J. Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza EDITORES
Comisión Permanente Permanente de los Congresos Nacionales de Arqueología Argentina Presidentes de los Congresos Congresos precedentes —I a XVI; 1970/2007— 1970/2007—
Comisión Organizadora Organizadora del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina Presidentes: J. Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza Secretario de comunicación y edición: Juan Pablo Pablo Aguilar Aguilar Tesorero:
Jorge García Llorca
Miembros: Pablo Pablo A. Cahiza, Cahiza, Sebasti Sebastián án A. Carosio, Carosio, Lourdes Iniesta, Luis Maferra, María Rosa Martínez, María José Ots, María Pannunzio de Mulle, Cristina Prieto, Lorena Puebla, Marcos Quiroga, Claudio Revuelta, Vanina Victoria Terraza, Vanina Tobar, Valeria Zorrilla Editores: J. Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza
Agradecemos la colaboración de nuestras instituciones, Universidad Nacional de Cuyo y Consej Consejo o Nacion Nacional al de Invest Investiga igacio cione nes s Cientí Científic ficas as y Técnic Técnicas, as, Facult Facultad ad de Filoso Filosofía fía y Letra Letras s e Instit Instituto uto de Cienci Ciencias as Human Humanas as Social Sociales es y Ambie Ambienta ntales les,, como como asimis asimismo mo a laANPCyT laANPCyT y la Muni Munici cipa pali lida dad d de la Ciud Ciudad ad de Mend Mendoz oza, a, al igua iguall que que a todo todos s los los que que apor aporta taro ron n para para hace hacer r posibl posible e el Congr Congreso eso y la edició edición n de esta esta public publicaci ación ón..
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquie cualquierr medio medio o procedim procedimient iento, o, incluido incluidos s la reprogra reprografía fía y el tratamien tratamiento to informát informático. ico. Primera Primera Edición: Edición: 500 ejemplare ejemplares s Impreso Impreso enArgentina enArgentina - Printed Printed inArgentina inArgentina ISBN: 978-987-9126-83-7 978-987-9126-87-5 978-987-9126-87-5 (Tomo (Tomo IV) Qued Queda a hechoel hechoel depó depósit sito o que que marca marca la Ley Ley 11.723 1.723
Nota Editorial Han transcurrido tres años desde el último XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, realizado en San Salvador de Jujuy, que permitió una puesta a punto de las investigaciones regionales, manifestada en centenares de ponencias y en la edición de los tres volúmenes de los resúmenes expandidos del evento. Hoy, octubre de 2010, nos complacemos por estar desarrollando el XVII Congreso Nacional por primera vez en nuestra ciudad de Mendoza, avizorando con las también centenares de ponencias convocadas, por más de mil investigadores, un panorama de significativos avances científicos de los estudios arqueológicos nacionales e internacionales relacionados. Dichos estudios se reflejan en veintisiete simposios, dos mesas redondas, seis mesas de comunicaciones sobre áreas del país, una mesa de estudiantes y una sesión de presentaciones gráficas, propias de un Congreso rico en aportes multidisciplinares, con importante participación de investigadores nacionales y extranjeros, cuya presencia agradecemos especialmente. Semejante aportación de esfuerzos implicó para nosotros que buscáramos el adecuado correlato de extensión y difusión. Por lo tanto, junto con facilitar la participación de estudiantes y egresados recientes de las especialidades desarrolladas en la reunión, pretendimos ofrecer un espacio de publicación, que sumara a la novedad de edición previa al Congreso, la primicia de la necesaria evaluación externa. Por esta razón, con la importante colaboración de los coordinadores de las sesiones en que está dividido el Congreso, pautamos la publicación del libro que reuniera los aportes como artículos breves, que fueran aceptados luego de ser evaluados por coordinadores de sesión y asesores externos a las mismas, asegurando con tal procedimiento que si éste se cumplía acabadamente alcanzaríamos la garantía necesaria sobre la excelencia del producto intelectual ofrecido, aportando con esto un nuevo modo de presentación. Merced a la ardua labor del colectivo de organizadores, coordinadores y evaluadores, pudimos cumplir con nuestro cometido, alcanzando la presentación de estos cinco ci nco volúmenes del libro del Congreso la calidad de haber sometido a evaluación las presentaciones de los autores, reuniendo en esta oportunidad más de trescientos cincuenta de ellas que, distribuidas en capítulos siguiendo el orden de simposios y mesas, nos permite permite ofrecer más de dos mil quinientas páginas de la producción de la Arqueología Argentina y Regional sudamericana, con la convicción de que constituyen una nueva puesta a punto de la situación de la disciplina y sus avances en el país junto con la continental relacionada. Debemos a la vez congratular y agradecer particularmente a nuestros colegas y a los alumnos avanzados que han participado activamente, no sólo para hacer posible el desarrollo del Congreso sino también y principalmente para que alcanzáramos esta forma de expresión duradera de los resultados de múltiples proyectos de investigación, denotando la excelencia y significación de nuestro ámbito científico en el concierto de la ciencia nacional y sudamericana. Les invitamos por lo tanto a la lectura atenta que merecen estas contribuciones rigurosas garantizadas mayoritariamente por la revisión crítica de pares evaluadores, cuya labor agradecemos, recorriendo un camino particular del conocimiento aportado por la Arqueología científica, reconociendo los novedosos abordajes metodológicos y técnicos presentados. TOMO IV - V
La presentación de un libro, máxime de éste que involucra cinco volúmenes, es un hecho gratificante por sí y lo es más por el esfuerzo que representa la labor de sus autores, siendo asimismo de fundamental valor las contribuciones económicas que lo hicieron posible y que agradecemos, como los aportes de nuestras instituciones organizadoras del Congreso —Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo e Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas—, los del CONICET y de la ANPCyT, como así el que contáramos además con el marco apropiado para los eventos, brindado por nuestra anfitriona, la Municipalidad de la l a Ciudad de Mendoza. No es menor asimismo asimismo el contexto del bicentenario, los bicentenarios bicentenarios diríamos, de nuestras nuestras patrias latinoamericanas, que nos impulsó a resaltar el contexto del año en que desenvolvimos el Congreso, titulando el trabajo de todos como Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, 1810-2010. Nos parece significativo igualmente que hayamos alcanzado con nuestro XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina los cuarenta años desde la realización del primero de ellos, situación que implica una recapitulación sobre la ciencia arqueológica en Argentina, recordando tantos y tan excelentes colegas y aportes, rememorando a muchos maestros hoy desaparecidos, agradeciendo tanto esfuerzo y labor que nos permite continuar avanzando, pasando la posta, como hacemos en este octubre de 2010, a una nueva reunión trienal, a un próximo XVIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, en alguna provincia del país, bajo el cuidado de otro grupo de organizadores. Nos sentimos honrados, junto con nuestros colegas y alumnos de la Comisión Organizadora del XVIICNAA, por haber recibido el honor de organizar y desarrollar este Congreso en nuestra querida Ciudad de Mendoza, pudiendo a su vez ejercer la responsabilidad de editar los múltiples tomos del libro con los artículos breves sobre los aportes de tantos autores, lo que agradecemos poniendo el producto a vuestra disposición. En la espera que esta reunión oficie de marco amigable para la reflexión dialogada sobre el lugar en que nos encontramos y hacia donde nos dirigimos en la arqueología argentina, es que les deseamos el más fructífero de los l os trabajos. Muchas gracias
Dr. J. Roberto Bárcena
Dr. Horacio Chiavazza Editores
Presidentes del XVII CNAA
TOMO IV - VI
CAPÍTULO 27 SIMPOSIO 27 UTILIZACIÓN DE INDICADORES FÍSICOS, QUÍMICOS Y BIOLÓGICOS EN LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS ARQUEOLÓGICOS Coordinadores Débora M. Kligmann
CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA
Marcelo R. Morales
CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA
Evaluadores Marcelo R. Morales
CONICET - Instituto de Arqueología – UBA
Silavana Buscaglia
Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas CONICET
Marcelo Cardillo
Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas CONICET
Verónica Seldes
CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Verónica Lema
Departamento Científico de Arqueología Laboratorio de Etnobotánica y Botánica AplicadaFCNYM (UNLP)
María Marschoff
Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas CONICET
ÍNDICE ANÁLISIS DE PROCEDENCIA DE OBSIDIANAS DEL ALERO CUEVAS, PROVINCIA DE SALTA, ARGENTINA: APLICACIÓN Y COMPLEMENTARIEDAD DE MÉTODOS FÍSICO QUÍMICOS Y MACROSCÓPICOS Cecilia Mercuri y Federico Restifo ............................................................................................................. 1389 PALEOESCATOLOGÍA MOLECULAR. ADN ANTIGUO EN COPROLITOS Y SEDIMENTOS ARQUEOLÓGICOS: POSIBILIDADES, DIFICULTADES Y PRIMEROS RESULTADOS EN ARGENTINA Martín H. Fugassa y Andrea Cumino .......................................................................................................... 1395 ESTIMACIÓN DE CRONOLOGÍA RELATIVA MEDIANTE ESTUDIOS APLICADOS SOBRE MATERIALES DE HIERRO PROVENIENTES DE LA GUARDIA DE SAN MIGUEL DEL MONTE (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) Luis P. Traversa, María Inés Casadas y María Eugenia Peltzer ................................................................. 1399 TRAS LAS HUELLAS DEL FUEGO. APORTES DEL ANÁLISIS DE MICROCARBONES A LA ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DE AMBATO (CATAMARCA) Henrik B. Lindskoug .................................................................................................................................. 1405 GEOFÍSICA APLICADA A LA ARQUEOLOGÍA: LA LOCALIZACIÓN DEL FUERTE SANCTI SPÍRITUS (1527-1529), PUERTO GABOTO, PROVINCIA DE SANTA FE Gabriel Cocco, Guillermo Frittegotto, Néstor Bonomo, Matías de la Vega, Patricia Martinelli y Ana Osella .................................................................................. 1411 ¿ANTIGUOS CANALES? IDENTIFICACIÓN DE CANALES DE RIEGO MEDIANTE BIOINDICADORES. EL CASO DE PEÑAS COLORADAS M. Lorena Cohen, Lorena Grana y Nora Maidana ...................................................................................
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
ANÁLISIS DE PROCEDENCIA DE OBSIDIANAS DEL ALERO CUEVAS, PROVINCIA DE SALTA, ARGENTINA: APLICACIÓN Y COMPLEMENTARIEDAD DE MÉTODOS FÍSICO QUÍMICOS Y MACROSCÓPICOS Cecilia Mercuri* y Federico Restifo** Introducción En los últimos años, los análisis de procedencia de materias primas líticas han cobrado relevancia. Una de las rocas más propicias para el estudio de la organización tecnológica, disponibilidad y/ o accesibilidad de las materias primas, grado de movilidad del grupo, estrategia de subsistencia (Earle y Ericson 1977, entre otros) es la obsidiana. Por un lado, esta materia prima y/ o sus productos han sido bienes exóticos objeto de extensas redes de circulación en todo el mundo (Earle y Ericson 1977, entre otros). Y por otro lado, es un material geológicamente escaso y de localización concentrada. Ésta roca ígnea volcánica extrusiva perteneciente al grupo de los silicatos presenta una serie de elementos minoritarios con concentraciones menores al 1% (que comúnmente se denominan elementos traza) cuyas concentraciones son específicas de cada formación o parte de formación geológica (Zumberge 1974), por lo que es posible asignar la pertenencia de una muestra a una fuente en particular, dando precisiones sólo sobre la relación entre dos localidades geográficas, que después se discuten dentro del contexto de estudio. En líneas generales, en un primer acercamiento, los conjuntos arqueológicos, se analizan macroscópicamente. Esto es también así para el registro de las materias primas líticas, el cual se hace a partir de la colección de referencia. Esto es así incluso cuando se analizan obsidianas (Psota 1990). Rojas y colaboradores (2004) dividen los métodos de análisis de las obsidianas en tres grupos generales: descripción física, análisis físico químico y radioactividad natural. En el primer grupo se incluyen los estudios macro y microscópicos y entre los segundos, los análisis de procedencia. En este trabajo, explicamos y comparamos cómo funcionan un método físico químico (XRF), y la descripción macroscópica, luego ejemplificamos con el caso de estudio de dos niveles arqueológicos de distintos fechados del sitio Alero Cuevas y la aplicación de éstos métodos. Métodos analíticos para la determinación de rocas Análisis por Fluorescencia de Rayos X La espectroscopía por fluorescencia de rayos X (XRF) es ampliamente utilizada para el análisis elemental cualitativo y cuantitativo de muestras ambientales, geológicas, biológicas e industriales entre otras. Comparada con otras técnicas (AAS, ICPS, NAA), tiene la ventaja de ser no destructiva, multielemental, rápida y positiva en su relación costo efectividad (Tykot y Ammerman 1997), pero es menos precisa que l os otros métodos. La identificación de elementos por métodos que involucran rayos- X es posible gracias a la radiación característica que emiten los átomos desde el interior de sus cortezas electrónicas bajo ciertas condiciones: cuando el haz de un electrón de alta energía choca contra un material, uno de los resultados es la eyección de fotoelectrones desde la corteza interior de los átomos. El electrón eyectado deja un espacio en la estructura electrónica del átomo. Luego de un breve período, los electrones atómicos se reacomodan con un electrón de mayor energía, llenando la vacante. Durante la relajación, el átomo deviene fluorescente, es decir, emite un fotón de rayos- X cuya energía es igual a la diferencia en energías de los estados inicial y final. Detectar ese fotón y medir su energía nos permite determinar el elemento y la transición electrónica específica de la cual se originó (Jenkins 1988). El espectro de rayos X adquiridos durante ese proceso muestra un número de picos característicos. La energía de los picos permite la identificación de los elementos presentes en la muestra (análisis cualitativo), mientras que la intensidad de los picos provee la concentración de elementos relevante o absoluta (análisis semi-cuantitativo o cuantitativo).
*
CONICET- Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires. 25 de Mayo 217, 3º piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
[email protected] ,
[email protected]. * CONICET- Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires. 25 de Mayo 217, 3º piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
[email protected] ,
[email protected].
TOMO IV - 1389
Cecilia Mercuri y Federico Restifo
Los análisis cuantitativos por XRF requieren la calibración de los parámetros de medición, lo cual se puede hacer según parámetros empíricos, que se basa en el análisis de estándares con composiciones elementales conocidas, ó fundamentales sin estándar, que se sustentan en algoritmos matemáticos que describen la física de la respuesta del detector a los elementos puros. Deben considerarse dos tipos de límites en la detección: en el instrumental y en el método. Este último se relaciona con la preparación de las muestras y el tiempo de análisis. La superficie de los ítems bajo estudio deben estar limpias y libres de etiquetas. Si los artefactos hubieran sido rotulados, es mejor dejarlos así, ya que al remover la sigla a veces quedan residuos y es preferible que la ubicación de ésta sea obvia (la presencia de pintura se refleja en elevados niveles de titanio, zinc o plomo). Las muestras seleccionadas para el análisis por XRF deben tener un tamaño no menor a 10 mm de diámetro y un mínimo 1,5 mm de espesor. Las muestras más pequeñas tienden a mostrar distorsión en los valores de los elementos pero, en muchos casos, pueden ser caracterizadas con cierto grado de confiabilidad. De todos modos, el uso de especimenes pequeños no es recomendable en áreas ó regiones donde el universo de las fuentes de obsidiana no es bien conocido (Skinner y Thatcher s/ f). Los resultados analíticos de las superficies lenticulares o biconvexas son comparables a aquellos de superficies planas o las píldoras (formada con la muestra pulverizada), por lo que son viables los estudios de caracterización no destructivos (Hughes 1986). Análisis Macroscópico a Ojo Desnudo En esta metodología deben considerarse un conjunto de rasgos que caractericen las rocas. Es oportuno destacar que este es un análisis subjetivo de modo que las variables registradas y la manera de hacerlo dependerán de las necesidades y objetivos de equipos de investigación particulares y principalmente del conjunto a analizar. Es importante aclarar que la precisión de este método depende, no sólo del conocimiento que se tenga de la colección de referencia, sino también de las características de las rocas a analizar. No todos los conjuntos tienen el mismo potencial, hay obsidianas que son macroscópicamente muy difíciles de diferenciar unas de otras, pero cuando el conjunto presenta cierta variabilidad macroscópica el método es viable (cf . Psota 1990). El tiempo que lleva el análisis está relacionado con el tamaño de la muestra, ya que, en principio, se analizan todas las piezas del conjunto. Los especimenes deben tomarse y examinarse sobre una mesa, (preferentemente blanca para no interferir con el registro de algunas de las variables como el color), y con luz apropiada. Algunas de las variables que pueden tomarse en cuenta se basan en el análisis macroscópico de rocas y minerales que realizan los geólogos. Así, se registran propiedades ópticas tales como brillo, transparencia, color, inclusiones, vetas, corteza. Asimismo, también se tienen en consideración propiedades físicas tales como fractura, textura, homogeneidad. A partir de estas observaciones se realiza la comparación con la colección de referencia. Es conveniente que en ésta estén disponibles piezas de distintos tamaños y espesores en función de tener mayor comparabilidad. Caso de estudio: cuenca hídrica de Santa Rosa de los Pastos Grandes La cuenca de Santa Rosa de los Pastos Grandes (SRPG, ver figura 1), se ubica a unos 240 Km hacia el NO de Salta Capital. Con una superficie aproximada de 300 km² (López 2008) y a una altura promedio mayor a 4000 msnm, la cuenca se conforma por las aguas que recoge de los nevados homónimos, las cuales forman una amplia vega (Vilela 1969). Conecta la Puna Argentina con los Valles Mesotermales (Norte del Valle Calchaquí) y el Norte de Chile, siendo a su vez, una zona de transición hacia la Puna Sur (López 2008). Durante la campaña arqueológica realizada en Abril de 2004, se detectó un amplio alero de toba dacítica blanco amarillento muy claro en un faldeo de cerro de la Quebrada de las Cuevas, al cual se denominó Alero Cuevas (AC, ver figura 1). Éste se ubica en un lugar de alta visibilidad, a más de 5 m del fondo de la misma y su localización, permite una buena visual de la Quebrada y sus recursos potenciales. El Alero, de 19,3 m de frente, presenta una estratigrafía compleja y una secuencia de fechados larga, que va desde los 9650 ±100 a 643 ±35 (López 2007 y 2008). López (2007) sostiene que la recurrencia en las ocupaciones se relaciona con una serie de ventajas tales como la cercanía a recursos básicos, la alta visibilidad de gran parte de la Quebrada y sobre todo por brindar abrigo.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
Como ya se mencionó, en este trabajo se presentan y discuten los resultados de las capas fechadas en 2020 ±60 (LP- 1671, 1 sigma 100 AC- 60 DC), por un lado y la capa F4 con fechados de 8504 ± 52 AP (AA 71136 NSF, cal 7600-7490 AC), 8838 ± 52 AP (AA 71136 NSF, cal 8210-7750 AC) y 9650 ± 100 AP (LP 1736, cal 93008750 AC), por el otro. El conjunto se abordó primeramente de manera macroscópica, y luego se enviaron muestras de obsidiana al laboratorio de la MURR (Missouri University Research Reactor), en EEUU, para el análisis físico químico. La elección de este laboratorio tuvo que ver con que disponen de una amplia colección de referencia calibrada para la zona en cuestión. A partir de esta primera clasificación se formaron 5 grupos según sus características macroscópicas (ver tabla 1). Realizamos el trabajo de comparación con nuestra muestra de referencia y asignamos procedencia potencial a los grupos. Este paso nos permitió seleccionar el conjunto que queríamos enviar para analizar. Por un lado, queríamos confirmar la presencia de algunas, y por otra esclarecer la de otras que no era clara o no se presentaba en nuestra colección (Tabla 1). El trabajo de comparación lo realizamos contemplando las muestras de los dos niveles arqueológicos que estudiamos, de modo que pudiéramos observar la recurrencia de ciertas materias primas en ambos conjuntos y plantear hipótesis sobre las estrategias implementadas en dos momentos diferentes de la ocupación del alero. La elección de las piezas que analizamos por XRF tuvo que ver con esta recurrencia. Características i c n e r a p s n a r T a
o p u r G
o l l i r B
r o l o C
1
mucho
Traslúcid o
Si
2
mucho
Traslúcid o
Si
3
mucho
Negro traslúcido
4
jabonos o
Gris
5
poco
Gris muy oscuro
Si, aunque con vetas. Apenas (hay que ponerla a trasluz) . Apenas (hay que ponerla a trasluz) .
s e n o i s u l c n I
a d i e , n a r e g u o t x e m o T h d
s a t e V
a z e t r o C
no
no
Si, blancas paralelas. No influyen en la transparecia . Si, paralelas negras.
no
Suave, pero con irregularidades . Suave
no
Pequeñas, doradas.
Grises paralelas.
Negra, pequeña y aislada
-
Negras, muy pequeñas. Burbujas pequeñas. -
Tiene una microvesícula .
a r u t c a r F
l a i c n e t o p e t n e u F
e t n e u F
Concoida l
Quirón
Quirón
Concoida l
-
Quirón
Muy suave
Concoida l muy linda.
Zapaler i
Zapaler i
¿?
Tendiente a suave
Concoida l
-
Tendiente a suave.
Concoida l
Archiba rca
Purulla
Archiba rca
Tabla 1. Características macroscópicas de la muestra analizada por XRF.
Discusión y palabras finales Ambos métodos parten del conocimiento de una amplia colección de referencia de las fuentes de obsidianas. Amplia no en un sentido cuantitativo, sino, más importante, cualitativo. Es decir, que en la colección esté representada la variedad observable (independientemente del nivel de análisis) en las rocas.
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Cecilia Mercuri y Federico Restifo
Ahora bien, las muestras que se envían para análisis de XRF pueden ser relativamente escasas con respecto al conjunto lítico de un sitio. Este dato, no obstante es muy poco claro en la bibliografía consultada, ya que por lo general se muestra la cantidad de elementos analizados, pero no se aclara qué porcentaje representa. Este es un punto que no ha sido tenido en cuenta y lo que suele primar es la cantidad sobre la calidad (muchas veces no se indica si las piezas provienen de capa o de superficie). Contrariamente, en los análisis macroscópicos, en principio se clasifican y tratan de determinar todos los artefactos, de modo que el porcentaje de representación de la muestra analizada sería cercano al 100% (aunque habría que descartar los no identificados). Es importante destacar que ambos métodos son no destructivos. No obstante, una vez que uno manda muestras a laboratorios extranjeros, muchas veces hay que abonar extra para recuperarlas y a esto se suman posibles inconvenientes con el correo postal, por lo que lo óptimo es elegir muy bien la muestra a analizar y realizarle todos los análisis que requiera antes de enviarla. La mayor ventaja, de XRF es que se logra una determinación con confiabilidad que alcanza el 99% y es independiente de la variabilidad macroscópica de rocas del conjunto y de la región. Sin embargo, si bien el análisis es físico químico, la elección de las muestras es macroscópica por lo que debe ser realizada con seriedad y detalle. El análisis a ojo desnudo es altamente dependiente de la variabilidad macroscópica de las rocas del conjunto y de la región, por lo que si las rocas no presentan características macroscópicas diagnósticas, se hace muy dificultoso su estudio y la determinación de grupos que ayuden en la selección de muestras a analizar con métodos físico químicos. Sin embargo, en algunos casos se ha llegado al 89% de éxito en la identificación macroscópica de obsidianas (ver Bettinger et al 1 984 citado en Psota 1990). No obstante, se vuelve a reiterar que esto es muy dependiente del conjunto bajo análisis y de las características de las rocas de la región de estudio. En nuestro caso de estudio, dos conjuntos líticos del sitio Alero Cuevas, pudimos por un lado, confirmar la presencia de las variedades Quirón (que se encuentra a más de 30 km del sitio) y Zapaleri (a unos 300 km), y por otro lado, descubrimos la existencia de la variedad Archibarca (Tabla 1 y figura 1), que se localiza a unos 150 km, aproximadamente, y no había sido detectada en el área. Ahora bien, la selección de la muestra fue realizada macroscópicamente a partir de semejanzas que pudieron ser observadas a ojo desnudo, pero somos conscientes que habría que verificar y hacer un estudio más fino analizando físico- químicamente las obsidianas de los dos conjuntos por separado. De acuerdo con el primer acercamiento que efectuamos, descripción macroscópica a ojo desnudo, el grupo 5 fue asignado tentativamente a la variedad Cueros de Purulla, ya que se asemeja a la muestra de esta materia prima que tenemos en nuestra colección de referencia, pero resultó provenir de Archibarca, en el límite entre las provincias de Salta y Catamarca, por lo que no puede descartarse la presencia diferencial de distintas variedades de obsidianas sólo diferenciables por métodos físico químicos, en los dos conjuntos. En suma, es relevante que se utilicen estos métodos complementariamente. Lo mejor es no quedarse con una única metodología y los análisis macroscópicos no son para desestimar, ya que si bien no tienen la resolución de los físico- químicos, operan en distinto nivel y son muy importantes para una primera clasificación de las rocas del conjunto. Y tal vez lo principal es qué se hace con la información obtenida por estos métodos.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
Agradecimientos A todos aquellos que leyeron versiones anteriores de este trabajo e hicieron comentarios. Al CONICET por las becas que nos permiten realizar estos estudios. Todo lo aquí vertido es de nuestra exclusiva responsabilidad. Bibliografía Earle, T. K. y J. E. Ericson (editores). 1977. Exchange System in Prehistory. Academic Press, New York. Hughes, R. E. 1986. Diachronic Variability in Obsidian Procurement Patterns in Northeastern California and Southcentral Oregon. University of California Publications in Anthropology 17, Berkeley, California. Jenkins, R. 1988. X-Ray Fluorescence Spectrometry. J. Wiley & Sons, Inc, New York. López, G. E. J. 2007. Ocupaciones Humanas a lo largo del Holoceno en Pastos Grandes, puna de Salta: el caso arqueológico del sitio multicomponente Alero Cuevas. En Tras las Huellas de la Materialidad. Resúmenes ampliados del XI Congreso Nacional de Arqueología (III): 145- 150. Jujuy. 2008. Arqueología de Pastos Grandes, Puna de Salta: Ocupaciones humanas y evolución a lo largo del Holoceno. Tesis para optar al grado de Doctor en Filosofía y Letras. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Ms. Psota, S. 1990. Reexamining the Potential to Visually Source Western Great Basin Obsidians. Trabajo presentado en la 24º Annual Meeting of Society for California Archaeology, Foster City. Rojas A., C., V. A. Peña Rodríguez y M. Delgado A. 2004. Caracterización de obsidianas arqueológicas peruanas: redes de intercambio. Revista de Investigación de Física vol 7, Nº 1, 2: 51- 58. Skinner, C. E. y J. J. Thatcher. s/ f. Introduction to Obsidian Characterization Studies. http://www.obsidianlab.com/info_xrf.html (15 de Octubre de 2008). Tykot, R. y A. J. Ammerman. 1997. New directions in Central Mediterranean obsidian studies. Antiquity 71 (274): 1000- 1006. Zumberge, J. H. 1974. Geología Elemental. C.E.C.S.A. México, D. F. 3 impresión.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
PALEOESCATOLOGÍA MOLECULAR. ADN ANTIGUO EN COPROLITOS Y SEDIMENTOS ARQUEOLÓGICOS: POSIBILIDADES, DIFICULTADES Y PRIMEROS RESULTADOS EN ARGENTINA Martín H. Fugassa* y Andrea Cumino ** Los estudios paleoparasitológicos que se realizan en Patagonia están dirigidos a aportar información ecológica y cultural humana como así también sobre la historia evolutiva de parásitos y biogeografía de otros hospedadores mamíferos. Sin embargo, el grado de resolución de las preguntas a responder está condicionado por los métodos con que se cuenta y la calidad de las muestras disponibles. La introducción de técnicas moleculares es crítica para avanzar en el aporte de información más detallada y con menor incertidumbre. Aunque la inclusión de las técnicas de ADN antiguo supone desafíos tanto en infraestructura, equipamiento, recursos humanos y logística, los resultados obtenidos mediante el estudio de ADN antiguo, fundamentalmente desde mediados de los años 90 en otros países, justifican el esfuerzo. La mayor sensibilidad como especificidad de la técnica redunda en un aumento significativo de la calidad de la información recuperada de los materiales arqueológicos. Aquí se describe el método de extracción y amplificación de ADN antiguo aplicados en el Lab. de Paleoparasitología. Asimismo, se enumeran las medidas de prevención de contaminación aplicadas antes y durante el examen molecular. Finalmente, se describen los primeros resultados conseguidos en coprolitos procedentes de Patagonia (provincia de Santa Cruz) y que previamente han sido motivo de estudios paleoparasitológicos con microscopía óptica. Introducción La historia de la paleoescatología molecular (estudio de restos arqueológicos o paleontológicos asociados al sistema digestivo mediante técnicas moleculares) procede de la intersección de los estudios moleculares en restos humanos antiguos –restos óseos y tejidos- en busca de agentes infecciosos (Ferreira et al. 2000) y el desarrollo de la parasitología molecular, desde mediados de la década del 1980 –aunque la tecnología de la PCR se incluyó a inicios de los años 1990. A partir del trabajo de Loreille y colaboradores (Loreille et al. 2001) en letrinas del siglo XIV en Bélgica, siguieron otros trabajos (Iñiguez et al. 2002, 2006, entre otros). Durante la última década el Laboratorio de Microbiología Molecular y el Laboratorio de Paleoparasitología de la Fundacao Oswaldo Cruz, establecieron el primer laboratorio de ADN antiguo dedicado a parásitos en Latinoamérica. En la actualidad, y con el apoyo de los laboratorios de Brasil, en Mar del Plata se está conformando un área de trabajo en ADN antiguo. Como sucedió cuando se comenzó con los estudios paleoparasitológicos en la UNMdP, surge reflexionar los motivos por los cuales aún no se ha establecido un laboratorio semejante en Argentina. Sin dudas, no es la falta de muestras o lo poco confiable de los resultados, que son respaldados por una base empírica y teórica en continuo crecimiento en áreas como la microbiología, parasitología y genética. Podrían argumentarse diversas causas aunque algunas seguramente son decisivas. La ausencia de investigadores formados en la intersección de las ciencias moleculares, biológicas y humanas, la escasez de espacio para el crecimiento de los grupos en las universidades y centros de investigación en los grandes centros urbanos y el tiempo de consolidación de un laboratorio novedoso y la puesta a punto de las técnicas - que pueden exceder los tiempos de los informes-, son algunas de las causas que inciden simultáneamente en la generación de la disciplina en el país. Como se mencionó, el primer trabajo a nivel internacional se comunicó en el 2001 (Loreille et al. 2001). Este se realizó sobre huevos aislados de Ascaris lumbricoides de muestras arqueológicas y no estrictamente de coprolitos o sedimentos. Los trabajos subsiguientes se ejecutaron sobre coprolitos y se dirigieron a la detección de Enterobius vermicularis y Ascaris lumbricoides (Iñiguez et al 2006, Leles et al. 2008, entre otros). Actualmente, una gran cantidad de información metodológica está disponible para su aplicación en paleoescatología a partir de las investigaciones moleculares en huesos antiguos, en contextos forenses y en heces de especies silvestres. *
C ONICET-Laboratorio de Zoonosis Parasitarias, UNMdP. E-mail:
[email protected] y
[email protected] C ONICET-Laboratorio de Zoonosis Parasitarias, UNMdP. E-mail:
[email protected]
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Martín H. Fugassa y Andrea Cumino
En el presente trabajo se comunican los resultados preliminares de un área novedosa en el país, la paleoescatología molecular. En paleoescatología molecular, como técnica de alta sensibilidad y especificidad, el establecimiento de un laboratorio especializado es complejo. Por ello se pretende también describir y reflexionar brevemente sobre las estrategias para su establecimiento y consolidación. Materiales y Metodología Debido a que el tiempo para la puesta en funcionamiento de nuevas técnicas resulta crucial para la supervivencia del proyecto, se decidió iniciar los ensayos con muestras arqueológicas que habían sido examinadas al microscopio óptico y para las cuales se conocía las especies o géneros parasitarios (Tabla 1; Fugassa 2006). Esto disminuiría la incertidumbre sobre los resultados obtenidos. De esta manera, las muestras resultaban un control positivo antiguo con el cual probar técnicas, modificaciones y primers especie-específicos para diversos parásitos (Trichurs sp., capilaridos, ancilostómidos y Ascaris lumbricoides) y humano para corroborar el origen de las muestras. Muestra 216 16 15 395 37 51 30 21
Tipo de material Coprolito Coprolito Coprolito Coprolito Coprolito Sedimento pelvis Coprolito Coprolito
Posible origen Humano Camélido Mylodonsp. Humano Humano Humano Humano Humano
Localidad Orejas de Burro I, Santa Cruz. CCP7, Santa Cruz. CCP7, Santa Cruz. CCP5, Santa Cruz. CCP7, Santa Cruz. Nombre de Jesús, Santa Cruz. CCP7, Santa Cruz. CCP7, Santa Cruz.
Tabla 1. Muestras arqueológicas utilizadas.
Se tomaron diversas precauciones para prevenir la contaminación por ADN moderno según diversas recomendaciones (Drancourt & Raoult 2005, Marota & Rollo 2002). Las extracciones se realizaron en el Laboratorio de Zoonosis Parasitaria (UNMdP) y las PCR en un área distante, en el cuarto estéril del Departamento de Biología de la UNMdP. Todos los instrumentos e insumos utilizados fueron estériles y de grado molecular. Se procesó en condiciones de esterilidad 0,5 g del interior de cada coprolito y se hidrató en buffer PBS 1X. Posteriormente se tomaron 200 l del sedimento para extraer el ADN total, conservándose a -20°C el restante sedimento. Para conseguir la ruptura de las células y paredes de los huevos, se procedió a aplicar tres ciclos de congelamiento en nitrógeno líquido y calentamiento a 100°C durante cinco minutos. El ADN se extrajo utilizándose un kit comercial para materia fecal: kit Qiamp® DNA Stool Mini Kit (Qiagen). Se siguieron las sugerencias del fabricante excepto en el tiempo de exposición a proteinasa K, que fue de 12 hs a 55-60°C y (Leles 2008). Se midió la concentración de ADN en el eluato y el nivel de pureza en espectrofotómetro, determinándose la relación de absorvancia Abs260/280. Se realizó electroforesis en agarosa 1% para determinar la calidad del ADN presente. Las amplificaciones de ADN se realizaron en un volumen final de 25 l, conteniendo 1 l de ADN extraído; 2,5 l de buffer Taq 10x; 1mg/ml BSA; 200 M dNTP; 1,5mM MgCl2 y 1,5U Taq polimerasa (Fermentas®). Se utilizó 0,6uM de cada primers seleccionados de los utilizados en paleoparasitología y parasitología clínica (Tabla 2). Las condiciones de termociclado fueron: una desnaturalización inicial a 94°C durante 5 min. Seguida por 35 ciclos compuestos por una desnaturalización a 94°C por 1min, una hibridación a 48-50°C durante 1 min y una elongación a 72°C durante 1 min. Los productos de las PCR se sometieron a electroforesis, sembrándose 14 l en agarosa 2,5% con buffer TBE 1X. Se visualizaron con SybrGold (Invitrogen®). Resultados y Discusión De las ocho muestras contempladas en la primera experiencia que aquí se comunica, hasta el momento tres muestras proveyeron resultados positivos. La muestra 51, consiste en sedimentos de la pelvis de un esqueleto asignado a europeo mediante ADN (Guichón et al. 2006) y paleoparasitología (Fugassa et al. 2006). El sitio Nombre de Jesús corresponde al primer asentamiento europeo en Magallanes, a finales del siglo XVI. Se
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corroboró la presencia de ADN humano (Figura 1a) aunque no pudo conseguirse amplificar ADN de los parásitos hallados al microscopio (Fugassa et al. 2006) y por PCR (Leles et al. 2009). Esto probablemente se deba a que los primers para Ascaris lumbricoides utilizados son distintos a los empleados en Leles et al. (2009). Respecto de la existencia de Trichuris trichiura, los primers disponibles son efectivos para fragmentos de ADN de alrededor de 1000 pb (Cutillas et al. 2004) siendo poco frecuente en escenarios arqueológicos fragmentos de ADN de tal tamaño. Actualmente existen nuevos primers cortos que se espera probar en el futuro inmediato. Organismo
Secuencia
Homo sapiens
ATGCTAAGTTAGCTTTACAG ATTCCCCTAAAAATCTTTGA Trichuris sp. GTAGGTGAACCTGCGGAAGGATCATT AACAACCCTGAACCAGACGT Ascaris GTTAGGTTACCGTCTAGTAAGG lumbricoides CACTCAAAAAGGCCAAAGCACC Ancylostomatidae ACGTCTGGTTCAGGGTTGTT (Nematoda) TTAGTTTCTTTTCCTCCGCT Capillariidae TTTTTTGGGCATCCTGAGGTTTAT (Nematoda) TAAAGAAAGAACATAATGAAAATG
Tamaño del Referencia producto de PCR (pb) 92 Pääbo (1990) 1000 142 410-310 y 650-580 450
Cutillas et (2004) Loreille et (2001) Newton et (1998) Zhu et (2000)
al. al. al. al.
Tabla 2. Primers utilizados en los ensayos.
La muestra 216, consistente en un coprolito recuperado del sitio Orejas de Burro I, Santa Cruz, fue primeramente asignado a felino aunque su morfología aparentemente coincidía con uno humano o de cánido. Al microscopio se hallaron huevos de Trichuris sp. aunque este resultado no pudo confirmarse mediante ADN, probablemente por las razones mencionadas para la muestra 51. Sin embargo, la reacción positiva para ADN humano (figura 1b) y negativa en la reacción control, respaldan que el coprolito pertenezca a un humano. La muestra 37 pertenece a una capa con un fechado asociado de 8920 ± 200 años AP (Civalero y Franco 2003). Debido a la diversidad de parásitos hallada en el coprolito durante la observación microscópica, resultaba importante su examen molecular. La muestra fue PCR positiva para el segmento humano (92 pb) (Figura 1c). También fue positiva para capiláridos, obteniéndose en electroforesis la banda específica 450 pb esperada (Figura 1d) y una banda entre 500-600 pb registrada en ancilostómidos (Figura 1b). Las muestras restantes aún no brindaron resultados positivos para ninguna secuencia específica. Probablemente debido a una mala conservación de ADN ya que las pruebas de inhibidores demostraron su ausencia en presencia de BSA 1mg/ml con controles modernos. Sin embargo, nuevos experimentos son necesarios. Los resultados que sugieren la identidad humana de las muestras serán corroborados mediante la secuenciación de los fragmentos obtenidos. La posibilidad de corroborar la identidad de las muestras es un factor crucial para la interpretación ecológica y cultural de los resultados paleoparasitológicos. La inclusión de los estudios moleculares permite avanzar y superar el margen de incertidumbre (mayor o menor según cada muestra) sobre su origen zoológico. Si bien los parásitos detectados mediante PCR habían sido registrados al microscopio óptico, permitieron poner a punto la técnica, probar los primers especie-específicos y evaluar la calidad del ADN en las muestras arqueológicas de los sitios estudiados. La identificación de fragmentos de 450 pb en una muestra de ca. 8700 años de antigüedad supone buenas expectativas. En la muestra 37 había sido identificadas larvas compatibles con ancilostómidos (Ancylostomatidae, Nematoda) aunque los rasgos que son criterios taxonóimcos no estaban bien conservados. La detección de una banda a 500-600 pb esperable cuando se usan primers especíe-especificos para Ancylostoma sp. permiten corroborar parcialmente el resultado. La corroboración final provendrá de la secuenciación de los fragmentos obtenidos y de nuevas repeticiones de los experimentos realizados. Como se mencionó al comienzo, el establecimiento de un laboratorio de paleoescatología molecular en Argentina tiene múltiples cuestiones que deben resolverse para que pueda materializarse y consolidarse. Los
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Martín H. Fugassa y Andrea Cumino
resultados preliminares descriptos son un ejemplo del potencial de la aplicación de técnicas moleculares en arqueología, específicamente en paleoparasitología y de forma amplia, para la arqueología ambiental. En el CNAA realizado en Río Cuarto, Córdoba, en el 2004 se presentó el primero trabajo paleoparasitológico realizado en Argentina. Desde entonces, la información paleoparasitológica crece incesantemente. Se espera que esta comunicación, la primera en paleoescatología molecular en Argentina, corra la misma suerte. Agradecimientos La consolidación de la paleoparasitología en Argentina no sería posible sin el apoyo de los arqueólogos con quienes colaboramos. Los trabajos de laboratorio son posibles mediante el apoyo económico de CONICET, Universidad Nacional de Mar del Plata y FONCyT (PICT 1576). Se agradece la colaboración del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de la UNMdP. Bibliografía Civalero MT y Franco NV. 2003. Early human occupations in western Santa Cruz province, southernmost South America. Quaternary International 109-110: 77-86. Cutillas C, Oliveros R, de Rojas M, Guevara DC. 2004. Determinaion of Trichuris skrjabini by secuencing of the ITS1-5.8S-ITS2 segment of the ribosomal DNA: comparative molecular study of different species of Trichurids. Journal of Parasitology 90(3): 648-652. Drancourt M y Raoult D. 2005. Paleomicrobiology: current issues and perspectives. Nature 3: 23-35. Ferreira LF, Britto C, Cardoso MA, Fernandes O, Reinhard K, Araújo A. 2000. Paleoparasitology of Chagas disease revaled by infected tisúes from chilean mummies. Acta Tropica 75:79-84. Fugassa MH. 2006. Tesis doctoral: Enteroparasitosis en Poblaciones Cazadoras-Recolectoras de Patagonia Austral. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad Nacional de Mar del Plata. Fugassa, M.H., Araújo, A., Guichón, R.A. 2006. Quantitative paleoparasitology applied to archaeological sediments. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, 101 (Suppl. II): 29-33. Guichón, R.A., Suby, J., Casali, R., Fugassa, M.H. 2006. Health at the time of native-european contact in Southern Patagonia. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, 101 (Suppl. II): 97-105. Iñiguez AM, Vicente ACP, Araújo A, Ferreira F, Reinhard K. 2002. Enterobius vermicularis: specific detection by amplification of an internal region of 5S ribosomal RNA intergenic spacer and trans-splicing leader RNA análisis. E. vermicularis: specific detection by PCR and SL1 RNA analysis. Experimental Parasitology 102: 218222. Iñiguez AM, Reinhard K, Gonçalves MLC, Ferreira LF, Araújo A, Vicente ACP. 2006. SL1 RNA gene recovery from Enterobius vermicularis ancient DNA in pre-columbian human corpolites. International Journal for Parasitology 36:1419-1425. Leles D. 2008. Diagnóstico paleoparasitológico molecular de Ascaris lumbricoides (Linnaeus, 1758). Escola Nacional de Saúde Pública Sergio Arouca. Fundacao Oswaldo Cruz. Leles D, Araújo A, Ferreira LF, Vicente AC, Iñiguez AM. 2008. Molecular paleoparasitological diagnosis of Ascaris sp. from coprolites: new scenary of ascariasis in pre-Columbian South America times. Mmorias do Instituto Oswaldo Cruz 103(1): 106-108. Leles D, Fugassa MH, Araújo A, iñiguez AM. 2009. First ancient DNA paleoparasitological analysis in Patagonia, Argentina. III Paleopathology Meeting in South American. Necochea, Argentina. Loreille O, Roumat E, Verneau O, Bouchet F, Hanni C. 2001. Ancient DNA form Ascaris: extraction amplification and sequences from eggs collected in coprolites. International Journal of Parasitology 31:11011106. Marota L y Rollo F. 2002. Molecular paleontology. Celular and Molecular Life Sciences 59: 97-111. NewtonLA, Chilton NB, Beveridge I, Hoste H, Nansen P, Gasser RB. 1998. Genetic markers form strongylid nematodes of livestock defined by PCR-based restriction analysis of spacer rDNA. Acta Tropica 69: 1-15. Pääbo S. 1990. Amplifyng ancient DNA. In: Pääbo S. PCR protocols: a quide to methods and applications. California: Academic Press. Zhu X, Spratt DM, beveridge I, Haycock P, Gasser RB. 2000. Mitochondrial DNA polymorphism within and among species of Capillaria sensu lato from Australian marsupials and rodents. International Journal of Parasitology 30: 933-938.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
ESTIMACIÓN DE CRONOLOGÍA RELATIVA MEDIANTE ESTUDIOS APLICADOS SOBRE MATERIALES DE HIERRO PROVENIENTES DE LA GUARDIA DE SAN MIGUEL DEL MONTE (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) Luis P. Traversa* , María Inés Casadas** y María Eugenia Peltzer** Resumen En este trabajo se presentan los avances en las investigaciones del año 2009 sobre distintos elementos metálicos hallados en las excavaciones arqueológicas realizadas en la Escuela N° 16 de San Miguel del Monte. Los estudios interdisciplinarios realizados por el LEMIT muestran técnicas electroquímicas de limpieza sobre los elementos metálicos analizados y estudios metalográficos con el fin de estimar una cronología aproximada de orígenes y usos, estableciendo mediante la evaluación de sus resultados las diferentes tipologías y representatividad arqueológica. Introducción En las excavaciones arqueológicas realizadas en la Escuela Nº 16 de San Miguel del Monte, Provincia de Buenos Aires (Argentina), fueron descubiertos cimientos y materiales que corresponderían a la Maestranza de la “Guardia del Monte” y a la “Iglesia de la Divina Pastora”. Estos emplazamientos funcionaron en el lugar durante los siglos XVIII a XIX. El edificio correspondiente a la Iglesia de la Divina Pastora de Monte, originalmente erigido hacia 1745, habría sido reconstruido por mandato de Juan Manuel de Rosas en el año 1829 y demolido a principios del siglo XX para la edificación de la Escuela que hoy persiste (Casadas et al, 2004). Objetivos Recabar información acerca de la caracterización tecnológica, microdureza y datación de elementos de hierro hallados en las excavaciones mencionadas. De estos materiales se presentan por una parte los metales clasificados hasta el momento (desde el Instituto Cultural) y por otra parte, los resultados de los análisis realizados por el LEMIT. Clasificación de metales Los trabajos arqueológicos efectuados por personal del Instituto Cultural en cuanto análisis y clasificación de materiales fueron realizados tanto sobre los elementos hallados en los sondeos realizados (Casadas et al, 2005), como en los elementos extraídos de los volquetes. Estos volquetes consistieron en montículos de tierra extraída del desmoronamiento del patio de la escuela y dejados por personal de la municipalidad en un sitio cercano. Esta tierra fue zarandeada por el equipo de investigación y allí se halló importante cantidad de material arqueológico del cual proceden las dos piezas metálicas analizadas en el presente trabajo. Desde el Instituto Cultural fueron relevadas hasta el momento 553 piezas metálicas, las cuales corresponden a materiales hallados en el Sondeo 2 (61 clavos y 78 fragmentos varios, ascendiendo a un total de 139 elementos) y a materiales procedentes de Volquetes (212 clavos, 198 fragmentos varios, 4 elementos identificados como hoja de cuchillo, hacha de mano, hebilla cinturón y 2 ornamentos de lámpara de aceite. Total 414 elementos). Los datos porcentuales de los materiales analizados se muestran en el Gráfico 1. Caracterización Tecnológica del Hierro y Ubicación Temporal El hierro primario se obtiene a partir del mineral que se encuentra en la corteza terrestre, compuesto mayoritariamente por óxido de hierro con óxido de silicio (Fe2O3 + SiO2), por reducción en estado sólido. Como consecuencia de este proceso el mineral se convierte en una esponja metálica con contenido variable de inclusiones.
*
L aboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT)
[email protected]; I nstituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
[email protected];
[email protected]
**
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Luis P. Traversa, María Inés Casadas y María Eugenia Peltzer
300
250
200
Serie1 150
100
50
0 1
2
3
Gráfico 1. Clavos, 2. Fragmentos Varios, 3. Elementos identificados
De acuerdo a la tecnología empleada en la fabricación de metales, que ha ido cambiando a lo largo del tiempo, pueden distinguirse tres tipos de procesos que originan hierros de distintas características mecánicas y metalográficas, por lo cual surge una alternativa de interés para su datación. Esos procesos son: Prepudelado o forja catalana En un principio, el hierro primario era calentado a la mayor temperatura posible (700 -800º C) para el momento histórico en que se emplea esta técnica. En estas condiciones la masa metálica era sometida a golpes de martillo lo que provocaba la deformación del metal, haciéndolo más plástico y provocando la fragmentación y en cierta medida la salida de las inclusiones frágiles. De esta manera se otorgaba una mayor continuidad metálica a la pieza elaborada, observándose una estructura ferrítica con inclusiones diseminadas. Pudelado Durante el siglo XVIII, con el avance de la tecnología, se alcanzan mayores temperaturas, lográndose la fusión del hierro. No obstante, el sobrecalentamiento no era suficiente para lograr la decantación y escorificación de los óxidos. Entonces, para ayudar a la separación la masa era sometida a agitación o batido con espátulas de madera húmeda, obteniéndose un material con menor contenido de inclusiones que en el proceso precedente. En el transcurso del proceso la sílice se recombina formando silicatos, que al tener mayor ductilidad, acompañan la deformación del metal durante el posterior trabajado en caliente, apareciendo en forma de bandas inter granulares. Hierros Modernos Durante la segunda mitad del siglo XIX, desarrollos logrados paralelamente en Inglaterra y Alemania (BessmerThomas y Siemens-Martin) permitieron realizar el proceso de afino del hierro en estado líquido aplicando un sobrecalentamiento suficiente, como para facilitar la decantación de los óxidos. Luego con la aplicación de procesos de aceración secundaria y metalurgia de cuchara se obtuvieron aceros con menor contenido inclusionario y consecuentemente, una mayor dureza que fueron utilizados durante buena parte del siglo XX. Análisis de las piezas Las piezas cuyo estudio se indican a continuación fueron elegidas al azar de la totalidad de las muestras obtenidas en las excavaciones, solamente se tuvo en cuenta para su elección que por su morfología una podría ser de hierro y la otra, por su diseño, de latón. Pieza Nº 1 Hoja de cuchillo con espesor de 2,5 mm con proceso corrosivo (Imagen 1), proveniente de volquete.
Imagen 1. Pieza N° 1
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Estudios Metalográficos Se realizaron cortes longitudinales y transversales de partes del material, posteriormente pulidos y atacados con Nital, habiendo sido observados y fotografiados al microscopio. Las piezas fueron sometidas a un proceso de limpieza mediante técnica catódica (Traversa et al, 2003). En las observaciones al microscopio efectuadas sobre un corte longitudinal (Imagen 2) se aprecia el tamaño, la forma y dos tipos de inclusiones: óxidos y silicatos, los que están orientados en la dirección de deformación formando cadenas continuas y paralelas. Las cadenas se mantienen luego de ser atacado el corte con Nital al 2%. En el corte transversal, también con ataque de Nital al 2% (Imagen 3), se detectó la distribución de las inclusiones, observándose además algunos granos de ferrita recristalizados y muy bajo contenido de perlita.
Imagen 2. Corte longitudinal (16X). Se ve la forma, el tamaños e inclusiones.
Imagen 3. Corte transversal con ataque (16X) Se observan las inclusiones y granos.
Ensayos de micro dureza Luego de aplicar 300 gr de carga sobre la pieza, durante 5 segundos de aplicación se obtuvieron valores de 150 Hv. Datación De acuerdo a los estudios metalográficos y los valores de micro dureza puede considerarse que la muestra estudiada corresponde a un hierro antiguo del siglo XIX (Traversa et al, 200). Pieza Nº 2 Ornamento correspondiente a posible lámpara de aceite proveniente del volquete, antes de la limpieza catódica (Imagen 4). La limpieza con técnica catódica (Traversa et al, 2002), permitió visualizar una pieza decapada del color característico de los latones -aleación base cobre, teniendo al cinc como elemento de aleación- (Imagen 5).
Imagen 4
Imagen 5
En los cortes realizados en la pieza 2, puede verse mediante fotomicrografías, el corte sin ataque (Imágen 6) con gran cantidad de poros e inclusiones no metálicas. Mientras que en el mismo corte atacado con un reactivo Cu
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Luis P. Traversa, María Inés Casadas y María Eugenia Peltzer
ml (Hcl, Fe(III) y Alcohol, el cual es una solución de Alcohol y Cloruro Férrico (HCl, Fe (III), se observó una estructura dendrítica, clásica de los latones 70/30 fundidos, presentando gran cantidad de inclusiones en borde de grano.
Imagen 6. Corte sin ataque (16X)
Imagen 7. Corte atacado con reactivo férrico y alcohol (16X)
Ensayos de micro dureza Los valores de micro dureza fueron de 170 Hv, con una carga de 300 gr durante 5 segundos de aplicación. Datación De acuerdo a los resultados de micro dureza y los estudios metalográficos que indican que las estructura es típica de los latones, puede ubicarse la fabricación de esta pieza a principio del Siglo XX De acuerdo a los resultados de micro dureza y los estudios metalográficos, la ubicación temporal de la fabricación de esta pieza correspondería a principios del silgo XX. Otros metales hallados en el sitio Escuela N° 16 corresponden a distintos elementos de hierro (Imagen 8), a diferentes elementos metálicos (Imagen 9) como reloj, arma, monedas, y a una hebilla de cinturón (Imagen 10)
Imagen 8. Elementos de hierro
Imagen 9. Elementos metálicos
Imagen 10. Hebilla de cinturón
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Conclusiones En los casos en estudio se muestra como los trabajos interdisciplinarios entre la arqueología histórica y el análisis realizado por medio de ensayos, métodos y técnicas de laboratorio, se pueden evaluar materiales metálicos que presentan interés arqueológico y con la obtención de los resultados arribar, en muchos de los casos, a datos significativos para la investigación local y regional, ya que se puede llegar a datar su antigüedad. En los trabajos que se efectúan se aplican técnicas de evaluación habituales, como son los estudios metalográficos o la determinación de durezas, lo cual permite de acuerdo a los conocimientos disponibles, definir períodos de manufactura de las piezas. Debe hacerse notar que en toda etapa tecnológica existe una superposición en el uso de la tecnología existente y de la nueva, lo cual puede muchas veces llevar a definiciones incorrectas de la etapa de elaboración pero, al interactuar con datos obtenidos desde otras especialidades, el problema puede acotarse significativamente. En el caso que nos ocupa, sobre los materiales de Hierro provenientes del sitio arqueológico referido, los resultados de los estudios metalográficos realizados han sido comparados con la tecnología empleada en la fabricación de metales, permitiendo arribar a una aproximación en su datación, ubicando cronológicamente las muestras analizadas como elaboradas en los siglos XIX y XX. Agradecimientos Los autores agradecen al Personal del Área Metalurgia del LEMIT por los ensayos realizados sobre las piezas metálicas. Bibliografía Casadas M.I. y M. E. Peltzer, 2004. Rescate Arqueológico en el Casco Urbano de la Ciudad de San Miguel del Monte. Problemáticas de la Arqueología Contemporánea, publicación del XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, editado por la Universidad Nacional de Río Cuarto, compiladores Antonio Austral y Marcela Tamagnini, Río Cuarto, Córdoba, pp. 223-227 Casadas M.I., M. E. Peltzer y N. Prieto, 2005. Resultado de los Análisis Realizados sobre Materiales Constructivos Procedentes de las Excavaciones Arqueológicas en la Escuela N°: 16 de San Miguel del Monte, Provincia de Buenos Aires. Metodologías Científicas Aplicadas al Estudio de los Bienes Culturales, Actas del Primer Congreso de Arqueometría, Editado por Facultad de Humanidades y Artes, Rosario, pp. 167-176. Traversa L.P., J. L. Sarutti, O. Otero y N. H. Russo, 2003. Restauración Electroquímica y Restauración de Piezas de Hierro de Interes Arqueológico. Séptimo Encuentro de Historia Regional del Sur Santafesino y Norte Bonaerense. Traversa L.P., J. L. Sarutti, J. L. Vetere y L. Terminillo, 2000. Restauración y Estudio de Piezas de Hierro, Elaboradas entre los siglos XVII y XVIII. Jornadas SAM 2000 - IV Coloquio Latinoamericano de Fractura y Fatiga, Bariloche, Argentina. Traversa L., R. Vetere y H. Russo, 2002. Limpieza mediante técnicas electroquímicas de piezas arqueológicas metálicas corroídas. Actas del Primer Congreso Nacional de Arqueología Histórica, Mendoza, Argentina, pp. 533-538.
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TRAS LAS HUELLAS DEL FUEGO. APORTES DEL ANÁLISIS DE MICROCARBONES A LA ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DE AMBATO (CATAMARCA) Henrik B. Lindskoug* Introducción La Pedoantracología es un campo relativamente reciente y su aplicación a casos en la Argentina es un paso nuevo en la Arqueología regional. Se trata del estudio, identificación y fechado de carbón vegetal microscópico recuperado en suelos. Nos ofrece un método complementario para la reconstrucción de la vegetación basado en el método de polen y provee de registros con una resolución alta a escala local (Di Pasquale et al 2008; Thinon 1978). Presentamos aquí los estudios preeliminares que estamos llevando a cabo en el Valle de Ambato, provincia de Catamarca, a fin de generar información acerca de fuegos silvestres del pasado y aportar datos paleoambientales del área. Los contextos que asociamos a los momentos finales de la ocupación Aguada en Ambato muestran, en su mayor parte, situaciones que sugieren un abandono brusco. Se caracterizan por la presencia de techos quemados y colapsados, lo que generó la rotura de piezas, algunas de ellas aún con contenido. A este hecho se suma una distribución de objetos en áreas de actividades como si estuvieran en uso, tales como conjuntos de vasijas, morteros y manos, fogones sin limpiar, etc. También asociados a estos contextos, se observa el derrumbe de los muros. Este escenario sugiere un abandono no planificado de los sitios (Laguens 2006). Con respecto a las dataciones absolutas realizadas para estos eventos, éstas arrojaron resultados entre 1000 100 d.C. (Gordillo 2005; Marconetto 2007) indicando la contemporaneidad de los mismos. El análisis de sedimentos muestreados fuera de sitios permite monitorear frecuencias de microcarbones. Estas pueden indicar eventos de fuegos pretéritos y complementar información ya disponible sobre períodos de sequía en la región (Marconetto 2009). También aporta información acerca de la naturaleza de los fuegos que afectaron los sitos arqueológicos (Lindskoug y Mors 2010). Manejamos la hipótesis de que incendios forestales pudieron afectar la región hacia finales del primer milenio, con el consecuente incendio de asentamientos. Como antecedente de la Pedoantracología se mencionan los estudios de polen que incluían el conteo de microcarbones, particularmente en sedimentos de lagos. El trabajo pionero de Iversen (1941) fue uno de los primeros en realizar este tipo de estudios. El primer trabajo definido como pedoantracológico corresponde a Thinon (1978) quien hace una propuesta metodológica que servirá de base a posteriores trabajos. Entre los estudios mas reciente de pedoantracología en sedimentos secos y en paisajes montañosos, podemos mencionar Carcaillet y Thinon (1996) quienes desarrollaron una de las técnicas más empleadas actualmente. El fuego incrementa el magnetismo en los suelos y genera diversos cambios en el sedimento. Por lo que otro método de identificación de incendios en el pasado es el uso de magnetómetro para identificar cambios en el magnetismo del suelo producido por fuegos intensos (Linford y Canti 2001; Peters et al 2001). Naturaleza de los fuegos Uno de los problemas relevantes sobre los que trabajamos es el análisis de la naturaleza de los fuegos que afectaron la región del Ambato a fines del primer milenio. Estos pudieron ser de carácter natural, accidental o intencional, por lo que las diferencias tendrán implicancias significativas en la comprensión del proceso de abandono en Ambato. El hecho de estar ligados a cuestiones paleoambientales o ser intencionales cambia la perspectiva para entender el proceso. En el primer caso, el vínculo entre sequías e incendios naturales ha sido tratado ampliamente en la bibliografía (Whitlock et al 2003; Long y Whitlock 2002; Meyer y Pierce 2003). Dado que se han detectado indicadores de aridez para nuestra área de estudio mediante el análisis de la anatomía de leños carbonizados de Geoffroea decorticans recuperados en contextos finales de la ocupación (Marconetto 2010), las condiciones para la ocurrencia de incendios creemos estuvo dada. La naturaleza de estos fuegos pueden deberse a un origen natural o *
M useo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, CONICET.
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antrópico. Las fuentes naturales de ignición están principalmente vinculadas a actividades volcánicas -descartada para nuestra área de interés- o rayos, asimismo a combustiones accidentales de origen antrópico. En ambos casos las condiciones de humedad son un factor importante (Carcaillet 1998:389) pues los incendios, son más frecuentes cuando hay una gran cantidad de combustible disponible. En el caso de incendios intencionales, éstos pueden estar ligados tanto a conflictos externos como a prácticas sociales, ideológicas y simbólicas (Verthoeben 2000). Respecto a la problemática arqueológica planteada para Ambato, planeamos verificar la existencia de incendios forestales, y de descartarla pasar al análisis de otro tipo de variables. Pedoantracología /Estudios de microcarbones El estudio de microcarbones ha sido utilizado por varios autores a fin de analizar regímenes de fuegos (Patterson et al 1987). Whitlock y Millspaugh (1996) y Clark (1988a) han desarrollado técnicas y modelos teóricos sobre la dispersión de carbón post incendios y su acumulación durante y después de los eventos de combustión. Whitlock ha realizado numerosos estudiosos empleando conteos de microcarbones como dato para analizar fuegos prehistóricos, cambios climáticos e historia de la vegetación en EEUU (Whitlock et al 2003, Long y Whitlock 2002). Meyer y Pierce (2003) han hecho estudios para reconstruir la historia de fuegos silvestres relevando muestras en sedimentos aluviales y coluviales. En el caso de Argentina, Huber y Markgraf (2003) han realizado estudios acerca del impacto europeo en los regimenes de fuego natural y de la dinámica de la vegetación en el sur de Patagonia. Existe una diferencia entre la Arqueoantracología (las muestras obtenidas son resultado de la selección de especies para consumo del hombre) y la Pedoantracología. Esta última se basa en la identificación y datación de los carbones recuperados en paleosuelos. Los carbones estudiados son resultado de incendios naturales o provocados para ampliar campos de cultivos. La ventaja es que la muestra no esta distorsionada por la selección de especies por parte del hombre. En los casos en que es posible la identificación debido al tamaño de la muestra esta se determina taxonómicamente, o simplemente se trabaja con conteos (Talon et al 1998; Abdoun et al 2000). Algunas Cuestiones Acerca del Carbón Recuperado en Suelos Según Patterson et al (1987) este tipo de análisis debe contemplar diversas cuestiones. La combustión y la producción de carbón, los procesos tafonómicos que afectan al material, la dispersión, la depositación y la preservación. Además de estos procesos el conjunto estará también afectado por la toma de muestras. Pueden interferir en el análisis el muestreo, la preparación y el conteo. La selección de las áreas off site a muestrear deben estar guiadas por la historia geológica reciente de la región de modo de lograr las mejores “zonas de trampa”. Otra cuestión en el proceso de muestreo de los sitios seleccionados para el estudio es la posible mezcla de estratos debida a procesos naturales como la bioturbación, la que puede ser frecuente, por lo cual es una variable a considerar al realizar las calicatas de extracción de material. El tamaño de los microcarbones puede indicar también la distancia a la fuente de los fuegos. Generalmente fragmentos “grandes” indican una fuente más cercana y fragmentos “chicos” que se dispersan con el viento fuentes de ignición mas alejadas. Así, según los tamaños de los fragmentos, se puede ver si el fuego es de origen local o regional, como es discutido en Patterson et al (1987 y Clark (1988a). Clark (1988a) por su parte, ha desarrollado modelos y formulas de transporte de carbón, aunque hay que tener en cuenta que solamente son modelos y hay diversidad de factores que afectan los procesos de depositación de los carbones y la fragmentación del los mismos. Un problema relevante es la identificación de los microcarbones de origen vegetal, dado que al observarlos en lupa y microscopio es normal que se confundan con otros elementos “negros”. En el caso en que se observe anatomía vegetal este problema no es tal, aunque esto depende a veces del tipo de sedimento. Algunos microcarbones pueden estar “sucios”, esto es, que su anatomía esté encubierta por sedimentos altamente arcillosos por ejemplo, y eso dificulta la identificación. También es necesario contar con un análisis de la matriz de modo de poder conocer la presencia de minerales oscuros que interfieran en los conteos. Según los estudios experimentales del Umbanhowar y McGrath (1998) es posible diferenciar tres tipos de microcarbones asociados a diferentes tipos de vegetación. Microcarbones que provienen de pastos, son más largos (562m) y tiene una relación largo:ancho mayor a los que proceden de hojas (380 m; 1.91) o de madera (348 m; 2.13)
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(Umbanhowar y McGrath 1998). No obstante, la anatomía de las células, de ser observable, es el mejor indicador. Preparado de Muestras Un problema que los investigadores enfrentan es la falta de una método de extracción y conteo universal de microcarbones para estudiar regimenes de fuego en el pasado. El método más común para reconstruir historias de fuegos ha sido la preparación de “ slides” para análisis de polen (Whitlock y Millspaugh 1996), de este modo se puede hacer el extracción de las muestras y conteo de polen y microcarbones en una sola muestra/preparado, lo cual insume mayor tiempo. Según Turner (2007:32) quien realizó una interesante evaluación de diferentes métodos, hay varios problemas con este método. Los elementos mayores a 180 μm se elimina en el proceso de limpieza de muestras para polen y, por otra parte, la preparación de muestras para conteo de polen es muy riguroso e implica muchos pasos, por lo que es muy probable que resulte en la fragmentación de los microcarbones dando una sobreestimación del numero de elementos de carbón (Clark 1984 en Turner 2007:36). Entre los métodos que se emplean, podemos mencionar: 1) el basado en cortes petrográficos “ Petrographic Thin Sections” desarrollado por Clark (1988b); 2) Oregon Sieving Technique sugerido por Millspaugh y Whitlock (1995); 3) blanqueo y filtrado ( Bleaching and filtering (Rhodes 1996, 1998); 4) el método basado en la separación de densidad fue empleado por primera vez por Clark (1984), pero la técnica no está aun lo suficientemente afinada según Turner (2007:44); 5) Turner y colaboradores (2008) continuaron desarrollando la técnica y durante el proceso surgió el separación de densidad y blanqueo (Turner 2007; Turner et al 2008); 6) Otra técnica es la empleada por Carcalliet y Thinon (1996) que implica grandes sondeos para toma de muestras de sedimento, flotación de las mismas y luego datación con AMS y es la más empleada entre investigadores europeos, aunque se recupera el material de mayor tamaño. Técnicas de Conteo Como se mencionó, no existe tampoco un método estandarizado para la cuantificación de microcarbones. Tres métodos fueron específicamente desarrollados para este fin 1) Absolute abundance measures, 2) Point count y 3) Area measurment. La medida de la abundancia absoluta ( Absolute abundance measures) fue propuesta por Patterson y colaboradores (1987) e involucra el conteo total de todas las partículas, independientemente del tamaño que posean. Clark (1982) utilizó el método de Conteo de puntos (Point count ), esta técnica provee una manera rápida de medir el cantidad de carbón en una muestra. La técnica emplea una grilla (en el ocular del microscopio) y se elige un número de puntos estandarizados –normalmente 11- sobre los cuales se realiza el conteo de partículas de carbón (Turner 2007:38). El conteo por áreas ( Area measurment ) es el tercer método empleado para conteo de microcarbón y fue desarrollado por Waddington (1969) para el conteo de polen y luego aplicado a este tema, se basa en el cálculo de porcentaje de área que ocupan las partículas en el preparado. Otra propuesta es el análisis de imágenes de software ( Image análisis software) aplicado por Horn et al (1992) y luego desarrollado por otros investigadores. El problema con esta técnica, aun en desarrollo, es que el software realiza conteos en base al color de las imágenes tomadas del microscopio, no discriminando el material que corresponde o no a restos de carbón vegetal. Afinando técnicas: Caso de Ambato Dada la diversidad metodológica referida al tema que nos ocupa y la incidencia de diferentes factores como la geología local, la topografía, el tipo de sedimentos, etc., y al no contar con experiencias previas para la región hemos comenzado a experimentar diversas alternativas. Como primer intento y a fin de familiarizarnos con las muestras, seleccionamos como potencial lugar de “trampa de microcarbones” la base de la primera terraza del Río de los Puestos en el valle de Ambato. Gran parte de este tipo de estudios se realiza en fondos de lagunas, depresión topográfica inexistente para nuestra zona de interés. Muestreamos sedimento cada 5 cm en un perfil de 1,10 m, desde la superficie actual hasta un estrato de sedimento orgánico sobre el cual realizamos una datación LP- 2211: 2370 ± 60 años AP. Si bien no podemos asegurar que la continuidad de deposición esté íntegramente representada, emplearemos este estrato como marcador de ámbito local para futuros muestreos y el material recuperado será datado por AMS de modo de poder establecer correlaciones con incendios forestales pasados. Las 21 muestras recuperadas de este procedimiento, comenzaron a procesarse. Con el objeto de tener una primera aproximación, se realizaron preparados con aceite y con agua destilada para ser observados en
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microscopio óptico a 40x, 100x, 400x, se realizaron observaciones ensayando diferentes tipos de luz -incidente y transmitida- y se tomaron fotomicrografías de las mismas. Fue destacable que todas las muestras contenían abundantes partículas “negras”, no obstante no necesariamente correspondían a trazas de carbón vegetal. La presencia de abundante cantidad de biotita (mica negra) en el suelo dificultaba la identificación del carbón. Estas muestras también fueron analizadas para ver el contenido de material orgánico. Se realizaron análisis de fosfatos y susceptibilidad magnética a fin de aportar mayor información al análisis paleoambiental del área e identificar otros biomarcadores. Estos análisis nos pueden ayudar identificar cambios en condiciones ambientales, como ciclos húmedos y secos y épocas de erosión. Con el fin de entrenarnos en la detección de microcarbones en los preparados, analizamos sedimentos recuperados en zonas recientemente afectadas por incendios forestales en las sierras de Córdoba. Muestreamos en regiones cuya topografía y formación forestal no fuera muy diferente a la fisonomía de Ambato. Tanto nuestra zona de estudio como las sierras cordobesas corresponden a las Sierras Pampeanas, asimismo la vegetación tanto de los muestreos actuales como parte del sector oriental del valle de Ambato corresponden a la Provincia Chaqueña (Cabrera 1976). En cuanto a la vegetación en Ambato para finales del primer milenio, no presenta diferencias significativas a la actual (Marconetto 2008). El sedimento recuperado en las 4 estaciones de muestreo afectadas recientemente por el fuego fue tomado en superficie hasta 10 cm de profundidad, esto nos aseguraba el contenido de residuos vegetales carbonizados. Realizamos preparados en portaobjetos para ser observados bajo el microscopio con las mismas técnicas que empleamos para la observación de material recuperado en Ambato. El resultado de la observación de muestras actuales evidenció abundante material, esto sobre todo debido a que el terreno -dado el escaso tiempo transcurrido desde los incendios, un mes- aun no había sido muy afectado por factores como vientos, lluvias, etc. También se evidenció que era posible observar rastros de la anatomía de los restos vegetales carbonizados muy fragmentados. Asumimos que lo mismo ocurrirá con restos entrampados en sedimentos resultantes de combustiones pasadas ya que la estructura anatómica se conserva perfectamente a pesar de la acción del fuego y el tiempo transcurrido, siendo esto la base de los análisis antracológicos (Marconetto 2008). En base a esto, hemos comenzado a ensayar algunas técnicas que nos permitan clarificar las muestras tomadas en Ambato a fin de separar partículas “negras” que dificulten la observación, como por ejemplo minerales como (biotitas), partes de insectos, probando con diferente tipos de flotación del sedimento y filtrando con papel filtro de diferentes tamaños. Si bien esta investigación se encuentra en una fase inicial y experimental, creemos estos estudios pueden resultar en un interesante aporte a las preguntas planteadas en le marco de nuestro proyecto de investigación acerca del fin de las ocupaciones Aguada en el valle de Ambato. Bibliografía Abdoun F., M. Thinon, y M. Alifriqui. 2000. La pédoanthracologie, outil paléoécologique des regions sèches. Libre d´Actes de II Colloque International d´Anthracologie. Paris. Cabrera A.1976. Regiones fitogeográficas argentinas. Enciclopedia Argentina de agricultura y jardinería 2da Ed. 2: 1-85. Carcaillet, C. 1998. A Spatially Precise Study of Holocene Fire History, Climate and Human Impact within the Maurienne Valley, North French Alps. Journal of Ecology 86(3): 384-396. Carcaillet, C. y M. Thinon. 1996. Pedoanthracological contribution to the study of the evolution of the upper treeline in the Maurienne Valley (North French Alps): methodology and preliminary data. Review of Palaeobotany and Palynology 91 (1-4): 399-416. Clark, J. S. 1988a. Particle Motion and the Theory of Charcoal Analysis: Source Area, Transport, Deposition, and Sampling. Quaternary Research 30: 67-80. Clark, J. S. 1988b. Stratigraphic Charcoal Analysis on Petrographic Thin Sections: Application to Fire History in Northwestern Minnesota. Quaternary Research 30: 81-91. Clark, R.L. 1982. Point count estimation of charcoal in pollen preparations and thin sections of sediments. Pollen et Spores 24: 523-535.
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GEOFÍSICA APLICADA A LA ARQUEOLOGÍA: LA LOCALIZACIÓN DEL FUERTE SANCTI SPÍRITUS (1527-1529), PUERTO GABOTO, PROVINCIA DE SANTA FE Gabriel Cocco* , Guillermo Frittegotto** , Néstor Bonomo*** , Matías de la Vega*** , Patricia Martinelli*** y Ana Osella*** Resumen En el marco de un proyecto de investigación arqueológica “Localización del primer asentamiento español en el Río de la Plata, localidad de Puerto Gaboto”1, se realizaron prospecciones geofísicas con el objetivo de detectar estructuras de tierra cruda que pudieran corresponder al Fuerte Sancti Spíritus (1527-1529), el asentamiento español establecido por Sebastián Caboto en la confluencia de los ríos Carcarañá y Coronda, en el área donde actualmente se encuentra la localidad de Puerto Gaboto, Departamento San Jerónimo, provincia de Santa Fe. Como resultado de la aplicación de tres métodos de prospección geofísica complementarios entre sí y de la realización de excavaciones arqueológicas en concordancia con dichas prospecciones, se localizaron estructuras geométricas y lineales de tierra cruda apisonada (tapia) correspondientes al asentamiento español del siglo XVI. Las investigaciones arqueológicas El proyecto fue iniciado en el año 2006 con el objetivo de localizar y recuperar evidencias arqueológicas referidas al Fuerte Sancti Spíritus (1527-1529). En esta primera etapa se demarcó un área de estudio de 17,5 kilómetros cuadrados sobre la desembocadura del río Carcarañá, efectuándose dentro de ella prospecciones areales, recolecciones de superficie y pozos de sondeos; todo ello con el fin de identificar sitios arqueológicos y analizar su distribución dentro del paisaje. Como resultado se localizaron diversos sitios arqueológicos donde se conservan evidencias materiales que pueden ser asociadas a las poblaciones aborígenes locales así como al primer asentamiento español en la cuenca del Río de La Plata. De los numerosos sitios arqueológicos que fueron identificados en el área prospectada a ambas márgenes del río Carcarañá, fue en el sector sureste de la localidad de Puerto Gaboto donde se localizaron evidencias de la presencia española. Las mismas proceden del sitio “Eucaliptus”, donde se realizaron pozos de sondeo que posibilitaron recuperar materiales de origen europeo (cuentas de collar de vidrio, cerámica vidriada y mayólica) asociados a artefactos de manufactura local (cerámica indígena) que fueron relacionados con el asentamiento español del siglo XVI. A partir de los resultados obtenidos, en una segunda etapa de investigación se planteó como objetivo el estudio del sitio Eucaliptus con el fin analizar los procesos culturales relacionados con la presencia española en la Cuenca del Río de La Plata a principios del siglo XVI y de las ocupaciones posteriores (Frittegottoet al. 2009). Desde el inicio del proyecto se requirió del aporte de otras disciplinas como la historia, la geología y la geofísica, y la aplicación de una metodología integradora de las disciplinas intervinientes que permitiera ofrecer una perspectiva más amplia para la interpretación y análisis de las evidencias arqueológicas. De acuerdo a los antecedentes históricos (Medina 1908) la estructura del Fuerte Sancti Spíritus y de las viviendas de este mismo asentamiento habían sido construidas con madera y tierra cruda (adobe y tapia). Por otra parte, el asentamiento tuvo una existencia breve. En el término de casi tres años se sucedieron una serie de hechos que modificaron ostensiblemente las relaciones entre los grupos locales y los miembros de la expedición de Caboto que culminaron con el ataque, incendio y destrucción de todo el asentamiento español. Durante la segunda etapa del proyecto, teniendo en cuenta la posibilidad de que se conserven estructuras en el sitio donde estuvo situado el asentamiento, se consideró necesario la realización de prospecciones no intrusivas. Para ello, se solicitó la intervención del equipo de geofísica aplicada y ambiental del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Desde el punto de vista metodológico este tipo de intervenciones no invasivas en el terreno posibilitaron la detección de rasgos de origen antrópico y permitieron seleccionar con mayor precisión los sectores a excavar
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D pto de Estudios Etnográficos y Coloniales, Ministerio de Innovación y Cultura de la Pcia. de Santa Fe -
[email protected] U niversidad Abierta Interamericana –
[email protected] *** G eofísica Aplicada y Ambiental - Dto. de Física - FCEN - UBA/ CONICET -
[email protected] **
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Gabriel Cocco, Guillermo Frittegotto, Néstor Bonomo, Matías de la Vega, Patricia Martinelli y Ana Osella
potencialmente pasibles de contener evidencias que se relacionen con el asentamiento español de principios del Siglo XVI, puntualmente, la identificación de estructuras de tierra cruda. Los métodos geofísicos Para el presente trabajo se utilizaron tres métodos de prospección geofísica, complementarios entre sí: georadar (GPR), electromagnético de fuente controlada (EMI) y geoeléctrica (Osella 2009). El método de Georadar consiste en enviar hacia el subsuelo un pulso electromagnético emitido por un dipolo oscilante ubicado en la superficie de la tierra, y medir el intervalo de tiempo entre su emisión, reflexión en una dada interfaz, y recepción, esto último llevado a cabo a través de otra antena. Con este intervalo de tiempo y suponiendo conocida la velocidad de propagación en el subsuelo, se calcula la profundidad del reflector. En el método EMI se utilizan dos bobinas móviles. Una de ellas transmite un campo magnético alterno, primario, que induce corrientes en el subsuelo. Estas corrientes, a su vez, producen un campo secundario que es detectado por la otra bobina. En presencia de un cuerpo enterrado, el campo secundario depende de la resistividad eléctrica y la permeabilidad magnética del mismo respecto de las del medio que lo contiene. Variando la frecuencia de la señal, se varía la profundidad de penetración. Un rango adecuado para prospecciones superficiales abarca entre 300 y 50000 Hz. Para el método geoélectrico se emplea una fuente controlada de corriente, la cual se inyecta en la tierra a través de un par de electrodos. Se realizan mediciones de diferencia de potencial entre otro par de electrodos y con las mediciones de la corriente se determina la resistividad aparente. Utilizando un sistema multielectrodo, se pueden obtener tomografías eléctricas en 2D y 3D. Descripción del trabajo Geofísico Se midió con EMI, GPR y Geoeléctrica, un área de 35m por 30m, en x e y, respectivamente. Esta área se dividió en 2 sectores, el sector 1 que va de x=17 a 35m, y el sector 2 que va de x=0 a 17m (Figura 1).
Figura 1: Esquema del sector relevado con los métodos geofísicos
Para los sondeos de georadar se utilizó un equipo Pulse EKKO Pro, con antenas de 500 MHz. Se realizaron barridos a lo largo de líneas paralelas espaciadas 1 m, en dos direcciones ortogonales entre sí, con un intervalo de muestreo de 0.025 cm. Para el método electromagnético se usó un equipo multifrecuencial GEM-2, con frecuencias entre 300 y 40000 Hz. También se realizaron barridos en dos direcciones perpendiculares entre sí, en este caso con un espaciamiento de 0.5 m. Para geoeléctrica se utilizó un equipo multielectródico automático Saris. Se realizaron 9 líneas en configuración dipolo-dipolo, con aberturas de 0.75 m. Resultados Las figuras 2 y 3 muestran algunas vistas en planta de los datos de GPR, representativas de los principales resultados. En cada una, el tiempo (o profundidad aparente) es constante. Para obtener la profundidad aparente aproximada en cada planta es necesario multiplicar al tiempo en cuestión por la mitad del tiempo representativo de ida y vuelta, es decir (5.5+/-0.8) cm/ns si se considera el anteriormente mencionado. Las figuras están encolumnadas: la primer columna corresponde a los sondeos realizados a lo largo de la dirección x, mientras
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que la segunda a los sondeos realizados a lo largo de la dirección y. En algunas de las figuras, con líneas punteadas de colores, se señalaron los principales rasgos asociados con las anomalías detectadas. En el resto no se incluyó esta marcación por ser los resultados evidentemente similares a los ya indicados.
Figura 2. Plantas de promedios espaciotemporales de las amplitudes de los datos GPR en el Sector 1: a) t = 8.6 ns, b) t = 9.6 ns.
Figura 3. Plantas de promedios espaciotemporales de las amplitudes de los datos GPR en el Sector 2. a) t = 2.0 ns, b) t = 7.6 ns
Las plantas de los datos muestran un conjunto de rasgos lineales, la mayoría de ellos con orientaciones de aproximadamente 45º respecto de los bordes de ambos sectores, además de algunas anomalías relativamente pequeñas en extensión. Muchos de estos rasgos son bastante rectos, y forman ángulos de 90º entre sí, lo que indica una probabilidad alta de que tengan origen cultural. En el Sector 2, el método EMI no brindó resultados significativos. En el Sector 1, se detectaron varias anomalías cuyas orientaciones coinciden con las de los rasgos obtenidos con GPR en el Sector1 (Figura 4).
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Figura 4. Planta de la componente del campo magnético secundario en cuadratura con el campo EMI primario, para el Sector 1, a una frecuencia representativa .Las líneas punteadas indican las anomalías coincidentes con las halladas con el georadar.
Finalmente, otro resultado interesante es que cerca de las posiciones donde las distintas líneas de geoeléctrica intersectan los rasgos de posible origen cultural, en la mayoría de los casos se observa un incremento de la resistividad eléctrica del subsuelo. Dos ejemplos de esto se muestran en la Figura 5. (a)
(b)
(c)
Figura 5. Modelos de resistividad del subsuelo bajo las líneas de geoeléctrica (a) x=6m, (b) x=9m y (c) y=12m. Las líneas indican alas anomalías encontradas, cuyas ubicaciones coinciden con las hayadas con los otros dos métodos.
Contrastación arqueológica de los estudios geofísicos A los fines de poder corroborar y testear arqueológicamente los resultados alcanzados con los métodos geofísicos, se realizaron excavaciones arqueológicas en el Sector 2 del área prospectada. Inicialmente se plantearon cuatro cuadrículas de 1 metro de lado sobre uno de los rasgos lineales detectados por geofísica. En las TOMO IV - 1414
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cuadrículas B8 y B9, a partir de los 25 cm de profundidad, se comenzó a visualizar un cambio en el sedimento en sentido horizontal, cuyo límite era una línea que tenía la misma orientación que uno de los lados del rasgo formando un ángulo de 45° con respecto a la traza urbana de Puerto Gaboto y dirección Norte-Sur. A medida que se profundizaba el rasgo se hacía cada vez más visible, hasta que a los 55 cm de profundidad aparece un sedimento limoso de color anaranjado claro consolidado conformando una estructura similar a la de un muro. Posteriormente se decidió ampliar las excavaciones para seguir la trayectoria de este rasgo y determinar si efectivamente se trataba de una estructura antrópica. Como resultado, en el sector sureste del sitio se excavaron 13 cuadrículas donde se localizaron dos rasgos de estructuras de tierra cruda que tienen una orientación NorteSur (ver figura 6) y que se encuentran asociados a material arqueológico de manufactura local y europea. Entre ambos rasgos se localizó una capa con carbón de 20 cm de espesor que contiene restos de cuentas de vidrio fundidas y restos de madera quemada. En las excavaciones realizadas se puede observar que estas estructuras aparecen asociadas a un registro arqueológico cuya variabilidad artefactual se vincula a diversos tipos de cuentas de vidrio (Chevron, Nueva Cádiz, tubulares, circulares, entre otras); cerámica vidriada, mayólica y doce dados confeccionados en hueso.
Figura 6: cuadrículas excavadas y rasgos geofísicos detectados.
Estas estructuras halladas se localizan entre los 50 y 90 centímetros de profundidad y están compuestas por loess de la formación Tezanos Pinto apisonado. Se diferencia del sedimento que contiene los restos arqueológicos, el cual está compuesto por material coluvial. De acuerdo a los estudios geológicos realizados por el geólogo Carlos Ramonell, en los perfiles naturales del área donde se sitúa el sitio la formación Tezanos Pinto que se localiza en estratos más profundos a unos 120 cm de profundidad. Este tipo de sedimento habría sido utilizado ya que sería mas apto para construir muros o paredes de tierra apisonada (tapia) por su mayor plasticidad y capacidad de compactación. Por otra parte, se planteó una trinchera en otro sector del sitio donde también se localizaron estos mismos rasgos a una profundidad de 50 cm. El más visible es el del sector Oeste donde se observa la línea que marca la discordancia entre dos tipos de sedimentos; siendo el de la estructura más consolidado. En la figura 7 se pueden observar las líneas paralelas que marcan la trayectoria de las estructuras de tierra cruda localizadas en las excavaciones, las cuales se corresponden con los rasgos detectados por las prospecciones geofísicas, visibles en los gráficos del georadar (GPR).
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Gabriel Cocco, Guillermo Frittegotto, Néstor Bonomo, Matías de la Vega, Patricia Martinelli y Ana Osella
Figura 7: gráfico de GPR con la superposición de áreas excavadas y rasgos lineales localizados
Consideraciones finales La implementación de las prospecciones geofísicas y la contrastación realizada mediante las excavaciones arqueológicas pusieron en evidencia una serie de estructuras geométricas y lineales asociadas a artefactos de origen europeo. Las mismas se corresponden con las expectativas de hallazgo para un asentamiento español de este tipo donde se utilizaron materias primas locales para la construcción de estructuras con una tecnología foránea. Las prospecciones geofísicas utilizando los métodos de georadar (GPR), electromagnético de fuente controlada (EMI) y geoeléctrica resultaron una herramienta eficaz para la localización de estructuras de tierra cruda correspondientes al asentamiento español, las cuales por su naturaleza constructiva y materia prima utilizada tienen una baja visibilidad en el terreno. Asimismo, la detección de estos rasgos de origen antrópico previo a la realización de excavaciones posibilita una mejor selección de los sectores a excavar y planificar los pasos a seguir teniendo para la preservación del sitio. Bibliografía Frittegotto, G., G. Cocco, F. C. Letieri, M. Perez, M. E. Aztiz 2009. Proyecto de Arqueología: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Santa Fe. Informe Final (2da Etapa). Ms. en archivo: Consejo Federal de Inversiones. Bs As. Medina, J. T. 1908. El veneciano Sebastián Caboto al servicio de España y especialmente su proyectado viaje a las Molucas por el Estrecho de Magallanes y al reconocimiento de la Costa del Continente hasta la Gobernación de Pedrarias Dávila. Dos volúmenes. Santiago de Chile. Osella, A. 2009. Prospección geofísica en Puerto Gaboto. Informe. Proyecto de Arqueología: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Santa Fe (2da Etapa). Ms. CFI. Bs As.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
¿ANTIGUOS CANALES? IDENTIFICACIÓN DE CANALES DE RIEGO MEDIANTE BIOINDICADORES. EL CASO DE PEÑAS COLORADAS M. Lorena Cohen* , Lorena Grana** y Nora Maidana*** Introducción Observaciones realizadas mediante fotografía satelital y luego en terreno en la puna meridional argentina, más precisamente en Antofagasta de la Sierra, al NO de la Pcia. de Catamarca, revelaron la presencia de surcos y áreas de encharcamiento que no parecen corresponderse a geoformas naturales provocadas por erosión. Nos interesa particularmente comprobar la hipótesis de la existencia de canales trazados por la mano humana. Con este objetivo, encaramos el estudio de estas estructuras utilizando la información provista por bioindicadores, en este caso, los ensambles de diatomeas recuperados de diversos sectores del sitio. Consideramos que el modo más acertado para lograr evidencia certera del origen de estos conductos es a partir de la determinación de diatomeas lo cual cobra peso al ser interpretado en un contexto arqueológico particular que describiremos más adelante. Peñas Coloradas Esta localidad se halla en un sector de la cuenca denominado, por su topografía, “Sectores Intermedios” (3550 a 3800 msnm). Sin embargo, el nombre puede referirse también a su posición relativa en la Cuenca, pues actualmente es una vía de tránsito para el desplazamiento desde la villa Antofagasta de la Sierra hasta las vegas puneñas de altura de Quebrada Seca y Real Grande (por arriba de los 4000 msnm); formando parte de una de los principales medios de circulación de la región y es el único que comunica los microsectores del fondo de cuenca (3400 a 3550 msnm) con la quebrada de altura (3800 a 4600 msnm) del río Las Pitas (Podesta 1990 ms). Por la banda Este de Peñas Coloradas pasa el río Las Pitas, afluente del Punilla, que es el río principal de la cuenca. Peñas Coloradas se encuentra conformada por un grupo de 4 peñas de ignimbrita volcánica que se yerguen unos 15 m a modo de acantilado, desde una superficie llana arenosa y abierta, cuyo único recorte próximo está dado por el quiebre de pendiente de las terrazas próximas a la margen izquierda de Las Pitas. Este sitio ha sido conocido arqueológicamente a partir de los imponentes paneles con representaciones rupestres que se inician cerca de los 4000 años AP., abarcando motivos ubicados en el período Temprano Formativo, en el Tardío e incluso en tiempos de presencia Inca en la región (Aschero 1999; Aschero 2000; Podesta 1990ms). En los últimos años, una de nosotras viene trabajando con la espacialidad (sensu Soja 1995) del sitio PC3c, ubicado en la cumbre de la Peña Colorada 3 (Cohen et al. .2007; Cohen 2009 a y b; 2010). Se trata de un emplazamiento de aproximadamente 26 estructuras desde donde se alcanza una visión panorámica circular, logrando un amplio control visual del paisaje circundante. Sin embargo, las construcciones no pueden ser visualizadas desde el entorno debido a la combinación de una serie de factores: las estructuras semisubterráneas y subterráneas están ubicadas en una microtopografía relativamente deprimida de la cima, el material constructivo es la misma piedra que constituye la peña a lo que se suma la presencia de bordos de material detrítico rodeando a algunos recintos. Otro atributo del emplazamiento es la restricción natural del acceso a la cima, que sólo se logra desde el Este, ya que gran parte del perímetro de la peña tiene pendiente abrupta, excepto ese sector. Más allá de esto, hay una muralla acotada hacia el borde Este de la Peña que favoreció la restricción del paso a la cumbre. Con lo anteriormente expresado se sostiene que el sitio PC3c, en donde se mira sin ser visto, tiene una cualidad diferenciada con respecto a los sitios próximos, significando un quiebre en la reciprocidad de la mirada (siguiendo a Foucault 1975) lo cual posibilitaba el control visual del paisaje de quienes habitaron la cima (Cohen 2009a; 2010). La capacidad de controlar visualmente desde la cumbre al entorno próximo ha sido vinculada con el avistaje de las sendas de circulación y el control de las pasturas, cultivos y agua. La inferencia de la existencia de cultivos para consumo o forraje en el área próxima al sitio PC3c está dada por la presencia de grandes bloques con morteros fijos, de palas en superficie, de las estructuras de piedra cuadrangulares semejantes a cuadros de cultivo mostradas en las antiguas fotografías de Weiser (1923) y, finalmente, lo que aquí nos ocupa, el trazo de un surco seco que tiene conexión con una canal actual y por lo tanto, una posible toma del río Las Pitas. Éste se desprende
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C ONICET. Inst. Superior de Estudios Sociales- Inst. de Arqueología y Museo de la UNT.
[email protected] B ecaria ANPCyT- FONCyT. FFyL, UBA.
[email protected] *** C ONICET. D epto de Biodiversidad y Biología Experimental, FCEyN, UBA.
[email protected] 1 El Proyecto es llevado a cabo por Guillermo Frittegotto, Fabián Letieri y Gabriel Cocco, está impulsado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe y financiado por el Consejo Federal de Inversiones. **
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M. Lorena Cohen, Lorena Grana y Nora Maidana
del actual canal activo que pasa frente a Peñas Coloradas 1 y 2 y corriendo con cierto quiebre en su dirección, por el frente de Peñas Coloradas 3 y 4 (figura 1). Si este paisaje productivo tuvo ciertamente relación con el sitio de la cumbre PC3c, podríamos suponer una edad de 850 ± 60 años AP, fecha obtenida para el sitio según datación 14 C (Cohen 2009b). Don Ernesto Morales (propietario de la localidad Peñas Coloradas) sostiene ser el responsable de la construcción del canal activo actual sin hacer referencia al surco seco bajo estudio. Teniendo en cuenta la ubicación del surco seco, cuyo trazo se desprende del actual canal activo, podríamos llegar a sostener que el origen de la toma de agua del surco seco provenga tal vez de una zona cercana, o la misma, a la del canal construido o reactivado por Don Morales ubicada aproximadamente a 1,1 km al NO. Contrariamente a las carcavas generadas por la erosión pluvial, el surco seco se desarrolla a lo largo de una planicie aterrazada sobre una superficie plana con un mínimo de inclinación negativa hacia el río, ubicado 10 m abajo. Lo que nos permitiría descartar la acción de una erosión pluvial y su consiguiente escorrentía y proponer, más bien, que se trataría de una estructura construida con la intención precisa de conducir el agua por un sector aterrazado por arriba de la vega. Esto permite generar una mayor superficie irrigada capaz de sostener un paisaje productivo de cultivos comestibles o de forraje, tal como sugieren las evidencias arqueológicas presentadas más arriba (un puesto de avistaje próximo, morterales, y posibles cuadros de cultivo). Una interesante línea de evidencia para contrastar la presencia del canal es mediante el análisis del ensamble de diatomeas provenientes de muestras de sedimento de diferentes sectores del surco.
Figura 2: A- Surco seco de Este a Oeste ubicado cerca del sitio Peñas Coloradas. B-Observaciones desde la fotografía satelital de Peñas Coloradas. C- vista aérea de la Peña Colorada 3, se observa el sitio PC3c. (extraído de Cohen 2010).
Antecedentes Los estudios de los sistemas de riego prehispánicos están cobrando un rol importante dentro de las investigaciones arqueológicas de las sociedades agrícolas. Diversos investigadores han propuesto distintas vías de análisis, por ejemplo Quesada (2001) ha propuesto el registro y análisis de las redes de riego y la reconstrucción de los paisajes agrícolas para la región de Tebenchique (situada también en el Departamento de Antofagasta de la Sierra) mediante el relevamiento planialtimétrico y el diseño de las estructuras. En la localidad Antofagasta de la Sierra, Tchilinguirian y Olivera (2000) realizaron análisis de calidad de agua para riego por ensayos de infiltración y análisis químicos actuales de los caudales y análisis de suelos, elaborando un mapa solo para el sector de fondo de cuenca de la región. Por último, para el mismo sector, Salminci (2010) ha propuesto recrear el flujo hidríco de diversos sistemas de canales mediante el análisis de imágenes satelitales y un posterior analisis planimétrico para complementar los aportes de Tchilinguirian y Olivera (op. cit.). Las diatomeas son buenos bioindicadores dado que proveen información sobre un conjunto integrado de condiciones ambientales de los cuerpos de agua (Stevenson y Yangdong 2000). Tienen una alta abundancia numérica, una respuesta rápida y directa a los cambios físicos, químicos y biológicos de los ecosistemas, lo cual nos permite inferir directamente, entre otras cosas, la salinidad, el pH, la alcalinidad, el estatus nutricional e indirectamente, la paleoproductividad de las aguas, parámetros con los que se pueden hacer reconstrucciones de la evolución de cuerpos de aguas (lagos, lagunas, ríos, etc.) (Renfrew y Bahn 1993; Martinez Macchiavelloet al. TOMO IV - 1418
CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
1999; Maidana 2005), posibilitando precisar nuestras inferencias sobre los cambios y la distribución de recursos hídricos. En este caso en particular, el análisis de los ensambles de diatomeas recuperadas de distintos sectores nos permite investigar la posible presencia y distribución de “canales”. Los análisis diatomológicos de sedimentos de sitios arqueológicas en Argentina han sido llevados a cabo desde hace tiempo. En un comienzo, significaron simples listados de las especies identificadas, agregados como apéndices sin aportar otra información a los problemas arqueológicos (por ejemplo Frenguelli 1940; Menghin y Bórmida 1950, según Martinez Macchiavelo et al . 1999). Recién a partir de la década de 1990, los análisis diatomológicos comenzaron a enriquecer las discusiones arqueológicas, respondiendo a diversas problemáticas como los procesos de formación de sitio (Kligmann 2003; Vasquez, inédito), la procedencia de materias primas cerámicas (de la Fuente 1996; Sola y Morales 2007) y por último, reconstrucciones paleoambientales asociadas a sitios arqueológicos (Maidana y Kligmann 1996; González y Maidana 1998; Ratto 2000; Morales 2004; Olivera et al . 2004; Grana y Morales 2005; Yacobaccio y Morales 2005; Grana 2007, entre otros). Hasta el presente, y a pesar de la creciente importancia del análisis diatomológico para resolver diferentes cuestiones arqueológicas, no hemos podido hallar referencias sobre el análisis de diatomeas como método para la determinación de la existencia de antiguos canales de conducción de agua y posiblemente de riego. Hemos hallado estudios previos sobre estructuras hidráulicas antiguas en la cuenca del río Punilla (Tchilinguirian y Olivera 2000; Salminci (com per), y para el río Las Pitas, una referencia simbólica de éstas a través de las maquetas de sistemas hidráulicos en Aschero et al. (2009). Sin embargo nuestro aporte es diferente al de los trabajos anteriores constituyendo una primera aproximación que emplea la determinación de diatomeas para comprobar la existencia de hipotéticos canales antiguos. Métodos del trabajo Se realizaron transectas perpendiculares en dos sectores del hipotético canal, tomando una muestra de sedimento superficial y una subsuperficial en cada punto dentro de la transecta. En total se recolectaron 17 muestras. Se procesaron los sedimentos para la identificación y cuantificación de las diatomeas, siguiendo el protocolo estándar de Battarbee (1986) según el cual se trata a las muestras con agua oxigenada (H2O2) al 30%. El material ya libre de materia orgánica, se neutralizó mediante tres lavados con agua destilada. Por último, se confeccionaron preparaciones permanentes utilizando Naphrax® como medio de montaje. Se realizaron observaciones con microscopio óptico, con una magnificación de 1000X. La identificación taxonómica se realizó a partir de las características particulares de las valvas (largo, ancho, cantidad de estrías en 10 m, presencia o ausencia de rafe, entre otras variables) y se consultó bibliografía taxonómica y ecológica especializada, tanto en floras estándar (Lowe 1974; De Wolf 1982; Germain 1981; Round et al. 1990; Straub 1990; Krammer y Lange-Bertalot 1991-96; Vos y De Wolf 1993; Van Damet al. 1994; Lange- Bertalot 2000) como en floras del área bajo estudio (Rumrich et al. 2000; Seeligmann y Maidana 2003; Díaz y Maidana 2005; Seeligman et al. 2008). Para lograr interpretaciones más sólidas sobre la evolución y las características del antiguo “canal”, se tomaron muestras de sedimentos superficiales, también siguiendo transectas, en diversos canales de riego actualmente activos y con diferentes usos. Este conocimiento aporta herramientas de comparación y brinda mayor certeza a las inferencias paleoambientales. Algunos resultados y una conclusión preliminar En todas las muestras estudiadas se hallaron tanto valvas completas como fragmentos de estas. A medida que nos acercamos al centro del canal disminuye la cantidad de fragmentos de valvas y aumenta el de valvas completas, lo que permitió una más precisa identificación a nivel específico. Este aumento de valvas completas en la parte central del canal permite inferir la existencia de un cuerpo de agua, no necesariamente permanente pero que al menos permitió el desarrollo de algas como las epífitas Cocconeis placentula y Planothidium lanceolatum y, por otro lado, a situaciones de menor erosión en relación con los bordes y la zona exterior del canal. Esto último puede deberse a actividades de mantenimiento que suelen darse en las orillas del mismo (Purdue et al. 2009). En el sector exterior al canal se identificaron especies que suelen ser formas tolerantes a la desecación (como Hantzschia spp), por lo que se las puede relacionar con ambientes de orilla, húmedos, sin una presencia permanente de agua. Por consiguiente, teniendo en cuenta los resultados obtenidos hasta el momento podemos sostener que en el surco efectivamente hubo agua, posiblemente proveniente de la canalización artificial del río que se halla al
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M. Lorena Cohen, Lorena Grana y Nora Maidana
menos 10 m más abajo. También, teniendo en cuenta el contexto arqueológico en el que se enmarca, postulamos que esto se dio en otros tiempos, previos al siglo XX, probablemente correspondiéndose con la ocupación del sitio Peñas Coloradas 3 cumbre, sitio desde el cual podían controlarse muy bien los recursos asociados al manejo del agua: cultivos, forrajes y acceso al pastizal. Por último, este trabajo permite no sólo confirmar la presencia efectiva de un canal cercano al sitio sino también trazar nuevas expectativas a futuro para analizar con otros proxies (relevamiento planialtimétricos de todas las estructuras próximas al canal que nos ocupa, sedimentología, análisis de fósforo, materia orgánica y fitolitos de los posibles campos irrigados y el avance en las comparaciones con otros canales activos de la zona. Todo esto nos permitirá ampliar los estudios sobre los sistemas de riego prehispánicos y sus relaciones con las sociedades agropastoriles. Bibliografía Aschero, C. A. 1999. El Arte Rupestre del desierto Puneño y el Noroeste Argentino. En: Arte Rupestre en los Andes de Capriconio. Museo Chileno de Arte Precolombino; pp 97-135 Aschero, C. A.; 2000. Figuras humanas, camélidos y espacios en la interacción circumpuneña. En: Arte en las Rocas. Arte rupestre, menhires y piedras de colores en Argentina; pp15-44. Eds. M. Podestá y M. De Hoyos. S.A.A. y A.A.I.N.A.P.L. Buenos Aires. Aschero C., A. R. Martel y S. M. L. López Campeny 2009. El sonido del agua… arte rupestre y actividades productivas. El caso de Antofagasta de la Sierra, Noroeste Argentino. Pp. 257-270 En: Crónicas sobre la piedra. Arte rupestre de Las Américas. Editado por M. Sepulveda, L. Briones y J. Chacama. Universidad de Tarapacá. Battarbee, R. 1986. Diatoms Analysis. En: Handbook of Holocene paleoecology and paleohydrology, Editado por B. E. Berlung, J. Wiley & Sons, pp: 527-570. New York. Cohen, M. L. 2009 a. Perspectivas espaciales desde el sitio Peñas Coloradas 3 cumbre (PC3-c) Antofagasta de la Sierra. Catamarca. En: Actas del 1° Congreso Latinoamericano y 2° Nacional de Arqueometría Vol 2: pp 477487. Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) Bs.As. Cohen, M. L. 2009 b. Fotografías y algo mas… imágenes de Antofagasta en 1923 como aporte para el planteo de hipótesis y la búsqueda de evidencias contrastadotas. En Libro de resúmenes de las VIII Jornadas de comunicaciones de la Fac. de Cs. Nat. e I.M.L. y 1º Interinstitucional , pp109. Cohen, M. L. 2010. Jerarquías, Estrategias de Control y su Espacialidad. Perspectivas desde el sitio Peñas Coloradas 3-cumbre- (Antofagasta de la Sierra, Catamarca.Tesis para optar al grado de Doctora en Filosofía y Letra de la UBA Cohen, M. L.; L. Quiroga; G. Ortiz; E. Del Bel; S. M. L. López Campeny; S. MArtinez, L. Chavez;S. V. Urquiza; M. A. Ruberto; Z. G. Flores Vera; P. Gómez Sanchez; J. Medina Chueca; S. Rodriguez Curletto; S. Quilodrán. 2007. Espacialidad del sitio Peñas Coloradas 3 cumbre (PC3- c), Antofagasta de la Sierra. Catamarca. Metodología de análisis y una propuesta interpretativa. En Libro de resúmenes de las VIII Jornadas de comunicaciones de la Fac. de Cs. Nat. e I.M.L. y 1º Interinstitucional , pp 27. De Wolf, H. 1982. Method of coding of ecological data from diatoms for computing utilization. Med. Rijks Geol. Dienst 3 6: 95–99. Díaz, C. y N. Maidana. 2005. Diatomeas de los Salares Atacama y Punta Negra. II Región- Chile. Centro de Ecología Aplicada Ltda. Santiago, Chile. Foucault, M. 1975. Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Siglo Veintiuno. Madrid Germain, H. 1981. Flore des diatomeés. Societe Nouvelle des editions Boubée. Paris González, M. y N. Maidana. 1998. Post- Wisconsinian paleoenvironments at Salinas del Berbedero basin, San Luis, Argentina. Journal of Paleolimmology 20: 353-368. Grana, L. G. 2007 Diatomeas Fosiles: Un acercamiento a la relación entre la Sociedad y el Ambiente durante el Holoceno en Antofagasta de la Sierra, Puna Meridional. Tesis de licenciatura de la carrera de Ciencias Antropológica. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Ms. Grana, L. y M. Morales. 2005. Primeros resultados paleoambientales del análisis de diatomeas fósiles del Holoceno Medio y Tardío de la cuenca del río Miriguaca, Antofagasta de la Sierra, Puna catamarqueña. Entre pasados y presentes. Trabajos de las VI Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Antropológicas.C oord. por A. Cetti, A. Re, D. Rindel y P. Valeri. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. CD-Rom pp342-409, Buenos Aires. Kligmann, D.2003. Procesos de formación de sitios arqueológicos: tres casos de estudio en la Puna Meridional Catamarqueña Argentina. Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras UBA. Ms. Krammer, K. y H. Lange-Bertalot. 1991-1996. Bacillariophyceae. Tomos 1, 2, 3 y 4. Süsswasserflora vom Mitteleuropa Jena, Fisher.
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CAPÍTULO 27 - SIMPOSIO 27
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CAPÍTULO 28 MESA REDONDA 1 LA REPRESENTACIÓN DEL PASADO Y LA ARQUEOLOGÍA EN LOS MUSEOS Coordinadoras María L. Endere
CONICET. PATRIMONIA-INCUAPA. UNCPBA
María Gabriela Chaparro
CONICET. PATRIMONIA-INCUAPA. UNCPBA
Evaluadores Valeria Palavecino
ISHIR (Investigaciones socio-históricas regionales) CESAL CONICET Universidad Nacional del Centro de la Pcia. de Buenos Aires
Silvia Soria
Universidad Nacional de Salta – Museo de Arqueología de Alta Montaña
Alejandra Pupio
Departamento de Humanidades - Universidad Nacional del Sur
ÍNDICE VISIONES Y PROTAGONISTAS EN TORNO A UNA IDEA DE UN MUSEO EN LOS ANTIGUOS Celina San Martín y Victoria Horwitz ......................................................................................................... 1427 LA REPRESENTACIÓN DEL PASADO ABORIGEN DESDE EL CRUCE DISCIPLINAR DE LA MUSEOGRAFÍA, HISTORIOGRAFÍA Y LA DIDÁCTICA. EL CASO DEL MUSEO ETNOGRÁFICO Y COLONIAL JUAN DE GARAY Marina Benzi, Paula Busso y Rosa García ................................................................................................
1433
CAPÍTULO 28 - MESA REDONDA 1
VISIONES Y PROTAGONISTAS EN TORNO A LA IDEA DE UN MUSEO EN LOS ANTIGUOS Celina M. San Martín y Victoria D. Horwitz*
Este trabajo muestra el peso de las visiones adquiridas y de los posicionamientos en relación a la idea de un museo en Los Antiguos. Describe lo generado a partir de la interacción con la comunidad en relación a la idea de crear un museo, así como el tipo de contribución que puede aportar el análisis de las experiencias e información generadas en el contexto de entrevistas y encuestas. Atendiendo a inquietudes locales, advertimos que la idea de la creación de un museo significa un proyecto de importancia para una pequeña parte interesada de sus habitantes. Sin embargo la representación del pasado, tema en el cual estamos interesadas, no aparecía asociado a la idea de un museo sino que, las diferentes visiones asociadas a la historia y al pasado proponían cierto desafío a la hora de pensar tal proyecto. Entendemos que aunque todos los grupos sociales participan en la construcción del pasado desde el presente, no todos lo hacen igualmente posicionados (Popular Memory Group 1982). Encontramos que las personas que abiertamente expresan la necesidad de crear un museo lo relacionan con la apropiación de objetos arqueológicos pero no con el conocimiento de la historia regional. En consonancia con esto, la mayoría de las personas concuerda con la importancia de tener un museo pero tampoco adjudican a éste una relación con la historia del lugar, sino que destacan como relevante allí la reunión y colección de objetos. Sin embargo, las diferencias respecto este último aspecto se encuentran en la apropiación de determinados objetos por determinadas personas: por ejemplo la cantidad o el tipo de objetos que tiene. Pudimos advertir dos posicionamientos en relación a coleccionar objetos la cual sería una práctica histórica que pareciera estar hasta cierto punto legitimada socialmente. Por un lado, las pocas personas que tienen mucho, que no parecen conectar sus colecciones con un pasado indígena local y por otro lado, las muchas personas que tienen poco, que tienen una postura crítica sobre qué clases de objetos se apropian y exponen, y que en este caso sí guardan relación con un pasado local olvidado. Crear o no, un museo Primeros Pasos En el inicio del proyecto de investigación arqueológica1 (enero 2005) nos contactamos con el Secretario de Cultura de Los Antiguos, quien entre otras cosas estaba interesado en un análisis de opinión general para decidir la mejor forma de encarar un proyecto de museo histórico regional. Aunque no estaba en los planes pensar un museo, la idea de realizar una encuesta y relevar información acerca de cómo se relaciona la gente con su pasado nos pareció interesante. Durante los meses de febrero de 2006 y 2008, realizamos las primeras encuestas persiguiendo dicho objetivo. A continuación presentamos una tabla donde se muestran algunos de los temas y preguntas que formaron parte de la encuesta durante la cual se entrevistó al uno por ciento de la población2. Más abajo se pueden apreciar los gráficos que ilustran los datos obtenidos.
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I nstituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
[email protected],
[email protected] Los trabajos de investigación a los cuales hacemos referencia en este trabajo fueron financiados por: (i) Agencia Nacional de Promoción Científica PICT 2006-00668, (ii) Universidad de Buenos Aires UBACyT F061 y UBACyT F039, (iii) Conicet PIP-CONICET 02288. 2 E ncuestamos a 40 personas al azar tomando como base que la población de Los Antiguos ronda los 4000 habitantes estimamos que nuestra muestra representa el 1% de la población. Sobre ese 1% estimamos los porcentajes que presentamos. 1
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Tema 1- La forma en que la población actual aprehende el pasado del lugar.
Preguntas realizadas al entrevistado ¿Dónde, cómo o de quién aprendió lo que conoce acerca del pasado de esta región? Marcar una o más opciones entre: escuela, familia, amigos, biblioteca, conferencias, eventos difusión, otros.
2- Conveniencia de ¿Qué opina acerca de la creación de un museo en crear un museo. Los Antiguos? Marcar una: Muy importante, importante, poco importante, nada importante. 3- Quién debería estar a cargo del museo.
Quién debería estar a cargo: Marcar una o más opciones entre: Municipalidad, Provincia, o la Nación.
4- Conocimiento de las tareas de funcionamiento del museo.
¿Cuáles serían las especialidades que deberían ser contempladas para que un museo pueda funcionar adecuadamente? Importancia de las mismas. Por ejemplo en lo concerniente a: Gobierno, Administración, Conservación, Curaduría, o Educación (marcar una o más).
Respuestas De 40 respondieron 14 personas. 9 escuela. 6 conferencias. 9 familia. 6 difusión/eventos. 9 amigos. 12 otras. 11 biblioteca 26 Ninguna. De 40 respondieron 40 personas. 36 Muy importante. 1 poco importante. 3 importante. 0 nada importante. De 40 respondieron 37 personas. 25 Municipalidad. 16 Nación. 18 Provincia. 3 Ns/Nc. De 40 respondieron 13 personas. 10 Gobierno. Curaduría. 7 Administración. Conservación. 3 Educación. Ninguna.
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Según el Gráfico 1 notamos que aunque muy pocas personas contestaron esta pregunta (solo un 35%), quienes lo hicieron aunque relacionaron el aprendizaje del pasado con las categorías propuestas también nos dijeron que había “otros” medios a partir de los cuales se aprehende el pasado. Según el Gráfico 2 un alto porcentaje de la población manifestó la importancia de un museo, sin embargo, fueron pocas las personas que expresaron una opinión clara sobre quién debería hacerse cargo (Gráfico 3). Por último, aunque nuevamente fueron pocas las personas que contestaron la pregunta acerca de las tareas en un museo, advertimos que en general no existe un criterio para opinar sobre los varios aspectos administrativos y de funcionamiento, ya que en general se desconocen cuáles serían (Gráfico 4). En síntesis, de estos primeros pasos lo que quedó en claro es que en general la visión que prima de un museo es muy estrecha. Como veremos a continuación este desconocimiento está ligado a una idea preponderante del museo como un lugar de colección y reunión de objetos.
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Segundos Pasos En un segundo contexto de trabajo de campo, ampliamos la metodología de trabajo y durante febrero del 2009 y enero-febrero del 2010 mantuvimos charlas y entrevistas con más de 30 personas acerca de sus recuerdos del pasado3. La población entrevistada se caracterizó por haber vivido en la zona durante su infancia y ser miembros de la sociedad local en la actualidad. En su mayoría cuentan entre 60 y 90 años de edad. Desde el principio se priorizó el sujeto testimonial y por ello se preguntó acerca de las vivencias. El tema que funcionó como carta de presentación fue la historia y ocupación de la zona cordillerana del noroeste de la actual provincia de Santa Cruz. Las preguntas se encaminaron inicialmente hacia el conocimiento de la presencia de ocupantes en la zona y a la identificación de éstos en términos identitarios, por ejemplo quiénes eran y qué tipo de relaciones se establecieron en el lugar. El hecho de iniciar los diálogos con preguntas abiertas sobre un tema nos permitió rastrear memorias privadas y públicas respecto de la representación del pasado. Durante las entrevistas y charlas se repitió una misma metodología de trabajo durante la cual se introducía, en la medida de lo posible, el tema sin cerrar la posibilidad de que el entrevistado proponga sus propios focos de interés. Las preguntas orientadoras cumplieron la función de guiar y retomar el eje temático durante el diálogo; sin embargo uno de los principales objetivos fue atender a las clasificaciones locales sobre las cuales estamos indagando sus sentidos y usos discursivos y prácticos. Entre los temas se incluyeron los siguientes: Trayectorias personales. Hacer una antropología de la práxis social: formas de transitar el espacio social. Experiencias familiares del pasado. Los abuelos. La niñez. Concepciones del tiempo y de la historia, emergencia de posibles mitos, leyendas, cuentos, historias. Recuerdos acerca de las relaciones mantenidas entre la gente de la zona. Intercambios, organización social inicial. La forma en que aparece reconocida, negada, opacada, invisibilizada la identidad indígena. Proceso de construcción otros/nosotros. Preguntas orientadoras: ¿Qué sabe del origen de Los Antiguos en tanto espacio ocupado/habitado? ¿Cuándo llegaron a la zona? ¿dónde vivían? ¿qué actividades diarias realizaban? ¿Siempre vivieron en la zona? ¿se movieron de un lugar a otro? ¿cuándo? ¿Dónde se instalaron? ¿cuántos eran? ¿permanecían durante todo el año en el mismo lugar? ¿Conoció a sus abuelos? ¿cómo eran ellos? ¿eran de acá? ¿De niño a qué jugaba? ¿con quien jugaba? ¿tenía hermanos? ¿qué le gustaba más hacer? ¿fue a la escuela? ¿dónde? ¿quiénes eran sus maestros? ¿con quienes? ¿qué enseñanzas considera importantes? ¿es verdad que había misioneros que visitaban la zona? ¿Cómo era este lugar cuando era chico? ¿qué decían sus abuelos? ¿por qué habrían elegido este lugar para vivir? ¿cómo es ahora? ¿qué atractivos tiene el pueblo para usted ahora? ¿Y sabe/ha escuchado de la presencia de indígenas/paisanos por la zona? Visiones del pasado Lo que advertimos a partir de un primer análisis cualitativo es, que muchas de las personas que lamentan la pérdida y olvido de lo que consideran parte de su pasado, desconocen el rol que podría tener un museo en este respecto. Esta afirmación es comprensible siempre y cuando revisemos cual ha sido y es la visión imperante del pasado local y sus protagonistas y, por otro lado, cuáles y de quienes son las visiones o experiencias que han caído en el olvido. Iniciamos dicha revisión con una contextualización histórica, es decir, dotando de un sentido histórico a lo que nos dicen del pasado y a la vez por una contextualización social de “lo dicho” en el presente. Contexto Histórico. Los relatos de las personas entrevistadas posibilitaron una aproximación al pasado de l os abuelos y de los padres. Se trata de un período histórico comprendido entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, marcado por coyunturas tales como la denominada Conquista del Desierto y el inicio de un proceso de despliegue y conformación de la agencia estatal y otras instituciones (Delrio 2005). Entendemos a estos últimos como agentes de un proceso de constitución de la memoria nacional que mediante ritos, conmemoraciones y nominaciones forjan un espacio nacional social compartido (Norah 1989). Durante el proceso de memorizar los relatos refieren tanto a una memoria pública y compartida, como a una memoria, subjetiva y privada. Por ejemplo, encontramos 3
Esto quiere decir que realizamos un trabajo de registro cualitativo con la idea de crear un vínculo más estrecho con las personas con las cuales mantuvimos más de un entrevista y/o charla.
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que todas las personas recuerdan los actos escolares, la presencia policial en la frontera, el momento en que se fiscalizaron las tierras. No obstante, hay otra memoria, ligada a una experiencia privada y familiar que podemos reconocer como trayectorias personales (Ramos y Delrio 2005). En general se coincide en un momento que se recuerda como la llegada de pobladores durante el cual se menciona la continua llegada al lugar de distintos ocupantes: “indios” venidos del norte (de ambos lados de la cordillera), “paisanos”, “baqueanos”, “argentinos”, “chilenos”, a los cuales se suman nacionalidades europeas: “ingleses”, “rusos”, “alemanes”, “galeses”, todos estos grupos venían a “buscar tierras”, “huyendo” o “por trabajo”. En los relatos se cuenta que estos ocupantes llegaron al área, durante el período histórico mencionado, bajo distintas motivaciones: instalarse como gran propietario y/o administrador de estancias, hacerse de un pedazo de tierra y organizar una pequeña chacra, ofrecerse como puestero o peón, poner un comercio. El área de intercambio social y económico comprendía buena parte de la zona al oeste del río Jeinemeni, el cual funcionaría desde 1903 como límite argentino-chileno según el discurso oficial. Sin embargo, las delimitaciones nacionales no funcionarían como tales en tanto no estuviera visible la presencia estatal en la zona4. La Presencia Indígena en los Relatos: Posicionamientos, Apropiaciones y Vacios En las narrativas del pasado advertimos una ambivalencia y contradicción constante entre visibilizar la presencia indígena y negarla en el momento que las personas caracterizaron como de llegada de colonos/ocupantes. Dichos momentos se describen como de “ poblamiento” y los indígenas desaparecen del discurso en tanto pobladores. Durante el proceso de recordar se entrecruza una memoria pública y una memoria privada, y los recuerdos son en parte una tensión y búsqueda de acuerdo entre una y otra memoria, aunque en muchas ocasiones la imposición de la primera acaba por silenciar o negar la segunda. Las diferencias se observan, entonces en las desiguales y diferentes trayectorias de las personas que atraviesan dicho espacio nacional impuesto: ¿Cuáles son las estrategias y resistencias, negociaciones, que las personas practican a través de dicho espacio? y ¿cómo quedan finalmente posicionados en el presente? y ¿cuál es la relación que lograron construir con dicho pasado?, ¿en qué lugar se encuentran a sí mismos hoy? El pasado se interpreta y construye desde el presente, sin embargo, la historia en tanto hechos que ocurrieron limita esta interpretación y en cierto punto nos fuerza a buscar un consenso sobre lo ocurrido (Briones 1994). En buena medida este es nuestro posicionamiento y por esto escuchamos y atendemos las voces y los silencios y olvidos que en el presente representan un pasado borrado. Por eso nuestra investigación, entre la historia y la memoria, comienza desde el hecho de identificar posicionamientos presentes en relación con trayectorias pasadas. Los indígenas desaparecieron en tanto figura protagonista de la historia y quedaron anclados en un pasado sin continuidad ya que fueron sometidos a un proceso de expropiación, durante el cual se impusieron ciertas representaciones ideales de aboriginalidad (Briones 2004). Desde la imposición de una matriz de sentido estatal nacional (Delrio 2005) se impulsaron máquinas territorializadoras capaces de generar y distribuir posiciones y lugares determinados en las estructuras sociales (Grossberg 1992). Al inmigrante colono Europeo se le daba un lugar primordial “civilizatorio”, al indígena, “bárbaro” un lugar marginal, desde el cual debía “civilizarse”, con todo lo que ello implicaba, para volverse sujeto de derechos (Bandieri 2005). Desde esta matriz de sentido y sistema de relaciones impuesto por la hegemonía del “estado-nación-territorio” (Delrio 2005) se invisibilizó la presencia indígena, y por ello la posibilidad de rastrear continuidades y transformaciones identitarias debe realizarse a partir de una crítica a estas estructuras de sentido y valoraciones sociales que se impusieron sobre la autonomía y libre determinación de los grupos culturales por sí mismos. Un análisis crítico debe dar cuenta de las formas de clasificación y representación impuestas y el modo en que las personas se han apropiado de estos lugares, legitimando y fortaleciendo dichos sentidos; o resistiendo y creando otros nuevos, que tenemos la intención de continuar indagando. Un primer posicionamiento práctico discursivo lo advertimos en las personas reconocidas y autoreconocidas como grandes coleccionistas de la zona y a las cuales hemos entrevistado, que legitiman el acopio de objetos a partir de la identificación de un indígena ideal, arqueologizado, anclado en un pasado lejano sin presente (Vidal 1993, Azar et al. 2007). En su relato remarcan el “exterminio” o la “extinción” de “indios” a partir de diversos
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El establecimiento de la frontera chileno argentina es uno de los aspectos a problematizar, en el contexto de conformación de estados nacionales anteriormente mencionado, en relación a las implicancias y sentidos históricos que tal acontecimiento contrajo. Entendemos la frontera como un espacio social con un proceso histórico particular (regional), que tiene como protagonistas a las instituciones y al ejercicio y práctica de la membrecía a la nación en tanto ciudadano que socialmente comienza a construirse (Baeza 2009). La presencia estatal no significó el colapso del espacio regional, pero si su transformación; dicha continuidad invita a pensar la particularidad de este proceso.
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hechos: campañas militares (desde Rosas hasta Roca), persecuciones y matanzas de la década del ´20 del siglo XX. A su vez, durante estas narraciones apelan a otros supuestos que terminan de eclipsar la presencia indígena: la idea que la mezcla es “degenerativa” entonces contribuye a la desaparición del aborigen o, la idea de que los indígenas auténticos son los que viven en el campo, en los toldos, se visten con pieles y cazan animales con arco y flecha. Este distanciamiento permitió y permite al coleccionista apropiarse de los “restos” “dejados” o “abandonados” por el indígena, y justifican la recolección de los mismos argumentando que lo hacen para su mejor conservación. En buena medida estas concepciones sostenidas por el discurso científico de fines del siglo XIX y principios de siglo XX, fueron las que legitimaron la práctica coleccionista durante años (Podgorny 2002) y contribuyeron a invisibilizar -negar, silenciar, olvidar, ocultar- lo indígena en su múltiples formas. Advertimos otro posicionamiento que expresa vacíos, negaciones, silencios y/o silenciamientos ante las preguntas que refieren a la presencia indígena. Entre estas personas, algunas identificaron como “indígena” o “indio” a sus abuelos o a sus tíos, incluso excepcionalmente alguien llegó a representarse a sí mismo como la “última indígena”. Esta referencia en el discurso está marcando resistencia a aceptar la idea, antes referida, de “extinción” o “exterminio” , pero, a su vez acentúa la idea de la pérdida ya que los “indios” eran sus tíos o abuelos, y excepcionalmente alguien se construye paradójicamente como el “último indio” remarcando esta sensación de algo que se está extinguiendo. Advertimos que este sentido hegemónico se cuela en la experiencia de las personas y a través del mismo las personas se expresan. Pero la paradoja es que siempre hay alguien creyéndose el “último indio”. La paradoja se da entre esa sensación de continuidad y pérdida. Al mismo tiempo, otro de los sentidos hegemónicos que imperan es la negativa a considerar la existencia, transformación y continuidad de indígenas en el presente. El borramiento desde lo discursivo que se practicó sobre lo indígena (al finalizar las campañas militares) en tanto colectivo, en tanto organización social, es precisamente lo que ha posibilitado y legitimado las apropiaciones materiales y simbólicas del primer grupo sobre el segundo grupo. Lo que notamos en muchos de los relatos es la nostalgia recurrente de la pérdida, de lo que ya no se puede ser (en tanto ser social), y por otro lado, una especie de culto a ese ser ideal imaginado: “el indio” o “el tehuelche”, que por lejano y sin vida, se objetivó y, en consecuencia, se volvió posible de saquear, coleccionar y exponer. Quienes se manifestaron a favor de un museo dejaron en claro que no imaginan un museo sin esos “objetos” particulares acaparados por los coleccionistas locales, para quienes se vuelven interlocutores imprescindibles. Estos objetos son valorados por la comunidad y constituyen el meollo significativo de lo que consideran debería ser un museo. Sin embargo, aunque los actuales coleccionistas admiten que dichos objetos deberían estar en museos, al mismo tiempo tienen una idea muy personal de cómo deberían mostrarse. En su discurso y en su práctica los coleccionistas emparentan los “objetos arqueológicos” a lo “paleontológico” y a lo “geológico” mientras que lo escinden de lo “antropológico” e “histórico”5. El valor de dichos objetos se construye a partir de lo que representan en sí mismos como antigüedad del pasado y responde a un valor establecido por este mercado de antigüedades/colecciones. En contra de esta posición identificamos un segundo posicionamiento que rechaza abiertamente la apropiación de lo que podríamos denominar objetos arqueológicos y es particularmente adversa a la perturbación y falta de resguardo de los restos humanos. A diferencia de los coleccionistas, este segundo grupo relaciona estos objetos con su propio pasado y construye su valor a partir de reconocer en esos objetos parte de su propio pasado ligado a la historia pasada. “ Los ministros no debieran haber permitido que se terminen los toldos/ por lo menos quedaba como un recuerdo”6 refería Herminia Olivares respecto de los toldos en los cuales habría pasado su infancia, denunciando a lo largo de su discurso la apropiación material cometida y el olvido, es decir, la falta de reconocimiento (recuerdo) actual de ese pasado. Discusión final En la introducción de este trabajo nos referimos a la desigualdad de condiciones y posicionamientos para representar el pasado, a lo largo del mismo hemos analizado lo que sucede cuando no todos los grupos sociales pueden constituirse a sí mismos en protagonistas del pasado. Las expropiaciones que han sufrido históricamente ciertos grupos sociales, de las cuales aún continúa siendo complejo referir, continúan reproduciéndose en el presente. Advertimos que se han constituido movilidades estructuradas de pensamiento y acción que permiten a determinado conjunto (primer posicionamiento) apropiarse de lo que entendemos como objetos de un pasado compartido. En cambio, otro conjunto (segundo posicionamiento) desconocen sus derechos en torno a expresarse respecto a lo que creen debería hacerse con estos objetos, es decir, reprimen manifestar su pensamiento en relación al lugar social e histórico al cual se los ha circunscripto en tanto protagonistas marginales. Es como una
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A gradecemos los comentarios de Victoria Fernández al respecto. T urno 316 de la entrevista realizada a Herminia Olivares el 15 de febrero de 2010 en Los Antiguos.
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autocensura que al momento de hablar con nosotros se expresa en el rechazo de lo que hacen y dicen otros, seguido de un silencio respecto a las convicciones propias. En relación a los aspectos revisados consideramos que sería relevante generar ámbitos de discusión a nivel comunitario acerca de las concepciones de museo y el pasado allí representado para encarar una propuesta compartida7. Creemos que un museo debe ser un espacio donde el pasado regional de todos sus protagonistas pueda estar representado, respetando la multiplicidad de voces que lo conforman, pero al mismo tiempo consensuando la historia compartida. Sostenemos que esta dinámica es permanente por lo cual el museo también podría convertirse en un lugar que ofrezca espacios para repensar y expresar el pasado, y las diferentes trayectorias según las diferentes perspectivas que existiesen en el presente. Bibliografía Azar, P., Nacach, G. y Navarro Floria, P. 2007. Antropología, genocidio y olvido en la representación del otro étnico a partir de la conquista. En Paisajes del progreso. La resignificación de la Patagonia Norte, 1880-1916 . Navarro Floria, P. (compilador): 79-134. Educo, Neuquén. Baeza, B. 2009. Fronteras e identidades en Patagonia central (1885-2007). Prohistoria, Rosario. Bandieri, S. 2005. Historia de la Patagonia. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. Briones, C. 2004. Construcciones de aboriginalidad en Argentina. Société suisse des Américanistes/ Schweizerische Amerikanisten-Gesellschaft , Bulletin (68): 73-90. Briones, C. 1994. “Con la tradición de todas las generaciones pasadas gravitando sobre la mente de los vivos”: usos del pasado e invención de la tradición”. Runa XXI: 99-129. Delrio, W. 2005. Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia 18721943. Universidad Nacional de Quilmes, Bernal. Grossberg, L. 1992. We gotta get out of this place. Popular conservatism and postmodern culture. Routledge, New York & London. Norah, P. 1989. “Between Memory and History: Les Lieux de Mémorie”. Representations 26: 7-24. Podgorny, I. 2002. “Ser todo y no ser nada” El trabajo de campo en la Patagonia argentina a fines del siglo XIX en Historia y estilos de trabajo de campo en Argentina. (Comps). Visacovsky, S. y Guber, R. Antropofagia, Buenos Aires. Popular Memory Group. 1982. Popular Memory: Theory, Politics, Method. En Making Histories. Studies in history writing and politics. (eds.). Johnson, R.; McLennan, G.; Schwartz, B. y Sutton, D. Univ. of Minnesota Press, Minneapolis. Ramos, A. y Delrio W. 2005. Trayectorias de oposición. Los mapuches y tehuelches frente a la hegemonía en Chubut. En Cartografías Argentinas. Políticas indigenistas y formaciones provinciales de alteridad . Briones, Claudia (editora), 79-117. Antropofagia, Buenos Aires. Vidal, H. 1993. A través de sus cenizas. Imágenes etnográficas e identidad regional en Tierra del Fuego (Argentina). Tesis para optar por el grado de Magister en Antropología, FLACSO.
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T enemos pensado organizar un taller de historia oral abierto a la comunidad.
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LA REPRESENTACIÓN DEL PASADO ABORIGEN DESDE EL CRUCE DISCIPLINAR DE LA MUSEOGRAFÍA, HISTORIOGRAFÍA Y LA DIDÁCTICA. EL CASO DEL MUSEO ETNOGRÁFICO Y COLONIAL “JUAN DE GARAY” Marina Benzi, Paula Busso, Rosa García * Investigar el pasado y presentarlo en los museos deberían ser tareas paralelas, en el sentido que toda puesta museográfica debería (re)presentar los avances de las investigaciones de las disciplinas que en ella intervienen. Sin embargo esto no siempre se condice con la realidad, así, vemos en las salas de muchos museos visiones ya superadas o anacrónicas de planteos disciplinares. Esta situación obedece a múltiples causas entre las cuales lo presupuestario no es una cuestión menor, sin embargo pensamos que la deconstrucción y el análisis de la trama de los discursos museológicos y la comprensión de las representaciones del pasado que en ellos operan posibilitan redimensionar, enriquecer y resignificar las visiones que desde el mismo museo se pueden elaborar del pasado1. En este sentido (Gollán 1997, Gollán y Dujovne 2001, 2010) realizan propuestas y análisis interesantes en los artículos“Proyecto para el Museo etnográfico”, “De lo hegemónico a lo plural: un museo universitario de antropología” y “El museo etnográfico: funciones, diagnóstico y propuestas”. Esta ponencia pretende ser el punto de partida para repensar algunas cuestiones necesarias para la definición de un proyecto museográfico para el Museo Etnográfico de la ciudad de Santa Fe, ya que el mismo implica un proceso de investigación, proceso que, necesariamente tiene que involucrar miradas pluridisciplinarias para hacer que la exposición resultante sea comprensible y accesible a los horizontes a los cuales está destinada. Específicamente, procuramos aproximamos al análisis de las representaciones acerca de los pueblos originarios que operaron/an en el Museo Etnográfico desde su creación; transitando la historia del Museo con respecto a estas cuestiones con miras a plantear una nueva exhibición. Si bien es cierto que existen profundas relaciones entre museos, enseñanza e historia, el carácter y la densidad que éstas tienen han sido y siguen siendo objeto de numerosas polémicas dentro del campo de la historiografía y de la didáctica museográfica, por ello también pretendemos que este trabajo abra la reflexión acerca de la manera en que se ha presentado en el Museo Etnográfico la historia de los pueblos originarios, en el ámbito de la provincia de Santa Fe. Llevado al plano de la museografía didáctica, estos objetivos nos obligan a preguntarnos no sólo ¿qué representaciones del pasado indígena ha transmitido y transmite el Museo Etnográfico y Colonial “Juan de Garay”?, sino también ¿qué nuevas perspectivas didácticas nos planteamos actualmente en el marco de un proceso de construcción a futuro de un nuevo guión museográfico? . Museos Históricos, Etnográficos y Arqueológicos Al ser una construcción social, la puesta museográfica – conformada en gran parte por la cultura material plasma el discurso del museo. En él, los objetos museables son ordenados de acuerdo a una voluntad que sugiere un sentido de pasado; aun en los museos donde no existe un mensaje evidente o donde los objetos aparecen como unidades aisladas, ya que no se establece explícitamente la relación entre ellos y la pertenencia a un determinado contexto de producción, hay operando detrás de estos planteos una visión particular de lo que es un museo y para qué o quiénes se expone. Ejemplos de situaciones como éstas las encontramos en muchos museos históricos de la Argentina donde sólo encuentran lugar los "ganadores de la historia". Aquellos que fueron vencidos también lo fueron del “honor” que significaba aparecer representados en sus vitrinas. Los lugares reservados para los rechazados o marginados del proyecto de Estado Nacional decimonónico fueron los museos etnográficos o antropológicos. Las culturas *
Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. Museo Etnográfico y Colonial “Juan de Garay”. Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe.
[email protected] Marina Benzi:
[email protected]; Paula Busso:
[email protected] y Rosa García:
[email protected] 1 No obstante, hay un acuerdo importante en la consideración de los museos como espacios culturales con una destacable misión en la sociedad, pues las actividades que planifican y desarrollan aportan al proceso educativo e histórico del grupo social donde esté instituido y del cual representa, de forma general o específica, parte de su cultura, su historia e idiosincrasia. Se puede mencionar respecto a cuestiones vinculadas con museo y educación algunos trabajos de referencia básica como el de García Blanco (1988) en España, Dujovne (1995, 2010) en Argentina, Santacana Mestre y Serrat Antolí (2005), Asensio y Pol (2002).
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Marina Benzi, Paula Busso, y Rosa García
aborígenes expuestas en las salas de estos museos son el "otro exótico", lo “raro, lo curioso, lo ajeno”, lo que ha quedado fuera de la línea eurocéntrica de desarrollo. Este “otro” era una existencia concreta que no podía negarse totalmente, por ello, se le encuentra un espacio en el cual se exhibirá su producción pero separado de la historia oficial y “La” cultura por ella reconocida (Busso 2005). En la Argentina la llamada “historia oficial” no le hace lugar al pasado anterior a la conquista, así nacen los museos etnográficos, con una existencia diferenciada de los históricos. .Al momento de creación de los mismos, se daba por hecho la extinción de este pasado aborigen, en congruencia con el proyecto de Estado-Nación, donde lo bárbaro quedaba atrás y prendía un modelo “cultural europeo”, de primacía blanca, cristiana y culta y en donde la ciencia positiva era el modelo de conocimiento válido. La historia oficial, consagrada y celebrada durante casi todo el siglo XX, colaboró en la construcción de una supuesta identidad nacional, la del “hombre blanco civilizado”, de acuerdo a la idea de “progreso” de la época (Podgorny 1999). Esta identidad excluye y margina a otros actores sociales que por discriminación étnica o de clase o de género quedan afuera de la “versión oficial”; al mismo tiempo que se presenta un proceso histórico sin conflictos (Busso 2005). El Museo Etnográfico de Santa Fe El 23 de julio de 1940 se crea el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales (DEEC), del cual dependen el Museo Etnográfico de la ciudad de Santa Fe y el Parque Arqueológico “Santa Fe la Vieja” en Cayastá. Al frente de este organismo es puesto Agustín Zapata Gollan2q uien será su director hasta 1986, año de su muerte. En 1941 el Ministerio de Instrucción Pública crea el Museo Etnográfico, tal como se explica en el mencionado decreto “para que el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales realice eficazmente y en toda su amplitud, los fines que inspiraron su creación, debe contar con los medios necesarios para formar un Museo Etnográfico”. (Busso y Aimini 2008). En 1950 se le pone el nombre de “Juan de Garay” respondiendo a visiones laudatorias de la historia oficial. Cuando en 1949 Zapata Gollan localiza y excava el sitio de Santa Fe la Vieja se recuperan materiales arqueológicos de los grupos socioculturales que convivieron en la antigua ciudad y por decreto de la Provincia se establece que el cuidado y la conservación del sitio debe estar a cargo del DEEC; por ello se traslada el material de las excavaciones de Santa Fe la Vieja al Museo Etnográfico de Santa Fe y se inaugura en 1952 el edificio que actualmente ocupa. A pesar de que en la Ley de creación del DEEC3 se especifica que entre sus objetivos estará el de “establecer vinculaciones con instituciones de la misma índole, en especial con las instituciones científicas y universitarias”, el Etnográfico de Santa Fe tiene una trayectoria autónoma con respecto a las instituciones universitarias4. En el camino de desarrollo de este museo tiene una fuerte presencia la figura de Agustín Zapata Gollan, quien fuera su director por más de cuatro décadas, y el cual ha dejado una impronta casi biográfica en la institución. La creación del museo reconoce como hecho fundante el “descubrimiento” de las ruinas de Santa Fe la Vieja, cuestión que tuvo suficiente peso para establecer y mantener un museo etnográfico y colonial provincial. Representaciones del pasado: el Museo Etnográfico Correspondería ahora analizar el impacto que todos estos aspectos tienen en la propuesta museográfico/ didáctica: tanto nuestras concepciones acerca de la naturaleza del conocimiento –la epistemología-, como nuestras ideas acerca de la educación y el aprendizaje y también nuestras consideraciones acerca del sentido, los destinatarios y la función de los museos, darán forma a la concepción que tengamos acerca de qué y cómo se enseña/aprende en el museo (Hernández Xavier 1998). Explicitar las concepciones teórico-epistemológicas que sustentan nuestro conocimiento histórico y didáctico, harán conciente y coherente la propuesta museográfica. El discurso museográfico vehiculiza concepciones didácticas e históricas, analizarlo supone conocer tanto las características propias de la historia y la didáctica como ciencias, como hacer inteligible la lógica y organización interna que vinculan a los objetos museables dentro de la puesta museográfica. En la exhibición del Museo Etnográfico de Santa Fe prevalece lo arqueológico sobre las demás disciplinas sociales, como la etnografía o la antropología; el espacio de lo distinto, de lo etnográfico, se basa en el modelo decimonónico, donde las ciencias sociales toman como paradigma científico las ciencias naturales (positivismoevolucionismo), de esta forma perdura la influencia de las disciplinas contemporáneas y tradicionales de ese
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Agustín Zapata Gollan (1895-1986) se destacó en las diversas actividades que desarrolló como historiador, periodista, artista plástico, escritor, profesor y arqueólogo. 3 L ey nº 2902 de la Legislatura de la Provincia. 4 A diferencia de lo que sucede con otros museos como del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti de Buenos Aires, el Museo de La Plata, del Museo de Antropología de Córdoba.
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momento: la antropología biológica, la medicina, la arqueología entre otras5. Coherente con esta adscripción al paradigma decimonónico, existe una relación de subsidiariedad que se plantea entre “las” ciencias historia o arqueología y otras ciencias sociales, como la antropología y la etnografía. La exposición del Museo Etnográfico reveló hasta prácticamente la década del 90 una lógica taxonómica con escasa o nula información acerca del contexto o el significado de esos objetos. El material procedente de sitios indígenas del museo fue ordenado por colecciones y expuesto total o parcialmente. El mismo estaba compuesto por: Colección del DEEC, materiales recolectados en excursiones realizados por Zapata Gollan durante la década del 40´ y donaciones realizadas al DEEC en décadas subsiguientes (7.000 piezas procedentes de sitios arqueológicos del Departamento Garay, San Javier, La Capital y San Jerónimo), Colección Larguía de Crouzeilles, recolectados por Amelia Larguía de Crouzeilles y donados al DEEC (4.000 piezas procedentes de paraderos indígenas del Departamento La Capital -Los Periquillos, Arroyo leyes, El aromal, Añadiré- y San Jerónimo -Desvío Arijón, Ombú de Basualdo-), Colección García Bañón (piezas de diversas procedencias colectadas en interior de la provincia de Santa Fe), Colección Rodríguez Sager (piezas de diversos sitios, la mayoría de las cuales no conservan su lugar de procedencia) (Letieriet al. 2009). Afirmábamos anteriormente que la organización de este Museo estuvo fuertemente marcada por la impronta de Zapata Gollan por lo que resulta importante detenerse en sus escritos donde se refiere a los pueblos originarios. En “Los Guaraníes – antecedentes históricos” (Zapata Gollan 1989) encontraremos algunos puntos a destacar sobre su concepción de los pueblos indígenas que se replican en la puesta museográfica. Alguno de estos puntos son: 1- gran importancia a la ubicación geográfica de estos pueblos, tal como se observa en la cartografía de los siglos XVII y XVIII. Por ejemplo, “los Guaraníes, en la época de la conquista se extendían desde el Amazonas por el norte hasta el río de la Plata por el sur, y desde el litoral atlántico de Brasil por el este hasta los contrafuertes de los Andes bolivianos por el oeste” (Zapata Gollan 1989: 223). 2- enumeración detallada de los nombres los pueblos según la información aportada por las fuentes históricas, “Irala da nombre de Guaraníes de las islas a los que tenían su hábitat en las islas del Paraná; de Carios a los del Paraguay. (…) Schmidl llama Carios a los Guaraníes del Paraguay y Tupíes a los del Brasil. (…) Ruy Díaz de Guzmán al referirse al ataque de los Agaces dice que son Payaguás…” ( Zapata Gollan 1989:221). La exposición del Museo se mantuvo sin alteraciones profundas hasta 1987 en que hay una merma del material expuesto, ya que una parte es trasladado al museo de sitio de Santa Fe la Vieja. Hacia 1990, hay iniciativas de romper con la exposición por colecciones y organizar los objetos “pre-hispánicos” según su lugar de procedencia departamental – de los departamentos de la Provincia de Santa Fe-. En ocasión de modificaciones edilicias en 1999, se realiza una nueva reformulación parcial de la muestra correspondiente al material aborigen acorde con los avances disciplinares y de las investigaciones arqueológicas que se venían desarrollando desde el propio Museo; así, estas vitrinas plasman el interés en mostrar la profundidad histórica de la presencia de los pueblos indígenas (2000 a. p. a por lo menos 500 a. p.) y al mismo tiempo el interés en mostrar la importancia del trabajo del arqueólogo y desmitificarlo. Los nuevos textos que se elaboran son claros y están enriquecidos con mapas y fotografías que contextualizan el ámbito de vida de las poblaciones indígenas, aunque en este rediseño no hay elementos que articulen o establezcan claramente la relación entre el trabajo del arqueólogo y los materiales expuestos. El replanteo de las vitrinas resulta imprescindible si se aspira a que el museo sea una institución que divulgue un conocimiento científico actualizado, sin embargo las reformulaciones introducidas siguieron siendo parciales y algunas vitrinas continuaron presentando planteos meramente descriptivos. La puesta museográfica hoy sigue teniendo vacíos de información, algunos objetos están expuestos sin cartelas ni referencias, y se puede observar diferentes lógicas expositivas o modificaciones parciales sin un proyecto de conjunto6 Podemos afirmar que actualmente hay intentos de reformulación pero son parciales, y el conjunto no logra hacer discernible el mensaje global. En el recorrido expositivo –las vitrinas de inicio- no hay articulación entre las vitrinas que brinden al visitante claves para la comprensión del proceso histórico o directamente hay
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La etnografía, como la etnología y la antropología tomarían mayor relevancia luego de la segunda guerra mundial y de la liberación de la colonias europeas en África y Oceanía. La mirada hacia el otro se modifica, el eje cambia de lugar, para observarnos a “nosotros”, donde lo diferente no pertenece a lo extraño ni a lo lejano culturalmente ni geográficamente (Lischetti 2007; Menéndez 2002). 6 Por ejemplo, en las vitrinas que se exponen objetos pertenecientes a la parcialidad guaraní, se habla de “los guaraníes” pero no se los ha nombrado anteriormente, se da por supuesto que el visitante sabe a quienes se refiere y la cartelas solo hacen una referencia descriptiva de técnicas cerámicas ignorando el contexto social de producción. Vemos que en la secuencia de la lógica del recorrido de la sala del museo se cambia el lenguaje a uno que responde a artes plásticas, se desliza el eje hacia lo estético/tecnológico por sobre ejes arqueológicos que habían predominado en vitrinas anteriores.
