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ntología A ntología de Textos Gnósticos y Herméticos Herméticos
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A ntología de Textos Gnósticos y Herméticos
Edición de
Andrés GuijArro
L a F u e n t e Q
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© LOS LIBROS DEL OLIVO www.loslibrosdelolivo.com © Edición de ANDRÉS GUIJARRO
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Diseo de cubierta: NUT Art & Design Maquetación de interior: AUTOEDICIN y DISEñO TORRE, S. L. Impresión: GRfICAS COfS, S. A.
Primera edición:
Noviembre de 2012
ISBN: 978-84-940522-3-1 Depósito legal: M-34141-2012
IMPRESO EN ESPAñA / PRINTED IN SPAIN
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Íce
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . BREVE INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO PITAGÓRICO . . . . . L O S VERSOS ÁUREOS DE PITÁGORAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . POIMANDRÉS. El pastor de los hombres. Introducción . . . . . POIMANDRÉS. Texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TEXTOS GNÓSTICOS. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El libro secreto de Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La revelación de Adán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SOBRE EL ORIGEN DEL MUNDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . NEOPLATONISMO . L A VÍA HACIA EL UNO . . . . . . . . . . . . . . Plotino el Egipcio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada II.9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada III.4.9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada IV.3.11-16 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada IV.43-44 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada V.1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada V.3.17 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enéada VI. Tratado 9. Sobre el Bien y el Uno . . . . . . .
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explica en el Libro Sexto de su República que hay cuatro niveles de conocimiento. El primero es la percepción interna de nuestra propia imaginación. El segundo, las opiniones que basamos en la evidencia de los sentidos. El tercero es el conocimiento, más exacto, obtenido mediante el pensamiento racional. El cuarto, al que los griegos dieron el nombre de gnosis, es el conocimiento directo de la realidad espiritual, que trae consigo una certeza que está más allá de la razón. Se trata de un conocimiento que nos capacita para poner fin a la muerte y a liberarnos del mundo. No consiste en una doctrina basada en el conocimiento que ofrecen las explicaciones simbólicas o filosóficas de la fe. La gnosis tampoco tiene que ver con conceptos de la mente. Se trata «de un conocimiento por excelencia, un conocimiento que está fuera y más allá de las relatividades, el único conocimiento digno de ese nombre, el conocimiento de los principios uni versales, de los cuales se derivan todos los demás. Es el conocimiento efectivo, realizado por vivencia, directo, inmediato, que tiene un carácter de absoluta certidumbre, que es absolutamente estable, permanente, independiente de todas las contingencias» 1. Este conocimiento exige un órgano hecho a la medida de su ob jeto. Alguien ha dicho: «Solo el Conocimiento conduce al Conocimiento. Cualquier otro medio lleva al Conocimiento solo en la medida en que sea una modalidad de Conocimiento. No se pueLATÓN
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René Guénon, La metafísica oriental , Obelisco, Barcelona, 1995. INtroDuCCIóN /
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de captar el Conocimiento desde el exterior, pues ese exterior no existe» 2. Lo semejante es solo conocido por lo semejante, nos recuerda Hermes Trismegisto. Que solo un Buda es capaz de conocer el espíritu de otro Buda es una frase que podemos encontrar a menudo en los textos de esa tradición espiritual. «Gnóstico —nos dice el sufí Abû Tâlib al-Makkî— no es quien aprende de memoria pasajes del Corán, que cuando olvida lo que ha aprendido se vuelve ignorante. Solo es gnóstico quien obtiene el conocimiento de su Señor en todo momento, sin haberlo aprendido y sin estudiar, y este conocimiento permanece en él durante toda su vida, y no lo olvida, sino que lo recuerda siempre. No tiene necesidad de libros; ese es el verdadero gnóstico.» Un discípulo de Ramana Maharshi le inquirió acerca de la naturaleza de la gnosis (jñana) en estos términos: «¡Oh, gran sabio! ¿Qué es jñana ? ¿Es acaso el pensamiento “Yo Soy Brahman”, o “Brahman Soy Yo”, o “Yo Soy Todo”, o es el pensamiento “Todo esto es Brahman”, o es jñana diferente de estos cuatro pensamientos?». El gran gnóstico de la India le respondió: «Todos esos pensamientos no son más que meros conceptos de la mente. El sabio dice que el puro morar en el Ser tan solo es jñana ». La gnosis es la perspectiva o el lenguaje divino del Sí, del Intelecto universal, cuya luz permite todos los discernimientos y todas las síntesis conformes a la naturaleza de las cosas. La vía de la gnosis es esencialmente la vía del intelecto (entendido este en su sentido premoderno y prefilosófico; es decir, la facultad intuitiva e infalible del Espíritu inmanente). La fuerza rectora de esta vía es la inteligencia di vina, no la fe, ni el sentimentalismo, ni el voluntarismo. La gnosis se caracteriza por (usando terminología vedántica), la distinción entre Atmâ y Maya, por una parte, y la consciencia de la identidad potencial entre el sujeto humano o jivatmâ, y el Sujeto Divino, o Paramatmâ . 2
F. Schuon, «L’intégration des éléments psychiques», en Études Traditionelles,
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La vía de la gnosis comprende, por un lado, una «comprensión» y, por otro, una «concentración»; es decir, en otras palabras, una doctrina y un método. La gnosis no es un camino abierto a todo el mundo, puesto que la gran mayoría de los seres humanos vive en las formas. El camino hacia la gnosis está, además, lleno de peligros. Uno de ellos, en el que cayeron los seguidores de algunas corrientes de esa manifestación espiritual que conocemos bajo el nombre de «gnosticismo», es lo que, usando un término tomado de la espiritualidad islámica, podríamos llamar «tanzîh hipertrofiado». El término tanzîh, que puede traducirse de forma más literal como «alejamiento» o «exaltación», se suele utilizar como equivalente al de «trascendencia», por oposición a tashbîh , o «inmanencia». El primero niega toda similitud de Dios con el mundo y con las cosas, y el segundo manifiesta Su Inmanencia con respecto a las cosas, aludiendo en última instancia a una «identidad esencial» de todas las cosas con la Esencia divina. Ambas perspectivas son en realidad complementarias, y el error doctrinal por excelencia consiste en aferrarse a una de ellas con exclusión de la otra. El «alejamiento» o «trascendencia» es superior a la «inmanencia» en el sentido de que la negación de toda determinación limitativa; es decir, la negación de toda negación es la afirmación más universal. Sin embargo, el «alejamiento» unilateral de lo Divino llega a excluir —o a alejar— al mundo de la naturaleza divina, como hacían los seguidores del gnosticismo y, por consiguiente, a limitar a esta oponiendo Dios al mundo. En cuanto al punto de vista de la «inmanencia», es superior al primero en su realización contemplativa, puesto que corresponde al asentimiento de lo increado en lo creado, aunque a su vez implique el peligro de limitar la naturaleza divina. El gnosticismo, con su peligrosa amalgama de conceptos esotéricos y exotéricos, pretendía eximir al Dios Supremo de lo que consideraban limitado, pero en el verdadero esoterismo y, por ende, en la gnosis, el punto de vista que resulta esencial es el de la inmanencia, porque permite superar el dualismo Creador-criatura y libera así al conocimiento superior de las limitaciones de la ilusión cósmica. El shayj al-Alawi, INtroDuCCIóN /
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un gnóstico sufí del siglo XX , dice en una de sus hikam («sentencias de sabiduría»): «Las personas que más exageran la Trascendencia (tanzîh) de su Señor son las más alejadas de Él». Y en otra: «No exageres Su Trascendencia (tanzîh); conócelo en Su Inmanencia (tashbîh)» 3. El gnosticismo postulaba que la Realidad Suprema era demasiado sublime y elevada como para tolerar la bajeza del mundo corporal y, por tanto, para que un ser que emanara del mundo superior pudiera asumir realmente las condiciones de este (de ahí su docetismo cristológico). Esto, esotéricamente hablando, es una negación de la Posibilidad Universal. En lugar de rechazar la materia, como pretendían, las corrientes del gnosticismo la elevaron, aun sin pretenderlo, a un nivel de realidad antinómica del Principio. Con el gnosticismo, lo interior rechaza lo exterior. Con la verdadera gnosis, lo interior asume a lo exterior, transfigurándolo.
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Shaykh Ahmad al-‘Alawî, Hikam (Sentencias de sabiduría), Mandala, Madrid,
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Beve tccó al peaet ptagóc
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ITÁGORAS DE S AMOS es, junto con Platón, el padre de la filosofía.
Por supuesto, hemos de entender esta palabra en su sentido original de «amor a la Sabiduría», no en el que le da la filosofía occidental moderna, esa criatura monstruosa y corrupta, nacida del humanismo profano y de la lógica cartesiana. Platón define la filosofía en su obra Fedón como «una preparación para la muerte». Debemos considerar la filosofía antigua esencialmente como un modo de vida, inseparable de una práctica espiritual y en perfecto acuerdo con unos mitos cosmogónicos y unos ritos sagrados. Se trata de una filosofía que no consiste simplemente en un edificio conceptual, sino en una existencia vital concreta, vivida por unos iniciados o por la totalidad de la comunidad social, considerada como un «cuerpo» político y teúrgico organizado correctamente y bien guiado, orientado hacia esos principios de «verdad» y «justicia», que en el antiguo Egipto se conocían como maat . Ambos, Pitágoras y Platón, dotaron a la filosofía de las ideas esenciales que están en el origen de nuestra cultura, y sin las cuales esta no existiría. Aunque Pitágoras (ca. 580 a. de C.-ca. 495 a. de C.) no «in ventó» la filosofía como tal, su papel de maestro espiritual que reinterpretó y sintetizó todo el conocimiento religioso y filosófico de su tiempo y de su entorno (incluyendo los misterios de Egipto y la ciencia de Babilonia, heredada de los sumerios) fue crucial para el auge de la tradición intelectual helénica y para el establecimiento de determinadas corrientes sapienciales de naturaleza más o menos esotérica. Según Isócrates, los egipcios, que eran bien conocidos por su piedad y sabiBrEVE INtroDuCCIóN AL PENSAMIENto PItAGórICo /
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duría práctica (eusebeia kai phronesis), hicieron que sus almas se acostumbraran a la práctica (askesis) de la filosofía, como un medio para fortalecer las leyes e investigar la naturaleza del Cosmos, siendo Pitágoras el primero en llevar a Grecia la sabiduría de aquellos. Enfatizando en el aspecto sagrado del Número como reflejo del Uno y sus irradiaciones, Pitágoras mantuvo la presencia de la Verdad, la Bondad y la Belleza en un Cosmos ordenado jerárquicamente, afirmando que la Unidad era el principio de todas las cosas. El neoplatónico Proclo nos describe las enseñanzas pitagóricas como una doctrina inspirada, simbólica, anagógica (lit. «que lleva hacia arriba») y profética, en contraste con el punto de vista socrático, fundamentalmente racional, ético y demostrativo. Proclo pensaba que Platón había sido capaz de combinar ambos métodos. Han llegado hasta nuestros días varios relatos, relativamente tardíos, sobre la vida y las enseñanzas de Pitágoras. Están basados en fuentes muy anteriores, y reflejan la visión universalmente aceptada en ese tiempo, y parcialmente idealizada, de un héroe filosófico que no solo «estableció la ciencia» (trayéndola desde Oriente), sino que estableció también un modo de vida específico, la bios pytagorikos, la «vida pitagórica». Según la tradición helénica, Pitágoras restringió el uso de la palabra sophia («sabiduría»), únicamente a la ciencia de las realidades inmateriales consideradas como el verdadero Ser, y no a la del mundo del devenir, cuyo constante fluir imita a los arquetipos del Ser verdadero y deriva de ellos. Antes de él hubo hombres en Grecia que se llamaban a sí mismos sophoi («sabios»), pero Pitágoras fue el primer en darse el nombre de philosophos , «amante de la Sabiduría», como recoge Diógenes Laercio, entre otros. Pitágoras consideraba la filosofía como una forma de purificación, un modo de vida que conducía a la asimilación con lo Divino y a la obtención de la inmortalidad. Esta actitud espiritual se establecía sobre los cimientos de las ciencias de Oriente y ciertas prácticas esotéricas del orfismo. Por ejemplo, Pitágoras consideraba las ciencias matemáticas como una preparación que debía llevar a cabo el alma humana para un propósito superior, 14 /
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actuando como un puente desde el mundo material del Intelecto di vino. La escuela de Pitágoras era una sociedad iniciática instituida en torno a las Musas y a su líder, el dios Apolo, el Intelecto solar. Siguiendo a Apolo y a Pitágoras, el miembro de la sociedad pitagórica podía llegar a ser consciente del orden divino y de la Unidad que le subyace. Pero conocer el Cosmos es buscar y conocer la estructura arquetípica y divina que hay en el interior del alma, puesto que el alma, según el orfismo, es una chispa divina de Dionisos (equivalente al dios egipcio Osiris), sepultada en el cuerpo mortal que, además de su tumba, es también su «vaso de transmutación» alquímica. A través de la contemplación se percibían los principios universales, y por medio de los ejercicios espirituales el alma quedaba transformada y armonizada. No debemos olvidar que, en la antigüedad clásica, era de conocimiento común que los primeros filósofos helénicos, y muy en particular Pitágoras, vincularon su enseñanza a los «misterios». Existieron numerosas clases de misterios, con orígenes diversos. Aquellos en los que se inspiró Pitágoras estaban en relación con el culto de Apolo. Los «misterios» tenían un carácter reservado y secreto, no pudiendo ser expresadas mediante palabras las cosas a las que se referían, sino únicamente enseñadas por una vía silenciosa. La mentalidad moderna, incluida la «filosófica», al ignorar cualquier otro método distinto al que implica el uso de la palabra, ignora completamente la enseñanza que pudiera haber aquí. Esta enseñanza silenciosa usaba figuras, símbolos y otros medios que tenían como objetivo el conducir al hombre a estados interiores, permitiéndole llegar de un modo gradual al conocimiento real, a la Sabiduría. También Pitágoras, en su escuela, impuso a sus alumnos la obligación del silencio («no todo debe revelarse a todos»). Hay varios motivos para ello. Desde el punto de vista esotérico, el aprender es algo progresivo, y si alguien habla de ello de forma prematura, muy probablemente dará una impresión falsa y distorsionada de lo que ha aprendido. En cuanto a aquellos que no pertenecen a la escuela, es mejor que no sepan nada a que reciban versiones inexactas, distorsionadas o subjetivas de las enseñanzas, por parte de iniciados demasiado BrEVE INtroDuCCIóN AL PENSAMIENto PItAGórICo /
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habladores o deseosos de divulgar las enseñanzas, con mejor o peor intención. Esa información puede ser perjudicial para el que la recibe, puesto que, sin pasar por el proceso previo, se hará ideas equivocadas acerca de temas de gran profundidad. Esto también puede generar hostilidad hacia la escuela, y de hecho esto es lo que sucedió con la de Pitágoras. En el año 460 a. de C. (en el 508 a. de C., según otras fuentes), la gente de Crotona atacó y quemó la casa donde vivían los miembros de la orden, asesinando a cincuenta de ellos. Además, desde la perspectiva individual del iniciado, y usando una terminología «alquímica», existe una ventaja en mantener el «recipiente sellado», sin dejar salir nada de él mientras la Obra de transmutación esté en proceso. Los discípulos de Pitágoras escuchaban sus enseñanzas con una paciencia y un sometimiento que aún hoy asombra al hombre profano. Los neófitos debían escuchar al maestro desde detrás de una cortina, guardando silencio durante cinco años antes de poder hacer una sola pregunta. Aprendían matemáticas, astronomía y música antes de ser considerados matematikoi , miembros de pleno derecho de la escuela. Existían en esta dos clases de seguidores, con diferentes tipos de disciplinas espirituales y diferentes dietas. El círculo interno, los mate- matikoi , comían siempre en absoluto silencio, absteniéndose de todo tipo de carne y de vino. Creían que el alimentarse de carne no solo bloquearía sus capacidades proféticas durante el sueño, sino que también entumecería la consciencia psíquica, embruteciéndolos. Se les enseñaba a contemplar su espíritu mientras comían, y tenían prohibido dañar o maltratar de ninguna manera a los animales. Jámblico nos dirá que, «entre otras razones, Pitágoras recomendó abstenerse de la carne de los animales, porque esto trae como consecuencia el desarrollo de una naturaleza pacífica en el hombre». El segundo tipo de discípulos eran los akusmatikoi , que tenían permitido comer carne de algunos animales y beber vino, aunque había determinados días en los que tenían que abstenerse de ambas cosas. Entre los akusmatikoi había familias enteras que no vivían en la escuela y que, además de escuchar las enseñanzas del maestro, practi16 /
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caban ejercicios físicos como parte de las prescripciones pitagóricas asignadas. Pero regresando a los «misterios», especialmente en cuanto a los que estaban especialmente vinculados a Apolo, es necesario recordar que este era el Dios del Sol y de la Luz, siendo esta en su sentido espiritual la fuente de donde brota todo conocimiento y de la que se derivan las ciencias y las artes. Puede que la historia personal de Pitágoras e incluso su propio nombre posean cierta relación con los ritos de Apolo. Este dios era llamado pythios, y se dice que Pytho era el nombre original de Delfos. La sacerdotisa que recibía la inspiración del dios en el templo era llamada pythia . El nombre de «Pitágoras» ( Pythagóras en griego) significaría entonces «guía de la pythia , lo cual se aplica al propio Apolo. Nos cuenta Jámblico, por quien sabemos mucho de lo poco que se sabe de la vida de Pitágoras, que se consideró a este el descendiente directo de Apolo, siendo reconocido como encarnación del mismo, a través de las marcas o estigmas corporales, por Abaris, sacerdote de Apolo hiperbóreo, quien viajó desde allí para recolectar oro con el que construir un templo al dios. Pitágoras fue enumerando una a una las cosas que se hallaban en el templo de Delfos y añadió que había venido para hacer el bien a los hombres, adoptando para ello una forma humana. En este relato simbólico también se cuenta que Pitágoras llegó a Crotona, en la Magna Grecia, donde fue recibido por los griegos, quienes al principio le consideraron un bárbaro, por su cabello largo y por el hecho de no hablar su lengua. Cabe recordar que Pitágoras, nacido en Samos, tenía por parte materna ascendencia fenicia. Entre los crotonienses ejerció las funciones de sacerdote de Apolo. Si bien todas las ciencias le eran atribuidas a Apolo, muy especialmente lo eran la geometría y la medicina. Como ya hemos dicho, en la escuela pitagórica, la geometría y las matemáticas ocupaban el primer lugar en la preparación al conocimiento superior, siendo empleadas como símbolos de la verdad espiritual. Existen numerosos relatos sobre la vida de Pitágoras, recogidos por autores posteriores, en su mayoría filósofos neoplatónicos que se BrEVE INtroDuCCIóN AL PENSAMIENto PItAGórICo /
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consideraban miembros del linaje espiritual del maestro. Son varias las ocasiones en las que aparece recogido su énfasis acerca del buen trato que se debe dar a los animales. En una ocasión detuvo a un hombre que golpeaba a un perro, porque reconoció en los aullidos lastimeros del animal la voz de un antiguo amigo suyo, cuya alma se encontraba atrapada en el cuerpo del animal. Varias personas le vieron caminar sobre las aguas 4 o en dos lugares a la vez. Podía volar milagrosamente por los aires, realizar curaciones instantáneas y hacer que las personas recordaran sus existencias anteriores. Los animales, a los que se dirigía como si fuesen humanos, le entendían y obedecían sus órdenes. Conocía las cualidades secretas de determinadas melodías, y las usaba para modificar el estado mental de los hombres. Nunca se le vio llorar o reír a carcajadas; siempre permanecía en un estado de gran serenidad, y en todo momento gozaba de buena salud. Decía conocer sus existencias anteriores, y aconsejaba a todo aquel que quisiera gozar de este conocimiento que se abstuviera de comer carne. Porfirio nos describe su forma de alimentarse: algo de miel para desayunar y mijo o pan para la cena, acompañado de verduras crudas o cocidas. La mayoría de sus biógrafos nos dicen que mantuvo durante toda su vida una dieta vegetariana. Los pitagóricos consideraban que, cuanto más anodina e insustancial fuera la comida, más purificaba esta al cuerpo y más se acercaban a los dioses. Para este fin, la malva y el asfódelo eran una parte importante de la dieta de Pitágoras y sus seguidores.
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Se trata de un símbolo esotérico que, evidentemente, no es exclusivo del cristianismo y que relaciona un significado determinado con una condición de existencia concreta. «Caminar sobre las aguas» equivale a decir «caminar sobre el desbordamiento de las formas», sobre el modo de ser de las naturalezas sujetas a transformación, compuestas por un deseo que altera continuamente la vida, privándola de cualquier estabilidad. Es siempre posible que, en determinadas circunstancias, la realización integral del significado de ese símbolo en un ser individual concreto, ya sea Jesús de Nazaret o Pitágoras de Samos, se acompañe de la realización de un poder que confiera la posibilidad efectiva de caminar sobre el agua sin hundirse, de manera que el símbolo se transforma en realidad, que es a su vez símbolo. 18 /
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Célebre, por lo llamativa, es la prohibición pitagórica de comer habas o alubias. Varias son las interpretaciones de esta prescripción. Hay quien la relaciona con los tabúes alimentarios de los sacerdotes egipcios, que al parecer también se abstenían de ellas. Otras teorías nos hablan de que las habas son generadas por el mismo material en putrefacción que genera a los seres humanos o, según Plinio, porque en ellas moran las almas de los muertos. Otra interpretación relaciona la prohibición con el uso que en la época de Pitágoras y en épocas posteriores se le daba a esta semilla en las votaciones políticas, donde se usaba como «papeleta» de voto. Por tanto, «abstente de las habas» podría significar «abstente de la política». Podría ser. El neoplatónico Jámblico, por ejemplo, interpreta también de un modo simbólico otras prohibiciones, como las de abstenerse de los peces llamados me- lanurus y erythinus. Otra razón para la prohibición de las habas podría estar relacionada con la función espiritual de la planta. Al ser una planta con un tallo prácticamente desprovisto de nódulos, esto la convierte en un medio de comunicación entre el Hades y el mundo de los hombres. Un antiguo texto pitagórico dice que los tallos de las habas «sir ven como soporte y escalera para las almas de los hombres cuando, llenos de vigor, regresan a la luz del día tras habitar en el Hades». Los tallos de las habas serían, por tanto, unos instrumentos de metempsícosis, la ruta a través de la cual se produce un intercambio entre los vivos y los muertos. La práctica de enterrar un haba en la tierra o en un montón de estiércol durante un número de días era una práctica común en los ritos de magia greco-egipcia. Pasado ese tiempo, el haba se habría transformado en una cabeza humana o en unos órganos sexuales femeninos. El «experimento» llevaba a probar que el haba generaba vida, pero también putrefacción, muerte y renacimiento. Porfirio nos dice que, si mordemos ligeramente un haba o rompemos su piel, dejándola seguidamente al sol durante unos momentos, comenzará a emanar de ella un olor a semen humano o «a sangre derramada en un asesinato». Por tanto, desde ese punto de vista, comer habas podría ser equivalente a comer carne humana. Dice un texto pitagórico tardío que «comer habas es un crimen equivalente a devorar las BrEVE INtroDuCCIóN AL PENSAMIENto PItAGórICo /
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cabezas de tus propios padres». De algún modo que aún nos resulta misterioso, es posible que para Pitágoras y sus seguidores comer habas estuviera relacionado de alguna forma con ingerir carne humana, un comportamiento en las antípodas de la Edad de Oro que ellos intentaban recrear en su escuela. La abstinencia de matar animales tenía, evidentemente, un reflejo en el culto religioso de Pitágoras. Sus sacrificios a los dioses consistían en pastelillos, miel, malva, asfódelo, mirra e incienso, y en ocasiones en figurillas de animales hechas de pan. Cuando le fueron reveladas las propiedades del triángulo rectángulo, sacrificó en el altar un buey hecho de masa para pan. El linaje espiritual pitagórico sobrevivió en el neoplatonismo. Para Porfirio y para otros filósofos neoplatónicos, Pitágoras siempre fue considerado un miembro principal de la gran «cadena de oro» formada por los antiguos profetas, filósofos y sabios, y cuyos eslabones se remontan a la más remota antigüedad.
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XISTEN diferentes opiniones al respecto de la autoría de los Versos
áureos , que fueron atribuidos sin ningún género de dudas al mismo Pitágoras por los filósofos neoplatónicos. La obra, en el estado en el que ha llegado hasta nuestros días, pudo haber sido compuesta por seguidores de la tradición pitagórica durante la época helenística. De hecho, el texto resalta los principios de conducta cotidiana orientados a la divinización del alma, y dichos principios (en el inicio transmitidos oralmente) son los mismos que los que se llevaban a cabo en la escuela de Pitágoras y que constituían sus reglas de vida fundamentales. Los Versos áureos fueron usados por el neoplatónico Jámblico en la introducción de su obra sobre el pitagorismo, y por Hierocles de Alejandría, filósofo neoplatónico del siglo V d. de C., quien compuso un Comentario a los Versos áureos . Según Hierocles, los Versos áureos y otros textos pitagóricos similares son exhortaciones (parangelmata) que contenían las reglas básicas y los puntos de partida de la filosofía. Estas órdenes y exhortaciones fueron transmitidas a los hombres para su edificación personal y su guía por almas superiores o daimónicas, almas que se encontraban libres de las ataduras del cuerpo y que debían ser honradas junto con los seres divinos. Los Versos áureos contienen los principios básicos de la doctrina pitagórica, y sirven como marcas iniciales en la vía filosófica, con el propósito final de obtener la transformación del alma humana en un dios (o en Dios, puesto que los dioses particulares son las máscaras de la Divinidad suprema, como se encargaron de recordarnos los neoplatónicos), a través de la práctica de la virtud y la contemplación de la Verdad. Dice Hierocles en su coLoS VErSoS ÁurEoS DE PItÁGorAS /
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mentario a los Versos áureos que estos «no son la opinión personal de una persona particular, sino la doctrina de todo el sagrado cuerpo de los pitagóricos y la voz unánime de todas sus asambleas. Por esta razón, tenían una norma por la cual a cada uno de ellos, cada mañana al levantarse y cada noche al acostarse, debían leérsele estos versos, como si se tratara del oráculo de la doctrina pitagórica, con el fin de que, con la continua meditación en estos preceptos, el espíritu y la energía contenidos en ellos resplandeciera en sus vidas».
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Versos áureos ማሜምሞ 1. En primer lugar, rinde culto a los dioses inmortales, tal como lo ha establecido y ordenado la Ley. 2. Después venera el juramento, y después a los héroes, bondadosos y llenos de luz. 3. Tras ellos, venera a los daimones 5 de la tierra, dándoles el culto que se les debe. 4. Honra después a tus padres y a tus parientes 6. 5. Del resto, haz amistad con aquel que más se distinga por su virtud.
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Dice Hierocles en su Comentario a los Versos áureos : «Los daimones de la tierra son las almas de los hombres, embellecidas por la verdad y la virtud, pues son maestros de Sabiduría, ya que poseen el verdadero conocimiento. Son “terrestres”, ya que permanecen en nuestro mundo para guiar y gobernar a los hombres. El mejor culto que se puede ofrecer a estos hombres (que son hombres y, sin embargo, se parecen a los héroes ilustres) es obedecer los preceptos que han dejado y nos han recomendado, y seguir sus instrucciones como leyes, proponiéndonos seguir el mismo tipo de vida que llevaron, cuya tradición han dejado por escrito. Esta tradición comunica los principios de la verdad y las reglas de la virtud, como una herencia inmortal y paterna, que han de conservar todas las sucesivas generaciones por el bien común. Obedecerlos y vivir de acuerdo con ellos es la veneración más auténtica que se les puede mostrar». 6 Dice Hierocles en su Comentario: «Si la Ley divina nos dirige hacia una cosa, y nuestros padres hacia otra, en esta deliberación debemos obedecer a lo mejor, desobedeciendo a nuestros padres sola y únicamente en aquellas cosas en que se apartan de las Leyes divinas». LoS VErSoS ÁurEoS DE PItÁGorAS /
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6. Presta oídos a sus amables exhortaciones y aprende de sus virtuosas y útiles acciones. 7. No te alejes de tu amigo por una ligera ofensa. 8. Soporta todo lo que puedas, pues la fuerza linda con la necesidad. 9. Estas cosas son como te digo: acostúmbrate a controlar tus pasiones. 10. En primer lugar la gula, y después la pereza, la lujuria y la cólera. 11. No hagas nada reprochable, ni en presencia de otros ni en pri vado. 12. Y, por encima de todo, respétate a ti mismo. 13. Practica la justicia en tus palabras y en tus obras. 14. Acostúmbrate a no actuar de forma irracional o desconsiderada, 15. y no olvides que la muerte les llega a todos los hombres, 16. ni que los bienes, tal como se adquieren, también pueden perderse. 17. Respecto a las calamidades que pueda enviarnos el Destino, 18. soporta con paciencia tu suerte, sea esta cual sea, sin quejarte. 19. Esfuérzate en la medida que puedas para remediarla, 20. pero medita acerca del hecho de que el Destino no envía grandes desgracias a los buenos. 26 /
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21. En cuanto a las muchas palabras que salen por la boca de los hombres, buenas unas y malas otras, 22. que no te turben, ni te dejes influir por ellas. 23. Si llegan a tus oídos falsedades, sopórtalo con paciencia. 24. Lo que voy a decirte ahora, obsérvalo bien siempre: 25. Nunca dejes que nadie te seduzca, ni con sus palabras ni con sus actos, 26. ni te convenza de decir o hacer lo que no sea lo mejor para ti. 27. Piensa antes de actuar, a fin de no llevar a cabo acciones estúpidas, 28. aquel que hable y actúe sin reflexión será un hombre desgraciado. 29. No hagas nada que luego te aflija o te obligue a arrepentirte. 30. Nunca hagas nada que no comprendas. 31. Aprende todo lo que necesites saber y tu vida transcurrirá feliz. 32. No descuides la salud del cuerpo. 33. Dale de comer y de beber en su justa medida, así como el ejercicio que necesita. 34. Por justa medida quiero decir aquello que no te causará incomodidad. 35. Que tu manera de vivir sea ordenada y decorosa, sin lujos. LoS VErSoS ÁurEoS DE PItÁGorAS /
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36. Evita todas las cosas que puedan provocar envidia. 37. No seas pródigo a destiempo, como aquellos que no saben lo que es correcto, 38. pero tampoco seas mezquino ni codicioso. Lo mejor es siempre la justa medida. 39. Haz únicamente las cosas que no te vayan a perjudicar, y piensa antes de hacerlas. 40. Nunca dejes que el sueño cierre tus párpados 41. sin haber examinado lo que has hecho durante ese día. 42. ¿En qué he actuado mal? ¿Qué he hecho? ¿A qué deber he faltado? 43. Revísalo todo, desde lo primero que hayas hecho hasta lo último y, si has errado, laméntate. 44. Por todo lo que hayas hecho bien, regocíjate. 45. Acostúmbrate a estas prácticas y no las abandones, antes bien ámalas de todo corazón. 46. Ellas te pondrán en el camino de la divina virtud. 47. ¡Lo juro por aquel 7 que ha transmitido a nuestras almas la sagrada Tetraktys 8, la fuente de la Eterna Naturaleza! 7 8
Según Hierocles, «lo juro por aquel» se refiere al mismo Pitágoras. Para los pitagóricos, el número sagrado y perfecto es el 10, que incluye la suma de los cuatro primeros: 1 + 2 + 3 + 4 = 10, y de las cuatro fi guras geométricas (1: punto, 2: línea, 3: superficie, 4: volumen), y que constituye la Tetraktys , representada por un triángulo, por la que juraban los miembros de la escuela. 28 /
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48. Nunca comiences ningún trabajo sin haber pedido antes la bendición de los dioses. 49. Si te aferras a este hábito, conocerás la esencia de los dioses y de los hombres, 50. la verdadera naturaleza de la existencia, que contiene a los seres y los mantiene unidos 9. 51. Verás también cómo, según la Ley, la naturaleza es igual en todas las cosas. 52. De modo que no esperarás aquello que no debes esperar, y nada de este mundo permanecerá oculto para ti. 53. Sabrás también que los hombres crean sus propias desgracias voluntariamente y por libre elección, 54. desdichados que ni ven ni oyen el Bien, que está tan cercano. 55. Pocos saben cómo librarse de su mal. 56. Así es el Destino, que ciega a los hombres y les hace perder el juicio. 57. Como ruedas que giran de un lado a otro, oprimidos por innumerables males. 58. Siempre perseguidos por la discordia y la desunión, incapaces de reconocerlo.
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Otra versión del texto dice: «La verdadera naturaleza de la existencia, cómo todo pasa y todo retorna». LoS VErSoS ÁurEoS DE PItÁGorAS /
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59. No las aumentes, oh, hombre, y evítalas, huyendo de ellas. 60. ¡Padre Zeus, libéralos de tan gran sufrimiento 61. mostrándoles su daimon 10 interior, que es su guía! 62. Pero tú nada temas y ten confianza, pues es divina la raza humana, 63. y su sagrada Naturaleza les revelará todos los misterios ocultos. 64. En cuanto pongas en práctica lo que te ordeno, disfrutarás de sus beneficios. 65. Una vez curada tu alma, quedarás libre de todos los males. 66. Abstente de las comidas que hemos prohibido, practica las purificaciones y la liberación del alma 11. 10
En la religión de la antigua Grecia, el término daimon no hace alusión a un tipo específico de ser divino, sino a un modo peculiar de actividad: es un poder oculto que impulsa al hombre o que actúa en su contra. En tanto que el daimon es el rostro velado de la actividad divina, cada divinidad puede actuar comodaimon . Para Platón, daimon es un ser espiritual que cuida de cada ser individual, y que es equivalente a su «Yo» superior o a una especie de ángel. Para los neoplatónicos, Platón era «divino», mientras que Aristóteles era daimonios; es decir, «un intermediario entre el hombre y la Divinidad». Para el neoplatónico Proclo, los daimones eran los seres intermediarios situados entre los objetos celestiales y los habitantes terrestres. 11 Dice Hierocles: «Las purificaciones se dividen en dos partes: una que se refiere al cuerpo físico, y otra, al cuerpo luminoso. La liberación del alma se lleva a cabo mediante la Dialéctica, ciencia que es la inspección íntima de las cosas. De las dos anteriores, una purifica mediante las prescripciones alimenticias y la dirección y uso del cuerpo mortal, y la otra emplea las ciencias matemáticas, la meditación y las ceremonias religiosas. Si el hombre quiere ser libre y semejante a Dios, debe realizar las tres purificaciones. Estas se ocupan respectivamente del cuerpo, de las emociones y la mente inferior, y de la mente superior». 30 /
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67. Distingue bien y reflexiona sobre cada cosa, 68. tomando como cochero del carro de tu alma a la razón, el divino don. 69. Y cuando, tras haberte despojado de tu cuerpo mortal, vayas hacia el éter purísimo, 70. serás inmortal, un dios, y la muerte no tendrá poder sobre ti.
