntad del Padre, dejándose conducir por el Espíritu. La respuesta no la obtiene de una vez, de manera total; se trata de un descubrimiento progresivo en el que hay momentos fuertes: el Templo, el Jordán, el desierto, la sinagoga de Nazaret... En estas situaciones, el Espíritu va llevando a Jesús, iluminándole por medio de la Palabra y de los acontecimientos. Jesús confía su misión a los discípulos, a la Iglesia. Esta misión debe ser continuamente actualizada, bajo la acción del Espíritu, para que pueda dar respuesta a los hombres en su realidad histórica.
Trabajo personal I o . Le 2,41-51: Jesús sube al Templo de Jerusalén Jesús va al Templo de Jerusalén, lugar de encuentro con Dios para los judíos fieles. En este ambiente de santidad, Jesús tiene una experiencia especial: Dios se le revela como Padre, como el Abbá querido, que le prepara para una misión específica. Se siente llamado a acoger
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sin cortapisas la paternidad de Dios y a recibir de Él una familia de hermanos abierta y ensanchada. Al llamar a Dios "mi Padre", Jesús presenta una nueva concepción de Dios que contrasta con la tradición judía. María y José no entienden el comportamiento de su hijo, pero le mantienen su amor fiel. Mutuamente se respetan, se dan tiempo al tiempo, no se juzgan sino que confían en Dios y esperan que Él les muestre el camino. La llamada de Dios ilumina la vida entera de Jesús, pero, al mismo tiempo, le lleva a vivir conflictivamente. No le pone las cosas fáciles. Jesús volverá a Nazaret. Allí la vocación del futuro Mesías se irá cultivando y formando en contacto con las realidades humanas. Cuando Dios toma la iniciativa de manifestarse en nuestra vida y nos llama a una misión particular, su llamada se experimenta como seducción y, al mismo tiempo, como fuente de conflictos interiores y exteriores. Son situaciones muy delicadas que hay que enfrentar desde la mutua comprensión, la búsqueda en común y la confianza en el Dios que llama. • ¿ Qué hace la gente creyente para superar los conflictos que surgen de una vocación incomprendida? Recuerdo algunos casos. • En mi vida y en la vida de la comunidad, ¿percibo situaciones semejantes a las que ha vivido Jesús? • importancia de un acompañamiento paciente de los más jóvenes de cara a una Pastoral Vocacional.
2 o . Mt 3,13-17: Jesús viene de Nazaret al Jordán: su Bautismo En Nazaret, Jesús aparece como un ser humano adulto, situado en su pueblo, ejerciendo una profesión. Pero el destino último de su vida no lo espera de sí mismo, ni de los hombres, sino del Padre. La confirmación definitiva de su identidad y de su misión le es dada públicamente en el Jordán. El Padre declara delante de los demás que Él es su Hijo amado, el Siervo a quien confía su obra. En el Jordán, en medio de las muchedumbres expectantes, Jesús comprende que el Padre del cielo le ama como Hijo, no de forma excluyente, sino para que lo lleguen a ser todos los hombres. Recibe la
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misión de constituir el nuevo Pueblo de Dios. Pero esta tarea no la ejercerá como un "líder" humano, sino como el Siervo de Yahvé del que habla el Antiguo Testamento. Contemplamos cómo Jesús se deja conducir por Dios en su vida, cómo espera del Padre la palabra a la que otorgar un peso decisivo. • Nuestra Iglesia, nuestra comunidad, ¿dónde buscan su identidad: en agradar a los hombres, en ser aceptadas por la sociedad o, como Jesús, en la Palabra iluminadora de Dios? • ¿Cuál es la Palabra que tiene autoridad en mi vida?
3 o . Le 4,1-13: Jesús es conducido al desierto En el Bautismo, Jesús se siente ungido por el Espíritu como Hijo amado y asume la identidad mesiánica que acaba de hacerse pública. Acoge la misión que el Padre le confía, pero todavía no tiene claro cómo realizarla, cómo constituir en la práctica ese nuevo Pueblo de Dios formado por cuantos acojan la filiación divina. Está seguro de que no debe volver a la vida anterior de Nazaret. Antes bien, se deja conducir por el Espíritu al desierto, donde espera que la voluntad de su Padre se clarifique. El desierto es un espacio de purificación del pasado, de liberación de nostalgias, de vacío interior, de búsqueda, de lucha y combate... Jesús vive esta situación en total fidelidad: hace frente a las tentaciones y las vence apoyándose no en sí mismo sino en la Palabra de Dios. No le asusta el vacío, ni trata de llenarlo rememorando sus propias experiencias pasadas. Ante la nueva situación, no se aferra a aquello que ya hizo antes y ahora le podría dar seguridad; por el contrario, se pone a la escucha del Padre en total confianza. Por esta fidelidad, el Padre le otorga su luz: la paz interior le hace prepararse para la misión sin avidez. Dios, que dirige nuestras vidas como lo ha hecho con la de Jesús, no habla todos los días de la misma manera. Es un Dios de misterio, de grandes silencios, que nos pone en situaciones humanamente incomprensibles, a veces muy duras, sin darnos una explicación inmediata.
2K En la situación de "desierto" sentimos la tentación de llenar pronto el vacío con aquello que tenemos ya adquirido: con la nostalgia del pasado o la seguridad de lo conocido, o con la evasión del activismo... Jesús también vivió esta tentación y se mantuvo fiel, sin escaparse. • Hoy el Señor lleva también a su Iglesia al desierto para purificarla y prepararla para una nueva etapa. ¿En qué lo noto? ¿Dónde se ve más palpablemente? • En estas situaciones, ¿qué es lo que me ayuda a permanecer fiel como Jesús?
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• Nuestra Iglesia, nuestra comunidad ¿qué es lo que está cumpliendo ya de este programa mesiánico?, ¿qué le falta?, ¿cuáles son las reacciones de la sociedad? • ¿Cuál es la misión que el Padre me confía más especialmente? • ¿De dónde me viene el impulso y la fuerza para realizar esta misión?
Para el tiempo comunitario 4 o . Le 4,14-24: Jesús en la sinagoga de Nazaret Jesús vuelve a Nazaret conducido por el Espíritu. En la sinagoga escucha y proclama lo que el Padre quiere de Él en este momento. Fue necesaria la fidelidad de Jesús en el desierto para llegar a comprender ahora, a través de la Palabra del profeta Isaías, cuál era el programa que el Padre le confiaba. Jesús no saca su misión del pasado, sino de la comprensión actual de la voluntad del Padre. La Palabra es para Jesús iluminadora y movilizadora. Una vez conocida, se pone en marcha. Jesús comienza a poner en práctica la misión, realizando el programa mesiánico que lee solemne y públicamente en la sinagoga de su pueblo. Allí anuncia la llegada renovadora del Reino de Dios, la instauración de un año de gracia del Señor. Esto mismo lo predicará en las sinagogas, buscando la adhesión a su plan, suscitando un pueblo, una comunidad que lo asuma y lo viva. Es una predicación ungida de poder salvífico, que se concreta y apoya mediante gestos de liberación, curando enfermos y expulsando los demonios. Desde el comienzo y precisamente en Nazaret, Jesús experimenta las dificultades de la misión. Pero ésta proviene de la voluntad del Padre y no de las coyunturas humanas. El Hijo Siervo no se deja desanimar y prosigue su camino, intentándolo, más allá, en torno al lago de Galilea, en Cafarnaún y alredederes. Jesús nunca entenderá la Palabra como una revelación hermética, sólo para iniciados. Sabe pe el plan del Padre ha de ser realizado en comunidad, para ir constituyendo un pueblo de hijos, incluso cuando las oposiciones y los fncasos hagan difícil su realización.
Oración inicial - Algunos textos: • Sal 2 (sobre todo, los versículos 7-9). • Dt 8,1-5. • Is 61,1-2. Sacíanos de tu semblante1 Estamos aquí, Padre, congregados en nombre de Jesucristo, sólo para llamarte "Abbá" muchas veces, para sentirnos naciendo como familia de la fuente del Amor, para experimentarnos sólo y totalmente hijos del Amor que eres Tú. Abbá, Padre, sacíanos de tu semblante para que te conozcamos como eres y para que, al volver la mirada hacia nuestro propio rostro -deteriorado, desfigurado, maltrecho-, podamos adivinar quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser. Graba a fuego en nuestro corazón tu verdadera imagen, porque somos hijos tuyos, porque tú eres Padre-Madre de nuestra vida, y nuestra única vocación consiste en parecemos a Ti. Amén.
1. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 38.
Oración final
Desde el silencio 2 Señor, déjanos escuchar el silencio, alimentarnos de silencio, convertirnos poco a poco en silencio, no en el silencio de la muerte sino en el silencio de la vida. Tú sabes que la palabra última y la música suprema están más allá de toda palabra y de toda música; que el lenguaje del corazón sólo se fragua en un silencio hondísimo -denso y fecundo, vivo y misteriosoque no aisla sino que crea comunión. ¿No fue en Nazaret y en el desierto, en el monte y en Getsemaní, en tus ratos de soledad con el Padre, donde maduraste el compromiso de entregar tu vida por los hombres? ¿Por qué los contemplativos buscan tu silencio, tu divino silencio inescrutable, y cómo aciertan a descubrirlo en la noche y en el día, en el canto de los pájaros y en el ruido de los motores, en el dolor de un pobre, en el llanto de un niño, en los ojos de un moribundo? Tú, Señor, eres el Silencio y la Palabra. Danos ese oído espiritual capaz de percibir la palabra de tu silencio. Déjanos escucharte, Señor; escucharte y alimentarnos de Ti hasta identificarnos silenciosamente contigo. Amén.
Ficha 3 DEL JORDÁN AL MAR DE GALILEA Jesús busca compañeros para ir con Él y compartir las tareas del Reino Presentación del tema En esta ficha vemos cómo Jesús recibe del Padre a sus discípulos, comparte con ellos la misión y los prepara para ser el núcleo de un pueblo universal, el Nuevo Israel. En las fichas anteriores hemos contemplado a Jesús recibiendo y acogiendo la misión que el Padre le confiaba. Le hemos acompañado en su descubrimiento gradual del programa que había de desarrollar. Se trataba de un programa ambicioso, no limitado a un individuo, sino destinado a todo un pueblo. El sujeto protagonista de ese programa es colectivo; finalmente, la humanidad entera. Jesús rechaza en el desierto el contra-programa que le propone el Tentador. Éste le ofrece ser un Mesías individualista y autónomo, que pueda realizarlo todo y de inmediato, sin plazos, sólo dependiendo de su voluntad. Jesús rechaza este perfil, porque no corresponde al que El ha interiorizado con ayuda de la Palabra bíblica. En la sinagoga de Nazaret recibe una nueva luz. Su misión consiste en anunciar una Buena Noticia de liberación y engendrar a un pueblo que se haga el protagonista y difusor de la misma. El Mesías no será un "líder" poderoso, al que siga un público fanático y enfervorizado.
2. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 48.
La presencia de Jesús, sus primeras palabras y actuaciones provocan la admiración de la gente. La muchedumbre parece dispuesta a
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(odo. Y, sin embargo, no cree en Jesús como enviado e Hijo amado del Padre. Buscan a un Mesías que no les complique la vida; alguien de quien recibir sólo beneficios sin arriesgar nada personalmente. Jesús se ve así, de nuevo, en una encrucijada. ¿Qué hacer para realizar la misión que el Padre le ha confiado? Si incluso en su pueblo de Nazaret, entre sus amigos y allegados, no se acepta su mensaje, ¿con quiénes constituir el Pueblo mesiánico?, ¿a quiénes se dirigirá? Frente a estas dificultades, Jesús espera siempre confiado la iniciativa del Padre. Ésta no se hace esperar.
Trabajo personal I o . Le 4,20-30: Jesús es crítico ante la admiración que suscita Desde el principio del ministerio público de Jesús de Nazaret, las gentes percibían que salía de su persona "algo especial", una autoridad y un poder que no eran prestados o venidos desde fuera. Sus oyentes fácilmente se convertían en admiradores entusiastas. Sin embargo, Jesús acoge esta admiración con actitud crítica y con espíritu de discernimiento, no dejándose halagar por ella. Jesús busca discípulos y no admiradores. La simple admiración, cuando mucho, es el primer paso del seguimiento. Por sí sola no basta. Jesús rechaza la admiración que o bien no brota de la fe, o bien no lleva a ella. Reacciona enérgicamente ante este tipo de comportamiento, porque percibe los motivos humanos que lo desencadenan. Sus oyentes se colocan en la actitud de "clientes", de beneficiarios de su poder. Están centrados en sí mismos, no arriesgan, buscan su propia seguridad. Mientras que la fe del discípulo exige que uno salga de sí mismo y se fíe de Dios. Sólo así se hace protagonista del Reino. Jesús no deja que el pueblo se entretenga en la pura admiración. Enseguida le "provocará" para que dé el salto a la fe. Para ello, no dudará en denunciar sus incoherencias y en derribar sus falsos apoyos. Los creyentes atravesamos hoy una crisis profunda. A veces tenemos la Impresión de ser "los últimos de Filipinas", de que, a este paso, pronto habrá que cerrar las iglesias. Precisamente por ello, hemos de conservar la mente clan y no ceder a la tentación de una "engañosa facilidad". ¡Cuántas veces en la Iglesia intentamos mante-
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1)1 l.JDKI'AN AIMAR Dl.dALII.EA
ner la admiración y la seducción de las gentes por cualquier medio, ignorando la radicalidad del seguimiento! • ¿Somos audaces y libres para "provocar" a la gente e Invitarles a dar pasos en orden a la fe?
2 o . Jn 1,35-51; Mt 4,18-22: Jesús recibe a sus discípulos de parte de Dios Para realizar su misión, Jesús sale con libertad por los caminos al encuentro de los hombres, sin criterios humanos selectivos. El Padre le traerá las vocaciones para el discipulado. Éstas le vienen por dos caminos: 1. Entre sus admiradores hay algunos que quieren algo más: "¿Maestro, dónde vives?". El Padre, que no está ocioso, les atrae hacia Cristo. Jesús así lo comprende y les acogerá con sencillez y alegría. La respuesta del Hijo frente a estos israelitas inquietos es acogerlos como don del Padre. "Venidy veréis" es una invitación a compartir su misma vida. La respuesta de Jesús, siempre en verbos de movimiento, indica que su escuela es su persona, su compañía, y que el taller son los caminos de Galilea. Estos primeros discípulos traen a sus parientes y amigos, y se los presentan a Jesús. El origen último de la vocación es, sin embargo, misterioso. Jesús invita al seguimiento a los que el Padre ha atraído desde dentro. Sea como sea, estas vocaciones no son un episodio meramente ocasional. Jesús lo medita atentamente en su oración y descubre en ellas el itinerario típico de la realización de su misión mesiánica. En efecto, primero dirán sí unos pocos; a través de éstos, otros más. Y el pueblo se irá tejiendo lentamente como una red fuerte, nudo a nudo, pasando de admiradores a discípulos. 2. En otras ocasiones, Jesús tomará la iniciativa y llamará a seguirle, "dejándolo todo". En estos casos, Jesús exige una respuesta radical: si la llamada es obra de Dios, no se puede acoger a medias, parcialmente o con reservas. La llamada ha de ser asumida con prontitud y radicalidad desde el principio.
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Pero este "dejarlo todo", por otro lado, comporta un cambio tan revolucionario en la escala de valores de la persona que no se puede realizar en un instante, ni por un acto de generosidad y de voluntarismo. El discípulo necesitará de un largo noviciado para ir integrando los valores del Reino en la experiencia cotidiana. ¿Cómo han de ser los discípulos y seguidores de Jesús? - Gente que asuma su mismo programa con su mismo espíritu. No basta la "admiración": es necesario entrar en una dinámica de obediencia incondicional a Otro. - El verdadero discípulo no es alguien que abandone su vida anterior porque ésta ya no le guste, sino porque ha escuchado una llamada, ha encontrado a un Maestro y se decide a seguirle en todo.
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A nadie se le hubiera ocurrido seleccionar este tipo de personas para una empresa tan importante. Ésta es, pues, la mejor prueba de la veracidad de la Buena Nueva. Si "Dios está con vosotros", ya no se necesitan credenciales, títulos o certificados de buena conducta para ser objeto de su amor y predilección, para ser invitados a entrar en su Reino y a trabajar por El. Dios no se deja acaparar por los selectos y los bienpensantes, porque es el Padre de todos, que se alegra con el encuentro de las ovejas perdidas y olvidadas. La vocación de Leví es motivo de esperanza para todos cuantos están en una situación parecida a la suya.
- Cuando hay verdadera vocación, se van superando los miedos y resolviendo las resistencias y vacilaciones.
Ser seguidor de Cristo no es lo mismo que ser moralmente perfecto. Se puede ser seguidor de Jesús y continuar siendo imperfecto. Jesús no se obsesiona con los defectos de los suyos. Lo que le importa es que se fíen de Él y continúen el camino sin "avergonzarse" de su persona y su Evangelio.
Jesús siempre se fiará de sus discípulos y creará en torno suyo un clima de mutua confianza. ¡Hemos de fiarnos de aquellos a los que Dios quiera llamar, por muy imperfectos que sean!
La Iglesia necesita de la cercanía y el trato con los "pecadores" para recordar su propia condición de pecadora y abrirse humildemente a la gracia.
• ¿Cómo ilumina todo ello la Pastoral Vocacional y los procesos de formación de aquellos que sienten la llamada a la entrega total a Jesucristo y al Reino?
• ¿De qué o de quiénes nos "avergonzamos"? ¿En qué podemos pecar de "puritanos"? • Podemos ser santos aunque seamos imperfectos. Sólo la vocación, que es llamada divina, puede unificar nuestra vida espiritual. Reconozcamos la acción de Dios en nuestra miseria.
3 o . Le 5,27-32: En el grupo de Jesús los pecadores encuentran un lugar Jesús no selecciona a sus discípulos ni en función de sus cualidades ni en función de su gusto personal. El único criterio es que el Padre se los envíe, para recibirlos sin condiciones. En el programa mesiánico leído en la sinagoga de Nazaret, se proclama: "los ciegos ven, los cojos andan... el año de gracia del Señor"... El Padre quiere que, entre los colaboradores escogidos para realizar este programa, se encuentren personas que hayan experimentado en sus propias vidas esta "gracia del Señor" en forma de reconciliación. Tal es el caso de Leví-Mateo, a quien Jesús ofrece al mismo tiempo el perdón y la vocación. El discípulo experimentará así desde el principio que el Reino de Dios trae siempre consigo la oportunidad de empezar de nuevo.
4 o . Le 10,1-12: Jesús comparte la misión con sus discípulos Jesús envía a setenta y dos discípulos con una misión concreta: anunciar que está cerca el Reino de Dios e ir formando el nuevo Pueblo mesiánico. Son enviados "de dos en dos ", en grupo o comunidad, con el fin de que muestren con hechos la fraternidad que anuncian de palabra. Jesús, que ha experimentado la dificultad, incluso el rechazo de la Buena Noticia por parte de los hombres, previene a sus discípulos de que la tarea no va a ser fácil. Les da instrucciones y les envía con fuerza, sin timidez.
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Jesús va constituyendo y formando a su equipo misionero, con su mismo estilo: saberse enviados,
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prever el porvenir. San Pablo lo comprenderá más tarde: "Uno planta, otro riega. Pero Dios hace crecer"... Esta actitud debe de darse en la Iglesia, en cada uno de nosostros: colaborar colegia/mente en la obra de la evangelización.
ser realistas.
• ¿Qué personas pueden ser germen y "fundadores" de la Iglesia a mi alrededor? ¿Quiénes están destinadas, sobre todo, a asegurar el mañana? ¿Cómo las acompañamos y alentamos?
• ¿Dónde aprendemos a trabajar con este estilo misionero? ¿Cómo nos ayudamos a ello en la Iglesia?
• ¿Cómo trabajamos de manera complementaria y "colegial" en la Iglesia de Cristo?
• Experimentar y expresar la alegría de trabajar con Dios. ¡Ésta es nuestra "paga"!
• ¿En qué gestos siento yo la complementariedad entre los miembros de nuestra comunidad?
aprender a trabajar con medios pobres,
5o. Me 3,13-19: Jesús elige a los Doce, un grupo al servicio del Reino Jesús trabaja en el presente pensando en el futuro. Su tarea mesiánica empieza en Galilea y llegará hasta Jerusalén. Se circunscribe básicamente a las fronteras de la nación judía. Pero Jesús va tomando conciencia de que esta misión es ya universal: se trata de constituir el nuevo Israel con todos los pueblos de la tierra. Con esta idea elige a doce de sus discípulos a quienes llama apóstoles. Ellos son el embrión de este nuevo pueblo. El número doce es simbólico, representando a las doce semillas del nuevo Israel, que deben ser esparcidas llevando el Evangelio a los cuatro puntos cardinales. Jesús se cuidará de formarlos en lo esencial. Cada una de las semillas habrá de contener todos los caracteres fundamentales del Evangelio, para que, cuando se siembren, éste eche raíces profundas y no se quede en flor de un día. La formación de los apóstoles consistirá en compartir su misma vida (su diálogo, su tiempo, su amistad...) y su misión mesiánica (sus afanes, sus enseñanzas y sus mismos poderes). ¡Qué importante es saber preparar el futuro sin aferramos a lo inmediato! Cuando Jesús escoge a los Doce, se relativiza a sí mismo, asume que Él no le hará todo, que no va a quedarse para siempre, que no es ni único ni exclusivo. Sólo el Padre conoce y conduce el Proyecto al completo. El Hijo hará su parte, simplemente. Necesita el complemento de su Iglesia. Jesús nunca fue totalitario ni se creyó "indispensable". Al contrario, sabía trabajar con los demás y
Para el tiempo comunitario Oración inicial - Algunos textos: • Sal 87 (86). • Is 41,8-13. • Jn 15,16-17. • Jn 17,6-10. Reunidos en tu nombre1 Señor Jesús, nos hemos reunido en tu nombre y sabemos por la fe que estás en medio de nosotros para enseñarnos como maestro, para curarnos como médico, para guiarnos como pastor, para querernos como hermano,
1. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios, Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 110.
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para alegrarnos como fuente del gozo, de la esperanza y de la vida. Haznos sensibles a la acción de tu Espíritu que construye y alienta nuestra comunidad. Haz, Señor, que nuestra reunión sea fecunda y que al final del encuentro no nos quede otra deuda que la del amor mutuo. Que podamos ser testimonio de tu unión con el Padre y el Espíritu, para que el mundo crea y se cumpla así el supremo anhelo que te llevó a dar la vida por nosotros.
Oración final Queremos seguirte 2 Señor Jesús, queremos seguirte como los primeros apóstoles a quienes llamaste "para que estuvieran contigo". Tú eres el camino al Padre, por eso no podremos extraviarnos si te seguimos. Tú eres luz, guía segura, señal de pista hacia la meta; sólo Tú das sentido a nuestro vivir. Tú eres la verdad de Dios, eres nuestra raíz y nuestro cimiento, la roca firme, la piedra angular, el monte que no tiembla, el "Amén", el Sí total, continuo y gozoso a la voluntad del Padre.
2. Ángel SANZ ARRIBAS, cmf, El alzar de las manos. Parábolas, oraciones y subsidios. Publicaciones Claretianas, Madrid 1995, p. 90.
/)/•:/. JOKhAN Al. MAN 1)1. GAI.II.IA
Tú eres la vida de Dios, por eso nos animas y nos salvas de todas las muertes que amenazan con destruirnos. Tú nos acompañarás cuando atravesemos la frontera. También entonces -entonces, sobre todoserás nuestro alimento, nuestro viático para el camino, continuarás llamándonos y nosotros te seguiremos: emprenderemos contigo nuestro último viaje. Tú, Señor, nos conduces, nos iluminas y nos salvas. Nosotros creemos en ti y no somos menos privilegiados que tus primeros discípulos. Aunque te has ocultado a nuestra vista, has puesto ojos en nuestro corazón y has reservado para nosotros una bienaventuranza: "Dichosos aquellos que sin ver creerán en mí".
Ficha 4 MISIÓN EN GALILEA Las opciones pastorales de Jesús Presentación del tema Hasta ahora hemos contemplado los pasos previos y básicos que da Jesús para realizar su misión. Todavía no tiene un programa de acción detallado (lo que hoy quizás llamaríamos "un plan de pastoral"), pero ya tiene una finalidad, un sentido. Sabe que va a hacer presente el Reino de Dios. Pero, ¿por dónde empezar? En esta ficha veremos cómo Jesús va descubriendo las prioridades de su misión evangelizadora y las transforma en opciones pastorales concretas. Le observamos cada mañana en oración, de cara al Padre. Con Él va escrutando las Escrituras y se va dejando enseñar interiormente por el Espíritu. Con los pobres, los pecadores, los enfermos y los niños echa a andar la comunidad. Se inicia el Reinado de Dios. Como seguidores de Jesús, hemos de ir integrando en nuestra vida sus mismas opciones pastorales y, guiados por su Espíritu, actualizarlas en nuestro mundo. Trabajo personal I o . Me 1,35; 6,30-32: El Padre, punto de partida y de llegada de la actividad de Jesús El Padre es el hogar de donde Jesús sale cada día para realizar su jornada pastoral. En la conversación con el Padre, realiza (= hace real)
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diariamente su filiación. El contenido de la oración de Jesús, al iniciar el día, será fundamentalmente la invocación al Padre: "¡Abba,... hágase tu voluntad!". El sentido de misión tan profundo que tiene Jesús nace de este contacto personal con su Padre: en todo obra en unión con Él. Siendo el Hijo eterno, vive inmerso en la temporalidad humana. Diariamente tiene que asomarse al interior del corazón del Padre para conocer sus decisiones. El Padre que le envía ya lo ha dispuesto todo. No le da un plan prefabricado, pero le entrega todo cuanto necesita para la jornada: "El Espíritu Santo sin medida" (Jn 3,34). Así, Jesús sale al mundo con confianza y en actitud receptiva. Lo demás ya se le irá indicando sobre la marcha. Con el día comienza de nuevo la vida. La oración matinal de Jesús no es un momento privado, solitario; transcurre en la intimidad pero es ya una acción pastoral, la primera y fundamental. Cada madrugada Jesús es "resucitado" a la misión por el envío renovado del Padre. El Padre es también el punto de llegada de cada jornada pastoral de Jesús. Pero ya no volverá solo, sino con los demás hombres; enriquecido con las preocupaciones y los afanes de su pueblo. Es el tiempo de la revisión, del descanso, de la acción de gracias y de la alabanza. Si el Padre es el punto de partida y el punto de llegada de nuestra actividad pastoral, todo tiene que fomentar este dinamismo: - Una "psicología de enviados". Personas que nos dejamos enviar por Dios a través de las mediaciones humanas y eclesiales. Actitudes de disponibilidad, servicio y obediencia. Saber caminar en la contradicción y la oscuridad. - Un estilo ds trabajo "des-centrado" de nosotros mismos: que se note que únicamente el Padre es "el centro", y que en todo buscados su gloria. Trabajamos para Él, convocamos para Él. - Una manen de actuar fundamentada en el discernimiento constante ée la voluntad de Dios, en la fidelidad a su Espíritu. Nuestn seguridad no está en "los métodos o planes pastorales", aunque los utilicemos. "El Padre va trabajando por delante": aú/inar su trabajo y cooperar con Él, esto es "lo único necesario". • ¿Cómo nos ayudamos en la Iglesia a "escudriñar" la voluntad del Padre ya trabajar movidos por su Espíritu?
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MISIÓN
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• La oración de cada día ¿cómo nos prepara para la acción pastoral? • Las comunidades cristianas tienen que desarrollar en todos sus miembros (jóvenes, adultos...) una "psicología de enviados". ¿Cómo lo hace en nuestro caso?
2 o . Mt 9,35-38; Me 6,33-44: Jesús se compadece de los pobres Jesús sale a los caminos, se abre a la vida. Su primera opción pastoral será la acogida de los pobres. Éstos le vienen al encuentro. Se los trae el Padre para que sea su Buen Pastor. La compasión de Jesús hacia los pobres no es sentimental ni narcisista. Le lleva a comprometerse con ellos cambiando sus propios planes. En Jesús, el Amor escondido de Dios comienza a hacerse visible y operativo ante los pobres. Su compasión era un fiel reflejo del dolor del Padre, de sus entrañas de misericordia hondamente afectadas por la suerte de muchos de sus hijos más pequeños y frágiles. La mirada de Jesús no se detiene en los aspectos negativos de los pobres. Mirándolos en profundidad, Jesús descubre la siembra del Amo del campo: esas gentes tienen un tesoro escondido en su terreno, pueden poseerlo todo, acoger el Reino. Pero... no lo saben. O, si lo saben, no se lo creen. Por eso se siente impulsado a anunciarles la Buena Nueva, haciendo resurgir en ellos su identidad de hijos y hermanos. Jesús no se queda en "darles cosas", en actuar en su favor. Con su enseñanza y con su acción les restituye su dignidad y les invita a asumir su protagonismo en el Proyecto de Dios. La "opción por los pobres" es ante todo la opción de Dios y no la nuestra. Jesús nos enseña a acercarnos a los pobres con ojos de fe, viendo en ellos a "los herederos del Reino" (Sant 2,5), que el Padre nos ha dado para enriquecer a toda la humanidad. • ¿Adonde nos lleva la auténtica compasión por los pobres? • El servicio a los pobres ha de ser causa de renovación de la vida eclesial y factor de comunión, nunca de disgregación. ¿Cómo lo constatamos?
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3". Me 2,13'17: Jesús acoge a publícanos y pecadores En la Ficha 3 veíamos a Jesús rodeado de los primeros discípulos, aquellos que el Padre le iba proporcionando. Al acoger a Pedro y Andrés, a Santiago y a Juan, Jesús entra en relación con su mundo, el de los pescadores del lago. Al acoger a Leví, entra en contacto con los publícanos y otros marginados sociales. Jesús acoge a las personas con su historia concreta, con su mundo de relaciones y de amigos. No les impone cortar con su vida anterior, sino purificarla y desprenderse de ella. El seguimiento ha de ser libre y personalizador, nunca sectario. La comida es el signo por excelencia de la comunión y de la alegría. Jesús se deja invitar a comer con publícanos y gentes de mala nota. Al compartir con ellos, va descubriendo que la conversión de los pecadores constituye la alegría del corazón del Padre. Esta convicción íntima le lleva a darles prioridad en su acción pastoral. Con ello sabe que se expone al rechazo de las autoridades religiosas de su tiempo y al abandono de sus discípulos. La predicación del Reino es una oferta de amor incondicional a la que el hombre debe responder. El Amor especial de Jesús a los pecadores es el signo más fuerte de la misericordia entrañable del Padre que Él mismo anuncia y realiza. Acoger a los pecadores, a los que tienen mala fama, a los "malditos" de la sociedad... no es fácil. Esta prioridad pastoral ¿cómo se lleva a la práctica en nuestra comunidad cristiana? • ¡Cuántas veces nos tocará sufrir, en la Iglesia y fuera de ella, a causa de legalismos puritanos y estrechos! La mentalidad ordinaria de los cristianos piensa en los pecadores, o bien para "condenarlos", o bien para "corregirlos". Jesús quiere, ante todo, hacerse su hermano. • La vida cristiana ¿nos lleva hacia esta "fraternidad" con los pecadores?