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carencias informativas, en algunos casos no se relacionan objetos con contextos de producción/uso y se ignora el presente etnográfico de las comunidades aborígenes, por lo cual se nos trasmite la idea de un tiempo suspendido, sin cambio. El Museo exhibe material arqueológico de los pueblos originarios junto con el colonial, lo que resulta en algunos aspectos positivo ya que no se da la escisión que mencionáramos anteriormente entre museos históricos y etnográficos o arqueológicos. Sin embargo, si profundizamos la mirada vemos que el material arqueológico procedente de Santa Fe la Vieja, correspondiente al período colonial temprano, es mucho más abundante que el expuesto de las comunidades que vivieron antes de la llegada del europeo. En la exposición actual el eje ordenador esta dado por un criterio de tiempo cronológico7, los pueblos originarios están representados al inicio y al cierre del recorrido de la sala. Si bien las últimas vitrinas fueron agregadas en la década del 90 con la intención de no seguir reproduciendo la idea de que la historia de los pueblos originarios que habitaron/habitan el territorio de la provincia se clausura con la llegada de los españoles; el mayor espacio de la muestra, está destinado al período hispánico. Las comunidades aborígenes no son abordadas en su riqueza y diversidad étnica y cultural, sino que de modo descriptivo se hace mención a esta pluralidad, sin darle al visitante la información necesaria para apreciar, conocer y valorar esa diversidad. El proceso de cambio y transición que se abre con la conquista y colonización del territorio santafesino queda sesgado, apenas se registran los cambios en las formas de producción de la cerámica (técnicas, formas y decoración). La presencia de las comunidades aborígenes en la actualidad se presenta en una última vitrina, que cierra el recorrido sugerido por el Museo, pero que resulta insuficiente y en donde la voluntad y opinión de estos pueblos se desdibuja al conservar la actitud de hablar “sobre ellos”. La ausencia de contextualización de los objetos, presupone que el visitante posee información previa de los mismos, este hecho lo liga con concepciones elitistas de Museo, donde los visitantes son únicamente expertos o conocedores de los temas abordados. El hecho de que no exista un eje común a lo largo de la puesta museográfica, atenta contra la construcción de una mirada integral de las sociedades aborígenes, donde al visitante sólo le quedan aspectos fragmentarios de su producción cultural, como las técnicas de elaboración de cerámica, pero descontextualizadas del sentido y la función que tenían para la comunidad. Pensando lo etnográfico Para pensar el sentido de lo etnográfico, partimos del nombre de la institución “Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay”, es esta misma denominación la que nos lleva a abrir una serie de interrogantes: ¿a qué se debe este nombre?, ¿qué se entiende al momento de su creación por etnográfico?, ¿cuál es el modelo de lo etnográfico?, ¿cómo entendemos en la actualidad lo etnográfico o la etnografía?, ¿qué espacio ocupa lo “etnográfico” en el museo?, ¿acaso los objetos de la vida cotidiana de Santa Fe la Vieja no conforman parte de lo que entendemos por etnográfico?. Los métodos de hilar, de cocinar, de labrar la tierra, de comer, de asistir a ritos religiosos, entre otros ¿cómo los entendemos?, ¿dónde los ubicamos? ¿Cómo los damos a conocer, como etnográfico y/o como colonial? La denominación de colonial en este museo ¿de que está dando cuenta?, ¿de un período temporal histórico?, ¿de un modo de vida colonial, es decir europeo, en estas tierras lejanas?, ¿cómo se comprende la dualidad y ambivalencia de la idea de “museo etnográfico y colonial”?. El recorte museográfico ubica la tradición europea dentro del espacio colonial, por lo tanto, aquellos que no lo son, se encuentran dentro del espacio etnográfico (los aborígenes originarios, los grupos indígenas que convivieron con los europeos, los esclavos africanos, los mestizos, los gauchos, entre otros). Siguiendo el recorrido de exhibición aquello que se entiende por etnográfico para la institución, aparece de manera esparcida en diferentes momentos: antes, durante y después de la conquista y colonización española. Lo etnográfico abordaría con exclusividad los grupos aborígenes, desde lo prehispánico, la convivencia entre lo hispano y lo aborigen, las comunidades desde el siglo XVI hasta la actualidad en dos paneles; y el gaucho, exhibiendo aquellas formas de vida campestre de la zona litoraleña. Consideraciones finales La exhibición de los objetos aborígenes en el Museo Etnográfico de Santa Fe, atraviesa en sus casi setenta años de vida por distintas etapas, desde la exposición en base a criterios exclusivamente estéticos o bajo la intención
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En cuanto a la periodización otra observación pertinente es que en las cartelas explicativas el uso de la denominación de “prehispánico”, cuestionable a nuestro entender, en tanto ese período histórico-temporal adquiere identidad no por sí sino en función del período posterior: el período hispánico, lo cual también refuerza la idea de que los pueblos originarios no tienen historia.
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de exponer “todo” o la mayor parte de su patrimonio, hasta reformulaciones parciales en base a los avances disciplinares y nuevas concepciones didácticas aunque, hasta el momento, no se concibió un proyecto integrador que llevara a un análisis profundo de lo que se expone y cómo se lo expone y obligara al replanteo de para qué y quiénes se expone. Al transitar la historia de la puesta museográfica vemos que a pesar de estas reformulaciones parciales, del hecho de haber superado la exposición por colecciones y de haber avanzado en planteos que facilitan la comprensión de la exposición por parte del público visitante dejando atrás la concepción de “museo depósito”, ”, prevalece la mirada arqueológica por sobre la que pueden aportar otras disciplinas sociales y perduran “vacíos de información” sobre el contexto de uso/producción/función o sentido social y cultural de los objetos expuestos, es decir, no se reconstruye el vínculo entre el objeto y el contexto socio cultural que lo produjo. Esto sumando al hecho de que no exista un eje común a lo largo de la puesta museográfica, atenta contra la construcción de una mirada integral de las sociedades aborígenes. La impronta de las concepciones de Zapata Gollan sobre los pueblos indígenas que marcaron la puesta museográfica en gran parte de la historia del museo son superadas pero aun se observa una falta de contemporaneidad en la comunicación museográfica sobre la realidad de los pueblos originarios, condenándolos a su sola presencia en el pasado o en un tiempo ahistórico; este hecho no sólo responde a la lógica de una ideología hegemónica que se permeara en las instituciones , sino también a la complejidades propias en las relaciones entre el estado y las comunidades aborígenes y la organización de las propias comunidades que no han facilitado su visualización en los Museos. La creación en el año 1992 de un área de Servicios Didácticos nos habla claramente de la intención de mejorar la calidad de la experiencia educativa del museo, pero creemos que la potencialidad educativa de los mismos depende de la capacidad que tengan de poner en cuestión y en tensión la compleja trama de funciones que vinculan a la investigación, la conservación y la educación dentro de los museos con la comunidad y de plasmar los resultados del trabajo conjunto en una exhibición comprensible para el público visitante. Bibliografía Asensio, M y Pol E. 2002. Nuevos escenarios en educación. Aprendizaje informal sobre el patrimonio, los museos y la ciudad. Aique. Buenos Aires. Busso, P. 2005. Construcciones de sentido y representaciones del pasado en los Museos. Tesina de la Carrera de Investigación Educativa. Universidad Nacional del Comahue – Escuela Marina Vilte (CTERA). Buenos Aires. Busso P. y Aimini R. 2008. La hora musoea: los museos del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. Clio y Asociados. La Historia enseñada 12: 11- 28. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe. Dujovne, M. 1995. Entre musas y musarañas. Una visita al Museo. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. Dujovne, M. 2001. Ir al Museo. Notas para docentes. Ministerio de Educación de la Nación. Universidad Nacional de Buenos Aires. García Blanco, A. 1988. Didáctica del museo, el descubrimiento de los objetos. Ediciones de la Torre. Madrid Hernández Xavier. 1998. Museología y didáctica. Consideraciones epistemológicas. Iber Revista de Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia 15: 31- 37 Editorial Grao. Barcelona. Letieri F., Cocco G. y Frittegotto G. 2009. Proyecto acondicionamiento, registro, catálogo e inventario digitalizado del Patrimonio Arqueológico de Santa Fe la Vieja para su disponibilidad en Internet . Ministerio de Innovación y Cultura de la Prov. De Santa Fe y Consejo Federal de Inversiones. Informe Manuscrito en Archivo Consejo Federal de Inversiones. Lischetti, M. [1997] 2007. Caracterización de la antropología como ciencia. Antropología. Eudeba. Buenos Aires. Menéndez E. 2002. El malestar actual en la antropología o de la casi imposibilidad de pensar lo ideológico. Revista de Antropología Social 11: 39-87. Morales Moreno, L. G. La crisis de los museos de historia. http://www.museoliniers.org.ar/museologia/ICOFOM_MoralesMoreno-es.pdf. S/F. Consultado en Marzo 2010. Pérez Gollan, J. A. 1997. Proyecto para el museo etnográfico. Noticias de Antropología y Arqueología 17. Buenos Aires. Pérez Gollan J. A. y Dujovne M. 2001. De lo hegemónico a lo plural: un museo universitario de antropología. Entrepasados: X: 20-21.
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Pérez Gollan J. A. y Dujovne M. Del museo etnográfico: funciones, diagnóstico y propuestas. En: http://museoetnografico.filo.uba.ar/portalMuseo.html. Consultado Marzo 2010 Podgorny, I. 1999. Arqueología de la educación. Textos, indicios, monumentos. Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires. Santacana Mestre, J. y Serrat Antolí. 2005. Museografía didáctica. Ariel. Barcelona. Zapata Gollan, A. 1989. Caminos de la colonia. Obra Completa. Tomo 3. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe.
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CAPÍTULO 29 MESA REDONDA 2 ARQUEOLOGÍAS ACADÉMICAS Y ARQUEOLOGÍAS NATIVAS. NUEVAS TENDENCIAS Y DIÁLOGOS EN LA REGIÓN CUYANA. Coordinadores y evaluadores Ivana Carina jofré
Colectivo de Arqueología. Escuela de Arqueología CONICET – UNCa
Diego Escolar
CONICET/IANIGLA Universidad Nacional de Cuyo
Soledad Biasatti
Colectivo de Arqueología CEEMI-CONICET – UNR
ÍNDICE “QUEREMOS QUE LAS COSAS ARQUEOLÓGICAS SE QUEDEN AQUÍ”. REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA APROPIACIÓN SIMBÓLICA Y MATERIAL DEL PASADO INDÍGENA EN RODEO, SAN JUAN Soledad Biasatti y Carina Jofré .................................................................................................................. 1443 LO LÚDICO Y LO ARQUEOLÓGICO: UNA RELACIÓN POSIBLE María Cecilia Hope y Jaquelina Marcela Salinas ......................................................................................
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CONSTRUYENDO NUEVAS FORMAS DE DIÁLOGO: UNA ARQUEOLGÍA INDISCIPLINADA TRANSDISCIPLINAR EN EL NORTE DE SAN JUAN María Soledad Galimberti, Fernando Lucero, Ana Bertazzo y Cristian Naranjo ...................................... 1453 REFLEXIONAR DESDE LA EXPERIENCIA: ALGUNAS DIFICULTADES DE LA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE UN MUSEO LOCAL (RODEO, SAN JUAN) Soledad Biasatti, Fausto Battaggia, Bruno Rosignoli y Alejandro Bruno .................................................
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ARQUEOLOGÍAS NATIVAS COMO UNA ELABORACIÓN COLECTIVA Y LA MILITANCIA EN LA INVESTIGACIÓN Ivana Carina Jofré, María Belén Guirado López, Luciano Bonfatti, Selene Araya Lisette y Pablo Daniel Aroca Negron .................................................................................. 1465
CAPÍTULO 29 - MESA REDONDA 2
“QUEREMOS QUE LAS COSAS ARQUEOLÓGICAS SE QUEDEN AQUÍ”. REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA APROPIACIÓN SIMBÓLICA Y MATERIAL DEL PASADO INDÍGENA EN RODEO, SAN JUAN Soledad Biasatti y Carina Jofré Coleccionismos, ciencia, estado y vecinos accionando… De cómo llegamos a conocernos… Por aquellos días de Febrero de 2008, camino al Chinguillo hicimos una parada obligada en Rodeo para visitar algunos lugares. Años anteriores, en nuestras fugaces paradas en la localidad principal de Iglesia para llegar a Malimán, Colanguil y Angualasto habíamos tenido noticias de que en la Unión Vecinal de Rodeo se exhibían algunas piezas arqueológicas recuperadas por vecinos en la zona. En esta ocasión no quisimos perder la oportunidad de ver de qué se trataba. La sola idea de una muestra arqueológica en un centro vecinal parecía de por sí bastante auspiciosa, teniendo en cuenta que en la provincia de San Juan, exceptuando la muestra arqueológica de la Unión Vecinal de la Villa de Calingasta, aunque armada por profesionales de la Universidad Nacional de San Juan y con otros fines, todos los demás museos o muestras que presentan piezas arqueológicas, y particularmente piezas indígenas, pertenecen a particulares privados o estatales. Ambos tipos de museos y muestras arqueológicas albergadas ocasionalmente en edificios públicos o casas privadas, se inscriben en una larga historia de coleccionismo que en la provincia se remonta a mediados y finales del siglo XIX, época en que los discursos de las clases sociales acomodadas locales hacen sus primeros intentos por organizar el “patrimonio de la nación”. El cuerpo del indio muerto y sus pertenencias formaron parte de este inventario patrimonial, en este caso, aún antes del establecimiento de la arqueología disciplinar. Por esta razón para entender la historia disciplinar de la arqueología en San Juan es casi imposible hacer caso omiso al papel desempeñado por los coleccionistas. Una vez en las precarias instalaciones de la Unión Vecinal de Rodeo, Mariela una pobladora del lugar que trabaja hace algunos años en la institución, nos permitió entrar y ver los objetos que se exhibían en polvorientas vitrinas y estanterías improvisadas con maderas clavadas en falsa escuadra. Grandes ollas apoyadas en las estanterías y en el suelo con telarañas y tierra de hacía mucho tiempo mostraban un cuadro poco alentador. Al parecer, varios años atrás, profesionales de la Universidad Nacional de San Juan habían realizado tareas de conservación en algunas de estas piezas, llevando a cabo, incluso, un inventario con la finalidad de tener un registro de algunas piezas de la colección que, según ellos advertían, poseían cierto valor científico por sobre otros objetos de presencia corriente en la zona. Las marcas de ese inventario se observan aún en algunas piezas de las colecciones pertenecientes al actual presidente de la Unión Vecinal de Rodeo. Desafortunadamente no se sabe con exactitud que sucedió finalmente con aquel inventario. La cartelería indicando asignación cultural Angualasto 1200 d.C . también revelaba que la organización y selección de objetos respondía a una representación arqueológica científica. Aquella impresión nos alejó de la idea de encontrar allí, por lo menos hasta ese momento, historias de coleccionismos locales con sus propios modos de representación y marcas interpretativas, quizás distintas a las que habíamos visto hasta el momento en otras muestras abiertas al público en distintas localidades y en la capital provincial (Biasatti y Aroca 2007; Jofréet al 2 009). Las piezas arqueológicas pegadas con gomas adherentes en los soportes que forraban internamente las vitrinas llamaron nuestra atención. Se nos explicó que era una manera de evitar que el público pudiera “llevarse” las piezas. Entre los objetos expuestos se observaba el cuerpo deteriorado de un pequeño niño de escasos meses de edad. Podíamos ver allí los mismos elementos claves que se encontraban en la muestra museográfica del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier” (en adelante IIAM-UNSJ). El discurso científico articulando los objetos en una seriación tipológica más o menos coherente con el modelo histórico-cultural, distanciada de la narrativa local, y apelando a la clasificación etiquetadora del objeto y, aún más, del sujeto, ambos clausurados en un pasado pasivo. La vitrina a la vez que presenta al objeto, oculta a los
* Cayana: Colectivo de Arqueología CONICET - UNR
[email protected] ** Cayana: Colectivo de Arqueología. Escuela de Arqueología, CONICET – UNCa
[email protected] Este trabajo fue presentado originalmente en Congreso Interoceánico: “La Travesía de la Libertad ante el Bicentenario” en el Simposio: Los Archivos Antropológicos de la Nación: Escrituras, Cuerpos, Artefactos y Museos, llevado a cabo del 10 al 12 de Marzo de 2010 en Mendoza, República Arqueología.
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sujetos. La presencia de un niño indio en la vitrina es su propia negación como sujeto, es su clausura como “cosa” que se asemeja a la olla para poder ser incorporado al inventario de la colección arqueológica. Un coleccionismo privado pero con marcas comunitarias Desde mediados del XX el Sr. Pérez Martín, un vecino destacado de Iglesia por su participación activa en distintos planos de la vida social de la Comunidad de Rodeo, llevó a cabo la recolección de objetos arqueológicos indígenas procedentes de distintos lugares del departamento, incluyendo en algunas ocasiones objetos de otras regiones del país. La colección del Sr. Pérez Martín, quien además fue el primer presidente de la Unión Vecinal de Rodeo creada en la década de los 60, fue exhibida por algún tiempo, junto a objetos pertenecientes a otros vecinos de la zona, en las instalaciones de la antigua iglesia del pueblo de Rodeo con el objetivo de “compartir estos objetos con los vecinos de la comunidad”. Posteriormente, en la década de 1980 estas colecciones pasaron a ser albergadas y exhibidas en las instalaciones de la Unión Vecinal de Rodeo, una institución orientada a la administración del agua potable en la localidad. En aquel tiempo también se sumó la colección del Sr. Oscar Varela, la cual también reúne un importante cúmulo de objetos, en su integridad provenientes del Departamento de Iglesia; al tiempo que se fueron sumando otras piezas encontradas fortuitamente en la zona y que fueron cedidas temporariamente a la institución para su exhibición juntos a las colecciones ya existentes. En una visita posterior a Rodeo nos acercamos de manera más formal a charlar con el el Sr. Varela presidente de la Unión Vecinal con la intensión de conocer un poco más a fondo la historia y el sentido de las colecciones arqueológicas que habíamos podido ver. Sabíamos que gran parte de los objetos de la vecinal pertenecían a una colección formada por él, quién además era identificado por algunos vecinos como un gran aficionado a la arqueología. Oscar nos cuenta que siempre le gustó salir a buscar “restos”, desde su época de niñez en la Estancia de sus padres allá en los alrededores de Angualasto. Pero aclara que sus motivaciones siempre fueron muy distintas a las de aquellos otros coleccionistas, aficionados y“traficantes de la zona”. Nos dice que siempre quiso que “estas cosas” se preserven y por eso quería “salvarlas de su destrucción”, evitando que fueran rotas, vendidas y sacadas del lugar a través de turistas y otros “traficantes de piezas que se aprovechan de la mala situación de la gente aquí”. Muchas veces los objetos antiguos son encontrados en laboreos y obras de construcción, “eso es muy común aquí” dice Oscar. “Justamente hace unos días me llamaron de allá de una casa porque encontraron dos vasijas grandes –me señala el diámetro de las vasijas con las manos- que estaban enterradas”. No obstante, él intentaba distanciarse de estas situaciones que lo ponían en un lugar comprometido frente a las autoridades competentes. En el último tiempo hubo un allanamiento domiciliario en donde se decomisaron piezas arqueológicas, hecho que tomó conocimiento público en la provincia mediante un escándalo mediático1 y sirvió para que los pobladores de Iglesia tomaran conciencia de la desventajosa situación en la que se hallaban frente a los aparatos de administración y legalidad estatal. Estos últimos como reguladores de las “formas correctas” en que estas tenencias de objetos y colecciones arqueológicas y paleontológicas pueden llevarse a cabo. “¡Hay sí! Cuando yo me enteré de eso que pasó aquí en Iglesia (…), yo le dije a mi esposa. Mirá si ahora me caen a mí también con que tengo piezas sin declarar. No vaya a ser…” Por esa razón también, Oscar cuenta que desde hace un tiempo junto con directivos de la Comisión de la Unión Vecinal se les ocurrió hacer una especie de convenio escrito y firmado con los vecinos que traían piezas arqueológicas para exhibir en la vecinal junto a las demás colecciones. Por medio de este acuerdo, que oficia de declaración escrita entre la Vecinal y los pobladores, estos últimos no pierden la tenencia de las piezas si no que las ceden temporariamente para su exhibición. Oscar nos explica que esta es una manera de respetar el derecho de los vecinos sobre lo que ellos creen como propio. Pero indagando un poco más en este “discurso para sí mismo” (Baudrillard 1990: 118) de Oscar, en tanto coleccionista, encontramos otros sentidos que también están impregnados de un “discurso para los demás”, ya sea incorporando juicios valorativos desprendidos de discursos conservacionistas y proteccionistas bastante divulgados en el departamento de Iglesia a través de las instituciones gubernamentales y de la Administración del Parque Nacional San Guillermo. Para explicar el tráfico o intercambio de piezas arqueológicas Oscar recurre
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V éase Diario de Cuyo del día 1 de diciembre de 2007.
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a los estereotipos sociales más divulgados por la propaganda proteccionista: “la gente de aquí no tiene respeto por estas cosas, no les importa y esto siempre ha sido así”. Las prácticas de venta y circulación de objetos arqueológicos como algo que siempre ha estado presente, sin un origen, las naturaliza como prácticas ahistóricas, desprovistas de una interpretación que las relacione a las condiciones de expropiación en las que cobraron presencia. La acción recae sobre los pobladores de la zona, quienes -presuntamente- “desconocen” el valor que estos objetos revisten para el estado y para la ciencia. Por “no estar bien informados” son incapaces de otorgarles significado por fuera de un valor de mercado. En este sentido, usualmente en la zona, los “indios” son alteridades remotas en el tiempo que se presentan como extrañas a la experiencia histórica de los pobladores, quienes fueron despojados de sus marcas étnicas nativas tempranamente durante la colonia española y posteriormente fueron asimilados al campesinado mestizo (identificado como “hijos de europeos”). Esta es una plataforma de extrañamiento hecha cuerpo e impuesta por los aparatos de ordenación social colonial y republicana, ella hace posible una cosificación fetichizada que naturaliza a los “sujetos aborígenes del pasado y su producción cultural” como elementos posibles de ser apropiados para la producción de mercancías2. En reiteradas oportunidades Oscar retoma un tema muy importante para él y muchos pobladores de Iglesia, el tema del reclamo de restitución de lo perdido. En nuestras siguientes visitas a Rodeo y otras localidades de Iglesia aparece un denominador común en el que coinciden los diferentes y variados puntos de vista e interpretaciones que hemos podido escuchar: “Las cosas que se llevan son de aquí y deben estar aquí no afuera (…)”, “(…) queremos que las cosas arqueológicas se queden aquí”, “(…) tengamos un lugar que sea nuestro para poderlas tener acá en Iglesia y que nos se las lleven (…)”. Estas expresiones replantean críticamente el despojo y lo subvierten planteando la “restitución” de lo perdido. Lo llamativo del caso es que esa pérdida es en sí misma la condición de posibilidad de la crítica, de ahí que “lo que no está” sigue estando aunque de otra forma y bajo otra condición. “¿Por qué no devuelven todas las cosas que se llevaron de Iglesia los arqueólogos y otros que tienen museos? Yo no quiero que pase eso con mis piezas. Por eso yo lo único que les exijo a ustedes es que las piezas queden a mi nombre. Porque si más adelante también la comisión de la Vecinal que está ahora se va, quien sabe que pueda pasar con la colección. En cambio si yo las tengo a mi cargo las voy a cuidar para que no se pierdan y no se vayan de aquí” (Entrevista realizada a Oscar Varela, Rodeo, Febrero de 2008). Del trabajo colectivo a la creación de un museo Nuestro trabajo está orientado a un diálogo (Freire 2001) 3, por eso nuestras propuestas teóricas y elecciones metodológicas debían, en este como en otros casos, trascender el texto escrito, pero ¿Cómo hacerlo? Ese era precisamente el desafío. En este recorrido que veníamos haciendo, el hecho de encontrar un grupo de vecinos que deliberadamente habían acopiado piezas arqueológicas en una sala para ser exhibida/compartida con el resto de la comunidad nos pareció una provocación a nuestro trabajo como Colectivo. Durante el 2008 realizamos actividades con esta institución vecinal, entre estas se encuentran, por ejemplo, la realización del inventario de las piezas arqueológicas y elaboración de planillas de registro, según lo establece la Ley Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico (Ley N° 25. 743). El inventario en marcha para su inscripción en el registro nacional de piezas arqueológicas le permitió a la Unión Vecinal
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Sin embargo, y de manera antagónica a lo dicho, hemos podido constatar que las tradiciones simbólicas locales muestran un poder subrepticio para simbolizar el mismo silenciamiento del “indio no tan muerto”, a través de distintas imágenes que, incluso, evocan su demonización (Jofré ms.). Así por ejemplo, las imágenes se seres oscuros aparecidos en antiguas “casas de indios”, de alguna manera, problematizan con su misma presencia el entretejido de las marcas étnicas locales frente a un cuerpo extraño de metáforas modernas (Jofré ms.). Los arqueólogos, historiadores y coleccionistas locales provenientes de las clases sociales privilegiadas también operaron sobre esta lógica de apropiación/expropiación. En este punto, lo indígena arqueológico comienza a ser visto localmente como ‘una riqueza’, igualado a una mercancía, un fetiche (Marx 1964) que encubre intencionadamente las relaciones de dominación/subordinación que operan en la realidad social. 3 En tanto Colectivo de Investigación-Acción-Militante entendemos nuestra práctica arqueológica como siendo parte de un pensar nuestra historia como enlazada a un tiempo anterior que le da origen y la constituye inevitablemente, de esta forma dejamos de tratar con un pasado de miles de años para involucrarnos con un pasado que se haya inscripto en la memoria social de las prácticas y saberes de los sujetos de las comunidades. Desde una postura dialógica, damos cuenta de una arqueología que parta de la articulación de los distintos saberes en tensión, en un lugar donde las memorias del pasado se vuelven una parte activa en el proceso de constitución de sujetos históricos presentes, recobrando memorias de dominación y resistencias, de quiebres y continnums, de valores y sentidos, de diálogos y silencios (Jofré et al. 2008).
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Soledad Biasatti y Carina Jofré
habilitar la exhibición de las piezas, sin poner en riesgo su tenencia legal de las colecciones como entidad comunitaria. Esta primera muestra fue muy bien recibida en la Unión Vecinal y en la comunidad de Rodeo en general (Jofré et al. ms.) de hecho fue incorporada en los folletos turísticos, las escuelas de la zona comenzaron a visitarla y se colocó un cartel en la entrada, etc. Quisimos avanzar un poco más en estas ideas que iban tomando otra forma entre la gente de la Unión Vecinal y nosotros. De esta manera nos propusieron formular un proyecto de “museo” de la Unión Vecinal lo cual nos generó ansiedades, preocupaciones, discusiones, dudas… ¿Un “museo”? nuestros trabajos previos en la provincia nos habían dejado un diagnóstico un tanto desalentador sobre la mirada que los pobladores en cada localidad tenían sobre “los museos”… ¿Cómo tomar esa categoría y resignificarla? Así fue que nos embarcamos en este proyecto de re-significar lo que era un museo para nosotros y para ellos… vaciarlo y llenarlo de contenido nuevamente. Para nosotros un museo significaba un espacio de apropiación/expropiación por parte del estado nacional, un lugar donde el pasado permanece encerrado y cerrado en una vitrina, donde la historia se cuenta cortada por cuadros cronológicos, donde los cuerpos humanos se exhiben bajo el membrete de “momia”, etc, etc. Pero para la gente de la Unión Vecinal, como para muchos pobladores de Rodeo, el museo significa la posibilidad de ubicar las piezas arqueológicas que forman parte de algunas colecciones privadas y que quieren ser mostradas, compartidas, así como también un lugar donde derivar aquellos hallazgos fortuitos que son denunciados y llevados a la capital sanjuanina según los procedimientos legales. Una de las más fuertes demandas que los pobladores de esta zona tienen para los arqueólogos es que “se llevan todo” y, por ello, que los vecinos quieran tener un museo para que los turistas y los que vienen de “afuera” puedan ver la “riqueza cultural de la zona” también puede ser visto como una autodeterminación, una forma de apropiación simbólica y material de la cultura material indígena, frente a una larga hi storia de saqueo perpetuado por la ciencia y el estado; aunque la propia idea encarne en sí misma a aquella historia de colonialismos enraizados en las relaciones sociales. El desafío ha sido ensayar las maneras a través de las cuales esos colonialismos no se reproduzcan. De esta forma, el museo vecinal puede significar la posibilidad de poder contar la historia local en primera persona, de decir los nombres y apellidos de los que encontraron cada pieza y porqué decidieron donarla…la posibilidad de que los vecinos se sientan interpelados a participar y ser capaces de contar, por ejemplo, porqué esa pieza es importante para la historia de Rodeo, de Iglesia, etc. ¿Qué lugar ocupa en la historia lo que me contó mi abuelo de esta ollita? Esto es un ensayo colectivo que va tomando cuerpo en cada entrevista, en cada reunión, en cada encuentro con los pobladores. Ahora que estamos embarcados en este proyecto sentimos con gran intensidad que esto que proponemos teóricamente tiene posibilidad de asidero concreto en la práctica y que –más allá de las recurrentes autocríticas hacia nuestra propia formación- podemos usar aquellos saberes del modo que más nos apasione/enseñe/sea útil /nos ayude a pensar otra historia4…. Conclusiones. Retomando algunas ideas… Si bien las investigaciones han señalado que la idea de exponer objetos de colecciones o “rarezas” en un “museo” es un fenómeno que surge en Europa en la época del Renacimiento, este interés luego va adoptando diferentes sentidos hasta que a mediados del siglo pasado un museo es una colección de objetos que se muestra al público general en forma de exhibición permanente que se organiza gracias a un cuerpo de científicos (Podgorny, 2000). De todos modos, muchos de los objetos han llegado a formar parte de los museos gracias a prácticas de coleccionismo “aficionado”. Sin embargo, siguiendo con la autora la emergencia del museo moderno -en Argentina, por ejemplo- no cancela los sentidos anteriores. Si bien en la actualidad los sentidos de los museos se han diversificado, mayormente, han sido espacios ligados a un “cuerpo científico” o grupos de sabios detrás de los cuales se han albergado discursos hegemónicos (nacionalistas, academicistas, etc.). En San Juan los objetos arqueológicos han formado parte de este mismo derrotero que delimita aquello “aficionado” de aquello “científico”.
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En este sentido se lleva a cabo actualmente el proyecto denominado “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)” financiado por el Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa de Voluntariado Universitario, edición 2009, y por el Ministerio de Cultura de la Nación a través de la Convocatoria de Becas Grupales del Fondo Nacional de las Artes. Este proyecto se desarrolla en colaboración mutua entre el Colectivo de Arqueología “Cayana” (con lugar de trabajo en la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca) y la Unión Vecinal de Rodeo.
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En la provincia, los coleccionistas provenientes, en su mayoría, de las clases sociales privilegiadas también operaron sobre aquella lógica de apropiación-expropiación orientada por los intereses de la búsqueda paterna de la autenticidad con valor científico funcional al orden moderno (Baudrillard 1990) acumulando una serie de objetos arqueológicos como parte de sus colecciones privadas que, posteriormente, fueron exhibidos al público a través de museos. No obstante lo dicho, y aunque los museos desde sus orígenes han tenido funciones hegemónicas legitimadoras y conservadoras de los estados nacionales, pensamos que estos también pueden operar en sentido contrario. Así, por ejemplo, en San Juan, conviven y se expresan otros modos de apropiación de la cultura material indígena que decodifican de manera distinta estas relaciones históricas hegemónicas ya que los objetos y sitios arqueológicos (devenidos en “patrimonio arqueológico”) poseen sentidos sociales presentes que los sujetos disputan en función de determinados intereses (históricos, políticos, económicos y culturales). Dichos lugares y elementos “patrimonializados” en tanto enraízan en el presente la memoria histórica de un grupo están caracterizados por su capacidad de conservar pero también por instalar nuevas narraciones y sentidos sobre el pasado de las comunidades (Escolar 2003, Jofré et al. 2009). Basados en nuestras investigaciones previas del contexto provincial sostenemos que de manera conjunta, los arqueólogos profesionales, los museos estatales y privados y los organismos de administración y control del patrimonio arqueológico, en líneas generales, durante mucho tiempo coincidieron en no reconocer otros discursos que involucren ideas y sentidos diferentes acerca de lo arqueológico, lo indígena, y lo patrimonial, situación que ha ido progresivamente cambiando de matices. Según lo mencionado, nos parece importante destacar que estas colecciones de la Unión Vecinal de Rodeo, no sólo han tenido como finalidad conservar materiales hallados en los sitios arqueológicos sino que también contienen a otros elementos que reúnen determinadas características para el coleccionista (Biasatti 2008; Baudrillard 1990), estas son interpretaciones que contienen y producen representaciones sociales determinadas. Por eso hemos considerado los relatos locales sobre el pasado como construcciones sociales donde los sujetos ponen en juego sus visiones e interpretaciones acerca de ellos mismos, los otros sociales y culturales y las realidades sociales que los atraviesan. A través de ellos, los sujetos elaboran y negocian formas de comprender comportamientos y valores tanto individuales como colectivos (Pizarro 2006) que les permiten especificarse como grupos sociales con una identidad que le es propia. Por eso, en tanto representaciones de la dinámica social (Escolar 2003), los relatos locales, en este caso aquellos que cristalizan también materialmente en los coleccionismos locales, contienen hechos y opiniones que son producidos por gramáticas y convenciones sociales, es decir, que no tienen una existencia como objetos libres (Tonkin 1995) y, por tanto, deben ser comprendidos dentro de sus propios modos de verdad y horizontes de producción. De este modo, por ejemplo, relatos locales e historias científicas no serían formas contrapuestas sino dos movimientos complementarios y no menos válidos o verdaderos en el proceso de representación social (Escolar 2003) implicando distintos criterios de verdad. En el caso presentado, y a diferencia de otros registrados en la Provincia de San Juan, la exhibición de los objetos arqueológicos, el acopio de objetos estuvo orientada por la intencionalidad manifiesta de vincular estas prácticas de coleccionismo con una tarea de tipo comunitaria mediada por una organización de tipo vecinal. Por eso consideramos que la iniciativa de la Unión Vecinal de Rodeo, la de llevar a cabo por su cuenta (y ya casi desde hace más de veinte años) el recolección y resguardo de colecciones arqueológicas provenientes de la región con la intensión a futuro de lograr la construcción de un Museo Local en donde los pobladores pudieran administrar su patrimonio arqueológico y desde allí pudieran “contar a su modo” la historia que les es propia sin perder la posesión sobre las colecciones, resulta un proyecto contra-hegemónico altamente significativo en este contexto político-social. Para concluir a través de esta experiencia de trabajo colectivo hemos intentado mostrar un recorrido que no es sólo teórico, sino que es constitutiva y eminentemente práctico, puesto que marca una trayectoria de trabajo de investigación-acción no intervencionista, pero sí militante. Y es militante porque busca redefinirse constantemente en el diálogo con otras voces, con otras miradas, con otras subjetividades, con otras experiencias que pugnan por definir “lo real y verdadero” en contextos de injusticias históricas que hacen situar nuestro rol como investigadores inmersos en la trama social. Bibliografía Baudrillard, J. 1990(1968) El sistema de los objetos. Siglo XXI Editores. Biasatti, S. y P. Aroca. 2007. Museos, colecciones y coleccionistas: Reflexiones sobre el patrimonio arqueológico en la Provincia de San Juan. Ponencia presentada en XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Jujuy. Ms. Inédito.
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Soledad Biasatti y Carina Jofré
Biasatti, S. 2008. Pre-sented Significations: On private collections museums and its social meanings (San Juan Province, Argentina). En: Actas del Sixth World Archaeological Congress, pág. 94. Dublín, Irlanda. Escolar, D. 2003. “Arqueólogos y Brujos: La disputa por la imaginación histórica en la etnogénesis huarpe.” En Relaciones de la Sociedad de Antropología XXVIII: 23-43. Freire, P. 2001(1970). Pedagogía del Oprimido. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires. Jofré, I. C., S. Galimberti, M. Morales, R. Castillo y O. Varela. 2008 “Colecciones: Historias con Sentido. Una experiencia de trabajo en conjunto con la Unión Vecinal de Rodeo del Departamento Iglesia, San Juan”. En: Libros de resúmenes del IX Congreso Argentino de Antropología Social , Mesa de Trabajo: Arqueologías Educadas. Experiencias de trabajo y reflexión crítica de los modos de pensar el pasado y de los modos hacer el presente a través de la práctica arqueológica. Posadas, Misiones, 5 al 8 de Agosto de 2008. Ms. inédito. Jofré, I. C.; S. Biasatti, M. S. Galimberti, P. Aroca y G. González. 2008. Doble aprendizaje en las escuela rurales del Norte de San Juan. En: Actas del IX Congreso Argentino de Antropología Social, Mesa de Trabajo: Arqueologías Educadas. Experiencias de trabajo y reflexión crítica de los modos de pensar el pasado y de los modos hacer el presente a través de la práctica arqueológica. Posadas, Misiones, 5 al 8 de Agosto de 2008. Edición digital online: Página web http://www.caas.org.ar/ Jofré, I. C. 2009. “Hombres oscuros, luces extrañas y mujeres pájaro entre “las cosas de indios”: Relaciones “otras” asechando los sentidos de la experiencia moderna en el norte de San Juan, República Argentina. Ms. Inédito. Jofré, I. C.; S. Biasatti; G. Compañy; G. González; M. S. Galimberti; N. Najle y P. Aroca. 2009. “La cayana: entre lo arqueológico y lo cotidiano. Tensiones y resistencias en las versiones locales del “patrimonio arqueológico” en el norte de San Juan. Revista Relaciones de la Sociedad de Antropología Argentina edición 2008. Tomo XXXIII: 181-207. Marx, K. 1964. El Capital. Crítica de la Economía Política,T omo I. Fondo de Cultura Económica, México D.F. Pizarro, C. 2006. Ahora ya somos civilizados. La invisibilidad de la identidad indígena en un área rural del Valle de Catamarca. Colección Thesys 10. Editorial de la Universidad Católica de Córdoba. Podgorny, I. 2000. El argentino despertar de las faunas y de las gentes prehistóricas. Coleccionistas, museos, estudiosos y universidad en la Argentina, 1875-1913, Buenos Aires: Libros del Rojas/ Eudeba. Tonkin, E. 1995. Narrating our Pasts: the Social Construction of Oral History. Cambridge Studies in Oral and Literate Culture 22, Cambridge University Press.
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LO LÚDICO Y LO ARQUEOLÓGICO: UNA RELACIÓN POSIBLE María Cecilia Hope* y Jaquelina Marcela Salinas **
Resumen En este trabajo presentamos las conclusiones de dos talleres que se realizaron con niños y niñas en el mes de enero de 2010 en la localidad de Rodeo, San Juan. Estos talleres se inscriben en un marco de actividades que el Colectivo de Arqueología: Cayana viene realizando en los Departamentos de Jáchal e Iglesia en dicha provincia. El objetivo de los talleres fue aproximarnos a las representaciones que los niños construyen en relación a lo arqueológico y al museo. Para indagar en esta construcción, utilizamos lo lúdico como una estrategia didáctica que nos ha permitido acceder a las significaciones que los niños, como interlocutores válidos de su cultura, manifiestan en el juego, el teatro, el dibujo y la pintura entre otras. De esta manera, todos los integrantes de los talleres tanto niños como adultos, exploramos otra posibilidad de construcción colectiva del conocimiento. Introducción El presente trabajo resulta de una experiencia que forma parte de los proyectos del Colectivo de Arqueología: Cayana. Entre los objetivos propuestos por el grupo, realizamos talleres lúdicos de dibujo y pintura con niños entre cuatro y once años, en la localidad de Rodeo, San Juan, durante enero de 2010. Actividades similares se han venido desarrollando anteriormente en escuelas rurales del norte de San Juan, específicamente en los departamentos de Jáchal e Iglesia. El primer taller se realizó en la Unión Vecinal y el segundo en la colonia de vacaciones que funciona en el Club Sportivo San Martín de dicha localidad. Mientras que los dos talleres fueron realizados con un objetivo común: visualizar las representaciones que los niños construían de lo arqueológico en relación a lo local. La importancia de introducir lo lúdico en los talleres tuvo como finalidad el poder plantear a través del juego formas novedosas de ver objetos, personas y eventos (Schwartzman 1993) dando así un carácter transformador a las formas tradicionales de plantear lo arqueológico. En este sentido, planteamos una definición antropológica del juego, considerándolo una actividad colectiva cuya cualidad principal es el entretenimiento y la diversión, y que por eso tiene, ante todo, un carácter lúdico. A su vez, el juego permite la educación e inserción del individuo en la sociedad por medio de la aceptación de las normas culturales que se manifiestan en la realización de actividades específicas implicadas en su ejercicio como una actividad primordial (Ramos Ramírez y Martínez Martínez 2000). Al mismo tiempo, el juego posibilita cambios y transformaciones de las normas sociales que se reproducen como “lo instituido” y “lo verdadero”. Schwartzman (1993), destaca tres procesos característicos del juego: la transformación, la imitación en los términos de los propios jugadores y la combinación de objetos, roles, situaciones y experiencias. El juego es la combinación de fragmentos de experiencias sociales y afectivas vividas cotidianamente por el niño. Estos talleres lúdicos nos permitieron acercarnos a los niños y a sus experiencias cotidianas, mientras que a su vez, nos habilitó a tender lazos sociales que trasciendan la propia actividad lúdica. Entre lo lúdico y lo arqueológico Dentro de la línea de investigación metodológica del Colectivo Cayana, consideramos a los niños como interlocutores válidos en la construcción del conocimiento acerca de las representaciones de lo arqueológico y de los museos en el marco de su cotidianeidad. Es decir, estos últimos, a través de sus experiencias tematizan al ‘patrimonio arqueológico’ inscribiéndose en matrices discursivas que poseen su propia historia y desde donde
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Estudiante avanzada de Antropología. U. N. R. Colectivo de Arqueología: Cayana, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca.
[email protected] ** Licenciada y Profesora en Antropología. U. N. R. Colectivo de Arqueología: Cayana, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca.
[email protected]
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María Cecilia Hope y Jaquelina Marcela Salinas
también otras voces dicen a través de ellos, tejiendo así tramas de interacción social vinculadas a diversos planos y registros de la vida de los sujetos (Jofré et.al. 2009). Podemos decir entonces que la experiencia lúdica nos permitió acceder a distintos planos de nuestra tarea de investigación-acción-militante. Así por ejemplo, primero, pudimos acceder a identificar algunos aspectos de una objetivación local de lo que se considera arqueológico. Pudimos ver en los dibujos y en su posterior explicación, que los niños poseen nociones sobre los objetos arqueológicos que representaron como: puntas de flechas, vasijas, collares, momias, ollas, con la particularidad de que todos estos objetos se dibujaban en la montaña, en su lugar de hallazgo original. Estas representaciones construidas por los niños manifiestan un quiebre con la visión tan difundida de que los objetos arqueológicos sólo pueden/deben encontrarse en los museos. Como se dijo anteriormente, en estas representaciones aparecen objetos arqueológicos “de indios”, pero no los sujetos sociales que los hicieron: “los indios”. En este sentido señalado podemos llegar a pensar que lo indígena es parte de una experiencia cotidiana por encontrarse en las inmediaciones de sitios y lugares arqueológicos, pero al mismo tiempo es concebido como algo externo, diferente, de otro tiempo (Jofréet. al. 2008) En segundo término, y relacionado estrechamente a lo anterior, pudimos identificar en los dibujos de los niños elementos del entorno cotidiano y de su naturaleza, es decir representaciones más o menos afines en un sentido local. Así es frecuente que aparezca: el agua, ya sea en ríos, diques o piletas, la montaña, los animales y vegetación. Y en tercer término, vinculado a lo anterior, las nociones de patrimonio cultural que se manifiestan recurrentemente en los dichos en trabajos realizados por los niños en los diferentes talleres aparecen relacionadas a la idea de lo propio y lo prohibido, en relación a la tenencia de un objeto arqueológico. Así, por ejemplo, en el taller que se realizó en el Club Sportivo San Martín de la localidad de Rodeo, se les preguntó a los niños si poseían objetos arqueológicos en sus casas. Al manifestar un niño que tenía vasijas, la coordinadora del grupo (docente de la colonia de verano) lo hizo callar inmediatamente. En trabajos anteriores del Colectivo Cayana se ha podido interpretar que “la gente del lugar interpreta al patrimonio arqueológico como algo prohibido, distante en el tiempo y en el espacio, pero al mismo tiempo se lo considera como algo propio porque es del lugar y parte de las historias de las comunidades”. (Jofré et al 2009), lo cual puede tener relación con este tipo de comportamientos que pudimos observar también en la colonia de verano. Dinámica de los talleres Los talleres fueron realizados bajo la dinámica del juego a través de distintos modos de expresiones artísticas (dibujo, pintura, baile, teatro). Esta forma de trabajo pone de relieve algunas cuestiones: “el juego es visto como actividad libre, placentera y espontánea” (Schwartzman, 1993) y a su vez permite un acercamiento al niño y sus modos de expresión desde un lugar no autoritario. El primer taller se realizó en la Unión Vecinal de la localidad de Rodeo. Participaron del mismo aproximadamente once niños entre cuatro y doce años edad de dicha localidad y cuatro adultos del Colectivo Cayana. En primer lugar nos agrupamos en una ronda en donde todos nos fuimos presentando y a partir de un juego nos enumeramos para dividirnos en dos grupos de trabajo conformados por dos adultos integrantes de Cayana y niños de diversas edades. El primer grupo planteó a los demás “¿qué les gustaría ver en un museo? ¿cómo les gustaría que fuese?”, luego de la consigna nos sentamos en el suelo con un afiche, témperas y crayones para que todos dibujen en relación a lo planteado. Primó el uso de las témperas y los dibujos realizados fueron: juegos infantiles con niños (hamacas, toboganes, subibajas), montañas, animales (la llama en un corral y huevos de gallina), piedras (collares de piedras), vegetación (árboles, pinos) y agua (pileta de natación). El segundo grupo no se planteó una consigna sino que el dibujo era libre, los niños comenzaron por dibujar elementos relacionados a su localidad como las montañas, el dique, las acequias, sauces, álamos, el sol, animales (llama, caballos, perros, mariposas), familias y casas . Dibujaron al museo como una casa vacía y al pie de las montañas ubicaron los objetos arqueológicos: ollas, collares, la “momia” Cerro del Toro y también dibujaron sobre piedras (obtenidas del patio de la Unión Vecinal) a modo de petroglifos, que cuando se les preguntó en donde querían ubicarlos decidieron ponerlos al pie de la montaña. Al finalizar el dibujo se les preguntó ¿qué actividades les gustaría que se realicen en el museo? para lo cual platearon: charlar, pintar, jugar, ver películas.
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Luego de trabajar con los dos grupos se realizó una exposición de lo trabajado en la sala donde se encuentra montada la muestra arqueológica actual, denominada “Colecciones: Historias con Sentido”. Un representante de cada grupo fue comentando todo lo dibujado. Las dos láminas fueron colgadas en la sala y quedaron formando parte de la muestra.
El segundo taller, en el Club Sportivo San Martín, tuvo como disparador una obra de teatro con payasos, en donde la temática giraba alrededor de la restitución de una “nariz arqueológica muy viejísima”1. A partir de esta obra se re-trabajó la temática de lo arqueológico. El total de niños era aproximadamente de doscientos, los cuales variaban entre edades de seis a catorce años pertenecientes al departamento de Iglesia. Los grupos de trabajo ya estaban divididos previamente por edades y sexos agrupados de esta forma por los docentes de la colonia. Cada grupo contaba a su vez, con dos o tres coordinadores de la colonia y un integrante de Cayana. Un grupo trabajó con dos de los actores de la obra de teatro, dicho grupo organizó y puso en escena otra obra de teatro con una temática local, haciendo énfasis en la “expropiación”.Los demás grupos trabajaron con afiches y collage, algunos incorporaron elementos de la naturaleza (ramas, tierra, pastos, hojas). En estos grupos surgieron diferentes temáticas algunas con consignas y otras libres. Entre los ejes podemos señalar: Paisaje local: montañas, animales (llama, vicuña, suri, gato, perro, cóndor, palomas, etc.), casas, iglesia, acequias, el dique Cuesta del Viento, el río, frutas (manzanas, parral de uvas), horno de barro Lo arqueológico: piedras dibujadas, ollas, collares, punta de flecha, “momias”. Experiencias recientes relacionadas con la obra de teatro: payasos, la “nariz arqueológica”, globos Entre estos ejes creemos que surge una relación que los vincula con un sentido de pertenencia entre el contexto local, cotidiano y arqueológico. Nos parece relevante destacar que en la mayoría de los trabajos no aparecen dibujados niños ni adultos quedando fuera del paisaje local. En los comentarios finales de los dibujos y las reflexiones de los niños aparece también la temática de “lo prohibido” en relación a la tenencia de los objetos arqueológicos.
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No nos detendremos en esta experiencia porque la misma es retomada en otro trabajo denominado “Construyendo Nuevas formas de diálogo: Una Arqueología Indisciplinada, Transdisciplinada en el Norte de San Juan” de María Soledad Galimberti; Fernando Lucero, Ana Bertazzo y Cristian Naranjo, en esta misma Mesa Redonda.
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Conclusión Consideramos importante sostener la forma de taller con actividades lúdicas para acceder a las representaciones de los niños en relación a lo arqueológico. Entendemos que en la dinámica de estos talleres, la posición del adulto no es la del poseedor de los conocimientos a transmitir, sino un integrante más del juego: “Un juego en el que la regla es interior al juego y no su límite previo. Y en el que la responsabilidad no existe como adecuación a las formas, sino como habilitación a un espacio afectivo/pensante capaz de asumir las consecuencias inesperadas de una situación compartida.” (Taller de los sábados 2008:7). Sin embargo, dentro de la dinámica de los talleres hubo una diferenciación importante entre las actividades realizadas en la Unión Vecinal y en el Club Sportivo San Martín. En este último, todos los grupos estuvieron acompañados por la figura de coordinadores de la colonia quienes, de alguna manera, influyeron mayormente en los dibujos de los chicos en relación a qué dibujar, cómo dibujar, qué materiales utilizar, etc. En parte, esto modificó la espontaneidad de los niños en la realización de sus trabajos, preocupados en cumplir las consignas para el coordinador. A partir de esta experiencia pensamos que es posible establecer una relación entre lo lúdico y lo arqueológico, ya que el juego proporciona un abordaje diferente y enriquecedor de las normas socialmente establecidas de “aprendizaje”. Creemos que a través del juego aprendemos, investigamos y creamos nuevos caminos de acción y militancia entre todos. Dentro de esta línea de investigación seguiremos avanzando, desde nuestro lugar de trabajo, en el Colectivo de Arqueología: Cayana. Agradecimientos Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)” financiado por el Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa de Voluntariado Universitario, edición 2009, y por el Ministerio de Cultura de la Nación a través de la Convocatoria de Becas Grupales del Fondo Nacional de las Artes. Dicho proyecto se desarrolla en colaboración mutua entre el Colectivo de Arqueología: Cayana (con lugar de trabajo en la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca) y la Unión Vecinal de Rodeo. Bibliografía Jofré, I.C., Biasatti, S.; Galimberti, S.; Aroca, P. y G. González. 2008. Doble aprendizaje en las escuelas rurales del Norte de San Juan. Actas del IX Congreso Argentino de Antropología Social . Misiones. http://www.acaas.org.ar/ Jofré, I.C; Biasatti, S.; Compañy, G.; González, G.; Galimberti, S.; Najle, N. y Aroca, P. 2009. “La cayana: entre lo arqueológico y lo cotidiano. Tensiones y resistencias en las versiones locales del “patrimonio arqueológico” en el norte de San Juan. Revista Relaciones de la Sociedad de Antropología Argentina edición 2008. Tomo XXXIII: 181-207. Buenos Aires. Ramos Ramirez J. y J. Martínez Martínez. 2000. Diversas miradas sobre el juego. Editorial Tierra Firme, México. Schwartzman, S. 1993. Cuando el Canal era un río… sobre el comportamiento lúdico infantil en niños preescolares de un área marginal, Provincia de Santa Fe. Memoria de Título para optar al Grado de Antropólogo, Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Rosario. Taller de los sábados. 2008. Un elefante en la Escuela. Editorial Tinta Limón, Buenos Aires.
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CONSTRUYENDO NUEVAS FORMAS DE DIÁLOGO: UNA ARQUEOLGÍA INDISCIPLINADA TRANSDISCIPLINAR EN EL NORTE DE SAN JUAN María Soledad Galimberti* , Fernando Lucero*, Ana Bertazzo** y Cristian Naranjo*** Resumen Desde el año 2006 el Colectivo de Arqueología “Cayana” viene desarrollando actividades en la provincia de San Juan en el marco de varios proyectos de investigación1. Como parte del trabajo de campo realizado en Enero de 2010 se presentó una obra de teatro para niños en la Colonia de Verano en Rodeo, departamento Iglesia. Esta fue creada, dirigida y actuada por miembros estables del Colectivo con la intención de explorar nuevas formas de dialogo con la comunidad. Esta experiencia estuvo orientada a romper con los marcos teórico-epistemológicos tradicionales fundados, entre otras cosas, en un distanciamiento de los arqueólogos/as con los contextos y grupos sociales con quienes trabaja, y también a re-definir las relaciones entre práctica arqueológica / participación local, estableciendo lenguajes otros para el tratamiento de tópicos vinculados con el pasado indígena local. Saberes y haceres colonizados: La construcción de subjetividades hegemónicas El proceso mundial de colonialidad/modernidad (Dussel 1994; Mignolo 2001; Quijano 1992;) instaló la racionalidad como estadio superior del conocimiento invalidando todos los demás modos de conocer. La ciencia, como la única forma legítima de conocer, se organizó sobre la base de los principios de universalidad, objetividad, exterioridad y neutralidad (Gnecco 2004), dando lugar no solo a la separación entre los sujetos y sus valoraciones en la producción de conocimiento sino también entre los sujetos y el mundo circundante. El discurso científico, constituido en la creencia de poseer un lenguaje universal con el cual generar conocimiento objetivo, neutral y absoluto sobre el en-sí de las cosas (Castro Gómez S/F), se instauró como el único discurso posible, colonizando las mentes, las prácticas, los lenguajes y los saberes dentro y fuera de las disciplinas académicas. El modelo epistémico desplegado por la modernidad/colonialidad occidental, la Hibris del Punto Cero que define Castro Gómez (S/F)2, no solo permitió la consolidación del proyecto imperial y civilizatorio de Europa en América sino que instaló y arraigó tipos hegemónicos de subjetividad y conocimiento que marcaron nuestra historia sudamericana. Por un lado, la Universidad como locus de enunciación privilegiado (Gnecco 2003a) reprodujo, y sigue reproduciendo, el modelo epistémico de occidente tanto en el tipo de pensamiento disciplinar que representa como en la forma en que organiza sus estructuras; la universidad se inscribe en “la estructura triangular de la colonialidad : la colonialidad del ser, la colonialidad del poder y la colonialidad del saber” (Castro Gómez S/F: 79-80. Resaltado en el original). Siguiendo al autor dentro de la Universidad “los conocimientos tienen unas jerarquías, unas especialidades, unos límites que marcan la diferencia entre unos campos del saber y otros, unas fronteras epistémicas que no pueden ser transgredidas, unos cánones que definen sus procedimientos y sus funciones particulares” (Castro Gómez S/F :81) Por otro lado -o por el mismo- la Arqueología en tanto disciplina moderna y colonial, reprodujo los principios de universalidad, exterioridad, objetividad y neutralidad, estableciendo una praxis que no sólo desestimó otras formas de conocimiento del pasado indígena sino que estableció las fronteras epistémicas y los procedimientos y
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C ayana Colectivo de Arqueología, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Cayana Colectivo de Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de San Juan. *** Cayana Colectivo de Arqueología, Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, Universidad Nacional de San Juan. 1 P ID 25995603: "Investigación Arqueología en San Juan: Investigación y Transferencia educativa para la promoción sociocultural". SeCyT. UNCa.2006-2010; Proyecto de Voluntariado Universitario: “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)” financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación y por el Fondo Nacional de las Artes. Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. 2 La Hybris como el pecado entre los griegos clásicos de querer asemejarse a los dioses y el Punto Cero como el pecado de pretender observar el mundo desde un locus neutral, objetivo y absoluto, fue el primer imaginario que permitió la consolidación del poder económico y político de las elites criollas blancas del SXVIII en América Latina (Castro Gómez S/F :57) **
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María Soledad Galimberti, Fernando Lucero, Ana Bertazzo y Cristian Naranjo
metodologías que no pueden ser trasgredidas. El propio devenir histórico disciplinar instaló en nuestras mentes algunas de las premisas básicas que como profesionales, se pretende, no deberíamos desconocer. En primer lugar, que deberíamos ocuparnos de describir, interpretar, comprender las materialidades de las sociedades, esa propiedad que dio especificidad a la Arqueología. En segundo lugar, que esa materialidad pertenecería al pasado, que en el contexto local, debería referir sólo a los tiempos prehispánicos, es decir indígena. En tercer lugar, y en una combinación de las dos anteriores (materialidad + pasado + indígena), que el espacio geográfico por excelencia para la investigación arqueológica local serían los espacios rurales donde los sitios y objetos pertenecientes a las sociedades indígenas prehispánicas resistieron el paso del tiempo. Estas proposiciones, en la tradición arqueológica local establecerían, o señalarían, que hacer arqueología sería salir al terreno a prospectar, a hacer recolecciones de material de superficie o hacer excavaciones sistemáticas en lugares donde se supone, o se sabe, existen restos materiales de sociedades indígenas del pasado. Una praxis arqueológica tal, fundada en un “deber ser” (Dussel 1994) involucraría, además, la idea de una disciplina aséptica que rechaza la valoración y la acción (Gnecco 2003a, 2003b) formada, a su vez, por intermediarios neutros en los procesos de construcción de interpretaciones acerca del pasado. Ésta ha sido una de las formas en que nos hemos mantenido al margen del mundo social, desvinculándonos de los otros sujetos, del presente y de los problemas y conflictos sociales. Una práctica sostenida, por un lado, en la creencia en una capacidad exclusiva (la académica) de crear conocimiento sobre el pasado -entendida esta capacidad como una reflexividad teórica privilegiada- y, por otro, en la presuposición de que quienes nos rodean, nada tienen para decirnos. Pero también se trata de una práctica mediada por el convencimiento que “ya no hay nadie que pueda decirnos nada sobre el pasado prehispánico”, configurando la idea de un pasado indígena clausurado. Nuestra experiencia de trabajo en la provincia de San Juan, sin embargo y pese a todas las prescripciones, siempre estuvo orientada a romper con los marcos teórico-epistemológicos tradicionales. Desde un inicio, y cada mas vez mas acentuadamente a lo largo del devenir de nuestro trabajo, construimos un primer indisciplinamiento que nos permitió romper con la creencia de la “exclusividad disciplinar”: formar un grupo de trabajo integrado por profesionales y estudiantes de Arqueología, Antropología, Historia, Trabajo Social y Sociología y por todos aquellos que, desde diferentes ámbitos sociales, tuvieran ganas de hacer y decir cosas sobre el pasado indígena local. Esto nos permitió romper con el distanciamiento entre las disciplinas pero también romper la distancia entre éstas y los contextos y grupos sociales con quienes se trabaja. Pero sobre todo, nos permitió re-definir las relaciones entre praxis académica / participación local estableciendo lenguajes otros, para el tratamiento de tópicos vinculados con el pasado indígena local. La intención de este trabajo es contar una experiencia que nos reunió como seres humanos en una acción colectiva plural, permitiéndonos la exploración de nuevas formas de diálogo con la comunidad con quien trabajamos. Explorando nuevas formas de dialogo: una experiencia transdisciplinar La obra de teatro llevada a cabo en el mes de Enero en la Colonia de Verano en el Club Sportivo San Martin de la localidad de Rodeo, Provincia de San Juan, surge como una adaptación de las producciones teatrales del elenco de Payasos del Centro Cultural El Barro3. El texto original de la obra está orientado a abordar aquellas problemáticas sociales que involucran a los niños en su cotidianidad más cercana, haciéndolos partícipes y actores del desarrollo de la trama puesta en escena. Estas problemáticas hacen referencia a la violencia entre pares, al autoritarismo, al engaño, al maltrato, apuntando a la reflexión y participación del niño y la niña para su resolución en el transcurso de la obra. El énfasis está puesto en la transmisión de valores como la solidaridad, el compañerismo y la igualdad, jugando con la idea de “sorpresa” como eje fundamental y promoviendo las sensaciones de felicidad y goce como necesidades primordiales de todos y todas. En base al texto original, en esta oportunidad, se intentó elaborar un escrito para niños con elementos contextualizados en Rodeo y sus alrededores, en una realidad particular, teniendo en cuenta las características de su entorno, sus problemáticas y sus espacios locales, enfatizando en la provocación de reacciones ante la idea de “despojo de lo propio” Esta categoría ha sido definida por nosotros (Ver por ejemplo Jofré et al 2009) como “expropiación de la materialidad indígena” en base al recorrido de investigación del Colectivo Cayana. Hemos argumentado que, tradicionalmente, las comunidades del Norte de San Juan fueron colocadas en un lugar de recepción pasiva de los discursos y relatos hegemónicos producidos por la arqueología y re-estructurados por el
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El cual trabaja la participación y expresión a través de talleres artísticos con niños, niñas, adolescentes y adultos de las Villas Rodríguez Pinto, San Roque y Barrio Wilkinson, ubicadas en el departamento de Rivadavia de la Provincia de San Juan. Cito en calle Ignacio de la Roza 271 oeste, Rivadavia. Correo electrónico
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Estado provincial, implicando una cosificación del Patrimonio Arqueológico como objetos del pasado, con valor científico y potencialidad para instrumentar el desarrollo cultural de las comunidades. Esta situación creemos se articula en una compleja red de interacciones sociales que generan una relación excluyente entre los pobladores de las comunidades que poseen, aunque sea negada, una relación tradicional de larga data con la cultura material indígena. De allí que hemos propuesto que “patrimonialización” se convierte en un equivalente de “expropiación”, al mismo tiempo que la designación de “lo arqueológico” implica su separación del mundo cotidiano, tiempo-espacio en donde esta cultura material puede ser experienciada, vivida. Sin embargo, una patrimonialización de la cultura material arqueológica en San Juan que ha servido para perpetuar las relaciones de hegemonía/subordinación ha servido también para la generación, por parte de las comunidades, de sentidos locales propios anclados en su experiencia con el mundo, distanciándose y generando alternativas al estado de “patrimonialización” (dominación-expropiación) al que son expuestas. Es por ello que las problemáticas culturales, sociales y económicas de la región integran también al pasado de las comunidades y las materialidades arqueológicas adquieren significaciones particulares en esta compleja red de relaciones sociales, en donde los pobladores interactúan con el estado provincial y nacional, las organizaciones no gubernamentales y los capitales transnacionales (Jofré et al 2 009). El proceso de producción del texto y la puesta en escena de la obra significó la valoración de una serie de emociones y sensaciones re-encontradas, que transitaron entre el miedo al ridículo, la risa, la ansiedad, los nervios, el placer, la felicidad y el compromiso. El elenco de payasos estuvo constituido por miembros estables del Colectivo Cayana quienes interpretamos a Gregorio, Chichita, Pepa y Chicho y el desarrollo de la obra se basó en una historia contada-actuada por nosotros mismos en la caracterización de dichos personajes. En la trama de la historia, dos de nosotros (Gregorio y Chichita) traíamos una sorpresa en una caja para los niños/as, haciendo alusión a algo “muy viejísimo” que pertenecía a sus antepasados (una nariz de payaso arqueológica) y era parte de su historia local. El conflicto se presenta cuando Pepa y Chicho dan cuenta del valor que esto les representa y expropian la caja con la nariz ancestral, para así intentar intercambiarla por algo material (en este caso caramelos). El público aquí interactúa con los payasos decidiéndonos qué hacer ante tal situación, ayudándonos a buscar la sorpresa, denunciando a los ladrones -“expropiadores”- en fin dándole curso a la historia que ellos mismos eligen en base a sus cotidianidades y significaciones. La historia se resuelve cuando Chicho y Pepa, al reflexionar sobre sus propias acciones, animados, impulsados y desafiados por las reacciones de desaprobación, protesta y rechazo del público, devuelven la sorpresa y cuentan lo sucedido ante sus compañeros y los niños/as presentes. Una vez restituida la nariz, el público decide qué hacer con ella, cómo se cuidará aquello que es considerado “propio” y quienes lo harán. Transgrediendo los límites disciplinares: el teatro callejero como una construcción comunicacional de una arqueología inquieta. Nuestra actividad en la Colonia de Verano en Rodeo partió de la idea de pensar al teatro como un “fenómeno dialéctico que posibilite el pronunciamiento del mundo” (Dacal 2006: 115 - 116), esto es pensarlo y vivirlo experiencialmente como una forma de diálogo, que por eso se torna verbal, corporal y inminentemente emotivo. Un diálogo que se construye colectivamente como una forma comunicacional dinámica entre sujetos históricos presentes que, desde sus propios lugares, sueñan, crecen y construyen realidades sociales particulares ¿y por qué no? también realidades distintas, menos injustas y más plurales. La experiencia vivenciada se inscribió dentro de la metodología del teatro callejero, entendido este como “todo teatro no realizado dentro de un recinto teatral propiamente dicho” (Dacal 2006: 13). Este es un teatro de riesgo, de vigorosa atención por parte de quienes lo dramatizan y que está emparentado directamente con la improvisación. Tiene un texto que lo sustenta pero éste puede y debe sufrir modificaciones, ya que el contacto con el público es tal que impacta, logrando así que se produzcan alteraciones en la propia trama y dirección de la historia escenificada. Esto se explicita en la pérdida de la posición pasiva del público. “ El teatro callejero construye un público y éste, entonces y a su vez, construye un teatro (...) transformando a la representación teatral en una vívida y nutriente ceremonia” (Dacal 2006: 13). La creación del texto surge inevitablemente de la voz popular, en cualquiera de sus formas y tiempos. Desde que se crea, pasando por el entrenamiento hasta la acción concreta, el texto del teatro callejero mantiene su condición dinámica. Todo ello es la razón fundamental por la que el público mantiene contacto y construye el devenir de la historia dramática ya que se siente identificado en ese texto. La materia prima de este teatro son justamente los emergentes de las comunidades donde está inserto. Esta característica hace más fuerte aun el vínculo que se crea con el público, ya que se comienza a trabajar con lo cotidiano de la comunidad abarcando los distintos espacios
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María Soledad Galimberti, Fernando Lucero, Ana Bertazzo y Cristian Naranjo
temporales desde la noción comunitaria. Es por esto que “su valor artístico ha sido notorio toda vez que su práctica supo conectarse con la memoria colectiva y con la realidad sociopolítica de la comunidad” (Dacal 2006: 13). El teatro es una herramienta comunicacional en la que la memoria juega un papel principal, ella se torna viva y presente en un proceso continuo de escenificaciones donde se construye y se vuelve a reconstruir. Allí, el público presente participa activamente en la re-significación popular de la trama y se encuentra incluido como protagonista de una historia propia, con la cual se identifica y donde puede redefinir su acción. Es por eso que una de las cualidades que se encuentran en este modo de hacer teatro es su libertad; su libertad para ser y hacer, para crear y re-crear, dejando libre la capacidad de soñar, de denunciar y reclamar lo propio y expulsar lo ajeno, ya sea explicita o simbólicamente. Dentro de este marco, el teatro callejero permite que el público sea participante activo de su propio ser histórico, aquí y ahora, de una manera crítica y analítica. “La practica teatral, en esta perspectiva, contribuye a formar sujetos colectivos con capacidad de pensamiento y acción” (Dacal 2006: 68) Consideraciones finales: transgredir para crear Dentro de estos límites académico-disciplinares una experiencia como la desarrollada en la Colonia de Verano de Rodeo se nos presenta como una alternativa fuera de los cánones establecidos, como una especie de transgresión de los contornos que nos marca nuestra pertenencia a la disciplina y a la universidad. Sin embargo en un modelo de diálogo transdisciplinar de saberes (Castro Gómez S/F) esto es posible: el Teatro o cualquier otra forma de arte puede de ser explorada como formas otras de construcción colectiva, como lenguajes de sensibilidades y cuerpos, como lenguajes otros (Grosso 2009) donde la risa, el ridículo, las emociones, permiten dialogar y tender puentes con otros sujetos y con nosotros mismos. Un modelo de este tipo permite embarcarnos en una manera diferente de hacer arqueología porque “la transdisciplinariedad afecta el quehacer mismo de las disciplinas (…) introduce un viejo principio ignorado por el pensamiento analítico de las disciplinas: la ley de lacoincidencia oppositorium. En el conocimiento, como en la vida, los contrarios no pueden separarse. Ellos se complementan, se alimentan mutuamente; no puede existir el uno sin el otro, como quiso la lógica excluyente de la ciencia occidental. En lugar de separar, la transdisciplinariedad nos permite ligar (link ) los diversos elementos y formas del conocimiento, incluyendo (…) los conocimientos que la modernidad había declarado como dóxicos” (Castro Gómez S/F: 86). Pero sobre todo permite comenzar a transitar los caminos de la decolonización de las instituciones productoras/administradoras del conocimiento y con ello, la senda de la decolonización del conocimiento “si la primera ruptura epistemológica fue con la doxa en nombre de la episteme para subir al punto cero (la modernidad/colonialidad frente al ideas medievales), el gran desafío que tienen ahora las ciencias humanas es realizar una segunda ruptura epistemológica, pero ahora ya no con la doxa sino frente a la episteme, para bajar del punto cero. El ideal ya no sería el de la pureza y el distanciamiento, sino el de la contaminación y el acercamiento (Castro Gómez S/F: 89) Pero esta posibilidad de “ir más allá de las categorías de análisis y de las disciplinas modernas, no es (…) negarlas (…) porque éstas tengan que ser rebasadas por algo mejor ” (Castro Gómez S/F: 90). Es simplemente “una ampliación del campo de visibilidad abierto por la ciencia occidental moderna, dado que ésta fue incapaz de abrirse a dominios prohibidos, como las emociones, la intimidad, el sentido común, los conocimientos ancestrales y la corporalidad” (ibidem). Con esta actividad, el Colectivo abrió el espacio para explorar otras formas de percibir, comunicar, escuchar, indagar, intentando buscar formas otras de vinculación -o vinculaciones otras- con la comunidad a partir de tópicos relacionados con el pasado local, en este caso, pero también abiertos a infinitos temas posibles. De esta forma, fuimos partícipes -personas y personajes- en la construcción de impresiones/sensaciones colectivas acerca de lo indígena, de lo patrimonial, de lo arqueológico, de lo propio, de lo ajeno; abriéndonos la posibilidad de construirnos en una historia que ya no nos es ajena, permitiéndonos sentirla y vivirla como propia. Esta experiencia de la cual intentamos dar cuenta aquí también dio lugar a pensar y construir el guión de una segunda Muestra de la Unión Vecinal de la localidad de Rodeo en base a la trama de la obra de payasos. La Historia de la Nariz representa las historias de expropiación vividas y contadas por los pobladores; la nariz, metafóricamente, representa lo propio, representa la búsqueda activa de aquello que es quitado; impulsa, desde la
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movilización de los sentires y los haceres -a veces silenciosos y otras veces no tanto- la crítica social de las situaciones y relaciones de dominación que intervienen en el acto histórico de la expropiación. Agradecimientos Agradecemos a las/os coordinadoras/es de la Colonia de Verano por permitirnos realizar esta actividad, por su predisposición y buena onda. A los chicos por regalarnos sus sonrisas y por sobre todo prestarnos atención y participar. A Rogelio Castillo por las tantas “idas y vueltas” que compartimos juntos, a Mariela Morales por sus recibimientos siempre tan amables y su ayuda invaluable y a Alberto “Varilla” por enseñarnos un poco de lo mucho que sabe, por sus visitas y esas historias siempre cautivantes. El presente trabajo fue preparado a partir del trabajo de campo realizado en el marco del Proyecto de Voluntariado Universitario: “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)”. Secretaría de Políticas Universitarias. Ministerio de Educación de la Nación. 2009-2010; y Proyecto: Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)”. Becas Proyectos Grupales. Fondo Nacional de las Artes. Secretaría de Cultura. Presidencia de la Nación.2009-2010. Bibliografía Castro-Gómez, S. S/F. Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes. En: http://www.ram-wan.net/restrepo/decolonial/14-castro-descolonizar%20la%20universidad.pdf Pagina consultada 15 de Febrero de 2010. Dacal, E. 2006. Teatro de la Libertad. Teatro callejero en la Argentina, desde el Movimiento Grupal de los ´80. Pp. 13 – 116. Editorial Madres de Plaza de Mayo. Buenos Aires, Argentina. Dussel, E. 1994. 1492: El encubrimiento del otro: hacia el origen del “mito de la modernidad. Plural Editores. La Paz. En: http://gpcriticolatinoamericano.blogspot.com Página consultada en el 1 de Julio de 2008. Gnecco, C. 2003a. El erotismo de la desnudez arqueológica. Arqueología al desnudo. Reflexiones sobre la práctica disciplinaria. Editado por C. Gnecco y E. Piazzini. Pp.5-24. Editorial Universidad del Cauca. Cali. 2003b. Arqueología en Colombia: el proyecto científico y la insubordinación histórica. En: Arqueología al desnudo. Reflexiones sobre la práctica disciplinaria. Editado por C. Gnecco y E. Piazzini. pp.:203-221. Editorial Universidad del Cauca. Cali 2004. Arqueología ex – céntrica en Latinoamérica. Hacia una arqueología de las arqueologías Sudamericanas. Editado por A. F. Haber. pp.:169-183. Uniandes. Bogotá. Grosso, J.L. 2009. Símbolo, Cuerpos y Emociones. Conversaciones antropológicas en el reverso escritural de las ciencias sociales. Economía y Sociedad en América Latina. Coordinado por J. Navarrte. Congreso Pre-ALAS Perú, Universidad Ricardo Palma, Lima Jofré, I. C.; S. Biasatti; G. Compañy; G. González; S. Galimberti; N. Najle y P. Aroca. 2009. “La cayana: entre lo arqueológico y lo cotidiano. Tensiones y resistencias en las versiones locales del “patrimonio arqueológico” en el norte de San Juan. Revista Relaciones de la Sociedad de Antropología Argentina edición 2008. Tomo XXXIII: 181-207.
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REFLEXIONAR DESDE LA EXPERIENCIA: ALGUNAS DIFICULTADES DE LA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE UN MUSEO LOCAL (RODEO, SAN JUAN) Soledad Biasatti* , Fausto Battaggia**, Bruno Rosignoli** y Alejandro Bruno Resumen En el marco de los trabajos realizados como acompañamiento al proyecto de creación de un museo arqueológico local en la Unión Vecinal de Rodeo de la Provincia de San Juan, nuestro grupo “Cayana: Colectivo de Arqueología” ha llevado adelante diferentes actividades (de investigación, gestión, difusión, formación, conservación, entre otras). Luego de una serie de intervenciones pretendemos dar cuenta de algunas de las dificultades que han surgido en los trabajos de campo así como también los modos de repensarlas como partes de un proceso de construcción colectiva de conocimiento que se pretende a largo plazo. Introducción El proyecto de acompañar un museo local - que ya se venía gestando en la institución previamente a nosotros - en la Unión Vecinal de Rodeo (provincia de San Juan1) se enmarca dentro de una serie de actividades de investigación-acción que se desarrollan en la región desde el año 2006. Nuestro grupo de trabajo, al que le dimos el nombre de “Cayana: Colectivo de Arqueología” está conformado por arqueólogos, antropólogos, sociólogos, pobladores locales, artesanos, maestros, miembros de asociaciones, estudiantes de Trabajo Social, Antropología, Arqueología e Historia, etc y apunta a un tipo de construcción colectiva y dialógica del conocimiento (Biasatti et.al. 2006). Particularmente, en dicha institución vecinal se albergan una serie de colecciones arqueológicas cedidas por algunos pobladores de la localidad. Este trabajo conjunto2 viene desarrollándose desde el año 2008 (Jofré y Biasatti 2010) entendiendo que la creación de un “museo” puede aportar a la resignificación/reapropiación de los sentidos sociales de “lo arqueológico” a través de este espacio. Desde los inicios se pusieron en juego nuestros pre-supuestos sobre “museos tradicionales” (como instituciones normativas que reproducen y legitiman un relato sobre “una” historia unilineal) y los recorridos previos por algunos museos de la provincia de San Juan donde nos encontramos con algunos elementos de estos “museos tradicionales” a través de los discursos desplegados en salas sucesiva y cronológicamente ordenadas por “culturas” que “desaparecen” con la llegada de los españoles (Jofré 2009), instituciones que, al erigirse como voces “autorizadas” se declaran como los encargadas de llevar adelante una “obra civilizadora” (Gambier y Michieli 1985: 7). Sin embargo, a través de otras maneras de hacer (Grosso 2007) nos dimos el lugar para desplegar diferentes posibilidades y darle un nuevo significado -colectivamente- a esta noción de “museo”. En particular, este museo local viene a responder a dos tipos de demandas concretas de la comunidad sobre el destino de aquellas piezas recolectadas, años atrás, por los vecinos. Por un lado, las demandas expresan “queremos que las cosas arqueológicas se queden aquí”, y por otro, la mirada de los pobladores locales hacia los arqueólogos “que no se lleven las cosas”. Ambas interpelaciones nos reafirmaban la necesidad de construir otro tipo de vínculo entre la comunidad y nuestro grupo. El eje central de tal vínculo es proponer otras relaciones en donde “lo arqueológico” oficie, de algún modo, como “excusa” para re-situarse en la propia historia y modificar las relaciones asimétricas planteadas por otros modos de hacer académicos tradicionales. Esto se llevaría adelante mediante una reconstrucción de las memorias ancladas en la materialidad arqueológica a través de las múltiples interpretaciones narradas por los pobladores sobre su pasado y presente.
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C ONICET - UNR - Cayana Colectivo de Arqueología,
[email protected] Facultad de Humanidades y Artes de la UNR - Cayana Colectivo de Arqueología,
[email protected],
[email protected],
[email protected] 1 La localidad de Rodeo tiene una población aproximada de 2.400 habitantes y es la cabecera del Departamento Iglesia, el cual cuenta con una población total de casi 7 mil habitantes (según datos censales de 2001). Se encuentra ubicada a 195 kilómetros de capital de la provincia 2 Dichas actividades se llevan adelante en el marco del proyecto denominado “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)”, dirigido por Ivana Carina Jofré, financiado por el Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa de Voluntariado Universitario, edición 2009, y por el Ministerio de Cultura de la Nación a través de la Convocatoria de Becas Grupales del Fondo Nacional de las Artes. El mismo se desarrolla en colaboración mutua entre Cayana: Colectivo de Arqueología, la Escuela de Arqueología (UNCa) y la Unión Vecinal de Rodeo. **
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Sin embargo, no solamente es una tarea con dificultades al interior de las comunidades donde llevamos adelante nuestros trabajos sino que esta línea de investigación recibe críticas dentro de la propia comunidad científica de arqueólogos; quienes en reiteradas presentaciones en congresos (Biasatti et. al. 2009; Jofré et.al. 2009; Jofré y Biasatti 2010) acusan a este tipo de trabajos, por ejemplo, de “no pertenecer al campo de la arqueología” por no emplear determinadas metodologías (excavaciones, prospecciones), de ser un discurso “utópico e imposible” de llevar a la práctica concreta, que la elección de incorporar relatos orales constituye una cuestión “de moda”. Este conjunto de elementos (desconfianza, miedo al “saqueo” de piezas arqueológicas, deslegitimación de los saberes locales a través de “voces autorizadas”, embates dentro de la disciplina) nos impulsó a preguntarnos sobre la posibilidad de pensar este museo buscando trascender una situación que se despliega a través de tres planos de crítica: desde las comunidades hacia los arqueólogos, desde nuestras investigaciones hacia otros trabajos “tradicionales” y desde ciertos sectores de la comunidad arqueológica hacia este tipo de construcción colectiva. Esto se constituye, entonces, como un desafío para llevar a la práctica nuestros saberes específicos disciplinares y trascender la instancia de la mera crítica a nivel discursivo a través de prácticas concretas que nos sitúen en otros tipos de socializaciones. De la propuesta teórica a las actividades: el ciclo de cine-debate La propuesta teórico-epistemológica adoptada nos conduce a un trabajo metodológico junto con los vecinos de la comunidad, lo cual conlleva una dinámica de constante reformulación como parte del mismo trabajo de campo de aquellas planificaciones o cronogramas que se pretenden preestablecer. Las reformulaciones son el modo de llevarlo adelante - justamente - porque se hace con la comunidad y no sobre ella: pensar “en y desde” la situación; es decir, sin predeterminar prácticas, ni sujetos a priori (Situaciones 2004). Pensar en la construcción colectiva de conocimiento con las comunidades puede traer algunas reminiscencias románticas/idealistas desde un punto de vista discursivo y/o retórico, sin embargo reconocemos que la comunidad de Rodeo está conformada por sectores heterogéneos, con distintos intereses y además, no todos se sienten “habilitados” al momento de participar en un proyecto de museo. Sin embargo, es nuestro objetivo poder abrir el juego a otros sectores y no solamente a aquellos ocupados del turismo, la “cultura”, la educación o el “patrimonio” o que tengan una relación “más directa” con “lo arqueológico”. A su vez, teniendo en cuenta la dimensión política de nuestro trabajo consideramos que existen grupos con intereses incompatibles (por ejemplo, determinados entes estatales y gubernamentales, empresas trasnacionales de alto impacto en la región, etc.). Partiendo de estos planteos, es que intentamos organizar el trabajo de campo y las actividades de manera de encaminarnos hacia dicha construcción colectiva, en este caso, a partir de un proyecto de museo que permita comenzar a revertir las relaciones asimétricas históricamente reafirmadas por la arqueología local. Una de las actividades realizadas durante el trabajo de campo de Enero del 20102, consistió en el desarrollo de un ciclo de cine-debate con sede en la Unión Vecinal de Rodeo. Si bien el ciclo contó con proyecciones regulares durante todo el mes, aquí sólo analizaremos la primera jornada del mismo, las tareas de difusión previas, así como también las discusiones posteriores al interior del grupo, en tanto instancias donde“el trabajo se nos vuelve sobre nosotros”3. Nos dedicamos a convocar a los vecinos con un doble propósito: por un lado buscamos que la comunidad local perciba que en este espacio pueden realizarse diferentes actividades culturales, que no solamente respondan a las tradicionalmente desarrolladas en un museo, por ejemplo: la conservación, resguardo, exhibición y análisis formal de piezas arqueológicas. Por el otro, la realización de un ciclo de cine-debate fue planificada como una suerte de excusa para acercar a los vecinos al museo, con el objeto de contarles acerca del proyecto y con la intensión explícita de que ellos que pudieran participar de la construcción colectiva que se propone. Atendiendo a este propósito llevamos adelante una serie de actividades de difusión, particularmente a través de las radios locales (medio de comunicación que llega a todas las localidades del Departamento de Iglesia), así como también a través del reparto de folletería en distintos negocios. Durante la planificación de la actividad de cine-debate, la discusión se encontró centrada en la elección de películas que nos permitiesen acercar problemáticas actuales que, entendemos, son pasibles de integrar el campo
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Otras de las actividades realizadas fueron: conservación y restauración de piezas arqueológicas de las colecciones de la Unión Vecinal de Rodeo, reacondicionamiento de la sala de exhibición, inventario de colecciones arqueológicas, etc. 3 C itado de las grabaciones realizadas durante el trabajo de discusión al interior del grupo 11/01/2010
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de competencia de la arqueología, si bien desde el discurso tradicional de la disciplina se niegue u omita su pertinencia. Cabe aclarar, que en la producción académica de los arqueólogos de la región, y fundamentalmente en el discurso de aquellos que son considerados como las “voces autorizadas” acerca del pasado prehispánico de la provincia, predomina un posicionamiento teórico de corte fuertemente histórico-cultural, en el que las discontinuidades entre las distintas “culturas”, y por supuesto entre éstas y la sociedad actual son sumamente acusadas (por ejemplo Gambier 2000; García 2002, entre otros). Desde este discurso se inhabilita la posibilidad de que los sujetos –en este caso los pobladores de la comunidad de Rodeo- puedan entenderse así mismos como parte de esa historia contada por otros, para apropiarse de ese pasado despojado por la retóricas científicoestatales, las cuales han cumplido la función principal de deslegitimar las reivindicaciones identitarias étnicas y sociales en la provincia. Es por ello que uno de los objetivos que perseguimos con la proyección consistía en abrir el debate acerca de problemáticas identitarias actuales que desde el rótulo de “lo arqueológico” o “lo indígena” son percibidas por los vecinos de la localidad como ajenas a su cotidianeidad. Atendiendo a estas consideraciones, para la primera fecha del ciclo de cine decidimos proyectar un documental acerca del reclamo de distintos grupos mapuches debido a la expropiación de sus tierras, así como también elegimos otras películas relacionadas con la problemática del agua y la explotación de recursos naturales en la zona por emprendimientos de minería a cielo abierto, entre otras. Durante las tareas de difusión, una buena parte de los vecinos con los que pudimos conversar habían manifestado interés en las actividades propuestas, poniendo particular énfasis en que las colecciones arqueológicas debían permanecer en Rodeo y en la importancia que éstas revisten con respecto a la identidad y el pasado local. Asimismo, consideramos que la difusión tuvo buena llegada, dado que gran parte de los vecinos habían escuchado la invitación por la radio o leído los afiches y muchos de ellos nos manifestaban su deseo de participar. A partir de esta situación consideramos que la actividad contaría con una gran convocatoria. Pese a ello, el día de la proyección, en contraposición a nuestras expectativas, acudieron alrededor de diez personas, en su mayoría niños (entre 5 y 13 años), quienes se acercaron a ver, precisamente, el documental que íbamos a proyectar, ya que ante nuestro ofrecimiento de cambiarlo por una animación “para que no se aburran”, nos replicaron que venían a ver “películas de indios”. En la actividad de proyección, los niños se quedaron sentados frente a la pantalla durante unos 25 minutos (el documental duraba 55 minutos) y luego se fueron levantando, pidiendo permiso para salir de la sala. En el transcurso de la misma había fragmentos en los que se subtitulaba y nosotros les leíamos a los más pequeños para que pudieran entender el sentido de lo que se decía en el documental. A la salida nos reunimos para preguntarles que les había parecido y conversar sobre algunos de los ejes temáticos que proponía el film y que nos interesaba remarcar (la posibilidad de pensar en identidades indígenas actualmente, sus luchas por las tierras, el uso de la lengua). Por otro lado el debate con las personas que permanecieron hasta el final continuó dentro de la sala sobre estos mismos ejes, y se presentaron los objetivos del proyecto del museo y los términos en los que invitamos a sumarse: la construcción colectiva. Posteriormente, realizamos el debate al interior del grupo, al cual llamamos “bajada grupal”. Este ejercicio, que no es meramente intelectual, es un elemento central de nuestro trabajo donde cada uno de nosotros vuelca sus inquietudes, sentires, dudas, miedos, reflexiones, apreciaciones en relación a la experiencia de lo que sucedió en cada actividad, entrevista o situación en particular. Este se constituye como un espacio de construcción colectiva donde se va entramando la subjetividad de cada integrante del grupo en una puesta en común día a día. Cómo formar “parte” del “todo” Esta actividad nos lleva a hacernos algunas preguntas en tanto trabajo que pretende una construcción colectiva, pero ¿cómo se hace en la práctica diaria? Quizás una de las principales dificultades con las que nos encontramos, y que la actividad del cine-debate puso en evidencia, es que tanto las problemáticas que pretendemos atender como el modo de hacerlo implican una proyección a largo plazo, requieren un trabajo sostenido y en nuestra participación en cada trabajo de campo o en cada una de las actividades sólo vemos una “pequeña” parte, lo cual entra en conflicto con nuestras expectativas de “ver resultados”. Pero ¿qué resultados queremos observar? ¿Cual es la tarea que pretendemos terminar? ¿Qué “parte” nos falta? ¿Qué sería el “todo” cuando hablamos de construcción colectiva? En una profundización llevada adelante en los debates pudimos explicitar posteriormente como parte de los supuestos del grupo que entendíamos por aquello que “deberían” ser los “resultados” en tanto mirada heredada de arqueologías tradicionales con las que nos formamos, las cuales tienden a “cerrar” preguntas más que a plantearse nuevas dudas y/o a proponer cambios en situaciones que sólo se “diagnostican”. Además ¿Cómo se
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Soledad Biasatti, Fausto Battaggia, Bruno Rosignoli y Alejandro Bruno
unen las partes? ¿Cuales son las partes? ¿Las partes son los grupos que forman el Colectivo, la comunidad, nosotros como “Cayana”, otros arqueólogos de la provincia, otros museos de la zona...? o ¿las partes son momentos dentro de un proceso, es decir, cada uno de los vínculos que se van estrechando en cada experiencia? aunque no importa tanto el resultado, como el proceso que está en marcha: “...seis menos cuarto estaba que me arrancaba los pelos(refiriendo a la actividad que iniciaba 17.30hs) pero después entendí lo que era la lógica, la primera vez, lo que nos choca a nosotros es que nos estamos metiendo en 15 días en algo que empezó hace mucho y va a terminar dentro de mucho, de alguna forma uno quiere ver.”4 Poder pensar en acercarnos a la comunidad para establecer espacios de socialización en donde -en palabras de Kush- desaparecen las demarcaciones entre observador y observado en tanto ambos “asumen la plenitud de sí mismos, o sea su mutua alteridad” (1978: 64). La desconfianza como elemento de trabajo Detrás de algunos elementos de ingenuidad, ansiedad, ganas y expectativas esperamos que la gente de la localidad se abriera y participara desde el primer día de trabajo nuestro. El propósito de llegar a los vecinos de Rodeo fue realizado y en su momento creímos que eso aseguraría su participación. Pensamos que, al escuchar lo que nosotros teníamos para decir acerca del proyecto teníamos su consentimiento y aceptación. Pero cuando no tuvimos la concurrencia esperada el día de la proyección comenzamos a notar que habíamos pasado por alto algunas “advertencias”. Es decir que, cuando regresamos sobre nuestros cuadernos y grabaciones de los debates posteriores a las tareas de difusión nos enfrentamos con el hecho de que no era tan claro que la gente iba a participar. Muchas de las personas con las que hablamos nos comentaron sobre las grandes dificultades que tuvieron con grupos de arqueólogos, de cómo “saqueaban” el lugar y se llevaban las piezas arqueológicas, dejaban promesas y nunca más regresaban. Es por ello que cuando nos presentamos como grupo de “arqueólogos”, muchos pobladores, directamente asocian nuestro trabajo con este modo de entender la arqueología a través de este tipo de experiencias profundamente sentidas en la zona, tal como nos lo dijo una vecina de manera clara y contundente: “sigan y sigan ustedes excavando y llevándose todo! Yo ya los conozco!”5. De esta manera, más allá de que nosotros pretendamos hacer otro tipo de arqueología, debemos recorrer un largo camino para desandar aquellos deteriorados vínculos entre los pobladores locales y arqueólogos en el Departamento de Iglesia. En este sentido, algunas cuestiones que no debemos perder de vista al momento de considerar los “resultados” que arrojó para el grupo la jornada del ciclo de cine, son los medios a través de los cuales centramos nuestra invitación, así como los lugares por los cuales distribuimos los folletos. La fuerza masiva que tienen las radios en la localidad se ve atravesada, en muchos casos, por la cercanía de sus directivos con determinadas empresas privadas transnacionales. De aquí que esta relación haga que, si bien los vecinos se enteran e interesan de las actividades, desconfían sobre que sectores (políticos y/o económicos) están detrás de ellas. Reflexiones finales Una de las dificultades surgidas durante la experiencia de trabajo en la localidad de Rodeo, es decir la contradicción entre nuestras expectativas y la falta de concurrencia a la actividad descripta en esta ponencia, nos llevó a reconocer que suponíamos a priori que los vecinos se involucrarían desde un principio con nuestra propuesta, supuesto que se vio reforzado por las respuestas positivas que habíamos venido recogiendo durante las actividades de difusión. En este sentido, quizás olvidamos que los vecinos no necesariamente dejarían de vernos como un arqueólogo más, por el solo hecho de presentar lo que nosotros consideramos como una propuesta diferente. Entendemos que esto nos lleva a reconocer nuevamente la centralidad del trabajo sostenido y a largo plazo, atendiendo a una historia conflictiva entre aquellos que vienen “de afuera” (arqueólogos, empresas privadas y transnacionales, universidad, turistas, etc.) y los vecinos, acostumbrados a que se “lleven todo” o “no escuchen” (en tanto vienen a dictar cursos o talleres “depositando” información en sus oyentes). Por otra parte, a la luz de otras actividades que se propusieron durante el mismo mes de trabajo de campo y que se llevaron adelante con “resultados” alentadores para el grupo6,2consideramos que la participación y el
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C itado de las grabaciones realizadas durante el trabajo de discusión al interior del grupo 11/01/2010 E sto le expresó una vecina de Rodeo a una integrante de nuestro grupo, en un local comercial durante las tareas de difusión. Tras eso, cerró la puerta con un golpe y se retiró enojada. 62 Véase, por ejemplo, otros trabajos presentados en esta Mesa Redonda: LO LÚDICO Y LO ARQUEOLÓGICO: UNA RELACIÓN POSIBLE de María Cecilia Hope y Jaquelina Marcela Salinas y CONSTRUYENDO NUEVAS FORMAS DE DIÁLOGO: UNA 5
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intercambio resultan más sencillos en espacios ya institucionalizados, como son las escuelas o la colonia de verano, en tanto que la actividad del cine debate implicó el desafío de crear un espacio nuevo. A su vez la tarea de convocar al museo tiene la doble problemática de tener que desandar no sólo la experiencia previa de los vecinos de la zona con los arqueólogos y profesionales universitarios en general, sino también la mirada existente sobre lo que es y lo que debería ser un “museo”. Finalmente, más allá de las dificultades del trabajo colectivo y de la propuesta de una “construcción colectiva y dialógica del conocimiento” estamos seguros que esta dinámica genera relaciones duraderas a largo plazo basadas en vínculos de confianza. Agradecimientos La reflexión plasmada en este escrito forma parte de las actividades que realizamos grupalmente durante todo el mes de enero de 2010 en la localidad de Rodeo, donde participamos junto con Selene Araya, Pablo Aroca, Ana Bertazzo, Luciano Bonfatti, Rogelio Castillo, Amelia Dhabar, Victoria Duarte, Débora Egea, María Soledad Galimberti, María Paz Godoy, María Belén Guirado, Cecilia Hope, Carina Jofré, Fernando Lucero, Antonela Marinelli, Valeria Martín, Mariela Morales, Cristian Naranjo, Alberto Ramírez, Jaquelina Salinas, Sabrina Todaro, Oscar Varela. A cada uno de ellos, nuestro afectuoso reconocimiento. Bibliografía Biasatti, S.; Gonzalez, G.; Compañy, G.; Jofré, I. C. 2006. Una Visión De Las Relaciones Entre Arqueología Y Educación. Actas Del VIII Congreso Argentino De Antropología Social . Salta. Biasatti, S, Galimberti, M.S., Jofré, I.C., Aroca, P., Lucero, F. y Hope, C. 2009. Pensando y construyendo colectivamente el presente-pasado- futuro en San Juan”. Publicación de Conferencias y Resúmenes del 2do Seminario Magistral “Las sociedades de los paisajes semi-áridos y áridos del centro-oeste argentino” y 8vas Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del Centro-Oeste del país. Pp. 102. Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria. Departamento de Historia. Universidad Nacional de Río Cuarto. Córdoba (Argentina). Situaciones, Colectivo de Investigación Militante. 2004. Algo más sobre la Militancia de Investigación. Notas al pié sobre procedimientos e (in)decisiones. En: http://www.situaciones.org/ consultado 22 marzo 2010. Gambier, M. 2000. Prehistoria de San Juan. 2º Edición Ansilta Editora. San Juan. Gambier, M. y C. T. Michieli. 1985. La investigación arqueológica y la difusión museográfica de sus resultados para la formación de la conciencia histórica de la comunidad. En Vol. 14. Publicaciones. Universidad Nacional de San Juan, Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo. San Juan. García, A. 2002. Una mirada a los reclamos modernos de identidad huarpe. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, Volumen VI. Número 109. En: www.ub.es/geocrit/sn/sn-109.htm consultado 15 marzo 2010. Grosso, J. L. 2007. El revés de la trama. Cuerpos, semiopraxis e interculturalidad en contextos poscoloniales. Revista Arqueología sudamericana. Volumen. 2. Número 3: 184-212, Departamento de Antropología, Universidad del Cauca – Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca, Popayán y Catamarca. Jofré, I.C. 2009. Arqueología de las sociedades “capayanas” del norte de San Juan, República Argentina. Crítica a las narrativas discontinuistas de la arqueología sanjuanina. Arqueología Suramericana/Arqueología Sul Americana. Volumen 4, Número 2: 146- 168. Gnecco, C. y Haber, A. (Editores). Departamento de Antropología, Universidad del Cauca – Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca, Popayán y Catamarca. Jofre´, I.C., Biasatti, S., Galimberti, M.S., Aroca, P., Lucero, F. y Hope, C. 2009. El cuerpo indígena patrimonializado. Análisis y discusión de casos de pedidos de restitución de cuerpos humanos a comunidades originarias en la provincia de San Juan. Publicación de Conferencias y Resúmenes del 2do Seminario Magistral “Las sociedades de los paisajes semi-áridos y áridos del centro-oeste argentino” y 8vas Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del Centro-Oeste del país. Pp. 103. Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria. Departamento de Historia. Universidad Nacional de Río Cuarto. Córdoba (Argentina). Jofré, I.C. y S. Biasatti. 2010. QUEREMOS QUE LAS COSAS ARQUEOLÓGICAS SE QUEDEN AQUÍ. Representaciones sociales de la apropiación simbólica y material del pasado indígena en Rodeo. CD del IV Congreso Interoceánico de Estudios Latinoamericanos, X Seminario Argentino Chileno y IV Seminario Cono Sur de Ciencias Sociales, Humanidades y Relaciones Internacionales. “La travesía de la Libertad ante del Bicentenario”. Mendoza. Kusch, R. 1978. Esbozo de una antropología filosófica americana. Castañeda, Buenos Aires.
ARQUEOLGÍA INDISCIPLINADA TRANSDISCIPLINAR en el NORTE de SAN JUAN de María Soledad Galimberti; Fernando Lucero; Ana Bertazzo y Cristian Naranjo.
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ARQUEOLOGÍAS NATIVAS COMO UNA ELABORACIÓN COLECTIVA Y LA MILITANCIA EN LA INVESTIGACIÓN Ivana Carina Jofré* , María Belén Guirado López** , Luciano Bonfatti **** , Selene Araya Lisette*** y Pablo Daniel Aroca Negron*** Resumen Tras largo tiempo de desconocimiento de las identidades locales, la arqueología en la provincia de San Juan empieza a relacionarse con la producción de historias locales buscando el surgimiento y revitalización de memorias sociales hasta ahora postergadas, las cuales emergen en el marco de nuevos proyectos sociales. En este breve ensayo buscamos plasmar algunos trasfondos teóricos de una praxis social militante anclada en la apertura de espacios de elaboración colectiva. Pensamos que este es un camino posible -entre tantos- hacia la reflexión crítica de nuestras realidades sociales, un camino que nos permite empezar a creer en la posibilidad de la construcción colectiva de nuevas formas de sociabilidad en un contexto histórico político signado por la disolución de los lazos comunitarios. Arqueologías nativas como elaboración colectiva. La experiencia colectiva encuentra lugar en las llamadas arqueologías nativas, lo que en Sudamérica, Gnecco (2008) ha dado en llamar “arqueologías del sentido local” o “prácticas políticas reaccionarias” a la lógica cultural dominante. Estas promueven y contribuyen a la construcción de espacios plurales y son también movimientos de la arqueología para insubordinarse en su relación colonial con las comunidades locales (Haber 2008). Estas nuevas prácticas políticas en la actualidad de los proyectos arqueológicos han tendido a multiplicarse, aunque no siempre inscribiéndose en idénticos o similares caminos teóricos y prácticas para acometer cambios. La originalidad es una condición para su existencia, porque ellas son elaboraciones prácticas, no son modelos o recetas para hacer, dado que piensan y actúan “en y desde la situación”, sin concebir prácticas, teorías ni sujetos a priori (Situaciones 2004). Las arqueologías indígenas ocupan un lugar principal en este escenario de transformaciones en la política del conocimiento del pasado de las comunidades (Gnecco 2008; Haber 2008; Jofré 2009; Mamani 1992; Smith y Wobst 2005; Watkins 2001, 2004, entre otros). En San Juan, algunos de nuestros trabajos en curso (Jofré 2009) plantean por primera vez en la provincia, y en la región de Cuyo, la posibilidad de pensar arqueologías indígenas como apropiaciones simbólicas nativas de la cultura material indígena. Apoyadas estas en fuentes teóricas tradicionales (como son las fuentes históricas escritas y la cultura material arqueológica), fuentes orales y representaciones sociales actuales producidas por los sujetos en constante resignificación simbólica de su presente, pasado y proyección de futuro. Esta arqueología indígena introduce la responsabilidad autoral del arqueólogo/a, no sólo desde la ética académico-profesional, si no desde su identidad como sujeto indígena en tensión constante con los objetos de estudio de la arqueología tradicional (Jofré 2009). Otros autores como Funari (2001, 2004) también han denominado “arqueología pública” a estos nuevos pluralismos, como expresiones horizontales y no jerárquicas de la diferencia, en términos de economía política como de interpretación, lo cual implica arqueologías con públicos, protagonistas y propósitos más amplios (Gnecco 2008). Esta arqueología colectiva, pública y plural puede concebirse “como una cooproducción en la cual los sectores interesados colaboran, aprenden y producen historia de manera conjunta, aunque no sin conflicto productivo” (Gnecco 2008: 101). Como sostiene Curtoni (2008), en Argentina los casos de participación e involucramiento de actores locales extra-académicos en proyectos arqueológicos no han sido demasiados en la historia de la disciplina, aunque esto pareciera estar revirtiéndose en los últimos años en algunas regiones del país. Aquí en este texto quisiéramos hacer un breve ensayo de los fundamentos que atraviesan nuestra práctica social y política desde un Colectivo de *
C ayana Colectivo de Arqueología. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca, CONICET. E-mail:
[email protected]/
[email protected] ** C ayana Colectivo de Arqueología. Egresada de la carrera de Sociologia de la Universidad Nacional de San Juan. E-mail:
[email protected] *** C ayana Colectivo de Arqueología. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. E-mail: gackt_ and_
[email protected]/
[email protected] **** C ayana Colectivo de Arqueología. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. E-mail:
[email protected]
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Ivana Carina Jofré, María Belén Guirado López, Luciano Bonfatti, Selene Araya Lisette y Pablo Daniel Aroca Negron
Investigación-Acción-Militante vinculado a la arqueología y a la co-producción de saberes en la provincia de San Juan. Fundamentos teóricos para introducirnos al sentido local y a la elaboración colectiva de sentidos plurales. Foucault (2002) sostenía que la capacidad descriptiva de la arqueología tiene lugar en cuatro frentes, a saber: novedad, contradicción, comparación y transformación. El primer frente se refiere a la originalidad, pero no en términos del origen, sino en términos de la ruptura con lo ya-dicho y con lo regular (acumulación de lo ya-dicho) (Ricoeur 2004). Mientras que el segundo frente, la contradicción, es aquel censurado por la investigación convencional, que se ha esforzado por "no multiplicar inútilmente las contradicciones, no caer en la trampa de las pequeñas diferencias, no conceder demasiada importancia a los cambios, a los arrepentiemientos, a los exámenes de conciencia, a las polémicas; no suponer que el discurso de los hombres se halla perpetuamente minado en su interior por la contradicción de sus deseos, de las influencias que han experimentado, o las condiciones en que viven; sino admitir que si hablan, y si, entre ellos, dialogan, es mucho más para superar esas contradicciones y encontrar el punto a partir del cual puedan ser dominadas (Foucault 2002: 250). El autor sentencia: "El discurso es el camino de una contradicción a otra: si da lugar a las que se ven, es porque obedece a las que se ocultan" (Foucault 2002: 254) . Para Foucault las contradicciones son objetos que hay que describir por sí mismos, porque en ellos se encuentran la desviación, la disensión, las asperezas del discurso (Ricoeur 2004). El tercer frente de la arqueología de Foucault, es el de la comparación. Es aquel frente por el cual la arqueología se convierte en interdiscursiva (Ricoeur 2004). “ El estudio arqueológico está siempre en plural: se ejerce en una mutiplicidad de registros, recorre intersticios y desviaciones, y tiene su dominio allí donde las unidades se yuxtaponen, se separan, fijan sus aristas, se enfrentan, y dibujan entre ellas espacios en blanco” (Foucault 2002: 263). Y en el último frente, la arqueología se juega su destino, en el cambio y las transformaciones. Allí la arqueología establece su convicción de no multiplicar las diferencias, sino de negarse a reducirlas. La arqueología toma por objeto lo que habitualmente se toma como obstáculo, pero no tiene la intención de afirmar las diferencias sino analizarlas, decir en que consisten y en diferenciarlas (Foucault op. cit.). Esas diferencias son las discontinuidades, las cuales se convierten en foco de estudio. Pero no se confunda discontinuidad (ruptura) con inactividad. En la historia de las ideas, las continuidades han sido empleadas como ley de referencia, dándole estatuto para neutralizarlas, empujándolas hacia el límite exterior del tiempo, a la pasividad original (op. cit). La arqueología se propone invertir esta disposición, o más bien, servirse uno de otro recíprocamente: mostrar como lo continuo está formado según las mismas condiciones, y según las mismas reglas que la dispersión (op. cit). En términos fenomenológicos, consideramos que nuestro “texto arqueológico” es una representación del pasado, cuyos elementos se interpretan (Thomas 1996; Yates 1991). Asumimos que el movimiento de toda arqueología es cómplice de la reducción de la estructuralidad de la estructura, e intenta siempre pensar esta última a partir de una presencia plena y fuera de juego (Derrida 1989). De esta forma la tarea de la arqueología sería la de reducir, o someter a sospecha, el concepto de estructura centrada, que no es más que el concepto de un juego fundado, constituido a través de una inmovilidad fundadora y de una certeza tranquilizadora que produce la posibilidad de fijar sentido (Yates 1991). El centro adquiere muchos nombres, que aluden siempre a lo invariante de una presencia: origen, fin, esencia, existencia, sustancia, sujeto, Dios, hombre, etc., y sus repeticiones, sustituciones, transformaciones, permutaciones, quedan siempre fijadas en una historia de sentido, cuyo origen siempre puede despertarse, o anticipar su fin, en la forma de la presencia (Derrida 1989). Al fijar sentido, siempre se establece un centro, y por eso siempre hay una serie de sustituciones de centro a centro, o lo que es lo mismo, un encadenamiento de determinaciones del centro. Por eso el acontecimiento de ruptura es una repetición, y todo lo que se diga de la estructuralidad de la estructura no pre-existe a la misma, no está fuera de ella. El centro no tiene lugar fijo, no es un ente-presente, es solo una función, un no-lugar en el que se representan sustituciones de signos hasta el infinito (op. cit.). Y este no-lugar esta inscripto en el campo del lenguaje. Por su parte, la elaboración colectiva implica la crítica a la legitimidad del discurso científico y su régimen de producción de verdades, su método. ¿Qué separa el conocimiento científico de lo que no lo es? Si la ciencia busca la verdad, ¿cuales son los fundamentos que dan rigor de verdad a los enunciados científicos? Ya no hay fuentes últimas de verdad y la ciencia ha demostrado no ser una empresa acumulativa. La verdad puede tener muchas fuentes y muchas interpretaciones que se hacen de esas fuentes, es también fruto de consensos y de luchas, y es, finalmente, un producto histórico-social según lo afirmaron Kuhn, Lákatos, y Feyerabend. Verdades
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falibles, verdades provisorias, verdades consensuadas, en todos los casos el método científico es un conjunto de reglas cuya legitimidad no es un a priori. Contra el método, Feyerabend sostiene que si no se puede probar un método a priori, entonces todo vale (Feyerabend 1974). Su postura epistemológica es parte de los fundamentos de la acción militante del colectivo, la cual entendemos como una empresa de conocimiento contra-académica que intenta transformar realidades. Prueba de esto último son las crispaciones que genera nuestro proceder en los ámbitos de la academia tradicional, en donde no solo se confrontan posiciones teórico-metodológicas, si no que también se disputan y dirimen intereses de orden político y social. De la acción a la militancia en la investigación. Nuestro trabajo está orientado a un diálogo (Freire 2001). En tanto Colectivo de Investigación-Acción-Militante entendemos nuestra práctica arqueológica como siendo parte de un pensar nuestra historia como enlazada a un tiempo anterior que le da origen y la constituye inevitablemente, de esta forma dejamos de tratar con un pasado de miles de años para involucrarnos con un pasado que se haya inscripto en la memoria social de las prácticas y saberes de los sujetos de las comunidades. Desde una postura dialógica, damos cuenta de una arqueología que parta de la articulación de los distintos saberes en tensión, en un lugar donde las memorias del pasado se vuelven una parte activa en el proceso de constitución de sujetos históricos presentes, recobrando memorias de dominación y resistencias, de quiebres y continnums, de valores y sentidos, de diálogos y silencios (Jofré et al. 2008; Jofré y Gonzalez 2008). Como sostiene Feyerabend, el método rígido es poco útil, la argumentación es una noción que se desarrolla en la dialéctica entre lo que es y lo que no es el objeto (Feyerabend 1974). La provocación del autor tiene fundamento en su preocupación por la “humanidad” del acto científico. Feyerabend introduce la militancia en el corazón de la epistemología. Entre otras cosas, arremete contra la autonomía del campo científico, como una simplificación racionalista que pretende esterilizar la razón científica de cualquier otra razón humana que anida en el propio científico. El método, según este autor, entra en conflicto tanto con el desarrollo de la individualidad del hombre como con la misma historicidad de la producción científica. Nuestro Colectivo de Investigación-AcciónMilitante es ante todo un grupo humano movilizado por valores explícitos, dispuestos a irrumpir en el medio para promover cambios, en una dinámica incesante de proyecciones, improvisaciones y cambios contingentes. La dialéctica puede que riña con una idea de la dinámica del acontecer, sin embargo, construir su objeto de conocimientos en la interacción y lejos de las certezas es, a nuestro entender, esa lucha abierta entre la verdad y el error que construye el objeto. Lo cual hace de pretexto a fines mayores al conocimiento científico, pues busca humanizar realidades sociales de expropiación e injusticia; y como tal, se implica en el juego complejo de relaciones de poder que definen el espacio social en que se desarrolla (Feyerabend 1974, 1989). El colectivo echa mano de lo que surge, de la vorágine de ideas creativas y creadoras, dialoga tan pronto con el arte como con los textos de la academia como con la expresión popular; y sus fundamentos se escapan de la necesidad del rigor científico porque trasciende su objeto, es decir que no lo descarta sino que lo integra, lo implica en un espectro mayor de militancia social y experiencia de creación, valga decir, científica. A diferencia de cualquier otro trabajo científico, el colectivo no tiene un objeto de estudio, pues creemos que sólo hay interacción entre sujetos. Se trata de pensar más allá del Yo, lo cual supone romper las barreras del emisor y el receptor, lograr desdibujar los límites de ambos para la comunicación. No obstante el “nosotros” tampoco implica negar las individualidades, los sujetos particulares que hacen al colectivo (Cayana 2007). ¿Qué entendemos por militancia? En términos prácticos es el abandono de la creencia del poder (como dominación) como único vehículo de acción y transformación social, la creencia en que nuestro pensamiento puede agenciar sentidos tendientes a la creación de otro orden de vida, ya no mediado por la dicotomía del poder de unos sobre otros, o el empoderamiento de aquellos menos favorecidos en aquella relación de opresión e injusticia. Es decir, nuestro lugar como académicos puede ser otro, no aquel que alimente a estas relaciones de dominación, ya sea dominando o empoderando a otros. Por eso entendemos que nuestro pensamiento y la política dependen de la capacidad de experiencia, de implicancia y de encuentro (Situaciones 2004). Esta militancia se vincula a la creencia en un nuevo modo de sociabilidad que demanda una nueva disposición del sentir y del pensar. Pero es claro también que esta actitud que va más allá de la acción (la necesidad interna o externa por la cual podemos sentirnos compelidos a actuar frente a una situación que se nos presente ante nuestros ojos como un acto de injusticia) también trae aparejados riesgos que hacen de la militancia la opción menos atractiva para muchos. ¿Cómo vincularnos con la fragilidad de este surgimiento favoreciendo su
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desarrollo y no contribuyendo a neutralizarlo aún contra nuestras intenciones? ¿De qué grado de ignorancia es preciso armarse para hacer de la investigación un auténtico organizador de nuestras prácticas y no una mera cobertura táctica? (Situaciones 2004). Estas son algunas de las tantas preguntas que ilustran los riesgos implicados en la pérdida de las seguridades que provee el método, el camino acabado, el procedimiento del manual, la prescripción de las tradiciones científicas frente a las inseguridades, a veces frustrantes, del ensayo de otro tipo de realidad. Conclusiones Creemos que la arqueología puede ayudar a pensar problemas sociales amplios, a destejer enmarañamientos de sentidos ocultos en pretendidos juicios de verdad utilizados para justificar el destierro, la negación de las diferencias y los derechos históricos de los sujetos y comunidades avasallados en sus territorios, como así también puede accionar para batallar contra la ignominia de los agentes funcionales al poder. Por eso pensamos que la critica a los supuestos epistemológicos y ontológicos de la ciencia también debería hacernos tomar conciencia de que la arqueología implica una inadecuación de los modos textuales en los cuales ella se representa (Haber 2008). Es decir, sólo la arqueología vuelta sobre ella misma, vuelta objeto de su propio conocimiento, puede encaminarse como práctica social honesta y comprometida. La elaboración colectiva en el campo de la arqueología y más allá de ella puede ser, y de hecho lo es, una experimentación a conciencia de un deseo por encontrar en lo común una conexión afectiva comunicativa que trascienda los límites del conocimiento. Agradecimientos Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto “Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)” financiado por el Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa de Voluntariado Universitario, edición 2009, y por el Ministerio de Cultura de la Nación a través de la Convocatoria de Becas Grupales del Fondo Nacional de las Artes. Dicho proyecto se desarrolla en colaboración mutua entre el Colectivo de Arqueología “Cayana” (con lugar de trabajo en la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca) y la Unión Vecinal de Rodeo. Bibliografía Cayana, Colectivo de Arqueología. 2007. Declaración de principios del Colectivo. Disponible online en: www.cayanacolectivodearqueologia.wordpress.com, blog consultado por última vez el 1 de Mayo de 2010. Curtoni, R. 2008. Acerca de las consecuencias sociales de la arqueología. Epistemología y política de la práctica. Comechingonia 11: 29-45. Derrida, J. 1989 La estructura, el signo y el juego en el discurso de las Ciencias Humanas. En: La escritura y la diferencia. Anthropos. Barcelona. Feyerabend, P. 1974. Contra el Método. Editorial Ariel. Barcelona. 1989. Límites de las Ciencias. Editorial Paidós. Barcelona Foucault, M. 2002. La arqueología del saber. Siglo XXI editores. Buenos Aires. Freire, P. 2001. Pedagogía del Oprimido. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires. Funari, P. 2001. Public Archaeology from a Latin America Perspective. Public Archaeology 1: 239-243. 2004. Public Archaeology in Brazil. En: Public Archaeology, editado por N. Merriman, pp. 202-210. Routledge, Londres. Gnecco, C. 2008. Manifiesto moralista por una arqueología reaccionaria. En: Sed Non Satiata II. Acercamientos Sociales en la Arqueología Latinoamericana, compilado por Féliz Acuto y Andrés Zarankin, pp. 93-101. Colección Contextos Humanos, Serie Intercultura-Memoria y Patrimonio. Encuentro Grupo Editor, Facultad de Humanidades, Univeridad de los Andes. Córdoba. Haber, A. F. 2008. ¿A dónde están los 99 tíficos? Notas de campo de arqueología subjuntiva. En: Sed Non Satiata II. Acercamientos Sociales en la Arqueología Latinoamericana, compilado por Féliz Acuto y Andrés Zarankin, pp. 103-120. Colección Contextos Humanos, Serie Intercultura-Memoria y Patrimonio. Encuentro Grupo Editor, Facultad de Humanidades, Univeridad de los Andes. Córdoba. Jofré, I. C.; S. Biasatti, M. S. Galimberti, P. Aroca y G. González. 2008. Doble aprendizaje en las escuelas rurales del Norte de San Juan. Actas del Congreso Argentino de Antropología Social , Mesa de Trabajo: Arqueologías Educadas. Experiencias de trabajo y reflexión crítica de los modos de pensar el pasado y de los modos hacer el presente a través de la práctica arqueológica. Posadas. Edición digital online: http://www.caas.org.ar/ Consultada por última vez el 10 de Abril de 2009. Jofré, I. C. 2009 Arqueología de las sociedades “capayanas” del norte de San Juan, República Argentina. Crítica a las narrativas discontinuistas de la arqueología sanjuanina. Arqueología Sudamericana. Volumen 4, Número 2: 146-168.
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Jofré, I. C. y G. González. 2008. “En la radio han dicho que no se puede tocar nada...” Reflexiones sobre el patrimonio arqueológico en la Provincia de San Juan (República Argentina). Revista Chilena de Antropología, Número 19, tomo 2007-2008: 117-141. Mamani Condori, C. 1992. Historia y prehistoria. ¿Dónde nos encontramos los indios? En: Los aymaras frente a la historia: Dos ensayos metodológicos, pp. 1-16. Taller de Historia Oral Andina. Aruwiyiri, Chukiyawu. Moore, H. 1991. Paul Ricoeur: Action, Meaning and Text. En: Reading Material Culture, pp. 85- 120, edited by Christopher Tilley. Blackwell, Oxford and Cambridge. Ricoeur, P. 2001. Del texto a la acción. Ensayos de Hermenéutica II. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2004. La memoria, la historia, el olvido. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. Situaciones, Colectivo de Investigación Militante. 2004. Algo más sobre la Militancia de Investigación. En: Borradores de investigación y otros textos, edición digital http://www.nodo50.org/colectivosituaciones/index.html, consultado por última vez el 01 de Mayo de 2010. Smith C. y M. Wobst (Editores) 2005. Indigenous Archaeologies. Decolonizing Theory and Practice. Routledge, Londres y New York. Thomas, J. 1986. Time, Culture and Identity. An interpretive archaeology. Routledge, London. Yates, T. 1991. Jacques Derrida: 'There is nothing outside of the text'. En: (1991) Reading Material Culture, pp. 206-280, edited by Christopher Tilley. Blackwell, Oxford and Cambridge. Watkins, J. 2001. Indigenous Archaeology: American Indian Values and Scientific Practice. Worlds Of Archaeology Series, Altamira Press. 2004. Becoming American or becoming Indian? NAGPRA, Kennewick and cultural afiliation. Journal of Social Archaeology, vol 4: 60-80.
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CAPÍTULO 30 MESA DE COMUNICACIONES 1 NORDESTE Coordinadora Flavia V. Ottalagano
CONICET-Facultad de Humanidades y Artes, UNR
Evaluadores Laura Beovide Departamento de Arqueología Museo Nacional de Antropología, Uruguay CONICET
María Ximena Senatore Universidad de Buenos Aires Universidad Nacional de la Patagonia Austral Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas IMHICIHU – CONICET
Juan B. Leoni
Daniel Loponte
Mariano Ramos
CONICET-Facultad de Humanidades y Artes, UNR
Carlos N. Ceruti
CONICETFacultad de Humanidades y Artes (UNR) Director del PRORAHEP- DCS Universidad Nacional de Lujan. María Carolina Barboza Centro de Estudios Interdisciplinarios en Antropología Facultad de Humanidades y Artes, UNR, CONICET
CONICET-INAPL
Flavia V. Ottalagano Diana S. Tamburini
Facultad de Humanidades y Artes, UNR
ÍNDICE INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL DELTA SUPERIOR ENTRERRIANO: SITIO CERRO PUESTO ACOSTA (DEPARTAMENTO VICTORIA, PROVINCIA DE ENTRE RÍOS) Flavia V. Ottalagano, Mariano H. Darigo, Keila Sulich y Lisandro Arelovich .......................................
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INFORME PRELIMINAR SOBRE EL ANÁLISIS DE LOS MATERIALES LITICOS DEL SITIO ARENAL CENTRAL EN LA ISLA MARTIN GARCIA María Isabel Capparelli y Analía Dávila..................................................................................................
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PRIMEROS RESULTADOS DEL ANÁLISIS DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DEL SITIO PAJAS BLANCAS (CORONDA, PCIA. DE SANTA FE) Julieta I. Sartori .........................................................................................................................................
1487
ANÁLISIS DE ÁCIDOS GRASOS EN ALFARERÍA ARQUEOLÓGICA DEL HUMEDAL DEL PARANÁ INFERIOR. AVANCES EN EL CONOCIMIENTO DE SU USO Gabriela Naranjo, Laura Malec y Maricel Pérez .......................................................................................
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EVIDENCIAS DEL PRIMER ASENTAMIENTO ESPAÑOL EN LA CUENCA DEL RIO DE LA PLATA (SANCTI SPIRITUS 1527-1529), PROVINCIA DE SANTA FE Guillermo Frittegotto, Fabian C. Letieri, Héctor Meletta, Cecilia Arias y María E. Astiz ...................................................................................................................
1499
PRIMERAS APROXIMACIONES AL ESTUDIO DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE LA PRIMERA OCUPACIÓN ESPAÑOLA EN LA DESEMBOCADURA DEL RÍO CARCARAÑÁ (FUERTE SANCTI SPÍRITUS 1527-1529) Gabriel Cocco, Cecilia Arias, Emmanuel Vargas y Cecilia Rey ...............................................................
1505
LAS GUARANÍES, LOS JESUITAS Y EL COTI GUAZÚ DE LA REDUCCIÓN DE SANTA ANA: NUEVOS ABORDAJES SOBRE LA CONQUISTA EN EL NORESTE ARGENTINO María Victoria Roca ................................................................................................................................... 1511 PRIMERAS INTERVENCIONES EN EL PREDIO DE LA CASA DE LA ADMINISTRACIÓN, SEDE DE LA COLONIZACIÓN DEL NORTE SANTAFESINO, 1870, ALEJANDRA, SANTA FE Irene Dosztal ............................................................................................................................................... 1517 ANÁLISIS DE MATERIALES ARQUEOLOGÍCOS CORRESPONDIENTES AL PREDIO DE LA EX ESCUELA NORMAL DE SAN JUSTO: PRIMEROS RESULTADOS. María Belén Colasurdo y Federico Katalinich ............................................................................................ 1523
CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
INVESTIGACIONES ARQUEOLÒGICAS EN EL DELTA SUPERIOR ENTRERRIANO: SITIO CERRO PUESTO ACOSTA (DEPARTAMENTO VICTORIA, PROVINCIA DE ENTRE RÌOS) Flavia V. Ottalagano * , Mariano H. Darigo** , Keila Sulich** y Lisandro Arelovich** Introducción En este trabajo se presentan los primeros informes en relación a las investigaciones arqueológicas que se están llevando adelante en el Delta superior del río Paraná desde el año 2009, concretamente en el sitio Cerro Puesto Acosta (Departamento de Victoria, Provincia de Entre Ríos). Los trabajos de campo realizados en este sitio se enmarcan en un proyecto tendiente a incrementar la información empírica existente, como base para la formulación de consideraciones relacionadas con los comportamientos sociales y simbólicos de las poblaciones prehispánicas del área. Las investigaciones arqueológicas en este ámbito geográfico se vieron por largo tiempo postergadas; desarrollándose la mayoría de ellas de acuerdo a una metodología de campo no rigurosa, la cual imposibilitaba dar cuenta del contexto de los materiales recuperados (Ottalagano 2007, 2009). Consecuentemente con esto, los contenidos simbólicos y sociales del los artefactos arqueológicos fueron abordados desde los aspectos formales de estos materiales, sin tener en cuenta las condiciones contextuales de los hallazgos (ej. ver González 1977; Serrano 1972). El presente trabajo, particularmente, intenta constituirse entonces como un avance hacia la generación de datos de campo, contribuyendo a acrecentar el cuerpo de información arqueológica contextual para el área de influencia del Paraná. El sitio arqueológico Cerro Puesto Acosta (CPA) se ubica específicamente sobre la margen derecha del arroyo Salto (32º47’19,9’’S y 60º 31’9,9’’O), a metros de su intersección con el arroyo San Lorenzo, en el Delta superior del río Paraná (Figura 1). Se localiza a unos 40km al oeste de la ciudad de Victoria (Provincia de Entre Ríos) y a 2km al norte de la Ruta Nacional 174, que une esta ciudad con la de Rosario (Provincia de Santa Fe). Fue relevado en el curso de investigaciones previas, que se vienen realizando desde el año 2007 y que tienen como propósito abordar el estudio general de las poblaciones asentadas específicamente en área del Delta Superior del Paraná. Como parte de las mismas, se efectuaron relevamientos planimétricos con estación total y recolecciones superficiales (ver Bonomo et al. 2007; Bonomo et al. 2008). El sitio se encuentra situado en un ambiente ligado a los regímenes de inundación del río Paraná y sus afluentes (Lewis 1981). La vegetación del área se relaciona generalmente con la altura del terreno; encontrándose, por ejemplo: camalotales (Eichhornia sp.) sobre los cursos de agua, pajonales en las alturas medias (ej. Panicum prionitis) y vegetación arbórea en la parte alta de los albardones (ej. sauce: Salix humboldtian; aliso: Tessaria integrifolia: espinillo del bañado: Acacia caven; timbó: Enterolobius contorstisiliquum; ceibo: Erythrina crita galli) (Gobierno de la Provincia de Santa Fe 1997; Rabin 2006). CPA se emplaza sobre un montículo de un metro de altura en su parte más elevada, y es posible registrar material cerámico sobre su superficie, así como en una amplia extensión de su barranca, esto es, en unos 280 m de costa del arroyo Salto. Próximo al mismo, se encuentran dos elevaciones, separadas del cerro principal por unos 100m de distancia, en donde se detectó igualmente material arqueológico a nivel superficial. Según los comentarios del Sr. Acosta, y actual arrendatario del campo donde se halla el sitio, estas elevaciones habrían sido mayores unas décadas atrás; con anterioridad a las excepcionales inundaciones que las habrían cubierto totalmente entre 1982-1983 (ver Boivin et al. 1997). Una de estas elevaciones se presenta cubierta por vegetación arbórea (ej. Acacia caven), en tanto que la otra, se visualiza más bien como un claro de forma circular. El sitio se localiza en propiedad privada, en terrenos arrendados para actividades ganaderas. Esto hace que parte del cerro se encuentre ocupado por las estructuras asociadas al puesto respectivo (ej. ranchadas, corrales, alambrados, escalonados artificiales en la barranca), que se ven favorecidas por la elevacion del montìculo. La vivienda que forma parte del puesto, hoy ocupada solamente en forma temporaria, fue levantada 30 años atrás, *
C ONICET-Facultad de Humanidades y Artes (UNR);
[email protected] F acultad de Humanidades y Artes (UNR);
[email protected];
[email protected];
[email protected]
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Flavia V. Ottalagano, Mariano H. Darigo, Keila Sulich y Lisandro Arelovich
construyéndose posteriormente el corral mayor. Por consiguiente, Cerro Puesto Acosta viene siendo progresivamente afectado desde la década de 1980 por la acción antrópica, responsable de generar: remosión de sedimentos y consiguiente modificación de la estratigrafía arquelógica, fractura de materiales y, especialmente, el desecho en el área del sitio de ítems modernos (ej. elementos de plástico, metal y vidrio) los cuales tienden a mezclarse con aquellos arqueológicos. Por otra parte, CPA se halla alterado de manera importante por la acción hídrica, ya que su sector norte está siendo destruido por el curso del arroyo Salto. Los procesos erosivos de este agente natural se potencializan notablemente por el paso continuo de lanchas a motor, las cuales producen un oleaje considerable. Estos factores conducen hacia la paulatina formación barrancas, así como contribuyen al desmoronamiento de las mismas. De esta manera, se ocaciona la destrucción de la matriz sedimentaria del sitio; situación que deriva principalmente en el transporte y redepósito de los materiales arqueológicos. Por otro lado, a los procesos post-depositacionales ya mencionados, se suma el pisoteo del ganado vacuno, el cual se constituye como otro de los agentes de considerable perturbación en el sitio. El ganado vacuno, si bien se desplaza libremente por todas las áreas del sitio, tiende a concentrarse mayormente en sus zonas más elevadas, a la vez cubiertas de vegetación arbórea, que constituyen reparos de sombra y de refugio cuando el arroyo crece. El pisoteo, producto de la faunaturbación, estaría incidiendo en la compactación de los sedimentos, especialmente en lo que respecta a los primeros niveles, esto es, en aproximadamente los 0,30m de profundidad; ocasionando la disminución progresiva de la altura de los montículos (ver también Bonomo et al. 2008).
Argentina
Entre Ríos
Arroyo Salto
Victoria Cerro Puesto Acosta
Rosario
500m
Figura 1: Localización geográfica del sitio Cerro Puesto Acosta.
Los primeros trabajos en el sitio Los trabajos de prospección en el sitio incluyeron como primera medida el mapeo de las concentraciones de materiales en la barranca, a fin de contar con una información de base para la posterior realización de los sondeos. De esta manera se logró detectar 8 lugares donde los ítems arqueológicos, especialmente de alfarería, tendían a aglutinarse en la superficie de la línea de la costa. Las localizaciones que se ubicaron contiguas a la vivienda del puesto, fueron las que presentaron mayor concentración de materiales. Para la excavación de los sondeos se prefirió entonces los sectores de mayor altitud, que a su vez se correlacionaban con las áreas de mayor visibilidad de materiales en la barranca; intentando, por otro lado, seleccionar aquellas zonas donde las alteraciones antrópicas fuesen menores. Por otro lado, y dado que uno de los objetivos de los trabajos fue especificar las áreas donde aparecían materiales en estratigrafía, se llevaron a cabo una serie de sondeos en los montículos asociados al cerro principal, y próximos a un curso de agua actualmente inactivo (Figura 2). Por consiguiente, se determinaron tres localizaciones diferentes para los sondeos, seleccionadas en función de la elevación del terreno, y su proximidad o bien su distancia con el arroyo Salto: sector A (línea de la costa: sondeos 2 a 6), sector B (montículos apartados de la costa y próximos al cauce inactivo: sondeos 7 a 12), y sector C (área intermedia entre ambos sectores: sondeo 1). Se excavaron en total 12 sondeos estratigráficos de 0,50m de lado, ampliándose uno de ellos –el de mayor material recuperado- a un
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sondeo de 1m x 1m (sondeo 1). Se trabajó en capas artificiales de 5 cm, posicionándose tridimensionalmente los hallazgos más diagnósticos, especialmente en el caso del sondeo de mayores dimensiones. El resultado de las prospecciones indicó la presencia de sectores con diferentes densidades de materiales en estratigrafía, así como cierta variabilidad en el material recuperado en cada uno. De esta manera, los sondeos situados en la curva del arroyo (sondeos 2, 3, 4, 5) evidenciaron escasa densidad de materiales, los cuales se encontraron altamente fragmentados. En ellos se registró exclusivamente tiestos pertenecientes a recipientes lisos y muy escaso material faunístico; desde superficie y/o a partir de los 0,10m hasta los 0,40-0,55mde profundidad. Los mismos se vincularon a una matriz sedimentaria marrón clara con contenido areno-arcilloso. En contraste con estos casos, el sondeo 1 -situado algo más alejado del curso del arroyo Salto- junto con el sondeo 6–ubicado a 2m de la barranca e inmediato a la vivienda- , registraron una alta densidad de alfarería en estratigrafía (Figura 2). Los materiales se asociaron a un sedimento limoso marrón oscuro, sin cambios apreciables a lo largo de la excavación de los mismos. Ambos presentaron una importante potencia arqueológica, ya que la profundidad de aparición de los hallazgos fue de hasta 0,95m, en el caso del sondeo 1, logrando superar el 1,20m en el caso del sondeo 6. Si bien el material cerámico registró un grado de fragmentación menor en ambos sondeos, la presencia sin embargo de elementos intrusivos modernos en los primeros 0,50m del sondeo 6, reveló las alteraciones antrópicas que afectan especialmente las áreas próximas a la vivienda del puesto. En el sondeo 1, por otra parte, se recuperaron los primeros restos de recipientes decorados con motivos representativos zoomorfos en la estratigrafía del sitio, los cuales se situaron entre los 0,25m y 0,50cm de profundidad. Los sondeos realizados en los montículos adyacentes al cauce inactivo, en tanto, advirtieron un sedimento marrón claro areno-arcilloso muy compacto, causado posiblemente por el pisoteo del ganado que utiliza la vegetación del montículo como reparo de sombra. Estos sondeos demostraron una potencia menor a los dos anteriores, ya que los materiales se localizaron desde superficie o desde los 0,10m hasta los 0,30m-0,55m. Sin embargo, en contraste, exhibieron la particularidad de presentar una relativa abundancia de restos faunísticos; recuperándose en los mismos el 75% (N=77) del total de los especímenes de la fauna recuperada en la totalidad de los sondeos realizados durante el transcurso de la prospección. También en este sector, y como se desarrollará en mayor detalle en el apartado siguiente, se localizaron instrumentos óseos y material faunístico modificado antrópicamente.
6
2 1 9 100m
8
3
4
5
7
12 10 11
Figura 2: Ubicación de los sondeos realizados.
Análisis preliminar de los materiales arqueológicos La muestra total de la cerámica analizada en esta oportunidad se agrupó según categorías de recipientes, es decir, de acuerdo a si presentaban o no atributos decorativos. De esta manera, se computaron 48 fragmentos/bordes pertenecientes a contenedores con algún tipo de decoración (N=40 mediante técnicas de pintura, N=5 mediamente técnicas incisas, N=3 mediante modelado). En el caso de los fragmentos lisos, se priorizó fundamentalmente el estudio de los bordes, dadas sus características diagnósticas (N=317). Para evitar sobredimensionar la cuantificación de los atributos analizados, en todos los casos en que fue posible se consideró como un único tiesto a aquellos fragmentos que remontaban o que podían ser potencialmente asignables a una misma vasija de acuerdo a sus características artefactuales. De esta muestra, el 87% se correspondió con recipientes lisos, en tanto que en el 13% restante se relacionó con contenedores cerámicos decorados: con pintura roja (y en algunos casos blanca) y por medio de técnicas de modelado o incisión. En este último grupo se incluyó
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Flavia V. Ottalagano, Mariano H. Darigo, Keila Sulich y Lisandro Arelovich
un asa zoomorfa representativa de un ave con características falconiformes, la cual advierte un orificio de suspensión a la altura de su cuello (Figura 3).
Figura 3: Asas zoomorfas de cerámica: a) ave falconiforme con orificio de suspensión, b) asa indeterminada asociada a un recipiente abierto con paredes ampliamente divergentes.
Para el análisis de los atributos de forma y dimensión de los recipientes de cerámica, se emplearon categorizaciones implementadas en trabajos previos para el abordaje de la alfarería del área del Paraná (ver Ottalagano 2009); así como también, fueron utilizados conceptos formulados por autores como Shepard (1963) y Orton et al . (1997), entre otros. Los resultaron concernientes a los aspectos formales de la cerámica indican un predominio de las formas no restringidas por sobre las restringidas, tanto en el caso de los recipientes lisos como en los decorados (Figura 4). Se registra particularmente una alta frecuencia de vasijas abiertas con paredes medianamente divergentes y con contornos simples, en algunos casos provistas de asas en forma de arco y orificios de suspensión. Si bien no se detectaron hasta el momento superficies pulidas en los artefactos recuperados, un buen porcentaje presentó engobe como tratamiento superficial, tanto en sus caras internas como externas (60% en recipientes decorados, 39% en recipientes lisos). Recipientes lisos Formas abiertas (90%)
Recipientes decorados
Formas cerradas (10%)
Formas abiertas (82%)
Formas cerradas (18%)
Figura 4: Principales formas registradas en recipientes lisos y decorados.
Los núcleos de las alfarerías se presentan usualmente con coloración gris claro y oscuro, probablemente como resultado del entorno reductor en que se produjo la cochura de las piezas, y del empleo de arcillas con inclusiones orgánicas. El aspecto de las pasta suele ser compacto. Se distingue la presencia de tiestos molidos de tamaño generalmente fino (0,1-0,25mm) y medio (0,25-0,5mm), indicadores de antiplásticos intencionalmente adicionados (Convención Nacional de Antropología 1966; Orton et al. 1997). Con respecto a los atributos relacionados con la utilización de las alfarerías, se registra una proporción considerable de bordes y fragmentos correspondientes a recipientes lisos con rastros de hollín (N=19). En algunos casos, las adherencias de hollín se exhiben en la superficie interna de los artefactos (N=9), pudiendo ser indicativas de los restos de alimentos cocinados dentro de los recipientes (Rye 1981). Los fragmentos con restos de hollín resultan abundantes en los sondeos efectuados en los sectores A y C, especialmente en lo que respecta al sondeo 6 (próximo a la vivienda del puesto) y al sondeo 1 (contiguo al corral) (Figura 2). Para el estudio preliminar de los materiales faunísticos se utilizó la terminología presentada, entre otros autores, por Mengoni Goñalons (1988) y Salemme et al. (1991). La muestra de fauna, conformada por 102 especímenes óseos, se encontró con un grado de fragmentación importante; hecho que dificultó en gran medida la disponibilidad de unidades anatómicas completas y la determinación taxonómica. Se logró identificar fundamentalmente la presencia de ejemplares de mamíferos adaptados al ambiente acuático como el caso del
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Myocastor coypus y posibles ejemplares de cérvidos como por ejemplo Blastocerus dichotomus; de los cuales se estaría registrando una relativa mayor cantidad de elementos pertenecientes a la zona del esqueleto relacionada con la cabeza, el segmento axial y los miembros posteriores. También se registraron restos de peces, específicamente de la Fam. Dorididae; así como, por otro lado, material malacológico, específicamente de Diplodon. Se detectaron en estos materiales huellas antrópicas, especialmente marcas de corte, así como también, fracturas intencionales coincidentes con la presencia de alteraciones térmicas. La presencia relativamente mayor de las marcas antrópicas en las diáfisis de los huesos largos podría ser indicativa de las huellas de descarne de las presas (Mengoni Goñalons 1988). Consideraciones finales Los sondeos realizados permitirían localizar distintos sectores en CPA con diferentes densidades de materiales en estratigrafía y potencia arqueológica; registrándose, por otro lado, cierta variabilidad en cuanto al material recuperado en cada uno de los mismos. De esta manera se advierte, por ejemplo, concentraciones diferenciales de materiales arqueofaunísticos; los cuales tienden a predominar, tanto cualitativa como cuantitativamente, especialmente en el sector B. Asimismo, las actividades de prospección estarían evidenciando divergencias en cuanto al registro de recipientes cerámicos decorados en las diferentes áreas consideradas, y también, con respecto a los contenedores con rastros de utilización. De esta manera, la presencia de restos de vasijas con decoración incisa, modelada y pintada tiende a ser mayor particularmente en el sector C, al igual que la presencia de artefactos cerámicos con rastros de hollín externo y adherencias internas. Por el contrario, el sector A denota particularmente muy baja densidad de materiales, a escasa profundidad: particularmente fragmentos de pequeño tamaño pertenecientes a vasijas lisas y sin huellas de uso. Estas cuestiones podrían estar indicando, en primer lugar, la posibilidad que buena parte de CPA haya sido erosionada por la acción hídrica del Salto; de modo tal que los sondeos que se ubican preferentemente en la curva del arroyo estarían manifestando el remanente de un sitio de mayores dimensiones, actualmente destruido por los procesos erosivos fluviales. Debe tenerse en cuenta, además, que el área principal del sitio -debido a que constituye un sector de altitud en relación al territorio circundante- coincide en parte con las construcciones modernas; pudiendo verse sujeta a movimientos de sedimentos, y en consecuencia, a la posible modificación de la estratigrafía arqueológica. Por otra parte, y si se tiene especialmente en consideración las elevaciones vinculadas al cerro principal (sector B), estas divergencias encontradas podrían estar indicando, asimismo, distintas ocupaciones para Cerro Puesto Acosta, o bien la presencia de áreas o sitios donde se habrían podido desarrollar actividades especificas. La probable presencia de sectores o de sitios con ocupaciones, por un lado, más efímeras y/o ligadas a actividades específicas (ej. en relación a tareas de obtención y procesamiento de recursos faunísticos) y, por el otro, sectores con mayor intensidad de ocupación y/o posiblemente vinculados al desarrollo de actividades de carácter múltiple, constituye una de las cuestiones a evaluar en los futuros trabajos de campo. Actualmente, la investigacion en el sitio se está desarrollando en función de incrementar la información para cada uno de los sectores, mediante su excavación sistemàtica. Su progresivo deterioro, en especial la paulatina destrucción de su barranca por la acción erosiva de las aguas del arroyo Salto, plantean la urgencia de las investigaciones a realizar, a fin de evitar que estos agentes de alteración sigan afectando la integridad de la información arqueológica que este sitio puede aportar. Agradecimientos Queremos agradecer especialmente a la familia Acosta por la amabilidad brindada. También, a M. Bonomo y G. Politis por darnos la posibilidad de incluir a Cerro Puesto Acosta en el desarrollo nuestras investigaciones. Bibliografía Boivin, M., A. Rosato y F. Balbi. 1997. Incidencia del evento de inundación de 1982-83 sobre el asentamiento humano en el área de islas del Departamento Victoria (Entre Ríos). Actas del V Congreso de Antropología social. http://www.naya.org.ar/congresos/contenido/laplata/LP3/26.htm (05 mayo 2009). Bonomo, M., G. Politis y J. Castro. 2008. Primeros resultados de las investigaciones en el Delta superior del Paraná y su contribución al atlas arqueológico de la provincia de Entre Ríos. http://www.munivictoria.gov.ar/TrabajoFolia Histórica.pdf (07 agosto 2008). Bonomo, M., G. Politis, C. Gianotti. 2007. Patrones de distribución espacial de sitios arqueológicos en el Delta del Paraná de la Provincia de Entre Ríos. Trabajo presentado al XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo I: 13. Jujuy.
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Flavia V. Ottalagano, Mariano H. Darigo, Keila Sulich y Lisandro Arelovich
Convención Nacional de Antropología. 1966. Primera Convención Nacional de Antropología. Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba. Gobierno de la Provincia de Santa Fe. 1997. Sistema provincial de áreas naturales protegidas. Publicación de la Asociación Cooperadora de la E. Z. E., Santa Fe. González, A. R. 1977. Arte precolombino de la Argentina. Introducción a su historia cultural . Imprenta Coni, Buenos Aires. Lewis, J.P. 1981. La vegetación de la provincia de Santa Fe. GAEA 9: 121-148. Mengoni Goñalons, G. 1988. Análisis de materiales óseos faunísticos de sitios arqueológicos. Xama 1: 71-120. Orton, C., P. Tyers y A. Vince. 1997. La cerámica en Arqueología. Crítica, Barcelona. Ottalagano, F. 2007. Algunos datos sobre las manifestaciones simbólico-iconográficas de las costas del Paraná: estudios cerámicos en Las Mulas 1 (Provincia de Entre Ríos). Arqueología en las Pampas. Editado por C. Bayón, A. Pupio, M.I González, N. Flegenheimer y M, Frére, pp. 679-696. Sociedad Argentina de antropología, Buenos Aires. Ottalagano, F. 2009. Aproximaciones al simbolismo de los grupos cazadores-recolectores de las Tierras Bajas del Paraná medio: un abordaje contextual del arte mobiliar cerámico. Tesis para optar al grado de Doctor en Humanidades y Artes con mención en Antropología (inédita), Escuela de post-grado, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Rabin, A. 2006. Enciclopedia Geográfica de la Provincia de Santa Fe.Fundación UNR-La Capital, Rosario. Rye, O. 1981. Pottery technology. Taraxacum, Washington. Salemme, M., E. Tonni y L. Miotti. 1991. La determinación sistemática de mamíferos en contextos arqueofaunísticos. IInd Deya International Conference of Prehistory. Editado por W. H Waldren, J. A. Ensenyant y R. C. Kennard, pp. 209-222. Bar International Series, Oxford. Serrano, A. 1972. Líneas fundamentales de la arqueología del Litoral (una tentativa de periodización). Instituto de Antropología de la Universidad de Córdoba, Córdoba. Shepard, A. 1963. Ceramics for the archaeologist . Carnegie Institution of Washington, Washington.
