In di ce ge ner al
V I
Precio regul ador y precio de mon opo lio . La pluralidad de los mercados de la vivienda
PRESENTACION DE LA EDICION ESPAÑOLA
150
La distribución de las viviendas segun su precio. Algunos datos sobre la aglomeración parisina, 151. 2. Precio regulador y precio de monopolio en los mercados de la vivienda. Proposiciones teóricas, 159. 1.
-
Anotaciones sob re la divis ión social del espac io
............
1. Las interpretaciones dominantes de la diferenciación espacial de los usos y los precios del suelo urbano, 177. 2. Las prácticas sociales en el espacio urbano y la diferenciación espacial de los valores de uso, 192. 3. La diferenciación del espacio urbano como proceso social, 209.
-
176
.
-
5.
RENTAS DEL SUELO
Y
DINAMICA
DE LOS
PRECIOS
DEL
SUELO
EN EL
ESPACIO 219
URBANO
Un seudoconcepto: la «renta de Tipología de las rentas del suelo urbano
219 224
Diferenciación espacial de los usos del suelo y rentas absolutas urbanas, 226. 2. Diferenciación espacial de los costes y rentas diferenciales, 234. 3. Diferenciación espacial de los precios y rentas de monopolio, 1.
-
-
De las renta s al precio del suelo : la dinám ica del merc ado del suelo
De las categorías de renta a la renta total: el ejemplo de la construcción de viviendas, 241. 2. De la tasa de renta a la renta por unidad de superficie. La intensidad de ca pital, 246. 3. La competencia espacial de los usos del suelo y la dinámica del mercado del suelo, 249. 1.
-
-
240
La crisis urbana que se produce en Francia tras el proceso de urbanización acelerada de la década de los sesenta, aparece con unas características hasta entonces desconocidas: papel hegemónico de los grupos inmobiliarios, proliferación de los movimientos sociales urbanos con reivindicaciones y formas de actuación totalmente nuevas. Esto provocó por parte de la ad ministración una fuerte demanda de investigaciones, no tanto de producción ideológica sobre este fenómeno como de análisis concretos que respondiesen a la necesidad del planificador. de conocer el comportamiento real de los distintos agentes. entre 1970 y 1975, aparecen cerca de un centenar de estu dios centrados en el mismo objetivo: Los procesos y agentes de la urbanización capitalista (la producción inmobiliaria, la reproducción de la fuerza de trabajo y el consumo social, las políticas urbanas, el poder central y las colectividades locales, las políticas sectoriales: vivienda, trans port e, equipamientos, S. M. Pinrenovación urbana.. .). Los autores: A. con, E. Préteceille, F. Godard, F. M. Freyssenet, H. Coing, D. M. Castells, M. Cornu, J. Lojkine, Ch. Topalov cuyo núcleo más importante pertenccia al Centre de Sociologie Urbaine de París, respondían también a un nuevo tipo de Los entonces recientes acontecimientos del habían marcado personalmente a través de su toma de posición personal y política. Lo urbano, la ciudad y especialmente los movimientos sociales, eran para casi todos ellos comprendidos dentro., del lado de los actores. Por otra parte, la fuerte influencia de la renovación del marxis mo a través de los textos de L. Althusser y N. Poulantzas, como los estudios del PCF el capital monopolista de Es tado, proporcionaban una base teórica también nueva. El xismo como instrumento de análisis de esa realidad se descubrió como enormemente convincente, al constatarse una vez más la incapacidad del funcionalismo y del marginalismo
In di ce ge ner al
V I
Precio regul ador y precio de mon opo lio . La pluralidad de los mercados de la vivienda
PRESENTACION DE LA EDICION ESPAÑOLA
150
La distribución de las viviendas segun su precio. Algunos datos sobre la aglomeración parisina, 151. 2. Precio regulador y precio de monopolio en los mercados de la vivienda. Proposiciones teóricas, 159. 1.
-
Anotaciones sob re la divis ión social del espac io
............
1. Las interpretaciones dominantes de la diferenciación espacial de los usos y los precios del suelo urbano, 177. 2. Las prácticas sociales en el espacio urbano y la diferenciación espacial de los valores de uso, 192. 3. La diferenciación del espacio urbano como proceso social, 209.
-
176
.
-
5.
RENTAS DEL SUELO
Y
DINAMICA
DE LOS
PRECIOS
DEL
SUELO
EN EL
ESPACIO 219
URBANO
Un seudoconcepto: la «renta de Tipología de las rentas del suelo urbano
219 224
Diferenciación espacial de los usos del suelo y rentas absolutas urbanas, 226. 2. Diferenciación espacial de los costes y rentas diferenciales, 234. 3. Diferenciación espacial de los precios y rentas de monopolio, 1.
-
-
De las renta s al precio del suelo : la dinám ica del merc ado del suelo
240
De las categorías de renta a la renta total: el ejemplo de la construcción de viviendas, 241. 2. De la tasa de renta a la renta por unidad de superficie. La intensidad de ca pital, 246. 3. La competencia espacial de los usos del suelo y la dinámica del mercado del suelo, 249. 1.
-
-
Carmen Gavira económico para analizar y dar respuesta a los nuevos problemas. Es también en esos momentos cuando la Universidad francesa vive la caída de los rompiéndose las viejas es tructuras que impedían la investigación más allá de las estrictas normas académicas. En un pais como España, donde en el año 68 no hubo ningún mayo, donde no cayeron los sino que por el contrario en el 64 fueron separados de la docencia y desterrados algunos de los profesores más destacados, donde la crisis ur bana obedecía a factores más cercanos al tercermundismo, donde no se había producido ni un solo texto teórico sobre urbanismo desde los de Cerca y A. Soria, y donde no se dis ponía siquiera de datos estadísticos fiables pa ra explicar la reciente explosión urbana, estos textos franceses tuvieron un enorme eco. Sobre un desierto de textos básicos (recordemos que de las 200 obras fundamentales de urbanismo seleccionadas por Sicca sólo existen ocho traducciones al castellano) se sembra ron indiscriminadamente traducciones, se «supera ron» los clá se sicos sin conocerlos, y la asimilación del último produjo más a través del mimetismo de un cierto lenguaje que de la reflexión teórica. Curiosamente, los principales trabajos del grupo de investigadores del no fueron traducidos y se difundieron en nuestro pais a través de innumerables citas de pie de página. es este Topalov que todos citan? se pre guntará hoy cualquier urbanista en España, ya que en los últi mos diez años es difícil encontrar un libro sobre políticas de vivienda, producción inmobiliaria o análisis de la renta del suelo en el que no se cite insistentemente a Christian Sorprendentemente, su único texto en castellano es un pequeño artículo monopolista de la producción inmobiliaria y planificación que fue publicado por la Universidad de Barcelona en 1974 En 1979 se tradujo en México su libro La urbanización capitalista. Algunos elementos para análisis que no ha sido distribuido en España. Y, sin embargo, sus textos Le s irnrnobiliers. Contribution a de 1980. P. Sicca, Antolo gia di urba nist ica, Roma, Ch. Topalov, monopolista de la producción inmobiliaria y planificación Urbana, Departamento de en Docurn ents Geografía, Universidad Autónoma de Barcelona, núm. 2, diciembre de 1974. Ch. Topalov, La urb aniz ació n cap ital ista . Alguno s ele me nto s para su 1979, 186 pp. análisis, México,
La crisis urbana que se produce en Francia tras el proceso de urbanización acelerada de la década de los sesenta, aparece con unas características hasta entonces desconocidas: papel hegemónico de los grupos inmobiliarios, proliferación de los movimientos sociales urbanos con reivindicaciones y formas de actuación totalmente nuevas. Esto provocó por parte de la ad ministración una fuerte demanda de investigaciones, no tanto de producción ideológica sobre este fenómeno como de análisis concretos que respondiesen a la necesidad del planificador. de conocer el comportamiento real de los distintos agentes. entre 1970 y 1975, aparecen cerca de un centenar de estu dios centrados en el mismo objetivo: Los procesos y agentes de la urbanización capitalista (la producción inmobiliaria, la reproducción de la fuerza de trabajo y el consumo social, las políticas urbanas, el poder central y las colectividades locales, las políticas sectoriales: vivienda, trans port e, equipamientos, S. M. Pinrenovación urbana.. .). Los autores: A. con, E. Préteceille, F. Godard, F. M. Freyssenet, H. Coing, D. M. Castells, M. Cornu, J. Lojkine, Ch. Topalov cuyo núcleo más importante pertenccia al Centre de Sociologie Urbaine de París, respondían también a un nuevo tipo de Los entonces recientes acontecimientos del habían marcado personalmente a través de su toma de posición personal y política. Lo urbano, la ciudad y especialmente los movimientos sociales, eran para casi todos ellos comprendidos dentro., del lado de los actores. Por otra parte, la fuerte influencia de la renovación del marxis mo a través de los textos de L. Althusser y N. Poulantzas, como los estudios del PCF el capital monopolista de Es tado, proporcionaban una base teórica también nueva. El xismo como instrumento de análisis de esa realidad se descubrió como enormemente convincente, al constatarse una vez más la incapacidad del funcionalismo y del marginalismo
Presentación de
edición española
IX
y Capital et la production capitaliste du logement e n In tr od uc ti on a des politiques fon y urbaines se pueden considerar ya como como tales son citados, recomendados e incluso marcados como libros obligatorios en varias facultades y escuelas técnicas de nuestro país. La intención al editar ahora Ganancias y rentas urbanas, es precisamente comenzar por el principio, proporcionando, a to dos los que se interesan por el estudio de los problemas urbanos, un texto claro y sencillo en el que se sintetizan las principales teorías sobre la renta del suelo urbano. Después de estudiar estos cinco capítulos, la lectura de otros textos (incluso del mis mo Topalov) puede resultar mucho más clara. Creemos que la riqueza del castellano de (profesor de sociología urbana en Colombia) y las anotaciones para la traducción española del propio autor, han enriquecido este texto que por su denso contenido pudiera resultar de difícil lectura.
Ch. Topalov, Les pvom oteu rs irnrnob iliers. Co ntr ibu tio n a de prod ucti on capi tali ste du loge men t en France , París-La Haya, Mouton,
1974. 413
politiq ues
Capital et puopriété Int rod uct ion a uubaines, París, csu, 1973, 264 pp.
des
Carmen Gavira económico para analizar y dar respuesta a los nuevos problemas. Es también en esos momentos cuando la Universidad francesa vive la caída de los rompiéndose las viejas es tructuras que impedían la investigación más allá de las estrictas normas académicas. En un pais como España, donde en el año 68 no hubo ningún mayo, donde no cayeron los sino que por el contrario en el 64 fueron separados de la docencia y desterrados algunos de los profesores más destacados, donde la crisis ur bana obedecía a factores más cercanos al tercermundismo, donde no se había producido ni un solo texto teórico sobre urbanismo desde los de Cerca y A. Soria, y donde no se dis ponía siquiera de datos estadísticos fiables pa ra explicar la reciente explosión urbana, estos textos franceses tuvieron un enorme eco. Sobre un desierto de textos básicos (recordemos que de las 200 obras fundamentales de urbanismo seleccionadas por Sicca sólo existen ocho traducciones al castellano) se sembra ron indiscriminadamente traducciones, se «supera ron» los clá se sicos sin conocerlos, y la asimilación del último produjo más a través del mimetismo de un cierto lenguaje que de la reflexión teórica. Curiosamente, los principales trabajos del grupo de investigadores del no fueron traducidos y se difundieron en nuestro pais a través de innumerables citas de pie de página. es este Topalov que todos citan? se pre guntará hoy cualquier urbanista en España, ya que en los últi mos diez años es difícil encontrar un libro sobre políticas de vivienda, producción inmobiliaria o análisis de la renta del suelo en el que no se cite insistentemente a Christian Sorprendentemente, su único texto en castellano es un pequeño artículo monopolista de la producción inmobiliaria y planificación que fue publicado por la Universidad de Barcelona en 1974 En 1979 se tradujo en México su libro La urbanización capitalista. Algunos elementos para análisis que no ha sido distribuido en España. Y, sin embargo, sus textos Le s irnrnobiliers. Contribution a de 1980. P. Sicca, Antolo gia di urba nist ica, Roma, Ch. Topalov, monopolista de la producción inmobiliaria y planificación Urbana, Departamento de en Docurn ents Geografía, Universidad Autónoma de Barcelona, núm. 2, diciembre de 1974. Ch. Topalov, La urb aniz ació n cap ital ista . Alguno s ele me nto s para su 1979, 186 pp. análisis, México,
Presentación de
edición española
IX
y Capital et la production capitaliste du logement e n In tr od uc ti on a des politiques fon y urbaines se pueden considerar ya como como tales son citados, recomendados e incluso marcados como libros obligatorios en varias facultades y escuelas técnicas de nuestro país. La intención al editar ahora Ganancias y rentas urbanas, es precisamente comenzar por el principio, proporcionando, a to dos los que se interesan por el estudio de los problemas urbanos, un texto claro y sencillo en el que se sintetizan las principales teorías sobre la renta del suelo urbano. Después de estudiar estos cinco capítulos, la lectura de otros textos (incluso del mis mo Topalov) puede resultar mucho más clara. Creemos que la riqueza del castellano de (profesor de sociología urbana en Colombia) y las anotaciones para la traducción española del propio autor, han enriquecido este texto que por su denso contenido pudiera resultar de difícil lectura.
Ch. Topalov, Les pvom oteu rs irnrnob iliers. Co ntr ibu tio n a de prod ucti on capi tali ste du loge men t en France , París-La Haya, Mouton,
1974. 413
politiq ues
Capital et puopriété Int rod uct ion a uubaines, París, csu, 1973, 264 pp.
des
Entre todos aspectos de la cuestión urbana, uno de los que ha sido más común mente señalado, a lo largo de los años setenta, es el alza espectacular de los precios del suelo que han sufrido las ciudades del mundo capitalista desarrollado. Por todas pa rtes aume nta la denuncia de lo que sería el origen de todos los males'de la ciudad moderna: la especulación del suelo. Capitales no productivos, encarecimiento de los alquileres, disminución creciente del gasto público en equipamiento, segregación espacial de los grupos sociales, irracionalidad y despilfarro. Es larga la lista de las consecuencias nefastas del enriquecimiento sin motivo, de los plusvalores ilegales que extraen del crecimiento urbano aquellos que no contribuyen a ni con el trabajo ni con el «riesgo»: los propietarios del suelo. Y como los bienes inmuebles son aquellos cuya propiedad está más fraccionada en las sociedades capitalistas modernas, la denuncia engloba a millones de personas: al campesino de la periferia, al pequeño rentista del centro de la ciudad, al obrero que habita las chabolas de los suburbios; todos ellos considerados como especuladores. El concierto que se escucha, entonces, está compuesto por múltiples voces. En primer lugar, los planificadores, tecnócratas que racionalizan las administraciones centrales como gestoras de las colectividades locales; además, el sector más reducido de la industria de la construcción y de la promoción inmobiliaria; y, para ir aún más lejos, las fuerzas sociales reformistas, princi palmente en la línea socialista o socialdemócrata, cuyos programas tradicionales de municipalización del suelo están a la orden del día, así como entre las corrientes progresistas de los medios políticos de la burguesía, lo mismo que en la corriente comu nista del movimiento obrero. En esta conjunción de fuerzas hay, sin duda, algo más que matices de análisis, y además la política efectiva no se aju sta siempre a los discursos. Pero ello no impide en absoluto que en conjunto definan y delimiten un objeto social, un campo de conflicto y de acción estatal: el problema
Entre todos aspectos de la cuestión urbana, uno de los que ha sido más común mente señalado, a lo largo de los años setenta, es el alza espectacular de los precios del suelo que han sufrido las ciudades del mundo capitalista desarrollado. Por todas pa rtes aume nta la denuncia de lo que sería el origen de todos los males'de la ciudad moderna: la especulación del suelo. Capitales no productivos, encarecimiento de los alquileres, disminución creciente del gasto público en equipamiento, segregación espacial de los grupos sociales, irracionalidad y despilfarro. Es larga la lista de las consecuencias nefastas del enriquecimiento sin motivo, de los plusvalores ilegales que extraen del crecimiento urbano aquellos que no contribuyen a ni con el trabajo ni con el «riesgo»: los propietarios del suelo. Y como los bienes inmuebles son aquellos cuya propiedad está más fraccionada en las sociedades capitalistas modernas, la denuncia engloba a millones de personas: al campesino de la periferia, al pequeño rentista del centro de la ciudad, al obrero que habita las chabolas de los suburbios; todos ellos considerados como especuladores. El concierto que se escucha, entonces, está compuesto por múltiples voces. En primer lugar, los planificadores, tecnócratas que racionalizan las administraciones centrales como gestoras de las colectividades locales; además, el sector más reducido de la industria de la construcción y de la promoción inmobiliaria; y, para ir aún más lejos, las fuerzas sociales reformistas, princi palmente en la línea socialista o socialdemócrata, cuyos programas tradicionales de municipalización del suelo están a la orden del día, así como entre las corrientes progresistas de los medios políticos de la burguesía, lo mismo que en la corriente comu nista del movimiento obrero. En esta conjunción de fuerzas hay, sin duda, algo más que matices de análisis, y además la política efectiva no se aju sta siempre a los discursos. Pero ello no impide en absoluto que en conjunto definan y delimiten un objeto social, un campo de conflicto y de acción estatal: el problema
3
Intr oduc ción
En esta idea, elaborada previamente en el terreno de la prác tica, va a basarse la teoría: explicar la formación de los precios del suelo y, eventualmente, qué soluciones prever ante su excesivo aumento? A lo largo de los años sesenta, en los Estados Unidos, la eco nomía neoclásica elaboró una teoría tipo del crecimiento urbano que incluye, como uno de sus elementos, una descripción forma lizada del mercado del suelo. Desarrollando la antigua tradición de la teoría de la localización, han sido elaborados una serie de modelos microeconómicos: centrados de manera exclusiva en el consumidor final del suelo urbano, o bien integrando la media ción de la firma trans forma dora del uso del suelo, todos se esfuerzan por representar el establecimiento del equilibrio en el mercado del suelo a partir de una formalización del comporta miento racional de los agentes individuales. Esta teoría del equi librio a veces es desarrollada mediante los modelos de urbanización. La conclusión empírica de este proceso es un costoso esfuerzo para medir, en ciudades concretas, los parámetros construidos en los modelos. Esto, que se considera a menudo como el de estas construcciones, conduce, sin embargo, a otro tipo de des arrollo: a la investigación, sin supuestos, de los «fa ctore s del valor del Con la ayuda de métodos más o menos sofis ticado~de análisis de la causalidad multivariable se enumera uede explicar el precio de las par celas. Este empirismo de la medida, que desarrolla en el campo académico el método de la investigación inmobiliaria, da lugar a importantes trabajos cuantitativos. A principio de los años setenta se produce en este contexto una tentativa concurrente de teorización que prolonga, en el terr eno designado por la sociedad como «problema urbano», la renovación que experimenta el marxismo. Un conjunto impor tante de trabajos se desarrolla a escala internacional. Analizando la ciudad como un lugar donde se descifran y se articulan, de forma específica, los procesos globales de las formaciones socia les capitalistas, esta corriente teórica pretende romper con las ideas elaboradas de antemano por las teorías dominantes y con la separación académica entre disciplinas: la cultura p ara la sociología, los precios para la economía. De ahí un desplazamiento de estos problemas en el terreno de los fenómenos del suelo urbano: el paso del análisis de los precios al análisis de la renta. El suelo es un bien sin valor, pero tiene un precio; lo esencial es señalar las relaciones sociales
que fundamentan esta n o medir o formalizar de entrada los fenómenos más superficiales a la vez que más complejos : los fenómenos del mercado. Se establecen nuevos temas de investigación: las formas de valorización del la producción del espacio urbano construido (y de la producción de las rentas); las relaciones de propiedad que se crean y se transforman a lo largo de la urba nización (y los cambios en la distribución y en las formas con cretas de las rentas); las relaciones entre el sector inmobiliario, los propietarios del suelo y la dinámica global de la acumulación (y las relaciones de la renta y del capital Como punto de partida para estas investigaciones, la de Marx: qué punto es útil la teoría de la agricultura inglesa del siglo para el análisis de la urbanización del si glo xx? En numerosos países se entabla un debate en torno a los propios conceptos. Como es natural, en semejante situación el bizantinismo no está ausente; pero, en conjunto, no principalment e de un esfuerzo escolástico por «s alvar » a a cualquier precio, sino
-
-
Por otra parte, es necesario señalar que sobre ciertos puntos esenciales es decir, constituido s como tales por el propio marco no existe siempre acuerdo, como veremos a conti nuación. Paralelamente al debate analítico, tenga o no un efecto esti ulante, se construye la otra base del progreso teórico: investi obre la producción de la ciudad, la vivienda, las formas de propiedad, etc., acumulan lo tal vez un análisis realmente eficaz del papel ligadas al suelo dentro de la organización capitalista. Los textos que a continuación vamos a leer no tienen esa pretensión, ya que una formulación teórica d las rentas del suelo urbano no me parece, hoy La clarificación conceptual emprendida desde hace varios años ha producido resultados convergentes en ciertos puntos; en otros la controversia se mantiene. Un intento de síntesis de los primeros y de posibles soluciones para los segundos constituye el motivo principal del presente trabajo. Pero, sobre todo, parece ser que uno de los resultados princi pales de este proceso analítico es haber establecido que la teoría de la renta del suelo no puede, en ningún caso, quedar circuns crita a su propio ámbito. Su estudio remite necesariamente a
-
3
Intr oduc ción
que fundamentan esta n o medir o formalizar de entrada los fenómenos más superficiales a la vez que más complejos : los fenómenos del mercado. Se establecen nuevos temas de investigación: las formas de valorización del la producción del espacio urbano construido (y de la producción de las rentas); las relaciones de propiedad que se crean y se transforman a lo largo de la urba nización (y los cambios en la distribución y en las formas con cretas de las rentas); las relaciones entre el sector inmobiliario, los propietarios del suelo y la dinámica global de la acumulación (y las relaciones de la renta y del capital Como punto de partida para estas investigaciones, la de Marx: qué punto es útil la teoría de la agricultura inglesa del siglo para el análisis de la urbanización del si glo xx? En numerosos países se entabla un debate en torno a los propios conceptos. Como es natural, en semejante situación el bizantinismo no está ausente; pero, en conjunto, no principalment e de un esfuerzo escolástico por «s alvar » a a cualquier precio, sino
En esta idea, elaborada previamente en el terreno de la prác tica, va a basarse la teoría: explicar la formación de los precios del suelo y, eventualmente, qué soluciones prever ante su excesivo aumento? A lo largo de los años sesenta, en los Estados Unidos, la eco nomía neoclásica elaboró una teoría tipo del crecimiento urbano que incluye, como uno de sus elementos, una descripción forma lizada del mercado del suelo. Desarrollando la antigua tradición de la teoría de la localización, han sido elaborados una serie de modelos microeconómicos: centrados de manera exclusiva en el consumidor final del suelo urbano, o bien integrando la media ción de la firma trans forma dora del uso del suelo, todos se esfuerzan por representar el establecimiento del equilibrio en el mercado del suelo a partir de una formalización del comporta miento racional de los agentes individuales. Esta teoría del equi librio a veces es desarrollada mediante los modelos de urbanización. La conclusión empírica de este proceso es un costoso esfuerzo para medir, en ciudades concretas, los parámetros construidos en los modelos. Esto, que se considera a menudo como el de estas construcciones, conduce, sin embargo, a otro tipo de des arrollo: a la investigación, sin supuestos, de los «fa ctore s del valor del Con la ayuda de métodos más o menos sofis ticado~de análisis de la causalidad multivariable se enumera uede explicar el precio de las par celas. Este empirismo de la medida, que desarrolla en el campo académico el método de la investigación inmobiliaria, da lugar a importantes trabajos cuantitativos. A principio de los años setenta se produce en este contexto una tentativa concurrente de teorización que prolonga, en el terr eno designado por la sociedad como «problema urbano», la renovación que experimenta el marxismo. Un conjunto impor tante de trabajos se desarrolla a escala internacional. Analizando la ciudad como un lugar donde se descifran y se articulan, de forma específica, los procesos globales de las formaciones socia les capitalistas, esta corriente teórica pretende romper con las ideas elaboradas de antemano por las teorías dominantes y con la separación académica entre disciplinas: la cultura p ara la sociología, los precios para la economía. De ahí un desplazamiento de estos problemas en el terreno de los fenómenos del suelo urbano: el paso del análisis de los precios al análisis de la renta. El suelo es un bien sin valor, pero tiene un precio; lo esencial es señalar las relaciones sociales
Por otra parte, es necesario señalar que sobre ciertos puntos esenciales es decir, constituido s como tales por el propio marco no existe siempre acuerdo, como veremos a conti nuación. Paralelamente al debate analítico, tenga o no un efecto esti ulante, se construye la otra base del progreso teórico: investi obre la producción de la ciudad, la vivienda, las formas de propiedad, etc., acumulan lo tal vez un análisis realmente eficaz del papel ligadas al suelo dentro de la organización capitalista. Los textos que a continuación vamos a leer no tienen esa pretensión, ya que una formulación teórica d las rentas del suelo urbano no me parece, hoy La clarificación conceptual emprendida desde hace varios años ha producido resultados convergentes en ciertos puntos; en otros la controversia se mantiene. Un intento de síntesis de los primeros y de posibles soluciones para los segundos constituye el motivo principal del presente trabajo. Pero, sobre todo, parece ser que uno de los resultados princi pales de este proceso analítico es haber establecido que la teoría de la renta del suelo no puede, en ningún caso, quedar circuns crita a su propio ámbito. Su estudio remite necesariamente a
-
1.
4
terrenos de investigación mucho más amplios que el denominado <
-
5 l*
-
-
-
PLUSGANANCIAS Y RENTAS DEL SUELO EN EL CAPITALISMO
DO N DE E M P E Z A R ? L U G AR DE U N A TE O R I A D E LA
R ENTA DEL
SUELO EN EL ANALISIS DE LA URBANIZACION CAPITALISTA
la hora de hablar de la renta del suelo urbano como de una cosa el precio del suelo , y no como de una relación social, concurren muchos elementos. En primer lugar, la representación espontánea que se hacen los agentes: existe un mercado del suelo donde parece como si los terrenos tuviesen un precio determinado por sus caracterís ticas intrínsecas y de localización. Esta evidencia práctica de los agentes del mercado aquella que se deriva de la actuación del Estado: hay un problema del suelo con el que tropiezan unos elementos especializados del aparato de Estado que se supone deben tratarlo. Las descripciones del mercado del suelo elaboradas por los expertos confirman esa imagen: el precio del suelo se analiza como un equilibrio entre la oferta y la demanda en un mercado de competencia muy imperfecta, y, finalmente, como el valor del servicio precio de la proporcionado por un factor de producción particular. El fetichismo del precio del suelo está, pues, muy enraizado en la realidad social. mostrar sus paradojas y dificultades 1) antes una definición de la renta que establezca su relación íntima con el modo de en su conjunto 2). Sólo luego de inación del estudio de la renta al de la lantear convenientemente los problemas derivados de su autonomía 3). Estas observaciones preliminares tendrán por objeto delimi tar mejor la importancia de una teoría de la renta del suelo en el análisis de la urbanización capitalista. A
-
-
-
1.
4
terrenos de investigación mucho más amplios que el denominado <
-
-
5 l*
DO N DE E M P E Z A R ? L U G AR DE U N A TE O R I A D E LA
R ENTA DEL
SUELO EN EL ANALISIS DE LA URBANIZACION CAPITALISTA
la hora de hablar de la renta del suelo urbano como de una cosa el precio del suelo , y no como de una relación social, concurren muchos elementos. En primer lugar, la representación espontánea que se hacen los agentes: existe un mercado del suelo donde parece como si los terrenos tuviesen un precio determinado por sus caracterís ticas intrínsecas y de localización. Esta evidencia práctica de los agentes del mercado aquella que se deriva de la actuación del Estado: hay un problema del suelo con el que tropiezan unos elementos especializados del aparato de Estado que se supone deben tratarlo. Las descripciones del mercado del suelo elaboradas por los expertos confirman esa imagen: el precio del suelo se analiza como un equilibrio entre la oferta y la demanda en un mercado de competencia muy imperfecta, y, finalmente, como el valor del servicio precio de la proporcionado por un factor de producción particular. El fetichismo del precio del suelo está, pues, muy enraizado en la realidad social. mostrar sus paradojas y dificultades 1) antes una definición de la renta que establezca su relación íntima con el modo de en su conjunto 2). Sólo luego de inación del estudio de la renta al de la lantear convenientemente los problemas derivados de su autonomía 3). Estas observaciones preliminares tendrán por objeto delimi tar mejor la importancia de una teoría de la renta del suelo en el análisis de la urbanización capitalista. A
-
-
-
Plusganancias y rentas del suelo
6 1.
PLUSGANANCIAS Y RENTAS DEL SUELO EN EL CAPITALISMO
La tau tol ogí a de
de la oferta y la
Hoy existe, por parte de los agentes públicos y privados que demandan suelo urbano, una descripción espontánea del mer cado del suelo que tiene la fuerza de la evidencia. Un breve exa men nos lleva a dudar de su eficacia explicativa, porque nos coloca ante la paradoja esencial del precio del suelo, precio de un bien sin valor El paradigma es el siguiente El alza de los precios del suelo en términos reales, que es la base de los grandes proble mas económicos y sociales de la urbanización, es el resultado del juego de la ley de la oferta y la demanda en un mercado que presenta características que la desvirtúan. ano experimenta un aumento natu recimiento urbano concentra induce, además, a un Como contrapartida, la ofert a de suelo presenta u na rigidez estru ctura l: escasez física de terrenos dotados de equipamientos públicos, escasez unida a la reglamentación que limita los derechos de construcción, escasez producida artificialmente por la retención especulativa de los propietarios. A este desequilibrio permanente de la oferta se añaden factores agravantes relacionados con el rfectamente competitivo del mercado. En primer lugar, y sobre todo, el hecho de que los bienes no sean fungibles y sustituibles un te rreno, en un lugar dado, es en última ins tancia un bien único limita la competencia de quienes realizan la oferta; además, la escasa transparencia de las transacciones el efecto precedente. La aparente evidencia de este esquema explicativo se opone, sin embargo, a continuas constataciones empíricas; vamos a re cordar algunas de las más conocidas. El aumento de la no implica necesariamente una baja de precios. Toda extensión de zona urbanizable, bien por el desarrollo de la red y de transportes, bien por la amplia -
- -
El concepto de valor utilizado en todo el texto es el de valor -trabajo. Aquí recojo el discurso dominante en la tecnocracia de Estado en Francia dura nte los años 60, época en la que el (( problema del estaba considerado como uno de los principales obstáculos para una planificación urbana racional. Este discurso logra una expresión particularmente elabo rada en los informes preparatorios del y v plan francés plan: Rapport de la de Editions du Moniteur, 1961, pp. 71 -72; v plan: et le financement de la París, Documentation 1966, pp. 27-30).
ción de los perímetros considerados administrativame te un efecto inverso al que debede la of erta solo. los precias urbanizables se elevan al nivel de los que ya lo eran con anterioridad, sino que el precio medio del terreno periférico disminuye en modo alguno; es ésta una constatación general que se ha podido hacer tanto en las ciuda des alemanas de fines del siglo como en las ciudades ita lianas contemporáneas O en las ciudades francesas cuando fue ron suprimidos los perímetros de urbanización que limitaban las licencias de construcción en las zonas periféricas Además, ES cierto que no porque un terreno sea declarado edificable es nece sariamente puesto en el mercado, y esto porque el suelo no es natural mente una mercancía. La probabilidad de que se pongan má s terrenos en venta cuando las zonas edificables aumentan es, no obstante, bastante fuerte. En su manual clásico de urbanismo, R. Eberstadt llega a la siguiente conclusión, a partir del análisis del mercado del suelo en las ciudades alemanas en la segunda mitad del siglo A partir de una extensión urbana o una anexión de municipios, lo que casi siempre ha ocurrido es que un aumento considerable del terreno ocasionado un aumento general y no sólo parcial terrenos (...). El aumento de oferta más exacta de terrenos ha producid o un aumento general del precio de los (Eberstadt, 1909, p. 413). [Las referencias bibliográficas que aparecen en las notas incluyen sola mente el nombre del auto r, la fecha de la primera edición (en lengua ori ginal) de la obra y la página del texto citado (en la edición utilizada por el aut or) . En las obras de Marx, la fecha utilizada como referencia del texto es la de su redacción, salvo en el caso de El capital las Teorías de la para las que se tomó como referencia fecha de edición en español (N . del T.).] otra parte, la experiencia demuestra claramente que el mercado del suelo urbano nunca ha registrado una influencia sustancial al redu cirse periódicamente su estrechez por causas espontáneas o por interven ción de los poderes públicos. De hecho, al intr oduci r en el mercado grandes cantidades de nuevo suelo edificable, los precios medios se detienen sólo momentáneamente para que el mercado se reequilibre luego rápidamente, situándose al nivel medio precedente o incluso a un nivel superior. La adop ción de planes reguladores (generales) posibilitan que edificación en superficies muy superiores a las necesidades de un largo período, y que constituyen, por tanto, mercados potenciales muy importantes, nunca ha atemperado el precio de los terrenos» (Campos Venuti, 1971, p. 23). En contra de la doctrina del promotor de esta reforma, Albin Chalan don, ministro de Equipamiento de 1969 a 1973: perímetro de aglome ración, esta noción básica de nuestro urbanismo, es un instrumento de alza continua del precio de los terrenos, y toda la política que se ha llevado hasta ahora, consistente en declarar al espacio francés como no edificable salvo derogación, es una máquina formidable para hacer subir los precios de terrenos porque ha engendrado, en todas partes, escasez». Y predice
-
-
-
-
Plusganancias y rentas del suelo
6
La tau tol ogí a de
1.
de la oferta y la
Hoy existe, por parte de los agentes públicos y privados que demandan suelo urbano, una descripción espontánea del mer cado del suelo que tiene la fuerza de la evidencia. Un breve exa men nos lleva a dudar de su eficacia explicativa, porque nos coloca ante la paradoja esencial del precio del suelo, precio de un bien sin valor El paradigma es el siguiente El alza de los precios del suelo en términos reales, que es la base de los grandes proble mas económicos y sociales de la urbanización, es el resultado del juego de la ley de la oferta y la demanda en un mercado que presenta características que la desvirtúan. ano experimenta un aumento natu recimiento urbano concentra induce, además, a un Como contrapartida, la ofert a de suelo presenta u na rigidez estru ctura l: escasez física de terrenos dotados de equipamientos públicos, escasez unida a la reglamentación que limita los derechos de construcción, escasez producida artificialmente por la retención especulativa de los propietarios. A este desequilibrio permanente de la oferta se añaden factores agravantes relacionados con el rfectamente competitivo del mercado. En primer lugar, y sobre todo, el hecho de que los bienes no sean fungibles y sustituibles un te rreno, en un lugar dado, es en última ins tancia un bien único limita la competencia de quienes realizan la oferta; además, la escasa transparencia de las transacciones el efecto precedente. La aparente evidencia de este esquema explicativo se opone, sin embargo, a continuas constataciones empíricas; vamos a re cordar algunas de las más conocidas. El aumento de la no implica necesariamente una baja de precios. Toda extensión de zona urbanizable, bien por el desarrollo de la red y de transportes, bien por la amplia -
- -
El concepto de valor utilizado en todo el texto es el de valor -trabajo. Aquí recojo el discurso dominante en la tecnocracia de Estado en Francia dura nte los años 60, época en la que el (( problema del estaba considerado como uno de los principales obstáculos para una planificación urbana racional. Este discurso logra una expresión particularmente elabo rada en los informes preparatorios del y v plan francés plan: Rapport de la de Editions du Moniteur, 1961, pp. 71 -72; v plan: et le financement de la París, Documentation 1966, pp. 27-30).
ción de los perímetros considerados administrativame te un efecto inverso al que debede la of erta solo. los precias urbanizables se elevan al nivel de los que ya lo eran con anterioridad, sino que el precio medio del terreno periférico disminuye en modo alguno; es ésta una constatación general que se ha podido hacer tanto en las ciuda des alemanas de fines del siglo como en las ciudades ita lianas contemporáneas O en las ciudades francesas cuando fue ron suprimidos los perímetros de urbanización que limitaban las licencias de construcción en las zonas periféricas Además, ES cierto que no porque un terreno sea declarado edificable es nece sariamente puesto en el mercado, y esto porque el suelo no es natural mente una mercancía. La probabilidad de que se pongan má s terrenos en venta cuando las zonas edificables aumentan es, no obstante, bastante fuerte. En su manual clásico de urbanismo, R. Eberstadt llega a la siguiente conclusión, a partir del análisis del mercado del suelo en las ciudades alemanas en la segunda mitad del siglo A partir de una extensión urbana o una anexión de municipios, lo que casi siempre ha ocurrido es que un aumento considerable del terreno ocasionado un aumento general y no sólo parcial terrenos (...). El aumento de oferta más exacta de terrenos ha producid o un aumento general del precio de los (Eberstadt, 1909, p. 413). [Las referencias bibliográficas que aparecen en las notas incluyen sola mente el nombre del auto r, la fecha de la primera edición (en lengua ori ginal) de la obra y la página del texto citado (en la edición utilizada por el aut or) . En las obras de Marx, la fecha utilizada como referencia del texto es la de su redacción, salvo en el caso de El capital las Teorías de la para las que se tomó como referencia fecha de edición en español (N . del T.).] otra parte, la experiencia demuestra claramente que el mercado del suelo urbano nunca ha registrado una influencia sustancial al redu cirse periódicamente su estrechez por causas espontáneas o por interven ción de los poderes públicos. De hecho, al intr oduci r en el mercado grandes cantidades de nuevo suelo edificable, los precios medios se detienen sólo momentáneamente para que el mercado se reequilibre luego rápidamente, situándose al nivel medio precedente o incluso a un nivel superior. La adop ción de planes reguladores (generales) posibilitan que edificación en superficies muy superiores a las necesidades de un largo período, y que constituyen, por tanto, mercados potenciales muy importantes, nunca ha atemperado el precio de los terrenos» (Campos Venuti, 1971, p. 23). En contra de la doctrina del promotor de esta reforma, Albin Chalan don, ministro de Equipamiento de 1969 a 1973: perímetro de aglome ración, esta noción básica de nuestro urbanismo, es un instrumento de alza continua del precio de los terrenos, y toda la política que se ha llevado hasta ahora, consistente en declarar al espacio francés como no edificable salvo derogación, es una máquina formidable para hacer subir los precios de terrenos porque ha engendrado, en todas partes, escasez». Y predice
-
-
-
-
8
Plusganancias y rentas del suelo
la reducción de los precios de una parte de las transacciones de bienes raíces por debajo de los precios de mercado, por medios administrativos, no disminuye el aumento de las transacciones libres 7. Primera el nivel de los precios del suelo sino más bien de
caciones en términos de oferta y demanda sólo son evidentes en apariencia. Basta para convencerse analizar más de cerca cómo podría establecerse, en el mercad ley de la oferta y la demanda. se trata de ordinarias producidas por el capital con vistas a la venta y la ganancia, la ley de la oferta y
esariamente un disminución los hace descender necesariamente. El primer fenómeno ha podido ser observado en dos ocasiones. En el período de entreguerras, mientras que la construcción capitalista experimenta una profunda decadencia, sobreviene un boom considerable de la construcción sin promo tor, a lo largo de los años veinte, y sin embargo los precios del suelo experimentan un descenso importante en su valor real En el periodo 1965-1975, caracterizado por una fase muy constante de expansión de la construcción inmobiliaria se observa una estabilidad en el precio del suelo dentro del costo total de las viviendas construidas por la promoción priUn aumento importante de la demanda de terrenos sólo conduce a un alza de los precios reales del suelo en algunas situaciones. Por el contrario, una disminución de la demanda que acompaña a una fase de regresión de la actividad inmobiliaria no ocasiona necesariamente el descenso de los precios del sue lo lo; el alza súbita del precio de los terrenos en Paris, a partir de 1887 y hasta 1911, coincide con un largo período en que dis minuye el número de viviendas construidas (de 1882 a 1910) Estos fenómenos san demasiado frecuentes y eventualmente recurrentes, para ser interpretados como excepciones: las imprudente mente: «Vamos a asistir a una baja del precio de los terrenos*. (Conferencia en la Cámara de Comercio e Industria de París, de mayo de 1969.) Este fue el caso tanto de las ciudades de Gran Bretaña, donde entre 1947 y 1959 (Town and Country Planni ng Act) las expropiac iones se hicie ron al precio del valor de uso existente, como de las ciudades francesas donde, a partir de 1963, se crearon perímetros Différé), en las que se puede ejercer el derecho de compra preferencial del ente público al precio del valor de uso antes de la creación de la zona. Générale, su r Paris, Etudes Economiques, 1, París, Impri meri e Nat ionale , 1946. Cf. los trabajos de J. J. (especialmente Granelle, y las encuestas periódicas sobre el coste de la nueva construcción (sintetizados y Strobel, 1978). y analizados en Ansidei, Este «e fecto de bloqueo» fue pue sto de manifiesto po r P. Lancereau (Lancereau, 1971). Cf. Topalov, trabajo en realización.
9
iene por qué ocurrir esto, objetivamente estipulado, demanda. Y esto por una uso no un producto rio mucho trabajo social, acumulado a través de la historia, para hacer de una parcela de tierra un solar urbano, o que sea necesario eventualmente que el propietario invierta capital para hacer su parcela edificable, no cambia para nada el hecho de que el precio del terreno en cuestión no está determinado por un costo de producción. Por otra parte, este bien no p Contrariamente a los prod ducción como capital mercancia en vías de realización, los bienes raíces no implican ninguna n ecesid ad social de ser vendidos. Por tanto, en este tan especial no hay mercancia producida, ni precio regulador, ni ley de oferta autónoma. Se trata, entonces, de un mercado en el que la formación de los precios se presenta a la inversa, en el que la ley de la demanda
-
ello la relación entre oferta y demanda sólo explica, por una parte, las divergencias de los precios de mercado con respecto a los valores de mercado, y por la otra la tendencia a la anulación de esta divergencia, es decir a la anulación del efecto de la relación entre oferta y demanda» (Marx, 1976, vol. 6, p. 240). se dé una correspondencia continuada entre los precios y la relación entre oferta y demanda es natural, puesto que son dos expresiones de un mismo fenómeno o de un mismo conjunto de fenó menos; pero nos enseña esto sobre las causas reales de este fenómeno y de sus variaciones?» (Halbwachs, 1909, pp.
8
Plusganancias y rentas del suelo
la reducción de los precios de una parte de las transacciones de bienes raíces por debajo de los precios de mercado, por medios administrativos, no disminuye el aumento de las transacciones libres 7. Primera el nivel de los precios del suelo sino más bien de
caciones en términos de oferta y demanda sólo son evidentes en apariencia. Basta para convencerse analizar más de cerca cómo podría establecerse, en el mercad ley de la oferta y la demanda. se trata de ordinarias producidas por el capital con vistas a la venta y la ganancia, la ley de la oferta y
esariamente un disminución los hace descender necesariamente. El primer fenómeno ha podido ser observado en dos ocasiones. En el período de entreguerras, mientras que la construcción capitalista experimenta una profunda decadencia, sobreviene un boom considerable de la construcción sin promo tor, a lo largo de los años veinte, y sin embargo los precios del suelo experimentan un descenso importante en su valor real En el periodo 1965-1975, caracterizado por una fase muy constante de expansión de la construcción inmobiliaria se observa una estabilidad en el precio del suelo dentro del costo total de las viviendas construidas por la promoción priUn aumento importante de la demanda de terrenos sólo conduce a un alza de los precios reales del suelo en algunas situaciones. Por el contrario, una disminución de la demanda que acompaña a una fase de regresión de la actividad inmobiliaria no ocasiona necesariamente el descenso de los precios del sue lo lo; el alza súbita del precio de los terrenos en Paris, a partir de 1887 y hasta 1911, coincide con un largo período en que dis minuye el número de viviendas construidas (de 1882 a 1910) Estos fenómenos san demasiado frecuentes y eventualmente recurrentes, para ser interpretados como excepciones: las imprudente mente: «Vamos a asistir a una baja del precio de los terrenos*. (Conferencia en la Cámara de Comercio e Industria de París, de mayo de 1969.) Este fue el caso tanto de las ciudades de Gran Bretaña, donde entre 1947 y 1959 (Town and Country Planni ng Act) las expropiac iones se hicie ron al precio del valor de uso existente, como de las ciudades francesas donde, a partir de 1963, se crearon perímetros Différé), en las que se puede ejercer el derecho de compra preferencial del ente público al precio del valor de uso antes de la creación de la zona. Générale, su r Paris, Etudes Economiques, 1, París, Impri meri e Nat ionale , 1946. Cf. los trabajos de J. J. (especialmente Granelle, y las encuestas periódicas sobre el coste de la nueva construcción (sintetizados y Strobel, 1978). y analizados en Ansidei, Este «e fecto de bloqueo» fue pue sto de manifiesto po r P. Lancereau (Lancereau, 1971). Cf. Topalov, trabajo en realización.
iene por qué ocurrir esto, objetivamente estipulado, demanda. Y esto por una uso no un producto rio mucho trabajo social, acumulado a través de la historia, para hacer de una parcela de tierra un solar urbano, o que sea necesario eventualmente que el propietario invierta capital para hacer su parcela edificable, no cambia para nada el hecho de que el precio del terreno en cuestión no está determinado por un costo de producción. Por otra parte, este bien no p Contrariamente a los prod ducción como capital mercancia en vías de realización, los bienes raíces no implican ninguna n ecesid ad social de ser vendidos. Por tanto, en este tan especial no hay mercancia producida, ni precio regulador, ni ley de oferta autónoma. Se trata, entonces, de un mercado en el que la formación de los precios se presenta a la inversa, en el que la ley de la demanda
-
ello la relación entre oferta y demanda sólo explica, por una parte, las divergencias de los precios de mercado con respecto a los valores de mercado, y por la otra la tendencia a la anulación de esta divergencia, es decir a la anulación del efecto de la relación entre oferta y demanda» (Marx, 1976, vol. 6, p. 240). se dé una correspondencia continuada entre los precios y la relación entre oferta y demanda es natural, puesto que son dos expresiones de un mismo fenómeno o de un mismo conjunto de fenó menos; pero nos enseña esto sobre las causas reales de este fenómeno y de sus variaciones?» (Halbwachs, 1909, pp.
y rentas del suelo
Christian
1
regula los precios de transacción, mientras que éstos regulan a su vez los precios de oferta. Todo el mundo sabe que el precio del suelo depende de lo que se hace o se puede hacer en mercado del suelo urbano es a y vez mo; depende de una pluralidad de mercados inmobiliarios, di versificados según el uso de las construcciones y en los que la formación de los precios de demanda sigue leyes diferentes. Estas leyes de demanda dominan, pues, el mercado. están ellas mismas determinadas? hay que remitirse simplemente a las preferencias de las familias, usuarios últimos del suelo, dispuestas a pagar más o menos según su localización? Considerar las cosas de este modo sería olvidar un punto esen cial. Entre la compra del suelo y su mente una producción material de e te, la intervención de un capitalista agente del cambio de uso. La ley de la demanda se forma en este proceso social y no en relación directa con las familias; dependerá, como veremos, de la plusganancia concreta que el constructor capitalista puede esperar de la operación, cantidad que no depende solamente del precio de las viviendas, sino de todos los elementos que definen la operación: s u contenido cualitativo, su densidad, sus costes y su financiación este bien sin valor, el suelo, no Por esta razón, se ofrece (mercado del suelo) puede ser sino donde se forma (valorización del capital sobre el suelo). De una observación de los precios hay que pasar a una teoria de las rentas.
-
2.
-
es la renta del suelo? Subordinación d e la renta al capital
De manera general, tanto en la agricultura como en la ciudad, se produzca tri go, petróleo o viviendas, se haga comercio con mercancías, servicios o dinero, las rentas del suelo que en el modo de producción capitalis ta nacen eventualmente de estas actividades, tienen un fundamento idéntico. Son una fijación y una ión de las plusganancias concretas engendradas Además, se dan usos propiamente capitalistas de los inmuebles por parte de las empresas (oficinas, comercios, depósitos, etc.). Como lo demuestra la práct ica del «cal culo hacia por parte de los promotores inmobiliarios (cf. C. Topalov, 1974, pp. 202-9).
9
11
ital en una actividad y en un punto ación que se produce: cuando ciertas condiciones de esta valorización son inde pendientes del capital, es decir, desigualmente preestablecidas por este capital
-
implica generalmente el suelo autónoma del una resistencia efectiva. Desde ese instan te, esas plusganancias se fijan, en lugar de ent rar en el proceso de nivelación de la ganancia y de estimularlo . Al mismo tiempo, se transf orman de distinto modo según las relaciones sociales determinar án su distribución entr e los agentes. Aparecen como precio o alquiler del suelo si van al pro pietario mismo, que cede el mueble si van a un rentista inmobiliario; r; incluso como interés iarse una parte de ellas, as formas, la renta del suelo puede estar distribuida de manera muy variable en la sociedad. Lo que estas formas directamen te observables, de la renta tienen en co establecidas a part ir de una plusganancia que se fija donde se forma, vez de en el movimiento de nivelación de la ganancia. De esta definición general de la renta capitalista del suelo, y antes de desarrollar su análisis, extraemos dos consecuencias La renta del suelo plusganancia localizada es una categoría económica específica que se define por la relación social en la que se genera: un capital que cumple una parte de las con diciones de su valorización en forma de una propiedad autónoma del suelo. Por tanto, no puede ser reducida a ésta o a aquella forma en la que pue que se dé como un pago recurrente ( una o un alquiler), o como un pago único (un precio), no modifica en absoluto su contenido que se la
-
Este punto ha suscitado controversias durante mucho tiempo en Fran cia entre los investigad ores que han intentado aplicar los conceptos de Marx que estudia una forma de renta que es, en primer lugar, un ingreso corriente y solamente un precio por capitaliz ación de éste en el análisis de las rentas urbanas que se p resentan principalmente como precio del suelo. Por no haber entendido claramente la total indiferencia del
-
-
-
y rentas del suelo
Christian
1
regula los precios de transacción, mientras que éstos regulan a su vez los precios de oferta. Todo el mundo sabe que el precio del suelo depende de lo que se hace o se puede hacer en mercado del suelo urbano es a y vez mo; depende de una pluralidad de mercados inmobiliarios, di versificados según el uso de las construcciones y en los que la formación de los precios de demanda sigue leyes diferentes. Estas leyes de demanda dominan, pues, el mercado. están ellas mismas determinadas? hay que remitirse simplemente a las preferencias de las familias, usuarios últimos del suelo, dispuestas a pagar más o menos según su localización? Considerar las cosas de este modo sería olvidar un punto esen cial. Entre la compra del suelo y su mente una producción material de e te, la intervención de un capitalista agente del cambio de uso. La ley de la demanda se forma en este proceso social y no en relación directa con las familias; dependerá, como veremos, de la plusganancia concreta que el constructor capitalista puede esperar de la operación, cantidad que no depende solamente del precio de las viviendas, sino de todos los elementos que definen la operación: s u contenido cualitativo, su densidad, sus costes y su financiación este bien sin valor, el suelo, no Por esta razón, se ofrece (mercado del suelo) puede ser sino donde se forma (valorización del capital sobre el suelo). De una observación de los precios hay que pasar a una teoria de las rentas.
-
2.
-
es la renta del suelo? Subordinación d e la renta al capital
De manera general, tanto en la agricultura como en la ciudad, se produzca tri go, petróleo o viviendas, se haga comercio con mercancías, servicios o dinero, las rentas del suelo que en el modo de producción capitalis ta nacen eventualmente de estas actividades, tienen un fundamento idéntico. Son una fijación y una ión de las plusganancias concretas engendradas Además, se dan usos propiamente capitalistas de los inmuebles por parte de las empresas (oficinas, comercios, depósitos, etc.). Como lo demuestra la práct ica del «cal culo hacia por parte de los promotores inmobiliarios (cf. C. Topalov, 1974, pp. 202-9).
Topalov
12
apropie un o un gran propietario del suelo, distinto al capitalista que lo valoriza, o que sea conservada por éste bajo su forma inmediata de plusganancia, no cambia en nada su ori gen. Como consecuencia, la renta capitalista del suelo no puede ser concebida como el ingreso específico de una clase en particu lar, ni siquiera de una fracción distinta de la burguesía Aunque esto sucedía en la agricultura inglesa analizada por Marx no quiere decir que sea el caso general ni mucho menos el de las rentas urbanas en las sociedades capitalistas desarrolla das de hoy en día. Segunda consecuencia: si .la r enta del suelo moderna es la de una plusganancia, el punto de partida de --su estudio es el análisis de las condiciones de valorización del capital. Lo que equivale a decir simplem el mercado del suelo hay que comenzar y cómo se hace. Co es decir, hoy en el capital sición a las rentas del suelo de los modos de producción ante riores, la renta capitalista no es la forma dominante inmediata del plusproducto social, sino una transformación del plusvalor producido en la explotación capitalista. La renta feudal en tra bajo, en especie o en dinero era el plustrabajo del campesino; la renta capitalista es una parte de las ganancias de la empresa que ésta debe ceder. generalmente, a un tercero, el propietario nido de la renta con respecto a sus formas, se ha llegado a denominar curiosamente el precio del terreno como capitalizada)) ¿capitalización de qué? (cf. Alquier, 1971, pp. 82-87; Lojkine, 1971, pp. 89-92; Perceval, 1972, p. 111); o bien a bautizar de nuevo el concepto mismo de renta como del para la ambigüedad)) del té rmino renta, pero introduciendo al mismo tiempo una connotación a la que me referiré más tarde (cf. Lipietz, 1974, p. 105). Veremos que la mayor familiaridad de los autores marxistas anglosajones con el vocabulario económico (donde el término de renta del suelo no prejuzga en absoluto su forma) les ha evitado plantearse este falso problema. Esta proposición, sobre la que habrá que insistir, ha sido perfectamente establecida en forma teórica y empírica en el caso británico por D. Massey y A. (Massey y Catalano, 1978, pp . 29-40). propietarios de la mera fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los terratenientes... forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, que se funda en el modo capitalista de producción» (Marx, 1981, vol. 8, p. 1123). Este es, sin duda, punto a partir del cual los trabajos sobre la problemática marxista han podido arrojar una luz verdaderamente nueva en el campo de los estudios del suelo, y entre ellos los de A. Lipietz, el primero que intentó una sistematización teórica basada en la regla: tir de la producción» (Lipietz, 1974).
-
-
11
ital en una actividad y en un punto ación que se produce: cuando ciertas condiciones de esta valorización son inde pendientes del capital, es decir, desigualmente preestablecidas por este capital
-
implica generalmente el suelo autónoma del una resistencia efectiva. Desde ese instan te, esas plusganancias se fijan, en lugar de ent rar en el proceso de nivelación de la ganancia y de estimularlo . Al mismo tiempo, se transf orman de distinto modo según las relaciones sociales determinar án su distribución entr e los agentes. Aparecen como precio o alquiler del suelo si van al pro pietario mismo, que cede el mueble si van a un rentista inmobiliario; r; incluso como interés iarse una parte de ellas, as formas, la renta del suelo puede estar distribuida de manera muy variable en la sociedad. Lo que estas formas directamen te observables, de la renta tienen en co establecidas a part ir de una plusganancia que se fija donde se forma, vez de en el movimiento de nivelación de la ganancia. De esta definición general de la renta capitalista del suelo, y antes de desarrollar su análisis, extraemos dos consecuencias La renta del suelo plusganancia localizada es una categoría económica específica que se define por la relación social en la que se genera: un capital que cumple una parte de las con diciones de su valorización en forma de una propiedad autónoma del suelo. Por tanto, no puede ser reducida a ésta o a aquella forma en la que pue que se dé como un pago recurrente ( una o un alquiler), o como un pago único (un precio), no modifica en absoluto su contenido que se la
-
Este punto ha suscitado controversias durante mucho tiempo en Fran cia entre los investigad ores que han intentado aplicar los conceptos de Marx que estudia una forma de renta que es, en primer lugar, un ingreso corriente y solamente un precio por capitaliz ación de éste en el análisis de las rentas urbanas que se p resentan principalmente como precio del suelo. Por no haber entendido claramente la total indiferencia del
-
-
-
Plusganancias y rentas
de l
suelo
del suelo o el La renta no determina por tanto la ganancia, forma inmediata y dominante del plusvalor, sino que se halla regulada por éste. Si la parte de la ganancia que corres ponde al suelo afectase a la ganancia media, no habría inversión y, por tanto, tampoco renta del suelo. Este es el efecto de la estructura misma de las relaciones de producción: el capital es quien controla efectivamente el proceso de producción y tiende a eliminar a la propiedad autónoma del suelo de cualquier fun ción de organización de ese proceso. Para conseguirlo, deberá apoderarse de una u otra forma, por lo menos en el momento en que produce, del atributo esencial de la propiedad territorial: el derecho a disponer del En consecuencia, la renta del suelo no es la que modela a la ciudad capitalista: devuelve al capital la imagen de su propio movimiento de valorización y de su desarrollo desigual, imponiendo a cada capital particular las leyes del capital en s u conju nto. Al mismo tiempo , baj o la forma de mercado del suelo e inmobiliario aparecerán p ara los usuarios y para las colectividades públicas las «leyes de bronce* de la competencia de los capitales para tener acceso al suelo urbano; de ahí la tradición, que se remonta a las corrientes reformistas y socialdemócratas de finales del siglo de los discursos que denuncian el parasitismo de la del suelo, pero ignora por completo la relación esencial entre el capital y renta Este punto sobre el que habrá que insistir. renta del suelo es, como indico aquí, intrínseca al .. lismo? Pero, incluso si fuera, se trata de una categoría una relación social particular y que, en Por supuesto, para cada capitalista considerado individualmente las cosas se presentan revés: el terreno tiene un precio que debe pagar de antemano y que disminuye sus ganancias de la misma manera que los otros elementos del precio de coste. erróneo es todo, y así se presenta todo, vuelto del revés, desde el punto de vista de la (Marx, 1981, vol. 8, p. 886). Para obtener este «poder de en el sentido en el que lo define C. Bettelheim (Bettelheim, 1970, p. el capitalista deberá comprar el propio terreno, o un derecho de uso del mismo durante un periodo determinado (arrendamiento enfitéutico, building etc.). Una antología de estos discursos mostraría su asombrosa continuidad desde Georges and poverty, editado en 1879 en San Francisco) hast a los tecnócratas ilustrados de la Francia gaullista (so bre todo durante la elaboración del plan, pasando por Maurice wachs y el socialismo municipal anterior a 1914. Cf. el trabajo de M. Edel sobre la re nta del suelo y los economistas «radicales» (Edel, 1974).
Topalov
12
apropie un o un gran propietario del suelo, distinto al capitalista que lo valoriza, o que sea conservada por éste bajo su forma inmediata de plusganancia, no cambia en nada su ori gen. Como consecuencia, la renta capitalista del suelo no puede ser concebida como el ingreso específico de una clase en particu lar, ni siquiera de una fracción distinta de la burguesía Aunque esto sucedía en la agricultura inglesa analizada por Marx no quiere decir que sea el caso general ni mucho menos el de las rentas urbanas en las sociedades capitalistas desarrolla das de hoy en día. Segunda consecuencia: si .la r enta del suelo moderna es la de una plusganancia, el punto de partida de --su estudio es el análisis de las condiciones de valorización del capital. Lo que equivale a decir simplem el mercado del suelo hay que comenzar y cómo se hace. Co es decir, hoy en el capital sición a las rentas del suelo de los modos de producción ante riores, la renta capitalista no es la forma dominante inmediata del plusproducto social, sino una transformación del plusvalor producido en la explotación capitalista. La renta feudal en tra bajo, en especie o en dinero era el plustrabajo del campesino; la renta capitalista es una parte de las ganancias de la empresa que ésta debe ceder. generalmente, a un tercero, el propietario nido de la renta con respecto a sus formas, se ha llegado a denominar curiosamente el precio del terreno como capitalizada)) ¿capitalización de qué? (cf. Alquier, 1971, pp. 82-87; Lojkine, 1971, pp. 89-92; Perceval, 1972, p. 111); o bien a bautizar de nuevo el concepto mismo de renta como del para la ambigüedad)) del té rmino renta, pero introduciendo al mismo tiempo una connotación a la que me referiré más tarde (cf. Lipietz, 1974, p. 105). Veremos que la mayor familiaridad de los autores marxistas anglosajones con el vocabulario económico (donde el término de renta del suelo no prejuzga en absoluto su forma) les ha evitado plantearse este falso problema. Esta proposición, sobre la que habrá que insistir, ha sido perfectamente establecida en forma teórica y empírica en el caso británico por D. Massey y A. (Massey y Catalano, 1978, pp . 29-40). propietarios de la mera fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los terratenientes... forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, que se funda en el modo capitalista de producción» (Marx, 1981, vol. 8, p. 1123). Este es, sin duda, punto a partir del cual los trabajos sobre la problemática marxista han podido arrojar una luz verdaderamente nueva en el campo de los estudios del suelo, y entre ellos los de A. Lipietz, el primero que intentó una sistematización teórica basada en la regla: tir de la producción» (Lipietz, 1974).
-
-
Plusganancias y rentas
Por supuesto, para cada capitalista considerado individualmente las cosas se presentan revés: el terreno tiene un precio que debe pagar de antemano y que disminuye sus ganancias de la misma manera que los otros elementos del precio de coste. erróneo es todo, y así se presenta todo, vuelto del revés, desde el punto de vista de la (Marx, 1981, vol. 8, p. 886). Para obtener este «poder de en el sentido en el que lo define C. Bettelheim (Bettelheim, 1970, p. el capitalista deberá comprar el propio terreno, o un derecho de uso del mismo durante un periodo determinado (arrendamiento enfitéutico, building etc.). Una antología de estos discursos mostraría su asombrosa continuidad desde Georges and poverty, editado en 1879 en San Francisco) hast a los tecnócratas ilustrados de la Francia gaullista (so bre todo durante la elaboración del plan, pasando por Maurice wachs y el socialismo municipal anterior a 1914. Cf. el trabajo de M. Edel sobre la re nta del suelo y los economistas «radicales» (Edel, 1974).
y
3. Au t on om í a d e la re nt a: el «p ro bl e ma de l La subordinación de la renta a la ganancia no significa la ausen cia de contradicción ent re estas dos relaciones sociales y los agentes que son sus sopoítes; indica simplemente que la valori zación de la propiedad del suelo por la renta presupone la valo rización del capital mediante la explotación de la fuerza de trabajo. La renta del suelo es una relación de distribución del plusvalor social entre los agentes que, en esa relación, se sitúan globalmente del lado del capital la propiedad del suelo y de la renta la ganancia se deducen una serie de ar auténticas contradicciones socia les. Distinguiremos: la contradicción inmediata, local, entre ga nancia y renta, que aparece entre compradores y vendedores de terrenos en pugna por la distribución de la plusganancia locali global entre la ganancia y la renta, que echo de que la renta modifica las relacio nes de intercambio entre mercancías e implica transferencias de valor ajenas al movimiento general de la nivelación; y, por último, la contradicción especifica de ciertas formas de propie dad del suelo no capitalistas que se resisten a la lógica de la maximización de la localizada y, por tanto, a la rentabilización máxima del suelq. más inmediata, más visible, enfrenta al ven el promotor inmobiliario y se resuelve en de el proceso de ajuste del precio del suelo a la plusganancia locali zada, lo que constituye precisamente el mercado del suelo. Mientras que el vendedor se esforzará por obtener el precio máximo que reducirá la ganancia de promoción a la ganancia media , el comprador tratará de conservar la mayor parte posi ble de la plusganancia del suelo. Dado que el ajuste raramente se establece de manera instantánea, aparece una relación contra -
--
Y solamente en esta relación si el propietario inmobiliario es, además, un trabajador asalariado. Es necesario señalar que, en este nivel de abstracción, cualquier titular de una cuenta de ahorro que recibe un tipo de interé s real positivo está situ ado también adel lado del capital.. Est o indica los límites del análisis abstracto.
suelo
del suelo o el La renta no determina por tanto la ganancia, forma inmediata y dominante del plusvalor, sino que se halla regulada por éste. Si la parte de la ganancia que corres ponde al suelo afectase a la ganancia media, no habría inversión y, por tanto, tampoco renta del suelo. Este es el efecto de la estructura misma de las relaciones de producción: el capital es quien controla efectivamente el proceso de producción y tiende a eliminar a la propiedad autónoma del suelo de cualquier fun ción de organización de ese proceso. Para conseguirlo, deberá apoderarse de una u otra forma, por lo menos en el momento en que produce, del atributo esencial de la propiedad territorial: el derecho a disponer del En consecuencia, la renta del suelo no es la que modela a la ciudad capitalista: devuelve al capital la imagen de su propio movimiento de valorización y de su desarrollo desigual, imponiendo a cada capital particular las leyes del capital en s u conju nto. Al mismo tiempo , baj o la forma de mercado del suelo e inmobiliario aparecerán p ara los usuarios y para las colectividades públicas las «leyes de bronce* de la competencia de los capitales para tener acceso al suelo urbano; de ahí la tradición, que se remonta a las corrientes reformistas y socialdemócratas de finales del siglo de los discursos que denuncian el parasitismo de la del suelo, pero ignora por completo la relación esencial entre el capital y renta Este punto sobre el que habrá que insistir. renta del suelo es, como indico aquí, intrínseca al .. lismo? Pero, incluso si fuera, se trata de una categoría una relación social particular y que, en
14
consecuencia, puede producir efectos autónomos, sujetos a va riaciones a lo largo de la historia y denominados generalmente «problema del suelo».
de l
rentas del suelo
15
dictoria entre los agentes, asi como la dinámica espacial de los uso del suelo y el movimiento de los precios del propietarios del suelo, cuando se decidan a vender, tenderán por lógica a ajustar sus precios de oferta al nivel de la máxima plusganancia localizada susceptible de obtenerse en la zona e, incluso, por encima de este nivel, anticipándose a una futura transformación de la utilización de ese suelo: esto es la del suelo». Los constructores capitalistas seguirán una pauta de que constituye una respuesta: comprar y construir allí donde la diferencia ent re la plusganancia realizable y el precio re al del suelo sea máxima: esto es la «especulación inmobiliaria pues, un conflicto entre los agentes del mercado que se resuelve y se reproduce en la propia dinámica de la formación de los precios, pero que puede a veces tomar un cariz desagradable a nivel social. En particular, cuando la tensión coyuntural en el mercado inmobiliario es fuerte, la
-
un factor de alza de los precios, e incluso en una crisis de ganan cia y en una recesión: en los propios capitalistas del sector inmobiliar io, y también el Estado, hablan del del suelo» La renta no es, pues, un proceso neutro de asignación de usos óptimos a los terrenos; es una relación social contradictoria. no sólo en la dinámica del ajuste y de las tensiones que la a 'no más fundamentalmente en la forma de regula que esta crea. Porque las contradicciones sociales globales surgen del hecho de que la renta modifica las relaciones de inter cambio, la distribución del plusvalor social y, por tanto, las rela ciones entre clases y la propia dinámica de la acumulación. En la renta del suelo o al menos algunos de sus componentes los precios de los bienes inmobiliarios, ya sea de añadiéndose precio de producción so cial de los edificios ya sea de forma indirecta, aminorando la acumulación en el sector de la construcción y, por tanto, los cambios en la división del trabajo y en la productividad. De es -
-
-
punto de hablar de municipalización del suelo, como lo hicieron a finales de los años 60 los representantes de algunos grandes grupos inmobiliarios e incluso el entonces ministro de A. Chalandon. Se trata aquí de lo que será analizado más adelante como renta ab soluta.
14
y
consecuencia, puede producir efectos autónomos, sujetos a va riaciones a lo largo de la historia y denominados generalmente «problema del suelo».
3. Au t on om í a d e la re nt a: el «p ro bl e ma de l La subordinación de la renta a la ganancia no significa la ausen cia de contradicción ent re estas dos relaciones sociales y los agentes que son sus sopoítes; indica simplemente que la valori zación de la propiedad del suelo por la renta presupone la valo rización del capital mediante la explotación de la fuerza de trabajo. La renta del suelo es una relación de distribución del plusvalor social entre los agentes que, en esa relación, se sitúan globalmente del lado del capital la propiedad del suelo y de la renta la ganancia se deducen una serie de ar auténticas contradicciones socia les. Distinguiremos: la contradicción inmediata, local, entre ga nancia y renta, que aparece entre compradores y vendedores de terrenos en pugna por la distribución de la plusganancia locali global entre la ganancia y la renta, que echo de que la renta modifica las relacio nes de intercambio entre mercancías e implica transferencias de valor ajenas al movimiento general de la nivelación; y, por último, la contradicción especifica de ciertas formas de propie dad del suelo no capitalistas que se resisten a la lógica de la maximización de la localizada y, por tanto, a la rentabilización máxima del suelq. más inmediata, más visible, enfrenta al ven el promotor inmobiliario y se resuelve en de el proceso de ajuste del precio del suelo a la plusganancia locali zada, lo que constituye precisamente el mercado del suelo. Mientras que el vendedor se esforzará por obtener el precio máximo que reducirá la ganancia de promoción a la ganancia media , el comprador tratará de conservar la mayor parte posi ble de la plusganancia del suelo. Dado que el ajuste raramente se establece de manera instantánea, aparece una relación contra -
--
Y solamente en esta relación si el propietario inmobiliario es, además, un trabajador asalariado. Es necesario señalar que, en este nivel de abstracción, cualquier titular de una cuenta de ahorro que recibe un tipo de interé s real positivo está situ ado también adel lado del capital.. Est o indica los límites del análisis abstracto.
Chris
16
Topalov
tas dos maneras, la renta del suelo grava los precios de las vivien das necesarias para el mantenimiento de la mano de obra, pero también de los edificios de explotación de las empresas indus triales y comerciales. Hay en consecuencia una transferencia de plusvalor social de los sectores productivos (que buscan una ganancia) a la propiedad del suelo, de donde resulta, en cualquier caso, una aminoración de la acumulación en los sectores afecta dos y, según el uso que se haga de estos flujos de valor, even tualmente, un freno total a la acumulación. A la contradicción más evidente, que nace en el proceso de ajuste de los precios del suelo a la plusganancia localizada, se añade otra subyacente que se da también cuando el ajuste está supuestamente realizado. Pero el contenido social de estas con tegorías, abstractamente definidas hasta propiedad del suelo , dependerá de los en la estructura de clases y variará conside rablemente en cada situación histórica. Quisiera recordar sim plemente en este punto del suelo» urbano contem retención del suelo y la i nes que designan relaciones sociales muy concretas desde el punto de vista del gran capital: por una parte, la resistencia de los pequeños propietarios no capitalistas a la expropiación y, por otra, la sustracción de plusvalor social que efectúan los propie tarios no monopolistas por medio de la renta. Los primeros son al querer continuar siendo campesinos, artesanos, comerciantes, en lugar de convertirse en asalariados, al querer permanecer en el centro de la ciudad en lugar de vivir en la periferia, bloquean la rentabilización máxima del uso del suelo. Los segundos entorpecen el desarrollo económico: la sustracción que efectúan en detrimento de la promoción inmobiliaria, ligada al capital financiero, es desviada de la acumulación monopolista y va a nutrir el comercio o la pequeña industria, es decir, va a financiar la «jubilación» de categorías sociales en declive. suelo» será tanto más sentido y re las transformaciones capitalistas del zca a de valor opuesta eventualidades a la corriente principal de 1 son posibles gracias a la autonomía de la relación social que significa la renta en relación con la valorización del capital de la que, sin embargo, depende.
rentas del suelo
15
dictoria entre los agentes, asi como la dinámica espacial de los uso del suelo y el movimiento de los precios del propietarios del suelo, cuando se decidan a vender, tenderán por lógica a ajustar sus precios de oferta al nivel de la máxima plusganancia localizada susceptible de obtenerse en la zona e, incluso, por encima de este nivel, anticipándose a una futura transformación de la utilización de ese suelo: esto es la del suelo». Los constructores capitalistas seguirán una pauta de que constituye una respuesta: comprar y construir allí donde la diferencia ent re la plusganancia realizable y el precio re al del suelo sea máxima: esto es la «especulación inmobiliaria pues, un conflicto entre los agentes del mercado que se resuelve y se reproduce en la propia dinámica de la formación de los precios, pero que puede a veces tomar un cariz desagradable a nivel social. En particular, cuando la tensión coyuntural en el mercado inmobiliario es fuerte, la
-
un factor de alza de los precios, e incluso en una crisis de ganan cia y en una recesión: en los propios capitalistas del sector inmobiliar io, y también el Estado, hablan del del suelo» La renta no es, pues, un proceso neutro de asignación de usos óptimos a los terrenos; es una relación social contradictoria. no sólo en la dinámica del ajuste y de las tensiones que la a 'no más fundamentalmente en la forma de regula que esta crea. Porque las contradicciones sociales globales surgen del hecho de que la renta modifica las relaciones de inter cambio, la distribución del plusvalor social y, por tanto, las rela ciones entre clases y la propia dinámica de la acumulación. En la renta del suelo o al menos algunos de sus componentes los precios de los bienes inmobiliarios, ya sea de añadiéndose precio de producción so cial de los edificios ya sea de forma indirecta, aminorando la acumulación en el sector de la construcción y, por tanto, los cambios en la división del trabajo y en la productividad. De es -
-
-
punto de hablar de municipalización del suelo, como lo hicieron a finales de los años 60 los representantes de algunos grandes grupos inmobiliarios e incluso el entonces ministro de A. Chalandon. Se trata aquí de lo que será analizado más adelante como renta ab soluta.
Plusganancias y re nta s del suelo
PLUSGANANCIAS
Y
RENTAS DEL SUELO EN EL CAPITALISMO
La renta del suelo sólo es una categoría particular de la plusga nancia. Para analizar su es pecificidad, es decir, las relaciones sociales en que se basa su existencia, no es inútil recordar bre vemente la función de la plusganancia en general en el modo de producción capitalista 1). Será posible, a continuación, definir qué tipos partic ulare s de plusganancias generan renta s del sue lo 2) y cómo la existencia de la propiedad del suelo hace 3) . Este desarrollo introducirá de este necesaria su fijación modo la tipología de las rentas del suelo urbano expuesta en la siguiente sección.
-
Formación, desaparición, fijación de las plusganancias, motor de acumulad! a Moisés y los Si a escala social el capital, tomado en su conjunto, acrecienta su acumulación con el plusvalor, cuya cantidad, relacionada con el capital en activo, determina una tasa media de ganancia, cada polo capitalista tomado individualmente sólo tiene una norma: maximizar su propia rentabilidad apropiándose de algo más que la ganancia media, es decir, un extra., una plusga nancia. Las plusganancias se producen, pues, sin cesar. Pero el pro pio movimiento de la competencia y de la acumulación los hace desaparecer y originarse de nuevo. De esta forma, cambiarán completamente, según las épocas, las condiciones de producción de explotación y las relaciones de intercambio las mercancías, y se modificarán tendencialmente incluso el nivel de la tasa general de ganancia y la tasa global de acumulación. Esta dinámica es bien conocida en la fase clásica del capita lismo; en sus tendencias fundamentales continua regulando el modo de producción en su fase monopolista. En el capitalismo, el reparto del trabajo social entre los diferentes sectores de la producción está regido por la ley del
-
-
lector familiarizado con la teoría marxista de la ganancia encontrará un poco extenso este apartado, que no constituye más que un repaso. Sin embargo, la exposición está organizada de forma que sirva de intro ducción a la tipologia de las rentas del suelo. Marx, 1975, vol. 2, p. 735.
Chris
16
Topalov
tas dos maneras, la renta del suelo grava los precios de las vivien das necesarias para el mantenimiento de la mano de obra, pero también de los edificios de explotación de las empresas indus triales y comerciales. Hay en consecuencia una transferencia de plusvalor social de los sectores productivos (que buscan una ganancia) a la propiedad del suelo, de donde resulta, en cualquier caso, una aminoración de la acumulación en los sectores afecta dos y, según el uso que se haga de estos flujos de valor, even tualmente, un freno total a la acumulación. A la contradicción más evidente, que nace en el proceso de ajuste de los precios del suelo a la plusganancia localizada, se añade otra subyacente que se da también cuando el ajuste está supuestamente realizado. Pero el contenido social de estas con tegorías, abstractamente definidas hasta propiedad del suelo , dependerá de los en la estructura de clases y variará conside rablemente en cada situación histórica. Quisiera recordar sim plemente en este punto del suelo» urbano contem retención del suelo y la i nes que designan relaciones sociales muy concretas desde el punto de vista del gran capital: por una parte, la resistencia de los pequeños propietarios no capitalistas a la expropiación y, por otra, la sustracción de plusvalor social que efectúan los propie tarios no monopolistas por medio de la renta. Los primeros son al querer continuar siendo campesinos, artesanos, comerciantes, en lugar de convertirse en asalariados, al querer permanecer en el centro de la ciudad en lugar de vivir en la periferia, bloquean la rentabilización máxima del uso del suelo. Los segundos entorpecen el desarrollo económico: la sustracción que efectúan en detrimento de la promoción inmobiliaria, ligada al capital financiero, es desviada de la acumulación monopolista y va a nutrir el comercio o la pequeña industria, es decir, va a financiar la «jubilación» de categorías sociales en declive. suelo» será tanto más sentido y re las transformaciones capitalistas del zca a de valor opuesta eventualidades a la corriente principal de 1 son posibles gracias a la autonomía de la relación social que significa la renta en relación con la valorización del capital de la que, sin embargo, depende.
Plusganancias y re nta s del suelo
PLUSGANANCIAS
Formación, desaparición, fijación de las plusganancias, motor de acumulad! a Moisés y los Si a escala social el capital, tomado en su conjunto, acrecienta su acumulación con el plusvalor, cuya cantidad, relacionada con el capital en activo, determina una tasa media de ganancia, cada polo capitalista tomado individualmente sólo tiene una norma: maximizar su propia rentabilidad apropiándose de algo más que la ganancia media, es decir, un extra., una plusga nancia. Las plusganancias se producen, pues, sin cesar. Pero el pro pio movimiento de la competencia y de la acumulación los hace desaparecer y originarse de nuevo. De esta forma, cambiarán completamente, según las épocas, las condiciones de producción de explotación y las relaciones de intercambio las mercancías, y se modificarán tendencialmente incluso el nivel de la tasa general de ganancia y la tasa global de acumulación. Esta dinámica es bien conocida en la fase clásica del capita lismo; en sus tendencias fundamentales continua regulando el modo de producción en su fase monopolista. En el capitalismo, el reparto del trabajo social entre los diferentes sectores de la producción está regido por la ley del
-
-
lector familiarizado con la teoría marxista de la ganancia encontrará un poco extenso este apartado, que no constituye más que un repaso. Sin embargo, la exposición está organizada de forma que sirva de intro ducción a la tipologia de las rentas del suelo. Marx, 1975, vol. 2, p. 735.
y
valor, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir los valores de uso que requiere la reproducción de la sociedad. El intercambio de las mercancías está regulado por sus respectivos valores de cambio, transformados en precios de producción por la nivelación de las ganancias. Las relaciones de intercambio están sujetas a una doble determinación: por el valor de cada mercancía y por la tasa general de ganancia que se impone como tasa media de ganancia por la competencia de los capitales. Esta regulación de las relaciones de intercambio mediante la ley del valor es únicamente tendencial. El establecimiento del precio de mercado al nivel del precio de producción social es un proceso que implica la formación y la desaparición incesantes de un entre ambos, fuente de plusganancias y minusganancias. Este puede producirse de diferentes maneras: por divergencia, en un sector, entre el precio regulador y el precio de producción social; por divergencia, en una empresa particular, entre su precio de producción individual y el precio de producción social; y, en último lugar, por divergencia, en una mercancía dada, entre el precio de mercado y el precio regulador
RENTAS DEL SUELO EN EL CAPITALISMO
La renta del suelo sólo es una categoría particular de la plusga nancia. Para analizar su es pecificidad, es decir, las relaciones sociales en que se basa su existencia, no es inútil recordar bre vemente la función de la plusganancia en general en el modo de producción capitalista 1). Será posible, a continuación, definir qué tipos partic ulare s de plusganancias generan renta s del sue lo 2) y cómo la existencia de la propiedad del suelo hace 3) . Este desarrollo introducirá de este necesaria su fijación modo la tipología de las rentas del suelo urbano expuesta en la siguiente sección.
-
18
Y
rentas del suelo
19
factores. El más importante se relaciona con el hecho de que composición orgánica del capital es más o menas elevada según los sectores más important e sea la p arte de capital empleada en salarios can respecto a la empleada en bienes producirá el y consumos intermedios, más tal total. El otro factor consiste en que la tasa interna de ganancia será tanto más elevada cuanto más rápida sea la rotación capital, es decir cuanto más importante sea la parte del circulante con respecto a la de capital fijoa en el con junto del capital invertido. En cuan to a estos dos crite rios, hay que pensar en las enormes diferencias entre la siderurgia o la química industria pesada en general por gigantescas inmovilizaciones de capital constante, y las industrias que emplean mucha mano de obra y utilizan pocas máquinas, como la textil, la electrónica o la construcción. las relaciones de intercambio se establecieran según el valor, las primeras tendrían una tasa de ganancia mucho más baja y las segundas mucho más elevada que la tas a media de ganancia. La competencia entre los sectores llevará a la regu-
-
ación del capital, se Las plusganancias sectoriales empresas pertenecientes a los distintos sectores de la pro cción no abordan la competencia en las mismas condiciones. Las características del proceso de trabajo y la estructura del capital en términos de valor difieren de un sector a otro. Para una cantidad idéntica de capital invertido, la cantidad de plusvalor producido es diferente; por tanto, la tasa interna sectorial de ganancia es desigualz. Ecto puede ser el resultado de dos Se llama precio regul ador a la cantidad establecida por las condiciones de producción alrededor de la cual oscilan los precios instan táneos de mercado. En una estruct ura competitiva, éste es el precio de pro ducc ión social (medio) del sector, o sea el capital consumido más la ganancia media sobre el capital invertido por unidad de producto. Este precio de producción social es la resultante de la competencia ent re las mercancías producidas en cada empresa particular a distintos precios de prod ucc ión indiv iduale s. Se llama tasa interna sectorial de ganancia a la cantidad de plusvalor producida en el sector por unidad de tiempo en relación al capital invertido en el sector. Puede ser distinta de la tasa general media de ganancia que se establece a nivel de la economía en su conjunto.
-
ten la rentabilidad por encima de las tasas internas de ganancia e incluso condiciones que permitan lo uno permitirán lo otro por encima de la tasa media de ganancia. es la conformación de la base industrial del capital monopo-
-
Se llama composición orgánica del capital a la relación, en términos de valor, del capital constante (empleado en la compra de los medios y objetos de trabajo, «capital que no produce valor) con el capital variable (empleado en la compra de fuerza de trabajo, «capital vivo» que produce valor y plusvalor). La composición orgánica expresa en términos valor la composición técnica del capital: trabajadores, máquinas, rias primas o semielaboradas, energía, etc. Se llama capital circtilante a la fracción de capital total que recobra la forma dinero al término de cada periodo de producción; comprende el capital variable y una parte del capital constante (consumos intermedios). El capital fijo (constituido por otra parte del capital constante, los bienes de equipo) sólo recobra la forma dinero al final de un número variable de periodos de producción. La velocidad de rotación del capital (inversa al tiempo de rotación) es la combinación lineal de las velocidades de rotación de cada uno de los elementos (circulantes y fijos) del capital, por unidad de tiempo.
y
18
valor, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir los valores de uso que requiere la reproducción de la sociedad. El intercambio de las mercancías está regulado por sus respectivos valores de cambio, transformados en precios de producción por la nivelación de las ganancias. Las relaciones de intercambio están sujetas a una doble determinación: por el valor de cada mercancía y por la tasa general de ganancia que se impone como tasa media de ganancia por la competencia de los capitales. Esta regulación de las relaciones de intercambio mediante la ley del valor es únicamente tendencial. El establecimiento del precio de mercado al nivel del precio de producción social es un proceso que implica la formación y la desaparición incesantes de un entre ambos, fuente de plusganancias y minusganancias. Este puede producirse de diferentes maneras: por divergencia, en un sector, entre el precio regulador y el precio de producción social; por divergencia, en una empresa particular, entre su precio de producción individual y el precio de producción social; y, en último lugar, por divergencia, en una mercancía dada, entre el precio de mercado y el precio regulador
rentas del suelo
19
factores. El más importante se relaciona con el hecho de que composición orgánica del capital es más o menas elevada según los sectores más important e sea la p arte de capital empleada en salarios can respecto a la empleada en bienes producirá el y consumos intermedios, más tal total. El otro factor consiste en que la tasa interna de ganancia será tanto más elevada cuanto más rápida sea la rotación capital, es decir cuanto más importante sea la parte del circulante con respecto a la de capital fijoa en el con junto del capital invertido. En cuan to a estos dos crite rios, hay que pensar en las enormes diferencias entre la siderurgia o la química industria pesada en general por gigantescas inmovilizaciones de capital constante, y las industrias que emplean mucha mano de obra y utilizan pocas máquinas, como la textil, la electrónica o la construcción. las relaciones de intercambio se establecieran según el valor, las primeras tendrían una tasa de ganancia mucho más baja y las segundas mucho más elevada que la tas a media de ganancia. La competencia entre los sectores llevará a la regu-
-
ación del capital, se Las plusganancias sectoriales empresas pertenecientes a los distintos sectores de la pro cción no abordan la competencia en las mismas condiciones. Las características del proceso de trabajo y la estructura del capital en términos de valor difieren de un sector a otro. Para una cantidad idéntica de capital invertido, la cantidad de plusvalor producido es diferente; por tanto, la tasa interna sectorial de ganancia es desigualz. Ecto puede ser el resultado de dos Se llama precio regul ador a la cantidad establecida por las condiciones de producción alrededor de la cual oscilan los precios instan táneos de mercado. En una estruct ura competitiva, éste es el precio de pro ducc ión social (medio) del sector, o sea el capital consumido más la ganancia media sobre el capital invertido por unidad de producto. Este precio de producción social es la resultante de la competencia ent re las mercancías producidas en cada empresa particular a distintos precios de prod ucc ión indiv iduale s. Se llama tasa interna sectorial de ganancia a la cantidad de plusvalor producida en el sector por unidad de tiempo en relación al capital invertido en el sector. Puede ser distinta de la tasa general media de ganancia que se establece a nivel de la economía en su conjunto.
-
Topalov
20
lista Por el contrario, en los sectores con una tasa interna de ganancia elevada, la afluencia de capitales da lugar a un doble resultado: en primer lugar, el incremento de la producción y de la oferta produce una situación de mercado que hace el precio regulador desde el valor hasta el precio de produ pero, mismo tiempo, se realizan nuevas inversiones en logías más productivas que implican un aumento de la composi ción orgánica media del capital en el sector y, en consecuencia, una disminución de la propia tasa interna de ganan Un primer tipo de plusganancia es, pues, ,la entre la to ri aí . Tiene su origen en un el capital su velocidad de y las condiciones medias; entre la tasa in tasa general de ganancia; entre el valor precio de producción. El movimiento regula la competencia de los capitales y entre los distintos sectores de la produc Pero para que, como tendencia, las pl haber una con en el sector que se beneficia d nerse algunos obstáculos estructurales. presas industriales gigantes es el más ti monopolio. La necesidad de un impor capital, de un control tecnológico com ción pública se encargue de las fases producción, y muchos otros factores, tores a cualquier capital que no sea listas se fijan incluso, se fo sectoriales. e intervenir un obstáculo a la inversión, de diferente: la propiedad privada ible de la producción tierra cola, el yacimiento, el terreno soporte de una actividad en 1 zaciones en que dichas actividades son obligadas. las n ser también fijadas en forma de Marx llamará renta absoluta en el
-
La otra base de su conformación es la centralización bancaria del dinero y del capital, y la fusión del capital bancario y del gran capital industrial. Sobre el origen de esos procesos, los análisis de Hilferding siguen siendo muy esclarec edores (Hil ferding, 1910). Esos fenómenos son analizados en forma destacada por J. P. Delilez (Delilez, 1970).
ten la rentabilidad por encima de las tasas internas de ganancia e incluso condiciones que permitan lo uno permitirán lo otro por encima de la tasa media de ganancia. es la conformación de la base industrial del capital monopo-
-
Se llama composición orgánica del capital a la relación, en términos de valor, del capital constante (empleado en la compra de los medios y objetos de trabajo, «capital que no produce valor) con el capital variable (empleado en la compra de fuerza de trabajo, «capital vivo» que produce valor y plusvalor). La composición orgánica expresa en términos valor la composición técnica del capital: trabajadores, máquinas, rias primas o semielaboradas, energía, etc. Se llama capital circtilante a la fracción de capital total que recobra la forma dinero al término de cada periodo de producción; comprende el capital variable y una parte del capital constante (consumos intermedios). El capital fijo (constituido por otra parte del capital constante, los bienes de equipo) sólo recobra la forma dinero al final de un número variable de periodos de producción. La velocidad de rotación del capital (inversa al tiempo de rotación) es la combinación lineal de las velocidades de rotación de cada uno de los elementos (circulantes y fijos) del capital, por unidad de tiempo.
y re nta s del sue lo
21
Las plusganancias de productividad diferencial de un mismo sector de la producción, no todas las em presas entran a competir en las mismas condiciones. Las empleadas son diferentes y producen la misma mercancía costos diferentes. Por una cantidad idéntica de capital invertido consumido, se produce un volumen desigual de mercancías y, por tanto, un valor y un precio de producción individuales dife rentes. Hay en todos los sectores competitivos y de cuya producción se vende embargo en el mismo mercado. un precio regulador Al competir en el mercado, se de esas mercancías producidas en co ferentes. o s t Es su precio de producción (social); Se obs qué medida el trabajo concreto realizado en cada unidad de producción particular posee un valor de cambio social. De ma nera general, el precio regulador estará determinado por las condiciones medias de producción, por la productividad media del capital invertido en el sector. Las empresas subproductivas obtendrán una tasa de ganancia individual por debajo de la tasa media, mientras que las más productivas lograrán plusganancias. Es lógico que los capitales invertidos recientemente tiendan a hacerlo en condiciones de productividad que les proporcionen esa plusganancia, mientras que las empresas marginales por podrán eventualmente ser lo menos, las tecnologías obsoletas eliminadas. En ese proceso cambiarán entonces las condiciones medias de productividad y el precio de producción regulador tenderá a bajar; de ese modo, la carrera hacia la plusganancia produce las «revoluciones del Pero, en ese caso, para que las plusganancias de productivi dad diferencial tiendan a anularse, debe darse un requisito: que los nuevos capitales invertidos puedan disfrutar de las condi ciones más favorables de productividad. Y ello no ocurre siem pre. Cuando dentro de un sector coexisten grandes empresas susceptibles de mantener permanentemente su avance tecnoló gico y empresas atrasadas, el precio regulador podrá permanecer estable y fijar las plusganancias de las primeras. Esta circuns tancia es frecuente en el capitalismo de los monopolios. La desigualdad de las productividades individuales no pro viene, sin embargo, siempre de las características internas de las empresas que compiten, sino de la diferenciación de las condicio nes externas de su actividad: fertilidad desigual de la tierr a, desiguales condiciones de extracción, costes desiguales de
-
Topalov
20
lista Por el contrario, en los sectores con una tasa interna de ganancia elevada, la afluencia de capitales da lugar a un doble resultado: en primer lugar, el incremento de la producción y de la oferta produce una situación de mercado que hace el precio regulador desde el valor hasta el precio de produ pero, mismo tiempo, se realizan nuevas inversiones en logías más productivas que implican un aumento de la composi ción orgánica media del capital en el sector y, en consecuencia, una disminución de la propia tasa interna de ganan Un primer tipo de plusganancia es, pues, ,la entre la to ri aí . Tiene su origen en un el capital su velocidad de y las condiciones medias; entre la tasa in tasa general de ganancia; entre el valor precio de producción. El movimiento regula la competencia de los capitales y entre los distintos sectores de la produc Pero para que, como tendencia, las pl haber una con en el sector que se beneficia d nerse algunos obstáculos estructurales. presas industriales gigantes es el más ti monopolio. La necesidad de un impor capital, de un control tecnológico com ción pública se encargue de las fases producción, y muchos otros factores, tores a cualquier capital que no sea listas se fijan incluso, se fo sectoriales. e intervenir un obstáculo a la inversión, de diferente: la propiedad privada ible de la producción tierra cola, el yacimiento, el terreno soporte de una actividad en 1 zaciones en que dichas actividades son obligadas. las n ser también fijadas en forma de Marx llamará renta absoluta en el
-
La otra base de su conformación es la centralización bancaria del dinero y del capital, y la fusión del capital bancario y del gran capital industrial. Sobre el origen de esos procesos, los análisis de Hilferding siguen siendo muy esclarec edores (Hil ferding, 1910). Esos fenómenos son analizados en forma destacada por J. P. Delilez (Delilez, 1970).
y re nta s del sue lo
21
Las plusganancias de productividad diferencial de un mismo sector de la producción, no todas las em presas entran a competir en las mismas condiciones. Las empleadas son diferentes y producen la misma mercancía costos diferentes. Por una cantidad idéntica de capital invertido consumido, se produce un volumen desigual de mercancías y, por tanto, un valor y un precio de producción individuales dife rentes. Hay en todos los sectores competitivos y de cuya producción se vende embargo en el mismo mercado. un precio regulador Al competir en el mercado, se de esas mercancías producidas en co ferentes. o s t Es su precio de producción (social); Se obs qué medida el trabajo concreto realizado en cada unidad de producción particular posee un valor de cambio social. De ma nera general, el precio regulador estará determinado por las condiciones medias de producción, por la productividad media del capital invertido en el sector. Las empresas subproductivas obtendrán una tasa de ganancia individual por debajo de la tasa media, mientras que las más productivas lograrán plusganancias. Es lógico que los capitales invertidos recientemente tiendan a hacerlo en condiciones de productividad que les proporcionen esa plusganancia, mientras que las empresas marginales por podrán eventualmente ser lo menos, las tecnologías obsoletas eliminadas. En ese proceso cambiarán entonces las condiciones medias de productividad y el precio de producción regulador tenderá a bajar; de ese modo, la carrera hacia la plusganancia produce las «revoluciones del Pero, en ese caso, para que las plusganancias de productivi dad diferencial tiendan a anularse, debe darse un requisito: que los nuevos capitales invertidos puedan disfrutar de las condi ciones más favorables de productividad. Y ello no ocurre siem pre. Cuando dentro de un sector coexisten grandes empresas susceptibles de mantener permanentemente su avance tecnoló gico y empresas atrasadas, el precio regulador podrá permanecer estable y fijar las plusganancias de las primeras. Esta circuns tancia es frecuente en el capitalismo de los monopolios. La desigualdad de las productividades individuales no pro viene, sin embargo, siempre de las características internas de las empresas que compiten, sino de la diferenciación de las condicio nes externas de su actividad: fertilidad desigual de la tierr a, desiguales condiciones de extracción, costes desiguales de
-
y rentas
a localización. ducción, de explotación, de transpor ndiciones Cuando se interpone una barrera al externas más favorables propiedad del suelo las nancias de productividad deberán fijarse como rentas del suela. Es el fenómeno que Marx estudia en la agricultura o en la indus tria extractiva y denomina, como Ricardo, la renta diferencial.
23
de ellas concentren la totalidad de la oferta. o bien de que ofrecen la mercancía lleguen a un acuerdo, o de que las diversifiquen la calidad de la mercancía creando así
-
1.3. Las plusganancias de monopolio
ero existen también mercancias
En el mercado de un producto dado, el precio regulador sólo se impone en forma el precio de mercado que resulta del equilibrio instantáneo entre la oferta y la demanda siempre ser diferente al precio de producción social. es superior, las empresas obtendrán plusganancia coyuntural que las estimulará a aumentar las cantidades ofrecidas; si la diferencia se produce en sentido contrario, la tasa de ganancia disminuirá coyunturalmente y la producción tenderá a decrecer. Asi, la sucesión de equilibrios instantáneos de mercado se mueve en torno al precio regulador, punto en el que se anulan ganancias y plusganancias. esa situación,
es como del de los vendedores
-
sea competitiva;, Si e de la agricultura,
manera permanente rece a los agentes q Muchas circuns t
hablamos de precio nos referimos en genera un precio únicamente determinado po r la apetencia de compra y capacidad de pago de los compradores. independientemente del determinado por el precio general de producción así como por el de los productos» (Marx, vol. 8, p . 986).
a
teorías del monopolio, del duopolio, del oligopolio, de la monopolística, modelos que se por su desviación con al modelo de mercado de competencia perfecta. Hay que anotar que del término de monopolio» en Marx, recogida aquí, es general: todas las situaciones que distinguen los análisis y, por tanto, no se reduce al caso particular del vendedor
y rentas
a localización. ducción, de explotación, de transpor ndiciones Cuando se interpone una barrera al externas más favorables propiedad del suelo las nancias de productividad deberán fijarse como rentas del suela. Es el fenómeno que Marx estudia en la agricultura o en la indus tria extractiva y denomina, como Ricardo, la renta diferencial.
23
de ellas concentren la totalidad de la oferta. o bien de que ofrecen la mercancía lleguen a un acuerdo, o de que las diversifiquen la calidad de la mercancía creando así
-
1.3. Las plusganancias de monopolio
ero existen también mercancias
En el mercado de un producto dado, el precio regulador sólo se impone en forma el precio de mercado que resulta del equilibrio instantáneo entre la oferta y la demanda siempre ser diferente al precio de producción social. es superior, las empresas obtendrán plusganancia coyuntural que las estimulará a aumentar las cantidades ofrecidas; si la diferencia se produce en sentido contrario, la tasa de ganancia disminuirá coyunturalmente y la producción tenderá a decrecer. Asi, la sucesión de equilibrios instantáneos de mercado se mueve en torno al precio regulador, punto en el que se anulan ganancias y plusganancias. esa situación,
es como del de los vendedores
-
sea competitiva;, Si e de la agricultura,
manera permanente rece a los agentes q Muchas circuns t
hablamos de precio nos referimos en genera un precio únicamente determinado po r la apetencia de compra y capacidad de pago de los compradores. independientemente del determinado por el precio general de producción así como por el de los productos» (Marx, vol. 8, p . 986).
a
teorías del monopolio, del duopolio, del oligopolio, de la monopolística, modelos que se por su desviación con al modelo de mercado de competencia perfecta. Hay que anotar que del término de monopolio» en Marx, recogida aquí, es general: todas las situaciones que distinguen los análisis y, por tanto, no se reduce al caso particular del vendedor
y rentas del suelo
del capital.: su formación se lleva a cabo en el momismo de su apropiación en el proceso de producción, parece por ello mismo ser un resultado del capital, es decir, de la combinación de fuerzas productivas que éste controla. Así, la cooperación de un gran número de trabajadores colocados bajo la dominación de un mismo capital aumenta la fuerza productiva social del trabajo. Se trata entonces de un valor de uso para cuya formación se necesita la concentración de los medíos de producción en manos de los capitalistas privados. Estos se lo apropian gratuitamente, así como disponen gratuitamente de las propiedades físicas o químicas de los elementos materiales de la producción Tales efectos útiles pueden ser reproducidos de manera indefinida por cualquier capital privado, siempre que se respeten las condiciones internas del capital: nivel de acumulación, control tecnológico, etc. Por esa razón aparecen como una propiedad del capital expresan claraLos efectos de esas mente su naturaleza de valor alor de cambio: aumentan la productividad y disminuyen el valor de los productos. si las plusganancias que proporcionan de manera eventual pueden ser fijadas especialmente en la fase monopolista del modo de producción el beneficiario es si empre el polo de acumulación que controla su formación. Sucede algo diferente con una segunda categoría de valores necesarios para la producción que aparecen, por el contrario, como «propiedades de - la Su especificidad reside en el hecho de que su formación no ser resultado de la iniciativa de ningún capital particul ar. Como ningún agente privado está en condiciones de controlar su producción, esos valores de uso aparecen como condiciones externas de la valorización del capital, no reproducibles por éste, o por lo menos desigualmente preconstituidas y disponibles. Los pertenecen típicamente a esta cate-
27
goría. La teoría de la renta del suelo, tanto en los como en Mam, fue desarrollada a partir de su estudio Al contrario de lo que se podría creer, esos recursos de la no se diferencian de los otros valores de uso nece sarios para la producción por el hecho de existir con indepen dencia del trabajo humano: en cierta forma , todos son producto de éste. Por ejemplo, la tierra agrícola. La cantidad global de tierra disponible es prácticamente ilimitada: son las roturaciones, las destrucciones, la introducción en el comercio mundial de nuevas zonas geográficas los factores que determinan qué porciones del globo tendrán o no el carácter de recursos para la agricultura. La fertilidad misma del suelo no depende direc tamente de sus c aracterísticas físic as, químicas, estructurales, ni de las condiciones climáticas; esos factores «natural es» intervienen cuando la técnica de cultivo, ligada a su vez las relaciones de producción, los tiene en cuenta a . Puede, así, observarse que cada cambio del modo de producción en la agricultura produce una nueva clasificación de las tierras desde el punto de vista de su fertilidad relativa Más aún: las características fisicoquímicas del suelo, o incluso la sequedad, son el
"
--
fuerzas que surgen de la cooperación y de la división del trabajo, como hemos visto, no le cuestan nada al capital. Son fuer zas naturales del trabajo social. Nada cuestan, tampoco, las fuerzas na turales como el vapor, el agua, etc., incorporadas a procesos productivos» (Marx, 1975, vol. 2, p. (Cf. también Marx, 1975, vol. 2, pp. 402-3.) «Como la fuerza productiva social del trabajo no le cuesta nada al capital, como, por otra parte, el obrero no la desarrolla antes que su trabajo mismo pertenezca al capitalista, esa fuerza productiva aparece como si el capital la poseyera por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente» (Marx, 1975, vol. 2, p. 405).
Smith, 1776, pp. 223-386; Ricardo, 1817, pp. 45-62; Von Thünen, 1826; 1981, vol. 8, pp. 791-1034. «Para la fertilidad económica, el nivel de la fuerza productiva del tra bajo, que en este caso es la capacidad de la agricultura de tornar inme diatamente explotable la fertilidad n atural del suelo capacidad que difiere en las diversas fases de desarrollo es un factor de lo que ha dado en llamarse la fertilidad natural del suelo, del mismo modo en que lo es su composición química y sus otros atributos naturales» (Marx, 1981, vol. 8, página 838). por ejemplo Marx: el desarrollo de las ciencias naturales y de la agronomía se modifica asimismo la fertilidad del suelo Así, muy recientemente, tipos de suelos livianos en Francia y en los condados orientales de Ingl aterra, que anteriormente se consideraban de mala calidad, se han elevado a un primer rango» (Marx, 1981, vol. 8, p. 978). Asimismo, en el siglo la lucha de los señores y de la burguesía terrateniente en Francia para destruir los derechos colectivos de las comunidades rurales sobre el suelo (tierras y pastos comunales), condujo al mismo tiempo a nuevas relaciones de producción (agricultura capitalista o campesina par celaria) y a una revolución tecnológica que trajo consigo una nueva clasi ficación de las tierras con respecto a la anterior escala de fertilidades 1931, 1, Como lo demuestra notablemente C. Reboul mediante un análisis de las condiciones sociales de formación del humus: suelo, objeto de la actividad humana, es al mismo tiempo product o de (Reboul, 1977, 85).
-
-
y rentas del suelo
del capital.: su formación se lleva a cabo en el momismo de su apropiación en el proceso de producción, parece por ello mismo ser un resultado del capital, es decir, de la combinación de fuerzas productivas que éste controla. Así, la cooperación de un gran número de trabajadores colocados bajo la dominación de un mismo capital aumenta la fuerza productiva social del trabajo. Se trata entonces de un valor de uso para cuya formación se necesita la concentración de los medíos de producción en manos de los capitalistas privados. Estos se lo apropian gratuitamente, así como disponen gratuitamente de las propiedades físicas o químicas de los elementos materiales de la producción Tales efectos útiles pueden ser reproducidos de manera indefinida por cualquier capital privado, siempre que se respeten las condiciones internas del capital: nivel de acumulación, control tecnológico, etc. Por esa razón aparecen como una propiedad del capital expresan claraLos efectos de esas mente su naturaleza de valor alor de cambio: aumentan la productividad y disminuyen el valor de los productos. si las plusganancias que proporcionan de manera eventual pueden ser fijadas especialmente en la fase monopolista del modo de producción el beneficiario es si empre el polo de acumulación que controla su formación. Sucede algo diferente con una segunda categoría de valores necesarios para la producción que aparecen, por el contrario, como «propiedades de - la Su especificidad reside en el hecho de que su formación no ser resultado de la iniciativa de ningún capital particul ar. Como ningún agente privado está en condiciones de controlar su producción, esos valores de uso aparecen como condiciones externas de la valorización del capital, no reproducibles por éste, o por lo menos desigualmente preconstituidas y disponibles. Los pertenecen típicamente a esta cate-
27
goría. La teoría de la renta del suelo, tanto en los como en Mam, fue desarrollada a partir de su estudio Al contrario de lo que se podría creer, esos recursos de la no se diferencian de los otros valores de uso nece sarios para la producción por el hecho de existir con indepen dencia del trabajo humano: en cierta forma , todos son producto de éste. Por ejemplo, la tierra agrícola. La cantidad global de tierra disponible es prácticamente ilimitada: son las roturaciones, las destrucciones, la introducción en el comercio mundial de nuevas zonas geográficas los factores que determinan qué porciones del globo tendrán o no el carácter de recursos para la agricultura. La fertilidad misma del suelo no depende direc tamente de sus c aracterísticas físic as, químicas, estructurales, ni de las condiciones climáticas; esos factores «natural es» intervienen cuando la técnica de cultivo, ligada a su vez las relaciones de producción, los tiene en cuenta a . Puede, así, observarse que cada cambio del modo de producción en la agricultura produce una nueva clasificación de las tierras desde el punto de vista de su fertilidad relativa Más aún: las características fisicoquímicas del suelo, o incluso la sequedad, son el
"
--
fuerzas que surgen de la cooperación y de la división del trabajo, como hemos visto, no le cuestan nada al capital. Son fuer zas naturales del trabajo social. Nada cuestan, tampoco, las fuerzas na turales como el vapor, el agua, etc., incorporadas a procesos productivos» (Marx, 1975, vol. 2, p. (Cf. también Marx, 1975, vol. 2, pp. 402-3.) «Como la fuerza productiva social del trabajo no le cuesta nada al capital, como, por otra parte, el obrero no la desarrolla antes que su trabajo mismo pertenezca al capitalista, esa fuerza productiva aparece como si el capital la poseyera por naturaleza, como su fuerza productiva inmanente» (Marx, 1975, vol. 2, p. 405).
Christian
28
a propósito de los yacimientos de carbón, de petróleo o de mi neral, de los recursos de energía hidraulica o geotérmica, etc. qué esos valores de uso aparecen, sin embargo, como regalos de la Precisamente porque, de manera general, a una empresa particular le es imposible controlar la creación de esos recursos En ocasiones ha sido necesario el paso de los siglos, o la actividad multiforme de la sociedad en tera para convertir a esa naturaleza en un valor de uso; para el capital privado, está ahí, fuera, y no es reproducible. La disposición de esos recursos es, en general, una condición sin la c ual no puede haber producción. Además, la diversificación de sus cualidades proporciona al trabajo aplicado a ellos una productividad material mayor o menor. Por esta razón, cada vez que son objeto de una apropiación privada, esos dones de la naturaleza tienen un precio. No ocurre esto aún con el mar base de la industria pesquera , no ocurría con las tierras de las fronteras agrícolas en los sucesivos mundos. de la expansión planetaria del capitalismo, cuando la violencia física transformaba gratuitamente los territorios de los indígenas en libres; ocurre , por el contrario , con el suelo allí donde la propiedad privada. El carácter no reproducible y la apropiación privada son dos rasgos que definen perfectamente a los valores de uso propor cionados por la ciudad a los capitales particulares que se valorizan. efectos útiles d e aglomeración son reconocibles tanto a escala de las unidades urbanas en sentido estricto como de los sistemas de ciudades o de grandes regiones económicas que se organizan alrededor de grandes infraestructuras. Por ese término se entenderá todo val or de uso que resulta de la unión entre un proceso particular de valorización de un capital, por una parte, y, por otra, una configuración espacial determinada de objetos inmobiliarios y de flujos de fuerza de trabajo y mer cancías, flujos a esos objetos y que indepen dientemente de tal particular
-
-
Aquí no hago más que desarrollar una indicación teórica de A. Cottereau: un nivel muy formal, la 'naturaleza' puede definirse, par a cualquier modo de producción, como un medio de no completamente reproducido por el trabajo. En la medida en que únicamente un medio de reproducido por el trabajo es plenamente controlado (es decir, que el trabajo consigue exactamente los resultados perseguidos), la 'naturaleza' así definida consiste en medios de ción no totalmente controlados» (Cottereau, 1971, p. 2). Véase también en ese caso la distinción introducida por A. Cottereau entre «objeto» y «objeto-median, El primero es el «soporte material de un
Smith, 1776, pp. 223-386; Ricardo, 1817, pp. 45-62; Von Thünen, 1826; 1981, vol. 8, pp. 791-1034. «Para la fertilidad económica, el nivel de la fuerza productiva del tra bajo, que en este caso es la capacidad de la agricultura de tornar inme diatamente explotable la fertilidad n atural del suelo capacidad que difiere en las diversas fases de desarrollo es un factor de lo que ha dado en llamarse la fertilidad natural del suelo, del mismo modo en que lo es su composición química y sus otros atributos naturales» (Marx, 1981, vol. 8, página 838). por ejemplo Marx: el desarrollo de las ciencias naturales y de la agronomía se modifica asimismo la fertilidad del suelo Así, muy recientemente, tipos de suelos livianos en Francia y en los condados orientales de Ingl aterra, que anteriormente se consideraban de mala calidad, se han elevado a un primer rango» (Marx, 1981, vol. 8, p. 978). Asimismo, en el siglo la lucha de los señores y de la burguesía terrateniente en Francia para destruir los derechos colectivos de las comunidades rurales sobre el suelo (tierras y pastos comunales), condujo al mismo tiempo a nuevas relaciones de producción (agricultura capitalista o campesina par celaria) y a una revolución tecnológica que trajo consigo una nueva clasi ficación de las tierras con respecto a la anterior escala de fertilidades 1931, 1, Como lo demuestra notablemente C. Reboul mediante un análisis de las condiciones sociales de formación del humus: suelo, objeto de la actividad humana, es al mismo tiempo product o de (Reboul, 1977, 85).
-
Plusganancias y rentas
-
suelo
29
odas las actividades capitalistas «urb anas » se desarrollan la base de objetos inmobiliarios, edificaciones y productos del trabajo pasado ligados a una localización determinada. Cada localización da acceso, de un modo que le es específico, a un conjunto de valores de uso complejos nacidos de la ciudad. Una parte de los inmuebles que la componen son, considerados indi vidualmente, mercancías producidas que circulan como tales; otra parte, los equipamientos públicos de infraestructura y con sumo también son productos del trabajo, pero entregados más o menos gratuitamente como capital desvalorizado. Si cada uno de esos objetos ha soportado un proceso de trabajo específico y controlado, no sucede lo mismo con su configuración espacial, y aún menos con los procesos sociales articulados a ellos: pro ducción y circulación de mercancias, reproducción de la fuerza de trabajo Cada objeto inmobiliario es producido y circula por separado, como cada proceso de valorización que se apoya en ellos se halla controlado por un polo independiente de acumu lación . Los valores de uso que virtualmente aparecen resultado de su configuración espacial no son mercancias, y sólo son realizados de manera efectiva cuando un capital individual se adueña de ellos. Resumiendo, ningún capital particul ar puede producir los efectos útiles de aglomeración, condición para su propia valori zación. Anticipemos algo que va a ser desarrollado adelante: la existencia de un agente que controlara efectivamente, es decir, completamente, la formación de esos valores de uso implicaría la desaparición de la autonomía de los polos de acumulación, la cual es inherente al capitalismo. El hecho de que se observe en ese modo de producción una socialización parcial de la forma ción de ciertos valores de uso complejos no cambia para nada "
valor de uso, que forma una unidad no divisible en otros soporte s de de uso»; el segundo es un de uso cuya unidad está formada por la articulación de soportes materiales de otros valores de (Cot tereau, 1970, p. 382). Se observará que los útiles* definidos de esta manera muy general pueden ser igualmente para ciertos tipos de procesos de valorización efectos negativos. Por esa razón, me parece completamente inexacto afirmar que «la ciudad es una mercancía», incluso si esta fórmula expresa una sana indig nación ante ciudad capitalista (cf., por ejemplo, Folin, 1972, pp. 71 E. Préteceille ha ilustrado ese hecho y sus consecuencias analizando la producción de los agrandes conjuntos» de los años 60 en la región parisina, operaciones de urbanización periférica donde, sin embargo, el Estado desempeña realmente un papel de control social parcial de la formación de los efectos útiles de aglomeración (Préteceille, 1973).