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
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L Corpus Hermeticum es un conjunto de libros sagrados emana-
dos de una corriente de pensamiento tradicional que se coloca bajo la advocación del dios Hermes, o Hermes Trismegisto («el tres veces grande»), deidad grecoegipcia, considerada como el dios de la Palabra (Verbo, Logos) y de la Enseñanza, gran iniciador en los misterios de la cosmogonía y psicopompo (que conduce las almas al más allá), cuyo patronazgo se extiende desde los primeros siglos de nuestra era por el mundo mediterráneo, teniendo su núcleo de irradiación en Ale jandría. Esta corriente de linaje egipcio —pues Hermes es el dios egipcio Thot, y los libros incluidos en el Corpus son sus libros sagrados— influyó en importantes autores de la antigüedad griega, romana y bizantina, siendo también determinante en personalidades muy destacadas del Islam. Antes de tratar los escritos herméticos, convendría extendernos, siquiera brevemente, sobre la identidad del propio Hermes, con quien se identifica la sabiduría de esta corriente. Durante la Edad Media no hubo nunca dudas de que Hermes fuera el mismo que el Thot de los egipcios y que el profeta Idris de los musulmanes (el Henoch bíblico). Sus seguidores, cualquiera que fuese la tierra en que vivían, lo consideraban un enviado divino que había traído un mensaje de los Cielos a la humanidad y que era el fundador de las ciencias. Pero antes de que las tradiciones egipcia y griega se fusionaran en Alejandría, no existía ninguna escuela de pensamiento conocida con el nombre de «hermetismo». La primera referencia a Hermes como fundador de la escuela hermética se encuentra en la carta de Manetón a Ptolomeo II, escrita antes del año 250 a. de C., en la que se refiere a Hermes como el hijo PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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de Agathodaimon. Sin embargo, antes de esa época Hermes era bien conocido como figura mitológica, y su relación e identidad con el Mercurio romano eran bien aceptadas Por su parte, el dios egipcio Thot (Dyehuthi en egipcio) fue primero una divinidad identificada por su símbolo particular, el ibis. Su templo principal se encontraba en Jmun, en el centro del Egipto actual. Los griegos llamaron al lugar Hermópolis Magna. Tot se con virtió en el dios de la sabiduría, la medicina, la escritura y la arquitectura. Aparecía a menudo con su pareja femenina, Nehemetahuey, que es la representación de la Naturaleza Universal y también la sophia o Sabiduría divina. Thot era igualmente el corazón y la lengua del dios Ra, representando esencialmente la Palabra divina, y poseedor de la santa invocación que hacía posible la unión con lo divino. También era el dios de la medida y el cálculo del movimiento de los astros. En el proceso de unificación del Thot egipcio con el Hermes griego, y de la aparición de este como fundador de la corriente del hermetismo, Thot perdió el aspecto puramente celestial de su ser, combinándose con la divinidad griega principalmente como fuerza cósmica. (De hecho, veremos que el hermetismo terminó ocupándose más de cosmología y de ciencias de la naturaleza que de pura metafísica.) Por esta razón, el símbolo del Hermes alejandrino es el caduceo, que representa la alquimia humana y las fuerzas psíquicas que existen entre la esfera física y la inteligible. El propio Hermes era el vínculo entre el mundo corporal y el espiritual, así como el intérprete de las realidades del plano superior de la existencia para los hombres que viven en «el mundo de la generación y la corrupción». (De hecho, muchas lenguas occidentales todavía conservan este significado en la palabra herme- néutica , que significa precisamente «la interpretación del sentido interior de un texto».) A partir del año 250 a. de C., en el que el nombre de Hermes apareció por primera vez como fundador de una escuela, vieron la luz muchos tratados y libros con su nombre. Pronto fue conocido como el maestro de Asclepios. La escuela hermética se extendió rápidamen36 /
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te, y hacia el siglo I a. de C. ya era una de las escuelas filosóficas y científicas más importantes de Alejandría. La doctrina hermética recorrió la Edad Media europea, pero al tratarse de unas doctrinas de naturaleza esotérica, raramente se divulgaron. Fue en el Renacimiento donde estas ideas y los libros que las contienen adquirieron su mayor significado, al ser el Corpus traducido por Marcilio Ficino y completado después por F. Patrizzi, y estos escritos editados por aquella Academia platónica de Florencia que vino a reemplazar histórica y geográficamente a la de Alejandría. El Corpus Hermeticum , y los textos de naturaleza filosófica en él incluidos (sin dejar de lado el interesante corpus astrológico-mágico que corre paralelo a él) han experimentado una variada suerte en el curso de la historia. Mencionados calurosamente en los primeros siglos del cristianismo por autores adscritos a corrientes más o menos esotéricas y filósofos, pasan a la Edad Media donde conservan su prestigio entre teólogos y sabios (al igual que la vertiente astrológico-mágica, con exponentes como el Picatrix o la Turba Philosophorum ) y llegan al Renacimiento —vía Gemistos Pletón y el griego ortodoxo Bessarion, ambos ligados a las enseñanzas del bizantino Miguel Pselos—, donde la Academia de Florencia, dirigida por Marsilio Ficino, los consagrará publicándolos en traducción del mismo Ficino por encargo de Cosme de Médicis, al mismo tiempo que las obras de Platón. Posteriormente, F. Patrizzi (que hace de Hermes un contemporáneo de Moisés, e igual piensa de sus obras) publicó su Nueva filosofía uni- versal, acompañándola de una versión del Corpus Hermeticum, así como del Asclepius y de algunos de los textos de esta corriente conservados por Estobeo, con la correspondiente versión latina de tales textos. De este modo, Patrizzi recopiló en dicho volumen la más extensa colección de textos atribuidos a Hermes que jamás se había reunido hasta entonces, tomándolos como base para la construcción de su nueva filosofía. Fue tanto y de tanto valor lo encontrado en el Cor- pus Hermeticum por los sabios del Renacimiento (nos referimos, claro está, a los sabios de este movimiento, antes de que la facción de pensamiento «humanista» triunfara sobre la corriente hermética), que inPoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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cluso llegaron a pensar que estos textos eran, por ser los más profundos, también los más antiguos, que de ellos derivaban las enseñanzas de Moisés, Orfeo, Pitágoras, Platón, etc., y que su contenido revelaba las enseñanzas de Hermes- Noûs , es decir, del Intelecto Divino. No es difícil que, en el análisis del pensamiento presente en los libros de Hermes, surja en nuestra mente la idea de que lo que aparece allí descrito es una aparente contradicción (que por otra parte puede rastrearse ya en la obra de Platón). Por un lado, la doctrina presente en ellos admite que el mundo está penetrado por la Divinidad, y que por lo tanto es bello y bueno, con lo que la contemplación de ese mundo, obra divina, es un acercamiento a su Creador. Por otro, se puede observar que, en los textos, el mundo creado aparece también como malo, no siendo la obra de Dios, sino del Demiurgo, su hijo, la segunda persona de la Divinidad, un «dios» tan terrible como terrible es una Creación sujeta a la destrucción, la enfermedad, la vejez y la muerte. Es evidente que dicha contradicción solo puede existir en una mente «exotérica»; se trata de la vieja pregunta: Si Deus est, unde ma- lum? Si non est, unde bonum? (Si Dios existe, entonces ¿de dónde procede el mal? Si no existe, ¿de dónde procede el bien?). Aunque más adelante volvamos sobre este tema, merece la pena dedicarle aquí unas palabras. En las enseñanzas de todos los pueblos se habla de una doble naturaleza en el hombre, razón por la cual es el ser intermediario entre Cielo y Tierra. Se nos dice, expresado de diferentes formas, que el ser humano posee un aspecto espiritual o «angélico», y uno material o «animal». Esto, que es reconocido en el ser humano, es decir, en el microcosmos, es también válido para el macrocosmos. Y la Creación, la obra del Ser Infinito, no es incompatible con una cárcel en la que el espíritu se encuentra atrapado, y desde la que anhela su libertad original, su vuelta a casa. Es más, si no fuera por esta prisión cósmica, la revelación hermética y el camino que propone (así como su cosmogonía) no tendrían razón de existir, e incluso no tendría sentido la existencia de un mundo intermediario. Pero la función de Hermes como psicopompo o, lo que es lo mismo, de Poimandrés como un «pastor de hombres», es precisamente la de liberarnos, hasta el punto 38 /
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de transformar lo que parecía una cárcel en nuestra casa, y ordenar a la vez nuestra salida del Cosmos. De hecho, esta dualidad de las tinieblas y la luz está ya presente en el corazón mismo de la Divinidad, en el momento pretemporal de la «exteriorización de Sí mismo». Dios constantemente conjuga los opuestos, produciendo la armonía cósmica, pues «todo debe resultar de la oposición y de la contrariedad, y es imposible que sea de otro modo». Sin embargo Dios-Noûs no tiene nombre, es más, es incognoscible y no puede aplicársele ninguna determinación, apareciendo solo de manera racional en términos negativos, lo que convierte el conocimiento divino en una paradoja infinitamente majestuosa: ¿cómo conocer al Incognoscible? El hombre es, pues, mediador, no solo por su función central en la existencia, sino también como un pequeño Demiurgo en una creación que está viva, en constante metamorfosis, y que él puede transformar, ya que aparece como el punto o la unidad donde convergen todas las energías creacionales, coronando y dando sentido al plan divino al restablecer los contactos que revelan las analogías: el mundo sensible se refleja en el inteligible como el inteligible en el sensible. Todo ello gracias a una red donde el Amor es el protagonista y el matrimonio sagrado (hieros gamos) entre el Cielo y la Tierra, una cópula perpetua. El conocimiento contenido en el Corpus es de naturaleza iniciática, transmitido del Noûs a Poimandrés, de este a Hermes y de este a todos los adeptos de la tradición hermética. El Corpus Hermeticum constituye una revelación, y la comprensión de sus enunciados supone una gnosis que permite el surgimiento del hombre pneumático , que sabe leer los signos de la naturaleza y los símbolos cambiantes de su aventura cósmica, adecuándose a las circunstancias de su viaje en esta existencia. Entre los filósofos antiguos que conocían el Corpus Hermeticum podemos mencionar a los neoplatónicos Plutarco («[…] según se dice, en las obras tituladas “Libros de Hermes” al tratar de los nombres sa- grados se afirma que el poder que regula la circunvolución del sol es lla- PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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mado Horus por los egipcios, y designado por los griegos con el nombre de Apolo»), Jámblico («[…] el conjunto ha sido completamente expuesto por Hermes en sus libros […]. Pero si propones alguna pregunta filosó- fica, la responderemos para ti también según las antiguas estelas de Her- mes, que ya Platón y anteriormente Pitágoras habían escrutado para constituir su filosofía») o a Apuleyo, iniciado en los misterios de Isis. También los menciona el escritor latino cristiano Lactancio, que se refería a ellos de este modo: «Trismegisto, en efecto, que investigó —no sé de qué modo— casi toda la verdad, describió con frecuencia la virtud y majestad del verbo. […] Se trataba de un hombre, aunque muy antiguo y tan instruido en todo tipo de doctrinas, que sus conocimientos en muchos temas y artes determinaron que se le pusiera el nombre de Trismegisto. Escribió libros y concretamente muchos de ellos referidos al conocimiento de temas divinos». También se afirma que Valentín, el principal representante de la gnosis cristiana, conocía estos textos. La influencia de los textos herméticos fue también importante en el Islam, donde fueron conocidos y citados textos filosóficos, médicos, astrológicos y mágicos vinculados directamente con la tradición hermética. Hermes fue identificado con el profeta Idris (el Henoc de la Biblia), y cabe señalar también que, en la tradición árabe, ya desde antes el Islam una de las pirámides era (y es) considerada como la «tumba de Hermes», no porque allí repose su cuerpo, sino porque en ese lugar permanecen ocultos los grandes secretos de la ciencia sagrada, sus misterios y revelaciones. El filósofo al-Kindî decía haber leído las enseñanzas de Hermes a su hijo (referencia implícita, muy posiblemente, al Poimandrés ), relativas a la trascendencia divina, y afirmaba que un musulmán no habría podido expresarlo mejor. En cuanto a las líneas básicas del pensamiento que recoge la doctrina del Corpus Hermeticum , en su vertiente más filosófica, podríamos resumirlas de la siguiente forma: Dios es concebido como un principio superior a la inteligencia, al alma, a todo aquello de lo que es causa. El bien no es uno de sus atributos, sino su naturaleza esencial misma. Dios es el Bien, como el Bien es Dios. Es el No-Ser, en tanto que Él es superior al Ser. Dios produce todo lo que es y contiene todo 40 /
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lo que todavía no es. Absolutamente invisible en sí, es el principio de toda luz. La inteligencia no es Dios, pero es de Dios y en Dios, del mismo modo que la razón está en la inteligencia, el alma en la razón, la vida en el alma y el cuerpo en la vida. La inteligencia es distinta e inseparable de Dios como la luz de su hoguera; es, al igual que el alma, el acto de Dios, su esencia. Para Dios, producir y vivir son una sola y misma cosa. Finalmente, el carácter propio de la naturaleza divina es que nada de lo que conviene a los otros seres puede serle atribuido; Él es la sustancia de todos sin ser cosa alguna. De este modo se reconoce al Padre de todos los seres, a Dios. Es el esplendor del Bien el que ilumina la inteligencia, y después al hombre entero, convirtiéndolo en una esencia verdaderamente divina. Dios es el Todo del que los seres individuales no son sino partes; es el principio y el fin, el centro y la circunferencia, la base de todas las cosas, la fuente superabundante, el alma que vivifica, la virtud que produce, la inteligencia que ve, el espíritu que inspira. Dios es todo, todo está lleno de él; no hay nada en el universo que no sea Dios. Todos los nombres le convienen en tanto que Padre del Universo, pero, por ser el padre de todas las cosas, ningún nombre es su nombre propio. El Uno es el Todo, el Todo es el Uno; unidad y totalidad son términos sinónimos en Dios. En cuanto a la presencia del Demiurgo, al que ya hemos hecho alusión, debemos recordar que se trata de un elemento que la doctrina contenida en los libros herméticos comparte con otras gnosis. Quizá su figura y su función merezcan un comentario algo más elaborado. En efecto, la idea de una segunda persona en la Divinidad Una y Única, que es además la que crea al mundo, parecería contradecirse con el supremo monoteísmo más arriba mencionado, y que los textos del Corpus destilan por todas partes. No se trata de dos dioses, sino un solo Ser (por encima del cual aún está el No-Ser o Sobre-Ser), que emanando desde Sí mismo va dando forma al Universo y al hombre, comenzando por las Ideas arquetípicas increadas, es decir, por su propia Mente o Intelecto divino (Noûs), que concibe el plan del mundo y su arquitectura, prosiguiendo con la creación del Universo ejecutada PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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por el artesano divino, forma del Noûs -Dios llamada ahora Noûs -Demiurgo. A todos los efectos, debe considerarse que esta última entidad ya es «sexuada», al haberse fragmentado la unidad primigenia en dos partes, lo que la hace de naturaleza dual y, por tanto, sujeta al devenir de lo bueno-malo, ya que, en efecto, todo lo que está vivo ya está condenado a la corrupción y la muerte. Existen dos formas de concebir el mundo y el Demiurgo, que solo esotéricamente se complementan. Una es la de maravillarse con lo creado y cantar sus bellezas, expresión de la totalidad de lo posible, testimonio de la grandeza, inteligencia y sabiduría de su Creador, que ha permitido que se le conozca por la manifestación de su propia obra, permanentemente viva y cambiante, que incluye al hombre y todo lo que este es en cuanto resumen del Cosmos. Pero hay otra forma igualmente válida de encarar este hecho: la de considerar al Dios creador o Demiurgo, como una entidad «mala» o terrible, en cuanto que no es el Primer Dios, el motor inmóvil, sino una forma «menor» del Ser, al haber sido creada, y por lo tanto relativa en cuanto a Aquel. A ello deben añadirse los aspectos negativos inherentes a cualquier creación, que lleva ya en sí el sello de lo perecedero y tiene como nombres, junto a los de gloria, conocimiento y belleza, también los de fealdad, enfermedad, vejez y, particularmente en el caso del ser humano, el de ignorancia. Estos estados coexisten simultáneamente tanto en el Noûs -Demiurgo como en el hombre, hecho a su imagen y semejanza, y no tienen cabida en la Suprema Identidad, el Noûs -Dios, absolutamente inafectado con respecto a las permanentes mutaciones del Dios cósmico, aunque aún sujeto a la Primera determinación con respecto al No-Ser. A todo esto se le añade la posibilidad de ascenso por parte del ser humano, a través de las esferas cósmicas, hasta la identificación con su Arquetipo (el «Hombre Verdadero») y su Creador, y a través de este al Origen de toda emanación, al Uno y Único, y por su intermediación al misterio de Aquello que solo puede enunciarse racionalmente en términos negativos. La divinización del hombre aparece en el Corpus Hermeticum como consecuencia de la comprensión de la gnosis de esta doctrina, emanada del propio Noûs o Intelecto divino. 42 /
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La imagen mítica central del hermetismo aparece ya en el primer tratado del Corpus Hermeticum , el Poimandrés («pastor de los hombres», en griego, o «conocimiento del dios sol Ra», en copto), considerada la joya de la tradición hermética. Es la descripción de la ascensión del alma y la rendición de sus energías a las sucesivas esferas de los siete planetas. Cuando esta ha renunciado a todas ellas, puede entonces atravesar la Octava Esfera (las estrellas fijas) y unirse a la compañía de los benditos. Imposible no reconocer las similitudes con lo descrito en el Libro de los muertos de los egipcios (o la «salida a la Luz del Día»), en donde el alma debe atravesar las diversas estancias del más allá y ser contrapesada con una pluma en una balanza antes de poder ingresar al paraíso de Osiris. Un aspecto filosófico importante del hermetismo es la doctrina de las correspondencias. En la ascensión hermética, cada planeta corresponde a determinado poder del alma: Mercurio, a la inteligencia; Venus, al deseo; Marte, a la ira, etc. Así, el ser humano es un microcosmos que contiene, resumido, las mismas energías que el macrocosmos. El alma ha adquirido estas energías en su viaje de descenso desde las regiones celestiales a través de las esferas planetarias, y surge a la vida en este mundo a través del vientre de su madre, llena de potencialidades y tendencias designadas por la posición de los astros en el cielo en el momento de su nacimiento. Durante la vida, el alma trabaja con estas potencialidades con el fin de transformarlas para que emerjan como virtudes. Si logra su objetivo, al abandonar su cuerpo en la muerte —iniciática o física—, se transforma en luz y está lista para ascender a su divino lugar de origen. Si, por el contrario, las energías se han coagulado en vicios, entonces el viaje ascendente se tornará difícil y el alma podría permanecer atrapada en la atmósfera de la Tierra. No debemos olvidar en ningún momento que estos textos constituían una revelación para aquellos que los transmitieron y para aquellos a quienes estaban destinados. Su riquísimo y variado discurso es un despertador de imágenes e intuiciones, y, fundamentalmente, una vía de acceso al Conocimiento. El lector que aborde la lectura de las obras que componen el Corpus se encontrará con puntos de vista apaPoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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rentemente antitéticos, extrañas interrupciones, enojosas reiteraciones, meditaciones y vacíos, como ocurre con cualquier texto sagrado o re velado —el Corán, texto sagrado del Islam, es uno de los modelos que mejor ilustra lo que estamos diciendo— , pero todo encuentra su unidad en el tema central de todos ellos, la Divinidad, sus hipóstasis y el modelo arquetípico creacional. Esto se encuentra también en relación al microcosmos al que estas enseñanzas están destinadas, ya que el ser humano individual, por su participación directa en el Noûs, es el objeto y a la vez el sujeto de la Revelación. Parte de lo anteriormente dicho aparece expresado en el Poiman- drés, cuyo texto traducimos aquí, y el resto se encuentra en el Asclepio y en otras obras del Corpus , a las que remitimos al lector. La teogonía, la cosmogonía y la «doctrina del despertar» del hombre que contienen son transparentes e iluminadoras para el buscador de cualquier época.
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APARICIÓN DE POIMANDRÉS Un día que había comenzado a meditar sobre los seres, y que mi pensamiento volaba en las alturas, mientras mis sentidos corporales estaban atados como les ocurre a aquellos a los que vence un pesado sueño producido por el exceso de alimento o por una gran fatiga, me pareció que ante mí se aparecía un ser inmenso, más allá de cualquier medida definible que, dirigiéndose hacia mí, me llamaba por mi nombre y me decía: «¿Qué es lo que quieres oír y ver, aprender y conocer por el entendimiento?». «¿Quién eres?», le pregunté. «Yo soy Poimandrés», respondió, «el Intelecto (Noûs) del Poder Supremo. Sé lo que quieres y estoy contigo en todas partes». Y yo dije: «Quiero ser instruido sobre los seres, comprender su naturaleza, conocer a Dios. ¡Cómo deseo saber!». Él me respondió: «Guarda en tu mente todo lo que quieres aprender y yo te enseñaré».
LA VISIÓN DE LA CREACIÓN Con estas palabras transformó su apariencia y todo se desveló instantáneamente ante mí. Contemplé entonces una visión sin límites. Todo era luz, una luz serena y alegre, y, habiéndola visto, me quedé absorto en ella. Pero poco después sobrevino una oscuridad terrorífica y sombría, que se dirigió hacia abajo enrollándose en espirales tortuoPoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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sas, semejante a una serpiente. Después esta oscuridad se convirtió en una especie de naturaleza acuosa, agitada de una manera indecible, que exhalaba un humo como el que sale del fuego y producía una especie de sonido, un gemido indescriptible. Después brotaba de ella un grito inarticulado, como el sonido del fuego. Entonces, saliendo de la luz, el Verbo (logos) santo vino a abrazar la naturaleza acuosa, y un fuego sin mezcla se lanzó fuera de ella hacia lo alto, hacia la región sublime. Era un fuego ligero y vivo, y el aire, siendo ligero también, siguió al soplo (pneuma), elevándose hacia el fuego a partir de la tierra y el agua, de manera que parecía suspendido del fuego. La tierra y el agua permanecían en su lugar, ambas íntimamente mezcladas entre sí, tanto que no se distinguían. Todos los elementos eran movidos incesantemente a causa de la acción del soplo del Verbo que se encontraba por encima de ellas, según el oído percibía.
POIMANDRÉS ES LUZ E INTELECTO Entonces Poimandrés me preguntó: «¿Has comprendido lo que significa esta visión?». «Lo sabré», contesté yo. «Esa luz soy yo», dijo él. «Yo soy el Intelecto (Noûs), el primer Dios, aquel que es antes de la naturaleza acuosa que se ha manifestado de la oscuridad. En cuanto al Verbo luminoso salido del Intelecto (Noûs), es el hijo de Dios.» «¿Cómo?», dije. «Comprende que lo que en ti mira y escucha es el Verbo del Señor, su hijo, y el Intelecto (Noûs) es Dios Padre. No están separados uno del otro, pues en su unión consiste la vida.» «Te doy las gracias», dije yo. «Fija tu espíritu en la luz y aprende a conocer esto.»
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DE DONDE TODO PROVIENE Habiendo dicho esto, él me miró de frente largo tiempo, tanto que temblé ante su aspecto. Después, cuando levanté de nuevo mi cabeza, yo vi en mi Intelecto (Noûs) la luz, consistente en un número incalculable de Potencias, que se tornaban en un Cosmos sin límites, mientras el fuego era envuelto por una fuerza todopoderosa, y así, firmemente contenido, había fijado su posición. Esto fue lo que vi y comprendí de las palabras de Poimandrés. Como, sin embargo, yo estaba extrañado, él me habló nuevamente diciéndome: «Has visto en el Intelecto (Noûs) la forma arquetípica, infinita y anterior al comienzo sin fin». «Pero, ¿de dónde surgen los elementos de la naturaleza?», pregunté. Él respondió: «De la voluntad de Dios que, habiendo recibido en ella el Verbo y habiendo visto el hermoso mundo arquetípico, lo imitó, quedando modelada en un Cosmos según sus propios elementos y su progenie, las almas».
OTRO INTELECTO. EL DEMIURGO Pero el primer Intelecto (Noûs), siendo andrógino, existiendo como vida y luz, procreó con su palabra un segundo Intelecto (Noûs) Demiurgo que, siendo dios del fuego y del aliento vital, moldeó siete regentes, que envuelven en sus círculos al mundo percibido por los sentidos. Su gobierno es llamado Destino. Súbitamente, el Verbo de Dios se elevó fuera de los elementos que pesan hacia abajo, y se lanzó hacia esa pura región de la naturaleza que acababa de ser formada, se unió al Intelecto (Noûs) Demiurgo (pues era de la misma esencia) y, a causa de ello, los elementos inferiores de la naturaleza fueron abandonados a sí mismos desprovistos de palabra (alogos); es decir, desprovistos de razón, para no ser ya sino simple materia. PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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Sin embargo, el Intelecto (Noûs) Demiurgo, conjuntamente con el Verbo, conteniendo las esferas y haciéndolas girar con un ruido atronador, puso así en marcha el movimiento circular de sus regentes, permitiéndoles cumplir sus revoluciones desde un comienzo indeterminado hasta un fin ilimitado, pues sus revoluciones comienzan donde se acaban. Y esta rotación de las esferas, según la voluntad del Intelecto (Noûs), produjo, sacándolos de los elementos que pesan hacia lo bajo, animales sin razón (pues ya no retenían el Verbo en ellos); el aire produjo volátiles y el agua, animales acuáticos. La tierra y el agua habían sido separadas una de otra, según la voluntad del Intelecto (Noûs), y la tierra hizo salir de su propio seno los animales que retenía en sí, cuadrúpedos y reptiles, bestias salvajes y domésticas.
EL INTELECTO, PADRE DE TODOS, CREA EL PRIMER HOMBRE El Intelecto (Noûs), Padre de todos los seres, que es Vida y Luz, produjo un Hombre a su semejanza, al que amó como a su propio hijo, pues era muy hermoso y reproducía la imagen de su Padre. Verdaderamente es de su propia forma de la que Dios se enamoró, y le entregó todo lo que había creado. Pero, cuando el Hombre observó la creación que el Demiurgo había modelado en el fuego, también él quiso producir una obra, y para ello el Padre le dio permiso. Entrando en la esfera demiúrgica, donde él debía tener plenos poderes, observó las obras de su hermano, y los regentes amaron al Hombre, dándole cada uno de ellos participación en su propia magistratura. Entonces, habiendo aprendido a conocer su esencia y habiendo recibido participación de su naturaleza, quiso pasar a través de la periferia de los círculos, y conocer la potencia de aquel que reina sobre el fuego. Como vemos, Dios no «hace» al Hombre, sino que lo engendra y lo alumbra, de forma que es una emanaCOMENTARIO:
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ción de Su propia sustancia. El hombre no es formado a partir del barro, sino que es Vida y Luz. En él, Dios contempla y ama Su propia representación. Es metacósmico, mientras que hasta el propio Demiurgo tiene su sede dentro del sistema cósmico. Sus dimensiones son iguales a las de la creación física, como demuestra su posterior unión con la totalidad de la Naturaleza. El poder que se le entrega no es únicamente sobre los seres de la Tierra, sino también sobre el macrocosmos astral.
EL SER HUMANO DESCIENDE HASTA EL MUNDO DE LA NATURALEZA Entonces el Hombre, que tenía pleno poder sobre el mundo de los seres mortales y de los animales sin razón, se inclinó a través de la armonía de las esferas cuyas envolturas había roto, y manifestó la hermosa forma de Dios a la Naturaleza de abajo. Cuando esta hubo visto que él tenía en sí mismo la forma de Dios junto con la belleza inagotable y toda la energía de los regentes, le sonrió con amor, porque había visto reflejarse en el Agua el semblante de esta forma maravillosamente bella del Hombre, y a su sombra sobre la Tierra. El Hombre, por su parte, habiendo percibido esta forma semejante a él presente en la Naturaleza, reflejada en el Agua, la amó y quiso habitar allí. Desde el mismo momento que lo quiso se cumplió, y habitó la forma sin razón. Entonces, la Naturaleza, habiendo recibido en ella a su amado, lo abrazó completamente y ellos se unieron, ardientes de deseo. La entrada del Hombre en la esfera demiúrgica marca el comienzo de su historia de alejamiento del Principio. Los regentes le ofrecen un tributo: cada uno le entrega parte de su propio reino, absorbiendo y guardando el Hombre en sí mismo los poderes de los siete regentes en sus respectivas esferas. Pero tanto los regentes como sus reinos fueron moldeados por el Demiurgo en el fuego, que es uno de los elementos que originaron COMENTARIO:
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la Oscuridad Primordial. Así pues, dichos regalos pueden implicar algunos aspectos negativos. Usando una terminología astrológica, podríamos decir que cada uno de los poderes planetarios contribuye al equipamiento del alma antes de su encarnación, proporcionándole unos regalos útiles para el hombre en su existencia terrenal. En una interpretación positiva de este hecho, podemos decir que el hecho de que estos componentes se hallen en el ser humano, hace que este se encuentre ligado simpáticamente a sus fuentes astrales, es decir, al Cosmos, en cuya armonía así participa. Desde un punto de vista negativo (que será, llevado a su paroxismo, el del gnosticismo), lo que se adhiere al alma en su viaje descendente son «envolturas», «velos», «vestidos». En consecuencia, el alma terrenal resultante es comparable a una cebolla, con tantas capas como las que aparecen en el modelo del Cosmos. Todos estos «agregados», sumados entre sí, forman el carácter terrenal del hombre y comprenden todas las facultades y tendencias por las cuales un hombre se relaciona con el mundo de la naturaleza y con la sociedad. Es decir, constituyen lo que actualmente llamaríamos su «psique», siendo la entidad original a la que se superponen esas «cortezas» o «capas», el principio original y divino que habita en el interior del hombre, únicamente perceptible por una sensación de extrañamiento, de no pertenencia a este mundo. Se trata de un principio que se «activa» solo a través de la gnosis que se obtiene cuando, en la contemplación de la luz divina, se reconoce su propia naturaleza, restaurándose, por tanto, a su condición original. Se trata de la chispa divina que en los textos herméticos recibe el nombre de Noûs.
EL SER HUMANO ES MORTAL E INMORTAL Por eso el ser humano, de entre todos los seres que viven sobre la Tierra, es doble, «mortal por su cuerpo e inmortal por el Hombre 50 /
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esencial. Aunque en realidad sea inmortal y tenga poder sobre todas las cosas, padece la condición de los mortales, sujeto como está al Destino. Por esto, aunque esté por encima de la armonía de las esferas, se ha vuelto esclavo dentro de ella. Él es andrógino porque procede de un padre andrógino, y no duerme porque viene de un ser que vela, pero no por ello deja de ser vencido por el deseo y el sueño». Dice el neoplatónico Jámblico: «El hombre tiene dos almas: la una viene del Primer Intelecto y comparte también el poder del Demiurgo; la otra ha sido originada en la revolución de los cielos, y allí entra el alma que ve a Dios. Siendo esto así, el alma que ha descendido hasta nosotros de las esferas (lit. “mundos”) sigue las revoluciones de estas, pero la que está presente en nosotros, como intelecto del Intelecto, es superior al ciclo del devenir, y es a través de ella como la liberación del destino y la ascensión a los Dioses Inteligibles se produce». Es decir, por mucho que el hombre esté determinado por la naturaleza, de la cual es parte esencial o integral —y al examinar su propia naturaleza descubre, capa tras capa, esta dependencia—, hay aún un centro más profundo que no pertenece al reino de la naturaleza y por el cual el hombre se encuentra por encima de esta. COMENTARIO:
NACEN SIETE HUMANOS TERRESTRES Tras esto pregunté: «¿Y después de eso, oh Intelecto (Noûs) mío? En verdad, amo tus enseñanzas». Entonces dijo Poimandrés: «Lo que voy a narrarte es el misterio que ha sido mantenido oculto hasta este día. Habiéndose unido la Naturaleza al Hombre por amor, ocasionó un prodigio completamente sorprendente. El Hombre tenía en sí la naturaleza conjunta de los siete regentes, compuestos, como te dije, de fuego y de aire. La Naturaleza entonces, incapaz de esperar, parió al punto siete hombres PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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correspondientes a las naturalezas de los siete regentes, andróginos, erguidos hacia el cielo». Entonces dije yo: «¿Y después de esto, Poimandrés? En verdad he llegado a un deseo extremo y me consumo por oírte. No te detengas». Poimandrés me dijo: «¡Silencio, pues! No he acabado todavía de exponerte el primer punto». «Permanezco en silencio», respondí. «La generación de estos siete primeros hombres se hizo como sigue: el elemento hembra era la tierra; el agua, el elemento masculino generador, el fuego condujo las cosas a la madurez, la Naturaleza recibió del éter el aliento vital (pneuma) y produjo sus cuerpos según la forma del hombre. En cuanto al género humano, que había sido formado de vida y luz, se trocó en alma (psyché) y en intelecto (Noûs): la vida en alma, la luz en intelecto. Y todos los seres del mundo sensible permanecieron en este estado hasta el fin de ese ciclo.»
CREACIÓN DEL MACHO Y DE LA HEMBRA «Ahora te diré aquello que deseas escuchar. Una vez que hubo acabado ese periodo, el lazo que unía todas las cosas fue roto por la voluntad de Dios. Todas las criaturas vivientes que hasta entonces eran andróginos fueron separados en dos al mismo tiempo que el hombre, y se convirtieron unos en machos y otros en hembras. Inmediatamente dijo Dios con palabra santa: “Creced y multiplicaos, vosotros todos, mis criaturas y obras. Y que aquel que tiene intelecto se reconozca él mismo como inmortal, y que sepa que la causa de la muerte es el deseo”. Habiendo Dios hablado así, la Providencia, por medio del destino y de la armonía de las esferas, hizo que macho y hembra se unieran, y todos los seres se multiplicaron, cada uno según su especie. Y aquel que se ha reconocido a sí mismo ha llegado al bien más preciado entre todos, mientras que aquel que ha querido al cuerpo, fruto de la equivocación del deseo, permanece errante en la Oscuridad 52 /
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del mundo de los sentidos, sufriendo sensiblemente las cosas de la muerte.»
VIDA Y MUERTE «Pero, ¿qué falta inmensa han cometido entonces los que están en la ignorancia para ser privados de la inmortalidad?», pregunté. «Parece que no has reflexionado acerca de aquello que has oído. ¿No te había dicho que prestaras atención?» «Comprendo y recuerdo, y a la vez doy gracias.» «Si has comprendido, dime: ¿por qué merecen morir los que están en la muerte?» «Porque la fuente de donde mana el cuerpo individual es la Oscuridad sombría, de la que vino la Naturaleza acuosa, que constituye el cuerpo en el mundo sensible, en el que abreva la muerte.» «Has comprendido bien. Pero ¿por qué el que se ha conocido a sí mismo va hacia Dios, como dice Su palabra?», me preguntó entonces. «Porque el Padre de todas las cosas, de quien nació el hombre, está constituido de Luz y de Vida», contesté. «Dices bien: Luz y Vida, eso es el Dios y Padre de quien ha nacido el hombre. Si comprendes que tú también estás hecho de Luz y Vida, y que son esos los elementos que te constituyen, volverás a nacer otra vez a la Luz y a la Vida.» Esto fue lo que me dijo Poimandrés.
EL LUGAR DEL INTELECTO ENTRE EL DIVINO Y EL IMPÍO «Pero dime», le pregunté, «¿cómo iré yo mismo a la Vida, Intelecto (Noûs) mío, pues Dios me dice “que el hombre que tiene Intelecto se reconozca a sí mismo”? ¿No tienen en efecto Intelecto todos los hombres?» PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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«No hables de ese modo. Yo, el Intelecto (Noûs), estoy con los que siguen la ley divina, con los que son buenos, puros y misericordiosos; estoy junto a los que obran reverentemente. Mi presencia se convierte en socorro e inmediatamente conocen todo, se les hace propicio el Padre por el camino del amor, y con cariño filial le dan las gracias mediante plegarias e himnos, según lo que está ordenado respecto a Dios. Y antes de abandonar su cuerpo a la muerte que le es propia, aborrecen sus sentidos, pues conocen cómo actúan estos. Más aún, yo, el Intelecto (Noûs), no dejaré que las acciones del cuerpo, que les asaltan, lleven a cabo sus efectos sobre ellos. Pues, en mi calidad de guardián de las puertas, cerraré la entrada a sus energías malas y vergonzosas, poniendo fin a sus estrategias. En cuanto a los insensatos, los malvados, los viciosos, los envidiosos, los codiciosos, los asesinos, los impíos, me mantengo lejos de ellos, cediéndole el sitio al daimon 12 vengador, quien, aplicando el aguijón del fuego a los hombres de tal disposición a través de los sentidos, los arman mejor para las acciones bajas a fin de que les sea aplicado un mayor castigo. De ese modo, ese hombre no cesa de llevar su deseo hacia apetitos sin límites, luchando en las tinieblas sin que nada pueda satisfacerlo, y eso es lo que le tortura y alimenta sin parar la llama que le quema.»
EL ASCENSO DEL ALMA A TRAVÉS DE SIETE ZONAS «Me has enseñado bien en todas las cosas, oh Intelecto (Noûs). Pero háblame también del ascenso. ¿Cómo se produce?», dije yo. A eso Poimandrés respondió: «En primer lugar, con la disolución del cuerpo material, pues lo entregas a la alteración. La forma que tenías cesa de ser percibida y abandonas al daimon tu “yo” habitual. Los sentidos corporales regresan a sus fuentes respectivas, yendo a formar 12 Ver
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parte del Cosmos, y son de nuevo amalgamados con las energías, mientras la ira y el deseo van a la naturaleza sin razón. Y así es como el hombre se lanza para siempre hacia lo alto a través de la armonía de las esferas. En la primera zona abandona la potencia de crecer y menguar; en la segunda, las maquinaciones del mal; en la tercera, la ilusión del deseo; en la cuarta, la ostentación del mando; en la quinta, la audacia impía y la temeridad presuntuosa; en la sexta, el deseo de enriquecerse por cualquier medio, y en la séptima zona, la mentira tramposa: todas han quedado sin poder». La ascensión del alma del conocedor después de la muerte (física o iniciática) es la mayor esperanza del gnóstico, en cuya previsión fundamenta su vida. El viaje celeste del alma que regresa se describe en la obra como una serie de despojamientos sucesivos que dejan desnudo al «yo» verdadero, libre para entrar en el reino divino y volver a ser uno con Dios. COMENTARIO:
ENTRADA EN LA OGDÓADA Y DIVINIZACIÓN Y entonces, despojado de todo por la fuerza de la armonía de las esferas, entra en la octava esfera de las estrellas fijas (la Ogdóada) y con su propia energía permanece con los seres, cantando himnos al Padre. Y toda la asistencia se alboroza con él de su venida. Semejante a sus compañeros, oye también a ciertas potencias que moran en la naturaleza de la octava esfera, cantando con dulce voz himnos a Dios. Y entonces, en buen orden, suben hacia el Padre, se abandonan a las potencias y, vueltos ellos mismos potencias, entran en Dios. Este es el fin bienaventurado de los que poseen el conocimiento: convertirse en Dios. «¿A qué esperas ya? Ahora que has heredado de mí toda la doctrina, ¿no vas a guiar a los que lo merezcan para que, por tu intermediación, el género humano sea salvado por Dios?» Y después de hablar así, Poimandrés se unió a las potencias ante mis ojos. PoIMANDrÉS: EL PAStor DE LoS HoMBrES /
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INICIO DE LA PREDICACIÓN Y yo, cuando hube dirigido al Padre de todas las cosas acciones de gracias y plegarias, fui despedido por Poimandrés, después de haber sido investido de potencia e instruido sobre la naturaleza del Todo y sobre la visión suprema. Y comencé a predicar a los hombres la belleza, la piedad y el conocimiento: «Oh pueblos nacidos de la tierra, vosotros que os habéis abandonado a la embriaguez, al sueño y a la ignorancia de Dios, cesad en vuestra embriaguez y en vuestro sueño de bruto». Entonces, ellos, cuando oyeron esto, se juntaron a mi alrededor. Y yo les dije: «¿Por qué os habéis entregado a la muerte si tenéis el poder de participar en la inmortalidad? Arrepentíos, vosotros que habéis caminado con el error y tomado a la ignorancia por compañía. Liberaos de las tinieblas, abandonad para siempre la perdición y tomad parte en la inmortalidad». Entonces, algunos de entre ellos, después de haberse burlado de mí, se fueron por su lado, pues se habían entregado al camino de la muerte. Pero otros, arrojándose a mis pies, me urgían para que les instruyera. Yo, entonces, los volví a levantar y me convertí en el guía del género humano, enseñándoles la doctrina, cómo y por qué medios se salvarían. Sembré en ellos las palabras de la sabiduría y fueron alimentados con el agua de ambrosía. Llegada la tarde, cuando toda la luz del sol comenzó a desaparecer, les invité a dar gracias a Dios. Y una vez hubieron cumplido la acción de gracias, cada uno se fue a dormir a su cama. Yo grabé en mí mismo el don de Poimandrés y sentí una alegría inmensa por haber sido colmado así de lo que deseaba. Pues en mí, el sueño del cuerpo se había transformado en el despertar del alma; la oclusión de mis ojos, en una visión verdadera; mi silencio, en una preñez de bien, y mis palabras, en una expresión de cosas buenas. Y todo me sucedió porque lo había recibido de mi Intelecto (Noûs); es decir, de Poimandrés, el Verbo y el Intelecto de la Soberanía Absoluta. Y heme aquí, pues, inspirado por Dios, lleno del aliento divino de la verdad. 56 /
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ALABANZA A DIOS PADRE Así pues, con toda mi alma y todas mis fuerzas ofrezco al Dios Padre esta alabanza: «Santo es Dios, el Padre de todas las cosas, Quien precede a todos los comienzos. Santo es Dios, cuya voluntad es realizada por sus propias potencias. Santo es Dios, que quiere ser conocido y que es conocido por aquellos que le pertenecen. Santo eres, que por tu Verbo has hecho todo lo que es. Santo eres, de quien la Naturaleza entera ha reproducido la imagen. Santo eres, a quien la Naturaleza no ha hecho. Santo eres, más fuerte que toda potencia. Santo eres, más grande que toda excelencia. Santo eres, que estás por encima de las alabanzas. ¡Recibe el sacrificio puro en forma de palabras que te ofrecen un alma pura y un corazón tendidos hacia ti, oh Inexpresable, oh Inefable, Tú a quien solo el silencio nombra! Te suplico que ninguna caída me prive del conocimiento, que es nuestra esencia. Lléname de poder para que ilumine con Tu gracia a aquellos de mi raza que permanecen en la ignorancia, a mis hermanos y hermanas, hijos e hijas. Sí, tengo fe y doy testimonio: voy hacia la vida y hacia la luz. Bendito seas, Padre. Tu hijo quiere compartir la salvación santa que Tú confieres a través de tu total autoridad».
