Tercera edición
Me Graw Hill
Teoría sociológica clásica
GEORGE RITZER
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA George Ritzer Universidad de Maryland
T rad u cció n
MARIA TERESA C A SA D O RODRIGUEZ
Revisión técnica AM PARO ALM ARCHA B AR BAD O Facultad do C iencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid
McGraw-HHl MADRID • BUENOS AIRES • CARACAS » GUATEMALA • LISBOA « MEXICO NUEVA YORK * PANAMA • SAN JUAN • SANTAFE DE BOGOTA • SANTIAGO • SAO PAULO AUCKLAND • HAMBUBGO • LONDRES • MILAN « MONTREAL • NUEVA DELHI • PARIS SAN FRANCISCO • SIDNEY ♦ SINGAPUR • ST. LOUIS • TOKIO • TORONTO
^
TEO R IA SO C IO L O G IC A CLASICA No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el per miso previo y por escrito de los titulares del Copyright. DERECHOS RESERVADOS SO 1993 respecto a la primera edición en español, por McGRAW-HILL/iNTERAMERICANA DE ESPAÑA. S, A. Edifìcio Oasis-A, 1.“ planta Basauri, 17 28023 Aravaca (Madrid) Traducido de la primera edición en inglés de C LA SSICA L SO C IO L O G IC A L TH EO RY Copyright © MCMXCII, por McGraw-Hill Inc. ISBN: 0-07-0.-=.2t)72-S ISBN: 84-481-0104-9 Depósito legal: M. 16.869-1993 Compuesto gn PumogruphK. S.
L.
Impreso en Impresos y Revistas, S. A. (IMPRESA) IMPRESO EN ESPASA - PRINTED IN SPAIN
PERMISOS Y AG RAD EC IM IENTO S Texto Capítulo 3: Pasajes de Augusto Comte, A Genera! View of Positivism, traducido por J.H. Bridges, Nueva York; Robert Speller & Sons, Publishers, Inc., 1957. Utilizados con permiso del editor. Capítulo 5; Pasajes de KarI Marx, The Economic and Philosophic Manuscripts of 1844, ed. por Dirk K. Struik. © 1964 de International Publishers Co., Inc. Pasajes de Karl Marx, Capital, vol. 1. © 1967 de International Publishers Co., Inc. Ambos pasajes utiiizados con permiso del editor. Capítulo 7: Pasajes de Max Weber, Economy and Society, 2 vols. ed. por Guenther Roth y Claus Wittich, traducido por los editores y otros. © 1978 de The Regents of the University of Caiifornia. Utilizados con permiso de The University of California Press. Capítulo 8: Pasajes de Georg Simmei, The Philosophy o f Money, ed. y trad, por Tom Bottomore y David Frisby. Londres: Routledge and Kegan Paul. © 1907, 1978. Utilizados con permiso de Routledge. Capítulo 9; Pasajes de George Herbert Mead, Mind S elf and Society, ed. e introd. por Charles W. Morris. © 1934 de ia Universidad de Chicago. © 1962 de Charles W. Morris. Pasajes de Leonard S. Cottrell, Jr., «George Herbert Mead: The Legacy of Social Behaviorism», en Robert K. Merton y Matilda White Riley, eds., Sociological Traditions from Generation to Generation: Glimpses of the American Experience. © i960. Utilizados con permiso de Ablex Publishing Corp. Norwood, NJ. Capítulo 10: Pasajes de Alfred Schütz, Collected Papers I: The Problem o f Social Reality, edición e introducción de Maurice Natanson con un prefacio realizado por H.L. Van Breda. La Maya: Martinues Nijhoff, 1962, 1973, 1990. © 1962 de Martinus Nijhoff, La Haya, Países Bajos. Todos los derechos reservados, incluyendo el derecho de traducir o reproducir este libro o partes de él. Capítulo 11: Pasajes reimpresos con permiso de The Free Press, una división de Macmillan, Inc. de THE SOCIAL SYSTEM de Talcott Parsons. © 1951, renovado en 1979, de Talcott Parsons. Pasajes de Robert K. Merton, «Remembering the Young Talcott Parsons», American Sociologist, 15 (1980). Utilizados con permiso de ia Asociación Americana de Sociología.
Figuras Figuras 11.1 y 11.3 reimpresas con permiso de los editores de THE AMERICAN UNIVERSITY de Talcott Parsons y Gerald Piatt, Cambridge, MA; Harvard University Press, © 1973 de The President and Fellows of Harvard College. Figura 11.2 de Talcott Parsons, SOCIETIES; Evolutionary and Comparative Perspectives, © 1966. Adaptada con permiso de Prentice Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey. Fotos Página 8: Página 32; Página 52; Página 59; Página 68: Página 96: Página 126; Página 170: Página 211: Página 248: Página 302: Página 338: Página 366; Página 396;
Culver Pictures National Library of Medicine Cortesía de la Universidad de Chicago Cortesía de la Asociación Americana de Sociología Cortesía de Howard Press Culver Pictures Culver Pictures The Granger Collection, Nueva York The Bettmann Archive The Granger Collection, Nueva York The Granger Collection, Nueva York Cortesía de la Universidad de Chicago Cortesía de Estate of Alfred Schütz The Granger Collection, Nueva York
SOBRE EL AUTOR
GEORGE RITZER es profesor de sociologia de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Trabajo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y Ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología. El profesor Ritzer ha sido nombrado Alumno y Profesor Distingui do de la Universidad de Maryland y ha recibido el galardón de la Teaching Excellence. Ha disfrutado de una beca Fulbright-Hays y ha sido profesor visi tante en el Instituto Holandés de Estudios Avanzados y en el Colegio Sueco de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales. En 1992 MacGraw-Hill publicó las terceras ediciones de los textos básicos de teoría sociológica del profesor Ritzer — Sociological Theory y Contempora ry Sociological Theory— que han sido adoptados en Estados Unidos y Canadá, asi como en otros muchos países, para cursos de licenciatura en teoría social. Los oripcioalps intereses teóricos del Dr. Ritzer soa la metateoria v 1%teoría. de la racionalización. Sobre metateoria su libro más reciente es Meíatheorizing in Sociology (Lexinton Books, 1991). Entre sus anteriores libros sobre este tema se encuentran Sociology: A Multiple Paradigm Science (1975, 1980) y Toward and Integrated Sociological Paradigm (1981). Ha escrito varios ensayos sobre la racionalización y un volumen que se publicará próximamente con el titulo Big Mac Attack: The MacDonaldization o f Society (Lexinton Books, 1992).
vil
A MI MADRE con aprecio y amor
CONTENIDO
Indice de reseñas biográficas................................................................ Prefacio....................................................................................................
xvii xix
Esbozo histórico de la teoría sociológica: prim eros a ñ o s ...........
1
Introducción............................................................................................. Fuerzas sociales en el desarrollo de la teoría sociológica............... Revoluciones políticas.............................................................. La revolución industrial y el nacimiento del capitalism o.... El nacimiento del socialism o................................................... U rbanización.............................................................................. Cambio relig io so ....................................................................... Crecimiento de la c ie n c ia ........................................................ Fuerzas intelectuales y surgimiento de la teoría sociológica.......... La Ilustración y la fundación de la sociología en Francia ... El desarrollo de la sociología alem an a.................................. Los orígenes de la sociología brítánica.................................. Figuras clave de la sociología italiana................................... Desarrollos del marxismo europeo a la vuelta del s ig lo .....
2 4 6 6 7 7 9 9 10 10 19 34 39 40
Esbozo histórico de la teoría sociológica: años p o sterio res........
43
La primera tena sociológica estadounidense..................................... La orientación política de la prim era sociología estadouni dense ..................................................................................... Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociolo gía estadounidense.............................................................. La Escuela de Chicago.............................................................. La teoría sociológica hasta la mitad del siglo.................................... El nacimiento de Harvard, la Ivy Lcague y el funcionalismo estructural............................................................................. La decadencia de la Escuela de C hicago..................................... Desarrollos de la teoría m arxista La teoría sociológica desde la mitad de siglo.................................... Funcionalismo estructural: auge y decadencia..................... La sociologia radical en América: C. Wright M il\s.............
44 44 45 51 58 58 64 65 66 66 68 XI
CONTENIDO
El desarrollo de la teoría del conflicto..................... El nacimiento de la teoría del intercam bio.............. Análisis dramatúrgico: la obra de Erving Goffman El desarrollo de las sociologías «creativas»............ Teoría de sistem as..................... ................................. La influencia de la sociología m arxista................... El reto de la teoría fem in ista..................................... Estructuralismo y posestructuralism o...................... La teoría sociológica en los años no v en ta............................ Integración m icro-m acro............................................ Integración acción-cstructura.... ............................... Síntesis teóricas............................................................ Metateorización en sociología................................... Auguste Com te.— Las grandiosas ambiciones de C o m te ..................................... El positivismo: la búsqueda de leyes invariantes...... La ley de los tres estadios............................................. El positivismo: la búsqueda del orden y el progreso La sociología de C o m te ............................................................. Estática social................................................................. Dinámica so cial.............................................................. Teoría y práctica......................................................................... Los planes de Comte para el fu tu ro ........................................ Comte: una valoración crítica................................................... Contribuciones positivas............................................... Debilidades básicas de la teoría de C o m te ................ Herbert Spencer Spencer y C o m te ..................................................... Principios teóricos generales................................. Sociología................................................................. Definición de la ciencia de la sociología. Métodos sociológicos................................. La evolución de la sociedad.................................. Sociedades simple y com puestas.............. Sociedades militares e industriales......... La evolución de las instituciones societales....... Instituciones dom ésticas............................ Instituciones cerem oniales........................ Instituciones p o lític a s................................ Instituciones eclesiásticas..... ...................
CONTENIDO
X iii
Instituciones profesionales...................................................... Instituciones industriales......................................................... Etica y política........................................................................................
154 156 158
K arl M a rx ...............................................................................................
165
La d ialéctica............................................................................................ El potencial hum ano............................................................................... Capacidades y necesidades................................. ..................... C onciencia.................................................................................. Actividad..................................................................................... Sociabilidad................................................................... ............ Consecuencias im previstas...................................................... Alienación................................................................................................ Componentes de la alienación................................................. Distorsiones derivadas de la alienación................................. Em ancipación............................................................................. Estructuras de la sociedad capitalista.................................................. M ercancías.................................................................................. C apital......................................................................................... Propiedad p riv a d a ..................................................................... División del trabajo................................................................... Clase social................................................................................. Aspectos culturales de la sociedad capitalista................................... Conciencia de clase y falsa conciencia.................................. Ideología..................................................................................... La economía de Marx: estudio de un caso .........................................
168 176 176 177 180 182 182 183 184 185 188 189 189 192 193 194 195 196 197 198 199
Emíle D urkheim
205
Hechos sociales...................................................................................... La división del trabajo en la sociedad................................................ Densidad dináirJca.................................................................... D erecho....................................................................................... Anomía........................................................................................ Conciencia colectiva................................................................. Representaciones colectivas.................................................... Suicidio y corrientes sociales............................................................... Los cuatro tipos de suicidio..................................................... ¿Mente colectiva?..................................................................... Religión.................................................................................................... Lo sagrado y lo profano............................................................ Totem ism o................................................................................. Efervescencia colectiva...........................................................
207 210 214 214 216 216 217 218 221 224 225 226 227 228
CONTENIDO
Reformismo social...................................................... -.......................... ....229 Asociaciones profesionales..................................................... ....230 Culto al individuo...................................................................... ....231 El actor en el pensamiento de D urkheim ................................................231 Supuestos sobre la naturaleza hum ana................................... ....232 Socialización y educación m oral.................................................234 Variables dependientes.................................................................237 Acción individual e interacción................................................................241
Max Weber
......................................... 245
M etodología.................................................................................................246 Historia y sociología................................................................. ....246 Verstehen........................................................................................251 C ausalidad.................................................................................. ....254 Tipos ideales.................................................................................. 255 V alores........................................................................................ ... 258 Sociología sustantiva................................................................................. 260 ¿Qué es la sociología?................................................................. 261 Acción so c ia l................................................................................. 262 Clase, estatus y p a rtid o ................................................................ 264 Estructuras de au to rid ad .............................................................. 266 R acionalización......................................................................... ... 274 La religión y el nacimiento del capitalism o............................. 286
Georg Simmel
_______________________ __299
Preocupaciones principales................................................................... .... 300 Pensamiento d ialéctico................................................................. 302 Conciencia individual........................................................................... .... 306 Interacción social («Asociación»)....................................................... .... 308 Interacción: formas y tip o s...................................................... .... 308 Estructuras sociales....................................................................................314 Cultura objetiva...................................................................................... ....315 La filosofia del d inero................................................................................318 El secreto: estudio de un caso en la sociología de Simm el.............. ....325
George Herbert M ead............................................. ............................
333
La prioridad de lo so c ia l....................................................................... El a c to ......................................................................................................
337 340
CONTENIDO
XV
G estos........................................................................................... Símbolos significantes.................................... ......................... Procesos mentales y pensam iento....................................................... S e lf............................................................................................................ Sociedad................................................................................................... Evolución........................................................ ....................................... Pensamiento dialéctico..........................................................................
342 343 345 348 354 356 357
A lfred Schütz ............................ ............................................................
363
Interpretaciones de la obra de S chutz................................................. Las ideas de Edmund H usserl............................................................... La ciencia y el mundo so c ia l................................................................ Tipificaciones y rec e ta s....................................................................... . Intersubjetividad..................................................................................... El mundo de la vida............................................................................. Componentes privados del conocim iento.............................. Reinos del mundo so c ia l....................................................................... Folgew elty Vorwelt.................................................................. í/mwe/í y relaciones-nosotros................. .......... .................... Mitwelí y relaciones-ellos......................................................... Conciencia............................................................................................... Significados y m otivos.............................................................. Interpretación de la teoría de S c h u tz ..................................................
364 365 370 374 375 377 379 380 380 381 383 386 387 389
Talcott Parsons
...............
393
Los esfuerzos integradores de P arso n s............................................... Principios generales............................................................................... Raices filosóficas y teóricas.................................................... Teoría de la acción.................................................................... El alejamiento de la teoría de la a cció n................................. Pautas variables......................................................................... A G IL........................................................................................................ La consistencia de la teoría parsoniana: integración y orden ... El sistema de la acción........................................................................... Sistema social................................. ............. ............................. Sistema cultural.................................................. ....................... Sistema de la personalidad...................................................... Organismo conductual.............................................................. Cambio y dinamismo en la teoría parsoniana.................................... Teoría evolucionista.................................................................. Medios generalizados de intercam bio....................................
394 398 398 399 401 405 406 408 409 411 414 415 417 4 18 418 420
xvi
CONTENIDO
Apéndice. La metateorización sociológica y el esquema metateórico para el ánalisis de la teoría sociológica-------------------- -------------------- -- 423 La metateorización en sociologia.............................................................424 Las ventajas de la m etateorización........................................ ....430 Criticas a la m etateorización................................................... ....432 La explosión actual del interés por la m etateorización....... ....434 Las ideas de Thomas K uhn................................................................... ....435 La sociología: una ciencia m ultiparadigm ática................................. ....437 Los grandes paradigmas sociológicos.................................... ....438 Hacia un paradigma sociológico más integrado.................................... ....440 Niveles de análisis social: una revisión de la literatura...... ....441 Niveles de análisis social: un m odelo .................................... ....445 Referencias bibliográñcas.................................................................................451 Indice de nombres
483
Indice analítico —............................................................................. .............. ....491
INDICE DE RESEÑAS BIOGRAFICAS
Abdel Rahman Ibn-Jaldùn............................................................................... Sigmund F reud.................................................................................................. Robert Park........................................................................................................ Pitirim A. Sorokin..................................... ....................................................... C. Wright M ills ................................................................................................. Auguste C om te.................................................................................................. Herbert S pencer................................................................................................ Karl M arx .......................................................................................................... Emi le Durkheim ................................................................................................ Max W eber....................................................................................................... Georg S im m el................................................................................................... George Herbert M ead...................................................................................... Alfred S ch u tz.................................................................................................... Talcott Parsons............................... ..................................................................
8 32 52 59 68 96 126 170 211 248 302 338 366 396
x v ii
PREFACIO
LA PRIMERA edición de este texto de teoría sociológica clásica tiene sus raí ces en las primeras ediciones de mi libro, Sociological Theory, que abarcaba ambas teorías, ia clásica y la contemporánea. Muchos de los que se servían del texto enseñaban teoría sociológica clásica y sólo hacían uso de cerca de la mi tad de los capítulos. Querían un texto que tratara exclusivamente la teoria clási ca. Este libro responde a esa necesidad. Este libro se compone de seis capítulos revisados y actualizados y del apéndice de Sociological Theory. Comienza con dos capítulos sobre la historia de la teoría sociológica que incluyen las figuras principales de Karl Marx, Emi le Durkheim, Max Weber y Georg Simmel, y termina con un apéndice sobre la metateorización sociológica y el esquema metateórico que se ha empleado a lo largo de todo el texto como modo de análisis. A esos temas centrales se les han añadido cinco capítulos más con objeto de producir un análisis completo de la teoría sociológica clásica. Tras los dos capí tulos históricos introductorios figuran los capítulos dedicados a las primeras figuras de la teoría sociológica: Auguste Comte y Herbert Spencer. El texto continúa con los capítulos dedicados específicamente a Marx, Durkheim, W e ber y Simmel. Estuve dudando si tratar en profundidad otros primeros teóricos (como Pareto, Cooley y Tocqueville) o insertar en la tradición clásica a teóricos más recientes. Me decidí por la segunda opción y por ello el texto concluye con capítulos dedicados a las ideas de George Herbert Mead, Alfred Schutz y Tal cott Parsons. En mi opinión, a medida que pasa el tiempo estos pensadores van entrando a formar parte de la tradición clásica. Además, sus teorías recuerdan a las de otros teóricos clásicos por su alcance y ambición. Finalmente, han sido incluidos, como los otros teóricos clásicos que se estudian en este texto, por su continua relevancia en la teoría sociológica. Así, aunque este libro trate de teo ria clásica, abarca también el trabajo de pensadores cuyas ideas siguen siendo importantes en distintos grados y formas para la teoría sociológica contempo ránea. Quiero expresar mi agradecimiento a varios estudiantes licenciados que me ayudaron en la preparación de este libro: Pam Gindoff, Terri LeMoyne, Shanyang Zhao y, particularmente, Jie Jang. De incalculable valor ha sido la ayuda xix
XX
PREFACIO
de Ira Roberts —editora supervísora de este proyecto de McGraw-HíIl— para la producción final de este libro. También quiero expresar rni agradecimiento a Phii Butcher, editor ejecutivo de McGraw-Hill, por su notable apoyo en la pro ducción de este libro y en la de una serie de otros proyectos en marcha. Mi hijo, Jeremy Ritzer, creó un fabuloso índice. Finalmente expreso mi reconocimiento a los siguientes revisores por sus útiles comentarios y sugerencias; Robert Antonio, Universidad de Kansas; John Baldwin, Universidad de California, Santa Bárbara; Deirdre Boden, Universi dad de Washington; Iran Cohén, Universidad de Rutgers; Paul Colomy, Univer sidad de Denver; Karen Cook, Universidad de Washington; James Farganis, Vassar College; Gary Fine, Universidad de Georgia; Robert A. Jones, Universi dad de Illinois; Stephen Kalberg, Universidad de Harvard; Frank J. Lechner, Universidad de Emory; George Psathas, Universidad de Boston; Steven Seidman, SUNY en Albany; y Jonathan H. Turner, Universidad de California, Ri verside. George Ritzer
CAPITULO
1
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS INTRODUCCION FUERZAS SOCfALES EN EL DESARROLLO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA Revoluciones políticas La revolución industrial y el nacimiento del capitalismo
FLpaciTOi«QtaxieLscicialü5icno_ Urbanización Cambio religioso Crecimiento de la ciencia FUERZAS INTELECTUALES Y SURGIMIENTO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA La Ilustración y la fundación de la sociología en Francia El desarrollo de la sociología alemana Los orígenes de la sociología británica Figuras clave de la sociología italiana Desarrollos del marxismo europeo a la vuelta del siglo
1
2
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Este libro se ha pensado corno una introducción a la obra de los teóricos de la sociologia clásica, por lo que comenzamos con las siguientes ideas, expresadas en una sola proposición, que proporcionan la esencia de las teorías que se tratan en estas páginas: • Nos dirigimos hacia un mundo dominado por la ciencia. (Auguste Comte) • El mundo camina hacia un mayor orden y armonía. {Herbert Spencer) • El capitalismo se basa en la explotación de los trabajadores por los capi talistas. (Karl Marx) • El mundo moderno ofrccc menos cohesión moral que las sociedades an teriores. (Emite Durkheim) • El mundo moderno es una jaula de hierro de sistemas racionales de la que no hay salida. {Max Weber) • La ciudad genera un tipo particular de persona. {Georg Simmel) • Las mentes de las personas y sus conceptos de sí mismas están configura das según sus experiencias sociales. {George Herbert Mead) • En sus relaciones sociales las personas suelen confiar en «fórmulas» ver daderas que han sido aplicadas anteriormente para saber cómo manejar esas relaciones. {Alfred Schutz) • La sociedad es un sistema integrado de estructuras y funciones sociales. {Talcott Parsons) El objeto de este libro es ayudar al lector a comprender mejor estas ideas teóricas, así como las teorías más extensas en las que se inspiran estas ideas, dentro del contexto de la obra de cada uno de los nueve teóricos clásicos arriba mencionados.
INTRODUCCION Por teoría sociológica clásica nos referimos a teorías ambiciosas y de gran al cance que se crearon durante la edad clásica de la sociología en Europa (aproxi madamente entre principios del siglo xix y principios del xx), o tienen sus raíces en ese periodo y cultura. Las teorías de Comte, Spencer, Marx, Durkheim, Weber y Simmel se produjeron durante la época clásica en Francia, Inglaterra y Ale mania. Las teorías de Mead, Schutz y Parsons se produjeron bastante más tarde y principalmente en los Estados Unidos, pero sus fuentes se encuentran en la época clásica y en las tradiciones intelectuales europeas. La obra de estos nueve teóricos se analiza en este libro por dos razones principales. Primera, en todos los casos su obra cobró importancia en su tiempo y jugó un papel central en el desarrollo de la sociología en general, y en el de la teoría sociológica en particular. Segunda, sus ideas han sido y siguen siendo importantes y leídas por los sociólogos contemporáneos, aunque ello sea menos
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
3
cierto en el caso de Comte y Spencer (quienes tienen más importancia histórica) que en el de los demás. Este libro no abarca toda la teoría sociológica, sino sólo la teoría clásica. Sin embargo, con el fin de una mejor comprensión de las ideas de los nueve teóricos clásicos que serán discutidas en profundidad a lo largo del libro, co menzamos con dos capítulos que ofrecen una visión general de la historia de la teoría sociológica'. El primer capítulo estudia los primeros años de la teoría sociológica, mientras el segundo traslada esa historia al presente y a los desa rrollos más recientes de la teoría sociológica. Ambos capítulos ofrecen, juntos, el contexto en el que debe comprenderse la obra de los nueve teóricos clásicos. Los dos capítulos introductorios obedecen a la creencia de que es importante comprender no sólo las fuentes históricas de las teorías clásicas, sino también su influencia posterior. En términos generales, el lector debe tener una visión general de la teoría sociológica antes de pasar a un análisis detallado de los teóricos clásicos. El resto de! contenido de este libro (desde el tercer capitulo hasta el undécimo) trata de las ideas de los principales teóricos clá.sicos mencio nados arriba. Así, las ideas de los principales teóricos clásicos serán doblemen te analizadas. En el primer o segundo capítulo se presentan brevemente en su contexto histórico, para ser analizadas en profundidad en el capítulo dedicado a cada uno de los teóricos. ¿Por qué nos centramos en estos nueve teóricos y no en otros muchos cuyos nombres e ideas surgirán en el curso de los dos primeros capítulos? La respues ta más simple a esta pregunta es que las limitaciones de espacio hacen imposi ble estudiar a todos los teóricos clásicos. Por otro lado, a muchos teóricos no se les ha dedicado un solo capítulo debido a que sus teorías no pertenecen o no tienen raíces de importancia central en la época clásica. Además, las teorías deben reunir otra serie de criterios para poder ser analizadas en profundidad. Para incluirlas, las teorías deben tener un amplio campo de aplicación, tratar las cuestiones sociales más importantes y haber superado la prueba del tiempo (es decir, deben seguir siendo leídas e influyentes)^. Así, ciertos teóricos que se analizan brevemente en este capítulo (por ejemplo, Louis DeBonald y Gaetano Mosca) no serán discutidos en detalle más adelante porque sus ideas incumplen uno o más de los criterios mencionados arriba, especialmente el hecho de que
‘ En ei apéndice puede encontrarse el enfoque y esquema metateóricos que emplean estos dos capítulos y el resto del libro, ^ Estos cuatro criterios constituyen nuestra defínición de teoría sociológica (clásica). Esta definición se opone a las defmiciones formales «científicas» que suelen emplearse en los textos teóricos de esc tipo, Lina definición científica podría ser que una teoría es un conjunto de propo siciones interrelacionadas que permite la sistematización del conocimiento, la explicación y la predicción de ia vida social y la producción de nuevas hipótesis de investigación (Faia, 1986), Aunque esta defínición tiene un gran atractivo, simplemente no se ajusta a muchos de los siste mas de ideas que se analizan en este libro. En otras palabras, la mayoría de las teorías clásicas (y contemporáneas) no cumplen alguno o varios de los criterios formales de la teoría, aunque sin embargo son consideradas teorías por la mayoría de los sociólogos.
4
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
SUS teorías no han superado la prueba del tiempo. Algunos de los teóricos más contemporáneos estudiados en el capítulo segundo (por ejemplo, Erving Goff man y Harold Garfinkel), no son analizados en detalle porque se asocian más a la era contemporánea que a la teoria sociológica clásica. Nuestro estudio se centra en la importante obra teórica clásica de los soció logos, así como en los trabajos de aquellos que suelen relacionarse con otros campos (por ejemplo, Karl Marx y su asociación con el campo de la economía) pero que han sido definidos como figuras de importancia para la sociologia. Para decirlo sucintamente, el presente es un libro sobre las «grandes ideas» en la historia de la sociología, ideas que tratan de las cuestiones sociales más im portantes y que han tenido una gran repercusión. Presentar una historia de la teoría sociológica es una ardua tarea, pero como sólo dedicamos Jos dos primeros capítulos a ella lo que ofrecemos es un esbozo histórico altamente selectivo^. Pretendemos proporcionar al lector un andamio que le ayude a situar las discusiones detalladas posteriores de los teóricos clási cos en un contexto histórico. (Sería de especial utilidad ojear más de una vez las Figuras 1.1 y 2.1, ya que son representaciones esquemáticas de la historia que abarca este capitulo). No se puede establecer a ciencia cierta la fecha exacta de los comienzos de la teoría sociológica. Muchos han reflexionado y han desarrollado teorías sobre la vida social desde sus origenes históricos. Pero no nos remontaremos a ios remotos tiempos de los griegos o los romanos, ni siquiera a la Edad Media. Y ello no se debe a que pensemos que las personas de aquellos tiempos no tuvie ran ideas sociológicas importantes, sino a que el producto de nuestra inversión en tiempo sería pequeño; gastaríamos demasiado tiempo analizando pocas ideas relevantes para la sociología moderna. En cualquier caso, ninguno de los pensa dores de aquellas épocas se reconocían a si mismos, y pocos son reconocidos actualmente, como propiamente sociólogos. (Para el análisis de una excepción, véase la reseña biográfica de Ibn-Jaldún). Es a principios del siglo x ix cuando comenzamos a encontrar pensadores que han sido manifiestamente identifica dos como sociólogos. Estos son los pensadores sociales que nos interesan y comenzamos, pues, con el examen de las fuerzas sociales e intelectuales más importantes que configuraron sus ideas.
FUERZAS SOCIALES EN EL DESARROLLO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA El contexto social configura profundamente todos y cada uno de los campos intelectuales. Ello es particularmente cierto en el caso de la sociología, que no sólo se deriva de ese contexto, sino que también toma el contexto social como
Para un esbozo histórico más detallado, véase, por ejemplo, Szacki (1979).
\ fuêrzas
iÌuUraCtÓn
SO CIALES
M ontesquieu (J6 8 9 -1 7 5 5 ) R ousseau ( 1 7 1 2 0 7 7 8 )
R evolucione» politicaü
Reacctàn eva d er vtuiore de B onald (1754-1840) d e M aistre (1 7 5 3 'IS 2 1 )
S a ini - Sim o n (1760*1825)
Dürkhctm (1858-1917)
Corate <1798-1 $57)
A LEM A M A Hegel (1 7 7 0 -1 8 3 U
J ò v m e s h tg eh a n o s Feuerbach
M arx (1818-1883)
(U04.J872)
R evolución industrial y nacim iento del capitalism o
(1554-1938)
H isionctsm o alem án D ilthey (1 8 3 3 -I9 1 U
K ant (1 7 2 4 -1 8 0 4 )
Determ inista.^ económ icas KauwV.y
Nietzsche (1644.1900)
M arxistas he}(e!tan<¡S L ukács
W eber (1 8 6 4 .1 9 2 0 )
Simm el
(IB5MQt8)
>
U rbanización
Pareto (1848-1923) M osca t 1 S 3 » 0 9 4 l)
Cam bio
religìoì^o gran
Cr€cirai€tiro de la ciencia
b r e ìa
Sia
Econom ìa p o litic o Sm ith ( I 7 2 Î - I7 9 0 )
R icardo (1772-1823)
Teoria evolucionis/a S p e n c e r Í182D-1903)
/ Figura 1.1. Teoría sociológica: primeros años.
(188M07))
6
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
objeto de estudio. Analizaremos brevemente algunas de las condiciones so ciales más importantes del siglo xix y principios del xx, condiciones que fueron de suma importancia para el desarrollo de la sociología. Tendremos también la ocasión de comenzar a presentar las principales figuras de la historia de la teo ria sociológica. SU
Revoluciones políticas La larga serie de revoluciones políticas que, desencadenadas por la Revolución Francesa de 1789, se produjeron a lo largo del siglo xix constituyó el factor más inmediato de la aparición de ia teorización sociológica. La influencia de estas revoluciones en muchas sociedades fue inmensa, y de ellas se derivaron mu chos cambios positivos. Sin embargo, lo que atrajo la atención de muchos de los primeros teóricos no fueron las consecuencias positivas de esos cambios, sino sus efectos negativos. Estos escritores se sintieron particularmente preocupa dos por el caos y el desorden resultantes, sobre todo en Francia. Sentían al unisono un deseo de restaurar el orden de la sociedad. Algunos de los pensado res más extremistas de este periodo anhelaban literalmente un regreso a los pacíficos y relativamente ordenados días de la Edad Media. Los pensadores más sofisticados reconocían que el cambio social que se había producido hacía imposible ese regreso. Así, se afanaban por encontrar nuevas bases de orden en las sociedades perturbadas por las revoluciones políticas de los siglos xvni y XIX. Este interés por la cuestión del orden social fue una de las preocupaciones principales de los teóricos clásicos de la sociología, en especial de Comte, Durk heim y Parsons.
La revolución industrial y el nacimiento del capitalismo En la configuración de la teoria sociológica tan importante fue la revolución política como la revolución industrial, que se produjo en muchas sociedades occidentales principalmente durante el siglo xix y principios del xx. La revolu ción industrial no constituye un único acontecimiento, sino muchos desarrollos interrelacionados que culminaron en la transformación del mundo occidental, que pasó de ser un sistema fundamentalmente agricola a otro industrial. Gran cantidad de personas abandonaron las granjas y el trabajo agrícola para ocupar los empleos industriales que ofrecían las nuevas fábricas. Estas fábricas habían experimentado también una transformación debido a la introducción de mejo ras tecnológicas. Se crearon inmensas burocracias económicas para proporcio nar los múltiples servicios que requerían la industria y el naciente sistema eco nómico capitalista. El ideal de esta economía era un libre mercado en el que pudieran intercambiarse los diversos productos del sistema industrial. En este sistema unos pocos obtenían enormes ganancias, mientras la mayoría trabajaba gran cantidad de horas a cambio de bajos salarios. La consecuencia de ello fue la reacción contra el sistema industrial y contra el capitalismo en general, lo que
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
7
condujo a la creación del movimiento obrero, así como a una diversidad de movimientos radicales cuyo objetivo era derrocar el sistema capitalista. La revolución industrial, el capitalismo, y la reacción contra ellos desenca denó una enorme revuelta en la sociedad occidental, una revuelta que afectó profundamente a los sociólogos. Cuatro figuras principales de la historia de la teoría sociológica — Karl Marx, Max Weber, Emile Durkheim y Georg Sim mel—, así como otros muchos pensadores de menor importancia, se sentían preocupados por estos cambios y por tos problemas que habían creado al con junto de la sociedad. Pasaron sus vidas estudiando estos problemas y en muchos casos se esforzaron por desarrollar programas que pudieran resolverlos.
El nacimiento del socialismo Una serie de cambios cuyo objetivo era solucionar los excesos del sistema in dustrial y del capitalismo pueden agruparse bajo el término «socialismo». Aun que algunos sociólogos apoyaron el socialismo como la solución a los proble mas industriales, la mayoría se manifestó personal e intelectualmente en contra de él. Por un lado, Karl Marx apoyaba activamente el derrocamiento del siste ma capitalista y su sustitución por un sistema socialista. Aunque no desarrolló una teoría del socialismo p e rse , invirtió una gran cantidad de tiempo en criticar varios aspectos de la sociedad capitalista. Además, estuvo implicado en diver sas actividades políticas que esperaba dieran como resultado el nacimiento de las sociedades socialistas. Sin embargo, Marx constituye una figura atipica de los primeros años de la teoría sociológica. La mayoría de los primeros teóricos, como Weber y Durk heim, se opuso al socialismo (al menos, así lo creía Marx). Aunque reconocían los problemas de la sociedad capitalista, se afanaban por encontrar una reforma social dentro del capitalismo, antes que apoyar la revolución social que propo nía Marx. Temían al socialismo más que al capitalismo. Este temor jugó un papel mucho más importante en la configuración de la teoría sociológica que el apoyo de Marx a la alternativa socialista al capitalismo. Como veremos, en muchos casos la teoría sociológica se desarrolló de hecho como una reacción contra la teoría socialista en general, y contra la marxiana en particular.
Urbanización En parte como resultado de la revolución industrial, una gran cantidad de perso nas del siglo XIX y xx fue desarraigada de su entorno rural y trasladada a empla zamientos urbanos. Esta emigración masiva se debió en muy buena medida a los empleos que creó el sistema industrial en las zonas urbanas. Además, la expansión de las ciudades produjo una lista supuestamente interminable de pro blemas urbanos: masificación, contaminación, ruido, tráfico, etc.. La naturale za de esta vida urbana y sus problemas atrajo la atención de muchos sociólogos clásicos, especialmente la de Max W eber y Georg Simmel. De hecho, la prime-
8
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ABDEL RAHMAN IBN-JALDUN: Reseña biográfica Existe una en encia que nos leva a pensar en la sociología como un fenómeno compa rativamente moderno y exclusivamente ocmuclio tiempo existieron en otras partes del mundo sabios que hicieron sociología. Ab del Rahman Ibn-Jaldún constituye un buen ejemplo. Ibn-Jaldún nació en Túnez, en Africa del Norte, el 27 de mayo de 1332 (Faghirzadeh, 1982). Nacido en el seno de una familia cul ta, Ibn-Jaldún inició sus estudios con ei Co rán (el libro sagrado musulmán), las matemáticas y la historia. Traba jó para varios sultanes de Túnez. Marruecos, España y Argelia como embajador, chambelán y miembro del consejo de sabios. Estuvo en prisión en Marruecos por creer y manifestar que los gobernantes civi les no eran líderes divinos. Tras aproximadamente dos décadas de actividad política Ibn-Jaldún regresó al norte de Africa, donde inició un periodo de cinco años de intenso estudio y producción de escritos. Las obras que escribió durante este periodo aumentaron su fama y le proporcionaron un empleo de profesor en el principal centro de estu dios islámicos, la mezquita universitaria de Al-Azhar en El Cairo. En sus concurridas clases sobre la sociedad y la sociología, Ibn-Jaldún acentuaba la importancia de la vinculación del pensamiento sociológi co y la observación histórica. Cuando llegó al término de sus días, en 1406, Ibn-Jaldún había producido una obra que tiene mucho en común con la sociología con temporánea. Estaba comprometido con el estudio científico de la so ciedad, con la investigación em pírica y con la búsqueda de las causas de los fenómenos sociales. Dedicó considerable atención a diversas instituciones sociales (por ejemplo, a las políticas y económicas) y a la relación entre ellas. Se interesó por la comparación entre las socie dades modernas y las primitivas. Ibn-Jaldún no tuvo una influencia profunda en la sociología clásica; pero, una vez redescubierta su obra, puede ser considerado como una figura de un gran significado históri co, como lo es por los intelectuales en general y los intelectuales islá micos en particular.
ra y principal escuela de sociología estadounidense, la escuela de Chicago, se define en parte por su preocupación por la ciudad y sus intereses en la utiliza ción de Chicago como laboratorio para el estudio de la urbanización y sus pro blemas.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
9
Cambio religioso Los cambios sociales que se produjeron a raíz de las revoluciones políticas, la revolución industrial, y la urbanización, tuvieron un profundo efecto en la reli giosidad. Muchos de los primeros sociólogos recibieron una educación religio sa y se encontraban implicados activamente, y en algunos casos, profesional mente, en la religión (Hinkle y Hinkle, 1954). Su objetivo en sociología era el mismo que tenían sus vidas religiosas. Su deseo era mejorar la vida de las per sonas (Vidich y Lyman, 1985). En algunos casos (como en el de Comte) la sociología se convirtió en una religión. En otros, sus teorías sociológicas exhi ben una marca inconfundiblemente religiosa. Durkheim dedicó una de sus prin cipales obras a la religión. La moral jugó un papel central no sólo en la sociolo gía de Durkheim, sino también en la obra de Talcott Parsons. Una gran parte de la obra de Weber está dedicada a las religiones del mundo. Marx también se mostró interesado por la religiosidad, pero su orientación era más crítica, Spen cer también discutió la cuestión de la religión («las instituciones eclesiásticas») como un componente importante de la sociedad.
Crecimiento de la ciencia En el curso del desarrollo de la teoría sociológica tuvo lugar un creciente interés por la ciencia, no sólo en las universidades, sino también en la sociedad en su conjuntorLos productos tecnológicos de la ciencia impregnaban todos los sec tores de la vida, y la ciencia adquirió un fabuloso prestigio. A los intelectuales vinculados a las ciencias que más éxitos acumulaban (la física, la biología y la química) se les otorgaban lugares preferentes en la sociedad. Los sociólogos (especialmente Comte, Durkheim, Spencer, Mead y Schutz) se preocuparon desde el principio por la ciencia, y muchos querían modelar la sociologia a partir de las ciencias de la física y la química, que habían obtenido un gran éxito. Sin embargo, en seguida surgió un debate entre ios que aceptaban de buen grado el modelo científico y los que (como Weber) pensaban que las ca racterísticas particulares de la vida social dificultaban y hacían no recomenda ble la adopción de un modelo absolutamente científico. La cuestión de la rela ción entre la sociología y la ciencia aún se debate, aunque una sola ojeada a las principales revistas del área indica el predominio de los que apoyan la sociolo gía como ciencia. Estos son sólo algunos de los principales factores sociales que jugaron pa peles centrales en los primeros años de la teoria sociológica. La influencia de estos factores se clarificará a medida que analicemos a los diversos teóricos a lo largo del libro. Aunque los factores sociales son importantes, concedemos más importan cia en este capítulo a las fuerzas intelectuales que jugaron un papel central en la configuración de la teoría sociológica. Por supuesto, en el mundo real los facto res intelectuales son inseparables de las fuerzas sociales. Por ejemplo, en la
10
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
discusión de la Ilustración que aparece más adelante nos percatamos de que ese movimiento está íntimamente relacionado con los cambios sociales discutidos arriba, y en muchos casos proporciona su base intelectual.
FUERZAS INTELECTUALES Y SURGIMIENTO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA Las numerosas fuerzas intelectuales que configuraron el desarrollo de las teo rías sociológicas clásicas se analizan en el contexto nacional en el que se dejó sentir su influencia. Comenzamos con la Ilustración y su influencia en el desa rrollo de la teoría sociológica en Francia.
La Ilustración y la fundación de la sociología en Francia Numerosos observadores piensan que, a la luz de la evolución posterior de la sociología, la Ilustración constituye un desarrollo crítico (Hawthorn, 1976; Nisbet, 1967; Seidman, 1983; Zeitlin, 1981, 1990). La Ilustración fue un periodo de notable desarrollo y cambio intelectual en el pensamiento filosófico"*. Algunas ideas y creencias que han prevalecido —muchas relacionadas con la vida so cial— fueron superadas y reemplazadas durante la Ilustración. Los pensadores más importantes asociados con la Ilustración son los filósofos fi-ancescs Char les Montesquieu (1689-1755) y Jean Jacques Rousseau (1712-1778). Sin em bargo, la influencia de la Ilustración en la teoría sociológica fue más indirecta y negativa que directa y positiva. Como ha señalado Irving Zeitlin, «La sociolo gía se desarrolló inicialmente como una reacción a la Ilustración» (1981: 10). Después de todo, los pensadores vinculados a la Ilustración estuvieron in fluidos por dos corrientes intelectuales; la filosofia y la ciencia del siglo xvii. La filosofía del siglo xvii estaba asociada a la obra de pensadores tales como René Descartes, Thomas Hobbes y John Locke. El interés fundamental se centraba en la producción de sistemas ambiciosos, generales y altamente abs tractos de ideas que tuvieran sentido racional. Pensadores más tardíos relacio nados con la Ilustración no rechazaron la idea de que los sistemas de ideas debían ser generales y tener un sentido racional, pero hicieron grandes esfuer zos por derivar sus ¡deas deí mundo reai y verificarlas en éi. En otras palabras, deseaban combinar la investigación empírica con la razón (Seidman, 1983: 36 37). El modelo para llevar a cabo esa combinación era el científico, especial-
Este apañado se basa en la obra de Irving Zeitlin {1981, 1990). .\unque presentamos aquí el análisis de Zeitlin debido a su coherencia, es necesario manifestar que tiene algunas limita ciones; existen mejores análisis de la Ilustración, existen muchos otros factores implicados en !a configuración del desarrollo de la sociología y, además, Zeitlin tiende a exagerar sus propios puntos de vista (por ejemplo, la influencia de Marx). Pero en conjunto, Zeitlin nos ofrece un punto de partida útil para nuestros objetivos en este capítulo.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
11
mente la física newtoniana. lin esos momentos se produjo el nacimiento de la aplicación del método científico a las cuestiones sociales. Por otro lado, no sólo los pensadores de la Ilustración querían que sus ideas se derivaran, al menos en parte, del mundo real, sino que también deseaban que fueran útiles para el mun do social, especialmente para el análisis crítico de ese mundo. En general, la Ilustración se caracterizó por la creencia de que las personas podían comprender y controlar el universo mediante la razón y la investigación empírica. Pensaban que del mismo modo que el mundo físico se regia de acuer do con leyes naturales, era probable que el mundo social también tuviera sus propias leyes. Por tanto, mediante el empleo de la razón y la investigación cien tífica, al filósofo atañía descubrir estas leyes sociales. Una vez comprendido el funcionamiento del mundo social, los pensadores de la Ilustración se trazaron una meta práctica; la creación de un mundo más racional y «mejon>. Como hacían hincapié en la importancia de la razón, !os filósofos de la Ilustración tendían a rechazar las creencias en la autoridad tradicional. Cuando estos pensadores examinaban los valores y las instituciones tradicionales, so lían encontrarlas irracionales, es decir, opuestas a la naturaleza humana e inhi bidoras del desarrollo y crecimiento humano. La misión de estos filósofos de la Ilustración prácticos e inclinados a! cambio era, pues, superar estos sistemas irracionales. Reacción conservadora a la Ilustración. El teórico más directa y positiva mente influido por el pensamiento de la Ilustración fue Karl Marx, aunque pro dujo sus primeras ideas teóricas en Alemania. A primera vista pensamos que la teoría sociológica clásica francesa, así como la teoría de Marx, estuvo directa y positivamente influida por la Ilustración. Después de todo, ¿acaso no se convir tió la sociología francesa en una sociología racional, empírica, científica y orientada al cambio? La respuesta es que sí, pero no antes de que se formara por medio de un conjunto de ideas que se desarrollaron como reacción a la ilustración. Para Seidman «La ideología de la contra-ilustración supuso una inversión virtual del liberalismo de la Ilustración. En lugar de premisas modernistas, detectamos en los críticos de la Ilustración un profundo sentimiento antimodernista» (1983; 51). Como veremos, la sociologia en general, y la sociología francesa en particular, constituyeron desde sus inicios una mezcolanza turbulenta de ideas en pro y en contra de la Ilustración. La forma más extrema que adoptó la oposición a las ideas de la Ilustración fue la filosofía contrarrevolucionaria católica francesa representada fundamen talmente por las ideas de Louis de Bonald (1754-1840) y Joseph de Maistre (1753-1821). Estos hombres reaccionaron no sólo contra la Ilustración, sino también contra la Revolución Francesa, a la que consideraban como parte de un producto del pensamiento característico de la Ilustración. De Bonald, por ejem plo, mostraba especial disgusto por los cambios revolucionarios y recomendaba un regreso a la paz y armonía de la Edad Media. Dios era la fuente de la socie dad. por lo que la razón, de suma importancia para los filósofos de ia Ilustra
12
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ción, era considerada inferior a las creencias religiosas tradicionales. Además, se pensaba que como Dios había creado la sociedad, los humanos no podían manipularla ni debian intentar cambiar una creación sagrada. Por extensión, de Bonald se oponia a todo lo que minara instituciones tradicionales tales como el patriarcado, la familia monógama, la monarquía y la Iglesia Católica. Limitarse a calificar la postura de de Bonald de conservadora es un error. Aunque de Bonald representó una forma bastante extrema de la reacción conservadora, su obra constituye una introducción útil a sus premisas genera les. Los conservadores se alejaron de lo que consideraban el racionalismo «nai ve» de la Ilustración. No sólo reconocían los aspectos irracionales de la vida social, sino que también les asignaban un valor positivo. Así, fenómenos tales como la tradición, la imaginación, la emoción y la religión constituían compo nentes útiles y necesarios de la vida social. Les disgustaba la revuelta y desea ban mantener el orden existente, y por ello deploraban desarrollos tales como la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, considerados por ellos como fuerzas destructivas. Los conservadores tendian a acentuar el orden social, ten dencia que se convirtió en uno de los temas centrales de la obra de varios teóri cos clásicos de la sociología. Zeitlin (1981) expuso diez proposiciones principales que, en su opinión, definen la reacción conservadora y proporcionan la base dcl desarrollo de la teoría sociológica clásica. 1. Mientras que la mayoría de los pensadores de la Ilustración tendían a hacer hincapié en el individuo, la reacción conservadora llevó a un ma yor interés por la sociedad y otros fenómenos de gran alcance. La socie dad se consideraba como algo más que un mero agregado de individuos. Pensaban que la sociedad existía per se, con sus propias leyes de desa rrollo y sus profundas raíces en el pasado. 2. La sociedad era la unidad de análisis más importante; se le confería más importancia que al individuo. Era la sociedad la que creaba al individuo, fundamentalmente a través dcl proceso de socialización. 3. El individuo no constituía ni siquiera el elemento más básico de la socie dad. Una sociedad se componía de elementos tales como roles, posicio nes, relaciones, estructuras e instituciones. Los individuos ni siquiera eran considerados como los protagonistas de esas unidades de la socie dad. 4. Se creia que las partes de una sociedad estaban interrelacionadas y eran interdependientes. En efecto, estas interrelaciones constituían la princi pal base de la sociedad. Esta visión les confirió una orientación política conservadora. Es decir, debido a que las partes se suponían interrelacio nadas, manipular una de ellas podía conducir a la destrucción de las otras partes y, consecuentemente, del sistema en su conjunto. Ello supo nía que la introducción de cambios en el sistema social debía realizarse con suma precaución.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
13
5. Se contemplaba el cambio como una amenaza no sólo para la sociedad y sus componentes sino también para los individuos de la sociedad. Los diversos componentes de la sociedad satisfacían supuestamente las ne cesidades de las personas. Cuando las instituciones se destruían, la gen te probablemente sufría, y tal sufrimiento desembocaría probablemente en el desorden social. 6. La tendencia general era creer que los diversos componentes de la sociedad eran útiles tanto para la sociedad como para el individuo. En consecuencia, apenas existía el deseo de reflexionar acerca de los efectos negativos de las estructuras y las instituciones sociales exis tentes. 7. Pequeñas unidades como la familia, el vecindario y los grupos religio sos y ocupacionales también eran calificados de esenciales para los in dividuos y la sociedad. Proporcionaban los entornos íntimos y de interrelación personal que las personas necesitaban para sobrevivir en las sociedades modernas. 8. Existia una cierta tendencia a interpretar que cambios sociales como la industrialización, la urbanización y la burocratización tenían efectos desorganizadores. Se contemplaban estos cambios con temor e inquie tud y existia gran interés en idear alguna manera de manejar sus efectos destructores. 9. Aunque gran parte de estos temidos cambios daba lugar a una sociedad más racional, la reacción conservadora llevaba a reconocer la impor tancia de los factores no racionales (por ejemplo, el ritual, la ceremonia y el culto) de la vida social. 10. Finalmente, los conservadores apoyaban la existencia de un sistema social jerárquico. Se confería tanta importancia a la sociedad como a la existencia de un sistema diferencial de estatus y recompensas. Estas diez proposiciones que resumen la reacción conservadora a la Ilustra ción deben considerarse como la base intelectual más inmediata del desarrollo de la teoría sociológica en Francia. Muchas de estas ideas penetraron profunda mente en el pensamiento sociológico temprano, aunque algunas de las ideas de la Ilustración (el empirismo, por ejemplo) también ejercieron gran influencia. Aunque hemos subrayado las discontinuidades entre la ilustración y la con tra-ilustración, Siedman defiende que existían vínculos y afinidades entre ellas. En primer lugar, la contra-ilustración prolongaba la tradición científica desa rrollada por la Ilustración. En segundo lugar, adoptó el interés de la Ilustración por las colectividades (como opuestas a los individuos) y las estudió en profun didad. Y en tercer lugar, ambas se interesaron por los problemas del mundo moderno, especialmente por sus efectos negativos sobre los individuos. Pasaremos ahora a la fundación real de la sociología como disciplina distin tiva y, específicamente, a la obra de tres pensadores franceses, Claude SaíntSimon, Auguste Comte y, sobre todo, Durkheim.
14
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Claude H enri Saint-Sim on (1760-1825). Saint-Simon era mayor que Augus te Comte quien, de hecho, trabajó en su juventud como secretario y discípulo de aquél. Existe una gran similitud entre las ideas de ambos pensadores, pero un amargo debate entre los dos Ies condujo a su separación final (Thompson, 1975). Como suele considerarse a Comte más importante en la fundación de la sociolo gía, dedicaremos sólo algunas palabras al pensamiento de Saint-Simon. El aspecto más interesante de Saint-Simon fue su importancia, tanto para el desarrollo de la teoría sociológica conservadora como para el de la marxiana (que, en muchos aspectos, se oponía a la teoria conservadora). Desde el punto de vista conservador, Saint-Simon pretendía preservar la sociedad tal y como era, pero no anhelaba el regreso a la vida de la Edad Media que promovían de Bonald y de Maistre. Además, era un positivista (Durkheim, 1928/1962; 142), es decir, creía que el estudio de los fenómenos sociales debía emplear las mis mas técnicas científicas que las ciencias naturales. Desde el punto de vista radi cal, Saint-Simon previo la necesidad de reformas socialistas, especialmente la planificación centralizada del sistema económico. Pero Saint-Simon no fue tan lejos como Marx. Aunque ambos previeron que los capitalistas suplantarían a la nobleza feudal, a Saint-Simon le parecía inconcebible que la clase trabajadora pudiera sustituir a los capitalistas. Encontramos muchas de las ideas de SaintSimon en la obra de Comte, por lo que a continuación pasamos a hacer un breve examen de la misma. Auguste Comte (1798-1857). Comte (véase el capítulo tercero) fue el primero en utilizar el término sociologia. Ejerció una profunda influencia en los teóricos posteriores de la sociología (especialmente en Herbert Spencer y en Emile Dur kheim). Y creía que el estudio de la sociología debía ser científico, al igual que muchos teóricos clásicos y la mayoría de los sociólogos contemporáneos (Len zer, 1975). La obra de Comte puede considerarse, al menos en parte, como una reac ción contra la Revolución Francesa y la Ilustración, a la que consideraba la principal causa de la revolución (18.30/1842/1855). Se sentía profundamente perturbado por la anarquía que reinaba en la sociedad y se mostraba crítico frente a los pensadores franceses que habían engendrado la Ilustración y apoyado la revolución. Desarrolló su perspectiva científica, el «positivismo» o «filosofía positiva», para luchar contra lo que consideraba la filosofía destructiva y nega tiva de la Ilustración. Comte se alineaba con los católicos contrarrevoluciona rios franceses (especialmente de Bonald y de Maistre), de los que experimentó su influencia. Sin embargo, al menos por dos razones, su obra debe ser analiza da al margen de la de estos. Primera, no creía posible el regreso a la Edad Media, pues los avances científicos e industriales hacían imposible ese regreso. Segunda, desarrolló un sistema teórico bastante más sofisticado que sus prede cesores, un sistema que configuró una gran parte de la temprana sociologia. Comte desarrolló su física social, o lo que en 1822 denominó sociologia, para luchar contra las filosofías negativas y la anarquía perjudicial que, desde
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
15
SU punto de vista, reinaban en la sociedad francesa. El uso del término fìsica social evidenciaba el afán de Comte por modelar la sociología a partir de las «ciencias duras». Esta nueva ciencia, que para él terminaría por ser la ciencia dominante, debía ocuparse tanto de la estática social (de las estructuras sociales existentes) como de la dinámica social (del cambio social). Aunque ambas impli caban la búsqueda de las leyes de la vida social, Comte percibía que la dinámica social era más importante que la estática social. Este interés por el cambio reflejaba su interés por la reforma social, particularmente ia de los males creados por la Revolución Francesa y la Ilustración. Comte no recomendaba el cambio revolu cionario, pues consideraba que la evolución natural de la sociedad mejoraría las cosas. Las reformas eran necesarias sólo para empujar levemente el proceso. Esto nos lleva a la piedra angular del enfoque de Comte: su teoría de la evolución o ley de ¡os tres estadios. La teoría propone que existen tres estadios intelectuales a través de los que la historia del mundo ha avanzado. De acuerdo con Comte, no sólo el mundo atraviesa este proceso, sino también los grupos, las sociedades, las ciencias, los individuos e incluso la mente de las personas. El primero es el estadio teológico y define el mundo anterior a 1300. Durante este periodo el sistema principal de ideas enfatizaba la creencia de que los poderes sobrenaturales, las figuras religiosas, diseñadas a partir del hombre, constituían ta raíz y el origen de todo. En particular, se pensaba que era Dios quien había creado el mundo social y físico. El segundo estadio es el metafìsico y se sitúa aproximadamente entre 1300 y 1800. Este estadio se caracterizó por la creencia en que las fuerzas abstractas, como la «naturaleza», lo explicaban todo mejor que los dioses personalizados. Finalmente, en 1800 comenzó el estadio positi vo, caracterizado por la creencia en la ciencia. En este estadio la gente tendía a abandonar la búsqueda de las causas absolutas (Dios o la naturaleza) para con centrarse en la observación del mundo físico y social y en la búsqueda de las leyes que lo regían. Es evidente que en su teoría del mundo Comte se centró en los factores intelectuales. En efecto, afirmaba que el desorden intelectual era la causa del desorden social. El desorden se derivaba de los antiguos sistema.s de ideas (teo lógico y metafisico) que seguían existiendo en la edad positivista (científica). Sólo cuando el positivismo se hiciera con el control total cesarían las revueltas sociales. Como se trataba de un proceso evolutivo parecía innecesario fomentar la revuelta social y la revolución. El positivismo llegaría tarde o temprano, aun que quizás no tan rápido como algunos deseaban. Aquí el reformismo social de Comte y su sociología coinciden. La sociología podía acelerar la llegada del positivismo y conferir orden al mundo social. Sobre todo, Comte no deseaba que se pensara en él como partidario de la revolución. Desde su punto de vista existía ya suficiente desorden en el mundo. En cualquier caso, lo realmente necesario a los ojos de Comte era el cambio intelectual y apenas podían aducir se razones para apoyar la revolución social y política. Asi pues, hemos tratado algunas posturas de Comte que ejercieron gran influencia en el desarrollo de la sociología clásica; su conservadurismo, refor-
16
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
mismo y cientifismo básicos, y su perspectiva evolucionista del mundo. Mere cen también mención otros aspectos de su obra, debido a que jugaron un papel importante en el desarrollo de la teoría sociológica. Por ejemplo, su sociología no se centraba en el individuo sino que empleaba como unidad básica de análi sis entidades más complejas como la familia. También recomendaba el análisis conjunto de la estructura y del cambio social. El énfasis de Comte en el carácter sistèmico de la sociedad — los vínculos entre sus diversos componentes— tuvo una gran importancia para ia teoría sociológica posterior, especialmente para la obra de Spencer y Parsons. También otorgaba Comte importancia al papel del consenso en la sociedad; para él carecía de atractivo la idea de que la sociedad se caracterizaba por el conflicto inevitable entre los trabajadores y los capitalis tas. Además, subrayaba la necesidad de elaborar teorías abstractas, salir al exte rior y hacer investigación sociológica. Recomendaba que los sociólogos hicie ran uso de la observación, la experimentación y el análisis histórico comparado. Por último hay que decir que Comte era un elitista; creía que la sociología se convertiría finalmente en la fuerza científica dominante del mundo debido a su especifica capacidad de interpretar las leyes sociales y de desarrollar reformas para solventar los problemas del sistema. Comte se situó a la cabeza del desarrollo de la sociología positivista (Bryant, 1985; Halfpenny, 1982). Para Jonathan Tumer, el positivismo de Comte recalcaba que «el universo social está sujeto al examen del desarrollo de leyes abstractas que pueden verificarse a través de la recolección cuidadosa de datos», y «estas leyes abstractas denotan las propiedades básicas y generales del universo social y especifican sus ‘relaciones naturales’» ( 1985a: 24). Como veremos más adelante, algunos teóricos clásicos (especialmente Spencer y Durkheim) com partieron el interés de Comte por el descubrimiento de las leyes de la vida social. Aunque Comte carecía de una base académica sólida para construir una escuela de teoría sociológica comtiana, proporcionó, sin embargo, los funda mentos para el desarrollo de una importante corriente de teoría sociológica. Pero sus sucesores en la sociología francesa y, en especial, el heredero de mu chas de sus ideas, Emile Durkheim, ensombrecieron levemente la trascendencia ulterior de su figura. Em ile D urkheim (1858-1917). Aunque para Durkheim, como para Comte, la Ilustración constituyó una influencia negativa, en ambos casos tuvo efectos po sitivos sobre su obra (por ejemplo, el interés por la ciencia y el reformismo social). Sin embargo, a Durkheim se le considera más propiamente el heredero de la tradición conservadora, especialmente tal y como se manifestaba en la obra de Comte. Pero mientras Comte se mantuvo apartado de los círculos aca démicos, Durkheim Legitimó la sociologia en Francia y su obra se convirtió en una fuerza dominante en el desarrollo de la sociología en general, y de la teoría sociológica en particular. Durkheim era políticamente liberal, pero intelectualmente adoptó una pos tura más conservadora. Al igual que Comte y los contrarrevolucionarios católi-
ESBOZO HISTOñICO OE LA TEORIA SOGIOLOGtCA: PRIMEROS AÑOS
17
eos, Durkheim temía y odiaba el desorden social. El móvil fundamental de su obra fueron los desórdenes que produjeron los cambios sociales generales ana lizados en el principio de este capítulo, así como otros muchos (como los con flictos laborales, el derrocamiento de la clase dominante, ia discordia entre ia iglesia y el estado y et nacimiento del antisemitismo político) más específicos de la Francia de Durkheim (Karady, 1983). De hecho, gran parte de su obra está dedicada al estudio del orden social. Su opinión era que los desórdenes sociales no constituían una parte necesaria del mundo moderno y podían solucionarse mediante la introducción de reformas sociales. Mientras que Marx pensaba que los problemas del mundo moderno eran inherentes a la sociedad, Durkheim (junto con la mayoría de los teóricos clásicos) disentía de aquél. Por lo tanto, las ideas de Marx sobre ia necesidad de ia revolución social se oponían radical mente con las del reformismo de Durkheim y otros. A medida que la teoría sociológica clásica se desarrollaba, lo que predominaba en ella era el interés durkheimiano por cl orden y la reforma, mientras se eclipsaba la postura marxiana. En dos libros publicados a finales del siglo xix, Durkheim desarrolló una concepción distintiva del objeto de estudio de la sociología y pasó a su verifica ción en un estudio empírico. En Las reglas del método sociológico (1895), DurIcheim argüía que la tarea especial de la sociología era el estudio de lo que él denominaba hechos sociales. Concebía los hechos sociales como fuerzas (Takla y Pope, 1985) y estructuras externas al individuo y coercitivas. El estudio de estas estructuras y fuerzas — por ejemplo, el derecho institucionalizado y las creencias morales compartidas— y su efecto en las personas se convirtió en la preocupación de muchos teóricos de la sociología posteriores (de Parsons, por ejemplo). Durkheim no se contentó simplemente con definir el objeto de estu dio de la sociología; quería también demostrar la utilidad de ese enfoque me diante la investigación sociológica. Escogió como tema el suicidio. En un libro titulado El suicidio ( 1897), Durkheim razonaba que si se podía vincular un com portamiento individual como el suicidio con causas sociales (hechos sociales), ello supondría una prueba irrefutable de la importancia de la disciplina de la sociología. Ahora bien, Durkheim no examinó por qué el individuo A o B se suicidaba; más bien se interesaba por las causas de las diferencias entre las tasas de suicidio de diferentes grupos, regiones, países y categorías de personas (por ejemplo, casados y solteros). Su argumento principal era que la naturaleza y los cambios de los hechos sociales explicaban las diferencias entre las tasas de suicidio. Por ejemplo, la guerra o la depresión económica creaban probable mente un estado depresivo colectivo que, a su vez, elevaba las tasas de suicidio. Como veremos en el capítulo 6 sobre Durkheim, hay mucho más que decir sobre esta cuestión, pero lo que más nos interesa es el hecho de que Durkheim desarrollara una perspectiva distintiva de la sociología y se afanara por demos trar su utilidad en el estudio científico del suicidio. En ¡Ms reglas del método sociológico, Durkheim distinguía entre dos tipos de hechos sociales; tos materiales y los no materiales. Aunque analizó ambos tipos a lo largo de su obra, se centró más en los hechos sociales no materiales
18
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
(por ejemplo, la cultura y las instituciones sociales) que en los hechos so ciales materiales (por ejemplo, la burocracia y el derecho). Su interés por los hechos sociales no materiales quedó manifiesto en su primera gran obra. La división del trabajo social (1893). Este trabajo se ocupaba del análisis com parado de aquello que mantenía unidas a las sociedades primitivas y modernas. Concluía que las sociedades prim itivas se mantenían unidas fundamental mente a través de hechos sociales no materiales, específicamente mediante una fuerte moral común o lo que él denominaba una «conciencia colectiva» intensa. Sin embargo, debido a la complejidad de la sociedad moderna, se había pro ducido un descenso en la intensidad de esa conciencia colectiva. El lazo fundamental de unión del mundo moderno era la intrincada división del trabajo que unía unas personas a otras mediante relaciones de dependencia. Sin em bargo, Durkheim percibió que la división moderna del trabajo producía di versas «patologías»; en otras palabras, era un método inadecuado para man tener a la sociedad unida. Conforme a su sociologia conservadora, Durkheim no creía en la necesidad de la revolución para resolver estos problemas, y sugirió una diversidad de reformas que podían «arreglar» el sistema moderno y mantenerlo en funcionamiento. Aunque reconocía que era imposible re gresar a los tiempos en los que predom inaba una poderosa conciencia co lectiva, creía que se podía reforzar la moral común en la sociedad moderna para ayudar a las personas a hacer frente a las patologías que experimen taban. En sus últimas obras los hechos no materiales ocupan una posición más importante si cabe. De hecho, en su última gran obra — Las form as elementales de la vida religiosa (1912) - se embarcó en el análisis de la que tal vez sea la forma más esencial de un hecho no material: la religión. En esa obra Durkheim examina ia sociedad primitiva con el fin de encontrar las raíces de la religión. Creía más fácil encontrar esas raíces en la sociedad primitiva, más simple en términos comparados, que en el complejo mundo moderno. Llegó a la conclusión de que la fuente de la religión era la sociedad per se. La sociedad era la que definía ciertas cosas como religiosas y otras como profanas. Específicamente, en el caso que estudió, el clan era la fuente de un tipo primitivo de religión, el totemismo, en el que se deificaba a plantas y animales. A su vez, el totemismo era considerado como un tipo específico de hccho social no material, una forma de conciencia colectiva. Al final, Durkheim llegó a manifestar que la sociedad y la religión eran fenómenos indistintos. La religión era el modo en que la socie dad se expresaba a sí misma bajo la forma de un hecho social no material. En cierto sentido, pues, Durkheim deificó la sociedad y sus principales productos. Evidentemente, al deificar la sociedad, Durkheim había adoptado una postura altamente conservadora: nadie debería querer trastocar una deidad o su fuente societal. Como identificaba la sociedad con Dios, Durkheim desaconsejaba la revolución social. Al contrario, era un reformador social dedicado a buscar la manera de mejorar el funcionamiento de la sociedad. En estos y otros senti dos, Durkheim se alineaba claramente con la sociología conservadora francesa.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
19
El hecho de evitar muchos de sus excesos le convirtió en la figura más impor tante de la sociología francesa. Estos libros y otras importantes obras contribuyeron a la constitución de un campo distintivo, propio de la sociología, en ei mundo académico de la Francia de principios de siglo, a la vez que situaron a Durkheim a la cabeza del desarro llo de ese campo. En 1898 Durkheim fundó una revista especializada dedicada a la sociología, L ’année sociologique (Besnard, 1983b). Esta revista se convir tió en una fuerza muy influyente para el desarrollo y la difusión de las ideas sociológicas. El objetivo de Durkheim era impulsar el desarrollo de la sociolo gía, por lo que utilizó su revista como un punto focal para el desarrollo de un grupo de discípulos. Estos extenderían sus ideas y las aplicarían a otras áreas y al estudio de otros aspectos del mundo social (por ejemplo, la sociología del derecho y la sociologia de la ciudad) (Besnard, 1983a; 1). Hacia 1910, Durk heim había logrado hacer de Francia un poderoso centro de la sociología, y en esta nación encontramos los orígenes de la institucionalizacíón académica de la sociología. (Para el análisis de desarrollos más recientes en la sociología fran cesa, véase Lemert [1981]).
El desarrollo de la sociología alemana Mientras la historia temprana de la sociología francesa constituye un relato harto coherente de la progresión desde la Ilustración y la Revolución Francesa hasta la reacción conservadora y de la creciente importancia que adquirían las ideas sociológicas de Saint-Simon, Comte y Durkheim, la sociología alemana estuvo fragmentada desde sus comienzos. Así, se produjo una brecha entre Marx (y sus seguidores), que se mantenían al filo de la sociologia, y los primeros gigantes de la corriente principal de la sociología alemana; Max W eber y Georg Simmel ^ Aunque la teoría marxiana se consideraba en sí misma inaceptable, sus ideas se introdujeron de diversas maneras, positivas y negativas, en la co rriente principal de la sociología alemana. Nuestra discusión en este apartado se divide entre la teoría marxiana y no marxiana en Alemania. Raíces y naturaleza de las teorías de Karl Marx (1818-1883). El filósofo alemán G.W.F. Hegel (1770-1831) ejerció la principal influencia intelectual sobre Karl Marx. La educación de Marx en la universidad de Berlín estuvo profundamente influida por las ideas de Hegel, así como por la división que se produjo entre los seguidores de Hegel tras su muerte. Los «viejos hegelianos» siguieron subscribiendo las ideas del maestro, mientras los «jóvenes hegelia nos», aunque todavía continuaban trabajando dentro de la tradición hegeliana, se mostraban críticos con muchas facetas de su sistema filosófico. Entre los
* Para un argumento, contrario al nuestro, que define la continuidad entre la sociología marxiana y la corriente principal, véase Seidman (1983).
20
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
«jóvenes hegelianos» destaca la figura de Ludwig Feuerbach (1804-1872), quien intentó revisar las ideas de Hegel. Marx se vio influido tanto por las ideas de Hegel como por las revisiones de Feuerbach, pero amplió y combinó las dos filosofías de una forma novedosa y perspicaz. Dos conceptos, la dialéctica y el idealismo, representan la esencia de la filosofía de Hegel (Hegel 1807/1967, 1821/1967). La idea de la dialéctica, muy complicada, se analizará en cl capítulo 5 dedicado a Marx, aunque ahora nece sitemos una noción introductoria. La dialéctica es tanto un modo de pensar como una imagen del mundo. Por un lado, es un modo de pensar que subraya la importancia de los procesos, las relaciones, las dinámicas, los conflictos y las contradicciones, una forma de reflexionar sobre el mundo más dinámica que estática. Por otro lado, es una visión según la cual el mundo no se compone de estructuras estáticas, sino de procesos, relaciones, dinámicas, conflictos y con tradicciones. Aunque normalmente se relaciona a la dialéctica con Hegel, es seguro que la idea precede a este autor en la historia de la filosofía. Marx, formado en la tradición hegeliana, aceptó el significado de la dialéctica, pero criticó algunos aspectos del modo en que aquél la utilizaba. Por ejemplo, Hegel tendía a aplicar la dialéctica sólo a las ideas, mientras Marx pensaba que se aplicaba también a aspectos más materiales de la vida como la economía. También se relaciona a Hegel con la filosofía del idealismo, que da más importancia a la mente y a los productos mentales que al mundo material. Aquí lo que más importa es la definición social de los mundos físico y material, no las palabras en sí mismas. En su forma extrema, el idealismo establece que sólo existen la mente y los constructos psicológicos. Algunos idealistas han creído que sus procesos mentales seguirían siendo los mismos incluso si el mundo físico y social dejara de existir. Los idealistas enfatizan no sólo los procesos mentales, sino también las ideas producidas por esos procesos. Hegel prestó una gran atención al desarrollo de tales ideas, especialmente a aquellas a las que se refería como el «espíritu» de la sociedad. En efecto, Hegel produjo una suerte de teoría evolucionista del mundo en clave idealista. Al comienzo, las gentes contaban sólo con la capacidad de ad quirir una comprensión sensorial del mundo que los rodeaba. Podian entender cosas tales como la visión, el olor o el tacto del mundo físico y social. Más tarde, desarrollaron la capacidad de ser conscientes y entenderse a sí mismos. Con el autoconocimiento y la autocomprensión, las personas llegaron a com prender que podrían ser más de lo que eran. En términos del enfoque dialéctico de Hegel, se desarrolló una contradicción entre lo que la gente era y lo que sentían que podrían ser. La solución a tal contradicción reside en el desarrollo de una conciencia individual del lugar que se ocupa en cl gran espíritu de la sociedad. Los individuos llegan a darse cuenta de que su realización esencial consiste en el desarrollo y la expansión del espíritu de la sociedad como un todo. De esta manera, los individuos evolucionan, según el esquema de Hegel, desde la comprensión de las cosas a la comprensión de sí mismos, y de aquí a la comprensión de su lugar en el más amplio esquema de las cosas.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
21
Hegel ofrecía una teoria general de la evolución del mundo. Se trata de una teoría subjetiva, que sostiene que el cambio se produce en el nivel de la con ciencia. No obstante, ese cambio ocurre en gran medida al margen del control de los actores. Los actores quedan reducidos a poco más que barcas que se dejan llevar por la inevitable evolución de la conciencia. Ludwig Feuerbach fue un importante puente entre Hegel y Marx. Como joven hegeliano que era, Feuerbach criticó a Hegel, entre otras cosas, por la excesiva importancia que daba a la conciencia y al espíritu de la sociedad. La adopción de una filosofía materialista llevó a Feuerbach a sostener que era ne cesario moverse desde el idealismo subjetivo de Hegel hasta un nuevo centro de atención que apuntara no hacia las ideas, sino hacía la realidad material de los seres humanos reales. En su crítica a Hegel, Feuerbach se centró en la religión. Para él. Dios era una mera proyección de la esencia humana en una fuerza impersonal. Las gentes colocaban a Dios por encima de sí mismos, con el resul tado de que terminaban alienados de un Dios en el que proyectaban una serie de características positivas (El es perfecto, omnipotente y santo), mientras se veían a sí mismos como seres imperfectos, impotentes y pecadores. Feuerbach pro clamaba que este tipo de religión debía ser superado y que a su derrota debía contribuir una filosofía materialista en la que la gente (que no la religión) se convirtiera en su propio y más distinguido objeto, en un fin en sí mismo. La filosofía maferiali.sta deificaba a la gente real, no a las ideas abstractas como la religión. Marx recibió la influencia de Hegel y Feuerbach, a la vez que criticó a ambos. Siguiendo a Feuerbach, Marx criticaba la adscripción de Hegel a una filosofía idealista. Marx adoptó esta postura debido no sólo a su orientación materialista, sino también a su interés por las actividades prácticas. Hegel trata ba los hechos sociales como la riqueza y el estado como si fueran ideas, no entidades materiales reales. Incluso al analizar un proceso supuestamente mate rial como el del trabajo, Hegel se ocupó sólo de su aspecto abstracto y mental. Marx, sin embargo, se interesaba por el trabajo de las personas reales y cons cientes. Así, desde el punto de vista de Marx, Hegel estaba equivocado. Ade más, Marx pensaba que cl idealismo de Hegel conducía hacia una orientación política harto conservadora. Para Hegel, el proceso de la evolución tenía lugar con independencia del control y de las actividades de las personas. En cualquier caso, como parecía que las personas adquirían una conciencia cada vez más acusada del mundo, no había necesidad de un cambio revolucionario; el proce so estaba encaminado ya en la dirección «deseada». Cualesquiera problemas que existieran residían en la conciencia, por lo que la respuesta estaba en un cambio del pensamiento. Marx adoptó una postura muy diferente al manifestar que la raíz de los problemas de la vida moderna podía encontrarse en fuentes reales materiales (por ejemplo, en las estructuras del capitalismo) y que las soluciones, por lo tanto, residían exclusivamente en la destrucción de esas estructuras por medio de la acción colectiva de un gran número de personas (Marx y Engels, 1845).
22
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Mientras Hegel «mantenía el mundo en su mente» (es decir, se centraba en la conciencia, no en el mundo material), Marx construía firmemente su dialéctica sobre una base material. Marx aplaudió la crítica que Feuerbach hizo de Hegel (por ejemplo, su ma terialismo y su rechazo del carácter abstracto de la teoría de Hegel), aunque estaba lejos de sentirse plenamente satisfecho con la propia postura de Feuer bach. Y ello debido a una razón fundamental; Feuerbach se centraba en el exa men del mundo religioso, en tanto que Marx pensaba que lo que debía analizar se era el conjunto del mundo social y, en particular, la economía. Aunque Marx aceptaba el materialismo de Feuerbach, pensaba que éste había ido demasiado lejos al centrarse parcial y no dialécticamente en el mundo material. Feuerbach no había incorporado a su orientación materialista y, en particular, a la relación entre las personas y el mundo material, la contribución más importante de He gel, la dialéctica. Finalmente, Marx manifestó que Feuerbach, como la mayoría de los filósofos, no se ocupaba de la praxis — la actividad práctica— ni, en concreto, de la actividad revolucionaria. Como Marx escribió «Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo; sin embargo, ahora la cuestión es cambiarlo» (citado en Tucker, 1970: 109). Marx extrajo lo que consideraba los dos elementos más importantes de es tos dos pensadores — la dialéctica de Hegel y el materialismo de Feuerbach— y los incorporó a su propia orientación teórica, el materialismo dialéctico, que se centraba en las relaciones dialécticas en el mundo material. El materialismo de Marx y su correspondiente análisis del sector económi co le llevaron lógicamente a la obra de un grupo de economistas políticos (por ejemplo, Adam Smith y David Ricardo). Marx se sentía muy atraído por varias de sus posturas. Celebró su premisa básica de que el trabajo era la fuente de la riqueza. Ello condujo a Marx a la construcción de su teoría del valor trabajo, de acuerdo con la cual las ganancias de los capitalistas se basaban en la explota ción de los trabajadores. Los capitalistas recurrían a la simple estratagema de pagar a los trabajadores menos de lo que merecían, ya que éstos recibían un salario menor del valor de lo que realmente producían con su trabajo. Este valor añadido, retenido y reinvertido por el capitalista, constituía la base de todo el sistema capitalista. El sistema capitalista crecía mediante el continuo aumento del grado de explotación de los trabajadores (y, por lo tanto, de la cantidad de valor añadido) y la inversión de las ganancias para la expansión del sistema. Marx también se vio influido por la descripción que hicieron los economis tas políticos de los horrores del sistema capitalista y la explotación de los traba jadores. Sin embargo, mientras aquellos describían los males del capitalismo, Marx criticaba a los economistas por considerar que esos males eran elementos inevitables del capitalismo. Marx deploraba su aceptación general del capitalis mo y la manera en que animaban a la gente a que trabajara para progresar económicamente en cl seno del sistema. También criticaba a los economistas por no valorar el conflicto intrínseco que se producía entre capitalistas y traba jadores y por negar la necesidad de un cambio radical en el orden económico. A
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
23
Marx le era muy difícil aceptar estas teorías económicas conservadoras, dado su compromiso con el cambio radical del capitalismo al socialismo. Marx no era sociólogo ni se consideraba a sí mismo como tal. Aunque su obra es demasiado extensa como para comprimirla en el término sociología, podemos encontrar una teoría sociológica en la obra de Marx. Hubo quienes recibieron desde cl principio ta profunda influencia de Marx, y existió y sigue existiendo una corriente continua de sociologia marxista, fundamentalmente en Europa. Pero para la mayoría de los primeros sociólogos su obra constituía una fuerza negativa, en oposición a la cual daban forma a su propia sociología. Hasta hace muy poco tiempo, la teoría sociológica, especialmente la norteame ricana, se ha caracterizado por la ignorancia o ta hostilidad hacia la teoría mar xiana. Como veremos en et capítulo 2, esta situación ha cambiado de forma drástica, pero ta reacción negativa que produjo la obra de Marx constituyó un factor muy importante en ta configuración de gran parte de ta teoría sociológica (Gurney, 1981). La razón fundamental de este rechazo de Marx era ideológica. Muchos de los primeros teóricos de ta sociología heredaron la reacción conservadora a los desórdenes surgidos de la Ilustración y ta Revolución Francesa. Temían y odia ban tas ideas radicales de Marx y tos cambios no menos radicales que promovió y predijo. Despreciaban a Marx en tanto que ideólogo y sostenían que no era propiamente un teórico de la sociología. Sin embargo, ta ideología per se proba blemente no fue la razón real del rechazo de Marx, ya que la obra de Comte, Durkheim y otros pensadores conservadores llevaba también una pesada carga ideológica. Era la naturaleza de la ideología, no la carga ideológica como tal, lo que disgustaba a muchos teóricos de la sociología, que estaban dispuestos a comprar una ideología conservadora con un envoltorio de teoria sociológica, pero no ta ideología radical que ofrecían Marx y sus seguidores. Por supuesto, había también otras razones que explicaban por qué muchos de los primeros teóricos no te aceptaban. Les parecía que Marx era propiamente economista antes que sociólogo. Aunque los primeros sociólogos reconocían ta importancia de ta economía, probablemente pensaban que constituía sólo uno de tos diversos componentes de la vida social. Otra razón del temprano rechazo de Marx era la naturaleza de sus intereses. Mientras que tos primeros sociólogos reaccionaron frente al desorden surgido de ta Ilustración, de ta Revolución Francesa y de la posterior Revolución Indus trial, a Marx no te preocupaban estos desórdenes —ni el desorden en general. Lo que más le interesaba y preocupaba era et carácter opresivo del sistema capitalista que emergía de la Revolución Industrial. Et objetivo de Marx era desarrollar una teoría que explicara esa índole opresiva y contribuyera a ta des trucción de ese sistema. Et interés de Marx era ta revolución, un interés opuesto a ta preocupación conservadora por ta reforma y et cambio ordenado. Otra diferencia que merece destacarse es ta que existía entre las raices filoédncasbe' la' leoria socióiogica marxiana y' la conserva’aora.^La mayoria'ae’ ios teóricos conservadores recibieron una profunda influencia de ta filosofía de
24
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ItnmanucI Kant. Esto les condujo, entre otras cosas, a pensar en términos linea les y de causa-efecto. Es decir, tendían a pensar que un cambio en A (por ejem plo, el cambio ideológico durante la Ilustración) producía un cambio en B (por ejemplo, los cambios políticos de la Revolución Francesa). Sin embargo, como hemos visto, Marx recibió la influencia de Hegel, quien pensaba en términos dialécticos más que en términos de causas y cfcctos. Entre otras cosas, la dia léctica nos ayuda a comprender mejor los continuos efectos recíprocos de las fuerzas sociales. De este modo, un pensador dialéctico reconceptualizaría el ejemplo discutido más arriba como una interacción continua y sucesiva de las ideas y la política. De todos es conocida la dificultad de percibir las complica das diferencias entre la filosofia kantiana y la hegeliana, pero lo que más nos importa para nuestros propósitos es que estas diferencias filosóficas básicas constituyeron una importante fuente de la reacción negativa de los primeros teóricos de la sociologia frente a la teoría marxiana. Se han escrito muchos libros sobre la substancia de la teoría de Marx, y a ella dedicaremos el capítulo 5. Marx publicó la mayor parte de sus obras en el segundo tercio del siglo xtx. Disponemos de la mayoría de sus obras, pero cons tituyen un cuerpo complicado de trabajo que no es fácil resumir. En resumen, Marx ofreció una teoría de la sociedad capitalista fundamenta da en su imagen de la naturaleza básica de los seres humanos. Marx creia que las personas eran esencialmente productivas; es decir, para sobrevivir, las per sonas necesitaban trabajar en y con la naturaleza. Al hacerlo, producían alimen tos, ropa, herramientas y viviendas y satisfacían otras necesidades que les per mitían vivir. Su productividad era un modo perfectamente natural de expresar sus impulsos creativos básicos. En otras palabras, las personas eran inherente mente sociales. Necesitaban trabajar juntas con el fin de producir lo que necesi taban para su supervivencia. En el transcurso de la historia este proceso natural había sido subvertido, al principio debido a las condiciones de vida de la sociedad primitiva y posterior mente a raíz de una diversidad de cambios estructurales introducidos por las sociedades en el curso de la historia. Dichas estructuras interferían de muchas maneras con el proceso productivo natural. Sin embargo, era en la sociedad capitalista donde esa interferencia se producía de una forma más aguda: la rup tura del proceso productivo natural alcanza su culminación en el sistema capita lista. El capitalismo es en lo fundamental una estructura (o, para ser más preci sos, una serie de estructuras) que impone barreras entre el individuo y el proce so de producción, los productos de ese proceso y los demás individuos; en últi ma instancia, divide incluso al individuo mismo. Este es el significado básico del concepto de alienación: la ruptura de la interconexión natural entre las per sonas y entre las personas y lo que producen. La alienación se produce debido a que el capitalismo se desarrolla dentro de un sistema de dos clases en el que unos pocos capitalistas poseen los medios de producción, ios productos y el tiempo de trabajo de los que trabajan para ellos. En la sociedad capitalista las
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
25
personas producen de forma no natural para un pequeño grupo de capitalistas, en lugar de producir para sí mismas. Marx sentía una gran preocupación inte lectual por las estructuras del capitalismo y por los efectos opresivos sobre sus actores. Políticamente, se fue orientando hacia la emancipación de las personas de las estructuras represoras del capitalismo. En realidad, Marx dedicó un tiempo muy escaso a idear cómo seria un esta do socialista utópico. Experimentaba mayor preocupación por contribuir a la derrota del capitalismo. Creía que las contradicciones y los conflictos del capi talismo conducirían dialécticamente a su colapso final, pero no pensaba que ese proceso fuera inevitable. Las personas debían actuar en los momentos oportu nos y de un modo adecuado para dar vida al socialismo. Los capitalistas tenían una gran cantidad de recursos a su disposición para impedir la llegada del socia lismo, pero podían ser derrotados mediante la acción concertada de un proleta riado con conciencia de clase. ¿A qué daría lugar la acción del proletariado durante ese proceso? ¿Qué era el socialismo? En lo fundamental, una sociedad en la que, por primera vez, la gente se aproximaría a la imagen ideal de Marx sobre la productividad. Con la ayuda de la tecnología moderna, la gente podría interactuar en armonía con la naturaleza y con las demás personas para crear lo necesario para su supervivencia. Para decirlo de otro modo, en la sociedad so cialista las personas no volverían a estar alienadas. Raíces y naturaleza de las teorías de Max Weber (1864-1920) y G eorg Sim mel (1858-1918). Aunque Marx y sus seguidores permanecían a finales del siílg.xix Y prpjcioips.delxx al .mariíqji.de.la.c.orriente orjncioEj de la socioloeig, alemana, ésta puede considerarse en gran medida como un desarrollo en contra de la teoría marxiana. Para algunos, es esa oposición la que explica gran parte de la teoría del mayor gigante de la sociología alemana; Max Weber. Albert Salomon, por ejemplo, afirmó que la teoría weberiana se desarrolló «dentro de un largo e intenso debate con el fantasma de Marx» (1945: 596). Probablemente exageraba, pero la teoría marxiana representó, en muchos sentidos, un papel negativo en la teoría weberiana. En otros, sin embargo, Weber trabajó dentro de la teoria marxiana, intentando «redondearla». Existen también otras muchas influencias en la teoría weberiana, aparte de la teoría marxiana (Burger, 1976). De hecho, podemos clarificar las fuentes de la sociología alemana analizando las diferentes visiones de la relación entre Marx y Weber (Antonio y Glassman, 1985; Schroeter, 1985). Debe tenerse en cuenta que Weber apenas estaba fami liarizado con la obra de Marx (una parte de la misma no se publicó hasta la muerte de Weber) y que reaccionó más bien contra la obra de los marxistas que contra la del mismo Marx (Antonio, 1985; 29; B. Turner, 1981: 19-20). Weber tendía a considerar a Marx y a los marxistas de su época como deter ministas económicos que ofrecían teorías monocausales de la vida social. Es decir, pensaba que la teoria marxiana explicaba todos los desarrollos históricos a partir de sus fundamentos económicos y que, de acuerdo con ella, todas las estructuras contemporáneas se erguían sobre ima base igualmente económica.
26
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Aunque en el caso de Marx eso no es cierto (como veremos en el capítulo 5), sí lo es en el de muchos marxistas posteriores. Uno de los ejemplos de determinismo económico que más parecía disgustar a Weber era la perspectiva de que las ideas eran simplemente reflejos de los intereses materiales (especialmente económicos), que los intereses materiales determinaban la ideología. Desde este punto de vista, se supone que «Weber puso a Marx de cabeza» (al igual que Marx había dado la vuelta a las ideas de Hegel). En lugar de concentrarse en los factores económicos y en sus efectos sobre las ideas, Weber dedicó mucha más atención a las ideas y a sus efec tos sobre la economía. Más que ver las ideas como simples reflejos de los facto res económicos, Weber las consideraba como fuerzas auténticamente autóno mas, capaces de afectar profundamente al mundo económico. Weber dedicó ciertamente mucha atención a las ideas, en especial a los sistemas religiosos, y le interesó fundamentalmente la influencia de las ideas religiosas en la econo mía. En La ética protestante y el espíritu del capitalismo {1904-1905) estudió el protestantismo como sistema de ideas y su influencia en el nacimiento de otro sistema de ideas, el «espíritu del capitalismo» y, en definitiva, en el propio sistema económico capitalista. También estudió otras religiones mundiales, exa minando de qué manera su naturaleza podría haber obstaculizado el desarrollo del capitalismo en sus respectivas sociedades. Sobre la base de este tipo de trabajos, algunos estudiosos llegaron a la conclusión de que Weber desarrolló sus ideas en oposición a las de Marx. Una segunda visión de la relación de Weber con Marx defiende, tal y como se ha mencionado más arriba, que Weber no se opuso a Marx, sino que intentó completar su perspectiva teórica. Desde este punto de vista se supone que We ber trabajó dentro de la tradición marxista, no en oposición a ella. Interpretado así, su trabajo sobre la religión era simplemente un esfuerzo por mostrar que no sólo los factores materiales afectaban a las ideas, sino que las propias ideas afectaban a las estructuras materiales. Esta interpretación de la obra de Weber la sitiia obviamente mucho más cerca de la teoria marxista, si es que no en la misma linca. Un buen ejemplo de que Weber se había involucrado en un proceso de redondeo de la teoría de Marx lo tenemos en el área de la teoría de la estratifi cación. En sus trabajos sobre estratificación, Marx se ocupó sobre todo de las clases sociales, la dimensión económica de la estratificación. Aunque Weber admitía la importancia de este factor, sostenía que otras dimensiones de la es tratificación también eran importantes. Defendió que la noción de estratifica ción social debía ampliarse hasta incluir la estratificación sobre las bases del prestigio {status) y del poder. La inclusión de estas otras dimensiones no cons tituye una refutación de Marx, sino sólo una ampliación de sus ideas. Las dos visiones bosquejadas más arriba reconocen la importancia de la teoría marxiana para Weber. Hay elementos de verdad en las dos posiciones; en ciertos aspectos Weber trabajaba en oposición a Marx, mientras en otros am pliaba las ideas de Marx. Sin embargo, una tercera perspectiva de esta cuestión
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
27
puede caracterizar mejor la relación entre Marx y Weber. Desde este último punto de vista, se considera a Marx simplemente como una de las muchas in fluencias que experimentó el pensamiento de Weber. Podemos identificar un buen número de fuentes de la teoría weberiana, en tre las que se incluyen historiadores, filósofos, economistas y teóricos de la política alemanes. Entre aquellos que influyeron en Weber destaca por encima de todos el filósofo Immanuel Kant (1724-1804). Pero no debemos pasar por alto la influencia de Frederich Nietzsche (1844-1900) — sobre todo la impor tancia que éste daba al héroe— en el trabajo de Weber sobre la necesidad de que los individuos hicieran frente al impacto de las burocracias y otras estructu ras de la sociedad moderna. La influencia de Immanuel Kant sobre Weber y, en general, sobre la socio logía alemana muestra que el marxismo y la sociologia alemana se desarrolla ron desde raíces filosóficas diferentes. Como hemos visto, fue Hegel, no Kant, quien constituyó una importante influencia filosófica sobre la teoría marxista. Mientras que la filosofía de Hegel llevó a Marx y a los marxistas a buscar relaciones, conflictos y contradicciones, la filosofía kantiana condujo al menos a algunos sociólogos alemanes a adoptar una perspectiva más estática. Para Kant. el mundo era una mareante confusión de acontecimientos que no podían conocerse directamente. Sólo se podía adquirir conocimiento del mundo a tra vés de procesos del pensamiento que filtraban, seleccionaban y categorizaban aquellos acontecimientos. Kant diferenciaba el contenido del mundo real a par tir de las formas mediante las cuales podía ser comprendido. La insistencia en esas formas confería al trabajo de los sociólogos que trabajaban en el seno de la tradición kantiana una perspectiva más estática que la de los marxista de rai gambre hegeliana. La sociología alemana surgió de la compleja interacción entre la teoría marxista y otras corrientes intelectuales. Los exponentes más destacados de la primera sociología alemana fueron Max Weber y Georg Simmel. Mientras Karl Marx produjo básicamente una teoría del capitalismo, la obra de Weber constituía en lo esencial una teoría del proceso de racionalización (Brubaker, 1984; Kalberg, 1980, 1990). A Weber le interesaba la cuestión ge neral de por qué las instituciones habían evolucionado en el mundo occidental de una forma progresivamente racional, mientras poderosas barreras parecían impedir desarrollos similares en el resto del mundo. Aunque en su obra Weber utiliza el término racionalidad de muchas y va riadas formas, lo que más nos interesa aquí es el proceso relacionado con uno de los cuatro tipos identificados por Kalberg (1980,1990; véase también Brubaker, 1984; Levine, 198 la), la racionalidad form al. La racionalidad formal implica, como suele ser el caso en Weber, una preocupación por las elecciones que hacen los actores entre medios y fines. Pero en este supuesto la elección está relacionada con las reglas, las regulaciones y las leyes universalmente aplica das. Estas, a su vez, se derivan de diversas estructuras de gran envergadura, especialmente de la burocracia y la economía. Weber desarrolló sus teorías
28
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
dentro dcl contexto de un elevado número de estudios históricos comparados sobre Occidente, China, india y muchas otras regiones del mundo. El objetivo de esos estudios era delinear los factores que obstaculizaban o contribuían al desarrollo de la racionalización. Weber percibía la burocracia (y el proceso histórico de burocratización) como el ejemplo clásico de racionalización. Sin embargo, en la actualidad son tal vez los restaurantes de comida rápida los que mejor ejemplifican la raciona lización (Luxcmbcrg, 1985; Ritzer. 1983a en prensa). El restaurante de comida rápida constituye un sistema formalmente racional en el que las personas (tanto trabajadores como consumidores) buscan los medios y los fines más racionales. Las ventanas a través de las que se sirve la comida a los ocupantes de un auto móvil, por ejemplo, constituyen un medio racional a través del cual los trabaja dores pueden ofrecer y los consumidores obtener comida de un modo rápido y eficiente. La velocidad y la eficiencia son dictados por los restaurantes de co mida rápida y por las reglas y regulaciones mediante las que operan. Weber analizó el proceso de burocratización en un estudio más amplio so bre la institución politica. Distinguía entre tres tipos de sistemas de autoridad: tradicional, carismàtico y racional-legal. Sólo en el mundo moderno occidental se habia desarrollado el sistema de autoridad racional-legal, y sólo en este siste ma podía encontrarse cl desarrollo pleno de la burocracia moderna. El resto del mundo seguía dominado por los sistemas carismàtico o tradicional, que gene ralmente impedían el desarrollo de un sistema de autoridad racional-legal y de las burocracias modernas. Dicho en pocas palabras, la autoridad tradicional nace de un sistema ancestral de creencias y se ejemplifica en los líderes que llegan al poder debido a que su familia o clan siempre han proporcionado líde res al grupo. La autoridad del líder carismàtico se deriva de sus características o capacidades extraordinarias o, lo que es más probable, de que sus seguidores creen que cl líder tiene esos rasgos. Aunque estos dos tipos de autoridad tienen importancia hi.stórica, Weber pensaba que todo Occidente, y en última instancia el resto del mundo, tendía hacia sistemas de autoridad racional-legal. En este tipo de sistemas la autoridad se deriva de reglas establecidas legal y racional mente. Así, el presidente de los Estados Unidos deriva, en última instancia, su autoridad de las leyes de la sociedad. La evolución de la autoridad racionallegal y las burocracias que la acompañan constituyen sólo una parte del argu mento general de Weber sobre la racionalización del mundo occidental. Weber también llevó a cabo análisis detallados y sofisticados de la raciona lización de fenómenos tales como la religión, el derecho, la ciudad e, incluso, la música. Pero podemos ilustrar el modo de pensar de Weber con otro ejemplo; la racionalización de la institución económica. Este análisis lo encontramos en el estudio más amplio que Weber dedicó a la relación entre religión y capitalismo. En un vasto estudio histórico Weber se afanaba por comprender por qué un sistema económico racional (el capitalismo) se había desarrollado en Occidente y por qué np había surgido en el resto del mundo. Wcbcr otorgaba un papel central a la religión en este proceso. Por un lado, entabló un diálogo con los
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
29
marxistas para mostrar que, a diferencia de lo que muchos marxistas de la época creían, la religión no era simplemente un epifenómeno. Había jugado un papel central en el nacimiento del capitalismo en Occidente y en la ausencia de su desarrollo en el resto del mundo. Weber afirmaba que había sido un sistema religioso distintivamente racional (el calvinismo) cl que jugó un papel central en el nacimiento del capitalismo en Occidente. Sin embargo, en otras zonas del mundo por él estudiadas, Weber encontró sistemas religiosos más irracionales (por ejemplo, el confucianismo, cl taoismo y el hinduismo), que contribuían a la inhibición del desarrollo de un sistema económico racional. Sin embargo, al final, podemos advertir que estas barreras fueron temporales, ya que los siste mas económicos —y, en efecto, la estructura social en su totalidad de estas sociedades terminarían finalmente por experimentar cl proceso de racionali zación. Hay mucho más que decir sobre la teoría weberiana. Entre otras cosas, su estudio de la racionalización posee un gran detalle histórico y un sinnúmero de ideas teóricas. Además, aunque la racionalización se encuentra en el corazón de la teoría weberiana, no es lo único que encontramos en su teoria. Pero este no es el momento de adentramos en el cuerpo de su obra. Regresemos, pues, al desa rrollo de la teoría sociológica. La pregunta clave que nos interesa es: ¿por qué la teoría de Weber resultó mucho más atractiva para los teóricos posteriores de la sociología que la marxiana? Una de las razones reside en el hecho de que las ideas políticas de Weber recibieron mayor aceptación. En lugar de adherirse al radicalismo de Marx, Weber era más bien liberal en algunas cuestiones y un tanto conservador en otras (por ejemplo, en lo que se refiere al papel del estado). Aunque fue un crítico severo de muchos aspectos de la moderna sociedad capitalista y llegó a muchas de las conclusiones críticas de Marx, no propuso soluciones radicales para los problemas. De hecho, creía que las reformas radicales que proponían muchos marxistas y otros socialistas perjudicarían en lugar de beneficiar. Los teóricos de !a sociología posteriores, especialmente los norteamerica nos, consideraron que la teoría marxiana atacaba su propia sociedad. En su mayoría conservadores, se esforzaron por encontrar alternativas teóricas al marxismo. Max Weber constituía una opción atractiva. (Durkheim y Wilfredo Pareto también.) A fin de cuentas, la racionalización no sólo afectaba a las sociedades capitalistas, sino también a las socialistas. En efecto, desde el punto de vista de Weber, la racionalización constituía un problema aún más grave para las sociedades socialistas que para las capitalistas. A favor de Weber se sumaba también la forma de presentación de sus jui cios. Pasó gran parte de su vida realizando estudios históricos detallados, por lo que extraía sus conclusiones políticas del contexto de este tipo de investigación. Así, sus opiniones políticas adoptaron una forma muy científica y académica. Aunque Marx también realizó investigación seria y detallada, produjo una gran cantidad de material explícitamente polémico. Incluso sus obras más académi cas contienen juicios políticos polémicos. Por ejemplo, en El capital (1867),
30
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
calificaba a los capitalistas de «vampiros» y «hombres lobo». El estilo más académico de Weber contribuyó a que fuera mucho mejor aceptado por los sociólogos posteriores. La mayor aceptación de Weber se explica también porque trabajaba en una tradición filosófica que contribuyó igualmente a configurar la obra de los soció logos posteriores. Es decir, Weber trabajaba dentro de la tradición kantiana, lo que, entre otras cosas, equivalía a pensar en términos de causa-efecto. Este modo de pensar era más aceptable para los sociólogos posteriores, que no esta ban familiarizados y se sentían a disgusto con la lógica dialéctica que impulsa ba la obra de Marx. Finalmente, Weber parecía ofrecer un estudio más completo del mundo so cial que Marx. Mientras se suponía que la mayor preocupación de Marx era la economía, a Weber le interesó una gama más amplia de fenómenos sociales. Los sociólogos posteriores pensaban que esta diversidad de cuestiones les pro porcionaba más materia que el aparentemente único centro de atención de Marx. Weber produjo la mayoría de sus grandes obras a finales del siglo xix y principios del xx. Al principio de su carrera se identificaba a Weber como his toriador preocupado por cuestiones sociológicas, pero a principios del siglo xx su enfoque se hizo cada vez más sociológico. En efecto, se convirtió en el so ciólogo más importante de su época en Alemania. En 1910 fundó (con Georg Simmel — a quien analizaremos más adelante— entre otros) la Sociedad Socio lógica Alemana. Su casa, en Heidelberg, constituía un centro intelectual no sólo para los sociólogos, sino también para muchos estudiosos de otros campos. Aunque su obra ejerció una profunda influencia en Alemania, influyó quizás más en los Estados Unidos, sobre todo una vez que Talcott Parsons hizo llegar a una am plia audiencia las ideas de W eber (y las de otros teóricos europeos, en particular las de Durkheim). Mientras las ideas de Marx no surtieron un efecto positivo importante en los teóricos de la sociología hasta los años sesenta, Weber ya constituía una figura altamente influyente a finales de los años treinta. Georg Simmel fue coetáneo de Weber y cofundador de la Sociedad Socio lógica Alemana. Como a Marx y a Weber, le dedicamos un capitulo del libro (el octavo); aquí sólo nos ocuparemos de su importancia en el desarrollo histórico de la teoría sociológica. Simmel fue un teórico de la sociología un tanto atipico (Frisby, 1981; Levi ne, Carter y Gorman, 1976a, 1976b). Por una parte, ejerció una influencia pro funda c inmediata en cl desarrollo de la teoría sociológica norteamericana, mientras Marx y W eber fueron ignorados durante varios años. La obra de Simmel contri buyó a dar forma al desarrollo de uno de los primeros centros de la sociología norteamericana — la Escuela de Chicago y su teoría central: el interaccionismo simbólico. La Escuela de Chicago y el interaccionismo simbólico llegaron a dominar, como veremos, la sociología norteamericana en el decenio de los años veinte y a principios del de los treinta (Bulmer. 1984). Las ideas de Simmel influyeron en esta escuela debido fundamentalmente a que las figuras más des tacadas de sus primeros años, Albion Small y Robert Park, se habían expuesto a
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
31
la influencia de las teorías formuladas por Simmel en Berlin a finales del si glo XIX. Park había asistido a las clases que Simmel dictó en 1899 y 1900, y Small mantuvo una extensa correspondencia con Simmel durante la década de 1890. Ambos brindaron las ideas de Simmel a los estudiantes y al cuerpo docen te de Chicago al traducir parte de su obra y presentarla a una vasta audiencia estadounidense (Frisby. 1984; 29). Otro aspecto atipico de la obra de Simmel es su «nivel» de análisis, o cuan do menos el nivel que le otorgó reconocimiento en Norteamérica. Mientras a Weber y a Marx les preocupaban cuestiones de gran envergadura como la ra cionalización de la sociedad y la economía capitalista, Simmel adquirió fama debido a su trabajo sobre fenómenos a pequeña escala, especialmente la acción y la interacción individual. En seguida fue reconocido por su análisis, derivado de la filosofía kantiana, de las form as de interacción (por ejemplo, el conflicto) y de los tipos de interactores (por ejemplo, el extraño). Lo que fundamental mente vio Simmel fue que la comprensión de la interacción entre la gente era una de las grandes tareas de la sociología. Sin embargo, era imposible estudiar el cuantioso número de interacciones de la vida social sin disponer de algunas herramientas conceptuales. Fue así como nacieron las formas de interacción y los tipos de interactores. Simmel presintió que podía aislar una cantidad limita da de formas de interacción que se daban en un elevado número de escenarios sociales. Con este bagaje, se podrían analizar y comprender los diferentes mar cos en los que se desenvuelve la interacción. El desarrollo de un número limita do de tipos de interactores podría asimismo ser útil a la hora de explicar los marcos de la interacción. Este trabajo influyó profundamente en el interaccio nismo simbólico, que, como su nombre sugiere, se centra fundamentalmente en la interacción. No deja de ser irónico, sin embargo, que también Simmel se preocupase por las grandes cuestiones sociológicas que obsesionaron a Marx y Weber. No obstante, este aspecto del trabajo de Simmel tuvo menor influencia que su análisis de la interacción, aunque encontramos signos contemporáneos que sugieren un interés creciente por la sociología de Simmel relativa al estudio de las grandes cuestiones. Lo que hizo a Simmel accesible para los primeros teóricos estadounidenses de la sociología fue, en parte, su estilo en el estudio de la interacción. Aunque escribió densos volúmenes como W eber y Marx, también produjo una serie de ensayos engañosamente simples sobre fenómenos interesantes como el pobre, la prostituta, el miserable y el gastador, y el extraño. La brevedad de estos ensayos y el alto nivel de interés que despertaron esas cuestiones facilitó la difusión de sus ideas. Lamentablemente, los ensayos tuvieron el efecto negativo de obscurecer otras obras de Simmel más voluminosas (por ejemplo, La filo so fía del dinero, traducida al inglés en 1978), que potencialmente tenía parecida importancia para la sociología. Con todo, la influencia de Simmel sobre la tem prana teoría sociológica norteamericana tuvo mucha más importancia que la de Marx y Weber debido, en parte, a sus breves e inteligentes ensayos. No sería apropiado pasar a otra cuestión sin mencionar algo sobre La filoso-
32
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
fia del dinero, ya que su traducción al inglés aumentó cl atractivo de la obra de Simmel para toda una serie de nuevos teóricos interesados en la cultura y en la sociedad. Aunque la orientación macrosocial es más clara en La filosofia del dinero, ésta siempre estuvo presente en la obra de Simmel. Ello se hace patente, por ejemplo, en su famoso trabajo sobre la diada y la tríada. Simmel pensaba que algunos desarrollos sociológicos cruciales se habían producido cuando un grupo formado por dos personas (o diada) se convertía, por la adición de un tercero, en una tríada. Surgen con ello unas posibilidades sociales que no po drían existir en una diada. Por ejemplo, en una triada uno de los miembros puede convertirse en árbitro o mediador de las diferencias entre los dos restan tes. Y lo que es más importante aún. dos de los miembros pueden aliarse y dominar al otro miembro. Esto representa a pcqucfia escala lo que puede suce der en el caso del surgimiento de grandes estructuras que se separan dcl indivi duo y logran dominarle.