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INFORME PRELIMINAR SOBRE EL ANÁLISIS DE LOS MATERIALES LÍTICOS DEL SITIO ARENAL CENTRAL EN LA ISLA MARTÍN GARCÍA María Isabel Capparelli y Analía Dávila
En este trabajo resumimos los principales aspectos tecnológicos y morfológicos de los materiales líticos encontrados en el sitio Arenal Central de la isla Martín García en la provincia de Buenos Aires. Desde el año 2003 se realizaron excavaciones arqueológicas arrojando resultados novedosos en cuanto a las comunidades guaraníes a nivel regional (Bogan 2005, Capparelli 2005, 2007, Capparelli y Vázquez 2009 e. p.). Martín García es una isla del delta de la provincia de Buenos Aires localizada al sur de la desembocadura del río Uruguay, dentro del ambiente del Río de la Plata Superior y cercana al límite sur del delta inferior de los ríos Paraná y Uruguay. Está distante de la costa uruguaya a 3,5 Km. y a 46 Km. en línea recta de la Ciudad de Buenos Aires. Posee una superficie de 168 hectáreas y una elevación máxima sobre el nivel del mar de 28 m. El origen geológico de la isla Martín García corresponde al Cratón del Río de la Plata siendo parte del Escudo de Brasilia de más de 1.8 millones de años y caracterizada como “Complejo ígneo-metamórfico Isla Martín García” (Dalla Salda 1981). Los remanentes del Complejo se encuentran formando sierras bajas en el sur de Brasil, en algunos sectores de Uruguay y en la provincia de Buenos Aires. Este origen marca la diferencia con el resto de las islas del delta, formadas por acumulación sedimentaria de los ríos Paraná y Uruguay (Codignotto 1996). El material lítico correspondiente a este trabajo se colectó del sitio Arenal Central, localizado a 34° 10’ 50.2” de latitud Sur y 58° 15’ 01,7” de longitud Oeste, en uno de los tres sectores de médanos que han sobrevivido a la explotación humana, siendo el más representativo en cuanto a magnitud y cantidad de material obtenido. El sitio abarca una zona de dunas móviles rodeada de vegetación xerófita que crece día a día y reduce su visibilidad. Estas dunas tienen cierto grado de movilidad y en su mayoría están fijas al suelo a través de la vegetación y han formado un suelo juvenil con horizonte A (ver Figura 1).
Figura 1: Arenal Central
Una de las principales características de la isla es que pueden encontrarse en su interior no sólo diferentes hábitats ecológicos sino también una amplia variedad de materias primas líticas (Ver Figura 2).
*Universidad Nacional de La Plata,
[email protected] ** Universidad Nacional de La Plata,
[email protected]
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María Isabel Capparelli y Analía Dávila
Figura 2: a) afloramiento ígneo metamórfico en la zona de canteras al sur de la isla. b) afloramiento metamórfico en la costa sur. El resto de los líticos analizados que corresponden a núcleos, núcleos testeados, y desechos de talla provienen de las areniscas conglomeradas del río Uruguay, cuando la erosión del río las desintegra quedan en suspensión rodados de cuarzo, ágata, calcedonia, y micacitas, entre otros (Ver Figura 3). No tenemos certeza sobre la forma en que fueron trasladados hasta la isla, si fueron en grandes bloques a fragmentar o como rodados. Como dato interesante en las cuadrículas aparecen pequeños rodados de cuarzo provenientes de las areniscas conglomeradas. Figura 3: Fragmento de arenisca conglomerada extraída del río Uruguay, Entre Ríos. Imagen obtenida del Museo de Ciencias Naturales Prof. Antonio Serrano, Ciudad de Paraná, Entre Ríos.
Los líticos provienen de 16 cuadrículas de excavación abarcando una superficie aproximada de 60,6 m2. El N total de material lítico analizado es de 449, el cual constituye el 85 % del material recuperado. Los porcentajes de tipo de materia prima que presenta el material lítico recuperado y la relación que tiene considerando la composición geológica anteriormente nombrada se observa en la Tabla 1. Materia prima Granito Arenisca Canto rodado: Calcedonia: Cuarzo Metamórfica Basalto Jaspe Ágata Gabro Gneis Micacitas Esquistos
Porcentaje 60,10% 10,60% 3,10% 11% 7% 1,90% 1,90% 1,06% 0,41% 1% 0,60% 1,03% 0,30%
Tabla 1: Porcentajes por tipos de materia prima
La metodología utilizada implica enfoques tecnológicos y morfológicos realizados a ojo desnudo y a través de intermediarios ópticos, como lupas binoculares. Se considera necesario en un futuro complementar el análisis de los materiales mediante estudios experimentales y altos aumentos, el cual permitirá establecer los rastros de
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sustancias trabajadas. En primera instancia se ha realizado una observación del conjunto. En función de las características morfológicas que respondan a la funcionalidad de la pieza se efectuó un análisis tipológico de los distintos materiales, basado en la clasificación realizada por Aschero (1975, 1983). En la observación macroscópica de los atributos se consideraron los siguientes grupos tipológicos: 1) Lito no modificado, (LNM), 2) Lito potencialmente modificados (LPM): se observan aspectos que podrían responder a la funcionalidad de la pieza, como ser la presencia de hoyuelos, 3) Desechos de talla (DT) siguiendo la clasificación realizada por Aschero (1975, 1983). 4) Instrumento (I) se consideró como un grupo, dentro del cual se incluyen los siguientes subgrupos: A-Hachas, B-Litos modificados por su uso (LMU): no manufacturados pero que portan evidencias de utilización como Afiladores, Alisadores y artefactos de Molienda. Los Activos o superiores como Molino de mano o Moledora, Pasivos o inferiores, como los Morteros (Babot 2004). 5) Núcleo testeado (Nd): se considera aquellos núcleos de reducido tamaño que presentan alguna falla de la materia prima y se caracterizan por presentar lascados aislados (Armentano 2004). Esta definición es válida para diferenciarla del de Núcleos planteado por Aschero (1975,1983). Para el análisis individual de cada una de las piezas se confeccionó una ficha para registrar variables referidas a los atributos tecnológicos y morfométricos. Como variables del atributo tecnológico se consideraron la materia prima, forma base, ángulo de retoque, talón, asociación entre piezas del conjunto, estadio, y el estado de la pieza. Como variables del atributo morfométrico se consideraron las dimensiones. Del total de la muestra el porcentaje correspondiente a DT, N, y Nd constituye el 25,85%, un 69,04 % corresponden a LNM, un 3,56 % a LPM de granito, y gabro en una menor proporción, y el 1,55 % restante corresponde a Instrumentos. En la Figura 4 puede observarse la composición tipológica del material recuperado. Se puede observar que los tipos de artefactos que predominan son los desechos de talla, luego siguen los núcleos, Instrumentos y en igual proporción los Núcleo testeados. 400 310 200
N
Nd
0
9 77 16
I
LNM
100
LPM
DT
Figura 4: Composición tipológica del material recuperado.
En el conjunto de la muestra conformada por DT, N, y Nd se encuentran presentes núcleos de Ágata, Calcedonia, Cuarzo y Jaspe en un 1,90 % y los definidos como núcleos testeados de Calcedonia, Cuarzo, Jaspe en 1,68%. Dentro de los LNM el 60,84 % es de granito, y el 39,16% es arenisca, y materiales varios como canto rodado, Gneis, Micacitas, esquistos y metamórfica. Como resultado del análisis del conjunto pueden realizarse las siguientes observaciones: La utilización del granito fue muy variada, suelen aparecer como ecofactos en núcleos de fogones, como instrumentos punzantes y en forma de rodado siendo la más utilizada como mano de mortero.
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María Isabel Capparelli y Analía Dávila
La arenisca rojiza está presente en varios afiladores y alisadores, observándose a nivel macroscópico las huellas de uso. El cuarzo se presenta en dos variedades uno es translúcido, el cual ha sido aprovechado para la elaboración de pequeñas lascas retocadas, y un cuarzo de aspecto hialino de color blanco que se presenta en 2 núcleos de tamaño muy pequeño y pequeñas lascas de descortezamiento. La cantidad de instrumentos formalizados por retoque es escasa. Del total de la muestra el 1,55 % corresponde a Instrumentos: un alisador de granito rodado y dos alisadores de arenisca; dos Afiladores uno de granito y otro de arenisca y un Artefacto activo de molienda correspondiente a una mano sobre granito rodado. Se destaca la presencia de un Hacha de mano metamórfica que presenta lascados dístales, profundos en ambas caras y bien diferenciados (Ver Figura 5).
Figura 5: Conjunto de alisadores, afiladores, hachas de mano, mano de mortero.
El total de la muestra analizada presenta un 66,20 %.de corteza. Los desechos de talla son de tamaños mediano pequeños y conforman el 22,27% de la muestra total, distinguiéndose 31 lascas, de las cuales 24 son de calcedonias sin presencia de retoque; 2 son de cuarzo, una es translúcida y otra hialina, con presencia de retoque unifacial, corto directo y talón natural; 3 son de basalto y 2 son de composición metamórfica sin evidencias de lascados y talón natural. Además se observan 14 lascas de descortezamiento, 9 esquirlas, y 58 fragmentos indeterminados debido a su alto grado de fracturación (Ver Figura 6).
Figura 6: En orden lasca retocada, núcleos, y lascas sin retoque.
Consideraciones finales Teniendo en cuenta los resultados anteriores y considerando que la isla es el único afloramiento rocoso de la zona, este factor podría haber incidido, entre otras decisiones, en la elección del lugar de asentamiento. Los recursos líticos utilizados provienen en su mayoría del basamento cristalino conformado por rocas de granitos gnéisicos, ultrabásicos y metamórficos de mucha antigüedad. Las fuentes de aprovisionamiento están localizadas al sur de la isla en afloramientos aislados, y en el oeste de la pista de aterrizaje. La distancia a pie de estas fuentes es de 3 Km. El resto de las materias primas utilizadas parecieran proceder de los conglomerados de TOMO IV - 1484
CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
arenisca cuya composición encuentra relación con el tipo de materiales y el bajo porcentaje con que se encuentra: Canto rodado, Calcedonia, Cuarzo, Metamórfica, Basalto, Jaspe, Ágata, Gneis, Micacitas, Esquistos. Como dato interesante para la arqueología regional la presencia de un hacha de mano, e implementos como manos de mortero y morteros, y otros elementos potencialmente utilizados, estarían indicando algún tipo de actividad relacionada con la recolección/procesamiento de vegetales silvestres. La presencia de lascas retocadas, abundantes esquirlas, lascas de descortezamiento, fragmentos indeterminados y núcleos es relevante ser mencionada, ya que constituye un aporte a las investigaciones realizadas en la isla hasta el momento, considerando la escasa evidencia de material lítico recuperado. Bibliografía Aschero, C. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe al CONICET . Buenos Aires. Manuscrito. Aschero, C. 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Apéndices A – C. Revisión. Cátedra de Ergología y Tecnología (FFyL-UBA). Buenos Aires. Manuscrito Armentano G. M. 2004. ¿Un nódulo testeado es un núcleo? Ponencia presentada en la II Jornada taller Morfología macroscópica en la clasificación de artefactos líticos: innovaciones y perspectivas. Facultad de ciencias Naturales e IML Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán. Babot, M. del P. 2004. Hacia una clasificación morfológico-funcional de artefactos de molienda. Ponencia presentada en la II Jornada taller Morfología macroscópica en la clasificación de artefactos líticos: innovaciones y perspectivas. Facultad de ciencias Naturales e IML Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán. Bogan, S. 2005. Análisis del material faunístico del sitio arqueológico Arenal Central, Isla Martín García. Actas de las VI Jornadas Chivilcoyanas en Ciencias Sociales y Naturales. CD. Chivilcoy. Capparelli, M. I. 2005. Martín García: testimonio de los últimos avances guaraníes. Actas de las VI Jornadas Chivilcoyanas en Ciencias Sociales y Naturales. CD. Chivilcoy. Capparelli, M. I. 2007. Martín García antes del despensero de Solís. Actas del XVI Congreso Nacional de Arqueología, Tomo I: 41. San Salvador de Jujuy, Argentina. Capparelli, M. I. y F. Vázquez. 2009. Arqueología de la isla Martín García. Actas del III Encuentro de Discusión arqueológica del Noroeste. Santo Tomé, Santa Fe. En prensa. Codignotto, J. O. 1996. El delta del Paraná y el estuario del Río de la Plata. Acta del XIII Congreso de Geología Argentina. Acta: 4-10. Buenos Aires. Dalla Salda, L.1981. El basamento de la Isla Martín García, Río de la Plata. Revista de la Asociación Geológica. Argentina 36 (1): 29-43.
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PRIMEROS RESULTADOS DEL ANÁLISIS DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DEL SITIO PAJAS BLANCAS (CORONDA, PCIA. DE SANTA FE) Julieta I. Sartori* Introducción El sitio Pajas Blancas (de aquí en más PB) se encuentra localizado en la Cuenca Inferior del río Coronda, más específicamente se sitúa a los 32º 6” 37´ de latitud Sur y a los 60º 44” 35´ de longitud Oeste (ver Figura 1). Por su ubicación corresponde a un sitio de isla que se encuentra próximo a las localidades de Coronda y San Fabián (Prov. de Santa Fe) y en los períodos de crecientes queda enmarcado dentro de la Laguna de Coronda.
Entre Ríos Santa Fe
Pajas Blancas
Figura 1. Ubicación del sitio PB en la Provincia de Santa Fe. Fuente Google Earth.
Los trabajos de campo realizados en el sitio se llevaron a cabo en el marco del proyecto “El uso del espacio en la Cuenca Media e Inferior del río Salado” que es dirigido por la Dra. M. R Feuillet Terzaghi y se viene desarrollando en la zona desde el año 2003. A su vez este proyecto mayor incluye otro proyecto que es “Variabilidad arqueofaunística en la Cuenca Media e Inferior del río Coronda” y que se está realizando desde el pasado año mediante una beca de postgrado de CONICET. Las investigaciones contaron también con el apoyo de la municipalidad y el museo de Coronda. Los sondeos realizados en Pajas Blancas dieron como resultado la recuperación de restos faunísticos, cerámicos, líticos y óseos humanos. Respecto de estos últimos cabe señalar que si bien no se realizó la excavación específica de los enterratorios fueron localizados al menos tres individuos en diferentes sectores del sitio. Cabe señalar que dado que la investigación de este sitio y sus materiales se encuentran en su primera etapa, no se cuenta aún con fechados radiocarbónicos que den una fecha precisa de la ocupación del sitio. En este trabajo se presentan los primeros resultados del análisis del registro arqueológico recuperado y se discute la posible funcionalidad del sitio en relación con otras localidades arqueológicas de la zona. Se considera que el estudio de los materiales de un sitio de isla contribuye a profundizar el conocimiento del uso del espacio que habrían realizado las poblaciones que habitaron la zona en el pasado en este tipo de paisaje en particular. Medio ambiente La disponibilidad de recursos ha sido reconocida como uno de los factores que influye para la elección del asentamiento de los grupos humanos en el pasado (Bettinger 1991, Kelly 1995). En este sentido cabe destacar que la cuenca media e inferior del río Coronda es un ambiente en el cual actualmente se hallan disponibles una gran cantidad de recursos debido a que se encuentra en la zona de transición entre el sector Pampásico y el sector de Delta e Islas del Paraná (SPANP 1997). De esta forma el ambiente se caracteriza por poseer especies típicas del sector Pampásico, tales como Cavia aperea y Chaetophractus villosus; pero también especies típicas del sector de Delta e Islas del Paraná, con lo cual cuenta con una variada fauna adaptada a la vida acuática. Dentro
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C ONICET-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano -FUNDARQ.
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Julieta I. Sartori
de la misma puede mencionarse al carpincho ( Hydrochaerus hidrochaerys), lobito de río ( Lontra longicaudis), coipo ( Myocastor coypus), yacaré (Caiman sp.), coriyú ( Eunectes notaeus) y tortuga de río ( Phrynops sp. e Hydromedusa sp.) (SPANP 1997). Cabe destacar que dado que el Humedal del Paraná Inferior, se encuentra en la Ecoregión del Delta e Islas del Paraná ( sensu Burkart et al . 1999) en la zona cercana a los sitios pueden encontrarse además de roedores y moluscos, cérvidos tales como el venado de las pampas y el ciervo de los pantanos (Ozotoceros bezoarticus, y Blastoceros dichotomus respectivamente) (Cabrera y Yepes 1971). La fauna ictícola se encuentra representadas por dos órdenes principales: Characiformes y Siluriformes. Entre los primeros se encuentran el dorado (Salminus), el sábalo ( Prochilodus platensis), la boga ( Leporinus sp.), el pacú ( Piaractus mesopotámicus), y las mojarras ( Aphiyocharax sp., Astyanax sp.); y entre los Siluriformes el surubí (Pseudoplatystoma coruscans), bagre (Pimelodus claris y Rhamdia sapo), armado ( Pterodoras granulosus) y vieja del agua ( Plecostomus commersoni) (Ringuelet 2004). La zona se caracteriza por un clima cálido y húmedo con precipitaciones de 1000 mm anuales. La vegetación predominante es de flechillas con arbustos de poca altura aunque posee selvas marginales y bosques edáficos xerófilos, en los cuales predominan el algarrobo ( Prosopis sp.), el saúco (Sambucus sp.) y el ombú (Phytolacca dioica). Asimismo, las especies más representativas de la zona son el curupí (Sapium haematosperum), el sauce criollo (Salix humboltiana), el espinillo ( Acacia caven), el chañar (Geoffroea decorticans), la tusca ( Acacia caven), el aromo ( Acacio aromo) y la cina cina ( Parkinsonia aculeata) (SPANP 1997). La relevancia de estas especies radica en que las mismas poseen vainas y frutos comestibles, de los cuales una vez procesados puede obtenerse harina, bebidas (eg . mediante la fermentación de los frutos del chañar o de la fermentación de las vainas del algarrobo) y dulces naturales (eg . miel de algarrobo y arrope) (Loponte 2008). Materiales y métodos En el sitio Pajas Blancas fueron realizados siete sondeos exploratorios con el objeto de establecer el potencial arqueológico del sitio además, de su extensión (tanto en sentido N-S, como E-W). Los pozos de sondeo se realizaron de 50x50 cm y –en los casos en que no fueron hallados restos humanos- hasta una profundidad real de 50 cm, que era donde aparecía la napa. Se establecieron niveles artificiales de 10cm. y se procedió al cernido en agua del sedimento extraído. Dado que en la zaranda no aparecían restos arqueológicos y el sedimento al ser arcilloso dificultaba este procedimiento se decidió tomar muestras de sedimentos de cada nivel para cernir en laboratorio. En todos los sondeos fueron recuperados materiales arqueológicos correspondientes a restos óseos humanos, arqueofaunísticos, cerámicos, lítico, ocre y carbón. Los sondeos fueron planteados en los distintos sectores del sitio en donde aparecían concentraciones de material en superficie y pudo observarse que en aquellos que se realizaron en la parte más alta aparecían restos óseos humanos. Los mismos no fueron excavados dado que excedían los límites de esta primera etapa exploratoria del sitio. Mezclados con los restos humanos aparecía espículas de ocre, cerámica y restos faunísticos. En aquellos sondeos en que no aparecieron enterratorios los materiales aparecieron mezclados con carboncillos y restos óseos calcinados. Cabe aclarar que dado que no se llevó a cabo la excavación completa ni la extracción de los restos óseos humanos, no se presenta aquí el análisis de los mismos. Por lo tanto este trabajo se enfoca en realizar un análisis –preliminar- de los restos cerámicos, faunísticos y líticos. En cuanto a los aspectos metodológicos para el análisis del material cerámico se tuvieron en cuenta los criterios desarrollados por diversos autores que plantean que la confección de tecnologías requiere de elecciones específicas, las cuales determinarán luego las propiedades formales de los artefactos (Orton et al. 1993; Rice 1996; Rye 1981; Schiffer 1987, entre otros). Considerando que el presente análisis constituye un primer acercamiento a los materiales, en la muestra se realizó el reconocimiento a nivel macroscópico de algunos atributos que se vinculan con los aspectos tecnológicos, tipológicos y funcionales de las piezas cerámicas. Entre los mismos se observó la presencia decoración (pintura e incisiones) y otras dos modificaciones de las superficies: agujeros de suspensión y presencia de hollín. Por último se registró que había diferentes tipos de espesor entre los tiestos. En lo que respecta a la metodología del análisis arqueofaunístico se realizó la identificación anatómica y taxonómica utilizando los criterios de la sistemática biológica, tratando de alcanzar el nivel taxonómico y anatómico más preciso (Salemme et al . 1988). En aquellos casos en que por el grado de astillamiento y/o conservación de los materiales no fue factible asignarlos a categorías taxonómicas superiores (i.e. Familia,
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Orden, Clase) fueron considerados como fragmentos indeterminados -indet-. Para la estimar la abundancia y diversidad taxonómica se utilizaron las medidas convencionales de NISP y MNI (Grayson 1984; Lyman 1994, Mengoni Goñalons 1988). A su vez en los especímenes se observaron aspectos que se vinculan con el procesamiento de las presas, como lo son las huellas de corte y alteraciones térmicas (Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). Por otro lado también se relevó la incidencia de agentes tafonómicos que habrían afectado el conjunto, como las marcas de raíces (Wood y Johnson 1978), las manchas de manganeso, y la meteorización (Behrensmeyer 1978). Por último en lo que respecta al material lítico dado que sólo fue hallado una arenisca con huellas de uso se plantea aquí su potencial funcionalidad, quedando para análisis futuros la identificación más precisa de la materia prima y su lugar de origen (entre otros aspectos). El registro arqueológico de Pajas Blancas En el presente trabajo se realizó el análisis de los materiales recuperados de los primeros 30cm. de los 5 pozos de sondeo que fueron excavados hasta los 50cm de profundidad real. La muestra cerámica de estos niveles está constituida por 255 fragmentos cerámicos los cuales varían en su tamaño y espesor. Así los fragmentos más grandes miden entre los 10 y los 7 cm., constituyendo los mismos sólo el 2,3% de la muestra. El resto de los fragmentos se ubican entre los 5 y los 3cm, (97,7%), aunque también se hallaron fragmentos muy pequeños (< 2cm). En cuanto a los espesor la mayoría se encuentran entre los 4-6 cm (84% de la muestra) aunque también fueron hallados escasos (N=2) fragmentos que eran menores a 1cm de espesor. Fueron hallados bordes en un 7,8% y la decoración incisa se halló en 7 fragmentos. En cuanto a la pintura de las superficies la misma se encontró -tanto en las caras internas como externas- en 4 fragmentos el color rojo y uno el color blanco. Respecto a las otras modificaciones de las superficies que fueron relevadas cabe mencionar que se registró la presencia de hollín en un tiesto y la presencia de un agujero de suspensión en otro. De lo primero cabe mencionar que el hollín se encontró en la cara interna del tiesto, lo cual podría indicar que el descarte o la rotura del material se realizó próximo a algún área de combustión activa (Pérez y Cañardo 2004). El agujero registrado en el otro tiesto, por su parte, podría cumplir la función de servir de suspensión para el traslado de los recipientes o estar vinculados con la reparación de una pieza rota. La fauna cuenta con un NISP de 161 especímenes y si bien posee representado seis taxones los más abundantes corresponden a Myocastor coypus (coipo) y al macrotaxón Peces (ver Tabla 1). Taxa
NISP
NISP%
Myocastor coypus
37
22,9
Macrotaxón Peces
102
63,3
Hydrochaerus hidrochaerys
1
0,62
Blastoceros dichotomus
2
1,24
Tupinambis merianae
1
0,62
Ave indet.
7
4,35
Indeterminados
11
6,83
TOTAL
161
100
Tabla 1. Representación taxonómica del sitio PB.
En cuanto a Myocastor coypus este roedor de tamaño mediano posee un MNI de 3, obtenido de las hemimandíbulas recuperadas en tres de los pozos. Dado que fueron hallados todos los elementos del esqueleto del coipo se estima que hubo un procesamiento in situ del mismo. Un caso similar ocurre con los peces de los cuales fueron recuperados elementos del cráneo, vértebras y costillas. Las aves, que por lo general en los registros de la zona se encuentran escasamente representadas, cuentan en PB con una representación mayor si se tiene en cuenta el NISP para este taxón. Las partes anatómicas corresponden a falanges (N=5), un fragmento de húmero distal y uno de tarso-metatarso. El elemento de Hidrochaerys hidrochaerys corresponde a una tercera falange sin fusionar y no presentó huellas de acción antrópica. Otro taxa que se encuentra escasamente representado es Tupinambis merianae, del cuál se recuperó sólo una vértebra. TOMO IV - 1489
Julieta I. Sartori
En cuanto a las alteraciones de las superficies óseas en los elementos sólo dos especímenes presentaron huellas de corte, las mismas se encuentran en una falange correspondiente a B. dichotomus y la otra en un fémur de M. coypus. Diez vértebras de pez y tres costillas presentaron alteraciones térmicas, aunque la presencia de manganeso dificultó la identificación de los huesos quemados ya que este agente tiñe la superficie de un color marrón-negruzco. Si en cambio fueron observados in situ gran cantidad de especímenes calcinados pero por su tamaño (< 0,5 cm) no pudieron ser identificados a nivel anatómico-taxonómico. Respecto a los agentes tafonómicos que habrían incidido en la muestra se observó que los materiales se vieron afectados por manchas de manganeso y raíces. Si bien ningún epsecímen presentó estadios de meteorización mayor a 2, las superficies se encontraban en muchos casos exfoliadas. Ningún elemento presentó marcas de roedores o carnívoros, con lo cual se descarta la acumulación de restos producto de alguno de estos agentes. En cuanto al único material lítico hallado el mismo corresponde a una arenisca y dado a que en su superficie mayor fueron observados a nivel macroscópico la presencia de surcos, se estima que el mismo habría sido utilizado como afilador para reactivar otros artefactos, aunque éstos últimos no fueron hallados en el sitio. Discusión Si bien lo aquí expuesto constituye un análisis preliminar de los materiales recuperados en el sitio Pajas Blancas, cabe mencionar que el sitio contó con un registro compuesto por distintos materiales arqueológicos, siendo los más abundantes los restos cerámicos. No obstante esto debe tenerse en cuenta que es probable que los restos óseos humanos tengan una distribución mayor que la registrada por el momento, ya que se observó que los enterratorios se localizaban sólo en aquellos sondeos que fueron realizados en la parte más alta del sitio. La asociación de todos los materiales arqueológicos recuperados demuestran el uso de este espacio durante el pasado. Cabe señalar que el hecho de que se hallen restos óseos humanos localizados en el sector más alto del sitio, sumado a la escasa presencia de fauna, hacen pensar en que el sitio habría funcionado, fundamentalmente, como un área de enterratorios. En este sentido se considera que el sitio se encuentra localizado en un sector estratégico por su cercanía con dos grandes sectores de tierra firme: 1) la zona de la actual ciudad de San Fabián y Coronda -Santa Fe- y 2) la hoy Ciudad de Diamante -Entre Ríos-. Desde el sitio se accede a una gran visibilidad ya que el mismo se encuentra sobre elevado respecto de una amplia zona circundante (al menos unos 15 km a la redonda). Esta característica la poseen otros sitios de la Cuenca del río Salado-Coronda, en los cuales fueron hallados también enterratorios (Sartori 2008). El registro arqueofaunísitco de PB estaría mostrando eventos de ocupación ocasional del sitio dado que no se han hallado grandes concentraciones de restos faunísticos. Así los recursos que se encuentran con mayor representación son de bajo ranking (eg . coipo y peces), mientras que los de alto rendimiento (eg . ciervo) se encuentran escasamente representados. Es decir que en este sitio se refleja la explotación casi exclusiva de recursos acuáticos, que habrían sido los más abundantes en la zona y que se caracterizan por encontrarse disponibles durante todo el año y no conllevan demasiado tiempo de búsqueda-captura ni procesamiento. Este patrón que se observa en PB, se repite en otros sitios de enterratorios que se ubican cercanos, en los cuales los conjuntos faunísticos están representados por pocos especímenes y se caracterizan además por una baja diversidad taxonómica (Sartori 2008, 2009). Respecto a los materiales cerámicos cabe mencionar que su asociación con restos faunísticos y carbón podría estar reflejando la presencia en el sitio de áreas de consumo. El que haya cerámica en sitios en donde predominan presas de pequeño porte podría indicar que se realiza un aprovechamiento intensivo, ya que el empleo de la alfarería para la cocción de los alimentos permite obtener un mayor rendimiento de los mismos. Si bien en el sitio fueron hallados materiales cerámicos, faunísticos y líticos, cabe mencionar aquí que la baja concentración de los mismos hace pensar en el sitio como un área fundamentalmente de enterratorios, en la cual se habrían desarrollado ocupaciones breves, tal vez vinculadas con las prácticas mortuorias allí realizadas. Por otra parte, otro aspecto que apoyaría la funcionalidad de PB como un área de enterratorios es que durante las crecidas es probable que el sitio quedara asilado de las zonas de tierra firme y dada las dimensiones del mismo (200 m aproximadamente) no es un espacio que pueda sustentar una gran cantidad de población; con lo cual las ocupaciones se podrían haber visto limitadas por las variaciones estacionales que se producen en el nivel del agua que circunda el sitio. Otro aspecto que debe ser considerado respecto de la particularidad del emplazamiento de PB es que la potencial ocupación del sitio durante los momentos de crecientes conlleva a pensar en algún tipo de medio para llegar al mismo (eg . canoas), ya que sería imposible a pie. Si bien este hecho ha sido registrado para los grupos indígenas de la zona por cronistas europeos –durante el momento de contacto
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CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
y a posteriori-, y para otras zonas cercanas se propone el uso de las mismas (Acosta y Musali 2002, Loponte 2008), aún no se cuenta con evidencias arqueológicas que sustenten este hecho. Para considerar esta posibilidad deberán realizarse investigaciones que tengan en cuenta la disponibilidad y acceso de materia prima para la construcción de este medio que habrían permitido el acceso a sitios como PB. Palabras finales En este trabajo se ha realizado el análisis preliminar de los materiales arqueológicos recuperados en PB y a partir de ellos se ha intentado discutir la funcionalidad del sitio. La propuesta esbozada es una hipótesis que deberá ser contrastada a medida que se profundice en el análisis y el conocimiento de este sitio. Por último cabe destacar que el haber realizado la prospección del sitio Pajas Blancas es de suma importancia para el conocimiento de una zona que en materia de análisis arqueológicos sistemáticos se encuentra escasamente estudiada. Dado que el presente análisis se enmarca dentro de un proyecto más amplio, se considera que los datos que se obtengan podrán ser incluidos dentro de problemáticas más amplias que permitirán llegar a un mayor conocimiento de los grupos humanos que habitaron la zona en el pasado. Bibliografía Acosta, A. y J. Musali. 2002. Ictioarqueología del sitio La Bellaca 2 (Pdo. de Tigre, Pcia. de Buenos Aires). Informe preliminar. Intersecciones en Antropología 3: 3-16. Behrensmeyer, A. 1978. Taphonomic and ecologic information from bone weathering. Paleobiology 4: 150-162. Bettinger, R. 1991. Cazadores-recolectores: teoría arqueológica y evolutiva. Plenum Press, Nueva York. Burkart, R., N. Bárbaro, R. Sánchez, y D. Gómez. 1999. Ecoregiones de la Argentina. Administración de Parques Nacionales. Programa de Desarrollo Institucional Ambiental. Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable. Cabrera, A y J. Yepes. 1971. Mamíferos sudamericanos (vida, costumbres y descripción). Historia Natural Ediar. Compañía Argentina de Editores, Buenos Aires. Grayson, D. 1984. Quantitative Zooarchaeology. Topics in the Analysis of Archaeological Faunas. Academic Press. INC. Kelly, R. 1995. The foraging spectrum. Diversity in hunter-gatherer lifeways. Smithsonian Institution Press, Washington. Lyman, R. 1994. Vertebrate taphonomy. University Press, Cambridge. Loponte, D. 2008. Arqueología del Humedal del Paraná Inferior (Bajíos Ribereños meridionales). Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Secretaría de Cultura de la Nación, Buenos Aires. Mengoni Goñalons, G. 1999. Cazadores de guanaco de la estepa patagónica. Colección de Tesis Doctorales. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires. Orton, C., P. Tyers y A. Vince. 1993. Pottery in Archaeology. University Press, Cambridge. Pérez, M y L. Cañardo. 2004. Producción y uso de cerámica en el norte de la provincia de Buenos Aires. Aproximaciones Contemporáneas a la Arqueología Pampeana. Perspectivas teóricas, metodológicas, analíticas y casos de estudio. Editado por G. Martínez, M.A Gutierrez, R. Curtoni, M. Berón y P. Berón, pp. 335347.Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Rice, P. 1996. Recent ceramic analysis. Function, Style and Origins. Journal of Archaeological Research 4 (2): 133-161. Ringuelet, R. 2004. Zoogeografía y ecología de los peces de aguas continentales de la Argentina y consideraciones sobre las áreas ictiológicas de América del Sur. Ecosur 2 (3): 1-122. Rye, O. S. 1981. Pottery Technology: Principles and reconstruction. Taraxacum, Washington. Salemme, M., L. Miotti y E. Tonni. 1988. La determinación sistemática de los mamíferos en el análisis arqueofaunístico. De procesos, contextos y otros huesos. Editado por N. Ratto y A. Haber, pp. 23-30.Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Buenos Aires. Sartori, J. 2008. La cuenca inferior del río Salado: un desafío para el análisis arqueofaunístico. Tesis para optar por el grado de Licenciatura en Antropología. Facultad de Humanidades y Artes, UNR. 2009. La fauna en la Cuenca Inferior del río Salado: los Sitios Familia Primón y Río Salado Coronda II, como casos de estudio. Mamül Mapu: pasado y presente desde la arqueología pampeana. Editado por M. Berón, L. Luna, M. Bonomo, C. Montalvo, C. Aranda y M. Carrera Aizpitarte (comp.), pp. 215-228. Libros del Espinillo, Buenos Aires. En prensa. Schiffer, M. B. 1987. Formation Processes of the Archaeological Record. University of New Mexico Press, Albuquerque.
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Julieta I. Sartori
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CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
ANÁLISIS DE ÁCIDOS GRASOS EN ALFARERÍA ARQUEOLÓGICA DEL HUMEDAL DEL PARANÁ INFERIOR. AVANCES EN EL CONOCIMIENTO DE SU USO Gabriela Naranjo* , Laura Malec* y Maricel Pérez** Introducción El empleo de alfarería ha sido una práctica muy extendida entre los grupos prehispánicos que habitaron el humedal del río Paraná inferior (o HPI). En efecto, la cerámica constituye la evidencia artefactual más abundante en todos los depósitos arqueológicos del área, y su densidad de hallazgos es probablemente una de las más elevadas de toda la región (Loponte 2008; Loponte et al . 2004; Loponte y Acosta 2003, 2008; Pérez y Cañardo 2004). Sin embargo, los enfoques relacionados con el uso de la cerámica no han sido enfatizados en el área de estudio. La producción y el uso masivo de la alfarería poseen una estrecha relación con la organización económica y especialmente con la preparación y consumo de alimentos. Por esta razón, su análisis habitualmente se efectúa en relación con aquellas conductas (Arthur 2002; Henrickson y McDonald 1983; O Brien et al. 1994). Lamentablemente, esto último no ha sucedido en la arqueología local, probablemente porque esta aproximación no es sencilla (Loponte 2008). La forma en que los grupos humanos aprovecharon los recursos alimenticios constituye un aspecto primordial de su organización. En este sentido, el estudio del uso específico de la cerámica ( sensu Rice 1996) apunta a entender la dinámica misma de las poblaciones humanas del pasado. La estructura porosa de este material favorece la absorción y retención de la materia orgánica, por lo cual el análisis de los residuos químicos ha sido utilizado para responder a diversos problemas vinculados al empleo efectivo de la alfarería arqueológica, logrando resultados satisfactorios (e.g. Charters et al. 1993; Dudd et al. 1999; Evershed et al . 2003; Morton y Schwarcz 1988). De esta manera, esta herramienta arqueométrica representa una línea de investigación por medio de la cual es posible conocer aspectos de la variabilidad funcional de estos conjuntos artefactuales y aportar información acerca de cuestiones relacionadas con el procesamiento de recursos y conductas alimenticias de los grupos que habitaron esta subregión durante el final del Holoceno tardío. La mayoría de los trabajos que aplicaron esta metodología se han orientado hacia el análisis de los residuos lipídicos en las cerámicas y en varios de ellos se logró establecer el uso de diferentes alimentos en la antigüedad (e.g. Copley et al. 2003; Eerkens 2002; Reber y Evershed 2004). Estos compuestos, al ser insolubles en agua, constituyen un excelente objeto de estudio arqueológico, ya que su hidrofobicidad limita la pérdida por disolución en aguas subterráneas y por ello suelen estar presentes en cantidades relativamente elevadas en los tiestos cerámicos. En general, la composición acídica varía entre las distintas especies animales y vegetales. En algunos análisis realizados sobre lípidos en muestras experimentales se observó la variación en la composición de los mismos al degradarse y se determinaron relaciones entre los diferentes ácidos grasos comúnmente presentes. Luego se intentó aplicar estas relaciones en las piezas arqueológicas, con el fin de establecer si la alfarería podía asociarse al consumo de determinados tipos de alimentos tales como carne, semillas, pescado, raíces (Barnard 2008; Eerkens 2005; Malainey et al. 1999). Sin embargo, no es sencillo interpretar esas relaciones debido a la ubicuidad de la mayor parte de los ácidos grasos y a la potencial mezcla de múltiples fuentes alimenticias. Además, dos factores dificultan la interpretación de los resultados. En primer lugar, la mayor parte de los residuos analizados proviene de vasijas utilizadas para cocción, por lo que el perfil lipídico puede estar alterado por la exposición de los alimentos a las altas temperaturas. En segundo lugar, aunque los lípidos son menos susceptibles a la degradación que otros compuestos presentes en los alimentos (como las proteínas o los ácidos nucleicos), la oxidación e hidrólisis contribuyen a su descomposición, cuyo grado depende del contexto ambiental en que se ubican los depósitos arqueológicos y del tiempo transcurrido. Por último, es importante destacar que no todos los ácidos grasos se oxidan a la misma velocidad ya que, por ejemplo, los insaturados se alteran mucho más rápidamente que los saturados.
*Departamento de Química Orgánica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires.
[email protected] **CONICET – Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
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Gabriela Naranjo, Laura Malec y Maricel Pérez
En el HPI existe un único antecedente (Pérez y Cañardo 2002), de carácter preliminar, que permitió el reconocimiento de componentes de los alimentos en general. Se procesaron tres tiestos cerámicos arqueológicos procedentes del sitio Túmulo de Campana (partido de Campana, provincia de Buenos Aires) para explorar la presencia de ácidos grasos, grasos, y se lo complementó con estudios actualísticos comparativos. comparativos. Los análisis efectuados sobre muestras arqueológicas permitieron determinar la presencia de los mismos compuestos que los detectados coypus. El aporte en vasijas modernas utilizadas para hervir Siluriformes y tejido muscular y adiposo de M. de M. coypus. brindado por estos resultados es que permiten sostener que la alfarería alfarería en el área se orientó, en alguna medida, al hervido de las presas. Esta hipótesis cuenta con otras líneas argumentativas, como los niveles de fragmentación de huesos largos de grandes mamíferos y de los cráneos de P. granulosus, granulosus, como así también los depósitos de carbón presentes en una importante fracción de los recipientes cerámicos (ver Acosta 2005; Loponte 2008; Loponte y Acosta 2008; Pérez y Cañardo 2002, 2004). Objetivos Para este trabajo se analizó la composición acídica de los extractos lipídicos obtenidos de fragmentos de cerámica procedentes de depósitos arqueológicos ubicados en el HPI. A partir de los resultados obtenidos, y en combinación con información arqueológica, se propone explorar algunos aspectos vinculados con las estrategias de uso de la alfarería. Este objetivo surge en respuesta a la escasez en el área de estudio de las conductas alimenticias y su relación con la organización económica. Ambiente y registro arqueológico Los análisis de ácidos grasos residuales efectuados para este trabajo corresponden a piezas provenientes de depósitos ubicados en el área de Bajíos Ribereños (Bonfils 1962) meridionales (o BRM), sector continental del humedal. El registro arqueológico de los BRM (< 2 ka 14C AP) señala la existencia de un sistema básicamente cazador-recolector, con un esquema de lugar central o CPF (central (central place foraging ), ), con alta estabilidad residencial, rangos de acción terrestres pequeños y probablemente extendidos en algunos casos en el ámbito fluvial, mediana a alta densidad demográfica y una economía basada en la pesca (aunque con diversos grados de intensidad) y en los vegetales silvestres, algunos de los cuales pudieron ser parcialmente manipulados. Asimismo, es posible considerar el desarrollo de conductas de almacenamiento y consumo diferido (Loponte 2008; ver también Loponte et al . 2004; Loponte y Acosta 2003). En este marco, es posible sostener que una gran parte de la alfarería estuvo íntimamente relacionada con la organización económica de los grupos humanos. Esta asociación parece haber buscado principalmente el aumento de la eficiencia en la extracción de nutrientes y en la tasa de retorno de los alimentos, ampliando la palatabilidad y la variedad de los productos consumidos. De esta forma, el empleo de la cerámica estuvo inmerso en el proceso de intensificación en la explotación del espacio. Este esquema también puede ser visto dentro de un proceso creciente de explotación y consumo nuclear de algunos recursos, especialmente los peces, roedores y vegetales. A su vez, esto es concurrente con el incremento en la generación de subproductos y el significativo aumento en la complejidad tecnológica y social de los BRM durante la última fase del Holoceno reciente (Loponte 2008; Loponte y Acosta 2008). Composición de la muestra Se analizaron los lípidos en siete tiestos cerámicos provenientes de dos depósitos arqueológicos de los BRM, ambos en estratigrafía (ver Tabla 1). Los sitios corresponden a la fase final del Holoceno reciente, con una antigüedad inferior a 2 ka 14C AP. n
4 3
SITIO Años 14C AP (+/- 1s) Año s Ca l. AP (+/- 2 s) LAB. Tú mu lo d e Camp an a si ti o 2 (TC ) 1 6 4 0 +/- 7 0 171 0 - 1380 Beta 1 7 2 0 5 9 La Bellaca sitio 2 (LB2 ) 6 8 0 +/- 8 0 729 - 52 8 LP-1 2 6 3
Bibl io g ra fí a o rig ina l Lafó n 1 9 7 1; 1; Lo p o n te y Aco st a 2 00 00 3 Aco sta y Lo p o n te 2 0 0 3
Tabla 1. Conformación de la muestra. Antigüedad de los depósitos arqueológicos.
Los fragmentos seleccionados pertenecen a la base de las vasijas o a porciones del cuerpo cercanas a la misma, ya que se espera que allí se encuentre la mayor concentración de residuos. Asimismo, todos corresponden a cerámica presumiblemente utilitaria, sin decoración pintada ni incisa, presentando abundante hollín en la cara externa, por lo que es probable que haya sido utilizada para la cocción de alimentos. Se analizó, además, una muestra de sedimento de La Bellaca sitio 2 para evaluar la posible interferencia de lípidos del suelo absorbidos en la cerámica.
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Metodología Se utilizaron aproximadamente 2 g de cada muestra, cuya superficie fue raspada previamente para eliminar cualquier tipo de contaminación lipídica exógena. Se molió en mortero y los lípidos se extrajeron por sonicación utilizando 10 ml de una mezcla de cloroformo - metanol (2:1) (Folch et al . 1957). Los extractos de solventes se centrifugaron, filtraron y luego se evaporaron bajo corriente de nitrógeno gaseoso. Los ésteres metílicos de los ácidos grasos (EMAG) se prepararon por transesterificación directa utilizando ácido sulfúrico 1% en metanol (80ºC, 1 hora) y cloroformo como solvente (Indarti et al . 2005). La mezcla se enfrió, se adicionaron 5ml de solución de NaCl 5% y los ésteres metílicos se extrajeron con hexano, el que luego se eliminó con corriente de nitrógeno. Los EMAG se redisolvieron en hexano para su análisis por cromatografía gas-líquido, utilizando un cromatógrafo gaseoso Shimadzu 17A 17A (Japón), equipado equipado con inyector split-splitless, detector de ionización de llama y una columna capilar DB-23 ((50%-cianopropil)-metilpolisiloxano), 30m x 0.25mm di x 0.25μm espesor de película ( J&W J&W Scientific, Scientific, USA). Las inyecciones fueron realizadas por triplicado en modo split (relación 1:10), empleando nitrógeno como gas portador (flujo = 0,5 mL/min.). La temperatura del inyector y detector fue de 230º C. El análisis se llevó a cabo utilizando el siguiente programa de temperatura: 5 minutos a 140º C y luego un incremento hasta 190º C a 4º C/min., manteniendo esta temperatura por 13 minutos; posteriormente, a una velocidad de 50º C/min., la temperatura se llevó a 200º C y se mantuvo por 2 minutos. Resultados y discusión La Tabla 2 resume los porcentajes de los ácidos grasos identificados en cada muestra analizada. En el sedimento de La Bellaca sitio 2 no se registraron lípidos. Aunque la falta de detección no implica necesariamente su ausencia, esto permite reducir la posibilidad de contaminación de los tiestos con lípidos procedentes de la matriz sedimentaria.
Tabla 2. Composición acídica de las muestras (% ácidos grasos).
En primer lugar, es de destacar la presencia de ácido linoleico (18:2) en todos los fragmentos cerámicos estudiados. En particular, algunas de las piezas de Túmulo de Campana (TC) muestran contenidos llamativamente elevados de este compuesto. El mismo, al ser poliinsaturado, resulta altamente susceptible a la oxidación, por lo que la proporción que se detecta en los residuos arqueológicos es, en realidad, mucho menor que la contenida en la fuente alimenticia original. En general, existen pocos trabajos que mencionen el registro de ácido linoleico en residuos arqueológicos (e.g. Buonasera 2007; Reber y Evershed 2004). En aquellos casos, su presencia fue atribuida al procesamiento y/o consumo de granos, ya que los mismos poseen porcentajes muy elevados de este ácido graso. En los lípidos de algunas especies como maíz y algarrobo, el ácido linoleico es el componente mayoritario (Mazzuca y Balzaretti 2003). También se identificaron ácidos grasos saturados como el láurico (12:0), mirístico (14:0), pentadecanoico (15:0), margárico (17:0) y esteárico (18:0); y monoinsaturados como el palmitoleico (16:1) y oleico (18:1). En la interpretación de los resultados, y a fin de minimizar errores producidos por procesos oxidativos, existe consenso sobre la preferencia por analizar relaciones entre ácidos grasos antes que valores absolutos. Eerkens (2005) sugiere que, como no todos los ácidos grasos se degradan a la misma velocidad, las relaciones entre aquellos que lo hacen a velocidades similares pueden ser útiles para identificar diferentes tipos de alimentos. Al aplicar las proporciones propuestas por este autor a los resultados obtenidos en el presente trabajo para las muestras de TC, se observa que los valores coinciden con los correspondientes a granos ( seeds ( seeds)) y son, además, cercanos a los que presentan los mamíferos terrestres. Las conclusiones son similares cuando utilizamos las relaciones entre ácidos grasos propuestas por Barnard (2008). En cuanto a los fragmentos de La Bellaca sitio 2, y de acuerdo a los criterios sugeridos por ambos autores, se observa que los resultados en una de las muestras (LB2 5) coinciden con los de TC. Sin embargo, en las dos muestras restantes, los lípidos podrían corresponder tanto a granos como así también a raíces, animales terrestres o peces. TOMO IV - 1495
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Debe tenerse en cuenta que los resultados representan generalmente generalmente una combinación de los diferentes alimentos que fueron contenidos, procesados y/o consumidos en las vasijas cerámicas. No obstante, según los valores de composición acídica registrados, el conjunto de las muestras apunta a una predominancia de los granos. Conclusiones La interpretación de los residuos orgánicos sólo puede ser completa si los resultados de los análisis bioquímicos se combinan con datos arqueológicos, históricos y etnográficos (Barnard 2008). La identificación de los lípidos en las muestras arqueológicas es consistente con los recursos explotados por los grupos de cazadoresrecolectores del HPI hacia el final del Holoceno. De acuerdo a los resultados obtenidos para las muestras de TC, se observa fundamentalmente un aporte de compuestos de origen vegetal. En el caso de LB2, la presencia de éstos es menos preponderante, con mayor mezcla de fuentes alimenticias. Si bien era esperable obtener valores que indicaran una marcada incidencia de los peces en la dieta (ver Acosta et al. al. 2009; Loponte 2008; Loponte y Acosta 2008), hay que señalar que los lípidos de estos taxones son altamente insaturados y se degradan con rapidez, dificultando a menudo su reconocimiento. El importante componente vegetal en la dieta parece relacionarse con el consumo de especies silvestres y/o manipuladas, aunque no se puede descartar el consumo de maíz. Es probable que los grupos locales hayan adoptado estrategias de intensificación sobre recursos abundantes, predecibles y palatables, que se pueden obtener en masa y que son susceptibles de ser almacenados, como los peces migratorios y los vegetales. Además, estos últimos constituyen recursos ideales para ser explotados por todas las clases sexo-etarias. Probablemente, algunos cazadores-recolectores del HPI (BRM inclusive) tuvieron conductas relacionadas con la generación de palmares y parches productivos, incluyendo algunos huertos. En este marco, el empleo de la cerámica habría tenido un rol importante en el proceso de intensificación en la explotación de recursos, maximizando la eficiencia en la extracción de nutrientes (Loponte 2008; ver también Loponte et al . 2004; Loponte y Acosta 2008). Perspectivas futuras La continuidad de este estudio plantea una agenda de trabajo para poder avanzar en el conocimiento del uso específico de la alfarería, alfarería, apuntando a determinar su importancia como parte de las estrategias económicas y su papel en el proceso de complejización que se registra hacia el final del Holoceno entre las sociedades del sector centro-oriental de la Región Pampeana (ver Loponte 2008; Loponte et al . 2004; Loponte y Acosta 2003, 2004, 2008). En primera instancia, se debería ampliar el tamaño de la muestra a fin de generar mayor precisión en los resultados y aumentar la representatividad de los conjuntos cerámicos del área. Por otro lado, una cuestión importante para profundizar es la implementación de estudios actualísticos y análisis complementarios. En los casos en que sea factible, el estudio de los granos de almidón en semillas promete alcanzar una identificación de los alimentos más específica. Por su parte, la experimentación resulta imprescindible para conocer y evaluar ciertos aspectos de la composición y degradación de los ácidos grasos, tanto modernos como arqueológicos. En este sentido, se debe contemplar diferentes recursos (vegetales, peces, ungulados, roedores, etc.), incluyendo su procesamiento, cocción y almacenamiento, de modo que sea posible comparar los resultados y precisar la identificación a nivel específico a la vez que se descartan los problemas de contaminación. Bibliografía Acosta, A. 2005. Zooarqueología de Cazadores-Recolectores Cazadores-Recolectores del Extremo Nororiental de la Provincia de Buenos Aires (Humedal del Río Paraná Inferior, Región Pampeana, Argentina). Argentina). Tesis para optar por el título de Doctor en Ciencia Naturales. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Inédita. Acosta, A. y D. Loponte. 2003 (1999). “Laguna La Bellaca” sitio 2. Informe preliminar. Actas preliminar. Actas XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Argentina, Tomo III: 291-299. Córdoba. Acosta, A., S. Escudero, R. Feuillet Terzaghi, D. Loponte y L. Pérez Jimeno. 2009. Conectando registros: variabilidad arqueológica en la cuenca del Paraná. Mamül Mapu: pasado y presente desde la arqueología pampeana. Editado por M. Berón, L. Luna, M. Bonomo, C. Montalvo, C. Aranda y M. Carrera Aizpitarte, pp. 241-252. Editorial Libros del Espinillo, Ayacucho, Provincia de Buenos Aires. Arthur, J. W. 2002. Pottery use-alteration as an indicator of socioeconomic status: an ethnoarchaeological study Method and Theory Theory9 : 331-355. of the Gamo of Ethiopia. Journal Ethiopia. Journal of Archaeological Method
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Gabriela Naranjo, Laura Malec y Maricel Pérez
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EVIDENCIAS DEL PRIMER ASENTAMIENTO ESPAÑOL EN LA CUENCA DEL RÍO DE LA PLATA PLATA (SANCTI SPIRITUS SPIRITUS 1527-1529) PROVINCIA DE SANTA FE Guillermo Frittegotto* , Fabián C. Letieri** , Héctor Meletta*** , Cecilia Arias *** y María E. Astiz** Introducción En este trabajo se presentan los resultados parciales alcanzados en la segunda etapa del proyecto de investigación vinculados con la localización del primer asentamiento español en el río de la Plata, la población y posterior construcción del Fuerte Sancti Spíritus, en la localidad de Puerto Gaboto (Provincia de Santa Fe), durante la cual se realizaron estudios arqueológicos y geofísicos (Frittegotto et al. al. 2009). Dicho proyecto iniciado en el año 2006 tuvo como objetivo general localizar y recuperar evidencias arqueológicas relacionadas con el fuerte fundado por Sebastián Caboto en 1527 en la confluencia de los ríos Carcarañá y Coronda. En esa primera etapa el área de estudio se delimitó sobre una superficie de 17,5 kilómetros cuadrados, comprendiendo ambas márgenes del río Carcarañá (Localidad de Puerto Gaboto, margen norte y Distrito de Timbúes, margen sur). Se efectuaron prospecciones areales, recolecciones en superficie y sondeos, todo ello con el fin de identificar posibles sitios arqueológicos y analizar su distribución dentro del paisaje. Como resultado se localizaron diversos sitios donde se conservan evidencias materiales que pueden ser asociadas tanto a las poblaciones aborígenes locales locales como al primer asentamiento asentamiento español en la región del Plata. De todos los sitios identificados dentro el área de estudio, en el sitio Eucaliptus, emplazado en el sector sureste, se ha recuperado una cantidad considerable de material arqueológico de procedencia europea, asociado también, a artefactos de manufactura local. A partir de los resultados obtenidos en la primera etapa de investigación, en el año 2008 se inició la segunda parte, planteándose como objetivo general el análisis específico del sitio Eucaliptus localizado en el área de la desembocadura del río Carcarañá con el río Coronda a fin de analizar los procesos culturales vinculados con la presencia española de principios del siglo XVI. En este sitio en particular se intensificaron los trabajos de campo arqueológicos (dada las altas concentraciones de material de origen europeo) con el propósito de recuperar la mayor cantidad de materiales arqueológicos que permitieran proporcionar información información relevante sobre este primer asentamiento español en la Cuenca del Río de La Plata. Por lo tanto, este trabajo se enfoca en describir los indicadores arqueológicos y geofísicos que dan sustento a una de las hipótesis planteadas en el proyecto de investigación, sobre la presencia efectiva de Caboto en el área. Dichos hallazgos en el sitio representan el momento inicial del contacto hispano-indígena para el área de la Cuenca del Plata, previo a la fundación de ciudades. Ubicación geográfica del área de estudio La localidad de Puerto Gaboto se ubica a los 32º 25' S y 60º 47' W, en el Departamento San Jerónimo de la provincia de Santa Fe; se halla geográficamente geográficamente a orillas del Río Coronda en su límite E y sobre la margen N del río Carcarañá por el S, a unos 70 Km. al N de la ciudad de Rosario (ver Figura 1). Desde el punto de vista ambiental, se encuentra localizada en el sector oriental de la región de la Pampa Ondulada, que limita con la llanura aluvial del Paraná. El sitio Eucaliptus se encuentra localizado en el sector sur de la planta urbana de Puerto Gaboto, en el terreno de una vivienda particular dentro de la manzana delimitada por las calles Pérez, Hurtado, Zavala y el talud donde comienza la planicie aluvial del río Carcarañá. El contexto geomorfológico de este sitio es en el talud de la barranca pampeana, a 3,5 m sobre la parte baja del trasalbardón de la margen Norte del río Carcarañá.
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G uillermo Frittegotto - Universidad Abierta Interamericana - e-mail:
[email protected] [email protected] Fabian C. Letieri - Museo Histórico Provincial Provincial de Rosario – e-mail: e-mail:
[email protected] *** H éctor Meletta - Museo Histórico Provincial de Rosario – UNR – e- mail:
[email protected] [email protected] *** C ecilia Arias – Museo Histórico Provincial de Rosario – UNR – e-mail:
[email protected] ** M aría E. Astiz – Museo Histórico Provincial de Rosario – e-mail:
[email protected] **
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Guillermo Frittegotto, Fabian Fabian C. Letieri, Héctor Meletta, Cecilia Arias y María E. Astiz
Figura 1: Localización geográfica de Puerto Gaboto (Fuente (Fuente Atlas IGM)
Consideraciones generales Inicialmente, la decisión de realizar sondeos y excavaciones arqueológicas sistemáticas en el sitio Eucaliptus obedece a tres consideraciones puntuales que provienen de distintas fuentes de información: - Documentación escrita: las crónicas y archivos documentales expresan, de manera imprecisa, la ubicación del fuerte Sancti Spíritus y un caserío de hasta 20 casas en la margen norte del río Carcarañá en las cercanías de su desembocadura en el Coronda (Astiz et al . 1987). - Informantes claves: durante el transcurso de la primera etapa de este proyecto se contó con los datos proporcionados por algunos vecinos de la localidad de Puerto Gaboto, quienes brindaron información con relación a ciertos hallazgos en la zona cercana y circunscripta al sitio Eucaliptus (fragmentos cerámicos de origen europeo, cuentas de vidrio, entre otros). - Prospecciones arqueológicas: Las primeras prospecciones y sondeos exploratorios realizados en este sitio durante el transcurso de los años 2006 y 2007 permitieron establecer la presencia de una alta densidad y variabilidad de objetos arqueológicos de diferentes materiales y procedencias (local y europeos), que en principio fueron asignables al período colonial temprano. - Estudios geomorfólogicos y fotointerpretación aérea: estos hallazgos pudieron ser vinculados con estudios geomorfologicos y de fotointerpretación aérea previos, realizados por el geólogo Martín Iriondo en el año 1987. Iriondo establece que dentro de los rasgos geomorfológicos observados, observados, uno de ellos presenta características que, desde una perspectiva arqueológica, podría revestir cierto interés para su investigación. Precisamente este rasgo se localiza dentro del predio donde se ubica el sitio Eucaliptus. La realización de 20 sondeos estuvo dirigida a definir las características del registro arqueológico dentro del sitio Eucaliptus. Esto es, tipo de materiales y su grado de asociación dentro de la matriz sedimentaria. También, se especificaron tendencias en la distribución del registro arqueológico, se recuperaron nuevas evidencias (de origen local y europeo) y se identificaron los sectores con mayor densidad de materiales y presencia de artefactos de origen europeo del siglo XVI. Los Estudios Geofísicos y su Correlación con el Registro Registro Arqueológico del Sitio Eucaliptus A partir de los datos obtenidos particularmente en el sitio Eucaliptus, los estudios se enfocaron con mayor especificidad en cuanto a la distribución espacial de los hallazgos; se realizaron relevamientos topográficos en
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detalle y análisis geofísicos (a cargo del Equipo de Geofísica Aplicada de la Universidad de Buenos Aires), lo que implicó redefinir e intensificar el método aplicado a los trabajos arqueológicos de campo. Se aplicaron diferentes técnicas de exploración en el terreno: inducción electromagnética con fuente controlada, método geoeléctrico y georadar, permitiendo detectar anomalías o rasgos no naturales, esto es, la identificación de estructuras de adobe en el subsuelo. Como resultado de estos estudios se puede observar en las plantas de datos “un conjunto de rasgos lineales, la mayoría de ellos con orientaciones de aproximadamente 45º respecto de los bordes de ambos sectores, además de algunas anomalías relativamente pequeñas en extensión. Muchos de estos rasgos son bastante rectos, y forman ángulos de 90º entre sí, lo que indica una probabilidad alta de que tengan origen cultural. Debido a que las señales presentan muy bajos contrastes en la intensidad cuando se varía la posición y el tiempo, no es posible establecer interpretaciones certeras de los orígenes de los rasgos observados, aunque sí es posible mencionar que los mismos parecen originarse en pequeñas fluctuaciones del grado de compactación y/o de la humedad y en pequeños desniveles en el suelo” (Osella 2009). Así, mediante la implementación de estas diferentes técnicas de estudio del terreno (arqueológicas, geofísicas y topográficas) se obtuvieron datos acerca de las características distintivas, rasgos superficiales y subterráneos del sitio. Teniendo en cuenta los resultados arrojados por los estudios geofísicos, las excavaciones arqueológicas se circunscribieron al sector que presenta una mayor densidad de materiales y a la presencia de las anomalías y rasgos (estructuras) detectados. Dicho sector se localiza en el extremo sureste del sitio con una extensión de 30 x 30 m de lado (900 m²), y fue subdividida en dos partes iguales: sector 1 (al norte) y sector 2 (al sur). Dentro de esta área se realizaron las prospecciones geofísicas y excavación de cuadriculas sobre uno de los rasgos detectados por el georadar en el sector 2 del sitio. Se excavaron 13 cuadrículas de 1 m de lado; se localizaron dos rasgos de estructuras de tierra cruda con una orientación N-S, asociados a material arqueológico de manufactura local y europea. Estas estructuras se encuentran entre los 0,50 y 0,90 m de profundidad y están compuestas por loess de la formación Tezanos Pinto, apisonado, el que se diferencia del sedimento que contiene los restos arqueológicos, conpuesto por material coluvial. Este tipo de sedimento sería más apto para construir muros o paredes de tierra apisonada (tapia) por su mayor plasticidad y capacidad de compactación (Ramonell com pers. 2009). Entre ambos rasgos se localizó una capa con carbón de 0,20 m de espesor que contiene restos de cuentas de vidrio fundidas y restos de madera quemada. Las cuentas de collar de vidrio venecianas que se encontraban depositadas fueron expuestas a temperaturas muy altas, lo cual ocasionó que se fundieran y fusionaran entre si. De acuerdo al análisis realizado sobre este contexto arqueológico en particular, puede establecerse una fuerte asociación de los artefactos recuperados con esta capa sedimentaria con carbón ubicada entre dos de los rasgos de tierra cruda como indicadores que pueden relacionarse con un evento de incendio. Por otra parte, se excavó una trinchera dentro del sector sureste del sitio donde también se localizaron estos mismos rasgos a una profundidad de 0,50 m. El rasgo mas visible se encuentra ubicado entre las cuadrículas J14 y J15, donde se observa la línea que marca la discordancia entre dos tipos de sedimentos; siendo el de la estructura más consolidado. Sobre el nivel del rasgo (a unos 2 m de distancia hacia el E) se localizó y excavó un enterratorio primario extendido con ajuar funerario. Tomando como referencia las características y los niveles en donde se hallaron tanto el enterratorio (y elementos asociados) como los rasgos que se relacionan con la estructura de tierra cruda, se puede decir de manera preliminar que ambos corresponden a eventos diferentes. Si bien es necesario profundizar los estudios y continuar con las excavaciones, es probable que el enterratorio sea posterior a la construcción de las estructuras. Asimismo, la disposición y los elementos asociados al esqueleto se correlacionan con las costumbres funerarias de los grupos cazadores recolectores que habitaron el área en momentos previos, contemporáneos y posteriores al primer asentamiento español. Artefactos Recuperados en el Sitio Eucaliptus: La totalidad de materiales recolectados durante las campañas arqueológicas realizadas en el sitio Eucaliptus, durante los años 2006 a 2009 es de aproximadamente 24.000 objetos. Es importante aclarar que una parte de este material se encuentra constituido por fragmentos cerámicos muy pequeños y situación similar se presenta con los objetos de metal, óseo, vidrio, lítico y madera.
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Guillermo Frittegotto, Fabian C. Letieri, Héctor Meletta, Cecilia Arias y María E. Astiz
Material cerámico: El material cerámico recuperado dentro del área de estudio presenta una amplia variabilidad de técnicas priMarías y secundarias (Schifer y Skibo 1987, 1997) aplicadas sobre los instrumentos cerámicos (Braun 1983; Burton y Simon 1996). Estos atributos diferenciales se refieren a las técnicas de construcción de los implementos cerámicos, a las características de la pasta, proceso de cocción, aplicación de engobes, pinturas, incisiones, entre otros. En este sentido, es importante volver a destacar que sólo en el sitio Eucaliptus se observan características distintivas en cuanto a las técnicas aplicadas con relación a su procedencia local o europea; los indicadores de objetos de procedencia europea más relevantes se encuentran representados por el uso del torno para el levantado de la pieza, aplicación de la técnica de vidriado superficial, composición de la pasta y el uso de instalaciones permanentes (hornos) para la cocción de los artefactos (Frittegotto et al. 2007; Senatore 1995). Material vítreo: Los fragmentos de vidrio y cuentas de vidrio hallados en el sitio Eucaliptus conforman otro indicador que marca la presencia europea en el área. Algunos ejemplares presentan un estado de meteorización avanzado por la incidencia de factores naturales (lluvia, exposición prolongada a la luz solar, entre otros) que estarían indicando que dichos materiales no tienen un origen actual relativo. Los vidrios presentan una superficie generalmente irregular con impurezas dentro de la masa vítrea, que evidencia una técnica no tan depurada como la utilizada para la formación de objetos de vidrios actuales. Se ha constatado una mayor cantidad y variabilidad morfológica de cuentas de collar (enteras o fragmentadas) observándose diferentes modelos: circulares, esféricas, tubulares (transparentes, o de color azul, blanco, rojo o combinado formando motivos de líneas finas en todo el cuerpo de la cuenta), facetadas y estrelladas. Entre las más frecuentes se encuentran las denominadas Nueva Cádiz que fueron una de las cuentas que ingresaron más tempranamente en América a principios del siglo XVI y fueron registradas en sitios hispano-indígenas americanos, junto con las cuentas de tipo Chevron (Deagan 1987). Material óseo: Se recuperaron numerosos fragmentos óseos, astillas y pequeños huesos correspondientes a vértebras de peces, huesos largos, vértebras y mandíbulas de mamíferos pequeños. Estos últimos generalmente asociados a lentes de tierra cocida o carbón; sin embargo, no puede establecerse hasta el momento que dichos fragmentos o piezas se encuentren asociados a actividades de cocción de alimentos dado el reducido sector que ocupan estas lentes aisladas de carbón dentro de la matriz sedimentaria. En esta colección se destaca la presencia de 13 dados pequeños de hasta 0,5 cm de largo (origen europeo) y un pendiente confeccionado con un hueso largo de roedor que presenta un orificio suspensor en uno de sus extremos, asociado al enterratorio. Metales y material lítico: Se han recuperado objetos y fragmentos metálicos identificándose algunos clavos forjados y un dedal. El material lítico se encuentra escasamente representado, en su mayoría se encuentra constituido por cantos rodados y un fragmento pequeño de una punta de proyectil confeccionada en calcedonia. Con respecto al objetivo principal de este proyecto vinculado con la localización de evidencias arqueológicas relacionadas con el primer asentamiento español, el sitio Eucaliptus es donde se ha hallado una alta concentración de artefactos de origen europeo (aproximadamente más de 1.200 objetos) no registrados en ninguno de los restantes sitios dentro del área en estudio. El sitio presenta la particularidad de tener una cantidad considerable de material arqueológico de origen local y en segundo lugar de material arqueológico de origen europeo; también un tercer aspecto que confluye es la presencia de los rasgos (estructuras) en asociación con el registro arqueológico hallado. Consideraciones finales Considerando el contexto histórico del área bajo estudio y en función del objetivo que vincula la búsqueda y localización del emplazamiento del Fuerte Sancti Spíritus en 1527, los resultados alcanzados a partir de los trabajos de campo arqueológicos y geofísicos evidencian la presencia de la cultura material española de principios del siglo XVI en el sitio Eucaliptus. Por otro lado, se pueden remarcar las siguientes conclusiones: - Si bien en toda esta superficie delimitada (tanto en el distrito de Timbúes como en Puerto Gaboto) se han identificado numerosos sitios arqueológicos, en el sitio Eucaliptus se han recuperado, en excavación y en
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superficie, materiales arqueológicos de origen europeo. Los hallazgos se manifiestan con una alta densidad, esto es, más de 10 objetos por m². - Hasta el momento el área excavada constituye apenas el 1,27% sobre un total de 900 m².que tiene el sector sureste del sitio Eucaliptus. Es decir, actualmente se ha intensificado las excavaciones sobre una muestra muy pequeña del sitio, lo cual estaría indicando un gran potencial con relación a eventuales hallazgos relacionados con este primer asentamiento europeo. - Como resultado de las prospecciones geofísicas y del trazado de las cuadrículas (en concordancia con las prospecciones), los resultados obtenidos pusieron de manifiesto la evidencia de estructuras de tierra cruda con una traza geométrica y lineal relacionadas al asentamiento español del siglo XVI. Estas estructuras o rasgos geofísicos aparecen asociados a un registro arqueológico cuya variabilidad artefactual se vincula con diversos tipos de cuentas de vidrio (Chevron, Nueva Cádiz, tubulares, circulares, entre otras); cerámica vidriada, mayólica y trece dados confeccionados en hueso. - En las excavaciones se han registrado numerosos hallazgos de materiales quemados o fundidos. Muchas de las cuentas recuperadas presentan sus formas alteradas por haber sido expuestas a una fuente de calor intensa y se han hallado asimismo cuentas pegadas debido al mismo proceso. Casos similares se han presentado con los fragmentos de cerámica vidriada. Estos indicadores son importantes ya que podrían estar relacionados con la destrucción e incendio del poblado y fuerte de Sancti Spíritus. Si bien el área de excavación es menor al 2% de la superficie del sitio, la cantidad de materiales hallados es significativamente elevada. De los 23.850 objetos, 832 son fragmentos de cerámica de origen europeo y 350 cuentas de collar (179 enteras y 171 fragmentadas) por lo que se espera que la continuación de los trabajos de campo y laboratorio permitan avanzar y profundizar el conocimiento acerca de este primer emplazamiento europeo en la Cuenca del río de La Plata: el poblado y fuerte de Sancti Spíritus. Bibliografía Astiz, M. E. y A.Tomé. 1987. Localización y Descripción de Sancti Spiritus. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 12: 203-251. Braun, D. P. 1983. Pots as tools. Archaeological Hammers and Theories. Editado por Bay James A. Moore and Arthur S. Keene, pp. 107-134. Academic Press, New York Burton J. H. y A. W. Simon. 1996. A pot is not a rock: a reply to Neff, Glascock, Bishop and Blackman. American Antiquity 61 (2): 405-413. Deagan K 1987. Artefacts of the Spanish colonies of Florida and Caribbean, 1500-1800. Vol. 1. Smithsonian Institution Press, Washington D.C. Frittegotto, G., G. Cocco, F. C. Letieri, M. A. Astiz, C. Ramonell y M. Pérez. 2007. Investigación científica en el sitio histórico de Puerto Gaboto. Proyecto de Arqueología: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Provincia de Santa Fe. Informe Final (Primera Etapa). En archivo: Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires. Manuscrito Frittegotto, G., G. Cocco, F. C. Letieri, M. Pérez y M. E. Astiz. 2009. Investigación científica en el sitio histórico de Puerto Gaboto. Proyecto de Arqueología: localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Provincia de Santa Fe. Informe Final (Segunda Etapa). En archivo: Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires. Manuscrito Osella, A. 2009. Prospección geofísica en Puerto Gaboto. Informe. Proyecto de Arqueología: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Provincia de Santa Fe (Segunda Etapa). Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires. Manuscrito Schiffer, M. B. y J. M. Skibo 1987. Theory and experiment in the study of technological change. Current Anthropology 28: 595-622. 1997. The explanation of artifact variability. American Antiquity 62 (1): 27-50. Senatore, M. X. 1995. Tecnologías Nativas y Estrategias de Ocupación Española en la Región del Río de La Plata. Historical Archaeology in Latin America 11. Editado por Stanley South, pp. 40-48. University of South Carolina. Columbia S.C.
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PRIMERAS APROXIMACIONES AL ESTUDIO DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE LA PRIMERA OCUPACIÓN ESPAÑOLA EN LA DESEMBOCADURA DEL RÍO CARCARAÑÁ (FUERTE SANCTI SPÍRITUS 1527-1529) Gabriel Cocco* , Cecilia Arias**, Emmanuel Vargas** y Cecilia Rey** Introducción En este trabajo se analiza la distribución del registro arqueológico de la ocupación Española en el área de la desembocadura del río Carcarañá en el Coronda producido a principios del siglo XVI con el asentamiento instalado por Sebastián Caboto en 1527, el cual fue destruido e incendiado en 1529. El “Fuerte Sancti Spíritus” fue el primer asiento español en la Cuenca del Río de la Plata y representa un punto clave en el estudio del proceso de conquista y colonización española en Sudamérica en un territorio que hasta el momento se hallaba ocupado por sociedades cazadoras recolectoras y horticultoras. Este estudio se basa los trabajos realizados a partir del Proyecto de investigación arqueológica: “Localización del primer asentamiento español en el río de la Plata, localidad de Puerto Gaboto”, impulsado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe y financiado por el Consejo Federal de Inversiones (Frittegotto et al. 2009). Como resultado se localizaron sitios arqueológicos indígenas en ambas márgenes del río Carcarañá y evidencias de la presencia española en el sector sureste de la localidad de Puerto Gaboto. Las mismas proceden del sitio “Eucaliptus”, donde se realizaron excavaciones arqueológicas que posibilitaron recuperar material de origen europeo asociado a artefactos de manufactura local que fueron relacionados con el asentamiento español de Sebastián Caboto establecido en el lugar a principios del siglo XVI. Tomando como base estos trabajos, se presentan las primeras aproximaciones al estudio del registro arqueológico de la primera ocupación española en la desembocadura del río Carcarañá con el fin de identificar los procesos de formación cultural y natural que actuaron a nivel regional, local y en el sitio Eucaliptus. El registro arqueológico en el área de desembocadura del río Caracarañá En un área de 17,5 kilómetros cuadrados se realizaron prospecciones areales, recolecciones de superficie y sondeos con el fin de identificar sitios arqueológicos y analizar su distribución dentro del paisaje. Como resultado de estas actividades se localizaron diversos sitios arqueológicos donde se conservan evidencias materiales que pueden ser asociadas a las poblaciones aborígenes locales como al primer asentamiento español en la cuenca del Río de La Plata. Paralelamente se realizaron estudios geológicos y geomorfológicos focalizados en relacionar el registro arqueológico con la dinámica del paisaje, esto es: sus transformaciones con relación a los sistemas hídricos del río Carcarañá (cuenca inferior) y el río Coronda en los últimos 500 años (Frittegotto et al. 2007). De acuerdo a los estudios realizados por el geólogo Carlos Ramonell (Frittegotto et al. 2007), se pueden reconocer en el área estudiada tres unidades geomorfológicas: a) Planicie Pampeana: en esta unidad las geoformas dominantes en el área de estudio son los paleovalles fluviales (y paleointerfluvios) de escaso relieve relativo y poco desarrollo areal (cuencas de orden menor). Estos valles fueron modelados antes de la sedimentación de los limos eólicos de la Fm. Tezanos Pinto, que los cubre y enmascara. Sobre Tezanos Pinto se ubica un paleosuelo parcialmente erosionado sobre el que se depositaron los limos grises de la Fm. San Guillermo con edades asignables al Holoceno Superior. En cuanto a los procesos naturales que actúan en la transformación del registro arqueológico, se observan algunas manifestaciones aisladas de erosión hídrica (por lavaje pluvial), y la pedogénesis es el principal proceso natural de transformación de su superficie. El contacto entre la Planicie Pampeana con las unidades geomorfológicas de génesis fluvial se da mediante tres tipos de taludes: a) barrancas erosivas activas modeladas por los cauces del Coronda y del Carcarañá; b) taludes de fuerte pendiente sujetos a erosión hídrica por lavaje pluvial superficial o subterráneo; y c) taludes de entre 2º y 10º, en los que se registró reptación ladera abajo del coluvio/suelo. Estos taludes corresponden a los laterales del valle del río Carcarañá, donde la Planicie Pampeana se conecta con la “planicie de inundación” de la Faja Aluvial. b) *
Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, Ministerio de Innovación y Cultura, Pcia. de Santa Fe. Facultad de Humanidades y Artes, UNR – Museo Histórico Provincial Julio Marc, Pcia de Santa Fe.
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Gabriel Cocco, Cecilia Arias, Emmanuel Vargas y Cecilia Rey
Sistema Aluvial del río Paraná: se identificaron complejos de barras de punta formados por el río Coronda. Sobre margen izquierda, frente a la desembocadura del Carcarañá, el río Coronda ha construido un único albardón lateral, que actualmente está siendo erosionado también. El resto de la superficie correspondiente a esta unidad geomorfológica fue originada por la dinámica de migración lateral de tales cursos, como Las Cañitas, Paranacito y Fray Fausto, principalmente. c) Faja Aluvial del río Carcarañá: la geoforma más extendida es la de su planicie de inundación, en cuya superficie se reconocen unos pocos albardones bien desarrollados. La estratigrafía de la unidad, el mecanismo dominante de formación de la planicie es la acreción vertical de sedimentos durante las inundaciones fluviales, sean estas propias del río o inducidas por el remanso que impone el sistema del Paraná sobre el efecto de remanso. El registro arqueológico en la región se encuentra contenido dentro de las unidades correspondientes a la Fm. San Guillermo, el Aluvio del Sistema del río Paraná y el Aluvio Reciente a Precolombino del río Carcarañá. Las cuales serían unidades estratigráficas sincrónicas en parte, al menos hasta los ca. 1000 años A.P., cuando habría cesado la depositación de los limos eólicos de la primera de ellas. Las principales transformaciones del paisaje y de los sistemas hídricos de los ríos Coronda y Carcarañá en los últimos 500 años, de acuerdo a los estudios geológicos realizados no han experimentado cambios significativos. Se puede establecer que la estructura básica del paisaje actual fue la prácticamente la misma al momento de la llegada de los españoles. Las transformaciones más evidentes en la planicie ocurrieron en las zonas de contacto con los cauces del río Carcarañá y el río Coronda por el modelado erosivo lateral, por erosión hídrica (lavaje pluvial) o reptación de suelo observado en los taludes pampeanos menos abruptos. La Distribución del Registro Arqueológico en el Área de Estudio: A partir de los estudios arqueológicos y geológicos realizados se delimitaron tres zonas teniendo en cuenta los siguientes criterios: 1) zonas de alta densidad de materiales: más de 10 ítems por metro cuadrado; 2) zonas de media densidad de materiales: entre 5 y 1 ítem por metros cuadrado; y 3) zonas de baja densidad: 1 ítem por metro cuadrado. En cuanto a su localización dentro del paisaje las áreas de alta densidad se encuentran en relación al río Carcarañá, algunas dentro de la Faja aluvial del río, otras sobre la planicie pampeana o abarcando áreas de contacto entre estas dos unidades. Asimismo, puede observarse que se localizan en las cercanías de la desembocadura del río Carcarañá en el Coronda. Otro aspecto a destacar es que los mayores procesos de trasformación cultural se han producido en las zonas ubicadas sobre la margen izquierda del río Carcarañá que abarca el área donde actualmente se encuentra el ejido urbano de Puerto Gaboto. Mientras que sobre la margen derecha la acción de los procesos antrópicos fue menor, ya que son áreas rurales con vegetación autóctona dedicadas al pastoreo de animales (Frittegotto et al. 2007). El registro arqueológico del sitio Eucaliptus (fuerte Sancti Spíritus) El sitio se localiza en el sector sur de la localidad de Puerto Gaboto, en el fondo del terreno de una vivienda particular, propiedad de Rogelia Durán. El mismo se ubica en la manzana delimitada por la calle Pérez, Hurtado, Zavala y el talud donde comienza la planicie aluvial del río Carcarañá. El área estudiada abarca una superficie de 2.255 metros cuadrados dentro de la cual se realizaron sondeos, prospecciones geofísicas y excavaciones sistemáticas por medio de cuadrículas y trincheras (ver figura 1). El contexto geomorfológico de este sitio es en el talud de la barranca pampeana, a 3,5 m sobre la parte baja del tras-albardón de la margen Norte del río Carcarañá. Por el sur el sitio está limitado por una plataforma de erosión producida por los procesos hídricos del río Coronda. De acuerdo a los relevamientos topográficos realizados, se puede observar que la superficie del sitio tiene un declive hacia el Sur en la misma dirección del talud con una diferencia de 1 metro entre el sector más alto y el más bajo. La estratigrafía del sitio se compone de una capa de origen coluvial, de textura limosa y coloración pardo oscura (esta tonalidad se asocia a procesos edáficos actuales que operan en el manto coluvial) donde se encuentran depositados los materiales arqueológicos. En el sector sureste del sitio esta capa llega a tener un espesor de 1,20 m, apoyándose sobre el techo de la formación Tezanos Pinto conformada por limos de origen eólico de color pardo anaranjado.
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Figura 1: Localización del Sitio Eucaliptus y área estudiada.
La Distribución Espacial del Registro Arqueológico en el Sitio Previo a la realización de excavaciones, se realizaron nuevos sondeos exploratorios, relevamientos topográficos de detalle y prospecciones geofísicas. Mediante la utilización de diferentes técnicas de exploración del terreno y del subsuelo se detectaron diferentes tipos de rasgos y se determinaron los límites del sitio para poder definir luego los sectores a excavar. De acuerdo a esto, se realizaron: Planimetrías del sitio y áreas aledañas localizando los rasgos principales del terreno y la topografía; paralelamente se realizaron sondeos para determinar los límites del sitio y las áreas con diferente concentración de material; posteriormente se llevaron a cabo prospecciones geofísicas con el objetivo de detectar en el subsuelo la presencia de estructuras arqueológicas y concentraciones de materiales que puedan haberse conservado del asentamiento español. Si bien las unidades de extracción fueron establecidas al azar, la mayor recurrencia de hallazgos se observan en el sector sureste del sitio (ver figura 2). Posteriormente esta tendencia fue reafirmada a partir de la realización de las prospecciones geofísicas y las excavaciones arqueológicas.
Figura 2: localización de las excavaciones en el sitio Eucaliptus
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Gabriel Cocco, Cecilia Arias, Emmanuel Vargas y Cecilia Rey
Análisis de la Distribución del Registro Arqueológico en el Sector Sureste del Sitio Con el fin de realizar una primera aproximación al contexto de asociación de los artefactos recuperados en el sitio, se analizan en este trabajo las distribuciones del material arqueológico en relación a la matriz sedimentaria y estructuras de tierra cruda en el sector sureste del sitio con el fin de identificar patrones de depositación producidos por procesos culturales y naturales. En este lugar, las cuadrículas fueron planteadas en base a los resultados de las prospecciones geofísicas. Se excavaron 13 unidades (totalizando 25 metros cuadrados) en el lugar donde se localizó un rasgo lineal que conforma una superficie de forma rectangular con una orientación Norte-Sur. Las excavaciones se realizaron en cuadrículas de 1 metro de lado por niveles artificiales de 5 centímetros, registrando tridimensionalmente los ítems arqueológicos recuperados y cerniendo el sedimento extraído en zaranda de malla fina. Dentro de las cuadrículas se localizaron dos estructuras de tierra cruda que tienen una orientación Norte-Sur (ver figura 3) y que se encuentran asociadas a material arqueológico de manufactura local y europea. Dichas estructuras se localizan entre los 50 y 90 centímetros de profundidad y están compuestas por loess de la formación Tezanos Pinto, apisonado. Se diferencia del sedimento que contiene los restos arqueológicos, el cual está compuesto por material coluvial. Los materiales asociados presentan una variabilidad artefactual que se vincula a la ocupación española y a las poblaciones indígenas locales: Está compuesta por 336 cuentas de collar enteras, fragmentadas y unidas entre sí de diversos tipos (Chevron, Nueva Cádiz, tubulares, circulares, entre otras); 345 fragmentos de cerámica europea (vidriada, no vidriada y mayólica), 12 dados confeccionados en hueso, 8.726 fragmentos de cerámica de manufactura local lisa, incisa y pintada. Considerando la ubicación de las estructuras de tierra cruda tal como se muestra en la figura 3, se puede decir que existe un agrupamiento de la cerámica europea en las cuadrículas A6, A7 y B7, las cuales se localizan entre los rasgos detectados y donde se recuperaron materiales hasta los niveles más profundos. Con relación a esto, en el nivel XII se observa una abrupta desaparición del material cerámico en las cuadrículas ubicadas al Oeste del rasgo 1, coincidiendo con un aumento en la consistencia del sedimento y el nivel donde comienzan a aparecer los muros.
Figura 3: plano de las cuadrículas excavadas y estructuras de tierra cruda localizadas
Como puede observarse en las figura 4, la cerámica local y europea se distribuye diferencialmente dentro el área excavada. Por una parte, la cerámica local es mucho más abundante que la europea y se distribuye más uniformemente en las cuadrículas presentando los mayores índices en las cuadrículas A6, B7 y B11, pero concentrándose la mayor cantidad de tiestos en los niveles superiores y decayendo su presencia paulatinamente hacia los niveles inferiores. Por otra parte, la cerámica europea aparece mayormente agrupada en las cuadrículas A6, A7 y B7. La presencia de este tipo de ítem en el perfil de las excavaciones muestra un pico máximo en los niveles III y IV, decayendo hasta casi desaparecer en el nivel X, y aumentando nuevamente en los niveles inferiores cercanos a los 0,90 metros de profundidad.
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Figura 4: Gráficos de distribución de cerámica local y europea por cuadrículas y por niveles excavados
Un agrupamiento similar al descripto anteriormente se observa para la cuentas de collar, donde la mayor densidad de hallazgos se sitúa en las cuadrículas A6 y B7. Por otra parte, de las 336 cuentas recuperadas en las excavaciones de estas 13 cuadrículas, un 53% presenta la característica de haber estado expuesta a altas temperaturas. Esto se evidencia en fragmentos de vidrio derretido que mantiene el color de las cuentas (por ejemplo en las Chevron y Nueva Cadiz) y cuentas pegadas entre sí formando bloques. Acerca de este último caso se destaca un bloque o bochón recuperado en el nivel XIX de la cuadrícula B7 compuesto por más de 50 cuentas de diferentes capas de colores (tipo Chevron) unidas entre sí formando una sola pieza. La presencia de artefactos expuestos a altas temperaturas también fue observada en la cerámica vidriada y otros artefactos de vidrio -aún no determinados- (ver figura 5). En el caso del área de excavación analizada, los materiales con estas características se encuentran depositados en una capa de 20 cm de espesor que contiene carbón en los niveles XVI y XIX de las cuadrículas A6, A7 y B7. En estas mismas unidades se hallaron 13 dados confeccionados en hueso de 0,5 cm de lado aproximadamente. El hallazgo de estos dados junto con las concentraciones de cuentas y cerámica europea en este subsector del sitio localizado dentro de dos estructuras de tierra cruda contrasta con las distribuciones observadas para el resto de las cuadrículas analizadas.
Figura 5: distribución diferencial de cuentas en las cuadrículas
Otro aspecto a analizar, son los procesos posdepositacionales de perturbación del sitio y las ocupaciones posteriores. En el sitio se han detectado procesos antrópicos de transformación en el sitio producto de la actividad humana actual tales como la construcción de viviendas, pozos de basura, cultivo de hortalizas y
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Gabriel Cocco, Cecilia Arias, Emmanuel Vargas y Cecilia Rey
forestación. Dentro del área estudiada, estos procesos solo han afectado la superficie del sitio y sectores puntuales del mismo, como en el caso de los pozos de basura (uno de ellos afecta los primeros niveles de la cuadrícula B7) y la presencia de los árboles con el subsecuente proceso de floraturbación. Consideraciones finales Si bien los objetivos planteados al principio exceden la extensión de este trabajo, a partir del estudio del contexto ambiental y del sitio Eucaliptus se pueden hacer algunas consideraciones en cuanto a los patrones de depositación y los procesos culturales y naturales que los originaron. En un contexto regional, el registro arqueológico de este sitio es diferente a los otros sitios detectados y asignados a ocupaciones indígenas de cazadores recolectores. Esta diferencia, se puede observar no solo en las características de los materiales recuperados (la cultura material europea), sino también en la presencia de estructuras de tapia con formas lineales que nunca habían sido observadas en esta región para otro tipo de sitio. Por otra parte, en trabajos anteriores (Cocco y Letieri 2010) se sostuvo la hipótesis de que este sitio es producto de la ocupación española de Sebastián Caboto, la cual se refuerza a partir de análisis de un conjunto de evidencias materiales que apoyan esta afirmación: la identificación de los materiales europeos como contemporáneos a otros sitios hispanos de la gran Cuenca del Caribe (Deagan 2002) y la presencia de estructuras de tapia asociadas a estos materiales. Asimismo, una primera evaluación de los conjuntos de artefactos recuperados en las cuadrículas A6, A7 y B7 en relación a estas estructuras permite afirmar que habría sido producida por procesos culturales de depositación relacionados a la presencia de un asentamiento permanente. Otro aspecto que está siendo analizado es la presencia de materiales europeos con evidencias de haber estado sometidos a altas temperaturas, los cuales se concentran también en las cuadrículas localizadas entre las estructuras de tapia. Estos materiales podrían ser relacionados con el incendio del fuerte Sancti Spíritus en 1529, pero si bien existen evidencias que apoyan esta afirmación, aún es necesario realizar análisis más precisos y extender el área de las excavaciones. Bibliografía Deagan, K. 2002. “ Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean 1500-1800”. Volumen 1 y 2. Smithsonian Institution Press, Washington and London. Frittegotto, G., F. Letieri, G. Cocco., M. A. Astiz, C. Ramonell, M. Perez. 2007. Proyecto: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Pcia de Santa Fe. Informe Final. En archivo: Consejo Federal de Inversiones. Exp. N°77960001. Buenos Aires. Manuscrito Frittegotto, G., G. Cocco, F. C. Letieri 2009. Proyecto: Localización del primer asentamiento español en el Río de La Plata, localidad de Puerto Gaboto, Pcia de Santa Fe. Informe Final (Segunda Etapa). En archivo: Consejo Federal de Inversiones. Exp. N°98590001. Buenos Aires. Manuscrito Cocco, G. y F. Letieri. 2010. Proyecto: localización del primer asentamiento español en la Cuenca del Río de la Plata - Fuerte Sancti Spitirus 1527-1529 localidad de Puerto Gaboto. Mamül mapu: pasado y presente desde la Arqueología pampeana. Editado por M. Berón, L. Luna, M. Bonomo, C. Montalvo, C. Aranda y M. Carrera Aizpitarte, pp. 215-226. Editorial Libros del Espinillo, Ayacucho, Pcia. de Buenos Aires.
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LAS GUARANÍES, LOS JESUITAS Y EL COTI GUAZÚ DE LA REDUCCIÓN DE SANTA ANA: NUEVOS ABORDAJES SOBRE LA CONQUISTA EN EL NORESTE ARGENTINO María Victoria Roca* Introducción Este trabajo tiene como fin presentar un análisis del coti guazú de Santa Ana (Misiones), un espacio femenino presente en algunas de las 30 reducciones jesuítico-guaraníes que fundaron los religiosos de la Compañía de Jesús en las zonas aledañas a los ríos Paraná y Uruguay, desde comienzos del siglo XVII hasta su extrañamiento en 1767. Parte de la investigación que aquí se incluye se encuentra desarrollada en mi tesina de Licenciatura1. Al mismo tiempo, esta presentación propone repensar los contenidos mismos de la arqueología del NEA, una arqueología que ha girado principalmente en torno a cazadores recolectores, dejando el campo de las misiones, por diferentes razones, para otras disciplinas. Realizamos esta investigación desde la Arqueología Histórica, teniendo en cuenta su carácter multidisciplinario y la inclusión de diferente tipo de fuentes de información (Orser 2000), características que potencian su poder interpretativo. Acordamos con Quiroga cuando sostiene que si la arqueología se hace a un lado cuando se cuenta con documentos escritos, como pretenden algunos autores, esto implica la profundización de la separación prehistoria/historia. Creemos que esto muchas veces ha derivado en prejuicios propios del Evolucionismo Clásico, en el establecimiento de fronteras en el campo del conocimiento y en la inhibición y circunscripción de la práctica arqueológica misma, que por mucho tiempo cedió los estudios sobre reducciones jesuitas a la Historia y la Arquitectura, por ejemplo. Afirmamos con la autora que es posible y hasta necesario realizar estudios incluso si existen documentos (Quiroga 2005: 91). Por su parte, Rocchietti propone hablar de sitios con documentación histórica asociada, cuya naturaleza dialéctica se expresa en “...un circuito de confrontación y convalidación entre los materiales de una formación arqueológica y lo que dicen los documentos.” (1998: 142). Diferentes miradas para un mismo espacio Específicamente, durante el estudio realizado por nosotros se utilizaron fuentes priMarías2, fuentes secundarias3 e información pictórica4, buenas herramientas en medio de la característica subrepresentación del coti guazúy las guaraníes. Según los autores trabajados, el coti guazú sería una estructura que podía o no estar presente en una reducción; sus opciones de ubicación eran: en el costado de la plaza que constituía el núcleo principal, del lado del cementerio, separado del mismo; o en un extremo del casco urbano, alejada de los edificios principales. En cuanto a su arquitectura, cabe esperar que se comporte como el resto de los edificios: una serie de habitaciones contiguas de sillares y adobe, rodeadas por galerías internas y externas, y con un patio interior. Quienes ingresaban allí eran mujeres que respondían a los adjetivos de “solas” (viudas, casadas cuyos maridos estaban ausentes, huérfanas, solteras, sin familia) o “castigadas” (adúlteras, quienes cometieron algún delito). También estarían las ancianas y enfermas. Estas mujeres estaban vigiladas por una mujer mayor y la/s puerta/s del coti guazú debería/n estar cerrada/s. Sus vidas giraban en torno a las actividades textiles. Aparentemente, al menos algunas de ellas, estaban autorizadas a salir, para ocuparse del arreglo floral de la iglesia y el cementerio, además de lavar ropa y juntar agua. Su sustento corría por cuenta de la comunidad. Con respecto a la información pictórica trabajada, se ordenaron aquellos mapas en donde figura el coti guazú, utilizando una periodización según la fecha de confección: a) Época Jesuita; b) Época post-Jesuita; y c) Actuales. Analizamos también las expresiones contenidas en los distintos tipos de fuentes consultadas. Algunas de ellas son: en las fuentes secundarias Cotiguazú o Cotyguazú (casa grande o albergue grande), “Tupanciró” (casa de la madre de Dios), “Casa de Recogidas”, “Casa de la Virgen”, “Casa de corrección”. En los planos: Época Jesuita:
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F acultad de Humanidades y Artes, UNR/
[email protected]. E l trabajo de campo contenido en ella se llevó adelante en el marco del “Proyecto Arqueología de Santa Ana (Misiones)” y del Convenio de Colaboración Metodológica entre la UNR y la UNaM. 2 Peramás (1946), Cardiel, Muriel, Sánchez Labrador y órdenes del Provincial de 1714. Por falta de disponibilidad de las fuentes se decidió recurrir a Furlong (1962), quien cita los extractos enteros de las obras de dichos autores cuando refieren al coti. 3 Bruxel (1996), Busaniche (1955), Fernández Ramos (1929), Furlong (1962), Gálvez (1995), Hernández (2000), Kellog (2005), Lugones (1945), Martínez Valebona (2008), Pla (2008), Susnik (1984). 4 M apas de diferentes épocas incluidos en Gutiérrez y Maeder (1994). 1
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“Casa de las Recogidas”, “ Domus Viduarum”5. Época post-Jesuita: “Casa de Misericordia”, “Casa de Posada”, “Casa para Huérfanos de Ambos Sexos”, “Establecimiento para Huérfanos”, “Edificio para Viudas y Huérfanas”, “Casa de Huérfanos”, “Casa de Huérfanos e Impedidos” y “Asilo-Hospital”. Actuales: coti guazú Para el desarrollo de la investigación se trabajó con la siguiente hipótesis: La existencia del coti guazú de Santa Ana, sus características físicas y su relación con los otros espacios de esta reducción, estaría descubriendo el lado femenino del sistema de dominación y conquista hacia los Guaraníes, llevado adelante por los Jesuitas. Así, el informe de campo, producto de las pioneras excavaciones de los años 2003 y 20066, fue analizado a la luz de dicha hipótesis. Finalmente, nuestra última herramienta para el abordaje del coti guazú provino de una exploración del universo femenino en las reducciones, en donde estudiamos la relación de los jesuitas con las mujeres –entendidas como objeto sagrado, fuente de pecado- y a las mujeres indígenas viviendo en contexto reduccional –donde domina la idea de separación de esferas masculina y femenina así como la lucha contra la poligamia-.7
Figura 1: Croquis de Santa Ana donde se señala al coti guazú. Fuente: www.misiones.gov.ar
Repensando el coti guazú de la reducción de Santa Ana A partir del análisis de fuentes priMarías, secundarias, información pictórica, consideraciones respecto del universo femenino en las reducciones e intervenciones arqueológicas, que permitió conocer las nociones acerca de las mujeres viviendo en las reducciones administradas por Jesuitas, abordaremos, a continuación, las relaciones espaciales que establece el coti guazú con algunas de las estructuras del espacio urbano de Santa Ana. (Figura 1) El coti guazú de esta reducción es una estructura situada al oeste del núcleo principal de esta reducción; al igual que sus edificios más importantes, su posición es elevada con respecto a la plaza. Esta elevación estaría indicando, como sostiene Poujade (2000), mayor jerarquía de esta construcción con respecto al
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Esta expresión corresponde a un plano contenido en una obra del Padre Peramás del año 1793. No obstante, hemos decidido incluirla en la época Jesuita por estar incluida en una publicación muy cercana a la época de expulsión y por ser su autor un Jesuita que vivió en las reducciones. 6 Sus resultados, junto con la descripción de los recintos y materiales hallados, han sido presentados en diferentes instancias, razón por la cual no me detendré en este punto. Ver, por ejemplo, Poujade et al. (2008, 2006), Poujade, Autral y Rocchietti (2009), entre otros. 7 E n Roca (2008) se presenta un detalle de dicha exploración.
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resto de los edificios que rodean la plaza de esta misión pero menor con respecto al templo y colegio. Tiene una gran abertura (entrada) hacia la plaza, interdigitada por dos puertas con cerrojos; en su interior hay un gran patio. Por otra parte, los resultados de las intervenciones también permitieron establecer la existencia de dos puertas correspondientes a dos recintos del frente, las cuales estarían habilitando un canal de comunicación hacia la plaza, aparte de la abertura recientemente señalada. Esta situación sorprende si pensamos en que, según las instrucciones, el coti debería encerrar y que en ninguna de las fuentes consultadas se mencionan estas puertas, sino que tendría que haber sólo una entrada principal, verificada en las excavaciones. ¿Serán estas puertas propias del período Jesuítico? Posee hoy en sus lados N, S y E cuatro recintos, y seis en el W. De acuerdo con las intervenciones realizadas, algunos recintos estarían comunicados; no obstante, no sería posible dar una vuelta completa al coti guazú por el interior de estos recintos. ¿Qué tipo de comunicación sería la permitida? Y nos volvemos a preguntar: ¿Serán estas aberturas producto de la obra ignaciana? No tenemos noticia de la existencia de ventanas que habilitarían algún tipo de comunicación (visual, sonora) con el exterior (las fuentes no las mencionan y los restos materiales no las muestran, ya que de haber habido, sus restos desaparecieron con la caída del techo y la desintegración del adobe). Podemos sugerir la existencia de ventanas hacia el interior, es decir, hacia el patio, de la misma manera que, según fuentes, ocurría con el colegio, otorgando alcoti un silencio y aislamiento mayores con el exterior. En caso de ser así, y siguiendo a Kern (1997), las habitaciones del coti guazú se estarían conformando como lugares cerrados, solitarios, en donde sus moradoras podrían realizar sus actividades (hilanza, quizá rezos). Hasta el momento, la única comunicación directa entre el patio del coti guazú y la plaza está dada por una entrada con doble puerta y con, aparentemente, dos personas a cargo de las mismas según las fuentes. ¿Estarían continuamente cerradas? Habría habido, entonces, una portera -señora mayor- de total confianza de los ignacianos y estricta conducta moral (femenina, adentro) y un portero (masculino, afuera) para asegurar el control sobre estas mujeres. Esta situación nos hace pensar en la posibilidad de fugas por parte de ellas y en intentos de entrada por parte de otros habitantes de la misión, ambas situaciones no aceptadas bajo el orden Jesuita. Plaza y coti guazú, entonces, son espacios cercanos -el primero un abierto, el segundo un cerrado-, con acceso directo (gran entrada). Si la plaza era el centro de vida social y reunión de los pobladores de Santa Ana, el coti guazú viene a oponérsele, al ser éste un lugar que, básicamente, excluye, separa y segrega determinado tipo de mujeres Guaraníes. Creemos poder sostener que habría habido en el coti guazú, al menos a nivel sonoro, cierta intrusión a través de los cantos y música ejecutados durante las celebraciones en la plaza, en los cuales a ellas no les estaría permitido participar. Otra posibilidad sería que sólo algunas mujeres tuvieran permiso para salir, lo cual podría explicar el porqué algunos autores hablan sobre la entrada voluntaria al coti. Este punto nos hace pensar en la posibilidad de un tratamiento diferencial hacia las moradoras de este lugar. Observamos en fuentes y estudios arqueológicos, que entre el coti guazú y el núcleo principal estamos, en cuanto a su materialidad, ante el mismo tipo de construcción, por lo que el lugar de las mujeres no desentonaría con el resto de la misión (exceptuando la magnificencia de la iglesia); su edificio se acerca, en cuanto a forma, al colegio de los padres, afirmando esta idea de espacio cerrado con un patio interno. Si tomamos en cuenta lo postulado por el Kern (1997), respecto del patio del claustro, es posible entender al patio interno del coti guazú la mayor abertura de este espacio- como una vía de comunicación con el cielo (Dios). Y si consideramos la idea de separación de esferas masculina y femenina que hemos postulado para la vida reduccional, podemos concebir al claustro como un espacio exclusivamente masculino dentro de la misión, mientras que el coti guazú sería netamente femenino, y la entrada de un Jesuita sólo se daría en caso de necesidad espiritual. Así, entendemos a ambos espacios como opuestos, en donde el coti guazú (femenino) quedaría subordinado al claustro (masculino), teniendo en cuenta las nociones de la época y la diferencia de altura en el emplazamiento. Por otro lado, encontramos al claustro al este del centro-iglesia, mientras que el coti guazú se ubica al oeste del mismo, lo que podría, quizá, indicar alguna vinculación entre el saliente (que sale a la luz) y el poniente (que se esconde). Con respecto a la relación entre el coti guazú y la iglesia, tiene que ver con la asistencia a la misa por parte de sus moradoras. Si asumimos que participaban de la misma con el resto de los Guaraníes de la misión, es de suponer que ocuparían el lugar de la iglesia asignado a las mujeres. Sin embargo, nos inclinamos a pensar que todas las actividades espirituales se realizarían al interior del coti guazú y que, únicamente aquellas que voluntariamente entraban, voluntariamente podrían salir (por ejemplo, para asistir a la misa). A partir de las intervenciones realizadas8 y de las fuentes consultadas creemos que, a pesar de la actual pared
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Los trabajos de campo realizados en el 2008 son especialmente útiles al respecto al postular que, en principio, el coti guazú habría sido construido con anterioridad a la extensión (hacia el N) del cementerio. Poujade, Austral y Rocchietti (2008).
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lindante en común, originalmente, estaba separado del cementerio y del resto del núcleo de poder de la misión. Por otro lado, si tenemos en cuenta la proximidad del coti guazú con el camposanto podemos pensar en el primero como un lugar más bien tranquilo y silencioso (al igual que el lugar donde descansan aquellos que ya no están), siendo esta serenidad interrumpida por las celebraciones (ocasionales) ocurridas en la plaza. Considerando el conjunto de edificios al sur de la plaza, y si lo anterior es cierto, podemos sostener que el coti guazú (al menos para algunas reducciones) habría sido una construcción aislada, separando sus habitantes del resto de la misión, interrumpiendo la vía comunicativa iniciada en los talleres y que continúa, luego de los dos patios, con la iglesia y el cementerio. Esta situación constructiva viene a reforzar la idea de aislamiento y encierro que se menciona en las fuentes estudiadas, al tiempo que fundamenta en el plano de la materialidad la separación de esferas. Respecto de las viviendas de las familias Guaraníes, el coti guazú de Santa Ana se encuentra en una posición de separación por estar alineado con el núcleo principal; el eje este-oeste estaría dividiendo la misión en dos y, en este caso, el coti guazú quedaría del lado de los edificios más importantes de esta reducción; como construcción también es distinta, al ser un espacio cerrado con patio interno. Sin embargo, podemos señalar una similitud en cuanto a que sus paredes combinan sillares y adobe, y a que envuelven los espacios con galerías perimetrales como, según estudios y fuentes, estaría ocurriendo con estas dos estructuras. Entre el coti guazú y los talleres de Santa Ana, observamos un alejamiento en cuanto a su ubicación, al situarse los talleres en el sector E, luego del claustro. Esta situación afirmaría, una vez más, la separación de las esferas masculina y femenina en las reducciones; de la misma manera que las otras Guaraníes de Santa Ana, las mujeres del coti guazú estarían realizando sus actividades de hilanza dentro de ese espacio, sin utilizar los talleres. Otro aspecto a considerar, ahora en cuanto al cabildo. De confirmarse que está al E de la plaza, volveríamos a encontrarnos con una relación de separación, es decir, alejamiento de uno de los centros de poder del pueblo. No tenemos conocimiento respecto de la existencia de una cárcel en Santa Ana. De todas maneras, y considerando lo afirmado en las fuentes en cuanto a la función de castigo del coti guazú, sería interesante profundizar la vinculación entre las mujeres destinadas a la cárcel y las destinadas al coti. Teniendo en cuenta las apreciaciones realizadas, podemos postular al coti guazú como un constructivo separado del resto de las estructuras de la misión, afirmando la idea de separación de las esferas masculina y femenina en todos los ámbitos de la vida y también de la muerte. El mismo habría estado pensado para poder establecer algunas instancias de comunicación entre algunos de sus recintos y con algunos sectores del exterior. Aún no es posible establecer con claridad de qué manera habría funcionado esta puerta de acceso a la plaza (espacio público, de vida social) y las puertas de los dos recintos del frente, que también dan a la plaza. Considerando lo expuesto, creemos que el coti guazú de Santa Ana se inserta en la estructura de dominación propia del período colonial, llevada a cabo, en el caso abordado de contextos reduccionales de Guaraníes, por los religiosos de la Compañía de Jesús. Las coronas papales encontradas en él vendrían a reforzar su presencia y recordarles esta nueva situación a las moradoras del coti. Cabe incluir aquí a las actividades de evangelización –conquista espiritual- como incluidas en el mismo proceso de dominación. Si la abundancia de mujeres –propia de la poligamia- estaba interfiriendo con el establecimiento de los ideales cristianos de los Jesuitas, el coti guazú, al encerrar un determinado tipo de mujeres, y constituirse a sí mismo como cerrado dentro de otro cerrado (Rocchietti 2006), podría estar dando una repuesta constructiva a esta situación. El encierro habría tenido tanto funciones de protección como de castigo, al incluir a aquellas que se encontraban solas (desprotegidas), y a las adúlteras que obraban contra las nuevas reglas que se querían establecer. Así, quienes se alejaban de la familia cristiana, cuya residencia eran las viviendas pensadas para ese tipo de familia, habrían sido confinadas a este espacio, transformándose, así, en estructuras complementarias en la lucha jesuita contra la poligamia. Podemos suponer en el coti guazú de la reducción de Santa Ana, quizá, un ambiente de instrucción -tranquilo y silencioso- de una nueva moralidad representada por los ideales de la época, maneras de ser mujer ante un nuevo Dios, otras costumbres matrimoniales basadas en el comportamiento sexual modélico de esos tiempos, diferentes formas de relacionarse socialmente. Huérfanas, solteras y adúlteras habrían tenido allí oportunidad de conocer distintas maneras de actuar, aisladas (al menos físicamente) del resto de la vida misionera. Reflexiones finales Considerando lo expuesto, podemos presentar al coti guazú de Santa Ana como una estructura cerrada, con un gran patio interno y compuesta por recintos, galerías internas y externas. El tipo de construcción nos indica que
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corresponde al último período; también, lo podemos ubicar en el grupo de los coti que prolongan el núcleo principal. Gracias al estudio sobre los planos se pudo establecer que al menos casi la mitad de las reducciones tenían un coti guazú, lo que nos habla de que Santa Ana no constituía una excepción, sino que esta práctica de encierro estaría formando parte de la política de la administración jesuita. Decíamos más arriba, que este espacio –separado, aislado- estaba destinado a albergar, encerrar, aislar, proteger y castigar entre sus paredes a lo que podemos presentar como dos tipos de mujeres: las “solas” y las “castigadas”. Así, pudimos ver que a las primeras, las une el hecho de estar solas, en cuyo caso la comunidad, al asistirlas, vendría a ocupar el lugar masculino- que les está faltando. A ellas, el coti guazú las recibe. Por otro lado, el coti guazú estaría albergando mujeres con vida censurable, según parámetros cristianos, oponiéndose a las anteriores. A ellas, este espacio las sanciona. A todas, las encierra. Según lo estudiado, vimos que hay total acuerdo en que éste era un espacio netamente femenino, cerrado con cerrojo, creado por mentes masculinas (los religiosos de la Compañía de Jesús), según parámetros masculinos (los de la Iglesia Católica de principios de siglo XVIII). Dentro del coti guazú las Guaraníes habrían experimentado (¿temporalmente?) nuevas maneras de comportarse (disciplinamiento), de proceder (instrucción), de obrar (moral), en fin, nuevas maneras de ser (un ñande reko distinto del conocido) dentro de una nueva espacialidad (la arquitectura reduccional). Por otro lado, hemos esbozado de qué manera el coti guazú se constituye, entre otras cosas, en una respuesta constructiva a la lucha contra la poligamia, encarada a partir de una nueva religiosidad -diferente de la Guaraní tradicional- que considera a las mujeres como fuente de pecado, a la vez que objeto sagrado. Es también, señalamos, la materialización de la idea de separación de las esferas masculina y femenina en el ámbito de la reducción, al tiempo que constituye un mecanismo de control de las mujeres, por lo que ellas representaban, tanto para los Jesuitas, como para el resto de los Guaraníes. En fin, es a partir de este tipo de consideraciones que entendemos al espacio coti guazú y al tipo de mujeres que este albergó, como un componente clave en el sistema de dominación y conquista llevado adelante por los ignacianos, en nombre de la Iglesia y del Estado Español, ambos actores indiscutibles de las políticas coloniales llevadas adelante en el Nuevo Mundo. Es fundamental no perder de vista que algunas de sus expresiones materiales -pequeñas ruinas e imponentes sitios monumentales- se encuentran en las actuales provincias de Misiones y Corrientes, parte del antiguo sistema reduccional Jesuítico-Guaraní y de nuestro noreste argentino. Bibliografía Bruxel, A. S.J. 1996. Los treinta pueblos. 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PRIMERAS INTERVENCIONES EN EL PREDIO DE LA CASA DE LA ADMINISTRACIÓN, SEDE DE LA COLONIZACIÓN DEL NORTE SANTAFESINO, 1870, ALEJANDRA, SANTA FE Irene Dosztal
Resumen En el marco de las investigaciones para la tesis doctoral Arqueología Histórica de La Casa de La Administración 1873, asentamiento sede del proyecto geopolítico Alexandra’s Colony, Alejandra, Santa Fe, se propone la intervención en el predio de la misma para profundizar la realidad santafesina en el momento de la colonización fomentada desde el Gobierno Nacional y Provincial a mediados del siglo XIX. Este constructivo que comienza a levantarse en 1873 se convierte en la sede administrativa y comercial del norte santafesino; además, sirvió de vivienda del director y administrador y tras su empalizaba cobijaba a los primeros colonos en viviendas precarias de adobe y techo de paja. Es por ello que la elección del lugar responde a la idea de obtener registros materiales de contextos domésticos de un sector que sufrió diferentes ocupaciones, por lo que poseería una secuencia completa de ocupación anterior al “contacto”, siendo que el proyecto urbanizador de la colonización se llevó a cabo sobre el indígena preexistente y continúa siendo habitado. En esta oportunidad se dará cuenta de los resultados de las primeras intervenciones realizadas en este predio. Colonización del norte santafesino La caída de Rosas y la separación de Buenos Aires del resto del país ocurrida pocos meses después de la batalla de Caseros (1852), provocaron profundos cambios en la provincia. Santa Fe se convirtió a raíz de su posición geográfica en una provincia estratégicamente militar y puntal económico de la Confederación Argentina. Rosario fue el principal puerto de la Nación y llegó a competir con el de Buenos Aires. “En los casi nueve años corridos desde el derrocamiento de la dictadura hasta el triunfo porteño en la batalla de Pavón, Santa Fe ganó tierras al desierto y vio surgir sus dos primeras colonias agrícolas, precursoras de la bien denominada revolución en las pampas” (De Marco 1992:77). Esta revolución pampeana se generó a raíz de la creación, por parte de los distintos gobiernos posteriores a la batalla de Caseros, de un programa político cuyo principal interés era lograr la atracción de inmigrantes laboriosos a los que se les otorgaría facilidades para establecer colonias agrícolas en el desierto santafesino habitado por lo que consideraban tribus nómadas potencialmente hostiles. “Gobernar es poblar era, entonces, la consigna urgente y necesaria y para facilitarla el preámbulo de la Constitución proclamó los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo que quisieran habitar el suelo argentino” (Gianello 1978:354). Es así, como una nueva etapa se abría en la provincia de Santa Fe, organizando el país bajo una Constitución Nacional, fomentando la colonización agrícola e inmigración extranjera, abierta al comercio internacional, poblando sus tierras que formarían numerosos pueblos. El objetivo era cambiar la fisonomía de las enormes extensiones de tierra tanto la Norte de la capital provincial como al Sur y al Oeste. En la provincia de Santa Fe se practicaron principalmente dos tipos de colonización; una oficial y otra privada. Prevaleciendo la primera de ellas en nuestra zona de interés: el norte santafesino. En la colonización oficial el Estado actuaba como intermediario a través de las concesiones de tierras a empresario o compañías colonizadoras.
L icenciada en Antropología. Becaria de CONICET, Museo Universitario Florentino y Carlos Ameghino, Facultad Ingeniería, Cs. Exactas y Agrimensura, Universidad Nacional Rosario. Escuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional Rosario.
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“ Los empresarios compraban al gobierno provincial tierras a precios muy bajos a cambio de lo cual el Estado les exigía ciertas obligaciones respecto de la cantidad de pobladores a establecer así como de las facilidades de vivienda, entrega de semillas, utensilios, etc., que el empresario debía entregar al colono” (Zebeiro 2007: 329). Para implementar estos requisitos y para comerciar los productos, el Estado crea las denominadas casas centrales de administración. Las mismas cumplieron un papel significativo principalmente en esta primera etapa de colonización oficial, cuando unas pocas colonias estaban aisladas en la inmensidad del territorio (Gallo 2004). Es así como a partir de 1852, poblamiento de la frontera e inmigración eran la clave para la trasformación definitiva de la provincia en una sociedad civilizada poblada por familias laboriosas que lograrían por fin vencer al desierto tan temido por las autoridades provinciales y nacionales. Este cambio en el imaginario de la población, de ver como un desierto las grandes extensiones de tierra a verlas como una pampa verde y productiva, fue gracias al gran estímulo que viajeros, inspectores, profesionales que recorrieron las insipientes colonias resaltando por encima de las diversidades y conflictos sociales y culturales existentes, la productividad inconmensurable de la tierra. Es así como tras la visita a Colonia Alejandra de uno de los inspectores concluye: “[…] después de estos antecedentes ninguna duda puede quedar, de que esta colonia será antes de muchos años, uno de los puntos de la Provincia de Santa Fé más importante y floreciente; pues entraña en sí todos los elementos propios para impulsar su desarrollo, imprimiéndolo un rapidísimo progreso. Puede decirse que su porvenir está asegurado” (Wilcken 1872: 143). Alexandras’s Colony un caso de colonización oficial Colonia Alejandra fue fundada en 1870 por la compañía extranjera Thomson Bonar & Co. con sede en Londres, Inglaterra, su marco legal se clasifica como una colonia oficial . Los Señores J. Thomson y T. Bonar obtuvieron por ley de la Provincia de Santa Fe la compra de un terreno de 25 leguas a razón de 300 pesos bolivianos por legua cuadrada, tras la línea de frontera norte de la provincia, con la condición de establecer en una colonia de 150 a 200 familias. La colonia situada a 230 kilómetros de Santa Fe capital, entre el Río San Javier y el Arroyo Saladillo Amargo. Linda al sur con las tierras de la Colonia Eloísa y al norte con el Arroyo Malabrigo. Las 25 leguas están compuestas por 9 de altura dominante apta para la agricultura, 13 leguas compuestas por un terreno anegadizo y cubierto de impenetrables pajonales; otra zona presenta bosques de algarrobo y ñandubay, que dejan entre sí una o dos leguas de tierra limpia para el cultivo. El inspector Nacional de las Colonias, Guillermo Wilcken enviado por la Comisión Central de Inmigraciones del Estado Nacional recorre Colonia Alejandra en 1872. En marzo de ese año encuentra una población compuesta por 5 familias valdenses, 2 inglesas, 2 irlandesas, 2 vascos españoles; además de grupo de jóvenes solteros ingleses y franceses que junto al personal de la Administración y peones de campo formaban un total de 130 personas. (Wilcken 1872) Contando la colonia con dos años de existencia, en 1872 los primeros inmigrantes que tenían sus terrenos designados, todavía vivían en el predio de una cuadra de superficie perteneciente a la Administración compuesto por edificios de adobe con techo de paja rodeados de una empalizada de ñandubay a pique y a los alrededores de la misma. Esto se debe a que las condiciones de seguridad no eran brindadas por el Estado Nacional; argumentando éste que la especulación por el precio de las tierras llevó a la Compañía Colonizadora a invertir fuera de la frontera nacional. Luego de innumerables quejas de los vecinos por los enfrentamientos vividos, la situación se convirtió en un problema diplomático. Los diálogos epistolares entre el Sr. Macdonell (Cónsul General Británico en Argentina) y Earl Granville (Conde de Londres); entre el Cónsul General y el Sr. Avellaneda, Ministro de Justicia, y los propios vecinos con el presidente Sarmiento (Tourn: Inédito), llevaron al Gobierno Nacional a tomar la decisión de trasladar la frontera norte hasta el límite natural arroyo El Rey (Reconquista, Santa Fe). Esta intervención militar fue llevada a cabo en los últimos días de abril de 1872 a cargo del Gral. Manuel Obligado (Figura 1).
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Figura 1: Evolución de la frontera Norte de la provincia de Santa Fe.
Arqueología Histórica en un Sitio de Frontera: El predio de la Casa de La Administración es el eje central de esta investigación, considerando que a través del registro arqueológico profundizaremos en el conocimiento sobre el estilo de vida mantenido por primeros grupos que habitaron y administraron Colonia Alejandra. Se coincide con Trinchero (2007) en la definición de frontera como indicador de frentes de expansión. Entonces, la noción de frontera expansiva hace referencia al espacio que es preciso colonizar . Este adquiere dimensiones de un terreno vacío, conjugando el soslayamiento de la estructura social existente, y la invisibilidad del papel regulador del Estado en torno a estas expectativas. (Trinchero 2007) Al ubicarse tras la frontera norte, los administradores, hombres solteros y peones comenzaron a construir en 1870, un fuerte y dentro de él precarias viviendas de adobe con techo de paja. Un par de años después, como se expuso anteriormente, algunos colonos construyeron sus viviendas en los alrededores ya que les otorgaba mayor seguridad. A través de los años el proyecto de la gran colonia agrícola de origen inglés fue declinando tras la muerte de los principales interesados. Por esta razón la compañía vende en 1885 la colonia a la sociedad española Zubelzu y Ortíz. En la escritura de venta con fecha 13 de abril de 1885 se lee: “[…] los Sres. J. Thomson J. Bonar y Compañía según el poder bastante ya relacionado al principio de la presente vende al compareciente Don. Antonio Zubelzu lo siguiente: Primero. Un establecimiento de campo situado en esta Provincia al Norte la ciudad de “Santa Fe” denominado Colonia “Alexandra” con todo lo edificado, clavado, plantado y allí existente, útiles, enseres, poblaciones, y derechos y acciones que pudieran tener los propietarios y les correspondiesen, como igualmente con todo y cualquier contrato con Colonos y arrendatarios […]” (Escritura de Venta 1885, folio 18697) Por esta razón el registro esperado que se busca obtener estaría compuesto por materiales de contextos domésticos de un territorio que sufrió diferentes ocupaciones: 1) poseyendo una secuencia completa de ocupación anterior al “contacto”, siendo que el proyecto urbanizador de la colonización se llevó a cabo sobre el territorio ancestral de los grupos originarios de la región y continúa siendo habitado. La Casa de la Administración fue construida por un grupo de ingleses en 1873, quienes habitaron en ella más de 10 años. Tras la venta de la colonia, llega a la administración una sociedad española; en ambos momentos la casa estuvo habitada por los administradores principales y por decenas de empleados y peones. Alrededor de 1945 esta sociedad vende la propiedad a sus dueños actuales, la familia Moore. 2) su ubicación en el trazado fundacional constituía un espacio de relevancia, por lo que los restos hallados corresponderían a los principales vecinos fundadores. Al día de hoy se llevaron adelante dos intervenciones de campo en el predio de la Casa de la Administración (Figura 2). El objetivo de la primera de ellas fue el relevamiento topográfico utilizando nivel óptico (Figura 3); definiendo de este modo variaciones en el microrelieve del sitio: montículos, desniveles y áreas de nivelación pareja.
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Figura 2: Predio de la Casa de la Administración.
Figura 3: Relevamiento topográfico con nivel óptico
Luego del análisis en el laboratorio de los datos obtenidos, se planificó los objetivos de futuras intervenciones: realizar sondeos en áreas claves para determinar presencia/ausencia de estructuras (Chiavazza y Pietro 2007) (Senatore 2007): 1. Sondeo en áreas de montículos (confirmar presencia de estructuras) 2. Sondeo en espacios abiertos sin montículos ni desniveles 3. Sondeo en áreas de desnivel (zanjas) Junto al planteo de estos objetivos surgen estos interrogantes, estas intervenciones: ¿Permitirán elaborar una secuencia estratigráfica de referencias para el sitio arqueológico y sus variaciones como resultado de la modificación cultural de distintos sectores? ¿Podrán determinar la relación existente entre los microrelieves y el comportamiento del registro arqueológico subsuperficial? ¿Los montículos se relacionan a antiguas estructuras? ¿La presencia de desnivel implica presencia de estructuras negativas como zanjas o empalizada perimetral? A principios de marzo de 2010 se llevaron adelante dos sondeos de 1 m2, en áreas muy específicas del terreno. Uno se realizó en un montículo, hallando a 10 cm. de profundidad ladrillos de 15 cm. de ancho por 30 cm. de largo. Se continuó la línea de los mismos hallando una estructura de 5, 16 metros de ancho y 10, 16 metros de largo. El extremo SW, de lo que denominamos Estructura 1, se encuentra perturbada por las raíces de un timbó.
Figura 4: Baldosas provenientes de Marselle fabricantes St. Henry
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En el extremo SE donde se planteó el sondeo; se llevó adelante una cuadrícula de 1 m2. En la excavación se hallaron fragmentos de ladrillos y de baldosas de origen francés (Figura 4), específicamente de Marselle fabricantes St. Henry, similares a las que posee la Casa de la Administración en su galería. La estructura posee tres filas de ladrillos, en la pared este se halló a la altura de la tercera fila de ladrillos el piso de la habitación. El mismo está compuesto por tierra apisonada.
Figura 5: Perfil cuadrícula extremo SE Estructura 1
El segundo de los sondeo se realizó en un área abierta en las cercanías del Casa de la Administración, donde florecían dos líneas de ladrillos de canto. Estas líneas formaban un sendero de forma irregular (Figura 6) con piso de ladrillos; el cuál desemboca en una estructura, denominada Estructura 2 (Figura 7). El contorno de la estructura también presenta ladrillos de canto, lo que confirma que se trata de un pequeño patio con piso de ladrillos, que por su posición no corresponde a una habitación. Posiblemente, los primeros colonos descansaban a la sombra de antiguos timbós.
Figuras 6 y 7: Detalle del Sendero y Estructura 2
Estas primeras intervenciones en el predio de la Administración nos posibilitó obtener un acercamiento a la dinámica depositacional del sitio y nos permitió entender la incidencia de los procesos de formación naturales, y a su vez, la importancia de los procesos culturales en la estructuración del espacio El relevamiento de estas dos estructuras y futuras estructuras pensadas en relación a la Casa de la Administración, nos permitirá plantear un posible plano de los primeros años de la colonia. La Estructura 1 coincide con la descripción del inspector Wilcken, que como se dijo anteriormente, incluye en su informe viviendas en los alrededores de la Administración. La Estructura 2 corresponde al estilo de vida que los administradores traían de su Inglaterra natal y deseaban conservan en estas nuevas tierras, como por ejemplo la composición escénica de sus jardines. Bibliografía Chiavazza, H. y C. Prieto. 2007. Arqueología Histórica de Santa Cruz de la sierra La Vieja. Editorial El País, Bolivia. De Marco, M. Á. 1992. El resurgimiento republicano y el despertar del progreso económico-social (18521880). Historia de Santa Fe. Librería APIS Rosario. Gallo, E. 2004. La pampa gringa. La colonización agrícola en Santa Fe (1870-1895), Edhasa, Buenos Aires. TOMO IV - 1521
Irene Dosztal
Gianello L. 1978. Historia de Santa Fe. Colección: Historia de Nuestra Provincia Nº 5. Ediciones Plus Ultra, Santa Fe. Senatore, M. X. 2007. Arqueología e historia en la Colonia Española de Floridablanca. Patagonia siglo XVIII . Editorial Teseo, Buenos Aires. Tourn Pavillon. inédito, Correspondencia y Documentos de la Alexandra Colony, Santa Fe Trinchero, H. 2007. Aromas de lo Exótico. Retornos del Objeto. Editorial Colección Complejidad Humana, Buenos Aires. Wilcken, G. 1872. Las Colonias. Informe sobre el estado actual de las colonias agrícolas de la República Argentina. Presentado a la Comisión Central de Inmigraciones, Buenos Aires Zebeiro, B. 2007. Un mundo rural en cambio. Nueva Historia Argentina. Liberalismo, Estado y Orden Burgués (1852-1880). Dirección del tomo M. Bonaudo, pp. 293-362. Editorial Sudamérica, Buenos Aires. Fuentes: Escritura de Venta de Colonia Alexandra, 13 de abril de 1885. Archivo del Colegio de Escribanos de la Provincia de Santa Fe, Segunda Circunscripción. Ciudad de Rosario.
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CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
ANÁLISIS DE MATERIALES ARQUEOLÓGICOS CORRESPONDIENTES AL PREDIO DE LA EX ESCUELA NORMAL DE SAN JUSTO: PRIMEROS RESULTADOS María Belén Colasurdo* y Federico Katalinich** Resumen El presente trabajo tiene como objetivo general dar a conocer las primeras aproximaciones del análisis de los materiales arqueológicos resultantes de la intervención realizada en el predio de la ex Escuela Normal de la localidad de San Justo (Departamento San Justo, Provincia de Santa Fe). Dichos materiales fueron recuperados a partir del requerimiento de la secretaría de cultura de la Municipalidad de dicha ciudad. En esa oportunidad se evaluaron estructuras localizadas en el edificio, las cuales fueron detectadas debido a las obras de remodelación realizadas en el mismo. Si bien las expectativas del imaginario local eran que los restos hallados correspondieran al Fuerte de Feliú (el cual formaba parte de la línea de fortines de la provincia de Santa Fe durante el siglo XVIII) el mismo nunca estuvo emplazado en ese lugar. Según las fuentes escritas en dicho predio funcionó la comandancia y vivienda del Coronel Manzanares y posteriormente la Escuela Normal. En este sentido, el objetivo específico de esta comunicación, es determinar a partir de los datos obtenidos del análisis de los restos óseos de fauna y de los restos de contenedores vítreos y cerámicos, el período temporal al que corresponden los mismos, a fin de determinar con qué momento de ocupación se correlacionan dichos ítems arqueológicos. Introducción La intervención en el predio de la Ex escuela Normal de la ciudad de San Justo se realizó a raíz de las obras de remodelación realizadas en el predio. Durante dichas obras se dejaron al descubierto una serie de estructuras, por debajo de los pisos actuales. Ante este hecho, la secretaría de cultura de la Municipalidad de la ciudad de San Justo, solicita se evalúen los hallazgos con el objeto de determinar a qué período temporal correspondían las mismas y si poseían algún tipo de “valor histórico” En otra oportunidad el predio había sido objeto de sondeos exploratorios. En el año 2000, Carlos Ceruti y Gabriel Cocco trabajaron en otro sector del edificio (en el ala opuesta a la intervención actual) al detectarse un piso de características particulares. En esa ocasión se llegó a la conclusión que el inmueble en reparación se trataba de una construcción de finales del siglo XIX y en parte del siglo XX, la cual había sufrido diversas remodelaciones a lo largo del tiempo. Si bien las expectativas locales apuntaban a que los restos de las estructuras localizados correspondieran al Fuerte de Feliú, dichas expectativas se podrían interpretar como una especulación del imaginario colectivo ante la ausencia de fuentes documentales. La intervención arqueológica fue realizada sin ningún tipo de expectativas previas por parte de los profesionales encargados. Se considera aquí al registro arqueológico como independiente de las fuentes escritas, con capacidad para informar por sí mismo, como así también informar acerca de cosas que no pueden decirse desde otro registro, porque puede contribuir a la interpretación de los procesos culturales de forma distinta a la de la historia (Cleland 2001). Esta perspectiva teórica no reniega del registro documental, sino que no subsume bajo éste al registro arqueológico; por el contrario, al reconocerle su autonomía propia, la investigación se enriquece ya que los temas y problemas a tratar y resolver son diferentes. A partir de lo expuesto el relevamiento y los sondeos realizados, así como el análisis de los ítems arqueológicos (restos óseos de fauna y contenedores vítreos y cerámicos) expuestos en está comunicación, hablan de una cronología temporal posterior al emplazamiento del fuerte, correspondiendo a ocupaciones posteriores del edificio.
*
CONICET - ISHIR /CESOR UNR – FHyAR - Escuela de Antropología.
**
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María Belén Colasurdo y Federico Katalinich
Contexto histórico A raíz de las expectativas generadas desde el imaginario colectivo de que los restos sean del fuerte, es que se considera necesario tener en cuenta algunos datos históricos referidos a la historia de San Justo y de la ocupación del espacio de este edificio. El fuerte conocido como Esquina del Salado o Feliú (en honor al Virrey Olaguer Feliú) fue terminado de construir en el año 1794 por Prudencio María de Gastañaduy (quien lo bautizó Feliú), dando así por terminada la obra que había sido planificada entre 1789 y 1790 por orden del Teniente de gobernador de Santa Fe Melchor de Echagüe y Andía, en el transcurso del gobierno del Virrey Arredondo (Alemán, 1970). En relación a la localización del fuerte de Feliú, no existe acuerdo, debido a que ruinas no fueron halladas hasta el momento. Carlos Beck Bernard en sus crónica de viaje y haciendo mención a su visita a San Justo en 1869, cuando la población estaba emplazada en el Rincón de Avechuco, menciona que en inmediaciones al poblado existen las ruinas de un fuerte español que se denominaba Esquina Grande (Beck Bernard 1872 en Avila et al. 1968). No se sabe a ciencia cierta qué fue lo que Beck Bernard quiso decir con “inmediaciones”, y la “Esquina Grande” corresponde a un área de proporciones extensas, por lo que se ha asumido que el fuerte podría localizarse a la altura de San Justo. En este sentido el plano anexado en la obra de Alemán (1997:16) lo sitúa frente a Colonia Angeloni, donde estuvo la primera fundación de San Justo. Por otra parte el plano confeccionado por Gastañaduy del año 1795 ubica al fuerte a 4 leguas al NO de la desembocadura del Aº San Antonio en el Salado, y a 6 leguas de la desembocadura del Aº Arizmendi, sobre el que aparece representado el Fuerte Soledad. De acuerdo a esto y coincidiendo con el informe presentado por Ceruti y Cocco en el año 2000 a la Municipalidad de San Justo: “ se debería de buscar el fuerte a la altura de Villa Saralegui, entre el Aº del Pantanoso (al norte) y la Cañada del Curupí, al sur, 28 km al NNO de la actual ciudad de San Justo y a 37,5 km de su primera fundación” (Ceruti y Cocco 2000:12). Como se mencionó anteriormente el primer emplazamiento de San Justo se encontraba en el Rincón de Avechuco, siendo su actual emplazamiento dado por Simón de Iriondo quien adquirió las tierras al Banco de Londres y Río de la Plata (Avila et al. 1968). El Coronel Francisco Romero Manzanares en 1882 fue designado Subdelegado Político de las Colonias y Campañas del Norte, con residencia en Cayastacito y en 1884 se traslada de Cayastacito a San Justo (Avila et al. 1968), donde de acuerdo al folleto publicado por el Museo Histórico de San Justo (1993), se instala el 1º de diciembre de 1884, donde hoy se encuentra la Escuela Agrotécnica y la escuela de Enseñanza Media para Adultos Nº 104, calle Cabal Nº 426). La construcción que se emplazó allí era sede de la Subdelegación Política de las Colonias y Campañas del Norte, y domicilio del Coronel Romero Manzanares, quien el 31 de diciembre de 1890, al crearse el Dpto. San Justo, fue nombrado Jefe Departamental de Policía, cargo que desempeñó hasta su muerte, el 14 de julio de 1893 (Avila et al. 1968). La Sra. Aída Colombo menciona que también funcionaba en el lugar de residencia del Coronel Manzanares un oratorio donde la gente se reunía para rezar. Por otra parte la casa también funcionó de acuerdo a los escritos como escuela. Posteriormente en el edificio de Cabal 426 se instala la Escuela Graduada Provincial de primeras letras, que funcionó entre 1909 y 1910, cuando se fundó la Escuela Normal Nacional “República de México” (García de Gómez 1989: 15). Detalle de la intervención Las tareas de excavación se iniciaron en el aula que se denominó Independencia, donde se emplazaba una estructura de ladrillos en forma de “L”. Dicha estructura corresponde a las paredes de una habitación la cual probablemente sea de finales del siglo XIX y principios del XX (de acuerdo a las técnicas constructivas y el tipo de ladrillos utilizado). En la misma se llevaron a cabo cinco pozos de sondeo de 1m x 1 m, a ambos lados como de las estructuras (denominados PS1, PS2, PS 3, PS 4 y PS 5). En todos ellos se hallaron ítems arqueológicos aislados: fragmentos de loza, fragmentos de vidrio, restos óseos de fauna y fragmentos de baldosa. Posteriormente se trabajó en la penúltima aula del sector Sur sobre calle Independencia, la cual se denominó Pieza Aljibe, donde se localizó una estructura circular que correspondería a un aljibe. El mismo se encontraba relleno con escombros, los que en parte fueron removidos, localizándose en su interior: 1 botella de gres Sello: Lovatt & Lovatt Notts. Laugley Mill, fragmentos de madera quemada, fragmentos de metal, fragmentos de vidrio y fragmentos de mampostería. En el Aula Piso Habitación Independencia realizando un sondeo sobre la pared Oeste, se comprobó la existencia de lo que se podría denominar un pozo de basura en el que se localizaron numerosos materiales en los sondeos realizados, estos fueron: fragmentos de vidrio; 1 botella de vidrio completa (sin sello); 1 botella de Vidrio Sello: Cervecería Río Segundo, 1 botella de vidrio. Sello: Fratelli Branca Milano; 1 canica de vidrio; fragmentos de loza; canica de cerámica; botones de nácar; fragmentos de mampostería;
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fragmentos de cáscara de huevo posiblemente de ñandú; fragmentos de madera quemada; elementos óseos de fauna y fragmentos de metal. Análisis de los materiales Lo que fue tenido en cuenta para el análisis de los restos faunísticos fueron los datos que aportan información en lo que se refiere al período temporal del sitio. La metodología empleada fue la habitual en análisis de restos óseos de fauna. Los criterios utilizados para la identificación anatómica y taxonómica son los planteados por Berwick (1975), Grayson (1984), Lyman (1994) y Mengoni Goñalons (1988). Para la estimación de la abundancia taxonómica se calculó el número de especímenes identificados por taxón (NISP) y su correlación en porcentaje (NISP%). En cuanto a las huellas presentes en los huesos, se tomaron las marcas de sierra manual, de serrucho y de sierra eléctrica, dado que estos aportan información acerca del período temporal. En lo que se refiere a las especies representadas, como puede observarse en la Tabla 1, las mismas corresponden a especies introducidas. Sólo se registra una placa de dasipódido, como elemento representativo de fauna autóctona. La mayor cantidad de huellas de sierra relevadas (ver Tabla 2) fueron las de aspecto liso y derecho, similar a los cortes actuales realizados con sierra eléctrica, por lo que se asume que dichos elementos corresponden a un contexto más actual (Silveira y Lanza 1999). También pueden señalarse las huellas realizadas con algún tipo de sierra manual o serrucho, donde los cortes son de bordes denticulados y escalonados (Seijas y Cereda 1999) que también hablan de una cronología tardía. Género/especie
NISP
NISP%
Mammalia
136
58.87%
Dasipodidae
0
Dasypus hybridus
1
0.46%
Bovidae
5
2.16%
Bos taurus
11
4.76%
Ovis aries
4
1.73%
Ave
29
12.55%
Gallus gallus
25
10.82%
Indet
20
8.65%
231
100%
TOTAL
Tabla 1: NISP y NISP % por Género/especie
TAXON
CANTIDAD
ELEMENTO
TIPO DE ASERRADO
Costillas y astillas
4
Vértebras y hueso largo Costillas
4 aserrado liso y derecho6 escalonadas Aserrado liso y derecho Aserrado liso y derecho
8
Costillas / huesos largos / cadera
5 aserrado liso y derecho 2 escalonadas -1 los dos tipos
Mammalia Bovidae Ovis aries
10 3
Bos taurus
Tabla 2: Tipos de aserrado por taxón y elemento
En cuanto al análisis de las botellas presentes en el registro, también se tuvieron en cuenta (al igual que con los restos óseos de fauna) los datos que aportan información sobre la cronología aproximada para las mismas. Como
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María Belén Colasurdo y Federico Katalinich
primer punto es importante señalar que el Número Mínimo de Botellas fue calculado a partir de los fragmentos de picos y bases. El resultado es un mínimo de 11 botellas (10 de vidrio y 1 de gres). Las características de las mismas se expresan en la Tabla N° 3. A partir de la escala utilizada por Parks Canada Glass Glossary (Jones 1991) se procedió al análisis de los picos, colores y bases de las botellas encontradas. Respecto al análisis de los picos, los mismos poseen un labio oblicuo y un anillo regular. Este tipo de terminación consta de un anillo inferior regular y un labio en forma de anillo oblicuo (MacKearin and MacKearin 1941:425) y dicha técnica se utiliza desde 1820 en adelante. En cuanto al análisis de las bases, como primer punto importante a señalar es la forma cilíndrica de las mismas. El cambio de la botella de forma acebollada a la cilíndrica se dio en Europa precisamente en los finales del siglo XVIII, por lo que en América siempre se las considera como del siglo XIX. Las bases encontradas poseen marca de pontil1 de arena, este tipo de marca consiste en un pliegue de vidrio en el pontil que fue adoptado para ajustarse al contorno basal y luego hundido en arena para que el vidrio del pontil no se adhiera a la base de la botella. Este tipo de bases se usan a partir del siglo XVIII (Jones 1991:95). Con respecto al color del vidrio, este es un campo subjetivo en DAACS. Sin embargo algunos protocolos para catalogo han desarrollado la siguiente descripción de opciones para el color: ámbar, amatista, aqua, azul, marrón, incolora, gris/ahumado, verde, verde claro, verde moderno, púrpura, no identificable, blanco y amarillo. Para este trabajo se utilizo una clasificación de 3 tipos de colores: marrón, verde e incolora (DAACS 2008). Las marrones se encuentran representadas por 14 fragmentos, este tipo de color incluye las botellas modernas de cerveza o soda y no se debe confundirse con las de color ámbar, las cuales son más rojas y claras. Por su parte, se identificaron 33 fragmentos de color verde, cuya producción fue importante durante el S. XVIII. Que haya botellas color verde y marrón puede estar indicando un uso continuo del espacio. Solo 1 fragmento color incoloro fue identificado, por lo cual es difícil analizar su utilización y consumo. PARTE
CANTIDAD
COLOR
MARCAS -
CRONOLOGÍA APROX.
Pico
1
incoloro
Desde S XIX
Hombro con pico completo
1
Verde
Branca Milano
1845
Hombro con pico completo
1
Verde
-
1820
Base
3
Verde
-
Desde S XVIII
Base con cuerpo
1
Verde
Cervecería Río Segundo
Base/patada/ talón
1
Verde
-
Botella completa
1
marrón
Marca de etiqueta de papel
1884 Desde S XVIII 1903
Tabla 3: Características y cronología de las botellas
La botella de gres relevada está completa (en tres fragmentos que remontan) y en su cara lateral inferior de la base tiene un sello que dice “Lovat & Lovat – Langley Mill- Nott”. Langley Mill es el nombre de la ciudad de emplazamiento de la fábrica de cerámica ubicada en Reino Unido. Dicha fábrica tuvo distintos periodos de propiedad la cual Lovat y Lovat funciono de 1895 a 1930. Este artefacto ostenta un color marrón y un pico donde su labio posee una forma de pico vertedor el cualda una pauta que esta botella era comúnmente utilizada y rellenada. Resultados Según los datos obtenidos del análisis de los restos óseos de fauna y los contenedores de vidrio y gres, se puede afirmar que los restos arqueológicos corresponden a ocupaciones posteriores a 1840. Teniendo en cuenta lo expuesto en el predio que ocupa el edificio de la ex escuela Normal habitó el Coronel Manzanares, quien residió en el lugar a fines del S XIX, con lo cual de ser así los elementos hallados podrían vincularse con esta ocupación.
1
E n la terminología de los estudios realizados sobre botellas de vidrio se denomina “push-up” a la característica de la base que fue empujada hacia adentro de la cavidad del cuerpo con un pontil u otra herramienta mientras se hacía el pico o terminación. Las diferentes técnicas de empontilado (los distintos pontiles) dejan marcas identificables y características en las bases o “push-ups”.
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CAPÍTULO 30 - MESA DE COMUNICACIONES 1
Los datos obtenidos de las huellas de corte presentes en los restos óseos de vacas y ovejas, dan cuenta de que fueron realizadas con serruchos o sierras manuales, incluso algunas evidencian el uso de sierras eléctricas similares a las actuales. Dichos datos están relacionados con lo planteado para Buenos Aires por Schávelzon y Silveira (2001) quienes reportan la utilización de hachas hasta mediados del siglo XIX y estiman la introducción de serrucho o sierra manual hacia finales de la década de 1840. Ante la falta de datos de la zona y sin realizar una correlación directa, pueden tomarse como referencia dichos datos e inferir que las marcas de corte presentes en la fauna relevada son posteriores a 1840. A partir del análisis de las botellas de vidrio, se llegó a una datación aproximada entre 1860-1880 (Berge 1980). Las botellas de este período todavía estaban produciéndose mediante técnicas de manufactura algo toscas, pero comenzaba a tener lugar un cambio. Aunque los colores todavía tenían poca importancia, eran más refinados y claros, tendencia que se acentúa a partir de 1880. Se produce también un refinamiento en la preparación de la terminación, ya que las costuras de los moldes en este período concluyen justo sobre ésta, indicando que se la elaboraba separada del cuerpo (Kendrick 1966:47). Una característica importante de algunas botellas que aparecieron a partir de 1869 fue la de grabarlas con los nombres de contenidos, fabricantes, distribuidores, slogans, y mensajes. Esta práctica casi desapareció con el advenimiento de las máquinas automáticas de botellas (1903), extendiéndose ampliamente el uso de etiquetas de papel pegadas al contenedor (Kendrick 1966:71). Dichas características aparecen en las botellas analizadas, por ejemplo, la botella base /cuerpo con marca “cervecería rió segundo” que corresponde aproximadamente a 1884, el hombro con pico completo con marca “Branca Milano” (1845), el color de los recipientes y las marcas de etiquetas en algunos fragmentos. Que se haga referencia a una cronología comprendida entre los años 1860-1880 no significa que todos los artefactos encontrados sean de ese mismo período (por ejemplo, el gres encontrado pudo haber sido utilizado regularmente y su tenencia por un tiempo prolongado). Concluyendo, los datos aportados por el análisis de los materiales arqueológicos se correlacionan con la cronología de las estructuras, siguiendo la clasificación de las medidas de los ladrillos y la correspondencia en siglos realizada en el informe de intervención realizado por Ceruti y Cocco (2000). Las medidas de los ladrillos de las estructuras relevadas corresponden a las utilizadas en la construcción sobre finales del siglo XIX y principios del XX, esto aporta un dato más a la hipótesis de que los restos recuperados pertenezcan a la comandancia del Coronel Manzanares o de la primera escuela de graduados, ya que la ocupación del espacio fue continua. Consideraciones finales Las principales discrepancias epistemológicas en Arqueología Histórica nacen de l a discusión del tipo de vínculo que debe establecerse entre los restos materiales y los documentos escritos. Los sitios arqueológicos históricos se distinguen por la presencia de evidencia histórica, que puede ser integrada a los estudios arqueológicos. Además de las distintas fuentes de información de la arqueología como son el contexto ambiental-social del sitio, los artefactos, las estructuras, la arquitectura, etc., se utiliza también un corpus de evidencia histórica, como documentos escritos, fotos, crónicas, descripciones, cartas y mapas, etc. El registro arqueológico aporta datos independientes y el registro histórico contextualiza dichos datos en un momento determinado de los procesos históricos, pero no es subsumido por este último. Si bien los materiales recuperados se encuentran en la primera etapa de estudio, se continuará con el análisis del resto de los ítems, que pueden aportar datos sobre la cronología, sobre todo los contenedores y vajilla de loza. Otra línea de análisis que puede desarrollarse es la interrelación e integración de cuerpos de datos provenientes de conjuntos arqueológicos de base material diferente, como ser la loza, el vidrio y la fauna, a los fines de evaluar pautas de consumo. Dicha integración aportaría una mirada más acabada sobre la categoría consumo en un tiempo y espacio geográfico determinado, enriqueciendo la interpretación de los comportamientos de grupos del pasado. Es necesario hacer referencia a que a pesar que el emplazamiento no corresponde al fuerte (como el imaginario colectivo supuso) es de sumo interés preservarlo y analizar todo lo localizado, ya que constituye un testimonio material del pasado y la identidad de los sanjustinos.