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
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URANTE los primeros siglos después de Cristo, mientras se daba
su forma definitiva a las versiones que han llegado hasta nosotros de los tratados herméticos, y los neoplatónicos renovaban las enseñanzas de Platón, un número de corrientes y sectas apareció bajo el estandarte de la gnosis. Construían sus mitos sobre bases judías y cristianas en lugar de hacerlo sobre las paganas, y todas compartían la finalidad de alcanzar el verdadero conocimiento (la gnosis) para asegurarse así la salvación. La mayoría de estas escuelas esotéricas compartían una muy particular cosmología. De hecho, más que cualquier otra cosa serán sus complejas y elaboradas cosmogonías, extrañas e incluso estrambóticas para el profano, lo que caracterice al gnosticismo. El gnosticismo atribuye la existencia del mundo material a un miembro malo e inferior de la jerarquía celeste que recibe el nombre de «Demiurgo» (lit. «trabajador público»), término que en griego se usaba para referirse a un «artesano» o un «creador» de algo. Ese fue originalmente el nombre que Platón le diera al dios que ha creado el mundo físico, como un delegado del Uno supremo. Para Platón y su escuela, el mundo y los cuerpos hechos de su materia no son malos per se; de hecho, son algo bueno y bello, a pesar de estar situados en lo más bajo de la escalera cósmica que el filósofo pretende ascender. Para el gnosticismo, sin embargo, el mundo es un terrible error de catastróficas consecuencias, cometido por un dios menor y malévolo que piensa que él es el Dios supremo y trata despóticamente a una hueste de almas atrapadas en cuerpos. Como alguien ha dicho, la postura de Platón o de Plotino era jerárquica, mientras que la del gnosticismo era desesperadamente dualista. tEXtoS GNóStICoS /
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Surgiendo dentro del contexto de una cristiandad que se sentía incómoda con sus orígenes judaicos, algunas ramas del gnosticismo ofrecieron la solución más radical al problema, asignándole al dios hebreo Yahvé el papel del oscuro Demiurgo. Aunque Yahvé no hubiera creado en realidad el mundo físico (las corrientes gnósticas difieren en este detalle), él y sus malvados arcontes («príncipes», aquellos a los que se refiere san Pablo en su carta a los efesios: «Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los arcontes de este mundo tenebroso y los espíritus de la maldad») lo habían tenido en sus garras durante milenios, alimentados por la devoción de su pueblo escogido y por la sangre de sus sacrificios de animales. Todo esto habría confirmado al Demiurgo en su ilusión: que él mismo era el Dios Único, Señor del Universo y Creador de todas las cosas. La mayoría de las corrientes del gnosticismo (aunque no todas) proclamaban que la conducta del Dios de la Biblia, que sin mayores razones se ponía al lado del débil y abatía implacable al fuerte (como en la historia de Caín y Abel), denunciaba claramente que si era justo era porque aplicaba su justicia con ignorancia, y que por encima de Él debía existir otra divinidad realmente sabia y amorosa, cuya justicia superara a la del autor de la Creación. Había, por tanto, dos «divinidades» y, por consiguiente, el designio divino o providencia debía así mismo ser doble: una previsión manifiesta, pasajera e ilusoria, atribuible a la potencia divina inferior —cuya existencia explicaba el origen del Mal y de los males a partir de una caída anterior a la creación del Cosmos acaecida en la Plenitud divina o Pleroma—, y otra providencia oculta, sólida y real. Entonces, continúa el mito gnóstico, vino Jesús el Ungido, en viado del Verdadero Dios para derogar la ley impía de Yahvé y enseñarle a las almas escogidas la manera de escapar. No se trataba del camino del amor ni de la moral, sino el de la gnosis: el conocimiento directo, que el Demiurgo se ha cuidado en mantener reprimido, pero que aún puede ser despertado por la chispa de divinidad que se encuentra enterrada en cada uno de nosotros. Y esta verdad se impone al que «conoce», el gnóstico o «pmeumático», que gracias a esta per62 /
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cepción directa se sabe salvado desde siempre y para siempre, y obra en consecuencia. Los textos originales de los gnósticos, escritos en lengua griega, desaparecieron casi por completo. Hasta fechas relativamente recientes, nuestro conocimiento del gnosticismo dependía fundamentalmente de fuentes indirectas: las informaciones fragmentarias que proporcionan determinados autores eclesiásticos, los heresiólogos, enemigos de la gnosis, en el marco de un entorno polémico y condenatorio. Hay que recordar que, a partir del siglo II, el gnosticismo comenzó a ser sistemáticamente rechazado como una forma impracticable de cristianismo por la corriente eclesial procatólica, que terminaría imponiéndose como representante de la ortodoxia o «recta fe». Sin embargo, algunas de esas obras, hoy perdidas en su original griego, se tradujeron al copto, la lengua literaria del Egipto de la antigüedad tardía —todavía hoy en día es la lengua litúrgica de la iglesia copta egipcia— y se conservaron escritas sobre papiros, algunos de los cuales fueron ya descubiertos en los siglos XVIII y XIX . Pero, sin lugar a dudas, el hallazgo en 1945 de una vasija herméticamente cerrada en Nag Hammadi (Alto Egipto), que contenía una biblioteca de trece códices con un total de más de cincuenta escritos, algunos de ellos en distintas versiones, supone hasta la fecha la fuente directa última y más importante para el estudio del gnosticismo.
LA LITERATURA SETIANA Por «literatura setiana» se conoce a un cuerpo de textos y mitos gnósticos que otorgan una especial preeminencia a Set, el tercer hijo de Adán y Eva. A causa de que en sus textos también aparece una segunda entidad divina que recibe el nombre de Barbeló 13, los here13
Barbeló, es decir, be-arbá-elohá , «en cuatro (letras), Dios», haciendo referencia al Tetragrámaton o seno en silencio del Padre, de donde procede el Hijo. Otra posibilidad es que proceda del arameo bar Baal («el hijo del Señor»). tEXtoS GNóStICoS /
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siólogos les dieron también el nombre de «barbelognósticos», término que se sigue utilizando para referirse a los seguidores de esta corriente, aunque los autores de estos textos siempre se autodenominan en ellos como «la raza indómita» o «la progenie (o semilla) de Set». Los setianos creían ser descendientes de Adán y Eva, a través de Set. Adán y Eva son los primeros padres, a través de los cuales la luz divina se comunica a los gnósticos iluminados. El libro del Génesis sugiere que Set marcó un nuevo comienzo para la humanidad, después de la violencia que supuso el asesinato de Abel a manos de su hermano Caín. En la Biblia se nos dice que Caín mató a su hermano Abel, sufriendo el castigo del destierro a causa de esta acción. En la obra gnóstica titulada El libro secreto (o «apócrifo») de Juan, que traducimos aquí, se nos dice que Caín y Abel fueron en realidad hijos del primer arconte, Yaldabaot, que mancilló la sexualidad de Eva y la hizo concebir a sus dos primeros hijos. En la Biblia griega, comúnmente llamada Septuaginta o «de los setenta» (Gen. 4, 25), se nos dice que Set es sperma heteron , es decir, «de otra semilla», en sustitución de su hermano Abel, muerto a manos de Caín. Los gnósticos, por su parte, se llamaban a sí mismos «la otra raza», es decir, la progenie o descendencia de Set. La literatura sagrada de los setianos conforma una narrativa mitológica que nos proporciona una reinterpretación de los primeros capítulos del Génesis. De todos los textos pertenecientes a esta corriente gnóstica, quizá el más completo sea el Libro secreto de Juan . Aunque en la forma en que nos ha llegado, es decir, la versión hallada en la biblioteca de Nag Hammadi, el mito narrado adopte una forma «cristiana», al parecer los rastros literarios (más obvios en copto) sugieren que el mito deriva de una tradición gnóstica judeo-helenística con influencias procedentes de la mitología griega y las tradiciones filosóficas. Este relato gnóstico del mito de la creación describe el origen, caída y restauración de la luz presente en los gnósticos y presente en Dios. La entidad divina original es el Uno infinito, el espíritu invisible. De este Uno emana Barbeló, y ambos producen un hijo divino, junto al que forman una sublime tríada. Junto con el Divino, en la 64 /
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plenitud o Pleroma de la Divinidad, existen cuatro luminarias: Harmozel, Oroiael, Daveitai y Elelet, junto con Geradamas (Adán «el extranjero») y su hijo Set. La madre Sofía, la Sabiduría de Dios, un eón divino relacionado con Elelet, comete un error (cuyos motivos aparecen descritos de formas diferentes en diferentes textos), y como consecuencia de dicho error aparece su arrogante hijo, el Demiurgo y creador del mundo conocido como Yaldabaot, Sakla o Samael. En este punto, el género humano representado por Adán, Eva, Caín, Abel, Set y la progenie de este último, es decir, los mismos gnósticos, aparece en la trama. De los textos gnósticos que se incluyen aquí, El libro secreto de Juan y La revelación de Adán han sido incluidos por los expertos en esta corriente gnóstica.
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E l libro secreto de Juan
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
E
L libro secreto (o apócrifo) de Juan es una obra clásica de la mitoL
logía gnóstica de los setianos. Presenta Pr esenta una elegante versión del mito gnóstico de la creación. Varias versiones del mito que aquí se articula aparecerán a lo largo de otros textos gnósticos de diferentes ramas y en diferentes épocas. Parece que El libro secreto de Juan gozó de una amplia difusión en su tiempo, pues hasta ahora han llegado hasta nosotros cuatro copias de la obra. La obra nos presenta un relato mitológico de la creación, creac ión, la caída y salvación del mundo y de sus habitantes. En la forma que nos ha llegado, se trata de un texto cristiano en el que Jesús expone la doctrina, en el marco de un diálogo mantenido entre él y el apóstol Juan. Esta forma cristiana parece haber sido construida sobre un texto anterior, de carácter judío, básicamente una interpretación de los primeros capítulos del Génesis, haciendo especial énfasis en el problema del origen del Mal. En el hipotético texto judío, el revelador y salvador debe haber sido el Intelecto divino, algo que se puede deducir a partir del himno que concluye la revelación en la versión extensa de la obra, que es la que traducimos aquí. Tanto en el himno como en el resto del tratado, el revelador habla en primera persona («Yo»). En el texto judío, el revelador pudo haber sido Barbeló, pero en la versión que ha llegado hasta nuestros días, esta función está desempeñada por Jesús. El libro secreto de Juan explica el contraste entre un Uno (mónada) perfecto y omnitrascendente, y un mundo material caído y absurdo, por medio de una intricada mitología en la que un Dios emana, crea, cae y finalmente es salvado. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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La filosofía griega platónica y neoplatónica postulaba un sistema en el que el Intelecto estaba unido a lo divino y lo divino di vino era Intelecto. Del mismo modo, El libro secreto de Juan emplea una serie de términos griegos relacionados con el Noûs o Intelecto para describir la naturaleza de lo divino y la creación del Cosmos. La narración describe el espíritu invisible o Intelecto, expandiéndose a través de un pensamiento (ennoia), una providencia (pronoia), hasta alcanzar la Plenitud (ple- roma). Desgraciadamente, un error cometido por la sabiduría (sofia) trae como consecuencia la necedad (aponoia). La restauración de la sabiduría se logra finalmente a través de la expresión del pensamiento superior (epinoia). Finalmente, Dios salva y es salvado, y con Dios todos aquellos que se consideran de la progenie de Set, que participan en la luz y la sabiduría. La sabiduría divina, personificada en Sofía, es finalmente restaurada, y la gloriosa plenitud de lo divino es por fin realizada.
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Ļ TEXTO ļ
L
A enseñanza del Salvador y la revelación de los misterios y de las
cosas escondidas en el silencio, que él enseñó a Juan, su discípulo.
APARICIÓN DEL REVELADOR A JUAN Un día en que Juan, el hermano de Santiago —los hijos de Zebedeo—, subió al templo, he aquí que se le acercó un fariseo llamado Arimanio 14 que le dijo: «¿Dónde está tu maestro, a quien tú seguías?». Él respondió: «Ha regresado al lugar de donde había venido». Le dijo el fariseo: «Este nazareno os ha engañado completamente, os ha llenado los oídos con mentiras y ha obstruido vuestro corazón, apartándoos de las tradiciones de vuestros padres». Al oír estas palabras, yo, Juan, me volví del templo hacia una montaña en el desierto. Estaba triste y confundido, y me decía: «¿Por qué fue elegido el Salvador? ¿Por qué fue enviado al mundo por su Padre? ¿Quién es el Padre que lo ha enviado? ¿Cuál es este reino eterno ( eón 15) hacia el que tenemos que ir? ¿Qué es lo que quería expresar cuando nos dijo que el reino hacia el cual tenemos que ir ha recibido la im14 15
El nombre recuerda a Ahriman, la divinidad maligna en la teología mazdeísta. Este término, cuyo significado literal está más próximo al de «edad» o «periodo de vida», en el gnosticismo se suele usar para designar a la serie de poderes espirituales evolucionados por la emanación progresiva del Ser eterno, que constituyen el Pleroma o «plenitud» del mundo espiritual invisible. Ocasionalmente, se traducirá de un modo alternativo, para facilitar la comprensión del sentido del texto, pero en la mayoría de los casos lo dejamos sin traducir. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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pronta del reino (eón) incorruptible? Porque no nos aclaró de qué clase de reino se trataba». Mientras reflexionaba sobre estas cosas, los cielos se abrieron y toda la creación que está bajo el cielo brilló, todo el mundo se conmovió. Yo sentí temor y me incliné al ver en la luz a un niño de pie junto a mí. Mientras lo miraba, se transformó en un viejo corpulento. Después cambió de forma y volvió a ser simultáneamente un niño pequeño ante mí. Era, pues, un ser único bajo diversas formas en la luz, y las formas se manifestaban unas a través de otras, de modo que, aun siendo uno, tenía tres formas. Me dijo: «Juan, Juan, ¿por qué dudas? ¿Por qué temes? ¿No reconoces a esta figura?». Esto significaba: no seas pusilánime. «Yo soy el que siempre está con vosotros. Yo soy el Padre, yo soy la Madre, yo soy el Hijo. Yo soy el inmaculado y el incorruptible. He venido a enseñarte lo que es, lo que era y lo que será, a fin de que conozcas las cosas invisibles y las visibles, y para explicarte quién es el hombre perfecto. Ahora levanta tu rostro, ven y escucha, con el fin de que comprendas las cosas que te diré, para que puedas relatarlo a los que comparten tu espíritu, que proceden de la raza indómita del hombre perfecto.»
EL UNO Yo le pedí que me lo explicara para poderlo comprender, y entonces me dijo: «El Uno (mónada) es un monarca sobre el que no hay nada. Es el verdadero Dios y el Padre de Todo, el que existe en la incorruptibilidad, el que se halla en una pura luz que ninguna mirada puede sostener. Puesto que es el espíritu invisible, no conviene pensarlo como un dios o algo similar, puesto que es más que un dios, ya que nadie hay por encima de Él, ni nadie lo domina. Nada existe antes de Él ni Él tiene necesidad de otras cosas. No necesita vida, pues es eterno. No tiene necesidad de nada, 72 /
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porque ya es perfecto, de modo que no tiene ninguna carencia que lo haga perfectible, y en todo momento es una realidad perfecta y luminosa. Es indefinible, porque nadie lo precede para poderlo definir. Es inescrutable, porque nadie lo precede para poderlo escrutar. Es inconmensurable, porque nadie lo precede para poderlo medir. Es invisible, porque nadie lo ha visto jamás. Es un eterno que existe eternamente. Es inexpresable porque nadie lo abarca para poderlo expresar. Es innominable, porque nadie lo precede para poderlo nombrar. Es luz inconmensurable, simple, santa y pura. Es absolutamente inexpresable, no por el hecho de poseer incorruptibilidad, perfección, felicidad y divinidad, sino porque sobrepasa todos estos atributos. No es corpóreo, ni incorpóreo, ni grande, ni pequeño. Acerca de Él no se puede expresar ni la cantidad ni la cualidad, pues nadie puede comprenderlo. No es nada de lo que existe, sino absolutamente superior, y ni siquiera superior 16. Su ser no participa ni de los reinos eternos ni del tiempo, pues el que participa de ellos ha sido hecho anteriormente. No ha sido determinado por el tiempo, ya que nada puede recibir de otro que sea determinante. Lo que se recibe es un préstamo, pero el que existe antes que todo no tiene necesidad alguna que pueda ser satisfecha, pues este ser se contempla en su purea luz. Él es una grandeza sin medida. Es un eón principio de eón, una vida que da vida, una felicidad que da felicidad, un conocimiento que da conocimiento, un bien que da bien, una misericordia que da misericordia y salvación, una gracia que da gracia, y no porque posee todo esto, sino porque da una misericordia inconmensurable e incorruptible.
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El texto sugiere que, dado que ninguna categoría finita es apropiada para describir el Uno infinito, ni siquiera el término «mayor» es apropiado, pues implica una comparación con otras entidades finitas. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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¿Qué podría decirte de Él? Su eón es incorruptible en su quietud, reposando en silencio. Es anterior a todo y es la cabeza de todos los eones y el que les otorga fuerza por medio de su bondad. Pues nosotros, siendo ignorantes, no podemos conocer a aquel que es inconmensurable. Solo puede hacerlo aquel que ha vivido en Él, el Padre. Él es quien nos lo ha explicado».
APARICIÓN DE BARBELÓ Este Padre es el Uno que se contempla en la luz que lo rodea, que es la fuente de las aguas vivas que se entrega a todos los eones bajo múltiples formas. Él contempla su propia imagen reflejada en la fuente del espíritu y desea habitar en su agua luminosa, que es la fuente del agua pura que lo rodea 17. Su pensamiento entró en acción y apareció, irguiéndose y manifestándose ente Él en el resplandor de aquella luz. Esta es la potencia que existe antes que todos ellos, que procedió del pensamiento de Aquel, el supremo Intelecto del Todo. Su luz brilla como la luz del Padre, potencia perfecta, imagen del Espíritu invisible, virginal y perfecto. Ella es la potencia y la gloria, Barbeló 18, gloria perfecta de los eones, gloria de la revelación, gloria del Espíritu virginal. Ella lo alabó, pues gracias a Él había llegado a la existencia. Este es el primer pensamiento, la imagen de Aquel. Ella fue la matriz uni versal, pues existió antes que todos ellos, madre-padre, hombre primordial, espíritu santo, triple varón, triple potencia, 17
El Padre observa su reflejo en la superficie de las aguas y se enamora de su propia imagen, del mismo modo que el Narciso de la mitología griega. 18 Ver nota 13. 74 /
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triple nombre, andrógino, eón eterno entre los invisibles, primer principado. Barbeló le pidió al invisible Espíritu virginal que le fuera concedida una Presciencia (prognosis), y el Espíritu accedió. Y una vez que hubo accedido, se manifestó la Presciencia y se irguió junto al supremo Intelecto, el que procede del pensamiento del invisible Espíritu virginal. Lo ensalzó a Él y a su perfecta potencia, Barbeló, pues a causa de ella había llegado a la existencia. Otra vez pidió que le fuera concedida la incorruptibilidad, y Él accedió. Una vez que hubo accedido, se manifestó la Incorruptibilidad y se irguió junto al Pensamiento y a la Presciencia. Y glorificaron al Invisible y a Barbeló, pues a causa de ella habían llegado a la existencia. Barbeló pidió entonces que le fuera concedida la vida eterna, y el Espíritu invisible accedió. Y una vez que hubo accedido, se manifestó la Vida eterna, y se irguieron y glorificaron al Espíritu invisible y a Barbeló, pues a causa de ella habían llegado a la existencia. Pidió entonces Barbeló que le fuera concedida la verdad, y el Espíritu invisible accedió. La Verdad se manifestó, y se irguieron y glorificaron al invisible y fragante Espíritu y a Barbeló, pues a causa de ella habían llegado a la existencia. Estos son los cinco eones del Padre, del Hombre Primordial que es la imagen del Espíritu invisible, es decir, del Intelecto supremo que es Barbeló: — Intelecto, — Presciencia, — Incorruptibilidad, — Vida eterna, — Verdad. Esta es la péntada de los eones andróginos, lo que los convierte en una decena de eones. Esto es el Padre. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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CONCEPCIÓN DE BARBELÓ El Padre miró hacia dentro de Barbeló por medio de la pura luz que rodea al Espíritu invisible y su resplandor, y ella concibió de Él. Engendró una centella de luz semejante a la luz santa, pero no tan grande. Es un unigénito del Padre-Madre que se había manifestado, su único hijo, el unigénito del Padre, la pura luz. El invisible Espíritu virginal se alegró en la luz que había sobrevenido, que se había manifestado en primer lugar por medio de la primera potencia de su supremo Intelecto, es decir, Barbeló. Y lo ungió con su bondad a fin de hacerlo perfecto y no carente de bien alguno, pues lo había ungido con la bondad del Espíritu invisible. Y se erguía delante de Él cuando recibía la unción. En cuanto hubo recibido el don del Espíritu, alabó al Espíritu Santo y al supremo Intelecto perfecto, gracias al cual se había manifestado. El hijo pidió que le fuera concedido un colaborador, que era el Intelecto (Noûs). El Espíritu accedió. Una vez el invisible Espíritu hubo accedido, el Intelecto se reveló y se irguió junto al Ungido (christós), glorificándolo, así como a Barbeló. Todos ellos llegaron a la existencia en silencio y en inteligencia. El Espíritu invisible quiso producir una realidad por medio de la palabra, y su voluntad se hizo realidad y se manifestó junto al Intelecto y la luz, glorificando al Espíritu. El Logos, el Ungido, el divino Autoengendrado había producido al todo. La Vida eterna, la Voluntad, el Intelecto y la Presciencia se irguieron y glorificaron al Espíritu invisible y a Barbeló, pues a causa de ella habían llegado a la existencia. El Espíritu Santo perfeccionó al divino Autoengendrado, hijo de Barbeló, para que se irguiera ante la magnitud y el invisible Espíritu virginal como Autoengendrado divino, el Ungido, a quien Él había honrado con voz poderosa y que se había manifestado por medio de la suprema Inteligencia. El invisible Espíritu virginal estableció al di vino Autoengendrado como cabeza del todo y como Dios de la Verdad, y le sometió todas las potestades, a fin de que comprendiera todo. 76 /
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Este es el que ha sido llamado con un nombre que supera todo nombre. Este nombre le será transmitido a aquellos que sean dignos.
LAS CUATRO LUMINARIAS Las cuatro luminarias que provienen del divino Autoengendrado salieron de la luz, que es el Ungido, y de la incorruptibilidad como un don del Espíritu, a fin de mantenerse erguidos junto a él. La tríada es: — Voluntad, — Inteligencia, — Vida. Las cuatro potencias son: — — — —
Comprensión, Gracia, Percepción, Prudencia.
La Gracia se encuentra junto al éon-luminaria Harmozel, que es el primer ángel. Con este eón hay otros tres: — Gracia, — Verdad, — Forma. La segunda luminaria es Oriel, establecido sobre el segundo eón. Con ella hay otros tres eones: — Intelección, — Percepción, — Memoria. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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La tercera luminaria es Daveitai, establecido sobre el tercer eón. Con ella hay otros tres eones: — Comprensión, — Amor, — Idea. El cuarto eón ha sido establecido sobre la cuarta luminaria, Elelet. Con ella hay otros tres eones: — Perfección, — Paz, — Sabiduría (Sofía). Estas son las cuatro luminarias que están erguidas ante el divino Autoengendrado. Y estos son los doce eones que están erguidos ante el Hijo, el Autoengendrado, por la Voluntad y el don del Espíritu in visible. Los doce eones pertenecen al Hijo, el Autoengendrado, y el todo fue consolidado precisamente por la voluntad del Espíritu Santo por medio del Autoengendrado.
GERADAMAS Y SET El hombre perfecto, primera verdadera manifestación, procedió de la Presciencia del Intelecto perfecto por medio de la voluntad del Espíritu invisible y de la voluntad del Autoengendrado. El Espíritu invisible lo denominó Geradamas 19 y lo estableció sobre el primer eón con el gran Autoengendrado, el Ungido, junto a la primera lu19
Geradamas es el hombre perfecto, Adamas o Adán, el padre de Set y el ancestro celestial de la humanidad. El nombre es posiblemente de origen hebreo, y significa «Adán el extranjero». Es decir, ajeno a este mundo, siendo su verdadera casa el reino divino. 78 /
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minaria, Armozel, y sus potencias estaban con él. El Invisible le otorgó una potencia intelectual invencible. Él habló, glorificando y bendiciendo al espíritu invisible, y dijo: «Gracias a ti ha existido el todo, y el todo regresará a ti. Yo te alabaré y te ensalzaré, y al Autoengendrado junto con los otros tres eones, el Padre, la Madre y el Hijo, la perfecta potencia». Geradamas estableció a su hijo Set sobre el segundo eón, junto a la segunda luminaria, Oriel. La semilla de Set fue establecida sobre el tercer eón, sobre la tercera luminaria, Daveitai. Allí fueron depositadas las almas de los santos. En el cuarto eón fueron establecidas las almas de los que ignoraron el Pleroma y no se apresuraron a arrepentirse, sino que se demoraron un tiempo y después se arrepintieron. Estas se quedaron junto a la cuarta luminaria, Elelet. Estas son las criaturas que glorifican al Espíritu invisible.
LA CAÍDA DE SOFÍA Sofía («Sabiduría»), que era un eón, concibió en su interior un pensamiento, una reflexión acerca del Espíritu invisible y de la Presciencia. Deseó manifestarse en una imagen salida de sí misma sin la voluntad del Espíritu, que no lo consentía, y sin su consorte, que no daba su aprobación. Y aunque no lo consentía su personificación masculina, y sin haber obtenido su acuerdo, y a pesar de haberlo premeditado sin el consentimiento del Espíritu y de no contar con el acuerdo de su parte masculina, ella se hizo adelante 20.
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Sofía, la Sabiduría divina, trata de imitar el acto procreativo original del Padre. Este relato de Sofía, procreando ella sola, puede ser el reflejo de relatos similares de la mitología griega. La diosa Hera imita a Zeus y concibe un hijo por sí misma. Según una versión del mito, el hijo que resulta de ello es el monstruo Tifón, y en otra versión, el dios cojo Hefesto, a quien Hera expulsa del Olimpo enviándolo al mundo in ferior. En la obra que traducimos aquí, todos los males y desgracias de este mundo derivan del error de Sofía. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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Puesto que había en ella una potencia invencible, su pensamiento no permaneció inactivo, y a partir de ella se manifestó una obra imperfecta y distinta de su forma, pues la había producido sin su consorte. No se parecía en nada a la figura de su madre, sino que tenía otra forma. Una vez hubo visto la obra deseada, esta se transmutó en la figura de un extraño dragón con rostro de león, de ojos resplandecientes como relámpagos. Lo arrojó lejos de ella y de aquel lugar a fin de que no lo viera ninguno de los inmortales, pues lo había creado en ignorancia. Lo envolvió en una nube luminosa y lo colocó en un trono en medio de la nube, para que nadie lo viera excepto el Espíritu Santo, que es llamado «la madre de los vivientes». Y le puso por nombre Yaldabaot.
EL MUNDO DE YALDABAOT Yaldabaot es el primer arconte 21. Recibió de su madre una gran potencia, y se alejó de ella, abandonando los lugares en los que había sido creado. Se robusteció y creó para sí otros eones resplandecientes de fuego luminoso, que aún existen. Se aferró a la ignorancia que lo habita y engendró potestades para sí: — — — — —
El nombre del primero es Atot. El segundo es Harmas, que es el ojo de la envidia. El tercero es Calila-Umbri. El cuarto es Yabel. El quinto es Adonaiou, denominado Sabaot.
21
«Arconte», del griego árchon , «príncipe». Es un término gnóstico genérico para designar a los entes racionales intermediarios entre la Divinidad y el hombre, responsables de la creación corporal. En ocasiones también se les llama «potestades» (exousía) o «potencias» (dynamis). 80 /
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El sexto es Caín, que las razas humanas llaman el sol. El séptimo es Abel. El octavo es Abrisene. El noveno es Yobel. El décimo es Armupiel. El undécimo es Melqueir-Adonin. El duodécimo es Belias, que preside los abismos infernales 22.
Estableció también siete reyes, uno para cada firmamento del cielo, para reinar sobre los siete cielos, y cinco sobre las profundidades del abismo para que reinaran 23. Y les repartió su fuego, aunque no les dotó del poder luminoso que había recibido de su madre, pues era una tiniebla ignorante. Cuando la luz se mezcló con la oscuridad, hizo que la oscuridad brillara. Cuando la oscuridad se mezcló con la luz, la luz se oscureció, y ya no hubo ni luz ni oscuridad, sino una cosa débil. Este arconte débil tiene tres nombres: el primero es Yaldabaot, el segundo es Saclas y el tercero es Samael. Es un ser impío lleno de necedad. Dijo: «Yo soy Dios y no hay otro dios fuera de mí». Con lo cual se mostró ignorante de su fundamento, el lugar de donde procedió. Los arcontes crearon seis potencias para sí mismos, y las potencias se crearon seis ángeles para cada una. En total hicieron 360 ángeles. Estos son los nombres de los arcontes y sus apariencias correspondientes: — — — —
El primero es Atot, que tiene aspecto de carnero. El segundo es Eloaios, que tiene aspecto de asno. El tercero es Astafeo, con aspecto de hiena. El cuarto es Yaó, con aspecto de serpiente de siete cabezas.
22 23
Se trata posiblemente de los doce signos del zodíaco. Los siete reyes pueden tratarse de los siete planetas, si incluimos al Sol y a la Luna, y los otros cinco pueden ser personificaciones de los cinco elementos. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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— El quinto es Sabaot, con aspecto de dragón. — El sexto es Adonín, con cabeza de mono. — El séptimo es Sabbataios, con aspecto de fuego centelleante. Estos son los siete poderes correspondientes a los días de la semana. Yaldabaot tiene multitud de aspectos, además de los mencionados, de modo que puede adoptar cualquiera de ellos según le plazca. Hallándose en medio de los serafines, los hace participar de su fuego. Por esto los domina, a causa de la potencia de la gloria que le corresponde en la luz de su madre. Por esto se atribuye el nombre de Dios, sin respeto por el lugar de donde procede. Y a través de su pensamiento juntó a las potestades que estaban en torno a él con las siete potencias. Y por el solo hecho de decirlo, se realizó. Dio un nombre a cada potencia, comenzando por la que estaba más alta: — — — — — — —
La primera es bondad, con la primera potencia, Atot. La segunda es la providencia, con la segunda, Eloaios. La tercera es la divinidad, con la tercera, Astafeo. La cuarta es la dominación, con la tercera, Yaó. La quinta es el reino, con la quinta, Sabaot. La sexta es la envidia, con la sexta, Adonín. La séptima es la comprensión, con la séptima, Sabbataios.
Poseen un firmamento por cada eón celestial, ya han recibido nombres de acuerdo con la gloria de las cosas celestiales en orden a la destrucción de las potencias. Los nombres que les otorgó su primer creador les parecían poderosos. En cambio, los nombres que recibieron de acuerdo con la gloria de las cosas celestiales son para ellos destrucción e impotencia. Por esto tienen dos nombres. Yaldabaot organizó todo de acuerdo con la semejanza de los primeros eones que habían existido, de modo que los creó con la figura de los incorruptibles, no porque hubiera visto a los incorruptibles, sino porque la potencia que reside en él, recibida de su madre, pro82 /
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ducía en él la semejanza del mundo. Cuando vio la Creación que lo rodeaba y la multitud de ángeles nacidos de él a su alrededor, les dijo: «Yo soy un dios celoso y no hay otro dios fuera de mí». Diciendo esto indicaba a los ángeles que lo rodeaban que había otro Dios, porque si no había otro, ¿de quién iba a estar celoso?
EL ARREPENTIMIENTO DE SOFÍA Entonces la madre comenzó a agitarse. Había conocido la deficiencia al debilitarse el resplandor de su luz, y se oscureció porque su consorte no estaba en armonía con ella. Entonces yo, Juan, dije: «Señor, ¿qué quiere decir que comenzó a agitarse?». Él sonrió y me dijo: «No pienses que es como dijo Moisés “sobre las aguas”. Se trata de que, cuando ella vio la maldad que había sobrevenido y la enormidad que su hijo había cometido, se entristeció y cayó en un olvido en medio de la oscuridad de la ignorancia. No tuvo el valor de regresar, sino que comenzó a moverse. Y este movimiento es aquella agitación. El arrogante recibió de su madre una potencia. Era ignorante y pensaba que no existía ninguna potencia más que la de su madre. Y cuando vio la multitud de ángeles que había creado, se glorió de ser superior a ellos. Cuando la madre se dio cuenta de la imperfección del aborto de la oscuridad, comprendió que su consorte no había estado en armonía con ella. Se arrepintió y rompió a llorar desconsoladamente. Los eones de todo el Pleroma percibieron la amargura de su arrepentimiento y pidieron un socorro para ella al invisible Espíritu virginal. El Santo Espíritu accedió y derramó sobre ella un don procedente de todo el Pleroma. Su consorte no se había acercado a ella hasta entonces, pero en ese momento se le aproximó por medio del Pleroma con el fin de rectificar su deficiencia. Y no fue transportada a su propio eón, sino más allá de su hijo, con el fin de que permaneciera en la enéada hasta la rectificación de su deficiencia». EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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LA APARICIÓN DEL SER HUMANO Se oyó una voz procedente del eón celestial superior: «Existe el hombre y el hijo del hombre». El primer eón, Yaldabaot, lo oyó y pensó que procedía de su madre, pero en realidad desconocía su procedencia. El Padre materno, santo y perfecto, la suprema Inteligencia perfecta, imagen del Invisible, que es el Padre del Todo, por medio del cual el Todo vino a la existencia, el Hombre Primordial, les enseñó que la semejanza de Él se había manifestado en forma humana. El eón del primer arconte tembló, y los fundamentos del abismo se conmovieron, y por medio de las aguas que están sobre la materia fue iluminada la región por una aparición de la semejanza de Él, que se había manifestado. Todas las potestades y el primer arconte se inclinaron y vieron que toda la región inferior resplandecía, y gracias a la luz vieron la forma de la semejanza en el agua.
LA CREACIÓN DE ADÁN Dijo Yaldabaot a las potestades que estaban con él: «Venid, hagamos un hombre según la imagen de Dios y según nuestra semejanza, para que su imagen sea luz para nosotros». Y lo crearon por medio de sus respectivos poderes, de acuerdo con las instrucciones que habían recibido. Cada potestad obró una marca distinta en la figura de la imagen que había visto. Crearon un ser según la imagen del hombre primordial y perfecto, y dijeron: «Llamémosle Adán, a fin de que su nombre sea para nosotros una luz poderosa». Y las potestades iniciaron la creación: La primera, la bondad, creó un alma ósea. La segunda, la providencia, creó un alma de nervio. La tercera, la divinidad, creó un alma de carne. La cuarta, la dominación, creó un alma de médula. La quinta, el reino, creó un alma de sangre. 84 /
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La sexta, la envidia, creó un alma de piel. La séptima, la comprensión, creó un alma de pelo. Ellos, la multitud de los ángeles, se irguieron ante él y recibieron de las potestades las siete sustancias psíquicas destinadas a operar el ensamblaje de los miembros, la coordinación de los órganos y la composición ordenada de cada miembro. El primero, Eterafaope Abrón, comenzó por crear la cabeza. Menigestroet creó su parte posterior. Asterejmén creó el cerebro. Taspomoján creó el ojo derecho. Yeronumos creó el ojo izquierdo. Bisún creó la oreja derecha. Aquioreín creó la oreja izquierda. Banem-Efrún creó la nariz. Amén creó los labios. Ibicán creó los dientes. Basiliademe creó las muelas. Ajcán creó las amígdalas. Adabán creó la nuez. Jaamán creó el cuello. Dearjó creó la columna vertebral. Tebar creó la garganta. Mniarjón creó el hombro izquierdo. Abitrión creó el codo izquierdo. Euantén creó el antebrazo derecho. Cris creó el antebrazo izquierdo. Beliai creó la mano derecha. Treneu creó la mano izquierda. Balbel creó los dedos de la mano derecha. Crimán creó los dedos de la mano izquierda. Astrops creó las uñas de las manos. Barrof creó el seno derecho. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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Baún creó el seno izquierdo. Ararín creó la axila derecha. Arej creó la axila izquierda. Ftaué creó el vientre. Senafín creó el ombligo. Arajetopi creó el abdomen. Zabedo creó el costado derecho. Barias creó el costado izquierdo. Fnut creó el muslo derecho. Abenlenarjei creó el muslo izquierdo. Jnumeninorín creó el tuétano del hueso. Gesole creó los huesos. Agronauma creó el estómago. Bano creó el corazón. Sostrapal creó el pulmón. Anesi-mlar creó el hígado. Topitro creó el bazo. Biblo creó los intestinos. Roeror creó los riñones. Tafreo creó los nervios. Ipuspoboba creó la espina dorsal. Bineborín creó las venas. Atoimenpsefei creó las arterias. A Entolle le pertenecen los alientos que recorren todos los nervios. Beduc creó toda la carne. Arabeei creó la matriz derecha. Eilo creó el pene. Sorma creó los testículos. Gormacaiojlabar creó los órganos genitales. Nebrit creó la pierna derecha. Pserén creó la pierna izquierda. Asaclas creó la articulación de la pierna derecha. Ormaot creó la articulación de la pierna izquierda. Emenín creó la rodilla derecha. 86 /
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Cnix creó la rodilla izquierda. Tipelón creó la tibia derecha. Ajiel creó la tibia izquierda. Fneme creó el tobillo derecho. Fiutrón creó el tobillo izquierdo. Boabel creó el pie derecho. Trajún creó los dedos del pie derecho. Ficna creó el pie izquierdo. Miamai creó los dedos del pie izquierdo. Labernium creó las uñas de los pies. Los que han sido puestos sobre estos son siete: Atot, Armas, Calila, Yabel, Sabaot, Caín y Abel. Los que obran de forma particular en los miembros son: En la cabeza, Diolimodra. En la nuca, Yammeax. En el hombro derecho, Yaquib. En el hombro izquierdo, Ouerton. En la mano derecha, Oudidi. En la mano izquierda, Arbao. En los dedos de la mano derecha, Lampno. En los dedos de la mano izquierda, Lecafar. En el seno derecho, Barbar. En el seno izquierdo, Imae. En el pecho, Pisandriaptes. En la axila derecha, Coade. En la axila izquierda, Odeor. En el costado derecho, Asfixix. En el costado izquierdo, Sinogjuta. En el vientre, Arouf. En la matriz, Sabalo. En el muslo derecho, Jarjab. En el muslo izquierdo, Jtaon. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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En todos los genitales, Batinot. En la pierna derecha, Joux. En la pierna izquierda, Jarja. En el tobillo derecho, Aroer. En el tobillo izquierdo, Toejea. En la rodilla derecha, Aol. En la rodilla izquierda, Jaraner. En el pie derecho, Bastán. En sus dedos, Arjentejta. En el pie izquierdo, Marefnount. En sus dedos, Abrana. Sobre estos dominan los siete siguientes: Miguel, Uriel, Asmenedas, Safasatoel, Aarmurián, Rijrán, Amiorps. El que domina sobre los sentidos es Arjendecta. El que domina sobre la percepción es Deitarbatas. El que domina sobre la imaginación es Ummaa. El que domina sobre el azar es Aajiará. El que domina sobre cualquier impulso hacia la acción es Riaramnajo. El origen de los demonios que están en todo el cuerpo es determinado por cuatro cosas: — Calor, — Frío, 88 /
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— Humedad, — Sequedad. Pero la madre de todos ellos es la materia. El que domina sobre el calor es Floxofa. El que domina sobre el frío es Oroorroto. El que domina sobre lo seco es Erimajó. El que domina sobre lo húmedo es Aturo. La madre de todos estos pone en medio de ellos a Onortojrasei, pues ella es indefinida y se mezcla con todos ellos. Es verdaderamente la materia, puesto que los nutre a todos. Los cuatro demonios principales son: Efememfi, el demonio del placer. Yoco, el demonio del deseo. Nenentofni, el demonio de la pena. Blaomén, el demonio del temor. La madre de todos ellos es la sensación, Suj Epiptoe. De estos cuatro demonios provienen las pasiones. De la pena provienen la envidia, los celos, el dolor, la molestia, la prepotencia, la negligencia, la preocupación, la aflicción y otras. Del placer provienen muchos vicios, la vanidad y cosas parecidas. Del deseo provienen la ira, la irritación, la amargura, la lujuria, la avidez y cosas similares. Del temor vienen el estupor, la perplejidad, la angustia y la vergüenza. Su manera de ser hace que sean virtudes o vicios. El concepto de su realidad es Anaio, que es la parte superior del alma material, ya que se halla con la sensación, que es Suj Epiptoe. El número total de ángeles es de 365. Todos colaboraron para completar, miembro a miembro, tanto el cuerpo psíquico como el EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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material. Hay otros, sin embargo, sobre el resto de las pasiones, acerca de los cuales no te he hablado. Si quieres conocerlos, los encontrarás descritos en el Libro de Zoroastro 24.