SIGMUND FREUD: Reseña biográfica igmun reu ue otra n luyente igura e la ciencia social alemana de finales del si glo XIX y principios del xx. Aunque no era pro piamente un sociólogo, no sólo influyó en la obra de muctios sociólogos, sino que si gue siendo Importante para éstos (Carvetfi, 1982). Sigmund Freud nació en la ciudad aus tro-húngara de Freiberg el seis de mayo de 1856 (Puner, 1947). En 1859 su familia se trasladó a Viena y en 1873 Freud ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena. A Freud le interesaba más la ciencia que la medicina y aceptó un puesto de trabajo en un laboratorio de fisiología. Tras terminar su carrera de medicina y abandonar el laboratorio en 1882, trabajó en un hospital y estableció una consulta médica privada especializada en enfermedades nerviosas. Al principio, Freud utilizó la hipnosis para tratar un tipo de neurosis conocida como histeria. Esa técnica la había aprendido en París, en 1885, de Jean Martin Charcot. Más tarde adoptaría una técnica inicia da por un compañero médico vienés llamado Joseph Breuer, en virtud de la cual los síntomas histéricos desaparecían cuando el paciente hablaba largo y tendido sobre las circunstancias en las que aparecie ron por primera vez los síntomas. En 1895 Freud publicó un libro con Breuer que contenía una serie de implicaciones revolucionarias: que las causas de neurosis como la histeria eran psicológicas (y no fisioló-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
33
Esta cuestión está en la base de La filosofía del dinero. Una de las mayores preocupaciones de Simmel era el surgimiento en el mundo moderno de una economía monetaria que se separaba del individuo y lo dominaba. Esta cues tión, a su vez, constituye parte de un tema más general y ubicuo en la obra de Simmel; la dominación de la cultura como un todo sobre el individuo. Tal y como Simmel lo veía, en el mundo moderno la cultura y el conjunto total de sus diversos componentes (incluida la economía monetaria) se expandía y, a medi da que lo hacía, la importancia del individuo decrecía. Así, por ejemplo, cuanto mayor y más sofisticada se hacía la tecnología industrial asociada a la economia moderna, menos importantes se volvían las capacidades y aptitudes del trabaja dor individual. Al final, el trabajador se enfi-enta a una maquinaria industrial sobre la que apenas puede ejercer control. En términos más generales, Simmel creía que en el mundo moderno la expansión de la cultura llevaba a una crecien te insignificancia del individuo.
gicas, como se había mantenido hasta entonces) y que la terapia con sistía en hablar sobre las causas originales. Así nació el campo prác tico y teórico del psicoanálisis. Freud comenzó a separarse de Breuer cuando entrevio la existencia de factores sexuales o, más general mente, de la libido, en el origen de las neurosis. Durante los años siguientes Freud redefinió sus técnicas terapéuticas y escribió mucho sobre sus nuevas ideas. En 1902, Freud comenzó a congregar a su alrededor algunos dis cípulos que se reunían en su casa todas las semanas. Hacia 1903 y 1904, otros (como Car! Jung) comenzaron a usar las ideas de Freud en sus prácticas psiquiátricas. En 1908 se celebró el primer Congreso Psicoanalítico, y al año siguiente comenzó a editarse una revista para difundir los conocimientos psicoanalíticos. Inmediatamente después de su creación, el psicoanálisis comenzó a experimentar divisiones a medida que Freud rompía con personas como Jung, que empezaron a desarrollar sus propias ideas y a fundar sus propios grupos. La Prime ra Guerra Mundial aminoró el desarrollo del psicoanálisis, pero duran te la década de los años veinte se expandió y desarrolló a gran veloci dad. Con el auge del nazismo el centro del psicoanálisis se trasladó a los Estados Unidos, donde aún sigue estando en la actualidad. Pero Freud se quedó en Viena hasta la llegada de los nazis en 1938, a pesar de ser judío y de que los nazis habían quemado sus libros ya en 1933. Sólo tras el pago de un rescate y la intervención del presidente Rooseveit, se le permitió a Sigmund Freud salir de Viena el cuatro de junio de 1938. Freud padecía cáncer del maxilar inferior desde 1923 y murió de esta enfermedad en Londres el 23 de septiembre de 1939.
34
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Aunque los sociólogos se han sentido cada vez más cerca de las amplias implicaciones de la obra de Simmei, sus primeras influencias las ejercieron los estudios de fenómenos sociales a pequeña escala como las formas de interac ción y los tipos de interactores.
Los orígenes de la sociología británica Hemos examinado ya cl desarrollo de la sociología en Francia (Comte y Durk heim) y Alemania (Max Weber y Simmel). Ahora pasaremos a analizar el desa rrollo paralelo en Inglaterra. Como veremos, las ideas continentales influyeron en la primera sociología británica, pero aún más importantes fueron las influen cias autóctonas. Economía política, ameliorism y evolución social. Philip Abrams (1968) mantenia que la sociologia británica tomó forma en el siglo xix a partir de tres fuentes que entran con frecuencia en conflicto: la economía política, el ameliorism y la evolución social Así, cuando se fundó la Sociedad de Sociología de Londres en 1903, existían marcadas diferencias respecto de la definición del término sociología. Sin embargo, había pocos que dudaran de la idea de que la sociología fuera una ciencia. Estas diferentes perspectivas brindaron a la socio logia británica su carácter distintivo, por lo que analizaremos brevemente cada una de ellas. Ya hemos tocado el tema de la economía política, una teoría de la sociedad industrial y capitalista analizada en parte de la obra de Adam Smith (1723-1790) Como hemos tenido la ocasión de ver, la economía política ejerció una profun da influencia en Karl Marx. Marx estudió en profundidad la economía política y la criticó. Pero no fue esa la dirección que tomaron los economistas y sociólo gos británicos. Tendían a aceptar la idea de Smith de que existía una «mano invisible» que modelaba el mercado de trabajo y bienes. El mercado era consi derado como una realidad independiente que se situaba por encima de los indi viduos y controlaba su conducta. Los sociólogos británicos, como los econo mistas políticos, aunque a diferencia de Marx, pensaban que el mercado era una fuerza positiva, una fuente de orden, armonía e integración para la sociedad. Como contemplaban el mercado, y más generalmente la sociedad, con buenos ojos, la tarea de los sociólogos no consistía en criticar la sociedad, sino simple mente en reunir los datos sobre las leyes que la regían. Su meta era proporcio nar al gobierno los hechos que necesitaba para comprender cómo operaba el sistema y dirigir su funcionamiento sabiamente.
Para desarrollos más recientes de la sociología británica véase Abrams et al. (1981). ' Generalmente, a Smitii se le considera una de las principales figuras de la Ilustración bscocesa (Chitnis, 1976) y de los Moralistas Escoceses (Schneider, 1967: xi), quienes se esfor zaron por establecer los fundamentos de ta sociologia.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
35
Se hizo hincapié en los hechos, pero ¿de qué hechos se trataba? Mientras Marx, Weber, Durkheim y Comte estudiaron las estructuras de la sociedad para explicitar sus hechos básicos, los pensadores británicos tendían a estudiar a los individuos que constituían esas estructuras. Para estudiar estructuras de gran magnitud, tendían a recoger datos individuales y a combinarlos con el fin de obtener una descripción colectiva. A mediados de la década de 1800 los estadís ticos dominaban la ciencia social británica, y la principal tarea de la sociología era este tipo de recolección de datos. El objetivo consi.stía en la acumulación de hechos «puros» sin teorizar o filosofar. Como señala Kent (1981; 187), estos sociólogos empíricos se desentendieron de las preocupaciones de los teóricos sociales. En lugar de teorizar, el «análisis se centraba en el esfuerzo por produ cir indicadores más exactos, mejores métodos de clasificación y recolección de datos, el perfeccionamiento de las tablas de vida, el logro de mayores niveles de comparabilidad entre cuerpos discretos de datos, y otras cuestiones similares» (Abrams, 1968: 18). Casi a su pesar, estos sociólogos orientados hacia la estadística llegaron a encontrar ciertas limitaciones en su enfoque. Unos pocos comenzaron a sentir la necesidad de un mayor esfuerzo de teorización. Para ellos, un problema como el de la pobreza apuntaba hacia los fallos de! sistema de mercado y del conjunto de la sociedad. Pero la mayoría, como se había centrado en el individuo, no se cuestionó el sistema como un todo; se dedicó a realizar estudios de campo más detallados y a desarrollar técnicas más complicadas y exactas. La fuente del problema residía desde su punto de vista en la utilización de métodos inadecua dos de investigación, no en el conjunto del sistema. Como Philip Abrams escri bió, «Al centrarse insistentemente en la distribución de las circunstancias indi viduales, los estadísticos no consiguieron percibir la pobreza como un producto de la estructura social... No alcanzaron, y probablemente les habría sido impo sible alcanzar, el concepto de victimización estructural» (1968: 27). Además de sus compromisos teóricos y metodológicos en el estudio de los individuos, los estadísticos trabajaron demasiado próximos a los políticos como para llegar a !a conclusión de que el conjunto del sistema económico y político era el problema. Relacionada con la economía política, aunque separada de ella, encontra mos la segunda característica definitoria de la sociología británica; el ameliorism o deseo de solucionar los problemas sociales mediante la reforma de los individuos. Aunque los estudiosos británicos comenzaron a reconocer la exis tencia de problemas en la sociedad (por ejemplo, la pobreza), aún creían en esa sociedad y deseaban preservarla. Querían prever la violencia y la revolución, y reformar el sistema sin alterar su esencia. Sobre todo, deseaban evitar la llegada de una sociedad socialista. Así, al igual que la sociología francesa y que algunas ramas de la sociología alemana, la sociología británica tenía una orientación básicamente conservadora. Puesto que los sociólogos británicos no podían, ni querían, identificar la fílente de problemas tales como la pobreza con la sociedad como un todo, la encontraron en los individuos mismos. Ello constituía una forma temprana de
36
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
lo que más tarde William Ryan (1971) llamó «echar la culpa a la víctima». Se dedicó no poca atención a una larga serie de problemas individuales: «ignoran cia, pobreza espiritual, impureza, falta de higiene, mendicidad e inmoderación, sobre todo inmoderación» (Abrams, 1968; 39). En efecto, existía la tendencia a pensar que los males sociales se debían a una única causa y la más sugerente de todas era el alcoholismo. Lo que convertía al alcoholismo en una causa perfecta para cl ameliorism era que se trataba de una patología individual, no social: los partidarios del ameliorism carecían de una teoría de la estructura social, una teoría sobre las causas sociales de esos problemas individuales. Pero «na percepción más profunda de la estructura social se ocultaba bajo la superficie de la sociologia británica, apareciendo a finales del siglo xix con el nacimiento del interés por la evolución social. La obra de Auguste Comte —parte de la cual había sido traducida al inglés en la década de 1850 -- influyó de modo significativo. Aunque la obra de Comte no suscitó un interés inmediato, durante el último cuarto del siglo algunos pensadores se sintieron atraídos por su preo cupación por las grandes estructuras de la sociedad, su orientación científica (positivista), su tendencia a la comparación y su teoría evolucionista. Con todo, algunos pensadores británicos se reafirmaron en su propia concepción del mun do por oposición a algunos de ios excesos de la teoría comtiana (por ejemplo, la tendencia a elevar la sociología a la altura de la religión). Desde el punto de vista de Abrams, la importancia real de Comte consistía en que proporcionó una de las bases sobre la que podía erigirse la oposición contra el «espíritu opresivo de Herbert Spencer» (Abrams, 1968: 58). Tanto en sentido positivo como negativo, Spencer fue una figura dominante de la teoría sociológica británica, especialmente de la teoria de la evolución. Herbert Spencer (1820-1903). Para comprender las ideas de Spencer (véase el capitulo cuarto) resulta útil compararlas y contrastarlas con la teoría comtiana. A Spencer se le suele estudiar junto a Comte debido a la influencia que ambos ejercieron en el desarrollo de la teoría sociológica, pero existen impor tantes diferencias entre ambos. Por ejemplo, es menos fácil calificar a Spencer de conservador que a Comte. De hecho, Spencer fue en su juventud politica mente liberal y durante toda su vida mantuvo algunas posiciones liberales. Sin embargo, también es cierto que con los años Spencer se hizo más conservador y que, como en el caso de Comte, su influencia básica era conservadora. Una de sus posturas liberales, que coexistió no sin dificultad con su conser vadurismo, era su aceptación de la doctrina dcl laissez-faire: pensaba que el estado no debia intervenir en los asuntos individuales, excepto en el caso de la muy pasiva función de la protección de las personas. Esto significaba que Spen cer, a diferencia de Comte, no sentía interés por las reformas sociales; su deseo era que la vida social se desarrollara libre de todo control externo. Esta diferencia hace que Spencer sea considerado un darwinlsta social (G. Jones, 1980). Como tal, sostenía la idea evolucionista de que el mundo mejora ba progresivamente. Por lo tanto, se le podía dejar que marchase por si solo; una
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
37
interferencia externa sólo podía empeorar la situación. Spencer adoptó la idea de que las instituciones sociales, como las plantas y los animales, se adaptaban progresiva y positivamente a su entorno social. También aceptaba la creencia darwiniana de que el proceso de la selección natural de la «supervivencia del más apto» también se producía en el mundo social. (Es interesante saber que fue Spencer quien acuñó esta frase varios años antes de la aparición de la obra de Darwin sobre la selección natural). Es decir, libres de una intervención externa, las personas «aptas» podrían sobrevivir y multiplicarse mientras que los «no aptos» tenderían a extinguirse. Otra diferencia es que Spencer hacía hincapié en el individuo mientras Comte se centraba en unidades mayores como la familia. Aunque existen importantes diferencias entre Comte y Spencer, las onentaciones que compartían o, al menos, la similar manera en que fueron interpreta das, demostraron siempre ser más importantes que sus diferencias para el desa rrollo de la teoria sociológica. Comte y Spencer compartían con Durkheim y otros el compromiso con una ciencia de la sociología, una perspectiva harto atractiva para los primeros teóri cos. Otra influencia de la obra de Spenccr, compartida tanto por Comte como por Durkheim, era su tendencia a pensar la sociedad como un organismo: Spen cer se inspiró en la biología para dar forma a su perspectiva y a sus conceptos. Le interesaba la estructura general de la sociedad, la interrelación entre las partes de la sociedad, y \as funciones que cada parte cumplía para las demás y para el sistema en su conjunto. Y lo que es más importante, Spencer y Comte compartían una concepción evolucionista del desarrollo histórico, a pesar de que Spencer criticara la teoría de la evolución de Comte aduciendo varias razones. Rechazaba, específica mente, la ley de los tres estadios de Comte. Pen.saba que Comte se había confor mado con analizar la evolución en el reino de las ideas, en términos de su desa rrollo intelectual. Spencer, sin embargo, se esforzó por desarrollar una teoría de la evolución del mundo real y material. Aunque se reconoce a Spencer como un teórico de la evolución, su teoría es altamente compleja, adopta variadas formas, y a menudo es poco clara y ambi gua (Haines, 1988; Perrin, 1976). No obstante, es posible identificar al menos dos grandes perspectivas de la evolución en la obra de Spencer. La primera de estas teorías hace referencia principalmente al tamaño cre ciente de la sociedad. La sociedad crece debido tanto a la multiplicación de los individuos como a la unión de los grupos (composición). El aumento del tama ño de la sociedad supone el crecimiento de las estructuras sociales y su mayor diferenciación, así como también el aumento de la diferenciación entre las fun ciones que realizan. Además del aumento del tamaño, las sociedades evolucio nan a través de la composición, es decir mediante la unificación de más y más grupos adyacentes. Así, Spencer habla de un movimiento evolucionista desde las sociedades más simples a las compuestas, las doblemente compuestas, y las triplemente compuestas. Spencer también nos ofrece una teoria de la evolución desde las sociedades
38
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
militares a las sociedades industriales. Las sociedades militares, más antiguas, se caracterizaban por estar estructuradas para afrontar un estado de guerra ofensivo y defensivo. Aunque Spencer contemplaba con ojos criticos el estado de guerra, pensaba que, en un primer estadio, era funcional para mantener unidas las so ciedades (a través, por ejemplo, de la conquista militar) y crear los grandes agregados de personas que requería el desarrollo de la sociedad industrial. Sin embargo, con el nacimiento de la sociedad industrial, ese estado de guerra deja de ser funcional e impide el avance del proceso de evolución. La sociedad in dustrial se basa en la amistad, el altruismo, la especialización, en el reconoci miento de los logros de las personas y no de sus características innatas, y en la cooperación voluntaria entre individuos altamente disciplinados. Esta sociedad se mantiene unida mediante relaciones contractuales voluntarias y, lo que resul ta más importante aún, mediante una fuerte moral común. El papel del gobierno se limita a lo que las personas no deben hacer. Obviamente, las modernas socie dades industriales tienen menos propensión a la guerra que sus predecesoras militares. Aunque Spencer afirma que existe una evolución general en la direc ción que llevan las sociedades industriales, también reconoce que es posible que haya regresiones periódicas hacia el estado de guerra y las sociedades más militares. En sus escritos sobre ética y política Spencer nos ofrece otras ideas sobre la evolución de la sociedad. Por una parte, considera que la sociedad progresa hacia un estado moral ideal o perfecto. Por otra, manifiesta que las sociedades más aptas sobrevivirán mientras se dejará morir a las sociedades no aptas. El resultado de este proceso es un aumento progresivo de la adaptación al mundo en su conjunto. Así, Spencer ofreció un conjunto rico y variado de ideas sobre la evolución social. Como veremos, al principio sus ideas disfrutaron de un gran éxito, más tarde fueron rechazadas durante años, y recientemente han vuelto a ser acepta das con el nacimiento de las nuevas teorías sociológicas de la evolución (Buttcl, 1990). La reacción contra Spencer en G ran Bretaña. A pesar de su énfasis en el individuo, Spencer fue más famoso por su gran teoría de la evolución social. C o n e lla se e n fren ta b a a la j\0ci.0ÍacjaflJieie_bahia.Pcecedidg-ea,Gran Bretaí]a. Sin embargo, la reacción contra Spencer se basaba más en la amenaza que plan teaba su idea de la supervivencia del más apto a un ameliorism caro a la mayo ría de los primeros sociólogos británicos. Aunque más tarde Spenccr repudió algunas de sus ideas más ofensivas, se reafirmó en su filosofía de la superviven cia del más apto y se mantuvo en contra de la intervención del gobierno y la reforma social. Así se expresaba: P ro m o v e r la h a ra g a n e ría a e x p e n sas d cl b ie n c o n stitu y e una c ru e ld a d e x tre m a . S u p o n e u n fo m e n to d e lib e ra d o de la m ise ria p a ra la s fu tu ra s g e n e ra c io n e s. N o hay m a y o r a z o te p a ra la p o ste rid a d q u e le g a rle s u n a p o b la c ió n c ad a vez m a y o r de im -
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
39
b éciies, o c io s o s y crim in ales... La naturaleza se esfuerza enortnem entc por hacer le s desaparecer, por lim piar de e llo s e l m undo, y por dejar esp a cio para los m ejo res... Si no son su ficien tem en te cap aces d e v iv ir, m ueren, y e s m ejor que así sea. (Spencer, citado en A bram s, 1968; 74)
Estos sentimientos se oponían claramente a la orientación del ameliorism de los sociólogos-reformadores británicos.
Figuras clave de la sociología italiana Podemos terminar este esbozo de la temprana y fundamentalmente conservado ra teoría sociològica europea con una breve mención de dos sociólogos italia nos, Wilfredo Pareto (1848-1923) y Gaetano Mosca (1858-1941). Estos dos sociólogos fueron influyentes en su época, aunque es mínima su relevancia contemporánea. Hoy en día pocas personas leen a Mosca. Se produjo un breve brote de interés por la obra de Pareto (1935) durante la década de los treinta, cuando el principal teórico estadounidense, Talcott Parsons, dedicó la tnisma atención a Pareto que a Weber y Durkheim. Sin embargo, durante estos últimos años y a excepción de algunos de sus grandes conceptos, la importancia y rele vancia de Párelo ha disminuido. Zeitlin arguye que Pareto desarrolló sus «grandes ideas como una refuta ción de Marx» (1981; 171). De hecho, Pareto rechazaba no sólo a Marx, sino también a una gran parte de la filosofia de la Ilustración. Por ejemplo, mientras los filósofos de la Ilustración hacían hincapié en la racionalidad, Pareto subra yaba el papel de factores no racionales como los instintos humanos. Este énfasis estaba ligado a su rechazo de la teoría marxista. Es decir, como los factores instintivos y no racionales eran tan im p o rta n te sta n inalterables, no era realista esperar que se pudiesen introducir cambios sociales drásticos mediante una re volución económica. Pareto también desarrolló una teoria del cambio social en agudo contraste con la teoría marxiana. Mientras la teoría de Marx se centraba en cl papel de las masas, Pareto proponía una teoría elitista del cambio social que mantenía que la sociedad estaba inevitablemente dominada por una pequeña elite de egoístas ilustrados. Es esa élite quien dirige a unas masas dominadas por fuerzas no racionales. Como carecen de capacidades racionales, las masas no pueden lle gar a constituir en el sistema de Pareto una fuerza revolucionaria. El cambio social se produce cuando la élite comienza a degenerar y es sustituida por una nueva élite procedente de otra élite no gobernante o de los elementos sobresa lientes de las masas. Ya instalada la nueva élite en el poder, el proceso comien za de nuevo. Así, nos encontramos con una teoría cíclica del cambio social en lugar de las teorías lineales de Marx, Comte, Spencer y otros. Además, la teoria del cambio de Pareto ignora la condición de las masas. Las élites llegan y se van, pero el grueso de la masa permanece inalterable. Esta teoria no constituye, sin embargo, la contribución de mayor trascen-
40
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
dencia que Pareto hizo a la sociologia. Lo que más ha perdurado es su concep ción científica de la sociologia y del mundo social: «Mi deseo es construir un sistema de sociologia siguiendo el modelo de la mecánica celestial [la astrono mía], la física y la química» (citado en Hook, 1965: 57). En resumen, Pareto contemplaba la sociedad como un sistema en equilibrio, un conjunto constitui do por partes interdependientes. La concepción sistèmica que Pareto tenía de la sociedad era la razón por la que Parsons le dedicó tanta atención a su obra de 1937, La estructura de la acción social, a la vez que constituyó la influencia más importante de Pareto sobre el pensamiento de Parsons. Entremezclada con otras ideas similares de los defensores de la imagen orgánica de la sociedad (Comte, Durkheim y Spcnccr, por ejemplo), la teoría de Pareto jugó un papel central en el desarrollo de la teoría de Parsons y, en términos más generales, en el funcionalismo estructural. Aunque pocos sociólogos leen actualmente la obra de Pareto (una excep ción es Powers, 1986), prácticamente nadie lee la de Mosca. Pero su obra tam bién puede contemplarse como un rechazo de la Ilustración y el Marxismo. Lo que más nos importa es que Mosca, como Pareto, ofreció una teoría elitista del cambio social que se opone a la perspectiva marxista.
Desarrollos del marxismo europeo a la vuelta del siglo Mientras muchos sociólogos del siglo diecinueve desarrollaban sus teorías en oposición a Marx, se producía un esfuerzo simultáneo de varios marxistas por clarificar y ampliar la teoría marxiana. Entre aproximadamente 1875 y 1925, se produjo muy escaso contacto entre marxismo y sociología. (Weber constituye una excepción). Las dos escuelas de pensamiento se desarrollaron paralela mente con escaso o ningún intercambio entre ellas. Tras la muerte de Marx, la teoría marxista estuvo inicialmente dominada por quienes entreveían en su teoría un determinismo económico y científico. Wallerstein denomina esta etapa la época del «marxismo ortodoxo» (1986: 1301 ), Friedrich Engels, benefactor y colaborador de Marx, le sobrevivió y puede ser considerado el primer exponente de esta perspectiva. En lo fundamental, la idea era que la teoría científica de Marx revelaba las leyes económicas que regían el mundo capitalista. Estas leyes apuntaban hacia el colapso inevitable del sistema capitalista. Los primeros pensadores marxistas, como Karl Kautsky, se afana ron por comprender mejor cómo operaban esas leyes. Sin embargo, semejante perspectiva planteaba varios problemas. Parecía excluir la acción política, pie dra angular de la postura de Marx. Es decir, parecía no requerir la actuación de los individuos y, especialmente, de los trabajadores. Así, el sistema se desmoro naría inevitablemente y todo lo que había que hacer era sentarse y esperar su desaparición. En el nivel teórico, el marxismo determinista parecía excluir la relación dialéctica entre los individuos y las grandes estructuras sociales. Estos problemas produjeron una reacción entre los teóricos marxistas y con dujeron al desarrollo del «marxismo hegeliano» a principios del decenio de
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
41
1900. Los marxistas hegelianos se negaron a reducir el marxismo a una teoria cicntífíca que ignoraba cl pensamiento y la acción del individuo. Se les llamó marxistas hegelianos porque se esforzaron por combinar cl interés de Hegel por la conciencia (que algunos, como el autor de este libro, creen que Marx compartia) con el interés de los deterministas por las estructuras económicas de la sociedad. La importancia de los teóricos hegelianos se debió tanto a razones teóricas como prácticas. Rn el nivel teórico reafirmaron la importancia del indi viduo, de la conciencia y de la relación entre el pensamiento y la acción. En el práctico, subrayaron la importancia de la acción individual para provocar la revolución social. El principal exponente de este punto de vista fue George Lukács (Fischer, 1984). De acuerdo con Martin Jay, Lukács fue «el padre fundador del marxismo occidental», y el autor de Historia y conciencia de clase, «reconocida general mente como la carta fundacional dcl marxismo hegeliano» (1984: 84). Lukács comen/ó a principios del siglo a integrar marxismo y sociologia (en particular, las teorías de Weber y Simmel). Esta integración se aceleró inmediatamente con el desarrollo de la teoría critica durante los años veinte y treinta.
RESUMEN Este capítulo esboza la historia temprana de la teoría sociológica en dos aparta dos. El primero y más breve analiza las diversas fuerzas sociales implicadas en el desarrollo de la teoria sociológica. Aunque estas influencias fueron numero sas, nos centramos en cómo la revolución política, la Revolución Industrial, el nacimiento del capitalismo y de! socialismo, la urbanización, el cambio religio so y el crecimiento de la ciencia afectaron a la teoría sociológica. Empezamos por Francia y por cl papel que jugó la Ilustración, recalcando la reacción con servadora y romántica que produjo. La teoría sociológica francesa se desarrolló a partir de esa oposición. En este contexto examinamos las principales figuras de los primeros años de la sociología francesa; Claude Henri Saint-Simon, Au guste Comte y Emile Durkheim. Luego dedicamos nuestra atención a Alemania y el papel que jugó Karl Marx en el desarrollo de la sociología en ese país. Analizamos el desarrollo paralelo de la teoría de Marx y ia teoria sociológica y los modos en que la teoria marxista influyó en la sociología, tanto positiva como negativamente. Comen zamos con las raíces de la teoría marxiana en el hegelianismo, el materialismo y la economía política. Brevemente tocamos el tema de la teoria de Marx, El análisis se centra después en las raices de la sociologia alemana. Examinamos la obra de Max Weber con el fin de mostrar las diversas fuentes de la sociología alemana. También se analizan algunas de las razones por las que la teoría de Max Weber fue más aceptada por los sociólogos posteriores que las ideas de Marx. Este apartado termina con un breve análisis de la obra de Georg Simmel. Pasamos después a analizar el desarrollo de !a teoría sociológica en Gran
42
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Bretaña. Las principales fuentes de la sociologia británica fueron la economia política, el ameliorism y la evolución social. En este contexto estudiamos bre vemente la obra de Herbert Spencer, así como parte de la controversia que suscitó. Este capítulo termina con un breve análisis de la teoria sociológica italiana, especialmente de la obra de Wilfredo Pareto y los desarrollos en la teoria mar xista europea a la vuelta de! siglo, principalmente el determinismo económico y et marxismo htegeliano. Así concluye nuestro esbozo de la historia temprana de la teoría sociológi ca. En este capítulo hemos analizado en un contexto histórico la obra de seis teóricos —Comte, Spencer, Marx, Durkheim, Weber y Simmel— a los que más tarde dedicaremos todo un capítulo. También nos referiremos a estos teóricos en el próximo capítulo, cuando hablemos de su influencia en la teoría sociológi ca posterior. El capitulo segundo incluirá un breve análisis, dentro del contexto histórico de los desarrollos más recientes, de la obra de los otros tres teóricos que aquí definimos como pensadores clásicos y que serán analizados en profun didad en el libro: Mead, Schutz y Parsons.
CAPITULO
2
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES LA PRIMERA TEORIA SOCIOLOGICA ESTADOUNIDENSE La orientación política de la primera sociología estadounidense Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociología estadounidense La Escuela de Chicago LA TEORIA SOCIOLOGICA HASTA LA MITAD DE SIGLO El nacimiento de Harvard, la Ivy League y el estructural funcionalismo La decadencia de la Escuela de Chicago Desarrollos de la teoría marxista LA TEORIA SOCIOLOGICA DESDE LA MITAD DE SIGLO Estructural funcionalismo: auge y decadencia La sociología radical en América: C. Wright Mills El desarrollo de la teoría del conflicto El nacimiento de la teoría del intercambio Análisis dramatúrgico: la obra de Erwing Goffman El desarrollo de las sociologías «creativas» Teoría de sistemas La influencia de la sociología marxista El reto de la teoría feminista Estructuralismo y posestructuralismo LA TEORIA SOCIOLOGICA EN LOS AÑOS NOVENTA Integración micro-macro Integración acción-estructura Síntesis teóricas Metateorización en sociología
43
44
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
En el capítulo primero hemos analizado el desarrollo de la teoría sociológica en la Europa del siglo diecinueve, ün este capítulo nos centraremos en desarrollos que se produjeron en los siglos diecinueve y veinte, con especial atención a las tendencias que se dieron en los Estados Unidos. La Figura 2.1 muestra las in fluencias intelectuales importantes que se ejercieron sobre estos desarrollos, asi como los grandes teóricos y las grandes teorías.
LA PRIMERA TEORIA SOCIOLOGICA ESTADOUNIDENSE Resulta difícil dar una fecha exacta de la fundación de la sociología en los Estados Unidos. Ya en 1858 se impartió en Oberlin un curso sobre problemas sociales; en 1873 George Fitzhugh empleó el término sociología acuñado por Comte. Durante la década de 1880 comenzaron a impartirse cursos que lleva ban cl nombre especifico de «sociología», y el primer departamento que llevaba en su denominación el termino sociología se fundó en la Universidad de Kansas en 1889. En 1892 Albion Small se trasladó a la Universidad de Chicago y esta bleció cl primer centro importante de la sociología estadounidense, y de teoría sociológica en particular (Matthews, 1977).
La orientación política de la primera sociología estadounidense Un importante estudio sobre la orientación política de la primera teoria socioló gica estadounidense (Schwendinger y Schwendingcr, 1974) constata que los primeros sociólogos estadounidenses deben definirse políticamente como libe rales y no como conservadores, caracterización esta última más correcta de la mayoría de los primeros teóricos europeos. El liberalismo característico de la primera sociologia estadounidense se define por dos rasgos fundamentales. Pri mero, operaba con la creencia en la libertad y cl bienestar dcl individuo. Así, se percibe una mayor influencia de la orientación de Spencer que de la postura más colectiva de Comte. Segundo, muchos sociólogos asociados a esta orienta ción adoptaron una idea evolucionista dcl progreso social (W. Fine, 1979). Sin embargo, no se pusieron de acuerdo en ei modo en que se podría conseguir este progreso. Algunos pensaban que el gobierno debía tomar medidas para contri buir a la reforma social, mientras otros suscribían la doctrina del laissez-faire aduciendo que se debía dejar que los diversos componentes de la sociedad re solvieran sus propios problemas. Llevado al límite, el liberalismo se aproxima bastante al conservadurismo. La creencia en el progreso social —en la reforma o en la doctrina del laissezfaire— y la creencia en la importancia del individuo llevaron a posturas de apoyo al conjunto del sistema. La creencia fundamental es que el sistema social funciona o puede reformarse para que funcione. Encontramos escasa crítica del sistema en su conjunto. En el caso de los Estados Unidos, ello significa que
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
45
apenas se cuestiona cl capitalismo. En lugar de la inminente lucha de clases, los primeros sociólogos preveían un futuro gobernado por ia armonía y la coopera ción entre las clases. Bn última instancia, ello significa que la primera teoría sociológica estadounidense contribuyó a la racionalización de la explotación, el imperialismo nacional e internacional y la desigualdad social (Schwendinger y Schwendinger, 1974). Al fin y al cabo, el liberalismo político de los primeros sociólogos tuvo implicaciones muy conservadoras.
Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociología estadounidense Roscoe Hinkle (1980) y Ellsworth Fuhrman (1980) subrayan en sus estu dios sobre la fundación de la teoría sociológica estadounidense diversos con textos básicos de los que surgió esa teoría. De crucial importancia fueron los cambios sociales que se produjeron en la sociedad estadounidense tras la Gue rra Civil (Bramson, 1961). En el primer capítulo analizamos una serie de facto res implicados en el desarrollo de la teoría sociológica europea; varios de estos factores (como la industrialización y la urbanización) estuvieron también pro fundamente implicados en el desarrollo de la teoría en Estados Unidos. Para Fuhrman, los primeros sociólogos estadounidenses pensaban que la industriali zación tenía aspectos positivos, pero también eran plenamente conscientes de sus peligros. Aunque estos primeros sociólogos se sintieron atraídos por las ideas sobre los peligros de la industrialización que generaban el movimiento obrero y los grupos socialistas, no eran partidarios de cambiar radicalmente la sociedad. Arthur Widich y Stanford Lyman (1985) han defendido recientemente la profunda influencia que ejerció el cristianismo, especialmente el protestantis mo, en Ja aparición de la sociología en los Estados Unidos. Desde su punto de vista, los sociólogos estadounidenses conservaban la preocupación protestante por salvar el mundo, y simplemente substituyeron un lenguaje (ta religión) por otro (la ciencia). Afirman estos autores que «Desde 1854, cuando aparecieron los primeros escritos de sociología en los Estados Unidos, hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, la sociología ha representado una respuesta moral e intelectual a los problemas de la vida y el pensamiento, de las instituciones y los credos de los estadounidenses» (Vidich y Lyman, 1985: I). Los sociólogos se esforzaban por definir, estudiar e intentar resolver estos problemas sociales. Mientras que el sacerdote trabajaba dentro de la religión para intentar mejorar al conjunto de las personas y a la misma religión, el sociólogo realizaba la misma tarea dentro de la sociedad. Dadas sus raíces y sus paralelismos religio sos, la inmensa mayoría de los sociólogos no desafiaron la legitimidad básica de la sociedad. Otro factor importante en la fundación de la sociología estadounidense ana lizado por Hinkle y Fuhrman se deriva de la emergencia simultánea de las pro fesiones académicas (entre ellas la sociologia) y del sistema universitario mo-
46
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Levi-Strausb (1906)
Spencer (1820-1903)
Darnrrrismv ivctal Surnnej Ward (I8 4 I-I9 I3 )
Skmncr
Durkheim
(l$5M9|7)
(J9 04-199Û )
S orokin
MarxistiKs hegeitano^ M arx < IS I8 -Ì8 8 3 )
Lukàc>> 11885-1971)
f re u d (1856*1939)
Par$ons <1902-1979)
Escuela crtdca Horkheimdr
(tS«-i97Ì) Adorno (l903-)96y)
D e fe r m m i.\m o
ei'unòmtcr> Kaui$ky H 8 5 4 -I9 3 8 )
Husserl (1 8 5 9 .1 9 3 8 )
Simmcl (IS 5S -I918)
$m»U (IS 5 4 -1 9 2 6 ) f»ark
(1864-19441
¡nienti ciomi/ni»
Mead Cooley
0X64(929)
\tmhóhco
Blum«r (1 9 0 0 -1 9 8 7 ) M . K uh n
( 1 9 M - I 9 6 Î)
Figura 2.1. Teoria sociològica: años posteriores.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
EMrucwrííii\mo
47
f*n >t - e \ i r u c t u r u lts n u t
Foucaull ( 1 9 2 6 -W Í4 )
Tconu dv l edes
T v o n a 4*!Ì r n ^ ír c u m in o
Blau Hom ans
n*>ltì-I989)
(1 9 1 8 -
)
Emerson (I9 2 5 -1 9 K 2 )
T eo ría l i t c o n flic to
r)a h re n d o rf (1 9 2 9 )
Marxismi* i's tr u c fu r a l A lthusser
Tuona
SocioMgtc'u Feminisfn M a r m m u ec o n ò m ico
Swecjy (1910} Braverm an (lM O-1976)
H aberm as <1929. )
T eoriu d t ia in tt)¿ ta c ió n
Ácctòn^estructuru
Mtcro'macro
M a r x tm o h i^tó rtc ù
Me/ítií‘onzación gn s o c io lo g ia
WaSlcrstein (1950)
Teoria S i /tié fìc a
Sociofogia Fffnomeìiofógica Berger
IIW L uckm ann
)
)
F in o itte to d o la g ia
G arfitikel
(f929Socw hgiu txisienciui
G o ffm a n
(1922-19821
)
48
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
demo en los Estados Unidos de finales dcl decenio de 1800. En Europa el siste ma universitario se había establecido bastante antes del nacimiento de la socio logía. Mientras la sociología encontró dificultades para establecerse en Europa, en los Estados Unidos le resultó más fácil debido a su nuevo y más fluido siste ma universitario. Otro de los factores se refiere, por último, a la influencia de una teoría europea bien establecida en la teoría sociológica estadounidense. En muy bue na medida, fueron los teóricos europeos los creadores de teoría sociológica, mientras los estadounidenses demostraban una gran capacidad para apoyarse en esos fundamentos. Spencer y Comte fueron los autores europeos más impor tantes para los americanos. Simmel adquirió cierta importancia durante los pri meros años, pero la influencia de Durkheim, Weber y Marx no surtió efecto hasta varios años después. Es interesante e instructivo analizar la historia de las ideas de Herbert Spencer para ilustrar la influencia de la teoría europea tempra na sobre la sociologia estadounidense. L a influencia de H erb ert Spencer en la sociología. ¿Por qué, durante los primeros años de la sociología estadounidense, las ideas de Spencer influyeron mucho más que las de Comte, Durkheim, Marx y Weber? Hofstadter (1959) propuso varias explicaciones. La más fácil de ellas era que Spencer escribía en inglés y los demás lo hacían en otras lenguas. Además, la escritura de Spencer no era muy técnica, algo que hizo que su obra fuera más accesible. En efecto, algunos han señalado que sí no se consideró a Spencer un estudioso muy sofis ticado ello se debió a su falta de tecnicismos. Pero hay otras razones más impor tantes que explican el atractivo de Spencer. Ofreció una orientación científica muy atractiva para una audiencia que empezaba a celebrar la ciencia y sus productos tecnológicos. Sugirió una teoría global que supuestamente explicaba el recorrido total de la historia humana. La envergadura de sus ideas, así como el voluminoso tamaño de su obra, permitía que su teoría tratara muchas cuestio nes diferentes que podían reJacionarse con numerosos tipos distintos de perso nas. Por último, y lo que quizás fuese más importante, su teoría se dirigía, para tranquilizarla, a una sociedad que atravesaba el doloroso proceso de la indus trialización. Desde el punto de vista de Spencer, la sociedad se dirigía gradual mente hacia un progreso cada vez mayor. El discípulo estadounidense más famoso de Spcnccr fue William Graham Summer, quien aceptó muchas de sus ideas social-darwinistas y las propagó ampliamente. Spencer también influyó en otros primeros sociólogos estadouni denses, entre ellos Lester Ward, Charles Horton Cooley, E.A, Ross y Robert Park. Sin embargo, durante la década de 1930 Spencer se eclipsó en el mundo intelectual en general, y en el de la sociología en particular. Su darwinismo social, las ideas del laissez-faire parecían ridiculas a la luz de los grandes pro blemas sociales, una guerra mundial y una grave depresión económica. En 1937 Talcott Parsons proclamó la muerte intelectual de Spencer en el ámbito de la
ESBOZO HISTORICO DE L«i TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
49
sociología al hacerse eco de las palabras que había pronunciado años antes el historiador Crane Brinton; «¿Quién lee actualmente a Spencer?», En nuestros dias Spencer tiene simplemente interés histórico, pero sus ideas fueron impor tantes en la configuración de la primera teoría sociológica estadounidense. Pa semos a analizar brevemente la obra de dos teóricos estadouniden.ses que se vieron influidos, al menos en parte, por la obra de Spencer. William Graham Sum m er (1840-1910). Conviene empezar el análisis de los primeros teóricos de la sociologia con William Graham Summer, ya que fue la persona que impartió el primer curso que podría llamarse sociologia en los Estados Unidos. Summer mantenía que habla enseñado sociología «mucho an tes que nadie lo hubiera intentado en cualquier otra universidad dcl mundo» (Curtis, 1981: 63). Summer fue el principal exponente del darwinismo social en los Estados Unidos, aunque parece que cambió de opinión al final de sus días (N. Smith, 1979). El siguiente intercambio de opiniones entre Summer y uno de sus estu diantes ilustra sus ideas «liberales» sobre la necesidad de la libertad individual y su postura en contra de las interferencias del gobierno; — Profesor, ¿no cree usted en las ayudas del gob iern o a la industria? — ¡No! N o hay m ás rem edio que hocicar, acaparar, o morir. — Si, pero ¿acaso no tiene el cerdo derecho a la raíz? * — Nada de derechos. K1 m undo a nadie le debe la vida. — Entonces, profesor, ¿usted cree en un único sistem a, en el sistem a contrac tual com petitivo? — Ese e s el único sistem a eco n ó m ic o coherente. Los dem ás son falacias. — ^Bueno, su p on gam os que un profesor de econ om ía p olítica vien e y le usurpa el puesto. ¿N o se sentiría d olido? — B ien ven id o sea e l profesor que lo intente. Si ocupa m i puesto, es culpa mía, Mi tarea es enseñar la asignatura de m anera que nadie m e usurpe el puesto. (P h cip s, citado en H ofstadter, I959S ; 5 4)
En lo fundamental, Summer adoptó la teoría de la supervivencia del más apto en el mundo social. Como Spencer, percibía que las personas luchaban contra su entorno y que los más aptos eran los que lograban el éxito. Así, Summer defendía la agresividad y la competitividad del hombre. Los que lograban el éxito, lo merecían, y los que no lo lograban, merecían morir. Summer se oponía, como también Spencer, a los esfuerzos por ayudar a los que habían fracasado, en especial a los del gobierno. Desde su perspectiva tal intervención operaba contra la selección natural que, tanto entre las personas como entre los animales inferiores, permitía que el apto sobreviviera y que cl no apto pereciera. Como Summer escribió: «Si no aceptamos la supervivencia del más apto, tenemos una * tniraducible juego de palabras con los dobles significados ingleses de las patabaras root (hocicar y raíz) y hog (acaparar y cerdo). [N. de la T.].
50
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Única alternativa: la supervivencia del menos apto» (Curtis, 1981: 84). Este sis tema teórico se ajusta bastante al desarrollo de! capitalismo debido a que confiere legitimidad teórica a la existencia de grandes diferencias de riqueza y poder. Dos razones fundamentales explican que Summer tenga un interés simple mente histórico. Primera, su orientación y su darwinismo social se consideran generalmente como poco más que una vasta legitimación del capitalismo com petitivo y del status quo. Segunda, no sentó unas bases sólidas en Yale para fundar una escuela de sociologia con numerosos discípulos. Esto sucederia al gunos años más tarde en la Universidad de Chicago (Heyl y Heyl, 1976). A pesar del éxito que tuvo en su época, «pocos recuerdan a Summer en nuestros días» (Curtis, 1981: 146). Lester F. Ward (1841-1913). Otro sociólogo que se destacó en su época, pero de escasa relevancia en la actualidad, es Lester Ward. Su trayectoria fue in usual, ya que pasó gran parte de su vida dedicado a la paleontología en un cargo del gobierno federal. Durante ese tiempo, Ward leyó a Spencer y a Comte y se sintió profundamente interesado por la sociología. Publicó varias obras a fina les del siglo pasado y comienzos del actual en las que comenzó a exponer su teoría sociológica. A resultas del éxito de su obra, Ward fue elegido en 1906 cl primer presidente de Ía. American Sociological Society [Sociedad Americana de Sociología]. Fue entonces cuando ocupó su primer cargo académico en la Brown University, cargo que desempeñaría hasta su muerte. Ward, como Summer, recibió la influencia de las ideas de Herbert Spencer, Aceptaba la idea de que la humanidad había evolucionado desde formas infe riores a su condición presente. Creia que las primeras sociedades se caracteri zaban por su simplicidad y pobreza moral, y pensaba que la sociedad moderna era más compleja, más feliz y ofrecía más libertad. Una de las tareas de la sociología, la sociología pura, era estudiar las leyes básicas del cambio y ia estructura social. Pero Ward creía que la sociología debía ocuparse de algo más que de la vida social; pensaba que debía tener su lado práctico, que también debía existir una. sociología aplicada. Ello implicaba el uso consciente del co nocimiento científico para lograr una sociedad mejor. De este modo Ward no era un darwinista social extremista; creía en la necesidad y en la importancia de la reforma social. Aunque a Summer y Ward se les reconoce una relevancia histórica, su im portancia no se prolongó mucho tiempo en el desarrollo de la teoría sociológica. Pasamos ahora a estudiar a algunos teóricos, especialmente a Mead, y a la Escuela de Chicago, que, en cambio, llegaron a dominar la sociología estado unidense. La Escuela de Chicago constituye un fenómeno excepcional en la historia de la sociologia ya que representó una de las pocas «empresas colecti vas intelectuales de índole integrada» (Bulmer, 1984: l) de la historia de la sociología (otra fue la escuela durkheimiana de París). La tradición iniciada en la Universidad de Chicago sigue teniendo importancia para la sociología y su estatuto teórico (y empírico).
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
51
La Escuela de Chicago^ En 1 8 9 2 , A ib io n S m a ll fu n d ó e l d e p a r ta m e n to d e s o c io lo g ía d e la U n iv e r sid a d de C h ic a g o . L a ob ra in te le c tu a l d e S m a ll tie n e m e n o s s ig n if ic a d o c o n te m p o r á neo q u e e l im p o rta n te p a p e l q u e j u g ó en la in s tit u c io n a liz a c ió n d e la s o c i o lo g í a en lo s E sta d o s U n id o s (F a r is, 1 9 7 0 ; M a tth e w s , 1 9 7 7 ). A lb io n S m a ll a c tu ó en pro de la c r e a c ió n d e un d e p a rta m e n to en la U n iv e r sid a d d e C h ic a g o , q u e te r m i naría p or c o n v e r tir s e en e l c e n tr o d e la d is c ip lin a e n lo s E sta d o s U n id o s d u ran te m u ch os a iio s. E n 1 8 9 4 S m a ll c o la b o r ó en e l p rim e r m a n u a l d e s o c io lo g ía . En 1895 fu n d ó c l American Journal o f Sociology, r e v is ta q u e h a sta n u e str o s d ía s h a co n stitu id o u n a fu e rz a d o m in a n te d e la d is c ip lin a . E n 1 9 0 5 , S a m ll fu n d ó c o n otros la American Sociological Society, la a s o c ia c ió n p r o fe s io n a l p o r e x c e l e n cia de lo s s o c i ó lo g o s e s ta d o u n id e n s e s h a sta n u e str o s d ía s (R h o a d e s , 1 9 8 1 ). (L a turbación q u e c a u sa b a n la s in ic ia le s d e la American Sociological Society, A .S .S ., hizo qu e e n 1 9 5 9 p a sa ra a d e n o m in a r se American Sociological Association: A .S .A .)
Los inicios d e la Escuela d e Chicago. El p rim e r d e p a r ta m e n to d e C h ic a g o presenta v a r ia s c a r a c te r ístic a s d is tin tiv a s . P or un la d o , tu v o u n a e str e c h a c o nexión c o n la r e lig ió n (V id ic h y L y m a n , 1 9 8 5 ). A lg u n o s d e su s m ie m b r o s eran sacerdotes e h ijo s d e s a c e r d o te s . S m a ll, p o r e je m p lo , c r e ía q u e « la m e ta ú ltim a de la s o c io lo g ía d e b ía se r e s e n c ia lm e n t e c r is tia n a » (M a tth e w s , 1 9 7 7 : 9 5 ). E sta creencia c o n d u jo a la id e a d e q u e la s o c i o lo g í a d e b ia o c u p a r s e d e la r e fo rm a social, c o m b in a d a c o n la d e q u e la s o c i o lo g i a d e b ía te n e r un c a rá c te r c ie n t íf i co^. En la p o p u lo s a c iu d a d d e C h ic a g o , q u e e n to n c e s a c u sa b a lo s e f e c t o s , ta n to positivos c o m o n e g a tiv o s , d e la u r b a n iz a c ió n y d e la in d u s tr ia liz a c ió n , s e p ra c ticó una s o c io lo g ía c ie n t íf ic a c o n e l p u n to d e m ira e n la m e jo ra s o c ia l. D e b e m o s m e n c io n a r ah ora la s c o n tr ib u c io n e s d e u n o d e lo s p r im e r o s m ie m bros del d e p a r ta m e n to d e s o c io lo g ía d e C h ic a g o , W .í. T h o m a s ( 1 8 6 3 - 1 9 4 7 ) . Thomas se in c o r p o r ó al d e p a r ta m e n to d e C h ic a g o e n 1 8 9 5 y a llí e s c r ib ió su te s is en 1896. L a tr a s c e n d e n te im p o r ta n c ia d e T h o m a s r e sid ia en e l h in c a p ié q u e hacía so b re la n e c e s id a d d e la in v e s tig a c ió n c ie n t if íc a so b r e c u e s t io n e s s o c i o ló gicas (L o d g e , 1 9 8 6 ). A u n q u e m a n tu v o e s ta o p in ió n d u ran te m u c h o s a ñ o s, su s ideas no se m a n ife sta r o n h a sta 1 9 1 8 c o n la p u b lic a c ió n d e The Polish Peasant
in Europe and America [E l c a m p e s in o p o la c o e n E u ro p a y lo s E s ta d o s U n id o s de A m érica], o b ra d e la q u e era c o a u to r c o n F lo r ia n Z n a n ie c k i. M artin B u lm e r
' Véase Bulmer (1985) para un análisis de las características dcfinitorias de la Escuela y de las razones por las que podemos hablar de la «Escuela de Chicago». Tiryakian (1979, 1986) (ambiéii analiza las escuelas en general, y la Escuela de Chicago en particular, y acentúa el papel que juegan los líderes carismáticos y las innovaciones metodológicas. Véase también Amslcrdamska (1985). ^ Como veremos, sin embargo, el concepto de ciencia de la bscuela de Chicago pasó a ser demasiado «blando», al menos a los ojos de los positivistas que más tarde llegarían a dominar la sociología.
52
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ROBERT PARK: Reseña biográfica Robert Park no siguió la típica carrera de un sociólogo académico: colegio, universidad, docencia. Había llevado, en cambio, una va riada trayectoria antes de convertirse, ya avanzada su vida, en sociólogo. A pesar de SU tardío comienzo, Park tuvo un profundo efecto en la sociología en general y en la teoría en particular. Sus diversas experiencias le dieron una inusual orientación para los asuntos de la vida, y esta amplitud de pers pectiva contribuyó a dar forma a la Escuela de Chicago, al tnteraccioni— o s i” bólico en definitiva, a una buena porción de la sociología misma. Park nació en Harveyville, Pennsylvania, el 14 de febrero de 1864 (Matthews, 1977). Como estudiante de la Universidad de Michigan, estudió con muchos grandes pensadores, como John Dewey. Aunque le atraía el mundo de las ideas, Park sentía una irreprimible necesidad de trabajar en el mundo real. Como el propio Park dijo: «He construido mí mente para que vaya por sí sola a la experiencia y lleve a mi alma... 'todas las alegrías y las penas del mundo’» (1927/1973: 253). Tras su graduación, inició una carrera de periodista, lo que le dio su primera oportunidad en el mundo real. Le gustaba especialmente explorar («hus mear en las casas de juego y en los fumaderos de opio» [Park, 1927/ 1973: 254]). Describió con nítidos detalles la vida en la ciudad: des cendía al terreno, observaba y analizaba, y finalmente redactaba sus observaciones. De hecho, estaba haciendo el tipo de investigación («informe científico») que llegaría a convertirse en el rasgo distintivo de la sociología de Chicago, a saber: la etnología urbana que recurre a las técnicas de la observación participante. Aunque la descripción precisa de la vida social siguió siendo una de sus pasiones, Park se sentía cada vez más descontento con el trabajo de periodista, pues no satisfacía ni sus necesidades familiares ni, lo que quizá fuese más importante, sus necesidades intelectuales. Además, no parecía estar contribuyendo a la mejora del mundo, y Park tenía un profundo interés en la reforma social. En 1898, a la edad de treinta y cuatro años, Park abandonó el periódico y se integró en el departamento de filosofía de Harvard. Permaneció allí un año.
c o n sid e r a e sta o b ra u n e s tu d io « n o to r io » d e b id o a q u e a le jó a la s o c io lo g ía de la « te o r ía a b stra cta y la in v e s tig a c ió n d e b ib lio t e c a y la a c e r c ó ai e s tu d io d el mun d o e m p ír ic o u tiliz a n d o un m a r c o te ó r ic o » (1 9 8 4 : 4 5 ) . N o r b e r t W ile y considera q u e E l campesino polaco e s d e gran im p o r ta n c ia para la fu n d a c ió n d e la socio-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
53
pero entonces decidió trasladarse a Alemania, que era a la sazón el centro mundial de la vida intelectual. En Berlín encontró a Georg Sim mel, cuya obra iba a tener una gran influencia en ta sociología de Park. Las obras de Simmel fueron, de hecho, el único adiestramiento formalmente sociológico que recibió Park. Como dijo Park; «Conseguí la mayor parte de mi conocimiento sobre la sociedad y la naturaleza humana de mis propias observaciones» (1927/1973; 257). En 1904, Park concluyó su tesis doctoral en la Universidad de Heidelberg, En lo que era una reacción típica, se sintió descontento de ella: «Todo lo que tenía que mostrar estaba en aquel pequeño libro y yo me aver gonzaba de él» (Matthews, 1975: 57), Se negó a impartir un curso de verano en la Universidad de Chicago y huyó de la vida académica como antes había huido del periodismo. Su necesidad de contribuir a las mejoras sociales ie llevó a con vertirse en secretario y principal encargado de publicidad de la Aso ciación para la Reforma del Congo, que se había constituido con la finalidad de aliviar la brutalidad y la explotación en el Congo Belga. Durante este periodo conoció a Booker T. Washington y se sintió atraído por la causa de los negros estadounidenses. Llegó a ser secretario de Washington y jugó un papel fundannental en las actividades del Insti tuto Tuskegee. En 1912 conoció a W.I. Thomas, el sociólogo de Chi cago, que por entonces conferenciaba en el Instituto Tuskegee. Tho mas le invitó a dar un curso sobre el «Negro en los Estados Unidos de América» a un reducido número de estudiantes de licenciatura de Chicago, y Park lo hizo en 1914. Dado el éxito que tuvo, volvió al año siguiente para dirigirse a una audiencia dos veces mayor. En aquellos momentos se integró en la Am erican S ociological Society, y sólo una década después llegó a ser su presidente. Park fue girando gradual mente hacia un compromiso total con Chicago, aunque no se convirtió en profesor con dedicación absoluta hasta 1923, cuando tenía cin cuenta y nueve años. A lo largo de los casi veinte años que perteneció a la Universidad de Chicago jugó un papel clave en la orientación inte lectual del departamento de sociología. Park permaneció muy activo incluso después de su jubilación en Chicago a comienzos de los años treinta. Dictó cursos y supervisó investigaciones en la Fisk University casi hasta cumplir los ochenta años. Viajó mucho. Falleció el 7 de febrero de 1944, una semana antes de su ochenta cumpleaños.
logia en el sentido de que «clarifica el singular espacio intelectual en el que esta disciplina puede observar y explorar» (1986;20). El libro constituía el producto de ocho años de investigación en Europa y Estados Unidos, así como un estudio sobre la desorganización social de los emigrantes polacos. A la larga, los datos
54
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
tendrían poca importancia. Sin embargo, la metodología sí fue importante, pues implicaba una variedad de fuentes de datos, entre ellos materiales autobiográfi cos, facturas, correspondencia familiar, archivos periodísticos, documentos públicos y cartas de instituciones. Aunque El campesino polaco era sobre todo un estudio macrosociológico de las instituciones sociales, en el transcurso de su carrera Thomas adoptó una orientación microscópica y socio-psicológica. Se le conoce por su afirmación socio-psicológica de que «Si los hombres definen las situaciones como reales, sus consecuencias son reales» (Thomas y Thomas, 1928: 572). El acento recaía en la importancia de lo que pensaban las personas y del modo en que este pensar afectaba a lo que hacían. Este enfoque microscópico y socio-psicológico se oponía a las perspectivas macroscópicas, socio-estructurales y culturales de estudiosos europeos como Marx, Weber y Durkheim. Y se convertiría en una de las características definitorias del producto teórico de la Escuela de Chicago: el interaccionismo simbólico (Rock, 1979; 5). Otra figura relevante de la Escuela de Chicago fue Robert Park (1864-1944). Park ¡legó a Chicago en 1914 como profesor a tiempo parcial y en poco tiempo se abrió camino hasta convertirse en una figura central del departamento. Como en el caso de Small, la importancia de Park no residía simplemente en sus con tribuciones intelectuales. Su importancia para el desarrollo de la sociología se debe a varias razones. Primera, se convirtió en la figura principal del departa mento de Chicago, el cual, a su vez. dominó la sociología durante la década de los años treinta. Segunda. Park habia estudiado en Europa y se ocupó de llamar la atención de los sociólogos de Chicago sobre los pensadores continentales. Y lo que teóricamente fue más importante. Park había seguida los cursos de Sim mel, por lo que las ideas de Simmel, particularmente su interés por la acción y la interacción, intervinieron en cl desarrollo de la orientación teórica de la Escue la de Chicago(Rock, J979S: 36-48). Tercera, antes de ser sociólogo, habia sido periodista, y su experiencia le dio un sentido de la importancia de los problemas humanos y de la necesidad de salir al exterior a recoger datos mediante la ob servación personal. Así surgió el duradero interés de la Escuela de Chicago por la ecología urbana. Cuarta, Park jugó un papel central en la dirección de los estudiantes contribuyendo al desarrollo de «un programa acumulativo de inves tigación cualificada» (Bulmer, 1984: 13). Finalmente, en 1921, Park y Emest W. Burgess publicaron el primer manual verdaderamente importante de socio logía, An Introduction to the Science o f Sociology [Introducción a la ciencia de la sociología], que se convirtió en un texto influyente durante muchos años y que era particularmente notable debido a su compromiso con la ciencia, con la investigación y con el estudio de una amplia gama de fenómenos sociales. A finales de los años veinte y principios de los treinta Park comenzó a pasar menos tiempo en Chicago. Finalmente, su sempiterno interés por las relaciones raciales (fue secretario de Booker T. Washington antes de convertirse en soció logo) le indujo a aceptar un cargo en la Fisk University (una universidad de negros) en 1934. Aunque cl declive del departamento de Chicago no se debió
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
55
exclusiva y principalmente a la marcha de Park, su prestigio comenzó a decaer durante los años treinta. Pero antes de analizar el declive de la sociologia de Chicago y la creación de otros departamentos y teorias, debemos regresar a los primeros años de la escuela y a las dos figuras cuya obra tuvo el significado teórico más duradero; Charles Horton Cooley y, más importante aún, George Herbert Mead. Charles Horton Cooley (¡864-1929). La asociación de Cooley con la Escuela de Chicago resulta interesante porque no realizó su carrera en la Universidad de Chicago, sino en la de Michigan. Sin embargo, la perspectiva teórica de Cooley sintonizaba con la teoría del interaccionismo simbólico que llegarla a ser el producto más importante de la Fscuela. Cooley se doctoró por la Universidad de Michigan en 1894. Había desarro llado un gran interés por la sociología, pero aún no se había formado un depar tamento en Michigan. A resultas de lo cual, las objeciones que le formularon a su tesis doctoral llegaron de la Universidad de Columbia, donde se enseñaba sociología desde 1889 bajo la dirección de Franklin Giddins. Cooley comenzó su carrera docente en Michigan en 1892 antes de terminar su doctorado e hizo allí toda su carrera. Aunque Cooley propuso una amplia gama de ideas, se le recuerda princi palmente por sus incursiones en los aspectos socio-psicológicos de la vida so cial. Su obra en este campo sintoniza con la de George Herbert Mead, aunque Mead tuvo un efecto más profundo y duradero sobre la sociología que Cooley. Cooley se mostró interesado por la conciencia, pero, como Mead, rehusó sepa rar la conciencia del contexto social. Uno de sus conceptos que mejor ilustra este aspecto es el que ha sobrevivido hasta nuestros días: el s e if especular. Con este concepto Cooley daba a entender que las personas tienen conciencia y que ésta se modela mediante la continua interacción social. Otro concepto básico que ilustra la orientación socio-psicológica de Cooley, y que aún despierta interés y disfruta de importancia, es el del grupo primario. Los grupos primarios son grupos íntimos, en los que se dan relaciones cara a cara, que juegan un papel central en la vinculación del actor con el resto de la sociedad. Especialmente importantes son los grupos primarios de los jóvenes, fundamentalmente la familia y los grupos de pares. En el seno de estos grupos el individuo se desarrolla como ser social. Es en cl seno del grupo primario donde fundamentalmente nace el s e lf especular y donde el niño egocéntrico aprende a ser consciente de los demás, y por lo tanto, se convierte en un miembro de la sociedad. Tanto Cooley como Mead rechazaban la visión conductista de los seres humanos, la idea de que las personas respondían ciega e inconscientemente a los estímulos externos. Del lado positivo, creían que las personas tenían con ciencia, un self, y que la responsabilidad de los sociólogos era estudiar este aspecto de la realidad social. Cooley aconsejaba a los sociólogos que intentaran ponerse ellos mismos en cl lugar de los actores que estudiaban, que utilizaran cl
56
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
método de la introspección simpática para analizar la conciencia. Analizando lo que harían si fueran actores en diversas circunstancias, los sociólogos po drían comprender los significados y motivos subyacentes a la conducta social. El método de la introspección simpática les parecia a muchos en extremo acientífico. En este sentido, como en otros, la obra de Mead representa un avance sobre la de Cooley. No obstante, existe una gran similitud en los intereses de los dos pensadores, por no mencionar su idea compartida de que la sociología debía ocuparse del estudio de fenómenos socio-psicológicos como la conciencia, la acción y la interacción. George Herbert M ead (1863-I93I). El pensador más importante vinculado a la Escuela de Chicago y al interaccionismo simbólico no fue un sociólogo, sino un filósofo llamado George Herbert Mead Mead comenzó a enseñar illosofía en la Universidad de Chicago en 1894 y allí siguió impartiendo sus cursos hasta su muerte en 1931. Dada su importancia en la historia de la teoría sociológica, es quizás paradójico el hecho de que enseñara filosofía y no sociologia, y de que publicara relativamente pocos escritos durante su vida. La paradoja se re suelve, en parte, debido a dos hechos. Primero, Mead impartió cursos de psico logía social en el departamento de filosofía a los que asistieron muchos estu diantes licenciados en sociología. Sus ideas influyeron profundamente en un sinnúmero de ellos. Estos estudiantes combinaron las ideas de Mead con las que recibían en el departamento de sociología de pensadores como Park y Thomas, Aunque en aquellos dias no existía una teoría conocida como cl interaccionis mo simbólico, fueron los estudiantes los que la crearon a partir de estos diversos impulsos. Así, Mead ejerció una profunda y personal influencia en las personas que más tarde desarrollarían el interaccionismo simbólico. Segunda, estos estu diantes reunieron los apuntes tomados en las clases de Mead y publicaron un volumen pòstumo con su nombre. La obra, Mind, Self, and Society [Espíritu, persona y sociedad] (Mead, 1934/1962), llevó sus ideas desde el reino de lo oral a la tradición escrita. Muy leído hasta nuestros días, este volumen constituye el principal pilar intelectual del interaccionismo simbólico. Analizaremos las ideas de Mead en el capítulo noveno, pero haremos aquí una breve mención de algunos puntos importantes con el fin de ubicarlo en su contexto histórico. Es preciso analizar las ideas de Mead en el contexto del conductismo psicológico. A Mead le impresionó esta orientación y aceptaba muchos de sus principios. Adoptó su enfoque sobre el actor y su conducta. Consideraba sensata la preocupación del conductista por las recompensas y los costes que entrañaban las conductas de los actores. Lo que inquietaba a Mead era que el conductismo no iba lo suficientemente lejos. Es decir, no contempla ba seriamente la conciencia, ya que mantenia la idea de que no era susceptible de un estudio científico. Mead disentía vehementemente de este punto de vista y se afanó por extender los principios del conductismo al análisis de la «mente». Para una opinión diferente, véase Lewis y Smith (1980).
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
57
Para llevar a cabo esta tarea Mead adoptó un enfoque similar al de Cooley. Pero mientras la postura de Cooley parecía acientifica, la de Mead prometía una concepción más científica de la conciencia mediante la ampliación de los prin cipios y métodos altamente científicos del conductismo psicológico. Mead legó a la sociología estadounidense una teoría que se oponía frontal mente a las teorías fundamentalmente societales propuestas por los principales teóricos europeos: Marx, Weber, Durkheim, Comte y Spencer. La única excep ción era Simmel. Así, el interaccionismo simbólico se desarrolló en muy buena medida a partir del interés de Simmel por la acción y la interacción y del de Mead por la conciencia. Pero esta idea nos lleva a detectar una debilidad de la obra de Mead y del interaccionismo simbólico en general, en los niveles socie tal y cultural. La decadencia de la sociología de Chicago. La Escuela de Chicago alcanzó su apogeo en los años veinte, pero durante la década de los treinta, con la muer te de Mead y la marcha de Park, el departamento comenzó a perder su posición preeminente en la sociología estadounidense. Fred Matthews (1977; véase tam bién Bulmer, 1984) identifica varias razones que explican la decadencia de la Escuela de Chicago, dos de las cuales parecen las más importantes. Primera, la disciplina se mostraba cada vez más preocupada por ser cientí fica, es decir, por la utilización de métodos sofisticados y el empleo del análisis estadístico. Sin embargo, se pensaba que la Escuela de Chicago fomentaba es tudios descriptivos etnográficos que solían centrarse en las orientaciones perso nales de los observados (en términos de Thomas, en sus «definiciones de la situación»). Park comenzó a desdeñar progresivamente la estadística (la llama ba «magia parlante») porque parecía prohibir el análisis de la subjetividad, de lo idiosincrásico y peculiar. El hecho de que en Chicago se hubieran realizado grandes avances en los métodos cuantitativos (Bulmer, 1984: 151-189) comen zó a ignorarse al considerarse sólo su vinculación con los métodos cualitativos. Segunda, cada vez más individuos fuera de Chicago expresaban su resentimien to por el dominio que la Escuela ejercía sobre laAm encan Sociological Society y el American Journal o f Sociology. En 1930 se formó la Eastern Sociological Society [Sociedad de Sociologia del Este] y los sociólogos de la Costa Este comenzaron a denunciar el dominio del Medio Oeste en general, y de Chicago en particular (Wiley, 1979:63). Hacia 1935, la revuelta contra Chicago condujo al nombramiento de un secretario para la Asociación que no procedía de Chica go y a la creación de una nueva revista oficial, la American Sociological Review (Lengermann, 1979). De acuerdo con Wiley, «la Escuela de Chicago cayó como un gran roble» (1979: 63). Su caída marcó el desarrollo de otros centros podero sos, en especial de Harvard y en general de la Ivy League. El interaccionismo simbólico constituía entonces una tradición oral e indeterminada, y como tal perdió finalmente terreno para cedérselo a sistemas teóricos más explícitos y codificados como el funcionalismo esfructural asociado a la Ivy League (Rock, 1979: 12).
58
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
LA TEORIA SOCIOLOGICA HASTA LA MITAD DE SIGLO Ei nacimiento de iHarvard, ia Ivy League y ei funcionalismo estructural Podemos determinar la fecha de nacimiento de la sociologia en Harvard con la llegada de Pitirim Sorokin en 1930. Cuando Sorokin llegó a Harvard no existía alli un departamento de sociologia, pero al término de su primer año de estancia éste se creó y se le nombró director. Aunque Sorokin eran un teòrico de la sociologia y siguió publicando hasta los años sesenta, en nuestros días su obra es sorprendentemente poco citada. Su teoría no ha superado la prueba de! tiem po. El signifícado trascendental de Sorokin reside en la creación del departa mento de sociologia de Harvard y en el papel que jugó en ia contratación de Talcott Parsons (que habia sido profesor ayudante de economía en Harvard) como lector del departamento de sociología. Parsons se convirtió en la figura principal de la sociología estadounidense debido a que mtrodujo los teóricos europeos a una audiencia estadounidense, a sus propias teorias sociológicas y a los muchos alumnos suyos que se convirtieron en grandes teóricos de la socio logía. Pitirim Sorokin (1889-1968). Sorokin fue un escritor prolifico y desarrolló una teoría que, tal vez, supere en alcance y complejidad a la de Parsons. La expresión más completa de esta teoría se encuentra en su obra de cuatro volú menes Social and Cultural Dynamics [Dinámica social y cultural], publicada entre 1937 y 1941. En ella Sorokin parte de una numerosa serie de datos empí ricos para desarrollar una teoría general del cambio social y cultural. A diferen cia de los que se esforzaron por desarrollar teorías evolucionistas del cambio social, Sorokin desarrolló una cíclica. Pensaba que las sociedades oscilaban entre tres diferentes tipos de mentalidad: sensual, ideacional e idealista. Las sociedades dominadas por cl sensualismo destacan el papel de los sentidos en la comprensión de la realidad; aquellas dominadas por un modo de comprensión de la realidad más trascendental y altamente religioso eran ideacionales-, y las sociedades idealistas eran tipos de transición entre el sensualismo y la religio sidad. El motor del cambio social se encuentra en la lógica interna de cada uno de estos sistemas. Es decir, cada uno se ve internamente obligado a llevar su modo de pensamiento a su extremo lógico. Así, una sociedad sensual llega a ser tan sensual que sienta las bases para su propia desaparición. Cuando el sensualismo llega a su fin lógico, las personas se refugian en sistemas religiosos. Pero una vez que este sistema alcanza su punto álgido también se ve empujado hacia su fin, y la sociedad entonces se convierte en excesivamente religiosa. De este modo, el terreno queda preparado para el surgimiento de una cultura idealista y, en última instancia, para que el ciclo comience de nuevo. Sorokin no sólo desa rrolló una compleja teoría del cambio social, sino que recogió también pruebas
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
59
detalladas procedentes dcl arte, la filosofía, la política etc.., para apoyar su teoría. Sin duda, se trata de una obra impresionante. La obra teórica de Sorokin es mucho más amplia, pero esta introducción debe proporcionar al lector una visión de conjunto de su obra. Es difícil explicar por que Sorokin ha caído en cl olvido de la teoría sociológica. Tal vez sea resultado de una de las cosas que a Sorokin le gustaba atacar, y sobre las que escribió de hecho un libro, Fads and Foibles in Modern Sociology and Related Sciences [Achaques y manías de la sociologia moderna y ciencias afines] (1956). Puede que sea redescubierto por una futura generación de sociólogos teóricos. Por el momento, su obra queda fuera de la corriente principal de la teoría socio lógica moderna.
PITIRIM A. SOROKIN: Reseña biográfica Pitirim *o ro in nací en un remoto pueblo de Rusia el veintiuno de enero de 1889. Siendo adolescente y estudiante en un seminario So rokin fue arrestado por llevar a cabo activi dades revolucionarias y pasó cuatro meses en prisión. Finalmente Sorokin ingresó en la universidad de San Petersburgo donde es tudió diligentemente, al tiempo que asumía responsabilidades docentes y llevaba a cabo actividades revolucionarias, que pronto da rían con él en prisión. La presentación de la tesis de Sorokin estaba programada para marzo de 1917, pero antes de esta fecha la Revolución Rusa ya esta ba en marcha. Sorokin no pudo obtener su doctorado hasta 1922. Re volucionario activo, pero opuesto a los bolcheviques, Sorokin aceptó un cargo en el gobierno provisional de Kerensky. Sin embargo, cuan do ganaron tos bolcheviques, ingresó de nuevo en prisión, pero esta vez de la mano de los bolcheviques. Finalmente, por órdenes directas de Lenln, Sorokin fue liberado y se le permitió regresar a la universi dad y retomar lo que había dejado. Sin embargo, su obra fue censura da y se vio acosado por la policía secreta. Se le permitió finalmente abandonar Rusia y, tras una estancia en Checoslovaquia, llegó a los Estados Unidos en octubre de 1923. Al principio Sorokin pronunció conferencias en varias universida des, pero al final obtuvo un puesto en la Universidad de Minnesota. Pronto se convirtió en profesor a tiempo completo. Sorokin ya había publicado varias obras en Rusia, y continuó publicando a un ritmo vertiginoso en los Estados Unidos. De su productividad en Minnesota, dijo: «Sabía que llegaría a superar la productividad del sociólogo pro medio» (1963: 224). Obras como Soc/a/Moù/Z/iy [Movilidad social], y
60
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Contem porary S ociological Theories [Teorias sociológicas contempo ráneas] le confirieron reputación a escala nacional, y en 1929 la Uni versidad de Harvard le ofreció su primera cátedra de sociología, la cual aceptó. La cátedra pertenecía al departamento de economía, porque aún no se había creado un departamento de sociología en Harvard. Inmediatamente después de su ingreso en Harvard se creó alií el departamento de sociología, del que fue nombrado director. Como tal, contribuyó a la construcción del departamento de sociología más im portante de los Estados Unidos. Durante estos años Sorokin también acabó una obra que se convertiría en el más renombrado de sus tra bajos, S oda! and C ultural Dynamics [Dinámica social y cultural] (19371941^ Pitirim Sorokin ha sido descrito como «El chico malo y el abogado del diablo de la sociología estadounidense» (Williams, 1980b: 100). Llevado por su gran ego, Sorokin criticaba casi todo y a casi todo el mundo. Resultado de lo cual, Sorokin y su obra se convirtieron en objeto de numerosas críticas. Ello se manifiesta explícitamente en un extracto de una carta que envió al director del A m erican Journal o f Sociology: El carácter fuertemente detractor de ias revistas constituye un buen pronóstico para mis libros debido a la estrechia correlación que hay en tre la descalificación de mis libros... y su éxito subsiguiente. Cuanto más se ha criticado a mis libros (y sus articulistas los han condenado prácti camente todos), más importancia y éxito han tenido mis condenadas obras. (Sorokin, 1963: 229) Una de las enemistades inveteradas y más interesantes y durade ras de Sorokin se encarnó en la persona de Talcott Parsons. Parsons fue nombrado en Harvard tutor de sociología cuando Sorokin era di rector del departamento. Sin embargo, fue Parsons quien finalmente se convirtió en el sociólogo más importante de Harvard y de los Esta dos Unidos. El conflicto entre Sorokin y Parsons se intensificó debido al gran solapamiento entre sus teorias. A pesar de los parecidos, la obra de Parsons atrajo una audiencia mucho más amplia y duradera que la de Sorokin. A medida que pasaban los años, Sorokin adoptó una actitud bastante interesante hacia la obra de Parsons, actitud que se reflejó en varios libros suyos. Por una parte, sentía propensión a criticar a Parsons por robarle muchas de sus ideas. Por otro, criticaba duramente la teoría parsoniana. Otro motivo de tensión en la relación entre ambos se sustanciaba en ¡os estudiantes licenciados. Uno de los grandes logros del primer departamento de sociología de Harvard fue su capacidad para atraer estudiantes con talento como Robert Merton. Aunque estos estudiantes recibieron la influencia de ambos hombres, la de Parsons se demostró más persistente que la de Soro-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
61
kin. Parsons sustituyó a Sorokin en la dirección del departamento de sociología y lo transformó en un Departamento de Relaciones Socia les. Acerca de esta cuestión, Sorokin afirmó: Yo no soy responsable de lo que )e ha sucedido al departamento. Ya sea por esa mezcla de psicología patológica y social y de antropología cultural que tía dado lugar al «Departamento de Relaciones Sociales», ya por la conversión de la sociología en una masa ecléctica de retales de esas disciplinas... el departamento de Refaciones Sociales... apenas ha producido un número de sociólogos distinguidos similar al que salió del Departamento de Sociología... que yo dirigí. (Sorokin, 1963: 251) Sorokin terminó finalmente aislado en el Departamento de Har vard, relegado a un despacho de aspecto desolado, deslizando por debajo de las puertas de las oficinas del departamento una declara ción mimeografiada en la que reclamaba que Parsons le había robado sus ideas (Coser, 1977: 490). Sorokin falleció el once de febrero de 1968.
Talcott Parsons (1902-1979). Aunque habia publicado algunos ensayos pri merizos, la gran contribución de Parsons en los primeros años de su carrera fue la influencia que ejerció sobre estudiantes de licenciatura que llegarían a ser notables teóricos de la sociología, ül más famoso fue Robert Merton, quien se doctoró en 1936 y pronto llegó a ser un teórico de primera fila y figura principa lísima del estilo parsoniano de teorizar en la Universidad de Columbia. En el mismo año de 1936 se doctoró Kingsley Davis, quien, junto a Wilbert Moore (que obtuvo su doctorado por Harvard en 1940), escribió uno de los trabajos centrales de la teoría estructural-funcional, la orientación que terminaría por convertirse en el gran producto de Parsons y los parsonianos. Pero la influencia de Parson.s no se limitó a los años treinta, pues es de destacar que siguiera produciendo licenciados influyentes hasta bien entrada la década de los años sesenta. El año de 1937 fue fundamental para Parsons y para la teoría sociológica norteamericana, pues fue entonces cuando se publicó The Structure o f Social Action [La estructura de la acción social]. Por cuatro razones, el libro tuvo mucha importancia para la teoría sociológica en los Estados Unidos. Primera, sirvió para dar a conocer las grandes teorías europeas al gran público estadouni dense. La mayor parte del libro estaba dedicado a Durkheim, Weber y Pareto. Las interpretaciones de estos teóricos configuraron sus imágenes en la sociolo gía estadounidense durante muchos años. Segunda, Parsons apenas dedicó atención a Marx y, sin embargo, se volcó en la obra de Durkheim, Weber e, incluso, en la de Pareto. Como consecuencia de ello, la teoría marxiana continuó e.xcluída de la sociologia ortodoxa.
62
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Tercera, La estructura de ¡a acción social defendía la teorización sociológica como una actividad legítima y significativa. La teoría que se ha producido des de entonces en los Estados Unidos tiene una gran deuda con la obra de Parsons. Finalmente, Parsons defendió ciertas teorías sociológicas que llegaron a tener una profunda influencia sobre la sociología. Al principio, se consideraba a Parsons un teórico de la acción, y él mismo se tenía por tal. Se centraba en los actores y en sus pensamiento y acciones. Pero al término de su obra de 1937 y en sus trabajos posteriores Parsons se convertía gradualmente en un teórico estructural-funcional centrado en los grandes sistemas sociales y culturales. Aunque Parsons afirmó que estas teorías no eran contradictorias, empezó a reconocér sele como un funcionalista estructural y se convirtió en el exponente principal de esta corriente, que llegó a alcanzar una posición preeminente y a mantenerla hasta hace pocos años. La fuerza teórica de Parsons, y la dcl funcionalismo estructural, reside en la delimitación de las relaciones entre grandes estructuras e instituciones sociales (véase capitulo onceavo). Las expresión más acabada de la teoría estructural-funcional de Parsons se manifestó a principios del decenio de 1950 en varias de sus obras, notablemente en The Social System [E! sistema social] (1951). En ésta y otras obras Parsons se centró en el estudio de las estructuras de la sociedad y la relación entre ellas. Percibía que estas estructuras se mantenían recíprocamente y tendían hacia un equilibrio dinámico. E! interés fundamental se centraba en cl modo en que el orden se mantenía entre los diversos elementos de la sociedad. El cambio cons tituía un proceso ordenado, y al fmal (1966, 1971), Parsons adoptaría una pers pectiva neoevolucionísta de! cambio social. A Parsons no sólo le preocupaba el sistema social per se, sino también su relación con los otros sistemas de acción, en especial los sistemas cultural y de la personalidad. Pero su idea básica de las relaciones intcrsistémícas era esencialmente la misma que su concepción de las relaciones intrasistémicas; es decir, que se dcfmían por la cohesión, el consenso y el orden. En otras palabras, las diversas estructuras sociales realizaban una gran variedad de funciones positivas recíprocas. Entendemos ahora por qué a Parsons se le describe principalmente como un funcionalista estructural. Cuanta más fama obtenía, más fuerza adquiría la teo ría estructural-funcional en los Estados Unidos. Su obra yace en el corazón de esta teoría, aunque sus estudiantes y discípulos también se esforzaron por desa rrollar aún más la teoría y por aumentar su predominio en los Estados Unidos. Aunque Parsons jugó varios papeles importantes y positivos en la historia de la teoría sociológica de los Estados Unidos, su obra también tuvo algunas consecuencias negativas. Primera, sus interpretaciones de los teóricos europeos parecían reflejar su propia orientación teórica en lugar de la de aquellos. Mu chos sociólogos estadounidenses se expusieron a recibir una interpretación errónea de los maestros europeos. Segunda, como se ha señalado más arriba, al princi pio de su carrera Parsons ignoró a Marx, por lo que las ideas de Marx permane cieron durante muchos años al margen de la sociología. Tercera, el desarrollo de su teoría acusa importantes puntos débiles, a pesar de que la preeminencia de
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
63
la figura de Parsons en la sociología estadounidense sirvió durante muchos años para silenciar o acallar las críticas. No seria hasta muchos años más tarde cuan do se airearan los puntos débiles de la teoria de Parsons y, en general, del fun cionalismo estructural. Pero estamos yendo demasiado lejos y debemos regresar a principios de los años treinta y analizar otros desarrollos que se produjeron en Harvard. Com prenderemos mejor el desarrollo del departamento de Harvard si lo estudiamos mencionando unas palabras sobre su otra figura principal: George Homans. George Hom ans (1910-1989). Acaudalado bostoniano, George Homans ob tuvo su licenciatura en Harvard en 1932 (Homans, 1962, 1984). Como conse cuencia de la gran depresión se encontró sin empleo, aunque no por cierto sin dinero. En otoño de 1932 L.J. Henderson, fisiólogo, impartió un curso sobre las teorías de Wilfredo Pareto e invitó a Homans, quien aceptó de buen grado. (Parsons también asistía a los seminarios sobre Pareto). La explicación que da Homans de por qué se inspiró y se interesó en Pareto aclara enormemente por qué la teoría sociológica estadounidense era tan conservadora y antimarxista: M e iotcrcsó Pareto porque m e cla rificó lo que y o estaba predispuesto a creer. N o co n o zco todas las razones que ex p lica n por qué me ha interesado, pero sí puedo expresar una de ella s. A lg u ien d ijo que gran parte de la so c io lo g ia m oderna c o n s tituye un esfu erzo por rebatir los argum entos de lo s revolucionarios. C om o repu blicano de B oston , que no ren iega d e su relativam ente rica fam ilia, m e sentía per sonalm ente atacado durante lo s años treinta, sobre todo por lo s m arxistas. Estaba dispuesto a creen en Pareto porque m e proporcionaba una defensa.
(Homans, 1962: 4) La exposición a la influencia de Pareto le llevó a componer un libro (escrito con Charles Curtis), An Introduction to Pareto [Introducción a Pareto], publica do en 1934. La publicación de este libro convirtió a Homans en sociólogo, aun que hasta ese momento la obra de Pareto era virtualmente lo único que Homans habia leído de sociología. En 1934 Harvard le nombró colaborador, una forma de evitar los problemas relacionados con el programa de doctorado. De hecho, Homans no llegó a leer la tesis doctoral a pesar de que se convirtió en una de las principales figuras de la sociología de su tiempo. Homans fue ayudante hasta 1939 y durante esos años adquirió más y más conocimientos sociológicos. lin 1939 se propuso su incorporación al departamento de sociología, pero la guerra interrumpió esa propuesta. Cuando Homans regresó de la guerra, Parsons había creado ya el Departamenteo de Relaciones Sociales en Harvard, y Homans se incorporó a él. Aun que Homans respetaba algunos aspectos de la obra de Parsons, criticaba dura mente su estilo de teorizar. Ambos manuvieron un prolongado intercambio de puntos de vista, que más tarde se haría público al aparecer en las páginas de tnuchos libros y revistas. En lo fundamental, Homans afirmaba que la teoría
64
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de Parsons no era en absoluto una teoría, sino un vasto sistema de categorías intelectuales en las que encajaban muchos aspectos del mundo social. Por lo demás, Homans creía que la teoría debía construirse a partir de una observación cuidadosa del mundo social y, sin embargo, la teoria de Parsons partía del nivel teórico para luego descender al nivel empírico. Homans acumuló por si mismo una gran cantidad de observaciones empíri cas apuntadas durante muchos años, pero hasta 1950 no daría con un enfoque teórico satisfactorio a la luz dcl cual poder analizar esos datos. Esa teoría era el conductismo psicológico, que alcanza su mejor expresión en las ideas de su colega de Harvard, el psicólogo B.F. Skinner. Sobre esta base Homans construyó su teoría del intercambio. Retomaremos la historia de este desarrollo teórico más adelante. Lo importante ahora es que Harvard y su principal producto teóri co, el funcionalismo estructural, predominaron en la sociología durante los años treinta y desplazaron a la Escuela de Chicago y el interaccionismo simbólico.
La decadencia de la Escuela de Chicago Habíamos dejado el departamento de Chicago a mediados de los años treinta, cuando comenzaba a dccaer con la muerte de Mead, la marcha de Park, la re vuelta de los sociólogos del este y la fundación de la American Sociological Review. Pero la Escuela de Chicago no desapareció. A principios de los años cincuenta seguía constituyendo una importante fuerza en el área de la sociolo gía. Aún se leían allí tesis importanes como la de Anselm Strauss y Arnold Rose. Grandes figuras como Evertt Hughes (Faught, 1980), de suma importan cia para el desarrollo de la sociología de las ocupaciones, permanecieron en Chicago. La figura central del departamento de Chicago en estos años fue, sin embar go, Herbert Blumer (1900-1987) {Symbolic Interaction, 1988). Fue el principal cxponcnte dcl enfoque teórico que se desarrolló en Chicago a partir de la obra de Mead, Cooley, Simmel, Park, Thomas y otros. De hecho fue Blumer quien acuñó la frase interaccionismo simbólico en 1937 y quien contribuyó decisiva mente a mantener viva esta tradición a través de sus enseñanzas en Chicago, También escribió varios ensayos que hicieron perdurar cl interaccionismo sim bólico hasta entrados los años cincuenta. La importancia de Blumer se debe también a la posición que ocupó en relación con la sociologia. Desde 1930 hasta 1935 fue secretario-tesorero de ]a American Sociological Society, y en 1956, su presidente. Y lo que era más importante aún, ocupó puestos institucionales que afectaron a la naturaleza de lo que se publicaba en el área de la sociología. Entre 1941 y 1952 fue editor de! American Journal o f Sociology y se esforzó enormemente para que esta revista continuara siendo uno de los principales órganos de difusión de los escritos que sintonizaban con la tradición de Chicago en general, y con el interaccionismo simbólico en particular. Mientras las universidades de la Costa Este caían bajo el influjo del funcio nalismo estructural, el Medio Oeste seguía siendo (en nuestros días también) el
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
65
centro principal del interaccionismo simbólico. Durante los años cuarenta los interaccionistas simbólicos más destacados se desperdigaron por esa región: Arnold Rose fue a Minnesota, Robert Habenstein a Missouri, Gregory Stone a la Universidad del Estado de Michigan y, cl más importante, Manford Kuhn (1911-1963), a lowa. Entonces se produjo una ruptura entre Blumer, que estaba en Chicago, y Kuhn, en lowa; de hecho, la gente empezó a hablar de las diferencias entre las escuelas de interaccionismo simbólico de Chicago y lowa. En lo fundamental, la ruptura se produjo sobre ia cuestión de la ciencia y la metodología. Kuhn aceptaba el enfoque del interaccionismo simbólico sobre los actores y sus pen samientos y acciones, pero afirmaba que debían estudiarse de un modo más cientifícü, por ejemplo, mediante el uso de cuestionarios. Blumer se mostró a favor de métodos «más suaves» como la instrospección simpática y la observa ción participativa. A pesar de este florecimiento, la escuela de Chicago comenzó a decaer, especialmente debido a que en 1952 Blumer se trasladó desde Chicago a la Universidad de California en Berkeley. La Universidad de Chicago siguió con tando con un poderoso departamento de sociología, por supuesto, pero tenía cada vez menos cosas en común con la tradición de Chicago. Aunque la E scuda de Chicago estaba moribunda, el interaccionismo simbólico aún disfrutaba de vitalidad con sus principales exponentes desperdigados por el pais.
Desarrollos de la teoría marxista Desde principios del decenio de 1900 hasta los años treinta, la teoría marxista se desarrolló fundamentalmente al margen de la corriente principal de la teoria sociológica. La única excepción, al menos en parte, fue el nacimiento de la escuda crítica de Frankfurt, escuela inspirada en d marxismo hegeliano. La idea de la creación de la escuela de Frankfurt para el desarrollo de la teoría marxista partió de Felix J. Weil. El Instituto de Investigación Social se fundó oficialmente en Frankfurt, Alemania, el tres de febrero de 1923 (Botto more, 1984; Jay, 1973, 1986). Con los años, algunos de ios pensadores más conocidos que trabajaban en la tradición teórica marxista — Max Horkheimer, Theodor Adorno, Erich Fromm, Herbert Marcuse y, más recientemente, Jurgen Habermas^— se relacionaron con la escuela crítica. El Instituto funcionó en Alemania hasta 1934, pero a partir de entonces las cosas se pusieron cada vez más difíciles bajo el régimen nazi. Los nazis hicie ron poco caso de las ideas marxistas que dominaban el Instituto, pero su hosti lidad aumentó debido a que muchos de estos pensadores eran judíos. En 1934, Horkheimer, director del Instituto, marchó a Nueva York para discutir su futuro con el rector de la Universidad de Columbia. Para gran sorpresa de Horkhei mer, se le invitó a que vinculara el Instituto a la universidad, e incluso se le ofreció un edificio en el campus. Así, un centro de teoría marxista se trasladó al centro del mundo capitalista. El Instituto permaneció allí hasta el final de la
66
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
guerra pero, una vez acabada, aumentaron las presiones para que regresara a Alemania. En 1949 Horkheimer regresó a Alemania y se llevó con él el Institu to. Aunque el Instituto se trasladó a Alemania, muchas figuras relacionadas con él siguieron sus propios caminos. Es importante subrayar algunos de los aspectos más relevantes de la teoria crítica. Al principio, los investigadores relacionados con cl Instituto tendian a ser marxistas tradicionales puros que fijaban una buena parte de su atención en los aspectos económicos. Pero hacia 1930 se produjo un cambio importante a medida que este grupo de pensadores se interesaba cada vez más por el análisis del sistema cultural, que llegó a considerarse la fuerza principal de la sociedad capitalista moderna. Esta orientación se alineaba con la postura que hacía va rios años habían adoptado algunos marxistas hegelianos como Georg Lukács, pero era, sin embargo, una ampliación de la misma. Los teóricos críticos se interesaron por la obra de Max Weber para asegurarse una mejor comprensión del dominio cultural (Greisman y Ritzer, 1981). El esfuerzo por combinar a Marx con Weber proporcionó a la escuela crítica algunas de sus orientaciones distintivas y sirvió para legitimarla años más tarde a los ojos de los sociólogos que comenzaban a interesarse por la teoría marxista. El segundo gran paso dado, por al menos algunos de los miembros de la escuela crítica, fue el empleo de rigurosas técnicas científico-sociales desarro lladas por los sociólogos americanos, para investigar cuestiones que interesa ban a los marxistas. Este hecho, junto a la adopción de la teoría weberiana, hizo más aceptable la escuela crítica para los sociólogos de la corriente principal. En tercer lugar, los teóricos críticos se esforzaron por integrar la teoría freudiana, centrada en el individuo, con los principios societales y culturales de Marx y Weber. Muchos sociólogos pensaron que este producto constituía una teoría más completa que las ofrecidas por el propio Marx o Weber. Cuando menos, el esfuerzo por combinar estas teorías tan diferentes fue estimulante para los sociólogos y para muchos otros intelectuales. La escuela crítica ha venido realizando un trabajo bastante útil desde los años veinte, y gran parte de este trabajo tiene mucho interés para los sociólogos. Sin embargo, la escuela crítica hubo de esperar hasta finales de los años sesenta para ser «descubierta» por un sinnúmero de teóricos estadounidenses.
LA TEORIA SOCIOLOGICA DESDE LA MITAD DE SIGLO Funcionalismo estructural: auge y decadencia Los anos cuarenta y cincuenta constituyeron, paradójicamente, los años de ma yor apogeo del funcionalismo estructural y el comienzo de su decadencia. Du rante esos años, Parsons produjo una serie de trabajos que exponían con clari dad su cambio de orientación desde la teoría de la acción al funcionalismo estructural. Los discípulos de Parsons se desperdigaron por todo el país y ocu
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
67
paron importantes puestos en muchos de los principales departamentos de so ciología (por ejemplo, Columbia y Comell). Estos discípulos produeian sus pro pios trabajos, que muchos reconocían como contribuciones a la teoria estructural-funcional. Por ejemplo, en 1945 Kingsley Davis y Wilbert Moore publicaron un ensayo que analizaba la estratificación social desde una perspectiva estruc tural-funcional. Resultó una de las exposiciones más claras que nunca se haya hecho de esta perspectiva. En ese ensayo afirmaban que la estratificación era una estructura funcionalmente necesaria para la existencia de la sociedad. En otras palabras, reconocían la necesidad de la desigualdad en términos ideoló gicos. En 1949 Merton (1949/1968) publicó un ensayo que se convirtió en el pro grama por excelencia del funcionalismo estructural. El objetivo de Merton en ese trabajo era delinear los elementos esenciales de la teoria y desarrollarla en nuevas direcciones. Manifestaba que cl funcionalismo estructural no debía ocuparse sólo de las funciones positivas, sino también de las consecuencias negativas (disfuncíones). Además, debía analizar el equilibrio entre funciones y disfuncíones y determinar si una estructura era en conjunto más bien funcional o disfuncional. Sin embargo, en el preciso momento en el que alcanzaba hegemonía teóri ca, el funcionalismo estructural comenzó a ser objeto de múltiples críticas que se intensificaron durante los años sesenta y setenta. La teoría estructural-fun cional de la estratificación de Davis y Moore se vió atacada desde el principio, y las críticas persisten hasta nuestros días. Por lo demás, una serie de críticas más generales recibieron mayor reconocimiento dentro de la disciplina. C. Wright Mills atacó a Parsons en 1959, y también lo hicieron David Lockwood (1956), Alvin Gouldner (1959) e Irving Horowitz (1962). Durante los años cincuenta, estos ataques se consideraron poco más que «incursiones guerrilleras», pero a medida que la sociología avanzaba en la década de los sesenta se evidenciaba el peligro que corría el predominio del funcionalismo estructural George Huaco (1986) vinculó el nacimiento y la decadencia del funciona lismo estructural a la posición que ocupaba la sociedad estadounidense en el mundo. Cuando a partir de 1945 Estados Dnídos se situó en una posición mun dial dominante, el funcionalismo estructural alcanzó la hegemonía dentro de la sociología. El funcionalismo estructural apoyó esta posición mundial en dos sentidos. Primero, la idea estructural-funcional de que «toda pauta tiene conse cuencias que contribuyen a la preservación y la supervivencia del sistema» era «simplemente una celebración de los Estados Unidos y de su hegemonía mun dial» (Huaco, 1986: 52). Segunda, su perspectiva del equilibrio (el mejor cam bio social era no cambiar) sintonizaba bien con los intereses de los Estados
'* A pe.sar de ello, Patricia W iiner (1985) defiende que entre 1936 y 1982 la American Sociologica! Review’ publicó numerosos artículos sobre el «consenso». Sin embargo, debe aña dirse que aunque a veces se denomine teoría del consenso al funcionalismo estructural, el análi sis del consenso no necesariamente implica la utilización de la teoría estructuraUfuncional.
68
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Unidos, que entonces constituía «el imperio más rico y más poderoso dcl mun do». La decadencia de la posición dominante de los EEUU durante los años setenta coincide en el tiempo con la pérdida de hegemonía del funcionalismo estructural en la teoría sociológica.