-
-
Plusganancias y rentas
Christian
28
a propósito de los yacimientos de carbón, de petróleo o de mi neral, de los recursos de energía hidraulica o geotérmica, etc. qué esos valores de uso aparecen, sin embargo, como regalos de la Precisamente porque, de manera general, a una empresa particular le es imposible controlar la creación de esos recursos En ocasiones ha sido necesario el paso de los siglos, o la actividad multiforme de la sociedad en tera para convertir a esa naturaleza en un valor de uso; para el capital privado, está ahí, fuera, y no es reproducible. La disposición de esos recursos es, en general, una condición sin la c ual no puede haber producción. Además, la diversificación de sus cualidades proporciona al trabajo aplicado a ellos una productividad material mayor o menor. Por esta razón, cada vez que son objeto de una apropiación privada, esos dones de la naturaleza tienen un precio. No ocurre esto aún con el mar base de la industria pesquera , no ocurría con las tierras de las fronteras agrícolas en los sucesivos mundos. de la expansión planetaria del capitalismo, cuando la violencia física transformaba gratuitamente los territorios de los indígenas en libres; ocurre , por el contrario , con el suelo allí donde la propiedad privada. El carácter no reproducible y la apropiación privada son dos rasgos que definen perfectamente a los valores de uso propor cionados por la ciudad a los capitales particulares que se valorizan. efectos útiles d e aglomeración son reconocibles tanto a escala de las unidades urbanas en sentido estricto como de los sistemas de ciudades o de grandes regiones económicas que se organizan alrededor de grandes infraestructuras. Por ese término se entenderá todo val or de uso que resulta de la unión entre un proceso particular de valorización de un capital, por una parte, y, por otra, una configuración espacial determinada de objetos inmobiliarios y de flujos de fuerza de trabajo y mer cancías, flujos a esos objetos y que indepen dientemente de tal particular
-
-
Aquí no hago más que desarrollar una indicación teórica de A. Cottereau: un nivel muy formal, la 'naturaleza' puede definirse, par a cualquier modo de producción, como un medio de no completamente reproducido por el trabajo. En la medida en que únicamente un medio de reproducido por el trabajo es plenamente controlado (es decir, que el trabajo consigue exactamente los resultados perseguidos), la 'naturaleza' así definida consiste en medios de ción no totalmente controlados» (Cottereau, 1971, p. 2). Véase también en ese caso la distinción introducida por A. Cottereau entre «objeto» y «objeto-median, El primero es el «soporte material de un
suelo
29
odas las actividades capitalistas «urb anas » se desarrollan la base de objetos inmobiliarios, edificaciones y productos del trabajo pasado ligados a una localización determinada. Cada localización da acceso, de un modo que le es específico, a un conjunto de valores de uso complejos nacidos de la ciudad. Una parte de los inmuebles que la componen son, considerados indi vidualmente, mercancías producidas que circulan como tales; otra parte, los equipamientos públicos de infraestructura y con sumo también son productos del trabajo, pero entregados más o menos gratuitamente como capital desvalorizado. Si cada uno de esos objetos ha soportado un proceso de trabajo específico y controlado, no sucede lo mismo con su configuración espacial, y aún menos con los procesos sociales articulados a ellos: pro ducción y circulación de mercancias, reproducción de la fuerza de trabajo Cada objeto inmobiliario es producido y circula por separado, como cada proceso de valorización que se apoya en ellos se halla controlado por un polo independiente de acumu lación . Los valores de uso que virtualmente aparecen resultado de su configuración espacial no son mercancias, y sólo son realizados de manera efectiva cuando un capital individual se adueña de ellos. Resumiendo, ningún capital particul ar puede producir los efectos útiles de aglomeración, condición para su propia valori zación. Anticipemos algo que va a ser desarrollado adelante: la existencia de un agente que controlara efectivamente, es decir, completamente, la formación de esos valores de uso implicaría la desaparición de la autonomía de los polos de acumulación, la cual es inherente al capitalismo. El hecho de que se observe en ese modo de producción una socialización parcial de la forma ción de ciertos valores de uso complejos no cambia para nada "
valor de uso, que forma una unidad no divisible en otros soporte s de de uso»; el segundo es un de uso cuya unidad está formada por la articulación de soportes materiales de otros valores de (Cot tereau, 1970, p. 382). Se observará que los útiles* definidos de esta manera muy general pueden ser igualmente para ciertos tipos de procesos de valorización efectos negativos. Por esa razón, me parece completamente inexacto afirmar que «la ciudad es una mercancía», incluso si esta fórmula expresa una sana indig nación ante ciudad capitalista (cf., por ejemplo, Folin, 1972, pp. 71 E. Préteceille ha ilustrado ese hecho y sus consecuencias analizando la producción de los agrandes conjuntos» de los años 60 en la región parisina, operaciones de urbanización periférica donde, sin embargo, el Estado desempeña realmente un papel de control social parcial de la formación de los efectos útiles de aglomeración (Préteceille, 1973).
-
-
y rentas del suelo
se desplaza, pero a impotencia del capital privado en la ciudad que en la agricultura: se encuentra, en efecto, más al alcance de un inversionista capitalista fabricar tierra cultivable que de un constructor de viviendas volver nizable una zona. Ello se debe a que, para el segundo más que para el primero, las características de localización son decisivas para hacer posible la producción y eventualmente la El agricultor puede abonar el suelo, pero no puede crear las condiciones de salida del producto al mercado; el constructor puede fabricar las y redes propias de la operación inmobi que exista una carretera o una liaria, pero no depende de estación ferroviaria que le presten el servicio, y mucho menos e la ciudad a la que éstas conducen. Este análisis de las condiciones de la valorización que no eden ser reproducidas permite precisar el papel del suelo en formación de la renta. Cualquiera que sea la forma en que te entre en el proceso de siempre constituye para una necesidad. Pero no es tanto el soporte espacial como tal, radicalmente externo al capital privado, el que no puede ser reproducido; son más bien sus cualidades, configuradas por la sociedad. La renta del suelo tiene, pues, como fundamento un conjunto de relaciones sociales no una cosa: el suelo y su escasez. Esto es lo que ignora el análisis del suelo elaborado por la economía neoclásica. Pero es también un punto del que no derivan todas las consecuencias aquellos análisis que desean establecer la exterioridad radical, con al capitalismo, de la propiedad privada del suelo. En apoyo a esta tesis se encuentra a menudo el retorno silencioso a una concepción del suelo, es decir, el desconocimiento de etas por las cuales aquél entra en la producción y de la configuración social de esas propiedades Marx propone la distinción entre elemento de producción (la tier ra para la agricultura), la condición de la producción ya sea como fuerza de producción (saltos de agua), ya sea como factor sine qua non (solares) y receptáculos de valores de uso (yacimientos para las minas) (Marx, 1974, vol. 1, p. 436). Esta clasificación me parece más interesante por la generalización que sugiere a partir de los ejemplos citados que por el análisis de lo que los distingue. Así, A. Gottereau muestra que acumulación característica del modo de producción capitalista tiende a transfor mar la 'naturaleza' en objetos y medios de trabajo constantemente reproducidos, es decir, en capital, de suerte que el desarrollo de las fuerzas productivas implica en
-
-
31
El movimiento mismo del capitalismo excluye la escasez ab soluta, física, tanto de tierra cultivable como de recursos mine rales o de suelo urbanizable. Este modo de producción no puede desarrollarse en una isla ya que la acumulación de capital es, al mismo tiempo, una expansión espacial indefinida. de renta del suelo de ningún modo implica que la de la producción que la genera sea escasa, que físicamente no esté disponible. Basta con que, en un momento dado, el capital no pueda por sus propios medios ni reproducirla, ni libre acceso a ella, pues una propiedad del suelo autónoma se le opone de manera efectiva.
2.2.
La tendencia del capitalismo a ampliar el carácter reproducible de las condiciones espaciales de la valorización, y sus límites estructurales
Hay, por tanto, en un momento dado, una clara ruptura entre las condiciones de las valorizaciones fo r ma da s en un proceso social no controlado y, en consecuencia, no y aquellas que son pr od uc i da s bajo el control efectivo de polos privados de acumulación. Esta frontera, siempre existente, se halla, sin embargo, permanentemente desplazada. deter mina ese proceso y cuáles son sus formas? Para aclarar este doble interrogante, volvamos a la configu ración de los efectos útiles de aglomeración, antes de examinar su lugar en la dinámica de la acumulación. Esos valores de uso complejos son resultado de la articula ción espacial de valores de uso elementales, que son producidos
-
ese caso una tendencia a abolición de la 'naturaleza' tal y como ha sido definida». Sin embargo, Cottereau no precisa en qué sentido se t rat a sólo de una tendencia y nunca de un resultado realizado. Por tanto, se ve obli gado a hacer desaparecer las propiedades concretas del suelo natura leza pasa de ser objeto o instrumento de trabajo a ser suelo soporte, condición general de la actividad productiva»; el subrayado es mío) para concluir que propiedad privada del suelo no pertenece al modo de producción capitalista» puro (Cottereau, 1971, pp. En forma diferente, D. Massey y A. desarrollan el mismo razonamiento. Afirman claramente que la renta es una relación social: es la tierra la que determina la renta, sino la propiedad del sin embargo, la independencia de la propiedad del suelo con respecto al capitalismo no está basada solamente en las relaciones de producción específicas de este último, sino también en otro supuesto: ha mostrado que el carácter no reproducible del suelo le hace exterior a2 mod o de producción capitalista» (el subrayado es mío) (Massey y Catalano, 1978, pp. 33 y 49). Aquí hay un desliz teórico que, en mi opinión, tiene graves consecuencias.
y rentas del suelo
se desplaza, pero a impotencia del capital privado en la ciudad que en la agricultura: se encuentra, en efecto, más al alcance de un inversionista capitalista fabricar tierra cultivable que de un constructor de viviendas volver nizable una zona. Ello se debe a que, para el segundo más que para el primero, las características de localización son decisivas para hacer posible la producción y eventualmente la El agricultor puede abonar el suelo, pero no puede crear las condiciones de salida del producto al mercado; el constructor puede fabricar las y redes propias de la operación inmobi que exista una carretera o una liaria, pero no depende de estación ferroviaria que le presten el servicio, y mucho menos e la ciudad a la que éstas conducen. Este análisis de las condiciones de la valorización que no eden ser reproducidas permite precisar el papel del suelo en formación de la renta. Cualquiera que sea la forma en que te entre en el proceso de siempre constituye para una necesidad. Pero no es tanto el soporte espacial como tal, radicalmente externo al capital privado, el que no puede ser reproducido; son más bien sus cualidades, configuradas por la sociedad. La renta del suelo tiene, pues, como fundamento un conjunto de relaciones sociales no una cosa: el suelo y su escasez. Esto es lo que ignora el análisis del suelo elaborado por la economía neoclásica. Pero es también un punto del que no derivan todas las consecuencias aquellos análisis que desean establecer la exterioridad radical, con al capitalismo, de la propiedad privada del suelo. En apoyo a esta tesis se encuentra a menudo el retorno silencioso a una concepción del suelo, es decir, el desconocimiento de etas por las cuales aquél entra en la producción y de la configuración social de esas propiedades Marx propone la distinción entre elemento de producción (la tier ra para la agricultura), la condición de la producción ya sea como fuerza de producción (saltos de agua), ya sea como factor sine qua non (solares) y receptáculos de valores de uso (yacimientos para las minas) (Marx, 1974, vol. 1, p. 436). Esta clasificación me parece más interesante por la generalización que sugiere a partir de los ejemplos citados que por el análisis de lo que los distingue. Así, A. Gottereau muestra que acumulación característica del modo de producción capitalista tiende a transfor mar la 'naturaleza' en objetos y medios de trabajo constantemente reproducidos, es decir, en capital, de suerte que el desarrollo de las fuerzas productivas implica en
-
-
El movimiento mismo del capitalismo excluye la escasez ab soluta, física, tanto de tierra cultivable como de recursos mine rales o de suelo urbanizable. Este modo de producción no puede desarrollarse en una isla ya que la acumulación de capital es, al mismo tiempo, una expansión espacial indefinida. de renta del suelo de ningún modo implica que la de la producción que la genera sea escasa, que físicamente no esté disponible. Basta con que, en un momento dado, el capital no pueda por sus propios medios ni reproducirla, ni libre acceso a ella, pues una propiedad del suelo autónoma se le opone de manera efectiva.
2.2.
La tendencia del capitalismo a ampliar el carácter reproducible de las condiciones espaciales de la valorización, y sus límites estructurales
Hay, por tanto, en un momento dado, una clara ruptura entre las condiciones de las valorizaciones fo r ma da s en un proceso social no controlado y, en consecuencia, no y aquellas que son pr od uc i da s bajo el control efectivo de polos privados de acumulación. Esta frontera, siempre existente, se halla, sin embargo, permanentemente desplazada. deter mina ese proceso y cuáles son sus formas? Para aclarar este doble interrogante, volvamos a la configu ración de los efectos útiles de aglomeración, antes de examinar su lugar en la dinámica de la acumulación. Esos valores de uso complejos son resultado de la articula ción espacial de valores de uso elementales, que son producidos
-
ese caso una tendencia a abolición de la 'naturaleza' tal y como ha sido definida». Sin embargo, Cottereau no precisa en qué sentido se t rat a sólo de una tendencia y nunca de un resultado realizado. Por tanto, se ve obli gado a hacer desaparecer las propiedades concretas del suelo natura leza pasa de ser objeto o instrumento de trabajo a ser suelo soporte, condición general de la actividad productiva»; el subrayado es mío) para concluir que propiedad privada del suelo no pertenece al modo de producción capitalista» puro (Cottereau, 1971, pp. En forma diferente, D. Massey y A. desarrollan el mismo razonamiento. Afirman claramente que la renta es una relación social: es la tierra la que determina la renta, sino la propiedad del sin embargo, la independencia de la propiedad del suelo con respecto al capitalismo no está basada solamente en las relaciones de producción específicas de este último, sino también en otro supuesto: ha mostrado que el carácter no reproducible del suelo le hace exterior a2 mod o de producción capitalista» (el subrayado es mío) (Massey y Catalano, 1978, pp. 33 y 49). Aquí hay un desliz teórico que, en mi opinión, tiene graves consecuencias.
Plusganancias y circulan en forma autónoma. Los soportes materiales de estos últimos son objetos inmobiliarios, productos del tra bajo ligados al suelo y, por tanto, a una localización determinada: edificios industriales y comerciales, viviendas, carreteras, vías férreas, redes de aprovisionamiento de energía, de agua, etc. Unos son producidos y circulan como mercancías, a veces como capital; otros, como equipamientos públicos. Por esas dos razones, el valor de uso complejo resultante no puede ser reproducido: un capital particular la acción del Estado, tanto como de la de otros capitales privados, y no controla a ninguno de ellos; por su parte, el Estado proporciona valores de uso a una mul titud de capitales privados, que tampoco controla. Algunos bienes inmuebles se caracterizan por entrar nece saria mente como medios de producción en el conju nto de los procesos de valorización de los capitales particulares, unas veces directamente, otras por intermedio de los bienes o servicios a cuya producción contribuyen. Sin embargo, no es esta caracterís tica técnica lo que los distingue radicalmente del resto de los bienes inmuebles, sino más bien el papel que el Estado desem peña en su producción y circulación. Esto sucede por razones que tienen que ver con las condiciones mismas de su produc El gasto público asegura la desvalorización de un capital fijo masivo que no puede ser rentabilizado normalmente y, por consiguiente, una circulación no mercantil o a un precio inferior al precio de producción de las infraestructuras o de los bienes y servicios producidos en la explotación de estas últimas. Esta desvalorización es total y la infraestructura entra en los procesos productivos que la utilizan como simple valor de uso cuando el Estado organiza y financia íntegra y definitivamente la producción. Es el caso, por ejemplo, de lo esencial de la red La desvalorización es parcial si la infraestructura es explo tada comercialmente por un servicio público o por una empresa privada: por ejemplo, el aprovisionamiento de agua, gas, electri cidad, los ferrocarriles, las autopistas de peaje. Pero, incluso en ese caso, la desvalorización es necesaria, ya tome la forma de centralización del pequeño capital de financiación de las inver -
-
-
Como lo muestra M. Folin al elaborar el concepto de «capital fijo (Folin, 1978). Fueron precisamente las compañías ferroviarias y un poco más tarde las grandes compañías de servicios urbanos las primeras en emitir obliga ciones a gran escala, en la segunda mitad del siglo Esas obligaciones, caracterizadas por la estabilidad de su remuneración y su bajo valor uni tario fueron una forma privilegiada de centralización del pequeño capital,
31
y
rent as del suel o
33
siones con fondos públicos, de subvención a la explotación, de nacionalización, etc. Incluso cuando la producción y la explotación del equipamiento dependen de la empresa privada, la finan ciación pública parcial, la utilización del derec ho de expropiación para eliminar el obstáculo de terreno, la garantía del monopolio por part e del Estado, son todos ellos elementos que permiten Estado asegurar un mínimo de control social en la definición misma del valor de uso generalmente bajo el régimen jurídico de la concesión. Pera un control estatal, al menos parcial, de la producción de infrae struct uras no significa un control social de la configura ción de los efectos útiles de aglomeración; prueba de ello son las zonas de ordenamiento territorial terrenos industriales u operaciones de vivienda des públicas y que perma las autopistas destinadas a irrigar regiones deprimidas y que no inducen a ninguna actividad privada; la súbita subutilización de los equipamientos en las regiones industriales tradicionales afec tadas por el cambio de localización de las empresas. Fenómenos de esa índole acompañan generalmente a las intervenciones esta tales en el terreno de la ordenación. En períodos de crecimiento económico, cuando las ventajas localizadas proporcionadas al capital por las infraestructuras públicas son insuficientes o cuando las decisiones públicas no corresponden a los imperativos de rentabilidad de las empresas, el capital va a un diferente; en épocas de crisis, las políticas privadas de desinversión acaban por trastornar todas las proyecciones de los planificadores. Hay, pues, un movimiento contradictorio que tiende a esta blecer un mayor control social de la configuración de los efectos de aglomeración y, a la vez, a limitar de manera perma nente ese control. La necesidad de controlar mejor la articulación espacial de las infrae struct uras públicas y de las empresas no cae del cielo, ni de una «voluntad planificadoras imputable al Estado. Su motor inmediato es la búsqueda de una mayor seguridad en la formación de las condiciones espaci sganancia pri vada. Pero, del mismo modo que lusvalor extraordinario por parte de cada capitalista provoca un movimiento de conjunto de incremento del plusvalor relativo y de la compo sición orgánica del capital, la búsqueda de plusganancias de lo -
-
-
-
mientras que las acciones se encontraban entonces fuertemente concentra das y permitían el acceso a los beneficios de la especulación bursátil.
Plusganancias y circulan en forma autónoma. Los soportes materiales de estos últimos son objetos inmobiliarios, productos del tra bajo ligados al suelo y, por tanto, a una localización determinada: edificios industriales y comerciales, viviendas, carreteras, vías férreas, redes de aprovisionamiento de energía, de agua, etc. Unos son producidos y circulan como mercancías, a veces como capital; otros, como equipamientos públicos. Por esas dos razones, el valor de uso complejo resultante no puede ser reproducido: un capital particular la acción del Estado, tanto como de la de otros capitales privados, y no controla a ninguno de ellos; por su parte, el Estado proporciona valores de uso a una mul titud de capitales privados, que tampoco controla. Algunos bienes inmuebles se caracterizan por entrar nece saria mente como medios de producción en el conju nto de los procesos de valorización de los capitales particulares, unas veces directamente, otras por intermedio de los bienes o servicios a cuya producción contribuyen. Sin embargo, no es esta caracterís tica técnica lo que los distingue radicalmente del resto de los bienes inmuebles, sino más bien el papel que el Estado desem peña en su producción y circulación. Esto sucede por razones que tienen que ver con las condiciones mismas de su produc El gasto público asegura la desvalorización de un capital fijo masivo que no puede ser rentabilizado normalmente y, por consiguiente, una circulación no mercantil o a un precio inferior al precio de producción de las infraestructuras o de los bienes y servicios producidos en la explotación de estas últimas. Esta desvalorización es total y la infraestructura entra en los procesos productivos que la utilizan como simple valor de uso cuando el Estado organiza y financia íntegra y definitivamente la producción. Es el caso, por ejemplo, de lo esencial de la red La desvalorización es parcial si la infraestructura es explo tada comercialmente por un servicio público o por una empresa privada: por ejemplo, el aprovisionamiento de agua, gas, electri cidad, los ferrocarriles, las autopistas de peaje. Pero, incluso en ese caso, la desvalorización es necesaria, ya tome la forma de centralización del pequeño capital de financiación de las inver -
-
-
Como lo muestra M. Folin al elaborar el concepto de «capital fijo (Folin, 1978). Fueron precisamente las compañías ferroviarias y un poco más tarde las grandes compañías de servicios urbanos las primeras en emitir obliga ciones a gran escala, en la segunda mitad del siglo Esas obligaciones, caracterizadas por la estabilidad de su remuneración y su bajo valor uni tario fueron una forma privilegiada de centralización del pequeño capital,
calización mediante la coordinación puntual del Estado y del sector privado también produce efectos globales: reducción de la duración y de los costes de transporte, lo que permite el des arrollo de la división espacial del trabajo y disminuye a escala social el capital invertido improductivamente en la circulación; formación de reservas de mano de obra cuando la sociedad toma a su cargo una parte de los costes de mantenimiento de la fuerza de trab ajo; desvalorización por el gasto público de una pa rte de los capitales necesarios para la producción. efecto prevalecerá? de plusganancias de localización en beneficio de capitales particulares de los propietarios del suelo implicados, o bien efectos sobre las condi ciones generales de la acumulación, transmitidos al conjunto de los capitales mediante bajas de precios? El análisis formal. no puede dar respuesta a esta pregunta: dependerá de las formas concretas del control social sobre la configuración de las condi ciones espaciales de la plusganancia localizada. También depen derá de la amplitud de la socialización: reducida, si sólo se planifica el nivel de la operación simple de viviendas, oficinas, o implantación industrial ; mayor, si se trata de crear una ciudad entera «ciudades nuevas» e incluso un sistema de ciudades, a lo largo de un nuevo eje de transporte por ejem plo. Pero intervendrá igualmente el carácter más o menos pri vado o más o menos público del control del proceso, bien sea porque los agentes públicos definan un programa y realicen inversiones destinadas a interesar a agentes privados, bien sea porque, a la inversa, los agentes privados monten ellos mismos una operación para la que disfrutarán de públicas. La línea divisoria entre esos dos tipos de predominio no siempre está claramente definida. Las luchas políticas en torno a esas vías alternativas de la planificación capitalista son lo suficientemente intensas como para que se pueda pensar que no se hallan separadas por una diferencia puramente formal. todos modos, la exterioridad del Estado y del capital, la de unos capitales privados con respect o a otros, y las contradicciones que pesan sobre los aparatos del Estado limitan estrictamente la extensión de una socialización capitalista de la conformación de los efectos de podría decirse, entonces, sin que resulte demasiado que el
-
-
A condición de que se trate de una implantación urbana verdadera mente autónoma en un área rural y no de la simple extensión de una aglomeración preexistente.
rent as del suel o
33
siones con fondos públicos, de subvención a la explotación, de nacionalización, etc. Incluso cuando la producción y la explotación del equipamiento dependen de la empresa privada, la finan ciación pública parcial, la utilización del derec ho de expropiación para eliminar el obstáculo de terreno, la garantía del monopolio por part e del Estado, son todos ellos elementos que permiten Estado asegurar un mínimo de control social en la definición misma del valor de uso generalmente bajo el régimen jurídico de la concesión. Pera un control estatal, al menos parcial, de la producción de infrae struct uras no significa un control social de la configura ción de los efectos útiles de aglomeración; prueba de ello son las zonas de ordenamiento territorial terrenos industriales u operaciones de vivienda des públicas y que perma las autopistas destinadas a irrigar regiones deprimidas y que no inducen a ninguna actividad privada; la súbita subutilización de los equipamientos en las regiones industriales tradicionales afec tadas por el cambio de localización de las empresas. Fenómenos de esa índole acompañan generalmente a las intervenciones esta tales en el terreno de la ordenación. En períodos de crecimiento económico, cuando las ventajas localizadas proporcionadas al capital por las infraestructuras públicas son insuficientes o cuando las decisiones públicas no corresponden a los imperativos de rentabilidad de las empresas, el capital va a un diferente; en épocas de crisis, las políticas privadas de desinversión acaban por trastornar todas las proyecciones de los planificadores. Hay, pues, un movimiento contradictorio que tiende a esta blecer un mayor control social de la configuración de los efectos de aglomeración y, a la vez, a limitar de manera perma nente ese control. La necesidad de controlar mejor la articulación espacial de las infrae struct uras públicas y de las empresas no cae del cielo, ni de una «voluntad planificadoras imputable al Estado. Su motor inmediato es la búsqueda de una mayor seguridad en la formación de las condiciones espaci sganancia pri vada. Pero, del mismo modo que lusvalor extraordinario por parte de cada capitalista provoca un movimiento de conjunto de incremento del plusvalor relativo y de la compo sición orgánica del capital, la búsqueda de plusganancias de lo -
-
-
-
mientras que las acciones se encontraban entonces fuertemente concentra das y permitían el acceso a los beneficios de la especulación bursátil.
Christian
34
y
y
rentas del suelo
35
carácter mismo de «naturaleza» que asumen esos efectos es un resultado del modo de producción capitalista.
3.
obstáculo de la propiedad del suelo y la transformación de las plusganancias localizadas en rentas
No basta con que ciertas condiciones de la valorización no puedan ser reproducidas y engendren plusganancias localizadas para que aparezcan rentas del suelo; es preciso también que un obstáculo impida al capital el l ibre acceso a ellas, que una propiedad del suelo autónoma oponga una resistencia real. presupuesto de la transformación de las localizadas en rentas del suelo es, pues, doble: unas relaciones de producción en el sector afect que la autonomía del capital y de la propiedad del suelo sea dominante y reproducida en por lo menos un punto del ciclo de valorización; po r. ot ra parte, una resistencia real de la pro piedad del suelo al capital, lo cual supone un contenido socio económico de la relación de propiedad que se convierta en obs táculo efectivo. Antes de examinar esos dos puntos, es necesario identificar con mayor precisión las relaciones sociales complejas designadas por el término apropiedad del
3.1.
La propiedad del suelo, una pluralidad de relaciones sociales
La propiedad es algo muy simple: es derecho a gozar y dis poner de las cosas de la forma más absoluta, haga un uso de ella prohibido por la ley o Incluso si la prácti ca jurídica real expresa de manera suficiente el carácter eminentemente histórico del contenido de ese dere cho de propiedad, la ideología continúa planteándolo de manera unitaria, normativa, transhistórica. Y, sin embargo. el vocablo del suelo» designa en el lenguaje del der evidentemente constituye una pluralidad de relacion propiedad, cuyas líneas S.
Código Civil, artículo 544.
Christian
34
calización mediante la coordinación puntual del Estado y del sector privado también produce efectos globales: reducción de la duración y de los costes de transporte, lo que permite el des arrollo de la división espacial del trabajo y disminuye a escala social el capital invertido improductivamente en la circulación; formación de reservas de mano de obra cuando la sociedad toma a su cargo una parte de los costes de mantenimiento de la fuerza de trab ajo; desvalorización por el gasto público de una pa rte de los capitales necesarios para la producción. efecto prevalecerá? de plusganancias de localización en beneficio de capitales particulares de los propietarios del suelo implicados, o bien efectos sobre las condi ciones generales de la acumulación, transmitidos al conjunto de los capitales mediante bajas de precios? El análisis formal. no puede dar respuesta a esta pregunta: dependerá de las formas concretas del control social sobre la configuración de las condi ciones espaciales de la plusganancia localizada. También depen derá de la amplitud de la socialización: reducida, si sólo se planifica el nivel de la operación simple de viviendas, oficinas, o implantación industrial ; mayor, si se trata de crear una ciudad entera «ciudades nuevas» e incluso un sistema de ciudades, a lo largo de un nuevo eje de transporte por ejem plo. Pero intervendrá igualmente el carácter más o menos pri vado o más o menos público del control del proceso, bien sea porque los agentes públicos definan un programa y realicen inversiones destinadas a interesar a agentes privados, bien sea porque, a la inversa, los agentes privados monten ellos mismos una operación para la que disfrutarán de públicas. La línea divisoria entre esos dos tipos de predominio no siempre está claramente definida. Las luchas políticas en torno a esas vías alternativas de la planificación capitalista son lo suficientemente intensas como para que se pueda pensar que no se hallan separadas por una diferencia puramente formal. todos modos, la exterioridad del Estado y del capital, la de unos capitales privados con respect o a otros, y las contradicciones que pesan sobre los aparatos del Estado limitan estrictamente la extensión de una socialización capitalista de la conformación de los efectos de podría decirse, entonces, sin que resulte demasiado que el
-
-
A condición de que se trate de una implantación urbana verdadera mente autónoma en un área rural y no de la simple extensión de una aglomeración preexistente.
36
Chvistian Topalov
ideológica, relaciones económicas
relaciones
El derecho de propiedad que define, independientemente del y del espacio, el derecho inalienable de los individuos a eológica. Es esa relación, poseer las cosas, e evocaban los esclavistas enunciada por el de la guerra civil americana, como actualmente lo hacen los in dustriales cuando sus fábricas son ocupadas por huelguistas; pero, es en esa misma relación como concibe su vivienda el habi tante de las chabolas y cualquier persona su vestido. Una rela ción ideológica uiera que sea su obj eto real y las prácticas ntenido. En su nombre es mado por la clase dominante el fundamento mismo del modo de producción capitalista, es decir, la separación entre los tr aba jadores y los medios de producción; y toda acción del Estado, incluida la expropiación, deberá estar expresada siempre en tér minos del respeto a ese derecho de propiedad. Los derechos de propiedad, contrariamente a los principios eternos, son aquello que el aparato jurídico del Estado codifica con precisión y su aparato represivo protege La pro piedad del suelo se convierte, a ese nivel, en un conjunto de relaciones juridicopoliticas. Estas expresan en el lenguaje del derecho, es decir, teniendo en cuenta las restricciones internas del sistema de representaciones jurídicas, las distintas relaciones reales de de la base económica y por las luchas sociales. Esas relaciones juridicopolíticas, sumamente diversificadas, se obser van, más que en el texto del derecho en un momento dado, en las prácticas efectivas de los aparatos de Estado que registran los derechos y garantizan los contratos, reglamentan los alquile res en la ciudad y en el campo, realizan expropiaciones y llevan a cabo deducciones fiscales. En realidad, la aparente unidad de la noción de propiedad se rompe cuando se la analiza como un conjunto nómicas de producción, de distribución y de consumo.
-
y
rentas del suelo
35
carácter mismo de «naturaleza» que asumen esos efectos es un resultado del modo de producción capitalista.
obstáculo de la propiedad del suelo y la transformación de las plusganancias localizadas en rentas
3.
No basta con que ciertas condiciones de la valorización no puedan ser reproducidas y engendren plusganancias localizadas para que aparezcan rentas del suelo; es preciso también que un obstáculo impida al capital el l ibre acceso a ellas, que una propiedad del suelo autónoma oponga una resistencia real. presupuesto de la transformación de las localizadas en rentas del suelo es, pues, doble: unas relaciones de producción en el sector afect que la autonomía del capital y de la propiedad del suelo sea dominante y reproducida en por lo menos un punto del ciclo de valorización; po r. ot ra parte, una resistencia real de la pro piedad del suelo al capital, lo cual supone un contenido socio económico de la relación de propiedad que se convierta en obs táculo efectivo. Antes de examinar esos dos puntos, es necesario identificar con mayor precisión las relaciones sociales complejas designadas por el término apropiedad del
3.1.
La propiedad del suelo, una pluralidad de relaciones sociales
La propiedad es algo muy simple: es derecho a gozar y dis poner de las cosas de la forma más absoluta, haga un uso de ella prohibido por la ley o Incluso si la prácti ca jurídica real expresa de manera suficiente el carácter eminentemente histórico del contenido de ese dere cho de propiedad, la ideología continúa planteándolo de manera unitaria, normativa, transhistórica. Y, sin embargo. el vocablo del suelo» designa en el lenguaje del der evidentemente constituye una pluralidad de relacion propiedad, cuyas líneas S.
Código Civil, artículo 544.
Plusganancias y ventas del suelo
37
ción de capital. Puede designarse ese concepto por el tér entonces, ser gnar al suelo un erminado, y negativamente como el poder de a la valorización del capital cter específico de la propied efecto, el capital tiene al para en funcionamiento los me dios de y asignarles un uso dado y, por tanto, para disponer de los productos, de los cuales es, a la vez, poseedor y propietario dad del suelo se coloca en lugar muy diferente en e ura. Como simple monopolio de las medios de producción que no pueden ser repro ducidos, se encuentra separada de los otros medios de produc ción, lo cual implica una -doble limitación: incapacidad de orga nizar un proceso de trabajo que utilice el suelo, e incapacidad de asignar a ese suelo un uso productivo. Por el contrario, preci samente en la medida en que separa el capital de una de sus condiciones de reproducción, puede oponerse a esta última. Esta capacidad del capital de asignar a los t errenos diferente usos y esta reducción de la propiedad del suelo a mera barrer U la inversión son el resultado histórico del desarrollo del capi talismo La teoría de la renta del suelo está construida precisa da por C. Bettelheim: propiedad de producción (o relación económica), de agentes de asignar a ciertos disponer de los productos obtenidos p. 62. El subrayado es del autor). ara el análisis de los modos de de E. Bal ibar (Bal ibar , 1966, pp. «Cada tipo de relación de producción n-propiedad y el contenido preciso de la combinación en la que cada uno eneral, la posesión está constituida por tura del proceso de tra bajo , esa capacidad puede ser individual o colectiva y la posesión se puede desdoblar o no en una detentación parcial. En cuanto a la propiedad (como relación económica), está constituida por el
% '
-
La propiedad de l
edios de producción, usos determinados, y disponer de los productos
como relación de producción
producción es el La propiedad del suelo como efectivo de disponer de como elemento o soporte de un proce so de producción, es decir, actualmente un proceso de
. El
subrayado es del autor). «Pero la circunstancia de que, 1) la renta se restrinja al excedente director y dominador del proceso de producción y de todo el proceso
s
Chvistian Topalov
36
ideológica, relaciones económicas
relaciones
El derecho de propiedad que define, independientemente del y del espacio, el derecho inalienable de los individuos a eológica. Es esa relación, poseer las cosas, e evocaban los esclavistas enunciada por el de la guerra civil americana, como actualmente lo hacen los in dustriales cuando sus fábricas son ocupadas por huelguistas; pero, es en esa misma relación como concibe su vivienda el habi tante de las chabolas y cualquier persona su vestido. Una rela ción ideológica uiera que sea su obj eto real y las prácticas ntenido. En su nombre es mado por la clase dominante el fundamento mismo del modo de producción capitalista, es decir, la separación entre los tr aba jadores y los medios de producción; y toda acción del Estado, incluida la expropiación, deberá estar expresada siempre en tér minos del respeto a ese derecho de propiedad. Los derechos de propiedad, contrariamente a los principios eternos, son aquello que el aparato jurídico del Estado codifica con precisión y su aparato represivo protege La pro piedad del suelo se convierte, a ese nivel, en un conjunto de relaciones juridicopoliticas. Estas expresan en el lenguaje del derecho, es decir, teniendo en cuenta las restricciones internas del sistema de representaciones jurídicas, las distintas relaciones reales de de la base económica y por las luchas sociales. Esas relaciones juridicopolíticas, sumamente diversificadas, se obser van, más que en el texto del derecho en un momento dado, en las prácticas efectivas de los aparatos de Estado que registran los derechos y garantizan los contratos, reglamentan los alquile res en la ciudad y en el campo, realizan expropiaciones y llevan a cabo deducciones fiscales. En realidad, la aparente unidad de la noción de propiedad se rompe cuando se la analiza como un conjunto nómicas de producción, de distribución y de consumo.
-
Plusganancias y ventas del suelo
37
ción de capital. Puede designarse ese concepto por el tér entonces, ser gnar al suelo un erminado, y negativamente como el poder de a la valorización del capital cter específico de la propied efecto, el capital tiene al para en funcionamiento los me dios de y asignarles un uso dado y, por tanto, para disponer de los productos, de los cuales es, a la vez, poseedor y propietario dad del suelo se coloca en lugar muy diferente en e ura. Como simple monopolio de las medios de producción que no pueden ser repro ducidos, se encuentra separada de los otros medios de produc ción, lo cual implica una -doble limitación: incapacidad de orga nizar un proceso de trabajo que utilice el suelo, e incapacidad de asignar a ese suelo un uso productivo. Por el contrario, preci samente en la medida en que separa el capital de una de sus condiciones de reproducción, puede oponerse a esta última. Esta capacidad del capital de asignar a los t errenos diferente usos y esta reducción de la propiedad del suelo a mera barrer U la inversión son el resultado histórico del desarrollo del capi talismo La teoría de la renta del suelo está construida precisa -
s
da por C. Bettelheim: propiedad de producción (o relación económica), de agentes de asignar a ciertos disponer de los productos obtenidos p. 62. El subrayado es del autor). ara el análisis de los modos de de E. Bal ibar (Bal ibar , 1966, pp. «Cada tipo de relación de producción n-propiedad y el contenido preciso de la combinación en la que cada uno eneral, la posesión está constituida por tura del proceso de tra bajo , esa capacidad puede ser individual o colectiva y la posesión se puede desdoblar o no en una detentación parcial. En cuanto a la propiedad (como relación económica), está constituida por el
% '
-
La propiedad de l
edios de producción, usos determinados, y disponer de los productos
como relación de producción
. El
subrayado es del autor). «Pero la circunstancia de que, 1) la renta se restrinja al excedente
producción es el La propiedad del suelo como efectivo de disponer de como elemento o soporte de un proce so de producción, es decir, actualmente un proceso de
director y dominador del proceso de producción y de todo el proceso
y rentas del
38
mente sobre la hipótesis de que ese lugar, y no otro, es asignado del suelo por el modo de producción capitalista a y por ello Marx toma a Ricardo como funda mento y a la vez como blanco: Ingla terr a es, entonces, el único país donde la propiedad del suelo, transformada por la agricultura capitalista, se ha adecuado a esta última En efecto, desde el siglo las condiciones tradicionales de la producción agrícola han sido progre sivamente destruidas, especialmente a través de la violencia. Es el clearing of estates, la gran limpieza. En ese sentido, indica Marx como una paradoja, no existe propiedad del suelo: capital el arrendatario explota libremente la tierra, pues lo único que le preocupa es el rendi miento en dinero que de ella pueda La adecuación de propiedad del suelo al modo de producción capitalista puede ser definida, entonces, como la a la regulación de sumisión completa de esa renta, es decir, a la ley de la plusganancia del capital. La lógica de reproducción del capital se identifica, pues, con la lógica de la propiedad del suelo: el capital detenta de manera el poder de propiedad y rige los cambios de uso del suelo; la propiedad del suelo se transforma en simple relación de dis tribución. Este análisis permite distinguir, por tanto, tipos de tradicción entre el capital y la propiedad del suelo, que encon traremos en el estudio de las rentas urbanas: una contradicción externa al modo de producción capitalista entre un poder de del suelo inadecuado y e l capital que lucha por el control del proceso de producción; una contradicción interna al modo de producción capitalista entre, de un lado, la propiedad del suelo despojada de todo poder real de determinación del uso
-
-
suelos y mero perceptor de rentas, es un resultado histórico específico del modo capitalista de producción (Marx, 1981, vol. 8, p. 1120). Marx precisa: «La forma de propiedad de la tierra que consideramos es una forma específicamente histórica de la misma, la forma transmutada por influencia del capital y del modo capitalista de producción» (Marx, 1981, vol. 8, p. 791). Marx, 1974, vol. 1, p. 430. Marx, 1974, vol. 1, p. 430. El importante estudio de Postel-Vinay sobre la agricult ura del Soissonnais muestra cómo, desde comienzos del siglo los grandes arrendatarios libraron una vigorosa lucha de clases que desembocó en la casi «abolici ón» de la propiedad del suelo en lo que a ellos se refería: renovación automátic a de los arrendamientos y transmi sión a los herederos, desaparición total del campesino parcelari o ligado a la propiedad e inclusive remodelación de esta última, y disminución a largo plazo del importe de la renta que pesaba sobre los grandes empre sarios (Postel-Vinay, 1974).
39
del suelo, pero que tiende a apropiarse íntegramente de la plus ganancia localizada, y, de otro, el capital que lucha por retener la mayor parte posible de esa plusganancia. La
propiedad del suelo como
de
edad del suelo ya no para que exista una clase de propietarios del suelo es preciso que una categoría de agentes, en virtud de que detenta de la utilización del suelo, cumpla una función de organiza ción de la producción y se apropie del plustrabajo de los pro ductores directos bajo la forma de «renta precapitalista,: Cuando esos
condiciones de considerar la renta del suelo o la participación en unos beneficios industriales como usos sustituibles de su dinero. Los estudios empíricos sobre la estr uctura de los patrimonios desde el siglo dejan ver claramente que la inversión inmobi liar e ent re todas las ca iduos que vivían ex suelo (los «propietarios ») son frecuentemente industr iales o ne gociantes retirados s0 . La inversión inmobiliaria no tiene otra especificidad que las leyes que determinan el importe de la renta, heterogéneas con respecto a las que regulan la tasa de ganancia. Pero, para el ahorrador, lo único que diferencia a sus inversiones es su rentabilidad, su seguridad, su liquidez. Las leyes de la distribución del plusvalor le ocultan por completo la ley de su formación, de modo que el alquiler del suelo llegará a ser el interés del inmobiliari o», así como el alquiler del dinero es el fruto del capital trabaja para usted». Esta extinción de la antigua clase de los landlords, como efecto de la adecuación de la propiedad del suelo al nuevo modo Cf. los trabajos realizados sobre los patrimonios en las ciudades francesas del siglo en especial los trabajos de A. Daumard. Bibliografía y síntesis de los resultados en Topalov, 1973, pp. 19-88.
y rentas del
38
mente sobre la hipótesis de que ese lugar, y no otro, es asignado del suelo por el modo de producción capitalista a y por ello Marx toma a Ricardo como funda mento y a la vez como blanco: Ingla terr a es, entonces, el único país donde la propiedad del suelo, transformada por la agricultura capitalista, se ha adecuado a esta última En efecto, desde el siglo las condiciones tradicionales de la producción agrícola han sido progre sivamente destruidas, especialmente a través de la violencia. Es el clearing of estates, la gran limpieza. En ese sentido, indica Marx como una paradoja, no existe propiedad del suelo: capital el arrendatario explota libremente la tierra, pues lo único que le preocupa es el rendi miento en dinero que de ella pueda La adecuación de propiedad del suelo al modo de producción capitalista puede ser definida, entonces, como la a la regulación de sumisión completa de esa renta, es decir, a la ley de la plusganancia del capital. La lógica de reproducción del capital se identifica, pues, con la lógica de la propiedad del suelo: el capital detenta de manera el poder de propiedad y rige los cambios de uso del suelo; la propiedad del suelo se transforma en simple relación de dis tribución. Este análisis permite distinguir, por tanto, tipos de tradicción entre el capital y la propiedad del suelo, que encon traremos en el estudio de las rentas urbanas: una contradicción externa al modo de producción capitalista entre un poder de del suelo inadecuado y e l capital que lucha por el control del proceso de producción; una contradicción interna al modo de producción capitalista entre, de un lado, la propiedad del suelo despojada de todo poder real de determinación del uso
-
-
suelos y mero perceptor de rentas, es un resultado histórico específico del modo capitalista de producción (Marx, 1981, vol. 8, p. 1120). Marx precisa: «La forma de propiedad de la tierra que consideramos es una forma específicamente histórica de la misma, la forma transmutada por influencia del capital y del modo capitalista de producción» (Marx, 1981, vol. 8, p. 791). Marx, 1974, vol. 1, p. 430. Marx, 1974, vol. 1, p. 430. El importante estudio de Postel-Vinay sobre la agricult ura del Soissonnais muestra cómo, desde comienzos del siglo los grandes arrendatarios libraron una vigorosa lucha de clases que desembocó en la casi «abolici ón» de la propiedad del suelo en lo que a ellos se refería: renovación automátic a de los arrendamientos y transmi sión a los herederos, desaparición total del campesino parcelari o ligado a la propiedad e inclusive remodelación de esta última, y disminución a largo plazo del importe de la renta que pesaba sobre los grandes empre sarios (Postel-Vinay, 1974).
del suelo, pero que tiende a apropiarse íntegramente de la plus ganancia localizada, y, de otro, el capital que lucha por retener la mayor parte posible de esa plusganancia. La
propiedad del suelo como
-
-
inmueble. Al mismo tie
aparecerá como un ingreso individual consumible, en otros como una ganancia directamente derivada de una empresa, e incluso como un recurso del Estado. Resulta, entonces, que en ciertas condiciones la renta puede ser convertida en capital y reintro ducida en la acumulación, mientras que los propietarios del suelo clásicos son criticados por unos Ricardo o Marx y alabados por otros por ser fundamentalmente consumidores improductivos.
-
-
La propie dad del sue lo co mo El contenido económico de la
utilizado solamente como valor de uso. En ese caso, se trata prin cipalmente de la propiedad de de la vivienda, e incluso de los derechos de uso de los arrendatarios cuando se hallan lo suficientemente protegidos por la legislación como para realizar una verdadera desarticulación de la propiedad inmobiliaria. E S lo que expresa P. P. Rey cuando muestra que, en la agricultura inglesa analizada por Marx, renta 'capitalista' de la tierra es una ción de distribución del modo de producción capitalista, y esa relación de distribución es el efecto de una relación de pro duc ció n de otro modo de producción al cual está articulado el capitalismo», a saber, el modo de pro ducción feudal (Rey, 1973, p. 60. El subrayado es del autor).
de
edad del suelo ya no para que exista una clase de propietarios del suelo es preciso que una categoría de agentes, en virtud de que detenta de la utilización del suelo, cumpla una función de organiza ción de la producción y se apropie del plustrabajo de los pro ductores directos bajo la forma de «renta precapitalista,: Cuando esos
condiciones de considerar la renta del suelo o la participación en unos beneficios industriales como usos sustituibles de su dinero. Los estudios empíricos sobre la estr uctura de los patrimonios desde el siglo dejan ver claramente que la inversión inmobi liar e ent re todas las ca iduos que vivían ex suelo (los «propietarios ») son frecuentemente industr iales o ne gociantes retirados s0 . La inversión inmobiliaria no tiene otra especificidad que las leyes que determinan el importe de la renta, heterogéneas con respecto a las que regulan la tasa de ganancia. Pero, para el ahorrador, lo único que diferencia a sus inversiones es su rentabilidad, su seguridad, su liquidez. Las leyes de la distribución del plusvalor le ocultan por completo la ley de su formación, de modo que el alquiler del suelo llegará a ser el interés del inmobiliari o», así como el alquiler del dinero es el fruto del capital trabaja para usted». Esta extinción de la antigua clase de los landlords, como efecto de la adecuación de la propiedad del suelo al nuevo modo Cf. los trabajos realizados sobre los patrimonios en las ciudades francesas del siglo en especial los trabajos de A. Daumard. Bibliografía y síntesis de los resultados en Topalov, 1973, pp. 19-88.
y
no se realiza en la situación inglesa «clásica» de la época de la lucha de la burguesía industrial y ricardiana por la abolición de las La ws. La relación de distribución dad del suelo coincide entonces con los restos de una relación los propietarios del suelo aparecen de producción como una clase basada en una forma de ingreso, accidente de la historia rápidamente superado por la fusión de esa capa social antigua aristocracia terrateniente con la clase capitalista. La renta del suelo como relación de distribución podrá, pues, el suelo sea a todas las formas de propiedad. utilizado productivamente según relaciones no capitalistas pequeña producción mercantil o capitalistas, o que sea soporte de un proceso de consumo, consumo, «p roduc irá» real o potencialment e una renta del suelo. La renta deja de identificarse con su forma
39
rentas del suelo
Puede tratarse también de la propiedad de colectividades públi edida en que el suelo sirve de soporte a equipamien culan como mercancías. En todos esos casos, no de ganancia ni, por tanto, renta apropiable. Sólo en entra en circulación su precio se ado que los inmuebles salidos de la ucción o los terrenos edificables. La propiedad del suelo de nvierte, entonces, en relación de dis -
3.2. Autonomía de la propiedad del suelo y fijación de las rentas Las rentas del suelo modernas sólo aparecen, pues, en la ciudad dominan unas relaciones relaciones de producción deter capitalista minadas: aqu ellas en que la propiedad del ya no posee la iniciativa de la construcción que antes organizaba y financiaba, convirtiéndose en un obstáculo externo a la libre inversión de capital de los constructores. En esas relaciones de producción, e sólo llegan a ser dominantes en las grandes ciudades euro as a finales del siglo la _producción inmobiliaria queda ulada por el movimiento del capital. Las rentas del suelo se entonces, capitalistas y son determinadas por las plus as localizadas. e ningún modo tales relaciones de producción implican que el del suelo urbano existan dos «clases»: los capi istas y los propietarios del suelo. De manera aún más definida en el caso de la agricultura, esa situación se presenta única te en los comienzos del nuevo modo de producción, y en ma excepcional. En primer lugar, porque la ciudad moderna desarrolla generalmente sobre la base de modos de produc ases diversas de la división capitalista integrados en las formas más desarro del modo de producción y reproducidos por ellas. Por o, los constructores capitalistas se encontrarán enfrentados a propiedad territorial del campesino, del artesano, del ten del pequeño industrial manufacturero. Además, las trans aciones internas de las formas de la producción inmobiliaria alista crearán en el siglo un nuevo tipo de propiedad del o multiplicando el número de propietarios que ocupan su nda en todas las clases y capas sociales. Finalmente, tal y o sucede en el campo, la transformación de los suelos y de edificaciones en es deci r, en en propiedad d e un ,
-
y
no se realiza en la situación inglesa «clásica» de la época de la lucha de la burguesía industrial y ricardiana por la abolición de las La ws. La relación de distribución dad del suelo coincide entonces con los restos de una relación los propietarios del suelo aparecen de producción como una clase basada en una forma de ingreso, accidente de la historia rápidamente superado por la fusión de esa capa social antigua aristocracia terrateniente con la clase capitalista. La renta del suelo como relación de distribución podrá, pues, el suelo sea a todas las formas de propiedad. utilizado productivamente según relaciones no capitalistas pequeña producción mercantil o capitalistas, o que sea soporte de un proceso de consumo, consumo, «p roduc irá» real o potencialment e una renta del suelo. La renta deja de identificarse con su forma
-
-
inmueble. Al mismo tie
aparecerá como un ingreso individual consumible, en otros como una ganancia directamente derivada de una empresa, e incluso como un recurso del Estado. Resulta, entonces, que en ciertas condiciones la renta puede ser convertida en capital y reintro ducida en la acumulación, mientras que los propietarios del suelo clásicos son criticados por unos Ricardo o Marx y alabados por otros por ser fundamentalmente consumidores improductivos.
-
-
La propie dad del sue lo co mo El contenido económico de la
utilizado solamente como valor de uso. En ese caso, se trata prin cipalmente de la propiedad de de la vivienda, e incluso de los derechos de uso de los arrendatarios cuando se hallan lo suficientemente protegidos por la legislación como para realizar una verdadera desarticulación de la propiedad inmobiliaria. E S lo que expresa P. P. Rey cuando muestra que, en la agricultura inglesa analizada por Marx, renta 'capitalista' de la tierra es una ción de distribución del modo de producción capitalista, y esa relación de distribución es el efecto de una relación de pro duc ció n de otro modo de producción al cual está articulado el capitalismo», a saber, el modo de pro ducción feudal (Rey, 1973, p. 60. El subrayado es del autor).
rentas del suelo
Puede tratarse también de la propiedad de colectividades públi edida en que el suelo sirve de soporte a equipamien culan como mercancías. En todos esos casos, no de ganancia ni, por tanto, renta apropiable. Sólo en entra en circulación su precio se ado que los inmuebles salidos de la ucción o los terrenos edificables. La propiedad del suelo de nvierte, entonces, en relación de dis -
3.2. Autonomía de la propiedad del suelo y fijación de las rentas Las rentas del suelo modernas sólo aparecen, pues, en la ciudad dominan unas relaciones relaciones de producción deter capitalista minadas: aqu ellas en que la propiedad del ya no posee la iniciativa de la construcción que antes organizaba y financiaba, convirtiéndose en un obstáculo externo a la libre inversión de capital de los constructores. En esas relaciones de producción, e sólo llegan a ser dominantes en las grandes ciudades euro as a finales del siglo la _producción inmobiliaria queda ulada por el movimiento del capital. Las rentas del suelo se entonces, capitalistas y son determinadas por las plus as localizadas. e ningún modo tales relaciones de producción implican que el del suelo urbano existan dos «clases»: los capi istas y los propietarios del suelo. De manera aún más definida en el caso de la agricultura, esa situación se presenta única te en los comienzos del nuevo modo de producción, y en ma excepcional. En primer lugar, porque la ciudad moderna desarrolla generalmente sobre la base de modos de produc ases diversas de la división capitalista integrados en las formas más desarro del modo de producción y reproducidos por ellas. Por o, los constructores capitalistas se encontrarán enfrentados a propiedad territorial del campesino, del artesano, del ten del pequeño industrial manufacturero. Además, las trans aciones internas de las formas de la producción inmobiliaria alista crearán en el siglo un nuevo tipo de propiedad del o multiplicando el número de propietarios que ocupan su nda en todas las clases y capas sociales. Finalmente, tal y o sucede en el campo, la transformación de los suelos y de edificaciones en es deci r, en en propiedad d e un ,
-
43
y rentas
derecho de participación en el producto social por intermedio de la renta hace de la propiedad del suelo una inversión que puede sustituir a cualquier cualquier o tra forma de capital capital ficticio Por lo demás, ésa es la razón por la cual los polos de acumulación capi talista, y especialmente el capital financiero, pueden convertirs eventualmente en propietarios del suelo en los puntos decisivo del cielo de valorización. La autonomía de la propiedad solamente que en los procesos de soporte del capital se encuentra, de reproducción y de manera rec del suelo por parte de otro agente, es libre acceso a las condiciones no reproducibles de la valoriz Así, la empresa constructora o el pro eliminar el obstáculo territorial antes de cada proceso de pro ducción; basta con que esta autonomía constituya la forma do minante de las relaciones de producción para que aparezcan las rentas capitalistas del suelo. Desde ese momento, la propiedad del suelo tenderá a apro piarse del conjunto de las plusganancias localizadas, creadas en los distintos procesos de valorización del capital, mientras que éste emprenderá la lucha por limitar esa los efectos de ese proceso en las relaciones de intercambio de las mercancías y en la d diferentes según se trate de o rentas absolutas. Se puede admitir fácilmente que interviene, en general, en la formaci polio; simplemente hará necesaria la transformación d ganancias de monopolio en ren origen en un conjunto de fenóme y de no sustituibilidad d guna manera son el efecto de la a el beneficiario, los Sea cual ahí se desprendan constituirán un social que durara mientras existan y de mercado que los han generado.
-
Al mismo tiem po, la propiedad del suelo deja d e ser la base d e una fracción autónoma de la burguesía, como lo establecen perfectamente D. Massey y A. (Massey y Catalano, 1978, pp.
Propiedad del suelo y fij ac ió n de Por el contrario, si las plusganancias sectoriales se fijan en forma de rentas absolutas en lugar de entrar en el proceso general de nivelación, ello se debe exclusivamente a la propiedad del suelo. non de la valorizaEsto sucede cuando las condiciones sine ción del capital son objeto de una apropiación privada, y cuando esa propiedad autónoma opone resistencia real a la liberación del suelo por el capital) Sin ese obstáculo terri torial, las plusganancias plusganancias sectoriales sectoriales surgidas del atraso de las fuerzas productivas entrarían normal mente en la nivelación de las ganancias en la agricultura como en la construcc producto por encima por lo menos una parte de la plusganancia interna, motor de la ión, y mantiene así las condiciones de su propia Asimismo, sin el obstáculo territorial, las cias monopolistas que como plusganancias sectoriales de las actividades financieras no deberían ser transformadas parcialmente en rentas del suelo y permanecerían en la esfera monopolista de nivelación de la ganancia. En ese caso, sin em bargo, la renta absoluta sólo contribuye a formar los precios en la medida en que empresas con tasas de ganancia normales deben localizarse en zonas en que la demanda de suelo por parte del capital financiero ha creado ya la renta. De manera general, las rentas absolutas tienen, pues, como efecto elevar los precios, deprimir la tasa de ganancia sectorial efectiva y limitar la acumulación. Sin embargo, tienen como limi te superior la propia plusganancia sectorial; la propiedad del suelo no está en condiciones de constituir un obstáculo a la regu lación de la producción por el capital y, por tanto, de crear la escasez de oferta que es necesaria para la formación de un precio de monopolio. Por el contrario, puede obstaculizar la En la fase del capitalismo monopolista, la renta absoluta no es la única extracción de plusvalor y sin duda alguna no es la más importan te en los sectores «arcaic os» de la producción. Los precios monopolis tas de los bienes de producción en la agricultura y la construcción, y las de tracciones del capital financiero por el crédito se han convertido en un rasgo estructural de la inserción de esos sectores en la economía nacional. Las consecuencias inflacionarias son por lo menos tan importantes como la de la renta absoluta, a la que algunos autores consideran como la verdadera «trampa de la liquidez, de la construcción (Lafond y Leborgne, 1977). trampa de la liquidez señala la tendencia a la liquidez de las economías domésticas cuando la tasa de interés llega a un nivel muy
-
-
43
y rentas
derecho de participación en el producto social por intermedio de la renta hace de la propiedad del suelo una inversión que puede sustituir a cualquier cualquier o tra forma de capital capital ficticio Por lo demás, ésa es la razón por la cual los polos de acumulación capi talista, y especialmente el capital financiero, pueden convertirs eventualmente en propietarios del suelo en los puntos decisivo del cielo de valorización. La autonomía de la propiedad solamente que en los procesos de soporte del capital se encuentra, de reproducción y de manera rec del suelo por parte de otro agente, es libre acceso a las condiciones no reproducibles de la valoriz Así, la empresa constructora o el pro eliminar el obstáculo territorial antes de cada proceso de pro ducción; basta con que esta autonomía constituya la forma do minante de las relaciones de producción para que aparezcan las rentas capitalistas del suelo. Desde ese momento, la propiedad del suelo tenderá a apro piarse del conjunto de las plusganancias localizadas, creadas en los distintos procesos de valorización del capital, mientras que éste emprenderá la lucha por limitar esa los efectos de ese proceso en las relaciones de intercambio de las mercancías y en la d diferentes según se trate de o rentas absolutas. Se puede admitir fácilmente que interviene, en general, en la formaci polio; simplemente hará necesaria la transformación d ganancias de monopolio en ren origen en un conjunto de fenóme y de no sustituibilidad d guna manera son el efecto de la a el beneficiario, los Sea cual ahí se desprendan constituirán un social que durara mientras existan y de mercado que los han generado.
-
Al mismo tiem po, la propiedad del suelo deja d e ser la base d e una fracción autónoma de la burguesía, como lo establecen perfectamente D. Massey y A. (Massey y Catalano, 1978, pp.
Propiedad del suelo y fij ac ió n de Por el contrario, si las plusganancias sectoriales se fijan en forma de rentas absolutas en lugar de entrar en el proceso general de nivelación, ello se debe exclusivamente a la propiedad del suelo. non de la valorizaEsto sucede cuando las condiciones sine ción del capital son objeto de una apropiación privada, y cuando esa propiedad autónoma opone resistencia real a la liberación del suelo por el capital) Sin ese obstáculo terri torial, las plusganancias plusganancias sectoriales sectoriales surgidas del atraso de las fuerzas productivas entrarían normal mente en la nivelación de las ganancias en la agricultura como en la construcc producto por encima por lo menos una parte de la plusganancia interna, motor de la ión, y mantiene así las condiciones de su propia Asimismo, sin el obstáculo territorial, las cias monopolistas que como plusganancias sectoriales de las actividades financieras no deberían ser transformadas parcialmente en rentas del suelo y permanecerían en la esfera monopolista de nivelación de la ganancia. En ese caso, sin em bargo, la renta absoluta sólo contribuye a formar los precios en la medida en que empresas con tasas de ganancia normales deben localizarse en zonas en que la demanda de suelo por parte del capital financiero ha creado ya la renta. De manera general, las rentas absolutas tienen, pues, como efecto elevar los precios, deprimir la tasa de ganancia sectorial efectiva y limitar la acumulación. Sin embargo, tienen como limi te superior la propia plusganancia sectorial; la propiedad del suelo no está en condiciones de constituir un obstáculo a la regu lación de la producción por el capital y, por tanto, de crear la escasez de oferta que es necesaria para la formación de un precio de monopolio. Por el contrario, puede obstaculizar la En la fase del capitalismo monopolista, la renta absoluta no es la única extracción de plusvalor y sin duda alguna no es la más importan te en los sectores «arcaic os» de la producción. Los precios monopolis tas de los bienes de producción en la agricultura y la construcción, y las de tracciones del capital financiero por el crédito se han convertido en un rasgo estructural de la inserción de esos sectores en la economía nacional. Las consecuencias inflacionarias son por lo menos tan importantes como la de la renta absoluta, a la que algunos autores consideran como la verdadera «trampa de la liquidez, de la construcción (Lafond y Leborgne, 1977). trampa de la liquidez señala la tendencia a la liquidez de las economías domésticas cuando la tasa de interés llega a un nivel muy
-
-
y
regulación de los precios por el precio de producción. En ese sentido renta absoluta, pues su resistencia real define el límite inferior de esta última. Propiedad del suelo
y
fija ción de las re nt as dif ere nci ale s
La propiedad del suelo fija en forma d que se originan en la di precios de producción individuales
men de propiedad del Esas planteamientos puestos oportunamente en tela de juicio juicio por D. Massey y sus tesis permiten establecer que las rentas diferenci ducen efectos reales en la acumulación. La renta diferencial, en efecto, sólo puede ser considerada como efecto del precio de una manera estática. Desde el momento en que impone la apropiación de la plusganancia por la propiedad del suelo, quiebra el motor mismo de la acumulación y bloquea la posibilidad de una disminución del valor del pro ducto. Además, la fijación de las plusganancias como renta s perpetúa la desigualdad de las productividades individuales y, por tanto, el movimiento de su anulación. De esta manera, la renta determina que el precio sea regulado, no por las condi ciones medias de producción, sino por las condiciones margi que hace, por tanto, que se eleve el valor comparativo de los productos naturales es el excedente de trab ajo destinado a los últimos cultivos y no la renta que se paga al propietario. El valor del trigo se regula según la cantidad de trabajo empleado para producirlo en los nos de peor calidad, o según aquella porción de capital que no paga renta. El trigo no se encarece porque se pague una renta, sino que, por el con trario, se paga una renta porque el trigo es caro; y se ha dicho con razón que el trigo no se abarataría aunque los propietarios renunciasen a sus (Ricar do, 1871 1871,, p. 51). renta diferencial... no entra de manera decisiva en el precio de producción general de la mercancía, sino que lo presup one)) (Mar x, 198 1981, 1, vol. 8, p. renta diferencial aparece inevitablemente en el cultura capitalista, incluso si la propiedad privada del totalmente. Con la existencia de la propiedad del suelo, la tierra quien recibe esa renta, pues la competencia de empresario agrícola (el arrendatario) a contentarse con del capital. Si la propiedad privada del suelo es abolida, esa renta. Es imposible suprimirla mientras exista el m cap ita lis ta)) (Lenin, 1908 1908,, p. 313). 313).
rentas del suelo
1, como la re nta absol uta, produce , pues, efecto sobre el precio y sobre la acumulación, acumulación, lo que demues demuesque la propiedad privada suelo no es necesaria para el do de producción capitalista El argumento me parece sólido sólido en en un punt o importante: si propiedad del suelo es capaz de apropiarse de toda la renta que le corresponde «por derecho», es verdad que limita inversión y, planteémoslo como hipótesis, «desv ía» de la una parte del plusvalor social. Pero quedan otras dos hipótesis para la discusión. En primer lugar, la evolución histórica muestra que en la ricultura capitalista «clásica» la propiedad del suelo no ha paz por mucho tiempo de apropiarse de la totalidad de lusganancias diferenciales, en otras palabras, de actuar la inversión. La prolongación de del siglo e incluso su renovación tica, devolvió a los capitalistas todo el bene-
que regulan el precio.
observación histórica tiene aquí un
Resumo aquí lo que me parece esencial de los argumentos desarro ados independient emente por los aut ores a ludidos (Ball, 1977 1977;; Massey y 1978, pp. 41-53). Marx observa con respecto a la renta diferencial producida por las ' '
odo se presentan dificultades para la transformación de la plusganancia renta)) (Marx, (Marx, 198 1981, 1, vol. 8, p. 866). 866). En cuant o a la prolo ngación d e los
y
regulación de los precios por el precio de producción. En ese sentido renta absoluta, pues su resistencia real define el límite inferior de esta última. Propiedad del suelo
y
rentas del suelo
1, como la re nta absol uta, produce , pues, efecto sobre el precio y sobre la acumulación, acumulación, lo que demues demuesque la propiedad privada suelo no es necesaria para el do de producción capitalista El argumento me parece sólido sólido en en un punt o importante: si propiedad del suelo es capaz de apropiarse de toda la renta que le corresponde «por derecho», es verdad que limita inversión y, planteémoslo como hipótesis, «desv ía» de la una parte del plusvalor social. Pero quedan otras dos hipótesis para la discusión. En primer lugar, la evolución histórica muestra que en la ricultura capitalista «clásica» la propiedad del suelo no ha paz por mucho tiempo de apropiarse de la totalidad de lusganancias diferenciales, en otras palabras, de actuar la inversión. La prolongación de del siglo e incluso su renovación tica, devolvió a los capitalistas todo el bene-
fija ción de las re nt as dif ere nci ale s
La propiedad del suelo fija en forma d que se originan en la di precios de producción individuales
men de propiedad del Esas planteamientos puestos oportunamente en tela de juicio juicio por D. Massey y sus tesis permiten establecer que las rentas diferenci ducen efectos reales en la acumulación. La renta diferencial, en efecto, sólo puede ser considerada como efecto del precio de una manera estática. Desde el momento en que impone la apropiación de la plusganancia por la propiedad del suelo, quiebra el motor mismo de la acumulación y bloquea la posibilidad de una disminución del valor del pro ducto. Además, la fijación de las plusganancias como renta s perpetúa la desigualdad de las productividades individuales y, por tanto, el movimiento de su anulación. De esta manera, la renta determina que el precio sea regulado, no por las condi ciones medias de producción, sino por las condiciones margi -
que regulan el precio.
que hace, por tanto, que se eleve el valor comparativo de los productos naturales es el excedente de trab ajo destinado a los últimos cultivos y no la renta que se paga al propietario. El valor del trigo se regula según la cantidad de trabajo empleado para producirlo en los nos de peor calidad, o según aquella porción de capital que no paga renta. El trigo no se encarece porque se pague una renta, sino que, por el con trario, se paga una renta porque el trigo es caro; y se ha dicho con razón que el trigo no se abarataría aunque los propietarios renunciasen a sus (Ricar do, 1871 1871,, p. 51). renta diferencial... no entra de manera decisiva en el precio de producción general de la mercancía, sino que lo presup one)) (Mar x, 198 1981, 1, vol. 8, p. renta diferencial aparece inevitablemente en el cultura capitalista, incluso si la propiedad privada del totalmente. Con la existencia de la propiedad del suelo, la tierra quien recibe esa renta, pues la competencia de empresario agrícola (el arrendatario) a contentarse con del capital. Si la propiedad privada del suelo es abolida, esa renta. Es imposible suprimirla mientras exista el m cap ita lis ta)) (Lenin, 1908 1908,, p. 313). 313).
observación histórica tiene aquí un
Resumo aquí lo que me parece esencial de los argumentos desarro ados independient emente por los aut ores a ludidos (Ball, 1977 1977;; Massey y 1978, pp. 41-53). Marx observa con respecto a la renta diferencial producida por las ' '
odo se presentan dificultades para la transformación de la plusganancia renta)) (Marx, (Marx, 198 1981, 1, vol. 8, p. 866). 866). En cuant o a la prolo ngación d e los
47
y rentas
significado teórico preciso: la propied ad del suelo, al haber perdido todo poder de organizar la producción, no puede obstaculizar en forma duradera el movimiento de la acumulación y la revolución de los valores. Queda el argumento de que en todo momento existe una diferenciación de las productividades localizadas del capital. preciso atribuir su origen a la relación de renta, a la propiedad del suelo He intentado demostrar antes, a propósito de las rentas urbanas, que lo que fundamenta la existencia de las ganancias de localización es precisamente la imposibilidad de cada capital, tomado nes de reproducción. naturales de la «tie rra», ni de su apropiación privada; es el producto de la propiedad privada de los medios de producción, de la incapacidad estructural del capital de controlar socialmente la producción del conjunto de condiciones de la reproduccibn. Así pues, es la existencia misma de polos privados de acumula ción la que impide la formación de un valor social medio del las plusganancias diferenciales), ación de este valor (la reducción
3.3.
La resistencia real. de las propi edades del suelo
El suelo no tiene valor, sino únicamente un precio determinado por la renta, transferencia de la plusganancia localizada del ca pital a la propiedad del suelo. puede, entonces, la propiedad del suelo, que no tiene otro contenido económico distinto a la renta, determinar la renta? qué la fracción de las plusganancias sectoriales fijadas en forma de rentas absolutas no tiende a ser La propiedad autónoma del suelo ofrece una resistencia real al capital la relación jurídica que la define formalmente engloba relaciones sociales y económicas concretas que consti tuyen el contenido real de la propiedad del suelo. Hay que dejar relación de renta] impide la de los precios individuales de producción en la agricultura. Esa relación crea las condiciones que permiten la apropiación de la renta: las plusganancias en los terrenos no marginales» (Ball, 1977, p. 392). Esta es la pregunta fundamental planteada a la teoría de la renta absoluta de Marx en particular por A. Emmanuel (Emmanuel, 1969, pp. 233240) y P. P. Rey (Rey, 1973, pp. 37-68).
hablar, entonces, de propiedad del suelo e identificar sus contenidos, históricamente variables El conocimiento de las propiedades del suelo urbano tiene actualmente lagunas como para llegar al fondo de la elaboración Se puede, sin embargo, avanzar algunas hipótesis sobre tipologia de las barreras territoriales, es decir, de los fac de renta absoluta,
competencia en re pr opi eda d del
capitalistas del suelo y la resistencia capitalista
La
propiedad del suelo es capitalista cuando el suelo es soporte un proceso de valorización bajo unas relaciones de producción capitalistas, sea o no el propietario del suelo un agente distinto del empresario. El contenido económico de la propiedad del suelo consiste, pues, en el nivel efectivo de la renta total, te niendo en cuenta el tipo de uso capitalista del suelo: agri cultura, industria, comercio, actividades financieras, viviendas, etc. el nivel actual de la renta constituirá el único obstáculo al cambio de uso del suelo: el límite inferior de la renta p ara un nuevo uso capitalista esta constituido por la renta total para cl uso capitalista actual. Se produce, entonces, una jerarquiza de los usos del suelo en función de la plusganancia sectorial que implican esos usos y, en consecuencia, de la renta absoluta que pueden soportar; de el proceso de segregación espacial suelo mediante la eliminación de los usos de los usos riores. por los usos La propiedad del suelo usos la renta absoluta para cada uno ra del nivel de renta total uso efectivo del na en que se pretende implantar En otras palabras, l a competencia misma entre los usos capitalistas del suelo regulada por sus plusganancias sectoria les y su dependencia con respecto a unas condiciones de valorización que no pueden ser reproducidas la que da su contenido a la resistencia q del suelo. Tal hecho expresa la interioridad de esa propiedad con respecto al modo de producción capitalista. La propiedad capitalista del suelo produce, sin embargo, un efecto autónomo por el mecanismo de la
-
-
Tarea emprendida en particular por M. Edel en una de las investiga ciones en mi opinión mas rigurosas sobre el concepto de renta absoluta (Edel, 1976, pp. 16-17). Broadbent, 1975.
47
y rentas
significado teórico preciso: la propied ad del suelo, al haber perdido todo poder de organizar la producción, no puede obstaculizar en forma duradera el movimiento de la acumulación y la revolución de los valores. Queda el argumento de que en todo momento existe una diferenciación de las productividades localizadas del capital. preciso atribuir su origen a la relación de renta, a la propiedad del suelo He intentado demostrar antes, a propósito de las rentas urbanas, que lo que fundamenta la existencia de las ganancias de localización es precisamente la imposibilidad de cada capital, tomado nes de reproducción. naturales de la «tie rra», ni de su apropiación privada; es el producto de la propiedad privada de los medios de producción, de la incapacidad estructural del capital de controlar socialmente la producción del conjunto de condiciones de la reproduccibn. Así pues, es la existencia misma de polos privados de acumula ción la que impide la formación de un valor social medio del las plusganancias diferenciales), ación de este valor (la reducción
3.3.
La resistencia real. de las propi edades del suelo
El suelo no tiene valor, sino únicamente un precio determinado por la renta, transferencia de la plusganancia localizada del ca pital a la propiedad del suelo. puede, entonces, la propiedad del suelo, que no tiene otro contenido económico distinto a la renta, determinar la renta? qué la fracción de las plusganancias sectoriales fijadas en forma de rentas absolutas no tiende a ser La propiedad autónoma del suelo ofrece una resistencia real al capital la relación jurídica que la define formalmente engloba relaciones sociales y económicas concretas que consti tuyen el contenido real de la propiedad del suelo. Hay que dejar relación de renta] impide la de los precios individuales de producción en la agricultura. Esa relación crea las condiciones que permiten la apropiación de la renta: las plusganancias en los terrenos no marginales» (Ball, 1977, p. 392). Esta es la pregunta fundamental planteada a la teoría de la renta absoluta de Marx en particular por A. Emmanuel (Emmanuel, 1969, pp. 233240) y P. P. Rey (Rey, 1973, pp. 37-68).
48
hablar, entonces, de propiedad del suelo e identificar sus contenidos, históricamente variables El conocimiento de las propiedades del suelo urbano tiene actualmente lagunas como para llegar al fondo de la elaboración Se puede, sin embargo, avanzar algunas hipótesis sobre tipologia de las barreras territoriales, es decir, de los fac de renta absoluta,
competencia en re pr opi eda d del
capitalistas del suelo y la resistencia capitalista
La
propiedad del suelo es capitalista cuando el suelo es soporte un proceso de valorización bajo unas relaciones de producción capitalistas, sea o no el propietario del suelo un agente distinto del empresario. El contenido económico de la propiedad del suelo consiste, pues, en el nivel efectivo de la renta total, te niendo en cuenta el tipo de uso capitalista del suelo: agri cultura, industria, comercio, actividades financieras, viviendas, etc. el nivel actual de la renta constituirá el único obstáculo al cambio de uso del suelo: el límite inferior de la renta p ara un nuevo uso capitalista esta constituido por la renta total para cl uso capitalista actual. Se produce, entonces, una jerarquiza de los usos del suelo en función de la plusganancia sectorial que implican esos usos y, en consecuencia, de la renta absoluta que pueden soportar; de el proceso de segregación espacial suelo mediante la eliminación de los usos de los usos riores. por los usos La propiedad del suelo usos la renta absoluta para cada uno ra del nivel de renta total uso efectivo del na en que se pretende implantar En otras palabras, l a competencia misma entre los usos capitalistas del suelo regulada por sus plusganancias sectoria les y su dependencia con respecto a unas condiciones de valorización que no pueden ser reproducidas la que da su contenido a la resistencia q del suelo. Tal hecho expresa la interioridad de esa propiedad con respecto al modo de producción capitalista. La propiedad capitalista del suelo produce, sin embargo, un efecto autónomo por el mecanismo de la
-
-
Tarea emprendida en particular por M. Edel en una de las investiga ciones en mi opinión mas rigurosas sobre el concepto de renta absoluta (Edel, 1976, pp. 16-17). Broadbent, 1975.
49
y rentas del suelo
resistencia al cambio de uso se basa en el nivel actual de la renta, determinado por el uso capitalista efectivo del suelo, pero puede ir más allá, anticipándose al uso futuro del suelo en la zona. Puede, en consecuencia, imponer un límite infer ior a la renta absoluta sobre el nuevo uso, más cercano a la ganancia sectorial de este último que a la renta total sobre uso actual, En ese nivel de análisis intervienen las relaciones cuantitativas entre la oferta y la demanda efectivas del suelo.
obstáculo de la propiedad del suelo no capitalista La propiedad del suelo poseída y explotada en forma capitalista es, por naturaleza, propiedad de una mercancía: el suelo será vendido en función del cambio de nivel de la plusganancia locali zada, y el mercado del suelo refle jará con provenientes de su autonomía relativa el movimiento de competencia de los capitales. Pero el capital también encuentra en la ciudad propie dades del suelo inadecuadas, que le opondrán una resistencia de naturaleza completamente diferente. En efecto, para los no capitalistas del suelo, éste no es de entrada una mercancía, de manera que la responderá mal, o no responderá, a los cambios de nivel de las plusganancias localizadas poten ciales. formas de propiedad, cuya lógica de gestión aún ha sido poco estudiad a, son muy diversas: diferente s según los países, evolucionan a lo largo del proceso de urbanización. El gran domicio agrícola de la periferia urbana, explotado bajo relaciones de producción feudales o latifun distas, ha podido suponer en ciertos casos un obstáculo importante a la expansión urbana. Los propietarios feudales oponen resistencia a la trans formación capitalista del uso del suelo ya se trat e del paso a la agricultura capitalista o a la urbanización pues la propiedad del suelo es para ellos el fundamento de su situación de clase. Además, el dominio señorial proporciona un nivel de renta (feudal) elevado, que po drá ser la base de la fijación del importe de la renta absoluta capitalista cuando el predominio del nuevo modo de producción sea un hecho. Las vías por las que ocurre este cambio son múltiples. Una de ellas es el desmembramiento puro y simple de la propiedad señorial: con la abolición de las manos muertas y la venta de los bienes inmuebles eclesiásticos, realizadas a lo largo del siglo en fechas distintas según los países, se suprimió un obstáculo importante a la urbanización. Otras vías, por el contrario, asocian al propietario del suelo,
-
-
- -
convertido en simple rentista de un suelo urbanizable desde ese momento, a los beneficios provenientes del cambio de uso. Es el caso de la de las grandes propiedades aristocráticas en Londres hasta 1890, así como de las grandes operaciones concentradas en la periferia de Madrid en los años De modo comparable, la gran propiedad de la periferia de Roma dejó, desde 1950, sus tierras sin explotar a la espera puramente especulativa de la urbanización Una variante de esa gran propiedad precapitalista está cons tituida por las propiedades territoriales de las compañias mer cantiles: por ejemplo, en las ciudades de Nueva Inglate rra en el siglo las grandes compañías de comercio internacional reciben del Estado, al mismo tiempo que el monopolio, importantes cantidades de tierras en concesión. Ese control sobre la tierra urbanizable permitirá al capital mercantil resistir tenaz mente a la expansión urbana del capital industrial y se convertirá en ese caso en base para la fijación de la renta absoluta ur bana Un fenómeno parecido se produjo en las ciudades suecas del siglo hasta los años treinta: los terrenos comunales, administrados por municipios controlados por la burguesía mercantil y artesanal, fueron mantenidos en su uso agricola, blo queando de ese modo el desarrollo del háb itat de los asalariados que requería la burguesía industrial Se encontrará un análisis de ese tipo de operaciones, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo en Summerson, 1945, pp. 38-51; en el siglo en Dyos, 1961, pp. 85-113. Cf. Gago y S olan a, 1976; de Lucio, 1976. Véase ta mbié n poderosos se reparten Madrid,, Dobló n, núm. 91, 10-16 de julio de 1976, 16-27. Hasta tal punto que, cuanto más cerca está la periferia urbana, más aumenta la proporción de terrenos no explotados y disminuyen los precios agrícolas de los terrenos (cf. Sermonti, 1968). Hecho destacado por M. p. 16). Hay que observar que esos monopolios del suelo también pueden cons tituirse en beneficio de los grupos capitalistas más poderosos, los cuales están entonces en condiciones de obtener a gran escala importantes bene ficios especulativos. La propiedad capitalista crea entonces la renta. Esto sucede particularmente cuando las compañías de ferrocarriles abren regio nes enteras al mercado nacional y mundial, y crean las posibilidades de una urbanización controlando la propiedad del suelo alrededor de las estaciones. Lenin observaba ese fenómeno en Alemania a comienzos del siglo monopolio de los bancos se funde aquí con el de la renta del suelo y el de las vías de comunic ación. ..», Lenin, 1917, p. 255); poco tiempo antes, el mismo proceso había la frontera» en Estados Unidos. Fenómeno destacado, por ejemplo en por los trabajos de Ulf Erlandsson (Universidad de Lund)
.
48
49
y rentas del suelo
resistencia al cambio de uso se basa en el nivel actual de la renta, determinado por el uso capitalista efectivo del suelo, pero puede ir más allá, anticipándose al uso futuro del suelo en la zona. Puede, en consecuencia, imponer un límite infer ior a la renta absoluta sobre el nuevo uso, más cercano a la ganancia sectorial de este último que a la renta total sobre uso actual, En ese nivel de análisis intervienen las relaciones cuantitativas entre la oferta y la demanda efectivas del suelo.
obstáculo de la propiedad del suelo no capitalista La propiedad del suelo poseída y explotada en forma capitalista es, por naturaleza, propiedad de una mercancía: el suelo será vendido en función del cambio de nivel de la plusganancia locali zada, y el mercado del suelo refle jará con provenientes de su autonomía relativa el movimiento de competencia de los capitales. Pero el capital también encuentra en la ciudad propie dades del suelo inadecuadas, que le opondrán una resistencia de naturaleza completamente diferente. En efecto, para los no capitalistas del suelo, éste no es de entrada una mercancía, de manera que la responderá mal, o no responderá, a los cambios de nivel de las plusganancias localizadas poten ciales. formas de propiedad, cuya lógica de gestión aún ha sido poco estudiad a, son muy diversas: diferente s según los países, evolucionan a lo largo del proceso de urbanización. El gran domicio agrícola de la periferia urbana, explotado bajo relaciones de producción feudales o latifun distas, ha podido suponer en ciertos casos un obstáculo importante a la expansión urbana. Los propietarios feudales oponen resistencia a la trans formación capitalista del uso del suelo ya se trat e del paso a la agricultura capitalista o a la urbanización pues la propiedad del suelo es para ellos el fundamento de su situación de clase. Además, el dominio señorial proporciona un nivel de renta (feudal) elevado, que po drá ser la base de la fijación del importe de la renta absoluta capitalista cuando el predominio del nuevo modo de producción sea un hecho. Las vías por las que ocurre este cambio son múltiples. Una de ellas es el desmembramiento puro y simple de la propiedad señorial: con la abolición de las manos muertas y la venta de los bienes inmuebles eclesiásticos, realizadas a lo largo del siglo en fechas distintas según los países, se suprimió un obstáculo importante a la urbanización. Otras vías, por el contrario, asocian al propietario del suelo,
-
-
- -
convertido en simple rentista de un suelo urbanizable desde ese momento, a los beneficios provenientes del cambio de uso. Es el caso de la de las grandes propiedades aristocráticas en Londres hasta 1890, así como de las grandes operaciones concentradas en la periferia de Madrid en los años De modo comparable, la gran propiedad de la periferia de Roma dejó, desde 1950, sus tierras sin explotar a la espera puramente especulativa de la urbanización Una variante de esa gran propiedad precapitalista está cons tituida por las propiedades territoriales de las compañias mer cantiles: por ejemplo, en las ciudades de Nueva Inglate rra en el siglo las grandes compañías de comercio internacional reciben del Estado, al mismo tiempo que el monopolio, importantes cantidades de tierras en concesión. Ese control sobre la tierra urbanizable permitirá al capital mercantil resistir tenaz mente a la expansión urbana del capital industrial y se convertirá en ese caso en base para la fijación de la renta absoluta ur bana Un fenómeno parecido se produjo en las ciudades suecas del siglo hasta los años treinta: los terrenos comunales, administrados por municipios controlados por la burguesía mercantil y artesanal, fueron mantenidos en su uso agricola, blo queando de ese modo el desarrollo del háb itat de los asalariados que requería la burguesía industrial Se encontrará un análisis de ese tipo de operaciones, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo en Summerson, 1945, pp. 38-51; en el siglo en Dyos, 1961, pp. 85-113. Cf. Gago y S olan a, 1976; de Lucio, 1976. Véase ta mbié n poderosos se reparten Madrid,, Dobló n, núm. 91, 10-16 de julio de 1976, 16-27. Hasta tal punto que, cuanto más cerca está la periferia urbana, más aumenta la proporción de terrenos no explotados y disminuyen los precios agrícolas de los terrenos (cf. Sermonti, 1968). Hecho destacado por M. p. 16). Hay que observar que esos monopolios del suelo también pueden cons tituirse en beneficio de los grupos capitalistas más poderosos, los cuales están entonces en condiciones de obtener a gran escala importantes bene ficios especulativos. La propiedad capitalista crea entonces la renta. Esto sucede particularmente cuando las compañías de ferrocarriles abren regio nes enteras al mercado nacional y mundial, y crean las posibilidades de una urbanización controlando la propiedad del suelo alrededor de las estaciones. Lenin observaba ese fenómeno en Alemania a comienzos del siglo monopolio de los bancos se funde aquí con el de la renta del suelo y el de las vías de comunic ación. ..», Lenin, 1917, p. 255); poco tiempo antes, el mismo proceso había la frontera» en Estados Unidos. Fenómeno destacado, por ejemplo en por los trabajos de Ulf Erlandsson (Universidad de Lund)
.
y rentas del suelo
La propiedad territorial de los productores independient constituye un obstáculo de mayor importancia hoy en menos en los países en que esas capas sociales aún son sign cativas. Para el campesino, el artesano, el pequeño comercia el bien inmueble es un medio de trabajo: poseer la tie rra , taller o la tienda puede ser la condición de su reproducci social como trabajador independiente, el soporte material ne sario para oponer resistencia a su transformación en asalariado. Muy a menudo la empresa puede ser mantenida reproduc ción de la fuerza de trabajo y reconstitución de medios de trabajo en virtud del uso gratuito del suelo y de las construc ciones: además, las ventajas de localización de que disponen pueden ser eventualmente una condición de su actividad, por ejemplo, la proximidad mercado para la agricultura rica, o el acceso a una clientela conocida para el artesano y el tendero. Vender y trasladarse es, al mismo tiempo, tener que pagar desde ese momento como mercancía aquello de que ponía gratuitamente el uso del su el o y renunciar a una locali zación que permitía trabajar con una inversión monetaria mí nima Esas formas de propiedad terri torial urbana o semiurbana no son capitalistas porque precisamente los medios de trabajo de esos productores mercantiles no son capital. Ahora bien, la con quista del espacio por los usos capitalistas del suelo y la del nivel de la renta del suelo result ante separa n a esas capas sociales de las condiciones de su reproducción. Su tencia deberá ser en ocasiones vencida por la coerción estatal, especialmente por medio de la expropiación. Además, como las
económicas generales producen el declive de muchas esas categorías sociales, la renta de su parcela al precio más raras veces se verá seguida por una reinstalación; más bien de la empresa os propietarios que ocupan su vivienda constituyen otro de propiedad del suelo no capitalista. Al contr ario de los
-
-
-
-
Especialmente porque en numerosos paises industriales la vía más común de inserción de la agricultura en el capitalismo no ha sido como lo preveían los clásicos del marxismo la concentración agraria y la gran explotación capitalis ta, sino el desarrollo del campesinado (cf. por ejemplo, 1973). Por el contrario, la generalización de las relaciones capitalistas en la agricultura de la periferia urba na (cultivos especiales o grandes cultivos) hace más fácil abandonar al capital inmobiliario o industrial el poder de propiedad; el agricultor capitalista hará pagar caro el abandono de una localización que le proporcionaba una t asa de ganancia determi nada, pero utilizará el producto de la venta o la indemnización por desahucio para efectuar una inversión en otro lugar. La observación de la secuencia según la cual fueron parcelados los terrenos de la periferia de París desde finales del siglo y en el periodo de entreguerras muestra muy bien que el grado de resistencia de la propiedad territorial depende de la naturaleza social de la propiedad: primero, los parques y bosques de la alta burguesía y la aristocracia; después, los terreno s de grandes cultivos y, por los terrenos de los hortelanos (Bastie, 1964, pp. y 241-46).
-
-
la venta de la vivienda se sitúa en el ciclo del valor de uso ) y no en el del valor de cambio y enta sólo se produce espontáneamente cuan del valor de uso, especialmente en términos zación, esta asegurada, lo cual evidentemente aparece, como en el caso ctos, en forma de fragmentación de la pro ad del suelo. Sin embargo, no es la parcelación como tal la e dificulta la liberación del suelo, sino la lógica no capitalista ionalidad del valor uso es un enigma nócratas y no pocos economistas
,
y rentas del suelo
La propiedad territorial de los productores independient constituye un obstáculo de mayor importancia hoy en menos en los países en que esas capas sociales aún son sign cativas. Para el campesino, el artesano, el pequeño comercia el bien inmueble es un medio de trabajo: poseer la tie rra , taller o la tienda puede ser la condición de su reproducci social como trabajador independiente, el soporte material ne sario para oponer resistencia a su transformación en asalariado. Muy a menudo la empresa puede ser mantenida reproduc ción de la fuerza de trabajo y reconstitución de medios de trabajo en virtud del uso gratuito del suelo y de las construc ciones: además, las ventajas de localización de que disponen pueden ser eventualmente una condición de su actividad, por ejemplo, la proximidad mercado para la agricultura rica, o el acceso a una clientela conocida para el artesano y el tendero. Vender y trasladarse es, al mismo tiempo, tener que pagar desde ese momento como mercancía aquello de que ponía gratuitamente el uso del su el o y renunciar a una locali zación que permitía trabajar con una inversión monetaria mí nima Esas formas de propiedad terri torial urbana o semiurbana no son capitalistas porque precisamente los medios de trabajo de esos productores mercantiles no son capital. Ahora bien, la con quista del espacio por los usos capitalistas del suelo y la del nivel de la renta del suelo result ante separa n a esas capas sociales de las condiciones de su reproducción. Su tencia deberá ser en ocasiones vencida por la coerción estatal, especialmente por medio de la expropiación. Además, como las
económicas generales producen el declive de muchas esas categorías sociales, la renta de su parcela al precio más raras veces se verá seguida por una reinstalación; más bien de la empresa os propietarios que ocupan su vivienda constituyen otro de propiedad del suelo no capitalista. Al contr ario de los
-
-
-
-
la venta de la vivienda se sitúa en el ciclo del valor de uso ) y no en el del valor de cambio y enta sólo se produce espontáneamente cuan del valor de uso, especialmente en términos zación, esta asegurada, lo cual evidentemente aparece, como en el caso ctos, en forma de fragmentación de la pro ad del suelo. Sin embargo, no es la parcelación como tal la e dificulta la liberación del suelo, sino la lógica no capitalista ionalidad del valor uso es un enigma nócratas y no pocos economistas
Especialmente porque en numerosos paises industriales la vía más común de inserción de la agricultura en el capitalismo no ha sido como lo preveían los clásicos del marxismo la concentración agraria y la gran explotación capitalis ta, sino el desarrollo del campesinado (cf. por ejemplo, 1973). Por el contrario, la generalización de las relaciones capitalistas en la agricultura de la periferia urba na (cultivos especiales o grandes cultivos) hace más fácil abandonar al capital inmobiliario o industrial el poder de propiedad; el agricultor capitalista hará pagar caro el abandono de una localización que le proporcionaba una t asa de ganancia determi nada, pero utilizará el producto de la venta o la indemnización por desahucio para efectuar una inversión en otro lugar. La observación de la secuencia según la cual fueron parcelados los terrenos de la periferia de París desde finales del siglo y en el periodo de entreguerras muestra muy bien que el grado de resistencia de la propiedad territorial depende de la naturaleza social de la propiedad: primero, los parques y bosques de la alta burguesía y la aristocracia; después, los terreno s de grandes cultivos y, por los terrenos de los hortelanos (Bastie, 1964, pp. y 241-46).
-
-
52
y rentas del suelo
Christian
que esos individuos no se decidan a vender cuando se les ofrece un precio superior al ingreso capitalizado imputable a su prop iedad? Se habla entonces profusamente de la nalidad de los propiet arios», atribuyendo a ((factores psicológicos» o ese apego poco razonable a los bienes muebles Este etnocentrismo de clase expresa, sin embargo, un hecho: el desarrollo urbano capitalista tropieza en ciertas circunstancias con la barrera de una propiedad territorial que no se adecua al modo de producción dominante, pues funciona únicamente como condición de reproducción de relaciones de producción precapitalistas o de relaciones de consumo. La urbanización capitalista, considerada tanto desde el punto de vista del capital industrial como de los constructores, implicará, pues, una lucha social pertinaz por lograr la adecuación de la propiedad urbana al modo de producción dominante a medida que aparecen nuevas zonas generadoras de plusganancia. Dicho proceso conducirá, según la relación de fuerzas, a una intervención del aparato estatal destinada a liberar los suelos de las relaciones de propiedad territorial precapitalista Finalmente, hay que mencionar el hecho de que, en ciertos casos, la propiedad territorial pública puede convertirse en una barrera específica al libre movimiento del capital. Ya se trate de la herencia de formas feudales de propiedad (bienes de la Corona, de las órdenes religiosas y de los hospicios, terrenos comunales, etc), de zonas de influencia de grandes se
parece altamente aleatorio y, en todo caso, poco influido por los fenómenos de mercado. Quizá esto es más cierto en Francia que en los nuevos', pues allí las rigideces introducidas por el significado social de la propiedad son numerosas)) (Centre et de Recherches sur sur d'un nagement ( CERAU), modele de localisation des logements n eu fs dans agglomération, París, 1, noviembre de 1967, p. 6). Los psicosociólogos han medido por supuesto el fenómeno, el estudio de referencia: Société Etude et Recherche Sociologique (SARES), Les mot ivat ion s et att itu des des propriétaires de terrai ns octubre de 1969, 2 112 dans une agglomération urbairre, París, y 26 pp. a multicopista. podría plantearse la hipótesis de que, gracias a la inmensa ola de expropiaciones de 1852-1867, nace en París un mercado del suelo hasta ese momento inexistente? Así, Halbwachs muestra cómo la intervención de las expropiaciones desencadena un proceso de demoliciones privadas y de ventas «esp ontánea s» de parcelas. Proceso que se extiende en el espacio a las zonas vecinas y prosigue en el tiempo una vez terminadas las expropiaciones (Halbwachs, 1909, pp. 190-96). La expropiación que todo un período ha sido la forma casi exclusiva (del mercado)» (ibid., p. 371) da entonces paso al mercado.
53
tos públicos obsoletos (fortalezas, depósitos, vías férreas abandonadas, etc.) o de reservas territoriales establecidas más recientemente, la propiedad territorial pública constituye a menudo una parte importante de los terrenos urbanos efectiva o potencialmente vacantes. Nada asegura que ese patrimonio sea administrado en cualquier caso en función del movimiento de las plusganancias localizadas, es decir, de manera que produzca la máxima renta del suelo; además, el problema de la distribución de las plusganancias potenciales es también objeto de disputas. La asignación de usos de los terrenos y el precio de una cesión eventual al sector privado dependerán de la correlación política de fuerzas y de las relaciones de dominación de clase que las determinan. La propiedad territorial pública puede ser administrada con vistas a una ayuda directa a la acumulación del capital inmobiliario: en ese caso, los terrenos públicos son vendidos al de o incluso por debajo de a constructores privados que obtienen la máxima plusganancia localizada y conservan, por tanto, la mayor parte de ella. Es ésta una tradición muy francesa, varias veces observable en los períodos de reestructuración del centro de París: desde las expropiaciones de Haussmann en beneficio de las grandes sociedades inmobiliarias concesionarias ha sta las operaciones mixtas de renovación masiva de los años y setenta, los grandes períodos de expansión inmobiliaria y de penetración del capital financiero en el sector han sido acompañados de ese tipo de gestión de la propiedad pública embargo, no es la única gestión posible. Una gestión «social» del patrimonio público puede prevalecer, al menos parcialmente, cuando la correlación de fuerzas entre las clases lleva a las colectividades locales a sustraer terrenos de un uso privado más rentable, para destinarlos a operaciones públicas de vivienda popular o a equipamientos sociales. Hay, entonces, una
-
Evidentemente, París no tiene el monopolio de ese tipo de operaciones, características tanto de la gran urbanización en Milán en los años (Pizzetti, 1980, pp. 5-8) como de la renovación del centro de Estocolmo después de la segunda guerra mundial (en este último caso, el sistema de alquiler enfitéutico no impidió que las empresas del grupo Hotorget se beneficiaran íntegramente de las plusganancias de localización). Hay que subrayar, claro está, que la de las licencias de construcción que hace el Estado al sector privado precio d e coste)), es en general, en el centro de la ciudad, un bonito regalo. En efecto, se observa frecuentemente que (precio del suelo determinado por el uso público de las obras de urbanismo) (plusganancia localizada resultante del nuevo uso).
,
52
y rentas del suelo
Christian
que esos individuos no se decidan a vender cuando se les ofrece un precio superior al ingreso capitalizado imputable a su prop iedad? Se habla entonces profusamente de la nalidad de los propiet arios», atribuyendo a ((factores psicológicos» o ese apego poco razonable a los bienes muebles Este etnocentrismo de clase expresa, sin embargo, un hecho: el desarrollo urbano capitalista tropieza en ciertas circunstancias con la barrera de una propiedad territorial que no se adecua al modo de producción dominante, pues funciona únicamente como condición de reproducción de relaciones de producción precapitalistas o de relaciones de consumo. La urbanización capitalista, considerada tanto desde el punto de vista del capital industrial como de los constructores, implicará, pues, una lucha social pertinaz por lograr la adecuación de la propiedad urbana al modo de producción dominante a medida que aparecen nuevas zonas generadoras de plusganancia. Dicho proceso conducirá, según la relación de fuerzas, a una intervención del aparato estatal destinada a liberar los suelos de las relaciones de propiedad territorial precapitalista Finalmente, hay que mencionar el hecho de que, en ciertos casos, la propiedad territorial pública puede convertirse en una barrera específica al libre movimiento del capital. Ya se trate de la herencia de formas feudales de propiedad (bienes de la Corona, de las órdenes religiosas y de los hospicios, terrenos comunales, etc), de zonas de influencia de grandes se
parece altamente aleatorio y, en todo caso, poco influido por los fenómenos de mercado. Quizá esto es más cierto en Francia que en los nuevos', pues allí las rigideces introducidas por el significado social de la propiedad son numerosas)) (Centre et de Recherches sur sur d'un nagement ( CERAU), modele de localisation des logements n eu fs dans agglomération, París, 1, noviembre de 1967, p. 6). Los psicosociólogos han medido por supuesto el fenómeno, el estudio de referencia: Société Etude et Recherche Sociologique (SARES), Les mot ivat ion s et att itu des des propriétaires de terrai ns octubre de 1969, 2 112 dans une agglomération urbairre, París, y 26 pp. a multicopista. podría plantearse la hipótesis de que, gracias a la inmensa ola de expropiaciones de 1852-1867, nace en París un mercado del suelo hasta ese momento inexistente? Así, Halbwachs muestra cómo la intervención de las expropiaciones desencadena un proceso de demoliciones privadas y de ventas «esp ontánea s» de parcelas. Proceso que se extiende en el espacio a las zonas vecinas y prosigue en el tiempo una vez terminadas las expropiaciones (Halbwachs, 1909, pp. 190-96). La expropiación que todo un período ha sido la forma casi exclusiva (del mercado)» (ibid., p. 371) da entonces paso al mercado.
54
inutilizaci inutilización ón de terrenos desde el punt o de de plusganancia, incluso si las acciones «valorizan» terrenos privados vecinos, e independientemente de cuáles sea en general los efectos benéficos de esta política sobre la ducción del orden social. La propiedad pública se convierte, entonces, en obstáculo para la inversión. Puede observarse un último tipo de gestión, gestión, aun cuando A la in una paradoja: es la «especulación del modelo social de gestión de los suelos, los terrenos son dos al sector privado para una máxima rentabilización. E entonces, se somete a la ley de la renta. Pero, al contrari del modelo de ayuda a la acumulación, esta cesión se realiza un alto precio, beneficiándose el Estado de la renta, en vez permitir su apropiación privada. Esta política es corriente cu do los aparatos de Estad o funcionan masivamente masivamente bajo la de la corrupción, prevalecie prevaleciendo ndo su papel represivo sobre su papel directamente económico: esto sucedió en Lisboa o drid en la época de las dictaduras. La tendencia a la especulativa del patrimonio territorial público también de una forma muy diferente como respuesta a un crisis financiera de las colectividades locales De esta la resistencia que opone la territoria a la libre disposición del suelo por el capital varía en cuanto a su naturaleza social, su lógica de acción y su La teoría de la renta del suelo se articula aquí con estudio de la estructura de clases de las sociedades urbanas de su entorno rural. Esa teoría pasa también por la de acciones estatales que modifican los términos de contradicci territorial. El análisis abstracto de la renta se detiene, ento en el punto en que debe comenzar la exploración histórica. puede eventualmente estimularlo por medio de los interrogan que plantea.
W. en su estudio clásico sobre Boston, observa en la mitad del siglo esa politica municipal de venta de terrenos un alto con el fin de reducir la deuda municipal; así se de 1823 a 1850 aproximadamente, el End en terrenos públicos 1947, pp. 6060-64).
53
tos públicos obsoletos (fortalezas, depósitos, vías férreas abandonadas, etc.) o de reservas territoriales establecidas más recientemente, la propiedad territorial pública constituye a menudo una parte importante de los terrenos urbanos efectiva o potencialmente vacantes. Nada asegura que ese patrimonio sea administrado en cualquier caso en función del movimiento de las plusganancias localizadas, es decir, de manera que produzca la máxima renta del suelo; además, el problema de la distribución de las plusganancias potenciales es también objeto de disputas. La asignación de usos de los terrenos y el precio de una cesión eventual al sector privado dependerán de la correlación política de fuerzas y de las relaciones de dominación de clase que las determinan. La propiedad territorial pública puede ser administrada con vistas a una ayuda directa a la acumulación del capital inmobiliario: en ese caso, los terrenos públicos son vendidos al de o incluso por debajo de a constructores privados que obtienen la máxima plusganancia localizada y conservan, por tanto, la mayor parte de ella. Es ésta una tradición muy francesa, varias veces observable en los períodos de reestructuración del centro de París: desde las expropiaciones de Haussmann en beneficio de las grandes sociedades inmobiliarias concesionarias ha sta las operaciones mixtas de renovación masiva de los años y setenta, los grandes períodos de expansión inmobiliaria y de penetración del capital financiero en el sector han sido acompañados de ese tipo de gestión de la propiedad pública embargo, no es la única gestión posible. Una gestión «social» del patrimonio público puede prevalecer, al menos parcialmente, cuando la correlación de fuerzas entre las clases lleva a las colectividades locales a sustraer terrenos de un uso privado más rentable, para destinarlos a operaciones públicas de vivienda popular o a equipamientos sociales. Hay, entonces, una
-
Evidentemente, París no tiene el monopolio de ese tipo de operaciones, características tanto de la gran urbanización en Milán en los años (Pizzetti, 1980, pp. 5-8) como de la renovación del centro de Estocolmo después de la segunda guerra mundial (en este último caso, el sistema de alquiler enfitéutico no impidió que las empresas del grupo Hotorget se beneficiaran íntegramente de las plusganancias de localización). Hay que subrayar, claro está, que la de las licencias de construcción que hace el Estado al sector privado precio d e coste)), es en general, en el centro de la ciudad, un bonito regalo. En efecto, se observa frecuentemente que (precio del suelo determinado por el uso público de las obras de urbanismo) (plusganancia localizada resultante del nuevo uso).
SOBRE SOB RE LA TEORIA TEO RIA DE LA RENTA REN TA ABSOLUTA EN MARX
ardo elabora la teoría del fenómeno de la renta diferencia diferenci al, o no el hecho polémico más importante: el terreno mar al también está sujeto a una renta. Marx parte de ello para renta ab soluta y, al mismo tiempo, juicio la teoría ricardian a de los precios, de producción de tasa media de reducida a esencial, la historia de un fundamental en la elaboración de absoluta es el meollo de ta agrícola en Marx, un punto de ruptura fundamental con la política un elemento esencial de la teoría de Marx: Marx: trata ré de demostrarlo más adeadeaspectos del pensamiento de ayan sido objeto de un debate más vivo y más confuso, o entre quienes traba jan con la ayuda de los conceptos conceptos y el marxistas. esto que ver con la debilidad del o de renta absoluta, abandonado por el mismo Marx en afortunados borradores publicados después de su muerte, bien con una lectura de esa teoría en el solo tativo de los valores, que se olvida de lo esencial, es decir, aciones sociales que están en la base de las categorías as? respuesta a esa pregunta no es evidente: evidente: si lo fuera, el el. te se habría resuelto estableciendo un mínimo de consenso. mbargo, la discusión ganaría en claridad si, paralelamente trabajos empíricos indispensables acerca de la formación precios de oferta del suelo en diferentes estructuras con de la propiedad territorial, se observara con mayor aten lo que Marx dijo al respecto y, sobre todo, los principios dológicos con los cuales comenzó a elaborar una teoría efec inacabada. vez más, la repetición dogmática de Marx vuelve ineficaz
54
inutilizaci inutilización ón de terrenos desde el punt o de de plusganancia, incluso si las acciones «valorizan» terrenos privados vecinos, e independientemente de cuáles sea en general los efectos benéficos de esta política sobre la ducción del orden social. La propiedad pública se convierte, entonces, en obstáculo para la inversión. Puede observarse un último tipo de gestión, gestión, aun cuando A la in una paradoja: es la «especulación del modelo social de gestión de los suelos, los terrenos son dos al sector privado para una máxima rentabilización. E entonces, se somete a la ley de la renta. Pero, al contrari del modelo de ayuda a la acumulación, esta cesión se realiza un alto precio, beneficiándose el Estado de la renta, en vez permitir su apropiación privada. Esta política es corriente cu do los aparatos de Estad o funcionan masivamente masivamente bajo la de la corrupción, prevalecie prevaleciendo ndo su papel represivo sobre su papel directamente económico: esto sucedió en Lisboa o drid en la época de las dictaduras. La tendencia a la especulativa del patrimonio territorial público también de una forma muy diferente como respuesta a un crisis financiera de las colectividades locales De esta la resistencia que opone la territoria a la libre disposición del suelo por el capital varía en cuanto a su naturaleza social, su lógica de acción y su La teoría de la renta del suelo se articula aquí con estudio de la estructura de clases de las sociedades urbanas de su entorno rural. Esa teoría pasa también por la de acciones estatales que modifican los términos de contradicci territorial. El análisis abstracto de la renta se detiene, ento en el punto en que debe comenzar la exploración histórica. puede eventualmente estimularlo por medio de los interrogan que plantea.
W. en su estudio clásico sobre Boston, observa en la mitad del siglo esa politica municipal de venta de terrenos un alto con el fin de reducir la deuda municipal; así se de 1823 a 1850 aproximadamente, el End en terrenos públicos 1947, pp. 6060-64).
SOBRE SOB RE LA TEORIA TEO RIA DE LA RENTA REN TA ABSOLUTA EN MARX
ardo elabora la teoría del fenómeno de la renta diferencia diferenci al, o no el hecho polémico más importante: el terreno mar al también está sujeto a una renta. Marx parte de ello para renta ab soluta y, al mismo tiempo, juicio la teoría ricardian a de los precios, de producción de tasa media de reducida a esencial, la historia de un fundamental en la elaboración de absoluta es el meollo de ta agrícola en Marx, un punto de ruptura fundamental con la política un elemento esencial de la teoría de Marx: Marx: trata ré de demostrarlo más adeadeaspectos del pensamiento de ayan sido objeto de un debate más vivo y más confuso, o entre quienes traba jan con la ayuda de los conceptos conceptos y el marxistas. esto que ver con la debilidad del o de renta absoluta, abandonado por el mismo Marx en afortunados borradores publicados después de su muerte, bien con una lectura de esa teoría en el solo tativo de los valores, que se olvida de lo esencial, es decir, aciones sociales que están en la base de las categorías as? respuesta a esa pregunta no es evidente: evidente: si lo fuera, el el. te se habría resuelto estableciendo un mínimo de consenso. mbargo, la discusión ganaría en claridad si, paralelamente trabajos empíricos indispensables acerca de la formación precios de oferta del suelo en diferentes estructuras con de la propiedad territorial, se observara con mayor aten lo que Marx dijo al respecto y, sobre todo, los principios dológicos con los cuales comenzó a elaborar una teoría efec inacabada. vez más, la repetición dogmática de Marx vuelve ineficaz
la teoría de
teoría: ese fenómeno general queda bien ilustrado por desventuras de la renta absoluta. Así, muchos investigadores intentado «extrapol ar» el análisis marxista de la renta agrí al contexto urbano, en el que encuentran fenómenos de mon polio. Un análisis insuficiente del concepto de renta absolut acompañado eventualmente por el afán de utilizarlo a cualqu precio, desemboca en un deslizamiento implícito: la renta ab luta ya no depende, como condición necesaria, de la tasa ganancia sectorial, es una renta de monopolio Se plantea entonces la pregunta: qué ha de esta renta «absoluta » limitada al excedente excedente del valor sobre pr de producción, en lugar de elevarlo por encima del valor? qué no ha de aparecer más que en los sectores interna de ganancia superior a la media, en lugar de existir e todos los sectores? Según un cierto número de autores, la respuesta no of dudas: si existe una renta «absoluta»,no «absoluta»,no es en el sentido en Marx la define. Es una renta determinada por una falta de a cuación estructural entre la oferta y la demanda de tierra, y, e consecuencia, en última instancia, por el precio de demanda. qué ese desequilibrio en el mercado, generador de renta Pueden distinguirse dos tipos de explicación. Para algunos, la insuficiencia de la oferta proviene del co portamiento de retención retención de las tierr as por pa rte de los propietarios, cuya cuya eficacia eficacia proviene proviene de una estructuración de la of erta que no corresponde a las condiciones de la competencia perfecta. No atomicidad de la oferta, no transparencia del mercado, no sustituibilidad de los bienes ofrecidos: la renta del suelo el peor terreno» es una renta monopolista En el caso particular de F. Alquier: renta absoluta del suelo el propietario exige al empresario capitalista como pago en el sector cola, no desaparece en el sector urbano, representa el tributo pagado el inquilino por el derecho a la vivienda» (Alquier, 1971, p. 85). Es el argumento de A. Emmanuel, quien rehabilita la noci absoluta a condición de cambiar su contenido: no es objeto determinación por el valor y sólo es resultado de las imperfe mercado, especialmente de las exigencias de los propietarios nen nada que ver con las leyes económicas objetivas», sino qu de «estimaciones subjetivas», de su «obstinación» y de su Después de todo, el propietario «es un hombre, y no la máq infalible que los marginalistas han puesto en el lugar de cada agente ec (Emmanuel, 1969, pp. 238-39). Otros autores atribuyen la absoluta» a la existencia de un oligopolio de los propietarios del suelo Así, G. Campos Venuti diagnostica creación de un frente unido de toda la propiedad urbana que, aunque no haya acuerdos de cartel, determina
renta absoluta
en
Marx Marx
57
Para otros, la insuficiencia de la oferta proviene de la escasez del del suelo. suelo. Prov Provien ienee de factore factoress naturales naturales c o m o la canti cantidad disponible de suelos cultivables , económicos como la cantidad cantidad de suelos dotados de infraestr ucturas urbana urbanass , reglamentarios licencias de construcción , poco importa: en todos esos casos, la renta del suelo es una renta de escasez Se trata de dos variantes descriptivas del concepto de renta monopolio. Tomando como base la renta de monopolio del marginal se establece la jerarquía de las tierras: a partir de su mayor o menor fertilidad y distancia de los mercados para los terrenos agrícolas y de su mayor o menor para los terren os urbanos. En este Último Último caso, se aprecia que los autores, que han reducido la renta absoluta a una renta ren ta diferencial se disuelve de monopolio, no se detienen: la renta a su vez en «renta de situación», es decir, también en renta de monopolio. Así, el análisis de la renta urbana se reduce paulatinamente a una determinación por la demanda. Hay que examinar entonces de cerca si el concepto de renta absoluta designa o no algo diferente a la escasez o a la retención de las tierras y, por tanto , responder a la pregunta sobre la naturaleza de las relaciones sociales que fundamentan ese tipo de renta. Examinaré esos problemas de la renta absoluta (sección después de haber recordado el enunciado clásico de la teoría y definido su lugar en la elaboración del pensamiento de Marx (sección
-
-
--
evolución de los precios que, aunque irregular, ha sido al alza, y una limitada en el mercado» (Campos Venuti, 1967, p. 37). En una direc ción similar, D. Harvey ha sostenido la tesis de una de monopolio clase» que se fundamenta en el «poder de clase» de las diferentes categorías de propietarios urbanos susceptibles de imponer precios (Harvey, 1974, pp. cf. también Harvey, 1974, pp. Por ejemplo, K. Vergopoulos basa en la categoría de escasez no la sino también el «elemento de perversión» que la tierra introduce en única condición para la existencia de una plusganancia, el capitalismo: en renta, no es la propiedad del suelo sino la escasez relativa de los productos agrícolas, derivada de la escasez relativa del factor 97, el subrayado es del autor). (Vergopoulos, 1974, p. 97,
la teoría de
teoría: ese fenómeno general queda bien ilustrado por desventuras de la renta absoluta. Así, muchos investigadores intentado «extrapol ar» el análisis marxista de la renta agrí al contexto urbano, en el que encuentran fenómenos de mon polio. Un análisis insuficiente del concepto de renta absolut acompañado eventualmente por el afán de utilizarlo a cualqu precio, desemboca en un deslizamiento implícito: la renta ab luta ya no depende, como condición necesaria, de la tasa ganancia sectorial, es una renta de monopolio Se plantea entonces la pregunta: qué ha de esta renta «absoluta » limitada al excedente excedente del valor sobre pr de producción, en lugar de elevarlo por encima del valor? qué no ha de aparecer más que en los sectores interna de ganancia superior a la media, en lugar de existir e todos los sectores? Según un cierto número de autores, la respuesta no of dudas: si existe una renta «absoluta»,no «absoluta»,no es en el sentido en Marx la define. Es una renta determinada por una falta de a cuación estructural entre la oferta y la demanda de tierra, y, e consecuencia, en última instancia, por el precio de demanda. qué ese desequilibrio en el mercado, generador de renta Pueden distinguirse dos tipos de explicación. Para algunos, la insuficiencia de la oferta proviene del co portamiento de retención retención de las tierr as por pa rte de los propietarios, cuya cuya eficacia eficacia proviene proviene de una estructuración de la of erta que no corresponde a las condiciones de la competencia perfecta. No atomicidad de la oferta, no transparencia del mercado, no sustituibilidad de los bienes ofrecidos: la renta del suelo el peor terreno» es una renta monopolista En el caso particular de F. Alquier: renta absoluta del suelo el propietario exige al empresario capitalista como pago en el sector cola, no desaparece en el sector urbano, representa el tributo pagado el inquilino por el derecho a la vivienda» (Alquier, 1971, p. 85). Es el argumento de A. Emmanuel, quien rehabilita la noci absoluta a condición de cambiar su contenido: no es objeto determinación por el valor y sólo es resultado de las imperfe mercado, especialmente de las exigencias de los propietarios nen nada que ver con las leyes económicas objetivas», sino qu de «estimaciones subjetivas», de su «obstinación» y de su Después de todo, el propietario «es un hombre, y no la máq infalible que los marginalistas han puesto en el lugar de cada agente ec (Emmanuel, 1969, pp. 238-39). Otros autores atribuyen la absoluta» a la existencia de un oligopolio de los propietarios del suelo Así, G. Campos Venuti diagnostica creación de un frente unido de toda la propiedad urbana que, aunque no haya acuerdos de cartel, determina
Christian
LA TEORIA DE LA RENTA ABSOLUTA AGRICOLA EN 1.