ADÁN RECIBE EL ESPÍRITU Y LA VIDA Todos los ángeles y demonios habían trabajado juntos para poner a punto el cuerpo psíquico. Pero su obra permaneció inerte e inmóvil durante largo tiempo. La madre (Sofía) quiso recuperar la potencia que había comunicado al primer arconte, y suplicó ante el Padre materno del Todo, el gran misericordioso. Él envió, por medio de una santa orden, cinco luminarias hacia el lugar donde estaban los ángeles del primer arconte. Las luminarias, con la intención de recuperar la potencia de la madre, impartieron a Yaldabaot las siguientes instrucciones: «Sopla sobre su rostro tu propio aliento y su cuerpo se levantará». Y él sopló sobre su rostro su aliento, que es la potencia de su madre, pero no lo sabía, porque era un ignorante. Entonces la potencia de la madre salió de Yaldabaot y penetró en el cuerpo psíquico que ellos habían elaborado según la semejanza del ser primordial. Y se movió, cobró fuerzas y resplandeció 25. Entonces las restantes potencias tuvieron envidia, puesto que ellas eran las que habían producido al hombre y le habían dado su potencia, y ahora su inteligencia superaba a la de sus creadores, incluso a la del primer arconte. Cuando se dieron cuenta de que era resplandeciente, que su pensamiento la superaba y que estaba libre de toda maldad, lo agarraron y lo precipitaron a la región inferior de la materia.
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No se ha logrado identificar este Libro de Zoroastro al que alude el autor del tratado. 25 En el mito gnóstico, del Demiurgo, al soplar sobre Adán le comunica tanto la vida psíquica como la chispa espiritual. 90 /
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Entonces el Bienaventurado, el Padre materno, el Benefactor, el Misericordioso, se apiadó de la potencia de la madre, la que había pro venido del primer arconte y luego iba a dominar el cuerpo psíquico y el sensible. Entonces, por medio de su Espíritu benefactor de su gran misericordia, envió una ayudante a Adán, una intelección luminosa que procedía de él, la Vida. Esta es la auxiliadora de toda la criatura, la que sufre con el hombre y lo establece en su Pleroma, instruyéndolo sobre el camino del retorno, por el que ya había descendido. La intelección luminosa estaba escondida en Adán, a fin de que los arcontes no la conocieran y que la intelección pudiera rectificar la deficiencia de la madre.
LA PRISIÓN DEL GÉNERO HUMANO El hombre, Adán, se manifestó a causa de la chispa de luz que estaba en él. Su pensamiento era superior al de todos sus creadores. Cuando estos miraron hacia arriba, vieron que su pensamiento era superior. Entonces tramaron un plan junto con todos los seres arcónticos y angélicos. Tomaron fuego, tierra y agua, los mezclaron completamente con los cuatro vientos del fuego y formaron una masa compacta, causando un gran trastorno. Entonces arrastraron a Adán hacia la sombra de la muerte a fin de modelarlo de nuevo con esa mezcla de tierra, agua y fuego, y con el espíritu que procede de la materia —que es la ignorancia de la oscuridad y del deseo— y con su espíritu deforme. Esta es la tumba, la nueva remodelación del cuerpo, los harapos con los que lo vistieron los criminales, los grilletes del olvido. De este modo fue ya un hombre mortal. Esta fue la primera caída y la primera ruptura. Sin embargo, la intelección luminosa que poseía se disponía a despertar su pensamiento. Los arcontes arrebataron a Adán y lo pusieron en el paraíso, diciéndole: «¡Come!». Pero su alimento es amargo, su belleza es perversa, su alimento es engañoso, sus árboles son la impiedad, su fruto es un veneno mortal, su promesa es la muerte. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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Plantaron el árbol de su vida en medio del paraíso. Yo os explicaré el secreto de su vida: viene del plan que tramaron, su espíritu deforme. La raíz es amarga, sus ramas son muerte, su sombra es odio, sus hojas acarrean engaño, su savia es el ungüento de la perversidad, su fruto es la muerte, su semilla es un deseo que germina en la oscuridad, el infierno es el lugar de los que lo gustan y la oscuridad es su lugar de reposo. Otro árbol es el que llamaban «árbol del conocimiento del bien y del mal», es decir, la intelección luminosa. Los arcontes vigilaron junto a él para evitar que Adán viera su Pleroma y se diera cuenta de su desnudez. Sin embargo, yo los incité a que comieran. Entonces yo dije al Salvador: «Señor, ¿no fue la serpiente la que indujo a Adán a comer?». El Salvador contestó sonriendo: «La serpiente les enseñó a comer el vicio de la generación y la apetencia de la corrupción, con el fin de utilizarlo en su propio provecho. Y Adán se dio cuenta de que había desobedecido al arconte a causa de la luz de la intelección que poseía, que rectificaba su pensamiento y lo hacía superior al del primer arconte. Entonces este quiso recuperar la potencia que había introducido en Adán, y extendió sobre él un sueño profundo». Entonces dije al Salvador: «¿Qué es el sueño profundo?». Él contestó: «No es como Moisés ha escrito y como tú has escuchado». Pues dice en su primer libro: «Lo hizo dormir». Esto significa en realidad que el arconte envolvió sus sentidos con una especie de velo y lo agobió con una insensibilidad. A este respecto dice el profeta (Isaías): «Llenaré de pesadumbre sus corazones para que no comprendan y no vean».
LA CREACIÓN DE EVA Entonces la intelección luminosa se escondió en Adán, y el primer arconte pretendió hacerla salir por su costilla. Pero la intelección lu92 /
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minosa es inaferrable. La oscuridad la perseguía y no la podía alcanzar. Entonces el arconte tomó una parte de la potencia de Adán y elaboró otra criatura en forma de mujer de acuerdo con la semejanza de la intelección que se le había manifestado. De esta manera transfirió la parte que había tomado de la potencia del hombre a la plasmación de una entidad femenina. Y no sucedió según dijo Moisés: «Su costilla». Adán vio a la mujer junto a él, y al instante se manifestó la intelección luminosa disipando el velo que cubría su mente, y se purificó de la embriaguez de la oscuridad. Reconoció su semejanza y dijo: «He aquí hueso de mis huesos y carne de mi carne. Por esto abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Nuestra hermana Sofía descendió con inocencia a fin de rectificar su deficiencia. Por esto es llamada Zoé, que significa «la madre de los vivientes». Por medio de la suprema Inteligencia de la verdadera soberanía superior, y gracias a ella misma, gustaron ellos el verdadero conocimiento. Fui yo quien me manifesté en figura de águila sobre el árbol del conocimiento. Esto se refiere a la intelección que procede de la Inteligencia suprema, la luz pura, para instruirlos y despertarlos de la profundidad del sueño, pues ambos se encontraban en un estado de decadencia y se habían dado cuenta de su desnudez. La intelección se les apareció como una luz y despertó sus mentes.
YALDABAOT MANCILLA A EVA Cuando Yaldabaot se dio cuenta de que se apartaban de él, maldijo su propia tierra. Entonces encontró a la mujer, que se preparaba para su marido. El arconte era su dueño, pero no conocía el secreto que dependía del decreto santo. Pero ellos no se atrevieron a execrarlo y a poner de manifiesto la ignorancia del arconte delante de sus propios ángeles. Entonces él los expulsó del paraíso y los envolvió en una densa oscuridad. EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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El primer arconte vio a la joven que estaba junto a Adán y supo que la intelección luminosa se había manifestado en ella como vida. Y Yaldabaot quedó sumergido en ignorancia. Pero cuando la suprema Inteligencia del Todo se percató de ello, procuró que le fuera arrebatada a Eva la vida que poseía. Entonces el primer arconte la mancilló, engendrando de ella dos hijos: Elohim y Yahvé. Elohim tiene rostro de oso. Yahvé tiene rostro de gato. Uno es justo, el otro es injusto. Estableció a Yahvé sobre el fuego y sobre el viento. Estableció a Elohim sobre el agua y sobre la tierra. Les puso los nombres de Caín y Abel, atendiendo a sus malas artes. Hasta el día de hoy sigue existiendo el acto sexual a causa del primer arconte, que implantó ese deseo en la compañera de Adán. Por medio de la cópula suscitó la generación de la forma de los cuerpos, gobernándolos por medio de su espíritu deforme. Estableció a estos dos arcontes sobre los principados, de modo que gobernaran sobre la tumba. Cuando Adán hubo conocido la semejanza de su propia Presciencia, engendró la semejanza el hijo del hombre, poniéndole el nombre de Set. De acuerdo con la forma de la generación entre los eones, la otra madre, del mismo modo, hizo descender su Espíritu, que es una semejanza de sí misma y un modelo para los que pertenecen al Pleroma, a fin de preparar un lugar para los eones que iban a descender. Entonces el Espíritu les dio a beber, por medio del primer arconte, un agua de olvido, a fin de que no pudieran saber de dónde procedían. Adán conoció a la que era la contraparte de su propia intelección, y engendró a Set. De acuerdo con el modo de generación entre los eones, la madre, igualmente, hizo descender al que le pertenece. Este, el Espíritu, vino sobre ella con el fin de despertar a la que le es consustancial, e instruirla acerca del modelo de la perfección, para librarlos del olvido y de la malicia de la tumba. De esta manera, el Espíritu se demoró un cierto tiempo en prestar auxilio a la semilla, a fin de que cuando descendiera el Espíritu proce94 /
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dente de los santos eones, fuera rectificada y curada de esa deficiencia, de forma que todo el Pleroma fuera santo y sin deficiencia.
SOBRE EL DESTINO DEL HOMBRE Entonces dije al Salvador: «Señor, ¿se salvarán todas las almas y entrarán en la luz pura?». Él respondió diciendo: «Muy importantes son las cosas que has alcanzado con tu pensamiento, difíciles de explicar a otros, a no ser que pertenezcan a la raza indómita. Los que reciban el espíritu de vida que vendrá con gran poder, se salvarán. Ellos serán perfectos y dignos de la grandeza, y en aquel lugar serán purificados de toda maldad y del deseo de per versidad, pues no tendrán otra preocupación más que la incorruptibilidad, en la que meditarán continuamente, de ahora en adelante, sin ira, ni envidia, ni celos, sin apetencias y sin insatisfacciones. No serán afectados por nada, a no ser únicamente en relación con la sustancia de la carne que han asumido. Mientras tanto, estarán expectantes respecto al tiempo en que tendrá lugar la visita de los que tienen que recibirlos. Esta es la forma de ser de aquellos dignos de la llamada y de la vida incorruptible y eterna. Son los pacientes, los que soportan todo a fin de perfeccionarse en el bien y alcanzar la vida eterna». Yo le dije: «Señor, las almas que no han obrado estas cosas y que, sin embargo, sí han recibido la potencia del Espíritu de vida, ¿serán rechazadas?». Él respondió diciendo: «Si el Espíritu desciende sobre ellas, se sal varán y seguirán adelante, pues la potencia desciende sobre todo hombre, y sin ella nadie podría mantenerse erguido. Después de su nacimiento, el Espíritu de vida crece y viene la fuerza que robustece ese alma, y ya no puede extraviarse en las obras de la perversidad. En cambio, las que han recibido el espíritu deforme son atraídas por él y se extravían». Yo dije entonces: «Señor, ¿a dónde van las almas cuando abandonan su carne?». EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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Él me contestó sonriendo: «El alma en la que la potencia predomina sobre el espíritu deforme es fuerte y huye de la perversidad, y gracias a la vigilancia del Incorruptible se salva y es recibida en el reposo de los eones». Yo dije: «Señor, a dónde irán las almas de aquellos que no supieron a quién pertenecen?». Y él me dijo: «En estas se ha fortalecido el espíritu deforme a causa de su error. Él abruma al alma y la arrastra hacia las obras de la per versidad, arrojándola al olvido. Después de su partida es entregada a las potestades que procedieron del arconte y entonces la atan con cadenas, la arrojan a la cárcel y deambulan con ella hasta que despierta del olvido y recibe el conocimiento. Cuando todo esto se ha cumplido, se salva». Pero yo le dije: «Señor, ¿y cómo puede el alma rejuvenecer y volver a la naturaleza de su madre o dentro del hombre?». Él se alegró de que le hiciera esta pregunta y me dijo: «Tú eres verdaderamente feliz, puesto que has conocido. Aquel alma tiene que seguir a otra que posea el espíritu de vida, y se salvará gracias a esta, y ya no será arrojada a otra carne». Y yo dije: «Señor, ¿a dónde irán aquellas almas que han tenido conocimiento y luego se han desviado?». Él me dijo entonces: «Serán conducidas al lugar donde moran los ángeles de la indigencia, un lugar donde ya no hay lugar para el arrepentimiento y en el que serán custodiadas hasta el día en que sean torturados los que hayan blasfemado contra el Espíritu, quienes serán castigados por toda la eternidad». Yo dije: «Señor, ¿de dónde provino el espíritu deforme?». Me dijo él: «El Padre materno de gran misericordia, el Espíritu Santo, abundante en toda forma de piedad y de compasión, la intelección de la suprema Inteligencia luminosa, enderezó la simiente de la raza perfecta, el pensamiento del hombre de luz. Cuando el primer arconte se dio cuenta de que se situaban por encima de él y que le superaban en inteligencia, planeó apoderarse de su mente, ignorando que eran más inteligentes y que nunca los podría dominar. Entonces 96 /
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convocó una asamblea de sus potestades, y fornicaron todos con Sofía engendrando la amargura del destino, que es el último vínculo deforme, de tal manera que se hacen deformes unos a otros. Es el vínculo más consistente y más fuerte que entrelaza a los dioses, a los ángeles, a los demonios y a cualquier raza hasta el día de hoy. De ese destino procede toda iniquidad, injusticia y blasfemia, vínculo del olvido y de la ignorancia, todo precepto insoportable, los pecados graves y los grandes temores. De esta manera toda la Creación se volvió ciega, a fin de que no conocieran al Dios que está por encima de todos ellos. A causa del vínculo del olvido se ocultaron sus pecados, pues se encuentran constreñidos por medidas, tiempos y momentos. El destino todo lo domina. El primer arconte se arrepintió de todo lo que había producido. Entonces decidió provocar un diluvio sobre la creación humana. Pero la grandeza de la Suprema Inteligencia luminosa alertó a Noé, y este a su vez advirtió a la raza de los hijos de los hombres. Pero los que le eran ajenos no le hicieron ningún caso. No sucedió de la forma en la que lo narra Moisés, que dice: «Se escondieron dentro del arca». En realidad se escondieron en un lugar, pero no solo Noé, sino también muchos hombres procedentes de la raza indómita. Penetraron en un lugar donde se escondieron en una nube luminosa. Noé se dio cuenta de su suprema soberanía, y estaba junto a él la entidad luminosa que los había iluminado, pues el arconte había extendido la oscuridad sobre toda la Tierra. El primer arconte convocó una asamblea con sus potencias y en vió a sus ángeles hacia las hijas de los hombres para raptarlas y suscitar una semilla para su placer. Al comienzo no lo lograron. En vista de su fracaso, se reunieron de nuevo y decidieron crear un espíritu deforme parecido al espíritu que había descendido, con el fin de mancillar las almas por medio de él. Entonces los ángeles cambiaron su apariencia para parecerse a los maridos, llenándolas del espíritu tenebroso que habían mezclado para ellas, y de perversidad. Les llevaron regalos de oro, plata, bronce, hierro y otros metales y cosas parecidas. Y causaron a los hombres que los habían seguido grandes males, EL LIBro SECrEto DE JuAN /
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arrastrándolos a cometer actos gravísimos. Envejecieron sin ninguna felicidad y murieron sin haber encontrado ninguna verdad y sin haber conocido al verdadero Dios. Así es como los arcontes esclavizaron a toda la Creación para siempre, desde la constitución del Cosmos hasta el día de hoy. Los hombres tomaron mujeres y engendraron de la oscuridad hi jos a semejanza de su espíritu. Y cerraron sus corazones y los endurecieron con la dureza del espíritu deforme hasta el día de hoy.
HIMNO DEL SALVADOR Yo, Suprema Inteligencia perfecta del Todo, me transformo en mi semilla. Yo preexisto y transito todos los caminos. Yo soy la abundancia de luz, el pensamiento del Pleroma. Yo he penetrado en la magnitud de la oscuridad y he resistido hasta estar en medio de la cárcel. Los fundamentos del caos temblaron y yo me oculté de ellos, a causa de su perversidad, y ellos no me conocieron. Volví por segunda vez. Me puse en camino apartándome de los seres luminosos —yo soy el pensamiento de la suprema Inteligencia— y penetré hasta el fondo de la oscuridad, hasta el interior del infierno para cumplir mi tarea. Y los fundamentos del caos se estremecieron para precipitarse sobre los que se encuentran en el caos y aniquilarlos. Y de nuevo ascendí hasta mi raíz luminosa con el fin de evitar que fueran destruidos antes de su tiempo. Por tercera vez me puse en camino —yo soy la luz en la luz, soy el pensamiento de la Suprema Inteligencia— para descender hasta el fondo de la oscuridad, hasta el interior del infierno. Llené mi rostro de la plenitud del eón superior y penetré hasta el fondo de la cárcel de aquellos, que es la cárcel del cuerpo. Y dije: «Quien me oiga, que se levante del sueño profundo». Entonces él lloró, vertiendo abundantes lágrimas. Se frotó los ojos y dijo: «¿Quién es el que pronuncia mi nombre, y de dónde procede esta esperanza para mí, mientras estoy encadenado a mi cárcel?». 98 /
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Yo le dije: «Soy la Inteligencia suprema de la luz pura. Soy el pensamiento del Espíritu virginal que te eleva hasta el lugar de honor. Le vántate y piensa que tú eres el que ha escuchado. Sigue a tu raíz. Yo soy el misericordioso. Guárdate de los ángeles de la indigencia, de los demonios del caos y de todo lo que llevas adherido. Evita el sueño profundo y los abismos infernales». Yo lo he despertado y lo he sellado en la luz con cinco sellos, a fin de que a partir de ahora la muerte ya no tenga poder sobre él.
CONCLUSIÓN Mira, ahora asciendo al perfecto eón. He terminado de decirte todo lo que tenías que escuchar. Te he dicho todas estas cosas para que las conozcas y las transmitas secretamente a los que participan de tu espíritu. Este es el misterio de la raza indómita. El Salvador le comunicó todo esto para que lo escribiera y lo conservara en un lugar seguro. Y le dijo: «Maldito aquel que cambie estas cosas por un regalo, o por comida, o por bebida, o por un vestido, o cualquier otra cosa similar». Esto le fue transmitido como un misterio. Y seguidamente desapareció de su presencia. Y Juan se acercó a los otros discípulos y les anunció todo lo que el Salvador le había revelado. Jesús el Ungido. Amén.
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L a revelación de Adán
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
L
A revelación
(o apocalipsis) de Adán es un poema narrativo atribuido a Adán, quien se lo comunicó a su hijo Set. Compuesto en torno a los siglos I o II de nuestra era, este apocalipsis gnóstico de carácter judío se considera un ejemplo del periodo de transición entre una doctrina de naturaleza propiamente judía a una gnóstica. En esta obra, que se desarrolla en el marco de un testamento, Adán le revela a su hijo Set la historia de la creación de la humanidad desde antes de la caída, así como la vía de redención a través del conocimiento secreto. No entra en su propósito la explicación detallada de la creación del mundo material ni la descripción del Pleroma, como sí ocurren en otras obras. Se trata básicamente de una reinterpretación del Antiguo Testamento según categorías gnósticas, viendo en él un testimonio de la historia de la raza de Set. La obra que traducimos aquí es el único apocalipsis de Adán que se conoce, aunque al parecer en la antigüedad existieron varias obras con este título. Sin lugar a dudas, forma parte de los denominados textos setianos, aquellos en los que, de alguna manera, aparece Set como prototipo espiritual de los gnósticos o como revelador. Sin embargo, la existencia de un grupo gnóstico setiano como grupo definido es dudosa. Lo que ha llegado hasta nosotros son obras en las que la figura de Set tiene un lugar preeminente, presentándose como autor de libros o receptor-transmisor de la revelación gnóstica o progenitor de la «raza indómita» de los gnósticos.
LA rEVELACIóN DE ADÁN /
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Ļ TEXTO ļ
R
EVELACIÓN (apokalypsis) que Adán transmitió a su hijo Set en el año 700 26, diciendo: «Set, hijo mío, escucha mis palabras.
LA CAÍDA DE ADÁN Y EVA Cuando Dios me creó de la tierra junto a tu madre, Eva, yo andaba con ella en la gloria que ella había visto en el eón del que procedíamos. Ella me comunicó la palabra del conocimiento (gnosis) del Dios eterno, y éramos semejantes a los grandes ángeles eternos, pues éramos superiores al Dios que nos había creado, y a las potencias que le acompañaban, a las que no reconocíamos. Entonces, el Dios arconte de los eones y de las potencias nos di vidió con ira. Nos convertimos en dos eones, y la gloria que había en nuestro corazón nos abandonó a mí y a tu madre Eva, junto con el conocimiento que nos inspiraba interiormente 27. Aquella gloria huyó de nosotros y entró en otro gran eón y otra gran generación, que no procedía del eón del que procedíamos tu madre Eva y yo. Pero el conocimiento entró en la descendencia de los grandes eones. Por eso te he puesto el nombre de aquel hombre cuya descendencia es la gran generación, la que proviene de él. 26
Según el Génesis (versión de los setenta), Adán vivió setecientos años después de engendrar a Set. 27 Es decir, la pérdida de la androginia y la división del primer hombre en dos, está relacionada con la pérdida del conocimiento. 104 /
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Tras aquellos días el conocimiento eterno del Dios verdadero permaneció lejos de mí y de tu madre Eva. A partir de aquel momento aprendimos, como seres humanos, las obras muertas. Entonces reconocimos al Dios que nos había creado, pues no éramos extraños a sus potencias, y le servimos como esclavos, llenos de temor. Tras eso, nuestro corazón se llenó de tinieblas.
ADÁN Y EVA SON DESPERTADOS Yo dormía cuando vi a tres hombres ante mí, cuya figura no podía reconocer, ya que no procedían de las potencias del Dios que nos había creado. Sobrepasaban a las potencias en gloria, y me dijeron: «Adán, levántate del sueño de la muerte y escucha lo que concierne al eón y a la descendencia de aquel hombre al que ha llegado la vida, el que salió de ti y de tu esposa Eva». Al escuchar esas palabras de aquellos grandes seres que estaban de pie ante mí, Eva y yo suspiramos en nuestro corazón. Entonces, el Señor, el Dios que nos había creado, se presentó ante nosotros y nos dijo: «Adán, ¿por qué suspirábais en vuestro corazón? ¿Es que no sabéis que yo soy el Dios que os ha creado, que ha insuflado en vosotros espíritu (pneuma) de vida como alma (psiché) vi viente?». Entonces las tinieblas cayeron sobre nuestros ojos. El Dios que nos había creado engendró un hijo con Eva, tu madre […]. Yo sentí un dulce deseo hacia tu madre y entonces la fuerza de nuestro conocimiento eterno se desvaneció dentro de nosotros, y nos invadió la debilidad. Por eso se acortaron los días de nuestra vida, y supe que había caído bajo el poder de la muerte. Ahora, Set, hijo mío, te revelaré lo que revelaron aquellos hombres que vi al principio ante mí.
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NOÉ Y EL DILUVIO Cuando se haya completado el tiempo de esta generación y se hayan cumplido sus años, […] caerán las aguas del diluvio del Dios todopoderoso (pantokrátor) para destruir toda carne de la tierra, a causa de aquellos a los que se buscaba, los que proceden de la descendencia de los hombres a los que pasó la vida que da el conocimiento que nos abandonó a mí y a tu madre Eva. Porque ellos eran extraños para él 28. Después de esto vendrán grandes ángeles sobre altas nubes y llevarán a aquellos hombres al lugar en el que está el espíritu de la vida. Adorarán a la gran gloria allí en mi presencia que viene desde el cielo a la tierra. Y toda la multitud que pertenece a la carne permanecerá detrás, en las aguas. Entonces Dios cesará en su ira y enviará su potencia sobre las aguas. Dará poder a Noé y a sus hijos y a sus esposas al salir fuera del arca, con los animales que le habían agradado, y las aves del cielo que él llamó y puso sobre la tierra. Y Dios dirá a Noé, al que las generaciones llamarán Deucalión 29: «Mira, te he guardado en el arca junto a tu mujer, tus hijos y las esposas de tus hijos, con tus animales y las aves del cielo que tú llamaste e hiciste posarse sobre la tierra. Por eso te daré la tierra a ti y a tus hijos. Con poder de rey reinaréis sobre ella tú y tus hijos, y de ti no ha de salir semilla de hombres que permanezcan de pie en mi presencia, procedentes de otra gloria». Algunos 30 serán como la nube de la gran luz. Vendrán aquellos hombres que habían sido enviados desde el conocimiento de los grandes eones y de los ángeles, y se mantendrán en pie ante Noé y los eones. 28
Es decir, a los que poseen la gloria de Set, los gnósticos. Como el Demiurgo no los conoce, puesto que le son extraños, decide eliminar a toda la humanidad. 29 Deucalión es el protagonista del mito griego sobre el diluvio. Hijo de Prometeo, construyó un arca con la ayuda de su esposa Pirra, en la que sobrevivieron a una inundación provocada por la ira de Zeus contra ellos. La identificación de Noé con Deucalión se encuentra también en otros autores como Filón o san Justino. 30 Muy posiblemente se refiera aquí a los descendientes de Set salvados del diluvio. 106 /
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Entonces dirá Dios a Noé: «¿Por qué te has alejado de lo que te ordené y has creado otra generación para despreciar mi poder?». Y Noé responderá: «Doy testimonio delante de tu poder que la generación de estos hombres no ha salido de mí ni de mis hijos». Y […] 31 sacará a aquellos hombres, y los introducirá en la tierra digna de ellos, construyéndoles allí sus moradas santas. Los llamará con aquel nombre y habitarán allí seiscientos años en el conocimiento de la inmortalidad. Estarán con ellos ángeles de gran luz. No habrá en su corazón ninguna obra vergonzosa, sino solamente el conocimiento de Dios. Entonces Noé repartirá toda la tierra entre sus hijos, Cam, Jafet y Sem, y les dirá: «Escuchad, hijos míos, mis palabras. Esta es la tierra que he repartido entre vosotros. Servidle con temor y como siervos todos los días de vuestra vida. Que vuestra semilla no se aleje de la presencia del Dios todopoderoso». Entonces dirá Sem, hijo de Noé: «Mi linaje será agradable ante ti y ante tu potencia. Séllalo con tu fuerte mano mediante el temor y el mandamiento. Toda mi progenie no se apartará de ti ni del Dios todopoderoso, sino que le servirá con humildad en el temor de su conocimiento».
LOS CUATROCIENTOS MIL Entonces algunos otros de la semilla de Cam y Jafet, cuatrocientos mil, irán y entrarán en otra tierra. Habitarán junto a aquellos hombres que proceden de la gnosis eterna, porque la sombra del poder de estos protegerá de todo mal y de todo deseo impuro a los que viven junto a ellos. El linaje de Cam y de Jafet formará doce reinos, y su otro linaje entrará en el reino de otro pueblo. 31
Ilegible en el texto original. LA rEVELACIóN DE ADÁN /
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Entonces deliberarán los que están muertos sobre los grandes eones de la inmortalidad. Se presentarán ante Sakla 32, su Dios, y entrarán ante las potencias acusando a los grandes hombres que están en su propia gloria. Le preguntarán a Sakla: «¿Cuál es el poder de estos hombres que se han mantenido de pie ante ti, los que fueron sacados del linaje de Cam y Jafet y que suman cuatrocientos mil? Han sido recibidos en otro eón, del que proceden, y se han apartado de la gloria de tu poder y del dominio de tu mano. La progenie de Noé, surgido de su hijo, ha cumplido con toda tu voluntad, y lo mismo todas las potencias en los eones sobre los que impera tu poder, mientras que aquellos hombres y los que habitan en su gloria no han cumplido tu voluntad, sino que han desviado a toda tu muchedumbre».
FUEGO, AZUFRE Y BREA Entonces el Dios de los eones les dará algunos de los que le sirven. Vendrán sobre aquella tierra en la que habiten los grandes hombres, los que no se han manchado ni se mancharán con ninguna pasión, porque su alma no procede de una mano manchada, sino del mandato de un ángel eterno. Entonces arrojarán fuego, azufre y brea sobre aquellos hombres. Y el fuego y la oscuridad vendrán sobre aquellos eones, y los ojos de las potencias de las luminarias 33 quedarán en tinieblas, y los eones no verán mediante ellas en aquellos días. Y grandes nubes luminosas descenderán sobre ellos y otras nubes luminosas bajarán sobre ellos desde los grandes eones. Descenderán Abrasax, Sablo y Gamaliel 34, y trasladarán a aquellos hombres lejos 32
Este nombre, que en arameo significa «loco», en ocasiones es utilizado en el judaísmo para referirse a Satán. En los textos del gnosticismo aparece con cierta frecuencia junto al de Yaldabaot o Sammael para designar al Demiurgo, el Dios creador. 33 Estas luminarias a las que se hace alusión podrían tratarse del Sol y la Luna. 34 Estos nombres aparecen en otros textos aparecidos en Nag Hammadi, designando a seres espirituales protectores de los gnósticos. Sumando el valor numérico de las letras griegas del nombre de Abrasax, el resultado es 365. 108 /
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del fuego y de la ira, y los pondrán por encima de los eones y de los arcontes de las potencias. Los sacarán de allí con los ángeles santos y los eones. Los hombres llegarán a ser semejantes a esos ángeles porque no son extraños para estos, sino que se comportan según la semilla inmortal.
EL ILUMINADOR DEL CONOCIMIENTO Una vez más, el Iluminador del conocimiento pasará por tercera vez con gran gloria 35 con el fin de establecerse entre la semilla de Noé, para sembrar árboles que den fruto. Rescatará sus almas del día de la muerte, porque toda la creación que procede de la tierra muerta será sometida al poder de la muerte. Pero aquellos que meditan en su corazón según el conocimiento del Dios eterno no perecerán, porque no han recibido espíritu (pneuma) de ese mismo reino, sino que lo han recibido mediante instrucción de ángeles eternos. El iluminador vendrá […], Set. Realizará grandes signos y prodigios para avergonzar a las potencias y a sus arcontes. Entonces el Dios de las potencias se turbará y dirá: «¿Cuál es el poder de este hombre más elevado que nosotros?». Entonces enviará una gran ira contra ese hombre, pero la gloria se trasladará de él y permanecerá en las moradas santas que él se había elegido para sí mismo. Las potencias no lo podrán ver con sus ojos, ni verán tampoco al Iluminador. Entonces perseguirán la carne del hombre sobre el que había descendido el Espíritu Santo 36.
35
Los tres descensos del Iluminador aparecen mencionados en el himno al final de El libro secreto de Juan. 36 Una interpretación cristiana de este pasaje quiere ver una alusión en él a la crucifixión de Jesús como manifestación de Set. Hay que recordar, sin embargo, que según la visión del gnosticismo, el Jesús que muere en la cruz no es ya el Iluminador, pues este y su gloria han abandonado antes el cuerpo de carne. LA rEVELACIóN DE ADÁN /
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EL ORIGEN DEL ILUMINADOR Entonces los ángeles y todas las generaciones de las potencias usarán con error el nombre de aquel, diciendo: «¿De dónde proviene esto?». O también: «¿De dónde han salido esas palabras de falsedad, esas palabras que todas las potencias no han descubierto?». El primer reino dirá acerca del Iluminador: «Salió del cielo un espíritu (pneuma). Fue alimentado en los cielos y recibió la gloria y el poder del que está allí. Vino al vientre de su madre, y de este modo llegó al agua 37». El segundo reino dirá acerca de él: «Salió de un gran profeta. Llegó un pájaro, tomó al niño que había nacido y lo llevó a una montaña alta. Fue alimentado por el pájaro del cielo. Apareció allí un ángel y le dijo: “Levántate, Dios te ha glorificado”. Él recibió gloria y poder y de este modo llegó al agua». El tercer reino dirá acerca de él: «Salió de un vientre virginal, fue arrojado de la ciudad junto con su madre y puesto en un lugar desierto. Allí fue alimentado. Fue, recibió gloria y poder y de este modo llegó al agua». El cuarto reino dirá acerca de él: «Salió de una virgen, la buscó junto con Fersalo, Sauel 38, y los ejércitos de él que habían sido en viados. El mismo Salomón envió sus ejércitos de daimones a buscar a la virgen, pero no encontraron a la que buscaban, sino a la virgen que les fue entregada. Esta es la que llevaron. Salomón la poseyó y la virgen concibió y dio a luz un niño en aquel lugar. Ella lo alimentó en la frontera del desierto. Después que lo hubo alimentado, él recibió gloria y poder de la semilla que había nacido de ella, y de este modo llegó al agua».
37
La expresión «llegar al agua», interpretada desde una perspectiva cristina, puede referirse bien a la encarnación del Salvador (su venida al mundo inferior), bien al bautismo. 38 Posiblemente, nombres de jefes de daimones de Salomón. 110 /
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El quinto reino dirá acerca de él: «Surgió de una gota caída del cielo. Fue arrojado al mar y el abismo lo recibió, lo parió y lo elevó al cielo. Él recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El sexto reino dirá acerca de él: «Ella consintió descender al eón inferior para recoger flores. Ella concibió del deseo de las flores y lo dio a luz en aquel lugar. Los ángeles del jardín lo alimentaron. Allí recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El séptimo reino dirá acerca de él: «Él es una gota. Esta vino del cielo a la tierra, los dragones lo bajaron a sus cavernas. Él se convirtió en un niño; un espíritu vino sobre él y lo subió a las alturas, al lugar del que procedía la gota. Allí recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El octavo reino dirá acerca de él: «Una nube vino sobre la tierra y rodeó a una roca. Él procede de esta. Los ángeles que iban sobre la nube lo alimentaron. Allí recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El noveno reino dirá acerca de él: «Una de las nueve musas se separó del resto. Se fue a una alta montaña y pasó tiempo sentada allí, de modo que se deseó a sí misma con el fin de convertirse en andrógina. Ella cumplió su deseo y concibió de su propio deseo, dándolo a luz. Los ángeles que estaban sobre el deseo lo alimentaron. Allí recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El décimo reino dirá acerca de él: «Su Dios amó a una nube del deseo y lo engendró en su propia mano. Arrojó parte de la gota sobre la nube, cerca de él y aquel nació. Allí recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El decimoprimer reino dirá acerca de él: «El padre deseó a su propia hija y ella concibió de su padre. Ella puso al niño en una cueva, fuera en el desierto. Allí un ángel lo alimentó, y de este modo llegó al agua». El decimosegundo reino dirá acerca de él: «Procede de dos luminarias. Allí lo alimentaron. Recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua». El decimotercer reino dirá acerca de él que cualquier nacimiento de su príncipe es una palabra (logos). Esta palabra recibió en aquel luLA rEVELACIóN DE ADÁN /
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gar una orden. Recibió gloria y poder, y de este modo llegó al agua, para que se cumpliera el deseo de estas potencias. Pero la generación de los que no tienen un rey sobre sus cabezas 39 dirá que Dios lo eligió entre todos los eones e hizo que en él hubiese conocimiento del Indefectible de la verdad. Dirá: «El Iluminador salió de un espacio extranjero, de un gran eón, e hizo que brillara la generación de aquellos hombres que él se eligió para sí, de forma que resplandecieran por toda la eternidad».
LA HUMANIDAD RECONOCE SU ERROR Entonces la progenie (de Set) se opondrá a la potencia, a aquellos que recibirán su nombre sobre el agua y a los que proceden de todos ellos. Entonces gritarán con voz potente los pueblos, diciendo: «Dichosa el alma de aquellos hombres, porque conocieron a Dios con conocimiento de la verdad. Vivirán por los siglos de los siglos, porque no se corrompieron por sus deseos con los ángeles y no realizaron las obras de las potencias, sino que se mantuvieron en presencia de Dios con un conocimiento de Él semejante a una luz que ha surgido de fuego y sangre. Nosotros, sin embargo, hemos hecho todo con la estupidez de las potencias, y nos hemos gloriado en la transgresión de todas nuestras obras. Hemos gritado contra Dios, pero ahora todas sus obras permanecen porque Él es eterno. Ellas están contra nuestros espíritus (pneuma), porque ahora hemos comprendido que nuestras almas (psyché) morirán de muerte». Llegó entonces hasta ellos una voz que decía: «Mijeu, Mijar y Mnesius 40, los que estáis sobre el santo bautismo y las aguas vivas, 39
Es una denominación que los gnósticos se dan a sí mismos: «los sin rey»; es decir, los hombres libres. 40 En otros textos gnósticos, los nombres de estas potencias aparecen asociados al bautismo o al agua viva como medio de salvación para los gnósticos 112 /
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¿por qué gritábais contra el Dios vivo con voces impías, lenguas sin ley y almas llenas de sangre y de actos malvados? Estáis llenos de obras que no pertenecen a la verdad. Vuestros caminos están llenos de alborozo y alegría. Habéis hecho impura el agua de la vida, derramándola según la voluntad de las potencias que os han sometido para que le sirváis. Vuestros pensamientos no son como los de aquellos hombres a los que vosotros perseguís porque ellos no siguieron vuestros deseos ni su fruto se corromperá. Ellos llegarán a ser reconocidos incluso por los grandes eones. Porque las palabras que guardaron del Dios de los eones no fueron consignadas en un libro ni puestas por escrito, sino que las traerán seres angélicos, y ninguna generación de los hombres las comprenderán. Ellas estarán sobre una montaña elevada, sobre la roca de la verdad. Por eso se las conocerá como «palabras de la incorruptibilidad y de la verdad» para aquellos que conocen al Dios eterno con sabiduría (sofía) de conocimiento (gnosis) y enseñanza de ángeles eternos, porque él conoce todas las cosas».
EPÍLOGO Estas son las revelaciones (apokalypsis) que Adán desveló a su hijo Set, y su hijo se las enseñó a su progenie. Este es el conocimiento secreto (apokryphon) de Adán, que él entregó a Set. Es el santo bautismo de aquellos que adquieren el conocimiento eterno por medio de los engendrados del Logos y de los iluminadores imperecederos, los que proceden de la santa semilla: Ieseo, Mazareo, Iesedeceo 41, el agua viva.
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En otros textos gnósticos estos nombres aparecen como espíritus inmortales, como los grandes asistentes del agua viva. LA rEVELACIóN DE ADÁN /
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
N
es posible adscribir este tratado doctrinal, posiblemente no cristiano, a una corriente del gnosticismo en particular, aunque sí se ha especulado acerca del origen helenoegipcio del autor de la obra, a causa del capítulo dedicado a los animales de Egipto. En este tratado encontrado en Nag Hammadi —originalmente sin título, aunque se suele presentar bajo el título de Sobre el origen del mundo a causa de su temática—, no se explica la doctrina de los primeros principios, que ya se da por sabida, y la obra se centra en la última secuencia: el lapso del eón Sofía (Sabiduría). ( Sabiduría). De un modo que nos recuerda a El libro secreto de Juan , Adán es presentado de tres modos diferentes: un Adán espiritual, un Adán psíquico y un Adán físico o terrenal. A lo largo de la obra encontraremos también referencias a Eros, el dios griego del amor, y a su amante Psyche (el alma), al ma), así como como a los animales sagrados de Egipto. Jesús y otros espíritus puros vienen a este mundo mundo para despertar a los hombres hombres a la gnosis, con el fin de que, al final, los poderes arcónticos colapsen y la luz y la vida triunfen. En la consumación, los perfectos regresan a su origen, mientras que los que no hayan alcanzado la perfección per fección obtienen una gloria inferior. O
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Ļ TEXTO ļ
ANTES DEL PRINC PRINCIPIO IPIO
P
UESTO que todos, tanto dioses del mundo como seres humanos,
dicen: «Nada existe antes del caos», yo voy a demostrar que todos se equivocan al ignorar la composición del caos y su raíz. Esta es la demostración. Si bien todos los hombres están de acuerdo, respecto al caos, a la hora de afirmar que se trata de una cosa oscura, lo que ocurre en realidad es que proviene de una sombra y ha sido denominado así: «oscuridad». Ahora bien, la sombra es un ser que procede de una obra que existe desde el comienzo, de modo que está claro cla ro que esta obra existía antes del inicio del caos, y que el caos es posterior a la primera obra. Entremos ahora en la verdad, es decir, examinemos la primera obra, aquella de la cual procedió el caos. De esta manera se hará manifiesta la demostración de la verdad.