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María Belén Colasurdo y Federico Katalinich
Bibliografía Alemán, B. 1970. El problema del indio en la historia de Santa Fe desde la Revolución de Mayo hasta la Organización Nacional. Historia de las Instituciones de la Pcia. de Santa Fe, T. III: 39-81. Ed. Oficial, Santa Fe. Aultman, J y K. Grillo. “The Digital Archaeological Archive of Chesapeake Slavery” Octubre 2003. http://www.daacs.org/ (13 de marzo de 2010). Ávila, J, R. García de Gómez, M. Songzoni y B. Alemán. 1968. Historia de San Justo (1868-1968). Ed. Belgrano, Santa Fe. Berge, D. 1980. Simpson Spring Station: Historical Archaeology in Western Utah. Cultural Resources Series No.6. Brigham Young University Museum of Peoples and Cultures, Utha. Berwik, D. 1975. Valoración del análisis sistemático de los restos de fauna en sitios arqueológicos. Chungara 5: 125-140. Ceruti, C y G. Cocco. 2000. Informe de Comisión de Servicio. Informe Técnico elevado a la Municipalidad de San Justo. Manuscrito. Cleland, C.H. 2001. Historical Archaeology Adrift? Historical Archaeology 35:1-8. García de Gómez, R. 1989. San Justo. Su historia (1868-1988). La Casa del Libro Editor, San Justo. García, L, R, Suárez y A, Lezama. 1997. El material vítreo de los sitios históricos en áreas rurales del Depto. de colonia: tipología y cronología. Arqueología uruguaya hacia el fin del milenio. Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología. Tomo II: 49-64. Montevideo. Grayson, D. 1984. Quantitative Zooarchaeology. Topics in the Analysis of Archaeological Faunas. Academic Press. Orlando. Jones, O. 1991. Glass bottle push-up and pontil marks. Approaches to material culture. Research for Historical Archeologists. Historical Archeology. 8:87-88. Kendrick, J .1966. Price Supplement to The Antique Bottle Collector. Edwards Brothers, Inc., Ann Arbor, MI. Lyman, R. 1994. Vertebrate taphonomy. Cambridge University Press, Cambridge. MacKearin, G y H. MacKearin. 1941. The development of the automatic glass bottle Machines. Glass Techonology 1 (1): 25-50. Mengoni Goñalons, G. 1988. Análisis de materiales faunísticos de sitios arqueológicos. Xama 1: 71-120. Seijas, M. y M. Cereda. 1999. Arqueología histórica de Quilmes, Análisis de arqueofauna. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología de la Argentina, Tomo I: 509-514, Universidad Nacional de la Plata. La Plata. Schávelzon, D. y M. Silveira.2001. Excavaciones arqueológicas en San Isidro. Dunken, Buenos Aires. Silveira, M. y M. Lanza. 1999. Zooarqueología de un sitio histórico en la ciudad de Buenos Aires, Michelangelo. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología de la Argentina, Tomo I: 515-522. La Plata.
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CAPÍTULO 31 MESA DE COMUNICACIONES 2 NOROESTE I (SALTA Y JUJUY) Coordinadores Salomón Hocsman
CONICET. Instituto de Arqueología y Museo (IAM), FCNeIM UNT - Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES) UE CONICET- UNT
Gabriel López
CONICET – Instituto de Arqueología FFyL, UBA.
Evaluadores Claudia Aranda
María Lorena Cohen
Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti FFyL, UBA
Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-UNT) Instituto de Arqueología y Museo (FCNeIML, UNT)
María del Pilar Babot
Mariano Colombo
Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-UNT) Instituto de Arqueología y Museo (FCNeIML, UNT)
Fabiana Bugliani CONICET Museo Etnográfico
Juan B. Ambrosetti FFyL, UBA
Natalia Chiappe Sánchez
CONICET- Museo de Antropología Universidad Nacional de Córdoba.
CONICET, Municipalidad de Necochea
Alejandra Elías
CONICET Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Jennifer Grant
CONICET Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano
Rodolphe Hoguin
CONICET- Instituto de Arqueología FFyL, UBA
Andrés Izeta
Cecilia Mercuri
CONICET-Museo de Antropología Universidad Nacional de Córdoba
CONICET- Instituto de Arqueología FFyL, UBA
Sara M. L. López Campeny
Federico Restifo
Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-UNT) Instituto de Arqueología y Museo (FCNeIML, UNT)
Álvaro Rodrigo Martel
Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-UNT) Instituto de Arqueología y Museo (FCNeIML, UNT)
Jorge Martínez
Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-UNT) Instituto de Arqueología y Museo (FCNeIML, UNT)
CONICET Instituto de Arqueología, FFyL, UBA.
María Clara Scabuzzo
CONICET. Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad Nacional de La Plata
José Vaquer
CONICET- Instituto de Arqueología FFyL, UBA
Matías Medina
Área de Arqueología y Etnohistoria CONICET – CEH
ÍNDICE EL REGISTRO DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS DE CAFAYATE Y QUEBRADA DE LAS CONCHAS (SALTA) Rossana Ledesma, M. Lo Celso, Claudia Subelza, M. Luján Bravo, Macarena Ossola, Jimena Villarroel y Eduardo Rodríguez ......................................................................
1533
AVANCES DE LAS INVESTIGACIONES DE TRES SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA QUEBRADA DE LAS ARCAS, DPTO. DE CACHI, PCIA. DE SALTA: ELEMENTOS PRELIMINARES PARA UN ANÁLISIS REGIONAL Luciana Yazlle, Ana Lucía Mondada y Jorge Esteban Cabral ................................................................... 1539 RESTOS ÓSEOS HUMANOS RECUPERADOS EN FUERTE ALTO 1 Verónica Seldes, María Fernanda Zigaran y Jorge Cabral .......................................................................
1545
ARQUEOLOGÍA REGIONAL EN LA PUNA DE SALTA: PRIMERAS APROXIMACIONES AL ESTUDIO DE LOS SALARES CENTENARIO, RATONES Y POCITOS Gabriel López ...........................................................................................................................................
1551
PROSPECCIONES EN LAS CUENCAS HIDROGRÁFICAS DE LA SIERRA DE COBRES, SALTA, ARGENTINA Pablo Mignone ..........................................................................................................................................
1557
PRÁCTICAS PASTORILES TARDÍAS EN LA CUENCA DEL RÍO GRANDE DE SAN JUAN. UNA APROXIMACIÓN DESDE LOS PERFILES ETARIOS DE CAMÉLIDOS Juan M. Maryañski ...................................................................................................................................
1563
RELEVAMIENTO Y EXCAVACIONES SISTEMÁTICAS EN CUEVA DE CRISTÓBAL (EL AGUILAR, PUNA DE JUJUY): RESULTADOS PRELIMINARES Salomón Hocsman, Alfredo Dionicio Calisaya, Aldo Agustín Gerónimo y Romina Eliana Piccón Figueroa ..................................................................... 1569 VOLVIENDO A LA FUENTE: APROVISIONAMIENTO DE CUARCITAS EN LAS CANTERAS DE LA MATADERÍA (EL AGUILAR, JUJUY, ARGENTINA) Alfredo Dionicio Calisaya .........................................................................................................................
1573
SOCIEDADES ALDEANAS EN EL SECTOR NORTE DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA: PRINCIPALES ASPECTOS DEL COMPONENTE TEMPRANO DE ANTUMPA (DPTO. HUMAHUACA, JUJUY) Juan Bautista Leoni ...................................................................................................................................
1577
LA UTILIZACIÓN DE RECURSOS FAUNÍSTICOS EN UN SITIO AGROALFARERO TEMPRANO: EL CASO DE ANTUMPA (DPTO. HUMAHUACA, JUJUY) Julieta I. Sartori, Anahí Hernández y Juan Bautista Leoni ......................................................................
1583
RESULTADOS DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE OCUPACIONES TARDÍAS EN AZUL PAMPA, HUMAHUACA, JUJUY Lidia Clara García ....................................................................................................................................
1589
EL PUKARA DE PERCHEL (DPTO. TILCARA, JUJUY): UN CASO DE ENTIERRO DE ADULTOS EN URNA EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA Agustina Scaro y Lautaro López Geronazzo ............................................................................................
1593
PREGUNTAS ARQUEOLÓGICAS Y RESPUESTAS DESDE LA CERÁMICA EN LA QUEBRADA DE LA CUEVA, HUMAHUACA, JUJUY Paola Silvia Ramundo .............................................................................................................................
1599
DISTRIBUCIÓN, DISPONIBILIDAD Y ACCESIBILIDAD DE MATERIAS PRIMAS LÍTICAS EN LA QUEBRADA DE LA CUEVA (DEPARTAMENTO DE HUMAHUACA, PROVINCIA DE JUJUY) Susana Pérez ............................................................................................................................................
1605
PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y MEMORIA COLECTIVA. BIOGRAFÍA DE CAMPO MORADO, QUEBRADA DE HUMAHUACA Solange Fernández Do Rio, Melina Décima, María Alejandra Llago, Jazmín Ohanian y M. de las Victorias Villa ............................................................................................
1611
VIDA ÚTIL Y MUTABILIDAD MORFOLÓGICA DE LOS IMPLEMENTOS DE LABRANZA AGRÍCOLA: LAS “FORMAS TÍPICAS” Y “ATÍPICAS” DEL PERÍODO TARDÍO DE LA PUNA ORIENTAL (PCIA. DE JUJUY, ARGENTINA) Julio César Ávalos ....................................................................................................................................
1615
EL PERÍODO HISPANO INDÍGENA EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA. UNA VISIÓN DESDE LA BIOARQUEOLOGÍA Humberto Mamaní y Verónica Seldes .....................................................................................................
1621
ZOOARQUEOLOGÍA DEL SITIO MALKA. LOCALIDAD DE TILCARA. (QUEBRADA DE HUMAHUACA, PROVINCIA DE JUJUY) Pablo Valda ..............................................................................................................................................
1627
CAPÍTULO 31 - MESA DE COMUNICACIONES 2
EL REGISTRO DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS DE CAFAYATE Y QUEBRADA DE LAS CONCHAS (SALTA) Rossana Ledesma , M. Lo Celso , Claudia Subelza , M. Luján Bravo , Macarena Ossola , Jimena Villarroel y Eduardo Rodríguez
Introducción En esta ponencia se sintetizan los resultados de las investigaciones realizadas desde el año 1997 en el marco de sucesivos proyectos, trabajos y becas financiados por el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (Lo Celso y Ledesma, 2004 y 2005; Ledesma, 1999; Subelza, 2003 b, 2008; Bravo, 2007, 2010; Ledesma, 2009b). La zona de investigación se encuentra en la confluencia de los ríos Calchaquí y Santa María, y en el sector sur de la Quebrada del Río Las Conchas. Se caracteriza por su diversidad de paisaje, variación estacional y numerosos sectores de aprovisionamiento de materias primas. Además presenta ocho accesos naturales que lo conectan con el Valle de Lerma, Valle Yocavil, la Puna y las Selvas Occidentales. Se han definido dos unidades de muestreo denominadas microregiones Cafayate y Santa Bárbara que cuentan con sitios arqueológicos en diferentes grados de conservación como campos de cultivo, enterratorios, aleros con arte rupestre, bloques con grabados y aldeas. El objetivo general del proyecto en vigencia ha sido el de contextualizar funcional y temporalmente a los sitios del Sur del Valle Calchaquí. Específicamente, se busca integrar los sitios en su territorio y elaborar medidas de protección del patrimonio arqueológico. Para ello se trabaja bajo la definición de patrimonio como construcción social y en esta línea se han transferido los resultados de investigación a diferentes actores sociales del Municipio Cafayate: escuelas de Educación General Básica, centro de artesanos y Municipalidad por medio de la elaboración de material didáctico y jornadas de actualización docente. Metodología El registro arqueológico en el Sur del Valle Calchaquí muestra ocupaciones humanas continuas desde tiempos formativos, por lo que se estima que las delimitaciones territoriales se deben haber efectuado con diversos tipos de marcadores gráficos como arte rupestre, enterratorios, aldeas y campos de cultivo. Para considerar la variación temporal de estos marcadores gráficos se analizaron los cambios en los patrones de diseños (cerámica y arte rupestre), las distintas ocupaciones humanas en los sitios arqueológicos, la funcionalidad de los mismos y las unidades de paisaje en que estaban implantados. Se elaboró una base de datos con información (descriptiva y de conservación) y se conjugaron los datos de hábitat, proximidad a recursos naturales y caminos. También se estimaron los usos posibles del yacimiento (enterratorios, campo de cultivo, residencia, pastoreo, talleres, etcétera). Los antecedentes recopilados de las investigaciones del Noroeste Argentino, Norte de Chile y del Valle Calchaquí diferían en objetivos, metodologías y técnicas empleadas. Por ello fue necesario establecer criterios analíticos de recurrencia basados en el registro arqueológico, la documentación, la interpretación y los materiales arqueológicos asociados. Esto se realizó con el objetivo de buscar indicadores que permitan ubicar cronológicamente de manera relativa a los materiales arqueológicos y establecer las posibles relaciones a corta y larga distancia efectuadas en tiempos prehispánicos. Definitivamente, la falta de un catálogo de los sitios arqueológicos del municipio de Cafayate fue el obstáculo al momento de comenzar este trabajo, situación que fue salvada con el registro de campo que se realizó. La base de datos informática confeccionada es abierta y permite la inclusión de nuevos datos, imágenes, mapas, datos de conservación e intervenciones efectuadas. La misma fue entregada a la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta con la salvedad expresa de que la información presentada sea tenida en cuenta para promover la conservación de los sitios antes de ser promocionados al turismo (Ledesma, 2005b).
C EPIHA - CIUNSA. Universidad Nacional de Salta.
[email protected] C ONICET- CEPIHA- CIUNSA. Universidad Nacional de Salta
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Rossana Ledesma, M. Lo Celso, Claudia Subelza, M. Luján Bravo, Macarena Ossola, Jimena Villarroel y Eduardo Rodríguez
Asimismo, se ha trabajado de manera integrada con los materiales arqueológicos y los correspondientes contextos de hallazgo. Debido a la variedad del registro y de sus indicadores fue necesario que los integrantes del proyecto realicen especializaciones en arte rupestre, tecnología cerámica y arqueobotánica. Para cumplir el objetivo de promover la conservación del patrimonio arqueológico, las actividades arqueológicas se llevan a cabo en forma simultánea e integrada con la participación de antropólogos sociales. Resultados El registro de sitios comenzó con La Banda de Arriba y actualmente asciende a veintiocho, de los cuales cinco poseen arte rupestre. La presencia de sitios al aire libre, y en particular de bloques y aleros sin estratigrafía, limitó notablemente las posibilidades de efectuar dataciones absolutas. Sin embargo, se realizaron fechados para El Divisadero y La Banda de Arriba. Si bien la tipología cerámica orientaba a incluir las ocupaciones desde el período Formativo Superior, ahora se cuenta con mayor sustento al respecto. Tanto los grupos de referencia cerámicos como las dataciones realizadas avalan la ocupación durante los períodos Formativo Superior y Desarrollos Regionales (Lo Celso y Ledesma, 2005; Ledesma, 2005a; Subelza, 2008). Sitio La Banda de Arriba 1 El Divisadero. El Divisadero. El Divisadero.
Referencia LP 2043 LP 2021 LP 2006 LP 1913
Material Hueso Carbón Carbón Carbón
Fecha BP 1110 90 420 70 520 60 560 50
Intervalo de calibración a 1 Cal 885 – 1046 Cal 1448 – 1512 Cal 1399 – 1460 Cal 1327 – 1351
Figura Nº 1 Fechados radiocarbónicos. Sitios La Banda de Arriba 1 y El Divisadero.
La densidad de sitios arqueológicos y la particular geografía, exigió tener muy presente a los factores económicos entre los motivos que hicieron preferible esta zona para ser habitada y controlada. Cada una de las unidades de paisaje (sierra, pie de sierra, fondo de valle y cañadas) se definieron por medio de sitios arqueológicos georeferenciados (GPS), suelos, geomorfología, estratigrafía, hidrología, altitud y vegetación. En la generación de las unidades se procesó digitalmente la imagen satelital LANDSAT 5 TM 231077/78 a través de los siguientes pasos: georeferenciación de las bandas individuales en base a cartografía e imágenes, generación de componentes principales y factor de índice óptimo (OIF), empleo de método de clasificación no supervisada (CLUSTER) y ejecución del módulo de clasificación supervisada para la determinación definitiva de las unidades ambientales. Todos los procesos digitales se realizaron con el software Idrisi Kilimanjaro (Ledesma, 2009b). Definidas las unidades de paisaje (campo y gabinete), las mismas se cotejaron con los resultados de la excavación efectuada en El Divisadero y se registraron algunos bienes “exóticos” a la zona de estudio como el cebil, maní y obsidiana, y otros “locales” que fueron utilizados en la tecnología calchaquí tanto doméstica como ritual. Se destacan en este corpus de recursos vegetales manipulados para momentos de Desarrollos Regionales a Geoffroea decorticans Jacq. (chañar), Prosopis L. (algarrobo), Arachis L. (maní), Parapiptadenia excelsa Griseb. c.f.r. (cebil) y Zea mays. Ya en el en período Inca, se registró el uso de los mismos recursos ya mencionados además de la variedad Zea mays var. amylacea (Sturtevant) Parodi, “Capia”; Zea mays var. oryzaea Kuleshov, “Pisingallo”, y Zea Mays Marrón. La presencia en el registro de momentos Hispano Indígena quedó evidenciada con la aparición de Prunus persica (durazno) y Hordeum vulgare (cebada) (Bravo, 2007; 2010). Otras materias primas locales fueron identificadas en el proceso de producción de pinturas rupestres como yeso, cuarzo y plagioclasas. Todos los componentes han sido registrados en las muestras de pared, estratigrafía y fuentes de materia prima (Ledesma, 2005 a). Además de analizar la disponibilidad de recursos, las unidades de paisaje fueron adecuadas para considerar la implantación de los sitios en determinados espacios. Pero resulta que en la variedad de elecciones realizadas, las poblaciones prehispánicas (P. Formativo y Desarrollos Regionales) han preferido la proximidad a los accesos naturales y tradicionales al valle, específicamente en suelos con buena estabilidad. Como una constante, los sitios no suelen ser visualizados a distancia, al contrario, desde ellos es posible observar claramente los accesos y panorámicas al valle. Si bien es posible advertir desde los mismos a otros sitios, es necesario conocer acabadamente la ubicación (Ledesma, 2006-2007; Ledesma, 2009b).
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Figura Nº 2 Microregiones Cafayate y Santa Bárbara. Ubicación de sitios arqueológicos sobre unidades de vegetación (LANDSAT 5 TM 231077/78)
Igualmente, en esta aparente invisibilidad de los sitios se puede considerar al arte rupestre como un sistema codificado de comunicación y que por sus características no se trataría de uno solo. El primero de ellos corresponde al producido por los caravaneros y que reproducen en sus jaranas o paskanas información menos puntual y precisa. Si bien puede ser discutible la existencia de un arte rupestre propio de estos grupos caravaneros, habría que tener en cuenta la existencia de algunos pasadizos de comunicación entre yungas, valle y puna. Un segundo sistema puede ser discutido para el Período Formativo que se caracteriza por las figuras compuestas (rasgos de distintos animales), felinos y máscaras. En tercer lugar, la presencia de figuras humanas que representan a guerreros (plasmados en la cerámica santaMaríana) da cuenta de un sistema más extendido en los valles Calchaquí, Santa María, de Lerma y en Guachipas con sus particularidades estilísticas (Ledesma, 2005a; Ledesma, 2009b). En una primera instancia se propuso emplear los rasgos arquitectónicos como indicador cronológico pero la parcialidad del registro en superficie no permite aseverar sobre el patrón de asentamiento y ha excedido notablemente las posibilidades de estudio en esta instancia de investigación. Definitivamente, la cerámica representada en vasijas completas como en fragmentos han resultado más que diagnósticas y se ha podido verificar la secuencia y tipología dada para microregiones próximas pero con las consecuentes particularidades locales (Ledesma, Subelza y Bravo, 2007; Ledesma y Subelza, 2009). Los grupos de referencia de La Banda de Arriba elaborados por C. Subelza (2008) han permitido sistematizar el material y estimar en primera instancia una cronología relativa para el Formativo Superior a partir arti r de d e su s u correlación correl ación con estilos estil os de microrregio micror regiones nes aledañas. aled añas. Luego fueron corroborad corro borados os con un fechado fechad o reciente para La Banda de Arriba 1 (Ledesma y Subelza, 2009). El grupo Valle Arriba o Cafayate definido por A. Serrano Serran o (1958) (1958 ) para el período perío do de Desarrollo Desar rolloss Regionales Regio nales integra int egra ciertos cier tos elementos elemen tos morfológic morfol ógicos, os, icónicos y simbólicos de las urnas santaMaríanas. La reciente revisión de Nastri (2008) muestra algunas correlaciones como la forma y dimensiones pero diferencias en cuanto a los motivos plasmados en las urnas. No sería necesaria una modificación del grupo Cafayate, pero si integrar nuevos grupos o variantes que pudieran dar cuenta de los movimientos de poblaciones ocurridos desde el siglo XIV. Otro aspecto de análisis para el indicador cerámico ha incorporado el estudio tecnológico. Se ha comenzado a conformar una base de datos para fuentes de arcillas de la zona con la identificación físico-química de muestras seleccionadas con ayuda de ceramistas locales. A su vez, el análisis de una muestra arqueológica recuperada de SSALCAF 9 (Segunda ocupación) corrobora la búsqueda y utilización de materias primas procedentes de Quebrada de las Conchas (Subelza, 2008). Los análisis de procedencia continúan con la búsqueda de pigmentos para la decoración cerámica cerámica y parietal.
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Rossana Ledesma, M. Lo Celso, Claudia Subelza, M. Luján Bravo, Macarena Ossola, Jimena Villarroel y Eduardo Rodríguez
Entre las acciones de promoción y conservación del patrimonio arqueológico se realizaron talleres de capacitación para los artesanos locales quienes solicitaron material que incluyera iconografía prehispánica para poder plasmar en sus obras. El equipo confeccionó material impreso i mpreso que incluía diseños de arte rupestre y de cerámica de la zona de Cafayate. En una segunda instancia, a los docentes de EGB y Polimodal de la zona se les dictó un curso de perfeccionamiento gratuito y con puntaje avalado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Salta. Se abordo una serie de temáticas referidas a la historia de los Valles Calchaquíes y como producto de este encuentro se confecciono una cartilla denominada “Valles de historia” que trata aspectos geográficos, arqueológicos e históricos de la región. Este material fue publicado posteriormente por la editorial de la Universidad Nacional de Salta. Sitio
Tareas de ampo
Indicadores arqueológicos
Antecedentes
SSALCAF 1 La Banda de Arriba 1
1
A-B
Buliubasich et al, 1991; Ledesma, 1999; Lo Celso et al, 2000; Lo Celso y Ledesma 2005; Subelza y Bravo 2004; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma,1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005
SSALCAF 2 La Banda de Arriba 2 SSALCAF 3 La Banda de Arriba 3 SSALCAF 4 La Banda de Arriba 4
2-3
C-D
2-3
C-D-B
2-3
C-D-B
SSALCAF 5 Río Seco
2-3
C-D
SSALCAF 6 Río Colorado
2-3
C-B-E
SSALCAF 7 Molinos de Piedra
2
C-D-B
SSALCAF 8 San Luis
2-3
C-D-B-E
SSALCAF 9 El Divisadero
1-3-4
A-C-D- B-EF
SSALCAF10 La Banda de Arriba 5
2
A
SSALCAF 11 El Alisar
2-4
C-D-E-F
SSALCAF 16 Tres Cerritos SSALCAF 17 Los Morteritos SSALCAF 18 La Banda de Arriba 6 SSALCAF 20 Yacochuya SSALCAF 21 El Mollar SSALCAF 22 Arroyo Colorado SSALCAF 23 Chimpa SSALCAF 24 Quince Caciques SSALCAF 25 Piedras Pintadas SSALCAF 26 Chuscha SSALCAF 27 Toroyaco SSALCAF 28 Santa Teresita SSALCAF 12 Santa Bárbara SSALCAF 13 Confluencias SSALCAF 14 Río Negro SSALCAF 15 Tía Jacinta
2-4 4
F B
Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma,2004,2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ambrosetti, 1895; Toscano, 1898; Quiroga,1931; Ledesma, 1999; Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y de Hoyos 2001; Ledesma, 2004, 2005a, 2005b; Ledesma y Subelza, 2009 Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Lo Celso y Ledesma, 2004, 2005; Ledesma, 2005b; Ledesma y Subelza, 2009 de Hoyos 2005; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 2006-2007; Ledesma y Subelza, 2009
1
A-B
Ledesma y Subelza, 2009
2 2 2 5 5 4 5 5 3 2 2 2 2-3
A-C-E E E C-E A F C-E C-E C E A A C-D
Ledesma, 2009 Ledesm Ledesmaa y Subelza, Subelz a, 2009 Ledesma y Subelza, 2009 Heredia, 1974 Bravo, 1965 (El Tribuno) Ledesma, 2009 Subelza, 2003a.; Ledesma y Subelza, 2009. Tarragó y Scattolín, 1999
SSALCAF 19 Las Figuritas
4-5
F-A
Referencias 1 Excavación 2 Registro 3 Recolección superficial
4 Relevamiento arte rupestre 5 Antecedentes
Ledesma, 2006-2007; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 2006-2007; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 2006-2007; Ledesma y Subelza, 2009 Ledesma, 2006-2007; Ledesma y Subelza, 2009 Maidana, 1968; Schobinger, 1985; Ledesma y Subelza, 2009 A Enterratorios B Bloques con cazoletas C Fragmentos cerámicos
D Lascas E Arquitectura remanente F Arte rupestre
Figura Nº 3 Listado de Sitios Arqueológicos en el Sur del Valle Calchaquí. Microregión Cafayate
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CAPÍTULO 31 - MESA DE COMUNICACIONES 2
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CAPÍTULO 31 - MESA DE COMUNICACIONES 2
AVANCES DE LAS INVESTIGACIONES INVESTIGACIONES DE TRES SITIOS ARQUEOLÓGICOS ARQUEOLÓGICOS EN LA QUEBRADA DE LAS ARCAS, DPTO. DE CACHI, PCIA. DE SALTA: ELEMENTOS PRELIMINARES PARA UN ANÁLISIS MICROREGIONAL Luciana Yazlle* ,25 Ana Lucía Mondada** y Jorge Esteban Cabral*** Introducción La intención de este trabajo es presentar brevemente los resultados preliminares de las investigaciones llevadas a cabo en tres sitios vecinos ubicados sobre la margen oriental de la quebrada de Las Arcas, en la localidad de Cachi Adentro, departamento de Cachi, provincia de Salta. En función de actividades de prospección en dicha quebrada, la planimetría de los sitios y algunos resultados de excavaciones, así como a través de la descripción, análisis y comparación del modo de emplazamiento y características constructivas, se espera efectuar un acercamiento a las particularidades de la organización espacial de estos asentamientos. A continuación, se presenta el estado de la cuestión de las investigaciones en curso desarrolladas en los sitios conocidos como La Hoyada (SSalCac 144-145), Epifanio Burgos (SSalCac 170) y Choque (SSalCac 17). Mediante su descripción y análisis, en base a un abordaje metodológico consistente en la comparación de la organización interna de los poblados, el tipo de estructuras presentes, el lugar de emplazamiento, la superficie ocupada y la distancia relativa entre los mismos, se busca proveer elementos que permitan comenzar a formular planteos sobre las características del patrón espacial, sus criterios funcionales y la posibilidad de una ocupación contemporánea; y de esta forma, realizar un aporte a la discusión sobre los procesos por los que atravesaron las poblaciones prehispánicas del del Norte del Valle Calchaquí. Quebrada de Las Arcas La quebrada de Las Arcas, ubicada hacia el oeste del pueblo de Cachi, tiene una extensión aproximada de 16 km y se encuentra recorrida de norte a sur por el río homónimo, el cual constituye uno de los afluentes más importantes del río Calchaquí. A lo largo del recorrido de dicha quebrada se encuentran ubicados diversos sitios arqueológicos emplazados a muy corta distancia (entre 2 y 4 km) entre sí, que presentan una amplia variabilidad respecto del patrón de emplazamiento y organización interna. En los extremos de la quebrada de Las Arcas se emplazan dos sitios multicomponentes de gran tamaño: ubicada al norte, se encuentra la localidad arqueológica de Las Pailas (SSalCac 18) (Tarragó, 1980) y llegando al límite sur, con una extensión de aproximadamente 20 hectáreas se encuentra el sitio de Borgatta (SSalCac 16), que actualmente es investigado por DeMarrais (2001). Los otros sitios identificados, de norte a sur a lo largo de la quebrada son: Cancha San Miguel (SSalCac 171), Choque (SSalCac 17), Epifanio Burgos (SSal Cac 170) y La Hoyada (SSalCac 144), los cuales -con excepción de SSalCac 171- se encuentran ubicados sobre las márgenes orientales de la quebrada de Las Arcas. Entre los años 2005 y 2008 se realizaron prospecciones en la quebrada de Las Arcas, en colaboración con el Museo Arqueológico de Cachi «Pío Pablo Díaz» (Cabral et al., 2008). Como resultado de dichas prospecciones, se focalizaron las investigaciones en tres sitios: La Hoyada (SSalCac 144-145), Epifanio Epifanio Burgos (SSalCac 170) y Choque (SSalCac 17). En cada uno de ellos se llevó a cabo un relevamiento planimétrico con el objetivo de obtener una aproximación a la organización interna de los poblados, así como de analizar en primera instancia su disposición y organización y de realizar una caracterización de la variabilidad de las estructuras que conforman cada sitio. El avance de los resultados de este estudio se presenta a continuación: CHOQUE (SSALCAC 17) A una distancia aproximada de 3km del sitio Las Pailas, en la parte norte de la Quebrada, se localiza un sector en donde pueden distinguirse dos emplazamientos edificados, separados por una distancia de 100 m entre sí. Estos sitios, denominados como Choque Norte y Choque Sur 1, se disponen siguiendo el margen izquierdo de la
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CEPHIA, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta.
[email protected] Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta.
[email protected] [email protected] *** Museo Arqueológico de Cachi- Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta.
[email protected] 1 Si bien se ha considerado en el contexto de esta investigación -y de forma preliminar- como integrantes del sitio Choque a estos dos sectores edificados, las referencias publicadas previamente sobre el sitio SSalCac 17 parecen aludir mayormente (si bien no explícitamente) a lo que aquí se denomina Choque Sur (Díaz, MS; Tarragó y Díaz, 1972; De Lorenzi y Díaz, 1977; Pollard, 1983). **
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Quebrada, y presentan una organización espacial disímil. Entre medio de ambos se encuentran, de forma aislada, muros simples que presentan un alto grado de deterioro. El sitio arqueológico que se ubica hacia el suroeste - Choque Sur- consta de 3,2 hectáreas y se encuentra situado en un terreno muy irregular, el cual se encuentra atravesado por dos cárcavas de aproximadamente 5m de ancho y 3m de profundidad. En una de ellas se encontraron dos tumbas que fueran fueran motivo de un rescate realizado por Díaz en 1983, y de las que se obtuvieron restos de cráneos y huesos dispersos, algunos fragmentos de urnas cerámicas, y lajas que funcionaban como tapas de las tumbas (Díaz, Ms). El patrón de instalación está constituido por dos tipos de construcciones principales: por un lado, se encuentran tramos de muros que corresponderían a posibles estructuras, pero que debido a los sucesivos aluviones de sedimentos provenientes de la parte superior del cerro, se hallan muy deteriorados y casi completamente enterrados, haciéndose visibles en extensiones muy cortas, que frecuentemente no superan los 3 metros. Los muros son, en su gran mayoría, simples, presentando ángulos rectos, a pesar de que se han encontrado también unas pocas estructuras pequeñas de aparente forma circular. A la vez, se localizan ciertas acumulaciones artificiales de tierra (o montículos), cuya superficie se encuentra nivelada, a modo de terrazas. Estos montículos se ubican de forma relativamente escalonada sobre la pendiente. El hecho de que no pueda identificarse ninguna estructura completa dificulta la determinación de la presencia de recintos. En este sentido, cobran mucha importancia las consecuencias de los fenómenos de arrastre, dado que han modificado en gran medida la superficie del sector, influyendo en el grado de dispersión y de acumulación de las evidencias muebles. El material cerámico que se ha registrado registrado disperso sobre toda la superficie del sector, muestra un alto grado de variabilidad con respecto a atributos de pasta y decoración (entre los que se destacan los tipos rojo monócromo monócromo de buena calidad, con decoración pintada pintada de tipo santaMaríana y sin decoración). El material lítico en superficie es escaso, escaso, registrándose algunas lascas lascas y preformas, preformas, principalmente de obsidiana, obsidiana, así como varios instrumentos de molienda (manos, conanas y morteros) desplazados hacia el fondo de las cárcavas. El otro sitio, ubicado a 100m hacia el Noroeste de aquél y denominado Choque Norte, está localizado sobre una quebrada subsidiaria rumbo sud-noroeste, por la que recorren varios cauces de agua estivales que desembocan en el río Las Arcas. Es un sitio que abarca un perímetro de alrededor de 6 hectáreas, en las que se distribuyen de forma dispersa estructuras y montículos longitudinales y angostos. El estado de conservación de las estructuras es mejor que el del caso anterior, debido principalmente a que la pendiente es mucho menor, haciendo posible la identificación de grupos de recintos, los cuales se distribuyen por el noreste y el este del sector, con características constructivas variadas. En su mayoría, las estructuras presentan formas subcirculares, su tamaño varía entre los 10 y 20 metros de diámetro, y están constituidas por muros dobles. Hacia el noreste del sitio se distingue también un sector nivelado artificialmente que atraviesa casi todo el ancho de esa porción y que presenta una hilera de pequeños muros delimitan dicha porción. Estos muros podrían haber funcionado a modo de contención o posiblemente para nivelar el terreno. En lo que respecta a los montículos, éstos están situados desde la mitad del sector hacia el sur, principalmente en zonas donde no hay evidencias de estructuras, y consisten en acumulaciones de rodados con un largo de hasta 100m y un ancho que varía entre los 2 y los 3 m. Se disponen siguiendo la pendiente del terreno, presentando algunos de ellos tramos de muros en su parte inferior. La densidad de material en superficie particularmente la cerámica, disminuye notablemente con respecto a los demás casos estudiados, al igual que su variedad y calidad. En general, la cerámica presente en este sector es roja y de fabricación tosca, tanto los fragmentos decorados como como los sin decoración. Epifanio Burgos (SSALCAC 170) El sitio Epifanio Burgos se encuentra emplazado sobre la margen oriental del río Las Arcas a 8 km hacia el noroeste del pueblo de Cachi. El mismo abarca alrededor de 2 hectáreas sobre una ladera con una pendiente de orientación noroeste – suroeste. El sitio presenta estructuras en dos faldeos distintos sobre la misma ladera, ya que actualmente la formación de una cárcava de escurrimiento produjo la destrucción de parte de las evidencias, seccionando el emplazamiento en dos, aunque se registra una menor presencia de estructuras en el sector N que en el S. La planta de Epifanio Burgos exhibe un patrón concentrado, conformado por estructuras que presentan variabilidad tanto en su diseño arquitectónico como en las técnicas constructivas. Se reconocieron en el sitio
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aproximadamente aproximadamente 30 estructuras entre las l as que se identificaron 9 recintos circulares, 3 recintos rectangulares y 12 montículos, así como un muro perimetral y tramos de muros, algunos de ellos, aparentemente relacionados con la contención de la pendiente, y otros, posiblemente, parte de recintos cubiertos por los diversos procesos de formación de sitio. El muro perimetral está constituido mayormente por un pircado simple, que en algunos tramos se convierte en doble. El patrón más frecuente registrado en el sitio es el de tipo circular, el cual se manifiesta más claramente hacia el sector este del mismo y se corresponde con recintos de planta circular y subcircular, con un diámetro variable entre 4 y 12 m. Dispersos entre los recintos, y muchos de ellos asociados a su vez a recintos circulares, se presentan estructuras monticulares, que se distribuyen con mayor densidad en los sectores en los que la pendiente es más abrupta. El patrón rectangular parece registrarse más claramente hacia la mitad oeste del sitio, en el sector inferior del faldeo. Los montículos presentan formas variables, pudiéndose distinguir entre aquellos que exhiben un perímetro circular y los que muestran una forma más bien ovalada. Se trata de estructuras artificiales cuyo diámetro varía aproximadamente entre 5 y 8 m con una altura máxima aproximada de 1 a 1,50 metros. Por otro lado, es posible distinguir en la mayoría de ellos tramos de muros simples asociados, ya sea rodeando el perímetro basal y/o sobre el extremo superior de los mismos. El emplazamiento de los montículos en el sitio se encuentra asociado a los sectores de mayor concentración de estructuras habitacionales, registrándose, en la mayoría de los casos, en proximidad a estructuras estructuras circulares. Las excavaciones realizadas en uno de los montículos del sitio permitieron definir una estratigrafía homogénea, un solo estrato de relleno, y ningún nivel de ocupación que permita considerar que la funcionalidad del mismo corresponda al de una estructura habitacional. Dicho montículo sería producto de un evento intencional de construcción, en donde los muros registrados tanto en superficie como en el interior del mismo, presentan escasa calidad constructiva y aparente característica de muros expeditivos, que podrían haber sido realizados con el fin de contener el relleno. Los restos arqueológicos recuperados formando parte del sedimento de relleno presentaron un palimpsesto de materiales en los que la cerámica decorada característica del período de Desarrollo Regionales se encuentra en gran proporción, asociada con otros estilos cerámicos más tempranos en el relleno del montículo. Esto posibilitaría plantear que la construcción construcción de esta estructura estructura se llevó a cabo en las últimas ocupaciones del sitio. La Hoyada (SSALCAC 144) El sitio correspondería a un conglomerado de estructuras que varían en su tipo, las cuales se distribuyen sobre la primera y segunda terraza de la margen izquierda del río Las Arcas. Asociados a estas, hemos registrado en superficie una importante cantidad de fragmentos cerámicos, como así también la presencia de grabados rupestres. rupestres. El sitio presenta una extensión aproximada de unas 4ha y es atravesado atravesado por el camino vecinal que une el paraje Las Pailas con el poblado actual de Cachi. El patrón de instalación corresponde a un conglomerado de recintos circulares y rectangulares conjuntamente con montículos que se presentan en el terreno de manera dispersa. Resulta Resulta llamativa la densidad de estructuras, habiendo contabilizado un total de treinta y seis, las cuales en algunos casos reúnen hasta dos recintos circulares o rectangulares. La presencia de estructuras circulares es mayor en relación a los recintos rectangulares o subrectangulares. Sin embargo, en ambos casos constituyen grandes recintos que pueden alcanzar unos diez metros de largo o de diámetro. Esto pareciera suceder con el recinto excavado con anterioridad por Kirsten Olsen (Museo de Cachi, 1999), el cual correspondería a una estructura subrectangular, de muro doble y ángulos redondeados en cuya base se observan grandes grandes piedras que, en algunos casos, casos, evidencian un trabajo de canteado. canteado. También son llamativos algunos muros simples que se ubican sobre los sectores de mayor pendiente, los cuales corresponden a hileras simples de rodados que se disponen de manera perpendicular a la pendiente y que sugieren una funcionalidad relativa a la contención de las estructuras. En cuanto al patrón monticular, éste puede observarse con menor frecuencia, más aun si tomamos en cuenta la extensión del sitio en comparación a lo registrado en Epifanio Burgos (Cabral et al, 2008; Yazlle, 2009) o Borgatta (Pollard, 1983; DeMarrais 2001). En este caso, los montículos se encuentran en los lugares en que el terreno posee un desnivel gradual. Generalmente se conforman por una planta relativamente circular y se
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Luciana Yazlle, Ana Lucía Mondada y Jorge Esteban Cabral
encuentran asociados a muros pequeños que parecieran corresponder a estructuras contiguas, sin que pueda observarse sobre la superficie algún rasgo arquitectónico que funcionara a modo de contención o delimitación. Uno de los hallazgos más notorios de La Hoyada, es la presencia de grabados rupestres ubicados a menos de 10 m de los recintos habitacionales, sobre la margen de la terraza sureste que limita con una pequeña quebrada subsidiaria al río Las Arcas. Los petroglifos corresponden a 15 figuras, algunas muy deterioradas, entre las que se distinguen motivos tumiformes, serpentiformes, antropomorfos y geométricos. Respecto al análisis de las ocupaciones en el sitio, toma relevancia el hallazgo realizado por Pío Pablo Díaz, (Díaz, Ms), correspondiente a una tumba abovedada, del tipo «en bota», encontrada accidentalmente por la erosión provocada por lluvias estivales. Aunque todavía queda por aclarar la relación entre el enterratorio y el contexto habitacional, este hallazgo confirma la utilización del sitio durante el período Hispano- indígena. Quebrada de Las Arcas: elementos para la discusión Los sitios arqueológicos forman parte de un registro que se entiende como espacialmente continuo, por lo que no pueden ser considerados como entidades separadas del contexto que los rodea, sino que deben considerarse como parte integrante del paisaje, a mayor escala, entendiendo por el mismo “una realidad histórica y socialmente producida, la cual guarda directa relación con la forma de racionalidad del grupo humano que lo generó, así como con las estrategias de apropiación de la naturaleza y el entramado simbólico de esta población (Criado, 1991, 1999)” (Troncoso, 2001: 2). En tal lógica, el espacio geográfico y el paisaje, tanto a escala de la región, como a escala del sitio, del recinto, o aún a escala del artefacto, son construcciones sociales, expresiones fenomenológicas de los procesos sociales y naturales a lo largo de períodos continuos de tiempo, y, por tanto, llevan implícitas formas de organización y percepción del espacio, que son reflejo y producto de los procesos socioculturales en los que sus habitantes se vieron involucrados. El Valle Calchaquí en general, y particularmente el sector norte, que es donde se ubica el área de estudio, ha dado muestras, a lo largo de los muchos años que lleva siendo investigado, de la existencia de una amplia variedad y cantidad de formas de asentamiento, en un intervalo de tiempo prolongado en muchos casos con ocupaciones continuas, desde los asentamientos de cazadores-recolectores hasta la actualidad. La quebrada de Las Arcas, asimismo, da evidencias en su conjunto de la complejidad de los procesos de ocupación y la vida de las sociedades del norte del Valle Calchaquí. La misma constituye una zona muy fértil en donde las condiciones de habitabilidad son altas, con un curso de agua permanente, como lo es el río Las Arcas, y con tierras altamente aptas para el cultivo. Estas características sugieren la posibilidad de que se haya tratado de un espacio de localización privilegiado para los habitantes prehispánicos de la región, hipótesis que apoya el hecho de que, a lo largo del tiempo, haya sido el lugar de establecimiento de diversos asentamientos de características variadas, los cuales se suceden de forma casi continua a lo largo de la misma. Estos sitios presentan, entre otras características comunes, su ubicación a escasa distancia entre sí, sobre las márgenes fértiles del río homónimo, en pequeñas quebradas aledañas, con excepción de Las Pailas que se ubica sobre el fondo de la quebrada principal. Por un lado, tenemos dos sitios multicomponentes de gran extensión: Borgatta (SSalCac 16) y Las Pailas (SSalCac 18). Sus ocupaciones son claves para comprender la dinámica de las poblaciones de la quebrada de Las Arcas y del Valle Calchaquí Norte. Por otro lado, se registran otros sitios de tamaño más reducido, pero no por ello de menor complejidad interna que los anteriormente mencionados; La Hoyada (SSalCac 144-145), Choque (SSalCac 17) y Epifanio Burgos (SSalCac 170), ubicados sobre la margen oriental de la quebrada, y Cancha San Miguel (SSalCac 171), sobre la margen occidental. Este último fue recientemente registrado por el Museo Arqueológico de Cachi, y se caracteriza por un escaso número de estructuras que se encuentran dispersas y poco definidas por el alto grado de erosión. Con respecto a la temporalidad de las ocupaciones en la quebrada de Las Arcas, ésta pareciera abarcar un rango muy amplio, desde los inicios del período de Desarrollos Regionales hasta entrado el período de contacto hispano-indígena. Los fechados existentes corresponden a un montículo-basural excavado por Pollard en Borgatta, que dieron los siguientes resultados: 1257±85 DC, 1184±89 DC, 1202±140 DC, 1110±89 DC 1119±89 DC, donde «...las colecciones de la superficie del sitio Borgatta demuestran que la ocupación del sitio comienza antes y termina más tarde que el período representado por el montículo basural excavado…» (Pollard, 1983: 78). Con posterioridad, DeMarrais (2001) publicó una síntesis sobre el sitio en la que discute su ocupación
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prolongada, al igual que la del sitio Las Pailas (Tarragó, 1980), también representativo del período de Desarrollos Regionales. En el caso de Epifanio Burgos, un fechado proveniente del piso de ocupación de un Recinto subcircular (R10) arroja un resultado de 560 ± 70 AP (Yazlle, 2009). El contexto fechado, se encontró asociado a cerámica santaMaríana y a fragmentos de una pieza de cerámica ordinaria, cuyas formas son similares a otras halladas en Borgatta y Tero, relacionadas con ocupaciones del período de Desarrollos Regionales, pertenecientes a las colecciones del Museo Arqueológico de Cachi. Sin embargo, la presencia de elementos tales como la variabilidad de cerámica evidenciada en el montículo excavado, parte de la cual se asocia a estilos característicos del Formativo en la región, o la variabilidad respecto de la arquitectura registrada, permiten pensar que el sitio probablemente estuvo ocupado antes de dicho período. En ninguno de los sitios mencionados existen elementos que permitan identificar de manera clara la presencia incaica en la Quebrada de Las Arcas, con excepción de Choque, sitio para el cual se hace referencia a la excavación de una tumba de la que se recuperó material de posible filiación incaica (De Lorenzi y Díaz, 1977). Sin embargo, esta posible presencia de material incaico, por el momento, solo puede identificarse en dicho hallazgo aislado. Por otro lado, y en base a un trabajo de seriación cerámica, Pollard identificó a Choque como una “aldea-cementerio” con ocupaciones pertenecientes al Período Medio (600 - 1000 d.C.) y al Tardío ( 1000 1400 d.C.) (Pollard, 1983). A la vez, como se ha dicho, existen antecedentes en el sitio La Hoyada de su utilización en el momento de contacto hispano-indígena (Díaz, MS). Si bien las evidencias indican la posibilidad de un período de ocupación tan extenso de la Quebrada, resulta de importancia destacar que es en el Período de Desarrollos Regionales cuando parece haber estado más densamente ocupada, dado que todos los sitios mencionados presentan abundante material perteneciente a este intervalo. En ese sentido, es posible también observar algunas regularidades manifiestas en la disposición y las características espaciales de los sitios. En la mayoría de los casos, se trata de patrones concentrados que comparten elementos comunes, tales como la coexistencia de estructuras circulares, rectangulares y montículos, y que en muchos casos evidencian similitudes respecto de los patrones constructivos, que, posiblemente, respondan a soluciones arquitectónicas vinculadas con aspectos específicos de los espacios de localización de cada sitio. Por otro lado, estos mismos elementos se presentan con variaciones particulares en el seno de cada emplazamiento. Los trabajos llevados a cabo actualmente sobre los sitios expuestos abren líneas particulares que, esperamos, permitan aclarar el panorama respecto de la ocupación de la Quebrada de Las Arcas. Si bien en este trabajo no se exponen detalladamente los resultados del análisis de cada sitio respecto del patrón de asentamiento, recolecciones de superficie, excavaciones y el análisis del material recuperado en cada contexto, mucha de esta información se encuentra siendo analizada a fin de contar con elementos para comenzar a situar estos sitios en relación con otros aledaños del área, y a su vez para definir indicadores más claros que permitan asociaciones temporales y cronológicas que posiblemente se manifiesten en relación a las particularidades regionales. Si bien las investigaciones se encuentran, en la mayoría de los casos, en etapas iniciales, consideramos que los interrogantes aquí planteados constituyen una contribución a la discusión sobre los procesos regionales particulares, y de esta forma, son un aporte al conocimiento de la Arqueología regional. Bibliografía Ambrosetti, J.B. 1907 Exploraciones Arqueológicas en la ciudad Prehistórica de La Paya (Valle Calchaquí, Provincia de Salta). Facultad de Filosofía y Letras, Sección Antropología nº 3, Buenos Aires. Baldini, L., E. Baffi, L. Quiroga y V. Villamayor 2004 Los Desarrollos Regionales en el valle Calchaquí, Salta. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXIV : 59-80. Buenos Aires. Cabral, J.; L. Yazlle.; A.L. Mondada y M. C. Rivolta 2008 Aportes al conocimiento del Formativo Final e inicios de los Desarrollos Regionales en la Quebrada de Las Arcas, Valle Calchaquí Norte (Salta, Argentina). Actas de las IX Jornadas de Investigación en Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy. Debenedetti, S. 1908 Excursión arqueológica a las ruinas de Kipón (Valle Calchaquí-Provincia de Salta). Publicaciones de la Sección Antropológica, 4. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. De Lorenzi, M. y P.P. Díaz 1977 La ocupación incaica en el sector septentrional del Valle Calchaquí. Estudios de Arqueología 2: 43-59, Museo Arqueológico de Cachi, Prov. de Salta.
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Demarrais, E. 2001 La Arqueología del Norte del Valle Calchaquí. Historia Argentina Prehispánica. Compilado por E. Berberian y A. Nielsen. Vol 1: 289-346., Ed. Brujas, Córdoba. Díaz, P.P. Libretas de campo, Museo Arqueológico de Cachi, Salta. Manuscrito. Díaz, P.P. 1983 Sitios Arqueológicos del Valle Calchaquí. Estudios de Arqueología, 3- 4. Museo Arqueológico de Cachi, Salta. Pollard, G. 1983 Nuevos aportes a la Prehistoria del Valle Calchaquí, Noroeste argentino. Estudios de Arqueología Nº 3-4: 69-92, Museo Arqueológico de Cachi, Salta. Tarragó, M.N. 1980 Los asentamientos aldeanos tempranos en el sector septentrional del Valle Calchaquí, Provincia de Salta y el desarrollo agrícola posterior. Estudios Atacameños 5, Antofagasta, Chile. Tarragó, M.N. Y P.P. Díaz 1972 Sitios Arqueológicos del Valle Calchaquí. Estudios de Arqueología Nº1: 49-61, Museo Arqueológico de Cachi, Salta. Tarragó, M.N. Y P.P. Díaz 1977 Sitios Arqueológicos del Valle Calchaquí. Estudios de Arqueología Nº2: 63-71, Museo Arqueológico de Cachi, Salta. Yazlle, L. 2009. Organización de los espacios residenciales en el sitio Epifanio Burgos (Valle Calchaquí Norte) durante el Formativo y su transición hacia los Desarrollos Regionales Tesis para optar al título de Licenciado en Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta.
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RESTOS ÓSEOS HUMANOS RECUPERADOS EN FUERTE ALTO 1 Verónica Seldes* , María Fernanda Zigarán** y Jorge Cabral***
Resumen En este trabajo se presentan los resultados del análisis de un conjunto de restos arqueológicos, recuperados en junio del 2006 en la calle principal del barrio Fuerte Alto de Cachi (Salta). El sitio, que corresponde al período de Desarrollos Regionales (siglos IX al XV) se encuentra altamente perturbado por la construcción de un barrio por encima y alrededor del mismo. En las tareas de rescate se registró la presencia de una estructura rectangular de piedras que contenía una urna con restos óseos humanos y fragmentos de piezas cerámicas. Tanto los restos óseos como la cerámica fueron rápidamente extraídos del lugar para ser analizados posteriormente en laboratorio. Se trata de un entierro compuesto por un total de cinco individuos depositados en posición genuflexa. Se realizó la estimación de edad, determinación de sexo y análisis de estilo de vida y estado de salud a través de indicadores de estrés nutricional, metabólico, dieta, estrés funcional, traumas e infecciones, incorporándose el análisis de prácticas deformatorias en el cráneo. A partir del análisis de los indicadores mencionados se concluye que los individuos registran casos de hipoplasia del esmalte e hiperostosis porótica (estrés nutricional y metabólico), caries, desgaste del esmalte dental, osteoartritis y estrés músculo esqueletal (estrés funcional), traumas e infecciones. Introducción El valle Calchaquí, que recorre de norte a sur los territorios de Salta, Tucumán y Catamarca, se caracteriza por ser una fosa tectónica de aproximadamente 200 km de longitud emplazada en el macizo puneño y parte de la cordillera oriental; presenta extensos depósitos de pie de monte, conos aluviales y bajadas, y varios niveles aterrazados de formación reciente. El departamento de Cachi (figura 1), por su parte, se ubica en el sector septentrional del valle Calchaquí, al oeste de la provincia de Salta, en la convergencia de los ríos Cachi y Calchaquí a 2280 msnm formando parte de la región valliserrana (Tarragó, 1974 y 1976). El Valle Calchaquí, hacia el período de desarrollos regionales (siglos X al XV) se presenta como un complejo escenario; en este sentido, las investigaciones en la región dan cuenta de procesos de incremento de la población, concentrada en aglomerados con instalaciones defensivas, acompañados de un momento de intensificación de la producción agrícola con evidencias de intercambios interregionales (Tarragó, 2000). A pesar de constituir una de las regiones del Noroeste Argentino y de los Andes Meridionales más exploradas por la arqueología, es mucho lo que se desconoce acerca de sus prácticas mortuorias, incluso para el período de Desarrollos Regionales, el período que más ha sido estudiado en la región. Muchas de las descripciones acerca de las características de los entierros corresponden en su mayoría a las investigaciones de principios del siglo pasado (Ambrosetti, 1907, Debenedetti, 1908); las mismas son fragmentarias y no logran dar cuenta del comportamiento mortuorio de los pueblos prehispánicos. Sumado a esto, son escasos los restos óseos humanos en conexión anatómica y con información acerca de su contexto, disponibles para su análisis bioarqueológico. Sin embargo esta situación está comenzando a revertirse en los últimos años con las investigaciones de investigadores como Acuto, Baldini, De Marrais, Díaz, Raffino, Pollard, Tarragó, entre otros (Baldini y Baffi, 2007). En este trabajo nos proponemos dar a conocer los resultados preliminares del análisis de un conjunto de restos óseos humanos recuperado mediante el trabajo de rescate en una de las calles de acceso al barrio Fuerte Alto. El
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C ONICET – INAPL,
[email protected] Universidad Nacional de Salta, Museo de Arqueología de Alta Montaña, Salta. mail:
[email protected] *** Universidad Nacional de Salta, mail:
[email protected] **
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Verónica Seldes, María Fernanda Zigaran y Jorge Cabral
objetivo es realizar aportes al conocimiento del estilo de vida de los pueblos que habitaron los Valles calchaquíes en tiempos prehispánicos1.
Figura 1: Ubicación de los valles Calchaquíes
En este trabajo nos proponemos dar a conocer los resultados preliminares del análisis de un conjunto de restos óseos humanos recuperado mediante el trabajo de rescate en una de las calles de acceso al barrio Fuerte Alto. El objetivo es realizar aportes al conocimiento del estilo de vida de los pueblos que habitaron los Valles calchaquíes en tiempos prehispánicos2. “Fuerte Alto” fue mencionado por Debenedetti (1908) y Ardisone (1940 y 1942) siendo adscripto, por similitudes con los sitios de La Paya y Kipón, al período de Desarrollos Regionales. También Díaz y Tarragó lo mencionan en su descripción de sitios arqueológicos de Cachi y lo ubican sobre una terraza alta en la margen izquierda del río Cachi, cerca de 1.5 km del pueblo. Posee recintos dispersos los cuales se encuentran limitados por un muro de contención; en los mismos se recuperó cerámica Santa María en superficie (Tarragó y Díaz, 1972). El sitio se encuentra altamente impactado, en parte debido a la reciente construcción de un barrio por sobre las estructuras prehispánicas y en los alrededores del mismo. Por consiguiente, este rescate constituye una interesante fuente de información de un sitio que corre riesgo de desaparecer bajo las construcciones actuales (Figuras 2 y 3).
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E l estudio del material cerámico que lo acompañaba se llevará a cabo en otro trabajo E l estudio del material cerámico que lo acompañaba se llevará a cabo en otro trabajo
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Figura 2: Vista del rescate 1
Figura 3: Vista del rescate 2
En junio del 2006, se informó al Museo Arqueológico “Pablo Pio Díaz” de la aparición de restos humanos en una de las calles del barrio Fuerte Alto. En conjunto con personal del museo, residentes de Cachi y los autores, se realizó el rescate de los restos mencionados. Los mismos se encontraban dentro de una urna que había sido depositada en una estructura rectangular de piedras a modo de pircado lateral. La urna se encontraba fracturada en uno de sus bordes por lo que parte de su contenido colapsó hacia el exterior de la misma (Figura 4).
Figura 4: Urna dentro de estructura
Una vez recuperado el material óseo del interior de la urna se realizó la estimación de edad, utilizando las propuestas de Fazekas y Kosa (1978) para perinatos, Scheuer y Black (2000) para infantiles y subadultos y Brooks y Suchey (1990) y Bass (1995) para adultos y maduros. Para la determinación de sexo se utilizaron los estandares de Buikstra y Ubelaker (1994). El análisis del estilo de vida y estado de salud de los individuos constituye una importante fuente de información sobre los pueblos prehispánicos; en este caso se tomaron los indicadores bioarqueológicos de estrés nutricional metabólico (hiperostosis porótica, cribra orbitalia, líneas de hipoplasia del esmalte), dieta (pérdida dental antemortem, caries, desgaste del esmalte dental), estrés ocupacional (osteoartritis y estrés músculo esqueletal), traumas (fracturas, golpes) e infecciones (periostitis, osteomielitis) (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998; Goodman et al ., 1984; Huss-Ashmore et al ., 1982; Larsen, 1987 y 1997; Martin et al ., 1985). También se evaluaron las prácticas deformatorias del cráneo, considerando que las mismas constituyen un indicador de sus sistemas de señalización y comunicación de la identidad grupal o individual vinculados con la pertenencia a grupos étnicos (Bloom, 2005). Resultados Los análisis bioarqueológicos realizados en los restos óseos provenientes de Fuerte Alto señalan la presencia de cinco individuos, uno de sexo masculino y edad adulta, uno de sexo femenino y edad adulto joven, dos infantiles y un perinato.
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Verónica Seldes, María Fernanda Zigaran y Jorge Cabral
El individuo adulto de sexo masculino no presenta ningún indicador de estrés nutricional, pero sí caries y un intenso desgaste del esmalte dental. La presencia de inserciones musculares marcadas y de osteoartritis en diferentes zonas (osteoartritis leve y moderada en cubito derecho, radios, costillas, fémur, tibia, e intensa en vértebras cervicales, dorsales y lumbares con lipping ) nos permite inferir que realizó actividades recurrentes que implicaron una sobreexigencia física que comprometió extremidades inferiores, superiores y tronco. En el cráneo se observó un posible trauma con evidencias de remodelación ósea. La deformación intencional del cráneo registrada corresponde a la variante “tabular erecta”. El individuo de sexo femenino presenta porosidad en el occipital que sugeriría la presencia de estrés nutricional (líneas de hipoplasia del esmalte e hiperostosis porótica), desgaste del esmalte dental leve a moderado, osteoartritis de tipo leve en columna vertebral y evidencia de procesos infecciosos (periostitis). Por último se registró deformación intencional del cráneo de tipo “tabular erecta”. Uno de los individuos infantiles está representado por pocos elementos. Por tal motivo no fue posible estimar la edad con mayor grado de precisión. Sin embargo, a partir de los pocos restos recuperados, fue posible observar por un lado que no presentaba evidencias de cribra orbitalia y por el otro que tenía deformación craneana del tipo “tabular erecta”. El otro de los individuos infantiles (individuo 2) de 6 años ± 24 meses de edad presenta líneas de hipoplasia del esmalte y desgaste de tipo moderado a intenso lo que podría estar indicando, sobre todo teniendo en cuenta la edad, que los mismos pudieron haber sido utilizados como herramientas. También este individuo presenta deformación craneana “tabular erecta”. Del perinato se recuperaron algunos pocos restos óseos; a partir de las observaciones realizadas sobre los mismos se señala la ausencia de evidencias de estrés nutricional e infecciones. Discusión Del análisis bioarqueológico se desprende la homogeneidad en las prácticas deformatorias, ya que los cuatro individuos que han podido analizarse tienen deformación “tabular erecta”. No hay diferencias entre ellos en lo referido a esta práctica. Sólo el individuo de sexo femenino presenta hiperostosis porótica; se ha planteado que la misma se desarrolla en individuos que en algún momento de su vida vieron deteriorada su situación nutricional o bien que han sufrido de infecciones crónicas; ambas situaciones pueden predisponer al desarrollo de anemias (Huss – Ashmore et al , 1982; Larsen, 1987). Tanto el individuo adulto de sexo femenino como uno de los individuos infantiles presentan líneas de hipoplasia del esmalte dental. Distintos factores se han sugerido como posible explicación para la aparición de estas líneas, desde enfermedades hemolíticas, nacimiento prematuro, infecciones, deficiencias dietarias de vitaminas A, C y D; y la más aceptada hoy en día: trastornos metabólicos por diversos estados de enfermedad y malnutrición durante los primeros años de vida (Aufderheide y Rodríguez Martin, 1998). En cuanto a los indicadores de dieta, uno de los individuos (adulto de sexo masculino) presenta caries; los casos analizados no alcanzan para realizar comparaciones, pero no hay que perder de vista las posibles diferencias de edad y la resistencia individual a la posibilidad de contraer caries (Larsen, 1997, Powell, 1985). Ambos individuos adultos tienen, en mayor o menor medida, desgaste del esmalte dental; el mismo podría responder a la inclusión en las harinas de partículas desprendidas de las piedras de moler que implica el consumo involuntario de materiales abrasivos (Larsen, 1987). En el caso del individuo infantil; el hecho de haber registrado desgaste del esmalte dental podría asociarse a la utilización de la dentadura como herramienta (Larsen, 1997). Respecto a los indicadores de estrés funcional, mientras que el individuo de sexo masculino registra osteoartritis leve a moderada en ambas extremidades e intensa en la columna así como estrés músculo esqueletal, la mujer sólo tiene osteoartritis de tipo leve en la columna. El contraste entre ambos podría deberse a la diferencia de edad pero también al tipo de actividad desarrollada por cada uno (Bourke, 1967).
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El trauma que se observa en el cráneo del individuo de sexo masculino todavía continúa analizándose; de todas maneras se suele considerar como predominantemente representativo de violencia interpersonal, siendo su asignación a situaciones de conflicto (Knowles 1983; Torres – Rouffet al ., 2005). A modo de conclusión, en este trabajo se pone de relevancia la información que puede brindar la bioarqueología y la necesidad de contar con mayor cantidad de trabajos sobre restos humanos que permitan continuar realizando aportes al conocimiento de la forma de vida de los pueblos que habitaron los valles Calchaquíes en el Período de Desarrollos Regionales. Bibliografía Ambrosetti, J. B. 1907. Exploraciones arqueológicas de la ciudad prehistórica de La Paya (Valle Calchaquí, provincia de Salta). Publicaciones de la Sección Antropológica 3. Universidad de Buenos Aires. Ardissone, R. 1940. La instalación indígena en el Valle Calchaquí. Anales del Instituto de Etnografía Americana I: 169 – 189, Buenos Aires. Ardissone, R. 1942. Un ejemplo de instalación humana en el Valle Calchaquí. El pueblo de Cachi. Monografías del Instituto de Estudios Geográficos 1. Universidad Nacional de Tucumán. Aufderheide, A. y C. Rodríguez Martin. 1998. The Cambridge Enciclopedia of Human Paleopathology. Cambridge University press, Cambridge. Baldini, L. y E.I. Baffi. 2007. Aportación al estudio de prácticas mortuorias durante el Período de Desarrollos Regionales. Entierros de vasijas utilitarias del sector central del valle Calchaquí (Salta, Argentina). Revista Española de Estudios Americanos 37 (1): 7 – 26. España Bass, W. 1995. Human Osteology. Missouri Archaeological Society Special Publication. Fourth Edition. Columbia, Missouri. Bloom, D. 2005. Embodying borders: human body modification and diversity in Tiwanaku society. Journal of Anthropological Archaeology 24: 1-24. Brooks, S. y J. Suchey 1990. Skeletal age determination based on the os pubis: a comparison of the Acsadi – Nemeskeri and Suchey y Brooks method. Human Evolution 3 (3): 227 – 238. Bourke, J. B. 1967. A review of the Paleopathology of the Arthritic. Diseases in Antiquity. Editado por D. Brothwell y A. Sandison, pp. 352 – 370. Charles Thomas publisher. Springfield, Illinois. Buikstra, J. y D. Ubelaker. 1994. Standards for Data Collection from Human Skeletal Remains. Arkansas Archaeological Survey Research Series, 44. Arkansas. Debenedetti, S. 1908. Excursión arqueológica a las ruinas de Kipón (Valle Calchaquí, provincia de Salta). Publicaciones de la Sección Antropológica 4. Universidad de Buenos Aires. Fazekas, G. y M. Kosa. 1978. Forensic Fetal Osteology. Akademiai Kiadó, Budapest. Goodman, M, D. Martin, G. Armelagos y G. Clark. 1984. Indicators of stress from bone and teeth. Paleopathology at the origins of agriculture. Editado por. M. Cohen y G. Armelagos, pp. 13 – 49. Academic Press, New York. Huss – Ashmore, R., A. Goodman y G. Armelagos. 1982. Nutritional inference from paleopathology. Advances in Archaeological Method and Theory 5. Editado por M. Schiffer, pp. 395 – 473. Academic Press, New York. Knowles, A. 1983. Acute traumatic lesions. Diseases in Ancient Man: 61 – 83. Ed. Hart. Larsen, C. 1987. Bioarcheological interpretations of subsistence economy and behavior from human skeletal remains. Advances Archaeological Method and Theory 10. Editado por M. Schiffer, pp. : 339 -445. Academic press, New York. Larsen, C. 1997. Bioarcheology: interpretating behavior from the human skeleton. Cambridge studies in biological anthropology 21. Cambridge University press, Cambridge. Martin, D., A. Goodman y G. Armelagos. 1985. Skeletal pathologies as indicators of quality and quantity of diet. The Analysis of Prehistoric Diet 8. Editado por R. Gilbert y J. Mielke, pp. 227 – 279. Academic press, Orlando Powell, M. 1985. The Analysis of Dental Wear Caries for Dietary Reconstruction. The Analysis of Prehistoric Diet , capítulo 10: 307-358. Ed. Gilbert y Mielke. Academic Press. Orlando. Scheuer, L. y S. Black. 2000. Development Juvenil Osteology. Academic Press. San Diego, California. Tarragó, M. 1974. Aspectos ecológicos y doblamiento prehispánico en el Valle Calchaquí, provincia de Salta, Argentina. Revista del Instituto de Antropología 5: 195-216, Córdoba. Tarragó, M. 1976. Arqueología del Valle Calchaquí. Etnia, 23 y 24: 1-35, Museo Etnográfico Municipal “Dámaso Arce”, Olavarría, Buenos Aires. Tarragó, M. 2000. Chacras y pukara. Desarrollos sociales tardíos. Nueva Historia Argentina, capítulo 1: Los Pueblos originarios y la conquista: 257 – 300. Ed. Sudamericana, Buenos Aires. Tarragó, M. y P. Diaz. 1972. Sitios arqueológicos del valle Calchaquí. Estudios de Arqueología 1: 49 – 61. Torres – Rouff, C. y M. A. Costa – Junqueira. 2005. Violence in times of changes: the Late Intermediate Period in San Pedro de Atacama. Chungara 37 (1): 75 – 83. Arica, Chile.
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ARQUEOLOGÍA REGIONAL EN LA PUNA DE SALTA: PRIMERAS APROXIMACIONES AL ESTUDIO DE LOS SALARES CENTENARIO, RATONES Y POCITOS Gabriel López
Introducción En este trabajo se presentan los resultados de investigaciones arqueológicas recientes desarrolladas en la Puna de Salta. A partir de la información arqueológica registrada en la cuenca de Pastos Grandes (López 2008, 2009), se decidieron ampliar las prospecciones hacia áreas vecinas. Los resultados obtenidos en Pastos Grandes permitieron distinguir una secuencia de ocupaciones humanas a lo largo del Holoceno temprano, medio y tardío. De esta manera, si bien en este trabajo se presentan los primeros resultados de las prospecciones en áreas con un vacío de información arqueológica, en el futuro, se espera que esta ampliación en la escala espacial de análisis, contribuya al estudio del cambio cultural en las ocupaciones humanas a nivel regional. Las nuevas prospecciones se llevaron a cabo en los salares de Centenario-Ratones y en el salar de Pocitos, al sur y al oeste de Pastos Grandes, respectivamente. El ambiente es similar en ambas áreas. Los salares de Centenario y Ratones se caracterizan por un paisaje extremadamente desértico con escasa vegetación (salvo en algunas vegas puntuales) y suelos limo-arenosos sometidos a una fuerte erosión. La altura promedio, al igual que en Pastos Grandes, es superior a los 4000 msnm. En este contexto, la economía actual se basa en el pastoreo de llamas por grupos familiares pequeños y la actividad minera. Entre la fauna presente también se destacan los camélidos silvestres, incluidos los guanacos, los cuáles se observan en espacios puntuales. El salar de Pocitos presenta características similares a los otros salares de la región, y también existen algunas vegas que permiten el pastoreo de llamas y ovicápridos. Además cuenta con antiguos cauces de agua y paleovegas que dejaron formaciones con turba fósil en sectores circundantes al salar de Pocitos, como Zelallos. Asimismo existen vegas en quebradas ubicadas al norte del salar de Pocitos que contienen cauces de agua temporarios. Estas quebradas presentan las mayores alturas del área de Pocitos, superiores a 4000 msnm, pero en el fondo de cuenca donde se encuentra el salar la altura ronda los 3800 msnm. Los resultados arqueológicos de las prospecciones se presentan aquí de manera general y deben ser tomados como una primera aproximación al estudio de áreas con un vacío de información. El registro arqueológico en los salares de Centenario y Ratones: los sitios de Inca Viejo La prospección arqueológica en esta área fue dirigida al reconocimiento de sitios mencionados por pobladores locales en un sector llamado Inca Viejo. Se trata de un sector alto en los cerros que rodean el salar de Ratones en dirección Este. En primer término se evidenció el sitio arqueológico Poblado Inca Viejo, el cual se ubica en un talud debajo de una vega que desciende entre los cerros, con un arroyo de bajo caudal de agua en la actualidad. Sin embargo, se espera que en el pasado esta vega haya estado muy activa y haya proporcionado el agua necesaria para el establecimiento de un poblado. De todas formas los estudios paleoambientales serán importantes al respecto. El Poblado Inca Viejo consiste de distintas estructuras arqueológicas de formas diversas, tanto de planta rectangular como circular. Aunque aún no se tomó la planta del sitio parecen predominar las primeras. En este sentido, tradicionalmente patrones con plantas rectangulares o cuadrangulares fueron asignadas a momentos pastoriles tardíos e incaicos. Al respecto, la cerámica, mayoritariamente, es de tonalidad rojiza dada por una cocción oxidante. En general presenta engobe y pintura post-cocción de distintos colores. La pintura se detecta en motivos geométricos, como bandas rectangulares, triángulos o líneas. De todas maneras, se debe reconocer que se trata de fragmentos recolectados en superficie, principalmente de cuerpos de cerámica aunque también hay bordes y cuellos.
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En términos generales, el patrón arquitectónico y las características de la cerámica sugieren una cronología relativa del Poblado Inca Viejo posterior al 1000 AP, o sea, correspondiente a momentos tardíos del desarrollo pastoril en la puna, y posiblemente a momentos incaicos. Entre la evidencia arqueológica en el sitio, se detectó una roca transportable con varios morteros hechos en la misma, lo que indica probablemente la importancia que habrían tenido los productos vegetales en este poblado. A su vez, la existencia de corrales arqueológicos es un indicador de la presencia de prácticas pastoriles. Se espera que el pastoreo de llamas haya sido la estrategia económica predominante para los pobladores de este sitio, en especial considerando la existencia de la vega mencionada anteriormente con pasturas para los rebaños. En este sentido, si bien en la actualidad el agua y las pasturas son escasas, se espera que en el pasado la vega haya permitido el establecimiento del poblado. De hecho, existen reocupaciones subactuales del sitio y reutilización de los corrales, lo cual indica su ubicación estratégica. Otro punto para destacar acerca de este sitio es la importante frecuencia de estructuras arqueológicas y evidencia artefactual en superficie a una altura de 4245 msnm. En el futuro se deberá indagar acerca del rol relevante que pudo haber cumplido el sitio en el contexto regional de las tierras altas de Salta en momentos tardíos, dada la escasez de sitios de magnitud similar o superior en este contexto altitudinal. Por otra parte, también en Inca Viejo pero a más de 2 km del sitio descripto, se registró otro sitio de alto potencial arqueológico tanto en superficie como en capa. El sitio es una cueva o caverna profunda que se adentra en el cerro en el cual se encuentra, conformando una formación natural con distintas galerías y oquedades. Por el momento su magnitud total es inestimable dada la presencia de estas oquedades y conductos que comunican distintas galerías. De todas maneras la prospección se llevó a cabo en la cueva principal conformada por una cavidad amplia que llega a los 13 m de profundidad desde la línea de goteo. La entrada de la cueva tiene 6,3 m de ancho, y se ubica en una zona escarpada del cerro en la que se encuentra. La entrada está parcialmente tapada por derrumbe de sedimentos por gravedad de arriba hacia abajo. Por fuera de la cueva, existe una pequeña plataforma natural que permite visualizar gran parte del salar de Ratones. La altitud en que se encuentra la cueva es de 4312 m. Este sitio fue denominado como Cueva Inca Viejo. En este sentido, se espera que la cueva haya sido ocupada desde momentos tempranos por cazadores recolectores, tal como se registró en el sitio Alero Cuevas, ubicado en la cuenca de Pastos Grandes a 80 km y con ocupaciones a lo largo del Holoceno temprano, medio y tardío (López 2009). Esta expectativa se debe especialmente a la escasez de refugios para cazadores recolectores en la región. Sin embargo se espera también que de existir estas ocupaciones tempranas, las mismas podrían estar tapadas por sedimentos a gran profundidad. Esto se sostiene en los sondeos realizados, que no permitieron llegar hasta la roca de base y que parecen indicar una alta tasa de depositación de sedimentos y material arqueológico. En las primeras capas de los 2 sondeos realizados, el material arqueológico registrado fue diverso. La presencia de fragmentos de cerámica en algunos casos diagnóstica, como la oscura pulida común en contextos pastoriles tempranos (Olivera 2001), o algunos fragmentos similares en la pasta y cocción a los del sitio Poblado Inca Viejo, que serían más tardíos, pueden ser considerados como indicadores de cronología relativa. Sin embargo, lo más llamativo en los sondeos realizados es la abundante frecuencia de plumas de una diversidad de aves. Entre ellas, se registraron muchas plumas verdes y rosadas, estas últimas posiblemente de flamencos. También se registró una alta frecuencia de huesos, en proceso de análisis, que en su mayoría corresponderían a camélidos. Asimismo, se detectaron restos vegetales, entre ellos granos de maíz y otras semillas en estudio. Por lo tanto, la potencialidad del sitio es alta en cuanto a la diversidad y buena conservación de los hallazgos. Sin embargo, lo más atractivo a nivel visual resulta la presencia de paneles de arte rupestre. Se trata de pinturas mayormente de color negro, que conforman distintas imágenes. La representación más común es la de camélidos naturalistas y esquemáticos que en algunos casos forman escenas compartidas con figuras antropomorfas. Tampoco se descarta que las imágenes representen cronologías distintas sobre todo al observarse algunas pinturas (en baja frecuencia) de color rojo, en particular de un antropomorfo y una figura circular. Si bien, por el momento no hay un estudio detallado del arte rupestre y por lo tanto no se cuenta con las herramientas para establecer una cronología relativa y una comparación regional, se espera que estos paneles, en su mayoría correspondan a momentos de amplio desarrollo del pastoreo en la puna. Esto se desprende por ejemplo, de una imagen de camélidos alineados y atados (Figura 1), la cual es común en contextos tardíos asociados al tráfico caravanero (Aschero 2000, Martel y Aschero 2007). Sin embargo, no se han registrado por el momento como en los sitios del Alto Loa u otras regiones, llamas con carga (ver Berenguer 1999). De todas maneras, la asociación de varias representaciones en la cueva con el pastoreo de llamas, indica la importancia que tenía esta actividad en este contexto.
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Figura 1: Pintura rupestre en el sitio Cueva Inca Viejo. Véase el detalle de los camélidos atados en fila.
El registro arqueológico en el salar de Pocitos El salar de Pocitos era un área con un vacío de información arqueológica, por lo que la campaña de noviembre de 2009 fue importante para realizar una primera aproximación al análisis del registro arqueológico. La necesidad de investigar el área de Pocitos nació a partir de los trabajos en Pastos Grandes, ubicado 60 km al Este. En Pastos Grandes una de las materias primas más utilizadas a lo largo del Holoceno para la confección de instrumentos líticos, fue la obsidiana proveniente de Quirón. Esta fuente de obsidiana se encuentra a unos 15 km del salar de Pocitos, y por lo tanto, se generó una nueva pregunta de investigación acerca de las conexiones sociales entre Pastos Grandes y Pocitos. Se busca determinar así dinámicas de poblamiento e historias de ocupación compartidas entre las dos áreas, como también sus particularidades. Los primeros resultados de la prospección en Pocitos permitieron reconocer distintos sitios arqueológicos. Entre ellos se destaca Zelallos, por presentar un geoambiente propicio para las ocupaciones humanas. Sin embargo, en la actualidad, la vega que constituye este sector se encuentra poco activa, por el contrario, el geoambiente es seco y el agua es escasa. De todas formas, los vestigios dejados por paleovegas y formaciones aluvionales son enormes. Se trata de distintas cárcavas con turba fósil asociadas en algunos casos con evidencia arqueológica. Este paisaje requiere indagar en los procesos de formación que afectaron el registro arqueológico. Entre estas formaciones naturales, también existen distintas oquedades y cuevas pequeñas de roca calcárea, con potencial información arqueológica. De hecho, una pastora local, descubrió en la década de 1970, un esqueleto humano flexionado, sin la cabeza, en una camada de paja y con ajuar (entre ellos un astil). Lamentablemente, esta información se perdió, pero aumenta la posibilidad de que se encuentre este tipo de evidencia en otras oquedades y cuevas. Con respecto a la cronología estimada para las ocupaciones humanas de este sector, aún es prematuro señalar alguna aproximación firme. Sin embargo, la expectativa general es que se trate fundamentalmente de ocupaciones humanas de cazadores recolectores entre el Holoceno medio y comienzos del Holoceno tardío. Esto se sustenta en la evidencia arqueológica registrada en superficie en un sector de Zelallos, el cual tiene una fuerte erosión eólica. Allí se registraron distintas estructuras arquitectónicas, principalmente aglomeraciones de rocas con forma irregular, aunque también se determinó la presencia de una estructura circular (Estructura 1) que podría tratarse de un “parapeto” de caza, tal como los que describen Aschero y Martínez (2001) para Antofagasta de la Sierra. La ubicación de esta estructura indica una alta visualización de distintos sectores, lo cual es fundamental para la caza. Esto porque se ubica en una pequeña planicie sobre una elevación que rodea la vega de Zelallos. En este contexto, alrededor de la estructura 1 de Zelallos, se registraron distintos artefactos cronológicamente diagnósticos, particularmente distintas puntas lanceoladas (Figura 2A) e incluso un artefacto lanceolado unifacial (Figura 2B), fechado en capa en Pastos Grandes entre finales del Holoceno medio y comienzos del TOMO IV - 1553
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Holoceno tardío. A su vez, se recuperó un fragmento basal de punta lanceolada confeccionada en una roca volcánica posiblemente local (Figura 2C), de características similares al “tipo Quebrada Seca C” recuperado en capas correspondientes al Holoceno medio del sitio Quebrada Seca 3 en Antofagasta de la Sierra (Aschero y Martínez 2001). También es importante destacar la ausencia de cerámica. La prospección en la margen noreste del salar de Pocitos, permitió distinguir dos concentraciones arqueológicas a las que se denominó sitios Rodríguez 1 y 2, por encontrarse cerca del puesto de la familia del mismo apellido. Sin embargo, en amplios sectores del borde del salar, no se determinaron evidencias arqueológicas. Entre el material arqueológico característico, se recuperaron distintas puntas lanceoladas fragmentadas, que pueden relacionarse con las encontradas en Zelallos, por lo que se podría estar ante contextos cronológicos similares, más si se tiene en cuenta la ausencia de cerámica. En los sitios Rodríguez 1 y 2, principalmente se registraron desechos de talla distribuidos en extensiones lineales de alrededor de 200 m. La materia prima predominante en este contexto es la obsidiana proveniente de la fuente de Quirón, la cual es local, porque se encuentra a alrededor de 15 km de estos sitios y dentro de la cuenca de Pocitos-Quirón. En la fuente, la obsidiana se presenta en “bochones” de diversos tamaños, observándose su presencia a lo largo del Abra de Quirón. Por lo tanto, era esperable su alta representación en el registro arqueológico del salar de Pocitos. Hacia el norte, el salar de Pocitos está rodeado por cerros que lo dividen del salar de Rincón. Estos cerros presentan distintas quebradas con alto potencial arqueológico, por lo que en el futuro se profundizarán los estudios en este sector. Igualmente, al pie de estos cerros, en la margen norte del salar de Pocitos, la evidencia arqueológica es notable. Se registraron varias estructuras arqueológicas mayormente circulares, aunque lamentablemente ubicadas en un sector fuertemente erosionado por los vientos. También se evidenciaron acumulaciones rocosas de origen antrópico. En una campaña reciente, se realizaron distintos sondeos con el objetivo de obtener material para fechar y determinar de esta manera una asignación cronológica para el registro arqueológico de este sector, pero la evidencia en capa resultó sumamente escasa. Hacia el Noroeste del salar de Pocitos se encuentra una zona llamada Pozo Cavado, que presenta la mayor diversidad arqueológica del área. En la campaña de marzo de 2010, se registraron distintos sitios arqueológicos. Actualmente, esta zona es poco frecuentada por pobladores de Pocitos. Uno de los sitios presenta una alta frecuencia de estructuras de patrón circular y por sus características podría corresponder cronológicamente al denominado “Período Agroalfarero Temprano”. Otro de los sitios que se destaca por su diversidad arqueológica se ubica en el talud de uno de los cerros que rodean al salar de Pocitos hacia el oeste. La frecuencia de hallazgos en superficie es llamativa, registrándose varias puntas lanceoladas comunes en contextos de cazadores del Holoceno medio, como así también estructuras posiblemente correspondientes a parapetos, ubicadas en un lugar que cuenta con una alta visualización de distintos sectores del paisaje. Sin embargo, el sitio más llamativo por su ubicación y diversidad arqueológica se encuentra en un sector sobreelevado que conforma una formación de tierra limo-arcillosa en el borde del salar de Pocitos. Para ser más exactos, se trata de una extensión de tierra rodeada por el salar, que se ubica enfrente del sitio con parapetos antes mencionado. En este contexto, se presenta una formación rocosa (posiblemente volcánica), que contiene distintos aleros y reparos. Estos refugios naturales se ubican de forma continua a lo largo de la formación rocosa. En los taludes de estos aleros y a lo largo del borde del salar en este sector, la evidencia arqueológica es frecuente y diversa. Sin embargo, se destacan principalmente distintas puntas lanceoladas y láminas, que en Pastos Grandes se asociaron con contextos del Holoceno medio y comienzos del Holoceno tardío. En uno estos aleros se realizó un sondeo de 0,5 x 0,5 m con el fin de registrar la estratigrafía y obtener material para fechar. Debajo de una capa de limo húmedo inicial, en la que se registraron marlos de maíz, se registró una capa de paja, mayormente disgregada. Más abajo, se evidenció una capa constituida con bloques de roca cristalizada (sal), que parecían marcar el fin de la estratigrafía. De todas formas, una vez excavada esta capa, de alrededor de 15 cm, el sedimento volvió a ser de limo húmedo y con gran frecuencia de especímenes óseos y desechos de talla y artefactos líticos, entre ellos una punta de obsidiana gris y morfología lanceolada. Por debajo, otra capa carbonosa producto posiblemente de un fogón, con alta frecuencia de hallazgos, certificó la continuidad de la estratigrafía. La excavación hasta el nivel estéril será en la próxima campaña. De todas maneras, las características estratigráficas y la evidencia arqueológica en capa y en superficie parecen indicar una secuencia cronológica larga, con ocupaciones humanas de contextos de producción de alimentos y también de cazadores tempranos. Este tipo de secuencia larga evidenciado en este sector de Pozo Cavado se registró
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también en Pastos Grandes, en el sitio Alero Cuevas, con ocupaciones en el Holoceno temprano, medio y tardío (López 2008). En suma, la continuidad de las prospecciones y excavaciones en el salar de Pocitos será determinante para establecer la cronología de las ocupaciones humanas y el cambio cultural.
Figura 2. Artefactos cronológicamente diagnósticos en Pocitos. A. Punta lanceolada fragmentada. B. Artefacto lanceolado unifacial. C. Base de punta lanceolada tipo “Quebrada Seca C” Conclusión La investigación realizada en Pastos Grandes, que permitió detectar ocupaciones humanas en el Holoceno temprano, medio y tardío, resultó un punto de partida para indagar en los procesos de cambio cultural en una escala espacial más amplia. Por ejemplo, la extensa distribución de la obsidiana proveniente de Quirón en distintas áreas como Pastos Grandes, indica conexiones sociales y potencialmente procesos compartidos en la escala regional. En esa dirección se continúa investigando y se espera que en el futuro se puedan obtener resultados fructíferos que permitan profundizar en problemáticas tales como procesos de complejidad social, aumento en el tamaño de los grupos, domesticación de camélidos, cambios demográficos, innovaciones tecnológicas, etc. De hecho, estos temas pudieron ser desarrollados en Pastos Grandes, en el marco de una perspectiva evolutiva, a partir de evidencia arqueológica en capa y en superficie (López 2008, 2009). Por eso siguiendo esta línea teórica se profundizará la comparación regional para determinar historias de ocupación comunes como también sus diferencias. En este marco, la información arqueológica generada por Hernán Muscio en San Antonio de los Cobres (ver Muscio 2004), es importante para entender los procesos de cambio en escala regional. Agradecimientos Agradezco a Cecilia Mercuri por haber participado conmigo en la campaña de noviembre de 2009 y a Federico Coloca y Juan Pablo Orsi en la campaña de marzo de 2010. También agradezco a Rodolphe Hoguin y Federico Restifo por aportes que ayudaron a mejorar el trabajo. A Sebastián Abeledo por su ayuda e información con respecto a la cueva de Inca Viejo. Agradezco fundamentalmente a la familia Rodríguez, en Pocitos, que nos abrió las puertas de su hogar. Ellos son Santiago, Leonarda y Gonzalo. También a Mario Sanhueso por su coraje y solidaridad, y a todos sus compañeros mineros que son un ejemplo de lucha, esfuerzo y verdadera vida en comunidad. También a Alejandra, maestra de Pocitos por su lucha cotidiana. BIbliografía Aschero, C. 2000. Figuras humanas, camélidos, y espacios en la interacción circumpuneña. En Arte en las rocas. Arte rupestre, menhires y piedras de colores en Argentina, editado por M. Podestá y M. de Hoyos, pp. 1544. Sociedad Argentina de Antropología y Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Buenos Aires Aschero, C. y J. Martinez. 2001. Técnicas de caza en Antofagasta de la Sierra, Puna Meridional Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVI: 215- 241.
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PROSPECCIONES EN LAS CUENCAS HIDROGRÁFICAS DE LA SIERRA DE COBRES, SALTA, ARGENTINA Pablo Mignone* Introducción Presentamos resultados parciales de las investigaciones desarrolladas en los sectores meridionales de la Sierra de Cobres, departamento de Los Andes, localidad de San Antonio de los Cobres. Este cordón corre paralelo al río San Antonio de norte a sur. Enmarca el pueblo de San Antonio de los Cobres por el oeste y tiene como altura máxima al cerro Negro (5020msnm), también conocido por los lugareños como Volcán. Nos centramos en dos sectores: uno, la planicie aluvial que desciende desde las faldas del Cerro Negro, máxima elevación de la Sierra mencionada, registrando en Pampa de los Patos parapetos de forma semilunar simple y un conjunto de 6 estructuras, sitio que hemos denominado según su homónimo. El segundo sector elegido, el cerro Pompeya (4097msnm) se encuentra ubicado en la parte meridional de la Sierra de Cobres y en él se observa la demarcación de un circuito desde la base hasta la cima, jalonado por estructuras rectangulares compuestas, caminos, taludes de contención, apachetas y señales, coronando el conjunto estructuras cumbreras que se abren hacia el este, desde las cuales se obtiene una visión perfecta de los santuarios de altura circundantes. La evidencia arqueológica cubre un amplio espectro temporal, desde el período Tardío de la historia prehispánica del NOA (siglos X a XV, Tarragó 2000) a través de la cerámica, y el período inmediatamente posterior, Inca (1470-1530d.C.) evidenciado en la arquitectura. Se identifica también una etapa histórica y subactual evidenciada por vidrio industrial perteneciente a botellas de aguardiente, cerveza y ginebra, que datan, algunas de ellas, de mediados del siglo XX (del Ingenio La Esperanza, Jujuy), último tramo histórico del transporte de ganado hacia Chile. Estas investigaciones forman parte de un objetivo mayor, consistente en la aproximación a la complejidad que encierra el ámbito de la montaña para la historia humana, traspasando los límites espaciales y temporales tradicionales de la arqueología de alta montaña, insertándola de lleno en el contexto actual de la arqueología surandina, y a las sociedades estudiadas (cazadoras-recolectoras, agricultoras y el contexto estatal inkaico), dentro del mismo proceso histórico y del mismo ámbito, el andino. En definitiva, una mirada ampliada hacia una arqueología regional y diacrónica en relación a las montañas de los Andes. Antecedentes de investigación Los antecedentes arqueológicos en la Puna de Salta son reducidos, destacándose los trabajos realizados por investigadores de la Universidad de Buenos Aires centrados en San Antonio de los Cobres y las quebradas transversales al río San Antonio y en la localidad de Santa Rosa de los Pastos Grandes (citamos como ejemplo, Azcune y Gómez 2002; López 2003 y 2005; Muscio 2006, entre otros). Las investigaciones abarcan un amplio abanico temporal, desde el estudio de la movilidad y estrategia de subsistencia de sociedades cazadorasrecolectoras a la etnografía y las consecuencias adaptativas del abandono de formas tradicionales de subsistencia (Azcune y Gómez 2002; López 2003). Estos antecedentes muestran que la ocupación temporal se centró en las quebradas que ofrecen resguardo y recursos de agua y pasturas, donde la presencia de fauna favoreció inicialmente la actividad de cazadores y recolectores (ca. 10.000-8.000 AP, López 2009) y el cultivo de baja escala como alfalfa y haba en la actualidad (López 2005). Los sectores puntuales prospectados no tienen antecedentes dentro de la arqueología argentina, pero sí de la Historia de Salta. Pampa de los Patos, por ejemplo, es mencionado por Atilio Cornejo como el lugar por donde Almagro hizo su entrada, siempre siguiendo la Puna, para llegar a Chile (Cornejo 1937: 54). Antes de nuestras investigaciones no se consideraba la presencia inkaica en San Antonio de los Cobres o sectores cercanos, más allá de los santuarios de altura de Acay, Chañi y Tuzgle, además de una mención en comunicación personal de un tambo inkaico cercano a Matancillas (Muscio com pers.). El Cerro Pompeya *
Unidad de Antropología, Instituto Nacional de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, Centro Científico y Tecnológico, Mendoza.
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La base de este cerro se encuentra a 2km hacia el sudoeste del pueblo de San Antonio de los Cobres. Posee estructuras desde su base hasta la cima, comenzando por una estructura de planta rectangular (1 en Figura1) con una subdivisión interna, a la vera de un pequeño arroyo de variabilidad estacional y que cruza de sudeste noroeste. El cauce del mismo es surcado por un camino de 90cm de ancho, de orientación predominante 20º Norte, apuntalado con un talud (2 en Figura 1) que cruza el pequeño río y otro que guarda del derrumbe de la margen occidental. La estructura posee 4,59 m (largo mayor) por 2,5 m de ancho. Su lado mayor está orientado perfectamente hacia el norte (0º). El aparejo de los muros es de pirca seca sin relleno e imita la construcción con ladrillos industriales macizos o panes de adobe, en muros de doble hilada actuales. Se colocaron de forma paralela dos lajas oblongas, de 0,30m x 0,10m, con poco espacio intermedio, y de manera perpendicular dos lajas menores, paralelas entre sí. El ancho de los muros varía entre 0,20 a 0,30 cm y su alto no sobrepasa los 0,40 cm. Presenta una subdivisión interna resultando en dos ambientes conectados por una abertura de 0,46 cm. Se conecta con el exterior, hacia el oeste, a través de una abertura de 0,40cm. No hay indicios de que estuviese techada, pero sí de una cimentación por debajo de la superficie, lo que habla de una erección antigua. No se observan otros indicios culturales en las superficies internas o externas. En cambio, en los alrededores del “puente” que cruza el pequeño cauce, se registraron innumerables fragmentos de botellas actuales, muchos de ellos de ginebra y sidra (identificados por inscripciones parciales y etiquetas). Este puente se encuentra a 19 m al sureste de la estructura y consta, como mencionamos, de un talud de contención al lado del cual corre el camino y otro talud perpendicular que asegura el acarreo de la barranca oeste. El primero está construido con lajas apiladas, planas y alargadas, dispuestas perpendicularmente al eje del camino y de medidas similares a los componentes de la estructura antes descriptas. Este talud tiene 2,43 m de largo, 0,50 cm de alto y 30 cm de ancho, con una orientación al norte magnético de 30º. El segundo talud, posee 0,4 m de alto, 0,84 m de largo y 0,23 m de ancho, con una orientación de 260º. En ascenso hacia la cima, siguiendo una dirección de 239º, a 118 m de distancia del conjunto anterior y a 3899 msnm, se identificó una mesa o misa, estructura rectangular de uso ritual con fines propiciatorios. Está construida con adobe y lajas apiladas, mide 0,50 cm de alto por 0,40 de ancho y 1,2 m de largo, aproximadamente. Presenta entre las piedras restos de paja iros además de ramas de arbustos del lugar. El camino hacia la cima, formado por filosas lajas, está señalado en parte con rocas de cuarzo apiladas o puestas en lugares estratégicos, para sortear las dificultades que presenta la subida. Se observan también lajas de casi 0,50m de largo clavadas en la tierra y aseguradas con piedras en su base como señales del mismo tenor. A los 4080msnm se emplaza un refugio rectangular (3 en Figura 1) de casi 3 m de largo por 1,70 m de ancho y entre 0,60 y 1,3 m de altura, apoyado contra la roca. Posee una entrada de 0,60 cm que mira hacia el este (orientada a 90º). La técnica constructiva de sus muros se asemeja a la de la estructura de la base, con filas paralelas de lajas planas y largas sobre las que se apoyan en sentido perpendicular lajas menores. Hacia la base, la técnica cambia hacia un doble alineamiento de rocas irregulares con relleno de cascajo más fino. Los muros oeste y este, presentan en algunos espacios vacíos estos rellenos de piedras de menor tamaño facilitando el aislamiento de los vientos del oeste (“frío de arriba”, señal de heladas cordilleranas para los lugareños) y del este y sudeste (“frío de abajo”, vaticinio para las lluvias de la temporada estival). Desde la misma se puede observar a través de su entrada el pueblo de San Antonio de los Cobres y el cerro Terciopelo, mientras que por encima de sus muros se ve la cadena de la Sierra de Cobres con sus cumbres bajas hacia el norte, entre ellas el Cerro Negro (5020 msnm), por el oeste y por el este el Nevado de Acay (5760 msnm). Hacia el sur (298º), a 7 m lineales y 4097 msnm, se encuentra la estructura de la cima (4 en Figura 1). Consiste en un recinto semicircular de diámetro mayor de 3,98 m, con muros dobles de 1 m de alto y 0,40 cm de ancho regular. Presenta en superficie, a diferencia de la anterior, botellas rotas de sidra, vino y ginebra. Debajo de una laja plana ubicada hacia el centro de la misma, se observaron ofrendas de coca, leños en pedazos pequeños y vidrio de botellas, mostrando un uso ritual. El acceso a la estructura se realiza a través de una entrada de 0,85m de ancho, orientada a 60º hacia el norte magnético. Sobre el lado occidental, construida sobre el muro, se observa unga apacheta, de 1,2m de alto y 0,75m de ancho, hallazgo poco común sobre un muro cumbrero. La técnica de construcción es la pirca seca con un apilamiento de rocas irregulares en alternancia de doble hilera, en caso de piedras de menor tamaño, e hilera simple, ante el uso de lajas grandes.
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Por otra parte, se pudieron visualizar dos estructuras menores, a 3 m hacia el oeste de la anterior, consistentes en pequeños alineamientos de piedras en forma semicircular (5 y 6 en Figura 1). La más cercana a la estructura cumbrera se encuentra abierta hacia el norte y asemeja un parapeto. Tiene 0,50 m de diámetro, 0,15 m de alto en sus muros y está formado por piedras planas sin trabajar, como todo el conjunto descrito hasta el momento. Estas piedras no pasan los 0,30 m de largo. La segunda, más alejada, está compartimentada en dos mitades, asemejando un “8”. Su largo máximo es de 1,2 m y su ancho de 0,50 m aproximadamente. La altura de la acumulación de piedras que la forman llega a los 0,30 m de alto. Un conjunto de 3 apachetas, desciende el filo por el norte distanciándose entre 90 y 154 m de la estructura de la cumbre. Dos de ellas poseen cada una, además de la acumulación de rocas pequeñas, una laja parada. Presentan una asociación superficial con botellas de vidrio rotas. Las tres están alineadas con la apacheta de la estructura cumbrera. Pampa de los Patos El área se encuentra a 8 km hacia el norte del sitio anterior, en las cercanías de una mina abandonada, conocida como Los Patos. Las prospecciones cubrieron 3 km2 presentando 5 parapetos que se ubican al pie de las barrancas, dominando las aguadas que discurren hacia el río San Antonio, sirviendo de refugio para los fuertes vientos occidentales. Las estructuras semilunares tienen medidas regulares, alcanzando 1,5m de largo, con ancho de muros de 0,30-0,35 m. La única evidencia encontrada en ellos, fueron fragmentos de botellas, aparentemente de aguardiente del Ingenio La Esperanza, Jujuy, de mediados del siglo XX. Cubren un desnivel de 200 m, desde 3773 msnm hasta 3960 msnm, aumentando el gradiente desde el 1 al 5 a medida que se avanza contra la serranía. Hacia el norte de este conjunto, a 2km ubicamos el sitio “Pampa de los Patos”. El sitio se encuentra a 3860msnm aproximadamente, entre dos cauces fluviales. En la figura 1 vemos los cuatro recintos definidos como A, B (recintos subrectangular y subcuadrangular, respectivamente), C (Recinto Perimetral Compuesto), D (recinto semicircular abierto) y E (cuadrángulo cerrado). Las estructuras evidencian una utilización prehispánica, histórica y contemporánea, de tal manera que la práctica ganadera ha llevado a la reconfiguración de los recintos, convirtiendo a dos de ellos en corrales. El recinto A posee 12 m de largo por 5 m de ancho aproximadamente. Tiene una orientación predominantemente este-oeste en sus lados mayores. Posee una abertura de 1m señalada por piedras lajas paradas de canto a modo de jambas, ubicada en el lado este. Cuenta con al menos dos técnicas constructivas identificables: en el muro este se observan piedras planas de 0,5 m de alto por 0,3 m de ancho, clavadas de canto en el suelo formando una hilera de 1,5 m de largo (único sector conservado del muro), mientras que en el resto la técnica constructiva es de doble pircado de piedras seleccionadas por sus caras planas (no se observó evidencia de canteo) y relleno de piedras y arena. Presenta un alto grado de destrucción, sin encontrarse los restos de muros en las cercanías, por lo que se infiere su desarticulación actual para reacondicionar las estructuras B y C, cuyos muros alcanzan 1,7m de alto. Los muros se conservan parcialmente en el lado este (alrededor de 1,5 m) como mencionamos, erráticamente en el sur y norte, y sin solución de continuidad en el oeste, alcanzando alturas de 0,30 m. Hacia el centro de la construcción y en superficie se recuperaron fragmentos de cerámica. En dirección oeste, a 59 m se encuentra la estructura B, construcción subcuadrangular de mayores dimensiones que la anterior (12,85 m de largo por 12,68 m de ancho), siguiendo sin embargo la misma orientación este-oeste de sus lados mayores. La entrada de la estructura se encuentra en el lado este, está delimitada por dos piedras lajas alargadas clavadas en el suelo que alcanzan una altura de 0,9 m. La abertura que delimitan es de 1,45 m. El muro donde se encuentra presenta un ancho que oscila entre los 0,30 y 0,40 m por 0,90 m de altura en su parte más elevada. Se conservan las cuatro paredes, con la excepción de puntuales derrumbes en el muro sur y norte. Se levantan con hileras simples sin argamasa, de rocas de 0,30 y 0,40 m de largo. Están apuntaladas en los sectores inferiores con piedras de gran tamaño (1,40 m por 0,50 m), parcialmente enterradas. Esta misma técnica se observa en el siguiente recinto descrito, el Recinto Perimetral Compuesto (RPC en adelante), en todos sus componentes. El RPC está conformado por 4 sub-recintos. El primero, es un semicírculo de 3m de diámetro, algo aplanado en su eje este-oeste. La entrada se orienta hacia el este y la forman dos piedras alargadas de 0,70 m de largo, que dejan una abertura de 0,40 m. Los muros alcanzan 1,70 m de altura y están construidos en alternancia de técnicas que incluye una hilera simple de piedras planas con mezcla de barro (dirigida a evitar que penetre el viento del oeste) y un doble pircado formado por dos lajas planas y alargadas paralelas sobre las cuales se apoyan dos piedras menores perpendiculares. En esta formación no se observa relleno y en los restantes muros que no tienen
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contacto con los fuertes vientos occidentales. Presenta una ventana rectangular (0,43 m por 0,12 m) por la cual se ve la serranía que flanquea Pampa de los Patos por el oeste, y dos nichos; uno mide 0,34 m por 0,22 m y el otro 0,44 m por 0,29 m la segunda. El segundo sub-recinto presenta tres características constructivas diferentes. La pared oeste posee la misma técnica de hilera simple de piedras con relleno de barro antes mencionada; la este, donde se encuentra el acceso (de 1,04 m), está formada por 4 lajas clavadas en el suelo, de 0,40 cm de alto, formando una hilera de 0,74 m de largo; el muro norte colinda con el tercer subrecinto y posee, al igual que el muro sur compartido con el primer subrecinto, una doble hilera de lajas superpuestas de forma transversal. Igual conjunción de técnicas poseen el tercer y cuarto subrecinto. Las jambas del tercero se encuentran derruidas, dejando un acceso de 1,36 m, mientras que la pared este del cuarto, está formada por piedras de gran tamaño apiladas que dejan un espacio de entrada de 0,56 m. Salvo en sus lados orientales, todos los componentes del RPC presentan un refuerzo de grandes piedras (mayores a 0,30m de largo) insertas en el suelo a modo de sócalos. Los muros en todos los sectores tienen un espesor comprendido entre 0,30 y 0,40 m. Es posible que el RPC se completara en su momento con otra construcción menor hacia el sur, adosada al semicírculo, ya que se proyectan de él dos muros, uno de 0,84 m de largo formado por 3 lajas paradas, y otro mayor, de 2,6 m de largo y 1,8 m de alto por un espesor uniforme de 0,4 m. A 0,60 m de esta pared y sobre el RPC, se encuentra una estructura rectangular de 0,6 m por 0,3 m aproximadamente, con su tapa derruida (formada por piedras planas), bajo la cual se encontraron fragmentos cerámicos. La estructura E es semicircular abierta y está ubicada ubi cada hacia el noroeste, a 29 m de la estructura B. Posee 2,8 m de diámetro, un acceso de 0,72 m formado por lajas paradas y muros de grandes piedras planas clavadas en la tierra sobre las que se asientan piedras menores, entre las cuales se dispuso una mezcla de barro, arena y piedras pequeñas. A 26m hacia el sudeste del RPC se halló una pequeña construcción cuadrangular cerrada, de 0,8 m de largo aproximado en todos sus lados, considerada como estructura D. Pudieron observarse 9 concentraciones puntuales de cerámica (78 fragmentos en total) entre estas estructuras y un conjunto de piezas de basalto poco formalizadas con signos de percusión, además del material de vidrio industrial pertene ertenecien ciente te a botellas botellas de vino, vino, cerveza cerveza,, aguardie aguardiente nte y sidra. sidra. Con respect respectoo a la cerámi cerámica, ca, fue clasific clasificada ada (firing tech techniqu niques, es, definidas por Rye 1988) en 3 grupos, A, B y C. tentativamente según las técnicas de cocción firing El grupo A (n=39) se caracteriza por responder a una cocción en atmósfera oxidante, con un color uniforme de pasta, salvo algunos fragmentos (n=7) que presentan diferencias de color entre el núcleo (rojizo) y la superficie. Según Rye esto se debe a que una parte de la vasija puede haber estado en contacto directo con el fuego, siendo la temperatura y no la atmósfera de cocción la variable interviniente. La superficie externa es alisada al igual que la interna, con una aplicación de pintura rojiza rojiza en la primera y naranja en la segunda. Las técnicas de acabado de superficie varían entre la aplicación de alisado (n=26) y pulido (n=12). El espesor de las paredes es de 0,6cm en promedio. El grupo B (n=18), presenta indicios de una cocción en atmósfera reductora. Se incluyen fragmentos negros, toscos, de inclusiones grandes que traspasan las superficies rugosas (n=2). Las paredes poseen entre 0,7 y 0,9 cm de espesor. También se distinguen fragmentos naranja-rojizo interior y exterior, de paredes alisadas (n=7). El grupo C (n=21), por último, cuyos representantes formaron parte de piezas cocidas en atmósfera oxidante, incompleta, cuya característica más sobresaliente es un centro gris o negro, distinto del color de la superficie o subsuperficie inmediata. Son 21 fragmentos, cuyo espesor varía entre 0,8 y 1 cm. Este recuento forma parte de las investigaciones que venimos desarrollando en un intento de contextualización de los llamados santuarios de altura dentro de la prehistoria regional, brindando una visión general de la historia de esta particular zona que alterna por igual sitios formativos, tardíos-incas, históricos y sub-actuales tanto en sus cumbres como en quebradas aledañas y a la vera de cauces fluviales. Asimismo, buscamos aportar al conocimiento del cordón montañoso de la Sierra de Cobres, con prospecciones extensivas de su vertiente sur, poco relevada, y que manifiesta también evidencia arqueológica muy variada, desde los clásicos refugios semilunares de cazadores de guanacos y pastores, antiguos y modernos, hasta un tambo incaico y un santuario de altura, siendo estas las primeras nociones de la presencia incaica en la zona.
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En lugar de aislar el fenómeno ritual en las montañas, buscamos aportar a su estudio teniendo en mente siempre que la continuidad y complejidad de la ocupación humana puneña exige discurrir por la totalidad del proceso más que compartimentar circunstancialmente lo que corresponde a un continuum histórico. Agradecimientos El autor desea expresar su agradecimiento al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas por otorgar la beca doctoral con la cual se llevan a cabo estas investigaciones; al Dr. Roberto Bárcena, por aceptar su dirección y guiar generosamente hacia su concreción; al Lic, Christian Vitry, por su co-dirección y apoyo en los trabajos de campo; al evaluador del escrito por sus valiosas sugerencias y justas correcciones, al Dr. Hernán Muscio, por facilitar generosamente información inédita sobre la presencia incaica en la zona; al personal administrativo del INCIHUSA; a la Unidad de Antropología de esta institución; al Museo de Antropología de Salta y a la Municipalidad de San Antonio de los Cobres, por facilitar los permisos de excavación Bibliografía Azcune, C. y M. Gómez. 2002. Ecología evolutiva y estrategias reproductivas de los pastores puneños: aproximación arqueológica. Perspectivas arqueológica. Perspectivas Integradoras entre Arqueología y Evolución. Teoría, Métodos y Casos de Aplicación. Aplicación.E ditado por G. Martínez y J. Lanata, 77-98, INCUAPA, Buenos Aires. Beorchia Nigris, A., 1984. El Enigma de los Santuarios Indígenas de Alta Montaña. Revista Montaña. Revista del Centro de Investigaciones Arqueológicas de Alta Montaña (CIADAM) (CIADAM) T. 5, Universidad Nacional de San Juan, Argentina. Cornejo, Atilio.1937. Apuntes Atilio.1937. Apuntes históricos sobre sobre Salta. Talleres Gráficos Ferrari, Buenos Aires. López, G. 2003. Pastoreo y caza de camélidos en el Temprano de la Puna de Salta: datos osteométricos del sitio Matancillas 2. Intersecciones 2. Intersecciones en Antropología nº4, nº4, 17-27. 17-27. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. López, G. 2005. Descripción breve de la investigación arqueológica en Pastos Grandes, Puna de Salta. Intersecciones en Antropología 6 Antropología 6 : 219-222. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. López, G. 2009. Diversidad arqueológica y cambio cultural en Pastos Grandes, puna de Salta, a lo largo del Holoceno. Relaciones Holoceno. Relaciones XXXIV: 149-176. Sociedad Argentina de Antropología. Muscio, H. J. 2006. Una aproximación evolutiva a la complejidad y al orden social durante el período temprano a través del estudio de representaciones rupestres. El caso de la Quebrada de Matancillas, Puna Argentina. Estudios Atacameños 34, 34, 9-30. Universidad Católica del Norte, Chile. Rye, O. 1988. 1988. Pottery Technology. Principles and reconstruction. reconstruction. The manual son archaeology. TAraxacumWashington. Tarragó, M. 2000. Chacras y pukara. Desarrollos sociales tardíos. Nueva Historia Argentina. Argentina. Los pueblos originarios y la conquista, conquista, Dirigido por Myriam Tarragó, pp. 257-300. Sudamericana, Buenos Aires. Aires.
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PRÁCTICAS PASTORILES TARDÍAS EN LA CUENCA DEL RÍO GRANDE DE SAN JUAN. UNA APROXIMACIÓN DESDE LOS PERFILES ETARIOS DE CAMÉLIDOS Juan M. Maryañski* Introducción El objetivo de este trabajo es contribuir al conocimiento de los modos de explotación de camélidos entre las poblaciones prehispánicas tardías surandinas. Específicamente se indaga en el manejo de rebaños domésticos a partir de la distribución de clases etarias. El análisis se centra en los materiales zooarqueológicos de comienzos del Período de Desarrollos Regionales (900-1450 d.C., en adelante PDR) recuperados en el sitio Chipihuayco (Provincia de Sud Chichas, Departamento de Potosí, Bolivia). Este sitio está ubicado en la quebrada de Talina y forma parte de la cuenca media del río Grande de San Juan (fig. 1), un área cuya historia prehispánica recién comienza a estudiarse en profundidad pero que, según la información generada hasta ahora, albergó una importante cantidad y densidad de población en momentos tardíos (Nielsen et al. 2008). Etnohistóricamente está relacionada con la parcialidad Chicha, la cuál tuvo una distribución que, trascendiendo los fértiles valles agrícolas del suroeste boliviano, alcanzó el norte de la actual Puna argentina (Krapovickas y Aleksandrowicz 1986). Asimismo, la cuenca del río Grande de San Juan está asociada a la producción de cerámica atribuida al estilo alfarero Yavi, de gran dispersión en el ámbito circumpuneño (Ávila 2009). ca 3200 msnm, sobre una meseta en la margen derecha Chipihuayco es un conglomerado residencial situado a ca del río Talina. Con aproximadamente 50 has de superficie constituye uno de los sitios más grandes de la región. En este trabajo, no obstante, nos enfocamos en los conjuntos de comienzos del PDR, los cuáles no necesariamente se generaron durante el momento de mayor extensión del asentamiento. De esta manera, el contexto estudiado conforma un caso útil para comenzar a abordar el problema de la evolución de las prácticas pastoriles tardías en un área de importante peso en el proceso social prehispánico. En este sentido, los resultados alcanzados se evalúan en el marco de la información regional disponible y de las hipótesis formuladas en torno a esta problemática. El pastoreo surandino post-1000 d.c. El PDR se caracteriza a lo largo del espacio surandino por importantes cambios en la cultura material, en los patrones de asentamiento y en los circuitos de intercambio supra-regionales. Más allá de las diversas interpretaciones acerca de su carácter (Tarragó 2000, Nielsen 2006) estos cambios se consideran como indicadores de severas transformaciones tanto en las relaciones interpoblacionales como en las formas de organización política y económica de las sociedades tardías. En este contexto se ha señalado la existencia en algunas regiones de un cambio en las prácticas pastoriles, inferido a partir de una tendencia al aumento de camélidos adultos ca. 1000 d.C. y en el registro zooarqueológico a partir del ca. en contraste con la información disponible para momentos previos (Olivera 1997, Izeta 2007). Esta característica del registro tardío se ha observado en distintos sitios residenciales y generalmente se ha interpretado como evidencia de que las prácticas pastoriles tardías incorporan, junto con la producción de carne, un interés en la obtención de productos antemortem o secundarios, específicamente fibra y animales cargueros (Olivera 1997). De este modo, se ha
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sugerido hipotéticamente que la producción textil para el intercambio y el aumento del tráfico caravanero habrían promovido este tipo de prácticas pastoriles (Olivera 1997). El fundamento de estas interpretaciones se basa en la posibilidad de relacionar determinadas estrategias de matanza selectiva de animales con el aprovechamiento de tipos de productos específicos (Wing 1977). Siguiendo este razonamiento, el énfasis en la obtención de carne promueve el sacrificio de las crías antes que alcancen la edad adulta, mientras que el interés en los productos secundarios, por el contrario, privilegia la supervivencia de los individuos del rebaño para garantizar el suministro de dichos productos. En ausencia de otros agentes de mortalidad, y asumiendo una composición estable del rebaño a través del tiempo, estas dos situaciones generarían perfiles de mortalidad con distintas proporciones de adultos, juveniles y crías (Greenfield 1988). Arqueológicamente, esto es pasible de ser estimado a partir del análisis de los restos óseos de animales (O'Connor 2000). Sin embargo los modelos teóricos utilizados para distinguir entre ambos modos productivos han sido construidos en el marco de las investigaciones sobre el pastoralismo de ovicápridos en el Viejo Mundo (Greenfield 1988, Arbuckle et al. 2009 para una síntesis), por lo que su incorporación acrítica a los contextos andinos es al menos problemática (Yacobaccio 2007). La cría de animales orientada en forma predominante a la obtención de fibra y transporte parece ser, en todo caso, una consecuencia de la conquista Inka (Madero 1993, 1994, Yacobaccio 2007). Para el período que nos ocupa, en cambio, distintas investigaciones coinciden en señalar la presencia de estrategias mixtas, que combinan la producción de carne con la obtención de productos secundarios (Madero 1993, Cicala 1998, Mercolli 2004, Yacobaccio 2007). Las investigaciones etnoarqueológicas realizadas entre pastores puneños indican que este tipo de situaciones generan una composición etaria con un marcado predominio de adultos (Madero 2000-02, Yacobaccio 2007). Tomando como punto de partida estas investigaciones nos ocuparemos de las estrategias de matanza de camélidos en Chipihuayco. A continuación se detalla el contexto estudiado, se describen las características generales del conjunto y se exponen los criterios metodológicos empleados en el análisis. Materiales y métodos La muestra analizada proviene de un basural (S1) de aproximadamente un metro de potencia excavado a partir de un perfil erfil expu expuest estoo por por la construc construcción ción de un un camin caminoo actual actual.. Se Se distin distinguie guieron ron tres unidade unidadess estra estratigr tigráfi áficas, cas, las cuáles cuáles fueron fueron tratadas como un único conjunto para el análisis osteométrico y etario ya que dos fechas radiocarbónicas ubican la formación del depósito durante el PDR temprano (ca (ca 900-1250 d.C.) (Nielsen com. per.). La abundancia y diversidad taxonómica de la muestra se asemeja a la mayoría de los conjuntos tardíos de la subárea circumpuneña (tabla 1). Predominan las categorías Camelidae Camelidae y Artiodactyla, Artiodactyla, conformando más del 90% de la muestra. Esta última categoría se compone principalmente de astillas de hueso largo que, ante la presencia de cérvido ( Hippocamelus Hippocamelus sp.), sp.), no pudieron atribuirse con seguridad a camélidos (De Nigris 2004). No obstante, dada la baja representación de especímenes de cérvido, es muy probable que la mayoría de los artiodáctilos identificados sean camélidos. Con el fin de evaluar el grado de Taxón NI SP NI SP% Unidad Unidad I Unidad Unidad II Unidad Unidad III incidencia de los factores posdepo- Artiodactyla 71 684 44 799 42,14 sitacionales en la integridad del conjunto Camelidae 71 816 101 988 52,11 se registraron los estadios de meteo- Cervidae 0 4 0 4 0, 0,21 0 0 1 1 0,05 0, rización y se correlacionó la represen- Canidae Rodentia 0 5 15 20 1,05 tación de partes (en MAU%) con los Mammalia 16 50 5 71 3,74 valores de densidad ósea (de Elkin 1995). Avis 0 8 0 8 0,42 Estos arrojaron valores moderados en Chaetophractus Chaetophractus sp. 0 5 0 5 0,26 158 1572 166 1896 100,00 todos los casos. Para la Unidad I se NISP obtuvo r: 0,444 (p. <0,05), para la Unidad NID 397 23 2388 17 170 29 2955 II r: 0,567 (p. <0,05) y finalmente, para la NR 4851 555 3960 39 336 33 Unidad III r: 0,415 (p <0,05). Asimismo, Tabla 1. Abundan Abundan cia taxonómica de Chipiwayko S1 los estadios de meteorización 0 y 1 son predominantes en los taxones de mayor tamaño corporal Artiodactyla, -Artiodactyla, Camelidae, Camelidae, Cervidae Cervidae y Canidae- Canidae- en las tres unidades (fig. 2). Esto indica condiciones de preservación relativamente relativamente buenas a lo largo de la secuencia. Para estimar la importancia de los camélidos domésticos en el conjunto se utilizararon técnicas univariadas y bivariadas. La primera se basa en la existencia de un gradiente de tamaño en los camélidos surandinos que tiene a la llama como especie de mayor tamaño, seguido por el guanaco -ambos dentro del grupo de camélidos
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grandes-, la alpaca y la vicuña -estos dos dentro del grupo de camélidos pequeños (Elkin 1996, Mengoni Goñalons y Yacobaccio 2006, Izeta et al. 2009a). De esta manera se midió el ancho de las superficies articulares de primeras y segundas falanges (N: 17) y se calculó, en una escala logarítmica (Meadow 1987), las distancias de dichos valores con las medidas obtenidas para guanaco andino, procedente de Salta (medido por Mengoni Goñalons y Elkin). Para el análisis bivariado se utilizó el ancho y el espesor de la cara articular proximal de las primeras falanges (N: 9). En este caso se realizaron gráficos de dispersión de ambas medidas, comparándolas con valores de llama, guanaco y vicuña actuales con el fin de determinar agrupamientos. Las medidas comparativas fueron obtenidas de Grant (2008) e Izeta et al. (2009a), se utilizaron los protocolos de Elkin (1996) y se distinguieron falanges delanteras y traseras ya que presentan diferencias osteométricas significativas (Kent 1982, Izeta et al. 2009a). Para determinar la estructura de edad de la población se utilizó la información derivada del estado de fusión de los huesos del esqueleto poscraneal. El fundamento de este método es que distintos centros de osificación fusionan en diferentes etapas durante los primeros años de vida del individuo y que esas etapas son relativamente constantes (O'Connor 2000: 92). De esta manera, la abundancia de elementos fusionados y no fusionados es informativa de las edades de muerte. En líneas generales se considera que este método, en comparación con el análisis del desgaste y la erupción dentaria arroja resultados de resolución más gruesa (Arbuckle et al. 2009), pero tiene la ventaja de poder aplicarse sobre conjuntos como el que nos ocupa, donde la presencia de mandíbulas y maxilares aptos para el análisis es escasa. La presencia/ausencia de fusión fue cuantificada a partir del MNE (calculado según criterios en De Nigris 2004). Esto tuvo como fin evitar la sobre-representación de elementos óseos. Para determinar las edades de muerte se utilizaron las secuencias de fusión disponibles para alpaca ( Lama Lama pacos, pacos, tomada de Kent 1982 y modificada en De Nigris 2004) y guanaco norpatagónico Lama ( Lama guanicoe, guanicoe, tomada de Kaufmann 2009). En este sentido, consideramos necesario enriquecer la base de referencia, evaluando toda la información disponible para la familia Camelidae Camelidae con el fin de sacarle el máximo provecho al conjunto analizado. De esta manera, se cotejaron los resultados obtenidos a partir de estas dos referencias. En líneas generales, ambas secuencias son semejantes en cuanto al orden en que fusionan los distintos huesos, aunque en la secuencia establecida para guanaco norpatagónico se observan edades de fusión más tardías con respecto a las observadas en alpaca. Este desplazamiento ronda los 6-12 meses, salvo en los casos de húmero distal-tróclea/epicóndilos y tibia distalepífisis distal, que muestran mayor variación. A partir de estas referencias, se definieron 4 clases de edad como intervalos de 12 meses que abarcan desde el nacimiento hasta los cuatro años de vida del individuo. Para el caso de la secuencia de alpaca la cuarta clase es inexistente ya que luego de los 36 meses todos los huesos estarían fusionados (Kent 1982, De Nigris 2004). Resultados Los resultados osteométricos mostraron la L. pacos (N: 77) L. guanico e (N: 126) presencia de ambos grupos de tamaño, aunque la Clase Edad (meses) %F %NF %F %NF 1 0 a 12 64 36 66 34 frecuencia de espécimentes es mayor en el grupo 2 12 a 24 42 58 64 36 3 24 a 36 18 82 44 56 grande. El El análisis univariado permitió identificar 4 36 a 48 20 80 que 14 casos (un 82%) se ubican por encima o en < de 36 meses 42 58 42 58 torno al estándar de guanaco andino actual. De Tabla 2. Proporciones de fusionados y no fusionados po r clase de edad. éstos, 11 casos (un 65% del total) se encuentran por encima del mismo y 3 presentan valores que corresponden a guanaco o llama pequeña. El grupo de camélidos pequeños cuenta con sólo 3 especímenes. Los resultados del análisis bivariado (figura 5) son coherentes con estas tendencias, ya que arrojaron una mayoría de especímenes de tamaño grande. Las medidas de falanges traseras (N: 6) se ubican en todos los casos en torno o por encima de los valores de llama actual. Distinta es la situación en el caso de las falanges delanteras, ya que dos especímenes se ubican en torno a los valores de vicuña, mientras que uno se encuentra próximo al valor de guanaco. De cualquier manera, ambas técnicas muestran que cerca de dos tercios de los especímenes medidos pueden ser atribuidos a camélidos camélidos más grandes que los guanacos andinos actuales, posiblemente posiblemente llamas, mientras
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que menos de la quinta parte de los mismos pueden ser asignados con seguridad a vicuñas. Estos resultados, aunque de carácter carácter preliminar, preliminar, permiten establecer la importancia de los camélidos domésticos en el conjunto bajo estudio. En el futuro deberán incorporarse nuevas medidas y técnicas osteométricas (Izeta 2007, Grant 2008) con el fin de ajustar y confirmar o no estas tendencias. Con respecto a la distribución de clases de edad, como puede observarse en las figuras 3 y 4 y en la tabla 2, la proporción de casos fusionados disminuye claramente a medida que avanzamos hacia las clases de edad más avanzadas, aún considerando ambas secuencias. A su vez el predomino de casos no fusionados es muy marcado en el intervalo correspondiente a la clase más adulta, ya sea que tomemos la referencia de L. pacos (82% entre los 24 y 36 meses) o de L. guanicoe guanicoe (80% entre los 36 y 48 meses). Esto, siguiendo la metodología expuesta, es indicativo de una escasa supervivencia de individuos adultos. Más aún, independientemente de los centros de osificación que computemos, se registra una proporción alta de animales muertos a partir de los dos años de vida. Sin embargo, la primera clase de edad presenta el predominio de casos fusionados con proporciones del orden de los dos tercios. En suma, aún considerando la variación existente en la construcción de las clases de edad, los resultados muestran una alta cantidad de individuos sacrificados entre los dos y los cuatro años, existiendo en cambio una mayor supervivencia de animales antes del primer año de vida.
Al comparar estos resultados con los obtenidos en otros sitios residenciales tardíos ubicados en valles y quebradas surgen contrastes interesantes. Las muestras de Rincón Chico 15, Las Mojarras 1 (Pratolongo 2008) y del B2 del Pucará de Tilcara (Cicala 1998), presentan perfiles de edad dominados por individuos adultos, con rangos de entre el 66% y el 87%. Por otro lado, el componente pre-Inka (Unidad B) de La Huerta (Madero 1993) y Quebrada del Cementerio (Mercolli 2004) registran proporciones más parejas. Asi mismo, en un trabajo reciente Izeta y coautores (2009b) observan que el registro zooarqueológico posterior al 1000 d.C. muestra en los valles y quebradas una tendencia hacia la mayor supervivencia de camélidos por encima de los dos o tres años de edad. El conjunto estudiado en Chipihuayco, en cambio, parece haberse formado de manera predominante por individuos subadultos. Esta tendencia es inversa a la esperada según las observaciones etnoarqueológicas de sistemas pastoriles mixtos (fibra/carne) de la Puna jujeña, dónde los perfiles etarios muestran una proporción mayor de huesos fusionados en todas las clases de edad y un claro predominio de éstos en la categoría de 24 a 36 meses (Yacobaccio 2007: 151). Consideraciones finales EL registro zooarqueológico de Chipihuayco parece apoyar la idea un manejo pastoril orientado al consumo de carne, ya que la mayoría de los camélidos serían sacrificados entre el nacimiento y la edad en que alcanzan el mayor tamaño corporal. Al respecto es importante mencionar que se ha mostrado que el rendimiento de los camélidos en este rango etario no es inferior a aquél correspondiente al de los camélidos adultos (Olivera 2001).
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Aunque estos patrones no permiten hablar de una "especialización" en estos productos, mucho menos se corresponden con un interés en maximizar la vida útil de los animales en función de los productos antemortem que éstos puedan ofrecer. En este sentido, es importante destacar que las estrategias de matanza selectiva de camélidos observadas deben situarse en el contexto económico y ecológico de la cuenca media del río Grande de San Juan, un área de gran importancia agrícola y demográfica en momentos tardíos (Nielsen et al. 2008). Esto podría explicar las diferencias con los patrones de matanza observados en las situaciones de manejo pastoril de los pastores puneños actuales (Madero 2000-02, Yacobaccio 2007). Se ha señalado la existencia de tendencias diferentes en la explotación de camélidos, al menos desde el primer milenio AD, entre algunas zonas de puna y los valles mas bajos (Izeta 2007, Izeta et al. 2009b). Una perspectiva de trabajo futura es evaluar si la importancia relativa del pastoreo y la agricultura incidieron en los tamaños de los rebaños y los criterios de matanza, determinando distintas composiciones etarias en los conjuntos zooarqueológicos. Esta cuestión puede resolverse en la medida en que se incorporen muestras de diferentes tipos de localidades -i.e. puestos- y contextos intrasitio que amplíen la perspectiva más allá de las áreas de descarte en asentamientos residenciales. Una escala de análisis regional permite acceder a un panorama más ajustado de las prácticas pastoriles tardías y su variabilidad. Asimismo, la incorporación del análisis del desgaste y la erupción dentaria, en la medida en que conforma una línea independiente para la construcción de perfiles de edad, podría contribuir a afinar las tendencias obtenidas. Por otra parte, hay que considerar que los perfiles etarios surgidos del análisis corren el riesgo de estar promediando camélidos silvestres y domésticos, aunque los datos osteométricos sobre especímenes fusionados arrojaron, hasta ahora, un rol importante para las actividades pastoriles. Finalmente, hay que mencionar que el uso de las secuencias de fusión de alpaca y guanaco norpatagónico demostró ser útil en la medida en que, aún considerando que la construcción de las clases es diferente en ambos casos, permitió contar con perfiles etarios coherentes entre sí y contribuyó a acercarnos a la variabilidad observada en los conjuntos comparados. Agradecimientos Agradezco especialmente a Axel Nielsen y Maríana De Nigris por la orientación recibida en distintos aspectos de este trabajo. A Andrés Izeta y Pablo Mercolli por sus comentarios, sugerencias y aporte bibliográfico. También a Julio Ávalos, Malena Vázquez y Florencia Ávila por las conversaciones sobre la problemática arqueológica regional. Lo expuesto aquí es de mi responsabilidad. Bibliografía Arbuckle, B., A. Öztan y S. Gülçur, S. (2009). The evolution of sheep and goat husbandry in central Anatolia. Anthropozoologica 44 (1): 129-157. Ávila, F. (2009). Interactuando desde el estilo. Variaciones en la circulación espacial y temporal del estilo alfarero yavi. Estudios Atacameños 37: 29-50. Cicala, B. (1998). Ganadería de camélidos en el Pucará de Tilcara: avances en el estudio de una muestra ósea. En Los Desarrollos Locales y sus Territorios, B. Cremonte (ed.): 305-317. UNJU. De Nigris, M. (2004). El Consumo en Grupos Cazadores Recolectores. Un Ejemplo de Patagonia Meridional . Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires. Elkin, D. (1995). Volume density of South American camelid skeletal parts. International Journal of Osteoarchaeology 5: 29–37. Elkin, D. (1996). Arqueozoología de Quebrada Seca 3: Indicadores de Subsistencia Temprana en la Puna Meridional Argentina. Tesis Doctoral. FFyLL, Universidad de Buenos Aires. M.S. Grant, J. (2008). El Recurso Camelidae en Sitios de la Puna Meridional Argentina: Una Aproximaciòn Osteomètrica. Tesis de licenciatura, FFyLL, UBA. MS. Greenfield, H (1988). The origins of milk and wool production in the old world: a zooarchaeological perspective form the Central Balkans. Current Anthropology 29 (4): 573-594. Izeta, A (2007). Zooarqueologìa del Sur de los Valles Calchaquìes (Provincias de Catamarca y Tucumàn, Repùblica Argentina). Análisis de Conjuntos Faunísticos del Primer Milenio AD. BAR International Series, Oxford. Izeta, A., C. Otaola y A. Gasco (2009a). Estándares métricos y variabilidad en falanges proximales de camélidos sudamericanos. Su importancia como conjunto comparativo para interpretaciones en arqueología. Revista del Museo de Antropología 2 (1): 169-180. Izeta, A., S. Urquiza y L. Baldini (2009b). La arqueofauna del Período Tardío en el NOA. Una aproximación desde los conjuntos del sitio Molinoa I (Provincia de Salta, R. Argentina). Arqueología 15: 63-84.
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RELEVAMIENTO Y EXCAVACIONES SISTEMÁTICAS EN CUEVA DE CRISTÓBAL (EL AGUILAR, PUNA DE JUJUY): RESULTADOS PRELIMINARES Salomón Hocsman* ,26 Alfredo Dionicio Calisaya** , Aldo Agustín Gerónimo*** y Romina Eliana Piccón Figueroa**** El sitio Cueva de Cristóbal ha tenido un papel destacado en el conocimiento de las primeras ocupaciones agro pastoriles de la Puna Argentina (3000-2500 AP), brindando información relevante sobre: 1) la aparición de la cerámica en el Noroeste Argentino (Fernández 1988/89; García 1995); 2) las características y variabilidad del Grupo Estilístico B definido por Aschero et al. (1991) (Fernández 1988/89, 1995) y su vinculación con capas arqueológicas datadas en el sitio en cuestión (Fernández 1988/89; Fernández et al. 1992); 3) la presencia de cultígenos -tubérculos muy posiblemente domesticados en carbonizaciones en el interior de los tiestos(Fernández et al. 1992) y 4); la asociación de las representaciones rupestres -antropomorfos- y la cerámica con puntas apedunculadas “de apariencia Arcaica” (Fernández et al. 1992; Fernández 1996). Esta serie de evidencias, de relevancia para el abordaje de la transición de cazadores-recolectores a sociedades agro-pastoriles en la Puna argentina, llevaron a que se realizaran nuevamente en el sitio excavaciones sistemáticas y relevamiento del arte rupestre. En este trabajo se presentan y discuten las actividades de campo realizadas y una serie de resultados preliminares obtenidos. Cueva de Cristóbal se encuentra localizado en la porción Oeste del Macizo de La Matadería, constituido por la Formación Pirgua (Rodríguez Fernández et al. 1999), entre las Sierras de Aguilar y Alta, a aproximadamente 10 km de la localidad de El Aguilar. Sus coordenadas geográficas son 23º 16´63,9´´ Latitud Sur y 65º 36´63,7´´ Longitud Oeste. Se encuentra a 3755 metros sobre el nivel del mar. Se trata de un abrigo rocoso, aunque no es una cueva como su nombre lo indicaría, sino un alero con un importante reparo, definido por una pared de roca que conforma una visera y seis bloques de gran tamaño desprendidos del afloramiento, tres hacia el Nor-Noroeste y los otros tres restantes hacia el Suroeste. En vista de planta, se asemeja a una U con el lado izquierdo parcialmente trunco. El eje mayor del espacio reparado tiene una extensión de 16 metros y su dirección es Noroeste-Sureste El alero rocoso presenta dos accesos, uno situado al Norte, entre dos bloques, de dimensiones reducidas, y el otro al Oeste, más amplio, donde las dos series de bloques se interrumpen, estando dicho espacio delimitado por una línea de piedra de 8 metros lineales construida mediante tres hiladas de rocas de regular tamaño, parcialmente desarmada. De esta forma, se estructuran dos grandes sectores: uno de mayor reparo, al Norte, delimitado por la pared de roca y tres bloques, con una visera importante en el techo que protege de los elementos, y otro de menor reparo hacia el Suroeste, definido por cuatro bloques y la estructura de piedra, prácticamente en su totalidad a cielo abierto. Si bien el Dr. Fernández (1988/89) en su trabajo sobre el sitio señaló que el espacio reparado presentaba dimensiones reducidas, en realidad esto no es tan así, ya que el espacio comprendido por la pared de roca, los bloques y la estructura de piedra involucra una superficie de aproximadamente 95m2. A esto se deben sumar dos sectores por fuera del área reparada, aunque inmediatos a la misma, que presentan materiales arqueológicos en superficie: uno de 9m2, vinculado al acceso Norte mencionado y otro entre dos bloques situados al Noroeste, de 1,5m2. Al respecto, es posible que uno de estos sectores corresponda a la zaranda de las excavaciones de J. Fernández, lo que debe ser evaluado a futuro. El área bajo techo de roca se encuentra hacia el Este del abrigo y comprende unos 45m2.
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CONICET. Instituto de Arqueología y Museo (IAM), FCNeIML, UNT - Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), UE CONICETUNT.
[email protected] ** Instituto de Arqueología y Museo (IAM), FCNeIML, UNT.
[email protected] *** Instituto de Arqueología y Museo (I AM), FCNeIML, UNT.
[email protected] **** Instituto de Arqueología y Museo (I AM), FCNeIML, UNT.
[email protected]
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Salomón Hocsman, Alfredo Dionicio Calisaya, Aldo Agustín Gerónimo y Romina Eliana Piccón Figueroa
Las excavaciones realizadas por el Dr. Fernández consistieron en una trinchera de 1,75x0,95m en el sector Norte del reparo rocoso (Fernández 1988/89). Dada la fertilidad arqueológica obtenida en esa primera intervención, se decidió continuar las excavaciones en dicho sector, abarcando un área de 9m2. Por otra parte, se excavaron 2,5 m2 debajo del Panel A definido por Fernández (1988/89), de manera de vincular las representaciones rupestres con evidencias estratigráficas. Cabe destacar que Fernández lo había hecho, pero en relación con su excavación del sector Norte, no con el sedimento inmediatamente debajo del panel. La secuencia estratigráfica definida para el sector Norte a partir de las excavaciones en área coincide en general con la descripta por Fernández (1988/89). El área excavada se caracteriza por un fuerte buzamiento hacia el Sur y por evidenciar hacia el Este, contra la pared del alero, un área de remoción pluvial, que es acompañada, al Sur, por caída de perfiles por gravedad. La secuencia se conforma de la siguiente forma: - Nivel 1: constituido por arena suelta de color rojizo-amarillento producto de la desagregación de las areniscas aflorantes; contiene cantidad variable de clastos provenientes de la roca de caja. Presenta abundante materia vegetal actual. Es arqueológicamente estéril. Su potencia es variable, de 1 cm a los 16 cm. Se corresponde con la Capa E de Fernández (1988/89). - Nivel 2: Se diferencia claramente del nivel suprayacente porque es marcadamente compacto y duro. Su coloración también es un criterio importante, puesto que varía de pardo-rojizo a grisáceo claro y oscuro en función del contenido variable de ceniza y carbones. Color 10YR6/2 (light brownish gray). La única estructura reconocida es una cubeta de ceniza y dos estructuras de cavado de pequeño tamaño hacia el techo del nivel (¿agujeros de poste?). Se recuperaron gran cantidad de fragmentos cerámicos, así como artefactos formatizados tallados bifaciales y unifaciales, desechos de talla, núcleos y artefactos de molienda. También cuentas, restos minerales y fósiles. Los restos faunísticos son abundantes, aunque se presentan muy astillados, situación que se ve potenciada por el grado de compactación del sedimento que dificulta su extracción. El nivel, en toda su potencia, contiene gran cantidad de carbones pero no se llega a definir un área de dispersión carbonosa. La potencia de este nivel va de los 10 a los 25 cm, engrosándose hacia el Norte. Se corresponde con las capas D y C de J. Fernández en cuanto a características estratigráficas y de contenido arqueológico, aunque no se encontró la interposición de la camada delgada de restos de combustión señalada por Fernández (1988/89), motivo de discriminación en dichas capas. - Nivel 3: se llegó al techo de este nivel. Sin embargo, la ocurrencia de un perfil y la excavación de un cuadrante hasta la base del nivel -piso de roca- permiten realizar algunas consideraciones. En general es menos compacto y de coloración más oscura que el nivel 2. La existencia de marcadas diferencias de coloración dentro de este nivel llevó a dividirlo en 3a y 3b. Cabe destacar que ambos tienen la misma posición estratigráfica, es decir, subyacen al nivel 2, y a la vez, colindan entre si. Así, 3a se encuentra hacia el Este del área excavada contra la pared de roca, y se correspondería a la capa B de Fernández (1988/89). Su color es 7,5YR4/3 (brown). Por su parte, 3b se dispone hacia el Oeste del área excavada. Su color es 10YR3/1 (very dark gray). Lamentablemente la porción excavada de 3b es mínima, y los materiales artefactuales y ecofactuales recuperados no brindaron pistas sobre su cronología. Para entender mejor la estratigrafía se deben tener en cuenta las características del piso del reparo rocoso. El mismo está formado por una serie de bloques de gran tamaño, que presentan sus aristas redondeadas por erosión, que, en conjunción con la pared de roca, forman una serie de tabiques, dando lugar a cubetas de acumulación que conforman espacios segregados naturalmente. Esto podría explicar la depositación de la secuencia 3a-2-1 en la porción Norte y Este del área excavada y la distribución y extensión de cada nivel, y del nivel 3b, hacia el Oeste. Lo interesante es que esto podría significar una temporalidad distinta de este último nivel, lo que requiere ser evaluado en el futuro próximo. Cueva de Cristóbal fue definida por J. Fernández no como un sitio residencial, sino como un lugar donde se desarrollaron actividades restringidas y excepcionales en el marco de prácticas rituales o propiciatorias (Fernández 1988/89; Fernández et al. 1992). Sin embargo, las evidencias recolectadas producto de las excavaciones en área dan cuenta de una situación distinta, donde lo residencial o doméstico adquiere pleno sentido; por ejemplo, gran cantidad de artefactos formatizados tallados vinculados con tareas de procesamiento/consumo y de restos faunísticos astillados quemados y sin quemar, así como de numerosos tiestos con evidencias de uso en forma de carbonizaciones.
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Los trabajos de campo y de laboratorio han permitido, entre otros aspectos, ampliar el número de representaciones figurativas de antropomorfos asignables al Grupo Estilístico B (Aschero et al. 1991), ahondar en las superposiciones de las mismas y definir nuevas tonalidades presentes en el sitio en base a observaciones directas realizadas sobre los paneles rupestres y al tratamiento digital de imágenes; establecer la presencia de cultígenos a partir del análisis de microfósiles en tiestos y artefactos de molienda siguiendo la metodología propuesta por Babot (2004, 2007) para el estudio de residuos y sustancias adheridas en artefactos arqueológicos y definir correspondencias con diseños de puntas de proyectil pedunculados y apedunculados presentes en contextos de la Puna Argentina y del desierto del Norte de Chile con cronología entre 3500 y 1800 años AP; particularmente, interesan las marcadas afinidades con piezas con pedúnculo destacado, aletas entrantes obtusas y/u hombros y limbo lanceolado o triangular de lados convexos recuperadas en sitios de la Quebrada de Tulán y de Antofagasta de la Sierra. Finalmente, el estudio de los contextos y materiales recuperados en Cueva de Cristóbal suministran información sumamente relevante sobre las características del proceso transicional de cazadores-recolectores a sociedades agro-pastoriles en la Puna Argentina, desde distintas líneas de evidencia. Evidentemente, este sitio residencial en reparo rocoso esta asociado a otros, cercanos o lejanos. La expectativa, entonces, es identificar localmente las bases residenciales de actividades múltiples, a cielo abierto, a las que podría estar asociado. Agradecimientos Al Dr. Juan Schobinger por toda la ayuda y el apoyo brindado. A la Compañía Minera Aguilar S.A. por la ayuda logística brindada. A Cecilia Mercuri, Eduardo Mauri, Lucía G. González Baroni, Sebastián H.M. Mamaní Segura, Valeria López y Carmen Andrada por su inestimable ayuda en la excavación del alero. Este trabajo se realizó en el marco de los Proyectos PIP-CONICET Nº 0461, FONCYT-PICT Nº 1567 y CIUNT Nº 26/G424, dirigidos por S. Hocsman. Bibliografía Aschero, C.A.; M.M. Podestá y L.C. García. 1991. Pinturas rupestres y asentamientos cerámicos tempranos en la Puna Argentina. Arqueología 1: 9-49. Babot, M.P. 2004. Tecnología y utilización de artefactos de molienda en el Noroeste Prehispánico. San Miguel de Tucumán, Tesis para optar al grado de Doctora en Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales e Inst. M. Lillo, Universidad Nacional de Tucumán. Babot, M.P. 2007. Granos de almidón en contextos arqueológicos: posibilidades y perspectivas a partir de casos del Noroeste argentino. Paleoetnobotánica del Cono Sur: estudios de casos y propuestas metodológicas. Compiladoras M.B. Marconetto, M.P. Babot & N. Oliszewski, 95-125. Ferreyra Editor para el Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba. Fernández, J. 1988/89. Ocupaciones alfareras (2860±160 años AP) en la cueva de Cristóbal, Puna de Jujuy, Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XVII(2) -NS-: 139-178. Fernández, J. 1995. Arte rupestre préhistorique des Andes de Jujuy, République Argentine. Internacional Newsletter on Rock Art 11: 18-23. Fernández, J. 1996.Munitayoc, nuevo sitio con cerámica temprana (1000 años AC) en la Puna Jujeña. Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Décimo Primera Parte, Arqueología del Temprano en el Noroeste Argentino, pp. 51-58. San Rafael, Mendoza. Fernández, J.; H. Panarello y A. Ramos. 1992. El análisis de elementos traza y de las relaciones entre isótopos estables del carbono en cerámicas del Temprano (3000 años A.P.) de la Puna jujeña, como indicadores de su manufactura autóctona y funcionalidad probable. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 3: 13-19. García, L.C. 1995. Las primeras cerámicas en la Puna de Jujuy. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 5: 75-80. Rodríguez Fernández, L.; N. Heredia; R. Seggiaro y M. González. 1999. Estructura andina de la cordillera oriental en el área de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, NO de Argentina. Trabajos de Geología 21: 321-332.
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VOLVIENDO A LA FUENTE: APROVISIONAMIENTO DE CUARCITAS EN LAS CANTERAS DE LA MATADERÍA (EL AGUILAR, JUJUY, ARGENTINA) Alfredo Dionicio Calisaya*1
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Introducción Este trabajo forma parte de las investigaciones que se vienen desarrollando en la microrregión del Aguilar (Provincia de Jujuy, Argentina) a través de diferentes proyectos dirigidos por S. Hocsman, que retoman los trabajos científicos realizados por J. Fernández durante la década del 60 al 70.