La te si s de la re nt a ab so lu ta
El arrendatario agrícola capitalista paga una renta al p del suelo incluso por el terreno menos fértil peor locali Esa renta se suma al costo de producción y a la ganancia
He ahí el hecho polémico que pone en tela de juicio la co cepción ricardiana de la renta y que Marx va a tratar de explic teóricamente con el concepto de renta absoluta. Esta renta absoluta está constituida por el exce valor de la mercancía sobre su precio de producción, existencia de un monopolio en una de las condiciones gener de la producción en el sector obstaculiza el proceso general el cual el precio regulador es desplazado del valor al preci producción. De esta forma, señala Marx, tienen que darse dos condicion para que exista la renta absoluta:
... ... una
producción producción capitalista desar rollada, de una una la existencia, exist encia, no sólo legal sino efectiva, de la la propiedad t que oponga una resistencia de hecho y defienda su campo contra el capital, no abriendo paso a éste más que en cierta minadas condiciones 4. 1.1.
Primera condición condición de la renta absoluta: predominio modo de producción capitalista y su desarrollo desig
La renta del suelo es es el precio de bienes sin valor: valor: los recur s naturales, que no son producto del trabajo. es posi entonces que el capitalismo, forma desarrollada de la de mercado, imponga a toda la producción la regulación po ley del valor? precisa el problema: 1974, vol. 1,
p.
469.
renta absoluta
en
Marx Marx
57
Para otros, la insuficiencia de la oferta proviene de la escasez del del suelo. suelo. Prov Provien ienee de factore factoress naturales naturales c o m o la canti cantidad disponible de suelos cultivables , económicos como la cantidad cantidad de suelos dotados de infraestr ucturas urbana urbanass , reglamentarios licencias de construcción , poco importa: en todos esos casos, la renta del suelo es una renta de escasez Se trata de dos variantes descriptivas del concepto de renta monopolio. Tomando como base la renta de monopolio del marginal se establece la jerarquía de las tierras: a partir de su mayor o menor fertilidad y distancia de los mercados para los terrenos agrícolas y de su mayor o menor para los terren os urbanos. En este Último Último caso, se aprecia que los autores, que han reducido la renta absoluta a una renta ren ta diferencial se disuelve de monopolio, no se detienen: la renta a su vez en «renta de situación», es decir, también en renta de monopolio. Así, el análisis de la renta urbana se reduce paulatinamente a una determinación por la demanda. Hay que examinar entonces de cerca si el concepto de renta absoluta designa o no algo diferente a la escasez o a la retención de las tierras y, por tanto , responder a la pregunta sobre la naturaleza de las relaciones sociales que fundamentan ese tipo de renta. Examinaré esos problemas de la renta absoluta (sección después de haber recordado el enunciado clásico de la teoría y definido su lugar en la elaboración del pensamiento de Marx (sección
-
-
--
evolución de los precios que, aunque irregular, ha sido al alza, y una limitada en el mercado» (Campos Venuti, 1967, p. 37). En una direc ción similar, D. Harvey ha sostenido la tesis de una de monopolio clase» que se fundamenta en el «poder de clase» de las diferentes categorías de propietarios urbanos susceptibles de imponer precios (Harvey, 1974, pp. cf. también Harvey, 1974, pp. Por ejemplo, K. Vergopoulos basa en la categoría de escasez no la sino también el «elemento de perversión» que la tierra introduce en única condición para la existencia de una plusganancia, el capitalismo: en renta, no es la propiedad del suelo sino la escasez relativa de los productos agrícolas, derivada de la escasez relativa del factor 97, el subrayado es del autor). (Vergopoulos, 1974, p. 97,
la teoría de la renta absoluta en Marx ue resolver el problema de cómo pueden tener no tienen ningún valor cómo es compatible la teoría general del valor. El problema de saber con qué ona una persona compensación» por el derecho de dera de la tierra en que existe un bosque no guarda elación con el verdadero problema de que se a está en saber de qué fondo la arx responde: del precio de la mercancía, que en ese caso se el valor de ésta y no por su precio de pro n otros términos, el precio del producto no es un precio de opolio, independiente del tiempo de trabajo socialmente producción. Pero no está regulado, como el r parte de las mercancías capitalistas, por la ia media del capital invertido y los costes de producción, enta absoluta supone, entonces, a la vez una de los precios sobre la base de una tasa media otra parte, un excedente del valor sobre el de los productos agrícolas. Lo cual implica dominio del modo de producción capitalista sobre el de la formación social y su desarrollo desigual en la ura y en la industria. modo de producción capitalista induce general de los valores en precios capitalista se ha apoderado de lo nacen nuevas relaciones de intercambio vas relaciones de producción. modos de producción que dan lugar al surgimiento alismo, el importe del excedente no es el factor que a la distribución del trabajo social entre los sectores a producción, ni la escala de la acumulación en cada uno de . Al mismo tiempo, las relaciones mercantiles tienden a do la circulación de los productos. A pesar de las deducciones es o tributarias, los productores directos poseen los ue utilizan libremente en la producción de laciones de intercambio entre estas últimas por sus relaciones de valor, por el tiempo de ente necesario para producirlas. Dentro de la (el subrayado es del autor).
Christian
LA TEORIA DE LA RENTA ABSOLUTA AGRICOLA EN 1.
La te si s de la re nt a ab so lu ta
El arrendatario agrícola capitalista paga una renta al p del suelo incluso por el terreno menos fértil peor locali Esa renta se suma al costo de producción y a la ganancia
He ahí el hecho polémico que pone en tela de juicio la co cepción ricardiana de la renta y que Marx va a tratar de explic teóricamente con el concepto de renta absoluta. Esta renta absoluta está constituida por el exce valor de la mercancía sobre su precio de producción, existencia de un monopolio en una de las condiciones gener de la producción en el sector obstaculiza el proceso general el cual el precio regulador es desplazado del valor al preci producción. De esta forma, señala Marx, tienen que darse dos condicion para que exista la renta absoluta:
... ... una
producción producción capitalista desar rollada, de una una la existencia, exist encia, no sólo legal sino efectiva, de la la propiedad t que oponga una resistencia de hecho y defienda su campo contra el capital, no abriendo paso a éste más que en cierta minadas condiciones 4. 1.1.
Primera condición condición de la renta absoluta: predominio modo de producción capitalista y su desarrollo desig
La renta del suelo es es el precio de bienes sin valor: valor: los recur s naturales, que no son producto del trabajo. es posi entonces que el capitalismo, forma desarrollada de la de mercado, imponga a toda la producción la regulación po ley del valor? precisa el problema: 1974, vol. 1,
p.
la teoría de la renta absoluta en Marx ue resolver el problema de cómo pueden tener no tienen ningún valor cómo es compatible la teoría general del valor. El problema de saber con qué ona una persona compensación» por el derecho de dera de la tierra en que existe un bosque no guarda elación con el verdadero problema de que se a está en saber de qué fondo la arx responde: del precio de la mercancía, que en ese caso se el valor de ésta y no por su precio de pro n otros términos, el precio del producto no es un precio de opolio, independiente del tiempo de trabajo socialmente producción. Pero no está regulado, como el r parte de las mercancías capitalistas, por la ia media del capital invertido y los costes de producción, enta absoluta supone, entonces, a la vez una de los precios sobre la base de una tasa media otra parte, un excedente del valor sobre el de los productos agrícolas. Lo cual implica dominio del modo de producción capitalista sobre el de la formación social y su desarrollo desigual en la ura y en la industria. modo de producción capitalista induce general de los valores en precios capitalista se ha apoderado de lo nacen nuevas relaciones de intercambio vas relaciones de producción. modos de producción que dan lugar al surgimiento alismo, el importe del excedente no es el factor que a la distribución del trabajo social entre los sectores a producción, ni la escala de la acumulación en cada uno de . Al mismo tiempo, las relaciones mercantiles tienden a do la circulación de los productos. A pesar de las deducciones es o tributarias, los productores directos poseen los ue utilizan libremente en la producción de laciones de intercambio entre estas últimas por sus relaciones de valor, por el tiempo de ente necesario para producirlas. Dentro de la (el subrayado es del autor).
469.
la teoría de la renta absoluta en Marx
composición del valor de los productos, lo esencial está r sentado por el consumo de los productores, mientras que novación de los medios de producción constituye un secundario incluso si es desigual entre los sectores ye es objeto de una deducción feudal o tributaria y no la acumulación. Con la separación entre los productores y los medio ducción, los cuales desde ese instante se oponen como una fuerza de trabajo, transformada a su vez en mer motor del sistema productivo cambia de naturaleza: es a producción y la acumulación de plusvalor. Esta transforma de las relaciones de producción lleva consigo una inter subjetiva por parte de cada capitalista: el móvil de su llega a ser la maximización de la tasa de ganancia, ap la noción de rentabilidad. Desde entonces, el nivel de la producción, las cant capital invertido en cada sector de la producción serán por la tasa de ganancia que cada una de ellas es suscep de producir: el capital tenderá a destruir todos los obstácu que los modos de producción anteriore s oponían a la li circulación de los trabajadores y del capital dinerario entre distintos sectores. Ahora bien, sobre la base de relaciones de intercambio de 1 mercancías según su valor, las tasas de ganancia inte rnas u ginales, son diferentes según los sectores. En efecto, la c ción técnica del capital relación concreta entre los dores, las máquinas y las materias primas varía de un se a otro; la composición orgánica del capital relación d entre capital variable y capital constante y su tiempo d ción determinado por la relación entre capital fijo y circulante variarán, por lo tanto, según los sectores. En cuencia, según el sector de producción, aunque la tasa de e tación sea idéntica en el conjunto de la economía, una mis cantidad de capital invertido «producirá» cantidades de plusvalor. Los sectores en los que la composición o capital es elevada el tiempo de rotación es largo, en com ración con el promedio social, presentarán una tasa de ganan interna débil, y viceversa. El resultado de esto en el capitalismo clásico, en el que libre inversión de capitales en todos los sectores constituye norma, un movimiento incesante del capital desde los con tasa interna de ganancia baja hacia los sectores con tasa
-
-
--
-
elevada. En ese proceso, actúan dos tendencias del una parte, la competencia en tre los capitales tiende a esta una tasa media de ganancia para todos ellos, cualquiera sea el sector de actividad: éste es el proceso de nivelación ganancia o igualación de la tasa de ganancia, por el cual apitalistas se reparten como amigos-enemigos el botín del traajeno apropiado, de tal modo que, por término medio, el uno ropia tanto trabajo no retribuido como el sectores con tasa interna de ganancia baja, el r itmo lento cumulación y de la producción obtenido eventualmente del sector acarrea un alza de los precios adores por encima del valor hasta el punto en que podrá nerse la tasa media de ganancia; en los sectores con tasa a de ganancia alta, la afluencia de capitales y el incremento producción conducirán a una baja de los precios regula hasta que desaparezca la plusganancia interna. La masa de isvalor producido no se modifica por ese proceso, sino tan sólo istribuc ión ent re los capitales individuales. e establecen, entonces, nuevas relaciones de intercambio que asan en la ley del valor modificada por las condiciones del alismo: las mercancías tende rán a intercambia rse en fun de su precio de producción, es decir, de su costo de pro ión más la ganancia media del capital invertido. El plusvalor aparecerá bajo su forma t ransformada, la ganancia. se movimiento no trastorna solamente la distribución del social y de la acumulación ent re los sectores; transforma ismo las formas de producción. Cada capitalista trata de ficiarse de las plusganancias sectoriales, y con ello tiende a arlas. Pero trata también de beneficiarse en el sector en el e se encuentra, o hacia el que se desplaza, de una plusganancia ividual produciendo a menor costo que sus competidores. se obtiene generalmente poniendo en tica formas de división del trabajo que implican una eleva de la composición orgánica del capital. Los capitalistas petidores que están en condiciones de hacerlo son forzados adoptar la nueva tecnología: la plusganancia que procuraba e a desaparecer, pero en ese proceso el valor del bien y su o de producción bajan, mientras que la composición orgá -
- -
Marx, 1974, vol. 1,
332 333. -
la teoría de la renta absoluta en Marx
composición del valor de los productos, lo esencial está r sentado por el consumo de los productores, mientras que novación de los medios de producción constituye un secundario incluso si es desigual entre los sectores ye es objeto de una deducción feudal o tributaria y no la acumulación. Con la separación entre los productores y los medio ducción, los cuales desde ese instante se oponen como una fuerza de trabajo, transformada a su vez en mer motor del sistema productivo cambia de naturaleza: es a producción y la acumulación de plusvalor. Esta transforma de las relaciones de producción lleva consigo una inter subjetiva por parte de cada capitalista: el móvil de su llega a ser la maximización de la tasa de ganancia, ap la noción de rentabilidad. Desde entonces, el nivel de la producción, las cant capital invertido en cada sector de la producción serán por la tasa de ganancia que cada una de ellas es suscep de producir: el capital tenderá a destruir todos los obstácu que los modos de producción anteriore s oponían a la li circulación de los trabajadores y del capital dinerario entre distintos sectores. Ahora bien, sobre la base de relaciones de intercambio de 1 mercancías según su valor, las tasas de ganancia inte rnas u ginales, son diferentes según los sectores. En efecto, la c ción técnica del capital relación concreta entre los dores, las máquinas y las materias primas varía de un se a otro; la composición orgánica del capital relación d entre capital variable y capital constante y su tiempo d ción determinado por la relación entre capital fijo y circulante variarán, por lo tanto, según los sectores. En cuencia, según el sector de producción, aunque la tasa de e tación sea idéntica en el conjunto de la economía, una mis cantidad de capital invertido «producirá» cantidades de plusvalor. Los sectores en los que la composición o capital es elevada el tiempo de rotación es largo, en com ración con el promedio social, presentarán una tasa de ganan interna débil, y viceversa. El resultado de esto en el capitalismo clásico, en el que libre inversión de capitales en todos los sectores constituye norma, un movimiento incesante del capital desde los con tasa interna de ganancia baja hacia los sectores con tasa
-
-
--
62
-
ian Topa2
nica del capital en el conjunto del sector se eleva y la concentr ción se desarrolla. A escala del conjunto del sistema económico, de ello resulta tendencias contra dictorias: de una parte, el descenso del v de los bienes que entran en el consumo de los productores 1 a un aumento del plusvalor relativo y de la tasa de explotac pero al mismo tiempo, la elevación de la composición media del capital provoca una tendencia a la baja de la ta general de ganancia, a la sobreacumulación de capital. La nivelación de la tasa de ganancia tropieza sin embargo obstáculos que nacen del desarrollo del propio modo de pro ción capitalista. La sobreacumulación afecta a los diferentes tores en forma desigual: los más afectados son precisamen aquellos en los que la composición orgánica del capital tiempo de rotación son más altos. Son al mismo tiempo a en los que el volumen mínimo de capital necesario para cir es más importante y en los que la concentración esta ma avanzada. Las condiciones del mantenimiento de la tasa de nancia serán la monopolización creciente de la producción los grupos industriales gigantes que estarán en condiciones imponer precios superiores al valor y retener las plusgananc surgidas de los cambios tecnológicos; al mismo tiempo, e supondrá el drenaje hacia esos sectores de un capital diner centralizado por el capital bancario y remunerado est mente a una tasa inferior a la tasa media de ganancia. tonces el capital financiero, que realiza la fusión del ca y el capital industrial, y se desarrollan los mono transformaciones estruct urales necesarias para la nivelación ducen el efecto contrario: la aparición de una esfera ción propia de los capitales monopolistas que se ben una tasa de ganancia superior a la tasa media y, en con la desvalorización de los otros capitales en acción. El del capitalismo de monopolios se produce sobre la base de baja tendencia1 de la tasa general de ganancia, y sus cont provocan la necesidad de nuevas funciones del Esta proceso general de valorización -desvalorización: es lismo monopolista de Estado. La ley tendencia1 de la nivelación tiene, pues, como fu mento unas relaciones de producción cuyo desarrollo obstáculos al desarrollo de esa ley. Pero también se opone barrera que existe con anterioridad al capitalismo: la de la tierra.
elevada. En ese proceso, actúan dos tendencias del una parte, la competencia en tre los capitales tiende a esta una tasa media de ganancia para todos ellos, cualquiera sea el sector de actividad: éste es el proceso de nivelación ganancia o igualación de la tasa de ganancia, por el cual apitalistas se reparten como amigos-enemigos el botín del traajeno apropiado, de tal modo que, por término medio, el uno ropia tanto trabajo no retribuido como el sectores con tasa interna de ganancia baja, el r itmo lento cumulación y de la producción obtenido eventualmente del sector acarrea un alza de los precios adores por encima del valor hasta el punto en que podrá nerse la tasa media de ganancia; en los sectores con tasa a de ganancia alta, la afluencia de capitales y el incremento producción conducirán a una baja de los precios regula hasta que desaparezca la plusganancia interna. La masa de isvalor producido no se modifica por ese proceso, sino tan sólo istribuc ión ent re los capitales individuales. e establecen, entonces, nuevas relaciones de intercambio que asan en la ley del valor modificada por las condiciones del alismo: las mercancías tende rán a intercambia rse en fun de su precio de producción, es decir, de su costo de pro ión más la ganancia media del capital invertido. El plusvalor aparecerá bajo su forma t ransformada, la ganancia. se movimiento no trastorna solamente la distribución del social y de la acumulación ent re los sectores; transforma ismo las formas de producción. Cada capitalista trata de ficiarse de las plusganancias sectoriales, y con ello tiende a arlas. Pero trata también de beneficiarse en el sector en el e se encuentra, o hacia el que se desplaza, de una plusganancia ividual produciendo a menor costo que sus competidores. se obtiene generalmente poniendo en tica formas de división del trabajo que implican una eleva de la composición orgánica del capital. Los capitalistas petidores que están en condiciones de hacerlo son forzados adoptar la nueva tecnología: la plusganancia que procuraba e a desaparecer, pero en ese proceso el valor del bien y su o de producción bajan, mientras que la composición orgá -
- -
Marx, 1974, vol. 1,
332 333. -
Sobre la teoría de la rent a absolut a en
63
desigual de la industria y la agricultura mantiene esta última interna sectores en los cuales la tasa interna de ganancia es supe a la tasa media de ganancia son aquellos en que la orgánica del capital es baja, y su tiempo de rotación breve. trata de los sectores en los que la productividad del trabajo baja y la concentración capitalista ha avanzado poco, es decir, sectores «at rasado s» en el desarrollo desigual del modo de capitalista. En otras palabras, el escaso desarrollo tanto de las fuerzas ductivas como de las relaciones de producción capitalistas a y constituye la condición de posibilidad de un exce 1 valor de los productos sobre su precio de producción, de una plusganancia inicial. los orígenes del modo de producción capitalista, la ricultura se encuentra en esa situación, al igual que numerosas ducciones urbanas. El capital se apodera progresivamente de mayor parte de estas últimas y, además, crea sobre sus pro as bases nuevas ramas indust riales: en ambos casos, revolu na las condiciones de la producción en su carrera incesante la plusganancia. Pero la agricultura, a pesar de la existencia permanente de condiciones para obtener una plusganancia interna, perma e al margen de ese desarrollo. Existe aquí una paradoja: usganancia sectorial, acumulación lenta. Sin entrar en la complejidad de un debate más que secular, demos recoger el resultado esencial: de una u ot ra form a, plusganancia interna de la agricultura por lo general ha esca do a la nivelación, pero también ha escapado a los producto sean éstos capitalistas o campesinos. Son las relaciones de en la agricultura y en la formación social en su con nto las que deter minan las modalidades y la naturaleza de clase la apropiación de la plusganancia agrícola. En ciertos casos la gran propiedad territorial se opone a los endatarios capi talistas : es el caso de la agricultura inglesa ásica analizada por Marx. En esta estructura los terratenientes apropian de la plusganancia sectorial en forma de renta abso a, pues oponen un obstáculo a la libre inversión de capital la agricultura. El precio de los productos agrícolas se man e mediante la renta por encima de su precio de producción, errumpiendo de esa manera la acción de un motor esencial la acumulación capitalista, a saber, la plusganancia sectorial. ahí se deriva el atraso de las fuerzas productivas el cual, a
ian Topa2
62
nica del capital en el conjunto del sector se eleva y la concentr ción se desarrolla. A escala del conjunto del sistema económico, de ello resulta tendencias contra dictorias: de una parte, el descenso del v de los bienes que entran en el consumo de los productores 1 a un aumento del plusvalor relativo y de la tasa de explotac pero al mismo tiempo, la elevación de la composición media del capital provoca una tendencia a la baja de la ta general de ganancia, a la sobreacumulación de capital. La nivelación de la tasa de ganancia tropieza sin embargo obstáculos que nacen del desarrollo del propio modo de pro ción capitalista. La sobreacumulación afecta a los diferentes tores en forma desigual: los más afectados son precisamen aquellos en los que la composición orgánica del capital tiempo de rotación son más altos. Son al mismo tiempo a en los que el volumen mínimo de capital necesario para cir es más importante y en los que la concentración esta ma avanzada. Las condiciones del mantenimiento de la tasa de nancia serán la monopolización creciente de la producción los grupos industriales gigantes que estarán en condiciones imponer precios superiores al valor y retener las plusgananc surgidas de los cambios tecnológicos; al mismo tiempo, e supondrá el drenaje hacia esos sectores de un capital diner centralizado por el capital bancario y remunerado est mente a una tasa inferior a la tasa media de ganancia. tonces el capital financiero, que realiza la fusión del ca y el capital industrial, y se desarrollan los mono transformaciones estruct urales necesarias para la nivelación ducen el efecto contrario: la aparición de una esfera ción propia de los capitales monopolistas que se ben una tasa de ganancia superior a la tasa media y, en con la desvalorización de los otros capitales en acción. El del capitalismo de monopolios se produce sobre la base de baja tendencia1 de la tasa general de ganancia, y sus cont provocan la necesidad de nuevas funciones del Esta proceso general de valorización -desvalorización: es lismo monopolista de Estado. La ley tendencia1 de la nivelación tiene, pues, como fu mento unas relaciones de producción cuyo desarrollo obstáculos al desarrollo de esa ley. Pero también se opone barrera que existe con anterioridad al capitalismo: la de la tierra.
Topa
medida que se acentúa, alimenta cada vez más la renta en cual se origina. Será preciso que la burguesía industrial esté condiciones de importar el trigo de países nuevos, sin pr territorial ni renta absoluta, para hacer que bajen los en la metrópoli y, por tanto, la renta. Pero en la agricu situación permanece inalterada: la tasa de ganancia efectiva acerca a la tasa media, no por el movimiento de la sino por la propiedad del suelo y la renta. En otros casos, la producción agrícola es principalmente c pesina, realizada por productores independientes, propietar del suelo y de los medios de producción: es la vía franc surgida de la revolución agraria que acompañó a la revoluc de 1789. En ese caso, la identidad entre el propietario de la tie y el productor excluye la renta absoluta, pero el carácter capitalista de la producción no impone la reducción del pr regulador del valor al precio de producción. La agricultura c pesina se desarrollará junto a un sector capitalis ta que se siendo minoritario. La transferencia del excedente intern sector será realizada por el desarrollo de los monopolios i triales en la periferia de la producción agrícola hacia a en el sector de las máquinas y abonos, hacia delante en el de industrias alimenticias así como por la deducción efectu por el capital bancario. Además, las políticas de precios a cabo por el Estado o las instituciones estatales interna reducirán ese excedente. Así, la agricultura lleva consigo unas relaciones de prod ción que obstaculizan la nivelación, pero al mismo tiempo e relaciones se oponen a que la plusganancia estructural in cumpla allí las mismas funciones que en los sectores indu les. En lugar de ser el motor de la acumulación capitalista y contribuir a la nivelación general de la ganancia, es objeto una deducción, ya sea en favor de la esfera de nivelación m nopolista, ya sea en favor de la propiedad del suelo. En este último caso aparece la renta absoluta.
-
-
1.2.
Segunda condición de la renta absoluta: la resistencia de la propiedad del suelo al capital
Sobre la teoría de la rent a absolut a en
63
desigual de la industria y la agricultura mantiene esta última interna sectores en los cuales la tasa interna de ganancia es supe a la tasa media de ganancia son aquellos en que la orgánica del capital es baja, y su tiempo de rotación breve. trata de los sectores en los que la productividad del trabajo baja y la concentración capitalista ha avanzado poco, es decir, sectores «at rasado s» en el desarrollo desigual del modo de capitalista. En otras palabras, el escaso desarrollo tanto de las fuerzas ductivas como de las relaciones de producción capitalistas a y constituye la condición de posibilidad de un exce 1 valor de los productos sobre su precio de producción, de una plusganancia inicial. los orígenes del modo de producción capitalista, la ricultura se encuentra en esa situación, al igual que numerosas ducciones urbanas. El capital se apodera progresivamente de mayor parte de estas últimas y, además, crea sobre sus pro as bases nuevas ramas indust riales: en ambos casos, revolu na las condiciones de la producción en su carrera incesante la plusganancia. Pero la agricultura, a pesar de la existencia permanente de condiciones para obtener una plusganancia interna, perma e al margen de ese desarrollo. Existe aquí una paradoja: usganancia sectorial, acumulación lenta. Sin entrar en la complejidad de un debate más que secular, demos recoger el resultado esencial: de una u ot ra form a, plusganancia interna de la agricultura por lo general ha esca do a la nivelación, pero también ha escapado a los producto sean éstos capitalistas o campesinos. Son las relaciones de en la agricultura y en la formación social en su con nto las que deter minan las modalidades y la naturaleza de clase la apropiación de la plusganancia agrícola. En ciertos casos la gran propiedad territorial se opone a los endatarios capi talistas : es el caso de la agricultura inglesa ásica analizada por Marx. En esta estructura los terratenientes apropian de la plusganancia sectorial en forma de renta abso a, pues oponen un obstáculo a la libre inversión de capital la agricultura. El precio de los productos agrícolas se man e mediante la renta por encima de su precio de producción, errumpiendo de esa manera la acción de un motor esencial la acumulación capitalista, a saber, la plusganancia sectorial. ahí se deriva el atraso de las fuerzas productivas el cual, a
la teoría de
renta absoluta en Marx
por el trabajo humano). Esto sucede cuando la propiedad del suelo es
a la aparición del modo de produc -
la tierra existe en condiciones de abundancia elemental frente al
mueve en la agricultura del mismo modo que en otra 1 cualquiera. Pero entonces no existen la propiedad renta (...) En cambio si la tierra, primero es limitada apropiada, el capital se encontrará con la como premisa De un modo o de otr o, la tierra desde primer momento un campo elemental de
ropiación privada de la tierra sólo es posible porque este nto de la producción está físicamente limitado, al contrario tros elementos no reproducibles pero disponibles en -canti ilimitadas, como el aire o el agua No obstante esta es física, absoluta, podría decirse, no es directamente la de la renta: ésta es una relación social, no una relación Es sólo una condición necesaria para la apropiación del De ningún modo una condición suficiente: os modos de producción precapitalistas no implican la dad privada del suelo, inclusive en formaciones sociales tas en las que el suelo está físicamente limitado, r el contrario, es justamente la propiedad del suelo la que uce la única escasez pertinente desde el punto de vista eco la escasez de la tierra con relación al capital. Escasez en consecuencia, que puede aparecer incluso si no son ados todos los suelos físicamente disponibles sta propi edad que opone una resistencia real al libre movinto del capital es un presupuesto del modo de producción lista. Presupuesto histórico, condición para la aparición e modo de producción; presupuesto estructural, condición reproducción y de su Veamos cómo demuestra (el subrayado es del autor). época en que Marx escribe. sez está a mi parecer subyacente, por ejemplo, guiente pasaje de Mam: la tierra fuese un elemento ilimitado, con relación al capital y a la población, sino de hecho 'ilimitada el aire y el agua , 'si fuese ilimitada en cuanto a cantidad , es te que su apropiación por unos no excluiría su apropiación por En este caso, no podrían existir propiedad privada (y tampoco pro'pública o del Estado)» (Marx, 1974, vol. 1, p. 474) (el subrayado es 1
La plusganancia original del sector se fija en forma de re absoluta cuando la tierra no está a la libre disposición del cap o no es reproducible por éste como son los otros element de la producción (bienes libres y sin valor o mercancías pro
1
1
1
Topa
medida que se acentúa, alimenta cada vez más la renta en cual se origina. Será preciso que la burguesía industrial esté condiciones de importar el trigo de países nuevos, sin pr territorial ni renta absoluta, para hacer que bajen los en la metrópoli y, por tanto, la renta. Pero en la agricu situación permanece inalterada: la tasa de ganancia efectiva acerca a la tasa media, no por el movimiento de la sino por la propiedad del suelo y la renta. En otros casos, la producción agrícola es principalmente c pesina, realizada por productores independientes, propietar del suelo y de los medios de producción: es la vía franc surgida de la revolución agraria que acompañó a la revoluc de 1789. En ese caso, la identidad entre el propietario de la tie y el productor excluye la renta absoluta, pero el carácter capitalista de la producción no impone la reducción del pr regulador del valor al precio de producción. La agricultura c pesina se desarrollará junto a un sector capitalis ta que se siendo minoritario. La transferencia del excedente intern sector será realizada por el desarrollo de los monopolios i triales en la periferia de la producción agrícola hacia a en el sector de las máquinas y abonos, hacia delante en el de industrias alimenticias así como por la deducción efectu por el capital bancario. Además, las políticas de precios a cabo por el Estado o las instituciones estatales interna reducirán ese excedente. Así, la agricultura lleva consigo unas relaciones de prod ción que obstaculizan la nivelación, pero al mismo tiempo e relaciones se oponen a que la plusganancia estructural in cumpla allí las mismas funciones que en los sectores indu les. En lugar de ser el motor de la acumulación capitalista y contribuir a la nivelación general de la ganancia, es objeto una deducción, ya sea en favor de la esfera de nivelación m nopolista, ya sea en favor de la propiedad del suelo. En este último caso aparece la renta absoluta.
-
-
1.2.
Segunda condición de la renta absoluta: la resistencia de la propiedad del suelo al capital
la teoría de
renta absoluta en Marx
por el trabajo humano). Esto sucede cuando la propiedad del suelo es a la aparición del modo de produc la tierra existe en condiciones de abundancia elemental frente al
mueve en la agricultura del mismo modo que en otra 1 cualquiera. Pero entonces no existen la propiedad renta (...) En cambio si la tierra, primero es limitada apropiada, el capital se encontrará con la como premisa De un modo o de otr o, la tierra desde primer momento un campo elemental de
ropiación privada de la tierra sólo es posible porque este nto de la producción está físicamente limitado, al contrario tros elementos no reproducibles pero disponibles en -canti ilimitadas, como el aire o el agua No obstante esta es física, absoluta, podría decirse, no es directamente la de la renta: ésta es una relación social, no una relación Es sólo una condición necesaria para la apropiación del De ningún modo una condición suficiente: os modos de producción precapitalistas no implican la dad privada del suelo, inclusive en formaciones sociales tas en las que el suelo está físicamente limitado, r el contrario, es justamente la propiedad del suelo la que uce la única escasez pertinente desde el punto de vista eco la escasez de la tierra con relación al capital. Escasez en consecuencia, que puede aparecer incluso si no son ados todos los suelos físicamente disponibles sta propi edad que opone una resistencia real al libre movinto del capital es un presupuesto del modo de producción lista. Presupuesto histórico, condición para la aparición e modo de producción; presupuesto estructural, condición reproducción y de su Veamos cómo demuestra (el subrayado es del autor). época en que Marx escribe. sez está a mi parecer subyacente, por ejemplo, guiente pasaje de Mam: la tierra fuese un elemento ilimitado, con relación al capital y a la población, sino de hecho 'ilimitada el aire y el agua , 'si fuese ilimitada en cuanto a cantidad , es te que su apropiación por unos no excluiría su apropiación por En este caso, no podrían existir propiedad privada (y tampoco pro'pública o del Estado)» (Marx, 1974, vol. 1, p. 474) (el subrayado es 1
La plusganancia original del sector se fija en forma de re absoluta cuando la tierra no está a la libre disposición del cap o no es reproducible por éste como son los otros element de la producción (bienes libres y sin valor o mercancías pro
Christian esta tesis, en cierto modo a contrario, es decir analiza casos en los que no existe propiedad del sue En las colonias de asentamiento la masa de los agricult está constituida por productores directos poseedores de la la cual existe en cantidad ilimitada a condición de q relaciones militares con la población nativa permitan llevar c vez más lejos la «frontera».La producción de los colonos n capitalista, ni siquiera predominantemente mercantil: lleva al mercado lo que sobra del consumo de los produ no importa a qué precio. Los precios se establecerán c mente por debajo del valor, porque la producción no se h regulada por el mercado; incluso pueden no reportar a colonos no capitalistas la ganancia media. Esto sólo es posi porque la propiedad del suelo no existe realmente aunque ta formalmente como obstáculo a la libre aplicación del bajo a la tierra. La existencia de la frontera bloqueará as desarrollo del capitalismo agrícola. En las colonias de plantación la producción es formalm capitalista, dirigida hacia el mercado y regulada por la gananc Sin embargo, las relaciones de producción no se basan en la e plotación del traba jo libre, sino en la esclavitud: una de razones de esto es evidentemente la existencia de la fronte que convierte la violencia física y jurídica en la condici para el mantenimiento de la explotación de los trabajadore En la plantación, el capitalista es el propietario de la tierra nada se opone a la venta del producto al precio de En la «vieja Europa)),y más concretamente en los países a rios periféricos de Europa en vías de desarrollo capitalista, es identidad entre el propietario del suelo y el capitalista es fr Esto permite vender el trigo al precio de producci Será por lo demás el trigo americano y prusiano, ese tr sin propiedad territorial ni r enta absoluta, el que inunde mercado inglés y quebrante la base económica de los terrat ingleses. Pero la ausencia de la propiedad territorial o su fusión c el capital impiden el desarrollo capitalista. La apropiación privada de la tierra es condición fundamental de las relaciones de producción capitalistas: si la tierra es un los
-
-
-
-
-
Cf. Marx, 1974, vol. 1, p. 474; Marx, 1981, vol. 8, pp. 961-2. Marx , 1974, vol. 1, p. 469. Es el caso «hacendado» alemán cuyo punto de vista teoriza bertus (cf. Marx, 1974, vol. 1, pp. 347-76). También es el caso del ju pru sian o anali zado p or Max Weber (cf. Weber, 1906). Cf.
1
1
1
Sobre la teoría de la renta absoluta en bien libre, la separación entre los productores y los medios de producción no es posible y en consecuencia, tampoco lo es el salario, ni el mismo capital Es justamente expropiación de la población por los terratenientes ingleses lo que constituye «el secreto de la acumulación originaria)) en el clásico del capitalismo Y en las colonias, allí donde falta el obstáculo territorial, es necesario encontrar sustitutos pa ra enca denar a los inmigrantes al capital, prohibirles al menos provi sionalmente el establecimiento en la frontera Pero también la separación entre el capital y la propiedad del suelo es un presupuesto para el desarrollo capitalista de la agricultura. La conversión del propietario feudal en un explo tador capitalista tropieza con un obstáculo permanente: la falta de capital dinerario. Es el «des eo de capital) ) del hacenda do de Pomerania, frente a la falta de tierra del arrendatario inglés ( y ricardiano) la producción capitalista supone histórica mente la acumulación del capital dinerario en manos de los comerciantes, y estructuralmente el movimiento del capital de un sector a otro. Inversamente, la conversión del capitalista en propietario de tierras implica el rescate de la renta, la esterili zación del capital desde el punto d e vista de la producción de plusvalor y ganancia. La agricultura capitalista supone, pues, la existencia autó noma de la propiedad del suelo y su correlativa renta absoluta. La renta absoluta, relación social, es la propiedad del suelo mo dificada por el modo de producción capitalista:
-
-
La existencia de la renta absoluta del suelo no sólo presupone la exis tencia de la propiedad territorial, sino que es esta misma propiedad como premisa; es decir, la propiedad territorial condicio nada y modificada por la acción de la producción capitalista lo demás ... el supuesto que se pretende sentar [la no existencia de la renta absoluta en la agricultura capitalista, se halla en contradicción consigo mismo: d e un lado, producción capi talist a del otro, inexistencia de la propiedad territorial. dónde iban a salir, en este caso, los obreros asalariados?» (Marx, 1974, vol. 1, p. 468). Cf. Mam, 1975, vol. 3, pp. 891-928. Cf. Mar x, 1975, vol. 3, pp. 955-67. un hacendado de Pomerania, por ejemplo, se le antojará sorprendente el hecho de que ni Ricardo ni ningún otro autor inglés admita ni sospeche siquiera la posibilidad de que la agricultura carezca de capital. Los ingleses podrán quejarse tal vez de la escasez de tierras en proporción al capital disponible, pero no se quejan de escasez de capital en proporción a las tierras existentes» (Mam, 1974, vol. 1, p. 431. El subrayado es del autor). Marx, 1974, vol. 1, p. 468. Cf. también: «Tanto por su naturaleza como
Christian esta tesis, en cierto modo a contrario, es decir analiza casos en los que no existe propiedad del sue En las colonias de asentamiento la masa de los agricult está constituida por productores directos poseedores de la la cual existe en cantidad ilimitada a condición de q relaciones militares con la población nativa permitan llevar c vez más lejos la «frontera».La producción de los colonos n capitalista, ni siquiera predominantemente mercantil: lleva al mercado lo que sobra del consumo de los produ no importa a qué precio. Los precios se establecerán c mente por debajo del valor, porque la producción no se h regulada por el mercado; incluso pueden no reportar a colonos no capitalistas la ganancia media. Esto sólo es posi porque la propiedad del suelo no existe realmente aunque ta formalmente como obstáculo a la libre aplicación del bajo a la tierra. La existencia de la frontera bloqueará as desarrollo del capitalismo agrícola. En las colonias de plantación la producción es formalm capitalista, dirigida hacia el mercado y regulada por la gananc Sin embargo, las relaciones de producción no se basan en la e plotación del traba jo libre, sino en la esclavitud: una de razones de esto es evidentemente la existencia de la fronte que convierte la violencia física y jurídica en la condici para el mantenimiento de la explotación de los trabajadore En la plantación, el capitalista es el propietario de la tierra nada se opone a la venta del producto al precio de En la «vieja Europa)),y más concretamente en los países a rios periféricos de Europa en vías de desarrollo capitalista, es identidad entre el propietario del suelo y el capitalista es fr Esto permite vender el trigo al precio de producci Será por lo demás el trigo americano y prusiano, ese tr sin propiedad territorial ni r enta absoluta, el que inunde mercado inglés y quebrante la base económica de los terrat ingleses. Pero la ausencia de la propiedad territorial o su fusión c el capital impiden el desarrollo capitalista. La apropiación privada de la tierra es condición fundamental de las relaciones de producción capitalistas: si la tierra es un los
-
-
-
-
-
Cf. Marx, 1974, vol. 1, p. 474; Marx, 1981, vol. 8, pp. 961-2. Marx , 1974, vol. 1, p. 469. Es el caso «hacendado» alemán cuyo punto de vista teoriza bertus (cf. Marx, 1974, vol. 1, pp. 347-76). También es el caso del ju pru sian o anali zado p or Max Weber (cf. Weber, 1906). Cf.
Sobre la teoría de la renta absoluta en bien libre, la separación entre los productores y los medios de producción no es posible y en consecuencia, tampoco lo es el salario, ni el mismo capital Es justamente expropiación de la población por los terratenientes ingleses lo que constituye «el secreto de la acumulación originaria)) en el clásico del capitalismo Y en las colonias, allí donde falta el obstáculo territorial, es necesario encontrar sustitutos pa ra enca denar a los inmigrantes al capital, prohibirles al menos provi sionalmente el establecimiento en la frontera Pero también la separación entre el capital y la propiedad del suelo es un presupuesto para el desarrollo capitalista de la agricultura. La conversión del propietario feudal en un explo tador capitalista tropieza con un obstáculo permanente: la falta de capital dinerario. Es el «des eo de capital) ) del hacenda do de Pomerania, frente a la falta de tierra del arrendatario inglés ( y ricardiano) la producción capitalista supone histórica mente la acumulación del capital dinerario en manos de los comerciantes, y estructuralmente el movimiento del capital de un sector a otro. Inversamente, la conversión del capitalista en propietario de tierras implica el rescate de la renta, la esterili zación del capital desde el punto d e vista de la producción de plusvalor y ganancia. La agricultura capitalista supone, pues, la existencia autó noma de la propiedad del suelo y su correlativa renta absoluta. La renta absoluta, relación social, es la propiedad del suelo mo dificada por el modo de producción capitalista:
-
-
La existencia de la renta absoluta del suelo no sólo presupone la exis tencia de la propiedad territorial, sino que es esta misma propiedad como premisa; es decir, la propiedad territorial condicio nada y modificada por la acción de la producción capitalista lo demás ... el supuesto que se pretende sentar [la no existencia de la renta absoluta en la agricultura capitalista, se halla en contradicción consigo mismo: d e un lado, producción capi talist a del otro, inexistencia de la propiedad territorial. dónde iban a salir, en este caso, los obreros asalariados?» (Marx, 1974, vol. 1, p. 468). Cf. Mam, 1975, vol. 3, pp. 891-928. Cf. Mar x, 1975, vol. 3, pp. 955-67. un hacendado de Pomerania, por ejemplo, se le antojará sorprendente el hecho de que ni Ricardo ni ningún otro autor inglés admita ni sospeche siquiera la posibilidad de que la agricultura carezca de capital. Los ingleses podrán quejarse tal vez de la escasez de tierras en proporción al capital disponible, pero no se quejan de escasez de capital en proporción a las tierras existentes» (Mam, 1974, vol. 1, p. 431. El subrayado es del autor). Marx, 1974, vol. 1, p. 468. Cf. también: «Tanto por su naturaleza como
Sobre la teoría no es un precio de monopolio, regulado dentro de la circula por necesidades y la solvencia de los compradores», i pendiente del valor En esto residen todas las dificultades del concepto de absoluta, puesto que plantea dos cuestiones espinosas Si la propiedad del suelo no tiene contenido económico f de la renta puede constituir una barrera para el ca susceptible de hacer subir los precios? En otras palabras, qué la renta absoluta no tiende a cero? Si la propiedad del suelo tiene el poder de hacer subir precios por encima del precio de producción qué no es bién capaz de hacerlos subir por encima del valor? En palabras, qué la renta absoluta no es una renta de polio en el sentido propio exacto?
-
-
Estas preguntas son difíciles de responder. Numerosos res, incluidos los que apelan al marxismo, llegan a la concl de que hay que rechazar el concepto de renta absoluta, al men tal como lo define Marx Después de todo, los manuscr itos q de la dieron lugar a las y al libro tercero El no son más que borradores, editados después de muerte... Antes de examinar a fondo los problemas planteados. es nec sario un estudio del lugar que esta teoría ocupa en la política de Marx.
referimos a la renta diferencial) no se vende a un precio de el sentido de Buchanan. se vende a un precio de monopolio cu se vende por encima de su precio de producción, es decir. por su v (Marx. 1974. vol. p. 527. El subrayado es del autor). Cf. también 1981, vol. p. 962. Definición precio de monopolio en sentido propio ofrecida. po ejemplo, en (Marx, 1981, vol. 8, p. 971). Que el propio Marx plantea pero resuelve. por desgracia, de maner un poco rápida, por ejemplo en las Teorías de (Marx. 1974. vol. 1, pp. citaré a dos autores entre los más importantes a este respecto en el último decenio. conocidos los fallos del argumento de la renta absoluta es el capitulo más débil de la teoria marxistas. preciso por lo demás, que el propio Marx no presentó esta 'renta absoluta' como una teoria acabada. sino como una simple hipótesis de trabajo. (Emmanuel, 1969, p. 234 y p. 234. nota 9). como sea, podemos ver inmediatamente que el fundamento de la categoría de renta absoluta es en el mejor de los casos demasiado movedizo y tal vez completamente erróneo, 1976).
renta
absoluta
2. Luga r d e la teoría de la renta absoluta políti ca d e Marx
en
la economía
La teoria de la renta absoluta constituye, para Marx, el principal punto de ruptura con todas las teorias anteriores sobre la renta y especialmente con la de Ricardo. Pone en tela de juicio a la vez la elaboración de la economía clásica, construida dentro del marco de la teoría del valor trabajo, y la de la economia antirricardiana, fundada en el concepto de factor de producción. El concepto de renta absoluta es la base. el lugar de especificación de la teoria de la renta del suelo en Marx. Por esto sigue siendo todavía un elemento teórico que no se puede integrar en la construcción neoclásica. Esto se debe quizá a que el concepto de renta absoluta es algo más que un elemento de la teoría de la renta: es el lugar de un descubrimiento fundamental de Marx, la teoria de los precios de producción y los conceptos unidos a ella composición orgánica del capital y la baja tendencia1 de la tas a de ganancia. En la confrontación crítica con la teoria del salario y la ganancia de Ricardo. Marx realiza la r uptur a fundamen tal con la economía clásica y elabora el concepto de plusvalor Del mismo modo, criticando la teoria ricardiana de la renta del suelo, saca todas las consecuencias teóricas del descubrimiento del plusvalor. Establecido esto, están ya presentes los conceptos fundamentales de la economia marxista y este núcleo teórico no necesita más que ser desarrollado. El resultado será
-
2.1.
El concepto de renta absoluta, base de la teoría de la renta del suelo en Marx
En un manuscrito de 1862 Marx resume así médula de las distintas teorias de la Las teorias contemporáneas de Marx han roto con la concepción de los fisiócratas, según los cuales la renta es la única for ma de plusvalor y tiene por origen la productividad propia de la naturaleza. Habiéndose impuesto la teoría clásica del valor, al menos provisionalmente, las teorías rivales son tres: descubrimiento como una de Marx con respecto a Ricardo. como una segunda comparable al descubrimiento en 1945 de los conceptos fundamentales del materia lismo histórico (Godelier. 1970, pp. 26-28).
Sobre la teoría no es un precio de monopolio, regulado dentro de la circula por necesidades y la solvencia de los compradores», i pendiente del valor En esto residen todas las dificultades del concepto de absoluta, puesto que plantea dos cuestiones espinosas Si la propiedad del suelo no tiene contenido económico f de la renta puede constituir una barrera para el ca susceptible de hacer subir los precios? En otras palabras, qué la renta absoluta no tiende a cero? Si la propiedad del suelo tiene el poder de hacer subir precios por encima del precio de producción qué no es bién capaz de hacerlos subir por encima del valor? En palabras, qué la renta absoluta no es una renta de polio en el sentido propio exacto?
-
-
Estas preguntas son difíciles de responder. Numerosos res, incluidos los que apelan al marxismo, llegan a la concl de que hay que rechazar el concepto de renta absoluta, al men tal como lo define Marx Después de todo, los manuscr itos q de la dieron lugar a las y al libro tercero El no son más que borradores, editados después de muerte... Antes de examinar a fondo los problemas planteados. es nec sario un estudio del lugar que esta teoría ocupa en la política de Marx.
referimos a la renta diferencial) no se vende a un precio de el sentido de Buchanan. se vende a un precio de monopolio cu se vende por encima de su precio de producción, es decir. por su v (Marx. 1974. vol. p. 527. El subrayado es del autor). Cf. también 1981, vol. p. 962. Definición precio de monopolio en sentido propio ofrecida. po ejemplo, en (Marx, 1981, vol. 8, p. 971). Que el propio Marx plantea pero resuelve. por desgracia, de maner un poco rápida, por ejemplo en las Teorías de (Marx. 1974. vol. 1, pp. citaré a dos autores entre los más importantes a este respecto en el último decenio. conocidos los fallos del argumento de la renta absoluta es el capitulo más débil de la teoria marxistas. preciso por lo demás, que el propio Marx no presentó esta 'renta absoluta' como una teoria acabada. sino como una simple hipótesis de trabajo. (Emmanuel, 1969, p. 234 y p. 234. nota 9). como sea, podemos ver inmediatamente que el fundamento de la categoría de renta absoluta es en el mejor de los casos demasiado movedizo y tal vez completamente erróneo, 1976).
Christian
La renta proviene del precio de monopolio de los product agrícolas, siempre vendidos por encima de su valor La renta proviene de la desigualdad entre los valores ind duales de los productos agrícolas, mientras que su precio rriente está fijado por el valor en el terreno menos productiv No hay más que renta diferencial La renta no es más que el interés del capital incorporado suelo
-
renta
absoluta
2. Luga r d e la teoría de la renta absoluta políti ca d e Marx
en
la economía
La teoria de la renta absoluta constituye, para Marx, el principal punto de ruptura con todas las teorias anteriores sobre la renta y especialmente con la de Ricardo. Pone en tela de juicio a la vez la elaboración de la economía clásica, construida dentro del marco de la teoría del valor trabajo, y la de la economia antirricardiana, fundada en el concepto de factor de producción. El concepto de renta absoluta es la base. el lugar de especificación de la teoria de la renta del suelo en Marx. Por esto sigue siendo todavía un elemento teórico que no se puede integrar en la construcción neoclásica. Esto se debe quizá a que el concepto de renta absoluta es algo más que un elemento de la teoría de la renta: es el lugar de un descubrimiento fundamental de Marx, la teoria de los precios de producción y los conceptos unidos a ella composición orgánica del capital y la baja tendencia1 de la tas a de ganancia. En la confrontación crítica con la teoria del salario y la ganancia de Ricardo. Marx realiza la r uptur a fundamen tal con la economía clásica y elabora el concepto de plusvalor Del mismo modo, criticando la teoria ricardiana de la renta del suelo, saca todas las consecuencias teóricas del descubrimiento del plusvalor. Establecido esto, están ya presentes los conceptos fundamentales de la economia marxista y este núcleo teórico no necesita más que ser desarrollado. El resultado será
-
2.1.
El concepto de renta absoluta, base de la teoría de la renta del suelo en Marx
En un manuscrito de 1862 Marx resume así médula de las distintas teorias de la Las teorias contemporáneas de Marx han roto con la concepción de los fisiócratas, según los cuales la renta es la única for ma de plusvalor y tiene por origen la productividad propia de la naturaleza. Habiéndose impuesto la teoría clásica del valor, al menos provisionalmente, las teorías rivales son tres: descubrimiento como una de Marx con respecto a Ricardo. como una segunda comparable al descubrimiento en 1945 de los conceptos fundamentales del materia lismo histórico (Godelier. 1970, pp. 26-28). Marx, 1974, vol. pp.
teoría de la renta absoluta en Marx
éstos el efecto, y ello de tal manera es referida a su producto como a lo segregado y producido
-
-
Eliminados estos «puntos de vista», queda una cuarta teorí la de la renta absoluta. Esta concepción admite, coincidiendo con la teoría del monopol que la propiedad territorial de por sí guarda cierta relación con renta; admite, coincidiendo con Ricardo, la renta diferencial y a finalmente, que la renta absoluta no quebranta para nada la le del valor Marx omite en esta en umeración la economía vulgar, que supon una regresión teórica importante a una concepción preclásic de la renta como ingreso de un factor de producción, producto propio de la tierra. En efecto, en lo esencial, la crítica de Marx se desarrolla en frentes: economía vulgar y economía clásica en su expresión más acabada, la economía ricardiana. economía vulgar abandona la teoría del valor trabajo para sustituirla por de los factores de producción la trinitaria»: Capital-ganancia (ganancia empresaria más interés) , suelo-renta de la tierra, trabajo-salario: ésta es la fórmula trinitari a que comprende todos los misterios del proceso social de producción En la fórmula capital-interés, tierra-renta del suelo, trabajo-salario, capital, tierra y trabajo Aparecen respectivamente como fuentes de interés (en vez de ganancia), y renta de la tierra y salario como sus productos, sus frutos; aquéllos son el motivo, éstos consecuencia; aquéllos la Teoría desarrollada por Buchanan en marginales a su edición de las obras de A. Smith (1814). ES, claro está, la teoría de Ricardo (Principios de economía política y 1817). Teoría desarroll ada por Carey, economista vulgar americano (The the present, the 1848). Mam, 1974, vol. 1, p. 428. J. B. Say (Tratad o de economía polí tica, 1803) es para Marx l a figura
teoría de los factores de producción no hace más que siste las representaciones espontáneas de los agentes de la ión: es una ideología . El abandono del concepto de o r y su sustitución por los de precio de mercado y coste de pone de manifiesto perfectamente el deslizamiento e la teoría al nivel de la «conciencia del capitalista vulgar» identificación del valor con el valor de desemboca en un teórico El fundamento de esta ideología es doble. Expresa la repretación espontánea, acrítica, de los fenómenos tal como se "
1981, vol. 8, p p. 1037 y 1039-40. hecho, la economía vulgar no hace otra cosa que interpretar, zar y apologizar doctrinariamente las ideas de los agentes de ducción burguesa, prisioneros de las relaciones burguesas de proón. No nos puede maravillar, por ende, que precisamente en la manifestación de las relaciones económicas, donde consumadas y toda prima facie son contradicciones absurdas ciencia sería superflua si la form a de manifestación y la esencia de las cosas coincidiesen directamente , que precisamente aquí, decíamos, la economía vulgar se sienta perfectamente a sus anchas y que esas se le aparezcan como tanto más evidentes cuanto más escondida esté en ellas la conexión interna, pero más correspondan a la ordi nari a)) (Marx, 1981, vol. 8, p. 1041). También se comprende por qué los mismos economistas que se revuelven contra la determinación del valor de las mercancías por el de trabajo, por la cantidad de trabajo contenido en ellas, siempre de los precios de producción como de centros en tor no a los cuales oscilan los precios de mercado. Pueden permitírselo porque el pre cio de producción es una forma ya totalmente enajenada y prima facie no conceptual del valor mercantil, una forma tal como aparece en la competencia, es decir en la conciencia del capitalista vulgar y que por consiguiente existe en la de los economistas vulgares)) (Marx, 1976, vol. 6, p. 250). la expresión valor del trabajo, el concepto de valor no sólo se ha borrado por completo, sino que se ha transformado en su contrario. Es una expresión imaginaria, como, por ejemplo, valor de la Estas expresiones imaginarias, no obstante, surgen de las relaciones mismas de producción. Son categorías para las formas en que se relaciones esenciales. El hecho de que en su las cosas a menudo se presentan invertidas, es bastante conocido en todas las ci encias, salvo en la economía po lítica)) (Marx, 1975, vol. 2, pp. 653-54. El subrayad o es del auto r). presuntas fuentes de la riqueza anualmente disponible [la tierra, el capital, el trabaj o, C.T.] pertenecen a esferas tot almente d ispares y no presenta n la más mínima analogía entr e sí. Recíprocamente guardan entr e que existe entre los aranceles nota -
-
-
teoría de la renta absoluta en Marx
Christian
La renta proviene del precio de monopolio de los product agrícolas, siempre vendidos por encima de su valor La renta proviene de la desigualdad entre los valores ind duales de los productos agrícolas, mientras que su precio rriente está fijado por el valor en el terreno menos productiv No hay más que renta diferencial La renta no es más que el interés del capital incorporado suelo
-
éstos el efecto, y ello de tal manera es referida a su producto como a lo segregado y producido
-
-
Eliminados estos «puntos de vista», queda una cuarta teorí la de la renta absoluta. Esta concepción admite, coincidiendo con la teoría del monopol que la propiedad territorial de por sí guarda cierta relación con renta; admite, coincidiendo con Ricardo, la renta diferencial y a finalmente, que la renta absoluta no quebranta para nada la le del valor Marx omite en esta en umeración la economía vulgar, que supon una regresión teórica importante a una concepción preclásic de la renta como ingreso de un factor de producción, producto propio de la tierra. En efecto, en lo esencial, la crítica de Marx se desarrolla en frentes: economía vulgar y economía clásica en su expresión más acabada, la economía ricardiana. economía vulgar abandona la teoría del valor trabajo para sustituirla por de los factores de producción la trinitaria»: Capital-ganancia (ganancia empresaria más interés) , suelo-renta de la tierra, trabajo-salario: ésta es la fórmula trinitari a que comprende todos los misterios del proceso social de producción En la fórmula capital-interés, tierra-renta del suelo, trabajo-salario, capital, tierra y trabajo Aparecen respectivamente como fuentes de interés (en vez de ganancia), y renta de la tierra y salario como sus productos, sus frutos; aquéllos son el motivo, éstos consecuencia; aquéllos la Teoría desarrollada por Buchanan en marginales a su edición de las obras de A. Smith (1814). ES, claro está, la teoría de Ricardo (Principios de economía política y 1817). Teoría desarroll ada por Carey, economista vulgar americano (The the present, the 1848). Mam, 1974, vol. 1, p. 428. J. B. Say (Tratad o de economía polí tica, 1803) es para Marx l a figura de esta regresión teórica.
teoría de los factores de producción no hace más que siste las representaciones espontáneas de los agentes de la ión: es una ideología . El abandono del concepto de o r y su sustitución por los de precio de mercado y coste de pone de manifiesto perfectamente el deslizamiento e la teoría al nivel de la «conciencia del capitalista vulgar» identificación del valor con el valor de desemboca en un teórico El fundamento de esta ideología es doble. Expresa la repretación espontánea, acrítica, de los fenómenos tal como se "
1981, vol. 8, p p. 1037 y 1039-40. hecho, la economía vulgar no hace otra cosa que interpretar, zar y apologizar doctrinariamente las ideas de los agentes de ducción burguesa, prisioneros de las relaciones burguesas de proón. No nos puede maravillar, por ende, que precisamente en la manifestación de las relaciones económicas, donde consumadas y toda prima facie son contradicciones absurdas ciencia sería superflua si la form a de manifestación y la esencia de las cosas coincidiesen directamente , que precisamente aquí, decíamos, la economía vulgar se sienta perfectamente a sus anchas y que esas se le aparezcan como tanto más evidentes cuanto más escondida esté en ellas la conexión interna, pero más correspondan a la ordi nari a)) (Marx, 1981, vol. 8, p. 1041). También se comprende por qué los mismos economistas que se revuelven contra la determinación del valor de las mercancías por el de trabajo, por la cantidad de trabajo contenido en ellas, siempre de los precios de producción como de centros en tor no a los cuales oscilan los precios de mercado. Pueden permitírselo porque el pre cio de producción es una forma ya totalmente enajenada y prima facie no conceptual del valor mercantil, una forma tal como aparece en la competencia, es decir en la conciencia del capitalista vulgar y que por consiguiente existe en la de los economistas vulgares)) (Marx, 1976, vol. 6, p. 250). la expresión valor del trabajo, el concepto de valor no sólo se ha borrado por completo, sino que se ha transformado en su contrario. Es una expresión imaginaria, como, por ejemplo, valor de la Estas expresiones imaginarias, no obstante, surgen de las relaciones mismas de producción. Son categorías para las formas en que se relaciones esenciales. El hecho de que en su las cosas a menudo se presentan invertidas, es bastante conocido en todas las ci encias, salvo en la economía po lítica)) (Marx, 1975, vol. 2, pp. 653-54. El subrayad o es del auto r). presuntas fuentes de la riqueza anualmente disponible [la tierra, el capital, el trabaj o, C.T.] pertenecen a esferas tot almente d ispares y no presenta n la más mínima analogía entr e sí. Recíprocamente guardan entr e que existe entre los aranceles nota riales, las remolachas y la 1981, vol. 8, p. 1037).
-
-
Sobre
presentan a los agentes del modo de producción. Pero al mis tiempo, este abandono del spunto de vista científico supone u regresión con respecto a lo clásicos. Mientras que pone al descubierto la «fisiología del sistema burgués» la economía política vulgar «sustituye.. . una categoría económica por u frase propia de sicofantes. Eso es todo» En efecto, subraya Marx, entre el comienzo y la se mitad del siglo las contradicciones de clase se desp la burguesía deja de ser una clase revolucionaria. La contra ción da paso a la contradicción p cipal del nuevo modo de producción economía política se convierte en un de la poli contra la clase obrera y sella la santa alianza entre la burgu capitalista y los propietarios del suelo. De aquí el abandono de Ricardo y la rehabilitación de renta del suelo, bajo dos formas esenciales: La teoría de los factores de producción en la que la simplemente es el producto propio de la tierra. E n cierta f se trata de una vuelta superado por A. Smith y los clásicos. Si la cienc tiene una historia, la ideología no la tiene. La teoría de la renta -interés de la tierra -capital desarrolla por un oscuro apologista de los granjeros americanos, Carey
-
-
La polémica desarrollada por Marx con estos temas es naturaleza distinta a la batalla sostenida contra Ricardo. La e vulgar es una ideología, es una regresión al nivel preci «Hasta que, por fin, llega Ricardo y pone coto a la ciencia. El el punto de partida de la fisiología del sistema burgués, punto de que hay que arrancar para entender su organismo interno y proceso de vida, es la determinación del valor por el tiempo d e tr Y en íntima relación con este primer méri to de Ricardo. debe jo señalar otr o: el de poner de manifiesto el antagonismo económico e entre las diversas clases Por eso precisamente es por lo Carey lo denuncia como el padre del comunismo» (Marx, 1974, vol. 1, ginas 228-29). Marx, 1975, vol. 2, p. «Algunos escritores, tierra contra los ataques aspiración de convertir al de «armoní as» en lugar d tratado de presentar a la cífica de la propiedad de esta manera se extinguiría listas» (Marx, 1981, vol. 8, p
teoría de
renta
75
en
tífico de las apariencias. No discute sus tesis, pues éstas están fuera del campo del discurso teórico. La economía ricardiana es una ciencia cuyos límites de desarrollo vienen marcados por punto de vista que la ha hecho posible, el de la burguesía revolucionaria: la crítica será llevada a cabo por Marx con el fin de sacar a la luz la contradicción interna entre el núcleo racional de la teoría y las limitaciones ideológicas que se oponen a su desarrollo hasta sus últimas consecuencias. La teoría ricardiana de la renta del suelo, al considerar única mente la existencia de la renta diferencial, es puesta en entre dicho por una evidencia empírica: hay una renta en peor de los terre nos» y la hay ta mbién en el suelo «cultiva do de forma primitiva», al menos desde que exis te la propiedad del suelo. Este es un hecho que se contradice con la teoría y en este caso, teóricos siempre se equivocan» Esta contradicción empírica tiene su fundamento en la teoría ricardiana del valor. Ricardo prescinde del prob lema de la renta abso luta , que niega en razón a su teoría, porque parte del supuesto falso de que, si el valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo, los precios de producción de las mercancías tienen que ser necesariamente igua Si les a sus valores valores de las mercancías fuesen idénticos a sus precios de producción, la renta absoluta del suelo sería im posible de las mercancías está En efecto si el valor o pre cio natural determinado por la cantidad de trabajo necesario para su pro ducción, esta regla no puede tene r excepciones desde el momento en que la mercancía es reproducible. Como, para Ricardo, el valor se reparte entre salario, reposición de máquinas y mate rias consumidas, y ganancia, no es posible que pueda además contener una renta, salvo la renta diferencial. Es la identificación errónea del valor con el precio de producción la que determina que la existencia de la renta absoluta entre en contradicción con la teoría del valor.
-
-
general los esta dista s y los hombres prácticos afirma n desde hace treinta y cinco años la existencia de la renta absoluta del suelo, mientras que los teóricos (influidos por Ricardo) inten tan, por medio de abstracciones muy forzadas y teóricamente débiles, demostrar su imposi bilidad. Hasta el momento, he encontrado de manera constante que en esas polémicas los teóricos siempre se equivocan» (carta de Marx a Engels, 9 de agosto de 1862, Marx-Engels, 1845-95, p. 126). Marx, 1974, vol. 1, p. 411. El subrayado es del autor.
Sobre
presentan a los agentes del modo de producción. Pero al mis tiempo, este abandono del spunto de vista científico supone u regresión con respecto a lo clásicos. Mientras que pone al descubierto la «fisiología del sistema burgués» la economía política vulgar «sustituye.. . una categoría económica por u frase propia de sicofantes. Eso es todo» En efecto, subraya Marx, entre el comienzo y la se mitad del siglo las contradicciones de clase se desp la burguesía deja de ser una clase revolucionaria. La contra ción da paso a la contradicción p cipal del nuevo modo de producción economía política se convierte en un de la poli contra la clase obrera y sella la santa alianza entre la burgu capitalista y los propietarios del suelo. De aquí el abandono de Ricardo y la rehabilitación de renta del suelo, bajo dos formas esenciales: La teoría de los factores de producción en la que la simplemente es el producto propio de la tierra. E n cierta f se trata de una vuelta superado por A. Smith y los clásicos. Si la cienc tiene una historia, la ideología no la tiene. La teoría de la renta -interés de la tierra -capital desarrolla por un oscuro apologista de los granjeros americanos, Carey
-
-
La polémica desarrollada por Marx con estos temas es naturaleza distinta a la batalla sostenida contra Ricardo. La e vulgar es una ideología, es una regresión al nivel preci «Hasta que, por fin, llega Ricardo y pone coto a la ciencia. El el punto de partida de la fisiología del sistema burgués, punto de que hay que arrancar para entender su organismo interno y proceso de vida, es la determinación del valor por el tiempo d e tr Y en íntima relación con este primer méri to de Ricardo. debe jo señalar otr o: el de poner de manifiesto el antagonismo económico e entre las diversas clases Por eso precisamente es por lo Carey lo denuncia como el padre del comunismo» (Marx, 1974, vol. 1, ginas 228-29). Marx, 1975, vol. 2, p. «Algunos escritores, tierra contra los ataques aspiración de convertir al de «armoní as» en lugar d tratado de presentar a la cífica de la propiedad de esta manera se extinguiría listas» (Marx, 1981, vol. 8, p
teoría de
2.2.
El concepto de renta absoluta, ámbito del descubrimient de los precios de producción
Entre los años 1858-1862 se elaboraron los conceptos tales de la economía política de Marx. No descubrien que los clásicos no ha bían «visto», sino haciendo aquellas pr guntas no enunciadas a las que los clásicos, sin darse cuent habían dado una respuesta, fijándose en sus «errores» Así se produce, en 1858, la ruptura fundamental, a través de concepto de «valor de la fuerza de trabajo» que sustituye a la noción ricardiana de del trabajo» Los clásicos descubrieron que los precios de mercado están regulados por un precio medio, o precio natural, expresión e dinero del valor de las mercancías, es decir, del tiempo necesario para producirlas. Determinaron de la misma forma el «precio del trabajo)), sin caer en la cuenta de que esto suponía una contradicción insoluble M: el valor del es el tiempo de trabajo necesario para producir no el «trabajo» que no tiene sentido , sino la «fuerza de trabajo». Marx pone de fiesto el equívoco:
-
Nunca descubrieron que el curso del análisis no sólo había llevado de los precios del trabajo en el mercado a su valor, sino que había llevado a resolver este valor del trabajo mismo en el valor de fu er za de
Este pu nto ha sido precisado por P. P. Rey; aquí no hago más que desarr ollar su argumentación (cf. Rey, 1973, pp. 39-42). Althusser analiza de ese modo la lectura que hace de los clá sicos (cf. Alt husser , 1966, pp. 17 -31). «Encuentro, por lo demás, bonitos problemas. Por ejemplo, he des echado toda la teoría de la ganancia tal y como existía hasta el presenten (carta de Marx a Engels, 14 de enero de 1858, Marx -Engels, p. 83). Engels, en el prefacio de la edición de 1891 de algunos artículos publicados por en 1849 y agrupados bajo el título Trabajo asalariado y capital, confir ma ese punto : so lamente en esos escritos publicado s a part ir de 1859 supera la noción ric ardian a de «valor del traba jo) ) (Engels, 1891). «El último brote de la economía política clásica, la escuela de Ri cardo, fracasó en gran parte por la imposibilidad de resolver esta dicci ón» (Eng els, 1891, p. 15). Marx, 1975, vol. 2, p. 655.
75
en
tífico de las apariencias. No discute sus tesis, pues éstas están fuera del campo del discurso teórico. La economía ricardiana es una ciencia cuyos límites de desarrollo vienen marcados por punto de vista que la ha hecho posible, el de la burguesía revolucionaria: la crítica será llevada a cabo por Marx con el fin de sacar a la luz la contradicción interna entre el núcleo racional de la teoría y las limitaciones ideológicas que se oponen a su desarrollo hasta sus últimas consecuencias. La teoría ricardiana de la renta del suelo, al considerar única mente la existencia de la renta diferencial, es puesta en entre dicho por una evidencia empírica: hay una renta en peor de los terre nos» y la hay ta mbién en el suelo «cultiva do de forma primitiva», al menos desde que exis te la propiedad del suelo. Este es un hecho que se contradice con la teoría y en este caso, teóricos siempre se equivocan» Esta contradicción empírica tiene su fundamento en la teoría ricardiana del valor. Ricardo prescinde del prob lema de la renta abso luta , que niega en razón a su teoría, porque parte del supuesto falso de que, si el valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo, los precios de producción de las mercancías tienen que ser necesariamente igua Si les a sus valores valores de las mercancías fuesen idénticos a sus precios de producción, la renta absoluta del suelo sería im posible de las mercancías está En efecto si el valor o pre cio natural determinado por la cantidad de trabajo necesario para su pro ducción, esta regla no puede tene r excepciones desde el momento en que la mercancía es reproducible. Como, para Ricardo, el valor se reparte entre salario, reposición de máquinas y mate rias consumidas, y ganancia, no es posible que pueda además contener una renta, salvo la renta diferencial. Es la identificación errónea del valor con el precio de producción la que determina que la existencia de la renta absoluta entre en contradicción con la teoría del valor.
-
-
general los esta dista s y los hombres prácticos afirma n desde hace treinta y cinco años la existencia de la renta absoluta del suelo, mientras que los teóricos (influidos por Ricardo) inten tan, por medio de abstracciones muy forzadas y teóricamente débiles, demostrar su imposi bilidad. Hasta el momento, he encontrado de manera constante que en esas polémicas los teóricos siempre se equivocan» (carta de Marx a Engels, 9 de agosto de 1862, Marx-Engels, 1845-95, p. 126). Marx, 1974, vol. 1, p. 411. El subrayado es del autor.
Christian
el concepto de renta absoluta es para Marx el punto ruptura fundamental con la teoría ricardiana del valor.
renta
teoría de la renta absoluta en Marx
to, si el salario está regulado por el valor de la fuerza de es decir, el valor de las mercancías necesarias para su cción, no es el equivalente al trabajo realizado. El valor por el obrero depende de la duración, la intensidad y la plejidad del trabajo realizado; su salario no depende más del valor de su fuerza de trabajo. El trabajo realizado se ompone, pues, en traba jo necesario (p ara la reproducción del ajador) y plustrabajo (impago). Este es el concepto de ,
Desde entonces el plusvalor puede distinguirse de sus formas ternas: ganancia, interés, renta; al mismo tiempo se pone de un segundo «err or» de la teoría ricardiana. Ricardo efine correctamente el valor, pero cree hablar de valor cuando habla más que de su forma transf ormada por la competencia, de producción». Marx construye este concepto en 1862 a través de la crítica de la teoría r icardiana de la renta y la ración del concepto de absolutas La existencia de la renta absoluta que es un la ley del valor? Sí, si, para Ricardo, las eías que le sirven de soporte el son vendidas a su valor. No , si son vendidas a su precio de producción, es decir, al coste producción más la ganancia media, y si este precio de pro ducción es inferi or a su valor. Ricardo «percibe» que el precio natura l es un precio de producción: esto lo perciben también todos los capitalistas por su propia experiencia en estos fenóme -
-
-
«Ent re paréntesis: al fin veo claro en la enojosa de la renta del suelo Hace mucho tiempo que tenía negros presentimientos en cuanto a la exactitud de la teoría de Ricardo y por fin he descubierto la superchería» (carta de Marx a Engels, 18 de junio de 1862, Marx -Engels, p. 119). Poco tiempo después, Marx somete a la consideración de Engels la primera muestra de la teoría de los precios de producción y de la renta absoluta (carta del 2 de agosto de 1862, pp. 120 -5) afirmando: único hecho que debo demostrar teóricamente es la posib ilid ad de la renta absoluta sin que sea violada la ley del valor. Ese es el punto central (carta de en torno al cual se libra la batalla teórica desde los Marx a Engels, 9 de agosto de 1862). Los manuscritos de 1862, publicados después de la muerte de Marx con el título de Teorías de la incluirán una presentación de la teoría de la renta y de los precios de producción en el orden de descubrimiento, que dará lugar, en los critos de 1865-67 editados por Engels como libro tercero de capital, al orden de exposición sistemática. lo que sí se trata es de si la renta que abona el suelo peor ingresa en el precio de su producto que, conforme al supuesto, regula el precio general de de la misma manera que ingresa un puesto en el precio de la mercancía a la cual grava, es decir, como un elemento independiente de su valor» (Marx, 1981, vol. 8, p. 963).
-
Christian
teoría de la renta absoluta en Marx
el concepto de renta absoluta es para Marx el punto ruptura fundamental con la teoría ricardiana del valor.
2.2.
to, si el salario está regulado por el valor de la fuerza de es decir, el valor de las mercancías necesarias para su cción, no es el equivalente al trabajo realizado. El valor por el obrero depende de la duración, la intensidad y la plejidad del trabajo realizado; su salario no depende más del valor de su fuerza de trabajo. El trabajo realizado se ompone, pues, en traba jo necesario (p ara la reproducción del ajador) y plustrabajo (impago). Este es el concepto de ,
El concepto de renta absoluta, ámbito del descubrimient de los precios de producción
Entre los años 1858-1862 se elaboraron los conceptos tales de la economía política de Marx. No descubrien que los clásicos no ha bían «visto», sino haciendo aquellas pr guntas no enunciadas a las que los clásicos, sin darse cuent habían dado una respuesta, fijándose en sus «errores» Así se produce, en 1858, la ruptura fundamental, a través de concepto de «valor de la fuerza de trabajo» que sustituye a la noción ricardiana de del trabajo» Los clásicos descubrieron que los precios de mercado están regulados por un precio medio, o precio natural, expresión e dinero del valor de las mercancías, es decir, del tiempo necesario para producirlas. Determinaron de la misma forma el «precio del trabajo)), sin caer en la cuenta de que esto suponía una contradicción insoluble M: el valor del es el tiempo de trabajo necesario para producir no el «trabajo» que no tiene sentido , sino la «fuerza de trabajo». Marx pone de fiesto el equívoco:
-
Nunca descubrieron que el curso del análisis no sólo había llevado de los precios del trabajo en el mercado a su valor, sino que había llevado a resolver este valor del trabajo mismo en el valor de fu er za de
Este pu nto ha sido precisado por P. P. Rey; aquí no hago más que desarr ollar su argumentación (cf. Rey, 1973, pp. 39-42). Althusser analiza de ese modo la lectura que hace de los clá sicos (cf. Alt husser , 1966, pp. 17 -31). «Encuentro, por lo demás, bonitos problemas. Por ejemplo, he des echado toda la teoría de la ganancia tal y como existía hasta el presenten (carta de Marx a Engels, 14 de enero de 1858, Marx -Engels, p. 83). Engels, en el prefacio de la edición de 1891 de algunos artículos publicados por en 1849 y agrupados bajo el título Trabajo asalariado y capital, confir ma ese punto : so lamente en esos escritos publicado s a part ir de 1859 supera la noción ric ardian a de «valor del traba jo) ) (Engels, 1891). «El último brote de la economía política clásica, la escuela de Ri cardo, fracasó en gran parte por la imposibilidad de resolver esta dicci ón» (Eng els, 1891, p. 15). Marx, 1975, vol. 2, p. 655.
Desde entonces el plusvalor puede distinguirse de sus formas ternas: ganancia, interés, renta; al mismo tiempo se pone de un segundo «err or» de la teoría ricardiana. Ricardo efine correctamente el valor, pero cree hablar de valor cuando habla más que de su forma transf ormada por la competencia, de producción». Marx construye este concepto en 1862 a través de la crítica de la teoría r icardiana de la renta y la ración del concepto de absolutas La existencia de la renta absoluta que es un la ley del valor? Sí, si, para Ricardo, las eías que le sirven de soporte el son vendidas a su valor. No , si son vendidas a su precio de producción, es decir, al coste producción más la ganancia media, y si este precio de pro ducción es inferi or a su valor. Ricardo «percibe» que el precio natura l es un precio de producción: esto lo perciben también todos los capitalistas por su propia experiencia en estos fenóme -
-
-
«Ent re paréntesis: al fin veo claro en la enojosa de la renta del suelo Hace mucho tiempo que tenía negros presentimientos en cuanto a la exactitud de la teoría de Ricardo y por fin he descubierto la superchería» (carta de Marx a Engels, 18 de junio de 1862, Marx -Engels, p. 119). Poco tiempo después, Marx somete a la consideración de Engels la primera muestra de la teoría de los precios de producción y de la renta absoluta (carta del 2 de agosto de 1862, pp. 120 -5) afirmando: único hecho que debo demostrar teóricamente es la posib ilid ad de la renta absoluta sin que sea violada la ley del valor. Ese es el punto central (carta de en torno al cual se libra la batalla teórica desde los Marx a Engels, 9 de agosto de 1862). Los manuscritos de 1862, publicados después de la muerte de Marx con el título de Teorías de la incluirán una presentación de la teoría de la renta y de los precios de producción en el orden de descubrimiento, que dará lugar, en los critos de 1865-67 editados por Engels como libro tercero de capital, al orden de exposición sistemática. lo que sí se trata es de si la renta que abona el suelo peor ingresa en el precio de su producto que, conforme al supuesto, regula el precio general de de la misma manera que ingresa un puesto en el precio de la mercancía a la cual grava, es decir, como un elemento independiente de su valor» (Marx, 1981, vol. 8, p. 963).
-
Sobre la teoria de Ea renta absoluta en Marx
nos. Pero Ricardo también que el precio natural es un valor. aunque no pueda percibir que el valor y el precio de producción difieren. En efecto, para llegar a captar esta diferencia es necesario elaborar la teoria sobre la formación de la tasa general de ganan cia, que Ricardo acepta como un hecho no teorizado. Esto sólo es posible la base del concepto de plusvalor, que permite entender la diferencia entre la parte constante del capital y su parte variable, única que produce Ricardo, en efecto, percibe la diferenciación del capital en relación con su rotación conceptos de capital fijo y capital circulante y no en relación con la producción de valor. Enraizado en la teoria del plusvalor, el concepto de compo sición orgánica del capital permite superar la teoría clásica en estos puntos fundamentales
-
-
La diferenciación de la composición orgánica del capital según los sectores entraña la transformación del valor en precio de producción, del plusvalor en ganancia media, y fundamenta la no identidad entre unos y otros. La no identidad entre el valor y el precio de producción en la agricultura fundamenta la posibilidad de la renta absoluta, como resultado de la ley del valor, transformada a su vez por la nivelación de la ganancia y la existencia de la propiedad del suelo. El movimiento de la composición orgánica del capital a escala social fundamenta una ley de tendencia decreciente de la tasa general de ganancia interna al modo de producción capitalista, mientras que la ley ricardiana tenía por fundamento la exterio ridad de la propiedad del suelo al capital y la hipótesis arbitraria de los rendimientos decrecientes en la agricultura
-
no estudia en ningún sitio el plusvalor aparte de sus formas específicas, la ganancia, el interés y la renta del suelo Pero no se detiene a examina r nunca, ni siquiera las conoce, las diferencias relativas a la composición orgánica que se acusan dentro del proceso de producción propiamente dicho. De ahí su confusión del valor con el precio de pro ducción; de ahí también su equivocada teoría de la renta del suelo y sus leyes falsas en tor no a las causas del alza o la baja de la t asa de ganan cia, (Marx, 1974, vol. 1, p. 280. El subrayado es del autor). teoría de Ricardo se basa, pues, en dos prernisas falsas: en la falsa premisa d e que la existencia y el desarrollo de la ren ta del suelo determinan la fertilidad decreciente de la agricultura; en la falsa pre misa de que la tasa de ganancia es igual a la tasa del plusvalor relativo, por cuya razón sólo puede aumentar o disminuir en razón inversa a la disminución o al aumento del (Marx, 1974, vol. 1, p. 535).
-
79
Si Marx atribuye tal importancia al concepto de renta abso luta es porque está ligado al descubrimiento de la diferenciación el valor y los precios de producción, es decir a la total superación de la teoria clásica del valor, a la interpretación, bajo los conceptos esenciales de las relaciones de producción capita listas, de sus formas empíricas transformadas por la compe tencia.
LOS PROBLEMAS DE LA TEORIA DE LA RENTA ABSOLUTA
Una renta de monopolio que no lo es. Es ésta la paradoja de la renta absoluta . Al contrari o que la renta de monopolio en sentido estricto, es pro duci da como diferencia entre el plusvalor creado en un sector y la ganancia media atribuible a los capitales inver tidos en ese sector. No es una sustracción de valor producido en otra parte, aunque sea una sustracción del valor normalmente transferido por la nivelación. Pero al mismo tiempo. la fijación de esta diferencia entre valor y precio de producción como renta, la realización de la renta absoluta, parece depender únicamente de la cir cula ción : de las relaciones entre la oferta y la demanda del suelo y del producto. Esta realidad paradójica del fenómeno da lugar a dos tipos de objeciones a la teoria de la renta absoluta tal como Marx la desarrolló. La primera objeción parte de la siguiente pregunta: si la pro piedad del suelo puede impedir la nivelación de la ganancia y mantener el precio regulador al nivel del valor, qué no impone un alza de este precio por encima del valor? La renta absoluta sería así de hecho una renta de monopolio. Numerosos son los autores que llegan a esta conclusión. en particular entre los investigadores que elaboran actualmente la teoria de las ren tas del suelo «urbano»,y se enfren tan con fenómenos de monopolio en senti do estrict o. La objeción es importante: dado que el factor suelo es escaso, o que la propiedad lo vuelve escaso, la producción y la oferta son limitadas y el precio de equilibrio se vuelve independiente del valor. La segunda objeción, por el contrario, es intrínseca al con cepto de renta absoluta. Parte de otra pregunta: si la propiedad del suelo no es más que una relación jurídica sin contenido económico, qué la renta absoluta no tiende a cero? El suelo marginal no tendría precio de oferta, y un alza ínfima del precio regulador por del precio de producción debería bastar
Sobre la teoria de Ea renta absoluta en Marx
nos. Pero Ricardo también que el precio natural es un valor. aunque no pueda percibir que el valor y el precio de producción difieren. En efecto, para llegar a captar esta diferencia es necesario elaborar la teoria sobre la formación de la tasa general de ganan cia, que Ricardo acepta como un hecho no teorizado. Esto sólo es posible la base del concepto de plusvalor, que permite entender la diferencia entre la parte constante del capital y su parte variable, única que produce Ricardo, en efecto, percibe la diferenciación del capital en relación con su rotación conceptos de capital fijo y capital circulante y no en relación con la producción de valor. Enraizado en la teoria del plusvalor, el concepto de compo sición orgánica del capital permite superar la teoría clásica en estos puntos fundamentales
-
-
La diferenciación de la composición orgánica del capital según los sectores entraña la transformación del valor en precio de producción, del plusvalor en ganancia media, y fundamenta la no identidad entre unos y otros. La no identidad entre el valor y el precio de producción en la agricultura fundamenta la posibilidad de la renta absoluta, como resultado de la ley del valor, transformada a su vez por la nivelación de la ganancia y la existencia de la propiedad del suelo. El movimiento de la composición orgánica del capital a escala social fundamenta una ley de tendencia decreciente de la tasa general de ganancia interna al modo de producción capitalista, mientras que la ley ricardiana tenía por fundamento la exterio ridad de la propiedad del suelo al capital y la hipótesis arbitraria de los rendimientos decrecientes en la agricultura
-
no estudia en ningún sitio el plusvalor aparte de sus formas específicas, la ganancia, el interés y la renta del suelo Pero no se detiene a examina r nunca, ni siquiera las conoce, las diferencias relativas a la composición orgánica que se acusan dentro del proceso de producción propiamente dicho. De ahí su confusión del valor con el precio de pro ducción; de ahí también su equivocada teoría de la renta del suelo y sus leyes falsas en tor no a las causas del alza o la baja de la t asa de ganan cia, (Marx, 1974, vol. 1, p. 280. El subrayado es del autor). teoría de Ricardo se basa, pues, en dos prernisas falsas: en la falsa premisa d e que la existencia y el desarrollo de la ren ta del suelo determinan la fertilidad decreciente de la agricultura; en la falsa pre misa de que la tasa de ganancia es igual a la tasa del plusvalor relativo, por cuya razón sólo puede aumentar o disminuir en razón inversa a la disminución o al aumento del (Marx, 1974, vol. 1, p. 535).
-
80
Topalov
para colocar un obstáculo territorial económicamente inconsis tente. Esto no sucede: qué? En lo que viene a continuación intentaré sucesivamente de mostr ar que la renta absoluta no es una renta de monopolio (§ l ), para después analizar en qué consiste la «resistencia efectiva» de la propiedad del suelo al capital 2).
La re nt a ab so lu ta n o es u n a re nt a de mo no po li o 1.1. La propiedad capitalista del suelo no puede engendrar un precio de monopolio Como toda categoría económica marxista, el concepto de renta absoluta es el de una relación social. La renta absoluta es la propiedad capitalista del suelo, es decir, la propiedad del suelo dominada por un modo de producción e inte grada en él , en el que la relación social determinante es el capital. En ese modo de producción, la propiedad del suelo podrá, pues, modificar las condiciones de funcionamiento de la ley del valor, modificada a su vez por la nivelación de la ganancia; pero jamás podrá impedir a la ley del valor y al movimiento de la ganancia que regulen la producción y el intercambio. Me parece que allí se encuentra el fondo de la respuesta que da Marx a la pregunta que mismo hace:
-
-
Si la propiedad de la tierra confiere el poder de que el producto se venda por su valor, por en ci ma de su precio de producción, qué no confiere asimismo el poder de venderlo por en ci ma de su valor, a un precio de monopolio caprichoso? Examinemos más de cerca el argumento. En primer lugar, una afirmación de principio: el importe de la renta absoluta no tiene nada de arbitrario: La propiedad territorial presupone el monopolio de ciertas personas sobre determinadas porciones del planeta, sobre las cuales pueden disponer como esferas exclusivas de su arbitrio privado, con exclu sión de todos los demás. Supuesto lo anterior, se trata de desarrollar Mam, 1974, vol. 1, p. 494 (el subrayado es del autor). Pregunta formu lada así en El cap ita l: «De la renta del suelo peor deduce que el precio del producto agrícola es necesariamente un precio monopólico en el sentido corriente del término, o un precio en el cual la renta ingresa a la manera de un impuesto, sólo que es el terrateniente quien percibe ese impuesto en lugar de hacerlo el Estado?» (Mam, 1981, vol. 8, p. 963).
79
Si Marx atribuye tal importancia al concepto de renta abso luta es porque está ligado al descubrimiento de la diferenciación el valor y los precios de producción, es decir a la total superación de la teoria clásica del valor, a la interpretación, bajo los conceptos esenciales de las relaciones de producción capita listas, de sus formas empíricas transformadas por la compe tencia.
LOS PROBLEMAS DE LA TEORIA DE LA RENTA ABSOLUTA
Una renta de monopolio que no lo es. Es ésta la paradoja de la renta absoluta . Al contrari o que la renta de monopolio en sentido estricto, es pro duci da como diferencia entre el plusvalor creado en un sector y la ganancia media atribuible a los capitales inver tidos en ese sector. No es una sustracción de valor producido en otra parte, aunque sea una sustracción del valor normalmente transferido por la nivelación. Pero al mismo tiempo. la fijación de esta diferencia entre valor y precio de producción como renta, la realización de la renta absoluta, parece depender únicamente de la cir cula ción : de las relaciones entre la oferta y la demanda del suelo y del producto. Esta realidad paradójica del fenómeno da lugar a dos tipos de objeciones a la teoria de la renta absoluta tal como Marx la desarrolló. La primera objeción parte de la siguiente pregunta: si la pro piedad del suelo puede impedir la nivelación de la ganancia y mantener el precio regulador al nivel del valor, qué no impone un alza de este precio por encima del valor? La renta absoluta sería así de hecho una renta de monopolio. Numerosos son los autores que llegan a esta conclusión. en particular entre los investigadores que elaboran actualmente la teoria de las ren tas del suelo «urbano»,y se enfren tan con fenómenos de monopolio en senti do estrict o. La objeción es importante: dado que el factor suelo es escaso, o que la propiedad lo vuelve escaso, la producción y la oferta son limitadas y el precio de equilibrio se vuelve independiente del valor. La segunda objeción, por el contrario, es intrínseca al con cepto de renta absoluta. Parte de otra pregunta: si la propiedad del suelo no es más que una relación jurídica sin contenido económico, qué la renta absoluta no tiende a cero? El suelo marginal no tendría precio de oferta, y un alza ínfima del precio regulador por del precio de producción debería bastar
Sobre la teoría de la renta absoluta en
81
el valor económico, es decir la valorización de ese monopolio sobre base de la producción capitalista. Nada se resuelve con el poder jurídico de estas personas de hacer uso y abuso de porciones del planeta. El uso de estas porciones depende por entero de condiciones económicas, independientes de la voluntad de aquellas personas Estamos lejos de las afirmacion es hechas a menudo sobre la especulación, que suponen generalmente un precio mínimo arbi trario para que intervenga la oferta de suelos. Es la base de la producción capitalistas como se determinan tanto el límite inferior de la renta absoluta como su límite superior. El primero depende de las condiciones históricas concretas en las que com piten por el uso del suelo el capital y las otra s relaciones de producción que éste domina en una sociedad determinada; vol veremos sobre esto con más detalle. En cuanto al límite superior, depende exclusivamente de las condiciones de la producción en el sector que genera la renta absoluta. Tenemos que aclarar este punto ahora. son, entonces, las «condiciones económicas» que de terminan el límite superior de la renta absoluta? Es evidente que una de esas condiciones es la demanda; su ley de variación (en función del precio de ofe rta ) determina siempre la cantidad de producto que tiene socialmente un valor de uso y la que no lo tiene (que es invendible) para cada nivel del precio de oferta. Pero el papel de la demanda es muy dife rente según las condiciones de la producción. O bien el capital puede reproducir sin trabas la mercancía y las cantidades ofrecidas pueden aumentar en función del nivel de ganancia proporcionado por el precio de mercado, y en ese caso, que es la norma en el modo de producción capitalista, precio de mercado tenderá al precio de producción y las canti dades producidas a las cantidades demandadas a ese precio, O bien las circunstancias se oponen al aumento de la oferta cuando el precio de mercado es superior al precio de producción, y la mercancía no puede entonces ser reproducida, algunos agentes dominantes controlan la of ert a y la coacción estatal fi ja las cantidades. En ese caso, el precio de mercado ya no está regulado por el precio de producción ni , en consecuencia, por
-
-
1981, vol. 8, pp. 793-94 (el subrayado es mío, C.T.).Y también: «Pese a que la propiedad de la tierra pueda elevar el precio de los productos agrícolas por encima de su precio de producción, no depende de ella, sino de la situación general de mercado la medida en la que el precio de mercado se acerca, por encima del precio de producción, al valor» (Mam, 1981, vol. 8 p. 971).
80
Topalov
para colocar un obstáculo territorial económicamente inconsis tente. Esto no sucede: qué? En lo que viene a continuación intentaré sucesivamente de mostr ar que la renta absoluta no es una renta de monopolio (§ l ), para después analizar en qué consiste la «resistencia efectiva» de la propiedad del suelo al capital 2).
La re nt a ab so lu ta n o es u n a re nt a de mo no po li o 1.1. La propiedad capitalista del suelo no puede engendrar un precio de monopolio Como toda categoría económica marxista, el concepto de renta absoluta es el de una relación social. La renta absoluta es la propiedad capitalista del suelo, es decir, la propiedad del suelo dominada por un modo de producción e inte grada en él , en el que la relación social determinante es el capital. En ese modo de producción, la propiedad del suelo podrá, pues, modificar las condiciones de funcionamiento de la ley del valor, modificada a su vez por la nivelación de la ganancia; pero jamás podrá impedir a la ley del valor y al movimiento de la ganancia que regulen la producción y el intercambio. Me parece que allí se encuentra el fondo de la respuesta que da Marx a la pregunta que mismo hace:
-
-
Si la propiedad de la tierra confiere el poder de que el producto se venda por su valor, por en ci ma de su precio de producción, qué no confiere asimismo el poder de venderlo por en ci ma de su valor, a un precio de monopolio caprichoso? Examinemos más de cerca el argumento. En primer lugar, una afirmación de principio: el importe de la renta absoluta no tiene nada de arbitrario: La propiedad territorial presupone el monopolio de ciertas personas sobre determinadas porciones del planeta, sobre las cuales pueden disponer como esferas exclusivas de su arbitrio privado, con exclu sión de todos los demás. Supuesto lo anterior, se trata de desarrollar Mam, 1974, vol. 1, p. 494 (el subrayado es del autor). Pregunta formu lada así en El cap ita l: «De la renta del suelo peor deduce que el precio del producto agrícola es necesariamente un precio monopólico en el sentido corriente del término, o un precio en el cual la renta ingresa a la manera de un impuesto, sólo que es el terrateniente quien percibe ese impuesto en lugar de hacerlo el Estado?» (Mam, 1981, vol. 8, p. 963).
Christian Topa2
el valor, sino solamente por la demanda. Es un precio de m nopolio. La pregunta toma entonces esta forma: la prop del suelo el poder de limi tar las cantidades producidas, es de limitar la cantidad d e capital invertido en los sectores que opone una barrera al libre movimiento del capital? La respuesta de Marx es negativa: es la acumulación capital y el movimiento demográfico que la acompaña la q determina el nivel de la producción agrícola, y no la propied del suelo.
-
-
La fase de desarrollo, alcanzada en cada caso, del incremento población y capital opone una barrera, aunque elástica, a la exp sión del cultivo del No habría limitación absoluta de la producción agrícola consiguiente déficit estructural en relación con la de sino a condición de que hubiera escasez absoluta de Esto ocurre cuando el capitalismo se desarrolla mercado mundial del trigo. Si esto es así, la propiedad del suelo puede contrarre la regulación de la producción y de los precios por la ley valor. Tan sólo se halla capacitada, en ciertas condiciones, p contrarrestar la formación de los precios de producción. La propiedad territorial sólo puede verse afectada y parali zada por su competencia en el sentido. la acción de los capitales que ésta modifique la determinación de los valores de las merca
-
-
Existe aquí, según parece, una paradoja: la propiedad territor es capaz de sustraer tierras al cultivo de limit ar la cantid de tierra explotada por el capital , pero no puede limitar cantidad de capital invertido, y, por tanto, la producción.
- -
competencia de las tierr Marx, 1981, vol. 8, p. 978. Y también: entre sí no depende de que el terrateniente quiera hacerlas competir, sino de que se obtenga capital como para competir en los campos nuev con los otros» (Mant, 1981, vol. 8, p. 980). En otras palabras, una pequeña isla en que no existiese comercio exterior de trigo» (Marx, 1974, vol. 1, p. 494). Esta imagen engañado a aquellos que, por principio, se limitan al análisis de la cir lación: que parece flotar en ese pasaje es que la competencia de productos de importación plantea un límite al alza de ese precio monopolio» (Emmanuel, 1969, p. 237). Veremos que se trata aquí de u lectura bastante limitada. 1974, vol. 1, p. 494 (el subrayado es mío, C.T.).
81
Sobre la teoría de la renta absoluta en
el valor económico, es decir la valorización de ese monopolio sobre base de la producción capitalista. Nada se resuelve con el poder jurídico de estas personas de hacer uso y abuso de porciones del planeta. El uso de estas porciones depende por entero de condiciones económicas, independientes de la voluntad de aquellas personas Estamos lejos de las afirmacion es hechas a menudo sobre la especulación, que suponen generalmente un precio mínimo arbi trario para que intervenga la oferta de suelos. Es la base de la producción capitalistas como se determinan tanto el límite inferior de la renta absoluta como su límite superior. El primero depende de las condiciones históricas concretas en las que com piten por el uso del suelo el capital y las otra s relaciones de producción que éste domina en una sociedad determinada; vol veremos sobre esto con más detalle. En cuanto al límite superior, depende exclusivamente de las condiciones de la producción en el sector que genera la renta absoluta. Tenemos que aclarar este punto ahora. son, entonces, las «condiciones económicas» que de terminan el límite superior de la renta absoluta? Es evidente que una de esas condiciones es la demanda; su ley de variación (en función del precio de ofe rta ) determina siempre la cantidad de producto que tiene socialmente un valor de uso y la que no lo tiene (que es invendible) para cada nivel del precio de oferta. Pero el papel de la demanda es muy dife rente según las condiciones de la producción. O bien el capital puede reproducir sin trabas la mercancía y las cantidades ofrecidas pueden aumentar en función del nivel de ganancia proporcionado por el precio de mercado, y en ese caso, que es la norma en el modo de producción capitalista, precio de mercado tenderá al precio de producción y las canti dades producidas a las cantidades demandadas a ese precio, O bien las circunstancias se oponen al aumento de la oferta cuando el precio de mercado es superior al precio de producción, y la mercancía no puede entonces ser reproducida, algunos agentes dominantes controlan la of ert a y la coacción estatal fi ja las cantidades. En ese caso, el precio de mercado ya no está regulado por el precio de producción ni , en consecuencia, por
-
-
1981, vol. 8, pp. 793-94 (el subrayado es mío, C.T.).Y también: «Pese a que la propiedad de la tierra pueda elevar el precio de los productos agrícolas por encima de su precio de producción, no depende de ella, sino de la situación general de mercado la medida en la que el precio de mercado se acerca, por encima del precio de producción, al valor» (Mam, 1981, vol. 8, p. 971).
teoría de la renta absoluta
en
Marx justifica esta tesis únicamente mediante la observación Parece que las razones que explican los límites del der de los terratenientes son dos: la libre inversión en tierras arre ndadas y la importación de productos agrícolas. capital, organizador del proceso de trabajo y de producción
primer lugar, una vez que el arrendatario ha obtenido, mente el arrendamiento, el derecho a usar el suelo contra el ago de una renta determinada, para la propiedad territorial piedad de la t ierra sólo obra en forma absoluta, en cuanto ión, en la medida en que el acceso a la tierra en cuanto a un campo de inversión del capital condiciona el tributo ateniente. Una vez que se ha producido ese acceso, éste ya no oponer barreras absolutas al volumen cuantitativo de la invere capital en una parcela de terreno dadas.
-
-
hecho, por lo demás, se encuentra en la base del desarrollo agricultura intensiva por medio de la cual el arrendatario, as al empleo de cantidades crecientes de capital unidad superficie y a la búsqueda de incrementos de productividad, tiene la formación de plusganancias que exceden el nivel de renta precedente Cuanto más alta sea la productividad física de los capitales dicionales libremente invertidos en las tierras en las que ya existe el obstáculo territorial (provisionalmente), más bajo rá el precio regulador, y más débil el límite superior de la nta absoluta: veremos más adelante por qué sólo puede ser queña la renta absoluta bajo condiciones normales» es el significado del h e c h o proporcionado por Marx mo «explic ación»? Ese significado debe encon trars e en las laciones de producción de la agricultura capitalista «clásica», uales, más allá de su especificidad, muestran el lugar de la iedad territorial en el modo de producción capitalista. urante el período de arrendamiento, escribe el arrenMarx, 1981, vol. 8, p. 955. Marx, 1981, vol. 8, p. 972. (El subrayado es mío, C.T.). El hecho de que, en la agricultura inglesa «clásica»,esas plusganansuplementarias fueran transferidas al propietario en forma de encial no cambia para nada la cuestión. Simplemente impone un o proceso de «intensificación capitalista» durante el siguiente período rrendamiento. Marx, 1981, vol. 8, p. 981.
Christian Topa2
el valor, sino solamente por la demanda. Es un precio de m nopolio. La pregunta toma entonces esta forma: la prop del suelo el poder de limi tar las cantidades producidas, es de limitar la cantidad d e capital invertido en los sectores que opone una barrera al libre movimiento del capital? La respuesta de Marx es negativa: es la acumulación capital y el movimiento demográfico que la acompaña la q determina el nivel de la producción agrícola, y no la propied del suelo.
-
-
La fase de desarrollo, alcanzada en cada caso, del incremento población y capital opone una barrera, aunque elástica, a la exp sión del cultivo del No habría limitación absoluta de la producción agrícola consiguiente déficit estructural en relación con la de sino a condición de que hubiera escasez absoluta de Esto ocurre cuando el capitalismo se desarrolla mercado mundial del trigo. Si esto es así, la propiedad del suelo puede contrarre la regulación de la producción y de los precios por la ley valor. Tan sólo se halla capacitada, en ciertas condiciones, p contrarrestar la formación de los precios de producción. La propiedad territorial sólo puede verse afectada y parali zada por su competencia en el sentido. la acción de los capitales que ésta modifique la determinación de los valores de las merca
-
-
Existe aquí, según parece, una paradoja: la propiedad territor es capaz de sustraer tierras al cultivo de limit ar la cantid de tierra explotada por el capital , pero no puede limitar cantidad de capital invertido, y, por tanto, la producción.
- -
competencia de las tierr Marx, 1981, vol. 8, p. 978. Y también: entre sí no depende de que el terrateniente quiera hacerlas competir, sino de que se obtenga capital como para competir en los campos nuev con los otros» (Mant, 1981, vol. 8, p. 980). En otras palabras, una pequeña isla en que no existiese comercio exterior de trigo» (Marx, 1974, vol. 1, p. 494). Esta imagen engañado a aquellos que, por principio, se limitan al análisis de la cir lación: que parece flotar en ese pasaje es que la competencia de productos de importación plantea un límite al alza de ese precio monopolio» (Emmanuel, 1969, p. 237). Veremos que se trata aquí de u lectura bastante limitada. 1974, vol. 1, p. 494 (el subrayado es mío, C.T.).
Topa datario «es de hecho el propietario de la Fór prendente, que señala la disociación realizada por el producción capitalista entre el derecho (jurídico) de y el poder (económico) de propiedad. El nuevo modo de producción ha transformado al pro tario del suelo en rentista, lo ha desposeído de su función a rior de organizador del proceso de producción. Desde ese es el arrendatario capitalista el que controla la utiliza real de los medios de producción, el proceso de trabajo; es ta bién el que organiza, durante el período de arrendamie la valorización de su capital, el proceso de producción. La propiedad del suelo no tiene más que un derecho: fi el importe de la renta. Las condiciones en las que ejerce derecho están a su vez determinadas por el proceso de pro ción capitalista: es éste el que genera la plusganancia (localiz o sectorial) transformable en renta. El capital fija los límites la renta del suelo. Pero, al percibir la renta en el interior de estos límites, propiedad del suelo ejer ce sin embargo un poder: en efecto, renta determina el mínimo de plusganancia que el capital es obligado a producir. De esta forma, orienta la producción: h que producir ciertos productos y proceder a un nivel mínim inversión. La renta del suelo remite al capital individual las r tricciones que resultan del movimiento del capital social. Per dicamente, en la agricultura capitalista «clásica», el capital forzado a compartir con la propiedad del suelo el organizar el proceso de producción; a partir de las condici creadas por ese reparto, recupera luego la totalidad Dado que la relación jurídica de propiedad confiere al pr tario una parte limitada del poder económico de otorga al mismo tiempo un derecho de apropiación de una ción del plusvalor social. Así, el poder de la propiedad del suelo que subsiste es d nado por el del capital. Es éste el que tiene la iniciativa en teria de producción: la propiedad del suelo sólo tiene, en periódica, un derecho de veto. Y si el capital está forz compartir su poder cuando se le enfrenta la barrera del ejerce por completo, una vez que eliminada. Es, pues, en la estr uctura misma de las relaciones de pro ción donde reside el fundamento de la incapacidad de la Mam, 1974, vol. 1,
495.
teoría de la renta absoluta
en
Marx justifica esta tesis únicamente mediante la observación Parece que las razones que explican los límites del der de los terratenientes son dos: la libre inversión en tierras arre ndadas y la importación de productos agrícolas. capital, organizador del proceso de trabajo y de producción
primer lugar, una vez que el arrendatario ha obtenido, mente el arrendamiento, el derecho a usar el suelo contra el ago de una renta determinada, para la propiedad territorial piedad de la t ierra sólo obra en forma absoluta, en cuanto ión, en la medida en que el acceso a la tierra en cuanto a un campo de inversión del capital condiciona el tributo ateniente. Una vez que se ha producido ese acceso, éste ya no oponer barreras absolutas al volumen cuantitativo de la invere capital en una parcela de terreno dadas.
-
-
hecho, por lo demás, se encuentra en la base del desarrollo agricultura intensiva por medio de la cual el arrendatario, as al empleo de cantidades crecientes de capital unidad superficie y a la búsqueda de incrementos de productividad, tiene la formación de plusganancias que exceden el nivel de renta precedente Cuanto más alta sea la productividad física de los capitales dicionales libremente invertidos en las tierras en las que ya existe el obstáculo territorial (provisionalmente), más bajo rá el precio regulador, y más débil el límite superior de la nta absoluta: veremos más adelante por qué sólo puede ser queña la renta absoluta bajo condiciones normales» es el significado del h e c h o proporcionado por Marx mo «explic ación»? Ese significado debe encon trars e en las laciones de producción de la agricultura capitalista «clásica», uales, más allá de su especificidad, muestran el lugar de la iedad territorial en el modo de producción capitalista. urante el período de arrendamiento, escribe el arrenMarx, 1981, vol. 8, p. 955. Marx, 1981, vol. 8, p. 972. (El subrayado es mío, C.T.). El hecho de que, en la agricultura inglesa «clásica»,esas plusganansuplementarias fueran transferidas al propietario en forma de encial no cambia para nada la cuestión. Simplemente impone un o proceso de «intensificación capitalista» durante el siguiente período rrendamiento. Marx, 1981, vol. 8, p. 981.
Sobre la
de
renta absoluta en Marx
piedad del suelo de limitar la acción del capital y las cantidades producidas, de imponer un precio de monopolio. expansión de la producción capitalista y la escasez imposible del suelo segundo factor que impide la formaci ón de precios de de los productos agrícolas es, nos dice la importación trigo extranjero. Acaba de señalarse que la escasez de suelo creada socialmente por la propiedad del mismo no puede crear una escasez de ctos. Pero la acción del capital para superar la barrera exige cierto desarrollo de la acumulación en la agricultura y ormaciones tecnológicas impor tante s. Esos procesos exigen iempo, tanto más cuanto que la renta limita la plusganancia, tor de esas transformaciones. El capital dispone de otra la expansión mundial de las evas relaciones de producción, la creación de un mercado de productos agrícolas. Puede tratarse de la creación de una agricultura capitalista los nuevos países. Puede tratarse también de una agricultura suelo y sin renta: agricultura campesina de os del Nuevo Mundo, transformación capitalista de los . En estos casos, pesará corpora la renta absoluta. suelo será superada; su asez física es impensable a escala mundial; su escasez social por la propiedad del suelo en relación con la capitalista superar que se le oponen, des De ese modo, la ido en un
no es un «factor de economía que incluya de monopolio. La de la expansión
pregunta fundamental so soluta, Marx sólo da tas descriptivas. Estas tan sólo esbozan la la propiedad jurídica del suelo no prec ios de mo no po li o por que ti en de a ser des po seí da pode r de pro pie da d. El capital, a quien corresponde ahora poder, puede siempre producir más, pues es el organizador proceso de producción. Su lugar en las relaciones de
Topa datario «es de hecho el propietario de la Fór prendente, que señala la disociación realizada por el producción capitalista entre el derecho (jurídico) de y el poder (económico) de propiedad. El nuevo modo de producción ha transformado al pro tario del suelo en rentista, lo ha desposeído de su función a rior de organizador del proceso de producción. Desde ese es el arrendatario capitalista el que controla la utiliza real de los medios de producción, el proceso de trabajo; es ta bién el que organiza, durante el período de arrendamie la valorización de su capital, el proceso de producción. La propiedad del suelo no tiene más que un derecho: fi el importe de la renta. Las condiciones en las que ejerce derecho están a su vez determinadas por el proceso de pro ción capitalista: es éste el que genera la plusganancia (localiz o sectorial) transformable en renta. El capital fija los límites la renta del suelo. Pero, al percibir la renta en el interior de estos límites, propiedad del suelo ejer ce sin embargo un poder: en efecto, renta determina el mínimo de plusganancia que el capital es obligado a producir. De esta forma, orienta la producción: h que producir ciertos productos y proceder a un nivel mínim inversión. La renta del suelo remite al capital individual las r tricciones que resultan del movimiento del capital social. Per dicamente, en la agricultura capitalista «clásica», el capital forzado a compartir con la propiedad del suelo el organizar el proceso de producción; a partir de las condici creadas por ese reparto, recupera luego la totalidad Dado que la relación jurídica de propiedad confiere al pr tario una parte limitada del poder económico de otorga al mismo tiempo un derecho de apropiación de una ción del plusvalor social. Así, el poder de la propiedad del suelo que subsiste es d nado por el del capital. Es éste el que tiene la iniciativa en teria de producción: la propiedad del suelo sólo tiene, en periódica, un derecho de veto. Y si el capital está forz compartir su poder cuando se le enfrenta la barrera del ejerce por completo, una vez que eliminada. Es, pues, en la estr uctura misma de las relaciones de pro ción donde reside el fundamento de la incapacidad de la Mam, 1974, vol. 1,
p.
495.
To p
ción le permite no solamente ajustar la acumulación y la ción a la demanda (lo que impide cualquier escasez duradera de la oferta de productos), sino también
de suelo) Esta dominación no utiliza los mismos medios en la agri
Sobre la
de
piedad del suelo de limitar la acción del capital y las cantidades producidas, de imponer un precio de monopolio. expansión de la producción capitalista y la escasez imposible del suelo segundo factor que impide la formaci ón de precios de de los productos agrícolas es, nos dice la importación trigo extranjero. Acaba de señalarse que la escasez de suelo creada socialmente por la propiedad del mismo no puede crear una escasez de ctos. Pero la acción del capital para superar la barrera exige cierto desarrollo de la acumulación en la agricultura y ormaciones tecnológicas impor tante s. Esos procesos exigen iempo, tanto más cuanto que la renta limita la plusganancia, tor de esas transformaciones. El capital dispone de otra la expansión mundial de las evas relaciones de producción, la creación de un mercado de productos agrícolas. Puede tratarse de la creación de una agricultura capitalista los nuevos países. Puede tratarse también de una agricultura suelo y sin renta: agricultura campesina de os del Nuevo Mundo, transformación capitalista de los . En estos casos, pesará corpora la renta absoluta. suelo será superada; su asez física es impensable a escala mundial; su escasez social por la propiedad del suelo en relación con la capitalista superar que se le oponen, des De ese modo, la ido en un
1.2.
La plusganancia sectorial constituye el límite superior de la renta absoluta
no es un «factor de economía que incluya de monopolio. La de la expansión
pregunta fundamental so soluta, Marx sólo da tas descriptivas. Estas tan sólo esbozan la la propiedad jurídica del suelo no prec ios de mo no po li o por que ti en de a ser des po seí da pode r de pro pie da d. El capital, a quien corresponde ahora poder, puede siempre producir más, pues es el organizador proceso de producción. Su lugar en las relaciones de
teoría d e la renta absoluta en y transferido al sector considerado por intermedio del de monopolio de sus productos. El estudio de las rentas del suelo urbano me ha llevado a la necesita una generalización del concepto de lisis de la formación de
,
producción. Pero independientemente de cuáles sean esos dios, y las contradicciones específicas que engendran, el ca tiene siempre la última palabra.
renta absoluta en Marx
pongo que se defina la renta absoluta como por pa rte de la propiedad del suelo, de la plu sg ana nc ia
plusganancia sectorial en las esferas que Por lo pronto, continuemos con Marx el análisis de la renta soluta agrícola, intentando responder a dos preguntas: determina la plusganancia sectorial en la agricultura, y cómo
Lo esencial de la tesis de Marx es entonces lo siguie limite superior de renta absoluta es la diferencia entre social y pr eci o d e pr od uc ci ón in di vi du al pedir la regulación de la producción y del interca valor.
manecerá
de su precio de producción. La renta absoluta está por una fracción del plusvalor producida en el sector
Quizá podemos comprender ahora mejor el pasaje en el que enumera los «limites económicos)) de la re nta absoluta ant es de ha preguntas sobre la naturaleza de esta última como transferencia del 1981, v del valor po r encima del precio de producción p. 963). La lista se presenta en el siguiente orden:
«La competencia de los terratenientes sí: fija el limite -de(proteccionismo). la renta absoluta, como veremos. -la demanda necesidades solvencia de los consumidores)): es evidente, solvente fija también los límites de la renta de mono y
1 menos productivo del sector. Salvo divergencias entre capitalistas individuales o diferenciación
ta r menos la ganancia media: puede tratarse, por de la inversión en un terreno marginal así como de la
y la centralización del capital crean una acumulación desigual,
To p
ción le permite no solamente ajustar la acumulación y la ción a la demanda (lo que impide cualquier escasez duradera de la oferta de productos), sino también
de suelo) Esta dominación no utiliza los mismos medios en la agri
teoría d e la renta absoluta en y transferido al sector considerado por intermedio del de monopolio de sus productos. El estudio de las rentas del suelo urbano me ha llevado a la necesita una generalización del concepto de lisis de la formación de
,
producción. Pero independientemente de cuáles sean esos dios, y las contradicciones específicas que engendran, el ca tiene siempre la última palabra.