EL NACIMIENTO DE SOFÍA Y LAS FUERZAS DE LAS TINIEBLAS Una vez que la naturaleza de los seres inmortales inmor tales hubo terminado su proceso de procedencia del que es infinito, ocurrió que una seme janza emanó emanó de Pistis (Fé). Su nombre es Sofía (Sabiduría). Esta semejanza experimentó una voluntad y se convirtió en una obra seme jante jan te a la luz pri primor mordia dial.l. Seg Seguid uidame ament nte, e, su vo volun luntad tad se man manife ifestó stó com comoo una semejanza del cielo, poseedora de una grandeza inimaginable. Se 118 /
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encontraba en el espacio intermedio entre los inmortales y los seres que vinieron después de ellos, con figura de cielo. ci elo. Era como un velo que separaba al género humano de las realidades r ealidades superiores. El eón de la verdad no tiene sombra alguna en su exterior, pues la luz sin límite está omnipresente en él. Pero su exterior es una sombra a la que llaman oscuridad. A partir de ella una potencia se manifestó sobre la oscuridad. A esta sombra las potencias que vinieron después le llamaron «caos infinito». Todo Todo tipo de divinidad fluyó de este caos con el lugar entero, de forma que también la sombra vino después de la primera obra. En el abismo se manifestó a partir de la Pistis mencionada. Entonces la sombra se dio cuenta de que había alguien más poderoso que ella y sintió envidia. Y después de haberse preñado ella sola a sí misma, engendró a la envidia. Desde aquel día se manifestó la en vidia entre todos los eones y sus mundo mundos. s. La envidia resultó ser un aborto carente de espíritu. Fue como las sombras inmersas en una extensa sustancia acuosa. Entonces la hiel que había brotado de la sombra fue arrojada a un lugar particular par ticular del caos. Desde ese momento momento se manifestó una sustancia de agua, y lo que había fluido dentro de ella se vertió, manifestándose en el caos, del mismo modo que ocurre con la partera de un niño: todo lo que sobra se desparrama. De esta manera, la materia comenzó a existir a partir de la sombra y fue arrojada ar rojada a un lugar, y no salió del caos. La materia estaba en el caos, ocupando una parte de él. Una vez que sucedieron estas cosas, acudió Pistis y se manifestó sobre la materia del caos, que había sido expulsada como un aborto y carecía de espíritu. Era una oscuridad infinita y un agua sin límites. lí mites.
YALDA Y ALDABAOT BAOT EST ESTABLEC ABLECE E SU DOMI DOMINIO NIO Cuando Pistis se hubo dado cuenta del resultado de su deficiencia, se conmovió, y esta conmoción se manifestó mani festó como una obra de temor, y anduvo anduvo errante errante en torno torno a ella ella en el caos, caos, pero pero ella ella se inclinó inclinó hacia hacia SoBrE EL orIGEN orIGEN DEL MuNDo /
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esta obra y sopló en su rostro, en el abismo que se abre bajo todos los cielos. Pistis Sofía deseó que aquel ser carente de espíritu se configurara como una semejanza, y que dominara sobre la materia y todas sus potencias. Seguidamente se manifestó un arconte salido de las aguas, parecido a un león y andrógino, poseedor de un gran poder, pero ignorante de su origen. Cuando Pistis Sofía lo vio moviéndose en el fondo de las aguas, le dijo: «Hijo, atraviesa hasta aquí». Esta es la interpretación del nombre Yaldabaot . En ese día se manifestó el principio del lenguaje, que alcanzó a los dioses, a los ángeles y a los hombres. Y lo que comenzó a existir por medio de la palabra lo completaron los dioses, los ángeles y los hombres. El arconte Yaldabaot, ignorante de la potencia de Pistis, no vio su rostro, pero sí vio en el agua la semejanza, que habló con él. Y a causa de esta voz se denominó a sí mismo Yaldabaot. Sin embargo, los perfectos lo llaman Ariel («el león de Dios»), porque era semejante a un león. Una vez este hubo adquirido su dominio sobre la materia, Pistis Sofía se remontó a su luz.
YALDABAOT CREA LOS CIELOS Y LA TIERRA Y ENGENDRA TRES HIJOS El arconte vio su propia grandeza. En realidad, se veía solo a sí mismo y a ninguna otra cosa, fuera del agua y oscuridad. Entonces pensó que él era el único existente. Su pensamiento se completó con la palabra. Y esta palabra se manifestó como un espíritu que iba y venía sobre las aguas. Y cuando este espíritu se manifestó, el arconte separó a un lado la sustancia de las aguas, poniendo lo seco al otro lado. Y a partir de la materia se construyó una estancia propia, y la llamó «cielo». Y partir de la materia el arconte se construyó un trono y lo llamó «tierra». Después el arconte reflexionó en su naturaleza y por medio de la palabra creó un andrógino, abrió su boca y le arrulló fren120 /
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te a él. Cuando abrió los ojos vio a su padre y le dijo: «I». Y su padre lo llamó Iaó. Luego creó al segundo hijo y arrulló frente a él. Y cuando sus ojos se hubieron abierto, dijo a su padre: «E». Y su padre le llamó Eloai. Luego creó al tercer hijo y lo arrulló frente a él. Él abrió sus ojos y le dijo a su padre: «As». Y su padre lo llamó Astafeo. Estos son los tres hijos de su padre.
LOS SIETE CIELOS DEL CAOS Siete fueron los que se manifestaron a partir del caos, y eran andróginos. Tenían un nombre masculino y otro femenino. El nombre femenino de Yaldabaot es Prónoia Sambatas, es decir, la hebdómada. Aquel hijo del arconte llamado Iaó, tiene como nombre femenino Dominación. En cuanto a Sabaot, su nombre femenino es Divinidad. El nombre femenino de Adoneo es Realeza; el de Eloeo, Envidia; el de Oreo, Riqueza, y el de Astafeo, Sofía. Estas son las siete potencias de los siete cielos del caos. Eran andróginos, de acuerdo con el modelo inmortal existente frente a ellos, según la voluntad de Pistis, a fin de que la semejanza existente desde el principio llegue a dominar hasta el fin. Encontrarás la efectividad de estos nombres y la potencia de los masculinos en el Libro arcangé- lico del profeta Moisés . Los nombres de las femeninas los encontrarás en el primer Libro de Norea . El primer creador, Yaldabaot, al poseer grandes poderes creó cielos para cada uno de sus hijos por medio de la palabra. Eran unas bellas estancias, y para cada uno de ellos creó grandes glorias siete veces superiores, tronos, estancias, templos, carros y espíritus virginales por encima de un invisible, con sus respectivas glorias. Cada cual las posee en su cielo, ejércitos de potencias, dioses y señores, ángeles y arcángeles en número incontable, a fin de que sean ser vidores. Encontrarás todo esto mencionado en el primer Tratado de Orea . Así pues, fueron completados desde este cielo hasta el sexto cielo, que es el de Sofía, la consorte de Astafeo. SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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El cielo y su tierra fueron subvertidos por el trastornador, que se encontraba bajo todos ellos. Y los seis cielos temblaron, pues las potencias del caos no conocían quién era el que había destruido el cielo que se encontraba debajo de ellos. Pero cuando Pistis se enteró del desastre del trastornador, envió su aliento, lo ató y lo arrojó al Tártaro.
LA SOBERBIA DE YALDABAOT Desde aquel día, el cielo junto con su tierra fue consolidado por la Sofía de Yaldabaot, que se encuentra debajo de todos ellos. Cuando los cielos se consolidaron junto con sus potencias y todo su gobierno, el primer creador se ensoberbeció, y recibió honor por parte de todo el ejército de los ángeles. Y todos los dioses con sus ángeles lo bendijeron y le tributaron honor. Él se alegraba en su interior y se envanecía sin cesar, diciéndoles: «Yo no tengo necesidad de nadie». Llegó a decir: «Yo soy Dios y no hay otro fuera de mí». Al decir esto pecó contra los inmortales que lo habían concebido y lo habían guardado. Cuando Pistis vio la impiedad del gran arconte, se encolerizó. No se la podía ver. Y dijo: «Estás en un error, Samael», es decir, «dios ciego». «Hay un hombre inmortal, un hombre de luz que está por delante de ti. Este es el que se manifestará en vuestra creación. Él te destruirá como se destruyen estas vasijas de cerámica, y descenderás hasta tu madre, el abismo, junto con los tuyos. En la consumación de vuestras obras se destruirá toda la deficiencia que se ha manifestado desde la verdad, y será destruida como aquello que nunca ha existido». Al decir esto, Pistis reveló en las aguas su semejanza y su grandeza. Y de este modo se remontó hasta su luz.
SABAOT GLORIFICA A PISTIS Cuando Sabaot, el hijo de Yaldabaot, oyó la voz de Pistis, entonó himnos en su honor y pronunció una condena del padre, a raíz de la 122 /
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palabra de Pistis. La glorificó porque ella los había instruido acerca del hombre inmortal y de su luz. Entonces Pistis Sofía extendió su dedo y vertió sobre él una luz procedente de su propia luz, una condena de su padre. Al recibir la luz, Sabaot recibió un gran poder contra todas las potencias del caos. Desde aquel día fue llamado «el señor de las potencias». Odió a su padre, la oscuridad, y a su madre, el abismo, y sintió repugnancia por su hermana, el pensamiento del primer creador, que iba y venía sobre las aguas. Todas las potestades del caos tuvieron envidia de él, se trastornaron e iniciaron una gran guerra en los siete cielos. Cuando Pistis Sofía se percató de la guerra envió a Sabaot siete arcángeles procedentes de su luz. Ellos lo arrebataron hasta el séptimo cielo y se mantuvieron erguidos ante él a modo de servidores. De nuevo le envió otros tres arcángeles y estableció para él la realeza por encima de todos, de modo que estuviera sobre los dioses del caos. Cuando hubo recibido Sabaot el lugar del reposo en compensación por su arrepentimiento, Pistis le dio a su hija Zoé (lit. «vida») junto con una gran potestad para que ella lo instruyera acerca de todas las realidades de la ogdóada, el octavo cielo. Como poseía potestad, Sabaot creó para sí en primer lugar una estancia. Es muy grande, suntuosa, siete veces superior a todas las de los siete cielos. Delante de su estancia creó un grandioso trono colocado sobre un carro de cuatro rostros llamado «querubín». El querubín tiene ocho formas para cada uno de los ángulos: formas de león, formas de toro, formas de hombre y formas de águila, de modo que todas las formas suman sesenta y cuatro formas. Hay además siete arcángeles que están erguidos frente a él. Sabaot es el octavo y tiene potestad. Las formas suman en total setenta y dos. Pues a partir de este carro es como los setenta y dos dioses recibieron configuración para gobernar sobre las setenta y dos lenguas de las naciones. Sobre este trono creó todavía otros ángeles en forma de serpiente llamados serafines, que lo glorifican sin cesar.
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SABAOT CREA UNA ASAMBLEA Después creó una asamblea angélica, miles y miríadas innumerables, parecida a la asamblea que está en la ogdóada, y a un primogénito llamado Israel, es decir, «aquel que ve a Dios», así como a otro, Jesús, el Cristo, parecido al salvador que está arriba en la ogdóada, el octavo cielo, sentado a su diestra sobre un magnífico trono, mientras que a su izquierda se sienta la virgen del Espíritu Santo, glorificándole. Y las siete vírgenes están erguidas frente a ella. En sus manos hay cítaras, salterios y trompetas, y le glorifican, y todos los ejércitos angélicos le glorifican y le obedecen. Él está sentado en un trono luminoso, en una gran nube que lo recubre. No había nadie con él en la nube, excepto Sofía, la hermana de Pistis, que lo instruía acerca de las realidades de la ogdóada, a fin de que fueran credas las semejanzas de aquellas realidades, de modo que su reino persistiera con él hasta la consumación de los cielos del caos y de sus potencias. Pistis Sofía lo separó de la oscuridad y lo llamó a su diestra, pero al primer creador lo colocó a su izquierda. Desde ese día la diestra es llamada justicia y la izquierda es llamada injusticia. Por esto todos ellos recibieron un mundo en la asamblea de la justicia, y la injusticia se extiende sobre todas sus creaciones.
YALDABAOT CONTRAATACA CREANDO LA MUERTE Cuando el primer creador del caos vio a su hijo Sabaot y su gloria, que superaba todas las potencias del caos, tuvo envidia de él, se encolerizó y engendró a la muerte a partir de su muerte. Esta fue instalada sobre el sexto cielo, ya que Sabaot había sido expulsado de allí. De este modo se reintegró el número de las seis potestades del caos. Entonces la muerte, que era andrógina, se mezcló con su propia naturaleza y engendró siete hijos andróginos. Estos son los nombres de los 124 /
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masculinos: Envidia, Ira, Llanto, Suspiro, Duelo, Lamento y Llanto amargo. Y estos son los nombres de los femeninos: Cólera, Dolor, Placer, Suspiro, Maldición, Amargura y Discordia. Se unieron unos a otros y cada uno engendró a siete más, de modo que al final fueron cuarenta y nueve demonios andróginos. Hallarás sus nombres y sus funciones en el Libro de Salomón 42. Entonces Zoe, que estaba con Sabaot, creó frente a estos siete potencias andróginas de bondad. Estos son los nombres de los masculinos: El que no siente envidia, Feliz, Gozoso, Verídico, El que no odia, Amado y Fiable. En cuanto a los femeninos, estos son sus nombres: Paz, Gozo, Alegría, Felicidad, Verdad, Amor y Fe. Y de estos proceden multitud de espíritus buenos e inocentes. Encontrarás sus influjos y funciones en Las figuras del destino del cielo sobre el zodiaco 43.
YALDABAOT SE DA CUENTA DE SU ERROR Una vez hubo visto la semejanza de Pistis en las aguas, el primer creador se entristeció muchísimo, especialmente cuando escuchó su voz, que se parecía a la primera voz que lo había llamado para hacerlo surgir de las aguas. Y cuando se dio cuenta de que esta era la que le había dado nombre, lloró y se avergonzó de su transgresión. Y cuando supo que había un hombre inmortal luminoso que existía antes que él se trastornó profundamente, puesto que ya había dicho antes a sus ángeles: «Yo soy Dios y no hay otro antes de mí». Temió entonces que llegaran a saber que había otro antes de él, y llegaran a despreciarlo. Sin embargo, como era necio, despreció la condena, y en un acto de soberbia dijo: «Si existe alguien antes de mí, que se manifieste de modo que veamos la luz». 42
No se conoce la identidad exacta de esta obra. Efectivamente, entre los libro s apócrifos del Antiguo Testamento existe un Testamento de Salomón que describe cómo el rey Salomón construyó el templo con ayuda de los demonios. 43 Fuente desconocida. SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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Y he aquí que una luz salió de la ogdóada superior (el octavo cielo) y atravesó todos los cielos de la tierra. Cuando el primer creador vio «que la luz era bella» en su resplandor, quedó maravillado y se avergonzó muchísimo. Una vez se hubo manifestado la luz, apareció en ella una semejanza de hombre. Era maravillosa, y nadie la vio sino el primer creador y la Prónoia (Presciencia/Providencia) que se encuentra con él. Sin embargo, la luz de la semejanza se manifestó a todas las potencias de los cielos, y por esta razón todas fueron trastornadas por la luz.
EL BRILLO DEL ADÁN DE LUZ Entonces Prónoia vio al ángel y lo amó. Pero él la odiaba porque ella estaba en la oscuridad. Ella deseaba adherirse a él, pero no pudo. Al no poder satisfacer su deseo, vertió su luz sobre la tierra. Desde ese día este ángel fue llamado «Adán de luz», que significa «El luminoso hombre de sangre». Y la tierra sobre la que se derramó la luz fue llamada «Santo Adamas», que significa «Santa tierra adamantina (o de hierro)». Desde aquel día todas las potestades honraron a la sangre de la virgen Prónoia. La tierra fue purificada con la sangre de la virgen y el agua fue purificada por medio de la semejanza de Pistis Sofía, la que se había manifestado al primer creador en las aguas. Por eso debe decirse «por medio de las aguas», ya que el agua santa, al dar la vida al todo, lo purifica.
EROS Y PSYCHÉ A partir de esta primera sangre se manifestó Eros, que era andrógino. Su naturaleza masculina es Himeros, pues es un fuego que proviene de la luz. Su naturaleza femenina es un alma de sangre que proviene de la substancia de Prónoia. Es hermosísimo y supera en gracia a todas las criaturas del caos. Entonces, cuando los dioses y los ángeles vieron a 126 /
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Eros, lo amaron. Él se hizo manifiesto en todos ellos y los encendió, del mismo modo que de una sola lámpara se alumbran otras muchas: la luz es una sola, y la de la primera lámpara no se debilita. De ese modo Eros se dispersó entre todas las criaturas del caos sin debilitarse. Eros se manifestó en el lugar intermediario entre los dioses y los hombres, como si se tratara de surgir en el lugar intermediario entre la luz y la oscuridad, y así es como se consumó la cópula, de modo que de la tierra brotó el primer placer. La mujer siguió a la tierra, y desde entonces la cópula ha seguido a la mujer y la generación ha seguido a la cópula, y la disolución siguió a la generación. Después de Eros, de la sangre que había sido esparcida sobre la tierra brotó la vid. Por esta razón los que beben de ella hacen nacer en sí mismos la concupiscencia que conduce a la cópula. Después de la vid brotaron de la tierra la higuera y el granado, junto con el resto de los árboles según su especie, teniendo en sí mismo su semilla, que procede de la semilla de las potencias y de sus ángeles.
CREACIÓN DEL PARAÍSO Entonces la justicia creó el hermoso paraíso, que se encontraba fuera de la órbita de la luna y de la órbita del sol, en la tierra de la delicia, al oriente, rodeado de piedras. La concupiscencia estaba en medio de los árboles, hermosos y altos, y el inmortal árbol de la vida, tal como se había manifestado según la voluntad de Dios, estaba al norte del paraíso, a fin de hacer inmortales la salmas de los santos, las que provendrán de las configuraciones de pobreza en la consumación del siglo. El color del árbol de la vida es como el sol, y sus ramas son hermosas. Sus hojas son como las del ciprés. Su fruto brilla como los racimos de uva y su altura alcanza el cielo. Junto a él se alza el árbol del conocimiento, que posee la potencia de Dios. Su gloria es como la luna resplandeciente, sus ramas son de gran hermosura, y sus hojas como las hojas de la higuera. Su fruto es como los dátiles, muy sabrosos. Se encuentra el norte del paraíso, a SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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fin de levantar las almas que estaban sumidas en el sueño de los demonios para que puedan acercarse hasta el árbol de la vida y comer su fruto, condenando a las potestades y a sus ángeles. La efectividad de este árbol está recogida en el Libro Sagrado 44 con estas palabras: «Tú eres el árbol del conocimiento que está en el paraíso, del que comió el primer hombre. Se abrió su inteligencia y amó a su compañera femenina al tiempo que condenó a las otras semejanzas extranjeras y sintió repugnancia hacia ellas». Tras esto brotó el olivo, destinado a purificar a los reyes y a los sacerdotes de justicia que se manifestarán en los últimos días, puesto que el olivo se manifestó en la luz del primer Adán para la unción que reciben.
CREACIÓN DE LAS PLANTAS, LOS ANIMALES Y LOS CUERPOS CELESTES A continuación brotaron de la tierra las flores, hermosas y perfumadas según sus especies, a partir de las vírgenes de cada una de las hijas de Prónoia, que amaron a Eros y derramaron su sangre sobre él y sobre la tierra. Después brotaron de la tierra todas las plantas según su especie, teniendo la semilla de las potestades y de sus ángeles. Luego las potestades crearon de las aguas todos los animales según sus especies, y también los reptiles y los pájaros según sus especies, teniendo la semilla de las potestades y de sus ángeles. Pero antes de todas estas cosas, cuando él se hubo manifestado en el primer día, permaneció sobre la tierra alrededor de dos días. Estableció a la Prónoia inferior en el cielo y ascendió a su luz. Y en un instante la oscuridad cubrió todo el mundo. La Sofía que se encontraba en el cielo inferior sintió un deseo y recibió de Pistis un poder, creando grandes luminarias junto con todas 44
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Se desconoce la fuente a la que el autor hace aquí alusión. ANtoLoGÍA DE tEXtoS GNóStICoS Y HErMÉtICoS
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las estrellas. Y las puso en el cielo para que brillaran sobre la tierra y cumplieran la función de signos para medir el tiempo: estaciones, años, meses, días, noches, instantes y así sucesivamente. Y de este modo se ordenó todo arriba en el cielo. Cuando Adán de luz quiso entrar en su luz, que es la ogdóada, no pudo, a causa de la pobreza que se había mezclado con su luz. Entonces creó para sí mismo un gran eón, y en el seno de este creó otros seis eones con sus mundos, que eran seis y superaban siete veces a los cielos del caos y sus mundos. Todos estos eones con sus mundos existen en la región indeterminada que hay entre la ogdóada y el caos que está debajo de ella, perteneciendo al mundo integrado por la pobreza. Si quieres conocer su disposición la puedes encontrar en la obra titulada El séptimo mundo de Hieralías, el profeta 45.
LA CREACIÓN DE LA HUMANIDAD Antes de eso, cuando Adán de luz no se había retirado todavía del caos, las potestades lo vieron y se burlaron del primer creador, porque había mentido al decir: «Yo soy Dios y ninguno existe antes de mí». Se dirigieron a él diciendo: «¿No es este el dios que destruyó nuestra obra?». Él respondió diciendo: «Sí, así es. Si queréis que él no pueda destruir nuestra obra, venid, creemos en la tierra un hombre según la imagen de nuestro cuerpo y según la semejanza de Aquel, y pongámoslo a nuestro servicio, para que cuando vea su semejanza la ame. Ya no destruirá nuestra obra, y a aquellos que nazcan de la luz nosotros los esclavizaremos por todo el tiempo de este eón». Todo esto sucedió en la Presciencia de la Pistis para que el hombre se manifestara de acuerdo con su semejanza y condenara a las potestades por medio de su propia criatura. Y su criatura pasó a ser una trampa para la luz.
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Otra fuente desconocida. SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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Entonces las potestades recibieron conocimiento para crear al hombre, pero Sofía Zoé, la que está con Sabaot, se les anticipó y se burló de su propósito diciendo: «Son ciegos, lo han creado en ignorancia en contra de sí mismos. No saben lo que hacen». Por esto se les anticipó y creó antes a su hombre, a fin de que instruyese a la criatura de ellos acerca del modo de desperdiciaros, y así librarse de ellos. El nacimiento del instructor tuvo lugar de la forma siguiente. Cuando Sofía hubo arrojado una gota de luz, esta se desparramó sobre el agua, y seguidamente se manifestó el hombre andrógino. Sofía configuró la gota en primer lugar como un cuerpo de mujer, después la configuró en el cuerpo de la semejanza de la madre (Pistis Sofía) que se había manifestado. Completó esto en doce meses. Nació un hombre andrógino, al que los griegos llaman «hermafrodita». A su madre los hebreos la llaman Eva de Zoé; es decir, la instructora de la vida. Su hijo es la criatura que tiene el señorío. Después, las potestades lo llamaron «bestia», de modo que pudiera engañar a las criaturas de ellos. El significado de «la bestia» es «el instructor», pues resultó ser más inteligente que todos ellos. Eva es la primera virgen que dio a luz sin necesidad de varón, y fue su propia partera.
CANTO DE EVA Por eso se dice que dijo: «Yo soy la parte de mi madre, yo soy la madre. Yo soy la esposa, yo soy la virgen. Yo soy la que está encinta, yo soy la partera. Yo soy la que consuela de los trabajos del parto. Mi esposo me engendró, yo soy su madre, y él es mi padre y mi señor. Él es mi potencia. Lo que desea, lo dice con razón. Yo voy pasando, pero engendré a un hombre señorial». 130 /
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Estas cosas fueron reveladas por deseo de Sabaot y de su Cristo a las almas, las que tenían que entrar en la criatura de las potestades. A causa de ellas dijo la santa voz: «Creced y multiplicaos, y dominad sobre las criaturas». Estas son las que fueron esclavizadas por el primer creador según sus respectivas suertes, y de este modo fueron encerradas en las prisiones de las criaturas hasta la consumación del eón.
LOS ARCONTES CÓSMICOS MOLDEAN A ADÁN En aquel momento, el primer creador, junto con los suyos, concibió un propósito respecto al hombre. Cada uno de ellos arrojó su semilla en medio del ombligo de la tierra. Desde aquel día, los siete arcontes plasmaron al hombre por medio de una doble operación: su cuerpo se parecía al cuerpo de ellos, y esta semejanza suya se parecía al hombre que se les había aparecido. Su creación procedió tomando partes de cada uno de ellos. Su príncipe se encargó del cerebro y de la médula, y después se manifestó como el que le precedía. El hombre pasó a ser psíquico y fue llamado «Adán», que significa «padre», de acuerdo con el nombre que le precedía. Cuando los arcontes hubieron terminado a Adán, el príncipe lo abandonó como una vasija inerte, pues había tomado la forma de un aborto carente de espíritu. A causa de esto, cuando el gran arconte recordó la palabra de Pistis, temió que el hombre verdadero penetrara en su criatura y se convirtiera en señor del arconte. Por esta razón dejó a su criatura sin alma durante cuarenta días y se retiró, abandonándolo. Pero al cabo de cuarenta días, Sofía Zoé insufló su aliento en Adán, que no tenía alma, y este comenzó a moverse sobre la tierra, aunque no podía tenerse en pie. Entonces, cuando llegaron los siete arcontes y le vieron, se perturbaron muchísimo. Se acercaron y se apoderaron de él. El príncipe le dijo al aliento que había en él: «¿Quién eres y desde dónde has venido hasta aquí?». Él respondió diciendo: «Vine a través de la potencia del hombre, para la destrucción de vuestra obra». SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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Cuando oyeron esto, le glorificaron, pues había hecho cesar su miedo y su inquietud. Y llamaron a aquel día «descanso», pues habían descansado de un trabajo. Y cuando vieron que Adán no podía mantenerse en pie, se regocijaron, lo agarraron y lo pusieron en el paraíso, remontándose hasta sus cielos.
EVA LE DA LA VIDA A ADÁN Después del día de descanso, Sofía envió a su hija Zoé, llamada Eva, como instructora para poner en pie a Adán, ya que este carecía de alma, a fin de que los que iban a ser engendrados por él fueran recipientes de la luz. Cuando Eva vio al que era su semejanza tendido en el suelo, sintió lástima de él y dijo: «Adán, vive, levántate de la tierra». En un instante su palabra se convirtió en obra; Adán se levantó y enseguida abrió los ojos. Cuando la vio, dijo: «Tú serás llamada madre de los vivientes, pues me has dado la vida».
LOS ARCONTES CÓSMICOS VIOLAN A LA EVA TERRESTRE Entonces los arcontes se enteraron de que su criatura vivía y que andaba erguido, y se conmocionaron mucho. Enviaron a siete arcángeles para que averiguaran lo que había sucedido. Llegados junto a Adán, cuando vieron que Eva hablaba con él, se dijeron unos a otros: «¿Qué es esa cosa luminosa? Se parece a la semejanza que se nos manifestó en la luz. Capturémosla y vertamos nuestra semilla en ella, para que quede mancillada y no pueda regresar a la luz. Además, así los que nazcan de ella quedarán bajo nuestra obediencia. Sin embargo, no digamos nada de esto a Adán, pues no procede de nosotros. Infundamos un letargo en él y durante su sueño hagamos que imagine que ella procede de su costilla, de modo que la mujer le obedezca y él sea su señor». 132 /
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Eva, que era una potencia, se burló de su intención. Puso una niebla en sus ojos y dejó secretamente su semejanza junto a Adán. Eva entró en el árbol del conocimiento y permaneció allí. Ellos la persiguieron y ella les reveló que había entrado en el árbol, y que ella era un árbol. Los ciegos sintieron un gran temor y huyeron. Después, cuando despertaron de su sueño, se acercaron a Adán y, viendo que estaba con la semejanza de aquella, quedaron confundidos, pues pensaron que era la verdadera Eva, y tuvieron la osadía de asaltarla, capturarla y arrojar su semilla en ella. Lo hicieron astutamente, pues la mancharon no solo físicamente, sino con algo vergonzoso, pues ensuciaron el sello de su primera voz, la que les había dicho: «¿Quién es el que existe antes de vosotros?». De este modo intentaron ensuciar también a los que dicen que nacen por una palabra en la consumación que tiene lugar por medio del verdadero hombre. Sin embargo, los arcontes erraban, pues ignoraban que era su propio cuerpo lo que habían manchado. Lo que habían manchado los arcontes y sus ángeles era la semejanza.
EVA CONCIBE A LOS HIJOS DE LOS ARCONTES CÓSMICOS Primero, Eva concibió del primer arconte a Abel, y luego engendró al resto de sus hijos por obra de los siete arcontes con sus ángeles. Todo esto sucedió de acuerdo con la Presciencia del primer creador, a fin de que la primera madre generara en su propio seno toda semilla, mezclada y adaptada al destino del mundo, a las figuras de este destino y a la justicia. Se llevó a cabo un plan a causa de Eva: que las criaturas de los arcontes fueran prisiones de la luz. La luz condenará a los arcontes por medio de sus propios cuerpos. El primer Adán de luz es espiritual, y se manifestó en el primer día. El segundo Adán es psíquico, y se manifestó en el sexto día, denominado de Afrodita. El tercer Adán es terrenal, es decir, de la Ley, y se manifestó el octavo día, después del reposo de la indigencia, llamado día del sol. SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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La progenie del Adán terrenal fue numerosa y se completó, produciendo en su seno toda clase de ciencia del Adán psíquico. Pero todo se hallaba en ignorancia.
LOS ÁRBOLES DEL PARAÍSO Y LA BESTIA A continuación, continuaré con mi narración. Cuando los arcontes lo vieron junto a la que estaba con él, ignorantes como bestias, se alegraron mucho. Cuando supieron que el hombre inmortal no iba a transgredir, sino que ellos tendrían que temer a la que se había transformado en árbol, se trastornaron y dijeron: «¿No será este el verdadero hombre, el que puso una niebla en nosotros y nos hizo saber acerca de la que fue mancillada y se parecía a él, de modo que acabe dominándonos?». Entonces se confabularon los siete, se acercaron con temor a Adán y Eva y les dijeron: «Todos los árboles que hay en el paraíso han sido creados para vosotros, para que comáis su fruto, pero guardaos del árbol del conocimiento y no comáis de él. Si coméis, moriréis». Después de haberlos atemorizado, regresaron a sus potestades. Entonces se acercó el que es más inteligente de todos ellos, el que ha sido llamado «bestia», y cuando vio a Eva, que era la semejanza de la madre de ellos, le preguntó: «¿Qué es lo que os dijo Dios? ¿Acaso no os dijo “no comáis del árbol del conocimiento”?». Ella respondió: «No solo dijo “no comáis de él”, sino también, “no lo toquéis, para que no muráis”». Él continuó diciéndole: «No temáis, no moriréis. Él sabe que, si coméis del árbol, vuestro intelecto se despertará y seréis como dioses al conocer la diferencia entre los malos y los buenos. Fue por envidia por lo que os habló de esa manera, para evitar que comiérais del árbol». Eva confió en las palabras del instructor, dirigió su mirada al árbol y vio que era bello y alto, y lo deseó. Tomó de su fruto, comió y luego dio a su esposo, que también comió. Entonces se abrió el intelecto de ambos, pues cuando comieron brilló en ellos la luz del conocimiento. Una vez se hubieron revestido del pudor, se dieron 134 /
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cuenta de que estaban desnudos respecto al conocimiento. Al despertarse, vieron que estaban desnudos y se amaron el uno al otro. Y cuando vieron a sus creadores bajo la forma de bestia, sintieron repugnancia hacia ellos. Ya tenían un alto grado de conocimiento.
¿HABÉIS COMIDO DEL ÁRBOL? Entonces, cuando los arcontes supieron que ellos habían transgredido su mandamiento, entraron con violencia en el paraíso, lanzando graves amenazas. Se dirigieron a Adán y Eva para ver el resultado de la ayuda que se les había proporcionado. Entonces Adán y Eva sintieron un gran trastorno y se escondieron detrás de los árboles del paraíso. Los arcontes no sabían dónde estaban, y preguntaron: «Adán, ¿dónde estás?». Él dijo: «Estoy aquí; por temor a vosotros me escondí cuando me sentí avergonzado». Le dijeron en su ignorancia: «¿Quién te habló de la vergüenza con la que te revestiste, si no es porque has comido del árbol?». Él respondió: «La mujer que me diste es la que me ofreció, y comí». Entonces ellos le preguntaron a ella: «¿Qué has hecho?». Ella contestó: «El instructor me incitó y comí». A continuación los arcontes se dirigieron al instructor. Sus ojos quedaron cegados a causa de él y no pudieron hacerle nada, maldiciéndole por esa impotencia. Después se acercaron a la mujer y la maldijeron, así como a sus hijos. Luego pasaron de ella a Adán, y lo maldijeron junto con la tierra, a causa de él, y a los frutos. Maldijeron todo lo que habían creado. No hay en ellos bendición alguna. No se puede engendrar el bien a partir del mal. Desde aquel día, las potestades supieron que en verdad había alguien más poderoso que ellas. No sabían sino que su mandato no había sido obedecido. Introdujeron en el mundo una gran envidia, únicamente a causa del hombre inmortal. Cuando los arcontes vieron que su Adán había adquirido otro conocimiento, quisieron tentarlo. Congregaron a todos los animales y a las fieras de la tierra junto con los pájaros del cielo y se los llevaron a Adán para ver cómo los iba a llamar uno por uno. Cuando Adán los SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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vio, les puso nombres. Entonces los arcontes se turbaron al comprobar que Adán estaba alerta ante toda prueba. Se reunieron y dijeron: «Adán se ha vuelto como uno de nosotros y puede discernir la diferencia entre la luz y la oscuridad. Ahora podría ser que le engañen con un asunto parecido al árbol del conocimiento, y podría acercarse al árbol de la vida y comer de él, volviéndose inmortal. Entonces se haría señor y acabaría maldiciéndonos y menospreciándonos con toda nuestra gloria. Luego nos condenaría a nosotros y a nuestro mundo. Para evitar eso, venid, expulsémoslo del paraíso, sobre la misma tierra de la que lo sacaron, para que desde ahora ya no sea capaz de conocer nada superior a nosotros». Así que expulsaron a Adán del paraíso, junto con su mujer. Y no les bastó con lo que habían hecho, y aún temieron algo más. Se acercaron al árbol de la vida y lo rodearon de cosas terribles, vivientes de fuego, llamados querubines, y pusieron entre ellos una espada ardiente que giraba sin cesar de forma espantosa, para que jamás ningún ser terreno pudiera penetrar en aquel lugar. Después de todo eso, los arcontes sintieron envidia de Adán y, como consecuencia, desearon abreviar el tiempo de ambos, pero no fueron capaces a causa del destino fijado desde el principio, pues los tiempos de cada uno de ellos habían sido limitados a mil años, de acuerdo con el curso de los astros. Los arcontes no pudieron hacer esto, pero cada uno de los malignos arrebató diez años, y este tiempo quedó en 930 años, que transcurrieron en dolor, debilidad y perple jidad. Desde ese día la vida decayó de esta manera hasta la consumación de los tiempos.
LOS ANIMALES DE EGIPTO Cuando Sofía Zoé vio que los arcontes de la oscuridad habían lanzado maldiciones contra sus semejanzas, se encolerizó, descendió del primer cielo con todas las potencias y expulsó a los arcontes de sus propios cielos, arrojándolos a la parte inferior del mundo pecador, a fin de que permanecieran sobre la tierra como demonios malvados. 136 /
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Ella envió al ave que se encontraba en el paraíso para que, hasta la consumación de los siglos, pueda permanecer mil años en el mundo de los arcontes. Se trata de un viviente animado llamado fénix. Se mata a sí mismo y se devuelve la vida, un testigo en el juicio de ellos, pues se comportaron injustamente con Adán y con su raza hasta el fin de los tiempos. Hay tres razas de hombres, y la raza de él hasta el fin del mundo: el espiritual del eón, el psíquico y el terrenal. Y lo mismo con respecto a los tres fénix del paraíso: el primero es inmortal, el segundo es de mil años y el tercero, que aparece descrito en El libro sagrado, es el que se destruye. Del mismo modo hay tres bautismos: el primero es espiritual, el segundo es un fuego y el tercero es un agua. Del mismo modo que el fénix es un testigo contra los ángeles, también los reptiles acuáticos que hay en Egipto dan testimonio para los que descienden para el bautismo de un verdadero hombre. Los dos toros que hay en Egipto tienen un misterio, el sol y la luna, y son testigos de Sabaot, porque encima de ellos recibió Sofía el mundo. Desde el día en que ella creó el sol y la luna, selló su propio cielo hasta el eón. El gusano que surgió del fénix es también un hombre. Está escrito acerca de él: «El justo germinará como un fénix» (Sal. 91, 13 LXX). Y el fénix se manifiesta primero viviente, muere y se levanta de nuevo, un signo de lo que se manifestó en la consumación del eón. Estos grandes signos se manifestaron únicamente en Egipto. Ningún otro lugar es una imagen del paraíso de Dios.
EL ERROR Y LA IGNORANCIA ENTRAN EN LA HISTORIA HUMANA Volvamos a los arcontes de los que hablábamos, para ofrecer una explicación acerca de ellos. Una vez que los siete arcontes hubieron sido precipitados de sus cielos sobre la tierra, crearon para sí mismos unos ángeles en gran núSoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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mero, demonios para que les sirvieran. Estos son los que instruyeron a los hombres en multitud de errores, magia y pócimas, en la veneración de los ídolos, la efusión de sangre, los altares, templos, sacrificios y libaciones a todos los demonios de la tierra, que tienen como colaborador al destino, el que vino a existir conforme a un acuerdo entre los dioses de la injusticia y la justicia. De este modo, una vez que hubo comenzado a existir, el mundo anduvo perplejo, errante a través del tiempo, pues todos los hombres de la tierra adoraron a los demonios desde el origen hasta la consumación, tanto los ángeles de la justicia como los de la injusticia. De esta manera, el mundo existió en perple jidad, en ignorancia y en estupor. Todos erraron hasta la aparición del verdadero hombre. Ya es suficiente sobre este tema. Pasemos ahora a hablar de nuestro mundo, para determinar con exactitud en lo que concierne a su constitución y a su administración. Se pondrá entonces de relieve de qué manera hallaron la fe en las doctrinas secretas que se van manifestando desde el inicio hasta la consumación del eón.
LOS ESPÍRITUS INOCENTES Así pues, paso a resumir lo concerniente al hombre inmortal. Hablaré de todos los que son suyos, explicando la razón por la que están en estos lugares. Una multitud de hombres procedió de Adán, el que fue creado, y, a causa de la materia, una vez que el mundo se pobló, los arcontes lo dominaron, aferrándolo en ignorancia. ¿Por qué causa? Por lo siguiente: Puesto que el Padre inmortal sabe que una deficiencia pro vino de la verdad, difundiéndose entre los eones y su mundo, cuando quiso anular a los arcontes de la corrupción por medio de sus propias criaturas, arrojó al mundo de la corrupción a vuestras semejanzas, espíritus inocentes, niños benditos, no ajenos al conocimiento. Todo conocimiento se encuentra en un ángel que se manifiesta ante ellos, no carente de poder delante del Padre para darles la gnosis. Al mani138 /
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festarse en el mundo de la corrupción, revelarán ante todo la figura de la incorruptibilidad para condenación de los arcontes y sus potencias. Cuando los benditos se manifestaron como criaturas, las potestades los envidiaron. A causa de la envidia, mezclaron su semilla con ellos con el fin de mancillarlos, pero no pudieron. Por su parte, los benditos, cuando se manifestaron de forma luminosa, lo hicieron de forma diferente y, cada uno de ellos, a partir de su tierra, reveló su conocimiento a la comunidad que se había manifestado a partir de las criaturas de la corrupción. La comunidad contenía todas las semillas, a causa de la semilla de las potestades que se habían mezclado con ella. Entonces el salvador hizo de todos ellos uno. Esos espíritus manifiestan que son superiores, son benditos y han resultado diferentes en sus elecciones, y todavía muchos otros sin rey y superiores a todo ser existente antes de ellos. Así que existen cuatro razas. Tres de ellas pertenecen a los reyes de la ogdóada, mientras que la cuarta raza carece de rey, es perfecta y supera a todas. Estos entrarán en el lugar santo de su padre y descansarán en reposo y en gloria por siempre jamás, de modo inefable y con un gozo que no tendrá fin. Son reyes en lo mortal, en calidad de inmortales. Condenarán a los dioses del caos con sus potencias.