4o. Me 1,29-34: Jesús sana a los enfermos La curación de los enfermos y la expulsión de demonios son los grandes signos de la llegada del Reino de Dios. El ministerio mesiánico de Jesús está inaugurando una nueva era.
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MISIÓN I N CAÍ.II.1A
En los milagros de Jesús se sugiere la acción recreadora de Dios y no sólo una actividad curativa. De poco serviría recobrar la salud perdida, si no se cambia al hombre en profundidad. La acción de Jesús no nos restituye a este mundo caduco, de pecado, sino que nos abre al mundo nuevo, a la nueva creación. Rehace en nosotros la auténtica imagen de Dios. Así, los curados se levantan para servir a su vez a sus hermanos. La caridad de Cristo es exigente. Cura y perdona pecados. Su objetivo es poner a cada persona a "servir a los demás": mientras los hombres sigan encerrados en su egoísmo, aunque su cuerpo esté sano, continúan siendo enfermos. • ¿Qué signos notamos de que nuestra actividad pastoral es "curativa" para la gente?
5 o . Me 9,33-37: Jesús nos revela el Reino en los pequeños No hay que idealizar el camino de Jesús. Pronto reaparecen las tensiones y los conflictos. El Maestro no se escandaliza: los defectos de sus discípulos pueden ser "educativos" para abrirse al Reino de Dios. En este contexto aparece "el niño", la última y definitiva opción pastoral de Jesús. El niño del Evangelio representa a los ignorantes, a los sencillos, a aquellos que no tienen pretensiones, los que no tienen derechos ni quien mire por ellos, los últimos, los despreciados, los no tenidos en cuenta... Jesús se identifica con ellos, se pone de su lado, asume su causa como propia. Por eso enseña que todo servicio hecho a ellos se le hace a Él mismo y, en definitiva, al Padre. El "niño" nos revela a un Dios Padre de todos, que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4). Es decir, que se realicen plenamente. Jesús pone la jerarquía de valores de la sociedad al revés: el Reino sólo puede sobrevivir en un mundo que asuma la condición de los pequeños, los defienda y promocione con gratuidad y altruismo. Cuando una comunidad cristiana pone a "los niños" (y, con ellos, a todos los disminuidos) en el centro de sus preocupaciones, entonces, todos sus miembros, todos los dones y carísmas, todas las funciones y responsabilidades se sitúan en su lugar correcto. Los enfrentamien-
IICIIA
Au
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tos personales, las disputas de poder son desenmascarados de raíz. Las comunidades se organizan en función del servicio y del agradecimiento mutuos y no en función del dominio de unos sobre otros. • ¿Dónde lo
constatamos?
• ¿Cómo lo
favorecemos?
Para el tiempo comunitario Oración inicial - Algunos textos: • Sal 72 (71) • Le 1,46-55 (el canto del Magníficat) "¿A qué caminos nuevos me quieres invitar, mi buen amigo? Soy como la hoja que un suave viento • hace temblar. Como Elias te busqué en el huracán, en el tronar de la montaña, pero tu voz surgió de la calma de la brisa. Tú me llamas con ternura y reciedumbre. Tú nunca faltas a la cita, haz que yo esté en el momento preciso, en el lugar apropiado, donde mejor sirva a tu Reino. Déjame correr tu suerte que es la del amigo. Transfigura mis proyectos para que descubran los tuyos. Tú quieres mi libertad, desde lo hondo de mi libertad. Eso quiero darte hoy, mi Señor. Amén 1 .
1. Con Jesús en el camino. Temas de Retiro 1997. Colección Testimonio n° 10.
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MISIÓN l-.N CAÍ II.KA
Oración final Señor Jesucristo, que tu presencia inunde por completo mi ser, y tu imagen se marque a fuego en mis entrañas, para que pueda yo caminar a la luz de tu figura, y pensar como Tú pensabas, sentir como Tú sentías, actuar como Tú actuabas, hablar como Tú hablabas, soñar como Tú soñabas, y amar como Tú amabas. Pueda yo, como Tú, despreocuparme de mí mismo, para preocuparme de los demás; ser insensible para mí y sensible para los demás; sacrificarme a mí mismo y ser al mismo tiempo alimento y esperanza para los demás. Pueda yo ser, como Tú, sensible y misericordioso; paciente, manso y humilde; sincero y veraz. Tus predilectos los pobres, sean mis predilectos; tus objetivos, mis objetivos. Los que me ven, te vean. Y llegue a ser una transparencia de tu Ser y de tu Amor.
Ficha 5 EL MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS El anuncio del Reino de Dios Presentación del tema Jesús, en unión con su Padre y en fidelidad al Espíritu que le guía, tiene ya su identidad y su misión como Mesías; tiene también el programa recibido en la sinagoga de Nazaret (Is 61,1 ss); tiene ya alguna experiencia práctica; una cierta pedagogía va apareciendo. En la sinagoga de Nazaret había anunciado sus intenciones: el programa del Mesías lo era también para todo el pueblo. Pero había encontrado resistencias; desde el principio empezaba a conocer la dureza profunda del corazón humano. El acontecimiento de Nazaret es como una condensación de lo que Jesús va a encontrar a lo largo de toda su vida: anuncio + signos = rechazo / aceptación
Él ha percibido que el programa de Isaías se cumple de una manera paradójica: los que no cuentan (los pobres, los discípulos, los pequeños...) van a ser portadores de felicidad, de perfección, de valentía, de luz y de sal para toda la humanidad. Esta experiencia tan rica y sorprendente, que ha vivido en los primeros momentos de la misión, la elevará a categoría universal y la ofrecerá a todos sus discípulos.
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Trabajo personal
• ¿Cuáles son nuestras actitudes frente al rechazo o la indiferencia de la gente?
1°. Mt 4,23-25: A pesar de todo, la misión sale adelante
• ¿Cómo nos ayudamos entre nosotros para apoyarnos en la firmeza y la tenacidad de Cristo?
Jesús en la sinagoga de Nazaret buscaba la continuidad y no la ruptura. Esperaba que aquellos con quienes ha convivido, que son sus amigos, sus iguales, se identificaran con su misión. Sin embargo, en esta primera experiencia en Nazaret es precisamente donde se manifiesta de manera más abrupta el rechazo. ¿Por qué? La actitud de Jesús frente a la primera prueba no es la de desistir, sino que continúa adelante, consciente ya de que el camino no será lineal sino quebrado. ¡Jamás condicionado a la aceptación o al rechazo de las gentes! Su único absoluto es cumplir la voluntad de su Padre. No se queda bloqueado ante los rechazos sino que irá reuniendo a aquellos que respondan positivamente. Tampoco intentará forzar la libertad de la gente. Seguirá adelante con aquellos que voluntariamente le abran el corazón y le vayan dando su adhesión. El texto propuesto es un sumario en el que aparece el éxito -aunque éste sea parcial- de la misión de Jesús. El Padre que le ha enviado le sostiene con su mano. Por eso, Jesús llevará su misión adelante con tenacidad y firmeza. El programa se va cumpliendo aunque sea de una manera sorprendente, pues son precisamente aquellos de quienes menos se esperaba los que cumplen de hecho el Proyecto de Dios. Ellos le confirmarán que está en el buen camino, el que el Padre quiere. Paso a paso, se irá delineando un itinerario no sólo geográfico sino también teológico: Galilea, de donde arranca la misión; Decápolis, las ciudades paganas que anticipan la universalidad de esta misión, la aceptación de Jesús por los gentiles, los romanos, las cananeas... (precisamente cuando los jefes de Israel se le oponen crecientemente); y, finalmente, Jerusalén, la ciudad santa donde el Mesías dará el supremo testimonio de su sangre derramada. También nosotros somos enviados en misión. Jesús nos invita a continuar en el camino emprendido cuando sufrimos el fracaso o experimentamos el rechazo, porque la misión no es cosa nuestra. * ¿Por qué pruebas atraviesa hoy nuestra misión apostólica en la sociedad y en la Iglesia?
2 o . Mt 5,1-16: Jesús proclama: Dios quiere ser vuestra "felicidad" Jesús, en este tramo del camino, ha salido de Nazaret, ha superado el primer fracaso y ya su recorrido inicial por Galilea le ha demostrado que el programa del Reino de Dios se va a cumplir al menos entre los pobres, los pecadores, los pequeños, los niños, porque son los que se han adherido a él con simplicidad. Y, ahora, que ya tiene este embrión de Pueblo de Dios, movido siempre por el Espíritu Santo que le guía, se atreve a tener un arranque audaz, a dar un paso adelante. Dirigiéndose a la muchedumbre, a todos los presentes sin distinción, proclama en lo alto del monte que este proyecto de Dios está abierto a toda la humanidad. Lo que ha experimentado a nivel pequeño lo anuncia a nivel grande; a las primeras experiencias les da un alcance universal, un alcance de futuro, de promesa. Partiendo de lo experimentado con unos pocos, Jesús nos llama e invita a todos. El texto de Isaías en el que Jesús ha descubierto su misión hablaba de una Buena Noticia. Se trata de un proyecto de felicidad que viene del Padre y que Jesús explícita en las Bienaventuranzas: Dios mismo, el Padre, constituirá la dicha, la fuente de felicidad de los pobres, de los que sufren, de los que lloran, de los mansos, de los perseguidos por causa de la justicia. Dios mismo ha tenido a bien encargarse de la felicidad de estas categorías humanas desplazadas de la felicidad histórica. Esta promesa alcanza también a aquellos que, no perteneciendo directamente a estas categorías de empobrecidos, hicieran causa común con ellos, y son también perseguidos y han de sufrir por razón del Reino. Esta felicidad que el Padre quiere dar a los hombres y que empieza siendo real en los pobres, los pequeños y los sencillos, no es la felicidad que da el mundo. En la felicidad de este mundo hay siempre una lógica, una razón causa/efecto; hay proporción entre el esfuerzo humano y la eficacia alcanzada. En las Bienaventuranzas que propone Jesús hay una desproporción absoluta; nos abrimos a una realidad que nos supera, que desborda todo planteamiento humano. Se trata de una bienaventu-
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ranza recibida como gracia, cuyo autor es Dios. Así se hace posible lo imposible: que aquellos que humanamente parecen condenados a ser desgraciados, sean felices. Y lo serán, no cuando terminen sus penalidades (volveríamos a la lógica causa/efecto) sino cuando descubran, como Jesús, que tienen un Padre que les ama y se ocupa de ellos. Convencidos de ello, los pobres y los discípulos han de ser "la luz de un nuevo día de la humanidad" y "la sal y el fermento de una nueva sociedad". ¿Dónde descubrimos hoy esta "felicidad" sin causa justificante, fruto de la predilección divina? • ¿Entre quiénes? • ¿Cómo se manifiesta? ¿Con qué signos concretos? • Podemos hacernos los servidores de los "bienaventurados", de los que habla Jesús, para recibir de ellos la Bienaventuranza, "el ciento por uno con persecuciones"... (Me 10,30).
3 o . Mt 5,17-20; 43-48: Jesús proclama: Dios quiere ser vuestra "perfección" El mismo Dios que nos hace partícipes gratuitamente de su felicidad, quiere también que compartamos su misma perfección y santidad. Esa felicidad que Dios nos ofrece no es solamente ni sobre todo una felicidad de bienestar personal. Consiste especialmente en hacer felices a los demás. La raíz de esa felicidad es el amor. El amor que se consuma amando, haciendo partícipes a los demás del amor con que somos amados. Tenemos que ser luz y sal. ¿Cómo? Yendo más allá de las exigencias de la ley, dejándonos invadir y penetrar por la "perfección", por la santidad misma de Dios. Y la santidad de Dios supone un amor sin límites, un amor sin lógica, sin fronteras ni barreras. Por eso, en toda la declaración que hace Jesús sobre la ley de Moisés, precepto por precepto, afirma que no ha venido a aboliría sino a llevarla hasta sus últimas consecuencias. Lo típico del Evangelio es que no se sitúa al nivel de una ética natural, ni siquiera de una moral religiosa. En todas y cada una de las declaraciones de los preceptos, Jesús es provocador, va rompiendo esquemas e ideas preconcebidas.
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Nuestra naturaleza se resiste y responde: "¡Esto es imposible! Las palabras de Jesús nos dan, de alguna manera, la razón: "Es imposible para los hombres, pero no para Dios" (Mt 19,25-26)... No nos pide una moralidad autónoma, acumulando méritos. El imperativo "Sed perfectos..." significa que la referencia de nuestra moralidad ha de ser el Padre y que la fuerza para cumplir con sus exigencias nos viene de El. El amor con que Dios nos ama tiene que ser la fuerza para transformar el mundo y la capacidad para amar a los demás, más allá de toda lógica, necesidad o utopía. El ideal evangélico de perfección, que ha de superar al de los escribas y fariseos, se podría formular así: Obra de tal modo que la santidad de Dios sea en ti un dinamismo para los demás. Dios quiere elevarnos a su nivel y no podemos conformarnos con medianías. Ciertamente, hemos de "mejorar" lo que hay de malo en este mundo, pero éste no será el ideal último de un cristiano, sino el del filántropo. Los "perfectos" según el Evangelio no son necesariamente los mejores cumplidores de la ley moral. A veces, por el contrario, son más notorias sus deficiencias e incoherencias. Lo que nos enseña Jesús es que, si no le oponemos obstáculos, el Padre mismo será nuestra perfección. Y los que se abren a Él, aunque sean pecadores e "imperfectos" ante sí mismos y ante el mundo, pueden ofrecer un destello de la santidad divina. Quizás hayan sido gente de malvivir, de mala fama; pueden haber tenido en su vida tropiezos, y, sin embargo, ser capaces de amar a sus hermanos más allá de sus gustos o disgustos, de sus fobias y filias. ¡Ésta es la verdadera "perfección"\ El móvil de nuestra moral puede ser externo a nosotros (la ley, el prestigio personal, el dar ejemplo a los demás, incluso el ser responsables ante la sociedad...). Pero Jesús nos anuncia otro móvil superior y que está dentro de nosotros: la acción del Espíritu Santo en nuestro interior. • ¿ Cómo podemos compaginar este ideal evangélico con nuestras limitaciones y pecados? • ¿Cómo encajamos los pecados de los demás? • ¿Qué mostramos a los otros: nuestra propia valía o la santidad de Dios? • ¿Cómo formamos comunidades cristianas "de contraste" frente a la sociedad, que, sin embargo, sepan ser sencillas, humanas y tolerantes? ¡"Santos" sí, pero no puritanos ni fanáticos!
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4". Mt 6,25-34: La pedagogía de Jesús en la búsqueda del Reino ¿De qué manera nos disponemos a recibir esta felicidad que Dios nos da, esta perfección que Dios nos quiere ofrecer? ¿Cuáles son los caminos para que, día a día, busquemos este Reino de Dios? Para ello Jesús nos propone una pedagogía en dos direcciones: hay que remover los temores y realizar acciones positivas. 1. Jesús sabe que el temor, el miedo al futuro nos quita la libertad para acoger la novedad y el riesgo del Reino de Dios. ¿Cómo superar el temor? Jesús nos asegura: Si buscáis el Reino de Dios, si os ponéis en actitud de búsqueda y de disponibilidad, Dios se ocupará de vosotros. Desde su experiencia filial, nos invita a la confianza en el Padre: "Fiaos de mí; buscad conmigo el Reino de Dios que es el proyecto del Padre para toda la humanidad; pensad antes en el bien de los demás que en el vuestro, en la felicidad de los demás antes que en la vuestra, en la perfección de los demás antes que en la vuestra; y, entonces, yo os prometo que Dios mismo se ocupará de vosotros; que se hará cargo de todo eso que os hace temer y que seréis tratados mejor que las flores del campo y los pájaros del cielo ". 2. Pero, además, Jesús en su pedagogía nos hace unas propuestas positivas, que llenan nuestra existencia de contenido verdadero: -
Compartid lo que tengáis, poco o mucho. Practicad la limosna.
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Orad sin cesar, que la oración es la fuente de la confianza filial y la suprema comunicación de bienes espirituales con los demás hermanos.
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Practicad el ayuno, privaos, de vez en cuando, hasta de lo necesario, para que coman aquellos que padecen ayunos impuestos y forzosos.
"No andéis preocupado por la comida, el vestido"... Todo lo que nos hace estar en una situación servil, tímida, acomplejada, cobarde... limita nuestra libertad para el seguimiento. Jesús no favorece un abandono irracional... Reconoce que hay que comer,
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vestirse, cuidar de nuestra salud... Lo mismo se puede extender a otras facetas: la realización personal, el equilibrio psicológico... Lo que nos dice es que no lo busquemos en primer lugar, de manera absoluta y obsesiva, para no quedarnos encerrados en nuestro yo. • Revisar entre nosotros todos estos campos de nuestra vida humana, personal y comunitaria (el dinero, la salud, la imagen pública...). Hablemos de ello sin tapujos ni falsos pudores. • ¿ Cómo nos ayudamos a buscar en estos campos el Reino de Dios, siguiendo la pedagogía que Jesús nos propone?
5o. Mt 11,25-30: La misión de Jesús termina en la alabanza Jesús se va dando cuenta de que estas cosas, estos proyectos, este programa... no son acogidos por todos. Los sabios, la gente bien, los que tienen trabajo, los que están socialmente bien vistos... no lo han sabido captar y obedecer; no lo han valorado, no han vibrado con ello. Por el contrario, le han puesto pegas de todo tipo. En cambio, constata que han sido los pequeños, la gente sencilla, los machacados por la vida... quienes le han abierto su corazón y acogido su mensaje. Esta experiencia constatada, lejos de llevarle a la tristeza o a la amargura, le impulsa sorprendentemente al gozo en el Espíritu y a la alabanza al Padre. No se queda inmóvil frente a los rechazos. Al contrario, los pequeños le demuestran con su entusiasmo que el Evangelio del Reino es posible como pura gracia. En ellos sigue el Padre manifestando su propósito de salvación y revelando su ternura. Nos abre a todos su corazón como refugio y guarida, para hacer de él la casa común. En definitiva, a través del Hijo, Dios está revelando su paternidad para con todos los hombres. Tal es su beneplácito. Jesús reconoce que todo se lo ha entregado el Padre y que la misión va pasando de sus manos a las de sus hermanos. Animado por estas primeras experiencias, lanza una invitación universal, pero primero se la dirige a todos aquellos que están fatigados y agobiados, los que viven la vida como un fardo pesado. No les promete soluciones inmediatas, pero sí "su" paz y "su" descanso.
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que sólo sirve para ser pisada, como octavillas publicitarias repartidas por la calle, que se miran un segundo y se caen de las manos porque no interesan a nadie, basura por las aceras bajo los pies que siguen la rutina cotidiana.
La misión apostólica del cristiano no termina en el "compromiso", en la acción transformadora de los males de este mundo. Las "Bienaventuranzas" no pueden reducirse a un "darle la vuelta a la tortilla" a las situaciones de la tierra. Son un pregón del Reino de Dios, un anuncio del futuro, que ya comienza a despuntar entre los desheredados de la tierra. Por eso, la misión apostólica ha de terminar en la acción de gracias y la alabanza a Dios. Sin ello, corremos el riesgo de quedarnos a medio camino. O, lo que es aún peor, el riesgo de no haber entendido nada, como los ricos de este mundo.
Ser sal sin exceso, sin pasarnos de "salados": sin ser los protagonistas que secuestran las miradas; sin imposiciones que abruman con suficiencia, sin perseguir a la gente con poder y prepotencia.
• ¿Cómo nos unimos a Jesús en su oración de alabanza al Padre? Dios es ya el Creador, "el Señor del cielo y de la tierra". Pero quiere reinar en este mundo contando con nuestra libre colaboración.
Ser sal sin defecto: que no se esconda por miedo a perderse, ni se deje devaluar por la tibieza, ni renuncie, por orgullo, a mezclarse entre la gente, que traga sinsabores.
• Estemos atentos a la acción del Espíritu en los pobres y sencillos: el fermento del Reino está actuando. ¿Dónde y en quiénes lo percibimos?
Nos invitas a ser sal de la pascua, que desaparece en la comida humana, que nadie la percibe en su justa presencia, y que sólo los despiertos la descubren resucitada en el sabor exacto de cada existencia.
• Jesús recibe el gozo del Espíritu y se deja inundar por él. Pero no se lo queda para sí, sino que lo transforma en acogida y consolación de los que sufren. • ¿Cómo ponemos los dones que Dios nos da a la disposición de los demás?
Oración final
Para el tiempo comunitario ~
Oración inicial - Algunos textos: • Sal 150, o bien Dn 3,52-57. • 1 Pe 3,13-17. Ser sal1 En un mundo desabrido, nos dices que no seamos sal sin sabor, l. Benjamín GONZÁLEZ BUELTA, sj, En el aliento de Dios. Salmos de gratuidad, Ed. Sal Terrae, Santander 1995,p. 76.
Salmo del hombre nuevo2 Gracias, Señor, por habernos descubierto el camino de la verdadera felicidad. Seremos felices, si caminamos por tus sendas con los que no tienen más que a Ti como tesoro de sus vidas. Seremos felices cuando nuestras lágrimas broten ante el dolor y el llanto de nuestros hermanos, sintiéndonos solidarios de una humanidad necesitada de ser sanada en lo más profundo de su ser. Señor, haznos descubrir la belleza de un corazón limpio, 2. FRANCISCO CERRO CHAVES, Salmos en el camino. Tiempo Ordinario, Ed. San
Pablo, Madrid 21993, p. 147.
5S que no falsifica el amor, y es totalmente fiel al Señor y a los hermanos. Descúbrenos, Señor, la violencia de los pacíficos, haznos constructores de la paz verdadera, cimentada sobre la justicia y la verdad, desde el amor como realidad concreta. Señor, ser hombres nuevos es vivir tu llanto, tu limpieza de corazón, tu hambre y sed de justicia, tu pobreza, tu sufrimiento, tus mismos sentimientos. Enséñanos que es inútil recorrer los caminos que no conducen a Ti, pues Tú eres la alegría en medio de las dificultades, la verdadera paz que no nos deja en paz, el camino de la libertad en la verdad. Gracias, Señor, porque nos invitas a renovarnos en profundidad, para ser constructores de la "civilización de la vida", que tiene tus Bienaventuranzas como ley, y tu amor como único destino. Amén.
Ficha 6 FUERA DE GALILEA Jesús se encuentra con los extranjeros y los marginados Presentación del tema El Reino, ciertamente, es para todos, empezando por los pobres e indefensos de la tierra. Pero Jesús aún no ha hecho la experiencia concreta de su universalidad fuera de su pueblo, el pueblo judío, y de su patria galilea. El ángel le había anunciado a María que su hijo sería el Mesías esperado por el pueblo de la Alianza; aquel "que habría de reinar sobre la casa de Jacob" (Le 1,33). Bien es verdad que el mismo Lucas ampliará más tarde, en el Cántico de Simeón, este mesianismo de vía estrecha. El Niño es reconocido ya como "luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel" (Le 2,32). De hecho, toda la vida de Jesús será una tensión fecunda entre estos dos polos: el Mesías judío, que es Luz de todas las naciones. Este dilema entre centrarse en "los de dentro" o abrirse a "los de fuera" es también el nuestro, el de la Iglesia actual, el de nuestros grupos o comunidades ¿Cómo hacer de él una tensión creativa? ¿Cómo vivir al mismo tiempo comunión y misión! Jesús lo vivirá dificultosamente, pero en una total fidelidad al Padre. Su itinerario mesiánico avanza como los ríos, formando meandros. La fuente de su misión la recibe de lo alto a través del venero de la tradición judía. Tiene conciencia de que viene a reunir al nuevo Pueblo de Dios, comenzando por los suyos, los de su raza y religión (Mt
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10,6; 15,24). Pero cuando el río de la misión encuentra una resistencia en su cauce natural, lejos de detenerse, continúa su marcha a derecha o izquierda, explorando otras posibilidades. Así será, por vía de hechos y no de teorías, como Jesús se va abriendo a los paganos y, descubriendo en ellos, maravillado, toda la inmensa anchura del proyecto de Dios. ¿No será la señal de que el Reino desborda las fronteras geográficas y religiosas de Israel y que, por su propia dinámica, se tiene que ir abriendo a "los otros"? Esto es precisamente lo que nos muestra el itinerario de Jesús, de apertura en apertura.
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sociopol¡ticas...) cuando les miramos como Jesús? Pensemos en personas concretas. Jesús llega a la conclusión de que el centurión es un gran hombre de fe. Y no tiene reparo en ponerlo como modelo ante los de su pueblo. • ¿Para Jesús cuál es "la fe verdadera"? ¿Qué características tiene? • ¿Cómo nos ayudan "los de fuera", "los alejados" que conocemos, a vivir nuestra fe personal y comunitaria?
Trabajo personal 2 o . Le 8,22-39: Segunda apertura: el endemoniado de Gerasa I o . Le 7,1-10: Primera apertura: la fe del centurión romano Inmediatamente después del "Sermón de las Bienaventuranzas", Lucas coloca un episodio bastante curioso. Jesús está en Cafarnaúm, de la que ha hecho el centro de su misión en Galilea, a orillas del lago. Pero el primero que viene a su encuentro "de motu propio", solicitando su ayuda, es un pagano. ¡Más aún, un jefe del ejército invasor! A nadie parece importarle estas circunstancias. Antes bien, la persona de este centurión sólo parece concitar simpatías. Hasta los "jefes" judíos locales abogan en su favor, aunque aducen -es verdad- motivaciones de tipo "nacional-judío" (amigo de la "nación", ha construido una sinagoga...). No saben salir de ahí. Su punto de vista no se ha modificado sustancialmente. Siguen encerrados en su estrecho mundo. Jesús, en cambio, mira a la gente de otra manera, se fija en otros datos. La primera Afianza pronto quedará superada. La Ley, el Templo y la Nación dejarán de ser los valores supremos y absolutos. • ¿ Qué es lo que valora Jesús en el centurión, para llegar a una conclusión tan sorprendente: "Os lo digo, en Israel no he encontrado una fe tan grande"? • ¿Miramos nosotros a las personas de la misma manera? ¿Los "valores" que son importantes para Jesús, lo son también para nosotros? • ¿Qué descubiimos en los "paganos" (los alejados de la Iglesia, los que tienen otra mentalidad, otra cultura, otras tenden-
Es el mismo Jesús quien toma la iniciativa de "pasar a la otra orilla del lago", dejando los pueblos vecinos de Cafarnaún y adentrándose así en un territorio pagano, en una aventura hacia lo desconocido. Pero antes de llegar a su destino, la barca se ve sometida a la prueba de la tormenta. Y es que la misión no avanza de una manera lineal y tranquila; según los deseos o proyectos humanos. Cada nuevo paso precisa de una purificación interior, de una preparación espiritual. Hay que afrontar de nuevo el desierto, el miedo al vacío... Antes de abrirse a los paganos, los discípulos han de superar sus propios prejuicios, sus estrecheces... Tienen que abrir su corazón y ahondar en la confianza en Jesús. En tierras de Gerasa le aguarda al Nazareno una de las tareas mesiánicas más características: expulsar demonios. Esto es, luchar contra ese "mal superior" que esclaviza al ser humano, aquel que no proviene directamente de los errores e injusticias concretas cometidas por los hombres. En los pueblos primitivos estas fuerzas agresivas y malignas recibían necesariamente una significación religiosa. Podían estar, según los casos, sometidas o no al poder divino. Mas siempre se escapaban al control humano. "Los demonios" le hacen al hombre esclavo e impotente, impidiendo o disminuyendo sus capacidades naturales; sobre todo, en algunos casos, atribuidos especialmente a su influencia o "posesión". De ahí nacían todo tipo de supersticiones o de temores numinosos.
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Por esta razón, los endemoniados, como éste de Gerasa, eran al mismo tiempo marginados sociales, sujetos peligrosos y temibles, que habían de mantenerse lejos y aislados de los demás, para no perturbar el frágil equilibrio colectivo. Y siempre seres desgraciados, sumergidos en el sufrimiento. El endemoniado -como se repetirá en otras ocasiones- viene al encuentro de Jesús. Este y sus discípulos acaban de vencer el miedo a las fuerzas superiores malignas, a los "monstruos marinos", a los demonios cósmicos. Jesús los domina con sola su presencia y su palabra. Su espíritu y el de los suyos está ya templado para acoger a este hombre temible, a este "monstruo" humano, con serenidad y confianza. Han salido al camino de los marginados de la tierra en el país de los paganos. Jesús ha venido a hacer discípulos de todos los hombres, sin prejuicios ni distinciones. Les acoge y les salva allí donde están y tal y como son, respetando las creencias populares (episodio de la manada de puercos) y la lentitud de los procesos colectivos (rechazo masivo de los gerasenos). Jesús prepara interiormente a los suyos para entrar en territorio pagano. • ¿Cómo prepara la Iglesia a sus misioneros y apóstoles para enviarles hacia "los otros", hacia los diferentes y los marginados? ¿Basta con suscitar la generosidad humana? ¿Es suficiente una formación meramente técnica, o habría que ahondar en una preparación espiritual? • ¿ Cómo nos ayudamos a superar los miedos y prejuicios que tan a menudo nos paralizan e impiden abrirnos a "los otros"? • ¿Qué hacemos, al respecto, en nuestras comunidades?
Jesús no es un "héroe mitológico". No ha venido para demostrar a la humanidad que es más fuerte que un supuesto antagonista, "Satán", sino para liberar al hombre de toda opresión, interior y exterior, que le impida vivir como hijo de Dios. Por ello, no se limita a expulsar a la legión demoníaca. Audazmente y sin complejos, Jesús invitará también al geraseno a hacerse su discípulo. No hay un único camino para llegar a ser discípulo de este Maestro. Dependerá de la realidad de cada persona, de su historia y situación. No hay esquemas fijos: el endemoniado de Gerasa es un caso peculiar y le invitará a un discipulado peculiar.
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• ¿Cuáles son los pasos de este "discipulado" que propone Jesús al geraseno? ¿Podemos adivinar su intención? • En nuestra acción apostólica ¿sabemos adaptarnos a la realidad de cada persona, cuando le proponemos que se haga discípulo de Jesús? (Repasar diferentes casos, grupos, situaciones, procesos...).