1.2.
La plusganancia sectorial constituye el límite superior de la renta absoluta
pongo que se defina la renta absoluta como por pa rte de la propiedad del suelo, de la plu sg ana nc ia
plusganancia sectorial en las esferas que Por lo pronto, continuemos con Marx el análisis de la renta soluta agrícola, intentando responder a dos preguntas: determina la plusganancia sectorial en la agricultura, y cómo
Lo esencial de la tesis de Marx es entonces lo siguie limite superior de renta absoluta es la diferencia entre social y pr eci o d e pr od uc ci ón in di vi du al pedir la regulación de la producción y del interca valor.
manecerá
de su precio de producción. La renta absoluta está por una fracción del plusvalor producida en el sector
Quizá podemos comprender ahora mejor el pasaje en el que enumera los «limites económicos)) de la re nta absoluta ant es de ha preguntas sobre la naturaleza de esta última como transferencia del 1981, v del valor po r encima del precio de producción p. 963). La lista se presenta en el siguiente orden:
«La competencia de los terratenientes sí: fija el limite -de(proteccionismo). la renta absoluta, como veremos. -la demanda necesidades solvencia de los consumidores)): es evidente, solvente fija también los límites de la renta de mono y
1 menos productivo del sector. Salvo divergencias entre capitalistas individuales o diferenciación
ta r menos la ganancia media: puede tratarse, por de la inversión en un terreno marginal así como de la
y la centralización del capital crean una acumulación desigual,
la
95
94
Sobre
En el caso de la agricultura, sucede algo distinto. En efe los productos de este sector tienen un peso importante e consumo de los trabajadores y, en consecuencia, su valor co buye a determinar el costo de reproducción de la fuerza de bajo y, por tanto, el salario medio. Los cambios de produc dad en agricultura modifican, pues, la tasa de explotación tasa media de ganancia y, en forma indirecta, la tasa de r absoluta. Supongamos un desarrollo de la productividad del tra agrícola que provoca una baja del valor del trigo. Según se resultado de una elevación natural o social de la productivi irá acompañado directamente de una tasa de renta absoluta o en descenso. Pero en los dos casos, producirá dos de consecuencias indirectas. De una parte, si la baja del precio del trigo determina baja del salario, aumentará la tasa de explotación. Este a tendrá un efecto más sensible en la tasa interna de de la agricultura que en la tas a media de ganancia, pue posición orgánica en la agricultura es más baja. Esto ge un alza de la tasa de renta absoluta. De otr a part e, la baja del salario produce una elevación d composición orgánica del capital pues, si se mantiene invari la composición técnica, el valor del capital variable dismin esta vez, el efecto es más sensible en los sectores en que la posición orgánica es mayor. Sin embargo, en la agricultura, efecto es contrarrestado por el hecho de que el trigo, cuyo v desciende, también es un elemento del capital constante semillas). Si se ignora este último efecto, la baja del sal conduce entonces a una baja de la tasa de renta absoluta. El efecto de la evolución de la división del trabajo e agricultura sobre la tasa de renta absoluta no se puede ded por tanto, en forma abstracta. Depende de la estruct ura de las relaciones de producción en el conjunto de la e Independientemente de esas variantes, Marx estima, para circunstancias inglesas de su época, que la tasa de renta ti más bien a aumentar, pues el desarrollo de las fuerzas es incomparablemente más rápido en la industria la agricultura. Esto no determina necesariamente un aumento de la de renta absoluta sustraída al proceso de nivelación. La masa de renta, en efecto, no depende únicamente d tasa que refleja la estructura de los capitales sino tam
la masa de capitales invertidos en la agricultura y que, por producen renta absoluta. Ahora bien, ese volumen de capi tal agrícola, que, según se ha visto, no puede verse limitado por la propiedad del suelo, depende al mismo tiempo de la produc física media del capital y de las necesidades sociales de productos agrícolas susceptibles de ser satisfechas a los precios determinados por el valor de esos productos. En otras palabras, si se mantiene constante la tasa de renta, el movimiento del valor y el de la demanda determinarán la masa de renta absoluta. Supongamos una disminución del valor. Si la demanda es elástica con respecto a los precios, el incremento de las cant idades por producir puede requerir de un volumen constante, incluso creciente, de capitales, a pesar del aumento de su productividad media. Como resultado, la masa de renta abso luta se mantendrá constante o aumentará. Si, por el contrario, la demanda es inelástica, el volumen de capitales invertidos deberá disminuir por eliminación de los capitales subproducal nivel del nuevo valor regulador así como la masa de renta absoluta. Del mismo modo, un aumento autónomo de la demanda sin modificación del valor producirá una afluencia de capitales hacia la agricultura y un aumento de la masa de renta absoluta. Es, entonces, la estructura del capital agrícola - e n relación con la del capital industrial , de una parte, y el ritmo de su acumulación, de otra, lo que determina la plusganancia sectorial susceptible de ser transformada en renta absoluta. qué depende que esa ganancia sea transferida a la pro piedad del su elo? Depende de la ((resist encia efectiva» que oponga la propiedad al capital.
-
-
teoría de la renta absoluta
-
en
-
-
2.
La re nt a ab so lu ta e s el re su lt ad o d e la (( re si st en ci a que opone la propiedad del suelo
El límite superior de la plusganancia sectorial que puede ser en renta absoluta está, pues, fijado por el valor del producto. Pero, la renta absoluta efectivamente realizada a la totalidad de la diferencia entre el valor y el precio de producción, o solamente a una parte, y en este caso, de qué Para Marx, la pregunta reviste poco interés. Lo que le importa precisar es posibilidad de la renta absoluta sin que sea
la
95
94
Sobre
En el caso de la agricultura, sucede algo distinto. En efe los productos de este sector tienen un peso importante e consumo de los trabajadores y, en consecuencia, su valor co buye a determinar el costo de reproducción de la fuerza de bajo y, por tanto, el salario medio. Los cambios de produc dad en agricultura modifican, pues, la tasa de explotación tasa media de ganancia y, en forma indirecta, la tasa de r absoluta. Supongamos un desarrollo de la productividad del tra agrícola que provoca una baja del valor del trigo. Según se resultado de una elevación natural o social de la productivi irá acompañado directamente de una tasa de renta absoluta o en descenso. Pero en los dos casos, producirá dos de consecuencias indirectas. De una parte, si la baja del precio del trigo determina baja del salario, aumentará la tasa de explotación. Este a tendrá un efecto más sensible en la tasa interna de de la agricultura que en la tas a media de ganancia, pue posición orgánica en la agricultura es más baja. Esto ge un alza de la tasa de renta absoluta. De otr a part e, la baja del salario produce una elevación d composición orgánica del capital pues, si se mantiene invari la composición técnica, el valor del capital variable dismin esta vez, el efecto es más sensible en los sectores en que la posición orgánica es mayor. Sin embargo, en la agricultura, efecto es contrarrestado por el hecho de que el trigo, cuyo v desciende, también es un elemento del capital constante semillas). Si se ignora este último efecto, la baja del sal conduce entonces a una baja de la tasa de renta absoluta. El efecto de la evolución de la división del trabajo e agricultura sobre la tasa de renta absoluta no se puede ded por tanto, en forma abstracta. Depende de la estruct ura de las relaciones de producción en el conjunto de la e Independientemente de esas variantes, Marx estima, para circunstancias inglesas de su época, que la tasa de renta ti más bien a aumentar, pues el desarrollo de las fuerzas es incomparablemente más rápido en la industria la agricultura. Esto no determina necesariamente un aumento de la de renta absoluta sustraída al proceso de nivelación. La masa de renta, en efecto, no depende únicamente d tasa que refleja la estructura de los capitales sino tam
la masa de capitales invertidos en la agricultura y que, por producen renta absoluta. Ahora bien, ese volumen de capi tal agrícola, que, según se ha visto, no puede verse limitado por la propiedad del suelo, depende al mismo tiempo de la produc física media del capital y de las necesidades sociales de productos agrícolas susceptibles de ser satisfechas a los precios determinados por el valor de esos productos. En otras palabras, si se mantiene constante la tasa de renta, el movimiento del valor y el de la demanda determinarán la masa de renta absoluta. Supongamos una disminución del valor. Si la demanda es elástica con respecto a los precios, el incremento de las cant idades por producir puede requerir de un volumen constante, incluso creciente, de capitales, a pesar del aumento de su productividad media. Como resultado, la masa de renta abso luta se mantendrá constante o aumentará. Si, por el contrario, la demanda es inelástica, el volumen de capitales invertidos deberá disminuir por eliminación de los capitales subproducal nivel del nuevo valor regulador así como la masa de renta absoluta. Del mismo modo, un aumento autónomo de la demanda sin modificación del valor producirá una afluencia de capitales hacia la agricultura y un aumento de la masa de renta absoluta. Es, entonces, la estructura del capital agrícola - e n relación con la del capital industrial , de una parte, y el ritmo de su acumulación, de otra, lo que determina la plusganancia sectorial susceptible de ser transformada en renta absoluta. qué depende que esa ganancia sea transferida a la pro piedad del su elo? Depende de la ((resist encia efectiva» que oponga la propiedad al capital.
-
96
-
Topa
violada la ley del SU respuesta es, entonces, muy pero acierta al señalar la paradoja: Puesto que, conforme al supuesto, la propiedad del suelo nada rep sin el arrendamiento, carece de valor económico, bast ará un aumento del precio de mercado por encima del precio de produc para lanzar al mercado la nueva tierra de la peor Ciertamente, la propiedad del suelo no está en condicione ni capital invertido, ni su producción; puede imponer un precio de monopolio a los productos. por ese solo hecho limitar la oferta de suelo e impon éste un precio mínimo? El suelo no es un producto del trab ajo y, por tanto, no valor. Si tiene un precio, es porque proporciona una renta propietario. Es por tanto la renta la que fundamenta su pre el suelo no tiene un precio de oferta autónomo como la mercancías que son ofrecidas a su precio de produ tiene un «precio natural* por debajo del cual sería re mercado El problema, eludido por la mayoría de los autores marxis único hecho que debo demostrar teóricamente es la de la rent a absoluta, sin que sea violada la ley del valor punto central en torno al cual se libra la batalla teórica des Ricardo niega esa posibilidad; yo, por mi part e, la En lo referente a la existencia de la renta absoluta del suelo, blema a resolver mediante estadísticas en cada país. Pero la de la puramente teórica en el terreno teórico aparece cuando se observa cómo en general los estadistas y los hombr afirman desde hace treint a y cinco años la existencia de la del suelo, mientr as que los teóricos (influidos por Ricardo) i nte por med io de abstracciones muy forza das y teóricamente débiles, d trar su imposibilidad. Hasta el momento, he encontrado de manera que en esas polémicas los teóricos siempre se equivocan» (cart Marx a Engels, de agosto de 1862, Marx -Engels , 1845-95, p. 126, el su es del autor). que la renta sea igual a toda la diferencia entre el precio de producción o sólo a una parte mayor o menor de esa de la oferta y la demanda y de dependerá por completo del (Marx, 1981, tensión de ese nuevu incorporado al página 969, el subrayado es mío, C.T.). El de la oferta y la es decir, el volumen de la demanda al precio determinado por fija, como hemos visto, el limite superior de la renta absoluta; que determina extensión de ese nuevo territorio incorporado es el obstáculo territor ial, que se manifiesta mediante un de la renta absoluta. Esta ((explicación»exige otra. Marx, 1981, vol. 8, p. 963. Es una crítica de Marx a (Marx, 1974, vol. 1, pp.
teoría de la renta absoluta
en
-
-
-
2.
La re nt a ab so lu ta e s el re su lt ad o d e la (( re si st en ci a que opone la propiedad del suelo
El límite superior de la plusganancia sectorial que puede ser en renta absoluta está, pues, fijado por el valor del producto. Pero, la renta absoluta efectivamente realizada a la totalidad de la diferencia entre el valor y el precio de producción, o solamente a una parte, y en este caso, de qué Para Marx, la pregunta reviste poco interés. Lo que le importa precisar es posibilidad de la renta absoluta sin que sea
la teoría de la renta absoluta
en
97
sido planteado con mucha claridad por P. P. Rey. Si bien no sporcionó una respuesta, Marx nos dejó una teoría de la ta absoluta en la que esta aparece como «fantasmal», como la teoría de Ricardo, tampoco la de Marx logra explicar la ncia observada en los hechos (por los estadísticos) de una absoluta de la tierra que, lejos de ser infinitamente pequeña, y fuerte. Por lo menos, no llega a explicarla mientras persigue, marco nuevo, el objetivo de Ricardo: analizar la renta tierra sin salir del modo de producción
y, en como relación de distribución. Pero ésta no do de producción capitalista, una relación de que le sirva de fundamento, pues precisamente el rollo del capitalismo excluye a la clase de los propietarios o del proceso de La propiedad del suelo sería relación de producción entre dos clases no pro cosa que no tiene en el modo de producción feudal donde constituye una de producción: extorsión del plustrabajo de sinos por señores feudales, extorsión que se efectúa por de coacción político- jurídica. De ahí la conclusión ta «capitalista»de la tierra es una relación de distribución del de producción capitalista, y esa relación de distribución es el de una relación de produ cció n de otro modo de producción está articulado establecerse sobre esa base la exterioridad 'de la con respecto al modo de producción capitalista? efectiva» que opone la p ropiedad del suelo al uso mismo necesariamnte su fundamento fuera ducción capitalista? Veremos que no: tan to en la génesis de la renta absoluta en formación de rentas absolutas urbanas,
Topa
96
violada la ley del SU respuesta es, entonces, muy pero acierta al señalar la paradoja: Puesto que, conforme al supuesto, la propiedad del suelo nada rep sin el arrendamiento, carece de valor económico, bast ará un aumento del precio de mercado por encima del precio de produc para lanzar al mercado la nueva tierra de la peor Ciertamente, la propiedad del suelo no está en condicione ni capital invertido, ni su producción; puede imponer un precio de monopolio a los productos. por ese solo hecho limitar la oferta de suelo e impon éste un precio mínimo? El suelo no es un producto del trab ajo y, por tanto, no valor. Si tiene un precio, es porque proporciona una renta propietario. Es por tanto la renta la que fundamenta su pre el suelo no tiene un precio de oferta autónomo como la mercancías que son ofrecidas a su precio de produ tiene un «precio natural* por debajo del cual sería re mercado El problema, eludido por la mayoría de los autores marxis único hecho que debo demostrar teóricamente es la de la rent a absoluta, sin que sea violada la ley del valor punto central en torno al cual se libra la batalla teórica des Ricardo niega esa posibilidad; yo, por mi part e, la En lo referente a la existencia de la renta absoluta del suelo, blema a resolver mediante estadísticas en cada país. Pero la de la puramente teórica en el terreno teórico aparece cuando se observa cómo en general los estadistas y los hombr afirman desde hace treint a y cinco años la existencia de la del suelo, mientr as que los teóricos (influidos por Ricardo) i nte por med io de abstracciones muy forza das y teóricamente débiles, d trar su imposibilidad. Hasta el momento, he encontrado de manera que en esas polémicas los teóricos siempre se equivocan» (cart Marx a Engels, de agosto de 1862, Marx -Engels , 1845-95, p. 126, el su es del autor). que la renta sea igual a toda la diferencia entre el precio de producción o sólo a una parte mayor o menor de esa de la oferta y la demanda y de dependerá por completo del (Marx, 1981, tensión de ese nuevu incorporado al página 969, el subrayado es mío, C.T.). El de la oferta y la es decir, el volumen de la demanda al precio determinado por fija, como hemos visto, el limite superior de la renta absoluta; que determina extensión de ese nuevo territorio incorporado es el obstáculo territor ial, que se manifiesta mediante un de la renta absoluta. Esta ((explicación»exige otra. Marx, 1981, vol. 8, p. 963. Es una crítica de Marx a (Marx, 1974, vol. 1, pp.
la teoría de la renta absoluta
97
en
sido planteado con mucha claridad por P. P. Rey. Si bien no sporcionó una respuesta, Marx nos dejó una teoría de la ta absoluta en la que esta aparece como «fantasmal», como la teoría de Ricardo, tampoco la de Marx logra explicar la ncia observada en los hechos (por los estadísticos) de una absoluta de la tierra que, lejos de ser infinitamente pequeña, y fuerte. Por lo menos, no llega a explicarla mientras persigue, marco nuevo, el objetivo de Ricardo: analizar la renta tierra sin salir del modo de producción
y, en como relación de distribución. Pero ésta no do de producción capitalista, una relación de que le sirva de fundamento, pues precisamente el rollo del capitalismo excluye a la clase de los propietarios o del proceso de La propiedad del suelo sería relación de producción entre dos clases no pro cosa que no tiene en el modo de producción feudal donde constituye una de producción: extorsión del plustrabajo de sinos por señores feudales, extorsión que se efectúa por de coacción político- jurídica. De ahí la conclusión ta «capitalista»de la tierra es una relación de distribución del de producción capitalista, y esa relación de distribución es el de una relación de produ cció n de otro modo de producción está articulado establecerse sobre esa base la exterioridad 'de la con respecto al modo de producción capitalista? efectiva» que opone la p ropiedad del suelo al uso mismo necesariamnte su fundamento fuera ducción capitalista? Veremos que no: tan to en la génesis de la renta absoluta en formación de rentas absolutas urbanas,
Sobre la teoría de la rent a absol uta
pueden intervenir dos tipos de «resistencia efectiva»: de parte, la resistencia opuesta a todo uso capitalista del una propiedad territorial que se valoriza en unas relac producción precapitalistas (2.1); de otra par de una propiedad territ orial que se valoriza p capitalista determinada a otras producciones capitalistas 2.1. La renta absoluta como efecto de la valorización precapitalista de la propiedad del suelo Las formas históricas de la génesis de la renta capital suelo son múltiples. Sin embargo, presentan un rasgo con la difusión de las relaciones de producción capitalist agricultura, todas las formas precapitalistas de renta son r a los límites que impone el nuevo modo de producción renta del suelo. En adelante, la ganancia limitará a la renta, a la inversa Pero las condiciones históricas de la transición al capitalis varían según los modos de producción anteriores y las for políticas del cambio de dominio de clase en la sociedad. Al mo tiempo varía el contenido económico de la propiedad pitalista del suelo y, por tanto, la forma como se determin límites inferiores de la renta absoluta capitalista. La disolución de la agricultura produjo por doq
sólo se encuentra ya en relación directa más exacta relación dineraria y contractual con ese arrendatari modo se transforma también la naturaleza de la renta .. del plusvalor y del plustrabajo desciende a excedente por encima de la parte del mismo de la cual se ap explotador bajo la forma de la ganancia ... En lugar d la ganancia la que se ha convertido en forma normal renta ya sólo cuenta como una forma, autonomizada especiales, no del plusvalor en general, sino de una r nada del mismo: la (Mar x, 1981, vol. 8, p p. 1017-18). El término, como se sabe, es objeto de debate. Ciertos autores r van el concepto de feudalismo a las sociedades cuya institución pol esencial es el vasallaje, y designan a la institución económica que a al feudalismo pero también lo precede y le sobrevive con o cepto: señorío (Henr i Pirenne, Marc Bloch) o sistema señorial (Max
-
-
una doble emancipación: liberó al trabajador agricola de los lazos que lo ataban a la tierra y al señor sujeción personal propiamente feudal o extracción del plustrabajo mediante otras formas superestructurales y, de otra parte, liberó a la tierra de los derechos familiares y comunitarios de los trabajadores agrícolas. La tierra y el trabajador se convierten ambos en mer cancías. Pero las vías y los ritmos de la transición al capitalismo difieren profundamente según las regiones. En Europa, pueden distinguirse tres tipos esenciales de transición s8:
-
-
La o expropiación de los campesinos: los señores transforman sus derechos feudales en propiedad burguesa, expulsan a los campesinos libres y destruyen los derechos colectivos sobre la tierra. Los señores se convierten en rentistas, los campesinos en proletarios y el arrendatario capitalista en organizador de la producción. La francesa, o expropiación de los señores:, los campesinos se liberan de los derechos feudales y transforman sus derechos de uso del suelo en propiedad burguesa. Los productores directos se adueñ an de los medios de producción; la aparición de las relaciones de producción capitalist as «clásicas» en la agricultura será lenta y limitada. La o transformación del señor en capitalista agrario: en esta vía de compromiso, el junker extiende progre sivamente el dominio señorial, en adelante explotado de manera capitalista con miras al mercado, en detrimento de las tenencias campesinas; la agricultura campesina parcelaria proporciona una reserva de mano de obra semiproletarizada a la gran propiedad. ---
-
El análisis histórico permite descubrir otros tipos de transi ción, mostrar sus complejas combinaciones en una formación social dada y, sobre todo, explicar, por medio de los desarrollos de la lucha de clases, su existencia real. Lo que aquí me interesa es indicar la variedad de usos precapitalistas del suelo con que se encuentra el capitalismo agricola. Cada uno de ellos constituye una forma particular de resistencia que opone la propiedad al uso capitalista del suelo, determinando, en consecuencia, de y generalmente los autores marxistas), Se encuentra un reflejo de debate, por ejemplo, en CERM, 1974. Sobre ese punto, el debate continúa también abierto. Por ejemplo, Max Weber opone la vía francesa a la vía inglesa y describe la vía ciana como un c ompro miso ent re l as dos (cf. Weber, 1923, pp. 79-110). Soboul distingue por el contrario una vía clásica (Francia e Ingla de la vía p rusia na y j aponesa (cf. Soboul, 1976, pp. 9-22).
Sobre la teoría de la rent a absol uta
una doble emancipación: liberó al trabajador agricola de los lazos que lo ataban a la tierra y al señor sujeción personal propiamente feudal o extracción del plustrabajo mediante otras formas superestructurales y, de otra parte, liberó a la tierra de los derechos familiares y comunitarios de los trabajadores agrícolas. La tierra y el trabajador se convierten ambos en mer cancías. Pero las vías y los ritmos de la transición al capitalismo difieren profundamente según las regiones. En Europa, pueden distinguirse tres tipos esenciales de transición s8:
pueden intervenir dos tipos de «resistencia efectiva»: de parte, la resistencia opuesta a todo uso capitalista del una propiedad territorial que se valoriza en unas relac producción precapitalistas (2.1); de otra par de una propiedad territ orial que se valoriza p capitalista determinada a otras producciones capitalistas
-
-
2.1. La renta absoluta como efecto de la valorización precapitalista de la propiedad del suelo
La o expropiación de los campesinos: los señores transforman sus derechos feudales en propiedad burguesa, expulsan a los campesinos libres y destruyen los derechos colectivos sobre la tierra. Los señores se convierten en rentistas, los campesinos en proletarios y el arrendatario capitalista en organizador de la producción. La francesa, o expropiación de los señores:, los campesinos se liberan de los derechos feudales y transforman sus derechos de uso del suelo en propiedad burguesa. Los productores directos se adueñ an de los medios de producción; la aparición de las relaciones de producción capitalist as «clásicas» en la agricultura será lenta y limitada. La o transformación del señor en capitalista agrario: en esta vía de compromiso, el junker extiende progre sivamente el dominio señorial, en adelante explotado de manera capitalista con miras al mercado, en detrimento de las tenencias campesinas; la agricultura campesina parcelaria proporciona una reserva de mano de obra semiproletarizada a la gran propiedad. ---
Las formas históricas de la génesis de la renta capital suelo son múltiples. Sin embargo, presentan un rasgo con la difusión de las relaciones de producción capitalist agricultura, todas las formas precapitalistas de renta son r a los límites que impone el nuevo modo de producción renta del suelo. En adelante, la ganancia limitará a la renta, a la inversa Pero las condiciones históricas de la transición al capitalis varían según los modos de producción anteriores y las for políticas del cambio de dominio de clase en la sociedad. Al mo tiempo varía el contenido económico de la propiedad pitalista del suelo y, por tanto, la forma como se determin límites inferiores de la renta absoluta capitalista. La disolución de la agricultura produjo por doq
-
El análisis histórico permite descubrir otros tipos de transi ción, mostrar sus complejas combinaciones en una formación social dada y, sobre todo, explicar, por medio de los desarrollos de la lucha de clases, su existencia real. Lo que aquí me interesa es indicar la variedad de usos precapitalistas del suelo con que se encuentra el capitalismo agricola. Cada uno de ellos constituye una forma particular de resistencia que opone la propiedad al uso capitalista del suelo, determinando, en consecuencia, de
sólo se encuentra ya en relación directa más exacta relación dineraria y contractual con ese arrendatari modo se transforma también la naturaleza de la renta .. del plusvalor y del plustrabajo desciende a excedente por encima de la parte del mismo de la cual se ap explotador bajo la forma de la ganancia ... En lugar d la ganancia la que se ha convertido en forma normal renta ya sólo cuenta como una forma, autonomizada especiales, no del plusvalor en general, sino de una r nada del mismo: la (Mar x, 1981, vol. 8, p p. 1017-18). El término, como se sabe, es objeto de debate. Ciertos autores r van el concepto de feudalismo a las sociedades cuya institución pol esencial es el vasallaje, y designan a la institución económica que a al feudalismo pero también lo precede y le sobrevive con o cepto: señorío (Henr i Pirenne, Marc Bloch) o sistema señorial (Max
-
-
y generalmente los autores marxistas), Se encuentra un reflejo de debate, por ejemplo, en CERM, 1974. Sobre ese punto, el debate continúa también abierto. Por ejemplo, Max Weber opone la vía francesa a la vía inglesa y describe la vía ciana como un c ompro miso ent re l as dos (cf. Weber, 1923, pp. 79-110). Soboul distingue por el contrario una vía clásica (Francia e Ingla de la vía p rusia na y j aponesa (cf. Soboul, 1976, pp. 9-22).
Sobre la teoría de la renta absoluta
manera específica el límite inferior de la renta absoluta ca talista. Si bien analiza ampliamente la formación de la pro dad terrateniente en la de transición al capitalis también da indicaciones útiles sobre otra forma histórica obstáculo territorial: la agricultura campesina. Existen otras. Como subraya Engels, la génesis de la r absoluta no es un «dogma
La ren ta abs olut a co mo ef ec to de la propiedad señori al En todos los casos en que el propietario del suelo no es el mi explota, hay renta del suelo. Por tanto, puede haber a sin renta del suelo el sentido estricto de la sin renta capitalista. La renta (no capitalista) es ent o bien una deducción sobre la ganancia del pequeño arrenda capitalista sobre el salario de sus obreros, o bien una de sobre la ganancia el salario del producto ha tomado la tierra en arriendo Esas condiciones den al modo de producción capitalista, sino al mo ción feudal. En consecuencia, la forma renta del suelo en dinero, com agricultura capitalista y a la agricultura feudal en dec oculta una diferencia esencial entre los dos modos de pro la renta feudal es la apropiación directa, por parte propietar io del suelo, del plustr abaj o de los productores di tos, mientras que la renta capitalista es la transferencia al suelo, por parte del arrendatario capitalista, excedente de plusvalor arrancado a sus asalariados sobre la nancia media. Los cambios de forma de la renta feudal trabajo, en productos, en dinero van acompañados del ma de la relación de producción fundamental: la poses de los medios de producción y especialmente de la tierr
-
Engels lo subraya: génesis de la renta en diferentes paíse incluso en un mismo país no me parece del todo que sea ese proc simple que imaginan tanto Ricardo como Carey. No es un do económico Incluso puede haber lugares donde la renta naciera en forma descrita por Ricardo, otros en forma descrita por Carey, y o aún que conocieran una génesis muy diferente En Europa sep trional, la renta no nació ni en la forma ricardiana ni en la forma reyana; surgió simplemente de las cargas feudales que la compet redujo posteriormente a su justo nivel económico. En Italia, otro o distinto, ver (carta de Engels a Marx, 19 de noviembre de p. 245. El subrayado es del autor). Marx, 1981, vol. 8, p. 961.
en
por los campesinos y la apropiación de su plustrabajo mediante la coacción juridicopolítica ejercida por el propietario del suelo La extensión del capitalismo en la agricultura choca, enton ces, con la explotación feudal de la tierra y de los campesinos, desde un punto de vista doble. De una parte, si los campesinos están sometidos a los dere chos señoriales, la tierra está sometida a los derechos de los campesinos: no es libre. En la vía inglesa de transición, son los señores quienes expropian a la población campesina Desde comienzos del siglo hasta mediados del el proceso llegó a su término, desapareciendo por completo el campesinado in dependiente, así como los derechos colectivos sobre la tierra. De otra parte, la tierra y sus ocupantes están sometidos a los derechos señoriales. Las formas de la renta feudal son transfor profundamente por la revolución agrícola inglesa. Pero la rent a feudal subsiste: permanece como único obstáculo a transfor mación capitali sta de la agricult ura Al contrario de los derechos de los campesinos, que deben ser destruidos por la violencia, el derecho de los terratenientes puede ser comprado como contrapartida de la renta absoluta. Pero el desarrollo capitalista de la agricultura va acompañado de una transformación radical del modo de regulación de la renta del suelo. La ley del valor se impone completamente en la formación de los precios agrícolas y suprime los componentes de monopolio que subsisten como consecuencia de la inercia de la producción con respecto a los precios, y del carácter compar timentado de los mercados. Además, la ganancia media del arren datario, condición de la producción capitalista, también limita la renta. Así, la renta feudal, al convertirse en renta capitalista, es «reducida a su justo nivel económico», pero su preexistencia histórica fija un límite mínimo elevado a la renta absoluta.
renta absoluta como efecto de propiedad camp esin a* Es ésta una idea sorprendente, cuando se sabe que Marx ese caso como uno de aquellos en los que la renta abso luta desaparece, pues la propiedad del suelo no existe.
La
Marx, 1981, vol. 8, pp. 995-1034 y los comentarios ya clásicos de E. Balibar (Balibar, 1966, pp. 212-22). Cf. Marx, 1975, vol. 3, pp. 891-928. Obstáculo en cuanto pesa sobre los grandes arrendatarios, la renta eudal es por el contrario el gran proveedor de mano de obra en cuanto sobre las parcelas de los trabajado res agrícolas (Postel-Vinay, 1974). 1981, vol. 8, pp. 1021-34. Cf.
Sobre la teoría de la renta absoluta
manera específica el límite inferior de la renta absoluta ca talista. Si bien analiza ampliamente la formación de la pro dad terrateniente en la de transición al capitalis también da indicaciones útiles sobre otra forma histórica obstáculo territorial: la agricultura campesina. Existen otras. Como subraya Engels, la génesis de la r absoluta no es un «dogma
La ren ta abs olut a co mo ef ec to de la propiedad señori al En todos los casos en que el propietario del suelo no es el mi explota, hay renta del suelo. Por tanto, puede haber a sin renta del suelo el sentido estricto de la sin renta capitalista. La renta (no capitalista) es ent o bien una deducción sobre la ganancia del pequeño arrenda capitalista sobre el salario de sus obreros, o bien una de sobre la ganancia el salario del producto ha tomado la tierra en arriendo Esas condiciones den al modo de producción capitalista, sino al mo ción feudal. En consecuencia, la forma renta del suelo en dinero, com agricultura capitalista y a la agricultura feudal en dec oculta una diferencia esencial entre los dos modos de pro la renta feudal es la apropiación directa, por parte propietar io del suelo, del plustr abaj o de los productores di tos, mientras que la renta capitalista es la transferencia al suelo, por parte del arrendatario capitalista, excedente de plusvalor arrancado a sus asalariados sobre la nancia media. Los cambios de forma de la renta feudal trabajo, en productos, en dinero van acompañados del ma de la relación de producción fundamental: la poses de los medios de producción y especialmente de la tierr
-
Engels lo subraya: génesis de la renta en diferentes paíse incluso en un mismo país no me parece del todo que sea ese proc simple que imaginan tanto Ricardo como Carey. No es un do económico Incluso puede haber lugares donde la renta naciera en forma descrita por Ricardo, otros en forma descrita por Carey, y o aún que conocieran una génesis muy diferente En Europa sep trional, la renta no nació ni en la forma ricardiana ni en la forma reyana; surgió simplemente de las cargas feudales que la compet redujo posteriormente a su justo nivel económico. En Italia, otro o distinto, ver (carta de Engels a Marx, 19 de noviembre de p. 245. El subrayado es del autor). Marx, 1981, vol. 8, p. 961.
To p
En efecto, la propiedad campesina es la propiedad terr del productor directo, poseedor de la tierra y de los med producción. En esas relaciones de producción, la ausencia entre el trabajador y la tier de la renta del suelo: el producto pue de su valor. Además, la ausencia de separación entre el jador y los medios de p roducción hace qu e éstos no sean y que aquél no exija la ganancia media: el producto pu vendido por debajo de su precio de producción. El límite
suministra da por el trab ajo campesino. El límite infe precio del excedente comercializado disminuye en esa
no existe efectivamente obstáculo territorial y, en consecue la renta absoluta desaparece Sucede algo diferente en la «vieja Europa» donde la pr
talismo, la reforma agraria antifeudal de 1789-1794 ge clase de campesinos libres cuyo modo de producción
En efecto, en esas relaciones de producción la
en
por los campesinos y la apropiación de su plustrabajo mediante la coacción juridicopolítica ejercida por el propietario del suelo La extensión del capitalismo en la agricultura choca, enton ces, con la explotación feudal de la tierra y de los campesinos, desde un punto de vista doble. De una parte, si los campesinos están sometidos a los dere chos señoriales, la tierra está sometida a los derechos de los campesinos: no es libre. En la vía inglesa de transición, son los señores quienes expropian a la población campesina Desde comienzos del siglo hasta mediados del el proceso llegó a su término, desapareciendo por completo el campesinado in dependiente, así como los derechos colectivos sobre la tierra. De otra parte, la tierra y sus ocupantes están sometidos a los derechos señoriales. Las formas de la renta feudal son transfor profundamente por la revolución agrícola inglesa. Pero la rent a feudal subsiste: permanece como único obstáculo a transfor mación capitali sta de la agricult ura Al contrario de los derechos de los campesinos, que deben ser destruidos por la violencia, el derecho de los terratenientes puede ser comprado como contrapartida de la renta absoluta. Pero el desarrollo capitalista de la agricultura va acompañado de una transformación radical del modo de regulación de la renta del suelo. La ley del valor se impone completamente en la formación de los precios agrícolas y suprime los componentes de monopolio que subsisten como consecuencia de la inercia de la producción con respecto a los precios, y del carácter compar timentado de los mercados. Además, la ganancia media del arren datario, condición de la producción capitalista, también limita la renta. Así, la renta feudal, al convertirse en renta capitalista, es «reducida a su justo nivel económico», pero su preexistencia histórica fija un límite mínimo elevado a la renta absoluta.
renta absoluta como efecto de propiedad camp esin a* Es ésta una idea sorprendente, cuando se sabe que Marx ese caso como uno de aquellos en los que la renta abso luta desaparece, pues la propiedad del suelo no existe.
La
Marx, 1981, vol. 8, pp. 995-1034 y los comentarios ya clásicos de E. Balibar (Balibar, 1966, pp. 212-22). Cf. Marx, 1975, vol. 3, pp. 891-928. Obstáculo en cuanto pesa sobre los grandes arrendatarios, la renta eudal es por el contrario el gran proveedor de mano de obra en cuanto sobre las parcelas de los trabajado res agrícolas (Postel-Vinay, 1974). 1981, vol. 8, pp. 1021-34. Cf.
Sobre la teoria de la renta absoluta en
condición vital de la existencia social de los s. Las condiciones de realización mercantil de los productos izados anteriormente limitan las posibilidades de del campesinado y se convierten en una traba permanente de la productividad y a la intensificación de los La agricult ura se desarro llará, pues, por mucho tiempo movilizando una fuerza de trabajo importante y multiplicación de las explotaciones parcelarias. La ampesina bloqueará, entonces, la capacidad de los campesinos, en forma de un exceso permanente de la anda sobre la ofert a de tierras: como resultado, se eleva el io del suelo desmesuradamente en comparación con la renta rencial capitalizada. El precio de la tierra aparece como un rio de la producción, que exige al campesino un anto importante de dinero. Ahora bien, la acumulación de tal dinerari o por el campesinado es baja , y la masa de dinero onible como capital de préstamo para el sector agrícola
nistrado al campesinado con vistas a la compra de tierra caica de capital usurario: el interés pagado al iste, entonces, con un precio del suelo elevado. o sólo es paradójico desde el punto de vista del modo de ducción capitalista, pero no de la producción campesina. efecto, el precio de l suelo no ese caso en la zación de la renta. El interés usurario representa, pues, la una parte del plustrabajo del productor directo, asume normalmente, en la agricultura capitalista, la forma ganancia o renta. A pesar de las apariencias, el mercado del suelo agrícola no diferenciales y qu e 1 lugar de simples transferencias
-
dan cero
-
,
zntr e los campesinos. Va acompañado de una
con la tasa de interés, el precio del producto y
Así, cuando el ca pitalismo se desarrolle en la agricu ltura, se
To p
En efecto, la propiedad campesina es la propiedad terr del productor directo, poseedor de la tierra y de los med producción. En esas relaciones de producción, la ausencia entre el trabajador y la tier de la renta del suelo: el producto pue de su valor. Además, la ausencia de separación entre el jador y los medios de p roducción hace qu e éstos no sean y que aquél no exija la ganancia media: el producto pu vendido por debajo de su precio de producción. El límite
suministra da por el trab ajo campesino. El límite infe precio del excedente comercializado disminuye en esa
no existe efectivamente obstáculo territorial y, en consecue la renta absoluta desaparece Sucede algo diferente en la «vieja Europa» donde la pr
talismo, la reforma agraria antifeudal de 1789-1794 ge clase de campesinos libres cuyo modo de producción
En efecto, en esas relaciones de producción la
Sobre la teoria de la renta absoluta en
condición vital de la existencia social de los s. Las condiciones de realización mercantil de los productos izados anteriormente limitan las posibilidades de del campesinado y se convierten en una traba permanente de la productividad y a la intensificación de los La agricult ura se desarro llará, pues, por mucho tiempo movilizando una fuerza de trabajo importante y multiplicación de las explotaciones parcelarias. La ampesina bloqueará, entonces, la capacidad de los campesinos, en forma de un exceso permanente de la anda sobre la ofert a de tierras: como resultado, se eleva el io del suelo desmesuradamente en comparación con la renta rencial capitalizada. El precio de la tierra aparece como un rio de la producción, que exige al campesino un anto importante de dinero. Ahora bien, la acumulación de tal dinerari o por el campesinado es baja , y la masa de dinero onible como capital de préstamo para el sector agrícola
nistrado al campesinado con vistas a la compra de tierra caica de capital usurario: el interés pagado al iste, entonces, con un precio del suelo elevado. o sólo es paradójico desde el punto de vista del modo de ducción capitalista, pero no de la producción campesina. efecto, el precio de l suelo no ese caso en la zación de la renta. El interés usurario representa, pues, la una parte del plustrabajo del productor directo, asume normalmente, en la agricultura capitalista, la forma ganancia o renta. A pesar de las apariencias, el mercado del suelo agrícola no diferenciales y qu e 1 lugar de simples transferencias
-
dan cero
-
,
zntr e los campesinos. Va acompañado de una
con la tasa de interés, el precio del producto y
Así, cuando el ca pitalismo se desarrolle en la agricu ltura, se
la teoría de f a renta absoluta en Marx
104
encontrará con la barrera de la propiedad campesina. Y la situación inglesa, en la que se apoya en la p señorial para expulsar a las masas rurales, al tiempo siente en pagar a los terratenientes la renta ca base de la renta feudal que existía con anterioridad. Se t de una configuración histórica diferente, en la que la explota del campesinado debe pasar por la competencia entre los ductos de la agricultura capitalista. En esas condiciones precio elevado de la propiedad parcelaria puede imponer el inferior de la renta absoluta capitalista Además, la agricultura campesina no ha sido siempre mente una explotación privada de la parcela privada. A ést articula la explotación privada de una propiedad social, lo rre nos comunales. Los derechos de la comunidad sobre las tierras comunales pueden constituir un obs estructural a la explotación capitalista de esas tierras tanto, contr ibuir a la limitación del libre acceso del capit Según los países, ese obstáculo será superado ma menos rápidamente. En todas partes, ese proceso ha impli mucho más que una simple transferencia de plusvalor, a una lucha de clases intensa entre el campesinado y los nu propietarios del suelo: señores feudales transformados en tistas o empresarios agrícolas capitalistas.
2.2.
La renta absoluta como efecto de la competencia entre cultivos capitalistas
La ((resistenciaefectiva» que opone la pr opiedad del suelo, radora de la renta absoluta, puede provenir de la resistencia oponen modos de producción no capitalistas feudal, c sino, al uso capitalista de la tierra. En ese caso, el inferior de la renta absoluta es determinado por la renta p pitalista o la apropiación us urera, progresivamente reducidas el desarrollo del capitalismo agrícola al nivel de la plusgan sectorial. Pero, en el contexto mismo del nuevo modo de los usos capitalistas del suelo se hallan en competencia. Lo sucede ya en la agricultura se convertirá en un proceso mental de formación de las rentas urbanas.
-
Cf.
Figura 2.1. Marx, 1981, vol. 8
p. 978.
la teoría de f a renta absoluta en Marx
104
encontrará con la barrera de la propiedad campesina. Y la situación inglesa, en la que se apoya en la p señorial para expulsar a las masas rurales, al tiempo siente en pagar a los terratenientes la renta ca base de la renta feudal que existía con anterioridad. Se t de una configuración histórica diferente, en la que la explota del campesinado debe pasar por la competencia entre los ductos de la agricultura capitalista. En esas condiciones precio elevado de la propiedad parcelaria puede imponer el inferior de la renta absoluta capitalista Además, la agricultura campesina no ha sido siempre mente una explotación privada de la parcela privada. A ést articula la explotación privada de una propiedad social, lo rre nos comunales. Los derechos de la comunidad sobre las tierras comunales pueden constituir un obs estructural a la explotación capitalista de esas tierras tanto, contr ibuir a la limitación del libre acceso del capit Según los países, ese obstáculo será superado ma menos rápidamente. En todas partes, ese proceso ha impli mucho más que una simple transferencia de plusvalor, a una lucha de clases intensa entre el campesinado y los nu propietarios del suelo: señores feudales transformados en tistas o empresarios agrícolas capitalistas.
2.2.
La renta absoluta como efecto de la competencia entre cultivos capitalistas
La ((resistenciaefectiva» que opone la pr opiedad del suelo, radora de la renta absoluta, puede provenir de la resistencia oponen modos de producción no capitalistas feudal, c sino, al uso capitalista de la tierra. En ese caso, el inferior de la renta absoluta es determinado por la renta p pitalista o la apropiación us urera, progresivamente reducidas el desarrollo del capitalismo agrícola al nivel de la plusgan sectorial. Pero, en el contexto mismo del nuevo modo de los usos capitalistas del suelo se hallan en competencia. Lo sucede ya en la agricultura se convertirá en un proceso mental de formación de las rentas urbanas.
-
Cf.
Figura 2.1. Marx, 1981, vol. 8,
p. 978.
En efecto, el nivel de la renta capitalista del suelo en un tor dado se convertirá en el límite inferior de la renta par demás sectores si éstos deben competir por las mismas tie la competencia entre usos capitalistas del suelo es genera de renta absoluta. Marx no desarrolla el análisis, pero asume las concl de Smith en estos términos:
propiedad de la tierra, es decir, por obr a de la propiedad del su Se trata, pues, de un fenómeno de renta absoluta capital un sector, producido por la renta capitalista en otro El mecanismo, en sus aspectos esenciales, fue percibi mente por A. Smith, al analizar la competencia ent re 1 ción de cereales y la ganadería Este ejemplo nos per llegar a forrnulaciones más generales. La hipótesis de partida es la utilización de ti para el trigo y de las tier ras incultas pa ra el ganado. El se logra en los dos mercados a través de las cantidades pr en esas condiciones de uso del suelo y del capital, aun señala Smith, con una tendencia a que haya carne y a que el precio del pan sea alto» que el d El precio del trigo, sector de baja composición orgá pora una renta absoluta; el precio de los productos de sector de alta composición orgánica y de lenta ve de rotación, no la incorpora Cuando la ganadería se los terrenos incultos, los dos usos del suelo no entran en petencia.
Claro está, la venta del ganado al precio de producción supone de renta del suelo en las tierras de pastos. La introducción de la
En efecto, el nivel de la renta capitalista del suelo en un tor dado se convertirá en el límite inferior de la renta par demás sectores si éstos deben competir por las mismas tie la competencia entre usos capitalistas del suelo es genera de renta absoluta. Marx no desarrolla el análisis, pero asume las concl de Smith en estos términos:
propiedad de la tierra, es decir, por obr a de la propiedad del su Se trata, pues, de un fenómeno de renta absoluta capital un sector, producido por la renta capitalista en otro El mecanismo, en sus aspectos esenciales, fue percibi mente por A. Smith, al analizar la competencia ent re 1 ción de cereales y la ganadería Este ejemplo nos per llegar a forrnulaciones más generales. La hipótesis de partida es la utilización de ti para el trigo y de las tier ras incultas pa ra el ganado. El se logra en los dos mercados a través de las cantidades pr en esas condiciones de uso del suelo y del capital, aun señala Smith, con una tendencia a que haya carne y a que el precio del pan sea alto» que el d El precio del trigo, sector de baja composición orgá pora una renta absoluta; el precio de los productos de sector de alta composición orgánica y de lenta ve de rotación, no la incorpora Cuando la ganadería se los terrenos incultos, los dos usos del suelo no entran en petencia.
Claro está, la venta del ganado al precio de producción supone de renta del suelo en las tierras de pastos. La introducción de la
Christian T o que aparece la competencia; poco importa se trata de cambios en las técnicas de cultivo, que extensión de la producción de cereales a terrenos ces incultos, o de un aumento de la demanda de ganado lleva a la extensión de la superficie de las tierr as destinadas ganadería, o de cualquier otro proceso. Desde ese momento, la ren ta por el uso tivo de renta se convertirá en un elemento cio del producto en el uso menos productivo de renta. Smith, como para Marx, ese uso regulador es el más precisamente, del principal alimento vegetal, es decir, uso dominante del suelo Este va a regular la renta de to las otras producciones agrícolas, excepto si éstas producen renta superior, o si no pueden ser cultivadas en tierras bles al trigo. En general, la renta en la producción de cereales es ma que en la ganadería, a causa de la relativamente del capital en esta última, según Smith y de la relativame alta composición orgánica del capital, añade Marx En ciertas circunstancias, sin embargo, la renta puede ser más elevada, ya sea porque la escasez de destinadas a la ganadería lleva consigo una escasez de la y un alza de los precios del ganado (renta de mon mente transitoria), ya sea porque la renta cercanos al mercado es elevada a causa de los co transporte, ya sea porque el precio del t producción realizada en el extranjero en «Así, la ren ta de las tier ras cultivadas par a producir el alimento los hombres regula la renta de la mayor parte de 1 cultivadas. Ningún producto en particular puede te menor, pues la tierra sería inmediatamente destinada hay una producción en particular que rinda de ordi que la cantidad de tierra que requiere no basta para efectiva. En Europa, el trigo es el principal prod forma de la alimentación del hombre. Así, particulares, la renta de las tierras dedica Europa la renta de todas las demás tie 1776, p. 246). En el desarrollo de la renta partimos, como de la parte del capital agrícola que produce los ali tales decisivos, que son, en general, los medios de subsistenci de los pueblos civilizadosu (Marx, 1981, vol. 8, p. Smith, 1776, p. 231. Marx, 1981, vol. 8, p. 976.
Sobre
teoría de
renta absoluta en Marx
109
rables En esos casos, la ganadería eliminará al cultivo de trigo en las localizaciones donde proporciona una renta superior. Pero, sucede en el caso general en que la renta del trigo superior a la del ganado? Las t ierras cerealeras son sust raídas entonces a la ganadería, y la baja de producción que de ahí se deriva produce un alza del precio del ganado. Si hubiera algo más que una compensación, el trigal sería convertido en pradera; y si no se obtuviera la compensación, una parte de los prados serían destinados al cultivo del trigo bien el alza es suficiente para estimular el aumento de la ganadería en las tierras no cultivables, lo que supone que la renta del suelo en esas tierras no absorbe esa plusganancia. En ese caso, hay eliminación de la ganadería en las tierras y regulación del precio del ganado por las condiciones de producción en las tierras no cultivables. No hay renta absoluta la ganadería; las tierras 'cerealeras no son destinadas a la ganadería más que si la renta diferencial de esta última es más alta que la renta total del trigo. Dicho proceso constituye la normal del capital si la cría de ganado puede en las tierras no cultivables por intensificación de las inversiones o por extensión, incluso internacional, de las superf icies. O bien el alza del precio no trae consigo un aumento de la actividad ganadera en las tierras no cultivables, manteniéndose la co m p etencia entre el trigo y el ganado en las tierr as cerealeras. En ese caso, el precio del ganado se eleva hasta que puede pagar la renta que se paga por el cultivo del trigo, mientras que las tierras cerealeras destinadas a la ganadería se vuelven Ha y un a re nt a ab so lu ta de ganaderia determinada por De aquí se derivan dos consecuencias. renta total trigo Por una parte, cuando las unidades ganaderas localizadas en las tierras cerealeras determinan el precio regulador del ganado, renta absoluta en la ganadería aparecerá también en las tierr as ganaderas no cultivables Esta renta absoluta, nacida de la Smith, 1776, pp. 232-33. Smith se expresa más concretamente cuando respectivamente de la de cercados», la «vecindad de una gran ciudad» y la «importación de trigo extranjero». Smi th, 1776, p. 231. ES la situación representada en el esquema C de la figura 2.2. Marx indica: aquí nuevamente, a diferencia de la renta del grano, una renta diferencial en favor del suelo peoru (Marx, 1981, vol. 8, 976). Me parece que la expresión se presta a confusión. Es verdad que nivel de renta en el peor» (para el cultivo del trigo) es idéntico al
Christian T o que aparece la competencia; poco importa se trata de cambios en las técnicas de cultivo, que extensión de la producción de cereales a terrenos ces incultos, o de un aumento de la demanda de ganado lleva a la extensión de la superficie de las tierr as destinadas ganadería, o de cualquier otro proceso. Desde ese momento, la ren ta por el uso tivo de renta se convertirá en un elemento cio del producto en el uso menos productivo de renta. Smith, como para Marx, ese uso regulador es el más precisamente, del principal alimento vegetal, es decir, uso dominante del suelo Este va a regular la renta de to las otras producciones agrícolas, excepto si éstas producen renta superior, o si no pueden ser cultivadas en tierras bles al trigo. En general, la renta en la producción de cereales es ma que en la ganadería, a causa de la relativamente del capital en esta última, según Smith y de la relativame alta composición orgánica del capital, añade Marx En ciertas circunstancias, sin embargo, la renta puede ser más elevada, ya sea porque la escasez de destinadas a la ganadería lleva consigo una escasez de la y un alza de los precios del ganado (renta de mon mente transitoria), ya sea porque la renta cercanos al mercado es elevada a causa de los co transporte, ya sea porque el precio del t producción realizada en el extranjero en «Así, la ren ta de las tier ras cultivadas par a producir el alimento los hombres regula la renta de la mayor parte de 1 cultivadas. Ningún producto en particular puede te menor, pues la tierra sería inmediatamente destinada hay una producción en particular que rinda de ordi que la cantidad de tierra que requiere no basta para efectiva. En Europa, el trigo es el principal prod forma de la alimentación del hombre. Así, particulares, la renta de las tierras dedica Europa la renta de todas las demás tie 1776, p. 246). En el desarrollo de la renta partimos, como de la parte del capital agrícola que produce los ali tales decisivos, que son, en general, los medios de subsistenci de los pueblos civilizadosu (Marx, 1981, vol. 8, p. Smith, 1776, p. 231. Marx, 1981, vol. 8, p. 976.
Christian Topa
competencia entre los usos capitalistas del suelo, se impo entonces en cualquier extensión del cultivo del trigo. Por otra parte, al no estar determinada la renta absoluta la ganadería por las condiciones internas de ese sector desde el exterior por las condiciones de la producción de les, el precio regulador del ganado podrá ser un precio de polio que exceda al valor y al precio de producción: derá de la existencia y del importe relativo de la sectorial de la ganadería y del cultivo del trigo. La renta abs de la ganadería puede, por lo tanto, estar constituida por r de monopolio. Sin embargo, el movimiento del capital e ganadería tenderá a reducir esta anomalía mediante el de la inversión y la producción, mediante el increment productividad y la baja de los precios En efecto, la de una plusganancia por parte de los ganaderos capit choca con la recuperación de las plusganancias por la del suelo, como en el cultivo de cereales que determina propia renta al mismo tiempo su tasa de renta abso su tasa de plusganancia interna, y su masa de renta por la masa de capital invertido por unidad de su consecuencia, un incremento de la intensidad de c ganadería lleva consigo una baja de precios, incluso si pe nece constante la productividad: al ser fija la masa de absoluta, su tasa disminuye, así como su parte en el precio lador del ganado. El ejemplo de la competencia por el uso del suelo ent trigo y el ganado permite formular una proposición más gen cuando hay competencia entre dos usos capitalistas del
-
nivel de renta en el regulador (buenas tierras cereal convertidas en praderas), y por tanto eventualmente superior al d terreno de calidad intermedia (terreno marginal para el cultivo del no destin ado a la ganadería. De ahí la idea de una diferen Pero si hay diferencia de renta, ésta no es producida por una renta rencial propiamente dicha, sino por la desigualdad de las rentas abs (al estar determinada la renta absoluta en la ganadería por la renta en las tierras cerealeras que producen como tales una renta es mayor que la renta absoluta del trigo). Es lo que indica Smith cuando muestra que después del alza d precios de la carne, debido al pago de la renta del trigo, uso de artificiales, nabos, zanahorias, coles, etc. y todos los demás rec imaginados para que una misma cantidad de tierra pudiera alim un número mayor de reses que las que alimentaban los prados na debieron de contribuir, por lo que parece, a que disminuyera superioridad que naturalmente tiene el precio de la carne sobre pan en un país bien (Smith, 1776, pp.
Sobre
teoría de
renta absoluta en Marx
109
rables En esos casos, la ganadería eliminará al cultivo de trigo en las localizaciones donde proporciona una renta superior. Pero, sucede en el caso general en que la renta del trigo superior a la del ganado? Las t ierras cerealeras son sust raídas entonces a la ganadería, y la baja de producción que de ahí se deriva produce un alza del precio del ganado. Si hubiera algo más que una compensación, el trigal sería convertido en pradera; y si no se obtuviera la compensación, una parte de los prados serían destinados al cultivo del trigo bien el alza es suficiente para estimular el aumento de la ganadería en las tierras no cultivables, lo que supone que la renta del suelo en esas tierras no absorbe esa plusganancia. En ese caso, hay eliminación de la ganadería en las tierras y regulación del precio del ganado por las condiciones de producción en las tierras no cultivables. No hay renta absoluta la ganadería; las tierras 'cerealeras no son destinadas a la ganadería más que si la renta diferencial de esta última es más alta que la renta total del trigo. Dicho proceso constituye la normal del capital si la cría de ganado puede en las tierras no cultivables por intensificación de las inversiones o por extensión, incluso internacional, de las superf icies. O bien el alza del precio no trae consigo un aumento de la actividad ganadera en las tierras no cultivables, manteniéndose la co m p etencia entre el trigo y el ganado en las tierr as cerealeras. En ese caso, el precio del ganado se eleva hasta que puede pagar la renta que se paga por el cultivo del trigo, mientras que las tierras cerealeras destinadas a la ganadería se vuelven Ha y un a re nt a ab so lu ta de ganaderia determinada por De aquí se derivan dos consecuencias. renta total trigo Por una parte, cuando las unidades ganaderas localizadas en las tierras cerealeras determinan el precio regulador del ganado, renta absoluta en la ganadería aparecerá también en las tierr as ganaderas no cultivables Esta renta absoluta, nacida de la Smith, 1776, pp. 232-33. Smith se expresa más concretamente cuando respectivamente de la de cercados», la «vecindad de una gran ciudad» y la «importación de trigo extranjero». Smi th, 1776, p. 231. ES la situación representada en el esquema C de la figura 2.2. Marx indica: aquí nuevamente, a diferencia de la renta del grano, una renta diferencial en favor del suelo peoru (Marx, 1981, vol. 8, 976). Me parece que la expresión se presta a confusión. Es verdad que nivel de renta en el peor» (para el cultivo del trigo) es idéntico al
Sobre la teoría de
renta absoluta en Marx
renta en el sector que tiene una plusganancia más elevada el límite inferior de la renta absoluta en el otro si éste no ha sido eliminado y, si lo ha sido, constituirá obstáculo a la producción y generará de esta manera y renta absoluta. En esta última hipótesis, algunas tierras son sustraídas al de trigo para ser destinadas a otros usos; el obstáculo territorial, generador de renta absoluta, tiene entonces un capitalista. Marx insiste en ese aspecto a propósito de los ingleses, es decir de la propiedad capitalista del huelo por excelencia: la
Nada más absurdo que la afirmación de que el terrateniente no puede retirar sus tierras del mercado, ni más ni menos que el capi talista puede reti rar su capital de una rama de producción. La mejor prueba de ello la tenemos en las grandes extensiones de tierra fért il se hallan sin cultivar en los países más desarrollados de Europa, cn Inglaterra, por ejemplo; en los terrenos sustraídos a la agricultura por sus propietarios para dedicarlos o reservarlos a la construcción ferrocarriles y a la edificación o converti rlos en campos de tiro o cotos de caza, como en las montañas de Escocia, etc. Los ejemplos que cita Marx en ese pasaje y en otros cen a tres casos:
se redu-
O bien la tierra cerealera es destinada a un uso que, local o generalmente, produce una renta más alta, como para la construcción», «terreno de pasto» o en ella bosques artificiales para dedicarla a la cazan. La renta más alta en esos tisos capitalistas se convierte en barrera para su destino al cultivo. O bien la tier ra es «de jada en reservan para esos usos que una renta mayor. La especulación se basa en la posi bilidad futura de obtener una renta superior, que presupone pero que no crea; por el contrario, contribuye a elevar la renta en el cultivo del trigo
---
-
Marx, 1974, vol. 1, p. 472. Cf. Marx, 1974, vol. 1, pp. 483-84, 494. Que la retención especulativa tenga como objetivo elevar la renta en y no la del especulador en particular, me parece, por el contrario, iiiinteligible salvo en el caso de un casi monop olio en el mercado de tierras. Sin embargo, es lo que sugiere Marx en este pasaje: en se sustrae a la agricultura y al mercado en general gran parte de la tierra fértil, para elevar de este modo el precio de la parte (Marx, 1974, vol. 1, p. 494. El subrayado es del
-
Christian Topa
competencia entre los usos capitalistas del suelo, se impo entonces en cualquier extensión del cultivo del trigo. Por otra parte, al no estar determinada la renta absoluta la ganadería por las condiciones internas de ese sector desde el exterior por las condiciones de la producción de les, el precio regulador del ganado podrá ser un precio de polio que exceda al valor y al precio de producción: derá de la existencia y del importe relativo de la sectorial de la ganadería y del cultivo del trigo. La renta abs de la ganadería puede, por lo tanto, estar constituida por r de monopolio. Sin embargo, el movimiento del capital e ganadería tenderá a reducir esta anomalía mediante el de la inversión y la producción, mediante el increment productividad y la baja de los precios En efecto, la de una plusganancia por parte de los ganaderos capit choca con la recuperación de las plusganancias por la del suelo, como en el cultivo de cereales que determina propia renta al mismo tiempo su tasa de renta abso su tasa de plusganancia interna, y su masa de renta por la masa de capital invertido por unidad de su consecuencia, un incremento de la intensidad de c ganadería lleva consigo una baja de precios, incluso si pe nece constante la productividad: al ser fija la masa de absoluta, su tasa disminuye, así como su parte en el precio lador del ganado. El ejemplo de la competencia por el uso del suelo ent trigo y el ganado permite formular una proposición más gen cuando hay competencia entre dos usos capitalistas del
-
nivel de renta en el regulador (buenas tierras cereal convertidas en praderas), y por tanto eventualmente superior al d terreno de calidad intermedia (terreno marginal para el cultivo del no destin ado a la ganadería. De ahí la idea de una diferen Pero si hay diferencia de renta, ésta no es producida por una renta rencial propiamente dicha, sino por la desigualdad de las rentas abs (al estar determinada la renta absoluta en la ganadería por la renta en las tierras cerealeras que producen como tales una renta es mayor que la renta absoluta del trigo). Es lo que indica Smith cuando muestra que después del alza d precios de la carne, debido al pago de la renta del trigo, uso de artificiales, nabos, zanahorias, coles, etc. y todos los demás rec imaginados para que una misma cantidad de tierra pudiera alim un número mayor de reses que las que alimentaban los prados na debieron de contribuir, por lo que parece, a que disminuyera superioridad que naturalmente tiene el precio de la carne sobre pan en un país bien (Smith, 1776, pp.
Sobre la teoría de
renta en el sector que tiene una plusganancia más elevada el límite inferior de la renta absoluta en el otro si éste no ha sido eliminado y, si lo ha sido, constituirá obstáculo a la producción y generará de esta manera y renta absoluta. En esta última hipótesis, algunas tierras son sustraídas al de trigo para ser destinadas a otros usos; el obstáculo territorial, generador de renta absoluta, tiene entonces un capitalista. Marx insiste en ese aspecto a propósito de los ingleses, es decir de la propiedad capitalista del huelo por excelencia: la
Nada más absurdo que la afirmación de que el terrateniente no puede retirar sus tierras del mercado, ni más ni menos que el capi talista puede reti rar su capital de una rama de producción. La mejor prueba de ello la tenemos en las grandes extensiones de tierra fért il se hallan sin cultivar en los países más desarrollados de Europa, cn Inglaterra, por ejemplo; en los terrenos sustraídos a la agricultura por sus propietarios para dedicarlos o reservarlos a la construcción ferrocarriles y a la edificación o converti rlos en campos de tiro o cotos de caza, como en las montañas de Escocia, etc. Los ejemplos que cita Marx en ese pasaje y en otros cen a tres casos:
O
como valor de uso pero también como reserva del v «como una maleza romántica». Es ésta una situación comp mente diferente a las dos anteriores: el precio subjetivame atribuido por el propietario a ese valor de uso no puede regul socialmente la base de la renta absoluta.
-
3.
Conclusión
Al térm ino de un examen ate nto de la elaboración q ue hace Mar del concepto de renta absoluta, me parece sola conclusión: sub
se redu-
O bien la tierra cerealera es destinada a un uso que, local o generalmente, produce una renta más alta, como para la construcción», «terreno de pasto» o en ella bosques artificiales para dedicarla a la cazan. La renta más alta en esos tisos capitalistas se convierte en barrera para su destino al cultivo. O bien la tier ra es «de jada en reservan para esos usos que una renta mayor. La especulación se basa en la posi bilidad futura de obtener una renta superior, que presupone pero que no crea; por el contrario, contribuye a elevar la renta en el cultivo del trigo
---
-
Marx, 1974, vol. 1, p. 472. Cf. Marx, 1974, vol. 1, pp. 483-84, 494. Que la retención especulativa tenga como objetivo elevar la renta en y no la del especulador en particular, me parece, por el contrario, iiiinteligible salvo en el caso de un casi monop olio en el mercado de tierras. Sin embargo, es lo que sugiere Marx en este pasaje: en se sustrae a la agricultura y al mercado en general gran parte de la tierra fértil, para elevar de este modo el precio de la parte (Marx, 1974, vol. 1, p. 494. El subrayado es del
-
Sobre la tierra proporciona una renta tan baja que el -pietariobienprefiere destinarla a su propio consumo,
renta absoluta en Marx
teoría d e
absoluta en Marx
113
Antes de ser una apropiación de valor, la renta es el lugar de la propiedad del suelo en un proceso de trabajo y de producción. Lo que hace que la renta absoluta sea limitada por la plus ganan ese proceso de sucede, la con produ un mome tradicción resultante inducirá una transformación a iniciativa del capital que privará aún más a la propiedad del suelo autó noma de todo control sobre el proceso de producción. es lo que está en juego en las luchas sociales cuyos resultados pod rán por lo demás ser diversos. Es la barrera interpuesta por las diferentes formas de piedad territorial a la libre disposición del suelo por parte capital la que fija el límite inferior de la renta absoluta en ia efectiva que opone la pro sólo puede ser analizada al ncretas y no directamente en ferta. Cada tipo de propiedad territorial opone al capital una resistencia específica, por lo que la renta absoluta dependerá de la historia y de la estructura de cada sociedad part icular. ,
limitan numerosos comentaristas, la renta absoluta sólo puede intervenir como una magnitud exógena, arbit raria . Las dudas enunciadas a menudo son qué no es nula? qué no es tan elevada como lo permita la demanda? El ca rácter inacabado de la teoría de Marx, especialmente en las formulaciones condensadas de E l ca pi ta l, le impide responder explícitamente a esas preguntas corrosivas, pero inevitables. Lo que allí está en tela de juicio es la propia naturaleza teó rica de las «categorías económicas» elaboradas por Marx, y que no son otra cosa que el concepto de relaciones sociales. La pro piedad territorial y la renta absoluta no pueden ser concebidas más que en su relación con el capital, según el lugar que ocupen en unas relaciones de producción concretas. La tierra no es un fact or de producción, sino un elemento de la producción tor). altruismo el del terrateniente que se priva de ingresos para aumentar los de sus hermanos de clase! C. Bettelheim, comentando las tesis de A. Emmanuel sobre el cambio desigual» muestra los riesgos del retorno a la tradición clásica, precrítica, que encierra el análisis en la ilusión de la competencia: sustitución de la noción de elementos de la producción por la de 'factores
de producción' tiene un efecto teórico considerable: debido a esta susti tución, el campo de los fenómenos monetarios se aísla del espacio relaciones de productivas. En consecuencia, lo que al nivel de la circulación aparece como «ingresos del trabajo» e «ingresos del C.T.] no [podr ía añadirse: «ingresos de la propiedad del puede basarse en las condiciones materiales y sociales de la producción» (Bettelheim, «Observaciones teóricas», en Emmanuel, 1969, p. 307. El subrayado es del autor).
Sobre O
la tierra proporciona una renta tan baja que el -pietariobienprefiere destinarla a su propio consumo, como valor de uso pero también como reserva del v «como una maleza romántica». Es ésta una situación comp mente diferente a las dos anteriores: el precio subjetivame atribuido por el propietario a ese valor de uso no puede regul socialmente la base de la renta absoluta.
-
3.
Conclusión
Al térm ino de un examen ate nto de la elaboración q ue hace Mar del concepto de renta absoluta, me parece sola conclusión: sub
teoría d e
113
absoluta en Marx
Antes de ser una apropiación de valor, la renta es el lugar de la propiedad del suelo en un proceso de trabajo y de producción. Lo que hace que la renta absoluta sea limitada por la plus ganan ese proceso de sucede, la con produ un mome tradicción resultante inducirá una transformación a iniciativa del capital que privará aún más a la propiedad del suelo autó noma de todo control sobre el proceso de producción. es lo que está en juego en las luchas sociales cuyos resultados pod rán por lo demás ser diversos. Es la barrera interpuesta por las diferentes formas de piedad territorial a la libre disposición del suelo por parte capital la que fija el límite inferior de la renta absoluta en ia efectiva que opone la pro sólo puede ser analizada al ncretas y no directamente en ferta. Cada tipo de propiedad territorial opone al capital una resistencia específica, por lo que la renta absoluta dependerá de la historia y de la estructura de cada sociedad part icular. ,
limitan numerosos comentaristas, la renta absoluta sólo puede intervenir como una magnitud exógena, arbit raria . Las dudas enunciadas a menudo son qué no es nula? qué no es tan elevada como lo permita la demanda? El ca rácter inacabado de la teoría de Marx, especialmente en las formulaciones condensadas de E l ca pi ta l, le impide responder explícitamente a esas preguntas corrosivas, pero inevitables. Lo que allí está en tela de juicio es la propia naturaleza teó rica de las «categorías económicas» elaboradas por Marx, y que no son otra cosa que el concepto de relaciones sociales. La pro piedad territorial y la renta absoluta no pueden ser concebidas más que en su relación con el capital, según el lugar que ocupen en unas relaciones de producción concretas. La tierra no es un fact or de producción, sino un elemento de la producción tor). altruismo el del terrateniente que se priva de ingresos para aumentar los de sus hermanos de clase! C. Bettelheim, comentando las tesis de A. Emmanuel sobre el cambio desigual» muestra los riesgos del retorno a la tradición clásica, precrítica, que encierra el análisis en la ilusión de la competencia: sustitución de la noción de elementos de la producción por la de 'factores
3.
DIFERENCIACION ESPACIAL DE LOS COSTES Y RENTAS DIFERENCIALES
de producción' tiene un efecto teórico considerable: debido a esta susti tución, el campo de los fenómenos monetarios se aísla del espacio relaciones de productivas. En consecuencia, lo que al nivel de la circulación aparece como «ingresos del trabajo» e «ingresos del C.T.] no [podr ía añadirse: «ingresos de la propiedad del puede basarse en las condiciones materiales y sociales de la producción» (Bettelheim, «Observaciones teóricas», en Emmanuel, 1969, p. 307. El subrayado es del autor).
Diferenciac ión espacial de
LA DIFERENCIACION ESPACIAL DE LO S PRECIOS INDIVIDUALES DE PRODUCCION Y DE LAS TASAS DE GANANCIA LOCALIZADAS
En cada sector de la producción, cuando no hay un monopolio de mercado que lo impida, la competencia entre los capitales individuales que toma la forma de competencia entre las mercancías producidas en las diferentes unidades de producción establece un precio regulador de mercado: el precio de producción social de la mercancía, suponiendo que ésta es homogénea en cuanto a su valor de uso. El proceso de competencia socializa a po st er io ri los trabajos privados e impone un precio regulador uniforme a unas unidades de producción en las que las productividades del trabajo son desiguales. Las relaciones de producción capitalistas hacen aparecer tales diferencias de productividad en forma de costes de producción, precios de producción y rentabilidad distintos para los diferentes capitales., La diferencia entre precio de producción social y precio de producción individual toma, entonces, la forma de una plusganancia. Cuando esas plusganancias se originan en unas condiciones que el capital no puede reproducir o que se han configurado de manera desigual, y que están disponibles en un punto particular del espacio, se tr at a de plusganancias de localización susceptibles, según la estructura de las relaciones de producción, de conservar la forma de plusganancias de capital o de convertirse en rentas diferenciales de las que se apropia la propiedad territorial en cualquiera de sus formas. Esta transformación se lleva a cabo cuando la propiedad del suelo se vuelve un obstáculo a la libre inversión de capital en una localización dada que proporciona condiciones de producción favorables. La propiedad del suelo trae consigo, mediante la apropiación de la renta diferencial, la transferencia de las plusganancias de localización, la reducción de las tasas de ganancia internas de las unidades de
-
-
co st es y ren tas
115
producción a la tasa media de ganancia y la homogeneización del espacio para los capitales individuales. Para cada sector de producción, la configuración espacial de las plusganancias de localización es diferente según la naturaleza concreta del producto y del proceso de trabajo. La propiedad del suelo, la monopolización del acceso a esas plusganancias, impondrá a los capitales una competencia que tomará la forma de una competencia entre usos alternativos del suelo. En ese proceso, los capitales se enfrentan entre sí y a la propiedad del suelo con el adquisitivo» propio de cada uno de ellos, es decir, la totalidad de la plusganancia localizada que acepta t ransferir en forma de renta y que no incluye únicamente la plusganancia diferencial de localización. Para analizar la formación de las rentas diferenciales será más cómodo dejar de lado los otros componentes de la renta total. No se considerará, por tanto, en este capítulo más que un solo sector de la producción, un solo uso del suelo, y se supondrá que el precio del bien vendido está determinado por su precio regulador: una producción agrícola particular, la construcción de edificios, un determinado sector industrial o un determinado servicio a la circulación del capital. Los factores de diferenciación espacial de los costes y de los precios de producción no son desde luego idénticos en todos los sectores. Sin embargo, el método de análisis de la renta diferencial se elaboró a partir de una industria particular, la agricultura. Este análisis se centra en Ricardo y Marx, en la producción capitalista de trigo, dominante en la agricultura inglesa de comienzos del siglo y en Von Thünen en la competencia entre los cultivos próximos a una ciudad. De el diferente hincapié en uno u otro de los factores diferenciales (la fertilidad de los terrenos en los primeros, el coste de transporte en el segundo), pero nunca una limitación interna del método de análisis al sector agrícola. Marx lo señala: Dondequiera que existe renta, la renta diferencial se presenta por doquier y obedece siempre a las mismas leyes que la renta diferencial agrícola Plusganancias de localización y rentas diferenciales pueden ser analizadas en los mismos términos generales, cualquiera que sea la naturaleza concreta del proceso de valorización del capital que las origina: en todo proceso de producción capitalista, como Marx, 1981, vol. 8,
p.
983.
3.
DIFERENCIACION ESPACIAL DE LOS COSTES Y RENTAS DIFERENCIALES
Diferenciac ión espacial de
LA DIFERENCIACION ESPACIAL DE LO S PRECIOS INDIVIDUALES DE PRODUCCION Y DE LAS TASAS DE GANANCIA LOCALIZADAS
En cada sector de la producción, cuando no hay un monopolio de mercado que lo impida, la competencia entre los capitales individuales que toma la forma de competencia entre las mercancías producidas en las diferentes unidades de producción establece un precio regulador de mercado: el precio de producción social de la mercancía, suponiendo que ésta es homogénea en cuanto a su valor de uso. El proceso de competencia socializa a po st er io ri los trabajos privados e impone un precio regulador uniforme a unas unidades de producción en las que las productividades del trabajo son desiguales. Las relaciones de producción capitalistas hacen aparecer tales diferencias de productividad en forma de costes de producción, precios de producción y rentabilidad distintos para los diferentes capitales., La diferencia entre precio de producción social y precio de producción individual toma, entonces, la forma de una plusganancia. Cuando esas plusganancias se originan en unas condiciones que el capital no puede reproducir o que se han configurado de manera desigual, y que están disponibles en un punto particular del espacio, se tr at a de plusganancias de localización susceptibles, según la estructura de las relaciones de producción, de conservar la forma de plusganancias de capital o de convertirse en rentas diferenciales de las que se apropia la propiedad territorial en cualquiera de sus formas. Esta transformación se lleva a cabo cuando la propiedad del suelo se vuelve un obstáculo a la libre inversión de capital en una localización dada que proporciona condiciones de producción favorables. La propiedad del suelo trae consigo, mediante la apropiación de la renta diferencial, la transferencia de las plusganancias de localización, la reducción de las tasas de ganancia internas de las unidades de
-
-
--
-
- -
-
45-49. Ricardo, 1817, Thünen, 1826. 1981, vol. 8, 791-1034. 5 de Marx a Ricardo, véase en vol. 1. un de los supuestos epistemológicos del método d Thünen, véase Barnbrock, 1974.
115
producción a la tasa media de ganancia y la homogeneización del espacio para los capitales individuales. Para cada sector de producción, la configuración espacial de las plusganancias de localización es diferente según la naturaleza concreta del producto y del proceso de trabajo. La propiedad del suelo, la monopolización del acceso a esas plusganancias, impondrá a los capitales una competencia que tomará la forma de una competencia entre usos alternativos del suelo. En ese proceso, los capitales se enfrentan entre sí y a la propiedad del suelo con el adquisitivo» propio de cada uno de ellos, es decir, la totalidad de la plusganancia localizada que acepta t ransferir en forma de renta y que no incluye únicamente la plusganancia diferencial de localización. Para analizar la formación de las rentas diferenciales será más cómodo dejar de lado los otros componentes de la renta total. No se considerará, por tanto, en este capítulo más que un solo sector de la producción, un solo uso del suelo, y se supondrá que el precio del bien vendido está determinado por su precio regulador: una producción agrícola particular, la construcción de edificios, un determinado sector industrial o un determinado servicio a la circulación del capital. Los factores de diferenciación espacial de los costes y de los precios de producción no son desde luego idénticos en todos los sectores. Sin embargo, el método de análisis de la renta diferencial se elaboró a partir de una industria particular, la agricultura. Este análisis se centra en Ricardo y Marx, en la producción capitalista de trigo, dominante en la agricultura inglesa de comienzos del siglo y en Von Thünen en la competencia entre los cultivos próximos a una ciudad. De el diferente hincapié en uno u otro de los factores diferenciales (la fertilidad de los terrenos en los primeros, el coste de transporte en el segundo), pero nunca una limitación interna del método de análisis al sector agrícola. Marx lo señala: Dondequiera que existe renta, la renta diferencial se presenta por doquier y obedece siempre a las mismas leyes que la renta diferencial agrícola Plusganancias de localización y rentas diferenciales pueden ser analizadas en los mismos términos generales, cualquiera que sea la naturaleza concreta del proceso de valorización del capital que las origina: en todo proceso de producción capitalista, como Marx, 1981, vol. 8,
p.
983.
Diferenci ación espa cial de en todo proceso de valorización de capital no produc que haya una diferenciación de los costes de el sentido amplio de la palabra, origen en unas condiciones no reproducibles y mon para que aparezcan la plusganancia de localización diferencial. el concepto de renta diferencial se aportaciones de Ricardo Von Thünen y Mar Es ésta una extraña amalgama de teóricos fundamentales se oponen. Ricardo, como se sabe, es el e preferido de Marx. El banquero inglés condujo a la ec política tan lejos como la burguesía capitalista de su podía desarrollarla como ciencia, deteniéndose ante la cu fundamental del origen de la ganancia, la extorsión del valor En cuanto a Von Thünen, su teoría económica cons el modelo ideal de un capitalismo patriarcal y a la burguesía alemana que no ha hecho su revoluci Y, sin embargo, sus teorías de la renta diferencia elementos que pueden ser incorporados a la teoría ma la renta del suelo, como también no sin algo de en lo que se refiere a Ricardo a las teorías neo razón es sencilla: el concepto de renta diferencial, que el de renta absoluta, es homogéneo con respe ganancia y plusganancia. Sólo hace referencia a la dis entre capitales y la propiedad transformada de plusvalor; por tanto, nivel de las apariencias, ignorando el secreto de de plusvalor, la naturaleza del capital como relación soci explotación. con sus contribuciones y con la de Marx, se teoría. Est a será objeto luego de extensiones empíricas a industrias de sofisticaciones formales media del lenguaje del cálculo diferencial lo cual no resulta también será objeto de importante: la renta se de factor de producción cuya
co st es y ren tas
los
costes y rentas
varía con la utilidad que proporcionan las localizaciones a los finales y a las firmas. contrario, se colocan en : la renta diferencial tiene sus las condiciones de la producción y es claramente diferente las rentas que aparecen en la circulación. de análisis 1) antes de mostrar lo a los usos no agrícolas del sue-
La c on st ru cc ió n de l co nc ep to de re nt a d ife ren cia l e n la teo ría de la re nta del suelo agrícola causas generales, independientes del capital, producen aciones en el precio de producción agrícola: la «fertilidad» tierras y su «ubicación» a distribución desigual de igual de la agricultura en distintas ribución del capital entre La renta, relación social, no nace de la naturaleza, sino del pitalismo en el seno de las formacio sociales que tiende a dominar. Esta dominación es un pro que actúa en el tiempo y en espacio. na renta diferencial puede nacer, pues, de la pluralidad de
ndo la agricultura, por ejemplo, ta y un sector campesino: origina una plusganancia si del mercado está determinado por la productividad ncia debe ser convertida en talista se concentra en vo modo de producción no se haya de todo el espacio, las plusganancias del capital apaondicionadas por la propiedad de las tierras ya cony serán transferidas a los propietarios de éstas. smo modo, una renta diferencial puede nacer de la del modo de producción os efectos del capital alza de dad obtenida mediante inversiones adicionales
-
Diferenci ación espa cial de en todo proceso de valorización de capital no produc que haya una diferenciación de los costes de el sentido amplio de la palabra, origen en unas condiciones no reproducibles y mon para que aparezcan la plusganancia de localización diferencial. el concepto de renta diferencial se aportaciones de Ricardo Von Thünen y Mar Es ésta una extraña amalgama de teóricos fundamentales se oponen. Ricardo, como se sabe, es el e preferido de Marx. El banquero inglés condujo a la ec política tan lejos como la burguesía capitalista de su podía desarrollarla como ciencia, deteniéndose ante la cu fundamental del origen de la ganancia, la extorsión del valor En cuanto a Von Thünen, su teoría económica cons el modelo ideal de un capitalismo patriarcal y a la burguesía alemana que no ha hecho su revoluci Y, sin embargo, sus teorías de la renta diferencia elementos que pueden ser incorporados a la teoría ma la renta del suelo, como también no sin algo de en lo que se refiere a Ricardo a las teorías neo razón es sencilla: el concepto de renta diferencial, que el de renta absoluta, es homogéneo con respe ganancia y plusganancia. Sólo hace referencia a la dis entre capitales y la propiedad transformada de plusvalor; por tanto, nivel de las apariencias, ignorando el secreto de de plusvalor, la naturaleza del capital como relación soci explotación. con sus contribuciones y con la de Marx, se teoría. Est a será objeto luego de extensiones empíricas a industrias de sofisticaciones formales media del lenguaje del cálculo diferencial lo cual no resulta también será objeto de importante: la renta se de factor de producción cuya
--
-
- -
-
45-49. Ricardo, 1817, Thünen, 1826. 1981, vol. 8, 791-1034. 5 de Marx a Ricardo, véase en vol. 1. un de los supuestos epistemológicos del método d Thünen, véase Barnbrock, 1974.
los
costes y rentas
varía con la utilidad que proporcionan las localizaciones a los finales y a las firmas. contrario, se colocan en : la renta diferencial tiene sus las condiciones de la producción y es claramente diferente las rentas que aparecen en la circulación. de análisis 1) antes de mostrar lo a los usos no agrícolas del sue-
La c on st ru cc ió n de l co nc ep to de re nt a d ife ren cia l e n la teo ría de la re nta del suelo agrícola causas generales, independientes del capital, producen aciones en el precio de producción agrícola: la «fertilidad» tierras y su «ubicación» a distribución desigual de igual de la agricultura en distintas ribución del capital entre La renta, relación social, no nace de la naturaleza, sino del pitalismo en el seno de las formacio sociales que tiende a dominar. Esta dominación es un pro que actúa en el tiempo y en espacio. na renta diferencial puede nacer, pues, de la pluralidad de
ndo la agricultura, por ejemplo, ta y un sector campesino: origina una plusganancia si del mercado está determinado por la productividad ncia debe ser convertida en talista se concentra en vo modo de producción no se haya de todo el espacio, las plusganancias del capital apaondicionadas por la propiedad de las tierras ya cony serán transferidas a los propietarios de éstas. smo modo, una renta diferencial puede nacer de la del modo de producción os efectos del capital alza de dad obtenida mediante inversiones adicionales
-
Difere nciació n espacial de los cos tes y rentas
rece como el resultado de condiciones externas y se en el fundamento de la renta del suelo. El régimen impositivo localizado produce también un efe diferencial. Si los demás elementos permanecen inalterados nivel de impuestos más alto por unidad de producto se añ al precio de producción social para fijar el precio regulador mercado. El impuesto infla el precio y constituye una deducci específica de plusvalor social, que disminuye otro tanto la t general de ganancia. Si, en ciertos puntos del espacio, los ductores pagan un impuesto más bajo por unidad de prod el Estado, como fuerza exterior al capital, hace surgir una p ganancia que puede ser convertida en renta diferencial. efecto no se produce si el impuesto es establecido sobre la re sobre las cantidades producidas o sobre el añadidos. deducción fiscal es entonces uniforme por unidad producida no modifica la distribución espacial de las tasas de gananci La enumeración, probablemente no limitativa a los ojos Marx, de esas causas particulares de la renta diferencial, mu tra la generalidad de la teoría y su capacidad de explicar p históricos diferentes y complejos. Sin embargo, Marx c sidera la fertilidad y la ubicación como los dos factores es ciales de la desigualdad espacial de las ganancias De hecho, solamente estudiará la primera 1.1) estudiaremos la segunda con ayuda de Von Thünen
1.1.
Fertilidad y diferenciación espacial de los costes de producción
Para una producción agrícola dada, los rendimientos físicos hectárea varían de una tierr a a otra; esas diferencias, parecen ser el resultado de unas condiciones naturales, d desigual de la tierra., son producto de la hi ria y de la sociedad. La fertilidad de un suelo agrícola no depende en forma recta de sus características químicas, topográficas o climáti ni el rendimiento de una mina de la estructura geológica subsuelo. Esos factores naturales sólo intervienen cuando Marx dio primacía a la fertilidad e ignoró la ubicación; por tant o, inoperante para analizar la renta urbana. Esta opinión, que se encuen muy difundida, se basa en una lectura precipitada de El capital. Por plo, M. Allione: renta diferencial en el caso urbano se explica mej con la definición de Marshall que con la de (Allione, 1970, p. 4
119
técnica agrícola o la técnica de extracción los tiene en cuenta. Así, puede observarse que cada cambio de las fuerzas producti vas y de las relaciones de producción en la agricultura produce una reclasificación de las tierras desde el punto de vista de su fertilidad relativa. Además, el rendimiento agrícola depende de la del suelo por el trabajo, que modifica su composición, incor pora i nfraes tructur as de drenaje, irrigación, plantaciones dura deras, etc. Cuando esas mejoras son realizadas en el marco del modo de producción capitalista, toman la forma de gastos de capital. Su carácter relativamente duradero puede hacer que el aumento de productividad resultante aparezca como un efecto de las condiciones naturales: esto es lo que ocurre en la agri cultu ra inglesa «clásica» cuando el terrat enien te se beneficia, al término del arrendamiento, de las inversiones realizadas por el arrendatario capitalista; es también lo que ocurre cuando el Estado se hace cargo de una parte de las inversiones en infra estructura, pudiendo el propietario prevalerse de ellas frente al arrendatario. Así, los resultados del trabajo social, desde el mo mento en que son apropiables de manera privada, se enfrentan al capital como «condiciones naturales» bajo la forma de la propiedad del suelo. Lo que ya es cierto en la agricultura llegará a ser evidente en la ciudad. De esas diferencias de productividad del trabajo surgidas de condiciones externas al capital nacen las plusganancias, base de las rentas diferenciales. renta es siempre la diferencia entre los productos obtenidos por el empleo de dos cantidades iguales de capital y de trab ajo» , según la definición de Ricardo Así, las cantidades de capital invertido y consumido necesa rias para producir una unidad de valor de uso varían de un terreno a otro y, en consecuencia, el precio de producción indi vidual de la mercancía. Dado el precio de producción social, o precio regulador de mercado, la diferencia constituye una ganancia susceptible de transformarse en renta diferencial.
Ricardo, 1817, pp. 48-9. Ricardo, como es sabido, sólo examina la renta diferencial.
Difere nciació n espacial de los cos tes y rentas
rece como el resultado de condiciones externas y se en el fundamento de la renta del suelo. El régimen impositivo localizado produce también un efe diferencial. Si los demás elementos permanecen inalterados nivel de impuestos más alto por unidad de producto se añ al precio de producción social para fijar el precio regulador mercado. El impuesto infla el precio y constituye una deducci específica de plusvalor social, que disminuye otro tanto la t general de ganancia. Si, en ciertos puntos del espacio, los ductores pagan un impuesto más bajo por unidad de prod el Estado, como fuerza exterior al capital, hace surgir una p ganancia que puede ser convertida en renta diferencial. efecto no se produce si el impuesto es establecido sobre la re sobre las cantidades producidas o sobre el añadidos. deducción fiscal es entonces uniforme por unidad producida no modifica la distribución espacial de las tasas de gananci La enumeración, probablemente no limitativa a los ojos Marx, de esas causas particulares de la renta diferencial, mu tra la generalidad de la teoría y su capacidad de explicar p históricos diferentes y complejos. Sin embargo, Marx c sidera la fertilidad y la ubicación como los dos factores es ciales de la desigualdad espacial de las ganancias De hecho, solamente estudiará la primera 1.1) estudiaremos la segunda con ayuda de Von Thünen
1.1.
Fertilidad y diferenciación espacial de los costes de producción
Para una producción agrícola dada, los rendimientos físicos hectárea varían de una tierr a a otra; esas diferencias, parecen ser el resultado de unas condiciones naturales, d desigual de la tierra., son producto de la hi ria y de la sociedad. La fertilidad de un suelo agrícola no depende en forma recta de sus características químicas, topográficas o climáti ni el rendimiento de una mina de la estructura geológica subsuelo. Esos factores naturales sólo intervienen cuando Marx dio primacía a la fertilidad e ignoró la ubicación; por tant o, inoperante para analizar la renta urbana. Esta opinión, que se encuen muy difundida, se basa en una lectura precipitada de El capital. Por plo, M. Allione: renta diferencial en el caso urbano se explica mej con la definición de Marshall que con la de (Allione, 1970, p. 4
119
técnica agrícola o la técnica de extracción los tiene en cuenta. Así, puede observarse que cada cambio de las fuerzas producti vas y de las relaciones de producción en la agricultura produce una reclasificación de las tierras desde el punto de vista de su fertilidad relativa. Además, el rendimiento agrícola depende de la del suelo por el trabajo, que modifica su composición, incor pora i nfraes tructur as de drenaje, irrigación, plantaciones dura deras, etc. Cuando esas mejoras son realizadas en el marco del modo de producción capitalista, toman la forma de gastos de capital. Su carácter relativamente duradero puede hacer que el aumento de productividad resultante aparezca como un efecto de las condiciones naturales: esto es lo que ocurre en la agri cultu ra inglesa «clásica» cuando el terrat enien te se beneficia, al término del arrendamiento, de las inversiones realizadas por el arrendatario capitalista; es también lo que ocurre cuando el Estado se hace cargo de una parte de las inversiones en infra estructura, pudiendo el propietario prevalerse de ellas frente al arrendatario. Así, los resultados del trabajo social, desde el mo mento en que son apropiables de manera privada, se enfrentan al capital como «condiciones naturales» bajo la forma de la propiedad del suelo. Lo que ya es cierto en la agricultura llegará a ser evidente en la ciudad. De esas diferencias de productividad del trabajo surgidas de condiciones externas al capital nacen las plusganancias, base de las rentas diferenciales. renta es siempre la diferencia entre los productos obtenidos por el empleo de dos cantidades iguales de capital y de trab ajo» , según la definición de Ricardo Así, las cantidades de capital invertido y consumido necesa rias para producir una unidad de valor de uso varían de un terreno a otro y, en consecuencia, el precio de producción indi vidual de la mercancía. Dado el precio de producción social, o precio regulador de mercado, la diferencia constituye una ganancia susceptible de transformarse en renta diferencial.
Ricardo, 1817, pp. 48-9. Ricardo, como es sabido, sólo examina la renta diferencial.
Diferenciación espacial de los costes y rentas
1.2.
Localización y diferenciación espacial de los costes de transporte
Los terrenos no se diferencian únicamente por su fertilidad, también por su distancia al mercado, cuya expresión es el coste de transporte del producto. Ese factor de renta es estudiado meticulosamente por Thünen a partir del examen empírico de los elementos de co de los diversos cultivos en Mecklemburgo, donde dirige explotación agrícola. Sus hipótesis son conocidas: un mer central único, donde se determina el precio de cada produ rodeado por un territorio agrícola donde se supone que rendimientos son idénticos para cada sistema de cultivo. tanto, el espacio se diferencia únicamente por el coste de tr porte de una unidad de peso de un producto cualquiera. En esas condiciones, Von Thünen resuelve el doble problema de la formación del precio de cada product el mercado central y en cada punto del espacio, y de la asi nación a cada suelo de sistemas de cultivos en competenci La determinación de la renta del suelo es la consecuencia. Para un producto dado, su precio localizado será igual del mercado central, menos el coste de transporte a ese me cado. En cuanto al precio en la ciudad, equivaldrá a la sum del coste de producción y del coste de transporte en el terren más alejado: El precio del grano debe ser lo suficientemente alto como para la renta del suelo de una explotación que soporta los mayores gas de producción de los granos y de entrega en el mercado, pero cu cultivo es indispensable para el consumo, no caiga debajo cero Cuando dos producciones (madera y centeno, por ejemplo) o d sistemas de cultivo (dos tipos de rotación de cultivos para pr ducir centeno) entran en competencia por el uso del suelo, pr valecerá aquél que proporcione la renta más alta, y, por tant aquél cuya parte de coste de transporte en el precio unitari en el mercado central, sea más alta. Habrá que cultivar cerca de las ciudades los productos que teng un gran peso o un gran volumen con respecto a su valor, y cuy gastos de transporte al mercado central sean lo suficientemente altos Von Thünen, 1826, p. 197.
como para que las comarcas alejadas no puedan enviarlos con ven taja Como efecto de esta competencia, surgen alrededor de la ciudad zonas concéntricas, cada una de ellas especializada en un cul tivo particular. La renta del suelo para cada producto se establece en cada punto como una diferencia entre un precio único en el mercado central y un coste diferenciado por el coste de transporte. La teoría de Von Thünen es análoga a la de Ricardo en la hipótesis de fertilidades idénticas y localizaciones variables Además el hecho de tener en cuenta una pluralidad de culti vos le lleva a introducir la idea de una modificación de la renta por la competencia de los cultivos. En la frontera exterior de su círculo, allí donde un cultivo dado no proporciona más renta, el empresario debe, sin embargo, pagar la renta que proporcio naría en ese punto el cultivo competidor
2
Las rentas diferenciales urbanas
El concepto de renta diferencial se resume, pues, en lo siguien te: los costes de producción (y, por tanto, los precios de pro ducción) de una mercancía son diferentes según el lugar donde sea producida, mientras que su precio regulador de mercado (o precio de producción social) es único; en consecuencia, los capitales que se valorizan en localizaciones favorables obtienen plusganancias susceptibles de convertirse en rentas diferen ciales. Por coste de producción hay que entender el coste global de la mercancía en el lugar en que se pone a disposición del usua Ibid., p. 2. Von Thünen, en la segunda edición de su obra, indica que no había (1817) cuando la leído los Principios de economía política y publicó por primera vez (1826) (ibid., p. 17). Además, Von Thünen comprueba un hecho que Ricardo ignora y que será el punto de partida del concepto de renta absoluta en Marx: existe una renta que no es nula en la frontera exterior del último círculo cultivado y, por tanto, una renta de naturaleza diferente a la renta dife rencial. A igual fertilidad del suelo en las explotaciones, igual posición para la salida de los productos e iguales posibilidades de incidir en el valor de esos productos, el suelo origina una renta, siempre que no haya concesión gratuita de terrenos incultos. Debe existir, por tanto, una causa generadora de la renta del suelo más profunda aún que la evaluación de (ibid., pp. 199-200). la ventaja de una explotación sobre
Diferenciación espacial de los costes y rentas
1.2.
Localización y diferenciación espacial de los costes de transporte
Los terrenos no se diferencian únicamente por su fertilidad, también por su distancia al mercado, cuya expresión es el coste de transporte del producto. Ese factor de renta es estudiado meticulosamente por Thünen a partir del examen empírico de los elementos de co de los diversos cultivos en Mecklemburgo, donde dirige explotación agrícola. Sus hipótesis son conocidas: un mer central único, donde se determina el precio de cada produ rodeado por un territorio agrícola donde se supone que rendimientos son idénticos para cada sistema de cultivo. tanto, el espacio se diferencia únicamente por el coste de tr porte de una unidad de peso de un producto cualquiera. En esas condiciones, Von Thünen resuelve el doble problema de la formación del precio de cada product el mercado central y en cada punto del espacio, y de la asi nación a cada suelo de sistemas de cultivos en competenci La determinación de la renta del suelo es la consecuencia. Para un producto dado, su precio localizado será igual del mercado central, menos el coste de transporte a ese me cado. En cuanto al precio en la ciudad, equivaldrá a la sum del coste de producción y del coste de transporte en el terren más alejado: El precio del grano debe ser lo suficientemente alto como para la renta del suelo de una explotación que soporta los mayores gas de producción de los granos y de entrega en el mercado, pero cu cultivo es indispensable para el consumo, no caiga debajo cero Cuando dos producciones (madera y centeno, por ejemplo) o d sistemas de cultivo (dos tipos de rotación de cultivos para pr ducir centeno) entran en competencia por el uso del suelo, pr valecerá aquél que proporcione la renta más alta, y, por tant aquél cuya parte de coste de transporte en el precio unitari en el mercado central, sea más alta. Habrá que cultivar cerca de las ciudades los productos que teng un gran peso o un gran volumen con respecto a su valor, y cuy gastos de transporte al mercado central sean lo suficientemente altos Von Thünen, 1826, p. 197.
como para que las comarcas alejadas no puedan enviarlos con ven taja Como efecto de esta competencia, surgen alrededor de la ciudad zonas concéntricas, cada una de ellas especializada en un cul tivo particular. La renta del suelo para cada producto se establece en cada punto como una diferencia entre un precio único en el mercado central y un coste diferenciado por el coste de transporte. La teoría de Von Thünen es análoga a la de Ricardo en la hipótesis de fertilidades idénticas y localizaciones variables Además el hecho de tener en cuenta una pluralidad de culti vos le lleva a introducir la idea de una modificación de la renta por la competencia de los cultivos. En la frontera exterior de su círculo, allí donde un cultivo dado no proporciona más renta, el empresario debe, sin embargo, pagar la renta que proporcio naría en ese punto el cultivo competidor
2
Las rentas diferenciales urbanas
El concepto de renta diferencial se resume, pues, en lo siguien te: los costes de producción (y, por tanto, los precios de pro ducción) de una mercancía son diferentes según el lugar donde sea producida, mientras que su precio regulador de mercado (o precio de producción social) es único; en consecuencia, los capitales que se valorizan en localizaciones favorables obtienen plusganancias susceptibles de convertirse en rentas diferen ciales. Por coste de producción hay que entender el coste global de la mercancía en el lugar en que se pone a disposición del usua Ibid., p. 2. Von Thünen, en la segunda edición de su obra, indica que no había (1817) cuando la leído los Principios de economía política y publicó por primera vez (1826) (ibid., p. 17). Además, Von Thünen comprueba un hecho que Ricardo ignora y que será el punto de partida del concepto de renta absoluta en Marx: existe una renta que no es nula en la frontera exterior del último círculo cultivado y, por tanto, una renta de naturaleza diferente a la renta dife rencial. A igual fertilidad del suelo en las explotaciones, igual posición para la salida de los productos e iguales posibilidades de incidir en el valor de esos productos, el suelo origina una renta, siempre que no haya concesión gratuita de terrenos incultos. Debe existir, por tanto, una causa generadora de la renta del suelo más profunda aún que la evaluación de (ibid., pp. 199-200). la ventaja de una explotación sobre
Diferenciación espacial de los cos tes
rio; ello incluye los costes de tran sport e, ya sean internos proceso de producción (transporte de los medios y objetos trabajo) o se refieran al producto final (transporte al lugar de mercado). Este concepto de renta diferencial incluye un gran núme de rentas particulares, formas transformadas de plusgananci nacidas de otros tantos factores diferentes; comprende en espe cial las rentas diferenciales surgidas de la valorización d capital en la agricultura, como en las diversas activid urbanas que producen ganancia. En este análisis que es el de la renta diferenci depende de los precios, y no a la inversa. En cuanto a los pr cios, dependen de las condiciones de la producción, y no d mercado. Aun cuando la renta diferencial aparezca como un coste el capital separado de la propiedad del suelo, eso no es más una ilusión producida por la competencia. Adam Smith fue primero en señalarlo:
-
Por lo tanto, hay que observar que la renta entra en la composición del precio de las mercancias de una manera muy diferente a los salarios y las ganancias. La tasa alta o baja de los salarios y las ganancias es la causa del precio alto o bajo de las mercancias; la tasa alta o baja de la renta es el efecto del precio
Y Ricardo expresa la misma idea de manera condensada: El trigo no se encarece porque se pague una renta; por el contrario se paga una renta porque el trigo es caro La renta diferencial es un efecto del precio. En cuanto al precio, es un efecto del costo, y más exacta mente de la configuración de los costes individuales y de su proceso de transformación, gracias a la competencia, coste social único. La renta diferencial es, pues, tota ajena a las modificaciones de precios transitorias o nentes que se producen en la circulación y supone un precio uniforme de una mercancía homogénea. Esta especificación de la renta diferencial es importante p distinguirla de otros tipos de renta cuyo proceso de formac es completamente diferente pero cuya apariencia es idéntica. también varían de un punto a otro del espacio.
-
-
P.
rentas
123
Toda terminología procede de una convención y a ese nivel la discusión no reviste interés alguno. En mi opinión, es prefe rible sin embargo que los términos utilizados remitan de ma nera unívoca a conceptos claramente especificados. Por tanto, propongo utilizar el término de renta diferencial únicamente paradesignar las rentas determinadas por las desigualdades de en el espacio en las esta etapa del son enumeradas distinguiendo unas de otras, se tratará de establecer una gía, tan exhaustiva como sea posible, de las rentas diferenciales. Cada forma, cada etapa de la valorización capitalista de la ciu dad puede crear rentas diferenciales. Veamos cómo. La explotación capitalista de la ciudad tiene su fundamento material en la producción de edificios; se supone que esta pro ducción es llevada a cabo por un constructor que invierte para obtener una ganancia, Según la localización del terreno, variará la tasa interna de ganancia, siempre que el precio de venta del producto sea uniforme, pues los costes de producción variarán igualmente. dos del terreno El edificio podrá ser destinado a usos sociales diferentes; por tanto, los procesos de formación de las rentas diferenciales serán variables. El edificio puede ser soporte de un consumo colectivo no mercantil (escuela, servicio público, etc.): no habrá, pues, for mación de renta autónoma, ni siquiera al nivel de la producción del edificio. Será el nivel de renta formado por los usos capita listas del suelo el que se imponga al agente (público) que sumi nistr a (de un modo no mercantil) el servicio. Puede también ser el soporte de un nuevo proceso de pro ducción de ganancia, convirtiéndose en componente del capital constante de un capital productivo (fábrica, taller, oficina de estudios técnicos, etc.) o en componente del capital de gastos Descarto, pues, por razones de claridad, dos acepciones del término, empleadas frecuentemente: La renta diferencial como diferencia entre dos niveles de la renta provocados por el cambio de uso del suelo, efectivo o anticipado (cf. quier, 1971, p. 82). En ese caso, se trata del cambio de nivel de la renta
-
total. -cia La renta diferencial como de ubicación», o de la diferenprecios los inmuebles según su localización. En ese caso, se trata efecto de de una renta de monopolio. Ese punto esencial será ampliamente discude
Smith, 1776,
y
capítulo
Diferenciación espacial de los cos tes
rio; ello incluye los costes de tran sport e, ya sean internos proceso de producción (transporte de los medios y objetos trabajo) o se refieran al producto final (transporte al lugar de mercado). Este concepto de renta diferencial incluye un gran núme de rentas particulares, formas transformadas de plusgananci nacidas de otros tantos factores diferentes; comprende en espe cial las rentas diferenciales surgidas de la valorización d capital en la agricultura, como en las diversas activid urbanas que producen ganancia. En este análisis que es el de la renta diferenci depende de los precios, y no a la inversa. En cuanto a los pr cios, dependen de las condiciones de la producción, y no d mercado. Aun cuando la renta diferencial aparezca como un coste el capital separado de la propiedad del suelo, eso no es más una ilusión producida por la competencia. Adam Smith fue primero en señalarlo:
-
Por lo tanto, hay que observar que la renta entra en la composición del precio de las mercancias de una manera muy diferente a los salarios y las ganancias. La tasa alta o baja de los salarios y las ganancias es la causa del precio alto o bajo de las mercancias; la tasa alta o baja de la renta es el efecto del precio
Y Ricardo expresa la misma idea de manera condensada: El trigo no se encarece porque se pague una renta; por el contrario se paga una renta porque el trigo es caro La renta diferencial es un efecto del precio. En cuanto al precio, es un efecto del costo, y más exacta mente de la configuración de los costes individuales y de su proceso de transformación, gracias a la competencia, coste social único. La renta diferencial es, pues, tota ajena a las modificaciones de precios transitorias o nentes que se producen en la circulación y supone un precio uniforme de una mercancía homogénea. Esta especificación de la renta diferencial es importante p distinguirla de otros tipos de renta cuyo proceso de formac es completamente diferente pero cuya apariencia es idéntica. también varían de un punto a otro del espacio.
-
-
P.
rentas
123
Toda terminología procede de una convención y a ese nivel la discusión no reviste interés alguno. En mi opinión, es prefe rible sin embargo que los términos utilizados remitan de ma nera unívoca a conceptos claramente especificados. Por tanto, propongo utilizar el término de renta diferencial únicamente paradesignar las rentas determinadas por las desigualdades de en el espacio en las esta etapa del son enumeradas distinguiendo unas de otras, se tratará de establecer una gía, tan exhaustiva como sea posible, de las rentas diferenciales. Cada forma, cada etapa de la valorización capitalista de la ciu dad puede crear rentas diferenciales. Veamos cómo. La explotación capitalista de la ciudad tiene su fundamento material en la producción de edificios; se supone que esta pro ducción es llevada a cabo por un constructor que invierte para obtener una ganancia, Según la localización del terreno, variará la tasa interna de ganancia, siempre que el precio de venta del producto sea uniforme, pues los costes de producción variarán igualmente. dos del terreno El edificio podrá ser destinado a usos sociales diferentes; por tanto, los procesos de formación de las rentas diferenciales serán variables. El edificio puede ser soporte de un consumo colectivo no mercantil (escuela, servicio público, etc.): no habrá, pues, for mación de renta autónoma, ni siquiera al nivel de la producción del edificio. Será el nivel de renta formado por los usos capita listas del suelo el que se imponga al agente (público) que sumi nistr a (de un modo no mercantil) el servicio. Puede también ser el soporte de un nuevo proceso de pro ducción de ganancia, convirtiéndose en componente del capital constante de un capital productivo (fábrica, taller, oficina de estudios técnicos, etc.) o en componente del capital de gastos Descarto, pues, por razones de claridad, dos acepciones del término, empleadas frecuentemente: La renta diferencial como diferencia entre dos niveles de la renta provocados por el cambio de uso del suelo, efectivo o anticipado (cf. quier, 1971, p. 82). En ese caso, se trata del cambio de nivel de la renta
-
total. -cia La renta diferencial como de ubicación», o de la diferenprecios los inmuebles según su localización. En ese caso, se trata efecto de de una renta de monopolio. Ese punto esencial será ampliamente discutido en el capítulo 4. de
Smith, 1776,
y
128
Diferenciac ión espacial de
costes y rentas
129
la renta diferencial en los terrenos que existen con anteriori a la construcción. Cuanto más importante es la parte del coste de urb financiada con fondos públicos, menor es la renta d en los terrenos ya equipados. Sin embargo, esto sólo
fundamental, pues el sistema fiscal y el importe del impuesto a de arbitrario. Los determinados por el im-
urbanización localizado) y no selectivamente a algunos de (lo que no modifica ya los niveles de plusganancia en el junto de la aglomeración, sino el nivel de plu promotores privilegiados). Además este efect diferencial según el coste de urbanización del para nada en el comportamiento de los otr y, por lo tanto, de la renta total. Las operaciones de construcción soportan en la mayorí
ugar de su valorización. En con mar en coste privado, mediante «coste de las operacioe un impuesto localizado que estrictamente la variación espacial del gasto público u. constituye la base de una ación espacial de los costes de producción de los bienes biliarios: algunas localizaciones ofrecerán, pues, al capital y la propiedad del suelo arse de una renta diferencial
renta. se trata de los impuestos fijados de manera unifor independientem ente de la localización. Así, el impues to indi constituye un impuesto «neutr o» que tantes costes y que el capitalista incluye como parte final. Asimismo, los impuestos sobre la ganancia ya los resultados globales de varios program conjunto de los ingresos reales de los agent la diferenciación espacial de las ganancias. Por el contrario, cuando el impuesto varía según la localización y se aplica a todo genera un coste fiscal base de ciales susceptibles de transformarse en renta. fuerte se integra en el precio regulador d localizaciones en que la presión es más déb cias. Ocurre esto cuando se trat a de un imp del gasto público local que varía de una zona a otra, o cu el impuesto se calcula sobre el volumen o la naturaleza de construcciones Las localizaciones gravadas por debajo se nefician de una renta creada por el impuesto. Sin embargo, ese mecanismo se basa en una realidad No
ismo sentido En los centros urbanos el coste de urbaniza del suelo es generalmente bajo; reducido al mínimo por las on las redes), los fondos a parte en las operaciones de
-
-
Por ejemplo, el impuesto local de equipo.
esforzará por hacerse cargo de la parte más pequeña posible los costes de infraestructura; sin embargo, las colectividades
n los años 60. Una excepción notable: en el centro de la ciudad. promotores privados realizadas en se, se observan los siguientes costes
a
128
Diferenciac ión espacial de
costes y rentas
129
la renta diferencial en los terrenos que existen con anteriori a la construcción. Cuanto más importante es la parte del coste de urb financiada con fondos públicos, menor es la renta d en los terrenos ya equipados. Sin embargo, esto sólo
fundamental, pues el sistema fiscal y el importe del impuesto a de arbitrario. Los determinados por el im-
urbanización localizado) y no selectivamente a algunos de (lo que no modifica ya los niveles de plusganancia en el junto de la aglomeración, sino el nivel de plu promotores privilegiados). Además este efect diferencial según el coste de urbanización del para nada en el comportamiento de los otr y, por lo tanto, de la renta total. Las operaciones de construcción soportan en la mayorí
ugar de su valorización. En con mar en coste privado, mediante «coste de las operacioe un impuesto localizado que estrictamente la variación espacial del gasto público u. constituye la base de una ación espacial de los costes de producción de los bienes biliarios: algunas localizaciones ofrecerán, pues, al capital y la propiedad del suelo arse de una renta diferencial
renta. N o se trata de los impuestos fijados de manera unifor independientem ente de la localización. Así, el impues to indi constituye un impuesto «neutr o» que tantes costes y que el capitalista incluye como parte final. Asimismo, los impuestos sobre la ganancia ya los resultados globales de varios program conjunto de los ingresos reales de los agent la diferenciación espacial de las ganancias. Por el contrario, cuando el impuesto varía según la localización y se aplica a todo genera un coste fiscal base de ciales susceptibles de transformarse en renta. fuerte se integra en el precio regulador d localizaciones en que la presión es más déb cias. Ocurre esto cuando se trat a de un imp del gasto público local que varía de una zona a otra, o cu el impuesto se calcula sobre el volumen o la naturaleza de construcciones Las localizaciones gravadas por debajo se nefician de una renta creada por el impuesto. Sin embargo, ese mecanismo se basa en una realidad
ismo sentido En los centros urbanos el coste de urbaniza del suelo es generalmente bajo; reducido al mínimo por las on las redes), los fondos a parte en las operaciones de
-
-
esforzará por hacerse cargo de la parte más pequeña posible los costes de infraestructura; sin embargo, las colectividades
n los años 60. Una excepción notable: en el centro de la ciudad. promotores privados realizadas en se, se observan los siguientes costes
a
Por ejemplo, el impuesto local de equipo.
Diferenciación espacial de
Los resultados de la correlación de fuerzas de múlti componentes cuando se estabilizan para amplias zonas de aglomeración y se imponen a todos los promotores, o po menos a la mayor parte de ellos, llevan a la formación de ganancias permanentes para todas las zonas que no sean llas en las que el coste global de edificabilidad es mayor. sistema espacial de plusganancias evoluciona entonces con red pública de infraestructuras, mientras que los precios d suelo tienden a absor ber' la totalidad de ese tipo de plu nancias. La estrategia del capital renta consiste generalmente de infraestructuras de plusganancias ya radas a los precios de ofe menos o poco equipadas. las plusganancias potenciales son en esas zonas más bajas las. De hecho, esa estrategia es racional si el promotor está ro d e que la colectividad pública se verá obligada a financiar parte importante de las infraestructuras que haya hecho n la operación privada. Un proceso como ese puede llev a cabo tanto en forma de la evidente anarquía urbanística por una multitud de pequeños y medianos promotores, como forma de «operaciones concertadas» entre la gran promoc monopolista y el Estado En ambos casos, e indudableme con mayor «eficacia» en el segundo, la ley de la renta da 1 a estrategias de localización destinadas a negarla, es decir, a pedir la transferencia de las plusganancias a la propiedad suelo.
-
2.2.