JESÚS, EL VERBO Pero el Verbo es superior a todos, y fue enviado con un solo ob jeto, que es anunciar una enseñanza sobre el desconocido. Dijo: «No hay cosa alguna escondida que no sea revelada, y lo que no fue conocido será conocido». Estas palabras fueron transmitidas para revelar lo que está escondido y las siete potestades del caos con su impiedad. De este modo fueron condenadas a morir. Cuando los perfectos se hubieron manifestado por medio de las criaturas de los arcontes y hubieron revelado la verdad que no tiene comparación posible, se burlaron de toda la sabiduría de los dioses. Su destino resultó ser una condenación y su potencia se extinguió. Su dominio fue destruido y su Presciencia se volvió vacía, junto con su gloria. SoBrE EL orIGEN DEL MuNDo /
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LA CONSUMACIÓN DEL TIEMPO Y EL APOCALIPSIS Antes de la consumación del eón, el lugar entero temblará con un gran estruendo. Entonces los arcontes se lamentarán, al ver su muerte próxima. Los ángeles se lamentarán por sus hombres y los demonios llorarán por sus tiempos, y sus hombres se desharán en lamentos y quejidos por su muerte. Entonces comenzará el eón y ellos quedarán trastornados. Los reyes del eón andarán ebrios con la espada de fuego, combatiendo los unos contra los otros, de modo que la tierra quedará ebria por la sangre que se verterá, y los mares se conmoverán por estas guerras. El sol se oscurecerá y la luna perderá su brillo. Las estrellas del cielo abandonarán su lugar y un gran trueno surgirá de una gran potencia superior a todas las potencias del caos donde se encuentra el cielo de la mujer. Una vez haya creado esta su primera obra, se despojará del sabio fuego de la inteligencia, revistiéndose de necia cólera. Luego perseguirá a los dioses del caos, a los que había creado con el primer creador, y los arrojará al abismo, y desaparecerán a causa de la injusticia. Serán como esas montañas que arrojan fuego, devorándose los unos a los otros hasta extinguirse por obra del primer creador. Cuando los haya arrojado se volverá contra sí mismo y se destruirá hasta la aniquilación. Sus cielos caerán unos sobre otros, sus potencias arderán y sus otros eones serán destruidos por completo. El cielo del primer creador caerá y se partirá en dos. Lo mismo sucederá con las estrellas en su esfera; caerán sobre la tierra, y esta no será capaz de soportarlas. Caerán hacia el abismo y este será devastado.
LA LUZ ES SALVADA Y LOS GNÓSTICOS REGRESAN A CASA La luz cubrirá las tinieblas y las destruirá, como algo que no ha existido, y la obra que precedía a la oscuridad se disolverá. La defi140 /
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ciencia será arrancada de raíz y precipitada en la oscuridad, mientras que la luz volverá a su raíz. La gloria del No-engendrado aparecerá y colmará a todos los eones. Cuando se manifiesten la profecía y la narración de los que poseen la realeza, y se cumpla la profecía en los perfectos, los que no llegaron a ser perfectos en el Padre No-engendrado recibirán sus glorias en sus propios eones y en los reinos de los inmortales, pero no entrarán jamás en el Lugar sin dominio. Es necesario que cada cual vaya al lugar de donde salió. Por medio de su conducta y de su conocimiento, cada uno revelará su verdadera naturaleza.
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nEoPLATonismo: La vía haca el
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Ļ INTRODUCCIÓN ļ
E
L término «neoplatonismo» suele aplicarse a la corriente de filo-
sofía platónica que nace con Plotino (204-270 d. de C.), transmisor de un complejo sistema metafísico que gira en torno al Uno como principio último. En general, se considera que el neoplatonismo fue una prolongación del platonismo medio y de las tradiciones neopitagóricas, siendo su base una exégesis «creativa» de Platón y Aristóteles, especialmente de la filosofía que el primero transmitió en sus enseñanzas orales, al margen de sus Diálogos. Del mismo modo que las doctrinas del sufismo consisten en una interpretación elaborada del Corán y de los hadices (los dichos del Profeta del Islam, recogidos en las compilaciones tradicionales), también el neoplatonismo consiste en una interpretación «ampliada» del Parménides y el Timeo de Platón. En realidad, los neoplatónicos siempre se consideraron a sí mismos platónicos puros y simples, que al mismo tiempo trataban de mostrar la presencia de las mismas verdades metafísicas en otros autores, como Pitágoras, Parménides, Empédocles y Aristóteles, así como en Homero, Hesíodo, los poemas órficos, los Oráculos Caldeos 46 y la 46
Con este nombre se conoce a una colección de oráculos filosóficos, a veces en forma de simples «sentencias» (ta logia), «revelados por los dioses» (theoparodata) a un personaje denominado Juliano el Caldeo, así como a su hijo, Juliano el Teúrgo, en el siglo II d. de C. La teología caldea tiene concomitancias con el pensamiento platónico, pero también se pueden hallar en ellos afinidades espirituales con la sabiduría siria, asiria y babilónica. La práctica religiosa presente en los oráculos consiste en un complejo ritual que incluye purificaciones, invocaciones, visualizaciones, objetos sagrados, instrumentos teúrgicos y fórmulas, oraciones, himnos, animaciones de estatuas y contemplaciones. NEoPLAtoNISMo: LA VÍA HACIA EL uNo /
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mitología mediterránea (greco-romana, egipcia y medio-oriental). Todas estas tradiciones contenían, según ellos, elementos de una teología perenne que indicaba el camino de la salvación para los iniciados. Haciendo referencia a las doctrinas neoplatónicas, Plotino dice en sus Enéadas: «Esta doctrina no es nueva; ha sido profesada desde los tiempos más antiguos, si bien sin haber sido desarrollada explícitamente; nosotros solo queremos ser intérpretes de los antiguos sabios y mostrar por la evidencia de Platón mismo que ellos tenían las mismas convicciones que nosotros». Los neoplatónicos no mostraron mucho interés en la teoría política de Platón, y eligieron centrarse en determinados aspectos de la metafísica del maestro. Situaron la doctrina platónica de las Ideas y los particulares en el interior de una elaborada y compleja jerarquía en la que cada nivel de realidad no solo reflejaba e imitaba al que tenía por encima de él, sino que al mismo tiempo permanecía como el principio trascendente, permaneciendo (mone) en sí mismo, procediendo (proodos) 47 de, y regresando (epístrofe) 48 a la fuente arquetípica donde todo se encuentra de un modo inseparable y atemporal, en un ins47
Esta palabra, que en griego significa «procesión», es un término técnico de capital importancia en el esquema neoplatónico de mone - proodos -epistrofe («permanencia en sí mismo-procesión-retorno»), que hace alusión al proceso de la manifestación. La Vida del Noûs , el Intelecto, implica la multiplicación, lo ilimitado, y la potencia o el poder (dynamis), que llevan a la aparición de la proodos . Para el neoplatónico Proclo, el proceso permanencia-procesión-retorno se aplica a cada forma, propiedad o entidad, exceptuando el Uno y la Materia Prima. 48 Literalmente, esta palabra griega significa «regreso, retorno». En el aludido sistema neoplatónico de manifestación en tres fases, una cosa o, mejor dicho, una entidad inteligible, surge de sí misma hacia la multiplicidad y regresa a sí misma, permaneciendo inalterable su identidad esencial propia en el nivel esencial. Los tres momentos —permanencia en sí mismo (mone), procesión (proodos) y regreso (epístrofe)— son fases de un proceso simple, continuo y dinámico (en ocasiones concebido como simultáneo) que produce la unidad-diversidad, causa-efecto. Se trata de una relación de naturaleza metafísica. 146 /
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tante ontológico. La propia existencia y el orden de cada cosa dependen de la Unidad. La causa es siempre más perfecta y más simple que su efecto. Cada nivel de realidad manifestada es ontológicamente bueno e inmanentemente sagrado, como imagen (eikon) 49 del nivel que le precede. Pero, al ser precisamente una imagen, también debe ser contemplado como una sombra, algo de orden inferior. Las imágenes inferiores se van oscureciendo en virtud de su alejamiento del sol arquetípico y, por tanto, deben ser finalmente trascendidas. Quizá convenga recordar aquí el esquema básico del emanacionismo plotiniano: el Uno primordial, que es el Bien absoluto y que el conocimiento racional no puede alcanzar, produce por emanación una imagen de Él mismo, la cual Lo contempla. Esta imagen —el Espíritu universal o Intelecto (Noûs) 50— contiene las ideas o los arquetipos de todas las cosas. El Espíritu origina el alma (psyché) 51, o más preci49
Imagen, icono. Una imagen especular como representación directa de su pa- radigma o arquetipo. Para Plotino y el resto de neoplatónicos, el mundo sensible o percibido por los sentidos es una imagen del mundo arquetípico, del mismo modo en que el tiempo es una imagen de la eternidad. Por tanto, las realidades inferiores pueden ser contempladas en jerarquía ascendente como imágenes o huellas de paradigmas superiores. Proclo distingue entre eikon y simbolon . Los pitagóricos, antes de revelar directamente las verdades esotéricas de su doctrina, presentaban eikones de su realidad. 50 En una acepción «microcósmica» podemos traducir este término como «inteligencia, percepción inmediata, intuición, intelecto intuitivo, etc.». Platón distingue entre Noûs y dianoia («razón discursiva»). El Noûs es independiente del cuerpo y, por tanto, inmune a su destrucción. Se trata del elemento divino y unitario, la chispa de luz divina presente en cada ser humano y a través de la cual es posible el ascenso hasta el Sol divino. En un sentido «macrocósmico» Noûs es el Intelecto divino, el «Segundo Dios», que abarca y personifica todo el Cosmos en tanto que Ser-Vida-Inteligencia, el Demiurgo del universo manifestado. Podemos compararla con el concepto hindú de Ishvara y con los dioses solares de ciertas mitologías, como el Ra de los egipcios. 51 Dependiendo del contexto, podemos traducir este término como «alma» o «espíritu vital». Homero distingue entre las almas libres, como las almas de los muertos, que son las psychai , y las almas corporales: el thymos (en ocasiones entendido como el «alma de la sangre», situada a la altura del diafragma), noos («mente») y menos («poder, deseo»). Siguiendo los modelos egipcios, los pitagóricos consideraban que la psyché era el reflejo de los principios inalterables e inmortales. Desde Platón, las NEoPLAtoNISMo: LA VÍA HACIA EL uNo /
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samente, el estado anímico o sutil, el cual produce a su vez la materia (soma), lo «inexistente» o el mal. Este es la negación del Bien único, al menos a su manera o desde un determinado punto de vista. En efecto, podríamos decir que el Bien supremo es el «más presente» en el plano supremo, y el «menos presente» —o el «más ausente»— en el plano corporal. En este domina aparentemente menos, o menos directamente. Autores como Jámblico y otros seguidores de Plotino añaden a la Unidad plotiniana el Sobre-Ser, mientras que Plotino guarda silencio —sin negarla— sobre la distinción del Ser con el Absoluto Más-Allá-DelSer, habida cuenta de que se trata en ambos casos del Principio. Y si Plotino no parece considerar los arquetipos más que en un nivel de la manifestación supraformal y no en el del Ser, el «mundo inteligible» de Jámblico parece coincidir con el del Ser diversificado; es decir, conteniendo las Cualidades divinas de las que derivan las esencias angélicas con los arquetipos existenciales. Convencidos de que Platón conocía todas las verdades perennes, los neoplatónicos trataron de extraer varias doctrinas metafísicas de las pistas que el maestro fue dejando en pasajes especialmente oscuros de sus Diálogos, en ocasiones usando ciertas concepciones extraídas de Aristóteles, los estoicos y de algunos cultos mistéricos. Según su aproximación metafísica a la realidad, la contemplación filosófica del mundo de las Ideas y la unión mística no eran dos realidades separadas. Los aspectos metafísicos, hermenéuticos (o exegéticos) y religiosos del neoplatonismo consistían en una unidad compleja basada en el análisis dialéctico, la interpretación simbólica y la «elevación» (ana- goge) 52. La «realización filosófica» no consistía para ellos en poner en psychai dejan de considerarse eidola , fantasmas o dobles del cuerpo; el cuerpo humano se contempla como el simulacro perecedero de un alma inmaterial e inmortal, y el alma como algo separado, inmortal y autónomo. Existen diferentes grados de alma (o diferentes tipos de alma) y, por tanto, cualquier cosa viva posee un alma. En la terminología de Plotino, la psyché se usa de forma técnica, aludiendo también a la tercera hipóstasis de su cosmología. 52 Este término se traduce a menudo como «ascenso, elevación». En el contexto al que nos referimos, hace alusión al acercamiento a lo divino por medio de purifica148 /
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práctica un punto de vista teórico, sino que era concebida como algo simultáneo al conocimiento; es decir, al conocimiento verdadero, no a las «teorías del conocimiento», sino a la verdadera experiencia del conocimiento, a la conciencia de la realidad. En el pensamiento de Plotino podemos ver una identificación entre realidades metafísicas y estados de consciencia. Sus tres hipóstasis —el Uno, el Intelecto o Espíritu y el Alma— pueden entenderse, bien cosmológicamente, como realidades metacósmicas y macrocósmicas, bien como alusiones a los grados de realización del ser, como las dimensiones microcósmicas del ser humano y los niveles de ascenso hacia la realización del Uno. El concepto de un Intelecto trascendente, facultad capaz (de hecho, la única capaz) de contacto directo con lo Real (en el sentido sufí del término), es común a todas las doctrinas sapienciales y esotéricas de la humanidad, en todas las épocas y en todas las culturas. La gran mayoría de los filósofos neoplatónicos procedían de Siria, Fenicia, Egipto y Anatolia, es decir, las áreas más ricas y civilizadas del Imperio Romano. Plotino nació en Licópolis (la actual Asyut), en el Alto Egipto. Su discípulo Porfirio (c. 232-c. 305 d. de C.), quien editó sus Enéadas, era un fenicio de Tiro. Tradujo su nombre fenicio, Malchos, al griego, pasándose a llamar Basileus, pero más adelante tomó el de Porfirio a causa de su relación con la realeza y por el simbolismo del nombre. Jámblico (c. 245-c. 325 d. de C.) era un sirio de origen árabe. En su nombre (ya-mliku), la raíz del segundo elemento es la misma de la palabra «rey» (malik). Él remontaba su ascendencia hasta Sampsigeramos, el fundador de la línea de sacerdotes-reyes de Emesa, y a Moniciones (katharmoi), iniciaciones (teletai), el diálogo platónico y la exégesis simbólica, la contemplación (teoría) y los inefables ritos sagrados empleados en la teúrgia. Ya aparece prefigurado por el sagrado camino de ascenso que los iniciados en los misterios deben recorrer, el camino que sube a la montaña (oreibasia). Podemos encontrar analogías tipológicas del ascenso neoplatónico a lo divino (o al Divino) en los Textos de las Pirámides o en las narraciones del mi‘ray (ascensión) del profeta Muhammad en la tradición islámica. NEoPLAtoNISMo: LA VÍA HACIA EL uNo /
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mos, un dios que recibía culto en Emesa. Hierocles (finales del siglo IV d. de C.-primera mitad del siglo V d. de C.), discípulo de Plutarco (que murió en torno al 431 d. de C.) y autor de un comentario de los Versos Dorados de Pitágoras, vivió en Alejandría, la célebre metrópolis grecoegipcia. Hermeias (siglo V d. de C.) también vivió en Alejandría y fue discípulo de Siriano, profesor y sucesor oficial (diadocos) de la Escuela Platónica de Atenas, también de origen sirio. Proclo (c. 412-485 d. de C.), otro discípulo de Siriano y uno de los grandes filósofos neoplatónicos, era un licio de Xanthus, en Asia Menor, nacido en Constantinopla. Marino (siglo V d. de C.), el autor de la Vita Procli («Vida de Proclo»), era un samaritano de Neápolis (la actual Nablus), en Palestina. El nombre mismo de Damascio (c. 462-537 d. de C.) indica su origen sirio. Damascio fue el último sucesor oficial (diadocos) de la Academia Platónica de Atenas antes de que fuera clausurada de forma definitiva en el año 529 d. de C. (al menos, como institución pública) por el edicto de Justiniano, el emperador bizantino, quien prohibió la enseñanza de la filosofía helenística. Tras esto, Damascio y otros neoplatónicos (Simplicio entre ellos) se asentaron en Persia y Mesopotamia, con la esperanza de reabrir la Academia Platónica en Ctesifonte, la capital del Imperio Persa Sasánida. Tres años más tarde, abandonaron la corte del shah Cosroes I Anushirwan y se asentaron quizá en el norte de Mesopotamia, en la ciudad de Harrán, donde Damascio estableció de nuevo la Academia y Simplicio escribió sus comentarios aristotélicos. Si las hipótesis de algunos autores son correctas, los sabeos de Harrán, que llegaron a ser contemporáneos del nacimiento del Islam e influyeron en la filosofía y la ciencia de la dinastía abbasí, pudieran ser (al menos en parte) los descendientes y herederos de estos neoplatónicos y de otros intelectuales paganos refugiados, procedentes de todos los lugares del Imperio Bizantino. En cualquier caso, es un hecho conocido que la Escuela de Harrán desempeñó un papel crucial en la transmisión de la teología helenística, la filosofía, la teúrgia 53 y diversas 53
La teúrgia son los ritos concebidos como «actos divinos» (theia erga) o «el trabajo de los dioses» (theon erga). La teúrgia no consiste en una teorización intelec150 /
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doctrinas herméticas al mundo árabe. Los sabeos de Harrán 54, con el fin de obtener un estatus legal aceptado dentro de la sociedad musulmana como «pueblo del Libro», afirmaron que Hermes era su profeta, y los escritos a él atribuidos, su escritura sagrada. Plotino el Egipcio —como le solían llamar sus seguidores— pensaba que la cima del alma permanecía en un nivel no afectado por ningún tipo de caída o deterioro, desde el que contemplaba al Intelecto divino eternamente, a pesar de todas las maniobras del alma inferior en el estadio del mundo material. Plotino y su discípulo Porfirio consideraba que las virtudes intelectuales eran las superiores. En tanto que la corona de la virtud consistía en perder todas las cualidades humanas y adquirir las divinas —alcanzando el nivel de la unidad, la simplicidad y la perfección—, consideraban que la filosofía era el mejor medio para aproximarse al mundo divino. Neoplatónicos posteriores, como Jámblico, no estuvieron completamente de acuerdo con esto. De hecho, los neoplatónicos posteriores consideraron que Jámblico era, en este aspecto, una autoridad superior a Plotino. Para Jámblico, el conocimiento no era suficiente para lograr la unión con los dioses; tual sobre Dios (theologia), sino una elevación hacia Él. El término procede posiblemente de los Oráculos Caldeos , pero la práctica de «contactar» con los dioses y ascender hacia lo divino (en la forma que aparece en los Oráculos ) se remonta a las tradiciones hieráticas mesopotámicas y egipcias. La teúrgia neoplatónica se basa tanto en modelos presentes en los Oráculos Caldeos como en una interpretación de diálogos platónicos como Fedro, Timeo, el Simposio y otros. Los filósofos neoplatónicos la veían, pues, como una consecuencia natural de la filosofía platónica y de la teología pitagórica. La práctica teúrgica no contradice la dialéctica platónica: la teúrgia diviniza el alma a través de una serie de símbolos ontológicos que recogen toda la jerarquía del Ser y conducen a una unificación con ella misma y, en último término, a una unidad inefable con los dioses. La teúrgia se basa en sus expresiones rituales en las leyes de la cosmogonía, e imita el orden de los dioses. Para el neoplatónico Jámblico, se trata de una actividad que trasciende la filosofía racional y la comprensión intelectual, y que transforma al hombre en un ser divino. 54 No hay que confundir a los «sabeos de Harrán» con los verdaderos sabeos o mandeos. Estos últimos eran probablemente discípulos de Juan el Bautista, y emigraron desde las inmediaciones del río Jordán hasta Mesopotamia, donde todavía se pueden encontrar algunas comunidades. NEoPLAtoNISMo: LA VÍA HACIA EL uNo /
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este era un objetivo únicamente alcanzable por medio de la teúrgia, imposible de transmitir de forma racional, y a través de la asistencia de los mismos dioses. En tanto que los ritos religiosos parecían ser más efectivos para este propósito, Jámblico separó claramente la exposición filosófica racional de la liturgia de ascensión de la teúrgia. Como buen pitagórico, otorgó a las matemáticas un papel central en las formas superiores de culto, haciendo hincapié en el hecho de que los misterios teúrgicos eran de naturaleza solar: el ascenso al «Fuego del Noûs y al supremo Sol». Los teurgistas, los verdaderos «atletas del Fuego», se diferenciaban de los filósofos convencionales en su dependencia de las «operaciones perfectas realizadas por medio de actos inexpresables, correctamente llevados a cabo, actos que están más allá de la comprensión racional, así como en el poder de símbolos impronunciables, inteligibles únicamente para los dioses».
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Plotino el egipcio ማሜምሞ Muchas veces me despierto escapándome de mi cuerpo; extraño a toda otra cosa, en la intimidad de mí mismo, veo una belleza maravillosa. Yo estoy convencido, sobre todo entonces, de que tengo un destino superior; mi actividad es el grado más alto de la vida; yo estoy unido al ser divino y me fijo en él por encima de los demás seres inteligibles. Enéada IV, 8, I.
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suele considerar a Plotino el fundador del neoplatonismo. En realidad, este término fue inventado por los estudiosos europeos del siglo XVIII, deseosos de diferenciar el «platonismo de Platón» de la tradición inaugurada por Plotino y desarrollada, de forma algo diferente, por Porfirio, Jámblico, Proclo y Damascio. Pero, como suele ocurrir a menudo, esta línea de demarcación entre los llamados «platónicos medios», neopitagóricos y neoplatónicos es de hecho bastante arbitraria y muy poco clara. Lo que sí es bastante probable es que la estructura interna del hermetismo, el neopitagorismo y el neoplatonismo tenga algunos paralelos egipcios ocultos, cuya pista puede rastrearse como mínimo hasta los sistemas teológicos de la XVIII dinastía (1551-1292 a. de C.), y quizá hasta aquellos contemporáneos de la construcción de las pirámides. Plotino, «un hombre en quien Platón vivía», se vio a sí mismo siempre como un humilde intérprete de Platón, aunque es patente su desdén por algunos de los temas tratados por el maestro, tales como la política o las matemáticas. Por esta razón, ignoró los primeros diáE
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logos socráticos de Platón, profundizando en cambio en los sistemas metafísicos, que trataban de la contemplación, el ascenso dialéctico al Cosmos del Noûs y la unión mística con el principio último. Plotino nació en Licópolis (el actual Asiut) en el Alto Egipto. No está claro si perteneció a una familia griega o a una egipcia helenizada, pero en cualquier caso su educación y su cultura fueron fundamentalmente helénicas. Cuando cumplió veintiocho años de edad, Plotino comenzó a estudiar filosofía en Alejandría. Allí pasó once años en compañía de un misterioso maestro llamado Ammonio, que tenía el sobrenombre de «Saccas»; es decir, «el que acarrea sacos». Ammonio no escribió nada en toda su vida y nuestro conocimiento de lo que realmente enseñaba no está claro. En el año 243 d. de C. Plotino acompañó la expedición del emperador Gordiano contra los persas, con la esperanza de entablar contacto con los sabios de Persia y la India. Tras el fracaso de esta campaña en Mesopotamia, Plotino marchó a Roma, donde fundó una escuela de filosofía, en un principio transmitiendo su enseñanza solo oralmente, hasta que en el año 253 d. de C. comenzó a escribir. A sus lecciones asistían incluso el emperador Galieno y su mujer. Plotino era un hombre austero, amable, sabio y elocuente, cualidades que le granjearon enorme estima en Roma. Muchos romanos acudían a él como director de conciencia. Propuso al emperador la fundación de una ciudad de filósofos, calcada sobre las ideas de la República de Platón, y que debería llamarse Platonópolis («la ciudad de Platón»), pero la idea nunca se llevó a cabo. Plotino compartía con Platón la convicción de que las realidades metafísicas o divinas no pueden ser expresadas en términos humanos. No es de extrañar, por tanto, que la colección de sus tratados, a los que su discípulo Porfirio —que pasó seis años con el maestro, desde 263 hasta 268 d. de C.— dio el nombre de Enéadas, se caractericen por una falta de estructura clara y una ausencia de división «ordenada» de su argumento. Además, Plotino manejaba de una forma bastante libre las reglas de la gramática griega, lo que supone una dificultad añadida a la hora de abordar sus obras. 154 /
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Las obras de Plotino fueron editadas por Porfirio en la primera década del siglo IV , poco antes de la muerte de su editor, que tuvo lugar en torno al 305 d. de C. Porfirio dividió los tratados del maestro en seis grupos de nueve (enéadas), según la ciencia mística de los números practicada por los pitagóricos y los sacerdotes egipcios. El orden sistemático de los tratados trata de reflejar la progresión o ascenso desde el dominio sensible, mortal, al Cosmos inteligible, inmortal, y al Uno. Porfirio dijo de su maestro en la biografía que escribió de él: «Plotino tenía el aspecto de quien se siente avergonzado de estar en el cuerpo. No soportaba, pues, hablar ni de su raza, ni de sus padres, ni de su patria, y hasta tal punto tenía por indigno aguantar a pintor o escultor que, pidiéndole Amelio permiso para que se le hiciera un retrato, le respondió: “¿Es que no basta con sobrellevar la imagen con que la naturaleza nos tiene en vueltos, sino que pretendes que encima yo mismo acceda a legar una más duradera imagen de una imagen, como si fuera una obra digna de contemplación?”».
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Enéada II.9 Contra los gnósticos
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este texto crítico contra los seguidores de las corrientes del gnosticismo, Plotino demuestra un alto conocimiento de la doctrina, así como del peso que tienen sus argumentaciones filosóficas y teológicas. Este dominio de las doctrinas del gnosticismo no le viene a Plotino únicamente del manejo de sus escritos. No olvidemos que en tiempos de Plotino ya llevaban casi dos siglos de vigencia las doctrinas de Valentin y de otros gnósticos. El conocimiento le llegó sobre todo por la amistad que tenía con algunos adeptos a estos grupos, tal y como se indica en la Enéada. Parece derivarse de este mismo testimonio la conclusión de que el filósofo ya había sostenido bastantes con versaciones con ellos, pero estos continuaban aferrados a su doctrina, lo cual parece incomprensible para el mismo Plotino. El contenido de la crítica plotiniana se puede resumir en cuatro puntos: N
— Plotino no puede aceptar que los gnósticos desprecien a los filósofos griegos, concretamente a Platón, interpretando caprichosamente la doctrina del maestro. Así, por ejemplo, Plotino les censura su desprecio del Cosmos, y la no aceptación del mismo como una bella copia del mundo inteligible. Por otra parte, les censura la mezcla de doctrinas, unas tomadas de Platón, aunque falseadas, y a la vez combinadas con doctrinas exóticas. — Les critica lo que a su juicio es una teología absurda. Multiplican sin sentido las entidades o hipostasis del mundo inteligible ENÉADA II.9 /
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(Pleroma), introduciendo un suceso perturbador (la caída de Sofía, la «sabiduría divina»), que contradice el equilibrio y la armonía que por definición posee este mundo. Esta supuesta caída perturbadora del eón Sofía se refiere a la creación, y supone un relato absurdo, por cuanto complica los mitos de la creación del universo y de la aparición del Demiurgo, ya explicada por Platón con suma claridad. — Tienen una cosmología mezquina. Plotino no puede aceptar que el Demiurgo surja de la materia y, por lo tanto, sea malo como el propio Cosmos. En general, ataca la construcción fantasiosa sobre la creación del Cosmos, la aparición del Demiurgo y de la creación. Adolecen, según Plotino, de una ignorancia básica sobre la jerarquía de la realidad, la naturaleza del alma y del cuerpo y del papel de los astros. — Les critica también su antropología elitista. Plotino ataca la teoría de las tres razas de seres humanos: pneumáticos, psíquicos e hílicos, pues considera que este determinismo antropológico supone una arrogancia sin límites. ¿Quiénes formaban parte de la «raza privilegiada»; es decir, de los que se salvaban por naturaleza? La aceptación de esta antropología supondría el rechazo de todo concepto de virtud ética. No sería necesaria la buena conducta ni alabar la excelencia de la virtud si tales ingredientes eran innecesarios para determinados seres humanos. Resulta impía también, para Plotino, una providencia discriminatoria. Respecto del mundo sensible y su mala opinión para los gnósticos, Plotino sostiene que estos no saben mirar al mundo sensible porque ni de lejos han vislumbrado el inteligible.
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Ļ TEXTO ļ
N
es, desde luego, un hombre bueno aquel que desprecia al mundo, a los dioses y a todas las bellezas que se dan en él. Es el hombre malo el que desprecia a los dioses antes de nada, porque si no los despreciase de primera intención, y no fuese malo totalmente, lo sería precisamente por esto mismo. El honor que rinde este hombre a los dioses inteligibles no sería compatible con aquel desprecio del mundo, porque el que ama a alguien tiene que amar también a todos los que tienen relación con él. Así ama a los hijos aquel que ama al padre, pues bien, toda alma proviene del Padre que está en lo alto. Las almas de los astros son mucho más inteligentes y más buenas que las nuestras, e igualmente guardan más relación con los seres inteligibles. ¿Cómo, por ejemplo, podría existir nuestro mundo, separado del mundo inteligible? ¿Cómo podrían concebirse los dioses en él? Pero de esto ya hemos tratado antes; digamos ahora que [los gnósticos] desprecian a los seres relacionados con los inteligibles por el hecho de que no los conocen más que de palabra. Pues ¿cómo puede ser piadoso el que afirma que la Providencia no llega a tocar este mundo ni otra cosa cualquiera? ¿Cómo [pueden decir] que concuerdan consigo mismos? Porque afirman, ciertamente, que la Providencia solo actúa sobre ellos, pero ¿cuándo ocurre eso? ¿En el mundo inteligible o ahora que están aquí? Si ello tiene lugar en el mundo inteligible, ¿cómo han podido venir a este mundo? Y si se verifica aquí, ¿cómo siguen aún en este mundo? ¿Cómo no se encuentra aquí el mismo Dios? ¿Por dónde sabría de ellos y, por ejemplo, que están en este mundo? ¿Cómo llegaría a conocer que, en su permanencia aquí, todavía no le han olvidado ni se han vuelto sujetos de maldad? Si conoce O
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a aquellos que no se han hecho malos, es evidente que ha de conocer también a los que se han hecho, para poder distinguir unos de otros. [Dios] está presente en todas las cosas y se encontrará, por tanto, en nuestro mundo, en cualquier modo de ser que se le atribuya. De manera que el mundo tendrá participación en Dios. Y si Dios estuviese ausente del mundo, es evidente que también estaría ausente de vosotros y que nada podríais decir de Él ni de los seres que vienen después de Él. Admitamos que la Providencia fluye del mundo inteligible hacia vosotros, demos por bueno lo que vosotros mismos queráis, el mundo contendrá algo que viene del mundo inteligible, algo que, realmente, ni ha sido abandonado ni lo será jamás. La Providencia cuida mucho más del todo que de las partes; el alma del todo participa mucho más en ella que las otras. Esto lo prueba la existencia misma, una existencia que disfruta de la razón. ¿Quién de esos insensatos que se eleva demasiado alto muestra la ordenación y la prudencia del Cosmos? Este acercamiento resulta ridículo y totalmente fuera de lugar, y el que no lo hace forzado por el razonamiento no puede ser estimado limpio de impiedad. Ya no es de persona razonable tratar de investigar sobre esto; se necesita realmente estar ciego, no poseer en absoluto sensación ni inteligencia y hallarse a distancia de la contemplación del mundo inteligible, ya que ni siquiera se mira a nuestro mundo. Porque, ¿podría concebirse un músico que, conociendo los acordes musicales percibidos por la inteligencia, no se sintiera conmovido escuchando los acordes sensibles? ¿Y existe acaso algún experto en la geometría y en la aritmética que, conociendo la simetría, la proporción y el orden, no desee verlos con los ojos del cuerpo? Si no se mira de la misma manera las figuras que nos presenta un cuadro y que vemos con nuestros propios ojos, al no reconocer la imagen en lo sensible de algo que es inteligible, ¡qué turbación nos asaltará cuando sobrevenga el recuerdo del mundo verdadero! De esta experiencia se origina el amor. Porque hay quienes, viendo la belleza en un rostro, se sienten transportados al mundo inteligible, en tanto que otros, espíritus dominados por la pereza, no se sienten movidos por nada. Tienen bas160 /
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tante con admirar todas las bellezas del mundo sensible, toda su simetría, todo su buen orden y la apariencia visible de los astros, no obstante su alejamiento de nosotros. No se pararán a meditar, dominados por el temor religioso, diciendo: «¿De dónde provendrá su belleza?». Está claro que no han llegado a comprender, ni a ver, a los seres del mundo inteligible. El odio que sienten hacia esos seres y, sobre todo, a la naturaleza del cuerpo, ¿se deberá a que han oído que Platón reprochaba con frecuencia al cuerpo el ser un obstáculo para el alma, atribuyendo a todo cuerpo una naturaleza inferior? Sería preciso que quitasen al mundo, con el pensamiento, su propia corteza corpórea y que viesen entonces todo lo que queda de él; esto es, la esfera inteligible que encierra en sí la forma del mundo y esas almas que, sin contar con los cuerpos, le dan una magnitud proporcionada, fijando justamente su extensión conforme al modelo inteligible, de modo que lleguen a igualarse en magnitud el mundo producido y la potencia de su modelo, porque la magnitud del mundo inteligible descansa en la potencia, y la magnitud del mundo sensible descansa en la extensión. Y ya se trate de que quieran concebir esa esfera como móvil y dotada de un movimiento circular por la potencia de un dios que contiene su principio, su medio y su fin, o de que la piensen como inmó vil, porque la potencia divina no se ocupa de ella al perseguir otra cosa, en ambos casos tendrán un pensamiento adecuado del alma que dirige el Cosmos. Si se coloca el cuerpo en un alma que no sufra y que dé a los otros seres lo que estos puedan recibir de ella, porque no es justo atribuir la envidia a los dioses, podrá concebirse el mundo de modo justo siempre que se otorgue a su alma la potencia que necesite la naturaleza del cuerpo, que no es bella por sí misma, para llegar a participar en la belleza. Esta belleza es la que mueve las almas, que son di vinas. Supongamos que dijesen que esto no les conmueve y que ven con absoluta indiferencia un cuerpo feo y un cuerpo hermoso; es evidente que verán también con la misma indiferencia las ocupaciones torpes y las ocupaciones honestas, así como la noble entrega a la ciencia y a la ENÉADA II.9 /
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contemplación, sin prescindir de la de Dios. Porque tales bellezas pro vienen de la belleza primera. Si, pues, no existen aquellas, tampoco existe la primera, ya que unas bellezas se siguen de las otras. Cuando digan que desprecian las bellezas de este mundo, harían mejor en despreciar la de los jóvenes y mujeres, no dejándose llevar de su desenfreno. Pero conviene que se sepa esto: no se mostrarían tan arrogantes si realmente despreciasen la fealdad; ahora bien, lo que desprecian es lo que antes habían juzgado bello. Entonces, ¿en qué situación les dejamos? Porque hay que decir inmediatamente que la belleza de una parte no es la belleza del todo, ni la de cada ser la del conjunto del Cosmos; se dan en los seres sensibles y en los seres compuestos de partes bellezas como las de los daimones, que nos hacen admirar a su Creador y creer que provienen del mundo inteligible, pues por ellas afirmamos la extraordinaria belleza de ese mundo y no tenemos en cuenta para nada la de los seres de aquí. Vayamos, sin embargo, de estas bellezas a la belleza del mundo inteligible, y cesemos en nuestro menosprecio a las cosas de aquí abajo. Si poseen la belleza interior es porque lo interior concuerda con lo exterior y, si son feas interiormente, se mostrarán inferiores en su parte mejor. No es posible, sin embargo, que un ser verdaderamente hermoso en su parte externa tenga interiormente un alma fea, porque lo exterior no puede ser completamente hermoso si está dominado por lo interior. Los hombres que pasan por hermosos y que tienen un alma fea, necesariamente poseen una belleza exterior falsa. Y si se afirma que se ha visto a seres realmente hermosos, pero con un alma fea, lo que yo creo es que de hecho no se los ha visto, sino que se ha tomado por seres hermosos a otros que no lo eran, o acaso su fealdad es algo extraño y no innato y siguen contando con una naturaleza profundamente hermosa. Muchos obstáculos se oponen en este mundo a la perfección de la naturaleza. Vengamos a esta cuestión: si el Cosmos es hermoso, ¿qué impedimento hay para que posea la belleza interior? Es claro que aquellos seres a quienes la naturaleza no concedió desde un principio el poder llegar a su fin, pueden no alcanzar su perfección y convertirse indu162 /
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dablemente en seres malos, pero el universo, en cambio, no deberá considerarse considera rse como un niño en su exigua pequeñez al que se añadiesen sucesivamente sucesivame nte las partes par tes necesarias para componer su cuerpo. Porque, ¿de dónde podrían venir esas partes? par tes? ¿No posee él todas las cosas? No cabe pensar en una modelación sucesiva del alma y, aunque se concediese esto a nuestros enemigos, no podría estimarse que el alma encierra algo malo. Tal vez se dirá que estas doctrinas (gnósticas) nos alejan aleja n del cuerpo y nos nos hacen sent sentir ir odio hacia él, en tanto las nuest nuestras ras retie retienen nen el alma a su lado. Este caso es semejante al de dos hombres que habitasen una hermosa casa: uno, dedicado a censurar la construcción constr ucción y al arquitecto, pero sin dejar de permanecer en la casa; otro, despreocupado de la censura y afirmando que el arquitecto la ha construido con mucho arte. Este último espera, naturalmente, que llegue el tiempo de su marcha, en el que ya no tenga necesidad de la casa; c asa; el otro, en cambio, piensa que él es el más sabio y el mejor dispuesto para la marcha, porque sabe decir que las murallas han sido construidas con piedras sin vida y con maderos, a mucha distancia, por tanto, de las de la casa verdadera. Este hombre desconoce que no sobrelleva, como el otro, la realidad de sus propias necesidades, aunque no se disgusta con ellas y, antes bien, goza tranquilamente con la belleza de las piedras. Si disponemos de un cuerpo conviene que permanezcamos en mansiones que han sido construidas por un alma al ma buena y hermana de la nuestra, que tiene el poder de construir sin fatiga alguna. Esas gentes que designan con el nombre de hermanos a los hombres más viles, juzgann indigno juzga indigno dar este nombre al sol, sol, a los astros del cielo y al Alma del Mundo, ¡tan ciega se muestra su lengua! Tal parentesco no parece apropiado para los malos y, en cuanto a los buenos, no deberán ser un cuerpo, sino más bien un alma situada en un cuerpo, que pueda vivir en él él de tal manera manera que se encuentre encuentre lo más más cerca posible posible de la mansión del alma universal uni versal en el cuerpo del universo. Esto es, no con vienee enfrentarse vien enfrentarse con con los seres, seres, ni tampoco tampoco someterse someterse a las cosas cosas exexternas que son gratas a nuestros sentidos, ni turbarse ante algo que nos resulte penoso. El Alma del Mundo no puede ser alcanzada por nada; ENÉADA II.9 /
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nadie, en verdad, llegará hasta ella. Nosotros, en este mundo, recibimos golpes que son rechazados por nuestra virtud; incluso los hacemos menores en virtud de nuestros grandes pensamientos. Pero ¡que estos mismos golpes no se originen por nuestra fuerza! Cuanto más nos acerquemos al ser intocable, mejor imitaremos al Alma del Mundo y a las las almas almas de los astros; con la proxim proximidad idad a estas estas almas nos haremos también semejantes a ellas, contemplaremos lo mismo que ellas contemplan y estaremos preparados para todo esto por nuestra misma naturaleza y solicitud. Aunque para esas almas lo que ahora decimos ya es realmente posible desde el principio. Si dijesen que ellos son los únicos en poder contemplar, contemplar, nada añadirían a su contemplación, como tampoco con pretender salir de sus cuerpos después de la muerte, pues las almas de los astros gobiernan eternamente el universo. Sin duda, son ignorantes de lo que quiere decir «fuera del mundo» y desconocen a la vez cómo el Alma del Mundo dirige a los seres sin vida.