La sociología radical en América: C. Wright iUliiis Como hemos visto ya, aunque la teoría marxista fue ampliamente ignorada o rechazada por la mayoría de los sociólogos americanos, se dieron excepciones, notablemente la de C. Wright Mills (1916-1962). Aunque son pocas las contri buciones duraderas de Mills, se destacó por su esfuerzo casi único por mantener
C. WRIGIHT MILLS: Reseña biográfica C. ‘ ‘ rig' ■ i Is n a c í' el "8 e agos o e * 6 en Waco, Texas. Procedía de una familia tradicional de clase media. Su padre era agente de seguros y su madre ama de casa. Estudió en la Universidad de Texas, en la que se licenció en 1929, Fue un estudiante excepcional que al marcharse de Texas ya había publicado artículos en las dos revis tas más importantes de sociología. Mills pre paró su tesis en la Universidad de Wisconsin, donde se doctoró (Scimecca, 1977). Aceptó wU pri...er tr__ajo e.. la U .i.ersidad de Ma ryland, pero pasó la mayor parte de su carrera académica, desde 1945 hasta su muerte, en la Universidad de Columbia, Mills era un hombre que siempre tenía prisa (Horowitz, 1983), Cuando murió de su cuarto infarto a los cuarenta y cinco años, Mills ya había hecho numerosas contribuciones importantes a la sociologia. Tuvo una agitada vida personal caracterizada por numerosas aventuras amorosas, tres casamientos y un hijo de cada matrimonio. Su vida profesional también fue turbulenta. Siempre parecía que se había pe leado con todo y con todos. Siendo estudiante licenciado en W iscon sin arremetió contra varios de sus profesores. Más tarde, en uno de sus primeros ensayos criticó abiertamente al exdirector del departa mento de Wisconsin. Llamó al teórico más antiguo de Wisconsin, Howard Becker, «loco de remate» (Horowitz, 1983). Finalmeinte entró en con flicto con su compañero Hans Gerth, quien calificó a Mills de «exce lente timador, mequetrefe, joven prometedor aprovechado, y vaquero tejano al galope y siempre dispuesto a darle al gatillo» (Horowitz,
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
69
la tradición marxista viva en la teoria sociológica. Los sociólogos marxistas modernos han aventajado a Mills en sofisticación teórica, pero tienen una gran deuda con él debido a las actividades profesionales y personales que abrieron hueco a su propia obra {Alt, 1985-1986). Mills no era un marxista, y no leyó a Marx hasta mediados de los años cincuenta. Incluso entonces se limitaba a leer las pocas traducciones al inglés disponibles, porque no sabia alemán. Como por entonces Mills había publicado ya la mayoría de sus principales libros, su obra no ofrecía una teoría marxista muy sofisticada. Mills publicó dos grandes obras que reflejaban sus ideas políticas radicales, así como su escasa competencia en la teoría marxista. La primera se titulaba White Collar ( 1951 ), una dura crítica al status de una categoría profesional que
1983: 72). Siendo profesor en Columbia Mills se aisló y se distanció de SUS colegas. Uno de sus compañeros de Columbia dijo de él: No había enemistad entre Wright y yo. Al principio hubo distancia entre los dos. De hecho, en la ceremonia celebrada en su memoria en la Universidad de Columbia a su muerte, me pareció serla única persona que no hubiera podido decir: «Fui amigo suyo, pero luego nos distancia mos». Precisamente sucedió al contrario. (citado en Horowitz. 1983: 83) Mills era un marginado y lo sabía: «Soy un forastero no sólo en el sentido territorial, sino también en los otros sentidos. Y lo soy para bien» (Horowitz, 1983: 84). En The S ociological Im agination [La ima ginación sociológica] (1959), Mills no se contentó con desafiar al teó rico más importante de su tiempo, Talcott Parsons, sino también al metodólogo de mayor relevancia, Paul Lazarfeid, que resultaba ser también colega suyo en Columbia. Por supuesto, Mills no sólo se enfrentaba con las personas; tam bién estaba a disgusto con la sociedad estadounidense y la atacó desde varios frentes. Pero quizas más llamativo es el hecho de que cuando Mills visitó la Unión Soviética y fue galardonado como el mejor crítico de la sociedad estadounidense, aprovechó la ocasión para atacar la censura soviética brindando por uno de los primeros líderes soviéti cos que había sido torturado y asesinado por los stalinistas: «¡Brindo por el día en que las obras completas de León Trotsky se publiquen en la Unión Soviética!» (Tilman, 1984: 8). C. Wright Mills murió en Nyack, Nueva York, el veinte de marzo de 1962.
70
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
aumentaba: los trabajadores de cuello blanco. La segunda, The Power Elite [La elite del poder] (1956), tenía como objetivo mostrar que los estadounidenses estaban dominados por un pequeño grupo de hombres de negocios, políticos y líderes militares. Entre ambos trabajos publicó su obra teórica más sofisticada, Character and Social Structure [Carácter y estructura social] ( 1953), producida en colaboración con Hans Gerth. Teniendo en cuenta el papel importante que jugó Mills en la historia de la teoría sociológica marxista, resulta curioso que este libro se apoye más en la teoría weberiana y freudiana que en la marxista. A pesar de ello la obra constituye una contribución teórica relevante, aunque en nuestros días apenas sea leída (posiblemente debido a que parece que no sinto niza con los bien conocidos trabajos radicales de Mills). De hecho, estuvo pro fundamente influido por Hans Gerth, quien sentía un vivo interés por la teoría weberiana. En los años cincuenta el interés de Mills se dirigió hacia el marxismo y los problemas del Tercer Mundo. Este cambio de intereses dio como fruto un libro sobre la revolución comunista en Cuba, Listen, Yankee: The Revolution in Cuba [Escucha yanqui: la revolución cubana] (I960) y The Marxists [Los marxistas] (1962). EJ radicalismo de Mills lo situó en la periferia de la sociología estado unidense. Fue objeto de muchas críticas, y él, a su vez, un crítico muy duro de la sociología. Su actitud crítica culminó en The Sociological Imagination [La ima ginación sociológica] (1959). Es muy notable su aguda crítica de Talcott Par sons y de su práctica de la gran teoría. De hecho, muchos sociólogos están más familiarizados con la critica de Mills que con los detalles de la obra de Parsons. Mills falleció en 1962, desterrado de la sociologia. Sin embargo, antes del decenio en el quedó marginado, tanto la sociología radical como la teoría mar xista comenzaron a hacer importantes aportaciones a la disciplina.
El desarrollo de la teoría del conflicto Otra corriente precursora de una auténtica unión entre el marxismo y la sociolo gía se concretó en el desarrollo de una teoría del conflicto alternativa al funcio nalismo estructural. Como acabamos de ver, el funcionalismo estructural ape nas había obtenido el liderazgo de la teoria sociológica cuando empezó a sufrir cada ve/ más ataques. Los ataques provenían de muchos frentes: se acusaba al funcionalismo estructural de cosas tales como ser políticamente conservador, incapaz de tratar el cambio social debido a su interés por las estructuras estáti cas, e inadecuado para analizar correctamente el conflicto social. Uno de los resultados de estas críticas fue el esfuerzo que hizo un cierto número de sociólogos para superar los problemas del funcionalismo estructura! integrando el interés por la estructura con el interés por el conflicto. Esta tarea desembocó en el desarrollo de una teoría del conflicto alternativa al funciona lismo estructural. Lamentablemente, ese esfuerzo parecía a menudo poco más que la imagen invertida del funcionalismo estructural, demostrando escasa cohe rencia intelectual.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
71
El primer esfuerzo de relieve fue un libro de Lewis Coser sobre las funcio nes del conflicto social (1956). Esta obra intentaba analizar el conflicto social desde una perspectiva estructural-funcional del mundo. Aunque resulta de gran utilidad para el análisis de las funciones del conflicto, es un estudio del conflic to en sí, más que un examen de sus funciones positivas. Otros estudiosos intentaron reconciliar las diferencias entre el funcionalis mo estructural y la teoría del conflicto (Coleman, 1971; Himes, 1966; van den Berghe, 1963). Aunque estos esfuerzos fueron de alguna utilidad, se acusó a los autores de pasar por alto las principales diferencias entre las dos alternativas teóricas (A. Frank, 1966/1974). El gran problema de la mayor parte de las teorías del conflicto era que carecían de lo que más necesitaban; un anclaje coherente en la teoría marxista. Después de todo, la teoría marxista se desarrolló al margen de la sociología y debió haber porporcionado fundamentos sobre los que desarrollar una sofistica da teoría sociológica del conflicto. La única excepción digna de mención es el trabajo de Ralf Dahrendorf (nacido en 1929). Dahrendorf es un estudioso europeo muy versado en la teoría marxista. Su intención era engastar su teoría del conflicto en la tradición marxista. Sin em bargo, al final, su teoria del conflicto parecía más un reflejo especular del fun cionalismo estructural que una teoría marxista del conflicto. La principal obra de Dahrendorf, Class and Class Conflict in Industrial Society [Las clases socia les y su conflicto en la sociedad industrial] (1959), supuso el trabajo más influ yente en la teoría del conflicto, pero ello se debía principalmente a que parecía alinearse más con cl funcionalismo estructural que con la corriente principal de la sociología. Es dccir, Dahrendorf operaba en el mismo nivel de análisis que los funcionalistas estructurales (estructuras e instituciones) y analizaba las mis mas cuestiones que ellos. (En otras palabras, el funcionalismo estructural y la teoría dcl coflicto forman parte dcl mismo paradigma; véase el Apéndice.) Re conocía que aunque algunos aspectos del sistema social podian adaptarse bas tante bien, también cabía el conflicto y la tensión entre ellos. A fin de cuentas, debe considerarse la teoría del conflicto como poco más que un desarrollo transitorio en la historia de la teoría sociológica. Fracasó debido a que no fue lo suficientemente lejos en la dirección de la teoria marxis ta. Era demasiado pronto — las décadas de los años cincuenta y sesenta— para que la sociología estadounidense aceptara un enfoque plenamente marxista. Pero la teoría del conflicto fue útil porque sentó las bases para que a finales de los años sesenta comenzara a aceptarse ese enfoque. Debemos mencionar también la contribución de Randall Collins (1975, 1990) a la teoría del conflicto. Por una parte, cl esfuerzo de Collins acusa la misma debilidad que los otros trabajos pertenecientes a la tradición del conflicto; su pobreza cuando se lo compara con la tradición marxista. No obstante, Collins ha identificado otra debilidad de la tradición del conflicto, y ha intentado supe rarla. El problema es que la teoría del conflicto se centra generalmente en las estructuras sociales; tiene poco o nada que decir sobre los actores y sus pensa-
72
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
mientos y acciones. Collins, que se formò en la tradición fenomenològica y ctnometodológica (véase más abajo), ha intentado desarrollar la teoría del con flicto en esta dirección.
El nacimiento de la teoría del intercambio Otro importante desarrollo teórico que comenzó en la década de los años cincuenta fue la teoría del intercambio. La figura más importante de esta corriente es George Homans, un sociólogo al que acabamos de abandonar justo en el momento en el que se aproximaba al conductismo psicológico de B.F. Skinner. El conduc tismo de Skinner es la fuente principal de la teoría del intercambio de Homans. Descontento con la estrategia deductiva de Parsons para la construcción de teorías, Homans tabajó duramente con objeto de encontrar una alternativa váli da para el desarrollo inductivo de teorias sociológicas. Es más, Homans preten día mantenerse alejado del enfoque cultura! y estructural de la teoría parsoniana y deseaba concentrarse en las personas y en su conducta. Con este objetivo en mente Homans analizó el trabajo de su colega en Harvard, B.F. Skinner. Al principio, Homans no vio de qué forma podrían ser útiles las proposiciones de Skinner, desarrolladas con el objeto de explicar la conducta de los pichones, para el estudio de la conducta social humana. Pero cuando Homans analizó numerosos datos procedentes de estudios sociológicos de pequeños grupos y estudios antropológicos de las sociedades primitivas, comenzó a vislumbrar que cl conductismo de Skinner era válido para su objetivo y que proporcionaba una alternativa teórica al funcionalismo estructural de estilo parsoniano. Esto le llevó a escribir un artículo titulado «La conducta social como intercambio» en 1958, y en 1961 a la exposición plena de su postura teórica en el libro. Social Behavior: lis Elementary Formx [La conducta social: sus formas elementales]. Estos trabajos marcaron el nacimiento de la teoría del intercambio como pers pectiva sociológica relevante. Desde entonces la teoría del intercambio ha reci bido mucha atención, tanto positiva como negativa. La idea básica de Homans era que el núcleo de la sociología estaba en el estudio de la conducta y la interacción individual. Demostró poco interés por la conciencia o por los diversos tipos de grandes estructuras e instituciones que preocupaban a la mayoría de los sociólogos. Se concentró principalmente en las pautas de refuerzo, la historia de las recompensas y los costes, que dirigían la actuación de las personas. En lo fundamental, Homans manifestaba que las per sonas continuaban haciendo lo que había obtenido recompensa en el pasado. Y a la inversa, dejaban de hacer lo que se había demostrado costoso. Para com prender su conducta era necesario entender la historia individual de las recom pensas y los costes. Así, el objeto de la sociología no debía ser la conciencia o las estructuras e instituciones sociales, sino las pautas de refuerzo. Como su nombre sugiere, la teoría del intercambio se ocupa no sólo de la conducta individual, sino también de la interacción entre las personas que en traña un intercambio de recompensas y costes. La premisa es que las interaccio
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
73
nes suelen continuar siempre que exista un interacambio de recompensas. Y a la inversa, es menos probable que sigan existiendo las interacciones que son cos tosas para una o ambas partes actuantes. Otra importante exposición de la teoría del intercambio es la obra de Peter Blau, Exchange and Power in Social Life [Intercambio y poder en la vida so cial], publicada en 1964. En lo fundamental, Blau adoptó la perspectiva de Ho mans, pero había una importante diferencia entre ambos. Mientras Homans se mostraba satisfecho con el análisis de las formas elementales de la conducta social, Blau quiso integrar ese tipo de análisis con el intercambio a escala cultu ral y estructural. Para ello partía de los intercambios entre los actores y avanza ba hacia las estructuras de más alcance que eran producto de esc intercambio. Asi, terminó por analizar los intercambios entre las grandes estructuras. Es una teoría harto diferente de la del intercambio que desarrolló Homans. En ciertos sentidos, supuso un regreso al estilo parsoniano de teorizar tan criticado por Homans. No obstante, cl esfuerzo por analizar desde una perspectiva integrada el intercambio a pequeña y a gran escala constituyó un paso teórico muy útil. Aunque eclipsado durante muchos años por Homans y Blau, Richard Emer son (1981) ha aparecido recientemente como una figura central de la teoría del intercambio. Se le reconoce sobre todo su esfuerzo por desarrollar un enfoque integrado macro-micro de la teoría del intercambio. En suma, la teoría del inter cambio se desarrolla en la actualidad dentro de una corriente significativa de teoria sociológica, y continúa atrayendo nuevos adeptos y emprendiendo nue vas direcciones (Cook, O ’Brien y Kollock, 1990, véase también más abajo).
Análisis dramatúrgico; la obra de Erving Goffman A Erving Goffman (1922-1982) se le suele considerar el más grande pensador vinculado con la Escuela de Chicago original. Se doctoró por la Universidad de Chicago en 1953, un año después del traslado de Herbert Blumer (que había sido profesor de Goffman) de Chicago a Berkeley. Pronto Goffman se reunió con Blumer en Berkeley, donde juntos crearon algo así como un centro de interaccionismo simbólico. Pero no llegaría a tener la importancia de Chicago. El mejor momento de Blumer, por lo que se refiere a los influyentes cargos que había ocupado, había pasado ya, y Goffman no se convirtió en objeto de estudio de los estudiantes licenciados. A partir de 1952 la suerte del interaccionismo simbólico disminuyó, aunque sigue siendo una teoría sociológica importante. A pesar de la decadencia del interaccionismo simbólico en general, Goff man se labró una posición sólida y distintiva en la teoría sociológica contempo ránea. Entre los años cincuenta y setenta, Goffamn publicó una serie de libros y ensayos que provocaron el nacimiento del análisis dramatúrgico como una va riante del interaccionismo simbólico. Aunque los intereses de Goffman cambia ron al final de su carrera, se le conoce principlamente por su teoría dramatúrgico. La exposición más famosa de la teoría dramatúrgica de Goffman se encuentra en su obra publicada en 1959, Presentation o f S e lf in Everyday Life [La presen-
74
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
(ación de la persona en la vida cotidiana]. (Durante los quince años siguientes Goffamn publicó varios libros y ensayos en los que desarrolló su perspectiva dramatúrgica del mundo). Para decirlo en pocas palabras, Goffamn pensaba que existían múltiples analogías entre las representaciones teatrales y el tipo de «actos» que todos realizamos durante la acción e interacción cotidianas. Consideraba que la interacción era sumamente frágil y que se mantenía por las representaciones sociales. La representación deficiente o desorganizada constituye una gran amenaza para la interacción social, del mismo modo que lo es para la representación teatral. Goffman fue bastante lejos en su analogía entre el escenario y la interacción social. En toda interacción social existía una región anterior que equivalía al proscenio de la representación teatral. Los actores en el escenario y en la vida social se mostraban interesados en su apariencia, su vestimenta y el empleo de accesorios. Pero tanto en el escenario como en la vida social exístía también una región posterior, lugar al que los actores podían retirarse y en el que se preparaban para su representación. En las bambalinas, o entre bastidores, los actores podían desprenderse de sus papeles y ser ellos mismos. El análisis dramatúrgico es, sin duda, coherente con sus raíces en el interac cionismo simbólico. Se fija en los actores, la acción y la interacción. Al trabajar en la misma arena que el interaccionismo simbólico, Goffamn consideró que el teatro constituía una metáfora brillante para arrojar luz sobre los procesos so ciales de escala reducida. Hoy en día se lee y reconoce la obra de Goffman por su originalidad y su abundancia de ideas (R. Collins, 1986; Ditton, 1980). Aunque en general se le considera un importante teórico, no todo el mundo lo cree asi. Existen diversas razones que lo explican. Primera, se le ha acusado de centrarse en cuestiones bastante esotéricas, en lugar de en los aspectos verdaderamente esenciales de la vida social. Segunda, era un teórico micro en una época en que se admiraba a los teóricos niacro. Como ha dicho Randall Collins, «Cuanto más analizamos esta obra [la de Goffman], más nos percatamos de que en Goffman se encarna la principal figura de la microsociología de nuestro tiempo» (1981c: 6). Terce ra, atrajo pocos estudiantes capaces de construir teóricamente a partir de sus principios; de hccho, algunos creían que era imposible construir sobre la obra de Goffman. Se la considera poco más que una serie de explosiones idiosincrá sicas de ideas brillantes. Finalmente, se ha realizado escaso trabajo teórico dentro de la tradición dramatúrgica (una excepción la constituyen Lyman y Scott [1970]). La única área en la que la obra de Goffman ha resultado ser de utilidad es la investigación empírica que recurre a su enfoque dramatúrgico. Recientemente han aparecido algunos trabajos que se sirven de su enfoque, entre ellos los estu dios de Snow, Zurcher y Peters (1984) sobre la celebración de la victoria por las masas en los partidos de fútbol como representaciones dramatúrgicas, los análi sis dramatúrgicos de Haas y Shaffir (1982) sobre la profesión médica, el de Zurcher (1985) sobre los juegos bélicos y el estudio de Kitahara (1986) sobre los mecanismo dramatúrgicos que utilizó el comodoro Perry para abrir las puer tas de Occidente a Japón.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
75
Rs difícil predecir el futuro del análisis dramatúrgico, aunque su importan cia ha disminuido debido a que Goffinan terminó por dar a su trabajo una orien tación estructural.
El desarrollo de las sociologías «creativas» Las décadas de los años sesenta y setenta presenciaron una explosión (Ritzer, 1985) de diversas pespectivas teóricas que Monica Morris (1977) agrupó bajo la denominación de sociología «creativa». Bajo esta etiqueta se incluyen la so ciologia fcnomcnológica, la etnometodología y la sociología existencial. La sociología fenomenologica y la obra de Alfred Schutz (1899-1959). La filosofía de la fenomenología, centrada en el análisis de la conciencia, tiene una larga historia, pero el mayor esfuerzo por desarrollar una variante sociológica de la fenomenología se le puede atribuir a Alfred Schutz en su obra The Pheno menology o fth e Social World [La fenomenología del mundo social], publicada en Alemania en 1932. Esta obra no fue, sin embargo, traducida al inglés hasta 1967, no pudiendo, por tanto, influir hasta entonces en la teoría sociológica estadounidense. Schut/, llegó en 1939 a los Estados Unidos tras esquivar a los nazis en Austria. Enseguida encontró un empleo en la New School for Social Research de Nueva York, desde la que le fue posible influir en el desarrollo de la sociología fenomenològica, y más tarde etnometodológica, estadounidense. Como veremos en el décimo capítulo, Schutz partió de la filosofía fenome nològica de Edmund Husserl, que se había propuesto una comprensión interna dcl ego trascendental, y le dio un giro externo hacia la intersubjetividad. A Schutz le interesaba sobre todo el modo en que las personas aprehenden la conciencia de los otros mientras viven en la corriente de su propia conciencia. Schutz también usaba el término intersubjetividad en un sentido amplio para referirse al mundo social, en especial a la naturaleza social del conocimiento. Gran parte del trabajo de Schutz se centra en un aspecto del mundo social que denomina el mundo de la vida, o mundo de la vida cotidiana. Es un mundo intersubjetivo en el que la gente crea la realidad social, a la vez que está sujeta a las constricciones que ejercen las estructuras sociales y culturales previamen te creadas por sus antecesores. Aunque muy buena parte del mundo de la vida es compartida, existen también aspectos privados (biográficamente articula dos) del mundo. Dentro del mundo de la vida, Schutz diferenciaba entre las relaciones intimas cara a cara («relaciones entre nosotros») y las relaciones distantes e impersonales («relaciones entre ellos»). Mientras que las relacio nes cara a cara son de gran importancia en el mundo social, a los sociólogos les es mucho más fácil estudiar científícamente las relaciones más impersonales. Si bien Schutz giró desde la conciencia hacia el mundo intersubjetivo de la vida, aportó penetrantes intuiciones sobre aquella, especialmente en sus reflexiones sobre el significado y los motivos de las personas. En conjunto, Schutz estudió la relación dialéctica entre el modo en el que
76
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
construimos la realidad social y la inexorable realidad social y cultural que heredamos de los que nos han precedido en el mundo social. A mitad de los años sesenta se produjeron desarrollos cruciales para la so ciología fenomenològica. No sólo se tradujo la gran obra de Alfred Schutz y se publicó una colección de sus ensayos, sino que Peter Berger y Thomas Luckmann coescribieron un trabajo titulado The Social Construction o f Reality [La construcción social de la realidad] (1967), que se convirtió en uno de los libros de teoría sociológica más leídos de su tiempo. Esta obra hizo, al menos, dos importantes contribuciones. En primer lugar, constituía una introducción a las ideas de Schutz presentadas de tal modo que las hacía accesibles para una gran audiencia estadounidense. En segundo lugar, representaba un esfuerzo para in tegrar las ideas de Schutz con la corriente principal de la sociología. Desde 1967 la fenomenología no ha hecho sino ganar popularidad en el ámbito de la sociología. Etnom etodología. A los ojos de mucha gente, esta perspectiva teórica es ape nas distinguible de la fenomenología, si bien comprobaremos que hay impor tantes diferencias entre ellas. De hecho, el creador de esta perspectiva, Harold Garfmkel, fue discípulo de Alfred Schutz en la New School. Garfinkel cuenta con curiosos antecedentes intelectuales. Fue alumno de Parsons a finales de los años cuarenta, y combinó la orientación de Parsons con la de Schutz, cuyo magisterio recibió pocos años después. Tras doctorarse en Harvard en 1952, Garfinkel llegó en 1954 (Sharrock y Anderson, 1986) a la Universidad de Ca lifornia en Los Angeles (Heritage, 1984), y fue alli donde Garfmkel y sus alum nos de licenciatura desarrollaron la etnometodología. Geográficamente, la et nometodología fue el primer producto teórico distintivo de la Costa Oeste, donde ha continuado centrada hasta nuestros días (si bien hay también ahora un nutri do grupo de etnometodólogos británicos). En parte, ello se ha debido al deseo de los etnometodólogos de permanecer juntos, pero también a la oposición de la ortodoxia sociológica a esta corriente. Garfinkel se convirtió en el centro de un grupo de estudiantes y profesores de la UCLA que se interesaron por su enfoque. Desde comienzos de los años cincuenta tuvieron lugar en la UCLA una serie de seminarios y fue en este ambiente en cl que surgieron los más importantes etnometodólogos. La etnometodología comenzó a gozar de una audiencia a escala nacional con la publicación en 1967 de la obra Studies in Ethnomethodology [Estudios etnometodológicos] de Garfinkel. Aunque su prosa es difícil y obscura, el libro suscitó gran interés. El hecho de que apareciera simultáneamente a la traduc ción de The Phenomenology o f the Social World de Schutz y a la publicación de The Social Construction o f Reality de Berger y Luckmann, parecía indicar que la sociología «subjetiva» o «creativa» llegaba a su madurez. ' En lo fundamental, la etnometodología es el estudio del «cuerpo de conoci miento de sentido común y de la gama de procedimientos y consideraciones [métodos] por medio de los cuales los miembros corrientes de la sociedad dan
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
77
sentido a las circunstancias en las que se encuentran, hallan cl camino a seguir en esas circunstancias y actúan en consecuencia» (Heritage, 1984: 4). Los es critores que trabajan en esta tradición se sienten profundamente inclinados ha cia cl estudio de la vida cotidiana a escala del individuo. Mientras los sociólo gos fenomenológicos tienden a centrarse en lo que piensan las personas, a los etnometodólogos les preocupa lo que hacen. Así. los etnometodólogos dedican una buena parte de su atención al estudio detallado de las conversaciones. Este interés por el nivel microsocial se opone vivamente a la atención que muchos sociólogos ortodoxos prestan a los grandes fenómenos objetivos como las buro cracias, el capitalismo, la división del trabajo y el sistema social. Los etnometo dólogos también se interesan por estas estructuras, pero en tanto contextos de la vida cotidiana; no se preocupan por tales estructuras como fenómenos en sí. Aunque los trabajos de los etnometodólogos mantienen vínculos con pers pectivas sociológicas más antiguas como el interaccionismo simbólico y ei aná lisis dramatúrgico, sin duda habia en ellos algo amenazador para los sociólogos ortodoxos que aún ejercían el control de la disciplina. De hecho, tanto la feno menología como, sobre todo, la etnometodología han padecido críticas brutales por parte de los sociólogos ortodoxos. He aquí dos ejemplos. El primero proce de de una recensión de James Coleman de la obra de Garfinkel Studies in Ethnometodology: Lo que ocurre es simplemente que üarfmkel es incapaz de generar idea alguna a partir de ese enfoque... Tal vez el programa hubiera sido más fértil de ta mano de algún observador más meticuloso, pero en las suyas es sorprendentemente estcri]... ...este capítulo parece no sólo un desastre etnometodológico en sí, sino tam bién la prueba de que existen deficiencias más generales en la etnometodología... ...este capítulo es un desastre aún mayor, porque combina las rigideces de la mayoría de los técnicos de orientación matemática con las confusiones y errores de los técnicos blandos, y carece de los principios o la competencia técnica de una sociología creativa y madura. Una vez más, Garfmkel elabora hasta la saciedad aspectos que son hasta tal extremo lugares comunes, que parecerían banales si estuvieran formulados en un inglés claro. Pero tal y como está escrito, hace falta emplear en su lectura tal can tidad de tiempo para que la información se trasmita, que a un lector poco avisado no le parece una banalidad. (Coleman, 1968; 126-130) El discurso presidencia! de Lewis Coser ante la American Sociological .4,vsociation en Í975 constituye el segundo ejemplo. Coser consideraba que la et nometodología tenía escasas cualidades dignas de ser rescatadas, por lo que la sometió a un salvaje ataque calificándola, entre otras cosas, de «trivial», de «entreguista», de «orgía de subjetivismo», y de «empresa desenfrenada». La amargura de estos y otros ataques constituye un indicador del éxito que tienen tanto la etnometodología como la fenomenología y del grado en el que repre sentan una amenaza a la corriente principal de la sociología.
78
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Sociologia existencial. De las tres sociologías creativas, la sociología exis tencial es la menos importante, al menos así ha sido hasta nuestros días. Com parte con los otros dos enfoques un interés por los actores y sus pensamientos y acciones. La sociologia existencial se centra en las complejidades de la vida del individuo y en el modo en que los actores intentan solventar esas complejida des. Se muestra particulamente interesada en los .senlimientos individuales y en el self. Aunque comparte varias raíces intelectuales con la fenomenología y la etnometodología, la sociología existencial se esfuerza por distanciarse de ellas (véase Fontana, 1980, 1984). Se ve a si misma más involucrada en el mundo real que cualquiera de las otras dos sociologías creativas. También tiene varias fuentes que le son peculiares, como la obra de Jean-Paul Sartre (Craib, 1976). Aunque la sociología existencial se ha labrado su propio camino dentro de la disciplina (por ejemplo, Douglas y Johnson, 1977; Hayim, 1980, Kotarba y Fontana, 1984; Manning, 1973; Tiryakian, 1965), continúa en la periferia. Pero cuando su influencia se combina con la de la etnometodología y la fenomenología, es posible apreciar que las sociologías creativas hacen aportaciones a la sociolo gía, y ello a pesar de la oposición sustancial de muchos sociólogos. En las últimas páginas hemos analizado cuatro teorías micro; la teoría dei intercambio, la sociologia fenomenològica, la etnometodología y la sociología existencial. Mientras las tres últimas comparten la perspectiva del actor reflexi vo y creativo, la teoría dcl intercambio no lo hace. No obstante, las cuatro teo rías comparten una orientación micro hacia el actor y sus acciones y conducta. En la década de los años setenta, estas teorías adquirieron fuerza en la discipli na y amenazaron con substituir a las teorias de orientación macrosocial (como el funcionalismo estructural, la teoría del conflicto y las teorias ncomarxistas) como teorías dominantes de la sociología (Knorr-Cetína, 1981; Ritzer, 1985).
Teoría de sistemas Uno de los desarrollos más interesantes en la sociología ha sido la ascensión meteòrica y la caida igualmente meteòrica de la teoria de sistemas. La teoría de sistemas apareció aproximadamente en la década de los sesenta, y llegó a su punto culminante con la publicación en 1967 de la obra de Walter Buckley Sociology and Modern Systems Theory [La sociología y la moderna teoría de sistemas]. La teoría de sistemas se deriva de las ciencias duras, que consideran tanto las entidades orgánicas como las mecánicas en términos de sistemas. La teoría de sistemas ve la sociedad como un enorme sistema constituido por una serie de partes interrelacionadas. Es necesario examinar la relación entre las partes, así como también las relaciones entre el sistema y otros sistemas sociales. También se estudian de las entradas [imputs] que penetran en el sistema social, el modo en que la sociedad procesa esas entradas y los productos resultantes. Durante la década de los sesenta los sociólogos se sintieron atraídos por la teoría de sistemas. El funcionalismo estructural era objeto de numerosas críti cas y parecía que la teoría de sistemas era su sucesora. Después de todo, Par-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
79
sons tituló su libro de 1951 The Social System [lil sistema social], escrito en unos términos que se asemejaban a los de la teoría de sistemas. Además, ia teoría de sistemas, arraigada en las ciencias duras, tenía atractivo para los so ciólogos interesados en fomentar la sociología científica. Con todo, fue una perspectiva brillante que no llegó a florecer. Apenas se trabajó con ella teórica o empíricamente. Once años más tarde de la publicación del libro de Buckley, Robert Lilienfeld (1978) publicó una acerba crítica de la teoría de sistemas denunciando sus deficiencias, sus pretensiones científicas y su ideología implí citamente conservadora. En los últimos años la teoria de sistemas ha experi mentado un modesto renacimiento en la obra de Archer (1988) y Bailey (1990).
La influencia de la sociología marxista Durante los últimos años del decenio de los sesenta, la teoría marxista comenzó finalmente a penetrar de modo significativo en la teoría sociológica estadouni dense (Jay, 1984). Hay varias razones que explican ese proceso. Primera, ia teoría dominante (el funcionalisino estructural) era objeto de numerosas críti cas por varias razones, entre ellas su conservadurismo. Segunda, la sociología radical de Mills y la teoría del conflicto, si bien no representaban una teoría marxista elaborada, sentaron las bases para ei desarrollo de una teoría estado unidense auténticamente arraigada en la tradición marxista. Tercera, los años sesenta se caracterizaron por la protesta negra, el renacimiento del movimiento feminista, el movimiento estudiantil, y la protesta contra la guerra de Vietnam. Muchos de los sociólogos jóvenes que se formaron en este ambiente se sintie ron atraídos por las ideas radicales. Al principio, este interés se manifestó por lo que se denominaba durante aquellos días la «sociología radical» (Colfax y Roach, 1971). Fue útil en la medida en que duró, pero, igual que la obra de Mills, presentaba numerosos puntos flacos comparada con la teoría marxista. Es difícil escoger una única obra como representativa del desarrollo de la sociología marxista en Estados Unidos, aunque puede afirmarse que la obra de Henri Lefebvre La sociologia de Marx (1968) jugó un importante papel. Y lo hizo debido a su argumento principal; aunque Marx no era un sociólogo, había mucha sociología en su teoría. Desde entonces, cada vez más sociólogos han vuelto a la obra original de Marx, y a la de otros marxistas, con el fin de encon trar ideas útiles para el desarrollo de una sociología marxista. tin un primer momento ello supuso simplemente que los teóricos estadounidenses leían por fin a Marx en serio, pero hoy día podemos ver cómo los sociólogos estadouni denses han producido varias obras importantes dentro del marxismo académico. Los teóricos estadounidenses se han sentido particularmente atraídos por la obra de la escuela crítica, especialmente debido a su combinación de las teorias marxista y weberiana. Muchas de las obras se han traducido al inglés, y algunos estudiosos estadounidenses han hecho su propias carreras escribiendo libros sobre la escuela critica dirigidos al público estadounidense (por ejemplo, Jay, 1973, 1986).
80
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Paralelamente a este aumenlo de interés se produjo cierto apoyo institucio* nal a esa orientación. Varias revistas dedican una atención considerable a la teoria sociológica marxista, entre ellas Theory and Society, Teios y Marxist Studies. En 1977 se creó una sección de sociología marxista en la American Sociological Association. No sólo la primera generación de teóricos críticos, sino también la segunda, y en especial Jurgen Habermas, han recibido un gran reconocimiento en los Estados Unidos. De la mayor importancia ha sido la aparición en la sociología estadouniden se de diversas obras significati vas realizadas desde un punto de vista marxista. Es destacable la tendencia del grupo de sociólogos que hacen sociología histó rica desde una perspectiva marxista (por ejemplo, Skocpol, 1979; Wallerstein, 1974, 1980, 1989). También es notorio otro grupo que analiza cl reino económi co desde una perspectiva sociológica (por ejemplo, Baran y Sweezy, 1966; Braverman, 1974; Burawoy, 1979). Y existen otros muchos que se dedican a hacer sociología empirica bastante tradicional, pero inspirada en un profundo conoci miento de la teoría marxista (Kohn, 1976, por ejemplo).
El reto de la teoría feminista A finales de los años setenta, en el preciso momenio en que la teoría marxista lograba ser significativamente aceptada por los sociólogos estadounidenses, una más de entre las teorías periféricas planteó un reto a las teorías sociológicas ortodoxas, e incluso a la sociología marxista. La última rama de! pensamiento social radical la constituye la teoría feminista contemporánea. Hay que remontarse casi cuatrocientos años en las sociedades occidentales para encontrar el rastro de los escritos críticos feministas ( Donovan, 1985; Ros si, 1974; Spender, 1982); hace ciento cincuenta años que existe un movimiento político organizado por y para las mujeres (Banner, 1984; Carden, 1974; Chafetzy Dworkin, 1986; Deckard, 1979; Giddings, 1984; Kandal, 1988; O’Neill, 1971; Ryan, 1990). En los Estados Unidos el movimiento feminista logró el derecho al voto para las mujeres en 1920, cincuenta y cinco años después de que se les reconociera constitucionalmente a los negros. Agotado y, en cierto sentido, saciado por la victoria, el movimiento de las mujeres norteamericanas se debilitó en número y fuerza durante los treinta años siguientes, para reverde cer completamente renovado en los años sesenta. Tres factores contribuyeron a desencadenar esta nueva oleada de actividad feminista: el clima general de pen samiento crítico que caracterizaba a ese periodo; la rabia de las activistas que se unieron en tropel a los movimientos contra la guerra y en pro de los derechos humanos y a la revuelta estudiantil para encontrarse con las actitudes sexistas de ios hombres radicales y liberales que participaban en esos movimientos (Den smore, 1973; Evans, 1980; Morgan, 1970; Shrcve, 1989; Snitow et al., 1983); y la experiencia de prejuicio y discriminación que sufrían las mujeres a medida que se incorporaban masivamente al trabajo asaliarado y a la educación supe rior (Bookman y Morgen, 1988; Garland, 1988; Lengermann y Wallace, 1985;
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORÍA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
81
MacKinnon, 1979). Por estas razones, particularmente por la tercera, el movi miento feminista en esta segunda fase continuó expandiétidose durante los años setenta y ochenta, a pesar de que ei activísimo de otros muciios movimientos de ios años sesenta iiabía decaído. Además, durante aquellos años el activismo feminista se ha convertido en un fenómeno internacional. Un rasgo sobresaliente de este movimiento feminista internacional ha sido la enorme y creciente proliferación de una nueva literatura sobre las mujeres que hace visibles todos los aspectos de ia vida y las experiencias femeninas que hasta entonces no habían sido tenidos en cuenta. Esta literatura, conocida popu larmente como estudios sobre las mujeres o nueva literatura sobre las mujeres, constituye la obra de una comunidad internacional e interdisciplinar de escrito res y escritoras que se encuentran dentro y fuera de las universidades, y que escriben tanto para el gran público como para el personal académico especiali zado. En lo que puede considerarse como uno de los ejemplos más impresio nantes de continuo trabajo intelectual de estos últimos años, los y las especialis tas en las mujeres han venido realizando una crítica analítica y multifacética que pone al descubierto la complejidad de los sistemas que someten a las mu jeres. La teoría feminista constituye el hilo conductor de esta literatura: en ocasio nes está implícita en escritos sobre cuestiones tan importantes como el trabajo (Daniels, 1988; Kanter, 1977; Rollins, 1985), la violación (Sanday, 1990; Scu lly, 1990), o la cultura popular (Radway, 1984); otras veces la encontramos expresada de forma clara y explícita, como en el análisis de la maternidad de Adrienne Rich (1976), Nancy Chodorow (1978), y Jessica Benjamín (1988); y, a medida que la nueva literatura sobre las mujeres ha alcanzado una masa criti ca, la teoría se sustancia con frecuencia cada vez mayor en el esfuerzo sistemá tico y único que supone un libro. De este reciente aluvión de escritos totalmente teóricos, ciertos enunciados han sido particularmente importantes para la socio logía porque son el producto, dirigido a sociólogos, de pensadores versados en teoria sociológica (Chafetz, 1984; P. Collins, 1990; Cook y Fonow, 1986; Har tsock, 1983; Lengermann y Niebrugge-Brantley, 1990; Smith, 1979, 1987, 1990; Stacey y Thorne, 1986; Wallace, 1989). Entre las revistas que contribuyen a aumentar el atractivo de la teoría feminista para los sociólogos se cuentan Signs, Feminist Studies, Sociological ¡nquiry y Gender and Society, así como la asociación profesional de Sociologists fo r Women in Society (S.W.S) y la Natio nal fVomen ’s Studies Association (NWSA). La teoría feminista contempla el mundo desde cl ventajoso punto de mira de una minoría hasta ahora invisible y no reconocida — las mujeres , con la vista puesta en la manera relevante, aunque desconocida, en que las actividades de esa minoría han contribuido a crear nuestro mundo. Este punto de vista requiere una nueva elaboración de nuestra comprensión de la vida social. Partiendo de esta idea, los teóricos y teóricas feministas comienzan así a plantear su reto a la teoría sociológica. Los que se suman al reto señalan que los sociólogos se han negado insisten-
82
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
temente a incorporar las ideas de la nueva literatura sobre las mujeres a su comprensión del mundo social. Pero más bien ocurre que los sociólogos y sociólogas feministas han sido separados de la sociología ortodoxa, y la teoria feminista de la organización social se ha visto reducida a una única variable en la investigación, el sexo, y a un único patrón de roles sociales, el género (Famham, 1987; Smith, 1990, Stacey y Thorne, 1985; Wallace, 1989; Yeatman, 1987). Explicar estas acusaciones parece útil. Entre las razones que explican que la sociología haya esquivado la teoria feminista podemos distinguir los fuertes prejuicios antifeministas, las dudosas credenciales científicas de una teoria tan próxima al activismo político, y la precaución que suscitó el reconocimiento de las implicaciones profundamente radicales de la teoria feminista para la teoría y el método sociológicos. Debe recordarse también el tiempo que tardó la teoría marxista en «llegar» a la sociologia, y el importante cuerpo de escritos feminis tas explícitamente teóricos constituye un evento harto reciente en la vida acadé mica. Estos escritos, sin embargo, han comenzado a ser leídos por comunidades especializadas. Ofrecen una teoría de la vida social importante y estimulantemente nueva. Y aquellos a quienes sus experiencias y percepciones les convier ten en un público receptivo a esta teoría — las mujeres en general, y ias mujeres y hombres a los que el feminismo afecta en particular— , constituyen una frac ción importante dentro de la comunidad sociológica. Por todas estas razones, las implicaciones de la teoría feminista penetran cada vez más en la corriente principal de la disciplina.
Estructuralismo y posestructuralismo Un desarrollo del que hasta ahora apenas hemos hablado es el creciente interés por el estructuralismo (Lemert, 1990). Vinculado generalmente a Francia (se le suele denominar estructuralismo francés [Clark y Clark, 1982; Kurzweil, 1980J), el estructuralismo constituye actualmente un fenómeno internacional. Aunque sus raíces se encuentran fuera de la disciplina, el estructuralismo se ha labrado una posición dentro de la sociología. El problema es que aún está tan poco desarrollado dentro de la sociologia que es difícil definirlo con precisión. La dificultad aumenta debido al desarrollo más o menos simultáneo del estructura lismo en otras áreas. No resulta fácil encontrar una única presentación del es tructuralismo que sea coherente. En efecto, se dan diferencias importantes entre las diversas ramas del estructuralismo. Podemos hacernos una idea preliminar del estructuralismo si bosquejamos las diferencias básicas que se dan entre los que defienden una perspectiva estructuralista. Hay quienes se centran en lo que denominan «estructuras profun das de la mente». En su opinión, son estas estructuras inconscientes las que conducen a las personas a pensar y a actuar como lo hacen. La obra del psicoa nalista Sigmund Freud puede considerarse un buen ejemplo de esta orientación. Hay también estructuralistas que se fijan en las grandes estructuras invisibles de la sociedad que determinan las acciones de las personas y la sociedad en
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
83
general. A veces se considera a Marx como un pensador que pertenece a esta rama del estructuralismo debido a su análisis de la invisible estructura económi ca de la sociedad capitalista. Un tercer grupo contempla las estructuras como los modelos del mundo social que se pueden construir. Finalmente, otros estructuralistas se preocupan por la relación dialéctica entre los individuos y las estructuras sociales. Entreven un vínculo entre las estructuras de la mente y las de la sociedad. Al antropólogo Claude Lévi-Strauss se le suele relacionar con esta perspectiva. Hasta ahora el problema de la sociología estructural reside en que aún con tinúa siendo una mezcolanza de ¡deas derivadas de diversas áreas, entre ellas la linguistica (Saussure), la antropología (Lévi-Strauss), la psicología (Freud, La can) y el marxismo (Althusser). Hasta que estas ideas no se conjunten de un modo coherente, el estructuralismo seguirá siendo una corriente marginal de la sociología. Sin embargo, los desarrollos en las áreas mencionadas han sido tan importantes y atractivos para los sociólogos, que es muy probable que se desa rrolle en años venideros una teoría estructural propia de la sociologia. A medida que el estructuralismo se desarrolla dentro de la sociología se produce un movimiento fuera de ella que va más allá de las premisas origínales de aquel movimiento; el posestructuralismo (Lemert, 1990). El principal repre sentante del posestructuralismo es Michel Foucault. En sus primeras obras Foucault se centró en las estructuras, pero más tarde fué más allá y comenzó a centrarse en el poder y en la relación que existía entre conocimiento y poder. En general, los posestructuralistas aceptan la importancia de las estructuras, pero van más allá para tratar una amplia gama de cuestiones diferentes.
LA TEORIA SOCIOLOGICA EN LOS AÑOS NOVENTA Aunque muchos de los desarrollos analizados en las páginas anteriores conti núan siendo importantes en la década de los noventa, en este apartado vamos a estudiar cuatro movimientos que prometen ser sumamente relevantes durante este decenio y en los próximos años: el interés por ia integración micro-macro, la integración acción-estructura, las síntesis teóricas, y la metateorización en sociología.
Integración micro-macro Una parte considerable de los trabajos más recientes en el área de la teoría sociológica estadounidense se han ocupado de la vinculación entre las teorías micro y macrosociales y los niveles micro y macro de análisis. De hecho, ya he señalado (Ritzer, 1990a) que la vinculación micro-macro surgió como una pro blemática central en la teoría sociológica estadounidense durante la década de los años ochenta y continúa teniendo relevancia en los años noventa.
84
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Hay algunos ejemplos recientes de los esfuerzos realizados por vincular los niveles micro y macro de análisis y/o las teorías micro y macro. Yo mismo (Ritzer, 1979;198la), intenté desarrollar un paradigma sociológico integrado nu^eaiijíyacalas.niveles.micro v;nacro tanto en su forma objetiva como subjeti va. Así, en mi opinión, existen cuatro principales niveles de análisis social que deben analizarse de un modo integrado: macro-subjetividad, macro-objetividad, micro-subjetividad y micro-objetividad. Jeffrey Alexander (1982-83) ha creado una «sociología multidimensional» que analiza, al menos en parte, un modelo de niveles de análisis que se aproxima mucho al modelo desarrollado por Ritzer. Alexander (1987) basa el desarrollo de su modelo en el problema del orden — que considera que tiene niveles individual (micro) y colectivo (ma cro)— y el problema de la acción, que se supone que cuenta con un nivel mate rialista (objetivo) e idealista (subjetivo). A partir de esos dos continua, Alexander desarrolla cuatro grandes niveles de análisis: colectivo-idealista, colectivo- ma terialista, individual-idealista e individual-materialista. Auque el modelo ge neral desarrollado por Alexander es sorprendentemente similar al de Ritzer, aquél otorga prioridad al nivel colectivo-idealista, mientras éste insiste en que debemos ocuparnos de las relaciones dialécticas entre todos ios niveles. Nor bert Wiley (1988) ha desarrollado otro enfoque afín en el que bosqueja cuatro niveles de análisis semejantes: el s e lf o nivel individual, la interacción, la es tructura social, y la cultura. Pero mientras Ritzer y Alexander se fijan tanto en los niveles objetivo como subjetivo, los de Wiley son puramente subjetivos. James Coleman (1986) se concentró en el problema de la conexión desde lo micro a lo macro, mientras Alien Liska (1990) ha desarrollado el enfoque de Coleman para analizar también el problema desde la conexión de lo macro a lo micro. Recientemente Coleman (1990) ha desarrollado su modelo micro-macro y una teoría más elaborada de la relación micro-macro basada en cl plantea miento de la elección racional derivada de la economía. Encontramos muchos otros esfuerzos relacionados con la integración micro-macro. Queda mucho trabajo por hacer en este área, que promete ser un importante campo de estudio en la teoría sociológica estadounidense en el futuro.
Integración acción>estructura Paralelamente a la creciente preocupación que se da en los Estados Unidos por la integración macro-micro, en Europa se ha desarrollado el interés por la inte gración acción-estructura. Al igual que el problema macro-micro se sitúa en el centro de la teoría en los Estados Unidos, Margaret Archer (1988) considera el tópico acción-estructura como el interés básico de la teoría social europea. Aunque existen muchas semejanzas entre la literatura micro-macro y ía referida a la acción-cstructura, se dan también importantes diferencias entre ellas. Por ejem plo, mientras ios agentes suelen considerarse como actores en un nivel micro.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
85
colectividades como ios sindicatos también pueden ser agentes. Y mientras las estructuras suelen ser consideradas como fenómenos macro, podemos encon trar también estructuras en el nivel micro. Así, debemos ser cautelosos a la hora de equiparar estos dos cuerpos de trabajo y también al intentar interrelacionarlos. En el área de la teoría social europea contemporánea se han producido cua tro grandes líneas de trabajo que pueden agruparse bajo el encabezamiento de la integración acción-estructura. La primera es la teoria de la estructuración de Anthony Giddens (1984). La clave del planteamiento de Giddens es que con templa la acción y la estructura como una «dualidad». Es decir, no pueden ser separadas; la acción está involucrada en la estructura y viceversa. Giddens se niega a creer que la estructura es simple constricción (como creía Durkheim), y la ve, a la vez, como constrictiva y permisiva. Margaret Archer (1982) rechaza la idea de considerar la acción y la estructura una dualidad y las ve más bien como un dualismo. Es decir, la acción y la estructura pueden y deben ser sepa radas. El análisis de las diferencias entre ellas nos permitirá estudiar mejor su relación. Archer (1988) también destaca por ampliar la literatura de la acción y la estmctura al análisis de la relación entre cultura y acción. Mientras Giddens y Archer son británicos, la tercera figura principal con temporánea relacionada con la literatura de la acción y la estructura es el fran cés Pierre Bourdieu (1977). En la obra de Bourdieu la cuestión acción-estructu ra se traduce en una preocupación por la relación entre el habitus y el campo de acción. El habitus es una estructura mental o cognoscitiva internalizada me diante la cual la gente se maneja en el mundo social. El habitus produce la sociedad de la misma manera que la sociedad produce el habitus. El campo de acción constituye una red de relaciones entre posiciones objetivas. La estructu ra del campo de acción constriñe a los actores, ya sean individuos o colectivida des. La preocupación principal de Bourdieu es la relación entre habitus y campo de acción, que el concibe como una una relación dialéctica. El último teórico importante de la vinculación acción-estructura que vamos a tratar someramente es el alemán Jurgen Habermas. Ya le hemos mencionado como un importante pensador contemporáneo enmarcado en la teoría crítica. En su obra más reciente, Habermas (1987) ha tocado la cuestión acción-estruc tura bajo la expresión de «la colonización del mundo de la vida». El mundo de la vida constituye un micromundo donde las personas interactúan y se comuni can. El sistema tiene sus raíces en el mundo de la vida, pero al final desarrolla sus propias características estructurales. A medida que estas estructuras ad quieren más independencia y poder, ejercen más y más control sobre el mundo de la vida. En el mundo moderno el sistema llega a «colonizar» el mundo de la vida, es decir, a ejercer su control sobre él. Existen más trabajos sobre la cuestión de la integración acción-estructura que los de Giddens, Archer, Bourdieu y Habermas. Sin embargo, ellos son los principales representantes de esta corriente contemporánea de la teoría socioló gica.
86
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Síntesis teóricas EJ movimiento hacia la integración de los niveles micro y macro y de la acción y la estructura comenzó en la década de los ochenta y se afianza en el decenio de 1990. Aquel movimiento ha sentado las bases para un desarrollo más amplio hacia la síntesis teórica que se ha puesto en marcha a principios de los noventa. Es este un enorme esfuerzo por sintetizar dos o más teorías diferentes (por ejemplo, el funcionalismo estructural y el interaccionismo simbólico). En la historia de la teoría sociológica siempre se han producido intentos de este tipo. No obstante, existen dos aspectos distintivos de estos nuevos trabajos de sínte sis. Primero, no constituyen intentos aislados de síntesis, sino que están muy extendidos. Segundo, la meta es, en genera!, lograr una síntesis relativamente reducida de ideas teóricas, y no el desarrollo de una gran teoría sintética que abarque toda la teoría sociológica. Estos trabajos sintéticos se realizan dentro de las teorías que hemos estudia do en este capítulo y entre ellas, así como dentro de algunas otras que aún no hemos mencionado. Dentro del funcionalismo estructural, hemos hablado del nacimiento del neofuncionaíismo (Alexander, 1985a; Alexander y Colomy, 1985; Alexander y Colomy, 1990; Colomy, 1990). El objetivo del neofuncionaíismo es superar muchas de las limitaciones del funcionalismo estructural incorporando ideas derivadas de una amplia serie de otras teorías. Alexander y Colomy consideran que este esfuerzo supone una reconstrucción dcl funcionalismo estructura], y por ello requiere una nueva denominación, neofuncionaíismo, para diferenciar a este nuevo enfoque teórico de su predecesor. El interaccionismo simbólico está experimentando una drástica trans formación ya que, en palabras de Fine, se ha «compuesto una teoría a partir de fragmentos de otros planteamientos teóricos» (1990: 136-137). Así, los in teraccionistas simbólicos toman prestadas ideas de la sociología fenomeno lògica, de la teoría feminista y de la teoria del intercambio, entre otras. Además, se está redefiniendo a pensadores importantes de ia historia del interaccio nismo simbólico como Mead y Biumer como teóricos más sintéticos e integra dores. En ei ámbito de la teoría dei intercambio encontramos desde hace tiempo obras integradoras y sintéticas como Exchange and Power in Social Life [Inter cambio y poder en la vida social] (1964). Recientemente se dedica cada vez más atención a ia obra de Richard Emerson (1972a; 1972b) y a la de sus discí pulos, en especial a la de Karen Cook (1987a). Emerson comenzó centrándose en ios principios del conductismo, pero posteriormente se esforzó por vincular los a la estructura social y a las relaciones de intercambio social. Y más recien temente aún, Coolc, O ’Brien y Kollock (1990) han llegado a definir la teoria del intercambio en términos inherentemente integradores y a sintetizarla con ideas derivadas de otras teorías como el interaccionismo simbólico y la teoría de redes.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
87
Un desarrollo relativamente nuevo e intrínsecamente integrador en la teoría sociológica es el nacimiento de la teoría social posmodemista (Baudrillard, 1983; Harvey, 1989; Lyotard, 1984; Kellner, 1990a, 1990b). Esta teoría se basa en la idea de que en los últimos años hemos pasado de una sociedad moderna a otra posmodema. Mientras que la sociedad moderna era altamente racional y rígida, la sociedad posmodema se considera más irracional y flexible. Ha surgido una nueva teoría de la posmodemidad al objeto de analizar este diferente tipo de sociedad. Esta teoría es inherentemente integradora en el sentido de que extrae ideas de una amplia gama de disciplinas; la filosofía, la teoría cultural y la teoría social, entre otras. Además, los teóricos de la posmodernidad rechazan la idea del desarrollo de una ùnica y gran teoría global o, como lo denominan, de un «metadiscurso». Los posmodernistas defienden más bien esflierzos sintéti cos específicos más reducidos del tipo de los que se han venido realizando en el ámbito de la teoria sociológica a principios de los años noventa. La teoría posmarxista incluye tres desarrollos teóricos sintéticos. El prime ro es el marxismo analítico, que se esfuerza por aplicar los métodos habituales de la filosofía analítica y la ciencia social a temas marxistas tradicionales. Así, por ejemplo, varios teóricos (Roemer, 1986; Elster, 1985) emplean las ideas de la teoria de la elección racional para analizar cuestiones marxistas. Otros (por ejemplo, Wright, 1985) emplean los métodos de la sociología ortodoxa para analizar problemas como las clases. El segundo lo integran un conjunto de mar xistas posmodemos (por ejemplo, Laciau y Mouffe, 1986; Jameson, 1984; Har vey, 1989) que toman ideas prestadas de la teoria de la posmodemidad y las conjugan con aspectos de la teoría marxista tradicional. Finalmente se encuen tra la obra de Bowles y Gintis ( 1986), cuyo objetivo es integrar la teoría marxis ta y la liberal.
Metateorización en sociología En términos generales, la metateorización puede definirse como el estudio sis temático de las estructuras subyacentes de la teoria sociológica (Ritzer, 1990c, 1990d, en prensa c, en prensa d). Debe distinguirse de la teorización, aunque la mayoría de los teóricos hayan metateorizado y muchos metateóricos hayan teo rizado. Mientras que el objeto de estudio de los metateóricos es ia teoría, los teóricos reflexionan sobre el mundo social. Se ha producido un significativo aumento del trabajo metateórico (Fuhrman y Snizek, 1990) y todo parece de mostrar que ese trabajo continuará creciendo en el futuro. El trabajo metateórico ha formado parte de la sociologia desde sus inicios. La mayoría de los primeros teóricos realizaron estudios metateóricos sobre los intelectuales que les precedieron. Particularmente destacables son los estudios de Marx sobre Hegel, los Jóvenes Hegelianos, los economistas políticos y los socialistas utópicos. Parsons describe su obra The Structure o f Social Action (1937, 1949) como un estudio «empírico» de la obra de sus predecesores teóri cos. En los años cincuenta, Paul Furfey (1953/1965) presentó el primer, aunque
88
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
fallido, esfuerzo sistemático por definir el trabajo metateórico. Alvin Gouldner intentó definir una sociología de la teoría sociológica en The Corning Crisis o f Western Sociology [La crisis de la sociología occidental] (1970); su trabajo es un importante, aunque igualmente fallido, precedente de la metateorización con temporánea. Un conjunto específico de obras (Friedrichs, 1970; Ritzer, 1975a), basadas en el concepto de paradigma de Thomas Kuhn (1962, 1970), también tuvo un pape! importante en el desarrollo del trabajo metateórico de la socio logía. La metateorización sociológica ha llegado a su mayoría de edad en la déca da de los años noventa (véase el Apéndice) y promete desempeñar un papel central en la clarificación de las teorías sociológicas actuales, así como en el desarrollo de nuevas teorías integradas y sintéticas.
RESUMEN El presente capítulo comienza donde termina et primero, y analiza la historia de la teoría sociológica desde principios del siglo xx. Empezamos con la historia inicial de la teoría sociológica estadounidense, que se caracterizó por su liberalimo, su interés por el darwinismo social y, consecuentemente, por la influencia de Herbert Spencer. En este contexto se analiza la obra de dos de los primeros teóricos de la sociología, Sumner y Ward, Pero no consiguieron ejercer una influencia duradera en la teoría sociológica estadounidense. Sin embargo, la Escuela de Chicago, que .se sustanció en !a obra de pensadores como Small, Park, Thomas, Cooley y, particularmente. Mead, dejó una profunda huella en la teoría sociológica, sobre todo en el interaccionismo simbólico. Mientras la Escuela de Chicago ocupaba todavía una posición predominan te, empezó a desarrollarse en Harvard una forma diferente de teoría sociológi ca. Pitirim Sorokin jugó un papel estratégico en la fundación de la sociología en Harvard, aunque sería Talcott Parsons quien situara a esta universidad en una posición preeminente en la teoría estadounidense, substituyendo así al interac cionismo simbólico de Chicago. Parsons fue importante no sólo por haber legi timado la «gran teoría» en los Estados Unidos y dado a conocer al público estadounidense a los teóricos europeos, sino también por el papel que jugó en el desarrollo de la teoría de la acción y, lo que fue más importante aún, en el del funcionalismo estructural. Durante los años cuarenta y cincuenta, el funciona lismo estructural progresó impulsado por la desintegración de la Escuela de Chicago, que había comenzado en los años treinta y terminó durante los cin cuenta. El desarrollo más importante que se produjo en la teoría marxista a princi pios del siglo XX fiie la creación de la escuela crítica de Frankfurt. Esta forma hegeliana de marxismo también recibió la influencia de sociólogos como We ber y del psicoanalista Sigmund Freud. Durante la primera parte del siglo el marxismo no logró demasiada aceptación entre la comunidad de sociólogos.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: ANOS POSTERIORES
89
E! predominio del funcionalismo estructural en la teoria estadounidense a mediados dei siglo duró poco tiempo. Aunque sus origenes son anteriores a la década de los sesenta, ia sociología fenomenològica, especialmente la obra de Alfred Schutz, empezó a atraer una atención considerable durante estos años. La teoría marxista aún continuaba excluida de la teoría estadounidense, pero gracias a C. Wrigiit Mills la tradición radical se mantuvo con vida en los Esta dos Unidos durante los años cuarenta y cincuenta. Mills también fue uno de los líderes de los ataques contra el funcionalismo estructural, ataques que se inten sificaron durante los años cincuenta y sesenta. A la luz de algunos de esos ataques surgió en estos años la teoria del conflicto como alternativa al funciona lismo estructural. Aunque influida por la teoria marxista, la teoría del conflicto se resintió de una inadecuada integración de la perspectiva marxista. Otra alter nativa, que nació en la década de los años cincuenta, fue la teoría del intercam bio, que aún sigue atrayendo una cantidad pequeña, pero constante, de seguido res. El interaccionismo simbólico habia quedado eclipsado, pero la obra de Erving Goffman sobre el análisis dramatúrgico lo salvó de la muerte en este periodo. Durante los años sesenta y setenta aparecieron con fuerza las «sociologías creativas». La sociología fenomenològica, la etnometodología y la sociología existencial siguen suscitando gran interés entre los sociólogos. Al mismo tiem po, a la sociología marxista se le presentó la oportunidad de desarrollarse, y sus diversas variedades siguen despertando un gran interés en el ámbito de la teoria sociológica. Mientras la sociología creativa y la teoría marxista ganaban acep tación, la teoria de sistemas fue popular durante los años sesenta, pero esa po pularidad decayó bruscamente en la década siguiente. Entre los más importan tes desarrollos recientes de ia teoria sociológica se cuentan la teoría feminista, el estructuralismo y el posestructuralismo. Cuatro desarrollos de la teoría sociológica se destacan durante los años ochenta y noventa. Primero, la aparición en los Estados Unidos del interés por la vincu lación micro-macro. Segundo, el aumenlo paralelo de atención en Europa por !a relación entre acción y estructura. Tercero, el desarrollo de una gran gama de esfuerzos sintéticos durante los noventa. Finalmente, ha aumentado también cl interés por el trabajo metateórico, o estudio sistemático de la teoria sociológica. A la luz del contenido del resto de este libro, el presente capítulo juega dos papeles. Primero, demuestra que los teóricos clásicos analizados en el primer capitulo • -Comte, Spencer, Marx, Durkheim, Weber y Simmel— influyeron en el desarrollo posterior de la teoría sociológica tanto de una manera directa como indirecta. Segundo, nos permite presentar, en su contexto histórico, a los teóri cos clásicos que serán analizados en profundidad más tarde en este libro: Mead, Schutz y Parsons.
CAPITULO
3
AUGUSTE COMTE LAS GRANDIOSAS AMBICIONES DE COMTE El positivismo: la búsqueda de leyes invariantes La ley de los tres estadios El positivismo: la búsqueda del orden y el progreso LA SOCIOLOGIA DE COMTE Estática sodai Dinámica social TEORIA Y PRACTICA LOS PLANES DE COMTE PARA EL FUTURO COMTE: UNA VALORACION CRITICA Contribuciones positivas Debilidades básicas de la teoría de Comte
91
92
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Alfred North Whitehead dijo: «Una ciencia que duda si olvidar o no a sus fun dadores está perdida» (1917/1974; 115). Los profesionales de una ciencia avan zada como la física han olvidado la obra de sus fundadores, o al menos la han relegado ai ámbito de la historia de su área. Un especialista en física no suele leer la obra de Isaac Newton, sino que se concentra en el fondo contemporáneo de conocimientos sobre las cuestiones que abordaron Newton y otros físicos clásicos. El estado del conocimiento de ia física contemporánea ha superado a la física de Newton; por ello ningún estudioso siente la necesidad de aprender de sus ideas. Las ideas de Newton que todavía son útiles han sido integradas en el conocimiento base de la física. De acuerdo con Whitehead, la física no está perdida; ha olvidado (en gran medida) a Isaac Newton y las otras figuras impor tantes de los inicios de su historia. Pero entonces, ¿por que se les pide a los estudiantes de sociologia que lean la obra de uno de los primeros pensadores decimonónicos como Auguste Comte (1798-1857)? El hecho es que la mayoría de las ideas de Comte deberían ser olvidadas. Nosotros analizaremos las ideas de Comte que merecen ser recorda das, pero también expondremos los puntos flacos y los problemas de su obra; en otras palabras, examinaremos por qué gran parte de ella ha caído en cl olvido. Además de ofrecernos algunas ideas útiles, el examen de la obra de Comte nos enseñará lo que no debemos hacer en la teoría sociológica. Otra razón que ex plica el examen de las ideas de Comte es que mientras gran parte de ellas carece de importancia en nuestros días, en su época tuvieron gran relevancia c influye ron en la obra de algunos de los grandes teóricos de la sociología. Sobre todo, veremos que la teoria sociológica ha ido bastante más allá que muchas de las ideas de Comte, La posición de la sociología probablemente no pueda igualarse a la de la física, que ha sido capaz de olvidar a todos sus fundadores como personas, pero ciertamente ha progresado lo suficiente como para olvidar al menos algunas de sus ideas. Otra cita de Whitehead puede aplicarse claramente a Comte; «Es caracte rístico de una ciencia en sus primeras etapas.,, que sea ambiciosamente profun da en sus objetivos y trivial en los pequeños detalles» (1917/1974; 116). Vere mos que las enseñanzas útiles que se desprenden de la obra de Comte están relacionadas con sus objetivos generales, que a vcces eran también escandalo sos; los detalles de su obra no sólo son triviales, sino que en muchos casos son absolutamente ridículos. Sin embargo, aunque hay relativamente poco que aprender de la obra de Comte, no puede decirse lo mismo de otros teóricos que analizamos en este libro. Todos ellos expresaron unas ideas que siguen siendo relevantes para la teoría sociológica contemporánea. Las lecciones positivas de la obra de pensa dores clásicos como Marx, Durkheim, Weber, Simmel, Schutz, Parsons, y en menor medida, Spencer, superan con mucho las enseñanzas negativas de sus obras.
AUGUSTE COMTE
93
LAS GRANDIOSAS AMBICIONES DE COMTE El positivismo: la búsqueda de leyes invariantes Hasta nuestros días la sociología recuerda a Comte por su defensa del positivis mo (Halfpenny, 1982; J.Turner, 1985a, 1990a). Aunque este término tiene mul titud de acepciones, se utiliza generalmente para referirse a la búsqueda de las leyes invariantes del mundo natural, así como del social. En la versión comtiana del positivismo estas leyes se obtienen a partir de la investigación sobre el mun do social y/o de la teorización sobre ese mundo. Se requiere la investigación para descubrir esas leyes, pero según Comte los hechos derivados de la investi gación tienen una importancia secundaria comparada con la especulación re flexiva. Así, el positivismo de Comte no excluye la investigación empírica, pero esa investigación está subordinada a la teoria. El pensamiento de Comte se basa en la idea de que ahí fuera existe un mundo real (por ejemplo, el biológico y cl sociológico), y la tarca del científico consiste en descubrirlo y dar cuenta de él. En este sentido, Comte es lo que actualmente denominaríamos un realista. Así es como Comte expresa la cues tión; «Los pensadores positivistas... se plantean las cuestiones con el único ob jetivo de averiguar cl verdadero estado de las cosas, y reproducirlo con la ma yor precisión en sus teorías» (1830-42/1855: 385). Más tarde, Comte afirmó que la filosofía positivista (o cualquier filosofía) «sólo puede ser válida en la medida en que constituye una representación exacta y completa de las relacio nes que existen naturalmente» (1851/1957; 8-9). (En ocasiones a esta teoría se la denomina la «teoría de la copia» de la verdad.) Hay dos caminos para alcanzar el mundo real que existe fuera de la mente; investigar y teorizar. Como hemos visto más arriba, aunque Comte reconocía la importancia de la investigación, acentuaba la necesidad de la teoría y la especu lación. Aunque muchos sociólogos contemporáneos se consideran a sí mismos positivistas, el positivismo ha sido objeto de duros ataques en los últimos años. En ei área de la filosofía de la ciencia se han realizado numerosos trabajos que han planteado la duda de si el positivismo se ajusta a lo que hacen las ciencias naturales, duda que conduce a otra aún mayor sobre ia posibilidad de una sociología positivista. Algunos sociólogos (interpretacionistas) nunca aceptaron el enfoque positivista, y otros que lo aceptaron lo abandonaron defi nitivamente para adoptar una perspectiva modificada (por ejemplo, R. Collins, 1989a). El positivismo no ha desaparecido de ta disciplina, pero es evidente que la sociología atraviesa actualmente una era pospositivista (Schweder y Fiske, 1986). El interés de Comte por el positivismo está estrechamente relacionado con su interés por la sociología. Comte se declaró a sí mismo el «descubridor» de la sociologia en 1822 (1851/1968; ix), y la mayoría de los historiadores de la so ciología aceptan su declaración. De acuerdo con su compromiso con el positi-
94
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
vismo, definía la sociología como una ciencia positiva. De hecho, en su defini ción de sociología, Comte la relacionó con una de las ciencias más positivas, la física: «La sociología... es el termino que he inventado para denominar la física social» (1830-42/1855: 444). Comte (1830-42/1855) desarrolló una jerarquía de las ciencias positivas: matemáticas, astronomía, física, biología (fisiología), química y, ubicaba en la cúspide (al menos en su primera obra) la sociología (Es interesante mencio nar que Comte no dejó espacio a la psicología, porque le parecía que se reducía a una serie de instintos biológicos). Rsta jerarquía desciende a partir de las ciencias que son más generales, abstractas y alejadas de las personas, para lle gar a las más complejas, concretas y cercanas a las personas (Heifbroti, 1990). I.a sociología se levanta sobre el conocimiento y los procedimientos de las ciencias que están por debajo, pero, según Comte, es «la materia más difícil e importante de todas» (1851/1968: 31). Si tenemos en cuenta el gran valor que daba Comte a la sociología, comprenderemos por qué Comte ha sido tan bien valorado por los sociólogos. Y si atendemos al hecho de que, como positivista que era, con sideraba que la teorización era la actividad última, se hace evidente la alta esti ma que ha merecido a los teóricos. Comte identificaba explícitamente tres métodos sociológicos básicos, tres modos fundamentales de hacer investigación social con el fm de obtener un conocimiento empírico del mundo social real. El primero es la observación, pero Comte enseguida rechazó las observaciones ateóricas y aisladas del mun do social. Sin teoria no sabremos qué buscar en el mundo social ni comprende remos el significado de lo que encontremos. Las observaciones deben hacerse guiadas por una teoría y, una vez hechas, deben ser conectadas con una ley. El segundo método de Comte, la experimentación, era más adecuado para otras ciencias que para la sociología. Resulta obvio que es prácticamente imposible interferir en los fenómenos sociales c intentar controlarlos. La única excepción posible la constituye un experimento natural en el que las consecuencias de algo que sucede en un lugar (por ejemplo, un tornado) son observadas y compa radas con las condiciones en lugares en los que un evento así no sucede. Final mente está el método de la comparacicm, que Comte divide en tres subtipos. Primero, podemos comparar a las sociedades humanas con las de los animales inferiores. Segundo, podemos comparar las sociedades en diferentes zonas del mundo. Tercero, podemos comparar los diferentes estadios de las sociedades en el transcurso del tiempo, Comte asignaba particular importancia a este último subtipo; de hecho, lo denominó el «principal artefacto científico» de la sociolo gía (1830-42/1855: 481) y tiene tanta importancia que lo separaremos de los otros métodos de comparación y le asignamos un estatus independiente como ta cuarta metodología principal de Comte: la investigación histórica. John Stuart
' Posteriormente Comte añadió una séptima ciencia que se situaba por encima de la socio logía: la moral. Abordaremos esta cuestión más adelante.
AUGUSTE COMTE
95
Mili lo considera, en efecto, una de las aportaciones más importantes de Comte, pues sitúa ia «necesidad de los estudios históricos en la base de la especulación sociológica» (1961: 86). En su obra, Comte utilizó casi exclusivamente el méto do histórico aunque, como veremos, se lia planteado la duda de si lo utilizó adecuadamente. Aunque Comte escribió sobre la investigación, generalmente se dedicó a una especulación o teorización dirigida a descubrir las leyes invariantes del mundo social. No llegó a estas leyes inductivamente a partir de sus observacio nes del mundo social; más bien las dedujo de su teoría general de la naturaleza humana. (Un crítico se haría preguntas como éstas; ¿Cómo construyó Comte su teoría de la naturaleza humana? ¿De dónde la extrajo? ¿Cómo podemos estar seguros de su veracidad?) En este sentido, Comte (1891/1973; 302-304) creó una serie de leyes positivas generales, leyes que aplicó al mundo social.
La ley de los tres estadios La ley más famosa de Comte es ia ley de los tres estadios. Comte identifi caba tres estadios básicos partiendo de la premisa de que la mente humana, el proceso de madurez de las personas, todas las ramas del conocimiento, y la historia del mundo (e incluso, como veremos más tarde, su propia enferme dad mental), (oda, atravesaba tres estadios. Cada estadio implicaba la búsqueda por parte de los seres humanos de una explicación de las cosas que Íes ro deaban. 1. El estadio teológico. Para Comte este estadio era el primer y necesario punto de partida de los otros dos estadios. En este estadio, la mente humana busca la naturale/a esencial de las cosas, particularmente su origen (¿de dónde proceden?) y su propósito (¿para qué existen?). Esto desemboca en la búsqueda del conocimiento absoluto. Se supone que son fuerzas o seres sobrenaturales (dioses) quienes crcan y regulan Io.s fenómenos y quienes les asignan sus propó sitos. Aunque Comte incluye fetichism o (cl culto a objetos como, por ejempío, árboles) y el politeismo (la adoración de varios dioses) en el estadio teoló gico, el desarrollo último de este estadio es el monoteísmo o adoración de una única divinidad que lo explica lodo. 2. El estadio metafisico. Para Comte, este es el estadio menos importante de los tres. Se trata de un estadio transitorio entre el estadio teológico y el positivo. Existe debido a que Comte creia que un salto inmediato del estadio teológico al positivo era demasiado brusco para las personas. En el estadio me tafìsico las fuerzas abstractas sustituyen a los seres sobrenaturales para explicar las causas originales y los propósitos de las cosas del mundo. Por ejemplo, se recurre a fuerzas misteriosas como la «naturaleza» para explicar por que /as cosas son como son («fue un acto de la naturaleza»). Mili nos ofrece como ejemplo de la perspectiva metafísica la afirmación de Aristóteles de que «el
96
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
AUGUSTE COMTE; Reseña biográfica Auguste Comte nació en iVIontpellier, Fran cia. ei diecinueve de enero de 1798. Aun que fue un estudiante precoz, no llegó a ob tener un título universitario, hecho que influyó negativamente en su carrera docente. En 1818 se convirtió en secretario {e «hijo adop tivo» [ivlanuel, 1962: 251]) de Claude Henri Saint-Simon, un filósofo treinta y ocho años mayor que Comte. Trabajaron juntos duran te varios años, pero en 1824 se separaron porque Comte pensaba que Saint-Simon no dvb« suficiv.nt.. crédito ^ sus idev^s. Más tar de Comte escribiría sobre su relación con Saint-Simon calificándola de «enseñanza mórbida recibida en su adolescencia e impartida por un maquinador depravado» (Durkheim. 1928/1962: 144). A pesar de la hostilidad tardía que sintió hacia Saint-Simon, Comte solía recono cer su deuda con él; «Ciertamente, le debo mucho intelectualmente... contribuyó poderosamente a que me orientara en una dirección filosó fica que no he abandonado y que mantendré sin lugar a dudas duran te toda mi vida» (Durkheim, 1928/1962; 144). En 1826 Comte planificó un curso integrado por setenta y dos lec ciones públicas sobre su filosofía de la vida. El curso atrajo un públi co distinguido, pero su marcha se vio interrumpida después de la ter cera lección debido a una crisis nerviosa. Comte siguió padeciendo
ascenso del agua por una bomba se atribuye al horror al vacío de la naturaleza» (1961; 11). Y si tomamos un ejemplo más social, afirmamos que un evento sucede porque fue la «voluntad de las personas». Aunque numerosas entidades pueden ser causas en el estadio metafísico, éste alcanza su desarrollo pleno cuando una gran entidad (por ejemplo, la naturaleza) es considerada como la causa de todo. 3. El estadio posítívo. Sin lugar a dudas este es el estadio fmal y más im portante del sistema de Comte. En este estadio las personas abandonan su in fructuosa búsqueda de las causas originales. Lo único que conocemos son los fenómenos en si y las relaciones entre ellos, no su naturaleza esencial ni sus causas últimas. Las personas abandonan las ideas no científicas, como los seres sobrenaturales y las fuerzas misteriosas, y se centran en la búsqueda de las leyes naturales invariables que gobiernan todos los fenómenos. La exploración de los fenómenos aislados se orienta hacia su vinculación con un hecho general.
AUGUSTE COMTE
97
problemas mentales y en 1827 intentó suicidarse arrojándose al río Sena. Aunque no llegó a ocupar una posición fija en la Ecole Polytechni que, Comte logró un pequeño trabajo como lector en 1832. En 1837 le fue concedido un puesto adicional de examinador para la admisión en la Escuela que, por vez primera, le proporcionó unos ingresos apro piados. Durante este periodo, Comte trabajó en los seis volúmenes de lo que sería su obra más conocida. Cours de Philosophie Positive, publicada finalmente en 1842. En ella exponía una perspectiva según la cual la sociología constituía la ciencia última, al tiempo que arreme tía contra la Ecole Polytechnique, a resultas de lo cual en 1844 no se le renovó su contrato de ayudante. En 1851 terminó los cuatro volú menes de su obra Systèm e de P olitique Positive, que constituía un esfuerzo más práctico por ofrecer un plan magno para la reorganiza ción de ta sociedad. Comte tenía ideas extravagantes. Por ejemplo, creía en la «higie ne cerebral»; es decir, evitaba la lectura de las obras de los demás, y como consecuencia de elio llegó a estar completamente at margen de las principales corrientes intelectuales de su tiempo. Comte también soñaba con llegar a ser sumo sacerdote de una nueva religión de la humanidad: creía en un mundo que finalmente sería gobernado por sociólogos-sacerdotes. A pesar de sus ideas excéntricas, atrajo a nu merosos seguidores tanto en Francia como en otros países. Auguste Comte murió el cinco de septiembre de 1857.
La búsqueda de estas leyes supone practicar tanto la investigación empirica como la teoria. Comte distinguía entre leyes concretas y abstractas. Las concre tas se descubren inductivamente mediante la investigación empírica, mientras las abstractas se obtienen deductivamente mediante la teorización. A Comte le interesaba más crear leyes abstractas que concretas. Aunque el positivismo se caracteriza por la búsqueda y obtención de una gran variedad de leyes diferen tes, su meta última es la de enunciar una cantidad cada vez menor de leyes generales abstractas. Si bien Comte reconocía la sucesión inevitable de estos tres estadios, tam bién admitía que los tres podían coincidir en c! tiempo en un momento determi nado. Previo un mundo futuro en que el estadio positivo sería total y en el que desaparecerían los modos de pensamiento teológico y metafìsico. Comte aplicó la ley de los tres estadios a una gran variedad de situaciones. Consideraba que la gente experimentaba los tres estadios y veía a los niños como representantes de! pensamiento teológico, a los adolescentes del metafísi-
98
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
CO y
a los adultos del positivo También pensaba q u e todas la s ciencias atrave saban esa jerarquía de los tres estadios. (Puesto que era una ciencia nueva en los tiempos de Comte, la sociología aún no había alcanzado el estadio positivo. Comte entregó su vida al desarrollo de una sociología positiva). Además, veia la historia del mundo en esos mismos términos. La historia primitiva del mundo era el estadio teológico; posteriormente, el mundo alcanzó el estadio metafí sico; por último, en vida de Comte, cl mundo estaba entrando en el estadio positivo. Creía que en el estadio positivo llegaría a comprender mejor las leyes invariantes que los dominaban y a adaptarse a ellas «con menores dificultades y mayor rapidez» (Comte, 1852/1968; 383). La comprensión de estas leyes también guiaría a la gente cuando tuviera que tomar las decisiones que facilita rían la aparición de los desarrollos sociales inevitables, aunque no alterarían su curso.
El positivismo: la búsqueda del orden y el progreso Aunque Comte usaba el término positivismo en el sentido de una ciencia com prometida con la búsqueda de leyes invariantes, también lo utilizaba con otro signifícado, en oposición al negativismo que, en su opinión, dominaba el mun do social de su tiempo. Más específicamente, pensaba que esa negatividad era el desorden y el caos moral y político que reinaba en Francia, y en toda Europa Occidental, a raíz de la Revolución Francesa de 1789 (Lévi-Bruhl, 1903/1973). Entre los síntomas de ese mal se incluían la anarquía intelectual, la corrupción política y la incompetencia de los líderes políticos. El objetivo de la filosofía positivista de Comte era contrarrestar la filosofía negativista y los síntomas que veía a su alrededor. Pero aunque Comte acusaba a la Revolución Francesa, pensaba que la prin cipal fuente de desorden podía encontrarse en sus ideas acerca de la ley de los tres estadios. «La profunda crisis moral y política por la que pasan las socieda des actualmente se explica mediante un riguroso análisis que demuestra que nace de la anarquía intelectual» (Comte, 1830-42/1855: 36). Esa anarquía inte lectual se debia, según Comte, a la coexistencia que se venia produciendo desde que él habia nacido de ias tres filosofías «incompatibles»; la teológica, la meta física y la positiva. No sólo coexisten en el tiempo, sino que ninguna de ellas se encuentra en su plenitud. La teología y la metafísica se encontraban en deca dencia, en un «estado de imbecilidad», y el positivismo, en la medida en que se relacionaba con el mundo social (la sociologia), se encontraba en proceso de formación. Su inmadurez y el conflicto entre estos tres esquemas intelectuales permitía que se desarrollaran varios «esquemas subversivos» cada vez más per judiciales. La respuesta a este caos intelectual residía claramente en el predo-
^ Coitile llegó a relacionar la hiscorla del mundo con estos tres estadios vitales: infancia (teológico), adolescencia (m etañsico) y madurez (positivo).
AUGUSTE COMTE
99
minio de cualquiera de ellos, y según ia ley de Comte, el que estaba destinado a imponerse sobre los demás era el positivismo. EJ positivismo era predominante ya en las ciencias (excepto en la sociología) y les había llevado orden elimi nando así el caos. Todo lo que se requería era que el positivismo atrajera los fenómenos sociales a su dominio. Además, Comte creía que de esta manera se acabaría la crisis revolucionaria que asolaba Francia y el resto de Europa Occi dental. Comte también expresó esta cuestión a través de dos de sus mayores pre ocupaciones; el orden y el progre.so. Desde su punto de vista, la teología ofrecía un sistema de orden, pero no permitía el progreso ya que constituía un sistema estancado. La metafísica permitía el progreso, pero no confería orden; la aso ciaba con la anarquía de su época, en la que las cosas cambiaban confusa y desordenadamente. Debido a la coexistencia de la teología y la metafísica (y del positivismo), los tiempos de Comte se caracterizaban por el ¿íesorden y \& au sencia de progreso. El positivismo era el único sistema capaz de garantizar orden y progreso. Por una parte, proporcionaría orden mediante la restricción del desorden social e intelectual. Por otra, permitiría el progreso mediante la extensión del conocimiento y la perfección de la relación entre las partes del sistema social de modo que la sociedad pudiera acercarse, sin alcanzarla plena mente, a su meta última (la expansión gradual de las capacidades humanas). Así, el positivismo constituía el único estadio de la historia de la humanidad que ofrecía orden y permitía el progreso. Comte contemplaba el orden y el progreso en términos dialécticos, y en este sentido tenía una perspectiva semejante a la de Marx (véase el capítulo quinto). Significa esto que Comte se negaba a pensar en cl orden y el progreso como entidades separadas, pues creía que se defmían e interpretaban recíprocamente. «El progreso debe ser considerado simplemente como el desarrollo del orden; cl orden de la naturaleza implica necesariamente el germen de todo progreso positivo... El progreso, pues, es esencialmente idéntico al orden, y debe ser considerado como la manifestación del orden» (Comte, 1851/1957; 116). Es interesante e importante subrayar el hecho de que para Comte la crisis de su tiempo era una crisis de ideas y que esta crisis podía resolverse sólo median te la aparición de una idea dominante (el positivismo). De hecho, Comte solía describir el positivismo en tanto que «espíritu». En este sentido, Comte era un idealista; «Las ideas gobiernan el mundo» (1830-42/1855; 36). De modo que, en lugar de alinearse con Marx, adoptó una postura radicalmente opuesta a la suya (que era materialista). Marx pensaba que la crisis capitalista surgía del conflicto material entre los capitalistas y el proletariado, y creía que su solución residía en la revolución material en la que el sistema económico del capitalismo seria destruido y sustituido por un sistema comunista. Marx se mofaba de la idea de que el mundo se enfrentaba a una crisis de ideas que podía resolverse en el reino de las ideas. Marx se distanció del idealismo de Hegel; a diferencia de él, Comte adoptó un punto de vista que, al menos en algunos aspectos, se ase mejaba al idealismo hegeliano.
100
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
LA SOCIOLOGIA DE COMTE Atendemos ahora, más directamente, a la sociología de Comte, a sus reflexio nes sobre el mundo social. Para ello comenzaremos con otras de las perdurables contribuciones de Comte; su distinción entre estática social y dinámica social. Aunque hoy día no utilizamos estos términos, la distinción básica sigue siendo importante y se manifiesta en ia diferenciación entre estructura y cambio social. (Comte creía, por cierto, que todas las ciencias, y no sólo la sociología, se divi dían entre estática y dinámica).
Estática socíaf Comte define el estudio sociológico de la estática social como «la investigación de las leyes que gobiernan la acción y la reacción de las diferentes partes del sistema social» (1830-42/1855; 457). Pero en contra de lo que podría pensarse, las leyes que rigen los modos de interacción entre las partes del sistema social (estática social) no se derivan de un estudio empírico. Más bien se «deducen de las leyes de la naturaleza humana» (Comte, 1852/1968; 344-345). De nuevo nos encontramos con que Comte prefería la teoría a la investigación empírica. En su estática social Comte anticipó muchas de las ideas de los funcionalistas estructurales posteriores (véase el capítulo undécimo sobre Parsons). Inspirán dose en la biología, Comle desarrolló una perspectiva sobre las partes (o estruc turas) de la sociedad, el modo en que ellas funcionan, y su relación (funcional) con el conjunto del sistema social. Comte también veía a las partes y al conjunto del sistema social en un estado de armonía. La idea de la armonía la transformarían posteriormente los funcionalistas estructurales en el concepto del equilibrio. Por lo que se refiere a la metodología, Comte recomendaba que, puesto que conocemos el todo, debemos partir de él para luego analizar las partes. (Poste riormente, los funcionalistas estructurales también dieron prioridad al todo [el «sistema social»] sobre las partes [los «subsistemas»]). Por estas y otras razo nes, a Comte se le suele considerar un precursor del funcionalismo estructural. Comte defiende que «en la estática social no debemos atender a las cuestio nes relativas al tiempo, pero sí concebir el organismo de la sociedad en su ple nitud... Nuestro ideal» (1852/1968: 249). En otras palabras, la estática social describe una sociedad que, en términos weberianos (véase el capítulo séptimo), es «típico-idcal». El sistema de estática social que concibió Comte nunca exis tió en el mundo real; se trataba de un modelo ideal del mundo social en un momento determinado. Para construir este modelo el sociólogo debe, af menos con fines analíticos, detener el tiempo. Se hace patente, pues, que Comte hizo una wacrosociología de la estática (y dinámica) social, puesto que analizaba la interrelación entre las partes y el todo del sistema social. En efecto. Comte explícitamente definió la sociología como el estudio a escala macrosociaí de la «existencia colectiva» (1891/1973: 172). El individuo en la teoría de Comte.
Sin embargo, los pensamientos aislados
AUGUSTE COMTE
101
de Comte sobre los individuos en el micronivel son importantes, no sólo para comprender su estática social, sino también para entender muchos otros aspec tos de su obra. Por ejemplo, el individuo constituye una fuente principal de energía en su sistema social. Es el predominio del afecto o la emoción en los individuos lo que da energía y dirige Jas actividades intelectuales de las perso nas. Y los productos de esas actividades intelectuales son los responsables de ios cambios que se producen en el conjunto del sistema social. Y lo que es más importante aún para entender su estática social y su perspectiva del mundo, Comte pensaba que el individuo era imperfecto y estaba dominado por formas «inferiores» de egoísmo más que por fornias sociales, «superiores», de altmismo. De hecho, Comte pensaba que este predominio del egoismo arraigaba en el cerebro, que supuestamente tenía zonas egoístas y altruistas. Desde su punto de vista, el egoísmo generaba mayor energia y contribuía a compensar la «debilidad natural» del altruismo (Comte, 1852/1968: 139). Expresándolo en términos ligeramente diferentes, Comte afirmaba: «El amor a uno mismo... cuando se deja en libertad, adquiere mayor fuerza que la simpatía social» {1851/1957: 24 25). Para Comte (1852/1968: 122), el problema principal de la vida humana residía en la necesidad de que el altruismo dominara al egoísmo. Creía que todas las ciencias debían preocuparse por este problema y por el desarrollo de sus diversas soluciones. Por tanto, desde el punto de vista de Comte, si se las deja a su arbitrio, las personas actúan de modo egoísta. En la medida en que nos consideramos capaces de crear un mundo «mejor», los motivos egoístas de los individuos deben ser controlados de manera que permitan la aparición de impulsos altruistas. Puesto que el egoísmo no puede controlarse desde el interior del individuo, los controles deben proceder del exterior, de la sociedad. «Los más fuertes impulsos que hay dentro de nosotros deben caer ba jo la influencia de poderosos estímulos procedentes del exterior. Por sus propios medios, éstos serán capaces de controlar nuestros impulsos contrarios» (Comte, 1851/1957: 25-26). Así, Comte, como Durkheim (véase el capítulo sexto), su sucesor, pensaba que las personas eran un problema en sí (el egoísmo era la preocupación central para los dos autores), que sólo podía solucionarse mediante el control exterior de sus impulsos negativos. En unos términos casi idénticos a los que utilizaría más tarde Durkheim, Comte afirmaba que la «verdadera libertad no es más que una sumisión racional a... las leyes de la naturaleza» (1830-42/1855: 435). Sin la existencia de este control exterior, nue.stras facultades intelectuales, tras ser derrochadas en desenfrenadas ex travagancias, caerían irremediablemente en una indolencia incurable; nuestros sentimientos más nobles serían incapaces de evitar la influencia de los bajos instintos; y nuestra actividad se abandonaría a una agitación carente de sentido... Nuestras preferencias serían tan heterogéneas y tan sumamente bajas, que nuestra conducta sería incollerente e inestable... sin ellas [las restricciones externas] todas las deliberaciones [de la razón] serían confusas y carecerian de propósito. (Comte, 1851/1957: 29-30)
102
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Y Comte concluía: «Esta necesidad de amoldar nuestros actos y nuestros pensamientos a una necesidad del exterior, lejos de obstaculizar el verdadero desarrollo de nuestra naturaleza, constituye la primera condición general del progreso hacia la perfección del hombre» (1852/1968; 26) Comte no sólo tenia un concepto sumamente negativo de las personas y de su propensión innata al egoísmo, sino que su idea sobre las facultades creativas de los individuos era también harto limitada. «Somos incapaces de crear; lo único que podemos hacer para mejorar nuestra condición es modificar un orden en el que no podemos introducir ningún cambio radical» (Comte, 1851/1957 ; 30). Así, los actores de Comte no son sólo egoístas, sino también débiles e impoten tes. En rea/ídad, ias personas no crcan et mundo social, más bien es cl mundo social el que crea a las personas, al menos a aquéllas que actúan motivadas por nobles impulsos altruistas. Comte abordó esta cuestión de otro modo, en términos de la relación entre lo que denominaba el principio «subjetivo» y el «objetivo». El principio subje tivo implica «la subordinación del intelecto al corazón», mientras que el princi pio objetivo entraña «la necesidad inmutable del mundo exterior... que real mente existe fuera de nosotros» ^ (Comte, 1851/1957; 26-27). Tras este análisis, se hace evidente por qué Comte afirmaba que el principio subjetivo debía estar subordinado al principio objetivo. El «corazón» (especialmente su egoísmo), que domina al intelecto, debe estar subordinado a las restricciones societales externas para que el otro aspecto del «corazón», el altruismo, pueda triunfar. Comte tenía otras ideas más específicas sobre el individuo. Por ejemplo, distinguía entre cuatro categorías básicas de instintos; la nutrición, el sexo, la destrucción y la construcción, y el orgullo y la vanidad (Comte, 1854/1968; 249 252). Evidentemente, todos, excepto el instinto constructivo, necesitan un con trol externo. Aunque Comte atribuía a las personas otros instintos más positivos (el afecto hacia los demás y la veneración de los antepasados), son los instintos que necesitan un control externo los que definen en gran medida sus pensa mientos sobre el conjunto de la sociedad. Las grandes estructuras sociales como la familia y la sociedad son necesarias para constreñir cl egoísmo dcl individuo y sacar a la luz su altruismo. Fenómenos colectivos. No obstante sus claras ideas sobre el individuo, la sociología de Comte comienza abiertamente en un nivel más macrosocial con la familia, que Comte tenía por «institución fundamental». La familia, no el indi viduo, es el pilar de la sociología de Comte, tal y como él mismo explica: «Como todo sistema se compone invariablemente de elementos cuya naturaleza es si milar a la del propio sistema, el espíritu científico nos prohibe pensar en la sociedad como si estuviera compuesta de individuos. La verdadera unidad so-
Es este punto de vista el que nos lleva, de nuevo, a considerar que Comte era un realista; hay un mundo real ahí fuera.
AUGUSTE COMTÉ
103
cial es, ciertamente, la familia» (1830-42/1855: 502). Sin duda Comte creía que los individuos constituían un «nivel» de análisis diferente al de las familias (y la sociedad) que, después de todo, «no son más que nuestra más pequeña socie dad» (1852/1968: 161). Estas «pequeñas sociedades» forman los pilares natura les del conjunto de la sociedad. Y, metodológicamente, Comte afirmaba que «un sistema sólo puede constar de unidades similares a él, que difieren sólo en tamaño» (1852/1968: 153). Los individuos constituyen unidades (microscópi cas) diferentes y la sociedad (macroscópica) no puede derivarse de estas unida des. Las familias, son unidades macroscópicas similares, aunque más pequeñas, que por tanto pueden constituir la base de la gran sociedad. De hecho, Comte describe una progresión en la que las familias constituyen tribus y éstas, na ciones. La familia es el «verdadero germen de las diversas características del organismo social» (Comte, 1830-42/1855: 502). No sólo es el pilar de la socie dad, sino que también cumple la función de integración del individuo en la sociedad, puesto que es en su seno donde las personas aprenden a ser sociales: la familia es la «escuela» de la sociedad. Asi, es la familia la que juega un papel crucial en el control de los impulsos egoístas y en el surgimiento del altruismo individual. Además, si nuestro deseo es mejorar la sociedad de modo significa tivo, los cambios en la familia son la base fundamental de cualquier otra altera ción. Puesto que la familia constituye la institución central, cualquier cambio en ella influiría profundamente tanto sobre el individuo como sobre el conjunto de la sociedad. Aunque Comte pensaba que la familia era la institución más básica y funda mental, la institución más importante para él era la religión, «la base universal de toda sociedad» (1852/1968: 7). Mediante un análisis de tipo estructural fun cional, Comte identificaba dos funciones centrales de la religión. Primera, ser vía para regular la vida del individuo al reprimir su egoísmo y elevar su altruis mo, Segunda, cumplía la función más macroscópica de fomentar las relaciones sociales entre las personas, sentando así las bases para la fonnación de estructu ras sociales mayores. Otra institución social importante para Comte era el lenguaje. El lenguaje era profundamente social; es lo que permite a las personas interactuar. De esta manera el lenguaje contribuye a promover la unidad entre la gente. Conecta a las personas no sólo con sus contemporáneos, sino también con sus antepasados (podemos leer sus ideas) y con sus sucesores (que podrán leer nuestras ideas). El lenguaje es también crucial para la religión, pues permite la formación, la trasmisión y la aplicación de las ideas religiosas. Otro elemento de la sociedad que mantenía unidas a (as personas era la división dcl trabajo (una idea muy parecida a la de Durkheim; véase el capí tulo sexto). La solidaridad social se intensificaba en un sistema en el que los individuos dependían entre sí. La sociedad debía implicar una división del
^ O lo que Comte denominaba la «división de empleos».
104
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
trabajo de modo que las personas ocuparan posiciones de acuerdo con su for mación y aptitudes. Era peligroso que la sociedad obligara a las personas a ocupar posiciones que requerían una cualificación superior o inferior a la que tenían (Durkheim llamaba a este fenómeno la «división del trabajo forzada»). Si bien Comte defendía la necesidad de una división del trabajo, le preocupaban mucho, como siempre, los peligros que planteaba la excesiva especiaiización en el trabajo en general, y en el trabajo intelectual en particular. Le inquietaba la tendencia de la sociedad hacia la excesiva especiaiización, y afirmaba que el gobierno debía intervenir por el bien del conjunto de la sociedad. Para Comte, el gobierno se basaba en la fuerza. Aunque la fuerza podía mantener unida a la sociedad, si su uso llegara a descontrolarse, el gobierno constituiría un factor más destructor que integrador para la sociedad. Para evi tarlo, el gobierno debía ser regulado por una «sociedad más extensa y supe rior... Esta es la misión de la verdadera religión» (Comte, 1852/1968: 249). Es claro que Comte no tenia buena opinión del gobierno, y que percibía que la religión era necesaria «para reprimir o enmendar los males característicos de todo gobierno» (1852/1968: 252).
Dinámica social Si bien Comte expresó otras muchas ideas sobre la estática social, dedicó más atención a la dinámica social. Pensaba que se sabía menos de la estática que de la dinámica social. Además, desde su punto de vista, la cuestión de la dinámica era más interesante y de mayor importancia que la de la estática social. Sin embargo, podemos poner en cuestión estas afirmaciones. ¿Cómo es que Comte sabía más sobre la historia del mundo que sobre la naturaleza de su propia sociedad? ¿Por qué era más interesante el pasado (y el futuro) que el presente? En respuesta a estas preguntas, y en contra de lo que Comte pensaba, puede afirmarse sin duda que siempre hemos conocido más el presente que el pasado (o, por supuesto, que el futuro) y que el «aquí y ahora» es, con mucho, más interesante e importante que el pasado (o el futuro). No obstante, a sus ideas sobre esta cuestión se debió el hccho de que Comte se apresurara por terminar su análisis de la estática social y se dedicara al estudio de la dinámica social. El objeto de la dinámica social de Comte era el estudio de las leyes de sucesión de los fenómenos sociales. La sociedad se encuentra siempre en pro ceso de cambio, pero un cambio que se produce ordenadamente, de acuerdo con las leyes sociales. Se da un proceso evolutivo por el que la sociedad progresa de un modo constante hacia su último y armonioso destino bajo las leyes del posi tivismo: «Somos cada vez más inteligentes, más activos y más afectuosos» (Comte, 1853/1968: 60). Otras veces Comte llamaba a su dinámica social la «teoría del progreso natural de la sociedad humana» (1830-42/1855: 515). Sobre todo, Comte veía a la humanidad en una continua evolución hacia nuestras «más nobles disposiciones», hacia el predominio dcl altruismo sobre el egoísmo. Comte
AUGUSTE COMTE
105
también nos propuso una idea algo más específica del futuro hacia el que evolu cionamos; La vida del individuo, gobernada por los instintos personales; la vida doméstica, por los instintos simpáticos, y la vida social por el desarrollo especial de las in fluencias intelectuales, disponen los siguientes estados futuros de la existencia humana: el primero de lodos es la moral personal, que supedita la preservación del individuo a una sabia disciplina; el siguiente, la moral doméstica, que subordina cl egoísmo a la solidaridad; y por último, la moral social, que guía todas las tenden cias dcl individuo de acuerdo con la razón ilustrada, teniendo siempre presente una economía general, de manera que se de la concurrencia de todas las facultades de la naturaleza humana de acuerdo con sus propias leyes. (Comte, I8Í0-42/1855; 515) En su opinión, la sociedad sigue invariablemente esta ley del desarrollo progresivo; sólo pueden variar el ritmo al que se produce el cambio de uno a otro periodo, o de una a otra sociedad. Como son las leyes invariantes las que controlan este proceso de cambio, las personas pueden hacer relativamente poco para influir en la marcha general del proceso. No obstante, sí pueden influir actuando «sobre la intensidad y el funcionamiento secundario del fenómeno, pero sin alterar su naturaleza o su origen» (Comte, 1830-42/1855: 470). La gente puede modificar exclusivamen te aquello (por ejemplo, ei ritmo) que concuerda con las tendencias existentes; es decir, la gente sólo puede intervenir en cosas que hubieran sucedido de todos modos. El hecho de que las personas pudieran influir, aunque sólo marginal mente, en el desarrollo de la sociedad es lo que inspiró a Comte sus ideas sobre el cambio de la sociedad y sus reflexiones sobre la relación entre teoría y prác tica. Tendremos mucho más que decir sobre esta cuestión a lo largo del capítu lo. Sin embargo, este es cl momento de señalar que la idea de que las personas ^ n a s pueden influir no le impidió a Comte trazar grandiosos planes para la futura sociedad positiva. La teoría comtiana de la evolución de la sociedad se basa en su teoría de la evolución de la mente a través de los tres estadios descritos más arriba. Sostenía Comte que él mismo había «verificado» esta ley analizando su propia mente mediante los métodos arriba mencionados — la observación, la experimenta ción, la comparación y la investigación histórica— , y pensaba que estaba «tan probada como cualquier otra ley admitida en cualquier otro campo de filosofía natural» (Comte, 1830-42/1855: 522). Después de deducir teóricamente esta ley social (de las leyes de la naturale za humana), se dedicó al «estudio» de la historia del mundo para comprobar si los «datos» verificaban su teoría abstracta. Sin embargo, el uso que hace Comte de las palabras estudio y datos lleva a confusión, ya que sus métodos no se ajustan a los criterios que nosotros solemos relacionar con la investigación y con los datos que se derivan de ella. Y ello se debe a una razón: si los descubri mientos de Comte contradecían las leyes básicas de la naturaleza humana, el
106
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
pensador concluía que la investigación era errónea, en lugar de poner en cues tión la teoría (Mili, 1961: 85). Comte no realizó un estudio sistemático de la historia del mundo (¿cómo es posible hacer un estudio sistemático de un mate rial tan vasto?), y no produjo datos a partir de esa historia (simplemente propor cionó una serie de amplias generalizaciones sobre grandes periodos históricos). En otras palabras, Comte no realizó un estudio de investigación en el sentido positivista del término. De hecho, Comte lo reconoce al afirmar que todo lo que ofrecía era historia abstracta; ía ciencia aún no estaba preparada para una histo ria concreta del mundo. Como en otras partes de su obra, Comte contemplaba la historia dcl mundo en términos dialécticos. Ello significa, en particular, que ubicaba históricamen te las raíces de cada estadio consecutivo en el estadio o estadios precedentes. Dicho de otro modo, cada estadio histórico estaba dialécticamente relacionado con los estadios pasados y futuros. Marx tenia un punto de vista similar (véase el capítulo quinto), cuando consideraba que el capitalismo estaba dialéctica mente relacionado con los sistemas económicos anteriores (por ejemplo, el feu dalismo), así como con la futura sociedad comunista. Aunque en esta cuestión, como en otras, las ideas de Comte se asemejan a las de Marx, el lector debe tener en mente que las diferencias entre los dos pensadores eran mucho más numerosas que las semejanzas. Ello se hará patente cuando analicemos las ideas conservadoras de Comte sobre el futuro del mundo, radicalmente opuestas a la sociedad comunista de Marx. Nunca humilde, Comte comienza su análisis de la dinámica social con la siguiente afirmación; «Mi principio del desarrollo social... ofrece una interpre tación perfecta del pasado de la sociedad humana, al menos de sus fases princi pales» (1830-42/1855: 541; cursivas añadidas). De manera parecida, al termino de su análisis histórico, del que haremos un breve resumen más abajo, concluye «Se ha demostrado que las leyes originalmente deducidas de un examen abs tracto de la naturaleza humana son verdaderas y explican el curso total del destino de la raza humana» (1853/1968; 535; cursivas añadidas). Comte se limitó al estudio de Europa Occidental (y de la raza blanca) debi do a que ésta era la sociedad que más habia evolucionado y a que, desde su punto de vista, constituía la «élite» de la humanidad. No vamos a analizar tos detalles de su teoría histórica porque apenas tiene relevancia. Además, puesto que es más importante para la teoría comtiana, nos centraremos en la naturaleza cambiante de sus ideas antes que en las transformaciones más materiales (por ejemplo, Comte creía que la sociedad había evolucionado desde un estado de guerra característico de la fase teológica a la industria llamada a dominar la fase positiva). Comte comienza con el estadio teológico, que sitúa en la antigüedad. Divide el estadio teológico en tres periodos sucesivos: fetichista, politeísta y monoteísta. En el primer periodo, la gente personifica objetos externos (por ejemplo, un árbol), les otorga vida y los deifica. Posteriormente se desarrolló el politeísmo en Egipto, Grecia y Roma. Finalmente, Comte analiza el surgimien to del monoteismo, en especial el catolicismo romano en el Medioevo. Aunque
AUGUSTE COMTE
107
estos tres periodos integraban el estado teológico, Comte se cuidó de mostrar que también contenían los gérmenes del positivismo que llegaría a surgir en un momento muy posterior de la historia. Comte creía que el siglo xiv fue un momento decisivo ya que la teología comenzó a experimentar un largo periodo de debilidad y decadencia. Más espe cíficamente, el catolicismo perdía fuerza y finalmente fue substituido por el protestantismo, al que Comte consideraba poco más que una protesta creciente contra la base intelectual (teología) de! viejo orden social. Para Comte esto •suponía el comienzo de la negatividad que intentó contrarrestar con su positi vismo, una negatividad que no empezó a sistematizarse en una doctrina hasta mediados del siglo xvn. El protestantismo sentó las bases para el desarrollo de esa negatividad al fomentar la especulación libre e ilimitada. Este cambio en el reino de las ideas —el desarrollo de una filosofía negativa condujo a la co rrespondiente negatividad en el mundo social y a la crisis social que obsesiona ba a Comte. Tal doctrina negativa se había desarrollado gracias a pensadores franceses como Voltaire (1649-1778) y Jean .Jacques Rousseau (1712-1778), que, en opinión de Comte, no eran pensadores sistemáticos y que, por lo tanto, no eran capaces de producir especulaciones coherentes. Sin embargo, estas teo rías incoherentes obtuvieron gran apoyo entre las masas porque aparecieron en una época en la que la teología se debilitaba progresivamente y el positivismo aún no estaba preparado para reemplazarla. En suma, este periodo correspon diente al estadio metafisico era una fase de transición entre el estadio teológico y el positivo. Comte se veía a sí mismo escribiendo durante lo que creía el término del estadio metafisico: «Vivimos, por tanto, un periodo de confusión en el que care cemos de una perspectiva general del pasado o de una coherente apreciación dcl futuro que nos ayude a resolver la crisis que nos ha traído el progreso» (Comte, 1830-42/1855: 738-739). La negatividad superaba con creces al positi vismo, y todavía no se disponía de medios intelectuales para reorganizar la sociedad. Comte siempre volvía a la misma idea de crisis: el arte «iba a la deriva», la ciencia experimentaba una excesiva especiaiización y la filosofía había caído en «la nada». En suma, Comte se proponía describir «la anarquía filosófica de nuestro tiempo» (1830-42/1855: 738). Esta anarquía filosófica ha bía preparado el camino a la revolución social, especialmente a la Revolución Francesa que, aunque tuvo numerosos efectos negativos, había sido saludable en el sentido de que había preparado el terreno para la reorganización positiva de la sociedad. Como acontecimiento social, demostró «la ineficacia de los prin cipios críticos para cualquier otra cosa que no fuera destruir» (Comte, 1830-42/ 1855; 739). Además de ser la nación donde se había producido la principal revolución política, Francia encabezaría la reorganización de Europa Occidental. En ella se habían producido las ¡deas y los desarrollos negativos más avanzados, pero a la vez era la nación que había avanzado más en la dirección positiva. En este último sentido, su actividad industrial era la «más elevada», su arte, el más
108
TEORIA SOCIOLOQ ICA CLASICA
avanzado, era la nación más «precursora» en cl ámbito científico, y la que más se aproximaba a la meta de la nueva filosofía positiva (y, por supuesto, su emi nencia Auguste Comte vivía allí). Aunque Comte percibió durante este periodo signos del desarrollo del positivismo, reconocía que a corto plazo la metafísica (y cl estadio metafísico) seguiría dominando. Describía el esfuerzo de Francia por desarrollar un gobierno constitucional basado en principios metafísicos, y sentía que, en el nivel filosófico, la filosofía «retrógrada» de Rousseau iba a triunfar. En su opinión, Rousseau deseaba emular las antiguas sociedades, en las que las personas eran más libres y más naturales, en lugar de proporcionar la base para la sociedad moderna. Aunque hacía medio siglo que venía producién dose en Francia esta tendencia negativa, Comte vislumbró desarrollos positivos en la industria, el arte, la ciencia y la filosofia. Para Comte este periodo estaba dominado por la preocupación por el in dividuo y la noción metafísica de los derechos individuales. La preocupación única por el individuo conducía al desorden; Comte, como hemos visto, aconse jaba substituirla por fenómenos colectivos como la familia y la sociedad. Ade más, centrarse en los derechos individuales fomentaba la tendencia hacia el desorden y el caos y él deseaba una sociedad basada en su idea positiva de los deberes más que en los derechos individuales. La idea de los deberes constituía una noción positiva porque era más científica (por ejemplo, más «precisa») y porque «aliviaría» la influencia del egoísmo de la gente y la creciente nega tividad de aquellos años. En lugar de preocuparse únicamente por sus dere chos individuales, las personas debían concentrarse más bien en sus deberes para con el conjunto de la sociedad. Este hincapié en los deberes capacitaría a la sociedad para controlar el egoísmo individual y sacar a la luz el altruismo in nato de las personas. Estos nuevos deberes ayudarían a establecer los pilares de una nueva autoridad espiritual, que contribuiría a regenerar la sociedad y k moralidad. Por supuesto, el positivismo constituía esta nueva autoridad espi ritual.