-
Plusganancias (ren tas) diferenciales según el coste localizado de explotación capitalista de los edificios
La localización de un edificio no produce solamente un dado de su coste de producción - c u y a diferenciación espa *
Se ha decidido traducir el y no por otro, terización y los criterios de aún no está concluida. Cf. el concepto de área 141, 1975 (N. del T.). Por ejemplo, procedimiento en las Zonas de Urbanización Con
costes
y
rentas
131
es la base de las rentas diferenciales según el coste de edifica bilidad sino también un nivel dado de su coste de utilización. Cuando el edificio es el soporte de un proceso de valorización del capital, su uso su consumo es productor de ganancia y las localizaciones pueden generar una diferenciación del coste de su explotación capitalista. Los factores espaciales de variabilidad de los costes deben ser examinados sector por sector y exigen un análisis profundo de las condiciones de formación de las tasas de ganancia pro pias de cada fase de la división del trabajo y de la concentración centralización del capital: ese análisis desborda el marco del nto, indiquemos de manera formal ariación de las tasas de ganancia
-
-
-
uctiva, el coste localizado de a una actividad no productiva (de e ganancia, el coste localizado del rían en el espacio. Unas veces proporciona «gratuitamente » una reserva de de uso (minas, energía hidroeléctrica, petróleo, canteras, etcétera); otras el coste de transporte de los medios de producentre su lugar de producción y su lugar de transformación ntribuye a diversificar el espacio desde el punto de vista de tasa de ganancia: ese factor afecta en particular a las mate primas y, en menor medida, a la energía. La variabilidad pacial de las tasas de ganancia será tanto más fuerte cuanto alto sea el valor de los consumos intermedios en el valor producto final, cuanto más bajo sea el valor por unidad a de consumo intermedio, o cuanto más alto sea el coste de sporte por unidad de distancia. Asimismo, el coste localizado de expedición del producto
-
fin al será diferente según las localizaciones respectivas de la producción y la comercialización. El coste fiscal localizado sobre las actividades económias puede también variar sistemáticamente según las zonas de aglomeración, determinando una plusganancia diferencial en neficio de las localizaciones en las que es más bajo. Sin em -
-
para las actividades susceptibles de desplazarse fácilen el espacio, y cuando el precio regulador es fijado por iones de valorización determinadas fuera de la aglomera el impuesto localizado puede generar no una plusganancia ara las unidades gravadas por debajo de la media, sino el des de las unidades gravadas por encima de la media. ,
,
Diferenciación espacial de
Los resultados de la correlación de fuerzas de múlti componentes cuando se estabilizan para amplias zonas de aglomeración y se imponen a todos los promotores, o po menos a la mayor parte de ellos, llevan a la formación de ganancias permanentes para todas las zonas que no sean llas en las que el coste global de edificabilidad es mayor. sistema espacial de plusganancias evoluciona entonces con red pública de infraestructuras, mientras que los precios d suelo tienden a absor ber' la totalidad de ese tipo de plu nancias. La estrategia del capital renta consiste generalmente de infraestructuras de plusganancias ya radas a los precios de ofe menos o poco equipadas. las plusganancias potenciales son en esas zonas más bajas las. De hecho, esa estrategia es racional si el promotor está ro d e que la colectividad pública se verá obligada a financiar parte importante de las infraestructuras que haya hecho n la operación privada. Un proceso como ese puede llev a cabo tanto en forma de la evidente anarquía urbanística por una multitud de pequeños y medianos promotores, como forma de «operaciones concertadas» entre la gran promoc monopolista y el Estado En ambos casos, e indudableme con mayor «eficacia» en el segundo, la ley de la renta da 1 a estrategias de localización destinadas a negarla, es decir, a pedir la transferencia de las plusganancias a la propiedad suelo.
-
2.2.
-
Plusganancias (ren tas) diferenciales según el coste localizado de explotación capitalista de los edificios
La localización de un edificio no produce solamente un dado de su coste de producción - c u y a diferenciación espa *
Se ha decidido traducir el y no por otro, terización y los criterios de aún no está concluida. Cf. el concepto de área 141, 1975 (N. del T.). Por ejemplo, procedimiento en las Zonas de Urbanización Con tada vinculadas por convenio.
costes
y
rentas
131
es la base de las rentas diferenciales según el coste de edifica bilidad sino también un nivel dado de su coste de utilización. Cuando el edificio es el soporte de un proceso de valorización del capital, su uso su consumo es productor de ganancia y las localizaciones pueden generar una diferenciación del coste de su explotación capitalista. Los factores espaciales de variabilidad de los costes deben ser examinados sector por sector y exigen un análisis profundo de las condiciones de formación de las tasas de ganancia pro pias de cada fase de la división del trabajo y de la concentración centralización del capital: ese análisis desborda el marco del nto, indiquemos de manera formal ariación de las tasas de ganancia
-
-
-
uctiva, el coste localizado de a una actividad no productiva (de e ganancia, el coste localizado del rían en el espacio. Unas veces proporciona «gratuitamente » una reserva de de uso (minas, energía hidroeléctrica, petróleo, canteras, etcétera); otras el coste de transporte de los medios de producentre su lugar de producción y su lugar de transformación ntribuye a diversificar el espacio desde el punto de vista de tasa de ganancia: ese factor afecta en particular a las mate primas y, en menor medida, a la energía. La variabilidad pacial de las tasas de ganancia será tanto más fuerte cuanto alto sea el valor de los consumos intermedios en el valor producto final, cuanto más bajo sea el valor por unidad a de consumo intermedio, o cuanto más alto sea el coste de sporte por unidad de distancia. Asimismo, el coste localizado de expedición del producto
-
fin al será diferente según las localizaciones respectivas de la producción y la comercialización. El coste fiscal localizado sobre las actividades económias puede también variar sistemáticamente según las zonas de aglomeración, determinando una plusganancia diferencial en neficio de las localizaciones en las que es más bajo. Sin em -
-
para las actividades susceptibles de desplazarse fácilen el espacio, y cuando el precio regulador es fijado por iones de valorización determinadas fuera de la aglomera el impuesto localizado puede generar no una plusganancia ara las unidades gravadas por debajo de la media, sino el des de las unidades gravadas por encima de la media. ,
,
To p El capital «cre a» la ganancia: estamos en el modo de ducción capitalista. Aun cuando ciertas condiciones que puede reproducir parcial o totalmente como capital indivi modifiquen su nivel de rentabilidad y originen plusga que el monopolio de esas «condiciones exteriores» hará fijen como rentas, es el movimiento del capital el que mina la producción de ganancia. De ahí la necesidad de realizar el análisis simultáneo de dos elementos determinantes de la renta: el capital y sus co exteriores de valorización. Es lo que acabamos de ha en relación con la renta diferencial. Sin embargo, Marx, en el estudio de la renta agrícola liza la renta diferencial en dos fases: primero, partiendo hipótesis de una igualdad de capital invertido por unidad perficie y, después, haciendo variar el capital. No es un sim procedimiento de exposición, pues los dos momentos d e la de de la renta diferencial son definidos por Marx dos «form as» de ésta: l a primera, debida a las diferencias tilidad (de ubicacion, etc.) entr e los terrenos; la segunda, a las diferencias en la distribución del capital entre los ar datarios sie Y cuando Marx utiliza el concepto de pre designa una relación social que se expresa en una categ económica. Ese concepto de «renta diferencial ha sido reiteradamente al análisis de las rentas del suelo urbano haber precisado de manera suficiente el contenido exacto d relación social que designa y, en consecuencia, sus condicio especificas de utilización. Ahora me propongo demostrar: que el concepto de diferencial sólo es p nente teóricamente para las relaciones de producción analiza por Marx: las de la agricultura capitalista inglesa «clásica» que ese concepto designa un proceso gener cierne a todos los tipos de renta y no solamente a la rencial como Marx deja suponer en El cap ita l: la v la renta total por unidad de superficie en función d de capital invertida por unidad de superficie.
-
Marx, 1981, vol. 8, pp. Inglaterra, el país clásico del modo capitalista de producción la agricultura» (Marx, 1981, vol. 8, p. 869). el régimen de producci moderno, capitalista, la concepción inglesa [de la propiedad del su agrícola, C. T.] es, en este aspecto, la concepción clásica» (Mam, 19 vol. 1, p. 430).
espacial de
costes y rentas
que, por tanto, es conveniente designar a ese proceso por término adecuado a su contenido, que no designe un tipo de particular , sino un movimiento que afecta a todas las en ciertas condiciones de las relaciones de producción: emento de las plusganancias localizadas (rentas) como nsecuencia de la intensificación de capital.
-
Esta discusión será llevada a cabo, primero estudiando de ca el concepto de renta diferencial en Marx y luego aminando los intentos de transposición del concepto a la renta
Las
de la renta diferencial en Marx
e ha visto que el análisis de la renta diferencial agrícola, cuyo arrollo formal concierne a todos los tipos de renta diferen no tiene ninguna necesidad de distinguir dos «for mas» si ene en cuenta simultáneamente la diferencia de fertilidad e ubicación) de los terrenos y las diferencias entre los invertidos en cada uno de ellos. La distinción hecha por Marx puede aparecer en parte como ecto de un método de exposición que, al no disponer del lenaje de la formalización matemática y, especialmente, del lculo diferencial se ve obligado a reflexionar separadamente re el caso de los capitales iguales invertidos paralelamente terrenos diferentes (variaciones del producto en función de fertilidad, con capitales iguales), y después sobre el de los iguales invertidos sucesivamente en el mismo terreno ariación del producto en función capital, con fertilidades
-
-
Por lo demás, puede decirse que la renta diferencial es la Ricardo, y que la renta diferencial es la que olvida en preocupación por establecer la necesidad del alza de precios trigo y de las rentas, y, por tanto, el descenso de las ganany de la acumulación si, por desgracia, las Corn Laws no ieran sido derogadas. Es cierto que Ricardo no consideró efectos producidos en el precio regulador del trigo por el aso a la agricultura intensiva; y Marx puede demostrar fácil-
«...
aquí se desprenden las complicadisimas combinaciones a que da lugar la renta diferencial en general, y en especial la forma junto con forma mientras que Ricardo, por ejemplo, la trata en forma unilateral como una cuestión sencilla» (Marx, 1981, vol. 8, p. 872).
To p El capital «cre a» la ganancia: estamos en el modo de ducción capitalista. Aun cuando ciertas condiciones que puede reproducir parcial o totalmente como capital indivi modifiquen su nivel de rentabilidad y originen plusga que el monopolio de esas «condiciones exteriores» hará fijen como rentas, es el movimiento del capital el que mina la producción de ganancia. De ahí la necesidad de realizar el análisis simultáneo de dos elementos determinantes de la renta: el capital y sus co exteriores de valorización. Es lo que acabamos de ha en relación con la renta diferencial. Sin embargo, Marx, en el estudio de la renta agrícola liza la renta diferencial en dos fases: primero, partiendo hipótesis de una igualdad de capital invertido por unidad perficie y, después, haciendo variar el capital. No es un sim procedimiento de exposición, pues los dos momentos d e la de de la renta diferencial son definidos por Marx dos «form as» de ésta: l a primera, debida a las diferencias tilidad (de ubicacion, etc.) entr e los terrenos; la segunda, a las diferencias en la distribución del capital entre los ar datarios sie Y cuando Marx utiliza el concepto de pre designa una relación social que se expresa en una categ económica. Ese concepto de «renta diferencial ha sido reiteradamente al análisis de las rentas del suelo urbano haber precisado de manera suficiente el contenido exacto d relación social que designa y, en consecuencia, sus condicio especificas de utilización. Ahora me propongo demostrar: que el concepto de diferencial sólo es p nente teóricamente para las relaciones de producción analiza por Marx: las de la agricultura capitalista inglesa «clásica» que ese concepto designa un proceso gener cierne a todos los tipos de renta y no solamente a la rencial como Marx deja suponer en El cap ita l: la v la renta total por unidad de superficie en función d de capital invertida por unidad de superficie.
-
Marx, 1981, vol. 8, pp. Inglaterra, el país clásico del modo capitalista de producción la agricultura» (Marx, 1981, vol. 8, p. 869). el régimen de producci moderno, capitalista, la concepción inglesa [de la propiedad del su agrícola, C. T.] es, en este aspecto, la concepción clásica» (Mam, 19 vol. 1, p. 430).
espacial de
costes y rentas
que, por tanto, es conveniente designar a ese proceso por término adecuado a su contenido, que no designe un tipo de particular , sino un movimiento que afecta a todas las en ciertas condiciones de las relaciones de producción: emento de las plusganancias localizadas (rentas) como nsecuencia de la intensificación de capital.
-
Esta discusión será llevada a cabo, primero estudiando de ca el concepto de renta diferencial en Marx y luego aminando los intentos de transposición del concepto a la renta
Las
de la renta diferencial en Marx
e ha visto que el análisis de la renta diferencial agrícola, cuyo arrollo formal concierne a todos los tipos de renta diferen no tiene ninguna necesidad de distinguir dos «for mas» si ene en cuenta simultáneamente la diferencia de fertilidad e ubicación) de los terrenos y las diferencias entre los invertidos en cada uno de ellos. La distinción hecha por Marx puede aparecer en parte como ecto de un método de exposición que, al no disponer del lenaje de la formalización matemática y, especialmente, del lculo diferencial se ve obligado a reflexionar separadamente re el caso de los capitales iguales invertidos paralelamente terrenos diferentes (variaciones del producto en función de fertilidad, con capitales iguales), y después sobre el de los iguales invertidos sucesivamente en el mismo terreno ariación del producto en función capital, con fertilidades
-
-
Por lo demás, puede decirse que la renta diferencial es la Ricardo, y que la renta diferencial es la que olvida en preocupación por establecer la necesidad del alza de precios trigo y de las rentas, y, por tanto, el descenso de las ganany de la acumulación si, por desgracia, las Corn Laws no ieran sido derogadas. Es cierto que Ricardo no consideró efectos producidos en el precio regulador del trigo por el aso a la agricultura intensiva; y Marx puede demostrar fácil-
«...
136
espacial de los costes y rentas
gracias a la renta diferencial I Lo esencial de la distinción entre esas dos formas no ra pues, en ese punto; reside en el hecho de que en cuanto a la formació n de las plusganancias, se diferenc sin embargo en cuanto a su conversión e las relaciones de producción de la agricultu
1
aquí se desprenden las complicadisimas combinaciones a que da lugar la renta diferencial en general, y en especial la forma junto con forma mientras que Ricardo, por ejemplo, la trata en forma unilateral como una cuestión sencilla» (Marx, 1981, vol. 8, p. 872).
Desde el punto de vista de la formación de la plusganan las dos formas de la renta diferencial son idénticas
Marx es explícito en ese punto:
mismo suelo cumple, para un capital sucesivamente inver diferentes porciones, la misma tarea que desempeñan en I tes tipos de suelo para diferentes partes del capital social, magnitud, invertidas en ellos
a otro, es evidente que la productividad marginal del cap en un terreno dado varía con el volumen total de capital i
si la masa de capital invertido no es la misma:
por otra parte , la masa de ganancia (y de plusganancia) r unidad de superficie no será idéntica, al ser diferentes la oductividad y la masa de capital. análisis de Marx sobre la renta diferencial le permiten dos tipos de consecuencias de la desigualdad de
a lógica abstracta de una función de varias variables lo que diferencia, sino la realidad de las relaciones de producción.
formas de la renta diferencial se distinguen, en la agricultura capitalista clásica, desde el punto de vista de la conversión de la plusganancia en renta son las relaciones de producción en la agricultura «clásica», observables en In glat erra a comienzos del si ? El terrateniente (propietario de la tierra) la alquila al capitalista (propietario de los medios de y del fondo de salarios), el cual valoriza su capital o al prolet ariado agrícola (« propie tario » únicamente de su bajo). El arrendatario capitalista organiza el de producción, al cual es ajeno el terrateniente. La ganancia plusganancia) es el ingreso primario del capitalista, quien fiere una parte de ella al terrateniente en forma de renta. renta del suelo, no puede ser superior a la ancia y mermar la ganancia media, por lo menos en forma adera. En ese límite, será su importe? Ello depende una batalla, representada por el concepto de
por una parte, la tasa de ganancia (en este caso, de ganancia) no será idéntica, al ser diferente la producti media del capital;
-
Marx, 1981, vol. 8, pp. 889-907. Mam, 1981, vol. 8, pp. 842-47. 1981, vol. 8, p. 870. Entiendo por esta expresión la medida de la relación entre físicas: el trigo, por una par te, los medios de producción y la fuerza trabajo, por otra. Cuando esas fuerzas productivas toman la forma de en el modo de producción capitalista pueden ser expresadas en de valor como capital. Esto no implica para nada una teoría d productividad de los factores.
de la renta es determinado al inicio del periodo de ento y permanece constante mientras dura éste.
136
espacial de los costes y rentas
gracias a la renta diferencial I Lo esencial de la distinción entre esas dos formas no ra pues, en ese punto; reside en el hecho de que en cuanto a la formació n de las plusganancias, se diferenc sin embargo en cuanto a su conversión e las relaciones de producción de la agricultu
1
por otra parte , la masa de ganancia (y de plusganancia) r unidad de superficie no será idéntica, al ser diferentes la oductividad y la masa de capital. análisis de Marx sobre la renta diferencial le permiten dos tipos de consecuencias de la desigualdad de
a lógica abstracta de una función de varias variables lo que diferencia, sino la realidad de las relaciones de producción.
Desde el punto de vista de la formación de la plusganan las dos formas de la renta diferencial son idénticas
formas de la renta diferencial se distinguen, en la agricultura capitalista clásica, desde el punto de vista de la conversión de la plusganancia en renta
Marx es explícito en ese punto:
mismo suelo cumple, para un capital sucesivamente inver diferentes porciones, la misma tarea que desempeñan en I tes tipos de suelo para diferentes partes del capital social, magnitud, invertidas en ellos
a otro, es evidente que la productividad marginal del cap en un terreno dado varía con el volumen total de capital i
si la masa de capital invertido no es la misma:
son las relaciones de producción en la agricultura «clásica», observables en In glat erra a comienzos del si ? El terrateniente (propietario de la tierra) la alquila al capitalista (propietario de los medios de y del fondo de salarios), el cual valoriza su capital o al prolet ariado agrícola (« propie tario » únicamente de su bajo). El arrendatario capitalista organiza el de producción, al cual es ajeno el terrateniente. La ganancia plusganancia) es el ingreso primario del capitalista, quien fiere una parte de ella al terrateniente en forma de renta. renta del suelo, no puede ser superior a la ancia y mermar la ganancia media, por lo menos en forma adera. En ese límite, será su importe? Ello depende una batalla, representada por el concepto de
por una parte, la tasa de ganancia (en este caso, de ganancia) no será idéntica, al ser diferente la producti media del capital;
-
Marx, 1981, vol. 8, pp. 889-907. Mam, 1981, vol. 8, pp. 842-47. 1981, vol. 8, p. 870. Entiendo por esta expresión la medida de la relación entre físicas: el trigo, por una par te, los medios de producción y la fuerza trabajo, por otra. Cuando esas fuerzas productivas toman la forma de en el modo de producción capitalista pueden ser expresadas en de valor como capital. Esto no implica para nada una teoría d productividad de los factores.
Ckristian
nal, aunque sea de productividad marginal decreciente, m tras le proporcione por lo menos la ganancia media. En efe durante el período de arrendamiento, parece como si la pro dad del suelo no existiese para el capital N. Desgraciadamente para el arrendatario, el terrateniente ve a aparecer al final del período de arrendamien to: por parte, se apropia de las inversiones de capital ya incorporada la tierra y de las plusganancias diferenciales que se despr den de ellas ; por otra, exige una renta correspondiente a agricultura más intensiva que ha desarrollado el arrendata en el período precedente. Es el proceso que impone el paso de la agricultura extens a la agricultura intensiva en las condiciones del capitalis cola «clásico». El nivel de la r enta diferencial en una de tierra dada es fijado por la productividad media en u teniendo en cuenta el tipo de tecnología agrícola domina En un primer momento, el nivel de la renta es fijado por condiciones de producción de la agricultura campesina pa laria, obteniendo los primeros arrendatarios capitalistas plusganancia mediante una agricultura extensiva, pero, sin bargo, más rentable: el desarrollo desigual del capitalismo en agricultura beneficia, entonces, al Pero la renta te producidas por las derá a ajustarse al nivel de las nuevas condiciones de valorización. La reacción de los arrendatarios será el paso a la agricultura intensiva que, de nuevo, llevará al alza de la renta, y así sucesivamente. El arrendatario lucha, pues, por disponer libremente de 1 tierra durante el mayor tiempo posible; el terrateniente lueh por controlar el uso del suelo, por imponer una inversión y un producción que engendren la mayor masa posible de plusg nancia elevando la renta y limitando el período de arrendamiento. El terrateniente, aparentemente eliminado como orga-
--
-
arrendatario puede invertir capital adici Si el precio de mercado (y al mismo suelo) le permite obtener un plusrendimiento co mismo se embolsará esa plusganancia durante de arrendamiento. Pero, qué? Porque dura trato de arrendamiento ha desaparecido la barr suelo para la inversión de su capital en el nas «Esta circunstancia hace que los arrendatarios realmente capitalistas sean capaces de apropiarse de una parte de la plusganancia; cosa que no ocurriría si el modo capital ista de producción estuviese t an desarrollado en agricultura la ma nufa ctur a, (Marx, 1981, vol. 8, p. 869).
...
de la renta es determinado al inicio del periodo de ento y permanece constante mientras dura éste.
Diferenciación espacial d e los costes y rentas
139
nizador del proceso de producción, tiene sin embargo un peso en este último. La «segunda forma de la renta diferencial» en Marx es el concepto que expresa la relación social por la cual el capital trata de liberarse de la propiedad del suelo mientras que ésta lucha por retener una parte del control del proceso de producción. La expresión, el instrumento y lo que está en juego en esta lucha, es la diferencial Una consecuencia importante del proceso es el aumento de la masa de plusganancia (de renta) por unidad de superficie a medida que se incrementa el capital invertido por unidad de superficie, aun cuando desciendan las tasas media y marginal de ganancia localizada dentro de los límites de la tasa media de ganancia, por debajo de los cuales el arrendatario no invierte más. 1.3.
La especificidad del concepto de sus condiciones de generalización
diferencial
y
El concepto de renta diferencial como todas las categorías de Marx, es, pues, el de una relación social determinada, y tiene como función dilucidar las leyes de una estructura de clases siempre específica. Designa la lucha del capital por incrementar la plusganancia por unidad de superficie más allá de la renta transferida a la propiedad del suelo, y la lucha de la propiedad del suelo par a re cuper ar ese incremento. Al mismo tiempo, designa la vía utilizada por el capital: producir más plusgananpor unidad de superficie invirtiendo más capital por unidad de superficie. No se t rat a esta vez, como en la de la renta diferencial, de un incremento de la producción (o de la plusganancia) proveniente únicamente de las «condiciones exteriode la «naturale za». Se trata del efecto de un aumento del capital invertido por el arrendatario. En contra de lo que Marx deja entrever en El ca pit al el incremento de la plusganancia (convertible en renta) producido por un incremento del capital invertido no tiene que ver únicacapital constituyen " Los análisis de Marx sobre la renta absoluta en un razonamiento sobre la renta el peor terreno,, sin que sean examinadas las consecuencias de esta renta en la de todos los demás terrenos cultivados. Este examen es llevado a cabo, por el contrario, en las Teorías (Marx, 1974, vol. 1, pp. de la
Ckristian
nal, aunque sea de productividad marginal decreciente, m tras le proporcione por lo menos la ganancia media. En efe durante el período de arrendamiento, parece como si la pro dad del suelo no existiese para el capital N. Desgraciadamente para el arrendatario, el terrateniente ve a aparecer al final del período de arrendamien to: por parte, se apropia de las inversiones de capital ya incorporada la tierra y de las plusganancias diferenciales que se despr den de ellas ; por otra, exige una renta correspondiente a agricultura más intensiva que ha desarrollado el arrendata en el período precedente. Es el proceso que impone el paso de la agricultura extens a la agricultura intensiva en las condiciones del capitalis cola «clásico». El nivel de la r enta diferencial en una de tierra dada es fijado por la productividad media en u teniendo en cuenta el tipo de tecnología agrícola domina En un primer momento, el nivel de la renta es fijado por condiciones de producción de la agricultura campesina pa laria, obteniendo los primeros arrendatarios capitalistas plusganancia mediante una agricultura extensiva, pero, sin bargo, más rentable: el desarrollo desigual del capitalismo en agricultura beneficia, entonces, al Pero la renta te producidas por las derá a ajustarse al nivel de las nuevas condiciones de valorización. La reacción de los arrendatarios será el paso a la agricultura intensiva que, de nuevo, llevará al alza de la renta, y así sucesivamente. El arrendatario lucha, pues, por disponer libremente de 1 tierra durante el mayor tiempo posible; el terrateniente lueh por controlar el uso del suelo, por imponer una inversión y un producción que engendren la mayor masa posible de plusg nancia elevando la renta y limitando el período de arrendamiento. El terrateniente, aparentemente eliminado como orga-
--
-
arrendatario puede invertir capital adici Si el precio de mercado (y al mismo suelo) le permite obtener un plusrendimiento co mismo se embolsará esa plusganancia durante de arrendamiento. Pero, qué? Porque dura trato de arrendamiento ha desaparecido la barr suelo para la inversión de su capital en el nas «Esta circunstancia hace que los arrendatarios realmente capitalistas sean capaces de apropiarse de una parte de la plusganancia; cosa que no ocurriría si el modo capital ista de producción estuviese t an desarrollado en agricultura la ma nufa ctur a, (Marx, 1981, vol. 8, p. 869).
...
Diferenciación espacial d e los costes y rentas
139
nizador del proceso de producción, tiene sin embargo un peso en este último. La «segunda forma de la renta diferencial» en Marx es el concepto que expresa la relación social por la cual el capital trata de liberarse de la propiedad del suelo mientras que ésta lucha por retener una parte del control del proceso de producción. La expresión, el instrumento y lo que está en juego en esta lucha, es la diferencial Una consecuencia importante del proceso es el aumento de la masa de plusganancia (de renta) por unidad de superficie a medida que se incrementa el capital invertido por unidad de superficie, aun cuando desciendan las tasas media y marginal de ganancia localizada dentro de los límites de la tasa media de ganancia, por debajo de los cuales el arrendatario no invierte más. 1.3.
La especificidad del concepto de sus condiciones de generalización
diferencial
El concepto de renta diferencial como todas las categorías de Marx, es, pues, el de una relación social determinada, y tiene como función dilucidar las leyes de una estructura de clases siempre específica. Designa la lucha del capital por incrementar la plusganancia por unidad de superficie más allá de la renta transferida a la propiedad del suelo, y la lucha de la propiedad del suelo par a re cuper ar ese incremento. Al mismo tiempo, designa la vía utilizada por el capital: producir más plusgananpor unidad de superficie invirtiendo más capital por unidad de superficie. No se t rat a esta vez, como en la de la renta diferencial, de un incremento de la producción (o de la plusganancia) proveniente únicamente de las «condiciones exteriode la «naturale za». Se trata del efecto de un aumento del capital invertido por el arrendatario. En contra de lo que Marx deja entrever en El ca pit al el incremento de la plusganancia (convertible en renta) producido por un incremento del capital invertido no tiene que ver únicacapital constituyen " Los análisis de Marx sobre la renta absoluta en un razonamiento sobre la renta el peor terreno,, sin que sean examinadas las consecuencias de esta renta en la de todos los demás terrenos cultivados. Este examen es llevado a cabo, por el contrario, en las Teorías (Marx, 1974, vol. 1, pp. de la
141
Diferenciación espacial de los costes y rentas mente con la renta diferencial, sino también con la renta luta y, si la hay, con la renta de monopolio. Supongamos el precio regulador del productor (el trigo) es fijado por condiciones de producción más desfavorables, y también «la renta en el peor terreno»: ese precio regulador incorpor pues, tanto el precio individual de producción en la unid marginal como la renta absoluta por unidad de producto. P consiguiente, cualquier incremento de la producción ligado un incremento del capital invertido en un terreno favorable pr porciona al arrendata rio una plusganan plusganancia cia suplementa ria tipo diferencial y una plusganancia que corresponde a la absoluta incorporada al precio regulador del producto a nal. Si la naturaleza de la producción, sus condiciones riores y la ley de la demanda conducen a la formación de precio de monopolio, el componente plusganancia de monopol aumentará en la misma forma con el capital adicional y la pr ducción marginal resultante. Marx indica, por otra parte, ese fenómeno, cuando estudia las Teorías de la plusvalia la interacción de diferentes tip de renta: La renta absoluta en lo que a su cuantía se refi ere, sube o baja proporción al capital invertido en la agricultura, a las masas total de capital invertidas en las minas 1, 37. y Digamos más bien: cuando el capital invertido y la producci aumentan p or unidad de superficie , la rent a diferencial aumen como la plusganancia marginal, mientras que la renta absolu aumenta como las cantidades producidas Así, el concepto de renta diferencial construido para a lizar las relaciones de producción en la agricultura capitali «clásica», designa designa una forma específica específica de u n proceso gene gene Para hacer uso de en el estudio de otras relaciones de propro ducción, es preciso modificar s u contenido y, para mayor claridad, cambiar la terminología. Las relaciones de producción en la agricultura inglesa «clá s i c a ~se ~se caracterizan por la separación estructural entre el capital productivo y la propiedad del En esas circunsMarx, 1974, vol. 1, p. 445. Como sucede a menudo en Marx, la formulación no es la más general posible, pues es el comentario a un particular: en ese caso pre ciso, el cuadro se basa en la hipótesis de una productividad marginal del capital constante en cada clase de terreno.
y
tancias, el concepto de renta diferencial designa un proceso por el cual el capital puede liberarse transitoriamente de la pro piedad del suelo. Liberarse, pues mismo es el motor de toda producción y, por tanto, determina el nivel de las plusganancias; transitoriamente, pues la plusganancia adicional se transforma inevitablemente en renta. En unas relaciones de producción en las que el capital se enfrenta a la propiedad del suelo por el acceso al uso de éste, pero elimina el obstáculo convirtiéndose en propietario transitoria o definitivamente el proceso cambia. Al igual que el arrendatario capitalista, el el promotor inmobili inmobiliario ario tratará de crear una plusganancia localizada superior al nivel de renta requerido para eliminar el obstáculo de la propiedad del suelo. Pero, al contrario de lo que sucedía con el arrendatario agrícola, no habrá luego transformación de esa plusganancia adicional en renta recuperada por el propietario anterior. La especificidad de la «segunda forma » de la renta diferencial conversión de la plusganancia en renta, eludible de manera provisional, pero necesaria a la larga desaparece en este caso. La única vía que se le ofrece al arrendatario capitalista para liberarse provisionalmente de la renta es el incremento del capi tal invertido por unidad de superficie: con esto no sólo incre menta sus plusganancias diferenciales, sino que además obtiene una plusganancia que corresponde a una renta absoluta adicional. El término «re nta diferen diferencial cial es inadecuado para designar el proceso general de incremento de plus gan anci as localizadas derivado de la intensificación del capital: no se trata de un tipo particular de renta, sino de un movimiento que afecta a todos los tipos de renta. El promotor inmobiliario, por su parte, dispone de varias vías para elevar el nivel de plusganancia por encima de la renta exigida por la propiedad del suelo: la intensificación del capital con una tasa invariable de renta, y también la elevación de la tasa de renta, que corresponde a un proceso muy diferente, a saber, el de la transformación cualitativa del uso del suelo.
-
-
-
-
pone una separación entre el capital actuante y la propiedad de la tierra, excluye, por regla general, la autoexplotación de la propiedad del (Marx, 1981, 1981, vol. vo l. 8, p. 955).
141
Diferenciación espacial de los costes y rentas mente con la renta diferencial, sino también con la renta luta y, si la hay, con la renta de monopolio. Supongamos el precio regulador del productor (el trigo) es fijado por condiciones de producción más desfavorables, y también «la renta en el peor terreno»: ese precio regulador incorpor pues, tanto el precio individual de producción en la unid marginal como la renta absoluta por unidad de producto. P consiguiente, cualquier incremento de la producción ligado un incremento del capital invertido en un terreno favorable pr porciona al arrendata rio una plusganan plusganancia cia suplementa ria tipo diferencial y una plusganancia que corresponde a la absoluta incorporada al precio regulador del producto a nal. Si la naturaleza de la producción, sus condiciones riores y la ley de la demanda conducen a la formación de precio de monopolio, el componente plusganancia de monopol aumentará en la misma forma con el capital adicional y la pr ducción marginal resultante. Marx indica, por otra parte, ese fenómeno, cuando estudia las Teorías de la plusvalia la interacción de diferentes tip de renta: La renta absoluta en lo que a su cuantía se refi ere, sube o baja proporción al capital invertido en la agricultura, a las masas total de capital invertidas en las minas 1, 37. y Digamos más bien: cuando el capital invertido y la producci aumentan p or unidad de superficie , la rent a diferencial aumen como la plusganancia marginal, mientras que la renta absolu aumenta como las cantidades producidas Así, el concepto de renta diferencial construido para a lizar las relaciones de producción en la agricultura capitali «clásica», designa designa una forma específica específica de u n proceso gene gene Para hacer uso de en el estudio de otras relaciones de propro ducción, es preciso modificar s u contenido y, para mayor claridad, cambiar la terminología. Las relaciones de producción en la agricultura inglesa «clá s i c a ~se ~se caracterizan por la separación estructural entre el capital productivo y la propiedad del En esas circunsMarx, 1974, vol. 1, p. 445. Como sucede a menudo en Marx, la formulación no es la más general posible, pues es el comentario a un particular: en ese caso pre ciso, el cuadro se basa en la hipótesis de una productividad marginal del capital constante en cada clase de terreno. de la misma manera como el cultivo capitalista presu -
tancias, el concepto de renta diferencial designa un proceso por el cual el capital puede liberarse transitoriamente de la pro piedad del suelo. Liberarse, pues mismo es el motor de toda producción y, por tanto, determina el nivel de las plusganancias; transitoriamente, pues la plusganancia adicional se transforma inevitablemente en renta. En unas relaciones de producción en las que el capital se enfrenta a la propiedad del suelo por el acceso al uso de éste, pero elimina el obstáculo convirtiéndose en propietario transitoria o definitivamente el proceso cambia. Al igual que el arrendatario capitalista, el el promotor inmobili inmobiliario ario tratará de crear una plusganancia localizada superior al nivel de renta requerido para eliminar el obstáculo de la propiedad del suelo. Pero, al contrario de lo que sucedía con el arrendatario agrícola, no habrá luego transformación de esa plusganancia adicional en renta recuperada por el propietario anterior. La especificidad de la «segunda forma » de la renta diferencial conversión de la plusganancia en renta, eludible de manera provisional, pero necesaria a la larga desaparece en este caso. La única vía que se le ofrece al arrendatario capitalista para liberarse provisionalmente de la renta es el incremento del capi tal invertido por unidad de superficie: con esto no sólo incre menta sus plusganancias diferenciales, sino que además obtiene una plusganancia que corresponde a una renta absoluta adicional. El término «re nta diferen diferencial cial es inadecuado para designar el proceso general de incremento de plus gan anci as localizadas derivado de la intensificación del capital: no se trata de un tipo particular de renta, sino de un movimiento que afecta a todos los tipos de renta. El promotor inmobiliario, por su parte, dispone de varias vías para elevar el nivel de plusganancia por encima de la renta exigida por la propiedad del suelo: la intensificación del capital con una tasa invariable de renta, y también la elevación de la tasa de renta, que corresponde a un proceso muy diferente, a saber, el de la transformación cualitativa del uso del suelo.
-
-
pone una separación entre el capital actuante y la propiedad de la tierra, excluye, por regla general, la autoexplotación de la propiedad del (Marx, 1981, 1981, vol. vo l. 8, p. 955).
Diferenciación espacial de 2.
Lo s in te n to s d e tr an sp os ic ió n de l co nc ep to d e re nt a diferencial al análisis de las rentas urbanas
Numerosos autores franceses se esfuerzan por demostrar hay en la ciudad, como en la agricultura, por una parte «renta diferencial que depende de las condiciones res del terreno, y por otra una «renta diferencial que pende del volumen del capital invertido 4 . En el punto de partida de esta línea de análisis existe doble «evidencia»: por un lado, la ciudad es el centro de enorme acumulación de capital, especialmente en forma de e infraestructuras; por otro, los terrenos son tanto caros cuanto más importante es esta acumulación en el ter mismo y en su entorno inmediato. Aquí se plantean dos problemas teóricos: En todo proceso de producción de rentas urbanas ha gasto de capital pr iv ad o con miras a la valorización. Las externas localizadas de esta valorización están de nadas por la realidad de una acumulación anterior tánea de capital social: capital público desvalorizado, pe también capitales privados valorizados independientemente. precisamente ese capital social el que determina las nes particulares del terreno», aprovechadas aprovechadas de manera muy versa por el capital privado productor de rentas, especialmen en función del ((volumen de capital (pri vado) invertido». Hay, pues, una distinción fundamental en el análisis de renta entre el capital social cuya configuración espacial p porciona los valores de uso que constituyen la base exterior las rentas, y el capital privado cuya valorización en un punt del espacio produce efectivamente las rentas. Distinción que n aparece en la concepción de la ((r enta diferencial desarrollad en especial por L. Perceval, J. Lojkine y A. Lipietz, en la qu
-
-
-
ES preciso observar que los autores italianos, americanos o británico que trabajan sobre las rentas del suelo urbano a partir de los concepto marxistas no hacen esta distinción. Podría manejarse una hipótesis para explicar esta diferencia con los autor es franceses: el análisis neoclásico de las funciones de producción es un referente teórico dominante en los tres países citados; de aquí se derivan dos consecuencias: consecuencias: por una parte, el rechazo de la transposición de la distinción entre y RD que, en Marx, no parece ser más que un procedimiento «literario» de exposición; pero también, por otra pa rte, la dificultad dificultad para tener en cuenta el fundamento estructural de esta distinción en el análisis de las relaciones de producción.
-
-
costes y rentas
143
se supone determinada por el volumen del capital social incorporado en el entorno de una operación inmobiliaria. Además, el capital social cuya configuración espacial cons tituye la condición externa de la valorización de los capitales privados no es únicamente la base de las rentas diferenciales, sino también de las rentas absolutas y de las rentas de mono polio. Por consiguiente, las masas de capital privado invertidas por unidad de superficie determinan unas masas de localizada en las que la renta diferencial no es más que uno de sus componentes. Ese proceso de incremento de las ganancias localizadas en virtud de la intensificación del capital no puede ser reducido al mero incremento de la renta diferen cial, como indica C. Pottier cuando trata de encontrar algo «análogo» a la r enta diferencial después de descartar la con fusión formulada por A. Lipietz.
-
La re nt a di fer en ci al com o ((transferencia del valor d e los pú bl ic os » e n L. El procedimiento aquí es la trasposición tranquila de los con ceptos de Marx: También en el suelo urbano hay hay renta rent a absoluta absolut a y rentas diferencia les I y para otros objetivos de explotación del suelo más complejos en la agricultura, Veamos Veamos los resultados en lo refere nte a la « ren ta diferencial Para un uso de explotación del suelo como la construcción de edifi cios destinados a la venta, la renta diferencial I depende de las cualidades naturales del suelo para ese uso: naturaleza de los cimientos cimientos (edificabilidad) y distancia de trans porte con respecto al lugar de trabajo o a los servicios (condiciones del mercado de la vivienda) (...) La renta diferencial depende de las inversiones realimodo que un un terreno ter reno construi do «vale» «val e» más zadas en el terr eno, de modo que un terreno ter reno por constr con struir uir,, y su precio no es el mismo en todas partes pues, en particular esta renta también depende de las colectivas de que está provisto el terreno (vías, agua, alcantarillado) Esta formulación permite subrayar dos proposiciones que sirven de fundamento a la intentada por L. Perceval. La diferencial es independiente de las nes realizadas en el terreno» y de las
-
Percev Per ceval, al, 1972, 1972, p. 120. 120. Perceval, 1972 1972, p. 121. 121. El sub rayado es del aut or.
Diferenciación espacial de 2.
Lo s in te n to s d e tr an sp os ic ió n de l co nc ep to d e re nt a diferencial al análisis de las rentas urbanas
Numerosos autores franceses se esfuerzan por demostrar hay en la ciudad, como en la agricultura, por una parte «renta diferencial que depende de las condiciones res del terreno, y por otra una «renta diferencial que pende del volumen del capital invertido 4 . En el punto de partida de esta línea de análisis existe doble «evidencia»: por un lado, la ciudad es el centro de enorme acumulación de capital, especialmente en forma de e infraestructuras; por otro, los terrenos son tanto caros cuanto más importante es esta acumulación en el ter mismo y en su entorno inmediato. Aquí se plantean dos problemas teóricos: En todo proceso de producción de rentas urbanas ha gasto de capital pr iv ad o con miras a la valorización. Las externas localizadas de esta valorización están de nadas por la realidad de una acumulación anterior tánea de capital social: capital público desvalorizado, pe también capitales privados valorizados independientemente. precisamente ese capital social el que determina las nes particulares del terreno», aprovechadas aprovechadas de manera muy versa por el capital privado productor de rentas, especialmen en función del ((volumen de capital (pri vado) invertido». Hay, pues, una distinción fundamental en el análisis de renta entre el capital social cuya configuración espacial p porciona los valores de uso que constituyen la base exterior las rentas, y el capital privado cuya valorización en un punt del espacio produce efectivamente las rentas. Distinción que n aparece en la concepción de la ((r enta diferencial desarrollad en especial por L. Perceval, J. Lojkine y A. Lipietz, en la qu
-
-
-
ES preciso observar que los autores italianos, americanos o británico que trabajan sobre las rentas del suelo urbano a partir de los concepto marxistas no hacen esta distinción. Podría manejarse una hipótesis para explicar esta diferencia con los autor es franceses: el análisis neoclásico de las funciones de producción es un referente teórico dominante en los tres países citados; de aquí se derivan dos consecuencias: consecuencias: por una parte, el rechazo de la transposición de la distinción entre y RD que, en Marx, no parece ser más que un procedimiento «literario» de exposición; pero también, por otra pa rte, la dificultad dificultad para tener en cuenta el fundamento estructural de esta distinción en el análisis de las relaciones de producción.
Christian
que posee. Por tanto, la renta se determinaría indepe del uso capitalista del suelo y de los costes local de ese uso. Entonces, qué dependería? La referencia a la se basa en el vano intent de distinguir lo que es «n atural atu ral» » de lo que no lo es. De De hec los determinantes de las plusganancias diferenciales coste localizado de producción del terreno edificable i sin duda el coste localizado de edificación, pero en lo esenc son de carácter social: la preexistencia la financiación blica de las infraestructuras. En cuanto a la referencia a la ésta nos rem al valor de uso y al mercado: ya no se trata de una renta di rencial sino de una renta de monopolio. Esas «cualidades naturales» que servirían de fundam una forma particular de renta, independientemente del p concreto de valorización del capital, no tienen sentido, de que la «renta diferencial se desvanece. En lo que respecta a la diferencial una parte de las inversiones públicas destinadas a equip «implica (una) transferencia del entorno en su La renta incorpora, pues, el valor de las infraest ras, de manera que promotor vende entonces no las inversiones que ha realizado, sino también la parte de 1 inversiones públicas que no ha realizado ni pagado» Esta proposición recoge en el fondo una denuncia ampl mente difundida entre los representantes locales, la tecnocrac y que consti del Estado por lo menos en los años tema constante de la izquierda francesa: los precios de los nos incorporan gastos públicos en beneficio de los propiet Por tanto, las infraestructuras son «pagadas dos veces., por las colectividades locales (cuando las realizan y cuan
-
-
Perceval, 1972, p. 122. J. Lojkine piensa también que las inversiones de capital públi generan diferencial posible concebir dos rentas difer ciales disociadas en la medida en que dos tipos de valorización suelo fueran llevados a cabo por agentes sociales distintos y en moment diferentes: el la viabilización del suelo por un promotor público; la construcción de locales comerciales o de viviendas por promotores públicos o privados. Es particularmente el caso de las Zonas de Urbanización Prioritaria en las que la viabilización del terreno por la colectividad pública puede ser recuperada parcialmente por el urbanizador cuando vende el terreno equipado al promotor constructor. Este actuali zará, a su vez, las diferentes rentas del suelo sucesivamente acumuladas cuando arriende o venda en copropiedad las viviendas* (Lojkine, 1971, páginas 92-93).
143
costes y rentas
se supone determinada por el volumen del capital social incorporado en el entorno de una operación inmobiliaria. Además, el capital social cuya configuración espacial cons tituye la condición externa de la valorización de los capitales privados no es únicamente la base de las rentas diferenciales, sino también de las rentas absolutas y de las rentas de mono polio. Por consiguiente, las masas de capital privado invertidas por unidad de superficie determinan unas masas de localizada en las que la renta diferencial no es más que uno de sus componentes. Ese proceso de incremento de las ganancias localizadas en virtud de la intensificación del capital no puede ser reducido al mero incremento de la renta diferen cial, como indica C. Pottier cuando trata de encontrar algo «análogo» a la r enta diferencial después de descartar la con fusión formulada por A. Lipietz.
-
La re nt a di fer en ci al com o ((transferencia del valor d e los pú bl ic os » e n L. El procedimiento aquí es la trasposición tranquila de los con ceptos de Marx: También en el suelo urbano hay hay renta rent a absoluta absolut a y rentas diferencia les I y para otros objetivos de explotación del suelo más complejos en la agricultura, Veamos Veamos los resultados en lo refere nte a la « ren ta diferencial Para un uso de explotación del suelo como la construcción de edifi cios destinados a la venta, la renta diferencial I depende de las cualidades naturales del suelo para ese uso: naturaleza de los cimientos cimientos (edificabilidad) y distancia de trans porte con respecto al lugar de trabajo o a los servicios (condiciones del mercado de la vivienda) (...) La renta diferencial depende de las inversiones realimodo que un un terreno ter reno construi do «vale» «val e» más zadas en el terr eno, de modo que un terreno ter reno por constr con struir uir,, y su precio no es el mismo en todas partes pues, en particular esta renta también depende de las colectivas de que está provisto el terreno (vías, agua, alcantarillado) Esta formulación permite subrayar dos proposiciones que sirven de fundamento a la intentada por L. Perceval. La diferencial es independiente de las nes realizadas en el terreno» y de las
-
Percev Per ceval, al, 1972, 1972, p. 120. 120. Perceval, 1972 1972, p. 121. 121. El sub rayado es del aut or.
145 145
Diferenciació n espacial de los cos tes y rentas
compran el terreno de influencia de los equipamiento públicos), como por los habitantes (cuando pagan sus impuestos y cuando compran o alquilan su vivienda). Se produce como resultado un sin de los propietarios del suelo a costa de la colectividad. L. Perceval precisa la proposición señalando al principal beneficiario del fenómeno el promotor inmobiliario , y la expresa en una terminología marxista: se trata en ese caso de la renta diferencial El sentido común ha encontrado su legi timación científica. Ciertamente, es evidente que las rentas urbanas son analiza das como una transferencia de plusvalor social en beneficio de unos cuantos. Pero, para determinar cómo y en favor de se lleva a cabo esa transferencia, me parece que es preferible criticar crit icar teóric amente las «evidencias» en lugar de contenta rse con una traducción del sentido común al lenguaje de la teoría. es el alcance exacto de la proposición según la cual la renta incorpora gastos públicos? La existencia de las infraestructuras y de la desvaloriza ción del capital público que es su condición condición influye de diversas maneras en la formación de las plusganancias localizadas. Por una parte, modificando el valor de uso del producto localizado, lo que permite, en ciertas condiciones de mercado, disfrutar de un precio de monopolio; es evidente que este Último no tiene nada que ver con el valor de las infraestructuras. Por otra parte, reduciendo los costes privados de urbanización del suelo, lo que proporciona una plusganancia en el límite de la diferencia entre lo que debe pagar el promotor favorablemente ubicado y lo que habría pagado en el terreno en el que el coste privado es mayor. Pero, incluso peor terreno» posee el mínimo de grandes infraest ructur as que lo hacen urbanizab urbanizable: le: es verdad que ningún promotor las paga, pero también es verdad que nin guno las La existencia de la autopista o de la estación del tren condiciona el valor de uso, pero su coste no es incorpo rado en ningún precio. Esas infraestructuras gratuitas para to dos no determinan una plusganancia diferencial sino que condi cionan la posibilidad de construir y, por tanto, de producir una renta absoluta. Las infraestructuras, y más generalmente el capital social acumulado en la ciudad, determinan, pues, la posibilidad de que existan rentas de monopolio, rentas absolutas y rentas diferen ciales. Es inútil distinguir una forma de renta diferencial que no depende del capital social de otra que sí depende. Además,
-
-
--
Christian
que posee. Por tanto, la renta se determinaría indepe del uso capitalista del suelo y de los costes local de ese uso. Entonces, qué dependería? La referencia a la se basa en el vano intent de distinguir lo que es «n atural atu ral» » de lo que no lo es. De De hec los determinantes de las plusganancias diferenciales coste localizado de producción del terreno edificable i sin duda el coste localizado de edificación, pero en lo esenc son de carácter social: la preexistencia la financiación blica de las infraestructuras. En cuanto a la referencia a la ésta nos rem al valor de uso y al mercado: ya no se trata de una renta di rencial sino de una renta de monopolio. Esas «cualidades naturales» que servirían de fundam una forma particular de renta, independientemente del p concreto de valorización del capital, no tienen sentido, de que la «renta diferencial se desvanece. En lo que respecta a la diferencial una parte de las inversiones públicas destinadas a equip «implica (una) transferencia del entorno en su La renta incorpora, pues, el valor de las infraest ras, de manera que promotor vende entonces no las inversiones que ha realizado, sino también la parte de 1 inversiones públicas que no ha realizado ni pagado» Esta proposición recoge en el fondo una denuncia ampl mente difundida entre los representantes locales, la tecnocrac y que consti del Estado por lo menos en los años tema constante de la izquierda francesa: los precios de los nos incorporan gastos públicos en beneficio de los propiet Por tanto, las infraestructuras son «pagadas dos veces., por las colectividades locales (cuando las realizan y cuan
-
-
Perceval, 1972, p. 122. J. Lojkine piensa también que las inversiones de capital públi generan diferencial posible concebir dos rentas difer ciales disociadas en la medida en que dos tipos de valorización suelo fueran llevados a cabo por agentes sociales distintos y en moment diferentes: el la viabilización del suelo por un promotor público; la construcción de locales comerciales o de viviendas por promotores públicos o privados. Es particularmente el caso de las Zonas de Urbanización Prioritaria en las que la viabilización del terreno por la colectividad pública puede ser recuperada parcialmente por el urbanizador cuando vende el terreno equipado al promotor constructor. Este actuali zará, a su vez, las diferentes rentas del suelo sucesivamente acumuladas cuando arriende o venda en copropiedad las viviendas* (Lojkine, 1971, páginas 92-93).
Chvistian Top es insuficiente considerar únicamente los efectos del capi social sobre las rentas diferenciales. dif evencial
y ((tributo diferencial endógen
en A. Supera r las clasificaciones «canónicas» para ca ptar las re lac nes sociales que las fundamentan. Luego, elaborar una nue clasificación de las rentas urbanas basada en el método y no en la letra de su análisis de la renta agrícola. Este miento fecundo es el de A. Lipietz. son en lo referente a la renta diferencial? Los ((tribu tos diferenciales son independientes la práctica autónoma del promotor: Hay tributo diferencial exógeno cuando la plusganancia del ca no solamente está limitada sino también determinada por las co propias del terreno en el proceso de producción; el puede influir en el precio de coste de un mismo producto; se tr del tributo diferencial de edificabilidad. En el proceso de circulac (realización),la ubicación del terreno en la división social del espaci determinará el precio de venta: se trata del tributo diferencial situación social Los «tr ibut os diferenciales den de la práctica del promotor.
por el contrario, depe
Se hablará de tributo diferencial endógeno o autónomo cuando plusganancia realizable por hectárea en un terreno esté determina por el nivel de capital invertido en el terreno a lo largo de un de producción de edificios Se hablará de tributo diferencial extensivo cuand la tasa de plusganancia del capital, la por hectárea dependa de la cantidad total de capital hectárea. Se hablará de tributo diferencial intensivo c de plusganancia de una nueva inversión dependa de 1 capital ya invertido 47.
145 145
Diferenciació n espacial de los cos tes y rentas
compran el terreno de influencia de los equipamiento públicos), como por los habitantes (cuando pagan sus impuestos y cuando compran o alquilan su vivienda). Se produce como resultado un sin de los propietarios del suelo a costa de la colectividad. L. Perceval precisa la proposición señalando al principal beneficiario del fenómeno el promotor inmobiliario , y la expresa en una terminología marxista: se trata en ese caso de la renta diferencial El sentido común ha encontrado su legi timación científica. Ciertamente, es evidente que las rentas urbanas son analiza das como una transferencia de plusvalor social en beneficio de unos cuantos. Pero, para determinar cómo y en favor de se lleva a cabo esa transferencia, me parece que es preferible criticar crit icar teóric amente las «evidencias» en lugar de contenta rse con una traducción del sentido común al lenguaje de la teoría. es el alcance exacto de la proposición según la cual la renta incorpora gastos públicos? La existencia de las infraestructuras y de la desvaloriza ción del capital público que es su condición condición influye de diversas maneras en la formación de las plusganancias localizadas. Por una parte, modificando el valor de uso del producto localizado, lo que permite, en ciertas condiciones de mercado, disfrutar de un precio de monopolio; es evidente que este Último no tiene nada que ver con el valor de las infraestructuras. Por otra parte, reduciendo los costes privados de urbanización del suelo, lo que proporciona una plusganancia en el límite de la diferencia entre lo que debe pagar el promotor favorablemente ubicado y lo que habría pagado en el terreno en el que el coste privado es mayor. Pero, incluso peor terreno» posee el mínimo de grandes infraest ructur as que lo hacen urbanizab urbanizable: le: es verdad que ningún promotor las paga, pero también es verdad que nin guno las La existencia de la autopista o de la estación del tren condiciona el valor de uso, pero su coste no es incorpo rado en ningún precio. Esas infraestructuras gratuitas para to dos no determinan una plusganancia diferencial sino que condi cionan la posibilidad de construir y, por tanto, de producir una renta absoluta. Las infraestructuras, y más generalmente el capital social acumulado en la ciudad, determinan, pues, la posibilidad de que existan rentas de monopolio, rentas absolutas y rentas diferen ciales. Es inútil distinguir una forma de renta diferencial que no depende del capital social de otra que sí depende. Además,
-
-
--
Diferenciación espacial de los costes y rentas
147
entre los capitales invertidos. El capital sufre la primera y crea Veamos las cosas más de cerca. El ((tr ibu to diferencial de no es otra cosa aunque definido en forma un rápida y restrictiva que lo que he analizado e como diferencial según el coste localizado e producción del terreno Uno de los elementos de diferenciación de ese coste es la preexistencia o la financiación pública de las infraestructuras: desde el punto de vista de la formación de la plusganancia, el único elemento pertinente es el nivel del coste privado global de la edificabilidad en un terreno dado en comparación con el nivel de ese mismo en el «peor » terreno. Que ese coste esté determinado por la preexistencia de las infraestructuras o por el precio de los derechos de construcción cedidos por un promotor público, o por la financiación pública parcial de una operación realizada por un urbanizador-promotor privado, no cambia para nada el nivel de plusganancia, aunque pueda modificar mente su distribución. En consecuencia, la noción de ((balance de la urbanización, en el que se mezclan los gastos cos y los prívados, invocada por A. Lipietz como fundamento de la variabilidad de las plusganancias marginales y, por tanto, del atributo diferencial intensivo» no tiene sentido desde el punto de vista de la teoría de la El proceso designado de ese modo por A. Lipietz es simplemente idéntico a lo que llama diferencial de Sin embargo, el nivel de coste privado que sirve de base a esa plusganancia diferencial no es más que para la pequeña promotora, mientras que las promotoras que dependen del capital financiero fican, por su «prác tica» de operaciones «concertadas>>con el Estado, el nivel de la financiación pública y, por tanto, sus
- -
He ahí tr ansform adas y bautizadas d e nuevo la ((pri mera form de la renta diferencial», que depend e de las diferencias en tre lo terrenos, y la «segunda forma», que depende de las diferencia
El « trib uto diferencial de situación social» es definido claramente como una plusganancia determinada en la circulación, y no en la producción, y por los precios, y no por los costes. A. Lipietz señala por lo demás que la naturaleza de ese ((tributo del depende de la renta de Para mayor
Lipietz, 1974, pp. 139-152. No discutiré aquí el término «tributo» Admitiré como equivalentes tributo diferencial, plusganancia diferencial de localización y renta Lipie tz, 1974, p. 143. (El su bray ado es mí o, C.T.). Lipiet z, 1974, pp. 148-149. (El sub raya do es mío , C.T.).
Lipietz, 1974, p. 150. sido destacado muy acertadamente por C. Pottier: Este punto análisis de la plusganancia y de la renta sólo tiene sentido con respecto al capital (Pot tie r, 1975, p. 98, nota 23). tipo de modulación del tributo del suelo va indisolublemente
Chvistian Top es insuficiente considerar únicamente los efectos del capi social sobre las rentas diferenciales. dif evencial
y ((tributo diferencial endógen
en A. Supera r las clasificaciones «canónicas» para ca ptar las re lac nes sociales que las fundamentan. Luego, elaborar una nue clasificación de las rentas urbanas basada en el método y no en la letra de su análisis de la renta agrícola. Este miento fecundo es el de A. Lipietz. son en lo referente a la renta diferencial? Los ((tribu tos diferenciales son independientes la práctica autónoma del promotor: Hay tributo diferencial exógeno cuando la plusganancia del ca no solamente está limitada sino también determinada por las co propias del terreno en el proceso de producción; el puede influir en el precio de coste de un mismo producto; se tr del tributo diferencial de edificabilidad. En el proceso de circulac (realización),la ubicación del terreno en la división social del espaci determinará el precio de venta: se trata del tributo diferencial situación social Los «tr ibut os diferenciales den de la práctica del promotor.
por el contrario, depe
Se hablará de tributo diferencial endógeno o autónomo cuando plusganancia realizable por hectárea en un terreno esté determina por el nivel de capital invertido en el terreno a lo largo de un de producción de edificios Se hablará de tributo diferencial extensivo cuand la tasa de plusganancia del capital, la por hectárea dependa de la cantidad total de capital hectárea. Se hablará de tributo diferencial intensivo c de plusganancia de una nueva inversión dependa de 1 capital ya invertido 47.
Diferenciación espacial de los costes y rentas
147
entre los capitales invertidos. El capital sufre la primera y crea Veamos las cosas más de cerca. El ((tr ibu to diferencial de no es otra cosa aunque definido en forma un rápida y restrictiva que lo que he analizado e como diferencial según el coste localizado e producción del terreno Uno de los elementos de diferenciación de ese coste es la preexistencia o la financiación pública de las infraestructuras: desde el punto de vista de la formación de la plusganancia, el único elemento pertinente es el nivel del coste privado global de la edificabilidad en un terreno dado en comparación con el nivel de ese mismo en el «peor » terreno. Que ese coste esté determinado por la preexistencia de las infraestructuras o por el precio de los derechos de construcción cedidos por un promotor público, o por la financiación pública parcial de una operación realizada por un urbanizador-promotor privado, no cambia para nada el nivel de plusganancia, aunque pueda modificar mente su distribución. En consecuencia, la noción de ((balance de la urbanización, en el que se mezclan los gastos cos y los prívados, invocada por A. Lipietz como fundamento de la variabilidad de las plusganancias marginales y, por tanto, del atributo diferencial intensivo» no tiene sentido desde el punto de vista de la teoría de la El proceso designado de ese modo por A. Lipietz es simplemente idéntico a lo que llama diferencial de Sin embargo, el nivel de coste privado que sirve de base a esa plusganancia diferencial no es más que para la pequeña promotora, mientras que las promotoras que dependen del capital financiero fican, por su «prác tica» de operaciones «concertadas>>con el Estado, el nivel de la financiación pública y, por tanto, sus
- -
He ahí tr ansform adas y bautizadas d e nuevo la ((pri mera form de la renta diferencial», que depend e de las diferencias en tre lo terrenos, y la «segunda forma», que depende de las diferencia
El « trib uto diferencial de situación social» es definido claramente como una plusganancia determinada en la circulación, y no en la producción, y por los precios, y no por los costes. A. Lipietz señala por lo demás que la naturaleza de ese ((tributo del depende de la renta de Para mayor
Lipietz, 1974, pp. 139-152. No discutiré aquí el término «tributo» Admitiré como equivalentes tributo diferencial, plusganancia diferencial de localización y renta Lipie tz, 1974, p. 143. (El su bray ado es mí o, C.T.). Lipiet z, 1974, pp. 148-149. (El sub raya do es mío , C.T.).
Lipietz, 1974, p. 150. sido destacado muy acertadamente por C. Pottier: Este punto análisis de la plusganancia y de la renta sólo tiene sentido con respecto al capital (Pot tie r, 1975, p. 98, nota 23). tipo de modulación del tributo del suelo va indisolublemente
148
espacial de los costes y rentas
ridad, me parece necesario no convertirlo en un tipo de r diferencial. Queda el «tributo diferencial el aumento masa de plusganancia por unidad de superficie cuando masa de capital por unidad de superficie, permaneciendo la tasa de plusganancia marginal. Esta última condic restrictiva me parece que no reviste interés: mientras la marginal de plusganancia n o sea nula (y la ta sa margina ganancia se acerque a la tasa media), al promotor le interes intensificar el capital, lo que constituye una de las formas lucha contra la propiedad del suelo por conservar la plusgan Pero el origen de esta última, cuya masa aumenta en v de esta inversión adicional, no está determinado; puede tra de plusganancias diferenciales, de plusganancias de mono lio, de plusganancias constituidas por rentas absolutas, p importa est o al promotor. Para mayor claridad aún, no hagam de ella un tipo de renta diferencial. Las «economías de en C. Pot tier
y el análogo a la renta diferencia
El punto de partida de C. Pottier es una clara distinción las plusganancias que dependen de la renta de monopolio renciación de los precios en función de la ubicación), las cua son dominantes, y las que dependen de la renta diferencial (di renciación de los costes). Veamos el análisis que hace de segundas. Los costes (privados) dependen de los equipamientos pu También dependen de la magnitud y de la densidad de las operaciones de construcción densidad que es fija directamente por las normas de urbanismo en la medida e que determinan la posibilidad de economías de escala:
149
todas las plusganancias industriales; tienen su origen en el las tecnologías que adopta y las modalidades de tación que impone a la fuerza de trabajo. Por tanto, sólo pueden convertidas en renta si hay condiciones exteriores al capital determinan la posibilidad de su formación La posibilidad de intensificación es indiscutiblemente una de esas condiciones Pero la intensificación física que siempre es al mismo una intensificación del capital (privado) no puede ser lizada solamente desde el punt o de vista de la plusganancia el coste de producción. También determina la tasa y la de las plusganancias diferenciales, cualquiera que sea el fundamento de éstas, así como la masa de las plusganancias de monopolio y de las plusganancias que corresponden a la renta absoluta incorporada a los precios. Mientras que L. Perceval y A. Lipietz traspo nen el concepto de « re nt a diferencial de vista la naturaleza misma de la renta diferencial, C. Pottier elimina la confusión pero propone una analogía que no tiene en cuenta el proceso general de elevación de las ganancias derivadas de la intensificación de capital que Marx designa con el concepto históricamente específico de renta rencial
-
-
- -
Una renta diferencial (análoga a la diferencial consid rada por Marx) corresponde a la plusganancia que puede obtener en un terreno si el volumen de capital invertido es superior a media y permite realizar economías de Sin duda alguna, pueden surgir plusganancias de las de escalan sobre el coste de construcción de los edificios en estricto. Tales plusganancias son de la misma naturalez unido al tipo de fuente del tribut o del suelo 'a 1974, p. El subrayado es del autor). Pottier, 1975, pp. 97-98. Pottier, 1975, p. 97.
lo
(Lipie
Sin embargo, hay que señalar que no todos los aumentos de la productividad en la industria de la construcción son absorbidos mente por la renta: si así fuera, se observaría un aumento constante de la proporción del precio del suelo en el precio de las viviendas. Lo cual, a excepción de los fenómenos de monopolio en el centro de la ciudad, evidentemente no sucede.
148
espacial de los costes y rentas
ridad, me parece necesario no convertirlo en un tipo de r diferencial. Queda el «tributo diferencial el aumento masa de plusganancia por unidad de superficie cuando masa de capital por unidad de superficie, permaneciendo la tasa de plusganancia marginal. Esta última condic restrictiva me parece que no reviste interés: mientras la marginal de plusganancia n o sea nula (y la ta sa margina ganancia se acerque a la tasa media), al promotor le interes intensificar el capital, lo que constituye una de las formas lucha contra la propiedad del suelo por conservar la plusgan Pero el origen de esta última, cuya masa aumenta en v de esta inversión adicional, no está determinado; puede tra de plusganancias diferenciales, de plusganancias de mono lio, de plusganancias constituidas por rentas absolutas, p importa est o al promotor. Para mayor claridad aún, no hagam de ella un tipo de renta diferencial. Las «economías de en C. Pot tier
y el análogo a la renta diferencia
El punto de partida de C. Pottier es una clara distinción las plusganancias que dependen de la renta de monopolio renciación de los precios en función de la ubicación), las cua son dominantes, y las que dependen de la renta diferencial (di renciación de los costes). Veamos el análisis que hace de segundas. Los costes (privados) dependen de los equipamientos pu También dependen de la magnitud y de la densidad de las operaciones de construcción densidad que es fija directamente por las normas de urbanismo en la medida e que determinan la posibilidad de economías de escala:
149
todas las plusganancias industriales; tienen su origen en el las tecnologías que adopta y las modalidades de tación que impone a la fuerza de trabajo. Por tanto, sólo pueden convertidas en renta si hay condiciones exteriores al capital determinan la posibilidad de su formación La posibilidad de intensificación es indiscutiblemente una de esas condiciones Pero la intensificación física que siempre es al mismo una intensificación del capital (privado) no puede ser lizada solamente desde el punt o de vista de la plusganancia el coste de producción. También determina la tasa y la de las plusganancias diferenciales, cualquiera que sea el fundamento de éstas, así como la masa de las plusganancias de monopolio y de las plusganancias que corresponden a la renta absoluta incorporada a los precios. Mientras que L. Perceval y A. Lipietz traspo nen el concepto de « re nt a diferencial de vista la naturaleza misma de la renta diferencial, C. Pottier elimina la confusión pero propone una analogía que no tiene en cuenta el proceso general de elevación de las ganancias derivadas de la intensificación de capital que Marx designa con el concepto históricamente específico de renta rencial
-
-
- -
Una renta diferencial (análoga a la diferencial consid rada por Marx) corresponde a la plusganancia que puede obtener en un terreno si el volumen de capital invertido es superior a media y permite realizar economías de Sin duda alguna, pueden surgir plusganancias de las de escalan sobre el coste de construcción de los edificios en estricto. Tales plusganancias son de la misma naturalez unido al tipo de fuente del tribut o del suelo 'a 1974, p. El subrayado es del autor). Pottier, 1975, pp. 97-98. Pottier, 1975, p. 97.
4.
lo
(Lipie
DIFERENCIACION ESPACIAL DE LOS PRECIOS Y RENTAS DE MONOPOLIO
PRECIO REGULADOR Y PRECIO DE MONOPOLIO. LA PLURALIDAD
Sin embargo, hay que señalar que no todos los aumentos de la productividad en la industria de la construcción son absorbidos mente por la renta: si así fuera, se observaría un aumento constante de la proporción del precio del suelo en el precio de las viviendas. Lo cual, a excepción de los fenómenos de monopolio en el centro de la ciudad, evidentemente no sucede.
espacial de los precios y rentas Esta distribución caracteriza tanto a la oferta de viviendas como a la estructura de precios del conjunto del parque liario. Sin embargo, la existencia de viviendas de n antigua, que ofrecen un nivel de comodidad claramente rior a las normas de la producción corriente, se traduce en inflamiento de las cantidades a los más bajos niveles de de la distribución de los precios de las . De ahí el viviendas con respecto a la del 'conjunto de existencias. es de ir más lejos, veamos la permanencia de esos en la aglomeración parisina en un intervalo de casi un
DE LOS MERCADOS DE LA VIVIENDA
Un precio de monopolio significa una diferencia duradera manente, entre el precio de mercado de una mercancía y cio de producción o su valor social: el precio ya no está minado por las condiciones de la producción, sino por las circulación. En otros términos, ya no hay precio regulador. es lo que ocurre en el mercado de la vivienda? proponer un análisis teórico de los fenómenos de que se observan en hay que tratar de precisar siones. Todas las ciudades del mundo capitalista tienen sus barri donde los precios de monopolio a la vista»: en las zon centrales de más prestigio, así como en las zonas residencial periféricas más privilegiadas, los precios de las viviendas están en relación con los valores. Pero lo más aparente no siempre lo más significativo; a escala de cada aglomeraciún mada en su conjunto, tales fenómenos tienen por lo general alcance limitado Sólo afectan a una fracciún muy minorita de oferta y a zonas geográficamente delimitadas. Entre esos precios, que son más altos, y los precios bajos, existe a la vez una distanc ia considerable y un contin La distribución de la oferta global en función del precio presenta empíricamente en siguiente forma: mayoría las viviendas tienen un precio que varía dentro de unos bastante estrechos, y más allá de los cuales las frecuenc disminuyen rápidamente en función del precio Puede suceder, sin embargo, que en la división social del enteras se especialicen en la residencia de lujo: ese es, por ejem el caso de ciertas zonas turísticas. Pero, incluso en ese caso, será nec rio alojar a los trabajadores, sin los cuales esas ciudades no pue funcionar. Cf. Figura 4.3 (p. 160). Ese tipo de es propio de los países
. La di st ri bu ci ón de
viviendas según su precio. Algunos datos sobre la aglomeración El París de
*: los alquileres en
Como es sabido, las últimas décadas del siglo son la época del mercado libre de la vivienda: ni el sector público de la construcción, ni el control administrativo de los precios de una parte del parque privado contrarrestan la acción de la «mano invisible)). Si existe un precio re gulador en el mercado de la vivienda, es preciso buscarlo en el conjunto de las existencias y en el conjunto de la nueva producción. Hay algunos datos detallados sobre los alquileres anuales en París, en 1889-1890 3. Los límites de la ciudad son ya más estrechos que los de la aglomeración y su mercado inmobiliario. París representa sin embargo lo esencial de este último Se desarrollados; en las zonas dominadas del mundo capitalist a, el dualismo del mercado de la vivienda es tan fuerte que la curva puede ser bimodal; en ese caso, la producción capitalista de viviendas afecta únicamente al mercado superior. Vautour (señor Buitre) es un personaje que representa al * tario de viviendas en París y que fue caricaturizado en el siglo pasado por Daumier en sus famosos dibujos (N. del T.). Véanse Anexo 1 y Figura 4.1. Se trata de alquileres anuales por vivien da y no por m2: las diferencias de precios tienen en parte que ver, por tanto, con las diferencias de superficie, teniendo en cuenta que precio por m2 y superficie fuertemente. Por lo demás, sólo se conoce la bución detallada de las viviendas de menos de 300 F a partir de 1896: ramente evolucionó muy poco de 1889 a esta época, por lo que da una idea de esa distribución siete años antes. Según el censo de 1886, París representa el % del total de de 1886, das existentes en el departamento del Sena (Fuente:
4.
DIFERENCIACION ESPACIAL DE LOS PRECIOS Y RENTAS DE MONOPOLIO
PRECIO REGULADOR Y PRECIO DE MONOPOLIO. LA PLURALIDAD
espacial de los precios y rentas Esta distribución caracteriza tanto a la oferta de viviendas como a la estructura de precios del conjunto del parque liario. Sin embargo, la existencia de viviendas de n antigua, que ofrecen un nivel de comodidad claramente rior a las normas de la producción corriente, se traduce en inflamiento de las cantidades a los más bajos niveles de de la distribución de los precios de las . De ahí el viviendas con respecto a la del 'conjunto de existencias. es de ir más lejos, veamos la permanencia de esos en la aglomeración parisina en un intervalo de casi un
DE LOS MERCADOS DE LA VIVIENDA
Un precio de monopolio significa una diferencia duradera manente, entre el precio de mercado de una mercancía y cio de producción o su valor social: el precio ya no está minado por las condiciones de la producción, sino por las circulación. En otros términos, ya no hay precio regulador. es lo que ocurre en el mercado de la vivienda? proponer un análisis teórico de los fenómenos de que se observan en hay que tratar de precisar siones. Todas las ciudades del mundo capitalista tienen sus barri donde los precios de monopolio a la vista»: en las zon centrales de más prestigio, así como en las zonas residencial periféricas más privilegiadas, los precios de las viviendas están en relación con los valores. Pero lo más aparente no siempre lo más significativo; a escala de cada aglomeraciún mada en su conjunto, tales fenómenos tienen por lo general alcance limitado Sólo afectan a una fracciún muy minorita de oferta y a zonas geográficamente delimitadas. Entre esos precios, que son más altos, y los precios bajos, existe a la vez una distanc ia considerable y un contin La distribución de la oferta global en función del precio presenta empíricamente en siguiente forma: mayoría las viviendas tienen un precio que varía dentro de unos bastante estrechos, y más allá de los cuales las frecuenc disminuyen rápidamente en función del precio Puede suceder, sin embargo, que en la división social del enteras se especialicen en la residencia de lujo: ese es, por ejem el caso de ciertas zonas turísticas. Pero, incluso en ese caso, será nec rio alojar a los trabajadores, sin los cuales esas ciudades no pue funcionar. Cf. Figura 4.3 (p. 160). Ese tipo de es propio de los países
. La di st ri bu ci ón de
viviendas según su precio. Algunos datos sobre la aglomeración El París de
*: los alquileres en
Como es sabido, las últimas décadas del siglo son la época del mercado libre de la vivienda: ni el sector público de la construcción, ni el control administrativo de los precios de una parte del parque privado contrarrestan la acción de la «mano invisible)). Si existe un precio re gulador en el mercado de la vivienda, es preciso buscarlo en el conjunto de las existencias y en el conjunto de la nueva producción. Hay algunos datos detallados sobre los alquileres anuales en París, en 1889-1890 3. Los límites de la ciudad son ya más estrechos que los de la aglomeración y su mercado inmobiliario. París representa sin embargo lo esencial de este último Se desarrollados; en las zonas dominadas del mundo capitalist a, el dualismo del mercado de la vivienda es tan fuerte que la curva puede ser bimodal; en ese caso, la producción capitalista de viviendas afecta únicamente al mercado superior. Vautour (señor Buitre) es un personaje que representa al * tario de viviendas en París y que fue caricaturizado en el siglo pasado por Daumier en sus famosos dibujos (N. del T.). Véanse Anexo 1 y Figura 4.1. Se trata de alquileres anuales por vivien da y no por m2: las diferencias de precios tienen en parte que ver, por tanto, con las diferencias de superficie, teniendo en cuenta que precio por m2 y superficie fuertemente. Por lo demás, sólo se conoce la bución detallada de las viviendas de menos de 300 F a partir de 1896: ramente evolucionó muy poco de 1889 a esta época, por lo que da una idea de esa distribución siete años antes. Según el censo de 1886, París representa el % del total de de 1886, das existentes en el departamento del Sena (Fuente:
Diferenciación espacial de
153
precios y rent as
de, pues, comparar la distribución de los alquileres del parque en su conjunto y la de la producción corriente, y sacar algunas conclusiones. La mayor parte de las viviendas tienen un inferior a 500 fr ancos (F), suma que define entonces viviendas obreras», cuyos ocupantes están exentos del impuesto mobiliario; esas viviendas representan el de las existencias en 1889 y el en 1896. Los datos de este último año, más precisos, muestran que las frecuencias sólo se vuelven significativas a partir de 100 F y que su se sitúa entr e 200 y 300 F. En 1890, la producción nueva presenta una estructura de precios bastante similar a la del parque en su conjunto el % de las nuevas viviendas nuevas se alquilan a menos de 500 F. Esta producción corriente de viviendas «obrer as» se encuent ra clarament e des plazada hacia los precios más altos de la categoría, de manera que puede considerarse verosímil que los precios efectivos se sitúen entre 200 y 500 F. Esta zona de precios dominantes pre senta, pues, un abanico de precios por vivienda de 1 a Este abanico se reduce claramente si se tienen en cuenta las diferen cias de superficie de esas nuevas viviendas de «alquiler que tienen en su mayoría de 1 a 3 habitaciones Se observa, pues, que en París, a finales del siglo existen varios submercados de la vivienda, fuertement e jerarquizados por los precios. Cerca de las tres cuartas partes de las existencias y de la producción nueva constituyen el submercado de la vivienda obrera, definido por una zona de precios de alquiler situada en el caso de las viviendas nuevas entre los 200 y los 500 F de alquiler anual, es decir, probablement e de 200 a 300 F de alquiler por habitación. Para ese submercado existe un precio regulador de la vivienda nueva, que es coherente con el precio dominante de las existencias, aunque desplazado hacia arriba. Los precios del resto del parque y de la producción se apartan de ese precio regulador y se escalonan en una serie de submercados entre los cuales no aparecen fronteras claras, pero en los que las diferencias de alquiler por vivienda son con siderables.
-
-
Menos que en el transcurso de la anterior, pero mucho más que en vísperas de 1914, época en que la producción se desplaza claramente hacia los submercados superiores. En 1911, el de las familias parisinas ocupan una vivienda de una habitación, el una vivienda de dos habitaciones, el % una vivienda de tres habitaciones; en total, el % de las familias. (Fuente: Préfecture de la Seine, Reeueil de stati stigu e 111, núm. 5, 1912, p. 206).
Diferenciación espacial de
153
precios y rent as
de, pues, comparar la distribución de los alquileres del parque en su conjunto y la de la producción corriente, y sacar algunas conclusiones. La mayor parte de las viviendas tienen un inferior a 500 fr ancos (F), suma que define entonces viviendas obreras», cuyos ocupantes están exentos del impuesto mobiliario; esas viviendas representan el de las existencias en 1889 y el en 1896. Los datos de este último año, más precisos, muestran que las frecuencias sólo se vuelven significativas a partir de 100 F y que su se sitúa entr e 200 y 300 F. En 1890, la producción nueva presenta una estructura de precios bastante similar a la del parque en su conjunto el % de las nuevas viviendas nuevas se alquilan a menos de 500 F. Esta producción corriente de viviendas «obrer as» se encuent ra clarament e des plazada hacia los precios más altos de la categoría, de manera que puede considerarse verosímil que los precios efectivos se sitúen entre 200 y 500 F. Esta zona de precios dominantes pre senta, pues, un abanico de precios por vivienda de 1 a Este abanico se reduce claramente si se tienen en cuenta las diferen cias de superficie de esas nuevas viviendas de «alquiler que tienen en su mayoría de 1 a 3 habitaciones Se observa, pues, que en París, a finales del siglo existen varios submercados de la vivienda, fuertement e jerarquizados por los precios. Cerca de las tres cuartas partes de las existencias y de la producción nueva constituyen el submercado de la vivienda obrera, definido por una zona de precios de alquiler situada en el caso de las viviendas nuevas entre los 200 y los 500 F de alquiler anual, es decir, probablement e de 200 a 300 F de alquiler por habitación. Para ese submercado existe un precio regulador de la vivienda nueva, que es coherente con el precio dominante de las existencias, aunque desplazado hacia arriba. Los precios del resto del parque y de la producción se apartan de ese precio regulador y se escalonan en una serie de submercados entre los cuales no aparecen fronteras claras, pero en los que las diferencias de alquiler por vivienda son con siderables.
-
-
Menos que en el transcurso de la anterior, pero mucho más que en vísperas de 1914, época en que la producción se desplaza claramente hacia los submercados superiores. En 1911, el de las familias parisinas ocupan una vivienda de una habitación, el una vivienda de dos habitaciones, el % una vivienda de tres habitaciones; en total, el % de las familias. (Fuente: Préfecture de la Seine, Reeueil de stati stigu e 111, núm. 5, 1912, p. 206).
154
Claro está, esta diferenciación de los niveles de precios observa concretamente en el espacio; las zonas donde se c centra la construcción de viviendas caras se limitan a un número de barrios del París «burgués», mientras que el grue de las viviendas obreras son construidas en el resto de ciudad
1.2.
El París de los promotores: los precios de las viv nuevas vendidas por la promoción privada en 1968 -1
Después de la primera guerra mundial, el mercado de la estalla en pedazos en los que la formación regida por mecanismos diferentes. Desde 19 renciación entre un parque antiguo, cuyos alquileres están c trolados, y la producción nueva, cuyos precios son libres. D comienzos de los años treinta y sobre todo a partir de los cincuenta, aparece una promoción pública o semipública que los precios de las viviendas nuevas son fij nistración. Claro está que los «precios admin independientes de los precios del mercado 1 en el mercado del suelo y en el de la construcción con promotores privados, la promoción pública asume unos determinados económicamente, por lo que la reglamentación los precios debe tener en cuenta ese hecho. Hay, sin embar una autonomía de los precios administrativos con respecto a que se encuentran determinados por la producción y la cir lación capitalistas. Por tanto, habrá que observar los preci mente en la producción inmobiliaria capi de datos detallados para 1968-1969 sobre 1 por de las viviendas nuevas construidas privada en la aglomeración parisina Más adelante aparece un plano de la división social del espacio sino en esa época. Cf. Figura 4.4 (p. 196). Cuando recurren a la financiación pública o a las
Precio 2500
5000
6500
paris ina, 1968-1969, distribución venta por pro mo to re s priva dos el precio por Cf. Figura 4.2. Datos elaborados a partir del Répertoire des constr teurs-promoteurs, publicado por el CNIP , en el que aparece la totalidad
Centre National a la Propriété en Topalov, 1973 b, p. 109.
et de Protection des Candidats a Répertoire des 1970,
154
Claro está, esta diferenciación de los niveles de precios observa concretamente en el espacio; las zonas donde se c centra la construcción de viviendas caras se limitan a un número de barrios del París «burgués», mientras que el grue de las viviendas obreras son construidas en el resto de ciudad
1.2.
El París de los promotores: los precios de las viv nuevas vendidas por la promoción privada en 1968 -1
Después de la primera guerra mundial, el mercado de la estalla en pedazos en los que la formación regida por mecanismos diferentes. Desde 19 renciación entre un parque antiguo, cuyos alquileres están c trolados, y la producción nueva, cuyos precios son libres. D comienzos de los años treinta y sobre todo a partir de los cincuenta, aparece una promoción pública o semipública que los precios de las viviendas nuevas son fij nistración. Claro está que los «precios admin independientes de los precios del mercado 1 en el mercado del suelo y en el de la construcción con promotores privados, la promoción pública asume unos determinados económicamente, por lo que la reglamentación los precios debe tener en cuenta ese hecho. Hay, sin embar una autonomía de los precios administrativos con respecto a que se encuentran determinados por la producción y la cir lación capitalistas. Por tanto, habrá que observar los preci mente en la producción inmobiliaria capi de datos detallados para 1968-1969 sobre 1 por de las viviendas nuevas construidas privada en la aglomeración parisina Más adelante aparece un plano de la división social del espacio sino en esa época. Cf. Figura 4.4 (p. 196). Cuando recurren a la financiación pública o a las
Precio 2500
5000
6500
paris ina, 1968-1969, distribución venta por pro mo to re s priva dos el precio por Cf. Figura 4.2. Datos elaborados a partir del Répertoire des constr teurs-promoteurs, publicado por el CNIP , en el que aparece la totalidad
Centre National a la Propriété en Topalov, 1973 b, p. 109.
et de Protection des Candidats a Répertoire des 1970,
espacial d e los precios y rentas 2.
159
Precio regulador y pre cio de mo no po li o d e lo s me rc ad os de vivienda. Proposiciones teóricas
Sin embargo, el estudio empírico de las frecuencias en esa escala continua de precios, así como de las diferencias de
de que las coyunturas evolucionan aquí de manera diferente y, en el espacio, en la existencia de zonas urbanas heterogéneas y Las tensiones que produce el contacto espacial de un submercado inferior con un submercado superior cons tituyen uno de los motores esenciales de la especulación inmo Es preciso examinar la especificidad de cada uno de los mercados de vivienda 2.1) para poder proponer una tipologia de los precios y de las rentas de monopolio 2.2). El fenómeno
2.1.
La pluralidad de mercados de la vivienda
Desde el momento en que la forma de producción dominante de la vivienda urbana es la producción para el mercado, es decir la producción de vivienda-capital para vender o alquilar al ocu pante, hay tres submercados inmobiliarios que se autonomizan en forma permanente: el de la vivienda privilegiada, el de la vivienda normal y el de la vivienda infranormal. Esos submercados están jerarquizados desde el punto de vista de los precios, de modo que ni los bienes que en ellos circulan, ni la demanda que soportan son idénticos. Sin
espacial d e los precios y rentas
159
Precio regulador y pre cio de mo no po li o d e lo s me rc ad os de vivienda. Proposiciones teóricas
2.
Sin embargo, el estudio empírico de las frecuencias en esa escala continua de precios, así como de las diferencias de
de que las coyunturas evolucionan aquí de manera diferente y, en el espacio, en la existencia de zonas urbanas heterogéneas y Las tensiones que produce el contacto espacial de un submercado inferior con un submercado superior cons tituyen uno de los motores esenciales de la especulación inmo Es preciso examinar la especificidad de cada uno de los mercados de vivienda 2.1) para poder proponer una tipologia de los precios y de las rentas de monopolio 2.2). El fenómeno
2.1.
La pluralidad de mercados de la vivienda
Desde el momento en que la forma de producción dominante de la vivienda urbana es la producción para el mercado, es decir la producción de vivienda-capital para vender o alquilar al ocu pante, hay tres submercados inmobiliarios que se autonomizan en forma permanente: el de la vivienda privilegiada, el de la vivienda normal y el de la vivienda infranormal. Esos submercados están jerarquizados desde el punto de vista de los precios, de modo que ni los bienes que en ellos circulan, ni la demanda que soportan son idénticos. Sin
Top Frecuencia en de la
MERCADO DE VIVIENDA
Zona de precios de monopolio de penuria
MERCADO DE LA VIVIENDA NORMAL
Zona del precio regulador
MERCADO DE VIVIENDA PRIVILEGIADA
Zona de precios de monopolio de segregación social
Figura 4.3. Rep res ent aci ón esq uem átic a de viviendas según su precio y de la inmobiliarios
de
distribución de los
go, a pesar de la terminología que he adoptado para designar lo que los distingue entre sí en lo esencial las de las viviendas en cuestión, sino el tipo de funcionamiento mercado, la modalidad de formación de los precios y, en d la relación específica del mercado con la producción lo que define al mercado de la vivienda infranormal el hecho de que la oferta no está alimentada por la producci a
La Figura 4.3 esquematiza las relaciones entre los submercados. Intr duce algunas nociones que serán definidas en el texto que sigue.
espacial d e los precios
y
rentas
italista: ésta se dirige exclusivamente a los otros dos os, en proporciones variables según las ciudades y su de clase. El mercado de la vivienda normal es aquel donde salida la producción en masa y donde se forma un precio ador de la vivienda: éste supone la sustituibilidad de las bicaciones y la posibilidad de que los constructores capitalistas ispongan de terrenos urbanizables en cantidad adecuada en zonas no importantes de las aglomeraciones. Por el contrario, que define a los mercados superiores, o mercados de la vi ienda privilegiada, es la escasez estructural de los la no sustituibilidad de las ubicaciones y la diversificación spacial de los precios que se deriva de esa circunstancia.
mercado de vivienda normal vivienda normal puede, pues, ser definida como aquella que objeto de una producción capitalista masiva para las capas opulares en el periodo hístórico considerado; cumple normas e habitabilidad consideradas como mínimas y es construida en ubicaciones no importantes de la aglomeración. Las características físicas que debe presentar el producto para satisfacer la demanda solvente son lógicamente variables: agua corriente interior y las instalaciones sanitarias mínimas de la vivienda nueva actual no formaban parte de las normas de finales del siglo como tampoco la distinción de las habi taciones según sus funciones. Se produce una ruptura en la definición de las normas de habitabilidad con la ideología la aparición de un sector público de vivienda lar, a partir del cual se impone a la producción capitalista una nueva definición de la habitabilidad la normalidad no se transforma, en efecto, de manera gradual y continua, sino rupturas y a lo largo de periodos históricos prolongados. Esto explica la permanencia global de las fronteras entre los submercados de la vivienda y la amplísima sustituibilidad en el de la vivienda normal ent re viviendas construidas en épocas En cuanto a las ubicaciones no importantes, se trat a de todas aquellas zonas de la aglomeración que no están caracterizadas por la residencia de las capas superiores. Son las zonas de resi dencia popular, importantes» en el espacio de la segregación espacial de las clases sociales, no importantes también desde el punto de vista de las ventajas de situación que proporcionan: Cf. Magri,
1975.
Top Frecuencia en de la
MERCADO DE VIVIENDA
MERCADO DE LA VIVIENDA NORMAL
Zona del precio regulador
Zona de precios de monopolio de penuria
Zona de precios de monopolio de segregación social
de
y
rentas
italista: ésta se dirige exclusivamente a los otros dos os, en proporciones variables según las ciudades y su de clase. El mercado de la vivienda normal es aquel donde salida la producción en masa y donde se forma un precio ador de la vivienda: éste supone la sustituibilidad de las bicaciones y la posibilidad de que los constructores capitalistas ispongan de terrenos urbanizables en cantidad adecuada en zonas no importantes de las aglomeraciones. Por el contrario, que define a los mercados superiores, o mercados de la vi ienda privilegiada, es la escasez estructural de los la no sustituibilidad de las ubicaciones y la diversificación spacial de los precios que se deriva de esa circunstancia.
MERCADO DE VIVIENDA PRIVILEGIADA
Figura 4.3. Rep res ent aci ón esq uem átic a de viviendas según su precio y de la inmobiliarios
espacial d e los precios
distribución de los
go, a pesar de la terminología que he adoptado para designar lo que los distingue entre sí en lo esencial las de las viviendas en cuestión, sino el tipo de funcionamiento mercado, la modalidad de formación de los precios y, en d la relación específica del mercado con la producción lo que define al mercado de la vivienda infranormal el hecho de que la oferta no está alimentada por la producci a
La Figura 4.3 esquematiza las relaciones entre los submercados. Intr duce algunas nociones que serán definidas en el texto que sigue.
mercado de vivienda normal vivienda normal puede, pues, ser definida como aquella que objeto de una producción capitalista masiva para las capas opulares en el periodo hístórico considerado; cumple normas e habitabilidad consideradas como mínimas y es construida en ubicaciones no importantes de la aglomeración. Las características físicas que debe presentar el producto para satisfacer la demanda solvente son lógicamente variables: agua corriente interior y las instalaciones sanitarias mínimas de la vivienda nueva actual no formaban parte de las normas de finales del siglo como tampoco la distinción de las habi taciones según sus funciones. Se produce una ruptura en la definición de las normas de habitabilidad con la ideología la aparición de un sector público de vivienda lar, a partir del cual se impone a la producción capitalista una nueva definición de la habitabilidad la normalidad no se transforma, en efecto, de manera gradual y continua, sino rupturas y a lo largo de periodos históricos prolongados. Esto explica la permanencia global de las fronteras entre los submercados de la vivienda y la amplísima sustituibilidad en el de la vivienda normal ent re viviendas construidas en épocas En cuanto a las ubicaciones no importantes, se trat a de todas aquellas zonas de la aglomeración que no están caracterizadas por la residencia de las capas superiores. Son las zonas de resi dencia popular, importantes» en el espacio de la segregación espacial de las clases sociales, no importantes también desde el punto de vista de las ventajas de situación que proporcionan: Cf. Magri,
1975.
Dife renc iaci ón espa cial de lo s precios
necesidades del sector de la construcción. Una vez más, ponibilidad de suelo edificable no tie concreto en los diferentes periodos del des basta un lugar que pe nales del siglo centros de trabajo teniendo en cuenta los medios de tra existentes; hoy en es preciso además en v irtu d del de la norma de consumo masivo que el te de un conjunto de redes (agua, gas, electr etcétera) cuya producción impli en particular, la intervención de Dentro del perimetro así definido en urbanizable, existe, pues, una amplia zon pueden ser sustituidas: una penuri en un punto o una ofert a a precios «excesivos» lleva
- -
-
-
den ser vendidas al mismo precio. En la producción de esas viviendas normales se c
parables. Son, pues, las condiciones de la producció determinan ese precio regulador; este últim por tanto, de las condiciones de la circulació
pende de las condiciones medias de productividad en la ind tria de la construcción. A ese precio de producción se añade ganancia normal del capital de promoción invertido en la o ración. El coste máximo de edificabilidad del suelo en la zona las ubicaciones «no importantes», es decir, el coste privado
-
y
rentas
163
urbanización del suelo en los terrenos peores desde ese punto de vista, pero sin embargo necesarios para la construcción de aquellas que equilibrarán el mercado al nivel del precio regulador. Allí donde el coste localizado de urbanización del suelo sea más bajo, el precio regulador determinará en la zona no importante plusganancias y rentas diferenciales. El precio del suelo en aquellas ubicaciones donde la renta diferencial es nula viene a añadirse a los anteriores costes para determinar el precio regulador; la deducción que lleva a cabo la propiedad del suelo en los ((peores terr enos» edificables plan tea una cuestión teórica difícil e impide analizar simplemente el precio regulador de la vivienda normal como un precio de pro ducción.
-
Utilizar el concepto de renta absoluta para definir ese ele mento de coste presenta dificultades teóricas, pero produce una doble consecuencia: por una part e, permite af irmar que el pre cio regulador no es un precio de monopolio en el sentido de que su importe no podrá depender de una limitación de las canti dades producidas, ni por la escasez objetiva de los emplazamien tos totalmente sustituibles , ni por la acción de la propiedad del suelo pues el capital inmobiliario puede siempre contra rrest arla. Por otra parte, la utilización del concepto de renta absoluta implica que su importe, limitado por el movimiento del capital, dependerá de la naturaleza de los usos del suelo en las ubicaciones no importantes y de la estructura social de la pro piedad del suelo, elementos que determinarán su resistencia efectiva a la transferencia del terreno a los constructores. El precio regulador de la vivienda normal se fija, pues, en la producción capitalista corriente. Desde ese momento, determi nará el precio de t odas las viviendas de características parecidas en las ubicaciones no importantes, cualquiera que sea su fecha de construcción y, por tanto, sus costes históricos de produc ción. No será posible a todas las viviendas de construcción antigua colocarse o mantenerse en el mercado de la vivienda normal; esto implica en general, con la transformación de las normas de habitabilidad, una inversión suplementaria que no siempre es posible o racional para el propietario. Las viviendas afectadas pasarán entonces al mercado de la vivienda normal. Con esta reserva, el precio regulador configurado en las condiciones corrientes de la producción se impondrá al conjunto del parque normal. Es necesario aclarar un punto que ha sido dejado de lado
- -
-
Dife renc iaci ón espa cial de lo s precios
necesidades del sector de la construcción. Una vez más, ponibilidad de suelo edificable no tie concreto en los diferentes periodos del des basta un lugar que pe nales del siglo centros de trabajo teniendo en cuenta los medios de tra existentes; hoy en es preciso además en v irtu d del de la norma de consumo masivo que el te de un conjunto de redes (agua, gas, electr etcétera) cuya producción impli en particular, la intervención de Dentro del perimetro así definido en urbanizable, existe, pues, una amplia zon pueden ser sustituidas: una penuri en un punto o una ofert a a precios «excesivos» lleva
- -
-
-
den ser vendidas al mismo precio. En la producción de esas viviendas normales se c
parables. Son, pues, las condiciones de la producció determinan ese precio regulador; este últim por tanto, de las condiciones de la circulació
pende de las condiciones medias de productividad en la ind tria de la construcción. A ese precio de producción se añade ganancia normal del capital de promoción invertido en la o ración. El coste máximo de edificabilidad del suelo en la zona las ubicaciones «no importantes», es decir, el coste privado
-
Christian
hasta el momento. En los datos analizados anteriormente la aglomeración de París, lo que fue definido empírica como un precio regulador es de hecho una zona de precios e que las diferencias de precios no son desdeñables: en las distribuciones analizadas, de 1 a 1,5 ó por unidad de su ficie. He ahí, pues, una bastante elástica, cua se la supone fijada en las condiciones de producción. Y es que el propio espacio «no importante* se e diferenciado desde el punto de vista de las familias de
también sustituibles desde el punto de vista de los res; por tanto, son en realidad la sede de un merca neo en el que compiten ofertas y demandas. Pero hábitat, las prácticas concretas del espacio e puntos de la zona no importante, implicar un coste monetario diferenciado, principa
necesario construi
feridas a los vendedores de viviendas sumánd lador para fijar el precio de mercado de 1 puntos. Ese incremento de precio es limitado y no hace pasar la oferta correspondiente de un submercado a otro: permanece en la zona del precio regulador, en el submercado de la vivienda normal. Sin duda el precio regulador, en la producción, es modificado realmente al margen por las condiciones de la circulación, de modo que el precio de mercado incluye en ese caso un componente de monopolio. Pero la diferenciación espa cial de los precios aparece en el mercado de la vivienda normal según una lógica completamente diferente a la que se observa en los mercados superiores. Mientras que las diferencias de precios diferencian el costo de la vivienda privilegiada y, por Otros elementos distintos al coste de transporte pueden contribuir a difere nciar en el espacio el coste localizado de consumo final de la vi vienda: por ejemplo, el coste fiscal de residencia (que penaliza en Francia a los suburbios-dormitorios, y en los Estados Unidos al centro de la ciudad) o el coste localizado del capital de préstamo (cuyas diferencias espa ciales y sociales han sido puestas de relieve en el caso de Baltimore por D. Cf. Harvey, 1974).
y
rentas
163
urbanización del suelo en los terrenos peores desde ese punto de vista, pero sin embargo necesarios para la construcción de aquellas que equilibrarán el mercado al nivel del precio regulador. Allí donde el coste localizado de urbanización del suelo sea más bajo, el precio regulador determinará en la zona no importante plusganancias y rentas diferenciales. El precio del suelo en aquellas ubicaciones donde la renta diferencial es nula viene a añadirse a los anteriores costes para determinar el precio regulador; la deducción que lleva a cabo la propiedad del suelo en los ((peores terr enos» edificables plan tea una cuestión teórica difícil e impide analizar simplemente el precio regulador de la vivienda normal como un precio de pro ducción.
-
Utilizar el concepto de renta absoluta para definir ese ele mento de coste presenta dificultades teóricas, pero produce una doble consecuencia: por una part e, permite af irmar que el pre cio regulador no es un precio de monopolio en el sentido de que su importe no podrá depender de una limitación de las canti dades producidas, ni por la escasez objetiva de los emplazamien tos totalmente sustituibles , ni por la acción de la propiedad del suelo pues el capital inmobiliario puede siempre contra rrest arla. Por otra parte, la utilización del concepto de renta absoluta implica que su importe, limitado por el movimiento del capital, dependerá de la naturaleza de los usos del suelo en las ubicaciones no importantes y de la estructura social de la pro piedad del suelo, elementos que determinarán su resistencia efectiva a la transferencia del terreno a los constructores. El precio regulador de la vivienda normal se fija, pues, en la producción capitalista corriente. Desde ese momento, determi nará el precio de t odas las viviendas de características parecidas en las ubicaciones no importantes, cualquiera que sea su fecha de construcción y, por tanto, sus costes históricos de produc ción. No será posible a todas las viviendas de construcción antigua colocarse o mantenerse en el mercado de la vivienda normal; esto implica en general, con la transformación de las normas de habitabilidad, una inversión suplementaria que no siempre es posible o racional para el propietario. Las viviendas afectadas pasarán entonces al mercado de la vivienda normal. Con esta reserva, el precio regulador configurado en las condiciones corrientes de la producción se impondrá al conjunto del parque normal. Es necesario aclarar un punto que ha sido dejado de lado
- -
-
165
Diferenciación espacial de los precios y rentas
tanto, la clientela según su poder adquisitivo, en el mercado de la vivienda normal las diferencias de precio compensan las diferencias de coste de uso localizado y tienden a homogeneizar el coste global de la vivienda en todos los puntos del espacio importante.
Los mercados de la vivienda privilegiada Designemos así a todas las viviendas cuyo precio se aparta más o menos apreciablemente, pero de manera permanente, de la zona del precio regulador; los precios no dependen entonces ya de las condiciones de producción, son precios de monopolio. La amplitud de las diferencias de precios y su continuo miento permiten considerar que hay una pluralidad de mercados de la vivienda privilegiada, cada uno de los cuales está comunicado con los más próximos, pero de manera Esos precios de monopolio son el precio de ubicaciones es casas. Corresponden, desde la óptica del valor de uso, a ubicaciones sustituibles en espacios cada vez más restringidos a medida que se asciende hacia los submercados superiores, y, en ultima instancia, no reproducibles estrictamente en un momento dado de la historia de una ciudad. El fundamento de esa ducibilidad limitada del valor de uso es indisociablemente mate rial (el medio construido), social (la ocupación dominante de una zona por los diversos estratos de las capas superiores), y simbólico (la repetición de todo lo anterior al nivel de las re presentaciones). De esta restricción socialmente regulada del espacio en los submercados superiores se deriva una limitación estructural de la oferta. Ciertamente, no hay déficit de oferta en esos mercados: el capital inmobiliario encuentra en ellos la rentabilidad buscada, y la producción presenta también un movimiento cíclico que da fe de una sucesión de estados de equilibrio y desequilibrio entre la oferta y la demanda. No hay déficit global sino escasez relativa de ubicaciones que posean cualidades no sustituibles, lo que basta, desde el punto de vista de la oferta, para fundamentar la existencia de precios de monopolio diversificados. Estos corresponden, desde la óptica de la demanda, a cate gorías sociales cuyo poder adquisitivo es superior al de la masa de la población urbana asalariada. En esas capas sociales, las clases superiores y sin duda también una parte de las capas medias asalariadas, los gastos destinados a la vivienda se carac terizan por aumentar cuando crecen los ingresos con excepción de la franja de familias con los ingresos más altos, las
-
Christian
165
Diferenciación espacial de los precios y rentas
hasta el momento. En los datos analizados anteriormente la aglomeración de París, lo que fue definido empírica como un precio regulador es de hecho una zona de precios e que las diferencias de precios no son desdeñables: en las distribuciones analizadas, de 1 a 1,5 ó por unidad de su ficie. He ahí, pues, una bastante elástica, cua se la supone fijada en las condiciones de producción. Y es que el propio espacio «no importante* se e diferenciado desde el punto de vista de las familias de
también sustituibles desde el punto de vista de los res; por tanto, son en realidad la sede de un merca neo en el que compiten ofertas y demandas. Pero hábitat, las prácticas concretas del espacio e puntos de la zona no importante, implicar un coste monetario diferenciado, principa
necesario construi
feridas a los vendedores de viviendas sumánd lador para fijar el precio de mercado de 1 puntos. Ese incremento de precio es limitado y no hace pasar la oferta correspondiente de un submercado a otro: permanece en la zona del precio regulador, en el submercado de la vivienda normal. Sin duda el precio regulador, en la producción, es modificado realmente al margen por las condiciones de la circulación, de modo que el precio de mercado incluye en ese caso un componente de monopolio. Pero la diferenciación espa cial de los precios aparece en el mercado de la vivienda normal según una lógica completamente diferente a la que se observa en los mercados superiores. Mientras que las diferencias de precios diferencian el costo de la vivienda privilegiada y, por Otros elementos distintos al coste de transporte pueden contribuir a difere nciar en el espacio el coste localizado de consumo final de la vi vienda: por ejemplo, el coste fiscal de residencia (que penaliza en Francia a los suburbios-dormitorios, y en los Estados Unidos al centro de la ciudad) o el coste localizado del capital de préstamo (cuyas diferencias espa ciales y sociales han sido puestas de relieve en el caso de Baltimore por D. Cf. Harvey, 1974).
Topa
cuales gozan gratuitamente de las viviendas como elementos la e consumo r ción social indefinida según los gastos de consum mente, según el hábitat Así, en una sociedad símbolos del social se transforman rápid cación de la residencia sigue siendo un elemento esencial tivamente permanente del lenguaje de la distinción. La frontera que separa el mercado de la los de la vivienda privilegiada es permanente, pero en alguno rígida. Cuanto mayor sea el peso de las capas me superiores en la población de una aglomeració parte del mercado vendida a precios de mon más amplia sea la jerarquía de los poderes ad será la diferencia entre los precios más altos Los límites espaciales de los mercados sup lador bian también, por una razón estructural: la lucha tructores capitalistas por sustraer a la propi mayor parte posible de las plusganancias loca tra tar de desplazar continuamente las fronteras de las zonas vilegiadas. En las coyunturas de expansión del mercado, a abandonar los barrios residenciales más prestigiosos, en que el precio del suelo es demasiado elevad plusganancias de promoción, y a conquistar nas para los submercados superiores Hay que se oponen a cualquier arbitrariedad venta a precios inferiores sanciona duramente los errores de la especulación inmobiliaria. El me rc ad o de la viv ien da infra norrn al En la perspectiva de un análisis del modo de formación de los precios, lo que define al submercado inferior de la vivienda es el hecho de que el conjunto de las viviendas que circulan en no puede ser incrementado mediante la producción capitalista Cf. Topalov, 1980. Los datos analizados más arriba a propósito de París van en ese sentido: entre 1890 y 1970, la diferencia entre los precios más elevados y el precio regulador disminuyó, pero la parte de la producción vendida al precio regulador se redujo en favor de una zona importante de precios medios. Ese fenómeno se por ejemplo, en la región parisina a lo lar de los año s 60. Cf. Topalov 1974
tanto, la clientela según su poder adquisitivo, en el mercado de la vivienda normal las diferencias de precio compensan las diferencias de coste de uso localizado y tienden a homogeneizar el coste global de la vivienda en todos los puntos del espacio importante.
Los mercados de la vivienda privilegiada Designemos así a todas las viviendas cuyo precio se aparta más o menos apreciablemente, pero de manera permanente, de la zona del precio regulador; los precios no dependen entonces ya de las condiciones de producción, son precios de monopolio. La amplitud de las diferencias de precios y su continuo miento permiten considerar que hay una pluralidad de mercados de la vivienda privilegiada, cada uno de los cuales está comunicado con los más próximos, pero de manera Esos precios de monopolio son el precio de ubicaciones es casas. Corresponden, desde la óptica del valor de uso, a ubicaciones sustituibles en espacios cada vez más restringidos a medida que se asciende hacia los submercados superiores, y, en ultima instancia, no reproducibles estrictamente en un momento dado de la historia de una ciudad. El fundamento de esa ducibilidad limitada del valor de uso es indisociablemente mate rial (el medio construido), social (la ocupación dominante de una zona por los diversos estratos de las capas superiores), y simbólico (la repetición de todo lo anterior al nivel de las re presentaciones). De esta restricción socialmente regulada del espacio en los submercados superiores se deriva una limitación estructural de la oferta. Ciertamente, no hay déficit de oferta en esos mercados: el capital inmobiliario encuentra en ellos la rentabilidad buscada, y la producción presenta también un movimiento cíclico que da fe de una sucesión de estados de equilibrio y desequilibrio entre la oferta y la demanda. No hay déficit global sino escasez relativa de ubicaciones que posean cualidades no sustituibles, lo que basta, desde el punto de vista de la oferta, para fundamentar la existencia de precios de monopolio diversificados. Estos corresponden, desde la óptica de la demanda, a cate gorías sociales cuyo poder adquisitivo es superior al de la masa de la población urbana asalariada. En esas capas sociales, las clases superiores y sin duda también una parte de las capas medias asalariadas, los gastos destinados a la vivienda se carac terizan por aumentar cuando crecen los ingresos con excepción de la franja de familias con los ingresos más altos, las
-
Diferenciación espacial d e los precios y rentas
167
El nivel de los precios es demasiado bajo para que sea compatible con los costes de producción y con una rentabilidad normal de los capitales invertidos en la construcción de viviendas nuevas. Por consiguiente, los precios que se formen en el mer cado inferior serán independientes de las condiciones de la pro ducción capitalista corr iente y, por el contrario, estarán determi nados únicamente por las condiciones de la circulación. Por tanto, pueden ser analizados como precios de monopolio de u tipo particular. La demanda orientada hacia ese submercado está constituid por todas las capas sociales cuyos ingresos son insuficientes permitirles ser solventes en el mercado de la vivienda Es el caso de las categorías ocupacionales cuyo nivel sa llega al nivel de consumo de vivienda en ese y, en especial, cuya o de aquellos cuyas condiciones de empleo precariedad laboral no les permiten tener acceso a la vivienda normal. Es también el caso de las categorías de la población que, al no vivir en una familia nuclear, se apartan de la norma de consumo: jubilados, trabajadores jóvenes, solteros, trabajadores emigrantes, et c. Desde el punto de vista de la oferta, la vivienda infranormal es en lo esencial proporcionada por la parte del parque inmobi liario antiguo cuyas normas de habitabilidad son claramente infe riores a las normas corrientes. Esta fracción de la oferta sólo crece cuando los propietarios, practicando una política de des inversión, dejan de mantener sus viviendas en condiciones nor males; disminuye, por el contrario, bajo el doble efecto de las demoliciones (qu e posibilitan un cambio en el us o del suelo) y de las mejoras (que permiten que la vivienda pase a los mer cados de la vivienda normal o privilegiada). Por otra parte, la demanda es satisfecha mediante la de viviendas nuevas por iniciativa de los ocupantes, en especial cuando incor pora una proporción significativa de autoabastecimiento. Los precios que se establezcan serán generalmente inferiores a los precios en los otros mercados pero perderán toda referen cia a un coste de producción, de mantenimiento o de sustitución. Las particularidades del mercado tenderán a que haya penuria estructural y permanente, agravada en de actividad intensa del sector inmobiliario capitalista, o por las políticas públi -
-
-
Salvo submercados particulares (habitaciones independientes sin comodidad en el centro de la ciudad, dormitorios colectivos) en los que el precio por puede eventualmente s er mayor que el de las viviendas normales.
,
Topa
cuales gozan gratuitamente de las viviendas como elementos la e consumo r ción social indefinida según los gastos de consum mente, según el hábitat Así, en una sociedad símbolos del social se transforman rápid cación de la residencia sigue siendo un elemento esencial tivamente permanente del lenguaje de la distinción. La frontera que separa el mercado de la los de la vivienda privilegiada es permanente, pero en alguno rígida. Cuanto mayor sea el peso de las capas me superiores en la población de una aglomeració parte del mercado vendida a precios de mon más amplia sea la jerarquía de los poderes ad será la diferencia entre los precios más altos Los límites espaciales de los mercados sup lador bian también, por una razón estructural: la lucha tructores capitalistas por sustraer a la propi mayor parte posible de las plusganancias loca tra tar de desplazar continuamente las fronteras de las zonas vilegiadas. En las coyunturas de expansión del mercado, a abandonar los barrios residenciales más prestigiosos, en que el precio del suelo es demasiado elevad plusganancias de promoción, y a conquistar nas para los submercados superiores Hay que se oponen a cualquier arbitrariedad venta a precios inferiores sanciona duramente los errores de la especulación inmobiliaria. El me rc ad o de la viv ien da infra norrn al En la perspectiva de un análisis del modo de formación de los precios, lo que define al submercado inferior de la vivienda es el hecho de que el conjunto de las viviendas que circulan en no puede ser incrementado mediante la producción capitalista Cf. Topalov, 1980. Los datos analizados más arriba a propósito de París van en ese sentido: entre 1890 y 1970, la diferencia entre los precios más elevados y el precio regulador disminuyó, pero la parte de la producción vendida al precio regulador se redujo en favor de una zona importante de precios medios. Ese fenómeno se por ejemplo, en la región parisina a lo largo de los año s 60. Cf. Topalov, 1974.
Diferenciación espacial d e los precios y rentas
El nivel de los precios es demasiado bajo para que sea compatible con los costes de producción y con una rentabilidad normal de los capitales invertidos en la construcción de viviendas nuevas. Por consiguiente, los precios que se formen en el mer cado inferior serán independientes de las condiciones de la pro ducción capitalista corr iente y, por el contrario, estarán determi nados únicamente por las condiciones de la circulación. Por tanto, pueden ser analizados como precios de monopolio de u tipo particular. La demanda orientada hacia ese submercado está constituid por todas las capas sociales cuyos ingresos son insuficientes permitirles ser solventes en el mercado de la vivienda Es el caso de las categorías ocupacionales cuyo nivel sa llega al nivel de consumo de vivienda en ese y, en especial, cuya o de aquellos cuyas condiciones de empleo precariedad laboral no les permiten tener acceso a la vivienda normal. Es también el caso de las categorías de la población que, al no vivir en una familia nuclear, se apartan de la norma de consumo: jubilados, trabajadores jóvenes, solteros, trabajadores emigrantes, et c. Desde el punto de vista de la oferta, la vivienda infranormal es en lo esencial proporcionada por la parte del parque inmobi liario antiguo cuyas normas de habitabilidad son claramente infe riores a las normas corrientes. Esta fracción de la oferta sólo crece cuando los propietarios, practicando una política de des inversión, dejan de mantener sus viviendas en condiciones nor males; disminuye, por el contrario, bajo el doble efecto de las demoliciones (qu e posibilitan un cambio en el us o del suelo) y de las mejoras (que permiten que la vivienda pase a los mer cados de la vivienda normal o privilegiada). Por otra parte, la demanda es satisfecha mediante la de viviendas nuevas por iniciativa de los ocupantes, en especial cuando incor pora una proporción significativa de autoabastecimiento. Los precios que se establezcan serán generalmente inferiores a los precios en los otros mercados pero perderán toda referen cia a un coste de producción, de mantenimiento o de sustitución. Las particularidades del mercado tenderán a que haya penuria estructural y permanente, agravada en de actividad intensa del sector inmobiliario capitalista, o por las políticas públi -
cas de renovación. Los precios
durante los periodos de mayor tensió mento de la sobrepoblación; de esa ma el aumento de la presión sobre sus ingresos.