3 o . Mt 15,21-28: Tercera apertura: la mujer cananea Estamos ante otro encuentro significativo que marcará el rumbo del camino de Jesús. En seguida, advertiremos muchos caracteres comunes con los que acabamos de estudiar. Vamos a detenernos en lo que es más peculiar. Esta mujer siendo pagana se acerca a un judío, a aquel que presuntamente puede ser el Mesías de los judíos. Parece venir con la lección bien aprendida, pues le invoca con un título propio del mesianismo judío: "Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David". Alguien quizás le habría aleccionado, pero Jesús parece sentirse incómodo. "...Mi hija está malamente endemoniada, pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros"... Es extraordinaria la sutileza y la profundidad de este texto. No nos quedemos en una lectura a primera vista. Jesús empieza por tomar distancia. Quizás se dio cuenta de que la mujer venía con palabras "judías", con expresiones propias de un judío sin serlo. Esta ficción no le convenció. Algo le sonaba a falso. No lo acababa de ver claro: ¿fe o magia...? ¿Por qué, pues, no la hace caso inmediatamente? ¡Quizás por respeto hacia ella! Jesús quiere conocerla tal cual es, en su propia verdad. Necesita tiempo para reaccionar y discernir la nueva situación que se le presenta. La cananea viene al Mesías de los judíos, a un "líder" religioso, para conseguir algo que necesita, es verdad, la curación de su hija. Pero ¿está dispuesta a entrar en el camino del Mesías o solamente viene a conseguir un beneficio? En este episodio los discípulos se muestran aparentemente más "sensibles" y "razonables" que Jesús. Pero, una cosa es tener buenos sentimientos y otra muy diferente ser fiel a la misión que Dios nos confía.
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"Jesús -dirá San Pedro-pasó haciendo el bien... ", no porque fuera un campeón de la bondad, sino "porque Dios estaba con él" (Hch 10,38). En este momento lo que le preocupa a Jesús es saber si es el Padre quien le envía a esta mujer o es una corazonada suya. Si va a obrar simplemente como un buen judío generoso, o como el Enviado de Dios. Hablará, pues, a la mujer con toda lealtad, quizás crudamente: "Yo he sido enviado a las ovejas de Israel y tú no lo eres... No se puede echar el pan de los hijos a los perros". Pero, ante la respuesta de la mujer, ya sin fórmulas y a corazón abierto, Jesús comprende, finalmente, que lo que la mueve a la cananea no es otra cosa que un gran amor hacia su hija y una gran confianza en Él como Mesías. No hay "trampas religiosas": descubre en ella el dedo de Dios, del único Dios y Señor de cielos y tierra, del Dios más grande que todo, el Padre de todos. "Entonces Jesús le respondió: ¡Mujer, grande es tufe!". Una vez que ha llegado a esta conclusión, Jesús deja actuar a Dios. Eso es para Él "lo único necesario". Miremos ahora a nuestras personas y comunidades. Ante los "diferentes", los "pedigüeños", los casos "conmovedores" que acuden a nosotros... ¿actuamos como Jesús, o bien como los discípulos? En todo caso, no nos podemos quedar en planteamientos humanos. ¿Cómo llegar a descubrir la acción de Dios en lo profundo de "los otros"? ¿Nos ayudamos a hacer este discernimiento?
Un encuentro así con el "otro" no le deja a Jesús indemne o neutral: ¡también Él tiene que cambiar! A partir de ese momento Jesús irá resueltamente hacia Jerusalén; con más conciencia y determinación. Es decir, ha descubierto que su mesianismo es un mesianismo abierto a todos los vientos, a la pluralidad de las naciones, abierto a la diferencia, a la confrontación con los demás...Y también es un mesianismo expuesto al riesgo de que se le cierren las puertas de "los suyos", los de su casa. El amor de gratuidad es la cumbre del amor cristiano. A diferencia de otras formas de amar más elementales o viscerales, este amor empieza por ir hacia el "otro" con un movimiento de simpatía previa. Lo que hay en él lo desconozco, no es como lo mío, no se parece a lo mío, y, sin embargo, de entrada reconozco su existencia y ésta me parece valiosa. Dios, su creador, no me ha pedido permiso
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para que existan los "otros": es un hecho primero, como lo es el amor... Algo que no se deriva de una cosa anterior. • El encuentro respetuoso con "los otros", con los diferentes... ¿en qué nos ha hecho cambiar últimamente? Frente a los extranjeros, cada etnia y cada cultura se tiene que abrir y relativizar. Todos hemos de superar ese reflejo instintivo de repliegue y desprecio de todo lo que no es "lo nuestro". La fe nos ayuda a cambiar ese movimiento espontáneo de recelo en movimiento de confianza: ¡todos somos hijos de Dios! • ¿Cómo llevar estas actitudes al "diálogo interreligioso"? ¿Qué experiencias tenemos en este campo? ¿Cómo se ha ido ensanchando nuestra comprensión de Dios y de la fe?
4 o . Jn 4,1-30: Cuarta apertura: la Samaritana Para pasar del Norte al Sur, de Galilea a Judea, Jesús y sus discípulos tienen necesariamente que atravesar Samaría. Apresuradamente, sólo el tiempo justo para comer y beber. Pues bien, en el pozo de Jacob (lugar común a judíos y samaritanos, no lo olvidemos) el camino de Jesús se va a "detener". Hay "alguien" que le espera sin que uno y otro sean conscientes de ello. Sólo el Padre conoce la ruta del Hijo y ha determinado los lugares y las horas. Se trata en este caso de... ¡una mujer y ésta samaritana! Dos motivos más que suficientes para haber rehuido el encuentro. Pero Jesús nunca se cierra a la realidad que le adviene. Siempre intenta comprender a la persona que tiene delante, porque trae siempre un nuevo "mensaje" de parte de Dios: toda persona es reveladora de la voluntad del Padre. Y, de ninguna manera, se le puede escapar. Muy pronto la mujer se dará cuenta de que este judío tan particular no pretende atraerla hacia sus posiciones. Antes al contrario, se interesa por ella misma, por su propia búsqueda de la verdad, del amor, de la religión... de Dios. Se trata de un judío que, por serlo, no niega su propia identidad, no esconde sus cartas. Esta sinceridad de planteamientos, lejos de retraerla, le da, si cabe, mayor interés para entrar en un diálogo abierto con el galileo desconocido. Jesús concentra la atención de la mujer hacia el Dios mayor que toda representación histórica. Mayor incluso que el hombre que con
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ella habla: un Dios que no cabe en templo alguno hecho por mano de hombres y a quien hay que adorar en espíritu y en verdad.
vida, nos vemos obligados a hacernos preguntas embarazosas. ¿Por qué a este, y no a mí? ¿Qué sentido tiene ya la vida para este hombre?
Jesús es el primer adorador del Padre y, al abrirse a la mujer samaritana, Dios mismo nos va descubriendo su ternura infinita y sus designios sin fronteras. ¡Esto es lo que quería el Padre para su Pueblo elegido!, que fuera luz para las naciones, hogar común para todos los creyentes, para todas las personas sinceras y buscadoras como la samaritana.
¿Por qué Job resulta tan molesto? Nadie le entiende, su mujer le pide que blasfeme de Dios, sus amigos intentan buscar culpables. Ante una pregunta tan radical, solemos dar rodeos para tratar de neutralizarla con explicaciones técnicas, morales, religiosas... Es la actitud dominante entre los judíos, incluidos los discípulos de Jesús. Pero al ciego, como a todos los "Job" de este mundo, estas respuestas no le satisfacen.
Cada encuentro con el "otro", con el distinto, le aporta a Jesús nuevas experiencias de todo tipo, positivas y negativas:
El ciego de nacimiento, además de un tarado físico, era considerado como un mal judío. Al no poder ver, era incapaz de leer la Ley, un "maldito" condenado a pedir limosna a la puerta de las sinagogas, sin entrar en ellas. ¿Cuál es la reacción de Jesús?
• Un mejor conocimiento de los caminos de Dios y de la relación del Padre con cada persona y grupo humano. • Un nuevo "meandro" en su itinerario mesiánico -¡Jesús no tiene prisa por llegar al final!-, por el que afluirá una nueva corriente o tradición cultural y religiosa (detrás de cada una de estas personas vendrá todo un "pueblo"). • Un mayor rechazo, más cantidad de problemas de parte de los de su raza. En especial, de los dirigentes y, a veces, también de sus mismos discípulos. Nuestra Iglesia, nuestras comunidades... ¿están dispuestas a arriesgarse en experiencias parecidas? ¿Con qué actitudes? • Pensar en algunos casos concretos: ¿se han abierto caminos nuevos?, ¿hemos conocido mejora ese Dios siempre mayor?, ¿le hemos adorado en espíritu y verdad?
5o. Jn 9,1-41: Quinta apertura: el ciego de nacimiento Veamos, por fin, el caso de un hombre judío, de la misma raza, cultura y religión de Jesús, el ciego de nacimiento. No era, es verdad, un extranjero, pero sí un ser "extraño" y molesto. Sucede a veces que "el otro" más radical es el que tenemos al lado. ¿Por qué el ciego era considerado "diferente" y marginado por la sociedad de su tiempo? Pues, en el fondo, porque su enfermedad, su infortunio hacía de él un hombre-dolor, un hombre-enigma; como "Job", un hombre inexplicable... El dolor y el mal que atenazan al ser humano no tienen explicación. Cuando nos encontramos ante un enfermo grave, una minusvalía seria, un accidente que ha truncado una
No entra en el campo explicativo de sus discípulos -"Maestro, ¿quién pecó éste o sus padres para que haya nacido ciego?"- y mira al ciego de frente y sin prejuicios. No trata de explicar, ni de racionalizar esta situación humana de sufrimiento físico y moral. Sin embargo, apunta hacia un más allá positivo y esperanzador. Le preocupa de qué manera estas situaciones, por muy dolorosas y misteriosas que parezcan,... ¡puedan contribuir a "la gloria de Dios"\ Ésta es su convicción más profunda. Jesús nos invita a que nos atrevamos a mirar de frente al hombre que sufre, al hombre-misterio, y a descubrir cómo esta desgracia tan radical puede ser ocasión para que Dios manifieste su benevolencia y su santidad. No es un razonamiento: ¡es una apuesta! ¿No puede Dios ser más fuerte que el mal? ¿No querrá el Padre hacer maravillas en el ciego y manifestar también su grandeza? Jesús cree que el hermano que sufre y el marginado son portadores de la revelación de Dios. Sus vidas encierran un misterio, una Luz desconocida. Sólo acercándonos a ellos y tomándoles en serio, podremos llegar a conocerlo y a compartirlo. Jesús está convencido de que "su Padre trabaja siempre" (Jn 5,17). Cuando nos mantenemos unidos a Él, es siempre de día y podemos aprovecharnos de los momentos de gracia. Por eso Jesús, que hoy se ha encontrado con este ciego, no se enreda en teorías. Acoge la gracia tal y como se presenta. Jesús cree que la Luz tiene que emerger dentro del "otro" y que no hay soluciones de importación. No le curó directamente, sino que le puso en estado de curación. Cuando el ciego empieza a recobrar la vista, Jesús ya no está allí. Esa ausencia no es un desentendimiento del "otro", sino la distancia que el hombre necesita para ser libre y no sentirse dependiente; para así acoger la Luz y hacerla suya. El ciego tiene, necesariamente, que enfrentarse consigo mismo, con sus padres, con la sina-
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goga... Enfrentamientos duros, a través de los cuales la Luz va viniendo, creando en él expectativas, confianza, abriéndose él mismo a nuevos mundos... Y, finalmente, cuando se vuelve a encontrar con Jesús, su corazón se ha transformado y le puede reconocer como el Hijo del hombre, como la Luz que ilumina todas las cegueras de la humanidad. Cuando nos enfrentamos a los sufrientes (los grandes enfermos físicos o mentales) y a los marginados ("recuperables" o no) de nuestro cercano mundo, ¿cuál es nuestra actitud? • ¿ Creemos en serio que en ellos se puede manifestar la gloría de Dios o nos limitamos a buscar "explicaciones" o "soluciones"? • ¿ Cómo promovemos su dignidad y su protagonismo en la Iglesia y en la sociedad?
En el texto del ciego hay una serie de rupturas, de desgarros manifiestos: al ciego le echan de la sinagoga, a Jesús le declaran pecador público... Los dos proscritos se encuentran fuera del sistema, en la periferia. A Jesús le declaran anatema, le retiran las señas de buen judío, algo que ama con toda su alma. Jesús, sin embargo, no combatió a la sinagoga, más bien la sobrepasó. Pero sobrepasarla quiere decir que, al mismo tiempo, la abraza y le mantiene su cariño. Su corazón se ensancha y en él cabrán también cuantos hoy le expulsan. En su itinerario sinuoso va dejando abiertas todas las sendas. Cuando, por haber sido fieles al amor de Dios, a la acogida de los "otros" hermanos, los hombres nos retiran la legitimidad social (o eclesial, que también puede ocurrir) y tenemos, con pena y sin odio, que iniciar un éxodo, éste puede abrir el camino hacia una nueva tierra. Todas las fundaciones -pensad en la de vuestra congregación, o comunidad cristiana- tienen algo de éxodo, que Dios aprovecha para ensanchar las fronteras de su Iglesia. El precio de esta actitud es la intemperie. Hemos de soportar la inseguridad de quedarnos a mitad de camino entre las certezas del pasado y los interrogantes del porvenir, confiados sólo en Dios y mantenidos por unos pocos hermanos fieles. • ¿Cómo nos ayudamos a soportar las situaciones difíciles, los desgarrones dolorosos, en fidelidad al Evangelio, para que sean creativos?
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()') Para el t i e m p o comunitario Oración inicial - Algunos textos: • Sal 13 (12); 41 (40). • Hch 3,1-11; ll,13(b)-17. Tu camino1 Tu camino no es recto según nuestra ingeniería. Se tuerce de repente en medio de la noche, en busca de una oveja perdida en un callejón oscuro de traficantes baratos. Tu camino no tiene plazo fijo para ser inaugurado, ni calendario de político. Pierdes horas derramadas en la frente de un asaltado al borde del camino, de un hombre cazado por el ron y la amargura, de un drogadicto adolescente escapado de la casa, que te obliga a cambiar tu itinerario. Tu camino no es ancho como nuestras pistas de alta velocidad, que dan vueltas sobre sí mismas sin llegar a ninguna parte. Tu camino no siempre es un éxito. A veces naufraga en el mar en una patera de emigrantes clandestinos; o queda truncado, como el niño en la esquina del semáforo, con su esponja de limpiar cristales todavía húmeda en la mano.
1. Benjamín GONZÁLEZ BUELTA, sj, La transparencia del barro. Salmos en el camino del pobre, Ed. Sal Terrae, Santander 21994, p. 45.
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Tu camino es lento. Avanzas con todo un pueblo, con su cabeza endurecida por esclavitudes y sus miedos. No te olvidas de ningún grupo perdido en los escondrijos de los archivos y los mapas. Tu camino es desconcertante. Se pierde en cañadas oscuras donde apenas se oye el ruido de tu cayado de pastor contra las piedras. Tu camino empieza nuevo donde lo conocido acaba. No vuelve hacia el ayer marchitado de la belleza o del aplauso, de la lección sabida, del hogar infantil, de la placa de reconocimiento
en e\ álbum de la crónica social. Tu camino se hace tierno en oasis de hierba verde y de agua que corre gratuita, de canto libre en cuerpos doloridos, de alimento que pasa de mano en mano.
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convocas todos los radios a tu encuentro, caminos diferentes y dispersos, y al converger todos hacia ti, los unos a los otros nos acercas.
Oración final
Salmo del seguimiento 2 Iré detrás de ti, si marcas mi camino, buscando horizontes amplios de libertad. Iré a enseñar a todos que tú eres verdadero, que sólo en ti se encuentra la luz hasta el final. Iré siempre en tu nombre olvidando mis cosas, buscándote en la noche, sediento de tu amor.
Tu camino se gesta en lo escondido, en los laboratorios que aceptan el desafío del futuro y de la muerte, en la soledad de las bibliotecas, en el silencio austero del místico, en las noches en vela de la madre joven que defiende a su pequeña enferma, en la reunión clandestina de unos campesinos pobres que plarifican sus protestas y sus siembras, en el discernimiento nocturno de la decisión justa y honesta que no tiene donde reclinar la cabeza.
Iré a buscar la oveja que escapa y que se asoma al borde del abismo, prendida en el temor.
Tú eres el camino, siempredelante, huellas recientes de pies descalzos de hombre pobre y mirada gratis, guía libre, sin equipaje de lujo ni marras comerciales en la espalda. En la historia, sigues con nosotros. Resucitado, ya llegaste. Y, comael centro de la rueda,
Iré, si tú lo quieres, a ser la mano amiga sin importarme nada, sabiéndome fiar.
Iré a decir a todos que tú eres alegría, la esperanza que brilla en el bien, contra el mal. Iré a buscar salidas detrás de cada drama, donde los hombres sufren su llanto y soledad.
2. Adaptación sobre un Salmo de Francisco CERRO CHAVES, Salmos, en el camino. Tiempo Ordinario, Bd. San Pablo, Madrid 2 1993, p. 147.
Iré diciendo a todos, comunicando siempre, marcharé entre los hombres gritando esta verdad. Amén.
Ficha 7 DE UNA ORILLA A LA OTRA Jesús es Pan de Vida Presentación del tema En esta ficha, centrada toda ella en la capítulo sexto del Evangelio de Juan, Jesús propone a sus seguidores que den un decisivo paso al frente. Les pide que se olviden de sí mismos, purificando sus intereses y expectativas mesiánicas; y que, ya que han salido al descampado detrás de él, vayan hasta el final y lo den todo, para encontrarle a El como el único absoluto de sus vidas (cf. Le 9,57-62). Les va a solicitar, por lo tanto, una fe radical en su persona de Hijo de Dios y Enviado del Padre. Sólo así podrá ser Él mismo su Pan y su alimento. La gente le sigue en masa (Jn 6,2). La misión sigue "triunfando". Al menos en extensión territorial y en cantidad de seguidores y discípulos. ¿También en profundidad y en calidad? No es, ni mucho menos, seguro. Jesús sospecha que no todas las motivaciones son igualmente sanas. Desde el principio, está acostumbrado a conocer a los hombres a fondo, según el corazón (Jn 2,23-25). No se conforma con vagas impresiones, ¡quiere conocer la verdad! Busca el éxito del Reino de Dios, escapando al "triunfalismo" personal. ¿Qué es lo que "presiente" Jesús en este punto y hora de su misión? Sus discípulos, incluidos los Doce, han pasado -es verdad- de la admiración al seguimiento. Le siguen físicamente, lo han dejado todo... Todo, menos a sí mismos. Le siguen sin entereza de alma, con condiciones y reservas interiores. Y se nota. Por ejemplo, no son capaces de alegrarse con la pura bienaventuranza que viene de Dios, de valorar la gracia de la elección divina como el gran tesoro de sus vidas; les cuesta
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terminar el día en la gratuidad y la alabanza. Quisieran "ver más cosas", "hacer más cosas",... que "pasaran más cosas". Piensan que el Reino de Dios avanza demasiado lentamente y ellos participan de las prisas y la impaciencia de su pueblo. Confían en Jesús de Nazaret (quizás "demasiado"), pero poco en el Dios de Jesús. Desconocen al Padre que le ha enviado. Todos nos podemos quedar, en un momento u otro de nuestra vida cristiana, detenidos en la mitad del camino. Por ejemplo, quedarnos en "los signos" o milagros de Jesús sin dar gracias al Padre de donde brotan; quedarnos en el culto eucarístico sin entrar en comunión profunda con el Cuerpo entero de Cristo; buscar en el evangelio "leyes" o consignas de acción y no Palabras de Vida eterna... Pues bien, Jesús se niega a ser utilizado por nuestro "ego" religioso o moral. No se presta a falsos espejismos: ¡quiere la verdad! Tampoco se conforma con mediocridades. ¡Él es la Vida! y ésta ha de crecer y desarrollarse, avanzando imparablemente. Sus discípulos no se pueden detener: o adelante, o atrás. Las posiciones han de quedar claras. No vale la tibieza. En este largo capítulo joánico, Jesús se "desmarca" de los suyos con un desconcertante paso al frente que les deja a todos -quien más, quien menos- "fuera de juego". Están cerca del lago de Tiberiades. Les propone una travesía metafórica: pasar de la orilla del festín mesiánico del pan abundante, a la "otra orilla", la de la fe en sus palabras "Yo soy el verdadero Pan de Vida". Para ello, les ofrece -nos ofrece- una serie de pasos sucesivos:
Trabajo personal I o . Jn 6,1-15: Primer paso: Mirar con Jesús a la muchedumbre Este pasaje sucede en el descampado, lejos de los poblados. Todo en él nos recuerda al Éxodo, especialmente la vocación de Moisés (Ex 3) y el episodio del maná (Ex 16). Antes de llamar a Moisés, Yahvé "oyó los gemidos de su pueblo en Egipto, se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob. Miró Yahvé a los hijos de Israel y atendió "... (Ex 2,23-25). Dios escucha con el corazón y mira atentamente. Tiene presente a cada sufrimiento, a cada miembro del Pueblo esclavo. Nada escapa a su mirada compasiva.
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Así también mira Jesús a las gentes. Con la mirada entrañable del Padre. Ese pueblo hambriento es el heredero de los patriarcas, de los grandes amigos de Dios. Ese pequeño rebaño, esa porción de humanidad le pertenece al Padre; son sus hijos queridos. Jesús no les puede mirar con la indiferencia de un extraño o con la superioridad de un líder. Les contempla como Hijo y hermano y, desde su corazón de pastor, presiente toda su hambre y su sed (cf. Mt 9,35-38). Vienen a El "porque han visto signos", pero, sin saberlo, buscan algo más: ¡necesitan la Vida! Jesús invita a sus discípulos -más aún, les provoca- a que escuchen y miren a los demás como Él lo hace. Antes de buscar las "soluciones" técnicas hay que sentir y conocer a fondo los problemas de las personas. Precisamente porque no llegan a mirar a la gente con la profundidad de Jesús, sus discípulos se quedan -y nosotros con ellos- bloqueados ante unas situaciones imprevistas. Estaban muy metidos en sí mismos y no se habían dado cuenta de la realidad circundante. Los discípulos sólo saben mirar con sus propios ojos: los ojos del poder ("no podemos hacer nada"); los ojos del cálculo ("¿de qué valen unos recursos tan pequeños para unas necesidades tan grandes?"). Jesús, en cambio, mira con los ojos del Padre ("lo poco con Dios es mucho", como dice la copla). Y descubre todo el potencial de Vida que se encierra en el humilde ofrecimiento del muchacho, en su pequeño botín de "cinco panes de cebada y dos peces".
La mirada de Jesús es completa y profunda; abarca lo exterior y lo interior, las necesidades materiales y espirituales. Su punto de mira es, precisamente, el proyecto del Padre para con su pueblo; no se queda en sus impresiones subjetivas. Sabe ver la realidad y comprender los problemas concretos: "No tienen que comer". Pero no se detiene ahí. No valora a la gente por sus carencias sino por su vocación última, por lo que "son" y, sobre todo, por "lo que están llamados a ser". • ¿Sabemos mirar a las personas en función de su destino en el proyecto de Dios? • ¿ Cómo nos ayudamos a superar nuestros criterios de valoración "eficacistas" e "instrumentales"? Si falta el pan, falta la vida. La Creación se trunca y la humanidad retrocede. No es sólo cuestión de un "despiste" momentáneo,
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que hay que solucionar como sea. La falta de pan es un reto básico. ¡Algo serio está fallando en este mundo! La solución no puede ser puramente técnica e impersonal. Jesús nos sugiere que no habrá salida si no nos implicamos todos y cada uno según nuestras posibilidades. "Cinco panes y dos peces no es nada", pero Dios no nos pide que "arreglemos el mundo" sino que nos entreguemos personalmente con lo poco o mucho que tengamos. No necesita de nuestras "eficacias" y "excelencias" sino de nuestra humilde docilidad. • A veces, tenemos la impresión de que nuestra Iglesia y en especial, nuestra comunidad no aporta gran cosa a la sociedad. ¿Cuáles son en realidad los criterios que manejamos? • ¿ Cómo asumo personalmente mi pequenez y mis limitaciones, sin que sean excusa para no dar a los demás lo mejor de mí mismo?
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discípulos vuelven a subir a "su barca", ellos solos. Y para describir la nueva situación recurre a un término muy propio suyo, lleno de resonancias bíblicas: las tinieblas se ciernen de nuevo sobre la faz del abismo. La tentación acecha como un retorno al caos primordial. El temor se apodera de los hombres. Jesús nos educa con su presencia y también con sus ausencias. No se impone, deja tiempo y espacio para que reaccionemos, para que se revele la verdad de nuestro corazón. ¿Qué valen nuestros siete panes y dos peces sin Él y sin la bendición de su Padre? Necesitamos hacer la experiencia de la desolación, de la "noche oscura", para purificarnos de nuestros últimos afanes, de nuestras pretensiones de autoafirmación personal. De nuevo, reaparece en los discípulos el miedo y el vértigo de la nada. Hasta que llega Él, cuando quiere y como quiere, sin condiciones, y nos devuelve a la playa de la confianza y del humilde seguimiento. Allí les aguardan las muchedumbres y, ante ellas, el reto más radical del Maestro, el largo sermón del Pan de Vida. El verdadero paso aún está por dar.
2°. Jn 6,15-24: Segundo paso: la ausencia, el silencio de Dios A la multiplicación de los panes y los peces sucede la euforia de la muchedumbre, de la que también participan a su manera los discípulos de Jesús. Pero la euforia no es buena para nada; es una alegría sobreexcitada y artificial, un festival falsamente comunitario. En lugar de llevarnos a compartir, la euforia nos centra más y más en nosotros mismos. Pasada la euforia, viene la "resaca" y cada cual vuelve a lo suyo. Apenas se ha avanzado, todo ha sido un espejismo. Las muchedumbres siguen pensando en su Mesías-rey con poderes autónomos y extraordinarios. Le buscan con afán. Le quieren encontrar a toda costa, no pueden perderse un talismán tan importante y eficaz. Sueñan con tener a su lado para siempre a un mesías "disponible", a un "justiciero" de los pobres contra los poderosos; a un líder capaz de sorprender al mundo entero con "obras maravillosas". Desean entusiastamente colaborar con él. Le brindarían una "fe ciega". Pero Jesús quiere una fe iluminada por su Palabra. Los discípulos reaccionan de otra manera muy diferente. La "escapada" de Jesús, sin dar explicaciones, les ha sorprendido. Quizás estén un algo decepcionados. Las gentes se volvían hacia ellos llenos de preguntas y expectativas, y ellos no sabían qué responderles. Sin Jesús a su lado, se habían quedado mudos, sin palabra y sin proyecto. Cuando esto sucede, el evangelista Juan lo interpreta como un retroceso: los
Cuando el Maestro se retira de nuestro lado nos sentimos perdidos. Todo nos molesta: las palabras y los silencios. Sólo una cosa sigue teniendo sentido: ¡buscarle con más intensidad y un corazón más humilde, hasta encontrarle de nuevo! La Iglesia no puede funcionar "autónomamente" al margen de su Señor. • ¿Hemos tenido esta experiencia de "estar perdidos"personal o comunitariamente? ¿Nos hemos encontrado como "flotando" en medio del océano sin rumbo ni guía? ¿Llegamos entonces a dudar de que tuviéramos algo que aportar a nuestros conciudadanos? ¿Pensamos que nuestra época estaba ya pasada? Si es así, tengamos el valor de compartirlo entre nosotros sin juzgarnos los unos a los otros. • ¿Por qué podemos llegar a estas situaciones? • ¿Cómo las hemos superado y qué hemos aprendido en ellas?
3 o . Jn 6,25-40: Tercer paso: el Pan de Vida Entramos en el cuerpo central de este largo capítulo. Jesús asume la total y plena iniciativa para anunciarnos una novedad absoluta. Es
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algo que viene preparado por el episodio anterior de la multiplicación de los panes y los peces, pero que no se deduce de ello. Estamos ante un misterio de fe que desborda nuestras capacidades intelectuales. Quien nos habla no es sólo Jesús, el hijo del carpintero de Nazaret, sino "Yo soy" (= Yahvé), el Hijo del Dios de Abrahán, Isaac y Jacob; el Verbo hecho carne. Sus palabras no vienen de sí mismo, sino de Aquel que le ha enviado; son un mensaje de lo alto. Jesús se sitúa ahora, pues, en otro "registro" de lenguaje, en otro plano de la realidad, misterioso, sacramental, que abarca al hombre entero: cuerpo, alma y espíritu. El paso que nos propone es radical: - Hemos de pasar desde sus palabras a su Persona, para entenderlas como el Padre quiere, en el mismo sentido y con el mismo Espíritu. Hemos de recibir sus palabras unidos a Él, en un espíritu de filiación. - Hemos de pasar desde sus obras a su Persona, sin quedarnos en los beneficios materiales o espirituales que nos producen. Las obras, los signos, son como el trampolín que el Padre nos brinda para impulsarnos y atraernos hacia su Hijo. Hemos de dar el paso de la confianza absoluta, en el que nuestros deseos e intereses han de quedar atrás, superados y purificados. - En definitiva, hemos de pasar desde el pan material al Pan de la Vida, que es el mismo Cristo en persona; no, algo fuera o al margen de Él. Para leer este discurso, tengamos presente el Misterio Pascual y la Eucaristía que lo significa. Jesús se anticipa a la meta final. Lo que el Padre quiere (y para eso nos ha enviado a su Hijo) es que participemos de ¡su misma Vida! El destino definitivo de la humanidad es su divinización, su comunión en Dios, que es la fuente de la Vida eterna y verdadera. El cristianismo es una religión que, paradójicamente, supera y deja atrás toda religión. No consiste principalmente en una ley, un ritual, unas prácticas, unas plegarias... sino en la adhesión a una Persona. "Yo soy el Pan de Vida": esta afirmación que Jesús repite machaconamente es la clave de todo. Así como sucede con la "figura" del pan material (que, cuando lo comemos, entra en contacto con nuestra vida corporal y se incorpora a ella alimentándola), así también -y ¡mucho más!- sucede en Cristo Pan de Vida, sólo que al revés. Es Él, el más fuerte, el que viene de arriba, quien nos incorpora a sí, a su filiación. Y, al incorporarnos a Él, vamos creciendo hasta dar la talla definitiva de nuestra personalidad.
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La unión con Cristo no es una extraña "fusión misticoide", en la que dejaríamos de ser quienes somos. Al contrario, desarrolla en nosotros una personalidad vigorosa y libre, entregada por entero al amor y al servicio del prójimo, según nuestras propias cualidades. • La celebración frecuente de la Eucaristía... ¿qué consecuencias tiene en nuestra vida personal, comunitaria y social? ¿Es una simple "devoción" o bien es la "estructura" fuerte de toda nuestra existencia? • La mutua inhabitación de Cristo en nosotros y viceversa... ¿qué huellas deja en nuestra vida y en la de los demás? ¿Qué signos nos permiten reconocer esta misteriosa realidad?