TEORIA Y PRACTICA Acabamos de esbozar, a grandes rasgos, la teoría de la dinámica social de Com te. Sin embargo Comte (como Marx) quería hacer algo más que teorizar. Desea ba que sus ideas teóricas llegaran a producir cambios sociales prácticos; su objetivo era explícita y conscientemente la «conexión entre teoria y práctica» (Comte, 1851/1968: 46). Para alcanzar esta meta Comte fijó dos objetivos ai positivismo. El primero, que hemos tratado anteriormente, era generalizar las concepciones científicas o, en otras palabras, hacer avanzar la ciencia de la humanidad. El segundo, que se analizará en este apartado, era sistematizar el arte y la práctica de la vida (Comte, 1851/1957; 3). Así, el positivismo consti tuía tanto una filosofía científica como una práctica política que «nunca podrían ser separadas» (Comte, I85I/I968: 1).
AUGUSTE COMTE
109
Una de las primeras cuestiones políticas que abordó Comte fue la siguiente: ¿Qué grupos sociales sería más probable que apoyasen la nueva doctrina del positivismo? Comte suponía que muchos filósofos serían fervientes partidarios de este nuevo conjunto de ideas, pero los filósofos tenían una limitación: su escasa capacidad para llevar a la práctica sus ideas. De entre todos los grupos de personas, ¿cuál era el más implicado activamente en el mundo social? Comte comienza por excluir las clases altas porque, en su opinión, eran sicrvas de las teorías metafísicas, eran demasiado interesadas, ocupaban posi ciones excesivamente especializadas como para entender la situación, eran aris tocráticas en demasía, estaban obsesionadas por recuperar ciertos aspectos del antiguo régimen, y cegadas por la educación que habían recibido. Fundamen talmente, creía que ios ricos se caracterizaban, más que cualquier otro grupo social, por su «avaricia, ambición o vanidad» (Comte, 1851/1957: 144). Tam poco esperaba ayuda de las clases medias, porque las veía demasiado ocupadas intentando incorporarse a las clases altas. Comte esperaba ayuda de tres grupos: además de la de los filósofos, que ofrecerían su intelecto, la clase trabajadora proporcionaría la acción requerida, y las mujeres el afecto que se necesitaba. Los filósofos, especialmente los que comulgaban con las ideas positivistas, intervendrían, pero los principales acto res del cambio político serian las mujeres y los miembros de la clase trabajado ra: «por tanto, es entre las mujeres y las clases trabajadoras donde se encuentran los partidarios más acérrimos de la nueva doctrina» (Comte, 1851/1957: 4) Ambos grupos suelen ser excluidos de las posiciones del gobierno y por ello es más probable que comprendan la necesidad de un cambio político. Además, es me nos probable que la discriminación contra ellos en el sistema educativo («los inútiles métodos actuales de instrucción por medio de órdenes e instituciones» [Comte, 1851/1957: 142]) les impida ver la necesidad de tal cambio. Comte también pensaba que las mujeres y la clase trabajadora tenían «fuertes instintos sociales» y entre ellos se encontraba «el mayor fondo de sentido común y bue nos sentimientos» (1851/1957: 142). Para Comte, los miembros de la clase trabajadora tenían más tiempo para pensar durante su jom ada laboral porque sus empleos no eran tan absorbentes como los de las personas de las clases sociales altas. Presumiblemente, esto significaba que la clase trabajadora tenía más tiempo y energía que las clases altas para reflexionar sobre los beneficios del positivismo. La clase trabajadora no sólo era superior intelectualmente, a! menos en el sentido analizado más arriba, sino también moralmente. Comte tenia una idea muy romántica de la moral de la clase trabajadora: «La vida de la mujer trabajadora... es más favora ble para el desarrollo de los instintos más nobles» (1851/1957: 144-145). Más específicamente, Comte atribuye a los miembros de la clase trabajadora una amplia serie de características, como por ejemplo un mayor apego afectivo al hogar, «modalidades más auténticas y elevadas de amistad», «respeto sincero y sencillo a los superiores», esa experiencia de las miserias de la existencia que fomenta los impulsos solidarios, y una gran propensión a «sacrificarse rápida-
110
t e o r ì a SOCIOLOGtCA CLASiCA
mente y sin ostentaciones si lo requiere la necesidad pública» Comte, 1851/ 1957: 145-146). Comte pensaba que la propagación dei comunismo entre las clases trabaja doras de su época constituía una prueba de que la tendencia hacia la revolución social se estaba centrando en cuestiones morales. Pero reinterpretaba el comu nismo como un movimiento moral, más que económico, para que encajara en su sistema. Afirmaba que debía distinguirse el comunismo de los «numerosos es quemas extravagantes» (presumiblemente el socialismo de Saint-Simon o la recomendación de Marx de una revolución comunista) que se estaban discu tiendo en aquellos años (Comte, 1851/1957: 167). Para Comte, el comunismo era «una simple afirmación de la magna importancia del sentimiento social» (1851/1957: 169). Para mostrar cuán deseoso estaba de suavizar la idea del comunismo, Comte llegó a afirmar que «la palabra republicano tiene también ese significado careciendo, sin embargo, del mismo peligro» (1851/1957: 169). Es claro que este significado era harto diferente del que Marx y otros muchos pensadores que lo utilizaron atribuyeron al término comunismo (véase el capí tulo quinto). Nuestro pensador creía que el positivismo constituía la alternativa al comu nismo: el positivismo es Ja «única doctrina que puede proteger a Huropa Occi dental de Jos gravísimos intentos de Jlevar a la práctica el comunismo» (1851/ 1957: 170). Comte ofrece varias diferencias entre positivismo y comunismo. Primera, el positivismo buscaba respuestas morales más que políticas o econó micas. (Aquí se demuestra que Comte reconocía abiertamente que el comunis mo, al menos tal y como se entendía en su tiempo, constituía un sistema político y económico más que moral). Segunda, el comunismo perseguía la supresión de la individualidad, mientras el positivismo fomentaba tanto la individualidad como la cooperación entre los individuos. Tercera, el comunismo suponía la eliminación de los líderes de la industria, mientras el positivismo los conside raba esenciales. (Así, aunque los líderes de Ja industria no podían intervenir en la revolución positivista, jugaban, como veremos más tarde, un papeJ central junto a los banqueros en la idea que tenía Comte de la nueva sociedad positiva). Cuarta, el comunismo buscaba abolir la herencia, mientras el positivismo la consideraba muy importante para la continuidad histórica de las generaciones. A pesar de este rechazo del comunismo, Comte lo consideraba tan importante como cualquier otra fuerza, por negativa que fuese, para poner las bases que permitirían la aparición del positivismo. El interés de Comte por la clase trabajadora considerada como fuerza revo lucionaria no era infrecuente, pero sí lo era, en cambio, el atractivo de las muje res como grupo. Tenía ideas poco comunes sobre las mujeres. Su opinión cen tral en relación con ellas era que brindaban a la política la necesaria subordinación del intelecto al sentimiento social. De hecho, pensaba que ese sentimiento era el de mayor importancia, más que el intelecto o la acción: el sentimiento es «el principio predominante, eJ motor de nuestro ser. Ja única base sobre la que pueden unirse las diversas partes de nuestra naturaleza» (Comte, 1851/1957; 227).
AUGUSTE COMTE
111
Las mujeres constituyen «el grupo más representativo del principio fundamen tal sobre el que descansa el positivismo, el triunfo de los impulsos sociales sobre los egoístas» (Comte, 1851/1957: 232). En ocasiones, Comte expresa efu sivamente su admiración por las mujeres (y en especial por su amada «Santa» Clotilde)^: «Moralmente... merece nuestra veneración porque es la encam a ción más pura y simple de la humanidad» (Comte, 1851/1957: 253). (Por su puesto, esto significaba que los hombres en general, y Comte en particular, eran los sacerdotes de la humanidad.) No obstante, la admiración que sentía por las mujeres no le impidió afirmar que los hombres eran superiores práctica e inte lectualmente. Sobre el aspecto intelectual, Comte afirma: «Las mentes de las taujeres son indudablemente menos capaces que las nuestras para realizar ge neralizaciones de amplio alcance, o para llevar a cabo largos procesos de de ducción... menos capaces que nosotros para realizar un esfuerzo intelectual abs tracto» (1851/1957: 250), Debido a su superioridad intelectual y práctica, eran los hombres los designados a tomar el mando para llevar a la práctica el positivistno. Por un lado, Comte admiraba abiertamente el aspecto moral y afectivo de las mujeres, admiración que le llevó a asignarles un papel revolucionario cen tral. Por otro, creia que los hombres eran más capaces de actuar y de ejercitar el intelecto, y tendía a menospreciar la capacidad intelectual y de acción de las mujeres. Para poder cumplir su función en la revolución positivista, las mujeres de bían modificar cl proceso educativo que tenía lugar en el seno de la familia y constituir «salones» que propagasen las ideas positivistas. A pesar de su vene ración a la mujeres, Comte no creía en la igualdad de los sexos: «La igualdad de los sexos es contraria a su naturaleza» (1851/1957: 275). Defendía esta idea sobre la base de que el positivismo había descubierto el siguiente «axioma»: «Los hombres deben mantener a las mujeres» (Comte, 1851/1957: 276). En efecto, el positivismo establecería una nueva doctrina: «El cuito público y pri vado a las mujeres» (Comte, (1851/1957: 283). El hincapié de Comte en las mujeres y su capacidad para el sentimiento leprcsentó un cambio general de perspectiva. Como hemos visto anteriormente, Comte subrayaba el orden en su estática social y el progreso en su dinámica social. Al orden y al progreso añadió entonces la importancia de los sentimien tos (el amor) que, en su opinión, eran patrimonio de las mujeres. A resultas de lo cual llegó a proclamar la «máxima positivista: amor, orden y progreso» (Comte 1851/1957: 7). El positivismo no sólo seria importante en el ámbito intelectual, sino también en el moral. Asimismo. Comte añadía el elemento emocional a su anterior compromiso con el pensamiento y la acción, al argüir que la filosofía positiva representaba una perspectiva global que abarcaba «pensamientos, sen timientos y acciones» (Comte 1851/1957: 8). ’ De liBcho, Comte agradece expresamente a Clotilde su ayuda en la comprensión de la ■ iinponancia del afecto.
112
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Pero además de asignar a los sentimientos un status idèntico al dcl pensa miento y la acción, Comte les concedió un lugar predominante en su sistema. Los sentimientos estaban destinados a guiar tanto el intelecto como la actividad práctica. En p a rtic u la r, Comte afirmaba que «la felicidad individual y el bienes ta r p ú b lic o d e p e n d ía n más del corazón que de! intelecto» {Comte 1851 /1957; 15). F u e e s te p u n to de v is ta el q u e c o n d u jo aX -adaVid deY posiV\vvsrt\o
antiintelectualismo que examinaremos más tarde en este mismo capítulo. Este énfasis en el sentimiento y el amor llevó a Comte a añadir, en su obra tardía, la moralidad (el estudio del sentimiento) a la lista de las ciencias. «La moral es ia más eminente de las ciencias» (Comte 1853/1968; 41). En su siste ma, la ciencia de la moralidad superaba incluso a la sociología. «La moral es más especial, más compleja y más noble que la sociología» (Comte 1853/1968: 40). La moralidad no sólo constituía la ciencia más importante, sino también jugaba un papel central en la dirección de los cambios políticos. En términos de Comte, la moralidad era «el objeto último de toda filosofia, y el punto de partida de toda política» (1851/1957; 101). En otras palabras, la moralidad se situaba en el centro de la relación entre teoría y práctica. Comte entreveía que el mundo poseía una moralidad natural, y la tarea del positivista era descubrir sus leyes. Son esas leyes de moralidad subyacentes las que guían nuestros pensamientos intelectuales y nuestras acciones políticas. Comte concluía: «De ahora en ade lante el corazón predominará sobre el intelecto y será ésta una doctrina funda mental dcl positivismo, una doctrina de suma importancia política y tilosófíca» (Comte 1851/1957: 18). Cuando añadió la moralidad a la lista de sus principales preocupaciones, Comte regresó a su ley de los tres estadios para analizarla desde el punto de vista de los pensamientos, los sentimientos y las acciones. Comprendió enton ces que el estadio teológico estaba dominado por los sentimientos y la imagina ción, con escasas restricciones por parte de la razón. La teología operaba en un nivel puramente subjetivo, a resultas de lo cual carecía de conexión con la obje tividad de la práctica en el mundo real. «La teología establece que todos los fenómenos están bajo el mandato más o menos arbitrario de la voluntad», pero en el mundo real, las personas se guiaban, sin lugar a dudas, de acuerdo con «leyes invariantes» (Comte, 1951/1957; 10). El transitorio estadio metafisico seguía dominado por fos sentimientos, confundido en sus pensamientos e inclu so era menos capaz de conectar con el mundo práctico. Sin embargo, el positi vismo ofrecía finalmente una unidad y armonía de pensamiento, sentimientos y acción. Las ideas del positivismo se derivaban del mundo práctico; constituían, en efecto, un logro intelectual monumental. El positivismo incorporaba también la esfera moral. Sólo cuando el positivismo incorporara la moralidad «podrían apartarse para siempre las máximas teológicas» (Comte, 1851/1957: 13). Entre otras cosas, la moralidad (los sentimientos) era importante porque guiaba el pensamiento y la acción. Por ejemplo, sin la guía de la moralidad, el positivismo podría inclinarse excesivamente hacia la especialización y ocuparse de «cues tiones vanas o insolubles» (Comte, 1851/1957; 21). Bajo la guía de la morali-
AUGUSTE COMTE
113
dad, el positivismo llegaría a ocuparse de los problemas más complejos, impor tantes, urgentes y fácilmente solubles de su época, Una vez incorporada la moralidad al positivismo, Comte estaba a un paso de declarar que el positivismo era una religión: «Y así el positivismo se con vierte en una religión en al auténtico sentido de la palabra: la única religión que es real y completa, destinada por tanto a substituir todos los sistemas imperfec tos y provisionales que descansan en la primitiva base de la teología». (1851/ 1957: 365). Esto significaba que Comte y sus seguidores se convertirían en sacerdotes de la humanidad y ejercerían una influencia mucho mayor que cual quier otro sacerdocio anterior. De hecho, Comte, con su acostumbrada humil dad, se declaró a sí mismo «fundador de la religión de la humanidad» (1853/ 1968: x). El objeto de culto de la nueva religión del positivismo no era un dios o unos dioses, sino la humanidad, o lo que Comte más tarde llamaría el «gran ser»; esto es, «el todo constituido por los seres [incluidos los animales] pasados, ilituros y presentes, que voluntariamente cooperan en el perfeccionamiento del orden del mundo» (1854/1968: 27). El gran ser constituye el fundamento de la religión positivista; «La religión positiva imbuye a todos los siervos del gran ser un celo sagrado para que representen a ese ser tan completamente como les sea posible». (Comte, 1852/1968: 65).
LOS PLANES DE COMTE PARA EL FUTURO Teniendo en cuenta la exagerada concepción comtiana del positivismo, así como la posición que él mismo se atribuía en su sistema, no nos sorprende que en su obra tardía concibiera un grandioso plan para el futuro dcl mundo. Es en esta parte de su obra donde encontramos las ideas más ridiculas y extravagantes. (Algunos podrán decir que cuando las concibió estaba amargado y mentalmente enfermo. Quizás por ello se analizan sus primeras teorías más seriamente que su posterior visión del futuro.) Standley califica la visión comtiana del futuro de «fantasía memorable» (1981; 158). No deseamos ahora profundizar, por lo que nos limitaremos a sugerir lo lejos que fue Comte cuando propuso los modos de llevar a cabo sus ideas positivistas. Por ejemplo, sugería la creación de un nuevo calendario positivista de trece meses, cada uno dividido en veintiocho días. Estableció numerosas fiestas para reafirmar el positivismo y sus principios básicos y venerar a sus héroes secula res. Se propuso incluso crear nuevos teinplos positivistas. Especificó la canti dad de sacerdotes y vicarios que necesitaba cada templo. De la totalidad de los vicarios, debían elegirse cuarenta y dos como sacerdotes de la humanidad, y este grupo debía elegir el sumo sacerdote («el Pontífice») del positivismo (que, en lugar de residir en Italia, como el pontífice católico, debía establecer su residencia en París). (Comte se creía el pontífice de su tiempo y se inquietaba por la falta de sucesores.) Todas estas figuras religiosas debían despreocuparse de la cuestión material: ¡su subsistencia correría a cuenta de los banqueros!
114
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Comte llegó a especificar incluso los ingresos de las figuras religiosas: 240 libras para fes vicarios, 480 para los sacerdotes y 2.400 para el sumo sacerdote. Teniendo en cuenta sus ideas sobre la influencia positiva de las mujeres, todos los sacerdotes debían estar casados para «vivir bajo la influencia del afecto» (Comte, 1854/1968: 224). Sin embargo, a pesar de la gran estima que sentía hacia las mujeres, no podían ocupar la posición de sacerdote, vicario o pontífi ce. Tales posiciones estaban reservadas para los hombres. Aunque no los consideraba como fuerzas revolucionarias, Comte finalmen te asignó a algunos miembros de la clase alta, como los banqueros e industria les, papeles cruciales en la nueva sociedad positiva. Especificaba que Europa Occidental tendría «dos mil banqueros, cien mil comerciantes, doscientos mil fabricantes y cuatrocientos mil agricultores» (Comte. 1854/1968: 269). A los comerciantes, fabricantes e industriales se les asignaría una cantidad suficiente de miembros del proletariado. Los bancos constituirían los centros del mundo comercial, y sus propietarios proporcionarían los fondos necesarios para los sacerdotes. Además, los banqueros, que se distinguían por su «lucidez mental y su generosidad de sentimientos», formarían el triunvirato supremo (tres ban queros que representaran a los comerciantes, los fabricantes y los agricultores), encargado de cumplir las funciones gubernamentales (Comte, 1854/1968: 301). Sin embargo, eran el sumo pontífice y sus vicarios, pertrechados con la religión del positivismo, los encargados de supervisar y dirigir las operaciones del go bierno. En lo que a otros temas se refiere, Comte animaba a la creación de una biblioteca positivista que incluyera cien libros (que él se ocupó de especificar). Desaconsejaba las lecturas adicionales porque obstaculizaban la meditación, lo que refleja también el aumento progresivo del antiintelectualismo de Comte (véase más abajo). Teniendo en cuenta sus ideas negativas sobre la pasión individual, aconse jaba la castidad en el seno de la familia positivista. Creía que el positivismo «desacreditaría y reprimiría el instinto más egoísta y perturbador de todos [¡el sexo!]» (Comte, 1854/1968: 251). Para evitar el problema del sexo, Comte se casó con una virgen. Aunque aún no había averiguado el modo en que las muje res podían conservar su virginidad (tal vez anticipaba el método de la insemina ción artificial), parecia confiar en que otros se ocuparían tarde o temprano de resolver el problema. También apoyaba la eugenesia, según la cual «sólo los tipos superiores» de personas (las mujeres) podían reproducirse. Su plan «me joraría la raza humana» (Comte, 1854/1968: 244). Sostenía que debemos prestar «la misma atención a la procreación de nuestra especie que a la de los animales domésticos más importantes» (Comte, 1891/1973: 222). La familia positiva estaba formada por el esposo, la esposa, generalmente tres hijos, y los padres del marido. A los últimos les correspondía la tarea de trasmitir la sabiduría de su pasado a la familia. La madre del marido, que tenia no sólo la sabiduría que le proporcionaba la edad, sino también los sentimientos propios del sexo femenino, era la «diosa» de la familia positiva.
AUGUSTE COMTE
115
Las ideas analizadas más arriba constituyen simplemente unas pocas de las miles de detalladas propuestas que Comte planteó a partir de su teoría positivis ta. Subrayó cuidadosamente la división del trabajo en el desarrollo de estas directrices: el filósofo positivista era el que proponía las ideas, pero no debía intervenir en el mundo social. Estas intervenciones corresponden a los politi cos, guiados, por supuesto, por los sacerdotes positivistas.
COMTE: UNA VALORACION CRITICA Tras exponer algunas de las ideas extravagantes de Comte sobre el futuro, el lector concluirá que Comte no merece ser estudiado. De hecho, podría incluso preguntarse por qué hemos dedicado un capítulo de este libro a Comte. Por ello comenzaremos este último apartado con una exposición general de las aporta ciones más importantes que hizo Comte a la sociologia. Más tarde retornaremos a los cuantiosos puntos flacos de la obra de Comte; puntos flacos que nos lleva rán a concluir que es saludable para la ciencia de la sociología olvidar una buena parte de ¡a obra de Comte y seguir con el desarrollo de la teoría socioló gica, que ha ido mucho más allá de las ideas de Comte.
Contribuciones positivas En primer lugar, Comte fue indiscutiblemente el primer pensador que utilizó el término sociologia. Aunque cierto es que muchos pensadores en el curso de la historia de la humanidad han analizado cuestiones sociológicas, Comle fue el primero en explicitar el estudio de esas cuestiones y darle un nombre. En segundo lugar, Comte definió la sociología como una ciencia positiva. Aunque esto es, como veremos más tarde, un cajón de sastre, el hecho es que la mayoría de los sociólogos contemporáneos siguen considerando que la sociolo gía es una ciencia positiva. Creen que existen leyes invariantes en el mundo social y que su tarea es descubrirlas. Muchos las buscan empíricamente, mien tras otros lo hacen en el ámbito de ia teoría (como por ejemplo, J. Tumer, 1985a) siguiendo el modelo de Comte. Una buena parte de la sociología empírica con temporánea y un considerable sector de la teoría sociológica siguen aceptando el modelo positivista de ia sociología de Comte. En tercer lugar, Comte enunció los tres principales métodos sociológicos —ia experimentación, ia observación y la comparación (el método histórico comparado tiene tanta importancia que debe distinguirse como una cuarta meto dología)— , que continúan siendo sabiamente utilizados en sociología. Aunque la obra de Comte ha quedado obsoleta en muchos sentidos, es sorprendente mente contemporánea en lo que se refiere a sus enunciados metodológicos. Por ejemplo, en la sociología contemporánea se ha reavivado considerablemente el interés por los estudios históricos (véase entre otros, Mann, 1986; Wallerstein, 1989).
116
TEORW SOCIOLOGICA CLASICA
En cuarto lugar, Comte diferenció la estática social de la dinámica social. Esta distinción sigue teniendo importancia para la sociología, aunque ahora se trata de estructura social y cambio social. Los sociólogos siguen pres tando atención tanto a la constitución de la sociedad como a su naturaleza cam biante. En quinto lugar, aunque de nuevo es confuso en este punto, Comte de finió la sociología en términos macroscópicos y la describió como el estudio de los fenómenos colectivos. Esta definición se haría más clara en la obra de Durk heim, quien definía la sociolofíia como el estudio de los hechos sociales (véase el capítulo sexto). Más específicamente, muchas de las ideas de Comte desem peñaron un papel central en el desarrollo de una de las principales teorías socio lógicas contemporáneas: el funcionalismo estructural (véase el capítulo undé cimo). En sexto lugar, Comte expresó claramente su idea de que si se la dejaba a su arbitrio, la naturaleza humana se vería dominada por el egoísmo. Dado que expresa con tanta claridad estas ideas básicas, el lector comprende inmediata y perfectamente de dónde proceden los pensamientos de Comte sobre las grandes estructuras de la sociedad. En lo fundamental, se requiere la presencia y actua ción de esas grandes estructuras para controlar el egoísmo individual y permitir que surja el altruismo. En séptimo lugar, Comte ofreció una idea dialéctica de las macroestructuras. Pensaba que las macroestructuras de su tiempo eran el producto de las estructuras pretéritas y contenían el germen de las estructuras futuras. Esta idea confirió a su obra una percepción de la continuidad histórica. Su dinámica, la idea dialéctica de la estructura social, es superior a la perspectiva de muchos teóricos posteriores, e incluso contemporáneos, de la estructura social que han tendido a adoptar perspectivas estáticas y ahistóricas. Kn último lugar, Comte no se contentó con desarrollar una teoría abstracta, sino que trató de integrar teoría y práctica. Aunque esta ambición se frustró debido a algunas de sus absurdas ideas sobre el futuro de la sociedad, la integra ción de teoría y práctica sigue constituyendo un objetivo caro a los sociólogos contemporáneos. De hecho, cada vez existe un mayor interés por lo que actual mente se denomina sociología aplicada, y la American Sociological Associa tion tiene actualmente un departamento de práctica sociológica.
Debilidades básicas de la teoría de Comte Aunque Comte hizo algunas contribuciones importantes a la sociología, el he cho es que al estudiante contemporáneo de sociología apenas le enriquece la lectura de la obra de Comte. Todas sus aportaciones positivas han sido integra das en la sociología contemporánea, desarrolladas y refinadas. Así, las ense ñanzas positivas de la obra de Comte pueden obtenerse más directamente de la lectura de la literatura sociológica contemporánea. Además, muchas de las ideas
AUGUSTE COMTE
117
de la obra de Comte no han superado la prueba del tiempo e incluso una buena parte de sus generalizaciones tiene poco que decirle al estudiante de sociología moderno. Y lo que es más importante, una serie de problemas invalidan la obra de Comte, aunque podemos aprender bastante de algunos de los errores más evidentes de Comte. Podemos empezar el análisis de las debilidades de Comte citando a uno sus más duros críticos, Isaiah Berlin: Su grotesca pedanteria, su pesada e insoportabíe manera de escribir, su vanidad, su excentricidad, su solemnidad, la patología de su vida privada, su demente dogma tismo, su autoritarismo, sus falacias filosóficas... [su] obstinado deseo de imidad y simetría a expensas de la experiencia... y su fanáticamente ordenado mundo de los seres humanos, alegremente ocupados en cumplir sus funciones, cada uno dentro de su propio destino rigurosamente definido, dentro de la racionalmente ordenada y absolutamente inalterable jerarquía de la sociedad perfecta. (B erlin , 1954: 4 -5 , 2 2 )
Uno se ve en serías dificultades si intenta realizar una crítica más acerba de cualquier teórico social, aunque la verdad es que una buena parte de ella tiene fundamento. La cuestión es: ¿dónde y cómo se equivocó Comte en su teoriza ción social? Primero, argumentaré que la teoría de Comte se vio claramente comprome tida por su propia vida privada. Por ejemplo, aunque se ignoraba en su época, las ambiciones teóricas y prácticas de Comte crecieron desmesuradamente. Por poner otro ejemplo, sus muy insatisfactorias relaciones con las mujeres, y en especial con su amada Clotilde, le llevaron a producir una serie de ideas absur das sobre las mujeres y su papel en la sociedad. Su problema se agravó debido a un sexismo que le llevaba a asignar sentimientos a las mujeres, mientras a los hombres les otorgaba la capacidad intelectual y política y el poder económico. A lo que debemos añadir cl hecho de que Comte sufrió serios disturbios menta les; cuando uno lee sus últimas obras, piensa que está leyendo los desvarios de un lunático. Aunque cuando hacemos teoría es obviamente difícil mantener al margen nuestros problemas psicológicos, en el caso de Comte se hace evidente que ios teóricos necesitan ser conscientes del peligro que supone permitir que las experiencias personales influyan en el desarrollo de sus teorias acerca del funcionamiento del mundo. Segundo, Comte pareció experimentar un creciente proceso de pérdida de contacto con el mundo real. Después de la Filosofía Positiva, sus teorías se caracterizaron por la desarticulación de la lógica interna de sus ideas. Una de las causas de ello era el hecho de que, a pesar de sus pretensiones, Comte no realizó en realidad ninguna investigación empírica. Su idea de la investiga ción empírica consistía en ofrecer vagas generalizaciones sobre los estadios históricos y la evolución del mundo. La vaguedad de Comte en relación con el análisis de datos queda patente en la siguiente frase: «La verificación de esta teoria puede encontrarse deform a más o menos específica en todos los periodos
118
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de la historia.» {1851/1957: 240; cursivas añadidas). Si Comte hubiera analiza do mejor los datos y si hubiera estado en un contacto más estrecho con la histo ria y con el mundo que le tocó vivir, sus teorias quizás no habrían sido tan estrafalarias. Tercero, Comte también fue perdiendo progresivamente contacto con el trabajo intelectual de su tiempo. De hecho, es famosa su práctica de la higiene cerebral desde edad temprana. Evitaba de manera sistemática la lectura de pe riódicos, revistas y libros (excepto la de unas pocas obras de poesía), pre tendiendo así esquivar la interferencia de las ideas de otros en su propia teoriza ción. En efecto, Comte se convirtió de manera progresiva en un antiintelectual. Ese antiintelectualismo se hizo patente en su trabajo sustantivo, en el que re comendaba cosas tales como abolir la universidad y retirar el apoyo económico a la ciencia y las sociedades científicas. También aconsejaba una lista de lec turas compuesta de cien libros. Presumiblemente, esta lista significaba que no se requería la lectura de otros libros, que podían ser tranquilamente arrojados al fuego. También se encuentran muestras de su antiintelectualismo en otros aspectos de su obra. Por ejemplo, al defender que los afectos fuertes eran de gran ayuda para los descubrimientos científicos importantes, Comte denigraba la importancia del rigor científico: «Indudablemente, el método de la cien cia pura también conduce al mismo lugar, pero sólo tras un largo y laborioso proceso que agota la capacidad de pensamiento y deja escasa energía para lle var a cabo los nuevos resultados que se derivan de este gran principio» (1851/ 1957: 243). La enseñanza que se deriva de los errores de Comte es sin duda que los teóricos deben estar en contacto tanto con el mundo empírico como con el intelectual. Cuarto, fracasó como positivista teórica y empíricamente. Por lo que se refiere a su obra empírica, ya hemos señalado que, lamentablemente, apenas se ocupó de hacer investigación y que la que llevó a cabo consistió simplemente en una serie de vagas generalizaciones sobre el curso de la historia del mundo. Encontramos poca o ninguna inducción a partir de los datos derivados del mun do real. En cuanto a su obra teórica, es difícil aceptar como leyes sociológicas muchas de sus extravagantes generalizaciones sobre el mundo social. Aún si damos por buena su pretensión de que de hecho eran leyes, el caso es que pocos o ningún pensador social han confirmado la existencia de Jas leyes invariantes. Aunque Comte afirmaba que estas leyes eran el reflejo de lo que verdaderamen te sucedía en el mundo real, el hecho es que casi siempre solía imponerles su propia visión del mundo. Quinto, aunque se ha afirmado que Comte creó la sociologia, encontramos muy poca sociología auténtica en su obra. Su análisis superficial de los grandes periodos históricos difícilmente puede calificarse de sociología histórica. Sus enunciados reconocidamente débiles sobre algunos elementos de la estática so cial apenas nos ayudan a comprender la estructura social. Por ello, actualmente sólo sobrevive muy poco, si es que algo, de la sociologia comtiana. John Stuart Mili estaba en lo cierto cuando afirmaba: «En nuestra opinión, Comte no creó la
AUGUSTE COMTE
119
sociología... hizo posible, por vez primera en la historia, su creación» (1961: 123 124). H1 legado más duradero de Comle consistió en abrir ciertos campos dife renciados —la sociología, la sociología positiva, la estática social y la dinámica social— que sus sucesores se encargarían de completar y convertir en auténtica sociología. Sexto, puede afirmarse que Comte no hizo contribuciones originales*. Mili minimiza claramente la contribución de Corate en su campo: «La filosofía llamada positiva no constituye un invento reciente del señor Comte, sino una simple adherencia a las tradiciones de las grandes mentes científicas cuyos descubrimientos han contribuido a que la raza humana sea como es» (1961: 8-9; véase también, Heilbron, 1990). Mili también señala que Comte era muy consciente de su falta de originalidad: «El señor Comte admite que su concep ción del conocimiento humano no es original» (1961; 6). Comte reconoció su deuda con positivistas de renombre como Bacon, Descartes y Galileo. Puede señalarse algo parecido respecto a la contribución de Comte a la sociología. Comte admite explícitamente la importancia de precursores de la sociolo gía como Charles Montesquieu (1689-1755) y Giovanni Vico (1668-1774). Si bien es cierto que inventó el término sociología, en realidad no creó la práctica de la sociología. Séptimo, de ofrecer Comte alguna sociología, ésta sufriría las distor siones derivadas de un organicismo primitivo, que le llevaba a ver un gran pa recido entre el funcionamiento del cuerpo humano y el del social. Por ejemplo, Comte afirmaba que grupos compuestos como las clases sociales y las ciudades «equivalían a los tejidos y órganos animales en la organización del Ser Su premo» (1852/1968: 153). Más tarde, sostuvo que la familia era el equiva lente social de las células de un organismo. Además, Comte veía analo gías entre el desorden social y las enfermedades de los organismos. Del mismo modo que la medicina se ocupaba de las enfermedades físicas, «era tarea del positivismo curar esta larga enfermedad [la anarquía social]» (Comte, 1852/ 1968: 375). Esta suerte de organicismo hace tiempo que ha desaparecido de la sociología. Octavo, Comte tendía a desarrollar modos de pensar y a crear herramientas teóricas, que más tarde empleaba para analizar cualquier cuestión que se le venía en mente. Por ejemplo, Comle parecía estar seguro de que las cosas suce dían en tríos, y muchas de sus ideas teóricas tenían tres componentes. Por lo que se refiere a las herramientas teóricas, no se contentó con aplicar su ley de los tres estadios a la historia social; también la aplicó a la historia de las ciencias, a la historia de la mente y al desarrollo de los individuos desde su infancia hasta la madurez. Un ejemplo particularmente extravagante de su tendencia a aplicar
^ Heilbron (1990:155) disiente al afirmar que la contribución original de Comte es su «teo ría histórica y diferencial de la ciencia». (Hemos analizado esta teoría al principio de este capitulo.)
120
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
la ley de los tres estadios a absolutamente todo es la aplicación de esta ley a su propia enfermedad mental: Me abstraigo ahora para registrar aquí el valioso fenómeno que pude observar con motivo de mi propia enfermedad mental en 1826... Su transcurso total... me .sirvió para verificar doblemente mi entonces recién descubierta ley de los tres estadios; aunque atravesé los tres estadios, primero inversamente^ y luego directamente, el orden de su sucesión jamás varió. Durante los tres meses en los que el tratamiento médico agravó mi enferme dad. descendí gradualmente del positivismo al fetichismo, primero hice un alto en el monoteísmo para luego recabar en el politeísmo. Durante los cinco meses si guientes... ascendí lentamente del fetichismo al politeísmo y de éste al monoteís mo, del que rápidamente regresé a mi anterior positivi.smo... lo que supuso una confirmación decisiva de mi fundamental ley de los tres estadios. (Comte, 1853/1968: 62-63) Noveno, la concepcióti «extravagante» y «colosaí» que Comte tenía de sí mismo (Mili, 1961) le condujo a una serie de disparates ridiculos. Por un lado, su endeble sistema teórico se debilitaba progresivamente a medida que subordi naba cada vez más el intelecto a los sentimientos. Esto se manifiesta, por ejem plo, en su ¡dea romántica y no realista de la clase trabajadora y las mujeres como agentes de la revolución positivista. Esta decadencia del intelecto tam bién se hace patente en su práctica de la higiene mental, así como en el limitado ntimero de libros positivistas. Por otro lado, y lo que es más importante, su desmesurado ego le llevó a sugerir una serie de cambios sociales, muchos de los cuales, como ya hemos visto, eran ridículos. Décimo, Comte sacrificó muchas de las ideas que habia defendido cuando se dedicó posteriormente a la religión positivista. La formulación de la religión positivista parece estar poderosamente influida por la estructura del catolicis mo. De hecho, T. H. Huxley describió el sistema de Comte como «catolicismo menos cristianismo» (citado en Standiey, 19B1: 103). Comte reconoció su deu da con cl catolicismo cuando señaló que cl positivismo era «más coherente y más progresista que el noble, aunque prematuro, intento del catolicismo medie val» (1851/1957: 3). Su religión positivista se asemeja al catolicismo en sus sacerdotes, vicarios e incluso en el pontífice. Es claro que la religión positivista no influyó de manera significativa, aunque sí sirvió para subvertir las pretensio nes científicas de Comte. Y por último, señalaremos las implicaciones totalitarias de los planes de Comte para el futuro. Por una parte, se trataba de planes sumamente detallados en los que su propia persona mandaba en los diferentes actores que interven drían en su sistema. Por otra, sus planes incluían incluso instituciones especifi cas como la familia. De particular mención aquí son sus ideas sobre la aplica ción de los principios de la crianza animal a los humanos. Y, finalmente, por supue.sto, sus planes incluían la religión, con su noción de un sumo pontífice que gobernara el imperio positivista.
AUGUSTE COMTE
121
RESUMEN No es esta una presentación imparcial de las ¡deas de Comte. Se hace evidente que ia sociología contemporánea ha superado con creces la teoría comtiana, y este capítulo hace hincapié en esta cuestión. Aunque de su teoria se derivan varias enseñanzas útiles, lo más importante es que encontramos en ella un sin número de debilidades que la convierten en irrelevante para el estudiante con temporáneo de sociologia. En lo que se refiere a las necesidades reales de este estudiante, el objeto de este capítulo es mostrar la limitada cantidad de enseñan zas positivas que se desprenden de las teorías de Comte y, lo que es más impor tante, las numerosas lecciones negativas que pueden ser de utilidad para el so ciólogo moderno. Del lado de sus enseñanzas positivas, Comte nos proporciona una perspec tiva positivista, y muchos sociólogos contemporáneos siguen aceptando la idea de la búsqueda de las leyes sociales invariantes. Nos brindó también e! término sociologia, y su diferenciación entre la estática y la dinámica social continúa siendo una distinción valiosa. Sus métodos básicos de investigación social —observación, experimentación, comparación y especulación histórica— si guen constituyendo los principales métodos de investigación social. En su obra sobre la estática social encontramos varias aportaciones (el análisis de las estmcturas, las funciones y el equilibrio) importantes para el desarrollo de la teo ria contemporánea del funcionalismo estructural. También dentro de la estática social, hay que anotar en la cuenta de Comte una visión detallada de la natura leza humana, sobre la que erigió su teoría macroscópica. En el nivel macroso cial, defendió un significado dialéctico de las relaciones estructurales, y su rea lismo social se anticipó al de Durkheim y muchos otros teóricos posteriores. Su obra sobre la dinámica social fue importante para los teóricos de la evolución posteriores. Finalmente, Comte no se contentó con especular, sino que le pre ocupó también la conexión entre teoría y práctica. Aunque los anteriores son importantes logros, hay muchas más cosas que criticar en la obra de Comte. Permitió que sus experiencias personales distor sionaran su trabajo teórico. Perdió contacto con el mundo social y con el inte lectual. A la luz de sus propios criterios positivistas, su trabajo empírico y teó rico no existe. En realidad, hay muy poca sociología sustantiva en su obra, y sus propuestas están afectadas por un organicismo primitivo. Hay muy pocos ele mentos en su obra que fueran novedosos en su tiempo. Comte tendió a imponer sus esquemas teóricos por doquier, sin importarle lo correcto de tal proceder. Su desmesurado ego le condujo a una serie de estrambóticos disparates teóri cos, así como a muchas sugerencias ridiculas para la reforma social. Sus propó sitos de reforma resultaron ulteriormente desdibujados como consecuencia de su creciente preocupación por el positivismo como religión, y por el papel de pontífice del nuevo credo. Por último, su proyecto de una futura sociedad positivista entrañaba muchas implicaciones totalitarias. Por todo ello, Comte pertenece a la historia inicial de la teoría sociológica.
122
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Algunas de sus ideas (especialmente en fa Filosofía Positiva) siguen siendo relevantes, pero el moderno estudiante de sociología obrará con prudencia si no relee la mayor parte de su obra, especialmente sus últimas ideas sobre los pla nes para el futuro. Esta recomendación no es aplicable a la mayoría de los teó ricos analizados en este libro. Ahora dedicaremos nuestra atención a las ideas de Herbert Spencer y comprobaremos si es prudente que los sociólogos contem poráneos olviden una buena parte de su obra, como ocurre con Comte. Compro baremos que, desde el punto de vista de la sociologia contemporánea, hay más ideas importantes en la teoría de Spcncer que en la de Comte.
CAPITULO
4
HERBERT SPENCER SPENCER Y COMTE PRINCIPIOS TEORICOS GENERALES SOCIOLOGIA Definición de la ciencia de la sociotogia Métodos sociológicos LA EVOLUCION DE LA SOCIEDAD Sociedades simples y compuestas Sociedades militares e industriales LA EVOLUCION DE LAS INSTITUCIONES SOCIETALES Instituciones Instituciones Instituciones Instituciones tr^stituciones Instituciones
domésticas ceremoniales políticas eclesiásticas profesionales industriales
ETICA Y POLITICA
123
124
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
En Jas ideas teóricas de Herbert Spencer (1820-1903) advertimos un avance considerable sobre las de Auguste Comte. La obra de Spcncer no sólo es impor tante para el desarrollo de la teoría sociológica, sino que muchas de sus ideas teóricas ocupan un lugar prominente y seguro en la teoría sociológica contem poránea. A pesar de ello, Jonathan Turner (1985b). que simpatiza con muchas de las ideas de Spcncer, ha señalado que los teóricos modernos de la sociologia no se han inclinado a tom aren serio a Spencer y le han relegado, como a Comte, al «cubo de la basura» de la historia. (En realidad, Turner afirma, en términos acalorados, que los teóricos modernos de la sociología han solido «escupir so bre la tumba de Spencer» [1985b: 71]). Este rechazo es, en buena parte, impu table a la política libertaria {no liberal) altamente conservadora de Spencer y a su firme creencia en una versión sociológica de la supervivencia del más apto. Aunque no comparto totalmente el entusiasmo que Turner siente por Spencer, en mi opinión su obra tiene mucho mérito. Se demostrará que algunas de las ideas teóricas de Spcncer siguen siendo importantes y relevantes para la teoría sociológica. No obstante, también encontramos en su obra graves problemas que nos llevarán a la conclusión de que, aunque supuso un avance sobre la teoría comtiana, no está a la altura de la de los otros grandes teóricos —Marx, Durkheim, Weber y Simmel— que se analizarán en los siguientes cuatro ca pítulos.
SPENCER Y COMTE Un punto de partida útil para nuestro análisis es la relación entre las ideas de Spencer y las de Auguste Comte. Aunque las vidas de Spencer y Comte se solaparon en el tiempo, el Canal de la Mancha les separaba (Spencer era britá nico y Comte francés) y se llevaban muchos años de diferencia (Comte tenía veintidós años cuando nació Spcncer, y este último vivió cuarenta y seis años más que Comte, ya entrado el siglo xx). Así, mientras Comte finalizaba su obra Spencer publicó su primer libro. Estática social, en 1850. Sin embargo, tan pronto como Spencer lo publicó, comenzaron las comparaciones entre las teo rías de ambos pensadores. Hay algunas semejanzas entre sus obras, aunque Spencer sintió a menudo la necesidad de distinguir sus teorías de las de Comte. Spencer comeiltó el trabajo de Comte en varios lugares de su obra, e incluso se sintió en la obligación de escribir un ensayo titulado «Razones para disentir de la filosofía del Sr. Comte» (1864/1883/1968). Spencer comenzaba este tra bajo con un elogio explícito, aunque obligatorio, de la obra de Comte: «En el desarrollo de su perspectiva [el positivismo] ha demostrado una lucidez nota ble, gran originalidad, enorme fertilidad de pensamiento y una excepcional ca pacidad de generalización» (1864/1883/1968: 118). A pesar de este elogio, a Spencer te interesaba mucho situarse entre los «adversarios» de Comte y que sus propias ideas se distinguieran de las de Comte. Pensaba que sus obras tenían una «naturaleza totalmente diferente» (Spencer, 1904a: 414).
HERBERT SPENCER
125
Spencer reconocía su deuda terminológica con Comte cuando admitía que «yo adopto también su termino. Sociología» (1864/1883/1968: 130). Ambos derivaron de la biología los términos estructura y función, y tendían a usarlos con un significado similar. Ai utilizar esos términos y la perspectiva que impli caban, Spencer y Comte jugaron un importante papel histórico en el desarrollo del funcionalismo estructural. Sin embargo, si nos fijamos en otros dos concep tos, estática social y dinámica social, encontramos importantes diferencias en tre los dos pensadores. Sin bien Spencer los utilizó, negó que los hubiera extraí do de los de Comte o que se les parecieran. En su autobiografía, Spencer mantiene que cuando publicó su Estática 5ocia/ (1850/1954), «lo único que sabía de Comte era que se trataba de un filósofo francés» (1904a; 414), Para Comte, estos con ceptos podian aplicarse a todo tipo de sociedad, mientras Spencer los relaciona específicamente con su sociedad ideal futura. Spencer defiende que la estática social se ocupa del «equilibrio de la sociedad perfecta» y la dinámica social dcl estudio de «las fuerzas motrices que hacen que la sociedad avance hacia la perfección» (I85Q/1954: 367). Así, para Spencer, los conceptos estática social y dinámica social son normativos, mientras para Comte son descriptivos. Al igual que Comte, Spencer se describe a sí mismo como un positivista al que le interesaba descubrir las leyes invariantes de! mundo social, pero se apre sura a añadir que Comte no fue quien inventó el positivismo. Aunque se definía así mismo como un positivista, no aceptaba la versión de Comte, en especial su concepción de la religión positiva. Spencer, como Comte, estudió una amplia gama de ciencias, pero, a diferencia de aquél, pensaba que «era incorrecto cla sificar las ciencias según un orden lineal» (1883; 185). Spencer consideraba que las ciencias estaban interconectadas y eran interdependientes. Otra distin ción que debemos a Spencer se refería a la subjetividad de Comte (con su pre ocupación por las ideas) y a su propia objetividad (su interés por las cosas); ¿Cual es el objetivo real de Comte? Explicar coherentemente el progreso de las concepciones humanas. ¿Cuál es el mío? Dar una explicación coherente del pro greso del mundo exterior. Comte se propone describir la auténtica y necesaria fi liación de las ideas. Mi propósito es describir la auténtica y necesaria fíliaciún de las cosas. Comte se esfuerza por interpretar la génesis de nuestro conocimiento de ¡a naturaleza. Mi meta es interpretar, en la medida de lo posible, la génesis de los fenómenos que constituyen la naturaleza. Su fin es subjetivo, el mío, sin embargo, es objetivo. (Spencer, 1940b: 570) Asi, mientras ambos pensadores se preocuparon por la evolución del mun do, a Comte le interesaba sobre todo la evolución de las ideas, y Spcnccr se centró en la evolución estructural (y funcional). Finalmente, se daban profundas diferencias políticas entre Spencer y Com te. Como vimos en el capítulo anterior, el deseo de Comte era construir una sociedad, o incluso un mundo, dominados por una religión positivista de la hu manidad y guiados por los sumos sacerdotes del positivismo. Spencer afirmó
126
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
HERBERT SPENCER: Reseña biográfica Her er “ p e n ce rn a ci' el vein isie e e a rii de 1820 en Derby, Inglaterra. No recibió una formación académica en humanidades, sino que estudió cuestiones técnicas y prácticas. En 1837 comenzó a trabajar de ingeniero ci vil para una empresa de ferrocarriles, pues to que desempeñó hasta 1846. Durante este periodo, Spencer siguió estudiando por su cuenta y comenzó a publicar trabajos cientí ficos y políticos. En 1848 Spencer fue nombrado editor de The Economista y sus ideas i...elec.uales comenzaron a solidificarse. En 1850 terminó su primera gran obra, Estática Social. Mientras la escribía, comenzó a padecer insomnio y, con los años, se agravarían sus problemas físicos y mentales. A lo largo del resto de su vida padeció numerosas crisis nerviosas. En 1853 Spencer recibió una herencia que le permitió dejar su empleo y vivir el resto de su vida dedicado al estudio. No llegó a li cenciarse por la universidad ni a desempeñar cargo académico algu no. A medida que se aislaba y se agravaba su enfermedad mental, crecía su productividad intelectual. Finalmente, comenzó a labrarse fama no sólo en Inglaterra, sino también a escala internacional. Como Richard Hofstadter dijo: «Durante las tres décadas posteriores a la Guerra Civil era prácticamente imposible moverse en cualquier cam po intelectual sin reconocer el magisterio de Spencer» (1959: 33). En tre sus seguidores se contaba el renombrado industrial Andrew Car negie, que escribió a Spencer, quien por entonces padecía su última y fatal enfermedad, las siguientes palabras; Querido Maestro... pienso en usted todos los días, y me hago siempre la misma pregunta: «¿a qué se debe? ¿porqué yace sufriendo? ¿por qué tiene que irse?... El mundo avanza lentamente sin reconocerá su mente más lúcida... Pero llegará un día en el que recordará sus enseñanzas y elevará a Spencer al lugar más alto. (Citado en Peel, 1971: 2) Pero no fue ése el destino de Spencer.
que la fe de Comte en que «la ‘religión de la humanidad’ será la religión del futuro, constituye una creencia que no se sostiene ni inductiva ni deductiva mente» (1873/1961:283). Además, Spencer no vela con buenos ojos el control centralizado puesto que pensaba que era más perjudicial que beneficioso. Así,
HERBERT SPENCER
127
Una de tas características más interesantes de Spencer que. en última instancia, causaría su ruina intelectual, fue su aversión a la lectura de la obra de otros pensadores. En este aspecto se parece a otro primer gigante de la sociología, Auguste Comte, que practicaba la «higiene cerebral». De la necesidad de leer las obras de los demás, Spencer afirmó: «Toda mi vida he sido un pensador y no un lector, y estoy de acuerdo con Hobbes en que «si hubiera leído tanto como otros hombres, habría llegado a saber tan poco como ellos« (W ittshi' re, 1978: 67). Un amigo le preguntó su opinión sobre un libro y «su respuesta fue que si analizaba esa obra encontraría que sus supues tos fundamentales eran erróneos, y por ello no se preocupaba de leer la» (Wiltshire, 1978: 67). Un autor, refiriéndose a Spencer, escribió sobre «su incomprensible manera de absorber conocimiento a través de su piel... pues parece que nunca lee libros» (Wiltshire, 1978: 67). SI no leyó la obra de otros estudiosos ¿en qué se inspiraron sus pensamientos e ideas? El mismo decía que salían involuntaria e intui tivamente de su mente. Afirmaba que sus ideas surgían «poco a poco, moderadamente, sin intención consciente o esfuerzo apreciable» (Wilt shire, 1978:66). Spencer consideraba que su intuición era mucho más eficaz que el estudio meticuloso y la reflexión: «Una solución vislum brada de este modo probablemente tiene mayor veracidad que la lo grada con un esfuerzo tal [que] causa la perversión del pensamiento» (Wiltshire, 1978: 66). El propio Spencer sufrió las consecuencias de su aversión a la lec tura meticulosa de las obras de otros pensadores. De hecho, en la lectura de otras obras tan sólo encontraba la confirmación de sus propias ideas. Ignoraba las ideas que no concordaban con tas suyas. Así, su coetáneo Charles Darwin comentó: «Si se hubiera impuesto una mayor observación, aún a expensas de... perder capacidad de pensamiento, hubiera sido un pensador fabuloso» (Wiltshire, 1978: 70). El despre cio que sentía Spencer por las pautas aceptadas de la erudición le condujo a producir una serie de ideas extravagantes y afirmaciones incoherentes sobre la evolución del mundo. Por estas razones los so ciólogos del siglo veinte rechazaron la obra de Spencer para centrar se, en cambio, en el estudio meticuloso y en la investigación empírica. Spencer murió el ocho de diciembre de 1903.
el ideal de Spencer era una sociedad en la que el gobierno se redujera al mínimo posible y en la que se permiliera a los individuos la máxima libertad. Regresare mos más tarde a las ideas políticas de Spencer, pero baste decir por el momento que diferían radicalmente de las ideas políticas de Comte. Spencer se sintió en
128
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
la necesidad de reflexionar sobre «lo profundamente opuestos» que sus «idea les de la vida y progreso humanos explícitos o implícitos» eran respecto a los de Comte (1904a: 414). Comte mantenía la creencia de que la religión positivista sería la encargada de enseñar moralidad a los individuos, pero a Spenccr le parecía absurda la idea de que la moralidad pudiera enseñarse. Spencer pensaba que las ideas morales surgían de la acción individual. Para llegar a esta conclusión Spencer se sirvió, como en otras muchas ocasiones en su obra, de la idea de la «supervivencia del más apto». En este caso específico, la vida ordenada requería que las personas actuaran obligatoriamente impulsadas por sus sentimientos morales superiores y reprimieran los instintos inferiores; en otras palabras, las personas eran re compensadas por conducirse moralmcnte, y penalizadas por su comportamien to inmoral. Dicho de otro modo, era más probable que sobrevivieran las accio nes morales que las inmorales. Spencer concluía que esta «selección natural» de las acciones morales era «simplemente la tarea de una educación nacional» (1873/1961: 340). lín suma, aunque Spencer y Comte compartían su interés por la sociologia, las estructuras y las funciones, la estática social y la dinámica social, el positi vismo. las relaciones entre las ciencias, la evolución del mundo, la sociedad ideal futura y la moralidad, habia profundas diferencias en sus ideas relativas a la mayoría de estas cuestiones, así como en sus teorías generales. Teniendo en cuenta estas diferencias, pasamos al análisis de la teoría sociológica de Spencer.
PRINCIPIOS TEORICOS GENERALES Las reflexiones de Spencer sobre el mundo social se basan en un conjunto de principios teóricos generales. Comienza afirmando que en los primeros años de la historia de la humanidad la religión y la ciencia se unían en un esfuerzo por analizar y comprender el mundo (Spencer. 1902/1958). Gradualmente, empe zaron a separarse; la religión comenzó a ocuparse de lo desconocido, y la cien cia de lo cognoscible. Sin embargo, esta diferenciación dista de ser completa, incluso en la era moderna, ya que la religión y la ciencia continúan solapándose y entrando en conflicto. De hecho, Spencer percibía que su mundo albergaba elementos científicos (la inteligencia) y religiosos (la moral). La preocupación principal de Spencer apuntaba al mundo cognoscible y, por tanto, era más científica que religiosa. (Una diferencia más entre Spencer y Comte, cuya obra tardía era más religiosa que científica). La ciencia nunca podía conocer la naturaleza última de las cosas, pero podía aspirar al grado más alto posible de conocimiento. Antes de adentrarnos en el análisis de sus pensa mientos sobre la ciencia debemos estudiar su filosofía que, en opinión del pro pio Spenccr, iba más lejos que las ciencias en la búsqueda de la completa unifi cación del conocimiento, porque las «verdades que unifican los fenómenos
HERBERT SPENCER
129
concretos pertenecen a todas las divisiones de la Naturaleza» (1902/1958: 277). En este apartado analizaremos la «filosofía general» de Spencer, que se ocupa de las «verdades universales» del mundo, para dedicarnos luego al estudio de sus «filosofías especiales» y las verdades más precisas, aunque también univer sales, de las áreas especificas, especialmente de las relativas al mundo social. Al subrayar el carácter englobador de la filosofia, Spencer rechaza la idea posi tivista de que la meta de la ciencia era la reducción de un conjunto de leyes complejas a una ley simple, y aceptaba, sin embargo, la meta del conocimiento integrado derivado de los diversos campos científicos específicos. Spencer enunció una serie de verdades generales sobre el mundo, entre ellas que la materia era indestructible, que existía la continuidad de movimiento y ia persistencia de la fuerza, que la relación entre las fuerzas persiste, y que materia y movimiento se redistribuían constantemente. Tras un proceso deduc tivo a partir de estas leyes generales, Spencer enunció un conjunto de ideas que constituyen su teoría general de la evolución. Spencer creía que todos los fenómenos — inorgánicos, orgánicos o superorgánicos (o societales)— experimentan evolución e involución o disolución. Es decir, los fenómenos experimentan un proceso de evolución en el que la materia se integra y el movimiento tiende a desaparecer. Los fenómenos también expe rimentan un proceso de involución en el que el movimiento aumenta mientras la materia comienza a desintegrarse. Una vez deducidos estos principios genera les de la evolución y la involución a partir de sus supuestos más generales, Spencer se ocupa de las áreas específicas con el fin de mostrar que su teoría de la evolución (c involución) se mantiene también inductivamente, es decir, que «todo orden exhibe una integración progresiva de la materia y una perdida con comitante de movimiento» (1902/1958: 308). La combinación de inducción y deducción lleva a Spencer a su fórmula evolucionista «final»: La evolución implica una integración de la materia y una desaparición concomi tante del movimiento; durante este proceso la materia pasa de una homogeneidad incoherente e indefinida a una heterogeneidad coherente y definida; y el movi miento retenido experimenta una transformación paralela. (Spencer, 1902/1958: 3 9 4 )
Descompongamos esta perspectiva general y examinemos cada uno de los elementos principales de la teoría de la evolución de Spencer. Primero, la evolución implica el cambio progresivo desde una forma menos coherente a otra más coherente; en otras palabras, implica una integración cre ciente. Segundo, junto a esta integración creciente, encontramos el movimiento de la homogeneidad a una cada vez mayor heterogeneidad; dicho de otro modo, la evolución implica una diferenciación creciente. Tercero, se produce un mo vimiento desde la confusión al orden, desde el orden indeterminado al determi nado, «un aumento de la diferencia que distingue a las partes entre sí» (Spencer, 1902/1958: 361); por tanto, la evolución supone un movimiento desde lo inde-
130
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
finido a lo definido. (En el capítulo undécimo advertiremos que Parsons desa rrolló en su obra tardía una teoría de la evolución similar.) Así, los tres elementos principales de la evolución son la integración creciente, la heterogeneidad y la definición. Spencer se preocupa, más específicamente, por la aplicación de estos elementos de su teoría general de la evolución, a las estructuras y las fitnciones. En el nivel más general, relaciona las estructuras con la «materia» y ve a aquéllas cada vez más integradas, más heterogéneas y más definidas. Relaciona las funciones con el «movimiento retenido», y tam bién las percibe cada vez más integradas, heterogéneas y definidas. Más tarde tendremos la ocasión de analizar pensamientos más concretos de Spencer sobre la evolución de las funciones y las estructuras en su obra sobre la sociedad. Una vez esbozada su teoría de la evolución, Spencer analiza las razones que explican que ocurra la evolución. Primera, Spencer afirma que los fenómenos homogéneos son inherentemente inestables: «los absolutamente homogéneos pueden fácilmente perder su equilibrio; y los relativamente homogéneos se con vierten temporalmente en menos homogéneos» (1902/1958; 426). Una de las razones de esta inestabilidad es el hccho de que las diferentes partes de un sis tema homogéneo están constantemente supeditadas a las diferentes fuerzas, y por ello éstas tienden a diferenciar aquéllas entre sí. Los cambios que experimenta una parte de un sistema, que una vez fue homogéneo, conducen inevitablemente a que se produzcan cambios en otras partes que, a su vez, dan lugar a una mayor multiformidad. Un segundo factor por orden de intervención, aunque de escasa importancia, es la multiplicación de los efectos. Para Spencer, la multiplicación de los efectos es geométrica. En otras palabras, un ligero cambio en un sistema homogéneo tiene efectos que se ramifican de manera creciente. Así, con el tiempo, el que una vez fuera un sistema homogéneo es cada vez más heterogéneo. Tercera, Spencer analiza los efectos de la segregación sobre la evolución. Un sector se segrega de otro debido a una falta de vínculo entre su componentes, que son diferentes de los componentes de otros sectores. Esta segregación sirve para el mantenimiento de las diferencias entre los sectores, y ello, a su vez, para impulsar la multiplicación de los efectos cuando un sector se expone a las ca racterísticas diferenciales de los otros sectores y las incorpora en su seno. Teniendo en cuenta que la evolución es un proceso inevitable, se plantéala siguiente pregunta: ¿a dónde se encamina la evolución? En su camino hacia su estado final, los fenómenos atraviesan una serie de estados transitorios que pue den describirse como de «equilibrio en movimiento», mientras que el estado final del proceso constituye un nuevo equilibrio. Se puede pensar que nos mo vemos hacia «un estado de quietud», y entonces se plantea la pregunta; «¿Aca so no progresamos manifiestamente hacia la muerte omnipresente» debido a la disipación de las fuerzas motrices? (Spencer, 1902/1958: 508). Spencer respon de a esta pregunta negativamente, afirmando que nos movemos hacia la vida universa) a través de nuevos estadios del proceso de la evolución. No obstante, sí señala un estado final del proceso de la evolución; «La evolución termina sólo cuando se alcanza la perfección total y la felicidad más absoluta» (Spen-
HERBERT SPENCER
131
cer, 1902/1958; 511). Obviamente, Spencer tenia gran fe en el proceso de la evolución, y el estado final de la perfección le proporcionaba los criterios con los que evaluar los demás pasos del proceso evolucionista. A pesar de su fe en la evolución, Spcncer admitía, de un modo dialéctico, que el proceso de la disolución complementaba el proceso de evolución y, pe riódicamente. lo conducía a su ruina. El proceso de disolución es probable que se produjera cuando la evolución acababa y los fenómenos habían comenzado a decaer. En muchos y diferentes aspectos la evolución constituye el enfoque central de la obra de Spencer, pero lo que a nosotros nos importa más es la evolución de las sociedades humanas, su desarrollo y la evolución de sus estructuras y fun ciones. Siguiendo los pasos de Spencer, analizaremos la evolución de la socie dad en general, y también la de algunas instituciones sociales específicas. La razón fundamental por la que Spencer dedicó tanta atención a la evolución de la sociedad y sus instituciones reside en su idea de que para comprender plena mente las relaciones sociales humanas era necesario entender su evolución (así como sus ciclos y disolución).
SOCIOLOGIA Definición de la ciencia de la sociología De acuerdo con su enfoque evolucionista, Spenccr define «el objeto de la sociología como el estudio de la evolución en su forma más compleja» ( i 873/1961: 350). Dicho de otro modo, la sociología era «la historia natural de las sociedades» o, más específicamente, «un orden entre los cambios estructurales y funcionales que experimentan las sociedades» (Spencer, 1873/1961; 63-64). Sin embargo, Spenccr no limita la sociología al estudio histórico de las sociedades, sino que incluye también el estudio de los modos en que las organizaciones e instituciones contemporáneas «se relacionan con el resto de los fenómenos de sus respectivos momentos; las instituciones políticas, las distinciones de clase, los tipos de familias, los modos de distribución y grados de interacción entre las localidades, la cantidad de conocimiento, las creencias religiosas, la moral, los sentimientos, las costumbres y las ideas» (1873/1961; 120). Ahora bien, aunque Spencer justifica la necesidad de la investigación de la sociedad contemporánea, es consciente de que sólo tiene verdadero significado cuando se la sitúa en un contexto histórico evolucionis ta. No obstante, sean cuestiones históricas o contemporáneas el objeto del aná lisis sociológico, es evidente que la sociologia de Spencer se centra fundamental mente en los fenómenos macrosociales (agregados sociales) — las sociedades, las estructuras sociales y las instituciones sociales— , así como en sus funciones'. ' En su obra, sin embargo, Spencer ofrece algunos análisis microsociales, en especial e! de los rituales en su estudio de las ceremonias (véanse las páginas 147-149).
132
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Spenccr {1873/1961: 115) compartía con Comte la idea de que la sociología debía tratar las cuestiones sociales del mismo modo que las ciencias naturales estudiaban sus fenómenos. Además, Spencer, como Comte, pensaba que la so ciologia, en especial en sus aspectos evolucionistas, constituía la más compleja de las ciencias. Aunque Spencer creía que la sociología era una ciencia (compleja), recono cía que no era exacta, no sin preguntarse retóricamente cuántas ciencias lo eran en realidad. En opinión de Spenccr, una ciencia requiere simplemente formular generalizaciones (leyes) y construir interpretaciones basadas en ellas. La socio logía busca las leyes de los fenómenos sociales del mismo modo que las cien cias naturales buscan las leyes de los fenómenos naturales. «Una sociedad, o tiene leyes o no las tiene. Si no las tiene, no puede haber orden ni seguridad, y sus fenómenos no presentan sistema alguno. Si tas tiene, entonces son como las otras leyes del universo: seguras, inflexibles, siempre activas y sin excepcio nes» (Spencer, 1850/1954; 40). Aunque la sociologia y otras ciencias se esfuer zan por hacer predicciones sobre el futuro basándose en tales leyes, en la mayo ría de los casos las ciencias deben contentarse con las predicciones más generales. En su esfuerzo por sentar las bases para esa suerte de sociología científica, Spencer se encontró con el mismo problema que tuvieron otros sociólogos: la necesidad de legitimarla. Por ejemplo, se vio obligado a señalar que los profa nos eran incapaces de captar la complejidad de las cuestiones que preocupan a los sociólogos; se necesita estar sociológicamente preparado para comprender las. Como en su vida cotidiana se plantean las mismas cuestiones que preocu pan a los sociólogos, los profanos de los tiempos de Spencer, y también los de nuestro tiempo, están erróneamente convencidos de que pueden realizar el tra bajo de un sociólogo avezado tan bien como él. Spencer también hizo frente a la equivocada seguridad de los profanos en sus opiniones y a su hostilidad hacia los sociólogos, señalando que la incapacidad del profano «va acompañada de un convencimiento exagerado de que sus opiniones sobre las cuestiones socio lógicas son correctas, y de la ridiculízación de los que, tras una larga formación, saben su significado y lo difícil que resulta entenderlas correctamente» (1873/ 1961; 115). A resultas de esas actitudes profanas, Spencer percibía la existencia de muchas barreras que obstaculizan el reconocimiento que merece la sociolo gía. Entre estas barreras se pueden contar; el hecho de que prácticamente nin gún profano pueda captar la complejidad del objeto de la sociología; el que no se percaten de que realmente existe esa complejidad; su equivocado convenci miento de la validez de sus juicios; y cl que la mente de la mayoría de los profanos no sea lo suficientemente flexible y abierta para aceptar la nueva pers pectiva ofrecida por la sociología. Spencer advertía que los sociólogos, a diferencia de los profanos en 1a ma teria, requerían hábitos disciplinados de pensamiento, y que estos hábitos de bían derivarse de un cuidadoso estudio de otras ciencias. Esta necesidad de estudiar otras ciencias se apoya en un argumento similar de Comte, es decir, que la ciencia de la sociología incluye fenómenos que preocupan también
HERBERT SPENCER
133
al resto de las ciencias. Spencer dio una especial importancia a la necesi dad de que los sociólogos se familiarizasen con los campos de la biología y la psicología. Spencer pen.saba que existían tres vínculos básicos entre la biología y la sociologia. Primero, creía que todas las acciones sociales estaban determinadas por las acciones de los individuos, y que aquéllas acciones conformaban las leyes de la vida en general. Así, para entender las acciones sociales, el sociólo go debía conocer las leyes básicas de la vida, y la biología era la que le ayudaba a comprender esas leyes. Segundo, se dan importantes analogías entre ia socio logía y la biología. Es decir, la sociedad en su conjunto, como un organismo vivo, se caracteriza, entre otras cosas, por el desarrollo, la estructura y la fun ción. Así, una comprensión de la biología de los organismos vivos, que después de todo es más fácil de estudiar que el organismo social, ofrece muchas claves para la comprensión de la sociedad. Spencer concluye, «No puede lograrse una comprensión de las verdades de la sociología sin haber alcanzado previamente una comprensión racional de las verdades de la biología» (1873/1961: 305). Tercero, existe entre los dos campos una suerte de progresión y relación natu ral, puesto que los humanos constituyen el problema «último» de la biología y el punto de partida de la sociologia. El funcionamiento dcl proceso de «supervivencia del más apto», tanto en los organismos vivos como en los sociales, constituye una semejanza aún más específica entre la biología y la sociología. Spencer pensaba que el proceso de «supervivencia dcl más apto» tenía lugar en ambos reinos, el social y el biológi co, y que la biología nos brinda una importante lección: en el mundo social hay que evitar interferir en este proceso. Spencer también dedicó considerable atención a la psicología, otra de las bases principales de la sociologia. Adoptó la perspectiva general de que «las verdades psicológicas yacen en la base de las verdades sociológicas» (Spencer, 1873/1961: 348). En su opinión, la psicología es el estudio de la inteligencia, los sentimientos y la acción. Creía que una de las principales lecciones que nos proporcionaba la psicología era que los sentimientos, y no la inteligencia, eran los que determinaban la acción. Esta idea condujo a Spencer a subrayar los sentimientos y a desestimar la importancia de la inteligencia y el conocimiento en sus análisis sociológicos (en el capítulo anterior sobre Comte encontramos una perspectiva similar). Si bien las personas han estado siempre dominadas por los sentimientos y los deseos, ello es especialmente cierto en las sociedades primitivas. Los hombres primitivos eran inherentemente impulsivos, y como «no estaban acostumbrados a la vida social, se habían habituado a la satisfac ción incontrolada de los deseos inmediatos» (Spenccr, 1908a: 64). Las personas del mundo modemo, en cambio, si bien también se guiaban dominadas por los sentimientos, las emociones y los deseos, tenían mayor capacidad para contro larlos porque estaban más habituadas a la vida colectiva. Así, Spencer afirmaba que los hombres primitivos se caracterizaban por un mayor egoísmo y que en el mundo modemo existía más altruismo. Esta orientación general llevó a Spencer
134
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
a centrarse en los fenómenos colectivos; desde el punto de vista político, este hincapié en la importancia de los sentimientos constituye uno de los factores en los que se sustanció su oposición al cambio consciente e inteligente de la sociedad. Si bien Spencer engasta su sociología en una serie de supuestos sobre las características psicológicas de los individuos, no acepta la idea de que estas características sean invaríables. Es más, pensaba que las características psico lógicas cambiaban cuando se producían cambios en la sociedad, asi como cuan do variaban las condiciones más generales dcl entorno. A partir de su estudio de la psicología, y más generalmente, a partir de su orientación filosófica básica, Spencer llega a la conclusión «metodológicamen te individualista» de que las unidades de la sociedad son los individuos y de que los individuos constituyen la fuente de los fenómenos sociales. Todo en la so ciedad se deriva de los motivos de ios individuos, de la combinación de motivos similares de muchos individuos, o del conflicto entre los que tienen un conjunto de motivos y los que tienen otro distinto. No obstante, aunque Spencer funda menta su sociología en estos principios psicológicos, no dedicó demasiado tiempo a analizar el modo en que estos fenómenos psicológicos conducían al desarrollo de la sociedad y de sus diversas instituciones. Spencer supone que los indivi duos son unidades y constituyen la base de la sociedad y las instituciones, para pasar luego a un macronivel y estudiar así la evolución de la sociedad y sus instituciones. Esta falta de preocupación (salvo algunas excepciones; véase más abajo el análisis sobre las instituciones ceremoniales) por el modo en que emer gen los macrofenómenos (la sociedad y las instituciones) a partir de las microunidades (los individuos y sus motivos) constituye una grave debilidad de la teoría sociológica de Spencer.
Métodos sociológicos Dentro del contexto de la definición de Spencer de la sociología como ciencia, nuestro pensador aborda una serie de problemas metodológicos. Se esforzó por mostrar que «la naturaleza del objeto de la sociología obstaculiza enormemente su avance» (1873/1961: 66). Pensaba que la sociología se topaba con unas difi cultades que la distinguían de las ciencias naturales. Para empezar, existían dificultades en lo tocante a la naturaleza intrínseca de los hechos que los soció logos deben analizar. Por ejemplo, los fenómenos sociales no pueden percibirse directamente. A diferencia de los fenómenos naturales, no pueden estudiarse y medirse con instrumentos como relojes, termómetros, balanzas y microscopios. (Por supuesto, la sociología moderna ha demostrado que algunos fenómenos sociales pueden estudiarse y medirse con ciertos instrumentos [por ejemplo, las cintas magnetofónicas y de vídeo]). Otra dificultad metodológica consistía, se gún Spcncer, en que los sociólogos, a diferencia de los psicólogos, no podían usar la introspección como método; los hechos sociales no pueden estudiarse mediante la introspección, mientras que sí puede utilizarse para el estudio de los
HERBERT SPENCER
135
hechos psicológicos. (De nuevo, algunos sociólogos modernos [por ejemplo, lüs fenomenólogos] sí la utilizan como método.) Los hechos de interés sociológico no sólo son diferentes de los que preocu pan a las ciencias naturales y a la psicología, sino que son mucho más comple jos y difíciles de estudiar. Los sociólogos se topan con cl análisis de un sinnú mero de detalles altamente dispersos. Suele resultar difícil llegar a tener un conocimiento exacto de lo que sucede, porque los eventos ocurren en un área geográfica extensa y durante largos periodos de tiempo. Así, por ejemplo, Spencer se refiere al arduo estudio que requiere la creciente división del trabajo, ya que existía bastante tiempo antes de que se perfilara su desarrollo. Otro problema objetivo de la sociología era la escasa fiabilidad de los datos de las sociedade.s pasadas j presentes. Por un lado, los datos aparecen distorsio nados debido a los estados subjetivos de los testigos de los eventos sometidos a estudio, pero los sociólogos deben confiar en su testimonio para contrastar sus datos. Por otro, el observador sociológico desvía a menudo su atención hacia hechos triviales y superficiales que le impiden vislumbrar lo verdaderamente importante. Spencer recomienda a los sociólogos una serie de precauciones: «Siempre hemos de tener conciencia de las diversas maneras en que la eviden cia se ha podido viciar y estimar su verdadero valor una vez reconocidas esas maneras; y nos debemos cuidar de que nuestras conclusiones no dependan de ninguna clase de hechos específicos ocurridos en un lugar o momento determi nado» (1873/1961: 103). Si bien Spencer reconocía que las dificultades objeti vas son formidables, pensaba que la sociología podía analizar científicamente las clases generales de hechos, pero no los hechos específicos. Los sociólogos también debían enfrentarse a la realidad de que eran obser vadores humanos de fenómenos humanamente creados. Como ser humano, el sociólogo corre el riesgo de aplicar profesionaimente los modos de observación y razonamiento que emplea en su vida cotidiana, y estos hábitos pueden no ser útiles e incluso constituir un estorbo para el estudio sociológico. Los sociólogos deben analizar a los individuos teniendo siempre presentes sus criterios cientí ficos. En general, suelen experimentar dificultades a la hora de analizar su pro pia sociedad, y éstas se agravan cuando exploran otras sociedades. Los sociólogos mantienen una relación con los hechos que observan muy diferente de la de los científicos naturales. Las emociones de ios sociólogos pueden llegar a influir en sus juicios sobre los fenómenos sociales o llevarles a formar opiniones sin el suficiente fundamento. Spencer afirma que «las mentes bajo el influjo de un odio o una admiración desmesurados son incapaces de llegar a conclusiones equilibradas sobre los fenómenos sociales que constitu yen la ciencia social» (1873/1961: 144). En este contexto, Spencer analiza al gunos prejuicios emocionales específicos. En primer lugar está el sesgo educativo. Spencer encuentra su origen en el hecho de que vivimos en una sociedad que combina elementos de sociedades militares y sociedades industriales (véase más adelante). El resultado es que se nos educa en una confusa mezcla de ideas derivadas de ambos sistemas, y ello
136
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
lleva a los sociólogos a interpretar erróneamente los fenómenos sociales. El sociólogo debe evitar ios prejuicios contra ios tipos de sociedades antes men cionados, y debe ser capaz de estudiar imparcialmentc ambas y reconocer la necesidad histórica de su presencia. Por ejemplo, como analizaremos más tar de, Spencer, a pesar de sus prejuicios contra el estado de guerra, llegó a la conclusión de que la guerra era funcional en las sociedades militares. En segundo lugar, el sesgo del patriotismo (y el antipatriotismo). Como afirmaba nuestro pensador: « ‘Nuestra patria, esté en lo correcto o no’,... quien quiera que abrigue ese sentimiento carece del equilibrio emocional requerido para analizar científicamente los fenómenos sociales» (1873/1961: 185). Los sociólogos deben emanciparse del prejuicio del patriotismo, pero Spencer reco noce que no resulta fácil lograrlo. No obstante, tenia esperanza en el futuro ya que pensaba que el triunfo de la sociedad industrial — el consiguiente aumento de los sentimientos armoniosos y la disminución de la hostilidad hacia las socie dades diferentes a la nuestra— equivaldrá a una reducción de los prejuicios patrióticos, y a un incremento en la capacidad de ser objetivos a la hora de contemplar nuestra sociedad, y el resto de sociedades históricas y contempo ráneas. El tercero, el más peligroso de todos para el trabajo sociológico, es el sesgo de clase, se halla en las clases alta y baja, entre patronos y asalariados. Dado que todos los sociólogos proceden de una clase determinada, suelen reflejar sus prejuicios en su trabajo. Una vez más, no obstante, Spencer está esperanzado ante el futuro y cree que el aumento de la armonía societal conducirá a un menor antagonismo de clase y a una mayor capacidad de los sociólogos para llegar a conclusiones más equilibradas sobre los fenómenos sociológicos. Pero Spencer va más lejos y se sirve de su argumento sobre el sesgo de cla se para reafirmar su orientación conservadora: «El sesgo de clase oscurece la verdad, en todo caso difícil de vislumbrar, de que el tipo presente de organi zación industrial, así como el modo existente de organización política, son lo mejor que la naturaleza humana permite. Los males que hay en ella no son sino los males que las imperfecciones de los hombres han producido» ( 1873/1961: 229). A lo largo de todo el capitulo ¡remos analizando el conservadurismo de la so ciologia de Spencer y sus implicaciones. En cuarto lugar, Spencer analiza el sesgo político. El gobierno, sus leyes y sus partidos políticos, entre otros fenómenos políticos, influyen en el trabajo de los sociólogos. Los sociólogos no sólo tienden a ver las cosas tal y como se ven desde el sistema politico, sino que suelen examinar las formas políticas visibles e ignorar fenómenos políticos menos visibles (como, por ejemplo, el «carácter nacional»). Además, el sistema político tiende a oscurecer los efectos inespera dos de los cambios políticos legales e ilegales. Por ejemplo, el gobierno influirá para que los observadores se percaten de los posibles beneficios de los cambios políticos e ignoren sus probables males. Y por último, Spencer distingue el sesgo teológico. Por ejemplo, e! sociólo go puede sentirse inclinado a analizar las cosas relativas al credo de una reli
HERBERT SPENCER
137
gión determinada más que el modo en que influyen en el bienestar general de la humanidad. Aunque Spencer no pronosticó el fin de la religión, creia que expe rimentaba el proceso evolutivo descrito más arriba, proceso en el que la teolo gía va disminuyendo como fuente de prejuicios en un futuro. En su esfuerzo por excluir de la investigación sociológica estos y otros ses gos, Spencer sitúa la disciplina en una perspectiva «libre de valores» (para una perspectiva más completa sobre esta cuestión, véase el capítulo séptimo sobre Weber). Afirma, por ejemplo, que en el curso de nuestras investigaciones sociológicas... debemos excluirá! máximo posible toda emoción que se prevea puedan provocar los hechos... las interpreta ciones fiables de los fenómenos sociales implican la intervención de una concien cia cuasi carente de pasiones. Aunque los sentimientos no pueden y no deben ex cluirse de la mente cuando se contemplan aquellos fenómenos, sí deben quedar al margen cuando se los analiza como fenómenos naturales con el fin de comprender sus causas y efectos. (Spencer, 1908b: 230, 232) Spencer empleó en su obra lo que actualmente se denomina el método his tórico comparado. Es decir, se comprometió principalmente con el estudio com parado de los diferentes estadios por los que habían atravesado las sociedades en el curso del tiempo, asi como de los diversos tipos de sociedades contempo ráneas. La meta de esta investigación era siempre procurar, de un modo induc tivo, apoyo para las teorías derivadas deductivamente de su orientación gene ral. También se interesó por desarrollar generalizaciones empíricas basadas en sus estudios comparados y, en especial, evolucionistas. No debemos dar por concluido este apartado sin mencionar los quince volú menes que contienen datos sobre diversas sociedades (por ejemplo, los antiguos mexicanos y los romanos de la antigüedad) encargados por Spencer, pero de cuya redacción se ocuparon otras personas de acuerdo con un sistema de cate gorías desarrollado por el pensador que analizamos (J. Turner, 1985b: 95-104). Aunque los sociólogos apenas han leído o usado estos volúmenes, y a pesar de que resulta prácticamente imposible encontrarlos hoy en día, reflejan el com promiso de Spencer con la investigación empírica de tipo histórico-comparado, que tenía por objeto crear una base en la que poder apoyar inductivamente (o descartar) las teorías derivadas deductivamente.
LA EVOLUCION DE LA SOCIEDAD Spencer emplea su teoría de la evolución en su extensa obra en tres volúmenes The Principies ofSociology [Principios de sociología] (1908a, 1908b, 1908c). (Una buena parte de esta obra se publicó en una serie de artículos de revista a finales del siglo xix.) En su análisis más específico de la evolución de la socie dad y sus principales instituciones, Spencer emplea las tres dimensiones gene
138
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
rales señaladas más arriba — la integración creciente (tamaño y asociación cre cientes de masas de personas), la heterogeneidad, y la definición (instituciones sociales más perfiladas). Además, emplea una cuarta dimensión, la coherencia creciente de los grupos sociales (las modernas naciones civilizadas se mantie nen unidas durante mucho más tiempo que los primeros grupos nómadas). Así, el siguiente enunciado resume su fórmula general de la evolución social; «Se produce un progreso hacia un mayor tamaño, una mayor coherencia y una m a yor multiformidad y defínición» (Spencer, 1908a; 597). Antes de seguir adelante, es importante subrayar que, a diferencia de lo que puede pensarse a primera vista, Spencer no creía que la evolución social fuera inevitable y unilineal. Es decir, la evolución no tiene por qué ocurrir for zosamente y no siempre se mueve en una única dirección. Las sociedades cam bian constantemente en función de los cambios que se producen en su entorno, pero esos cambios no necesariamente tienen que ser evolucionistas. «Sólo de vez en cuando se produce un cambio en el entorno que inicia en el organismo una nueva alteración que da lugar a ia formación de algo similar a una estructu ra superior» (Spencer. 1908a: 95-96). En cualquier momento determinado puede producirse la evolución, la disolución o no producirse ningún cambio. La evolución no sólo no es inevitable, sino que cuando ocurre no adopta una única pauta unilineal; los estadios no aparecen necesariamente en un orden con secutivo. Pero necesitamos una definición de sociedad antes de seguir con la evolu ción de la sociedad. Spencer analiza la cuestión del nominalismo (la sociedad no es nada más que sus partes constituyentes) frente al realismo (la socie dad constituye una entidad distintiva y distinguible) y se sitúa de parte de! rea lismo a causa de la «permanencia de las relaciones entre las partes constitu yentes que forman la individualidad del conjunto» (1908a; 447). «Debemos contemplar la sociedad, pues, como una entidad porque, aunque formada por unidades discretas, se produce cierta concreción de su asociación por obra de la persistencia general de sus relaciones en toda el área ocupada» (Spencer, 1908a: 448), Asi, Spencer considera que la sociedad es una «cosa», si bien no idéntica a las demás cosas excepto por los principios semejantes relativos a los modos en que se relacionan sus partes constituyentes. Debe subrayarse aquí que el realismo social de Spencer sintoniza difícil mente con su individualismo metodológico analizado más arriba. El individua lismo metodológico lleva por lo general más fácilmente a adoptar una postura nominalista sobre la sociedad. Y a la inversa, el individualismo metodológico generalmente excluye la orientación realista de la sociedad. Spencer mantiene a la vez ambas posturas sin decirnos cómo es posible adoptar estas dos perspecti vas discordantes o cómo se vinculan entre sí. En otras palabras, ¿cómo crean los individuos una sociedad «real»? Spenccr comienza haciendo conjeturas sobre los individuos, impone luego la existencia de la sociedad y termina (como vere mos más tarde) planteando una serie de problemas en torno a la influencia ne gativa de la sociedad en los individuos.
HERBERT SPENCER
139
Spencer creía que las sociedades se asemejaban a los cuerpos orgánicos (aunque eran diferentes a ellos) en que los dos se caracterizaban por las relacio nes permanentes entre las partes constituyentes. Su organicismo le llevó a en contrar varios paralelismos entre la sociedad y las entidades orgánicas. Entre otras semejanzas, ambas aumentaban su tamaño y acusaban una diferenciación funcional y estructural. Además, tanto sociedades como organismos se caracte rizaban poruña creciente división del trabajo, por el desarrollo de una diferen ciación interrelacionada que establece, a su vez, otras posibles diferencias. Las partes constituyentes de la sociedad, como las de un organismo, están interconectadas y dependen unas de otras. Y eso no es todo, en el supuesto de que muera el conjunto de la sociedad o un organismo, las partes pueden sobrevivir; y a la inversa, el conjunto puede sobrevivir incluso en el caso de la muerte de las partes (por ejemplo, la sociedad sigue existiendo incluso después de la muerte de los individuos). Se plantea aquí la cuestión de si Spencer pensaba que la sociedad era real mente un organismo o si creía sólo que existían algunas analogías importantes entre ambos. Si bien algunas veces Spencer analizaba la sociedad considerán dola un organismo, su postura explícita era que simplemente se daban paralelis mos importantes entre los dos y que nuestra comprensión de la sociedad podía mejorar si comprendíamos esos paralelismos. Desde una perspectiva más concreta, Spencer (1908b) contempla la socie dad como una agregación de personas que forman un grupo en el que se produ ce cooperación con objeto de obtener fines comunes. La cooperación en la so ciedad requiere cierta forma de organización. Desde el punto de vista de nuestro pensador, había dos tipos básicos de cooperación. El primero era la división del trabajo, que constituía un sistema espontánea e inconscientemente desarrollado al servicio de los intereses de los individuos e, indirectamente, al de los de la sociedad. Tenemos, pues, una situación en la que los individuos persiguen cons cientemente sus fines personales, mientras la organización, que evoluciona de un modo inconsciente, no es coercitiva. El segundo sistema de cooperación era el constituido para la defensa y el gobierno; es decir, la organización política, un sistema creado consciente e intencionadamente al servicio directo de los intereses de la sociedad e, indirectamente, a los del individuo. El sistema políti co entraña la persecución consciente de fines públicos, y esta organización, que evoluciona conscientemente, es coercitiva para los individuos. El primer elemento del trabajo de Spencer sobre la evolución de la sociedad es el aumento de tamaño de la misma. En su opinión, las sociedades, semejantes a los organismos vivos, «comienzan siendo gérmenes» (Spencer, 1908a; 463). Los fenómenos «superorgánicos» (sociales), como los organismos, crecen me diante la multiplicación de los individuos y la unión («composición») de los grupos (por ejemplo, las tribus), pudiéndose producir ambas, multiplicación y unión, de manera simultánea. El aumento del tamaño de la sociedad va acompañado de un crecimiento estructural. Spencer define el término estructura como «organización» (1908c; 3).
140
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Un mayor volumen implica una mayor diferenciación, mayores y más numero sas diferencias entre las partes. De hecho, Spencer afirma que «el aumento del tamaño [de la sociedad] supone una mayor complejidad» (1908a: 471). En tér minos más generales, mantiene que «todas las estructuras sociales son el resul tado de las especializaciones de una masa relativamente homogénea» (Spencer, 1908c: 181). La primera diferenciación es la emergencia de una o más personas que reclaman y/o ejercen autoridad. Pronto surge la división entre las estructu ras reguladoras y mantenedoras de la sociedad. Tendremos algo más que decir sobre estas estructuras más tarde, pero, en sus primeras fases, la estructura re guladora estaba relacionada con las actividades militares, mientras las activida des económicas del grupo estaban vinculadas con las estructuras mantenedoras. Hn un primer momento esta diferenciación estaba estrechamente relacionada con la división del trabajo entre los sexos: los hombres se encargaban de ta estructura reguladora (la militar) y las mujeres de las estructuras mantenedoras. A medida que evoluciona la sociedad, cada una de estas estructuras experimen ta una mayor diferenciación; por ejemplo, la entidad reguladora adquiere un sistema de reyes, gobernantes locales, autoridades menores, etc... Luego surgen diferentes clases sociales como los militares, los sacerdotes y las clases escla vas. Una mayor diferenciación se produce en el seno de cada clase social; en la clase de los sacerdotes, por ejemplo, se distinguen los brujos, los sacerdotes, los adivinos y los exorcistas. En términos generales, la sociedad se mueve hacia una mayor diferenciación y complejidad estructural. La creciente diferenciación entre estructuras va acompañada de una dife renciación no menos creciente entre funciones. Una Junción es «la necesidad satisfecha» por una estructura (Spencer, 1908c: 3). Spencer afirma que «es im posible que se produzcan cambios en las estructuras sin que se den cambios en las funciones» (1908a: 485). En términos más generales, mantiene que no se pueden comprender plenamente las estructuras sin tener una concepción clara de sus funciones, o de las necesidades satisfechas por las estructuras. En un estadio relativamente indiferenciado, las diversas partes de la sociedad pueden realizar la función de otras. Así, en una sociedad primitiva los guerreros podían ocuparse de la comida y las mujeres podían ir a luchar en caso necesario. Sin embargo, a medida que la sociedad adquiere mayor complejidad estructural, cada vez es más difícil que las partes altamente especializadas puedan cumplir las funciones de otras. La evolución supone un progreso funcional y estructural: «Con el avance de la organización, cada parte, estrictamente limitada a su co metido, cumple mejor su cometido [es decir, su función]; el intercambio de los beneficios aumenta; cada uno ayuda a todos los demás, y los demás ayudan a cada uno, cada vez más eficientemente; y la actividad total, lo que denomina mos vida, individual o nacional, aumenta» (Spencer, 1908a: 489). Una vez establecido que las sociedades evolucionan tanto estructural como funcionalmente, Spencer regresa a los sistemas reguladores y mantenedores mencionados más arriba y añade un tercero, el sistema distributivo. En el análi sis de los tres sistemas, Spencer se sirve de la analogía entre los sistema.? socia
HERBERT SPENCER
141
les y los organismos. En los sistemas sociales, como en los organismos, el siste ma mantenedor se ocupa de las cuestiones internas con el fin de mantenerlas con vida. En un organismo vivo el sistema mantenedor adopta la forma de apa rato digestivo, mientras que en el sistema social se sustancia en los diversos elementos del sistema industrial. De las cuestiones externas, tanto en los siste mas sociales como en los organismos vivos, se ocupa el sistema regulador. Fl sistema regulador adopta la forma del sistema neuromuscular en los organismos y del aparato gubernamental-militar en los sistemas sociales. Ambos se ven implicados en los casos de guerra contra otros sistemas o de conflictos con el entorno. Finalmente, el sistema distributivo conecta los órganos y sistemas man tenedores y reguladores. Aquí Spencer encuentra una semejanza entre las venas y arterias (en los organismos) y las vías de comunicación (en los sistemas socia les), «canales que llevan en el caso de uno sangre y suero, y en el del otro, hombres y mercancías» (1908a; 510). Además de describir cada una de estas estructuras y las funciones que cumplían, Spencer también demostró que cada una de ellas experimentaba un proceso de evolución.
Sociedades simpPes y compuestas Sobre la base de sus supuestas inducciones a partir de la evolución de las socie dades pasadas y presentes, Spencer desarrolla dos sistemas diferentes para la clasificación de las sociedades. El primer y más antiguo método se basaba en cl crecimiento de la cantidad de miembros de un agregado y en cl grado de compo sición o unión de los agregados a través de su combinación con otros agregados mediante la conquista o la absorción pacifica. Aunque, como hemos señalado más arriba, Spencer solía oponerse a la teoria unilineal simple de la evolución, parece que en lo tocante a esta cuestión afirmaba que: «Las fases de composi ción y recomposición deben atravesarse sucesivamente. Ninguna tribu llega a ser una nación debido a un crecimiento simple; y ninguna gran sociedad llega a constituirse mediante la unión directa de las más pequeñas sociedades» (1908a; 555; cursivas añadidas). Spencer identifica cuatro tipos de sociedades de acuerdo con su grado de composición. En primer lugar hallamos las sociedades simples, que constituyen entidades cuyo funcionamiento es sencillo y que carecen de conexión con otra u otras entidades. Se trata de sociedades relativamente homogéneas e inciviliza das que no han experimentado un proceso de composición. En segundo lugar figuran las sociedades compuestas, que presentan cierta heterogeneidad. Por ejemplo, en este tipo de sociedades es posible identificar un jefe supremo que gobierna sobre los jefes de varios grupos simples. De la existencia de varios gmpos en su seno se deduce obviamente que se ha producido cierta composi ción, bien mediante la conquista, bien por medios pacíficos. En estas socieda des identificamos, como consecuencia de un mayor grado de heterogeneidad, una mayor división del trabajo económico y un incremento de la organización. En tercer lugar se encuentran las sociedades doblemente compuestas, constituí-
142
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
das sobre la base de la recomposición de los grupos compuestos. En ellas iden tificamos un grado más alto de heterogeneidad y mayores avances en la civili zación. Así, en e! reino político encontramos gobiernos más desarrollados y estables. Spencer describe muchos otros progresos de estas sociedades, como el desarrollo de una jerarquía eclesiástica, una división del trabajo más compleja, un derecho derivado de la costumbre, más ciudades y vías de comunicación y un progreso considerable en el conocimiento y el arte. Finalmente figuran las sociedades triplemente compuestas, o las grandes naciones del mundo, mucho más avanzadas que las anteriores en los campos antes mencionados, al igual que en muchos otros. A esta categoría pertenecían algunas sociedades antiguas, como el imperio romano, y también las naciones modernas.
Sociedades militares e Industriales spencer nos presenta un sistema secundario para la clasificación de las socieda des que, sin embargo, es más conocido que el que acabamos de mencionar. Aquí encontramos su famosa distinción entre sociedades militares e industria les, y una referencia al carácter de las sociedades que oscilan entre los dos tipos. Las sociedades militares tienden a estar dominadas por un sistema regulador, mientras las industriales se caracterizan por sistemas mantenedores altamente desarrollados. Spencer admite explícitamente que se trata de tipos ideales; «Durante la evolución social lo que ha solido existir ha sido una combinación de ambos» (1908b: 568). Creía que la evolución de la sociedad militar a la industrial era un proceso lento y duradero, y aquí Spencer tiene la precaución de especificar que no se trataba de un proceso unilinea!. También menciona brevemente la posibi lidad de un tipo «superior» de sociedad futura caracterizada por intereses inte lectuales y estéticos (Perrin, 1976), pero tiene muy poco que decir de naturaleza sustantiva acerca de la posibilidad de este tercer tipo de sociedad, Spencer describe con mucho más detalle las sociedades militares que las industriales, y se expresa con mayor claridad cuando analiza aquéllas debido a que las sociedades militares existían desde hacía mucho tiempo, mientras ias industriales aún seguían naciendo en su época. Las sociedades militares se caracterizaban por sus organizaciones altamen te estructurada.«; para el ataque y la defensa en caso de guerra. En efecto, el ejército y la nación constituían un solo elemento; «El ejército es la nación mo vilizada, y la nación es el ejército en reposo; por lo tanto, nación y ejército son la misma estructura» (Spencer, 1908a; 557). La sociedad militar está dominada por su sistema regulador, un gobierno centralizado y déspota, un control políti co ilimitado sobre la conducta personal, y una población rígidamente controla da, disciplinada y organizada. La cooperación que se da en este tipo de sociedad es producto de la coerción. El individuo existe sólo para el bien de la colectivi dad: «Bajo el tipo militar el individuo se debe al estado. La preservación de la sociedad constituye el fin por excelencia y la preservación de cada miembro es un fm secundario» (Spencer, 1908b; 572). En ellas existe una jerarquía social
HERBERT SPENCER
143
rígida, y las posiciones individuales se determinan de acuerdo con el rango, la ocupación y la localidad. La industria existe principalmente para satisfacer las necesidades dcl gobierno militar. Aunque censura el estado de guerra y abriga la esperanza de una sociedad futura en la que el conflicto bélico se encuentre reducido al minimo o haya quedado eliminado, Spcncer cree que la guerra es útil para las sociedades mili tares, ya que facilita la agregación social (por ejemplo, mediante la conquista). También resulta útil en el sentido de que prepara el terreno para la sociedad industrial; «Sin la guerra, no pueden constituirse los grandes agregados de hom bres y... sin estos grandes agregados de hombres es imposible que se desarrolle la sociedad industrial» (Spencer, 1873/1961; 176). Esta actitud hacia la guerra está relacionada con su idea de la supervivencia del más apto; «Debemos reco nocer la verdad de que la lucha por la existencia entre las sociedades ha sido útil para su evolución» (1908b; 241 ). Sin embargo, con el desarrollo de la sociedad industrial, la guerra se convierte en un recurso más disfuncional que funcional, bloquea el desarrollo industria!, consume personas y materias primas, anula los recursos intelectuales y fomenta las actitudes y conductas antisociales en una sociedad que valora la armonía. Como siempre, Spencer llega a las características de la sociedad militar mediante un proceso deductivo para luego demostrar que se sostienen en la inducción realizada a partir del análisis de las sociedades militares reales. Pero en el caso de las sociedades industriales se ve obligado a desviarse de su pauta habitual, ya que sus caracteristicas aún no eran totalmente visibles y se oculta ban tras las caracteristicas militares. Por lo tanto, para proceder a la descripción de las sociedades industriales, Spencer se siente obligado a confiar aún más, si es que ello es posible, en el método deductivo, no sin encontrar cierto apoyo en los datos de algunas sociedades reales con características industriales. La sociedad industrial está dominada por el sistema mantenedor, y su siste ma industrial es más desarrollado y variado. El control regulador que sigue existiendo tiende a ser más negativo (las personas no harán ciertas cosas) que positivo (las personas deben hacer ciertas cosas). No es necesario un control despótico, y el gobierno tiende a ser democrático y a permitir que los represen tantes del pueblo ejerzan cierto poder. El control que aún existe tiende a ser mucho más descentralizado. Se da la cooperación voluntaria entre las personas, y la colectividad existe para el bien de sus miembros. Se protege al individuo y se le permite desarrollarse. El sistema militar queda supeditado a las necesida des del sistema industrial. La armonía, más que e! conflicto y e! estado de gue rra, caracteriza a las sociedades industriales. Mientras las sociedades militares se ven obligadas a ser económicamente autónomas debido a su actitud hostil hacia los vecinos, las sociedades industriales son mucho más interdependientes desde el punto de vista económico. Las sociedades militares suelen ser suma mente rígidas, mientras las industriales son mucho más flexibles y tolerantes. Por supuesto, las sociedades descritas más arriba constituyen tipos ideales que, en realidad, pueden llegar a variar mucho dependiendo de sus ambientes.