El objetivo del mismo es presentar los avances logrados en la caracterización de las áreas de aprovisionamiento y la conformación de la estructura regional de los recursos líticos en la Depresión de Aguilar, a través de prospecciones sistemáticas realizadas en el paraje conocido como Quebrada de La Matadería, ya que se entiende que la localización y establecimiento de las áreas de aprovisionamiento de las materias primas son de suma importancia para discutir la organización tecnológica de los grupos humanos que ocuparon y explotaron la región (Berón et al. 1995; Flegenheimer et al. 1996; Ratto y García 1996; Bayón et al 1999; Flegenheimer y Bayón 1999, 2002; Escola 2002; Bayón y Flegenheimer 2004; Bonomo 2005) permitiendo plantear posibles circuitos de movilidad, transporte e intercambio, a través de la comparación de los vestigios encontrados en las canteras y los sitios circundantes a las mismas (Ratto 1991; Chaparro 2001). La importancia que tiene la Quebrada de La Matadería para el aprovisionamiento de rocas útiles para la talla se debe a que colinda y se nutre de materiales rocosos de la Sierra de Cajas, siendo esta última la única fuente importante de rocas cuarcíticas presente al Este de la microrregión de la Depresión del Aguilar; debido a la presencia de importantes afloramientos del Grupo Mesón (Cámbrico), que en momentos cuaternarios se depositan en las laderas de la Sierra de Cajas en forma de bloques (Aceñolaza 1968) potencialmente explotables. Antecedentes El paisaje de la Quebrada de La Matadería, desde un punto geológico, presenta una dirección Norte-Sur conformando sus limites el faldeo Este de la Sierra de Cajas donde afloran cuarcitas del Grupo Mesón (Cámbrico Superior), que apoyan sobre lutitas del Grupo Santa Victoria (Ordovícico), siendo su limite oriental un relicto de las areniscas rojizas del Subgrupo Pirgua (Cretácico Inferior) (Aceñolaza 1968; Rodríguez Fernández et al. 1998).
La localidad arqueológica de La Matadería consta de varios sitios arqueológicos identificados por Fernández en la década de 1960. Los mismos son sitios al aire libre, asignables a grupos cazadores recolectores de diferentes momentos cronológicos que se correlacionan con otros distribuidos por toda la región (Fernández 1971, 1968; Yacobaccio1984; Lavalle y Julien 1984/1987). Interesa particularmente el sitio Sacadero de Plata, un sitio al aire libre próximo a la fuente de cuarcita investigada, a partir del cual Fernández realiza una discriminación de lo que él supone una nueva industria, denominada Aguilarense, caracterizada por la presencia de una serie de elementos característicos, a saber, grandes núcleos poliédricos, lascas laminares de sección tetragonal, “hachuelas de mano monofaciales” y la ausencia de puntas de proyectil (Fernández 1968). Otro sitio ubicado en ésta localidad es Cueva de Cristóbal, que debe su importancia a la presencia de una de las primeras evidencias de ocupaciones agro-pastoriles y de uso de tecnología cerámica en la Puna Argentina (Fernández 1988/89). Las canteras de rocas cuarcíticas situadas en la Quebrada de La Matadería, sobre el faldeo Este de la Sierra de Cajas, fueron mencionadas en los trabajos de Fernández (1971, 1988/89), pero nunca fueron estudiadas en profundidad, a pesar de haber realizado recolecciones sistemáticas en sitios próximos a las mismas (Fernández 1971).
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Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán.
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A partir del año 2008, Hocsman y equipo, volvieron a retomar las investigaciones arqueológicas en la región, que pretenden contribuir al estudio de la transición de grupos cazadores-recolectores a sociedades agropastoriles a través de diferentes líneas de evidencia. En este marco, se realizaron prospecciones sistemáticas tendientes a la re-localización de los sitios estudiados por Fernández y a la localización de nuevos sitios arqueológicos. Metodología La Quebrada de La Matadería fue recorrida de forma sistemática, abarcando un área de 3 Km. de largo por 1,5 Km. de ancho, mediante técnica pedestre, a través de diferentes transectas que recorrían la quebrada en dirección Norte-Sur, como también Este-Oeste a fin de abarcar toda la extensión del área de interés y poder tomar diferentes muestras de roca para su posterior análisis. Los datos fueron registrados con la ayuda de GPS y volcados a fichas preestablecidas tomando en cuenta criterios geológicos y arqueológicos (Nami 1992; Franco y Borrero 1999; Berón y Curtoni 2002; Flegenheimer y Bayón 2002; Hocsman et al . 2003; Barros y Messineo 2004; Bellelli 2004; Escola 2004; Belardi et al 2006), a fin de comenzar a analizar la variabilidad de las rocas cuarcíticas, su distribución y posición respecto del paisaje, dentro de las canteras.
Las muestras de rocas recolectadas fueron seleccionadas teniendo en cuenta diferentes características (dureza, fractura, matriz, textura, color, etc.) (Nami 1992) para discutir la variabilidad en la oferta de rocas locales dentro de la Quebrada de La Matadería. Todos estos datos fueron puestos en relación a la información de los distintos afloramientos geológicos en la zona (Aceñolaza 1968; Rodríguez Fernándezet al. 1998; Fernández 1971), como también la relación espacial con los sitios próximos. Resultados Aunque por el momento no se cuenta con los análisis petrográficos, podemos mencionar que las cuarcitas del Grupo Mesón aparecen en forma de bloques grandes que presentan diferencias respecto a su calidad para la talla ( sensu Nami 1986). A nivel de textura, son de grano mediano a fino, homogéneas con una fractura concoidal buena a muy buena siendo escasas las rocas con fractura irregular o subconcoidal. Por lo general presentan, una coloración grisácea, observándose en menor medida cuarcitas de colores marrones, blanquecinas o verdosas, siendo casi nula la presencia de cuarcitas de coloraciones rojizas.
La explotación de la cuarcita en la quebrada se dio a partir del aprovechamiento de nódulos de tamaños que varían entre los 20 y los 60 cm de diámetro, distribuidos a lo largo de todo el sector Oeste de la quebrada, llegando incluso al borde de las laderas de arenisca del Subgrupo Pirgua. En cuanto a la morfología de los núcleos abandonados dentro de las canteras, se puede observar una gran diversidad, siendo los núcleos poliédricos y amorfos los más frecuente, registrándose en menor cantidad núcleos de extracciones laminares y bifaciales. Si bien entendemos que la coloración de las rocas no es una característica diagnóstica de calidad, se ha observado una recurrencia en los nódulos blanquecinos de cuarcita: aunque en muchos casos se observó evidencias de testeado, no fueron utilizados como núcleos. Esto puede deberse a su dureza a la hora de ser tallados, siendo muy útiles, en cambio como percutores de gran tamaño. A través de las diferentes transectas realizadas, se observo que los bloques de cuarcita se encuentran depositados por lo general sobre las lutitas, aunque en la parte inferior de la quebrada en la zona próxima al emplazamiento del sitio denominada Sacadero de Plata (Fernández 1971) aparecen sedimentos de origen eólicos, constituidos principalmente por materiales arenosos y areno-arcillosos que rellenaron parcialmente la quebrada (Fernández 1968), siendo estos sedimentos factibles de ser excavados para poder definir posibles cronologías relativas, debido a los procesos de acumulación eólica a la que esta sujeta la región en general (Tchilinguirian y Pereyra 2001). A partir de las investigaciones en curso en la Quebrada de La Matadería, la misma puede ser considerada como un gran sistema de sitios canteras y canteras-taller tendientes al aprovisionamiento de cuarcitas, observándose diferentes áreas de explotación. Así, las canteras se ubican en el sector Oeste de la quebrada sobre la ladera de la Sierra de Cajas, donde se observan los bloques de cuarcita de mayor tamaño, como así también muchos núcleos no transportables a partir de los cuales se extrajeron formas-base. Es muy escasa la presencia de lascas. Las mayores concentraciones se dan en el sector Norte y sobre las lomadas centrales de la quebrada, aprovechando la visual que se tiene desde esa posición a los accesos de la misma. Dentro de esta categoría estarían englobados los sitios II y III mencionados por Fernández (1971).
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Los sitios considerados como cantera-taller, por lo general, se encuentran distribuidos en el fondo de la quebrada, próximos al cauce temporal, compuestos por una gran cantidad de desechos de talla, núcleos de menor tamaño que permiten su transporte y la presencia de esbozos de piezas bifaciales y bifaces descartados o abandonados en el lugar. Siendo la zona con mayor densidad de evidencias el área circundante al sitio Sacadero de Plata (Figura 6, en Fernández 1971). Fernández consideró a este último sitio como diagnostico de la “Industria Aguilarense”, que conformaría parte de este sistema de sitios, considerándolo como una cantera-taller, siendo necesario para corroborar esta hipótesis el análisis de los materiales recolectados por Fernández que superarían las seis mil piezas, ya que el sitio fue prácticamente desmantelado por dichas recolecciones. Por ultimo, se han registrado una serie de campamentos-taller a cielo abierto al Este de la quebrada, sobre la ladera del Subgrupo Pirgua o próximos a ella, los mismos se caracterizan por ocupar zonas con poca pendiente con una gran extensión en el terreno, presentando artefactos formatizados confeccionados en diferentes materias primas de origen tanto local como no local. Dentro de estos sitios se pueden observar diferente tipos de núcleos de cuarcita (laminares, bifaciales, poliédricos y amorfos), algunos agotados y la presencia de Bifaces. Es importante mencionar que en alguno de estos sitios se encontraron entre sus evidencias artefactos de molienda, activos y pasivos, como también estructuras circulares de dimensiones menores a 70 cm elaboradas con rocas planas clavadas. De esta forma, La Matadería XV y Antumpa identificados por Fernández (1971), se tratarían de campamentos-taller, a los cuales tenemos que agregar tres nuevos sitios registrados por nosotros. Es notoria la densidad de sitios presentes en la quebrada, como así también la densidad en la explotación dentro de las canteras. Esto puede ser tomado como un indicador de la importancia que tenia esta quebrada dentro de los circuitos de circulación que habrían tenido los grupos humanos que ocuparon la región, siendo la extracción de lascas grandes como formas-base para la confección de artefactos, una actividad que fue muy importante y sostenida a lo largo del tiempo. Agradecimientos A Salomón Hocsman por toda la ayuda y el apoyo brindados a lo largo de estos años. A Lucía G. González Baroni, Sebastián Mamaní Segura, Valeria López, Romina Piccón Figueroa, Aldo Gerónimo, Cecilia Mercuri, Eduardo Mauri, y Carmen Andrada por la importante ayuda prestada en el campo. Este trabajo fue posible gracias a una Beca CIUNT en el marco del Proyectos CIUNT Nº 26/G424, PIPCONICET Nº 0461 y FONCYTPICT Nº 1567, dirigidos por S. Hocsman. Bibliografia Aceñolaza, G. 1968. Geología estratigráfica de la región de la Sierra de Cajas. Dpto. Humahuaca (Provincia de Jujuy). Revista de la Asociación Geológica ArgentinaXXIII(3): 207-222. Barros, P. y P. Messineo, 2004. Identificación y aprovisionamiento de chert o ftanita en la cuenca superior del arroyo Tapalqué (Olavarría, provincia de Buenos Aires, Argentina). Estudios Atacameños 28: 87-103. Bayon, C., N. Flegenheimer, M. Valente y A. Pupio. 1999. Dime cómo eres y te diré de dónde vienes: La procedencia de rocas cuarcíticas en la región pampeana. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXIV: 187-235. Bayón, C. Y N Flegenheimer. 2004. Cambio de planes a través del tiempo para el traslado de roca en la pampa bonaerense. Estudios Atacameños 28: 59-70. Belardi, J. B., P. Tiberi, Stern C. y A. Súnico. 2006. Al Este del Cerro Pampa: ampliación del área de disponibilidad de obsidiana de la Pampa del Asador (Provincia de Santa Cruz). Intersecciones en Antropología 7: 27-36. Bellelli, C. 2004. Tecnología y materias primas a la sombra de Don Segundo. Una cantera-taller en el valle de Piedra Parada. Intersecciones en Antropología 6: 75-92. Berón, M., L. Migale y R. Curtoni. 1995. Hacia la definición de una base regional de recursos líticos en el área del Curacó. Una cantera taller: Puesto Córdoba (La Pampa, Argentina). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XX: 111-128. Berón, M. y R. Curtoni. 2002. Propuesta metodologiílla para la caracterización arqueológica de canteras y talleres de la meseta del fresco (La Pampa Argentina). En Del mar a los salitrales. Diez mil años de historia pampeana en el umbral del tercer milenio, D. Mazzanti, M. Berón y F. Oliva (Eds.), pp. 171-184. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata. Bonomo M. 2005. Costeando las llanuras. Arqueología del litoral marítimo pampeano. Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología. Colección Tesis Doctorales.
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Alfredo Dionicio Calisaya
Chaparro, M. G. 2001. La organización de la tecnología lítica en sociedades pastoriles prehistóricas (desde CA 2.000 AP) en la Quebrada de Inca Cueva: el caso de la cueva 5 (Jujuy, Argentina). Arqueología 11: 9-47. Escola, P. S. 2002. Disponibilidad de recursos líticos y fuentes de aprovisionamiento en el sector de la puna meridional. Mundo de Antes 3: 65-84. Escola, P. S. 2004. Variabilidad en la explotación y distribución de obsidianas en la Puna Meridional Argentina. Estudios Atacameños 28: 9-24. Fernández, J. 1968 El Aguilarense. Bases para su ubicación dentro de las culturas preceramicas del Noroeste Argentino. Anales de Arqueología y Etnología 23: 5-73. Fernández, J. 1971. La Edad de la Piedra en la Puna de Atacama. Una investigación regional y cronológica; una aportación de la ciencia geográfica a la solución del problema vinculado a la temprana instalación humana en Sudamérica. Revista del Instituto de Antropología. 3 Serie, Volumen I. Fernández, J. 1988/89. Ocupaciones alfareras (2860±160 años AP) en la cueva de Cristóbal, Puna de Jujuy, Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de AntropologíaXVII (2) -NS-: 139-178. Franco, N.V. y E. Aragón. 2004. Variabilidad en fuentes secundarias de aprovisionamiento lítico: El caso del sur del Lago Argentino (Santa Cruz, Argentina). Estudios Atacameños 28: 71-85. Franco; N. V. y L. A. Borrero 1999 Metodología de análisis de la estructura regional de recursos. En En los tres reinos: prácticas de recolección en el cono sur de América, editado por C. A. Aschero, M. A. Korstanje y P. M. Vuoto, pp. 27-37. Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán. Flegenheimer, N., S. Kain, M. Zarate, A. Barna.1996. Aprovisionamiento de cuarcitas en Tandilia, las canteras del Arroyo Diamante. Arqueología 6: 117-140. Flegenheimer , N. y C. Bayón. 1999. Abastecimiento de rocas en sitios pampeanos tempranos: Recolectando colores. En En los tres reinos: Prácticas de recolección en el cono sur de América, C. Aschero, A. Korstanje, P. Vuoto (Eds.), pp. 95 -107. Ediciones Magna Publicaciones, Tucumán. Flegenheimer , N. y C. Bayón. 2002. Cómo, cuándo y dónde. Estrategias de abastecimiento lítico en la pampa bonaerense. En Del mar a los salitrales. Diez mil años de historia pampeana en el umbral del tercer milenio, D. Mazzanti, M. Berón y F. Oliva (Eds.), pp. 231-241. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata. Hocsman, S., C. Somonte, M. P. Babot, A. R. Martel y A. Toselli. 2003. Análisis de los materiales liticos de un sitio a cielo abierto del area valliserrana del NOA: Campo Blanco, Tucumán. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 20: 325-350. Lavallée, D. y M. Julien. 1984-1987. Programme Jujuy. Equipe de Recherche N° 313. Prehistoire des Regions Andines. Rapport Scientifique. Centre Nacional de la Recherche Scientifique. Nami, H. G. 1986. Arqueología experimental, tecnología, artefactos bifaciales y modelos. Estado actual de conocimiento en Patagonia y Tierra del fuego. Anales del Instituto de la Patagonia18: 157-176. Nami, H. G. 1992 El subsistema tecnológico de la confección de instrumentos líticos y la explotación de los recursos del ambiente: una nueva vía de aproximación. Shincal 2: 33-53. Ratto, N. 1991. Elecciones de rocas y diseño de artefactos: propiedades físico-mecánicas de las materias primas líticas del sitio Inca Cueva c-4 (Jujuy-Argentina). Actas del XI Congreso de Arqueología Chilena (1988), pp. 121-137. Ratto N. y M. F. García 1996. Disponibilidad y aprovisionamiento de materias primas líticas: muestreo piloto en sectores de la costa norte de Tierra del Fuego (Argentina). Arqueología 6: 223-258. Rodríguez Fernández, L., N. Heredia, R. Seggiaro y M. González. 1998. Estructura andina de la cordillera oriental en el área de la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, NO de Argentina. Trabajos de Geología 21: 321-332. Tchilinguirian, P. y F. Pereyra. 2001. Geomorfología del sector Salinas Grandes-Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy. Revista de la Asociación Geológica Argentina56(1): 3-15. Yacobaccio, Hugo D. 1984. Aproximación a la función de los asentamientos preceramicos en la Puna y su borde oriental (Jujuy, Argentina). Estudios Atacameños 7: 61-69.
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SOCIEDADES ALDEANAS EN EL SECTOR NORTE DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA: PRINCIPALES ASPECTOS DEL COMPONENTE TEMPRANO DE ANTUMPA (DPTO. HUMAHUACA, JUJUY) Juan Bautista Leoni * Antumpa y el Período Temprano en la Quebrada de Humahuaca Como es bien sabido, el Período Agroalfarero Temprano o Formativo (ca. 1000 a.C. – 800 d.C.) en el NOA se caracterizó, en términos generales, por el desarrollo de sociedades aldeanas basadas en poblados estables, centradas en torno a economías de tipo productivo (agricultura en pequeña escala, pastoreo de camélidos) y con una organización sociopolítica mayormente igualitaria, con escasa diferenciación interna y centralización política; por supuesto, este proceso se manifestó también con particularidades locales. El área de la Quebrada de Humahuaca parece haber compartido estas características generales con el resto del NOA, aunque el registro arqueológico para este momento de la trayectoria de desarrollo cultural prehispánica es en general muy fragmentario. Se conocen pocos sitios para el área de la Quebrada de Humahuaca correspondientes a este período (e.g. Estancia Grande [Salas 1948], El Alfarcito [Zaburlín et al. 1996], Vizcarra [Nielsen 2001:187-189], Til 20 [Mendonça et al. 1991] y Til 22 [Rivolta 1996; Rivolta y Albeck 1992], Malka [Nielsen 2001:187-188]; entre otros). Se trata en general de poblados o aldeas dispersas conformadas por recintos aislados o grupos de recintos asociados con estructuras de cultivo, y se ubican en general (aunque no exclusivamente) en la parte inferior o media de quebradas tributarias de la quebrada principal por la que fluye el río Grande. Esta ubicación espacial se explica generalmente como obedeciendo a la intención de los habitantes de asentarse en lugares desde donde pudiera accederse fácilmente a variados ambientes con recursos naturales diferenciados con mínimos desplazamientos (Olivera y Palma 1986), aunque como sostienen otros autores (e.g. Albeck 1992-93:57; Nielsen 2001:187, 225) también podría ser el resultado en parte, de sesgos en las muestras arqueológicas disponibles. Por ejemplo: la baja visibilidad arqueológica de los sitios tempranos ubicados en el fondo de la Quebrada de Humahuaca por estar cubiertos por gruesas capas de sedimentos aluviales o por haber estado ubicados en lugares que fueron reocupados permanentemente en los siglos posteriores, harían difícil o incluso imposible su localización actual. Es en este contexto que Antumpa ha ganado reconocimiento en la literatura arqueológica argentina, al ser uno de los pcos sitios ascribibles al período Temprano en el ámbito de la Quebrada de Humahuaca. El sitio fue mencionado por primera vez por Alberto R. González (1977:355-356; González y Pérez 1972:60), quien lo ubicó tentativamente en el período Agroalfarero Temprano, en base a diferencias y similitudes con sitios conocidos de la Quebrada de Humahuaca y la región Valliserrana del NOA. Posteriormente, María I. Hernández Llosas, Susana Renard de Coquet y Mercedes Podestá (1983-85) realizaron una prospección sistemática y excavaciones exploratorias en el sitio, confirmando la caracterización original de González y obteniendo un fechado radiocarbónico de 1360 ±70 AP (LATYR LP-105; sin calibrar) (Hernández Llosas et al. 1983-85:526-527). María E. Albeck (2000), Lidia García (2003) y Alicia Fernández Distel (1997) realizan nuevas descripciones de los restos arqueológicos de Antumpa, aunque sin encarar investigaciones sistemáticas en el mismo. Las actividades de investigación en Antumpa se retomaron en 2006, en el marco del Proyecto Arqueológico Antumpa/Chaupi Rodeo (Leoni 2007), y hasta el momento han incluido la prospección, mapeo y realización de excavaciones y recolecciones superficiales sistemáticas en Antumpa, así como el reconocimiento y prospección del tramo inferior de la Quebrada de Chaupi Rodeo, entorno inmediato del sitio. Características generales del sitio Antumpa se ubica en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca, en el ángulo que forma la confluencia de los ríos Grande y su afluente el Chaupi Rodeo, a unos 3 km al sureste de la actual población de Hipólito Yrigoyen o Iturbe (Figura 1). El sitio destaca por su ubicación geográfica clave, en un área de transición ambiental entre la Puna hacia el oeste, la Quebrada de Humahuaca hacia el sur y los valles orientales y yungas hacia el este. El
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C ONICET- Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.
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Juan Bautista Leoni
núcleo del sitio arqueológico se ubica sobre la terraza de la margen izquierda del río Chaupi Rodeo y gran parte del amplio faldeo adyacente. Los restos arqueológicos se distribuyen entre los 3300 y 3600 msnm, ocupando una vasta área de unas 160 hectáreas de extensión, aunque la mayor densidad de ocupación se ubica en las cotas más bajas, sobre la terraza del río Chaupi Rodeo, en lo que parece haber constituido el núcleo de la ocupación humana del lugar, desde tiempos prehispánicos hasta el presente. Quebrada de Chaupi Rodeo
Montículo
Antumpa
Iturbe Humahuaca Uquía
Argentina Tilcara
Río Chaupi Rodeo
Maimará Purmamarca Tumbaya Volcán
N
San Salvador de Jujuy
Quebrada de Humahuaca
Río Grande
Referencias:
N Arroyo Charcomayoc
Borde de barranca o terraza Viviendas y estructuras modernas Hondonada o posible canal/acequia Camino para vehículos Sendero Estructuras y muros arqueológicos
Figura 1. Plano general del sitio arqueológico de Antumpa.
El componente Temprano de Antumpa Se describen a continuación los elementos principales que definen al componente Temprano del sitio. Éste adquiere gran importancia dado lo escaso del registro arqueológico conocido para este período en la Quebrada de Humahuaca, en particular el correspondiente a aldeas y/o asentamientos permanentes o semipermanentes. Por lo tanto, Antumpa encierra importantes claves para entender cómo se desenvolvió este período en la región. Recintos circulares Una característica fundamental del sitio, que llevó originalmente a A.R. González a caracterizarlo como Temprano, es la presencia de recintos circulares, típicos (aunque no exclusivos) del Período Temprano en el NOA. En Antumpa estos recintos se encuentran diseminados entre de los cuadros de cultivos y hacen pensar en una aldea dispersa, similar a las que existían en la misma época en otras regiones del NOA. Sin embargo su visibilidad arqueológica es muy baja y parecen haber sido muy perturbados por factores tanto antrópicos (reutilización, agricultura), como naturales (erosión). La excavación de algunos de ellos ha producido resultados dispares. Así, el Recinto 2 (cuya excavación fue iniciada por Hernández Llosas et al. [1983-85] y continuada por nosotros), produjo evidencias contextuales y artefactuales de ocupación temprana, pero el Recinto 5 y estructuras asociadas no produjeron evidencias significativas de ocupación de ningún tipo. Asimismo, se han identificado restos de recintos de forma rectangular (e.g. Recinto 7), así como áreas de ocupación cuya configuración arquitectónica no ha podido ser definida con claridad. Ambos casos se encuentran asociados claramente con canchones y, al igual que los recintos circulares, hacen pensar que se trataba o bien de viviendas o bien de estructuras de ocupación temporaria relacionadas con las actividades agrícolas. Montículo Desde los primeros reconocimientos del sitio se identificó la presencia de, al menos, dos estructuras monticulares que se destacan notoriamente de su entorno inmediato. Uno de ellos, situado cerca del borde de la terraza del Río Chaupi Rodeo, tiene una estructura circular en su parte más alta (Figura 2). Según pobladores locales, esta estructura circular fue utilizada hasta tiempos recientes para trillar el trigo, aunque por sus características constructivas, emplazamiento y dimensiones nos inclinamos a pensar que se trata de un recinto arqueológico temprano, reutilizado a tal fin. Una meta de las investigaciones ha sido determinar si este montículo era de origen cultural y, en caso de serlo, si su formación se debía a la existencia de sucesivas ocupaciones, si se trataba de un basural, o si respondía a una acumulación intencional de material para elevar el terreno con fines no determinados. Con este fin,
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desarrollamos excavaciones exploratorias en la cima del montículo que han permitido confirmar que su origen es claramente cultural. Asimismo, se identificó en su base arquitectura temprana bien conservada. Se ha identificado, con seguridad, parte de un recinto circular, que parece haber sido abandonado y luego rellenado con material de descarte, así como secciones de un muro recto y del muro de otro recinto de forma aún determinada. En las capas estratigráficas directamente asociadas con estas paredes se han hallado evidencias de áreas de combustión así como gran cantidad de artefactos y restos de fauna, tal vez relacionados con el uso de estos recintos. Suponemos que estas estructuras conformaban un conjunto, que podría haber constituido el o uno de los núcleos principales de la ocupación temprana del sitio. Evidencias fragmentarias (e.g. posibles secciones de muros y niveles de ocupación) en los niveles estratigráficos sobre esta arquitectura temprana, harían suponer que el lugar fue reocupado luego de que los recintos originales fueron enterrados, aunque aún resta explorar esta posibilidad a partir de la realización de nuevas excavaciones. Terraza del río Chaupi Rodeo
Puesto moderno abandonado 3355 Cuadrícula 5
Corrales modernos
Cuadrícula 3
Cuadrículas 1y4
Cuadrícula 6 Cuadrícula 2
Sendero/ cárcava
N
0
5
10
15
20 m
Excavaciones
Figura 2. Plano del montículo con ubicación de las cuadrículas excavadas.
El conjunto de artefactos recuperado en las excavaciones realizadas en el montículo, recintos circulares y otros sectores del sitio, responde en general a las características esperables para el Período Temprano. Así, se han hallado azadas/palas líticas y puntas de proyectil, estas últimas principalmente de obsidiana, triangulares y pedunculadas, así como fragmentos de rama horizontal de pipas cerámicas, cuentas y ornamentos de diferentes materiales, artefactos líticos con bordes denticulados de función no determinada, agujas de hueso y un “anillo” de cobre. La cerámica es en general de tipo utilitaria y sin decoración, aunque se han recuperado tiestos con decoración aplicada similar a la de estilos cerámicos utilizados en los valles orientales y tierras bajas. Los fechados radiocarbónicos obtenidos hasta la fecha, provenientes en su gran mayoría de los niveles estratigráficos inferiores del montículo y asociados con la arquitectura temprana y conjuntos artefactuales antes mencionados, indicarían que la ocupación de esta parte del sitio tuvo lugar entre los siglos IV y IX de nuestra era, es decir la parte final del Período Temprano (Figura 3); aunque todavía no han podido discernirse fases de ocupación más discretas dentro de este lapso general. Asimismo, se obtuvieron fechados de mucha mayor antigüedad (alrededor de 1000 años AC) (Figura 3), aunque en materiales redepositados, utilizados como relleno del montículo. Si bien no tienen un contexto bien definido, y por lo tanto no constituyen evidencia clara de una ocupación anterior, permiten conjeturar que efectivamente existió algún tipo de ocupación humana en el sitio en esos tiempos. Es sugestivo que varias cuevas y aleros relativamente cercanos, ubicados en la Puna o borde de Puna (e.g. Inca Cueva, Cueva Cristóbal, Pintoscayoc) han producido ocupaciones con fechados semejantes (Fernández 1988-89; García y Carrión 1992; Hernández Llosas 1998). Localizar evidencias contextualmente claras de una ocupación de esta antigüedad en Antumpa permitiría explorar la articulación que existía entre estos
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Juan Bautista Leoni
sitios, que muestran ocupaciones breves y específicas, con Antumpa, que probablemente funcionara como un lugar de residencia más permanente.
AD 1000 AD 900 AD 800 AD 700 AD 600
Montículo Cuad 1, Capa D
Recinto 2
LP-1996
LP-105
Montículo Cuad. 3, Capa C
LP-2122 Montículo
Cuad. 3, Capa D LP-2014
LP-2137
Montículo Cuad 6, Capa C LP-2265
AD 500 AD 400 AD 300 AD 200 AD 100 0 100 AC 200 AC 300 AC 400 AC 500 AC 600 AC 700 AC 800 AC 900 AC 1000 AC 1100 AC 1200 AC 1300 AC 1400 AC 1500 AC
1 Sigma
Montículo Cuad. 1, Capa B LP-1897
2 Sigma
LP-1899
Montículo Cuad. 1, Capa c
Figura 3. Fechados radiocarbónicos de Antumpa calibrados con programa CALIB 5.0.2html (Stuiver, M., P.J. Reimer y R. Reimer, CALIB Radiocarbon Calibration, http://calib.qub.ac.uk/calib/calib.html).
Posibles instalaciones agrícolas Un aspecto principal caracteriza al sitio y es la gran extensión de probables instalaciones agrícolas prehispánicas. La distribución de estos restos arquitectónicos no es homogénea, pudiéndose definir dos sectores bien diferenciados, delimitados en general por una antigua terraza que atraviesa el sitio en dirección general norte-sur. En el sector más bajo del sitio, ubicado hacia el oeste de esta línea, se distribuyen amplias extensiones de cuadros de forma rectangular, trapezoidal y cuadrangular construidos de manera muy regular, de entre 20 y 30 m de lado. Como instalación agrícola específica, estos conjuntos de cuadros parecen corresponder a lo que Raffino (1975: Nota 8) definiera como “canchones o bancales de cultivo” y se habrían empleado para la producción de cultivos microtérmicos resistentes al frío y a la altura como papa, oca, quinoa y kiwicha (Albeck 1992:96) El otro sector claramente diferenciado se encuentra ubicado hacia el este, sobre la antigua terraza, extendiéndose hacia cotas más elevadas sobre un amplio faldeo. Aquí las estructuras difieren notablemente en forma y tamaño, consistiendo en grandes cuadros de forma rectangular y cuadrangular, así como algunos con paredes curvadas, combinados con largas acumulaciones de piedras, a veces sinuosas, que se extienden sin formar un patrón claro, generalmente en sentido longitudinal a la pendiente, por cientos de metros. Los cuadros en este sector alcanzan hasta 100 m de lado y no se han observado recintos circulares asociados con estas estructuras, ni material arqueológico en superficie en densidad significativa. Como se ha señalado anteriormente (Leoni 2007:190-191), las estructuras en este sector podrían reflejar un proceso de expansión del área agrícola que nunca fue concluido completamente. Así, los cuadros de mayor tamaño tal vez hubieran sido posteriormente subdivididos más regularmente, y las largas líneas de piedras podrían constituir el primer paso en el despedre de las áreas elegidas para la construcción de las instalaciones agrícolas, o bien las paredes troncales a partir de las cuales se construirían los conjuntos de cuadros. Consideraciones finales Se han presentado en este trabajo los principales elementos que conforman el componente Temprano de Antumpa. Sin embargo, apenas hemos iniciado la tarea de interpretar cómo estos diversos elementos se articularon en el pasado, tanto en el plano sincrónico como diacrónico. Resta profundizar en el entendimiento de la traza y organización espacial de la ocupación del sitio, aunque preliminarmente se puede plantear la existencia de uno o varios núcleos de ocupación densa representados por los montículos, y de estructuras y recintos que parecen mostrar un uso menos intenso y continuo, tal vez relacionado con el desarrollo temporario de tareas agrícolas. La vasta extensión de presumibles instalaciones relacionadas con la práctica de la agricultura (canchones y cuadros, líneas de despedre, paredes de contención), apunta a una instalación humana en el lugar centrada en torno a la agricultura, que buscó incorporar un amplia área de terraza y faldeo pedemontano al cultivo. La asociación directa entre algunas estructuras y áreas con evidencias de ocupación temprana con
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canchones y cuadros indica con certeza que el desarrollo de las prácticas agrícolas comenzó en el Período Temprano. Sin embargo, resulta incierto determinar con precisión la cronología de la construcción, uso, remodelación y/o ampliación de estas extensas instalaciones agrícolas. Si bien sus características constructivas, en general simples y sin redes de irrigación destacables, las diferencian notablemente de las más complejas instalaciones agrícolas del Tardío (e.g. Rodero, Coctaca, El Alfarcito) y las asemejan más bien a las esperables para el Período Temprano, no podemos descartar aún que al menos parte de ellas correspondan a momentos más tardíos de la secuencia de ocupación del sitio. En suma, las investigaciones en curso en Antumpa han comenzado a producir información valiosa en relación al Período Temprano en el área de la Quebrada de Humahuaca, que sin duda contribuirá a mejorar el entendimiento actual del desarrollo de las sociedades aldeanas en esta parte del NOA. La información obtenida hasta el momento aporta a la comprensión tanto de la organización social y política de la época, como del proceso de desarrollo de la agricultura prehispánica y de las interacciones con otras zonas ambientales, en especial los valles orientales y las yungas. Bibliografía Albeck, M.E. 1992. El ambiente como generador de hipótesis sobre dinámica sociocultural prehispánica en la Quebrada de Humahuaca. Cuadernos FHYCS-UNJU 3 :95-106. Albeck, M.E. 1992-93. Áreas agrícolas y densidad de ocupación prehispánica en la Quebrada de Humahuaca”, Avances en Arqueología 2:56-77. Albeck, M.E. 2000. La vida agraria en los Andes del sur. Nueva Historia Argentina: Los pueblos originarios y la conquista. Editado por M. Tarragó, pp. 187-228. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. Fernández, J. 1988-89. Ocupaciones alfareras (2860 ± 160 años A.P.) en la cueva de Cristóbal, Puna de Jujuy, Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Nueva Serie XVII:139-182. Fernández Distel, A. 1997. Diccionario arqueológico de Jujuy. Editorial MILOR, Salta. García, L.C. 2003. Azul Pampa en etapas productivas. Cuadernos FHyCS-UNJU 2 0:15-35. García, L.C. y F.I. Carrión. 1992. El Formativo de la Puna de Jujuy: Inca Cueva Alero 1. Cuadernos FHYCSUNJU 3 :21-33. González A.R. 1977. Arte Precolombino de la Argentina. Introducción a su historia cultural . Filmediciones Valero, Buenos Aires. González A.R. y J.A. Pérez. 1972. Argentina indígena, vísperas de la conquista. Paidós, Buenos Aires. Hernández Llosas, M.I. 1998. Pintoscayoc: Arqueología de quebradas altas en Humahuaca. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Hernández Llosas, M.I., S. Renard de Coquet y M.M. Podestá. 1983-85. Antumpa (Departamento Humahuaca, Provincia de Jujuy). Prospección, excavación exploratoria y fechado radiocarbónico. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 10:525-531. Leoni, J.B. 2007. Investigaciones arqueológicas en Antumpa y la Quebrada de Chaupi Rodeo (Depto. Humahuaca, Jujuy): contribuciones al estudio del período Temprano en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca. Revista de la Escuela de Antropología XIII:183-196, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Mendonça, O., A. Bordach, M. Ruiz y B. Cremonte. 1991. Nuevas evidencias del Período Agroalfarero Temprano en Quebrada de Humahuaca: los hallazgos del sitio Til 20 (Tilcara, Jujuy). Comechingonia 7:29-48. Córdoba. Nielsen, A.E. 2001. Evolución Social en la Quebrada de Humauaca (AD 700-1536). Historia Prehispánica Argentina. Tomo I. Editado por E.E. Berberián y A.E. Nielsen, pp. 171-264. Editorial Brujas, Córdoba. Olivera, D.E. y J.R. Palma. 1986. Sistemas adaptativos prehispánicos durante los períodos agro-alfareros de la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, R.A. Cuadernos del Instituto de Antropología 11:75-98. Raffino, R. 1975. Potencial ecológico y modelos económicos en el N.O. argentino. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Nueva Serie IX:21-45. Rivolta, M. C. 1996. Calle Lavalle y Sorpresa: Aportes a la investigación arqueológica de la Quebrada de Humahuaca. XV Aniversario Museo Arqueológico Eduardo Casanova. Instituto Interdisciplinario de Tilcara, pp.129-135. Tilcara. Rivolta, M. C. y M.E. Albeck. 1992. Los asentamientos tempranos en la localidad de Tilcara: Sjuj Til.22 Provincia de Jujuy. Cuadernos FHYCS-UNJU 3 :86-93. Salas, A. 1948. Un nuevo yacimiento arqueológico en la región Humahuaca. Actas y Memorias del XXVIII Congreso Internacional de Americanistas, pp. 643-648. París.
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Juan Bautista Leoni
Zaburlín, M.A., H.E. Mamaní, S.R. Dip y M.E. Albeck. 1996. S Juj Til-41: Alfarcito. Variaciones sobre un clásico. Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina (13° Parte). Revista del Museo de Historia Natural de San Rafael (Mendoza). Tomo XXV (1/4), pp. 71-86. San Rafael, Mendoza.
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LA UTILIZACIÓN DE RECURSOS FAUNÍSTICOS EN UN SITIO AGROALFARERO TEMPRANO: EL CASO DE ANTUMPA (DPTO. HUMAHUACA, JUJUY) Julieta I. Sartori* , Anahí Hernández** y Juan Bautista Leoni*** Introduccion En el presente trabajo se presentan los primeros resultados obtenidos del análisis de los materiales arqueofaunísticos provenientes del sitio Antumpa. Este sitio se encuentra localizado en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca (Dpto. Humahuaca, Pcia. de Jujuy) y posee un significativo componente de ocupación correspondiente al Período Agroalfarero Temprano o Formativo (ca. 1000 a.C. – 800 d.C.) según las cronologías comúnmente empleadas en el área (Albeck 2000; González 1977; González y Pérez 1972; Hernández Llosas et al . 1983-85; Leoni 2009; Olivera y Palma 1997). El material arqueofaunístico analizado corresponde a restos recuperados de la excavación de un montículo de origen cultural, en cuya base se hallaron vestigios de arquitectura y conjuntos artefactuales característicos del Período Temprano. Los fechados radiocarbónicos asociados a estos niveles estratigráficos indicarían que existió una ocupación considerable en esta parte del sitio entre los siglos IV y IX de nuestra era, es decir la parte final del período considerado (ver infra). El conjunto arqueofaunístico está compuesto fundamentalmente por camélidos aunque también fueron hallados escasos elementos pertenecientes a Hippocamelus sp. y a Rhea americana. Para poder inferir el tipo de utilización que se habría dado de los camélidos –que son el taxón más representado- se realizó la estimación de la edad diferenciándose entre: 1) subadultos (<36 meses) y 2) adultos (>36 meses). Dentro de cada grupo de edad se relevaron aquellos atributos que permiten inferir el tipo de aprovechamiento que se habría realizado de las presas para lo cual se determinó la presencia de huellas de corte, negativos de impacto, alteraciones térmicas y tipo y estado de fractura. Asimismo se tuvo en cuenta la acción de agentes tafonómicos que habrían incidido en la muestra. La relevancia del estudio aquí presentado radica en que son escasos los datos disponibles hasta el momento para la zona en este rango temporal, por lo cual este trabajo contribuye a profundizar los conocimientos acerca de la interacción entre los grupos humanos y los animales en un momento de la trayectoria de desarrollo cultural prehispánica regional. Localización y marco ambiental del sitio Antumpa se ubica en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca, en el ángulo que forma la confluencia de los ríos Grande y Chaupi Rodeo, a unos 3 km al sureste de la actual población de Hipólito Yrigoyen o Iturbe. El sitio se destaca por su ubicación geográfica clave, en un área de transición ambiental entre la Puna -hacia el oeste-, la Quebrada de Humahuaca -hacia el sur- y los valles orientales y yungas -hacia el este. El núcleo del sitio arqueológico se ubica sobre la terraza de la margen izquierda del río Chaupi Rodeo, a unos 3300 m.s.n.m., aunque vastas extensiones de campos de cultivo arqueológicos cubren gran parte del amplio faldeo adyacente hasta alcanzar una altura máxima de 3600 m.s.n.m. En la actualidad el clima en la zona es frío y seco en invierno, y cálido y seco en verano, aunque con gran amplitud térmica diaria (Buitrago y Larran 1994). Las precipitaciones son escasas (ca. 300 mm en promedio) y las heladas son frecuentes en invierno, lo que dificulta la práctica de la agricultura. No existen estudios específicos sobre las condiciones ambientales en la región en el pasado y de los posibles cambios experimentados a través del tiempo. Las variaciones en las precipitaciones habrían tenido su correlato en la distribución de las distintas comunidades vegetales y animales, con la consiguiente variabilidad en los recursos disponibles para las poblaciones humanas de la zona en el pasado.
*
C ONICET-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano -FUNDARQ.
[email protected] ** E scuela de Antropología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario.
[email protected] *** CONICET- Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.
[email protected]
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Julieta I. Sartori, Anahí Hernández y Juan Bautista Leoni
En términos fitogeográficos, el entorno geográfico de Antumpa se ubica en las Provincias Prepuneña, Puneña y Altoandina (Ruthsatz y Movia 1975), aunque el sitio mismo está emplazado en la primera. La Provincia Prepuneña se caracteriza por la presencia de estepa arbustiva con predominio de especies como la lejía ( Baccharis boliviensis), churqui ( Prosopis ferox) y cactáceas, en especial cardones (Trichocereus pasacana) y variedades rastreras del género Opuntia. La fauna corresponde al Dominio Andino y se caracteriza por la presencia de roedores como el cuis (Cavia tschudii sodalis), quirquinchos (Chaetophractus nationi), huemules ( Hippocamelus antisensis), guanacos ( Lama guanicoe) y vicuñas (Vicugna vicugna). También hay –aunque no son muy abundantes actualmentecarnívoros como zorros (Cerdocyon thous jucundus), gatos de monte (Ocifelis geoffroyi salinarum) y pumas ( Puma concolor ), y gran variedad de aves adaptadas a las condiciones ambientales de la montaña, como el cóndor andino (Vultur gryphus) y diversos tipos de rapaces y palomas. En el pasado habitaban también ñandúes o suris ( Rhea americana) (Díaz y Bárquez 2002; Peréz Gollán 1968). Procedencia de los materiales analizados El componente Temprano de Antumpa está representado fundamentalmente por recintos circulares, de baja visibilidad arqueológica y alto grado de perturbación, que se hayan dispersos entre las vastas extensiones de canchones y cuadros de cultivo que cubren el sitio, así como por al menos una estructura monticular ubicada cerca del borde de la terraza del Río Chaupi Rodeo con una estructura circular muy erosionada en su parte más alta. Las excavaciones exploratorias revelaron inmediatamente el origen cultural de este montículo, constituido por una gran acumulación de material arqueológico principalmente secundario sobre restos de arquitectura temprana en su base. En efecto, las excavaciones permitieron identificar restos bien preservados de un recinto circular y fragmentos de muros rectos, así como posibles niveles de ocupación con presencia de áreas de combustión asociados con esta arquitectura temprana. El material faunístico analizado proviene de estos posibles niveles de ocupación, de los que se han obtenido fechados radiocarbónicos que indican una ocupación correspondiente a los finales del Período Temprano (LP1996, 1330 +/- 70 AP; LP-2122, 1360 +/- 80 AP). El conjunto de artefactos recuperado junto al material faunístico responde en general a las características esperables para el Período Temprano. Así, se han hallado palas/azadas líticas, puntas de proyectil pequeñas pedunculadas con aletas (principalmente de obsidiana), fragmentos de rama horizontal de pipas cerámicas (presumiblemente empleadas para fumar cebil), cuentas de diferentes formas y materiales, artefactos líticos dentados sobre lajas finas de función no determinada, agujas de hueso y un “anillo” de cobre que se supone formaba parte de un artefacto de madera. La cerámica es en general de características simple y utilitaria, aunque se han recuperado numerosos tiestos con decoración aplicada similar a la de estilos cerámicos utilizados en los valles orientales y tierras bajas. Métodos Metodológicamente se procedió a la determinación de la edad de muerte de los camélidos presentes en el conjunto arqueofaunístico. Para ello se tomó como criterio la fusión de epífisis establecida por Kent (1982) para la alpaca ( Lama pacos). Si bien es sabido que la secuencia varía entre diferentes especies -y a su vez dentro de cada una según el sexo, el tipo de alimentación, ambiente y si se encuentran domesticadas o en estado silvestrehay una secuencia que es común a todos los Artiodactylos. De este modo, si bien en el registro del sitio posiblemente se encuentran presentes distintas especies de camélidos, el criterio de Kent se considera válido debido a que en este trabajo se pretende poder ordenar secuencialmente los diferentes huesos (Mengoni Goñalons 1999) y no realizar una asignación directa sin tener en cuenta lo antes mencionado. Por otro lado, otro criterio que suele ser utilizado para la determinación etaria es la erupción y desgaste dentario. En el conjunto recuperado del sitio no pudo realizarse tal asignación debido a que las hemimandíbulas y los maxilares en pocos casos presentaban las piezas dentarias y en los casos en que sí los presentaban, los mismos se encontraban fragmentados y en mal estado de conservación. Por otra parte, se decidió relevar en la muestra aquellos atributos que se vincularían con las etapas de procesamiento y consumo final de las presas. Particularmente se observaron en los materiales huellas de corte, raspado, negativos de impacto, alteraciones térmicas y tipo y estado de la fractura (Mengoni Goñalons 1999, Outram 2001). Asimismo se tuvo en cuenta la incidencia de agentes tafonómicos entre los cuales se identificó la presencia de marcas de raíces, carnívoros, roedores, manganeso y meteorización (Lyman 1994, Behrensmeyer 1978).
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En cuanto al análisis morfométrico que suele realizarse para la determinación específica de especies silvestres ( L. guanicoe y V. vicugna) vs. domesticadas ( L. glama y L. pacos) cabe hacer algunas consideraciones respecto de su aplicación para el caso que aquí se estudia. La bibliografía arqueológica se ha basado fundamentalmente en la medición de falanges debido a que se las considera como uno de los elementos más confiables. Particularmente se consideró que este criterio no era aplicable a la muestra de falanges recuperadas debido a que las mismas no presentaban los requerimientos mínimos que deben tener los elementos para poder realizarla (ver L`Heureux 2007). Así de las 24 falanges representadas 11 se encuentran sin fusionar. Dentro del grupo de las fusionadas sólo 10 fragmentos corresponden a epífisis proximales, de las cuales debieron ser dejadas de lado dos especímenes por presentar estadíos de meteorización elevados (3 en la escala de Behrensmeyer) y alteraciones térmicas, las cuales modifican la estructura cristalina del hueso produciendo una reducción en el tamaño del mismo (Miotti 1992). Por lo expuesto, la muestra quedó conformada sólo por ocho elementos medibles, con lo cual se considera que es una muestra poco representativa. Este hecho se registra también en otros elementos óseos (eg . metapodios, húmeros, etc) que al encontrarse fragmentados o con estadíos de meteorización elevados hacen que la muestra de cada uno quede constituida por muy pocos especímenes. No obstante esto y aunque el análisis osteométrico no se realiza en el presente trabajo, el mismo está siendo llevado a cabo mediante una ampliación de la muestra y se espera que los resultados arrojen consideraciones que conjuntamente con las que aquí se plantean ayuden a dilucidar el tipo de aprovechamiento al que habrían estado sometidos los camélidos en el sitio. Análisis La muestra aquí analizada posee un NISP de 693 especímenes (ver Tabla 1). Entre los taxa representados los camélidos constituyen el 98,3% (N=347) de la muestra. En el conjunto también se recuperó un especímen correspondiente a Rhea americana, uno a Hippocamelus sp., tres restos pertenecientes a cricétidos y uno a Ave indeterminada. Taxa
NISP
NISP%
Hipp ocamel us sp.
1
0,14
Rhea a merican a
1
0,14
Vicugna vicugna
1
0,14
Camelidae
347
50
A rtiodactyla
155
22,3
Cricetidae
3
0,43
Ave
1
0,14
Mammalia
114
16,4
Indet.
69
10,3
TOTAL
693
100
Tabla 1. Abundancia taxonómica del sitio Antumpa.
Coherente con los objetivos del presente trabajo se procede a realizar el análisis de los camélidos que son el taxa más representado y de los que se considera se encuentran presentes en el registro producto de la acción antrópica. Un aspecto que debe tenerse en cuenta respecto del NISP del conjunto, es que si bien gran cantidad de especímenes fueron asignados al orden de Artiodactyla por no poseer zonas diagnósticas, es probable que los mismos pertenezcan a la Familia Camelidae, ya que son el taxón predominante. Asimismo gran cantidad de especímenes, si bien pudieron ser asignados a la mencionada Familia, debieron ser catalogados como indeterminados respecto a su clase de edad por encontrarse fragmentados y sin los sectores de fusión. Se considera que es de gran relevancia tener en cuenta a estos fragmentos como un grupo separado de aquellos que pudieron ser determinados de forma más precisa ya que de haberlos incluidos dentro de alguno de los subconjuntos (adultos ó subadultos) se estaría produciendo un sesgo en el análisis de la muestra. El NISP para los camélidos adultos es de 96 especímenes de los cuales se encuentran más representados aquellos elementos correspondientes al esqueleto apendicular, particularmente los fragmentos de metapodios (N=13), falanges (N=16) y astrágalos (N=14). No obstante esto cabe señalar que todas las partes del esqueleto
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Julieta I. Sartori, Anahí Hernández y Juan Bautista Leoni
se encuentran representadas para esta clase. Por otra parte en este subconjunto se encuentra presente una falange que fue identificada mediante criterios morfológicos -y por su tamaño- como perteneciente a V. vicugna. Cabe mencionar que de todos los elementos presentes en la muestra, este es el único que parece pertenecer a un camélido pequeño, aunque se espera que los datos osteométricos arrojen información más precisa al respecto. En cuanto a las huellas de corte para este subconjunto, las mismas se encuentran presentes en un 17% (N=16) y estarían vinculadas tanto a actividades de desarticulación como de procesamiento. Los negativos de impacto fueron hallados en sólo cuatro elementos que corresponden a huesos largos con lo cual se estima que los mismos se vinculan con la extracción de médula ósea. Los especímenes de este subconjunto poseen estadíos de meteorización bajos, ya que sólo un 9,3% (N=9) presentó estadíos altos (3 en adelante). Agentes que afectaron el registro en una alta proporción son las manchas de manganeso y las raíces (43% y 26% respectivamente). Ambos factores han producido una modificación de las superficies óseas, haciendo que en muchos casos se dificulte la observación de otros atributos que fueron aquí relevados (eg . huellas de corte). Las marcas de roedores sólo se encuentran presentes en 4 elementos de este conjunto y las marcas de carnívoros en dos. Por último las alteraciones térmicas se hallan en seis elementos correspondientes a las extremidades de los miembros apendiculares de los camélidos (eg . astrágalo, 1º falanges y metapodios), las cuales podrían estar vinculadas con técnicas de cocción más que con procesos de descarte, ya que muestran una coloración negruzca que no cubre el 100% de la superficie lo cual indicaría que no fueron expuestos directamente ni durante un tiempo prolongado al fuego. Respecto de aquellos elementos que no pudieron ser asignados a una clase de edad, los mismos pertenecen fundamentalmente a fragmentos de costillas (N=66), de vértebras (N=22), de cráneo (N=8) y diáfisis de diversos huesos largos (N=26). Las huellas de corte se encuentran presentes en un 11% (N=19) y fundamentalmente (73%) en las costillas. En uno de estos últimos elementos fue hallada una huella de raspado. Respecto a los procesos tafonómicos, ocho especímenes se vieron afectados por marcas de roedores mientras que un elemento contó con un puncture ( sensu Binford 1981). Las marcas de raíces y las manchas de manganeso arrojan valores similares a las observadas para el conjunto de camélidos adultos. El conjunto de los camélidos subadultos está compuesto por un NISP de 79 elementos, de los cuales pudo establecerse que al menos 6 especímenes corresponderían a neonatos (< 3 meses). Las huellas de corte se encuentran en los huesos del autopodio y en las epífisis de los miembros apendiculares (radio-cúbito y metapodio), lo cual indicaría desarticulación. A diferencia del subconjunto de los adultos, no fueron registradas alteraciones térmicas y la meteorización afecta en menor medida a los elementos, ya que sólo en dos casos se registraron estadíos mayores a 2. Las manchas de manganeso y raíces afectaron en un 19% a la muestra, mientras que un especímen contó con marcas de roedores y otros dos con marcas de carnívoros. Hay una baja presencia de roedores en el sitio y probablemente esto no se deba a un sesgo de muestreo, dado que todo el sedimento fue tamizado utilizando zarandas de 0,2 cm de malla. Se considera que los tres especímenes presentes en el registro habrían ingresado por causas naturales dado que pertenecerían a cricétidos y no presentan ninguna alteración antrópica. En cuanto a la presencia de R. americana e Hippocamelus sp. si bien sus NISP corresponden a un único elemento, hay una diferencia que debe señalarse aquí. Esta es que el elemento que pertenece al ave corresponde a una tibia-tarzo que presenta una fractura antrópica, mientras que el elemento que corresponde al cérvido es un fragmento de asta el cuál no presenta señales de haber sido utilizado. Así, la presencia de este último taxón en el registro podría estar dada por factores no antrópicos, ya que este cérvido cambia regularmente su cornamenta, y además en el sitio no se encontró ningún otro elemento que pertenezca a este taxón. Por último otro factor que refuerza esta idea es que el fragmento de asta presentó estadios de meteorización elevados (4) lo cual probablemente se vincule con una inestabilidad depositacional del mismo. Discusión Considerando la representación por edades de los camélidos tenemos que para el subconjunto de camélidos adultos se hallan representados tanto camélidos grandes como pequeños. Entre los primeros no puede establecerse aún si los mismos corresponden a L. glama y/o L. guanicoe, mientras que entre los segundos es altamente probable que el elemento hallado corresponda a vicuña.
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CAPÍTULO 31 - MESA DE COMUNICACIONES 2
Teniendo en cuenta los fechados radiocarbónicos del sitio y la predominancia de los camélidos por sobre los otros taxa representados es que se considera a modo de hipótesis el posible desarrollo de prácticas pastoriles en Antumpa. Las mismas estarían vinculadas a un proceso de sedentarización con desarrollo de prácticas agrícolas, ya que en el sitio se hallaron palas y azadas que se vinculan con esta actividad, además de la presencia de estructuras que podrían haber sido utilizadas como canchones de cultivo. Por otro lado, es probable que en el sitio también se hayan llevado a cabo eventos de caza, probablemente oportunísticas, de especies salvajes como el ñandú y la vicuña. En el caso de este último taxón se dificulta aquí el poder establecer las estrategias utilizadas para su obtención dado que, por el momento, el conjunto analizado no presenta tendencias claras en tal sentido. En cuanto al ñandú la baja representación de partes esqueletales podría deberse a un transporte selectivo de la presa. La presencia en el registro de puntas de proyectil podría estar vinculadas con dichas actividades. El que se haya realizado una estrategia complementaria de pastoreocaza ya ha sido registrada para otros sitios formativos de la zona (ver por ejemplo Izeta y Scattolin 2006, Olivera y Palma 1997) y se condice con el ambiente transicional en el que se emplaza Antumpa. Consideraciones finales El análisis preliminar del componente arqueofaunísitico de Antumpa evidencia que en el sitio hubo un aprovechamiento casi exclusivo de camélidos. Aunque el presente trabajo constituye una primer aproximación al análisis de los materiales, se propone aquí a modo de hipótesis que si bien podría haber habido una estrategia complementaria de pastoreo-caza, esta última actividad también se habría orientado hacia la explotación preferencial de los camélidos por sobre otros taxa (eg . ñandú, huemul y roedores). En tal sentido se considera que el emplazamiento del sitio en una zona ecotonal habría favorecido el desarrollo de un proceso de sedentarización con prácticas agrícolas así como también la cría de camélidos; al mismo tiempo que permitiría continuar con la caza y recolección de recursos silvestres de regiones adyacentes sin necesidad de una alta movilidad. Por último se considera que las hipótesis aquí esbozadas deberán ser contrastadas con los nuevos datos que surjan al profundizar el análisis del registro arqueofaunístico, pero también los demás materiales recuperados en el sitio. De este modo se podrá establecer con mayor certeza el tipo de subsistencia de los grupos que habitaron Antumpa en el pasado. Bibliografía Albeck, M.E. 2000. La vida agraria en los Andes del sur. Nueva Historia Argentina: Los pueblos originarios y la conquista. Editado por M. Tarragó, pp. 187-228. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. Behrensmeyer, A.K. 1978. Taphonomic and ecologic information from bone weathering. Paleobiology 4:150-62. Binford, L. 1981. Bones: Ancient Men and Modern Myths. Academic Press, Orlando. Buitrago, L.G. y M.T. Larran. 1994. El clima de la Provincia de Jujuy. Cátedra de Climatología y Fenología Agrícola, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Jujuy. Díaz, M.M. y R.M. Barquéz. 2002. Los mamiferos de Jujuy. Editorial Colin Sharp, Buenos Aires. González A.R. 1977. Arte Precolombino de la Argentina. Introducción a su historia cultural. Filmediciones Valero, Buenos Aires. González A.R. y J.A. Pérez. 1972. Argentina indígena, vísperas de la conquista. Paidós, Buenos Aires. Hernández Llosas, M.I., S. Renard de Coquet y M.M. Podestá. 1983-85. Antumpa (Departamento Humahuaca, Provincia de Jujuy). Prospección, excavación exploratoria y fechado radiocarbónico. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 10:525-531. Izeta, A.D y M. C. Scattolin 2006. Zooarqueología de una unidad doméstica Formativa. El caso de Loma Alta (Catamarca, Argentina). Intersecciones en Antropología 7: 193-205. Kent, J.K. 1982. The domestication and explotation of the South American camelids: methods of analysis and their application to circum-lacustrine archaeological sites in Bolivia and Peru. Tesis Doctoral, Washington University. L`Heureux, G.L. 2007. El estudio arqueológico del proceso coevolutivo entre las poblaciones humanas y las poblaciones de guanacos en Patagonia meridional y norte de Tierra del Fuego. British Archaeological Reports (BAR), Oxford. Leoni, J.B. 2009. Archaeological investigations at Antumpa (Jujuy, Argentina): Contributions to the characterization of the Early Ceramic period in the Humahuaca region. Andean Past 9:317-322. Lyman, R.1994. Vertebrate taphonomy. Cambridge University Press, Cambridge. Mengoni Goñalons, G. 1999. Cazadores de guanacos de la estepa patagónica. Colección de Tesis Doctorales. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires. Miotti L. 1992. La experimentación simulativa de fracturas y marcas óseas y sus implicancias arqueológicas.
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Julieta I. Sartori, Anahí Hernández y Juan Bautista Leoni
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RESULTADOS DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE OCUPACIONES TARDÍAS EN AZUL PAMPA, HUMAHUACA, JUJUY Lidia Clara García
Resumen Dentro del Proyecto UBACYT F-018, Alto Sapagua, centro de Azul Pampa, Jujuy, Argentina, 2008-10, dirigido por la autora, nos planteamos investigar las modalidades de asentamiento y subsistencia de las economías productoras de alimentos iniciales a plenas como el desarrollo de las de cazadores-recolectores en el sector norte de la quebrada de Humahuaca, a partir de la domesticación de especies animales y/o vegetales. Para esto, se estudiarían arqueológicamente distintos sectores ó areas de investigación que brindan evidencias sobre el período 3.000-1000 A.P., evidenciando los orígenes de la vida sedentaria y productiva así como la base de su desarrollo posterior. En la figura 1 pueden verse las principales áreas investigadas actualmente.
Figura 1. Carta Rodero 1-50.000 (IGM) con las principales áreas trabajadas actualmente.
Las temáticas para el estudio de estos procesos incluyen: modelos de ocupación del medio geográfico, tecnología, sistemas de subsistencia y relaciones inter e intra-asentamientos; incluyendo en este último el estudio de la organización funcional y espacial de las actividades en las estructuras habitacionales y la composición de los conjuntos ergológicos, faunísticos y vegetales. Asimismo, se previó obtener información del impacto de tales C ONICET – Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
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Lidia Clara García
actividades sobre el ambiente y acerca de la evolución del mismo a través del estudio de columnas polínicas y su comparación con análisis previos. Esperamos contribuir con nuestra tarea conjunta a la preservación de los sitios arqueológicos, colaborando para su defensa, puesta en valor y construcción del museo local ó centro interpretativo, con los pobladores locales. Objetivos generales Investigar las modalidades de asentamiento y subsistencia de las sociedades con economías productoras de alimentos iniciales a plenas en la microrregión Azul Pampa. A través del estudio arqueológico de distintos sectores ó areas de investigación dentro de la misma, obtener evidencias sobre interacción, así como información sobre los procesos socio-culturales, su transformación e intensificación. A través del análisis palinológico de diferentes muestras en contextos naturales y arqueológicos, se pretende aportar a la discusión y responder interrogantes sobre la evolución del paisaje, el clima y diferentes pautas de subsistencia de los grupos humanos en el borde oriental de la Puna jujeña. En este marco, merece especial atención la aparición y desarrollo de la agricultura y la ganadería, considerando que hay escasa información al respecto, especialmente en sitios con ocupación sedentaria y actividad agrícola. Además, la determinación de cultígenos y perturbaciones posiblemente ocasionadas por el pastoreo, nos permitirán ampliar el conocimiento sobre los primeros cultígenos localizados y su intensificación hacia momentos de inicio de los Desarrollos Regionales. Comparando este desarrollo paralelamente con los indicadores de pastoreo en el mismo lapso. Los mapeos detallados de las ocupaciones y reocupaciones de los sitios a lo largo del tiempo, con diferentes características, interacción y fines, será una tarea de base que aportará a las comparaciones posteriores con otras microrregiones y bloques temporales. A estos interrogantes se intentará responder con los análisis ya iniciados sobre evidencias cerámicas, líticas, de colecciones museológicas, biológicas humanas, fechados, y otras a integrar. Todas estas investigaciones buscarán dar luz sobre los cambios en el estilo de vida e interacción de los grupos humanos desde el Formativo Inferior Inicial hasta sus momentos tardíos en la microrregión Azul Pampa, Departamento Humahuaca, Provincia de Jujuy. Estado actual del conocimiento sobre el tema En general, se asocia el inicio de una economía productiva con la aparición de cerámica (Cohen 1984:268). Las "sociedades formativas" en el NOA merecen un replanteo, desde el uso mismo de estos términos. El "estadio formativo", revisado ya por Willey y Phillips en 1958, abría la posibilidad a la variabilidad en cuanto a las economías que sostenían estas sociedades. Se combinaba un modelo evolucionista básico en el sentido de "marcha hacia un estadio clásico", así como el encuadre difusionista. Planteaban una "revolución agrícola de marcha lenta" como base teorética para su estadio "preformativo", y aunque admitían otras fuentes de sostenimiento económico como caza, pesca y recolección, no tuvieron en cuenta el pastoreo para estos inicios, y siguieron considerando a la agricultura como único medio básico de desarrollo demográfico, que permitiría el establecimiento de aldeas estables en estos inicios de la llamada "sociedad compleja" en el NOA. Hubo muchos replanteos posteriores (Olivera 1988, 2001 entre otros para una síntesis de los planteos vigentes). Sin embargo, la existencia de una "bien estable vida aldeana sedentaria", no se cuestiona. Un modelo que da cuenta del inicio de la producción de alimentos es el del stress, producido por cambios ambientales, aumento de la población, cambios significativos en el sedentarismo, propiedad, territorialidad y estrategias de reducción del riesgo que pueden identificarse como habiendo ocurrido por primera vez solo unos milenios antes de la domesticación. En cambio, el modelo de competencia socioeconómica, tiene como base la competencia entre individuos para el control del poder y la riqueza en comunidades complejas de cazadoresrecolectores. Este último, ha sido criticado por Keeley sobre la base de sus datos inter-culturales sobre cazadores-recolectores (Hayden en Price y Gebauer 1995:286-290). Los autores dejan de lado explicaciones más tradicionales del cambio hacia la agricultura, tales como la influencia de los ambientes marginales y las presiones poblacionales. Enfatizan en cambio, la importancia de las áreas ricas en recursos, en las cuales comenzó la agricultura, las complejas organizaciones sociales ya establecidas, el advenimiento de la
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intensificación económica y la competencia. Como cristalización de estos cambios, aparecen nuevas tecnofacturas como la cerámica. Planteamos revalorizar las evidencias "formativas" iniciales tempranas en cuevas y aleros, en Tres Cruces-Iturbe (Humahuaca, Jujuy) como parte de asentamientos complementarios dentro de un sedentarismo anual (Rafferty 1985) en el cual se alterna su utilización para diferentes propósitos, combinando las ocupaciones en cuevas y aleros con otras a cielo abierto en campos más bajos cercanos y vinculados. Las investigaciones arqueológicas en la microrregión Azul Pampa (Aschero 1988), se desarrollaron con diferentes encuadres desde hace ca cien años (Boman 1908, Schuel 1919/1920, 1930, González 1963, etc.). Particularmente, las investigaciones sobre cazadores- recolectores en la Quebrada de Inca Cueva bajo la dirección de C. Aschero, brindaron un importante aporte con respecto al desarrollo de tales sociedades hasta el formativo temprano o inferior inicial (Aschero 1994). Su encuadre, desde la unidad espacial de análisis, la integración del indicador arte rupestre, los estudios de material lítico y fundamentalmente la visión de este devenir en términos de proceso en lugar de reemplazo de poblaciones para el comienzo del sedentarismo y la producción de cerámica, dieron lugar a nuestro trabajo a partir de dichos lineamientos. Los aportes de Yacobaccio (1990), considerando la importancia de Inca Cueva como zona de concentración de nutrientes, también aportaron en mucho a nuestros planteos. Resultados Hasta el momento, hemos obtenido cinco fechados radiocarbónicos para el Antigal de Alto Sapagua, que se integran a los ocho obtenidos anteriormente para Inca Cueva y sus contextos (García 1998/9). Contamos también con el único fechado que se ha realizado para el Pukara de Hornaditas, informado por el Latyr con autorización del Dr. H. Yacobaccio. Con lo cual, tenemos a nivel microrregional un buen panorama de las ocupaciones que nos interesan desde el Formativo Inferior Inicial hasta la ocupación Inka, Hispano Indígena y actual, que en muchos de los casos, se superponen. Hemos realizado un mapa detallado del antigal de Alto Sapagua que muestra nuestras principales intervenciones en él, así como las superposiciones mencionadas (García y Fernández Do Río 2008), como puede verse en la Figura 2.
Figura 2. Mapa del antigal de Alto Sapagua con las ocupaciones arqueológicas y actuales así como el emplazamiento de las intervenciones arqueológicas principales.
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Lidia Clara García
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EL PUKARA DE PERCHEL (DPTO. TILCARA, JUJUY): UN CASO DE ENTIERRO DE ADULTOS EN URNA EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA Agustina Scaro* Lautaro López Geronazzo ** Las prácticas mortuorias, en tanto ritos de pasaje, marcan una transición en la que interactúan el cuerpo y alma del difunto y la sociedad a la que pertenece, considerando que el ritual funerario es realizado por los vivos y para los vivos (Cremonte y Gheggi 2008, Carr 1995; Charles y Buikstra 1995). En el mundo andino se enfrenta a la muerte como una parte de la vida, ya que no se rompen los vínculos entre el difunto y la comunidad, por lo que la experiencia de la muerte es tanto una experiencia personal como comunitaria, ya que en esta cosmovisión el mundo de los muertos no es algo separado del de los vivos (Aláez García 2001; Bascopé Caero 2001). En este trabajo se presenta un contexto funerario hallado en el Pukara de Perchel (Dto. Tilcara, Quebrada de Humahuaca). Se trata del entierro primario de un individuo adulto en el interior de una urna. Este tipo de hallazgos es inusual en la Quebrada, por lo que la urna funeraria recuperada en Perchel brinda una oportunidad para avanzar en la comprensión de este tipo de prácticas mortuorias. El Pukara de Perchel se ubica en el sector medio de la Quebrada de Humahuaca, a 2.700 m.s.n.m. en la parte más elevada de un morro en el Angosto de Perchel sobre la margen occidental del río Grande (23º 29’ latitud sur - 65º 21’ longitud oeste). La ubicación sobre este angosto permite al Pukara controlar visualmente el territorio comprendido entre Tilcara (11 km al sur del sitio) y Huacalera (6 km al norte). El emplazamiento del sitio y su acceso restringido debido a las abruptas laderas del morro hacia el norte y el este nos hablan de un lugar de ubicación estratégica y de fácil defensa desde el cual es posible controlar los movimientos en el fondo de valle (Scaro 2009). Las estructuras prehispánicas relevadas en Perchel se disponen en tres escalones altitudinales: la cima del cerro, (2.709 m.s.n.m.), el espolón sur (2.698 m.s.n.m.) por donde se accede al sitio, y el espolón norte (2.690 m.s.n.m.) donde se observa la mayor densidad de estructuras arqueológicas, aunque su conservación es muy pobre debido al importante declive de las laderas en este sector. Fue en el espolón norte donde rescatamos una urna funeraria (Figura 1) en abril del 2008. El hallazgo fue realizado por el ingeniero Weivel de la ciudad de San Salvador de Jujuy, después de que las últimas lluvias del verano revelaran parte de la gran olla de cerámica.
Figura 1. Localización de la urna funeraria hallada en el Pukara de Perchel.
Cuando iniciamos la excavación de este entierro, observamos que los fragmentos cerámicos de diversos tamaños no guardaban ningún orden, ya que, la disposición original de los tiestos había sido alterada por quien realizó el hallazgo. El individuo enterrado se encontraba a 25 cm por debajo de la superficie actual del terreno y miraba hacia el sur. El esqueleto estaba completamente articulado y presentaba una posición genuflexa, con las manos cruzadas sobre las rodillas y la cabeza apoyada sobre los brazos (Figura 2). Una vez retirado el cuerpo nos encontramos con lajas de color verde y morado y con un bloque de cuarcita rosada que ubicados donde debería
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C ONICET (IDGyM). Universidad Nacional de Jujuy.
[email protected] Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, UNJu.
[email protected]
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Agustina Scaro y Lautaro López Geronazzo
estar la base de la gran urna. Por debajo de estos se halló una pequeña lasca de obsidiana, ubicada en el estrato estéril. Alrededor de la urna se observó un sedimento arcilloso, indicando tal vez la preparación del lugar antes del entierro.
Figura 2. La urna funeraria.
La urna corresponde a una enorme vasija cerrada de forma subglobular con asas en cinta ubicadas en el cuerpo superior, cuyo diámetro máximo es de 56 cm. En la superficie presenta una gruesa capa de hollín, mientras que su interior es ordinario de color rojizo. La gran vasija estaba seccionada en el cuello y en la base para facilitar el entierro. Esta práctica es recurrente en los sitios de la Quebrada, observándose en las urnas usadas para el entierro de párvulos halladas en el Pukara de Volcán y en el Pukara de Tilcara (Gatto 1946; Debenedetti 1930). El entierro en vasijas cerámicas cortadas intencionalmente da cuenta de la reutilización de estas piezas que tenían en un principio otra función. Gatto señaló que en Volcán algunas de las urnas en las que fueron enterrados párvulos presentaban manchas de hollín en el exterior, delatando un “uso común” antes de haber servido como sarcófago (Gatto 1946: 45-46). El ajuar funerario El ajuar estaba ubicado sobre el esqueleto y se componía de 34 tiestos pertenecientes a 5 vasijas. LaVasija 1 (5 fragmentos) es cerrada aunque de forma no determinable con diámetro máximo de 36 cm. Se trata de una vasija ordinaria de color castaño que presenta en su cuerpo inferior restos de hollín. La Vasija 2 (13 fragmentos) corresponde a un cántaro ordinario negro de 30 cm de diámetro de abertura y de paredes bastante gruesas (8 a 13 mm), su superficie externa presenta, al igual que la vasija 1, huellas de hollín. La Vasija 3 (10 fragmentos) es cerrada de forma no determinable con una base plano convexa de 28 cm de diámetro y paredes de 6 mm de espesor. La superficie externa de esta vasija es pulida de color no uniforme que varía entre el rojo y el morado, su superficie interna es ordinaria rojiza. La Vasija 4 (8 fragmentos), es cerrada de forma no determinable. Su diámetro máximo es de 40 cm y sus paredes tienen un espesor de 6 mm. La superficie externa está decorada con diseños pintados en negro sobre castaño pulido, los mismos corresponden a arriñonados reticulados en línea fina asociados a líneas negras finas que terminan en una flecha (Figura 3). El ajuar se completa con un fragmento aislado, correspondiente a una quinta vasija de forma no determinable cuya superficie externa es roja pulida lisa. La presencia de la vasija decorada en Negro sobre Castaño permite plantear que este contexto corresponde a momentos tardíos, ya que el diseño de las “flechas” aparece durante el Período de Desarrollos Regionales y continúa durante el Incaico (Nielsen 1997). El hecho de que el diseño haya sido hecho con línea fina sobre un fondo castaño y que la superficie esté muy pulida permitiría ubicar este enterratorio en el Período Incaico ya que en sitios como el Pukara de Volcán y Esquina de Huajra se ha constatado que los diseños en línea fina y la superficies pulidas aumentan significativamente durante este momento (Cremonte com. pers. 2009).
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Figura 3. Vasija 4 del ajuar funerario
El individuo inhumado El análisis bioarqueológico del sujeto enterrado fue realizado por la Lic. Gheggi, quien indicó que se trataba de un individuo de sexo masculino con una edad estimada en 32 ± 4 años al momento de su muerte (Figura 4). Este adulto joven habría tenido una estatura en vida de 159 ± 2,81 cm (calculada a partir de la longitud máxima de la tibia) y poseía una deformación craneana de tipo tabular oblicua muy simétrica y proporcionada (Gheggi 2009).
Figura 4. El individuo inhumado en el interior de la urna
No se observan lesiones traumáticas o patologías infecciosas o nutricionales. Por otra parte, sus piezas dentales están bien conservadas y sólo presentan un desgate leve sin advertirse caries o cálculos dentales. Se registró sin embargo, la pérdida de piezas (los dos primeros molares del maxilar) antes de la muerte y la presencia de un absceso en el segundo molar superior izquierdo (Gheggi op cit ). Se observaron lesiones de tipo degenerativo en el sector lumbar de la columna vertebral y en la articulación coxo-femoral. La primera lesión corresponde a la presencia de un proceso de destrucción ósea (proceso osteolítico) y de generación ósea (osteofitosis) de la quinta vértebra lumbar (Figura 5 A) que coincide a su vez con un proceso proliferativo óseo en forma de estrella sobre la superficie superior del cuerpo de la primera vértebra sacra (Figura 5 B). Además, sobre la superficie articular izquierda del sacro se observa depositación ósea, la cual coincide con un proceso osteolítico presente sobre la superficie auricular del coxal izquierdo.
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Agustina Scaro y Lautaro López Geronazzo
A
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Figura 5. Lesiones degenerativas en la columna vertebral. A. Lesión en la quinta vértebra lumbar. B. Proceso proliferativo óseo de la primera vértebra sacra
Las mencionadas lesiones son coincidentes con una patología articular degenerativa producto de un continuo y exigido uso de las articulaciones de la columna a nivel lumbar y de la cadera. Si bien el proceso degenerativo de las articulaciones es inherente al avance de la edad al producirse el desgaste de los cartílagos interarticulares, el uso continuo y exigido de ciertas regiones articulares las expone a un mayor riesgo Jurmain 1977, 1980, Larsen 1997, Bridges 1991, 1992. En el caso que nos ocupa, las lesiones presentes indican que el individuo desarrolló una actividad física cotidiana que involucraba especialmente ambos miembros inferiores y la cintura (Gheggi op cit ). Discusión El hallazgo de adultos inhumados en el interior de grandes urnas es inusual en el área andina. Las referencias bibliográficas más tempranas corresponden las presentadas por Weiser y Wolters (1920-1929), Lafone Quevedo (1891), Ambrosetti (1906), Boman (1908), Torres (1921) y Debenedetti (1930) a finales del siglo XIX y principios del XX, posteriormente Gatto (1946) y Berberián (1969) realizaron hallazgos de este tipo. El descubrimiento más reciente de un entierro de adultos en urna corresponde al realizado por Williams y De Hoyos (2001). El entierro de adultos en urna es característico de las tierras bajas. A principios del siglo XX se interpretaba su presencia en el área andina como una influencia de grupos Tupí-Guaraní del Brasil. Sin embargo, los hallazgos realizados en La Candelaria (Salta) permitieron realizar nuevos planteos al respecto. Las diferencias observadas entre los materiales Candelaria y los de origen Guaraní brindaron elementos para rechazar la hipótesis de una “invasión” Guaraní en el NOA (Berberián 1969; Gatto 1946). Para explicar la presencia de esta práctica funeraria en el área Valliserrana, Berberián propuso que el entierro de adultos en urnas fue realizado desde momentos tempranos en las Selvas Occidentales del Noroeste. En un determinado momento del período tardío, esta práctica se habría difundido al área Valliserrana (Berberiánop cit : 33). Con respecto a los hallazgos de principios de siglo, es en el marco de las expediciones arqueológicas de Muñiz Barreto que Weiser y Wolters (1920-1929) hallaron una urna conteniendo los restos de un adulto en el cementerio “Colpa Grande” (Dto. Belén); se trata de un ejemplar similar a lo que Berberián llamaría posteriormente “urnas Andalgalá para adultos”. La urna estaba rodeada por una vasija Belén (usada generalmente para inhumar párvulos) y un puco, ambos boca abajo. Por su parte, Lafone Quevedo (1891) halló en Chañar-Yaco tres entierros de adultos en urnas asociados a vasijas cerámicas de filiación incaica. Otros hallazgos de ese momento son los realizados por Torres (1921) en Rosario de la Frontera (Salta), Ambrosetti (1906) en Pampa Grande y Boman (1908) en San Pedro y El Carmen (Berberián 1969: 28-29). Para la región de Andalgalá, Berberián analizó 22 casos de entierros de adultos en urnas denominadas por él “urnas Andalgalá para adultos”. Estas tienen en todos los casos una forma de ovoide invertido y presentan una base circular muy angosta y una boca subcircular, tapadas con una vasija de forma similar. La decoración tanto de las urnas como de sus tapas consiste en porciones de cerámica aplicadas al pastillaje cerca del borde a lo largo de su contorno. Las urnas Andalgalá fueron halladas en asociación a urnas Belén y a pucos ordinarios colocados boca abajo. El ajuar presente en el interior de las mismas se componía de piezas trabajadas en oro y tejidos de lana de camélido, así como también de urnas Belén en miniatura (Berberiánop cit : 23-27). Más recientemente y también en la región de Andalgalá, Williams y Hoyos (2001) hallaron un entierro múltiple de adultos en urna. La urna en cuestión portaba también una tapa y tenía un ajuar cerámico importante
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conformado por una vasija Belén decorada en Negro sobre Rojo, dos pucos del estilo Yocavil Policromo, un plato Inca Provincial con engobe naranja así como también fragmentos de una vasija Famabalasto Negro sobre Rojo, de una ollita Inca Rojo sobre Blanco y de un puco Inca Negro Pulido. Estos estilos cerámicos fueron hallados también en distintos establecimientos incaicos del área. Los fechados obtenidos para el contexto (1436 [1520, 1569, 1627] 1953 cal d. C. y 1423 [1485] 1661 cal d. C.) confirman su pertenencia al Período Incaico (Williams y De Hoyos 2001: 28-29). Williams y De Hoyos reconocen la influencia de las Selvas Occidental en el enterratorio de adultos en urna. Plantean no obstante, que en el caso particular de Agua Verde se habrían inhumado a miembros de la élite relacionados con el Imperio Incaico. Estos individuos formarían parte de grupos de colonos provenientes del pedemonte oriental que se habrían asentado en el sitio Potrero-Chaquiago (Williams y De Hoyosop cit : 30-31). Con respecto a la Quebrada de Humahuaca, se hallaron inhumaciones de adultos en urna en los sitios Pukara de Volcán, Pukara de Tilcara y La Huerta. En el Pukara de Volcán, Gatto encontró un adulto sepultado en el interior de una gran urna en el fondo de la denominada quebrada de la Mina. Se trata de una urna ordinaria aunque de buena cocción de forma subglobular con cuello amplio y evertido y base circular plana. Los huesos corresponden a un individuo adulto, pero los elementos más pequeños del esqueleto estaban en malas condiciones de conservación rescatándose sólo el cráneo y los huesos largos (Gatto 1946: 45). El autor no especifica si este entierro estaba acompañado por algún ajuar funerario. En el Pukara de Tilcara, Debenedetti encontró un adulto enterrado en una vasija cerámica en una cámara en el ángulo noroeste de un edificio rectangular (yacimiento 149). Este enterratorio fue realizado en el interior de un virque que estaba seccionado en la parte superior con el fin de introducir al individuo enterrado sin ajuar. Los restos óseos de este entierro estaban totalmente destruidos (Debenedetti 1930: 96-97). El hallazgo de La Huerta también fue realizado por Debenedetti quien propone que se trataría de un “probable chiriguano” adulto (Raffino 1993: 92) Los entierros de adultos en urnas en la Quebrada de Humahuaca son escasos y presentan una gran variedad de formas. Las características comunes de estos entierros son la inhumación de un solo individuo con escaso o nulo ajuar, aunque Perchel se destaca por la excelente conservación de los restos óseos del sujeto enterrado frente a los de Tilcara y Volcán que estaban en muy malas condiciones. El hallazgo del entierro de un adulto en urna permite plantear nuevas hipótesis acerca de la ocupación del Pukara de Perchel durante el Período Incaico. En principio, contribuyó a que modificáramos la visión que teníamos acerca del área residencial. Considerábamos que el sector en el que fue recuperada la urna era un área marginal del sitio en el que sólo existirían muros de contención. Sin embargo, el hallazgo permitió plantear que el área residencial de Perchel es de mayor tamaño y complejidad de lo que se había supuesto en un primer momento. Por otra parte, la presencia de una práctica mortuoria típica del pedemonte oriental en Perchel podría indicar la vinculación del sitio con poblaciones provenientes del oriente por lo menos durante el Período Incaico, momento al que pertenecería el entierro. Sin embargo, surge el interrogante acerca de la manera en que esta modalidad de inhumación está presente en Perchel ¿se trata de un comportamiento en cierta medida incorporado en la población local o bien indicaría la presencia de individuos de origen oriental quizás comprometidos con las tareas agrícolas o mineras a juzgar por los datos biarqueológicos obtenidos? Indudablemente se requerirán nuevas investigaciones para acercarnos a comprender la conformación de la población tardía del Pukara de Perchel y su rol en el paisaje social regional. Bibliografía Aláez García, A. 2001. Duelo andino: sabiduría y elaboración de la muerte en los rituales mortuorios. Chungara 33 (2); 173-178. Ambrosetti, J. B. 1906. Exploraciones arqueológicas en la Pampa Grande (provincia de Salta). Publicaciones de la sección antropológica 1. Facultad de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires. Bascopé Caero, V. 2001. 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CAPÍTULO 31 - MESA DE COMUNICACIONES 2
PREGUNTAS ARQUEOLÓGICAS Y RESPUESTAS DESDE LA CERÁMICA EN LA QUEBRADA DE LA CUEVA, HUMAHUACA, JUJUY Paola Silvia Ramundo
Introducción Se presenta un panorama de los diferentes abordajes utilizados para el estudio del material cerámico de la quebrada de La Cueva, Humahuaca, Jujuy. Dado que desde los años treinta del siglo XX hasta el presente algunos investigadores guiados por distintos enfoques teórico-metodológicos analizaron y continuamos analizando la cerámica –directa o indirectamente-, para responder preguntas arqueológicas. Preguntas que en secuencia historiográfica se han cuestionado: por aspectos vinculados a la pertenencia “étnico-cultural”, luego por “temas cronológicos”, más tarde sobre “influencias y/o contactos culturales”, posteriormente por interrogantes sobre la “manufactura local o alóctona”, hasta llegar a preguntarnos en la actualidad por los “patrones o comportamiento de producción y consumo, los circuitos y/o procesos de distribución y/o interacción, la diferenciación social y la identidad”, entre otros temas. Aquí evaluaremos la forma en que la cerámica fue utilizada para resolver estas cuestiones y la manera en que actualmente la utilizaremos para responder estas problemáticas y las implicancias teórico-metodológicas involucradas en dicho proceso. Ubicación espacio-temporal de la quebrada de La Cueva La quebrada de La Cueva, ubicada en el Departamento de Humahuaca, Jujuy, conforma una cuenca tributaria de la Quebrada de Humahuaca y nace en la Sierra de Santa Victoria a 22° 35’ Sur, desembocando en el Río Grande a 22° 57’ Sur (Hoja La Quiaca 2366-2166 IGM), cerca de la localidad de Iturbe. Recorre en dirección general norte-sur unos 46 km. desde los 4500 m.s.n.m. en sus nacientes hasta los 3300 m.s.n.m. en su confluencia con el Río Grande. Sus límites oriental y occidental están dados por las estribaciones del sistema de Santa Victoria que constituyen la divisoria de aguas. Luego del Angosto de La Cueva (ubicado 4 km. al norte de Iturbe), la quebrada se ensancha, y allí convergen la mayoría de las quebradas tributarias que aportan más caudal de agua al colector principal, especialmente sobre la margen occidental, circunstancia que tanto hoy como en el pasado permitió y permite la instalación de poblaciones, así como el desarrollo de prácticas agrícolas (Basílico 2008). Entre las instalaciones o sitios más representativos –hasta el presente– se encuentran de norte a sur: El Antigüito, Pueblo Viejo de La Cueva, Chayamayoc (con arte rupestre), Pukara Morado, Pueblo Viejo del Morado, Pukara de La Cueva y el Angosto de La Cueva (con arte rupestre), más una gran cantidad de terrazas y cuadros de cultivo arqueológicos (ver mapa en Basílico [2008: 29]). Dicha quebrada se enmarca en el Periodo de Desarrollos Regionales y posiblemente en el Momento Inka1. Nielsen (1999, 2001) sitúa a Pueblo Viejo de La Cueva, conjuntamente con Pueblo Viejo del Morado y el Pukara de La Cueva en los Desarrollos Regionales I (entre AD 900 y 1200). Pueblo Viejo de La Cueva podría haber estado habitado desde finales del Formativo Final y el Pukara Morado durante el Periodo Inka (entre AD 1430 y 1536). Pero sólo Pueblo Viejo de La Cueva fue datado en 1180 +/-50 AP (770 + 50 d.C. [LP-142]), con lo cual pertenecería al Formativo Final (Basílico 1992: 126). Panorama histórico: preguntas arqueológicas y respuestas cerámicas La quebrada de La Cueva fue recorrida a principios del siglo XX por Boman (1908) y von Rosen (1924). Casanova, en 1931, retoma los estudios en el sector mediante excavaciones en algunos de los sitios que se encuentran en la margen derecha de la quebrada (Pukara de La Cueva, Pukara Morado, Pueblo Viejo del Morado y Pueblo Viejo de La Cueva) y en 1933 Medenica (conocedor de la región e integrante de las expediciones de Casanova), realiza algunas recolecciones en el área2. Aunque en los trabajos de Casanova (1933 y 1934) se menciona y describe con detalle el material cerámico de los sitios, este no constituye un tema principal de estudio. Allí se emplea indirectamente la cerámica (ya que utiliza conjuntamente todo el registro arqueológico recuperado con el objeto de efectuar sus interpretaciones), para responder preguntas acerca de la pertenencia “étnico-cultural” de los pueblos que habitaron la quebrada de La Cueva. En este sentido, determina la existencia de poblados tipo “Pueblos Viejos” y “Pucaras”, siendo -para el autor- la quebrada de La Cueva continuación geográfica de la de Humahuaca y los pueblos que la poblaron poseedores del mismo patrimonio cultural. Para determinar esto último utiliza como “elementos diagnósticos” la industria cerámica, así como la de piedra, hueso, tejido y metal (Casanova 1933, 1934). Pero “… por la situación de
CONICET – Museo Etnográfico de Buenos Aires, UBA, FFyL. Moreno 350- C.A.B.A. – Directora ad-honorem del Programa de Estudios Arqueológicos - UCA. E-mail:
[email protected] 1 V er Nielsen (2001) y Basílico (1992, 1994). 2 T odos estos materiales se encuentran en el Museo Etnográfico de Buenos Aires y el Museo “E. Casanova” de Tilcara (FFyL, UBA).
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estos yacimientos de La Cueva, en el límite extremo de esta civilización, aparecen algunos elementos, cuya importancia y significado aún no es posible precisar, que pueden ser de gran valor para estudiar las relaciones de los humahuacas con otras tribus contemporáneas” (Casanova 1933: 318). El investigador recupera cerámica de los tres sitios, aunque sólo describe detalladamente las piezas enteras desde lo morfológico-decorativo, muy poco desde lo tecnológico y en ocasiones atribuye alguna funcionalidad a las mismas. En el Pukara de La Cueva encuentra fragmentos cerámicos sin decorar (algunos de los cuales ilustra en el texto de 1933), pero se explaya con dibujos y mayores descripciones en los ejemplares decorados con líneas negras entrecruzadas en reticulado oblicuo negro sobre engobe rojo, dos vasos ornitomorfos decorados con líneas negras y blancas alternados sobre engobe blanco. Mientras en Pueblo Viejo del Morado obtiene cerámica “tosca” entre otros materiales y, en Pueblo Viejo de La Cueva, recupera cerámica “tosca”, otra decorada en negro sobre engobe rojo y otra con decoración en negro y blanco sobre rojo. Desde finales de los años treinta los estudios sobre material cerámico en el sector sufren un prolongado impasse, ya que recién a partir de los sesenta algunos investigadores se interesaron por el análisis de las manifestaciones rupestres presentes en la quebrada de Chayamayoc y el Angosto de La Cueva (Fernández Distel 1977, 1983a, Gentile 1995), dentro de la quebrada de La Cueva, realizando vinculaciones cronológicas culturales entre los sitios que integran la misma (Madrazo y Otonello 1966, González 1977, Pérez 1968; Basílico 1998). Para referenciar cronológicamente dichos sitios recurren al material cerámico como “fósil guía de culturas”. De este modo cuando se releva el arte del Angosto de la Cueva, el mismo es asignado -a partir de evidencia relativa como la presencia de cierta cerámica- con otros sitios “… entre los 700 y 800 años D.C.” (Fernández Distel 1977: 52). Por otra parte, el arte rupestre de Chayamayoc es considerado por comparación con las adscripciones culturales de Casanova y por cronología relativa cerámica de poblados cercanos, entre el 700 y el 1000 D.C. (dentro de la que llama “Cultura Humahuaca”; posiblemente en su momento medio caracterizado por la cerámica tricolor que la autora vincula con la influencia tiawanacota en Jujuy [Fernández Distel 1983a: 46]). En Fernández Distel (1983b) se hace referencia a estos sitios, mencionando como “adscripción cultural” la pertenencia a la “Cultura Humahuaca” y especificando que el Pukara de La Cueva, el Morado y Pueblo Viejo de La Cueva pertenecerían -dentro de dicha “Cultura Humahuaca”- al período Medio o Tardío, mientras que el Angosto de la Cueva se adscribe a la mencionada “Cultura” sin especificar período. Allí se presenta el dibujo del vaso ornitomorfo que se adscribe al estilo “Isla Polícromo” del Pukara de La Cueva y que encontrara Casanova (Fernández Distel 1983b: 10). Como podemos apreciar en estos trabajos la cerámica sirvió para responder básicamente a preguntas sobre cronología. Porque se transformó en un “fósil guía cronológico-cultural”, y simultáneamente en un indicador de “influencias” o “contactos culturales”, donde determinada “cultura” deja su impronta sobre otra y esto se evidencia a través de los estilos cerámicos. En los años ochenta, Basílico retoma las investigaciones en el área bajo un enfoque que amplía la escala a nivel regional. En este momento se introduce el marco procesual a través del estudio del uso del espacio (específicamente con el foco de análisis en la relación de las poblaciones que habitaron la quebrada con el medioambiente que las rodea), así como a través del estudio de las tecnologías y sus procesos de producción, especialmente la manufactura cerámica. Por ello, entre sus trabajos se encuentra el relevamiento planimétrico en el Pukara de La Cueva (Basílico 1998) y una excavación en Pueblo Viejo de La Cueva donde estudia puntualmente la cerámica (Basílico 1992 y 1994). En uno de sus escritos sobre Pueblo Viejo de La Cueva intenta responder preguntas sobre la posible existencia de manufactura local y/o de contactos entre las sociedades que habitaron Pueblo Viejo de La Cueva, la Puna y Quebrada de Humahuaca (Basílico 1994: 153) y para ello analiza la cerámica desde un punto de vista tecno-tipológico y tecnomorfológico. Además elabora un protocolo de formas cerámicas, determina elementos de diseño, analiza distintas variables del conjunto cerámico decorado recuperado tales como: producción, morfología, elementos y estructura del diseño. También compara con material de la colección “Isla” del Museo Etnográfico de Buenos Aires, reconstruye formas, determina -entre otros factores- la existencia de prácticas metalúrgicas, el uso diferencial del espacio (poblado y área de cultivo), la ausencia de entierros en habitaciones, la captación de recursos hídricos mediante andenes transversales y acequias, la presencia de cerámica de Pueblo Viejo de La Cueva perteneciente al estilo “Isla” como consecuencia de contactos inter-sitio. Luego analiza las pastas cerámicas (Basílico 1994) armando estándares y grupos cerámicos, correlacionando composición de pastas con morfología y decoración, comparando con estándares de la Quebrada de Humahuaca y de Puna para tomarlo como posible evidencia de contactos entre regiones (trabajando sobre un 40% de la población total decorada). En su estudio encuentra cerámica con puntos blancos semejantes a los de Quebrada de Humahuaca (como encontrara Debenedetti 1919) y Puna (Krapovickas et al 1979) y en San Pedro de Atacama (Chile). Al confrontar con la Quebrada de Humahuaca y Puna afirma que “… las de Pueblo Viejo de la Cueva corresponderían a la tradición tecnológica de pastas denominadas Yavi con indudables características locales” (Basílico 1994: 161). Concluye diciendo que hay pastas que presentan similitudes con estándares de la Quebrada de Humahuaca, lo cual la lleva a pensar que podrían pertenecer a la misma tradición tecnológica y por eso platea la existencia de contactos entre estas áreas. Aunque destaca que los recipientes del sitio poseen características locales propias en cuanto a los componentes y a la manufactura de la pasta. También menciona la semejanza en morfología y
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diseño pintado con piezas “Isla” y “Alfarcito”, pero considera que los ceramistas del sitio realizan su propia recreación al combinar los elementos del diseño para decorar piezas; hay otras pastas que difieren de las de Quebrada de Humahuaca, que la conduce a pensar en la existencia de una manufactura local. Finalmente hay similitud de pastas con las denominadas “Yavi”, aunque con características particulares y locales (Basílico 1994: 162). Por lo tanto, se evidencia para Pueblo Viejo de La Cueva la posible presencia de cerámica de estilos tradicionalmente llamados “Isla”, “Alfarcito”, “Yavi” y, posiblemente, cerámica de manufactura local. Durante el presente milenio, bajo la dirección de Basílico hemos realizando conjuntamente sondeos y excavaciones en El Antigüito y Pukara de La Cueva entre el 2006 y 2008 (Basílico y Ramundo 2007 y 2006; Ramundo y Basílico 2007; Ramundo 2008a). Y nos hemos centrado en el estudio de la relación de los sitios y las zonas productivas, así como en la puesta en valor patrimonial de toda el área. Pero desde el año 2009, debido a la lamentablemente pérdida de Basílico, las investigaciones siguen bajo la dirección de Ramundo, con los objetivos iniciales del proyecto y con otros diferentes (aunque aquí sólo presentaremos los nuevos objetivos vinculados al estudio cerámico). En este sentido entendemos que la muestra debe ampliarse al estudio de todos los sitios que integran la quebrada para comprender la dinámica socio-cultural del sector y su relación con otras áreas. Y además consideramos a la cerámica no como un objeto aislado ni como una simple tecnología dentro del sistema cultural, sino como un elemento que en su contexto e interrelación con la sociedad y el ambiente permite responder a problemáticas amplias sobre cronología, etnografía, uso, procesos sociales como la distribución, circulación y/o intercambio, producción, organización social y política, consumo y simbolismo, etc. (Arnold 1989; Mannoni y Giannichedda 1996; Shimada 2007; Sinópoli 1992; Skibo 1999; etc.). Por todo lo precedente, guiados hoy por preguntas que buscan ahondar en los patrones o comportamientos de producción y consumo, en los circuitos y/o procesos de distribución y/o interacción, en la diferenciación social y la identidad, entre otros factores, abordamos el material cerámico – en relación con todo el registro arqueológico- de la siguiente manera. En primer lugar, estamos clasificando la cerámica desde distintos puntos de vista analíticos (morfológicos, estadístico-cuantitativos, funcionales y decorativos/estilísticos), tanto para los materiales fragmentados de los sitios de la quebrada de La Cueva trabajados por nosotros (provenientes de El Antigüito –al que hemos considerado como un posible cementerio2*- y del Pukara de La Cueva3†) y de los estudiados previamente por Basílico (Pueblo Viejo de La Cueva), así como las piezas remontadas4‡ y enteras obtenidas en dichos sitios. También aquellas que forman parte de las colecciones del Museo Etnográfico de Buenos Aires (materiales que ya hemos fotografiado, analizado y actualmente estamos clasificando y comparando) y en breve trabajaremos con las escasas muestras del Museo “E. Casanova” de Tilcara, que pertenecen a la misma colección. La clasificación incluye el registro fotográfico, gráfico5§ y fichado de piezas enteras y fragmentos 6** (información que se está volcando en una base de datos, que permite manejar el registro documental, gráfico y fotográfico simultáneamente). Por otra parte, la sistematización morfológico-funcional que se está realizando en base a distintos autores incluye, por ejemplo, el análisis de atributos de la forma (perfil y complejidad del contorno, variaciones en las partes de una pieza (bordes, cuellos, asas, bases, etc.), estudio que deseamos complementar, por ejemplo, con determinación de contenido de las vasijas. También se está comenzando a trabajar con los atributos decorativos (estilísticos/iconográficos), mediante su registro y sistematización, y teniendo en cuenta el tratamiento de ambas superficies, las técnicas decorativas empleadas y sus motivos (clasificación de los elementos presentes, configuración de los elementos de diseño y ubicación de la decoración en la pieza, estudios de unidades, de la composición del 2*
Donde hemos recuperado, entre otros elementos cerámicos (que ascienden a más de 200 fragmentos), piezas de formas tanto cerradas (en menor cantidad) como abiertas. Y entre estas últimas se destacan aquellas de borde evertido que presentan una decoración en cruz negro sobre rojo en borde de cara interna (muy semejante a los vasos subcilíndricos descriptos por Casanova para Pueblo Viejo de La Cueva –por ejemplo el Nº 31-298 de la colección del Museo Etnográfico-). Así como fragmentos de cuerpos con decoración reticulada en negro sobre rojo dentro de un triángulo (también semejantes a los presentes en Pueblo Viejo de La Cueva descriptos por Basílico [1992]), y cuerpos con pinceladas internas de pintura morada sobre engobe rojo, elemento decorativo que se reitera tanto en este sitio como en el Pukara de La Cueva. Las asas son mayormente acintadas (a veces en correa) y remachadas, y las bases son todas planas. 3† C on un universo que supera ampliamente los 4000 tiestos (hasta el momento), encontramos piezas abiertas y cerradas de tamaños variados (predominando las de gran tamaño con bases planas). Muchas presentan hollín externo, otras tienen decoración geométrica reticulada pequeña y grande en negro sobre engobe rojo –algunas correspondientes a pucos- semejantes a los de “La Isla” descriptos por Bregante [1926]-, otras se presentan con interior negro pulido y otras decoradas en blanco sobre morado. Algunas tienen pinceladas internas moradas, y otras presentan espirales concéntricos en negro sobre rojo (descriptos por [Bregante 1926] para “La Isla”). Al mismo tiempo aparece tanto en superficie como en estratigrafía cerámica con decoración en negro y blanco sobre fondo rojo -muchas veces formando triángulos escalonados negros orlados en blanco -semejantes a la cerámica Alfarcito Polícromo descripta para “La Isla”, y que Basílico menciona para Pueblo Viejo de La Cueva. También recuperamos piezas con decoración negra sobre fondo rojo de forma “maniforme” (semejante a la procedente del Pukara de Tilcara [descripta por Bregante 1926]). 4‡ Aspecto sobre el que hemos trabajado y seguimos trabajado detalladamente, dado que algunas de las piezas procedentes del Pukara de La Cueva se han fragmentado in situ dentro de determinados recintos excavados, y prácticamente se han podido recuperar formas completas. 5§ Gran parte de los dibujos los está realizando A. Sanz, estudiante de la carr era de Escenografía de la Universidad del Salvador. 6** Tarea que están realizando las estudiantes de Arqueología de la UBA: D. Sanz, M. V. Mc. Loughlin, M. V. Malkevicius y L. Ferradas.
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diseño y la relación con otros elementos iconográficos, etc.). Para ello estamos realizando el remontaje de las piezas, recuperando así la localización de la decoración, y también dibujando los diseños en su conjunto y desglosándolo sus unidades decorativas, sus composiciones y configuraciones. De las agrupaciones preliminares que han surgido de las clasificaciones precedentes, hemos iniciado el análisis de las pastas a bajos aumentos en lupa binocular para registrar la variación existente. Los atributos decorativos se están comparando con los materiales de otras regiones cercanas a la nuestra (Quebrada de Humahuaca, Puna y Sector Oriental) con los que postulamos habría existido alguna interacción. Más adelante se efectuarán estudios específicos para determinar el carácter local y no de la cerámica de la quebrada de La Cueva, aplicando prospección geológica para localizar fuentes de materias primas, análisis petrográficos de pastas en secciones delgadas para abordar cuestiones tales como procedencia de las piezas (comparando petrología de pastas con la geología de la región) y procesos involucrados en la producción (tecnologías de fabricación, uso y condiciones de depositación de la cerámica) Así también, en lo posible, también aplicaremos SEM + EDAX, DRX, y análisis químicos (NAA o ICP), entre otros. Los estudios planteados que involucran análisis morfológicos, estilísticos y físico-químicos coadyuvan a la investigación de aspectos vinculados a la identidad, las formas de organización social, la circulación e intercambio y cuestiones vinculadas a la manufactura local y no local. También nos proponemos estudiar la variabilidad funcional, morfológica, estilística y tecnológica de la cerámica de la quebrada a nivel temporal y espacial, para evaluar la variación en el consumo y/o uso, así como la circulación/interacción dentro de la quebrada con las zonas mencionadas, y para esto último realizaremos comparaciones con el material cerámico de estos sectores. Considerando que las diferentes formas de organización socio-política se pueden evidenciar en distintos patrones de consumo se analizarán dichos patrones de la siguiente forma. Se comparará el material cerámico de diferentes contextos particulares de uso a nivel intra e inter-sitio, tales como espacios domésticos, productivos y funerarios (dado que contamos en la quebrada con esta variabilidad de espacios)7††; se analizarán las llamadas trayectorias de vida de las piezas o “pottery lifehistory” para ver patrones de consumo -por ejemplo a través de las huellas de uso o su ausencia-; se analizará la variabilidad del consumo cerámico entre distintas unidades domésticas dentro de un mismo sitio arqueológico en escala sincrónica y diacrónica, para ver por ejemplo la posible existencia de diferenciación social planteada y la variabilidad en diferentes unidades productivas (cuadros, terrazas de cultivo y corrales)8‡‡, a partir de contextos ya excavados y de otros a recuperarse. Entre otras tareas, también estamos analizando la variabilidad en el consumo cerámico dentro de contextos funerarios excavados, y los provenientes de colecciones históricas (mediante el análisis de los libros de registro museográfico y libretas de campo) a través del tiempo (Ramundo 2010). Contextos que serán contrapuestos a aquellos domésticos y productivos dentro de y entre los diferentes sitios. A modo de reflexión La arqueología, como ciencia social, es un disparador de múltiples interrogantes que nos permiten aproximaciones parciales al pasado o pasados. En este trabajo se presentó una somera enumeración secuencial hacia investigaciones que desde diferentes marcos teórico-metodológicos se preocuparon por el patrimonio cultural de la quebrada de La Cueva, especialmente por su cerámica. Cada uno de estos estudios ha planteado preguntas que de manera directa o indirecta buscaron respuestas en la cerámica arqueológica. En ocasiones –desde un claro enfoque histórico-cultural europeo- para adscribir o asignar la etnia, raza o cultura de un pueblo bajo estudio, aunque no utilizando solamente el material cerámico, sino un conjunto de rasgos culturales. En otros casos –bajo la influencia agiornada de la Escuela Norteamericana de Antropología y su énfasis en las secuencias “cronológico-culturales”-, la cerámica se transformó en un “fósil guía cronológico”, donde básicamente el estilo decorativo sirvió de orientación para datar un sitio arqueológico, más precisamente -en este caso- aquellos con arte rupestre. En otras oportunidades (también por la impronta del difusionismo que encerró la escuela histórico-cultural europea), la cerámica fue un claro indicador de “contactos e influencias” de culturas o pueblos que portando su acervo patrimonial imponían sus estilos cerámicos sobre otras “civilizaciones”. Preguntas sobre la posible existencia de manufactura local y/o de contactos entre las sociedades, fueron una preocupación que desde enfoques procesuales se abordaron desde los años ochenta y noventa en adelante. Y entendemos que este tema sigue siendo actualmente un problema de estudio significativo, aunque las preguntas sean ahora sobre el intercambio a nivel de organización social (político-económico-simbólico) y no tanto 7††
Hasta el momento hemos considerado a El Antigüito un posible cementerio ubicado en el sector más septentrional de la quebrada de La Cueva. A Pueblo Viejo del Morado y Pueblo Viejo de La Cueva como posibles lugares de habitación. Y al Pukara de La Cueva un eventual lugar defensivo de acuerdo con Casanova (1933), sólo por la existencia de murallas y su posición estratégica. Casanova (1933) además menciona los enterratorios en las habitaciones y la posibilidad de existencia de cementerios en las faldas del mencionado sitio. Las excavaciones actuales indicarían que este sitio habría sido un lugar de habitación con posibles áreas diferenciales de actividad. Por otra parte, los estudios del 2009 parecen indicar una ocupación diferencial (considerando topografía del terreno, patrón arquitectónico y, variabilidad y concentración de material), factores que aún debemos corroborar excavando más recintos y mediante su completo relevamiento. 8‡‡ Por ejemplo, estructuras agrícolas en sector inferior de la quebrada, así como campos, cuadros, terrazas y andenes de cultivo en el sector medio (Basílico 2008).
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sobre simples contactos o influencias entre grupos humanos. A estas preguntas hoy en día se suman problemáticas sobre patrones o comportamientos de producción y consumo, circuitos y/o procesos de distribución y/o interacción, diferenciación social e identidad, entre otros factores. Como expresamos cada una de las preguntas enunciadas respondió y responde, a través del tiempo, a marcos teóricos-metodológicos diferentes, siendo reflejo de la historia de las investigaciones cerámico-arqueológicas nacionales (Ramundo 2008b). Así interpretamos que hemos discurrido desde corrientes histórico-culturales europeas radicales y otras más atemperadas, pasando por posturas procesuales que intentan abordar viejas preguntas que aún no tienen respuestas en el presente. Y finalmente hemos llegado a las visiones actuales que buscan estudiar la cerámica desde múltiples ángulos, intentando superar un enfoque teórico que pueda limitar los alcances de una investigación pero que si nos permita responder a cualquier interrogante. Problemáticas como la organización social, política, económica, religiosa, entre otras, son cuestiones que hoy nos preocupa dilucidar dentro de la quebrada de La Cueva, y que desde la totalidad del registro arqueológico intentamos investigar. Al evaluar los aportes y límites de cada investigación sobre la cerámica de la quebrada de La Cueva (y que sin duda son las bases que nos permiten hacernos nuevas y diferentes preguntas), podemos observar que los estudios de Casanova, si bien no se centraron en este material exclusivamente, dedicaron una parte significativa de sus publicaciones al mismo. Sin embargo, en sus textos se evidencia un marcado interés en el estudio descriptivo de piezas enteras, factibles de exhibición en museos y fundamentalmente en aquellas que se encontraban decoradas, y que simultáneamente no rompieran la armonía lógica del acervo patrimonial que -como continuidad “geográfica-cultural” de la Quebrada de Humahuaca-, la quebrada de La Cueva debía tener. El estudio de aquellos ejemplares decorados se hizo en detrimento de la cerámica fragmentada (que abunda en la superficie de estos sitios arqueológicos en cantidad y variabilidad estilístico-morfológica significativa) y de la cerámica no decorada (como posible indicador de problemáticas que podrían o no vincularse a la esfera del consumo doméstico, a la manufactura local, a funcionalidades y/o usos diferentes, entre otros factores). Simultáneamente por ese afán de encontrar “vínculos o contactos culturales” entre Quebrada de Humahuaca y La Cueva, esta investigación olvidó estudiar o describir –de acuerdo a la metodología de aquella época- lo autóctono de un espacio que encierra pukaras, pueblos viejos, sitios con arte rupestre y un sinfín de cuadros y andenes de cultivo arqueológicos, que la transforman en un lugar apto y con inmejorables recursos para una ocupación humana que desde tiempos prehispánicos se mantiene hasta el presente. Por otra parte, sin estos trabajos pioneros, como consecuencia del constante expolio al que son sometidos los sitios de la región, pocas hubieran sido las oportunidades de estudiar en el presente las colecciones de las escasas piezas enteras que se recuperaron en aquel momento. Piezas que por comparación morfológico-estilística nos permiten trabajar con el material cerámico fragmentado que hoy recuperamos. Por otra parte, los estudios de Basílico marcaron una brecha con respecto a los anteriores. No sólo por el enfoque regional, sino fundamentalmente por su aproximación al material cerámico desde lo tecnológico, morfológico y decorativo; así como por su trabajo comparativo con colecciones de la zona de Quebrada de Humahuaca y Puna. Con sus investigaciones se establece una bisagra que permite el desarrollo de los estudios que actualmente realizamos. Estudios donde intentamos abordar la esfera de la producción y del consumo en todas sus escalas, como elementos constitutivos de la organización social, política y económica. Y donde enfatizaremos no sólo en cuestiones de intercambio e interacción (micro y macro-regional), sino también en la producción local, a través de estudios experimentales y con diversas técnicas analíticas ya enumeradas. Ahora estamos estudiando al estilo no como un simple indicador cronológico-cultural, sino básicamente como un elemento que interrelacionado con otras variables nos permita comprender, por ejemplo, cuestiones vinculadas a la identidad de quienes poblaron esta área. Concordamos con Bugliani (2006), que el estilo es un modo de representación socialmente construido y que se encuentra involucrado en las estrategias sociales, está presente en la práctica cotidiana y en los objetos que circulan y se consumen diariamente. Teniendo en cuenta todo lo precedente consideramos que para comprender y estudiar la cerámica arqueológica desde nuestro marco teórico debemos abordar los múltiples aspectos que este material encierra. Pensamos que como instrumentos metodológicos, los diferentes abordajes (tipológicos, tecnológicos, morfológicos y decorativos), deben ser usados de forma inclusiva, que combinen diferentes líneas de investigación, que se pongan a prueba mutuamente y que de su combinación o interacción se generen nuevas hipótesis para resolver preguntas como las mencionadas y otras diferentes. Dedicatoria y Agradecimientos A la Memoria de la Dra. Susana Basílico, pionera en las investigaciones en la quebrada de La Cueva. Agradezco a los integrantes del equipo de investigación por su colaboración y entusiasmo en la tarea conjunta. A la UCA, por respetar la voluntad de la Dra. Basílico y convocarme para continuar ad-honorem la dirección del Programa de Estudios Arqueológicos, institución que ella fundara con tanto esfuerzo, y que me confiara antes de dejarnos. A la UBA por permitirnos continuar con el desarrollo del UBACyT F404, bajo la tutoría del Dr. L. González. A mis padres, mi hermana y a Fernando por su apoyo incondicional en la vida y la investigación.
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Paola Silvia Ramundo
Bibliografía Arnold. 1989. Ceramic theory and cultural process. New Studies in Archaeology. Cambrigde University Press. N. York. Basílico, S. 1992. Pueblo Viejo de La Cueva (Dpto. de Humahuaca, Jujuy). Resultado de las excavaciones en un sector del asentamiento. Cuadernos de la UNJU 3: 108-127. Basílico, S. 1994. Análisis de las pastas de fragmentos de Pueblo Viejo de La Cueva y su correlación con la morfología y diseño pintado. Actas del Taller De Costa a Selva: 153-176. Jujuy. Basílico, S. 1998. Relevamiento planimétrico del Pucará de la Cueva (Humahuaca, Jujuy). Los desarrollos locales y sus territorios. Compilado por Cremonte, pp. 245-255. UNJU, Jujuy. Basílico, S. 2008. Las sociedades prehispánicas en la Quebrada de La Cueva (Hum., Jujuy). Resultados preliminares sobre la ocupación del espacio. Actas del VIº Congreso Argentino de Americanistas, Tomo 2: 17-31. Bs. As. Basílico, S. y P. Ramundo. 2006. Identidad, Patrimonio y Arqueología. Las dificultades de su interrelación en la Quebrada de la Cueva, Provincia de Jujuy, Noroeste Argentino. Revista Maguaré 20: 153-176. Basílico, S. y P. Ramundo. 2007. Pasado y presente en la Quebrada de la Cueva, Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Resultados arqueológico-antropológicos del trabajo de campo. Pacarina 6 . En prensa. Boman, E. 1908. Antigüedades de la región andina de la Rep. Arg. y del desierto de Atacama, T. II, UNJU, Jujuy [1997]. Bregante, O. 1926. Ensayo de clasificación cerámica del Noroeste Argentino.E d. Estrada, Bs. As. Consumo y representación en el Formativo del sur de los valles Calchaquíes. Tesis Doctoral, Bugliani, F. 2006. FCNM, UNLP. Casanova. E. 1933. Tres ruinas indígenas en la Quebrada de La Cueva. Anales del Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia XXXVII: 255-319. Casanova, E. 1934. Los “Pucaras” de la Quebrada de La Cueva. Revista Geográfica Americana I (5): 315-320. Debenedetti, S. 1919. Las ruinas prehispánicas de El Alfarcito (Dpto de Tilcara, Prov. de Jujuy). Publicaciones de la Sección Antropológica de la F.F.y L. Nº 18. Fernández Distel, A. 1977. Un nuevo exponente del arte pictórico de la región Humahuaca: las pictografías del Angosto de La Cueva, provincia de Jujuy, Argentina. Cuadernos Prehispánicos 5: 41-53. Fernández Distel, A. 1983a. Continuación de las investigaciones en la Quebrada de La Cueva: Chayamayoc (Pcia. de Jujuy) R.A. Scripta Ethnologica Suplementa 2: 43-52. Fernández Distel, A. 1983b. Mapa arqueológico de Humahuaca. Supplementa Scripta Ethnológica. Gentile, M. 1995. Análisis de algunos nombres de lugares del Noroeste Argentino a partir de la ubicación y de la historia regional prehispánica y colonial. Tawantinsuyu 1: 46-54. González, A. R. 1977. Arte Precolombino en la Argentina. Filmediciones Valero, Bs. As. Krapovickas, P. et al . 1979. La instalación humana en Santa Ana de Abralaite, Sector Oriental de la Puna: Jujuy, Argentina. Relaciones SAA XII. Madrazo, G. y M. Otonello. 1966. Tipos de instalación prehispánica en la región de la Puna y su borde. Monografías N°1. Museo "D. Arce": 9-12 y 21. Mannoni y Giannichedda 1996. Archeologia della produzione. Einaudi, Turín. Nielsen, A. 1999. Demografía y cambio social en Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina) 700-1535 d.C. Relaciones de la SAA XXI: 336-339. Nielsen, A. 2001. Evolución Social en la Quebrada de Humahuaca (AD 700-1536). Historia Argentina Prehispánica, Tomo I. Eds E. Berberián y A. Nielsen,pp. 190-197. Ed. Brujas, Córdoba. Pérez, J. A. 1968. Subárea de Humahuaca. Actas y Memorias del XXXVII CIA. Vol. II: 273-293, Bs. As. Ramundo, P. y S. Basílico. 2007. El camino hacia la protección, conservación y puesta en valor del Patrimonio Arqueológico del Pukara de la Cueva, Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Patrimonio cultural: la gestión, el arte, la arqueología y las ciencias exactas aplicadas. Editado por CNEA, pp. 211-219, Bs. As. Ramundo, P. 2008a. Informe de 3º campaña a la Quebrada de la Cueva. Informe de avance Proyecto UCA 2006-2008Año 3, compilado por P. Ramundo. Bs. As. Manuscrito. Ramundo, P. 2008b. Estudio historiográfico de las investigaciones sobre cerámica arqueológica en el Noroeste Argentino. BAR Internacional Series 1849, Oxford. Ramundo, P. 2010. Consumo diferencial cerámico: contextos funerarios en el Pukara de La Cueva y Pukara Morado, Humahuaca, Jujuy. Bs. As., Manuscrito. Shimada. 2007. Craft production in Complex Societies. Multicraft and producer perspectives. The University of Utah Press. Sinópoli, C. 1992. Approaches to Archaeological Ceramics. N. York & London: Plenum P. Skibo. 1999. Pottery and People. Pottery and People. A dynamic Interaction.S kibo & Feinman. U.of Utah Press, S.L.C. Von Rosen, E. 1924. Popular Account of Archaeological Research During the Swedish Chacocordillera Expedition. Stockholm.
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DISTRIBUCIÓN, DISPONIBILIDAD Y ACCESIBILIDAD DE MATERIAS PRIMAS LÍTICAS EN LA QUEBRADA DE LA CUEVA (DEPARTAMENTO DE HUMAHUACA, PROVINCIA DE JUJUY) Susana Pérez Introducción El objetivo de este trabajo es exponer los resultados de las prospecciones realizadas en la Quebrada de La Cueva (Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy), a fin de conocer la oferta de recursos líticos en el área de estudio. Las tareas se focalizaron en la distribución, disponibilidad y accesibilidad de las materias primas y forma parte de la investigación en curso (Pérez 2009a). En la mencionada investigación, además del análisis del material proveniente de los sitios arqueológicos, se estudia la organización tecnológica (sensu Nelson 1991). El conocimiento de la base regional de recursos líticos (sensu Ericson 1984) constituye el punto de partida imprescindible para evaluar los distintos aspectos de la organización tecnológica, para explicar la variabilidad de los conjuntos líticos y las estrategias implementadas. En este sentido, en los últimos años surgieron en nuestro país trabajos orientados a tratar aspectos teóricos y metodológicos referidos a los principales problemas relacionados con el muestreo y la caracterización de fuentes potenciales de aprovisionamiento, canteras y talleres (p.e. Bellelli 1988, 2005; Berón 2006; Berón y Curtoni 2002; Berón et al. 1995; Franco 2004; Franco y Aragón 2002; Franco y Borrero 1999; Nami 1992; Nami y Rapalini 1996). Otras investigaciones se focalizaron en la caracterización de las materias primas (Aragón y Franco 1997; Aschero et al. 2002/2004; Bayón et al. 1999; Franco y Aragón 2004; Escola 2003; Elías y Tchilinguirián 2006; Pérez et al. 2006; Ratto 1991; Ratto y Kligmann 1992, entre otros), mientras que numerosos trabajos se han ocupado del aprovisionamiento y uso de los recursos líticos, cuya mención excedería los límites de esta comunicación. La información disponible en Jujuy es más escasa y, en algunos trabajos, solamente se hace referencia a la localización de alguna fuente de aprovisionamiento o cantera (Ávalos 2002, 2003, 2009; Ávalos y Chaparro 2004; Chaparro 2001, 2006; Chaparro y Ávalos 2006; Nielsen 1997; Nielsen et al. 1999; Yacobaccio y Lazzari 1996-1998; Yacobaccio et al. 2004). A pesar de que la Quebrada de La Cueva representa un área arqueológica que, por su posición geográfica y las evidencias arqueológicas disponibles reviste gran importancia en cuanto a las relaciones con otras regiones aledañas, Puna y sector Valliserrano, existe un vacío en la información, situación que merece ser considerada. El caso de estudio La Quebrada de La Cueva se localiza en el Departamento de Humahuaca, al noreste de la Provincia de Jujuy, entre los 22º 35’ y 22º 57’ latitud sur y 65º 22’ longitud oeste, aproximadamente. Su valor promedio altitudinal se encuentra entre los 4500 msnm en sus nacientes en la Sierra de Santa Victoria, y los 3300 msnm en su confluencia con el Río Grande. Constituye una cuenca tributaria de la Quebrada de Humahuaca y presenta, sobre ambas márgenes, gran cantidad de quebradas tributarias con cursos de aguas estacionales que le aportan el mayor caudal de agua. Por su situación geográfica y ambiental está incluida en el sistema orográfico de la Cordillera Oriental (González Bonorino 1958; Turner y Mon 1979) y, de acuerdo con sus características fitogeográficas, corresponde al Dominio Chaqueño, Provincia Prepuneña (Cabrera 1958). En base a los límites naturales de la cuenca, la topografía y la vegetación, y teniendo en cuenta el emplazamiento y localización de los asentamientos, Basílico (2009) distinguió tres sectores de muestreo en la quebrada: Sector Inferior, Medio y Superior. Se detectaron áreas agrícolas en los Sectores Medio y Superior, sobre ambas márgenes del Arroyo La Cueva y en las quebradas laterales de las vertientes occidental y oriental, así como también sobre la ladera occidental del Sector Inferior. En el Sector Medio es donde se encuentran la mayoría de los sitios arqueológicos, se identificaron: Pukará de La Cueva, Pukará Morado, Pueblo Viejo del Morado y Pueblo Viejo de La Cueva (en adelante PC, PM, PVM y PVC, respectivamente). Los sitios identificados en el Sector Superior son: El Tala, Casillas, Antigal de Coruncó y El Antigüito. De los sectores mencionados, en este trabajo se presentan los primeros resultados de las investigaciones llevadas a cabo en el Sector Medio.
INAPL y PROEA (Programa de Estudios Arqueológicos, Instituto de Historia Argentina y Americana, Facultad de Filosofía y Letras, Pontificia Universidad Católica Argentina). E- mail:
[email protected]
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Susana Pérez
Aspectos geológicos y litológicos relevantes Desde el punto de vista arqueológico, en la Quebrada de La Cueva, los espacios potencialmente ricos en materias primas líticas de interés corresponden a depósitos y/o afloramientos de cuarcitas, areniscas cuarcíticas, cuarzos, filitas, pizarras y esquistos, entre otras, siendo el Horizonte Calcáreo Dolomítico (Vilela 1960) el que reviste mayor interés. Dentro de la unidad denominada Grupo Salta, que está “...integrada por un potente complejo sedimentario predominantemente clástico, en menor grado carbonático, con escasos niveles de volcanitas de distribución muy localizada” (Rubiolo 2003:34), los espacios de interés corresponden a los Subgrupos Pirgua, Balbuena y Santa Bárbara. Las mismas afloran en forma paralela al Arroyo La Cueva, en el área ubicada al Oeste de las localidades de Casillas y Pueblo Viejo, hasta la desembocadura del Arroyo La Cueva en el Río Grande. Las cuarcitas, el cuarzo y las areniscas cuarcíticas, se presentan en afloramientos consolidados con guijarros incrustados y también como rodados en terrazas erosionadas del “conglomerado de base del Horizonte Calcáreo Dolomítico de la Quebrada de La Cueva” ( sensu Vilela op. cit.:127, 132-134), correspondiente a la Formación Yacoraite del Cretácico. Metodología Se planteó un esquema de trabajo que contemplara diversas etapas de obtención y procesamiento de la información: 1-análisis de la información arqueológica, geológica, topográfica y litológica, 2- confección de mapas base de oferta potencial de recursos con espacios georeferenciados, 3- trabajos de campo dirigidos a la prospección de los espacios seleccionados, 4- registro de puntos y recorridos tomados con GPS (Global Position System), 5- análisis petrográficos de muestras geológicas y arqueológicas, 6- comparación de muestras recolectadas y evidencia arqueológica, y 7- elaboración de mapas temáticos que contemplen la distribución de sitios arqueológicos y de fuentes potenciales de aprovisionamiento, canteras y talleres, georeferenciados a partir de los registros GPS, bibliografía edita y registros de campo. En este trabajo se presentan los resultados de los primeros cuatro puntos, dado que las etapas posteriores se encuentran en proceso de análisis. En base a los antecedentes arqueológicos y la información geológica, topográfica y litológica edita (Rubiolo 2003, Turner y Mon 1979, Vilela 1960), incluido el uso de cartas y mapas geológicos y topográficos, fotografías aéreas e imágenes satelitales (ver especificaciones en referencias bibliográficas), se confeccionaron mapas base generales y areales, a escala 1:40.000 y 1:10.000, respectivamente, con la ubicación de los sitios arqueológicos y los espacios de interés georeferenciados. La determinación del espacio considerado como territorio de explotación de recursos ha dado lugar a diferentes escalas por parte de los investigadores. Se ha considerado como límite entre recursos locales y no locales un radio de 10 km a partir del sitio (Ratto 1991), 15 km lineales (Hocsman et al . 2003) o 30 km (Escola 2003), entre otros. También se ha clasificado como “...rocas inmediatamente disponibles... a aquellas que están accesibles en un radio de alrededor de 10 km del sitio... en un radio de hasta 60km son locales, las que se encuentran entre 60 y 100 km son de distancia media, y las que provienen de más de 100 km son de largas distancias.” (Bayón y Flegenheimer 2004:61, también ver Bayón et al. 2006:22). En nuestro caso, consideramos materias primas locales a aquellas que se encuentran dentro de un radio de 10 km de los sitios y no locales a aquellas que exceden esa distancia y requieren de una alta movilidad por parte de los grupos. Dentro de las consideradas locales, las inmediatamente disponibles serían aquellas que no exceden los 3 km a partir del sitio. Si bien coincidimos con Bellelli en cuanto a que no es “... posible proyectar nuestra capacidad física de desplazamiento a las situaciones prehistóricas” (op. cit. 1988:149), tomar el factor tiempo-distancia nos orienta en el trazado del radio considerado. Además de las características de las rocas, su calidad para la talla y la escasez/abundancia del recurso, somos conscientes de la necesidad de tener en cuenta otras variables ambientales y económicas que entran en juego, tales como el tipo de ambiente, la accesibilidad a la fuente, la dificultad del recorrido en el terreno y la capacidad de carga, entre otras, que inciden en la toma de decisiones. En los trabajos de campo, se realizó el reconocimiento general del Sector Medio de la Quebrada a partir de prospecciones exploratorias en los espacios circundantes a los sitios PVC, PM y PC, así como también los correspondientes a las quebradas de los Arroyos La Cueva, Pucará, Añaguayo y Caijón. Cuando el relieve era de difícil recorrido, el camino estuvo determinado por la geomorfología, prospectando especialmente aquellos lugares que, según la bibliografía consultada, podían ofrecer información de interés para la investigación. La finalidad era el reconocimiento e identificación de fuentes potenciales de aprovisionamiento, canteras y canterastaller, a partir de la observación de las materias primas que reunían las características apropiadas para la confección de artefactos. Asimismo, las tareas se focalizaron en la caracterización de la forma en que se presentan las materias primas en la naturaleza y en la accesibilidad y distancia en relación a los sitios arqueológicos. Una vez localizada la fuente de materia prima, se realizaron transectas asistemáticas
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(longitudinales y transversales), a fin de la identificación de áreas de dispersión de materiales en la fuente y concentraciones que evidencien actividades de extracción y procesamiento de los recursos existentes. En todos los casos, se realizó un relevamiento fotográfico, registro en GPS y en fichas ad-hoc. Por el momento, solo se realizó el relevamiento in situ de la evidencia arqueológica. Cabe consignar que, además de los espacios potencialmente ricos en materias primas, también se incluyeron aquellos sectores que carecían de oferta de materias primas según la bibliografía consultada. En este sentido, Franco y Borrero consideran “que la bibliografía geológica nos sirve para tener una primera aproximación a la disponibilidad de rocas en una escala regional... La información geológica está presentada en una escala espacial macro. Para nuestros problemas arqueológicos también nos interesa relevar las fuentes de aprovisionamiento de menor tamaño y tener en cuenta variaciones en la calidad que la materia prima presenta dentro de cada una de ellas.” (op. cit . 1999:30). Con respecto a la metodología a implementar en la identificación y registro de fuentes de aprovisionamiento de recursos líticos, se han propuesto distintos acercamientos. En términos generales las variables consideradas son recurrentes, sin embargo, algunos se centraron en la calidad para la talla (Berón et al . 1995), o en las características de las fuentes (Berón y Curtoni 2002). Otros proponen una perspectiva experimental siguiendo los lineamientos de Nami (1992) (p.e. Bellelli 1988, Berón et al . 1995), o un esquema exploratorio (Franco y Aragón 2002, Franco y Borrero 1999) con énfasis en el tiempo de búsqueda de los recursos, o el uso de propiedades magnéticas (Nami y Rapalini 1996). De acuerdo con las consideraciones de Nami, las rocas apropiadas para la talla por presión o percusión son aquellas que poseen fractura concoidal, las cuales deben reunir ciertas cualidades como por ejemplo ser isotrópicas, cryptocristalinas, homogéneas, elásticas, duras y quebradizas. “ Por otra parte, las rocas menos adecuadas para los talladores son aquellas que presentan clivajes planos, inclusiones, vesículas, fisuras, grietas y no son homogéneas” (op. cit. 1992:37). En esta investigación, además de las materias primas que presentaban mejor calidad para la talla, medida como: excelente, buena, regular y mala (sensu Nami 1992:53), se registraron aquellas que, aunque de calidad regular o mala, se constató su utilización dentro del registro arqueológico de los sitios en estudio. Para el registro se utilizaron fichas ad-hoc y se recolectaron muestras de la variabilidad observada en las rocas presentes en las fuentes relevadas, así como también en los diferentes estratos de los afloramientos que las contenían. La finalidad era contar con muestras de rocas para su análisis en laboratorio, lo cual permitirá evaluar las características de las mismas con mayor grado de resolución. Cabe consignar que, en este nivel de análisis, la clasificación de las materias primas se realizó a nivel macroscópico. Resultados Los espacios prospectados hasta el momento, en el Sector Medio de la Quebrada de La Cueva, permitieron localizar e identificar la presencia de canteras de materia prima lítica explotadas y fuentes potenciales de aprovisionamiento. Su ubicación, las materias primas identificadas, su distribución y formas de presentación en el ambiente son las que se detallan a continuación. En las fuentes El Morado (FEM), ubicada en la ladera Este del cerro El Chorro, y La Cueva 1 (FLC1), ubicada al pie de la ladera Oeste del cerro Picacho, donde se encuentran emplazados los sitios PM y PC, respectivamente, se identificaron cuarcitas y en menor cantidad guijarros de cuarzo y arenisca cuarcítica. Teniendo en cuenta que se presentan en el “conglomerado de base del Horizonte Calcáreo Dolomítico de la Quebrada de La Cueva” (Vilela 1960:127, 132-134), son consideradas fuentes priMarías ( sensu Nami 1992) ya que forman parte de un estrato definido. En ambas se registraron evidencias de actividades de extracción y procesamiento de cuarcitas y se identificaron distintas variedades de color y tamaño del grano de las mismas. El área de dispersión de materiales es de 17.000 m2 y 18.000 m 2, respectivamente, y se identificaron sectores de concentraciones de 50 m2e n FEM y de 300 m 2 y 800 m 2e n FLC1. La fuente La Cueva 2 (FLC2), ubicada en la ladera Sur del cerro Picacho, corresponde a una roca sedimentaria determinada macroscópicamente como arenisca cuarcítica y, a pesar de no poseer una muy buena calidad para la talla, resulta de interés por su probable utilización en la manufactura de artefactos de molienda y para fines constructivos. Al igual que las fuentes de cuarcita, corresponde a la Formación Yacoraite del Cretácico y es considerada fuente priMaría. La forma de presentación es en bloques tabulares de diferentes tamaños y grosores por efecto del fracturamiento del afloramiento. Sólo se registraron algunas pocas evidencias que atestiguan algún tipo de actividad, como por ejemplo pruebas o testeos de la calidad de la roca. Mientras que, la fuente La Cueva 3 (FLC3), también ubicada en la ladera Sur del cerro Picacho, se trata de una fuente de calcedonia cuya forma de
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presentación es en bloques sueltos de concreción con clastos de calcedonia incrustada. Se identificaron tres bloques separados a 10m uno de otro, cuyas dimensiones oscilan entre 0,80 m - 0,55 m de largo y 0,65 m - 0,50 m de ancho, registrando un alto entre 0,45 m - 0,35 m. Es considerada una fuente secundaria ya que se desconoce el origen de procedencia de la misma. Cabe consignar que no se identificaron evidencias de actividades de extracción de la materia prima. Además de las fuentes mencionadas anteriormente, en el transcurso de los recorridos efectuados a lo largo de la ladera Oeste del Arroyo La Cueva y en las quebradas de los Arroyos Añaguayo y Caijón, fue posible advertir la presencia de otras materias primas, tales como grandes bloques de cuarcita, afloramientos de pizarras, arenisca cuarcítica y cuarzo, que resultan de interés dado que se comprobó su utilización en la ergología lítica de los sitios bajo estudio. Los grandes bloques de cuarcita (de 0,40 m x 0,40 m, aproximadamente) presentan mayor dureza que la registrada en las cuarcitas de FEM y FLC1, su distribución es dispersa y corresponde a una fuente secundaria (FLC4) ya que se desconoce el origen y forma del afloramiento. Por otro lado, se localizaron afloramientos de rocas esquistosas, determinadas macroscópicamente como pizarras, las cuales se presentan en formas tabulares de diferentes tamaños y grosores, de color verde oscuro y gris oscuro. Las pizarras tienen una distribución concentrada y abundante y son consideradas como fuente priMaría (FLC5). Cabe consignar que, aunque fue posible comprobar que las pizarras presentan mala calidad para la talla, dado que son muy quebradizas, se tomaron varias muestras ya que se registró su presencia en el sitio PC en algunas piezas que presentan trabajo de talla y retalla. Al mismo tiempo, en la cuenca del Arroyo Caijón fueron observadas areniscas cuarcíticas semejantes a las registradas en el afloramiento de FLC2 y, en el Arroyo Añaguayo, fue explorado un afloramiento de cuarcitas del Horizonte Calcáreo Dolomítico. En ambos casos, no se registraron evidencias que indiquen su explotación. Por último, el cuarzo, además de encontrarse en FEM y FLC1, también se registró en las laderas del sitio PC, en forma de nódulos con una distribución dispersa y aislada. Conclusiones En principio, es posible sostener que la cuenca del río La Cueva posee depósitos primarios y secundarios distribuidos en las inmediaciones de los sitios y explotados en algún grado. Teniendo en cuenta las distancias entre los sitios y las fuentes de aprovisionamiento relevadas, así como también las demás materias primas identificadas en los recorridos efectuados, se trata de recursos de carácter local y se encuentran inmediatamente disponibles y abundantes. La distribución de cuarcitas, areniscas cuarcíticas y pizarras es concentrada, mientras que la calcedonia, los grandes bloques de cuarcita y el cuarzo tienen una distribución dispersa. En todos los casos son de fácil acceso para su explotación. FEM y FLC1 fueron clasificadas como ‘canteras’. De acuerdo con la gran cantidad de desechos, la presencia de percutores, núcleos y algunas pequeñas concentraciones de lascas muy pequeñas y microlascas, se infiere que las actividades que se realizaron estaban relacionadas con las primeras etapas de producción lítica. En este sentido, la variabilidad registrada en las cuarcitas permite inferir que ello dio lugar a la formación de concentraciones que evidencian las actividades de selección y extracción de la materia prima, lo cual queda evidenciado por la presencia de lascas priMarías y secundarias. Aunque, con un análisis detallado de los materiales arqueológicos presentes en las fuentes, no se descarta la posibilidad de que se trate de ‘canteras-taller’, especialmente FLC1. Con respecto a FLC2, si bien se registraron algunas pocas evidencias de extracción, consideradas pruebas o testeos de la roca, cuantitativamente no son representativas como para clasificarla como cantera, por lo cual se la considera ‘fuente potencial de aprovisionamiento’. No obstante ello, si los análisis petrográficos confirman que es el mismo tipo de roca utilizada en algunos de los artefactos de molienda registrados en PC, habría que replantear su clasificación. En este sentido, consideramos que para la manufactura de molinos, conanas y morteros, además de las características petrográficas mencionadas anteriormente, la calidad de la roca se mide con otros parámetros, como por ejemplo “...la presencia como rodados, el nivel de atrición, la presencia de superficies u oquedades, el tamaño, forma y peso de los litos...” (Babot 2004:76) y no sería esperable encontrar actividades de extracción como se da con otros tipos de materias primas, sino una cuidadosa selección de las rocas con características apropiadas “… no solamente para la manufactura de artefactos de molienda, o para su uso con esta función, sino también para la manufactura de artefactos picados, alisados y pulidos…” (Babot op. cit.:76). Por último, FLC3 (calcedonia), FLC4 (grandes bloques de cuarcita) y FLC5 (pizarras), así como también el resto de las materias primas identificadas (areniscas cuarcíticas, cuarcitas y cuarzo), si bien se trata de fuentes en las cuales no se registraron actividades de extracción y, en algunos casos, no poseen buena calidad para la talla, como ocurre con las pizarras, se las considera ‘fuentes potenciales de aprovisionamiento’ ya que se constató su
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uso en los sitios arqueológicos (Pérez 2009b). Por su lado, la calcedonia, a pesar de que sus características la hacen un recurso potencial para su utilización, no se identificaron evidencias de utilización de la misma. En este trabajo se ha presentado el primer acercamiento hacia la construcción de la base regional de recursos líticos en la Quebrada de La Cueva, a fin de conocer la oferta de rocas potencialmente utilizables. Aún queda mucho por investigar en el área circundante a los sitios arqueológicos y extensas zonas por prospectar en los espacios seleccionados en la región, tareas que se prevén realizar como perspectiva futura. Agradecimientos A la Geóloga Natalia Solís, por su asesoramiento en la determinación de las materias primas. Esta investigación contó con el financiamiento de UCA (Acta CDNº 6/2008) y UBACyT (subsidio F 404, 2008-2010). Bibliografía Aragón, E. y N. V. Franco. 1997. Características de rocas para la talla por percusión y propiedades petrográficas. 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Susana Pérez
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PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD Y MEMORIA COLECTIVA. BIOGRAFÍA DE CAMPO MORADO, QUEBRADA DE HUMAHUACA Solange Fernández Do Rio , Melina Décima , María Alejandra Llago**, Jazmín Ohanian** y M. de las Victorias Villa**
Introducción Este trabajo relata los primeros resultados de las investigaciones arqueológicas y antropológicas llevadas a cabo en Huacalera, Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Argentina. La investigación se enmarca en el proyecto “La arqueología como discurso sobre el pasado y como práctica en el presente”, dirigido por Solange Fernández Do Rio (E840177- FFyL-UBA). Se busca estudiar los procesos de construcción de identidad y memoria colectivas en dicha población a partir de las sucesivas apropiaciones del sitio arqueológico de Campo Morado. Se propone un abordaje biográfico ya que se considera que los objetos adquieren, a lo largo del tiempo, su propia memoria y trayectoria personal. Se sostiene que las transformaciones en la configuración y en la percepción del paisaje de Huacalera, promovidas primero por el imperio incaico, luego por la conquista española y, por último, por las políticas integradoras del Estado Argentino, produjeron una profunda re-significación de las prácticas locales preexistentes, imponiendo la creación de nuevas memorias colectivas e históricas. En la interpretación de dicha biografía surge la relación entre la Arqueología como discurso sobre el pasado y la Arqueología como práctica en el presente. Biografías y memorias El objetivo general de este proyecto es entender los modos en que el sitio arqueológico Campo Morado fue y es incorporado a la memoria colectiva de un pueblo. Para ello se analizan los períodos Tardío (900-1430 d. C.), Inca (1430-1536 d. C.), Hispano-Indígena (1536-1650 d. C.), Colonial (1650-1810 d. C.) y el presente. Se propone un abordaje biográfico de este sitio arqueológico, ya que permite entender la manera mediante la cual los objetos adquieren y modifican sus significados a través de su interacción con la sociedad (Kopytoff, 1986). Este trabajo interdisciplinario parte de varias preguntas. En primer lugar, se cuestiona si el acercamiento arqueológico y el antropológico no tenían que ver con la definición y la relación entre la historia y la memoria, respectivamente. ¿Se trata de conceptos separados o representan la misma reconstrucción del pasado? De lo anterior se desprende: ¿podemos los arqueólogos acceder a la memoria o nuestro trabajo solo nos permite la reconstrucción histórica? Creemos que la respuesta es positiva. Es decir, esa reconstrucción histórica se realiza en base a los restos materiales de las sociedades del pasado. En este proceso, no podemos separar personas, objetos y lugares (Ingold, 1993: 195). Entendemos que cada práctica alusiva al pasado sirve para materializar una serie de relaciones sociales presentes y dar valor a ciertos elementos de los discursos. En este proceso los objetos adquieren su propia memoria y trayectoria personal (Gosden y Marshall, 1999). La existencia humana, y sus consecuencias materiales, es espacial ya que brinda una serie de puntos de referencia; es decir, el movimiento, al construir historias espaciales y formas de comprensión, involucra una presencia continua de experiencias previas y contextos presentes, memorias e historias. Es precisamente allí, donde se encuentran la Arqueología y la Antropología, ya que, mientras que la percepción del pasado es una construcción cultural presente, la percepción del presente está influida por los acontecimientos pasados y su percepción (Connerton, 1989). Por último, surgió la siguiente pregunta: ¿cómo estudiamos el modo en que un sitio arqueológico actuó y actúa como marcador temporal visible en el paisaje, retrotrayendo a la gente al pasado distante y generando, a partir de esta interacción, nuevas memorias e identidades? El contexto material de Campo Morado es de carácter ceremonial; es decir, su rol en el proceso de generación de memoria e identidad se relaciona con prácticas rituales. A este respecto, una de las manifestaciones de la memoria a las que alude Connerton (1989) se refiere a las ceremonias conmemorativas. Estas son actividades que tienen como fin instaurar y reproducir un determinado universo de significación, por ejemplo, los rituales que reactualizan las representaciones de la memoria colectiva. Si bien estas ceremonias aluden a las actividades que se realizaron y continúan realizándose en el sitio, se hace L ic. en Antropología, Orientación Arqueología, FFyL, UBA, doctoranda UBA, becaria doctoral CONICET.
[email protected] E studiantes de la carrera de Ciencias Antropológicas.
[email protected]
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necesario profundizar en la relación entre Campo Morado, las personas y las relaciones sociales generadas en dichas ceremonias. Para ello, utilizaremos el concepto de citación, que entendemos como cualquier práctica repetitiva que hace referencia a otra cosa y, al hacerlo, reitera su importancia. Así, las ceremonias conmemorativas son el medio para la citación (Fowler, 2001; Jones, 2005). Entonces, ¿fue Campo Morado un lugar donde la memoria y la identidad resistieron para no ser olvidadas? ¿O representó una forma de subordinación y transformación de las identidades locales? Proponemos que las distintas apropiaciones del sitio generaron diferentes representaciones colectivas conformadas por la combinación de nuevas y viejas prácticas, que nos hablan de la existencia de “otro” lugar en el mismo. Biografía de Campo Morado Como resultado de los trabajos realizados hasta el presente, surgen cuatro momentos cruciales en la biografía de Campo Morado, en los cuales el mismo lugar constituyó y fue el producto de diferentes memorias e identidades colectivas. Primer momento: un lugar para celebrar con los ancestros Proponemos que Campo Morado constituyó un lugar sagrado durante el período de Desarrollos Regionales. Esta inferencia proviene de dos tipos de datos. Por un lado, a partir del análisis de los materiales recuperados en las excavaciones, se evidencia la existencia de prácticas y actividades ceremoniales para este período (Fernández Do Rio, 2008). Por ejemplo, la presencia de una olla conteniendo granos de maíz quemados, la mayor representación de formas cerámicas de servicio (vajilla) por sobre las de almacenamiento o preparación de alimentos y tres tallas líticas de caras antropomorfas, entre otros elementos. Por otro lado, siguiendo a Bradley (1998), los sitios que sobresalen del paisaje, por su fuerte presencia física, como en el caso que nos ocupa, tienen una característica que los hace sagrados, sean estos un rasgo natural del paisaje o una estructura. La experimentación de un lugar sagrado tiene que ver con la dialéctica entre sus significados y el otorgado por las actividades que en él se realizan. A este respecto, debemos considerar la importancia que las sociedades andinas otorgaron a la geografía, por ejemplo, el culto a las montañas (Salomon 1995). Campo Morado bien pudo ser la emulación de algún cerro, una metáfora material de esta creencia, cuya gran visibilidad no solo se debe a su color morado, sino también al efecto que la luz solar le otorga en distintos momentos del día. Segundo momento: un lugar de dominación de la memoria colectiva Hacia 1400 d. C. se produjo la incorporación de la región al Tawantinsuyu. La manipulación y reestructuración de los espacios implementadas por los incas no solo reencauzó el movimiento e introdujo nuevas relaciones sociales, sino que trajo aparejados cambios en estas, acompañados de un nuevo orden social. En este marco, la reestructuración del diseño arquitectónico de Campo Morado constituyó una tecnología de poder a través de la cual los incas, asumiéndose como los verdaderos portadores de las tradiciones y del pasado, se ubicaron como los ancestros originales del mundo. De este modo, la construcción del ushnu constituyó un acto simbólico de apropiación del espacio. En los territorios conquistados, en particular en las regiones periféricas, una de las funciones de los ushnu fue la de unir políticamente al Cuzco con los centros provinciales y demás regiones bajo su jurisdicción (Hyslop, 1990: 100). De este modo, la apropiación de Campo Morado implicó la creación de una nueva espacialidad donde convergieron la identidad y el recuerdo inca y local, a través de las ceremonias conmemorativas (entendidas como lugares de creación y actualización de la memoria) realizadas en ella. La existencia de un episodio de quema que separa estratigráficamente las ocupaciones inca y pre-inca en la cima del morro, así como la de remodelaciones arquitectónicas, hace pensar en una apropiación imperial violenta de este lugar sagrado local. Esta estrategia de dominación incaica se puede observar también en Potrero de Payogasta (provincia de Salta) donde la ocupación incaica estuvo asociada con un evento de quema, después del cual se reconstruyó parte del asentamiento (D’Altroy et al., 2000) y en la misma Quebrada de Humahuaca, donde Nielsen y Walker (1999) plantean la conquista ritual de Los Amarillos por medio del uso de violencia simbólica evidenciada en la destrucción del Complejo A de carácter religioso. Entonces, en Campo Morado, el Tawantinsuyu buscó crear memoria colectiva para naturalizar la histórica (en la cual justificaba su dominación) por medio de las ceremonias llevadas a cabo en el ushnu. De este modo imponía su memoria histórica sobre el origen universal. Esa nueva memoria colectiva vinculaba, a la vez que marcaba, la separación entre los dos mundos por medio de la apropiación de un lugar ancestral y sagrado.