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Enéada III.4.6 ማሜምሞ
¿Q
UIÉN es entonces el sabio? El que actúa por medio de la parte UIÉN
más elevada de su alma. No sería verdaderamente un sabio si el daimon 55 trabajase en colaboración con él. Es, pues, su Principio Intelectivo (el aspecto más divino del alma humana) el que actúa. De ahí que el sabio actúe según un daimon que, para él, es la Divinidad 56. Porque ¿podría haber un daimon por encima del Intelecto? Sin duda, ya que que la la realidad realidad que está por enci encima ma del del Intel Intelecto ecto es para para él él un daimon. ¿Por qué, sin embargo, no dispone el sabio desde un principio de la sabiduría? Atribuyámoslo a la confusión propia del nacimiento. No obstante, aun antes de ejercitar su razón, ya desarrolla un movimiento interno que tiende a lo que es propio de su naturaleza. Así pues, ¿le dirige su daimon dai mon completamente? No le dirige completamente si el alma tiene una constitución tal que, en esas circunstancias y con su manera de ser, disponga también de tal vida y de tal voluntad. Dice (Platón en Fedón ) que este daimon del que hablamos no permanece el mismo, tras haber conducido el alma al Hades, si el alma no escoge de nuevo las mismas cosas. cos as. Pero ¿y cómo es antes de la nuen ue va elección? elección? Conducir Conducir las almas almas a juicio es, para para el daimon, recobrar recobrar 55 V Ver er nota 10. 56 Hay una historia contada por el propio Plotino
que viene a ilustrar esto. Unos colegas lo invitaron a realizar una invocación a su daimon personal. Aunque él no estaba de acuerdo con este tipo de prácticas teúrgicas, accedió. Sin embargo, los invocadores se quedaron de piedra cuando apareció el daimon, y este resultó ser un dios. Según Jámblico, desde el nacimiento tenemos asignado un daimon que gobierna y dirige nuestras vidas, pero es tarea nuestra obtener un dios en su lugar. ENÉADA III.4.6 /
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después de la vida la misma forma que tenía antes del nacimiento, y así, como si se tratase de un nuevo periodo, permanece con las almas que son castigadas hasta tanto se produzca su segundo nacimiento. Pero no es una vida lo que cuenta para ellas, sino el castigo que han merecido. ¿Qué diremos de las almas que penetran en los cuerpos de las bestias? ¿Tienen un daimon o algo inferior i nferior a un daimon? Sin duda, tienen también un daimon, pero un daimon malvado o necio. ¿Y en cuanto a las almas de lo alto? Unas caen en el mundo sensible y otras fuera de él. Las almas que se encuentran en el mundo sensible están en el sol, en alguno de los planetas o en el cielo de las estrellas fijas, cada una de ellas a tenor del ejercicio de su razón en este mundo 57. Porque con viene vie ne sab saber er que no sol soloo hay en nue nuestr straa alm almaa un mun mundo do int inteli eligib gible, le, sin sinoo también una disposición semejante a la del Alma del Mundo, y esta se distribuye por el cielo de las estrellas fijas y de los planetas de acuerdo con la diversidad de sus potencias, pues las potencias que se dan en nosotros son de la misma especie que las del Alma Universal. De cada una de ellas se origina una actividad diferente, y así, al separarse del cuerpo, cada alma ha de dirigirse hacia el astro que concuerda con su acción y con su vida. Entonces esa alma hace uso, como dios o daimon, bien de este mismo astro, bien de otro astro que tenga una potencia más elevada. De todo lo cual haremos un examen más detenido. En cuanto a las almas del mundo sensible que se hallan halla n por encima de la naturaleza daimónica, daimónic a, han remontado ya, en tanto se encuentran en este mundo, todo el destino producto del nacimiento y el orden total de lo que vemos. Llevan con ellas la esencia que desea la vida terrenal, a la cual se califica rectamente de «esencia divisible en los cuerpos», tanto por multiplicarse como por dividirse con ellos. Pero no se divide en masas de gran volumen, sino que es la misma en todas las 57
En el Timeo, Platón dice que el Demiurgo asigna a cada una de las almas, antes de nacer, una estrella o un arquetipo, al que pueden ascender de nuevo a través de la práctica de la filosofía. La imaginería recuerda los Textos de las Pirámides, compuestos al menos dos mil años antes de Platón. 166 /
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partes de los cuerpos, en los que está toda entera y una. Cuando un animal origina otros muchos, se divide como decimos, igual que ocurre con las plantas, porque es evidente que esta esencia se divide en los cuerpos. Unas veces el alma una origina esas vidas sin dejar para nada el cuerpo: tal es el caso de las plantas. Otras veces las produce tras haber dejado el cuerpo, aunque en este caso mejor será decir antes de partir: eso sucede con los esquejes de las plantas o con los animales ya muertos que, de resultas de la putrefacción, dan origen a múltiples vidas. En ello colabora una potencia análoga a la del universo, que es la misma aquí y en todas partes. Si el alma vuelve de nuevo a este mundo, toma el daimon que ya tenía u otro adecuado a la vida que escogió. Embarca primero en este daimon como en un barco que la trae a este mundo; luego la toma consigo «el huso de la necesidad» y la ordena como en un navío, en el cual asienta su suerte. Y, al igual que el viento arrastra al pasaje del navío, por más que este se sienta o se mueva, así también arrastra al alma el movimiento de las esferas. Muchas cosas y muy variadas pasan entonces ante su vista, y le suceden cambios y accidentes lo mismo que al pasajero que, en el navío, sufre el vaivén de este o cambia de lugar por su propio movimiento, con el que responde por sí mismo a la acción de aquel. Porque en circunstancias análogas no todos se mueven, o quieren, o actúan de la misma manera. De hombres diferentes se originan cosas también diferentes, ya sean similares o no las circunstancias en que se produzcan; de otros, en cambio, surgen las mismas cosas, aunque las circunstancias sean diferentes. Este es, realmente, su destino.
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Enéada IV.3.11-16 ማሜምሞ
M
E parece que han comprendido bien la naturaleza del Todo esos
antiguos sabios que han querido tener presentes a los dioses fabricándoles templos y estatuas 58. Comprendieron, en efecto, que es fácil atraerse en todas partes la naturaleza del Alma Universal, pero que resulta todavía más sencillo hacerse con ella si se construye un objeto que pueda recibir su influjo o al menos su participación. La representación en imagen de una cosa sufre siempre el influjo de esta, de la misma forma en que un espejo es también capaz de aprehender la imagen. Porque la naturaleza, actuando de una manera muy hábil, hace todas las cosas imitando aquellos seres cuyas razones posee. Así nace realmente todo, como una razón que se da en la materia, pero que recibe una forma de algo que está por encima de la materia; [la naturaleza] lo pone en contacto con el Ser Divino según el cual fue en58
Plotino hace aquí referencia a los antiguos rituales sacramentales, que seguían básicamente patrones cosmológicos. Templos, santuarios y estatuas eran contemplados como los cuerpos de los dioses, sus receptáculos materiales, hechos conforme a las reglas de la ciencia sagrada de los símbolos, formas, proporciones, materiales e iconografías divinas. La animación de las estatuas hace referencia al descenso de la luz divina invisible, el arquetipo o espíritu, hasta el vehículo sagrado (cuerpo humano, templo, estatua o paisaje). Los ritos de la «animación» litúrgica o consagración de imágenes divinas, edificios o momias, era algo habitual en las prácticas diarias de los sacerdotes egipcios. La animación teúrgica de las estatuas en el neoplatonismo se basaba en las enseñanzas de los Oráculos Caldeos y los ritos hieráticos de los antiguos egipcios, fenicios, asirios y babilónicos. Según Jámblico, los dioses iluminan cielos, tierra, ciudades y estatuas sagradas, y pueden animarlas externamente, sin necesidad de descender hasta ellas. ENÉADA IV.3.11-16 /
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gendrado, mientras el Alma Universal lo contempla para que todo se haga según ella. No es posible, pues, que haya alguna cosa que no participe de la Divinidad, pero tampoco es posible que la Divinidad descienda hasta nosotros. El Principio Intelectual de que hablamos viene a ser como el sol inteligible —que es precisamente lo que nosotros tomamos como ejemplo—, pero a continuación de él hemos de colocar un alma que depende de él y que permanece en el mundo inteligible. Esta alma da al sol los límites que ciertamente le convienen, operándose, por medio de ella, la unión más íntima entre el sol sensible y el sol inteligible. También por su intermedio se transmiten al sol sensible las voluntades del sol inteligible, así como al sol inteligible los deseos del sol sensible, todo ello en la medida en que, por medio del alma, pueden esos deseos llegar hasta aquel. Nada, en realidad, está lejos de nada, porque el estar lejos supondría la diferencia y la mezcla entre los seres, pero es que, además, en esta misma separación hay unidad. No ocurre de otro modo con los dioses, que no se encuentran nunca separados de los seres inteligibles, sino que, por el contrario, aparecen unidos al Alma Primitiva, que proviene en cierta manera de la inteligencia. Por medio de esta alma, que les hace ser lo que se dice que ellos son, los dioses contemplan la inteligencia, hacia la cual, y solo a ella, dirige el alma sus miradas. En cuanto a las almas de los hombres, ven sus imágenes como en el espejo de Dionisos 59 y se lanzan hacia ellas desde lo alto, pero sin cortar por ello con su Principio, que es el Intelecto. No descienden, pues, con su propia inteligencia, sino que se dirigen hacia la tierra, pero con la cabeza fija por encima de los cielos 60. Si ocurre en realidad que descienden demasiado, ello será debido a que su parte intermedia viene obligada a procurar el cuidado del cuer59
Se trata de una referencia al mito órfico de Dionisos, que fue descuartizado por los titanes. 60 Plotino alude aquí a la doctrina que señala que la parte superior del alma no desciende hasta el cuerpo, sino que permanece en el mundo divino. 170 /
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po en el que las almas se han precipitado. El padre Zeus, en este caso, se compadece de sus trabajos y hace temporales las ligaduras que les atan a ellos, dando a las almas un descanso en el tiempo y liberándolas a la vez de sus cuerpos para que puedan alcanzar la región inteligible, donde permanece ya para siempre el Alma del Universo sin tener que volverse a las cosas de aquí abajo. Porque el contenedor de la totalidad de las cosas dispone verdaderamente de cuanto es posible para bastarse a sí mismo, y así es y será, ya que su ciclo se cumple según razones fijas y, al cabo de un cierto tiempo, vuelve de nuevo al mismo estado conforme a un mo vimiento periódico. De este modo pone también de acuerdo las cosas de arriba con las de este mundo, ordenándolo todo con sujeción a una razón única. Y todo queda perfectamente regulado, no solo en lo que atañe al descenso y al ascenso de las almas, sino también en cuanto a las demás cosas. Lo prueba el acuerdo de las almas con el orden del Cosmos, pues estas no actúan separadamente sino que coordinan sus descensos y manifiestan una armonía con el movimiento circular universal. La condición de las almas, sus vidas y sus mismas voluntades, tiene una explicación en las figuras formadas por los planetas, que emiten una sola nota y en las debidas proporciones: la música, la armonía por la que todo es descrito, es el mejor testigo de esta verdad. El Todo debe, en cada acto y experiencia, ser una expresión de lo Supremo, que debe dominar del mismo modo sus periodos y su estable ordenación, así como las vidas de las almas en los distintos géneros de carreras que ellas realizan, bien en el mundo inteligible, bien en el cielo, bien en esos lugares terrestres a los que ellas se vuelven. El Intelecto Divino, por su parte, permanece siempre y por entero en lo alto, sin que en ninguna ocasión salga fuera de sí mismo; no obstante, aun asentado como está en el mundo inteligible, deja sentir su influencia en las cosas de aquí abajo por intermedio del Alma. El Alma, colocada más cerca de ella, se dispone según la Idea que recibe del Intelecto Divino; da, a su vez, esta forma a las cosas que dependen de ella, haciéndolo de una o de otra manera, según una ordenación ENÉADA IV.3.11-16 /
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firme, aunque variable. No desciende nunca de un modo igual, sino en un grado mayor o menor, aunque se dirija a un mismo género de seres. Cada alma desciende a un cuerpo que le es apropiado, conforme al carácter de su disposición. Y así todas ellas son llevadas al cuerpo que más se les parece; unas, por ejemplo, al cuerpo de un hombre, otras al cuerpo de un animal, y cada una, en fin, a un cuerpo diferente. Lo Ineluctable, la Ley Cósmica descansa así en una naturaleza que impone a las almas, a tenor de su misma ordenación, que se dirijan hacia la imagen engendrada y arquetípica, pues todas las almas de la misma especie son vecinas de aquel objeto hacia el cual les inclina su propia disposición. De este modo, en un momento determinado no hay siquiera necesidad de que alguien las envíe o las conduzca para que entren en un cierto cuerpo, ya que, cuando el momento así lo exige, descienden por sí mismas y entran allí donde es preciso que lo hagan. Digamos que el momento es diferente para cada alma y que, una vez llegado este, cada una desciende al cuerpo conveniente, como si fuese llamada por un heraldo. Pudiera creerse que el alma es movida y dirigida por un poder mágico, que ejerce sobre ella una fuerte y vigorosa atracción. De igual modo se verifica en cada animal el gobierno del alma, porque, en el tiempo apropiado, el alma mueve y engendra cada una de las partes, y así produce el crecimiento de la barba o de los cuernos, o desarrolla nuevas tendencias y floraciones, no existentes con anterioridad. Y lo mismo sucede con los árboles: sus almas los gobiernan con arreglo a disposiciones prefijadas. Las almas no vienen hasta aquí por su voluntad, ni tampoco son enviadas. Lo que en ellas se considera como voluntario no es en realidad una voluntad de elección, puesto que se mueven naturalmente y tienden al cuerpo de manera instintiva, como ocurre con el deseo sexual y a veces, incluso, con algunas hermosas acciones, no cumplidas de modo racional. Ese es siempre el destino de este ser, unas veces el que ahora decimos y otras veces otro. En cuanto al Principio Intelectual, que es anterior al Cosmos, tiene también su destino, el cual consiste en permanecer en el mundo inteligible, enviando desde él su luz y sus rayos de conformidad con una 172 /
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ley universal. Esta ley es absoluta para cada individuo y, para realizarse, no saca su fuerza de algo extraño, sino que se da a los individuos, que se sirven de ella y la transportan en sí mismos. Cuando llega su tiempo, su voluntad se cumple por las almas individuales que la retienen, hasta el punto de que son estas las que realizan la ley, por llevarla precisamente consigo y disponer de su fuerza. La ley que se da en las almas es como una carga que pesa sobre ellas y que les infunde el deseo doloroso de dirigirse allí donde se les indica que vayan. Este Cosmos nuestro se ilumina con muchas luces, adornado como está de muchas almas. Además de su primera ordenación, acoge en sí mismo otros muchos mundos que provienen de los dioses altísimos y de esas inteligencias que le dan las almas. Así es posible interpretar el mito siguiente: Prometeo modeló una mujer, a la que los otros dioses llenaron de adornos; Afrodita y las Gracias aportaron algún don e, igualmente, cada uno de los demás dioses, por lo que muy justamente se la llamó Pandora, de resultas de los dones recibidos y del hecho de que todos los habían dado. Porque todos los dioses, en efecto, dieron algo a este ser modelado por Prometeo y que es imagen de la Providencia. Ahora bien, el que Prometeo rechace los dones de los dioses, ¿podrá significar que él escoge la vida intelectual como una vida mejor? El mismo, en realidad, se ve encadenado por esto, por mantenerse en contacto con la obra realizada. El lazo en cuestión proviene de fuera y la liberación es alcanzada por Hércules, que tiene el poder de conseguir su rescate. Cualquiera que sea la interpretación que se dé al mito, se convendrá que alude al don divino de las almas introducidas en el mundo, lo cual está de acuerdo con nuestras afirmaciones. Las almas, pues, se precipitan fuera del Mundo Inteligible, descendiendo primero al cielo y tomando en él un cuerpo 61; luego, en su recorrido por el cielo, se acercan más o menos a los cuerpos de la tierra, 61
Referencia al vehículo (ochema) del alma o cuerpo astral. Aristóteles relacionó el ochema con el pneuma , la sede de la capacidad imaginativa, análogo a ese elemento del que son hechas las estrellas. El ochema - pneuma en tanto que cuerpo astral funciona como un soporte cuasi-inmaterial del alma irracional. Los daimones tienen un pneuma ENÉADA IV.3.11-16 /
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a medida de su mayor o menor longitud. Así, unas pasan del cielo a los cuerpos inferiores y otras verifican el tránsito de unos a otros cuerpos porque no tienen el poder de elevarse de la tierra, siempre atraídas hacia ella por su misma pesadez y por el olvido que arrastran tras de sí, carga que verdaderamente las entorpece. Las diferencias existentes entre las almas habrá que atribuirlas a varias causas: o a los cuerpos en que ellas han penetrado, o a las condiciones que les han tocado en suerte, o a sus regímenes de vida, o al carácter particular que ellas traen consigo, incluso, si se quiere, a todas estas razones juntas, o solamente a algunas de ellas. Unas almas, por su parte, se someten enteramente al destino; otras, en cambio, unas veces se someten y otras veces son dueñas de sí mismas; otras almas, en fin, conceden al destino todo cuanto es preciso darle, pero, en lo tocante a sus acciones, son realmente dueñas de sí mismas. Viven, por tanto, según otra ley, que es la ley que abarca a todos los seres y a la cual se entregan sin excepción todas las almas. La ley de que hablamos está formada de las razones seminales, que son las causas de todos los seres, de los movimientos de las almas y de sus leyes, provenientes del mundo inteligible. De ahí que concuerde con ese mundo y que tome de él sus propios principios, tejiendo la trama de todo lo que a él está ligado. En este sentido, mantiene sin modificación alguna todas las cosas que pueden conservarse conforme a su modelo inteligible, y lleva también a todas las demás allí donde lo exige su naturaleza. De modo que podemos decir que en el descenso de las almas ella es la causa, precisamente, de que ocupen una u otra posición. brumoso que altera su forma como respuesta a su imaginación, y por esa razón pueden aparecer de múltiples formas. Para Jámblico, el «vehículo etéreo y luminoso» (aitherodes kai augoeides ochema) es el recipiente de las divinas phantasiai . El ochema transporta al alma hasta el estado corpóreo, y se va oscureciendo hasta que se con vierte en algo material y visible: el cuerpo físico es también un tipo de ochema . Proclo distingue entre el ochema superior, inmaterial y luminoso en el que el Demiurgo platónico coloca al alma, y el pneumatikon ochema , un ochema inferior compuesto de los cuatro elementos y que sirve de vehículo para el alma irracional. Este ochema sobrevive a la muerte del cuerpo, pero finalmente es purificado. 174 /
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Los castigos que, en orden a la justicia, acontecen a los malvados, conviene referirlos a esta ordenación, que es la verdaderamente debida. Pero, ¿y en cuanto a los males que, en forma de castigos, de escasez de recursos o de enfermedades, suceden contra toda justicia a los hombres de bien? ¿No convendría atribuirlos a una falta anterior? Porque hemos de tener en cuenta que todos estos males, ligados de algún modo a las cosas y anunciados por ciertos signos, se manifiestan conforme a la razón del universo. Aunque también pudiera decirse que no se ajustan a razones naturales y que nada tienen que ver con los hechos precedentes, de los que son meros acompañantes. Esto es lo que ocurre cuando una casa se cae: perece realmente aquel que está debajo de ella, sea este quien sea. Y lo mismo acontece cuando dos cosas, o simplemente una sola, avanzan según un cierto orden: deshacen y pisotean a todo el que encuentran en su camino. Tal vez pudiera pensarse que esto no constituye un mal para quien lo sufre, si miramos de modo general a la trama provechosa del universo. No hay entonces tal injusticia, sino más bien una justificación que se basa por entero en los hechos acaecidos anteriormente. Pero no deberemos creer, de todos modos, que unos hechos responden a un cierto orden, y otros, en cambio, quedan fuera de toda ley y determinación. Porque si todas las cosas han de ocurrir según causas y consecuencias naturales y, asimismo, de acuerdo con una razón y un orden superior, tendremos que convenir en que este orden y esta trama deben extenderse hasta lo más pequeño. La injusticia cometida por un individuo es realmente una injusticia para el mismo que la comete, y este, de cualquier modo que sea, no se ve descargado de su falta; ahora bien, considerada en el orden universal, llamarlo injusticia carece de sentido, e incluso no lo tiene para el que la ha sufrido, porque se trata de algo que debía ocurrir así. Si es un hombre bueno el que la sufre, concluirá necesariamente en un bien. Pues no hemos de pensar que este orden sea in justo y extraño a la Divinidad, sino que, al contrario, hace donación a cada uno de lo que es justo y conveniente. Es cierto que las causas no están completamente claras para nosotros, y el hecho de desconocerlas es motivo de que las censuremos. ENÉADA IV.3.11-16 /
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Enéada IV.4.43-44 ማሜምሞ
P
ERO,
¿cómo influyen sobre el hombre sabio la magia y los filtros mágicos? A su alma, desde luego, no llegan los efectos de la magia, puesto que su razón es impasible y no cambia en modo alguno de opinión. Sufrirá, no obstante, a causa de esa alma irracional que le viene del uni verso (material) o, mejor aún, será esa alma la que sufra en él. Pero no se originará en él el amor a raíz de los brebajes mágicos, dado que el amor solo tiene lugar si el alma racional aprueba la pasión del alma irracional. Y en el caso de que su alma irracional experimente encantamientos, podrá liberarse de su poder por encantamientos de signo contrario. Los primeros pueden causarle la muerte, la enfermedad y otros males del cuerpo, porque lo que en él constituye una parte del universo tiene que sufrir la influencia de las otras partes, e incluso del mismo universo, pero su ser esencial, sin embargo, no experimentará daño alguno. No es contrario a la naturaleza que no se experimenten esas influencias de modo inmediato, sino al cabo de un cierto tiempo. En cuanto a los daimones celestiales, no hay inconveniente en que sufran por medio de su parte irracional, ni es absurdo, asimismo, concederles la memoria y la sensación, porque puede encantárseles y conducírseles de manera natural, siendo los más cercanos a nosotros los que mejor pueden escuchar nuestras súplicas, mucho mejor indudablemente que los que se encuentran más alejados. Pues todo ser que tiene relación con otro puede, en efecto, ser encantado por él, hasta el punto de que este le hechice y le arrastre consigo. Solo el ser que no tiene relación más que consigo mismo queda libre del encantamiento. Ello explica que toda acción y toda vida estén sujetas a los conjuros, porque, sin duda alguna, se ven arrastradas hacia esos mismos objetos que las enENÉADA IV.4.43-44 /
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cantan. De ahí las palabras (de Platón): «El magnánimo pueblo de Erecteo es de apariencia hermosa» 62. Pero ¿qué es lo que puede aprenderse en nuestras relaciones con otro ser? Nos sentimos arrastrados, en realidad, no por las artes de los magos, sino por la naturaleza misma que nos ilusiona con sus fraudes y enlaza unos seres a otros, pero no de una manera local sino con la acción de sus filtros. Únicamente la contemplación escapa al encantamiento, porque nadie ejercita el encantamiento consigo mismo. Se trata aquí de un solo ser, ya que es también él mismo el objeto que contempla. Su razón no puede sufrir engaño, porque ella hace lo que debe hacer y realiza asimismo su vida y su actividad propia. En esta no son su libertad ni su razón las que le dan el impulso, sino la parte irracional, instituida como principio. Son así, pues, las pasiones las que actúan como premisas. Tienen indudablemente un claro atractivo el cuidado de los hijos, la inclinación al matrimonio y todos los placeres que seducen a los hombres y halagan sus deseos. Todas nuestras acciones, tanto las que son movidas por la cólera como las afectadas por el deseo, carecen por completo de razón. Toda nuestra pasión política o nuestro deseo de posiciones de poder están provocados por el ansia de dominio que es innata en nosotros. Los actos que realizamos para evitar el sufrimiento tienen como principio el temor e, igualmente, los que tienden a nuestra utilidad toman su origen del deseo. De tal manera que cuando actuamos para nuestro provecho tratamos de satisfacer nuestros deseos naturales, lo cual constituye claramente una especie de coacción de la naturaleza en su intento de familiarizarnos con la vida. Podrá decirse tal vez que las acciones bellas escapan al encantamiento, ya que, de no ser así, tampoco escaparía la contemplación, que se refiere de hecho a las cosas hermosas. Si, ciertamente, las acciones bellas se consideran como necesarias, es evidente que escapan al encantamiento, aun en el supuesto de que la belleza real sea algo distinto. Porque es indudable que conocemos su necesidad, y la vida, además, no inclina decididamente hacia abajo y hacia la materia, sino 62
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Plotino usa aquí esta cita para referirse al mundo físico en general. ANtoLoGÍA DE tEXtoS GNóStICoS Y HErMÉtICoS
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en la medida en que la fuerza la naturaleza humana y esa inclinación a conservarla que se da en los demás y en nosotros mismos. Quizá por eso parezca razonable el no privarse de la vida, porque, si todo ocurre así, somos verdadera presa del encantamiento. Mas, si se ama la belleza que hay en esas acciones y se capta engañosamente por la vista los vestigios de hermosura que ellas contienen, lo que realmente perseguimos es la belleza de las cosas de este mundo, dominados como estamos por el encantamiento. Pues entonces, la aplicación a esta imagen de lo verdadero y el mismo atractivo que ella ejerce nos seduce engañosamente con su embeleso irresistible. Tal es la acción de la magia de la naturaleza. Porque perseguir como un bien lo que no es un bien y dejarse arrastrar a su vista por impulsos irracionales, no es otra cosa que verse llevado inconscientemente a donde uno no quisiera ir. ¿Y puede concebirse la magia de otro modo? Solo escapa, por tanto, a la acción del encantamiento aquel que, sin importar el atractivo de las partes inferiores de su alma, sostiene firmemente que no es un bien lo que ellas declaran como un bien, ya que el único bien existente es el que él conoce sin engaño posible y sin buscarlo, por la certeza de su posesión. Ya entonces no se ve atraído a él de ninguna manera.
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Enéada V.1 ማሜምሞ
¿C
ÓMO podremos explicar que las almas hayan olvidado a
Dios, su padre, y que, siendo como son partes de Él y que a Él pertenecen por entero, se ignoren a sí mismas y le ignoren a Él? Digamos que el principio del mal es para ellas la audacia, la generación, la diferenciación primera y el deseo de existir por sí mismas. Pues queriendo gozar de su independencia, se sirven del movimiento que ellas poseen para dirigirse al lugar contrario al que ocupa la Divinidad. Llegadas a este punto, desconocen ya por completo de dónde pro vienen y, al igual que unos hijos arrancados a sus padres y educados por largo tiempo lejos de ellos, se ignoran verdaderamente a sí mismas e ignoran a quienes les dieron el ser. Como no ven (a Dios), ni siquiera se ven a sí mismas, estas almas se menosprecian por desconocimiento de su linaje. Estiman, por el contrario, todo lo demás y nada les llena en mayor grado que la admiración de sí mismas. Se dejan llevar de la admiración y de la pasión hacia todas las otras cosas, suspendidas como están de ellas y, naturalmente, en cuanto les es posible rompen con todo aquello de lo que se alejaron en virtud de su menosprecio. De modo que sucede en realidad que la causa de su total desconocimiento de Dios es su misma estima de las cosas de aquí y su desdén por ellas mismas. Porque perseguir y admirar una cosa es, para el que la persigue y la admira, sentirse en todo inferior a ella. Y así, quien se sitúa por debajo de lo sujeto a generación y destrucción, por estimarse la cosa más despreciable y mortal de cuantas él distingue, no puede nunca imaginar en su espíritu cuál sea realmente la naturaleza y el poder de Dios. Por tanto, debemos usar de un doble razonamiento si hemos de dirigirnos a los que se encuentran en esta disposición con el deseo ENÉADA V.1 /
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de que retornen al lugar contrario y de que asciendan hacia las realidades primeras para alcanzar así el ser más alto, que es el Uno o el Primero. ¿Cuáles son cada una de estas dos cosas? La primera nos muestra la vileza de lo que ahora es honrado por el alma, según tendremos ocasión de probar más adelante; la otra alecciona al alma y le recuerda cuál es su linaje y su dignidad. Esta cuestión es, naturalmente, anterior a la primera y por su misma luz se obtiene la iluminación de la otra. Tratémosla, pues, ya que se encuentra próxima al objeto de la búsqueda y le ha de ser muy útil. Porque quien busca, en definitiva, es el alma y lo que ha de conocer es qué clase de ser es ella para poder, antes de nada, conocerse a sí misma y saber igualmente si tiene posibilidad de realizar esa búsqueda y si cuenta con un ojo capaz de ello o, lo que es lo mismo, si le conviene tal investigación. Ya que si lo que busca, en realidad, es algo extraño, ¿qué provecho sacará de aquí? En tanto si lo que sea es algo afín a ella, no hay duda de que le convendrá buscarlo y que incluso podrá encontrarlo. Que toda alma reflexione en primer lugar que fue realmente ella misma la que creó todos los animales y les insufló la vida, esos animales que alimentan a la tierra y el mar, o cuantos se encuentran en el aire, en el cielo y en los astros divinos. Porque es evidente que a ella se debe la existencia del sol y la inmensidad del cielo, y es ella también la que puso orden en estos seres, dotándolos de un movimiento de rotación. Pero el alma, sin embargo, dispone de una naturaleza diferente a la de los seres que ordena, mueve y hace vivir. Es necesario, por tanto, que tenga mucho más valor que ellos, ya que estos seres nacen y perecen cuando el alma les da la vida y les destruye, y ella, en cambio, existe siempre por cuanto no se abandona nunca a sí misma. Y en lo relativo al modo de proporcionar la vida al universo y a cada uno de los seres, el alma deberá razonar así: que a la gran Alma la contemple otra alma, no pequeña, en estado de callada quietud, una vez que se haya hecho merecedora de contemplar al haberse liberado del engaño y de los hechizos que mantienen hechizadas a las demás almas. Hágase cuenta que está quieto no solo el cuerpo envol vente y el oleaje del cuerpo, sino también todo el entorno: quieta la tierra, quieto el mar, el aire y el cielo mismo, a pesar de ser más per182 /
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fecto. Imagínese luego que el Alma, estando parado el cielo, como que se infiltrara desde fuera, desde todas partes, se difundiera y se adelantara desde todas partes y lo iluminara por dentro. Como los rayos del sol iluminan una nube oscura y la tornan brillante, dándole un aspecto dorado, así el Alma, al penetrar en el cuerpo del cielo, le dio vida, le dio inmortalidad y lo despertó de su inercia. Y el cielo, movido con movimiento eterno por obra del alma que lo conduce sabiamente, se convirtió en un viviente bienaventurado, y al alojarse el Alma en su interior, cobró dignidad. Él, anteriormente al Alma, era un cuerpo muerto, tierra y agua, mejor dicho, tiniebla de materia, no-ser y, como dice el poeta, «el objeto del odio de los dioses» (Homero). El poder y la naturaleza del alma se harán todavía más claros y más evidentes si la imaginamos envolviendo y conduciendo el cielo a medida de su voluntad. Porque se entrega a él en toda su extensión, y todos sus intervalos, grandes y pequeños, se ven animados por ella. Tratándose de cuerpos, estos no podrán encontrarse juntos, y uno ha de estar aquí y otro ha de estar allá, pero siempre separados entre sí por más que se hallen en lugares contrarios. Con el Alma, en cambio, no acontece lo mismo, y no imparte vida con una parte de sí misma para cada cosa por estar fragmentada, sino que todas las cosas viven por el Alma entera y toda ella está presente en todas partes, semejándose al Padre que la engendró tanto en unidad como en ubicuidad. El cielo, que es múltiple y cuenta con diversas partes, adquiere unidad por el poder de esta Alma, que hace que este mundo se convierta en un dios. Y otro tanto ocurre con el sol, en su condición de ser animado, e igualmente con los demás astros, e incluso con nosotros, si somos partícipes en algo divino: «Porque los cadáveres son más abyectos que la basura misma» (Heráclito). No obstante, la causa por la que los dioses son realmente dioses es necesariamente anterior a ellos. Y nuestra alma se ofrece semejante al alma de los dioses hasta el punto de que, cuando se la considera en estado de pureza y sin el añadido que ella recibe, se la estima de igual valor que el Alma del mundo y de mucho más valor que todos los seres corpóreos. Porque todos ellos son terrestres, ya que si fuesen fuego, ¿qué es lo que podría inflamarlos? Lo mismo diríamos de los compuestos de estos dos elementos, aun en el caso de añadirles el agua y el aire. ENÉADA V.1 /
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Siendo así que lo que perseguimos es el ser animado, ¿por qué olvidarnos de nosotros mismos y buscar un ser que no somos nosotros? Si amas el alma que hay en otro, ámate con mayor razón a ti mismo. Tal es el preciado y divino objeto que constituye el alma. Con su valiosa ayuda buscarás a Dios y te acercarás a él, pues no está tan lejos como para que no puedas alcanzarlo, ni son muchos, tampoco, los seres intermedios. Considera, pues, como la parte más divina de esta alma divina aquella que se halla más próxima al ser superior con el cual y por el cual se explica el alma. Porque aun siendo tal como la ha mostrado nuestro razonamiento, es realmente una cierta imagen del Intelecto. Y así como el discurso expresado por la palabra es la imagen del verbo interior del alma, así también ella es la expresión del Intelecto y la plena actividad por la cual este produce la vida para que subsistan los demás seres. No de otro modo que en el fuego se da el calor que es propio de él y, asimismo, el calor que proporciona a las otras cosas. Conviene considerar el alma que se encuentra en el Intelecto como algo que no fluye, sino que permanece, en tanto diremos de la otra alma que tiene existencia propia. El Alma, pues, que proviene de la Inteligencia, es un alma intelectual cuya inteligencia se manifiesta en los razonamientos y cuya perfección le viene de allí mismo, de ese padre que la alimenta, pero que, con todo, no la ha engendrado tan perfecta como lo es Él. Su existencia le viene sin duda del Intelecto y su razón se encuentra en acto cuando la contempla. Porque actúa verdaderamente cuando contempla sus propios pensamientos en la inteligencia que tiene dentro de sí. Convendrá que añadamos que los únicos actos del alma son los actos intelectuales que se dan en su interior; así, todo lo que recibe de fuera resulta ser peor y una indudable pasión para el alma. He aquí que el Intelecto la hace todavía más divina, precisamente por ser su padre y por encontrarse presente en ella. No hay entre ambas otra cosa que una diferencia de esencia, como si una, la que viene a continuación, fuese un receptáculo, y la otra, en cambio, una forma. Al ser la materia del Intelecto tiene también que ser bella, inteligente y simple, como lo es el Intelecto. Con lo que se hace manifiesto que el Intelecto es superior al alma de que tratamos. 184 /
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Enéada V.3.17 ማሜምሞ
¿Q
UÉ cosa hay, pues, superior a la vida plenamente sabia, exenta de
faltas y de errores, al Intelecto que posee todo, y a la vida y al Intelecto universales? Si respondiésemos que «el Principio que las ha producido», tendríamos que preguntarnos, entonces, cómo las ha producido. Y si no se muestra como un principio superior, nuestro razonamiento no alcanzará nada nuevo y quedará detenido donde estaba. Pero deberemos elevarnos más allá de ella, porque, entre otras muchas razones, la propiedad de bastarse a sí misma se aplica al Intelecto por estar hecho de muchas cosas y mantenerse, a la vez, exterior a ellas. Cada una de estas cosas es claramente deficiente y es por ello por lo que participa en la misma unidad en la que Él participa, sin ser, no obstante, el Uno en sí. ¿Qué es, por tanto, el Uno en el que participa y qué le hace ser, a la vez, todas las demás cosas? Si produce el ser de todas las cosas y da a la pluralidad de ellas, con su sola presencia, el poder de bastarse a sí misma, es, en efecto, la causa productora de la esencia que se basta a sí misma, sin ser por ello la esencia, puesto que se encuentra más allá de la esencia y de los seres que se bastan a sí mismos. ¿Basta con esto y podemos dar de lado a la cuestión? No, porque mi alma, ahora más que nunca, siente los dolores del parto. De tal modo que, colmada hasta el máximo de estos dolores, debe ya dar a luz precipitándose hacia el Uno. Y, no obstante, conviene conjurarla, si encontramos todavía algún encanto contra tales dolores. Porque, tal vez, su aquietamiento se origine con nuestros discursos, a condición de repetir con frecuencia sus encantos. Pero, ¿qué nuevo conjuro ENÉADA V.3.17 /
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podríamos encontrar? Porque el alma, que corre en pos de todas las verdades, huye, sin embargo, de todas aquellas en las que participamos, en cuanto queremos decirlas o pensarlas, ya que conviene que el pensamiento-discurso, si realmente quiere expresarse, aprehenda las cosas una tras otra, cumpliendo así su camino. Ahora bien; ¿qué contacto podrá seguirse en lo que es absolutamente simple? Basta para ello con un contacto intelectual. Pero, con este contacto, cuando tiene lugar, no se da posibilidad ni tiempo alguno para poder expresar nada, siendo solo más tarde cuando se razona sobre él. Hemos de creer que lo vemos cuando el alma percibe súbitamente su luz, porque la luz proviene de él y es él mismo. Pensemos, pues, que está presente en nosotros cuando nos ilumina, como si se tratase de otro dios que viene a una morada, obedeciendo a algún llamamiento; es claro que, si no hubiese venido, no nos habría iluminado. De la misma manera, el alma carece de luz cuando no lo contempla; en cambio, cuando ha sido iluminada, tiene ya lo que ella buscaba. Tal es el fin verdadero del alma: el contacto con esa luz y la visión que tiene de ella, no por medio de otra luz sino, precisamente, por esa misma luz que le da la visión. Porque lo que el alma debe contemplar es la luz por la que es iluminada, del mismo modo que podemos ver el sol gracias a la misma luz del sol. Pero ¿cómo se puede lograr esto? Despojándose de todo.