144
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Spencer especifica el carácter típico ideal de la sociedad militar que había des crito; «Habiendo analizado una sociedad idealmente organizada para la guerra, podremos identificar en las sociedades reales las características que las llevan a la guerra» (1908b: 569; cursivas añadidas). Spencer especifica algunos factores que contribuyen a que las sociedades oscilen entre uno u otro tipo, e incluye entre ellos la composición racial, la naturaleza de la sociedad inmediatamente anterior, el hábitat y las sociedades del entorno. Spencer también analiza las «sociedades híbridas», parcialmente militares o industriales, y sostiene que suelen ser sociedades más militares que industriales. De hecho, describe su propia sociedad como una sociedad híbrida de transición: semimilitar y semiíndustrial (Spencer, 1908c; 551). Finalmente, aunque se da un proceso evolutivo general hacia las sociedades industriales, Spencer reconoce la posibilidad de regresión hacia una sociedad más militar. Por ejemplo, un conflicto internacional puede hacer que una sociedad industrial pase a ser más militar por el hecho de haber emprendido acciones externas más agresivas y desarrollado un gobierno inter no más represivo. Si bien Spencer creía que existía la amenaza permanente de una vuelta a la barbarie, abrigaba la esperanza de que se constituyera una suerte de federación entre ias naciones del mundo que impediría las guerras entre las naciones miembros. Así, Spencer no adopta una perspectiva unilineal de la evo lución de la sociedad respecto de su sistema de clasificación de las sociedades militares e industriales. Una vez analizada la evolución de la sociedad en su conjunto, nuestro pen sador regresa a la evolución de ciertas instituciones sociales, que estudiaremos en el siguiente apartado. En general, Spencer se propone describir las
LA EVOLUCION DE LAS INSTITUCIONES SOCIETALES Instituciones domésticas Spencer creía que las instituciones familiares (o domésticas) cumplian impor tantes funciones. Primera, contribuían a la preservación de los agregados socia les (por ejemplo, las sociedades) a los que pertenecían. En ias diferentes socie dades se dan distintas estructuras familiares, y el tipo de familia que prevalece en una sociedad determinada Spencer lo califica de «relativamente adecuado» para esa sociedad (1908a: 610). (De nuevo advertimos las implicaciones con servadoras de la orientación estructural-funcional de Spencer, ya que parece estar defendiendo cualquier estructura familiar que se de en un momento deter minado.) Segunda, corresponde a las familias proporcionar a la sociedad la máxima cantidad posible de miembros sano.s y criarlos hasta que alcancen la madurez. Tercera, a medida que ta estructura familiar evoluciona, los hijos fo
HERBERT SPENCER
145
mentan y hacen menos gravosos los intereses de sus padres. Los padres dispo nen de un periodo de tiennpo más largo antes de reproducirse, desciende la cantidad de hijos que tienen, pueden disfrutar más de su crianza, y disponen de más tiempo tras reproducirse y criar a los niños. Los últimos años de la vida de los padres son placenteros, tanto para ellos como para sus hijos. Esta ultima fase de la evolución de la familia ofrece ventajas biológicas y sociológicas, y constituye también un estadio superior en un sentido ético. En las sociedades primitivas (o simples) la familia, tal y como nosotros la entendemos, no existe, puesto que la vida se caracteriza por su inestabilidad e incertidumbre. Las relaciones entre los sexos no están reguladas por instituciones mayores o por sistemas de ideas. Spencer, en lo que constituye un fiel reflejo de sus prejuicios Victorianos, describe varias «prácticas repugnantes» de las socie dades primitivas, como el préstamo de mujeres y el incesto. Creía en la evolu ción a partir de esta base «repugnante», pero no se trataba de un proceso uniforme ounilineal. Por ejemplo, identificaba algunas costumbres domésticas «civilizadas» entre los primitivos y algunos hábitos «incivilizados» en las sociedades más avanzadas. «No obstante, si observamos los hechos en su totalidad, nos percatamos de que el progreso hacia tipos sociales superiores va acompañado del progreso hacia tipos superiores de instituciones domésticas» (Spencer, 1908a; 621-622), Spencer, a pesar de estas advertencias, procede a esbozar la historia de las «for mas sucesivamente superiores de estructura familiar» (1908a: 622). En otras palabras, se produce una progresión hacia formas familiares más evolucionadas en términos de una mayor coherencia, multiformidad y definición. Spencer contempla esta evolución desde el ventajoso punto de vista de los diversos tipos de relaciones entre ios hombres y las mujeres, entre los esposos y las esposas. Creia que el estadio más primitivo se caracterizaba fundamental mente por la promiscuidad. Sin embargo, desde su perspectiva, esta forma do méstica incoherente e indefinida (si asi puede llamarse) da lugar a otros tipos de relaciones entre el esposo y ia esposa: «Como, sin embargo, bajo condiciones normales, la crianza de una prole más numerosa y fuerte requiere relaciones sexuales más regulares, las sociedades caracterizadas por la promiscuidad ten dieron, por término medio, a desaparecer con mayor facilidad que aquéllas en las que apenas existía» (Spencer, 1908a: 652). De nuevo identificamos la ten dencia de Spencer a adoptar la perspectiva de la «supervivencia del más apto». La irregularidad de la promiscuidad no era apropiada para la producción cons tante de una cantidad numerosa de hijos, y por ello aquélla debía desaparecer y ser sustituida por unas relaciones más regulares entre el esposo y la esposa, con el fin de que pudieran cumplir mejor la función de la reproducción. El siguiente estadio se caracteriza por la poliandria, situación en la cual una mujer mantiene relaciones con varios hombres. La poliandria supone un avance sobre la promiscuidad, y ella misma experimenta un proceso de evolución (por ejemplo, desde la situación en la que una mujer se casa con varios hombres no emparentados hasta aquella otra en que los esposos son hermanos entre sí). Aunque la poliandria puede ser apropiada y funcionar bien en determinados
146
TEORIA SOCIOLOGICA C U S IC A
ambientes, en la mayoría de los casos apenas sirve a la preservación social, a la crianza de los hijos y al bienestar de los adultos. «Manteniéndose constantes otros factores, este tipo inferior de familia da lugar a tipos superiores de fami lia; y ello debido tanto a su menor fecundidad como a su menor cohesión fami liar y, consecuentemente, a la menor cohesión social resultante» (Spencer, 1908a: 663; cursivas añadidas). La fase que sigue al anterior estadio es la poliginia: un esposo tiene varias esposas. Spencer la considera un avance tanto sobre la promiscuidad como sobre la poliandria, porque las relaciones entre esposos y esposas son más definidas. Además, funciona mejor en el sentido de que satisface mejor las necesidades sociales al reducir la mortalidad de los niños y las mujeres. Y por añadidura, satisface mejor las necesidades de la sociedad al aumentar la cohesión social mediante una mayor ramificación de las relaciones familiares. Aumenta esa cohesión, por ejemplo, al promover la estabilidad política resultante del estableci miento de una sucesión de gobernadores de la misma línea familiar y posibilitar una forma más desarrollada de culto a los ancestros. Hste culto colectivo constituye una fuente de cohesión societai. Con todo, Spencer cree que la poligamia era apropiada sólo en los «estadios inferiores de la evolución social... reproduce en el seno familiar la barbarie característica de la vida exterior al hogar» ( 1908a: 678). En otras palabras, parece que era apropiada sólo para el estadio militar. Finalmente llegamos a la monogamia que, de nuevo desde el punto de vista de la Inglaterra victoriana de Spencer, donde aquélla era la regla, constituía la forma más avanzada de institución doméstica. Aunque la monogamia podía existir en sociedades más primitivas, a medida que la sociedad avanza en su evolución se da con mayor frecuencia. Entre otras cosas, la monogamia era el sistema familiar más evolucionado en lo relativo a la definición y fuerza de los vínculos entre los miembros de la familia. Para Spencer, la monogamia servía mejor a los intereses de los hijos, de los padres y de la sociedad, que los otros tipos familiares. La familia monogámica era la más apropiada para la sociedad de tipo industria!. Spencer relaciona la evolución de la familia hacia la monogamia con la mejora de la condición de las mujeres y los niños. En las sociedades militares las mujeres suelen recibir un trato cruel, pero con el avance hacia las sociedades industriales y la monogamia, se eleva su status y reciben mejor trato. Esto se debe, en parte, al creciente altruismo de las sociedades industriales, beneficioso para todas las relaciones sociales y, en parte, a la elevación del bajo status de las mujeres en la poliginia que las lleva hasta una condición más alta propia de la monogamia. Por lo que se refiere a la condición de los niños, se produce una mejoría similar. En las sociedades primitivas los niños suelen ser maltratados, y como se necesitan guerreros, a las niñas se las trata aún peor que a sus equiva lentes varones. En las sociedades industriales se reconocen más los derechos de los niños y hay más igualdad de trato para ambos sexos. En su análisis de la evolución de la familia, Spencer se basa principalmente en una serie de inducciones realizadas a partir de la evidencia empírica. No
HERBERT SPENCER
147
obstante, afirma que las conclusiones derivadas de la inducción armonizan con su teoria general de la evolución. En el seno de la familia percibimos un movi miento de lo «pequeño, incoherente e indefinido... a [lo] más coherente, más definido y más complejo» (Spencer, 1908a: 757-758). Las familias contempo ráneas funcionan mejor que sus predecesoras respecto del bienestar de la espe cie, de los hijos, de los padres y de la sociedad. Por último, Spencer reflexiona sobre cl futuro de la familia y explícita que no adopta una teoria unilineal de la evolución; «Debemos guardamos de supo ner que las sociedades (y las familias] desarrolladas son universales» (1908a: 763). Los tipos «inferiores» de sociedades y familias aún existen en lugares «inferio res» para los que aquéllos son apropiados. Y piensa que las sociedades militares y sus tipos familiares menos desarrollados seguirán existiendo en algunos luga res del mundo. Sin embargo, en el caso de las sociedades industriales, Spencer si adopta una idea unilineal respecto a !a familia; «La forma monogámica de la relación sexual es evidentemente la forma última; y cualquier cambio que se introduzca debe realizarse para aumentar su perfección y su propagación» (1908a: 764). El triunfo de la familia monógama entraña una serie de beneficios positivos como la eliminación de la promiscuidad, la supresión de la bigamia y el adulterio, la disminución de las tensiones familiares, un aumento del altruis mo, y un mayor deseo de hijos y nietos por parte de padres y abuelos. Spencer también pronostica una mayor igualdad de los sexos en la vida familiar, «pero parece improbable que se alcance una absoluta igualdad con los hombres» (1908a; 768).
Instituciones ceremoniales Spencer procede también a analizar las instituciones ceremoniales como estruc turas que regulan las vidas de las personas. En realidad, como Jonathan Tumer (1985b; 116) señala, las ceremonias son preinstitucionales o subinstitucionales. Por una lado, forman la ba.se de las instituciones políticas y religiosas que más tarde se desarrollarían plenamente. Por otro, suponen una serie de interaccicmes a escala microsocial entre personas, que son la base de las instituciones macro sociales. (Esta constituye una de las poca.s cuestiones analizadas por Spencer en el micronivel). En las sociedades más primitivas las ceremonias cumplen la fiincíón de ejercer control social, político y religioso sobre las personas. Pero con el tiempo estas formas de control cambian, pasan a ser autónomas, ejercen control por sí mismas y se convierten en ceremonias independientes. Las tribus primitivas pueden carecer de regulación política y religiosa, pero no de alguna forma pri mitiva de regulación social mediante las ceremonias. Mientras gran parte de las funciones sociales requieren la presencia de grandes estructuras, la función del control ceremonial requiere estructuras minúsculas. A medida que la sociedad evoluciona emergen las grandes estructuras religiosas y políticas para realizar estas funciones. Pero, al mismo tiempo, se rcducc la importancia del control
148
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ceremonial a medida que estas estructuras comienzan a ejercer un control más concreto y definido. En efecto, las ceremonias, basadas fundamentalmente en el miedo, son más apropiadas para las sociedades militares y se desvanecen con ef paso a la más pacífica y armoniosa sociedad industrial. Spencer se afana por señalar que la evolución de ias ceremonias no se debe a la elección o acción deliberada del individuo, sino que tiene un «origen natu ral». Es decir, las ceremonias evolucionan gradualmente. Nacen de un modo natural de las características emocionales de los individuos. Puesto que se desarro* lian de un modo natural y son el producto de las emociones, no del intelecto, no deben ser modificadas mediante la acción consciente e intencionada de hombre. Spencer comienza por identificar una serie de componentes de la norma ceremonial y describe los cambios que experimenta con el tiempo. Los trofeos proporcionan status y poder a los que los ganan, pero como la obtención de trofeos está vinculada a lo militar, la práctica disminuye con la industrialización: la «industrialización completa requiere el cese de esa práctica» (Spencer, 1908b: 51), Las mutilaciones, o amputaciones de ciertas partes del cuerpo, también están relacionadas con lo militar y también suelen desaparecer con el crecimiento de la industrialización. Los presentes, originalmente regalos espontáneos a las autoridades, es más probable que se den en las sociedades militares debido al temor que inspiran ios que están en el poder. Más que des aparecer, ios presentes ganan en obligatoriedad con el desarrollo de ia indus trialización. Los presentes, una vez entregados a los gobernantes, se convierten en un impuesto político, y los ofrecidos a los dioses, en un impuesto religioso. A diferencia de las ceremonias analizadas más arriba, en las sociedades simples no se hacen visitas. Suelen aparecer en sociedades compuestas como visitas a) jefe o rey. Pero están más relacionadas con la estructura de ia sociedad que con su tamaño. Es decir, las visitas representan manifestaciones de obe diencia en las sociedades militares, y pierden obligatoriedad con el aumento de la industrialización. Además de ser menos probables como forma de obedien cia, las visitas también comienzan a no hacerse exclusivamente a los líderes más poderosos, y sí a los que ostentan menos poder. Finalmente, las visitas se convierten en una forma de reconocimiento entre iguales. Esta evolución desde el apaciguamiento de los poderosos al reconocimiento entre iguales se mani fiesta también en otras ceremonias. Las reverencias son manifestaciones de la subordinación a un maestro. Ini cialmente, una reverencia podía adoptar la forma de la postración ante un rey, más tarde consistió en una media genuflexión ante él, y luego en un beso en su mano. Estas formas de reverencia suelen darse con mayor probabilidad en las sociedades militares (por temor al rey) y tienden a desaparecer con el avance iiacia la industrialización. Las reverencias, como las visitas, cambian con el tiempo y adoptan nuevas formas, como el apretón de manos entre iguales. Los tratamientos son similares a las reverencias, y expresan verbalmcnte lo mismo que éstas corporalmentc. Es más probable que se utilicen en las sociedades militares y que con el tiempo lleguen a usarse entre iguales.
HERBERT SPENCER
149
Los títulos, O distinciones honoríficas, se originan en las sociedades milita res, y se asignan a líderes militares. De hecho, incluso la palabra Dios procede de otros términos que denotan superioridad. Los títulos evolucionan durante el periodo militar y se desvanecen con la llegada de la industrialización; Es indiscutible, pues, que los títulos, que originainiente servían para conmemorar los triunfos de los salvajes sobre sus enemigos, se han propagado, muhiplicado y diferenciado a medida que, a través de la conquista, so han ido formado grandes sociedades por medio de la consolidación y reunión de las pequeñas; y que, siendo característicos del típo social que se genera a partir de guerras habituales, tienden a perder su uso y valor a medida que este tipo es reemplazado por otro más predis puesto a la paz. (Spencer, i 908b: 178) En las sociedades militares ser rico implica que se ha ganado en la guerra. Con los botines de la guerra, se pueden construir las mejores y más florecientes comunidades. No obstante, con la evolución al industrialismo, la riqueza y sus signos ya no equivalen al liderazgo militar, incluso llega a resultar difícil distin guir a los miembros de la élite industrial de sus subordinados, debido a que éstos emulan a sus superiores en los signos externos de riqueza. Se trata del mismo fenómeno que la moda: más que evitar lo que hacen los líderes, los subordinados demuestran respeto emulando las acciones e imitando las vesti mentas de los líderes. Así, la moda suele producirse en la sociedad industrial, no en la militar, porque aquella tiende hacia un sistema de mayor igualdad. Esta tendencia hacia una mayor igualdad c individualidad suele debilitar las ceremo nias en general. Buena parte del anterior análisis relaciona los cambios en las ceremonias con la evolución de las sociedades militares hacia las industriales. Spencer tam bién los relaciona con el desarrollo de las sociedades militares (no industriales) cuando atraviesan los estadios simple, compuesto, doblemente compuesto y triple mente compuesto. Junto al incremento de tamaño se produce un aumento de las ceremonias y dcl grado en que regulan las acciones de la vida. Las ceremonias adoptan formas cada vez más heterogéneas. También aumenta su definición, «y temiinan... adoptando formas definidas concretas, y su no consideración entra ña penalización. Y en varios lugares...fse han] consolidado en forma de códigos coherentes plasmados en libros» (Spencer, 1908b; 217). Por tanto, las ceremonias suelen evolucionar con el aumento del tamaño de las sociedades militares, pero esta tendencia se invierte en el movimiento de las sociedades militares hacia las industriales. Las ceremonias se debilitan con la industrialización, y cuando Spencer reflexiona sobre el futuro, pronostica una mayor decadencia de las ceremonias.
Instituciones políticas «Debe entenderse la organización política como la parte de la organización social encargada de realizar, de un modo constante, las funciones constrictivas
150
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
y directivas para la consecución de fines públicos» (Spencer, 1908b;247). An tes de pasar al estudio de la evolución de las organizaciones políticas, debemos analizar ia fuente det poder político en las sociedades primitivas. En opinión de Spencer, la única fuente de poder político en estas sociedades la constituían los sentimientos de la comunidad. Es más, las organizaciones políticas (como las ceremoniales y las eclesiásticas) «son producto de los sentimientos del grupo y derivan su poder de esos sentimientos, que, a su vez, ejercen restricción sobre aquellas (Spencer 1908b: 325). La opinión pública controla la autoridad políti ca no sólo en las sociedades primitivas, sino también, y en mayor grado, en las contemporáneas. Este planteamiento reduce la importancia de cualquier siste ma politice determinado, puesto que todos los sistemas políticos derivan su poder de los sentimientos colectivos de la comunidad. Existen también pequeñas sociedades primitivas que carecen de organiza ciones políticas. Pero a medida que las tribus aumentan de tamaño comienzan a desarrollar una organización política rudimentaria como, por ejemplo, la figura emergente de un jefe; posteriormente aparecen otros jefes que gobiernan sobre una serie de autoridades menores. Estas organizaciones políticas rudimentarias son funcionales en diversos sentidos; eliminan los antagonismos que impiden la cooperación, fomentan el mantenimiento del orden, facilitan una división del trabajo algo más compleja y la formación de grupos aún mayores. Sin embargo, pueden también ser disfuncionales si, por ejemplo, son tiránicas, exigen im puestos excesivos o ejercen restricciones excesivas sobre las personas. Ade más, al tiempo que el sistema político se dc.sarrolla, pueden constituir un obstá culo para el progreso de la sociedad si se oponen a los esfuerzos requeridos para reorganizarla y absorben los recursos necesarios para su desarrollo. He aquí, pues, una relación dialéctica; las organizaciones políticas son necesarias para el desarrollo, pero también pueden impedirlo. Con todo, Spencer creía que la or ganización política era beneficiosa. Es un sistema gradual e inconscientemente desarrollado que proporciona a los individuos beneficios que no podrían obte ner si actuaran de forma aislada. Después de analizar cl desarrollo de estas organizaciones, Spenccr procede a estudiar la integración del sistema político en la evolución. La integración política, como toda integración evolutiva, ocurre cuando los elementos de la sociedad se someten a fuerzas semejantes. Estas fuerzas pueden ser externas a la sociedad (por ejemplo, el clima) o internas (por ejemplo, la composición racial), pero lo que sucede por regla general es que un conjunto común de estas fuerzas transforma lo que al principio era un sistema político incoherente en otro cada vez más integrado. Bs entonces cuando se produce una diferenciación creciente de la organización política. El sistema político homogéneo primitivo tiende a derrumbarse, como ocurre con todo sistema homogéneo, y con el tiem po se desarrolla un sistema político más diferenciado. Además de analizar a grandes rasgos la evolución de la organización políti ca, Spencer estudia la evolución de algunos elementos específicos de aquélla como, por ejemplo, los líderes políticos, los cuerpos consultivos, los cuerpos
HERBERT SPENCER
151
representativos, los ministros, las entidades gubernamentales locales, los siste mas militares, el poder judicial, el ejecutivo, las leyes y los impuestos. Resulta innecesario señalar que se sirve de su teoría general de ¡a evolución para apoyar el análisis de estos elementos. Pasemos, pues, a analizar sólo algunos ejemplos: • El líder déspota es instrumental, al menos en las sociedades militares, para el progreso de la civilización. El déspota es particularmente útil para conducir la guerra en las sociedades compuestas, integrando socie dades pequeñas y débiles en otras más grandes y poderosas. Sin embar go, en la evolución hacia las más libres y pacíficas sociedades industria les, el despotismo deja de ser una forma funcional de liderazgo político. • Hay manifestaciones primitivas de cuerpos representativos como, por ejemplo, la selección al azar de los líderes, pero es en las sociedades industriales, con su cooperación voluntaria, donde surge la libre elección de los representantes y la formación de los cuerpos representativos. • Los ministros se forman inicialmente de entre los ayudantes de los go bernantes y, al principio, son cargos «poco definidos y atípicos» (Spen cer, 1908b: 445). Con la evolución, los ministros son cada vez más nu merosos y definidos, comienzan a crear entidades (estructuras) y funciones más especializadas, constituyen diversas entidades que van formando un cuerpo integrado y representan cada vez más la voluntad pública en lugar de la del líder. • En las primeras sociedades militares la organización militar coincide con las instituciones políticas y económicas pero, a medida que evolucionan, la organización militar se convierte en una entidad separada y diferen ciada. La milicia presenta una mayor organización, uniformidad y cohe rencia bajo una autoridad cada vez más centralizada. • Al principio, el sistema judicial no se diferencia del militar, pues ambos están involucrados tanto en la agresión interna como extema. Con el tiempo, el sistema judicial se separa y se convierte en una organización centrali zada y heterogénea. • El sistema impositivo gubernamental es inicialmente muy irregular e in definido, pero más tarde adopta una forma más regular y definida. La guerra constituye la razón principal de la imposición de nuevos tributos y del aumento de los antiguos; incluso en la sociedad moderna, donde el conflicto bélico se da con menor frecuencia, la guerra o la amenaza de guerra suele constituir la fuente del aumento de los impuestos. Spencer concluye con algunas reflexiones sobre el futuro político. Tiene la precaución de explicitar que no habrá un único régimen político futuro, sino que variará de una sociedad a otra. Aunque los principios evolutivos que preva lecieron en el pasado seguirán dominando en el futuro, y aunque las sociedades industriales sean menos propensas a la guerra que las sociedades militares, es imposible pronosticar si las naciones entrarán o no en conflicto bélico entre
152
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ellas. Spencer describe un régimen político futuro que constituye el extremo lógico de la estructura política en el tipo industrial de sociedad, pero la «posibi lidad de un estadio superior político, social, y general, depende fundamental mente de la eliminación de la guerra» (1908b:663). La guerra, como hemos visto ya, deja de ser funcional: «De la guerra se ha obtenido todo lo que tenía que ofrecer» (Spencer, 1908b:664). Y, sin embargo, las guerras seguirán pro duciéndose, y su frecuencia disminuirá las probabilidades de que aparezca el régimen político ideal de Spencer. Fn su estudio de las estructuras ideales futuras, Spencer describe una jefa tura de gobierno electa y una legislatura representativa que responda a la volun tad general. El gobierno será cada vez menos centralizado y pennitirá un con trol más local e individual. En lo relativo a las funciones, Spencer pronostica una menor necesidad de proteger a los miembros de los extranjeros y, por tanto, una mayor atención a la seguridad interna de los individuos. Ello facilitará el establecimiento de relaciones más equitativas entre los miembros de la socie dad. La actividad y las funciones políticas quedarán limitadas. Las limitaciones impuestas a las estructuras y las funciones políticas permitirán una mayor liber tad individual.
Instituciones eclesiásticas Como en el caso de otras instituciones, Spencer analiza la religión fiel a su perspectiva evolucionista: «Las instituciones eclesiásticas ilustran claramente la ley general de la evolución» (1908c: 150). A pesar de su adhesión general a esta ley, el progreso de las instituciones eclesiásticas, como sucedía con las otras, es «irregular». Spencer considera las instituciones eclesiásticas como estructuras^, e inda ga, siguiendo sus habituales pautas, la cuestión de su procedencia y las necesi dades (funciones) que satisfacen. Respecto a su procedencia Spencer explícita que la religión no es innata en la «naturaleza del hombre», puesto que existen sociedades primitivas que no profesan religión algima. En las sociedades primilivas en las que encuentra las raíces de la religión, atribuye el fenómeno a los esfuerzos por apaciguar a los espíritus. En las sociedades primitivas, y por lo tanto, militares, los curanderos son más poderosos que los sacerdotes debido a que son los únicos que pueden hacer frente a los espíritus; por ello son los más idóneos para paliar la hostilidad característica de una sociedad militar. Interna y externamente, las sociedades primitivas se caracterizan por la enemistad más que por la amistad. A largo plazo, sin embargo, los sacerdotes están destinados a ser superiores a los curan deros por diversas razones, de las que la más importante es que la amistad
^ Esta consideración es confusa, puesto que !os sociólogos modernos distinguen entre ins tituciones principalmente subjetivas y estructuras fundamentalmente objetivas (Blau, 1960).
HERBERT SPENCER
153
prevalecerá sobre la enemistad, el altruismo sobre el egoísmo y las sociedades industriales sobre las militares. Al principio, la función de los sacerdotes aparece desdibujada en la socie dad. Sin embargo, como consecuencia de la ley de la inestabilidad de lo homo géneo, comienza a producirse diferenciación y un miembro del grupo, general mente cl varón más anciano, se erige como el primer sacerdote cuasi definido. Con el tiempo, su diferenciación tiende a concretarse y definirse. Spencer piensa que las instituciones eclesiásticas, como las políticas, se derivan del mismo sentimiento humano; el respeto y la veneración. En conse cuencia, en las sociedades primitivas apenas encontramos distinción entre ios mundos sagrado y secular («al principio Iglesia y Estado no se distinguían» [Spencer, 1908c; 1251); una sola persona suele ser el gobernante-sacerdote. Probablemente, e! antiguo jefe era, a! tiempo, el mejor guerrero y sacerdote; a resultas de lo cual, el jefe realizaba funciones militares y sacerdotales. Así, antiguamente los sacerdotes eran militares, y a menudo emprendían acciones militares salvajes y brutales. Sin embargo, gradualmente la implicación de los sacerdotes en la guerra se hizo menos frecuente. Suele producirse diferenciación cuando las dos estructuras se separan y aparece un sacerdote independiente que actúa sobre lo sobrenatural no sólo en su propio nombre y e! de su familia, sino también en el de otras personas con las que no está emparentado. Una vez diferenciadas, las instituciones eclesiásticas crecen subordinando a otras instituciones religiosas (como consecuencia, por ejemplo, de la conquista de las sociedades vecinas y sus instituciones religiosas). Las instituciones eclesiásticas no evolucionan independientemente de la naturaleza cambiante de otras estructuras sociales, sobre todo de la organiza ción política; «Las instituciones constituyentes de cada sociedad presentan ha bitualmente rasgos estructurales similares. Alli donde la organización política apenas se ha desarrollado, encontramos escaso desarrollo en las organizaciones eclesiásticas; por eso, un gobierno civil coercitivo y centralizado va acompa ñado de un gobierno religioso no menos coercitivo y centralizado» (Spencer, 1908c; 81). En ias sociedades primitivas inestables, con instituciones desor ganizadas, las instituciones religiosas suelen ser igualmente inestables. Sin embargo, a medida que la sociedad gana estabilidad, ias instituciones eclesiás ticas tienden a definirse y desarrollarse. Una vez que las instituciones eclesiásticas comienzan a distinguirse de las políticas, se produce una lucha entre ellas por la supremacía. La religión tiene inicialmente una serie de ventajas en esta lucha. Por ejemplo, como represen tante de la deidad, es la religión la que confiere autoridad al gobernante; tiene influencia sobre los temidos (y venerados) seres sobrenaturales; puede conce der o no el perdón de los pecados; sus representantes constituyen ia clase ilus trada y han logrado acumular una cantidad considerable de propiedades. A resultas de lo cual, el poder espiritual predomina inicialmente sobre el tenenal. Sin embargo, a largo pla/o, ei poder terrenal se sitúa por encima del poder
15 4
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
espiritual, cambio que está estrechamente relacionado con el nacimiento de la industrialización. Entre otras cosas, ello significa que la cooperación voluntaria con el estado substituye a la cooperación obligatoria que impone la religión. La oposición general a la autoridad industrial reemplaza la oposición a la autoridad eclesiástica. A medida que progresan la filosofía y la ciencia, el creciente cono cimiento y la creencia en las causas naturales va desplazando a la fe religiosa en Ja causación sobrenatural. Finalmente, la propagación general del conocimien to reduce la importancia y el poder del conocimiento sacerdotal. Aunque la transición hacia la industrialización supone una reducción de la importancia de la religión, Spencer creia que la religión era funcional incluso para la sociedad industrial moderna. Afirmaba que las instituciones eclesiásti cas «han sido componentes indispensables de las estructuras sociales desde la antigüedad hasta nuestros días: los grupos en los que no han surgido no han podido desarrollarse» (Spencer, 1908c: 148). Entre otras muchas funciones, la religión fomenta la cohesión, actúa de freno de la guerra en Ja .sociedad, pro mueve la conservación y la continuidad de las instituciones sociales, sirve de sistema regulador complementario al sistema politico, y hace que los individuos sean respetuosos mediante la coerción eclesial y la autocontención de sus miem bros. Así, Spencer adopta de nuevo una postura conservadora y alaba las insti tuciones eclesiásticas por su resistencia al cambio y su capacidad de mantener la unión entre individuo y grupo social, así como por vincular a ambos con su pasado. Como señaló: «La institución religiosa defiende el principio de ia con tinuidad social. Es, por encima de todas las demás entidades, la que más Fomen ta la cohesión, y no sólo entre las partes coexistentes de una nación, sino tam bién entre sus generaciones presentes y pasadas» (Spencer, 1908c: 105; cursivas añadidas).
Instituciones profesionales Uno de los aspectos distintivos de la sociologia de Spencer es la enorme aten ción que dedicó a las profesiones, cuestión esta que constituye una clásica (Ritzer y Walczak, 1986) y persistente (Abbott, 1988) preocupación de los so ciólogos. Las profesiones constituyen para Spencer un caso paradigmático de su perspectiva general; «Ningún grupo de instituciones ilustra con tanta clari dad el proceso de la evolución social; y ninguno demuestra más indiscutible mente el modo en que la evolución social cumple la ley general de la evolu ción» (1908c: 317). Spencer comienza su análisis de las profesiones señalando que los grupos realizan una variedad de funciones para la sociedad, entre ellas, la preservación de la sociedad ante la amenaza de su destrucción por parte de sus enemigos, Ja regulación de la vida, y su continuidad. Aparte de estas funciones específicas «figura la mejora de la vida; y esta función es la que realizan las profesiones» (Spencer, 1908c: 180). Asi, las profesiones constituyen una estructura cuya fun ción es la mejora de la vida. Los médicos pueden prolongar físicamente la vida,
HERBERT SPENCER
155
pero una serie de otros profesionales como, por ejemplo, los compositores, los poetas, los artistas, los científicos y los profesores, además de prolongarla me joran su calidad. Spencer identifica las raíces de las profesiones en la institución eclesiásti co-político homogénea, pero una vez que esta entidad se divide, la religión se convierte en la fuente principal de (as profesiones. La razón primordial de este proceso reside en la existencia de sacerdotes profesionales; menos directa es la conexión entre la religión y los abogados y profesores surgidos más tarde, que se estableció debido a la capacidad intelectual, al conocimiento y al poder ca racterísticos de los antiguos sacerdotes. Los sacerdotes «eran capaces de dedi car tiempo y energía a la labor y a a la disciplina intelectual que resultan nece sarias para que las ocupaciones profesionales se diferencien de otras ocupaciones» (Spencer, 1908c: 184). El origen de la profesión médica se encontraba en los curanderos, quienes atribuían causas sobrenaturales a las enfermedades y prescribían tratamientos de esa índole. Como parte constituyente de las sociedades militares primitivas, tos curanderos eran quienes se enfrentaban con las enfermedades. A resultas de lo cual, Spencer veía en los sacerdotes la fuente más importante de la profesión médica, puesto que fueron ellos quienes intentaron acercarse a lo sobrenatural con buenas artes, en lugar de hacerlo de manera antagonística. El sacerdote tendía a crecr que el origen de las enfermedades era divino. Así, por ejemplo, pensaban que la epilepsia se debía a una posesión demoníaca, y sólo podía remediarse mediante el exorcismo. Finalmente, los médicos y cirujanos comen zaron a diferenciarse de los sacerdotes, pero mientras los primeros médicos seguían pareciéndose a los sacerdotes en que se ocupaban principalmente de los males físicos causados por fuerzas sobrenaturales, los cirujanos comenzaron a centrarse en enfermedades físicas cuyas causas (y tratamientos) eran más naturales. Con el tiempo se produjo una aumento de la división del trabajo entre el colectivo de médicos (y cirujanos), a medida que se especializaban en partes sumamente específicas de! cuerpo humano y sus enfermedades. Esta creciente diferenciación hizo que aumentara la integración profesional mediante las aso ciaciones profesionales, la experiencia de una formación común y la creación de un sistema de colegiación centralizado, entre otras cosas. Spencer analiza la evolución de una amplia gama de ocupaciones que con sidera, a veces de manera discutible ^ profesiones. Por ejemplo, estudia al deta lle la diferenciación del derecho a partir de la institución eclesiástica, para lue go examinar el proceso de especiaiización dentro del derecho mismo. Al final, de acuerdo con su orientación típicamente conservadora, Spencer concluye que todas las profesiones específicas, así como las profesiones en general, son in dispensables para la sociedad.
^ Por ejemplo, la mayoría de los .sociólogos contemporáneos no considerarían profesiones a las de los oradores y biógrafos.
156
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Instituciones industriales La industria es la última institución que Spencer examina desde su perspectiva evolucionista. La división del trabajo y las funciones que realiza constituyen un aspecto central de la estructura industrial. Define la división del trabajo como «la especialización de las funciones directa o indirectamente relacionadas con la satisfacción de necesidades materiales, y las ayudas materiales a las necesi dades mentales» (Spencer, 1908c; 340). La primera preocupación de Spencer es identificar las raíces causales de la división deí trabajo. Comienza por examinar algunas causas fisio-psicológicas como, por ejem plo, las diferencias que existen entre las aptitudes naturales de los individuos, entre las diferentes clases sociales y los sexos. Por lo que se refiere a las dife rencias de sexo en la división del trabajo que se producen en las sociedades «salvajes» (es decir primitivas), Spencer culpa principalmente a los varones y a su capacidad para «obligar a las mujeres a realizar las ocupaciones menos de seables... de acuerdo con su fuerza, delegan en las mujeres la realización de los trabajos más fastidiosos y monótonos» (1908c; 345). Sin embargo, a Spencer ie preocupaba más el trato inhumano que daban los hombres a las mujeres en las sociedades militares, aunque se tranquilizaba pensando que ese trato se huma nizaba con la evolución hacia la sociedad industrial. No obstante, aunque el trato a las mujeres sea más humano, sigue existiendo en este tipo de sociedades la división del trabajo entre los sexos; « A los hombres corresponde hacer el trabajo pesado fuera del hogar, mientras las mujeres se encargan de las faenas más ligeras de puertas adentro» (Spencer, 1908c; 344-345). Muchos sociólogos contemporáneos criticarían esta división, pero Spencer limita sus críticas a los sistemas antiguos. Spencer identifica otras causas de la división dcl trabajo tales como el ca rácter del entorno físico, las divisiones dentro de una localidad, las divisiones entre localidades y las diferencias entre los sectores productivo y distributivo de la sociedad. Cualquiera que sean sus causas, la evolución entraña una divi sión del trabajo que aumenta constantemente. La siguiente cuestión que estudia es la evolución de la mera adquisición de lo que se necesita para la supervivencia (por ejemplo, la caza y la recolección) a la producción de mercancías. La producción experimenta también una evolu ción que parte del uso de la fuerza humana, pasa por el empleo de la fuerza animal y llegar al uso de máquinas. El desarrollo inicial de la producción se ve dificultado en las sociedades militares primitivas. Aunque estas sociedades ne cesitan de cierta producción (por ejemplo, armas de fuego), «en la mayoría de los casos las actividades para la destrucción inhiben las actividades producti vas» (Spencer, 1908c; 366). Asi, el estado de guerra permanente tiende a des truir todo brote de organización industrial y a obstaculizar el desarrollo de las ocupaciones no relacionadas con la guerra. El progreso de la industria está es trechamente relacionado con la decadencia de las instituciones militares. Otra barrera al desarrollo industrial es, curiosamente, la naturaleza huma
HERBERT SPENCER
157
na. Para que la evolución industrial siga adelante, «se requiere una remodela ción de la naturaleza humana» (Spencer, 1908c; 362). Como ya hemos visto. Spencer afirmaba que la naturaleza humana no es estable sino que evoluciona con la sociedad. Así, el carácter primitivo de la naturaleza humana tiende a inhibir el desarrollo industrial. Con todo, la industria avanza de hecho, aunque inicialmente de un modo lento debido a las limitaciones de la naturaleza huma na. Los cambios sociales como el avance de la industria, tienden a expandir la naturaleza humana, lo que permite a su vez un mayor progreso industrial. Por tanto, «la producción aumenta a medida que los deseos se multiplican y se ha cen más fuertes» (Spencer, 1908c; 364). Hay así una relación dialéctica entre el progreso de la industria y el de la naturaleza humana en virtud de la cual los avances de una impulsan los de la otra. Un elemento concomitante del aumento de la división de! trabajo y la pro ducción es la expansión del sistema distributivo necesario para transportar los bienes de un lugar a otro. Podemos comprobar aquí la diferenciación evolutiva entre distribuidores y productores. Con el tiempo, aumenta la complejidad del sistema de distribución. La evolución del sistema distributivo lleva a la del sis tema de intercambio, lo que da lugar al desarrollo de un papel moneda, que facilita la distribución y la producción. Otro elemento del sistema industrial lo constituyen los medios de regula ción del trabajo. Inicialmente, la regulación del trabajo está estrechamente vin culada a la organización mixta industrial-político-eclesiástica. Con el tiempo, el control industrial tiende a distinguirse como consecuencia de que «el control de la actividad industrial se independiza gradualmente de la Iglesia y el Estado» (Spencer, 1908c; 420). Spcncer esboza la historia de la regulación del trabajo, que parte de la regulación paternal (los padres controlan la producción), pasa por la regulación patriarcal (el padre y el abuelo controlan la producción; un paso hacia el control comunitario) y por la regulación comunitaria (al principio sobre la base de la consanguincidad, pero más tarde sobre el conjunto del gru po) para llegar a la regulación a cargo de los gremios y sindicatos. Estos íiltimos comenzaron siendo organizaciones militantes y lo seguían siendo en la época de Spencer, porque su carácter militante era necesario en esa fase de transición para controlar y frenar las fuerzas opuestas (por ejemplo, los patronos crueles). Sin embargo, proporcionaban también a los trabajadores una experiencia de la cooperación: Spencer pensaba que su aspecto cooperativo se incrementaría y sus características militantes desaparecerían a medida que nos alejáramos de las sociedades militares y nos acercáramos a las industríales. Spencer también analiza la esclavitud y la servidumbre como formas primi tivas de control laboral relacionadas con las sociedades militares. Estos siste mas ineficaces y compulsivos decaen a medida que la sociedad se inclina hacia la cooperación voluntaria de la sociedad industrial. El trabajo libre sobre la base de un contrato es lo más apropiado para la sociedad industrial moderna. Cuando reflexionaba sobre el futuro de los sistemas industriales, Spencer se declaraba en contra del socialismo, puesto que lo consideraba más apropiado
158
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
para una sociedad militar que para otra de tipo industrial caracterizada por la cooperación voluntaria (más adelante examinaremos brevemente sus opiniones sobre e! socialismo). A Spencer le preocupaba más el poder creciente del estado que la propagación del socialismo; vislumbraba una tendencia hacia la regula ción estatal de la industria a resultas de la cual «la organización industrial com pulsiva usurparía el lugar de la organización industrial voluntaria actual» (Spencer, 1908c: 605). Temía que al fmal se «estableciera un estado en el que ningún hombre pudiera hacer lo que desease y tuviera que hacer lo que le ordenasen» (Spencer, 1908c: 605). De hecho, hablaba de un «estatalismo» radicalmente opuesto al «individualismo» (Spencer, 1892/1965). Así, Spenccr temía una re gresión evolutiva en la que las restricciones vendrían a desplazar el movimiento histórico hacia una mayor libertad individual.
ETICA Y POLITICA En su primer libro Social Sfafící (1850/1954) y en otros posteriores, en especial en su obra en dos volúmenes The Principies o f Ethics (1897/1978), Spencer manifiesta una postura ética y política bastante coherente que informa toda su obra y, a su vez, es informada por ésta. Subtituló su Social Statics: «Las condi ciones esenciales de la felicidad humana; exposición de la más importante de ellas», mientras describió The Principies o f Ethics como un conjunto de «pautas de buena conducta sobre una base científica» (Spencer, 1897/1978: xiv). Exa’nioaxe.íticvtJiiaíwmente. en este a o j a d o las ideas éticas y políticas de Spen cer. Cuestión de importancia estratégica es si estas ideas contribuyeron a mejo rar su sociologia o si la perjudicaron fatalmente. Las ideas políticas y morales de Spencer se derivan en no poca medida de su individualismo metodológico. Como hemos advertido a lo largo de este capítu lo, Spencer se centró en los macrofenómenos, pero lo hizo partiendo de su idea de que la base de esos fenómenos eran «unidades» individuales. Esta idea espe cífica del mundo social se deduce, como otras muchas, de sus principios ge nerales: «Del mismo modo que una multitud no es sino un ensamblaje de varias unidades, y que las características de una multitud son el resultado de las de sus unidades, los fenómenos sociales son consecuencias de la naturaleza de los individuos» (Spencer, 1902/1958: 8). O, dicho de forma más taxativa, «Las ca racterísticas de las unidades determinan las del grupo» (Spencer, 1873/1961:41 )“*. Las características de las personas en un estado de asociación se derivan de las
Si bien advertimo» aqui (como en todas partes) que las unidades individuales se sitúan en la base de los grupos, Spencer también admite una relación dialéctica por la que los cambios que se producen en el grupo alteran, a su vez, las unidades. Spencer especifica una serie de productos superorgánicos que modifican al individuo, entre ellos los «artefactos» materiales (como una máquina de vapor), el lenguaje, el conocim iento, la ciencia, las costumbres, las leyes, los productos estéticos (la literatura), etc...
HERBERT SPENCER
159
propiedades intrínsecas de los individuos: «Ningún cuerpo puede exhibir fenó meno aiguno si sus miembros individuales carecen de ia capacidad inlierente de producirio» (Spencer, 1850/1954: 17). Del mismo modo que los macrofenómenos son producto de los individuos, también !o es ia ley moral de ia sociedad: «La conducta correcta de la humanidad en su estado de multitud se encuentra en la humanidad en su estado de unidad» (Spencer, 1850/1954: 18). Spencer creía que los individuos nacen con un sentimiento moral que guia sus acciones y, en última instancia, la estructura y las funciones de la sociedad. Aunque los individuos son ia causa inmediata de la moralidad social, la causa más lejana es Dios. Las cosas que las personas califican de morales armo nizan con la voluntad divina. Spencer critica a los que «dudan de la previsión y ia eficacia de ias instituciones divinas» (1850/1954: 47) para añadir que «la felicidad humana es la voluntad divina» (Spencer, 1850/1954: 67). Creia, así, que ia sociedad evolucionaba hacia una mayor perfección y felicidad. Otro factor de esta evolución hacia un estado moral perfecto era que, desde su punto de vista, el mal llegaría a desaparecer de forma progresiva. Para expli car su desaparición, Spencer recurría de nuevo al argumento de la «superviven cia del más apto» ^ Pensaba que ei mal era un resultado de la inadaptación a las condiciones externas, o la «inadaptación a las condiciones de la existencia» (Spcncer, 1850/1954: 59). Sin embargo, esta inadaptación disminuía de forma constante y terminaría por desaparecer. En términos más generales, Spencer afirmaba que «todo exceso y todo defecto desaparecerían; es decir, todos los inadaptados deberían desaparecer; esto es, toda imperfección debería desapare cer» ^850/1954: 59). Puesto que respecto de la cuestión de la existencia del mal Spencer empleaba el argumento de !a «supervivencia del más apto», termi naba por concluir que «el desarrollo último dei hombre ideal es lógicamente seguro» (1850/1954: 59). Dando ia vuelta al argumento, Spencer pretende que la felicidad dei hombre procede de !a satisfacción de los deseos, y esa satisfacción sólo puede proceder del ejercicio de facultades humanas. Por tanto, las personas deben poder practi car el libre ejercicio de sus facultades; es decir, deben tener libertad. Spencer también invoca a Dios en apoyo de este punto de vista: «Dios dispuso que éi [el hombre] tuviera esa libertad. Por lo tanto, tiene derecho a esa libertad» (1850/1954: 69). También encuadra ese argumento en su individualismo meto dológico ai afirmar que las personas nacen con «un instinto de los derechos personales» (Spencer, 1850/1954: 86). Además, esta libertad no debe constituir ei derecho de unos pocos exclusivamente; como todos lo hombres nacen con esas facultades, todos los individuos tienen el derecho a su libre ejercicio.
Por cierto, Spcnccr (1897/1978) cspccificaría más tarde que sus ideas sobre la evolución no debían nada a Charles Darwin, cuya obra Sobre el origen de las especies apareció en 1859, casi una década después de la publicación de Social Statics de Spencer. Sin embargo, en et prefacio de la cuarta edición de First Principies (1902/1958), Spcnccr reconoció la necesidad de modificar sus ideas debido a la influencia de Darwin.
160
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Sin embargo, esa libertad personal tiene sus limitaciones, fundamentalmen te en el sentido de que cuando un individuo ejerce su derecho no debe permitír sele coartar la libertad de otros. No obstante, como ios individuos no nacen con la capacidad de evitar que sus acciones lesionen los derechos de otros, es la sociedad la que se encarga de realizar esta función. Este pensamiento conduce a Spencer a una perspectiva política libertaria en la que el papel del estado es muy limitado. En su opinión, el estado debe proteger la libertad de los indivi duos, pero «es lo único que debe proteger» (Spencer, 1850/1954: 264-265). Como asigna un papel tan limitado al estado, Spencer rechaza la etiqueta de «teórico dei laissez-faire» que algunos pretendían colocarle. Esta postura libertaria encuentra fácil acomodo con ias ideas de Spencer sobre la evolución y la supervivencia del más apto. El estado debe limitarse a proteger la libertad individua! y no intervenir en la propia marcha de la evolu ción, permitiendo así que se cumpla la «ley» y la dinámica del proceso evoluti vo. He aquí una de las descripciones que hace Spencer de esa ley: El bienestar d e la hum anidad y su desarrollo hasta su perfección últim a están g a rantizados por la m ism a d iscip lin a b en év o la , aunque severa, a La que toda creación anim ada está som etida: una d iscip lin a que es despiadada en su trabajo en pro del bien, una Jey que p ersigu e la felicid ad y que nunca .se d esvía para evitar el sufri m iento tem poral y parcial. La pobreza de lo s in cap aces, las d esgracias que acon te cen a lo s im prudentes, el hambre del o c io so , y e se evitar cargar con los d éb iles de los fuertes, que deja a m uchos en Los «b ajíos d e la m iseria», son los m andatos de una enorm e benevoLencia que mira hacia e l futuro. (Sp en cer, 1 8 5 0/1954: 2 8 8 -2 8 9 )
Así, Spencer no considera que las «duras realidades» como el hambre y la enfermedad constituyan un mal, sino que «son producto de la más alta benevo lencia: el mismo tipo de benevolencia que lleva pronto a la tumba a los hijos de padres enfermos y escoge como víctimas a los viles, a los inmoderados y los débiles, como lo hace una epidemia» (Spencer, 1850/1954: 289). Dicho en tér minos más duros, la «sociedad está constantemente excretando su miembros enfermos, imbéciles, vacilantes y carentes de fe» (Spcncer, 1850/1954: 289). Para decirlo de manera más terminante, los que no disfrutan de salud, no son listos, no son decididos, y no creen en Jo divino deben morir, y morirán, en beneficio del conjunto de la sociedad a medida que el proceso natural de la evolución entre en juego de acuerdo con sus leyes más básicas. Regresemos pues a fa política libertaria de Spencer. Ni eJ estado, ni tampo co las entidades filantrópicas privadas, deben intentar paliar la pobreza porque, de hacerlo asi, provocarán mayor miseria a las generaciones futuras. Es decir, si se permite ía supervivencia de los ineptos, estos producirán una prole de inep tos, lo que terminará por aumentar la magnitud del problema en las sociedades del futuro. Estos individuos que tanto dentro como fuera del gobierno creen estar beneficiando a la sociedad, en realidad la están perjudicando. La interven ción del estado (y de otras entidades privadas) sólo provoca la multiplicación de
HERBERT SPENCER
161
los ineptos, impide que se reproduzcan los más aptos y detiene el proceso «purificador» de la evolución natural. Aquellos que interfieren «legan a la posteri dad un mal creciente» {Spencer, 1850/1954: 290). Spencer se opone, específicamente, a la caridad administrada por el estado (o a cualquier tipo de caridad) y a la educación estatal. Incluso se opone a que el gobierno se implique en cuestiones sanitarias como la recogida de basura. A lo largo de toda su obra Spenccr regresa con frecuencia al tema de los males que se derivan de la intervención del estado. En suma, se debe frenar la intervención del gobierno no sólo porque impide la marcha natural de la evolución, sino porque además recorta los derechos individuales: «Porque un gobierno que toma de un ciudadano más propiedad de la que necesita para la defensa eficaz de sus derechos, conculca sus derechos» (Spencer, 1850/1954: 333). El ideal de Spencer es una «sociedad organizada sobre la base de un sistema [evolutivo] semejante al del individuo» (1850/ 1954:403). En su autobiografía Spencer lamenta la distorsión de su postura libertaria («auténtico liberalismo») en manos de «esa perversión moderna que, aunque confiere [a los individuos] libertades nominales en forma del voto... reduce con eficacia esas libertades, tanto porque multiplica las restricciones y los man datos, como porque detrae una buena parte de sus ingresos para gastarla no como desearían los individuos, sino como quieren los funcionarios» (1904a: 487 488). Spencer describe a menudo el contraste de este modo: «el liberalismo defiende habitualmente la libertad individual frente a la coerción del estado» (1892/1965: 5). En respuesta a sus críticos, Spencer (1873/1961) expresaba su sorpresa ante cl hecho de que lo tomasen por un enemigo de los pobres y otros miembros desafortunados de la sociedad. Se describia a sí mismo mucho más humano. Aducía que no estaba a favor de una absoluta pasividad, sino del empleo de los «medios apropiados» para solventar los problemas de los desafortunados. Por supuesto, uno se cuestiona la credibilidad de su postura a la luz de ideas tales como la preocupación por que «el trabajador diligente y dispuesto tenga que pagar para que no sufran los gandules» (Spencer, 1892/1965: 113). Obviamen te, Spencer tenía mala opinión de los que vivían a expensas del estado y pensa ba que los que trabajaban duramente no debían cargar con los pobres; la proba ble consecuencia de todo ello era que se debía permitir cl sufrimiento a los pobres y, en última instancia, su muerte. Obviamente, de la oposición de Spencer a la intervención estatal se deduce su oposición a cualquier cambio radical (por ejemplo, socialista o comunista) de la sociedad. Pensaba que la sociología, con su análisis de la historia de los cambios evolutivos involuntarios, nos ayudaba a desengañamos de la idea de que los «males sociales admiten remedios radicales» (Spencer, 1873/1961:19). Las sociedades se forman por una lenta evolución, no constituyen una obra del hombre y, ciertamente, tampoco se crean mediante la destrucción y reconstruc ción humanas. Los temores de Spencer ante los controles del estado capitalista
162
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
eran incomparablemente menores que los que sentía respecto al control socia lista, equiparado por él a la esclavitud y la tiranía. Como consecuencia de estas ideas, Spencer relacionaba el socialismo con las sociedades militares y señala ba que «dejará de ser una cosa normal en cuanto la sociedad fuera de tipo pre dominantemente industrial» (1908c: 577). Spencer distinguía su sociedad ideal de la de los socialistas y comunistas cuando afirmaba que no era partidario de dar a las personas una porción igual de bienes, sino de dar «a cada uno la oportunidad de adquirir los objetos que desea» (Spenccr, 1850/1954: 118). Spenccr pensaba que el socialismo se opo nía radicalmente al egoísmo, al que consideraba parte inherente de la naturaleza humana. No era realista esperar que esas personas egoístas cedieran voluntaria mente a otros su exceso de productividad; ios egoístas eran incapaces de produ cir un sistema altruista. Y por cierto, como hemos señalado ya, Spcncer creía que las personas nacían con un «instinto de sus derechos», y uno de estos dere chos, considerado como elemento de la naturaleza humana, era el deseo de propiedad. Por lo tanto, el socialismo se oponía radicalmente a este elemento de la naturaleza humana y, consecuentemente, no podía sobrevivir. La oposición de Spencer al socialismo y al comunismo también tenía rela ción con su oposición a cualquier cambio revolucionario o repentino. Ello se deduce de su muy expresada idea de que la evolución es, y debe ser, un proceso gradual. El cambio repentino no sólo viola la evolución, sino que también pro duce una sociedad radicalmente alterada que no armoniza con la naturaleza humana, que cambia lenta y gradualmente. Las ideas morales y políticas esbozadas más arriba, como otras muchas, condujeron a muchos sociólogos, como señala Jonathan Turner (1985b), a des cartar la perspectiva teórica de Spenccr. Es decir, los teóricos contemporáneos de la sociología, liberales o radicales, tienden a rechazar el tipo de moralidad y de política conservadora que Spcncer propuso. Este rechazo les llevó a descar tar su teoría sociológica. Yo estoy de acuerdo con Turner en que no constituye una razón de peso para rechazar su teoría sociológica. Es decir, no se debe rechazar una teoría simplemente porque no se es partidario de la moral o la política de su creador. Sin embargo, hay otra razón para poner en cuestión la teoría de Spencer, y reside en la percepción de que su sociologia científica está influida y distorsionada por sus ideas morales y políticas. Desde mi punto de vista, la sociología científica de Spencer encuentra un difícil acomodo con sus ideas morales. De hecho, podría afirmarse que la pretensión de cientificidad de Spencer está viciada por el hecho de que en su obra encontramos prejuicios morales y políticos. (Por supuesto, algo similar puede afirmarse de la obra de Marx, Weber, Simmel y muchos otros teóricos clásicos). Spencer advirtió a los sociólogos del riesgo de dejar que sus prejuicios influyeran en su obra y, sin embargo, parece evidente que la teoría sociológica del pensador que hemos analizado queda seriamente dañada por sus propios prejuicios. Asi, no es la moralidad o la política de Spencer lo que nos lleva a cuestionar su obra, sino más bien el hecho de que sesgaron y distorsionaron su teoría.
HERBERT SPENCER
163
Dicho esto, no debemos perder de vista el hecho de que en la teoría socioló gica de Spencer hay más mérito del que se le concede en la actualidad. En este capitulo hemos analizado y subrayado sus valiosas ideas.
RESUMEN Hcrbert Spencer creó una teoría más poderosa y una obra con mayor significa do contemporáneo que las de la otra figura relevante de la «prehistoria» de la teoría sociológica: Auguste Comle. Sus teorías presentan algunas semejanzas (por ejemplo, el positivismo), pero sus diferencias son más numerosas (entre ellas, la fe de Comte en una religión positivista y la oposición de Spencer a cualquier sistema centralizado de control). Spencer ofrece una serie de principios generales de los que deduce una teoría de la evolución que implica una creciente integración, heterogeneidad y definición de las estructuras, así como de las funciones. En efecto, para Spen cer, la sociologia es el estudio de la evolución de las sociedades. Aunque Spen cer quería legitimar la sociología como ciencia, también creía que estaba rela cionada con otras ciencias como la biología (en especial, por su idea de la supervivencia del más apto) y la psicología (en particular, por la importancia de los sentimientos), y que debía inspirarse en ellas. En parte sobre la base de su interés por la psicología, Spencer desarrolló su enfoque metodológicamente individualista y lo aplicó al estudio de la sociedad. Spencer aborda algunas de las dificultades metodológicas que encuentra la sociología como ciencia. Especialmente señala los diversos tipos de sesgos que los sociólogos deben superar: educativo, patriótico, de clase, politico y teológi co. Para poder evitar estos sesgos, Spencer defiende una sociología «libre de valores». En buena parte de su obra Spencer emplea el método histórico compa rado. La evolución de la sociedad ocupa un lugar central en la sociología de Spencer. En su análisis de la evolución societal Spencer emplea los tres aspectos ge nerales de la evolución señalados más arriba — la integración creciente (au mento de tamaño y conjunción de masas de personas), heterogeneidad y de finición (se perfilan claramente las instituciones)— ; más tarde añade un cuar to aspecto; eí aumento gradual de la coherencia de los grupos sociales. En su teoría de la evolución social Spencer traza, entre otras cosas, el movimiento desde las sociedades simples a las complejas, y desde las militares a las indus triales. Además de analizar la evolución general de la sociedad, Spencer también estudia en particular la evolución de diversas instituciones sociales: domésti cas, ceremoniales, políticas, eclesiásticas, profesionales e industriales. En cada tipo emplea los elementos de su teoría general de la evolución, y dedica espe cial atención a la evolución de las estructuras y funciones de estas instituciones, asi como de la sociedad en su conjunto.
164
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA S p e n c e r ta m b ié n p r e se n ta una s e r ie d e id e a le s p o lít ic o s y é t ic o s . Kn a r m o
n ía c o n su in d iv id u a lis m o m e t o d o ló g ic o , S p e n c e r a fir m a q u e la s p e r s o n a s d e b en p r a c tica r e l lib r e e je r c ic io d e su s fa c u lta d e s; d e b e n te n e r lib e r ta d . E l ú n ic o p a p e l q u e le a sig n a al e sta d o e s la p r o te c c ió n d e la lib erta d in d iv id u a !. E sta p e r sp e c tiv a p o lític a d e l laissez-faire e n c u e n tr a fá c il a c o m o d o c o n las id e a s d e S p e n c e r so b r e la e v o lu c ió n y la s u p e r v iv e n c ia d e l m á s a p to . T e n ie n d o e n c u e n ta su p e r s p e c tiv a so b r e la e v o lu c ió n g ra d u a l d e la s o c ie d a d , S p e n c e r r e c h a z a la id e a d e c u a lq u ie r s o lu c ió n ra d ic a l (p o r e je m p lo , c l c o m u n is m o ) para lo s p r o b le m a s d e la so c ie d a d .
CAPITULO
5
KARL MARX LA DIALECTICA EL POTENCIAL HUMANO Capacidades y necesidades Conciencia Actividad Sociabilidad Consecuencias imprevistas ALIENACION Componentes de la alienación Distorsiones derivadas de la alienación Emancipación ESTRUCTURAS DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA Mercancías Capital Propiedad privada División del trabajo Clase social ASPECTOS CULTURALES DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA Conciencia de clase y falsa conciencia Ideología LA ECONOMIA DE MARX: ESTUDIO DE UN CASO
165
166
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Ha existido siempre una relación inestable y, a menudo, extraña entre la teoria sociológica y la obra de Karl Marx (1818-1883). En algunas zonas del mundo, al menos hasta el reciente final (aparente) de la «guerra fría», la teoría socioló gica era virtualmente idéntica a la teoria marxista y neomarxista, pero en otros países (en especial en los Estados Unidos) Marx ha sido prácticamente ignora do (al menos hasta hace unos años) como pensador de relevancia sociológica. La influencia de Marx en la Europa del Este era, cuando menos hasta hace muy poco tiempo, inmensa, y gran parte de la teoria sociológica se reducía allí a las diversas formas del pensamiento tradicional de Marx y del neomarxista. La influencia de Marx en Europa Occidental ha sido variable. Marx influyó positi vamente en algunos sociólogos de Europa Occidental, mientras otros han con formado su teoría sociológica específicamente contra la teoría marxista. En los Estados Unidos los teóricos de la sociologia anteriores a los años sesenta (salvo algunos como C. Wright Mills) tendían a ignorar las ideas de Marx, a despre ciarlas o incluso a manifestar hostilidad hacia ellas. Por ejemplo, Talcott Par sons (1937, 1949), en el libro en el que presentó las grandes teorías a los Esta dos Unidos, despreció la obra de Marx en unas pocas páginas, y dedicó, sin embargo, cientos de ellas a la obra de Emile Durkheim, Max Weber y Vilfredo Pareto, este último de escasa importancia. La mayoría de los teóricos estadouni denses descartaron a Marx, a quien consideraban un ideólogo que apenas había contribuido al desarrollo de la teoría sociológica científica. Sin embargo, en los años sesenta los sociólogos estadounidenses jóvenes —al menos debido en par te a su implicación personal en los movimientos en pro de los derechos civiles y de los derechos de los estudiantes y en contra de la guerra del Vietnam— co menzaron a considerar .seriamente a Marx como teórico de la sociología. Este cambio quedó reflejado en un libro de Henri Lefebvre (1968) en el que señalaba que si bien Marx no era un sociólogo, había mucha sociología en su obra. Desde finales de la década de los años sesenta se ha venido realizando un serio esfuer zo por integrar las teorías marxista y neomarxista en la teoría sociológica esta dounidense, mientras en el resto del mundo la influencia de Marx ha seguido siendo profunda, e incluso su intensidad ha aumentado en algunos países. Aun que algunos sociólogos estadounidenses siguen oponiéndose a Marx, muchos pensadores están dispuestos actualmente a concederle cl derecho a ocupar un lugar entre los gigantes del pensamiento sociológico. El reciente fracaso de las sociedades comunistas y su giro hacia una economía más capitalista hacc necesario plantearse el papel que juega la teoria de Marx en la sociología. A primera vista parece que estos cambios sugieren que presen ciaremos una decadencia sustancial del interés por la teoría marxiana entre los sociólogos. De hecho, es probable que ocurra eso, sobre todo porque los nuevos teóricos están menos dispuestos a buscar en la obra de Marx las respuestas a los problemas de las sociedades capitalistas modernas. Sin embargo, el alejamiento de la teoría sociológica marxiana será limitado por diversas razones. Primera, la mayoría de los sociólogos que han adoptado una perspectiva marxiana tienen un profundo y largo compromiso con ella que, probablemente,
KARL MARX
167
no cambiará a causa de los cambios producidos en unas sociedades que no expresaban los principios y los ideales de Marx. Segunda, y muy relacionada con la primera, muchas de fas ideas de Marx han sido integradas en diversas perspectivas sociológicas (véase, por ejemplo, el paradigma integrado analiza do en el apéndice), y éstas no van a cambiar sólo por el fracaso del bloque comunista. Tercera, y más importante, la teoría sociológica de Marx es mucho más relevante que su teoría económica. Esta es la tesis que se mantiene en este capítulo. Como veremos, Marx ofreció una teoría sociológica abstracta, cohe rente y sumamente satisfactoria que puede emplearse para analizar cualquier sociedad, no sólo las sociedades capitalistas y sus sistemas económicos. Puesto que esta teoria sociológica no tuvo relación alguna con la creación de las socie dades comunistas y, de hecho, éstas contradijeron aquélla, no resulta dañada por los desarrollos que se han producido recientemente en el mundo comunista. Los sociólogos seguirán sintiéndose atraídos por el alcance y la elegancia de la teoría sociológica de Marx. Muchos estudiantes (y algunos académicos) que se sitúan tanto a favor como en contra de Marx pueden sorprenderse al encontrar aqui a Marx, mencionado como si fuera uno de los principales teóricos de la historia de la disciplina. Los estudiantes formados en una tradición antimarxiana o influidos por medios de comunicación de parecida orientación se han socializado en la creencia de que Marx era un sanguinario radical cuyos compromisos ideológicos le impidieron la producción de una teoría científica seria. Para realizar un estudio profundo y serio es preciso destruir este mito, y éste puede atacarse desde dos frentes. Asimismo, se debe demostrar a los estudiantes promarxistas que es legítimo considerar a Marx como sociólogo. Se puede ofrecer un par de argumentos básicos a los antimarxistas que re chazan a Marx como sociólogo debido a su orientación ideológica. Primero, si bien es cierto que en el enfoque de Marx se percibe una poderosa influencia de su ideología, es importante admitir que todos los teóricos de la sociología pre sentan un sesgo ideológico. Ello es tan cierto en el caso de Comte, Spencer, Durkheim, Weber y Simmel como en el de Marx. No existe una teoría socioló gica «libre de valores», ni nada que se le parezca. Cuando teorizan sobre los fenómenos sociales, a los sociólogos les resulta imposible ser totalmente neu trales, y ello es así tanto si quieren admitirlo o reconocerlo como si no. Por tanto, es cierto que la teoria sociológica de Marx es ideológica, pero esto no constituye una razón para despreciarla, porque así es también en el caso de todas las demás teorías sociológicas. La principal diferencia entre Marx y otros teóricos de la sociologia es que Marx no realizó esfuerzo alguno por ocultar el carácter ideológico de su obra; en efecto, como veremos, la ideología se en cuentra en la base misma de la estructura de su teorización. Segundo, es importante subrayar que, aunque todos reconocen que Marx es ideológico en su teorización, la muy difundida impresión de que Marx era un fanático sanguinario enloquecido resulta inadmisible. Como veremos a lo largo de este capítulo, Marx era un humanista al que hería profundamente el sufri-
1 68
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
miento y la explotación que percibía entre la clase trabajadora bajo el capitalis mo. Su humani.smo le llevó a predicar la revolución para destruir ese sistema económico que explotaba a la inmensa mayoría de la gente, la creación de una sociedad socialista más humana que la capitalista. Aunque defendió la revolu ción, Marx no creía que ese cambio implicara forzosamente un derramamiento de sangre. La transición al socialismo podía realizarse pacíficamente y, tenien do en cuenta la orientación humanitaria de Marx, así hubiera querido que se realizase. Aunque estos argumentos pueden disipar algunas dudas de los lectores con prejuicios antimarxistas, seguramente no satisfacen a los que comparten una orientación promarxista. Estos estudiantes pueden objetar que pensar en Marx simplemente como «sociólogo» es limitarle demasiado. Desde su punto de vis ta, Marx no admite una única etiqueta, porque también fue filósofo, revolucionario, panfletista, periodista, científico político, pensador dialéctico, ctc... Bien es cierto que Marx fue un pensador muy complejo cuya obra atrae a personas proceden tes de muchos campos, pero entre las muchas etiquetas que pueden prenderse a Marx se encuentra la de sociólogo. Podemos analizar aquellos elementos del pensamiento de Marx que son relevantes para la sociologia, al tiempo que reco nocemos que también fue otras muchas cosas para otras muchas personas. Hay otro debate importante que debemos señalar ahora; el que se produce entre los diversos intérpretes de la obra de Marx. Hay varias escuelas de teoría neomarxista, y muchas de sus diferencias nacen de las diversas interpretaciones que hacen de la teoría de Marx. Por ejemplo, algunos subrayan la obra temprana de Marx sobre el potencial humano y consideran el resto de su trabajo una derivación coherente de sus obras de juventud (véanse, entre otros, Ollman, 1976; Wallimann, 1981; Wartenberg, 1982). Otros, sin embargo, hacen hinca pié en la obra madura de Marx sobre las estructuras de la sociedad, en especial sobre las estructuras económicas, y consideran que estos trabajos son distingui bles, e incluso diferentes, de su producción temprana, contemplada como un trabajo filosófico sobre la naturaleza humana (véase Althusser, 1969; Gandy, 1979; McMurty, 1978). Este capítulo parte de la premisa de que no hay discon tinuidad o contradicción entre la obra temprana de Marx sobre el potencial humano y su obra madura sobre las estructuras de la sociedad capitalista. Tras una introducción general al modo de pensar de Marx (la dialéctica), analizare mos la obra de Marx sobre el potencial humano y luego expondremos la rela ción de ésta con sus trabajos más maduros sobre las grandes estructuras de la sociedad.
LA DIALECTICA Marx adoptó el modo dialéctico de la lógica de Hegel. Sin embargo, mientras Hegel se ocupó de la dialéctica de las ideas, Marx intentó aplicar este enfoque dialéctico al estudio del mundo material. Ello supuso algo importante, porque
KARL MARX
169
permitió a Marx tomar la dialéctica del reino de la filosofía y trasladarla al reino de lo que algunos consideran la ciencia de las relaciones sociales existentes en el mundo material. Es este enfoque sobre las relaciones sociales materiales lo que da relevancia a la obra de Marx para la sociología, aún cuando el enfoque dialéctico sea muy diferente del modo de pensar que utilizan la mayoría de los sociólogos (Ball, 1979; Friedrichs, 1972a, 1972b; Ollman, 1976; Schneider, 1971). Dos características básicas del análisis dialéctico distinguen el pensamiento de Marx de la mayor parte del pensamiento sociológico. Primera, el método dialéctico de análisis no contempla una única y unidireccional relación causaefecto entre las diversas partes del mundo social. Para el pensador dialéctico, las influencias sociales nunca se dan en una única dirección, como ocurre para los que piensan en términos de causas y efectos. Para el dialéctico, un factor puede tener un efecto sobre otro, pero éste último también puede influir sobre el primero. Por ejemplo, la creciente explotación del proletariado por parte de los capitalistas puede provocar en los trabajadores una mayor insatisfacción y una mayor milííancia, pero la creciente militancia del proletariado puede provocar la reacción de los capitalistas, con la consecuencia de que incrementen la explota ción para aplastar la oposición de los trabajadores. Este tipo de pensamiento no implica que el dialéctico nunca tenga en cuenta las relaciones causales existen tes en el mundo social. Significa que cuando los pensadores dialécticos hablan sobre causalidad, siempre se refieren a las relaciones recíprocas entre los facto res sociales, así como a la totalidad dialéctica de la vida social en la que se dan. La segunda característica del análisis dialéctico se opone aun más si cabe a la mayor parte del pensamiento sociológico contemporáneo. En el análisis dia léctico, especialmente tal y como Marx lo desarrolla, los valores sociales no son separables de los hechos sociales. La mayoría de los sociólogos crccn que sus valores pueden y deben separarse de su estudio de los hechos del mundo social. El pensador dialéctico piensa que no sólo es imposible apartar los valores del estudio del mundo social, sino que tampoco es deseable, porque produce una sociología inhumana y desapasionada que apenas tiene algo que ofrecer a las personas que buscan respuestas a sus problemas. Hechos y valores están entretejidos, a resultas de lo cuaí el estudio de los fenómenos sociales entraña necesariamente una carga valorativa. Así, para Marx no era posible —y caso de serlo, no era deseable— ser desapasionado cuando se trataba de analizar las dos principales clases del capitalismo; la burguesía (también llamada los «capitalistas») y el proletariado (los trabajadores). Por ejemplo, en El capital (1867/1967), cuando Marx se refería a Jos capitalistas les lla maba licántropos y vampiros que chupaban la sangre de los trabajadores, y se solidarizaba con la penosa condición del proletariado. Pero de la im plicación emocional de Marx en su estudio no se deduce la imprecisión de sus observaciones. Podría incluso señalarse que las ideas apasionadas de Marx sobre estas cuestiones le facilitaron una percepción excepcional de la naturaleza de la sociedad capitalista. Un estudioso menos apasionado habría ahondado menos profundamente en la dinámica del sistema. De hecho,
170
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
KARL MARX: Reseña biográfica Karl Marx nació el cinco de mayo e 1818 enTrier, Prusia. Su padre, abogado, propor cionó a la familia una existencia típica de clase media. Tanto su padre como su madre pro cedían de familias de rabinos, aunque por razones de trabajo el padre se convirtió al luteranismo. En 1841 Marx se doctoró en filosofía por la Universidad de Berlín, un ambiente aca démico muy influido por Hegel y por los Jó venes Hegelianos, que dispensaba a sus maestros un a-^oyo no exento de crítica. La tesis doctoral de Marx era un tratado filosófico denso que se asemeja poco a sus trabajos posteriores, más radicales y pragmáticos. Tras doctorarse comenzó a escribir en un periódico liberal-radical, y en diez meses se convirtió en su editor-jefe. Sin embargo, debido a sus opi niones políticas, el gobierno se apresuró a cerrar el periódico. Los primeros ensayos que Marx publicó en ese periódico comenzaron a reflejar varias de las ideas que le guiarían toda su vida. Eran opinio nes liberales salpicadas de principios democráticos, humanismo e idea lismo. Recfiazaba el carácter abstracto de la filosofía hegeliana, el sueño ingenuo de los comunistas utópicos y a los activistas que reco mendaban lo que él consideraba una acción política prematura. En su rechazo de estos activistas, Marx sentaba las bases de su propio tra bajo: Los intentos prácticos, incluso los protagonizados por las masas, admiten la respuesta de un cañón en cuanto se vuelven peligrosos, pero las ideas que ganan nuestro Intelecto y nos convencen, las ideas que la razón afianza en nuestra conciencia, constituyen cadenas de las que no nos podemos liberar sin romper nuestro corazón; son demonios que sólo se pueden vencer sometiéndolos, (Marx, 1842/1977: 20) Marx se casó en 1843 e inmediatamente después se trasladó des de Alemania al clima más liberal de París. Allí continuó trabajando las ideas de Hegel y de los Jóvenes Hegelianos, pero también se centró en el estudio de dos nuevos conjuntos de ideas: el socialismo francés y la economía política inglesa. Fue la manera particular en la que combinó el hegelianismo, el socialismo y la economía política lo que modelaría su orientación intelectual. En esos momentos conoció al hombre que sería su amigo durante toda su vida, su benefactor y colaborador: Friedrich Engeis (Carver, 1983). Hijo de un fabricante de tejidos, En-
KARL MARX
171
geis era un socialista que criticaba las condiciones de la clase trabaja dora. Gran parte de la compasión que sintió iVIarx por la miseria de la clase trabajadora procedía de su relación con Engeis y sus ideas. En 1844 Engeis y Marx mantuvieron una larga conversación en un famo so caíé de París que afianzó la relación que mantendrían durante sus vidas. De esta conversación, Engeis comentó: «Nuestra total coinci dencia en todos los campos teóricos se hizo manifiesta... y nuestra obra conjunta data de aquel tiempo» (McLellan, 1973: 131). Durante este periodo Marx produjo obras académicas (muchas no se publica ron hasta que murió) con las que pretendía desvincularse de la tradi ción hegeliana (por ejemplo, La sagrada fam ilia y La ideología alem a na), pero también escribió los M anuscritos de econom ía y filo so fía de 1844, que integraban más apropiadamente todas las tradiciones inte lectuales en las que estaba inmerso y anticipaban su creciente pre ocupación por la economía. Aunque Marx y Engeis compartían la misma orientación teórica, había muchas diferencias entre ellos. Marx tendía a ser un pensador abstracto, un intelectual desordenado y un hombre dedicado a su fa milia. Engeis era un pensador práctico, un hábil hombre de negocios, pulcro y metódico, y un mujeriego. A pesar de sus diferencias, Marx y Engeis forjaron una profunda amistad que les llevó a la colaboración en la producción de libros y artículos y a trabajar unidos en organiza ciones radicales. Es más, Engeis ayudó económicamente a Marx du rante el resto de su vida para que éste pudiera dedicarse con exclusi vidad al trabajo intelectual y político. Marx habría trabajado igual sin mí. Lo que Marx hizo yo no lo podré hacer jamás. Marx tenía mejores fundamentos, miraba más lejos, y se percataba de las cosas más lúcida y rápidamente que el resto de nosotros. Marx era un genio. (Engeis, citado en McLellan, 1973; 131-132) De iiecho, no son pocos los que creen que Engeis no llegó a com prender muchas de las sutilezas de la obra de Marx. Tras la muerte de Marx, Engeis se convirtió en el principal portavoz de la teoría marxista y, en cierto sentido, la distorsionó y la simplificó en exceso. Como algunos de sus escritos molestaban al gobierno prusiano, el gobierno francés (a petición del gobierno prusiano) expulsó en 1845 a Marx, quien se trasladó a Bruselas. Su radicalismo iba en aumento, hasta el punto de que se convirtió en miembro activo del movimiento revolucionario internacional. También ingresó en la Liga Comunista, que le solicitó que escribiera un documento (junto con Engeis) en el que expusiera sus objetivos y creencias. El resultado fue El m ani fiesto com unista de 1848, una obra que se caracteriza por sus reso nantes lemas políticos (por ejemplo, «¡Proletarios de todo el mundo, unios!»).
172
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
En 1849 Marx se trasladó a Londres y, a la luz del fracaso de las revoluciones políticas de 1848, comenzó a apartarse de la actividad revolucionaria y a dedicarse al estudio disciplinado y meticuloso del funcionamiento del sistema capitalista. En 1852 comenzó sus fam o sos estudios en el Museo Británico sobre la condición de los trabaja dores bajo el capitalismo. Estos estudios se plasmaron en los tres volúmenes de E l capital, de los que se publicó el primero en 1867. Los otros dos volúmenes se publicarían tras su muerte. Vivió precaria mente durante esos años, defendiéndose apenas con los escasos in gresos que le proporcionaban sus escritos y el apoyo económico de Engeis. En 1863 Marx regresó a la actividad política ingresando en la Internacional, un movimiento internacional de los trabajadores. Pron to destacó en el movimiento y le dedicó varios años de su vida. Co menzó a adquirir fama como líder de la Internacional y autor de E l capital. Pero la desintegración de la Internacional en 1876, el fracaso de varios movimientos revolucionarios y su propia enfermedad acaba ron con la vida de Marx. Su mujer murió en 1881, su hija en 1882 y él e l1 4 de marzo de 1883.
la investigación sobre las obras de los científicos nos indica que la idea de que un científico puede ser desapasionado es en gran medida un mito, y que lo.s mejores científicos son los más apasionados en sus análisis y los más compro metidos con sus ideas (MitrofY, 1974). Ambas características de la dialéctica reflejan la idea de Marx de que no existen lineas divisorias definidas y marcadas entre los fenómenos del mundo social. Marx creía que los diversos componentes del mundo social se entremez claban gradual c imperceptiblemente. Asi, por poner como ejemplo dos de sus principales preocupaciones, Marx afirmaba que los capitalistas y el proletaria do no se encontraban claramente separados, sino que se entremezclaban de manera gradual. Ello implicaba que una gran cantidad de personas se situaban en el intersticio entre las dos clases, o se movían de una clase a otra (el trabaja dor que adquiere riqueza y se convierte en capitalista y el capitalista que fracasa y comienza a formar parte de la clase trabajadora). Los pensadores dialécticos también adoptan una perspectiva reíacional del mundo social (Ollman, 1976). Analizan las relaciones entre diversos aspectos del mundo social. Así, por ejemplo, en su estudio de la burocracia proceden a analizar las diversas relaciones sociales que dan lugar a su creación. Las rela ciones entre los individuos, entre los diferentes grupos de personas y entre las diversas subunidades de la organización (por ejemplo, el departamento de per sonal y el técnico), todas se analizan bajo el meticuloso escrutinio del pensador dialéctico. Además, un pensador dialéctico jam ás se centra en una unidad social aislada del resto de las unidades sociales. Así, la relación entre una determinada
KARL MARX
173
burocracia y e! resto de las diversas unidades sociales del mundo social consti tuye la preocupación principal del pensador dialéctico que se propone estudiar la burocracia. Los p e n s^ o re s dialécticos se interesan no sólo por !a relación entre los fenómenos sociales del mundo contemporáneo, sino también por la relación entre esas realidades contemporáneas y los fenómenos sociales pasados (Bau man, 1976: 81) y futuros. Ello supone dos implicaciones diferentes para una sociología dialéctica. Primero, significa que los sociólogos dialécticos se inte resan por el estudio de las raíces históricas del mundo contemporáneo, como hizo Marx en su estudio de las fuentes del capitalismo moderno. De hecho, los pensadores dialécticos critican duramente a la sociología moderna por realizar muy poca investigación histórica. Un buen ejemplo del pensamiento de Marx respecto a este punto lo encontramos en una famosa cita extraída de «El diecio cho Brumario de Luis Bonaparte»: Los hom bres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente, bajo cir cunstancias e leg id a s por e llo s m ism o s, sin o bajo circunstancias directam ente da das y heredadas del pasado. La tradición de todas las gen eraciones muertas oprim e com o una p esad illa el cerebro de lo s v iv o s. (M arx, 1 8 5 2 /1963: (5 )
Segundo, los pensadores dialécticos se preocupan por la dirección futura que tomará la sociedad. Este interés por el futuro constituye una de las principa les razones de que la sociología dialéctica sea intrínsecamente política, pues posee una imagen del mundo futuro y su interés es promover actividades prác ticas que den vida a ese mundo. En el intento de captar la naturaleza de ese mundo futuro, los sociólogos dialécticos creen que el estudio cuidadoso del mundo contemporáneo proporciona enseñanzas valiosas. En su opinión, el cambio social es una posibilidad futura de lo que ahora existe en potencia: las fuentes del futuro existen en el presente. Para ilustrar este punto tomaremos un ejemplo de Marx: el proletariado del capitalismo moderno, que no posee los medios de producción, es modélico en el sentido de que en una sociedad socialista todos los individuos serán iguales. En ella no existirá la propiedad privada de los medios de producción. Esto no significa que las personas no poseerán ropas, televisores y automóviles, sino que no se dará el caso de que una clase posea o domine las estructuras industrial y corporativa como sucede en el capitalismo contemporáneo. Pero cuando afirmamos que el pensador dialéctico cree que el futuro es una posibilidad de lo que ahora existe en potencia, no nos referimos a la perspectiva determinista de que el futuro del mundo está preestablecido y es inalterable. La naturaleza básica de la dialéctica se opone a la orientación determinista. Como los fenómenos sociales están en constante acción y reacción, el mundo social no admite un modelo simple y determinista. El futuro puede basarse en algún mo delo contemporáneo, pero no de forma inevitable. Los marxistas esperaban y creían que el futuro produciría el socialismo, pero el proletariado no podía es-
174
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
perar pasivamente a que éste llegara. Tenían que ganárselo y carecían de garan tías absolutas de su llegada. Esta aversión a pensar de un modo determinista es lo que distorsiona grave mente el bien conocido modelo dialéctico de tesis, antítesis y síntesis. Este sim ple modelo implica que un fenómeno social genera inevitablemente una forma opuesta a su forma original y que el choque entre las dos formas dará lugar inevitablemente a una nueva forma social sintética. Pero en el mundo real, no existe lo inevitable. Además, los fenómenos sociales no pertenecen a ias senci llas categorías de la tesis, la antítesis y la síntesis. El pensador dialéctico se interesa por el estudio de las relaciones reales, más que por las grandes abstrac ciones. Es esta aversión a analizar grandes abstracciones lo que alejó a Marx de Hegel y lo que le hubiera llevado a rechazar hoy la excesiva simplificación de la dialéctica al modelo de tesis, antítesis y síntesis. Marx analizó el conflicto entre los capitalistas y el proletariado, y aunque anticipó una revolución y, en última instancia, un nuevo tipo de sociedad, no las consideraba inevitables. El proletariado tenía que colaborar y luchar por el socialismo si quería que se realizara. Pero incluso en el caso de que los trabajadores se esforzaran, carecían de garantías absolutas de su llegada. Las acciones de los capitalistas habían logrado que la clase obrera se encontrara más resignada a su suerte, lo que dificultaba la revuelta trabajadora. Lo más conocido de la dialéctica tal vez sea su interés por el conflicto y la contradicción (Elster, 1985). Fue de ese interés del que se derivaron otros subpro ductos, como la preocupación por el proceso de cambio y por la creación de un programa político. Pero lo que más nos importa aquí es que la dialéctica provo ca interés por los conflictos y las contradicciones que se dan entre los diversos niveles de la realidad social; ei interés sociológico más tradicional se inclina, en cambio, por los modos en que estos diversos niveles se mezclan, de forma bas tante clara, dentro de un todo cohesivo. Aunque Marx era consciente de que las ideologías de los capitalistas se entremezclaban con sus intereses objetivos, pretendía centrarse en cuestiones como el conflicto entre las grandes estructu ras creadas por los capitalistas y los intereses del proletariado. Para Marx la contradicción última en el seno del capitalismo se da tal vez en la relación entre burguesía y proletariado. En términos de Marx, la burguesía produce el proletariado, y al producir y expandir esta clase, los capitalistas producen sus propios sepultureros. El capitalista produce el proletariado al obligar a los trabajadores a vender su jornada labora! a cambio de salarios ínfimos. A medida que el capitalismo se expande, aumenta la cantidad de trabajadores ex plotados y el grado de esa explotación. El creciente grado de explotación gene ra una oposición cada vez mayor del proletariado. Esta oposición provoca una mayor explotación y opresión, y el resultado probable es una confrontación entre las dos clases en la que ei proletariado, desde el punto de vista de Marx, es probable que triunfe. A pesar de la importancia que para Marx tenía la futura sociedad comunis ta, sorprendentemente dedicó poco tiempo a describir ese mundo. De hecho,
KARL MARX
175
criticaba a los socialistas utópicos que escribían libro tras libro sobre sus mara villosas imágenes de la sociedad futura. La tarca más importante para Marx era el análisis crítico de la sociedad capitalista contemporánea. Creía que su crítica contribuiría a derrotar al capitalismo y a crear las condiciones para el nacimien to de un nuevo mundo socialista. Habría tiempo, pues, de construir la sociedad comunista una vez derrotado el capitalismo. En general, los pensadores dialécticos también se interesan (como Marx) por las estructuras y los actores de la sociedad, asi como por la relación dialéc tica entre los actores y las estructuras sociales. Pero el método dialéctico impli ca un mayor complejidad porque, como ya hemos señalado, el pensador dialéc tico toma en cuenta las circunstancias pasadas, presentes y futuras en las que se encuentran inmersos actores y estructuras. La J'igura 5.1 es una representación esquemática simplificada de esta perspectiva enormemente compleja y sofisti cada. A lo largo de toda su obra se hace evidente que Marx trabajaba de acuerdo con un modelo como el expuesto en la Figura 5. L Se preocupaba por la interac ción entre los principales niveles del análisis social. Por ejemplo, Marx y En gels señalan: «Las circunstancias hacen a los hombres en la misma medida en la que los hombres hacen las circunstancias» (1845-46/1970: 59; cursivas aña didas). Por lo tanto, Lefebvre estaba en lo cierto cuando señalaba que el cora zón del pensamiento de Marx se encontraba en la relación entre las personas y las grandes estructuras creadas por ellas (1968: 8). Por una parte, estas grandes estructuras ayudaban a las personas a realizarse; por otra, planteaban una grave amenaza a la humanidad.
Grandes estructuras en el pasado
Actores en c! pasado
Figura 5.1. relevante.
Grandes estructuras gj presente
—
►
Actores en el presente
Grandes estructuras en el futuro
----- ►
Actorc-s en el futuro
Representación esquemática de una dialéctica sociológicamente
A pesar de este compromiso general con la dialéctica y, en particular, con la relación dialéctica entre las grandes estructuras y los actores, Marx centró pro gresivamente su atención en las estructuras de la sociedad capitalista. Esto se
176
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
debió en parte a sus intereses políticos, que le llevaron a examinar y criticar las estructuras del capitalismo con el fm de contribuir al cambio revolucionario. Haciendo eso aceleraba la transición al socialismo. Dedicaremos una buena parte de este capítulo al estudio del análisis de Marx de las estructuras del capi talismo. Pero antes de hacerlo debemos comenzar por examinar las reflexiones de Marx sobre los aspectos más microscópicos de la realidad social. Marx cons truyó su análisis crítico de la estructura de la sociedad capitalista a partir de sus premisas sobre los actores, la acción y la interacción.
EL POTENCJAL HUMANO La base de gran parte del pensamiento de Marx la constituyen sus ideas sobre el potencial de los seres liumanos (o lo que él llamaba seres genéricos). Creía que íiasta que no les llegara su oportunidad histórica, las personas no empezarían a acercarse a lo que en úhima instancia podrían llegar a ser. La naturaleza de las sociedades anteriores al capitalismo había sido demasiado severa como para permitir que las personas se realizaran. Los individuos estaban tan ocupados intentando conseguir comida, alojamiento y protección que les era práctica mente imposible desarrollar sus capacidades superiores. Aunque el capitalismo había solventado algunos de estos problemas, constituía un entorno demasiado opresivo que impedía que la mayoría de las personas pudieran desarrollar su potencial humano. Marx deseaba y esperaba que el comunismo proporcionaría un entorno apropiado en el que las personas pudieran comenzar a expresar su potencial. Así, Marx no podía describir con precisión el potencial humano por que aún no se le había permitido desarrollarse y expresarse adecuada y plena mente. La crítica de Marx de la sociedad capitalista se basaba en parte en su percepción de lo que los seres humanos podían llegar a ser una vez que se hubieran liberado de las garras del capitalismo y pudieran expresarse en el en torno más libre del comunismo.
Capacidades y necesidades El fundamento de la concepción marxiana del potencial humano son sus ideas sobre las capacidades y las necesidades de las personas (Ileller, 1976; Ollman, 1976). Las capacidades pueden definirse como las facultades y aptitudes de las personas. En el sistema marxiano, las capacidades humanas no son simplemen te lo que son ahora, sino lo que fueron en un pasado y lo que serán en un futuro bajo diferentes circunstancias sociales. Las necesidades constituyen los deseos de las personas de cosas que normalmente no se pueden obtener de forma inme diata. Las necesidades, como las capacidades, varían mucho según los entornos sociales en los que viven las personas. Incluso las ideas más microscópicas de capacidades y necesidades no se puede analizar sin tener en cuenta las condi ciones de la sociedad en su conjunto.
KARL MARX
177
Es necesario distinguir entre capacidades y necesidades naturales y de la especie. Dicho en pocas palabras, las capacidades y necesidades naturales son las que compartimos con otros animales, mientras que las específicas son exclu sivamente humanas. Las capacidades y necesidades naturales per se apenas nos interesan porque, como Bertell Ollman ha señalado, cl hombre «natural... aún no es un hombre, sino un animal» (1976; 80). Sin embargo, todas ¡as capacida des y necesidades pueden expresarse en formas distintivamente humanas. El sexo, por ejemplo, es un comportamiento común a los seres humanos y a otros animales, pero cuando se expresa en formas peculiarmente humanas entra den tro de la categoría de capacidades y necesidades de la especie.
Conciencia El núcleo de la noción del potencial humano reside en la idea de Marx de que los hombres se distinguen de otros animales por su conciencia y por su capaci dad de ligar esa conciencia a sus acciones. El hincapié que Marx hace en la conciencia deriva directamente de sus vínculos con la filosofía hegeliana y su interés por este fenómeno. Aunque Marx toma prestadas muchas ideas de He gel, critica el que analice la conciencia como si ésta existiera independiente mente de las personas, en lugar de analizar la conciencia de las personas rea les, conscientes. A continuación exponemos la famosa cita de Marx en la que reconoce sus vínculos con Hegel al tiempo que manifiesta su alejamiento de la orientación de Hegel: Hegel convierte al hom bre en el hombre de la autoconciencia, en lugar de hacer de la autoconciencia ¡a autoconciencia del hombre, del hom bre real, que por serlo vive también en un mundo real, ob jetiv o , y se v e con d icion ad o por éste. P one al mundo de cabeza y cree que se pueden, por tanto, d iso lv er tam bién en la cabeza todos los lím ites, gracias a lo cual, nam ralm ente, d ich os lím ites sigu en existien d o para la mala sensoriedad, para cl hom bre real. (M arx y E n gels, 1 8 4 5 /1 9 5 6 :2 5 4 )
Asi, Marx se oponia a las ideas de Hegel no sólo por razones intelectuales, sino también debido a que su imagen efímera de la autoconciencia constituía un impedimento para la realización del tipo de acción política que Marx considera ba una necesidad imperiosa. Marx no se contentó con señalar simplemente y en términos generales que los hombres se distinguían de otros animales por su conciencia. Según Ollman (1976), Marx creía que las siguientes capacidades mentales hacían de la especie humana algo totalmente diferente de los demás animales. 1. Mientras los animales sólo «hacen», las personas pueden distanciarse mentalmente de lo que están haciendo. 2. Puesto que tienen una forma distintiva de conciencia, los actores huma-
178
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
nos son capaces de elegir entre actuar o no hacerlo. Además, son capa ces de elegir qué tipo de acción realizar. 3. Las mentes de los seres humanos les permiten planear de antemano la acción que van a realizar. 4. Los seres humanos poseen flexibilidad tanto física como mental. 5. Los seres humanos son capaces de concentrar su atención en lo que hacen durante un largo periodo de tiempo. 6. La naturaleza de la mente humana lleva a las personas a ser altamente sociales. La conciencia constituye una característica de las personas, y su forma se deriva de la acción y la interacción humanas: «La conciencia es, por tanto, desde sus orígenes, un producto social, y seguirá siéndolo mientras el hombre exista» (Marx y Engeis, 1845-46/1970: 51). Derivadas de las actividades de las personas, las relaciones sociales y la producción de la vida material constituyen una expansión de la conciencia: N o só lo cam bian las co n d icio n es ob jetivas en el acto d e la prod u cción ... sin o tam b ién los productores, en el sentido de que adquieren nuevas caractcrísticas, se d e sarrollan en la m ism a p roducción, se transforman, generan nuevas capacidades e ideas, n u evos m od os de interacción, nuevas n ecesid ad es y un n uevo lenguaje. (M arx, 1 8 5 7 -5 8 /1 9 7 4 : 494)
No es sólo la conciencia y la autoconciencia lo que distingue a fos seres humanos de los demás animales, sino también la relación de esa capacidad mental con los tipos peculiares de actividades que las personas son capaces de realizar. Los seres humanos son capaces de realizar una actividad de un tipo, naturaleza y ritmo distintivos. Es la capacidad de controlar sus actividades mediante la conciencia lo que distingue a las personas de los animales. Marx es perfecta mente claro en este punto; El anim al no se distingue de su actividad vita l... El hom bre hace de su actividad vital el objeto de su voluntad y de su co n cien cia , (M arx, 1932/1964: 113) Una araña ejecuta operacion es que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergon zaría, por la construcción de las celd illa s de su panal, a m ás de un m aestro albañil. Pero lo que d istin gu e ventajosam ente al peor m aestro albañil de la m ejor abeja es que el prim ero ha m odelado la celd illa en su cabeza antes de construirla en la cera. A l consum arse e l p roceso de trabajo surge un resultado que antes del com ienzo de aquél ya ex istia en la im aginación del obrero, o sea idealm ente. (M arx, 1867/1967: 178)
McMurty (1978) afirma que, para Marx, la característica específica de la naturaleza humana es su inteligencia creativa, su capacidad de trazar una es tructura en la imaginación para luego construirla en la realidad. Para Marx, en
KARL MARX
179
el nivel más abstracto, la conciencia y su capacidad de dirigir la actividad era, al menos potencialmcnte, la característica distintiva de los seres humanos. Pero el problema de esta concepción del potencial humano es que es suma mente abstracta, por lo que Marx sintió la necesidad de trasladarla al mundo real. Las personas, su conciencia y sus actividades, no pueden existir aislada mente; tienen que relacionarse con el mundo natural. Las personas necesitan objetivos para sus pensamientos y acciones, y los más importantes de estos objetivos son las otras personas y la naturaleza. Los humanos necesitan actuar sobre algo, y es la naturaleza sobre lo que principalmente actúan, acompañados de todas sus capacidades creativas y en colaboración con otras personas. Pode mos distinguir tres componentes de la relación entre los seres humanos y la naturaleza: la percepción, la orientación y la apropiación. La percepción es el contacto inmediato que tienen Jas personas con la natu raleza a través de sus sentidos. Pero una masa de percepciones desorganizadas probablemente desorienta a los actores. Se requiere un proceso de orientación que organice, modele e imponga un marco a las diversas percepciones del mun do. Una vez percibido el mundo y organizada esa percepción se procede a la apropiación, por la que los actores emplean sus capacidades creativas para ac tuar sobre la naturaleza con el fm de satisfacer sus necesidades. La capacidad creativa y consciente de los seres humanos sólo tiene sentido para Marx cuando se la considera en relación con la percepción, la orientación y la apropiación de la naturaleza. No es sólo que la naturaleza de las capacidades y necesidades de las personas configure la forma de la percepción, la orientación y la apropia ción, sino que la forma que éstas adoptan en los distintos entornos sociales influye, a su vez, en la naturaleza de estas capacidades y necesidades. Esto refuerza la idea de que, para Marx, la naturaleza humana no era algo petrifica do, sino que dependía enormemente de la naturaleza del entorno social. Siguiendo a Marx podemos distinguir tres estadios básicos de la relación entre el potencial humano y los procesos de la percepción, orientación y apro piación; la sociedad primitiva, el capitalismo y el comunismo. En la sociedad primitiva las personas empleaban recursos naturales para producir las cosas que necesitaban (por ejemplo, barcos y alojamientos). Como se necesitaba producir relativamente pocas cosas — y algunas se producían de forma harto ineficiente— , es lógico que las personas desarrollasen sus capaci dades en un grado muy limitado. Como las capacidades permanecían en ese nivel reducido, las necesidades de las personas eran mínimas en la sociedad primitiva (Ollman. 1976: 91). En los tiempos más remotos las personas se dedi caban desesperadamente a intentar sobrevivir y por ello sólo eran capaces de desarrollar y expresar una cantidad limitada de necesidades: «en los estadios más antiguos de la producción... habia pocas necesidades humanas creadas y, por lo tanto, pocas requerían satisfacción» (Marx, 1857-58/1974: 398). La ca pacidad de pensamiento de las personas, su conciencia, era muy limitada y equivalía a poco más que a una conciencia animal «similar a la del borrego» (Marx y Engeis. 1845-46/1970; 51).
180
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Marx pensaba que el capitalismo constituía una fase en la que la capacidad creativa de la mayoría de los seres humanos, que se expresaba en el acto de la apropiación, había quedado virtualmente eliminada. La mayoría de la gente se limitaba, en cambio, a querer tener el dinero suficiente para poder poseer las mercancías que deseaba. Así, la meta en el capitalismo era la propiedad, en lugar de la expresión de las capacidades humanas. Cuando Marx compara la sociedad primitiva y el capitalismo, señala: «El mundo antiguo proporcionaba una satisfacción limitada, mientras que el moderno no proporciona satisfacción alguna y, en el caso de hacerlo, es vulgar y mediocre» (1857-58/1964; 85). Sin embargo, cl comunismo era, para Marx, una fase en la que se habrían destruido las fuerzas estructurales que causaban la distorsión de la naturaleza humana, y en la que las personas podrían expresar su potencial humano en un grado desconocido. La mediocridad de la vida primitiva permitía sólo una míni ma expresión de ese potencial, y las estructuras del capitalismo (por ejemplo, la división del trabajo, la propiedad privada y el dinero), aunque habían liberado a las personas de las limitaciones que implicaba la sociedad primitiva, impedían la expresión de muchas capacidades y necesidades de la especie. Con todo, Marx le daba importancia al capitalismo porque en su seno se habían desarro llado las formas tecnológicas y organizativas que podría emplear una sociedad comunista, aunque en un sentido radicalmente opuesto; es decir, para llevar más lejos la liberación de los individuos del tipo de limitaciones propio de la sociedad primitiva. Es en esta fase cuando las personas podrán expresar sus capacidades humanas de una forma nueva y sin precedentes. Para Marx, el comunismo constituye una fase que permite que los seres humanos «desarrollen sus capacidades genéricas» (1932/1964; 151; Barbalet, 1983; 47, 55). Con tono ligeramente diferente, Ollman señaló que «el comunismo constituye la fase de la apropiación personal plena» (1976: 93).