Salvo submercados particulares (habitaciones independientes sin comodidad en el centro de la ciudad, dormitorios colectivos) en los que el precio por puede eventualmente s er mayor que el de las viviendas normales.
espacial de los precios
Varios tipos de precios de monopolio de la vivienda
La discusión anterior permite reconsid del precio de las viviendas a partir de Según el mercado considerado, el modo . es diferente, lo cual lleva a formular la hipótesis de la apa de varios tipos de precios y, por tanto, de rentas de monopo
ración y durante el periodo viviendas para el mercado lo suficie que se establezca en ella un precio social. Ese preci afecta a la mayor parte de las nuevas viviendas, a
y
rentas
169
Cerca del precio regulador, en la misma «zona» de pre ios, se observan diferencias de precios en función de la ubica se puede considerar que la consecuencia de tales encias no es tanto la diversificación del cost e global de la ivienda para el ocupante, como, por el contrario, su homoge -
-
c
2.2.
-
-
To
168
167
as capas sociales. Sin embargo, su coste de uso localizado una diferenciación espacial de los precios tenderá a restadel coste para los ocupantes. Esta modu regulador se configura en la circulación, y rada como un tipo de precio de monopolio.
.
de igualación del coste de uso.
. La diferenciación interna de los precios precio regulador evolucionará especialmente cias de los costes de transparte dentro de la
diferencias de los costes de uso localizados, pasándose a otro mercado, el de la vivienda privilegiada. Caracterizados por una diferenciación indefinida según la escasez relativa de unas ubi te sustituibles, los precios que se for superiores dejan de tener relación con el y evolucionan principalmente con las fluc proveniente de las categorías sociales ste tipo de precio, siguiendo a S. Jara -
pre ci o mo no pó l ic o d e se gr eg ac ió n soc ia l. mercado inferior, el de la infranormal, el precio de mercado, formado independientemente de las condi ciones corrientes de la producción, puede ser descrito como un pr ec io mo no pó li co d e pe nur ia . Va unido a una debilidad estruc tural de la oferta que no se basa en la escasez de las ubicaciones, sino en el hecho de que el capital es sustraído de la producción
-
monopolio cuyo peso sobre la burguesía renta de segregación»). La frontera, o la articulación, entre esas rentas está por analizar, pero la conceptualización permite superar los límites de los modelos empiristas neoclásicos (cf. Jaramillo, 1977, pp. 96-113). Como se ve, este análisis integra aquí, precisando sus límites de validez, la noción de coste generalizado de transporte, a condición, sin embargo, de descartar la noción de precio del tiempo, que constituye tan sólo un disfraz de la renta de segregación social.
,
To
168
espacial de los precios
rentas
169
Cerca del precio regulador, en la misma «zona» de pre ios, se observan diferencias de precios en función de la ubica se puede considerar que la consecuencia de tales encias no es tanto la diversificación del cost e global de la ivienda para el ocupante, como, por el contrario, su homoge -
cas de renovación. Los precios
-
durante los periodos de mayor tensió mento de la sobrepoblación; de esa ma el aumento de la presión sobre sus ingresos.
c
2.2.
y
Varios tipos de precios de monopolio de la vivienda
La discusión anterior permite reconsid del precio de las viviendas a partir de Según el mercado considerado, el modo . es diferente, lo cual lleva a formular la hipótesis de la apa de varios tipos de precios y, por tanto, de rentas de monopo
ración y durante el periodo viviendas para el mercado lo suficie que se establezca en ella un precio social. Ese preci afecta a la mayor parte de las nuevas viviendas, a
as capas sociales. Sin embargo, su coste de uso localizado una diferenciación espacial de los precios tenderá a restadel coste para los ocupantes. Esta modu regulador se configura en la circulación, y rada como un tipo de precio de monopolio.
.
de igualación del coste de uso.
. La diferenciación interna de los precios precio regulador evolucionará especialmente cias de los costes de transparte dentro de la
diferencias de los costes de uso localizados, pasándose a otro mercado, el de la vivienda privilegiada. Caracterizados por una diferenciación indefinida según la escasez relativa de unas ubi te sustituibles, los precios que se for superiores dejan de tener relación con el y evolucionan principalmente con las fluc proveniente de las categorías sociales ste tipo de precio, siguiendo a S. Jara -
pre ci o mo no pó l ic o d e se gr eg ac ió n soc ia l. mercado inferior, el de la infranormal, el precio de mercado, formado independientemente de las condi ciones corrientes de la producción, puede ser descrito como un pr ec io mo no pó li co d e pe nur ia . Va unido a una debilidad estruc tural de la oferta que no se basa en la escasez de las ubicaciones, sino en el hecho de que el capital es sustraído de la producción
-
monopolio cuyo peso sobre la burguesía renta de segregación»). La frontera, o la articulación, entre esas rentas está por analizar, pero la conceptualización permite superar los límites de los modelos empiristas neoclásicos (cf. Jaramillo, 1977, pp. 96-113). Como se ve, este análisis integra aquí, precisando sus límites de validez, la noción de coste generalizado de transporte, a condición, sin embargo, de descartar la noción de precio del tiempo, que constituye tan sólo un disfraz de la renta de segregación social.
Christian
para las capas sociales que no son solventes al nivel del p regulador. La discontinuidad de los submercados de la vivienda ja es absoluta. Sin embargo, es suficiente como para que idere autónomos. Prueba de ello es que se observan en nturas casi independientes, o, al menos, relacionadas si solamente por los fenómenos coyunturales globales, de parte, y por los movimientos de los precios del suelo, de Prueba de ello es también la heterogeneidad espacial de la urbanas jerarquizadas; es cierto que en cada una de ellas ten generalmente los tres mercados en las viviendas exis pero hay una tendencia que domina generalmente las trans maciones de esas existencias. El dominio en una zona dada mercado de la vivienda privilegiada al nivel de la produc nueva, por una parte excluye, en un plazo determinado, la ducción de viviendas al precio regulador, y, por otra, provoc destrucción o la rehabilitación del parque existente de normales o infranormales. A cada mercado de vivienda corresponde. pues, un tipo es de renta de monopolio. La renta de monopolio, c importancia está estructuralmente limitada en el mercado de vivienda normal, forma parte, por el contrario, de los merca inferior y superior, pero por razones muy diferentes. embargo, cualquiera que sea el mercado considerado, ancia del parque de viviendas antiguas en la oferta g 1 tiempo de las condiciones de dran un fenómeno específico en el sect efecto de los precios corrientes sobre
2.3.
La renta inmobili aria como renta de monopolio
Dif eren cia ció n espa cia l d e
precio s y rentas
171
Como resultado de esta particularidad de. la circulación de la m uce un fenómeno que puede m en el caso del sector del alquiler, donde la vi vienda es valorizada como capital: la renta inmobiliaria apare cerá a la vez en forma de un incremento del alquiler real y en forma de un aumento del valor de venta de la vivienda. Si, para simplificar, se supone que el precio del inmueble no es más que la capitalización del ingreso neto u , se puede mostrar el proceso de formación de la renta inmobiliaria estudiando la formación del alquiler. alquiler es el precio de compra del derecho al uso de una ente de vivie
ducción simple del capital invertido y su rentabilidad a la tasa habitual de interés de una inversión comparable. En otros
El coste corriente de mantenimiento del inmueble y una . provisión para financiar el coste de las grandes reparaciones que deberán ser efectuadas periódicamente para mantener el inmueble en condiciones de ser alquilado; Los gastos de gestión: gastos relacionados con las opera ciones de cobro de los alquileres y gestión administrativa, sión para el caso de falta de ingresos por vacaciones o impagados; Finalmente, la remuneración del invertido, teniendo en cuenta que su importe corresponde al «precio de coste» del inmueble: coste de construcción, precio del terreno, ganancia del promotor.
-
-
-
Se trata de una simplificación, pues el precio corriente de la capital no siempre es en todo momento idéntico a la capitalización del alquiler neto a la tasa de interés corriente; entran en juego factores indivi duales (estado de las edificaciones, perspectivas de cambio de los ocupan tes), y factores generales del mercado de capitales que buscan ser inver tidos. E1 valor comercial de los inmuebles de referencia puede, en efecto, ser analizado como un «capital lo mismo que el de los valores mobiliarios.
'
Christian
para las capas sociales que no son solventes al nivel del p regulador. La discontinuidad de los submercados de la vivienda ja es absoluta. Sin embargo, es suficiente como para que idere autónomos. Prueba de ello es que se observan en nturas casi independientes, o, al menos, relacionadas si solamente por los fenómenos coyunturales globales, de parte, y por los movimientos de los precios del suelo, de Prueba de ello es también la heterogeneidad espacial de la urbanas jerarquizadas; es cierto que en cada una de ellas ten generalmente los tres mercados en las viviendas exis pero hay una tendencia que domina generalmente las trans maciones de esas existencias. El dominio en una zona dada mercado de la vivienda privilegiada al nivel de la produc nueva, por una parte excluye, en un plazo determinado, la ducción de viviendas al precio regulador, y, por otra, provoc destrucción o la rehabilitación del parque existente de normales o infranormales. A cada mercado de vivienda corresponde. pues, un tipo es de renta de monopolio. La renta de monopolio, c importancia está estructuralmente limitada en el mercado de vivienda normal, forma parte, por el contrario, de los merca inferior y superior, pero por razones muy diferentes. embargo, cualquiera que sea el mercado considerado, ancia del parque de viviendas antiguas en la oferta g 1 tiempo de las condiciones de dran un fenómeno específico en el sect efecto de los precios corrientes sobre
2.3.
La renta inmobili aria como renta de monopolio
Dif eren cia ció n espa cia l d e
precio s y rentas
171
Como resultado de esta particularidad de. la circulación de la m uce un fenómeno que puede m en el caso del sector del alquiler, donde la vi vienda es valorizada como capital: la renta inmobiliaria apare cerá a la vez en forma de un incremento del alquiler real y en forma de un aumento del valor de venta de la vivienda. Si, para simplificar, se supone que el precio del inmueble no es más que la capitalización del ingreso neto u , se puede mostrar el proceso de formación de la renta inmobiliaria estudiando la formación del alquiler. alquiler es el precio de compra del derecho al uso de una ente de vivie
ducción simple del capital invertido y su rentabilidad a la tasa habitual de interés de una inversión comparable. En otros
El coste corriente de mantenimiento del inmueble y una . provisión para financiar el coste de las grandes reparaciones que deberán ser efectuadas periódicamente para mantener el inmueble en condiciones de ser alquilado; Los gastos de gestión: gastos relacionados con las opera ciones de cobro de los alquileres y gestión administrativa, sión para el caso de falta de ingresos por vacaciones o impagados; Finalmente, la remuneración del invertido, teniendo en cuenta que su importe corresponde al «precio de coste» del inmueble: coste de construcción, precio del terreno, ganancia del promotor.
-
-
'
-
Se trata de una simplificación, pues el precio corriente de la capital no siempre es en todo momento idéntico a la capitalización del alquiler neto a la tasa de interés corriente; entran en juego factores indivi duales (estado de las edificaciones, perspectivas de cambio de los ocupan tes), y factores generales del mercado de capitales que buscan ser inver tidos. E1 valor comercial de los inmuebles de referencia puede, en efecto, ser analizado como un «capital lo mismo que el de los valores mobiliarios.
Christian Hay que señalar que el capital invertido puede ser binación de dos elementos distintos que, en conjunto, la inversión: fondos del arrendador,
del préstamo reembolso e intereses ponente del alquiler de equilibrio. Si el alquiler se establec asegurada la reproducción otros términos, el p neraria, su inve
-
-
aparecerá como un
recuperar cada año una fracción de su precio
La reproducción asegurada por el hecho
valor de venta es estable o aumenta no es precio de oferta, sino una expresión contab Queda por ver cómo un bien que sin e progresivamente en el proceso de consumo En las controversias sobre las políticas de control de los alquileres a partir de 1914, todos los cálculos del alquiler de equilibrio mínimo establecidos por las organizaciones de propietarios consideran evidente mente la amortización del inmueble como un elemento del coste. Creo entonces que es erróneo el análisis del alquiler que hace Engels en Contribuc ión al problema de la vivienda: alquiler ha de cubrir no solamente los intereses de los gastos de construcción de la casa, sino también las reparaciones y el término medio de las deudas incobrables, de los alquileres no pagados, así como las pérdidas ocasionadas por las viviendas que quedan momentáneamente vacantes, y, finalmente, la amortización anual del capital invertido en la construcción de una casa que no es eterna, que resultará inhabitable con el tiempo y perderá, por guiente, todo su (Engels, 1872, p. 30).
Dife renc iac ión espacia l d e lo s precios
y
rentas
173
cio corriente estable o en aumento a largo plazo. Esto se debe a vuelve a aparecer en el mercado isión), su precio se aleja progresi pues se halla determinado por cambiantes, de la pro puede producirse en dos ducción o del mercado . Unas veces, los propie formas diferentes, e i tica de mantenimiento se tarios arrendadores a gún las normas; otras, una política de degradación. En ambos casos, las modalidades de formación de la renta inmobiliaria serán muy diferentes. En el primer caso, la vivienda permanece en el mercado de la vivienda normal gracias a adecuado y, si es necesario, gracias a mejor a adopta esa polí tica, y, a reserva de una mínima calidad de la construcción inicial, el inmueble puede ser mantenido indefinidamente en condiciones de habitabilidad. En efecto, de la vida de un edificio no está determinada físicamente, sino socialmen te: el de no se detiene al final de la obra go del ital adicional cuyo importe va en aumento a medida que el edificio envejece. Si -el de producción continúa el edificio es prácticamente eterno. Para que esta política de conservación del valor de uso sea racional desde el punto de vista del arrendador, es necesario que sea más rentable conservar que dejar que se degrade. El edificio debe ser reparable a un coste compatible con los alquileres co rrientes, y la vivienda equipable según las normas de habitabi lidad del momento. La ubicación del inmueble debe permitir su permanencia en el mercado de la vivienda normal, e incluso su traslado al mercado de la vivienda privilegiada. También debe ser posible desalojar a los ocupantes fácilmente para adaptar el nivel de ingresos de los arrendatarios a la evolución del al quiler. Además, es menester que el arrendador disponga de los recursos necesarios para financiar el mantenimiento o la adecua ción a las normas. Si se cumplen esas condiciones, el valor de uso de la vivienda se mantiene al nivel de las normas corrientes de habitabilidad. Seguirá entonces compitiendo con las viviendas nuevas, ya sea en los mercados de la vivienda privilegiada, si su ubicación lo Cf. el excelente análisis de P. Crosta (Crosta, 1975, pp. 227-34).
Christian Hay que señalar que el capital invertido puede ser binación de dos elementos distintos que, en conjunto, la inversión: fondos del arrendador,
del préstamo reembolso e intereses ponente del alquiler de equilibrio. Si el alquiler se establec asegurada la reproducción otros términos, el p neraria, su inve
-
-
aparecerá como un
recuperar cada año una fracción de su precio
La reproducción asegurada por el hecho
valor de venta es estable o aumenta no es precio de oferta, sino una expresión contab Queda por ver cómo un bien que sin e progresivamente en el proceso de consumo En las controversias sobre las políticas de control de los alquileres a partir de 1914, todos los cálculos del alquiler de equilibrio mínimo establecidos por las organizaciones de propietarios consideran evidente mente la amortización del inmueble como un elemento del coste. Creo entonces que es erróneo el análisis del alquiler que hace Engels en Contribuc ión al problema de la vivienda: alquiler ha de cubrir no solamente los intereses de los gastos de construcción de la casa, sino también las reparaciones y el término medio de las deudas incobrables, de los alquileres no pagados, así como las pérdidas ocasionadas por las viviendas que quedan momentáneamente vacantes, y, finalmente, la amortización anual del capital invertido en la construcción de una casa que no es eterna, que resultará inhabitable con el tiempo y perderá, por guiente, todo su (Engels, 1872, p. 30).
Christian
las transformaciones de industria de la construcción, los progresos en la pro son menos rápidos en ella que en los demás sectores les, de manera que los mente. Pueden añadirse incremento eventual del coste de urbanización del suelo en
incluso, la ampliada del c queda asegurada mediante la
-
máximo posible Una política de esa naturaleza puede ser en ciertos ca más racional para el rentista inmobiliario que una gestión co padre de A corto plazo, dejar de conservar un inmueble puede producir un alto rendimiento del mismo. Si duda, los alquileres tienden a bajar en relación con los precio de la vivienda nueva; pero una vez que se practica
de los ocupantes.
Dife renc iac ión espacia l d e lo s precios
y
rentas
173
cio corriente estable o en aumento a largo plazo. Esto se debe a vuelve a aparecer en el mercado isión), su precio se aleja progresi pues se halla determinado por cambiantes, de la pro puede producirse en dos ducción o del mercado . Unas veces, los propie formas diferentes, e i tica de mantenimiento se tarios arrendadores a gún las normas; otras, una política de degradación. En ambos casos, las modalidades de formación de la renta inmobiliaria serán muy diferentes. En el primer caso, la vivienda permanece en el mercado de la vivienda normal gracias a adecuado y, si es necesario, gracias a mejor a adopta esa polí tica, y, a reserva de una mínima calidad de la construcción inicial, el inmueble puede ser mantenido indefinidamente en condiciones de habitabilidad. En efecto, de la vida de un edificio no está determinada físicamente, sino socialmen te: el de no se detiene al final de la obra go del ital adicional cuyo importe va en aumento a medida que el edificio envejece. Si -el de producción continúa el edificio es prácticamente eterno. Para que esta política de conservación del valor de uso sea racional desde el punto de vista del arrendador, es necesario que sea más rentable conservar que dejar que se degrade. El edificio debe ser reparable a un coste compatible con los alquileres co rrientes, y la vivienda equipable según las normas de habitabi lidad del momento. La ubicación del inmueble debe permitir su permanencia en el mercado de la vivienda normal, e incluso su traslado al mercado de la vivienda privilegiada. También debe ser posible desalojar a los ocupantes fácilmente para adaptar el nivel de ingresos de los arrendatarios a la evolución del al quiler. Además, es menester que el arrendador disponga de los recursos necesarios para financiar el mantenimiento o la adecua ción a las normas. Si se cumplen esas condiciones, el valor de uso de la vivienda se mantiene al nivel de las normas corrientes de habitabilidad. Seguirá entonces compitiendo con las viviendas nuevas, ya sea en los mercados de la vivienda privilegiada, si su ubicación lo Cf. el excelente análisis de P. Crosta (Crosta, 1975, pp. 227-34).
Dif eren ciac ión espaci al de
pre cios
y
175
ventas
la penuria específica del mercado de la vivienda infranormal vuede un alza en términos reales. No es por lo demás en todos los paises en los que se ha un control de los alquileres privados, éste se haya mantenido du rante más tiempo en la parte más deteriorada del parque arren dado. Sin embargo, en ciertos casos, la política de degradación no es producto de una opción del propietario, sino de la impo sibilidad en que se encuentra de desalojar a sus arrendatarios para cambiar su nivel social y entrar en la lógica del mejoramiento; dada esta restricció n, la degradación es la política se produce, no una conserva1 inmobiliario, sino la destrucción del edificio, la liberación y el cambio de uso del suelo. ación en dos tipos de Se observará, p zonas urbanas: alejados de toda perspectiva transforma ción urbana, que se degradan por deterioro progresivo; otra, los barrios populares que bordean las zonas de construc ción de oficinas o de residencias privilegiadas, donde el aban dono- de los inmuebles es un acelerador de la transformación se caso, la reproducción simple ininicialmente invertido no queda del edificio, sino por la valoriza su cambio de uso. Aun cuando el alquirenta inmobiliaria puede ser mantenida eventualmente mediante la interrupción de los gastos de mantenimiento; sin embargo, es principalmente el alza de la renta del suelo la que asegura generalmente la rentabilidad del conjunto de l a operación en el momento de la demolición. Por lo demás, en un cierto punto del proceso, el precio del inmueble deja de unido al ingreso neto capitalizado, para a precio potencial del suelo liberado. Así, pues, el precio co rrien te tanto como el alquiler corriente de una vivienda se independiza rápidamente de sus condiciones originales de producción. Este es el motivo de que el capital inmobiliario rentista no presente un ciclo de rotación comparable al de otras formas de capital -mercancía: la repro ducción simple y una parte de la valorización del capital inver tido son producto de un aumento, en términos reales, del precio ,
-
-
ES la «zona de transición» degradada señalada por Burgess en torno al centro comercial (Burgess, 1925).
Dif eren ciac ión espaci al de
Christian
las transformaciones de industria de la construcción, los progresos en la pro son menos rápidos en ella que en los demás sectores les, de manera que los mente. Pueden añadirse incremento eventual del coste de urbanización del suelo en
incluso, la ampliada del c queda asegurada mediante la
-
175
ventas
la penuria específica del mercado de la vivienda infranormal vuede un alza en términos reales. No es por lo demás en todos los paises en los que se ha un control de los alquileres privados, éste se haya mantenido du rante más tiempo en la parte más deteriorada del parque arren dado. Sin embargo, en ciertos casos, la política de degradación no es producto de una opción del propietario, sino de la impo sibilidad en que se encuentra de desalojar a sus arrendatarios para cambiar su nivel social y entrar en la lógica del mejoramiento; dada esta restricció n, la degradación es la política se produce, no una conserva1 inmobiliario, sino la destrucción del edificio, la liberación y el cambio de uso del suelo. ación en dos tipos de Se observará, p zonas urbanas: alejados de toda perspectiva transforma ción urbana, que se degradan por deterioro progresivo; otra, los barrios populares que bordean las zonas de construc ción de oficinas o de residencias privilegiadas, donde el aban dono- de los inmuebles es un acelerador de la transformación se caso, la reproducción simple ininicialmente invertido no queda del edificio, sino por la valoriza su cambio de uso. Aun cuando el alquirenta inmobiliaria puede ser mantenida eventualmente mediante la interrupción de los gastos de mantenimiento; sin embargo, es principalmente el alza de la renta del suelo la que asegura generalmente la rentabilidad del conjunto de l a operación en el momento de la demolición. Por lo demás, en un cierto punto del proceso, el precio del inmueble deja de unido al ingreso neto capitalizado, para a precio potencial del suelo liberado. Así, pues, el precio co rrien te tanto como el alquiler corriente de una vivienda se independiza rápidamente de sus condiciones originales de producción. Este es el motivo de que el capital inmobiliario rentista no presente un ciclo de rotación comparable al de otras formas de capital -mercancía: la repro ducción simple y una parte de la valorización del capital inver tido son producto de un aumento, en términos reales, del precio
-
-
ES la «zona de transición» degradada señalada por Burgess en torno al centro comercial (Burgess, 1925).
de los ocupantes.
To corriente del bien por encima de su precio hist alquiler corriente por encima del alquiler de equili La diferencia constituye precisamente la renta componente del precio formado en el proceso de la mercancía, y que, en consecuencia, entra como un t en la categoría general de la renta de monopolio. esta parte de los alquileres o del precio confo la renta inmobiliaria constituye no la remuneración un capital invertido en la circulación de una mercanci una deducción específica hecha sobre los ingresos de los ocu tes y, por esa vía, sobre el plusproducto socia1 De esa ci tancia nace una contradicción estructural entre el capital biliario rentista, cuando asegura el alojamiento de la masa población asalariada, y el capital industrial, contradicción q se ha resuelto, en todos los países capitalistas desarrollados, favor de este último.
ANOTACIONES SOBRE LA
y
,
máximo posible Una política de esa naturaleza puede ser en ciertos ca más racional para el rentista inmobiliario que una gestión co padre de A corto plazo, dejar de conservar un inmueble puede producir un alto rendimiento del mismo. Si duda, los alquileres tienden a bajar en relación con los precio de la vivienda nueva; pero una vez que se practica
II.
pre cios
DIVISION
SOCIAL DEL
ESPACIO
se organizan en el espacio ur actividades, según qué leyes o modelo polémica en torno a esta pregunta es an tamente al problema de la difer for precios de los de tos de las rentas urbanas d El debate se halla dominado por tres ricas: la ecología urbana, la economía n culturalista. Cada una de esas interpretaciones ría de los valores de uso urbanos, de los criteri dad espacial y de la relación de los age espacio. Intentaré mostrar cómo esas ap arrojar luz sobre ciertos aspectos import de división social del espacio, pero, a la vez, cómo ellas contiene internos propios 1). interpretaciones dominantes presentan limita considerablemente su eficacia exp Se observar á que la s ocialización parcial de la propiedad de las viviendas de alquiler puede eventualmente tender a eliminar la renta inmobiliaria: esto ocurre en especial cuando grandes propietarios públicos aplican alquileres inferiores al alquiler de equilibrio en las operaciones recientes, gracias a los ingresos de la parte antigua de su patrimonio, financieramen te amortizada.
Diferenciación espacial de
precios
y
177
rentas
a la distribución espacial de las residencias: ignoran la relación esencial entre la situación de clase de los habitantes y sus prác ticas en el espacio urbano. Ahora bien, existen numerosos traba jos empíricos que demuestran la naturalez a social de las prác ticas espaciales 2) y constituyen valiosas indicaciones de cara a una teoría más pertinente del proceso de división social del espacio 3) . 1.
Las in te rpr eta ci on es do mi na nt es de la di fer enc ia ci ón espacial de los usos y los precios del suelo urbano
Las corrientes teóricas que configuran la discusión presentan una notable continuidad, a pesar de la variedad o el refina miento progresivo de las metodologias y de las formalizaciones. Han sido muy bien identificadas y discutidas en el plano episte mológico en el estudio clásico de W. Firey sobre que pone al descubierto los postulados del y los critica desde su punto de vista culturalista. Esa críti ca es eficaz. Pone en tela de juicio la concepción dominante de la relación entre sociedad y espacio según la cual las propiedades del espacio son datos naturales a los que los agentes sociales se adaptan pasivamente y, por tanto, el espacio físico es la variable causal independiente que determina la disposición espacial de las actividades humanas. está el epistemológico de las teorias dominantes en la ecología urbana, tal como lo formula Me inspiraré libremente en su análisis de las diversas familias de antes de examina
1.1. Los modelos descriptivos naturalist Chicago a la econometría de los del suelo»
del valor
Describir las regularidades observables en materia de ubicación; inducir leyes generales: ése es el propósito de las teorias que Firey clasifica bajo la de los ((esquemas descriptivos Firey, 1947. Firey enuncia de esta manera sus postulados comunes: El espacio físico es un fenómeno en si y sus propiedades son globalmente independientes de los valores culturales; b) Los sistemas sociales se adaptan pasivamente a la distancia espacial y no tienen otro papel que el de someterse a (Firey, 1947, p. 30).
To corriente del bien por encima de su precio hist alquiler corriente por encima del alquiler de equili La diferencia constituye precisamente la renta componente del precio formado en el proceso de la mercancía, y que, en consecuencia, entra como un t en la categoría general de la renta de monopolio. esta parte de los alquileres o del precio confo la renta inmobiliaria constituye no la remuneración un capital invertido en la circulación de una mercanci una deducción específica hecha sobre los ingresos de los ocu tes y, por esa vía, sobre el plusproducto socia1 De esa ci tancia nace una contradicción estructural entre el capital biliario rentista, cuando asegura el alojamiento de la masa población asalariada, y el capital industrial, contradicción q se ha resuelto, en todos los países capitalistas desarrollados, favor de este último.
II.
ANOTACIONES SOBRE LA
DIVISION
SOCIAL DEL
ESPACIO
se organizan en el espacio ur actividades, según qué leyes o modelo polémica en torno a esta pregunta es an tamente al problema de la difer for precios de los de tos de las rentas urbanas d El debate se halla dominado por tres ricas: la ecología urbana, la economía n culturalista. Cada una de esas interpretaciones ría de los valores de uso urbanos, de los criteri dad espacial y de la relación de los age espacio. Intentaré mostrar cómo esas ap arrojar luz sobre ciertos aspectos import de división social del espacio, pero, a la vez, cómo ellas contiene internos propios 1). interpretaciones dominantes presentan limita considerablemente su eficacia exp Se observar á que la s ocialización parcial de la propiedad de las viviendas de alquiler puede eventualmente tender a eliminar la renta inmobiliaria: esto ocurre en especial cuando grandes propietarios públicos aplican alquileres inferiores al alquiler de equilibrio en las operaciones recientes, gracias a los ingresos de la parte antigua de su patrimonio, financieramen te amortizada.
Diferenciación espacial de
precios
-
Burgess, 1925 y 1929.
1939.
177
rentas
a la distribución espacial de las residencias: ignoran la relación esencial entre la situación de clase de los habitantes y sus prác ticas en el espacio urbano. Ahora bien, existen numerosos traba jos empíricos que demuestran la naturalez a social de las prác ticas espaciales 2) y constituyen valiosas indicaciones de cara a una teoría más pertinente del proceso de división social del espacio 3) . 1.
Las in te rpr eta ci on es do mi na nt es de la di fer enc ia ci ón espacial de los usos y los precios del suelo urbano
Las corrientes teóricas que configuran la discusión presentan una notable continuidad, a pesar de la variedad o el refina miento progresivo de las metodologias y de las formalizaciones. Han sido muy bien identificadas y discutidas en el plano episte mológico en el estudio clásico de W. Firey sobre que pone al descubierto los postulados del y los critica desde su punto de vista culturalista. Esa críti ca es eficaz. Pone en tela de juicio la concepción dominante de la relación entre sociedad y espacio según la cual las propiedades del espacio son datos naturales a los que los agentes sociales se adaptan pasivamente y, por tanto, el espacio físico es la variable causal independiente que determina la disposición espacial de las actividades humanas. está el epistemológico de las teorias dominantes en la ecología urbana, tal como lo formula Me inspiraré libremente en su análisis de las diversas familias de antes de examina
1.1. Los modelos descriptivos naturalist Chicago a la econometría de los del suelo»
del valor
Describir las regularidades observables en materia de ubicación; inducir leyes generales: ése es el propósito de las teorias que Firey clasifica bajo la de los ((esquemas descriptivos Firey, 1947. Firey enuncia de esta manera sus postulados comunes: El espacio físico es un fenómeno en si y sus propiedades son globalmente independientes de los valores culturales; b) Los sistemas sociales se adaptan pasivamente a la distancia espacial y no tienen otro papel que el de someterse a (Firey, 1947, p. 30).
Difer encia ción espac ial de lo s preci os
idealizados», así como de otras que Su limitación común es la incapacidad d de las regularidades o leyes que las características naturales ducen directamente las ubicaciones. tamiento o precio es naturalizado. Se trata, en primer lugar, de los mo suelo urbano que, a partir de los trabajos Chicago, marcaron profundamente el desarrol geografía urbana. Conocemos a los do esta familia: Burgess y El modelo de las zonas concéntricas de E. W. al mismo tiempo una teoría de la estructura espacial de usos del suelo y de las formas que Las ciudades americanas, no existir a ello», se dividen en cinco zonas cial comprende los comercios minorist cinas, los servicios y, en la periferia, 1 la zona de transición que lo rodea se c ción del hábitat y los tugurios, mezcla en la zona periférica se sitúan las residencias de los empresarios, comerciantes, ejecutivos y nales liberales; finalmente, una última zona, exterior a tes de la ciudad, es la de los emigran bajan en el centro comercial. La ciu de la sucesiva aparición de esas zon se extiende hacia el exterior, desplazando cada vez más la fron tera de la zona siguiente con respecto al punto central. El modelo de los sectores de H. Hoyt es una alternativa empírica al anterior, cuyo sido fuertemente criticado. Este modelo se refiere únicamente al espacio residen cial: las zonas de precios de las viviendas se distribuyen por sectores radiales (como «trozos de un pastel.) a lo largo de los te. Las zonas de precios altos se localizan en sos sectores, y las zonas de precios medios en los sectores adyacentes o en el resto de los sectores en los que se sitúan las anteriores. zonas de alquiler bajo ocupan los sectores restantes, del centro a la periferia)) Cada zona de precios tiende a desarrollarse en su sector, en dirección a la periferia.
y
y
rentas
179
Esos dos modelos descriptivos, clásicos de la ecología urbana americana, han sido objeto de abundantes discusiones a partir un solo interrogante: adecuan a la realidad? Puesto que cl modelo es concebido como una generalización simplificadora, su propia naturaleza implica una respuesta empírica indefini da Pero el problema epistemológico central no es abordado: es determinan la ubicación? Sin duda, re es considerado como el operador el pr que asegura la permanencia de la diferenciación de las zonas. Pero esta división social del espacio, el hecho de que tal activi dad o categoría social se localice en tal zona, se plantea como un hecho consumado: en consecuencia, es postulada como re sultado de las características naturales intrínsecas del espacio físico. Ese postulado en ocasiones queda explícito en las descripcio nes del crecimiento urbano inspiradas en la Escuela de Chicago: las características puramente topográficas del emplazamiento urbano inicial producen una primera diferenciación social del espacio, que se prolonga luego «por inercia» en el transcurso de la expansión urbana Pero el postulado naturalista opera a menudo de manera implícita y permite entonces ahorrarse cualquier intento de ex plicación. Esto es particularmente perceptible en ciertos co mentarios sobre la evolución en el tiempo de las curvas isoprecio de los terrenos: se cómo las curvas se esparcen y se deslizan a lo largo de los ejes de comunicación como los «dedos de un guantes que pronto se vuelven a juntar, o chocan con obstáculos físicos que las desvían de su curso natural, etc. Se puede encontrar un resumen de esos debates en los manuales. Cf. por ejemplo: Murphy, 1974, pp. 293-309. Se observa que el refinamiento empírico de los modelos iniciales desemboca (lógicamente) en el abandono de todo intento de enunciar regularidades: con el de los núcleos múltiples». (Harris y Ullman, la descripción de los usos del suelo urbano se hace cada vez más realista, y todo modelo general desaparece. Esta explicación naturalista es ofrecida, por ejemplo, en un intere sant e estudio de Bruselas: desde el siglo los nobles y los burgueses ricos se instalan en la vertiente de la planicie, saludable y símbolo de la dominación social, y el pueblo en el fondo húmedo del valle. Este corte ciudad alta ciudad baja será luego una constante en la división del espacio (cf. Vandermotten, 1971, pp. Cf. los estudios sobre el mercado del suelo hechos a base de planos de curvas isoprecios, numerosos en Francia a finales de los años 60 (en particular, los estudios sobre Nancy-1966, sobre Tours-1968,
Difer encia ción espac ial de lo s preci os
idealizados», así como de otras que Su limitación común es la incapacidad d de las regularidades o leyes que las características naturales ducen directamente las ubicaciones. tamiento o precio es naturalizado. Se trata, en primer lugar, de los mo suelo urbano que, a partir de los trabajos Chicago, marcaron profundamente el desarrol geografía urbana. Conocemos a los do esta familia: Burgess y El modelo de las zonas concéntricas de E. W. al mismo tiempo una teoría de la estructura espacial de usos del suelo y de las formas que Las ciudades americanas, no existir a ello», se dividen en cinco zonas cial comprende los comercios minorist cinas, los servicios y, en la periferia, 1 la zona de transición que lo rodea se c ción del hábitat y los tugurios, mezcla en la zona periférica se sitúan las residencias de los empresarios, comerciantes, ejecutivos y nales liberales; finalmente, una última zona, exterior a tes de la ciudad, es la de los emigran bajan en el centro comercial. La ciu de la sucesiva aparición de esas zon se extiende hacia el exterior, desplazando cada vez más la fron tera de la zona siguiente con respecto al punto central. El modelo de los sectores de H. Hoyt es una alternativa empírica al anterior, cuyo sido fuertemente criticado. Este modelo se refiere únicamente al espacio residen cial: las zonas de precios de las viviendas se distribuyen por sectores radiales (como «trozos de un pastel.) a lo largo de los te. Las zonas de precios altos se localizan en sos sectores, y las zonas de precios medios en los sectores adyacentes o en el resto de los sectores en los que se sitúan las anteriores. zonas de alquiler bajo ocupan los sectores restantes, del centro a la periferia)) Cada zona de precios tiende a desarrollarse en su sector, en dirección a la periferia.
-
Burgess, 1925 y 1929.
1939.
suelo*: esos estudios c ciones (a veces) observadas son tranquilamente interpret en términos de causalidad Claro está, la viabilidad, la tancia al centro o a los lugares de trab ajo, el «atract ivo» de lugar, la proporción de obreros o de negros en un barrio tie que ver con los precios del suelo. Pero cada una de esas r ciones remite a un proceso concreto diferente, y eventualme a tipos distintos de rent los precios del suelo siempre son llev de dos registros simultá precio son evocadas en variables son homogeneizada establecimiento de su relaci esa manera se efectúa silenciosamente la procesos sociales, asignándose en adelante de una ubicación un preci la varianza del precio. El es proporcionado, implícitamente o no, por la referencia a utilidad. El procedimiento analítico es entonces completamen idéntico al de los peritos i no tienen necesidad de saber cómo se forma el precio pa evaluarlo La eficacia explicativa de los modelos descriptivos naturalistas descriptivas del uso del suelo urbano o análisis de los factores del valor del suelo es, por tanto, nula; la comprobación de una regularidad no proporciona por sí misma la causalidad, y las relaciones empíricas siempre son susceptibles de ser puestas en tela de juicio por otras observaciones cuando
-
J. J. Granelle, que ha realizado en Francia los mej ores estudios de ese tipo, señala por lo demás la dificultad: se adivina el papel desem peñado por tal o cual factor, a menudo se ignora la manera como actúa. Además, la mayor parte de los factores están relacionados, lo que hace difícil cualquier análisis de la determinación de los precios» (Granelle, 1970, p. 173). observaba ya, a propósito de los modelos descriptivos natura listas, que éstos se contentan con traducir en términos de ecología las posiciones de los m anual es inmo bili arios clásic os (Fire y, 1947, p. 10).
rentas
179
Esos dos modelos descriptivos, clásicos de la ecología urbana americana, han sido objeto de abundantes discusiones a partir un solo interrogante: adecuan a la realidad? Puesto que cl modelo es concebido como una generalización simplificadora, su propia naturaleza implica una respuesta empírica indefini da Pero el problema epistemológico central no es abordado: es determinan la ubicación? Sin duda, re es considerado como el operador el pr que asegura la permanencia de la diferenciación de las zonas. Pero esta división social del espacio, el hecho de que tal activi dad o categoría social se localice en tal zona, se plantea como un hecho consumado: en consecuencia, es postulada como re sultado de las características naturales intrínsecas del espacio físico. Ese postulado en ocasiones queda explícito en las descripcio nes del crecimiento urbano inspiradas en la Escuela de Chicago: las características puramente topográficas del emplazamiento urbano inicial producen una primera diferenciación social del espacio, que se prolonga luego «por inercia» en el transcurso de la expansión urbana Pero el postulado naturalista opera a menudo de manera implícita y permite entonces ahorrarse cualquier intento de ex plicación. Esto es particularmente perceptible en ciertos co mentarios sobre la evolución en el tiempo de las curvas isoprecio de los terrenos: se cómo las curvas se esparcen y se deslizan a lo largo de los ejes de comunicación como los «dedos de un guantes que pronto se vuelven a juntar, o chocan con obstáculos físicos que las desvían de su curso natural, etc. Se puede encontrar un resumen de esos debates en los manuales. Cf. por ejemplo: Murphy, 1974, pp. 293-309. Se observa que el refinamiento empírico de los modelos iniciales desemboca (lógicamente) en el abandono de todo intento de enunciar regularidades: con el de los núcleos múltiples». (Harris y Ullman, la descripción de los usos del suelo urbano se hace cada vez más realista, y todo modelo general desaparece. Esta explicación naturalista es ofrecida, por ejemplo, en un intere sant e estudio de Bruselas: desde el siglo los nobles y los burgueses ricos se instalan en la vertiente de la planicie, saludable y símbolo de la dominación social, y el pueblo en el fondo húmedo del valle. Este corte ciudad alta ciudad baja será luego una constante en la división del espacio (cf. Vandermotten, 1971, pp. Cf. los estudios sobre el mercado del suelo hechos a base de planos de curvas isoprecios, numerosos en Francia a finales de los años 60 (en particular, los estudios sobre Nancy-1966, sobre Tours-1968, sobre Rennes-1968).
espacial de los precios
Christian To
El realismo de la descripción es tá entonces basado com
y
y
rentas
181
son ignorados los procesos reales por los cuales operan las «vari ables », y, por consiguiente, cuando no se tiene en cuenta el examen de las condiciones dentro de las cuales puede producirse la regularidad observada. No obstante, los resultados descriptivos que han podido ser produ cidos con la ayuda de los modelos naturalistas en parti cular gracias a los traba jos de Hoyt han establecido resultados empíricos interesantes que olvidan lamentablemente los modelos económicos formalizados del uso del : hay una distribución espacial estable de las capas social e rige las forma s del crecimient o urban o; las zonas de residencia de las capas «rica s» están claramente delimitadas en el espacio urbano, y su eventual expansión puede chocar con el obstáculo constituido por las zonas adyacentes más pobres; finalmente, la mayor parte del territorio de las aglomeraciones está conformada por una zona en la que los precios están en la parte inferior de la escala y poseen un campo de variación débil
-
1.2.
-
Los modelos teóricos racionales: la economía neoclásica de la ubicación
Analizar la lógica de la decisión económica racional y deducir sus leyes de comportamiento que Firey denomina las rías constituye la segunda familia de modelos que se desprende de los postulados generales del determinismo ntes en su adaptación al espacio. Pero la única consideración que guía a estos últimos es la minimización de los costes, y, por consiguiente, propiedad del espacio que es tenida en cuenta es aquella que genera un coste: la accesibilidad. El principio regulador es la competencia entre agentes por el punto de mayor accesibilidad, de la cual resulta una distribución espacial «natural» de las actividades, que asegura una asignación óptima del suelo urbano. Los trabajos que discute Firey se refieren a la ubicación de las empresas, pues los modelos relativos a la ubicación de las viviendas familiares sólo serán desarrollados en el curso de la década de 1960. Es útil detenerse en su crítica, pues aborda los supuestos epistemológicos de los modelos de la racionalidad económica, 1939, en particular Figuras 28 y
40.
espacial de los precios
Christian To
El realismo de la descripción es tá entonces basado com
suelo*: esos estudios c ciones (a veces) observadas son tranquilamente interpret en términos de causalidad Claro está, la viabilidad, la tancia al centro o a los lugares de trab ajo, el «atract ivo» de lugar, la proporción de obreros o de negros en un barrio tie que ver con los precios del suelo. Pero cada una de esas r ciones remite a un proceso concreto diferente, y eventualme a tipos distintos de rent los precios del suelo siempre son llev de dos registros simultá precio son evocadas en variables son homogeneizada establecimiento de su relaci esa manera se efectúa silenciosamente la procesos sociales, asignándose en adelante de una ubicación un preci la varianza del precio. El es proporcionado, implícitamente o no, por la referencia a utilidad. El procedimiento analítico es entonces completamen idéntico al de los peritos i no tienen necesidad de saber cómo se forma el precio pa evaluarlo La eficacia explicativa de los modelos descriptivos naturalistas descriptivas del uso del suelo urbano o análisis de los factores del valor del suelo es, por tanto, nula; la comprobación de una regularidad no proporciona por sí misma la causalidad, y las relaciones empíricas siempre son susceptibles de ser puestas en tela de juicio por otras observaciones cuando
-
J. J. Granelle, que ha realizado en Francia los mej ores estudios de ese tipo, señala por lo demás la dificultad: se adivina el papel desem peñado por tal o cual factor, a menudo se ignora la manera como actúa. Además, la mayor parte de los factores están relacionados, lo que hace difícil cualquier análisis de la determinación de los precios» (Granelle, 1970, p. 173). observaba ya, a propósito de los modelos descriptivos natura listas, que éstos se contentan con traducir en términos de ecología las posiciones de los m anual es inmo bili arios clásic os (Fire y, 1947, p. 10).
y
rentas
181
son ignorados los procesos reales por los cuales operan las «vari ables », y, por consiguiente, cuando no se tiene en cuenta el examen de las condiciones dentro de las cuales puede producirse la regularidad observada. No obstante, los resultados descriptivos que han podido ser produ cidos con la ayuda de los modelos naturalistas en parti cular gracias a los traba jos de Hoyt han establecido resultados empíricos interesantes que olvidan lamentablemente los modelos económicos formalizados del uso del : hay una distribución espacial estable de las capas social e rige las forma s del crecimient o urban o; las zonas de residencia de las capas «rica s» están claramente delimitadas en el espacio urbano, y su eventual expansión puede chocar con el obstáculo constituido por las zonas adyacentes más pobres; finalmente, la mayor parte del territorio de las aglomeraciones está conformada por una zona en la que los precios están en la parte inferior de la escala y poseen un campo de variación débil
-
1.2.
-
Los modelos teóricos racionales: la economía neoclásica de la ubicación
Analizar la lógica de la decisión económica racional y deducir sus leyes de comportamiento que Firey denomina las rías constituye la segunda familia de modelos que se desprende de los postulados generales del determinismo ntes en su adaptación al espacio. Pero la única consideración que guía a estos últimos es la minimización de los costes, y, por consiguiente, propiedad del espacio que es tenida en cuenta es aquella que genera un coste: la accesibilidad. El principio regulador es la competencia entre agentes por el punto de mayor accesibilidad, de la cual resulta una distribución espacial «natural» de las actividades, que asegura una asignación óptima del suelo urbano. Los trabajos que discute Firey se refieren a la ubicación de las empresas, pues los modelos relativos a la ubicación de las viviendas familiares sólo serán desarrollados en el curso de la década de 1960. Es útil detenerse en su crítica, pues aborda los supuestos epistemológicos de los modelos de la racionalidad económica, 1939, en particular Figuras 28 y
40.
Diferenci ación espacial de
.
El postulado teórico es más importante: las fam consumidoras de espacio sólo son consideradas en su con el capital, es decir, como «suj etos económicos». Estas f lias trabajan y compran: el espacio no es más que distanci lugar donde deben hacerlo. Esta representación tiene un la tendencia del modo de producción a negar pr camente a los trabajadores cualquier otra realidad distinta lugar en la relación salarial, y a definirlos en esta igual que en el consumo, como individuos separados. Desde punto de vista los modelos de ubicación designan una al menos tendencial, del capitalismo. Con ello, postulan 1 existencia de todas las relaciones sociales que no sean la ción con el capital, recuperándolas de manera empirista c factores «secundarios» más o menos irracionales. Con esta dición, la diferenciación de los valores de uso urbanos 1 dos queda reducida a una sola dimensión: la distancia al Es necesario además que esta variable «física» sea mone zada para que se convierta en fundamento de la diferencia espacial de los precios de ubicación. Aquí interviene una es cación del postulado que acaba de ser enunciado: lo que tituye a la familia en sujeto económico racional no es si mente una reducción de las relaciones sociales a la sola salarial, sino también una representación de los comportam tos a tenor de la experiencia espontánea que tiene el capita individual de su propia práctica. Este cree combinar librem factores (es decir, costes) con el fin de maximizar su ganan por tanto, es preciso que el consumidor combine librem utilidades (que implican costes) con el fin de maximizar satisfacción. Para representar el comportamiento de las en el espacio, será entonces necesario monetarizar el tiempo, decir, introducir la tautología que será la piedra angular toda la construcción. Es preciso que el tiempo de desplazamiento tenga un co pues evidentemente los precios inmobiliarios de las o de los suelos disminuyen más rápidamente del centro a periferia de lo que aumentan los gastos monetarios de tra porte. Se supone, pues, que cada familia atribuye un precio tiempo transcurrido en sus desplazamientos que, añadido coste monetario del transport e, define el precio que acepta paga por unidad de terreno en cada punto de la aglomeración. En el modelo, ese precio del tiempo que no es sino precio del suelo
-
-
-
Cf. por ejemplo Mayer, 1965, pp. 23-30; Muth,
pp. 86-90.
precios y rentas
185
es el artefacto necesario para la coherencia de la construcción. medirlo? Cualquiera que sea la respuesta de los diferentes autores hipótesis analítica o medición empírica del parámetro todos terminan por relacionar precio del tiempo de transporte y precio del tiempo de trabajo 4'. Esto es inevitable si se desea construir, a partir de una infinidad de curvas de indiferencia individuales, la curva global de demanda que defina precios del suelo y densidades en cada punto de la aglomeración: f ija rán los precios las familias que «asignen el mayor precio a su tiempo», es decir aquellas que posean mayores ingresos. Retorno a la evidencia. Pero merecía la pena dar este rodeo. El fundamento mológico de los modelos teóricos racionales, indicado por Firey, se confirma y se precisa con las representaciones neoclásicas de ubicación de las familias. Es la reducción de los espacios tiempos concretos de las relaciones sociales a una doble abs tracción: la del espacio a la distancia -tiempo y la del tiempo al precio del trabajo. Esta tentativa teórica tiene una base objetiva en la realidad de las relaciones salariales y de las representacio nes que ésta hace surgir: la forma valor y precio que se impone a los bienes producidos desde el momento en que dominan las relaciones mercantiles se impone también a la fuerza de trabajo desde el momento en que dominan las relaciones de producción capitalistas. La relación estructural extracción del lor es ocultada por la reforma mercantil de la fuerza de tra bajo y el valor de ésta aparece como lo que no es: el precio de Sin embargo, la fuerza de trabajo sólo e tiempo de trabajo
- -
-
-
En Wingo, el valor del tiempo de desplazamiento es igual al valor marginal del tiempo de ocio, el cual es igual al valor marginal del tiempo de trabajo o salario marginal que se pagaría si el tiempo de transporte se pasara en el trabajo (Wingo, 1961). En Alonso, la noción del valor del tiempo es eludida con ayuda de la noción de utilidad (negativa) de la distancia, sustituible por la superficie de suelo consumido y por otros consumos en la función de satisfacción; el resultado es una curva de demanda (precio del por familia ... y una curva global definida por el precio de demanda más alto en cada punto (Alonso, 1964, 21-29). En Mayer, el precio del tiempo es un parámetro que caracte riza arbitrar iamente a cada individuo, aunque un «lapsus» revela que podría estar relacionado con los ingresos (Mayer, 1965, pp. 10 -27). En Muth, el coste del tiempo de transporte es una de la tasa o de los ingresos» (Muth, 1969, p. 20). vosot ros estái s convencidos de que lo que vendéis todos los días es vuestro trabajo; de que, por tanto, el trabajo tiene un precio, y de que, puesto que el precio de una mercancía no es más que la expre sión en dinero de su valor, tiene que existir sin duda, algo que sea el valor del trabajo. Y, sin embargo, n o existe t al cosa como valor del trabajo,
Diferenci ación espacial de
.
El postulado teórico es más importante: las fam consumidoras de espacio sólo son consideradas en su con el capital, es decir, como «suj etos económicos». Estas f lias trabajan y compran: el espacio no es más que distanci lugar donde deben hacerlo. Esta representación tiene un la tendencia del modo de producción a negar pr camente a los trabajadores cualquier otra realidad distinta lugar en la relación salarial, y a definirlos en esta igual que en el consumo, como individuos separados. Desde punto de vista los modelos de ubicación designan una al menos tendencial, del capitalismo. Con ello, postulan 1 existencia de todas las relaciones sociales que no sean la ción con el capital, recuperándolas de manera empirista c factores «secundarios» más o menos irracionales. Con esta dición, la diferenciación de los valores de uso urbanos 1 dos queda reducida a una sola dimensión: la distancia al Es necesario además que esta variable «física» sea mone zada para que se convierta en fundamento de la diferencia espacial de los precios de ubicación. Aquí interviene una es cación del postulado que acaba de ser enunciado: lo que tituye a la familia en sujeto económico racional no es si mente una reducción de las relaciones sociales a la sola salarial, sino también una representación de los comportam tos a tenor de la experiencia espontánea que tiene el capita individual de su propia práctica. Este cree combinar librem factores (es decir, costes) con el fin de maximizar su ganan por tanto, es preciso que el consumidor combine librem utilidades (que implican costes) con el fin de maximizar satisfacción. Para representar el comportamiento de las en el espacio, será entonces necesario monetarizar el tiempo, decir, introducir la tautología que será la piedra angular toda la construcción. Es preciso que el tiempo de desplazamiento tenga un co pues evidentemente los precios inmobiliarios de las o de los suelos disminuyen más rápidamente del centro a periferia de lo que aumentan los gastos monetarios de tra porte. Se supone, pues, que cada familia atribuye un precio tiempo transcurrido en sus desplazamientos que, añadido coste monetario del transport e, define el precio que acepta paga por unidad de terreno en cada punto de la aglomeración. En el modelo, ese precio del tiempo que no es sino precio del suelo
-
-
-
Cf. por ejemplo Mayer, 1965, pp. 23-30; Muth,
pp. 86-90.
1.3.
185
es el artefacto necesario para la coherencia de la construcción. medirlo? Cualquiera que sea la respuesta de los diferentes autores hipótesis analítica o medición empírica del parámetro todos terminan por relacionar precio del tiempo de transporte y precio del tiempo de trabajo 4'. Esto es inevitable si se desea construir, a partir de una infinidad de curvas de indiferencia individuales, la curva global de demanda que defina precios del suelo y densidades en cada punto de la aglomeración: f ija rán los precios las familias que «asignen el mayor precio a su tiempo», es decir aquellas que posean mayores ingresos. Retorno a la evidencia. Pero merecía la pena dar este rodeo. El fundamento mológico de los modelos teóricos racionales, indicado por Firey, se confirma y se precisa con las representaciones neoclásicas de ubicación de las familias. Es la reducción de los espacios tiempos concretos de las relaciones sociales a una doble abs tracción: la del espacio a la distancia -tiempo y la del tiempo al precio del trabajo. Esta tentativa teórica tiene una base objetiva en la realidad de las relaciones salariales y de las representacio nes que ésta hace surgir: la forma valor y precio que se impone a los bienes producidos desde el momento en que dominan las relaciones mercantiles se impone también a la fuerza de trabajo desde el momento en que dominan las relaciones de producción capitalistas. La relación estructural extracción del lor es ocultada por la reforma mercantil de la fuerza de tra bajo y el valor de ésta aparece como lo que no es: el precio de Sin embargo, la fuerza de trabajo sólo e tiempo de trabajo
- -
-
-
En Wingo, el valor del tiempo de desplazamiento es igual al valor marginal del tiempo de ocio, el cual es igual al valor marginal del tiempo de trabajo o salario marginal que se pagaría si el tiempo de transporte se pasara en el trabajo (Wingo, 1961). En Alonso, la noción del valor del tiempo es eludida con ayuda de la noción de utilidad (negativa) de la distancia, sustituible por la superficie de suelo consumido y por otros consumos en la función de satisfacción; el resultado es una curva de demanda (precio del por familia ... y una curva global definida por el precio de demanda más alto en cada punto (Alonso, 1964, 21-29). En Mayer, el precio del tiempo es un parámetro que caracte riza arbitrar iamente a cada individuo, aunque un «lapsus» revela que podría estar relacionado con los ingresos (Mayer, 1965, pp. 10 -27). En Muth, el coste del tiempo de transporte es una de la tasa o de los ingresos» (Muth, 1969, p. 20). vosot ros estái s convencidos de que lo que vendéis todos los días es vuestro trabajo; de que, por tanto, el trabajo tiene un precio, y de que, puesto que el precio de una mercancía no es más que la expre sión en dinero de su valor, tiene que existir sin duda, algo que sea el valor del trabajo. Y, sin embargo, n o existe t al cosa como valor del trabajo,
Christian T valor en su relación con el capital y para éste; para sí m trabajo concreto, por una parte, y consumo de valores por otra. Los economistas marginalistas, al t concretas para el «consumidor» del mismo m los «factores de producción» para la firma, extender, en la teoría, a la esfera de la reproducción el d que el capital ejerce, en la práctica, sobre la esfera de ducción. Y si lo pueden hacer en el discurso es sin dud en la realidad la urbanización capitalista ha las metróp unificadas para las obstante, únicamente para el capital y para los se han colocado sus gafas tiempo es oro»; dores, el tiempo es vida. Y, de una manera menos lírica, envoltura de unas prácticas concretas que entran en conf real con la presión del capital por someter a su dominio la yor parte posible de ese tiempo, por reducir el tiempo de las prácticas sociales a tiempo abstracto del valor.
precios y rentas
espacial d e los precios y rentas ,
indicando otros principios de estructuración de las diferentes al modelo formal de la maximización de las
partiendo de las representaciones que se hacen los ntos grupos sociales de sus prácticas y deteniéndose en te siglo, el enfoque cul - , dio de los usos y los precios del suelo resumido terr eno es esencialmente un valor de
que Firey llamará más tarde el n una problemática de la pluralidad de los modelos culturales. Se trata de mostrar que ciudad contiene en sí misma las de su El economista no dice nada acerca de
La crítica culturalista
valores son factores de causalidad inde uso del suelo» Las características del espacio urba reducen a sus propiedades físicas o al hecho de que la sea un de coste; son los valores sociales los qu mente confieren espacio cualidades irreduct reconocen las diferentes variantes del determ sino que también fundamentan pertinencia de las variables que los economistas tienen en cuenta. crítica culturalista e no plantea que h que tener en cuenta residuales que ser los valores, sino que afirma que los valores determinan ord estructural de factores, su jerarquía, sus contradicciones, articulaci ón. Por tal motivo, permi te al análisis de las ubi urbanas abandonar el terreno del empirismo descripti propone una interpretación de las lidad. Y permite igualmente superar e en el sentido corriente de la palabra ... Lo que el obrero vende directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo tem mente al capitalismo el derecho a disponer de (Marx, 1865, pp. El subrayado es de Marx). Firey, 1947, p. 170.
e hacen. Así, los istas que puedan «a ejecutar, por así decirlo, un mandato del Aunque sistemáticamente <
-
Christian T valor en su relación con el capital y para éste; para sí m trabajo concreto, por una parte, y consumo de valores por otra. Los economistas marginalistas, al t concretas para el «consumidor» del mismo m los «factores de producción» para la firma, extender, en la teoría, a la esfera de la reproducción el d que el capital ejerce, en la práctica, sobre la esfera de ducción. Y si lo pueden hacer en el discurso es sin dud en la realidad la urbanización capitalista ha las metróp unificadas para las obstante, únicamente para el capital y para los se han colocado sus gafas tiempo es oro»; dores, el tiempo es vida. Y, de una manera menos lírica, envoltura de unas prácticas concretas que entran en conf real con la presión del capital por someter a su dominio la yor parte posible de ese tiempo, por reducir el tiempo de las prácticas sociales a tiempo abstracto del valor.
1.3.
espacial d e los precios y rentas ,
indicando otros principios de estructuración de las diferentes al modelo formal de la maximización de las
partiendo de las representaciones que se hacen los ntos grupos sociales de sus prácticas y deteniéndose en te siglo, el enfoque cul - , dio de los usos y los precios del suelo resumido terr eno es esencialmente un valor de
que Firey llamará más tarde el n una problemática de la pluralidad de los modelos culturales. Se trata de mostrar que ciudad contiene en sí misma las de su El economista no dice nada acerca de
La crítica culturalista
valores son factores de causalidad inde uso del suelo» Las características del espacio urba reducen a sus propiedades físicas o al hecho de que la sea un de coste; son los valores sociales los qu mente confieren espacio cualidades irreduct reconocen las diferentes variantes del determ sino que también fundamentan pertinencia de las variables que los economistas tienen en cuenta. crítica culturalista e no plantea que h que tener en cuenta residuales que ser los valores, sino que afirma que los valores determinan ord estructural de factores, su jerarquía, sus contradicciones, articulaci ón. Por tal motivo, permi te al análisis de las ubi urbanas abandonar el terreno del empirismo descripti propone una interpretación de las lidad. Y permite igualmente superar e en el sentido corriente de la palabra ... Lo que el obrero vende directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo tem mente al capitalismo el derecho a disponer de (Marx, 1865, pp. El subrayado es de Marx). Firey, 1947, p. 170.
Christian To
medio Igualmente, los especuladores entorpec el juego de las fuerzas natural es, son fuerzas natural es» vén el futuro, pero de ninguna manera lo crean, pues las llaman a los especulado res como la función crea el Halbwachs da entonces el trato que se merece a toda pretación subjetivista del desarrollo urbano: aun cuando parte del Estado, los poderes se afirmen y las intervenc sean masivas y, por parte del capital, los centros de concentren y su acción se extienda, los fenómenos de tran mación, extensión y localización en la ciudad deben ser ana dos como procesos sin sujeto Posición metodológica ese que permite separar las representaciones del Estado pla racional del discurso tecnocrático y de la «teoría del hacia la cual resbalan muy a menudo los análisis qu los instrumentos del marxismo Dicho esto, Halbwachs apenas define el contenido de causas que dan forma a la ciudad y que invoca cuando h de «tendencias y representaciones colectivas», de fuerzas colectivas», «necesidades sociales». Sus análisis conc tos muestran, no obstante, que el determinante último es incremento de la población urbana; éste, diversificado por rrios por causas que no examina, trae directamente consigo u serie de necesidades de comunicación entre polos de pob Halbw achs, 1909, p. 12. Una ilust ració n de ese pu nto : Hauss man motivos de orden público para justificar la apertura del bulevar Strasbourg, el eje norte-sur que rompe el centro del viejo Per construcción de la estación del Este, al norte de ese eje, y el rá crecimi ento de la población de los barrio s vecinos (1851-1856) son, embargo, explicaciones suficientes de la necesidad de una vía de com cación como esa (abierta en 1853-1860) (pp. 16-17 y 137-39). Halbw achs, 1909, p. 382. La idea e s reco gida y desarrollada Lautman, quien analiza a los promotores inmobiliarios contemporá como los agentes de un que se realiza a través d anarquí a de la «especulación» (Lautman , 1969). LO que J. Lojkine designa muy bien, por lo que respecta al Estad como estr uct ura ciega de lo político» (Lojk ine, 1977, p. 18). Algunos de los mejores trabajos no escapan a esta crítica. Así, A. pietz, después de haber planteado la articulación objetiva de la social del con la división social del trabajo y la estructura clases, cree que debe añadir que es y conscientemente desead de una práctica política»: la que aspira a mant el orden o ((quebrar el ser-de-clase o brer o» (Lipietz, 1974, pp . 21-32) mismo, en un excelente estudio de la renovación urbana de París, autores atribuyen al Estado no pocas «voluntades»: marcar simb mente el centro, ofrecer a los monopolios un centro comercial, dep a la población de los barrios que votan comunista, etc. (Godard e 1973, 99-106).
e hacen. Así, los istas que puedan «a ejecutar, por así decirlo, un mandato del Aunque sistemáticamente <
-
Dife renc iaci ón espa cial de lo s prec ios
y
re nt as
miento; además, la demografía crea necesidades de infraestruc(los mercados de mayoristas, las estaciones ferroviarias, los grandes servicios públicos) cuya ubicación produce a su vez corrientes específicas de circulación. Todo el discurso teórico sobre la causalidad se resume aquí en la analogía mecánica: los lugares de residencia y de actividad constituyen un «sistema de cuya resultante queda reflejada en las nuevas vías de comunicación intraurba nas. He aquí la «física social». Halbwachs trata el espacio únicamente como un conjunto de distancias físicas entre puntos. Esas ({necesidades que tienen una base demográfica, no producen, sin embargo, efecto sino a través de representaciones colectivas. El crecimiento de la población no trae directamente consigo el de la demanda, pues la necesidad de vivienda no es la misma en los distintos grupos sociales: tras que los ricos tienden a buscar viviendas mejores, los pobres tienden, por el contrario, a limitar su gasto en alquiler es por esta razón por la que los especuladores sólo intervienen en los barrios ricos. Además, el aumento de la demanda sólo lleva consigo la construcción y las transacciones inmobiliarias cuando los agentes elaboran de repente una representación colectiva de movimientos del mercado: la discontinuidad de esas corrientes de opinión explican el carácter irregular del alza de los precios del suelo. Halbwachs coloca así las bases de una interpretación culturalista de las estructuras de consumo: La demanda de vivienda no es simplemente función de los ingresos, y de ninguna maner a proviene de preferencias individuales arbitrarias: se encuentra determinada por la pertenencia a una clase social, es decir a un sistema particular de representaciones colectivas. Pero esta línea de análisis no es aplicada al estudio de la diferenciación social del espacio: éste continúa siendo el receptáculo neutro de un campo de fuerzas, las necesidades; los modelos culturales determinan la intensidad de esas fuerzas, pero marcan el espacio en que éstas se desenvuelven, Sólo cuarenta años más tarde, cuando haya aparecido la ecología urbana americana, la crítica culturalista de las teorías dominantes del uso del suelo urbano conocerá su pleno desarrollo y dará lugar a una nueva vía de investigación. Las tesis de Halbwachs, 1909, pp. 390-91. Esta tesis será- objeto de investigaciones empíricas y desarrollos en textos posteriores de Halbwachs, en los que se precisará una concepción culturalista de las clases sociales y sus necesidades (especialmente, Halb wachs, 1912).
Christian To
medio Igualmente, los especuladores entorpec el juego de las fuerzas natural es, son fuerzas natural es» vén el futuro, pero de ninguna manera lo crean, pues las llaman a los especulado res como la función crea el Halbwachs da entonces el trato que se merece a toda pretación subjetivista del desarrollo urbano: aun cuando parte del Estado, los poderes se afirmen y las intervenc sean masivas y, por parte del capital, los centros de concentren y su acción se extienda, los fenómenos de tran mación, extensión y localización en la ciudad deben ser ana dos como procesos sin sujeto Posición metodológica ese que permite separar las representaciones del Estado pla racional del discurso tecnocrático y de la «teoría del hacia la cual resbalan muy a menudo los análisis qu los instrumentos del marxismo Dicho esto, Halbwachs apenas define el contenido de causas que dan forma a la ciudad y que invoca cuando h de «tendencias y representaciones colectivas», de fuerzas colectivas», «necesidades sociales». Sus análisis conc tos muestran, no obstante, que el determinante último es incremento de la población urbana; éste, diversificado por rrios por causas que no examina, trae directamente consigo u serie de necesidades de comunicación entre polos de pob Halbw achs, 1909, p. 12. Una ilust ració n de ese pu nto : Hauss man motivos de orden público para justificar la apertura del bulevar Strasbourg, el eje norte-sur que rompe el centro del viejo Per construcción de la estación del Este, al norte de ese eje, y el rá crecimi ento de la población de los barrio s vecinos (1851-1856) son, embargo, explicaciones suficientes de la necesidad de una vía de com cación como esa (abierta en 1853-1860) (pp. 16-17 y 137-39). Halbw achs, 1909, p. 382. La idea e s reco gida y desarrollada Lautman, quien analiza a los promotores inmobiliarios contemporá como los agentes de un que se realiza a través d anarquí a de la «especulación» (Lautman , 1969). LO que J. Lojkine designa muy bien, por lo que respecta al Estad como estr uct ura ciega de lo político» (Lojk ine, 1977, p. 18). Algunos de los mejores trabajos no escapan a esta crítica. Así, A. pietz, después de haber planteado la articulación objetiva de la social del con la división social del trabajo y la estructura clases, cree que debe añadir que es y conscientemente desead de una práctica política»: la que aspira a mant el orden o ((quebrar el ser-de-clase o brer o» (Lipietz, 1974, pp . 21-32) mismo, en un excelente estudio de la renovación urbana de París, autores atribuyen al Estado no pocas «voluntades»: marcar simb mente el centro, ofrecer a los monopolios un centro comercial, dep a la población de los barrios que votan comunista, etc. (Godard e 1973, 99-106).
Chrisfian Topa Firey constituyen sin duda un punto de ruptura, pues fo lizan la axiomática de lo que llegará a ser la corriente lista. Se las puede resumir en un sistema coherente de pro siciones teóricas cuya pertinencia demuestra Firey para el de los usos del suelo en Cuando los agentes sociales constitu su comportamiento tra ta de conserv tado por «va lores»: es «vol untario». Cuando, por el co los agentes sociales son unidades separadas y en comp
Dife renc iaci ón espa cial de lo s prec ios
y
re nt as
miento; además, la demografía crea necesidades de infraestruc(los mercados de mayoristas, las estaciones ferroviarias, los grandes servicios públicos) cuya ubicación produce a su vez corrientes específicas de circulación. Todo el discurso teórico sobre la causalidad se resume aquí en la analogía mecánica: los lugares de residencia y de actividad constituyen un «sistema de cuya resultante queda reflejada en las nuevas vías de comunicación intraurba nas. He aquí la «física social». Halbwachs trata el espacio únicamente como un conjunto de distancias físicas entre puntos. Esas ({necesidades que tienen una base demográfica, no producen, sin embargo, efecto sino a través de representaciones colectivas. El crecimiento de la población no trae directamente consigo el de la demanda, pues la necesidad de vivienda no es la misma en los distintos grupos sociales: tras que los ricos tienden a buscar viviendas mejores, los pobres tienden, por el contrario, a limitar su gasto en alquiler es por esta razón por la que los especuladores sólo intervienen en los barrios ricos. Además, el aumento de la demanda sólo lleva consigo la construcción y las transacciones inmobiliarias cuando los agentes elaboran de repente una representación colectiva de movimientos del mercado: la discontinuidad de esas corrientes de opinión explican el carácter irregular del alza de los precios del suelo. Halbwachs coloca así las bases de una interpretación culturalista de las estructuras de consumo: La demanda de vivienda no es simplemente función de los ingresos, y de ninguna maner a proviene de preferencias individuales arbitrarias: se encuentra determinada por la pertenencia a una clase social, es decir a un sistema particular de representaciones colectivas. Pero esta línea de análisis no es aplicada al estudio de la diferenciación social del espacio: éste continúa siendo el receptáculo neutro de un campo de fuerzas, las necesidades; los modelos culturales determinan la intensidad de esas fuerzas, pero marcan el espacio en que éstas se desenvuelven, Sólo cuarenta años más tarde, cuando haya aparecido la ecología urbana americana, la crítica culturalista de las teorías dominantes del uso del suelo urbano conocerá su pleno desarrollo y dará lugar a una nueva vía de investigación. Las tesis de Halbwachs, 1909, pp. 390-91. Esta tesis será- objeto de investigaciones empíricas y desarrollos en textos posteriores de Halbwachs, en los que se precisará una concepción culturalista de las clases sociales y sus necesidades (especialmente, Halb wachs, 1912).
Dif ere nci aci ón espa cial de los pre cio s y rentas
191
cual deben adaptarse racionalmente. Fir ciudades modernas, el espacio es asignado a según la capacidad relativa de éstos de pro ésta la consecuencia ecológica del sistema valores Así, e1 comercio minorista, actividad cu la ganancia y para la cual esta última de la accesibilidad, estará ubicada siempre en los puntos máxima accesibilidad: es la actividad derecho prefe por excelencia. A la inversa, la población socialmente
integrada, producida también por el contractualista de valores», se ubicará en una zona residencial en proceso de degra dación: solteros y ancianos expulsados de la familia conyugal, trabajadores no cualificados y ocasionales requeridos por la «economía indus tria l», constituyen unidades si n identidad cul tural que ocuparán los barrios obsolescentes. Estos hechos en nada invalidan la problemática culturalista. En efecto, el pre dominio de la lógica de la es, también, un hecho cultural, históricamente Este predominio que cuando hay conflicto entre los modelos de ubicación que se producen como consecuencia del juego de intereses y los resultantes de los valores, son los primeros, en general, los que se imponen. No obstante, los viejos modelos podrán influir en los nuevos: en ocasiones, es racional tener en cuenta los valores. La crítica culturalista, y los fenómenos que permiten señalar tiene, a mi parecer, el gran mérito de descalificar la pret reduccionista de los modelos del consumidor racional. De a su manera el fundamento de esta orientación teórica, a imaginar todas las relaciones sociales con arreglo a la represen tación que espontáneamente tiene el capitalista de su propia práctica. No es una crítica empirista que se contente con llamar al « reali smo» a los paladines de la abstracción y al sentido común y práctico a los teóricos del h o m o si los comportamientos se alejan de aquéllos que el modelo construye, ello no quiere decir que haya falta de racionalidad; lo que sucede es que las racionalidades sociales son plurales. La coherencia de cada una de ellas es precisamente aquello a lo que aspira la noción de ((sis tema cultu ral». Queda por saber si con ese concepto se puede entender el determinante último de los sistemas de representaciones y prác ticas que rigen la posición de las clases y grupos sociales en el espacio urbano. Quizá un rodeo mediante el examen empírico de las prácticas sociales en el espacio nos coloque en el camino hacia una revisión de la «cul tur a» en un marco explicativo más amplio y eficaz.
El vocabulario de Firey está tomado de la conceptualización En lo que viene a continuación, he tratad o de «traducirlo» a lenguaje más accesible. Esas tesis han reunidas por el propio Firey, 1947, pp. 30-34. principal [implicación] la relegación del espacio al est de agente productivo, de simple medio para la obtención de un fin alejado. En el contractualismo, el espacio tiende a ser despojado de cualidades simbólicas y a hacerse afectivamente (Firey, 1947, 253).
ese sistema de valores el que ha dominado la sociedad occidental a lo largo de los tres últimos siglos. Y éstos han sido precisamente los siglos en que han aparecido los rasgos distintivos de la metrópoli moderna. Un paralelismo como ese es más que una coincidencia. Existe ahí una auténtica relación funcional entre los dos, de manera que los rasgos únicos de la moderna su raz ón de ser, su organi zación y su estructura espacial no pueden ser comprendidos sino por referencia al sistema contractualista de valores en el cual ha (Firey, 1947, pp. 252 53).
comportamiento es «racional». Los valores constituyen, por tanto, un criterio de ub para ciertos grupos sociales: su relación con el espacio bólica, ciertos valores se encuentran ligados a una zona espacio que se convierte en un símbolo de la identidad del tema cultural, es decir del grupo mismo. Así, un espacio será excluido de cualquier utilización económica racional
superiores, mientras que un barrio para una minoría étnica su identidad cultural. Los tituyen, pues, en ciertos casos factores suficientes
-
-
-
Chrisfian Topa Firey constituyen sin duda un punto de ruptura, pues fo lizan la axiomática de lo que llegará a ser la corriente lista. Se las puede resumir en un sistema coherente de pro siciones teóricas cuya pertinencia demuestra Firey para el de los usos del suelo en Cuando los agentes sociales constitu su comportamiento tra ta de conserv tado por «va lores»: es «vol untario». Cuando, por el co los agentes sociales son unidades separadas y en comp
Dif ere nci aci ón espa cial de los pre cio s y rentas
cual deben adaptarse racionalmente. Fir ciudades modernas, el espacio es asignado a según la capacidad relativa de éstos de pro ésta la consecuencia ecológica del sistema valores Así, e1 comercio minorista, actividad cu la ganancia y para la cual esta última de la accesibilidad, estará ubicada siempre en los puntos máxima accesibilidad: es la actividad derecho prefe por excelencia. A la inversa, la población socialmente
integrada, producida también por el contractualista de valores», se ubicará en una zona residencial en proceso de degra dación: solteros y ancianos expulsados de la familia conyugal, trabajadores no cualificados y ocasionales requeridos por la «economía indus tria l», constituyen unidades si n identidad cul tural que ocuparán los barrios obsolescentes. Estos hechos en nada invalidan la problemática culturalista. En efecto, el pre dominio de la lógica de la es, también, un hecho cultural, históricamente Este predominio que cuando hay conflicto entre los modelos de ubicación que se producen como consecuencia del juego de intereses y los resultantes de los valores, son los primeros, en general, los que se imponen. No obstante, los viejos modelos podrán influir en los nuevos: en ocasiones, es racional tener en cuenta los valores. La crítica culturalista, y los fenómenos que permiten señalar tiene, a mi parecer, el gran mérito de descalificar la pret reduccionista de los modelos del consumidor racional. De a su manera el fundamento de esta orientación teórica, a imaginar todas las relaciones sociales con arreglo a la represen tación que espontáneamente tiene el capitalista de su propia práctica. No es una crítica empirista que se contente con llamar al « reali smo» a los paladines de la abstracción y al sentido común y práctico a los teóricos del h o m o si los comportamientos se alejan de aquéllos que el modelo construye, ello no quiere decir que haya falta de racionalidad; lo que sucede es que las racionalidades sociales son plurales. La coherencia de cada una de ellas es precisamente aquello a lo que aspira la noción de ((sis tema cultu ral». Queda por saber si con ese concepto se puede entender el determinante último de los sistemas de representaciones y prác ticas que rigen la posición de las clases y grupos sociales en el espacio urbano. Quizá un rodeo mediante el examen empírico de las prácticas sociales en el espacio nos coloque en el camino hacia una revisión de la «cul tur a» en un marco explicativo más amplio y eficaz.
El vocabulario de Firey está tomado de la conceptualización En lo que viene a continuación, he tratad o de «traducirlo» a lenguaje más accesible. Esas tesis han reunidas por el propio Firey, 1947, pp. 30-34. principal [implicación] la relegación del espacio al est de agente productivo, de simple medio para la obtención de un fin alejado. En el contractualismo, el espacio tiende a ser despojado de cualidades simbólicas y a hacerse afectivamente (Firey, 1947, 253).
ese sistema de valores el que ha dominado la sociedad occidental a lo largo de los tres últimos siglos. Y éstos han sido precisamente los siglos en que han aparecido los rasgos distintivos de la metrópoli moderna. Un paralelismo como ese es más que una coincidencia. Existe ahí una auténtica relación funcional entre los dos, de manera que los rasgos únicos de la moderna su raz ón de ser, su organi zación y su estructura espacial no pueden ser comprendidos sino por referencia al sistema contractualista de valores en el cual ha (Firey, 1947, pp. 252 53).
comportamiento es «racional». Los valores constituyen, por tanto, un criterio de ub para ciertos grupos sociales: su relación con el espacio bólica, ciertos valores se encuentran ligados a una zona espacio que se convierte en un símbolo de la identidad del tema cultural, es decir del grupo mismo. Así, un espacio será excluido de cualquier utilización económica racional
superiores, mientras que un barrio para una minoría étnica su identidad cultural. Los tituyen, pues, en ciertos casos factores suficientes
-
-
-
espacial de los precias y rentas 2.
191
Las prác tica s soci ales en el esp aci o u rb an o y la espacial de los valores de uso
193
apas superiores» empleada aquí no remite a ón en función de las
Es evidente que no existe un modelo descriptivo único
men global de esos trabajos:
una categoría muy sificada que comprende clases y capas sociales heterogé uía financiera que detenta la parte decisiva de la rol del gran capital; la burguesía media de resa, quienes también pueden ser formalmente es; los cuadros superiores de ministración, de las empresas o del aparato
producto vivienda) que integra entre sus cualidades las d medio ambiente espacial Sin embargo, es posible formular, a partir de los resultados píricos disponibles, algunas indicaciones de método teóricas. En efecto, en numerosos trabajos es posible un enfoque que supera el naturalismo de la ecología u formalismo de los modelos microeconómicos, así com tes del culturalismo Me
esía y en el de los ingenieros industriales o los profesores. n con el mercado de la vivienda será e el «precio» que es necesario pagar
superiores» presenten, globalmente y a diferencia de las categorías sociales, una relación específica, coherente y Así, los trabajos sobre la evolución de la región pari desde 1950 muestran que existen dos tipos de prácticas e espacio urbano, que se oponen claramente, en los dos polo la estratificación social: la de las capas superiores y la de obreros. Más aún, cada una de esas categorías posee un esp propio, muy segregado del de la otra categoría. Las capas por el contrario, no tienen un espacio geográfico que sea particular: en eso precisamente radica su especificidad. Antes de ir más lejos, es preciso ponerse de acuerdo esa clarificación de las categorías sociales, precisar su y sus inconvenientes Castells, 1972, p. 228. La mayor parte de las investigaciones a las que se hará r tienen como objeto la región parisina; esto no constituye un muy grande, pues no se trat a de generalizar resultados e sino de mostrar cuál puede ser la eficacia de una problemática. Dejaré de lado voluntariamente, en el análisis, a cier tas categ
ados, su lugar en la estructura de las relaciones de pro está más claro: el asalariado, en lo que a ellos se refiere,
bución espacial es casi aleatoria (con excepción de una mayor densidad el centro de la ciudad); el personal de los servicios, relacionado en el ibución espacial muy específica, sólo pueden ser estudiados en fun de la actividad de la que han salido y de la clase a la que pertenecen. me parece tan erróneo como negarse a ver la permanencia
espacial de los precias y rentas 2.
Las prác tica s soci ales en el esp aci o u rb an o y la espacial de los valores de uso
193
apas superiores» empleada aquí no remite a ón en función de las
Es evidente que no existe un modelo descriptivo único una categoría muy sificada que comprende clases y capas sociales heterogé uía financiera que detenta la parte decisiva de la rol del gran capital; la burguesía media de resa, quienes también pueden ser formalmente es; los cuadros superiores de ministración, de las empresas o del aparato
men global de esos trabajos:
producto vivienda) que integra entre sus cualidades las d medio ambiente espacial Sin embargo, es posible formular, a partir de los resultados píricos disponibles, algunas indicaciones de método teóricas. En efecto, en numerosos trabajos es posible un enfoque que supera el naturalismo de la ecología u formalismo de los modelos microeconómicos, así com tes del culturalismo Me
esía y en el de los ingenieros industriales o los profesores. n con el mercado de la vivienda será e el «precio» que es necesario pagar
superiores» presenten, globalmente y a diferencia de las categorías sociales, una relación específica, coherente y Así, los trabajos sobre la evolución de la región pari desde 1950 muestran que existen dos tipos de prácticas e espacio urbano, que se oponen claramente, en los dos polo la estratificación social: la de las capas superiores y la de obreros. Más aún, cada una de esas categorías posee un esp propio, muy segregado del de la otra categoría. Las capas por el contrario, no tienen un espacio geográfico que sea particular: en eso precisamente radica su especificidad. Antes de ir más lejos, es preciso ponerse de acuerdo esa clarificación de las categorías sociales, precisar su y sus inconvenientes Castells, 1972, p. 228. La mayor parte de las investigaciones a las que se hará r tienen como objeto la región parisina; esto no constituye un muy grande, pues no se trat a de generalizar resultados e sino de mostrar cuál puede ser la eficacia de una problemática. Dejaré de lado voluntariamente, en el análisis, a cier tas categ
Christian To
Pero, más allá de esa característica común, esas capas se enc tran muy diversificadas según sus funciones y sus in Además, los t rabajadores de esas categorías están frecue te ligados por familia a las otras capas sociales: éste es, par larmente, el caso de los empleados, más de la mitad de cuales, no hay que olvidarlo, pertenecen a familias cuyo ca es de otra categoría social6. SUS prácticas con respecto al e cio urbano no pueden, por lo demás, analizarse sino en con los dos espacios coherentes que se oponen: el de las superiores y el de los obreros. 2.1.
El espacio de las capas superiores
El espacio de residencia y el espacio de trabajo de las superiores están fuertemente concentrados en zonas red de- la aglomeración. Las principales zonas de trabajo son el centro comer el centro administrativo, centralización espacial que es tado de la progresiva separación en el capitalismo entre los centros de producción y los de gestión y dirección la economía. Las transformaciones de la división del trabajo las actividades de gestión y circulación del capital no a las actividades propiamente directivas, que permanecen centradas en el centro comercial de las principales metró urbanas. En consecuencia, los lugares de trabajo de los a nistrativos superiores tienden a estar muy concentrados en espacios centrales. Cuando esos lugares tienden a des en el espacio urbano, lo hacen por lo general siguiendo espaciales ya determinadas socialmente por el 1 residencia de las capas superiores. En cuanto a los profesiona liberales, ejercen generalmente su actividad en las zonas centr les o de residencia privilegiada. Tanto desde el punto de vista del trabajo como de la re dencia, la movilidad de las capas superiores es escasa y su área de movilidad restr ingidau. De todas las categorías sociales, ésta es la que cambia menos a menudo de patrón y cuando cambia, "
Sobre la poca especificidad social en Francia de la categoría de 1 empleados, véanse en particular Baudelot, Establet y Toiser, 1979, pá nas 193-203. Salvo que se precise lo contrario, los datos de este párrafo son resultado de una encuesta realizada a fines de los años 60 en la regi paris ina (Freyssenet y Retel, 1970, pp. 93-104 y 119-27). Cf. indicador de es tabili dad en el empleo, Anexo
ados, su lugar en la estructura de las relaciones de pro está más claro: el asalariado, en lo que a ellos se refiere,
bución espacial es casi aleatoria (con excepción de una mayor densidad el centro de la ciudad); el personal de los servicios, relacionado en el ibución espacial muy específica, sólo pueden ser estudiados en fun de la actividad de la que han salido y de la clase a la que pertenecen. me parece tan erróneo como negarse a ver la permanencia
espacial de los precios
y
rentas
195
lo hace en un área geográfica muy restringida. Además, aunque cambien más a menudo de vivienda que de empleo, las capas superiores presentan también una gran estabilidad residencial desde ese punto de vista, es también la categoría menos móvil y aquella cuya área de movilidad es más restringida, a excepción de la de los obreros. Movilidad residencial y profesional varían en la misma forma en esas capas sociales: particularmente escasas entre los comerciantes y los miembros de las profesiones liberales, lo son un poco menos entre los cuadros superiores; los ingenieros, por el contrario, son muy desde los dos puntos de vista y presentan un comportamiento muy parecido al de los técnicos. Al igual que sus zonas de tr abaj o, las zonas residenciales de las capas superiores están claramente delimitadas en el espacio urbano. Así, en la aglomeración parisina esta categoría es, de lejos, la menos difusa, la más concentrada espacialmente, aunque el fenómeno disminuye ligeramente de intensidad con el aumento de su peso en la población y su progresiva diversificación interna. La distribución espacial de las capas superiores es la que menos se modifica, incluso en un período de rápida urbanización; los desplazamientos espaciales se efectúan esencialmente hacia zonas ya caracterizadas por la misma categoría social. Una de las características constantes de esa distribución espacial es su alta segregación con respecto a los lugares de residencia de los obreros. Las zonas donde se concentra la vivienda de las capas superiores y en las que éstas representan una alta proporción de la población se encuentran, por tanto, claramente delimitadas en el espacio urbano. Ademas, su ubicación es sumamente estable en el tiempo, ya que el desplazamiento espacial que las afecta es limitado y se lleva a cabo en una dirección determinada. La región parisina ilustra ese fenómeno, probablemente muy geLa zona de alquileres más altos a fines del siglo Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo Hay que señalar, sin embargo, que la movilidad residencial de los profesionales liberales y cuadros superiores es más fuerte en provincias, donde casi alcanza el nivel de la de los cuadros medios (cf. Anexo Cf. de distribución espacial, extraídos del estudio de re ferencia de Freyssenet y J. Retel sobre la evolución de la segregación espacial d e los grupos sociales en l a aglomeración paris ina d e 1954 a 1968 (Freyssenet, Regazzola y Retel, 1971). Señalemos que no se trata aquí de discutir modelos espaciales con cretos de ubicación de la vivienda de las capas superiores. Estos son empíricamente muy diversos. El modelo francés clásico es el de la per
espacial de los precios
Christian To
Pero, más allá de esa característica común, esas capas se enc tran muy diversificadas según sus funciones y sus in Además, los t rabajadores de esas categorías están frecue te ligados por familia a las otras capas sociales: éste es, par larmente, el caso de los empleados, más de la mitad de cuales, no hay que olvidarlo, pertenecen a familias cuyo ca es de otra categoría social6. SUS prácticas con respecto al e cio urbano no pueden, por lo demás, analizarse sino en con los dos espacios coherentes que se oponen: el de las superiores y el de los obreros. 2.1.
El espacio de las capas superiores
El espacio de residencia y el espacio de trabajo de las superiores están fuertemente concentrados en zonas red de- la aglomeración. Las principales zonas de trabajo son el centro comer el centro administrativo, centralización espacial que es tado de la progresiva separación en el capitalismo entre los centros de producción y los de gestión y dirección la economía. Las transformaciones de la división del trabajo las actividades de gestión y circulación del capital no a las actividades propiamente directivas, que permanecen centradas en el centro comercial de las principales metró urbanas. En consecuencia, los lugares de trabajo de los a nistrativos superiores tienden a estar muy concentrados en espacios centrales. Cuando esos lugares tienden a des en el espacio urbano, lo hacen por lo general siguiendo espaciales ya determinadas socialmente por el 1 residencia de las capas superiores. En cuanto a los profesiona liberales, ejercen generalmente su actividad en las zonas centr les o de residencia privilegiada. Tanto desde el punto de vista del trabajo como de la re dencia, la movilidad de las capas superiores es escasa y su área de movilidad restr ingidau. De todas las categorías sociales, ésta es la que cambia menos a menudo de patrón y cuando cambia, "
Sobre la poca especificidad social en Francia de la categoría de 1 empleados, véanse en particular Baudelot, Establet y Toiser, 1979, pá nas 193-203. Salvo que se precise lo contrario, los datos de este párrafo son resultado de una encuesta realizada a fines de los años 60 en la regi paris ina (Freyssenet y Retel, 1970, pp. 93-104 y 119-27). Cf. indicador de es tabili dad en el empleo, Anexo
y
rentas
195
lo hace en un área geográfica muy restringida. Además, aunque cambien más a menudo de vivienda que de empleo, las capas superiores presentan también una gran estabilidad residencial desde ese punto de vista, es también la categoría menos móvil y aquella cuya área de movilidad es más restringida, a excepción de la de los obreros. Movilidad residencial y profesional varían en la misma forma en esas capas sociales: particularmente escasas entre los comerciantes y los miembros de las profesiones liberales, lo son un poco menos entre los cuadros superiores; los ingenieros, por el contrario, son muy desde los dos puntos de vista y presentan un comportamiento muy parecido al de los técnicos. Al igual que sus zonas de tr abaj o, las zonas residenciales de las capas superiores están claramente delimitadas en el espacio urbano. Así, en la aglomeración parisina esta categoría es, de lejos, la menos difusa, la más concentrada espacialmente, aunque el fenómeno disminuye ligeramente de intensidad con el aumento de su peso en la población y su progresiva diversificación interna. La distribución espacial de las capas superiores es la que menos se modifica, incluso en un período de rápida urbanización; los desplazamientos espaciales se efectúan esencialmente hacia zonas ya caracterizadas por la misma categoría social. Una de las características constantes de esa distribución espacial es su alta segregación con respecto a los lugares de residencia de los obreros. Las zonas donde se concentra la vivienda de las capas superiores y en las que éstas representan una alta proporción de la población se encuentran, por tanto, claramente delimitadas en el espacio urbano. Ademas, su ubicación es sumamente estable en el tiempo, ya que el desplazamiento espacial que las afecta es limitado y se lleva a cabo en una dirección determinada. La región parisina ilustra ese fenómeno, probablemente muy geLa zona de alquileres más altos a fines del siglo Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo Hay que señalar, sin embargo, que la movilidad residencial de los profesionales liberales y cuadros superiores es más fuerte en provincias, donde casi alcanza el nivel de la de los cuadros medios (cf. Anexo Cf. de distribución espacial, extraídos del estudio de re ferencia de Freyssenet y J. Retel sobre la evolución de la segregación espacial d e los grupos sociales en l a aglomeración paris ina d e 1954 a 1968 (Freyssenet, Regazzola y Retel, 1971). Señalemos que no se trata aquí de discutir modelos espaciales con cretos de ubicación de la vivienda de las capas superiores. Estos son empíricamente muy diversos. El modelo francés clásico es el de la per -
Dife renc iaci ón espacial de los prec ios y rentas
Barrio
en 1878 y en
Barrio
Figura
4.4.
1910 solamente
en 1878 solamente
Paris, 1878 -1910. Zona residencial de las capas superiores
FUENTES: 1878: Commission de s Contribu tions Directes, de Paris, Les de la de en 1889 et 1890, París, Imprimerie Nationale, 1890, gráfico 2. 1910: Commission des Contributions Directes, de Paris, Le fon cie r de 1911, París, Imp rim eri e Chaix, 1911, gráfico 9. NOTAS: Han sido considerados como ricos» los barrios cuyo alquiler medio se sitúa en las dos primeras decilas de la distribución de los alquileres medios por barrio. En cada fecha hay pues 16 (de un total de 80).
Municipio o barrio típico de
superiores. en 1954
Municipio o barrio típico de
superiores- en 1968 solamente
Municipio o barrio típico
las
y
1968
en 1954 solamente
Figura 4.5. Aglo merac ión de Paris, 1954-1968. Zona residencial de capas superiores FUENTE
Y
Freyssenet,
y Retel, 1971, pp. 151-61.
Dife renc iaci ón espacial de los prec ios y rentas
Barrio
en 1878 y en
Barrio
Figura
4.4.
1910 solamente
en 1878 solamente
Paris, 1878 -1910. Zona residencial de las capas superiores
FUENTES: 1878: Commission de s Contribu tions Directes, de Paris, Les de la de en 1889 et 1890, París, Imprimerie Nationale, 1890, gráfico 2. 1910: Commission des Contributions Directes, de Paris, Le fon cie r de 1911, París, Imp rim eri e Chaix, 1911, gráfico 9. NOTAS: Han sido considerados como ricos» los barrios cuyo alquiler medio se sitúa en las dos primeras decilas de la distribución de los alquileres medios por barrio. En cada fecha hay pues 16 (de un total de 80).
T
es casi idéntica a aquella en la que la proporción de cap superiores era mayor a mediados de los años cincuenta se ta, a más de medio siglo de distancia, del oeste de París de la orilla izquierda adyacente. Se ha producido, sin un desplazamiento desde el centro de la ciudad hacia ria. Los barrios caros más centrales se caracterizan tiempo por una fuerte disminución de la población residente favor de actividades comerciales y financieras y por una «degradac ión» del nivel social de esa población. Por el las capas superiores han poblado algunos municipios de la pe feria occidental que sólo están separadas de la parte centr de la zona residencial de las capas superior es por un peq cinturón de municipios industriales y obreros. Quince años tarde, a finales de los años sesenta, la zona residencial de extrarradio se extendió hacia los límites de la por una parte, y hacia el centro, por otra. El rápido crecimie de la periferia urbana ha producido una fuerte disminución peso relativo de París en la residencia de todas las capas soci les; pero las capas superior es se han concentrado en una zo muy delimitada del extrarradio, en clara continuidad espac con su zona central de implantación tradicional. Además, sabido que, de manera general, en Francia son las capas sup riores las que residen con mayor frecuencia en el centro de ciudad manencia en el centro y la expansión periférica; el modelo american clásico, por el contrario, es el del abandono del centro; pero es sabid que el llamado modelo «ameri cano» está lejos de verificarse en la mayor de las ciudades americanas (cf. una discusión al respec to en Castel 1972, pp. 219-29). Lo que interesa aquí es establecer el hecho de que sie pre hay una zona delimitada de residencias superiores, estable en tiempo, por lo menos en la dirección de su desplazamiento (cf. Ho 1939, Figura 40). Cf. Figura 4.4 que representa los barrios de las dos decilas superiores de la distribución de los barrios de París según su alquiler medio e 1878 1910. Cf. Figura 4.5 que re pres ent a, en 1954 y 1968, los b arri os o m unici pios de tipo «superior»: más del 50 de ejecutivos (de los cuales aproximadamente, de cuadros superio res), muy pocos obreros (cerca de un 20 Esas proporciones se refieren a una población de la que se excluyen los artesanos y pequeños comerciantes, inactivos, personal de servicios y activos diversos. Cf. indicador de centralidad residencial, Anexo No es menos cierto, sin embargo, que es también la categoría social cuyas migraciones alternantes cotidianas son las más prolongadas; esa paradoja refleja sin duda las diferenciaciones internas de la categoría.
superiores. en 1954
Municipio o barrio típico de
superiores- en 1968 solamente
Municipio o barrio típico
las
y
1968
en 1954 solamente
Figura 4.5. Aglo merac ión de Paris, 1954-1968. Zona residencial de capas superiores FUENTE
Christian
Municipio o barrio típico de
Y
y Retel, 1971, pp. 151-61.
Freyssenet,
Dife renc iaci ón espac ial de
precios
y
rentas
199
Centrales o periféricas, las zonas residenciales de las capas superiores ofrecen, claro está, urbanos y cios cuantitativa y cualitativamente privilegiados. Los «barr ios de no lo son únicamente en las representaciones colectivas, sino también en la materialidad de los medios de consumo allí disponibles. Los estudios empíricos sobre la oferta de urbanos dan indicaciones muy interesantes acerca del contenid o de esos privilegios espaciales: pueden ser analizados con precisión en la región parisina, ya que existen indicaciones que llevan a la misma conclusión en toda El tiempo de acceso al centro de la ciudad, tanto a través de los transportes colectivos como del vehículo individual, es el más corto. Los transportes colectivos disponibles ofrecen la red más densa, que presta el servicio con las mejores frecuencias y en el mayor número de direcciones. Cuando se sabe que la tasa de motorización de esas categorías sociales es al mismo tiempo la más alta puede apreciarse el cúmulo de ventajas de que disfrutan en materia de desplazamientos urbanos. La disposición espacial de los establecimientos escolares ofrece claras ventajas a las capas superiores únicamente en lo que se refiere a la enseñanza secundaria y superior En cambio, sus hijos disfrutan en todos los casos de condiciones esco lares más favorables, en la medida en que la segregación espa cial de las capas sociales produce en el sistema escolar efectos particulares que este último refuerza. Las zonas residenciales de las capas superiores, si bien no están mejor provistas de hospitales que otras, se benefician de una mayor densidad de médicos privados, de medicina gene ral y especialistas, así como de farmacias.
-
-
-
En Verret, 1979, p. 189, aparecen algunos indicadores globales de proximidad a los equipamientos de cada categoría social (toda Francia, 1971). Un est udi o de referenc ia sobr e la aglome ración pa risien se en 1975 fue realizado por Monique E. Préteceille, P. Rendu (cf. Rendu, 1978). Salvo indicación contraria, las proposiciones empíricas que siguen se refieren a la región parisiense y provienen de esta última investigación. Profesionales liberales y cuadros superiores: cuadros medios: %; empleados: %; obreros: % (Conjunto de Francia, 1976. Fuent e: Collections de Z'INSEE, M 55, Cuadro 7). La proximidad de una estación de servicio es además uno de los criterios según los cuales los profesionales liberales y las capas superiores se benefician de la ventaja relativa más importante con respecto a las demás categorías. Y a las guarderías a nivel nacional, pero no en la aglomeración parisina.
Christian
T
Dife renc iaci ón espac ial de
es casi idéntica a aquella en la que la proporción de cap superiores era mayor a mediados de los años cincuenta se ta, a más de medio siglo de distancia, del oeste de París de la orilla izquierda adyacente. Se ha producido, sin un desplazamiento desde el centro de la ciudad hacia ria. Los barrios caros más centrales se caracterizan tiempo por una fuerte disminución de la población residente favor de actividades comerciales y financieras y por una «degradac ión» del nivel social de esa población. Por el las capas superiores han poblado algunos municipios de la pe feria occidental que sólo están separadas de la parte centr de la zona residencial de las capas superior es por un peq cinturón de municipios industriales y obreros. Quince años tarde, a finales de los años sesenta, la zona residencial de extrarradio se extendió hacia los límites de la por una parte, y hacia el centro, por otra. El rápido crecimie de la periferia urbana ha producido una fuerte disminución peso relativo de París en la residencia de todas las capas soci les; pero las capas superior es se han concentrado en una zo muy delimitada del extrarradio, en clara continuidad espac con su zona central de implantación tradicional. Además, sabido que, de manera general, en Francia son las capas sup riores las que residen con mayor frecuencia en el centro de ciudad
La red comercial no es en esas zonas significativamente más importante, desde el punto de vista cuantitativo; las diferencias son cualitativas. Así, no debe sorprender la mayor densidad de bancos. Las disponibilidades de equipamientos recreativos son francamente superiores. Esas categorías, que se encuentran socialmente a menor distancia de esas prácticas culturales legí timas (como el teatro o los museos ), son también las más cercanas físicamente a los equipamientos correspondientes. Su proximidad a los espacios verdes también caracteriza de manera específica a la vivienda de las capas superiores. Esos resultados empíricos ponen de manifiesto y detallan una evidencia: el espacio residencial de las capas superiores posee rasgos específicos coherentes con su modo de vida. Esa especificidad es signo de distinción social, participa en el sistema de expresión y reconstrucción simbólicas de la jerarquía de situaciones de clase. Pero lo es solamente en la medida en que el significante social es simultáneamente soporte material de prácticas de clase que constituyen un modo de vida real. El espacio de las capas superiores no puede ser signo de distinción sino porque es «objetivamente» diferente. Y esas diferencias son, en particular, el resultado de los procesos de producción material: predominio masivo de las formas más capitalistas de construcción de viviendas, privilegios a largo plazo en materia de infraestructuras y equipamientos públicos de consumo, concentració n «espontánea» de los servicios mercantiles requeridos por una clientela ampliamente solvente. Esos procesos tienden, por intermedio de los precios, a producir la segregación espacial exigida por la legibilidad simbólica de los espacios. Además, la concentración espacial de las capas superiores lleva a cabo una transformación cualitativa del contenido de los equipamientos públicos, bajo el doble efecto de la pertenencia social de sus usuarios y de las políticas públicas que refuerzan sus consecuencias. Ese fenómeno es particularmente evidente en el sistema escolar, pero actúa más ampliamente en todos los equipamientos culturales Ocurre lo mismo con los equipamientos comerciales privados, cuyo «refinami ento» acompaña y la segregación espacial de las capas superiores. A la inversa, los procesos de «degradación social» de las zonas residenciales en otros tiempos privilegiadas son acumulativos por las mismas razones. Capas superiores y capas populares y principalmente
-
-
-
Cf. Pincon, 1979, vol.
y
rentas
199
Centrales o periféricas, las zonas residenciales de las capas superiores ofrecen, claro está, urbanos y cios cuantitativa y cualitativamente privilegiados. Los «barr ios de no lo son únicamente en las representaciones colectivas, sino también en la materialidad de los medios de consumo allí disponibles. Los estudios empíricos sobre la oferta de urbanos dan indicaciones muy interesantes acerca del contenid o de esos privilegios espaciales: pueden ser analizados con precisión en la región parisina, ya que existen indicaciones que llevan a la misma conclusión en toda El tiempo de acceso al centro de la ciudad, tanto a través de los transportes colectivos como del vehículo individual, es el más corto. Los transportes colectivos disponibles ofrecen la red más densa, que presta el servicio con las mejores frecuencias y en el mayor número de direcciones. Cuando se sabe que la tasa de motorización de esas categorías sociales es al mismo tiempo la más alta puede apreciarse el cúmulo de ventajas de que disfrutan en materia de desplazamientos urbanos. La disposición espacial de los establecimientos escolares ofrece claras ventajas a las capas superiores únicamente en lo que se refiere a la enseñanza secundaria y superior En cambio, sus hijos disfrutan en todos los casos de condiciones esco lares más favorables, en la medida en que la segregación espa cial de las capas sociales produce en el sistema escolar efectos particulares que este último refuerza. Las zonas residenciales de las capas superiores, si bien no están mejor provistas de hospitales que otras, se benefician de una mayor densidad de médicos privados, de medicina gene ral y especialistas, así como de farmacias.
-
-
manencia en el centro y la expansión periférica; el modelo american clásico, por el contrario, es el del abandono del centro; pero es sabid que el llamado modelo «ameri cano» está lejos de verificarse en la mayor de las ciudades americanas (cf. una discusión al respec to en Castel 1972, pp. 219-29). Lo que interesa aquí es establecer el hecho de que sie pre hay una zona delimitada de residencias superiores, estable en tiempo, por lo menos en la dirección de su desplazamiento (cf. Ho 1939, Figura 40). Cf. Figura 4.4 que representa los barrios de las dos decilas superiores de la distribución de los barrios de París según su alquiler medio e 1878 1910. Cf. Figura 4.5 que re pres ent a, en 1954 y 1968, los b arri os o m unici pios de tipo «superior»: más del 50 de ejecutivos (de los cuales aproximadamente, de cuadros superio res), muy pocos obreros (cerca de un 20 Esas proporciones se refieren a una población de la que se excluyen los artesanos y pequeños comerciantes, inactivos, personal de servicios y activos diversos. Cf. indicador de centralidad residencial, Anexo No es menos cierto, sin embargo, que es también la categoría social cuyas migraciones alternantes cotidianas son las más prolongadas; esa paradoja refleja sin duda las diferenciaciones internas de la categoría.
Christian
precios
-
En Verret, 1979, p. 189, aparecen algunos indicadores globales de proximidad a los equipamientos de cada categoría social (toda Francia, 1971). Un est udi o de referenc ia sobr e la aglome ración pa risien se en 1975 fue realizado por Monique E. Préteceille, P. Rendu (cf. Rendu, 1978). Salvo indicación contraria, las proposiciones empíricas que siguen se refieren a la región parisiense y provienen de esta última investigación. Profesionales liberales y cuadros superiores: cuadros medios: %; empleados: %; obreros: % (Conjunto de Francia, 1976. Fuent e: Collections de Z'INSEE, M 55, Cuadro 7). La proximidad de una estación de servicio es además uno de los criterios según los cuales los profesionales liberales y las capas superiores se benefician de la ventaja relativa más importante con respecto a las demás categorías. Y a las guarderías a nivel nacional, pero no en la aglomeración parisina.
Difer encia ción espacial de los precios
y
rentas
201
obreras se excluyen en el espacio mediante procesos de expulsión Las representaciones que se hacen del espacio urbano las capas superiores presentan rasgos específicos coherentes con las prácticas reales que les sirven de fundamento. Estudios realizados en varias grandes ciudades francesas y especialmente en la aglomeración parisina concluyen que esas capas sociales poseen el «horizonte más amplio: hacen sus compras no alimenticias en el centro de la ciudad con mucha mayor frecuencia que otras capas, siendo comparable la distancia desde el lugar de residencia al centro; utilizan más a menudo los equipamientos centrales de distracción y cultura; su red de relaciones con la familia y los amigos está más extendida en el espacio. Además, disponen de una representació n clara del centro y le asignan un significado simbólico de valor4 Partiendo de todos esos criterios, las capas superiores se oponen en cada punto a las prácticas y representaciones obreras de la ciudad. Por el contrario, las capas medias, cuadros medios y empleados cuya ubicación y movilidad residencial son muy diferentes a las de las capas superiores participan mucho más de ese «modelo
-
-
2.2.
-
El espacio obrero
Así como hay un espacio urbano específico de las capas superiores, hay también un espacio obrero: claramente segregados entre sí, se oponen por sus características esenciales. Las zonas de trabajo de los obreros son principalmente aquellas donde están ubicadas las empresas industriales, y se transforman al ritmo de los cambios de los procesos productivos. Cada fase de la división capitalista del trabajo da lugar a la forD. Harvey critica de manera muy acertada la teoría un tanto idílica del mostrando la importancia esencial en las reasignaciones sociales del parq ue inmobiliario de los fenómenos de blow out (Harvey, 1973, pp. 172-76). En cuanto a los marginalistas impenitentes, explican evidentemente la segregación (racial en ese caso) por hipótesis de la preferencia del consumidor»: explicación bastante más razonable de la segregación residencial es que los blancos tienen mayor repugnancia a vivir entre negros que la que tienen los otros (Muth, 1969, p. 107). Cf. en particular Cornuau et al., 1965, estudio del que están tomados los resultados mencionados en este párrafo. La notable sí ntesis de M. Verret s obre ese tema (Verret, 1979) inspira
Christian
La red comercial no es en esas zonas significativamente más importante, desde el punto de vista cuantitativo; las diferencias son cualitativas. Así, no debe sorprender la mayor densidad de bancos. Las disponibilidades de equipamientos recreativos son francamente superiores. Esas categorías, que se encuentran socialmente a menor distancia de esas prácticas culturales legí timas (como el teatro o los museos ), son también las más cercanas físicamente a los equipamientos correspondientes. Su proximidad a los espacios verdes también caracteriza de manera específica a la vivienda de las capas superiores. Esos resultados empíricos ponen de manifiesto y detallan una evidencia: el espacio residencial de las capas superiores posee rasgos específicos coherentes con su modo de vida. Esa especificidad es signo de distinción social, participa en el sistema de expresión y reconstrucción simbólicas de la jerarquía de situaciones de clase. Pero lo es solamente en la medida en que el significante social es simultáneamente soporte material de prácticas de clase que constituyen un modo de vida real. El espacio de las capas superiores no puede ser signo de distinción sino porque es «objetivamente» diferente. Y esas diferencias son, en particular, el resultado de los procesos de producción material: predominio masivo de las formas más capitalistas de construcción de viviendas, privilegios a largo plazo en materia de infraestructuras y equipamientos públicos de consumo, concentració n «espontánea» de los servicios mercantiles requeridos por una clientela ampliamente solvente. Esos procesos tienden, por intermedio de los precios, a producir la segregación espacial exigida por la legibilidad simbólica de los espacios. Además, la concentración espacial de las capas superiores lleva a cabo una transformación cualitativa del contenido de los equipamientos públicos, bajo el doble efecto de la pertenencia social de sus usuarios y de las políticas públicas que refuerzan sus consecuencias. Ese fenómeno es particularmente evidente en el sistema escolar, pero actúa más ampliamente en todos los equipamientos culturales Ocurre lo mismo con los equipamientos comerciales privados, cuyo «refinami ento» acompaña y la segregación espacial de las capas superiores. A la inversa, los procesos de «degradación social» de las zonas residenciales en otros tiempos privilegiadas son acumulativos por las mismas razones. Capas superiores y capas populares y principalmente
-
-
-
Cf. Pincon, 1979, vol.
Christian Topa2
mación de los espacios productivos correspondientes y tra forma profundamente la estructura urbana y especialmen las condiciones de residencia de los obreros. En una metrópoli industrializada tardíamente y de m progresiva como París, las empresas se establecen en el cin industrial que rodea al centro de la ciudad a. Se constituye p mero, desde la primera mitad del siglo un tejido denso de manufacturas en las inmediaciones de los barrios centrales donde se mezclan producción y venta artesanales; el alejamiento progresivo de las manufacturas hacia la periferia es el resultado de la disociación entre lugar de producción y lugar de comercia pero no rompe el fluj o intenso de y traba jadores que se estab lece e ntr e los dos sectores. Residencia obre ra y empleo artesanal o m anufacturero se mezclan en los mismos barrios populares, a menudo en los mismos inmuebles A partir de la década de 1880, los prim ero s establecimientos de la gran industria se establecen al otro lado de este primer cinturón, en función de las necesidades específicas del maquinismo en mate ria de expansión espacial y proximidad a las grandes infraestruc de transporte fluvial o ferroviario, así como de abasteci miento energético. El retroceso del obrero especialista en esta nueva forma de producción conduce al desarrollo de un nuevo mercado de trabajo de obreros no cualificados que, desde un comienzo, es espacialmente diferent e al mercado de tr aba jo ligado al sistema artesanado -manufactura La rápida regresión de la residencia obrera en el centro de la ciudad desde comien zos del siglo trae sin embargo consigo, en el cinturón indus trial, una altísima interpenetración espacial de las empresas industriales y el hábitat obrero, en todas sus categorías. Este primer cinturón industrial parisino se caracteriza por un tejido urbano coherente, marcado por un gran número de empresas diversificadas y complementarias, por una estrecha relación es pacial entre la gran fábrica y sus numerosos subcontratistas y Cf. los trabajos en curso de M. Freyssenet sobre Turín. ES un fenómeno similar a aquel a partir del cual hace sus generalizaciones, haciendo desaparecer, por lo demás, del esquema a la industria pesada: la industria ligera de la franja exterior del centro comercial se extiende por la zona de transición deteriorada, más allá de la cual comienza la zona residencial de los obreros cualificados (Bur gess, 1925). Algunas formas de la división manufacturera del trabajo se desarro llan primero en el marco del trabajo a domicilio (cf. los análisis clásicos de Marx en el libro primero de , Cf. Magri, 6981.
.
Difer encia ción espacial de los precios
y
rentas
201
obreras se excluyen en el espacio mediante procesos de expulsión Las representaciones que se hacen del espacio urbano las capas superiores presentan rasgos específicos coherentes con las prácticas reales que les sirven de fundamento. Estudios realizados en varias grandes ciudades francesas y especialmente en la aglomeración parisina concluyen que esas capas sociales poseen el «horizonte más amplio: hacen sus compras no alimenticias en el centro de la ciudad con mucha mayor frecuencia que otras capas, siendo comparable la distancia desde el lugar de residencia al centro; utilizan más a menudo los equipamientos centrales de distracción y cultura; su red de relaciones con la familia y los amigos está más extendida en el espacio. Además, disponen de una representació n clara del centro y le asignan un significado simbólico de valor4 Partiendo de todos esos criterios, las capas superiores se oponen en cada punto a las prácticas y representaciones obreras de la ciudad. Por el contrario, las capas medias, cuadros medios y empleados cuya ubicación y movilidad residencial son muy diferentes a las de las capas superiores participan mucho más de ese «modelo
-
-
2.2.
-
El espacio obrero
Así como hay un espacio urbano específico de las capas superiores, hay también un espacio obrero: claramente segregados entre sí, se oponen por sus características esenciales. Las zonas de trabajo de los obreros son principalmente aquellas donde están ubicadas las empresas industriales, y se transforman al ritmo de los cambios de los procesos productivos. Cada fase de la división capitalista del trabajo da lugar a la forD. Harvey critica de manera muy acertada la teoría un tanto idílica del mostrando la importancia esencial en las reasignaciones sociales del parq ue inmobiliario de los fenómenos de blow out (Harvey, 1973, pp. 172-76). En cuanto a los marginalistas impenitentes, explican evidentemente la segregación (racial en ese caso) por hipótesis de la preferencia del consumidor»: explicación bastante más razonable de la segregación residencial es que los blancos tienen mayor repugnancia a vivir entre negros que la que tienen los otros (Muth, 1969, p. 107). Cf. en particular Cornuau et al., 1965, estudio del que están tomados los resultados mencionados en este párrafo. La notable sí ntesis de M. Verret s obre ese tema (Verret, 1979) inspira algunos de los siguientes desarrollos.