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Tercer momento: la creación de un no lugar En la primera mitad del siglo XVI, se produjo la conquista española de la región. Para este período, denominado de contacto hispano-indígena, las evidencias materiales (fechados radio-carbónicos y presencia de objetos españoles en contextos indígenas) sugieren que algunos de los sitios arqueológicos de la Quebrada de Humahuaca siguieron estando ocupados, por lo menos hasta mediados de dicho siglo. Más tarde, como consecuencia de las transformaciones coloniales españolas, se implementó el sistema de encomiendas y haciendas. Una de las consecuencias de este nuevo paisaje es la fundación, hacia 1650 de la capilla Inmaculada Concepción de Huacalera. A principios del siglo XVIII, con el arribo al poder del Estado borbónico, se buscó implementar nuevas políticas para generar mayor control sobre el territorio conquistado, tanto a nivel social como económico. Una de las instituciones partícipes de estas políticas fueron las Postas de Correo. La Posta de Huacalera fue fundada en 1772 por encargo de la Real Renta de Correos, formando parte de un circuito más amplio de postas, establecidas a lo largo de la Quebrada de Humahuaca, cuyo objetivo era comunicar la ciudad de Buenos Aires con Lima, Perú. A este recorrido se lo denominaba Carrera de Potosí1. Si bien, una vez más, el paisaje de la Quebrada de umahuaca fue manipulado y modificado, en esta oportunidad, la reestructuración excluyó ciertos elementos locales fundamentales. En otras palabras, para todo este momento no existe referencia alguna en los documentos de carácter político y administrativo consultados hasta hoy, ni de Campo Morado, ni de ningún otro sitio arqueológico. Esto nos lleva a pensar en una estrategia de negación intencional de la realidad indígena en Huacalera, por parte del Estado español. En este momento de la biografía de Campo Morado aparece un silencio que sería funcional a las políticas estatales pretendidas para dicho período. ¿Significó este silencio una forma de apropiación? De ser así, ¿por quiénes fue llevada a cabo? Teniendo en cuenta el abandono del sitio así como la falta de relevancia que tuvo para los españoles, ese silencio estaría evidenciando la transformación de Campo Morado en un no lugar, dentro del nuevo paisaje impuesto por los colonizadores europeos. Cuarto momento: un lugar de resistencia Como consecuencia del proceso de consolidación del poder español en las Américas y del aumento del poder de los terratenientes, terminó el proceso de expropiación de tierras a los indígenas. Así, merced a la fundación de la Finca Monterrey a principios del siglo XX, nació Huacalera como lugar de residencia. En este contexto, la prohibición de prácticas locales tradicionales generó nuevos locus de persistencia y resistencia de las mismas, puertas adentro, en ámbitos domésticos. En la segunda mitad del siglo XX, junto con el cierre de la mencionada Finca, comenzaron los reclamos por las tierras. Para los gobiernos, Provincial y Nacional, ese derecho solo le cabía a los miembros de las comunidades indígenas (identidad negada hasta el momento). Aunque persistían muchas prácticas vinculadas al culto de la tierra, se relacionaba al indígena con lo salvaje, lo no educado y la vergüenza. Este hecho generó entonces un proceso de construcción de identidad buscado por ambas partes: las comunidades, para reclamar, y el gobierno, para categorizar y ordenar. Nuevamente, a través de un proceso de re-citación, se creó otra espacialidad en Campo Morado. Esta reapropiación del sitio se materializó en la construcción de una apacheta2 sobre el ushnu y en los ritos asociados a ella. Sin embargo, esta nueva apropiación fue dual. Por un lado, dentro del discurso infantil se encuentra un relato que percibe al cerro como un lugar que contiene energía sobrenatural por el hecho de tener encima un sitio arqueológico. Para los niños, Campo Morado está gobernado por personajes míticos como la mujer patas de gallo, la chiva con cuernos de oro y el mismo diablo. Estos relatos remiten a experiencias ajenas a los sujetos enunciantes, jamás a vivencias propias. El tono que utilizaban los chicos al relatar estas historias, enérgico y excitado, llamaba a más niños a sumarse a este círculo de anécdotas generando una competencia para dilucidar quién tenía más historias sobre el cerro. Quizás por cercanía geográfica o por una fascinación infantil, el relato contado de algún hecho sucedido en Campo Morado se repetía en otros sitios arqueológicos. Este discurso no solo se encuentra en los niños, sino que también está representado en sus madres. Por otro lado, los discursos de los sujetos más ancianos de la población de Huacalera narran, con un dejo de desinterés, que la relación que mantienen con el cerro es de respeto por ser éste fuente de recursos como leña, agua y pastos para los animales. En este contexto utilitario, en la base del sitio, la familia Cruz realiza todos los 1
El actual Museo Histórico y Arqueológico de Huacalera se encuentra en la Posta Histórica. El mismo fue fundado por el Dr. Palma, junto con la Comisión de Sitio y la Comisión Municipal de Huacalera en 2003. 2 L as apachetas son estructuras producto de la acumulación de rocas de morfología troncocónica. Su utilidad está vinculada a la señalización de caminos y a las prácticas rituales, entre ellas la de los caravaneros (Nielsen, 1997-98).
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meses de agosto, el mismo ritual de “dar de comer a la madre tierra”. Con respecto a la apacheta, el Sr. Lastres comentó que en 1940, cuando era niño y fue a residir a Huacalera, ya existía y estaba activa. Creemos entonces que en este momento, la apropiación de Campo Morado apela a diferentes aspectos de la memoria colectiva. Si bien continúa siendo un lugar ancestral y sagrado, la relación de continuidad de la comunidad local con el pasado la encontramos plasmada en diversas percepciones hacia él (rechazo y miedo, uso como fuente de materias primas, hasta receptorio de las ofrendas realizadas al conmemorar a la pacha), que son ejemplos de apelaciones a los aspectos relegados de la memoria e identidad colectivas indígenas, no solo para resistir al orden político mayor, sino para convertirla en memoria histórica y, de este modo, lograr que esta nueva identidad ocupe un lugar en la historia de la Nación Argentina. Conclusiones Sosteniendo que cada práctica alusiva al pasado materializa una serie de relaciones sociales presentes, accedimos a la memoria y trayectoria personal de Campo Morado. Desde un abordaje arqueológico y antropológico de los procesos de construcción de memorias e identidades colectivas en Huacalera, este trabajo reconstruyó la biografía de Campo Morado. Como resultado de nuestras investigaciones sugerimos cuatro momentos en esa biografía, en los cuales el mismo lugar constituyó y fue el producto de diferentes memorias e identidades colectivas. Esas recitaciones se dieron a través de diferentes apropiaciones del sitio y de las ceremonias conmemorativas realizadas en su cima. Así, planteamos los distintos modos en que el pasado afecta al presente y viceversa en distintos períodos de tiempo. Para terminar, esta experiencia interdisciplinaria nos demuestra que, en la biografía de Campo Morado entramos nosotros, arqueólogos y antropólogos, siendo partícipes y otorgándole sentido, reconstruyendo memorias y construyendo historia. Agradecimientos En especial a Maximiliano Rúa, a Pablo Ochoa, a las familias Cruz y Pizín, al Sr.Lastres, a la Comisión Municipal de Huacalera y a Humberto Mamani. Bibliografía Bradley, R. 1998. The Significance of Monuments. On the Shaping of Human Experience in Neolithic and Bronze Age Europe, Routledge, Londres. Connerton, P. 1999. How Societies Remember , Cambridge University Press, D’Altroy, T.; Lorandi, A. M.; Williams, V.; Calderari, M.; Hastorf, C.; Demarrais, E. y Hagstrum, M. 2000. Inka rule in the Northern Calchaquí Valley, Argentina, en Journal of Field Archaeology (27), 2000, pp. 1-25. Fernández Do Rio, S. 2009. Apropiación incaica de un lugar sagrado en la Quebrada de Humahuaca, en Revista Arqueología, N° XV. Fowler, C. 2001. Personhood and Social Relation in the British Neolithic with a Study from the Isle of Man, en Journal of Material Culture, 6(2), pp. 137-163. Gosden, C. y Marshall, I.1999. The Cultural Biography of Objects, en World Archaeology, Vol. 31, Nº 2, pp. 169-178. Guber, R. 1991. El salvaje metropolitano. A la vuelta de la Antropología posmoderna, Buenos Aires, Legasa. Hyslop, J.1990. Inka Settlement Planning , University of Texas Press, Austin. Ingold, T. 1993.The temporality of the landscape, en World Archaeology, 25, pp. 172-174. Jones, A.2005. Lives in Fragments? Personhood and the European Neolithic, Journal of Social Archaeology, 5(2), pp. 193-224. Kopitoff, I. 1986. The Cultural Biography of Things: Commoditization as Process, en The Social Life of Things: Commodities in Cultural Perspective, (Ed. Appardurai), Cambridge University Press, pp. 64-91. Nielsen, A. y Walker, W. 1999.Conquista ritual y dominación política en el Tawantinsuyu: el caso de Los Amarillos (Jujuy, Argentina) en Sed Non Satiata: Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea. A. Zarankin y F. Acuto (eds.), Ediciones del Tridente, Buenos Aires, pp. 153-169. 1997-1998 Tráfico de caravanas en el Sur de Bolivia: Observaciones etnográficas e implicancias arqueológicas, en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXII-XXIII, Buenos Aires. Salomon, F. 1995 The beautiful grandparents: Andean ancestor shrines and mortuary ritual as seen through colonial records. En Tombs for the living: Andean Mortuary Practices. Ed. Por Tom Dillehay, pp. 315-353. Dumbarton Oaks, Washington DC.
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VIDA ÚTIL Y MUTABILIDAD MORFOLÓGICA DE LOS IMPLEMENTOS DE LABRANZA AGRÍCOLA: LAS “FORMAS TÍPICAS” Y “ATÍPICAS” DEL PERÍODO TARDÍO DE LA PUNA ORIENTAL (PCIA. DE JUJUY, ARGENTINA) Julio César Ávalos* Introducción La variabilidad morfológica de los implementos agrícolas de piedra del Período Tardío de la Puna Oriental, fue inicialmente separada en dos grupos morfo-funcionales: “Formas Típicas” y “Formas Atípicas” (Alfaro y Suetta 1979, Gentile 1990). El primer grupo corresponde a las morfologías más frecuentes, documentadas y analizadas en la arqueología regional (Alfaro 1988; Avalos 1998; Boman 1992 [1908]; Casanova 1938; Gentile 1990; Alfaro y Suetta 1979; Pérez 2009; Rosen 1990 [1916], Vignati 1938; Yacobaccio 1983). Incluyen los implementos con hoja ancha trapezoidal o triangular con pedúnculo diferenciado, siendo su característica más distintiva un filo largo y recto, uni o bifacialmente abradido (Avalos 1998). El segundo grupo, en cambio, reúne toda una serie de implementos internamente muy variable, cuyas hojas, como característica común, suelen ser más angostas que las del grupo anterior. Por su morfología, los implementos del primer grupo fueron considerados azadas o azadones, mientras que los del segundo, palas; cumpliendo ambos grupos funciones complementarias (Alfaro y Suetta 1979; Casanova 1938; Gentile 1990). Con el objeto de examinar la variabilidad observada, específicamente entre las formas atípicas, este trabajo adoptó un enfoque procesual o de la historia de vida de los artefactos, en vez de uno tipológico. Los resultados de este análisis apuntan que las formas atípicas no son productos finales del proceso de manufactura, diseñados para cumplir una función complementaria a las de las formas típicas, sino todo lo contrario, que los implementos que componen las formas atípicas son tipos derivados o transformados (sensu Aschero 1988), producto de prácticas tecnológicas post-manufactura aplicadas a las formas típicas para prolongar su vida útil. Los materiales en que se basa este trabajo fueron recuperados por el Dr. Angiorama en actividades de prospección y sondeos de diferentes contextos del área sur de la Cuenca de Pozuelos (Puna de Jujuy, Argentina). Marco La historia de vida de los artefactos líticos está íntimamente relacionada a las diferentes fases por la que pasó un artefacto; es decir, producción, uso, mantenimiento, descarte, reciclaje, reclamación, etc. hasta la recuperación arqueológica o por coleccionistas (Schiffer 1972). La vida útil, en cambio, se refiere a la utilidad de un artefacto en términos del tiempo (Shott 1989; Shott y Sillitoe 2001). Ambos conceptos, así como las actividades implicadas en estas fases, son importantes para entender la organización de la tecnología lítica, o los modos en que la misma se articula con, o se encuentran imbuidos en, las diferentes esferas de la organización social de un grupo (Dobres y Hoffman 1994). Dada la naturaleza substractiva de la tecnología lítica, los artefactos líticos pueden sufrir una serie de transformaciones desde el momento en que fueron producidos o diseñados hasta el momento en que fueron definitivamente descartados. Sus filos pueden ser reactivados cuando se embotaron o dañaron, pueden ser acondicionados o reconfigurados cuando sufrieron roturas, pueden ser modificados para crear un artefacto funcionalmente diferente o simplemente descartados. Todas estas fases, así como las prácticas tecnológicas efectuadas en cada una de ellas, pueden ser consideradas como parte de la historia de vida de los artefactos líticos. Estas prácticas tecnológicas son los procesos mediante los cuales se prolonga la vida útil de un implemento lítico y el retoque, el medio o mecanismo principal de reducción implicado en estas prácticas (Andrefsky 2009; Shott 1989; Shott y Nelson 2008). Otro medio de reducción, aunque menos considerado como tal, lo constituirían las fracturas intencionales. La ocurrencia, las causas y/o motivaciones que llevaron a su empleo son poco entendidas debido a los diversos contextos situacionales y organizacionales en las que fueron registradas. Estas incluyen fracturas intencionales y accidentales de artefactos a fin de obtener formas bases (Amick 2007; Weitzel y Flehengeimer 2007), obtener filos útiles (Rooh et.al. 1999), el sacrificio de artefactos en actividades rituales (Deller y Ellis 2001), etc. Estas situaciones incluyen fracturas que afectaron a instrumentos que alcanzaron una determinada forma en el proceso de manufactura. Pero otras clases de fracturas pueden ocurrir durante el uso o como un resultado no intencionado del proceso de manufactura (Johnson 1981; Rondeau
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1981; Whittaker 1999). Sin embargo, distinguir las fracturas que se originan en los diferentes momentos de la vida útil de un instrumento a veces es difícil y no pueden ser identificadas con certeza. Con todo, estos trabajos en conjunto sugieren la necesidad de registrar las fracturas y sus posibles causas si deseamos entender no sólo el proceso de reducción, la historia de vida de los artefactos o la formación de los conjuntos líticos, sino también la organización de la tecnología lítica. Procedencia de los materiales La colección está compuesta por una amplia variedad morfológica de implementos agrícolas enteros, rotos y fragmentos confeccionados sobre andesita basáltica (Pérez et.al. 2006). Estos artefactos fueron recuperados por el Dr. Carlos Angiorama en actividades de sondeos y prospecciones en diferentes contextos (asentamientos habitacionales, estructuras, campos agrícolas, laderas de cerros, hallazgos aislados, etc.) del área sur de la Cuenca de la Laguna de Pozuelos (Puna Oriental de la provincia de Jujuy). Al juzgar por las características de la cerámica recuperada y los fechados obtenidos, estos contextos y los conjuntos líticos recuperados se ubican en el Período de Desarrollo Regional Tardío (1200-1430 d.C. aprox.). Todos los artefactos que componen la muestra poseen pátina y huellas de uso macroscópicamente visibles, de modo que podemos afirmar que los mismos empezaron su vida útil como productos terminados. Otros datos, como la ausencia de indicadores del proceso de formatización inicial (desechos de talla, preformas o formas fallidas, formas asimétricas sin huellas de uso) respaldan esta afirmación, indicando que su manufactura debió haberse llevado a cabo en otras localizaciones, posiblemente en las canteras mismas (ver también Avalos 1998). Asimismo, la presencia de huellas de uso en estos artefactos, favorecieron la identificación del momento en que se originaron las fracturas así como la diferenciación de los retoques primarios de los secundarios o postmanufactura. Variables En primer lugar, cabe aclarar que a pesar de haberse reconocido que los implementos con formas típicas habrían sido enmangados y/o empleados de maneras diferentes (Avalos 1998; Yacobaccio; 1983), en este trabajo se seguirá utilizando la distinción en formas típicas y atípicas a fin de evaluar y comparar las variables consideradas. Estas variables son: integridad artefactual (entera, rota y fragmento), tipo y ubicación de los retoques secundarios y tipo y número de fracturas por artefacto. Se consideró implemento entero si la pieza está representada por más del 90%; roto si la pieza está representada entre el 60-90% y fragmento si está representada por menos del 60%. Los fragmentos, fueron agrupados de acuerdo a que parte del implemento a la correspondieran (pedúnculo, segmento lateral o proximal de hoja, segmento de filo, indeterminado, etc.). Los retoques fueron clasificados en primarios -creados en el proceso de manufactura-y secundarios o post-manufactura. Las fracturas, por su parte, fueron registradas siguiendo la clasificación de Weitzel y Colombo (2006), en directas (radial, perversa, snap, etc.) e indirectas (end-shock, curvada o bending, transversal simple, etc.). Según los autores, las fracturas directas se caracterizan por presentar, en el plano de fractura, el punto de impacto de la fuerza aplicada, mientras que en las indirectas las fracturas se generan cerca o lejos del punto donde se aplicó la fuerza (ver también Cotterell y Kaminga 1987; Johnson 1979, 1981; Rondeau 1981; Deller y Ellis 2001; Root et. al 1999; Whittaker 1999). Los diferentes tipos de fracturas se diferencian según el modo en que se inician, se propagan y terminan (Cotterell y Kaminga 1987). Resultados Integridad artefactual El conjunto analizado esta compuesto por un total de 105 artefactos agrícolas, de los cuales 83 (79%) son fragmentos, 11 (10,5%) están rotos, 9 (8,6%) están enteros y 2 (1.9%) son discos pequeños. De los implementos enteros 4 son de formas típicas y las 5 restantes, atípicas. Del mismo modo, entre los implementos rotos, 8 son formas típicas y 3 atípicas. Entre los fragmentos, la mayoría son porciones laterales de diferentes tamaños correspondientes a las formas típicas (51.8%), seguida por los pedúnculos (18.1%), fragmentos de filo (16.9%), fragmentos proximales (10.8%) o internos de la hoja (1.2%). La proporción entre los instrumentos enteros típicos y atípicos es prácticamente igual. Sin embargo, entre las piezas rotas, predominan las formas típicas. Entre los fragmentos identificables, como los extremos laterales, todos corresponden a las formas típicas y ninguno a las formas atípicas.
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Retoques secundarios y fracturas De los 50 artefactos (enteros, rotos y fragmentos) que exhiben retoques secundarios, el 57.4% se presenta en los bordes laterales, el 25.6% en los filos, 14.9% en las fracturas y sólo un 2,1% en el pedúnculo. En los bordes y en los filos, los retoques son uni o bifacial, escamosos (regular, irregular y escalonado), de extensión variable y la mayoría interrumpidos por fracturas y se presentan como superficies más frescas, ásperas y filosas que los retoques primarios. Los retoques en los filos se presentan como una serie que eliminan, parcial o totalmente, uno o ambos biseles del filo, creando en algunas ocasiones filos irregulares y/o sinuosos asimétricos. Algunos de estos filos retocados tienen desgaste leve o redondeamiento por el uso pero menos desarrollados en relación desgaste que afecta el resto de la hoja. Este desgaste diferencial indica que los retoques corresponden al mantenimiento del filo después de un período de uso. Otros artefactos con retoques en los filos están más relacionados a la reformulación artefactual dado que estos se continúan hacia los bordes laterales de la hoja. Los dos discos mencionados, son fragmentos de pedúnculos reciclados (indicado por el desgaste de fricción del mango con la superficie de la piedra) en los cuales se les ha aplicado retoques abruptos y/o alternados que afecta todo el perímetro de la pieza. En términos generales, se puede decir que los retoques secundarios afectan principalmente los bordes laterales y en menor medida el filo frontal. Al relacionar la distribución de los retoques entre ambos grupos, observamos que sólo dos implementos enteros típicos presentan una serie corta de retoques secundarios en un borde lateral y tres piezas típicas rotas con retoques en los filos que eliminan todo el bisel. No obstante, estos retoques no afectan la morfología general de las piezas. Por otra parte, todos los implementos atípicos presentan retoques secundarios de diferente longitud en ambos laterales. En estas piezas, los retoques empiezan desde la raíz del pedúnculo sin afectarlo o muy por debajo del mismo, indicando la posibilidad que la reparación pudo haberse realizado en algunas ocasiones con la hoja ajustada al mango. La reparación con el mango ajustado posiblemente pudo tener como consecuencia fracturas indirectas en la base del pedúnculo. De hecho, la mayoría de los fragmentos correspondientes a pedúnculos o a los de hojas sin pedúnculos presentan fracturas curvadas o bending. En cuanto a las fracturas, se cuantificaron un total de 140 indirectas y 50 directas. El 45% de los artefactos solo presenta una, seguida por las que presentan dos (30%) y el resto (25%) se distribuye entre los que presentan más de dos fracturas, usualmente de diferente tipo. Entre las fracturas indirectas predomina la transversal simple (42.9%), seguida por la curvada o bending (27.8%) y end-shock (25%) y, en una pequeña porción, la fractura por plano de clivaje o incipiente (4.3%). Algunas de las fracturas identificadas como transversal simple y como snap puedan haberse originado como fracturas radiales, según los experimentos realizados por Root et.al. (1999; ver también Deller y Ellis 2001; Weitzel y Colombo 2006). Estos autores notaron que estas fracturas generan fragmentos en forma de cuña y/o triangulares, explicando posiblemente la ocurrencia de numerosos fragmentos con estas formas en la muestra analizada. Por otra parte, las fracturas curvadas o bending fueron registradas en diferentes partes de la pieza, principalmente en la base de los pedúnculos. Las causas de todas estas fracturas pueden ser diversas, pero el hecho que los fragmentos presentan más de un tipo de fractura y que estén asociados o interrumpan una serie de retoques secundarios, apuntan su origen como accidentes de talla, al igual que las end-shock. Con relación a las fracturas directas (n=50), la mayoría corresponden al tipo snap (50%), radial (26%) y lateral (16%) y sólo unas cuantas perversas (6%) o por impacto (2%). Los dos primeros tipos son fracturas intencionales dado que las mismas se iniciaron a partir de un golpe efectuado sobre la superficie de una de las caras del implemento (Deller y Ellis 2001; Weitzel y Colombo 2006). En cambio, las fracturas laterales y perversas, a pesar de presentar punto de impacto, son consideradas accidentales (Johnson 1979, 1981; Rondeau 1981; Weitzel y Colombo 2006; Whittaker 1999). El tercer tipo de fractura también es considerado accidental pero relacionada al uso (Weitzel y Colombo 2006). No obstante, sólo dos artefactos con fracturas laterales se consideraron como intencionales. Estas incluyen una fractura que se inició desde la superficie de otra fractura y un implemento que presenta una de éstas fracturas con rastros de uso en un lateral. A diferencia de las fracturas indirectas que suelen encontrarse en diferentes partes del artefacto, las fracturas directas se presentan generalmente en los fragmentos laterales o en la hoja. Si bien las mismas pueden ocurrir a lo largo de la historia de vida de un artefacto, la ocurrencia de fracturas como la perversa o las end-shock u otras indirectas, indican accidentes ocurridos durante la reparación artefactual. Paralelamente, la presencia de fracturas intencionales como las radiales y las snap, apuntan la intencionalidad en generarlas, posiblemente como un modo de eliminar segmentos no deseados del artefacto. De esta manera, podemos decir que las fracturas tienen diversos orígenes y todas contribuyen, en mayor o menor grado, a las tasas de fragmentación que caracteriza a los conjuntos de artefactos analizados.
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Conclusiones En este trabajo se ha sugerido que los implementos agrícolas con formas típicas son el producto final del proceso de manufactura. Sin embargo, éstos no se mantuvieron inmutables, sino que al ser modificados, leve o sustancialmente, por actividades tecnológicas post-manufactura, perdieron su identidad tipológica original generando una serie morfológicamente variable conocida como formas atípicas. Esta afirmación se basa en las siguientes observaciones: 1) todas estas formas atípicas presentan recurrentemente retoques secundarios a lo largo de sus bordes laterales, 2) las formas atípicas rotas presentan fracturas intencionales y/o accidentales que cortan parte del filo abradido, áreas desgastadas o interrumpen series de retoques secundarios, indicando la contemporaneidad de estos eventos, y 4) los fragmentos con fracturas de diferentes orígenes, particularmente los segmentos laterales, corresponden a las formas típicas y no a las atípicas. Por lo tanto, la variabilidad morfológica entre los implementos agrícolas del Período Tardío de la Puna Oriental de Jujuy, en vez de representar dos grupos discretos que cumplen funciones complementarias, constituye una variación continua de los anchos y de la forma de los contornos de las piezas. Aunque resta un análisis comparativo entre los conjuntos analizados, las procedencias de los artefactos sugieren que las actividades postmanufactura se realizaron en diferentes contextos, como en los campos de cultivo y/o en un asentamiento residencial. Por último se desea señalar que la comprensión de estas actividades contribuiría a los modelos organizacionales de la tecnología y patrones de uso de la tierra, en nuestro caso, de las sociedades sedentarias y su articulación con la organización de la producción agrícola. Para ello es necesario crear y desarrollar diferentes medios para identificar estas actividades, porque los enfoques procesuales en el análisis lít ico se centran en la comprensión de la dinámica de las historias de vida de los artefactos y en la formación de los conjuntos líticos. Agradecimientos Al Dr. Carlos Angiorama por confiarme el análisis de los materiales en que se basó este trabajo y a Teresa Civalero, Gabriela Guráieb, Maríana Sacchi, María Vázquez, Damián Bozutto, Celeste Weitzel y a Susana Pérez por los textos, diálogos y asistencia técnica que beneficiaron enormemente el análisis de éstos artefactos. No obstante, ninguno de los mencionados es responsable del contenido de este trabajo. Bibliografía Alfaro, L. 1988. Investigaciones en la cuenca del Río Doncellas. Dpto. de Cochinoca. Pcia de Jujuy. Reconstrucción de una Cultura olvidada en la Puna Jujeña. Talleres gráficos del Boletín Oficial e Imprenta del Estado de la Pcia. de Jujuy. Argentina. Alfaro L.C y J.M. Suetta. 1979. Investigaciones arqueológicas en el Pucará de Rinconada. Provincia de Jujuy. En: Actas de las jornadas de arqueología del NOA. Buenos Aires. Amick, D. 2007. Investigating the behavioral causes and archaeological effects of lithic recycling. En: Tools versus core. Alternatives approaches to stone tool analysis, editado por S. McPherron, 223-252. Cambridge Scholars Publishing. Andrefsky Jr. W. 2009. The analysis of stone tool procurement, production, and maintenance. Journal of Archaeological Research 17:65–103. Aschero, C. 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos. Cátedra de Ergología y Tecnología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. MS. Aschero, C.A. 1988. De punta a punta: producción, mantenimiento y diseño en puntas de proyectil precerámicas de la Puna argentina. Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología Argentina, pp. 219-229. Buenos Aires. Avalos, J.C. 1998. Modos de uso de implementos agrícolas de la Quebrada de Humahuaca y Puna a través del análisis de huellas de desgaste. Los desarrollos locales y sus territorios. Arqueología del NOA y Sur de Bolivia Compilado por B. Cremonte, pp. 285-303. Universidad Nacional de Jujuy. Boman, E. 1992 [1908]. Antigüedades de la región andina de la República Argentina y el desierto de Atacama. Tomo II. Versión en español. UNJU. Jujuy. Primera edición París 1908. Casanova, E. 1938. Investigaciones arqueológicas en Sorcuyo, Puna de Jujuy. Anales del Museo Argentino de Ciencias Naturales, Bernardino Rivadavia, Tomo XXXIX: 423-436. Cotterell, B. y J. Kamminga. 1987. The formation of flakes. American Antiquity 52(4):675-708. Deller, D. y C. J. Ellis. 2001. Evidence for late paleoindian ritual from Caradoc site (AfJh-104, Southwestern Ontario, Canada. American Antiquity 66(2):267-284. Dobres, M. y C. Hoffman. 1994. Social agency and the dynamics of prehistorical technology. Journal of Archaeological Method and Theory 1 (3): 211-258.
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EL PERÍODO HISPANO INDÍGENA EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA UNA VISIÓN DESDE LA BIOARQUEOLOGÍA Humberto Mamaní * y Verónica Seldes** Resumen El período hispano–indígena constituye un momento en la historia de los pueblos de la Quebrada de Humahuaca todavía poco trabajado desde la arqueología, principalmente debido a la dificultad de encontrar evidencias que testimonien dicho proceso de transformación. Las investigaciones realizadas hasta el momento en la ciudad de Tilcara dan cuenta de entierros funerarios localizados en el Barrio La Falda, ubicado en el faldeo oriental de la ciudad. En esta oportunidad, en cambio, se comunica el trabajo de rescate realizado en el predio del Sindicato de Empleados de Comercio que se encuentra en pleno centro de la ciudad, a pocos metros de la plaza principal y de la iglesia. Además del contexto de hallazgo se presenta el análisis preliminar de los restos óseos recuperados que contemplan estimación de edad, determinación de sexo y análisis sobre estilo de vida y estado de salud. Se utilizan para tal fin indicadores bioarqueológicos de estrés nutricional y metabólico, dieta, estrés funcional, infecciones, evidencias de violencia interpersonal y de las prácticas deformatorias del cuerpo. Introducción Se considera el año 1535 d.C. como el momento de inicio del período hispano - indígena, a partir de la primera entrada de los conquistadores españoles a la Quebrada de Humahuaca al mando de Diego de Almagro; este momento finalizaría hacia el 1650 d.C. cuando se da la anexión político – económica de la región a España y cuando comenzaría el modo de vida colonial (Hernández Llosas 2006). Es sabido que la conquista española generó numerosos cambios en las formas de vida de los pueblos originarios, sin embargo, la arqueología todavía permanece en momentos muy preliminares en lo referente al conocimiento del impacto de estas profundas transformaciones y consecuencias sobre las poblaciones locales. Las posibilidades de recuperar evidencias de la ocupación arqueológica en Tilcara son limitadas debido a que las edificaciones actuales se levantaron sobre las ocupaciones prehispánicas, así lo demuestran los múltiples rescates arqueológicos realizados en la planta urbana de la ciudad ubicados por encima de los 2475 m.s.n.m. (Aleksandrowicz 1987; Madrazo 1968; Mendonça et al. 1991; Mercolli 2005; Nielsen 1997, 2001a; Otero y Mercolli 2007 a y b; Rivolta 1996; Rivolta y Albeck 1992; Tarragó y Albeck 1997; Zaburlín et al. 2003) (Fig. 1: AR-P-H). La evidencia hasta el momento de entierros para el período Hispano.- Indígena estaba concentrada en la zona alta de la ciudad, en el sector sur-este, donde actualmente se ubica el barrio “La Falda” (Bordach et al 1998, Mendonça et al 2003, Mendonça et al. 1997, Otero y Mercolli 2007b, Rivolta y Nielsen 1996-98) (Fig.1: LF), a la vez que hay menciones de restos de un esqueleto de vaca en el Pucará de Tilcara registrado por Debenedetti y de cerámica hispana hallada en El Alfarcito por Lafón (Rivolta y Nielsen 1996-1998) y en otros sitios del período Inka, tales como, Juire, La Huerta y Pucará de Volcán (Nielsen 2001b). En el año 2004, durante las tareas de remoción de escombros y construcción de un emprendimiento turístico en el predio que posee el Sindicato de Empleados de Comercio en la ciudad de Tilcara, se hallaron restos humanos y materiales con lo cual dieron aviso a la Secretaría de Turismo y Cultura de la provincia de Jujuy para recuperar el material y mediante estrategias arqueológicas liberar el terreno para que las obras de construcción sigan su curso (Figura 1: CEC). Recuperar parte de la historia de la Quebrada de Humahuaca resulta sumamente importante sobre todo a partir de los rápidos cambios que se están sucediendo en la región y particularmente en Tilcara, a raíz de la declaración de patrimonio de la humanidad por parte de la UNESCO en el año 2003. La venta de terrenos para la construcción de instalaciones turísticas y la ejecución de obras públicas (red de gas natural, cloacas, entre otras), implican remoción de tierra y a la vez diseñar acciones arqueológicas eficaces para recuperar la mayor cantidad de evidencias que se encuentran por debajo de la planta urbana.
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S ecretaría de Turismo y Cultura de la Provincia de Jujuy,
[email protected] C ONICET – INAPL,
[email protected]
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Humberto Mamaní y Verónica Seldes
El rescate arqueológico El 12 de julio del año 2004 el Sr. César Ojeda, por entonces titular del Sindicato de Empleados de Comercio, solicita la intervención de la Secretaría de Turismo y Cultura de la Provincia de Jujuy, autoridad de aplicación de las leyes de protección del patrimonio arqueológico (Ley Nº 25743 y Ley Nº 3866/82), para resguardar los materiales arqueológicos encontrados durante la construcción del nuevo hotel en el predio que posee en la ciudad de Tilcara. Este hotel se encuentra en la calle Belgrano, entre Rivadavia y Alberro, a poca distancia de la plaza principal y de la iglesia.
Figura 11
Los restos arqueológicos en cuestión fueron recuperados por los obreros que se encontraban removiendo el terreno para la construcción de un subsuelo en el fondo del terreno (aprox. 19 m x 42 m). Para la “conservación de los mismos”, los obreros trasladaron el material a otro sector cubiertos con sedimento, para que los técnicos tomaran intervención. Con el fin de contextualizar los restos recuperados por los obreros, se trazó una cuadrícula de 2 m x 2 m en el sector donde fueron extraídos. En esta cuadrícula se excavó con técnicas minuciosas con el objeto de definir la impronta de los entierros. El sedimento se caracteriza por ser arcilloso compacto y no varía mucho en los primeros 20 cm excavados, solo en un ángulo de la cuadrícula (SO) se nota la presencia de un sector de basural subactual. Las características sedimentarías de la cuadricula no difiere mucho de los perfiles observados en las adyacencias que poseen alrededor de 1 m de potencia y completamente estéril, es decir sin presencia de ocupación humana prehispánica. Para liberar el terreno y permitir que las obras de construcción continúen, se diseñaron dos trincheras de 1 m de ancho por 1 m de potencia, una hacia el sur y otra hacia el oeste. En la primera, se encontraron restos subactuales compuesto de vidrios, hierro, etc. y la segunda era estéril, sin presencia de restos materiales prehispánicos ni subactuales. Por lo tanto se puede concluir que los restos recuperados corresponden a un entierro aislado, sin ningún tipo de asociación directa a estructuras arquitectónicas, contextos domésticos o de disposición de desechos arqueológicos. El material asociado a los restos humanos consiste en 1 vasija completa tipo Angosto Chico Inciso con un modelado en el cuello; 1vasija globular tipo botellón ordinario sin decoración; 1 escudilla mediana ordinaria sin decoración; 1 escudilla pequeña ordinario sin decoración; cuentas de collar de malaquita, concha marina, veneciana y algunas pequeñas indiferenciadas (Figuras 2 y 3).
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1 - AR-P-H: Area de rescate arqueológico pre-hispano, aprox. del 700 al 900 d.C.-
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Figura 2
Figura 3
Los restos humanos Los restos humanos recuperados corresponden al menos a dos individuos en regular estado de conservación. Se les realizó la determinación de sexo a partir de procedimientos morfoscópicos y morfométricos considerando Buikstra y Ubelaker (1994) y Bass (1995). En lo referido a la estimación de edad se tomaron las propuestas de Fazekas y Kosa (1978) para perinatos, Scheuer y Black (2000) para infantiles y juveniles y Suchey y Brooks (Brooks y Suchey, 1990) y Bass (1995) para adultos y maduros. A efectos de analizar el estilo de vida y estado de salud, se consideraron los siguientes indicadores bioarqueológicos: hiperostosis porótica, criba orbitalia y líneas de hipoplasia del esmalte para el estrés nutricional y metabólico; caries, pérdida dental antemortem y desgaste del esmalte dental como indicadores de dieta, osteoartritis y MSM-.estrés músculo esqueletal para el estrés funcional, fracturas para traumas, periostitis y osteomielitis para procesos infecciosos (Bourke, 1967; Hillson, 1996; Huss — Ashmore et al., 1982; Jurmain, 1977; Knowles, 1983; Larsen, 1987 y 1997; Martin et al., 1985; Molnar, 1971; Powell, 1985). Por último se realiza un relevamiento de las deformaciones intencionales del cráneo (Imbelloni 1924/25), las cuales, en tanto prácticas identitarias (Bloom, 2005), constituyen un puente entre las lógicas culturales de los pueblos prehispánicos y su biología. Resultados del análisis bioarqueológico Individuo 1: Se trata de un individuo de sexo femenino y de edad adulto joven con alta representación de partes esqueletarias (cráneo, cintura escapular, costillas fragmentadas, 4 vértebras cervicales, 12 dorsales, 5 lumbares, 1 humero, 1 cúbito, 1 radio, pelvis fragmentada, 2 fémur, 2 tibias, 2 peronés, tarsos, metatatarsos y falanges). La presencia de hiperostosis porótica daría cuenta de estrés nutricional. No se observan líneas de hipoplasia del esmalte ni procesos cariogénicos. El desgaste del esmalte dental es de tipo leve a moderado. El cráneo tiene deformación del tipo tabular erecta. No presenta osteoartrosis ni patologías infecciosas así como tampoco se registran evidencias de traumas. Individuo 2: de este individuo se recuperaron pocos restos óseos (14 fragmentos de cráneo, 2 clavículas, 2 hemimandíbulas, 1 omóplato, fragmentos de vértebras, fragmentos de costillas, fragmentos de pelvis y fragmentos de huesos largos); a partir de los huesos presentes pudo determinarse que se trata de un individuo perinato sin evidencias de patologías o procesos infecciosos en los restos óseos. Discusión El análisis del material recuperado en este rescate arqueológico, si bien preliminar, brinda información relevante a la hora de intentar profundizar en el conocimiento de la forma de vida de las poblaciones en el período hispano – indígena. En primer lugar, la presencia de elementos hispanos en el acompañamiento mortuorio señala ese momento de coexistencia de prácticas prehispánicas como lo atestigua la cerámica recuperada (estilo Angosto Chico entre
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Humberto Mamaní y Verónica Seldes
otras) con las que acompañarán el proceso de conquista y dominación española (las cuentas venecianas por ejemplo), algo ya registrado en La Falda (Mendonça et al 1997, Rivolta y Nielsen 1996 – 1998). En este sentido resaltan algunos datos como la ausencia de caries cuando lo más recurrente en los análisis bioarqueológicos de la Quebrada de Humahuaca es la gran presencia de procesos cariogénicos vinculados a una dieta rica en carbohidratos (Seldes 2007). Por otra parte si bien se trata de un individuo joven, el hecho que no presente ninguna evidencia de procesos artrósicos en los restos óseos también llama la atención cuando se compara con otros análisis que señalan la participación en tareas laborales desde temprana edad (Seldes 2007); el análisis exhaustivo de su estado de salud asi como el cruce con otro tipo de fuentes podrían echar luz sobre esta temática. Por último, la deformación craneana, la misma registrada en La Falda (Mendonça et al 1997), podría estar dando cuenta de un momento en el cual estas prácticas permanecían como costumbre en la población, práctica que en algún momento del proceso de dominación española fue prohibida junto a la costumbre de enterrar a los muertos en posición genuflexa. Conclusiones Se había planteado la posibilidad de un área diferencial de entierros en La Falda (Bordach et al. 1998, Mendonça et al. 1997 y 2003); el hallazgo presentado en este trabajo daría cuenta de entierros en otra localización; quedaría por ver su vinculación con algún tipo de ámbito doméstico u otras áreas de entierro y con esto del alcance y perduración de este tipo de prácticas mortuorias. Este análisis se verá enriquecido cuando se cuente con fechados radiocarbónicos que permitan ajustar el momento histórico del cual estamos hablando. La presencia de elementos nativos con los hispanos podría estar dando cuenta de un momento en el cual la dominación no había penetrado al punto de prohibir y modificar prácticas identitarias tales como la deformación craneana y los elementos que acompañaban al muerto en su sepultura; a su vez no se encontraron símbolos típicamente cristianos que dan cuenta del profundo proceso de transformación de la cosmología local (Rivolta y Nielsen 1996 – 1998). Bibliografía Aleksandrowicz, S.1987. Informe de los Trabajos Realizados en la calle Sorpresa. Informe de Avance. Proyecto Anual Demografía, Cultura y Inicial. CONICET. Sociedad Indígena en los Andes Jujeños: Etapa Agroalfarera y Contacto Hispano Indígena. Bass, W. 1995. Human Osteology. Missouri Archaeological Society Special Publication. Fourth edition. Columbia, Missouri. Bloom, D. 2005. Embodying borders: human body modification and diversity in Tiwanaku society. Journal of Anthropological Archaeology 24: 1-24. Bordach, M.A.; O. Mendonça; M.E. Albeck y M. Ruiz. 1997. El Joven Señor de la Falda: Indicadores de una Persona Social en el Tilcara Hispanoindígena. Los Desarrollos Locales y sus Territorios. Compilado por M. B. Cremonte, pp.199-208. Universidad Nacional de Jujuy. Bourke, J. B. 1967. A review of the Paleopathology of the Arthritic. Diseases in Antiquity. Editado por D. Brothwell y A. Sandison, pp. 352 – 370. Charles Thomas publisher. Springfield, Illinois. Brooks, S. y J. Suchey. 1990. Skeletal age determination based on the os pubis: a comparison of the Acsadi – Nemeskeri and Suchey y Brooks method. Human Evolution 3(3): 227 – 238. Buikstra, J. y D. Ubelaker. 1994. Standards for Data Collection from Human Skeletal Remains. Arkansas Archaeological Survey Research Series, 44, Arkansas. Fazekas, G. y M. Kosa. 1978. Forensic Fetal Osteology. Akademiai Kiadó, Budapest. Hernández Llosas, M.I. 2006. Inkas y Españoles a la Conquista Simbólica del Territorio Humahuaca: Sitios, Motivos Rupestres y Apropiación Cultural del Paisaje. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino 11 (2): 9-34, Santiago de Chile. Hillson, S. 1996. Dental anthropology. Cambridge University press, Cambridge. Huss – Ashmore, R., A. Goodman y G. Armelagos. 1982. Nutritional Inference from Paleopathology. Advances in Archaeological Method and Theory 5. Editado por M.Schiffer, pp. 395 – 473. Academic Press, New York. Imbelloni, J. 1924/25. Deformaciones intencionales del cráneo en Sud América. Polígonos craneanos aberrantes. Revista Museo La Plata 28: 329 – 407. Universidad Nacional de La Plata, La Plata. Jurmain, R. 1977. Stress and the Etiology of Osteoarthritis. American Journal of Physical Anthropology 46: 353 – 366. Knowles, A. 1983. Acute traumatic lesions. Diseases in Ancient Man: 61 – 83. Ed. Hart.
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ZOOARQUEOLOGÍA DEL SITIO MALKA. LOCALIDAD DE TILCARA (QUEBRADA DE HUMAHUACA, PROVINCIA DE JUJUY) Pablo Valda* Introducción El objetivo principal de este trabajo de investigación consiste en dar a conocer los resultados del análisis faunístico del sitio Malka. Perteneciente a una serie de hallazgos en contextos tempranos (Til 20, Til 22, Til 23 Rivolta y Albeck 1992) que se suceden en la planta urbana de Tilcara (figura 1), resultados de rescates arqueológicos durante los trabajos de tendidos cloacales o construcción de viviendas. Con un fechado radio carbónico (990+/- 50 AD) [Nielsen 2001] y determinados elementos ergológicos como: la presencia de grandes ollas tubulares y la decoración cerámica (gris pulido, marrón castaño pulido, tricolor, N/R), un fragmento de pipa pulida (rama horizontal) de color ante/grisácea, un fragmento de hacha pulida con cuello, modelados zoomorfos, permiten ubicar cronológicamente el sitio de Malka a finales del Periodo Formativo Final AD 700- 900 (Nielsen 2001).
Figura 1. Vista parcial de área urbana de Tilcara. Tomado de Rivolta y Albeck 1992. Con modificaciones. Referencias: 1) Til 20, 2) Til 22, 3) Til 23, 4) Hotel el antigal, 5) Malka
En la provincia de Jujuy la mayoría de los estudios zooarqueológicos, se centraron en la región de la Quebrada de Humahuaca para los Periodos Tardíos e Inka (Cicala 1988, Madero 1991-1992, Mercolli 2005, 2004). En relación al Periodo Formativo los trabajos arqueofaunísticos son aun más escasos pudiéndose contar con eltrabajo de Yacobaccio y Madero (1995) donde se analizan los restos óseos del sitio Til 22 (único antecedente en el área para discutir nuestras tendencia), pertenecientes a residuos domésticos. Los resultados del análisis faunístico de Til 22, indican que los camélidos son el taxón más abundante, dentro de los cuales hay mayor cantidad de camélidos domésticos (53,5 %) pero también hay una alta proporción de camélidos silvestres (46,4 %) lo que demuestra que los habitantes tenían acceso a sectores de la puna donde explotaban este recurso. Por otro lado el perfil etario muestra un predominio de individuos adultos (78,11%) sobre los juveniles/neonatos (21,88%) (Yacobaccio y Madero 1995: 3), lo que indicaría un patrón de explotación mixto, orientado al aprovechamiento de lana y carne, en rebaños no muy grandes, coincidentes con el patrón pastoril actual (Yacobaccio y Madero 1995; Yacobaccio y Catá 2006).
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I nstituto Interdisciplinario Tilcara (UBA)
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Objetivos y Metodología En relación a los antecedentes a priori planteados, el estudio se orientó a la determinación de los siguientes objetivos: 1) establecer cual fue la importancia de la caza en la economía de las poblaciones Quebradeñas para finales del Período Formativo y 2) determinar si los perfiles de edad indican un manejo de los rebaños de llama tendiente a la obtención de productos primarios (carne, cueros, grasa) o secundarios (fibra y transporte). Considerando que el primer objetivo involucra la discriminación entre camélidos domésticos y silvestres, las herramientas metodológicas utilizadas fueron: a) la osteometría, centrada en la existencia de un gradiente de mayor a menor que en los camélidos está compuesto por llama, guanaco y vicuña. Los puntos métricos que se consideraron para las primeras falanges son: 1) el ancho de la superficie articular proximal y 2) el espesor máximo de la misma superficie articular (Miller y Burger 1995). Y para los metapodios se consideraron 1) el ancho máximo del extremo distal; 2) el espesor máximo del cóndilo lateral y 3) el espesor máximo del cóndilo medial (Yacobaccio et al 1997-1998). Los resultados obtenidos se comparan, en este caso, con medidas de camélidos actuales; teniendo como referencia las mediciones de guanacos de las Cumbres Calchaquíes (Mengoni Goñalons y Yacobaccio 2006) y una vicuña de Abra Pampa (Mengoni Goñalons com. pers). La elección de estos elementos se debe a que las mismas discriminan más efectivamente que otras el tamaño de las diferentes especies de camélidos (Yacobaccio et. al 1997-1998; Miller y Burger 1995; Izeta 2004). Y b) los rasgos morfológicos de los incisivos en el que se tuvo en cuenta: la forma espatulada, presencia de esmalte en ambas caras y raíz cerrada típicas de llama-guanaco y la forma cuadrangular, con esmalte en la sección labial y raíz abierta para vicuña-alpaca (Wheeler 1982). En relación al segundo objetivo hemos considerado para el análisis las siguientes herramientas metodológicas: a) la fusión de los huesos largos, donde se utilizaron los estándares de Kent (1982) reformulado por Mengoni Goñalons (1988, 1999), y b) la secuencia de brote, reemplazo y desgaste dentario, para ello se tomaron en cuenta los trabajos de Puig y Monge (1983) y Wheeler (1982). Materiales y Resultados Los restos faunísticos estudiados se caracterizan por la rica variedad de especies presentes; la muestra consta de 19.646 especímenes óseos (NR), de los cuales se pudieron identificar taxonómicamente 12.539 (64%) elementos, quedando sin identificar 7.107 (36%) (NID). El conjunto más abundante esta representado por los camélidos 82,4 % (donde se concentrara el análisis), le siguen los artiodáctilos con 16,3 %. Dentro de esta categoría se han agrupado los restos que no han podido ser diferenciados entre camélidos y cérvidos. Por último, dentro del conjunto de la fauna mayor el menor porcentaje está comprendido por el venado andino o “taruca” ( Hippocamelus antisensis) con un 0,09 %. Por otro lado el resto de los taxones (Canidae sp.; Lagidium sp.; Didelphis sp.; Euphractus sp.; roedores pequeños; anfibios y aves) están representados en menores proporciones, no llegando a superar el 1, 2 % en conjunto. El elevado porcentaje de huesos en estadios cero y uno de meteorización, sumado al bajo porcentaje de huellas de roedores y carnívoros nos permite sostener que las condiciones de preservación del material pueden ser consideradas como buenas, no existiendo alteraciones importantes en la muestra, es decir que la acción de los agentes naturales no tuvo una influencia decisiva en el proceso destructivo de los elementos óseos. Con respecto a la información osteométrica la misma se obtuvo de las mediciones realizadas en 88 primeras falanges proximales y 22 metapodios distales, los gráficos 1 y 2 nos presentan los resultados obtenidos.
Si tomamos en consideración a nuestros puntos de referencias, triángulo blanco (guanaco) y triángulo rojo (vicuña), podemos deducir que todos los valores que se encuentren por encima del primero pueden ser considerados como llamas, de la misma manera todos los valores por debajo del segundo (triangulo rojo) se pueden considerar como animales de porte pequeño o vicuñas. Por último, la zona intermedia de los gráficos nos TOMO IV - 1628
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muestra un conjunto representado por puntos oscuros, asociados animales de porte mediano, en el que no podemos distinguir si se trata de llamas o guanacos pero tampoco podemos asumir que sean solo llamas o solo guanacos. Para una mejor comprensión de los resultados hemos cuantificados los resultados para las falanges y metapodios (ver tabla 2). Por otro lado la tabla 3 nos presenta las distintas categorías con sus porcentuales para Malka y Til 22.
Tabla 2
Tabla 3
Si bien la osteometría es útil para la discriminación entre animales silvestres y domésticos, en una misma familia (Klein y Cruz Uribe 1984; Chaix y Méniel 2005), hay que tener en cuenta que según como ordenemos nuestros datos obtendremos, tendencias diferentes Por ej. Si consideramos el sector de medio como domésticos (n35) y los sumamos a las llamas (n57) la tendencia seria abrumadora (n 92) a favor de los domésticos, y si lo hacemos inversamente podremos ver cierto equilibrio en la tendencia. Razón por la cual nos hemos situado en un planteo más conservador, y no incluir a puntos medios en el análisis. Si comparamos el resultado obtenido con nuestro antecedente (tabla 3) podemos ver que los valores asignados a llamas son casi iguales a los de Til 22, por otro lado este último presenta una mayor proporción de valores asignados a vicuñas. En relación al estado de fusión este se basa en dos categorías que no brindan una edad exacta, sino que nos permite distinguir entre huesos fusionados y no fusionados (Crabtree 1993, Chaix y Méniel: 2005). Los datos que se presentan a continuación se basaron en un esquema que contempla tres estados en los cuales fusionan los huesos seleccionados. La tabla 4 nos presenta las distintas proporciones en los estados de fusión que presenta la muestra.
Tabla 4
Si consideramos el total general observamos un predomino por escaso margen de individuos fusionados (51,1 %) sobre los no fusionados (48,9 %), valores que son inferiores si los comparamos (fusionados 78, 11 %, no fusionados 21,88 %) con los resultados obtenidos para Til 22 (Yacobaccio y Madero 1995: 3). La determinación de la edad en base al análisis dentario se baso en la observación de 145 piezas, de los cuales un total de 99 elementos correspondientes a incisivos (n 66), mandíbulas (n 23), maxilares (n 10) y dientes sueltos como molares y premolares (n 46). En relación a los incisivos de las 66 piezas 3 se clasificaron como indeterminados por encontrarse fragmentados, de las 63 piezas restantes solo 3 presentan esmalte en la sección labial y raíz abierta, características asignables a vicuñas.
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Pablo Valda
Ahora de las 60 piezas analizadas solo en 15 elementos no se pudo aplicar los criterios de edad y desgaste por presentar fractura a la altura de la corona. Lo que nos deja un margen de 45 piezas para realizar el análisis. La tabla 5 nos presentan las edades presentes para los incisivos.
Tabla 5 Del análisis de los incisivos se desprende que bien hay un elevado porcentaje de individuos dentro de la categoría adultos (55,6 %), siguiendo en menores proporciones (28,9 %) la categoría de crías, mientras que las clases juvenil y subadulto están representadas por un 15,6 % en conjunto.
De la misma manera que el resultado anterior la información proveniente de las mandíbulas y maxilares hay un predominio de animales adultos sobre las demás categorías. En las tablas 6 y 7 se observan las distintas categorías, edades, cantidad y porcentual para las mandíbulas y maxilares. Si tomamos la totalidad de los resultados del análisis dentario (tabla 8) podemos ver que los individuos asignados a la categoría adultos dominan por más de un 50 %. Por otro lado el análisis de los dientes sueltos (no se pusieron los resultados) no modifica la tendencia de un mayor porcentaje de adultos. Conclusiones De acuerdo a los distintos trabajos de investigación podemos encontrar para la Quebrada de Humahuaca dos tendencias bien marcadas, la primera correspondiente al Periodo Temprano donde la caza parecería haber tenido cierta relevancia. Contrariamente, a medida que nos acercamos al final del Período Tardío o Inka ésta parece haber constituido un simple complemento en la economía de las poblaciones (Madero 1993; Mercolli 2004). Los datos osteométricos muestran una tendencia donde la caza esta representada en proporciones menores en relación a los domésticos. Ahora, si consideramos que el porcentaje de las otras especies silvestres (ciervos, aves, roedores) es insignificante en comparación con los camélidos; esto nos estaría señalando una tendencia de explotación que se limita solo a los camélidos, y dentro de estos estarían predominando los domésticos por sobre los silvestres. De la misma manera ocurrió con los incisivos donde solo se han encontrado tres piezas con características asignables a vicuñas (presencia de esmalte en la sección labial y de raíz abierta). Resultados que lleva a pensar que la caza como método de subsistencia en este contexto pose una importancia menor comparado con otros sitios de la región para el mismo momento, pensemos en el caso de Til 22 donde los valores asignados a vicuñas son superiores a los de Malka. Por otro lado la presencia de vicuñas demuestra que los habitantes de Malka no solo tenían acceso a determinados sectores de la Puna donde extraían este recurso (Yacobaccio y Cata
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2006) sino que también habría tenido lugar una estrategia orientada a minimizar el riesgo de sobre explotación que se produciría en los rebaños de llamas si se los sometía a una presión constante (López 2005). En lo relacionado al manejo de los rebaños, es importante destacar que en los sitios agropastoriles tempranos existen tendencias que muestran una abundancia de huesos no fusionados sobre los fusionados, lo que estaría indicando la presencia de una mayor proporción de animales jóvenes que adultos (Olivera 1997, 2001; Palma y Olivera 1992-1993). Según los modelos interpretativos esto podría reflejar una estrategia direccionada hacia la obtención de productos primarios del rebaño, principalmente la carne (Crabtree 1993). Tendencia que, aparentemente, contrasta con lo observado para momentos más tardíos (Madero 1993, Cicala 1998), donde la alta proporción de camélidos adultos estaría indicando un énfasis en la obtención de productos secundarios, tales como lana y transporte. En referencia a los perfiles etarios, los datos provenientes del análisis de fusión nos marca una tendencia donde los elementos fusionados predominan por escaso margen sobre los no fusionados. Por un lado los análisis dentarios nos muestran una gama importante de edades que van desde los primeros meses de vida hasta animales de tres, siete, nueve y diez años. Por otro, los resultados no solo confirman la tendencia de una mayor cantidad de individuos adultos sino que también nos muestra una importante cantidad de individuos asignados a la categoría de crías, juveniles y subadultos que pueden estar relacionados con un consumo importante de carne. Si consideramos que en nuestro antecedente presenta un patrón de explotación mixto orientado al aprovechamiento de lana y carne, con una tendencia a sacrificar animales adultos (Yacobaccio y Madero 1995; Yacobaccio y Catá 2006), Malka por otro lado presenta un manejo mas equilibrado de los rebaños, con un patrón de explotación con cierta amplitud etaria, donde una parte del rebaño, se oriento a la explotación de carne y otra con animales adultos probablemente utilizada para el transporte y la obtención de fibra. Finalmente, si bien las tendencias entre ambos son relativamente similares, lo mas importante es que se esta contradiciendo la idea de que para este momento el manejo se orientaba principalmente hacia la producción de productos primarios. Cabe recordar que para este momento, Nielsen plantea desde el punto de vista social y económico un contexto de poca concentración demográfica y a escala vecinal formadas por unas pocas unidades domésticas. Cada grupo se autoabastecía de sus necesidades básicas y si se requerían recursos extralocales se obtenían seguramente de manera directa o por medio de relaciones recíprocas vinculadas al parentesco. Aparentemente estamos ante una sociedad marcada por la ausencia de divisiones políticas o territoriales marcadas (Nielsen 2001). Ante este panorama, resulta tentador vincular todo un grupo de contextos (Til 22, Malka, Til 23, Til 24) en uno solo. Seguramente, estos sitios se encontraban insertos entre los campos de cultivo y el vínculo entre sus pobladores era muy cercano. Por último nos queda como un interrogante a futuro saber porque estando tan espacialmente cerca (300 metros aproximadamente) Malka y Til 22 presentan esta diferencia tan marcada en las proporciones de vicuñas presentes para ambos sitios. Bibliografía Crabtree, P. 1993. Zooarchaeology and Complex Societies: Some Uses of Faunal Analysis for the Study of Trade, Social Status and Ethnicity. Archaeological Method and Theory. Vol 5. Ed. M.B. Shiffer, 155-205. University of Arizona Press, Tucson. Cicala, B. 1998. Ganadería de camélidos en el Pucara de Tilcara: Avances en el Estudio de una Muestra Ósea. En Los desarrollos locales y sus territorios. Arqueología del NOA y Sur de Bolivia.Comp. María B. Cremonte. pp 305-317. UNJu. Jujuy. Chaix, L. y Méniel, P. 2005: Manual de Arqueozoología. Edit por Ariel. Barcelona. Izeta, A. 2004. Zooarqueología del Sur de los Valles Calchaquíes: Estudios del Conjunto Faunístico del Período Formativo. Tesis Doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP, Argentina. Klein, R. Y Cruz Uribe, K. 1984. The Analysis of Animal bones from Archaeological Sites. University of Chicago press, Chicago. López, G. 2005. Resultados del análisis arqueofaunístico de un basural, un recinto y un sector interrecinto del sitio Matancillas 2, Puna de Salta. Intersecciones en Antropología 7 : 207-216. Madero, C. 1991-1992. El componente faunístico de la ocupación Inca en el NOA: La Huerta y Papachacra (Provincia de Jujuy). Anales de Arqueología y Etnología 46/47: 184-200. Madero, C. 1993. Explotación faunística, tafonomía y economía en Humahuaca antes y después de los Yupanki. En INKA. Argentina, Historia y Urbanismo del Altiplano Andino. Corregidor. pp 145-168. Buenos Aires.
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Pablo Valda
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CAPÍTULO 32 MESA DE COMUNICACIONES 3 NOROESTE II (TUCUMÁN, SANTIAGO DEL ESTERO, CATAMARCA Y LA RIOJA) Coordinadores Sergio Martin
Departamento Arqueología - MCN Universidad Nacional de La Rioja
José Togo
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Evaluadores Nestor Kriscautzky
Escuela de Arqueología Universidad Nacional de Catamarca
Adriana Callegari
Instituto de Ciencias Antropológicas Universidad Nacional de Buenos Aires
Enrique Moreno
CONICET Escuela de Arqueología Universidad Nacional de Catamarca
Pablo Cahiza
INCIHUSA - CONICET Universidad Nacional de Cuyo
Claudio M. Revuelta
Norma R. Ratto
Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía Y Letras - Universidad Nacional de Buenos Aires
Guillermo A. de La Fuente CONICET Escuela de Arqueología Universidad Nacional de Catamarca
Susana Assandri
Museo de Antropología Universidad Nacional de Córdoba
Carlos D. Nazar
Escuela de Arqueología Universidad Nacional de Catamarca
José Togo
INCIHUSA - CONICET Universidad Nacional de La Rioja
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Martín A. Orgaz
Carlota Sempé
Escuela de Arqueología Universidad Nacional de Catamarca
CONICET Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad Nacional de La Plata
Sebastián Pastor
CONICET Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”
Sergio Martin
Departamento Arqueología - MCN Universidad Nacional de La Rioja
ÍNDICE MODOS DE VISIBILIZACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE MICROPAISAJES EN UN SECTOR DE LAS CUMBRES CALCHAQUÍES (TUCUMÁN-ARGENTINA) Julián Patricio Gómez Augier y Mario A. Caria .......................................................................................
1637
PROSPECCIONES EN EL MUNICIPIO LA PUERTA, DPTO. AMBATO, CATAMARCA Andrés Barale y Leonardo Faryluk ............................................................................ ..............................
1643
LA TAMBERÍA DE GUANDACOL Y EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE VESTIGIOS DE LAS POBLACIONES LOCALES DEL PERÍODO DE DESARROLLOS REGIONALES Y DE DOMINACIÓN INKA. SÍNTESIS DE LOS ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LA ARQUITECTURA Y LA CERÁMICA J. Roberto Bárcena, Sebastián A. Carosio y M. Lourdes Iniesta ..............................................................
1649
DISTRIBUCIÓN LOCAL DE RECURSOS LÍTICOS Y ANÁLISIS TECNOLÓGICO EN EL SECTOR SUR DEL VALLE DE YOCAVIL, PCIA. DE CATAMARCA. UNA COMPARACIÓN DEL SITIO SORIA 2 DEL PERÍODO TEMPRANO Y RINCÓN CHICO (RECINTOS 12, 14, 15, 18) DEL PERÍODO TARDÍO Juan Pablo Carbonelli y Erico Gaál ........................................................................................................
1655
CONTRIBUCIÓN A LA ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA DE GUASAYÁN (SANTIAGO DEL ESTERO) Luis Manuel del Papa, Verónica Trola y José Agustín Togo ...................................................................
1661
LAS PIRCAS, LOS LÍMITES Y SUS ENTORNOS. NUEVAS EVIDENCIAS DE LA ALDEA ARQUEOLÓGICA LAGUNA BLANCA Daniel D. Delfino, Valeria E. Espiro y R. Alejandro Díaz .......................................................................
1667
COMPARACIÓN ENTRE EL REGISTRO ARTEFACTUAL (LÍTICO Y CERÁMICO) SUPERFICIAL Y DE EXCAVACIÓN DE LA LOMA RICA DE SHIQUIMIL, CATAMARCA Erico Gaál y Catriel Greco ....................................................................................................................
1673
DE LO PREHISPÁNICO A LO COLONIAL. SOCIEDADES INDÍGENAS EN EL VALLE DE AMBATO, CATAMARCA Florencia Guzmán, Victoria Coll Moritan y Gustavo Álvarez Rodríguez ..............................................
1679
ANÁLISIS DE MATERIALES LÍTICOS Y APROVISIONAMIENTO DE MATERIAS PRIMAS DEL SITIO ARQUEOLÓGICO HUALFIN INCA (PCIA. DE CATAMARCA) Julieta Lynch y Virginia Lynch ..............................................................................................................
1685
CAZADORES-RECOLECTORES TEMPRANOS DE LA PUNA MERIDIONAL ARGENTINA: AVANCES EN SU ESTUDIO EN ANTOFAGASTA DE LA SIERRA (PLEISTOCENO FINAL-HOLOCENO TEMPRANO/MEDIO) J. G. Martínez, M. Mondini, E. Pintar y M. C. Reigadas .......................................................................
1691
PUESTO VIEJO: UNA ALDEA TEMPRANA EN LA QUEBRADA DE LOS CORRALES (EL INFIERNILLO, TUCUMÁN) N. Oliszewski, G. A. Arreguez, H. Cruz, E. Di Lullo, C. M. Gramajo Bühler, E. P. Mauri, M. M. Pantorrilla Rivas y M. G. Srur ...............................................................................
1697
LA DIMENSIÓN ESPACIAL EN LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA PREHISPÁNICA. CERRO COLORADO UN CASO DE ESTUDIO. DPTO. CAPITAL, CATAMARCA Hugo Alejandro Puentes y Roxana Edith Fiant .....................................................................................
1703
LA LOCALIDAD ARQUEOLÓGICA DE PALO BLANCO (DPTO. TINOGASTA, CATAMARCA): NUEVAS EVIDENCIAS Norma Ratto y Mara Basile ...................................................................................................................
1707
RECONFIGURACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL EN SECTORES ALEDAÑOS AL PUCARA DE LOS SAUCES (DPTO. CAPITAL Y SANAGASTA, LA RIOJA) Claudio M. Revuelta y Sergio E. Martín ...............................................................................................
1713
PRODUCCIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL DURANTE EL PRIMER MILENIO EN EL VALLE DE TAFÍ (TUCUMÁN, ARGENTINA) Franco Julián Salazar y Valeria Franco Salvi ..........................................................................................
1719
CAMÉLIDOS EN EL PATIO DE LA RINCONADA (VALLE DE AMBATO, CATAMARCA): PASTOREO, PROCESAMIENTO Y RENDIMIENTO ECONÓMICO Ariadna Svoboda ..................................................................................................................................
1725
PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CAÑÓN DE PACLÍN, CATAMARCA Emilio Villafañez y Gabriel Acuña ....................................................................................................
1731
CAPÍTULO 32 - MESA DE COMUNICACIONES 3
MODOS DE VISIBILIZACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE MICROPAISAJES EN UN SECTOR DE LAS CUMBRES CALCHAQUÍES (TUCUMÁN-ARGENTINA) Julián Patricio Gómez Augier y Mario A. Caria**
Introducción El área de trabajo se encuentra situada en el sector montañoso de la Provincia de Tucumán, en el Noroeste Argentino. Abarca un amplio sector de la ladera y piedemonte occidental del cordón de Cumbres Calchaquíes; este cordón flanquea por el oriente al árido Valle de Santa María o Yocavil. Históricamente este espacio ha recibido escasa atención por parte de los arqueólogos. Esta situación se hace más evidente cuando se analiza el estado de los conocimientos que se tienen para la Sierra de Quílmes, ubicada inmediatamente enfrente y separada por el Río Santa María, dónde décadas de trabajos sistemáticos y grandes proyectos provinciales, nacionales y universitarios han generado un enorme corpus de conocimientos que contrastan con aquellos que se tienen para el piedemonte de Cumbres Calchaquíes. Esta situación, creemos, obedece a numerosos factores entre los que cabe señalar la escasez y el aislamiento de poblaciones actuales que dificultan la logística de trabajo, la ausencia (a simple vista) de grandes asentamientos prehispánicos, la intransitabilidad y falta de acceso a numerosos sectores (principalmente aquellos dónde aflora el Terciario) y ante todo el problema para localizar sitios arqueológicos en superficie derivados de una activa morfodinámica. Por otra parte, las corrientes teóricas que rigieron la arqueología argentina durante décadas y vinculadas a la escuela Histórico-Cultural profundizaron en el estudio de aquellos sitios y espacios mencionados en crónicas y documentos (e.g. Quiroga 1898; Ambrosetti 106; Bruch 1913). Este paradigma teórico influyó asimismo sobre estudios posteriores y más recientes, que si bien enfatizaron en la cuestión cronológica extendiendo las investigaciones a momentos Formativos y tempranos, no obstante persistieron en el estudio de los mismos espacios, relegando otros sectores igualmente importantes sobre todo para aquellos momentos vinculados a ocupaciones más tempranas (e.g. Cigliano 1960; Cigliano y Rafino 1975; Baldini 2003 y Scattlin 2003)). Solo recientemente se han llevado a acabo investigaciones arqueológicas sistemáticas, que poco a poco van mostrando la importancia del área para la comprensión de los procesos culturales pasados en el Valle (Cohen et al. 2000; Gómez Augier y Collantes 2006; Caria et al. 2006 y 2007; Aschero y Ribotta 2007; Somonte 2007; Chiappe 2007; Gómez Augier y Caria 2008; Caria et al. 2009a). El área exhibe asentamientos con patrones “característicos” establecidos para áreas vecinas (sitios tipo patrón “margarita”/Tafí; aglomerados semi-urbanos Tardíos; dispersos tipo satélites, o puestos para actividades diferenciadas) junto a otros de características distintivas y sin antecedentes en la literatura arqueológica (e. g. montículos en “rosario” y montículos funerarios que clausuran estructuras habitacionales) y grandes áreas con materiales expuestos en afloramientos que constituyen verdaderos palimpsestos con materiales arqueológicos que van del Arcaico hasta el momento de contacto hispano-indígena. Creemos necesario, en este contexto, incorporar estos espacios superando asimetrías artificiosas que distorsionan nuestra visión a cerca de la relación que establecieron los pueblos aquí asentados con el ambiente en términos ecológicos, económicos y simbólicos.
Instituto de Geociencias y Medioambiente (INGEMA)- Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Universidad Nacional de Tucumán.
[email protected] ** Instituto de Geociencias y Medioambiente (INGEMA)- Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Universidad Nacional de Tucumán. CONICET.
[email protected]
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Julián Patricio Gómez Augier y Mario A. Caria
En una primera aproximación a esta problemática de la espacialidad en esta área, utilizamos como caso de estudio al Sitio El Divisadero desde una perspectiva de la Arqueología del Paisaje, analizando el rol de los procesos morfodinámicos en la visibilidad del registro. Por otra parte, es necesario analizar también las características de la relación entre unidades de paisaje y modos de ocupación. Para ello desarrollamos los siguientes objetivos: a) analizar los mecanismos morfodinámicos involucrados en la transformación del paisaje y evaluando sus implicancias para la visibilidad de los asentamientos para diferentes momentos en el área y b) visualizar y comprender aspectos de la espacialidad de los grupos Formativos para el piedemonte Occidental de Cumbres Calchaquíes, vinculando las unidades geomorfológicas (como unidades ambientales básicas y discretas) con las características en la conformación de los micropaisajes a nivel intrasitio. Marco conceptual Los elementos del registro arqueológico pueden ser definidos de acuerdo con las condiciones de visibilidad que manifiestan. Estas condiciones de visibilidad están determinadas por la concepción espacial implícita en la acción social que producen esos diferentes elementos. La descripción y análisis de las estrategias de visibilización existentes dentro de la acción social pueden ser un recurso para interpretar el registro arqueológico y acceder a través de sus elementos al estudio de las diferentes racionalidades culturales que los generaron. Así, todo objeto cultural reproduce una determinada racionalidad espacial. Para ello partimos del concepto de “visibilidad” entendida esta como el hecho de que los resultados de la acción social o la acción social misma, son más, menos o nada conspicuos y visibles (Criado Boado 1993a). Asimismo, la visibilidad implica la utilización de recursos específicos cuya utilización permite configurar el carácter y dimensión de la visibilidad, que según su naturaleza puede ser aquella que se basa en la reutilización de elementos naturales, y aquella que implica una construcción artificial. Entonces la visibilidad -en términos de Criado Boado 1993a- puede ser definida como la forma de exhibir y destacar la cultura material que refleja la existencia de un grupo social. Según Criado Boado (1993b) se pueden distinguir cuatro estrategias de visibilización: 1) Inhibición: ausencia de una actitud consciente de visibilización de los resultados de la acción humana; 2) Ocultación: una estrategia consciente de invisibilización de los resultados y efectos de la acción humana; 3) Exhibición: una estrategia consciente de visibilización de los resultados y efectos de la acción humana dentro del presente social y 4) Monumentalización: una estrategia consciente de exhibición de los resultados y efectos de la acción humana dentro del presente social y con pretensiones de permanencia. La descripción de las estrategias de visibilización presenta un gran valor metodológico por cuanto ofrece un instrumento útil para definir la actitud socio-cultural hacia el espacio y trabajar así dentro de la Arqueología del Paisaje, y también analizar las estrategias sociales e ideológicas a través del registro arqueológico. Nosotros, al igual que Criado Boado (1993a), entendemos al paisaje como un producto social, conformado por la interrelación del entorno medioambiental, el espacio construido por el hombre y el medio simbólico, los cuales configuran una determinada dimensión del paisaje. En nuestro análisis en particular, pretendemos “deconstruir” el paisaje presente en sus diferentes partes para poder “reconstruir” el paisaje arqueológico en sus partes reales a partir de los elementos sociales pretéritos. En consecuencia, intentamos relacionar las diferentes unidades geomorfológicas de emplazamiento con las distintas formas arqueológicas que componen un sitio, proponiendo definir micropaisajes como elementos base de la espacialidad zonal. Metodología Como metodología de trabajo se optó por el análisis geomorfológico-arqueológico a diferentes escalas. El mismo permite integrar ambos aspectos y facilita la visualización espacial de relaciones a diferentes niveles. Para ello se trabajó mediante fotointerpretación estereoscópica, utilizando fotografías aéreas existentes y otras especialmente generadas para este trabajo. Se realizaron controles de campo y mapeos convencionales de estructuras y rasgos mediante brújula y nivel. De esta forma se confeccionaron dos mapas: 1) mapa escala regional, escala 1: 50.000: este mapeo tuvo como objetivo, obtener en una escala “macro” el contexto geomorfológico para el área de emplazamiento del sitio para de esta forma establecer las características más relevantes para la ocupación
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CAPÍTULO 32 - MESA DE COMUNICACIONES 3
humana desde una perspectiva ambiental integrada y 2) mapa escala de detalle, escala 1: 5.000: es importante destacar que normalmente no se trabaja en la fotointerpretación geomorfológica a estas escalas, siendo normalmente reemplazadas por simples mapeos topográficos y de estructuras de aplicación maquinal y rutinaria que pocas veces guardan relación con las problemáticas involucradas. Personalmente, hemos podido comprobar en trabajos previos la importancia de contar con este tipo de análisis espaciales ya que permiten detectar, visualizar y analizar diferentes “matices” ambientales / topográficos o geológicos que resultan relevantes para la comprensión del funcionamiento y las características intrasitio que de otra manera pasarían inadvertidos. Mediante estos mapeos, procesos erosivos y de transformación del relieve, características de suelos y depósitos, geoformas, humedales y vegetación pueden integrarse al análisis de los aspectos culturales reflejados en el registro arqueológico. Caracterización arqueológica y geomorfologica Geomorfología El sitio El Divisadero se encuentra ocupando un amplio sector de la porción media y apical de un extenso abanico aluvial, porciones de ladera y superficies de glacís en el piedemonte occidental de Cumbres Calchaquíes. Asimismo se han localizado estructuras a los lados de un extenso barranco de erosión. Las unidades descriptas en el área donde se ubica el sitio, representan en gran medida las características geomorfológicas de toda la ladera y del piedemonte de Cumbres Calchaquíes, dentro del denominado “Valle de Santa María”. Así, se caracterizaron Formas de origen estructural-denudativo y Formas de origen fluvial. Las laderas denudacionales presentan pendientes fuertes y pronunciadas, lo que sumado a las características del clima (en el pasado y en el presente), han generado importantes procesos de remoción en masa. Grandes cicatrices de deslizamiento atestiguan este fenómeno. Los materiales vehiculizados mediante estos procesos de remoción en masa (principalmente flujos de detritos), generaron importantes depósitos de material aluvial en forma de grandes conos aluviales en su piedemonte. Estos, desarrollados a través de varios ciclos de depositación, son en general inactivos, salvo pequeños conoides controlados por la dinámica fluvial actual de los cauces. Sobre ellos se sientan actualmente los sitios Ampimpa y El Divisadero. Se pueden observar indicadores de tal actividad, como por ejemplo la red de drenaje, caracterizada por estar sujeta a un importante control estructural. Entre los ríos principales, el Río Amaicha discurre por una línea de falla de carácter regional, constituyendo a su vez, el nivel de base de todos los cauces que drenan en el área estudiada. Este es alimentado por una densa red de pequeños tributarios, que conforman un sistema de drenaje de tipo dendrítico a subdendrítico, todos ellos de carácter estacional, excepto el río Ampimpa que lleva agua todo el año. En las terrazas del Río Amaicha se ubica la localidad de Amaicha – Los Zazos, localidad principal del área en cuanto a población y actividades productivas. La geoforma denominada “depresión anegable”, constituye otro rasgo o indicador de neotectónica. Esta determinó leve basculamiento del cono aluvial situado inmediatamente al norte de la depresión, lo cual produjo cambios locales de pendiente, determinando una confluencia del drenaje (diseño centrípeto) en ese sentido. Incluso un canal del Río Ampimpa desvía su curso para dirigirse en dirección a ella. Las observaciones realizadas en el campo, corroboraron nuestra presunción de que esta depresión se hallaba genéticamente vinculada a eventos neotectónicos. Otras geoformas importantes son las superficies erosivas caracterizadas como glacis de erosión. Estos glacis se encuentran por lo general basculados hacia el norte por una falla lateral que genera, a su vez, una importante escarpa estructural. Arqueología De acuerdo a las características arquitectónicas y a los materiales recuperados en estratigrafía durante nuestras excavaciones, se ha podido establecer que el Sitio El Divisadero correspondería al Formativo (Medio y Superior o Período de Integración Regional) con una ocupación estimada entre los años 2200-1200 AP. Numerosos conjuntos de estructuras de rocas, dispuestas en forma circular formando anillos y agregadas a la manera del conocido “Patrón Margarita”, de diámetros que van de los 25 a los 6 metros; montículos pequeños de rocas y sectores de andenería asociados conforman el patrón de asentamiento dominante. Presenta asimismo algunas estructuras circulares aisladas de características megalíticas y rocas en posición vertical a la manera de menhires. También se han podido detectar algunos petroglifos aislados sobre grandes bloques de roca
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Julián Patricio Gómez Augier y Mario A. Caria
metamórfica en sectores periféricos al sitio. A los fines de este trabajo hemos definido en forma instrumental para el análisis los siguientes sectores y estructuras: Sectores Habitacionales: estructuras aisladas o conjuntos de estructuras en “Patrón Margarita”. Localizados en diferentes sectores del abanico aluvial en sus porciones media y apical. En algunos casos, las estructuras se encuentran emplazadas en sectores naturalmente más elevados respecto a la superficie del abanico, aprovechando la topografía natural en una suerte de “albardones” vinculados a la dinámica fluvial del abanico. Esta situación ha sido aprovechada para el emplazamiento de las estructuras en los sectores elevados delimitando espacios deprimidos que han sido ocupados con estructuras de andenería. Sectores de Andenería: localizados entre las estructuras habitacionales y aprovechando la pendiente natural del abanico. Se constató la presencia de canales de riego asociados que se extienden hasta el sector apical para la captación de agua. Sectores de Montículos: los montículos de rocas, localizados en el sector medio del abanico presentan una elevación promedio de 3 a 5 m respecto a la superficie y se disponen en un patrón en forma de “Rosario” con estructuras cuadrangulares asociadas a la manera de patios y lineamientos de rocas que limitan su base. Son artificiales, construidos ex profeso. Asimismo, y en un sentido espacial más amplio separan sectores de estructuras intrasitio claramente diferenciados desde lo arquitectónico; a grandes rasgos estructuras habitacionales con andenes asociados y estructuras habitacionales sin andenes asociados. Sector de Petroglifos: como ya se mencionara se encuentran aislados, en la periferia del sitio el menos en cuanto a la presencia de estructuras superficiales se refiere. Se localizan en el sector medio – distal del abanico sobre bloques aislados de rocas metamórficas que presentan pátinas / barnices del desierto que han sido aprovechadas para resaltar el motivo por “picado”. Los motivos se corresponderían con aquellos asignados tradicionalmente al formativo, por lo que han sido vinculados al sitio en cuestión. Estructuras de control visual: localizadas en sectores de ladera y porción apical del abanico. También en algunos sectores de glacís. De factura simple parecen controlar el acceso a las quebradas dónde se capta el agua para el riego. Discusión Visibilidad y Temporalidad Investigaciones realizadas en el área mostraron la dificultad para asignar cronología a sitios en función de sus atributos formales superficiales (patrones de asentamiento) e incluso en estratigrafía. Sitios tardíos pueden mostrar atributos típicos de asentamientos formativos y viceversa. Asimismo, materiales datados, mostraron discrepancias importantes con las expectativas cronológicas establecidas a priori en función de los contextos y atributos de los materiales. Consideramos que la dinámica de los procesos geomorfológicos implicados en la transformación del paisaje ha generado una falsa percepción de la espacialidad prehispánica enmascarando, barriendo o superponiendo -en forma de palimpsestos- ocupaciones pertenecientes a diferentes momentos; así las características de distribución de los sitios pueden ser simplemente el reflejo de las propiedades de las unidades geomorfológicas sobre las que se encuentran y sus características particulares. Así, entonces, la visibilidad, en estos términos, revelaría un falso patrón que no se correspondería con la distribución real en virtud de la racionalidad espacial prehispánica. En este contexto resulta necesario evaluar la validez de los modelos de patrones de ocupación del espacio propuestos, incorporando al análisis anterior, el estudio de la morfodinámica en función de las posibilidades de visibilidad de los asentamientos para cada momento y analizando conjuntamente aspectos vinculados a la percepción del espacio en términos simbólicos que pudieran estar condicionando la ocupación efectiva, el tránsito o la evasión deliberada de algunos espacios culturalmente significativos con sus consecuencias a nivel de registro arqueológico. De los antecedentes recientes existentes para el área como los de Caria et al (2009b y c) - en torno a la cuestión agrícola del Formativo para Cumbres Calchaquíes- y de Caria et al (2006 y 2007) -relevamiento y excavación de sitios en la Quebrada del Río de Los Corrales, similares a los presentes en el sitio El Divisadero- o los resultados obtenidos por Chiappe (2007) en sitios de Amaicha, permitieron situar nuestra propia investigación en
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un contexto más amplio. Los resultados preliminares obtenidos hasta este momento en estos trabajos sugieren importantes relaciones y puntos en común con nuestra propia investigación. Creemos que resulta necesario extender nuestro trabajo a un nivel de análisis más profundo que abarque por ejemplo, el estudio mediante excavación sistemática de la funcionalidad de estructuras como los “montículos” que clausuran habitaciones con inhumaciones asociadas, presentes tanto en El Divisadero como en Amaicha o de estructuras agregadas tipo “patrón margarita” como las presentes en la Quebrada del Río de Los Corrales. Estrategias y Espacialidad Relacionando las diferentes unidades geomorfológicas de emplazamiento con las distintas formas arqueológicas que componen un sitio, proponemos definir micropaisajes como elementos base de la espacialidad zonal. Podemos observar de esta manera qué unidades geomorfológicas tienen mayor recurrencia de uso respecto al tipo de estructuras o no presentes en ellas. Consideramos que cada unidad geomorfológica “condiciona” en cierta medida la “estrategia de visibilización”. Entendido así este “condicionante” es que proponemos reconceptualizar o más bien adaptar los términos acuñados por Criado Boado (1993b) de “estrategias de visualización” por el de “micropaisajes” de inhibición, ocultación, exhibición y monumentalización. Asimismo, incorporamos la posibilidad de que la relación unidad geomorfológica (cualquiera sea ésta) y el tipo de elemento de la acción social asociada a ella puede asumir una, dos o más tipos de micropaisajes. De esta manera los: 1) Espacios Domésticos/Peridomésticos (estructuras habitaciones, andenes de cultivos, canales de riego y estructuras de control visual) pueden pensarse como una posible Estrategia de Inhibición o Micropaisaje de Inhibición. 2) Petroglifos, Menhires, “Espacios Rituales” y Estructuras Monticulares/Enterratorios configurarían una Estrategia de Exhibición y Monumentalización o Micropaisaje de Exhibición y Monumentalización. 3) Las Estructuras Monticulares/Enterratorios se asumirían Estrategia de Ocultación (?) o Micropaisaje de Ocultación (entierro/habitación). Estos micropaisajes habrían sido dinámicos, sino que podrían cambiar su significado, ya sea por cuestiones en el cambio de la percepción sobre esos mismos paisajes como también por transformaciones operadas en el medio físico, como procesos morfodinámicos y/o cambios paleoambientales. El cambio en la racionalidad, entendida ésta como la cosmovisión global de los grupos humanos, se vería reflejado en el cambio de ésta estrategia y por ende de los micropaisajes. Así, proponemos tomar y aplicar la idea y conceptos en torno de las “estrategias de visibilización” para definir los micropaisajes a nivel intrasitio y para utilizarlas como herramientas para comparar situaciones similares para sitios del Formativo en el área de trabajo e incluso para ser comparadas con otras para diferentes momentos (Tardío). Conclusiones La espacialidad en la conformación de los micropaisajes muestran características distintivas propias que no guardan estricta relación desde lo formal con los patrones previamente establecidos para los períodos Formativo y Tardío en el ámbito regional, lo que podría haber ocasionado una falsa sub representación en la cantidad de ocupaciones, particularmente aquellas correspondientes a los momentos más tempranos. Por este motivo, creemos no deberían asumirse a priori presunciones cronológicas basadas en las características formales de los asentamientos. La integración de la información en una perspectiva regional, permitirá generar modelos y definir características en el uso del espacio a lo largo del tiempo, ayudando asimismo a separar aspectos ligados con las características del ambiente, el sustrato físico y la producción de alimentos de otros derivados de la actividad simbólica y ritual o de diferenciaciones adaptativas de índole regional. A nivel intrasitio, las estrategias de visibilización junto con los criterios establecidos a partir del análisis geomorfológico, permitieron establecer diferentes micropaisajes. Teniendo en cuenta las características de la dinámica del entorno medioambiental y el espacio construido -ya definidos- queda por establecer la esfera del medio simbólico subyacente en la conformación de estos micropaisajes y su relación con los conformados a nivel regional en el valle de Yocavil. Por último resta analizar si estos “modos de visibilización” propuestos mediante los cuales definimos los diferentes micropaisajes -asumiendo que los mismos sean representativos de la espacialidad pretérita- reflejan
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Julián Patricio Gómez Augier y Mario A. Caria
características distintivas a nivel de organización a nivel del grupo que los originó y si a su vez se “reproducen” para otros asentamientos con posibles implicancias de orden social más amplias. Agradecimientos Este trabajo fue realizado en el marco del Proyecto CIUNT 26/G409. Se agradece al Dr. José Sayago, Arqueólogo Luis Monti, Geólogo Sebastián Moyano y Sr. Dante Mauro por su colaboración en los trabajos de campo. Bibliografía Ambrosetti, J. 1906. Exploraciones arqueológicas en la Pampa Grande (Salta). Publicaciones de la Sección Antropología. Nº 1. Bs. As. Aschero, C. y E. Ribota. 2007. Usos del espacio, tiempo y funebria en El Remate (Los Zazos, Amaicha del Valle, Tucumán). Paisajes y procesos sociales en Tafí del Valle. Editado por P. Arenas, B. Manasse y E. Noli, pp 79-94. Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán. Baldini, L. 2003. Proyecto arqueología del valle Calchaquí central (Salta, Argentina). Síntesis y perspectivas. Local, regional, global: prehistoria, protohistoria e historia en los Valles Calchaquíes. Cornell y Stenborg eds. Universidad Gptemborg. Bruch, C. 1013. Exploraciones arqueológicas en las provincias de Tucumán y Catamarca. Revista del Museo de La Plata. Bs. As. Caria, M; Martínez, J y Oliszewski, N. 2006. Geomorfología y arqueología de la quebrada del Río de los Corrales (El Infiernillo, Tafí del Valle, Tucumán, Argentina). Actas de Trabajos del III Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología. Tomo I: 145-154. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba. Caria, Oliszewski, Pantorrilla y Gómez Augier. 2007. Relevamiento y clasificación del sistema agrícola prehispánico en la quebrada del río de los Corrales (El Infiernillo, Tafí del Vale, Tucumán). PACARINA número especial del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, I: 49-54. Jujuy. Caria, M.; Escola, P.; Gómez Augier, J. P. y Glascock, M. 2009a. Obsidian Circulation: new spaces of spread for the Northwest of Argentina. International Association for Obsidian Studies (IAOS ), Bulletin. 40:5-11. USA. Caria, M. A; J. Martínez y N. Oliszewski. 2009b. Los geoespacios arqueológicos durante el Holoceno superior en la quebrada del río de los Corrales (El Infiernillo-Tucumán). Geomorfología y Cambio Climático. Editado por J. Sayago y M. Collantes, pp. 145-162. Instituto de Geociencias y Medio Ambiente, Universidad Nacional de Tucumán. Caria, M.; Oliszewski, N.; Gómez Augier, J.; Pantorrilla, M. y Buhler, M. 2009c. Formas y espacios de las estructuras agrícolas prehispánicas en la Quebrada del Río de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán. Capítulo de Libro. Agricultura Prehispánica del NOA. Korstanje y Quesada Eds. Catamarca. (En prensa). Cigliano, E. 1960. Investigaciones arqueológicas en el Valle de Santa María. Publicación Nº 4. Rosario. Criado Boado, F. 1993a. Visibilidad e interpretación del registro arqueológico. Trabajos de prehistoria 50: 39 – 56. España. Criado Boado, F. 1993b. Límites y posibilidades de la arqueología del paisaje.Spal 2 : 9 -55. España. Gómez Augier, Julián P. y Collantes, M., 2006. Relaciones Geomorfológicas – Arqueológicas del sitio El Observatorio. Ampimpa, Departamento Tafí del Valle. Tucumán, Argentina. Actas del III Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología, Tomo II Pags. 817 – 826. Córdoba Cohen, L.; López Campeny, S. y Urquiza, S. 2000. De remate. La antigua vida cotidiana del valle de Amaicha. Ms. Gómez Augier, J. y Caria, M. 2008. Análisis de micro-paisajes en el sitio El Divisadero (piedemonte occidental de Cumbres Calchaquíes, Noroeste Argentino). V Congreso Nacional de Arqueología en Colombia. Patrimonio, paisaje y sociedad: 103-104. Universidad de Antioquia. Vicerrectoría de Extensión, Museo Universitario, Sociedad Colombiana de Arqueología. Medellín, Colombia. Quiroga, A. 1898. Monumentos megalíticos de Colalao. Boletín del Instituto Geográfico Argentino XIX. 1-3:3745. Bs. As. Scattolin, M. 2003. Recursos arquitectónicos y estilísticos cerámicos en los siglos IX y X DC. En el valle de Santa María (Catamarca-Tucumán). Local, regional, global: prehistoria, protohistoria e historia en los Valles Calchaquíes. Cornell y Stenborg eds. Universidad Gptemborg. Somonte, C. 2002. El uso del espacio y la producción y/o descarte de artefactos líticos en la Quebrada de Amaicha. Inédito.
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PROSPECCIONES EN EL MUNICIPIO LA PUERTA, DPTO. AMBATO, CATAMARCA Andrés Barale y Leonardo Faryluk **
Resumen Se presentan los resultados de los trabajos de prospección realizados durante el año 2008 en el marco del Proyecto de Voluntariado Universitario titulado “Patrimonio Arqueológico en el Valle de Ambato (Catamarca): Hacia un Entendimiento y Valoración de su Pasado Cultural”. El los mencionados trabajos se registró una importante cantidad de estructuras de diferentes tipos, sobre las cuales se realiza una pequeña descripción para culminar con algunas comparaciones con áreas aledañas como el “Norte del Valle de Ambato”, el Valle de Paclín y el Valle Central de Catamarca. Introducción y descripción geográfica del área de La Puerta El Municipio de La Puerta (Departamento Ambato, Catamarca), abarca dentro de sí a un número de diferentes comunidades, las cuales ocupan el sector Meridional del denominado Valle de Ambato; de éstas, Isla Larga, la ubicada más al sur, se sitúa prácticamente en el límite entre los Departamentos Ambato y Fray Mamerto Esquiú; siguiendo hacia el Norte se encuentran La Puerta Banda Sur, La Puerta Banda Norte (cabecera del departamento), El Talar, Huaycama y Cólpes. El área corresponde a un estrecho valle en el cual corre en dirección Norte-Sur el Río del Valle, uno de los principales cursos de agua de la provincia. El “Valle de Ambato” se encuentra integrado por la cuenca del Río de Los Puestos, lo que conformaría el “Norte del Valle de Ambato”; que al unirse con el cauce del Huañumil y más al Sur con el Río Ambato, conforman el tramo superior de la cuenca del Río del Valle, que se correspondería con el “Sur del Valle de Ambato”, siendo este último sector en el cual se han desarrollado las investigaciones aquí expuestas. La denominación de “Valle de Ambato” proviene del uso cotidiano de éste nombre por parte de los pobladores locales. Cabe aclarar que tradicionalmente en arqueología ha sido utilizada ésta denominación al referirse a la región, más específicamente lo que en este trabajo se ha dado en llamar “Norte del Valle de Ambato”. Herrero y Ávila (1993), teniendo en cuenta lo dicho por Ardisone (1941), definen al Valle de Ambato como un pequeño valle longitudinal que corresponde a la porción noroeste del Valle de Catamarca. El aquí denominado “Sur del Valle de Ambato” presenta ciertas características que lo diferencian del resto de la región, principalmente porque desde la unión del Río de Los Puestos con el Huañomil el valle se hace muy estrecho, volviéndose a ensanchar más al Sur. Este escenario de alguna manera influye notablemente sobre la distribución de las localidades y los modos de vida de la gente en la actualidad, y es posible que de igual manera haya sucedido en el pasado. Topográficamente se pueden distinguir cuatro sectores diferentes en esta sección del valle. El primero correspondería con las quebradas que bajan desde las serranías del Ambato-Manchao; sobre este sector no existe prácticamente piedemonte y las quebradas llegan en la mayoría de los casos hasta la primera terraza del río, siendo la superficie apta para el asentamiento humano considerablemente reducida. El segundo sector es el fondo del valle con las diferentes terrazas que formó el río, lugar donde se concentra la mayoría de la población actual. Cabe destacar que este sector es sumamente estrecho, aunque presente variantes a lo largo del valle. El tercer sector corresponde al piedemonte que baja desde la sierra de La Graciana, que aunque no presenta gran desarrollo, representa la mayor cantidad de tierra con potencial para el asentamiento humano. El último sector corresponde a las laderas y parte de la cumbre de la Sierra de La Graciana, que debido a sus pronunciadas pendientes es aparentemente poco apto para el asentamiento humano.
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Andrés Barale y Leonardo Faryluk
Antecedentes de Investigación La zona no fue investigada hasta mediados del año 2006 cuando Faryluk y Rodríguez, comenzaron a realizar trabajos de prospección y gestionaron con la Municipalidad de La Puerta la apertura de un museo arqueológico en la cabecera departamental. A partir del año 2008 se intensificaron los trabajos de prospección en el Marco del Proyecto de Voluntariado Universitario “Patrimonio Arqueológico en el Valle de Ambato (Catamarca): Hacia un Entendimiento y Valoración de su Pasado Cultural”, el cual dio como uno de sus resultados una Carta de Riesgo Arqueológica de la región (Laguens et al 2008). En dicho proyecto se priorizó el relevamiento y evaluación de las diferentes evidencias arqueológicas, ubicadas dentro del Municipio de La Puerta, concentrados en el sector de fondo de valle y las partes bajas del piedemonte ya que éstas son las que presentan mayor impacto antrópico, debido a que allí la densidad de la población es mayor, y en consecuencia es el sector del valle donde el registro arqueológico corre riesgo de desaparecer. Los antecedentes de investigación eran casi nulos, contándose solamente con los datos de las prospecciones del 2006 (Faryluk y Rodríguez comunicación personal), y algunos rescates arqueológicos realizados por personal de la Dirección de Antropología de la Provincia de Catamarca. Estos en su mayoría corresponden a excavaciones de enterratorios humanos, con muy poco material asociado y a una prospección sobre la traza de una ruta que conectará las localidades de La Puerta y El Rodeo. Los Trabajos de Campo Hasta el momento los trabajos fueron realizados en el sector que se encuentra entre las localidades de La Puerta Banda Sur y Huaycama, abarcando entre estas a La Puerta Banda Norte y El Talar. Las prospecciones realizadas fueron de cobertura total y se organizaron siguiendo transectas distanciadas aproximadamente veinte metros unas de otras; se tomó al Río del Valle como punto de partida de las mismas, en sus márgenes Este y Oeste, de modo longitudinal y perpendicular al mismo. Las diferentes transectas que se realizaron fueron ajustadas a las características del terreno, siguiéndose los accidentes del mismo, principalmente al Oeste del río, donde se recorrieron las diferentes quebradas que bajan hasta las márgenes del mismo. Como se mencionó líneas arriba, es posible dividir el área sobre la cual se trabajó en cuatro sectores, diferenciados principalmente a partir de sus características topográficas, de los cuales se lograron prospectar tres. Estos sectores son el Oeste del curso del río principal, correspondiendo a las estribaciones y quebradas de la Sierra de Ambato; el fondo del valle a ambas orillas del río; y el piedemonte de las Sierras Gracianas, que se encuentran hacia el Este. A continuación se presenta una breve síntesis descriptiva de los sitios relevados en cada uno de los sectores mencionados. Sector Sitio 1
Características
Es un conjunto de estructuras compuesto por dos recintos de 4 X 3 metros aproximadamente, construidos con bloques graníticos y lajas, mediante la técnica de muro doble, sobresaliendo en promedio un metro sobre la superficie. Una pequeña quebrada, que baja hacia el curso LPH- principal, los separa de un muro de contención de 10 metros emplazado sobre la margen Norte 02 de la misma. Otros dos muros de unos 2 metros, orientados en sentido N-S a ambos lados de la quebrada, posiblemente formaban una sola estructura con el muro mayor, lo cual no es observable debido a la acción de la torrentera. Se halló material cerámico tosco en superficie, del cual ha sido tomada una muestra. No ha sido observada otro tipo de evidencia artefactual Se trata de 3 recintos adosados, de 5 x 3 metros y un muro de contención de 6 metros de longitud, todos orientados en sentido N-S. Son construcciones de pared doble de granitos y LPH- lajas, que sobresalen en superficie aproximadamente 0,50 metros. A unos 70 metros hacia el 03 Este, se observa un pequeño conjunto de estructuras de contención y manejo del agua. Solamente se ha detectado cerámica tosca en superficie, de la cual se tomó una pequeña muestra
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Dos pequeños muros simples de granito, poco visibles en superficie. Los dos poseen una LPH- orientación E-O, y tienen una longitud de 2,5 y 0,5 metros. Asociado a ellos, se encuentra 04 hacia el Este un afloramiento rocoso de aproximadamente 3 metros de diámetro. En superficie se observaron unos pocos fragmentos cerámicos y lascas de cuarzo LPH- Se trata de un recinto cuadrangular, de unos 5 metros de lado, muy mal conservado y poco 05 visible en superficie. Se trata de dos recintos sub-circulares, siendo de 5 metros de diámetro el ubicado al Norte y LPH- 2,50 metros el ubicado al Sur. Están construidos con bloques graníticos con técnica de pared 06 simple, las cuales se hallan derrumbadas hacia el exterior, posiblemente por esto no se observan aberturas LPH- Pequeño muro de 2 metros de longitud, apenas visible en superficie, con orientación Este08 Oeste Conjunto de terrazas de cultivo en una pequeña loma que baja a una quebrada tributaria del cauce principal. Las mismas son de baja altura, distanciadas unos 5 metros aproximadamente, LPHentre sí, y una diferencia altitudinal de 0,80 metros en promedio, si bien la altura observada de 09 los muros no sobrepasa los 0,30 metros. El conjunto cuenta con siete estructuras de 10 metros de longitud promedio en sentido Este-Oeste. Se trata de dos recintos adosados, al menos dos independientes todos ellos cuadrangulares, de 3 metros de lado en promedio; y cuatro muros posiblemente delimitando un patio. La técnica constructiva de todas las estructuras es la pared doble de piedra, utilizándose preferentemente LPH bloques de granito. No se observa una clara planificación del espacio ya que las estructuras se 10 disponen sin observarse un eje ordenador, la disposición del terreno debió influir en la Sector elección de la distribución de las estructuras. Se ha recolectado material cerámico y lítico, 1 observándose también una conana en el extremo Sur del sitio Consiste en un conjunto integrado por al menos cuatro recintos adosados de unos 5 metros de lado cada uno; tres de los cuales se orientan en sentido Este-Oeste y el cuarto al Norte del LPH- ubicado en el extremo Este. Este último posee una estructura rectangular de menor tamaño en 11 su interior, conformando con una de sus paredes un posible pasillo de ingreso. Al Oeste del conjunto se observan dos muros que forman un espacio abierto hacia el Sur. Todas las estructuras parecen estar construidas con la técnica de pared doble de piedra LPH- : Se trata de una estructura sub-circular posiblemente funeraria, ubicada en una lomada a 12 aproximadamente 250 metros del Río del Valle Las estructuras habitacionales se ubican en la parte central del asentamiento, forman un conjunto de aproximadamente seis o siete recintos, de 5 x 4 metros en promedio, dispuestos en sentido Noreste-Suroeste; en torno a estos se disponen estructuras de mayores dimensiones. Las técnicas constructivas varían entre pared simple y pared doble de piedra, siendo esta última más común en la construcción de los recintos habitacionales; uno de los cuales ha sido Sector El excavado recientemente, registrándose dentro del mismo, importantes derrumbes de las paredes Noreste y Sureste; gran cantidad de material cerámico de estilos Ciénaga y Aguada, 2 Talar entre los que destacan dos figurinas antropomorfas; así como una importante presencia de material lítico, como ser morteros, manos, lascas y núcleos de cuarzo, un hacha, placas de mica; además se halló una importante presencia de gránulos de pigmento rojo y blanco; y material óseo animal, muy deteriorado, que aún no ha sido determinado. Durante las excavaciones no se registraron huellas de poste, restos de techumbre ni estructuras de combustión LPN- Se trata de una estructura sub-circular con un muro adosado, posiblemente relacionada a un 01 sistema de aterrazamientos compuesto por siete muros, ubicado unos 20 metros al Oeste LPN- conjunto de al menos siete estructuras cuadrangulares adosadas, de gran tamaño, construidas 04 mediante las técnicas de pared simple y doble de piedras; dispuestas longitudinalmente en sentido Norte-Sur LPH01 roca granítica de gran tamaño, en la cual se ha confeccionado un mortero poco profundo.
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Asentamento compuesto por varios recintos y muros a los cuales no se le puede identificar función (canchones, terrazas, patios o recintos de grandes dimensiones). La parte más visible LPHcorresponde a estructuras con paredes de 1,5 metros de altura. Parece ser de ocupación tardía, 07 finales del período colonial en adelante. Las diferencias constructivas apreciables en los muros hacen pensar en la existencia de un asentamiento anterior, más grande, el cual fue reocupado Se trata de tres muros de aproximadamente 10 metros de longitud, dispuestos en sentido LPH Norte-Sur, los cuales forman un pequeño aterrazado, al cual se asocia un recinto cuadrangular 13 confeccionado con paredes dobles de piedra, de pequeñas dimensiones LPH- Consiste en al menos tres recintos adosados construidos con pared doble de piedra, ubicados 14 sobre una porción de suelo nivelada. Se observan también algunos muros que conforman estructuras no bien definidas. LPH- Sitio compuesto por al menos tres recintos cuadrangulares de unos 15 metros de lado, que 15 posiblemente contienen recintos menores en su interior. Parece tratarse de patios o canchones, construidos mediante las técnicas de muro simple y doble de piedras Barranca emplazada en la margen Este de la Ruta Provincial N° 1. Se observa gran cantidad de LPH- material en superficie. Se conoce que en este sector fueron hallados pucos estilo Averías / 16 Yokavil, objetos de metal y vidrio, además de al menos un enterratorio. La Dirección Provincial de Antopología tiene registrado algunos de dichos hallazgos, mientras que otros se encuentran en el Museo Arqueológico La Puerta. LPN- Consiste en tres líneas de terrazas de distintas longitudes (entre 20 y 5 metros) ubicadas en una 02 pendiente suave que baja hacia una cárcava, en el piedemonte occidental de las Sierras Gracianas Sector Gran muro simple, que en parte bordea una cárcava que desciende por el piedemonte 3 LPN- occidental de las Sierras Gracianas, para luego desviarse en forma perpendicular. Posee una 03 altura aproximada de un metro. En uno de sus extremos, atraviesa la cárcava, siguiendo de manera paralela en la otra orilla Conjunto de estructuras que se agrupan formando un conglomerado de varios recintos LPN- cuadrangulares y sub-circulares que varían entre 25 y 5 metros de lado aproximadamente. 05 Alrededor de estos se distribuyen canales, muros de contención. Construidas con paredes simples y dobles de piedra, con una altura promedio de 0,80 metros sobre la superficie Barranca a un costado de la Ruta Provincial N° 1, en la margen Este. En el año 2008 se realizó LPNel rescate de los restos óseos de un individuo adulto y un infante por parte de la Dirección de 07 Antropología Regularidades, similitudes y diferencias Observando los sitios relevados se encuentran regularidades que en principio podrían estar indicando ciertas particularidades de la región. A diferencia del Sector Norte del Valle de Ambato donde “(…) se han detectado 5 variedades [de técnicas constructivas]: paredes de barro batido con columnas de piedra, pared simple de piedra, pared doble de piedra, pared simple de piedra canteada y pared de piedras clavadas. Luego estas 5 variedades se combinan entre sí en distintos sitios. Se destaca la pared de barro con columnas de piedra, presente en casi todos los casos, aún en las combinaciones con las otras técnicas (…)” (Assandri y Juez 19967:77); en el área prospectada no se ha observado la presencia de utilización de muros de tapia (o barro) en cualquiera de sus variantes, siendo totalmente predominante la construcción de paredes simples y dobles de bloques y lajas, estas últimas en menor proporción. Los muros simples se asocian en su mayoría a construcciones con finalidad agrícola, sean terrazas, muros de contención, canchones y canales; mientras que los muros dobles se asocian a recintos de menor tamaño con posible uso residencial. De este mismo modo es posible establecer diferencias con el Valle Central donde se puede observar en sitios como Pueblo Perdido de la Quebrada “(…) un sistema de construcción que responde siempre al mismo patrón, los muros se inician desde un nivel inferior al suelo enterrando grandes piedras (lajas), algunas veces hasta 1, 50 metros de la superficie (…) luego las paredes se continúan entre columnas con lajas verticales en una doble fila que deja entre ellas un espacio que en promedio ronda los 60 cm… cuando se rellena el interior con tierra y litos pequeños, a partir de una superficie superior plana, se levantan las paredes que son de piedras canteadas colocadas horizontalmente (…)” (Kriscautzky 1996-7:28).
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En la excavación realizada en el sitio El Talar se pudo observar que desde los cimientos hasta su culminación la técnica de construcción del muro no varía, a lo sumo se reduce el tamaño de los bloques, estando completamente ausente el muro de tres cuerpos descripto por Kriscautzky para sitios del Valle Central y los muros de tapia descriptos para el Sector Norte del Valle de Ambato. Finalmente se observan algunas similitudes respecto a la zona de Paclín donde Villafañez (2007) registra sitos en arquitectura de muro simple, muros de piedras clavadas y en menor proporción muros dobles. Siguiendo las categorías realizadas por Assandri (2005) referentes al tamaño de los sitios arqueológicos del Sector Norte del Valle de Ambato se puede observar una representatividad de todos sus tipos en el Sector Sur del Valle de Ambato, a pesar de la diferencia de cantidad de sitios registrados al momento y del reducido espacio potencialmente habitable, en relación al Norte. Del mismo modo, se observa una relación inversa entre cantidad de sitios de cada categoría y la superficie ocupada por los mismos. En comparación, los sitios registrados en la zona de Balcosna por Villafañez (2007) son generalmente de tamaños más reducidos, siendo los más grandes, equivalentes a los denominados medianos en Ambato. Sin embargo, esta diferencia podría revertirse de ser considerados potenciales sitios en el fondo del Valle de Balcosna, actualmente destruidos por la acción antrópica. Lamentablemente, para el Valle Central de Catamarca no se conocen trabajos que profundicen la relación tamaño-rango de los asentamientos allí registrados, por lo cual toda comparación referida a este aspecto es aproximativa. En este contexto se puede mencionar que los sitios de esta región cubren el rango de tamaños considerados en el Valle de Ambato; sin embargo, no se pueden establecer relaciones de proporción entre las diferentes categorías. Con respecto a la distribución de las diferentes estructuras de un asentamiento, no se observa un patrón planificado según un eje como pretende ver Kriscautzky (1996-7) en Pueblo Perdido, sino una distribución que responde más a las características del terreno donde los sitios se encuentran emplazados. Así por ejemplo, conjuntos de estructuras ubicadas en sectores amplios del fondo del valle tienden a desarrollarse en todas direcciones, mientras que en sectores más acotados o en quebradas transversales siguen la dirección de las mismas. A escala intra-sitio se puede observar la repetición en distintas posiciones de un módulo básico usualmente configurado por dos o tres recintos y un patio. Esta repetición o asociación de módulos es la que se adapta a las diferentes configuraciones topográficas. Si bien se han realizado recolecciones superficiales, la mayor cantidad de material cerámico recuperado en los sitios registrados en el Municipio La Puerta es tosco, por lo cual no se puede realizar una adscripción cronológica tentativa a cada uno de los sitios. Sin embargo, el material diagnóstico en general corresponde a los estilos Ciénaga, Aguada negro bruñido y Ambato Tricolor, razón por la cual se puede asignar la mayoría de los sitios a ocupaciones Formativas y del Período de Integración Regional (Laguens 2006). No obstante, se debe agregar la presencia de evidencias correspondientes a ocupaciones más tardías, como ser los pucos de estilo Yokavil rescatados por la Dirección de Antropología y por coleccionistas de la localidad, en una barranca a la vera de la Ruta Provincial N° 1, materiales actualmente expuestos en el Museo Arqueológico La Puerta; y el sitio LPH-07, posiblemente ocupado alrededor del siglo XIX, aunque presenta evidencia de reutilización de arquitectura más temprana. Comentarios finales Los trabajos realizados al momento permiten tener una visión de la ocupación de La Puerta en el pasado, que pareciera estar orientada hacia una organización agrícola. A diferencia de otros lugares cercanos, como es el Norte del Valle de Ambato y la Quebrada del Tala en el Valle Central, donde parecería que el paisaje agrícola se encuentra al menos en parte diferenciado de lo residencial; donde los sitios de habitación de mayor importancia se encuentran en el fondo del valle sin estar asociados de manera directa a estructuras agrícolas, mientras que éstas predominan en las quebradas y los piedemontes . En La Puerta las unidades residenciales también ocupan diversos sectores del fondo del valle o la parte baja de los piedemontes, pero se encuentran dentro del paisaje agrícola, y no diferenciadas de éste. El hecho de que las estructuras destinadas a las viviendas se encuentren insertas dentro de un sistema agrícola que al parecer fue de gran importancia, al menos por la extensión del mismo, habla de una lógica diferente en la concepción espacial del territorio. Resulta imperiosa la continuación y profundización de las investigaciones en el Municipio de La Puerta a fin de mejorar la imagen referida a la ocupación del espacio, la significación de las particularidades de
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la misma, así como la apreciación de las relaciones establecidas con otras zonas del macroárea que conforma el Valle Central de Catamarca. Bibliografía Assandri S. 2005. Desigualdad y Heterogeneidad en el uso del espacio en sociedades Aguada del Valle de Ambato – Catamarca – Argentina. Actas de la V Mesa redonda de La Aguada. La cultura de La Aguada y sus Expresiones Regionales 15-22. La Rioja, Argentina. Assandri S. y S. Juez. 1996-1997. Organización Espacial de los Asentamientos en el Valle de Ambato, Periodo de Integracion Regional. Shincal 6:71-83. III Mesa Redonda sobre la Cultura de La Aguada y su Dispersión. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Ardisone, R. 1941. La instalación humana en el Valle de Catamarca. Estudio antropogeográfico. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata. La Plata. Cruz, P. 2006 Complejidad y heterogeneidad en los Andes meridionales durante el Período de Integración Regional (siglos IV-X d.C.). Nuevos datos acerca de la arqueología de la cuenca del río de Los Puestos (depto. Ambato-Catamarca, Argentina ). Bulletin de l’Institute Français d’Études Andines, 35 (2):121-148. Figueroa, G. 2008 Los sistemas agrícolas del Valle de Ambato, Catamarca, siglos VI a XI d.C. Intersecciones en Antropología 9: 313-317. Facultad de Ciencias Sociales – UNCPBA – Argentina. González, A R. 1998. La Cultura de La Aguada. Arqueología y Diseños. Filmediciones Valero. Buenos Aires, Argentina. Haber A, J Ferreira, G Granizo, M Quesada y F Videla. 1996-7. Construcción de categorías de paisaje en Capayán. Shincal 6:83-100. III Mesa Redonda sobre la Cultura de La Aguada y su Dispersión. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Herrero, R. y A. Ávila. 1993. Aproximación al Estudio de los Patrones de Asentamiento en el Valle de Ambato (Prov. de Catamarca, Argentina). Publicaciones 6. Universidad Nacional de Tucumán. Instituto de Arqueología. Kriscautzky N. 1995. Avances en la Arqueología del Formativo Inferior en el Valle de Catamarca. Revista de Ciencia y Técnica Vol. II, (2), Año. Universidad Nacional de Catamarca. Kriscautzky N. 1996-97a. Nuevos Aportes en la Arqueología del Valle de Catamarca. Shincal 6:27-34. III Mesa Redonda sobre la Cultura de La Aguada y su Dispersión. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Kriscautzky, N. 1996-97b. Sistemas Productivos y Estructuras Arqueológicas Relacionadas con la Producción Agropecuaria en el Valle de Catamarca. Shincal 6:65-70. III Mesa Redonda sobre la Cultura de La Aguada y su Dispersión. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca Laguens, A. 2006. Continuidad y Ruptura en Procesos de Diferenciación Social en Comunidades Aldeanas del Valle de Ambato, Catamarca, Argentina (S. IV-X D.C. ). Chungara, Revista de Antropología Chilena 38 (2): 211-222. Perez Gollán J., M. Bonnín, A Laguens, S. Assandri, L Federici, M Gudemos, J. Hierling, S. Juez. 1996-97. Proyecto Arqueológico Ambato, un estado de la cuestión. Shincal 6:115-124. III Mesa Redonda sobre la Cultura de La Aguada y su Dispersión. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Pérez Gollán y O. R. Heredia. 1987. Hacia un Replanteo de la Cultura de La Aguada. Cuadernos Instituto Nacional de Antropología 12: 167-173. Villafañez E. 2007. Arqueología Espacial del Valle de Balcozna, Departamento Paclín, Provincia de Catamarca. Tesis para optar al grado de Licenciado en Arqueología. Escuela de Arqueología – UNCa.
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LA TAMBERÍA DE GUANDACOL Y EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE VESTIGIOS DE LAS POBLACIONES LOCALES DEL PERÍODO DE DESARROLLOS REGIONALES Y DE DOMINACIÓN INKA. SÍNTESIS DE LOS ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LA ARQUITECTURA Y LA CERÁMICA J. Roberto Bárcena*, Sebastián A. Carosio** y M. Lourdes Iniesta*** Introducción Con la dirección del primer autor y el apoyo del CONICET y la ANPCyT mediante subsidios, contando con las correspondientes autorizaciones de los responsables de patrimonio provinciales y la colaboración de la población local, realizamos investigaciones arqueológicas y etnohistóricos en el oeste de la Provincia de La Rioja, orientadas a los Períodos de Integración, Desarrollos Regionales e Inka, haciéndolo en el marco de proyectos más amplios de estudio, de índole regional.1 En este marco avanzamos trabajos en la denominada Tambería de Guandacol, próxima a la localidad del mismo nombre en el suroeste de La Rioja, que es un sitio con grandes recintos cuadrangulares de paredes estructuradas con barro según un patrón regional, diseminados en una superficie de por lo menos 40 ha, mientras que otras construcciones claramente están conformadas con paredes de adobes sobre cimientos de piedra y siguen un patrón de planta netamente incaico para nosotros, aunque registrando técnicas constructivas locales (Bárcena, 2010) Modernamente es el propio Canals Frau (1956), preocupado por el estudio de los capayanes, quien nos da referencias de su paso por las construcciones supervivientes en la Tambería, ocupándose por su parte De la Fuente de estudios más sistemáticos, con prospecciones y excavaciones en el sitio, llegando a la conclusión de que se trata de “un yacimiento con claras evidencias de haber sido solamente ocupado durante el período agroalfarero tardío, concretamente se trata de un sitio casi exclusivo de la cultura Sanagasta” (1973: 151, 166), que él divide en dos fases sucesivas “Sanagasta I y Sanagasta II” (ibid.: 166), reconociendo para la segunda que en el yacimiento “el núcleo habitacional de paredes de adobe ... lleva, indudablemente, influencia incaica” que “puede observarse en el plano de las construcciones, la distribución de las habitaciones y la existencia de pasillos laterales” (ibid.: 166), señalando asimismo que hallaron “algunos fragmentos de alfarería de neta filiación chilena, concretamente perteneciente a la cultura Coquimbo” (ibid.: 167) (Bárcena, 2010) El sitio fue mencionado, entre otros, por Schobinger que lo incluyó en el itinerario del camino incaico (1966: 139, 195) y abordado por nosotros (Bárcena, 2005b -2003-, 2005a -2003/04-, 2004 -2002-, entre otros) que hicimos lo propio como resultado de nuestras investigaciones en el área, indicando el papel de la Tambería de Guandacol como sitio de raigambre local bajo influencia inka (Bárcena, 2010) Por su parte, Callegari y Gonaldi (2007-2008) realizaron dos trabajos de campo en el sitio, en 1989 y en 1993, ofreciendo sus resultados sobre planimetría, arquitectura, materiales culturales y dataciones por C14, concluyendo que las evidencias ubican y relacionan a las construcciones arqueológicas del sitio con el Período Tardío o de Desarrollos Regionales en lo temporal y con la entidad Sanagasta en lo cultural, opinando que posiblemente recibieran “el impacto de los incas durante el momento de penetración del imperio en la zona.” (Ibid.: 174). En nuestro caso, desarrollamos desde los años ’90 el amplio proyecto regional aludido al principio, dedicándonos desde comienzos del 2000 a prospecciones y excavaciones sistemáticas en el extenso yacimiento de Guandacol/Santa Clara, que tiene por núcleo las construcciones en barro y piedra de la Tambería de Guandacol. A las prospecciones intensivas sumamos realizar la planimetría del sitio valiéndonos de GPS y Estación Total, obteniendo un plano donde ubicamos más estructuras que las determinadas por quienes nos precedieron, excavando asimismo sondeos, y sus ampliaciones cuando fue imprescindible, en todos los sectores del sitio (Bárcena, 2010).
*Investigador CONICET, INCIHUSA-CONICET; Profesor FFyL-UNCuyo,
[email protected] **Becario ANPCYT, INCIHUSA-CONICET,
[email protected] ***Becaria CONICET, INCIHUSA-CONICET,
[email protected] 1 P ICT 01529 ANPCyT; PIP CONICET 112 200801 02957; Proyecto 06/G475 UNCUYO
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Nuestros avances Avanzamos por lo tanto el registro arqueológico en cuanto a las características arquitectónicas de los recintos, los materiales líticos, cerámicos, óseos y botánicos de sus depósitos, como así también establecimos lapsos de la ocupación merced a fechados C14 y por TL de carbones de fogones y fragmentos conspicuos de cerámica (Bárcena 2010), entre otros progresos, todo lo cual permitió producir análisis técnicos y de tipología cerámica por ejemplo, que dieron lugar a tesinas de Licenciatura, finalizadas (Carosio, 2009) o en curso (Iniesta), que a su vez produjeron otros trabajos sobre estos temas (Carosio e Iniesta, 2010; Carosio y Aguilar, 2010) y que guardan relación con la presente contribución, dedicada aquí y según el número de páginas al que debemos circunscribirla a una presentación sintética de los avances logrados en los estudios arquitectónicos y de la cerámica. La prospección del sitio (c. 29º 32’ 33’’ a 29º 32’ 47’’ Sur y 68º 34’ W; c. 1100 msm), zona de barreales en lo que es el cono de deyección del río Guandacol, con comunidades del Monte (algarrobos, jarillas, entre otros, según formas arbustivas o con árboles de fuste) y cruzados por torrenteras y erosionados, ofreció una distribución de los recintos arquitectónicos circunscripta por ahora a un área de aproximadamente 900 m W/E por 460 m N/S, lo que implica las más de 40 ha que estimamos propias y centrales de este núcleo habitacional, con campos de cultivo incluidos, que guardaría relación, no suficientemente establecida aún, con el sector que le sigue prácticamente sin solución de continuidad hacia el este y sureste, que es un yacimiento de mayor envergadura que denominamos Santa Clara. La arquitectura En cuanto a la planimetría del sitio relevamos el área del asentamiento Guandacol y la correspondiente a los grabados rupestres, que están en un sector próximo (unos 400 a 600 m al sur), determinando al menos y hasta el presente la existencia en el sitio nuclear de 18 de las estructuras mayores, que prácticamente son cuadrangulares con las esquinas redondeadas y cuyas dimensiones, difíciles de medir exactamente por el precario estado general de conservación, tienen por lado guarismos que llevados a la unidad corresponden a 6 (excepcional, sólo un caso), 8, 9, 17 y 19 m, predominando las de superficies más grandes, cuyos recintos alcanzan los 400 m². Estas unidades más que duplican en número las constatadas por las autoras que nos precedieron y si bien algunas de ellas pueden ubicarse en un alineamiento como proponen Callegari y Gonaldi (Op. cit.) e incluso unas pocas están muy próximas entre ellas como explica De la Fuente (Op.cit.), en rigor y en general están diseminadas en el área, en conexión con zonas aptas para cultivos, que se han aprovechado modernamente, donde aún se observan conanas dispersas y acequias o vestigios de las mismas, en tierra y que corren con dirección este. (Bárcena, 2010) Estas estructuras mayores, que se hallan en los tres Sectores en que dividimos el sitio para mejor relevarlo, están construidas en paredes de barro por diversos espesores y alturas remanentes. La técnica de construcción puede ser en base a adobes como proponen Callegari y Gonaldi (Op.cit.), lo que todavía la visión externa de alguna estructura parece contrastar, o bien en barro trabajado con otra técnica, lo que hemos dejado por comprobar hasta que medie autorización patrimonial para incidir sobre un muro con ese fin. Lo que sí hemos comprobado mediante excavación arqueológica en estas estructuras es que al menos en una de ellas (Sector II, Recinto 3) la masa de barro apoya sobre grandes piedras asentadas también con barro, por lo que puede proponerse que estas construcciones tienen paredes sobre cimientos de material pétreo. Como ya observaron los otros autores que hemos reseñado, este tipo de estructuras grandes de barro, que no conforman conglomerados, son propias del período de Desarrollos Regionales en el área, cuya cronología puede remitirse al lapso entre el siglo IX y el XV d.C. En cuanto a las estructuras distintas de las descriptas corresponden al Sector que denominamos I, de mayor altitud en el sitio y que se encuentra al NO del mismo.En este Sector I, prominente, delimitamos las secciones A, B y C, de las que referimos aquí, por razones de espacio, sólo las dos primeras (Bárcena, 2010) En la A está construido un característico Rectángulo Perimetral Compuesto (RPC; Kancha), orientado al noreste, con recintos de cimientos de doble hilera de piedras sobre las que se asentaron adobes2, cuyo conjunto tiene una
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E sta estructura es la denominada “Sitio 1, Sector A” por De La Fuente (1973) y “Grupo 1, Sector A” por Callegari y Gonaldi (2007-2008).
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superficie próxima a los 900 m², encerrada en un rectángulo de muros. El camino incaico pasaría junto y al oeste de este RPC. Asimismo esta Sección A del Sector I está conformada por otra estructura relacionada, de tres o cuatro recintos rectangulares3, con su lado mayor orientado de norte a sur, ubicados alineados, próximos y al NO del RPC y a mayor altura que éste. Los recintos ocupan una superficie total de aproximadamente 156 m². La técnica de construcción de sus muros es la dicha de cimientos de hileras dobles de piedra con muros de adobe por encima. Salvada una torrentera o cauce seco de cierta envergadura esta parte más alta sigue al norte donde se halla lo que resta de un RPC con dos recintos rectangulares contiguos, con sus lados mayores orientados de norte a sur y con paredes de las que permanecen sus cimientos de piedra, encerradas por tres de sus lados por alineamientos pétreos separados para formar pasillos. El conjunto ocupa una superficie de unos 48 m². Completa esta Sección A lo que con toda posibilidad fue una plaza intramuros, de la que superviven alineamientos de hileras dobles de piedra, que con toda probabilidad fueron los cimientos que encerraban un espacio rectangular conexo con el RPC y el alineamiento de estructuras sobreelevadas con respecto a éste. Asimismo, pertenece a esta sección una estructura cuadrangular de paredes de barro, con sus lados de 19 m orientados según los cuatro puntos cardinales, abertura al este y sita a poco más de una decena de metros al NO del segundo RPC descrito. Hasta donde podemos constatar, esta estructura es la única del tipo con esta orientación, pues las restantes orientan sus lados occidental y oriental al noreste. Como se aprecia por nuestra somera descripción de la planimetría del sitio, no sólo es de estructuración más compleja que lo avizorado por quienes nos precedieron sino que deja abierta a nuestras tareas en curso nuevas determinaciones, mientras que para nosotros ya está claro que las secciones A a la C, principalmente la A, corresponden a un característico patrón Inka, con RPC, plaza intramuros y estructuras rectangulares alineadas que debieron fungir de habitaciones y depósitos. La zona elegida para estas construcciones es asimismo característica por su elevación sobre las otras y el hecho de que existan al menos dos estructuras cuadrangulares de barro en esta parte del Sector I apuntaría no sólo a lo que debió ser su preexistencia y quizás mayor significación en el conjunto, ocupando un lugar prominente sobre las otras instalaciones similares, sino también que este hecho debió movilizar los esfuerzos en época bajo dominio inka para que el nuevo patrón se instalara precisamente allí4( Bárcena, 2010; ver plano del sitio en ese trabajo) Otra cuestión es determinar quiénes son los constructores que conjugan la técnica de muros con cimiento de piedra y adobes por encima, que en lo que nos concierne ya hemos afrontado su estudio en un sitio incaico, precisamente con patrón de recintos mixtos (inka característico más local?) en el Tambo La Alcaparrosa, cuya ubicación en el NO sanjuanino es relativamente próxima con Guandacol (Bárcena et al, 2008). En cuanto a las construcciones de grandes recintos de paredes de barro con, al menos en uno de ellos y según nuestra comprobación, cimientos de grandes piedras, todos los autores coincidimos en adjudicarlos a las poblaciones del tardío regional, más específicamente de los Desarrollos Regionales en el oeste de La Rioja y NO de San Juan. La cerámica Procedimos a clasificar la muestra cerámica superficial de dos sectores distintos dentro del yacimiento: el Sector I (Subsector A) y el Sector II, el cual fue dividido en dos áreas por tratarse de Recintos y de una Transecta (2-R y 2-T). El Subsector A incluye las estructuras asignadas a patrones incaicos. Allí se recolectaron fragmentos en dos superficies determinadas como extensión de los Recintos VIII y IX, anexas a los mismos, y que llamamos Recintos VIII-e y IX-e (extensión) (Bárcena, 2010). El Sector II posee los Recintos 1 y 3, asociados por su contexto arquitectónico a habitaciones del tipo local. Por último, el área 2-T del Sector II se trata de una transecta de 100 m. de longitud por 5 m. de ancho, recolectándose en ella material cada 5 m. Realizamos el análisis de aspectos tecnotipológicos y morfoestilísticos cerámicos siguiendo estudios de referencia (Orton et al, 1997), buscando formar conjuntos. Para esta labor llevamos adelante estudios estadísticos que estuvieron orientados al reconocimiento de patrones distribucionales, funcionales, etc. Finalmente realizamos comparaciones entre las áreas y los sectores aludidos con el propósito de ver semejanzas y/o diferencias.
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En Callegari y Gonaldi (Op. cit.) estas estructuras conforman el Sector C del Grupo 1. Aunque podríamos mediatizar esta observación constatando la ya observada orientación aparentemente novedosa de una de esas estructuras mayores, que en tal caso bien podría ser de construcción coetánea con la estructuración inka de la que llamamos Sección A. 4
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El registro consta de 2799 fragmentos, los cuales se encuentran sobre todo en el Área 2-T (43%), seguido por el 1-A (30%) y por último el 2-R (27%). El conjunto está representado mayormente por pastas de color naranja (55%), y en menor medida por marrones (36%) y grises (9%). Por otra parte, 2230 (80%) tiestos no presentan decoración, mientras 569 (20%) se hallan decorados. Este último grupo fue subdividido según los tratamientos superficiales observados: Engobe (E), Engobe/Pulido (E/Pu), Engobe/Pintado (E/P), Pulido (Pu), Pintado (P), Pintado/Pulido (P/Pu), Engobe/Pintado/Pulido (E/P/Pu), Inciso (I), Inciso/Pintado (I/P). Entre ellos, la decoración en Pintura y Pintura/pulido es preponderante a nivel total (76,7%) y asimismo en cada una de las áreas; aunque también los Pulidos (13,5%) representan una buena parte de esta muestra. Los motivos estilísticos en pintura presentan: zig-zag o serpenteado, espiralados, volutas, bandas paralelas (de variado grosor y disposición en el campo), reticulados, etc. Los fragmentos con pastas fundamentalmente de textura porosa, son naranjas, seguidos por los marrones y grises. Por otro lado, el conjunto de tiestos engobados se halla en todas las áreas, aunque es en el Área 1-A donde se encuentra mejor representado con un 19%. Mientras que en las restantes, 2-T y 2-R, representan el 8% para el primer caso y el 2% para el segundo. Este grupo de fragmentos se divide en engobes blancos, marrones, negros y rojos. Los dos primeros se hallan en tiestos de pasta marrón-rojiza, con textura porosa; y cuya superficie presenta en ocasiones pintura negra y roja, con motivos en líneas y rombos. En cambio, los engobes rojos y negros se manifiestan en pastas porosas de color naranja (rojiza) con pintura negra que tienen bandas y espirales. Los elementos con Incisión e Incisión/pintura representan la minoría del conjunto decorado a nivel general (0.7%) y sectorial, y poseen pastas porosas de colores naranjas y grises. Sin embargo, dentro de los grises, ubicados sobre todo en el Área 1-A, existen algunos que reflejan textura compacta y casi sin antiplástico. Distinguimos, además, las formas y partes de las distintas partes de las vasijas. La totalidad de la muestra cerámica presenta en gran medida tiestos que corresponderían a vasijas cerradas en un 59%, mientras que los fragmentos que pertenecerían a piezas abiertas conforman un 31%; el resto no fueron determinados. En cuanto a las pastas, ambos tipos de piezas, corresponden en su mayoría (53%) a color naranja. En relación a las partes, obtuvimos un 91% de fragmentos que reflejan partes del cuerpo, por lo que la situación nos impidió recuperar la forma completa de las unidades por medio del remontaje. Posteriormente buscamos cuantificar el peso de fragmentos. El total es de 27929,8 g., representando la alfarería no decorada la mayor parte con 22521,9 g (80%), mientras que la decorada 5407,9 g. (20%). El promedio de peso es de 10,04 g.; a la vez que los tiestos no decorados poseen una media algo mayor, con 10,17 g. que aquellos decorados con 9,5 g. Esta leve diferencia puede notarse asimismo a nivel sectorial, aunque aclaramos que para la estipulación de estas medidas y comparaciones no se tuvo en cuenta el tamaño (largo y ancho) de los fragmentos. Por otro lado, al cuantificar el peso de los elementos de acuerdo al tipo de vasija no tuvimos en cuenta los elementos no identificables. Aquellos correspondientes a formas abiertas arrojan unos 8284,4 g. (31,6 %), y los cerrados 17910 g. (68,4 %) (Tabla 3). Aunque dentro de cada área la variación entre los promedios de pesos no es significativa, advertimos que el Área 2-T arroja una media mayor en fragmentos que denotarían formas cerradas (15 g.) frente a las abiertas (11 g.), a diferencia de las otras dos áreas analizadas (Área 1-A, 5 g. cerradas y 6 g. abiertas; Área 2-R, 8 g. cerradas y 11 g. abiertas). Finalmente, calculamos el promedio de espesores de fragmentos teniendo en cuenta las mismas variables anteriores. La muestra total arroja una media de 8 mm., aunque al realizar comparaciones sectoriales hemos notado algunos contrastes. El Área 1-A presenta espesores más pequeños que las áreas del Sector 2, a nivel general y teniendo el en cuenta el acabado de superficie y el tipo de vasija. El promedio de tiestos decorados y no decorados en la primera área son de 4 y 6 mm., el la 2-R 8 y 9 mm., y en la 2-T 11 y 15 mm. correspondientemente. Los promedios de espesor de vasijas cerradas y abiertas en el Área 1-A es de 5 y 6 mm., respectivamente; mientras que advertimos una leve variación entre los promedios del Sector 2. En el Área 2-R las vasijas cerradas arrojan 8 mm. y las abiertas 11 mm., mientras que en el Área 2-T, 15 y 11 mm. Esto mostraría una cierta homogeneidad en las piezas cerámicas del último sector, contrastando con el área incaizada.
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A modo de conclusiones Nuestra labor sistemática en la Tambería de Guandacol nos permite al menos concluir que las estructuras de clara raigambre regional, con toda probabilidad preexistentes y sin aparente incidencia inka en su patrón constructivo, son de recintos cuadrangulares de paredes de barro -en un caso al menos sobre cimientos de piedray se edificaron según dimensiones recurrentes, contándose al menos dieciocho de ellas, diecisiete de las cuales tienen orientación al noreste de sus lados paralelos, oeste y este. Estas estructuras no parecen seguir un orden estricto en la disposición entre ellas, pues se aprecia que están diseminadas y ubicadas en relación con la pendiente general del terreno, aprovechando la banda de suelos aptos para la agricultura, que parecen rodearlas. En relación con esto último se aprecian campos de cultivo, con acequias relacionadas, que si bien han sido utilizados en época moderna, parecen remitir a otra más antigua. En el sector más alto de la localización de la Tambería de Guandacol se hallan estructuras que difieren de las anteriores: si bien se reconoce en ellas la construcción del tipo con paredes de adobe sobre cimientos de piedra, técnica con toda probabilidad de tradición regional, se aprecia a la vez que el patrón de la planta de los edificios remite al propio de la expansión inka. Claramente hay un sector incaizado en la Tambería de Guandacol, como lo prueban asimismo los hallazgos de excavación, entre ellos los tipos cerámicos. Asimismo, es probable que este sector superponga arquitectónicamente con la impronta de la dominación, como se aprecia en otros asentamientos regionales (por citar dos ejemplos distantes y que sólo admiten parcial parangón, Turi en Chile y Tilcara en Argentina), plantas y usos de la organización incaica en sectores nucleares de la organización preexistente, más allá de la pertenencia de los constructores y detentadores del nuevo lugar a tal o cual etnia o entidad cultural. Es más, podría plantearse que las dos estructuras grandes, de paredes de barro, de este sector ya fueran significativas por el papel de sus habitantes en la sociedad local, significación que pudo implicar construir, luego y por otra parte, un nuevo gran recinto -uno de los dos dichos- con las paredes orientadas según un patrón cardinal que se acerca más al de los dominadores. Nuestras dataciones C14 y TL, que no tratamos aquí, ofrecen en su conjunto, con los respectivos intervalos de calibración con dos sigma, el lapso 1410/1660 AD como el más probable de utilización de las estructuras en general, con la posibilidad de poder diferenciar intervalos más acotados para las netamente locales y las incaizadas (ver Bárcena, 2010).ver Por su parte, con los análisis preeliminares de cerámica conformamos tres grandes conjuntos tecnotipológicos y morfoestilísticos: 1) Conjunto Pintado y Pintado pulido: representa la mayoría del registro, a nivel total y sectorial. Las pastas, mayormente porosas, son en general naranjas, aunque también se observan marrones y grises. Los Motivos decorativos presentes son: bandas paralelas, zig-zag, volutas, entre otros. Las características reflejarían la cerámica típica “Sanagasta/Angualasto” conocida para la región. 2) Conjunto Engobado (Pintados y/o Pulidos): se encuentra en un bajo porcentaje a nivel general, pero la mayoría de los tiestos se hallan en el área 1-A. Los elementos con engobes blancos y marrones poseen pasta porosa marrón/rojiza con pintura negra y roja, denotando alfarería “ Diaguita-chileno” en su fase III o Inca (Ampuero, 1989). Aquellos con engobes rojos y negros de pastas porosas naranjas-rojizas presentan pintura negra, de características semejantes a aquellas de tipo “Inca-local o provincial” halladas en contextos cercanos. En ambos casos, los diseños son rombos, triángulos y bandas paralelas. No descartamos que algunos fragmentos con las mismas descripciones se adscriban a grupos “Belén”. 3) Conjunto inciso y exciso: constituye la minoría dentro del registro. Las pastas son en general porosas, de color naranja y marrón con motivos decorativos que reflejan líneas paralelas y oblicuas, curvas y círculos. Se trataría de alfarería perteneciente a grupos locales del periodo Tardío. Asimismo, existen algunos elementos con incisiones en pastas grises compactas podrían representar a grupos estilísticos de la alfarería “Aguada”. Además de estos amplios conjuntos, observamos un grupo ínfimo de fragmentos con particularidades distintas. Este se compone por tiestos de pastas naranjas compactas con escasas inclusiones; poseen un engobe ante sobre el cual se presentan motivos geométricos de pintura negra y roja. Han sido clasificados para el yacimiento como “Sanagasta pasta compacta”, y corresponderían a una etapa de transición temporal entre el Período de Integración Regional y los Desarrollos Regionales (Garrote y Callegari, 1996). Destacamos, asimismo, que no contamos entre el registro analizado material de origen europeo, hecho llamativo, que seguimos contrastando por diversas vías.