Actividad La actividad puede ser considerada como cl medio que utilizan las personas para apropiarse de los objetos de la naturaleza. En el análisis de la actividad, nos alejamos del mundo subjetivo de la conciencia y nos acercamos al reino objetivo. Pero como la obra de Marx es, para mérito suyo, un todo dialéctica mente relacionado, resulta virtualmente imposible centramos en un aspecto de la realidad social sin hacer referencia a otros. Es importante señalar que el concepto de actividad que emplea Marx es virtualmente inseparable de sus conceptos de trabajo y creatividad. Marx utili zaba el concepto de trabajo con un sentido muy diferente del de uso común. Ollman definió la noción marxiana de trabajo como «la actividad consciente y deliberada que se realiza en el proceso productivo» (1976: 98). Según esta defí nición, el trabajo constituye una expresión de las capacidades distintivas de las personas. De hecho, el trabajo no se limita a las actividades económicas, sino que entraña todas las actividades productivas que requieren las capacidades
KARL MARX
181
c rea tiv a s d e l a cto r. A su v e z , e l trab ajo ta m b ié n fa c ilita un m a y o r d e sa r r o llo d e las c a p a c id a d e s y las n e c e s id a d e s d e la s p e r so n a s. A u n q u e M a r x n o h iz o u n a d is tin c ió n cla r a e n tre a c tiv id a d , trab ajo y c r e a ti vid ad , te n d ió a u sa r d ife r e n te s té r m in o s en la s d is tin ta s é p o c a s d e su carrera. S in em b argo, lo q u e a q u í n o s in te re sa e s q u e c a d a u n o d e e s o s té r m in o s su b ra y a un a sp ecto d ife r e n te d e la r e la c ió n d e la s p e r s o n a s c o n la n a tu r a le z a . L a actividad hace r e fe r e n c ia al m o v im ie n t o im p lic a d o e n lo s e s f u e r z o s d e lib e r a d o s; e l traba jo, al p r o c e s o d e p r o d u c c ió n m a teria l; y la creatividad, a la c a p a c id a d d e la s person as para h a c e r p r o d u c to s ú n ic o s { O llm a n , 19 7 6 ; 10 2 ). B a jo e l c a p ita lis m o , el trabajo s o lía esta r se p a r a d o d e la a c tiv id a d y la c r e a tiv id a d ; d e s d e e l p u n to d e vista d e M arx, b a jo e l c o m u n is m o era p r o b a b le q u e s e d iera u n a s itu a c ió n en la que la c a p a c id a d c r e a tiv a d e lo s se r e s h u m a n o s s e v ie r a p le n a m e n te in v o lu c r a d a en la a c tiv id a d y e l trabajo.
Objetivación.
Para a p r o p ia r se d c l m u n d o n atu ral, la g e n te , se g ú n M a rx , d e b e
c o m p ro m eterse sie m p r e c o n un p r o c e s o d e objetivación, q u e im p lic a la p r o d u c ción de o b je to s (c o m id a , ro p a s y a lo ja m ie n to s ). Para M arx e l p r o c e s o d e o b je t i vación era im p o r ta n te p o r v a r ia s r a z o n e s. P rim e ra , r e a fin n a b a su o r ie n ta c ió n m aterialista y su in te r é s p o r e l m u n d o real d e lo s a c to r e s r e a le s. N o s ó lo le interesaba e l trab ajo e n e l n iv e l a b stra c to o la o b je t iv a c ió n e n e l r e in o d e la c o n cien cia , c o m o a H e g e l, s in o ta m b ié n e l p r o c e s o d e o b je t iv a c ió n en el m u n d o real. S eg u n d a , M a rx c r e ía q u e la o b je t iv a c ió n era e l a u té n tic o p r o c e s o en e l q u e las p erso n a s e x p r e sa b a n su s c a p a c id a d e s h u m a n a s. E l p o te n c ia l h u m a n o se rea lizaba en la o b je t iv a c ió n d e lo s p r o d u c to s. E ste p r o c e s o d e o b je tiv a c ió n c o n s t itu y e un a e x p r e s ió n d e l p o te n c ia l h u m a no siem p re q u e p r e s e n te c ie r ta s c a r a c te r ístic a s (I sr a e l, 1971; 3 9 ). P rim e ra , q u e la c o n c ie n c ia d e lo s a c to r e s e s te im p lic a d a e n la a c tiv id a d . S e g u n d a , q u e lo s actores e x p r e se n s u s c a p a c id a d e s d e u n a m a n e r a c o m p r e h e n s iv a . T er c e ra , q u e expresen su c a r á c te r in tr ín se c a m e n te s o c ia l e n e l p r o c e s o d e o b je tiv a c ió n . Y cuarta, q u e e l p r o c e s o d e o b je t iv a c ió n n o c o n s titu y a s im p le m e n te un m e d io para lograr o tro s fin e s (e s d e c ir , g a n a r d in e r o ). E n té r m in o s g e n e r a le s , e s t o s ig n ific a que la o b je tiv a c ió n d e b e en trañ ar la e x p r e s ió n d e la s c a p a c id a d e s c r e a tiv a s d e los in d iv id u o s.
Trabajo.
E n e l c o n te x t o d e e sta im a g e n d e la o b je t iv a c ió n e s p e c ífic a m e n te
humana, M arx a n a liz a e l trab ajo en la s o c ie d a d c a p ita lista . P ara e l e s t u d io d e este tip o d e s o c ie d a d M arx a p e n a s u tiliz a lo s c o n c e p to s in te r r e la c io n a d o s d e trabajo, a c tiv id a d y c r e a tiv id a d . S o lia r e fe r ir se , e s p e c íf ic a m e n t e , al trabajo. En cierto se n tid o , c o m o se s ig u e c la r a m e n te d e la s s ig u ie n te s c ita s , M a rx e m p le a b a la idea d e trab ajo c o m o un e q u iv a le n te d e e s o s o tr o s c o n c e p to s ; El trabajo orea valor de u so,... una co n d ició n necesaria, independiente de las dem ás formas de la so cied a d , para la ex isten cia de la raza humana. (M arx, 1867/1967: 4 2 -4 3 )
182
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA El trabajo es... un proceso entre el hom bre y Ja naturaleza, un p roceso en que el hom bre m edia, regula y controla su m etab olism o co n la naturaleza. El hom bre se enfrenta a la m ateria natural m ism a co m o un poder natural. P one en m ovim ien to Jas fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y m anos, a fui de apoderarse de los m ateriales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Ai operar por m ed io de e s e m ovim ien to sobre la naturaleza exterior a é l y transformarla, transform a a la v e z su propia naturaleza. D esarrolla las p oten cias que dorm itaban en ella y sujeta a su señ orío el ju e g o de fuerzas de la m ism a. (M arx, 1867/ 1967: 177)
Es indudable, pues, que Marx eslá empleando aquí el concepto trabajo con las acepciones de trabajo, actividad y creatividad. Queda claro que el concepto de trabajo implica la apropiación, la objetivación y la plena expresión del po tencial humano. Sin embargo, como veremos a lo largo del capítulo, Marx pen saba que el trabajo en la sociedad capitalista adoptaba ciertas formas distintivas y pervertidas. En lugar de constituir un fm en si, una expresión de las capacida des humanas, el trabajo en el capitalismo se reduce a un medio para alcanzar un fin: ganar dinero (Marx, 1932/1964: 173). Bajo el capitalismo, el trabajo no equivale a trabajo, actividad y creatividad.
Sociabilidad Otro aspecto de la imagen de Marx del potencial humano es la idea de que las personas son intrínsecamente sociales. Marx y Engeis hablaban de «la necesidad de la interacción con otros hombres» (1845-46/1970: 51). En muchos lugares de su obra Marx escribió «El hombre es, en el sentido más literal de la palabra, un zoon politikon, no sólo es un animal social, sino también un anima) que sólo dentro de la sociedad se convierte en individuo» (1857-58/1964: 84). Por un lado, como ya hemos visto, esto significa que todas las capacidades específicamente humanas no tienen sentido si se expresan aisladamente; deben estar relacionadas tanto con el mundo natural como con el social. Desde el punto de vista de Marx, las personas no pueden expresar su humanidad sin la interacción con la naturaleza y con las otras personas. Por otro, la sociabilidad constituye una parte integrante de la naturaleza humana. Es decir, para Marx, las personas son intrínsecamente sociales. Necesitan relacionarse con otras per sonas tanto por el mero hecho de relacionarse, como para poder apropiarse de la naturaleza adecuadamente (Mészáros, 1970: 149).
Consecuencias imprevistas Finalmente, un aspecto apenas analizado del concepto de Marx de la naturaleza humana está directamente relacionado con el desarrollo del capitalismo. Hace referencia al hecho de que las personas —^dotadas, al menos potencialmente, de características humanas positivas— hayan producido el capitalismo, una es
KARL MARX
183
tructura que distorsiona su naturaleza esencial. Se trata, pues, de la idea de las consecuencias imprevistas (Elster, 1985: 3). Si bien solemos relacionar esta idea con la obra de Max Weber, parece evidente que Marx también la tuvo en mente: «He aquí, pues, la espiral dialéctica: al tiempo que solemos lograr resul tados inmediatos de nuestras intenciones conscientes, demasiado a menudo no anticipamos ni prevemos las consecuencias no deseadas más remotas de esos resultados» (citado en Venable, 1945: 76), En términos generales, podemos deducir que el capitalismo constituye una consecuencia imprevista que resulta de un sinnúmero de acciones. La intención de la gente no era crear una estructura que distorsionara la naturaleza humana, pero ese fue el resultado. También es ncccsario señalar que la idea de las consecuen cias imprevistas, como otros aspectos de la imagen de Marx de la naturaleza humana, depende del contexto social. Aunque forman parte integrante de la sociedad pasada y presente, Marx habría especificado (habría abordado la cuestión de) que probablemente las consecuencias imprevistas no constituyen una caracterís tica de la sociedad. Es dccir, cl comunismo no necesariamente se verá perturbado por consecuencias imprevistas. Ahora bien, el concepto de las consecuencias imprevistas es muy útil en la reflexión sobre la sociedad capitalista. Por ejem plo, los capitalistas creen que sus acciones promueven sus intereses, así como los intereses del sistema capitalista en su conjunto, Pero como Marx pensaba, muchas de sus acciones creaban las condiciones para el colapso fmal del sistema. Por poner un ejemplo, los capitalistas creen que extraer del trabajador la última pizca de productividad va en su propio interés y en el del sistema. Aunque a corto plazo esta extracción produce grandes beneficios, a largo plazo, para Marx, crea la clase que destruirá finalmente cl sistema capitalista: cl proletariado.
ALIENACION Hasta aquí hemos analizado varios componentes de la obra de Marx en un nivel microscópico: cl potencial humano (el ser genérico), las capacidades, las nece sidades, la autoconciencia y la conciencia, la actividad, el trabajo, la creativi dad, el trabajo (percepción, orientación y apropiación), la objetivación, la so ciabilidad y las consecuencias imprevistas. Estos componentes se derivan principalmente del estudio de la obra temprana de Marx. En su obra madura rara vez se permitió Marx el lujo de hacer este tipo de reflexiones filosóficas, porque se centró en la naturaleza de la sociedad capitalista. En sus primeras obras, Marx denominaba alienación a las distorsiones que causaba la estructura de la sociedad capitalista en la naturaleza humana. Aunque en su obra posterior evitaba este término altamente filosófico, siguió siendo, de otra guisa, una de sus principales preocupaciones. Como Barbalet señala: «Aunque Marx apenas usa el término 'alienación’ en El capital, sí emplea el concepto». (1983: 95). Al fin y al cabo, Marx era un humanista, e incluso en su exploración de la estructu ra de la sociedad capitalista jamás perdió de vista cómo afectaba al actor (War tenberg, 1982).
184
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Aunque era el actor el que padecía la alienación en la sociedad capitalista, Marx centró su análisis en las estructuras del capitalismo que causaban tal alie nación. Así, contra la opinión de muchos de sus intérpretes, que le acusan de adoptar un enfoque sociopsicológico, Marx ofreció básicamente una teoría de la alienación arraigada en la estructura social. Rs la estructura social la que rompe las interconexiones naturales que caracterizan la naturaleza humana en un sentido ideal. Aquí es sumamente importante el sistema de dos clases, en el cual los capitalistas emplean a los trabajadores {y por lo tanto poseen su tiempo de trabajo) y son propietarios de los medios de producción (herramientas y materias primas), así como de los productos resultantes. Para sobrevivir y tener acceso a las herraniientas y las materias primas, los trabajadores se ven obligados a vender a los capitalistas su fuerza de trabajo. Aunque los trabajadores usen las herramientas y actúen sobre la naturaleza, las interrelaciones naturales están rotas.
Componentes de la alienación Puede considerarse que e l concepto de alienación incluye cuatro componentes básicos. Primero, en la sociedad capitalista, los trabajadores están alienados de su actividad productiva. En tal sociedad los trabajadores no trabajan para sí mismos, para satisfacer sus propias necesidades. Trabajan para los capitalistas, que les pagan un salario de subsistencia a cambio del derecho a utilizarlos en lo que deseen. Trabajadores y capitalistas creen que el pago de un salario significa que la actividad productiva pertenece al capitalista. Puesto que la actividad productiva pertenece al capitalista, y puesto que es él quien decide lo que hay que hacer con ella, es fácil comprobar que los trabajadores están alienados res pecto a su actividad. En lugar de ser un proceso satisfactorio en y por sí mismo, la actividad productiva en el capitalismo se reduce, según argumenta Marx, a un aburrido e idiotizante medio de cumplir el único objetivo que de verdad importa en el capitalismo; ganar el suficiente dinero para sobrevivir. Segundo, los trabajadores están alienados no sólo respecto de las actividades productivas, sino también del objeto de esas actividades; el producto. El producto de su trabajo no pertenece a los trabajadores y no pueden utilizarlo para satisfacer sus necesidades primarias. El producto, como el proceso de producción, perte nece a los capitalistas, que pueden usarlo como deseen. Esto suele significar que lo venden para obtener beneficio. Los trabajadores no sólo no ejercen control alguno sobre el producto, sino que, en la mayoría de los casos, tampoco tienen una percepción correcta de lo que producen. Suelen realizar tareas muy especiali zadas, a resultas de lo cual apenas perciben el papel que juegan en el proceso de producción. Por ejemplo, los trabajadores de una cadena de montaje de automóviles que aprietan los tomillos de una turbina apenas se percatan de su papel en la producción de un motor, y no digamos de su contribución a la producción dei automóvil entero. Las cadenas de montaje suelen ser tan largas y tienen tantos eslabones que los individuos se limitan a cumplir un papel insignificante en el
KARL MARX
185
proceso global. Como les corresponde cumplir esos papeles de escasa impor tancia, los trabajadores suelen creer que es la cadena de montaje, no las perso nas que trabajan en ella, lo que produce el producto fínal. Tercero, en el capitalismo los trabajadores están alienados de sus compañe ros de trabajo. Marx parte de la premisa de que las personas necesitan y desean trabajar en colaboración con otras para extraer de la naturaleza lo que necesitan para sobrevivir. Pero el capitalismo destruye esta cooperación natural, y las personas, especialmente los extranjeros, se ven obligadas a trabajar codo con codo para los capitalistas. Aun cuando los trabajadores de una cadena de mon taje, por ejemplo, sean íntimos amigos, la naturaleza de la tecnología produce una profunda sensación de soledad. He aquí cómo describe un trabajador su situación social dentro de una cadena de montaje: P uedes trabajar al lado de un tipo durante m e se s sin ni siquiera saber có m o se llam a. Y e s que estás dem asiado ocupado co m o para hablar. N o te o y e ... T ien es que gritarle al oíd o . H ay tipos fino.s qu e m erodean por a llí con cam isa b lanca, y si ten ven m ovien d o la boca dicen; «H ay que dar m ás trabajo a este ch aval». N o hay tiem p o para hablar, tío. (T erkel, 1974: 165)
Pero esta situación social es peor que la simple soledad; los trabajadores suelen verse obligados a competir abiertamente, y a veces se producen enfren tamientos entre ellos. Con el fín de extraer la máxima productividad y evitar el desarrollo de relaciones cooperativas, el capitalista enfrenta a los trabajadores entre sí para detectar cual de ellos produce más, trabaja más rápidamente y agrada más al jefe. A los que ganan se les da alguna recompensa extrasalarial; a los que pierden se les despide. En cualquier caso, se genera una hostilidad con siderable entre los compañeros de trabajo. A los capitalistas les conviene este enfrentamiento, porque de ese modo evitan ser ellos mismos blanco de la hosti lidad obrera. En el capitalismo, la soledad y la hostilidad entre las personas suele alienar a los trabajadores respecto de sus compañeros. Por último, en un nivel más general, los trabajadores están alienados de su propio potencial humano en la sociedad capitalista. Los individuos se realizan cada vez menos como seres humanos y quedan reducidos en su trabajo al papel de animales, bestias de carg¿ o máquinas inhumanas. La conciencia se entume ce y, en última instancia, se destruye a medida que gradualmente se van rom piendo las relaciones con otros humanos y con la naturaleza. El resultado es una masa de personas incapaces de expresar sus capacidades específicamente hu manas, una masa de trabajadores alienados.
Distorsiones derivadas de la alienación La alienación, pues, es la ruptura estructuralmente impuesta de la interconexión total y natural que, para Marx, constituye una parte esencial de la vida, al menos en un sentido ideal. El comunismo implica un restablecimiento de las interco
186
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
nexiones que ha destruido el capitalismo. Por tanto, la alienación se opone a lo que las personas pueden potencialmente ser (Barbalet, 1983: 53). Como ha se ñalado Elster; «El análisis de Marx de la alienación sólo tiene sentido a la luz de una idea normativa de lo que constituye una vida buena para el hombre... una vida plena de actividad creativa» (¡958; 5Í). Como consecuencia de ia aliena ción, el trabajo en el capitalismo se reduce al simple trabajo en cuya realización el individuo «no se reafirma, sino que se niega; no se siente satisfecho, sino infeliz; no desarrolla libremente su energía mental y física, sino que mortifica su cuerpo y arruina su mente» (Marx, 1932/1964: 110). En el capitalismo el trabajo es, por lo tanto, muy diferente de la genuina actividad humana. Uno de los ejemplos más bellos que nos ofrece Marx para ilustrar la perver sión de la humanidad por el capitalismo es su reflexión sobre el dinero. Ideal mente, las personas no pueden ser más que lo que realmente son, pero en el capitalismo el dinero confiere a las personas capacidades y aptitudes que no tienen realmente. A continuación exponemos la perspicaz opinión de Marx so bre esta cuestión; Lo que m ediante cl dinero e s para m í, lo que puedo pagar; es decir, lo que el dinero p u ede comprar, e so soy yo, el p o seed o r del dinero m ism o. M i fuerza es tan grande co m o lo sea la fuerza del dinero. L as cu alid ad es del dinero son m is — de su p o see dor — cualidades y fuerzas ese n c ia le s. Lo que soy y lo que puedo no están determi' nados en m od o algu n o por mi individualidad. Soy feo , pero puedo comprar la más hermosa d e las m ujeres. Por lo tanto, no soy feo, pues el e fe c to de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, e s aniquilada por el dinero. S egún mi individualidad soy tollido, pero cl dinero m e procura veinticuatro p ie s, lu eg o no so y tullido; soy un hom bre m alo, sin honor, sin c o n cien cia y sin in g en io , pero se honra el dinero, lu ego tam bién so y su p oseedor. E l dinero e s el bien suprem o, lu ego e s bueno su poseedor; el dinero m e evita, adem ás, la m o lestia d e ser d esh on esto, lu eg o se pre sum e que so y honesto; so y estúpido, pero el dinero e s el verdadero espíritu de todas las co sa s, ¿cóm o podría carecer d e in g en io su poseedor? E l puede, por lo dem ás, com prarse g en tes in gen iosas, y ¿no e s quien tien e poder sobre las personas in teligen tes m ás talen toso que el talentoso? ¿Es que no p o seo y o , que mediante el dinero p uedo todo lo qu e el corazón hum ano ansia, tod os los poderes humanos? ¿A caso no transform a mi dinero todas m is carencias en su contrario? (M arx, 1932/1964: 167)
Si bien el dinero puede comprar prácticamente todo en el capitalismo, en un mundo verdaderamente humano no puede realizar esta función. En tal mundo uno puede, por ejemplo, «intercambiar amor por amor» (Marx, 1932/1964:119). La riqueza es sólo una apariencia que, una vez eliminada, no deja otra cosa que «la universalidad de las necesidades, las capacidades, los placeres, las fuerzas productivas, etc., de los individuos, producidas en el intercambio universal... ¿Qué otra cosa podría ser sino el auténtico desarrollo dcl control humano sobre las fuerzas de la naturaleza — las de su propia naturaleza—, así como aquellas otras de la llamada ‘naturaleza’? ¿Qué otra cosa podría ser sino la elaboración absoluta de sus disposiciones creativas? (Marx, 1857-58/1964: 84-85),
KARL MARX
187
La lista de distorsiones causadas por la sociedad capitalista es larga. Prime ro, la estructura del proceso de producción convierte a los trabajadores en «mons truos tullidos» al obligarles a trabajar minuto tras minuto sin permitirles usar sus capacidades (Marx, 1867/1967: 360). Asimismo, la interrelación natural entre mente y mano está rota en el capitalismo, hasta el punto de que sólo a unas pocas personas se les permite realizar trabajo intelectual; la mayoría realiza un trabajo manual exento de componentes mentales (Marx, 1867/1967: 508), Te nemos también la monotonía de repetir hasta la saciedad la misma tarea espe cializada, Engeis subrayó este problema: «Nada es más terrible que limitarse a hacer la misma cosa todos los días, de la mañana a la noche, contra la volun tad... en esta monotonía ininterrumpida su trabajo se convierte en una tortura... en el caso de que le quede sentimiento humano» (Venable, 1945: 137). Los seres humanos dejan de ser creativos y se orientan en soledad hacia la posesión de objetos. Para Marx, la propiedad privada hace a las personas tan «estúpidas y estrechas de miras» que sólo perciben un objeto como suyo cuando lo poseen; es decir, cuando lo «comen, lo beben, lo visten, o lo habitan». Por todas estas razones, el trabajo en el capitalismo deja de ser una expresión del potencial humano. De hecho, en muchos sentido es lo opuesto. Debido a esa total aliena ción de las funciones humanas una persona ya no puede satisfacer sus capacida des y necesidades humanas y se ve obligada a concentrarse en las capacidades y necesidades naturales. D e esto resulta que el hom bre (el trabajador) só lo se sien te libre en sus fu n cion es anim ales, en el com er, beber, engendrar, y todo lo m ás en aq u ello que toca a la habitación y al atavío, y en cam b io en sus fu n cio n es hum anas se sien te co m o anim al. Lo anim al se convierte en lo hum ano y lo hum ano en anim al. (M arx, 19 3 2 /1 9 6 4 : 111)
Tal vez sea éste el colmo de las consecuencias imprevistas; las personas han producido una sociedad que les permite sentirse a gusto sólo cuando funcionan como animales. Marx afirmaba que el capitalismo era un mundo invertido en el que los que deberían estar arriba quedan relegados a lo más bajo, y los que merecían estar abajo llegan a la cúspide de la sociedad. Así, las personas consideradas por Marx como las más importantes para la sociedad — los productores (el proleta riado)— se encontraban abajo luchando por un salario de subsistencia y domi nadas por los capitalistas. Los capitalistas, que no producían nada por sus pro pios medios y vi vian a expensas del trabajo de otros, constituían la fuerza dominante de la sociedad. El capitalismo también era un mundo invertido en el sentido de lo que llega a ser real para la sociedad. Por ejemplo, son las personas las que establecen los precios, pero no perciben el papel esencial que desempeñan en ese proceso. Es más, parece que es el «mercado» irreal el que establece los precios. Finalmente, la realidad de la vida en el capitalismo se esconde tras la ilusión de un hecho. Por ejemplo, desde el punto de vista de Marx, los capitalis tas explotan al proletariado, pero la creencia común es que son las capacidades
188
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de los capitalistas las que confieren el éxito al trabajador. Volveremos a esta cuestión cuando anaJicemos la ideología en el capitalismo, pero lo que hay que subrayar ahora es que para Marx el capitalismo constituye, en muchos sentidos, un sistema social invertido y distorsionado.
Emancipación Por supuesto, la crítica marxiana de la sociedad capitalista no constituía un fin en sí misma, sino un esfuerzo cuyo objetivo era que se llevaran a cabo los cambios necesarios para crear una sociedad en ta que el potencial humano pu diera expresarse adecuadamente. Podemos afirmar que el objeto de la sociolo gía de Marx era la emancipación de la humanidad de la esclavitud de la socie dad capitalista (Mészáros, 1970: 200). Como Marx dijo: «La emancipación humana será total sólo cuando el hombre real e individual... se haya convertido en un ser genérico» (citado en Bender, 1970: 66). Vernon Venable capta satisfactoria mente la esencia dcl problema y la necesidad de reforma; Por lo tanto, la actividad hum ana d ebe dirigirse... hacia su rescate c o le c tiv o del estad o lam entable, fragm entado, d iv id id o , idiotizado, y do cla se esclava en la que se encuentra. D eb e dirigirse, d ich o en p o ca s palabras, hacia la transform ación de la naturaleza humana. D eb e lograr la d ig n ifica ció n , la integración, la p erfecció n y la liberación del hom bre, de manera que los recursos y capacidades que residen en é l... puedan desarrollarse, expandirse v encontrar una exp resión fructífera. ’ (V en ab le, 1945: 151 -1 5 2 )
Por tanto, las reflexiones sobre el potencial humano llevaron a Marx a arti cular una critica de la sociedad capitalista y un programa político orientado hacia la destrucción de las estructuras del capitalismo para que las personas pudieran expresar su humanidad esencial (Mészáros, 1970). La transición hacia la sociedad socialista y la emancipación podía lograrse sólo mediante la acción concreta o praxis. Por un lado, este concepto significa que no debemos contentamos con filosofar sobre el capitalismo, sino adoptar también una postura intelectual crítica que contribuya a la realización de la acción necesaria para revolucionar la sociedad. Este concepto también significa que el capitalismo sólo puede transformarse mediante la acción concreta. Así, el proletariado debía actuar para llevar a cabo la transición al socialismo; no podía sentarse y esperar pasivamente a que llegara su derrumbe final como fruto de sus contradicciones internas. El uso de Marx del concepto de praxis era tanto politico como teórico. La sociedad comunista creada mediante la praxis «no gobernará sobre los individuos, pues en sí misma no es otra cosa que los individuos concretos en sus mutuas relaciones sociales» (Gould, 1978: 166); eliminará la alienación («la condición humana en la fase precomunista» [Barbalet, 1893: 53]); y reunirá a las personas con sus productos, sus actividades productivas, con otras personas y con ellas mismas. La meta de la emancipación es el .ser genérico. Otra manera
KARL MARX
189
de expresar esto mismo es decir que la meta de la emancipación es el comunis mo que constituye «la primera expresión real y la realización auténtica del hombre, de la esencia del hombre, y de su esencia como algo real» (Marx, 1932/ 1964: 187), Para Avineri, «el postulado de Marx sobre la posibilidad última de autoemancipación humana está relacionado con su premisa filosófica sobre la creación inicial del mundo por parte del hombre» (1968: 65). En otra palabras, no podemos entender el comunismo sin comprender el concepto de ser genérico.
ESTRUCTURAS DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA Hemos dedicado varias páginas al estudio de los pensamientos de Marx sobre los actores, los procesos mentales y la acción, y la mayor parte de ellos se encuentra en sus trabajos sobre el potencial humano y la distorsión (alienación) causada por la estructura de la sociedad, en particular la estructura de la socie dad capitalista. Llega el momento, pues, de pasar a analizar la obra de Marx sobre esas grandes estructuras que causan la alienación en la sociedad capitalista. La primera cuestión que abordaremos es si Marx consideraba o no esas estructuras sociales como «cosas», es decir, como estructuras solidificadas. Otra manera de plantearlo es preguntarnos si Marx adoptó la postura de Durkheim (1895/1964) de que los hechos sociales debían ser tratados como si fueran «co sas». Las opiniones de Marx sobre las grandes estructuras se formaron a partir de su modo de pensar dialéctico, especialmente sobre la base de su tendencia a centrarse en las relaciones sociales (Ollman, 1976). Marx percibía las estructu ras sociales como un conjunto de relaciones sociales numerosas y continuas. Esta perspectiva dinámica o dialéctica se opone radicalmente a la idea de mu chos neodurkheimianos, que han ignorado la advertencia de Durkheim de que habia que tratar los hechos sociales como cosas y los consideran cosas de he cho. Si bien tenia una perspectiva dinámica sobre las estructuras, Marx consi deraba que el conjunto de relaciones en el capitalismo eran externas a los acto res y coercitivas. Esto no significa que este conjunto de relaciones fuera inevitable o eterno, pero ciertamente había adquirido una realidad objetiva bajo el capita lismo y debia ser destruido para acercarse al comunismo. En relación a este punto nos percatamos de los compromisos políticos de Marx, porque su pers pectiva más relacional confiere a las estructuras sociales una naturaleza mucho más cambiante que la que tendrían si fueran consideradas cosas.
Mercancías La base de todo el trabajo de Marx sobre las estructuras sociales, y el lugar en el que ese trabajo está más claramente vinculado a las ideas sobre el potencial ' En opinión de Berki, el comunismo es «lo único importante del pensamiento de Marx» (1983: 1).
190
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
humano, es su análisis de las mercancías. Como Georg Lukács señaló, «El pro blema de las mercancías es... el problema estruclural central de la sociedad capitalista» (1922/1968: 83). El concepto de mercancía de Marx arraiga en la orientación materialista de su análisis sobre las actividades productivas de los actores. Como ya hemos visto, para Marx las personas producen los objetos que necesitan para sobrevi vir mediante su interacción con la naturaleza y otros actores; la objetivación constituye un aspecto necesario y universal de la vida humana. Estos objetos se producen para el uso de una persona o para el de otras en su entorno inmediato: constituyen valores de uso. Los objetos son los productos del trabajo humano y no pueden adquirir una existencia independiente porque están bajo el control del actor. Sin embargo, en el capitalismo este proceso de objetivación adopta una forma nueva y peligrosa. En lugar de producir para ellos o para sus congé neres inmediatos, los actores producen para otro tipo de persona (el capitalista). Los productos, en lugar de ser usados inmediatamente, son intercambiados en el libre mercado a cambio de dinero {valores de cambio). Aunque son las perso nas las que producen objetos en el capitalismo, el papel que desempeñan en la producción de mercancías, y su control sobre ellas, se mistifica. Al principio creen que esos objetos y el mercado tienen una existencia independiente y esta creencia se convierte en realidad cuando esos objetos y su mercado se convier ten en reales, en fenómenos independientes. La mercancía aparece como una realidad externa, casi mística, independiente (Marx, 1867/1967: 35). Fetichismo de la mercancia. El desarrollo de las mercancías va acompañado de! proceso que Marx denominó fetichism o de la mercancía. La base de este proceso es el trabajo, que confiere valor a las mercancías. El fetichismo de las mercancías implica el proceso por el que los actores olvidan que es su trabajo el que confiere a las mercancías su valor. Llegan a creer que su valor procede de las propiedades naturales de las cosas o que el funcionamiento impersonal del mercado es lo que les otorga su valor. Así, para los actores, el mercado realiza una función que, para Marx, los actores son los únicos que pueden realizar: la producción de valor. En palabras de Marx: «Una relación social definida entre hombres... asume, ante sus ojos, la fantástica forma de una relación entre co sas» (1867/1967: 72). Al conceder realidad a las mercancías y al mercado, el individuo en el capitalismo pierde progresivamente el control sobre ellos. Lo m isterioso de la form a m ercantil co n siste sen cilla m en te, p u es, en que la misma refleja ante lo s hom bres el carácter so cia l d e su propio trabajo c o m o caracteres ob jetiv o s inherentes a ios productos d el trabajo, co m o propiedades so cia les natura le s d e d ich as c o sa s, y, por en d e, en que tam bién refleja la relación so cia l que media entre lo s productores y el trabajo glo b a l, com o una relación social entre los obje tos, existen te at m argen de lo s productores. (M arx, 1867/1967; 72)
La belleza del análisis de Marx sobre las mercancías y su fetichismo consis-
KARL MARX
191
te en que parte del micronivel del actor y la acción individual para luego elevarse al macronivel de las grandes estructuras sociales. Es decir, las personas, dota das con mentes creativas, interactúan con otras personas y con la naturaleza para producir objetos, pero este proceso natural se convierte en el capitalismo en algo grotesco. El fetichismo de las mercancías confiere a éstas y al mercado una realidad objetiva independiente que es externa al actor y coercitiva. Reíficación. Puede parecer que los conceptos de mercancía y de fetichismo de la mercancía tienen un uso sociológico limitado. Tal vez se crea que estos conceptos pertenecen exclusivamente al reino económico; es decir, al resultado fínal de la actividad productiva. Pero ía actividad productiva puede — y debe— analizarse con una perspectiva más amplia si de verdad queremos comprender el sentido de la obra de Marx y de su aplicación a la sociologia. Es necesario señalar aquí que las personas producen no sólo objetos económicos (comida, ropa y alojamientos) sino también relaciones sociales y, en última instancia, estructuras sociales. Desde este punto de vista, el fetichismo de la mercancía se puede traducir al concepto más amplio de reificación (Lukács, 1922/1968). La reíficación puede considerarse como el proceso por el que se llega a crccr que las formas sociales humanamente creadas son naturales, universales y absolutas y, consecuentemente, que esas formas sociales adquieren, de hecho, esas carac terísticas. El concepto de reíficación implica el convencimiento de las personas de que las estructuras sociales están fuera de su control y son inalterables. Esta suposición se convierte en la profecía que se cumple a sí misma. Y las estructu ras adquieren realmente el carácter que las personas les otorgan. El uso de este concepto implica que las personas reifican no sólo las mercancías, sino también el conjunto total de las diversas estructuras sociales. Podemos encontrar un concepto más amplio de reificación en el propio aná lisis de Marx sobre el trabajo. Fundamentalmente, Marx afirmaba que bajo las circunstancias específicas del capitalismo el trabajo, como fenómeno social, se convertía en una mercancía: «La fuerza de trabajo aparece en el mercado como una mercancía exclusivamente si, y en la medida en que, su poseedor, el indivi duo propietario de esa fuerza de trabajo, la pone en venta o la vende como una mercancía» (1867/1967: 168). Una vez admitida la posibilidad de que un fenó meno social (el trabajo) se reifique, podemos suponer esa misma posibilidad en el caso de una amplia gama de otros fenómenos sociales (Lefebvre, 1968; 16). Del mismo modo que las personas reifican las mercancías y otros fenómenos económicos (por ejemplo, la división del trabajo [Rattansi, 1982; Walliman, 1981]), también reifican estructuras religiosas (Barbalet, 1983; 147), políticas y organizativas. Marx lo señaló al respecto del estado: «Y en virtud de esta pro funda contradicción entre el individuo y... la comunidad, esta última adopta una forma independiente, el Estado, divorciada de los intereses reales del individuo y la comunidad» (citado en Bender, 1970; 176). M arx te n ía p o c a s c o s a s q u e d e c ir s o b r e e l a m p lio c o n ju n to d e e stru ctu ra s so c ia le s q u e h a b ía n s id o r e ific a d a s , p u e s s e c e n tr ó p r in c ip a lm e n te e n lo s c o m
192
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ponentes estructurales de la economía. Contemplaba estas estructuras económi cas como las causas principales de ía alienación, ya que rompían la interco nexión natural entre las personas y la naturaleza.
Capital El más general de los elementos económicos estructurales en la obra de Marx es el capital, o el sistema capitalista. Como estructura independiente, el capital (en manos de los actores que operaban en su propio beneficio, la burguesía) explo taba a los trabajadores, los responsables de su creación. Marx pensaba que cl poder del capital aparecía como «un poder otorgado por !a naturaleza —un poder productivo inherente al capital» (1867/1967: 333^ Así, las personas ten dian a reificar el capital al crcer que, por naturaleza, el sistema capitalista era extemo a ellas. Los trabajadores eran explotados por un sistema y habían olvidado que ellos lo habían producido mediante su trabajo, por lo que no se percataban de que podía cambiar. «Debido a su conversión en autómata, el instrumento del trabajo se enfrenta al trabajador durante el proceso de la producción, y adopta la forma de capital, o trabajo muerto, que domina y extrae hasta que se agota la fuerza de trabajo existente» (Marx, 1867/1967:423). Esta es la idea que llevó a Marx a la conclusión de que el capitalismo era un mundo invertido.
Antes de proceder al análisis de algunas de las
ideas económicas de Marx y
al estudio concreto de un caso, debemos recordar al lector que el presente es un libro de teoría sociológica, no económica. Por ello presentamos las ideas econó micas para ilustrar las ideas sociológicas subyacentes más básicas. C irculación de m ercancías. Además de analizar el carácter del capital en general, Marx estudió algunos componentes específicos del sistema capitalista. Por ejemplo, examinó la circulación de las mercancías, considerada por él como «el punto de partida del capital» (1867/1967: 146). Marx distinguía dos tipos de circulación de mercancías. Ambos representan la totalidad de las relaciones económicas establecidas, que son externas y coercitivas para el actor. Uno de estos tipos de circulación — Dinero-Mercancías-Dinero (D-M-D)— es caracte rístico del capital; no ocurre así en el caso del otro; Mercancías-Dinero-Mer cancías (M-D-M). En la circulación simple de mercancías predomina el circuito M-D-M. Este circuito puede ilustrarse con el ejemplo del pescador que vende su pesca y utiliza el dinero para comprar pan. En una sociedad caracterizada por la circu lación simple de mercancías, el intercambio se realiza a través de «la conver sión de la mercancía en dinero y la reconversión del dinero en mercancía» (Marx, 1867/1967: 105). Este circuito, sin embargo, no puede darse aisladamente; está intrínsecamente relacionado con otros circuitos semejantes por los que circulan otras mercancías. Este tipo de proceso de intercambio «desarrolla una red com pleta de relaciones sociales espontáneas en lo que se refiere a su crecimiento y que se sitúan al margen del control de los actores» (Marx, 1867/1967: 112).
KARL MARX
193
Podemos considerar la circulación simple de mercancías caracterizada por el circuito M-D-M como el segundo tipo histórico de circulación de mercan cías. El trueque es el primero. Ambos circuitos conducen finalmente a la circu lación de mercancías bajo el capitalismo, que se caracteriza por el circuito DM-D. En el circuito capitalista, al que Marx denomina «comprar para vender» (Marx, 1867/1967; 147), el actor individual compra una mercancía con dinero y luego la cambia por dinero. Aquí nuestro pescador compra nuevas redes con sus ganancias para incrementar sus ganancias futuras. Este circuito, similar al cir cuito simple de la circulación de mercancías, se caracteriza por dos fases antité ticas, aunque complementarias. Simultáneamente, la compra que realiza una persona constituye la venta que hace otra. La circulación de las mercancías bajo el capitalismo parte de una compra (redes nuevas) para terminar en una venta (una pesca más abundante). Además, el fm de este circuito no es el consumo del valor de uso, como ocurre en la circulación simple de las mercancías. El fin es el dinero en una forma más extensa, un dinero que es cualitativamente idéntico al que aparece al principio del circuito, pero cuantitativamente diferente de aquél (Marx, 1867/1967; 150). Desde nuestro punto de vista, la importancia del circuito D-M-D reside en que constituye un proceso más abstracto, si cabe, que el de M-D-M. La mercan cía «real» pierde algo de significado y la esencia del capital se reduce, en última instancia, a la circulación «irreal» del dinero. Esta mayor abstracción facilita la rcificación, a resultas de lo cual aumenta la probabilidad de que el sistema sea más externo y coercitivo para los actores.
Propiedad privada Marx también analizó el proceso por el que la propiedad privada se reifica en el capitalismo. Por supuesto, para Marx, la propiedad privada, como los demás componentes e.structuralcs dcl capitalismo, se deriva dcl trabajo de los trabaja dores. Por lo tanto «la propiedad privada es el producto, el resultado, ia conse cuencia necesaria del trabajo alienado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y con sí mismo» (Marx, 1932/1964; 117). Pero los trabajado res pierden de vista y, en última instancia, dejan de controlar este hecho. En lugar de controlar !a propiedad privada, es ésta la que les controla a ellos. Como ocurre con los demás componentes estructurales de la obra de Marx, su concep to de propiedad privada está directamente relacionado con su obra temprana sobre el potencial humano y la interacción, así como con sus metas políticas. Al poner en relación la propiedad privada con su obra temprana, Marx especificó que la primera, además de ser el producto del trabajo alienado, una vez que existe, exacerba a su vez la alienación al interponerse entre las personas y el proceso de producción. Para que las personas puedan expresar su potencial humano deben destruir la propiedad privada y los demás componentes estructu rales de la sociedad capitalista; «La transcendencia positiva de la propiedad
194
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
privada, en tanto que apropiación de la vida humana, es, por lo tanto, la trascen dencia positiva de todo extrañamiento — es decir, el regreso del hombre de la religión, la familia, el estado etc...— a su existencia humana, es decir, social» (Marx, 1932/1964: 136).
División del trabajo La división del trabajo constituye otro componente estructural del capitalismo analizado minuciosamente por Marx. Marx y Engels encontraron los orígenes de la división del trabajo moderna en la familia antigua, «donde la mujer y los hijos son los esclavos del marido» (1845/1970: 52). Aunque Marx criticaba obviamente estas formas antiguas de división del trabajo, criticaba aún más la forma particularmente perniciosa que adoptaba bajo el capitalismo. La idea básica de Marx sobre la división dei trabajo se deriva de su distin ción entre los propietarios de ios medios de producción y los que se ven obliga dos a vender su fuerza de trabajo a los propietarios para vivir. En particular, a Marx le interesaba la tendencia estructural por la cual las personas se ven obli gadas a especializarse en tareas cada vez más específicas. Esta especialización impedía que los actores se realizaran y expresaran su potencial humano (Marx, 1867/1967:350). Marx desarrolló una serie de críticas a la división del trabajo en cl sistema capitalista (Venable, 1945). Primera, la división del trabajo separa artificial mente al individuo del conjunto de la comunidad. En efecto, las personas se preocupan casi únicamente por su bienestar e ignoran o incluso luchan en con tra del interés del conjunto de la comunidad. Segunda, el proceso laboral se rompe basta el punto de que se separan funciones que idealmente deberían estar integradas. Por ejemplo, las funciones intelectuales están separadas de las ma nuales; lo mismo ocurre con el trabajo y el ocio, y el acto de la producción está radicalmente separado del acto del consumo. Tercera, las capacidades del indi viduo se reducen a una simple herramienta más en el proceso de producción. Cuarta, cada persona hace sóío una mínima contribución ai resultado del pro ducto final. El trabajador queda disociado de ese producto y de todo lo que suceda con él después. En términos más generales, los trabajadores como clase pierden el control sobre todas las cosas que producen, así como sobre su merca do. Finalmente, ia especialización estricta influye en el hombre en el sentido de que «le atonta, le deshumaniza, le reduce a un mero fragmento de hombre, a un monstruo tullido, a un apéndice de una máquina» (Venable, 1945; 124). Estas críticas a la estructura de la división del trabajo llevaron inevitable mente a Marx a la conclusión política de que debía crearse una sociedad en la que las personas no se especializaran de manera tan estricta: En una sociedad comunista, donde nadie trabaja en una única esfera de actividad, sino que puede realizarse en la rama que desee, es la sociedad la que regula la producción general, lo que me permite hacer una cosa hoy y otra distinta mañana,
KARL MARX
195
cazar por la mañana y pescar al atardecer, sacar el ganado al anochecer y dedicar me a reflexionar después de cenar, porque jamás pretenderé convertirme en caza dor, pescador, pastor o crítico, (Marx y Hngeis, 1845-46/1970; 53) Aunque probablemente Marx nunca crcyó que una sociedad asi pudiera existir, sus ideas reflejan su interés por la eliminación de los efectos destructi vos de la especiaiización. Marx no suponía que todo el mundo supiera hacerlo todo. Lo que sí creia era que \a división del trabajo impedia artificialmente a las personas, particularmente al proletariado, desarrollar plenamente sus aptitudes. Como David McLellan explicó, Marx no creía que «todo el mundo tuviese el talento de Rafael, pero sí que se debía permitir a toda persona que tuviese un talento similar desarrollarlo libremente. La concentración exclusiva del talento artístico en determinados individuos, y su eliminación en las masas... es una consecuencia de la división del trabajo» (1971; 218). Por lo tanto, en el comu nismo no todas las personas serán, desde el punto de vista de Marx, poetas, artistas y abogados, pero sí quedarán eliminados los obstáculos artificiales que impiden a las personas desarrollarse plenamente. Y la división dcl trabajo cons tituía el principal de ellos.
Clase social La clase social (principalmente la burguesía y el proletariado) constituye otra de las cuestiones de las que Marx se ocupó en su estudio de la estructura social. Si bien dedicó poco tiempo a analizar el concepto de clase social, es evidente que consideraba las clases sociales como estructuras externas y coercitivas para las personas. Aunque Marx no hizo más que ciertas alusiones al concepto de clase social, la interpretación que hace Ollman es bastante clara a este respecto, Ollman señaló que las clases sociales son «relaciones sociales reificadas» o «las rela ciones entre los hombres [que] han logrado una existencia independiente» (1976: 204-205). También vinculó el surgimiento de las clases sociales con el ya men cionado do las mercancías en el capitalismo. «Clase y mercancías son, en el fondo, hermanos» (Ollman, 1976: 205; cursivas añadidas). Las clases sociales se derivan de los actos de producción; las personas llegan a reificar las clases y, consecuentemente, comienzan a cobrar una vida independiente que constriñe al actor. Marx no explícita esta idea, aunque a juzgar por el tono general de sus argumentos tiene sentido pen.sar que defendía tal cosa. En este apartado hemos examinado las ideas de Marx sobre las grandes estructuras sociales. Hemos visto que tendía a considerarlas como relaciones antes que como estructuras materiales reales. Ahora bien, para Marx son fuer zas externas y coercitivas. Todas sus ideas sobre estas estructuras arraigan en su concepción de las mercancías y de la circulación de esas mercancías. Cuan-
j.
196
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
do se trasladó al reino puramente económico, Marx adoptó la misma idea sobre las estructuras sociales. Pero la mayor parte de las preocupaciones de Marx se refieren a las estructuras de la economía bajo el capitalismo: las mercancías, el capital, la propiedad privada, la división del trabajo y la d ase social. Todas ellas se derivan de los pensamientos y las acciones de los actores, y una vez que cobran vida, constriñen los procesos mismos que los crearon. Marx dedicó mu cha atención a la cuestión del modo en que esas estructuras podían destruirse para dar paso a la creación de una sociedad comunista.
ASPECTOS CULTURALES DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA Marx se concentró en el análisis de las grandes estructuras de la sociedad capi talista y su influencia alienadora sobre los seres humanos. Apenas se ocupó del reino de la cultura, pero un análisis meticuloso de sus ideas nos indica que era consciente de la importancia de este aspecto de la realidad social. El materialis mo de Marx le llevó a interesarse poco por la cultura, y podríamos afirmar que, en ocasiones, Marx inclu.so se alejó demasiado de este reino debido a que lo asociaba con la supuesta debilidad de la filosofía hegeliana. Por ejemplo, en la V fó m M íin o n zr'á i'iriiicu a t tu ccvnom iu pviiiicu iviaiA cbutiun
íctura economica ructura jurídica y •Áe conciencia. El de la vida social, s la que determiina su conciencia, rstvas añadidas)
El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estn de la sociedad, la base real, sobre ia cual se eleva una superesti política y a la que corresponden formas sociales determinadas t modo de producción de la vida material condiciona el proceso política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombr na la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determi (Marx, 1859/1970; 20-21; c
a la conciencia nos hegelianos, I de la construcrece que Marx minado por las ndo, poco des:ial a un cambio ural:
Podríamos decir que estas ideas de Marx hacen referencia en el sentido cultural (es decir, a las normas y valores o, en térm al espíritu o Geist) y no en el sentido de los procesos mentales j ción social de la realidad. A juzgar por esta interpretación, p relega el nivel cultural a la condición de «epifenómeno» detei estructuras sociales y económicas. Esto parece confirmarse cu pués en esa misma obra, Marx parecía reducir todo cambio so de índole material sobre el que se erigía la superestructura cul
la producido en la la colosal .niperentre el trastorno : debe comprobar formas jurídicas, formas idealógi-
Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se base económica tra.stoma más o menos lenta o rápidamente tod estructura. Al considerar tales trastornos importa siempre distingui material de las condiciones económicas de producción —que s fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales— y las políticas, religiosas, artísticas o filosóficas', en una palabra, las
KARL MARX
197
cas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuel ven, Ai t como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de si mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la conciencia de si misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material. (Marx, 1859/1970-. 21; cursivas añadidas) Aquí se revela aún más nítidamente que Marx se referia al nivel cultural («las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una pala bra, !as formas ideológicas»). Incluso distinguió entre la conciencia individual y la conciencia de una «época». Debemos alabar a Marx por hacer esta distin ción, pero también criticarle por su tendencia a reducir el dominio cultural a un epifenómeno, si eso es realmente lo que quería hacer. Sin embargo, con un espíritu contrario a estas palabras extraídas del prefa cio de su Contribución a la critica de la economía política —-que constituyen, por desgracia, uno de los enunciados más simplistas de Marx— tendemos a descartar estos enunciados deterministas debido al tono general de su obra, y a su compromiso con la dialéctica. El compromiso con ia dialéctica equivale a estudiar las interrelaciones entre los fenómenos, una tarea de índole intrinseca mente antideterminista. Podría afirmarse que la naturaleza del capitalismo hace que predomine en él el nivel estructural, como consecuencia de lo cual los de más niveles quedan bajo su control. Aunque cuando describe el capitalismo lo hace en esos términos, Marx no solo no ignoró el nivel cultural, sino que tenia mucho que ofrecer a este respecto, particularmente su análisis de la conciencia de clase y de la falsa conciencia y la ideología.
Conciencia de clase y falsa conciencia En la obra de Marx, la idea de conciencia de clase y la de falsa conciencia están estrechamente relacionadas. En el capitalismo, tanto capitalistas como trabaja dores tienen una percepción incorrecta del modo en que funciona el sistema y del papel que desempeñan en él {j’a lsa conciencia)'. En la evolución hacia el comunismo existe la posibilidad de que el proletariado desarrolle una compren sión exacta de cómo funciona el capitalismo y cómo le afecta {conciencia de clase). Lo que caracteriza al capitalismo, tanto a la burguesía como al proletariado, es la falsa conciencia. No nos asombra saber que los trabajadores tienen falsa conciencia, pero quizás resulte algo más sorprendente que los capitalistas tam bién la tengan. Después de todo, supuestamente se sirven del sistema — explo tan al proletariado— en su propio beneficio. Georg Lukács ( 1922/1968), uno de los intérpretes más destacados de Marx, señaló algunos elementos de la falsa conciencia de la burguesía. La burguesía no es consciente de su propia historia y del papel que desempeñó en la formación del capitalismo. Y lo que es más importante aún, no es consciente de las contradicciones que existen en el seno
198
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
del capitalismo ni de su contribución al aumento de csas contradicciones. La burguesía, como el proletariado, no es consciente de las consecuencias de sus acciones. Su sistema de ideas contiene suposiciones falsas sobre su control del sistema capitalista. El hecho es que sus acciones, que ellos creen dirigidas a apoyar el sistema, contribuyen a su desaparición final. El sistema de ideas del proletariado es al menos tan ilusorio como el de la burguesía. Sin embargo, hay una diferencia de crucial importancia entre las dos clases. La burguesía nunca podrá transformar su falsa conciencia en una auténtica conciencia de clase; ello es sólo posible en et caso del proletariado. Desde el punto de vista de Marx, el proletariado tiene este privilegio debido a que, en tanto que clase no propietaria, constituye el modelo para una sociedad futura donde no exista la propiedad. En la cima de desarrollo del capitalismo, el prole tariado «es aún una clase opuesta al capital, pero no una clase per se» (McLellan, 1971 ; 155). Pero si el proletariado va a desempeñar .su papel histórico en el capitalismo, «deberá convertirse no sólo en una clase ‘contra ei capital’, sino en una ‘clase para sí’; es decir, la lucha de clases debe partir de la necesidad eco nómica para llegar al objetivo de adquirir una verdadera conciencia de clase» (Lukács, Ì922/1968: 76). Cuando Marx habla de la conciencia (y la falsa conciencia) de clase, no se refiere a una conciencia individual, sino a la conciencia de la clase en su con junto. Además, los conceptos de conciencia de d a se y de falsa conciencia no son, para Marx, estáticos sino más bien sistemas de ideas dinámicos que cobran sentido sólo a la luz del cambio y del desarrollo sociales. La falsa conciencia describe )a situación durante el periodo capitalista, mientras la conciencia de clase es la condición que le espera al proletariado y que puede ayudarle a reali zar el cambio de una sociedad capitalista a otra comunista.
Ideología La otra gran dimensión cultural del análisis de Marx es la ideología, Puede definirse la ideología como el sistema integrado de ideas que es externo a ios individuos y resulta coercitivo para ellos (Lefebvre, 1968). Aunque Marx solía hablar de ideologías en el mismo sentido en el que hablaba de las clases y la falsa conciencia -e s decir, como meros reflejos de la base material— no hay duda de que la ideología adquirió una existencia independiente en el seno de su sistema. Algunos analistas dan gran importancia a pasajes como el siguiente, pero es opinión del que subscribe que Marx ofrecía en él sólo una de las caras de un análisis multifacético; Las ideas [cursivas añadidas] de la clase dominante son en todas las épocas las ideas dominantes; es decir, la clase que es la fuerza material dominante de la so ciedad, es al mismo tiempo su ftierza intelectual dominante. La clase que posee los medios de producción material tiene al mismo tiempo a su disposición los medios de la producción mental, de manera que, hablando en términos generales, las ideas de aquéllos que carecen de los medios de producción intelectual están sometidos a
KARL MARX
199
ella. Las ideas dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes [cursivas añadidas], las relaciones materiales dominantes hechas ideas. (M arx y E n geis, 1 8 4 5 -4 6 /¡9 7 0 : 6 4 )
Podemos destacar al menos tres ideas fundamentales interrelacionadas sobre la conceptualización que hace Marx de las ideologías. Primera, sin duda repre sentan los intereses de la clase dominante, pero esto no significa que estas ideas no tengan una influencia recíproca en los intereses materiales. Segunda, consti tuyen un «reflejo invertido y truncado de la realidad» (Lefevbre. 1968: 64). Tercera, las ideologías tienen una existencia independiente que resulta coerciti va para las personas. Lefebvre captó la cuestión esencial que nos interesa cuan do analizaba el efecto de las ideologías en los miembros de la clase oprimida: «El papel de las ideologías es asegurar la conformidad de los oprimidos y ex plotados. Las ideologías ofrecen a estos últimos una imagen de sí mismos, y de la riqueza material, deformada, que trabaja en favor de su aceptación espiritual de la situación, e incluso su apoyo a ella» (1968: 76). La función de un sistema de ideas es alterar los pensamientos y las acciones de los miembros de la clase oprimida. En este sentido, las ideologías sirven para fomentar la explotación del proletariado. Por supuesto, las ideologías no fun cionan por sí solas; operan a través de actores que llevan a cabo sus directrices. Así, las ideologías determinan las acciones de los actores de la clase dominante quienes, a su vez, influyen en los pensamientos y acciones del proletariado.
LA ECONOMIA DE MARX: ESTUDIO DE UN CASO Este capítulo está dedicado al análisis de la sociología de Marx, aunque desde luego se le conoce mucho más por su economía. Aunque hemos tocado algunos puntos de la economía de Marx, no la hemos estudiado de una manera coheren te. Este último apartado está dedicado a la economía de Marx, pero no a la economía per se, sino como ejemplifícacíón de su teoría sociológica (Mazlish, 1984)2. La economía marxiana parte de los conceptos de valor de uso y valor de cambio, someramente analizados más arriba. Las personas siempre han creado valores de uso; es decir, siempre han producido cosas para satisfacer directa mente sus necesidades. Un valor de uso se define cualitativamente; es decir,
* Una forma de ver la teoría económica de Marx (por ejemplo, la teoría del valor-trabajo) «s considerarla como una aplicación específica de su teoría sociológica general. Algo que re chaza de plano la obra (1978) de G. Cohén, cuya preocupación principal es la teoría económica subyacente a la obra de Marx. Aunque Cohén considera intercambiables lo económico y lo social en la obra de Marx, da a entender claramente que la teoría económica de Marx es más general.
200
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
algo es o no es útil. Por contra, un valor de cambio se define cuantitativa, no cualitativamente. Se define por la cantidad de trabajo requerida para ta apropia ción de cualidades útiles. Mientras los valores de uso se producen para satis facer las necesidades propias, ¡os valores de cambio se producen para cam biarlos por valores de otro uso. Y mientras la producción de valores de uso constituye una expresión humana natural, la existencia de valores de cambio pone en movimiento un proceso que implica distorsión de la naturaleza huma na. La estructura del sistema capitalista, incluidas las mercancías, el mercado, el dinero, etc..., se levanta sobre la base de los valores de cambio. Para Marx, la fuente básica de cualquier valor era la cantidad de tiempo de trabajo sociaimente necesario requerida para producir un objeto en condiciones normales de producción y con un grado medio de cuaiificación e intensidad de tiempo. Esta es ia conocida teoría del valor-trabajo. Aunque es evidente que el trabajo se encuentra en la base del valor de uso, este hecho se difumina progre sivamente a medida que nos movemos hacia el reino de los valores de cambio, las mercancías, el mercado y, en suma, el capitalismo. Para decirlo de otro modo, «la determinación de la magnitud del valor mediante el tiempo de trabajo constituye, por lo tanto, un secreto que se oculta debajo de las supuestas fluc tuaciones de los valores relativos de las mercancías» (Marx, 1867/1967: 75). El trabajo, como fuente de todo valor, constituye un secreto en el capitalismo, un secreto que permite a los capitalistas explotar a los trabajadores. Según Peter Worsley, Marx «situó en el corazón de su sociologia — como ninguna sociología ha hecho jamás— la cuestión de la explotación» (1982: 115). Los capitalistas pagan a los trabajadores una cantidad inferior al valor que pro ducen y se apropian el resto. Los trabajadores no son conscientes de esta explo tación, del mismo modo que tampoco suelen serlo los capitalistas. Los capitalis tas creen que este valor extra se deriva de su inteligencia, de su inversión de capital, de su manipulación del mercado, etc... Marx constató que «siempre que el mercado le sea favorable, el capitalista está tan ajetreado en hacer dinero que no se percata del regalo que le hacen en trabajo (1867/1967: 207). En suma, Marx dijo: El capitalista no sabe que ia jomada laboral establecida incluye también una canti dad de trabajo no pagado, y que este trabajo gratuito constituye la fuente normal de sus ganancias; la categoría del excedente de trabajo no existe para él, puesto que la considera incluida en la jornada laboral que él cree pagar mediante el salario. (Marx, 1867/1967; 550) Esto nos lleva a su concepto central de plusvalía. Se define como la diferen cia entre el valor del producto y el de los elementos invertidos en la formación de ese producto. Aunque los medios de producción (materias primas y herra mientas, cuyo valor procede del trabajo invertido en su extracción o produc ción) se invierten en el proceso de producción, es el trabajo lo que constituye la fuente real de la plusvalía. «La cantidad de plusvalía es, por lo tanto, una expre sión exacta del grado de explotación de fuerza de trabajo por parte del capital,
KARL MARX
201
trabajador p o r parte del capitalista» (Marx, 1867/1967: 218). Esto nos sugiere una de las metáforas más expresivas de Marx. «El capital es trabajo muerto que, como un vampiro, sólo puede v iv ir chupando trabajo; cuanto más trabajo chupa, más vive» (1867/1967; 233). Los capitalistas utilizan este excedente para pagar cosas tales como una renta a los terratenientes o intereses a los bancos. Pero la derivación más impor tante de este proceso la constituye la ganancia. Los capitalistas pueden utilizar las para su consumo privado, pero ello no fomenta la expansión del capitalismo. Antes bien, la invierte en su empresa convirtiéndola así en una base para la creación de más valor añadido. El deseo de mayores ganancias y de mayor plusvalía para la expansión em puja al capitalismo a cumplir lo que Marx denominó la ley general de la acumu lación capitalista. Los capitalistas persiguen explotar a los trabajadores al máximo posible: «La tendencia constante del capital es hacer lo posible para que el coste del trabajo tienda a... cero» (Marx, 1867/1967: 600). En lo fundamental, Marx afirmaba que la estructura y el ethos del capitalismo empuja a los capitalistas a acumular, cada vezm ás v jnás caa^al . Com an^ta Marx el.trabaÍQ es la fuente d e . todo valor, los capitalistas aumentan la explotación del proletariado para conse guir esta acumulación. Pero, al final, la explotación llevada al límite produce ganancias progresivamente menores, pues existe un límite para la explotación. Y cuando los capitalistas se acercan a este límite, el gobierno se ve en la nece sidad de imponer restricciones a las acciones de los capitalistas (por ejemplo, leyes que limitan la duración de la jornada laboral). Consecuentemente, los capitalistas se afanan por encontrar otros modos de aumentar sus ganancias y uno de los principales es la sustitución de las personas por máquinas. Esta sus titución no supone grandes dificultades porque supuestamente los capitalistas han comenzado ya a reducir el trabajo de sus empleados a unas simples opera ciones para manejar las máquinas. A medida que avanza la mecanización, un creciente número de personas quedan despedidas y comienzan a formar parte del «ejército industrial de reserva». Al mismo tiempo, ia mayor competencia y el aumento de los costes de la tecnología conducen a una disminución progresi va de la cantidad de capitalistas. Al final, Marx preveía una situación en la que la sociedad se caracterizaría por una cantidad insignificante de capitalistas ex plotadores y una inmensa masa de proletarios y miembros del ejército industrial de reserva. En estas circunstancias extremas ei capitalismo era vulnerable a la revolución. Como Marx afirmó, la expropiación de las masas por los capitalis tas será sustituida por «la expropiación de unos pocos usurpadores por parte de las masas» (1867/1967; 764). Sin lugar a dudas, los capitalistas desean evitarla. Por ejemplo, financian aventuras coloniales con el fin de aligerar la carga de explotación dentro de su propio país y trasladarla a las colonias. Sin embargo, para Marx estos esfuerzos están condenados al fracaso, y los capitalistas ten drán que hacer frente a una rebelión tanto dentro como fuera de sus fronteras. El aspecto clave de la ley general de la acumulación capitalista es el grado en el que los actores, tanto capitalistas como proletarios, se ven obligados debí-
O del
202
TEORIA SOCIOLOGtCA CLASICA
do a la misma estructura y ethos del capitalismo a hacer lo que haccn. Marx no solía culpar individualmente a los capitalistas por sus acciones, ya que pensaba que éstas venían determinadas fundamentalmente por la lógica del sistema ca pitalista. Esto concuerda con su idea de que los actores en el capitalismo care cen, por lo general, de independencia creativa. Sin embargo, el proceso de de sarrollo inherente al capitalismo proporciona las condiciones óptimas para el resurgimiento final de esta acción creativa y, junto a ella, el derrumbe del siste ma capitalista. Una vez estudiadas brevemente las ideas económicas de Marx, el lector deberá recordar que no nos interesan las ideas económicas per se; nos interesa más bien lo que nos sugieren sobre la teoría sociológica de Marx.
RESUMEN A pesar de la gran importancia que concedió Karl Marx a la sociología, tanto en un sentido positivo como negativo, su obra raramente ha recibido el reconoci miento que merece en los análisis históricos del desarrollo de la teoría socioló gica. Uno de los objetivos de este libro es asignarle un lugar en esa historia. Este capítulo comienza con un análisis del enfoque dialéctico derivado de Hegel que da forma a la totalidad de la obra de Marx. El interés por la dialéctica conduce a complejas cuestiones filosóficas, pero nuestro análisis se centra en los elementos de la dialéctica más relevantes para el estudio de la sociología de Marx y para la teoría sociológica en general. Estudiamos la dialéctica como una orientación opuesta a ia lógica causal que domina una buena parte del pensa miento sociológico. Entre otras cosas, la dialéctica insiste en que no existen las relaciones simples de causa y efecto entre los elementos del mundo social, en que no hay una nítida frontera entre hccho y valor, ni líneas claras de división entre los fenómenos del mundo social. La dialéctica defiende que nos debemos centrar en las relaciones sociales, tener en cuenta no sólo el presente, sino tam bién el pasado y el futuro, oponemos a la idea de que existe lo socialmente inevitable, e interesamos por los conflictos y las contradicciones que se dan en el mundo social. A pesar de su orientación política tendente hacia la creación de una sociedad comunista, Marx se centró fundamentalmente en el análisis dia léctico 7 crítico de la sociedad capitalista. Abrigaba la esperanza de que su cri tica contribuyera a la destrucción del sistema capitalista y a la llegada del so cialismo. En nuestro análisis sustantivo de la obra de Marx comenzamos examinando el potencial de los seres humanos. Presentamos las ideas de Marx sobre la natu raleza humana, una naturaleza humana que depende enormemente de su entor no social. Marx contemplaba el capitalismo como un sistema que distorsiona esa naturaleza, y creía que el comunismo facilitaría la expresión del potencial de la naturaleza humana. Los actores de Marx poseen conciencia y creatividad, capacidades que se expresan en las diversas formas de acción e interacción.
KARL MARX
203
Aquí se subraya la necesidad de la interacción con otras personas y con la natu raleza para producir los objetos que requiere la supervivencia. Este proceso natural se subvierte como resultado de las consecuencias imprevistas del capi talismo. Las distorsiones de los humanos causadas por las estructuras del capitalis mo quedan definidas en el famoso concepto de Marx de alienación. Las perso nas están conectadas naturalmente con su actividad productiva, sus productos, sus compañeros de trabajo y, en última instancia, consigo mismas, con su pro pia naturaleza en tanto que seres humanos. Pero las estructuras del capitalismo rompen todas y cada una de estas relaciones. Este concepto originó en Marx un if')fíré.'vD<>Utico xii;ii:la£m3Jicjiv;jcján de laegite. de. las.estructuras ocfesoras del capitalismo; intclectualmente, le llevó a analizar la naturaleza de las estructuras del capitalismo y su influencia opresiva sobre los actores. Examinamos luego varios aspectos de las estructuras de la sociedad capita lista. Estudiamos el papel central que desempeñan las mercancías en el capita lismo y el modo en que se crean mediante el proceso conocido como fetichismo de las mercancías. En efecto, las personas atribuyen a las mercancías, y al mercado que crean, una existencia propia. Lukács amplió posteriormente este concepto hasta llegar a la idea de la reificación: las personas no sólo idolatran las mercancías sino también otros muchos componentes estructurales de la so ciedad capitalista. En este contexto analizamos el capital en tanto que la estruc tura reificada más general de la sociedad capitalista. También examinamos una serie de componentes reificados en la sociedad capitalista, entre los que desta can la propiedad privada, la división del trabajo y la clase social. Aunque Marx se interesó específicamente por las estructuras dcl capitalis mo, tenía también algunas cosas que decir sobre los aspectos culturales de la sociedad capitalista, en especial, los conceptos de conciencia de ciase, falsa conciencia e ideología. Terminamos el capítulo con un análisis de la economía marxiana como una ilustración de la teoría sociológica general de Marx. Aunque las personas han tendido a ignorarla por diversas razones, podemos afirmar que existe una teoría sociológica muy poderosa en la obra de Marx.
CAPITULO
6
EMILE DURKHEIM HECHOS SOCIALES LA DIVISION DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD Densidad dinámica Derecho Anomía Conciencia colectiva Representaciones colectivas SUICIDIO Y CORRIENTES SOCIALES Los cuatro tipos de suicidio ¿Mente colectiva? RELIGION Lo sagrado y lo profano Totemismo Efervescencia colectiva REFORMISMO SOCIAL Asociaciones profesionales Culto al individuo EL ACTOR EN EL PENSAMIENTO DE DURKHEIM Supuestos sobre la naturaleza humana Socialización y educación moral Variables dependientes ACCION INDIVIDUAL E INTERACCION
205
206
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
La orientación teòrica de Emile Durkheim, a diferencia de la de muchos otros grandes pensadores de la sociología, muestra muy pocas ambigüedades. Su mayor preocupación fue la influencia de las grandes estructuras de la sociedad, y de la sociedad misma, sobre los pensamientos y acciones de los individuos. Contri buyó enormemente a la formación de la teoría estructural-funcional, que se centra en el análisis de la estructura social y la cultura. Así, el objetivo de este capitulo es describir la perspectiva teórica de Durkheim centrándonos funda mentalmente en sus preocupaciones macrosociológicas. El desarrollo y uso del concepto de hecho social constituye el núcleo de ia sociología de Durkheim. A lo largo del capítulo analizaremos este concepto, pero antes de ello creemos necesario hacer una breve introducción. En términos modernos, los hechos sociales son las estructuras sociales, así como las normas y los valores culturales que son externos y coercitivos para los actores. Así, los lectores de este texto, como estudiantes que son, están constreñidos por estruc turas sociales tales como la burocracia universitaria y los valores y normas de la sociedad estadounidense, que atribuye gran importancia a la educación univer sitaria. Otros hechos sociales similares constriñen a las personas en todos los ámbitos de la vida social. Para entender la razón por la que Durkheim desarrolló el concepto de hccho social y su signifícado necesitamos examinar al menos algunos aspectos del contexto intelectual en ei que vivió. Para Durkheim (1900/1973: 3), la sociología nació en Francia en el si glo XIX. Reconoció sus raíces en la filosofía antigua (Platón y Aristóteles) y sus fuentes más próximas en filósofos franceses como Montesquieu y CondorceL Por ejemplo, Durkheim señaló; «Fue Montesquieu el primero que enunció los principios fundamentales de la ciencia social» (1893/1960: 61). Sin embargo, en su opinión, Montesquieu (y Condorcet) no fueron lo suficientemente lejos: «Se limitaron a ofrecer ideas novedosas o ingeniosas sobre los hechos sociales, más que a intentar crear una disciplina totalmente nueva» (1900/1973; 6). Dur kheim (1928/1962: 142) le concedió a Saint-Simon el mérito de haber sido el primero en formular la noción de una ciencia del mundo social, aunque consi deraba las ideas de Saint-Simon imperfectas y difusas. Desde el punto de vista de Durkheim, fue Comte quien perfeccionó esas ideas, «el primero que hizo un esfuerzo coherente y metódico por establecer la ciencia positiva de las socieda des» (1900/1973: 10). Aunque, como vimos en el tercer capítulo, el término sociología fue acuña do por Comte algunos años antes, no existía un área específica para la disciplina en la Francia de finales del siglo xix. No había escuelas, ni facultades, ni siquie ra profesores de sociología. Sí había, en cambio, algunos pensadores que se ocupaban de cuestiones más o menos sociológicas, si bien la sociología aún no disponía de un «hogar» disciplinar. En efecto, las disciplinas existentes se opo nían radicalmente a la fundación de la sociología. La oposición más fuerte pro cedía de ia psicología y la filosofía, dos áreas que se jactaban de cubrir el domi nio que para sí reclamaba la sociología. Dadas las aspiraciones sociológicas de
EMILE DURKHEtM
207
Durkheim, su problema era cómo crear un nicho separado e identificable para la sociología. Durkheim afirmaba que, para diferenciarse de la filosofía, la sociología debía orientarse hacia la investigación empírica. Esto parece bastante simple, pero Durkheim complicó la cuestión al suponer que la sociología estaba tam bién amenazada por una escuela filosófica que existía dentro de la misma so ciología. En su opinión, las otras dos grandes figuras de la época que se consi deraban a sí mismos sociólogos, Comte y Spcncer, se interesaban más por la filosofía, por la teorización abstracta, que por el estudio empírico del mundo social. Durkheim creía que si la sociología seguía la dirección que Comte y Spencer habían establecido, terminaría por convertirse en una simple rama de la filosofía. Como consecuencia de esta creencia, Durkehim se vio en la necesidad de atacar tanto a Comte como a Spenccr (Durkheim, 1895/1964: 19-20). Acusó a ambos de substituir el auténtico estudio de los fenómenos del mundo real por ideas preconcebidas de los fenómenos sociales. Así, culpó a Comte de suponer teóricamente que el mundo social evolucionaba hacia la perfección en lugar de llevar a cabo el trabajo duro, riguroso y fundamental de estudiar la naturaleza cambiante de las diversas sociedades. De modo similar, acusó a Spencer de dar por supuesta la armonía social en lugar de estudiar si realmente existía.
HECHOS SOCIALES Con el fm de lograr que la sociología se alejara de la filosofía y de darle una identidad clara y particular, Durkheim afirmó que el objeto distintivo de la so ciología debía ser el estudio de los hechos sociales. El concepto de hecho social tenía varios componentes, pero !a idea de que los hechos sociales debían ser tratados como cosas era de crucial importancia para distinguir la sociología de la filosofía. Como cosas, los hechos sociales debían estudiarse empíricamente, no filosóficamente. Durkheim creía que las ideas podían concebirse introspec tivamente (filosóficamente), pero las cosas «no pueden concebirse mediante una actividad puramente mental», se requieren «datos del exterior de la mente» (1985/1964: xliii). Este estudio empírico de los hechos sociales como cosas apartó a la sociología durkheimiana del esfuerzo teórico fundamentalmente in trospectivo de Comte y Spencer. Aunque tratar los hechos sociales como cosas contrarrestaba la amenaza que (al menos para Durkheim) planteaba la filosofía, era sólo parte de la res puesta al problema de la amenaza planteada por la psicología. Como la sociolo gía durkheimiana, la psicología era y a una disciplina altamente empírica. Para distinguir la sociologia de la psicología, Durkheim afirmó que los hechos socia les eran externos y coercitivos para el actor. IZl objeto de la sociología debía ser el estudio de los hechos sociales, mientras el de la psicología apuntaba al estu dio de los hechos psicológicos. Para Durkheim, los hechos psicológicos eran fenómenos básicamente heredados. Aunque, por supuesto, esto no describe a la
208
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
psicología actual (y tampoco es una descripción muy acertada del objeto de la psicología de entonces), permitió a Durkheim establecer una clara distinción entre los dos campos. Los hechos psicológicos eran claramente internos (here dados), y los hechos sociales eran externos y coercitivos. Como veremos pron to, la distinción no es tan clara como pretendía Durkheim. No obstante, al defi nir el hecho social como una cosa que es externa y coercitiva para el actor, parece que Durkheim logró (al menos en su época) alcanzar su objetivo de separar a la sociologia de la filosofía y la psicología. Sin embargo, debe seña larse que en esta cuestión, Durkheim adoptó una postura «extremista» (Karady, 1983: 79-80), especialmente al limitar la sociologia al estudio de los hechos sociales, lista postura llegaría, cuando menos, a limitar algunas ramas de la sociología actual. Sabemos que un hecho social es una cosa y que es externo y coercitivo, pero ¿qué más sabemos de un hecho social? En realidad, Durkheim distinguía entre dos grandes tipos de hechos sociales: los materiales y los inmateriales. Los hechos sociales materiales son los más claros de ambos tipos, porque son en tidades reales y materiales, pero sólo adquieren una importancia menor en la obra de Durkheim. Como él mismo señaló; «El hecho social a veces se materializa y llega a convertirse en un elemento del mundo exterior» (1897/ 1951: 313). La arquitectura y el derecho constituyen dos ejemplos de lo que significan los hechos sociales materiales. Pondremos otros ejemplos a lo largo de este capitulo. Pero el grueso de la obra de Durkheim, y el núcleo de su sociología, es el estudio de los hechos sociales inmateriales. Durkheim dijo: «No toda concien cia social alcanza... la exteriorización y la materialización» (1897/1951: 315). Lo que para los sociólogos son hoy en día las normas y los valores, o en térmi nos más generales, la cultura (véase Alexander, 1988), son ejemplos adecuados de lo que Durkheim quería decir con hechos sociales inmateriales. Pero esta idea plantea un problema; ¿cómo es posible que hechos sociales inmateriales tales como las normas y los valores sean externos al actor? ¿Dónde pueden residir si no es en la mente del actor? Y en caso de residir en la mente dcl actor, ¿acaso no son entonces internos en lugar de externos? Para clarificar esta cuestión debemos refínar el argumento de Durkheim y sostener que, mientras los hechos sociales materiales son claramente externos y coercitivos, los hechos inmateriales no están tan definidos. (Para una distinción similar, véase Takla y Pope [1985: 82]). Al menos en cierta medida residen en la mente del actor. La mejor manera de conceptualizar los hechos sociales in materiales es pensar en ellos como externos y coercitivos respecto de los hechos psicológicos. De esta manera podemos comprender que, tanto los he chos psicológicos como algunos hechos sociales, existen dentro de las concien cias y entre ellas. Durkheim lo explica en varios lugares de su obra. Así, en uno de ellos dijo de los hechos sociales, «las mentes individuales, formando grupos mediante la fusión y la conjunción, producen un ser, psicológico .s/ se quiere, que constituye una individualidad psíquica de un tipo diferente» (Durkheim,
EMILE DURKHEIM
209
1895/1964; 103, cursivas añadidas). En otro lugar dijo; «Esto no significa que ellos [los hechos sociales inmateriales] no sean también de alguna manera men tales, puesto que todos consisten en maneras de hacer y pensar» (1895/1964: xlix). Por esto es preferible considerar los hechos sociales inmateriales, al me nos en parte, como fenómenos mentales, pero externos y coercitivos respecto de otros aspectos del proceso mental: los hechos psicológicos. Esto difumina un poco la distinción de Durkheim entre .sociología y psicología, pero sirve para hacer más realista la distinción y, por tanto, más defendible. La sociología se ocupa de los fenómenos mentales, pero generalmente se trata de fenómenos mentales de un orden diferente de aquellos de los que trata la psicología. Por tanto, Durkheim afirmaba que mientras los sociólogos se interesan por las nor mas y los valores, los psicólogos se preocupan por cosas tales como los instintos humanos. Los hechos sociales desempeñan un papel central en la sociología de Emile Durkheim. Una manera útil de extractar los hechos sociales más importantes de su obra, y de analizar sus pensamientos sobre las relaciones entre estos fenóme nos, es comenzar con los esfuerzos de Durkheim por organizarlos en distintos niveles de la realidad social. Durkheim comenzó por el nivel de los hechos sociales materiales, no porque fuera el nivel más importante para él, sino por que sus elementos suelen tener prioridad causal en su teorización, pues influyen en los hechos sociales inmateriales, la verdadera preocupación de su obra. (Aunque aquí nos centraremos en ambos tipos de hechos sociales, nos detendremos más tarde en los pensamientos de Durkheim sobre aspectos más microscópicos de la realidad social). Los principales niveles de la realidad social (Lukes, 1972; 9-10) en la obra de Durkheim pueden describirse como sigue; A. Hechos sociales materiales 1. Sociedad 2. Componentes estructurales de la sociedad (por ejemplo, la iglesia y el estado) 3. Componentes morfológicos de la sociedad (por ejemplo, distribución de la población, canales de comunicación y forma de las habitaciones) B. Hechos sociales inmateriales 1. Moralidad 2. Conciencia colectiva 3. Representaciones colectivas 4. Corrientes sociales Los niveles dentro de las dos categorías figuran en orden descendente en lo que se refiere a generalidad. Su análisis de los hechos sociales en el macronivel constituye una de las razones que explican el importante papel de Durkheim en el desarrollo del fun cionalismo estructural, que ofrecía una similar orientación macro (véase el ca
210
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
pítulo undécimo sobre Parsons). Más concretamente, inspirándose en la biolo gía y sirviéndose de la analogía organicista, Durkheim consideraba que la so ciedad estaba constituida por «órganos» (hechos sociales), o estructuras socia les, que realizaban diversas funciones para la sociedad. Pero nos advirtió que debíamos distinguir las funciones, o los fines de las diversas estructuras, de los factores responsables causalmente de su existencia. Durkheim se interesó por cl estudio tanto de las causas de las estructuras sociales como de las funciones que cumplían, aunque insistía en que era necesario distinguir estos dos campos de estudio. Podemos rastrear la lógica de la teoría de Durkheim en su análisis del desa rrollo del mundo moderno. Esta se revela claramente en una de sus obras más importantes, La división del trabajo social (Durkheim, 1893/1964).
LA DIVISION DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD Durkheim basó su análisis en La división del trabajo social en su concepción de dos tipos ideales de sociedad. El tipo más primitivo, caracterizado por la so lidaridad mecánica, presenta una estructura social indiferenciada, con poca o ninguna división del trabajo. El tipo más moderno, caracterizado por la so lidaridad orgánica, presenta una mayor y más refinada división dcl trabajo. Para Durkheim, la división del trabajo en la sociedad es un hecho social ma terial que indica el grado en que las tareas o las responsabilidades se han es pecializado. La gente en las sociedades primitivas tiende a ocupar posiciones muy generales en las que realiza una amplia variedad de tareas y mantiene un gran número de responsabilidades. Por ejemplo, ser madre en las sociedades primitivas es ocupar una posición mucho menos especializada que en la so ciedad moderna. Los servicios de lavandería, los pañales, los servicios a do micilio y los aparatos que ahorran trabajo en cl hogar (lavaplatos, hornos mi croondas, etc.) realizan numerosas tareas que antes eran responsabilidad de las madres-amas de casa. Los cambios en la división del trabajo han tenido enormes implicaciones para la estructura de la sociedad, y alguna de las más importantes se reflejan en las diferencias entre los dos tipos de solidaridad: mecánica y orgánica. Su inte rés al abordar la cuestión de la solidaridad era descubrir lo que mantenía unida a la sociedad. Una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica se man tiene unificada debido a que la totalidad de sus miembros tienen aptitudes y conocimientos similares. La unión de las personas se debe a que todos están implicados en la realización de actividades parecidas y tienen responsabilida des semejantes. Por el contrario, una sociedad caracterizada por la solidaridad orgánica se mantiene unida debido a las diferencias entre las personas, debido al hecho de que tienen diferentes tareas y responsabilidades. Toda vez que cada persona realiza en la sociedad moderna una gama de tareas relativamente pe queña, necesita a otras muchas para poder vivir. La familia primitiva encabeza-
EMILE DURKHEIM
211
EMILE DURKHEIM: Reseña biográfica “ mile “ urk‘ eim n a ci' el quince e a' ril e 1858 en Epinal, Francia. Descendía de una larga estirpe de rabinos y él mismo comen zó los estudios para convertirse en rabino, pero cuando llegó a la adolescencia recliazó su herencia y abrazó el agnosticismo. Desde entonces, el interés que mantuvo de por vida por la religión fue más académico que teológico. Se sentía insatisfecho no sólo con su formación religiosa, sino también con la educación general que había recibido y su hincapié ,..n la literatura y las materias estéticas. Ansiaba aprender los métodos científicos y los principios morales que guiaban la vida social. Se negó a seguir una carrera aca démica tradicional de filosofía y en su lugar se esforzó por adquirir los conocimientos científicos que se requerían para contribuir a la direc ción moral de la sociedad. Aunque se interesó por la sociología cientí fica, en su época no existía un campo específico para esta disciplina, por lo que entre 1882 y 1887 enseñó filosofía en varios institutos de la región de París. Su anhelo de ciencia aumentó tras un viaje a Alemania, donde se encontró con la psicología científica, cuyo precursor era Wilhelm Wundt. Durante los años inmediatamente posteriores a su viaje a Alemania, Durkheim publicó una abundante serie de trabajos sobre sus expe riencias en aquel país. Estas publicaciones le ayudaron a obtener en 1887 un empleo en el departamento de Filosofía de la Universidad de Burdeos. Así, Durkheim impartió el primer curso de ciencia social en una universidad francesa. Fue éste un logro particularmente asom broso, ya que hacía sólo una década que la sola mención de Auguste Comte en una tesis habría provocado furor en la universidad france sa. Sin embargo, la principal responsabilidad docente de Durkheim eran sus cursos pedagógicos a maestros. Su curso más importante versó sobre la educación moral. Su propósito era comunicar a los edu cadores el sistema moral que esperaba que transmitieran a los jóve nes, con el fin de detener la degeneración moral que percibía en la sociedad francesa. Los siguientes años se caracterizaron por una serie de éxitos per sonales. En 1893 publicó su tesis doctoral, escrita en francés. La d ivi sión del trabajo social, y su tesis en latín sobre Montesquieu. Su prin cipal trabajo metodológico, Las reglas del méfocfo sociológico, apareció en 1895 seguido (en 1897) por su aplicación empírica de esos méto dos en el estudio de E l suicidio. En 1896 ya era profesor de la Univer
212
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
sidad de Burdeos con plena dedicación. En 1902 se incorporó a La Sorbonne, la famosa universidad francesa. En 1906 se le nonnbró pro fesor de ciencias de la educación, denominación que se modificaría en 1913 para pasar a llamarse profesor de ciencias de la educación y sociología. En 1912 se publicó otra de sus más famosas obras, Las form as elem entales de la vida religiosa. En la actualidad se suele considerar a Durkheim, desde el punto de vista político, como un conservador y, sin lugar a dudas, su influen cia sobre la sociología ha sido de orientación conservadora. Pero en su época se le consideraba un liberal, como se hace evidente en el activo papel público que desempeñó en la defensa de Alfred Dreyfus, el judío capitán del ejército cuyo consejo de guerra por traición fue considerado por muchos como una manifestación de antisemitismo. Durkheim se sintió profundamente ofendido por el caso Dreyfus, particularmente por el antisemitismo que entrañaba. Pero no atribuyó este antisemitismo al racismo de los franceses. De un modo caracte rístico, lo consideraba un síntoma de la enfermedad que padecía la sociedad francesa en su conjunto. Señaló: Cuando una sociedad sufre, siente la necesidad de encontrar a alguien a quien pueda hacer responsable de sus males, en quien poder vengar sus desgracias: y aquellos a los que la opinión pública discrimina ya están naturalmente designados para ese papel. Son los parias que sin/en de chivo expiatorio. Lo que me confirma en esta idea es la fornna en que fue acogido el resultado del juicio de Dreyfus en 1894. Hubo una explosión de alegría en los bulevares. La gente celebró como un triunfo lo que debió haber sido motivo de duelo nacional. Al fin sabían a quién culpar de las penurias económicas y la miseria moral que sufrían. Todo era culpa de los judíos. La acusación había sido oficialmente demostrada. Por este solo hecho las cosas parecían ya ir mejor y la gente se sentía consolada, (Durkheim en Lukes, 1972: 345) Así, el interés de Durkheim en el caso Dreyfus nacía de su profun da y prolongada preocupación por la moralidad y por la crisis moral que experimentaba la sociedad moderna. Para Durkheim, la respuesta al caso Dreyfus y a crisis semejantes consistía en remediar el desorden moral que reinaba en la sociedad. Como no se podía conseguir rápida y fácilmente, Durkheim sugirió que se realizaran acciones más específicas, tales como la represión dura de los que fomentaban el odio hacia otras personas. También instaba al gobierno a que hiciera público el mal comportamiento de la gente. Aconsejaba a las personas que «tuvieran el coraje de procla mar en voz alta lo que pensaban, y que se unieran para triunfar en la lucha contra la locura pública» (Lukes, 1972: 347).
EMILE DURKHEIM
213
El Interés de Durkheim (1928/1962) por el socialismo también puede tomarse como otra evidencia contra la idea de que era un conserva dor, pero su socialismo era harto diferente del que representaban Marx y sus seguidores. De hecho, Durkheim señaló que el marxismo era un conjunto de «hipótesis dudosas y anticuadas» (Lukes, 1972:323). Para Durkheim, el socialismo representaba un movimiento encaminado ha cia la regeneración moral de la sociedad por medio de la moralidad científica, por lo que no sentía interés alguno por los métodos políti cos o los aspectos económicos del socialismo. No contemplaba al pro letariado como la salvación de la sociedad, y se oponía radicalmente a la agitación y la violencia. El socialismo de Durkheim difiere mucho de lo que entendemos actualmente por socialismo: para él consistía simplemente en un sistema que siguiera los principios morales descu biertos por una sociología científica. Como podrá comprobarse a lo largo de este libro, Durkheim ejer ció una profunda influencia en el desarrollo de la sociología. Además, a través de la revista L ’année sociologique, fundada por él en 1898, influyó también en otras muchas áreas y alrededor de la revista surgió un círculo intelectual cuyo centro era Durkheim. A través de ella, él y sus ideas dejaron una profunda huella en campos tales como la antro pología, la historia, la lingüística y — lo que es curioso, teniendo en cuenta sus primeros ataques contra la disciplina— la psicología. Durkheim murió el quince de noviembre de 1917, fecha rememo rada en los círculos intelectuales franceses, pero no sería hasta vein te años después de su muerte cuando su obra comenzara a influir en la sociología estadounidense a raíz de la publicación de La estructura de la acción soc/a/(1937) de Talcott Parsons.
da por un padre cazador y una madre que se ocupaba de la comida era virtual mente autosuficiente, pero la familia moderna, para poder vivir, necesita desde un frutero y un verdulero, hasta un panadero, un mecánico de automóviles, un profesor, un agente de policía, etc.. A su vez, estas personas necesitan un tipo de servicios que le.s proporcionan otros. Por tanto, para Durkheim, la sociedad njodema se mantiene unida por obra de la especialización de las personas y de su necesidad de los servicios de otras muchas. Por lo demás, Durkheim se ocu pó no sólo de la especialización de los individuos, sino también de la de los grupos, las estructuras y las instituciones. Hay que mencionar también una últi ma diferencia entre la solidaridad orgánica y la mecánica. Como las personas que forman las sociedades caracterizadas por la solidaridad mecánica suelen parecerse en lo tocante a las tareas que realizan, hay mayores probabilidades de que compitan entre sí. Por el contrario, en las sociedades caracterizadas por la solidaridad orgánica la diferenciación facilita la cooperación entre las personas y permite que puedan apoyarse en una misma base de recursos.
214
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Densidad dinámica Para Durkheim, la división del trabajo era un hecho social material puesto que constituía la principal pauta de interacción en el mundo social. Otro hccho so cial material estrechamente relacionado con la división dcl trabajo era el factor causal más importante en la teoria durkheimiana de la transición de la solidari dad mecánica a la solidaridad orgánica; la densidad dinámica. Este concepto hace referencia a la cantidad de personas de una sociedad y al grado de interac ción que se produce entre ellas. Ni el aumento de la población, ni el de la inte racción constituyen un factor relevante para el cambio societai si se producen por separado. Un aumento de la cantidad de personas más un aumento de su interacción (eso precisamente es la densidad dinámica) conduce a la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica dado que, si se producen simultánea mente, provocan un aumento de la competencia por los recursos escasos y una lucha más intensa por la supervivencia entre los diversos componentes parale los y similares de la sociedad primitiva. Como los individuos, los grupos, las familias, las tribus etc., realizan funciones virtualmente idénticas, lo más pro bable es que choquen a la hora de realizar sus funciones, especialmente si se da escasez de recursos. El nacimiento de la división del trabajo permite a las perso nas y a las estructuras sociales creadas por ellas cooperar, en lugar de entrar en conflicto, lo que hace más probable a su vez la coexistencia pacifica. Además, el aumento de la división del trabajo produce una mayor eficacia, lo que produ ce un aumento de recursos que hace que más y más gente pueda vivir en paz. Aunque a Durkheim le interesaba explicar el modo en que la división del trabajo y la densidad dinámica producian tipos diferentes de solidaridad social, mostró especial preocupación por el efecto que tenían estos cambios materiales en los hechos inmateriales y su naturaleza, tanto en las sociedades unidas mecá nicamente como orgánicamente. Sin embargo, dadas sus ideas sobre lo que de bía ser el objeto de una ciencia de la sociologia, Durkheim creia imposible el estudio directo de los hechos sociales inmateriales. El análisis directo de los hechos sociales inmateriales era, desde su perspectiva, más filosófico que so ciológico. Para estudiar los hechos sociales inmateriales de una manera cientí fica el sociólogo debe buscar y examinar los hechos sociales materiales que reflejan la naturaleza de los hechos inmateriales y sus cambios. Esa función la cumple el derecho, sus diferentes formas en distintas sociedades, en La división del trabajo social.
Derecho Durkheim afirmaba que ima sociedad que presenta solidaridad mecánica se ca racteriza por su derecho represivo. Como las personas son muy similares en este tipo de sociedad, y como la totalidad de sus miembros suelen creer profun damente en una moralidad común, cualquier ofensa contra su sistema de valo res compartido suele ser de la mayor importancia para la mayoría de los indivi-
EMILE DURKHEIM
215
dúos. Dado que la mayoría de las personas se siente ofendida y cree profunda mente en su moralidad común, el trasgresor suele ser severamente castigado si comete una acción considerada como una ofensa contra el sistema moral colec tivo. El robo de un cerdo puede implicar la mutilación de las manos del ladrón; la blasfemia contra Dios o los dioses puede merecer la amputación de la lengua del que blasfema. Puesto que las personas participan de lleno en el sistema moral, una ofensa contra él suele merecer un castigo severo e inmediato. Por el contrario, una sociedad con solidaridad orgánica se caracteriza por su derecho restitulivo. En lugar de ser duramente castigados por la más mínima ofensa contra la moralidad colectiva, a los individuos se les suele pedir en este tipo de sociedad más modemo tan sólo que cumplan con la ley o que recompen sen —restituyan— a los que han resultado perjudicados por sus acciones. Si bien siguen existiendo algunas leyes represivas (por ejemplo, la pena de muer te), el derecho restitutivo es más característico de este tipo modemo de socieda des. Apenas existe en ellas moralidad común o, caso de que la hubiere, tiene escasa influencia; en ellas la inmensa mayoría de la gente no reacciona emocio nalmente ante el quebrantamiento de la ley. En una sociedad con solidaridad mecánica, la administración del derecho represivo está en poder de las masas, pero el mantenimiento del derecho restitutivo es responsabilidad única de enti dades especializadas (por ejemplo, la policía y los tribunales). Esto concuerda con la creciente división del trabajo de las sociedades con solidaridad orgánica. En el sistema teórico de Durkheim, los cambios que se producen en un hecho social material como el derecho son simplemente reflejos de aquellos otros que se producen en los elementos más importantes de su sociología; los hechos sociales inmateriales, tales como la moralidad, la conciencia colectiva, las representaciones colectivas, las corrientes sociales y la mente grupa!, más discutible desde una perspectiva sociológica niodema. (Todos estos conceptos serán analizados más adelante.) En el nivel más general e inclusivo, Durkheim fue un sociólogo de la morahdad. En efecto, Emest Wallwork (1972; 182) señaló que la sociología de Durkheim era simplemente un subproducto de su preocupación por las cuestiones mora les. Es decir, el interés de Durkheim por los problemas morales de su época le llevó, como sociólogo, a dedicarse casi totalmente al estudio de los elementos morales de la vida social. En su nivel más básico, la gran preocupación de Durkheim era el debilitamiento de la moralidad común en el mundo modemo. Para él, las personas corrían el riesgo de padecer una perdida «patológica» de los vínculos morales. Estos vínculos morales eran importantes para Durkheim, porque pensaba que, sin su existencia, el individuo llegaría a ser esclavo de pasiones cada vez más ambiciosas e insaciables. Los individuos se dejarían llevar por sus pasiones y se lanzarían a una enloquecida búsqueda del placer, pero cada pasión satisfecha aumentaría la necesidad de un nuevo placer. Durk heim mantenía la opinión aparentemente paradójica de que el individuo necesi taba de una moralidad y un control extemo para ser libre. Aunque se trata de una curiosa definición de la libertad, Durkheim adoptó ciertamente esta postura.
216
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Anomía Muchos de los problemas que Durkheim se planteó se derivaban de su preocu pación por el debilitamiento de la moralidad común. El concepto de anomía revela claramente su preocupación por los problemas derivados del debilita miento de la moralidad común (Hilbert, 1986). Los individuos se enfrentan a la anomía cuando la moral no les constriñe lo suficiente; es decir, cuando carecen de un concepto claro de lo que es una conducta apropiada y aceptable y de lo que no lo es. Para nuestro pensador, la «patología» central de las sociedades modernas es la división anémica del trabajo. Al considerar la anomía como una patología, expresaba su creencia en que los problemas del mundo moderno podían «reme diarse». Durkheim creía que la división estructural del trabajo en la sociedad moderna era una fuente de cohesión que compensaba el debilitamiento de la moralidad colectiva. Sin embargo, su argumento subrayaba que la división del trabajo no podía enderezar plenamente la relajación de la moralidad común, a resultas de lo cual ia anomía constituía una patología asociada con el nacimien to de la solidaridad orgánica. Los individuos también pueden sentirse aislados y abandonados en la realización de sus actividades altamente especializadas. Es fácil que dejen de percibir un vinculo común con los que trabajan y viven alre dedor de ellos. Sin embargo, es importante recordar que Durkheim calificaba esta situación de anormal, porque sólo en circunstancias no normales la división moderna del trabajo relegaba a las personas a tareas y empleos aislados y caren tes de sentido. El concepto de anomía no sólo se encuentra en La división del trabajo social, sino también en £/5mzcíí/ío (Durkheim, 1897/1951) como una de las principales causas de suicidio. El suicidio anómico se produce debido al debilitamiento de la moralidad colectiva y a una regulación externa del indivi duo insuficiente para contener sus pasiones.
Conciencia coiectiva Durkheim analizó cl problema de la moralidad común de diferentes maneras y mediante diversos conceptos. En sus primeros esfuerzos por analizar esta cues tión desarrolló la idea de la conciencia colectiva, así descrita en La división del trabajo social: El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miem bros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común... Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos. (Durkheim, 1893/1964; 79-80) Dado nuestro interés en la conciencia colectiva como ejemplo de hecho social inmaterial, encontramos en esta definición varios puntos que merecen ser analizados. Primero, es evidente que, cuando Durkheim hablaba del «conjunto»
EM(LE DURKHEIM
217
de creencias y sentimientos comunes, hacía referencia a la conciencia colectiva de una sociedad dada. Segundo, Durkheim concebía claramente la conciencia colectiva como un sistema cultural independiente. Y aunque sostenía esa pers pectiva, también especificó que se «realizaba» en las conciencias particulares. (Advertiremos la importancia que tiene el hecho de que Durkheim no concibie ra la conciencia colectiva como totalmente independiente de la conciencia indi vidual cuando examinemos la acusación de que defendía la existencia de una mente grupal.) FJ concepto de conciencia colectiva nos permite volver al análisis de Durk heim, desarrollado en La división del trabajo social, de los hechos sociales materiales y de su relación con los cambios que se producen en la moralidad común. La lógica de su argumento es que el aumento de la división dei trabajo (que se produce como consecuencia del aumento de la densidad dinámica) cau sa una reducción de la conciencia colectiva. La conciencia colectiva es mucho menos importante en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con solidaridad mecánica. Es más probable que los miembros de la sociedad moder na se mantengan unidos mediante la división de! trabajo y la consiguiente nece sidad de que otros realicen ciertas funciones, que mediante una poderosa con ciencia colectiva común. Anthony Giddens (1972; véase también Pope y Johnson, 1983) realizó un esfuerzo valioso al señalar que la conciencia colectiva en los dos tipos de sociedad difiere en cuatro dimensiones: volumen, intensidad, rigi dez y contenido. El volumen se refiere a la cantidad de gente que comparte una misma conciencia colectiva; la intensidad, al grado en que la sienten; la rigidez, a su nivel de definición; y el contenido, a la forma que adopta la conciencia colectiva en los dos tipos polares de sociedad. En una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica, virtualmente la totalidad de la sociedad y de sus miembros comparten la misma conciencia colectiva; ésta se percibe con mucha intensidad (lo que se refleja en el uso de sanciones represivas cuando se comen te una ofensa contra ella); es extremadamente rígida; y su contenido es de índo le religiosa. En una sociedad con solidaridad orgánica la conciencia colectiva es menor y la comparte una cantidad de gente inferior; se pcrcibc con menor intensidad (lo que se refleja en la sustitución de las leyes penales por el derecho restitutivo); no es demasiado rígida y su contenido queda bien definido por la expresión «individualismo moral» o, lo que es lo mismo, por que ia importancia del individuo se convierte en un precepto moral.
Representaciones colectivas Aunque a Durkheim le resultó útil, la idea de la conciencia colectiva es sin duda vaga y amorfa. E! descontento de Durkheim con la vaguedad del concepto de conciencia colectiva le indujo a abandonarlo progresivamente en sus últimas obras en favor de otro concepto mucho más especifico: las representaciones colectivas. Las representaciones colectivas pueden considerarse estados espe cíficos o substratos de ia conciencia colectiva (Lukes, J972). Desde una pers-
218
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
pectiva contemporànea, las represscntaciones colectivas hacen rcfcrcncia a las normas y valores de colectividades específicas como la familia, la ocupación, el estado, y las instituciones educativas y religiosas. El concepto de representacio nes colectivas puede utilizarse de manera tanto general como particular, pero lo más importante es que permitió a Durkheim conceptualizar los hechos sociales inm atenáles‘de un manera nías especftica que con la’áíiusa nocíon^ae concien cia colectiva. Ahora bien, a pesar de su mayor especificidad, las representacio nes colectivas no pueden reducirse al nivel de la conciencia individual. «Las representaciones colectivas resultan del substrato de los individuos asociados... pero poseen características sui generis^} (Durkheim, citado en Lukes, 1972: 7). El término latino sui generis significa «único». Cuando Durkheim utilizó este término para referirse a la estructura de las representaciones colectivas, lo que en realidad quería dccir era que su carácter único no podía reducirse a la con ciencia individual. Esto las sitúa firmemente en el reino de los hechos sociales inmateriales. Trascienden al individuo debido a que su existencia no depende de ningún individuo particular. Son también independientes de los individuos en el sentido de que su duración en el tiempo es mayor que la duración de la vida del individuo. Las representaciones colectivas constituyen el elemento central del sistema de hechos sociales inmateriales de Durkheim.