Dif er enc iac ión esp aci al de
prec ios y rentas
203
por la multiplicidad de los servicios urbanos engendrados por el flujo de trabajadores (restaurantes, cafés, comercios). Ade más, el hábitat obrero se mezcla estrechamente con las empre sas, con un elevado predominio hoy de los traba jador es cua lif icados. Ese tejido industrial comienza a transformarse a comienzos de la década de 1950, y de una manera masiva con la crisis de la de 1970, con la desindustrialización de las metrópolis que va unida a la aceleración del tránsito a la gran industria y los co mienzos de la automatización a. El empleo obrero disminuye rápidamente en su ubicación tradicional por comprensión de los empleos y cierre de los establecimientos. El declive de la em presa pequeña y mediana en numerosos sectores se une a un poderoso movimiento de cambio de ubicación de los grandes establecimi entos mecanizados en vías de automatización hacia las concentraciones de mano de obra poco cualificada de la provincia y las zonas Las empresas que permane cen en la aglomeración tienden a desplazarse hacia la periferia alejada donde se configuran zonas industriales aisladas, con una baja cualificación obrera, separadas espacialmente de las zonas donde habita la mano de obra. Por tanto, el espacio obrero se está transformando. Sin em bargo, aún permanece muy marcado por las características de la primera industrialización. Entre todas las categorías sociales, los obreros son los que cambian más frecuentemente de empleo, tanto más cuanto me nos cualificados sean s7. A finales de la década de 1960, en la región parisina, esa gran movilidad ocupacional llevaba a cabo dentro de un área geográfica muy limitada. A la inversa, su movilidad residencial es casi tan escasa como la de las capas y, además, su área de cambio de residencia es la más restringida de todas las categorías La ubicación de la residencia obrera en el espacio parisino es, pues, muy estable en el tiempo, casi tanto como la de las capas superiores, y está muy segregada de esta última. En cam bio, es mucho más difusa dentro de la aglomeración. Si las cate gorías sociales superiores se concentran en zonas restringidas, los obreros ocupan ampliamente el espacio restante, aun estando Para una descripción de ese fenómeno de la región urbana de París, cf. Browaeys y Chatelain, 1974. Cf. indicador de estabilidad del empleo, Anexo Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo y Retel, 1970, pp. 113 18 y Cf
Christian Topa2
mación de los espacios productivos correspondientes y tra forma profundamente la estructura urbana y especialmen las condiciones de residencia de los obreros. En una metrópoli industrializada tardíamente y de m progresiva como París, las empresas se establecen en el cin industrial que rodea al centro de la ciudad a. Se constituye p mero, desde la primera mitad del siglo un tejido denso de manufacturas en las inmediaciones de los barrios centrales donde se mezclan producción y venta artesanales; el alejamiento progresivo de las manufacturas hacia la periferia es el resultado de la disociación entre lugar de producción y lugar de comercia pero no rompe el fluj o intenso de y traba jadores que se estab lece e ntr e los dos sectores. Residencia obre ra y empleo artesanal o m anufacturero se mezclan en los mismos barrios populares, a menudo en los mismos inmuebles A partir de la década de 1880, los prim ero s establecimientos de la gran industria se establecen al otro lado de este primer cinturón, en función de las necesidades específicas del maquinismo en mate ria de expansión espacial y proximidad a las grandes infraestruc de transporte fluvial o ferroviario, así como de abasteci miento energético. El retroceso del obrero especialista en esta nueva forma de producción conduce al desarrollo de un nuevo mercado de trabajo de obreros no cualificados que, desde un comienzo, es espacialmente diferent e al mercado de tr aba jo ligado al sistema artesanado -manufactura La rápida regresión de la residencia obrera en el centro de la ciudad desde comien zos del siglo trae sin embargo consigo, en el cinturón indus trial, una altísima interpenetración espacial de las empresas industriales y el hábitat obrero, en todas sus categorías. Este primer cinturón industrial parisino se caracteriza por un tejido urbano coherente, marcado por un gran número de empresas diversificadas y complementarias, por una estrecha relación es pacial entre la gran fábrica y sus numerosos subcontratistas y Cf. los trabajos en curso de M. Freyssenet sobre Turín. ES un fenómeno similar a aquel a partir del cual hace sus generalizaciones, haciendo desaparecer, por lo demás, del esquema a la industria pesada: la industria ligera de la franja exterior del centro comercial se extiende por la zona de transición deteriorada, más allá de la cual comienza la zona residencial de los obreros cualificados (Bur gess, 1925). Algunas formas de la división manufacturera del trabajo se desarro llan primero en el marco del trabajo a domicilio (cf. los análisis clásicos de Marx en el libro primero de , Cf. Magri, 69-81.
.
204
Christian
sensiblemente más concentrados que los empleados y los cua dros medios De todas las capas sociales, son los obreros los que menos residen en el centro de la ciudad, pero son también los que gastan menos tiempo en transporte entre el domicilio y el trabajo En efecto, el hábitat y el empleo obrero están aún muy ligados en el espacio, a pesar de la tendencia a la disociación que acompaña a la desindustrialización urba na Los estudios clásicos de H. Coing sobre y de M. Young g3 y P. Willmott sobre Londres muestran lo que significan esa configuración espacial y su dislocación en los barrios obreros tradicionales próximos al centro de la ciudad. Si el carácter insalubre del hábitat es evidente con respecto a las normas «modernas» , y, por lo demás, perfectamente percibido por los moradores, no impide un profundo apego de éstos a su barrio. Pues el barri o es una cultura, preponderantemente obrera, compuesta por un lenguaje, una ética, una solidaridad que le son propios. Esta cultura se encarna en un espacio geográficamente definido, en el que la proximidad de los empleos ofrece las ma yores posibilidades de acceso al mercado de trabajo. La destrucción de esos núcleos obreros, por la emigración de las empresas y la especulación inmobiliaria, no es fácil, ha ciéndose a menudo necesaria una renovación urbana apoyada en los medios coercitivos del Estado N . Pero el desarrollo del extrarradio reproduce fenómenos parecidos, sin por ello se mantenga un predominio obrero tan marcado en la población, ni correspondan los modos de vida a los del barrio popular tradicional. La práctica obrera en el espacio urbano y, por tant o, las representaciones de éste, conservan, no obstante, caracterís ticas constantes predominio masivo de las compras no aliCf. indicadores de distribución espacial de la residencia. Cf. indicadores de centralidad de la residencia y de duración del trayecto domicilio-trabajo, Anexo III. como si el fraccionamiento geográfico de la categoría de los obreros fuera el corolario de la (Browaeys y Chatelain, 1974, p. 52). Coing, 1966; Young y Willmott, 1957. D. Duclos muestra que las operaciones de renovación en París en los años 60 no producen como principal efecto el mejoramiento de la oferta de equipamientos público s o imagen de del sector, sino la supresi ón de las actividades económicas en algunos punto s (los núcleos aislados), lo que trae consigo, bastante mas allá de las parcelas o zonas afectadas, el desmantelamiento del sistema producción-hábitat del barrio. La promoción inmobiliaria puede entonces intervenir (Duclos, 1973, páginas 52-56). Cf. 1965. En ese trabajo colectivo aparecen, cual-
Dif er enc iac ión esp aci al de
prec ios y rentas
203
por la multiplicidad de los servicios urbanos engendrados por el flujo de trabajadores (restaurantes, cafés, comercios). Ade más, el hábitat obrero se mezcla estrechamente con las empre sas, con un elevado predominio hoy de los traba jador es cua lif icados. Ese tejido industrial comienza a transformarse a comienzos de la década de 1950, y de una manera masiva con la crisis de la de 1970, con la desindustrialización de las metrópolis que va unida a la aceleración del tránsito a la gran industria y los co mienzos de la automatización a. El empleo obrero disminuye rápidamente en su ubicación tradicional por comprensión de los empleos y cierre de los establecimientos. El declive de la em presa pequeña y mediana en numerosos sectores se une a un poderoso movimiento de cambio de ubicación de los grandes establecimi entos mecanizados en vías de automatización hacia las concentraciones de mano de obra poco cualificada de la provincia y las zonas Las empresas que permane cen en la aglomeración tienden a desplazarse hacia la periferia alejada donde se configuran zonas industriales aisladas, con una baja cualificación obrera, separadas espacialmente de las zonas donde habita la mano de obra. Por tanto, el espacio obrero se está transformando. Sin em bargo, aún permanece muy marcado por las características de la primera industrialización. Entre todas las categorías sociales, los obreros son los que cambian más frecuentemente de empleo, tanto más cuanto me nos cualificados sean s7. A finales de la década de 1960, en la región parisina, esa gran movilidad ocupacional llevaba a cabo dentro de un área geográfica muy limitada. A la inversa, su movilidad residencial es casi tan escasa como la de las capas y, además, su área de cambio de residencia es la más restringida de todas las categorías La ubicación de la residencia obrera en el espacio parisino es, pues, muy estable en el tiempo, casi tanto como la de las capas superiores, y está muy segregada de esta última. En cam bio, es mucho más difusa dentro de la aglomeración. Si las cate gorías sociales superiores se concentran en zonas restringidas, los obreros ocupan ampliamente el espacio restante, aun estando Para una descripción de ese fenómeno de la región urbana de París, cf. Browaeys y Chatelain, 1974. Cf. indicador de estabilidad del empleo, Anexo Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo y Retel, 1970, pp. 113-18 y Cf.
Diferenciaci ón espacial de los precios y ventas
205
menticias en el municipio de residencia, red de relaciones prin cipalmente familiar y local, imagen imprecisa y escasa frecuen tación de los espacios centrales, tan valorados por las capas superiores. El espacio obrero parece, pues, muy determinado aún por el fenómeno de la concentración de las industrias y del hábitat en las mismas zonas urbanas. La estabilidad residencial, mien tras sea posible, maximiza las posibilidades de acceso a los em pleos, de los que hay que cambiar a menudo, pero en un área geográfica limitada. En ese espacio se inscriben unas prácticas cotidianas que ignoran al resto de la ciudad y que están en la base de una cultura específica de clase. Los equipamientos y servicios urbanos accesibles en ese es pacio se caracterizan por su baja densidad y por un contenido coherente con la pertenencia de clase de los usuarios. Para la casi totalidad de los equipamientos, son los obreros quienes viven más lejos La situación en la región parisina es caracte rística a ese respecto El servicio de transporte colectivo les es relativamente desfavorable, desde el punto de vista de la proximidad de las estaciones (excepto en el caso del tren) y, sobre todo, de las frecuencias y direcciones ofrecid as. Hay que señ alar, además, que la red parisina tiene una estructura casi exclusivamente radial que une los barrios dormitorio del extrarradio con el centro comercial, pero es totalmente inadecuada para las nece -
-
quiera que sea la práctica urbana analizada, tipos coherentes de Así, por ejemplo: un lado... familias extensas con una fuerte cohesión interna y local que llevan, en lo que respecta habit antes del extrarradio, una vida de relaciones limitada al municipio y una fuerte implantación en el vecindario; por otro, familias que presentan las características inversas: mayor movilidad residencial en el pasado, vida social muy dispersa en todo el espacio urbano, mayor participación en la vida cit., pp. 109-10). «Así, es posible distin de las asociaciones» (J. guir una población con un horizonte parisino restringido de otra con un horizonte parisino amplio; o también una para la cual la atracción simbólica de París o de cualquier otra zona del extrarradio, distinta a la habitada, desempeña un papel poco importante, de otra para la cual tiene cit., p. 76). un obreros tienen más dificultades (B. Lamy, para imaginarse en un sector diferente al que (ibid., p. 53). En todos los casos, en cada uno de los polos de la tipología coinciden los obreros con los cuadros superiores. Cf. indicadores de proximidad de los equipamientos y servicios urbanos, Anexo La desventaja relativa de los obreros es siempre observable, aunque varia su amplitud, mientras que para ciertos equipamientos las capas superiores y las medias se encuentran en posición idéntica. Cf. Rendu, 1978.
204
Christian
sensiblemente más concentrados que los empleados y los cua dros medios De todas las capas sociales, son los obreros los que menos residen en el centro de la ciudad, pero son también los que gastan menos tiempo en transporte entre el domicilio y el trabajo En efecto, el hábitat y el empleo obrero están aún muy ligados en el espacio, a pesar de la tendencia a la disociación que acompaña a la desindustrialización urba na Los estudios clásicos de H. Coing sobre y de M. Young g3 y P. Willmott sobre Londres muestran lo que significan esa configuración espacial y su dislocación en los barrios obreros tradicionales próximos al centro de la ciudad. Si el carácter insalubre del hábitat es evidente con respecto a las normas «modernas» , y, por lo demás, perfectamente percibido por los moradores, no impide un profundo apego de éstos a su barrio. Pues el barri o es una cultura, preponderantemente obrera, compuesta por un lenguaje, una ética, una solidaridad que le son propios. Esta cultura se encarna en un espacio geográficamente definido, en el que la proximidad de los empleos ofrece las ma yores posibilidades de acceso al mercado de trabajo. La destrucción de esos núcleos obreros, por la emigración de las empresas y la especulación inmobiliaria, no es fácil, ha ciéndose a menudo necesaria una renovación urbana apoyada en los medios coercitivos del Estado N . Pero el desarrollo del extrarradio reproduce fenómenos parecidos, sin por ello se mantenga un predominio obrero tan marcado en la población, ni correspondan los modos de vida a los del barrio popular tradicional. La práctica obrera en el espacio urbano y, por tant o, las representaciones de éste, conservan, no obstante, caracterís ticas constantes predominio masivo de las compras no aliCf. indicadores de distribución espacial de la residencia. Cf. indicadores de centralidad de la residencia y de duración del trayecto domicilio-trabajo, Anexo III. como si el fraccionamiento geográfico de la categoría de los obreros fuera el corolario de la (Browaeys y Chatelain, 1974, p. 52). Coing, 1966; Young y Willmott, 1957. D. Duclos muestra que las operaciones de renovación en París en los años 60 no producen como principal efecto el mejoramiento de la oferta de equipamientos público s o imagen de del sector, sino la supresi ón de las actividades económicas en algunos punto s (los núcleos aislados), lo que trae consigo, bastante mas allá de las parcelas o zonas afectadas, el desmantelamiento del sistema producción-hábitat del barrio. La promoción inmobiliaria puede entonces intervenir (Duclos, 1973, páginas 52-56). Cf. 1965. En ese trabajo colectivo aparecen, cual-
Diferenciaci ón espacial de los precios y ventas
menticias en el municipio de residencia, red de relaciones prin cipalmente familiar y local, imagen imprecisa y escasa frecuen tación de los espacios centrales, tan valorados por las capas superiores. El espacio obrero parece, pues, muy determinado aún por el fenómeno de la concentración de las industrias y del hábitat en las mismas zonas urbanas. La estabilidad residencial, mien tras sea posible, maximiza las posibilidades de acceso a los em pleos, de los que hay que cambiar a menudo, pero en un área geográfica limitada. En ese espacio se inscriben unas prácticas cotidianas que ignoran al resto de la ciudad y que están en la base de una cultura específica de clase. Los equipamientos y servicios urbanos accesibles en ese es pacio se caracterizan por su baja densidad y por un contenido coherente con la pertenencia de clase de los usuarios. Para la casi totalidad de los equipamientos, son los obreros quienes viven más lejos La situación en la región parisina es caracte rística a ese respecto El servicio de transporte colectivo les es relativamente desfavorable, desde el punto de vista de la proximidad de las estaciones (excepto en el caso del tren) y, sobre todo, de las frecuencias y direcciones ofrecid as. Hay que señ alar, además, que la red parisina tiene una estructura casi exclusivamente radial que une los barrios dormitorio del extrarradio con el centro comercial, pero es totalmente inadecuada para las nece -
-
quiera que sea la práctica urbana analizada, tipos coherentes de Así, por ejemplo: un lado... familias extensas con una fuerte cohesión interna y local que llevan, en lo que respecta habit antes del extrarradio, una vida de relaciones limitada al municipio y una fuerte implantación en el vecindario; por otro, familias que presentan las características inversas: mayor movilidad residencial en el pasado, vida social muy dispersa en todo el espacio urbano, mayor participación en la vida cit., pp. 109-10). «Así, es posible distin de las asociaciones» (J. guir una población con un horizonte parisino restringido de otra con un horizonte parisino amplio; o también una para la cual la atracción simbólica de París o de cualquier otra zona del extrarradio, distinta a la habitada, desempeña un papel poco importante, de otra para la cual tiene cit., p. 76). un obreros tienen más dificultades (B. Lamy, para imaginarse en un sector diferente al que (ibid., p. 53). En todos los casos, en cada uno de los polos de la tipología coinciden los obreros con los cuadros superiores. Cf. indicadores de proximidad de los equipamientos y servicios urbanos, Anexo La desventaja relativa de los obreros es siempre observable, aunque varia su amplitud, mientras que para ciertos equipamientos las capas superiores y las medias se encuentran en posición idéntica. Cf. Rendu, 1978.
Dif ere ncia ció n espaci al de
de desplazamiento circunvalación», de un barrio a otro del extrarradio, de los obreros Teniendo en cuenta la situación es similar en la mayoría de las grandes ciud francesas, se deduce que los obreros, que son la categoría la más baja tasa de motorización (con excepción de los em dos), son al mismo tiempo los que menos utilizan el transporte colectivo para sus desplazamientos entre el domicilio y el tra bajo: más de la cuarta parte de esos trayectos son efectuados en vehículos de dos ruedas Aunque la densidad de establecimientos escolares secunda rios y superiores es más baja para los obreros, éstos disfrutan de una densidad mayor de establecimientos de enseñanza técnica (y también de agencias de empleo), mientras que las escuelas primarias están distribuidas por igual. Claro está que es precisamente en las escuelas en que son numerosos los hijos de obreros donde se observa la mayor proporción de retrasos y fracasos escolares. Las zonas de residencia obrera, más densas en hospitales que las otras, están más desprovistas de médicos de medicina privada. Los equipamientos de carácter cultu ral son allí claramente más escasos, y la distancia espacial los efectos de la distancia social a la cultura dominante, reduciendo prácticamente a cero el consumo obrero en ese terreno. Los rasgos del espacio obrero están, pues, claramente tipificado~, como las prácticas obreras en la ciudad. Su perma nencia es tanto más notable cuanto que, si los obreros siempre se hallan segregados de las capas superiores, lo están cada vez menos de las capas medias.
-
-
2.3. Los espacios de las capas medias asalariadas Las prácticas en el espacio urbano de los cuadros medios y de los empleados poseen características comunes, muy diferentes a las de las capas superiores por un lado, y a las de los obreros, por otro. Antes de nada, esas categorías se caracterizan por una movi lidad muy alta Se ha visto que los ob reros cambian Cf. Lojkine, 1972, pp. 42-49. Cf. indicadores de migraciones alternantes, Anexo III. Cf. Freyssenet y Retel, 1970, pp. 104-12 y 128-32. Esta encuesta se
205
precio s y rentas
207
mente de empleo y en muy pocas ocasiones de vivieiida, y siempre en el área geográfica más restringida posible: el espacio obrero. También se ha visto que, por el contrario, las capas superiores cambian muy poco de empleo y algo más a menudo de vivienda que los obreros, en otra área geográfica restringida: el espacio de las capas superiores. Las capas medias presentan una movilidad profesional pero en una amplia área geográfica; en cuanto a su movilidad residenci al, es la más alta de todas las también en el espacio más amplio. Las capas medias no tienen un espacio propio. Si una parte de sus empleos están concentrados en el centro comercial, tam bién trabajan en los centros terciarios periféricos cuales se desarrollan con la diferenciación creciente en el seno del capital financiero entre actividades de dirección y gestión co rriente , en el comercio disperso y en las empresas industriales. Pero sobre todo, s u espacio residencial se encuentra diseminado por todo el espacio urbano. El estudio de la distribución espacial residencial de las capas medias asalariadas en la aglomeración parisina permite precisar esta afirmación Se trata de la categoría social cuya distrib ución espacial ha evolucionado más y es la más difusa en toda la aglomeración Sin embargo, desde este último punto de vista, los cuadros medios se diferencian ligeramente de los empleados. Estos se encuentran ahora distribuidos de manera uniforme por todo el espacio urbano que, a comienzos de la década de 1950, su distribución espacial estaba rela cionada aunque de forma débil con la de los cuadros medios y superiores, y opuesta a la de los obreros, a finales de la dé cada de 1960, su relación espacial con el resto de categorías sociales era casi nula. En otras palabras, si los empleados antes habitaban más bien las zonas superiores y no las zonas obreras, hoy ya no ocurre así, de manera que su espacio ya no se dis tingue del espacio obrero. La tendencia es parecida en el caso de los cuadros medios, pero la distribución espacial de éstos
-
-
-
refiere a los cuadros medios, pero parece ser que los resultados pueden hacerse extensivos a los empleados. Cf. indicador de estabilidad del empleo, Anexo III. Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo III. Cf. Freyssenet, Regazzola y Retel, e indicadores de espacial, Anexo III. Cf. indicador de estabilidad de la distrib ución espacial. Cf. indicador de concentración espacial, Anexo III. Cf. indicador de grado de segregación, Anexo III.
Dif ere ncia ció n espaci al de
de desplazamiento circunvalación», de un barrio a otro del extrarradio, de los obreros Teniendo en cuenta la situación es similar en la mayoría de las grandes ciud francesas, se deduce que los obreros, que son la categoría la más baja tasa de motorización (con excepción de los em dos), son al mismo tiempo los que menos utilizan el transporte colectivo para sus desplazamientos entre el domicilio y el tra bajo: más de la cuarta parte de esos trayectos son efectuados en vehículos de dos ruedas Aunque la densidad de establecimientos escolares secunda rios y superiores es más baja para los obreros, éstos disfrutan de una densidad mayor de establecimientos de enseñanza técnica (y también de agencias de empleo), mientras que las escuelas primarias están distribuidas por igual. Claro está que es precisamente en las escuelas en que son numerosos los hijos de obreros donde se observa la mayor proporción de retrasos y fracasos escolares. Las zonas de residencia obrera, más densas en hospitales que las otras, están más desprovistas de médicos de medicina privada. Los equipamientos de carácter cultu ral son allí claramente más escasos, y la distancia espacial los efectos de la distancia social a la cultura dominante, reduciendo prácticamente a cero el consumo obrero en ese terreno. Los rasgos del espacio obrero están, pues, claramente tipificado~, como las prácticas obreras en la ciudad. Su perma nencia es tanto más notable cuanto que, si los obreros siempre se hallan segregados de las capas superiores, lo están cada vez menos de las capas medias.
-
-
2.3. Los espacios de las capas medias asalariadas Las prácticas en el espacio urbano de los cuadros medios y de los empleados poseen características comunes, muy diferentes a las de las capas superiores por un lado, y a las de los obreros, por otro. Antes de nada, esas categorías se caracterizan por una movi lidad muy alta Se ha visto que los ob reros cambian Cf. Lojkine, 1972, pp. 42-49. Cf. indicadores de migraciones alternantes, Anexo III. Cf. Freyssenet y Retel, 1970, pp. 104-12 y 128-32. Esta encuesta se
Topalov
208
está aún fuertemente relacionada con la de los cuadros supe riores aunque esta relación se esté debilitando y fuertemente opuesta a la de los obreros aunque esta oposición esté disminuyendo en lo que respecta a los obreros cualificados. Estos cambios se observan recordémoslo en una aglomeración en fuerte expansión demográfica, en la que retrocede la población del centro de la ciudad y aumenta rápidamente el peso relativo de las capas medias asalariadas. Como resultado de esas tendencias, se observa un rápido retroceso de las zonas de alto predominio obrero, tanto en el París obrero como en el «cinturón rojo» del extrarradio. No se trata de que no haya más espacio obrero: éste existe siempre para los obreros y dentro de las mismas fronteras que antes; pero, al contrario de lo que ocurría en el pasado, ese espacio no es exclusivamente suyo, ya no está segregado espacio de los empleados el cual se ha disu el to y lo está menos que antes del de los cuadros medios. Por un lado, el espacio ha per dido importancia como consecuencia de la construcción en masa para las capas medias y los obreros cualificados en la mayor parte de la zona típicamente obrera de antaño. Por otro, han aparecido sin embargo zonas urbanas mucho más marcadas que el resto por las capas medias, donde los obreros, en particu lar los menos cualificados, están claramente menos represen tados que en otros lugares: barr ios parisinos en otr o tiempo populares, municipios contiguos a la zona de residencia de las capas superiores en el extrarradio, municipios de la periferia alejada que a menudo presentan características de sitio privile giado (espacios poblados de árboles, valles). Se observa que es precisamente en esos municipios «medios» donde se concentra la actividad de los promotores inmobiliarios privados a lo largo de los años sesenta: ignorando las zonas más obreras excepto en el interior de París y manteniendo una actividad limitada en las zonas de mayor prestigio salvo en la periferia lejana, donde es muy importante los promotores construyen masivamente en esas zonas cuya composición social van precisamente a modificar
-
-
-
-
-
-
-
-
-
- -
Cf. Topalov, 1973 b, pp. 49-52; Topalov, 1974, pp. 238-50. Se observará que las tendencias de ubicación de la producción de los promotores pri vados se relacionan de manera muy exacta con las zonas del espacio en las que el cambio de uso del suelo posible, teniendo en cuenta su clientela solvente, les permite conservar la mayor parte de la renta del suelo creada: los barrios populares y medios del centro, las zonas medias del extrarradio y las zonas superiores del extrarradio.
precio s y rentas
207
mente de empleo y en muy pocas ocasiones de vivieiida, y siempre en el área geográfica más restringida posible: el espacio obrero. También se ha visto que, por el contrario, las capas superiores cambian muy poco de empleo y algo más a menudo de vivienda que los obreros, en otra área geográfica restringida: el espacio de las capas superiores. Las capas medias presentan una movilidad profesional pero en una amplia área geográfica; en cuanto a su movilidad residenci al, es la más alta de todas las también en el espacio más amplio. Las capas medias no tienen un espacio propio. Si una parte de sus empleos están concentrados en el centro comercial, tam bién trabajan en los centros terciarios periféricos cuales se desarrollan con la diferenciación creciente en el seno del capital financiero entre actividades de dirección y gestión co rriente , en el comercio disperso y en las empresas industriales. Pero sobre todo, s u espacio residencial se encuentra diseminado por todo el espacio urbano. El estudio de la distribución espacial residencial de las capas medias asalariadas en la aglomeración parisina permite precisar esta afirmación Se trata de la categoría social cuya distrib ución espacial ha evolucionado más y es la más difusa en toda la aglomeración Sin embargo, desde este último punto de vista, los cuadros medios se diferencian ligeramente de los empleados. Estos se encuentran ahora distribuidos de manera uniforme por todo el espacio urbano que, a comienzos de la década de 1950, su distribución espacial estaba rela cionada aunque de forma débil con la de los cuadros medios y superiores, y opuesta a la de los obreros, a finales de la dé cada de 1960, su relación espacial con el resto de categorías sociales era casi nula. En otras palabras, si los empleados antes habitaban más bien las zonas superiores y no las zonas obreras, hoy ya no ocurre así, de manera que su espacio ya no se dis tingue del espacio obrero. La tendencia es parecida en el caso de los cuadros medios, pero la distribución espacial de éstos
-
-
-
refiere a los cuadros medios, pero parece ser que los resultados pueden hacerse extensivos a los empleados. Cf. indicador de estabilidad del empleo, Anexo III. Cf. indicador de movilidad residencial, Anexo III. Cf. Freyssenet, Regazzola y Retel, e indicadores de espacial, Anexo III. Cf. indicador de estabilidad de la distrib ución espacial. Cf. indicador de concentración espacial, Anexo III. Cf. indicador de grado de segregación, Anexo III.
Difer enci ación espacial de los precios y rentas A pesar de la marca que imprimen las capas medias asalaria das a ciertos espacios, no por ello esos grupos se concentran en esas zonas levemente los cuadros medios ni se excluye de ellos a los obreros un poco a los obreros no cualificados. Esta dispersión por todo el espacio urbano lleva consigo una ada duración del trayecto domicilio -trabajo a pesar de servicio de transporte colectivo sensiblemente mejor que el e los obreros y un uso más frecuente de los mismos. La densidad de los equipamientos accesibles a los cuadros medios y a los empleados es muy similar para unos y otros, a menudo más alta que la ofrecida a los obreros, y bastante próxima a aquella de la que disfrutan los cuadros superiores, en el caso de una serie importante de equipamientos Las prácticas y representaciones espaciales de las capas me dias asalariadas están determinadas por su alta movilidad espa cial, residencial y profesional Los obreros sólo construyen representaciones del espacio limitado en que se mueven; las capas superiores tienen también un espacio limitado, pero po seen una clara conciencia de su lugar en el conjunto urbano y, por tanto, una imagen global de éste; las capas medias asalaria das se desplazan por toda la aglomeración y, en consecuencia, se hacen una imagen de su conjunto. Los «modelos culturales» del espacio tienen su fundamento en las prácticas espaciales que produce la asignación espacial de las diferentes clases y capas sociales para cada una de ellas.
-
3.
-
-
La diferenciación del espacio urbano como procesa social
Las anotaciones empíricas precedentes sobre la pluralidad de las prácticas sociales en el espacio urbano evidentemente no pretenden ser sistemáticas. En ciudades caracterizadas por una base económica y una estruct ura de clase diferente a la de París, los fenómenos observables pueden ser completamente distintos. Pero del análisis esbozado, y del método que lo funda as proposiciones menta, es posible no obstante generales sobre la estructur social del espacio urbano y ificación espacial de los valores de uso. Los resulta zados también permiten Cf. indicador de duración del trayecto domicilio -trabajo, Anexo Cf. indicadores de proximidad de equipamientos, Anexo Cf. Cornuau, et al., 1965.
Topalov
208
Difer enci ación espacial de los precios y rentas A pesar de la marca que imprimen las capas medias asalaria das a ciertos espacios, no por ello esos grupos se concentran en esas zonas levemente los cuadros medios ni se excluye de ellos a los obreros un poco a los obreros no cualificados. Esta dispersión por todo el espacio urbano lleva consigo una ada duración del trayecto domicilio -trabajo a pesar de servicio de transporte colectivo sensiblemente mejor que el e los obreros y un uso más frecuente de los mismos. La densidad de los equipamientos accesibles a los cuadros medios y a los empleados es muy similar para unos y otros, a menudo más alta que la ofrecida a los obreros, y bastante próxima a aquella de la que disfrutan los cuadros superiores, en el caso de una serie importante de equipamientos Las prácticas y representaciones espaciales de las capas me dias asalariadas están determinadas por su alta movilidad espa cial, residencial y profesional Los obreros sólo construyen representaciones del espacio limitado en que se mueven; las capas superiores tienen también un espacio limitado, pero po seen una clara conciencia de su lugar en el conjunto urbano y, por tanto, una imagen global de éste; las capas medias asalaria das se desplazan por toda la aglomeración y, en consecuencia, se hacen una imagen de su conjunto. Los «modelos culturales» del espacio tienen su fundamento en las prácticas espaciales que produce la asignación espacial de las diferentes clases y capas sociales para cada una de ellas.
está aún fuertemente relacionada con la de los cuadros supe riores aunque esta relación se esté debilitando y fuertemente opuesta a la de los obreros aunque esta oposición esté disminuyendo en lo que respecta a los obreros cualificados. Estos cambios se observan recordémoslo en una aglomeración en fuerte expansión demográfica, en la que retrocede la población del centro de la ciudad y aumenta rápidamente el peso relativo de las capas medias asalariadas. Como resultado de esas tendencias, se observa un rápido retroceso de las zonas de alto predominio obrero, tanto en el París obrero como en el «cinturón rojo» del extrarradio. No se trata de que no haya más espacio obrero: éste existe siempre para los obreros y dentro de las mismas fronteras que antes; pero, al contrario de lo que ocurría en el pasado, ese espacio no es exclusivamente suyo, ya no está segregado espacio de los empleados el cual se ha disu el to y lo está menos que antes del de los cuadros medios. Por un lado, el espacio ha per dido importancia como consecuencia de la construcción en masa para las capas medias y los obreros cualificados en la mayor parte de la zona típicamente obrera de antaño. Por otro, han aparecido sin embargo zonas urbanas mucho más marcadas que el resto por las capas medias, donde los obreros, en particu lar los menos cualificados, están claramente menos represen tados que en otros lugares: barr ios parisinos en otr o tiempo populares, municipios contiguos a la zona de residencia de las capas superiores en el extrarradio, municipios de la periferia alejada que a menudo presentan características de sitio privile giado (espacios poblados de árboles, valles). Se observa que es precisamente en esos municipios «medios» donde se concentra la actividad de los promotores inmobiliarios privados a lo largo de los años sesenta: ignorando las zonas más obreras excepto en el interior de París y manteniendo una actividad limitada en las zonas de mayor prestigio salvo en la periferia lejana, donde es muy importante los promotores construyen masivamente en esas zonas cuya composición social van precisamente a modificar
-
-
-
-
-
-
-
-
-
3.
- -
Cf. Topalov, 1973 b, pp. 49-52; Topalov, 1974, pp. 238-50. Se observará que las tendencias de ubicación de la producción de los promotores pri vados se relacionan de manera muy exacta con las zonas del espacio en las que el cambio de uso del suelo posible, teniendo en cuenta su clientela solvente, les permite conservar la mayor parte de la renta del suelo creada: los barrios populares y medios del centro, las zonas medias del extrarradio y las zonas superiores del extrarradio.
sustentar mejor la crítica a los enfoques de la ecología urbana, a los modelos microeconómicos neoclásicos y al culturalismo. En contra de lo que postulan los modelos descriptivos naturalistas de la ecología urbana, no hay ninguna ley que regule el uso del suelo y la diferenciación social del espacio formulable en términos de regularidades geográficas, según la cual las ca racterísticas naturales del espacio producirían como efecto la ubicación de las actividades y de las clases sociales. Sin embargo, existen algunas regularidades para cada tipo de aglomeraciones caracterizadas por una historia similar de su base económica: es lo que establece empíricamente la Escuela de Chicago y lo que ocultan los modelos formales de ubicación. Pero no hay que relacionar tales regul aridades con las propie dades intrínsecas del espacio, sino con las estructuras internas del aparato productivo. En cada ciudad se articulan los espa cios productivos que corresponden a las distintas fases de la división capitalista del trabajo, y los espacios residenciales que son el resultado de coyunturas históricas de la estructura de las clases y de los sistemas de producción de viviendas. E postulados de los modelos neoclásicos, no hay ranía individual de los consumidores cuyo arbitraje entre los precios y la distancia en un espacio -tiempo homogéneo determine la asignación de las familias en el espacio. Hay, por el contrario, e erentes grupos sociales definidos en part la estructura de clases. La configuración de esos espacios es el resultado, para cada clase o capa social, de la ubicación de sus lugares de tra bajo y de residencia y de las prácticas espaciales que corres ponden a su condición: tipo y lugar de trabaj o, acceso a los producción social. la diferenciación ((restricción de los funciona como un componente de un sistema de prác ticas y no como la envoltura de funciones de satisfacción indivi duales arbitrarias. Finalmente, en contra de los postulados de la sociología culturalis ta, no hay ninguna determi nación últi ma de las relacio nes con el espacio por modelos culturales, representaciones co lectivas, propias de cada grupo social, de su identidad en función de su lugar en la ciudad. Las representaciones del espacio urbano están muy ficadas socialmente, como lo están las prácticas sociales espa ciales. Pero, el no es más que la expresión
-
-
-
La diferenciación del espacio urbano como procesa social
Las anotaciones empíricas precedentes sobre la pluralidad de las prácticas sociales en el espacio urbano evidentemente no pretenden ser sistemáticas. En ciudades caracterizadas por una base económica y una estruct ura de clase diferente a la de París, los fenómenos observables pueden ser completamente distintos. Pero del análisis esbozado, y del método que lo funda as proposiciones menta, es posible no obstante generales sobre la estructur social del espacio urbano y ificación espacial de los valores de uso. Los resulta zados también permiten
-
ian Topalov
-
-
Cf. indicador de duración del trayecto domicilio -trabajo, Anexo Cf. indicadores de proximidad de equipamientos, Anexo Cf. Cornuau, et al., 1965.
Dif ere nci aci ón es pac ial de lo s prec ios
y
rentas
211
en el campo de la representación de una constelación cohe rente de comportamientos individuales y colectivos, de opinio nes y móviles enunciados po r los agentes . Es un objeto. cons truido por una problemática teórica que, al plantear precisa mente las representaciones como principio de explicación última de la acción, participa de las ilusiones que se hacen los agentes sociales acerca de la trasparencia de sus prácticas. Esta línea de análisis designa una realidad en la cual se apoya la represen tación neoclásica del consumidor racional de espacio, No hay arbitraje individual entre las propiedades del entorno que se combinan de manera diversa, sino coherencia de los comporta mientos en el seno de unos grupos sociales para los que la relación con el espacio es global. Pero los modelos culturales construidos para designar esa coherencia encuentran su funda mento en un lugar que no es el campo de las representaciones, a saber, en unas prácticas concretas que generan al mismo tiem po las situaciones d e clase y la estructuración material de los espacios. Si esto es así, sería conveniente, desde el punto de vista todológico, comenzar cualquier análisis de los procesos de dife renciación espacial de los valores de uso urbanos por un estudio de la producción de la ciudad y de las prácticas espaciales de los diferentes grupos sociales, Los hallazgos de la investigación urbana en los últimos diez años nos proporcionan indicaciones teóricas y metodológicas para llevar a cabo ese análisis empírico. Recordémoslas breve mente para concluir.
-
3.1.
-
Sistemas productivos y formación de los espacios de producción y de residencia
Las estr uctur as más determinantes de los espacios urbanos son el resultado de los rasgos del sistema productivo y de sus trans formaciones. En las ciudades capitalistas, el proceso de división del trabajo es el encargado de proporcionar la clave de los fenómenos de especialización internacional y regional de los espacios, así como de los fenómenos, propios de cada aglome ración, de competencia entre usos del suelo, que terminarán apareciendo en forma de mercado del suelo. Cada fase del desarrollo del modo de producción puede estar caracterizado por una específica de las relaciones entre los productores, los medios de trabajo y los propietarios
ian Topalov sustentar mejor la crítica a los enfoques de la ecología urbana, a los modelos microeconómicos neoclásicos y al culturalismo. En contra de lo que postulan los modelos descriptivos naturalistas de la ecología urbana, no hay ninguna ley que regule el uso del suelo y la diferenciación social del espacio formulable en términos de regularidades geográficas, según la cual las ca racterísticas naturales del espacio producirían como efecto la ubicación de las actividades y de las clases sociales. Sin embargo, existen algunas regularidades para cada tipo de aglomeraciones caracterizadas por una historia similar de su base económica: es lo que establece empíricamente la Escuela de Chicago y lo que ocultan los modelos formales de ubicación. Pero no hay que relacionar tales regul aridades con las propie dades intrínsecas del espacio, sino con las estructuras internas del aparato productivo. En cada ciudad se articulan los espa cios productivos que corresponden a las distintas fases de la división capitalista del trabajo, y los espacios residenciales que son el resultado de coyunturas históricas de la estructura de las clases y de los sistemas de producción de viviendas. E postulados de los modelos neoclásicos, no hay ranía individual de los consumidores cuyo arbitraje entre los precios y la distancia en un espacio -tiempo homogéneo determine la asignación de las familias en el espacio. Hay, por el contrario, e erentes grupos sociales definidos en part la estructura de clases. La configuración de esos espacios es el resultado, para cada clase o capa social, de la ubicación de sus lugares de tra bajo y de residencia y de las prácticas espaciales que corres ponden a su condición: tipo y lugar de trabaj o, acceso a los producción social. la diferenciación ((restricción de los funciona como un componente de un sistema de prác ticas y no como la envoltura de funciones de satisfacción indivi duales arbitrarias. Finalmente, en contra de los postulados de la sociología culturalis ta, no hay ninguna determi nación últi ma de las relacio nes con el espacio por modelos culturales, representaciones co lectivas, propias de cada grupo social, de su identidad en función de su lugar en la ciudad. Las representaciones del espacio urbano están muy ficadas socialmente, como lo están las prácticas sociales espa ciales. Pero, el no es más que la expresión
-
-
-
Dif ere nci aci ón es pac ial de lo s prec ios
y
211
rentas
en el campo de la representación de una constelación cohe rente de comportamientos individuales y colectivos, de opinio nes y móviles enunciados po r los agentes . Es un objeto. cons truido por una problemática teórica que, al plantear precisa mente las representaciones como principio de explicación última de la acción, participa de las ilusiones que se hacen los agentes sociales acerca de la trasparencia de sus prácticas. Esta línea de análisis designa una realidad en la cual se apoya la represen tación neoclásica del consumidor racional de espacio, No hay arbitraje individual entre las propiedades del entorno que se combinan de manera diversa, sino coherencia de los comporta mientos en el seno de unos grupos sociales para los que la relación con el espacio es global. Pero los modelos culturales construidos para designar esa coherencia encuentran su funda mento en un lugar que no es el campo de las representaciones, a saber, en unas prácticas concretas que generan al mismo tiem po las situaciones d e clase y la estructuración material de los espacios. Si esto es así, sería conveniente, desde el punto de vista todológico, comenzar cualquier análisis de los procesos de dife renciación espacial de los valores de uso urbanos por un estudio de la producción de la ciudad y de las prácticas espaciales de los diferentes grupos sociales, Los hallazgos de la investigación urbana en los últimos diez años nos proporcionan indicaciones teóricas y metodológicas para llevar a cabo ese análisis empírico. Recordémoslas breve mente para concluir.
-
3.1.
-
Sistemas productivos y formación de los espacios de producción y de residencia
Las estr uctur as más determinantes de los espacios urbanos son el resultado de los rasgos del sistema productivo y de sus trans formaciones. En las ciudades capitalistas, el proceso de división del trabajo es el encargado de proporcionar la clave de los fenómenos de especialización internacional y regional de los espacios, así como de los fenómenos, propios de cada aglome ración, de competencia entre usos del suelo, que terminarán apareciendo en forma de mercado del suelo. Cada fase del desarrollo del modo de producción puede estar caracterizado por una específica de las relaciones entre los productores, los medios de trabajo y los propietarios
213
Diferenciación espacial de los precios y rent as
de estos Últimos. Al mismo tiempo, cada una de las formas suce sivas de la división del trabajo determina las características generales de las relaciones espaciales entre las actividades que la división del trabajo separa, en las distintas etapas de la pro ducción, pero también en la circulación de mercancías y de dinero. Del mismo modo, de las características de la división del trabajo se derivan las de los espacios productivos, así como las de los tipos de mano de obra que le son necesarios. Por este motivo, el paso de la manufactura a la gran indus tria, y después el del maquinismo a la automatización, con los fenómenos de centralización y concentración del capital que los acompañan, no provocan únicamente trastornos en aparato de producción, de distribución de las mercancías y de gestión de las actividades, sino que conducen también a cambios profundos en la división espacial del trabajo y, por tanto, en las estructu ras urbanas. Estas indicaciones siguen siendo hasta el momento muy abs tractas. Su aplicación a trabajos empíricos muestra sin embargo que hay una íntima relación entre la estructura espacial de la ciudad y las transformaciones del sistema productivo. Cada aglomeración particular puede ser analizada como una articu lación de espacios de producción y de circulación del que corresponden cada uno a una fase de la división del trabajo. La competencia entre las actividades económicas por la disposi ción de los espacios es, en principio, la lucha entre unas lidades en competencia y diferentes, pues tienen que ver con lógicas que corresponden a distintas fases de la división del trabajo y a categorías de agentes asociadas a ellas. Cada cual sabe, por lo demás, que cualquier tentativa de planificación urbana sólo puede existir transigiendo con las ((tendencias pro fundas» del aparato económico o, más exactamente, con las ten dencias y coyunturas de las luchas económicas entre categorías de empresas por controlar y transformar los espacios que ne cesitan. Los espacios productivos conformados en una fase de la división del trabajo y ocupados por las actividades y los agentes que le corresponden pueden convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la fase que predominará luego. Según el caso, serán reestructurados o abandonados, pero la transfor mación interna del sistema productivo seguirá siendo el motor del cambio de usos del suelo. La conformación de los espacios residenciales no es, sin embargo, el resultado inmediato de esas transformaciones del espacio productivo. Sin duda alguna, los rasgos particulares de
-
la base económica de cada ciudad determinan una estructura dada de las clases sociales y de los ingresos y, por tanto, una segmentación específica de los mercados de la vivienda , un ritmo dado de las variaciones de la población en sus diversos componentes Pero la distribución de esa población en el espacio urbano es efecto de sistemas específicos de producción, que poseen su autonomía y sus propias leyes de desarrollo. Se trata de sistemas de producción de la vivienda, de los trans portes y de los medios de consumo colectivo. Dependen del Es tado, en cierta medida y en formas variables. El Estado contri buye, pues, a la creación de las condiciones socializadas de la formación de los espacios residenciales. Pero no puede tratarse de una acción autónoma: se articula necesariamente con la lógica de los agentes privados de la producción de viviendas. Los sistemas de producción de esta mercancía esencial para la formación de las estructuras espaciales de la ciudad provocarán efectos propios en cuanto a la -distribución espacial-de las clases y las capas En otras palabras, la competencia por el uso residencial del suelo no opone directamente entre sí a familias consumidoras de espacio. Se lleva a cabo entre cons tructores capitalistas, y entre éstos y propietarios del suelo. En particular, cuando la forma dominante de la producción de la vivienda sea la promoción inmobiliaria capitalista, el sistema productivo generará efectos claramente autónomos en los cam bios de uso del suelo. En ese caso, y dentro de unos límites que revelarán periódicamente las crisis de sobreproducción, la «de manda» seguirá a la «oferta» allí donde sea más rentable cons bien, es sabido que la ubicación de las operaciones de los promotores privados no está determinada por una lógica de maximización del precio de venta según la cual las operacio nes serían realizadas en las zonas de precios más altos y las
-
-
Una parte de los flujos de inmigración puede, sin embargo, ser el resultado de la expulsión de la población rural como consecuencia de las transformaciones estructurales de la agricultura, sin correspondencia inmediata con las necesidades del aparato productivo urbano. Es un punto sobre el cual insiste M. Castells: cual equivale a decir que la estratificación y la segregación urbanas no son la proyección directa en el espacio del sistema de estratificación social, sino un efecto de la distribución del producto entre los sujetos y del producto-vivienda en el espacio, así como de la correspondencia entre estos dos sistemas de distribución. Semejante perspectiva exige, pues, deducir la composición del espacio residencial a partir del estudio de su proceso de producción, tanto a nivel de las formas urbanas como de la repartición entre ella de los (Castells, 1972, p. 221. El subrayado es del autor).
!
213
Diferenciación espacial de los precios y rent as
de estos Últimos. Al mismo tiempo, cada una de las formas suce sivas de la división del trabajo determina las características generales de las relaciones espaciales entre las actividades que la división del trabajo separa, en las distintas etapas de la pro ducción, pero también en la circulación de mercancías y de dinero. Del mismo modo, de las características de la división del trabajo se derivan las de los espacios productivos, así como las de los tipos de mano de obra que le son necesarios. Por este motivo, el paso de la manufactura a la gran indus tria, y después el del maquinismo a la automatización, con los fenómenos de centralización y concentración del capital que los acompañan, no provocan únicamente trastornos en aparato de producción, de distribución de las mercancías y de gestión de las actividades, sino que conducen también a cambios profundos en la división espacial del trabajo y, por tanto, en las estructu ras urbanas. Estas indicaciones siguen siendo hasta el momento muy abs tractas. Su aplicación a trabajos empíricos muestra sin embargo que hay una íntima relación entre la estructura espacial de la ciudad y las transformaciones del sistema productivo. Cada aglomeración particular puede ser analizada como una articu lación de espacios de producción y de circulación del que corresponden cada uno a una fase de la división del trabajo. La competencia entre las actividades económicas por la disposi ción de los espacios es, en principio, la lucha entre unas lidades en competencia y diferentes, pues tienen que ver con lógicas que corresponden a distintas fases de la división del trabajo y a categorías de agentes asociadas a ellas. Cada cual sabe, por lo demás, que cualquier tentativa de planificación urbana sólo puede existir transigiendo con las ((tendencias pro fundas» del aparato económico o, más exactamente, con las ten dencias y coyunturas de las luchas económicas entre categorías de empresas por controlar y transformar los espacios que ne cesitan. Los espacios productivos conformados en una fase de la división del trabajo y ocupados por las actividades y los agentes que le corresponden pueden convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la fase que predominará luego. Según el caso, serán reestructurados o abandonados, pero la transfor mación interna del sistema productivo seguirá siendo el motor del cambio de usos del suelo. La conformación de los espacios residenciales no es, sin embargo, el resultado inmediato de esas transformaciones del espacio productivo. Sin duda alguna, los rasgos particulares de
-
Christian
214
ubicaciones correspondientes, regulando así el estado de la di visión social del espacio. Ni ta mpoco lo está po r una lógica de minimización del coste social de la urbanización, según cual las ubicaciones escogidas serían las mejor equipadas en estructuras, siguiendo así las orientaciones espaciales material mente trazadas por la ley de ubicación de las opera ciones de la promoción privada es diferente: es la maximización de la tasa de ganancia, basada esencialmente en la búsqueda de la máxima diferencia entre la plusganancia localizada y el precio del suelo Por esa razón, esa forma de producción no se adecua a la distribución espacial de las capas sociales tal y como existe, sino que la transforma. A la inversa, ciertas formas de propie dad de la vivienda propiedad rentista, en particular cuando se halla limitada por el derecho de los arrendatarios a quedarse, pero también la propiedad de ocupación, especialmente la más pobre actuarán de manera poderosa en el sentido de una resistencia a la transformación del uso del suelo. Indudablemente, en un momento dado, esas relaciones so ciales conflictivas en torno al uso del espacio pueden tomar la forma de mercado. Pero no siempre ocurre así: algunas zonas, en el centro o en la periferia, se caracterizan a veces por el hecho de no implicar ninguna transacción inmobiliaria; otras sólo entran en por su contrario, la expropiación. Algunos terrenos cambian de uso sin que medie una cesión real, dentro de grupos financieros e Pero, evidentemen te, la mayor parte de los terrenos son vendidos y comprados, lo cual da al estudio de la formación de en el mercado inmobiliario. A claro está. de aue la precios pañada de un de su mación. Inicialmente, en lo que a la demanda, a partir del cálculo económico que determina sus decisiones en materia de ubicación y, por lo tanto, de una manera más profunda, a partir del proceso concreto de valorización de sus capitales; pero también, en lo que respecta a la oferta, cuya lógica de gestión es analizar en función de la naturaleza concreta de las relaciones de propiedad afectadas. Este análisis de las transformaciones de los usos del suelo como resultado de las lógicas sociales contradictorias puestas en práctica por unos agentes concretos permite no aislar arbi trariamente los fenómenos de mercado. En particular, no se descarta la «herencia del pasado» o los «fact ores
-
Cf.
Topalov, 1974, pp.
la base económica de cada ciudad determinan una estructura dada de las clases sociales y de los ingresos y, por tanto, una segmentación específica de los mercados de la vivienda , un ritmo dado de las variaciones de la población en sus diversos componentes Pero la distribución de esa población en el espacio urbano es efecto de sistemas específicos de producción, que poseen su autonomía y sus propias leyes de desarrollo. Se trata de sistemas de producción de la vivienda, de los trans portes y de los medios de consumo colectivo. Dependen del Es tado, en cierta medida y en formas variables. El Estado contri buye, pues, a la creación de las condiciones socializadas de la formación de los espacios residenciales. Pero no puede tratarse de una acción autónoma: se articula necesariamente con la lógica de los agentes privados de la producción de viviendas. Los sistemas de producción de esta mercancía esencial para la formación de las estructuras espaciales de la ciudad provocarán efectos propios en cuanto a la -distribución espacial-de las clases y las capas En otras palabras, la competencia por el uso residencial del suelo no opone directamente entre sí a familias consumidoras de espacio. Se lleva a cabo entre cons tructores capitalistas, y entre éstos y propietarios del suelo. En particular, cuando la forma dominante de la producción de la vivienda sea la promoción inmobiliaria capitalista, el sistema productivo generará efectos claramente autónomos en los cam bios de uso del suelo. En ese caso, y dentro de unos límites que revelarán periódicamente las crisis de sobreproducción, la «de manda» seguirá a la «oferta» allí donde sea más rentable cons bien, es sabido que la ubicación de las operaciones de los promotores privados no está determinada por una lógica de maximización del precio de venta según la cual las operacio nes serían realizadas en las zonas de precios más altos y las
-
-
Una parte de los flujos de inmigración puede, sin embargo, ser el resultado de la expulsión de la población rural como consecuencia de las transformaciones estructurales de la agricultura, sin correspondencia inmediata con las necesidades del aparato productivo urbano. Es un punto sobre el cual insiste M. Castells: cual equivale a decir que la estratificación y la segregación urbanas no son la proyección directa en el espacio del sistema de estratificación social, sino un efecto de la distribución del producto entre los sujetos y del producto-vivienda en el espacio, así como de la correspondencia entre estos dos sistemas de distribución. Semejante perspectiva exige, pues, deducir la composición del espacio residencial a partir del estudio de su proceso de producción, tanto a nivel de las formas urbanas como de la repartición entre ella de los (Castells, 1972, p. 221. El subrayado es del autor).
Dife renc iaci ón espa cial de lo s prec ios
y
rentas
215
como residuos que vienen a perturbar de forma fastidiosa un modelo formal de ubicación. Este análisis los considera, por el contrario, en los mismos términos que las transformaciones para las cuales suponen un obstáculo. Las racionalidade les son plurales; esto se observa sobre el terreno.
3.2.
Prácticas de clase en el espacio urbano y diferenciación espacial de los valores de uso
Las sucesivas formas dominantes de la división capitalista del trabajo producen, pues, coherentes con ellas por intermedio de los sistemas autónomos de produc ción de la vivienda y de los equipamientos colectivos de con sumo, espacios específicos de reproducción de una fuerza de trabajo diversificada. La formación de espacios nuevos puede chocar con el obstáculo constituido por los espacios resultantes de las formas de la división del trabajo domi nantes o de los modos de vida de las poblaciones urbanas. El conjunto de esos procesos es el resultado no solamente de los movimientos del capital, sino también de la resistencia social que éstos suscitan y de las políticas estatales elaboradas a part ir de las contradicciones generadas por esos cambios. En el espacio urbano así estructurado y diferenciado se or ganizan prácticas sociales espaciales, específicas de cada clase o capa social, que constituyen un elemento de los modos de vida particulares, Tales prácticas son al mismo el producto de la situación de clase y de la estructuración objetiva de los Así, la ciudad tiene una historia que da forma a los espacios espacios socialmente determinados durante largos periodos. esta razón, no puede entenderse la distribución espacial de las familias como un proceso de asignación simultánea de un stock de viviendas o ubicaciones a una demanda diferenciada sola mente por su poder adquisitivo. Esto explica también por qué es imposible clasificar las ubicaciones en función aquí es únicamente desarrollar las bases teóricas de un análisis sociológica de los de vida. El vocabulario que utilizo no debe llevar a subestimar la importancia del proceso de constitución de las intenciones subjetivas que organizan las prácticas (lo que Bourdieu, por ejemplo, llama el Ese proceso es esencial para explicar los modos de vida particulares que no son el producto directo de la de clase y de condiciones espaciales.
!
Christian
214
ubicaciones correspondientes, regulando así el estado de la di visión social del espacio. Ni ta mpoco lo está po r una lógica de minimización del coste social de la urbanización, según cual las ubicaciones escogidas serían las mejor equipadas en estructuras, siguiendo así las orientaciones espaciales material mente trazadas por la ley de ubicación de las opera ciones de la promoción privada es diferente: es la maximización de la tasa de ganancia, basada esencialmente en la búsqueda de la máxima diferencia entre la plusganancia localizada y el precio del suelo Por esa razón, esa forma de producción no se adecua a la distribución espacial de las capas sociales tal y como existe, sino que la transforma. A la inversa, ciertas formas de propie dad de la vivienda propiedad rentista, en particular cuando se halla limitada por el derecho de los arrendatarios a quedarse, pero también la propiedad de ocupación, especialmente la más pobre actuarán de manera poderosa en el sentido de una resistencia a la transformación del uso del suelo. Indudablemente, en un momento dado, esas relaciones so ciales conflictivas en torno al uso del espacio pueden tomar la forma de mercado. Pero no siempre ocurre así: algunas zonas, en el centro o en la periferia, se caracterizan a veces por el hecho de no implicar ninguna transacción inmobiliaria; otras sólo entran en por su contrario, la expropiación. Algunos terrenos cambian de uso sin que medie una cesión real, dentro de grupos financieros e Pero, evidentemen te, la mayor parte de los terrenos son vendidos y comprados, lo cual da al estudio de la formación de en el mercado inmobiliario. A claro está. de aue la precios pañada de un de su mación. Inicialmente, en lo que a la demanda, a partir del cálculo económico que determina sus decisiones en materia de ubicación y, por lo tanto, de una manera más profunda, a partir del proceso concreto de valorización de sus capitales; pero también, en lo que respecta a la oferta, cuya lógica de gestión es analizar en función de la naturaleza concreta de las relaciones de propiedad afectadas. Este análisis de las transformaciones de los usos del suelo como resultado de las lógicas sociales contradictorias puestas en práctica por unos agentes concretos permite no aislar arbi trariamente los fenómenos de mercado. En particular, no se descarta la «herencia del pasado» o los «fact ores
-
Cf.
Topalov, 1974, pp.
Dife renc iaci ón espa cial de lo s prec ios
,
Ese punto es subrayado en forma muy pertinente por D. Harvey (Harve y, 1973, p. 189). Evidentemente, ese es el principal resultado de los trabajos de H. Aunque sus principios metodológicos son muy diferentes, puede encontrarse un fenómeno similar en el estudio de J. J. sobre el mercado del suelo en Marsella. El factor distancia del centro influye menos en los precios del suelo que la ubicación en las cuatro zonas radiales distinguidas en el estudio. Según la zona radial de que se trate, influye de manera diferente en los precios. Si se mide la disminución de los precios en función de la distancia del centro por el parámetro a de un modelo de la forma se comprueba que el valor de a es mayor en la zona de los barrios «residenciales» ( 0,245 para los terrenos comprados por promotores, 0,220 para los terrenos comprados por particulares) que en la de los barrios industriales (respectivamente, 0,150 y 0,121) (Granelle, 1970, pp. 189-99).
-
-
-
-
rentas
215
como residuos que vienen a perturbar de forma fastidiosa un modelo formal de ubicación. Este análisis los considera, por el contrario, en los mismos términos que las transformaciones para las cuales suponen un obstáculo. Las racionalidade les son plurales; esto se observa sobre el terreno.
3.2.
Prácticas de clase en el espacio urbano y diferenciación espacial de los valores de uso
Las sucesivas formas dominantes de la división capitalista del trabajo producen, pues, coherentes con ellas por intermedio de los sistemas autónomos de produc ción de la vivienda y de los equipamientos colectivos de con sumo, espacios específicos de reproducción de una fuerza de trabajo diversificada. La formación de espacios nuevos puede chocar con el obstáculo constituido por los espacios resultantes de las formas de la división del trabajo domi nantes o de los modos de vida de las poblaciones urbanas. El conjunto de esos procesos es el resultado no solamente de los movimientos del capital, sino también de la resistencia social que éstos suscitan y de las políticas estatales elaboradas a part ir de las contradicciones generadas por esos cambios. En el espacio urbano así estructurado y diferenciado se or ganizan prácticas sociales espaciales, específicas de cada clase o capa social, que constituyen un elemento de los modos de vida particulares, Tales prácticas son al mismo el producto de la situación de clase y de la estructuración objetiva de los Así, la ciudad tiene una historia que da forma a los espacios espacios socialmente determinados durante largos periodos. esta razón, no puede entenderse la distribución espacial de las familias como un proceso de asignación simultánea de un stock de viviendas o ubicaciones a una demanda diferenciada sola mente por su poder adquisitivo. Esto explica también por qué es imposible clasificar las ubicaciones en función aquí es únicamente desarrollar las bases teóricas de un análisis sociológica de los de vida. El vocabulario que utilizo no debe llevar a subestimar la importancia del proceso de constitución de las intenciones subjetivas que organizan las prácticas (lo que Bourdieu, por ejemplo, llama el Ese proceso es esencial para explicar los modos de vida particulares que no son el producto directo de la de clase y de condiciones espaciales.
Dif ere nci aci ón espacial
utilidad, La pertinencia empírica de los modelos n ubicación sólo es aparente: se apoya exclusivamen tesis de la centralidad, según la cual el valor de uso a medida que la ubicación se aleja del centro, dis también, por consiguiente, su precio Un ex de los resultados de los trabajos empíricos so del suelo en la ciudad muestra que esa hipótesis es una ficación abusiva. Los precios cambian en función de otros elementos diferentes a la distancia del ce especialmente según la dirección geográfica, q oculta la diversificación de los espacios en té posición social de la población residente y de la natu las actividades económicas dominantes. La propia dist centro incide de manera di fere nte en los precios según e de zona de que se trate: a ella se asocia una fuerte caída de lo precios en zonas residenciales privilegiadas, pero de residencia obrera Además, la disminución del suelo con la distancia del centro no puede ser directamente a un «efecto de valor de Es sultado, a igual precio de las viviendas, de difer rables tanto en la presión ejercida por la competencia usos del suelo «sup eriores» en la construcción residencial en el costo de acondicionamiento del suela. Clasificar las ubicaciones según una escala homogénea de su utilidad implica un criterio unívoco de clasificación. Los estudios empiricos que se basan en la problemática de los factores del valor del suelo tropiezan todos con esa cuestión. La accesibilidad es la variable que obtie Y se modeliza la influencia de la distancia del c precios. Pero el centro comercial sólo es el lug
y
de
los precios y rentas
dominante de algunas categorías sociales: las capas su los cuadros medios, los empleados. mpitan por que, en todos los casos, esas catego lo más cerca posible del centro; el espacio residencial de las capas superiores puede muy bien no incluir más que una parte del centro de la ciudad y extenderse por la periferia; incluso, puede ser principalmente periférico. Además, las zonas de trabajo de los obreros no coinciden con el centro comercial, de modo que la minimización del tiempo de desplazamiento domicilio-trabajo puede corresponder entonces a una residencia del extrarradio, permaneciendo el centro de la ciudad fuera del espacio obrero. Otro «fa cto r» al que a menudo s e invoca es el nivel de los equipamientos urbanos. Sin duda alguna, hay una diversidad material de los equipamientos disponibles según las zonas, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. Pero, con toda seguridad, la correlación no puede ser interpretada en términos de causalidad directa: es porque hay una coherencia entre el sistema de equipamientos y las características sociales de la población residente por lo que el nivel de equipamientos está relacionado con el precio. Más claramente aún, la invocación del tigio de una zona urbana medido en particular por la proporción de cuadros superiores ent re los es puramente La dificultad con que tropiezan esas tentativas proviene de una doble fuente. En primer lugar, la diferenciación social de los espacios es el resultado, como se dice, de la «historia» funcionamiento corriente del mercado tanto desde el ángulo de la oferta como de la depende de la forma en que han sido marcadas las distintas ubicaciones por los cambios históricos de los espacios productivos y residenciales. lugar, y sobre este punto quiero insistir, la idea de uniforme de valores de uso urbanos para los usuarios de la vivienda es un simple artificio. Incluso si se acepta que aún queda mucho por analizar a este respecto, se observa una coherencia entre la situación de clase y las prácticas espaciales. Esto significa que las múltiples características cualitativas de una ubicación se organizan como un valor de uso concreto solamente en una práctica , en un modo de vida particu l or
-
-
Un constructor de modelos como R. F. Muth comprueba ¿amargamente? importancia de la herencia del pasado en el modelo de usos del suelo urbano» (Muth, 1969, p. 90).
-
-
Dif ere nci aci ón espacial
,
-
-
Ese punto es subrayado en forma muy pertinente por D. Harvey (Harve y, 1973, p. 189). Evidentemente, ese es el principal resultado de los trabajos de H. Aunque sus principios metodológicos son muy diferentes, puede encontrarse un fenómeno similar en el estudio de J. J. sobre el mercado del suelo en Marsella. El factor distancia del centro influye menos en los precios del suelo que la ubicación en las cuatro zonas radiales distinguidas en el estudio. Según la zona radial de que se trate, influye de manera diferente en los precios. Si se mide la disminución de los precios en función de la distancia del centro por el parámetro a de un modelo de la forma se comprueba que el valor de a es mayor en la zona de los barrios «residenciales» ( 0,245 para los terrenos comprados por promotores, 0,220 para los terrenos comprados por particulares) que en la de los barrios industriales (respectivamente, 0,150 y 0,121) (Granelle, 1970, pp. 189-99).
-
Un constructor de modelos como R. F. Muth comprueba ¿amargamente? importancia de la herencia del pasado en el modelo de usos del suelo urbano» (Muth, 1969, p. 90).
-
218
Es una indicación esencial que da D. Harvey, al discutir modelos individuo o grupo determinará de manera diferente el valor de uso. Sólo cuando se reunen las características de las personas y las de la vivienda, el valor de uso adquiere su verda dero sentido. Los valores de uso reflejan una mezcla de exigencias y nece sidades sociales, de configuraciones individuales, de hábitos culturales y de estilo de vida, etc., lo que no quiere decir que sean el producto arbi trario de la soberanía del consumidor. Pero los valores de uso se configuran esencialmente en relación con lo que podría llamarse el sup por t tema de sustento)) del individuo. El valor de uso, en - el sentido corriente, fuera de la esfera de la economía política)). Es esencial entender cómo funciona ese sistema de sustento. Per o, cualquiera que sea la sofisticación de nuestra comprensión del sistema, no podemos producir sin su ayuda una teoría adecuada del suelo urbano)) (Harvey, 1973, p. 160). Esta fórmula sólo trata de dar una idea. Pero es también una reali dad en el nivel de las representaciones: los obreros de un barrio popular de París no se imaginan viviendo en los barrios burgueses, y por tanto no tienen ningún deseo de vivir en ellos (Coing, 1965, pp. 43-48), ni tampoco los obreros del extrarradio desean ir a vivir en las zonas «residenciales» 49-66). Por lo que se refiere a los cuadros, es et 1965, evidentemente inútil apoyar la afirmación en resultados de encuestas. Los estudios sobre la movilidad residencial muestran que los despla zamientos se llevan a zonas urbanas con un social equivalente y, en la medida de lo posible, lo más cerca que se pueda del antiguo lugar de residencia (cf. los resultados comentados en Castells, 1972, pp.
-
-
-
requerido por la posición y la situación de no dará un céntimo de más por estar más dro superior por no estar que no es posible clasificar en una dimensión unívoca, ada entre las familias por La aparente pertinencia de esta representación proviene simplemente del hecho de que los precios (de la vivienda o del suelo) forman por definición un continuo, pero la homogeneidad del espacio de precios no ser traducida en términos de homogeneidad del espacio
los precios y rentas
dominante de algunas categorías sociales: las capas su los cuadros medios, los empleados. mpitan por que, en todos los casos, esas catego lo más cerca posible del centro; el espacio residencial de las capas superiores puede muy bien no incluir más que una parte del centro de la ciudad y extenderse por la periferia; incluso, puede ser principalmente periférico. Además, las zonas de trabajo de los obreros no coinciden con el centro comercial, de modo que la minimización del tiempo de desplazamiento domicilio-trabajo puede corresponder entonces a una residencia del extrarradio, permaneciendo el centro de la ciudad fuera del espacio obrero. Otro «fa cto r» al que a menudo s e invoca es el nivel de los equipamientos urbanos. Sin duda alguna, hay una diversidad material de los equipamientos disponibles según las zonas, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. Pero, con toda seguridad, la correlación no puede ser interpretada en términos de causalidad directa: es porque hay una coherencia entre el sistema de equipamientos y las características sociales de la población residente por lo que el nivel de equipamientos está relacionado con el precio. Más claramente aún, la invocación del tigio de una zona urbana medido en particular por la proporción de cuadros superiores ent re los es puramente La dificultad con que tropiezan esas tentativas proviene de una doble fuente. En primer lugar, la diferenciación social de los espacios es el resultado, como se dice, de la «historia» funcionamiento corriente del mercado tanto desde el ángulo de la oferta como de la depende de la forma en que han sido marcadas las distintas ubicaciones por los cambios históricos de los espacios productivos y residenciales. lugar, y sobre este punto quiero insistir, la idea de uniforme de valores de uso urbanos para los usuarios de la vivienda es un simple artificio. Incluso si se acepta que aún queda mucho por analizar a este respecto, se observa una coherencia entre la situación de clase y las prácticas espaciales. Esto significa que las múltiples características cualitativas de una ubicación se organizan como un valor de uso concreto solamente en una práctica , en un modo de vida particu l or
utilidad, La pertinencia empírica de los modelos n ubicación sólo es aparente: se apoya exclusivamen tesis de la centralidad, según la cual el valor de uso a medida que la ubicación se aleja del centro, dis también, por consiguiente, su precio Un ex de los resultados de los trabajos empíricos so del suelo en la ciudad muestra que esa hipótesis es una ficación abusiva. Los precios cambian en función de otros elementos diferentes a la distancia del ce especialmente según la dirección geográfica, q oculta la diversificación de los espacios en té posición social de la población residente y de la natu las actividades económicas dominantes. La propia dist centro incide de manera di fere nte en los precios según e de zona de que se trate: a ella se asocia una fuerte caída de lo precios en zonas residenciales privilegiadas, pero de residencia obrera Además, la disminución del suelo con la distancia del centro no puede ser directamente a un «efecto de valor de Es sultado, a igual precio de las viviendas, de difer rables tanto en la presión ejercida por la competencia usos del suelo «sup eriores» en la construcción residencial en el costo de acondicionamiento del suela. Clasificar las ubicaciones según una escala homogénea de su utilidad implica un criterio unívoco de clasificación. Los estudios empiricos que se basan en la problemática de los factores del valor del suelo tropiezan todos con esa cuestión. La accesibilidad es la variable que obtie Y se modeliza la influencia de la distancia del c precios. Pero el centro comercial sólo es el lug
-
de
RENTAS DEL SUELO Y DINAMICA DE LOS PRECIOS DEL SUELO EN EL ESPACIO URBANO
El procedimiento adoptado a lo largo de este trabajo se opone todo intento de «transposici ón» de la teoría de la renta del suelo agrícola a Ias condiciones urbanas. Se ha tratado más bien, partiendo de la elaboración de los clásicos y de Marx sobre la agricultura, de establecer un concepto de renta en su generali dad, es decir, definido por unas relaciones sociales y no por las figuras particulares que toma la renta del suelo en tal o cual sector de actividad. En ese orden de ideas, una presentación sintética de los re sultados obtenidos en materia de teoría de las rentas del suelo urbano será el resultado de una especificación de los elementos teóricos generales introducidos al comienzo de este libro. Para que sea posible esta tentativa, será menester descartar es decir, hacer estallar en diversas dimensiones la noción espontá 1). A partir de ahí, se desarro nea de de llará un análisis de los tipos de rentas del suelo en la ciudad capitalista 2) . La articulación de esas rentas en la dinámica del mercado del suelo nos permitirá, entonces, encontrar de nuevo la forma principal de la renta urbana hoy en día: el precio del suelo 3).
a
-
UN SEUDOCONCEPTO
-
LA ((RENTA DE
Tratándose del trigo, las cosas son simples y fueron fijadas en lo esencial por los teóricos clásicos de la renta del suelo agrí cola: si la renta está diferenciada en el espacio, esto se debe a la combinación de dos factores principales: la fertilidad de la tierra y su ubicación con respecto al mercado Precio de mer Marx esas dos generales)) a l as que pueden añadirse otros f actores de diferenciación de los costos, como: la localizada, la desigualdad de desarrollo entre regiones, la acumulación desigual entre arrendatarios agrícolas (Marx, 1981, vol, 8, p . 836). Como se sabe,
218
RENTAS DEL SUELO Y DINAMICA DE LOS PRECIOS DEL SUELO EN EL ESPACIO URBANO
requerido por la posición y la situación de no dará un céntimo de más por estar más dro superior por no estar que no es posible clasificar en una dimensión unívoca, ada entre las familias por La aparente pertinencia de esta representación proviene simplemente del hecho de que los precios (de la vivienda o del suelo) forman por definición un continuo, pero la homogeneidad del espacio de precios no ser traducida en términos de homogeneidad del espacio
Es una indicación esencial que da D. Harvey, al discutir modelos individuo o grupo determinará de manera diferente el valor de uso. Sólo cuando se reunen las características de las personas y las de la vivienda, el valor de uso adquiere su verda dero sentido. Los valores de uso reflejan una mezcla de exigencias y nece sidades sociales, de configuraciones individuales, de hábitos culturales y de estilo de vida, etc., lo que no quiere decir que sean el producto arbi trario de la soberanía del consumidor. Pero los valores de uso se configuran esencialmente en relación con lo que podría llamarse el sup por t tema de sustento)) del individuo. El valor de uso, en - el sentido corriente, fuera de la esfera de la economía política)). Es esencial entender cómo funciona ese sistema de sustento. Per o, cualquiera que sea la sofisticación de nuestra comprensión del sistema, no podemos producir sin su ayuda una teoría adecuada del suelo urbano)) (Harvey, 1973, p. 160). Esta fórmula sólo trata de dar una idea. Pero es también una reali dad en el nivel de las representaciones: los obreros de un barrio popular de París no se imaginan viviendo en los barrios burgueses, y por tanto no tienen ningún deseo de vivir en ellos (Coing, 1965, pp. 43-48), ni tampoco los obreros del extrarradio desean ir a vivir en las zonas «residenciales» 49-66). Por lo que se refiere a los cuadros, es et 1965, evidentemente inútil apoyar la afirmación en resultados de encuestas. Los estudios sobre la movilidad residencial muestran que los despla zamientos se llevan a zonas urbanas con un social equivalente y, en la medida de lo posible, lo más cerca que se pueda del antiguo lugar de residencia (cf. los resultados comentados en Castells, 1972, pp.
El procedimiento adoptado a lo largo de este trabajo se opone todo intento de «transposici ón» de la teoría de la renta del suelo agrícola a Ias condiciones urbanas. Se ha tratado más bien, partiendo de la elaboración de los clásicos y de Marx sobre la agricultura, de establecer un concepto de renta en su generali dad, es decir, definido por unas relaciones sociales y no por las figuras particulares que toma la renta del suelo en tal o cual sector de actividad. En ese orden de ideas, una presentación sintética de los re sultados obtenidos en materia de teoría de las rentas del suelo urbano será el resultado de una especificación de los elementos teóricos generales introducidos al comienzo de este libro. Para que sea posible esta tentativa, será menester descartar es decir, hacer estallar en diversas dimensiones la noción espontá 1). A partir de ahí, se desarro nea de de llará un análisis de los tipos de rentas del suelo en la ciudad capitalista 2) . La articulación de esas rentas en la dinámica del mercado del suelo nos permitirá, entonces, encontrar de nuevo la forma principal de la renta urbana hoy en día: el precio del suelo 3).
a
-
UN SEUDOCONCEPTO
-
-
Como el valor depende de la renta económica, la renta económica de la ubicación, la ubicación de la comodidad y la comodidad de la proximidad, podemos eliminar las etapas intermedias y decir que el valor depende de la proximidad 3. El valor es, entonces, la utilidad de la ubicación para quien hace uso de ella: en la terminología que he adoptado, toda renta u rbana es, por tanto, una renta de monopolio determinada por el mercado y, en última instancia, por la demanda. No hay, pues, ninguna necesidad de llevar a cabo el análisis de las relaciones de producción en las que se construye la ciudad para compren Marx sólo desarrolló la teoría de la renta diferencial a partir de las diferencias de fertilidad. Es evidente, sin embargo, que esa teoría integra sin dificultad la combinación de los otros elementos. Según la afortunada expresión de J. Canaux (Canaux, 1951). Hurd, 1903, p. 13.
LA ((RENTA DE
Tratándose del trigo, las cosas son simples y fueron fijadas en lo esencial por los teóricos clásicos de la renta del suelo agrí cola: si la renta está diferenciada en el espacio, esto se debe a la combinación de dos factores principales: la fertilidad de la tierra y su ubicación con respecto al mercado Precio de mer Marx esas dos generales)) a l as que pueden añadirse otros f actores de diferenciación de los costos, como: la localizada, la desigualdad de desarrollo entre regiones, la acumulación desigual entre arrendatarios agrícolas (Marx, 1981, vol, 8, p . 836). Como se sabe,
Re nt as del suel o
cado único del producto, costes de producción y de transporte les, rentas diferenciales. ro, en la ciudad? Varios usos del suelo están en compey para cada uno de ellos cambian, la ubicación, no sólo los costes y las densidades sino también los precios de mercado. Por tanto, todas las re ntas son «diferenci ales», pues varían de un punto a otro de la aglomeración y entre el limite de ésta y su periferia agrícola. Si suelo no es la tierra» es porque en el espacio urbano la fertilidad pierde toda validez y el único «fac tor» de la renta -que queda es la «situación», la la «accesibilidad». La renta urbana es, por tanto, una renta de situación, diferencial por definición. Esto es lo evidente: según los puntos del espacio urbano, varia el nivel de plusganancia localizada realizable para cada uno de los posibles usos del suelo y, en consecuencia, todo punto del espacio se encuentra situado en un momento dado en una jerarquía unívoca de las rentas. Es lo que indica la noción descriptiva de renta de situación. No hay duda de que en la ciudad la renta del suelo depende fundamentalmente de la situación. Todo el problema es saber No plantear este interrogante equivale a darle una respuesta, pues la noción de renta de situación no es únicamente descrip tiva, sino que al mismo tiempo constituye una representación configurada en la pr sociales y un concepto constr uido en el cam neoclásica. Escuchemos a Hu la economía del suelo americana, cuando formula el axioma con toda tranquilidad:
-
y
221
dinámica de los precios del suelo
der la renta. Esto se verá con toda claridad en los modelos neoclásicos de formación del precio del suelo urbano: la noción de renta de situación sustrae el análisis de la renta urbana de la teoría del valor y lo incluye en la teoría de los precios y del mercado.. La importancia primordial de la situación en la formación de las rentas urbanas no ha escapado evidentemente a los autores que han emprendido el análisis de éstas con ayuda de los con ceptos de Marx. Pero la ausencia de crítica a la n de situación ha llevado a muchos de ellos a no poc En las desventuras del concepto de renta descubrirse una forma corriente de confusión. Para Marx, la renta diferencial se forma, sobre la base de un precio uniforme del producto, como resultado de una diferencia espacial en el precio de A partir de ese punto, se realiza un cambio de sentido: al plantear que toda diferenciación espacial de la renta del suelo indica una renta diferencial, se bautiza de esa manera lo que se produce como efecto de las diferencias espaciales, no ya como costes sino como precios. Y esos precios de valores de uso diversos, cuyo coste de producción es idéntico, están determinados en el mercado por la demanda, Análisis mar ginalista de cabo a rabo, disfrazado con un vocabulario marxista, es la tesis dominante entre los investigadores italianos que se ocupan de la renta del suelo urbano, los cuales denuncian la apropiación ilegítima de las rentas de situación por los propieti o N. Ginatempo tarios, por ejemplo G. C análisis que conEse es evidentemente el fondo de sagra a la renta diferencial agrícola (cf. Marx, 1981, vol. 8, pp. 823-949). Cuando aborda de manera sucinta la renta del suelo urbano, es preciso admitir que da implícitamente al concepto de renta diferencial la acepción extensiva renta de monopolio diferenciada según la ubicación que yo rechazo aquí.. Así, en un comentari o marginal a un texto de Adam Smith sobre el alquiler de las casas, Marx anota: situación de las fincas tiene, en lo que se refiere a la renta diferencial en los alquileres de casas, la misma importancia que la fertilidad y la situación en cuanto a la renta capital, a agrícola» (Marx, 1974, vol. 1, p. 521). Asimismo, afirma en propósito de la renta en los terrenos edificables: «Es ta renta se caracteriza, en primer lugar, por la influencia preponderante que la ubicación ejerce en este caso sobre la renta diferencial» (Marx, 1981, vol. 8, p. 983). renta diferencial depende de la situación de cada terreno en particular d entro de la aglomeración urbana, situación en virtud de la cual los terrenos resultan en el mercado más o menos deseables para los compradores» (Campos Venuti, 1967, p. 32). renta diferencial] está relacionada con las ventajas diferenciales ofrecidas por el territorio, ya sea como medio de producción, ya sea como bien de consumo escaso y diferenciado)) (Ginatempo, 1975, p. 46). M. Allione, quien hace la misma
-
-
Re nt as del suel o
cado único del producto, costes de producción y de transporte les, rentas diferenciales. ro, en la ciudad? Varios usos del suelo están en compey para cada uno de ellos cambian, la ubicación, no sólo los costes y las densidades sino también los precios de mercado. Por tanto, todas las re ntas son «diferenci ales», pues varían de un punto a otro de la aglomeración y entre el limite de ésta y su periferia agrícola. Si suelo no es la tierra» es porque en el espacio urbano la fertilidad pierde toda validez y el único «fac tor» de la renta -que queda es la «situación», la la «accesibilidad». La renta urbana es, por tanto, una renta de situación, diferencial por definición. Esto es lo evidente: según los puntos del espacio urbano, varia el nivel de plusganancia localizada realizable para cada uno de los posibles usos del suelo y, en consecuencia, todo punto del espacio se encuentra situado en un momento dado en una jerarquía unívoca de las rentas. Es lo que indica la noción descriptiva de renta de situación. No hay duda de que en la ciudad la renta del suelo depende fundamentalmente de la situación. Todo el problema es saber No plantear este interrogante equivale a darle una respuesta, pues la noción de renta de situación no es únicamente descrip tiva, sino que al mismo tiempo constituye una representación configurada en la pr sociales y un concepto constr uido en el cam neoclásica. Escuchemos a Hu la economía del suelo americana, cuando formula el axioma con toda tranquilidad:
-
-
Como el valor depende de la renta económica, la renta económica de la ubicación, la ubicación de la comodidad y la comodidad de la proximidad, podemos eliminar las etapas intermedias y decir que el valor depende de la proximidad 3. El valor es, entonces, la utilidad de la ubicación para quien hace uso de ella: en la terminología que he adoptado, toda renta u rbana es, por tanto, una renta de monopolio determinada por el mercado y, en última instancia, por la demanda. No hay, pues, ninguna necesidad de llevar a cabo el análisis de las relaciones de producción en las que se construye la ciudad para compren Marx sólo desarrolló la teoría de la renta diferencial a partir de las diferencias de fertilidad. Es evidente, sin embargo, que esa teoría integra sin dificultad la combinación de los otros elementos. Según la afortunada expresión de J. Canaux (Canaux, 1951). Hurd, 1903, p. 13.
y
der la renta. Esto se verá con toda claridad en los modelos neoclásicos de formación del precio del suelo urbano: la noción de renta de situación sustrae el análisis de la renta urbana de la teoría del valor y lo incluye en la teoría de los precios y del mercado.. La importancia primordial de la situación en la formación de las rentas urbanas no ha escapado evidentemente a los autores que han emprendido el análisis de éstas con ayuda de los con ceptos de Marx. Pero la ausencia de crítica a la n de situación ha llevado a muchos de ellos a no poc En las desventuras del concepto de renta descubrirse una forma corriente de confusión. Para Marx, la renta diferencial se forma, sobre la base de un precio uniforme del producto, como resultado de una diferencia espacial en el precio de A partir de ese punto, se realiza un cambio de sentido: al plantear que toda diferenciación espacial de la renta del suelo indica una renta diferencial, se bautiza de esa manera lo que se produce como efecto de las diferencias espaciales, no ya como costes sino como precios. Y esos precios de valores de uso diversos, cuyo coste de producción es idéntico, están determinados en el mercado por la demanda, Análisis mar ginalista de cabo a rabo, disfrazado con un vocabulario marxista, es la tesis dominante entre los investigadores italianos que se ocupan de la renta del suelo urbano, los cuales denuncian la apropiación ilegítima de las rentas de situación por los propieti o N. Ginatempo tarios, por ejemplo G. C análisis que conEse es evidentemente el fondo de sagra a la renta diferencial agrícola (cf. Marx, 1981, vol. 8, pp. 823-949). Cuando aborda de manera sucinta la renta del suelo urbano, es preciso admitir que da implícitamente al concepto de renta diferencial la acepción extensiva renta de monopolio diferenciada según la ubicación que yo rechazo aquí.. Así, en un comentari o marginal a un texto de Adam Smith sobre el alquiler de las casas, Marx anota: situación de las fincas tiene, en lo que se refiere a la renta diferencial en los alquileres de casas, la misma importancia que la fertilidad y la situación en cuanto a la renta capital, a agrícola» (Marx, 1974, vol. 1, p. 521). Asimismo, afirma en propósito de la renta en los terrenos edificables: «Es ta renta se caracteriza, en primer lugar, por la influencia preponderante que la ubicación ejerce en este caso sobre la renta diferencial» (Marx, 1981, vol. 8, p. 983). renta diferencial depende de la situación de cada terreno en particular d entro de la aglomeración urbana, situación en virtud de la cual los terrenos resultan en el mercado más o menos deseables para los compradores» (Campos Venuti, 1967, p. 32). renta diferencial] está relacionada con las ventajas diferenciales ofrecidas por el territorio, ya sea como medio de producción, ya sea como bien de consumo escaso y diferenciado)) (Ginatempo, 1975, p. 46). M. Allione, quien hace la misma
-
-
Re nt as del suelo y dinámica d e los precios del
222
mo procedimiento caracteriza en este punt F. Lamarche, en Canadá, y de L. Perceval, en uno como para otro , la diferenciación de los precios de la vivienda según su ubicación es el fundamento de la renta diferen cial; pero esta diferencia de precios es el resultado de la dife rencia del coste de los equipamientos públicos existentes en cada punto. Así, el precio de la vivienda incorporaría en forma de renta (p rivada) el coste (público) las carreteras y las escuelas Esta confusión entre renta de monopolio por diferenciación de los precios por diferenciación de y los costes no ha escapado a otros autores. Por regla general, esta mayor claridad conceptual les lleva a descartar el concepto de renta diferencial como no pertinente, o por lo menos secun dario, y a tener en cuenta únicamente la diversificación espacial onopolio como base de la diferenciación de el caso de S. Clarke y N. Ginsburg en el y C. Pottier en Reino Unido y A.
-
-
- -
amalgama terminológica, deriva de ella esta consecuencia teórica: renta diferencial en el caso urbano se explica mejor con la definición de Marshall que con la de 1972, p. 43). Lamarche, 1972, pp. 27-28; Percev al, 1972, pp. 121-22. El juego de manos para unir precio de monopolio y teoría del valor es insostenible: si bien se puede concebir que el valor de uso de los equipamientos públicos circundantes incide en la determinación de los precios de mercado de la vivienda, no puede haber ninguna relación directa, en general, entre su valor de cambio (importe del capital público desvalorizado) y el importe de la renta. punto esencial a propósito de la renta diferencial es que no afecta al precio de la mercancía en cuestión. La renta en los terrenos por el contrario, no puede ser determinada sin hacer referencia a la demanda del consumidor. Esta representa, por esencia, la prima que un consumidor está forzado a pagar por una vivienda en una particular. Por consiguiente, debemos considerar quizá la renta en los solares para edificar viviendas como una renta de monopolio determinada por 'las necesidades y el poder adquisitivo del comprador' (Clarke; Ginsb urg, 1975, p. 8). Sí bien A. Lipietz formula muy claramente la distinción entre renta de monopolio formada en el mercado (atributo al estilo de y renta absoluta formada en la producción («trib uto al estilo de reintroduce una ambigüedad conceptual cuando estudia la variación de la renta en el espacio: el proceso de circulación (realización), la ubicación del terreno en la división social del espacio determinará el precio de Es e tipo de venta: es el tr ibu to diferencial de situación social del tri but o del suelo se halla indisolublemente ligado al ti po de fuente 'al estilo de Engels' del t rib uto del suelo» (Lipietz, 1974, pp. 143 y 147. El subrayado es del autor). Al tiempo que señala l a existencia de rent as diferenciales según los
221
dinámica de los precios del suelo
223
e los análisis marxistas de la renta del integran la noción de renta de situación t el nivel de lo evidente; es decir, como efecto de la demanda sobre los precios. esto ya sea sin decirlo bautizando como rentas diferenciales a las rentas de monopo lio , ya sea pero en ambos- casos, remitiendo implícitamente el campo estudiado a la problemática ris descomponer la noción de renta de situa e relaciones sociales y de amalgama. Pues si la ubicación modula e1 importe global de las
S
--
hace posible su destino a un determinado uso que produce ga nancia: la agricul tura , la construcción de viviendas, la implantación de comercios o de sedes sociales de empresas. La situa ción es, pues, desde un principio la que determina si las plus ganancias sectoriales que corresponden a esos diferentes usos del suelo en competencia pueden ser o no realizadas en ese punto del espacio. de la ubicación depende la posibilidad o no de formación de las diversas rentas absolutas.
oductividad que
ducibles y no sustituibles, mientras que una demanda solvente acceder a esas por encima del precio re ventajas. la produce una triple diferenciación: de las posibilidades de uso del suelo; de los costes de producción de precios de mercado de un costos, C. Pottier plantea claramente el hecho de que la renta urbana no es la definida por Marx, sino una renta de monopolio: cada situación corresponde un cierto tipo de vivienda, un cierto nivel de demanda solvente y precios dados de la vivienda y del terreno. En ese sentido, los conceptos de Marx deben ser modificados, siendo el caso general el de la renta diferencial de (Pottier , 1975, p.
223
Re nt as del suelo y dinámica d e los precios del
222
mo procedimiento caracteriza en este punt F. Lamarche, en Canadá, y de L. Perceval, en uno como para otro , la diferenciación de los precios de la vivienda según su ubicación es el fundamento de la renta diferen cial; pero esta diferencia de precios es el resultado de la dife rencia del coste de los equipamientos públicos existentes en cada punto. Así, el precio de la vivienda incorporaría en forma de renta (p rivada) el coste (público) las carreteras y las escuelas Esta confusión entre renta de monopolio por diferenciación de los precios por diferenciación de y los costes no ha escapado a otros autores. Por regla general, esta mayor claridad conceptual les lleva a descartar el concepto de renta diferencial como no pertinente, o por lo menos secun dario, y a tener en cuenta únicamente la diversificación espacial onopolio como base de la diferenciación de el caso de S. Clarke y N. Ginsburg en el y C. Pottier en Reino Unido y A.
-
- -
-
amalgama terminológica, deriva de ella esta consecuencia teórica: renta diferencial en el caso urbano se explica mejor con la definición de Marshall que con la de 1972, p. 43). Lamarche, 1972, pp. 27-28; Percev al, 1972, pp. 121-22. El juego de manos para unir precio de monopolio y teoría del valor es insostenible: si bien se puede concebir que el valor de uso de los equipamientos públicos circundantes incide en la determinación de los precios de mercado de la vivienda, no puede haber ninguna relación directa, en general, entre su valor de cambio (importe del capital público desvalorizado) y el importe de la renta. punto esencial a propósito de la renta diferencial es que no afecta al precio de la mercancía en cuestión. La renta en los terrenos por el contrario, no puede ser determinada sin hacer referencia a la demanda del consumidor. Esta representa, por esencia, la prima que un consumidor está forzado a pagar por una vivienda en una particular. Por consiguiente, debemos considerar quizá la renta en los solares para edificar viviendas como una renta de monopolio determinada por 'las necesidades y el poder adquisitivo del comprador' (Clarke; Ginsb urg, 1975, p. 8). Sí bien A. Lipietz formula muy claramente la distinción entre renta de monopolio formada en el mercado (atributo al estilo de y renta absoluta formada en la producción («trib uto al estilo de reintroduce una ambigüedad conceptual cuando estudia la variación de la renta en el espacio: el proceso de circulación (realización), la ubicación del terreno en la división social del espacio determinará el precio de Es e tipo de venta: es el tr ibu to diferencial de situación social del tri but o del suelo se halla indisolublemente ligado al ti po de fuente 'al estilo de Engels' del t rib uto del suelo» (Lipietz, 1974, pp. 143 y 147. El subrayado es del autor). Al tiempo que señala l a existencia de rent as diferenciales según los
e los análisis marxistas de la renta del integran la noción de renta de situación t el nivel de lo evidente; es decir, como efecto de la demanda sobre los precios. esto ya sea sin decirlo bautizando como rentas diferenciales a las rentas de monopo lio , ya sea pero en ambos- casos, remitiendo implícitamente el campo estudiado a la problemática ris descomponer la noción de renta de situa e relaciones sociales y de amalgama. Pues si la ubicación modula e1 importe global de las
S
--
hace posible su destino a un determinado uso que produce ga nancia: la agricul tura , la construcción de viviendas, la implantación de comercios o de sedes sociales de empresas. La situa ción es, pues, desde un principio la que determina si las plus ganancias sectoriales que corresponden a esos diferentes usos del suelo en competencia pueden ser o no realizadas en ese punto del espacio. de la ubicación depende la posibilidad o no de formación de las diversas rentas absolutas.
oductividad que
ducibles y no sustituibles, mientras que una demanda solvente acceder a esas por encima del precio re ventajas. la produce una triple diferenciación: de las posibilidades de uso del suelo; de los costes de producción de precios de mercado de un costos, C. Pottier plantea claramente el hecho de que la renta urbana no es la definida por Marx, sino una renta de monopolio: cada situación corresponde un cierto tipo de vivienda, un cierto nivel de demanda solvente y precios dados de la vivienda y del terreno. En ese sentido, los conceptos de Marx deben ser modificados, siendo el caso general el de la renta diferencial de (Pottier , 1975, p.
Christian
224
Renta s del suelo y diná mica de los precios del
valor de uso no homogéneo y no Estos diferentes procesos de formación de las rentas son fundamentalmente diferentes, incluso si el resultado global conduce a una jerarquiza ción unívoca del espacio en un instante dado, que tiende a expresarse en los precios de transacción de los terrenos y de los inmuebles.
TIPOLOGIA DE LAS RENTAS DEL SUELO URBANO
El análisis de las modalidades de formación y de fijación de las plusganancias ha permitido distinguir tres categorías abstractas localizadas, susceptibles de ser transformadas fijación de una plusgao una de las condiciones de la valorización le y monopolizable; ta diferencial, fijación de plusganancias de productividad surgidas de condiciones-exteriores al capital, que modulan en el espacio los costes de producción de un mismo bien; la renta de monopolio, fijación del excedente del precio de mercado por encima del precio regulador de un bien cuya ubicación no puede ser reproducida. Para poder aplicar esos conceptos abstractos al análisis de las formas concretas de la renta en la ciudad capitalista, es necesario previamente detenerse en los diferentes ciclos de valorización de los capitales a los que corresponde lo que se ha convenido en describir empíricam ente como 1 urbano.. Dado que toda renta presup one la plusganancia localizada, es necesario ante to puntos del ciclo puede aparecer esa plusganancia. En prime r lugar, hay que construir: con muy pocas excep-
productivo (de ganancia). Según el caso, las modalidades de formación posterior de nuevas rentas serán profundamente dife rentes.
por las diversas capas de la burguesía. En esa clase de uso, la circulación de la mercancía no va acompañada de producción autónoma de ganancia: independiensea alquilada o vendida a su ocupante, el capital de circulación invertido en el ciclo (capital inmobiliario rentista o capital de préstamo) es remunerado soobstante, desde su llegada al bre la base del tipo de interés. mercado, una parte de las viviendas vendidas a un
-
ciales ligadas a la v del suelo y del coste de construcción del edificio. Al salir de la producción, el edificio puede ser objeto de dos categorías de util mo final o el consumo "
Agradezco a David Harrey l a discusión de una versión anterior (Topalov, 1974 a) del desarroll o que sigue: me ayudó mucho a clarificar su exposición. Como de costumbre, aclaro q ue errores teóricos siguen siendo míos.
generales de la producción
Otros edificios son utilizados, por el contrario, como medios producción de valor edificios industriales o por lo menos de ganancia locales comerciales, oficinas. Constituyen, para los capitales que los utilizan como soporte espacial de su valorización, un elemento de capital constante. Pero, al mis de acceso a efectos útiles r diversos tipos de consecuen la actividad de sectores que pre-
-
-
-
sentan una plusganancia estructural, esta última puede ser fi jada parc ialme nte e n for ma de ren ta del suelo; esto es lo que sucede en el caso de la plusganancia sectorial de las actividades bancarias y financieras, en la medida en que se ven obligadas a ubicarse en el centro comercial. Si los efectos de aglomeración ción espacial de los costes de producción os, las plusganancias que surgen pueden ser fijadas rentas diferenciales. Si eventualmente las empresas se ven forzadas a ubicar su sede social, por ejemplo, en ciertos emplazamientos únicos o difíciles de sustit uir, se pueden
Christian
224
Renta s del suelo y diná mica de los precios del
valor de uso no homogéneo y no Estos diferentes procesos de formación de las rentas son fundamentalmente diferentes, incluso si el resultado global conduce a una jerarquiza ción unívoca del espacio en un instante dado, que tiende a expresarse en los precios de transacción de los terrenos y de los inmuebles.
TIPOLOGIA DE LAS RENTAS DEL SUELO URBANO
El análisis de las modalidades de formación y de fijación de las plusganancias ha permitido distinguir tres categorías abstractas localizadas, susceptibles de ser transformadas fijación de una plusgao una de las condiciones de la valorización le y monopolizable; ta diferencial, fijación de plusganancias de productividad surgidas de condiciones-exteriores al capital, que modulan en el espacio los costes de producción de un mismo bien; la renta de monopolio, fijación del excedente del precio de mercado por encima del precio regulador de un bien cuya ubicación no puede ser reproducida. Para poder aplicar esos conceptos abstractos al análisis de las formas concretas de la renta en la ciudad capitalista, es necesario previamente detenerse en los diferentes ciclos de valorización de los capitales a los que corresponde lo que se ha convenido en describir empíricam ente como 1 urbano.. Dado que toda renta presup one la plusganancia localizada, es necesario ante to puntos del ciclo puede aparecer esa plusganancia. En prime r lugar, hay que construir: con muy pocas excep-
productivo (de ganancia). Según el caso, las modalidades de formación posterior de nuevas rentas serán profundamente dife rentes.
por las diversas capas de la burguesía. En esa clase de uso, la circulación de la mercancía no va acompañada de producción autónoma de ganancia: independiensea alquilada o vendida a su ocupante, el capital de circulación invertido en el ciclo (capital inmobiliario rentista o capital de préstamo) es remunerado soobstante, desde su llegada al bre la base del tipo de interés. mercado, una parte de las viviendas vendidas a un
-
ciales ligadas a la v del suelo y del coste de construcción del edificio. Al salir de la producción, el edificio puede ser objeto de dos categorías de util mo final o el consumo "
Agradezco a David Harrey l a discusión de una versión anterior (Topalov, 1974 a) del desarroll o que sigue: me ayudó mucho a clarificar su exposición. Como de costumbre, aclaro q ue errores teóricos siguen siendo míos.
Christian
formar, entonces. precios de monopolio susceptibles de ser transformados en rentas de monopolio. Se ve, pues, que varios procesos de valorización del capital ueden articularse en un mismo punto del espacio, produciendo entas Aunque éstas pueden ser determinadas n el momento de la construcción del inmueble, todas ellas incluidas las que surjan sólo en el momento del uso capitalista del edificio pueden ser incorporadas al precio por el promotor inmobiliario y, por tanto, reivindicadas con anterioridad por el ropietario del suelo. Es, pues, la suma del conjunto de anancias localizadas en cada uso posible de un terreno dado, n un momento determinado, la que regula a la vez la renta y el recio del suelo y determina cuál de los usos en competencia ogrará imponerse. En esas competencias los equipamientos de infraestructura o de superestructura tienen reservado un destino partic ular. Ya sean la base de un consumo final o de uno productivo, lo que los caracteriza es que el objeto inmobiliario producido carretera, la escuela, el puerto no circula como mercancía, o bien circula a un precio que es posible en virtud de la desvalorización de capital facilitada por el gasto público. En esas condiciones no puede haber formación de renta absoluta; la plusganancia sectorial eventual e incluso el propio precio de producción pasa totalmente a la nivelación. Por ello, las colectividades públicas deben pagar los terrenos para la construcción de equipamientos «al precio de es decir, a un precio que no está determinado por el uso público del terreno, sino por un posible uso capitalista de éste.
-
Otros edificios son utilizados, por el contrario, como medios producción de valor edificios industriales o por lo menos de ganancia locales comerciales, oficinas. Constituyen, para los capitales que los utilizan como soporte espacial de su valorización, un elemento de capital constante. Pero, al mis de acceso a efectos útiles r diversos tipos de consecuen la actividad de sectores que pre-
-
-
-
sentan una plusganancia estructural, esta última puede ser fi jada parc ialme nte e n for ma de ren ta del suelo; esto es lo que sucede en el caso de la plusganancia sectorial de las actividades bancarias y financieras, en la medida en que se ven obligadas a ubicarse en el centro comercial. Si los efectos de aglomeración ción espacial de los costes de producción os, las plusganancias que surgen pueden ser fijadas rentas diferenciales. Si eventualmente las empresas se ven forzadas a ubicar su sede social, por ejemplo, en ciertos emplazamientos únicos o difíciles de sustit uir, se pueden
Rentas del
y dinámica de los precios del suelo
227
accesibles solamente en un espacio or una propiedad territorial que opone una resistencia efectiva al capital. como lo están las tas capital su-esfera de valorización: se imponen, pues, como reguladoras de la espacial entre los diversos usos capitalistas del suelo.
-
-
-
-
-
-
1.
generales de la producción
-
espacial de los usos del suelo y urbanas
En la ciudad, donde compiten una pluralidad de usos capitalistas suelo, pueden surgir diversas rentas absolutas; en efecto, todo proceso de valorización del capital que produ anancia renta absolut nado por valores de uso Los investigadores franceses deben a J. Lojkine el haber revelado la posibilidad de rentas del suelo surgidas en el proceso de circulación del capital y, por consiguiente, haber acuñado la expresión de «rentas en indispensable para el análisis de las rentas urbanas (cf. kine, 1971).
1.1.
Ausencia de renta absoluta
la producción industrial
Numerosos sectores de la producción presentan características estructurales de tal naturaleza que producen una plusganancia interna o se apropian de una plusganancia por transferencia de los otros sectores: es el caso de los sectores «atrasado s» con baja composición orgánica de capital; es igualmente el caso de la gran industria monopolista. Sin embargo, por regla general, esas plusganancias sectoriales no se fijan en de renta absoluta. qué? Porque la industria no encuentra la resistencia de la propiedad territorial por dos razones relacionadas entre sí: su movilidad espacial y el carácter no recurrente del obstáculo territorial. Sin duda, la producción industrial supone siempre condiciones espaciales externas: una concentración de mano de obra, una red de transporte de mercancías y de recursos energéticos. Ningún capital particular puede, ni siquiera en conexión con el Estado, reproducir totalmente esas condiciones de su Por tanto, no hay por qué sorprenderse de que la renta absoluta no aparezca en todas las ramas productivas con baja composición orgánica, como lo hace A. 3. Scott: ((Además, cualquier intento de transferi r el concepto de re nta absoluta al suelo urbano debe revelar la debilidad final e irrevocable del concepto en general. Pues toda producción, incluida la producción industrial, requiere suelo como condición fundamental de existencia. Sin embargo, el poder de la propiedad privada permite a los propietarios del suelo interceptar la diferencia entre valor y precio de producción en todas las actividades económicas en las que la composición orgánica del capital sea inferior a la media, entonces el con junt o del proceso de nivelación de la tasa de ganancia se vería perturbado. La con secuencia última sería que, mediante un proceso de reajuste, la tasa de ganancia sería reducida a cero y el volumen total del plusvalor desaparecería en forma de renta absoluta» (Scott, 1976). Ese género de para dojas son, a mi parecer, el resultado de una traducción del análisis mar xista en un « modelo» en el que ciertas relaciones formales ligan magnitudes arbitrarias, pues el espacio de los flujos de valores ya no está unido a la estructura real de las fuerzas productivas y de relaciones de producción.
Christian
formar, entonces. precios de monopolio susceptibles de ser transformados en rentas de monopolio. Se ve, pues, que varios procesos de valorización del capital ueden articularse en un mismo punto del espacio, produciendo entas Aunque éstas pueden ser determinadas n el momento de la construcción del inmueble, todas ellas incluidas las que surjan sólo en el momento del uso capitalista del edificio pueden ser incorporadas al precio por el promotor inmobiliario y, por tanto, reivindicadas con anterioridad por el ropietario del suelo. Es, pues, la suma del conjunto de anancias localizadas en cada uso posible de un terreno dado, n un momento determinado, la que regula a la vez la renta y el recio del suelo y determina cuál de los usos en competencia ogrará imponerse. En esas competencias los equipamientos de infraestructura o de superestructura tienen reservado un destino partic ular. Ya sean la base de un consumo final o de uno productivo, lo que los caracteriza es que el objeto inmobiliario producido carretera, la escuela, el puerto no circula como mercancía, o bien circula a un precio que es posible en virtud de la desvalorización de capital facilitada por el gasto público. En esas condiciones no puede haber formación de renta absoluta; la plusganancia sectorial eventual e incluso el propio precio de producción pasa totalmente a la nivelación. Por ello, las colectividades públicas deben pagar los terrenos para la construcción de equipamientos «al precio de es decir, a un precio que no está determinado por el uso público del terreno, sino por un posible uso capitalista de éste.
-
-
-
-
-
espacial de los usos del suelo y urbanas
En la ciudad, donde compiten una pluralidad de usos capitalistas suelo, pueden surgir diversas rentas absolutas; en efecto, todo proceso de valorización del capital que produ anancia renta absolut nado por valores de uso Los investigadores franceses deben a J. Lojkine el haber revelado la posibilidad de rentas del suelo surgidas en el proceso de circulación del capital y, por consiguiente, haber acuñado la expresión de «rentas en indispensable para el análisis de las rentas urbanas (cf. kine, 1971).
228
Christian Topalov
ción: una parte de éstas necesariamente existe con anteriori dad, y de manera desigual según la ubicación. Esta ausencia de homogeneidad del espacio para el capital industrial, combinada con la diversidad de etapas de la división del trabajo según las empresas, origina una diversificación de los precios de produc ción localizados, y engendra a la vez unas plusganancias diferen ciales y un movimiento del capital en el espacio para apropiár selas, movimiento que tenderá, además, a desaparecer. Esta mo vilidad es prueba del hecho de que, cualquiera que sea la escala geográfica considerada una ciudad, un país, el mundo capita lista todo el espacio está disponible para la implantación in dustrial; los cambios en la división capitalista del trabajo y en los sistemas de transportes y comunicaciones que requieren libe ran precisamente cada vez más al capital industrial de toda restricción espacial. Por tanto, los establecimientos podrán dejar las zonas tradicionales de abastecimiento de materias primas o energía, concentrándose en las ciudades la mano de obra cuali ficad a, para e migrar hacia las pequeñas ciudades, al campo o a las regiones dominadas. La integración de las actividades de producción, circulación y financiación en los grupos multina cionales permite y acelera ese despliegue espacial de la pro ducción. En esos movimientos espaciales, la industria no encuentra generalmente resistencia por part e de la propiedad territorial. El problema de la liberación del suelo se plantea de una vez por todas al capital indust rial: en la mayoría de los casos, las em presas son propietarias de su terreno, por lo que pueden des arrollarse sin obstáculos externos un número indefinido de ciclos productivos. Además, en el momento de la primera implantación es con frecuencia un organismo de carácter público el que pro porciona a la industria un terreno equipado o, por lo menos, elimina la resistencia eventual de la propiedad territorial (me diante una reglamentación de usos del suelo o una expropiación, por ejemplo). En consecuencia, al no encontr ar la movilidad espacial de los capitales prácticamente obstáculos externos y circular las mercancías en un mercado mundial, el precio regulador en sector tenderá a ser fijado por el precio de producción en las condiciones más favorables de localización; las eventuales plusganancias sectoriales no se fijarán como rentas absolutas y las plusganancias diferenciales de localización quedarán someti das a un movimiento permanente de formación y anulación. L enderá por
-
accesibles solamente en un espacio or una propiedad territorial que opone una resistencia efectiva al capital. como lo están las tas capital su-esfera de valorización: se imponen, pues, como reguladoras de la espacial entre los diversos usos capitalistas del suelo.
-
-
-
1.
227
y dinámica de los precios del suelo
Rentas del
-
1.1.
Ausencia de renta absoluta
la producción industrial
Numerosos sectores de la producción presentan características estructurales de tal naturaleza que producen una plusganancia interna o se apropian de una plusganancia por transferencia de los otros sectores: es el caso de los sectores «atrasado s» con baja composición orgánica de capital; es igualmente el caso de la gran industria monopolista. Sin embargo, por regla general, esas plusganancias sectoriales no se fijan en de renta absoluta. qué? Porque la industria no encuentra la resistencia de la propiedad territorial por dos razones relacionadas entre sí: su movilidad espacial y el carácter no recurrente del obstáculo territorial. Sin duda, la producción industrial supone siempre condiciones espaciales externas: una concentración de mano de obra, una red de transporte de mercancías y de recursos energéticos. Ningún capital particular puede, ni siquiera en conexión con el Estado, reproducir totalmente esas condiciones de su Por tanto, no hay por qué sorprenderse de que la renta absoluta no aparezca en todas las ramas productivas con baja composición orgánica, como lo hace A. 3. Scott: ((Además, cualquier intento de transferi r el concepto de re nta absoluta al suelo urbano debe revelar la debilidad final e irrevocable del concepto en general. Pues toda producción, incluida la producción industrial, requiere suelo como condición fundamental de existencia. Sin embargo, el poder de la propiedad privada permite a los propietarios del suelo interceptar la diferencia entre valor y precio de producción en todas las actividades económicas en las que la composición orgánica del capital sea inferior a la media, entonces el con junt o del proceso de nivelación de la tasa de ganancia se vería perturbado. La con secuencia última sería que, mediante un proceso de reajuste, la tasa de ganancia sería reducida a cero y el volumen total del plusvalor desaparecería en forma de renta absoluta» (Scott, 1976). Ese género de para dojas son, a mi parecer, el resultado de una traducción del análisis mar xista en un « modelo» en el que ciertas relaciones formales ligan magnitudes arbitrarias, pues el espacio de los flujos de valores ya no está unido a la estructura real de las fuerzas productivas y de relaciones de producción.
Re nt as del
y
dinámica de los precios del suelo
tanto a ser eliminada en el espacio urbano de las plantación de las actividades productoras de ganancia den y deben pagarla. No ocurre lo mismo con otras actividades económicas urbanas esenciales: la construcción de edificios y las actividades bancarias y financieras.
1.2.
La renta absoluta en la construcción
La producción capitalista de edificio
a, en las relaciones an a la ciudad moderna,
La división del predominante es de tipo manu ción en gremios de oficios que no han cam de producción artesanal; estructura de la mano de obra basada en la pareja obrero especializado -peón; explotación basada principalmente en el plusvalor absoluto. La composición orgánica del capital correspondiente es baja y el plusvalor producido superior a la ganancia media. La concentración del capital es limitada, como la dominación directa del capital financiero sobre las empresas. mecanización de fases significativas del proceso de tra tanto, el paso a la fase de la gran industria, global mente no se ha cumplido: la búsqueda de plusganancia por parte de las grandes empresas de la construcción, de los produc tores monopolistas de materiales de construcción y del capi talista financiero ha tomado rumbos distintos de la revolución de las formas de producción. Ese bloqueo del desarrollo consigo la producción de una interna se debe principalme obstáculo antes de
-
-
-
-
Lafond
y
por ejemplo, Lipietz, 1974. Leborgne, 1977.
pp.
125-33;
Ascher
y
Lucas, 1974;
228
Christian Topalov
ción: una parte de éstas necesariamente existe con anteriori dad, y de manera desigual según la ubicación. Esta ausencia de homogeneidad del espacio para el capital industrial, combinada con la diversidad de etapas de la división del trabajo según las empresas, origina una diversificación de los precios de produc ción localizados, y engendra a la vez unas plusganancias diferen ciales y un movimiento del capital en el espacio para apropiár selas, movimiento que tenderá, además, a desaparecer. Esta mo vilidad es prueba del hecho de que, cualquiera que sea la escala geográfica considerada una ciudad, un país, el mundo capita lista todo el espacio está disponible para la implantación in dustrial; los cambios en la división capitalista del trabajo y en los sistemas de transportes y comunicaciones que requieren libe ran precisamente cada vez más al capital industrial de toda restricción espacial. Por tanto, los establecimientos podrán dejar las zonas tradicionales de abastecimiento de materias primas o energía, concentrándose en las ciudades la mano de obra cuali ficad a, para e migrar hacia las pequeñas ciudades, al campo o a las regiones dominadas. La integración de las actividades de producción, circulación y financiación en los grupos multina cionales permite y acelera ese despliegue espacial de la pro ducción. En esos movimientos espaciales, la industria no encuentra generalmente resistencia por part e de la propiedad territorial. El problema de la liberación del suelo se plantea de una vez por todas al capital indust rial: en la mayoría de los casos, las em presas son propietarias de su terreno, por lo que pueden des arrollarse sin obstáculos externos un número indefinido de ciclos productivos. Además, en el momento de la primera implantación es con frecuencia un organismo de carácter público el que pro porciona a la industria un terreno equipado o, por lo menos, elimina la resistencia eventual de la propiedad territorial (me diante una reglamentación de usos del suelo o una expropiación, por ejemplo). En consecuencia, al no encontr ar la movilidad espacial de los capitales prácticamente obstáculos externos y circular las mercancías en un mercado mundial, el precio regulador en sector tenderá a ser fijado por el precio de producción en las condiciones más favorables de localización; las eventuales plusganancias sectoriales no se fijarán como rentas absolutas y las plusganancias diferenciales de localización quedarán someti das a un movimiento permanente de formación y anulación. L enderá por
-
-
Re nt as del
.
dinámica de los precios del suelo
tanto a ser eliminada en el espacio urbano de las plantación de las actividades productoras de ganancia den y deben pagarla. No ocurre lo mismo con otras actividades económicas urbanas esenciales: la construcción de edificios y las actividades bancarias y financieras.