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Enéada VI Tratado 9 Sobre el Bien y el Uno
ማሜምሞ
E
este tratado, Plotino presenta por primera vez de manera sistemática su doctrina del Primer Principio, según la cual se debe admitir la existencia de una realidad absolutamente simple y rigurosamente Una, más allá del mundo inteligible y del Intelecto. La introducción de este principio representa la aportación de Plotino a la tradición platónica, que establecía un Intelecto demiúrgico al principio de todas las cosas, encargado de «pensar» las Formas inteligibles, «modelos» eternos a partir de los cuales el Intelecto divino produce el mundo sensible. Pero es precisamente la constatación de la multiplicidad y la pluralidad de los inteligibles lo que conduce a Plotino a exponer la necesidad de un Principio anterior y realmente simple, sosteniendo que la Unidad es siempre anterior a la multiplicidad que Ella produce. N
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Ļ TEXTO ļ
T
los seres tienen su existencia por el Uno, no solo los seres llamados así en el primer sentido, sino los que se dicen atributos de esos seres. Porque ¿qué es lo que podría existir que no fuese uno? Si lo separamos de la unidad deja inmediatamente de existir. Ni el ejército, ni el coro, ni el rebaño tendrían realidad alguna si no fuesen ya un ejército, un coro o un rebaño. Del mismo modo, la casa y la nave carecen de existencia si no poseen unidad, porque tanto la una como la otra son una unidad y, si esta se pierde, dejan igualmente de ser nave y casa. Las magnitudes continuas no tendrían razón de ser si no poseyesen la unidad. Un ejemplo: dividís una magnitud y, perdida ya su unidad, cambia necesariamente de ser. Igual acontece con las plantas y con los animales, cada uno de ellos es un cuerpo, pero un cuerpo que, si pierde su unidad, se descompone en múltiples partes, dejando de ser lo que antes era. Lo que surge entonces son tantos seres cuantas partes haya y cada uno de ellos presenta a su vez una unidad. Se da la salud cuando hay en el cuerpo unidad armónica, se da la belleza cuando la unidad mantiene unidas las partes, y se da la virtud en el alma cuando la unión de las partes resulta de un acuerdo. Pues bien, dado que el alma, fabricando y moldeando el cuerpo y concediéndole la forma y el orden, lleva todo a la unidad, ¿convendrá acercarse hasta ella y decir que es ella misma la que dirige este coro de la unidad o incluso que es ya el Uno? O, puesto que el alma otorga a los cuerpos unas cualidades que no posee, como la forma y la idea que son algo diferente a lo que ella es, y asimismo la unidad, que proviene del alma, ¿ha de creerse que esa unidad que el alma da es diferente de ella, y que lo ODOS
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que hace realmente el alma es que cada ser sea uno por la contemplación del Uno, no de otro modo que como ocurre con el hombre, donde se recoge y plasma la unidad por la contemplación del hombre ideal? De los seres de los que decimos que son un ser hacemos esta afirmación con una referencia concreta a su propia realidad. De modo que cuanto menos ser, menos unidad, y, cuanto más ser, más unidad. Del mismo modo, el alma, que es diferente del Uno, tiene más unidad en la medida en que posee más ser, pero eso no quiere decir que ella sea el Uno. Naturalmente que el alma es una, pero la unidad es para ella como un accidente. Alma y uno debemos considerarlos, pues, como dos cosas distintas, como si fuesen cuerpo y uno. La magnitud discontinua, cual es el caso de un coro, está muy lejos de la unidad; la magnitud continua, en cambio, está muy cerca. El alma, por su parte, tiene en el Uno una participación mayor. Si, puesto que el alma no puede existir sin ser una, se quisiera identificar el alma y el Uno, habría que hacer notar ante todo que lo que ocurre con el alma acontece con todos los demás seres; esto es, que no pueden existir sin la unidad y, sin embargo, la unidad es algo diferente de ellos, porque el cuerpo, por ejemplo, no es lo mismo que la unidad, aunque participe desde luego de ella. Además, el alma, aun el alma una y aun cuando no conste de partes, es múltiple. Es múltiple, porque se encuentran en ella diversas facultades, como la facultad de razonar, o la de desear, o la de percibir, todas enlazadas entre sí por el vínculo de la unidad. He aquí, por consiguiente, que el alma da una unidad a los seres que, a su vez, ella recibe de otro. ¿No es acaso cierto que en cada ser particular su esencia y su unidad son una misma cosa y que, en lo que atañe al Ser total y a la Esencia total, esencia del todo y unidad del todo son también idénticas? Así es que basta descubrir el ser para descubrir igualmente su unidad. Veamos: si, por ejemplo, la esencia es la Inteligencia, el Uno será también la Inteligencia, como primer ser y primera unidad que es, por la cual las demás cosas participan en el ser y, según esto, en la unidad. ¿Qué podría decirse del Uno sino que es el Ser mismo? Porque es realmente idéntico al Ser. ENÉADA VI /
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Decir «hombre» y decir «un hombre» es afirmar lo mismo. Aunque también podría ocurrir que cada cosa tuviese su número y que así como de una pareja digo dos, así de una sola cosa digo que es una. Pero es claro que si el número es un ser, también naturalmente lo será la unidad y convendrá entonces averiguar lo que es. Ahora bien, si el número no es otra cosa que un acto del alma, que recorre los seres contándolos, la unidad pierde ya todo valor. Pero la razón nos decía que un objeto que pierde su unidad no es en absoluto. Habrá que ver, por tanto, si la unidad y el ser se identifican en lo particular y en lo universal. Porque, si el ser de un objeto no es otra cosa que una multiplicidad de partes y si, por otra parte, es imposible que la unidad sea una multiplicidad, la unidad y el ser serán realmente cosas diferentes. El hombre es un animal racional y, además, muchas otras cosas, enlazadas todas ellas por la unidad. Así pues, el hombre es distinto de la unidad dado que él es divisible y la unidad no lo es. El Ser universal, que reúne en sí todos los seres, es, con mucha más razón, un ser múltiple y diferente de la unidad, y ello aunque participe de esta misma unidad. Porque el Ser universal posee, en efecto, la vida y la inteligencia, ya que sabemos que no es algo muerto; es, por consiguiente, un ser múltiple. Si fuese solo inteligencia, también sería necesariamente un ser múltiple, y lo es con más motivo si se trata de una inteligencia que contiene ideas, puesto que la idea no puede en modo alguno ser una. Antes bien, la idea es un número, tanto la idea particular como la idea total; esa unidad que se le atribuye es la misma que se concede al mundo. Por tanto, hablando ya de una manera general, el Uno es lo primero, y no lo son en cambio la Inteligencia, las Ideas y el Ser. Cada idea está compuesta de varias cosas y es, por añadidura, posterior a ellas o, lo que es lo mismo, las cosas de las que está compuesta tienen precedencia sobre ella. El que la Inteligencia no puede ser el término primero aparecerá claro con lo que ahora vamos a exponer: la Inteligencia superior, la que no contempla objetos que le son exteriores, conoce lo que tiene realidad antes que ella, y es que, ya al volverse hacia sí misma se vuelve 190 /
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en realidad hacia su principio. Pero si ella misma es ser pensante y ob jeto pensado, entonces es un ser doble y no simple; no es, en fin, una. O en otro caso, contempla un objeto distinto, un objeto que es superior y anterior a ella, o es posible que se contemple a sí misma y que contemple este otro sujeto superior, lo que quiere decir que es posterior a él. De todos modos, hemos de establecer que, por una parte, la Inteligencia es un ser próximo al Bien y al Primero de los seres, al que desde luego mira, y que, por otra parte, está reunida consigo misma y se piensa a sí misma, pensándose a la vez como si fuese todas las cosas. Ha de encontrarse, pues, bien lejos del Uno, ya que presenta tal variedad de aspectos. El Uno, por consiguiente, no constituye todos los seres, porque en ese caso ya no sería uno: ni es la Inteligencia, dado que eso implicaría a todos los seres por el carácter de totalidad de aquella, ni es igualmente el Ser, porque el Ser realmente lo es todo. ¿Qué es, por tanto, el Uno y cuál es su naturaleza? No puede sorprender naturalmente que no sea fácil decirlo, puesto que tampoco es fácil decir lo que es el Ser o la Idea, aun cuando nuestro conocimiento se apoye en las ideas. Otro tanto ocurre con el alma, que si se dirige hacia algo privado de forma, es incapaz de aprehenderlo por su misma indeterminación, al no verse ayudada por ninguna impronta; resbala entonces fuera de ese objeto y teme no poseer nada. No es extraño, pues, que se fatigue en tal circunstancia y que anhele descender con frecuencia al mundo de las cosas. Así pues, no cejará hasta llegar al dominio de lo sensible en el que hallará descanso como si estuviese en un terreno sólido. Del mismo modo, cuando la vista se cansa de las cosas pequeñas, encuentra verdadero placer en acercarse a las cosas grandes. Pero cuando el alma quiere ver por sí misma, como realmente tan solo puede ver identificándose con su objeto y haciendo prevalecer su unidad, gracias precisamente a esa identificación, piensa que no posee todavía lo que busca al no advertir diferencia alguna con el objeto de su pensamiento. Es así, sin embargo, como deberemos filosofar acerca del Uno. Y dado que es el Uno lo que indudablemente buscamos y en esa búsENÉADA VI /
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queda examinamos el principio de todas las cosas, esto es, el Bien y lo que es primero, no convendrá que nos alejemos de aquellos objetos que son vecinos de los primeros, cayendo por ejemplo en los que están al final de la serie. Muy al contrario, hemos de levantarnos a nosotros mismos desde las cosas sensibles, que son las últimas en la escala de los seres, para quedar con ello libres de todo mal. Y como quiera que tendemos hacia el Bien, hemos de ascender hasta el principio interior a sí mismo hasta llegar a hacernos uno con él, en lugar de la multiplicidad, si es que anhelamos la contemplación del Principio y del Uno. Necesitamos ciertamente convertirnos en Inteligencia y confiar el alma a la Inteligencia como si en ella hallase su descanso; sí podrá el alma salir de su sueño y recibir lo que la Inteligencia ve, pues es evidente que el alma contemplará el Uno por medio de la Inteligencia, sin añadir por su parte sensación alguna ni nada que provenga al menos de la sensación. Lo que realmente es más puro ha de contemplarlo el alma por la pura inteligencia y por lo que hay de primero en ella. Y cuando el que así está preparado para tal contemplación forja en su imaginación una magnitud, una forma o una masa del objeto, no tiene entonces como guía a la inteligencia, puesto que la inteligencia no ha sido hecha para ver esos objetos, y se trata en este caso del acto de la sensación o de la opinión, que sigue al de la sensación. Conviene que la inteligencia nos anuncie hasta dónde llega verdaderamente su poder. La inteligencia puede ver lo que está antes que ella, o lo que es propio de ella, o lo que depende de ella. En cuanto a lo que depende de ella es de hecho simple y puro, más simple y más puro que lo propio de ella, y lo es en mayor grado lo que está antes que ella, que naturalmente no es ya inteligencia, sino algo anterior a la inteligencia. Porque la inteligencia es algo, uno más entre los seres, y no lo es en cambio ese término, que no puede tener el ser, ya que se encuentra antes de todo ser. El ser tiene una forma, que es la forma característica del ser, y ese término de que hablamos está privado de toda forma, incluso de la forma inteligible. Siendo la naturaleza del Uno engendradora de todas las cosas, no es en modo alguno ninguna de las cosas que engendra. No es algo 192 /
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que pueda tener cualidad y cantidad, ni es por otra parte inteligencia o alma, ser en movimiento o en reposo, ser en el lugar o en el tiempo. Es simple por sí misma y, mejor aún, algo sin forma que está antes de toda forma, antes de todo movimiento y de todo reposo; estas cualidades son las que, precisamente, se encuentran en el ser y le hacen múltiple. Ahora bien, ¿cómo, si esta naturaleza no está en movimiento, no está por necesidad en reposo? Porque tanto cada una de estas propiedades aisladamente, como ambas, se encuentran necesariamente en un ser, y porque lo que está en reposo lo está por participación, sin que deba ser confundido con el reposo mismo; el reposo es un accidente que se añade al ser y que le hace perder su simplicidad. Cuando decimos de esa naturaleza que es una causa, lo que hacemos es atribuirle un accidente, no a ella, sino a nosotros, que tenemos algo de ella, pues está claro que el Uno sigue permaneciendo en sí mismo. Hablando con propiedad no podríamos decir del Uno todas estas cosas y más bien deberíamos tratar de expresarnos como si lo viésemos desde el exterior, unas veces desde cerca, otras desde más le jos, por las indudables dificultades que encierra. La mayor de las dificultades para el conocimiento del Uno estriba en que no llegamos a Él ni por la ciencia ni por una intelección como los demás inteligibles, sino por una presencia que es superior a la ciencia. El alma se aleja de la unidad y no es en absoluto una cuando aprehende algo de modo científico, porque la ciencia es un discurso y el discurso encierra multiplicidad. El alma entonces excede la unidad y cae en el número y en la multiplicidad. Es preciso, pues, remontar la ciencia y no abandonar nunca ese estado de unidad. Dejaremos si acaso la ciencia y sus objetos y prescindiremos de toda contemplación, aun de la de lo Bello, porque lo Bello es posterior al Uno y viene del Uno, lo mismo que la luz del día proviene toda ella del sol. De ahí que afirme (Platón) que no se puede decir ni describir. Pero, con todo, tratamos de manifestarlo y de escribir sobre Él en el curso de nuestra ascensión, y son las palabras las que nos despiertan a su contemplación, porque en cierto modo muestran el camino a aquel que quiera contemplar el Uno. Hasta ahí la enENÉADA VI /
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señanza del camino y de la marcha; otra cosa será ya la contemplación, que es ya tarea del que desea contemplar. Si, pues, no se dirige uno a la contemplación, si el alma no tiene noción del esplendor de ese mundo, si no experimenta ni retiene en sí misma esa pasión propia del amante que encuentra descanso en la visión del objeto amado, si, en fin, aquel que ha recibido la luz verdadera, que ilumina toda su alma por la proximidad a que ha llegado, es detenido en su subida por un peso que le impide la contemplación y, además, si no emprende solo la subida, sino que lleva consigo algún obstáculo que le separa de sí, o por otra parte no se ha visto reducido a la unidad (porque aquel no está ausente de nada y sí está ausente de todo, y está presente, pero tan solo a los que pueden recibirlo por encontrarse preparados para ello, esto es, por su disposición para adaptarse a Él y tocarlo, en razón de la semejanza que mantienen entre sí; pero para eso la potencia que existe en estos seres se encontrará en el estado originario, como cuando ha venido de Él, porque únicamente así será posible que lo vean, en tanto tal contemplación resulte naturalmente posible); si, ciertamente, no ha llegado a un nivel tal y permanece aún fuera de sí, bien por las razones que ya se han dado, bien porque carece de la debida instrucción racional o no tiene fe en la que le ofrecen, entonces es mejor que se preocupe de sí mismo y que trate de apartarse y aislarse de todas las cosas. Y si no tiene fe en las razones que se le dan, que reflexione ahora en las que siguen. Todo aquel que piense que los seres están gobernados por el azar o por una fuerza espontánea y que se ven retenidos por causas corporales, se encuentra realmente muy lejos de Dios y de la noción del Uno. Por ello, nuestro razonamiento no se dirige a él, sino a los que admiten una naturaleza distinta a la de los cuerpos y se remontan así hasta el alma. Conviene, pues, comprender la naturaleza del alma y saber, entre otras cosas, que proviene de la Inteligencia, que posee la virtud por participación con esa misma razón. En consecuencia, entenderemos por Inteligencia algo más que la facultad de razonar y de argumentar, puesto que con los razonamientos se comprende separación y movimiento, y las ciencias son razonamientos interiores al alma 194 /
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que se manifiestan por palabras por ser precisamente la inteligencia la causa productora de ellas. Vemos a la Inteligencia como una cosa sensible a través de una percepción, como algo que se impone al alma y que viene a ser como su mismo padre, dado que constituye el mundo inteligible, y debe añadirse que en la calma y en la inmovilidad contiene todas las cosas y es a la vez todas las cosas, multiplicidad que no puede dividirse ni discernirse. No hay ahí la distinción propia de las palabras, que se piensan una a una, pero, sin embargo, tampoco se produce confusión de ninguna clase entre las partes. Cada una ya avanza separada de las demás, y lo mismo que ocurre con las ciencias, todo lo que se sabe se sabe como indivisible, a pesar de estar cada cosa separada de las restantes. Nos encontramos de este modo con una multiplicidad en la que todo está reunido. Esto es el mundo inteligible. Próximo a lo que es primero, existe por necesidad, según lo que nuestra razón nos dice y siempre que se admita la existencia del alma. Ese mundo resulta superior al alma, pero no es, sin embargo, lo primero, por carecer de unidad y de simplicidad: El Uno es lo único que es simple y es también, por esa su simplicidad, el Principio de todas las cosas. Precede al ser más noble de todos (pues debe haber algo anterior a la Inteligencia, que aspira a la unidad y demuestra con ese su deseo que ella no es una, sino semejante al Uno, ya que verdaderamente la Inteligencia no es una, sino semejante al Uno. Verdaderamente la Inteligencia no se dispersa, sino que permanece consigo misma por ser vecina en Uno y tener realidad después de Él; con todo, ha tenido la osadía de alejarse en cierto modo de Él); ese Uno, ciertamente, es algo más admirable que la inteligencia y no cabe ni siquiera que lo llamemos ser, para no considerar el Uno atributo de ninguna cosa. En realidad, no hay nombre que convenga al Uno, pero puesto que debe dársele alguno, será conveniente que lo llamemos «Uno», pero no como si fuese un ser al que se aplica tal atributo. Resulta verdaderamente difícil conocer al Uno de esta manera y mejor se le conoce por lo que procede de Él, esto es, por el Ser. El Uno conduce la Inteligencia al Ser, y su naturaleza es tal que lo convierte en fuente de todo ENÉADA VI /
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lo mejor y en potencia engendradora de los seres; eso aún permaneciendo Él en sí mismo y no debilitándose ni llevando su esencia a lo que procede de Él, por razón de su prioridad. Llamémosle, pues, «Uno», para que podamos entendernos entre nosotros y a fin de que con ese nombre lleguemos también a una noción indivisible, con la que unifiquemos nuestra alma. Sin embargo, no afirmaremos con ello que es uno e indivisible en la misma medida que lo es el punto o la unidad numérica, puesto que, mirando las cosas desde aquí, el Uno es el principio de la cantidad, la cual desde luego no existiría si no se diese antes la esencia y lo que precede a la esencia. No llevemos, por tanto, nuestro pensamiento por este camino, ya que lo que conviene es pensar el punto o la unidad numérica como cosas semejantes y análogas a lo que es simple y a lo que prescinde de toda multiplicidad y división. ¿Cuál es, entonces, el sentido de la palabra Uno y cómo acomodarlo con nuestro pensamiento? Admitimos que hay otros sentidos que los de la unidad numérica y el punto, pues está claro que el alma, dejando a un lado la magnitud y la pluralidad, concluye en algo mínimo e indivisible, pero algo mínimo e indivisible que se encuentra en lo divisible y en lo que es otra cosa. Pero lo que no está en otra cosa, no se encuentra asimismo en lo divisible y no es por consiguiente indivisible al modo como lo es ese mínimo; es de hecho la cosa mayor de todas y no porque sea la más grande, sino por el poder que encierra, lo cual puede acontecer naturalmente con algo que carezca de extensión. En cuanto a los seres posteriores al Uno, son indivisibles y no tienen partes, si miramos a su potencia, pero no si miramos a su masa. Digamos que la infinitud del Uno no consiste en algo que no se pueda recorrer por su magnitud o por su número, sino en un poder al que no cabe señalar límites. Cuando nos lo imaginamos como una inteligencia o como Dios, no acertamos con toda su grandeza, y cuando lo unificamos con el pensamiento, resulta aún ser algo más que un dios y que todo lo que podemos representarnos de él, ya que el Uno es en sí y carece de accidente alguno. Quizá podríamos pensar en su unidad fijándonos en el hecho de que se basta a sí mismo. Porque es conveniente que posea en el más alto grado el carácter de suficiencia, 196 /
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de independencia y de perfección, de lo cual carece en parte toda cosa que es múltiple y no una. La esencia necesita de Él en razón de su unidad, pero el Uno en cambio ni siquiera necesita de sí mismo, puesto que es lo que es. Todo lo que es múltiple tiene necesidad de cuanto le constituye, y cada una de las cosas que le componen, existente con las otras y no en sí misma, necesita a su vez de las demás. De ahí las deficiencias que presenta un ser de esta clase, tanto en lo que concierne a su unidad como a su con junto. Supuesto, pues, que deba existir algo totalmente independiente, este algo tendrá que ser el Uno, que no tiene necesidad ni de sí mismo ni de ninguna otra cosa. Porque el Uno no busca nada, ni para ser, ni para alcanzar su bien, ni para asentar en un lugar. Siendo como es causa de las demás cosas, no recibe de ellas su ser, y en cuanto a su bien, ¿cómo podría encontrarlo fuera de sí? Ni accidentalmente supondremos en Él su bien, puesto que Él ya es el Bien en sí mismo. Y, por añadidura, no ocupa lugar alguno, ni necesita ser fijado en sitio alguno como si no pudiera sostenerse a sí mismo. Además, para ser sostenido hay que ser masa inanimada, que cae si no ha sido sostenida todavía. La situación de todas las cosas se explica gracias al Uno, pues por Él tienen no solo la existencia, sino también el lugar que Él les asigna. Ya es una deficiencia el tener necesidad de un lugar, pero el Principio de todas las cosas no necesita de lo que pueda seguirle ni, en general, de ninguna cosa, ya que cualquier deficiencia supondría en Él un deseo del Principio. Si suponemos que el Uno está falto de algo, es que busca el no ser uno. Pero, si es así, de lo que realmente trata es de destruirse a sí mismo, pero como todo lo que en un ser se llama necesidad, es necesidad del bien y de la propia conservación del ser, y para el Uno no puede haber ningún bien fuera de Él, está claro que tampoco tendrá deseo de nada. El Uno se encuentra por encima del bien y no es bien para sí mismo; lo es en cambio para todas las demás cosas, si estas son capaces de recibir algo de Él. No es tampoco pensamiento, para que no pueda trascender de sí mismo, ni tiene movimiento, sino que se da antes que todo movimiento y pensamiento. Porque, ¿en qué podría pensar? ¿En sí mismo? Pero en este caso está claro que poseería ignoENÉADA VI /
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rancia antes de pensar, y tendría necesidad del pensamiento para conocerse, cosa contradictoria puesto que Él se basta absolutamente a sí mismo. Sin embargo, no porque no se conozca ni se piense vamos a atribuirle la ignorancia, porque para que Él fuese ignorante tendría que existir otro ser cuya existencia desconociese. Pero Él, que está solo, no puede tener otro ser al que conozca o ignore. Estando, consigo mismo, no necesita pensarse a sí mismo. Tampoco convendrá decir que «está consigo mismo» para preser var su unidad, porque mejor será negarle el acto de pensar y de comprender, el pensamiento de si mismo y todas las demás cosas. No lo colocaremos así en la categoría de los seres que piensan, sino más bien en la del pensamiento. El pensamiento, para empezar, no se piensa a sí mismo, sino que es causa de que otro ser piense, y la causa, evidentemente, no se identifica con el efecto. Queda, pues, de manifiesto que lo que es causa de todas las cosas no es ninguna de entre ellas. No digamos entonces que es el Bien, ya que el Bien se debe a Él. Digamos mejor que Él es el Bien que se encuentra por encima de todos los demás bienes. Pero si tu pensamiento se vuelve indefinido a causa de que el Bien no es ninguno de esos bienes, haz pie en estos y desde ellos contempla. Pero al contemplar no lances la mirada de tu mente al exterior, porque el Uno no está ubicado en un lugar concreto, dejando las demás cosas aisladas de él, sino que está presente para quienquiera que sea capaz de llegar allá. Para quien no lo sea, no está presente. Del mismo modo que no se puede pensar en un objeto si se tiene otro en el pensamiento y, además, se permanece cerca de este otro, porque, si realmente se quiere pensar en ese objeto, no debe añadirse nada a lo que se piensa, así también debe comprenderse que no hay posibilidad de pensar en el Uno en tanto permanezca en el alma la impronta de otro objeto y una impronta actuante, pues un alma retenida por un objeto no puede recibir la impronta del objeto contrario. E igual que se dice de la materia que debe carecer de toda cualidad para poder recibir la impronta de cualquiera de ellas, con mayor motivo el alma debe estar desprovista de formas para que no haya en ella 198 /
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obstáculo alguno que le impida verse llena e iluminada por la Naturaleza primera. Si esto es así, el alma debe apartarse del mundo exterior y volverse enteramente hacia su interioridad. No estará ya inclinada hacia las cosas de afuera, sino que se mostrará ignorante de todo y, antes de nada, se preparará para la contemplación, alejando de ella toda idea y desconociendo incluso a la misma contemplación. Tras haber consumado la unión y haber tenido con el Uno el trato suficiente, el alma deberá ir a anunciar a los demás seres, si realmente le es posible, ese estado de unión a que ha llegado. Tal vez por haber resultado Minos de una unión semejante se le ha llamado «el confidente de Zeus», pues llevado del recuerdo de esa unión instituyo leyes que son como su imagen, justificadas por él por ese contacto con lo divino. Si no juzga ya dignas de sí las ocupaciones políticas, que permanezca, si lo prefiere, en la región celeste, como hace quien ha alcanzado la visión colmada 63. Dios, dice Platón, no se encuentra fuera de ningún ser; está en todos ellos, aunque no lo sepan. Porque los seres huyen de Él, o mejor se alejan de sí mismos. No pueden, por tanto, alcanzar a Aquel de quien han huido, ni buscar otro ser luego de haberse perdido a sí mismos. Ocurre como con el hijo, enajenado de si por la locura, que no acierta a reconocer a su padre, mientras que el que se conoce a si mismo, sabe perfectamente de dónde procede Por tanto, si un alma se conoce a sí misma y sabe además que su mo vimiento no es rectilíneo, salvo cuando se quiebra, si conoce que su 63
Este párrafo parece estar haciendo alusión al concepto denominado «realización descendente». Recordemos que la realización del ser en su proceso iniciático tiene dos aspectos o fases: el proceso ascendente, hacia el Uno, que está en principio abierto a todos los que sean capaces de realizarla, y la otra, excepcional, que es un descenso al mundo de la manifestación y la multiplicidad. En tanto que el ser que permanece en lo No-Manifestado ha realizado su camino para sí mismo, el que «desciende de nuevo» cumple una función predestinada de «enviado del Cielo». Este en viado está encargado de traer a los seres de este mundo las influencias espirituales propias de su estado. Es la función desempeñada por los grandes profetas de la historia, los fundadores de religiones, los «legisladores sagrados», como Minos, y los creadores de ritos o de adaptaciones providenciales de las vías espirituales. ENÉADA VI /
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movimiento natural es un movimiento circular, no alrededor de algo exterior, sino en torno al centro (al centro del que se genera el círculo), se moverá hacia el centro del que ella ha salido y quedará suspendida de él, reuniéndose precisamente en ese punto hacia el que deberían dirigirse todas las almas y solo se dirigen en realidad, desde siempre, las almas de los seres divinos. Marchando, pues, hacia ese centro, las almas son como dioses, porque un dios es un ser reunido con el Uno, en tanto la generalidad de los hombres y las bestias se hallan más alejados de Él. ¿Pero será el centro del alma lo que nosotros buscamos? ¿O no hemos de creer que se trata de otra cosa, esto es, del punto en el que convergen todos estos centros, llamados así por su analogía con el centro del círculo visible? Porque es indudable que el alma no es un círculo, a la manera de una forma geométrica, y lo que queremos decir con esta expresión es que su antigua naturaleza se encuentra en ella y alrededor de ella, que todas las almas son partes de ella y, aún más, que ya se han separado de aquella naturaleza. Solo que ahora, como una parte de nosotros mismos está retenida por el cuerpo (como si se tuviese los pies en el agua y el resto del cuerpo quedase por encima), y elevándonos sobre el cuerpo por aquella otra parte que no es bañada por él, alcanzamos con nuestro propio centro el centro universal, lo mismo que los centros de los grandes círculos de una esfera coinciden con el centro de la esfera que los contiene, así también encontramos ahí nuestro descanso. Si se tratase de círculos corpóreos y no de círculos psíquicos, la unión de los centros sería únicamente una unión local y, dado que el centro se encontraría en un punto determinado, estarían aquellos círculos alrededor de él; pero como las almas son inteligibles y el Uno se encuentra por encima de la Inteligencia, hay que suponer que la unión por la que el ser pensante se enlaza con el objeto pensado se realiza por medio de otras potencias, y que el ser pensante está presente a su objeto por una cierta semejanza o identidad e incluso por la comunidad de naturaleza, siempre que no se interponga entre ellos ningún obstáculo. Hay impedimento para que los cuerpos se comuniquen entre sí, pero esto no puede extenderse a los seres incorpóreos, que no son 200 /
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obstaculizados por los cuerpos. Lo que aleja unos de otros a los seres incorpóreos no es el lugar, sino la alteridad y la diferencia que existe entre ellos. Cuando la alteridad ya no se da, entonces los seres no son diferentes y están presentes unos en otros. Así pues, Aquel que no ofrece en sí mismo ninguna diferencia está siempre presente, pero nosotros únicamente estaremos presentes en Él cuando nuestra alteridad desaparezca. No es Él el que se dirige a nosotros para rodearnos, sino que somos nosotros los que tendemos hacia Él, y nos situamos a su alrededor. Pero, aunque siempre estamos en torno a Él, no miramos en todo momento hacia Él. Somos en este caso como un coro que cantando siempre alrededor del corifeo puede, no obstante, volverse hacia los espectadores, pero cuando torna a su habitual estado y rodea al corifeo es cuando canta realmente a la perfección. Del mismo modo le rodeamos nosotros a Él, y cuando no lo hacemos se prepara nuestra completa destrucción y dejamos de ser para siempre. Pero no estamos siempre vueltos hacia el Uno. Cuando lo hacemos, en su visión encontramos nuestra meta y nuestro descanso, y formamos ante Él como un coro que no desentona y que interpreta una danza inspirada. En esta danza se contempla la Fuente de la Vida, la Fuente de la Inteligencia, el Principio del Ser, la Causa del Bien, la Raíz del Alma. Todas estas cosas no se desbordan de Él y empequeñecen su esencia, porque el Uno no es una masa. Si fuese así, también esas cosas serían perecederas, y nosotros sabemos que son eternas puesto que su principio permanece idéntico a sí mismo y no se reparte entre ellas, sino que continúa tal cual es. De ahí la permanencia de todo eso, como ocurre con la luz que subsiste en tanto subsiste la luz del sol. No hay un corte entre el Uno y nosotros, ni tampoco estamos separados de Él, a pesar de que la naturaleza del cuerpo procure atraernos hacia sí. Por Él vivimos y nos conservamos, pues Él no se retira después de conceder sus dones, sino que continúa dirigiéndonos en tanto sea lo que es. Nos inclinamos hacia Él y tendemos a nuestro bien, ya que nuestro alejamiento de Él sería empequeñecernos. En Él el alma descansa de los males y se retira a una región limpia de todo mal, conoce de manera inteligente, alcanza un estado impasible ENÉADA VI /
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y llega a vivir la vida verdadera. Porque nuestra vida de ahora, sobre todo si no cuenta con lo divino, no es más que una huella que imita aquella vida. La vida verdadera es como un acto de la Inteligencia, acto por el cual engendra dioses en sereno contacto con el Uno; engendra, por ejemplo, la belleza, la justicia y la virtud. Porque el alma puede dar a luz todas estas cosas si está colmada de lo divino. Esto significa para ella el comienzo y el fin de su ser. El comienzo, porque proviene de allí; el fin, porque el Bien está allí, y una vez vuelta ella a esa región, vuelve a ser lo que realmente era. Este estado de ahora es el estado de «caída, destierro y pérdida de las alas», pero muestra que el Bien está allí y que el amor es algo circunstancial al alma, como lo indica el relato de la unión de Eros y las almas, tal como se presente en las pinturas y en la literatura. Puesto que el alma es diferente de Dios, pero proviene de Él, necesariamente lo ama, cuando se encuentra en la región inteligible lo ama con un amor celeste, pero cuando se encuentra aquí lo ama con un amor vulgar. Allí tenemos a la Afrodita de los cielos, en tanto aquí se halla la Afrodita vulgar que se presta al oficio de prostituta. Toda alma es una Afrodita y eso es lo que viene a decir «el nacimiento de Afrodita y la concepción simultánea de Eros». Así pues, el alma ama naturalmente a Dios y quiere unirse a Él, igual que haría una doncella que amase honestamente a un padre honesto, pero si, al encarnarse, se deja engañar por galanteos cambiando su amor por un amor mortal, queda arrancada violentamente del amor de su padre. De nuevo, si siente horror por esta violencia, se purifica de las cosas de este mundo para volver llena de alegría al regazo de su padre. Los que desconocen este estado pueden imaginarse, por los amores de este mundo, qué es lo que significa para el alma el encontrarse con el objeto más amado. Porque los objetos que nosotros amamos aquí son realmente mortales y nocivos, algo así como fantasmas cambiantes, que no podemos amar verdaderamente porque no constitu yen el bien que nosotros ansiamos. El verdadero objeto de nuestro amor se encuentra en el otro mundo; podremos unirnos a Él, par ticipar de Él y poseerlo, si no salimos condescendemos con los placeres de la carne. Quien lo ha visto, sabe bien de lo que hablo; sabe que el 202 /
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alma tiene otra vida cuando se acerca al Uno y participa par ticipa de Él, y toma conciencia de que está junto a ella el dador de la verdadera vida, sin que necesite de ninguna otra cosa. Por el contrario, conviene que renuncie a todo lo demás y que se entregue solamente a Él, convirtiéndose en una sola cosa con Él, rompiendo todos los lazos que la atan a este mundo. Así es como procuramos salir de aquí y nos irritamos por los lazos que nos unen a los otros seres. Nos volvemos entonces por entero hacia nosotros mismos y no dejamos parte ninguna nuestra que no entre en contacto con Dios. Ya,, pues, Ya pues, es posible posible verlo y vernos vernos tambi también én a nosot nosotros ros mismos mismos en tanto la visión esté permitida. Se ve uno resplandeciente de luz y lleno de la luz inteligible y, y, mejor aún, se convierte uno en una luz pura, ligera y sin peso, hecho dios, o mejor dicho, siendo Dios. Se verá inflamado de amor en aquel instante hasta el momento en que, vencido otra vez por su peso, se siente como marchito y apagado. ¿Por qué no permanece en ese mundo? Sin duda, porque no ha salido del todo de este. Pero llegará un momento en que la contemplación será continua y no se verá turbada por ningún obstáculo pro veniente venie nte del cuerp cuerpo. o. No es la parte de nosot nosotros ros mismo mismoss que ve la que se encuentra impedida, sino otra parte, y así comprobamos que cuando deja de contemplar, no concluye su conocimiento de tipo científico, que consiste en demostraciones, en pruebas y en un diálogo del alma consigo misma. Pero no confundamos la razón con la visión y la facultad de ver, porque ambas cosas son mejores que la razón y anteriores a ella, como lo es su objeto mismo. En el momento en que el ser que ve se ve a sí mismo, se verá tal como es su objeto; mejor aún, se sentirá unido a él, similar a él y tan simple como él. Aunque quizá no convenga decir que verá, porque el objeto visto (y debemos afirmar que hay dos cosas, un sujeto que ve y un objet objetoo que es visto visto,, y que ambos no son una misma cosa, lo cual sería mucho atrevimiento); el objeto visto, digo, no lo ve ni lo distingue de sí mismo como si se representasen dos cosas, sino que al con vertirse vert irse en otro o tro ya no es realmente re almente él mismo, ni nada de sí mismo mis mo contribuye allí a la contemplación. Sucede como si hubiese hecho ENÉADA VI /
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coincidir su centro con el centro universal. Pues incluso en este mundo, cuando ambos se encuentran, forman una unidad, y son solo dos cuando se mantienen separados. Y he ahí el porqué nos resulta difícil explicar en qué consiste esta contemplación, ya que ¿cómo podríamos decir que el Uno es otro si no lo vemos como otro y unido a nosotros cuando lo contemplamos? Esto es lo que quería dar a entender el precepto de los misterios de no revelarlos a los no iniciados. Partiendo Par tiendo del hecho de que aquel espectáculo no es revelable, prohibió manifestar la divinidad a cualquier otro que no haya tenido la posibilidad de verla por sí mismo. No siendo en esa ocasión dos cosas, si en verdad el sujeto que ve y el objeto objeto visto visto son una una misma (hablar (hablaríamos íamos mejor mejor de de una «unión» «unión» que de una «visión»), cuando aquel quiera recordar después esa unión, acudirá a las imágenes que guarda en sí mismo. Pero si el ser que entonces contemplaba era uno y no manifestaba diferencia consigo mismo ni con respecto a las demás cosas, tampoco advertía movimiento dentro de sí y, en su ascensión, no mostraba cólera ni deseo, y ni siquiera razón ni pensamiento, porque, si hay que decirlo de algún modo, él mismo ya no disponía de su ser que, arrebatado o poseído de entusiasmo, se elevaba a un estado de serena calma. Verdaderamente, al no separarse de la esencia del Uno, no verificaba movimiento alguno hacia sí, sino que permanecía completamente inmóvil y se con vertía en la inmo inmovili vilidad dad mis misma. ma. Ya no le rete retenían nían las cosa cosass bel bellas, las, pue puessto que miraba por encima de la belleza, y había sobrepasado también el coro de las virtudes, había dejado atrás las estatuas del templo como quien penetra en el interior de un santuario. Serían las estatuas precisamente lo primero que tendría que ver al salir del santuario, después de esa visión interior y de esa unión, no desde luego con una estatua o una imagen de la divinidad, sino con la Divinidad misma; las estatuas constituirían contemplaciones de orden secundario. Quizá no deba hablarse ahora de una contemplación, sino de otro tipo de visión; por ejemplo, de un éxtasis, de una simplificación, de un abandono de sí mismo, del anhelo de un contacto, quietud e intuición que ronda en busca busc a de acoplamiento. Todo ello, para contem204 /
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plar lo que hay en el santuario. Si otra fuese la manera como contemplase, es claro que nada de esto se le haría presente. Estas son las imágenes con las que los más sabios de los profetas han expresado de forma enigmática en qué consiste la contemplación de Dios. Cualquier sabio sacerdote sacer dote puede dar con la verdad del enigma, si llega a alcanzar alca nzar en ese mundo una contemplación del santuario. Pero aunque no la alcance, y considere que el santuario es inaccesible a la visión, visi ón, tend tendrá rá que cons consider iderar ar a este este como como Fuent Fuentee y Princip Principio, io, y sabr sabráá además que el Principio solo se ve por el Principio, que lo semejante no se une más que a lo semejante y que no han de despreciarse en modo alguno cuantas cosas divinas pueda retener el alma. Así, antes de la contemplación, reclamará ya todo lo demás a la contemplación, aunque lo que él estime como el resto rest o sea realmente lo que se encuentra por encima de todas las cosas y también antes de ellas. La naturaleza del alma no admite el acercarse a la nada absoluta; cuando desciende, se dirige hacia el mal, que es una especie de no-ser, pero no al no-ser absoluto. Al avanzar en sentido contrario, no va tampoco hacia otro ser, sino hacia sí misma, y es por ello por lo que no entra en otra cosa sino en sí misma 64. Pero basta que ella esté únicamente en sí y no en el ser para que se encuentre verdaderamente en Él, porque Él no es una esencia, sino que está más allá de la esencia para el alma que tiene relación con Él. Quienquiera que se ve a sí mismo con vertirs vert irsee en Él, se consid considera era a sí mismo mismo como una una imagen imagen de Él. ParPartiendo de sí, como de la imagen al arquetipo, llegará indudablemente al fin del viaje. Y si alguna vez se aparta de la contemplación, que reavive de nuevo su virtud y comprendiendo entonces toda su ordenación interior, que vuelva a su ligereza da alma y, por intermedio de la virtud misma, llegue hasta la inteligencia y, y, a través de la sabiduría, ascienda hasta Él. Esta es la vida de los dioses y de los hombres divinos y bienaventurados: apartarse de las cosas de este mundo, sentirse a disgusto con ellas y huir, solo, hacia el Solo. 64
Es decir, el viaje del alma, bien se realice ya en esta vida o después de la muerte muer te física, no es más que volverse al interior interi or de uno mismo, recuperar el verdadero «Yo». ENÉADA VI /
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