4o. Jn 6,41-71: Cuarto paso: la Obra de la Fe Los judíos estaban dispuestos a hacer obras, a pasar de la euforia místico-religiosa a las actividades concretas; hoy diríamos, al "compromiso". Ésta es la tentación más sutil y en la que caemos más fácilmente. Jesús la conoce por experiencia y sabe que solamente se evita apoyándonos en la Palabra de Dios y no en nuestras capacidades (cf. Mt 4,1-11). La primera y principal Obra que Dios nos propone no es "hacer cosas" sino creer en su Enviado, descentrándonos de nosotros y de nuestros proyectos. Es decir, reconocer el poder y la autoridad absoluta de Cristo para con nuestras vidas; su derecho a llamarnos a un seguimiento sin condiciones y la total necesidad de dejarnos atraer por el Padre sin guiarnos por nuestros razonamientos. No se trata de una fe sin obras o "quietista" sino de que se cumpla en nosotros la Obra de Dios, su acción poderosa. Primero es la Obra (la que da un sentido y una finalidad a nuestras vidas) y, luego, las actividades que la desarrollan; así no caeremos en el activismo. Todos los oyentes del sermón del Pan, incluidos sus discípulos, no han captado el alcance último de sus palabras (¿hubieran podido hacerlo antes de la Pascua?...). Pero, aquí se pone de manifiesto el misterio de la libertad humana: muchos no creen y se dan media vuelta, porque anteponen sus razonamientos a las palabras de Jesús; y unos pocos, como Pedro y los Doce, siguen adelante porque anteponen la Palabra de Dios a sus propias ideas y sentimientos. ¡Ésta es la clave!
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En nuestra época, la cultura ambiente facilita "una fe religiosa" blanda ("light") y al gusto de cada cual, pero hace difícil la auténtica fe cristiana. Las excusas más socorridas se suelen buscar en una Iglesia "dogmática", que pretende interponerse entre Dios y nuestra conciencia (algo que resulta intolerable para la mentalidad de los hombres de nuestro "primer mundo"). Pero, si analizamos un poco, la verdadera dificultad no está tanto en la Iglesia (a veces, también) cuanto en la entraña misma del cristianismo: ¡dar mi "fe", mi total adhesión a "otro" distinto de mí; creer en la Persona de Jesús, fiarme de Él aunque no tenga todos los cabos bien atados! ¿No es ésta la verdadera cuestión? • A nuestro alrededor, para creer?
¿dónde descubrimos
estas
dificultades
• ¿Qué busca la gente y qué cristianismo le presentamos? ¿Damos a la gente "cosas", "actividades a hacer", o bien el conocimiento personal de Jesucristo? • Hacer nuestra la respuesta de Pedro. Sostenernos nos en la pura fe, en la oración desnuda.
Creo en Ti, Señor Jesús, el Dios cercano, el Enviado del Padre, el hombre nuevo, siempre vivo en el Pan de Vida, entregado sin límites a los que sufren. Amigo que me llamaste a seguirte, Señor capaz de hacer de mi vida una donación a los demás. Creo en el Espíritu Santo, Espíritu de la verdad y del amor, de la libertad plena. Padre de los pobres, Espíritu que ilumina, que es fuego que calienta la frialdad del corazón. Creo que existe un mundo de Vida en plenitud, que Dios ha soñado para todos los hombres, y me llama a llevarlo adelante desde ahora mismo, bajo su acción amorosa. Amén.
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Oración final
Te ofreces al Padre y a nosotros 2
Para el tiempo comunitario El pan tan blanco y el aroma del vino traen hasta el altar, en el centro mismo de la comunidad reunida, la historia de los hombres, hecha de esperanza y desilusión, de gozo y sufrimiento.
Oración inicial - Algunos textos: • Is 55. • U n 5,10-13. Salmo para afirmar la fe 1 Creo en Ti, Padre de todos, constructor de la armonía, fuente de toda Vida, que te gusta estar muy cerca de los pobres, y mirar a los hombres con tus inmensos ojos grandes.
1. Adaptado de un Salmo de Francisco CERRO CHAVES, Salmos en el camino. Tiempo Ordinario, Ed. San Pablo, Madrid 21993, p. 123.
Y Tú transformas en cuerpo y sangre esta historia humana de amor y subsistencia, de trabajo y de injusticia. Atravesado de vida nuestra te ofreces al Padre y nos llevas contigo hasta su encuentro.
2. Benjamín GONZÁLEZ BUELTA, En el aliento de Dios. Salmos en gratuidad, Ed. Sal Terrae, Santander 1995, p. 174.
En Ti todo se integra en este instante que anticipa resucitado el triunfo definitivo de la unidad sobre el caos y del amor sobre la muerte. También te ofreces a nosotros para que comulguemos con tu presencia y, al acogerte a ti, hecho de tiempo y de historia nuestra, acojamos también la vida de los otros, que en Ti se ha hecho sacramento cercano. Te ofreces a nosotros para que comulguemos con tu proyecto que congrega y resucita tantas horas humanas desmenuzadas como harina por mecanismos que giran como prensas y molinos. Un día, toda la historia Descansará en tu encuentro, reconciliada eternidad, como el pan y el vino de la vida tuya y nuestra, compartidos sin codicia en la mesa fraterna donde festejaremos sin ocaso. Amén.
Ficha 8 DE CESÁREA DE FILIPO AL TABOR La crisis Presentación del tema Acabamos de dar un paso esencial. El itinerario detrás de Jesús "de orilla a orilla " nos ha llevado a conocer su persona y su misión más profundas. No es el "Mesías triunfal", que nos da de comer gratis y a pedir de boca, sino el Enviado del Padre, que se hace nuestro Pan de Vida. Para dar este paso se requiere la Fe, que no es otra cosa sino "dejarse atraer por el Padre" hacia su Hijo Jesucristo. Jesús no viene, por lo tanto, a darnos "facilidades". Los discípulos que, de ahora en adelante, sigan a Jesús tendrán que dejar atrás todas aquellas motivaciones humanas que, hasta entonces, habían llevado en su alforja y que les aparecían como compatibles e incluso necesarias para seguir al Mesías. En el episodio de los panes han visto palpablemente su futilidad. Todas sus pretensiones y proyectos, todas sus ideas y cálculos de nada han valido a la hora de alimentar a la gente. Ellos, que lo habían dejado todo y que habían seguido generosamente a Jesús, no tenían un solo pan que ofrecer a los demás... ¡Se sentían vacíos! Sin el Maestro no eran nada. La persona de Jesús era su alimento, su vida, su todo. Jesús explicará más tarde a los comensales el significado de la multiplicación de los panes. Son palabras duras e incomprensibles para muchos de sus oyentes. Pero Pedro y sus compañeros no se quedarán detenidos en la materialidad "carnal" del sermón de Jesús. Antes que nada son verdaderos discípulos. No se justifican, no se escudan detrás de las palabras del Maestro para retorcer sus argumentos. No tratan de
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K.s razonarlo todo para comprenderlo (como habían hecho anteriormente con el "programa" del Mesías, discutiendo entre sí para ver quién le sacaba mejor partido). Ahora se abren a la fe y buscan una comprensión espiritual. Si aquellas palabras nuevas y sorprendentes eran palabras de Vida eterna, sólo Dios se las podía explicar y abrirles su inteligencia. A ellos les bastaba con fiarse de Jesús y seguir tras El, no ya porque respondiera a sus expectativas, sino porque la fuerza de Dios estaba indudablemente en sus palabras y en sus acciones. Jesús es el nuevo Moisés que está abriendo un nuevo Éxodo a toda la humanidad. Para atravesar con Él el desierto, hay que vaciar las alforjas y no mirar hacia atrás ni quedarse clavado en el camino. Un camino que no va a ser fácil. Ya desde ahora les anunciará repetidamente su Pasión. Jesús en su interior está cada vez más convencido de que sólo hay un itinerario en este mundo que esté a la altura de la misión que se le pide: el camino del Siervo. Los demás, únicamente son "viables" si traicionamos la voluntad del Padre y nos traicionamos a nosotros mismos. Más aún, ser el Siervo no sólo es su camino sino su identidad, el último y definitivo rostro que Jesús nos ofrecerá a los hombres en este mundo. La gloria está, sí, asegurada, pero ésta se halla "al otro lado" del sufrimiento y de la muerte. No hay atajos.
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Pedro, en cambio, que habla en nombre de los Doce, se deja conducir por el Espíritu de Dios, que nos revela los secretos del Padre: quién es Jesucristo para nosotros. La respuesta de Pedro es la de un creyente: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús no alaba la exactitud teórica de Pedro, sus cualidades intelectuales o sensitivas, sino al Padre que ha tenido a bien revelar la identidad del Hijo para que la conozcan y la compartan los hombres. En este conocimiento consiste, precisamente la Bienaventuranza, o, lo que es lo mismo, la Vida eterna, ya comenzada en este mundo (Jn 17,3). La revelación cristiana no es una mera "información" sobre las realidades metafísicas y transcendentes; ni un "sistema de ideas", que explique los aspectos ocultos de la vida terrena. No es tampoco una "gnosis", es decir una iniciación espiritual que nos eleve a una forma de conocimiento superior y nos otorgue el poder de salvarnos a nosotros mismos sin depender de Dios. La revelación es más bien una condescendencia divina: Dios mismo en su Hijo amado "con-desciende" hacia nosotros y viene a nuestro encuentro para entablar con nosotros una relación personal de amor. Cuando hablamos de Jesucristo en las conversaciones corrientes, en la catequesis o en la predicación. • ¿Qué idea de Jesucristo tiene la gente que nos rodea? ¿De dónde la saca?
Trabajo personal • I o . Mt 16,13-20: Quién es Jesucristo El Padre nos atrae hacia Jesucristo dándonos su Espíritu. De esta manera, vamos descubriendo la verdadera personalidad de Jesús de Nazaret, su identidad más profunda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los hombres, ni siquiera todos sus discípulos, lo perciben al mismo tiempo y del mismo modo. El conocimiento de Jesucristo es, en todo caso, el fruto de una gracia que Dios nos otorga personalmente según su beneplácito, pero siempre en función de los demás, para provecho de la humanidad. A la pregunta clave "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?", éstos (es decir, los hombres que no se dejan iluminar por el Bspíritu de Dios y que responden según "su propio espíritu") dan respuestas variadas, más o menos atinadas o pintorescas.
• ¿Qué tipo de "conocimiento" predomina (informativo... intelectual... doctrinal... moralizante... espiritualista... personal...)? ¿Qué experiencias evoca en mi vida la frase de Jesús "¡Bienaventurado tú... porque me has conocido!"? • Recorrerlas con gratitud. • Orar con María, de quien también se dijo: "Bienaventurada tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá" (para ti y para todo el Pueblo).
2 o . Mt 16,21-28: El Hijo es el Siervo En el episodio anterior Jesús ha empleado el título mesiánico de Hijo del hombre para designarse a sí mismo y provocar la respuesta
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de los suyos. Sus discípulos han entendido seguramente estas palabras en el sentido de la apocalíptica judía (libro de Daniel 7,13; libro de Henoch...). Este misterioso personaje denominado Hijo del hombre es alguien que anticipa el juicio con autoridad, salvando a los pecadores e inaugurando así la era mesiánica. Pero Jesús asume este título dándole un giro inesperado relacionándole con el del Siervo paciente. El Hijo del hombre es alguien que vivirá una existencia paradójica, uniendo indisolublemente en su destino la gloria a la cruz. El camino que le aguarda estará sembrado de contradicciones y sufrimientos, a los que el Hijo del hombre-Siervo hará frente con tenacidad y mansedumbre. De ahora en adelante, Cristo estará sometido a los poderes de este mundo. Aquí radicará su debilidad y su fortaleza: ¡ algo incomprensible a los ojos de los hombres! Jesús va más lejos. Su subida a Jerusalén ha de ser compartida con libre obediencia también por sus discípulos. Es la condición para continuar el discipulado: caminar detrás del Maestro (no como "Satán", el tentador, el que quiere tomar la delantera e interponerse entre el Mesías y la voluntad de Dios). Pedro es un hombre de fe, pero limitado. Confiesa "fácilmente" la divinidad de Jesucristo, llamándole "Señor", pero no puede imaginarse a un "Señor" a quien Dios le deje indefenso en manos de sus enemigos. Es un creyente sometido a la más dura de las tentaciones, las dudas de fe. ¿Quién es este Dios, que permite el sufrimiento de su Hijo? A menudo nos rebelamos ante el sufrimiento propio y el ajeno. Nos resulta injusto e inexplicable. ¿Cuál es nuestra actitud? • ¿Queremos, como Pedro, ponernos por delante del Maestro con planteamientos y exigencias intransigentes? ¿Fomentamos el espíritu de "rebelión" propia o ajena, pensando que somos así más verdaderos y solidarios con el que sufre? • ¿Nos mantenemos detrás del Maestro en un espíritu de docilidad y aprendizaje? ¿Aceptamos cargar con la cruz y entrar con El en la oscuridad de la fe? El camino del Siervo contradice y pone en cuestión nuestra idea de Dios. ¿De qué manera? La Iglesia, que es comunidad de creyentes, ha de ayudarnos a permanecer fieles y creativos. • ¿Dónde se purifica hoy nuestra fe en Dios? ¿Quiénes son las personas e instituciones que me ayudan a no aterrarme a mis ideas preconcebidas y a caminar en la fe?
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lx 9,23-27: Seguir al Mesías con la cruz de cada día
Jesús está decidido a hacer frente a la contradicción, que es consecuencia de la misión recibida del Padre, y dispuesto a que "la cruz" configure su vida. Al verdadero discípulo no se le pide menos. Su existencia está unida indisolublemente a la de Jesús y definida por ella. Ahora es cuando al discípulo se le plantea el auténtico dilema, la decisión insuperable: o bien "ganarse" asumiendo la propia cruz con Jesucristo, o bien "perderse" buscando evitarla por todos los medios, llegando, incluso, hasta avergonzarse del Maestro. ¿Cuál es "la cruz" a la que se refiere el Señor en el Evangelio? No es buscar los sufrimientos por sí mismos. Sería un masoquismo destructor, que, al revés, nos centraría más y más en nuestro yo. La Cruz, por el contrario, nos llama a salir de nosotros, nos pide estar dispuestos a renunciar a nosotros mismos, para que nada ni nadie obstaculice nuestra adhesión a su persona y nuestra entrega a la misión que Él nos ha querido confiar. La "cruz" es ante todo una actitud de fidelidad permanente y "diaria" del discípulo de Cristo, que se traduce, luego, en múltiples renuncias e iniciativas fecundas (la "cruz" no es sólo negativa). Las causas de "la cruz" son múltiples; unas evitables, otras no. Jesús se refiere aquí especialmente a aquellas "cruces" que son consecuencia de la misión, del cumplimiento fiel del Evangelio; las que nos cargan sin buscarlas, por ser discípulos de Cristo. La decisión de cargar con la cruz es cruda y nos da pavor tan solo enfrentarnos a ella. Pero Jesús nos da tres motivos para hacerlo e, incluso, para llegar a amar la cruz: - De una u otra manera la cruz es consustancial a nuestra vida. Cuando la evitamos sistemáticamente, no somos más felices. Al contrario, multiplicamos el sufrimiento en nosotros y en los demás. En lugar de eliminarla, la desplazamos, cargándola sobre hombros ajenos. - Llevada con Cristo, la cruz no es una maldición, un callejón sin salida. Jesús vincula el "cargar con la cruz" con una promesa de vida, con una anticipación de la experiencia del Reino ya en este mundo. - Los discípulos que sigan a Cristo, superando el escándalo de la cruz, serán bienaventurados (Le 7,23).
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Entre nosotros no es hoy frecuente el anuncio de "la cruz" -personal y diaria- como tema de predicación o de catequesis. Pensamos frivolamente que el mensaje cristiano tiene que ser sólo optimista y festivo, porque "suficientes desgracias tiene la gente", "no hay que amargarles más la existencia"... Pero Jesús no actúa así. Él no rehuye la realidad; toda la realidad, también la más negativa, misteriosa e inexplicable. • ¿No será que sólo hablamos de aquello que sabemos "explicar" o "controlar"? En el fondo, ¿no será que nos avergonzamos de la Cruz de Cristo, porque, como Pedro, pensamos sólo de modo humano? La "cruz" sólo tiene sentido si la miramos a la luz de la Cruz de Cristo, como una "vía crucis" por donde se acerca a los hombres el Reino de Dios. • El mensaje de la fe ¿cómo puede iluminar nuestras "cruces de cada día"? ¿Cómo transformamos "una cruz" en un camino seguro para seguir al Maestro? • ¿ Qué personas y grupos nos admiran por su manera de llevar las cruces propias y ajenas? • ¿Cómo nos ayudamos entre nosotros?
4 o . Le 9,28-36: Subir con Jesús a la montaña Jesús oraba a solas muy a menudo. En la plegaria prolongada y solitaria había ido asumiendo el camino del Siervo como proyecto divino en favor de los hombres y no como fatalidad humana. Pero sus discípulos no habían dado aún ese paso y no podían seguirle en su etapa final hasta Jerusalén. Si no sucedía algo inesperado, se quedarían irremediablemente detenidos en Galilea. Volverían otra vez a sus barcas y a sus redes. Jesús ve el problema, es consciente de la crisis. Pero no tiene la solución. Sólo se le ocurre invitar esta vez a Pedro, a Santiago y a Juan a subir con Él a la soledad de la montaña para orar y escuchar a Dios. Allí el Padre les aguarda con una nueva gracia. Les revelará a su Hijo amado como el Profeta de los últimos tiempos a quien hay que escuchar; como el Testigo fiel, en quien confiar incondicionalmente. Dios viene en ayuda de su Hijo confortando a sus discípulos con una intensa experiencia espiritual, que les marcará fuertemente.
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Pueden ver el camino del Siervo desde la altura, con un horizonte más amplio, en el que convergen la Antigua Alianza (Elias y Moisés) y la Nueva; el antiguo y el nuevo Éxodo. Los grandes creyentes de Israel rinden su testimonio a Jesús, confirmando que su camino hacia Jerusalén es el auténtico, el que va a liberar definitivamente a la humanidad. Ahora pueden comprender este camino en su profundidad, sin quedarse en las apariencias. Las contradicciones y las condenas de los hombres, incluso la misma muerte, no son capaces de velar la gloria del Hijo amado. Ahora pueden escucharle con una actitud obediente y seguirle con seguridad y certeza interiores. El Padre no puede evitarle los escollos del camino, es verdad, pero le acompaña siempre. Pedro quiere instalarse en la dicha, en la experiencia mística, en la gloria del Hijo. Jesús, el Mesías-Siervo, ha de proseguir el camino del éxodo. Él es el nuevo Moisés que tiene que sacar al pueblo de la esclavitud. Instalarse en la gloria significaría "la gloria ya", sin más esperas, cuando el hombre lo decida. En cambio, proseguir el éxodo es "la gloria al final", cuando el Padre lo otorgue. La Transfiguración indica que el sufrimiento, la persecución, la pasión y la muerte no constituyen el último horizonte. Detrás nos aguarda la gloria. Así podemos atravesar el éxodo con moral de victoria. La oración no es una fórmula mágica para salir de los atascos sino una ocasión para que Dios actúe en nuestras vidas. • ¿Cuáles son las características de la oración cristiana que advertimos en este pasaje? • ¿Cómo las ponemos en práctica personal y comunitariamente? En nuestros grupos cristianos hay quizás personas que, como Pedro, Santiago y Juan, han tenido una experiencia espiritual que ha marcado radicalmente sus vidas. • ¿Cómo se exterioriza su firmeza de espíritu, su decisión inquebrantable? • ¿Cómo nos han ayudado o nos ayudan a "bajar de la montaña" y mantenernos fieles en la vida cotidiana? • ¿Somos conscientes de que Cristo nos acompaña para que lleguemos hasta el final en nuestras opciones por el Reino?
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Para el tiempo comunitario Oración inicial
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siervo de siervos; siervo de amor, siervo-Dios, Siervo.
- Algunos textos: Oración final
• 1 Pe 2,21-24. • In 13,36-38.
El camino de Jesús 2 ~
El Siervo de Yahveh 1
«Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado, ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayuda me ayuda, por eso no quedaré confundido, y sé que no quedaré avergonzado» (Is 50,4-8). Siervo de Dios, humilde y obediente, siervo bueno de Dios, sacrificado, en todos los dolores iniciado, de todo sufrimiento el más consciente. Tus manos acarician tiernamente las heridas del hombre torturado, en tus espaldas cargas los pecados y nos curas certera, enteramente. Siervo de Dios y de los hombres, nos liberas y pagas el rescate; te fundes con nosotros, solidario, en acto de obediencia-amor al Padre.
¡Qué difícil, Padre, es saber cuándo nos abrimos a la Buena Nueva y cuándo pretendemos que seas Tú quien realice nuestros viejos anhelos! Y es que, en el fondo, pensamos que no es posible un camino nuevo. No hay más camino, pensamos, que prevalecer; salvación es que prevalezcan los buenos, que venzamos nosotros, los tuyos, sobre los malos. Jesús le dijo a Pedro que ésa es la idea humana, y humanos somos nosotros, Señor. Te pedimos, pues, Padre, que nos convirtamos a tus caminos. Jesús es tu camino. Que aceptemos la propuesta de Jesús, que nos propongamos vencer el mal a fuerza de bien en nosotros mismos y en los demás. Te lo pedimos, Señor, desde nuestra debilidad. Que aprendamos el camino de Jesús. Algún día, como a Pedro, nos llegará la hora de ser tus testigos, de ir entregando, como Jesús, la vida para que nuestro mundo conozca que Tú le amas. —
Siervo de Dios, humilde y abnegado; siervo mío, sacrificado, generoso; enséñanos a vivir tu servicio de entrega a Dios y a los hermanos. Siervo de Dios y de los hombres; siervo limpio y total;
l. Rafael PRIETO RAMIRO, ¡Ven! Cuaresma y Pascua 1994, Ediciones Caritas Española, p. 141.
2. Pedro TRIGO, sj, Salmos del Evangelio, Ed. Sal Terrae, Santander, p. 91.
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Ficha 9 SUBIDA A JERUSALÉN Jesús pone en práctica el camino del Siervo Presentación del tema Una vez que Jesús sabe que el camino del Siervo es el que responde al proyecto del Padre, lo pone en práctica. Se encamina con sus discípulos a Jerusalén, la Ciudad Santa. Los suyos le acompañan con cierto miedo. Jesús va decidido. Obedece al Padre. En realidad, esta subida es un caminar hacia El, que terminará con la Ascensión a los cielos. Jesús ya tiene asumida su pasión. Lo anunciará hasta tres veces (Le 18,31-33). Vamos a ir viendo qué supone para Él haber tomado esta decisión y cómo saca de ella la fuerza y la firmeza para ir desenmascarando mentiras, desactivando trampas, diciendo las cosas claras. ¡Es el testigo de la Verdad! En el desarrollo de los seis puntos que propone esta ficha, los cuatro primeros tienen un carácter áspero, mientras que los dos últimos acentúan la unción, el "espíritu" de la marcha de Jesús. Este camino sólo se puede andar en el amor manso y oblativo.
Trabajo personal I o . Le 9,51-62: Jesús se decide a ir a Jerusalén Jesús toma la decisión firme de ir a Jerusalén, centro religioso y político de su pueblo, donde los profetas dan el testimonio definitivo.
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Y lo hace asumiendo la actitud que Isaías había anticipado en uno de los cánticos del Siervo: "endureció su rostro como pedernal" (Is 50,7), expresión metafórica que no significa dureza o arrogancia sino la manifestación de una decisión sólida de alguien que mira al frente, en una única dirección; la firmeza de quien ha decidido seguir la voluntad de Dios y no las facilidades de los hombres. En esta decisión de ir a Jerusalén Jesús arrastrará tras de sí a sus discípulos. Más aún, en un nuevo gesto de confianza, les envía por delante a preparar el terreno, internándose... ¡en tierra de samaritanos! Los mensajeros tendrán así la ocasión de experimentar el rechazo y la persecución del Hijo del Hombre; tendrán así también la oportunidad de aprender que el camino hacia Jerusalén no es un camino excluyente, un camino de condenación, sino un camino de conversión y salvación universales. El Siervo sigue adelante sin detenerse a hacer frente a sus adversarios. Dejará siempre las puertas abiertas e invitará a los mismos samaritanos a incorporarse un día a este camino. Jesús, cuando admite a alguien al discipulado, no olvida la importancia de su historia personal, que tanto nos marca humanamente. Tampoco rechaza la dimensión afectiva y los vínculos familiares. Pero insiste en la primacía del Reino. El seguimiento ha de ser pleno y radical, sin condiciones ni frenos que lo detengan. El camino del MesíasSiervo es un camino tan exigente que aquel que se decida a seguirle tiene que ser muy libre. Jesús no nos ha prometido facilidades y triunfos sistemáticos. Al contrario, el camino hacia Jerusalén es como "un ensayo general" de la Pasión que le aguarda. La Iglesia tiene que asumir que las contradicciones y las persecuciones forman parte de su destino y su suerte. • ¿Cómo las vivimos? ¿A la defensiva y con ánimo vengativo o con un espíritu paciente e integrador? • ¿ Qué frutos vamos sacando de ellas, cuando las vivimos conforme a las instrucciones del Siervo? En el caso de la triple vocación, que acabamos de leer en el evangelio de Lucas, se subraya la libertad de espíritu con la que hay que afrontar el camino. Esta libertad no se consigue sin renuncias concretas. • ¿Cuáles son las que me está pidiendo ahora el Señor? ¿Descubro su relación con el avance del Reino de Dios aquí y ahora? ¿De qué manera?
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2". Ix 11,14-28: Jesús denuncia la falsa religión El camino de Jesús hacia Jerusalén será discutido y ambivalente hasta el final. Por un lado, la curación de un sordomudo hace que Jesús se encuentre con la incomprensión profunda de los dirigentes del pueblo que le acusan de ser demonio, de obrar por el poder de Belcebú. Por otro lado, se encuentra ante la admiración excesiva de una sencilla mujer que envidia y alaba a la madre que lo engendró. La liberación del "sordomudo" le trae a Jesús toda clase de problemas. Los que representan a la religión oficial le acusan de ser el endemoniado por excelencia, de obrar en complicidad con los demonios. En la mentalidad bíblica, la sordera y la mudez son signo de la cerrazón a la Palabra de Dios, que Jesús quiere liberar con la fuerza de sus palabras que vienen de Dios. Pero los dirigentes estaban convencidos de que sólo ellos actuaban en el nombre de Dios como sus representantes legítimos. Usan "el nombre de Dios en vano". Y, para defender su idea de Dios y del judaismo, no vacilan en condenar al justo, descalificándolo torpemente. En cierta manera, se anticipa ya el burdo proceso de Jerusalén ante el Sanedrín. Aquí se enfrentan dos maneras antagónicas de entender el poder de Jesús. Los prodigios que obra son incontrovertibles. ¿Cómo podría hacerlos alguien "fuera de la ley"? ¿De dónde le viene su poderío? ¡De una fuerza casi divina, de Beelzebul; del reino de la maldad! La religión que se encierra en sí misma termina pervirtiendo la verdad. Todo, hasta lo más santo, puede ser puesto en tela de juicio. ¡Es la ceguera del corazón, la más espesa! Los creyentes en Jesús, aquellos que aceptan con gozo la llegada del Reino de Dios, han de ser sencillos y sin complicaciones. Como aquella mujer que expresa públicamente su admiración por Jesús y la felicidad que debe suponer el tener un hijo así. Piensa, en el fondo, que Jesús y su familia son "gente afortunada". Ahí se equivoca: la verdadera "fortuna" no viene de las condiciones humanas sino de la observancia de la Palabra de Dios. Jesús ha venido a reunir a una nueva humanidad en la que todos los hombres y mujeres tengan cabida. No hay fronteras ni privilegios de ascendencia ni de sangre. Para entrar a formar parte de la comunidad mesiánica es suficiente con "escuchar su mensaje", haciéndolo propio, y estar dispuestos a correr con su misma suerte.
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Quizás lo de "Beelzebul" o bien estos relatos del asedio demoníaco nos pueden parecer extraños o pintorescos en la mentalidad actual. Pero hoy también tenemos la tentación de "demonizar" al justo; de acomodar o falsear la religión, incluso en los círculos cristianos que nos son más cercanos y queridos. Para no caer en esta trampa, hemos de acoger la luz que se nos brinda en este evangelio. Escuchemos las advertencias de Jesús: • ¿ Cómo se llega a pervertir la religión ? ¿ Por qué motivos ? ¿ Qué mecanismos se ponen en juego y cuáles son los resultados? Jesús no duda en denunciarla "falsa religión" y mostrar sus incoherencias y patrañas. Pero lo hace desde la Buena Noticia del Reino de Dios y no desde antagonismos o argumentos meramente apologéticos. Como apóstoles, hemos de denunciar la mentira y corregir los errores religiosos, que siembran la confusión y escandalizan a los pequeños. Hemos de desenmascarar la falsa piedad, el mal espíritu que destroza la comunión fraterna. Ésta no es una misión exclusiva de la jerarquía y de sus organismos de vigilancia sobre "la fe y las costumbres". Las perversiones más peligrosas están en la calle y las fomentamos quizás sin darnos cuenta. • ¿Cómo nos ayudamos a permanecer atentos a la verdadera fe de nuestro pueblo, para que sea fiel a la Palabra de Dios y a la fe de la Iglesia asistida por el Espíritu? • ¿Atajamos "los escándalos religiosos" que desvían a los pequeños, o bien pasamos de largo, por comodidad e indiferencia? • ¿Cómo lo hacemos en el espíritu del Evangelio?
3 o . Le 13,22-35: Jesús sufre las incoherencias de su pueblo Jesús prosigue su marcha hacia Jerusalén. Camina sin detenerse. En esta etapa del camino hace frente a las incoherencias de su pueblo judío, que está dejando escapar en vano el tiempo de la visitación y de la gracia. No sufre tanto por lo que le hagan sufrir a Él personalmente, sino por la terquedad de su corazón y su sombrío destino. Ante la pregunta de si son pocos los que se salvan, Jesús evita cualquier especulación. Él es el profeta del Reino que viene y no un futurólogo para satisfacer mentes ociosas. Entrar en el Reino no es una conquista humana. A los pretenciosos se les cierra la puerta. En cambio, para los discípulos la puerta estrecha de la cruz de cada día se hace ancha cruzándola detrás de Cristo.