1.2.
La renta absoluta en la construcción
La producción capitalista de edificio
a, en las relaciones an a la ciudad moderna,
La división del predominante es de tipo manu ción en gremios de oficios que no han cam de producción artesanal; estructura de la mano de obra basada en la pareja obrero especializado -peón; explotación basada principalmente en el plusvalor absoluto. La composición orgánica del capital correspondiente es baja y el plusvalor producido superior a la ganancia media. La concentración del capital es limitada, como la dominación directa del capital financiero sobre las empresas. mecanización de fases significativas del proceso de tra tanto, el paso a la fase de la gran industria, global mente no se ha cumplido: la búsqueda de plusganancia por parte de las grandes empresas de la construcción, de los produc tores monopolistas de materiales de construcción y del capi talista financiero ha tomado rumbos distintos de la revolución de las formas de producción. Ese bloqueo del desarrollo consigo la producción de una interna se debe principalme obstáculo antes de
-
-
-
-
Lafond
y
por ejemplo, Lipietz, 1974. Leborgne, 1977.
Rentas del suelo
demás, que el tipo de acumulación es muy ren strucción de viviendas en comparación con las obras públicas y la de edificios industriales Los productos son, en el segundo caso, directamente necesarios para la gran producción capitalista; el Estado asegurará la elimina ción del obstáculo territorial, limitará la renta y la financiará y asegurará en ciertos casos la circulación no mercantil del producto mediante capital desvalorizado. En esas circunstan cias, el sector que produce esos valores de uso puede desarro llarse sin tropiezos; las empresas se industrial izan y se concentran. Para que la plusganancia sectorial en la industria de la cons trucción se fije como renta absoluta, es necesario, en efecto, relaciones de producción en el sector posean una forma aquélla en la que el capital que origina la opera ción de construcción es autónomo con respecto a la propiedad del suelo y se enfrenta a ella como a un obstácul forma de producción que he denominado la
y
y
pp.
125-33;
Ascher
y
dinámica de los precias del suelo
Lucas, 1974;
23
mer caso, hay producción de un simple valor de uso, y el mercado de inmuebles aún no se ha desarrollado. Puede la hipótesis de que las prestaciones de los artesanos son pagadas globalmente por su valor, si bien no están ligadas a la renta feudal. En el segundo caso, es también la propiedad del suelo la que organiza la producción, pero esta vez con vistas a la valorización: en esas relaciones de producción, las cantidades producidas no se encuentran reguladas por el libre movimiento del capital sino por la propiedad del suelo. Su lógica de comportamiento y su falta estructural de capital dinerario darán por resultado fuertes déficits de vivienda en las fases de creci miento de la población urbana en consecuencia, la formación de precios de monopolio. ia cuando la f
viviendas y, por tanto , eliminará los precios de monopolio por lo menos para una parte del mercado mismo tiempo. apa recerá el mercado capitalista del suelo y la renta absoluta de la construcción.
En otras palabras, no hay renta absoluta en las anteriores formas dominantes: tanto cuando el propietario del suelo cons truye o hace que los artesanos de la construcción construyan un inmueble destinado a su propio uso, como cuando el propietario del suelo hace construir un inmueble de renta, valorizando así su terreno y su dinero como capital inmobiliario. En el pri -
1.3. La renta abs
Ese punto es señalado por F. Ascher y J. en el caso francés (Ascher y 1974, pp. 47-51). En esa forma de producción, un capital diferente a Ia propiedad suelo libera a este último y organiza y financia la producción de las viviendas que van al mercado. Es éste el de la británica, ya se trat e de una empresa de construcción parcialmente financiada por préstamos bancarios, o de un promotor la francesa» dife rente a la empresa (cf. Topalov, 1974, pp. 274-85).
financieros y, por lo tanto, el surgimiento de la plusganancia monopolista se encuentra asociada a la diferenciación espacial de las actividades de circulación en el seno de la ciudad capitalista. La centralización del capital dinerario y del dinero que corres -
racterística de los grupos
al estilo de
al estilo de señalado por A. Lipietz (Lipietz, 1974, pp.
Rentas del suelo
.
demás, que el tipo de acumulación es muy ren strucción de viviendas en comparación con las obras públicas y la de edificios industriales Los productos son, en el segundo caso, directamente necesarios para la gran producción capitalista; el Estado asegurará la elimina ción del obstáculo territorial, limitará la renta y la financiará y asegurará en ciertos casos la circulación no mercantil del producto mediante capital desvalorizado. En esas circunstan cias, el sector que produce esos valores de uso puede desarro llarse sin tropiezos; las empresas se industrial izan y se concentran. Para que la plusganancia sectorial en la industria de la cons trucción se fije como renta absoluta, es necesario, en efecto, relaciones de producción en el sector posean una forma aquélla en la que el capital que origina la opera ción de construcción es autónomo con respecto a la propiedad del suelo y se enfrenta a ella como a un obstácul forma de producción que he denominado la
y
dinámica de los precias del suelo
23
mer caso, hay producción de un simple valor de uso, y el mercado de inmuebles aún no se ha desarrollado. Puede la hipótesis de que las prestaciones de los artesanos son pagadas globalmente por su valor, si bien no están ligadas a la renta feudal. En el segundo caso, es también la propiedad del suelo la que organiza la producción, pero esta vez con vistas a la valorización: en esas relaciones de producción, las cantidades producidas no se encuentran reguladas por el libre movimiento del capital sino por la propiedad del suelo. Su lógica de comportamiento y su falta estructural de capital dinerario darán por resultado fuertes déficits de vivienda en las fases de creci miento de la población urbana en consecuencia, la formación de precios de monopolio. ia cuando la f
viviendas y, por tanto , eliminará los precios de monopolio por lo menos para una parte del mercado mismo tiempo. apa recerá el mercado capitalista del suelo y la renta absoluta de la construcción.
En otras palabras, no hay renta absoluta en las anteriores formas dominantes: tanto cuando el propietario del suelo cons truye o hace que los artesanos de la construcción construyan un inmueble destinado a su propio uso, como cuando el propietario del suelo hace construir un inmueble de renta, valorizando así su terreno y su dinero como capital inmobiliario. En el pri -
1.3. La renta abs
Ese punto es señalado por F. Ascher y J. en el caso francés (Ascher y 1974, pp. 47-51). En esa forma de producción, un capital diferente a Ia propiedad suelo libera a este último y organiza y financia la producción de las viviendas que van al mercado. Es éste el de la británica, ya se trat e de una empresa de construcción parcialmente financiada por préstamos bancarios, o de un promotor la francesa» dife rente a la empresa (cf. Topalov, 1974, pp. 274-85).
financieros y, por lo tanto, el surgimiento de la plusganancia monopolista se encuentra asociada a la diferenciación espacial de las actividades de circulación en el seno de la ciudad capitalista. La centralización del capital dinerario y del dinero que corres -
Christian
232
al capital bancario, su transformación en capital pro ductivo bajo el dominio de la banca hace surgir el capital o; éste financia a la industria, controla su orientación, su concentración y centraliza las plusganancias. Parale la división social del trabajo productivo se hace más profunda con el paso a la gran industria primero mecanizada y después automatizada, y se desarrollan las bases de una frag mentación espacial de las actividades de gestión y concepción, por un lado, y de las de producción, por otro Los centros de dirección de las finanzas y de la industria se pueden reagrupar, entonces, en la city de las metrópolis urbanas. Las plusganancias monopolistas aparecen como una plusganancia sectorial de las actividades financieras y se realizan en zonas determinadas del espacio urbano. La evolución de la división social del trab ajo en la s actividades de circulación produce, sin embargo, una tendencia al cam bio de ubicación de una parte del proceso de trabajo: mientras que los centros de dirección se concentran cada vez más en el espacio de un pequeño número de metrópolis internacionales (lo que el vocabulario tecnocrático llama «terciario superior» o las actividades de gestión que emplean una mano de obra no cualificada y pueden ser controladas a dis tancia se descentralizan en ciudades de menor importancia Esas actividades de circulación del capital suponen, pues, condiciones espaciales externas al capital ; además, la produc ción de los edificios necesarios se lleva a cabo bajo unas rela ciones de producción en las que el obstáculo terr itor ial se enfrenta a los capitales que tienen la iniciativa de la construc ción. Desde ese instante, la plusganancia del capital financiero, como plusganancia sectorial, puede ser transformada en renta absoluta. En la mayoría de los casos, trola directamente los sectore ligados a la producción de oficinas y, a menudo también, la pro piedad del suelo en las zonas asignadas a ese uso en los centros urbanos: la distribución de est a renta absoluta de las actividades de circulación se realizará ampliamente en su favor. Pero esta renta absoluta basada en la plusganancia del capital inanciero será un elemento determinante del precio de los ,
Cf. los análisis que hace M. Freyssenet de las relaciones entre división social y división espacial en el caso francés. Fenómeno señalado por J. Lojkine en el estudio de las estrategias espaciales de los bancos y las compañías de seguros (Lojkine, 1976).
racterística de los grupos
al estilo de
Re nt as de l
al estilo de señalado por A. Lipietz (Lipietz, 1974, pp.
y dinámica de los precios del suelo
muebles de oficinas, quienquiera que los utilice; una parte de esos ocupantes son empresas monopolistas no necesariamente los mismos grupos financieros implicados en el negocio inmobi liario pero una parte son empresas no monopolistas o de servicios públicos. Esa renta absoluta se incorporará, entonces, a los costes y al precio de producción de todos los bienes o ser vicios cuya producción requiere una ubicación en el centro co -
-
-
de renta: la plusganancia
composición orgánica del capital en la agricultura, comparada con la industria. La tiene su origen directo en el plusvalor extraído en el sector. En las condiciones históricas en las que elabora su teoría en la fase clásica del capita lismo es, por lo demás, el único tipo concebible de teniendo en cuenta que en ese entonces prevalece masiva mente la tendencia a la nivelación general de la tasa de ganancia. condiciones del capitalismo monopolista, sin embargo, uevo tipo de plusganancia sectorial, que es la forma visible de la plusganancia monopolista. Una tasa de ganancia específica del capital de los grandes grupos se autonomiza de la tasa media de ganancia y se realiza y centraliza principalmente en el polo financiero de los grupos, independientemente de los lugares en que se configure: podrá aparecer, forma de plusganancia en los bancos, en los seguros, en las actividades financieras.. Propongo, por tanto, generalizar el concepto de renta abso luta a toda transformación de la plusganancia sectorial en renta, tenga por origen directo la producción de valor en el sector o la sustracción de valor por el sector, el cual puede ser impro ductivo como tal. Esta generalización se justifica, en mi opinión, por el hecho de que el concepto de renta es homogéneo con respecto al de ganancia y de plusganancia y no con respecto al de plusvalor: renta, ganancia o interés son formas fenoménicas de esta última. una renta absoluta puede sur gir en cualquier proceso de valorización del capital en el que se forme una plusganancia cualquiera que sea su origen a escala de todo un sector.
-
-
-
-
-
-
Christian
232
al capital bancario, su transformación en capital pro ductivo bajo el dominio de la banca hace surgir el capital o; éste financia a la industria, controla su orientación, su concentración y centraliza las plusganancias. Parale la división social del trabajo productivo se hace más profunda con el paso a la gran industria primero mecanizada y después automatizada, y se desarrollan las bases de una frag mentación espacial de las actividades de gestión y concepción, por un lado, y de las de producción, por otro Los centros de dirección de las finanzas y de la industria se pueden reagrupar, entonces, en la city de las metrópolis urbanas. Las plusganancias monopolistas aparecen como una plusganancia sectorial de las actividades financieras y se realizan en zonas determinadas del espacio urbano. La evolución de la división social del trab ajo en la s actividades de circulación produce, sin embargo, una tendencia al cam bio de ubicación de una parte del proceso de trabajo: mientras que los centros de dirección se concentran cada vez más en el espacio de un pequeño número de metrópolis internacionales (lo que el vocabulario tecnocrático llama «terciario superior» o las actividades de gestión que emplean una mano de obra no cualificada y pueden ser controladas a dis tancia se descentralizan en ciudades de menor importancia Esas actividades de circulación del capital suponen, pues, condiciones espaciales externas al capital ; además, la produc ción de los edificios necesarios se lleva a cabo bajo unas rela ciones de producción en las que el obstáculo terr itor ial se enfrenta a los capitales que tienen la iniciativa de la construc ción. Desde ese instante, la plusganancia del capital financiero, como plusganancia sectorial, puede ser transformada en renta absoluta. En la mayoría de los casos, trola directamente los sectore ligados a la producción de oficinas y, a menudo también, la pro piedad del suelo en las zonas asignadas a ese uso en los centros urbanos: la distribución de est a renta absoluta de las actividades de circulación se realizará ampliamente en su favor. Pero esta renta absoluta basada en la plusganancia del capital inanciero será un elemento determinante del precio de los ,
Cf. los análisis que hace M. Freyssenet de las relaciones entre división social y división espacial en el caso francés. Fenómeno señalado por J. Lojkine en el estudio de las estrategias espaciales de los bancos y las compañías de seguros (Lojkine, 1976).
Re nt as de l
muebles de oficinas, quienquiera que los utilice; una parte de esos ocupantes son empresas monopolistas no necesariamente los mismos grupos financieros implicados en el negocio inmobi liario pero una parte son empresas no monopolistas o de servicios públicos. Esa renta absoluta se incorporará, entonces, a los costes y al precio de producción de todos los bienes o ser vicios cuya producción requiere una ubicación en el centro co -
-
-
de renta: la plusganancia
composición orgánica del capital en la agricultura, comparada con la industria. La tiene su origen directo en el plusvalor extraído en el sector. En las condiciones históricas en las que elabora su teoría en la fase clásica del capita lismo es, por lo demás, el único tipo concebible de teniendo en cuenta que en ese entonces prevalece masiva mente la tendencia a la nivelación general de la tasa de ganancia. condiciones del capitalismo monopolista, sin embargo, uevo tipo de plusganancia sectorial, que es la forma visible de la plusganancia monopolista. Una tasa de ganancia específica del capital de los grandes grupos se autonomiza de la tasa media de ganancia y se realiza y centraliza principalmente en el polo financiero de los grupos, independientemente de los lugares en que se configure: podrá aparecer, forma de plusganancia en los bancos, en los seguros, en las actividades financieras.. Propongo, por tanto, generalizar el concepto de renta abso luta a toda transformación de la plusganancia sectorial en renta, tenga por origen directo la producción de valor en el sector o la sustracción de valor por el sector, el cual puede ser impro ductivo como tal. Esta generalización se justifica, en mi opinión, por el hecho de que el concepto de renta es homogéneo con respecto al de ganancia y de plusganancia y no con respecto al de plusvalor: renta, ganancia o interés son formas fenoménicas de esta última. una renta absoluta puede sur gir en cualquier proceso de valorización del capital en el que se forme una plusganancia cualquiera que sea su origen a escala de todo un sector.
-
para minan punto tanto, de precio
costes
y
rentas
las actividades capitalistas que de la valorización deter espacio un nivel dado de costes por producción: esta diferenciación localizadas es la base de for -
mación de rentas pues,
renciación espacial de dada; absolutas las rentas de precios
resultado de una difepara un precio dado de distinguen, por consiguiente, tanto de de las plusganancias sectoriales que surgen de la diferenciación mercancía. diferenciales,
-
-
del
y
de
-
tos precios del
suelo
rnables en rentas, en la producción de edificios así como en su explotación capitalista (oficinas, comercios).
2.1. Rentas diferenciales según el coste localizado de producción del terreno edificable En cada momento del desarrollo de la ciudad, la realidad mate rial de las infraestructuras y de la extensión de las reservas de mano de obra o modificada por la coerción estatal define la frontera de la zona urbanizable: fuera de ésta, ningún capital particular construirá, pues no existen las condi ciones generales para su valorización. Pero si dentro de una zona los terrenos son edificables, no lo son al mismo coste: según la ubicación, el coste de edificabilidad del suelo no es idéntico, de manera que aparecerá una plusganancia dife rencial en los puntos donde ése coste sea inferior al coste regulador: Varios elementos constituyen el coste de producción del terreno y no varían en el mismo sentido: sera su resultante la que determine el nivel de esa plusganancia dife rencial. El coste privado de urbanización del suelo es más bajo si preexisten las infraestructuras (red redes) o si éstas son financiadas por la colectividad pública, y más elevado si el capital privado debe realizar a su cargo las Este elemento diferencia fuertemente las tasas internas de ga nancia de las operaciones de construcción entre las zonas de la periferia urbana y el tejido urbano ya equipado, en favor de este coste de demolición de los edificios existentes y el coste de desahucio de los ocupantes (residentes o comerciantes del centro, arrendatarios de la periferia agrícola) tiende, por el contrario, a crear una plusganancia diferencial en favor de las zonas no coste fiscal localizado que pesa sobre las operaciones de puede generar una diferenciación espacial de las tasas internas de ganancia si varia sistemáticamente según las zonas de la aglomeración y no e s percibido sobre los precios, las rentas o las ganancias propias de cada operación. El coste localizado de edificación puede también variar en función de condiciones físicas particulares del terreno, dando lugar a minusganancias en los terrenos e incluso
-
-
Dif er enc ia ció n
-
-
Rentas
una objeción. En el -caso de la agricultura, generalmente sectorial ligada condiciones de producción, es la propiedad renta fija esa plusganancia, e nivelación elevando el precio de en precio de producción. Por el contrario. actividades financieras, es monopolista que fija plusganancias y las sustrae del proceso del suelo: lo más que es obtener una transferencia parcial de renta suelo que resulta de es renta de monopolio basada en la escasez de en el alto poder adquisitivo de las empre financiero? Es verdad que, en cuanto lusganancia ya fijada y, por de precio, esa renta absoluta en las activida des aspecto de renta de monopolio. Pero capacidad de pagarla es existencia de que aparece en un tipo particular renta hace posible constituirá un fac -
y dinámica de los precios del suelo
-
-
Rentas
una objeción. En el -caso de la agricultura, generalmente sectorial ligada condiciones de producción, es la propiedad renta fija esa plusganancia, e nivelación elevando el precio de en precio de producción. Por el contrario. actividades financieras, es monopolista que fija plusganancias y las sustrae del proceso del suelo: lo más que es obtener una transferencia parcial de renta suelo que resulta de es renta de monopolio basada en la escasez de en el alto poder adquisitivo de las empre financiero? Es verdad que, en cuanto lusganancia ya fijada y, por de precio, esa renta absoluta en las activida des aspecto de renta de monopolio. Pero capacidad de pagarla es existencia de que aparece en un tipo particular renta hace posible constituirá un fac -
del
y
de
tos precios del
suelo
rnables en rentas, en la producción de edificios así como en su explotación capitalista (oficinas, comercios).
2.1. Rentas diferenciales según el coste localizado de producción del terreno edificable En cada momento del desarrollo de la ciudad, la realidad mate rial de las infraestructuras y de la extensión de las reservas de mano de obra o modificada por la coerción estatal define la frontera de la zona urbanizable: fuera de ésta, ningún capital particular construirá, pues no existen las condi ciones generales para su valorización. Pero si dentro de una zona los terrenos son edificables, no lo son al mismo coste: según la ubicación, el coste de edificabilidad del suelo no es idéntico, de manera que aparecerá una plusganancia dife rencial en los puntos donde ése coste sea inferior al coste regulador: Varios elementos constituyen el coste de producción del terreno y no varían en el mismo sentido: sera su resultante la que determine el nivel de esa plusganancia dife rencial. El coste privado de urbanización del suelo es más bajo si preexisten las infraestructuras (red redes) o si éstas son financiadas por la colectividad pública, y más elevado si el capital privado debe realizar a su cargo las Este elemento diferencia fuertemente las tasas internas de ga nancia de las operaciones de construcción entre las zonas de la periferia urbana y el tejido urbano ya equipado, en favor de este coste de demolición de los edificios existentes y el coste de desahucio de los ocupantes (residentes o comerciantes del centro, arrendatarios de la periferia agrícola) tiende, por el contrario, a crear una plusganancia diferencial en favor de las zonas no coste fiscal localizado que pesa sobre las operaciones de puede generar una diferenciación espacial de las tasas internas de ganancia si varia sistemáticamente según las zonas de la aglomeración y no e s percibido sobre los precios, las rentas o las ganancias propias de cada operación. El coste localizado de edificación puede también variar en función de condiciones físicas particulares del terreno, dando lugar a minusganancias en los terrenos e incluso
-
-
Dif er enc ia ció n para minan punto tanto, de precio
costes
y
rentas
las actividades capitalistas que de la valorización deter espacio un nivel dado de costes por producción: esta diferenciación localizadas es la base de for -
mación de rentas pues,
renciación espacial de dada; absolutas las rentas de precios
resultado de una difepara un precio dado de distinguen, por consiguiente, tanto de de las plusganancias sectoriales que surgen de la diferenciación mercancía. diferenciales,
-
-
Ren tas del suelo y dinámica de los precios del suelo
236
237
en función de la distancia a los puntos de extracción o produc ción de los materiales o componentes de la construcción.
ese capital por unidad de tiempo. Como consecuencia, aparecen plusganancias que pueden transformarse en rentas diferenciales.
2.2.
3.
Rentas diferenciales según el coste localizado de explotación capitalista de los edificios
Cuando el edificio es utilizado como un elemento de capital constante en un proceso de valorización que produce ganancia, puede surgir otra serie de rentas diferenciales si la ubicación en el espacio urbano diferencia a igual precio del product o o de los servicios vendidos las tasas de ganancia del capital. e la situación espacial de la unidad productora de uye en las tasas de ganancia de manera diferente sectores. Formalmente, se pueden distinguir dos tipos de de las tasas de ganancia en un mismo sector, en el interior de una aglomeración dada (en la que el precio de la fuerza de trabajo se supone que es El coste localizado de los medios de producción (para el capital industrial) o del capital material de gastos (para el capi tal comercial, bancario o fina ncier o), el coste localizado del envío del producto final al lugar de comercialización, el coste fiscal localizado, son otros tantos elementos que se convierten en factores de plusganancias diferenciales en los puntos en los que su resultante es más baja. Una condición, sin embargo, que
- -
-
rara vez se cumple en el caso de la producción industrial: el precio de producción individual en la ubicación menos favorable debe regular el mercado. Cuando no ocurre así, la diferenciación espacial de los costes no es factor de plusganancia en las ubica ciones menos favorecidas, sino de desplazamiento espacial del capital hacia éstas. Además, la ubicación puede intervenir de manera decisiva en la tasa de ganancia, diferenciando las velocidades localizadas de rotación del capital. Ese factor es importante para todas las actividades capitalist as en las que el «produ cto» vendido, al no ser distinto al proceso de trabajo que lo proporciona, sólo es utilizable en su lugar de «produ cción» : es el caso del comercio y de otros servicios en la circulación del capital. La ubicación en el espacio urbano determinará, entonces, a precio y ganancia constantes por unidad de servicio vendido la masa de ganancia realizable en un punto dado por unidad de capital in vertido, pues hará variar el número de períodos de rotación de
-
--
Dif ere nc iac ió n espa cia l d e los precios y rentas d e monopolio
Las condiciones de la producción determinan un precio lador único, social, de cada mercancía. Pero las condicion la circulación pueden conducir a una divergencia permanente entre los precios de mercado y ese precio regulador: es, en de una calidad dada particular, ida por el capital. no puede Ese fenómeno se observa con toda claridad en los mercados de bienes inmobiliarios, y especialmente en el de vivienda: según la ubicación, los precios podrán ser diferentes para un producto con un coste idéntico o la formación de precios de monopolio diferenciados en el espacio hace surgir un nuevo tipo de plusganancia que puede transformarse en renta del suelo. Las teorías de la renta del suelo urbano construidas a partir del solo análisis de la formación de los precios en el mercado reducen toda la renta a esa componente de monopolio, lo que equivale a considerar el precio del suelo como la remuneración de un factor de producción, determinada en última instancia por la utilidad marginal de la ubicación para el consumidor. Y, sin embargo, el análisis de las viviendas no puede ahorrars la observación empírica muestra, lidad de mercados de la vivienda, la relación, específica para cada producción corriente. La existencia de un mercad precios ya no tienen relación alguna con los costes de produc ción debe realmente ocultar el hecho de que en ca si to da s las aglomeraciones urbanas de lo ta listas desarrollados, un mercado de la vivienda normal. Ese mer cado es mayoritario; se halla alimentado por la producción en masa de los constructores capitalistas, cuya oferta satisface la demanda solvente de la mayor parte de la población asalariada. El producto que se vende en ese mercado es la vivienda fami liar salubre, que corresponde históricamente a la norma de con sumo popular, aparecida en el transcurso de la primera mitad
-
-
237
Ren tas del suelo y dinámica de los precios del suelo
236
en función de la distancia a los puntos de extracción o produc ción de los materiales o componentes de la construcción.
ese capital por unidad de tiempo. Como consecuencia, aparecen plusganancias que pueden transformarse en rentas diferenciales.
2.2.
3.
Rentas diferenciales según el coste localizado de explotación capitalista de los edificios
Cuando el edificio es utilizado como un elemento de capital constante en un proceso de valorización que produce ganancia, puede surgir otra serie de rentas diferenciales si la ubicación en el espacio urbano diferencia a igual precio del product o o de los servicios vendidos las tasas de ganancia del capital. e la situación espacial de la unidad productora de uye en las tasas de ganancia de manera diferente sectores. Formalmente, se pueden distinguir dos tipos de de las tasas de ganancia en un mismo sector, en el interior de una aglomeración dada (en la que el precio de la fuerza de trabajo se supone que es El coste localizado de los medios de producción (para el capital industrial) o del capital material de gastos (para el capi tal comercial, bancario o fina ncier o), el coste localizado del envío del producto final al lugar de comercialización, el coste fiscal localizado, son otros tantos elementos que se convierten en factores de plusganancias diferenciales en los puntos en los que su resultante es más baja. Una condición, sin embargo, que
- -
-
rara vez se cumple en el caso de la producción industrial: el precio de producción individual en la ubicación menos favorable debe regular el mercado. Cuando no ocurre así, la diferenciación espacial de los costes no es factor de plusganancia en las ubica ciones menos favorecidas, sino de desplazamiento espacial del capital hacia éstas. Además, la ubicación puede intervenir de manera decisiva en la tasa de ganancia, diferenciando las velocidades localizadas de rotación del capital. Ese factor es importante para todas las actividades capitalist as en las que el «produ cto» vendido, al no ser distinto al proceso de trabajo que lo proporciona, sólo es utilizable en su lugar de «produ cción» : es el caso del comercio y de otros servicios en la circulación del capital. La ubicación en el espacio urbano determinará, entonces, a precio y ganancia constantes por unidad de servicio vendido la masa de ganancia realizable en un punto dado por unidad de capital in vertido, pues hará variar el número de períodos de rotación de
-
--
238
Dif ere nc iac ió n espa cia l d e los precios y rentas d e monopolio
Las condiciones de la producción determinan un precio lador único, social, de cada mercancía. Pero las condicion la circulación pueden conducir a una divergencia permanente entre los precios de mercado y ese precio regulador: es, en de una calidad dada particular, ida por el capital. no puede Ese fenómeno se observa con toda claridad en los mercados de bienes inmobiliarios, y especialmente en el de vivienda: según la ubicación, los precios podrán ser diferentes para un producto con un coste idéntico o la formación de precios de monopolio diferenciados en el espacio hace surgir un nuevo tipo de plusganancia que puede transformarse en renta del suelo. Las teorías de la renta del suelo urbano construidas a partir del solo análisis de la formación de los precios en el mercado reducen toda la renta a esa componente de monopolio, lo que equivale a considerar el precio del suelo como la remuneración de un factor de producción, determinada en última instancia por la utilidad marginal de la ubicación para el consumidor. Y, sin embargo, el análisis de las viviendas no puede ahorrars la observación empírica muestra, lidad de mercados de la vivienda, la relación, específica para cada producción corriente. La existencia de un mercad precios ya no tienen relación alguna con los costes de produc ción debe realmente ocultar el hecho de que en ca si to da s las aglomeraciones urbanas de lo ta listas desarrollados, un mercado de la vivienda normal. Ese mer cado es mayoritario; se halla alimentado por la producción en masa de los constructores capitalistas, cuya oferta satisface la demanda solvente de la mayor parte de la población asalariada. El producto que se vende en ese mercado es la vivienda fami liar salubre, que corresponde históricamente a la norma de con sumo popular, aparecida en el transcurso de la primera mitad
-
Rentas del
construida en las zonas no impor en las que la ubicación es total mente sustituible y, por lo ta nto, no puede surgir en forma dura dera una escasez estructural. En ese mercado se forma un pre cio regulador uniforme de la vivienda basado en el precio de producción social, al cual se añaden el coste de urbanización del suelo y la renta absoluta del edificio en las ubicaciones margi nales. Ese mercado de la vivienda normal es diferente de los mer cados de la vivienda privilegiada, que presentan la doble carac terística de estar ubicados en zonas urbanas bien delimitádas y de satisfacer la demanda de las categorías sociales superiores: el alto poder adquisitivo de éstas les permite adquirir ubica ciones escasas, que no pueden ser o, el límite, únicas. En esos mercados superiores se observa una diferencia ción indefinida de los precios, cuales se han independizado de las condiciones de produccióq. Los constructores capitalistas abastecen prioritariamente esos submercados, salvo que haya movimientos coyunturales que en ellos serán particularmente marcados. A la inversa, esos mismos constructores no producirán para el inferior, el de la vivienda infranormal. Las cate gorías de población más desprotegidas, que no son al precio regulador de la vivienda normal, quedan incluidas en ese mercado: salvo que haya fenómenos recurrentes de autoabaste cimiento, la oferta estará constituida aquí por aquella fracción del stock de viviendas existentes que no presentan las caracte rísticas necesarias para competir con la producción corriente de viviendas nuevas, debido a su degradación física, las caracte 'sticas sociales de sus ocupantes o su ubicación desfavorable. n ese mercado, los precios no están, pues, regulados por los e la producción sino por la relación entre la oferta y la deanda, generalmente caracterizada por un déficit estructural. Así, la pluralidad de los mercados de la vivienda va ción de los precios muy diferen eventualmente un tipo espe -
y
-
dinámica de los precios del
a: en la medida en que varía el coste de ivienda y, en partic ular, el coste de porte hacia la zona de esa diferencia tenderá a verse compensada por los precios de mercado. Estos comprenderán, formapues, de modo un componente de monopolio da en la circulación que impondrá un carácter uniforme al coste global de las viviendas en todas las ubicaciones no impor tantes: precio regulador puede ser modulado, por lo tanto, por un precio de monopolio de igualación del coste de utili zación. Los precios de monopolio de segregación social m que se for man en los submercados de la vivienda privilegiada se distinguen de los anteriores en que no homogeneizan los costes en el espacio sino que, por el contrario, los diferencian. Su funda mento, tanto desde el punto de vista de la oferta como desde el de la demanda, reside -en el hecho de que las ubicaciones que conforman esos mercados superiores no pueden ser reprodu cidas ni sustituidas. Los precios de monopolio de penuria que se establecen en el submercado de vivienda infranormal tienen un origen completa mente diferente: la falta de adecuación de la oferta a la demanda no es ya el resultado de una escasez de ubicaciones, externa al capital, sino del hecho de que el capital mismo deja de lado la producción para capas sociales no solventes al precio regulador. La discontinuidad de esos mercados jerarquizados jamás es absoluta. No obstante, es suficiente que se observen coyun turas autónomas. En cuanto a su discontinuidad espacial, ex presa la división social del espacio y presente en cada ciudad una notable permanencia histórica. Esta última tiende, sin em bargo, a ser más o menos modificada por el propio movimiento de la especulación inmobiliaria, por el cual los constructores capitalistas tienden a implantar un superior en cier tos espacios hasta ese momento incluidos en el submercado in ferior,
-
-
-
da normal, el precio regulador ios de mercado, salvo que haya una modula Sobre ese concepto de precio regulador y su localización empírica en las aglomeraciones francesas, cf. los trabajos de J. (Carassus, 1978 y 1980).
Ese concepto, definido por oposición a la renta que pesa sobre las viviendas populares, ha sido introducido por C. (Jaramillo, 1977, 13). páginas
238
Rentas del
construida en las zonas no impor en las que la ubicación es total mente sustituible y, por lo ta nto, no puede surgir en forma dura dera una escasez estructural. En ese mercado se forma un pre cio regulador uniforme de la vivienda basado en el precio de producción social, al cual se añaden el coste de urbanización del suelo y la renta absoluta del edificio en las ubicaciones margi nales. Ese mercado de la vivienda normal es diferente de los mer cados de la vivienda privilegiada, que presentan la doble carac terística de estar ubicados en zonas urbanas bien delimitádas y de satisfacer la demanda de las categorías sociales superiores: el alto poder adquisitivo de éstas les permite adquirir ubica ciones escasas, que no pueden ser o, el límite, únicas. En esos mercados superiores se observa una diferencia ción indefinida de los precios, cuales se han independizado de las condiciones de produccióq. Los constructores capitalistas abastecen prioritariamente esos submercados, salvo que haya movimientos coyunturales que en ellos serán particularmente marcados. A la inversa, esos mismos constructores no producirán para el inferior, el de la vivienda infranormal. Las cate gorías de población más desprotegidas, que no son al precio regulador de la vivienda normal, quedan incluidas en ese mercado: salvo que haya fenómenos recurrentes de autoabaste cimiento, la oferta estará constituida aquí por aquella fracción del stock de viviendas existentes que no presentan las caracte rísticas necesarias para competir con la producción corriente de viviendas nuevas, debido a su degradación física, las caracte 'sticas sociales de sus ocupantes o su ubicación desfavorable. n ese mercado, los precios no están, pues, regulados por los e la producción sino por la relación entre la oferta y la deanda, generalmente caracterizada por un déficit estructural. Así, la pluralidad de los mercados de la vivienda va ción de los precios muy diferen eventualmente un tipo espe -
y
dinámica de los precios del
a: en la medida en que varía el coste de ivienda y, en partic ular, el coste de porte hacia la zona de esa diferencia tenderá a verse compensada por los precios de mercado. Estos comprenderán, formapues, de modo un componente de monopolio da en la circulación que impondrá un carácter uniforme al coste global de las viviendas en todas las ubicaciones no impor tantes: precio regulador puede ser modulado, por lo tanto, por un precio de monopolio de igualación del coste de utili zación. Los precios de monopolio de segregación social m que se for man en los submercados de la vivienda privilegiada se distinguen de los anteriores en que no homogeneizan los costes en el espacio sino que, por el contrario, los diferencian. Su funda mento, tanto desde el punto de vista de la oferta como desde el de la demanda, reside -en el hecho de que las ubicaciones que conforman esos mercados superiores no pueden ser reprodu cidas ni sustituidas. Los precios de monopolio de penuria que se establecen en el submercado de vivienda infranormal tienen un origen completa mente diferente: la falta de adecuación de la oferta a la demanda no es ya el resultado de una escasez de ubicaciones, externa al capital, sino del hecho de que el capital mismo deja de lado la producción para capas sociales no solventes al precio regulador. La discontinuidad de esos mercados jerarquizados jamás es absoluta. No obstante, es suficiente que se observen coyun turas autónomas. En cuanto a su discontinuidad espacial, ex presa la división social del espacio y presente en cada ciudad una notable permanencia histórica. Esta última tiende, sin em bargo, a ser más o menos modificada por el propio movimiento de la especulación inmobiliaria, por el cual los constructores capitalistas tienden a implantar un superior en cier tos espacios hasta ese momento incluidos en el submercado in ferior,
-
-
-
da normal, el precio regulador ios de mercado, salvo que haya una modula Sobre ese concepto de precio regulador y su localización empírica en las aglomeraciones francesas, cf. los trabajos de J. (Carassus, 1978 y 1980).
Topalov
240
DE LAS RENTAS AL PRECIO DEL SUEL O:
LA DINAMICA
Ese concepto, definido por oposición a la renta que pesa sobre las viviendas populares, ha sido introducido por C. (Jaramillo, 1977, 13). páginas
Ren tas del sue lo y dinámica de los precios del suelo
241
De categorías de renta a renta total: el de la construcción de viviendas
DEL MERCADO DEL SUELO
El mercado del suelo urbano e intercambian parcelas de uso, es decir, por regla general, trucción de edificios destinado y estructural de es la separación entre propietar los cuales constituyen su contrapartida, desde el punto de vista de la oferta y desde el de la demanda. En ese mercado particular, la oferta no es autónoma. terrenos, construidos o no, son muy raramente de manera espontánea por los propietarios; es la de manda de suelo la que suscita la oferta y el cambio de uso de. las parcelas. Es también la competencia de los precios de de manda que determina el precio de transacción y los precios de oferta posteriores. En esto consiste la doble particularidad del del suelo: ni desd e el punto de vista de las cantidades, ni desde el punto de vista de los precios, la oferta no es autónoma con respecto a la demanda. Esto se debe al hecho de que se vende un producto sino un es lugar de intercambio social por el cual el capital elimina del suelo transfiriéndole total o p localizadas que produce su ten en del suelo Para pasar del estudio analítico de los tipos de plusganancias Iocalizadas y de rentas, realizado más arriba, al del mercado del suelo, hay primero que mostrar, una actividad capita lista dada, cómo se articulan las diversas rentas particulares en una total cuyo importe por unidad de superficie 2). Se podrá analizar en depende de la intensidad de capital tonces la competencia entre los usos del suelo y la dinámica del 3) . mercado del suelo
Para cada forma de valorización del capital, el espacio urbano se presenta como u n con junto de efectos útiles de aglomeración que no pueden ser reproducido s, o que se han configurado previamente de manera desigual, susceptibles de proporcionar un dado de tasa de ganancia potencial en cada punto de la ciudad. El elemento determinante en los procesos de localiza ción será el importe total de la plusganancia localizada, que ar ticula los diferentes tipos de plusganancias particulares que hasta aquí han sido analizadas por separado. Ilustraré este enunciado general mediante el ejemplo de las rentas generadas por la construcción de viviendas, la cual se supondrá que es realizada de manera dominante por constructores capitalistas que producen para el mercado con vistas a obtener una ganancia. Para esos agentes, el espacio de una aglo meración se diferencia por una doble división que define tres zonas: la zona no urbanizable y, dentr o de aquella en la que se puede construir, una zona de vivienda normal, en la que los precios de venta varían poco según la ubicación, y una zona de vivienda privilegiada en la que los precios de venta suben apre ciablemente. Poco importa para un análisis abstracto que esas zonas sean continuas estén fraccionadas, ordenadas según la distancia al centro. En la zona no urbanizable, es imposible construir; hay ausen cia de infraestructuras mínimas, la distancia a las zonas de tra bajo es excesiva teniendo en cuenta las ofertas alternativas de viviendas y, eventualmente, hay reglamentos de urbanismo efectivamente aplicados que prohíben la construcción. Para que una parcela en esa zona sea edificable, esas condiciones deben ser modificadas; ello dependerá de la creación de grandes estructuras de transporte, de la realización de operaciones com plejas de urbanización que coordinen la de viviendas y de equipamientos, e incluso la instalación de empresas que generen puestos de trabajo. Fuera de esta eventualidad, los constructores capitalistas no demandarán terrenos en esa zona, por lo que la renta en ella será determinada por los usos no urbanos del suelo, principalmente agrícolas. En la frontera de la zona urbanizable aparece un fenómeno radicalmente diferente, a saber, un brusco salto del nivel de la renta, Este es el resultado de l a resistencia que opone la pro piedad del suelo en la periferia urbana al cambio de uso del
Topalov
240
DE LAS RENTAS AL PRECIO DEL SUEL O:
LA DINAMICA
Ren tas del sue lo y dinámica de los precios del suelo
241
De categorías de renta a renta total: el de la construcción de viviendas
DEL MERCADO DEL SUELO
El mercado del suelo urbano e intercambian parcelas de uso, es decir, por regla general, trucción de edificios destinado y estructural de es la separación entre propietar los cuales constituyen su contrapartida, desde el punto de vista de la oferta y desde el de la demanda. En ese mercado particular, la oferta no es autónoma. terrenos, construidos o no, son muy raramente de manera espontánea por los propietarios; es la de manda de suelo la que suscita la oferta y el cambio de uso de. las parcelas. Es también la competencia de los precios de de manda que determina el precio de transacción y los precios de oferta posteriores. En esto consiste la doble particularidad del del suelo: ni desd e el punto de vista de las cantidades, ni desde el punto de vista de los precios, la oferta no es autónoma con respecto a la demanda. Esto se debe al hecho de que se vende un producto sino un es lugar de intercambio social por el cual el capital elimina del suelo transfiriéndole total o p localizadas que produce su ten en del suelo Para pasar del estudio analítico de los tipos de plusganancias Iocalizadas y de rentas, realizado más arriba, al del mercado del suelo, hay primero que mostrar, una actividad capita lista dada, cómo se articulan las diversas rentas particulares en una total cuyo importe por unidad de superficie 2). Se podrá analizar en depende de la intensidad de capital tonces la competencia entre los usos del suelo y la dinámica del 3) . mercado del suelo
242
mismo, lo cual tiene efecto la fijación, en forma de renta absoluta, de la totalidad o parte de la plusganancia sectorial de la construcción. Para que aparezca esa renta de edificabilidad no es necesario qu e haya escasez de suelo urbanizable: existe también aunque haya terrenos aún vacantes o económicamente disponibles dentro de la zona edificable. Existe en su estado más puro en los terrenos urbanizables, en los que el coste pri vado de urbanización del suelo es más alto; ahí, la construcción es posible, pero a costa de la realización de importantes redes internas de la operación. conectadas a las redes preexistentes, la construcción de una red de explanaciones, etc. Su nivel depende del que imponga el tipo de propiedad del suelo en la periferia urbana más resistente, a condición, sin embargo, de representar una cantidad significativa de suelo: así, el parque de una propiedad de recreo será vendido al precio requerido por empresarios capitalistas de las tierras de gran cultivo, o éstas al precio exigido por los campesinos de las huertas del extrarradio. El salto del nivel de renta no siempre será, por lo demás, observable como tal, ya que los precios de las tierras aledañas a la zona edificable pueden elevarse progresivamente hacia el nivel de la renta de edificabilidad, a la espera del ensan che de la zona urbana. Esta r enta absoluta se impondrá como un coste determinante del precio de las viviendas en el conjunto de la zona urbanizaDentro de ésta, sin embargo, variarán tanto los costes de producción como los precios de las viviendas. En zona normal de la aglomeración, donde las ubicaciones pueden ser sustituidas y la masa de la población asalariada rea liza su demanda solvente, se forma un precio regulador de la vivienda, base de los precios de mercado (Figura 5.1.a). Ese precio se encuentra determinado en aquellas ubicaciones de la zona en que el coste privado de urbanización del suelo es mayor, a condición, sin embargo, de que una parte significativa de la Ese fenómeno ha sido señalado desde hace tiempo. Véase por ejemplo Eberstadt, clásico del urbanismo moderno: el momento en que la construcción urbana se desplaza en dirección a un terreno agrícola periférico, surge un nuevo de renta del suelo que se llama de terreno edificable' En el valor de un terr eno edificable debemos, por tanto, distinguir dos factores, a saber, el valor debido a la construcción en sí y el valor de la ubicación en la ciudad (Ebers tadt, 1909, pp. Más recientemente, autores que se inspiran en la tradición neoclásica de modelización del mercado del suelo introducen el fenómeno bajo el termino de «renta de en los l ímit es de la aglomerac ión (Mayer, 1965; Scott, 1976).
Para cada forma de valorización del capital, el espacio urbano se presenta como u n con junto de efectos útiles de aglomeración que no pueden ser reproducido s, o que se han configurado previamente de manera desigual, susceptibles de proporcionar un dado de tasa de ganancia potencial en cada punto de la ciudad. El elemento determinante en los procesos de localiza ción será el importe total de la plusganancia localizada, que ar ticula los diferentes tipos de plusganancias particulares que hasta aquí han sido analizadas por separado. Ilustraré este enunciado general mediante el ejemplo de las rentas generadas por la construcción de viviendas, la cual se supondrá que es realizada de manera dominante por constructores capitalistas que producen para el mercado con vistas a obtener una ganancia. Para esos agentes, el espacio de una aglo meración se diferencia por una doble división que define tres zonas: la zona no urbanizable y, dentr o de aquella en la que se puede construir, una zona de vivienda normal, en la que los precios de venta varían poco según la ubicación, y una zona de vivienda privilegiada en la que los precios de venta suben apre ciablemente. Poco importa para un análisis abstracto que esas zonas sean continuas estén fraccionadas, ordenadas según la distancia al centro. En la zona no urbanizable, es imposible construir; hay ausen cia de infraestructuras mínimas, la distancia a las zonas de tra bajo es excesiva teniendo en cuenta las ofertas alternativas de viviendas y, eventualmente, hay reglamentos de urbanismo efectivamente aplicados que prohíben la construcción. Para que una parcela en esa zona sea edificable, esas condiciones deben ser modificadas; ello dependerá de la creación de grandes estructuras de transporte, de la realización de operaciones com plejas de urbanización que coordinen la de viviendas y de equipamientos, e incluso la instalación de empresas que generen puestos de trabajo. Fuera de esta eventualidad, los constructores capitalistas no demandarán terrenos en esa zona, por lo que la renta en ella será determinada por los usos no urbanos del suelo, principalmente agrícolas. En la frontera de la zona urbanizable aparece un fenómeno radicalmente diferente, a saber, un brusco salto del nivel de la renta, Este es el resultado de l a resistencia que opone la pro piedad del suelo en la periferia urbana al cambio de uso del
Ren tas del suel o
y
dinámica de los precios del
243
construcción sea realizada en ese lugar. Existe en estado puro allí donde el coste de uso localizado de la vivienda es mayor para el ocupante, y especialmente el coste de transporte. En esas ubicaciones doblement e desfavorables, el precio regulador establece como la suma del precio de producción de la vivienda, incluida la urbanización del suelo, más la renta absoluta. Ese precio regulador determinará una renta diferencial en todas las ubicaciones en las que los costes privados de urbaniza ción del suelo sean menos elevados. En el mercado de vivienda normal, en las ubicaciones formación de los precios de mercado localizados, que se verán modulados por las variaciones espaciales del coste localizado de uso de la vivienda. Esta diferenciación espacial del precio de la vivienda normal determina un tipo particular de renta de monopolio, propia de ese mercado, en los sitios en los que los costes de consumo final de la vivienda son más bajos (figura 5.1.b). En la zona de residencia privilegiada, en las ubicaciones que no pueden ser sustituidas o que pueden de manera parcial y a donde se dirige la demanda de las capas superiores, los pre cios de las viviendas se vuelven completamente autónomos con respecto al precio regulador, como en relación con el nivel localizado de los costes de utilización de la vivienda. Aparece una renta de monopolio de segregación, diversificada en el es pacio, que se agrega al importe de la renta en las viviendas normales en el punto en que comienza la zona privilegiada (fi gura Dentro de esta zona, esa renta puede eventualmente verse privada de los altos costes localizados de edificabilidad, de manera que el precio de monopolio financie en general muy cómodamente el coste adicional, disminuyendo otro tanto la renta total. Se observará, además, cuando la zona privilegiada coincida parcialmente con el centro de la ciudad, un alto coste de urbanización del suelo, ligado a los gastos de desahucio y de demolición de los edificios existentes, comparables eventual mente a los gastos de urbanización de los terrenos más peri férico~. Si, en aras de la comodidad, se supone que todas las localizaciones se ordenan de manera idéntica según los tres criterios de diferenciación mencionados, se observa que competencia entre viviendas privilegiadas y viviendas normales produce dos tipos de efectos (figura la eliminación de las viviendas norma les de las zonas privilegiadas y la fijación de un mínimo de la
242
Ren tas del suel o
mismo, lo cual tiene efecto la fijación, en forma de renta absoluta, de la totalidad o parte de la plusganancia sectorial de la construcción. Para que aparezca esa renta de edificabilidad no es necesario qu e haya escasez de suelo urbanizable: existe también aunque haya terrenos aún vacantes o económicamente disponibles dentro de la zona edificable. Existe en su estado más puro en los terrenos urbanizables, en los que el coste pri vado de urbanización del suelo es más alto; ahí, la construcción es posible, pero a costa de la realización de importantes redes internas de la operación. conectadas a las redes preexistentes, la construcción de una red de explanaciones, etc. Su nivel depende del que imponga el tipo de propiedad del suelo en la periferia urbana más resistente, a condición, sin embargo, de representar una cantidad significativa de suelo: así, el parque de una propiedad de recreo será vendido al precio requerido por empresarios capitalistas de las tierras de gran cultivo, o éstas al precio exigido por los campesinos de las huertas del extrarradio. El salto del nivel de renta no siempre será, por lo demás, observable como tal, ya que los precios de las tierras aledañas a la zona edificable pueden elevarse progresivamente hacia el nivel de la renta de edificabilidad, a la espera del ensan che de la zona urbana. Esta r enta absoluta se impondrá como un coste determinante del precio de las viviendas en el conjunto de la zona urbanizaDentro de ésta, sin embargo, variarán tanto los costes de producción como los precios de las viviendas. En zona normal de la aglomeración, donde las ubicaciones pueden ser sustituidas y la masa de la población asalariada rea liza su demanda solvente, se forma un precio regulador de la vivienda, base de los precios de mercado (Figura 5.1.a). Ese precio se encuentra determinado en aquellas ubicaciones de la zona en que el coste privado de urbanización del suelo es mayor, a condición, sin embargo, de que una parte significativa de la Ese fenómeno ha sido señalado desde hace tiempo. Véase por ejemplo Eberstadt, clásico del urbanismo moderno: el momento en que la construcción urbana se desplaza en dirección a un terreno agrícola periférico, surge un nuevo de renta del suelo que se llama de terreno edificable' En el valor de un terr eno edificable debemos, por tanto, distinguir dos factores, a saber, el valor debido a la construcción en sí y el valor de la ubicación en la ciudad (Ebers tadt, 1909, pp. Más recientemente, autores que se inspiran en la tradición neoclásica de modelización del mercado del suelo introducen el fenómeno bajo el termino de «renta de en los l ímit es de la aglomerac ión (Mayer, 1965; Scott, 1976).
y
243
dinámica de los precios del
construcción sea realizada en ese lugar. Existe en estado puro allí donde el coste de uso localizado de la vivienda es mayor para el ocupante, y especialmente el coste de transporte. En esas ubicaciones doblement e desfavorables, el precio regulador establece como la suma del precio de producción de la vivienda, incluida la urbanización del suelo, más la renta absoluta. Ese precio regulador determinará una renta diferencial en todas las ubicaciones en las que los costes privados de urbaniza ción del suelo sean menos elevados. En el mercado de vivienda normal, en las ubicaciones formación de los precios de mercado localizados, que se verán modulados por las variaciones espaciales del coste localizado de uso de la vivienda. Esta diferenciación espacial del precio de la vivienda normal determina un tipo particular de renta de monopolio, propia de ese mercado, en los sitios en los que los costes de consumo final de la vivienda son más bajos (figura 5.1.b). En la zona de residencia privilegiada, en las ubicaciones que no pueden ser sustituidas o que pueden de manera parcial y a donde se dirige la demanda de las capas superiores, los pre cios de las viviendas se vuelven completamente autónomos con respecto al precio regulador, como en relación con el nivel localizado de los costes de utilización de la vivienda. Aparece una renta de monopolio de segregación, diversificada en el es pacio, que se agrega al importe de la renta en las viviendas normales en el punto en que comienza la zona privilegiada (fi gura Dentro de esta zona, esa renta puede eventualmente verse privada de los altos costes localizados de edificabilidad, de manera que el precio de monopolio financie en general muy cómodamente el coste adicional, disminuyendo otro tanto la renta total. Se observará, además, cuando la zona privilegiada coincida parcialmente con el centro de la ciudad, un alto coste de urbanización del suelo, ligado a los gastos de desahucio y de demolición de los edificios existentes, comparables eventual mente a los gastos de urbanización de los terrenos más peri férico~. Si, en aras de la comodidad, se supone que todas las localizaciones se ordenan de manera idéntica según los tres criterios de diferenciación mencionados, se observa que competencia entre viviendas privilegiadas y viviendas normales produce dos tipos de efectos (figura la eliminación de las viviendas norma les de las zonas privilegiadas y la fijación de un mínimo de la
Rent as del suelo y dinámica de los precios del suelo
c.
de los precios de mercado de las viviendas privilegiadas
a. Formación del precio regulador de la vivienda
Plusganancia sectoria l (por vivienda) fijada como renta Precio de produccidn del terreno (por vivienda) en el punto
regulador la vivienda
A
Precio de mercado de la vivienda privilegiada en el punto O
"
Precio de mercado de la vivienda normal
Precio de de la vivienda O
Zona
Zona
A
no
Ubicacionesclasificadas por orden de crecient de producción del terreno e
O
"
Zona urbanizable privilegiada
C
Zona urbanizable normal
Zona no urbanizable
Ubicacionesclasificadas por orden de no decreciente
b. Formación de los precios de mercado de las viviendas normales d.
Renta adicionalen las viviendas privilegiadas
de mercado de la vivienda en el punto O'
O'
Figura
5.1.
Zona
Zona
Formación de las rentas del suelo
Ubicaciones clasificadas por orden de coste crecie nte de vivienda
Sistemas de las rentas del suelo ligadas a construccidn de viviendas
de monopolio
Renta máxima en la vivienda normal renta absoluta Zona urbanizable privilegiada
la construcción Figura
5.1.
c
Renta mínima en la vivienda normal Ubicaciones supuestamente clasificadas en Zona no un eje único
Formación de las rentas del en la construcción de viviendas (continuación)
Rent as del suelo y dinámica de los precios del suelo
c.
de los precios de mercado de las viviendas privilegiadas
a. Formación del precio regulador de la vivienda
Plusganancia sectoria l (por vivienda) fijada como renta Precio de produccidn del terreno (por vivienda) en el punto
regulador la vivienda
A
Precio de mercado de la vivienda privilegiada en el punto O
"
Precio de mercado de la vivienda normal
Precio de de la vivienda O
Zona
Zona
A
no
Ubicacionesclasificadas por orden de crecient de producción del terreno e
O
"
Zona urbanizable privilegiada
C
Zona urbanizable normal
Zona no urbanizable
Ubicacionesclasificadas por orden de no decreciente
b. Formación de los precios de mercado de las viviendas normales d.
Renta adicionalen las viviendas privilegiadas
de mercado de la vivienda en el punto O'
O'
Figura
5.1.
Zona
Zona
Formación de las rentas del suelo
Ubicaciones clasificadas por orden de coste crecie nte de vivienda
de monopolio
Renta máxima en la vivienda normal renta absoluta Zona urbanizable privilegiada
la construcción Figura
5.1.
c
Renta mínima en la vivienda normal Ubicaciones supuestamente clasificadas en Zona no un eje único
Formación de las rentas del en la construcción de viviendas (continuación)
246
Rentas de l suelo y dinámica d e
renta total en la vivienda privilegiada por el máximo de la renta en la vivienda normal, en la frontera de las dos zonas z.
Por este motivo, los capitalistas deberán determinar de capital invertido por unidad de superficie, teniendo cuenta una doble restricción. La intensidad mínima de capital es fijada por el nivel de la renta exigida (el precio de compra del terreno). En este nivel de intensidad, la plusganancia es absorbida por la renta, de modo que la venta del producto al precio de mercado proporciona al capital invertido la ganancia Si esta rentabilidad mínima no pudiera ser alcanzada por ningún capital, sería preciso, ás, que la propiedad del suelo redujese su precio de ofert de esta intensidad de capital mínima, toda plusganancia produc adicional es apropiada por el capitalista.' En el caso de construcción de viviendas, la física produce en efecto una renta absoluta y, llegado el caso, una renta de monopolio que se incrementa en proporción directa a las superficies cons truidas, como una renta diferencial adicional. Esta última, sin embargo, no crece de manera lineal con la cantidad de capi tal invertido. De acuerdo con una ley que cambia según los procedimientos de construcción empleados y las restricciones reglamentarias sobre el producto, el precio de producción uni tario de la vivienda incluido el coste de urbanizacibn del suelo varía con la densidad física de la operación y, por tanto, con la intensidad de capital que la acompaña. De ahí e máximo, propiamente económico, a la intensidad de cuando se rendimientos decrecientes el constructor capitalista no intensificará más allá del punto en el que sea máxima la tasa de plusganancia no transferida, es decir, en el que sea mínimo el costo medio por vivienda, incluido el precio del terreno. Si ese tipo de se generaliza, la dinámica del del suelo» hará que la renta se ajuste al nivel de plusganancia por unidad de superficie correspondiente a esa intensidad de capital, que se impondrá entonces a los construc tores como restricción. Queda, pues, muy claro que, hasta un cierto punto, la ficación de las construcciones proporciona plusganancias
2. De la tasa de renta a renta La intensidad de capital
unidad de
Para una actividad dada de valorización del capital, cada ubi cación urbana determina, pues, un nivel dado de ta nancia. esa tasa de ganancia localizada es inferior a la tasa media de ganancia o, por lo menos, normal para el ti po de capital de que se trata la inversión no tendrá lugar en ese por el contrario, hay plusganancia, y en la medida en punto. que ésta dependa de las condiciones espaciales, podrá haber fijación de renta. El importe de la plusganancia localizada en relación con el capital invertido, o tasa de renta, medirá la ren tabilidad interna de la operación desde el punto de vista del capital. Pero, como es la resistencia que opone la propiedad del suelo la que impone la transformación de la plusganancia en renta, el obstáculo territorial tomará la forma de una renta exi gida por unidad de superficie. Ahora bien, la masa de nancia disponible para pagarla depende no solamente de la tasa de renta sino también de de capital invertido por unidad de superficie, o intensidad de capital. La lógica del capital en ausencia del territorial es la la maximizacion de la tasa de La lógica de lo es diferente: para ella, se tra ta de máxima por unidad de superficie. No con trola el proceso de valorización y, por tanto, no podrá imponer completamente su racionalidad al capital. embargo, modifi cará la lógica de este último. que se verá forzado a la tasa de plusganancia teniendo una renta mínima unidad de superficie. Esta restricción toma la forma de pre cio de oferta del suelo, el cual refleja en cada capital particular el efecto de la acción de los capitales que compiten por el acceso al suelo.
--
.
Sistemas de las rentas del suelo ligadas a construccidn de viviendas
En la Figura el segmento es más corto que el segmento pues en lugar de ser trasladado más allá de se ve privado del segmento en la fase actual del razonamiento se examina el sistema de rentas potenciales en la zona urbanizable donde se supone que hay terrenos disponibles en cantidad siempre suficiente para las necesidades de la
-
precios del
-
Así, un estudio británico de finales de los años 50 establece que el costo medio por vivienda disminuye fuerte mente, aun que cada vez con menor velocidad, cuando la altura de los inmuebles pasa de 2 a 6 pisos, luego hasta una altura de 12 pisos. Paralelamente, la densi y se dad de viviendas por unidad de superficie crece primero rápidamente en función de la altura (de 20 viviendas por acre para 2 pisos a 38 para 6 pisos), y luego muy lentamente (44 viviendas por acre para 12 pisos). Cf . la encuesta de P. A. Stone publicada en 1959, citada en Merrett, 1979, p. 75.
246
Rentas de l suelo y dinámica d e
renta total en la vivienda privilegiada por el máximo de la renta en la vivienda normal, en la frontera de las dos zonas z.
Por este motivo, los capitalistas deberán determinar de capital invertido por unidad de superficie, teniendo cuenta una doble restricción. La intensidad mínima de capital es fijada por el nivel de la renta exigida (el precio de compra del terreno). En este nivel de intensidad, la plusganancia es absorbida por la renta, de modo que la venta del producto al precio de mercado proporciona al capital invertido la ganancia Si esta rentabilidad mínima no pudiera ser alcanzada por ningún capital, sería preciso, ás, que la propiedad del suelo redujese su precio de ofert de esta intensidad de capital mínima, toda plusganancia produc adicional es apropiada por el capitalista.' En el caso de construcción de viviendas, la física produce en efecto una renta absoluta y, llegado el caso, una renta de monopolio que se incrementa en proporción directa a las superficies cons truidas, como una renta diferencial adicional. Esta última, sin embargo, no crece de manera lineal con la cantidad de capi tal invertido. De acuerdo con una ley que cambia según los procedimientos de construcción empleados y las restricciones reglamentarias sobre el producto, el precio de producción uni tario de la vivienda incluido el coste de urbanizacibn del suelo varía con la densidad física de la operación y, por tanto, con la intensidad de capital que la acompaña. De ahí e máximo, propiamente económico, a la intensidad de cuando se rendimientos decrecientes el constructor capitalista no intensificará más allá del punto en el que sea máxima la tasa de plusganancia no transferida, es decir, en el que sea mínimo el costo medio por vivienda, incluido el precio del terreno. Si ese tipo de se generaliza, la dinámica del del suelo» hará que la renta se ajuste al nivel de plusganancia por unidad de superficie correspondiente a esa intensidad de capital, que se impondrá entonces a los construc tores como restricción. Queda, pues, muy claro que, hasta un cierto punto, la ficación de las construcciones proporciona plusganancias
2. De la tasa de renta a renta La intensidad de capital
unidad de
Para una actividad dada de valorización del capital, cada ubi cación urbana determina, pues, un nivel dado de ta nancia. esa tasa de ganancia localizada es inferior a la tasa media de ganancia o, por lo menos, normal para el ti po de capital de que se trata la inversión no tendrá lugar en ese por el contrario, hay plusganancia, y en la medida en punto. que ésta dependa de las condiciones espaciales, podrá haber fijación de renta. El importe de la plusganancia localizada en relación con el capital invertido, o tasa de renta, medirá la ren tabilidad interna de la operación desde el punto de vista del capital. Pero, como es la resistencia que opone la propiedad del suelo la que impone la transformación de la plusganancia en renta, el obstáculo territorial tomará la forma de una renta exi gida por unidad de superficie. Ahora bien, la masa de nancia disponible para pagarla depende no solamente de la tasa de renta sino también de de capital invertido por unidad de superficie, o intensidad de capital. La lógica del capital en ausencia del territorial es la la maximizacion de la tasa de La lógica de lo es diferente: para ella, se tra ta de máxima por unidad de superficie. No con trola el proceso de valorización y, por tanto, no podrá imponer completamente su racionalidad al capital. embargo, modifi cará la lógica de este último. que se verá forzado a la tasa de plusganancia teniendo una renta mínima unidad de superficie. Esta restricción toma la forma de pre cio de oferta del suelo, el cual refleja en cada capital particular el efecto de la acción de los capitales que compiten por el acceso al suelo.
--
.
En la Figura el segmento es más corto que el segmento pues en lugar de ser trasladado más allá de se ve privado del segmento en la fase actual del razonamiento se examina el sistema de rentas potenciales en la zona urbanizable donde se supone que hay terrenos disponibles en cantidad siempre suficiente para las necesidades de la
248
Aparece aquí la noción de (Gaffney, 1972).
value, propuesta por M.
-
-
Así, un estudio británico de finales de los años 50 establece que el costo medio por vivienda disminuye fuerte mente, aun que cada vez con menor velocidad, cuando la altura de los inmuebles pasa de 2 a 6 pisos, luego hasta una altura de 12 pisos. Paralelamente, la densi y se dad de viviendas por unidad de superficie crece primero rápidamente en función de la altura (de 20 viviendas por acre para 2 pisos a 38 para 6 pisos), y luego muy lentamente (44 viviendas por acre para 12 pisos). Cf . la encuesta de P. A. Stone publicada en 1959, citada en Merrett, 1979, p. 75.
Re nt as del suelo
por unidad de superficie y conduce por tanto a la elevación de los precios del suelo. Ese movimiento depe nder á esencialmente del comportamiento de los constructores y de las rentabilidades relativas que éstos obtengan en las operaciones de casas unifa miliares y de inmuebles colectivos de más o menos altura. Pueden además chocar, en la aplicación de su lógica de acción, con la restricción del reglamento de urbanismo, que impone a veces densidades inferiores al óptimo capitalista en una ubicación dada. Parece por lo demás como si, con el reglamento de urbanismo, los poderes públicos crearan los del suelo., dado que los precios del suelo varían con las densidades autori zadas. De a plantear que la renta del suelo surge por la ac ción del Estado no hay sino un paso que muchos actores y autores dan fácilmente. Sin embargo, es evidente que es la construcción la que permite la realización efectiva de las rentas potencialmente inscritas en el plan de urbanismo. La «especulación del se anticipa indudablemente, pero no puede alimentarse eternamente de sí misma. Los beneficios territoriales que permite la reglamentación son, pues, gananc ias diferenciales: sólo son efectivos con la construcción, y si lo son en un lugar, no lo serán en otro. Con el nivel global de inversión en la construcción, la masa de renta queda en cierta forma fijada: se desplaza en el espacio, pero no varía N. Por tanto, el plan no crea de ninguna manera la renta: sólo autoriza a ciertos propietarios a apropiársela, mientras que se lo prohíbe a otros. Eso es todo. En conjunto, esta distribución de las ganancias no puede ser, sin embargo, totalmente arbitraria. Hay una relación entre las densidades autorizadas y el nivel cuantitativo y cualitativo de los equipamientos urbanos existentes. De una manera puntual, siempre es posible aumentar al margen las densidades de población: de lo arbitrario del plan, de modo que puede existir un espacio para los voluntarismos racionalizadores o para el clientelismo y la corrupción, eso depende. Pero, globalmente y en un cierto plazo, el desequilibrio lleva consigo sanciones so ciales: incremento de los costes de la gestión urbana, deterioro de las condiciones de vida, comportamientos de resistencia por parte de las poblaciones, luchas sociales y políticas. Por tanto, las densidades urbanas responden a determinaciones estructu-
precios del
y
dinámica de
precios del
249
rales y no al arbitrio del príncipe. Y, entre ellas, la presión del capital en la lucha por quedarse con la renta. 3. La co mp et en ci a esp aci al de mercado suelo
usos del suelo y la dinámica
Consideremos fijadas, en un instante t, por una parte las coninternas de la valorización de los capitales en las diversas actividades urbanas, y, por otra, el sistema de los efectos útiles de aglomeración. De esta doble serie de determinaciones se desprende que, para cada uso del suelo, hay en cada punto del espacio un nivel potencial dado de la masa de ganancia localizada. En la medida en que ningún obstáculo se oponga al libre movimiento de los capitales en el espacio con la única reserva del pago de la renta , se impondrá en la competencia por el uso de una parcela d ad a el capital cuya valorización produzca mayor ganancia por unidad de superficie de suelo y éste, pues, en condiciones de pagar el precio más alto por de terreno. Ese poder adquisitivo depende evidentemente a la vez de la tasa de ganancia localizada (importe de la ganancia por unidad de capital invertido) y la intensidad de capital invertido (importe del capital invertido por unidad de superficie). La diná mica del mercado del suelo es el resultado de esta competencia entre los capitales por el acceso a las ubicaciones favorables y frente a los propietarios del suelo por conservar la mayor parte posible del beneficio.
-
-
3.1. La compete ncia de los capitales Supongamos dos usos del suelo en competencia, I y En un momento dado, uno y otro pueden caracterizarse por el nivel de plusganancias potenciales que son susceptibles de proporcionar en cada punto del espacio, teniendo en cuenta el sistema concreto de efectos útiles de aglomeración pertinentes para cada uno de ellos y la intensidad de capital ordinariamente practicada en las diversas ubicaciones posibles (figura 2.5.a). La plusganancia sectorial que puede transformarse en renta absoluta es desigual por hipótesis (AA' hay, por tanto, en la competencia entre agentes capitalistas, una jerarquía de esos dos usos del suelo. Además, la zona urbana para el
248
Re nt as del suelo
por unidad de superficie y conduce por tanto a la elevación de los precios del suelo. Ese movimiento depe nder á esencialmente del comportamiento de los constructores y de las rentabilidades relativas que éstos obtengan en las operaciones de casas unifa miliares y de inmuebles colectivos de más o menos altura. Pueden además chocar, en la aplicación de su lógica de acción, con la restricción del reglamento de urbanismo, que impone a veces densidades inferiores al óptimo capitalista en una ubicación dada. Parece por lo demás como si, con el reglamento de urbanismo, los poderes públicos crearan los del suelo., dado que los precios del suelo varían con las densidades autori zadas. De a plantear que la renta del suelo surge por la ac ción del Estado no hay sino un paso que muchos actores y autores dan fácilmente. Sin embargo, es evidente que es la construcción la que permite la realización efectiva de las rentas potencialmente inscritas en el plan de urbanismo. La «especulación del se anticipa indudablemente, pero no puede alimentarse eternamente de sí misma. Los beneficios territoriales que permite la reglamentación son, pues, gananc ias diferenciales: sólo son efectivos con la construcción, y si lo son en un lugar, no lo serán en otro. Con el nivel global de inversión en la construcción, la masa de renta queda en cierta forma fijada: se desplaza en el espacio, pero no varía N. Por tanto, el plan no crea de ninguna manera la renta: sólo autoriza a ciertos propietarios a apropiársela, mientras que se lo prohíbe a otros. Eso es todo. En conjunto, esta distribución de las ganancias no puede ser, sin embargo, totalmente arbitraria. Hay una relación entre las densidades autorizadas y el nivel cuantitativo y cualitativo de los equipamientos urbanos existentes. De una manera puntual, siempre es posible aumentar al margen las densidades de población: de lo arbitrario del plan, de modo que puede existir un espacio para los voluntarismos racionalizadores o para el clientelismo y la corrupción, eso depende. Pero, globalmente y en un cierto plazo, el desequilibrio lleva consigo sanciones so ciales: incremento de los costes de la gestión urbana, deterioro de las condiciones de vida, comportamientos de resistencia por parte de las poblaciones, luchas sociales y políticas. Por tanto, las densidades urbanas responden a determinaciones estructuAparece aquí la noción de (Gaffney, 1972).
value, propuesta por M.
Christian
a.
y
dinámica de
precios del
249
rales y no al arbitrio del príncipe. Y, entre ellas, la presión del capital en la lucha por quedarse con la renta. 3. La co mp et en ci a esp aci al de mercado suelo
usos del suelo y la dinámica
Consideremos fijadas, en un instante t, por una parte las coninternas de la valorización de los capitales en las diversas actividades urbanas, y, por otra, el sistema de los efectos útiles de aglomeración. De esta doble serie de determinaciones se desprende que, para cada uso del suelo, hay en cada punto del espacio un nivel potencial dado de la masa de ganancia localizada. En la medida en que ningún obstáculo se oponga al libre movimiento de los capitales en el espacio con la única reserva del pago de la renta , se impondrá en la competencia por el uso de una parcela d ad a el capital cuya valorización produzca mayor ganancia por unidad de superficie de suelo y éste, pues, en condiciones de pagar el precio más alto por de terreno. Ese poder adquisitivo depende evidentemente a la vez de la tasa de ganancia localizada (importe de la ganancia por unidad de capital invertido) y la intensidad de capital invertido (importe del capital invertido por unidad de superficie). La diná mica del mercado del suelo es el resultado de esta competencia entre los capitales por el acceso a las ubicaciones favorables y frente a los propietarios del suelo por conservar la mayor parte posible del beneficio.
-
-
3.1. La compete ncia de los capitales Supongamos dos usos del suelo en competencia, I y En un momento dado, uno y otro pueden caracterizarse por el nivel de plusganancias potenciales que son susceptibles de proporcionar en cada punto del espacio, teniendo en cuenta el sistema concreto de efectos útiles de aglomeración pertinentes para cada uno de ellos y la intensidad de capital ordinariamente practicada en las diversas ubicaciones posibles (figura 2.5.a). La plusganancia sectorial que puede transformarse en renta absoluta es desigual por hipótesis (AA' hay, por tanto, en la competencia entre agentes capitalistas, una jerarquía de esos dos usos del suelo. Además, la zona urbana para el
Ren tas del sue lo
y
dinámica de
preci os del
251
uso 1, la única en que es posible llevarlo a cabo, está limitada a OA, mientras que la zona para el uso se extiende hasta el punto B. Por el momento, se supondrá que la renta absoluta en ese uso inferior debe ser realizada íntegramente en el punto B, pero que la renta absoluta en el uso superior sigue siendo potencial: será fij ada en la competencia entr e esos dos
Plusgananciaspotenciales por unidad de superficie de suelo en los usos y
USOS.
Además, a partir del nivel de ganancia que se puede alcanzar en los puntos límite de las zonas útiles para cada uso, se establecen plusganancias de localización; éstas incluyen rentas dife renciales y rentas de monopolio, de acuerdo con una ley que varía según el uso del suelo considerado y La competencia entre los dos usos del suelo fijará el nivel de la renta en cada punto y la asignación de los terrenos a uno u ot ro uso. Al mismo tiempo, produc irá la réplica de los agentes capitalistas cuya ganancia normal se vea amenazada. Al exami nar el proceso de esa competencia, comprobamos que los fenó menos de fijación de las rentas y de alza de los precios del suelo pueden tramitarse tanto desde las zonas favorecidas hacia las desfavorecidas como a la inversa (o, para dar una idea, tanto, desde el centro hacia la periferia como desde la periferia hacia el centro). Claro está, será el nivel de plusganancia susceptible de ser producido por unidad de superficie de suelo el que se convierta en operador de la competencia. En la configuración representa da, la plusganancia potencial en el uso I es mayor a la del uso en toda la zona OA en la que interviene la competencia. E sta producirá efectos diferentes según la naturaleza de las rentas en el uso y la reacción de los agentes capitalistas afectados. En un primer caso, el uso es eliminado de la zona (figura 5.2.b). Esto supone que los agentes no están en condi ciones de elevar los precios finales ni de aumentar la densidad de sus operaciones; p or tanto , no pueden aumentar la nancia por unidad de superficie en el uso y deben replegarse hacia la zona en que ya no hay competencia (es decir AB). Ahí, la demanda de suelo será más fuerte, pero, al no haberse modi ficado el sistema de plusganancias, los precios de demanda per manecerán idénticos: salvo en caso de tensión coyuntural, el precio del suelo no En el punto A, los agentes que i
Efectos de la comperencia entre y (no hay plusganancias de en el uso ni aumento de la intensidad capital)
Figura
5.2.
c.
Efectos de la competencia entre t y (plusganancias de monopolio en el uso y de la intensidad de capital)
Formación de las rentas del suelo en la competencia entre dos usos capitalistas del suelo
Se supone siempre una disponibilidad de suelos en la zona urbana por ese motivo la eliminación del uso B de zona no lleva a una extensión de la zona OB que modificaría el sistema de plusganancias del uso B.
Christian
a.
Ren tas del sue lo
y
dinámica de
preci os del
251
uso 1, la única en que es posible llevarlo a cabo, está limitada a OA, mientras que la zona para el uso se extiende hasta el punto B. Por el momento, se supondrá que la renta absoluta en ese uso inferior debe ser realizada íntegramente en el punto B, pero que la renta absoluta en el uso superior sigue siendo potencial: será fij ada en la competencia entr e esos dos
Plusgananciaspotenciales por unidad de superficie de suelo en los usos y
USOS.
Además, a partir del nivel de ganancia que se puede alcanzar en los puntos límite de las zonas útiles para cada uso, se establecen plusganancias de localización; éstas incluyen rentas dife renciales y rentas de monopolio, de acuerdo con una ley que varía según el uso del suelo considerado y La competencia entre los dos usos del suelo fijará el nivel de la renta en cada punto y la asignación de los terrenos a uno u ot ro uso. Al mismo tiempo, produc irá la réplica de los agentes capitalistas cuya ganancia normal se vea amenazada. Al exami nar el proceso de esa competencia, comprobamos que los fenó menos de fijación de las rentas y de alza de los precios del suelo pueden tramitarse tanto desde las zonas favorecidas hacia las desfavorecidas como a la inversa (o, para dar una idea, tanto, desde el centro hacia la periferia como desde la periferia hacia el centro). Claro está, será el nivel de plusganancia susceptible de ser producido por unidad de superficie de suelo el que se convierta en operador de la competencia. En la configuración representa da, la plusganancia potencial en el uso I es mayor a la del uso en toda la zona OA en la que interviene la competencia. E sta producirá efectos diferentes según la naturaleza de las rentas en el uso y la reacción de los agentes capitalistas afectados. En un primer caso, el uso es eliminado de la zona (figura 5.2.b). Esto supone que los agentes no están en condi ciones de elevar los precios finales ni de aumentar la densidad de sus operaciones; p or tanto , no pueden aumentar la nancia por unidad de superficie en el uso y deben replegarse hacia la zona en que ya no hay competencia (es decir AB). Ahí, la demanda de suelo será más fuerte, pero, al no haberse modi ficado el sistema de plusganancias, los precios de demanda per manecerán idénticos: salvo en caso de tensión coyuntural, el precio del suelo no En el punto A, los agentes que i
Efectos de la comperencia entre y (no hay plusganancias de en el uso ni aumento de la intensidad capital)
Figura
252
5.2.
c.
Efectos de la competencia entre t y (plusganancias de monopolio en el uso y de la intensidad de capital)
Formación de las rentas del suelo en la competencia entre dos usos capitalistas del suelo
Christian
Se supone siempre una disponibilidad de suelos en la zona urbana por ese motivo la eliminación del uso B de zona no lleva a una extensión de la zona OB que modificaría el sistema de plusganancias del uso B.
Ren tas del suelo y dinámica de los precios del suelo
realicen el uso I deberán aceptar el pago de una renta fijada por el nivel de la renta para el uso en el mismo punto Será la renta total para el uso en el punto de competencia la que determine la parte de plusganancia sectorial (AA') que deberá ser fijada como renta absoluta. Si ese nivel de renta fuera superior a la plusganancia sectorial por unidad de super ficie (e s decir AC > AA'), sería menester entonces o bien que se llevara a cabo una intensificación de capital en el uso 1 bien que éste se replegara hacia la zona donde el precio del suelo no es una amenaza para la ganancia media, es decir, no excede a la plusganancia sectorial. la renta en la construcción de viviendas constituye a menudo el contenido económico del obstáculo del suelo a la construcción de oficinas y fija un límite inferior a los precios de los locales comerciales y a la intensidad de las operaciones. Sin embargo, es más frecuente un segundo caso. En esta hipótesis, los agentes que realizan el uso se esfuerzan en mantenerlo por lo menos en una parte de la zona (figura Pueden lograrlo si satisfacen por lo menos una de estas dos condiciones. La primera es que el precio final en el uso comprenda, en las ubicaciones más favorables, un componente de monopolio, y en ese caso, aunque haya que abandonar una parte de la zona será posible aplicar en el resto de esa zona (HA) e incluso en una parte de la zona en la que no hay competencia del uso (AJ) precios comparables a los que antes eran aplicados en la zona En tal caso, se observa que no solamente el uso puede mantenerse en una parte de la zona de competencia, sino que la renta del uso elevará el límite inferior de la renta del uso I en la zona en la que se mantiene (es decir, el nivel de renta FG CG); además, el desplazamiento de la zona de precio de monopolio más allá de A provocará la elevación de la renta en la zona afectada (es decir, el nivel de renta EC). Los mismos efectos pueden producirse si se satisface otr a condición: la posibilidad de aumen tar en el uso la intensidad de capital y, por tanto, el importe de la plusganancia por unidad de superficie. Se observa entonces que la competencia de un uso superior puede generar el incremento del nivel de la renta producido por el uso inferior en ciertas ubicaciones: se produce un alza de los precios del suelo a partir del uso superior y de las zonas privilegiadas hacia el uso inferior, incluso en las zonas en que ya no existe competencia. los precios del suelo son al mismo tiempo empujados hacia arriba por el uso inferior en la zona de competencia (es ,
253
decir, el punto A de la figura 5.2.b y la zona AH de la figura y atraídos en la misma dirección por la competencia del uso superior más allá de la zona de competencia (es decir, la zona AJ la figura Los precios del-suelo urbano pueden, pues, aumentar ya sea a partir del centro, ya sea a partir de la periferia. Esta última hipótesis puede ser ilustrada mediante el sis del caso en el que aumenta la renta absoluta en el uso su ubicación marginal, ya sea por intensificación de capita sea por fortalecimiento de la resistencia que oponen los pro tarios del suelo. En ese caso, los efectos de esta circunsta sobre el sistema espacial de las rentas en el uso serán diferentes según la naturaleza de esas rentas. Si se trata únicamente de rentas diferenciales (figura el nivel de las rentas en se elevará de manera uniforme en una cantidad equivalente a la renta absoluta aparecida en el punto B (es decir, el nivel de renta KLM En consecuencia, la renta máxima del uso en el punto de competencia con el uso I aumentará, imponiendo una base superior a la renta absoluta en el uso (AL > AC). En ese caso, el alza en la periferia traerá consigo un alza de los precios del suelo en el conjunto de la aglomeración. Por el contrario, el alza de los precios del suelo a partir de la periferia no se generalizará si una parte de las producidas por el uso B provienen de la existencia de precios de monopolio (figura 5.2.e). En efecto, mientras la plusganancia de monopolio no sea anulada por el alza del costo del suelo, ésta no puede tener efecto sobre los precios, fijados independientemente de los costos por el solo poder adquisitivo de la demanda. el alza de la renta absoluta del uso en el punto B (BK BB') no tendrá repercusión en la renta total más que en la zona BT (donde el nivel de renta KR En el resto de la aglomeración, el nivel de renta permanecerá intacto. Resumamos los resultados de este análisis de los efectos de la competencia ent del suelo con tasas internas de gananc En la de la renta total en el uso inferior determina el nivel de la renta absoluta en el uso superior. Si este último excede a la plusganancia se ctorial del uso superior, éste deberá ceder el lugar o densificar. La competencia del uso superior obliga al uso inferior ya sea a densificar, ya sea a aumentar sus precios en la zona en la que se mantiene competencia. Esta es posible
-
-
Christian
252
Ren tas del suelo y dinámica de los precios del suelo
realicen el uso I deberán aceptar el pago de una renta fijada por el nivel de la renta para el uso en el mismo punto Será la renta total para el uso en el punto de competencia la que determine la parte de plusganancia sectorial (AA') que deberá ser fijada como renta absoluta. Si ese nivel de renta fuera superior a la plusganancia sectorial por unidad de super ficie (e s decir AC > AA'), sería menester entonces o bien que se llevara a cabo una intensificación de capital en el uso 1 bien que éste se replegara hacia la zona donde el precio del suelo no es una amenaza para la ganancia media, es decir, no excede a la plusganancia sectorial. la renta en la construcción de viviendas constituye a menudo el contenido económico del obstáculo del suelo a la construcción de oficinas y fija un límite inferior a los precios de los locales comerciales y a la intensidad de las operaciones. Sin embargo, es más frecuente un segundo caso. En esta hipótesis, los agentes que realizan el uso se esfuerzan en mantenerlo por lo menos en una parte de la zona (figura Pueden lograrlo si satisfacen por lo menos una de estas dos condiciones. La primera es que el precio final en el uso comprenda, en las ubicaciones más favorables, un componente de monopolio, y en ese caso, aunque haya que abandonar una parte de la zona será posible aplicar en el resto de esa zona (HA) e incluso en una parte de la zona en la que no hay competencia del uso (AJ) precios comparables a los que antes eran aplicados en la zona En tal caso, se observa que no solamente el uso puede mantenerse en una parte de la zona de competencia, sino que la renta del uso elevará el límite inferior de la renta del uso I en la zona en la que se mantiene (es decir, el nivel de renta FG CG); además, el desplazamiento de la zona de precio de monopolio más allá de A provocará la elevación de la renta en la zona afectada (es decir, el nivel de renta EC). Los mismos efectos pueden producirse si se satisface otr a condición: la posibilidad de aumen tar en el uso la intensidad de capital y, por tanto, el importe de la plusganancia por unidad de superficie. Se observa entonces que la competencia de un uso superior puede generar el incremento del nivel de la renta producido por el uso inferior en ciertas ubicaciones: se produce un alza de los precios del suelo a partir del uso superior y de las zonas privilegiadas hacia el uso inferior, incluso en las zonas en que ya no existe competencia. los precios del suelo son al mismo tiempo empujados hacia arriba por el uso inferior en la zona de competencia (es ,
decir, el punto A de la figura 5.2.b y la zona AH de la figura y atraídos en la misma dirección por la competencia del uso superior más allá de la zona de competencia (es decir, la zona AJ la figura Los precios del-suelo urbano pueden, pues, aumentar ya sea a partir del centro, ya sea a partir de la periferia. Esta última hipótesis puede ser ilustrada mediante el sis del caso en el que aumenta la renta absoluta en el uso su ubicación marginal, ya sea por intensificación de capita sea por fortalecimiento de la resistencia que oponen los pro tarios del suelo. En ese caso, los efectos de esta circunsta sobre el sistema espacial de las rentas en el uso serán diferentes según la naturaleza de esas rentas. Si se trata únicamente de rentas diferenciales (figura el nivel de las rentas en se elevará de manera uniforme en una cantidad equivalente a la renta absoluta aparecida en el punto B (es decir, el nivel de renta KLM En consecuencia, la renta máxima del uso en el punto de competencia con el uso I aumentará, imponiendo una base superior a la renta absoluta en el uso (AL > AC). En ese caso, el alza en la periferia traerá consigo un alza de los precios del suelo en el conjunto de la aglomeración. Por el contrario, el alza de los precios del suelo a partir de la periferia no se generalizará si una parte de las producidas por el uso B provienen de la existencia de precios de monopolio (figura 5.2.e). En efecto, mientras la plusganancia de monopolio no sea anulada por el alza del costo del suelo, ésta no puede tener efecto sobre los precios, fijados independientemente de los costos por el solo poder adquisitivo de la demanda. el alza de la renta absoluta del uso en el punto B (BK BB') no tendrá repercusión en la renta total más que en la zona BT (donde el nivel de renta KR En el resto de la aglomeración, el nivel de renta permanecerá intacto. Resumamos los resultados de este análisis de los efectos de la competencia ent del suelo con tasas internas de gananc En la de la renta total en el uso inferior determina el nivel de la renta absoluta en el uso superior. Si este último excede a la plusganancia se ctorial del uso superior, éste deberá ceder el lugar o densificar. La competencia del uso superior obliga al uso inferior ya sea a densificar, ya sea a aumentar sus precios en la zona en la que se mantiene competencia. Esta es posible
-
-
Ren tas del
d.
Efectos del alza de la renta absoluta en el uso (no hay plusganancia de en uso
253
y
dinámica de los precios del suelo
255
si los precios en el uso inferior y en esa zona pueden ser precios de monopolio. Esta resistencia del uso inferior puede conducir a un alza de la renta absoluta en el uso superior. Cuando la competencia del uso superior elimina o parcialmente el uso inferior de la zona de competencia, habrá alza del nivel de renta fuera de esa zona si los precios del uso inferior pueden ser ahí precios de monopolio, y estabilidad en el caso contrario en el que las rentas son únicamente diferenciales. En el primer caso, hay difusión del alza de los precios del suelo a partir del centro. Cuando la renta absoluta aumente en la periferia de la zona donde prevalezca un uso in fer ior , el alza se difundirá hacia el mientras las rentas sean únicamente diferenciales. Cuando se trate de zonas con rentas de monopolio, los precios finales en el uso inferior no se verán afectados y, por consi guiente, tampoco las rentas del suelo. Se observa, pues, que la renta del suelo registra la competen cia entre los capitales y refleja en éstos el efecto de su movi miento de conjunto: para cada uno de ellos, la renta aparece como un dato, el precio del suelo, cuando es el resultado de su sistema. En un espacio urbano profundamente heterogéneo des de el punto de vista de las condiciones de la valorización, tiende a homogeneizar las tasas de ganancia efectivas, después de la fijación de las plusganancias en forma de renta. Esta homogeneización del espacio para el capital a causa de la densificación de los precios del suelo es efecto no de un meca nismo, como puede hacerlo creer la presentación que aquí se ha hecho, sino de un proceso incesante de lucha del capital por producir y conservar la plusganancia , y de la propiedad del suelo por fijar esta última en forma de renta y apropiársela.
-
-
e.
Efectos del alza de la renta en el uso plusganancia de monopolio en el uso
3.2.
Figura 5.2. de las rentas del en competencia entre dos usos capitalistas del suelo (continuación)
La lucha del capital y
propiedad del suelo
Describamos ese proceso tal y como se puede observar en las fases ascendentes de la coyuntura inmobiliaria Supongamos, por ejemplo, un de la construcción de inmuebles de oficinas, que tiende a desarrollarse en las zonas hasta ahora residenciales adyacentes al centro comercial. Desde el instante en que esas operaciones dejan de ser excep Para un examen empírico de la aglomeración parisina durante los años 60, cf. Topalov, 1974, pp. 212 18 y 234 57. -
-
Ren tas del
d.
y
dinámica de los precios del suelo
255
si los precios en el uso inferior y en esa zona pueden ser precios de monopolio. Esta resistencia del uso inferior puede conducir a un alza de la renta absoluta en el uso superior. Cuando la competencia del uso superior elimina o parcialmente el uso inferior de la zona de competencia, habrá alza del nivel de renta fuera de esa zona si los precios del uso inferior pueden ser ahí precios de monopolio, y estabilidad en el caso contrario en el que las rentas son únicamente diferenciales. En el primer caso, hay difusión del alza de los precios del suelo a partir del centro. Cuando la renta absoluta aumente en la periferia de la zona donde prevalezca un uso in fer ior , el alza se difundirá hacia el mientras las rentas sean únicamente diferenciales. Cuando se trate de zonas con rentas de monopolio, los precios finales en el uso inferior no se verán afectados y, por consi guiente, tampoco las rentas del suelo. Se observa, pues, que la renta del suelo registra la competen cia entre los capitales y refleja en éstos el efecto de su movi miento de conjunto: para cada uno de ellos, la renta aparece como un dato, el precio del suelo, cuando es el resultado de su sistema. En un espacio urbano profundamente heterogéneo des de el punto de vista de las condiciones de la valorización, tiende a homogeneizar las tasas de ganancia efectivas, después de la fijación de las plusganancias en forma de renta. Esta homogeneización del espacio para el capital a causa de la densificación de los precios del suelo es efecto no de un meca nismo, como puede hacerlo creer la presentación que aquí se ha hecho, sino de un proceso incesante de lucha del capital por producir y conservar la plusganancia , y de la propiedad del suelo por fijar esta última en forma de renta y apropiársela.
Efectos del alza de la renta absoluta en el uso (no hay plusganancia de en uso
-
-
e.
Efectos del alza de la renta en el uso plusganancia de monopolio en el uso
3.2.
Figura 5.2. de las rentas del en competencia entre dos usos capitalistas del suelo (continuación)
La lucha del capital y
propiedad del suelo
Describamos ese proceso tal y como se puede observar en las fases ascendentes de la coyuntura inmobiliaria Supongamos, por ejemplo, un de la construcción de inmuebles de oficinas, que tiende a desarrollarse en las zonas hasta ahora residenciales adyacentes al centro comercial. Desde el instante en que esas operaciones dejan de ser excep Para un examen empírico de la aglomeración parisina durante los años 60, cf. Topalov, 1974, pp. 212 18 y 234 57. -
Christian
256
cionales, los precios de oferta de los propietarios de terrenos de inmuebles a demoler aumentarán, acercándose al nivel de las plusganancias de los promotores de oficinas. Entonces, el alza de los precios del suelo pondrá en peligro la rentabilidad de las operaciones de construcción de viviendas. Si, no obstante, los promotores de viviendas no pueden dedicarse simplemente a construir oficinas, tienen la posibilidad de dar dos tipos de respuestas: intensificar sus operaciones y aumentar su precio, o dejar la zona. En otras palabras, tratar de ajustar su ganancia inte rna de operación al nivel exigido por la competencia de los const ructo res de oficinas, o tomar nota de la imposibilidad de hacerlo. El alza localizada de los precios de venta sólo es posible si el promotor se dirige al submercado superior, condición de la exis tencia de precios de monopolio de segregación. El mercado defi nirá los limites del alza posible cuando aparezcan una evidente disminución de la velocidad de venta y una caída de la tasa de ganancia que revele una crisis de sobreproducción local. Otra vía es la de la densificación de las operaciones, posible por el hecho de que se impone simultáneamente a todos los construc tores; sin embargo, puede tropezar con unos límites ligados al aumento de los costes unitarios, a la reglamentación o a la modalidad de uso de la vivienda de las categorías sociales que con forman la clientela. La tendencia dominante será, entonces, generalmente ir a construir en otro lugar: ya no se tratará entonces de ajustar la plusganancia allí donde esos precios son aún bajos. Los prime ros promotores que adoptan ese comportamiento corren el ries go del fracaso, pero, en caso de éxito, obtendrán el beneficio de la innovación. Si se trata de construir viviendas privilegiadas en zonas donde habitualmente no eran construidas, será necesario que puedan ser incluidas en el espacio residencial de las capas superiores. Esto implica ya sea una extensión al margen de las zonas tradi cionales, ya sea una verdadera conquista de barrios populares centrales o de zonas periféricas nuevas. En ambos casos, será preciso un cambio radical de las condiciones urbanas para que sean posibles las operaciones particulares: la renovación ma siva o la gran operación compleja en la periferia urbana pueden modificar suficientemente el espacio para hacer posible la reno vación. Ello dependerá generalmente de la conexión entre los poderes públicos y el empresario privado. Si la operación es masiva, el promotor podrá comprar los terrenos al precio co -
-
-
Rentas del suelo y dinámica de los precios del suelo
257
rriente y crear luego la posibilidad de plusganancias localizadas de las que se apropiará íntegramente. Si las operaciones son más dispersas y se multiplican progresivamente, el alza de los precios del suelo absorberá de nuevo paulatinamente la totalidad de las plusganancias. Las posibilidades de crear plusganancias mediante la innova ción comercial son más reducidas par a las operaciones de vi vienda normal obligadas a cambiar de zona; en ese caso, no se trata de aplicar precios de venta superiores a los que se obser van en la zona de nueva implantación, sino de adaptarse a éstos. Los medios para establecer una plusganancia localizada superior a los precios corrientes del suelo serán, por tanto, de naturaleza diferente. Se tratará, en ese caso, de construir donde los promotores, has ta ese momento, se encontraban ausentes y den Unas veces se tratará de operaciones difusas en un tejido urbano poco denso, pero más que la construcción hasta entonces dominante a iniciativa de las propias familias, y a una escala lo suficientemente limitada como para minimizar los gastos de infraestructura: como resultado, aparece una renta diferencial y un incremento de la masa de renta por unidad de superficie. Pero esto provocará un alza inevitable de los precios del suelo, anulando la ventaja para los promotores que vienen luego. Otras veces se tratará de operaciones de urbanización periférica que implicarán gastos elevados de acondicionamiento y deberán ser realizadas a una escala suficiente y con la ayuda de las colectividades públicas que construirán una parte de los equipa y crearán el derecho de construcción: nuevas zonas serán abiertas a la renta absoluta y, si los gastos privados de acondicionamiento del suelo aumentan en forma significativa, el precio regulador de la vivienda normal aumentará en el con junto de la aglomeración y, con las rentas diferenciales. Si, no obstante, el promotor ha podido comprar los terrenos a un precio cercano a la renta agrícola, conservará una plusganancia. Se observa, por tanto, que el simple juego del mercado del suelo conduce en todos los casos a una rápida anulación de las ventajas que obtienen los promotores de una innovación en materia de ubicación. Conservar la plusganancia creada implica una intervención pública, ya sea para reunir las condiciones de ésta en beneficio directo del promotor, ya sea para detener el alza de los precios del suelo que desencadena su intervención. La teoría de la renta no es, pues, solamente un instrumento de análisis del mercado de los terrenos, sino también de las polí ticas del suelo del Estado.
Christian
256
cionales, los precios de oferta de los propietarios de terrenos de inmuebles a demoler aumentarán, acercándose al nivel de las plusganancias de los promotores de oficinas. Entonces, el alza de los precios del suelo pondrá en peligro la rentabilidad de las operaciones de construcción de viviendas. Si, no obstante, los promotores de viviendas no pueden dedicarse simplemente a construir oficinas, tienen la posibilidad de dar dos tipos de respuestas: intensificar sus operaciones y aumentar su precio, o dejar la zona. En otras palabras, tratar de ajustar su ganancia inte rna de operación al nivel exigido por la competencia de los const ructo res de oficinas, o tomar nota de la imposibilidad de hacerlo. El alza localizada de los precios de venta sólo es posible si el promotor se dirige al submercado superior, condición de la exis tencia de precios de monopolio de segregación. El mercado defi nirá los limites del alza posible cuando aparezcan una evidente disminución de la velocidad de venta y una caída de la tasa de ganancia que revele una crisis de sobreproducción local. Otra vía es la de la densificación de las operaciones, posible por el hecho de que se impone simultáneamente a todos los construc tores; sin embargo, puede tropezar con unos límites ligados al aumento de los costes unitarios, a la reglamentación o a la modalidad de uso de la vivienda de las categorías sociales que con forman la clientela. La tendencia dominante será, entonces, generalmente ir a construir en otro lugar: ya no se tratará entonces de ajustar la plusganancia allí donde esos precios son aún bajos. Los prime ros promotores que adoptan ese comportamiento corren el ries go del fracaso, pero, en caso de éxito, obtendrán el beneficio de la innovación. Si se trata de construir viviendas privilegiadas en zonas donde habitualmente no eran construidas, será necesario que puedan ser incluidas en el espacio residencial de las capas superiores. Esto implica ya sea una extensión al margen de las zonas tradi cionales, ya sea una verdadera conquista de barrios populares centrales o de zonas periféricas nuevas. En ambos casos, será preciso un cambio radical de las condiciones urbanas para que sean posibles las operaciones particulares: la renovación ma siva o la gran operación compleja en la periferia urbana pueden modificar suficientemente el espacio para hacer posible la reno vación. Ello dependerá generalmente de la conexión entre los poderes públicos y el empresario privado. Si la operación es masiva, el promotor podrá comprar los terrenos al precio co -
-
257
Rentas del suelo y dinámica de los precios del suelo
rriente y crear luego la posibilidad de plusganancias localizadas de las que se apropiará íntegramente. Si las operaciones son más dispersas y se multiplican progresivamente, el alza de los precios del suelo absorberá de nuevo paulatinamente la totalidad de las plusganancias. Las posibilidades de crear plusganancias mediante la innova ción comercial son más reducidas par a las operaciones de vi vienda normal obligadas a cambiar de zona; en ese caso, no se trata de aplicar precios de venta superiores a los que se obser van en la zona de nueva implantación, sino de adaptarse a éstos. Los medios para establecer una plusganancia localizada superior a los precios corrientes del suelo serán, por tanto, de naturaleza diferente. Se tratará, en ese caso, de construir donde los promotores, has ta ese momento, se encontraban ausentes y den Unas veces se tratará de operaciones difusas en un tejido urbano poco denso, pero más que la construcción hasta entonces dominante a iniciativa de las propias familias, y a una escala lo suficientemente limitada como para minimizar los gastos de infraestructura: como resultado, aparece una renta diferencial y un incremento de la masa de renta por unidad de superficie. Pero esto provocará un alza inevitable de los precios del suelo, anulando la ventaja para los promotores que vienen luego. Otras veces se tratará de operaciones de urbanización periférica que implicarán gastos elevados de acondicionamiento y deberán ser realizadas a una escala suficiente y con la ayuda de las colectividades públicas que construirán una parte de los equipa y crearán el derecho de construcción: nuevas zonas serán abiertas a la renta absoluta y, si los gastos privados de acondicionamiento del suelo aumentan en forma significativa, el precio regulador de la vivienda normal aumentará en el con junto de la aglomeración y, con las rentas diferenciales. Si, no obstante, el promotor ha podido comprar los terrenos a un precio cercano a la renta agrícola, conservará una plusganancia. Se observa, por tanto, que el simple juego del mercado del suelo conduce en todos los casos a una rápida anulación de las ventajas que obtienen los promotores de una innovación en materia de ubicación. Conservar la plusganancia creada implica una intervención pública, ya sea para reunir las condiciones de ésta en beneficio directo del promotor, ya sea para detener el alza de los precios del suelo que desencadena su intervención. La teoría de la renta no es, pues, solamente un instrumento de análisis del mercado de los terrenos, sino también de las polí ticas del suelo del Estado.
ANEXOS ESTABISTICOS
Anexo 1889, 1890, 1896. Dist ribu ción de las viv ie ndas nuevas viviendas según importe del alquiler y del con jun to de
ES: FU NT E
construida s en 1890: Prefecture du Departeme nt de - Viviendas de la de Paris en La Seine, Les Paris, Nationale, 1890, et de las viviendas en 1889, -- Conjunto Conjunto de las viviendas en 1896, de Paris,
1889
pp. 66-67.
1890,
sta tis tiq
1895,
264.
ANEXOS ESTABISTICOS
Anexo 1889, 1890, 1896. Dist ribu ción de las viv ie ndas nuevas viviendas según importe del alquiler y del con jun to de
ES: FU NT E
construida s en 1890: Prefecture du Departeme nt de - Viviendas de la de Paris en La Seine, Les Paris, Nationale, 1890, et de las viviendas en 1889, -- Conjunto Conjunto de las viviendas en 1896, de Paris,
1889
pp. 66-67.
1890,
sta tis tiq ue, 1895,
p.
264.
I I I .
Francia y región parisina ,
Estabilidad del empleo
Movilidad
Indi c
cara cte riza n a
espacios residenciales de
di fe re nt es
Migraciones alternantes (Francia, 1971)
Distribución espacial (Aglomeración de
Modalidad de transporte (Francia, 1968)
superiores
Cuadros me-
Profesio-
Profesio-
Tasa de
I I I .
Francia y región parisina ,
Estabilidad del empleo
Movilidad
Indi c
cara cte riza n a
espacios residenciales de
di fe re nt es
Migraciones alternantes (Francia, 1971)
Distribución espacial (Aglomeración de
Modalidad de transporte (Francia, 1968)
Cuadros me-
superiores
tes:
1954: 1968:
lif icados:
1954:
- Obreros
y
- Obreros espe-
No cualificados
Conjunto de los obreros
Obreros - lizados: - Peones:
especia-
1954: 1968:
Profesio-
Profesio-
Tasa de
Christian toria económica general, México. Fondo de Cultura Económica. 19741. Wingo, Lowdon Jr., 1961
Transportation and urban Washington, Resources the Inc.. 1961 [Transporte y suelo urbano, Barcelona, OikosTau, Young,
y
Willmott, P eter , 1957 East London, Londres, Penguin Books, 1962.
and kinship 221
pp.
B AC
ELARD ,
compromiso racionalista.
Latin a. B ERG ERO N , L., y otros.
- Niveles
de cu lt ura y grupos so -
C AST ELL S . M. La teo ría de las isis económicas y las transformaciones del capitalismo. D. La dialé ctica de la liber ación . D OUGLAS , M. Pureza y peligro. Un análisis de concep y tabú. tos de
--
Christian toria económica general, México. Fondo de Cultura Económica. 19741. Wingo, Lowdon Jr., 1961
Transportation and urban Washington, Resources the Inc.. 1961 [Transporte y suelo urbano, Barcelona, OikosTau, Young,
y
Willmott, P eter , 1957 East London, Londres, Penguin Books, 1962.
and kinship 221
pp.
B AC
ELARD ,
compromiso racionalista.
Latin a. B ERG ERO N , L., y otros.
- Niveles
de cu lt ura y grupos so -
C AST ELL S . M. La teo ría de las isis económicas y las transformaciones del capitalismo. D. La dialé ctica de la liber ación . D OUGLAS , M. Pureza y peligro. Un análisis de concep y tabú. tos de
--
de la sexualidad.
F O U C A U L T ,
La vo lu nt ad de
y cas tiga r. F R OM M , E. Anato mía de la de st ru ct iv id ad hu man a. F R O M M , E., y otros. La soc ieda d in du st ri al ránea, G AM BL E , A., y P. El ca pi ta li sm o e n cr isi s. G ODELIER , M. Racion alida d e ir ra cio nalid ad e n ec on om ía . G ODELIER , M. Econo mía, fe ti ch is mo y re lig ión e n las so ciedades primitivas. C AS AN OVA , P. Sociología de la explotación. G URRIERI , A., y otros. Es tu dio s so br e la ju ven tud ma rg i nal H O CART , A. M. Mito, ri tu al y co st um br e. En sa yo s he t doxos. I AN NI , y cu lt ur a d e la vio len cia e n Am é rica Latina. I AN NI , y capitalismo. J A CO BY , E . H. La bu ro cr at iz ac ió n del mundo . , J A F F E tribalismo al socialismo. L ACL AU , E. Política e ideología en la teoría marxista. L AN TE RN AR I , y Mu nd o. L AU RI N - F RE NE TT E , N. Las te or ía s fun cio nalis tas de la s cla ses sociales. Sociología e ideología burguesa. y comunicación. L EAC H L EC OU RT , D. Para una crítica d e la epistemología. L EC OU RT , D. Ensayo so br e la posi ció n de Le ni n e n Filo so f L EF EB VRE , H. Hegel, Ma rx , Ni et zs ch e. C. El or ig en de la s ma ne ra s de me sa . F O U C A U L T ,
-
-
-
--
--
-
-
-
-
,
--C.- El hom bre de sn ud o. Mi tol ógi cas C. - Antro polog ía es tr uc tu ra l
L OW Y , M. La teo ría de la re vo lu ci ón e n el jov en Ma rx. L OW Y , M. Para u na sociología d e los intelectuales
--
y la revolución e n Occidente. M AC CI OC CH I , M. M AND EL , fo rm ac ión de l pe ns am ie nt o ec on óm ic o de
M ARAVALL , J . M. La soc iolo gía de lo pos ible . L. Utópicas: juegos de espacios. M AT TE LA RT , desde el espacio; cultura y na en la era de los satélites.
- -
M AT TE LA RT , A. La co mun ic ac ió n ma si va e n el proc eso de liberación. M AT TE LA RT , A. Multi nacio nales y sistemas de comunica ción. Los aparatos ideológicos del imperialismo. M IL IB AN D , R. El Es ta do e n la so cie dad ca pit al ist a. M IL IB AN D , R. Marx ismo y pol ític a. M IL LE R , J . sociales: ideología y y H ER BE RT , conocimiento. M IL LS , C . hombres sociales y polí ticos. M ONOD , J. Un rico caníbal. S. Sociedad contra natura. M O URA , C. Sociología de la praxis. V. Pueblos y clases sociales en el campo es pañol. P IN IL LA D E L A S H ERA S . Reacci ón y re vo lu ci ón e n una so ciedad industrial. P ORTELLI , y el bl oq ue hi st ór ic o. P OULANTZAS , polít ico y clases sociales en el Es tado capitalista. P OULANTZAS , . Fascismo y dictadura. P OULANTZAS , N. Las cla se s so cia les e n el ca pi ta li sm o ac tual. P OULANTZAS , N. La cri sis d e las di ct ad ur as : Po rt ugal, Gr e cia, España. P OULANTZAS , N. Est ado, poder y so cia lis mo . P RE ST IP IN O , 6. El pe ns am ie nt o filo sóf ico de dialéctico y psi coa nál isis . R IC OE UR , una interpretación de la cultura. R OZITC H NE R , L. Freud y los límites del individualismo
--
---
-
,
---
concepto de en Marx. obra de Rei ch . S O L A R I , A. E.; F RAN CO , R., y J U T K O W I T Z , acción social y desarrollo en América Latina. H . R., y V AL EC IL LO S , M. El Es ta do e n el cap i talismo contemporáneo. H AGE N , clases sociales en las sociedades
-
V I NN A I , 6.
- El- Imp ericomo ideología. alis mo dictadura. , y en aj en ac ió n. , J.- Los vi vo s y la muerte.
W H EE LOC K , J.
Z A H AR Z IE GL ER
y
de la sexualidad.
F O U C A U L T ,
La vo lu nt ad de
y cas tiga r. F R OM M , E. Anato mía de la de st ru ct iv id ad hu man a. F R O M M , E., y otros. La soc ieda d in du st ri al ránea, G AM BL E , A., y P. El ca pi ta li sm o e n cr isi s. G ODELIER , M. Racion alida d e ir ra cio nalid ad e n ec on om ía . G ODELIER , M. Econo mía, fe ti ch is mo y re lig ión e n las so ciedades primitivas. C AS AN OVA , P. Sociología de la explotación. G URRIERI , A., y otros. Es tu dio s so br e la ju ven tud ma rg i nal H O CART , A. M. Mito, ri tu al y co st um br e. En sa yo s he t doxos. I AN NI , y cu lt ur a d e la vio len cia e n Am é rica Latina. I AN NI , y capitalismo. J A CO BY , E . H. La bu ro cr at iz ac ió n del mundo . , J A F F E tribalismo al socialismo. L ACL AU , E. Política e ideología en la teoría marxista. L AN TE RN AR I , y Mu nd o. L AU RI N - F RE NE TT E , N. Las te or ía s fun cio nalis tas de la s cla ses sociales. Sociología e ideología burguesa. y comunicación. L EAC H L EC OU RT , D. Para una crítica d e la epistemología. L EC OU RT , D. Ensayo so br e la posi ció n de Le ni n e n Filo so f L EF EB VRE , H. Hegel, Ma rx , Ni et zs ch e. C. El or ig en de la s ma ne ra s de me sa . F O U C A U L T ,
-
-
-
--
--
-
-
-
-
,
--C.- El hom bre de sn ud o. Mi tol ógi cas C. - Antro polog ía es tr uc tu ra l
L OW Y , M. La teo ría de la re vo lu ci ón e n el jov en Ma rx. L OW Y , M. Para u na sociología d e los intelectuales
--
y la revolución e n Occidente. M AC CI OC CH I , M. M AND EL , fo rm ac ión de l pe ns am ie nt o ec on óm ic o de
M ARAVALL , J . M. La soc iolo gía de lo pos ible . L. Utópicas: juegos de espacios. M AT TE LA RT , desde el espacio; cultura y na en la era de los satélites.
- -
URBANISMO
6.
- Urbanismo
y
uusteridad.
C AS TE LL S , M.
-Crisis urbana y cambio social. M.-Problema's de investigación en , M. La cu es ti ón urb an a. D.-Urbanismo y desigualdad social.
sociología
C AST EL LS
capital y su espacio. L OJKINE ,
marxismo, el Estado y
urbana.
R. Las es tr uc tu ra s am bi en ta le s e n Amé ri ca Lat ina.
-
pol íti ca de la J .
F.,
V AR IO S rica Latina.
y
, R.
H TE R
- Libertad
para co ns tr ui r.
regional y urbana en
MOVIMIENTOS SOCIALES URBANOS
C AST ELL S , M.
- Movimi entos soc ial es ur ba no s. M.-Ciudad, democraci a socialismo. y
L. tos
sobreviven los marginados.
pob res de la ciud ad e n los espontáneos.
M AT TE LA RT , A. La co mun ic ac ió n ma si va e n el proc eso de liberación. M AT TE LA RT , A. Multi nacio nales y sistemas de comunica ción. Los aparatos ideológicos del imperialismo. M IL IB AN D , R. El Es ta do e n la so cie dad ca pit al ist a. M IL IB AN D , R. Marx ismo y pol ític a. M IL LE R , J . sociales: ideología y y H ER BE RT , conocimiento. M IL LS , C . hombres sociales y polí ticos. M ONOD , J. Un rico caníbal. S. Sociedad contra natura. M O URA , C. Sociología de la praxis. V. Pueblos y clases sociales en el campo es pañol. P IN IL LA D E L A S H ERA S . Reacci ón y re vo lu ci ón e n una so ciedad industrial. P ORTELLI , y el bl oq ue hi st ór ic o. P OULANTZAS , polít ico y clases sociales en el Es tado capitalista. P OULANTZAS , . Fascismo y dictadura. P OULANTZAS , N. Las cla se s so cia les e n el ca pi ta li sm o ac tual. P OULANTZAS , N. La cri sis d e las di ct ad ur as : Po rt ugal, Gr e cia, España. P OULANTZAS , N. Est ado, poder y so cia lis mo . P RE ST IP IN O , 6. El pe ns am ie nt o filo sóf ico de dialéctico y psi coa nál isis . R IC OE UR , una interpretación de la cultura. R OZITC H NE R , L. Freud y los límites del individualismo
--
---
-
,
---
concepto de en Marx. obra de Rei ch . S O L A R I , A. E.; F RAN CO , R., y J U T K O W I T Z , acción social y desarrollo en América Latina. H . R., y V AL EC IL LO S , M. El Es ta do e n el cap i talismo contemporáneo. H AGE N , clases sociales en las sociedades
-
V I NN A I , 6.
- El- Imp ericomo ideología. alis mo dictadura. , y en aj en ac ió n. , J.- Los vi vo s y la muerte.
W H EE LOC K , J.
Z A H AR Z IE GL ER
y
URBANISMO
6.
- Urbanismo
y
uusteridad.
C AS TE LL S , M.
-Crisis urbana y cambio social. M.-Problema's de investigación en , M. La cu es ti ón urb an a. D.-Urbanismo y desigualdad social.
sociología
C AST EL LS
capital y su espacio. L OJKINE ,
marxismo, el Estado y
urbana.
R. Las es tr uc tu ra s am bi en ta le s e n Amé ri ca Lat ina.
-
pol íti ca de la J .
F.,
V AR IO S rica Latina.
y
, R.
H TE R
- Libertad
para co ns tr ui r.
regional y urbana en
MOVIMIENTOS SOCIALES URBANOS
C AST ELL S , M.
- Movimi entos soc ial es ur ba no s. M.-Ciudad, democraci a socialismo. y
L. tos
sobreviven los marginados.
pob res de la ciud ad e n los espontáneos.