SUICIDIO Y CORRIENTES SOCIALES Durkheim propuso un concepto aún más específico (y más dinámico) y menos cristalizado que es también un hecho social inmaterial: las corrientes sociales. Durkheim las definió como hechos sociales inmateriales «que son igualmente objetivas e influyen en igual grado sobre el individuo» que los hechos sociales analizados más arriba, y que, sin embargo, «carecen de esa forma cristalizada» (1895/1964: 4). Puso como ejemplo «los grandes movimientos de las masas guiadas por el entusiasmo, la indignación o la piedad» (Durkheim, 1895/1964: 4). Aunque las corrientes sociales son menos concretas que otros hechos sociales, son, sin embargo, hechos sociales, como Durkheim explicó cuando señaló que «desde el exterior pueden influir en cualquiera de nosotros y nos pueden hacer perder el sentido o la calma sin que nosotros lo queramos» (1895/1964: 4). Durkheim explicó la idea de las corrientes sociales en Las reglas del méto do sociológico (1895/1964). pero la utilizó como variable explicativa en un estudio empírico que llegaría a convertirse en el modelo para el desarrollo de la investigación empírica en los Estado Unidos (Selvín, 1958). De hecho, la inves tigación registrada en El suicido (1897/1951) puede ser considerada como un esfuerzo por aplicar las ideas desarrolladas en Las reglas al estudio empirico de un fenómeno social especifico: el suicidio. En El suicidio, Durkheim demostró que !os hechos .sociales, y en particular las corrientes sociales, son externas y coercitivas para el individuo. Eligió el suicidio porque era un fenómeno relati vamente concreto y específico; disponía de datos relativamente fiables sobre
EMILE DURKHEIM
219
este fenómeno; y, sobre todo, constituía uno de los actos más privados y perso nales. Durkheim creía que si lograba demostrar que la sociologia podía explicar un acto tan supuestamente individualista como el suicidio, sería relativamente fácil extender su dominio a otros fenómenos más abiertos al análisis sociológi co. Finalmente, Durkheim se decidió por el suicidio porque si su estudio de este fenómeno convencía a la comunidad intelectual, la sociología sería reconocida en el mundo académico. Como sociólogo, a Durkheim no le interesaba estudiar por qué un individuo particular se suicidaba. Esta tarea correspondía al psicólogo. Lo que a él le preocupaba era explicar las diferentes tasas de suicidio, es decir, por qué un grupo tenía una tasa de suicidio más alta que otro. Durkheim tendía a suponer que los factores biológicos, psicológicos y sociopsicológicos eran esencialmen te constantes en los di ferentes grupos y en distintos periodos de tiempo. Si las tasas de suicidio variaban entre los grupos y periodos de tiempo distintos se debía, pensaba Durkheim, a variaciones en los factores sociológicos, en parti cular las corrientes sociales. Comprometido como estaba con la investigación empírica, nuestro pensa dor no se contentó con descartar teóricamente otras posibles causas de las va riaciones entre las tasas de suicidio, sino que lo verificó de modo empírico. Comenzó su estudio presentando una serie de ideas alternativas sobre las causas de suicidio. Entre ellas figuraban la psicopatología individual, la raza, la heren cia y el clima. Aunque Durkheim se sirvió de una abundante cantidad de hechos para rechazar cada una de estas ideas alternativas como explicaciones de las diferentes tasas de suicidio, el argumento que más desarrolló, y el más coheren te con su perspectiva general, se centraba en la importancia de los factores raciales para explicar las variaciones. Una de las razones por las que rechazó la raza era que las tasas de suicidio variaban entre los grupos dentro de una misma raza. Si la raza fuese una causa relevante de la variación de las tasas de suicidio, habría tenido una incidencia similar en los diverso.s subgrupos. Otra evidencia contra la raza como causa significativa de las diferentes lasas era el cambio que se producía, para una determinada raza, cuando uno se trasladaba de una socie dad a otra. Si la raza constituyera un hecho social relevante, debería tener cl mismo efecto en las diferentes sociedades. Si bien su argumento sobre la raza carece de fuerza, y los otros que desarrolló para descartar otros factores son aún más débiles, nos ayudan a comprender el planteamiento de Durkheim frente al problema de descartar empíricamente lo que consideraba factores ajenos y de poder así demostrar cuál era la variable causal más importante de todas. Además de negar los factores que acabamos de analizar, Durkheim estudió y rechazó la teoría de la imitación asociada al psicólogo social francés Gabriel Tarde (1843-1904). La teoría de la imitación defiende que las personas se sui cidan (y realizan otras muchas acciones) debido a que imitan las acciones de otros que han cometido el mismo acto. Esta aproximación psicosociológica al pensamiento sociológico es ajena al análisis de Durkheim de los hechos socia les. Por ello Durkheim se esforzó enormemente para descartarla. Por ejemplo.
220
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Durkheim razonaba que si la imitación fuese verdaderamente importante, ad vertiríamos que las naciones vecinas de un país con una alta tasa de suicidio tendrían también altas tasas de suicidio. Analizó los datos que medían la rele vancia de este factor geográfico y concluyó que no existía relación alguna. Reconocía que algunos suicidios individuales podían deberse a la imitación, pero afirmaba que constituía un factor tan pequeño que no influía signifícativamcnte en la tasa general de suicidio. Por último, rechazaba la imitación como factor relevante debido a su idea de que sólo un hecho social podía ser la causa de otro hecho social. Como la imitación era una variable sociopsicológica, no encajaba en su sistema como causa importante de las diferencias en la tasa social de suicidio. Como Durkheim dijo, «la cifra social de los suicidios no se explica más que sociológicamente» (1897/1951 ; 299). Para Durkheim, los factores más importantes de las variaciones de las tasas de suicidio debían buscarse en diferencias producidas en el nivel de los hechos sociales. Por supuesto, había dos tipos de hechos sociales: materiales e inmate riales. Recordemos que los hechos sociales materiales suelen tener en su siste ma prioridad, pero no primacía causal. Por ejemplo, Durkheim analizó la influencia de la densidad dinámica en las diferencias de las tasas de suicidio, pero descu brió que sus efectos sólo eran indirectos. Sin embargo, las variaciones en la densidad dinámica (y en otros hechos sociales materiales) influían en las dife rencias en los hechos sociales inmateriales, y éstas tenían un influencia directa sobre las tasas de suicidio. Durkheim desarrolló, en realidad, dos argumentos interrelacionados. Por un lado, señaló que las diferentes colectividades tenían diferentes conciencias y representaciones colectivas. Estas, a su vez, producían diferentes corrientes sociales, que influían de modo distinto en las tasas de sui cidio. Un modo de estudiar el suicidio era comparar las diferentes sociedades o tipos diversos de colectividades. Por otro lado, Durkheim afirmó que las dife rencias en la conciencia colectiva producían diferencias en las corrientes socia les que, a su vez, conducían a diferentes tasas de suicidio. Esto nos lleva al estudio histórico de los cambios de la tasa de suicidio dentro de una determina da colectividad. En ambos casos (análisis intercultural o histórico) la lógica del argumento es esencialmente la misma: las diferencias o cambios en la concien cia colectiva producen diferencias o cambios en las corrientes sociales, y estas, a su vez, conducen a las diferencias o cambios en las tasas de suicidio. En otras palabras, los cambios en las tasas de suicidio se deben a cambios en hechos sociales, fundamentalmente en las corrientes sociales. Durkheim se expresó con mucha claridad acerca del importante papel que desempeñaban las corrien tes sociales en la etiología del suicidio; Cada grupo social tiene realmente por este acto una inclinación colectiva que le es propia y de la que proceden las inclinaciones individuales; de ningún modo nace de éstas. Lo que la constituye son esas corrientes de egoísmo, de altruismo y de anomía que influyen en la sociedad... Son estas tendencias de la sociedad las que, penetrando en los individuos, los impulsan a matarse. (Durkheim. 1897/1951; 299-300; cursivas añadidas)
EMILE DURKHEIM
221
Los cuatro tipos de suicidio Comprenderemos mejor la teoría del suicidio de Durkheim, y la estructura de su razonamiento sociológico, si procedemos a examinar cada uno de los cuatro tipos de suicidio que distinguió: egoísta, altruista, anómico y fatalista. Dur kheim vinculó cada uno de los tipos con el grado de integración y regulación de la sociedad en que aparecían. La integración hace referencia al grado en el que se comparten los sentimientos colectivos. El suicidio altruista se relaciona con un alto grado de integración, mientras el egoísta se asocia a un grado bajo. La reg¿fü¿7a« se réiierc ái'gráau''oc-conSincófon-e;Áterrru"si!iorc'ias"personas.^¿i suicidio fatalista está conectado con niveles altos de regulación, y el anómico con bajos. Whitney Pope (1976: 12-13) propuso un resumen esquemático bas tante útil de los cuatro tipos de suicidio analizados por Durkheim. En él ponía en relación los niveles de integración y regulación de la siguiente manera: — baja ------------------------------- > suicidio egoísta Integración: <— alta ------------------------------- ^ suicidio altruista — baja ------------------------------- » suicidio anómico Regulación: <— alta ------------------------------- > suicidio fatalista Suicidio egoísta. Las altas tasas de suicidio egoísta suelen encontrarse en aquellas sociedades, colectividades, o grupos en los que el individuo no está totalmente integrado en la unidad social global. Esta falta de integración pro duce un sentimiento de vacio y falta de significado en los individuos. Las socie dades con una conciencia colectiva fuerte y con corrientes sociales protectoras y envolventes que manan de aquella suelen impedir la propagación del acto del suicidio egoísta debido, entre otras cosas, a que proporcionan a las personas un significado a sus vidas. Cuando estas corrientes sociales son débiles, los indi viduos pueden fácilmente sobrepasar la conciencia colectiva y hacer lo que desean. En las grandes unidades sociales con débil conciencia colectiva, se per mite a los individuos perseguir sus propios intereses del modo que deseen. Este egoísmo no reprimido suele desembocar en una gran insatisfacción personal, debido a que no todas las necesidades pueden satisfacerse y las que quedan insatisfechas simplemente generan más y más necesidades; en última instancia, conducen al total descontento y, en algunos casos, al suicidio (Breault, 1986). Sin embargo, las familias, los grupos religiosos y las entidades políticas fuer temente integradas actúan como agentes de la conciencia colectiva y evitan las tendencias suicidas. He aquí las palabras de Durkheim sobre los grupos religiosos; La religión protege al hom bre contra el d eseo de destruirse, ... lo que con stitu ye la religión es la ex iste n c ia d e un cierto núm ero de creen cias y d e prácticas com u n es
222
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA a todos lo s fie le s, Iradicionales y, en co n secu en cia , ob ligatorias. Cuanto m ás nu m erosos y fuertes son e sto s estad os c o le c tiv o s, m ás fuertem ente integrada está la com unidad religiosa y más virtud preservativa tiene. (D urkheim , 1 8 9 7/1951: 170; cu rsivas añadidas)
La desintegración de la sociedad produce corrientes sociales distintivas, que son las principales causas de las diferencias en las tasas de suicidio. Por ejemplo, Durkheim pensaba que la desintegración societal conducía a «corrien tes de depresión y desilusión» ( 1897/1951: 214). La desintegración moral de la sociedad predispone al individuo al suicidio, pero las corrientes depresivas también pueden ser la causa de diferencias en las tasas de suicidio egoísta. Es interesante señalar que Durkheim reafirmaba aquí la importancia de las fuerzas sociales, incluso en el caso del suicidio egoísta, en el que el individuo puede considerarse libre de frenos sociales. Los actores nunca pueden sentirse libres de la fuerza de la colectividad: «Por individualizado que cada uno esté, queda siempre algo colectivo; la depresión y la melancolía que resultan de esta individualización exagerada. Se comulga en la tristeza, cuando no hay otro ideal común (Durkheim, 1897/1951: 214). El estudio del suicidio egoísta indica que incluso en el caso de los actos más individualistas y privados, la causa determinante son los hechos sociales.
Suicidio altruista. El segundo tipo de suicidio que analizó Durkheim fue el .suicidio altruista. Mientras el suicidio egoísta se lleva a cabo cuando ia integra ción es demasiado débil, es más probable que se realice el suicidio altruista cuando «Ja integración social es demasiado fuerte» (Durkheim, 1897/1951 ; 217). El individuo se ve literalmente obligado a suicidarse. Un ejemplo notable de suicidio altruista nos lo proporciona el suicidio ma sivo de los seguidores del reverendo Jim Jones de Jonestown, Guayana. Cons cientemente se bebieron un líquido envenenado y algunos se lo dieron a sus hijos. Se suicidaron porque sintieron el impulso de dar sus vidas por la sociedad intensamente integrada de los fanáticos seguidores de Jones. En términos más generales, podemos decir que quienes se suicidaron lo hicieron porque se sin tieron obligados a ello. A diferencia de lo que ocurre con cl suicidio egoísta, el grado de integra ción (en este caso, un alto grado) no constituye la principal causa det suicidio altruista. Los diferentes grados de integración producen diferentes corrientes sociales que, a su vez, influyen en las tasas de suicidio. Como en el caso del suicidio egoista, Durkheim creía que las corrientes de melancolía eran la causa de las altas tasas de suicidio altruista. Mientras las altas tasas de suicidio egoísta se debian a un «agotamiento irremediable y a una profunda depresión», la pro babilidad de que aumente el suicidio altruista «nace de la esperanza, porque depende de la creencia profunda en una perspectiva beatífica después de la vida» (Durkheim, 1897/1951: 225).
EMILE DURKHEIM
223
Suicidio anómico. Bl principal tipo de suicidio para Durkheim es al suici dio anómico, cuya probabilidad aumenta cuando dejan de actuar las fuerzas reguladores de la sociedad. Esta interrupción suele crear insatisfacción en los individuos; sus pasiones apenas están controladas (véase más abajo), y son li bres de iniciar una salvaje persecución del placer. Las tasas de suicidio anómico aumentan igualmente cuando la naturaleza de la interrupción es positiva (por ejemplo, un crecimiento económico súbito) o negativa (una depresión eco nómica). Cualquier tipo de interrupción hace que la colectividad sea tempo ralmente incapaz de ejercer su autoridad sobre los individuos. Estos cambios ponen a las personas en situaciones en las que ya no se observan las viejas normas y otras nuevas comienzan a desarrollarse. Los periodos de interrupción liberan corrientes de anomía — actitudes desarraigadas y dcsrcguladas— y es tas corrientes conducen a un aumento de las tasas de suicidio anómico. En el caso de una depresión económica ello es fácil de observar. El cierre de una fábrica debido a una depresión económica supone la pérdida del empleo, y el individuo se ve desorientado e incapaz de sentir el efecto regulador de su em presa y su trabajo. Apartado de estas estructuras o de otras (por ejemplo, la familia, la religión y el estado) el individuo es muy vulnerable a los efectos de las corrientes de anomía. Quizás resulta más difícil imaginar el efecto de un súbito crecimiento económico. El éxito súbito aleja a los individuos de las estructuras tradicionales en las que están inmersos. El éxito económico puede inducir a los individuos a dejar su trabajo, a trasladarse a una nueva comuni dad y quizás a buscar una nueva esposa. Todos estos cambios interrumpen el efecto regulador de las estructuras existentes y en periodos de súbito crecimien to económico hacen que el individuo sea vulnerable a las corrientes sociales anémicas. Los aumentos de las tasas de suicidio anómico durante periodos de dcsrcgulación de la vida social concuerdan con las ideas de Durkheim sobre el efecto nocivo del descontrol externo de las pasiones individuales. Las personas se convierten en esclavas de sus propias pasiones y realizan una abundante serie de actos destructivos, entre ellos quitarse la vida, en mayor número que en condiciones normales. Suicidio fatalista. He aquí un cuarto tipo de suicidio brevemente analizado por Durkheim en una cita a pié de página de El suicidio. Mientras el suicidio anómico es más probable que ocurra cuando la regulación es demasiado débil, el suicidio fatalista sucede cuando la regulación es excesiva. Durkheim descri bía a aquellos que era más probable que cometieran este tipo de suicidio como «personas cuyo futuro está implacablemente determinado, cuyas pasiones están violentamente comprimidas por una disciplina opresiva» (1897/1951: 276). El clásico ejemplo es el del esclavo que se quita la vida debido a la desesperación que le provoca la reglamentación opresiva de todas sus acciones. Demasiada regulación — la opresión— libera corrientes de mclancolia que, a su vez, cau san un aumento de la tasa del suicidio fatalista.
224
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
¿Mente colectiva? Dado el enorme interés de la sociología contemporánea por las normas, los valores y la cultura, es difícil no alabar la preocupación de Durkheim por los hechos sociales inmateriales. Cierto es que el concepto de corrientes sociales nos plantea algunos problemas. En particular, es algo confusa la idea de un conjunto de corrientes sociales independientes que «atraviesan» el mundo so cial como si flotaran suspendidas en el vacío social. Este problema indujo a muchos a acusar a Durkheim de haber sostenido la existencia de una mente colectiva (CatUn, 1964: xxii-xxiii; véase también Pope, 1976: 192-194). Los que acusan a Durkheim de adoptar esa perspectiva aducen que asignaba a los hechos sociales inmateriales una existencia independiente separada de los acto res. Pero ios fenómenos culturales no pueden flotar por sí mismos en un vacío social, y Durkheim era consciente de ello '. Como componente especifico de esa supuesta mente colectiva, la noción de corrientes sociales puede defenderse como una parte del mundo cultural que lamentablemente recibió una denominación inadecuada, pero que, en la actua lidad, se acepta ampliamente. En términos más contemporáneos, las corrientes sociales pueden considerarse como conjuntos de significados que comparten intersubjetivaniente los miembros de una colectividad. Se deduce de esta defi nición que no pueden derivarse de la mente de un sólo individuo, sino que son mentalmente compartidas por un conjunto de actores miembros de la colectivi dad. Tomemos un ejemplo de Durkheim: una corriente social de «lánguida me lancolía» no puede derivarse de un sólo individuo, sino que mana de la actitud conjunta de un segmento significativo de la población total. Las «actitudes» colectivas, o corrientes sociales, varían de una colectividad a otra y en conse cuencia producen variaciones en las tasas de ciertos comportamientos, entre ellos el suicidio. Igualmente, si estas «actitudes» colectivas cambian, se produ cen variaciones también en las tasas de suicidio (Douglas, 1967: 42). Ln defensa de Durkheim puede aducirse, en un nivel más general, que tenía una concepción bastante moderna de los hechos sociales inmateriales que en globaba lo que actualmente denominamos normas, valores, y cultura, asi como una gran variedad de fenómenos sociopsicológicos compartidos. Esta concep ción no puede ser acusada de postular la existencia de una mente colectiva, pero resulta difícil su defensa porque, con objeto de establecer un dominio exclusivo de la sociología, Durkheim solia hacer afirmaciones muy exageradas sobre los hechos sociales. Como vimos al principio de este capítulo, Durkheim pensaba que los hechos sociales estaban rígidamente separados de los hechos psicoló gicos, y es esta separación la que presta apoyo al argumento de la mente colec tiva. Sin embargo, en otros lugares de su obra, Durkheim admitía que se trataba
' Algunos durkheimianos aducirían que Durkheim si ofreció en muchos lugares ideas que reflejaban su creencia en algo parecido a una mente colectiva.
EMtLE DURKHEIM
225
de una dicotomía artificial. En otras palabras, los hechos sociales inmateriales estaban firmemente anclados en los procesos mentales de los individuos (1893/ 1964; 350; véase también Lukes, 1972; 16). Durkheim aclaró de una vez por todas la tesis de la mente colectiva: La conciencia colectiva flota com o un v acio, un tipo de absoluto in d escrip lib le, y tam bién está conectada co n el resto del m undo por un substrato del que, co n se cuentem ente, depende. A dem ás, ¿de qué puede estar form ado este substrato, si no es d e los m iem bros de la so cied a d com b in ad os socialm ente? (D urkheim , citado en G iddens, 1972: 159)
Parece que Durkheim, aparte de desarrollar ciertos argumentos exagerados con la intención de justificar un nicho para una sociología que acababa de na cer, adoptó una postura sumamente razonable sobre los hechos sociales inmate riales. Durkheim sintió un interés inicial por ellos que se mantuvo durante toda su carrera intelectual y que. caso de variar, puede afirmarse que aumentó en los últimos años de su vida. Es en Las form as elementales de la vida religiosa, publicada en 1912, donde mejor se percibe su creciente preocupación por estos hechos.
RELIGION Como ya hemos visto, Durkheim sintió la necesidad de centrarse en las mani festaciones materiales de los hechos sociales inmateriales (por ejemplo, cl de recho en La división del trabajo y las lasas de suicidio en El suicidio). Pero en Las form as elementales de la vida religiosa Durkheim abordó más directamente los hechos sociales inmateriales, en particular la religión La religión es, en realidad, el hecho social inmaterial por excelencia, y su estudio permitió a Durkheim arrojar nueva luz sobre todo este aspecto de su sistema teórico. La religión tiene lo que Durkheim denominó una naturaleza «dinamogénica»; es decir, tiene la capacidad no sólo de dominar a los individuos, sino de elevarles por encima de sus aptitudes y capacidades (R. Jones, 1986). Debido a su compromiso con la ciencia empírica, Durkheim utilizó en su obra Las form as elementales datos publicados de una investigación que no era suya para verificar sus ideas sobre la religión. La principal fuente de datos que utilizó procedía de los estudios sobre una tribu primitiva australiana, los arunta. Durkheim juzgaba importante el análisis de la religión en esta sociedad primiti va por varias razones. En primer lugar, creía que era mucho más fácil entender la naturaleza esencial de la religión en la sociedad primitiva que en la moderna.
^ Alexander (1988: 11) afirma que esta es la obra que constituye la base del interés con temporáneo por los estudios culturales. Collins ( 1988b: 108) la considera su «libro más importante».
226
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Las formas religiosas «aparecían desnudas» en la sociedad primitiva, y se re quería «sólo un pequeño esfuerzo para entenderlas y exponerlas» (Durkheim, 1912/1965: 18). En segundo lugar, los sistemas ideológicos de las religiones primitivas presentaban un menor desarrollo que los de las religiones modernas, con el resultado de que eran menos confusos. Como Durkheim especificó; «Lo accesorio o secundario... aún no esconde los principales elementos. Todo se reduce a lo indispensable, a aquello sin lo cual la religión no existe» (1912/ 1965: 18). En tercer lugar, mientras la religión adopta las más variadas formas en las sociedades modernas, en las sociedades primitivas hay «conformidad moral e intelectual» (1912/1965: 18). En consecuencia, resultaba más fácil es tudiar la religión en la sociedad primitiva porque allí aparecía en su forma más prístina. Finalmente, aunque Durkheim se centró en el estudio de la religión primitiva, ello no se debía a que le interesara esa forma religiosa per se. Lo hizo con el fín de «comprender la naturaleza religiosa del hombre; es decir, aclarar un aspecto esencial y permanente de la humanidad» (Durkheim, 1912/1965: 13). Más específicamente, el objetivo de Durkheim era arrojar luz sobre la religión en la sociedad moderna. Dado el carácter uniforme y omnipresente de la religión en las sociedades primitivas, podemos equiparar esa religión con la conciencia colectiva. Es de cir, la religión en la sociedad primitiva constituye una moralidad colectiva que todo lo abarca. Pero a medida que se desarrolla la sociedad y crece la especialización, se reduce el dominio de la religión. En lugar de constituir la concien cia colectiva de la sociedad moderna, la religión pasa a ser simplemente una de entre varias representaciones colectivas. Aunque da forma a ciertos sentimien tos colectivos, existen instituciones distintas (como el derecho y la ciencia) que expresan otros aspectos de la moralidad colectiva. Si bien Durkheim admite que los dominios de la religión per se son cada vez más pequeños, también afirma que la mayoría de las diversas representaciones colectivas de la sociedad mo derna, si no todas, tienen su origen en el tipo de religión omniabarcante de la sociedad primitiva.
Lo sagrado y lo profano Para Durkheim la cuestión más importante era la fuente de la religión moderna. Como la especiaiización y la cortina de humo de la ideología dificultan el estu dio directo de las raíces de la religión en la sociedad moderna, Durkheim lo abordó en el contexto de la sociedad primitiva. La pregunta fundamental era: ¿de dónde procede la religión primitiva (y la moderna)? Partiendo de su premi sa metodológica básica de que sólo un hecho social podía ser la causa de otro hecho social, Durkheim concluyó que la sociedad era la fuente de toda religión. La sociedad (a través de los individuos) creaba la religión al definir ciertos fenómenos como sagrados y otros como profanos. Los aspectos de la realidad social que entran en la definición de lo sagrado —es decir, los que se apartan y se consideran prohibidos— forman la esencia de la religión. El resto constituye
EMILE DURKHEIM
!r>
227
los aLspectns.njunílaiioí5-CoíidjanDs..cotnunes v útjles de la vida. Lo sagrado infunde obediencia, respecto, misterio, temor y honor. El respeto a ciertos fenómenos profanos los transforma en sagrados. La diferencia entre lo sagrado y lo profano, y la elevación de ciertos aspec tos de la vida social a la categoría de sagrado son condiciones necesarias pero no suficientes para el desarrollo de la religión. Se requieren otras tres condicio nes. Primera, tiene que desarrollarse un conjunto de creencias religiosas. Estas creencias constituyen «las representaciones que expresan la naturaleza de las cosas sagradas y las relaciones que sostienen entre sí o con ias cosas profanas» {Durkheim, 1912/1965; 56). Segunda, se requiere un conjunto de ritos, que son «reglas de conducta que prescriben cómo debe comportarse el hombre en rela ción con las cosas sagradas» (Durkheim, 1912/1965: 56). Finalmente, toda reli gión necesita de una iglesia, una comunidad moral. Las interrelaciones entre lo sagrado, las creencias y los ritos y la iglesia llevaron a Durkheim a la siguiente definición de religión; «Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas; es decir separadas, interdictas, creen cias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que se adhieren a ellas» (1912/1965; 62).
Totemismo La idea de Durkheim de que la sociedad era la fuente de la religión moldeó su análisis del totemismo entre los arunta australianos. El totemismo es un sistema religioso en el que ciertas cosas, en particular animales y plantas, llegan a con siderarse sagradas y emblemas del clan. Durkheim consideraba ei totemismo la forma más simple y primitiva de religión, comparable a una forma igualmente primitiva de organización social, el clan. Si Durkheim mostraba que el clan era la fuente del totemismo, se verificaría su argumento de que la sociedad era la fuente de la religión. He aquí el argumento de Durkheim: U na religión estrecham ente ligada al sistem a so cia l que supera a todas las dem ás en sim p licid ad puede ser tenida co m o Ja m ás elem entaJ q ue n os sea posiW e co n o cer. A sí pues, si co n seg u im o s determ inar lo s orígen es de las creen cias que acaban de ser analizadas, n o s pondrem os en situ ación d e descubrir, con e llo , las causas que hicieron surgir el sentim iento r e lig io so en la humanidad. (D urkheim , 1912/1965: 195)
Si bien un clan puede tener varios tótemes, Durkheim no tendía a verlos como una serie de creencias separadas y fi'agmentadas sobre determinados ani males o plantas. Por el contrario, los consideraba un conjunto interrelacionado de ideas que proporcionaban al clan una representación más o menos completa del mundo. La planta o animal no era en sí mismo la fuente del totemismo, simplemente representaba esa fuente. Los tótemes son representaciones mate riales de la fuerza inmaterial que mana de ellos. Y esa fuerza inmaterial no es sino la ya familiar conciencia colectiva de la sociedad;
228
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
El totem ism o es la religión , no d e dctcrininados a n im ales u hom bres o im ágen es, sin o de una esp e c ie de fuerza anónim a e im personal, que se encuentra en cada uno de e s o s seres sin que sin em bargo se confunda con ninguno de e llo s... L os in d iv i duos m ueren, las g en eracion es pasan y se suceden; pero esta fuerza perm anece siem pre actual, v iv a e idéntica a si m ism a. Es la que anim a a las gen era cio n es de hoy en día, de igual manera que anim aba a las de ayer y anim ará a las de mañana. (D urkheim , 1 9 1 2 /1 9 6 5 :2 1 7 )
El totemismo y, en términos más generales, la religión, se derivan de la mo ralidad colectiva y se convierten en una fuerza impersonal. No se trata simplemente de una serie de animales, plantas, personalidades, espíritus o dioses mitificados.
Efervescencia colectiva La conciencia colectiva es la fuente de la religión, pero ¿de dónde procede la conciencia colectiva? Para Durkheim sólo puede surgir de una fuente; la socie dad. En la sociedad primitiva examinada por Durkheim, esto significaba que el clan era la fuente última de la religión. Durkheim fue muy claro a este respecto: «La fuerza religiosa no es otra que la fuerza colectiva y anónima del clan» (1912/1965; 253). Aunque estemos de acuerdo en que el clan es la fiiente del totemismo, volvemos a pregutitar ¿cómo crea el clan el totemismo? La respues ta reside en un componente apenas anahzado del arsenal conceptual de Durk heim: la efervescencia colectiva. La noción de efervescencia colectiva no está específicamente definida en ninguna de las obras de Durkheim, ni siquiera en Las form as elementales de la vida religiosa. Parecia tener en mente, en un sentido general, grandes momen tos históricos en los que una colectividad alcanza un nuevo y alto nivel de exal tación colectiva, que produce marcados cambios en la estructura de la sociedad. La Reforma y el Renacimiento serían ejemplos de esos periodos históricos en los que la efervescencia colectiva influye sobre la estructura de la sociedad. Durkheim también afirmaba que la religión surgía de la efervescencia colecti va: «Creo que es en medio de estos ambientes sociales efervescentes y de su misma efervescencia de donde parece brotar la idea religiosa» (1912/1965; 250). Es durante los periodos de efervescencia colectiva cuando los miembros del clan crean el totemismo. En suma, el totemismo es la representación simbólica de la conciencia colectiva, y la conciencia colectiva, a su vez, se deriva de la sociedad. Por lo tanto, la sociedad es la fuente de la conciencia colectiva, de la religión, del concepto de Dios y, en última instancia, de todo lo sagrado (frente a lo profano). Entonces, en realidad, podemos afirmar que lo sagrado (y, en última instancia. Dios, como algo sagrado) y la sociedad son lo mismo. Ello es absolutamente claro en la sociedad primitiva. Sin embargo, también es así en la actualidad, aunque la relación entre las dos esté oscurecida por las complejidades de la sociedad moderna.
EMILE DURKHEIM
229
REFORMISMO SOCIAL Hemos analizado los hechos sociales inmateriales más importantes para Durk heim: la moralidad, la conciencia colectiva, las representaciones colectivas, las corrientes sociales y la religión. Rstos conceptos se encontraban en el centro del pensamiento de Durkheim desde el principio de su carrera. Ya nos hemos refe rido a la importancia que atribuyó Durkheim a los hechos sociales materiales, pero se aprecia con claridad que, para él, no eran tan importantes como los hechos sociales inmateriales. Representaban el papel de prioridades causales de los hechos sociales inmateriales (por ejemplo, la densidad dinámica en La divi sión del trabajo) o de indicios objetivos de hechos sociales inmateriales (por ejemplo, el derecho en La división del trabajo). Pero los hechos sociales mate riales desempeñan aún otro papel importante en el sistema de Durkheim: cons tituyen también soluciones estructurales a los problemas morales de nuestro tiempo. Nuestro pensador era un reformador social que creía que los problemas de la sociedad moderna eran aberraciones temporales y no dificultades intrínsecas (Fenton, 1984: 45). Por ello se oponía firmemente tanto a los radicales como a los conservadores de su época. Los conservadores, como Louis de Bonald y Joseph de Maistre, no tenían esperanza alguna en la sociedad moderna y pro ponían el regreso a un tipo más primitivo de sociedad. Los radicales, como los marxistas del tiempo de Durkheim, pensaban que la sociedad no admitía re forma alguna y creían que la única vía era una revolución que dejara espacio al socialismo y al comunismo. A diferencia de ambos, Durkheim, conforme a su analogía entre los proce sos sociales y biológicos, afirmaba que los problemas de la época constituían «patologías» que admitían «remedios» administrados por el «médico social», quien reconocía la naturaleza moral de los problemas del mundo modemo y sabía qué reformas estructurales podían aliviarlos. Por ejemplo, en La división del trabajo, Durkheim hablaba de tres formas patológicas y anormales de divi sión del trabajo. Estas formas se debían a fuerzas temporales o transitorias que no eran inherentes de la sociedad moderna. Las patologías que Durkheim des cribió eran la anomia, la desigualdad en la estructura del mundo del trabajo (gente inadecuada en empleos impropios) y la organización inadecuada (in coherencia) en el mundo del trabajo. Durkheim era un reformista, no un radical ni un revolucionario. Y si dedicó todo un libro al socialismo no fue porque le interesara analizar una doctrina revolucionaria, sino porque pretendía estudiar un hecho social (Durkheim, 1928/ 1962). Y fue muy claro acerca de su postura política cuando expuso su interés por el estudio de los hechos sociales; N uestro m étod o no lien e, por lanto, nada de revolucionario. Incluso en cierto se n tido es esen cia lm en te conservador, p u esto que considera lo s h ech os so cia les co m o c o sa s cuya naturaleza, por d ócil y m aleab le que sea, no e s m od ifica b le a voluntad.
230
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA ¡Cuánto m ás p eligrosa e s la doctrina que no v e en ello s más que e l producto de com b in acion es m entales, que un sim p le artificio d ia b ó lico puede, en un instante, trastornar por com pleto! (D urkheim , 1 8 9 5/1964: x x x v iii-x x x ix ) ^
D u r k h e im se e x p r e s ó a sí a c e r c a d e u n a r e v o lu c ió n c o m u n ista :
Sup on gam os q u e, por un m ilagro, c! sistem a de propiedad se transform a d e la n o ch e a la mañana, se aplica la fórm ula c o le c tiv a , se arrebatan lo s m ed io s de produc ció n a los particulares y se convierten en propiedad absolutam ente co lec tiv a . T o d os lo s problem as de nuestro alrededor que h oy intentam os resolver persistirían íntegros. (D urkheim , 1 9 5 7 :3 0 )
Asociaciones profesionales La principal reforma que Durkheim propuso para aliviar las patologías sociales fue el desarrollo de las asociaciones profesionales. Teniendo en mente las aso ciaciones que existían en su época, Durkheim no creia que hubiera un conflicto básico de intereses entre los diversos tipos de personas que agrupaban; propie tarios, administradores y trabajadores. En lo tocante a esta cuestión adoptó, por supuesto, una postura radicalmente opuesta a la de Marx, quien creia que exis tía un conflicto esencial de intereses entre propietarios y trabajadores. Durk heim pensaba que ese conflicto existía en su tiempo porque los diversos tipos de personas implicados carecían de una moralidad común, y la falta de moralidad se debía a la ausencia de una estructura integradora. Sugirió que la estructura necesaria para proporcionar esta moralidad inte gradora era la asociación profesional, que podía agrupar a «ios actores de una misma industria, unidos y organizados en un grupo propio» (Durkheim, 1893/ 1964: 5). Pensaba que una asociación de este tipo debía tener una forma dife rente y nueva, y la creia superior a otro tipo de agrupaciones tales coino los sindicatos y las asociaciones de empresarios que, según Durkheim, únicamente servían para subrayar las diferencias entre los propietarios, los administradores y los trabajadores. Dentro de una misma asociación, las personas que pertene cían a dichas categorías reconocerían sus intereses comunes, asi como su co mún necesidad de un sistema moral integrador. Este sistema moral, con sus correspondientes reglas y leyes, contrarrestaría la tendencia hacia la atomiza ción de la sociedad moderna y también ayudaría a detener la pérdida de impor tancia de la moralidad colectiva.
^ Aquí Durkheim, además de hacer una invitación a su propia poiitica conservadora, está sobre todo atacando las teorías revolucionarias de Marx y sus seguidores.
EMILE DURKHEIM
231
Culto al Individuo Durkheim pensaba que la reforma estructural dependia, en última instancia, de los cambios que se produjeran en la moralidad colectiva. Creia que los proble mas esenciales de la sociedad moderna eran de índole moral y que la única solución real residía en reforzar la intensidad de la moralidad colectiva. Aun que Durkheim admitía que era imposible regresar a la poderosa conciencia co lectiva de las sociedades caracterizadas por la solidaridad mecánica, sí creía que estaba surgiendo una versión moderna, aún débil, de aquélla. Llamó a esta versión moderna de la conciencia colectiva el culto al individuo. Era este un curioso concepto para Durkheim. porque parecía fusionar las fuerzas aparente mente opuestas de la moralidad y el individualismo. Dentro de este concepto se halla la idea de que el individualismo se está con virtiendo en el sistema moral de la sociedad moderna. Elevado a ía categoría de sistema moral, el individua lismo resuitaba aceptable para Durkheim. Seguía oponiéndose a/ egoísmo, es decir, al individualismo carente de base colectiva, al hedonismo rampante. Pre sumiblemente, si se adhiere a la moralidad del individualismo, el actor es capaz de contener sus pasiones. No deja de ser irónico y paradójico y, en última ins tancia, también insatisfactorio, que Durkheim propusiera eJ culto aJ individuo como solución al egoísmo moderno. Parece que Durkheim llegó a reconocer que nada podía detener la corriente del individualismo en la sociedad moderna, y en lugar de oponerse a ella, salió lo mejor que pudo del aprieto y (a juzgar por sus principios morales) elevó al menos algunas formas de individualismo a la categoría de sistema moral. Uno de los muchos problemas que plantea esta perspectiva es la virtual imposibilidad de diferenciar en ia vida real entre las acciones que se basan en el individualismo moral y las basadas en el egoísmo. Sin embargo, Durkheim contestaría que sí era posible distinguir entre las perso nas que se comportan de acuerdo con una moralidad que exige reconocer debi damente la dignidad, los derechos y la libertad inherente al individuo, y las que simplemente actúan con el único fin de promover su propio interés por simple egoísmo.
EL ACTOR EN EL PENSAMIENTO DE DURKHEIM El grueso de este capítulo está dedicado a la preocupación de Durkheim por los hechos sociales. Sin embargo, a Durkheim también le interesaron los aspectos microscópicos de la realidad social; pasaremos ahora a estudiar algunos de ellos. El lector debe recordar que una buena parte de lo que Durkheim nos ofrece en lo tocante a estos aspectos se deriva de un interés más profundo por los hechos sociales y, en realidad, no puede separarse de éste. Los argumentos abiertamente celosos de Durkheim a favor de la sociología y en contra de la psicología han llevado a muchos a la conclusión de que tenía poco que ofrecer sobre el actor humano y la naturaleza de la acción (Lukes.
232
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
1972; 228). Muchos sostienen que Durkheim apenas se interesó por la concien cia individual (Nisbet, 1974: 32; Pope, 1975: 368, 374), porque no la considera ba susceptible de análisis científico. Robert Nisbet lo expresó asi; N o p od em os abordar lo.s esta d o s internos de la m ente. . La co n cien cia , aunque es m uy real, no pasa el austero exainen del m étod o cien tífico . Si querem os estudiar fen óm en os sim p les d e una manera ob jetiva, d eb em os reem plazar e! h ech o interno de la c o n cien cia por un ín d ice externo q ue lo represente, y estudiar el prim ero a ia luz del segundo. (N isb et, 1974; 52; v éa se tam bién Pope, 1976; 1 0 -1 1 )
Aunque hay algo de cierto en esta cita, exagera en exceso la realidad de lo que se encuentra en la obra de Durkheim. Si bien Durkheim pudo haberse mani festado en contra del estudio de la conciencia, se detuvo a reflexionar sobre ella en varios momentos. No obstante, cierto es que consideró al actor y sus proce sos mentales como factores secundarios o, más frecuentemente, como variables dependientes cuya explicación residía en factores focales e independientes: los hechos sociales. Durkheim criticaba el estudio de la conciencia, pero reconocía la impor tancia de los procesos mentales, c incluso los integró en su obra. Si bien mani fiesta esta importancia en otros muchos lugares (por ejemplo, Durkheim, 1897/ 1951: 315), la siguiente cita es la manifestación más clara de su interés por los procesos mentales; Kn general, creem os que la so c io lo g ía no habrá cum phdo del todo su tarea, m ien tras no haya penetrado en e l fuero interno de lo s individ u os para relacionar las in stitu cion es que intenta explicar con su s c o n d icio n es p sic o ló g ic a s... e! hombre es para nosotros no tanto un punto de partida co m o un punto de llegada. (D urkheim , citado en L ukes, 1972: 4 9 8 -4 9 9 )
Parece que Durkheim se centró en los hechos «externos» — las tasas de suicidio, el derecho, etc..— porque son, en realidad, susceptibles de un análisis cicntífrco, pero pensaba que tal análisis macroscópico no era suficiente. Su meta última fue integrar una comprensión de los procesos mentales en su siste ma teórico. Ello se ve claro, por ejemplo, en su trabajo sobre el suicidio, en el que vincula las causas sociales con los estados subjetivos. Aunque jam ás logró integrar adecuadamente este análisis en su obra, puede afirmarse que abordó la cuestión de la conciencia de diferentes maneras.
Supuestos sobre la naturaleza humana Comprenderemos mejor las ideas de Durkheim sobre la conciencia si examina mos sus supuestos sobre la naturaleza humana. Pese a haber enunciado varios supuestos cruciales sobre la naturaleza humana, Durkheim negaba que lo hu biera hecho. Afirmaba que no habia comenzado postulando una cierta concep
EMILE DURKHEIM
233
ción de la naturaleza humana para deducir de ella su sociología. Por el contra rio, mantenía que había partido de la sociología para lograr una comprensión cada vez más clara de la naturaleza humana. Sin embargo, tal vez se mostró poco honesto con nosotros y quizás también consigo mismo. De hecho, Durkheim identificó varios componentes de la naturaleza huma na. Hn un nivel básico, aceptaba la existencia de los impulsos biológicos. Pero, según él, para la sociología eran más importantes los sentimientos socia les, entre ellos «el amor, el afecto, la solidaridad y los fenómenos asociados» (Wallwork, 1972; 28). Durkheim pensaba que las personas tenían una naturaleza social porque «si los hombres no estuvieran inclinados por naturaleza hacia sus semejantes, hacia la fábrica de la sociedad en su conjunto y hacia sus costum bres e instituciones, nunca hubieran surgido» (Wallwork, 1972; 29-30). No obs tante, estos sentimientos no desempeñaban un papel activo en su sociología, y quedaron, por tanto, relegados al dominio de ia psicología. Otro de los supues tos básicos de Durkheim, que recibió escasa atención por su parte, era la idea de que las personas eran capaces de pensar; «Durkheim mantenía que los hombres difieren de los animales debido exactamente a que las imágenes y las ideas intervienen entre los impulsos innatos y la conducta» (Wallwork, 1972; 30). Si bien lo que acabamos de señalar tiene una importancia marginal en su obra, otro de los supuestos de Durkheim sobre la naturaleza humana — que ya hemos tocado anteriormente— puede considerarse como la base de toda su so ciología. Este supuesto es que las personas nacen con una diversidad de impul sos egoístas que, si no se contienen, constituyen una amenaza para ellas y para la sociedad. Para Durkheim, las personas tienen multitud de pasiones. Si estas pasiones no se contienen se multiplican hasta el punto de que el individuo se convierte en esclavo de ellas. Esto llevó a Durkheim a una (a primera vista) curiosa definición de libertad como control externo de las pasiones. Las perso nas son libres siempre que las fuerzas externas controlen sus pasiones; de estas fuerzas, la más general e importante era la moralidad común. Puede afirmarse que la totalidad del edificio teórico de Durkheim, en especial su énfasis en la moralidad colectiva, se erige sobre este supuesto básico acerca de las pasiones humanas. Como Durkheim dijo; «La pasión individualiza, pero también escla viza. Nuestras sensaciones son esencialmente individuales; pero somos más personas cuanto más nos apartamos de nuestros sentidos, y más capaces somos de pensar y actuar de acuerdo con nuestro pensamiento» (1912/1965; 307-308). Esta cuestión también queda manifiesta en la distinción que hizo Durkheim (1914/1973) entre el cuerpo y el alma y el eterno conflicto entre ambos. El cuerpo representa las pasiones; el alma, la moralidad común de la civilización. «Se contradicen y se niegan mutuamente» (Durkheim, 1914/1973; 152). Es evi dente que el deseo de Durkheim era que este conflicto se solucionara con el triunfo del alma sobre el cuerpo; «Es la civilización la que ha hecho al hombre tal como es; es lo que le distingue del animal; el hombre sólo es hombre debido a que ha sido civilizado» (1914/1973; 149). Para Durkheim, la libertad procede del exterior más que del interior. Re
234
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
quiere una conciencia colectiva que refrene las pasiones. «La moralidad parte del desinterés por nosotros mismos y del compromiso con algo diferente a noso tros mismos» (Durkheim, 1914/1973: L51). Pero la libertad, o la autonomía, tienen otra acepción en la obra de Durkheim. Es decir, la libertad se deriva también de la internalización de una moralidad común que acentúa el significa do y la independencia de los individuos (Lukes, 1972: 115, 131). Sin embargo, en ambos sentidos la libertad es una característica de la sociedad, no de los individuos. Aquí, como en casi todas partes, podemos apreciar el mayor grado de importancia que Durkheim atribuía a los hechos sociales inmateriales (en este caso «el individualismo moral») que a los procesos mentales. Podemos incluir también las representaciones individuales dentro de los supuestos de Durkheim sobre la naturaleza humana. Mientras las representa ciones colectivas se crean mediante la interacción entre la gente, las represen taciones individuales se forman a raíz de la interacción entre las células cere brales. Las representaciones individuales quedan relegadas al dominio de la psicología, así como otros muchos aspectos de las ideas de Durkheim sobre la conciencia. Esta es la parte de los procesos mentales que Durkheim no deseaba examinar, y constituye su punto flaco más vulnerable. George Homans (1969), por ejemplo, afirmaba que Durkheim mostraba una concepción harto limitada de la psicología al confinarla al estudio de los instintos. La psicología de hoy va más allá del estudio de los instintos y se ocupa de algunos fenómenos sociales que Durkheim hubiera considerado dominio de la sociología. Homans concluyó que «ciertamente, la sociología no es un corolario del tipo de psicología que Durkheim tenía en mente» (1969: 18). Sin embargo, desde el punto de vista de Homans, hoy en día es difícil, si no imposible, separar con claridad Ja sociolo gia de la psicología actual.
Socialización y educación moral Teniendo en cuenta sus ideas sobre las pasiones humanas innatas y la necesidad de controlarlas mediante una moralidad común, no es sorprendente que Dur kheim se interesara enormemente por la internalización de las costumbres so ciales a través de la educación y, en términos más generales, de la socialización. La moralidad social existe fundamentalmente en el nivel cultural, pero también es internalizada por el individuo. En palabras de Durkheim, la moralidad co mún «penetra en nosotros» y «forma parte de nosotros» (Lukes, 1972: 131). A Durkheim no le preocupaba tanto ia cuestión de la internalización como el modo en que podía solventar los problemas estructurales y culturales de su época (Pope, 1976: 195). No especificó cómo se internalizaba la moralidad común. Le preocupaba más lo que parecía ser un debilitamiento de la fuerza de esta internalización de la moralidad en la sociedad contemporánea. Lo que esen cialmente le importaba era la disminución del grado en que los hechos sociales ejercían control sobre la conciencia. Como Robert Nisbet señaló, «Durkheim nunca abandonó la convicción de que la sociedad occidental de su tiempo atra-
EMI1.E OUFIKHEIM
235
vesaba una crisis grave, y de que, en el fondo, la crisis se debía a una relajación patológica de la autoridad moral sobre fas vidas de los individuos» (1974: 192). Durkheim expresó así su preocupación: «La historia no ha registrado una crisis tan grave como la que llevan padeciendo durante más de un siglo las sociedades europeas. La disciplina colectiva en su forma tradicional ha perdido su autori dad» (1973; 101). El interés de Durkheim por la anomía, tanto en E l suicidio como en La división del trabajo social, puede considerarse como una manifes tación de esta preocupación. Una buena parte del trabajo de Durkheim sobre la educación y, en general, sobre la socialización, puede ser estudiada a la luz de su preocupación por la decadencia moral y las posibles reformas para detenerla. Durkheim definía la educación y la socialización como los procesos mediante los cuales el indivi duo aprende las maneras de un determinado grupo o sociedad, es decir adquiere las herramientas físicas, intelectuales y, más importantes aún, morales necesa rias para actuar en la sociedad (Durkheim, 1922/1956: 71). La educación moral tiene tres aspectos fundamentales (Wallwork, 1972). En primer lugar, su meta es proporcionar a ios individuos ía disciplina que necesitan para controlar las pasiones que amenazan con someterlos: El conjunto d e las reglas m orales form a alrededor de cada hom bre una esp ecie de barrera ideal, al pie de la cual vien e a morir la marea de las p asion es hum anas, sin poder pasarla. A sí e s p o sib le satisfacer las p asion es hum anas, por cuanto están contenidas. Tanto, que si la barrera se debilita en un punto cualquiera, las fuerzas humanas contenidas hasta en ton ces se precipitan tum ultuosam ente por la brecha abierta; pero una v e z liberadas no encuentran térm ino en donde detenerse.
(Durkheim, 1973: 42) En términos más específicos, y sobre la educación de los niños, Durkheim creia que sólo a través de la disciplina «y sólo por su intermedio podemos ense ñar al niño a moderar sus deseos, a circtmscribir apetitos de cualquier clase, a limitar y, por eso mismo, definir los objetos de su actividad. Esta limitación es condición de la felicidad y de la salud moral». (1973: 43-44). En segundo lugar, los individuos nacen con un sentimiento de autonomía. Pero se trata de una clase de autonomía característicamente atipica en virtud de la cual «el niño entiende porqué las reglas que prescriben ciertos tipos de con ducta deben ser ‘deseadas libremente’, es decir ‘voluntariamente aceptadas’ por ‘consentimiento ilustrado’» (Wallwork, 1972: 127). Finalmente, el objetivo primordial del proceso de la socialización era el desarrollo de un sentimiento de dedicación y respeto a la sociedad y a su siste ma moral. Estos aspectos de la educación moral constituyen esfuerzos por com batir la relajación patológica del control de la moralidad colectiva sobre el indi viduo en la sociedad moderna. En términos más generales, Durkheim se ocupó del modo en que la morali dad colectiva constriñe a las personas, tanto externa como internamente. En
236
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
cierto sentido, los hechos sociales inmateriales eran externos a las personas y moldeaban sus pensamientos ( y acciones). Por supuesto, los hechos sociales no pueden actuar por sí mismos, sino sólo por mediación de sus agentes. Pero Durkheim daba más importancia al grado en el que los individuos se sujetaban a sí mismos mediante la intemalízación de la moralidad social. Como él mismo señaló: «La fuerza colectiva no se encuentra totalmente fuera de nosotros; no actúa sobre nosotros totalmente desde fuera; como la sociedad no puede existir si no es a través de la conciencia individual, esta fuerza penetra en nosotros y se organiza en nuestro interior» (1912/1965: 240). Además de aclarar el pro ceso de la internalización, la cita anterior también nos muestra de nuevo que Durkheim rechazaba la idea de una mente colectiva, porque afirmaba que las fuerzas colectivas sóío podían existir en la conciencia individual. Emest Wallwork nos proporcionó una reflexión útil que clarifica la importancia de la internaliza ción de la moralidad en el sistema de Durkheim; Durkheim observa que una m ente norm al n o p u ede tener en consid eración m áxi mas m orales si no las con cib e com o ob ligatorias. Las reglas m orales tienen un «carácter im perativo», «ejercen una suerte de control sobre la voluntad que hace que ésta sienta la o b lig a ción de aceptarlas». Esta o b lig a ció n no debe confundirse con la fuerza psíquica o la com p u lsión ; la voluntad no e s forzada a aceptar las norm as que ha h ech o suyas, ni siquiera en el ca so de que las apoye la opinión pública. «L a con stricción moral no e s una presión exterior y m ecánica; tiene un carácter m ás íntim o y p sic o ló g ic o » . Pero este sen tid o p sic o ló g ic o e in tim o de obli ga ció n no e s otro que el de la autoridad de la opinión pública, que penetra, com o el aire que respiram os, en las entrañas m ás profundas de nuestro ser. (W allw ork, 1972; 38)
Durkheim ofreció un ejemplo específico de la constricción interna en su estudio sobre la religión; , sv \e \ m d i\'\á u o \ se com porta de una deVermmada manera en relación con los seres to tém ico s, no e s tan só lo por el hecho de que las fuerzas que en ellos residen son físicam en te tem ib les d e abordar, sino además porque se sienten moral^ sco/7}i:>o7tJifíeasi; tienen )a sensación de obedecer a una especie de im perativo, de realizar un deber.
(DurWicim, 19J2/1965: 218) Estas preocupaciones por la internalización, la socialización y la educación pueden ser consideradas en el contexto del constreñimiento que ejerce la mora lidad colectiva sobre el actor. Sea externo o interno tal constreñimiento, la mo ralidad colectiva se sirve de él para controlar los pensamiento y las acciones de los individuos. Las limitadas reflexiones de Durkheim sobre la conciencia llevaron a mu chos a creer que su tipo ideal de actor se dejaba controlar totalmente por las fuerzas exteriores, era un conformista absoluto. Aunque muchos sostienen esta opinión — y algunos sociólogos modernos creen seguir a Durkheim al adoptar esta postura—, el mismo Durkheim no suscribía esta perspectiva tan extrema
EMILE DURKHEIM
237
del actor: «La conformidad no debe llegar al extremo de subyugar totalmente el intelecto. Asi, no se sigue de la creencia en la necesidad de la disciplina que ésta deba ser ciega y esclava» (citado en Giddens, 1972: 113). Durkheim sí creía que los individuos debían desempeñar su papel, que no eran meros reflejos de las ideas colectivas y que la individualidad existía. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio temperamento, nuestros propios hábitos, etc.. «Cada uno de no sotros deja su propia huella sobre ellas [las ideas colectivas]; y esto explica el hecho de que cada uno tenga sus propias maneras de pensar... sobre las reglas de la moralidad común» (Durkheim, 1914/1973: 161; véase también Durkheim 1913-14/1983: 91-92). Aunque Durkheim dejó abierta la posibilidad de la indi vidualidad, su obra tendía a subrayar la importancia del control externo sobre los actores y, además, el carácter deseable de esa constricción.
Variables dependientes En todas las obras de Durkheim la conciencia aparece como una variable de pendiente determinada por diversos hechos sociales materiales y, en especial, por los inmateriales. Durkheim consideraba so cio ló g ica m en te relevantes los estados su b jetivos en tanto producto de causas so cia les. « S on co m o p rolon gacion es... dentro de lo s in d ivi duos»... de las causas so cia les de las que dependen. Son su scep tib les de ex p lica ción so c io ló g ica co m o efec to s, pero nunca co m o causas. D e acuerdo con Durk heim, tratar lo s estad os su b jetivos com o agen tes cau sales am enazaba la legitim idad de la pretensión de eien tificid a d de la so c io lo g ía reduciéndola a la p sico lo g ía . (P op e, C ohén y H azelrigg, 1975: 4 1 9 )
Procedemos, pues, a analizar algunas de estas variables dependientes, no sin dejar claro que Durkheim las trató de manera vaga y superficial. En El suicidio, por ejemplo, se mostró bastante ambiguo respecto al modo en que las corrientes sociales influían en la conciencia individual y a la manera en que esta conciencia alterada elevaba, a su vez, las tasas de suicidio (Pope, 1976: 191). La misma crítica se puede aplicar a todos los análisis de Durkheim sobre la conciencia. En ¿a división del trabajo Durkheim analiza la conciencia de un modo indi recto, pero se ve con claridad que la considera una variable dependiente. Es decir, su argumento sostiene que los cambios en los niveles cultural y societal producen cambios en los procesos de la conciencia individual. En una sociedad con solidaridad mecánica la poderosa conciencia colectiva limita y constriñe la conciencia individual. En una sociedad con solidaridad orgánica, las potencia lidades individuales se expanden, al igual que la libertad individual. Pero aun que percibimos de nuevo que Durkheim toma la conciencia como variable de pendiente, nuestro pensador no lo explícita. En El suicidio, sin embargo, el estatus de la conciencia como variable dependiente resulta mucho más claro. En pocas palabras, la principal variable independiente es la moralidad colecti-
238
TEORIA-SOCIOLOGICA CLASICA
va, y la variable dependiente más importante son las tasas de suicidio; sin em bargo interviene también otro conjunto de variables dependientes que, simple mente, son los estados mentales. Steven Lukes, cuando hablaba de los «puntos flacos» del individuo, hacia referencia a este nivel mental; «Desde fuera, las corrientes apuntan a los ‘puntos flacos’ de los individuos inclinados al suicidio» (1972:214). Lukes (1972; 216-217) fue de hecho más allá y afirmó que existe una teoría sociopsicológica debajo del «lenguaje sociológicamente agresivo» de E! suici dio. Por un lado, la teoria sostiene la creencia de que los individuos necesitan comprometerse con metas sociales. Por otro, los individuos no deben compro meterse con estas metas hasta el punto de perder su autonomía personal. Final mente, como ya hemos mencionado, Durkheim creia que los individuos poseen pasiones y que sólo pueden sentirse satisfechos y libres si éstas son controladas desde el exterior. En El suicidio encontramos estados de conciencia específicos asociados con cada uno de los tres tipos de suicidio: E stos estad os su b jetivos, e fe c to s de determ inadas co n d icio n es so cia les, empujan ind ivid u o a su icid arse... El su icid io eg o ísta se caracteriza por una depresión general que adopta bien la forma de lan gu id ez m elan cólica, bien de indiferencia epicúrea... El su icid io an ó m ico va acom pañado de ira, d esilu sió n , irritación y de exasperada fatiga... y el su icid io altruista entraña un tranquilo sentido del deber, entusiasm o m ístico o p a cífico coraje. (P ope, 1976: 197)
al
Durkheim percibía los estados de conciencia concretos que acompañaban a cada tipo de suicidio. Es evidente que estos estados le interesaban poco debido a su mayor preocupación por los fenómenos de mayor alcance. Incluso un se guidor tan apasionado como Nisbet expresó su deseo de que Durkheim «hubie ra dedicado más atención a los mecanismos específicos por los que las repre sentaciones colectivas en la sociedad se traducen, de manera distintivamente humana y a menudo creativa, en representaciones individuales que reflejan la relación del hombre con la sociedad» (1974; 115). Lukes también lo subrayó; «El hecho de centrar exclusivamente su atención en el elemento sociedad del esquema, en el impacto de las condiciones sociales sobre los individuos y no en las formas en que los individuos perciben, interpretan y responden a las condi ciones sociales, le condujo a no explicar, a no analizar, los supuestos sociopsicológicos sobre los cuales se apoyaban sus teorías» (1972: 35). C ategorías m entales. Un ejemplo específico de esta tendencia a asignar prio ridad al nivel de la sociedad lo constituye la obra de Durkheim y Marcel Mauss“* en torno a la influencia de la estructura de la sociedad en la forma del pcnsa-
* Marcel Mauss, sobrino de Durkheim y estudioso avezado, publicó con éste sus trabajos sobre las categorías mentales.
EMILE DURKHEIM
239
miento individual. En lo fundamental, Durkheim (y Mauss) afirmaban que ia forma que adopta la sociedad infJuye en la forma que adopta e! pensamiento. Frente a los que creían que las categorías mentales moldeaban el mundo, ellos afirmaban que era el mundo social el que daba forma a las categorías mentales: «Lejos de ocurrir... que las relaciones de los hombres se basen en relaciones lógicas entre Jas cosas, en realidad son ias primeras las que moldean las segun das» (Durkheim y Mauss, J 903/1963: 82). Aunque ciertas estructuras impor tantes (como la estructura de la familia y los sistemas económico y político) desempeñan una importante papel en la confíguración de las categorías lógicas, Durkheim y Mauss dedicaron mucha atención a la influencia de la sociedad en su conjunto: La sociedad no ha sid o sim p lem en te un m o d elo sobre el cual haya trabajado el pensam iento clasificador; su s propios cuadros han servido de cuadros al sistem a. Las primeras categorías ló g ica s han sid o categorías sociales; las prim eras c la se s de cosas han sid o c la ses de hom bres... L os hom bres han agrupado idealm ente a los otros seres porque previam ente estaban e llo s agrupados y se veían a sí m ism os bajo la forma de grupos; lo s d os m o d o s d e agrupam iento han em p ezad o co n fu n diéndose para terminar sien d o ind istin gu ib les. (D urkheim y M auss, 1903/1963: 8 2 -8 3 )
La importancia que atribuye Durkheim a los macrofenómenos se manifiesta claramente en esta reflexión acerca de la influencia de la sociedad sobre las categorías lógicas. Sin embargo, Durkheim no se detuvo a analizar cl proceso inverso: el modo en que el funcionamiento de las categorías mentales moldea, a su vez, las estructuras de la sociedad. Durkheim hubiera creado una sociología más satisfactoria si se hubiera de tenido a analizar la conciencia en lugar de considerarla una misteriosa variable dependiente. La concentración exclusiva en los fenómenos macro impide el estudio de elementos importantes para un modelo adecuado de sociología. Lukes subrayó algunas cuestiones de interés en su análisis de El suicido. Afirmaba, con bastante razón, que una explicación satisfactoria del suicidio no puede de tenerse tras el examen de las corrientes sociales. Desde su punto de vista: «La explicación del suicidio —y la de las tasas de suicidio— necesariamente debe explicar por qué las personas se suicidan» (Lukes, 1972: 221; cursivas añadidas). Durkheim se equivocó también al presumir que la conciencia no era susceptible de investigación y explicación científicas. Tal investigación debe y puede em prenderse si se desean superar las teorías parciales de la vida social. Nada se soluciona reconociendo simplemente la existencia de la conciencia y rechazan do su análisis. Ei compromiso de Durkheim con una perspectiva restringida de la ciencia, así como su tendencia a hacer enunciados radicalmente sociológicos, que excluyen el recurso a la conciencia, le llevaron por mal camino; Le habría bastado con afin n ar que tos h e ch o s « so c ia le s» n o pueden exp licarse totalmente en térm inos de h ech os «in d ivid u ales»; pero afirm ó que só lo pueden
240
TEORIA SOCIOLOGICA CLASÍCA exp licarse en térm inos de h ech o s so cia le s... habría sid o su ficien te afirmar que ningútí fen óm en o so cia l, y m uy p ocas a ctivid ad es hum anas, pueden id en tificarse o exp licarse satisfactoriam ente sin una referen cia ex p lícita o im p lícita a factores so cia le s.
(Lukes, 1972: 20) Durkheim también se equivocó al no asignar a la conciencia un papel activo en el proceso social. En su sistema teórico las personas están, por lo general, controladas por fuerzas sociales, pero aquéllas no controlan activamente esos sistemas de fuerzas. Esto condujo a Wallwork a afirmar que «la principal debi lidad del sistema de Durkheim es... que no consideró el juicio moral activo» (1972: 65; cursivas añadidas). Durkheim atribuía muy poca independencia a los actores (Pope y Cohen, 1938: 1364). Los actores pueden rechazar algunos, la mayoría o incluso todos los principios morales que les rodean. Cuando Durk heim hablaba de autonomía, se refería a la aceptación de las normas morales de la autonomía. Los individuos aceptan el control moral y se reprimen únicamen te en virtud de la internalización de esas normas. Pero como Wallwork señaló, la autonomía tiene un componente bastante más activo; «La autonomía también implica una exploración voluntaria, una iniciativa espontánea, una destreza com petente y la autorrealización creativa... Se debe animar al niño a ejercer su propia voluntad, iniciativa y creatividad» (1972; 148). En efecto, la investigación sobre los procesos cognitivos, en parte llevada a cabo por Jean Piaget, quien trabajó dentro de la tradición durkheimiana, in dica que la creatividad individual constituye un importante componente de la vida social. Resumiendo la obra de Piaget, Lawrence Kohlberg (que investi gó los elementos cognitivos en el desarrollo moral) y otros, Wallwork señaló; A d em ás d e l con d icion am ien to cultural, la actividad cog n itiv a del sujeto es co n d ición necesaria para la c o n slm cc ió n d e la ex p eriencia. P iaget y K ohlberg co n clu yen que, el carácter distintivam ente fen o m e n o lò g ico d e la exp eriencia m oral, que da siem pre determ inado tanto por ser el producto de la construcción cogn itiva del sujeto com o por requerir la adaptación al con d icion am ien to cultural por parte del sujeto. (W allw ork , 1972; 67)
En otras palabras, una sociología satisfactoria requiere un actor más creati vo y una investigación más profunda sobre los procesos creativos. Hemos visto que, en contra de la opinión de muchos, Durkheim manifestò ideas sobre los procesos mentales. Sin embargo, el carácter periférico que tie nen los procesos mentales en su sistema teórico confiere vaguedad e indetermi nación a su investigación sobre estos procesos. Más criticable es el hecho de que el punto de partida de su obra sea una imagen pasiva del actor y, desde mi punto de vista, una teoría sociológica plenamente satisfactoria requiere un actor activo como componente csencial.
EMILE DURKHEIM
241
ACCION INDIVIDUAL E INTERACCION El punto flaco más vulnerable de Durkheim se encuentra en su obra sobre la acción y la interacción individual. En su sistema encontramos de manera implí cita y sia detallar la idea de que los cambios en el nivel de los macrofenómenos sociales producen cambios en el nivel de la acción y la interacción individual. Por ejemplo, aprehendemos con claridad que la naturaleza de la acción y la interacción es bastante diferente en las sociedades con solidaridad mecánica y en las que presentan solidaridad orgánica. En una sociedad con solidaridad mecánica, el individuo suele enfurecerse ante la violación de la conciencia co lectiva y actuar inmediata y agresivamente contra el violador. Sin embargo, un individuo en una sociedad con solidaridad orgánica suele adoptar una actitud más moderada, como, por ejemplo, llamar a la policía o recurrir a los tribuna les^. De modo similar, en El suicidio, el supuesto que se encuentra en la base del estudio de las variaciones de las tasas de suicidio es que la naturaleza de la acción y la interacción individual varía como resultado de las variaciones en las corrientes sociales. En esta obra se emplean las lasas de suicidio como medidas acumulativas de los cambios en el nivel individual, pero no se analiza, al menos en detalle, la naturaleza de estos cambios. Se pueden formular críticas similares respecto a otras obras de Durkheim, pero la más general es que Durkheim ape nas analizó la acción y la interacción individual.
RESUMEN Emile Durkheim ofreció una teoría más coherente que cualquiera de las que desarrollaron los demás teóricos clásicos de la sociología. Adoptó una orienta ción teórica transparente y la utilizó en varios trabajos específicos. Sus defen sores dirían que la claridad del pensamiento de Durkheim se deriva de esta coherencia, al tiempo que sus críticos aducirían que esa claridad se debe a la relativa simplicidad de su teoría. En cualquier caso, es ciertamente más fácil penetraren la esencia dei pensamiento de Durkheim que en la de las reflexiones de otros teóricos clásicos. El núcleo de la teoría de Durkheim lo constituye su concepto de hecho social. Durkheim distinguía entre dos tipos básicos de hechos sociales: los ma teriales y los inmateriales. Aunque con frecuencia ocupan un lugar de prioridad causal en su teorización, los hechos sociales materiales (por ejemplo, la divi sión del trabajo, la densidad dinámica y el derecho) no constituían las fuerzas más importantes en el sistema teórico de Durkheim. La preocupación esencial
^ Aunque en algunos casos (por ejemplo, el ataque a un hijo), los miembros de ambos tipos de sociedad reaccionarían violentamente. Asi las diferencias entre las dos sociedades dependen (hasta cieno punto) de la naturaleza del delito.
242
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
d e D u r k h eim eran lo s h e c h o s s o c ia le s in m a te r ia le s. A n a liz ó v a r io s , e n tr e e llo s la c o n c ie n c ia c o le c t iv a , la s r e p r e s e n t a c io n e s c o le c t iv a s y la s c o r r ie n te s s o c ia le s . E l e stu d io d e D u r k h e im so b r e e l s u ic id io c o n s t itu y e u n b u e n e je m p lo d e la im p o r ta n c ia q u e tie n e n lo s h e c h o s s o c ia le s in m a te r ia le s e n la to ta lid a d d e su o b ra . D e a c u e r d o c o n su m o d e lo c a u sa ! b á s ic o , lo s c a m b io s e n lo s h e c h o s s o c i a le s in m a te r ia le s p r o d u c ía n , e n ú ltim a in s ta n c ia , d ife r e n c ia s c a u s a le s e n la s ta s a s d e s u ic id io . D u r k h e im d is tin g u ió cu a tr o tip o s d e s u ic id io — e g o ís t a , a ltru ista , a n ó m ic o y fa ta lis ta — y s e e s f o r z ó p or m o stra r c ó m o in flu ía n e n c a d a tip o lo s d ife r e n te s c a m b io s en la s c o r r ie n te s s o c ia le s . Para D u r k h e im y s u s s e g u id o r e s , e l e s tu d io d e l s u ic id io c o n s titu ía u n a e v id e n c ia d e q u e la s o c i o lo g í a te n ía un lu g a r le g ítim o d e n tr o d e l c o n ju n to d e la s c ie n c ia s s o c ia le s . D e s p u é s d e to d o , d e c ía n , si la s o c io lo g ia p o d ía e x p lic a r un a c to tan in d iv id u a lis ta c o m o e l s u i c id io , e n to n c e s p o d ía e x p lic a r o tr o s a s p e c t o s m e n o s in d iv id u a le s d e la v id a s o c ia l. D e b id o a s u p r e o c u p a c ió n c en tra l p o r lo s h e c h o s s o c ia le s in m a te r ia le s y a a lg u n o s d e sa fo r tu n a d o s e n u n c ia d o s q u e d e s a r r o lló en e l in te n to d e d e fin ir cl d o m in io e s p e c íf ic o d e la s o c i o lo g í a , s e h a a c u sa d o a v e c e s a D u r k h e im d e m a n te n e r u n a o r ie n ta c ió n m e t a fís ic a s o b r e la e x is t e n c ia d e u n a « m e n te c o le c tiv a » . P e s e a q u e d e sa r r o lló a r g u m e n to s a p a r e n te m e n te in d e f e n d ib le s , D u r k h e im no c r e ía e n la e x is te n c ia d e u n a m e n te c o le c t iv a y , e n r e a lid a d , te n ía u n a c o n c e p c ió n m u y m o d e r n a d e la cu ltu ra . E n s u s ú ltim o s a ñ o s . D u r k h e im se in te r e só p o r o tr o a s p e c to d e la cultura: la r e lig ió n . E n su a n á lis is d e la r e lig ió n p r im itiv a , e l o b je t iv o d e D u r k h e im era m o stra r q u e la s r a ic e s d e la r e lig ió n s e en c o n tr a b a n e n la e stru ctu ra so c ia l de la s o c ie d a d . E s la s o c ie d a d la q u e d e fin e c ie r ta s c o s a s c o m o sa g r a d a s y otras c o m o p r o fa n a s. E n su a n á lis is d e l to te m is m o p r im itiv o , D u r k h e im d em o stró e l c a r á c te r s o c ia l d e l o r ig e n d e la r e lig ió n y s u s r a íc e s e n la estru ctu ra s o c ia l del c la n . A d e m á s , c o n sid e r a b a e l to te m is m o c o m o u n a fo rm a e s p e c íf ic a y m an i fie s ta d e c o n c ie n c ia c o le c t iv a en la s o c ie d a d p r im itiv a . L a fu e n te d e e sta c o n c ie n c ia s e h a lla b a , c o m o la d e to d o s lo s p r o d u c to s c o le c t iv o s , e n lo s p r o c e so s de e fe r v e s c e n c ia c o le c t iv a . A l fm a l, D u r k h e im lle g ó a la c o n c lu s ió n d e q u e so c ie d a d y r e lig ió n eran lo m is m o , d o s m a n ife s t a c io n e s d e l m is m o p r o c e so g e n era l. D e b id o a q u e id e n tific a b a la s o c ie d a d c o n D io s , d e if ic á n d o la , D u rk h eim se o p o n ía a la r e v o lu c ió n s o c ia l. E ra u n r e fo r m a d o r s o c ia l p r e o c u p a d o por la in tr o d u c c ió n d e m e jo r a s e n e l fu n c io n a m ie n to d e la s o c ie d a d . M ie n tr a s M arx per c ib ía d if e r e n c ia s ir r e c o n c ilia b le s e n tre c a p ita lis ta s y tra b a ja d o r es, D urkheim c r e ía q u e e s t o s g r u p o s p o d ía n u n ir s e e n a s o c i a c io n e s p r o f e s io n a le s . R ec o m e n d a b a la c r e a c ió n d e e s ta s a s o c ia c io n e s para resta u ra r la m o ra lid a d co le c tiv a en e l m u n d o m o d e r n o y p ara a liv ia r a lg u n a s p a to lo g ía s r e m e d ia b le s de la d iv is ió n m o d e r n a d e l tra b a jo . P er o , sin e m b a r g o , e s ta s r e fo r m a s estructurales tan lim ita d a s n o p o d ía n s o lu c io n a r lo s p r o b le m a s c u ltu r a le s m á s g e n e r a le s que in v a d ía n e l m u n d o m o d e r n o . P or e llo D u r k h e im p u s o s u s e sp e r a n z a s en ese
EMILE DURKHEIM
243
cu rio so s is te m a m o d e r n o d e m o r a lid a d c o le c t iv a q u e é l d e n o m in ó « c u lt o al in d iv id u o » . D u rk h eim a p e n a s h a b ló d e lo s m ic r o fe n ó m e n o s , p e r o e s t o n o s ig n if ic a q u e no tuviera n ad a q u e d e c ir a e s t e r e s p e c to . D e s a r r o lló a lg u n o s su p u e s to s so b r e la naturaleza h u m a n a , y e s tu d ió la s o c ia liz a c ió n y ia e d u c a c ió n m o r a l. P e r o , e n s u obra, lo s m ic r o fe n ó m e n o s s u e le n ser tra ta d o s c o m o v a r ia b le s d e p e n d ie n te s d e term inadas p o r lo s m a c r o c a m b io s . A u n q u e D u r k h e im a n a liz ó lo s p r in c ip a le s n iv eles de la r e a lid a d s o c ia l, s e c e n tr ó e n la s m a c r o fu e r z a s y e n su in flu e n c ia causal en e l n iv e l in d iv id u a l.
CAPITULO
7
MAX WEBER METODOLOGIA Historia y Sociología Verstehen Causalidad Tipos ideales Valores SOCIOLOGIA SUSTANTIVA ¿Qué es ia Sociología? Acción social Clase, estatus y partido Estructuras de autoridad Racionalización La religión y el nacinniento del capitalismo
245
246
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Max Weber (1864-1920) es probablemente la figura mejor conocida y más in fluyente de la teoria so c io ló g ic a P ro lífic o escritor y complejo pensador, lo que contribuyó a su fama, su obra es difícil de resumir en un único capitulo. Si abundantes son sus obras, mayor aún es la producción de sus críticos y estudio* sos. Weber no sólo es conocido por su aproximación a la teoria general, sino también por un sinnúmero de ideas particulares que, en sí mismas, han genera do un considerable acopio de estudios y críticas. Por ejemplo, una gran parte del trabajo en sociologia de las organizaciones procede de su trabajo sobre la buro cracia. Asimismo, sus ideas acerca de la relación entre el protestantismo y el capitalismo son extraordinariamente polémicas. La magnitud, diversidad y com plejidad de la obra de Weber dificulta bastante la síntesis; dicho problema se agudiza debido a su inconsistencia y a su incapacidad para decir exactamente lo que pensaba. Así pues, aunque en sí misma su obra es provocadora y rica, desa fía un simple resumen y análisis. Tan variada y sujeta a múltiples interpretaciones es ésta, que ha influido en todos los frentes de la teoría sociológica. Ciertamente influyó en el funcionalis mo estructural, especialmente a través de Talcott Parsons, en la tradición del conflicto (R. Collins, 1975,1990) y en la teoria crítica, donde ha provocado casi tantos estudios como la orientación de Marx, y sobre todo en la de Jurgen Ha bermas, principal heredero de la tradición de la teoría crítica. Los intcraccionistas simbólicos se han visto afectados sobre todo por las ideas de Weber acerca de la verstehen. Alfred Schutz, de quien hablaremos en el capitulo décimo, lo fue asimismo en lo que se refiere a significados y motivos, y él, a su vez, jugó un papel crucial en el desarrollo de la fenomenología y la etnometodología. Dado que es necesario entender claramente las ideas de Weber (1903-17/ 1949) en torno a la metodología y las ciencias sociales para llegar a su teoria sustantiva, comenzaremos el capítulo con una discusión de éstas. Se opuso a la utilización del razonamiento abstracto puro, prefiriendo siempre una investiga ción empírica y a menudo histórica. Su metodología modela su investigación, y la combinación de ambas fundamenta su orientación teórica.
METODOLOGIA Historia y sociología Weber tendía a quitarle énfasis a los factores metodológicos, considerándolos como «la precondición de un fructuoso trabajo intelectual» (1903-17/1949: 115; véase también Marianne Weber, 1975: 309). Se centraba en lo sustancial: «Las ciencias solamente pueden ser establecidas y pueden desarrollar sus métodos ' Durante algún tiempo su postura se vio amenazada por un creciente interés por el trabajo de K.arl Marx, que era ya mucho más ccnocido por el público en general y en otros campos. Pero con el fracaso del comunismo la posición preeminente de Weber parece estar asegurada otra vez.
MAX WEBER
247
empleando la claridad y resolviendo problemas sustantivos. Por otro lado, nun ca en tales desarrollos han jugado un papel crucial reflexiones puramente epis temológicas y metodológicas.» (1903-17/199: 116). Es importante examinar la orientación metodológica de Weber, a pesar del papel secundario dentro de su obra, no sólo porque nos ayuda a entender su postura ante la sociología, sino también porque muchas de estas orientaciones son hoy en día trascendentales en lo que se refiere a la metodología sociológica. Para comprender la metodología weberiana debemos clarificar su pensa miento sobre la relación existente entre historia y sociología. Siendo estudiante de derecho y habiendo conseguido su primer empleo académico en este campo, su temprana carrera estuvo dominada por el interés por la historia. De hecho, su tesis doctoral consistió en diversos estudios históricos sobre la Edad Media y Roma. Años más tarde, sin embargo, se dedicó intensamente a la sociología. Se ha dicho que esto ocurrió en 1909, el año que comenzó la redacción de Economía y sociedad, cuando terminó por consagrarse en cuerpo y aJma a esta disciplina. Habiéndose situado en el nuevo campo de la sociología, intentó dejar clara la relación que ésta tenia con el área establecida de la historia. Aunque Weber intuyera que cada una de estas disciplinas necesitaba de la otra, su punto de vista fue que la tarea de la sociología consistía en proveer a la historia de un servicio que ésta necesitaba (Roth,1976: 307). Con sus palabras: la sociología representa sólo un «preliminar, una modestísima tarea» (citado en R. Frank, 1976: 21). Así explica la diferencia entre dichas disciplinas: «La sociología persigue formular conceptos distintivos y generalizar las uniformidades de los procesos empíricos. Esto la distingue de la historia, que está orientada al análi sis causal y a la explicación de acciones individuales, de estructuras y de perso nalidades poseedoras de una significación cuhural» (1921/1968: 19). A pesar de esta tajante y al parecer clara diferenciación, en su propio trabajo fue inca paz de combinar ambas. Orientó la sociología al desarrollo de conceptos claros, de manera que pudieran representar un análisis causal de los fenómenos histó ricos. Definió su proceder ideal como «la segura imputación de hechos indivi duales y concretos ocurridos en la realidad histórica para concretar las causas históricamente dadas a través del estudio de precisos datos empíricos que han sido seleccionados desde puntos de vista específicos» (1903-17/199: 69). Así pues, podemos pensar que Weber fue un sociólogo histórico. Su pensamiento dentro de la sociologia está profundamente informado por la serie de debates intelectuales (Methodenstreit) que bullían en la Alemania de aquel tiempo. El más importante de ellos era el que abordaba la relación entre historia y ciencia. En los polos de aquel debátese situaban aquellos (los positivistas) que pensaban que la historia se rige por leyes generales (nomoíéticas) y aquellos otros (subjetivistas) que reducen la historia a acciones y acontecimientos idio sincrásicos (idiográficos). (Los positivistas pensaban que la historia podía ser una ciencia natural, mientras los subjetivistas veían ambas disciplinas de forma radicalmente diferente. Por ejemplo, un pensador nomotético generalizará acerca de tas revoluciones sociales, mientras un analista idiográfico se fijará principalmen-
248
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Max Weber: Reseña biográfica Max We er naci en Er urt, Alemania, el 2 de abril de 1864, en ei seno de una familia de clase media. Entre sus padres hubo importantes diferencias de pensamiento y forma de vida, que tuvieron un efecto profundo no sólo en su formación intelectual, sino en su salud men tal, Su padre fue un funcionario que ascendió a una posición política relevante. Formó parte de la élite establecida y como resultado de ello, evitó cualquier actividad o idealismo que re quiriera un sacrificio personal o que amena zara su posición dentro del sistema. Weber padre fue un hombre que disfrutó de los placeres terrenales: en ello, y en otras muchas cosas, se diferenciaba de su mujer. La madre de Weber era una calvinista devota, una mujer que intentaba llevar una vida ascética exenta de los placeres anhelados por su marido. Sus ocupaciones eran más ultramundanas; continuamente le molestaban las imperfecciones que le advertían que no estaba destinada a ia sal vación. Estas hondas diferencias entre los padres originaron una gran tensión matrimonial que produjo gran impacto en el joven Weber. Ya que era imposible imitar a sus padres, a Weber se le presentó una clara elección desde niño {Marianne Weber, 1975: 62). Primero pareció optar por la vida libertina de su padre, pero más tarde se incli nó por la postura materna. Cualquiera que fuera la elección, dicha tensión provocada por la necesidad de elegir entre formas de vida tan dispares influyó negativamente en la salud mental del joven Weber. A la edad de dieciocho años, abandonó su hogar durante algún tiempo para asistir a la Universidad de Heideiberg. Weber era tímido e inmaduro dado el nivel social desde el que ingresó en Heideiberg, pero pronto dio muestras de precocidad intelectual. Después que gravita ra hacia la forma de vida de su padre, cambió rápidamente y entró en su vieja fraternidad. Allí aprendió a desenvolverse socialmente, debido en parte a las cantidades de cerveza que consumía con sus compañeros. Exhibió orgullosamente las cicatrices de un duelo, el signo de distin ción de dicha fraternidad. No solamente manifestaba su identidad a la manera de su padre, sino que también se decantó, al menos durante aquella época, por el derecho, es decir por la carrera de su padre. Después de tres cursos Weber dejó Heideiberg para hacer el servicio militar, y en 1884 volvió a Berlín, a casa de sus padres, para estudiar en la universidad de dicha ciudad. Permaneció allí durante los siguientes ocho años y completó sus estudios doctorándose. Se convirtió en aboga do y comenzó a dar clases en la Universidad de Berlín. Durante los años que pasó en Berlín cambiaron sus intereses hacia las preocu
MAX WEBER
249
paciones que mantendría a lo largo de su vida (economía, historia y sociología). Weber dependía económicamente de su padre, situación que detestaba. Se volvió hacia los valores de su madre mientras crecía la antipatía por su padre. Adoptó una vida ascética y se sumergió pro fundamente en el trabajo. Por ejemplo, podemos describir así sus hábitos cotidianos durante un semestre como estudiante: «Continúa la rígida disciplina de trabajo; regula su vida con e) reloj; divide la rutina diaria en periodos exactos para las diferentes materias y ahorra, a su manera, cenando por las noches en su habitación una libra de carne picada y cuatro huevos fritos». (Mitzman, 1970:48; Marianne Weber.1975:105). Siguiendo a su madre se volvió diligente, se convirtió en un trabajador compulsivo, en lo que podríamos llamar un «traba]adicto». Esta compulsión hacia el trabajo le llevó en 1896 a un puesto de profesor de Economía en Heidelberg. Pero en 1897, con su carrera académica floreciente, su padre murió después de una violenta discusión entre ellos. Poco después Weber comenzó a manifestar síntom as que culminarían en un derrumbamiento nervioso. A menudo era incapaz de dormir o de trabajar y pasó los seis o siete años siguientes en una situación de casi total colapso. Después de esta larga pausa recuperó algo de su fuerza en 1903, pero no fue capaz de recomenzar su actividad y el retorno a la vida académica hasta 1904, cuando pronunció su primera conferencia (en Estados Unidos) en seis años y medio. En 1904 y 1905 publicó una de sus obras más conocidas, La ética protestan te y e l espíritu del capitalism o. En ella elevaba la influencia religiosa de su madre hasta el nivel académico. Ocupó la mayoría de su tiempo en el estudio de ia religión, aunque no era una persona religiosa. Aunque continuó teniendo problemas psicológicos, después de 1904 produjo algunos de sus trabajos más importantes. En esos años publicó sus estudios sobre las religiones mundiales desde una perspectiva histórica (por ejemplo, China, ía India y el antiguo judaismo). Cuando murió, el 14 de Junio de 1920, estaba trabajando en la más importante de sus obras, Econom ía y sociedad. A pesar de estar incompleta, fue publicada y traducida a varias lenguas. En este período, la obra de Weber fue prolifica. Además de numerosos escritos prestó atención a muchas otras actividades: colaboró en la fundación de la Sociedad Alemana de Sociología en 1910; su casa se convirtió en un centro frecuentado por intelectuales, que incluía a sociólogos como Georg Simmel y Robert Micheis, además del filósofo y crítico literario Georg Lukács (Scaff 1989:186-222). También fue activo políticamente y es cribió algunos ensayos de actualidad. Tanto la vida de Weber como su trabajo estuvieron sujetos a una gran tensión entre la mente buro crática de funcionario que representaba su padre y la religiosidad de su madre, lo que se refleja en su vida profesional y personal.
250
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
te en los hechos específicos que conducen a la revolución norteamericana. Re chazó ambos extremos y desarrolló un procedimiento distintivo de analizar la sociologia histórica. Según Weber, la historia se compone de acontecimientos empíricos y únicos; no puede haber generalizaciones en el nivel de la experien cia. Los sociólogos deben, por tanto, separar el mundo empirico del universo conceptual que construyen. Dichos conceptos no llegan a reflejar completa mente el mundo real, pero pueden ser usados como utensilios heurísticos para conseguir un entendimiento mejor de la realidad. Por medio de esos conceptos los sociólogos pueden elaborar generalizaciones, pero éstas no son historia y no deben ser confundidas con la realidad empírica. Aunque Weber se muestra claramente a favor de las generalizaciones, re chaza a los historiadores que intentan reducir la historia a un simple conjunto de leyes: «Para conocer los fenómenos históricos en su concreción, las leyes más generales, ya que están libres de contenido, son también las menos valiosas» (1903-17/1949: 80). Por ejemplo, criticó a un historiador (Wilhem Roscher) que intentaba determinar las leyes de la evolución histórica de un pueblo y creía que todos los pueblos atravesaban una secuencia típica de estadios. (Weber, 1903-06/1975). Weber apuntó que «La reducción de la realidad empírica... a ‘leyes’ está de.sprovista de signifícado» (1903-17/1949; 80). En otras palabras, «Una ciencia sistemática de la cultura... no tendría sentido en sí misma» (We ber, 1903-17/1949: 84). Esta visión particular se refleja en obras históricas es pecificas; por ejemplo, en su historia de las civilizaciones antiguas, Weber ad mite que aunque en ocasiones las épocas remotas fueron precursoras de lo que habría de ocurrir posteriormente, «la larga y continua historia de la civilización mediterránea europea no nos muestra ni ciclos cerrados ni una progresión li neal. Algunas vcccs los fenómenos históricos de las civilizaciones antiguas han desaparecido completamente, para volver a aparecer después en un contexto por entero diferente» (1896-1906/1976: 366). En contra de esos puntos de vista, opuestos en lo que se refiere al saber histórico alemán, Weber adaptó su propia perspectiva que constituía una fusión de las dos posiciones. Weber intuye que la historia, esto es, la sociología histórica, debe interesarse tanto por la individualización como por la generalización. Dicha unificación se acompaña de la elaboración y el empleo de conceptos generales (que llamaremos «tipos ideales») en el estudio de individuos particulares, aconteci mientos, o sociedades. Dichos conceptos generales están destinados a ser usados «para identificar y definir la individualidad de cada desarrollo, las característi cas que hacen que uno concluya de modo tan diferente a otro. Según esto, uno puede determinar las causas que llevan a las diferencias» (Weber 1896-1906/ 1976; 385). Haciendo esta clase de análisis causal, Weber rebatió, al menos conscientemente, la idea de la búsqueda de un único agente causal a través de la historia En cambio, utilizó su arsenal conceptual para clasificar, en términos ^ Irónicamente, Weber parecia, como veremos más adelante en este capitulo, argüir en su trabajo sustantivo que existen tales agentes causales en la racionalización de ia sociedad.
MAX WEBER
251
de su significación causal, los diversos factores implicados en un caso histórico dado(Roth. 197!), Los puntos de vista de Weber ante la sociología histórica están modelados en parte por la disponibilidad de los datos históricos empíricos, asi como por su compromiso con el estudio de éstos. Fue la suya la primera generación de estu diosos que disponía de datos fidedignos sobre fenómenos históricos proceden tes de muchas partes del mundo (MacCrae, 1974). Weber se inclinaba más a sumergirse él mismo en esos datos que a construir generalizaciones abstractas acerca de las verdades básicas de la historia. Aunque esto le condujo a impor tantes descubrimientos, le creó también serios problemas a la hora de entender su obra; a menudo se enredaba tanto en los detalles históricos que perdía la perspectiva de las razones básicas de los estudios históricos. Además, sus estu dios históricos abordaron tantas épocas y tantas sociedades, que no pudo hacer mucho más que formular toscas generalizaciones (Roth, 1971). No obstante estos problemas, su compromiso con el estudio científico de hechos empíneos lo hizo atractivo para el desarrollo de la sociología en Estados Unidos. En resumen, Weber creia que la historia se compone de una inagotable fuente de fenómenos específicos. Para estudiarlos era necesario elaborar una gran variedad de conceptos destinados a ser útiles para la investigación del mundo real. Como una regla general, aunque Weber (tal y como lo vamos a ver) no se adhería estrictamente a esta posición, como tampoco lo hacen la mayoría de los sociólogos c historiadores, la tarca de la sociología consiste en desarro llar esos conceptos que la historia utiliza para analizar causalmente los hechos históricos específicos. En este sentido, Weber trataba de combinar lo específico y lo general en un esfuerzo por hacer evolucionar una ciencia, que hiciera jus ticia a la compleja naturaleza de la vida social.
Verstehen Weber creía que los sociólogos tenían una ventaja sobre los científicos natura les. Esta ventaja residía en la capacidad de los sociólogos para comprender fenómenos sociales, mientras el científico natural no podía conseguir una com prensión similar del comportamiento de un átomo o de un componente químico. La palabra alemana para comprensión es verstehen. Weber le daba a este térmi no un uso especial en sus investigaciones, lo que hacia de él una de sus más famosas, y sin duda la más controvertida, de sus aportaciones a la metodología de la sociología contemporánea. Debemos aclarar lo que Weber quería decir con verstehen y también recalcaremos alguno.s de los problemas que implica esta conceptualización. La controversia suscitada por el término verstehen y algunos de los obstáculos que nos encontramos al interpretarlo trascienden al pensamiento metodológico weberiano. Según Thomas Burgcr (1976; ver tam bién Hekman, 1983: 26) Weber no fue ni sofisticado ni coherente al pronunciar se sobre la metodología. Tenia cierta tendencia a ser descuidado e impreciso en lo que se refiere a estos problemas, porque pensaba que sólo estaba repitiendo
252
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ideas bien conocidas en su día entre los historiadores alemanes. Más aún, nun ca reflexionó profundamente acerca de estas cuestiones, como ya apuntamos arriba. Las ideas de Weber sobre la verstehen eran relativamente comunes entre los historiadores alemanes de su tiempo y se derivaban de un campo conocido como hermenéutica (MuelJer-VoIJmer, 1985). Esta constituye un acercamiento especial a la comprensión e interpretación de los escritos publicados. Su objetivo era comprender el pensamiento del autor, asi como la estructura básica del texto. Tanto Weber como otros autores, (por ejemplo Wilhelm Dilthey) intentaron ampliar esta idea, llevándola desde la comprensión de textos a la de la vida social: «Una v e z que n os hem os dado cuenta de que el m étodo h istórico no e s ni m ás ni m en os que el m étodo clá sico de interpretación ap licad o a las a ccio n es abiertas en lugar de a los textos, un m étodo dirigid o a identificar los p royectos hum anos, la « sig n ifica ció n » que se oculta tras lo s aco n tecim ien to s ob servab les, no d eb em os tener dificultad en aceptar que éste p u ede ser ap licad o tanto a la interacción hum a na co m o a lo s actores in d ivid u ales. D esd e este punto de vista toda la historia es interacción, y debe ser interpretada en térm inos de los program as op u estos de los distintos actores». (L achm an, 1971; 2 0 )
En otras palabras, W eber trató de usar las herramientas de la hermenéutica para entender los actores, la interacción y asimismo toda la historia de la huma nidad Una mala concepción del término verstehen, muy común, es aquella que se refiere simplemente a la «intuición» del investigador. De este modo, muchos críticos lo han tomado como una metodología de la investigación «blanda», irracional y subjetiva. No obstante, Weber rechazó categóricamente la idea de que la verstehen implicara el significado de intuición, participación armónica o empatia (1903-17/1949). Para él, llevaba consigo la elaboración de una búsque da sistemática y rigurosa más que una simple impresión sobre un texto o sobre la vida social. Es decir, para Weber (1921/1968) verstehen es un procedimiento de estudio racional. La cuestión clave al interpretar lo que Weber entendía por verstehen es si éste pensó que era la aplicación más apropiada para los estados subjetivos de los actores individuales o para los aspectos subjetivos de las unidades de análi sis de gran escala, por ejemplo, la cultura. Podemos encontrar elementos de la obra de Weber que apoyan las dos concepciones, y entre sus intérpretes encon tramos defensores de ambas posturas. ^ La hermenéutica se convirtió en el más importante de los intereses intelectuales de los últim os años, sobre todo en el trabajo de M artin H eidegger, Hans Georg Gadamer y Jurgen Habermas (Bleicher, 1980). Para encontrar un argumento más fuerte a favor de la her.nenéutica hoy en día, véase Sica (1986) y para una valoración de la hermenéutica Ykícbcriana, Olivcr (1983).
MAX WEBER
253
Gran nùmero de investigadores (Burger, 1976; Schutz, 1936/1967; Warriner, 1969) sostiene que si nos fijamos en los argumentos llanos de Weber, éste parece situarse del lado de la interpretación de la verstehen a escala de los individuos (por ejemplo en Weber 1903-06/1975: 125). Sin embargo, muchos han interpretado dicho concepto, asi como las ideas de Weber acerca de él, como una técnica dirigida a comprender la cultura. Según Susan Hckman, es ésta la más novedosa interpretación de la intención de Weber cuando consideraba tales elementos culturales como «los significados intersubjetivos o las reglas socialmente constituidas que definen el sentido de un hecho dentro de una sociedad dada» (1983:46). L.M. Lachman ha sido par ticularmente claro cuando afirma; «Los aspectos de! programa que nos intere san no son \os miMones de propósitos que el individuo persigue, sino los ele mentos comunes de las normas e instituciones y el ambiente general en el que todos esos planes deben ser emprendidos». En la misma línea, W.G. Runciman (1972) y Murray Wax (1967) toman Ja verstehen como un instrumento para aprender el lenguaje y la cultura de una sociedad dada. Wax se inclina a pensar no sólo en este concepto como trascendente, sino que también se sitúa contra la perspectiva individual. Utiliza cl término intuición interpersonal para referirse al punto de vista individual. Según él, Weber no se proponía que usáramos verstehen para comprender a los actores, sino más bien para comprender la cultura en sentido amplio, en la que existen los actores y se restringen sus pen samientos y acciones. Finalmente, algunos autores son de la opinión de que dicho concepto de verstehen implica ambas aproximaciones. P.A. Munch (1975), por ejemplo, afirma que para entender completamente un hecho debemos; l) identificar el sentido de dicha acción tal y como se propuso el actor; y 2) reconocer el contexto a que dicha acción pertenece y en el que produce significado. Las múltiples interpretaciones dcl concepto de verstehen nos ayudan a en tender por qué Weber ocupa un lugar tan destacado en la teoría sociológica. La interpretación a escala cultural sería coherente con las teorías en sentido amplio (como el funcionalismo estructural), mientras que, desde una perspectiva indi vidual, es apropiado para teorías en sentido estricto (por ejemplo el interaccio nismo simbólico). La posición de compromiso de Munch comprendería ambos aparatos teóricos. Pero, ¿cuál de estas tres interpretaciones es la correcta? En un primer nivel, podemos suponer que esto no constituye un problema. Lo real mente importante es que existen diferentes interpretaciones y que éstas han infiuido en las diversas perspectivas teóricas. En un segundo nivel, tenemos que llegar a alguna conclusión acerca del concepto de verstehen como pilar esencial de la obra de Weber. Es en su trabajo sustantivo, más que en sus planteamientos sobre la metodología, donde encontraremos una información relevante de lo que Weber quería decir por verstehen y por otros instrumentos metodológicos que descubriremos. Ya veremos que el interés de Weber en los contextos socioestructurales y culturales de la acción nos conduce a tomar dicho concepto como una herramieota para el análisis a escala macrosocial.
254
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Causalidad Otro aspecto importante de la metodología weberiana es su empeño por ei estu dio de la causalidad. Weber se inclinó a ver el estudio de las causas de los fenómenos sociales dentro dcl dominio de la historia, no de la sociología. Aun cuando pensaba que la historia y la sociología no podian separarse claramente —y ciertamente no aparecen separadas en su trabajo— la cuestión de la causa lidad es importante para la sociologia. La causalidad es asimismo importante porque, como veremos, supone otro espacio en el que Weber intentó combinar sus aproximaciones idiográficas y nomotcticas. Weber (1921/1968) entendía por causalidad sencillamente la probabilidad de que un acontecimiento fuera seguido o acompañado por otro. No es suficien te, desde esta perspectiva, fijarse en las constantes, las repeticiones, las analo gías y los paralelos históricos, como algunos historiadores se contentan con hacer. En lugar de ello, el investigador tiene que observar tanto las razones como el significado de los cambios históricos (Roth, 1971). Aunque la opinión más generalizada es que Weber proponía un modelo causal de una única direc ción — a diferencia dcl modo dialéctico de razonar de Marx— en su sociologia sustantiva siempre ha conjugado las interrelaciones de economía, sociedad, política, organización, estratificación social, religión, etc. (Roth, 1968). Weber fue bastante explícito acerca de su postura sobre la causalidad múl tiple en el estudio de la relación entre el protestantismo y el espíritu dcl capita lismo. Aunque se le ha interpretado de muy diferentes maneras, Weber (1904 05/1958) afirmaba que la ética protestante í^ue uno de los factores causales de la aparición del moderno espíritu del capitalismo. Tachó de «estupidez» la idea de que el protestantismo fuera la única causa, igualmente «estúpido» era pensar, desde el punto de vista de Weber, que el capitalismo pudiera crecer sólo como resultado de la reforma protestante; otros factores pueden haber llevado al mis mo resultado. Esta es la forma en que Weber se pronunció: « D eb em o s aclarar lo más p o sib le el m odo y la dirección general en que... los mo v im ien to s relig io so s han in flu id o en el desarrollo de la cultura m aterial. Solamente cuando hayam os determ inado este planteam iento con una seguridad razonable se puede hacer una tentativa para estim ar hasta qué punto puede el de.sarrollo históri co de la cultura m oderna ser atribuido a fuerzas religiosas y hasta qué punto
a otras». (W eber, 1 9 04 -0 5 /1 9 5 8 : 9 1 -9 2 ; cursiva añadida)
En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, como en el resto de su trabajo histórico, se muestra muy interesado en el problema de la causalidad, pero no opera simplemente con un modelo de una única dirección; tiene en cuenta siempre las interrelaciones de un gran número de factores sociales. La cuestión critica que hay que tener en cuenta acerca de las ideas wcbcrianas sobre la causalidad es su creencia de que, puesto que tenemos una compren sión especial de la vida social (verstehen), el conocimiento causal de las cien
MAX WEBER
255
cias sociales es diferente del de las ciencias naturales. Así lo apunta Weber al decir; «La conducta humana ‘significativamente interpretable’ (la acción) es identificable mediante referencias a ‘valoraciones’ y significados. Por ello, nuestro criterio para una explicación causal solamente queda satisfecho con la explica ción histórica de tal ‘entidad’(1903*06/1975: 185). Así pues, el conocimiento causal del científico social es distinto del dcl científico natural. Las ideas de Weber sobre el concepto de causalidad están íníimamente uni das a sus esfuerzos por resolver el conflicto entre el conocimiento nomotético e idiográfico. Aquellos que se adscriben al punto de vista nomotético sostienen que existe una relación necesaria entre los fenómenos sociales, mientras los defensores de la perspectiva idiográ/ica se inclinan a ver relaciones aleatorias entre esas entidades. Como de costumbre, Weber toma una posición sincrética, que se resume en su concepto de «causalidad adecuada». Esta noción supone que lo mejor que se puede hacer en sociologia es establecer proposiciones probabilísticas acerca de la relación entre los fenómenos sociales; o lo que es lo mismo, si ocurre Jf entonces es probable que ocurra >■. El objetivo es «estimar el grflí/o en que cierto efecto es ‘favorecido’ por determinadas ‘condiciones’» (Weber, 1903-17/1949; 183).