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No basla haber convivido físicamente con Él para tener un salvoconducto asegurado. Lo que importa es la intención sincera de guardar sus palabras que vienen de Dios. El engaño del pueblo judío es sentirse dentro, cuando, en realidad, su resistencia a la verdad le ha cerrado las puertas del Reino. Por ello se verán expulsados del banquete mesiánico. De nuevo, las palabras de Jesús son exigentes y severas. Pero no excluyentes ni vengativas. Antes al contrario, se ensancha la visión escatológica: la salvación es para todos. Ésta es la paradoja de la salvación: ¡donde se cierra una puerta, se abren cien huecos en el muro! Al acercarse a la "Ciudad Santa" se le conmueven las entrañas: "¡Jerusalén, Jerusalén!". Le sale del alma la ternura de Dios ante la perdición de su pueblo predilecto, aquel que Él mismo ha escogido y creado para ser "Luz de las naciones ". Jerusalén, ya que no ha creído en la Palabra del Enviado de Dios, tendrá "el privilegio" de contemplar con espanto y vergüenza la muerte en cruz del Hijo entregado, del último y más grande de la saga de los profetas asesinados fuera de la ciudad. No hay ningún "Herodes" de este mundo que se pueda interponer al designio del Padre. Jerusalén verá morir a Cristo, en una última y definitiva convocación al perdón y a la gracia. Jesús viene a comunicar una felicidad profunda, un enorme gozo de vivir que le sale por todos los poros de su existencia. Pero tampoco le faltaron momentos dramáticos y angustiosos. A lo largo de nuestra vida cristiana, personal y comunitaria, no evitaremos los conflictos y los sinsabores. • Hagamos frente a los verdaderos conflictos, a los que nacen de haber apostado por Jesucristo y su Reino. Separémoslos de los "problemillas menores" (que vienen por cuestiones de carácter o de incompatibilidades personales). Vivamos el infortunio y el dolor de nuestra gente como propios, igual que Jesús, por amor sincero y auténtico. Jesús no "se guarda" los conflictos para Él solo. Desde su sufrimiento se abre a su Padre en la plegaria, en la súplica, en las lágrimas. • Nuestra oración apostólica ha de recoger estos conflictos y decepciones para vivirlos ante Dios, en su presencia y contando con su ayuda. No son "nuestras preocupaciones" sino ante todo las de Dios por su Pueblo. • ¿Cómo nos ayuda la plegaria a no desesperar de nadie y confiar en sus posibilidades de conversión y de perdón?
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4". Ix 14,25-35: Jesús extrema las condiciones para ser su discípulo
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5". Le 15,1-2.11-32: Jesús muestra el Amor misericordioso de Dios
Jesús camina hacia Jerusalén a padecer y morir. A medida que el pueblo judío, por boca de sus dirigentes, se niega a secundar el plan de Dios abierto a todos los hombres, Jesús radicaliza, a su vez, las condiciones que han de cumplir los que deseen entrar a formar parte del nuevo Israel. Se trata de una apuesta total. Los intereses del Reino deben contar por encima de todo. Las dos parábolas que Jesús nos propone -la de la torre y la del rey que prepara la guerra- son una llamada al realismo y al esfuerzo constante para poder terminar la obra emprendida sin quedarnos a medio camino. Jesús quiere que lleguemos con El hasta Jerusalén, hasta el testimonio pleno. Sólo así nuestras vidas serán "sal" y "luz" para la gente, signo de contraste y alternativa de vida. A la par que el camino se va haciendo duro y difícil, se nos pide un mayor riesgo y esfuerzo. Podemos, entonces, dejarnos vencer por el miedo y dar media vuelta, para recuperar el terreno perdido. Las condiciones del discipulado también tienen que ser, en consecuencia, más firmes, más sólidas; las motivaciones tienen que hacerse más claras. Las dos parábolas del texto plantean una alternativa... O bien seguirle a Él con una exclusividad total y absoluta, o bien elegirnos a nosotros mismos y errar el camino. Por lo tanto, hemos de optar y dirigir todos nuestros pasos en una misma dirección, para rematar un solo proyecto. • ¿Lo estamos haciendo así, o vivimos en la
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dispersión?
Necesitamos de medios humanos para la acción apostólica (edificios, instrumentos educativos, personas cualificadas...). El camino del Siervo hacia Jerusalén nos enseña, sin embargo varias cosas: • El principal "medio apostólico" es la propia persona del apóstol (su entrega, su fe, su oración, su testimonio...). Los demás medios han de ser utilizados sólo "en tanto en cuanto" sirven al avance del Reino y con clara conciencia de su relatividad y provisionalidad. Si les convertimos en "un fin", el camino se detiene y la misión se bloquea. • Podemos revisar el uso que hacemos de los medios de cara a la misión.
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Jesús se encuentra ante un ambiente crecientemente hostil. Pero, lejos de desanimarse, extremará su oferta de amor incondicional. ¡No sólo acoge, sino que también come con los pecadores! ¡No caben mayores muestras de intimidad! Esta actitud de Jesús es incomprensible y escandaliza a sus adversarios. Según ellos, Dios detesta a los pecadores y ama a los justos. Israel debe hacer lo mismo. Con la parábola del hijo pródigo, Jesús da un giro completo: ¡Dios es un Padre que sólo sabe amar! Es un Dios perdonador y no justiciero. Con esta parábola anticipa y explícita su misión mesiánica a las puertas de Jerusalén. Dios quiere que el Siervo y sus discípulos lleguen a abrir la Casa de Dios a todos los "hijos pródigos", a los desgraciados, los pecadores y los sufrientes de la tierra. Esa Casa, que es la del encuentro y la de la comunión de vida con el Padre, está medio cerrada porque se la han apropiado los unos y los otros y la han convertido en "cueva de ladrones". Jesús llega a Jerusalén, el santuario del Pueblo, para abrirle de par en par. En palpable contraste con la actitud de los escribas y fariseos que, como el hermano mayor de la parábola, murmuran de la excesiva bondad del Padre, Dios nos invita a una sincera alegría por la conversión de los pecadores. Jesús dispone del perdón de Dios, lo comunica con su presencia, lo anuncia con sus palabras. Nos anima a participar en el gozo de Dios, haciendo lo mismo que El. El motivo del seguimiento de Cristo hasta el final no es el ascetismo, para endurecernos frente a la adversidad. Es hacernos capaces de amar como ama Dios; liberarnos para poder amar, salir al camino para encontrar a los hombres que necesitan el perdón. • ¿Dónde descubro a mi alrededor estas
necesidades?
• ¿ Cómo hacemos para dar los primeros pasos sin la libertad de los demás?
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6o. Le 17,11-19: Un amor sin fronteras creador de una nueva humanidad En su último viaje hacia Jerusalén Jesús atraviesa Galilea y Samaría. Diez leprosos salen a su encuentro implorando a gritos su curación.
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Son galileos y samaritanos, a los que la común desgracia ha unido por encima de los nacionalismos y las rivalidades religiosas. Él les acoge con misericordia sanadora. Los diez son curados pero uno sólo experimenta la salvación, el leproso samaritano, que es el prototipo de los que son marginados por Israel.
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Para el tiempo comunitario Oración inicial - Algunos textos:
Esta paradoja confirma a Jesús en su convicción de que el camino del Siervo es el camino acertado, el querido por el Padre, porque ya va produciendo frutos mesiánicos.
• Sal 114-115 (113): Contra los ídolos.
En efecto, el Mesías ha venido a reunir y a convocar. Pues bien, de hecho, se va abriendo el Reino de Dios a los de fuera, a los excluidos de la tierra. Y éstos comprenden y reconocen que es Dios quien les ha salvado y le buscan con sincero corazón.
Fortaleza interior1
Todas las reglas de pureza, todas las prácticas de prevención frente al mal de la lepra van a ser puestas en cuestión por este amor que es capaz de romper esquemas y construir la nueva fraternidad, la humanidad sin exclusiones ni guetos.
Desgraciadamente las prácticas "inquisitoriales" y discriminatorias siguen presentes en nuestra sociedad. La exclusión y la eliminación de los colectivos molestos no es una lejana plaga medieval sino que forma parte de nuestra historia actual. Se discrimina y excluye a los otros por razones políticas, culturales, raciales o religiosas. Los fanatismos mortíferos son patologías que todos conocemos y sufrimos. • ¿Cuáles son las discriminaciones que más nos afectan, las que hacen sufrirá nuestros semejantes más próximos? La Iglesia, que se dice "católica", tiene que ser un signo de universalidad levantado frente a todas las barreras y exclusiones. Pero, en cada lugar, no deja de ser hija de su tiempo y su mentalidad. • ¿ Qué hacen nuestras comunidades para superar los prejuicios y abrir la salvación de Dios a todos los hombres? • ¿Cuál es nuestro compromiso práctico en favor de los derechos humanos, de la abolición de la tortura, de la destrucción de los "guetos"...? Aprendamos de la gratitud de los pobres, como el leproso samaritano, a vivir en una actitud permanente de acción de gracias y de alabanza a Dios.
• 2 Cor 5,14-21.
Espíritu Santo, reconozco que existo por tu fuerza, la que percibo en mi vida por el ímpetu constante, que me hace resistir en la lucha, remontar la prueba, avanzar, aunque a oscuras, por el itinerario de la obediencia confiada, gracias a tu mano tendida que me conduce. No tengo otro secreto que dejarte actuar, seguir de modo intuitivo tu impulso, para atajar el atractivo engañoso de otros caminos aparentemente más liberadores. ¡Cuántas veces resultaría inexplicable nuestra victoria sobre las adversidades, en circunstancias que parecen superiores a nuestra capacidad, si no fuera porque tu apoyo es mayor que nuestra torpeza! ¡Eres Tú quien nos saca de tantos atolladeros! Tú, Espíritu Santo, eres la fuerza en nuestra debilidad. Tú vienes, en forma de paloma, y nos constituyes rocas firmes, asentados sobre los cimientos de tu fidelidad. Por tu virtud existen los testigos y los mártires. En la prueba y después de ella no nos dejas evadirnos. Suscitas el agradecimiento por el sosiego que siembras en la travesía de los valles oscuros y en las horas del dolor, oh Tú, Espíritu Consolador, que nos unges y fortaleces.
1. Ángel MORENO, El amigo del alma, Colección BAC 2000, Ed. .BAC, Madrid 1998, pp. 71-72.
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Oración final
Por ios caminos... 2 Por los caminos del mundo, Tú has pasado diciendo la verdad. Por los desiertos de la tierra, Tú has llevado a los hombres y allí les has dado pan y allí les has descubierto sus ansias demasiado humanas. Por los caminos de la tierra, Tú mismo has hecho tu propio camino a la búsqueda de la voluntad del Padre. Por los caminos de la tierra, te has dejado conducir, poniendo en práctica el camino del Siervo. Por los caminos de la tierra, Tú has sido peregrino y mensajero del Padre. Tú no has regateado el Sí; Tú no has pactado con el No. , Tú has asumido tu cruz y la has llevado hasta el final. Por los caminos de la tierra, Tú has hecho camino hacia el Padre. Por los caminos de la tierra... seguimos detrás de Ti.
Ficha 10 EN JERUSALÉN El testimonio definitivo del Mesías Jesús Presentación del tema Estamos en Jerusalén, en Sión, la ciudad de David. Jesús va a culminar la obra que el Padre le encomendó. El rechazo al maestro nazareno y la oposición a sus enseñanzas adquieren una violencia inusitada. El enfrentamiento con los jefes de Israel se manifiesta en toda su fuerza y profundidad. Pero hay en Jesús un cambio de actitud. Ya no tiene miedo a que el equívoco sobre su persona pueda darse. Su muerte está cercana y todo quedará finalmente en claro. Por eso, ya no teme que se sepa que Él es el Mesías. En la ficha anterior hemos contemplado distintos episodios que marcan este camino del Mesías-Siervo. Aquí vamos a ver los últimos tramos del camino antes de entrar en la pasión, que son coherentes con lo anterior, pero que tienen un carácter decisorio porque Jesús ha llegado ya a la última estación. Jerusalén es el escenario donde el Mesías tiene que dar su testimonio definitivo y pasar la última prueba, el último examen de mesianismo. En esta ficha Jesús se presenta sin ambages como el Mesías anunciado por los profetas, aquel que va a morir según las Escrituras.
Trabajo personal I o . Le 19,28-40: Jesús entra en Jerusalén como Mesías de los pobres y sencillos 2. Alvaro GINEL, Celebrar la Cuaresma, Colección "Celebrar y orar", Ediciones CCS, Madrid "1998, p. 138.
Jesús se dispone a entrar en Jerusalén. El "Hijo de David", rey humilde, se dirige a su pueblo, la "Hija de Sión" (Zac 9,9). Jesús adopta
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un ritual de entrada cargado de signos proféticos. Su grupo le aclama entusiasmado porque le reconoce como el profeta escatológico. ¡Han comenzado los últimos tiempos! Jesús viene como el Rey justo, victorioso y humilde, montado en la cabalgadura pacífica de los campesinos de Palestina. En su cortejo no hay lujo ni soldados, no hay potencias. Son los pobres, los sencillos, los que cumplen el oráculo del profeta. Con este acto simbólico da a conocer Jesús el verdadero sentido de su mesianismo. ¿Mesías? Sí, ¡este Mesías! No es otro que el Siervo manso y humilde, el Rey pacífico. Su misión, que llega ahora a su cénit, tiene esta doble finalidad: 1. Que la humanidad haga suya la alabanza a Dios, que ya entonaron los coros angélicos en su nacimiento en Belén (Jesús-Rey nunca centrará a la gente en sí mismo, pues es "el que viene en el nombre del Señor"). 2. Que el servicio liberador del Mesías culmine en el acto de devolver la palabra a las muchedumbres sin voz, para que puedan recobrar la dignidad que los poderosos les han arrebatado y expresar sus sentimientos con libertad de corazón. Dios quiere que el Mesías "triunfe", que su Siervo tenga éxito (Is 52,13). El triunfo del Mesías no es individual ni revanchista. Es el triunfo colectivo del Pueblo sencillo. • ¿Qué buscamos nosotros: que nuestros proyectos e instituciones sean valorados y reconocidos por los poderosos, o bien que los pequeños de este mundo tengan más y más oportunidades para su desarrollo integral? • Dar a los pobres la palabra, para que sea escuchada y atendida por todos los hombres: ¿cómo nos dejamos interpelar por las voces de los sencillos?
2o. Le 19,45-48: Jesús cuestiona y purifica al Templo Jesús ama al Templo de Jerusalén desde su infancia; es su casa por ser la Casa de Dios (Le 2,49). Su fe aquilatada en la oración de los Salmos y en la lectura de los profetas era la luz que iluminaba todas sus acciones. Y desde ella había juzgado con tristeza la perversión del Templo. Era ya una institución corrupta que no llevaba hacia Dios. Los dirigentes del pueblo y los sacerdotes habían labrado su destrucción: el Templo estaba internamente desautorizado y desprovisto de futuro.
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El Rey-Mesías se encamina hacia el Templo. Sabe a lo que va, a restituir la verdad de Dios. Aquella Casa de oración que debía estar abierta a todos, se ha convertido en un lugar de comercio, que explota y excluye al pueblo de la bendición y de la promesa. Con su acción profética, Jesús desenmascara de un golpe a todos los mandatarios y a los que se aprovechan de la situación. No busca la purificación del Templo (ya no es posible). Va más allá: lo está declarando estéril como la higuera que no da frutos. Con su acción violenta intenta romper el circuito nefasto, hecho de intereses y mentiras. No es una reacción de malhumor, sino "una enmienda a la totalidad", una descalificación sin paliativos, un "boicot" al montaje perverso que allí se ha creado, remplazando al Templo del Dios vivo. El Padre no está encerrado en ese Templo ni en ninguno hecho por manos humanas. No son sacrificios de animales lo que Él quiere, sino que el hombre viva. Dios quiere ser adorado "en espíritu y en verdad" (Jn 4,23-24). La acción profética de Jesús en el Templo es la descrita en la vocación de Jeremías: "Mira, hoy te constituyo sobre naciones y reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y asolar, para edificar y plantar" (Jer 1,10). • ¿ Cómo ejercitamos hoy el ministerio de la denuncia profética según el espíritu del Evangelio?
Jesús, sin embargo, sigue enseñando en el Templo. Como dirá más tarde San Pablo, "con ocasión o sin ella " el pueblo sencillo tiene derecho a la predicación y a la instrucción en la Palabra de Dios. Y con mayor motivo, cuando se le somete a la tiranía de una religión falsa, hueca y superficial. Cuando se "desatasca" valientemente el tapón de la hipocresía religiosa, vuelven a brotar las ansias de la verdad, la confianza de las gentes sencillas en las propuestas religiosas sinceras. ¿Advertimos hoy en la gente este hambre de la verdad de Dios o la inapetencia y la desgana? ¿No será que no hemos limpiado la Casa de Dios de posibles "montajes" económicos, de exigencias moralizantes o formalistas? • ¿ Cuando aparece la búsqueda sincera, cómo respondemos a ella con una enseñanza vital, con un alimento sólido?
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3". Le 20,9-19: Jesús relee la historia del pueblo de Israel Jesús continúa enseñando al pueblo. Intenta clarificar las razones últimas del grave conflicto que se ha entablado en Israel entre sus dirigentes y Él. En la parábola de la viña y los viñadores, Jesús recuerda el permanente contencioso entablado entre Dios y su Pueblo. Así es la historia de Israel, una viña elegida y cuidada con primor que Dios plantó para que diese frutos, y los jefes se la han apropiado y se han puesto de acuerdo entre ellos con el fin de eliminar uno tras otro a todos los profetas que denunciaron la tropelía (cf. Is5,l-7). La historia de la antigua viña ya toca a su final. Los impostores llevarán a cabo sus planes matando al heredero. Pero el Padre se la quitará de sus manos criminales para dársela a otros, a todos aquellos que quieran trabajar y compartir los frutos. Con la muerte del hijo "fuera de la viña", así como la entrega de ésta a "otros labradores", Jesús habla de sí mismo y del rechazo del que es objeto, añadiendo su esperanza en el triunfo final del proyecto de Dios a través del sacrificio del Mesías. Según el evangelista, emplea para ello el mismo salmo que el pueblo entonó hace unos días cuando su entrada triunfal. Jesucristo es piedra angular que, rechazada por los constructores, se convierte en piedra base de la nueva humanidad. Al matar al Hijo, el viejo Israel ha firmado su propio finiquito. Empieza ahora una nueva era, un nuevo Israel sin fronteras, un nuevo Templo cuya piedra angular es Cristo, el Cordero sin mancha del que nos habla el libro del Apocalipsis. La parábola de los viñadores homicidas es un esbozo de la historia de la humanidad. Con la venida de Cristo en la carne, la gracia ha aparecido entre nosotros, pero también el pecado se ha desenmascarado y se nos muestra ahora con todo su descaro: ¡los hombres pretenden sustituir a Dios; o, peor aún, no le necesitan, les estorba! En este relato criminal sobresale, sin embargo, la pedagogía divina, que respeta la libertad humana sin abandonarla a su suerte. Por el contrario, Dios propone cada vez nuevas iniciativas, unas salidas más audaces y generosas. Hay ocasiones que se pierden para siempre, es verdad; pero otras las reemplazan. • Odios, gueria, injusticias, brutalidad, torturas, terror... ¿Cómo asumimos te maldad de los hombres, ese "misterio de iniquidad" del que habla San Pablo?
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• Cristo nos enseña a permanecer en la fidelidad del amor, sin agresividad pero sin vanas complacencias. Con Él podemos buscar, a pesar de todo, caminos de imaginación y de esperanza.
4 o . Mt 24,36-51: Jesús invita a la vigilancia y a permanecer en el servicio fiel El "día" y la "hora" es el triunfo del Hijo del Hombre, que sólo el Padre conoce en todos sus detalles. Por eso Jesús en cuanto hombre vive nuestra misma "ignorancia" y tiene que caminar en la pura fe. Sin seguridades ni garantías. El final nos sorprenderá en la ordinaria cotidianeidad como algo desconocido e imprevisto. Pero Jesús no subraya tanto nuestra ignorancia sobre el día y la hora (pues no necesitamos "saber más") cuanto la necesidad de la vigilancia y de la espera activa. En todo caso, estamos seguros en las manos del Padre y siempre podemos crecer en los sentimientos filiales. Sobre todo, Jesús nos enseña que sus discípulos han de vigilar y trabajar como el administrador fiel, que es quien hace que funcione la casa. El discípulo ha de hacer un trabajo humilde y discreto, sin pretensiones totalitarias. Pase lo que pase, en su pequeña medida se ha de emplear a fondo para que, día tras día, siga avanzando la humanidad, sabiendo que es el Padre el que va a llevar a cabo y dar plenitud a su obra, redimiendo finalmente al mundo de todas sus catástrofes e impotencias para que entre en la nueva creación. Jesús condena la actitud del mal servidor, que pretende justificar con la ignorancia su holgazanería. "Como no sabemos ni el día ni la hora, aprovechémonos de lo que hay, vivamos el momento presente". Esa actitud es la que le lleva a consentir y ser cómplice del abuso de los poderosos hacia los inferiores. Mientras tanto, ¿qué podemos hacer nosotros? No precisamente jugar a adivinos del porvenir, ni meternos en las vidas ajenas, sino hacer como el administrador fiel: preocuparnos de que nuestra casa, nuestra tarea, nuestra misión funcionen bien. El Señor no nos pide otra cosa. Ésta es nuestra aportación para la hora definitiva. • Fomentar la alegría de servir, resaltar la importancia "escatológica" del trabajo cotidiano bien hecho.
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5". Mt 25,31-46: Jesús nos deja una referencia segura: el amor al prójimo El Maestro cierra la enseñanza sobre el fin de los tiempos con una descripción grandiosa del Día del Señor. Jesús responde así a la pregunta de los discípulos sobre "cuándo tendrá lugar este acontecimiento". El juicio ya ha empezado "aquí". Cada instante está marcado con la huella de la misteriosa presencia del Hijo del Hombre en los prójimos que se cruzan en nuestra existencia. Lo que revela Jesús en esta parábola es extraordinario: la conducta que tengamos con esos pequeños será recibida como tal por el mismo Dios. Por eso, en el último día, puestos ante el Hijo del hombre, Rey y Juez escatológico, los hombres (le hayan conocido o no en esta vida), descubrirán asombrados que ya le amaron o despreciaron en el prójimo acogido o abandonado aquí en la tierra. Efectivamente, en esta descripción del juicio final, Jesús se identifica, con los hombres más desfavorecidos, a quienes llama sus "humildes hermanos". Las palabras "conmigo lo hicisteis" señalan esta relación misteriosa pero real que une a Cristo con cualquier hombre. Todo ser humano viene de Dios y está destinado a Él. Somos de su linaje (Hch 17,28), su viva imagen. Esta afirmación abstracta se verifica, precisamente, ¡en los más disminuidos, los más incómodos y menos atractivos de nuestros hermanos!
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de Dios en los demás es un misterio de fe que reclama nuestra atención, como la zarza ardiente a Moisés. • ¿ Cómo tiene que ser nuestra mirada y nuestro corazón para poder amar a Dios y al prójimo de una sola vez, sin falsos dualismos? • ¿Cómo conjugamos contemplación y acción para que Dios se nos revele en la sorpresa de la vida diaria? • ¿ Cómo nos ayudamos a ser profundos y a unificar nuestra vida?
Oración inicial - Algunos textos: • Sal 72 (71): Podemos hacer nuestros los sentimientos del Mesías-Rey humilde. • Ap 11,1-14: El triunfo final de los dos testigos pasa por la contradicción y la muerte. • Le 16,19-31. Grita profeta (Se puede comenzar con la canción siguiente)
Dios está en el hombre, dentro de él, dándole el ser y el vivir. Dios no está fuera de sus creaturas, como si sólo fuera su "constructor" o su "propietario". Dios no nos "manda" amar al prójimo como si fuera un legislador, o un benefactor de la humanidad. • A Dios le encontramos en cada uno, como su Padre amoroso. • A Cristo le reconocemos en los demás, como el Hermano primogénito. • A Dios le amamos en el prójimo porque todos compartimos un solo y mismo Espíritu de amor. Son éstas unas verdades de fe, una "bienaventuranza", que la filantropía humana nunca llegará a descubrir. Constituyen un hecho teologal, del que hay que partir, para que nuestra relación con los más pobres no se quede en ideología o en moralismo. Los cristianos no amamos al prójimo por Dios (= a causa de Él o, peor aún, en su lugar) sino en Dios, sin el cual ningún hombre es nada. La presencia
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1. Has recibido un destino de otra palabra más fuerte. Es tu misión ser profeta, palabra de Dios viviente. Tú irás llevando la luz en una entrega perenne, que tu voz es voz de Dios, y la voz de Dios no duerme. VE POR EL MUNDO, GRITA A LA GENTE, QUE EL AMOR DE DIOS NO ACABA, NI LA VOZ DE DIOS SE PIERDE, (bis) 2. Sigue tu rumbo, profeta, sobre la arena caliente. Sigue sembrando en el mundo, que el fruto se hará presente. No temas si nuestra fe
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ante tu voz se detiene, porque huimos del dolor y la voz de Dios nos duele. 3. Sigue cantando, profeta, cantos de vida o de muerte. Sigue anunciando a los hombres, que el Reino de Dios ya viene. No callarán esa voz y a nadie puedes temerle, que tu voz viene de Dios, y la voz de Dios no muere. Salmo del nuevo templo 1 Ya no Ya no Ya no Ya no Ya no
hay hay hay hay hay
murallas que cerquen al Dios del hombre. piedra sobre piedra que rompan la comunidad. vallas para libres y para esclavos. barreras para encontrarse con Dios, en verdad. mediadores que comercien con el hombre.
Ya no hay lugar sagrado que sea propiedad privada de unos pocos, de los que rezan y golpean su pecho y golpean el pecho del hombre con crueldad. Ya no hay espacio sagrado, que el hombre es libre de hacer de tu presencia un espacio de encuentro, como un mar. Ya no hay sacerdote que luzca capas bonitas de colores ni que llene el templo de incienso sin parar. Eres Tú, Señor Jesús, nacido de las ruinas de la muerte el nuevo templo alzado en cruz, en otro lugar. Has hecho, de lo profano, sagrado; has hecho al hombre templo donde encontrar a Dios y en él adorar a un Dios cercano y amigo de los hombres que caminan buscando en su sendero el rostro de tu Padre. Tu templo nuevo, Jesús, del hombre en la historia, es la construcción a pulso y gracia, sin cesar, de una tierra feliz y libre, hermosa y habitable, donde el hombre se sienta en casa: la Nueva Humanidad. Tu Nuevo Templo eres Tú, desde lo alto de la cruz, abierta la vida, el costado, las manos y pies, de par en par. Tu Nuevo Templo eres Tú, reconciliando al hombre con Dios y el hermano, como signo de fraternidad.
1. Emilio L. MAZARIEGOS, Salmos del alba, Centro Vocacional La Salle, Valladolid 1986, p. 85.
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Tu Nuevo Templo eres Tú, abierto a todos los pueblos en experiencia gozosa y libre de universalidad. Tu Nuevo Templo eres Tú, Señor Resucitado, donde el hombre encuentra, al encontrarte, un hogar.
Oración final
Piedra de apoyo Señor, enséñanos a ser piedra angular, a no amarnos a nosotros mismos, a no contentarnos con amar a los nuestros, con amar a los que nos quieren. Señor, enséñanos a pensar en los demás, a tener en cuenta su realidad, su ritmo, a saber reconocer sus dones y carísimas. Señor, hiérenos con el sufrimiento de los demás. Concédenos la gracia de descubrir que en cada minuto de nuestra existencia, hay personas que pasan todo tipo de necesidad. Ayúdanos a hacernos encontradizos. Que seamos piedra de apoyo para los cansados, que para los tristes y afligidos seamos consuelo; que seamos piedra de escándalo para los autosuficientes; y piedra de unión con todos los que quieren hacer un mundo más justo y fraterno. Señor, no permitas que seamos felices a solas. Haz que, participando de la angustia por la miseria humana, encontremos la dicha en el servicio. Si tal es tu voluntad. Amén.
Ficha 11 CENA Y DESPEDIDA Jesús nos deja los "memoriales" de su vida Presentación del tema Esta ficha tiene un carácter de recapitulación. En ella se condensa el conjunto del itinerario del Jesús histórico, que hemos ido siguiendo paso a paso y que está a punto de concluir en el Calvario. Vamos a seguir la misma pedagogía del Maestro, que ha querido dejarnos unos gestos "sacramentales", que sean como el testamento de su vida. No, un testamento puramente jurídico, moral o doctrinal. Tampoco constituyen "una regla de vida". Jesús no nos ha dejado "una fundación" que asegure su obra y su posteridad. Es más, mucho más. Es su actualidad en nuestras vidas: ¡El Padre nos ha dejado la Persona viva del Hijo y su Espíritu operante en nosotros! Los "gestos" que ahora vamos leer, profundizar y compartir no tienen parangón con ninguna otra realidad de nuestra experiencia histórica. Por eso, los vamos a llamar con un término nuevo, acuñado por las tradiciones cristianas del Nuevo Testamento: "memoriales del Señor". Los "memoriales" cristianos tienen estas características comunes: - Son una acción, algo que se hace, que tiene una visibilidad histórica y no se queda en meros sentimientos o en ideas. - Es el Señor quien toma la iniciativa y elige esta acción de un modo particular, dándola la simbología y el sentido que Él quiere. - De alguna manera, los "memoriales" sintetizan y resumen toda la vida y la misión de Jesucristo. Son un eje centrador y unificador de nuestra vida en Cristo.
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- Nos los da con un mandato imperativo de que los pongamos en práctica. Sólo practicándolos se comprenden y puede crecer nuestra fe en el Señor. - Su finalidad es la comunión de vida con Cristo, real y mística, y, unidos en Él, llegar a una comunión de vida con los hermanos. - Tienen una eficacia que supera toda posibilidad humana, pues proviene de la acción del Espíritu en nosotros. Por ella, nos vamos convirtiendo en "sacramentos vivos " del Señor en medio del mundo. - Todos los "memoriales" tienen especialmente en cuenta el "último paso", la entrega de la vida de Jesús en la Cruz, y sacan precisamente su fuerza del misterio pascual. La ficha nos propone trabajar cinco "memoriales" y una conclusión final.