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J. Roberto Bárcena, Sebastián A. Carosio y M. Lourdes Iniesta
En definitiva los análisis cerámicos nos han valido para señalar cuestiones significativas: por un lado, una homogeneidad del registro alfarero en general; y por otro lado, una cierta heterogeneidad espacial identificada con los sectores examinados. El primer punto se puede apreciar en todas las áreas a partir de la uniformidad del conjunto cerámico en relación al proceso de manufactura, como el color de las pastas, ya que es preponderante la cocción en atmósfera oxidante. El componente Pintado y Pintado Pulido también es la principal técnica de acabado de superficie registrada; mientras que en relación a la morfología de piezas, ambos sectores poseen vasijas de distintos volúmenes, tamaños y tipos, aunque existen leves diferencias. La variabilidad del registro se refleja a nivel sectorial, de acuerdo a ciertos indicadores observables en la tecnología cerámica, como el conjunto Engobado (e/p y e/p/pu), hallado sobre todo en el Sector 1-A registra, y muy poco representado en las áreas del sector restante. Esto estaría vinculado a la dominación Inca que se manifiesta en toda la región. Asimismo, dicha área denotaría por sobre todo vasijas de menor peso y espesor, como pucos. Por otro lado, el Sector 2, asociado a construcciones de tipo “local”, se encuentra representado sobre todo por el conjunto cerámico Pintado y Pintado Pulido, vinculado a las cerámicas típicas “Sanagasta/Angualasto”. A diferencia del Sector 1, las piezas halladas denotan tamaños mayores, que representarían grandes pucos y contenedores como urnas u ollas. Todos los avances reseñados siguen complementándose y son contrastados con sucesivos estudios en curso. Bibliografía Bárcena, J. Roberto. 2010. “Investigaciones arqueológicas en la “Tambería de Guandacol” (Departamento Felipe Varela, Provincia de La Rioja)”. En J.R. Bárcena, editor: Arqueología del Centro Oeste Argentino. Aportes desde las IV Jornadas Arqueológicas Cuyanas. Serie Monografías Xama, 2. INCIHUSA-CONICET. Mendoza. En prensa. Bárcena, J. Roberto. 2005a. “Avances 2003/2004 sobre arqueología y etnohistoria de la dominación inka del centro oeste argentino”. Evaluado y aceptado para su publicación en Actas del XV CNAA (Río Cuarto, setiembre de 2004). Simposio Tawantinsuyu 2004. UN de Río Cuarto. Río Cuarto. Bárcena, J. Roberto. 2005b. “Avances 2002/2003 sobre el conocimiento arqueológico y etnohistórico de la dominación inka en el Centro oeste argentino, extremo austral oriental del Tawantinsuyu”. Simposio ARQ-8 Tawantinsuyu 2003: avances recientes en arqueología y etnohistoria. 51° CIA, Santiago de Chile, julio de 2003. Evaluado y publicado. Xama, vol. 15/18, pp. 119-149. 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Los Desarrollos Regionales y la Dominación Inca en el Oeste de La Rioja: Aportes para los estudios ceramológicos para la Tambería de Guandacol. Tesina de Licenciatura inédita. F.Fy L. UNCuyo. Mendoza. Carosio, S.A.y J.P. Aguilar. 2010. “Aplicaciones 3D en piezas arqueológicas: aportes para el estudio de la cerámica de la Tambería de Guandacol, Dpto Felipe Varela (La Rioja, Argentina)”. En J.R. Bárcena, editor: Arqueología del Centro Oeste Argentino. Aportes desde las IV Jornadas Arqueológicas Cuyanas. Serie Monografías Xama, 2. INCIHUSA-CONICET. Mendoza. En prensa. Carosio, Sebastián A. y M. Lourdes Iniesta. 20010. “Avances en los estudios ceramológicos de la Tambería de Guandacol (Dto. Felipe Varela, provincia de La Rioja)”. En J.R. Bárcena, editor: Arqueología del Centro Oeste Argentino. Aportes desde las IV Jornadas Arqueológicas Cuyanas. Serie Monografías Xama, 2. INCIHUSACONICET. Mendoza. En prensa. 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CAPÍTULO 32 - MESA DE COMUNICACIONES 3
DISTRIBUCIÓN LOCAL DE RECURSOS LÍTICOS Y ANÁLISIS TECNOLÓGICO EN EL SECTOR SUR DEL VALLE DE YOCAVIL (PCIA. DE CATAMARCA). UNA COMPARACIÓN DEL SITIO SORIA 2 DEL PERÍODO TEMPRANO Y RINCÓN CHICO (RECINTOS 12, 14, 15, 18) DEL PERÍODO TARDÍO Juan Pablo Carbonelli y Erico Gaál
En este trabajo retomamos los datos provenientes del análisis de los conjuntos artefactuales líticos del sitio agroalfarero Soria 2 (Gaál y Carbonelli 2009), perteneciente cronológicamente al Período Temprano, y de los sitios Rincón Chico 12, 14, 15 y 18 pertenecientes al Período Tardío; todos ubicados en el sur del valle de Yocavil, pcia. de Catamarca. El objetivo de este acercamiento preliminar es comparar la variabilidad en los registros artefactuales de las poblaciones agroalfareras en el valle y evaluar sus implicancias respecto al aprovechamiento de las materias primas líticas, las actividades de talla realizadas y las secuencias de producción técnico-operativa. Esto se realiza tomando en cuenta un lapso temporal amplio. La metodología utilizada es la aproximación morfo-tipológica propuesta por Aschero (1975, 1983) y Hocsman y Escola (2006-2007). Este trabajo constituye un aporte al conocimiento de la tecnología lítica para el valle de Yocavil, especialmente en lo que afecta al período Temprano y Tardío, debido a que las investigaciones sistemáticas al respecto son muy escasas para la región. Esta situación se está revirtiendo lentamente a partir de los análisis recientes de distintos sitios en el sector sur del valle (Carbonelli 2009, Gaál y Carbonelli 2009, Belottiet al . 2009). Presentación de los casos Soria 2 El sitio arqueológico Soria 2 se encuentra ubicado en la localidad de Andalhuala La Banda, al SE de San José y en el sector oriental del sur del valle de Yocavil, Departamento de Santa María, provincia de Catamarca. El sitio se ubica sobre una meseta formada a partir de sedimentos terciarios entre la Sierra del Aconquija y el río Santa María. La unidad doméstica analizada se encuentra conformada por dos recintos adosados de muros de piedra simple y doble. El recinto 1 (8m² aprox.) fue probablemente un patio, mientras que el recinto 2 (6m² aprox.) ha sido escasamente excavado aún y no conocemos plenamente sus características constructivas. En el año 2005 se obtuvo un fechado radiocarbónico con una antigüedad de 194080 años AP (Palmarczuk et al . 2007), se delimitó un piso de ocupación y se efectuó la recuperación de grandes cantidades de restos de cerámica doméstica y ornamental, una gran variedad de artefactos líticos, restos óseos y algunos vestigios vegetales. El conjunto cerámico está integrado por piezas pulidas pardo-grisáceas negruzcas de pasta fina. (Palmarczuk et al. 2007). El subconjunto de los especimenes óseos de Soria 2 está dominado por artiodáctilos y, entre los fragmentos identificados a nivel de familia, los camélidos. También fue hallado un enterratorio secundario de un niño asociado a restos de vasijas y otros dos entierros primarios de neonatos dentro de ollas de uso doméstico. Rincón Chico 12, 14 , 15 y 18 La zona arqueológica de Rincón Chico se ubica a unos 20 km. al noroeste de la ubicación de Soria 2 y a 5km. al sudoeste de la ciudad de Santa María, valle de Yocavil. Esta localidad se extiende a lo largo de un área de influencia estimada en unos 500 ha. aproximadamente y cuenta con 37 sitios registrados hasta el presente y 38 fechados que sostienen una ocupación de 700 años, desde el siglo IX d.C. y la época de contacto hispánico (Tarragó 1998). Rincón Chico 12 (RCh 12) posee un patrón arquitectónico rectangular y mide unos 52 metros de largo por unos 26 metros de ancho ocupando una superficie de 1200 m2. El conjunto constructivo se destaca de los otros emplazados en la zona del bajo por la presencia de divisiones internas que separan al sitio en dos sectores
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denominados Norte y Sur. Sus muros están compuestos por paredes pirca doble con relleno de ripio y arena. Se ha propuesto que RCh 12 es el producto de diversas etapas constructivas y que junto a los demás sitios del bajo (RCh. 13, 14 y 15) pudieron formar parte de una red de talleres metalúrgicos. En dos unidades de excavación se distinguieron pisos de ocupación y se encontraron fragmentos cerámicos Santa María (más del 50% del total recuperado) en sus variedades Bicolor y Tricolor en formas de urnas y pucos de borde entrante y algunos ejemplares de Famabalasto Negro Grabado (Tarragó 1998, Palamarczuk 2008 en Tarragó y González 2008). En 1997 se realizaron siete unidades de excavación en Rincón Chico 14 (RCh 14) cubriendo un área de 58 m². A una profundidad entre 50 y 60 cm se diferenció un piso de ocupación caracterizado por una capa limo arenosa fina con grava. Sobre esta superficie fueron detectadas varias áreas de actividades en distintas zonas del recinto cuadrangular caracterizadas por la presencia de grupos cerámicos fragmentados, un área de molienda, dos manos cilíndricas sobre el relleno de un pozo de almacenamiento, material óseo, mineral de cobre, cerámica refractaria, cuero, un marlo quemado, un núcleo de obsidiana, una punta de proyectil y una figurilla antropomorfa de 15 cm de largo y sección circular (Tarragó 1998). De un fogón delimitado por rocas en el piso del recinto se extrajeron carbones que fueron fechados en 430±60 (LP 1015). Rincón Chico 15 (RCh 15) cuenta con la más antiguas y prolongadas secuencias de investigaciones de todos los sitios del área, desde las primeras referencias a comienzo de la década de 1960 hasta el trabajo aquí presente (Tarragó 1998, Tarragó y González 2008). El sitio es reconocido como una unidad constructiva simple, compuesta arquitectónicamente por un rectángulo principal (de 34m x 24m) y tres estructuras anexas (dos cerradas y una abierta) construidas con muros de pirca simple y doble con relleno. Asociado a estas estructuras se encuentran dos montículos, el Montículo Meridional de 70m² y el Montículo Oriental de 400m². En RCh 15 se reconocieron técnicas contractivas nuevas, una amplia evidencia de elaboración de cerámica llana y decorada, (Tarragó 2007) marlos carbonizados, restos óseos de llama, vicuña, aves, un cánido y un fragmento de molusco marino proveniente del Pacífico Rincón Chico 18 (RCh 18) es una unidad de asentamiento que se encuentra ubicada al pie del espolón sur de la Quebrada de Rincón Chico y su estructura se compone de un gran recinto rectangular (canchón) con varias estructuras anexas de formas circulares y trapezoidales de menor tamaño. La extensión de la superficie del sitio puede extenderse hasta los 1537 m2 (Tarragó 1998). Fue excavado por completo uno de los recintos anexos de forma circular. A partir de carbón vegetal proveniente de niveles de excavación se realizaron dos fechados radiocarbónicos 890±100 AP. (LP 428) y 1020±90 AP. (LP 471) (Greco 2007). Métodos de análisis Se han evaluado las siguientes variables a fin de precisar con el mayor grado de confianza posible el comportamiento de los patrones generados a partir de los datos: tipos de artefactos presentes, variedad de materias primas líticas presentes en los conjuntos artefactuales y en el entorno como potenciales fuentes de aprovisionamiento (a través de prospecciones superficiales, recolección de muestras y cortes delgados), estado de fragmentación de las muestras, medición del tamaño artefactual a partir de su superficie total en mm² y también mediante la utilización de los módulos de tamaño y longitud/anchura (sensu Aschero 1983), cantidades proporcionales de lascas internas y externas, vinculación entre las clases artefactuales y las materias primas utilizadas, evaluación de los tipos y cantidades de talones presentes (y su asociación a rasgos adicionales como la presencia de labio, preparación del frente de extracción, etc.), tipos de bulbos presentes, evaluación de la calidades de las materias primas para la talla, espesores relativos y módulos de ancho/espesor (Aschero 1983), así como también análisis de la serie y clase técnica de los artefactos formatizados. Todos los artefactos aquí analizados provienen de un contexto estratigráfico preciso y están asociados a fechados radiocarbónicos. El material lítico proveniente de Soria 2 consiste en 1166 artefactos y el de RCh en 206. Estos incluyen desechos, instrumentos formatizados y no formatizados, núcleos y artefactos de molienda. Presentación de datos Los artefactos de Soria 2 están elaborados en un 82% sobre roca andesítica, un 6% sobre cuarzo, un 5 % de rocas metamórficas, un 2 % de cuarcita y un 2 % de rocas indeterminadas. En RCh el cuarzo es la materia prima principal con el 64% de la muestra, un 12% de obsidiana, un 8% de andesita, 6% de roca metamórfica, un 5% de vulcanita, un 4% de cuarcita y el resto son rocas indeterminadas. En lo que refiere a la composición artefactual del conjunto, Soria 2 posee un 96% de desechos (1117), un 2 % núcleos (26) y un 2 % (23) de artefactos formatizados. En RCh, por su parte, el 61% son desechos (97), el 28% artefactos formatizados (44), un 7% núcleos (11) y el 4% restante elementos de molienda (6). Así, la muestra de RCh posee una cantidad de
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artefactos formatizados considerablemente mayor que en Soria 2 a pesar de ser una muestra mucho más pequeña. Creemos que esto está vinculado a los efectos distorsionantes de la utilización de métodos de recolección artefactual dispares en RCh a lo largo del tiempo. Sin embargo, y en una primera aproximación, ciertas implicancias mínimas podrían inferirse en lo relativo a los procesos de producción lítica. El estado de fragmentación de ambas muestras no es el mismo ya que en Soria 2 un 38% de las piezas son fragmentos proximales, el 32% enteras, un 23% son lascas no diferenciadas y el material restante son fragmentos mediales y distales. En cambio, RCh posee un 66% de sus piezas enteras, un 20% de fragmentos proximales, un 10% de fragmentos longitudinales, y el resto fragmentos distales, mediales y no diferenciados. Así, se observa que el conjunto artefactual de RCh posee un mejor estado de integridad que el de Soria 2. Las implicancias de esto serán evaluadas junto con el resto de los valores obtenidos en la sección de las discusiones. En directa vinculación al estado de integridad de la muestra, también se evaluó los módulos de tamaños predominantes. Mientras que los artefactos del sitio Soria 2 poseen su mayor concentración de piezas en el rango de entre los 20 mm² y 30 mm², a la vez que predominan los módulos de tamaño pequeño (43%) y muy pequeño (35%), en RCh los artefactos se concentran entro los 25mm² y los 40 mm², predominando solamente los módulos de tamaño pequeños. También se analizó la presencia de lascas internas y externas, siendo predominantes para Soria 2 las primeras en un 88,71%, por encima del 11,29% de las lascas externas. Para RCh, las lascas internas y externas se distribuyen en casi un 50 % cada una. Este dato resulta ser en buen grado diagnóstico del tipo de eventos de talla llevados a cabo, ya sea en forma continua o esporádica. En relación a esto, también se analizó la variedad de talones presentes y sus rasgos asociados. En los artefactos de Soria 2 predominan los talones lisos con un 74% de la muestra, seguido por talones corticales (11%), estallados (5%), diedros (3%), filiforme (3%), puntiforme (3%) y facetados (1%). En RCh, el 83% de talones son lisos, el 8% corticales, el 4% diedros, el 2% filiforme, un 2% estallados y un 1% facetados. Mientras que algunos talones de los artefactos de Soria 2 presentan evidencia de regularización del frente de extracción, abrasión de la plataforma de percusión, marcadas inclinaciones y presencia de labio, en RCh los talones no poseen evidencia de inclinación, labio o de preparación del frente de extracción. Tampoco se registró la presencia abrasión en la plataforma de percusión. Respecto a los bulbos, su ausencia marca la primera tendencia para ambos conjuntos artefactuales. Sin embargo, mientras que en los artefactos de Soria 2 alcanza el 51% de la muestra, seguido de bulbos difusos (32%), marcados (14%) y pronunciados (3%), en RCh la ausencia de bulbos representa el 78% de la muestra, distribuyéndose el resto entre difusos (12%), marcados (9%) y pronunciados (1%). Es decir, si bien las categorías para tipos de bulbos se disponen en el mismo orden según su cantidad en ambos conjuntos, las cantidades proporcionales entre ellas son distintas. Nosotros creemos que esto está más ligado a las propias calidades diferenciales para la talla de las materias primas explotadas en cada sitio que al tipo de percusión utilizada. Esto se debe a que en los artefactos de Soria 2 la calidad de talla que predomina es la regular (63%) y se corresponde casi totalmente con las variedades de andesita de grano fino presentes, mientras que en RCh la calidad de talla que predomina es tanto la regular (42%) como la mala (42%) y se corresponden con el cuarzo y la andesita (con grados de metamorfismo) de grano grueso. Estas últimas dos tienen menor posibilidad de dejar estrías y bulbos durante los eventos de percusión debido a la dureza y el tipo de grano. Por los mismos motivos también se espera predominio de espesores más gruesos en los cuarzos y cuarcitas de RCh que en las andesitas de Soria 2. Efectivamente esto es lo que sucede ya que en los artefactos de Soria 2 los rangos principales de espesores son entre 1mm² y 10mm² (delgado y muy delgado), mientras que en RCh es entre 6mm² y 15mm² (delgado y grueso). Al analizar la serie y clase técnica en los artefactos formatizados de ambos conjuntos podemos revelar ciertas similitudes y diferencias interesantes. En el sitio Temprano de Soria 2, los 3 instrumentos de formatización suMaría poseen una serie técnica caracterizada por un filo principal formatizado por retoque y microretoque, de tipo unifacial directo, con lascados de extensión marginal y profundidad ultramarginal, con ángulos 50º y con un tipo de retoque escamoso irregular o paralelo corto regular. Las raederas poseen un filo principal que está formatizado por retoque de tipo unifacial directo, con lascados de extensión marginal y con ángulos de entre 60º y 70º. Por su parte, los 3 instrumentos con filos en cuchillo poseen la particularidad de estar elaborados sobre formas base de lajas de filita verde, tienen un filo lateral-largo formatizado por retoque escamoso irregular, y no poseen filos complementarios. Los filos complementarios consisten generalmente en FNRC. Respecto de la clase técnica de los instrumentos de Soria 2, casi la totalidad posee un grado de inversión de trabajo de tipo no invasivo unifacial a excepción de las puntas de proyectil trabajadas por reducción bifacial.
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En RCh por otra parte, los 15 instrumentos de formatización suMaría poseen filos formatizados por retalla y retoque. La extensión de los lascados son marginales (46%), parcialmente extendidos (31%) y extendidos (23%); mientras que la profundidad de los mismos se distribuye entre los marginales (67%) y los profundos (33%). Los filos predominantes son de tipo largo-lateral (67%), con ángulos a 50º (69%), de retoque escamoso irregular (39%), marginal (23%), paralelo corto regular (23%) y paralelo corto irregular (15%). La mayor parte de estos instrumentos poseen complementariamente filos naturales con rastros. Las raederas (12), por su parte, son de filo lateral-largo y fronto-lateral, confeccionadas por retoque (50%) y retalla (50%) de extensión marginal y parcialmente marginal. La situación de los lascados respecto de las caras es unifacial directo (50%) y el resto se distribuye entre unifacial indirecto, alterno y bifacial. Sus filos tienen un ángulo 60º (73%) con un tipo de retoque paralelo corto irregular, regular y escamoso irregular. Los artefactos formatizados con filos de cuchillo poseen retoque y retalla unifacial indirecta y están formatizados sobre lascas de adelgazamiento bifacial de cuarzo. Tres de ellos poseen filos naturales con rastros como complementarios al filo principal. Respecto de los núcleos, de los 26 que están presentes estratigráficamente en Soria 2, los poliédricos representan el 46 %, los testeados un 8 %, y el resto son piramidales, prismáticos y no diferenciados. Estos núcleos son de andesita en un 90% y la cantidad de negativos de extracciones enteras que poseen varían desde unas pocas hasta unas siete u ocho. Los tamaños se distribuyen entre mediano-grande (35%), grande (29%), mediano-pequeño (18%), muy grande (12%) y pequeños (6%). En RCh la mayoría de los núcleos (10) también son poliédricos pero explotando nódulos de cuarzo blanco. Y, a diferencia de los núcleos de Soria 2, en RCh hay tres núcleos de obsidiana, uno de los cuales fue explotado mediante talla bipolar. Poseen de cuatro a nueve extracciones enteras y sus tamaños se distribuyen entre mediano-pequeño (34%), mediano-grande (33%), grande (22%) y muy pequeño (11%). Evaluación de las fuentes de aprovisionamiento. La disponibilidad y accesibilidad de los recursos líticos conforman variables de suma importancia a la hora de evaluar la organización tecnológica y las estrategias de una sociedad. Una de las primeras medidas fue identificar la distribución de las materias primas presentes en el registro artefactual de Soria 2 y RCh. Relevando la información geológica disponible (Ruiz Huidobro 1972) encontramos que las rocas metamórficas y el cuarzo conforman gran parte del basamento cristalino del período precámbrico del valle de Yocavil. Por su parte, las vulcanitas (andesitas y basaltos) pertenecen mayoritariamente a las formaciones San José, Las Arcas, Andalhuala, Yasyamayo y los Los Corrales de Período Terciario. A fin de evaluar la dificultad de acceso a las materias primas se efectuaron prospecciones (Carbonelli 2009), recorriendo los cauces de los ríos Yapes, Entre Ríos y Ampajango, hacia su naciente en el Aconquija. En el caso de las metamórficas, las prospecciones dieron cuenta de su amplia disponibilidad en el paisaje. Esquistos, gneisses y filitas se encontraron formando parte de fuentes secundarias en forma de grandes rodados. Por otra parte, para el área de Rch el cuarzo y la pegmatita se presenta tanto en forma de filones en depósitos primarios como en bloques y guijarros de fuentes secundarias. Andesitas y basaltos presentan una gran disponibilidad y una alta accesibilidad, bajo la forma de bloques en las terrazas del Aconquija y en forma de rodados en los lechos de los ríos prospectados. A través de la realización de 13 cortes delgados se procedió a identificar la composición mineralógica de las muestras de campo y de las arqueológicas. Básicamente andesitas y basaltos de distinguen entre sí por la existencia de fenocristales de plagioclasa andesina en las andesitas y plagioclasa labradorita en el caso del basalto. Por medio de la misma técnica se identificaron pizarras silíceas, anfibolitas y cuarcitas metamórficas. Las únicas materias primas que se corresponden a fuentes alóctonas, tanto para Soria 2 como para los sitios de Rincón Chico, son las obsidianas. Se efectuaron análisis de activación neutrónica, que determinaron la presencia de las variedades Ona y Laguna Cavi (ambas situadas en Antofagasta de la Sierra), para ambos períodos. Síntesis y conclusiones: El objetivo de este trabajo fue presentar una comparación de las principales tendencias cuantitativas y cualitativas generadas a partir del análisis de los conjuntos artefactuales líticos pertenecientes al sitio Temprano Soria 2 y al sitio Tardío RCh, a la vez que evaluar sus implicancias en términos del uso de la materia prima y las actividades de talla realizadas. En primer lugar, resulta llamativa la diferencia en el tipo y calidad de materias primas explotadas. El empleo del cuarzo (un recurso de mala calidad) seguido por la obsidiana (de fuentes alóctonas) diferencia a los sitios de Rincón Chico de Soria 2 en lo que respecta a el uso de materias primas. No es aún clara la causa de la preferencia por el cuarzo en RCh habiendo gran variedad de rocas locales y de mejor calidad. Sin embargo, un punto en común entre ambos sitios es la utilización principal de materias primas locales
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y una explotación intensiva de los recursos líticos no locales como la obsidiana, registrado a través de la presencia de núcleos agotados, una importante cantidad de lascas de tamaño muy pequeñas y lascas bipolares. En ambos registros hay un gran predominio de lascas angulares e indiferenciadas por encima del resto de las clases artefactuales, a la vez que dominan los talones lisos y corticales. También en ambos casos los artefactos formatizados poseen una muy baja inversión de trabajo, con filos principales de retoque marginal complementado por filos naturales con rastros y microesquirlamientos. Todos los núcleos de Soria 2 y la mayoría de RCh son de rocas de disponibilidad local, poseen múltiples plataformas de extracción y no exhiben evidencia de agotamiento ni planificación en las extracciones. Al mismo tiempo, las puntas de proyectil junto con algunos artefactos formatizados en obsidiana y los instrumentos de molienda son los que presentan mayor evidencia de trabajo y mantenimiento en ambos conjuntos. Existen problemas en la incompatibilidad de los métodos de recolección de artefactos líticos aplicados por distintos investigadores que inhiben cualquier intento serio de reconstrucción de las secuencias de producción con los artefactos de RCh. La similitud en las cantidades de lascas internas y externas, así como la mayor presencia de artefactos formatizados y núcleos que en Soria 2 podrían ser producto de estos sesgos. En Soria 2, el marcado predomino de lascas internas en la mayoría de las materias primas empleadas y los porcentajes mayoritarios de tamaños muy pequeños y pequeños sugieren que el conjunto instrumental es un resultado de las actividades de manufactura y regularización de filos (Gaál y Carbonelli 2009). Apoya esta afirmación el bajo porcentaje de núcleos y de lascas enteras así como el alto porcentaje de desechos indiferenciados (Sullivan y Rozen 1985). A partir de la información aquí presentada sugerimos que tanto los grupos formativos como los de contextos tardíos invirtieron poco esfuerzo y tiempo tanto en la obtención de la mayor parte de las materias primas utilizadas como en las actividades de formatización de la mayoría de los instrumentos. No obstante, en los contextos formativos podemos esperar una mayor complementariedad entre sitios que se correspondería con el modelo de Sedentarismo Dinámico propuesto por Olivera (1992). El desbalance entre la cantidad de desechos de talla y artefactos formatizados encontrados en Soria 2 puede atribuirse como una consecuencia del transporte de los instrumentos hacia otros sitios de actividades complementarias (puestos de caza, locus de extracción de recursos orgánicos e inorgánicos, etc.) donde fueron descartados o perdidos. En el poblado de Rincón Chico en cambio, la mayor proporción de artefactos formatizados en los recintos aquí trabajados podría deberse a un sesgo en el reconocimiento visual que favoreció su identificación (sobre todo en cuarzo) en detrimento de los desechos de talla cuyo identificación sería más problemática. No creemos que, por el momento, esta diferencia entre los sitios estudiados pueda adscribirse a variables vinculadas con la organización tecnológica ya que es de esperar que la mayoría de los artefactos depositados dentro de los recintos hayan sido relocalizados debido a las prácticas sistemáticas de administración de los desperdicios en depósitos designados a tan fin como en Rch 15. La mayoría de estos patrones coinciden con los delineamientos observados en otros sitios formativos y tardíos de los Valles Calchaquíes y Antofagasta de la Sierra (Somonte 2005, Sprovieri y Baldini 2005) y que evidencian un doble proceso de simplificación en la diagramación y ejecución de los procesos de reducción de núcleos y formas base, pero una conservación de aquellos artefactos más directamente ligados con las tareas productivas agrícola-pastoriles y la caza (Elías 2006). Bibliografía Aschero, C. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicados a estudios tipológicos comparativos. Informe a CONICET . Buenos Aires. Manuscrito. 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos, apéndices A y B. Manuscrito. Belotti, C., Gaál, E., Greco, C. y Rafaelle, L. 2009. Volviendo a la Loma Rica de Shiquimil. Informe sobre el trabajo de campo año 2009. Actas de las VIII Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Antropológicas del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. INAPL, Bs As. Argentina. En prensa. Carbonelli, J. P. 2009. Interacciones cotidianas entre materias primas y sujetos sociales en el Valle de Yocavil. El caso del sitio Soria 2 (Andalhuala, Pcia. de Catamarca). Tesis de Licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Manuscrito Elías, A. 2006. El estudio de la organización de la tecnología lítica en momentos tardíos (ca. 1000- 450 A.P.) en Antofagasta de la Sierra (prov. de Catamarca). Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Manuscrito.
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Gaál E. G. y J. P. Carbonelli 2009. Tendencias preliminares en el registro artefactual lítico del sitio formativo Soria 2, valle de Yocavil, prov. de Catamarca. Actas del IX Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología (CONEA), San Juan, Argentina. En prensa. Hocsman, S. y P. Escola 2006-2007. Inversión de trabajo y diseño en contextos líticos agro-pastoriles (Antofagasta de la Sierra, Catamarca). Cuadernos del Instituto de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21: 75-90. Bs. As. Olivera, D. 1992. Tecnología y estrategias de adaptación en el Formativo (Agro-alfarero Temprano) de la Puna Meridional Argentina. Un caso de estudio: Antofagasta de la Sierra.Tesis Doctoral Inédita, Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de la Plata. Palamarczuk, V., R. Spano, F. Weber, D. Magnífico, S. López y M. Manasiewicz. 2007. Soria 2. Apuntes sobre un sitio Formativo en el Valle de Yocavil (Catamarca, Argentina). Intersecciones 8: 121- 134. Olavarría. Ruiz Huidobro, O. 1972. Descripción Geológica de la Hoja 11E Santa María, provincias de Catamarca y Tucumán. Dirección Nacional de Minería, Bol. Nº 134. Buenos Aires. Somonte, C. 2005. Uso del espacio y producción lítica en Amaicha del Valle (Departamento Tafí del Valle, Tucumán). Intersecciones 6:43-58. Olavarría Sprovieri, M. y L. Baldini 2005. Aproximación a la producción lítica en sociedades tardías. El caso de Molinos I, valle Calchaquí central. Revista del Museo de La Plata, pp. 47-63, La Plata, Museo de La Plata. Sullivan A. P. y K. Rozen 1985. Debitage análysis and archaeological interpretation. American Antiquity 50 (4) 755-779. Tarragó, M. 1998. El patrimonio del valle de Santa María en peligro. En 50 años de aportes al desarrollo y consolidación de la antropología argentina. Homenaje a Alberto Rex González, pp. 205-253. Facultad de Filosofía y Letras-Fundación Argentina de Antropología. Buenos Aires. Tarragó, M. 2007. Ámbitos domésticos y de producción artesanal en el Noroeste Argentino prehispánico. Intersecciones en Antropología 8:87-100. Olavarría. Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo Tarragó, M. y L. González 2008. Estudios Arqueológicos de Yocavil , editado por M, Tarragó y L. González, Asociación de Amigos del Museo Etnográfico J.B. Ambrosetti, Facultad de Filosofía y Letras, U.B.A.
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CONTRIBUCIÓN A LA ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA DE GUASAYÁN (SANTIAGO DEL ESTERO) Luis Manuel del Papa * , Verónica Trola** y José Agustín Togo** El objetivo del presente trabajo es dar a conocer los nuevos sitios arqueológicos de la Serranía de Guasayán, provincia de Santiago del Estero, localizado en las inmediaciones del asentamiento conocido como Villa Guasayán; representando un aporte al conocimiento de la arqueología de esta zona serrana de la provincia cuyos antecedentes son escasos, entre estos se pueden mencionar los trabajos de Beder (1928), Ledesma (1961), Lorandi (1974); Gómez (1975), Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno (1992) y Togo (2004). Beder (1928) presenta una lista de los sitios donde encuentra restos de los antiguos pobladores de la zona, como Las Yastas por ser el lugar más rico en objetos prehistóricos (flechas de sílex terminadas y a medio trabajar, “tinajas”, objetos hechos en hueso; restos óseos tanto de humanos como de guanacos y ñandú, y cáscaras de huevo de ñandú). Los otros sitios nombrados de S a N son los siguientes: Las Tejas, Sobremonte, Las Lomitas, Villa la Punta, Guasayán, Sol de Mayo, Shuimán, Maquijata, La Nerea, Sinchi-Caña, Casas Viejas, Cumbre de los Tres Cerros, Guampacha, Guasayán (potrero, a 400 m. al sur de la población) y Mistol Muyu. El trabajo de Ledesma (1961) hace mención sólo a localidad de Maquijata, donde se ha hallado lo que el autor denomina “creux à offrande” (rocas excavadas, de fuerte sugestión ritual), alfarería y material lítico. El autor divide la localidad en cuatro sectores (Ledesma 1961; Fig. 27), según el hallazgo de morteros ycreux à offrande para tres de ellos y el sector de las Llastas por la presencia de montículos. El material cerámico, lítico y artefactos óseos son tratados en respectivos apartados. De la alfarería destaca la variedad de formas, textura, colorido y motivo ornamental, presencia de torteros y figurinas, de expresión “clásica del litoral santiagueño”. Con respecto al material lítico, en su mayoría consiste en hachas, puntas de flecha, manos de mortero y algunas bolas arrojadizas. Lorandi (1974) menciona la presencia de sitios ubicados en las proximidades de Villa Guasayán. El sitio I presenta restos de pircados sin hallarse material arqueológico, en un cerro al S-E de la población. Sitio II y II 1 ubicados en zonas de “barreales” rodeadas por estribaciones bajas, al N de la población; recolectó superficialmente fragmentos cerámicos Las Mercedes y algunos asociados a Sunchitúyoj y Averías. El sitio III ubicado hacia el S de la localidad, rodeado por cerrillos, donde se recuperó un enterratorio en urna; de la decoración de la urna, la autora la asocia con algunas dudas al tipo negro sobre rojo brillante; en superficie se hallaron restos identificados como Sunchitúyoj, Averías y Negro/Rojo (Famabalasto). El trabajo de Gómez (1975) constituye un aporte fundamental para el conocimiento de las industrias líticas tempranas de Santiago del Estero. Los materiales analizados provienen principalmente de la zona de Maquijata, también de Tala Arroyo y Sinchicaña. Por la tipología y la técnica de la mayoría de los artefactos hallados, el autor considera que pueden “rotularse” como tempranas; si bien algunas fueron encontradas en superficie, en terrenos donde aparecen restos cerámicos, supone que son anteriores a estos. Diferencia tres tipos diferentes que considera, corresponden a tiempos distintos; el nivel más antiguo corresponde a la industria Ayampitín; seguido por unas puntas medianas y trabajadas en forma grosera, ubicadas por el autor provisoriamente en un nivel equivalente a los niveles de Intihuasi II-III; y las más tardías corresponden a puntas triangulares pequeñas con pedúnculos asociadas a Sunchitúyoj y Averías. Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno (1992) realizaron el relevamiento y prospección de la sierra de Guasayán, tanto de la ladera oriental, la occidental, como puntos de quiebre de la sierra. La prospección se realizó mediante aerofotointerpretación, trabajo de campo, recolección superficial y sondeos. Presentan los resultados del relevamiento, donde se destacan los sitios con arte rupestre (Alto Bello y Las Marcas, Ichagón y Quebrada de la Casa del Tigre), sitios de molienda (Conzo y La Calera-La Soledad y quebradas interiores) sitios de contexto precerámico (Las Higuerillas I, Conzo e Ichagón), sitios agroalfareros de distinto contexto cultural y secuencia (Las Higuerillas II, El Ojito, Villa Guasayán, Sinchi Caña, Quebrada de Maquijata y Las Llastas, *
C átedra de Anatomía Comparada. FCNyM. UNLP.CONICET.
[email protected] F acultad de Ciencias naturales y Museo. UNLP.
[email protected] ,
[email protected]
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Luis Manuel del Papa, Verónica Trola y José Agustín Togo
Ichagón, Villa la Punta y Santa Rita) y con un contexto de contacto hispánico (Sinchi Caña). El sitio Villa Guasayán presenta morteros; se halló un cementerio con entierros secundarios en urnas; cerámica de correspondencia Las Mercedes, Sunchitúyoj, Averías y Yocavil; piezas líticas (hachas, morteros, yunques, bolas, puntas de flecha); y puntas óseas. En el sitio Sinchi Caña se encuentra una construcción en piedras, donde se recolectaron fragmentos Sunchitúyoj mezclada con escasos fragmentos de cerámica vidriada y uno de loza española. Togo (2004) realizó trabajos en los sitios Villa la Punta “Guayacán”, Maquijata y Tres Montículos (Santa Rita). Villa la Punta “Guayacán” presentaba fragmentos de cerámica mayoritariamente Averías en superficie, sin embargo en uno de los cortes producidos por las lluvias así como en las excavaciones realizadas se han recolectado restos arqueofaunísticos y fragmentos cerámicos pertenecientes en su totalidad a Las Mercedes con algunas variantes respecto de otros sitios (poco material grabado y pintado); obteniéndose los fechados radiocarbónicos más antiguos para esta entidad cultural en la provincia (1.550 ± 60 AP; LP-1443, carbón vegetal y 1.580 ± 60 AP; LP-1438, carbón vegetal). El sitio Tres montículos (Santa Rita) se encuentra a dos km al norte de Villa la Punta, donde se recuperaron por recolección superficial restos de desechos de talla y material cerámico en su mayoría asimilables a Sunchitúyoj, aunque se presenta un porcentaje apreciable de cerámica Averías y algunos restos tipo Famabalasto Negro/Rojo. En el sitio Maquijata, a pocos kilómetros al norte de los anteriores, se evidencian un número considerable de montículos; de los materiales recuperados en la recolección superficial se observa la presencia de elementos Sunchitúyoj y Averías en muy baja proporción; de la excavación se recuperaron materiales principalmente Sunchitúyoj y Famabalasto Negro/Rojo, y en sus niveles más bajos acompañados con algunos fragmentos asimilables a Las Mercedes (Páez et al. 2009). La Sierra de Guasayán se encuentra al oeste de la provincia y se orienta N-S con una extensión de 76 km de largo y un ancho que no sobrepasa los 4 km. La vertiente oriental se levanta en un frontón abrupto de barrera, con vegetación espesa; en cambio, por el poniente su declive no es tan pronunciado. Esta sierra raramente excede los 300 m de altura sobre el nivel del mar (Ledesma 1961). Se integra por su localización en latitud y longitud, al espacio subtropical semiárido y continental. Las temperaturas promedio para la zona de estudio tienen valores de 20º C, con precipitaciones (se concentran en el período estival) de 450 mm anuales y capacidad de evapotranspiración potencial mayor, lo que determina una gran deficiencia hídrica (Ledesma 1979). Fitogeográficamente pertenece al Dominio Chaqueño, Distrito Occidental; éste es un bioma en mosaico caracterizado por la presencia dominante de una cobertura arbórea, salpicado o acompañado de pastizales y otras hierbas no graminoideas (Cabrera 1971). En cuanto a la fauna, su distribución estaría encuadrada en la Subregión Andino-Patagónica, Dominio Central o Subandino, Distrito Subandino (Ringuelet 1961). La población actual de Villa Guasayán se encuentra al oeste de las estribaciones de la serranía, en el Departamento Guasayán, a mitad del trayecto entre Santa Catalina y Termas de Rio Hondo sobre la Ruta Provincial N° 3. En base a análisis bibliográfico, entrevistas con los pobladores y a la prospección se pudieron identificar tres sitios arqueológicos denominados Cementerio, Potrero y La Aguadita (Figura 1); los cuales presentan diferencias significativas entre ellos. Los trabajos estuvieron coordinados por parte del Laboratorio de Antropología de la UNSE y se desarrollaron durante el mes de julio de 2009. Sitio Cementerio El sitio se encuentra emplazado en la cercanía del cementerio de la población actual (27° 52´ 54” Lat. S y 64° 51´ 05” Long. O) (figura 2.a). En características generales se encuentra sobre un suelo seco, con escasa vegetación y una capa superficial dura producto del salitre. Sobre el límite sur del mismo, se observa un ojo de agua formando un canal con poco caudal y en el cual diariamente los animales llegan al lugar a beber agua. Debido a las fuertes correntadas, el suelo se lava constantemente por lo que el material hallado podría haber sido removido por este agente, ya sea arrastrándolo desde una zona próxima o erosionando el suelo y dejando al descubierto el material. Las labores de campo consistieron en prospección, recolección superficial y sondeos (tres). El material recolectado en superficie consta de piezas líticas (N 303), dentro de este conjunto podemos observar gran cantidad de lascas (N 286) -en su mayoría confeccionadas en calcedonia traslucida-, puntas de proyectil (14), dos instrumentos -un denticulado y un fragmento posiblemente de raspador-. Además se encontró una pieza tallada en cuarzo cristalino muy pulida y bien terminada pero fragmentada, y según la bibliografía consultada podría ser una especie de colgante (Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno 1992). También se recuperaron fragmentos cerámicos (N 33) y restos óseos (N 23) en mal estado de conservación, en su mayoría asignados a fauna introducida e indeterminados. Siguiendo la clasificación morfo-tipológica de Gómez (1975), las puntas de
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proyectil corresponden a la forma triangular; donde predominan las puntas de lados rectos y base escotada (8); seguidas por las asimétricas con un lado recto, el otro convexo y la base recta (3); luego, de lados rectos y base recta (2); y por último, una de lados rectos y base convexa. Los sondeos fueron establecidos de 0,50 x 0,50 m de lado, con una profundidad de 10 cm. De la excavación se recupero escaso material (lítico, óseo, cerámico) el cual no agrega nuevos datos al análisis.
Figura 1. Vista aérea de la localidad de Villa Guasayán. Sitios prospectados.
En base al análisis morfo-tipológico de los artefactos, se considera que pertenecerían a una industria correspondiente a etapas tardías del período Precerámico (Gómez 1975) o lo que González (1960) denominó Intihuasi II y III para la Gruta de Intihuasi (San Luís) y que estarían estimadas más o menos para el segundo o tercer milenio antes de Cristo. Sin embargo, cabe destacar su asociación con restos cerámicos, los cuales no presentan rasgos característicos de algunas de las culturas ceramistas prehispánicas de Santiago del Estero. Dada la diferencia en la proporción de los materiales (líticos y cerámicos) y por hallarse superficialmente (debido a los procesos de distorsión espacial producto del pisoteo de animales y la degradación del terreno por agentes meteóricos) se infiere la no asociación temporal entre estas tecnologías, aunque no se descarta la misma. Sitio Potrero Hacia el norte del poblado, por el camino principal se ubica el sitio arqueológico Potrero (27° 52´ 33” Lat. S y 64° 50´ 47” Long. O). Posiblemente este sitio corresponda al estudiado por Lorandi (sitio II y II 1). Se realizaron dos sondeos (1 x 1 m) recuperándose restos cerámicos, faunísticos, líticos, de metal y madera. Los materiales cerámicos se pueden identificar preliminarmente como las Mercedes, careciendo por el momento de un estudio más exhaustivo. Los materiales líticos, de madera y metal no pudieron ser estudiados hasta el momento. Se han analizado 257 restos arqueofaunísticos, de los cuales 68 fueron clasificados como indeterminados, llegando en los demás casos a diferentes categorías taxonómicas, entre ellas a especie ( Rhea americana, fragmentos óseos y de cáscaras; Chaetophractus vellerosusy Tolypeutes matacus), género (Spixia, Bulimulus,
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Luis Manuel del Papa, Verónica Trola y José Agustín Togo
Tupinambis y Lama), subfamilia (Dolichotinae, Caviinae), familia (Dasipodidae), superorden (Ungulata) y clase (Gasteropoda, Aves y Mammalia). De los taxones más representativos (aquellos que no se superponen entre sí, y sin contar los restos de cáscaras de huevos), Spixia sp. es el de mayor proporción con un NISP % de 43,75 (14 especímenes); seguido por C. vellerosus con 15,62 % (cinco especímenes de placas dérmicas); Tupinambis sp. con el 9,37 % (tres especímenes); las aves indeterminadas, los roedores Dolichotinae y Caviinae con el 6,25 % respectivamente (dos especímenes); por último con el 3,12 % (un especímen), tanto para Bulimulus sp., R. americana, T. matacus (placa dérmica) y Lama sp. Hay que tener en cuenta los escasos restos asignados a estos taxones, por lo que el cálculo puede estar sesgado. El 7,69 % de los restos se encuentran termoalterados, destacándose entre éstos los pertenecientes a mesomamíferos1 (tres restos quemados, siendo el 20 % de los especímenes de este taxón); un espécimen de Lama sp., uno de R. americana (100 %); uno de Tupinambis sp. (33,33 %); y cinco fragmentos de cáscara de huevo de R. americana. Por otra parte, se recuperó un fragmento de diáfisis de hueso largo de mesomamífero con sus bordes formatizados por pulido, que posiblemente haya sido parte de una punta o punzón óseo. Dado los escasos restos y evidencias de uso antrópico, es muy difícil poder hacer inferencias de índole económico, sobre todo, dado que la alteración térmica de los huesos es una evidencia indirecta, ya que se puede dar por fuegos naturales o asociación secundaria con estructuras de combustión. Sitio La Aguadita Se encuentra ubicado próximo a la cima del cerro lindero al poblado de Villa Guasayán (27° 53´ 19” Lat. S y 64° 50´ 30” Long. O) a 426 msnm. Las primeras evidencias arqueológicas que se encuentran son morteros y un “piso” de lajas; este último ya destruido por el paso de los animales que pastan en la zona. Siguiendo el sendero principal se encuentra una “pirca”, y continuando el ascenso se distinguen dos estructuras llamadas “corrales” por los guasayaneros (Figura 2.b). Dichas estructuras nunca fueron excavadas pero son conocidas por pobladores del lugar, investigadores (Lorandi 1974), e inclusive por medios de comunicación provinciales que se han referido a la existencia de “casas de indios” (El Liberal 2006). La “pirca” se dispone en dirección NO-SE con dimensiones de 40 m de largo, 0,90 a 1 m de ancho y 0,65 m de altura. Debido a la falta de tiempo no se pudieron realizar sondeos en sus proximidades. Según algunos pobladores de Villa Guasayán, la estructura era más extensa, pero por diferentes motivos se han ido retirando piedras. La técnica constructiva empleada es simplemente el apilamiento de una roca sobre otra.
Figura 2. a) Cementerio. b) La Aguadita.
Los recintos o “corrales”, en contraposición a la pirca, presentan en su construcción piedras apiladas y la utilización de grava como material de unión. El derrumbe de las paredes se produjo hacia ambos lados de las mismas, hecho que dificultó la estimación de la altura original. Dado que no se realizó la limpieza y reconstrucción, no se pudo establecer la abertura o acceso a los mismos. Hasta el momento no se han realizado en Santiago del Estero excavaciones de estructuras construidas en piedra. En esta oportunidad se han efectuado sondeos (uno en cada recinto y tres en las inmediaciones) de 0,50 x 0,50 m. Estas estructuras evidencian la
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ocupación y desarrollo de actividades pasadas, ya que tanto en el interior como en sus alrededores se encontraron restos cerámicos, líticos y óseos. La estructura 1, tiene una dimensión de 6,50 x 4,80 m de lado y 0,65 m de alto. En esta estructura se realizó el sondeo nº 3, llegando a una profundidad de 0,40 m y se recuperaron restos óseos (N 117) y fragmentos cerámicos (N 99) que no presentan características estilísticas reconocibles e identificables para los grupos alfareros conocidos para el territorio santiagueño. A su vez, se halló un pequeño fragmento de metal, una punta de proyectil fragmentada en su parte proximal y una pieza no identificable trabajada en piedra. La estructura 2 tiene unas dimensiones de 8,50 x 8,60 m de lado y 0,85 m de alto; en la misma, se realizó el sondeo n° 2, recuperándose fragmentos cerámicos (N 16), restos óseos (N 27), lascas y un fragmento muy pequeño de porcelana. Se recuperaron 524 restos faunísticos, de los cuales 206 fueron clasificados como indeterminados, llegando en los demás casos a diferentes asignaciones taxonómicas; se destacan Rhea americana (fragmentos de cáscaras, NISP = 27), Chaetophractus vellerosus (NISP = 9) , Tolypeutes matacus (NISP = 31), Bos taurus (NISP = 63) , Canidae (NISP = 1) y Spixia sp. (NISP = 2) entre otras categorías abarcativas. Si bien los restos analizados son escasos, así como las evidencias de uso antrópico, se puede inferir la utilización de fauna introducida -Bos taurus- con marcas de procesamiento, como las de corte (desarticulación, descarne) y de negativo de lascado (fractura intencional); y posiblemente de fauna autóctona -Tolypeutes matacus- con un porcentaje relativamente alto de especímenes quemados (12,9 %) con respecto a los otros taxones de la muestra (hay que tener en cuenta el bajo número de restos que sobredimensiona el cálculo). No se descarta el consumo de huevos de R. americana. Los tiestos cerámicos no presentan las características estilísticas conocidas para las culturas agroalfareras de Santiago del Estero. Dada la presencia de una mínima cantidad de metal, porcelana y de restos de ganado bovino, posiblemente se trate de un momento inmediato posterior a la llegada de los españoles al territorio. Como antecedente de una temprana ocupación española existe en el poblado una capilla jesuítica (Nuestra Señora del Tránsito) de principios del siglo XVII, siendo una de las más antiguas del territorio argentino. Conclusión Este trabajo es una presentación de los sitios prospectados en un área poco estudiada de la región Chacosantiagueña, si bien es un aporte preliminar, constituye un avance al conocimiento del desarrollo cultural de la zona. El análisis y la comparación de cada sitio nos han permitido establecer que esta localidad ha sido reocupada por los sucesivos pobladores desde etapas precerámicas hasta la actualidad, ubicándose en distintos sectores del paisaje. Se destaca el sitio Cementerio por ser uno de los escasos asentamientos precerámicos analizados para la región; el sitio Potrero podría aportar mayor luz sobre la dispersión y cronología de Las Mercedes, así como su relación con otras regiones; y el sitio La Aguadita contribuiría a comprender el proceso de colonización/dominación del territorio por los españoles, y sus influencias sobre la población originaria. Esto nos permitirá continuar indagando sobre la presencia de grupos humanos que habitaron la zona de la sierra, su modo de vida y obtener un panorama temporal y espacial para la arqueología de Santiago del Estero. Notas 1 m esomamíferos = mamíferos entre 1kg y 20 kg Agradecimientos A la población de Villa Guasayán, en especial a la señora María Belis (Negrita) y Don Hilario Ledesma que nos hospedo en su vivienda. A Don Cuto por su colaboración en el trabajo de campo. Al Comisionado Municipal Julio Coronel y a la Subsecretaría de Turismo de la Provincia por su apoyo. Bibliografía Beder, R ., 1928. Sierra de Guasayán y sus alrededores. Revista de la Dirección General de Minas, Geología e Hidráulica 39, Buenos Aires. Cabrera, A. L. 1971. Fitogeografía de la República Argentina. Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica 14 (1-2): 1-43. El Liberal. 2006. Rastros del pasado en la Villa Guasayán. El Santiago Desconocido. Productor y editor periodístico G. Corvalán, pp: 2- 8. El Liberal, Santiago del Estero. Gómez, R. M. 1975. Contribución al conocimiento de las Industrias Líticas Tempranas de Santiago del Estero . Revista del Instituto de Antropología, UNT 2: 171-187.
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Luis Manuel del Papa, Verónica Trola y José Agustín Togo
González, A. R. 1960. La estratigrafía de la gruta de Intihuasi (Prov. De San Luis, R. A.) y sus relaciones con otros sitios precerámicos de Sudamérica. Revista del Instituto de Antropología 1, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Córdoba. Gramajo de Martínez Moreno, A. J. y H. Martínez Moreno. 1992. “Arqueología de la Subárea Guasayán”. Serie Estudio, Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales “Emilio y Duncan Wagner” 4: 21-73. Ledesma, N. R. 1979. La verdad sobre el clima de Santiago del estero. Cuaderno de Cultura 10 (17). Ledesma, R. 1961. Maquijata. Imprenta Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Lingüística, Folklore y Arqueología. Lorandi, A. M. 1974. Espacio y tiempo en la prehistoria santiagueña. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 8: 199-236. Páez, R., J. A. Togo y P. Villar Benítez. 2009. Primera Aproximación al sitio de Maquijata, sierras de Guasayán, Departamento de Choya, Santiago del Estero. Entre Pasados y Presentes II. Estudios Contemporáneos en Ciencias Antropológicas. Editado por T. Bourlot, D. Buzzoto, C. Crespo, A. C. Helcht y N. Kuperszmit, pp. 275-288. Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Ringuelet, R. A. 1961. Rasgos fundamentales de la zoogeografía de la Argentina. Physis 22: 151-170. Togo, J. 2004. Arqueología Santiagueña: Estado actual del conocimiento y evaluación de un sector de la Cuenca del Río Dulce. Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata.
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LAS PIRCAS, LOS LÍMITES Y SUS ENTORNOS. NUEVAS EVIDENCIAS DE LA ALDEA ARQUEOLÓGICA LAGUNA BLANCA Daniel D. Delfino* , Valeria E. Espiro y R. Alejandro Díaz
Introducción Los trabajos arqueológicos sistemáticos que venimos desarrollando desde principios de la década de los noventa en el Bolsón de Laguna Blanca (Dpto. Belén – Prov. de Catamarca), han brindado información relevante sobre el pasado de esta extensa región (Delfino 1996-97, 1999, 2001a, 2005; Delfino et al. 2007a, 2007b y 2009). En lo que refiere a las evidencias de asentamientos domésticos y productivos, coincidentes con un Modo de Vida Comunitario Agrocéntrico (Delfino et al. 2009), hemos detectado dos modalidades de ocupación del espacio: la concentración en agrupamientos aldeanos de gran extensión y ocupaciones bajo la modalidad de bases residenciales aisladas o distantes. Sobre el piedemonte oriental del Nevado de Laguna Blanca se han registrado 7 agrupamientos aldeanos, entre los cuales hemos investigado con cierta profundidad la Aldea Arqueológica Piedra Negra (PIN), la cual posee 450 ha. conformadas por la sumatoria de diversas estructuras agrícolas y residenciales. Nuestras investigaciones están confirmando amplias potencialidades productivas y claras relaciones de intercambio regional (Delfino 2005, Delfino et al. 2007a, Espiro 2007, 2008 y Díaz 2009). En una primera aproximación realizada a partir de dos proyectos de investigación y desarrollo encarados en conjunto con la comunidad local (Proyecto de Voluntariado Universitario y Proyecto Federal de Innovación Productiva) nos llevó a la posibilidad de estudiar la dinámica social pasada en otro agrupamiento aldeano, la llamada Aldea Arqueológica Laguna Blanca (LB). En un primer momento supusimos una semejanza entre ambos asentamientos aldeanos en lo que refiere a la modelación agraria y doméstica del paisaje (Delfino et al . 2009:119). No obstante, al avanzar en los trabajos de relevamiento no pudimos encontrar una estructuración equivalente a la observada para la Aldea Piedra Negra (Delfino 2005; Delfino et al. 2007a). Por el contrario, la Aldea Laguna Blanca no sólo se presentó más pequeña, sino que su estructuración habría respondido a una disposición extensiva, con menor densidad arquitectónica y una sectorización marcada. A continuación, haremos un resumido repaso de las evidencias registrada en este agrupamiento para luego poder denotar con mayor claridad las diferencias y similitudes con la Aldea Piedra Negra. Descripción de base de la aldea arqueológica Laguna Blanca El agrupamiento aldeano arqueológico LB está constituido por un área de 248 Ha. donde encontramos espacios arquitectónicos de tipo productivo agrícola, habitacional, funerarios, entre otros, ocupando una franja altitudinal ubicada entre 3.175 y 3.572 msnm. Entre las construcciones de tipo habitacional podemos mencionar el relevamiento de 28 bases residenciales (BR) y 38 puestos (P), de los cuales 18 y 15 respectivamente se corresponden con ocupaciones del primer milenio. Para el segundo milenio, se registraron dos conjuntos residenciales incaicos, uno de las cuales – Caranchi Tambo – posee una complejidad arquitectónica y funcional acorde a una instalación de administración estatal local1 (Delfino 1999). Para el Período Colonial se relevaron dos asentamientos y ocho para momentos subactuales2. Por la falta de evidencias en superficie y el mal estado de conservación de sus estructuras, por prudencia y a la espera de introspecciones subsuperficiales hemos dejado indeterminada la adscripción temporal de las restantes bases residenciales y puestos. Entre los espacios productivos podemos nombrar el relevamiento de más de 350 canchones de cultivo, 10 campos de melgas y numerosos redes de riego. Entre los espacios agrícolas se detectaron nueve paravientos o refugios, un alero rocoso, 12 estructuras funerarias aisladas, dos monolitos y 11 agrupamientos de rocas o pequeños montículos.
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U niversidad Nacional de Catamarca. Instituto Interdisciplinario Puneño-UNCa, Museo Integral de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca y Escuela de Arqueología. E-mail:
[email protected] CONICET. Universidad Nacional de Catamarca. Instituto Interdisciplinario Puneño-UNCa, Museo Integral de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca y Escuela de Arqueología. . E-mail:
[email protected] CONICET. Universidad Nacional de Catamarca. Instituto Interdisciplinario Puneño-UNCa, Museo Integral de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca y Escuela de Arqueología. . E-mail:
[email protected] 1 La complejidad funcional de está instalación queda reflejada a partir de sectores como son: áreas de collcas (se relevaron 15), un sector de molienda, sectores residenciales, un RPC donde se aprecia un depósito tipo kallanka, sectores relacionados a la producción agrícola y un sector de posibles corrales para el manejo de camélidos. 2 Entendemos por ocupaciones subactuales a aquellas evidencias que reflejan un tiempo distinto del presente que puede ser retrotraído hasta el siglo XIX y que se apoyada en la memoria de los actuales pobladores de la región.
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Daniel D. Delfino, Valeria E. Espiro y R. Alejandro Díaz
El universo total de bases residenciales y/o puestos se terminaría de componer al contabilizar la detección de cuatro canchones de cultivo -que por la altura conservada de los muros- consideramos recientes, donde se colectaron abundantes restos materiales muebles en superficie, asignables al primer milenio de la era (cerámicas decoradas según estilos Ciénaga y La Aguada, además de instrumentos líticos en basalto y obsidiana, etc.). ¿Identidades complementarias?: reconociendo las aldeas Al reunir el corpus de datos necesarios para trazar una comparación significativa entre ambas aldeas, empezamos a tener mayor claridad sobre sus respectivas dinámicas, lo que nos está permitiendo generar nuevos cuestionamientos sobre sus posibles relaciones. Yendo al diseño aldeano agrícola emanado de las relaciones espaciales de las 52 bases residenciales del primer milenio de PIN, estas parecen intersecar los nodos de una grilla, dando sustento heurístico a un modelo estructurante que denominamos de ortogonalidad topográfica (Delfino 2005). Esta articulación territorial estaría guiada por dos ejes, uno sugerido por la propia pendiente (alineación que se corresponde con la optimización gravitatoria para la conducción del agua), y el otro, que respondería a un espaciamiento regular de las bases residenciales sobre las líneas de pendiente, en consonancia con altitudes relativas, concomitantes con un orden paisajístico. La topografía de la superficie de la poligonal en la cual se ubica la aldea (más allá de irregularidades geomorfológicas particulares), sigue en buena medida la tendencia de los ejes cardinales. Por una parte, su inclinación marcada en dirección este –como fue señalado–, responde al sentido de la pendiente del piedemonte; por otra parte, la porción sur del cono de deyección norte está a mayor altura relativa que la porción norte del cono de deyección ubicado al sur, con una inclinación que sigue sostenidamente esta tendencia. En consonancia vemos la necesidad de puntualizar que no expresamos la altitud en términos absolutos, dado que ésta no reflejaría el sentido de intencionalidad intervisiva; este sentido parece estar más relacionado con una toma de decisiones de tipo paisajístico, siguiendo un criterio de alineación en damero. Los emplazamientos de cada una de las bases residenciales parecen seguirse escénicamente de la articulación de esta conjugación altitudinal. Todo lo cual nos invita a pensar, tentativamente, que la ordenación habría respondido a un modelo comunitario equilibrado por una constante espacial interdoméstica de vecindad.
Figura 1. Sectorización cronológica de las ocupaciones residenciales de la Aldea LB.
Como mencionamos, la Aldea LB se presentó con una estructuración extensiva, con menor densidad arquitectónica y una marcada sectorización (Figura 1). Estos sectores podrían deberse a motivos cronológicos y/o productivos. En el primer caso -el cronológico-, estas disposiciones habrían obedecido a elecciones diferenciales dentro de dinámicas históricas particulares, para las cuales podemos contemplar tentativamente cuatro grandes episodios empezando desde las ocupaciones residenciales del primer milenio (Sector I ), pasando por la ocupación incaica (observada en el sitio arqueológico Caranchi Tambo, Sector II ), los momentos coloniales y/o republicanos (en el Sector III , identificado para zona llamada El Rincón y el sitio Casa Alta3) y la ocupación nucleada de la población actual (Sector IV ). Por el contrario, para la Aldea Piedra Negra pareciera observarse una reutilización de los espacios que fue recapitulando las historias precedentes.
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V er Delfino (1999).
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Figura 2. Comparación de la sectorización en base a criterios productivos entre la Aldea LB y PIN. En la imagen
superior, puede observarse la disposición longitudinal a la pendiente del primer agrupamiento. Entre los motivos vinculados a lo productivo, la disposición sectorizada fue marcada en ciertas partes del piedemonte (Figura 2): Sector A, A, las bases residenciales ubicadas en los ingresos a las quebradas (que pudieron ejercer cierto grado de control del tránsito) que llevan hacia las zonas de mayor altura donde se encuentran áreas con grandes pastizales y zonas de caza; Sector B, B, extensas áreas agrícolas sectorizadas acompañando longitudinalmente la pendiente del piedemonte, lo cual podría deberse a lógicas particulares del uso del agua, características del relieve, etc. Por su parte, en la Aldea PIN se observan sectorizaciones productivas transversales a la pendiente (Delfino et al. al. 2007; Díaz 2009), las cuales coinciden con las franjas altitudinales con menor proporción de estructuras residenciales, lo que podría responder a distintas razones: estrategias productivas, variaciones térmicas, térmicas, elecciones de cultivos, cultivos, etc. De los análisis preliminares realizados sobre el sistema de asentamiento, surge que la proporción de bases residenciales y puestos es cruzada en cada aldea. Para la Aldea PIN es de 56% de BR y 44% de P, mientras que la Aldea LB presenta 40% de BR y 60% de P. Otra diferencia marcada corresponde a la distribución altitudinal de los asentamientos en las aldeas. Mientras el rango de altitud en la que discurren estos agrupamientos aldeanos son semejantes (cuyos límites se ubican entre los 3.200 y 3.600 m.s.n.m), en la Aldea PIN el 74% de las estructuras residenciales se concentran entre las cotas de 3.300 y 3.370 msnm describiendo una distribución asimétrica. En cambio, para la Aldea LB se observa una distribución normal a lo largo de todo el rango altitudinal (Gráfico 1). Respecto a la distribución de la ocupación agraria del paisaje, se perciben claras diferencias entre las aldeas; en PIN los espacios agrícolas contenidos dentro de la poligonal de 450 Ha registrados son 1225 canchones de cultivo y 62 campos de melgas, mientras que en la poligonal de 248 Ha. de la LB cuenta con poco más de 350 canchones y 10 campos de melgas. Si tenemos en cuenta la relación entre la cantidad de estructuras residenciales
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y las agrícolas nos devolverían una imagen en que la Aldea LB sería un 50% menos densa en el espacio con respecto a la Aldea PIN, característica que remarca su carácter extensivo.
Gráfico 1. Comparación de BR y P según franja altitudinal en la Aldea LB y Aldea PIN
Los cambios en perspectiva: la dinámica del paisaje Podría resultar redundante advertir sobre problemas suscitados como consecuencia de alteraciones naturales y antrópicas que fueron remodelando los espacios que alguna vez resultaron la suma de las distintas voluntades sociales. Acompasando el tiempo se ajusta la dinámica de alteraciones que afectan lo que alguna vez fueron decisiones de definir direcciones arquitectónicas y otras que, intersecando, modelaron espacios domésticos y productivos. Los procesos naturales no se detienen, sobre ellos se opusieron arquitecturas queriendo ejercer y/o reclamar control, empero los cauces, porfiando en su obstinado designio siguieron su curso. Protagonistas necesarios de dichas alteraciones han sido los cursos de agua que bajan por las quebradas, que insisten en salirse de sus cauces donde prestan utilidades de riego y remodelan a voluntad por donde discurren (viene de dos puntos y seguido de más abajo). Así, nuestra instantánea acomoda figuras hechas cartografías en la cual nos empeñamos en componer a partir de un conjunto de reglas y procedimientos de traducción. Esta reconstrucción nos está devolviendo los sentidos de una sumatoria de macro eventos que en una dialéctica constructiva/reconstructiva/destructiva, -aún esquiva-, proyecta su energía en la dinámica histórica de “las aldeas Laguna Blanca”. Este devenir a grandes líneas nos muestra imágenes de procesos naturales, como los distintos eventos aluvionales -que en la zona hoy llaman “volcanes “volcanes”-, ”-, los cuales modificaron los sectores I sectores I y III y, por ende, parte de los sectores A y B (Figura 3). En medio de esto, antes y después también, se suman los ingentes aportes de sedimentos transportados por vientos que nunca dejaron de soplar. Cruzando al través estos procesos, se imbrican entre los espacios una sucesión de voluntades dando lugar a modelaciones sucesivas por los ocupantes que volvieron a sentirse “los actuales”. Cada uno a su tiempo, fueron desmontando las viejas estructuras para construir sus propias unidades de sentido arquitectónico, sus nuevos espacios de vida, sus nuevas seguridades productivas y cosmovisionales. Modelaciones apreciables en el sector IV sector IV y muy especialmente en los espacios donde los últimos pobladores acordaron en dar muestras de su estar , arquitecturas locales junto a pequeñas monumentalidades de un Estado que está empecinado en dejar los testimonios de su presencia: la actual Aldea LB, cabecera del distrito homónimo. Esta visión de las cosas resulta distante de las primeras impresiones que recibimos sobre cierta estabilidad de los espacios socio-productivos de las áreas semiáridas propias de la Puna, que nos llevara a suponer un paisaje “fosilizado” (Delfino 2001b:176). A medida que afinamos la percepción distinguiendo cambios más sutiles, comenzamos a separar con mayor claridad las dinámicas de sutiles historias. En la Aldea PIN lo que inicialmente “leímos” como relativamente estable, luego comenzamos a entender los campos de la tensión, una armónica tensión, algo que se asemejaba más a una convivencia de lo diverso. Así se presentan las superposiciones de los distintos capítulos de una historia local, con cambios casi cosméticos en lo arquitectónico que no anclan en las raíces de una estructura productiva profunda (un “Modo de Vida Comunitario Agrocéntrico” sensu Agrocéntrico” sensu Delfino et al. al. 2009). Sólo algunos aspectos de la arquitectura de esta aldea se hallan alterados por los embates intempestivos del rasgo que la vertebra, el cañadón resultante del arroyo El Río, articulador de la coalescencia de los conos de deyección sobre los que se recuesta. En el resto de sus territorios, al sur y al norte, las alteraciones parecen mostrar las huellas de un proceso constante de acumulación de sedimentos (de acuerdo a un doble origen, eólico y aluvional), que no desestabilizó las construcciones permitiendo que a la fecha podamos observar una mejor conservación conservación de las estructuras arquitectónicas. arquitectónicas.
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Figura 3. Áreas de la Aldea LB con alteraciones aluvionales y antrópicas.
Consideraciones finales Las distinciones sobre las que nos habíamos centrado para delimitar las aldeas sobre el piedemonte estuvieron fundadas casi centralmente en diferencias observadas desde un análisis basado en la percepción remota (Delfino et al . 2007a), situación que encontraba semejanzas parciales con el trabajo de Albeck y Scattolín (1984). Ahora bien, al concluir los relevamientos de ambas aldeas, las pesquisas nos hicieron advertir que los límites de la modelación del paisaje excedían con creces las presunciones sobre los recortes iniciales (situación esperable pero que debió ser reflexionada, dada la nueva configuración espacial que fue adquiriendo). Asimismo, pudimos constatar que lo que considerábamos inicialmente como dos agrupamientos con una modelación arquitectónica delimitada y distanciada una de otra, constituía en realidad un paisaje en donde la franja de discontinuidad de estructuras se volvía más estrecha4. En este sentido, nuestra interpretación concuerda con la concepción de una modelación arquitectónica del paisaje continua a lo largo del tiempo/espacio, que no habría implicado rupturas o hiatos que lo dividan en zonas no antropizadas, carentes de influencias sociales, políticas, económicas, etc. No obstante, ¿Cuál es el valor de estas distancias? Al haberse aproximado los límites entre ambas, casi hasta la indistinción, ¿qué implicancias podría tener en la construcción de identidades socio-políticas escindidas? O acaso, ¿podrán responder estas aldeas a lógicas productivas semejantes o, tal vez, complementarias? Hasta el momento, los resultados de nuestros análisis para las dos aldeas de mayor extensión localizadas al sur del piedemonte oriental de la Sierra de Laguna Blanca, nos sugieren que durante el primer milenio los espacios productivos agrícolas de estos agrupamientos pudieron articularse complementariamente. A modo de hipótesis, dado que la Aldea LB en proporción posee una menor cantidad de BR que de P, sería presumible suponer que los mecanismos de gestión productiva recaerían preponderantemente en los pobladores que habitaban la Aldea PIN donde esta proporción es inversa. Durante el segundo milenio para momentos estatales, a partir de la ocupación incaica, la gravitación se vio invertida hacia la Aldea LB. La historia del Bolsón puneño empezó a pivotar sobre la estructura administrativa local representada por Caranchi Tambo, en este sentido, las evidencias arquitectónicas asignables al mismo Período, que fueron relevadas en el área definida para la Aldea PIN, se corresponden a unidades residenciales domésticas, en muchos casos resultado de la re-funcionalización de espacios preexistentes, careciendo de estructuras de almacenaje. Los siguientes capítulos parecen seguir reescribiendo la preeminencia gravitacional centrada en Laguna Blanca, desde las primeras referencias documentales, hasta las inscripciones institucionales en el paisaje refuerzan el lugar de administración y gestión política en torno a los asentamientos de la Aldea Arqueológica LB. LB. Los estados actuales (Municipal, (Municipal, Provincial y Nacional) siguen subrayando subrayando esa preeminencia. En este trabajo presentamos las evidencias de la Aldea Arqueológica LB a la luz de nuevos cuestionamientos que permitan reflexionar sobre los procesos históricos acaecidos en esta porción del Bolsón puneño. En modo alguno, las afirmaciones realizadas en este trabajo son concluyentes, ya que nos encontramos en el proceso de análisis de buena parte de los datos surgidos de las investigaciones de campo y gabinete en los últimos tiempos. Razón por lo cual no podríamos esperar otra cosa que un final abierto… 4
A modo hipotético, podemos pensar que esta situación sea similar entre el resto de los agrupamientos aldeanos.
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Bibliografía Albeck, M. E. y M. C. Scattolín. 1984. Análisis preliminar de los asentamientos de Laguna Blanca (Catamarca) mediante el uso de la fotografía aérea. Revista aérea. Revista del Museo de la Plata, Plata, Sección Antropología, (VIII), Pp. 279-302. Delfino, D. D. 1996-97. Primeras evidencias de La Aguada en Laguna Blanca (Dpto. Belén. Catamarca) y los indicios de una asociación contextual con Ciénaga. Ciénaga. Shincal 6 , Volumen especial dedicado a la III Mesa Redonda La Cultura de La Aguada y su Dispersión. Pp. 213-231. Delfino, D. D. 1999. Prospecciones en los ’90: Nuevas evidencias para repensar la arqueología de Laguna Blanca (Dpto. Belén. Catamarca). Revista Catamarca). Revista de Ciencia y Técnica 7 . Pp. 55-80. Delfino, D. D. 2001a. Of pircas and the limits of society: ethnoarchaeology in the Puna, Laguna Blanca. Catamarca, Argentina. Ethnoarchaeology Argentina. Ethnoarchaeology of andean south america: Contributions to archaeological method and theory. Editado por L. Kuznar. Pp. 116-137. International monograph in prehistory, Ethnoarchaeological series 4. Ann Harbor, Michigan. Delfino, D. D. 2001b. Reserva de Biosfera de Laguna Blanca (Dpto. Belén. Catamarca): Un Museo Integral en su extensión territorial. Arqueología territorial. Arqueología Espacial 23. 23. Pp. 175-197. Delfino, D. D. 2005. Entre la dispersión y la periferia. Sentido de presencias. Lagunización de La Aguada. La Aguada. La cultura de La Aguada y sus expresiones Regionales. Regionales. EUDELAR, Museo de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de la Rioja. Pp. 263-291. Delfino, D. D., V. E. Espiro y R. A. Díaz. 2007a. Excentricidad de las periferias: la región puneña de Laguna Blanca y las relaciones económicas con los valles mesotermales durante el primer milenio d.C. Procesos Sociales Prehispánicos en el Sur Andino. Producción y Circulación de Bienes, Bienes, Compilado por A. E. Nielsen, C. Rivolta, V. Seldes, M. Vázquez y P. Mercolli. Pp. 167-190. Editorial Brujas. Córdoba. Delfino, D. D., R. A. Díaz y V. E. Espiro. 2007b. ¿Tierras vacas o complicidad administrativa? La reorientación económica del Bolsón puneño de Laguna Blanca a partir de la colonia. Memorias colonia. Memorias del III Congreso de Historia de Catamarca. Catamarca. Tomo I: Arqueología, Educación y Cultura, Geografía Humana. Pp. 107-124. Catamarca. Delfino, D. D., R. A. Díaz y V. E. Espiro. 2009. Modos de vida situados: el formativo en Laguna Blanca. Andes Andes 20. 20. Pp. 111-134. Díaz, R. A., 2009. Historias 2009. Historias de Agua y Tierra: Introducción a los espacios agrícolas prehispánicos de Laguna Blanca. El caso de estudio de la Aldea Arqueológica Piedra Negra (Departamento Belén-Provincia de Catamarca). Catamarca). Tesis de Licenciatura, Inédita, Escuela de Arqueología. Espiro, V. E. 2007. Materiales cerámicos y los pobladores de Laguna Blanca durante el primer milenio D.C. Aportes Científicos desde Humanidades Humanidades 7 . Pp. 14-21. Espiro, V. E. 2008. Características del proceso de manufactura de las alfarerías de la Aldea Piedra Negra, correspondientes al primer milenio de nuestra era, distrito Laguna Blanca, Departamento Belén, Provincia de Catamarca. Catamarca. La Zaranda de Ideas 4. Pp. Pp. 9-25.
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COMPARACIÓN ENTRE EL REGISTRO ARTEFACTUAL (LÍTICO Y CERÁMICO) SUPERFICIAL Y DE EXCAVACIÓN DE LA LOMA RICA DE SHIQUIMIL, CATAMARCA Erico Gaál* y Catriel Greco** Introducción Recientemente hemos retomado las investigaciones en la Loma Rica de Shiquimil, un gran poblado prehispánico tardío ubicado sobre la margen derecha del río Santa María, entre las localidades actuales de Entre Ríos y Andalhuala, Catamarca. Desde la primera expedición arqueológica del Prof. Liberani en 1877, el sitio ha sido intensamente excavado, incluyendo principalmente los trabajos de A. Methfessel pocos años después, de V. Weisser en la segunda década del siglo XX y de D. Chiappe en los años 60. El registro de las sucesivas intervenciones es, sin embargo, notablemente escaso o bien se ha extraviado (González 1954). Sabemos que las excavaciones fueron de magnitud en el área de cementerios al pié del cerro, y en numerosos recintos del poblado, pero no contamos con ninguna referencia para inferir cuáles fueron las estructuras excavadas, salvo el reconocimiento de algunos rasgos como la falta de sedimentación diferencial en algunos recintos. El presente trabajo se enmarca en un objetivo mayor tendiente a comprender lahistoria la historia d e la Loma Rica, incluyendo la de su ocupación, así como los procesos naturales y culturales de transformación, desde las mencionadas investigaciones arqueológicas hasta los distintos mecanismos actuales de patrimonialización. A mediados de los años 80, Tarragó y colaboradores (1988) plantearon en base a la distribución superficial de tipos tecnológicos de cerámica una secuencia de ocupación del poblado que fuera correlacionada con el análisis arquitectónico y una sectorización del sitio (Figura 1). Para ello se realizó una recolección superficial controlada en cada recinto y/o espacio abierto. En esta oportunidad realizaremos una comparación entre una muestra de esos materiales de superficie y otra procedente de excavaciones que llevamos a cabo en dos recintos del núcleo principal del poblado. El objetivo de este trabajo es reconocer los sesgos en ambos tipos de muestra, así como establecer de modo preliminar en que medida las tendencias observadas a partir de material superficial pueden usarse para inferir al subsuperficial. Puntos de partida - El sitio es un centro poblado aglomerado ubicado en una lomada de cumbre plana, relicto de una terraza aluvial (Álvarez Larrain 2009). En la cumbre amesetada se dispone el núcleo del poblado, aunque en las laderas también se encuentran estructuras que no han sido relevadas sistemáticamente. sistemáticamente. La muestra que estudiamos proviene de la cumbre y por la topografía de la misma el movimiento de objetos de uno a otro recinto por factores naturales pudo haber sido mínimo o nulo. Sin embargo hay factores antrópicos que influyen en el desplazamiento postdepositacional de los objetos: por un lado los primeros investigadores que excavaron el sitio estaban interesados por las piezas enteras y los fragmentos pueden haber quedado en superficie; por el otro los visitantes actuales acostumbran recolectar fragmentos de cerámica y algunos artefactos líticos y luego abandonarlos antes del descenso. De cualquier modo estimamos que estos procesos postdepositacionales no fueron de tanta magnitud, por tanto podemos asumir que el material en superficie corresponde con buena probabilidad al recinto en el cual fue encontrado. - Hasta el momento tenemos documentados dos factores que promovieron el desenterramiento de objetos. Un agente natural son los roedores, con galerías que muestran un impacto masivo en todo el sitio. El sedimento removido conforma constantemente pequeños montículos de sedimento suelto con material arqueológico. En cuanto a los agentes culturales, sabemos que entre 1983-1984 el sitio fue abierto al turismo. Con esos fines, se inauguró un camino de ascenso al poblado y todo el núcleo principal del mismo fue desmalezado y desarbolado, dejando solamente los cardones. Esta tarea debió haber impactado al menos en los niveles superiores del depósito de relleno de cada estructura, exponiendo y/o enterrando artefactos. - Poco tiempo después, en 1986 y 1987 Tarragó y colaboradores llevaron a cabo la mencionada recolección superficial. Esta fue absoluta en el caso de la cerámica; mientras que los artefactos líticos fueron recogidos con menor intensidad, de acuerdo a los objetivos de trabajo y a las mayores dificultades para el reconocimiento de *
M useo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
[email protected] C ONICET - Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
[email protected]
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artefactos. Al menos para la cerámica esto nos da un punto cero en el tiempo para comparar los materiales que siguieron aflorando y que puedan recolectarse en el futuro. - Las excavaciones que realizamos en marzo de 2009 fueron en dos recintos (27 y 33bis) de tamaño pequeño y forma aproximadamente circular, de los sectores A y B siguiendo la división del sitio propuesta por Tarragó et al . (1988). En los dos casos se seleccionó para excavación un cuadrante de cada estructura, abarcando un área de excavación de 4,9 m2 para el R27 (3 x 2,5 m), llegándose a una profundidad máxima de 120 cm bajo la superficie actual; y de 1.7 m2 para el R33bis (1,65 x 1,60), con una profundidad máxima de 60 cm bajo la superficie actual, alcanzando la roca madre en ambos casos. El sedimento general es de fracción arena-limo, y se encontró muy perturbado por galerías de roedor, muchas de ellas activas. - En este trabajo comparamos el material recolectado en superficie superficie de todo el sector de la cumbre del sitio, con el subsuperficial proveniente de dos áreas de excavación (las únicas disponibles hasta el momento). Esta situación plantea limitantes a las interpretaciones, pero consideramos que es un punto de partida válido para el planteo de futuras investigaciones.
Figura 1. Plano de la Loma Rica de Shiquimil (modificado de Tarragó et al . 1988, en base a dibujo original de V. Weisser). Las excavaciones fueron realizadas en los recintos 27 y 33bis.
Artefactos líticos La muestra estudiada corresponde a un total de 354 artefactos, de los cuales 165 provienen de recolecciones superficiales de todo el poblado (30% de la muestra total superficial) y 189 de la excavación de los recintos 27 y 33bis (70% del total de material de excavación). Pueden reconocerse algunas similitudes y diferencias sustantivas en el patrón de los datos observados. En primer lugar, ambas muestras poseen un estado de fragmentación desigual. En superficie la porción mayoritaria del conjunto son los artefactos enteros, mientras que en excavación son los fragmentos no diferenciados. En la muestra superficial, el 33% de los artefactos están enteros, un 14% son fragmentos proximales, un 16% son fragmentos no identificados y el 37% restante son fragmentos distales, mediales, con múltiples fracturas (fragmentados) y longitudinales (Figura 2). Por otro lado, en la muestra de excavación, un 38% son fragmentos no diferenciados, el 24% de los artefactos están enteros y el resto de la muestra son fragmentos de varios tipos en una proporción total parecida a la muestra superficial. En segundo lugar, la distribución de tamaños para ambas muestras es claramente diferente. Todos los materiales fueron medidos (enteros y fragmentados), y sus tamaños se presentan en rangos de 5 mm² (Figura 3). La muestra superficial tiene una distribución similar a la normal, incluyendo materiales de mayor tamaño, mientras que en la muestra de excavación la distribución es más irregular, concentrada en una predominancia de tamaños más pequeños. Creemos que estas diferencias en los tamaños tamaños para los artefactos puede puede deberse a los sesgos generados generados durante las recolecciones superficiales ya que tanto la visibilidad como la obtrusividad de los artefactos más grandes habría favorecido su detección visual y recolección. Asimismo, la recuperación por tamizado en excavación permitió obtener aquellos artefactos más pequeños y de difícil reconocimiento. TOMO IV - 1674
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Figura 2. Estado de fragmentación de artefactos líticos.
Figura 3. Tamaños de los artefactos líticos.
Por otro lado, la composición artefactual del conjunto es similar en ambas muestras (Figura 4). En el conjunto de superficie el 73% de los materiales corresponden a desechos de talla, un 16% son artefactos formatizados, un 2% son núcleos poliédricos con pocas extracciones y el 9% restante son desechos indiferenciados. Por otra parte, en la muestra de excavación, el 67% está representado por desechos de talla, un 3% son núcleos poliédricos con varias extracciones, un 3% de artefactos formatizados y un 27% de material lítico cuya asignación es aún dudosa. Siguiendo con la lógica de lo expresado antes, la gran cantidad de desechos (la mayoría de los cuales están fragmentados) sugiere la posibilidad de que se hayan realizado distintas actividades de talla en los recintos y que los instrumentos que fueron formatizados o reactivados hayan sido descartados por fuera del área excavada. Además, la mayor cantidad de artefactos formatizados provenientes de la muestra de superficie podría deberse a que fueron detectados con mayor facilidad dado que la mayoría son visualmente más fáciles de reconocer (y por lo tanto de recolectar) respecto de los fragmentos líticos sin retoque en sus filos. Ambas causas podrían explicar conjuntamente la diferencia en la cantidad de artefactos formatizados entre la muestra de superficie y la de excavación. Finalmente, al evaluar la distribución porcentual de materias primas líticas en superficie y en excavación también se observa una marcada diferencia que es, tal vez, la más llamativa teniendo en cuenta que las variedades de rocas utilizadas y las fuentes utilizadas son potencialmente las mismas (Figura 5). El conjunto artefactual recolectado en superficie está compuesto en un 35% por cuarcita de diversos colores, otro 35% de basandesita, un 22% de cuarzo blanco, y el 8% restante de rocas no determinadas, de obsidiana negra opaca y de rocas con distinto grado de metamorfismo. En los materiales de excavación, sin embargo, más de la mitad están tallados sobre basandesita 57%, un 26% en cuarzo blanco, un 8% de cuarcita y el resto se distribuye en cantidades similares entre obsidiana negra opaca, rocas minoritarias (anfibolita, pizarra, dacita) e indeterminadas. Las razones de esta distribución no resultan claras aún. Es decir, si consideráramos que la preponderancia de la cuarcita en los materiales de superficie se debe a su mayor visibilidad y que esto generó un sesgo en favor de su recolección, habría que explicar por qué la basandesita es igualmente igualmente abundante en la muestra de superficie dado que consiste en rocas de tonalidades oscuras y cuyo reconocimiento es más dificultoso. Por otro lado, si la muestra de excavación refleja la elección y uso diferencial de la basandesita debido a su fractura concoindal y buena calidad para la talla, entonces habría que dar cuenta de por qué el segundo grupo litológico es el cuarzo (con bastante diferencia de las restantes rocas presentes) teniendo disponibles para el uso diferentes cuarcitas, el basalto y la dacita, filitas y pizarras.
Figura 4. Composición del conjunto lítico.
Figura 5. Porcentajes de materias primas líticas.
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Fragmentos de alfarería Hemos relevado variables métricas, técnicas y morfológicas en una muestra de 355 fragmentos de excavación (el total de los recuperados hasta el momento) y 367 fragmentos de superficie, que representan aproximadamente el 30% de la recolección superficial. A diferencia de otros sitios tardíos de la región, como Rincón Chico (ver por ejemplo Greco y Cabrera 2009 o Palamarczuk 2008), en las excavaciones en Loma Rica se recuperó relativamente gran cantidad de fragmentos en relación al área excavada, sin embargo abundan los fragmentos de tamaño muy pequeño y el remontaje es casi nulo, por lo tanto las cuantificaciones fueron realizadas sin agrupar fragmentos y las determinaciones morfológicas y estilísticas resultaron dificultosas. En las dos unidades de excavación la mayor densidad de fragmentos se da en los niveles casi superficiales y en aquellos que identificamos como piso, en donde el tamaño de los fragmentos es mayor. En relación al tamaño de los fragmentos (Figura 6), encontramos gran similitud a lo observado para los artefactos líticos. En la superficie la muestra se concentra alrededor de una media de 47 mm, mientras que en excavación los fragmentos son fundamentalmente pequeños, aunque aparecen marginalmente algunos de tamaños mayores a los 100 mm, no encontrados en superficie. Esta distribución está lógicamente influenciada por las técnicas de recuperación mediante tamizado en el caso de la excavación, al tiempo que el hecho de permanecer enterrados puede proteger a los fragmentos, lo que explica que también se encuentren algunos de tamaños mayores. En superficie, por el contrario, los tiestos grandes son más proclives a fracturarse, generando tiestos pequeños que podrían llegar a enterrarse nuevamente o pasar inadvertidos en una prospección.
Figura 6. Tamaños (largo máximo) de fragmentos cerámicos.
En coincidencia con el predominio de los fragmentos pequeños en excavación, la determinación estilística marca una mayor proporción de tipos indeterminados, siendo en superficie los fragmentos de estilo Loma Rica la mayoría. Aunque hay una variabilidad de grupos cerámicos, la mayor parte en ambas muestras está dada por los ordinarios (alisado y peinado), el mencionado Loma Rica, Santa María, San José/Shiquimil y Negro sobre Rojo (Tabla 1). El alisado ordinario es abundante en excavación pero muy bajo en superficie. Si consideramos las variantes morfológicas, encontramos que también su clasificación está en relación al tamaño de los fragmentos: en el caso de excavación el 75% son indeterminadas, mientras que en superficie predomina la forma puco o escudilla con un 30% (siendo esta la morfología típica del estilo Loma Rica). Si no tomáramos en cuenta las formas indeterminadas, encontramos entonces una alta similitud en las proporciones de cada grupo morfológico entre la superficie y el material procedente de excavación. Algo similar sucede si se comparan los tipos ordinarios en contraposición a los pintados, las proporciones son también parecidas en las dos muestras. Esto nos lleva a remarcar que no hay sesgo en la recolección superficial con respecto a los tipos ordinarios, algo que podría suceder porque estas vasijas son de textura y color arenoso, y por lo tanto menos visibles, o bien suelen ser consideradas menos diagnósticas y por lo tanto no se recolectan. Además del análisis formal y estilístico, hemos registrado para cada fragmento evidencias de uso, exposición al fuego y de alteraciones postdepositacionales. Las tendencias son similares en ambas muestras, salvo en lo referente a la erosión en una o ambas superficies de un fragmento (Figura 7). Al contrario de lo que esperábamos por intuición, encontramos una mayor proporción de fragmentos con signos de erosión en el material de excavación. Esto estaría fundamentalmente en relación con la variable tamaño, pero también puede estar reflejando el tiempo de exposición de los fragmentos en la superficie. Como habíamos dicho al comienzo,
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muchos fragmentos podrían haber sido expuestos poco antes de la recolección superficial por las acciones de limpieza del sitio o los procesos de faunaturbación identificados. Excavación Cantidad % Alisado Baño Marrón Alisado Baño Negro Alisado Baño Rojo Alisado Indeterminado Alisado Ordinario Famabalasto Negro Grabado Pulido Negro Indeterminado Loma Rica Negro sobre Rojo Indeterminado Ordinario Indeterminado Ordinario Peinado Ordinario Peinado Inciso Ordinario Peinado Pintado San José / Shiquimil Santa María Bicolor Santa María Tricolor SantaMariano Indeterminado Shiquimil Total
Superficie Cantidad % 2 0,5 1 0,3 14 3,8 5 1,4 7 1,9 1 0,3
1
0,3
48 2
13,5 0,6
3 124 39 31
0,8 34,9 11 8,7
43 103 20
11,7 28,1 5,4
6 34 2 1
1,7 9,6 0,6 0,3
58 2 3
15,8 0,5 0,8
19 1 7 37
5,4 0,3 2 10,4
28
7,6
1 77
0,3 21
100
2 367
0,5 100
355
Tabla 1. Grupos cerámicos.
Figura 7. Evidencia de erosión en fragmentos cerámicos.
Por otro lado, si tomamos en cuenta la proveniencia de los tiestos, el material superficial nos muestra una leve tendencia a una mayor erosión en los fragmentos de espacios abiertos que de recintos (un 36% contra 30%), que podría ser indicativo de las actividades de descarte propuestas para tales espacios (Tarragóet al. 1988). Consideraciones finales Las tendencias observadas a partir de las muestras estudiadas nos permiten afirmar que el material proveniente de recolecciones superficiales puede ser usado, en términos generales, para inferir los materiales potencialmente enterrados. Los sesgos detectados nos sirven para reorientar futuras preguntas de investigación basadas en material superficial. Los sesgos de la recolección superficial son importantes en la variable tamaño, tanto en los artefactos líticos como en la cerámica. Los fragmentos muy pequeños suelen ser poco recolectados, ya sea porque no se los
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Erico Gaál y Catriel Greco
considera relevantes, o bien porque son de difícil visualización. De todos modos hemos visto como los fragmentos pequeños de cerámica pueden ser muy poco informativos para determinaciones morfológicas y estilísticas. Por el contrario esta situación afecta en mayor medida a los estudios de artefactos líticos, teniendo en cuenta que los artefactos pequeños son informativos de las actividades de talla. Por otro lado, una mayor variación se encuentra en los tipos de materia prima lítica. En el registro subsuperficial abunda la basandesita y el cuarzo blanco, mientras que hay una baja cantidad de cuarcita. En superficie, por el contrario, la cuarcita adquiere una mayor presencia a expensas de la basandesita que disminuye mientras que el uso del cuarzo permanece relativamente estable. Estas diferencias en las cantidades de basandesita, cuarcita y cuarzo en ambas muestras podrían estar relacionadas a distintos factores que estarían actuando simultáneamente como, por ejemplo, los sesgos en las recolecciones que son producto de la visibilidad y obstrusividad diferencial de estas rocas, las prácticas de limpieza de los recintos por parte de sus antiguos moradores, así como también un uso diferencial de las rocas de acuerdo a diferentes actividades para las que pudieron haber sido elegidas. Aunque contamos con pocos antecedentes en el área de estudios de procesos de formación, en la Loma Rica de Shiquimil puede iniciarse de este modo un trabajo a largo plazo sobre estos tópicos. Como dijimos antes conocemos un punto cero (1986-87, cuando se realizó la recolección superficial aquí analizada) en el que la superficie del sitio quedó básicamente limpia de tiestos (como dijimos anteriormente, los artefactos líticos no fueron recolectados por completo). Más de 20 años después, hay nuevamente gran cantidad de fragmentos en superficie para comparar con los anteriores. Si en aquel entonces los procesos por los cuales los fragmentos salían a la superficie tuvieron que ver con factores tanto antrópicos como naturales, actualmente entendemos que esto se ha reducido solamente a factores naturales como la acción de roedores y la erosión eólica. Como contrapartida a la exposición de materiales, pensamos que hay un reenterramiento, influido en este caso por pisoteo y depositación eólica como primeros factores y esto podría afectar mayormente a los objetos de tamaños pequeños. Las limitaciones del presente trabajo surgen del recorte que decidimos para este primer análisis entre material superficial y subsuperficial de todo el sitio como una unidad. El siguiente paso será integrar dentro del estudio las diferentes procedencias de los objetos, sean recintos habitacionales, patios, plazas o espacios abiertos. Bibliografía Álvarez Larrain, A. 2009. Teledetección y análisis del uso del espacio en el sudeste del valle de Yocavil (depto. de Santa María, prov. de Catamarca). Tesis de licenciatura en Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Chiappe, D. H. 1965. Estudio arqueológico de la Colección Methfessel del Museo de La Plata. Tesis de doctorado en Ciencias Naturales. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. González, A. R. 1954. Las ruinas de Loma Rica y alrededores. Publicaciones Técnicas de Natura 5 (1):75-94. Greco, C. y F. Cabrera. 2009. Notas sobre un conjunto constructivo del Bajo de Rincón Chico de Yocavil. Comechingonia Virtual III (I):145-158. http://www.comechingonia.com/Numero%20_I_Vol_III_2009.htm (15 de marzo de 201 0). Liberani, I. y R. Hernández. 1950 [1877]. Excursión arqueológica en los valles de Santa María, Catamarca. Publicación Nº 563, Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán. Plamarczuk, V. 2008. Un análisis de la cerámica arqueológica de cuatro sitios en el bajo de Rincón Chico, 2008. Estudios arqueológicos en Yocavil. Editado por M. Tarragó y L. R. González, pp. 19-80. Asociación de Amigos del Museo Etnográfico, Buenos Aires. Tarragó, M. N., S. E. Caviglia, M. M. Peralta Sanhuesa y J. Sosa. 1988. Los grupos cerámicos del poblado de Loma Rica de Shiquimil, Catamarca Argentina. Ponencia presentada en el IX Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Buenos Aires. Manuscrito.
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DE LO PREHISPÁNICO A LO COLONIAL. SOCIEDADES INDÍGENAS EN EL VALLE DE AMBATO, CATAMARCA Florencia Guzmán* , Victoria Coll Moritan* y Gustavo Álvarez Rodríguez* Introducción En el presente trabajo queremos comentar el estado actual de las investigaciones que estamos llevando a cabo en el marco del Proyecto Arqueológico Ambato: Dinámicas Sociales y Culturales entre el Período Tardío y el Hispano Indígena, en el cual desde una perspectiva arqueológica e histórica nos proponemos analizar la dinámica social y cultural que tuvo lugar en el valle de Ambato (Catamarca), desde comienzos del segundo milenio de la era cristiana hasta avanzado el siglo XVII. Este Valle es conocido arqueológicamente a través de los estudios llevados a cabo desde fines del siglo XIX (Ambrosetti 1901; Boman 1917; Canals Frau 1940; De Aparicio 1933/34; Márquez Miranda 1936; Serrano 1936). Las investigaciones realizadas a partir de la década de 1970 en adelante permitieron definir un modelo que dio cuenta de un proceso socio-histórico entre los siglos IV y X, caracterizado por la desigualdad política y económica, ejercida por actores con una multiplicidad de roles sociales y un acceso diferencial a los recursos, tanto de carácter material como simbólicos. Lo que hoy se ve reflejado en una diversificada cultura material (Pérez Gollán y Heredia 1975; Pérez Gollán 1990, 1992 y 1994; Pérez Gollán et al. 2000; Bonnin y Laguens 1997; Gordillo, 1994; Haber, Laguens y Bonnin 1996; Laguens 2006 y 2007). Sin embargo, todos estos trabajos se enfocaron, de manera casi exclusiva, en las problemáticas concernientes al Período Medio (siglos IV y X), no habiendo trabajos referidos a las sociedades que habitaron el valle con posterioridad al 900 d.C. Probablemente la importancia que cobró “el fenómeno Aguada” en las décadas del ’70, ’80 y principios de los ’90, capto íntegramente la atención de los investigadores quienes ya no se plantearon que sucedió inmediatamente después de dicho fenómeno. Si bien algunos investigadores propusieron que durante el período tardío el valle recibió “influencias” desde la región chaco-santiagueña (Nuñez Reguero 1974), Pérez y Heredia expresan en una publicación de 1987 que: “Hasta la fecha no hemos registrado evidencias de una ocupación tardía del Valle de Ambato y lejos estamos de tener una explicación para esta circunstancias (Pérez y Heredia 1987:175-176). Los trabajos arqueológicos que desde hace algunos años estamos realizando en el área (Perez Gollán et al. 2007), sumado a las investigaciones históricas (Larrouy 1914 y 1921; Guzmán 1985; Busto Argañaraz 1987 y Miatello et al. 1997) y al relevamiento de nuevas fuentes, nos permiten trabajar con nuevas evidencias a favor de la presencia y ocupación de poblaciones indígenas en el Ambato, entre los siglos X y XVII. La evidencia arqueológica El Valle de Ambato ubicado al norte de San Fernando del valle de Catamarca, corre en dirección NoresteSuroeste y está flanqueado por las sierras del Ambato-Manchao al Oeste y la de Graciana al Este (Mapa 1) (Ardissone 1941). Las tareas de prospección que hemos realizado desde el 2004 hasta ahora, sobre la falda oriental del Ambato- Manchao y la occidental de la Graciana, dieron como resultado la identificación de nuevos sitios localizados en las laderas y zonas elevadas de los cerros. En ellos se pudo reconocer diferentes tipos de estructuras edilicias, como recintos habitacionales, terrazas de cultivo, corrales, obras de riego, muros de contención, etc. A excepción de las estructuras de carácter agrícola, la morfología de las edificaciones puede ser rectangular, cuadrangular o circular. Los muros son de piedra, habiéndose utilizado para su construcción grandes piedras lajas y rocas aplanadas. En la base, los cimientos se construyeron utilizando dos hileras paralelas de piedras lajas, colocadas de manera vertical clavadas en la superficie del terreno, y en el medio se uso relleno de tierra y clastos pequeños. Por encima de los cimientos se alzaron los muros. Se trata mayoritariamente de muros simples, cuyas técnicas constructivas pudieron dividirse, al menos, en dos tipos diferentes. Por un lado muros simples consistentes en bloques de piedras entrecruzadas colocadas de forma horizontal (Nastri 2001), por el otro, muros simples que presentan dos paños o hileras paralelas de piedra con relleno de ripio y tierra entre medio de dichos paños. Estas construcciones se diferencian, tanto en su localización en el terreno como en sus
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S ección de Asia y África Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”. CONICET.
[email protected] M useo Histórico Nacional. Buenos Aires. Argentina.
[email protected] * M useo Histórico Nacional. Buenos Aires. Argentina.
[email protected] *
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Florencia Guzmán, Victoria Coll Moritan y Gustavo Álvarez Rodríguez
técnicas constructivas, de aquellas descritas para el período anterior (200-900 dC) en el valle (Assandri 2001; Assandri y Laguens 1999; Gordillo 1994; Laguens 2007). En cuanto a las estructuras agrícolas se registraron dos tipos diferentes: aquellas que se conocen cono terrazas o andenes y los cuadros de cultivo (Albeck y Scattolin 1984; Treacy 1994). Ambas son estructuras de piedra aunque varían principalmente en sus técnicas constructivas. Las primeras se localizan sobre las laderas de los cerros. Son muros simples de piedra apuntalando un terraplén de tierra, que se disponen de manera escalonada, equidistante, sobre la topografía. Se construyeron de esta manera a fin de nivelar el terreno y generan una superficie apta para el cultivo. A diferencia de los andenes, los cuadros de cultivo se encuentran en terrenos de menor pendiente. Están constituidos por hileras de piedras dispuestas sobre la superficie del terreno en forma rectangular o cuadrangular. Entre ellos pueden hallarse muros anchos que habrían funcionado como divisiones de los cuadros y probablemente también hayan sido utilizados para la circulación por encima de los mismos.
Mapa 1
En la porción norte del valle se realizaron excavaciones en el sitio S-CAT-SIN-2 ubicado a unos 200m al este de la ruta provincial Nº 1 y a 2km antes del poblado de Singuil (S 27° 49,136´ y W 65° 51,398´). El mismo cuenta al día de hoy con 7 estructuras visibles, que se distribuyen en un área de 10.000 metros cuadrados, construidas en un primer descanso de una suave lomada orientada al oeste, unos 150m sobre el nivel actual del río Sínguil (Mapa 1). Las excavaciones realizadas por niveles artificiales de 10cm. alcanzaron en varios de los recintos una profundidad de 1,20 m. En los niveles superiores de las mismas pudo identificarse alfarería que se conoce como Averías en Santiago del Estero y Tucumán (Lorandi 1974 y 1978), o Yocavil en el valle de Santa María (Ambrosetti 1903). A fin de no precipitarnos en la definición de los estilos, solo denominaremos al material por sus tipos cerámicos, de los cuales, hasta el momento hemos identificado tres: negro y rojo sobre blanco, rojo sobre blanco y negro sobre blanco. La figura 1 corresponde a un vaso antropomorfo del tipo negro y rojo sobre blanco hallado en el nivel 5 de uno de los recintos. En los niveles inferiores se encontró material correspondiente a tres tipos cerámicos del estilo Aguada: negro pulido liso, negro pulido inciso y negro y rojo sobre ante (Ambato tricolor).
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Figura 1.
Por último, el tipo ordinario es el más abundante y se encuentra en todos los niveles de las excavaciones. Debido a que actualmente estos materiales están en proceso de análisis, los resultados aquí expresados son todavía parciales (Tabla 1). Los mismos informan sólo de la presencia/ausencia de ciertos tipos cerámicos.
Niveles Superficie 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 TOTAL
Negro Pulido Inciso 1
1 1 2 4 9 1 1
20
Tricolor. Negro Negro y Negro Rojo Negro y Rojo Rojo Pulido sobre sobre Peinado sobre sobre Liso Blanco Blanco Blanco Ante 5 5 4 1 1 3 7 25 5 3 4 12 15 6 1 2 2 2 2 1 6 5 2 67 1 34 1 1 1 6 117
17
61
21
10
4
Ordinario 51 24 60 58 35 44 27 32 67 126 68 117 11 1 721
Tabla 1
La cronología relativa elaborada en base al material cerámico en asociación con los datos estratigráficos pudo ser corroborada mediante fechados radiocarbónicos. Como resultado de la excavación pudieron determinarse dos momentos de ocupación en el sitio, una ocupación temprana que dataría del 614-664 cal. d.C. p ( = 0,569999), y una ocupación tardía fechada en 1274-1321 cal. d.C. (p = 0,569999) (Calibrado a 1 sigma con el programa CALIB 5.0.1 [Stuiver and Reimer 1993]. La evidencia histórica ¿Qué nos dicen las fuentes históricas respecto al poblamiento/despoblamiento indígena e hispano indígena en esta zona del Ambato? Hasta ahora tenemos clara evidencia de la ocupación de este espacio por dos pueblos de indios: el de Singuil y Guaycama. También de su posterior desplazamiento o relocalización durante el siglo XVII. 1. Sabemos que Singuil es un pueblo indígena desde los tiempos precolombinos, el cual fue colonizado en los tempranos años de la conquista por vecinos de San Miguel de Tucumán, a cuya jurisdicción pertenecía (Larrouy, 1914 y 1921). La primera mención documental del mismo se remonta al año 1606, concretamente al 24 de julio de ese año, fecha en que Francisco de Artaza, vecino de San Miguel declara en su testamento poseer la
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Florencia Guzmán, Victoria Coll Moritan y Gustavo Álvarez Rodríguez
encomienda de los indios de Singuil, muy probablemente de segunda vida (Bustos Argañaraz 1987, Guzmán 1985 y Miatello et al. 1997). En el año 1617 presentan la solicitud de convertir en merced las tierras de su encomienda, aduciendo la necesidad de poner una estancia de ganado mayores y menores a la que “linde de las tierras del dicho pueblo de Single hacia Pipanaco hacia el pueblo de Colpes río abajo que serían tres leguas con todo su contorno desde las tierras de dicho pueblo. La merced solicitada es concedida especificándose que el goce de la propiedad deberá ejercerse “ sin perjuicio de tercero españoles e yndios que tengan mayor derecho y en particular sin perjuicio de los yndios de dicho pueblo de Single dejándoles libremente las tierras que les pertenecen.”1 En coincidencia con Miatello, creemos que esta apropiación de hecho, se consolidará mediante el artilugio de ceder tierras a los indios en otra propiedad de la familia Ávila y Quirós (estancia Santa Ana en la jurisdicción de San Miguel donde son trasladados) porque la proximidad de calchaquíes podía inducirlos a participar de las rebeliones (Miatello et al. 1985).2La merced originaria de 1623 excluyó el núcleo principal del pueblo y sus tierras aledañas. Sin embargo dado que Antonio de Ávila y Quirós y luego su hijo Pedro fueron simultáneamente, propietarios y encomenderos de los indios, es muy probable que hayan ido avanzando sobre las tierras reservadas que pertenecían a estos últimos, o bien haciendo que las explotaran para beneficio de su encomendero. Pasadas dos generaciones, Andrés de la Vega y Castro, quien recibe la estancia en dote por su casamiento con una nieta de Soria y Medrano, se considera con derechos a pedir el sector originario del pueblo de Singuil como nueva merced. Para ello se ajusta a las normas impuestas por el Gobernador Alonso de Mercado y Villacorta, quien cuando finalizan las guerras calchaquíes y se legaliza la desnaturalización de indios que participaron del alzamiento, declara vacas y realengas las tierras despobladas. (Miatello et al. 1997). De la Vega y Castro cuando solicita las tierras excluidas de la merced originaria menciona que posee la estancia de Singuil que linda con tierras yermas y despobladas que fueron de Unos yndios cuio Pueblo tubo el nombre de la dicha mi estancia por ser toda una mesma cosa…”3 2. El segundo pueblo al que nos queremos referir es el de Guaycama y Colpes. Entre los expediente judiciales encontramos una causa Civil4 iniciada por los indios Guaycama contra Francisco de Segura. A fojas 17 se registra una escritura de venta otorgada por estos indios (también llamados Huaycama) y Colpes a favor de Lorenzo de Barros Sarmiento en el año 1730. El expediente en cuestión deja ver una situación que se percibe común a toda la jurisdicción catamarqueña y a buena parte de las poblaciones indígenas del actual noroeste argentino. Se trata, otra vez, del traslado de los indios a las tierras del encomendero, en este caso de Guaycama y Colpes a la estancia de don Juan de Almonacid, en la zona de Pomán a finales del siglo XVII. Son visitados allí por el Oidor Don Antonio Martínez Lujan de Vargas en l692, en cuyo informe leemos que “están en la hacienda y chacra del encomendero junto con los indios Pomán (en Pomán a cinco leguas de la ciudad) y dos indios de Vilicha (Tucumán)”. Surge también del expediente la disputa por las tierras pertenecientes del pueblo entre el indio Pedro Salica (quien declara ser el último descendiente de los Guaycama) y los herederos del primer encomendero durante el siglo XVIII: La sentencia, que será apelada, declara a Salica “señor natural y dueño absoluto” de las mismas. Del análisis de este largo y rico litigio surge la necesidad de profundizar el recorrido de estos pueblos y su especificad local en el largo plazo. Cuestiones como la permanencia de la tierra, la participación de los indígenas en las transacciones comerciales, el papel de las autoridades étnicas, la apelación a la justicia y los rituales como refuerzo de lazos comunitarios, son algunas de las prácticas sociales que se vislumbran en la fuente judicial y que percibimos centrales al proceso de reproducción de estas sociedades indígenas. Conclusiones La confrontación del material arqueológico e histórico nos permite avanzar en el análisis de una dinámica sociocultural particular y local. Asimismo, discutir la supuesta desocupación del valle de Ambato y argumentar la presencia de población indígena entre el siglo X y XVII. Creemos que en el Valle hubo una ocupación a lo largo del tiempo (por lo menos hasta avanzado el siglo XVII), donde se sucedieron grupos humanos que si bien mantuvieron un espacio formal semejante, construyeron paisajes diversos (Criado Boado 1993). Cuando se inicia el segundo milenio d.C. se observa un cambio en el
1
A rchivo Histórico Provincial de Catamarca (AHPC). Protocolos Notariales, Libro 4, Exp.3, años 1623-17465, fs. 1-61 v. En el año 1630 los indios calchaquíes se alzaron en armas, por lo que los indios de Singuil, ajenos al alzamiento se presentaron en San Miguel de Tucumán reclamando protección al gobernador don Felipe de Albornoz por haber sido víctimas de robos y tropelías por parte de la parcialidad de los Aconquijas. 3 I bíd., fojas 3. 4 A HPC. Expediente Judiciales. Causa Civil. 795. Caja 18, Año 1776 2
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“modo de habitar” (Ingold 2000): hay ocupaciones concentradas en las laderas y zonas altas de los cordones montañosos que flanquean el valle y un incremento de las áreas destinas al cultivo. Sumado a estos cambios observamos la ausencia de cerámica de la tradición Condorhuasi-Ciénaga-Aguada; por el contrario, se hace notable la presencia de alfarería similar a la procedente de la Mesopotamia santiagueña de cronología tardía. Queda por construir un modelo que dé cuenta del desarrollo histórico en el valle de Ambato entre el 1000 y el 1700 d.C., aproximadamente. Es importante investigar a las sociedades indígenas del período Tardío en el valle de Ambato, por la escasez de la información existente respecto de las sociedades anteriores al 1000 d.C. Esperamos ampliar sustancialmente el espectro de investigaciones posibles de llevarse a cabo en el valle, aportando información sobre un periodo escasamente estudiado, para acceder a un mejor conocimiento de los procesos acaecidos en el área. Del mismo modo que es prioritario el entrecruzamiento de los datos históricos arqueológicos con aquellos documentados para las otras áreas de la jurisdicción catamarqueña, como para el resto del Noroeste Argentino. Bibliografía Albeck, M. y M. Scattolin. 1984. Análisis preliminar de los asentamientos prehispánicos de Laguna Blanca (Catamarca) mediante el uso de la fotografía aérea. Revista del Museo de La Plata (Nueva Serie), Antropología 61, VIII: 279-302. La Plata. Ardissone, R. 1941. La instalación humana en el valle de Catamarca. Estudio antropogeográfico. Biblioteca de Humanidades, Tomo XXVII, 380 pág. Ed. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, U.N.L.P., La Plata. Ambrosetti, J. B. 1901. Noticias Sobre la Alfarería Prehistórica de Santiago del Estero. Anales de la Sociedad Científica Argentina. Tomo LI: 164-179. Buenos Aires. 1903. Los Pucos Pintados de Rojo Sobre Blanco del Valle de Yocavil. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires. Tomo IX (Ser. 3°, t. II), pp. 357- 369. Buenos Aires. Assandri, S. 2001. Procesos de complejización social y organización espacial en el valle de Ambato, Catamarca, Argentina. Arqueología Espacial 2 3: 67-92. Assandri, S. y A. Laguens. 1999. Asentamientos aldeanos aguada en el Valle de Ambato. Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo 3:.31-40. Córdoba. Boman, E. 1917. Petroglifos de los Ángeles, sierra de Ambato (Cat.). Phycis, Tomo III: 230-233. Argentina. Bonnin, M y A. Laguens. 1997. Evaluación de series de fechados radiocarbónicos del Valle de Ambato, Catamarca. Publicaciones de Arqueología CIFyH 4 8: 65-101. Córdoba. Bustos Argañaraz, P. 1987. Crónica de Singuil y sus propietarios. Revista de La Junta Provincial de Historia 12:175-201. Córdoba. Canals Frau, S. 1940. La distribución geográfica de los aborígenes del Noroeste Argentino en el siglo XVI. Anales del Instituto de Etnografía Arcaic, Tomo I: 217-233. Mendoza. Criado Boado, F. 1993. Límites y posibilidades de la arqueología del paisaje. Revista de Prehistoria de la Universidad de Sevilla 2:9-55. Sevilla, España. De Aparicio, F. 1933/34. Los Aborígenes del Noroeste Argentino. Museo Etnográfico, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Buenos Aires. Gordillo, I. 1994. Arquitectura y religión en Ambato. Organización socioespacial del ceremonialismo. Publicaciones C.I.F.F.Y H . 47:55-110. Córdoba. Guzmán, G. 1985. Historia colonial de Catamarca. Milton editores. Buenos Aires. Haber, A., A. Laguens, y M. Bonnin. 1996-1997. Montículo y casa elementos retóricos en la cultura material Ambato. Shincal ( 6):59-64. Catamarca. Ingold, T. 2000. The Perception of Environment. Essays on Livelihood, Dwelling and Skill . Routledge, London and New York. Laguens, A. 2006. Continuidad y ruptura en procesos de diferenciación social en comunidades aldeanas del Valle de Ambato, Catamarca, Argentina (S. IV-X d.C.). Chungara 38 (2):211-222. Chile. 2007. Contextos materiales de desigualdad social en el valle de Ambato, Catamarca, Argentina, entre los siglos VII y X d.C. Revista Española de Antropología Americana 37 (1):27-49. España. Larrouy, A. 1914. Los Indios del valle de Catamarca. Estudio histórico. Publicaciones de la Sección Antropología 14: 1-58. Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Buenos Aires. 1921. Catamarca colonial. Álbum Histórico del Centenario de la Autonomía Catamarqueña. Catamarca. Lorandi, A. M. 1974. Espacio y Tiempo en la Prehistoria Santiagueña. Relaciones, Vol. VIII: 199-236. Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires. 1978. El Desarrollo Cultural Prehispánico en Santiago del Estero, Argentina. Journal de la Société des Américanistes, LXIX: 63-85. París.
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Florencia Guzmán, Victoria Coll Moritan y Gustavo Álvarez Rodríguez
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ANÁLISIS DE MATERIALES LÍTICOS Y APROVISIONAMIENTO DE MATERIAS PRIMAS DEL SITIO ARQUEOLÓGICO HUALFIN INCA (PCIA. DE CATAMARCA) Julieta Lynch * y Virginia Lynch** Resumen El Tawantinsuyu o región de los cuatro cuadrantes fue uno de los sistemas políticos mas grandes y quizás mas complejos de América Latina. El mismo se extendió a lo largo de casi 6000 km de longitud abarcando desde el sur de Ecuador hasta el norte de Chile y Argentina. A medida que el Estado se extendía iba anexando territorios y poblaciones tan disimiles unas de otra ya sea ambiental como socialmente. Para ello probablemente habría utilizado diversas estrategias coordinadas unidas al control militar, como por ejemplo la reubicación de poblaciones, la hospitalidad ceremonial, así como también la intensificación minera y agropastoril A pesar de esta política implementada, la anexión habría provocado ciertos cambios estructurales en las poblaciones locales que ya contaban con diferentes mecanismos sociales, políticos y económicos. En este sentido este trabajo explora la relación entre los pobladores locales y los objetivos planteados por el imperio incaico para el sitio Hualfín Inka, ubicado en el sector Norte del Valle de Hualfin, Catamarca. Para ello se analizo el material lítico recuperado de dos estructuras diversas. Una de ellas correspondería a la más relevante del sitio, el ushnu; y la otra a un recinto rectangular con funciones habitacionales. La metodología empleada se baso en el análisis tecnomorfológico de los artefactos líticos recuperados en estratigrafía de los recintos mencionados en relación a las características generales del sitio. Los resultados obtenidos mediante este análisis sumado a los datos obtenidos a partir de estudios ya publicados del material cerámico han permitido ahondar en la funcionalidad a nivel regional que ocupo este sitio en esta región meridional del Tawantinsuyu. Introducción El estudio de la presencia inkaica tiene raíces muy profundas en la historia andina. Desde las primeras crónicas hasta las investigaciones actuales, los estudios históricos y arqueológicos se han complementado eficazmente en la comprensión del orden político–social y las características económicas, religiosas e ideológicas de este vasto imperio. Como se dijo anteriormente el Tawantinsuyu fue uno de los sistemas políticos más grandes y más complejos de América Latina. Se sabe que a medida que iba extendiendo sus fronteras e incorporando nuevos territorios utilizaba diferentes estrategias políticas coordinadas junto con el control militar. Para la zona del Kollasuyu (Norte de Chile y Argentina) los cambios producidos fueron complejos debiéndose evaluar región por región dado que las estrategias implementadas fueron múltiples y variables. Vemos como ciertos arqueólogos con diferentes tendencias han propuesto diversos mecanismos entre los cuales podemos mencionar: la instalación de centros estatales a lo largo del camino principal y vías secundarias (Raffino 1981; Hyslop 1984; 1990; Vitry 2000); la instalación de fortalezas a lo largo de sus fronteras y de la red vial para mantener la seguridad (Williams 2004: 210); la intensificación de la producción agropastoril a partir del desarrollo de recursos separados de los de las sociedades nativas; la intensificación de la producción minera y artesanal (Raffino 1981); y el reclamo del paisaje sagrado a través de la construcción de santuarios de altura ubicados a mas de 5000 metros sobre el nivel del mar (Schobinger 1966; 1971; Reinhard 1985; Ceruti 1997; D´altroy et al . 1998) Quizás lo más importante fue la conformación de un espacio social pan andino donde muchos elementos pre-inca fueron incorporados a la estructura mayor. Aspectos relacionados al culto a los antepasados, por ejemplo, cobran una importancia que trasciende el espacio comunal local (Nielsen, 2006). En los últimos años nuevas investigaciones dan cuenta de la complejidad de este fenómeno donde numerosos elementos paisajísticos se articularon dentro de la cosmovisión del Tawantinsuyu. De esta forma, las esferas políticas, económicas y religiosas no son concebidas como elementos independientes dentro de la organización del estado.
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División de Arqueología, Museo de Ciencias Naturales, La Plata-UNLP. Paseo del Bosque s/n CP 1900, La Plata (Argentina)
[email protected] ** División de Arqueología, Museo de Ciencias Naturales, La Plata-UNLP. Paseo del Bosque s/n CP 1900, La Plata (Argentina)
[email protected]
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Julieta Lynch y Virginia Lynch
Por otro lado, con respecto a los estudios de tecnología lítica raramente se vinculan a investigaciones arqueológicas centradas en tiempos tardíos como el incaico. Ello no es azaroso en vista de que en varios contextos arqueológicos vinculados a la ocupación incaica, el material lítico se encuentra escasamente representado en relación a la cerámica (Williams 2005) Sin embargo, no por ello debemos dejar de lado aquellos instrumentos líticos asociados a momentos tardíos como es el caso que presentamos a continuación. Es por ello que nos planteamos como objetivo general de este trabajo identificar un posible uso diferencial del espacio en las estructuras analizadas, y registrar cambios en el diseño y manufactura de aquellos artefactos líticos utilizados en tiempos anteriores y posteriores al momento incaico. Todos estos son interrogantes que a medida que avancemos en la investigación nos llevaran a acercarnos un poco más a la comprensión de los intereses planteados por el imperio para esta región meridional del Tawantinsuyu. El sitio arqueologico Hualfin Inka A continuación describiremos brevemente el sitio anteriormente mencionado, ya presentado en publicaciones anteriores. (Lynch et al. 2006, 2007) El mismo se encuentra emplazado frente a la ruta Nacional 40, cuyas coordenadas son 27º 13’46’’ de latitud sur y 66º 48’ 55’’ de longitud oeste, en la Provincia de Catamarca, Argentina. Se encuentra rodeado de las llamadas Sierras Pampeanas Noroccidentales, cuya altitud máxima es de 3500 m. Aquí se aprecia una gran variabilidad de material rocoso, entre los cuales podemos ver grandes basaltos, areniscas, rocas graníticas, entre otras. En la región predomina un clima árido o semiárido, donde las aguas superficiales son muy escasas (Caminos 1979:282). La vegetación se encuentra representada mayormente por jarillas, cardones, retamas, chañares, entre otros. Es por sus características ambientales favorables que el Valle de Hualfin fue un sector apto para ocupaciones humanas, desde épocas tempranas. En este trabajo se presenta el estudio del material lítico encontrado en dos de las estructuras que conforman el sitio arqueológico incaico “Hualfín Inka”, considerado un centro administrativo, que se encuentra en el sector Norte del Valle de Hualfín, provincia de Catamarca. El mismo refleja una arquitectura de características incaicas, con presencia de una plaza principal o Aukaipata , con un ushnu , o plataforma trapezoidal de carácter ceremonial y una kallanka dentro de los límites de la plaza, con sectores de almacenamiento o collcas , y con patios lindando recintos con características habitacionales; pero a su vez, se encuentran tanto en superficie como en estratigrafía tiestos cerámicos de filiación local. (Lynch y Páez 2009) A continuación realizaremos una breve descripción de toda la planificación del sitio. En general, podemos ver una orientación del emplazamiento NE-SW, pudiendo dividirse en tres sectores de diferentes altitudes. El sector A, cuya altitud es de 1880 m, en donde se distingue una gran plaza o aukaipata, de unos 15000 m2, con un gran muro perimetral, que a su vez, delimita otras estructuras en su interior, como unakallanka, ushnu, torreón y una serie de patios con recintos adosados. Sector B, cuya altitud es de casi 2000 m, se distinguen una serie de tres kanchas o RP.C situados aproximadamente en línea, que poseen recintos rectangulares y circulares. La planta de estos conjuntos es irregular, circunstancia que no parece responder a un condicionamiento topográfico, puesto que la superficie no es especialmente abrupta. En el grupo de construcciones intermedio se encuentran cuatro recintos rectangulares, uno de los cuales, de dimensiones mayores, correspondería a otra kallanka. Desde este sector más elevado se domina visualmente gran parte del valle y el rio homónimo. Por último el sector C se localiza al SW de la plaza, cuya altitud es de 1885 m y se compone de un grupo de cuatro kanchas o R.P.C., de perímetro más regular que los del grupo B y tres grupos de recintos circulares agrupados, que fueron interpretados como collcas o lugares de almacenamiento, que suman una cantidad total de aproximadamente 30. Si bien toda la planificación del sitio corresponde a la incaica, los muros de todas las estructuras presentes difieren notablemente a aquellos cercanos al centro del imperio, el Cuzco. Es por ello que hemos podido identificar que los muros no presentan un trabajo de cantería bien desarrollado, pero si una probable selección de las caras más planas de las rocas elegidas. Con respecto a las estructuras consideradas en este trabajo, una de ellas corresponde a una estructura habitacional de planta rectangular, con muros dobles rellenos de barro y ripio, mientras que la otra correspondería al ushnu, una plataforma trapezoidal sobreelevada 1m por encima de la plaza, considerada como uno de los lugares más significativos e importantes dentro de la cosmovisión imperial incaica.
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Metodología y resultados Las observaciones realizadas sobre el material lítico han sido llevadas a cabo a partir del análisis de artefactos en estratigrafía recuperados durante las excavaciones realizadas en las mencionadas estructuras a lo largo de los años 2005-2009. Se ha podido diferenciar el tipo de sedimento que albergó los artefactos a lo largo de todos estos años, siendo el mismo de tipo arcilloso a arenoso (Lynch et al. 2007) . En cuanto al análisis los materiales fueron diferenciados en dos grandes grupos; por un lado los artefactos formales y por el otro los no formales (Andrefsky 1998). Se consideraron a su vez, diferentes variables para describir las características morfométricas de los artefactos sensu Aschero (1975, 1983). Los materiales recuperados corresponden a un total de 20 artefactos no formatizados de ambas estructuras (de ahora en más ANF) y una única punta de proyectil de calcedonia, recuperada del ushnu, incluida en el grupo de artefactos formatizados (AF) y constituyendo un 15 % del total del conjunto artefactual. La muestra total se encuentra representada en el ushnu por 8 ANF, 2 desechos de talla y 1 núcleo de sílice gris; mientras que para el recinto habitacional la muestra está constituida por 12 ANF y un único desecho de talla. Los ANF abarcan un 75% del conjunto total recuperado, siendo subdividido en lascas y lascones. Para su análisis se consideraron las siguientes variables: estado de fragmentación, forma de lasca, tipo de talón, descripción por tamaño y módulo de longitud-anchura, cantidad de corteza y características del filo (presencia de rastros complementarios que permitan identificar filos potencialmente utilizables). La estructura de fragmentación de la muestra tomada tanto para ushnu como para el recinto habitacional coinciden en los porcentajes de ANF enteros, con un 67%; le sigue los artefactos fracturados sin talón (FST) con un 33% en el ushnu y un 25 % para el recinto habitacional. En este último recinto un 8 % del total de los ANF se incluyen en la categoría de fracturados con talón (FCT). La representación de tipo de lascas en el ushnu, muestra que la forma más frecuente son las secundarias (37%), seguidas de las de arista y angulares con un 13%, las de dorso natural y las angulares oblicuas corresponden a un 12%, mientras que las indiferenciadas comprenderían el 13% restante. Para el recinto habitacional 1, a diferencia del anterior, las lascas priMarías constituyen un 58% del N total seguidas de las secundarias (25%) y las de arista (17%) (Ver figura 1). Tipo de lasca 8 7 6 5 Ushnu 4 Recinto 3 2 1 0 PR
SE
AN OB
AR
AN
IND
Fig. 1: Tipo de lascas por recinto.
Dentro del conjunto lítico se han podido discriminar una variedad acotada de materias primas las cuales pueden señalarse como de origen local o autóctono (dentro de un radio mayor a 20 Km. de distancia). La fuente de aprovisionamiento de estas materias primas estaría dada por la cercanía de las sierras denominadas Pampeanas Noroccidentales (González Bonorino 1950), a excepción del xilópalo que tendría un origen alóctono probablemente del sector puneño. Esto último probablemente debió depender de redes de intercambios establecidas anteriormente al régimen inca, que prosiguió aun bajo el dominio estatal (Williams 2005). La variedad de materias primas representadas en el ushnu es de tipo macro y microcristalina (basalto 37%, arenisca 38%, cuarcita 13% y cuarzo 12%); mientras que en el recinto habitacional se caracterizan por ser de
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tipo microcristalinas, basalto con un 50% de la muestra, sílice 25%, xilópalo 17% y arenisca 8%; teniendo igualmente una mayor representatividad el basalto (Mansur 1983a) (Figura 2). Tipo de Materia Prima 7 6 5 4
Recinto 1
3
Uhsnu
2 1 0 Basalto
Arenisca
Silice
Xilopalo
Cuarzo
Cuarcita
Fig.2: Distribución y tipo de materia prima por recinto.
En relación al tamaño y módulo de longitud-anchura, el ushnu presenta una amplia variedad; con un mayor predominio de aquellas lascas de tamaño 4 (grandes-medianas) con un 51%, seguidas de aquellas de tamaño 2 (pequeñas) con un 13% ,mientras que con un 12 % se encuentra aquellas de tamaño 5 (grandes). Las proporciones en relación a los módulos de longitud-anchura corresponden un 25% a medianos alargados, otro a medianos normales y a cortos anchos, mientras que los módulos laminares normales y cortos anchísimos se encuentran representados con un 12,5% dentro de la muestra. En el recinto habitacional hay una mayor predominancia hacia los tamaños 4 y 5 (medianos grandes y grandes respectivamente), con módulo de longitud anchura de mediano-normal y cortos ancho (17%), seguido por aquellos artefactos de tamaño 3, 5 y 6 (medianos pequeños, grandes y muy grandes con un 8%) y una variedad en cuanto al módulo de longitud-anchura que incluye aquellos, laminares normales, medianos alargados y medianos normales. (Ver Tabla 1 y 2) TamañoModulo E F D C H Total general Porcentajes
2
3
4
5
0 1 0 0 0 1 12,5
0 0 0 0 0 0 0
0 1 1 0 0 2 25
2 0 1 1 1 5 62,5
6 Total General % 0 2 0 2 0 2 0 1 0 1 0 8 0 100
25 25 25 12,5 12,5 100
Tabla 1: Tamaños y Módulos de Longitud –Anchura del Ushnu.
TamañoMódulo E F D C H Total general Porcentajes
2
3
4
5
0 0 0 0 0 0
1 1 0 0 0 2
2 2 1 0 0 5
2 1 1 0 0 4
6 Total General 0 5 0 4 0 2 1 1 0 0 1 12
0 16,66666667 41,6666667 33,33333333 8,333333 Tabla 2: Tamaños y Módulos de Longitud-Anchura del Recinto.
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100
% 41,66667 33,33333 16,66667 8,333333 0 100
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En cuanto a la cantidad total de talones presentes, en el ushnu como en el recinto habitacional, es de 11. Representados en su mayoría por talones lisos, con un 25% para el primero y un 50% para el segundo, mientras que los facetados constituyen 12 y 8% respectivamente. La evaluación acerca de la potencialidad de los filos nos ha permitido determinar que un bajo porcentaje de los mismos presentan características que nos permitan identificarlos como funcionales, solamente un 38% del total de la muestra para el Ushnu y un 41% para el recinto habitacional, con rastros complementarios como microastilladuras aisladas, continuas y muescas. Discusión y conclusión A lo largo de las investigaciones se ha propuesto una amplia variedad de explicaciones a la ausencia de material lítico en numerosos contextos incaicos del Kollasuyu. Una de las propuestas explicativas ha sido que dicha ausencia podría deberse a la baja incidencia en la dieta de estos grupos de alimentos obtenidos mediante la caza (Mengoni Goñaloz 2006), al igual que la presencia de un bajo nivel de conflicto social, que se vería representado por esta carencia de puntas de proyectil en el registro arqueológico. Igualmente futuras investigaciones sobre este tema darán cuenta de ello. Para el caso del sitio Hualfín Inka es prematuro formular esta propuesta. Sin embargo, como se dijo anteriormente, es notable la baja representatividad de materiales líticos en varios contextos incaicos del NOA, en comparación al material cerámico (Ejemplo de ello serían los sitios incaicos de Angastaco, Gualfín y Corralito en el Valle Calchaquí) (Williams 2005). Sobre la base de los análisis realizados es posible inferir para estos sitios que su producción habría estado ligada al mantenimiento o reproducción diaria de actividades de corte, raspado, perforado y desbaste implicadas en tareas de procesamiento, probablemente de carnes, cuero y/o otros alimentos por parte de las poblaciones. (Chaparro 2006) Para el caso de estudio expuesto en el presente trabajo, se mantiene esta baja frecuencia, no solo de artefactos no formatizados, sino también de elementos formatizados como son las puntas de proyectil. Esto último probablemente estaría indicando un uso restringido de artefactos líticos, en especial aquellos de filos naturales, cuya producción estaría ligada al mantenimiento o reproducción de actividades diarias de procesamiento de alimentos por partes de las poblaciones locales. El análisis comparativo de los materiales líticos recuperados del ushnu y del recinto habitacional, nos han permitido determinar en relación a las fuentes de aprovisionamiento de materias primas,que entre los artefactos tallados, los de basalto indican una explotación de materia prima de depósitos secundarios, dada la evidencia de rodamiento y la presencia de corteza. Con respecto a las materias primas representadas en el uhsnu fueron, en orden de importancia, las siguientes: basalto, arenisca, cuarzo, cuarcita y sílice; mientras que para el recinto estaría representado por basalto, sílice, xilópalo y arenisca. Todo el conjunto artefactual esta caracterizado por las lascas enteras y fracturadas, sin embargo para el ushnu la presencia de un núcleo y una punta de proyectil de calcedonia, sumado al resto de los materiales asociados (cerámica, restos faunísticos y restos arquobotánicos) ya publicados con anterioridad (Lynch y Páez 2009), nos permitiría corroborar la funcionalidad que habría llevado a cabo dicha estructura. Su localización, morfología y funcionalidad dan cuenta de un espacio público fundamental para el mantenimiento de un orden logrado y la reproducción de relaciones al interior de una sociedad en proceso de cambio y reestructuración. Sin embargo, la ausencia del xilópalo como una materia prima alóctona, nos estaría alertando sobre el grado de continuidad en las prácticas estatales para momentos tardíos relacionados con la efectiva ocupación del sitio. Investigaciones posteriores podrán ahondar profundamente en dicho punto. Con respecto al recinto podríamos decir, que la producción de los materiales líticos estaría vinculada al mantenimiento y continuidad de las actividades cotidianas ligadas al procesamiento de alimentos por parte de los pobladores locales. Por último es probable que las jerarquías locales hayan desempeñado un papel fundamental en este contexto socio-político cambiante instaurado en las últimas décadas prehispánicas en el NOA, quizás a modo de bisagras entre los dos espacios de decisión, el que se asocia a la continuidad de las prácticas preincaicas y el que comienza a emerger tras los intereses del sector cusqueño. Bibliografía Andrefsky, W. 1998. Lithics. Macroscopic approaches to analysis. Cambridge University Press, Cambridge. Aschero, C. 1975. Ms. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe al CONICET, Buenos Aires.
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Aschero, C. 1983. Ms. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos. Apéndices A-C. Tesis doctoral. Cátedra de Ergología y Tecnología. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Caminos, R. 1979. Sierras Pampeanas Noroccidentales, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y San Juan. Geología Regional Argentina, Acad. Nac. Ciencias: 225-282. Córdoba. Ceruti, C 1997. Arqueología de alta montaña. Milor, Mendoza. Chaparro M.G. 2006. Control estatal y tecnología lítica: asentamientos productivos y administrativos en el valle Calchaquí Medio (Argentina). Ponencia presentada al Primer Simposio de Tecnología lítica en Los Andes, La Paz, Bolivia. D´altroy, T. N., A.M. Lorandi y V. Williams 1998. Ceramic production and use in the Inka political economy, en: I. Shimada (Ed.), Andean Ceramics: Technology, organization and approaches, MACSA Research Papers in Science and Archaeology. Suplemento tomo XV: 284-312, Museum of Archaeology and Anthropology, University of Pennsylvania, Philadelphia. González Bonorino, F. 1950. Algunos problemas geológicos de las Sierras Pampeanas. Rev. Asoc. Geol. Arg ., Bs. As., 5 (3): 81-110. Hyslop, J. 1990. Inca Settlement Planning . University of Texas, Austin. Lynch, J., V. Lynch y R. Páez. 2006. Análisis preliminar de los materiales recuperados del sitio arqueológico Hualfín Inka (Departamento Belén, Catamarca). Actas del III Congreso de Historia de Catamarca, Tomo I: 197203. Editorial Científica Universitaria, San Fernando del Valle de Catamarca. Lynch, J., V. Lynch, V. Lissa y R. Páez 2007. Primeros avances de los materiales recuperados del sitio Hualfín Inka, depto. Belén, provincia de Catamarca. Revista Pacarina, Número especial, Tomo II: 525-532. Ed. Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy. Lynch, J. y Páez, M. C. 2009. El ushnu del sitio Hualfín Inka, Provincia de Catamarca, Argentina. Una aproximación a partir del análisis cerámico. Revista Arqueoweb, Departamento de Prehistoria, Facultad de Geografía e historia, Universidad Complutense de Madrid. En prensa. Mansur 1983a. Traces d. utilisation et technologie lithique: exemples de la Patagonie. Tesis doctoral de la Universidad de Bordeaux I. Francia. MS. Mengoni Goñalons, G. 2006. Análisis de isotopos estables en restos de camélidos de sitios tardíos del Noroeste Argentino. Ms. Raffino, R, 1981. Los Inkas del Kollasuyu. Ramos Americana, La Plata. Raffino, R. 2004. El Shincal de Quimivil . Ed. Sarquis, San Fernando del Valle de Catamarca, Catamarca. Reinhard, J. 1985. Sacred Mountains: an Ethnnoarchaeological study of High Andean Ruins. Mountain Research and Development 5 (4): 299-317. Schobinger, J. 1966. Investigaciones arqueológicas en la Sierra de Famatina (provincia de La Rioja). Anales de Arqueología y Etnología 21: 139-196. Vitry, C 2000. Aportes para el estudio de caminos incaicos. Tramo Morohuas-Incahuasi. Gofica, Salta, Argentina. Williams, V. 2002-2005. Provincias y Capitales. Una visita a Tolombón, Salta, Argentina. Xama 15–18: 177 – 198. Mendoza. Williams, V., P. Villegas, S. Gheggi, G. Chaparro 2005. Hospitalidad e intercambio en los Valles mesotermales del Noroeste Argentino. Boletín de Arqueología Pucp Nº 9. 335-372. Perú.
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CAZADORES-RECOLECTORES TEMPRANOS DE LA PUNA MERIDIONAL ARGENTINA: AVANCES EN SU ESTUDIO EN ANTOFAGASTA DE LA SIERRA (PLEISTOCENO FINAL-HOLOCENO TEMPRANO/MEDIO) J. G. Martínez* , M. Mondini** , E. Pintar*** y M. C. Reigadas**** Introducción El objetivo principal de este trabajo es presentar una síntesis actualizada de las investigaciones realizadas en el área de Antofagasta de la Sierra, considerando el lapso que va desde las primeras “señales” de ocupación humana en la parte final del Pleistoceno hasta ca. 6000 AP en el Holoceno medio. El área de investigación comprende las inmediaciones de la localidad de Antofagasta de la Sierra, ubicada al norte de la Provincia de Catamarca, en el ámbito de la Puna meridional argentina. Está emplazada en lo que actualmente es un desierto de altura por encima de los 3400 msnm, dentro de la Puna Salada. Las evidencias arqueológicas generadas por grupos humanos desde fines del Pleistoceno en el área marcan el inicio de una larga historia ocupacional en esta eco-región, hoy de desierto extremo (con precipitaciones de <50 mm/año), que alcanzan los momentos de contacto hispano-indígena. Nuestro trabajo abarca el lapso comprendido entre la transición Pleistoceno final/Holoceno temprano y aquella hacia el Holoceno medio (ca. 10000-6000 AP), tradicionalmente conocido como Arcaico temprano-medio en términos culturales (Aschero 1994). Los patrones de uso del paisaje en la Puna Salada, habrían estado muy vinculados con los cambios climáticos y ambientales que ocurrieron desde la transición del Pleistoceno y a lo largo del Holoceno. Un clima más húmedo y frío durante el Holoceno temprano habría resultado en la formación de lagunas. Sin embargo, hacia los 8500 AP, un incremento en la temperatura y la aridez habría cambiado significativamente las características del paisaje: se habría reducido el tamaño y distribución de lagunas, lagunetas, pozos de agua y vegas asociadas. Esta tendencia se habría incrementado entre 6300 y 3900 AP (Olivera et al. 2006, Tchilinguirian et al. 2007). Para el lapso comprendido en nuestra investigación, se han identificado varios sitios en el área. Quebrada Seca 3 (QS3) ubicado en una quebrada de altura (>4000 msnm) ha sido el más estudiado y sigue teniendo gran importancia dentro del área, principalmente por lo que representa su extensa secuencia crono-estratigráfica entre ca. 9800 y 2500 AP (Aschero et al. 1991, Elkin 1996, Pintar 1996). Próximos a QS3, pero en los sectores intermedios, se ubican: Peñas de la Cruz 1 (PCz1) (3665 msnm) en la Quebrada de Ilanco, y Cueva Salamanca 1 (CS1) (3565 msnm) y Peñas de las Trampas 1.1 (PT1.1) (3582 msnm) en la cuenca del río Las Pitas. Estos tres sitios tienen dataciones del Holoceno temprano y medio, e incluso del Pleistoceno final: CS1 con dataciones entre ca. 6200 AP (Pintar 2004, 2009) y al menos 8100 AP (según un fechado obtenido recientemente); PCz1.1, entre ca. 7900 y 7200 AP (Martínez 2003, 2005, 2007), y PT1.1, con dos dataciones recientes correspondientes al Pleistoceno final de ca. 10200 y 10030 AP (Martínez 2008) y una a fines del Holoceno temprano de ca. 8400 AP (Martínez et al. 2004, 2007). Cerca de CS1 se encuentra el sitio Punta de la Peña 4 (PP4) con dataciones correspondientes al Holoceno temprano (Aschero, com. pers.). La cronología de estas ocupaciones revela que esta región habría contado con recursos suficientes para sustentar a poblaciones humanas aún durante los períodos de mayor sequedad, cuando otras zonas habrían sido abandonadas, al menos temporariamente como ocurre en el área de Atacama en el norte de Chile (Núñez et al. 2002, Grosjean et al. 2005, 2007). Las evidencias arqueológicas estudiadas hasta ahora para este período permitieron enmarcar a los antiguos habitantes de Antofagasta de la Sierra como grupos que basaron su subsistencia principalmente en la caza de camélidos silvestres (especialmente Vicugna vicugna, Elkin 1996; Reigadas 2006, 2008; Mondini y Reigadas 2007), bajo distintas técnicas de caza mediante el uso de armas arrojadizas (propulsor y lanza) con puntas de proyectil líticas de diversos diseños tecno-morfológicos y materias primas dominantemente locales (Pintar 1996, Aschero y Martínez 2001, Martínez 2007). En el Holoceno temprano, hay una gran proporción de materias primas alóctonas, predominando las armas de caza a distancia en espacios abiertos. Luego, en el Holoceno medio, la proporción de materias primas alóctonas se reduce mientras aumenta la densidad de desechos líticos, y
*
I SES-CONICET/IAM-UTN.
[email protected] CONICET-UBA-UNC.
[email protected] *** ACC.
[email protected] **** UNJU-INALP.
[email protected] **
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J. G. Martínez, M. Mondini, E. Pintar y M. C. Reigadas
se infieren técnicas de caza por intercepción y por acecho, incluso utilizando parapetos. Las estrategias de consumo de alimentos parecen haber permanecido relativamente constantes a lo largo del período estudiado, a excepción de un mayor énfasis en los camélidos con señales de una intensificación de las interacciones entre humanos y estos herbívoros (Elkin 1996, Martínez 2006, Mondini y Reigadas 2007). A continuación se presenta el estado de la cuestión en estos y otros aspectos de la arqueología de los cazadoresrecolectores tempranos de la región, integrando las diferentes líneas de análisis que venimos desarrollando. Investigaciones previas Para el lapso en cuestión, el registro arqueofaunístico de la región, que en general presenta una buena integridad, está dominado por camélidos silvestres e incluye además roedores, aves y cánidos, así como langostas (Elkin 1996, Reigadas 2001, Mondini y Elkin 2006). Desde el comienzo, la explotación faunística se restringió a taxones modernos, y aunque se han encontrado restos de megafauna pleistocénica en el área, los estudiados hasta el momento no presentan trazas de actividad humana (Elkin 1996, Martínez et al. 2004). Aunque las vicuñas han sido el principal recurso en QS3 y los demás sitios a lo largo del tiempo, también se ha registrado guanaco ( Lama guanicoe) (Elkin 1996, Reigadas 2006, Mondini y Reigadas 2007). Asimismo a partir del análisis exclusivamente de fibras, se detecta desde el Holoceno temprano un grupo de muestras con parámetros homologables a los verificados en poblaciones actuales para el tipo llama (Lama glama) “intermedia” productora de fibra-carne (Reigadas 2001). Estas fibras/mantos podrían considerarse indicadores de variaciones morfológicas tempranas (descartando la intervención humana como fuente) y antecedente de los mantos registrados en contextos más tardíos de la Puna donde los camélidos han estado sujetos a selección y control humanos (Reigadas 1992, 1994, 2001). El uso de estos mantos, ligados desde momentos tempranos a la producción de manufacturas, podría explicar en parte el proceso de control efectivo sobre esta población de camélidos que detenta las variaciones mencionadas. Los humanos también coevolucionaron con otros predadores, y ello ha sido objeto de un estudio sobre la tafonomía de carnívoros en esta y otras áreas de la Puna (Mondini 2003). Luego de generarse un modelo actualístico, su aplicación a QS3 mostró que la incidencia de los carnívoros habría sido en general baja a lo largo del Holoceno, aunque hay algunos indicios de intensificación de una relación comensal con los humanos hacia finales de la secuencia (Mondini 2002, 2003, 2004). El registro lítico en CS1 y PCz1 refleja una serie de cambios tanto en el grado de mantenimiento de los instrumentos líticos como en los patrones de utilización de las materias primas, que habrían estado correlacionados con el grado de movilidad residencial de estos grupos. Los desechos de los conjuntos líticos pertenecientes al Holoceno medio (ca. 7900-6200 AP), tanto de CS1 (Pintar 2004, 2009) como de PCz1 (Martínez 2005, 2007; Funes Coronel 2009), revelan un uso muy alto de materias primas locales a comparación del período anterior, lo cual sugiere una reducción en la movilidad residencial. Sin embargo, un incremento en la movilidad logística habría resultado en un uso redundante de ciertos espacios como la microrregión de Antofagasta de la Sierra y en ocupaciones de más larga duración, y habría permitido la explotación de recursos distantes (Pintar 2008b). Asimismo, para el lapso 8500-7000 AP se observa en estos sitios un nuevo diseño de puntas de proyectil con pedúnculo esbozado y limbo lanceolado (tipo QSC) el cual se asocia al uso de lanzas arrojadizas (Martínez 2003, 2007; Pintar 2008b, 2009). Avances en los estudios Hasta hace poco tiempo, las evidencias arqueológicas más antiguas conocidas para de Antofagasta de la Sierra eran las procedentes del sitio QS3 (4100 msnm), de acuerdo a una datación radiocarbónica de 9790 ± 50 años AP (UGA-9257, Capa 2b19; Aschero y Martínez 2001). A partir de recientes hallazgos en el sitio PT1.1, como vimos, se obtuvo una datación sobre carbón aún más temprana que las conocidas hasta el momento: 10190 ± 190 AP (UGA-01975), la cual se asocia a otra de 10030 ± 100 AP (LP-1788) (Martínez 2008). Esto dio un giro al esquema cronológico preexistente, ya que estas dataciones son las primeras que ubican a ocupaciones humanas para esta área dentro del Pleistoceno. Serían las más tempranas para Antofagasta de la Sierra, y también para la Puna meridional argentina en general. Ambas dataciones se obtuvieron en base a muestras de carbón provenientes del núcleo de estructuras de combustión (cubetas), asociadas a artefactos líticos y restos óseos quemados (indet.), dentro de una matriz compuesta por abundantes restos vegetales generados por la desagregación de excrementos de megafauna datados en 12720 ± 290 AP (UGA-01976). Esto sugiere por ahora que no hubo coexistencia entre humanos y megafauna pleistocénica en este sector. Dentro del escaso material
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lítico asociado, son dominantes las materias primas de origen local (Vc1; Vc2 y Vc4), y son pocos los artefactos formatizados (N=4) no registrándose puntas de proyectil (Martínez 2008). Por otra parte, recientemente se han estado estudiando los conjuntos óseos y las fibras animales de los niveles inferiores de QS3 (que no habían sido incluidos en la investigación original de Elkin 1996). En los primeros niveles (2b16-25, ca. 9790-8330 AP) se observan algunas diferencias relevantes en los taxones presentes: se profundiza la tendencia a una mayor tasa chinchíllido:artiodáctilos que se venía manifestando en niveles suprayacentes, y se identificó un fragmento de cráneo de cérvido, taxón que no había sido determinado en la región hasta el momento (Mondini y Reigadas 2007). En los niveles inferiores además hay un mayor porcentaje de crías de camélido. También hay manufacturas en hueso de camélido. Las astillas óseas sugieren la explotación intensiva de los huesos para la extracción de médula (Mohn 2009). Recientemente además se enviaron muestras de pelos y huesos de camélidos de este sitio para análisis de ADN. Por otra parte, los huesos de camélido de PCz1 aún bajo estudio, sugieren la presencia de individuos pequeños, compatibles con la vicuña. En CS1, también bajo análisis, se ha verificado osteométricamente la presencia tanto de individuos de tamaño vicuña como otros más grandes compatibles con el guanaco, con mínima incidencia de roedores. Los camélidos están dominados por individuos adultos, con una baja proporción de crías. Actualmente se están procesando muestras de huesos y pelos de CS1 para el análisis de isótopos estables. Resultados preliminares sugieren que los individuos más pequeños presentan valores de d13C <-16‰ y los más grandes, >-16‰ (Mondini et al. 2010). Si bien hay variaciones tafonómicas, la integridad en todos estos sitios es muy buena. En los niveles tempranos de QS3 se han identificado, a partir de las fibras, tanto vicuñas como guanacos y mantos de camélidos con distancias estructurales semejantes a los observados para el “patrón llama” (al igual que en toda la columna estratigráfica), aunque en ellos, como en los más tardíos, parece haber un cierto mayor predominio de las vicuñas. Se registraron fibras teñidas de vicuña en los niveles tempranos. Podemos sumar a ello la presencia de cueros de camélido a lo largo de toda la secuencia. Recientes observaciones de las fibras animales del sitio PCz1 y PT1 dan cuenta también de la presencia de vicuñas y de fibras con un “patrón llama” tanto en vellones como cordeles, situación que concuerda con la observada para la secuencia de QS3. Para el sitio CS1 los estudios en proceso han dado como resultado la presencia exclusiva de camélidos silvestres, en sus dos formas, Lama guanicoey Vicugna vicugna, concordante con los resultados osteométricos disponibles, así como Rodentia. Se observa asimismo un alto porcentaje de muestras asignables a guanaco y ausencia de fibras que correspondan a la variante de manto de “patrón llama” antes mencionada, situaciones no observadas en otros contextos. De confirmarse esta tendencia, abre un panorama de interés para futuras comparaciones entre los sitios de referencia. Se han realizado, asimismo, pruebas de laboratorio a fines de estudiar la estructura física de la corteza de las fibras, variable no contemplada hasta el presente. Se evalúa a partir de la información generada su relevancia en la búsqueda de indicadores interespecíficos y la congruencia con los resultados provistos por el análisis morfológico. Las muestras sometidas a cortes finos y observadas en MET, han dado como resultado para las muestras de CS1, asignadas a guanaco por análisis morfológico, presencia de para y ortho cortex con disposición bilateral. Dicho patrón es mencionado para especies silvestres en diversos estudios realizados en camélidos actuales. Para las muestras de QS3, asignadas a “patrón llama”, han dado como resultado presencia de para y ortho cortex sin disposición definida, patrón mencionado para llama en estudios realizados en camélidos actuales (ver Reigadas 2010 en este vol.). En CS1 se comenzaron además estudios entomológicos. Se identificaron coleópteros, entre los que se determinaron Tenebrionidae; Orthoptera (orden al que pertenecen langostas, grillos, saltamontes) y Brachistosternus montanus (Scorpiones, Bothriuridae) únicamente en los Niveles 0 y 1 (de ca. 3500 AP de acuerdo a la morfología de puntas de proyectil) (M. Battan, com. pers.). En PCz 1, para el lapso ca. 7900-7200 AP se identificaron ácaros (Argasidae) y pequeños crustáceos indeterminados (Funes Coronel et al. 2005). Por otra parte, cabe mencionar aquí que con cronologías de ca. 7900-7200 AP fueron detectados en PCz1.1 numerosos macrorestos vegetales relacionados con consumo humano. Se trata de frutos/semillas de una fabácea no determinada afín a los géneros Trifolium sp., Amaranthus sp. y Opuntia sp.. Estos macrorrestos aún bajo estudio -a cargo del Sr. Guillermo Arreguez- constituyen los primeros registros de especies vegetales comestibles detectadas en el área para este momento del Holoceno medio inicial (Arreguez et al. 2009). Estos hallazgos cobran mayor relevancia por estar insertos en un sitio que presenta un contexto muy direccionado a la caza y consumo de camélidos silvestres. Estos vegetales silvestres habrían complementado el espectro alimenticio de estos grupos esencialmente cazadores. En probable relación a esto recientemente fueron hallados en PCz1.2 (sector contiguo al sector 1.1) tres artefactos de molienda (Capa 1(3a)) los cuales tienen una cronología mínima de ca.7040 AP. Futuros análisis de microvestigios en curso a cargo de la Dra. Pilar Babot,
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sumados a aquellos residuos en la mano de moler hallada en CS1 ya estudiados (Babot 2004), arrojarán luz sobre probables procesos de intensificación, en este caso orientados al consumo y procesamiento de especies vegetales. El reciente avance en las excavaciones de CS1 revela por otra parte un aparente sello de cenizas volcánicas, bajo estudio, por debajo de un nivel con puntas de proyectil lanceoladas (homologables a aquellas de Peñas Chicas 1.1, datadas en ca. 3600 AP), una piedra y mano de moler, y tallos de quínoa. Inmediatamente por debajo de este sedimento volcánico se encuentran los niveles de ocupación con dataciones previas a 6250 AP (Nivel 2), sugiriendo un episodio volcánico entre los 3600 y 6200 AP en la Puna. Además recientemente se dató carbón de una estructura de combustión del Nivel 10 y se obtuvo una datación de 8100 ± 50 años AP (Beta 260687). Recientes estudios XRF de obsidianas utilizadas tanto en CS1 como PCz1.1 revelan el uso de fuentes ubicadas en Archibarca, Ona, el Salar del Hombre Muerto, Laguna Cavi y Cueros del Purulla (Pintar et al. 2010). Esto implica el uso de fuentes localizadas a unos 80 km al norte y al sur respectivamente, lo cual sugiere un alto rango de movilidad logística para estos grupos cazadores entre 8100 y 6250 AP (Pintar 2008a). Para la cronología en cuestión, contamos con evidencias de antiguas prácticas funerarias en el sitio PT1.1., donde fueron detectadas dos estructuras funerarias con dataciones de ca. 8400 y ca. 7800 años AP. Se trata en ambos casos de estructuras de cavado revestidas con gramíneas, dentro de las cuales se recuperaron restos óseos humanos correspondientes a un NMI de 6 (3 para cada una), donde la mayoría son subadultos de entre 1 y 10 años (Calisaya et al. 2009). Estos restos están asociados a tecnofacturas variadas de gran complejidad artesanal, tales como cueros gamuzados (cosidos y pintados); numerosas cuentas de collar confeccionadas con semillas alóctonas; cordeles y fragmentos de malla de red teñidos de rojo y pintados en negro, confeccionados con fibra vegetal de origen extra-local, y una especie de tocado (o faldellín?) realizado con plumas de suri entretejidas. Recientes resultados sobre análisis isotópicos realizados en los seis individuos (CAIS-UGA), muestran una clara tendencia hacia una dieta mixta basada en el consumo de herbívoros (camélidos y/o roedores) y plantas C3 (leguminosas principalmente). No obstante hay un individuo (EF1: Indiv.3) cuyo bajo valor de d13C indica el probable consumo de plantas tipo CAM (cactáceas) también dentro de una dieta mixta (Martínez y Cherkinsky 2009). Debe destacarse que no están presentes todas las partes esqueletarias de los individuos, lo cual estaría vinculado a prácticas funerarias en donde pudo haber sido frecuente el transporte de ciertas partes anatómicas del cuerpo de los muertos (Martínez y Aschero 2005). Conclusiones Los últimos avances en nuestras investigaciones han permitido ampliar el rango cronológico conocido de las poblaciones humanas en la región, integrar las evidencias de todos estos sitios y de las diferentes líneas de análisis que venimos desarrollando, y dar cuenta de una mayor variabilidad de la conocida hasta ahora para las ocupaciones arqueológicas tempranas de esta región de la Puna. A partir de estas investigaciones puede plantearse un momento de exploración temprana de la región y uno de colonización en el que las poblaciones humanas ya están establecidas en el área, con estrategias variables y una organización social flexible que les permitió habitar esta región desde fines del Pleistoceno e incluso a través del Hipsitermal. Los resultados obtenidos desde el punto de vista faunístico, tecnológico y de movilidad y asentamiento permiten así un análisis a nivel regional y comparar esta región con otras aledañas (como la Puna norte argentina y la Puna chilena). Asimismo, los resultados obtenidos permiten comparar las adaptaciones a esta región árida y de gran altura con adaptaciones en otras regiones en el mundo (como las famosas “culturas del desierto” en Norteamérica y Australia) en diferentes momentos del pasado. Bibliografía Arreguez, G.A.; J.G. Martínez; Ponessa, G. y N. Muruaga, N. 2009, en prep. 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J. G. Martínez, M. Mondini, E. Pintar y M. C. Reigadas
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PUESTO VIEJO: UNA ALDEA TEMPRANA EN LA QUEBRADA DE LOS CORRALES (EL INFIERNILLO, TUCUMÁN) N. Oliszewski* , G. A. Arreguez** , H. Cruz** , E. Di Lullo*** , C. M. Gramajo Bühler*** , E. P. Mauri** , M. M. Pantorrilla Rivas ** y M. G. Srur**** La Quebrada de Los Corrales La Quebrada de Los Corrales se sitúa sobre el Abra de El Infiernillo, con una cota altimétrica promedio de 3100 msnm, siendo una zona de hundimiento dentro del sector norte del sistema del Aconquija. Morfológicamente conforma el límite norte del Valle de Tafí orientado en sentido N-S (Figura 1).