Trabajo personal I o . Jn 13,1-17: El Lavatorio de pies Este relato, que sólo se encuentra en el evangelio de San Juan, ocupa en él el lugar de la Ultima Cena de los sinópticos, un puesto fundamental. Por eso, el evangelista nos lo presenta con toda solemnidad, teniendo presente el "tránsito" de Jesús al Padre, su Pascua definitiva. A veces reducirnos el Lavatorio a un gesto moral (ser serviciales, ayudarnos...). Pero es mucho más que eso. Con este gesto Jesús quiere expresar a sus discípulos quién es Él, dejándoles su identidad más profunda: es el Hijo-Siervo, el Hermano mayor que se hace pequeño... Por eso, ante la oposición de Pedro, Jesús se muestra intransigente; como siempre que intentó desviarle de su camino. Aquí está en juego algo innegociable. El Señor nos está indicando cómo cumple la misión recibida de su Padre. Es el Mesías de todos, que ha venido a convocar y a reunir a los hombres dispersos (Jn 11,51-52). Pero este cometido lo lleva a cabo empezando "por abajo", por lavar "lospies" a los hombres, que es la tarea más vulgar y ordinaria. Quiere acoger y abrazar a cada ser humano sin crear distinciones ni barreras, empezando por "los pies":
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lo más básico y común. Al contrario que los escribas y fariseos que quisieran reunir a Israel empezando desde ellos, "por arriba", buscando lo que sobresale y destaca (cf. Mt 23,1-12). Jesús, en cambio, no pone condiciones ni exige derechos. Unge los pies de sus discípulos, para que, tocados en el corazón, éstos se dejen conducir por Dios. Jesús reconoce ser Maestro y Señor, pero a su manera. Un "Maestro" por los suelos, a ras de tierra. Alguien que no tiene secretos con sus discípulos, porque les considera "sus amigos". Les ha recibido con gratitud de las manos del Padre y les ha formado en la fraternidad según el proyecto de Dios. Les quiere entrañablemente, a pesar de sus muchos defectos, y les expresa así su cariño y su reconocimiento, enjugando y perfumando sus pies de futuros apóstoles del Evangelio; unos pies que se perderán y fatigarán un día por todos los caminos del mundo. El Lavatorio es también un homenaje de gratitud del Maestro a los que le han seguido hasta el final y que, en el futuro, harán por Él y por el Reino "cosas mayores" (Jn 14,12). "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?" (Jn 13,12). Jesús me invita a una inteligencia creyente del gesto del Lavatorio, a compartir con Él la ternura del Padre por los cansados y abatidos. Jesús me quiere lavar los pies: es una verdadera experiencia espiritual, personal e intransferible. Sólo "se comprende" lo que se experimenta; si no, difícilmente podré lavar los pies a mis hermanos a la manera de Cristo. • Puedo repasar la historia de mi vida, recordando los detalles especiales de amor del Señor para conmigo. ¿En qué ocasiones ha tenido condescendencia conmigo y "me ha lavado los pies"? ¿A través de qué personas e instituciones? • Pedir al Espíritu que me ilumine para "comprender" la altura, la anchura y la profundidad del amor de Cristo Jesús. El relato de este "memorial" termina con una promesa de bienaventuranza. La práctica del Lavatorio (y lo que simboliza de identidad personal y actitud vital) nos une a Cristo Servidor de la humanidad y nos comunica una alegría insospechada, una felicidad que viene de Dios. • ¿En qué ocasiones hemos experimentado esta "bienaventuranza" del Lavatorio (del servicio humilde y sin imposiciones)? Revisar personalmente y en grupo: no basta con ser "serviciales"; Cristo nos invita a ser "servidores". • ¿En qué vemos prácticamente la diferencia?
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2". Jn 13,31-38: El Mandamiento Nuevo El término "mandamiento", tan utilizado en el evangelio y en las cartas de San Juan, no tiene el sentido de una ley jurídica o moral. Es, ante todo, una práctica existencial de Jesús, una experiencia teologal del Hijo en su obediencia al Padre, que Jesús nos la propone "imperativamente" desafiando nuestra natural tendencia o "razonar" y "controlar". En todo "mandamiento" va implícito un "Fíate de mí, haz lo que te digo y, más adelante, lo comprenderás". Es un imperativo-invitación en el que Maestro y discípulo se comprometen a buscar juntos la voluntad del Padre. De ahí que el fruto del "mandamiento" no sea la satisfacción moral del "deber cumplido" sino "permanecer en Cristo", como Cristo permanece en el Padre y el Padre en Él. Se trata, por lo tanto, de un verdadero "memorial", que nos ofrece unirnos personalmente al Señor, haciendo profundamente nuestra su misma experiencia vital. La "novedad" del mandamiento del amor mutuo radica, por consiguiente, en la experiencia histórica de Jesús. No es que fuera "nuevo" absolutamente. Los griegos ya conocían el valor supremo de la amistad. Los judíos destacaban la hospitalidad y el servicio mutuo. El amor del que aquí se habla es "el amor hasta el extremo ", el del Buen Pastor que da su vida por el rebaño. Sin exigir nada a cambio. En este texto Jesús propone a sus discípulos por primera vez el Mandamiento Nuew en un momento especialmente duro e inconveniente; en medio del anuncio de una doble traición, la de Judas y la de Pedro. ¿Cómo es posible que unos hombres que están dispuestos a entregarle o a renegar de El, sean capaces de vivir en el mutuo amor? ¿No es una paradoja o una pretensión ilusoria? ¿No nos mete Jesús en una aporía, en un callejón sin salida? "Como Yo os he amado"... Estas palabras nos pueden dar la pista para adentrarnos en el misterio. Jesús nos "ha amado primero" (1 Jn 4,19). Su amor nos ha precedido y nos sigue precediendo, independientemente de nuestra respuesta. Es una oferta de gracia, un amor teologal: es Dios mismo quien quiere amar a los demás "en nosotros". No nos exige grandes calidades morales sino sólo nuestra aceptación; abrirle nuestro corazón, irremediablemente egocéntrico, para que Él lo transforme en un corazón capaz de amar como Él ama. La comunidad cristiana nace de la fe, de la común escucha y respuesta a la Paábra de Dios. Como tal, está siempre en proceso, en el que caben a/ances y retrocesos.
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Con frecuencia tenemos una idea de la comunidad cristiana excesivamente "idealista". Nos exigimos un amor maduro desde el principio, como si todo ya estuviera resuelto por haber recibido un sacramento o profesado unos votos. De aquí nacen actitudes críticas y desencantadas, que obtienen el efecto contrario al que quieren servir. • ¿Nos damos cuenta de que los hermanos no los elegimos nosotros sino que nos los encontramos; que son para nosotros "un don del Padre" que hemos de acoger y cultivar con primor? Jesús ora al Padre por nosotros (Jn 17), para que lleguemos a "la unidad consumada". Ésta no es un "ideal" o una "utopía" de los hombres sino una promesa de Dios. Hacia ella tendemos sin pretensiones humanas, para acogerla como un regalo del Espíritu. La "unidad en el amor" no es el punto de partida sino de llegada en toda vida comunitaria. • ¿Cómo caminamos juntos en esa dirección de forma paciente y constructiva, con realismo y buen humor? ¿ Cómo asumimos nuestros pecados en el perdón fraterno? Según la promesa de Jesús, -"En esto todos reconocerán que sois discípulos míos: en que os amáis unos a otros"- el amor fraterno de los cristianos es el principal signo de su presencia en el mundo. Lo que nos identifica como cristianos no son ante todo unos ritos, unas prácticas morales, unas doctrinas o unos servicios religiosos sino la "koinonia", un estilo de vida fraterna que anticipa la comunidad escatológica. A menudo nos decimos que hemos de ser creativos y buscar "nuevos signos" más adaptados a la mentalidad actual, para que el mundo crea. Sin negarlo, este texto de San Juan nos apremia para que, por encima de todo, cuidemos el signo siempre vigente del amor fraterno. Como en el caso de "los primeros cristianos", según el libro de los Hechos, lo que sigue interpelando al mundo es el amor mutuo entre personas a las que no les une previamente ningún vínculo humano sino sólo el Señor, al que afirman haber conocido y del que dan testimonio. Para que este amor fraterno sea elocuente y cuestionador tiene que abrirse más allá de la propia comunidad cristiana y abrazar a los pobres y los desheredados de la tierra. • ¿Estamos convencidos de que lo que atrae a la gente hacia la fe no es el brillo de "nuestras obras" sino el "mirad cómo se aman"; que es preferible un poco menos de "protagonismo" e incluso de "eficacia" y un poco más de verdadera caridad?
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• ¿ Creemos en la fecundidad de ese amor fraterno poco visible y no aireado por los medios de comunicación (en residencias de personas mayores; en hospitales, centros psiquiátricos; con niños maltratados o deficientes...), donde no importan "las modas" sino las necesidades reales de nuestros hermanos?
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eclesiásticas, sino la valentía y la rectitud para mantenernos fieles y firmes en el "testimonio" de Jesucristo, aunque nos pueda costar la expulsión de la vida social, el exilio interior o exterior, o incluso la vida. Fijémonos en el caso elocuente de San Pablo recorriendo algunos textos:
3 . Jn 15,18-16,4: Las pruebas y las persecuciones
• El discípulo comparte con sano orgullo la "kenosis" del Maestro (su camino de abajamiento progresivo hasta la muerte en Cruz). Comparar FU 2,6-11 con FU 3,7-11.
Este tercer "memorial" tiene un perfil particular. No es, como los otros, una iniciativa del Señor, un "gesto" de su amor ensayado antes por Él. Al contrario, es algo "padecido", a su costa y a su pesar, por Él y por sus discípulos. Las pruebas y las persecuciones no se buscan, nos sobrevienen en contra de nuestra voluntad y del designio de Dios. Se sufren doblemente, por el daño que infligen y por venir de quienes vienen.
• Pablo identifica su vida apostólica como "un combate" contra el mundo, quien le planta batalla dentro y fuera de sí mismo. Este "combate" es ya una victoria en Cristo, pues, por la acción del Espíritu, los sufrimientos de Pablo, unidos a los de Cristo, están siendo constructivos para la comunidad cristiana y así va ensanchando y completando lo que falta a la pasión de Cristo en favor de toda la creación (Col 1,24-2,3).
Cuando Jesús dice que los discípulos seremos también marginados, perseguidos e incluso asesinados como el Maestro, no está adivinando el futuro ni presagiando un destino fatal. Simplemente, translada con realismo su propia experiencia misionera a los suyos, cuando, a su muerte, ellos asuman el relevo en la misión de anunciar el Reino de Dios a todos los pueblos para hacer de ellos discípulos suyos.
• La misión del apóstol es comparada también a "una carrera" como la de los atletas en el estadio, que nos exige dedicación y esfuerzos permanentes. El premio no nos viene de los hombres, ni siquiera de la iglesia, sino de Dios. Nuestra meta es... ¡Cristo mismo! Conocerle mejor y amarle más profundamente, para tener el gozo de dar testimonio de Él (FU 2,16-18; 1 Cor 9,24-26; 2 Tim 4,7-8; Hch 20,24).
La razón del "odio del mundo" no es puramente estadística o sociológica (una "mala racha" en contra de Jesús y los suyos); tampoco será una cuestión de antipatía personal, sino más profunda. La identificación del discípulo con el Maestro es tan íntima que ambos van a correr la misma suerte. Los dos se han ligado a la Palabra de Dios que anuncian. Su vida, en efecto, no es autónoma sino que los enviados están marcados porel Mensaje que han encarnado en sus vidas. Y serán aceptados o rechazados junto con él.
Todos los fundadores y fundadoras de congregaciones y movimientos apostólicos, todos los grandes apóstoles de la Iglesia, todos los militantes cristianos comprometidos con Cristo en medio de la sociedad... han tenido que sufrir personalmente innumerables pruebas y persecuciones. Sólo así se ha podido crear algo sólido y duradero, que ha desafiado al tiempo.
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Ante a esta realidad incontrovertible, el Hijo no responde con vaguedades o piadosos deseos ("ya vendrán tiempos mejores"), sino que nos promete el envío del Espíritu de parte del Padre. Éste nos dará la fuerza interior j será nuestro defensor frente a la hostilidad del mundo. Su ayuda no consistirá en demostrarle que "tenemos razón", en vencerle en su terreno con mejores razones y poderes, para arrebatarle la clientela. La finalidad de la Iglesia no es "liderar" al mundo, sustituyendo a los "sanedritas indignos" por otro "sanedrín virtuoso" (todo "sanedrín" se hace.al final, sectario). Los apóstoles de Jesús sólo somos "los testigos del Resucitado". Y el Espíritu nos asegura, no la permanencia imbatible de nuestras obras
Desde su experiencia ellos han hablado o escrito con frecuencia sobre la fecundidad del sufrimiento de cara al apostolado. Las pruebas soportadas suelen ser clarificadoras; constituyen el mejor "test" para verificar quién es verdadero discípulo de Jesucristo o quién es sólo "un aficionado" momentáneo. Repasemos las distintas iniciativas pastorales en las que hemos participado: • ¿Cuáles han quedado en pie y cuáles fueron flor de un día? ¿Qué personas las dieron solidez: las más brillantes o las que supieron "sufrir" cristianamente las adversidades? Saquemos consecuencias para nuestro trabajo apostólico actual: • ¿ Cómo formamos "testigos fuertes" de Jesucristo, ungidos por el Espíritu?
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4". IA 22,1-20: La Eucaristía Es el "memorial" del Señor por antonomasia, la síntesis suprema de la obra de Dios y la obra de los hombres. La Mesa eucarística es cruce de caminos y punto de encuentro de los que somos diferentes y desconocidos; por eso, la Eucaristía convoca a la humanidad desde Jesucristo y constituye a la Iglesia. Es Mesa de familia en la que se alimenta y refuerza la fraternidad; es cumbre y fuente de la salvación para el mundo. La preparación de la Eucaristía es fundamental, para no caer en un puro ritualismo. En un ambiente enrarecido (los enemigos están preparando la Pascua de la "perdición" para Jesús y los suyos) el Maestro manda preparar la Pascua de la fraternidad, en la que cada cual colabora con lo que es y tiene (sus gestiones, su tiempo, su casa y la sala de la cena, los alimentos, las bebidas...). El banquete mesiánico se prepara aportando los elementos de la vida diaria, y no solamente unos "sentimientos religiosos". La materia escogida por el Señor para confeccionar este "memorial" es el pan y el vino, "frutos de la tierra, de la vid y del trabajo de los hombres" (lo más elemental y ordinario, y no el producto de nuestras excelencias y méritos)'. Son, en todo caso, unas aportaciones positivas y abiertas, que se ofrecen a todos y a todos alimentan. Los que preparan el banquete eucarístico están, sí, amenazados de muerte. No pueden olvidar la siembra de cizaña que ya crece junto al trigo y que, a veces, parece sofocarle. Pero, como el Dueño del campo, no se dejan obsesionar por ello. La Eucaristía no se prepara "contra nadie", ni a la defensiva; es una fiesta limpia y amistosa, un banquete nupcial, que, si unos rechazan e incluso ofenden, otros gozarán sin haberlo "merecido" (cf. Mt 22,1-14). En el marco ritual de la Cena judía Jesús celebra algo más, "una Alianza nueva" sellada con su propia sangre. Nos deja como "memorial" la entrega sacrificial de su vida por todos y cada uno de nosotros, por todos los hombres. La entrega de Cristo -significada en su cuerpo y su sangre-es un acto de retorno al Padre, en un gesto de bendición y acción de gracias. En él engloba todo cuanto asume, todo lo que ha podido recoger en este mundo. En Cristo se cumple por fin la verdadera Alianza de Dios con los hombres. Por eso, su sacrificio es único y definitivo: "Por Cristo, con Él y en Él..." entramos ya en el
1. Sobre este puntoya se ha trabajado en la ficha 7.
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Reino de Dios. En el sacramento de la Eucaristía recibimos la gracia transformante del Espíritu y nos vamos convirtiendo en la nueva humanidad creada a imagen y semejanza de la del Hijo. San Pablo acusa a los corintios de que sus "eucaristías" son ocasión de divisiones y de profundizar en las desigualdades. Les exhorta, por lo tanto, a que "se esperen los unos a los otros" (1 Cor 11,33). Esta consigna va más allá de lo puramente funcional o ritual: la Eucaristía ha de ser una fuente de igualdad entre los hombres. "Esperarse mutuamente" indica un talante, un estilo de vida que atañe a todos los campos del ser humano. Supone una pedagogía que parte del valor básico de la persona, por lo que ella "es" en sí y también por lo que "tiene" o pueda tener -poco o muchopuesto al servicio de los demás. "Se trata, según San Pablo, de establecer la equidad" (2 Cor 8,13). Estas convicciones han de tener su traducción práctica. Señalemos algunas de sus repercusiones: • Repercusiones en el orden económico: cuestionar la mentalidad neoliberal dominante y sus secuelas de competitividad a ultranza, de promoción individualista; combatir el pillaje del que son objeto los individuos y los pueblos económicamente débiles; denunciar las políticas economicistas deshumanizadas; crear alternativas industriales y comerciales que respeten un orden justo y que acerquen a los hombres entre sí... • Repercusiones en el orden social: promover la emancipación de los pueblos pobres; luchar contra todo tipo de marginación, segregación o xenofobia; combatir la mentalidad consumista (comprar el "último modelo" de cada articulo, ir a la caza de la última novedad supone, de alguna manera, "no esperara los demás hermanos"...)... • Repercusiones en el orden eclesial: apostar por una Iglesia con mayor movilidad y participación de todos sus miembros (corrigiendo los vicios ya asentados del corporativismo, el machismo, la gerontocracia, el "escalafón"...)... • Repercusiones en el orden ecológico: gestionar hoy los recursos naturales y respetar el entorno vital, pensando en el futuro del planeta y de sus habitantes; desarrollar la técnica en un sentido conservacionista... La Eucaristía reúne a la Iglesia con una proyección misionera. Los que nos encontramos en torno a la Mesa del Señor hemos de tomar conciencia de que aún faltan muchos por venir. La celebración no ha de reforzar el "espíritu de campanario"; al contrario, nos ha de lanzar a los caminos del mundo, al encuentro de los hombres.
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5". Jn 14,1-26: El don del Espíritu
- La oración en común al Padre en su nombre.
El quinto "memorial" que vamos a meditar nos introduce en el más hondo misterio de nuestra existencia. En efecto, compartimos con Jesucristo no ya unos "gestos sacramentales", en los que El se hace presente y agente, sino... ¡su mismo Espíritu! ¿Cómo entenderlo sin recurrir a fríos tecnicismos teológicos?
- La escucha y cumplimiento de las palabras de Jesús (recogidas entre todos con rigor y veneración).
Los "memoriales" anteriores son claros y concretos (lavar los pies, practicar el amor fraterno, soportar las pruebas, partir el Pan y beber de la Copa...); son realidades de nuestro mundo visible, de nuestra historia diaria, que se hacen "sacramento", lugar de encuentro del Señor con nosotros. Pero aquí se trata de una realidad invisible y misteriosa, el Espíritu, que "nos habita", sin que nosotros necesariamente lo sepamos y lo busquemos; una realidad que difícilmente podemos identificar y discernir en nuestra historia diaria. Una vez más hemos de entrar en la paradoja del Evangelio. Jesús es, sí, la revelación de la Verdad de Dios, la fuente de la Vida, el Camino para ir hacia el Padre. Pero este camino se va a cortar bruscamente con su muerte y se va a hacer invisible. Los discípulos ya no tendrán a un Maestro concreto a quien seguir. Y... ¡aún les quedan tantas cosas que aprender! Incluso lo que han aprendido... ¡lo tienen tan poco claro! Sin Jesús están perdidos. Sin embargo, para Jesús la ausencia del Maestro no es ni un accidente ni una desgracia. ¡Conviene que sea así! No veamos en ello simples razones de pedagogía humana (para que los discípulos "tomen el relevo", con una mayor responsabilidad y madurez...). El Padre tiene sus proyectos y, para que éstos avancen, el Hijo, una vez cumplida su misión, ha de llegar a la derecha del Padre. Su humanidad encarnada tiene que ser transformada en humanidad gloriosa. De esta manera, como Primogénito entre muchos hermanos y Señor de cielos y tierra, seguirá siendo la referencia: nuestro Camino, Verdad y Vida. Pero en este mundo de "aquí abajo" los protagonistas serán los discípulos con la presencia en ellos del Espíritu prometido por Jesús. En efecto, con el cumplimiento de las promesas en Pentecostés un tiempo nuevo comienza. Ya no será Jesús el que marque los pasos concretos. Los Doce, en torno a Pedro, y todos los discípulos con María, la madre de Jesús, habrán de buscar juntos los nuevos caminos de la Ecclesía, para seguir convocando a los hombres en nombre de Jesucristo para el Reino de Dios. Cuentan básicamente con tres medios poderosos, practicados por el Maestro, y que ahora deben poner en práctica ellos mismos sin más dilación:
- La fidelidad al Espíritu Santo, para prolongar la memoria y la obra del Nazareno, sin repeticiones anacrónicas y con libertad creativa. Esta triple mediación -sobre todo, la presencia del Espíritu en cada uno y en la Iglesia- asegura una estrechísima comunión de vida con el Señor. Tan profunda que el evangelio de Juan ha tenido que rebuscar una palabra que ya resonaba en los comienzos de la encarnación: el Padre y el Hijo vienen a implantar en nosotros su "morada". Por el Espíritu vivimos una misteriosa cohabitación: Cristo en nosotros y nosotros en Él. No sólo no nos deja huérfanos sino que realiza en nosotros como una "segunda encarnación". Al prometernos el Espíritu, Jesús nos adelanta algunas "pistas", para que podamos discernir su acción en nosotros: • Será nuestro Paráclito, nuestro defensor. En Él encontraremos fuerza, energía y libertad frente a nuestras debilidades internas y, sobre todo, frente a la hostilidad del mundo. • Es un Espíritu de Verdad, que nos llevará a conocer más y mejor a Jesucristo y al proyecto de Dios del que es portador. Él nos abrirá a la inteligencia de la fe. • El Espíritu actualizará el pasado de Jesús en el presente de su Iglesia. De esta manera, los recuerdos históricos se convertirán en dinamismos vitales. El Espíritu Santo nos lleva a referir a Jesucristo todas las cosas, las de hoy y las de mañana, las positivas y las negativas. - ¿Descubrimos estas acciones del Espíritu Santo en nuestro mundo, en la Iglesia y en nosotros? - ¿Qué signos encontramos? ¿Cómo nos llevan hacia Cristo, a conocerle mejor y dar testimonio de Él ante el mundo?
6o. Jn 15,1-10: Destinados a dar fruto El camino del Siervo es un camino de glorificación, un proyecto fructífero. Tiene en sí la fecundidad del grano de trigo que se multi-
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plica. Pero para ello tiene que consentir perder su vida y morir (Jn 12,20-23). Se produce entonces una profunda "metanoia", un cambio cualitativo. El grano no muere totalmente, sino que a partir de él aparece algo nuevo (no, "más de lo mismo") y multiplicado (con la abundancia que Dios da a sus obras).
o de indicios. En este caso, se trata de un ejercicio teologal y no de nuestra racionalidad (cf. Gal 5,19-25).
Los discípulos de Cristo somos los testigos y servidores de esta novedad pascual, que engendra un Mundo Nuevo en medio de las distintas situaciones humanas, culturales y sociales. Unidos a Cristo, que es el nuevo retoño brotado en el viejo tronco de la humanidad, hemos de vivir nuestro testimonio con moral de victoria. La única condición es la de estar y permanecer injertados en Él.
• ¿ Cómo los descubrimos y los promovemos en medio de una cultura del brillo y de las apariencias externas?
Al compartir los "memoriales" que nos ha dejado, vivimos una comunión de vida con Él, que no se queda en una relación estática o puramente afectiva, sino que entramos en sus dinamismos y realizamos sus mismas obras y aún mayores. El texto que ahora leemos nos habla de los principales efectos de nuestra inserción en el tronco de la Vid: - Ser escuchados en la oración. Nuestra plegaria, unida a la del Hijo, siempre encuentra acogida en el Padre. En este sentido misterioso, nuestra oración es infalible. - Ser sus discípulos. Elegidos por Cristo y fieles a su persona, Él nos hace sus discípulos. Ya no es sólo asumir "su estilo de vida" (lo podemos copiar desde fuera, como un mero modelo exterior), sino dejarnos configurar con Él. Es una dimensión profunda que afecta a todo nuestro ser y hacer. - Dar frutos, que glorifican al Padre, porque proceden de Él y que son vivificados por la savia pujante del Espíritu. Según San Cirilo de Jerusalén, el Espíritu es como el agua que riega en nosotros la semilla de la Palabra y que produce frutos distintos "según su especie". ¿De qué frutos, pues, hablamos? Distinción entre "resultados" y "frutos": - Los "resultados" corresponden a ¡as capacidades autónomas, propias de la naturaleza humana que Dios ha querido otorgarnos. Por lo tanto, los podemos programar, realizar, evaluar. Tenemos para ello los datos y los medios necesarios. - Los "frutos" provienen de la acción directa de la gracia de Dios en nosotros. Los podemos acoger, corresponder y agradecer, pero nunca controlar. A lo sumo, intuir o discernir a partir de signos
Los frutos de Dios (la filiación y la fraternidad; la caridad sin límites; la alegría profunda; la sabiduría espiritual...) no hacen ruido ni dan espectáculo.
La acción pastoral de la Iglesia no puede quedarse en una búsqueda de "resultados" económicos, educativos o asistenciales; en una producción de "servicios religiosos"; en una recuperación de la influencia social a cualquier precio... • ¿Cómo fundamentar la pastoral en los "frutos" y no en los meros "resultados"?
Para el tiempo comunitario Oración inicial - Algunos textos: • Ez 11,17-20. • 1 Jn 4,1-6. ¿Quién es ese Dios?2 Decidme, hijos de la Tierra: ¿Quién es Dios? - tan desprendido - tan grande - tan vulnerable... ¿Quién es Dios? - que nos propone un amor, de igual a igual... ¿Quién es ese Dios, capaz de amarnos así? 2. Himno de la Liturgia de las Horas de la Conferencia Episcopal Francesa.
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¿Quién es Dios? para darnos a su Hijo nacido de mujer... ¿Quién es Dios? que quiere darnos a todos sus hijos a su misma madre... ¿Quién es Dios? para que se vuelva un perdedor, entregándose en manos del hombre..
¿ Quién es ese Dios, capaz de amarnos así?..
Oración final
Jesús, nuestro camino 3
¿Quién es Dios? que llora nuestros males, como una madre...
Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo (...).
¿Quién es ese Dios, capaz de amarnos así?
Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana.
¿Quién es Dios? - al que ninguno puede amar, si no ama al hombre...
Inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado.
¿Quién es Dios? - al que tanto se le puede herir, cuando herimos al hombre... ¿ Quién es ese Dios, capaz de amarnos así? ¿Quién es Dios? que de su muerte saca nuestro nuevo nacimiento... ¿Quién es Dios? para abrirnos su alegría y su reino...
Ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando (...). Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. Amén.
¿Quién es Dios? para ser nuestro Pan en cada cena... ¿Quién es Dios? que'invita incluso a nuestros cuerpos a entrar en su gloria... ¿ Quién es ese Dios, capaz de amarnos así? ¿Quién es Dios? El Amor es su nombre y su rostro... ¿Quién es Dios? que hace de nosotros, hijos suyos a su imagen...
3. Texto tomado de la Plegaria Eucarística V/b del actual Misal Romano.
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Ficha 12 CAMINO DEL CALVARIO Cómo vive Jesús las "experiencias límite" Presentación del tema Llegamos ya al tramo final del camino. Los últimos "pasos" que 'amos a seguir constituyen entre todos el Paso supremo, la última y lefinitiva Pascua del Mesías Jesús hasta su consumación en el Padre. Su itinerario humano-divino se quiebra bruscamente. Ante la pers>ectiva ya próxima y segura de su muerte Jesús se dispone a entrar en )tro terreno. Pronto vendrá un cambio de plano radical, el de la Resurección, que contemplaremos en la ficha siguiente. Pero aún le quedan a Jesús un puñado de experiencias por vivir, ion precisamente esas "experiencias límite", frente a las que se ;ncuentra abocada nuestra condición humana desde el principio hasta :1 final de nuestros días, a causa de nuestra finitud y de nuestra fragililad constitutivas. Jesús también las ha vivido y en grado sumo. ¿Qué suponen estas "experiencias límite" (el sufrimiento, la traición, el desamor, la injusticia, el abandono, la muerte...) en el itinerario de Jesucristo? ¿Por qué le llegan y cómo las vive? - Para unos cristianos, son el cumplimiento de un plan cruento concebido por Dios para salvar al hombre, al que el Hijo se somete mal que le pese. Y, así, nos da ejemplo de obediencia y de autoinmolación. - Para otros, son la simple consecuencia de haberse encarnado en nuestra humanidad; el salario que se ha ganado por sus obras y
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sus opciones. Esta muerte en cruz sería, pues, el remate lógico de su vida, el porvenir que, paso a paso, Él mismo se fue labrando. Las dos posturas -extremas y contrapuestas- tienen algún fundamento, pero ambas resultan insatisfactorias. La primera "se pasa", adjudicando al Padre un designio trágico, del que Dios no sólo no es autor sino más bien sujeto "paciente". La segunda, se queda en el fenómeno superficial, en el terreno de las causas humanas. El Jesús que hemos conocido a lo largo de este itinerario; el Maestro de Nazaret, al que hemos ido escuchando y al que hemos seguido, fue en todo momento un hombre ordinario, pero con una misión particularísima y con unas motivaciones insondables y misteriosas. Siempre ha habido en Él "un algo" que escapaba a sus más próximos y que continúa hoy inquietando a la humanidad varios siglos después. Nunca le hemos visto "jugar a héroe", a personaje épico o novelesco. Si fue pobre y sufrido, no lo hizo para "darnos buen ejemplo", por redimir a los oprimidos de la tierra, o, menos aún, por ganar un absurdo campeonato de ascetismo, haciéndose voluntariamente el más penitente y austero de los mortales... No buscó la rivalidad sino la normalidad. Si el Padre no le hubiera señalado una misión específica, habría pasado desapercibido muy a su gusto, continuando su vida en Nazaret. Jesús no buscó "el límite" por espíritu de aventura o por amor al riesgo. No precisaba de ningún reto o estímulo exterior para dar sentido a su vida, lo encontraba dentro de sí. Estaba en las manos del Padre y lleno del Espíritu Santo. ¿Qué más podía necesitar, si Dios mismo era el Amor "sin límites" de su vida? Y, sin embargo, viene "la hora", ya anunciada y presentida, en la que "el Hijo del Hombre tendrá que sufrir y padecer" de parte de los hombres. Es "la hora" decisiva en la que Jesús llega "al límite": - al límite de sus fuerzas humanas, físicas y psíquicas, - al límite de su comprensión de las cosas de los hombres... y de las de Dios. ¿Hasta dónde llega este "límite" en el Hombre-Dios? Éste es el misterio al que nos vamos a asomar con la ayuda de algunos pasajes evangélicos que nos pueden valer para orar, reflexionar y compartir.
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Trabajo personal I o . Le 22,39-46: Jesús experimenta la impotencia y la debilidad extremas Junto con el título veterotestamentario de Siervo hay otro que no podemos omitir, sobre todo en este punto en el que nos encontramos: el de Cordero de Dios, que, fundado en una rica tradición bíblica, le asignará Juan Bautista (Jn 1,29.36). Jesús es, en efecto, el Cordero inocente que quita los pecados de su pueblo cargando con ellos, asumiéndolos de alguna manera sobre sí mismo. Por ejemplo, perdona, sí, los pecados del paralítico, de la adúltera...; libera a los hombres de sus ataduras morales y físicas. Todas estas acciones son sin duda positivas y beneficiosas, pero antes o después le pasarán factura por ellas. Hay cosas que no se pueden realizar impunemente: el "mundo" no las olvida ni las perdona. Jesús "se la cargará"... Así ha sido. Hasta este momento Jesús fue cargando con ciertos pecados de los hombres, con "algunas" de sus culpas. Su ministerio liberador de Mesías era forzosamente parcial e insuficiente. No podía llegar a todos, ni tampoco parecía importarle demasiado. Jesús no fue corriendo de un lado para otro apresuradamente, como a veces nos ocurre a nosotros, queriendo suplantar con nuestro activismo la acción de Dios. Durante los tres años de su vida pública hizo lo que pudo y se quedó tranquilo. Tenía la conciencia de que el Padre, de quien todo depende, no le pedía otra cosa. Pero en Getsemaní ahora es distinto. Se le ha venido encima todo el pecado de la humanidad, la malicia y las frustraciones de todos los hombres, de todos los tiempos. Es más, San Pablo llegará hasta decir que Jesús "está identificado con nuestro pecado" (2 Cor 5,21). ¡Hasta ese punto le ha llevado el amor por nosotros! Estamos casi tocando con los dedos el misterio más desconcertante del cristianismo. Jesús, en cuanto Hijo, goza de la plena presencia y apoyo de Dios Padre; pero, en cuanto "hecho pecado", este mismo Dios tiene que separarse de Él: su incompatibilidad con el pecado de sus creaturas es absoluta. Jesús está con nosotros en la desgracia y la muerte, a nuestro lado de la trinchera, y ya no experimenta la presencia confortadora del Padre. Es la noche total, la "noche oscura" del Verbo encarnado, que haría palidecer a la de nuestros mayores místicos. En el Huerto de Getsemaní Jesús experimenta la impotencia, hasta el pavor; el sinsentido
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de todo, hasta el hastío; la fragilidad de la existencia, hasta la angustia. Se siente "condenado a la muerte total". Perdido el contacto con el Padre, todo está perdido: la creación está condenada a la frustración, la humanidad está amenazada de ruina y Él mismo siente rondar el fracaso y la duda. ¿Ha llegado a cumplir lo que el Padre quería? Además, si él muere, todo se acabará, pues sus discípulos no están aún globalmente preparados. La perspectiva de la consumación del Reino, que tanto había acariciado su espíritu, se estaba desmoronando por momentos, dejándole en medio de las tinieblas. ¿Se frustrará para siempre el Proyecto de Dios? Sólo le queda orar con lágrimas de sangre; la oración de la súplica reiterada, desnuda; la oración del abandono y el despojo. Sólo le queda la obediencia pura, la entrega incondicional a Aquel cuyos designios se le escapan, cuya lejanía le estremece. Como los discípulos, nosotros también dormimos de tristeza. Nuestra naturaleza no puede soportar el compartir ni siquiera un minuto esta pasión del Cordero inocente. ¿Quién es capaz de conocer el dolor del corazón del Hijo amado y abandonado? ¿Quién puede ni siquiera sospechar tal contradicción clavada en el alma de Cristo? A tal dolor, tal consuelo. Sólo el enviado del cielo, podía devolverle la fuerza y la paz. Ésa que únicamente Dios puede dar, más allá de todo razonamiento o ensueño humanos. El ángel, es verdad, no le resuelve su situación límite (que en esta vida es irresoluble) pero le ayuda a levantarse y a proseguir el camino. Ya no se preocupará más de sí mismo sino de los suyos. Seguirá siendo hasta el final su Maestro y su Buen Pastor. La oración de súplica del cristiano no es un último remedio que se utilice cuando falla el resto. No está al mismo nivel de los demás medios humanos (que, por supuesto, habrá que emplear). La oración nos pone directamente en contacto con Dios en el claroscuro de la fe. A Él nos encomendamos más allá de toda evidencia. No buscamos en principie "la solución" a nuestro caso personal, sino, sobre todo, su ayuda y su presencia; la seguridad de cumplir su voluntad y de que Él está de nuestra parte. • ¿Qué experiencias hemos tenido de esta oración de "Getsemaní"? • ¿ Sabemos acompañar la angustia de nuestros hermanos con paz y esperanza, para que no caigan en la tentación del abatimiento?
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2". Le 22,47-62: Jesús experimenta la traición y los pecados de los suyos Se levanta de la tierra, se sacude el polvo, se enjuga el rostro; una vez más ha vencido la tentación con la ayuda del cielo. Lo lógico, lo "humano" hubiera sido escapar buscando un subterfugio; incluso, hubiera encontrado "una salida elegante". Pero, para eso no ha hecho el camino hasta Jerusalén. De nuevo está en pie, haciendo frente ahora a las circunstancias más duras de su corta vida, pero que le traerán un conocimiento más profundo del designio de Dios y de la condición humana. Jesús no ha provocado a los poderes públicos. Son éstos -en las personas de sus máximos representantes- quienes vienen a prenderle con armas, nocturnidad y alevosía. En el fondo, le temen y no porque sea un bandido, un sectario celóte, un violento contagioso. Todo lo contrario, Jesús reprimirá los torpes conatos de violencia de algunos de sus discípulos. Está convencido de que las armas no tienen nada que decidir en este asunto. Le temen, sí, porque "una fuerza salía de Él" (cf. Mt 6,19), que ni ellos ni nadie acertaba a definir ni a clasificar; una fuerza atractiva para los de arriba y los de abajo, para los justos y los pecadores. Esta fuerza fascinante, que le llevaba a curar y a hacer el bien, constituía "su poder", precisamente el más "peligroso" para cuantos se resisten a la verdad y al amor. Pero en esta hora, ¡oh misterio!, reina ya otro "poder", "el poder de las tinieblas". Todos los suyos, tentados por Satán (el príncipe de las tinieblas), se han puesto en contra de Él. Por despecho, ambición, fanatismo o cobardía... ahí están "los suyos". Su amigo Judas. Su incondicional, Pedro. Y también los jefes de "su pueblo", a los que Jesús respeta y estima religiosamente. Todos buscan o, al menos, consienten su perdición. Una sola intervención del cielo les habría desarmado y puesto en ridículo. Pero Dios no quiere interferirse en las decisiones ya asentadas en el corazón del hombre. El "poder de las tinieblas" es el de la libertad humana erguida en contra de Dios y que éste se obliga amorosamente a respetar. Aunque esté en juego la vida de su Hijo. El "límite" de la libertad de los otros es a veces muy duro de aceptar. Mientras las cosas van bien y todos coincidimos fácilmente en los proyectos y en las decisiones, ¡qué bonito es respetar y favo-
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recer la libertad ajena! Pero cuando los otros se resisten a nuestros planes, o se revuelven claramente en contra nuestra; peor aún, cuando aprovechan la confianza y la libertad que les reconocemos para hacernos daño... ¡qué impotentes y qué solos nos sentimos! ¡Cómo nos revolvemos indignados! ¡Qué rápidamente pasamos del amor al odio!... En la contrariedad Jesús no reclama más "poder" para imponerse a los malvados. Es consciente de que ya nada puede, nada le pertenece y nada debe exigir. Sólo Dios puede cambiar los corazones, suscitando la libre conversión de las personas. Y lo deja en sus manos. • Cuando hemos llegado al límite de nuestras posibilidades... ¿cómo compartimos nosotros estos sentimientos y actitudes de Jesucristo? Dios no es un "reformista" moral. No busca cambiar desde fuera las conductas extraviadas de los hombres sino que éstos se abran libremente al gozo del perdón y del amor compasivo. Ahora los enemigos de Jesús se sienten fuertes y "poderosos": ¡Dios no interviene en favor de este "mesías"! Su silencio parece darles razón y provoca el escándalo en el corazón de los discípulos aún dubitativos. El Padre consiente en que "los poderes de este mundo" lleguen al "límite" de la maldad decidida. Ya sólo ante el horror y el espanto de los hechos consumados podrán recapacitar y volver sobre sí mismos. Entonces, si aún acuden a Dios, éste podrá tomar de nuevo la iniciativa y sorprenderles con un "Amor sin límites". Sólo Dios puede amar así. Jesús, que no deja de hacerse preguntas ante tantas cosas que ignora o le sobrepasan, se mantiene fiel y obediente. Con su actitud discreta y digna, sin altivez ni "resignación", colabora con su Padre de la única manera posible, llegando con Él hasta el final, esperándolo todo sin cerrar ninguna puerta. Ante situaciones humanas "imposibles", ante evidencias insoportables... (en la familia, en la comunidad, con los amigos, con la autoridad...). • ¿ Cómo solemos reaccionar? • ¿De qué manera podemos seguir amando sin claudicar?
3 o . Le 23,13-25: Jesús padece el rechazo de su pueblo Los jefes de los sacerdotes, los escribas y los doctores de la ley, los sanedritas... razonan su decisión. "No cumple la Ley... amenaza al Templo... Se dice el Mesías, pero ¡es de Nazaret!... Su pretensión no se
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corresponde con las profecías antiguas". De todo ello deducen. "¡Es un impostor peligroso! ¡Tiene que morir!". Herodes y Pilatos, por su parte, no entran en esta argumentación nacional-religiosa. Se pasan mutuamente la responsabilidad del caso de este sujeto curioso y atípico. No hallan en él causa de condena y sí toda la trama oscura de intereses y de fanatismo que ambos ya conocen en los acusadores de Jesús. Pilatos y Herodes son gobernantes y están acostumbrados a reaccionar de otra manera: lo que cuenta por encima de todo es "la razón de estado", la conservación del poder, el mantenimiento del orden. Y ¿el pueblo? ¿Tanto han podido influir los argumentos de las autoridades en la masa popular como para cambiar globalmente su voto en favor de Barrabás y en contra de Cristo? Esta explicación aparece a todas luces insuficiente. El pueblo puede ser voluble, la psicología de las masas es un tanto imprevisible, pero no hasta ese punto, si no hubiera ya un especial "caldo de cultivo". Por los distintos motivos que hemos ido descubriendo a lo largo de nuestro "itinerario", también la gente sencilla está confusa en sus sentimientos respecto a Jesús. Sus ideas se debaten entre la admiración y la decepción. Quizás no tienen muchos argumentos pero sí les embargan unas pasiones turbulentas y cegadoras. Y en ese estado de ánimo es muy fácil dejarse seducir por medias verdades o por promesas más inmediatas y tangibles. A los unos y a los otros, a los de arriba y a los de abajo, les falta la claridad de una fe pura como la de María y la de todos los que con ella llegarán hasta el pie de la cruz. A estos últimos les mueve lo únicamente válido en esta hora: una compasión sincera hacia Jesús y una confianza absoluta en Dios, a quien no necesitan pedir explicaciones. Ante una situación límite sólo cabe una fe límite. ¿Cómo se pudo llegar tan lejos en la condena del Nazareno? Los razonamientos humanos y las pasiones descontroladas, dejados a su propio dinamismo, resultan al final mortíferos. En principio, la sola idea de matar a un inocente espanta a toda persona biennacida. Pero, cuando se trata de elegir entre "él" o "yo", basta una palabra aparentemente autorizada o una soflama brillante para inclinar la balanza en contra del justo. ¡Es tan poderosa la coincidencia numérica o estadística, es tan fuerte el peso de "todos contra uno"! • Analicemos algún caso conocido de flagrante injusticia o crueldad de "todos contra uno".
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• ¿Cuáles son los mecanismos humanos que se han desencadenado? • ¿Algunos se resistieron a la mayoría y fueron fieles hasta el final? ¿Cómo pudieron hacerlo? Jesús conoce por propia experiencia una última manifestación de la degradación humana: la irresponsabilidad y la cobardía colectiva de la masa, que tantos crímenes ha producido y sigue produciendo en la historia. • Cuando se trata de ir contracorriente de la mayoría, hay que tener las ideas muy claras y las convicciones muy firmes, fruto de una fe sólida, para creer a pesar de todo en el triunfo final de la Verdad y del Amor.
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Jesús no lo sabe y lo pregunta con las palabras angustiosas y orantes del Salmo 22: "¿Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado?". Y con esta súplica clavada en el alma, Jesús reunió sus últimas fuerzas para lanzar un grito indescifrado y misterioso y entregar con él su atribulado "espíritu", todo su ser humano. En la versión de Mateo, leída honestamente, no hay más. Nada de espiritualidad barata; ni alivio, ni socorros de ninguna clase. Sólo burla y desprecio. Jesús muere en el despojo más absoluto. Humanamente lo ha ido dando todo: lo que voluntariamente quiso y lo que salvajemente le han arrebatado. Jesús se va de este mundo sin nada propio, ni físico (un cuerpo roto y desfigurado) ni espiritual (un alma desolada, llena de preguntas sin respuesta).
• ¿ Cómo distinguimos esta fe sólida de la testadurez de espíritu? • ¿ Qué signos y criterios?
4 o . Mt 27,32-54: Jesús experimenta en la cruz el abandono y la tentación Llegamos al momento supremo. La versión de Mateo sobre la crucifixión de Jesús es la más áspera y dura de las cuatro. Mateo está especialmente atento al cumplimiento minucioso de las Escrituras en la pasión, la agonía y la muerte de Cristo. Y nos la presenta en toda su escueta desnudez. Los que acompañan a Jesús hasta lo alto del Calvario son la soldadesca y algún que otro mercenario (Simón de Cirene). Sus discípulos más fieles se mantienen a cierta distancia (Mt 27,55-56). Quienes llegan hasta la cruz son sus enemigos, que no le ahorran insultos e ironías. A su lado han crucificado a bandidos que, en la versión de Mateo que ahora leemos, consumen sus últimos alientos de vida en maldecir e injuriar a Jesús y a su pretendido "dios". En este contexto extremo e inhumano reaparece la tentación. De nuevo la desolación y la oscuridad más tenebrosa se apodera del "espíritu", del alma humana de Jesús. Se le está apagando el soplo vital y el Padre no viene de su lejanía a dejarle siquiera un pequeño signo de su presencia. El Hijo está a punto de cumplir su parte en el proyecto salvífico divino. Pero el Padre ¿dónde está?, ¿de qué maneía cumplirá la suya?
La representación "mateana" de la muerte nos anuncia la verdad más amarga de nuestra existencia. Vivir es "darlo todo" día a día, minuto a minuto. De lo contrario, la muerte se encargará crudamente de arrebatárnoslo: hasta el último céntimo, hasta el último afecto, hasta la última ilusión. La vida no es una broma. El ser humano... ¡muere del todo! Si Dios no le sostuviera y le siguiera llamando a la existencia, "es como un animal que perece". Por sí mismo no es inmortal (¡vana pretensión, fugaz consuelo! Sólo y en todo de Dios dependemos. • La única manera de prepararnos a bien morir es irnos despojando cada día de cuanto somos y tenemos; ir soltando lastre voluntariamente, buscando el provecho de los demás, para que nada de nuestra vida caiga en el vacío. Contemplada de esta manera, nuestra muerte es la tarea más actual y apremiante que tenemos entre manos.
Varios autores han tratado de "la fe de Jesús". En cuanto hombre, su experiencia de Dios no era ni directa ni inmediata. Por eso, compartió las distintas representaciones de lo divino propias del pueblo judío y, a lo largo del itinerario que hemos contemplado, tuvo que irlas purificando, para únicamente "adorar a Dios en espíritu y en verdad". La última representación, la última imagen de Dios, a la que Jesús se asía fuertemente, era la de Dios-Abbá, la de su Padre entrañable. Pero en la Cruz Jesús vive "la noche oscura de Dios": su Padre es impotente para salvar al Hijo. ¡Jesús se ha quedado sin "representaciones", sin imágenes positivas de Dios: sólo le habita la desolación y el vacío!
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La experiencia mística cristiana ha de pasar por esta fase negativa, por esta purificación profunda y total. Las distintas representaciones de Dios nos son necesarias para el camino, pero todas ellas, sin ser falsas, son provisionales y relativas. Como tales, en su momento han de ser superadas; dolorosamente, a veces. Es el precio, para no detenernos en nuestras propias obras. Para no confundir al Dios vivo con las imágenes que de Él nos hacemos y con las palabras que nos sirven para nombrarle; para no caer en nuevas idolatrías... Al final del camino, el creyente, como Jesús, se queda sin imágenes, sin nada. Dios no está lejos, sino "más allá" de nuestras representaciones sobre Él. Es necesario desprenderse de ellas para que el Dios vivo se me entregue en plenitud. ¡Ésta es la última muerte, la más difícil! Dios quiere darse a conocer al hombre en sí mismo, ser la Vida de su vida. ¡La experiencia mística es la más auténtica experiencia-límite! • Para que Dios se afirme en mí, yo tengo que saber callar. • Para que Dios me encuentre, yo tengo que renunciar a poseerle. • Para que Él sea mi Luz, yo tengo que aceptar entrar en la noche.
En la muerte de Cristo, la respuesta paterna al inmenso sacrificio filial no se hace esperar. Pero será después de expirar, una vez doblada la página de su vida terrestre. Los primeros signos de Dios no dejan de ser significativos: - El Templo, el antiguo orden, se resquebraja. Ya no habrá más barreras de separación religiosa, ni entre judíos y gentiles; ni entre santos y profanos. Cristo es el Salvador de todos, el Sacerdote cósmico. - Se anticipa la resurrección de los muertos; comienzan los tiempos nuevos. Laescatología ha entrado en la historia. En el juicio del Hijo converge de alguna manera el Juicio final, la resurrección de todos los muertos para la Vida. - Los primeros en convertirse y arrepentirse son aquellos que están al pie de la cruz, físicamente más cerca de la Cruz (o, por mejor decir, aquellos a los Jesús crucificado se aproximó más y más, como lo había lecho a lo largo de toda su vida hasta el final). Allí
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están los bandidos, los pecadores, los paganos, las prostitutas... Aquellos desconocidos que realizan un trabajo repugnante y de mala fama, los despreciados de la sociedad, confiesan a corazón abierto: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios". • ¿Conocemos a algunos "convertidos" así de sinceros?
5o. Le 23,33-49: Jesús se entrega confiado en las manos del Padre Leemos ahora la versión del evangelio de San Lucas sobre el mismo episodio anterior. Sin necesidad de ser un técnico en Sagrada Escritura, cualquiera puede advertir las diferencias. En esta versión Jesús muere en la cruz con el corazón pacificado, pidiendo el perdón del cielo para sus verdugos. Recibe, además, antes de expirar algún signo consolador, como lo es la emotiva conversión del Buen Ladrón. Se va de este mundo con la convicción de que su sacrificio no ha sido en balde. En consecuencia, su último grito tiene un contenido de profunda confianza filial: "Padre, entre tus manos encomiendo mi espíritu". Son palabras de otro Salmo [31 (30)], en las que la angustia ha dejado lugar a la serenidad. Jesús entrega al Padre un espíritu fuerte y sosegado. Los escritores espirituales desde la antigüedad han visto en ello la entrega del Espíritu Santo. El Verbo encarnado, al final de su carrera, devuelve el Espíritu sumisamente al Padre de quien lo recibió. Éste lo distribuye a sus hermanos y a toda la creación. En efecto, a la muerte de Jesús se suceden de inmediato diversas conversiones, con un carácter al mismo tiempo más personalizado (el centurión) y más universal ("todas las gentes anónimas allí reunidas"...). Los discípulos de Jesús reaccionan más positivamente (José de Arimatea, las mujeres que le seguían desde Galilea...). De algún modo, Lucas nos indica que, con la entrega del Espíritu por parte de Jesús en la Cruz, se ha cumplido ya el requisito para que el Padre comience una nueva etapa de la historia salvífica, la convocación de la Iglesia. Nos encontramos ante una perspectiva más "edificante" y apologética. Lucas compone sus relatos -lo dice expresamente- "para confirmar la solidez de las enseñanzas recibidas" por las comunidades cristianas a las que se dirige (cf. Le 1,4). Las dos versiones -Mateo y Lucas- difieren considerablemente y no es cuestión de "apañarlas" con retorcidas explicaciones para hacer-
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las coincidir. Son dos puntos de vista distintos que liemos de acogerlos en su diferencia. Seguramente la magnitud de la Pasión y la Muerte de Cristo no cabe en un solo evangelio y todo relato humano, por muy inspirado por Dios que le consideremos, será siempre parcial y fragmentario. Mateo nos presenta una muerte áspera y desabrida: la vida de Cristo termina en plena tentación. Lucas nos presenta una muerte pacífica y consoladora, cargada ya de frutos de salvación. Las dos perspectivas son verdaderas, pero irreductibles entre sí. Todos tenemos experiencias propias y ajenas de sufrimiento, de cruz y hasta de muerte. No todas son iguales ni se viven de la misma manera. Como en las malas películas, nosotros quisiéramos arreglar el final para que los episodios duros "terminen bien". Pensamos que la virtud y la santidad han de "notarse" en esta vida y, cuando no es así, pensamos mal. Pues bien, la versión de Mateo nos invita superar este residuo maniqueo. La fidelidad a Dios nos lleva a esperarlo todo y sólo de Él, aunque siga en silencio y ausente. Nos invita a mirar esta vida en su finitud y provisionalidad. La historia humana, personal o colectiva, no siempre deja las cosas en su sitio, ni restituye la justicia a los inocentes. ¡Tantos hombres han desaparecido sin el consuelo de ver reivindicada su causa y su dignidad! En suma, el fracaso no siempre es signo de la maldición divina, como aseguran los fundamentalistas. Desde esta perspectiva podemos releer la historia de nuestra vida y la de los demás; la historia reciente de nuestras iglesias, congregaciones o comunidades: ¿hay signos de muerte que son el preludio de la Vida? Si Dios nos ha dado el consuelo de ver algunos frutos de nuestra entrega vocacional o pastoral... ¿por qué será?, ¿cómo lo habremos de aprovechar?
Para el tiempo comunitario Oración inicial - Algunos textos: • Sal 38 (37). - Podemos orar con el siguiente Himno del Oficio divino:
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¿Cuándo, Señor, tendré el gozo de verte? ¿Por qué para el encuentro deseado tengo que soportar, desconsolado, el trágico abandono de la muerte? Padre mío, ¿me has abandonado? Encomiendo mi espíritu en tus manos. Los dolores de muerte sobrehumanos dan a luz el vivir tan esperado. Se acabaron la lucha y el camino, y, dejando el vestido corruptible, revistióme mi Dios de incorruptible. A la noche del tiempo sobrevino el día del Señor; vida indecible, aun siendo mía, es ya vivir divino. Amén.
Salmo de abandono (inspirado en el Salmo21 [22]) Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Te grito, oh Dios, y Tú estás distante. Te grito, oh Dios, y no tienes palabra para conmigo. Te grito de noche, y mi voz se pierde en el eco. Te grito de noche y no me haces caso. ¡Dios, Dios mío! Me han dicho que quien confía en Ti Tú lo pones a salvo. Me han dicho que gritaban y Tú les dejabas libres. Me han dicho que en Ti ponían su confianza y nunca los defraudaste. ¡Yo no sé nada de eso!, ahora no entiendo de confianza. Sólo sé gritar, Dios mío, y quedarme a solas en mi grito. Me siento como un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio de muchos; y mi corazón me dice que se ríen de mí precisamente porque acudí a Ti, para que me pusieras a salvo.
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Tú me llamaste a la vida, me guardaste entre tus manos. Tú eres mi Dios, aunque nada sienta. No te quedes lejos, Dios mío, que el peligro está cerca y nadie me socorre. Estoy rodeado de violencia. Estoy como agua derramada. Tengo el corazón como cera, que se derrite en mis entrañas. Tengo la garganta seca como tierra sin agua. La lengua se me pega al paladar. Me veo apretado contra el polvo de la muerte. Me siento despojado, desnudo, sin fuerzas. Soy como un payaso de quien todos se ríen. Tú, Señor, fuerza mía, no te quedes lejos, ven corriendo a auxiliarme. Mira mi vida, mi única vida, y sálvala. Aunque no te veo, aunque me siento abandonado, aunque me encuentro solo en la prueba, aunque no tengo fuerzas para resistir, aunque la tentación se hace dura en mis carnes, Tú seguirás siendo mi Dios en quien confío. Yo seré como un niño abandonado en los brazos de su madre. Y diré a las gentes que Tú eres misericordia para este pobre desgraciado; que Tú eres compasión para mi vida rota, que Tú eres mi salvador en la obscuridad de la noche.
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Oración final
Padre 1 Padre mío, me entrego en tus manos. Padre mío, me abandono a Ti; confío en Ti. Padre mío, haz de mí lo que quieras. Hagas lo que hagas, te doy las gracias. Gracias por todo. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se haga en todas las creaturas, en todos tus hijos, en todos a quienes ama tu corazón. No deseo ninguna otra cosa, Dios mío. Entrego mi vida en tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón. Porque te amo y porque necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, entregarme entre ellas con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre. Amén.
Soy un desvalido y espero comer de tu don hasta saciarme. Te alabo, aunque no veo tu rostro. Yo digo a mi corazón: ¡no pierdas nunca el ánimo! Estoy ante Ti espetando que me des la vida. Seré tu amigo y te seguiré fiado en tu fidelidad. Yo saldré nuevo detus manos, y a mi corazón le nacerán alas como de águila. Y cantaré en mi libertad: "En medio del doloi acudí al Señor y él me libró". Señor, Tú eres mi Dios, Tú eres mi Salvador, Tú eres cercano y amigo del hombre.
1. Plegaria del Hno. Carlos de Foucauld.
Al VARIO
Ficha 13 LAS APARICIONES DEL RESUCITADO La vida en adelante
Presentación del tema Lo acabamos de ver. La vida de Jesús ha terminado en la incertidumbre y el interrogante. La ausencia de signos de poder ha sido palmaria. Han abundado, por el contrario, los signos de debilidad humana: - Simón de Cirene tiene que ayudarle a llevar la cruz. - Ante las quejas de las mujeres que le acompañan, Jesús parece resignarse a su suerte. - Le arrebatan sus vestidos y se los reparten sin que reaccione. - Todos se pueden burlar de él impunemente. - Le insultan y blasfeman a su lado... ¿Qué más cabe? Finalmente, Jesús muere. Sin paliativos. Pero, en el momento mismo de expirar... ¡comienza una nueva era para la humanidad! - Signos en el Cielo: se oscurece la tierra, ¡el final de una época! - Signos en el Templo: se rasga el velo del Santuario. Se acabó el exclusivismo judío, el Templo es ahora el cuerpo roto del Crucificado y está abierto a todos los pueblos, a todos los hombres: ¡el final de una alianza y el comienzo de otra nueva!
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- ¡Los últimos son los primeros! El centurión romano reconoce la divinidad del que acaban de ajusticiar: José de Arimatea, un discípulo anónimo, da la cara ante las autoridades y se juega su prestigio por Jesús. Las mujeres ya no lloran ni se lamentan; ahora se convierten en testigos de primera mano y, más tarde, en portavoces autorizados por el mismo Señor. Por el contrario, según San Lucas (24,12), Pedro viene a la zaga. Llega al sepulcro en solitario y, sin salir de su asombro, no da un paso más y se vuelve a casa. Se ha producido un vuelco radical, un cambio de situación. Dios nos invita a mirar la realidad desde la otra orilla, desde el reverso de la Cruz de su Hijo. El Padre nos atrae hacia Jesucristo muerto por nuestros pecados para encontrar en Él paz y misericordia. Nos invita a mirarle de frente y sin complejos: a mirar la vida "en adelante". El Resucitado no viene a satisfacer nuestra curiosidad o a compensar nuestras frustraciones. En las múltiples apariciones que nos transmiten los evangelios, Jesús no enseñó nuevas parábolas, no dio instrucciones originales, no completó la fundación de una institución religiosa. Se limitó a repetir palabras y gestos ya conocidos. En esta última ficha del itinerario de Jesús vamos a contemplar algunas de las apariciones del Señor Resucitado, cuyos relatos nos indican diferentes maneras de encuentro personal con Cristo. Todos coinciden en su punto de arranque (la decepción y la impotencia ante la muerte de Jesús, considerada como definitiva) y en el punto de llegada (la certeza de haber visto al Señor: un conocimiento personal, enteramente renovador de su existencia). Entre el uno y el otro, los caminos son, ciertamente, muy distintos. Jesucristo no es una ideología sino una persona viva. El Cristianismo no es algo sino Alguien, que ha querido correr el riesgo del encuentro personal, cara a cara, sin máscaras. Apostó por salir a los caminos de la historia humana a corazón abierto, para ser conocido, amado y seguido libremente por personas libres. El encuentro con Cristo es personal e intransferible. Ninguno lo podemos realizar en el lugar de los demás, aunque sean éstos los seres más queridos. Pero sí que podemos ponerles en la pista con nuestro testimonio y nuestras palabras. Muchos son los caminos que llevan hasta Él. Se trata de que cada cual halle el suyo, aquel por el que el Señor le sale al encuentro. En la ficha presentamos cuatro modelos que nos parecen significativos y universalizables.
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Trabajo personal 1". Jn 20,1.11-18: El discípulo verdadero (María Magdalena) Magdalena es el discípulo que lo ha arriesgado todo por Jesús y ha llegado hasta el final; que le ha seguido hasta el pie de la Cruz y no se resigna a aceptar lo que, por otra parte, aparece evidente: el fin de la utopía del Nazareno. María había dado, ciertamente, el paso decisivo de admirador a discípulo del Maestro. Ante la muerte de Jesús se le pide ahora dar un nuevo paso, un paso supremo: desapegarse de su propio cariño por su Señor, purificarse en su misma pasión de amor. "Me buscaréis, pero os digo lo mismo que ya les dije a los judíos: Adonde yo voy, vosotros no podéis venir". Jesús se refería al paso por la muerte, más allá del cual sólo lleva la total confianza en Dios. La Magdalena sigue mirando hacia el pasado, hacia la tumba vacía, testigo de una ausencia. Pero el Resucitado le sale al encuentro en el momento presente y la llama por su propio nombre. Esa palabra personal resuena hondamente en su corazón, porque viene de Aquel que es su Pastor y Maestro, que la sondea y conoce desde las entrañas. Para responder a esta nueva presencia de Cristo, que no tiene parangón con nada de lo anteriormente conocido, María ha de dejarse conducir por el Maestro. Aún no es el encuentro final, la comunión definitiva con Él en el Padre; tendrá que seguir soportando la distancia y el desasimiento, evitando toda fijación intimista. Pero ya pasó la noche y el vacío. En la mañana luminosa de la Resurrección se alejan los fantasmas del desaliento y del sinsentido. Jesús no es el muerto sino el Viviente. ¡A partir de ahora el encuentro con Cristo pasa por sus hermanos, por los demás! Jesús le invita a ir hacia ellos con el corazón traspasado de esperanza. María Magdalena representa la búsqueda apasionada e inconsolable de su Señor. No le encuentra porque se fija en signos negativos, en los signos de su ausencia. Jesús primeramente purifica nuestra búsqueda de verdaderos discípulos con signos negativos, como el del sepulcro vacío, pero, sobre todo, la alimenta con signos positivos, que nos llevan hacia Él mismo en persona, abandonando el círculo vicioso de nuestro propio yo.
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Esto supone un cambio radical, un giro copernicano en nuestra vida de creyentes. ¡Hemos de despojarnos, no de nuestra fe en el Maestro, sino de las ideas que nos habíamos hecho sobre Él, porque estas ideas son aún demasiado "nuestras"! Como Magdalena, hemos de retirar la vista de nosotros mismos y mirar "más allá", para dejarnos convocar en una nueva cita, que ya no se encuentra al cabo de nuestras aspiraciones y búsquedas. Una cita que Él propone donde y cuando quiere. El Señor ha cumplido sus promesas, viniendo al encuentro de sus discípulos. Y lo seguirá haciendo con sus hermanos los hombres hasta el final de los tiempos. ¿A qué, pues, aguardamos para hacer nuestra parte del camino? • En concreto, ante las ausencias y los "vacíos" del Señor que pueda sentir... ¿de qué me tengo que purificar? • ¿Cuáles son los deseos o las pretensiones que pueden estar estorbando o retrasando en mí el encuentro con el Resucitado?