Figura 1. Ubicación área de estudio.
Desde 2005 se vienen llevando a cabo investigaciones sistemáticas que tienen como interés principal profundizar en el conocimiento de las ocupaciones humanas prehispánicas en esta microrregión ubicada en el centro-oeste de la provincia de Tucumán. Los trabajos de investigación abarcaron la cuenca inferior, media y superior del río de Los Corrales permitiendo identificar hasta el momento dos cuevas con ocupaciones prehispánicas (CC1 y CC2) en la cuenca inferior y media respectivamente, y numerosas estructuras agrícolas, pastoriles y residenciales en la cuenca media/superior (Oliszewski et al 2 008). Es interesante destacar que en esta quebrada, el uso del espacio se da de un modo particular. Los sectores donde se emplazaron las estructuras productivas (agrícolas y pastoriles) se encuentran totalmente separados de aquellos donde se instalaron las estructuras residenciales (recintos circulares de piedra). Las estructuras de producción agrícola (andenes) y la mayoría de los corrales (simples y compuestos) cubren un área de 160 hectáreas y se ubican sobre laderas con depósitos loéssicos, mientras que las estructuras residenciales ocupan un área aproximada de 0,14 km2y se ubican de forma concentrada sobre depósitos de remoción en masa y en laderas con sustrato de basamento granitoide, delimitando espacios diferenciados entre sí (Caria et al 2 009).
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I SES-CONICET / UNT.
[email protected] F acultad de Ciencias Naturales-UNT *** I AM/Facultad de Ciencias Sociales-UTN **** M useo de Antropología-UNC **
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N. Oliszewski, G. A. Arreguez, H. Cruz, E. Di Lullo, C. M. Gramajo Bühler, E. P. Mauri, M. M. Pantorrilla Rivas y M. G. Srur
Las estructuras residenciales, se encuentran agrupadas en el área meridional de la Quebrada, en ambas márgenes del curso superior del río de Los Corrales en un sector denominado Puesto Viejo. Para su estudio esta área ha sido divida en dos: Puesto Viejo 1 (PV1) en la margen oeste y Puesto Viejo 2 (PV2) en la margen este. El objetivo de este trabajo es presentar los primeros datos generados a partir de la excavación de una estructura residencial típica del área de estudio (Estructura 1). Se evalúan la funcionalidad de este tipo de estructuras que en otras áreas ha sido interpretada como doméstica y las implicancias en cuanto a la articulación del sector residencial en el contexto general de la Quebrada de Los Corrales. Puesto Viejo Puesto Viejo está conformado por estructuras asignables al denominado “Patrón Margarita” que tradicionalmente fue circunscrito al valle homónimo (Berberián y Nielsen 1988). Nuestras investigaciones se suman a otras que dan cuenta que este diseño arquitectónico particular habría excedido a dicho valle extendiéndose por el Abra de El Infiernillo y los valles de La Ciénega, Amaicha, Santa María y del Cajón (Aschero y Ribotta 2007; Cremonte 1996; Giani y Berberián 1999; Oliszewskiet al 2008; Scattolin et al 2009). Los recintos habitacionales de Puesto Viejo (N= 47) se presentan entonces como estructuras de piedra subcirculares compuestas ubicadas a ca. 3115 msnm (Oliszewski et al 2008). Como fuera mencionado el diseño arquitectónico corresponde al denominado “patrón margarita” típico del valle de Tafí. El diámetro de los recintos centrales oscila entre 7 y 15 metros y la cantidad de recintos laterales adosados va de 2 a 5. Las distintas unidades se encuentran separadas entre sí por distancias de entre 5 a 20 metros (Di Lullo 2009). Entre los materiales recuperados en superficie podemos mencionar abundante material lítico realizado sobre materias primas locales: núcleos, lascas y escasos artefactos formatizados en andesita y cuarzo (Cruz et al 2009) y material cerámico: fragmentos de diversas facturas, algunos diagnósticos asignables todos a estilos cerámicos conocidos para el 1º milenio d. C. como Tafí, Candelaria, Condorhuasi, Ciénaga y Vaquerías (Gramajo Bühler 2009). La estructura 1(E1) La estructura 1 se encuentra ubicada en Puesto Viejo 2 y está conformada por un recinto central de ca.15 m de diámetro y cuatro recintos laterales adosados de menor tamaño (3-5 m de diámetro) (Figura 2). En el año 2008 se realizaron excavaciones estratigráficas: una en el recinto central y otra en uno de los laterales (recinto 4). Si bien la información obtenida está en plena etapa de procesamiento, se puede adelantar que los hallazgos realizados en la estructura central apoyan su función doméstica.
Figura 2. Estructura 1 (E1).
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El recinto central Respecto a este recinto la estratigrafía se presenta compleja habiéndose registrado tres eventos ocupacionales: a- una ocupación inicial evidenciada por un piso situado a 180 – 190 cm de profundidad en el cual se hallaron concentraciones de carbones, fragmentos de marlo de maíz y restos óseos de camélido. Una datación radiocarbónica realizada sobre carbón vegetal sitúa la ocupación inicial de esta unidad en 1710 + 30 años AP (UGAMS# 05795). A su vez el piso se halla contenido dentro de una estructura conformada por rocas de variados tamaños cuya función no se ha podido definir hasta el momento (se ha descartado que se trate de una estructura funeraria). b- una ocupación intermedia evidenciada por la presencia de una estructura de combustión cerrada conformada por un sedimento arcilloso que podría haber funcionado como un horno (situado entre 130 y 170 cm de profundidad). Asociadas a esta estructura se registraron grandes cantidades de ceniza y carbón junto con distintas evidencias como restos óseos de camélido y cérvido, lascas y artefactos en cuarzo y andesita, fragmentos cerámicos y semillas de algarrobo y chañar termoalterados, que se interpretan como producto de la limpieza de un fogón. c- una ocupación final evidenciada por la presencia de un piso consolidado a 80 – 100 cm de profundidad en el cual se registraron en posición horizontal fragmentos cerámicos, material lítico, restos óseos de camélido y concentraciones de ceniza y espículas de carbón con semillas carbonizadas (endocarpos de chañar y semillas de algarrobo). Por último entre 40 y 60 cm de profundidad se registra una capa continua de concreciones blanquecinas con alto contenido de ceniza volcánica que llevan a plantear la posibilidad de abandono de estos recintos por un evento volcánico importante. De todos modos existe un hiato considerable entre esta capa de ceniza volcánica y el evento de ocupación final registrado a 80 cm de profundidad que plantea la necesidad de corroborar esta hipótesis, ya que el recinto podría haber sido abandonado con anterioridad a este evento. A continuación se presenta un detalle del análisis de las evidencias halladas según materia prima: Material arqueobotánico. El registro arqueobotánico pone de manifiesto la presencia de espículas y fragmentos de carbón a lo largo de toda la secuencia estratigráfica, los mismos corresponden a arbustos leñosos silvestres. Con respecto a los macrorrestos vegetales, todos los especimenes identificados (n=9) corresponden a plantas alimenticias tanto silvestres (algarrobo y chañar) como domésticas (maíz). En todos los casos la presencia de restos termoalterados de maíz, algarrobo y chañar, que además se hallan asociados a fragmentos óseos de camélido, se interpreta como desechos de consumo. No es posible hasta el momento determinar actividades de procesamiento de alimentos vegetales como molienda o preparación de comidas. Respecto a las plantas de recolección -algarrobo y chañar- han sido también registradas en CC1 desde ca. 2100 años AP evidenciando traslados hacia o desde el norte para su obtención ya que los mismos se encuentran a ca. 30 km de distancia en el valle de Amaicha. En cuanto al maíz, cabe destacar que además de estar asociado al fechado de ca. 1700 años AP en la Estructura 1, también ha sido registrado en CC1 desde ca. 2100 años AP. Asimismo se han identificado fitolitos afines a Zea mays en varias estructuras agrícolas a 30 cm de profundidad (Gómez Augier et al 2008) lo cual no es determinante de su cultivo in situ pero sí abre la posibilidad a que el maíz haya sido sembrado en el área, por encima de los 3100 msnm, en los primeros siglos del 1º milenio d. C. Cabe destacar que los vegetales alimenticios han sido registrados únicamente en las capas asociadas a “pisos” y no en las capas intermedias constituyéndose en buenos indicadores de eventos ocupacionales. Material lítico. En lo que respecta al material lítico se manifiesta una alta predominancia en la utilización de materias primas de origen local: cuarzos (62,5 %) y andesitas (37 %) sobre aquellas foráneas: cuarcita y obsidiana (0,5%). La muestra consta de un total de 617 piezas: desechos de talla (n=588), núcleos (n=3) y artefactos formalizados (n=26). Según se desprende de los desechos, parecen haberse realizado tareas de manufactura final y mantenimiento de instrumentos, siendo escasas las evidencias de reducción priMaría y extracción de posibles formas bases. Los diferentes artefactos hallados -puntas burilantes, cortantes denticulados, denticulados de bisel abrupto y cuchillos de filo natural con dorso formatizado- habrían estado relacionados a actividades domésticas y cotidianas como procesamiento de alimentos y/o madera desarrolladas en el interior de la estructura. No evidencian alguna especialización particular como producción de puntas de proyectil u otros artefactos formatizados. No se registraron evidencias de reciclaje de artefactos y su descarte se produciríain situ por fractura o embotamiento de filos.
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N. Oliszewski, G. A. Arreguez, H. Cruz, E. Di Lullo, C. M. Gramajo Bühler, E. P. Mauri, M. M. Pantorrilla Rivas y M. G. Srur
La mayor cantidad de piezas líticas (54 %) fueron registradas entre 150 y 130 cm de profundidad asociadas a la estructura de combustión (ocupación intermedia). Sin embargo y, a diferencia de lo que ocurre con los especimenes arqueobotánicos, no se registra ningún tipo de particularidad, sea en cuanto a cantidad o a tipo de piezas, que apoyen las ocupaciones inicial y final. Material cerámico. En cuanto al material cerámico se recuperaron un total de 217 fragmentos entre los cuales pueden distinguirse tipos alisados, pulidos, grabados y engobados asignables todos al 1º milenio d. C. Se destacan dos fragmentos de forma circular/subcircular (posiblemente preformas de torteros) y dos fragmentos de asas con representaciones ornitomorfas. Del total de la muestra cerámica, el 54.83% (n= 119) se encuentra en los primeros 4 niveles excavados (material de relleno). El resto de los fragmentos recuperados (n= 98) se distribuye casi uniformemente variando entre 0 a 5 fragmentos por nivel, a excepción de la capa asociada a la estructura de combustión (ocupación intermedia) con 16 fragmentos. Es decir que, al igual que el material lítico y a diferencia del material vegetal, el material cerámico se encuentra en consonancia con la hipótesis de un evento ocupacional intermedio pero, no sirve de apoyo a las ocupaciones inicial y final. El recinto 4 En el recinto 4 se registró entre 80 y 60 cm de profundidad un posible piso de ocupación evidenciado por la presencia de sedimento consolidado en asociación con una lente de ceniza, cuentas, fragmentos cerámicos, lascas de cuarzo y restos orgánicos alimenticios termoalterados (fragmentos óseos de camélido, chañar, algarrobo y maíz). A modo de hipótesis se propone que podría tratarse del área periférica de un fogón destinado a tareas de cocina. Queda por determinar si este evento ocupacional ocurrió al mismo tiempo que alguno de los eventos propuestos para el recinto central, de ser así sería contemporáneo, seguramente, con el piso que se interpreta como ocupación final. Por otra parte, es de hacer notar que en el recinto 4, a diferencia de lo que ocurre entre 40 y 60 cm de profundidad en el recinto central, no se observa la presencia de la capa de concreciones blanquecinas con contenido de ceniza volcánica. Esto lleva a plantear dos posibilidades: 1- que el recinto 4 sea extemporáneo al recinto central, es decir que haya sido construido con posterioridad al evento volcánico; 2- que ambos recintos hayan sido contemporáneos pero que el recinto 4 haya estado techado motivo por el cual no se registra la capa de ceniza volcánica. Aún cuando las evidencias aquí presentadas son los primeros datos disponibles para estructuras residenciales de altura asignables al 1º milenio d. C. en el área, la información generada nos permite proponer que muy probablemente se trate de una unidad doméstica en la cual se habrían llevado a cabo diversas actividades cotidianas entre las cuales el consumo y descarte de recursos alimenticios tuvo un papel principal. Consideraciones finales Como fuera mencionado Puesto Viejo presenta estructuras compuestas sobre ambas márgenes del río de Los Corrales. Debido a que las investigaciones se encuentran en sus etapas iniciales, resta aún saber si ambos sectores (PV1 y PV2) fueron habitados simultáneamente o no. Por el momento, además de las excavaciones realizadas en la Estructura 1 de PV2 que sitúan la ocupación inicial de la misma enca. 1710 años AP; se destaca que en un una estructura compuesta (E2) localizada en Puesto Viejo 1 se detectó un entierro directo con ajuar (Muntaner 2009; Oliszewski et al 2009). Se trata de los restos óseos de un individuo adulto muy bien preservado, el cual se ubica en posición genuflexa dentro de una cista de piedra a 70 cm de profundidad. Junto a los restos óseos humanos se registró la asociación de dos vasijas completas asignables a los estilos cerámicos Tafí y Candelaria. Una datación por AMS realizada sobre el individuo arrojó un fechado de ca. 1560 + 25 años AP. Es decir que hay una diferencia de 150 años entre las dataciones asociadas a PV1 y PV2 que habrá que corroborar en el corto plazo con más excavaciones y dataciones. Un problema de difícil resolución es el de la correlación entre el lapso de ocupación de Puesto Viejo y los sectores productivos tanto agrícolas como pastoriles. Pero, al no contar por el momento con ningún tipo de evidencia que nos indique lo contrario, creemos que tanto corrales como andenes habrían funcionado durante el 1º milenio d. C., teniendo como hipótesis que la gente que habitó Puesto Viejo fue la misma que agenció las estructuras productivas de la Quebrada de Los Corrales. Ya se mencionó que el denominado “Patrón Tafí” característico del valle homónimo ha sido registrado en otras áreas contiguas al mencionado valle. Originalmente Berberián y Nielsen (1988) propusieron la existencia de dos estadios en el desarrollo de Tafí: la fase Tafí I que
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habría estado caracterizada por la presencia de un sistema de asentamiento en unidades residenciales dispersas en campos de cultivo; y la fase Tafí II caracterizada por la presencia de estructuras de residencia familiar concentradas en aldeas (áreas habitacionales separadas de los campos de producción). En la misma línea Mannase (2002) plantea que hacia el 500 d. C. las investigaciones arqueológicas dan cuenta de la existencia de una creciente complejidad de estas sociedades evidenciadas a través de un aumento de la población y del nucleamiento de las viviendas conformando aldeas. Como alternativa a este modelo y, en base a nuevas evidencias y dataciones absolutas, en los últimos años han surgido investigaciones que plantean que los poblados concentrados podrían ser los más antiguos, mientras que los más pequeños serían los más recientes, pudiendo haber funcionado ambos sistemas al mismo tiempo en el valle de Tafí (Salazar 2007). Los resultados aquí presentados apuntan a proponer que en la zona de El infiernillo, con anterioridad a 500 d. C. habría existido una aldea concentrada y separada de las áreas productivas. Cardonal en el valle del Cajón (Catamarca) es otro ejemplo de una aldea concentrada correspondiente a los primeros siglos del 1º milenio d. C (Scattolin et al 2009). Como conclusión, por el momento es posible afirmar que la disposición espacial diferenciada de las unidades habitacionales y de las estructuras agrícolas y pastoriles, las evidencias obtenidas a partir de las excavaciones realizadas y las dataciones absolutas permiten postular la existencia durante los primeros siglos el 1º milenio d.C. de una aldea ubicada a ca. 3100 msnm, en una quebrada de altura que conecta los valles de Santa María y Amaicha hacia el norte y Tafí hacia el sur. Las investigaciones a corto plazo permitirán definir el tipo de organización social existente teniendo como hipótesis que no se trataría de una comunidad aldeana igualitaria sino que habría existido algún tipo de jerarquía con cierto grado de complejidad social. Esta hipótesis se basa en que seguramente fue necesario controlar y coordinar fuerza de trabajo a gran escala tanto para la construcción/mantenimiento de la arquitectura residencial/productiva, como para todo lo relacionado con las actividades de producción agrícola-pastoril (manejo del agua, siembra, cosecha, almacenamiento, manejo reproductivo del ganado, etc.). Esta hipótesis de un proceso de desigualdad social creciente que se habría iniciado durante el 1º milenio d. C. ha sido sugerida también por otros autores como Scattolin (2007) para el valle de Santa María (Catamarca), Núñez Regueiro y Tartusi (2002) para Campo del Pucará (Catamarca) y Laguens (2006) para el valle de Ambato (Catamarca). Futuras investigaciones permitirán profundizar en esta hipótesis ya que las evidencias arqueológicas registradas hasta el momento revelan el alto potencial que tiene el área de estudio para profundizar tanto en el conocimiento de las estrategias de aprovisionamiento y uso de los recursos bióticos como de la organización social de los grupos prehispánicos que habitaron la Quebrada de Los Corrales dentro del contexto general de las áreas aledañas. Agradecimientos Este trabajo se realizó con el apoyo de subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 2006 01245) y del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT 26/G433). Un agradecimiento especial a Ana Muntaner, Natalia González Díaz, Mario Caria y Julián Gómez Augier quienes participaron de las excavaciones y a Jorge Martínez por realizar una lectura crítica del trabajo. Bibliografía Aschero, C. A. y E. E. Ribotta. 2007 Usos del espacio, tiempo y funebria en el remate (Los Zazos, Amaicha del Valle, Tucumán). En Paisajes y procesos sociales en Tafí del Valle, compilado por P. Arenas, B. Manasse y E. Noli, pp. 79-94. V. Ataliva editor, Tucumán Berberián, E. y A. Nielsen. 1988. Sistemas de asentamiento prehispánicos en la etapa Formativa del Valle de Tafí (Pcia. de Tucumán - República Argentina). En Berberián, E. E. (ed.), Sistemas de asentamiento prehispánicos en el Valle de Tafí: 21-51. Córdoba. Caria, M.; Martínez, J. y Oliszewski, N. 2009. Los geoespacios arqueológicos durante el Holoceno Superior en la Quebrada del Río de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán, Argentina). Geomorfología y Cambio Climático: 145-162, Eds. Sayago y Collantes. Instituto de Geociencias y Medio Ambiente, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán. Cremonte, M. B. 1996. Investigaciones Arqueológicas en la Quebrada de la Cienaga (Dpto. Tafí, Tucumán). Tesis Doctoral inédita. 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N. Oliszewski, G. A. Arreguez, H. Cruz, E. Di Lullo, C. M. Gramajo Bühler, E. P. Mauri, M. M. Pantorrilla Rivas y M. G. Srur
Di Lullo, E. 2009. Mapeo de recintos habitacionales en la Quebrada de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán). Serie Monográfica y Didáctica. 48: 115. IX Jornadas de Comunicaciones de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo (UNT). Tucumán, 9 y10 de diciembre de 2009. Giani, L. y E. E. Berberián 1999 Consideraciones acerca de la variabilidad formal en el diseño de las plantas de arquitectura en el NOA durante las etapas Formativa y de Desarrollos Regionales. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina I: 83-88, Universidad Nacional de La Plata, La Plata. Gómez Augier, J.; Oliszewski, N. y M. Caria. 2008. Altitude cultivation: phytolith analysis in archaeological farming structure of Quebrada del Río de Los Corrales site (El Infiernillo, Tucumán, Argentina). En Osterrieth, Fernández Onaire y Borelli (eds). Abstracts: 64. - 7th International Meeting on Phytolith Research. 4th Southamerican Meeting Phytolith Research. Mar del Plata, 10 al 13 de diciembre de 2008. Gramajo Bühler, C. M. 2009. Primera caracterización del conjunto cerámico de la Quebrada de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán). Serie Monográfica y Didáctica 48: 121. IX Jornadas de Comunicaciones de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo (UNT). Tucumán, 9 y10 de diciembre de 2009. Laguens, A. 2006. Continuidad y ruptura en procesos de diferenciación social en comunidades aldeanas del Valle de Ambato, Catamarca, Argentina (S. IV-X D.C.). Chungará, revista de Antropología Chilena 38 (2): 211222. Manasse, B. 2002. Una historia alternativa sobre el pasado prehispánico del valle de Tafí. En Producciones científicas NOA 2002. San Fernando del Vale de Catamarca. SEDECYT-UNCA. ISSN 950-746-059-4. Muntaner, A. 2009. Identificación anatómica y Estimación de sexo, edad y estatura de un enterratorio humano en la quebrada de los corrales (El Infiernillo, Tucumán). Serie Monográfica y Didáctica 48: 145. IX Jornadas de Comunicaciones de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo (UNT). Tucumán, 9 y10 de diciembre de 2009. Núñez Regueiro, V. A. y M. R. A. Tartusi. 2002. Aguada y el proceso de integración regional. Estudios Atacameños 24: 9-19. San Pedro de Atacama. Oliszewski,N.; Gramajo Bühler, C. M.; Mauri, E. P.; Miguez, G. E.; Muntaner, A. C. y M. M. Pantorilla Rivas. 2009. Caracterización de un enterratorio humano en la Quebrada de Los Corrales (El Infiernillo, Tucumán). En prensa en Intersecciones en Antropología. Oliszewski, N.; Martínez, J. y Caria, M. 2008. Ocupaciones prehispánicas en una quebrada de altura: el caso de Cueva de Los Corrales 1 (El Infiernillo, Tafí del Valle, Tucumán). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Vol. 33: 209-221. Buenos Aires. Salazar, J. 2007. Reproducción social doméstica y asentamientos residenciales entre el 200 y 800 d.C. en el Valle de Tafí, Provincia de Tucumán. Comechingonia Virtual 1: 52- 66. www.comechingonia.com Scattolin, C. 2007. Santa María antes del año mil. Fechas y materiales para una historia cultural. En V. Williams, B. ventura, A. Callegari y H. Yacobaccio (eds.) Sociedades precolombinas suradinas: 203-119. Buenos Aires, Artes Gráficas Buschi. Scattolin, M. C.; Cortés, L. I.; Bugliani, M. F., Calo, C. M.; Pereyra Domingorena, L.; Izeta, A. D. y M. Lazzari. 2009. Built landscapes of everyday life: a house in an early agricultural village of northwestern Argentina.World Archaeology 41(3): 396 — 414.
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LA DIMENSIÓN ESPACIAL EN LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA PREHISPÁNICA. CERRO COLORADO UN CASO DE ESTUDIO. DPTO. CAPITAL, CATAMARCA Hugo Alejandro Puentes y Roxana Edith Fiant
Resumen El presente trabajo tiene como objetivo exponer los resultados preliminares a que arribamos en el proyecto que venimos desarrollando en un tramo serrano del Dpto. Capital de la Provincia de Catamarca, denominado Cerro Colorado y que fuera financiado por la Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca. Nuestro análisis estaba encaminado a determinar el potencial arqueológico presente en la zona, como así también determinar, si espacio y ambiente son variables que se combinan mediante la utilización de una tecnología apropiada capaz de ordenar el territorio con fines agrarios, en tiempos del primer milenio. Con el énfasis puesto en la variable espacial, la metodología utilizada se basa en la aplicación de una serie de software GPL sobre las imágenes satelitales provistas en Google Earth, y corroboradas con los datos provenientes de las prospecciones dirigidas sobre puntos identificados previamente. Hasta el presente hemos logrado caracterizar un modelo a pequeña escala, basado en un conjunto de estructuras, donde pareciera existir una aparente interrelación entre las variables espaciales y arquitectónicas, en el que las geoformas identificadas (cumbre, ladera y pie de monte) dan lugar al establecimiento de estructuras, tales como; terrazas y andenes, a los que se suman otros dispositivos menores que en su conjunto posibilitan el desarrollo agrario. Introducción Cuando dimos inicio al proyecto, nos proponíamos abordar la investigación arqueológica desde una perspectiva espacial, que nos permitiera implementar una metodología capaz de generar un conjunto de datos con la finalidad de evidenciar si existía una interrelación entre paisaje y emplazamiento. Ambas variables indivisibles a la hora de conformar el complejo entramado sobre el cual se despliega un sistema tecnológico que planificó y ordenó el espacio en busca de maximizar sus potencialidades, para tornarlo productivo. Ahora bien, disponibilidad territorial no equivale a una explotación efectiva, sobre todo, si tenemos en cuenta que las condiciones ambientales reinantes están marcando una fuerte subordinación topográfica; que a simple vista, nos conduce a pensar que existe un marcado desequilibrio en lo que respecta al manejo de los suelos. Orientada a recabar datos que nos permitan confrontar con la hipótesis de trabajo, la metodología se realizó desde un análisis a escala local tomando como premisa la variable espacial. El Reconocimiento aerofotográfico nos permitió identificar las principales características de la topografía, donde se realizaron exploraciones sistemáticas mediante transectas pedestres. El conjunto de evidencias detectadas fueron relevadas mediante el uso de un Sistema de Geoposicionamiento Global (GPS), para luego ser volcadas en un plano digital con el uso de Software GPL. Contexto Geoespacial del Proyecto de Investigación Del conjunto de serranías que circundan a la quebrada de El Tala, las investigaciones se desarrollaron íntegramente en el Cerro Colorado, que presenta una altura de 2000 msnm y una orientación general noroeste sureste (Figura 1). La geología del cerro es por demás singular, ya que su basamento cristalino de origen precámbrico fue fracturado durante el caledónico (Juarez, H. 1986) y sobre elevado durante la restitución ándica del terciario (Carrizo de Issi, 1996). Esto generó una serie de bloques disectados típicos de las Sierras Pampeanas Noroccidentales (González Bonorino, 1978) cubiertos por sedimentos loessicos terciarios.
Práctica de Campo, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca,
[email protected] E scuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca,
[email protected]
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Hugo Alejandro Puentes y Roxana Edith Fiant
Figura 1: Area de estudio del Cerro Colorado (Catamarca)
La hidrología de la región se reduce a una cuenca de tipo endorreica, en la que afluentes y subafluentes realizan aportes hídricos al curso de agua principal denominada Río El Tala. En la cuenca superior el río recorre unos 5 km. aproximadamente en sentido oeste-este, para luego cambiar el rumbo -norte-sur- al llegar al Km. 22, suceso provocado por la geofractura del Cerro Colorado. Las precipitaciones son de tipo orográficas, alcanzando sus máximos valores en época estival. Estas variables sumadas a otras tales como latitud, altitud, topografía y cubierta vegetal hacen que las condiciones climáticas reinantes respondan a la del Clima Subtropical Serrano (Juarez, H. 1986), confiriéndolé a la cuenca superior una humedad relativa que alcanza en promedio un 55%. La vegetación dominante es la de Chaco Serrano, que tiende a disponerse en cinturones o pisos acordes con la altura; resultando un primer piso de Bosque Serrano (700 a 1600 msnm), un segundo piso de Arbustal Pastizal (1600 a 2000 msnm) y por encima de este la vegetación es escasa, desarrollándose especies propias de la Provincia fitogeográfica Altoandina. De lo Espacial a lo Particular Abordar el desarrollo agrario prehispánico desde una perspectiva espacial, implica pensar el concepto de territorio como estrategia de planificación y gestión para tornar productivo un espacio con una multiplicidad de variables que lo hacen fuertemente imprevisible o riesgoso. Con el fin de minimizar estos efectos adversos, las poblaciones prehispánicas se basaron en la implementación de una tecnología apoyada en la división planificada del espacio, asegurando viabilidad y adaptación al medio en el diseño y construcción de una serie de estructuras dispuestas estratégicamente en el terreno. Una de las primeras observaciones surgidas de la investigación, y que constituye un principio general y fundamental, fue de hecho, la existencia de un diseño de estructura básica de planificación, donde la necesidad de dividir el territorio era acorde a las características intrínsecas del terreno (geoforma) y a las condiciones ambientales que afectan al mismo. Es decir, la planificación define los distintos componentes y establece ciertas relaciones básicas. Todo modelo de apropiación espacial reconoce un límite físico, histórico, tecnológico y social. TOMO IV - 1704
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La planificación divide los terrenos en busca del éxito; pero al mismo tiempo también busca multiplicar el modelo, lo que implica acrecentar aun más el éxito y minimizar la incertidumbre provocada por la heterogeneidad ambiental. Esto es, cuantas más veces tenga replicado el modelo de planificación agraria, la producción estará asegurada. De esta manera, dividir el espacio implica pensar en función de un diseño arquitectónico particular. Arquitectura y Planificación Agraria Los elementos arquitectónicos que permiten ordenar el territorio, son un conjunto de construcciones que se encuentran integradas sobre las diversas geoformas (cumbre, ladera y pie de monte), las que han mejorado las condiciones preexistentes, ya que mantienen y favorecen el desarrollo del suelo, evitan deslizamientos en masa, disminuyen la capacidad de arrastre del agua, y generan suelos ricos y húmedos con superficies horizontales donde se controlan los eventos de erosión hidráulica o eólica, y sobre todo amplían considerablemente la frontera agrícola (Puentes, H. 2003). Así, los andenes (emplazados sobre los terrenos de mayor pendiente), las terrazas (emplazados en los terrenos de menor pendiente) y canchones (ubicados en terrenos de escasa pendiente); conforman un patrón de uso del espacio basado en la planificación y apropiación integral del territorio. La construcción de estas estructuras, se reduce a la utilización de las rocas dispersas en los terrenos, y solo seleccionadas a la hora de acomodar sus irregulares formas para que guarden cierta estabilidad. El diseño escalonado de los andenes y terrazas, produce un aumento de la superficie cultivada, e integra los terrenos verticales con aquellos de escasa pendiente. En definitiva, la planificación abarca mucho más que una mera zonificación del suelo, un simple inventario de recursos naturales, o un listado de actividades controladas; es un ordenamiento multiobjetivo, que implica brindar un conjunto de soluciones específicas, en vez de una que sea óptima. Implica un conocimiento y un manejo global de ambiente. Es el proceso de tomas de decisiones que maximiza la eficiencia económica del territorio, garantizando la cohesión política, social y cultural de sus habitantes en condiciones de sustentabilidad. Discusión y Conclusiones A manera de síntesis podemos decir que abordar desde una perspectiva espacial las investigaciones en torno al desarrollo agrario de las sociedades del primer milenio presentes en el Cerro Colorado, nos llevó a considerar como valido el análisis de la dimensión espacial de la cultura, con lo que pretendíamos alejarnos de las analogías directas basadas en ergologías estilísticas. El conjunto de estrategias multidimensionales desarrolladas por las sociedades prehispánicas, evidencia la fuerza y la versatilidad de la planificación espacial, tanto a escala regional como local; revelando en el proceso la integración y organización de un extenso sistema tecnológico de base económica en el cual las estructuras arquitectónicas respondieron a criterios netamente productivos, basados en la explotación simultanea de distintas zonas eco-topográficas (Kriscautzky, N. 1999, Puentes, H. 2005). Bibliografía González, A. R. Córdoba. 1961-1964. La Cultura de la Aguada del NO. Argentino. Revista del Instituto de Antropología. Universidad Nacional de Córdoba, Tomos II-III: 205-253. González Bonorino, F. 1978. Descripción Geológica de la Hoja 14f. San Fernando del Valle de Catamarca (Provincias de Catamarca y Tucumán). Carta Geológico-Económica del a República Argentina. Escala 1: 200.000. Boletín 60: 9-41. Issi, L. S. Carrizo de. 1996. Diagnóstico y Propuesta para un Ordenamiento Ambiental. Caso: Quebrada El Tala. Provincia Catamarca. Seminario de Geografía UNCa. MS Juárez, H. O. 1986. Estudio de la Cuenca del Río El Tala. Seminario de Geografía UNCa. MS Kriscautzky, N. 1995. Arqueología del Formativo Inferior del Valle de Catamarca. Revista de la Secretaría de Ciencia y Técnica UNCa. (2): 65-82. Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Catamarca. UNCa. Puentes, H.A. 2003 Los Primeros Tiempos del Formativo en el Valle de Catamarca, Control de Cuenca, Manejo Hidraúlico y Uso del Espacio, Un Caso de Estudio: Sitio El Tala. (Depto. Capital-Catamarca). Universidad Nacional de Catamarca. Escuela de Arqueología. CENEDIT Puentes, H.; S. Álvarez; N. Kriscautzky. 2007. Arquitectura Agrícola del Periodo Formativo en la Quebrada de El Tala y Valle Central, Pcia. de Catamarca. XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Jujuy Puentes, H.; R. Fiant. 2007. Ordenamiento Territorial con Fines Agrícolas en el Periodo Formativo. Cerro Colorado, dpto. Capital. Pcia. de Catamarca. XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Jujuy.
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LA LOCALIDAD ARQUEOLÓGICA DE PALO BLANCO (DPTO. TINOGASTA, CATAMARCA): NUEVAS EVIDENCIAS Norma Ratto* y Mara Basile** Introducción La localidad arqueológica de Palo Blanco es uno de los primeros caseríos o aldeas que testimonian la ocupación del sector norte del bolsón de Fiambalá (Dto. Tinogasta, Catamarca) por sociedades con economías productivas pre-tardías. La instalación se emplaza 1 km al este del pueblo homónimo y fue intervenida por Carlota Sempé en la década de 1960. Agentes naturales y culturales actuaron sobre la evidencia arquitectónica de la localidad compuesta originalmente por cinco núcleos habitacionales construidos con muros de tapia implementando la técnica de encofrado (Sempé 1976). Estos procesos actuaron en forma negativa en la evidencia arquitectónica, provocando el derrumbe de los muros cuyos materiales se mezclaron con los sedimentos de la matriz natural del terreno y/o fueron colmatados por sedimentos de origen eólico. Esto conduce a que la evidencia arquitectónica en superficie presente muy baja visibilidad, imposibilitando la reproducción de los planos realizados 40 años atrás. Los trabajos de investigación en esta localidad fueron reanudados en el marco del proyecto Arqueológico Chaschuil Abaucán (Ratto 2007). Cabe destacar que la importancia de esta instalación radica tanto en su potencial para la reconstrucción de los procesos sociales pre-tardíos como en la posibilidad de constituirse en un recurso cultural para uso público. Sin embargo, la baja o nula visibilidad en superficie determinó que se recurriera al aporte de los métodos y técnicas de la geofísica para localizar nuevos arreglos arquitectónicos y/o relocalizar los reportados inicialmente. Los trabajos interdisciplinarios permitieron generar “mapas virtuales” (Bonomo et al . 2006, 2009a; Osella et al . 2009, entre otros) que aportaron al diseño de excavación, tanto de los núcleos habitacionales reubicados como de los nuevos registrados. En este contexto, este trabajo tiene como objetivo presentar la evidencia arquitectónica y artefactual de un nuevo núcleo habitacional denominado NH-06 de la aldea pre-tardía de Palo Blanco, que fuera descubierto mediante la aplicación de las técnicas y métodos geofísicos para luego ser intervenido mediante excavación. Aclaramos que se utiliza el término genérico de aldea o caserío para dar cuenta del grado de agregación espacial de las unidades que componen el asentamiento de Palo Blanco. En general, las aldeas se definen por presentar un patrón disperso en el cual se aíslan a simple vista unidades residenciales independientes por la presencia de espacios vacíos entre ellas destinados al área agrícola –aldeas agrícolas formativas (Assandri y Laguens 2003). Blanton (1994) aplica ambos conceptos sobre la base de criterios de tamaño de la población pero también incorpora aspectos funcionales para distinguir las aldeas, con arquitectura cívica-ceremonial, de los caseríos, sin arquitectura pública. Dado que esta posibilidad de diferenciación depende de la calidad de los datos, propone para uno u otro caso el uso genérico del término aldea. Antecedentes de las intervenciones en la aldea de Palo Blanco Sempé (1976, 1977) registró cinco núcleos habitacionales construidos con muros de tapia que presentaban diferentes arreglos arquitectónicos, a los que denominó NH-01, NH-02, NH-03, NH-04 y NH-05. Estos están compuestos por tres o cuatro recintos, de forma predominantemente rectangular, que se conectan o no entre sí y con el exterior a través de pasillos más estrechos, asociados en algunos casos a espacios más amplios interpretados como patios. La disposición espacial de los recintos define diferentes formas complejas para lograr su integración y función diferencial. Cada uno de los núcleos habitacionales se dispone espacialmente dejando lugares abiertos entre unos y otros cubriendo un área de 5 km², aproximadamente. Al respecto, el denominado NH-3 no fue intervenido en la década de 1960 debido a su mal estado de conservación (Sempé 1976). De su planimetría surge que presenta un arreglo espacial diferente al resto de los núcleos habitacionales ya que aunque mantiene la regularidad geométrica, muestra menor tamaño y cantidad de recintos asociados. La instalación contaba con ocho fechados radiocarbónicos al momento de la reanudación de los trabajos. Estos fueron informados por Gordillo (1999) y ubican a la localidad entre el 1855-1230 A.P. (1 sigma), con excepción *
M useo Etnográfico Juan B. Ambrosetti. FFyL, UBA. Moreno 350, (1091) C.A.B.A.
[email protected] C ONICET-MET-FFyL-UBA, Moreno 350, (1091) C.A.B.A.
[email protected]
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Norma Ratto y Mara Basile
de un fechado del NH-05 que arrojó una fecha de 570±70 años radiocarbónicos. De esta manera, los siete fechados calibrados ubican la ocupación de esta aldea entre los años calendáricos 209 al 782 (1 sigma), mientras que el octavo fechado entre los años calendáricos 1305-1365 (1 sigma). Los trabajos en la localidad Palo Blanco se reanudaron en el año 2004 conformando un equipo interdisciplinario arqueo-geofísico (Bonomo et al . 2006, 2009a; Martino et al . 2006; Ratto 2007; Osella et al. 2009). Es importante aclarar que si bien en superficie no se observaban los diseños arquitectónicos que fueron reportados por Sempé (1976), imposibilitando su reconstrucción sobre la base de los rasgos observados en terreno su ubicación fue posible mediante el análisis de la información provista por la citada tesis doctoral. Los trabajos arqueo-geofísicos comenzaron en el NH-03 dando como corolario la conformación de un arreglo espacial arquitectónico de mayor complejidad que el que fuera reportado originalmente, permitiendo programar y ejecutar un diseño de excavación para su intervención –Figura 1. La distribución de los recintos coincidió en su totalidad con lo predicho a partir del mapa de anomalías geofísicas, no sólo en cuanto a la detección de los muros y su profundidad, sino también respecto de la localización de los vanos, de especial interés para conocer la circulación entre recintos y con el exterior. También durante la excavación se constató la existencia de un evento catastrófico de flujos de barro que contienen entre 50y 70% de material pumíceo (Montero et al. 2009). Este evento afectó y destruyó la mitad norte del NH-03 originando que sólo perdurara una parte de la instalación. Es interesante que restos de este flujo fueron considerados por Sempé (1976) como parte del muro norte cuando en realidad son de origen natural –Figura 1. Las dos dataciones radiocarbónicas obtenidas aportaron fechas que ubican a este conjunto dentro del rango temporal que existía para la localidad arqueológica –ver más arriba. Las nuevas fechas provienen del piso de ocupación de dos recintos del conjunto arquitectónico: (i) 1566±39 (AA65138, carbón) corresponde al área de un fogón; mientras que (ii) 1476±39 (AA65139, gramínea quemada) a las improntas de un cesto quemado confeccionado mediante técnica de acordelado cerrado envolvente (Pérez 2006; Ratto et al. 2007). También es interesante que en el piso de ocupación del recinto R9-13 de NH-03 sellado por material pumíceo se recuperara material cerámico con características morfotecnológicas y/o visuales propias de los estilos Saujil y Aguada. En el caso de Saujil corresponde a un borde de vaso con tratamiento de superficie pulido en líneas, mientras que el otro corresponde a un puco de pasta oxidante cuya decoración fue erosionada por la abrasión provocada por el material volcánico que contiene el estrato sellador. Otro aspecto interesante son los cambios de circulación detectados entre recintos, ya que una abertura original en un muro de tapia de 30 cm de ancho fue retapiada por la mitad evitando la circulación entre ambos recintos –Figura 2. Por otro lado los trabajos arqueo-geofísicos sugieren que muy probablemente los NH-01 y NH-02 registrados por Sempé (1976) conformaran parte de un único núcleo habitacional, debiéndose la discontinuidad registrada a nivel superficial en la década de 1960 a que parte del emplazamiento se encontraba colmatado y enterrado sin visibilidad en superficie (Osella et al. 2009). De esta forma los recintos del NH-01 y NH-02 serían parte interna de un único espacio modificado conformando los recintos internos encerrados o contenidos dentro de un muro perimetral de mayor tamaño –Figura 3. NH-06: nuevo núcleo habitacional de la aldea de Palo Blanco Durante la campaña arqueo-geofísica de julio/agosto de 2007 se trabajó un área seleccionada por su alta dispersión de material artefactual (cerámico y lítico) aunque no se observaba ningún rasgo arquitectónico en superficie. Esta nueva área fue denominada NH6. Los resultados arrojados por el georadar, la inducción electromagnética y la geoeléctrica detectaron una serie de anomalías interpretadas como muros enterrados que fueron confirmados a través de sondeos y seguimientos de muros realizados sobre la base de la información aportada por la geofísica (Bonomo et al 2009b). El nuevo complejo arquitectónico se emplaza 300 metros al norte de los antes conocidos ampliando considerablemente el área ocupada por la aldea en tiempos pre-tardíos –Figura 3. Los métodos geofísicos detectaron la presencia de muros totalmente enterrados que definen un área de de 1.000 m² aproximadamente dispuestos en forma cuadrangular de 30x35 m con divisiones internas que conforman recintos de menor tamaño. Estos no quedan bien definidos por las anomalías geofísicas debido posiblemente a derrumbes parciales de muros que opacan las señales y por lo tanto deberán ser definidos con el avance de las excavaciones arqueológicas dirigidas. Las excavaciones se realizaron en el sector sudeste y norte cubriendo un área de (10x7) m y (5x5) m, respectivamente. El piso de ocupación se encuentra a 1,20 m de profundidad respecto al nivel actual del terreno, definiéndose en el sector sudoeste de las áreas intervenidas.
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Figura 1: Planimetría de NH-3 de la localidad arqueológica de Palo Blanco. A= NH-3 informado por Sempé (1976); B= NH3 resultado de la intervención arqueo-geofísica (Ratto 2007).
Figura 2: Vista general del recinto R9-13 con abertura tapiada y detalle de la misma. Se observa el testigo del material pumíceo que colmató y selló el recinto.
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Figura 3: Montaje sobre imagen satelital de los núcleos habitacionales (NH) que conforman la aldea pre-tardía de Palo Blanco sobre la base de las intervenciones: (i) NH1, NH2, NH4 y NH5 informados por Sempé (1976) y (ii) NH3, NH6 y reinterpretación de NH1-NH2 en base a las investigaciones del Proyecto Arqueológico Chaschuil - Abaucán.
Los muros perimetrales presentan un ancho de 60 cm y fueron confeccionados con la técnica de encofrado (tapia) al igual que la utilizada en la construcción de los otros núcleos habitacionales –ver más atrás. La estratigrafía del NH-06 sector sudeste muestra un relleno eólico de 85 cm de potencia y por debajo un estrato de material pumíceo de 25 cm de espesor que apoya sobre el piso de ocupación del sector excavado. Esta particularidad también fue registrada en el NH-03 localizado 300 metros lineales al sudsudoeste –ver más atrás. El piso de ocupación del NH-06 está definido por un sedimento arcilloso compacto que se presenta cuarteado y sus intersecciones están rellenas con material pumíceo, dando a la vista una impresión de piso “lajeado” –Figura 4. Presenta seis elementos interfaciales verticales ( sensu Harris 1991), tres de los cuales tienen entre 40 y 46 cm de diámetro y 18y 25 cm de profundidad; dos son más pequeños presentando de 11 a 14 cm de diámetro y 5 cm de profundidad; mientras que el sexto no fue excavado totalmente debido a que fue rellenado por material proveniente del colapso de un muro debiéndose ampliar la excavación. Una particularidad es que el nivel sobre el piso del borde de dos de los pozos de mayor tamaño presenta una concreción muy dura de 5 cm de espesor como si se hubiera litificado una mezcla de la tierra del colapso de los muros con el material pumíceo –Figura 4. Sobre este piso se hallaron fragmentos de material cerámico adscripto a momentos pre-tardíos en función de sus características morfo-tecno-decorativas. Es interesante que oquedades similares en el piso de ocupación fueron registradas en otros sitios de la región andina, habiendo sido interpretadas como modificaciones realizadas para empotrar vasijas que contienen diferentes productos como granos y/o líquidos (Makowski et al . 2005). Por lo tanto, consideramos que el sector sudeste intervenido del NH-6 pudo haber constituido un área de almacenamiento dentro de la instalación. Además, otra particularidad es que los muros de tapia contienen carbones de tamaño muy pequeño en su interior. A manera de hipótesis puede sostenerse que los constructores del pasado utilizaron las cenizas de la limpieza de los fogones para mezclarlas con la argamasa con la que construían los muros encofrados, ya que aquellas mezcladas con la tierra cumplen la función de temperante para facilitar el secado. Es interesante que igual proceso para la construcción de los muros se registrara en la instalación LT-V50 también de momentos pre-tardíos pero en este caso emplazada en el sector sur del bolsón de Fiambalá (Ratto 2005), aproximadamente a una distancia de 63 km lineales de la localidad arqueológica de Palo Blanco. Del NH-06 se obtuvieron dos fechados radiocarbónicos. Estos ubican la construcción del núcleo habitacional entre el 1197+-37 A.P. (AA-81736, carbón del interior de muro) y el 1236 ± 37 A.P. (AA-81735, vegetal área carbonosa) que equivale al segmento entre 685-899 años calendáricos (2 sigma).
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Discusión y conclusión La localidad arqueológica de Palo Blanco (1900 msnm) es la única aldea conocida para el sector norte del bolsón de Fiambalá del oeste tinogasteño en la provincia de Catamarca. En su conjunto da cuenta de un asentamiento disperso que constituye una aldea o caserío construido y habitado por las sociedades pre-tardías, del bolsón de Fiambalá entre el 200 y el 900 años de la era, aproximadamente. Un aspecto a destacar es que el espacio construido guarda notorias diferencias con otros caseríos de la misma época emplazados en otros valles del noroeste argentino, como por ejemplo Tafí del Valle y Alamito (Sempé 1977). Consideramos que la complejidad de una sociedad no necesariamente es producto del surgimiento de jerarquías y diferenciación social heredada – vertical- sino que responde a la diversidad de otros aspectos de la vida social, como la organización del trabajo, la organización familiar, el acceso y distribución de los recursos, entre otros, materializándose este proceso en la organización del espacio construido. De esta manera, el descubrimiento e intervención del nuevo edifico NH6 representa un importante aporte para la arqueología del noroeste argentino, tanto en los aspectos culturales como ambientales del pasado, a saber: a) Por un lado, brinda nueva información sobre la extensión del asentamiento previendo la existencia de otros edificios que, al igual que éste, se encuentren totalmente enterrados sin visibilidad en superficie y que serán objeto de futuras intervenciones arqueo-geofísicas –Figura 3. Por otro, ofrece un plano virtual del nuevo edificio esperando que el avance de los trabajos permita definir con mayor grado de detalle la segmentación interna de los espacios para encarar el análisis de organización socio-espacial y de regulación de los espacios públicos y privados (Blanton 1994). La realización de dicho análisis, y su posterior comparación con los otros edificios que conforman la aldea pre-tardía podrán dar cuenta de continuidades o cambios en la organización social de las llamadas sociedades igualitarias. b) Asimismo, los nuevos fechados radiocarbónicos obtenidos extienden como máximo el desarrollo de esta aldea hasta el año 900 de la era, aproximadamente, conviviendo fragmentos de piezas cerámicas adscriptas por sus características morfo-tecno-decorativas tanto a Sau jil como a Aguada –Figura 5.
Figura 4: Vista del piso de ocupación y de los elementos interfaciales verticales del sector sudeste del NH-6
Figura 5: Fechados arqueológicos conocidos (Gordillo 1999) y nuevos para la localidad arqueológica de Palo Blanco. No se grafica el fechado de momentos tardíos (ver texto principal).
c) Por otro lado, replantea las tipologías de trazados basada en rasgos arquitectónicos. El plano de anomalías geofísicas del NH-6 da cuenta de un diseño arquitectónico donde prevalece y se destaca un muro perimetral que encierra divisiones internas que deberán ser calibradas con mayor detalle con la ampliación de las excavaciones. Es interesante que la segmentación del espacio dentro de este perímetro, de aproximadamente 1.000 m², replantee interpretaciones dadas sobre el trazado arquitectónico de las sociedades productivas pre-tardías (Formativas) del NOA. Particularmente, consideramos que el trazado disperso tipo Saujil ( sensu Raffino 1991) basado en el diseño del NH-1 reportado por Sempé (1976, 1977), no sea otra cosa que parte integrante de una materialidad arquitectónica mayor. Es decir, el conocido “patrón Saujil” estaría incluido dentro del espacio encerrado por el muro perimetral claramente detectado en el mapa virtual del NH-6. Estos resultados avalan la interpretación realizada oportunamente cuando se sostuvo que los núcleos habitacionales NH-1 y NH-2 fueron parte de una única unidad (Bonomo et al 2009b).
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d) Por último, la colmatación del NH-6 por material pumíceo guarda relación con lo registrado en el NH-3 (Ratto 2007) dando cuenta preliminar de la extensión espacial del evento catastrófico; como así también, que su ocurrencia fue posterior a la ocupación del NH-6, habiendo sido posiblemente causa de abandono de la aldea pre-tardía. Estos nuevos fechados radiocarbónicos apoyan la hipótesis que sostiene que este evento habría acontecido entre los años 900 al 1300 de la era ocasionando el despoblamiento del valle por centurias (Ratto 2007; Montero et al. 2009). Bibliografía Assandri, S. y A. Laguens. 2003 Asentamientos aldeanos Aguada en el valle de Ambato. Actas XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Tomo III, pp. 31-40, Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba. Blanton, R. 1994. Houses and Households. Plenum Press. New York. Bonomo, N., E. Lascano, L. Martino A. Osella y N. Ratto. 2006. Obtención del Mapa de un Complejo Habitacional en Palo Blanco, Catamarca, Aplicando Geoeléctrica y Georadar. Arqueogeofísica. Una metodología interdisciplinaria para explorar el pasad. Editado por A. Osella y J.L. Lanata, pp. 151-164. Fund. Felix de Azara y Universidad Maimónides. Buenos Aires. Bonomo, N., Cedrina, L., Osella, A., Ratto, N., 2009a. GPR prospecting in a prehispanic village, NW Argentina, Journal Appl. Geophysic 67 (1) 80-87. Bonomo, N., A. Osella y N. Ratto. 2009b. Detecting and mapping buried buildings with GPR at an ancient village in northwestern argentina. Journal of Archaeological Science. En evaluación. Gordillo, I.1999. Problemas cronológicos del Período Medio en el Noroeste Argentino. Actas XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Editado por C. Diez Marín, Tº II, pp. 362-371, UNLP. La Plata. Harris, E. 1991. Principios de estratigrafía arqueológica. Editorial Crítica. Makowski, K., M. Córdova, P. Haberler y M. Lizarraga. 2005. La plaza y la fiesta: reflexiones acerca de la función de los patios en la arquitectura pública prehispánica de los períodos tardíos. Boletín de Arqueología PUCP 9: 297-334. Martino, L., Bonomo., N., Lascano, E., Osella, A., Ratto, N. 2006. Geoelectrical and GPR joint prospection in the ancient Palo Blanco archaelogical site, NW Argentina, Geophysics 71(6): 193-199. Montero López, M.C., F.Hongn, R. Seggiaro, R. Marrett y N. Ratto. 2009. Relación entre el volcanismo y los registros arqueológicos en el bolsón de Fiambalá (Departamento Tinogasta, Catamarca). Entrelazando Ciencias: Sociedad y ambiente antes de la conquista española. Compilado por N. Ratto, pp. 131-158. EUDEBA. Buenos Aires. Osella, A., N. Bonomo y N. Ratto. 2009. Prospección geofisica en la localidad arqueológica de Palo Blanco y alrededores (Departamento Tinogasta, Catamarca), pp. 67-98. Entrelazando Ciencias: Sociedad y ambiente antes de la conquista española. Compilado por N. Ratto, pp. 67-98. EUDEBA. Buenos Aires Pérez, C.2006. Cuerdas, cestas y esteras…Variaciones sobre la tecnología cestera. El modo de hacer las cosas. Artefactos y ecofactos en Arqueología. Editado por C. Pérez de Micou, pp.171-186. Altuna Impresores. Buenos Aires. Raffino, R. 1991. Poblaciones Indígenas en Argentina. TEA. Buenos Aires. Ratto, N. 2005. La Arqueología del Bolsón de Fiambalá a través de los Estudios de Impacto (Dpto. Tinogasta, Catamarca, Argentina). Actas dos I Jornadas Internacionais Vestígios do Passado. AGIR, CD. Lisboa. Ratto, N. 2007. Paisajes Arqueológicos en el Tiempo: La interrelación de ciencias sociales, físico-químicas y paleoambientales (Dpto. Tinogasta, Catamarca, Argentina). Producción y Circulación Prehispánicas De Bienes en el Sur Andino. Compilado por A. Nielsen, M. C. Rivolta, V. Seldes, M. Vázquez y P. Mercolli, pp. 3554.Coleccion Historia Social Precolombina, Tomo 2. Editorial Brujas, Córdoba. Ratto, N., A. M. F. Rodríguez y D. Hershey. 2007. Explotación y uso de recursos vegetales en sitios arqueológicos del área cordillerana y del valle mesotérmico (Dpto. Tinogasta, Catamarca, Argentina). Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Universidad Austral de Chile. Ed. El Kultrún, Valdivia. En prensa. Sempé, M.C. 1976. Contribución a la arqueología del valle de Abaucán. Tesis de Título para optar al Grado de Doctor de Ciencias Naturales, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Sempé, M. C. 1977. Las culturas agroalfareras prehispánicas del valle de Abaucán (Tinogasta-Catamarca). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología(NS) 11: 55-68
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RECONFIGURACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL EN SECTORES ALEDAÑOS AL PUCARA DE LOS SAUCES (DPTO. CAPITAL Y SANAGASTA, LA RIOJA) Claudio M. Revuelta* y Sergio E. Martín** Introducción A lo largo de la Quebrada de Los Sauces, próxima a la ciudad de La Rioja, existen una serie de sitios arqueológicos conocidos como Pucara de Los Sauces, del Medio y de La Puerta, que han sido estudiados de manera intermitente desde las primeras décadas del siglo XX hasta el presente por distintos investigadores. Las investigaciones que llevamos a cabo desde hace unos años atrás, toman la quebrada como unidad integral de análisis, aunque se han centrado particularmente en el Pucara de Los Sauces (en adelante PLS) y zonas aledañas al mismo. El PLS, situado a trece kilómetros al oeste de la ciudad capital, fue investigado en las primeras décadas del siglo XX por el naturalista sueco E. Boman, en el año 1914, cuando realizara una expedición arqueológica en esta provincia, dedicándole parte de su atención a este lugar. Sus trabajos pioneros en el área dieron como resultado la primer planimetría (Boman 1916) que conocemos sobre las ruinas antes de que se construyera el actual Dique de Los Sauces, que en parte ha anegado vastos sectores en los cuales seguramente existieron manifestaciones arqueológicas y que, lamentablemente, se han perdido bajo la superficie del espejo de agua. Posteriormente, los trabajos de Bárcena (1969) y de uno de nosotros (Martín y Gonaldi 2003), fueron complementando distintos aspectos no tenidos en cuenta anteriormente, que hacen a la mejor comprensión de la historia del lugar. Los trabajos mencionados se focalizaron principalmente en el sector propio del “ pucara” o cerro fortificado, cuya envergadura arquitectónica y emplazamiento singular ha llamado la atención de los distintos especialistas y aficionados a través de los siglos. Sin embargo, en los últimos años se han realizado nuevas investigaciones y prospecciones arqueológicas en PLS y en zonas próximas, las cuales arrojaron interesantes resultados, entre ellas, la localización de una serie de manifestaciones arquitectónicas no estudiadas hasta el momento. En este contexto, el objetivo del presente trabajo es abordar la caracterización general y preliminar de uno de estos nuevos sectores aledaños al morro fortificado. Este sector (Unidad D o asentamiento Norte), consta de una lomada natural de forma alargada sobre la cual se aprecian una gran variedad de arquitecturas en piedra como muros perimetrales, estructuras circulares, espacios abiertos delimitados por muros, etc., a las cuales se asocian materiales cerámicos, líticos y algunos morteros excavados sobre la roca basal de la geoforma. Las tareas realizadas, que aún siguen en marcha, incluyen el relevamiento plani-altimétrico del sitio y recolecciones superficiales discriminadas a los fines de obtener una primera aproximación a la construcción del espacio social en este sector, como también posibilitar -en función de algunas ergologías asociadas- la discusión general de este emplazamiento1. Reseña de las investigaciones Si bien no existen trabajos previos que se hayan realizado en este sector aledaño al Pucara de Los Sauces, es necesario bosquejar brevemente las distintas investigaciones suscitadas en el área a través de los años. Las primeras noticias de lo que en la actualidad conocemos como PLS fueron dadas por Joaquín V. González en su célebre libro “ Mis Montañas” (González 1965), quien ofreciera algunas descripciones someras de estas ruinas a las cuales los lugareños conocían con el nombre de “corral de los Incas”. Posteriormente en el año 1914, el naturalista sueco Eric Boman realiza el primer trabajo de índole arqueológico en el sitio, publicando un informe detallado (Boman 1916). Adjudica la construcción de las fortificaciones a los antiguos diaguitas y arriesga la hipótesis de que tal vez el pucara fuera uno de los “alojamientos” que las parcialidades famatinas utilizaron cuando sitiaron la ciudad en el año 1631, en los albores del levantamiento
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U nid. de Antropología, INCIHUSA – CCT CONICET Mendoza, y Dpto. Arqueología, Museo de Ciencias Naturales/ Universidad Nacional de La Rioja. Email:
[email protected] ** D pto. Arqueología, Museo de Ciencias Naturales/ Universidad Nacional de La Rioja
[email protected] 1 Las investigaciones se enmarcan dentro del proyecto “ Al borde de las tierras bajas. Arqueología de las fortalezas prehispánicas más orientales del Centro Oeste Argentino (Quebrada de Los Sauces - La Rioja)”, dirigido por el primero de los autores, aprobado por el Consejo de Investigaciones Científicas de la Universidad Nacional de La Rioja y f inanciado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología / UNLaR.
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diaguito-calchaquí. A fines de la década del ’60, J. Roberto Bárcena actualiza el conocimiento producido hasta esa época, interpretando que se trata de una construcción de la cultura La Aguada, en base a la cerámica y a la comparación con otras construcciones semejantes en la provincia (Chañarmuyo y Rincón del Toro) y San Juan (Los Lisos), aunque también menciona la presencia de fragmentos de cerámica Sanagasta (Bárcena 1969:408). En el año 1978, C. London y S. Ferraris (1981) realizan estudios en la quebrada de Los Sauces, dando a conocer los sitios Pucara del Medio y de La Puerta, los cuales adjudican a la cultura La Aguada. En el año 2003, S. Martín y M. Gonaldi realizan una actualización espacial de las estructuras sobre el morro fortificado. Uno de los aspectos interesantes de este trabajo, es que se dan a conocer una serie de 28 estructuras circulares alineadas 2 en un sector del pucara, las cuales podrían haber funcionado como bases de depósitos y/o estructuras de almacenajes. En el año 2004 y 2005, la Dirección de Patrimonio Cultural lleva a cabo una serie de trabajos en el Pucara de La Puerta a consecuencia de los daños producidos a este frágil patrimonio cultural por la construcción de la avenida de circunvalación (Revuelta 2004, 2006). Recientemente, se han reiniciado las investigaciones en la quebrada de Los Sauces tomándola como una unidad integral de estudio y focalizándose, en particular, en la construcción social del espacio. Desde esta perspectiva, se ha concebido a los distintos pucaras anteriormente descriptos como una red de lugares que denotan una apropiación particular del espacio vinculado al significado cultural y geopolítico que debió desempeñar esta vía natural en el pasado; atendiendo asimismo a nociones de paisaje, arquitectura y poder (Revuelta 2010). Paisaje y arquitectura El marco desde el cual abordamos la presente investigación parte de comprender el paisaje en términos de conexiones de una serie de valores muy particulares que implican modos diferentes de percepción y representación social, historias e identidades, narraciones y recuerdos diversos (Tilley 1994). Por lo que concebimos al paisaje no ya como telón de fondo de la vida humana, o contenedor pasivo de las prácticas sociales, sino como una construcción social donde los agentes se apropian de un modo simbólico y cultural del espacio circundante, imprimiéndole un sentido a los lugares. Así, el paisaje está constituido de una red de sitios relacionados que han sido gradualmente revelados mediante las interacciones habituales con las personas, a través de la proximidad y afinidad que estos han desarrollado con ciertos emplazamientos por medio de acontecimientos importantes, haciéndolos recordarlos e incorporándolos a la memoria (Thomas 2001). Los paisajes, los lugares y los espacios construidos han de representar, más que hechos externos y objetivos, el resultado de una serie de representaciones a través de las cuales la sociedad habita el mundo y lo percibe. No son ya entendidos como un conjunto de objetos físicos desprovistos de sentido, sino al contrario, aprehendidos como significados, como un horizonte de inteligibilidad y como campo relacional (Thomas 2001). De esta manera, la espacialidad, las acciones y las relaciones sociales se constituyen por medio de un diálogo continuo, implicándose mutuamente, reproduciendo un orden material que puede ser interpretado, en este caso, por medio de la arquitectura. Esta última, en tanto cultura material, juega un rol activo en el seno de la vida social produciendo y reproduciendo las prácticas sociales, y puede ser definida como la manipulación humana de un espacio dado mediante técnicas constructivas que varían a lo largo del tiempo atendiendo a factores sociales, culturales y económicos, de modo que es resultado de una idea o percepción compartida por parte de una sociedad determinada (Mañana Borrazás et. al. 2002); como también incorpora y expresa ciertos principios de orden y clasificación (Parker Pearson y Richards 1994). Metodología Para el relevamiento plani-altimétrico3d e la Unidad D (Fig. 1) se utilizó una Estación Total Topcon GTS 226. El procesamiento de los puntos relevados fue realizado en Autocad Civil 3D y Arcgis, utilizando para la confección de Curvas de Nivel imágenes con formato “.srtm”. Por otro lado, se planificó una recolección superficial discriminada en razón de la importante densidad de material presente en superficie, por lo cual se procedió a recolectar sólo los materiales que permitieran contar con una primera muestra de la variabilidad de tipos cerámicos, artefactos y materias primas líticas en general. La recolección se llevó a cabo en diez cuadrantes, dos de 30 mts. de largo x 10 mts. de ancho (D1 y D2), seis de 30 mts. de largo x 7 mts. de ancho (D3 – D8), y dos de 30 mts. de largo x 15 mts. de ancho (D9 y D10). La variación en la cantidad de cuadrantes y tamaños se debe a las variaciones que presenta en el terreno la geoforma sobre la cual se encuentran las estructuras arqueológicas, de manera que siempre se previó que los cuadrantes se distribuyeran, y abarcasen, los sectores superiores
2
E n otro trabajo, uno de nosotros (Revuelta 2010), advertía que posiblemente estas estructuras circulares en la cumbre del morro sean tal vez las que describía J. V. González como “(...) tiendas de los jefes, marcadas todavía por cimientos circulares, separadas unas de otras por cortos espacios y alineadas en el dorso del cerro” ( González 1965:8). 3 E l procesamiento de los datos y la confección de los planos fue realizado por Sebastián Peralta (Operador Topógrafo).
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(cumbre), medio (laderas) e inferiores (piedemonte) de la lomada, para cotejar posibles diferencias entres estos sectores y los demás asentamientos colindantes.
Fig. 1: Plano de la Unidad D, o asentamiento Norte.
Unidad D La Unidad D, o asentamiento Norte, se ubica a unos 650 mts. de distancia al norte del morro del Pucara de Los Sauces (Fig. 2). En términos geológicos el área alrededor del Dique de Los Sauces se caracteriza por dos unidades lito-estratigráficas. Una, compuesta por el basamento cristalino que constituye el núcleo montañoso de la Sierra del Velasco con presencia de migmatitas, rocas graníticas y metamórficas de grado variable; y la otra, por el estrato Paganzo de formación sedimentaria donde se observan arcillas refractarias (Boiero y Castaño 1971). Morfológicamente, la región constituye un relieve de mediana elevación con algunas pendientes abruptas. El clima es de tipo continental, con algunas variaciones de temperatura entre el día y la noche, y la vegetación de tipo xerófila. Las precipitaciones son escasas, concentradas en época estival especialmente, cuya combinación con el tipo de suelo producen una rápida evaporación de la humedad. El único curso temporario lo constituye el río de Los Sauces, el cual alimenta el dique homónimo y surca toda la quebrada, aguas abajo, hasta la ciudad de La Rioja. Las manifestaciones arqueológicas en su mayoría se emplazan sobre una loma alargada de 250 mts. de largo por unos 45 o 50 mts. de ancho, cuya orientación general es de E - O. Mientras que, en menor medida, en fondo de quebrada se encuentran otra serie de estructuras. La lomada, al Norte, presenta un declive relativamente más suave que la ladera Sur del morro, el cual cae verticalmente. Lo primero en destacarse del asentamiento es la loma sobreelevada con sus pircados desperdigados en toda la superficie, aunque cabe mencionarse al respecto que la conservación de las paredes y demás estructuras es muy precaria, pues se encuentran en casi su totalidad derrumbadas y muy alteradas por procesos naturales. Esto, desde ya resultó un inconveniente a los fines del relevamiento arquitectónico, interpretando -en cierta medida- las formas de algunos sectores en razón de sus malas condiciones. El núcleo central del asentamiento se encuentra -inmediatamente antes de comenzar la lomada- circundado por una gran muralla que la rodea casi completamente por el norte en el piedemonte, a lo largo de más de 120 mts. Las paredes, de unos 45 cm. de ancho aproximadamente, han sido construidas con rocas medianas y pequeñas de los alrededores, al parecer sin argamasa, aunque esto es tentativo debido a las mencionadas condiciones que presentan los muros. Trasponiendo la misma, hay un espacio abierto entre esta última y la lomada, donde se han construido algunas estructuras de forma circular y sub-cuadrangular perceptibles en función de los cimientos que afloran con buena visibilidad en determinados sectores. Existe una segunda muralla perimetral que se encuentra en la ladera, antes de llegar al sector superior de la loma, la cual probablemente se extendía también hacia el extremo Oeste de la misma y hacia el Este, ofreciendo una segunda pared de contención o de delimitación de ciertos espacios. El resultado de la construcción de esta pared deriva en un espacio segregado de mayor exclusividad, o de acceso más restringido, como es el sector más alto de la geoforma, donde se encuentran varias
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estructuras de forma sub-cuadrangular y otras circulares, como también espacios abiertos demarcados por muros secundarios y un área concentrada de tres morteros.
Fig. 2: Plano de la Unidad B, o morro fortificado.
Entre los rasgos que se destacan en el asentamiento podemos mencionar dos posibles rampas o escalinatas de acceso. Una, la rampa Oeste (de 2,20 mts. de ancho por 7 mts. de largo), está situada en el sector central donde se concentran buena parte de las estructuras. La otra, la rampa Este (de 1,7 mts. de ancho por 6,5 mts. de largo), se ubica hacia el extremo oriental del sitio, donde se observan otras agrupaciones de estructuras diversas. Las diferencias de altura entre el suelo y el sector superior al cual comunican estas rampas o escalinatas rondan los 67 mts. aproximadamente. Otra característica que hemos observado con cierta asiduidad, son estructuras circulares cuyos tamaños varían entre 0,60 a 2,2 mts. de diámetro, de muros simples, rematando algunos extremos de muros. Las mismas no presentan ninguna otra evidencia más que las rocas que conforman la pirca. Por último, sobre el fondo de la quebrada, al noroeste del asentamiento mayor, se pudieron detectar al menos tres líneas de muros paralelos en sentido perpendicular y dos en sentido longitudinal a la quebrada -distanciados unos de otros- de manera que conforman una serie de espacios aterrazados (¿probables canchones de cultivo?). Al interior de estos espacios, no hay ninguna otra estructura visible. Solamente próximo a éstos, pero más al norte, se encuentra una estructura cuadrangular de 3 mts. x 4 mts. Cultura material De una caracterización general del material cerámico observado y recolectado en el sitio (Fig. 3), podemos mencionar preliminarmente que corresponden en su mayoría a cerámicas cocidas a atmósfera oxidante, y en menor medida a atmósferas reductoras, con presencia de antiplásticos gruesos y medianos. Entre los que tienen antiplástico grueso no se han registrado fragmentos con decoración, no así en ciertos fragmentos del grupo restante, donde se presentan –aunque pocos- algunos con engobe o baño blanquecino/crema. Dentro de éstos, se han recolectado fragmentos de bordes, algunos evertidos de labios convexos y cuello recto, otros con asa vertical simple remachada de labios convexos y cuello ligeramente invertido. También se ha encontrado un asa horizontal retorcida y doble adherida. En segundo término, hay cerámicas cocidas a atmósfera oxidante con antiplástico fino y muy fino, de muy buena factura, la mayoría sin decoración. Entre los que tienen decoración aparecen generalmente los que presentan un engobe o baño blanquecino/crema4, sin ningún otra agregado decorativo. Muy pocos fragmentos presentan decoración en negro (con líneas en su mayoría, y con tridígito en uno de los casos) y otros bicolores (en negro y rojo). Por último, hay un fragmento de cerámica cocida a atmósfera reductora con incisiones lineales. Entre el material lítico, se recolectó en el sector superior de la lomada una punta de proyectil pequeña (2 cm.) de forma triangular, con pedúnculo y aletas dorsales, confeccionada en cuarcita. Algunos percutores y lascas en la misma materia prima, y otras en cuarzo cristalino,
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F ragmentos similares han sido recolectado en otros sitios detectados recientemente por nosotros en la quebrada de Los Sauces, cercanos al Pucara de La Puerta, a unos 1,5 km. de distancia aproximadamente.
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siendo estas dos materias primas las más abundantes. Finalmente, en función de la recolección de los cuadrantes y de las observaciones del material en superficie, se puede destacar la notable concentración de los materiales cerámicos en particular- en los cuadrantes D4 y D7 los cuales corresponden al sector medio (ladera) de la Unidad D, seguido por concentraciones en los cuadrantes D5 y D8, y en menor medida D2, del sector superior (cumbre) de la lomada.
Fig. 3: Formas de bordes, asas y patrones decorativos de la cerámica recolectada en la Unidad D.
Consideraciones preliminares En base a lo realizado hasta aquí, y teniendo en cuenta que las investigaciones aún están en proceso, es posible sólo bosquejar algunas consideraciones preliminares de este nuevo sector en las inmediaciones del Pucara de Los Sauces. En este sentido, los únicos elementos que podemos utilizar por el momento a tal fin están dados por la arquitectura y los materiales arqueológicos en superficie, hasta tanto no se realicen futuras excavaciones. La arquitectura, y las modalidades de construcción del espacio social en este sector, comparten con los demás establecimientos arqueológicos de la Quebrada de Los Sauces su emplazamiento en lugares topográficamente sobreelevados como son morros, lomadas y mesetas que se elevan sobre el suelo, alcanzando en todos los casos una posición jerarquizada en función de la visibilidad (sensu Criado Boado 1999) que se obtiene del entorno circundante desde estos puntos. En estos casos, algunos presentan una o varias líneas de muros perimetrales que refuerzan sectores con pendientes más suaves como sucede en los morros de PLS (Unidad B), Pucara de La Puerta y la lomada del asentamiento Norte (Unidad D); o bien solamente una sola línea de muro que rodea los sectores superiores de las mesetas sobreelevadas como las de PLS (Unidad A) y del Pucara de La Puerta. Ahora bien, al juzgar por las formas y variabilidades de rasgos arquitectónicos en unos y otros, es posible argumentar que las prácticas sociales que allí desenvolvieron no han sido las mismas en todos lados. Por razones de espacio en el texto, mencionaremos solamente que este nuevo sector documentado presenta una serie de elementos diversos como son, rampas de acceso, posibles recintos habitacionales, lugares de molienda (morteros) y probables sectores productivos (canchones), rasgos que no presenta por ejemplo el morro fortificado de PLS (Unidad B), donde a diferencia del anterior existen los alineamientos de estructuras circulares, no observados en los otros sitios. Por otro lado, teniendo en cuenta los materiales en superficie, llama la atención la presencia abundante de cerámica en la Unidad D, lo cual consideramos no es un detalle menor, pues una de las más recurrentes afirmaciones de los trabajos previos (Boman 1916, Bárcena 1969, London y Ferraris 1981, Martín y Gonaldi 2003) ha sido precisamente la muy reducida frecuencia de cerámica en estos sitios (morros y mesetas). Si tenemos en cuenta lo apuntado en el párrafo anterior, más esta particularidad, sería posible pensar este sector (Unidad D) como un lugar con población permanente, donde las actividades domésticas se llevaban a cabo diariamente e involucraban diversas tareas. A pesar de estar sobre una lomada, no representa un lugar inexpugnable o protegido, por lo cual no parece tampoco haber funcionado como pucara. Finalmente, una cuestión central aquí resulta de la temporalidad de estos lugares y sus posibles relaciones. Si bien hemos comparado los distintas espacialidades de los sitios de la quebrada de manera sincrónica, probablemente puedan ser el resultado de un proceso diacrónico cuyos espacios han ido transformándose a lo largo de los siglos, ocurriendo una sedimentación de paisajes distintos. Hay varios elementos a tener en cuenta
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Claudio M. Revuelta y Sergio E. Martín
en este sentido. Por un lado, lo insinúan investigadores previos (Bárcena 1969, London y Ferraris 1981) con las menciones sobre cerámicas de distintos tipos (“Aguada” y “Sanagasta”). Dos, la conservación e integridad de los muros y las estructuras de los distintos sitios varían notablemente unos de otros, en particular llama la atención la casi perfecta conservación de los muros del morro del Pucara de Los Sauces, los cuales alcanzan en algunos sectores los 2 mts. de altura, cosa que no ocurre en ningún otro. Tres, tenemos -gracias a la gentileza del Dr. J. Roberto Bárcena por facilitarnos dicha información- el primer fechado por termoluminiscencia51 de PLS (Revuelta 2010.). El mismo fue realizado sobre un fragmento de cerámica extraído de las inmediaciones de las estructuras circulares alineadas en el morro de PLS (Unidad B), cuya datación ha arrojado una fecha probable correspondiente a los años 1540-1590 d. C. (UCTL 1737). La fecha constituye un avance, aunque esta metodología de datación requiere la toma de ciertos recaudos (Bárcena 1998), hasta tanto podamos contar con muestras o dataciones absolutas de Carbono 14. Sin embargo el registro arquitectónico y ergológico, más esta información cronológica, permite suponer un proceso de largo término en el lugar y proponer tentativamente que tal vez las estructuras del morro fortificado del Pucara de Los Sauces fueron parte de un evento más tardío que el resto de los asentamientos (Revuelta op. cit.). Bibliografía Bárcena, R. 1969. Observaciones sobre el Pucará de los Sauces. Actas del V Congreso Nacional de Arqueología La Serena, Chile. Bárcena, J. R. 1998. Arqueología de Mendoza. Las dataciones absolutas y sus alcances. Serie Manuales, Nº 19. EDIUNC, Mendoza. Boman, E. 1916. El Pucará de Los Sauces. Una Fortaleza de los Antiguos Diaguitas en el Departamento de Sanagasta, Provincia de La Rioja (República Argentina). Phycis, tomo II:136-145. Bs. As. Boiero, J. y O. Castaño. 1971. Informe geológico-minero y cálculo de reservas de los yacimientos de arcillas refractarias denominados Libertad y Don Sergio, distrito Dique de Los Sauces, Dpto. Sanagasta, Pcia. de La Rioja. Dirección Provincial de Minería. Manuscrito. González, J. V. 1965 [1893]. Mis Montañas. Séptima edición. Bs. As. Editorial Kapelusz. Criado Boado, F. 1999. Del Terreno al Espacio: Planteamientos y Perspectivas para la Arqueología del Paisaje. CAPA 6 . Criterios y Convenciones en Arqueología del Paisaje. Universidad de Santiago de Compostela. España. London, C. Y S. Ferraris. 1981. Fortificaciones Prehispánicas en la Quebrada de Los Sauces (Provincia de La Rioja). Revista de la Universidad Nacional de La Rioja, Tomo I:105-113. Mañana Borrazás, P., Blanco Rotea, R. y X. Ayán Vilá. 2002. Arqueotectura I: bases teórico metodológicas para una arqueología de la arquitectura. TAPA 25. Traballos de Arqueoloxia e Patrimonio. Santiago de Compostela. España. Martín, S. y M. E. Gonaldi. 2003. Pucará de Los Sauces (Dpto. Sanagasta, La Rioja): actualización espacial. Pacarina Nº 3:211-218. Arqueología y Etnografía Americana. Universidad Nacional de Jujuy, Año III. Parker Pearson, M. y Richards, C. 1994. Architecture and Order. Approaches to social space. Routledge. London and New York. Revuelta, C. M. 2004. Informe de impacto arqueológico Pucará de La Puerta (Dpto. Capital -La Rioja). Informe técnico presentado a la Subgerencia de Patrimonio Cultural y Administración de Museos. Agencia Provincial de Cultura. La Rioja. Manuscrito. Revuelta, C. M. 2006. Informe Pucara de La Puerta, su situación actual. Informe técnico presentado a la Subgerencia de Patrimonio Cultural y Administración de Museos. Agencia Provincial de Cultura. La Rioja. Manuscrito. Revuelta, C. M. 2010. Paisaje, arquitectura y poder en la Quebrada de Los Sauces. Libro de las Jornadas Científicas UNLaR 2009. Secretaría de Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de La Rioja. En prensa. Thomas, J. 2001. Archaeologies of Place and Lanscape. Archaeological Theory Today. Editado por I. Hodder, pp. 166-186. Cambridge. Polity. Tilley, C. 1994. A Phenomenology of Landscape: Places, Paths and Monuments. Berg: Oxford.
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D atación realizada por el Dr. Bárcena en la Facultad de Física de la Universidad Católica de Chile.
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PRODUCCIÓN Y REPRODUCCIÓN SOCIAL DURANTE EL PRIMER MILENIO EN EL VALLE DE TAFÍ (TUCUMÁN, ARGENTINA) Franco Julián Salazar y Valeria Franco Salvi
Introducción Esta presentación resume brevemente los últimos avances de las investigaciones arqueológicas desarrolladas en el marco del proyecto “Producción y reproducción social durante el primer milenio en el Valle de Tafí (Tucumán, Argentina)” dirigido por el Dr. Berberián y subsidiado por el CONICET y MINCyT de la Provincia de Córdoba, el cual tiene como objeto de estudio las condiciones y estrategias sociales implementadas por los habitantes del Valle de Tafí considerando que la materialidad se entrama activamente en la conformaciones de colectivos.Para tal fin se han realizado trabajos de prospecciones, relevamientos y excavaciones intensivas, en ámbitos residenciales y productivos de un sitio aldeano habitado mayoritariamente entre el 2100 y 1200 A.P. La investigación se centra fundamentalmente en el sector norte del Valle, analizándose los procesos de formación, crecimiento y dispersión de los poblados residenciales y las diferentes estrategias de producción agrícola implementadas apelando a la “teoría de la práctica” (Bourdieu 2007) y a la “teoría de la estructuración” (Giddens 1995). Estos planteos consideran, en contraposición a las visiones funcionalistas y estructuralistas, que se debe recuperar el plano consciente de la acción y que los procesos se dan sólo a través de la actuación de los agentes (Cohen 1986) aportando un dispositivo conceptual que pretende dar cuenta de la producción y reproducción de la vida social, sin permanecer en el plano estrecho del análisis estructural, incorporando el campo de las acciones humanas (Ortiz Palacios 1999). Asimismo, se discuten los diferentes contextos de la práctica en los que los objetos, durante cientos de años de vida campesina rutinaria, intervinieron. Dentro de esta rutinización (Giddens 1995) los artefactos estaban participando activamente como seres en el mundo, junto a otros seres, tales como humanos, plantas y animales (Olsen 2003). Sitio La Bolsa 1 En la porción norte del valle, se pueden apreciar diversas estructuras que conformaron numerosos poblados de importantes dimensiones y notable visibilidad. En esta oportunidad nos interesa referirnos a un conglomerado aldeano instalado en un gran cono de deyección, denominado Sitio La Bolsa 1 (LB1). El asentamiento está conformado por numerosas unidades residenciales, que involucran entre 3 y 12 recintos cada una, y un complejo sistema de estructuras agrícolas entre las cuales se destacan aterrazamientos, montículos de despedre, líneas de contención, cuadros de cultivo y áreas de molienda extramuros. Los fechados obtenidos ubican su ocupación principal entre unos siglos antes de la era y el final del primer milenio d.C. Contemporáneamente, otros sitios en sectores aledaños (i.e. Carapunco, El Infiernillo, El Tolar, La Ciénaga, El Remate) presentan estructuras en superficie y contextos bastante similares (Berberián y Nielsen 1988a, Sampietro 2002, Cremonte 1996, Aschero y Ribotta 2007). El conglomerado residencial LB1 se presenta como una unidad, pero se constituye a partir de distintos eventos de construcción, mantenimiento, reorganización, abandono y reocupación, a través de varios siglos. Nuestros estudios han permitido a través relevamientos y excavaciones en distintos sectores del mismo, comenzar a esbozar una historia del paisaje aldeano, la cual construimos a partir de dataciones absolutas y relativas. Primeras evidencias ocupacionales La ocupación inicial de LB1 se remonta al menos a un siglo antes de la era. Las primeras construcciones se habrían destinado a la agricultura y esto pudo ser constatado durante sucesivos trabajos de campo. En principio, se reconocieron mediante fotointerpretación dos líneas que cruzaban al sitio de manera transversal, sugiriendo su origen antrópico (Figura 1). Posteriormente, se prospectó el sector hallándose no sólo ondulaciones en el terreno sino también una variabilidad en la coloración de la vegetación. Desde el punto de vista geomorfológico, las líneas cumplían la regla de la “V” (Pablo Tchilinguirian com. pers.) en los cruces de los lechos de agua como estrategia para el mantenimiento de la altitud y la pendiente longitudinal de la estructura y para la evasión de la
* Becario CONICET. CEH “Prof. Carlos Segreti”. Miguel C. del Correo 308 (5000).
[email protected] **Becaria CONICET. CEH “Prof. Carlos Segreti”. Miguel C. del Correo 308 (5000).
[email protected]
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Franco Julián Salazar y Valeria Franco Salvi
erosión, como así también la obtención de superficie de suelo cultivable. A los rasgos se los denominó EMA 1 y EMA 21.
Figura 1. Sitio Arqueológico “La Bolsa 1”. A) Línea de contención U14. B) Unidad 14. C) Andén. D) Cuadro de cultivo. E) Unidad 10. F) Línea de contención U10. G) EMA 1.
Con el fin de obtener información acerca de la cronología, modo de construcción y rol en el proceso productivo, se realizaron tres excavaciones en distintos sectores de EMA 1 que permitieron reconocer la presencia de dos paleocauces arenosos, superpuestos en la estratigrafía. En la sección media de la estructura, se identificó superficialmente un muro de piedra que la atravesaba en sentido diagonal sureste-noreste. En ese sector, se decidió plantear una trinchera (T2) la cual permitió observar no sólo que la estructura de piedra presentaba bloques especialmente seleccionados por su forma y tamaño sino también que la misma se encontraba dividida al centro en el punto por donde habría circulado el agua. En la excavación realizada mediante estratos naturales se reconocieron nueve unidades estratigráficas. En este caso nos referiremos a la UE 215 la cual se interpreta como “basurero”. Se trata de un depósito de 20 cm de ancho que presenta sedimento consolidado y una coloración denominada Dark Brown (Hue 10 YR 3/3) con un Ph fuertemente ácido (5). Se reconoció predominantemente cerámica ordinaria de pasta roja y antiplásticos gruesos (91,2%), y en menor medida cerámicas rojas y naranja con inclusiones finas (7,2%). En el mismo nivel, se obtuvo un tiesto con forma de tubo de cerámica gris, sin inclusiones, de textura compacta y no decorada, y un fragmento de estatuilla antropomorfa en la que se representa ojos y boca en forma de “grano de café”. Los fragmentos decorados fueron muy escasos (sólo el 0,63%), todos ellos, presentando gruesas y profundas incisiones sobre bordes, asas y aplicaciones, lo que genera unos aserrados muy particulares (Figura 2). Las características de dichos motivos son bastante particulares y se diferencian notablemente de las que predominan en los conjuntos recuperados en contextos residenciales del sitio, fechados entre 200 y 800 AD.
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Se los denominó EMA (Estructuras de manejo del agua) debido a que su uso incluiría indistintamente tiempos de abundante o poca agua. Es decir, se habría utilizado tanto para el drenaje del exceso de agua, para su desvío durante las precipitaciones como también para el control de la creciente y/o su almacenaje. Asimismo, su uso también habría sido posiblemente reservado para el manejo de la erosión del suelo cuando las lluvias intensas amenazaban remover la superficie del suelo.
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Con respecto al material lítico, se identificaron numerosas lascas de cuarzo y andesita estando también asociado a ellas un artefacto de cuarzo con microretoque sumario de tamaño pequeño. Se reconocieron diferentes taxones (i.e un fragmento de pelvis, un incisivo y una epífisis suelta de húmero) correspondientes a Camelidae y otros completamente calcinados y, por lo tanto, difíciles de diferenciar que corresponderían a mamíferos grandes. En este conjunto faunístico se obtuvo una datación absoluta mediante C14 AMS de una navicular izquierda de Camelidae la cual fue datada en 2110±66 AP; calibrada con 68,2 por ciento de probabilidades, entre 350a.C320a.C y 210a.C-40a.C y con un 95,4% de probabilidades entre el 360a.C. y 270a.C y entre el 260a.C y 30d.C. Las evidencias de esta temprana ocupación resultan aún bastante aisladas pero aseguran de manera fidedigna la presencia de actividad antrópica en ese espacio en algún momento antes del inicio de la era, además de ofrecer un conjunto tecnológico con algunas diferencias respecto de los que aparecen en momentos más antiguos, siendo estas fundamentalmente la presencia de decoraciones con “aserrados” y la ausencia total de fragmentos cocidos en atmósferas reductoras. Instalaciones Residenciales En los primeros siglos de la era se construyeron las primeras instalaciones residenciales. Las evidencias más tempranas de construcciones residenciales fueron registradas en la Unidad 14 (LB1-U14) (Figura 1), que ocupa una superficie de 190m², excavada en su totalidad. El patrón de construcción de esta vivienda, constituida por 7 recintos, no varía demasiado con respecto a otros sitios ocupados durante del primer milenio en el valle. Se constituye a partir de la integración de distintos espacios de planta circular, cerrados por altos y gruesos muros. Su integración también muestra un patrón recurrente, ya que las estructuras más pequeñas, de diámetros variables entre 2m y 5m, se adosan y comunican exclusivamente a una estructura también circular de mayores dimensiones (10m de diámetro), interpretada en la literatura arqueológica como “ patio”. El patrón organizativo de la unidad es radiocéntrico. El núcleo espacial es el patio o Recinto 1 (R1), al cual se adosan el resto de los recintos menores. El papel de centralidad de esta estructura es reafirmado por los análisis gamma (Hillier y Hanson 1984, Mañana et al. 2002), a través de los cuales se puede observar claramente cómo juega un rol jerárquico sobre el resto de estructuras en la unidad: controla el único acceso desde el exterior, y mantiene la exclusividad de las aberturas al resto de estructuras. Para llegar a cualquier recinto adosado se debe atravesar obligatoriamente ese lugar, restringiendo y dominando la circulación interna. Frecuentemente el interior de los patios puede ser parcialmente percibido desde el exterior, mientras que el interior de los recintos adosados se mantiene privado a quienes no hayan atravesado el umbral principal. La visibilidad desde el interior también estaba bastante limitada, teniendo en cuenta que los muros llegaban casi a los 2m de altura y que los recintos menores seguramente estaban techados. Las viviendas se plantean entonces como un espacio distinto al afuera y diferenciado del resto de las unidades residenciales. Dentro del compuesto la circulación tenía como centro al patio. Pero éste no era un lugar vacío: en el centro del mismo se ubicó una estructura subsuperficial de piedra, de forma cilíndrica, tapada con una falsa bóveda, interpretada como cista. Esta contenía dos entierros sucesivos, los cuales a su vez están constituidos por múltiples elementos. El entierro más antiguo, datado en 1799 ±37 AP, calibrado con el 68% de probabilidades entre 130 y 260 d.C, está constituido por los restos óseos de un individuo en muy mal estado de conservación acompañados de un jarro (de pasta ordinaria de color rojo con un acabado de superficie muy irregular, que presenta un asa labio adherida en posición vertical, y en su borde opuesto una decoración aplicada al pastillaje con el motivo de una pequeña cara antropomorfa), una jarra (de pasta similar, con un acabado de superficie más uniforme, sin decoraciones y con una gruesa capa de hollín en su cara externa), numerosos fragmentos de vasijas con características similares y concentraciones de carbón que parece haber sido quemado in situ. Ninguna de las cerámicas presenta decoración compleja ni corresponde a lo que se conoce como pasta “fina” para el momento, siendo piezas que la literatura identifica como “ordinarias” o utilitarias. Sin embargo, son las que acompañan al difunto que se entierra en el centro de la vivienda, y quizás las que lo acompañaron como parte de su vida, las que lo hicieron sujeto. Por encima de él se depositó, en un momento posterior aún no establecido, otro cuerpo humano, el cual presenta peores condiciones de conservación que el anterior, acompañado de un puco de pasta gris sin decoraciones, fragmentos de cerámica ordinaria y nuevas evidencias de combustión. Sobre este entierro, cerrando quizás este evento inhumatorio, se exhumó una estatuilla antropomorfa de piedra, cuyo rostro muestra a una mujer llorando, la cual fue intencionalmente fracturada o “matada”. Alrededor de la cista, que contenía al ancestro y que referenciaba permanentemente su presencia, manteniendo su participación y mediación en la vida cotidiana, se daban diversas actividades, entre ellas el procesamiento de vegetales y el fraccionamiento de camélidos (Berberián y Nielsen 1988a, Sampietro y Vattuone 2005). Grandes
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y pesados morteros, con sus correspondientes manos se registraron en toda la superficie del patio. Algunos presentaban adherencias que fueron analizadas determinando la presencia de silicofitolitos de morfotipos asignables a zea mays. Así mismo hay que considerar la práctica de continua depositación de estatuillas zoomorfas que representan camélidos (algunas de ellas presumiblemente llamas ya que muestran la marca de haber sido enlazadas). Otros rasgos internos del patio fueron dos muros bajos ubicados frente a las entradas de R2 y R3 y una estructura semicircular adosada al muro noroeste de la estructura. Esta última no contenía materiales, salvo una pequeña estatuilla de cerámica que representa posiblemente una mujer. Las vasijas de cerámica recuperadas en el piso de R1 presentan predominantemente tamaños grandes y paredes gruesas. Los grupos tecnológicos dominantes corresponden a pastas gruesas y no uniformes cocidas en atmósfera oxidante, presumiblemente a bajas temperaturas. En menor medida se presentan pastas finas de color beige, y grupos tecnológicos cocidos en atmósferas reductoras, constituyendo pastas grises y en menor medida negras, todas estas fragmentos de vasijas de tamaños pequeños. Las decoraciones se realizaron preferentemente sobre estos últimos grupos en los cuales se realizaron incisiones, constituyendo motivos geométricos, líneas curvas, campos rellenados por reticulados, etc. Varios motivos son muy similares a las decoraciones asignadas frecuentemente a estilos Candelaria, sobre todo la presencia de fragmentos de “mamelones” con decoraciones modeladas aplicadas al pastillaje. En solo tres casos se reconocieron motivos que pueden ser asignados a estilos Aguada, en los cuales se representan, a un antropomorfo de frente portando un pectoral, una guarda de lanzas en posición vertical, y la repetición de dos dientes enfrentados entre si, que constituyeron un motivo similar a las “fauces” felínicas. Restos de carbón vegetal obtenido de la superficie ocupacional en un sector cercano a la puerta que vincula este espacio con el R6, no correspondiente a fogones sino productos de la limpieza de este último recinto, fueron fechados en 1236±37 AP. Dentro de los recintos adosados las actividades también eran ordenadas de manera radiocéntrica, frecuentemente en torno a una estructura central de combustión, como en el caso de R6 y de R4. Múltiples áreas de actividades, (manufactura de instrumentos líticos, molienda y procesamiento de alimentos, almacenaje de artefactos) alrededor de los mismos pueden inferirse a partir de los hallazgos realizados. La cronología de los materiales hallados sobre los pisos habitacionales de recintos adosados cuenta con cuatro fechados radiocarbónicos, bastante contemporáneos entre sí. La muestra de material vegetal carbonizado extraída del piso de R2 arrojó una antigüedad de 1275±42, calibrada con el 68% de probabilidades entre 680 y 775 d.C.; la recolectada en un rasgo de combustión sin estructura en el piso de R4, 1258±38 AP, calibrada con el 68% de probabilidades entre 680 y 780 d.C.; la obtenida en el piso de R6, 1330±30 AP, calibrada entre 650 y 770 d.C. Esta cronología es consecuente con el resto de los fechados conocidos para conglomerados residenciales Tafí, los cuales se ubican en su mayoría en la segunda mitad del primer milenio (González y Núñez Regueiro 1960; Berberián y Nielsen 1988a; Cremonte 1996; Aschero y Ribotta 2007, Scattolin et al. 2007) y es coetáneo con la ocupación final de la Unidad 10, la cual fue intensamente analizada en otra oportunidad (Salazar et al. 2008). Estas características generales de las unidades se repiten una y otra vez en distintos contextos ambientales y relacionales del Valle. Las mismas aparecen de manera dispersa, como es el caso de LB2- U75A (Berberián y Nielsen 1988a), y concentradas, como en el sitio LB1. En los dos ámbitos los conjuntos residenciales se constituyen como entidades espaciales bien diferenciadas unas de otras. En los sectores aldeanos más concentrados, los espacios entre los conjuntos están ocupados por diversas áreas de actividades: sectores de producción agrícola - montículos de despedre, canales, aterrazamientos y cuadros-, áreas de procesamiento de alimentos, espacios de molienda, etc. Las mismas no se distribuyen en las plantas de los sitios como el resultado de un trazado planificado o con crecimiento en torno a ejes o centros. Asociados a la unidad 14 y 10 se registraron dos líneas de contención denominadas LC14 Y LC10. Ambas poseen un largo que supera los 200 metros y un alto que oscila entre los 60 y 80 cm. Se trata de bloques de piedra (rocas micácitas y graníticas locales) de importantes dimensiones alineados y con rocas más pequeñas de relleno que ocupan los intersticios entre uno y otro bloque. De acuerdo a la evidencia arqueológica y estratigráfica estas construcciones serían posteriores a EMA 1 y contemporáneos a las viviendas. Consideraciones finales Estos primeros avances permiten pensar el paisaje del sitio la Bolsa como el resultado acumulado de años de construcción, uso, abandono y reutilización, es decir, de acumulación de trabajo campesino (Quesada 2005). Estos primeros indicios de diacronía demuestran la naturaleza dinámica de los paisajes y su potencialidad para la búsqueda de los cambios que se han ido produciendo a través de un milenio.
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Volviendo a algunas de las líneas planteadas en este escrito se propone una mirada social al patrón espacial descrito. El sitio La Bolsa1 fue poblado por un proceso en el cual las estructuras (intra y extramuros), como partícipes materiales fundamentales de reproducción de la identidad, se constituyeron como marcas en el terreno; marcas que se constituían como legitimantes de una apropiación, pero también como jalones ordenadores de un espacio, a partir de los cuales se establecían los lugares en los que los miembros de las unidades domésticas se familiarizaban con su entorno, es decir los ámbitos donde se somatizaba un contexto social y cultural específico. El primer momento de la ocupación, al menos unos siglos antes de la Era, no ha sido detectado aún más que en estructuras relacionadas a la agricultura cabiendo la posibilidad de que las prácticas relacionadas a la producción hayan sido fundamentales en la apropiación de nuevos espacios. Las estructuras agrícolas habrían sido un condicionante durante el ciclo de construcción de espacios residenciales no solamente en el aspecto físico sino también social. Estratégicamente, se dejaron los terrenos menos abruptos para la producción y consecuentemente se instalaron en los sectores escabrosos. Esto significó que las viviendas finalizaran ubicándose muy próximas unas y otras, lo que habría generado tensiones, acuerdos ó incluso activado estrategias de sus habitantes. En base a nuestras observaciones podríamos plantear posibles “estrategias”, como la construcción de pequeñas estructuras destinadas a la producción (v.g LC1-U10; LC1 U14; cuadro de cultivo) pero también al distanciamiento de una unidad con otra. En momentos posteriores al 200 d.C. el cono que albergaba al poblado ya estaría ocupado por viviendas y estructuras agrícolas que se entremezclaban en el paisaje, sin un orden claramente perceptible, pero sí con una lógica social: la de que las unidades domésticas se mantengan relativamente distantes y como bloques sensiblemente separados entre sí. Dentro de los conjuntos habitacionales el patio central se constituía como espacio jerarquizado, el único visible y accesible desde fuera, el que dirigía todo el movimiento y comunicación de la vivienda; era el punto neurálgico alrededor del cual se ordenaba la vida dentro de la casa. En su seno, se ubicaban las perceptibles tumbas de los ancestros. Adosados a este lugar central, múltiples espacios privados a la vista desde afuera se establecían como el dominio de la unidad. La conformación de ese lugar, complicadamente construido y cargado de significado constituye un aspecto clave de la reproducción delhabitus. Cada una de estas unidades se erigía separada de las demás pero en distintos tipos de relaciones de percepción. Con algunas se podían ver, con otras quizás oír. Los lazos de propincuidad habrían generado entornos espaciales distintos, en los cuales se habría tenido que resolver tensiones, en algunas ocasiones (como en el caso de LB1), mediante la cooperación y, en otras, mediante el alejamiento. Si bien no contamos aún con datos cronológicos determinantes, los disponibles permiten al menos poner en duda la expectativa de que progresivamente se fueran implementando maneras de vivir y relacionarse al espacio más “eficientemente”. Los resultados deben ser entendidos a partir diversas situaciones sociales resueltas con estrategias distintas dentro de un marco de estructuras limitantes mayormente compartidas. Muy lejos está esto de recurrir a la explicación de un creciente dominio del hombre sobre el medio, de la cultura sobre la naturaleza, como fruto de la maximización de la relación costos/beneficios. Bibliografía Aschero, C. y E. Ribotta 2007 Usos del espacio, tiempo y funebria en El Remate (Los Zazos, Amaicha del valle, Tucumán). Paisajes y Procesos sociales en Tafí. Una mirada interdisciplinaria desde el valle (Tucumán, Argentina). Editado por Arenas, Manasse y Noli, pp. 79-94. Editorial Instituto Arqueología y Museo, Tucumán. Berberián, E. y A. Nielsen 1988a Sistemas de asentamiento prehispánicos en el Valle de Tafí. Sistemas de Asentamientos Prehispánicos en el Valle de Tafí. Editado por E. Berberián, pp. 20-52. Ed Comechingonia, Córdoba. ___1988b Análisis funcional de una Unidad Doméstica de la etapa Formativa en el Valle de Tafí. Sistemas de Asentamientos Prehispánicos en el Valle de Tafí. Editado por E. Berberián, pp. 53-67. Ed Comechingonia, Córdoba. Bourdieu, P. 2007. 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CAMÉLIDOS EN EL PATIO DE LA RINCONADA (VALLE DE AMBATO, CATAMARCA): PASTOREO, PROCESAMIENTO Y RENDIMIENTO ECONÓMICO Ariadna Svoboda
Resumen Se presenta evidencia arqueofaunística proveniente de uno de los grandes patios del sitio La Rinconada, localizado en el valle de Ambato (Provincia de Catamarca). La abundancia del taxón Camelidae es concordante con la evidencia de la puna (Yacobaccio 2003) y la región de valles (Olivera 1997: gráfico 1) del Noroeste argentino (NOA). A partir de diferentes líneas de evidencia (osteometría, isotopos estables y representación de partes esqueletarias) se determina la presencia de llamas ( Lama glama) en el conjunto. Asimismo, se analiza las diferentes actividades realizadas en el procesamiento de camélidos, concluyendo que estos ingresaron enteros y, posteriormente fueron desarticulados, carneados y consumidos en este patio. En cuanto al rendimiento económico de camélidos se aduce que no hubo un aprovechamiento de las partes con mayor rinde. En este trabajo se presentan algunos resultados obtenidos de mi tesis de licenciatura, haciendo hincapié en el uso de camélidos dentro de uno de los grandes patios de La Rinconada, la estructura 5 (E5). El abordaje fue realizado desde una perspectiva económica, para identificar estrategias pastoriles integrando diferentes líneas de evidencias, como la osteometría, análisis de isotopos estables y las características de la composición del conjunto faunístico de camélidos. Además, bajo esta perspectiva, se identifican patrones de procesamiento dentro del sitio y sus actividades vinculadas. Con respecto a la utilización del recurso camélido como producto primario partimos de la suposición de que la selección de partes está relacionada con el rendimiento económico diferencial. La Rinconada o Iglesia de los Indios es conocida por poseer arquitectura ceremonial (Gordillo 2004). Forma parte de un sistema de asentamientos contemporáneos entre sí ubicados, en su mayoría, en el fondo de valle (Valle de Ambato) entre los que se destacan Piedras Blancas (Laguens 2007), Los Martínez (Assandri 1991, Herrero y Ávila 1991), entre otros. La cronología se extiende desde el 700 DC hasta su repentino abandono en el 1100 DC y se adscribe a esta población a la Cultura de la Aguada (Gonzales 1961-1964). El patio junto con las unidades habitacionales E6 y E4 (articuladas entre sí por medio de este patio) forman parte de uno de los núcleos residenciales ubicado en el sector noreste del emplazamiento (Figura 1). En este sector, se llevaban a cabo las actividades cotidianas de la vida doméstica (Gordillo y Ares 2005). Materiales y métodos La muestra arqueofaunística de E5 suma 3.490 restos óseos recolectados durante las tareas de excavación realizadas por Inés Gordillo desde 1998 hasta el 20071. Las 31 cuadrículas excavadas se distribuyen en su mayoría en la esquina Noreste de E5, mientras 4 unidades se localizan el sector sudeste (Figura 1). Se registraron dos depósitos con características y origen diferente. El depósito no antrópico ubicado en la parte superior del perfil (entre -0,35 m y -0,80 m) es un relleno post-ocupacional con pocos materiales. El depósito antrópico, se compone de una capa de troncos y paja quemada, y por debajo de ellos un piso de ocupación (entre -1,00 y 1,10 m) en donde se halló gran densidad de material arqueológico. El análisis se aplicó a la muestra de este último depósito ya que los demás restos óseos (N: 45) tiene un origen dudoso. En trabajos anteriores, se realizaron estudios tafonómicos para evaluar el grado de integridad de la muestra (Binford 1981) siguiendo la variables propuestas por Lyman (1994)- meteorización, marcas naturales-, Elkin (1996)- densidad ósea global-, concluyendo que los agentes naturales no perturbaron la muestra. Esto se refuerza con las altas frecuencias de marcas de origen antrópico (NISP: 178) que presentan las superficie de los huesos de camélidos.
Universidad de Buenos Aires, Instituto de Arqueología.
[email protected]. P arte de la muestra fue analizada previamente por el Dr. Gabriel López y la Lic. Laura Ares (Gordillo y Ares 2007).
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Ariadna Svoboda
A los fines de evaluar la incidencia de estrategias pastoriles y/o caza en los contextos analizados, es que se procedió a determinar, en primera instancia, la presencia de especies Camelidae, domésticas y/o silvestres utilizando las medidas osteológicas propuestas por Elkin (1996). Particularmente se seleccionaron las falanges primeras. Así, se generó un gráfico de dispersión volcando los valores obtenidos con los de llama, guanaco y vicuña actuales, que presentan una gradiente de mayor a menor en el tamaño corporal (Yacobaccio 2001). El cambio en el tamaño corporal es un buen indicador de domesticación, sin embargo, pueden haber otras causas que provoquen esto (cambios en las condiciones ambientales, competencia interespecífica, etc.) (Elkin 1996). Además, desconocemos el rango de variabilidad métrica de los animales a lo largo del Holoceno. Para amortiguar esta desventaja, es conveniente sumar otras líneas de evidencia que indiquen domesticación como los análisis isotópicos y la representación integral del esqueleto de camélidos (Rafino et al 1977; Elkin 1996).
Figura 1. Núcleo residencial ubicado en el noreste del sitio y sectores excavados de E5, E4 y E6 (Extraído de Gordillo 2003).
Para el análisis de isótopos estables se seleccionaron 3 falanges primeras que presentaban tejidos densos y que, antes de la extracción, habían sido sometidas a osteometría. Los análisis fueron realizados por Celeste Samec2 en el laboratorio INGEIS siguiendo la metodología presentada en Yacobaccio et al (2009). Para la cuantificación de la muestra se tuvieron en cuenta los cálculos referentes a la abundancia taxonómica de la muestra: NISP (Número de especímenes por taxón) y MNI (Número mínimo de individuos) siguiendo los criterios en Mengoni (1988). En cuanto a la representación de partes esqueletales se hicieron los cálculos referentes al MNE (Número Mínimo de Elementos), MAU y MAU% siguiendo la metodología del autor. En cuanto al procesamiento de animales, en la literatura se consideran tres etapas durante la desorganización anatómica progresiva de los animales (Mengoni 1999). Estas son: el procesamiento primario, secundario trozamiento en unidades menores para el reparto- y terciario o final que incluye el consumo. Asimismo, las tareas que se llevan a cabo -cuereo, desarticulación y consumo- dejan determinados patrones en la representación de unidades esqueletarias, así como huellas en la superficie ósea (Mengoni 1999). En este sentido, los trabajos etnoarqueológicos de Yacobaccio et al (1998) y Binford (1981) sirvieron como marco de referencia para determinar patrones de procesamiento y consumo. Se calculó las partes esqueletarias básicas (PEB) sumando los MNE, ya que las unidades de trozamiento primario se corresponden con los PEB (Yacobaccio et al 1998) y es útil para observar la integridad de las partes esqueletarias presentes y para evaluar si hay variabilidad intraconjunto; así como la variabilidad interconjunto al compararlas con las dos estructuras aledañas (Figura 1). Considerando el rendimiento económico de camélidos se utilizo el índice FUI presentado por Mengoni (1991) y se lo correlacionó con la variable MAU% utilizando el coeficiente de correlación Spearman. Resultados y discusión En E5 el total de fragmentos óseos recuperados es de 3.490 de los cuales pudo determinarse en algún nivel taxonómico, en base al NISP, 1.646 (47.1%). Los que no pudieron identificarse suman 1.843 (52.9 %). En el depósito postdepositacional se hallaron 3.44 fragmentos óseos por m3, mientras que el deposito antrópico 296.9 fragmentos óseos por m3, lo cual era esperable ya que este último constituye el piso de ocupación.
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U niversidad de Buenos Aires, Instituto de Arqueología.
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En cuanto a la composición taxonónomica los camélidos (59,1%) predominan sobre otros taxas, como cérvidos, roedores, y aves. El MNI de camélidos es 10, calculado en base a la fusión y lateralidad de la tibia. Si bien algunos especímenes fueron asignados a la categoría Artiodactyla, probablemente la mayor parte de ellos corresponde a la familia Camelidae ya que la frecuencia de aparición es alta, siendo los NISP de cérvidos muy bajos. Los resultados obtenidos de la osteometría de las falanges primeras (medidas 1FA2 y 1FA3) se distribuyen dentro del grupo de tamaño grande ( Lama glama y Lama Guanicoe) de camelidos (Figura 2). Ningún especímen cae en los valores de Vicugna vicugna. Cabe mencionar,sin embargo, que se halló un individuo de esta especie en un enterratorio en el piso de una estructura habitacional ( Gordillo 2003).
Figura 2. Dispersión de las medidas 1FA2 y 1FA3 (Elkin 1996) de las epífisis proximales de las falanges primeras d e camélidos del patio de La Rinconada (N=6), llama, guanaco y vicuña (tomadas de Yacobaccio, comunicación personal 2008.)
Los valores isotópicos obtenidos de las tres muestras se presentan en la Tabla 1. De acuerdo a los datos de los patrones fotosintéticos de diferentes taxas recolectados en el Valle de Ambato (Izeta et al 2009: tabla 2), dos de los valores 13C de La Rinconada (-11,8‰ y -11,2‰) entran en el rango de los patrones fotosintéticos de Zea mays (-11,2‰). Ya que este tipo de estudios es preliminar en la región de valles debemos ser cautos con las interpretaciones. Los valores isotópicos obtenidos muestran que los camélidos tuvieron una dieta con alto contenido de vegetales C4. Esto puede tener dos significados: uno, que estuvieron pastando en ambientes que naturalmente tengan una alta proporción de pastos con este patrón fotosintético, o que si fueron camélidos domésticos, su alimentación fuera suplementada o basada en plantas C4, como el maíz. Considerando los datos de los patrones fotosintéticos de diferentes taxas recolectados en el Valle de Ambato (Izeta et al 2009: tabla 2), dos de los valores 13C de La Rinconada (-11,8‰ y -11,2‰) se asocian a los valores para Zea mays. Entonces, la posibilidad de la alimentación dirigida, en base al maíz, a animales domésticos parece ser más probable. 13
Descripción
LR E5 1
-11.8 ‰
Falange 1 delantera
LR E5 2
-13.1 ‰
Falange 1 delantera
LR E5 3
-11.2 ‰
Falange 1 trasera
Sigla
C
Tabla 1. Valores isotópicos de las muestras de La Rinconada. (Las muestras fueron analizadas en el laboratorio del INGEIS)
En cuanto a las partes del esqueleto representados en el conjunto observamos que todas las unidades de camélidos se encuentran representadas (Gráfico 1). El aprovechamiento integral del recurso camélido en el Formativo Tardío forma parte de las estrategias pastoriles (Elkin 1996).
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Considerando el procesamiento, la presencia de falanges (MNE: 47) en el conjunto señala que los animales fueron cuereados en el patio; los pastores actuales cortan el cuero a la altura de los metapodios, entonces las falanges quedan dentro del cuero (Yacobaccio et al 1998). Sin embargo, Binford (1981) señala que las actividades de cuereo dejan huellas en las superficies de los metapodios, pero también en las falanges lo cual es concordante con las marcas de corte que presentan las falanges de este conjunto (NISP: 8). El procesamiento primario y secundario se encuentra evidenciado por marcas de corte distribuidas en las vertebras, en las costillas, en las epífisis y diáfisis de los huesos largos, etc.
Grafico 1. Porcentajes del MNE del subconjunto camélido de E5.
El PEB de E5 (Tabla 1), indica cierta dispersión selectiva: mientras que algunas partes del esqueleto axial permanecieron, otras como la cabeza y la escápula fueron transportadas a otro sitio u otro sector del sitio; lo mismo puede decirse acerca del esqueleto apendicular, ya que las patas delanteras tienen una baja representación. Asimismo, la baja representación de los pies estaría vinculada con el procesamiento de los cueros que pudo efectuarse en otro lugar; sin embargo, cuando calculamos el MAU%, el metatarso y las falanges toman mayor relevancia en la representación de partes. Además, si consideramos las estructuras aledañas al patio, el predominio del pie trasero y las falanges indica que fueron ingresadas selectivamente a las habitaciones. PARTES E5 E4 E6 ESQUELETARIAS MNE % MNE % MNE % BÁSICAS Cabeza 9 2,9 3 7,17 2 8,33 Columna 50 16,2 15 10,87 4 16,66 Costilla 71 23 23 16,66 2 8,33 Escápula 7 2,2 3 2,17 0 0 Pata delantera 29 9,4 4 2,9 0 0 Pata trasera 66 21,4 19 13,77 0 0 Pie delantero 12 3,8 7 5,07 2 8,33 Pie trasero 14 4,5 32 23,19 5 20,83 Falanges 47 15,2 30 21,74 9 37,83 Pelvis 3 0,9 2 1,45 0 0 Tabla 1. Representación de partes esqueletarias básicas de camélidos en E5, E4 (NISP: 241) y E6 (NISP: 66). (Los datos de E4 y E6 fueron extraídos de Gordillo 2003).
No hay correlación entre el MAU% del patio y el índice FUI, indicando que no hubo selección de partes de alto rendimiento, en cambio hay una tendencia a la representación de las patas traseras (fémur, tibia, tarsianos, astrágalo y metatarso) lo que puede indicar que se estaba utilizando la médula ósea que, bajo una técnica de hervido en recipientes cerámicos, aporta lípidos a la dieta (Mengoni 1996). Palabras finales A modo de conclusión, podemos confirmar que los camélidos fueron un componente importante en la dieta, lo cual es esperable de acuerdo a las evidencias de la región valliserrana (Olivera 1997: gráfico 1, Izeta 2007, TOMO IV - 1728
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Belotti López 2007). Como lo señalan los análisis cuantitativos los individuos fueron introducidos enteros al patio, donde se produjeron actividades de cuereo, así como la desarticulación priMaría, descarne y extracción de médula. No se registra selección de partes de alto rendimiento, sino que se encuentran más representadas las unidades con índices bajos en carne y altos/medianos en médula. Con respecto a los análisis isotópicos, los resultados son concordantes con la de otros sitios contemporáneos del Valle de Ambato como Piedra Blancas, (que registra valores entre -9,5 ‰ y -13,1‰). A partir de estos datos se infiere una estrategia de alimentación dirigida con altas proporciones de maíz (Figueroa y Dantas 2009). En cuanto a las mediciones, los tamaños corresponden a los de llamas pequeñas o guanacos; si consideramos los datos arriba mencionados (individuos enteros y alimentación dirigida) los primeros toman mayor relevancia. En la actualidad, la distribución de la llama (Lama glama) se encuentra circunscripta en las praderas de gramíneas del norte del valle, en los Altos de Singuil. Las características de este ambiente, vinculadas a una mayor altura – encima de 1250 msnm- y ambientes abiertos de bosques de alisos, permiten que se lleve al cabo el pastoreo (Assandri et al 1991). Queda, entonces, pendiente determinar los espacios de pastoreo de llamas en los momentos de la ocupación de La Rinconada. Por el momento esta primera aproximación, desde una perspectiva económica, a las estrategias del uso de camélidos en La Rinconada nos permite hacer algunas conclusiones preliminares, que deberán ser integradas a las evidencias arqueofaunísticas a nivel regional. Asimismo, la utilización de diferentes líneas de evidencia para resolver un problema es de gran utilidad. De este modo, la osteometría, los análisis cuantitativos de partes esqueletarias y los estudios isotópicos ayudaron a introducirnos en la problemática del manejo de camélidos en La Rinconada. Bibliografía Assandri, Susana B.1991. Primeros resultados de la excavación en el sitio Martinez 1 (Prov. de Catamarca, Argentina). Publicaciones Arqueología 46: 54-73. CIFFyH, Córdoba. Assandri, Susana y Adela Avila, Rodolfo Herrero, Sofia Juez. 1991. Introducción a la Biogeografía y Arqueología del Valle de Ambato. Publicaciones Arqueología 46:7-11. CIFFyH, Córdoba. Belotti López de Medina, C.R. 2007. Zooarqueología del sitio Soria 2 (Depto. de Santa María, Pcia. de Catamarca) y estudio comparativo del registro zooarqueológico del Sur de los Valles Calchaquíes, para los periodos Formativo y Desarrollos Regionales (siglos I a.C. a XV D.C.). Tesis para optar al grado de arqueólogo, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Binford,L. 1981. Bones: Ancient Men and Modern Myths. Academic Press, New York. Elkin, D. C. 1996. Arqueozoología de Quebrada Seca 3: indicadores de subsistencia humana temprana en la Puna Meridional Argentina. Tesis para optar al doctorado en arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Figueroa, Germán y Dantas Maríana. 2009. Innovaciones en la organización de la producción agropastoril en contextos sociales no igualitarios: el caso del Valle de Ambato, Catamarca, Argentina, entre los siglos VI y XI D.C. VI Encuentro interdisciplinario de Ciencias Sociales y Humanas, Córdoba. González, A. R. 1961-64. La cultura de La Aguada del NO Argentino. Revista de Instituto de Arqueología 2-3. Gordillo, I. 2003. El sitio ceremonial de La Rinconada. Organización socioespacial y religión en Ambato, Catamarca. Tesis para optar al doctorado en arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 2004. Arquitectos del rito. La construcción del espacio público en La Rinconada, Catamarca. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 29: 111-136. Gordillo,I y L. Ares. 2005. Ingresando a los patios de La Rinconada, Ambato, Catamarca. La cultura de La Aguada y sus expresiones regionales. pp. 211-225. Ed. Edular, MCN, Secretaria de Ciencia y Técnica, Universidad Nacional de La Rioja. . Herrero, Rodolfo y Adela Avila. 1991. Excavaciones arqueológicas en la unidad residencial Martinez 4 del periodo de Integración Regional. Publicaciones Arqueología 46: 112-119. CIFFyH, Córdoba. Izeta, Andrés. 2007. Zooarqueología del sur de los valles Calchaquíes (Provincias de Catamarca y Tucumán, República Argentina). Oxford, BAR Internacional Series 1612. Izeta Andres D.,Laguens A.G,Marconetto M.B. y Scattolin M.C. 2009. Camelid handling in the meridional Andes during the first millennium AD: a preliminary approach using stable isotopes. International Journal of Osteoarchaeology 19 (2): 204-214. Laguens, A.G. 2007. Contextos materiales de desigualdad social en el Valle de Ambato, Catamarca, Argentina, entre los siglos VII y X d.C. Revista Española de Antropología Americana 37, (1): 27-49. Mengoni Goñalons,G.L. 1988. Análisis de materiales faunísticos de sitios arqueológicos. Xama 1: 71-120.
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Ariadna Svoboda
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PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL CAÑÓN DE PACLÍN. CATAMARCA Emilio Villafañez* y Gabriel Acuña** Introducción El cañón de Paclín se encuentra en el centro de la provincia de Catamarca, ubicado entre la cumbre de la Graciana-Balcosna al Oeste y la de Ancasti-Potrerillo al Este, se localiza en un lugar de privilegio. Al recorrerlo de Sur a Norte, se cruza desde el monte espinoso del chaco-semiárido, hasta las exuberantes yungas, con docenas de especies arbóreas y de animales. Este trabajo pretende ser un resumen de los trabajos realizados desde mediados del año 2005 hasta la fecha, en donde se realizaron trabajos de prospección en tres zonas distintas del cañón de Paclín (sur, centro y norte), donde estas diferencias geográficas marcas distinciones a nivel arqueológico. Antecedentes La casi total ausencia de información a nivel arqueológico fue uno de los problemas que planteó inicialmente la zona de Paclín. Tal es así que este valle sólo es nombrado en la bibliografía arqueológica por el hallazgo de un “Suplicante”1 (Gentile 2001; González 1977 entre otros) y un “Menhir” 2 (Kriscautzky 1999, 2006), éste último considerado como excepcional, ya que no existe evidencia de otro hallazgo de estas características, tanto en la zona como en otros lugares próximos. Al respecto de este sector, Rex González (1977:183) señaló: “Seguramente cuando se conozca bien la arqueología de la zona aledaña a la sierra de Ancasti y Balcosna, que parece albergó una facie Aguada de rica cerámica y pinturas rupestres de complejos motivos, la descripción detallada de los motivos enumerados abarcará muchos capítulos”. Por otra parte, en el marco de un trabajo de reconocimiento de sitios arqueológicos realizado por Amalia Menecier de Barrionuevo y Juan Schobinger por los Departamentos Capital, Ambato y Paclín, mencionan para el tramo del camino que une La Merced con Balcosna el hallazgo de material cerámico en base al cual señalaron: “Lo visto bastó para poder considerar que este pintoresco valle alto, también tuvo una abundante población agroalfarera; pero no sabemos si hasta allí llegó la Cultura Aguada, o si por el contrario se trata de otro grupo, de filiación y antigüedad desconocida. Valdría la pena realizar una amplia campaña de prospección en todo el valle, para descubrir yacimientos potencialmente interesantes” (Barrionuevo y Schobinger 1992:98). Está claro que si bien Paclín está incluido en la bibliografía arqueológica, suele ser mencionado de manera tangencial a partir de la consideración de ciertos hallazgos aislados. Marco geográfico El cañón de Paclín abarca aproximadamente 950 km2, toda su geografía se caracteriza por un alto grado de heterogeneidad. A nivel topográfico la parte Sur se caracteriza por ser un amplio valle con más de 3 km de ancho de cumbre a cumbre, en cambio, en la parte Norte dicho valle se empieza a “cerrar”, con múltiples sierras que hacen que la topografía sea más escarpada. Fito-geografía Lo que es más notorio en el Cañón de Paclín es su fito-geografía, asociada a las diferencias pluviométricas y topografías, la parte Sur forma parte de la provincia chaqueña, con el distrito del chaco serrano.3 La vegetación característica del Chaco Serrano se dispone en "cinturones" o "pisos", cada uno de los cuales presenta una estructura y composición particular.
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C ONICET, Universidad Nacional de Catamarca, Escuela de Arqueología. Universidad Nacional de Córdoba. Email: e
[email protected] U niversidad Nacional de Catamarca, Escuela de Arqueología. Email:
[email protected] 1 F ue encontrado en el año 1969 por don Reyes Salvatierra al cavar los cimientos para una pieza de su casa en construcción. 2 Fue encontrado en el año 1982 por don Alejandro Molina e hijo cuando estaban arando en terrenos de su propiedad, luego fue vendido al médico cardiólogo Mario Zuliani. 3 E l Chaco Serrano es, en Catamarca, el distrito más húmedo de la Provincia Chaqueña, no llegan a superar los 500 mm anuales. **
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Típicamente se encuentra un primer piso correspondiente a una fisonomía de bosque (Bosque Serrano), seguido de un piso de arbustos y pastos; a mayores valores de altura, las leñosas van desapareciendo, dejando lugar a un pastizal prácticamente puro (pastizal de altura). Los rangos altitudinales ocupados por cada piso varían en función de la latitud, de la longitud y también de situaciones microclimáticas; en especial, la orientación de las laderas. Por otra parte, los límites de cada piso no son netos sino que casi siempre se presentan áreas de transición. En consecuencia, los valores que se indicarán seguidamente deben considerarse como promedios o aproximaciones generales, con fluctuaciones por encima o por debajo según la zona de que se trate. Yungas En términos generales, esta Provincia se caracteriza por presentar una vegetación de tipo selvático que se desarrolla en faldeos de montaña, valles y quebradas y áreas de piedemonte, bajo un clima cálido y húmedo. Según Morlans (1995), en Paclín se encuentran dos distritos bien marcados: a) Distrito de las Selvas Montanas. Puede observarse en la Sierra de Guayamba (por las cuestas del Totoral y de la Viña) y por las quebradas y valles intermontanos altos al norte, especialmente en la parte septentrional del Valle de Balcosna, en la Quebrada de Las Higueras – Casas Viejas - Los Alisos y en algunos sectores del Valle del Suncho. En todos los casos, siempre muy cerca del límite interprovincial con Tucumán. b) Distrito de los Bosques Montanos. Puede observarse en las quebradas que desde las sierras circundantes bajan hacia el Valle del Suncho, así como en las quebradas de la falda oriental de la Sa. de Humaya (al norte de los Altos de Sínguil) y en las quebradas y vallecitos estrechos de la Cumbre de Narváez, Silleta de Las Higueras y Cumbres de Balcozna. En todos los casos el elemento arbóreo predominante es el Aliso (Alnus acuminatus), Betulácea de 6 a 10 m de altura y follaje caduco. Por lo general los faldeos (excepto en las áreas en que se instala la Selva Montana) y cumbres de las sierras mencionadas están cubiertas por una vegetación graminosa continua cuya composición florística no ha sido analizada y por lo tanto surgen dudas respecto a si deben adjudicarse a las Praderas Montanas (del Distrito de los Bosques Montanos, Provincia de Las Yungas) o a los pastizales de Stipa y Festuca del Distrito Chaqueño Serrano, Provincia Chaqueña. Lo más probable es que, dentro de la Provincia de Catamarca, se trate de una zona de transición entre ambas comunidades, con predominio de los géneros Stipa, Festuca y Deyeuxia, comunes a las dos. Áreas de estudio La extensión del Cañón de Paclín y sus variados aspectos ecotopográficos determinaron que se restringiera por cuestiones operativas nuestro universo de estudio4, procurando mantener la representatividad en cuanto a la zona de interés, ya que “el reconocimiento de la variabilidad de sitios observables de una región constituye el primer paso necesario para poder estudiar sistemas de asentamientos, y para ello es importante contar con una técnica que nos haga buscar sitios en los lugares en que los esperamos y en aquéllos donde no los esperamos” (Borrero 1979). Como sigue explicando el autor, las técnicas probabilísticas fueron vistas como una panacea a la hora de una prospección a nivel regional, sin
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Imagen 1: Dpto. Paclín, donde se puede ver la red Hidrografica y los distritos Fitogeograficas
S egún Gallardo y Cornejo (1986:411), “el universo de estudio puede ser considerado como aquel conjunto de elementos que poseen alguna característica común observable y que definen el objeto de la investigación en curso”.
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embargo las técnicas no probabilísticas pueden ser muy útiles si se quiere tener una visión abarcadora5(Binford 1964). Teniendo en cuenta que este trabajo es una primera aproximación a la arqueología del Cañón de Paclín, se optó por una técnica no probabilística para la elección de las unidades de prospección, decisión sustentada en la amplitud del área de estudio, su heterogeneidad ambiental y topográfica y en el conocimiento que el autor tiene de la zona. Las unidades de prospección ocuparon áreas topográficas y ecológicas diferentes a los fines de tener una visión global del cañón a nivel arqueológico. Las prospecciones se realizaron mediante transectas que abarcaron la totalidad de las áreas previamente seleccionadas. Prospecciones La realización de esta investigación requirió de la generación de información arqueológica y eco-topográfica, de allí la importancia asignada al trabajo de prospección. Ésta es entendida como “la aplicación de un conjunto de técnicas para optimizar la probabilidad de descubrimiento de los materiales culturales que caracterizan el registro arqueológico en el ámbito de un espacio geográfico conceptualmente definido” (Gallardo y Cornejo 1986:410). En este caso, la unidad mínima de prospección y análisis fue el sitio, entendido como locus material producto de la actividad humana con suficiente discontinuidad con respecto al entorno como para poder diferenciarlo de otros similares y establecer sus límites. El análisis de distribución de los sitios y su relación con valles vecinos estará guiado, en parte, por la hipótesis que los posibles contactos entre los sectores no sólo se dio a través de pasos naturales (quebradas, ríos) sino también a través de otras líneas de tránsito, tal como las que utilizaban antiguamente los pobladores, según registros del Siglo XVIII (E. M. García, com. per.), y que continúan utilizándose en la actualidad, asumiéndose que la transitabilidad no sólo se da por lugares geográficamente posibles sino también por lugares socialmente necesarios (Criado Boado 1999). También hay que tener en cuenta que el análisis de caminos y/o sendas, y por ende del tránsito, no implica necesariamente contactos entre regiones distantes sino la capacidad de la población para relacionarse entre sí y con los recursos circundantes. “La aproximación tradicional a este tema ha considerado que un yacimiento prehistórico vinculado con un camino implica que por ese camino se iba a algún sitio y que por lo tanto allí afloraba el reflejo de la comunicación e interacción entre grupos”. A su vez nos parece pertinente analizar esta problemática asumiendo que “el tránsito se debe entender como el reflejo de la red de permeabilidad de un espacio, y la reutilización de unos puntos u otros del tránsito por elementos arqueológicos…” (Criado Boado 1999:31, 32), por lo tanto este análisis no quiere brindar solamente relaciones inter-regionales sino también vinculaciones con el propio ambiente circundante en una misma región. Lo expuesto precedentemente pone de manifiesto la importancia otorgada a estos espacios en el marco del trabajo de prospección realizado. Unidades de prospección Se recorrieron 6 áreas de prospección, todas ellas con características diferentes, de acuerdo a factores como la tipografía y la vegetación. Además se recorrieron en total 5 sendas que unen el Cañón de Paclín con el Valle de Ambato y el de Catamarca.
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Imagen 2: En blanco áreas de prospección y los puntos rojos los sitios registrados.
En un trabajo, Borrero (1979) reflexiona sobre las prospecciones utilizando métodos no probabilística. “Cuando comencé mi trabajo en Tierra del Fuego, excavando el Alero Cabeza de León, estaba asumiendo de alguna manera poco explícita, que este sitio me daría una muestra no distorsionada del área. Por supuesto carecía de todo sustento para pensar esto. Posteriormente comencé a preocuparme por el valor de la muestra de sitios, y decidí no utilizar un diseño probabilística debido a la muy baja visibilidad arqueológica del área. El diseño que pensé, en cambio, se centró en la exploración intensiva completa de pequeños sectores de la isla. Estos sectores se localizan en las diferentes áreas ecológicas reconocibles”.
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Resultados obtenidos Como se podrá observar, tanto las unidades de prospección como las sendas recorridas varían en tamaño y forma, por lo tanto también existen diferencias en la cantidad de sitios encontrados. Los sitios de la parte centro y norte varían enormemente, desde sitios pequeños que no superan los 4 metros de lado, hasta estructuras complejas con más de 10 recintos adosados y no adosados, esta zona a ser un lugar más escarpado los sitios se ubican en las quebradas altas cercanas a algún curso de agua, es una constante el hecho de que, existen pocos sitios grandes y muchos pequeños (Villafañez 2007).
Imagen 3: Sitio pequeño
En total, el cañón de Paclín zona muestra una amplia gama de estructuras, algunas de ellas muy similares entre sí, con un alto grado de conservación. Los sitios registrados permiten plantear que su distribución no sería azarosa, sino que la misma respondería a cierta planificación y estructuración del espacio. Los sitios muy grandes se asientan en relieves y zonas diferentes; la disposición de las estructuras a nivel intrasitio tampoco es la misma. Todo esto sugiere que estos sitios pudieron haber cumplido una amplia gama de funciones, o bien una discontinuidad a nivel cronológico, tema que se analizará en apartados siguientes. Lo contrario a lo señalado para los sitios grandes ocurre con los de menor tamaño (sitios pequeños y medianos). Muchos de ellos tienen un alto grado de similitud, siendo en algunos casos idénticos, presentando estructuras cuadrangulares, con un pequeño recinto no adosado a pocos metros. Otros casos son estructuras cuadrangulares simples; las dos primeras tienen uno de sus muros confeccionados en la barranca. Esta característica de adosar los muros a las barrancas o perfiles que resultan de la nivelación del espacio construido, se presenta también en
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los sitios medianos y grandes, seguramente en respuesta a las características topográficas del terreno. También hay sitios que constan de una estructura simple con pequeñas terrazas de cultivo cercanas al recinto.
Imagen 4: Sitio grande con múltiples estructuras asociadas a terrazas de cultivo.
Sitios más complejos presentan similitudes y diferencias, entre las semejanzas se puede mencionar la disposición de los recintos, que se muestran separados por 20 ó 30 m. entre sí, y diferentes en su morfología. Las áreas prospectadas en la parte Sur, son muy sugerentes al indicar ciertas similitudes entre los sitios, ya que se encuentran estructuras muy parecidas en lo que a tamaño, forma, y técnicas constructivas se refiere. Pero lo que llama la atención son las diferencias. Con respecto a este tema se han registrado sitios altamente complejos con grupos de morteros entre 50 y 90 por sitios, además de un sitio monticular en el fondo de valle en el extremo sur del Cañón. Estas diferencias están asociadas también a discrepancias cronológicas, mientras que en parte centro y norte, en los sitios que se tuvo la posibilidad de recolectar material cerámico, en su mayoría fueron Aguada (Ambato Tricolor, Ambato Negro Pulido), en cambio en la parte sur todo el material recolectado fueron Aguada Portezuelo. Consideraciones Finales La organización espacial, junto con el resto de la información obtenida, aportan datos que reflejan cierto grado de jerarquización, que se evidencia en el tamaño de los sitios, siendo importante mencionar que la forma y la disposición de los mismos hablan de diferente funcionalidad. Para empezar, estos datos indican un uso heterogéneo del espacio, que se estaría dando en el Formativo y particularmente en el Período de Integración Regional; pudiéndose destacar: Pocos sitios de gran tamaño y muchos pequeños. Los sitios muy grandes se encuentran separados entre sí, registrándose uno de ellos por cada unidad de prospección. La disposición de los sitios no es al azar, ya que se asientan en los lugares más favorables, con buena visual y cerca de algún curso de agua. Los sitios registrados por cada unidad de prospección indican una alta ocupación del valle. Esta ocupación no se restringe a un nivel altitudinal específico, ya que están dispersos por todo el espacio de manera continua. Existen evidencias de una fuerte producción agrícola (terrazas, andenes) o pastoril (corrales), en cuanto a la primera se infiere que pudo haber sido de importancia atento a las notables obras vinculadas al control hídrico relevadas en numerosos arroyos
Bibliografía Barrionuevo, A. y Schobinger, J. 1992. Observaciones sobre algunos lugares arqueológicos del valle de Catamarca y alrededores. pp. 95-99, Shincal 2. Ed. Universidad Nacional de Catamarca. Binford, L. 1964. Una consideración sobre un diseño de investigación arqueológica. American Antiquity; volumen 29, número 4, pp. 426-441. Borrero, L. 1979. Experiencias en muestreo regional: más problemas que soluciones. En muestreo en arqueología Argentina. Ed. Figueroa M., Casiraghi M. Criado Boado, F. 1999. Del terreno al espacio: Planteamientos y perspectivas para la arqueología del paisaje. Ed. Grupo de investigación en arqueología del paisaje, Universidad Santiago de Compostela.
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Gallardo, F. y Cornejo, L. 1986. El diseño de la prospección arqueológica: Un caso de estudio. Revista Chungara, Nº 16-17, pp. 409 a 420. Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. González, R. 1977. Arte precolombino de la Argentina. Introducción a su historia cultural. Ed. Valero. Buenos Aires. González Bonorino, R. 1950. Descripción geológica de la carta 13e, Villa Alberdi. Provincia de Tucumán y Catamarca. Dirección Nacional de Minería, Vol. 74. Bs. As. Kriscautzky, N. 1999. Arqueología de Fuerte Quemado de Yokavil. Tesis doctoral, Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. Ed. U.N.Ca. 2006. El Arte al Pie de los Andes Antes de la Conquista Arqueología de Catamarca y el Noroeste argentino. En Tesoros precolombinos de Noroeste argentino. pp. 47-61. Ed. Matteo Goretti. Morlans, M. 1995. Regiones naturales de Catamarca - Provincias geográficas y provincias fito-geográficas. Revista de ciencia y técnica. pp. 1-36. U.N.Ca. Villafañez, E. 2007. Arqueología Espacial del Valle de Balcosna (Departamento Paclín, Provincia de Catamarca). Tesis de licenciatura. Universidad Nacional de Catamarca. MS
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ÍNDICE DE CAPÍTULOS (VER ÍNDICE GENERAL DE CAPÍTULOS EN TOMO V) TOMO IV CAPÍTULO 27: SIMPOSIO 27
UTILIZACIÓN DE INDICADORES FÍSICOS, QUÍMICOS Y BIOLÓGICOS EN LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS ARQUEOLÓGICOS............................................................
1385
CAPÍTULO 28: MESA REDONDA 1
LA REPRESENTACIÓN DEL PASADO Y LA ARQUEOLOGÍA EN LOS MUSEOS ...........................................................................................
1423
CAPÍTULO 29: MESA REDONDA 2
ARQUEOLOGÍAS ACADÉMICAS Y ARQUEOLOGÍAS NATIVAS. NUEVAS TENDENCIAS Y DIÁLOGOS EN LA REGIÓN CUYANA ................................................
1439
CAPÍTULO 30: MESA DE COMUNICACIONES 1
NORDESTE ..............................................................................................................................................
1471
CAPÍTULO 31: MESA DE COMUNICACIONES 2
NOROESTE I (SALTA Y JUJUY)...........................................................................................................
1529
CAPÍTULO 32: MESA DE COMUNICACIONES 3
NOROESTE II (TUCUMÁN, SANTIAGO DEL ESTERO, CATAMARCA Y LA RIOJA)...................................................................................................................
1633
ÍNDICE DE AUTORES (VER ÍNDICE GENERAL DE AUTORES EN TOMO V) TOMO IV AUTOR
Pág.
Acuña G. ............................................. 1731 Álvarez Rodríguez G. ........................... 1679 Araya Lisette S. .................................... 1465 Arelovich L. ......................................... 1475 Arias C. ................................................. 1505, 1499 Aroca Negron P. D. .............................. 1465 Arreguez G. A. ..................................... 1697 Astiz M. E. ........................................... 1499 Ávalos J. C. .......................................... 1615 Barale A................................................ 1643 Bárcena J. R. ........................................ 1649 Basile M. .............................................. 1707 Battaggia F. .......................................... 1459 Benzi M. .............................................. 1433 Bertazzo A. .......................................... 1453 Biasatti S. ............................................. 1443, 1459 Bonfatti L. ............................................ 1465 Bonomo N. ........................................... 1411 Bruno A. ............................................... 1459 Busso P. ................................................ 1433 Cabral J. ............................................... 1545 Cabral J. E. ........................................... 1539 Calisaya A. D. ...................................... 1569, 1573 Capparelli M. I. .................................... 1481 Carbonelli J. P. ..................................... 1655 Caria M. A. ........................................... 1643 Carosio S. A.......................................... 1649 Casadas M. I. ........................................ 1399 Cocco G. ............................................... 1411, 1505 Cohen M. L. .......................................... 1417 Colasurdo M. B. ................................... 1523 Coll Moritan V. .................................... 1679 Cruz H. ................................................. 1697 Cumino A. ............................................ 1395 Darigo M. H. ........................................ 1475 Dávila A. .............................................. 1481 Décima M. ........................................... 1611 De la Vega M. ...................................... 1411 Del Papa L. M. .................................... 1661 Delfino D. D. ....................................... 1667 Di Lullo E. ........................................... 1697 Díaz R. A. ............................................. 1667 Dosztal I. .............................................. 1517 Espiro V. E. .......................................... 1667 Faryluk L. ............................................. 1643 Fernández Do Rio S. ............................ 1611 Fiant R. E. ............................................. 1703 Franco Salvi V. ..................................... 1719
AUTOR
Pág.
Frittegotto G. ........................................ 1411, 1499 Fugassa M. H. ...................................... 1395 Gaál E. ................................................. 1655, 1673 Galimberti M. S. ................................... 1453 García L. C. .......................................... 1589 García R. ............................................... 1433 Geronazzo L. L. .................................... 1593 Gerónimo A. A. ..................................... 1569 Gómez Augier J. P. .............................. 1637 Gramajo Bühler C. M. ......................... 1697 Grana L. ................................................ 1417 Greco C. ................................................ 1673 Guirado López M. B. ........................... 1465 Guzmán F. ............................................ 1679 Hernández A. ........................................ 1583 Hocsman S. ........................................... 1569 Hope M. C. ........................................... 1449 Horwitz V. ............................................ 1427 Iniesta M. L. ......................................... 1649 Jofré I. C. .............................................. 1443, 1465 Katalinich F. ......................................... 1523 Ledesma R. ........................................... 1533 Leoni J. B. ............................................. 1577, 1583 Letieri F. C. ........................................... 1499 Lindskoug H. B. .................................... 1405 Llago M. A ............................................ 1611 Lo Celso M. ......................................... 1533 López G. ................................................ 1551 Lucero F. ............................................... 1453 Luján Bravo M. .................................... 1533 Lynch J. ................................................. 1685 Lynch V. ................................................ 1685 Maidana N. ............................................ 1417 Malec L. ................................................ 1493 Mamaní H. ............................................ 1621 Martín S. E. ........................................... 1713 Martinelli P. .......................................... 1411 Martínez J. G. ....................................... 1691 Maryañski J. M. .................................... 1563 Mauri E. P. ............................................ 1697 Meletta H. ............................................ 1499 Mercuri C. ............................................. 1389 Mignone P. ............................................ 1557 Mondada A. L. ...................................... 1539 Mondini M. .......................................... 1691 Naranjo C. ............................................. 1453 Naranjo G. ............................................. 1493 Ohanian J. ............................................. 1611
AUTOR
Pág.
Oliszewski N. ........................................ 1697 Osella A. ............................................... 1411 Ossola M. .............................................. 1533 Ottalagano F. V. ................................... 1475 Pantorrilla Rivas M. M. ........................ 1697 Peltzer M. E. ......................................... 1399 Pérez M. ................................................ 1493 Pérez S. ................................................. 1605 Piccón Figueroa R. E. .......................... 1569 Pintar E. ................................................ 1691 Puentes H. A. ........................................ 1703 Ramundo P. S. ...................................... 1599 Ratto N. ................................................. 1707 Reigadas M.C. ...................................... 1691 Restifo F. .............................................. 1389 Revuelta C. M. ...................................... 1713 Rey C. ................................................... 1505 Roca M. V. ........................................... 1511 Rodríguez E. ......................................... 1533 Rosignoli B. .......................................... 1459
AUTOR
Pág.
Salazar F. J. ........................................... 1719 Salinas J. M. ......................................... 1449 San Martín C. ....................................... 1427 Sartori J. I. ............................................ 1487, 1583 Scaro A. ................................................ 1593 Seldes V. .............................................. 1621, 1545 Srur M. G. ............................................ 1697 Subelza C. ........................................... 1533 Sulich K. ............................................... 1475 Svoboda A. ........................................... 1725 Togo J. A. ............................................. 1661 Traversa L. P. ....................................... 1399 Trola V. ................................................ 1661 Valda P. ................................................. 1623 Vargas E. ............................................... 1505 Villa M. d. l. V. ..................................... 1611 Villafañez E. .......................................... 1731 Villarroel J. ............................................ 1533 Yazlle L. ............................................... 1539 Zigaran M. F. ........................................ 1545