2 o . Jn 21,1-7: El discípulo amado Esta figura anónima y un tanto enigmática del "discípulo amado", que sólo aparece en el cuarto evangelio, tiene en común con el "discípulo verdadero" el haber llegado hasta el pie de la Cruz. Pero, al parecer, por un camino distinto y desde una perspectiva diferente. María Magdalena, al igual que aquella pecadora que ungió los pies del Maestro, es "la que ha amado mucho a Jesús"; en cambio, el "discípulo amado" es aquel "aquien Jesús ama". Todos los discípulos son, ciertamente, elegidos de Dios, "los que el Padre le ha dado" y, por eso, Jesús los ama como a tales. Ellos, cada uno a su manera, trataron de corresponderle. El "discípulo amado" es el primero en el amor a Jesús y se adelanta siempre a los demás a la hora de descubrir la presencia del Maestro. El amor es rápido y gana la partida porque "no razona " y "cree sin haber visto "; porque es libre y no se entretiene en compararse con los otros. Sólo busca la presencia de la persona amada y agradarle en todo; lo demás es relativo y accesorio. La suya es una verdadera experiencia mística, que no tiene por qué ser espectacular ni aparatosa, sino honda y sincera: la experiencia de un conocimiento interior del Señor, de un amor fielmente correspondido.
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Cuando entre discípulo y Maestro se da esta sintonía perfecta de pensamiento y de amor, basta el mínimo signo para que el discípulo salte y responda con prontitud y alegría. El "discípulo amado" recibió el signo de la pesca milagrosa, ya conocido anteriormente (Le 5,1-11), con ojos y corazón nuevos. Aquella sobreabundancia en la impotencia, aquel pasar de la nada al todo no sólo era signo inequívoco de la acción divina, sino que llevaba la marca del Señor, la huella de su persona. El personaje misterioso de la orilla era Él, más allá de la noche; El, que habitaba ya definitivamente el reverso de la muerte. Era el Kyrios, ¡el Señor de la Vida! Ya nada ni nadie podría quebrantar el amor del discípulo; acababa de ser confirmado. El evangelio de Juan ha querido destacar una relación singular de amistad personal de Jesús para con uno de sus discípulos. Una relación particular, cierto, pero no "privada", pues era bien conocida de los demás apóstoles. Si el evangelista optó por cubrirla con el anonimato, no sería tanto por salvaguardar su privacidad como por subrayar su significación universal. De alguna manera, ¡todos podemos ser "el Discípulo amado"! Todos podemos buscar la intimidad con Jesucristo, con tal que no rehuyamos pasar por la Cruz. La tradición ha visto en la figura del "discípulo amado" al prototipo del amor virginal, de la experiencia mística, que no se caracteriza por un carisma institucional o por una misión especial, sino por el simple ejercicio de un amor puro y fiel a Jesús. El "discípulo amado" es aquel que, como María la madre de Jesús, está lleno de gracia y de Espíritu Santo. • En torno nuestro, ¿advertimos algunas personas parecidas al "discípulo amado"? • ¿Cómo nos ayudan a encontrar a Jesucristo Resucitado y viviente a nuestro lado? • ¿Qué papel juegan en la comunidad eclesial, en la comunión de los demás carismas?
3 o . Jn 20,1-10: El discípulo convertido (Pedro) Pedro fue uno de los primeros en seguir por entero a Jesús dejando atrás barca y parientes. En efecto, Pedro era un pescador de Galilea y Jesús le llamó a ser "pescador de hombres". Pedro era el líder de su
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grupo y Jesús le elige para ser "roca". La fiel acogida de Pedro a la revelación del Padre será el cimiento sobre el que Cristo construirá su Iglesia. Para ser cimiento, Pedro tiene que consentir enterrarse, olvidando toda ansia de poder. Sin embargo, él no está por la labor; antes bien, pretende sobresalir y dar lecciones a los demás, incluido su Maestro. Con una arrogancia semejante, Pedro no podía atravesar el barranco de la pasión y muerte de Jesús. Se quedó petrificado en la orilla, anclado en sí mismo, prisionero de su presunción y de sus bravatas. ¡Había apostado por Jesús y lo había perdido todo! En realidad, había apostado por sí mismo. Había seguido a Jesús, cierto, pero aún no se conocía por dentro. No se podía entregar, porque no se poseía. Le había dado al Maestro su entusiasmo y su generosidad, pero no la llave de su corazón. Ahora Pedro lo sabía y sufría por ello; pero, ¿qué podía ya hacer? Una vez más es el Maestro quien tomará la iniciativa, apareciéndose en persona a su discípulo de forma desconcertante. ¡Pedro quería ser el primero y tiene que aceptar ser el último! Se le adelantan una mujer, una antigua pecadora, en su búsqueda apasionada; y un discípulo anónimo que corría más que él porque le impulsaba el puro amor. Estos acontecimientos son una cura de humildad para Pedro, una prueba para verificar el grado de su arrepentimiento. Son también una enseñanza permanente: para ser "roca" en la Iglesia hay que ocultarse y reconocer el protagonismo de los demás hermanos. Son, en definitiva, el signo de que en el discípulo se ha obrado una real conversión. ¿Cómo ilumina la experiencia de Pedro el papel de toda "jerarquía" en la Iglesia, el ejercicio de cualquier responsabilidad por pequeña que ésta sea?
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Cuando apareció Jesús la primera vez, Tomás estaba fuera, no sólo fuera del grupo, sino fuera de sí, enajenado por un dolor amargo y seco. Él buscaba razones sólidas para seguir creyendo y... ¡le vienen con "visiones"! Aún le laceran aquellas heridas profundísimas de las manos y del costado, y... ¡le saludan con la paz! - "Si no lo veo...": Tomás se está desafiando a sí mismo. ¡Necesita ver, palpar, sentir la humanidad de aquel Hombre! Jesús, el Buen Pastor, no podía faltar al requerimiento de la oveja perdida, a la cita del sufrimiento impotente de Tomás. Sí, impotente a su manera: altanero al exterior, pero frágil y atormentado por dentro. Por eso, Jesús viene hacia él con condescendencia y, al mismo tiempo, con firmeza. Por un lado, no tiene inconveniente en recoger el guante lanzado por su discípulo y comenzar por las señales demandadas. Por otro, no puede aceptar el tono exigente de Tomás. Las heridas de las manos y del costado no son una prueba para satisfacer la lógica racionalista del "Mellizo", sino un ofrecimiento de gracia y de perdón, que rompe todo esquema y supera toda lógica. Ésta es justamente "la prueba" de la Resurrección de Cristo que Tomás necesitaba, aunque estuviera lejos de sospecharlo. Sólo el Señor podía tener la osadía de invitar al discípulo a recibir como una gracia, aquello mismo que Tomás exigía como un derecho. - "¡Señor mío y Dios mío!"... Aceptado el envite, la existencia toda del apóstol se vería radicalmente transformada. Aquel que estuvo un día dispuesto a "dar su vida con Cristo", por coherencia "militante", tendrá que ofrecerla como un humilde servicio. Fuera de la comunidad, al margen de los demás hermanos, no podemos encontrarnos con Cristo Resucitado.
4 o . Jn 20,24-29: El discípulo incrédulo (Tomás) El discípulo Tomís se ha quedado bloqueado ante la afrenta escandalosa soportada por su Maestro. ¿Cómo iba a ser Jesús ese Mesías en quien había creído, si todos le trataban como a un maldito, se burlaban de él hasta la saciedad, podían zarandearle a su merced y nadie -¡tampoco Dios!- intervenía en su favor? ¡Aquellas manos taladradas, aquel costado abierto reclamaban urgentemente una explicación!
• ¿Cuáles son las tendencias que nos llevan a desconfiar de la Iglesia y a encerrarnos en nuestras exigencias personales?
5 o . Le 24,13-35: Los que están de vuelta Los dos de Emaús tienen que dar el doble paso del escepticismo a la Fe en el Resucitado; del individualismo a la comunidad cristiana.
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Uno de ellos se llama Cleoíás, el portavoz, de la pareja; el otro permanece anónimo. Ambos han seguido a Jesús hasta el final de su camino, por lo menos "hasta los últimos acontecimientos ocurridos en Jerusalen". Pero no han comprendido nada. Sobre todo se les ha atravesado la muerte de Jesús, la insoportable debilidad de su carne. Dan la espalda a la Cruz, no pueden aguantar su contemplación. Huyen de ella como de una terrible pesadilla. Están a punto de perder la poca fe que les queda. Habían seguido a Jesús, pero... mal, de lejos, manteniéndose en la reserva, con precauciones. Sin mirarle de frente ni dejarse mirar por Él; sin escucharle ni dejarse interpelar. Caminaban "a su lado", pero en solitario o, al menos, en paralelo, siguiendo sus propios sueños y utopías. De hecho, no iban detrás del Maestro, no estaban en el mismo camino. Se engañaban. Tan solo parecían coincidir en algunas expectativas y proyectos. El Calvario se encargó de disipar su ilusión. Charlan entre ellos a propósito de "lo" de Jesús de Nazaret. Pero no habían hablado con Jesús en primera persona, de tú a tú, cara a cara. ¿Qué hace Jesús? El Resucitado sigue tomando la iniciativa y les sale al encuentro. Entra en su camino de retorno. No teme compartir sus frustraciones. Y lo hace caminando a su lado, es decir, respetando su libertad, sin taponar su huida ni anticipar la solución a sus problemas. Eso sí, el Caminante les invita a mirar de frente a la Cruz. Fija su atención sobre los "signos de debilidad", aquellos que les habían escandalizado. No les da un repaso moral sino que les deja dos claves de lectura creyente: - "Estaba escrito": Estos acontecimientos frustrantes no eran casualidades. No se le habían escapado a Dios de las manos, sino que misteriosamente entraban en sus planes. La impotencia divina no equivale a indiferencia o ineptitud. No había por qué descalificar a Dios, sino, más bien, caer en la cuenta de nuestra falta de fe. - "Convenía...": La paradoja se hace extrema: ¡Dios se nos puede revelar en el sufrimiento, la humillación y la muerte! En las situaciones límite Dios nos manifiesta su respeto profundo de la libertad humana, su capacidad de perdón, su infinita paciencia... La Buena Noticia no consiste en que las cosas que van mal vayan a mejorarse (algo perfectamente deseable, por otra parte) sino en que Dios no falla jamás y nada es imposible para su Amor.
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"Cambiar la música a la gente" Un sacerdote amigo, con grandes dones para el ministerio del acompañamiento y la consolación personal, nos decía que él se dedicaba a "cambiarle la música a la gente". En efecto, no siempre se puede cambiar la materialidad de la vida de las personas, pero sí que se puede cambiar "la música", el punto de mira. • Jesús nos invita a mirar de frente los acontecimientos negativos. No, para asumirlos con dignidad y fatalismo, como un héroe de tragedia griega, sino para ver y escuchar a Dios que en ellos se nos sigue comunicando.
Los dos de Emaús responden a la interpelación del Caminante. Ahora son los discípulos quienes toman la iniciativa: "Quédate con nosotros". Su corazón se ha transformado y arde en deseos de comunicación personal. Ahora ya no les vale caminar al lado y en paralelo. Quieren que el Resucitado entre en sus vidas: que viva con ellos, en su morada; que coma frente afrente en su mesa, compartiendo el pan de la existencia. Es el momento del "re-conocimiento". Ya le "conocían" como un personaje del pasado. Ahora le han "reconocido" como el Viviente, alguien actual y presente entre ellos. Ya pueden volver a Jerusalen para comunicar a los apóstoles la Buena Noticia. El encuentro con Cristo conduce necesariamente hacia la comunidad. Ha de ser compartido y celebrado "en Iglesia". ¿Dónde reconozco yo ahora el rostro múltiple y "velado" del Resucitado en el mundo y en la Iglesia? • ¿En qué personas o acontecimientos? • ¿En qué signos de Vida y de cambio profundo? ¿Con quiénes lo comparto? • ¿Dónde encuentro a unos hermanos en la fe con los que pueda hablar sinceramente de Jesucristo? • ¿ Cómo cultivo y valoro la vida comunitaria, a la luz del Misterio pascual?
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155 En resumen
Para el tiempo comunitario
De los distintos modelos de "encuentro con el Señor", que hemos contemplado en esta ficha, podemos extraer una serie de constantes, de signos que acompañan a toda experiencia auténtica de Jesucristo:
Oración inicial
1. Conciencia de habernos encontrado con "Alguien"
- Algunos textos:
No nos basta con saber intelectualmente que Dios existe y que se preocupa.de nosotros. En Jesucristo, Dios mismo ha bajado hasta nosotros, viene a nuestra vida y entra en contacto personal con ella. Se trata de una experiencia existencial.
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• Sal 139 (138).
Invocación al Espíritu Santo 2. Conciencia de haber recibido un don gratuito Este encuentro no es el fruto de nuestros esfuerzos. Fue el Señor quien ha tomado la iniciativa y ha fijado las condiciones. Aquel que recibe su visita se queda consolado, confirmado y agradecido; con humildad y deseos de serle fiel. Es una experiencia íntima, pero realista y objetiva. Tenemos la seguridad de que en nuestra vida "ha pasado algo", que nos marca y nos transforma. 3. Actitud de discípulo Quien se ha encontrado personalmente con Jesucristo experimenta un deseo sincero de configurarse con Él. No le basta con cumplir la materialidad de sus enseñanzas o de sus consejos. Quiere corresponder a Cristo, como Él mismo lo hace al Padre, en el mismo Espíritu. El discípulo no se queda, pues, en "leyes" o en mínimos para salvarse. No tiene otro deseo que el de imitar a su Señor. 4. Necesidad de orar El encuentro con Jesucristo lleva imperiosamente al trato personal con Él. Al principio, es una oración fácil y espontánea, que invade toda nuestra vida. Más adelante, se ha de atravesar el umbral de la aridez. ¡Es la hora de la perseverancia! Éste será el mejor signo de que nuestro encuentro con Cristo fue auténtico. 5. Ganas de colaborar con Cristo en las actividades de la Iglesia El discípulo asume como causa propia el proyecto de Jesucristo de anunciar e implantar el Reino de Dios por medio de su Iglesia, trabajando en la sociedad humana. Es un compromiso que le nace de dentro y que, lejos de llevarle a posturas presuntuosas y extremadas, ha de ser progresivo y equilibrado, para que pueda mantenerse con perseverancia y alegría a pesar de los sinsabores que no faltan en la acción apostólica. • ¿Cuáles de estas "constantes" reconocemos en nuestra vida, como consecuencia del encuentro con Jesucristo?
Espíritu Santo, Tú, que eres desde siempre el Dueño de lo imposible, ven a realizar en nosotros todo lo que te es posible: haz que reviva lo que se muere, haz que nazca lo que germina, haz que madure lo que cayó en tierra. Sé en nosotros el Espíritu del Padre. Ven a convencernos de que hemos de dar nuestra vida, para colaborar así en la gran obra de la Creación y de la transformación de esta tierra en un espacio compartido. Sé en nosotros el Espíritu del Hijo. Ven a enseñarnos a pasar por la Cruz para abrir el camino de tu Reino, y a vivir en la confianza lo mismo en las pruebas como en las alegrías. Sé en nosotros el Espíritu de santidad, que nos inicie en la práctica de las costumbres de Dios, en la generosidad del Padre, en la fidelidad del Hijo, y también en la valentía de los apóstoles y en la alabanza de María. Sé en nosotros el Espíritu que forma sin cesar a una humanidad nueva, que recrea nuestras libertades cuando se desfondan, que mantiene la esperanza incluso dentro de la violencia, que no se desespera de ningún hombre, incluso de aquellos que ya nada esperan de Dios. Sé en nosotros el Espíritu que despierta a la Esposa del Señor Jesús, esta Iglesia tan vulnerable y tan santa, tan débil y tan fuerte, tan probada y tan confiada. Haz que cada uno encontremos nuestro puesto en el Cuerpo de Cristo y que consagremos toda nuestra vida a su crecimiento, para que el mundo tenga Vida, la vida verdadera, aquella que sólo encontramos si perdemos la nuestra. ¡Contigo, gracias a Ti, oh Dueño de lo imposible!
Oración final
Orar con Tomás ¡Señor mío y Dios mío!"... Tú eres "siempre mayor", más grande que todas las pruebas y condiciones que te podamos poner. Pero, sobre todo, Tú eres el Amigo fiel, herido de amor, que acudes presuroso cuando se te invoca, y no precisamente a leernos la cartilla, sino a ofrecernos tu perdón y su paz. ¡Qué difícil me resulta a veces encontrarte en los hermanos -tan torpes y llenos de defectoscuando los miro con los ojos de mi propia lógica. Pero... ¡qué fácil y dulce es creer en Ti, cuando aceptamos tus reglas de juego, abandonando las nuestras, tan estrechas y mezquinas! ¡Qué felicidad cuando, sin llegar a verte, te presentimos en los demás, sobre todo en sus llagas, y te acogemos con las manos y el corazón abiertos sin retorno!
Ficha 14 TÚ,SÍGUEME La llamada definitiva
Presentación del tema Esta última ficha es de recapitulación; el colofón de todo el itinerario del Señor en medio de los suyos. Su estructura es, por ello, un tanto especial. Se centra prioritariamente en las relaciones de Jesús con Pedro, por ser las más desarrolladas y significativas de cuantas nos presentan los evangelios. Vamos a fijarnos concretamente en los tres "Sigúeme" de Jesús a Pedro. Cada uno de ellos supone un paso decisivo, una novedad, un cambio de vida. El discípulo se va conociendo a sí mismo, descubriendo su verdadera vocación y misión detrás del Maestro. Las tres llamadas sintetizan los grandes pasos que el Padre nos propone dar detrás del Verbo encarnado. Por ellos podemos avanzar en el itinerario de Jesucristo.
I o . Le 5,1-11: Primer "Sigúeme" Esta escena tan conocida merece ser leída de nuevo con atención. En el evangelio de San Lucas sustituye a la vocación de los primeros discípulos, que los demás sinópticos sitúan a la orilla del lago. Para seguir a Jesús, el discípulo no sólo ha de dejar las redes y las barcas, sino que se tiene que dejar a sí mismo, saliendo de su refugio interior y superando sus estados de ánimo.
I.V)
2". Jn 21,1-19: Segundo La llamada de Jesús propone al discípulo una nueva identidad y misión:
La respuesta de Pedro es clara y generosa: "Dejándolo todo, le siguieron". Ello introduce
• pasar de ser pescador de peces (por cuenta propia) a ser pescador de hombres (con Jesucristo).
un gran
cambio
en su
vida:
• comenzar una aventura emoclonante y arriesgada, • tomar una decisión personal, ejercitar la propia libertad, • confiar y decir "si"' a lo que se propone.
Hacerse discípulo de un maestro, supone reconocer la autoridad de otro en tu vida. Hacerse discípulo de Jesucristo, supone una entrega radical a Otro, desposeyéndose de uno mismo. Nada hay en nuestra existencia, por valioso que sea, que se pueda comparar o interponer frente a su llamada. En este sentido, aunque nuestra respuesta al "Sigúeme" de Cristo sea sincera e incondicional, siempre hemos de estar actualizándola y renovándola. No pensemos haberla hecho de una vez por todas. Ya en este texto aparecen las "primeras tentaciones" del discípulo: 1. Ante los fracasos personales, encerrarse en sí mismo. 2. Pretender solucionar sus asuntos sin referencia al Maestro, apartándose de Él. 3. Una admiración excesiva de Jesucristo, que le lleva al alejamiento y al autodesprecio; en definitiva, al aplastamiento moral. Jesús no parece tomar demasiado en cuenta estas "primeras tentaciones". Sus palabras se hacen más imperativas e incondicionales. Nos remiten a un futuro que está únicamente en las manos de Dios. Lo demás, es caer en la trampa del "ego" autosuficiente y narcisista. Un cristianismo excesivamente antropocéntrico y adulador del "yo" individual sofoca de raíz todo posible brote vocacional. • ¿ Cómo nos enseña Pedro a superar estas "primeras tentaciones"?
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IÍIV.MV.
"Sigúeme"
Pedro, después de la triple negación, era un hombre humillado, arrepentido sin duda, pero más y más encerrado en su dolor. Su orgullo se había desmoronado, su fe estaba como hundida en el pozo sin fondo de la tristeza. Jesús vivía y de nuevo se le acerca al borde del lago. -"Simón, me amas más que éstos?... Señor, tú sabes que te quiero"... Sólo desde el amor presente se podía responder a esta pregunta. Toda referencia al pasado o cualquier arreglo de cuentas estaban ya fuera de lugar. ¡Al fin, Pedro, estaba no sólo arrepentido, sino "convertido", salido de sí y vuelto hacia los demás! Por fin, se habían cumplido aquellas proféticas palabras del Maestro antes de padecer: "Yo he orado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos ". Ya no era un hombre humillado; era, sencillamente, un hombre humilde. La llamada de Jesús implica pasar de un seguimiento según las propias cualidades ("ceñirse a sí mismo"...) a un seguimiento según la llamada de Dios ("otro te ceñirá"...). Supone, además, dejar atrás "el primer modelo", el del "pescador/conquistador" (basado en los poderes mesiánicos compartidos con Cristo), para asumir exclusivamente "el modelo del Siervo" (que lleva hasta la configuración con el Crucificado).
La respuesta de Pedro es el fruto de una conversión profunda: • Dejarse guiar por otro a través de los acontecimientos. • Saber vivir en la provisionalidad diaria sin mantener seguridades o pretensiones personales e institucionales. • Asumir la eventualidad de la Cruz en el camino de la misión. • No rehuir la contradicción que es consecuencia de la fidelidad. • Saber trabajar con los demás en actitud diaconal.
"Cuando llegues a viejo"... Jesús no se refiere a una situación puramente biológica. Se trata, más bien, del cénit de una vocación, de una llamada dinámica que nos remite siempre al futuro, jamás al pasado. La vocación se va precisando en nuestra vida con el paso del tiempo. Cada día vamos siendo más y mejor el apóstol concreto que Dios quiere.
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Jesús le es(;1 diciendo a Pedro que ha llegado el momento decisivo de su vida, cuando ésla va a adquirir una configuración definitiva. Ks la hora de la revelación final, de la última palabra. Ante el misterio de Dios que se nos descubre sólo cabe responder "sí" o "no". Ya no es cuestión de seguir especulando por nuestra cuenta o imaginando alternativas diferentes. Es la hora de la humilde aceptación del último destino, la hora de la fidelidad sin retorno. Aparecen aquí las "últimas tentaciones" del discípulo. Son últimas porque corresponden precisamente a la última hora, cuando se entra en la recta definitiva de la vida consagrada y apostólica: 1. La tentación de volver atrás: "Me voy a pescar"... "También nosotros vamos contigo"... Pedro vuelve al lago, a la barca y a la pesca. Recupera el terreno cedido, retorna hacia posiciones seguras y controlables. "Y aquella noche no pescaron nada"... De nuevo la impotencia más total, la esterilidad más rotunda. Pedro se equivoca una vez más. Por más que se empeñe, no es ya el pescador de peces de hace tres años. 2. La tentación del mutismo, de interrumpir el diálogo con el Señor. "Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle '¿Quién eres tú?', sabiendo que era el Señor"... Aquellos que en el primer encuentro con. el Maestro se habían atrevido a todo y, sin conocerle, le habían preguntado "¿Dónde vives?", ahora enmudecen (cf. Jn 1,38). Ya tras el encuentro de Jesús con la samaritana encontramos esta misma ausencia de diálogo. "Los discípulos se maravillaban de que hablase con una mujer. Nadie, sin embargo, le dijo '¿ Qué deseas ?' o bien '¿Qué hablas con ella?' (Jn 4,27). Enmudecemos ante el Señor por distintos motivos:
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es "¿Qué significa esto para mí?" sino "¿Quién eres Tú, Señor?"; no es antropocéntrica sino cristocéntrica. El discípulo se ha de centrar en el Maestro. 3. La tentación de la tristeza. "Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez '¿Me quieres?'... Por un instante el apóstol mira hacia atrás y se deja ganar por la culpa. La tentación no consiste en el hecho de revisar nuestro pasado sino en mirarle torcidamente. Jesús nos invita a revisarnos desde Él, desde su amor actual y siempre fiel. Si aislamos tal o cual acontecimiento negativo y queremos arreglar cuentas con él, estamos perdidos. Seguiremos prisioneros de la nostalgia, de la pesadumbre, del permanente lamento... No podremos escapar a la tristeza. 4. La tentación de escudarnos en los demás. "Pedro preguntó a Jesús: -Señor, y de éste ¿qué?"... Si malos son el orgullo y el personalismo egocéntricos, no es mejor la excesiva dependencia de los compañeros de fatiga, que, al fin y al cabo, son como nosotros. - Puede suceder que aún nos sigamos comparando con los demás y obremos más por emulación que en complementariedad. - O bien, puede que nos "necesitemos" en demasía y perdamos libertad; que no hayamos aceptado la diferencia del otro o superado el respeto humano. Estas tentaciones son insidiosas y también nos asaltan a última hora, cuando creíamos haberlas superado. Por eso, precisamente, nos descorazonan tanto. Jesús nos recuerda que hemos de estar firmes y vigilantes hasta el final.
- El asombro excesivo nos paraliza y ensimisma. Nos quedamos en nuestras ideas preconcebidas, nos centramos en la autocomplacencia (cf. Le 24,41). - Los razonamientos, las miras exclusivamente intelectuales ("Ya nos lo sabemos. ¿Para qué molestarle con palabras inoportunas?"...). - Un respeto excesivo ante el misterio, una idea exagerada de la transcendencia de Dios ("¿Cómo se puede hablar con un Resucitado? Dios está en otra esfera..."). Todas estas motivaciones tienen algo en común: seguimos centrados en nosotros mismos. Pero la pregunta fundamental del creyente no
3 o . Jn 21,20-23: Tercer "Sigúeme" Llegamos al "Sigúeme" definitivo, que abarca y profundiza los dos anteriores. "...¿A ti qué te importa? Tú, sigúeme". Jesucristo ha de ser el único Maestro, el incomparable. Nada ni nadie se debe comparar con Él. El seguimiento se hace así un absoluto: todas nuestras motivaciones vienen de Él y llevan a Él; y todos nuestros intereses son únicamente los suyos. Lo cual no quita -como es el caso del mismo Pedroque sigamos siendo imperfectos y pecadores hasta el fin de nuestros días.
I6J
La llamada de Jesús:
La respuesta de Pedro:
• A mirar siempre hacia delante, no hacia los lados (cf. Le 9,62).
La total confianza, el abandono pleno en el Señor. Como Jesús respecto al Padre: "¡Todo lo tuyo es mío, todo lo mío es tuyo!" (Jn 16,15). Comunión de vida y de intereses. Comunión de muerte y de gloria.
• A tener a Jesucristo como única referencia en todo y para todo. • A entregarse a los hermanos y a la tarea apostólica sin condiciones.
Quiero escucharla, meditarla, ponerla en práctica, porque en tu palabra está la vida, la alegría, la paz y la felicidad. Habla, Señor, tú eres mi Señor y mi Maestro y no quiero escuchar más que a ti.
Oración final
Oración para el encuentro con el Señor 2
Para el tiempo comunitario Oración inicial
Señor Jesucristo, ¡cómo me gustaría conocerte y llegar a ser tu amigo! ¡Cómo me gustaría llegar a creer en Ti, no sólo por lo que me digan los demás, sino por tener la gracia de encontrarme contigo personalmente! Tú que eres la LUZ que ilumina a todo hombre, abre mis ojos para que yo pueda reconocerte caminando junto a mí, actuando en mi vida.
- Algunos textos: • Rom 8,28-39.
Tú que eres la PALABRA VIVA DE DIOS, abre mis oídos para que yo escuche tu voz, para que tu llamada penetre en mi corazón y cambie mi vida. ¡Oh Verbo! ¡Oh Cristo!
¡Oh Verbo! ¡Oh Cristo! ¡Qué bello eres! ¡Qué grande eres! ¿Quién sabrá conocerte? ¿Quién podrá comprenderte? Haz, oh Cristo, que yo te conozca y que te ame. Ya que tú eres la luz, deja llegar un rayo de esta divina luz sobre mi pobre alma, a fin de que pueda verte y comprenderte. Pon en mí una gran fe en ti, para que cada una de tus palabras sean para mí una luz que me ilumine y me haga ir a ti, y seguirte en todos los caminos de la justicia y de la verdad. ¡Oh Cristo! ¡Oh Verbo! Tú eres mi Señor y mi solo y único Maestro. Habla, que quiero escucharte y poner tu palabra en práctica. Quiero escuchar tu divina palabra, porque viene del cielo.
1. Oración del Beato Antonio Chevrier, fundador del Prado,
Tú que tienes palabras que hacen VIVIR con fuerza y plenitud incomparables, habíame y descúbreme tu secreto, dime lo que quieres que haga, para que pueda seguirte por todos los caminos de la verdad y la justicia. Señor, como los dos de Emaús, te quiero contar mi vida, lo que me preocupa y llevo en mi corazón. Como a ellos, interpélame y cuestióname por mis torpezas y negligencias. Como a ellos, ábreme las Escrituras, para que tus palabras enciendan mi corazón y llenen mi vida de esperanza y de fuerza. Como a ellos, dame el deseo de compartir contigo, de sentarme yo a tu mesa y Tú a la mía. Como a ellos, dame la inmensa alegría de CREER EN TI, de experimentarte vivo y anunciarte vivo al resto de mis hermanos y amigos. Amén.
2. Plegaria compuesta por Pedro Sandi sobre la oración anterior.
índice general Introducción
7
Metodología
11
Presentación del ciclo
15
Ficha 1. Desde Belén a Nazaret. Las opciones de Dios al introducir a su Hijo en la historia
17
Ficha 2. De Nazaret al Jordán. Jesús recibe del Padre su identidad y sumisión
25
Ficha 3. Del Jordán al mar de Galilea. Jesús busca compañeros para ir con Él y compartir las tareas del Reino 31 Ficha 4. Misión en Galilea. Las opciones pastorales de Jesús
41
Ficha 5. El monte de las Bienaventuranzas. El anuncio del Reino de Dios
49
Ficha 6. Fuera de Galilea. Jesús se encuentra con los extranjeros y los marginados
59
Ficha 7. De una orilla a la otra. Jesús es Pan de Vida
73
Ficha 8. De Cesárea de Filipo al Tabor. La crisis
83
Ficha 9. Subida a Jerusalén. Jesús pone en práctica el camino del Siervo
93
Ficha 10. Fin Jerusalén. El testimonio definitivo del Mesías Jesús
103
Ficha 11. Cena y despedida. Jesús nos deja los "memoriales" de su vida
113
Ficha 12. Camino del Calvario. Cómo vive Jesús las "experiencias límite"
129
Ficha 13. Las apariciones del Resucitado. La vida en adelante
145
Ficha 14. Tú, sigúeme. La llamada definitiva
157