Tipos ideales El tipo ideal es una de las más famosas contribuciones de W eber a la sociología contemporánea (Hekman, 1983; McKinney, 1966). Como hemos visto, Weber creía que era responsabilidad del sociólogo crear instrumentos conceptuales que pudieran ser usados más tarde tanto por los historiadores como por los sociólogos. La más importante de estas herramientas conceptuales es el tipo ideal. «Un tipo ideal está form ado por la acentuación unidim ensional de uno o m ás pun tos de vista y por la sín tesis de gran cantidad de fen ó m en o s concretos individuales difusos, distintos, más o m enos p resentes, aunque a v e ce s au sen tes, lo s cu ales se colocan según eso s puntos de vista en fatizad os de manera unilateral en una c o n s trucción anáUtica un ificad a... D ich a construcción m ental, puram ente conceptual, no puede ser encontrada em píricam ente en ningún lugar de la realidad.» (W eber, 1 9 0 3 -1 7 /1 9 4 9 .9 0 )
A pesar de su definición, W eber no es totalmente coherente en su manera de usar el concepto de tipo ideal. Para comprender lo que este concepto significó originariamente, tendremos que examinar algunas de sus incoherencias. En el nivel más básico, un tipo ideal es un concepto construido por un científico so cial, a partir de su interés y orientación teórica, para aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Lo más importante acerca de los tipos ideales es que funcionan como apara tos heurísticos; han de ser de gran utilidad y ayuda para la investigación empí rica y para entender el mundo social. Como afirma Lachman, un tipo ideal es
256
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
«esencialmente una vara de medir» (1971: 26). Weber apunta a propósito: «Su función consiste en compararla con la realidad empírica a fin de establecer sus divergencias o similitudes, de describirla por medio del más inteligible e in equívoco de los conceptos, y de comprenderla y explicarla causalmente» (1903 17/1949; 43). Los tipos ideales son aparatos heurísticos destinados a ser usados en el estudio de las porciones de la realidad histórica. Por ejemplo, los científi cos sociales construirían un tipo ideal de burocracia a partir de su análisis de los datos históricos. Este tipo ideal puede ser entonces comparado con la burocra cia actual. El investigador buscará divergencias en el caso real respecto al tipo ideal exagerado. El paso siguiente constituye la búsqueda por parte del científi co social de las causas de las desviaciones. Algunas de estas causas típicas de desviación son: 1. Burócratas cuyas acciones están motivadas por la desinformación. 2. Errores estratégicos, cometidos principalmente por los líderes burocrá ticos. 3. Falacias lógicas ocultas tras las acciones de líderes y seguidores. 4. Decisiones tomadas en la burocracia en función de la emoción 5. Alguna irracionalidad en la acción de líderes burocráticos o de segui dores. Para tomar otro ejemplo, un tipo ideal militar en una batalla delinea los componentes principales de tal batalla —armas de los oponentes, estrategias, material del que disponen, tierra disputada (tierra «de nadie»), refuerzos y ba jas, comandos centrales, y cualidades de los líderes. Las batallas actuales no tienen necesariamente que contar con todos esos elementos, y esta es una de las cosas que el investigador debe saber. La cuestión está en saber que los elemen tos de una batalla militar particular pueden ser comparados con los elementos identificados en cl tipo ideal. Los elementos de un tipo ideal (como esos componentes de la batalla militar típica ideal) no se han reunido juntos de forma arbitraria; se han combinado en razón de su comparabilidad. Hekman apunta que «Los tipos ideales no son el producto del capricho o de la imaginación del científico social, sino que son conceptos construidos lógicamente» (1983: 32). Desde el punto de vista de Weber, el tipo ideal está destinado a ser derivado inductivamente del mundo real de la historia social. Weber no pensaba que fuera suficiente con ofrecer un aparato de conceptos cuidadosamente definidos, sobre todo si se habían extraído deductivamente de una teoria abstracta. Los conceptos tienen que ser empíricamente adecuados (Roth, 1971). Por lo tanto, con el fin de producir tipos ideales, los investigadores han de sumergirse prime ro ellos mismos en la realidad histórica, y después derivar los tipos de esa rea lidad. En línea con sus esfuerzos para encontrar un campo intermedio entre el conocimiento nomotético e idiográfíco, Weber argumenta que los tipos ideales
MAX WEBER
257
no han de ser ni excesivamente generales ni excesivamente específicos. Por ejemplo, en el caso de la religión rechazó los tipos ideales de la historia de la religión en general, pero también fue crítico con los tipos ideales de fenómenos muy específicos, tales como la experiencia religiosa del individuo. Antes bien, se han desarrollado tipos ideales de fenómenos intermedios tales como calvinis mo, pietismo, metodismo y baptismo (Weber, 1904-05/1958). Aunque los tipos ideales debieran derivarse del mundo real, no son imáge nes especulares de ese mundo. Mejor, han de ser exageraciones unilaterales de la esencial de lo que ocurre en el mundo real. Para Weber, cuanto más exagera do es el tipo ideal, más útil será para la investigación histórica. Ei uso de las palabras ideal o utopía no quiere decir que el concepto se refiera al mejor de todos los mundos posibles. Según lo usa Weber, este término significa que la forma descrita en el concepto está rara vez, si es que lo está alguna, basada en el mundo real. Aunque hayamos llegado a pensar en los tipos ideales como descripciones de entidades estáticas, Weber creía que podían des cribir tanto entidades estáticas como dinámicas. Por lo tanto, podemos tener el tipo ideal de una estructura, tal como la burocracia, o de un desarrollo social, tal como ia burocratización. Los tipos ideales no han sido desarrollados de una vez por todas. Ya que la sociedad está continuamente cambiando y el interés de los científicos sociales también, es necesario desarrollar nuevas tipologías para ajustar la realidad cam biante. Es acorde con la posición de Weber que no pueda haber conceptos atemporales en las ciencias sociales (Roth, 1968). Aunque hayamos presentado una imagen relativamente poco ambigua del tipo ideal, hay ciertas contradicciones en la manera en que Weber definió el concepto. Además, en su obra sustantiva Weber usaba este término de una ma nera que difiere de la forma en que había dicho que se debía usar. Burger afirma que «los tipos ideales presentados en Economía y sociedad son una mezcla de definiciones, clasificación e hipótesis específicas aparentemente demasiado divergentes para ser reconciliables con las formulaciones de Weber» (1976: 118). Aunque Hekman (1983: 38-59) está en desacuerdo con la posición de Burger, también reconoce que Weber ofrece diversas variedades de tipos ideales: 1. El tipo ideal histórico. Se refiere al tipo ideal encontrado en una época histórica dada (por ejemplo la situación de mercado capitalista moderna). 2. El tipo ideal de la sociología general. Se refiere a fenómenos que se dan a lo largo de todos los periodos históricos y en todas las sociedades (como la burocracia). 3. El tipo ideal de acción. Estos son tipos de acción puros basados en las motivaciones de un actor determinado (por ejemplo la acción afec tiva). 4. El tipo ideal estructural. Estas son formas que se obtienen de las causas y consecuencias de la acción social (por ejemplo, la dominación tradi cional).
258
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Weber desarrolló claramente gran número de variedades de tipos ideales, y la riqueza de su trabajo estriba en su diversidad, aunque lo común de todos ellos sea el modo de construirlos.
Valores El pensamiento sociológico moderno en los Estados Unidos de América se ha visto en gran medida modelado, en lo que se refiere al papel de los valores en las ciencias sociales, por la interpretación, a menudo simplista o errónea, de la noción weberiana de una sociología Ubre de valores. Una percepción común de la postura de Weber es que los científicos sociales no tienen que dejar de ningu na manera que sus valores personales influyan en su investigación científica. Como veremos, el trabajo de Weber a propósito de los valores es mucho más complicado, y no debe reducirse a una noción simplista el hecho de que dichos valores se mantenga fuera de la sociología. Valores y enseñanza. Weber (1903-17/1949) fue muy claro acerca de la ne cesidad de que los profesores controlaran sus valores personales en el aula. Desde este punto de vista, los académicos tienen perfecto derecho a expresar sus valores personales de forma libre en discursos, en la prensa, y en tantos otros lugares, pero en el aula académica es distinto. Weber se opuso a aquellos profesores que predican «sus evaluaciones sobre las cuestiones últimas ‘en nombre de la ciencia’ en aulas privilegiadas por el gobierno, que no están controladas, ni contrastadas por la discusión, ni sujetas a contradicción... el aula ha de man tenerse separada del coso de la discusión pública» (1903-171949: 4). La dife rencia más importante entre un discurso público y una conferencia académica radica en la naturaleza de la audiencia. Una multitud que escucha a un orador público ha elegido estar allí y se puede marchar cuando guste. Pero los estu diantes, si quieren aprobar, no tienen más alternativa que escuchar atentamente las posiciones dcl profesor cargadas de valores. En la postura de Weber hay un poco de ambigüedad en lo que se refiere a la libertad de valores. La función del académico es enseñar los «hechos» en el aula, no sus valores personales. Aun que los profesores se inclinen a introducir sus valores porque hacen el curso más interesante, deben evitar el uso de ellos, ya que tales valores «debilitarán el gusto de los alumnos por el sobrio análisis empírico» (Weber 1903-17/1949; 9). La única cuestión es si es realista pensar que los profesores pueden eliminar la mayoría de los valores de sus presentaciones. Weber pudo adoptar esa posición porque pensaba que era posible separar hecho y valor. Sin embargo, Marx no estaba de acuerdo, ya que desde su punto de vista hecho y valor estaban entre tejidos, dialécticamente interrelacionados. Valores e investigación. La postura de Weber sobre el lugar de los valores en la investigación científica es mucho más ambigua. Este creía posible separar hecho de valor, y su posición podía ser ampliada al mundo’de la investigación;
MAX WEBER
259
«el investigador y el profesor deben mantener separados incondicionalmente el establecimiento de los datos empíricos... y sus propias evaluaciones personales; es decir, su evaluación de esos hechos como satisfactorios o insatisfactorios» (J 903-17/1949; 11). Solía distinguir entre conocimiento existencial de lo que es y conocimiento normativo de lo que debe ser (Weber, 1903-17/1949). Por ejemplo, en la fundación de la Sociedad Alemana de Sociología, afirmaba: «La Asocia ción rechaza por principio y de manera definitiva toda propaganda de las ideas orientadas hacia la acción en su medio». En lugar de ello, la Asociación se centró en el estudio de «lo que es, de por qué algo es de la manera que es, de sus razones sociales e históricas» (Roth, 1968: 5). Sin embargo, diversos hechos apuntan en una dirección distinta y demues tran que, a pesar de la evidencia de los propósitos antes citados, W eber no operaba con la postura simplista de que los valores han de ser eliminados de la investigación social. Aunque, como veremos, Weber atribuía un papel a los valores en momentos específicos del proceso de investigación, pensó que de bían mantenerse fuera del acopio real de datos de investigación. Weber quería decir con esto que debemos emplear los procedimientos regulares de la investi gación científica, tales como la precisa observación y la comparación sistemática. Los valores deben restringirse a los momentos previos a la investigación social. Es entonces cuando deben contribuir a seleccionar lo que varaos a estu diar. Las ideas de Weber (1903-17/1949: 21) sobre el papel de los valores pre vios a la investigación social se recogen en su concepto de relevancia valorati va. Como otros muchos de los conceptos metodológicos weberianos, el de relevancia valorativa se deriva dcl trabajo del historiador alemán Heinrich Rickert, para quien implicaba «una selección de aquella parte de la realidad empí rica que encierra para los seres humanos uno o varios de los valores culturales generales que la gente ha mantenido en la sociedad en que los cientificos obser vadores viven» (Burger, 1976: 36). En la investigación histórica esto significa ría que la elección de los objetos de estudio estaría hecha en razón de lo que se considera importante en la sociedad donde los investigadores viven. Es decir, éstos eligen qué van a estudiar del pasado según el sistema de valores contem poráneo. En su caso especifico, Weber trató el concepto de relevancia valorati va desde «el punto de partida de los intereses de los europeos modernos» ( 1903 17/1949: 30). Por ejemplo, la burocracia es una parte muy importante de la sociedad alemana del tiempo de Weber y, en consecuencia, éste elegió el análi sis de tal fenómeno (o su ausencia) en varios de sus estudios históricos. Por tanto, para Weber, los juicios de valor no deben ser totalmente elimina dos del discurso científico. Aunque Weber se opusiera a la confusión de hecho y valor, no creía que los valores tuvieran que ser separados totalmente de las ciencias sociales; «Una actitud de indiferencia moral no tiene conexión con la ‘objetividad’ científica» ( 1903-17/1949: 60). Estaba preparado para admitir que los valores tienen un cierto lugar, si bien advertía a los investigadores que tuvie ran cuidado con el papel de los valores. «Esto debe ser constantemente aclara do... exactamente en qué punto el investigador científico debe permanecer ca-
260
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
liado y la persona que actúa y evalúa comienza a hablar» (Weber, 1903-17/ 1949: 60). Cuando expresan su posición respecto a los valores, los investigado res sociológicos deben siempre mantenerse a sí mismos y a sus audiencias ente rados de dichas posiciones. Hay una discontinuidad entre lo que Weber dijo y lo que realmente hizo. Este no tuvo miedo de expresar un juicio de valor, incluso en el centro del análisis de los datos históricos. Por ejemplo, dijo que el estado romano sufrió una enfermedad convulsiva de su cuerpo social. Se puede argüir que, en el trabajo real de Weber, los valores no eran únicamente un artificio básico para seleccionar temas de estudio, sino que también estaban implicados en la adqui sición de un conocimiento significativo del mundo social. La mayoría de los sociólogos estadounidenses considera a Weber como el exponente de la sociología libre de valores. Lo cierto es que la mayor parte de estos sociólogos se adscribe a la idea de libertad valorativa y encuentra útil invocar el nombre de W eber como soporte de su postura. Como hemos visto, sin embargo, la obra de Weber está repleta de valores. Otro aspecto de la obra de W eber respecto a los valores digno de mención es el que se refiere a sus ideas sobre el papel de las ciencias sociales como ayuda para que el hombre elija entre varias posiciones de valor últimas. Básicamen te, la postura de Weber es que no hay modo de elegir entre posiciones de valor alternativas. Por tanto, los científicos sociales no pueden presumir de elegir por ia gente. «Las ciencias sociales, que son precisamente ciencias empíricas, son las menos adecuadas para presumir de que que le ahorran al individuo hacer elecciones» (Weber, 1903-17/1949:19). El científico social debe derivar ciertas conclusiones fácticas de su investigación social, pero esta investigación no puede decirle a la gente lo que «debe» hacer. La investigación empírica puede ayudar a la gente a elegir un significado adecuado para un fin, pero no debe ayudarlos a elegir ese fin en vez de otros fines. Weber dice, «Proveer de normas obligatorias e ideales, desde las que se pueden derivar orientaciones para actividades prácticas inmediatas, nunca puede ser la tarea de una ciencia empírica» (1903-17/1949: 52).
SOCIOLOGIA SUSTANTIVA Nos volvemos ahora hacia la sociología sustantiva de Weber. Comenzaremos, como hizo Weber en su monumental Economía y sociedad, por los niveles de acción e interacción, y muy pronto encontraremos la anomalía básica de su obra a pesar su compromiso con la sociologia de los procesos a pequeña esca la, su trabajo se sitúa primordialmente en los niveles a gran escala del mundo social.
^ Muchos weberianos se mostrarán en desacuerdo con la ílcscripción de esa anomalía en el trabajo de Weber.
MAX WEBER
261
¿Qué es la sociología? Al discutir lo que Weber entendía por sociología, así como las incohcrcncias entre sus declaraciones programáticas y su sociología sustantiva, debemos re cordar que su trabajo a propósito de la sociología fue tardío de por sí en su carrera; para entonces ya había efectuado sus investigaciones históricas. Puede ser que los resquicios c incoherencias que aparecen en su obra sean debidos a las diferencias inherentes entre sociología e historia y no simplemente a las diferencias entre sus programas y su trabajo sustantivo. Al dar forma a su perspectiva de la sociología, Weber se pronunció a menu do en contra de la sociología evolucionista, dcl organicismo, que dominaba la disciplina en aquellos momentos. Por ejemplo, Weber dijo: «Me he convertido en alguien (un sociólogo) con el fm de acabar con las nociones colectivistas. En otras palabras, la sociología incluso puede ser practicada procediendo desde la acción de uno o varios, pocos o muchos individuos, es decir, empleando un método estrictamente ‘individualista’» (Roth, 1976: 306). A pesar de que se adhirió a un método individualista, Weber se vio forzado a admitir que es impo sible eliminar totalmente de la sociología las ideas colectivas Pero incluso cuando hubo admitido la significación de los conceptos colectivos, los redujo esencialmente a patrones y a regularidades de la acción individual: «Para la interpretación subjetiva de la acción en el trabajo sociológico, estas colectivi dades han de ser tratadas como únicamente los resultantes y los modos de orga nización de los actos particulares de seres individuales, desde el momento en que éstos pueden ser tratados como agentes en el curso de una acción subjetiva mente comprensible» (1921/1968: 13). A escala individual, Weber estuvo pro fundamente interesado por el significado y por la manera en que éste se produ ce. Hay pocas dudas de que Weber creia en la microsociologia y estaba dispuesto a practicarla. ¿Pero, es esto realmente lo que hizo? Guenther Roth, uno de los más famosos intérpretes de la obra de Weber, nos ofrece una respuesta inequí voca con su descripción de la orientación global de Economía y Sociedad: «la primera comparación estrictamente empírica de ¡a estructura social y dcl orden normativo a escala histórica mundial» (1968: xxvii). Mary Fulbrook señala di rectamente la discontinuidad en la obra de Weber: «El énfasis de W eber en la im portancia de sign ificad o s y m o tiv o s (in d ivid u ales) en la exp licación causal de la acción social no se corresponde adecuadam ente con el verdadero m od o de e x p lica ció n que se deriva de sus estu d io s histórico-com parados de las relig io n es m undiales. M ás aún, el últim o n ivel de la exp lica ció n causal en la obra sustantiva de W eber es el de las co n d icio n es socioestructurales bajo las que ciertas form as de sig n ifica d o y m otivación pueden adquirir im portancia h istó rica», (Fulbrook 1978: 7 1 )
De hecho, los tipos ideales de Weber son conceptos colectivos.
262
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Lars Udehn (1981) ha desentrañado el problema de la interpretación de la obra de Weber, distinguiendo entre la mctodologia weberiana y sus intereses sustantivos, y reconociendo que existe un conflicto o tensión entre ellos. Según la postura de Udehn, Weber usa una «metodología individualista y subjetivista» (1981: 131). Con palabras del autor anterior, Weber está interesado en lo que los individuos hacen y en por qué lo hacen (en sus motivos subjetivos). A We ber le interesa reducir las colectividades a las acciones de tos individuos. Sin embargo, en la mayoría de su sociología sustantiva, (como veremos), Weber pone el énfasis en las grandes estructuras (como la burocracia, el capitalismo) y no se preocupa de lo que los individuos hacen ni del por qué de sus actos Tales estructuras no se limitan a las acciones de los individuo-s, y sus acciones en ellas están determinadas por esas mismas estructuras, en lugar de por moti vos. No hay duda de que existe una enorme contradicción en la obra de Weber, y trataremos de ésta en la mayor parte de este capítulo. Con estos antecedentes, estamos preparados ahora para definir la sociología weberiana: «sociologia... es una ciencia a la que compete la comprensión inter pretativa de la acción social y, por tanto, la explicación causal de su curso y sus consecuencias» (1921/1968: 4). Esla definición nos proporciona un puente muy útil entre la sección precedente acerca de la metodología y la subsiguiente dis cusión de su obra sustantiva. Entre los temas que se tratarán a continuación, que se han mencionado o que estaban implicados en esta definición, tenemos: — La sociología debe ser una ciencia. — La sociología debe ocuparse de la causalidad. (Aquí, aparentemente, Weber combina sociologia con historia). — La sociología debe emplear la comprensión interpretativa (verstehen). Podemos hablar ya de los elementos específicos de la microsociologia weberiana.
Acción social Si tomamos las palabras de Weber al pie de la letra, toda su sociología se basa en su concepción de la acción social (S. Turner, 1983). Weber diferenciaba entre acción y conducta puramente reactiva. El concepto de conducta está re servado, tanto entonces como ahora, (Ritzer, 1975a) al comportamiento auto mático que implica procesos no pensados. Un estimulo se presenta y entonces la conducta se origina, con poca intervención entre estímulo y respuesta. Tal com portamiento no tiene mucho interés para la sociologia de Weber. Este estaba más interesado en la acción, que supone claramente la intervención de procesos reflexivos (y en la acción resultante significativa) entre el origen del estímulo y * Weber.
Udehn argumenta que una excepción es el análisis del comportamiento de los lideres de
MAX WEBER
263
la conclusión de la respuesta. Para expresar esto de un modo diferente diganrios que la acción está destinada a ocurrir cuando los individuos atribuyen significa dos subjetivos a sus acciones. Para Weber, ia tarca del análisis sociológico lleva consigo «la interpretación de la acción en términos de su significado subjetivo» (1921/1968; 8). Un buen (y más específico) ejemplo del pensamiento de Weber en lo referente a la acción se encuentra en su análisis de la acción económica, que definió como «una orientación consciente y primaria a la consideración económica... para la que lo que importa no es la necesidad objetiva de estable cer una previsión económica, sino la creencia de que es necesaria» (1921/1968; 64). Si abordamos sus análisis de los procesos mentales y la acción significativa resultante, Weber (1921/1968) se cuidó de señalar que es erróneo considerar la psicología como la base de la interpretación sociológica de la acción. Weber parece estar recalcando el mismo punto que Durhkeim, al menos cuando anali za ciertos hechos sociales, no materiales. Esto es, los sociólogos están interesa dos en los procesos mentales, pero no de la forma en que a los psicólogos les concierne la mente, la personalidad, etc. Aunque Weber tenía gran interés por los procesos mentales, realmente les dedicó poca atención. A Hans Gerth y C. Wright Mills les llamó la atención el empeño de Weber en los procesos mentales: «Weber ve en el concepto de per sonalidad una noción de la que se ha abusado mucho, referida a un profundo centro irracional de creatividad, un centro ante el cual la indagación análitica viene a detenerse» (1958; 55). Schutz (1932/1967) fue bastante explícito cuan do indicó que, aunque cl trabajo de Weber sobre procesos mentales es sugesti vo, no es ni mucho menos la base de una microsociología sistemática. Pero fueron las sugestivas posibilidades de su trabajo lo que lo hizo importante para quienes desarrollaron las teorías de los individuos y su comportamiento; el inte raccionismo simbólico, la fenomenología, etc. En su teoría de la acción, el propósito más claro de Weber consistía en centrarse en los individuos y en las pautas y regularidades de su acción, no en la colectividad. «La acción, como orientación subjetivamente comprensible de la propia conducta, sólo existe para nosotros como conducta de una o varias per sonas individuales» (Weber 1921/1968: 13). Weber estaba preparado para ad mitir que, para algunos propósitos, tenemos que tratar las colectividades como individuos, «pero para la interpretación comprensiva de la sociología, sin em bargo, csas formaciones no son otra cosa que desarrollos y entrelazamientos de acciones específicas de personas individuales, ya que tan sólo éstas pueden ser sujetos de una acción orientada por su sentido» (1921/1968; 13). Es difícil que Weber fuera más explícito: a la sociología de la acción le concierne en último término los individuos, no las colectividades. Weber utiliza en su metodología el tipo ideal para aclarar el signifícado de acción, identificando cuatro tipos básicos. Su tipología no sólo es importante para entender lo que Weber quería decir con acción, sino también es ésta, en parte, la base de su interés por estructuras e instituciones sociales más amplias. La diferenciación de Weber entre los dos tipos básicos de acción racional es de
264
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
gran importancia. El primero es la racionalidad con arreglo a fines o acción que está «determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando estas expectativas como ‘condiciones’ o ‘m edios’ para el logro de fines propios racionalmente sopesa dos y perseguidos» (Weber 1921/1968: 24). El segundo es la racionalidad con arreglo a valores, o acción que «está determinada por la creencia consciente en el valor — ético, estético, religioso o de cualquier otra forma como se lo inter prete—^propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado» (Weber 1921/1968: 24-25). La acción afectiva (que interesó muy poco a Weber) está determinada por el estado emocional del actor. La acción tradicional (en la que, en cambio, Weber hizo hincapié) está determinada por los modos de comportamiento habituales del actor y por sus costumbres. Debemos apuntar que, aunque Weber distinguiera entre cuatro tipos ideales como formas de acción, siempre fue muy consciente de que cualquier acción dada implicaba normalmente alguna combinación de estos cuatro tipos. Además, Weber argumentó que los sociólogos tienen muchas más oportunidades de com prender la acción racional que la acción dominada por el afecto o la tradición, Detengámonos ahora en las reflexiones de Weber sobre la estratificación social, o sus famosas ideas en torno a las clases, el estatus y el partido (o poder). Su análisis de la estratificación es una de las áreas de su obra en las que Weber trabajó, al menos al principio, como teórico de la acción.
Clase, estatus y partido Una consecuencia de este análisis es que Weber se negaba a reducir la estratifi cación a los factores económicos (o clase, en palabras de Weber) y los veía de manera multidimensional. Así, la sociedad está estratificada sobre la base de la economía, el estatus y el poder. Ello implica que la gente pueda situarse en la parte alta de una o dos de esas dimensiones de la estratificación, y en la baja de otra (u otras). Esto permite un análisis más sofisticado de la estratificación so cial del que es posible cuando ésta sólo se reduce (como hicieron algunos marxistas) a las variaciones en la situación económica. Comenzando con el concepto de clase, Weber lo asimiló a la orientación de la acción, argumentando que una clase no era una comunidad Más aún, una clase constituía un grupo humano cuya situación compartida es una base posi ble, y a veces frecuente, para la acción de un grupo. Weber sostiene que una «situación de clase» existe cuando se dan tres condiciones: (1 ) E s com ún a cierto núm ero de hom bres un com p on en te causal esp ecific o de sus probabilidades de ex isten cia, en tanto que (2 ) tal com p on en te esté representado ex clu siv a m en te por intereses lucrativos y de p o sesió n de b ien es, y (3 ) en las condi cio n es determ inadas por el m ercado (d e b ien es o d e trabajo). Esta es la «situación de cla se» .
(W eber, 1921/1968:927)
MAX WEBER
265
El concepto de «dase» se refiere a cualquier grupo humano que esté en la misma situación de clase. Por tanto, clase no es una comunidad, sino más bien un grupo humano en la misma situación económica, o de mercado. En contraste con la clase, el estatus se refiere normalmente a las co munidades; los grupos de estatus son corrientemente comunidades, aunque amorfas. Weber definió la «situación de estatus» como «todo componente típico del destino vital humano condicionado por una estimación social es pecífica, positiva o negativa, del honor» (1921/1968: 932), Como regla gene ral, el estatus se asocia con los estilos de vida (el estatus se refiere al con sumo de los bienes producidos, mientras que la clase a la producción eco nómica). Los que están en la cima de la jerarquía del estatus, tienen un es tilo de vida distinto al de los que se encuentran en las escalas más bajas. Por lo tanto, mientras las personas con un alto estatus deben asistir a coctels, los de bajo estatus se irán «de tapas». Los primeros se pondrán esmoquin en las reuniones sociales, mientras que los segundos llevarán vaqueros. En este caso, el estilo de vida, o estatus, está relacionado con situación de clase. Pero dase y estatus no están necesariamente unidos: «el dinero y una posi ción emprendedora no son calificaciones de estatus propiamente dichas, aunque puedan conducir a ellas; y la carencia de propiedad no es en sí mis ma una descalificación de estatus, aunque pudiera llegar a serlo» (Weber, 1921/1968: 306). Hay un complejo aparato de relaciones entre clase y es tatus, que se hace todavía más complicado cuando añadimos la dimensión de partido. Mientras las clases existen en el orden económico y los grupos de estatus en el orden social, los partidos pueden ser establecidos en un orden político. Para Weber, los partidos «son siempre estructuras que luchan por el poder» (citado en Gerth y Mills, 1958: 195; cursivas añadidas). Por lo tanto, los partidos son los elementos más organizados de los sistemas de estratificación weberíanos. Weber tenía una concepción amplia de los partidos, que incluía no sólo los que existen en el estado, sino también los que pueden existir en un club social. Los partidos representan, normalmente pero no siempre, a las clases y/o a los gru pos de estatus. Sea lo que fuere lo que representen, los partidos están orientados a conseguir el poder. Aunque en sus ideas sobre la estratificación social Weber se mantiene muy cerca de su concepto de acción, tales ideas indican ya un movimiento hacia el macronivel de las comunidades y las estructuras. En la mayor parte del resto de su trabajo, Weber hizo énfasis en las grandes unidades de análisis. No es que perdiera la perspectiva de la acción, sino que el actor simplemente dejó de estar en el centro de su atención para pasar a ser una variable en muy buena medida dependiente, determinada por una serie de fuerzas de gran escala. Por ejem plo, como veremos, Weber creía que los calvinistas actuaban individualmente de distintas maneras según las normas, creencias, y valores de su religión, pero no le preocupaba lo individual sino las fuerzas colectivas que impulsaban al actor.
266
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Estructuras de autoridad El interés sociológico de Weber por las estructuras de autoridad está motivado, al menos en parte, por sus intereses políticos. W eber no fue un político radical; de hecho fue llamado a menudo «el Marx burgués» para reflejar la similitud de intereses intelectuales de ambos, asi como sus distintas orientaciones políticas. Aunque Weber criticara el capitalismo moderno casi tanto como Marx, no defendía la revolución. Pretendía un cambio gradual de la sociedad, no violento. Tenía poca fe en la capacidad de las masas para crear una sociedad mejor. Puso sólo una pequeña esperanza en las clases medias, pues intuía que estaban dominadas por burócratas de pocas miras, subordinados. Weber criticó a los líderes políti cos autoritarios como Bismarck, pues consideraba que dejaban cl liderazgo po lítico en el nivel más bajo y seriamente debilitado. No obstante, para Weber la esperanza —si es que abrigaba alguna —descansaba en los grandes lideres po líticos más que en las masas o en los burócratas. Su aproximación al nacionalis mo se combinaba con su fe en los líderes políticos. Colocaba la nación por encima de cualquier orta cosa; «El interés vital de la nación radica, por supues to, en la democracia y el parlamentarismo» (Weber, 1921/1968; 1383). Prefería la democracia como forma política, no porque creyera en las masas, sino por que ofrecía el máximo dinamismo y el mejor medio de generar líderes políticos (Mommsen, 1974). Weber advirtió que las estructuras de autoridad existen en cada institución social y sus puntos de vista políticos estaban relacionados con el análisis de esas estructuras en sus diferentes ambientes. Estas constituían, por supuesto, el factor más importante para entender sus perspectivas políticas. Comenzó su análisis de las estructuras de autoridad de un modo coherente con sus suposiciones a propósito de la naturaleza de la acción. Definía la domi nación como «la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo de terminado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos)» (Weber, 1921/1968; 212). La dominación puede tener diversas bases, tanto legítimas como ilegítimas, pero lo que sobre todo absorbió a Weber fueron las formas legítimas de dominación o lo que llamaba autoridad. Lo que interesaba a We ber, y lo que llegaría a jugar un papel central en su sociologia, eran las tres bases sobre las que la autoridad se legitima ante los seguidores; racional, tradi cional y carismàtica. Al definir esos tres tipos Weber se mantuvo fiel a sus ideas sobre la acción individual, pero rápidamente se movió hacia las grandes estruc turas de autoridad. La autoridad legitimada sobre fundamentos racionales des cansa «en una creencia en la legalidad de las ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autori dad». La autoridad legitimada sobre fundamentos tradicionales se basa en «la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones inmemoriales y la legitimi dad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad» (Weber, 1921/ 1968; 215). Finalmente, la autoridad legitimada por medio del carisma^ reside ^ ni término carisma lo usa W eber en su obra en una gran variedad de contextos y con significados diversos; véase Miyahara (1983).
MAX WEBER
267
en la devoción de los seguidores hacia el carácter excepcional, santo, ejemplar o heroico de los líderes, así como hacia el orden normativo sancionado por ellos. Todos estos modos de legitimación de la autoridad implican claramente actores individuales, procesos de pensamiento (creencias) y acciones. Pero des de este punto de vista, Weber, en su reflexión sobre la autoridad, se alejó mucho de la base de la acción individual, tal y como veremos cuando analicemos las estructuras de autoridad erigidas sobre la base de esos tipos de legitimidad. La autoridad legal. La autoridad legal puede tomar gran variedad de formas estructurales, pero la que más despertó el interés de W eber fue la burocracia, que consideró «el tipo más puro de ejercicio de la autoridad legal» {1921/1968: 220). La burocracia típica ideaL Weber describió las burocracias en términos tipico-ideales. Aunque era muy conscicntc de sus fallos, retrató la burocracia de una forma altamente positiva; D esde un punto de vista puramente técn ico la burocracia e s capaz de alcanzar el más alto grado de efica c ia y e s, en este sen tid o , form alm ente, el m ás racional de los m edios de ejercer autoridad sobre los seres hum anos. Es superior a cualquier otra forma en p recisión, en estabilidad, en el rigor de su d iscip lin a y en su fiabilidad. Esto hace p o sib le, pues, un grado d e cá lcu lo d e lo s resultados particularmente alto para los je fe s de la organ ización , y para a q u ello s que actúan en relación a ella . Es finalm ente superior en eficacia in ten siva y en alcan ce de su s op eracion es, y es capaz, form alm ente, de ser aplicada a toda c la se de tareas adm inistrativas. (W eber, 1921/1968: 2 2 3 )
A pesar de su análisis de las características positivas de las burocracias, aquí y en cualquier parte de su obra, hay una ambivalencia fundamental en su actitud hacia ellas. Aunque detalló sus ventajas, fue muy cauto en lo referente a sus problemas. Expresó sus reservas hacia las organizaciones burocráticas. Por ejemplo, sabia de los «formulismos» que a menudo hacen difícil y cansada la relación con ellas. Sus mayores recelos, sin embargo, se centraban en el hccho de que la racionalización que dominaba todos los aspectos de la vida burocráti ca se convirtiera en una amenaza para la libertad individual. Según Weber; «N o hay una maquinaria en e l m undo que funcione de una form a m ás precisa que ese aparato de hom bres, ni m ás barata... El cá lcu lo racional... reduce a la con d ición de engranaje de la m áquina burocrática a cada trabajador que, v ién d o se a sí m ism o de ese m odo, preguntará solam en te có m o transform arse él m ism o en un engranaje m ayor... La pasión por la burocratización n o s con d u ce a la desesp eración » (W eber, 1921/1968: h ii)
Los efectos de la burocratización le espantaron aunque, en términos más generales, vio que no había escape posible de la racionalización del mundo, de laque la burocratización no era más que un componente. Describió la burocra cia como «una válvula de escape», «prácticamente irrompible» y una de las
268
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
instituciones más difíciles de destruir una vez que se ha establecido. En esta línea, Weber pensaba que los burócratas no pueden «retroceder» una vez que se han «enjaezado» en ella. Concluyó que «el futuro pertenece a la burocratización» (1921/1968; 1401), y el tiempo le ha dado la razón. Weber diría que su descripción de las ventajas de la burocracia es parte de su imagen típico-ideal de la manera en que operan. La burocracia típico-ideal es una exageración intencionada de las caracteristicas racionales de la misma. Dn modelo tan exagerado resulta muy útil a efectos heurísticos, asi como para estu diar las organizaciones del mundo reai, pero no debe confundirse con una des cripción realista del modo en que las burocracias funcionan de hecho. Weber distinguió la burocracia típico-ideal del burócrata típico ideal. Con cebía las burocracias como estructuras y a los burócratas como posiciones den tro de esas estructuras. En cambio, no nos ofreció, como su concepto de acción podría llevar a pensar, una psicología social de las organizaciones o de los indi viduos que trabajan en esas burocracias (como hacen los interaccionistas sim bólicos, los ctnometodólogos y los fenomcnólogos). La burocracia típico-ideal es un tipo de organización. Sus unidades básicas están constituidas por oficinas ordenadas de una forma jerárquica por medio de reglas, funciones, documentos escritos y medios compulsivos. Todas son, en diferentes grados, las grandes estructuras que representan la orientación princi pal del pensamiento weberiano. Pudo, después de todo, haber construido una burocracia típico-ideal que subrayara los pensamientos y acciones de los indivi duos dentro de elía. Hay toda una escuela de pensamiento en el estudio de ¡as organizaciones que pone el énfasis precisamente en ese nivel, más que en las estructuras de las burocracias (véase, por ejemplo, Btankenship, 1977). Las características más importantes de la burocracia típico-ideal son las siguientes: 1. Consiste en una organización continua de funciones oficiales (cargos) limitadas por reglas. 2. Cada cargo tiene una esfera de competencias limitada. El cargo implica la obligación de realizar una serie de funciones, la autoridad para lle varlas a cabo y los medios de fuerza requeridos para hacer el trabajo. 3. Los cargos están organizados en un sistema jerárquico. 4. Los cargos pueden llevar consigo cualificaciones técnicas que requie ren que los participantes obtengan el entrenamiento adecuado para ejer cerlas. 5. El personal que ocupa estos cargos no es dueño de los medios de produc ción a los que está vinculado^. A los miembros de la plantilla se Ies suministra lo que necesitan para hacer su trabajo. * Aquí como en otras partes de su obra, Weber adopta un interés marxista por los medios de producción. E.ste interés corre paralelo al que le despiena la alienación, no sólo en el sector económico sino a lo largo y ancho de toda la vida social (ciencia, política, etc.).
MAX WEBER
269
6. Al titular de un cargo no se le permite apropiarse de su posición, que siempre sigue formando parte de la organización. 7. Los actos administrativos, las decisiones y las reglas son formulados y grabados por escrito. La burocracia es una de las estructuras racionales que está jugando un papel cada vez mayor en la sociedad moderna, pero uno puede preguntarse si hay alguna alternativa a la estructura burocrática. La respuesta clara e inequívoca de Weber fue que no hay alternativa posible; «Las necesidades de administra ción de las masas la hacen completamente indispensable; sólo hay elección entre la burocracia y ei diletantismo en el campo de la administración» (1921/ 1968; 223). Aunque debemos admitir que la burocracia era una parte intrínseca del ca pitalismo moderno, podemos preguntamos si una sociedad socialista podría ser diferente. ¿Ks posible crear una sociedad socialista sin burocracias ni burócra tas? Una vez más, Weber fue bastante explícito; «Cuando los que están sujetos al control burocrático tratan de escapar a la influencia del aparato burocrático existente, sólo lo pueden conseguir creando por sí mismos una organización, que estará igualmente sometida al proceso de burocratización» ( 1921 / 1968:224). De hecho, Weber creía que en el caso del socialismo veríamos un crecimiento, no un descenso, de la burocratización. Si el socialismo debía adquirir un nivel de eficacia comparable a la del capitalismo, «esto significaría un tremendo in cremento de la importancia de los burócratas profesionales» (Weber, 1921/ 1968; 224). En el sistema capitalista al menos los propietarios no son burócra tas, pero en un sistema socialista los lideres, incluso del nivel más alto, son burócratas. Weber, pues, creyó que, incluso con sus inconvenientes, «el capita lismo ofirecía la mejor alternativa para la preservación de las libertades indivi duales y los liderazgos creativos en un mundo burocrático» (Mommsen, 1974; xv). Nos encontramos, una vez más. ante un tema clave en la obra de Weber: su idea de que realmente no hay un mundo mejor. Los socialistas solamente pueden, según Weber, empeorar las cosas extendiendo el grado de burocratización de la sociedad. Weber apuntó: «No son las flores de verano las que descansan ante nosotros, sino una noche polar de helada oscuridad y condiciones extremas, cualquiera que sea el grupo que triunfe ahora» (citado por Gerth y Mills, 1958: 128). Un rayo de esperanza en su obra —bastante pequeño, por cierto— supone ei hecho de que los profesionales que se sitúan fuera dcl sistema burocrático puedan controlarlo en algún grado. En esta categoría de profesionales, Weber incluía a los políticos, científicos, e incluso a los capitalistas, así como a los dirigentes más altos de las burocracias. Por ejemplo, para el autor, los políticos «deben contraponer su fuerza a la dominación burocrática» (1921/1968: 1417). Su famoso ensayo «La política como vocación» constituye un alegato en pro de los lideres políticos capaces de enfrentarse a burocracias y burócratas. Igual mente, en «La ciencia como vocación» Weber defiende la idea de que los cien tíficos profesionales deben contrarrestar el incremento de burocratización y la
270
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
racionalidad de la ciencia. Pero al final aparecen apenas como débiles esperan zas. De hecho, se puede defender que estos profesionales son simplemente otro aspecto más del proceso de racionalización y que su desarrollo sólo sirve para acelerar el proceso (Nass. 1986; Ritzer, 1975c; Ritzer y Walczak, 1988). Rn una obra de Weber recientemente traducida al inglés, «^Churches' and 'Sects ’ in North America: An Ecclesiastical Socio-Political Sketch» 985), Colin Loader y Jeffrey Alexander (1985) consideran que las esperanzas que ofrecía la ética, o la responsabilidad ante la expansión de la burocratización constituyeron elementos precursores del pensamiento de Weber. Sectas ameri canas como los cuáqueros practican una ética de la responsabilidad que combi na la racionalidad y los valores en sentido amplio. Rogers Brubaker define la ética de la resposahilidad como «el compromiso apasionado con los valores últimos que se combina con el análisis desapasionado de los medios alternati vos para lograrlos» (1984; 108), que contrapone a la ética de convicción, en la que la elección racional del medio está predeterminada y el actor orienta «su acción hacia la realización de algunos valores absolutos o demandas incondi cionales» (1984: 106). La ética de la convicción a menudo implica una retirada del mundo racional, mientras la ética de la responsabilidad implica una lucha por una humanidad mejor dentro de este mundo. La ética de la responsabilidad nos oTrece'ai menos una mínima esperanza anié las eñiDesrtoas’Qe racjoriánzación y burocratización. Autoridad tradicional. En su reflexión sobre las estructuras de la autoridad tradicional, Weber se sirvió del tipo ideal de burocracia como instrumento me todológico. Su objetivo era puntualizar las diferencias entre una estructura de autoridad tradicional y la burocracia típico-ideal. Mientras la autoridad legal nace de la la legitimidad de un sistema legal racional, la autoridad tradicional se basa en la pretensión de los lideres y en la creencia, por parte de los seguidores, de que existen virtudes en la santidad de las normas y los poderes antiguos. En tal sistema, el líder no es un superior, sino un maestro. El personal administrativo está constituido no por funcionarios, sino principalmente por partidarios personales. En palabras de Weber, la leal tad personal, no el deber impersonal de los funcionarios, determina la relación de la plantilla administrativa con el maestro» (1921/1968: 227). Mientras el personal burocrático le debe fidelidad y obediencia a las normas promulgadas y al jefe que actúa en nombre de esas normas, el personal dependiente del líder tradicional obedece debido a que éste encama el peso de la tradición y ha sido elegido para esa posición en el modo tradicional. Lo que le interesaba a Weber era el personal que dependía del líder tradi cional y su comparación con el personal burocrático típico ideal. Concluyó que carecía de varios elementos. El personal tradicional carecía de cargos con com petencias claramente definidas y sujetos a reglas impersonales. No tenía tampo co una ordenación racional de relaciones de superioridad c inferioridad; carecía de una jerarquía clara. No había un sistema regular de nombramientos y promo-
MAX WEBER
271
ción sobre la base de contratos libres. El entrenamiento técnico no era un requi sito regular para obtener una posición o un nombramiento. El cargo no implica ba salarios fijos pagados en dinero. Weber usó su metodologia típica ideal no sólo para comparar la autoridad tradicional con la autoridad legal racional y para subrayar sus características más destacadas, sino también para analizar históricamente sus diferentes for mas. Diferenció entre dos formas tempranas de autoridad tradicional. La gerontocracia implica el gobierno de los más viejos, mientras que el patriarcalismo primario implica líderes que heredan sus posiciones. Ambas formas tienen un jefe supremo, pero carecen de personal administrativo. Carecen por tanto de burocracia. Una forma más moderna es el patrimonialismo, que es una forma de dominación tradicional con una administración y una fuerza militar que son puros instrumentos personales del señor. Todavía más moderno es e\ feudalis mo, que limita el poder del señor mediante el desarrollo de relaciones más rutinizadas, incluso contractuales. Esto conduce, a su vez, a posiciones de poder más estables de las que existen en el patrimonialismo. Las cuatro formas pue den ser consideradas variaciones estructurales de autoridad tradicional, y todas ellas difieren .significativamente de la autoridad legal racional. Weber consideró las estructuras de la autoridad tradicional, asimismo, como barreras al desarrollo de la racionalidad. Este es nuestro primer encuentro con un tema omnipresente en la obra de Weber; los factores que facilitan o impiden el desarrollo de la racionalidad (formal). Weber se interesó cada vez más, como hemos visto ya, por los factores que conducen a la racionalidad en el mundo occidental y por los impedimentos culturales y estructurales al desarrollo de una racionalidad similar en el resto del mundo. En este caso específico, Weber argumentó que las estructuras y prácticas de la autoridad tradicional constituyen una barrera para el crecimiento de las estructuras económicas racionales — en particular, el capitalismo— , así como de otros componentes diferentes de una sociedad racional. Incluso el patrimonialismo — una forma más moderna de tradicionalismo— aunque permite el desarrollo de ciertas formas de capita lismo «primitivo», no permite el ascenso del tipo altamente racional de capitalismo característico del mundo moderno occidental. La autoridad carism àtica. Carisma es un concepto que ha llegado a usarse de forma muy imprecisa. Los medios de comunicación de masas y el público en general pueden tachar generalmente de individuo carismàtico a un político, a una estrella de cine, o a un músico de rock. Con esto quieren decir que la persona en cuestión está dotada de cualidades extraordinarias. El concepto de carisma juega un importante papel en la obra de Max Weber, pero tiene un significado totalmente distinto del que se le suele dar corrientemente. Aunque Weber no negara que un líder carismàtico debería tener cualidades sobresalien tes. su sentido del carisma depende más del grupo de seguidores y del modo en que definen a su líder carismàtico. Para exponer la postura de Weber claramen te: si los seguidores definen a su líder como carismàtico, entonces es probable
272
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
que se convierta en un líder carismàtico independientemente de si posee o no cualidades sobresalientes. Un líder carismàtico puede ser, entonces, cualquier persona ordinaria. Lo importante es el proceso por el cual tal lider se distingue de la gente corriente y es tratado como si estuviera dotado de poderes sobrena turales, sobrehumanos o al menos excepcionales, o de cualidades que no son accesibles para la gente normal (Miyahara, 1983). Para Weber, el carisma es una fuerza revolucionaria, una de las fuerzas más revolucionarias del mundo social. Mientras la autoridad tradicional es clara e inherentemente conservadora, el ascenso de un líder carismàtico puede muy bien representar una amenaza para el sistema, (asi como para el sistema racio nal legal) y conduce a un cambio dramático del mismo. Lo que distingue el carisma como fuerza revolucionaria es que lleva consigo cambios en las mentes de los actores, que causa «una reorientación interna o subjetiva». Tales cambios pueden conducir a «una alteración radical de las actitudes centrales y de la dirección de la acción por medio de una orientación completamente nueva de todas las actitudes hacia los distintos problemas del mundo» (Weber, 1921/ 1968: 245). Aunque Weber se está refiriendo aquí a los cambios en el pensa miento y acciones de los individuos, tales cambios se reducen claramente al estatus de variables dependientes. Weber hizo hincapié en los cambios de la estructura de autoridad; es decir, en el ascenso de la autoridad carismàtica. Cuando esta nueva estructura de autoridad emerge, es probable que el pensa miento y las acciones de las personas cambien de forma dramática. La otra gran fuerza revolucionaria en el sistema teórico de Weber, que fue mucho más de su interés, es la racionalidad (forma)). Mientras el carisma es una fuerza revolucionaria interna que cambia la mente de los actores, Weber creía que la racionalidad (formal) es externa; cambia las estructuras de la sociedad primero, y luego los pensamientos y las acciones de los individuos. Tendremos más que decir acerca de la racionalidad como fuerza revolucionaria, pero esto cerrará nuestra discusión del carisma como factor revolucionario, porque We ber tiene muy poco que decir a propósito de ello. Weber se interesó por el carácter revolucionario del carisma, así como por su estructura y por la necesi dad que tiene su carácter básico de transformarse y rutini/arse para subsistir como sistema de autoridad. En su análisis del carisma, Weber comenzó, como hizo al estudiar la autori dad tradicional, por la comparación con cl tipo ideal de burocracia. Intentó determinar hasta qué punto ia estructura de la autoridad carismàtica, con sus seguidores y su personal, difiere del sistema burocrático. Comparada con la burocracia típica ideal, la plantilla del líder carismàtico carece virtualmente de todos sus elementos. Los miembros de dicha plantilla no tienen un adiestra miento técnico, pues son elegidos precisamente por su posesión de cualidades carismáticas o, al menos, de cualidades similares a las que posee el líder caris màtico. Los cargos que ocupan no presentan una jerarquía muy clara. Su trabajo no constituye una carrera, y no cxite promoción, ni nombramientos o destitu ciones claramente establecidos. El líder carismàtico es libre de intervenir siem-
MAX WEBER
273
prc que considere que sus seguidores no pueden controlar la situación. La orga nización no se rige por normas formales, ni órganos administrativos estableci dos, ni por precedentes para guiar los nuevos juicios. Por ésta y por otras mu chas razones, Weber considera el personal del líder carismàtico como inferior al de una forma u organización burocrática. El interés de Weber por la organización que hay tras el líder carismàtico y la plantilla que lo sigue, lo conduce a la cuestión de qué le ocurre a la autoridad carismàtica cuando el líder muere. Después de todo, un sistema carismàtico es inherentemente frágil; sólo parece ser capa/, de subsistir mientras el líder caris màtico vive. Pero ¿es posible que tal organización se mantenga después que el líder carismàtico haya muerto? La respuesta a esta pregunta es de la mayor trascendencia para el personal del líder carismàtico, pues es probable que ellos permanezcan después que el líder muera. También es probable que tengan un interés creado en que la organización se perpetúe; sí la organización deja de existir, ellos pierden su trabajo. El reto para el personal consiste en crear una situación en la que el carisma persista adulterado, incluso después de la muerte del líder. Es una batalla difícil porque, según Weber, el carisma es inestable por naturaleza; existe en su forma pura sólo mientras vive el líder carismàtico. Con objeto de manejar la desaparición del líder carismàtico, la plantilla (así como sus seguidores) puede adoptar una gran variedad de estrategias para crear una organización más duradera. La plantilla debe buscar un nuevo líder caris màtico, pero, incluso sí lo encuentra, el nuevo líder no tendrá la misma aura de su predecesor. También se puede desarrollar un nuevo aparato de reglas que permita al grupo identificar futuros lideres carismáticos. Pero tales reglas se convierten rápidamente en tradición, y lo que era liderazgo carismatico se transfor ma en autoridad tradicional. De cualquier forma, la naturaleza del liderazgo cambia ràpidamente en cuanto el carácter personal de carisma es eliminado. Otra técnica consiste en permitir al líder carismàtico designar sucesor y enton ces transferir el carisma simbólicamente al siguiente en la línea sucesoria. Es cuestionable que esta operación tenga éxito a largo plazo. Otra estrategia con siste en que el personal designe un sucesor que sea aceptado por la comunidad en sentido amplio. El personal puede crear también pruebas rituales, siendo elegido líder carismàtico el que resuelva tales pruebas de forma más sobresa liente. Sin embargo, todos esos esfuerzos están condenados a fracasar. A largo plazo, el carisma no puede ser rutinizado; debe ser transformado en una autori dad tradicional o legal racional (o en alguna clase de carisma institucionalizado como la Iglesia Católica). En realidad, en la obra de Weber podemos encontrar una teoría básica de la historia. Si triunfa, el carisma se mueve inmediatamente en la dirección de la rutinización. Pero una vez rutinizado, el carisma tiende a convertirse en una autoridad tradicional o legal racional. Una vez que alcanza uno de estos esta dos, la escena está dispuesta para que el ciclo empiece de nuevo. Sin embargo, a pesar de su aceptación general de la teoría cíclica, Weber creía que había ocurrido un cambio básico en el mundo modemo y que estábamos cada vez más
274
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
cerca de ver el carisma rutinizado en la dirección de la autoridad legal racional. Además, consideraba que los sistemas racionales de autoridad son tan fuertes y tan crecientemente impermeables como los movimientos carismáticos. El mun do moderno, racionalizado, puede muy bien significar la muerte del carisma como fuerza revolucionaria significativa, Weber sostenía que la racionalidad — no el carisma— es la fuerza revolucionaria más irresistible e importante del mundo moderno. En esta sección hemos analizado las tres clases de autoridad como tipos ideales, pero Weber era consciente de que, en el mundo real, cualquier forma específica de autoridad implicaba la combinación de las tres. Así, podemos pensar que, como presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt pasó por los tres estadios. Fue elegido presidente de acuerdo con una serie de principios racionales-legales. Por el tiempo en que fue elegido presidente por cuarta vez, una buena parte de su gobierno contenía elementos tradicionales. Finalmente, muchos de sus discípulos y seguidores lo consideraban como un líder caris màtico. Aunque hayamos presentado las tres formas de autoridad como estructuras paralelas, en el mundo real hay una constante tensión y, a veces, conflicto entre ellas. El líder carismàtico supone una continua amenaza para ¡as otras formas de autoridad. Una vez en el poder, el líder carismàtico debe afrontar la amenaza de las otras dos formas. Incluso si la autoridad carismàtica se llega a rutinizar con éxito, se presenta el problema de mantener su dinamismo y las cualidades revolucionarias de su origen. Entonces surge el conflicto, que se produce por el desarrollo constante de la autoridad legal racional y la amenaza que entraña la continua existencia de las otras formas. Si Weber estaba en lo cierto, sin embar go, deberemos encarar un futuro en el que la tensión entre las tres formas de autoridad se eliminará, un mundo de indiscutible hegemonía dcl sistema legal racional. Esta es la «jaula de hierro» de una sociedad totalmente racionalizada que W eber temía tanto. Si tal sociedad se materializara, la única esperanza residiría en individuos carismáticos que supieran cómo evitar el poder coerciti vo de la sociedad. Pero un pequeño número de individuos aislados representa a duras penas una esperanza significativa ante una máquina burocrática cada vez más poderosa.
Racionalización Ha existido la creencia en los últimos años de que la racionalización se sitúa en el corazón de la sociología sustantiva de Weber (Antonio, 1979; Brubaker, 1984; R. Collins, 1980; Bisen, 1978; Kalberg, 1980, 1990; Levine, 1981a; Rit zer, 1983, en prensa a; Scaff, 1989; Schiuchter, 1981 ; Sica, 1988). Sin embargo, es díñcíl extraer de la obra de Weber una definición clara de racionalización. De hecho, operaba con varias definiciones distintas del término y, a menudo, no conseguía especificar qué definición estaba usando en cada caso concreto
MAX WEBER
275
(Brubaker, 1984; 1). Como ya hemos visto, Weber de hecho defme raciona lización-, sin embargo, distingue dos tipos; la racionalidad con arreglo a fines y la racionalidad con arreglo a valores. No obstante, dichos conceptos se refieren a tipos de acción. Son las base del sentido weberiano de la racionalización a gran escala, pero no son términos equivalentes. El interés de Weber iba mucho más allá que las orientaciones fi-agmentadas de la acción; su principal preocu pación la constituyen las pautas y las regularidades de acción dentro de las civilizaciones, instituciones, organizaciones, estratos, clases y grupos. Donald Levinc (198! a) defiende que Weber estaba interesado en la racionalidad «objetivizada»; es decir, la acción acorde con algún proceso de sistematización ex tema. Stephen Kalberg (1980) realiza un trabajo muy útil al identificar cuatro tipos básicos de racionalidad («objetiva») en la obra de Weber. (Levinc ofrece una diferenciación muy similar). Esos tipos de racionalidad eran «los instru mentos básicos heurísticos empleados [por Weber] para analizar el destino his tórico de la racionalización en tanto que proceso sociocultural» (Kalberg, 1980; 1172). El primer tipo es la racionalidad práctica, definida por Kalberg como «toda forma de vida que mira y juzga la actividad mundana en relación a los intereses puramente pragmáticos y esencialmente egoístas de los individuos» (1980; 1151). Los que practican la racionalidad práctica aceptan realidades dadas y se limitan a calcular las formas más oportunas de tratar las dificultades que presentan. Este tipo de racionalidad rompe con los lazos de la magia primitiva y existe a través de las civilizaciones y a través de la historia; es decir, no se restringe al mundo occidental. Este tipo de racionalidad se opone a cualquier cosa que ame nace trascender la rutina diaria: conduce a las personas a desconfiar de los valores poco prácticos, religiosos o de las utopías seculares, así como de la racionalidad teórica de los intelectuales, el tipo de racionalidad del que vamos a hablar a continuación. La racionalidad teórica implica un esfuerzo cognitivo para dominar la rea lidad mediante conceptos crecientemente abstractos más que a través de la ac ción. Incluye procesos cognitivos abstractos tales como ioducciones lógicas, deducciones, atribución de causalidad, etc. Este tipo de racionalidad fue practi cada desde muy pronto en la historia por hechiceros y sacerdotes espirituales, y más larde por filósofos, jueces y científicos, A diferencia de la racionalidad práctica, la racionalidad teórica conduce al actor a trascender las realidades cotidianas en un intento de entender el mundo como un cosmos significativo. Al igual que la racionalidad práctica, se da a través de las civilizaciones y de la historia. El efecto de la racionalidad intelectual en la acción es limitado. En la medida en que implica procesos cognitivos, no necesita influir en la acción y tiene el poder de introducir nuevas pautas de acción sólo indirectamente. La racionalidad sustantiva (como la racionalidad práctica, pero no la teóri ca) ordena directamente la acción en pautas con arreglo a conjuntos de valores. La racionalidad sustantiva implica la elección de medios en función de fines en el contexto de un sistema de valores. Esto quiere dccir que un sistema de valo
276
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
res no es más racional (sustantivamente) que otro. Por tanto, este tipo de racio nalidad también se da a través de las civilizaciones y de la historia, alli donde existe un sistema de valores coherente. Finalmente, la racionalización form al, la más importante desde el punto de vista de Weber, implica ei cálculo de medios y fines. Pero mientras en ía racionalidad práctica este cálculo se presenta referido a los propios inte reses pragmáticos, en la racional formal se presenta en referencia a «re glas, leyes y regulaciones universalmente aplicadas». Como ha apuntado Brubakcr, «La forma objetiva, institucionalizada y supraindividual es común a la racionalidad del capitalismo industrial, el derecho formalista y la buro cracia administrativa; en cada esfera, la racionalidad se incorpora a la estruc tura social y los individuos la encaran como algo externo a ellos» (1984: 9). Weber pone esto en claro en el caso específico de la racionalización buro crática: La racion alización burocrática... revolu cion a con medios técnicos, en principio, co m o cualquier reorganización eco n ó m ica , ‘desd e fuera’: primero cam bia los ór d en es so c ia les y m ateriales, y a través de e llo s, las personas, cam biando ias co n d i c io n es de adaptación y quizá las oportunidades de adaptación, a través de una determ inación racional de m ed ios y fines. (W eber, 1 9 2 1/1968: 1116)
Aunque los otros tipos de racionalidad se dan a través de las civilizaciones y trascienden a su época, la racionalidad formal se presentó en Occidente sólo con la industrialización. Las reglas, leyes y regulaciones universalmente apli cadas, que caracterizan la racionalidad formal en Occidente, están fundadas sobre todo en las instituciones económicas, legales y científicas, asi como en las formas burocráticas de dominación. Por tanto, ya nos hemos encontrado con la racionalidad formal en nuestro análisis de la autoridad legal-racional y de la burocracia. Si bien Weber manejaba un sentido complejo y polifacético de la racionali dad, usaba el término de manera más significativa y poderosa aplicado a su imagen del mundo occidental moderno, especialmente de la economía capita lista (R. Collins, 1980; Weber, 1927/1981) y tas organizaciones burocráticas (Cohen, 1981: xxxi; Weber, 1921/1968: 956-1005), como una jaula de hierro (Mitzman, 1970; Tiryakian, 1981) de estructuras formalmente racionales. We ber describió el capitalismo y las burocracias como «dos grandes fuerzas racionalizadoras» (1921/1968: 698)’ . De hecho, Weber veía que el capitalismo y las burocracias se derivaban de la misma fuente básica (el ascetismo intramunda-
’ En la introducción de 1920 a La ética proiestantv y el espíritu del capitalismo, Web«r hizo hincapié en «una organización de funcionarios especialm ente entrenados» (burocracia) para el análisis de la racionalización, pero tam bién mencionaba el capitalism o en el mismo contexto como «la fuerza más funesta de nuestra vida moderna».
MAX WEBER
277
no) e implicaban una acción racional y metódica similar, que se reforzaban mutuamente en el proceso que impulsaba la racionalización occidental Des de el punto de vista de Weber {1921/1968: 227, 994), el único rival real del burócrata en especiaiización técnica y conocimiento de la realidad es el capi talista. Sin embargo, si tomamos a Weber al pie de la letra, es difícil mantener que tuviera una teoría global de la racionalización. Rechazó la idea de «una secuen cia general evolucionista» (Weber, 1927/1981: 34). Criticó a pensadores como Hegel y Marx, pues pensaba que ofrecían teorías de la sociedad generales y teleológicas. En su propio trabajo tendía a evitar los estudios o las aseveracio nes sobre la sociedad como un todo. En lugar de ello, solía tratar estructuras sociales e instituciones tales como la burocracia, la estratificación, el derecho, la ciudad, la religión, la política y la economía. Sin sentido del conjunto, no establecía generalizaciones globales, sobre todo en lo que se refería a las orien taciones futuras. Además, el proceso de racionalización que Weber describía en una estructura social o institución era normalmente muy diferente de la raciona lización de otra estructura o institución. En palabras de Weber, el proceso de racionalización asume «formas inusitadamente variadas» (1922-23/1958: 293; véase también Weber 1921/1958: 30; 1904-05/1958: 78) y «la historia del ra cionalismo nos muestra un desarrollo que no sigue, en absoluto, líneas paralelas en los diversos ámbitos de la vida» (1904-05/1958: 77; véase también Brubaker, 1984: 9; Kalberg, 1980: 1147). Dicho esto, queda claro el interés de Weber por el efecto de la racionaliza ción formal de la economía y las burocracias del mundo occidental (Brubaker, 1984). Por ejemplo, en Economía y sociedad Weber afirma: El proceso com p leto de racion alización , tanto en la fábrica c o m o en cualquier otra parte, y sobre tod o en la m áquina burocrática del estado, corre paralelo a la centra lización de los m ed ios m ateriales de organ ización en m anos del señor. Por tanto, la disciplina actúa inexorablem ente sobre áreas cada v ez más am plias, al m ism o tiem po que se racionaliza crecien tem en te la satisfa cció n d e las n ecesid a d es p o lilica s y económ icas. Este fen óm en o universal restringe cada v e z m ás la im portancia del carisma y de las conductas in d ivid u ales diferenciadas. (W eber, 1 9 2 1/1968: 1156)
La racionalidad va a ser nuestro principal objeto de estudio en este epígrafe, aunque no el único. Se han hccho varios esfuerzos para describir los rasgos principales de la racionalidad formal. Desde nuestra perspectiva, la racionalidad formal puede definirse mediante seis características básicas (Ritzer, 1983, en prensa a). Pri-
Por supuesto, estas acciones no son completamente distintas, porque las empresas pro piamente capitalistas son uno de ios lugares en donde encontramos las burocracias (Weber, 1922-23/195 8 : 299). Por otra parte, W eber también ve la posibilidad de que las burocracias puedan oponerse o impedir el capitalismo.
278
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
meramente, las estructuras racionales formales y las instituciones enfatizan la calculabilidad, o aquellas cosas que es posible contar o cuantifícar. En segundo lugar, hemos remarcado la eficiencia, o empleo del mejor medio para alcanzar un fín dado, fin tercer lugar, hay gran interés por asegurar ei concepto de predictibilidad, aquello que opera del mismo modo en tiempos y lugares distintos. En cuarto lugar, un sistema racional formal reduce progresivamente la tecnolo gía humana y, en último término, reemplaza la tecnología humana por tecnología no humana. Se considera que las tecnologías no humanas (como los sistemas informatizados) son más calculables, más eficientes y más predecibles que las tecnologías humanas. En quinto lugar, los sistemas racionales formales intentan lograr el control sobre una serie de incertidumbres, especialmente las plantea das por los seres humanos que trabajan en ellas o que se sirven de ellas. Por último, los sistemas racionales tienden a tener consecuencias irracionales para las personas implicadas y para los mismos sistemas, así como para la sociedad en sentido amplio (Sica, 1988). La racionalidad formal se opone a los otros tipos de racionalidad pero, so bre todo, entra en conflicto con la racionalidad sustantiva (Brubaker, 1984: 4). Kalberg defiende que Weber creía que tal conflicto jugaba «un papel particu larmente funesto en el despliegue de los procesos de racionalización en Occi dente» (1980; 1157). Además de distinguir entre cuatro tipos de racionalidad, Kalberg también trató de su capacidad para introducir modos metódicos de vida. La racionalidad práctica carece de esta capacidad, toda vez que implica reacciones a las situa ciones más que esfuerzos para ordenarlas. La racionalidad teórica es cognosci tiva; por ello, cuenta con una limitada capacidad para suprimir la racionalidad práctica y parece ser más bien producto acabado que productor. Para Weber, la racionalidad sustantiva es el único tipo con el «poder de introducir modos metó dicos de vida» (Kalberg, 1980: 1165). Por ello, en Occidente, una determinada racionalidad sustantiva que enfatizaba un modo de vida metódico — el calvinis mo— subyugó la racionalidad práctica y condujo al desarrollo de la racionali dad formal. Weber temía que la racionalidad sustantiva se volviera menos importante que otros tipos de racionalidad, sobre todo que la racionalidad formal, en cl mundo occidental. Por ello, los practicantes de la racionalidad formal, como cl burócrata o el capitalista, estaban llamados a dominar Occidente y asistimos al desvanecimiento de aquel tipo que «incorporaba los más altos ideales de la civilización occidental: el individuo libre y autónomo cuyas acciones se dotan de continuidad por referencia a los valores últimos» (Kalberg, 1980: 1176). A pesar de que hemos puesto énfasis en las diferencias entre los cuatro tipos de racionalización de Weber en este capítulo, hay algunos puntos en común entre-ellas. Todas ellas llevan consigo procesos mentales que tratan de dominar la realidad relegando las percepciones particularizadas y ordenándolas en regu laridades comprensibles y significativas. En consecuencia, y al igual que hizo Weber, a medida que vayamos cambiando de institución en el análisis subsi-
MAX WEBER
279
guíente, nos fijaremos unas veces en la racionalidad en general, y otras en sus tipos específicos. Economía. La presentación más sistemática del pensamiento de Weber en cuanto a la racionalización de la institución económica se encuentra en su His toria económica general. Sus intereses tienen que ver con el desarrollo de la economía capitalista racional en Occidente, que es un ejemplo específico de economía racional definida como «una organización funcional orientada al pre cio en moneda que se origina en las Juchas de intereses dcl hombre en el merca do» (Weber, 1915/1958; 331). Aunque existen algunos trazos de una tendencia evolucionista general en la Historia economia general, Weber, como siempre, se muestra muy cuidadoso al afirmar que hay varias fuentes del capitalismo, rutas alternativas a él y una amplia variedad de resultados derivados de él. De hecho, cuando rebatía la teoría socialista del cambio evolucionista, Weber re chazaba por completo la idea de una «secuencia general de la evolución» ( 1927/ 1981:34). Weber comienza describiendo varias formas irracionales y tradicionales tales como la familia, el clan, los pueblos y las economías de señorío. Por ejem plo, Weber describe al señor de una hacienda en el feudalismo como demasiado tradicional, «demasiado falto de iniciativa para construir una empresa a gran escala en la que los lugareños constituyan la fuerza de trabajo» ( 1927/1981: 72). Sin embargo, durante los siglos xn y xiii el feudalismo comenzó a resquebrajar se en el mundo occidental, mientras los campesinos y la tierra se liberaban del control del señor y se introducía la economia de capital. Con este gran salto, el sistema feudal «mostraba una gran tendencia a desarrollarse en una dirección capitalista» (Weber, 1927/1981: 79). Al mismo tiempo, en la Edad Media, las ciudades empezaron a desarrollar se. Weber hace hincapié en el extenso desarrollo urbano de la industria de trans formación de las materias primas. Para Weber es especialmente importante el desarrollo de tal producción industrial más allá de las necesidades inmediatas de las familias. Aquí es de notar el ascenso de los artesanos libres de las ciuda des. Estos se desarrollaron en el Occidente medieval porque, por un lado, su sociedad desarrolló mayores necesidades de consumo que ninguna otra. En ge neral había mercados más amplios, más compradores, y el campesinado conta ba con gran poder adquisitivo. Por otro lado, ciertas fuerzas trabajaban contra la gran alternativa a los artesanos —los siervos— . La servidumbre iba siendo cada vez más inestable y menos provechosa, y todavía se hizo más inestable con el crecimiento de las ciudades, que ofrecían libertad a los siervos. En el mundo occidental, los artesanos libres contribuyeron a la formación gremios, que Weber definió como «una organización de trabajadores artesa nos especializada según el tipo de ocupación... [con] una regulación interna del trabajo y monopolio contra los intrusos» (1927/1981: 136). La libertad de aso ciación era también característica de los gremios. Pero aunque los gremios eran racionales en muchos sentidos, también contaban con aspectos tradicionales y
280
TEORIA SOCtOLOGICA CLASICA
antícapítalistas. Por ejempío, un patron no contaba con más capitai que otro y este requisito supone una barrera contra el desarrollo de organizaciones capita listas más amplias. Conforme la Edad Media terminaba, ios gremios comenzaron a desintegrar se. Esta desintegración fue crucial porque los gremios tradicionales suponían un estorbo para el avance tecnológico. Con la disolución del sistema de gremios se produjo un crecimiento del sistema doméstico de producción, sobre todo el sistema de «industrias a domicilio» del sector textil. En tal sistema, la produc ción está descentralizada y la mayor parte tiene lugar en las casas de los traba jadores. Aunque los sistemas domésticos se hallan a lo largo y ancho del mun do, sólo en Occidente los propietarios controlaban los medios de producción (por ejemplo herramientas, materias primas) y proveían de ellos a los trabajado res a cambio del derecho a disponer del producto. Mientras en Occidente se desarrolló un sistema doméstico completo, no fue posible en otras partes dcl mundo a causa de barreras tales como el sistema de clanes (China), el sistema de castas (India), el tradicionalismo y la ausencia de trabajadores libres. Después, Wcbcr detalla el desarrollo de los talleres (un lugar que centraliza el trabajo sin maquinaria avanzada) y luego la aparición de las fábricas en el periodo que va del siglo xiv al xvi. Desde la perspectiva de Weber, las fábricas no se originaron a partir del trabajo artesanal o del sistema doméstico, sino paralelamente a ellos. De forma similar, las fábricas no surgieron gracias al perfeccionamiento de la maquinaria; los dos desarrollos fueron correlativos. Las fábricas se caracterizaron por el hecho de que el trabajo libre realizaba actividades especializadas y coordinadas, porque los medios de producción per tenecían al empresario, el capital fijo era del empresario y por un sistema de contabilidad que resultaba indispensable para tal capitalización. Una fábrica como ésta era, para Weber, una organización capitalista. Además del desarrollo de las fábricas, Weber detalla el surgimiento de otros componentes de la econo mia capitalista moderna, tales como la maquinaria avanzada, los sistemas de transporte, la moneda, la banca, el interés, los sistemas de contabilidad, etc. Lo que más claramente define la moderna empresa racional capitalista para Weber es su calculabilidad, perfectamente ilustrada por la confianza en los libros de cuentas. Empresas aisladas basadas en el cálculo siempre existieron en el pasado de Occidente, al igual que en otras sociedades. Sin embargo, sólo se considera que una sociedad es capitalista cuando las necesidades de la población se satisfacen a diario por medio de métodos y empresas capitalistas. Tal sociedad sólo se encuentra en el mundo occidental y sólo desde la mitad del siglo xix. El desenvolvimiento del sistema capitalista dependía de otros desarrollos de la economía, así como de la sociedad en sentido más amplio. Dentro de la economía, algunos de los requisitos previos incluían un mercado libre con una demanda amplia y estable, una economía monetaria, tecnologías baratas y ra cionales, una fuerza de trabajo libre y disciplinada, técnicas de contabilidad racionales y la comercialización de la vida económica en lo que se refiere a distribución, almacenamiento, etc. Algunos de los requisitos económicos pre-
MAX WEBER
281
vios se encuentran sólo en el mundo occidental. Pero junto a la economía, We ber identificaba una gran variedad de desarrollos necesarios, como un estado moderno con «administración profesional, funcionariado especializado, y leyes basadas en cl concepto de ciudadanía» (1927/1981: 313); un derecho racional «elaborado por juristas e interpretado y aplicado racionalmente» (1927/1981: 313); ciudades, y una ciencia y una tecnología moderna. Weber añade a estos un factor del que trataremos en el próximo epígrafe, «una ética racional para con ducirse en la vida... una base religiosa para un orden de vida que, seguida cohe rentemente, debe conducir a explicitar el racionalismo» (1927/1981: 313-314). Como los requisitos previos de orden económico, estos presupuestos no econó micos se dan juntos sólo en el mundo occidental. Lo importante es que esta economía racional depende, para desarrollarse, de fuerzas no económicas que se refieren al conjunto de la sociedad. Religión. Aunque en este epígrafe nos hayamos centrado en la racionaliza ción de la religión, Weber se ocupó de analizar el grado en que muchas de las religiones primitivas —y las religiones en la mayor parte del mundo— actúan como impedimentos para lograr la racionalidad. Weber apuntó que «lo sagrado es lo único inalterable» (1921/1968: 406). A pesar de esta perspectiva, la reli gión en el mundo occidental ha demostrado que podía ser alterable, pues fue la responsable de la racionalización y jugó un papel clave en la racionalización de otros sectores de la sociedad (Kalberg, 1990). La religión albergaba en sus inicios una abigarrada serie de dioses, pero por medio de la racionalización emergió un conjunto claro y coherente (un pan teón). Desde muy pronto las religiones contaron con dioses del hogar, divinida des del grupo de parentesco, dioses locales, y dioses de las distintas ocupacio nes y vocaciones. Tenemos la clara impresión de que Weber creía que una fuerza cultural de racionalidad (teórica) impulsaba la aparición de ese conjunto de dioses: «La razón favorece la primacía de los dioses universales; y cada cristalización coherente de un panteón siguió principios racionales sistemáti cos» (1921/1968: 417). El panteón de dioses no era el único aspecto de la racio nalización de la religión que Weber analizó. Este consideraba también la deli mitación de la jurisdicción de los dioses, el monoteísmo y la antropomorfización como parte de este desarrollo. Aunque la presión de la racionalización existe en la mayoría de las religiones del mundo, en algunos lugares fuera de la sociedad occidental las barreras pueden más que las presiones en pro de la racionalización. A pesar de que Weber tenia una concepción cultural de la racionalización, no la consideró simplemente como una fuerza «exterior» que impulsaba a la gente a actuar. No pensaba que fuera una mente colectiva. En cuanto a la reli gión, la racionalización está ligada a determinados grupos, en particular los de sacerdotes. Específicamente, son los sacerdotes profesionalmente adiestra dos los que contribuyen a impulsar la racionalización. En este punto, los sa cerdotes se oponen a los hechiceros, que practican un sistema religioso más irracional. La mayor racionalidad de los sacerdotes se atribuye a diferentes fac
282
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
tores. Sus miembros experimentan un programa de entrenamiento sistemático, mientras el de los hechiceros es asistemàtico. Además, los sacerdotes están clara y altamente especializados, a diferencia de los hechiceros. En resumen, ' los primeros poseen un apataco ^sierrtinrcó ae cuiic-épcuif itJTigrasxjiriCi'qxrewiistituyc otra diferencia con respecto a los segundos. Podemos ver que los sacer dotes son tanto los productos como los impulsores del proceso de racionalización. El de los sacerdotes no es el único grupo que juega un papel clave en el proceso de la racionalización. Los profetas y los seglares también intervienen en el mismo; los primeros pueden distinguirse de los sacerdotes por su doctrina personal y su forma de predicación apasionada. El papel clave dcl profeta es motivar al laico, porque no habría religión sin seguidores. Weber distinguía entre dos tipos de profetas: los éticos y los ejemplares. Los profetas éticos (Mahoma, Jesucristo y los profetas del Antiguo Testamento) creían haber recibido el encargo divino y pedían obediencia a sus seguidores como un tributo ético. Los profetas ejemplares (Buda es un ejemplo) demostraban a otros por medio del ejemplo personal el camino hacia la salvación religiosa. En cada caso, los profetas que triunfaban eran capaces de atraer un gran número de adeptos, y el corazón de la religión se formaba con los sacerdotes y esta masa de seguidores. Es probable que los profetas atraigan al principio seguidores personales, pero es necesario que ese grupo se transforme después en una congregación perma nente. Una vez formado tal grupo de seglares, ya se ha dado el paso más impor tante en la dirección de la racionalización de la religión. Los profetas juegan, pues, un papel clave inicial, pero una vez que se ha formado la congregación no se necesita mucho más. De hecho, como aquéllos son bastante irracionales, representan una barrera para la racionalización de la religión. El conflicto se desarrolla entre los sacerdotes y los profetas, pero es un conflicto que, a largo plazo, se resuelve en favor de los sacerdotes, que son más racionales. En ese conflicto, el resto de la sociedad, sometida ya al proceso de racionalización, ayuda a los sacerdotes. Con la creciente alfabetización y buro cratización del mundo seglar, la tarea de educar a las masas recae cada vez más sobre los sacerdotes, cuyo saber les da una tremenda ventaja sobre los profetas. Además, mientras los profetas tienden a la predicación, los sacerdotes se encar gan de la tarea cotidiana de la dedicación pastoral. Aunque la predicación es importante en momentos extraordinarios, el sacerdocio, el cuidado religioso diario de los laicos, es un importante instrumento del creciente poder de los sacerdotes. La iglesia en el mundo occidental ha supuesto la combinación de una naturaleza pastoral racionalizada con una religión ética, que ha originado una forma de religión particularmente influyente y racional. Esta religión racio nalizada trata desesperadamente de ganar adeptos entre las clases medias urba nas, y es precisamente ahí donde juega un papel clave en la racionalización de la vida económica, así como en otros aspectos de ésta. Derecho. Para definir el derecho Weber no se refiere a las creencias, defini ciones y actitudes de la gente en general, sino más bien a un cuerpo de normas
MAX WEBER
283
(Kronman, 1983; 12). Además, este cuerpo de normas es externo y coercitivo para los individuos y para sus pensamientos y acciones. Wcbcr no se ocupa de cómo las personas crcan el derecho, cómo lo interpretan o cómo lo aplican diariamente, sino de su efecto coercitivo sobre el individuo. Como con su análisis de la religión. Weber comenzó el del derecho por el primitivo, que consideraba extremadamente irracional. El derecho primitivo era un sistema de normas apenas diferenciado. Por ejemplo, no se hacia distinción entre un delito civil (agravio) y un crimen. Por tanto, se trataban de igual forma los casos referentes a la disputa de un trozo de terreno o a un homicidio, y se castigaba de la misma manera a los culpables. Además, el derecho primitivo tendía a carecer de cualquier maquinaria de funcionarios. La venganza domina ba las reacciones al crimen y el derecho estaba por lo general exento de forma lidad o de reglas de procedimiento. No había virtualmente nada, sobre todo por lo que se refiere a los líderes, que les impidiera hacer lo que desearan a sus seguidores. Desde este periodo primario irracional, Weber traza una línea di recta de desarrollo hasta el procedimiento legal formalizado. Y como es normal en su pensamiento, solamente en el mundo occidental tiene cabida el desarrollo de una teoría del derecho racional y sistemática. Weber señaló varias etapas en el desarrollo de un sistema legal más racio nal. Una primera etapa implicaba la revelación carismàtica de las leyes a través de los profetas. Después, honorables funcionarios de la ley se dedican a la crea ción empírica y a la fundación del derecho. Más tarde, se da la imposición de la ley por los poderes teocráticos o seculares. Finalmente, en el caso más moder no, contamos con una elaboración sistemática de las leyes y una administración profesionalizada de la justicia por personas que han recibido un entrenamiento legal formalizado y sistemàtico. En el derecho, como en la religión, Weber daba gran importancia al proceso de profesionalización; la profesión legal es crucial para la racionalización del derecho en el mundo occidental. Ciertamente, existen otros factores (por ejem plo, la influencia del derecho romano), pero la profesión legal ocupa un lugar central en su pensamiento: «El derecho formalmente elaborado, que constituye un conjunto de máximas aplicadas conscientemente en distintas decisiones, nunca ha existido sin la decisiva colaboración de especialistas entrenados» (Weber, 1921/1968: 775). Aunque Weber era consciente de que hay una serie de presio nes externas —especialmente las que provienen de la racionalización de la eco nomía— que impulsan al derecho hacia la racionalización, su perspectiva era que la fuerza más importante estaba constituida por el factor interno de la profesio nalización de los que ejercen el derecho (1921/1968: 776). Weber distinguía entre dos tipos de preparación legal, pero sólo uno de ellos contribuía al desarrollo del derecho racional. El primero es la preparación artesanal, en la que los aprendices son enseñados por sus maestros, principal mente durante la práctica real del derecho. Este tipo de preparación produce un tipo de derecho formalista dominado por los precedentes. El objetivo no es la creación de un sistema racional y comprehensivo de derecho sino, en su lugar.
284
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
la producción de precedentes prácticos útiles para manejar situaciones recurren tes. El objetivo no es crear un cuerpo de derecho racional, general y sistemático, ya que estos precedentes están ligados a problemas específicos del mundo real. Por cl contrario, el trabajo fundamental del derecho racional en Occidente descansa en la preparación académica legal. En este sistema la ley se enseña en escuelas especiales, que insisten en la teoria y la ciencia del derecho —es decir, en escuelas en las que se da un tratamiento racional y sitemático a los fenóme nos legales— . Los conceptos legales producidos tienen carácter de normas abs tractas. La interpretación de esas leyes se da de un modo rigurosamente formal y lógico. Son generales, en contraposición al derecho específico y ligado a los precedentes que se deriva del de la preparación artesanal. La preparación legal académica conduce al desarrollo de un sistema legal racional que cuenta con varias características, incluyendo las siguientes: 1. Toda decisión legal concreta implica la aplicación de proposiciones le gales abstractas a situaciones específicas. 2. Debe ser posible, en cada caso concreto, derivar lógicamente la decisión a partir de proposiciones legales abstractas. 3. El derecho debe tender a ser un sistema de proposiciones legales sin fisuras o, al menos, debe ser tratado como tal. 4. El sistema legal debe ser aplicado a todas las acciones sociales. Weber parecía adoptar la perspectiva de que la historia habia visto evolu cionar el derecho desde un sistema cultural de normas a otro más estructurado de leyes fonnales. En general, los actores se ven crecientemente constreñidos por un sistema legal más y más racional. Aunque esto sea verdad, Weber fue demasiado buen sociólogo para perder completamente de vista la significación independiente del actor. Por esta razón, Weber (1921/1968: 754-755) conside raba crucial el papel de los actores en la aparición y evolución del derecho. Sin embargo, el aspecto más importante de la obra de Weber en este área —a los efectos de nuestro análisis— es en qué grado el derecho se considera una parte del proceso general de racionalización del mundo occidental. Política. La racionalización del sistema político está íntimamente relaciona da con la del derecho y, en última instancia, con la de todos los elementos del sistema social. Por ejemplo, Weber defiende que cuanto más racional se vuelve la estructura política, más probable es eliminar de forma sistemática los ele mentos irracionales del seno del derecho. Una política racional no puede fun cionar mediante un sistema legal irracional, ni viceversa. Weber no creia que los dirigentes políticos siguieran una política consciente de racionalización del derecho; antes bien, se veían llevados en esa dirección por las demandas de su propios medios de administración crecientemente racionales. Una vez más, Weber adoptó la perspectiva de que los actores son impulsados por fuerzas estructura les (el estado) y culturales (la racionalización).
MAX WEBER
285
Wcbcr definió la política como «una comunidad cuya acción social se orienta hacia la subordinación a un orden establecido por los participantes de un terri torio y de la conducta de las personas que pertenecen a él, a través de su dispo sición a recurrir a la fuerza física, incluyendo normalmente la fuerza armada» (1921/1968:901). Este tipo de política no ha existido nunca ni en ninguna parte. No ha existido una entidad separada donde la tarea de la defensa armada contra los enemigos fuera asignada a la comunidad familiar, a la asociación de veci nos, a un grupo fuerte económicamente, y demás. Aunque Weber consideró claramente la politica como una estructura social, puso más atención en relacio nar sus ideas con sus orientaciones sobre la acción individual. En su opinión, las asociaciones políticas modernas se apoyan en el prestigio que sus miembros les otorgan. Como es habitual, Weber vuelve al estadio más antiguo para trazar el desarrollo de la politica. Constató que la acción social violenta es primordial. Sin embar go, el monopolio y el establecimiento raciona! de la violencia legítima no exis tió en las sociedades primitivas, sino que evolucionó a través de los siglos. La sociedad primitiva no sólo carecía de control racional sobre la violencia, sino que otras funciones básicas de un estado moderno, o bien no existían en absolu to, o bien no se habían establecido de una forma racional. Se podrían incluir aquí funciones como la legislación, la policía, la justicia, la administración y la milicia. El desarrollo de la política en Occidente lleva consigo la progresiva diferenciación y elaboración de estas funciones. Pero el paso más importante es la subordinación de todas ellas a un sólo orden establecido dominante y racional. La ciudad. Weber también se interesó por el nacimiento de la ciudad caracte rísticamente racional del mundo occidental. Definió la ciudad como una enti dad con los siguientes rasgos: 1. Es un asentamiento relativamente cerrado. 2. Es relativamente grande. 3. Posee un mercado. 4. Tiene una autonomía política parcial. Aunque muchas ciudades en diversas sociedades contaban con estas carac terísticas, las ciudades occidentales desarrollaron de forma peculiar un carácter racional con un mercado racionalmente organizado y una estructura politica, entre otras cosas. Weber observó otras sociedades diferentes para determinar por qué no de sarrollaban la forma racional de la ciudad. Concluyó que obstáculos como la comunidad tradicional en China y el sistema de castas de la India impedían que surgiera tal ciudad. Pero en Occidente algunas fuerzas racionalizadoras se alian para crear la ciudad moderna. Por ejemplo, el desarrollo de la ciudad requiere una economía relativamente racional. Pero, por supuesto, lo contrario también es cierto: el desarrollo de una economía racional requiere una ciudad moderna.
286
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Formas de arte. Para dar al lector una idea de la amplitud dcl pensamiento de Weber, necesitamos decir unas palabras sobre su trabajo sobre la racionaliza ción de varias formas de arte. Por ejemplo, Weber (1921/1958) consideraba que la música se ha desarrollado en Occidente en una dirección peculiarmente ra cional. La creatividad musical se reduce a procedimientos rutinarios basados en principios comprehensivos. La música en el mundo occidental ha experimenta do «una transformación del proceso de producción musical que la ha convertido en un asunto calculable que opera con medios conocidos, con instrumentos efec tivos y reglas comprensibles» (Weber, 192I/I958: li). Aunque el proceso de racionalización engendra tensión en todas las instituciones en las que ocurre, dicha tensión en ningún lugar es tan perceptible como en la música. Después de todo, se supone que la música es un escenario de la flexibilidad expresiva que, progresivamente, se va convirtiendo en un sistema racional y, en última instan cia, matemático. Weber (1904-05/1958) observó un desarrollo similar en otras formas de arte. Por ejemplo, respeto de la pintura, Weber insistió en «la utilización racio nal de las líneas y de la perspectiva espacial que se crearon en el Renacimiento» (1904-05/1958; 15). En la arquitectura, «la utilización racional de la bóveda gótica como medio de distribuir y abovedar espacios libremente construidos y, sobre todo, como principio constructivo de grandes edificaciones monumenta les, y como fundamento de un estilo aplicable por igual a la escultura y a la pintura, como supo crearlo la Edad Media, no se conoce fuera de Occidente» (Weber, 1904-05/1958; 15). Hemos consumido gran número de páginas analizando las ideas de Weber sobre la racionalización en diferentes aspectos de la vida social. Aunque no lo afirme en ninguna parte, pensamos que Weber adoptó la perspectiva de que los cambios en el nivel cultural de la racionalidad conducían a cambios en las es tructuras, así como en los pensamientos y acciones individuales en el mundo moderno. El proceso de racionalización no ha quedado a merced de fenómenos concretos, sino que se ha engastado en diferentes estructuras sociales y en el pensamiento y las acciones de los individuos. Dicho de otra manera, el punto clave es que el sistema de racionalización cultural ocupa una posición de prio ridad causal en la obra de Weber. Podemos ilustrar esto de otra manera, consi derando la relación entre economía y religión en la obra de Weber; más especí ficamente, la relación entre la religión y el desarrollo o la falta de desarrollo de la economía capitalista.
La religión y el nacimiento del capitalismo Weber consumió gran parte de su vida en el estudio de la religión, y eso a pesar de que no era religioso o quizá precisamente por ello; o bien porque era, tal y como se describió a sí mismo, «religiosamente no musical» (Gerth and Mills, 1958; 25). Uno de los intereses de Weber, que se suelen pasar por alto, es ta relación entre las religiones mundiales y el desarrollo exclusivo del sistema
MAX WEBER
287
económico capitalista en el mundo occidental. Está claro que el grueso de su obra está dedicado a los niveles esttoicturales y culturales; el pensamiento y las acciones de los calvinistas, budistas, confucianistas, judíos, musulmanes (B. Turner, 1974), y otros se ven afectados por los cambios en las estructuras e instituciones sociales. Weber prestó interés sobre todo a los sistemas de pensa miento de las religiones mundiales, al «espíritu» del capitalismo, y a la raciona lización como sistema moderno de normas y valores. Asimismo, se interesó por las estructuras de las religiones mundiales, por los diferentes componentes es tructurales de las sociedades en que existen y que sirven para facilitar o impedir ia racionalización, por los aspectos estructurales del capitalismo y del resto del mundo modemo. La obra de Weber sobre la religión y el capitalismo implica un enorme cuerpo de investigaciones históricas transculturales. Freund resume las compli cadas interrelaciones que caracterizan su investigación; L Las fuerzas eco n ó m ica s que in flu yen en el protestantism o. 2. Las fuerzas eco n ó m ica s que in flu yen en otras religion es distintas del protestan tism o (por ejem p lo, h induism o, co n fu cia n ism o, y taoism o). 3. Los sistem as de ideas relig io sa s que influyen en los pensam ientos y a ccio n es individuales; en particular, en las a c cio n es y pen sam ien tos econ ótn icos. 4. Los sistem as de ideas relig io sa s que han influido a través del m undo. 5. Los sistem as de ideas religiosas (concretam ente ei protestantism o) que han te nido un efecto único en O ccid en te, posibilitando la racion alización de los secto res eco n ó m ico s y virtualm ente de cualquier otra institución. (Freund, 1968: 21 3 )
A esío podemos añadir: 6. Los sistem as de ideas relig io sa s en et m undo no o ccid en tal que han encontrado barreras estructurales in salvab les para la racionalización.
Al conceder gran importancia al factor religioso, parccc que Weber cons truía sobre su imagen del trabajo de Marx, al tiempo que la criticaba. Weber, al igual que Marx, operaba con un complicado modelo de interrelaciones de siste mas a gran escala: «La sociología de Weber se relaciona con el pensamiento de Marx por su común intento de captar las interrelaciones de los órdenes institu cionales que sostienen la estructura social: en la obra de Wcbcr, los sistemas institucionales militares y religiosos, políticos y jurídicos, se relacionan funcio nalmente con el orden económico de varias formas» (Gerth y Mills, 1958: 49). De hecho, las afinidades entre Weber y Marx son incluso mayores de lo que se suele reconocer. Aunque Weber, sobre todo al inicio de su carrera, diera prima cía a las ideas religiosas, después se dio cuenta de que las fuerzas materiales, no los sistemas de ideas, son de vital importancia (Kalberg, 1985: 61). Como afir maba Weber: «Intereses (materiales e ideales), y no ideas, son los que dominan inmediatamente la acción de los hombres. Pero, muy frecuentemente, las ‘imá
288
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
genes del m undo’, que son construidas mediante ‘ideas’, han determinado como guardagujas las vías a través de las cuales la dinámica de los intereses movió la acción humana» (Gerth y Mills, 1958: 280). Weber (1921/1963) desarrolló una tipología de los caminos de salvación al analizar las relaciones entre las religiones del mundo y la economía. El ascetis mo es el primer gran tipo de religiosidad; combina la orientación hacia la acción con el compromiso de los creyentes de autonegarse los placeres terrenales. Las religiones ascéticas están divididas a su vez en dos subtipos: el ascetismo ultra mundano, que implica un conjunto de normas y valores que obligan a los cre yentes a trabajar dentro del mundo secular, pero también a luchar contra las tentaciones. Para Weber fue de mayor interés el ascetismo intramundano, por que incluía el calvinismo. Esta religión no rechaza el mundo; en cambio, urge activamente a sus miembros para que trabajen dentro del mundo de modo que puedan alcanzar la salvación o, al menos, signos de ella. El objetivo distintivo en este caso es el control estricto y metódico de las pautas de vida de sus miem bros, de su pensamiento y de su acción. Se insta a los miembros a rechazar cualquier cosa que no sea ética, estética o que dependa de reacciones emocio nales al mundo secular. El ascetismo intramundano está movido a sistematizar su propia conducta. Mientras ambos tipos de ascetismo llevan consigo alguna forma de autonegación, el misticismo implica comtemplación, emoción e inactividad. Weber subdivide el misticismo de la misma forma que el ascetismo. El misticismo de rechazo del mundo consiste en un apartamiento total del mundo. El misticismo intramundano conduce a esfuerzos contemplativos para comprender el signifi cado del mundo, pero esos esfuerzos están condenados a fracasar, porque se considera que el mundo está más allá de la capacidad de comprensión indivi dual. De cualquier manera, ambos tipos de misticismo y el ascetismo ultramun dano se pueden ver como sistemas ideológicos que impiden el desarrollo del capitalismo y de la racionalidad. Por el contrario, el ascetismo intramundano es el sistema de normas y valores, que contribuye óptimamente al desarrollo de este fenómeno en Occidente. La ética protestante y ei espíritu del capitalismo. En la obra más importante y mejor conocida de Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-05/1958), éste trató el efecto del protestantismo ascético — sobre todo del calvinismo— en el nacimiento del espíritu del capitalismo. Esta obra no es sino una pequeña parte de su gran trabajo de erudición sobre ia relación entre la religión y el capitalismo moderno a lo largo de la mayor parte del mundo. Weber, al término de su obra, dejó suficientemente claro que su interés más general se refería a la emergencia de la racionalidad característica del mundo occidental. El capitalismo, con su organización racional del trabajo libre, con su mercado abierto, y su sistema de contabilidad racional, no es más que un componente de este sistema de desarrollo. Weber lo vinculó directamente con el desarrollo paralelo de la racionalización de la ciencia, del derecho, de la
MAX WEBER
289
política, del arte, de la arquitectura, de la literatura, de las universidades y del estado. Weber no vinculó directarnente el sistema ideológico de la ética protestante a las estructuras del sistema capitalista. Prefirió vincular la ética protestante a otro sistema de ideas, «al espíritu del capitalismo». En otras palabras, dos sis temas de ideas se relacionan íntimamente en su obra. Aunque los lazos del sistema económico capitalista con el mundo material están ciertamente implí citos e indicados, no fue éste el cometido principal de Wcbcr. Por lo tanto, la ética protestante no trata del ascenso dcl capitalismo, sino más bien del origen de un espíritu peculiar que hizo posible con el tiempo la existencia del capita lismo. Weber comenzó por examinar y rebatir las explicaciones optativas del por que del ascenso del capitalismo en el mundo occidental durante los siglos xvi y XVII. Weber replicó a los argumentos de los que pensaban que el capitalismo surgió porque las condiciones materiales eran las idóneas en ese momento, que tales condiciones materiales ya estaban maduras en otros momentos en los cua les, sin embargo, el capitalismo no surgió. Asimismo, Weber rechazó la teoría psicológica de que el desarrollo del capitalismo se debió sencillamente al ins tinto adquisitivo. Según su postura, tal instinto ha existido siempre, y aún así no ha producido ningún tipo de capitalismo en otras situaciones. Desde la perspectiva de Weber, la evidencia de que el protestantismo es significativo se funda en la observación de los países cuyos sistemas religiosos están mezclados. Al fijarse en tales países, descubrió que los líderes dcl sistema económico — los grandes magnates, los dueños del capital, los trabajadores al tamente especializados y el personal tecnológica y comercialmente más prepa rado— eran todos predominantemente protestantes. Esto quería decir que el protestantismo fue una causa significativa en la elección de esas profesiones y, a la inversa, que otras religiones (por ejemplo, el catolicismo romano) fracasa ron en la producción de sistemas ideológicos que impulsaran a los individuos hacia esas vocaciones.’ Desde la perspectiva de Weber, el espíritu dcl capitalismo no se define sen cillamente por medio de su voracidad económica; muchas veces es justamente lo contrario. Es un sistema ético y moral, un ethos que, entre otras cosas, subra ya el éxito económico. De hecho, lo que ha sido decisivo en el mundo occiden tal ha sido precisamente el intento de convertir el beneficio en un ethos. En otras sociedades, la persecución del beneficio se ha visto como un acto indivi dualista motivado, al menos en parte, por ia avaricia y, por tanto, considerado por algunos como moralmente sospechoso. Sin embargo, el protestantismo ha logrado con éxito convertir esa búsqueda de beneficios en una cruzada moral. Fue el apoyo del sistema moral el que condujo a esta expansión sin precedentes de la búsqueda de provecho y, en última instancia, al sistema capitalista. En un nivel teórico, al acentuar las relaciones entre un ethos (el protestantismo) y otro (el espíritu del capitalismo), Weber fue capaz de mantener su análisis en el nivel de los sistemas de ideas.
290
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
HI espíritu del capitalismo se puede considerar corno un sistema normativo que implica diversas ideas intcrrclacionadas. Por ejemplo, su objetivo consiste en infundir «una actitud que persiga el beneficio racional y sistemáticamente» (Weber, 1904-05/1958: 64). Además, predica la renuncia a los placeres terrena les: «Si ves a un hombre solícito en su trabajo, debe estar antes que los reyes» (Weber, 1900-05/1958: 53). El espíritu del capitalismo lleva también implícitas ideas como «el tiempo es dinero», «sé laborioso», «sé frugal», «sé puntual», «sé próspero» y «ganar dinero es un fm legítimo en si mismo». Sobre todo, aparece la idea de que es un deber de las personas incrementar constantemente su rique za. Esto sitúa al espíritu del capitalismo fuera del espacio de la ambición indivi dual y dentro de la categoría de los imperativos éticos. Aunque Weber admitía que en China, India, Babilonia, en la Antigüedad clásica y durante la Edad Media existió otro tipo de capitalismo (por ejemplo, el capitalismo aventurero), fue diferente al capitalismo occidental, principalmente porque carecía de ese «ethos particular» (1904-05/1958: 52). A Weber no le interesaba simplemente describir este sistema ético, sino también explicar sus derivaciones. Pensaba que el protestantismo, y en particu lar el calvinismo, fue crucial para el nacimiento del espíritu dcl capitalismo. El calvinismo ya no fue imprescindible para la perpetuación de dicho sistema eco nómico. De hecho, el capitalismo moderno, dada su seglaridad, se opone en muchos sentidos al calvinismo y a la religión en particular. El capitalismo de hoy día se ha convertido en una entidad real que combina normas, valores, mercado, dinero, y leyes. Se ha vuelto, en términos de Durkheim, un hecho social que es externo y coercitivo para el individuo. Weber afirmaba; El orden e co n ó m ico capitalista actual e s co m o un c o sm o s extraordinario en el que el individuo n ace y al que, al m en os en cuanto individuo, le es dado co m o un e d ific io prácticam ente irreform able, en el que ha de v iv ir y al que im pone las nor m as de su com portam iento ec o n ó m ic o , en cuanto que se halla im plicado en la trama de las relacion es de m ercado.
(Weber. 1904-05/1958; 54) Otro punto de interés aquí es el hecho de que los calvinistas no trataran conscientemente de crear un sistema capitalista. Según Weber, el capitalismo fue una consecuencia imprevista de la ética protestante. El concepto de conse cuencia imprevista tuvo una gran significación en la obra de Weber, pues pen saba que lo que los individuos y los grupos se proponían con sus acciones solía producir consecuencias distintas de sus intenciones. Aunque Weber no se detu vo a explicar este punto, sí parece relacionado con la idea teórica de que la gente crea ciertas estructuras sociales, pero que esas estructuras pronto toman vida por sí mismas, hasta el punto de que sus creadores tienen poco o ningún control sobre ellas. Dada esa falta de control, estas estructuras pueden desarro llarse en una gran variedad de direcciones no previstas. La línea del pensamien to de Weber llevó a Arthur Mitzman (1970) a argumentar que Weber había creado una sociología de la reificación. Las estructuras sociales reificadas pue
MAX WEBER
291
den moverse en direcciones imprevistas, como Marx y Weber mostraron en sus análisis del capitalismo. El calvinismo y el espíritu del Capitalismo. El calvinismo constituye la ver sión del protestantismo que más le interesaba a Weber. Una de las característi cas de! calvinismo es la idea de que sólo es elegido para la salvación un peque ño nùmero de personas. El calvinismo implicaba por ende la idea de predestinación; las personas estaban predestinadas a estar o bien entre las que se salvarían o bien entre las que se condenarían. No hay nada, ni el individuo ni la religión como un todo, que pueda alterar ese destino. De esta forma la idea de la predes tinación mantiene al individuo con la duda de si está o no entre los que se salvarán. Para reducir esta incertidumbre, los calvinistas desarrollaron la idea de la existencia de signos que indicaban si una persona se salvaría. Las personas están obligadas a trabajar con ahinco, porque si son diligentes descubrirán las señales de salvación, señales que se encuentran en el éxito económico. En suma, se insta a los calvinistas a emplearse en una actividad mundana intensa y a convertirse en «hombres de vocación». Sin embargo, las acciones aisladas no son suficientes. El calvinismo, en su condición de ética, requería un autocontrol y un estilo de vida sistematizado que llevaba consigo un conjunto integrado de actividades, sobre todo actividades de negocios. Esto contrasta con el ideal cristiano de la Edad Media, según el cual los individuos deben sencillamente comprometerse, cuando la ocasión lo exige, en actos aislados para expiar pecados específicos y para incrementar sus opor tunidades de salvación. «El Dios del calvinismo no demanda a sus creyentes buenas obras singulares, sino una vida de buenas obras combinadas en un siste ma unificado» (Weber, 1904-05/1958; 117). El calvinismo originó un sistema ético y, en última instancia, una colectividad de capitalistas nacientes. Al calvi nismo «la figura austera y burguesa dcl hombre que se hace a sí mismo le mere ce toda suerte de glorificaciones» (Weber, 1904-05/1958; 163). Weber resumió su propia postura ante el calvinismo y su relación con el capitalismo como sigue; La valoración relig io sa del trabajo in cesan te, continuado y sistem ático en la profe sión, co m o m ed io a scético superior y co m o com probación absolutam ente segura y visib le de regeneración y de autenticidad de la fe, tenía que constituir la más p od e rosa palanca de exp an sión d el... espíritu del capitalism o. (W eber, 1 9 0 4 -0 5 /1 9 5 8 ; 172)
Además de este vínculo general con el espíritu del capitalismo, el calvinis mo mantenía también otros vínculos específicos. Primeramente, como ya he mos mencionado, los capitalistas pudieron perseguir rudamente sus intereses económicos y percibir que tal propósito no era meramente egoísta, sino que consfifuía, de hecho, un deber ético. Esto no solamente permitió crueldades sin precedentes en el mundo de los negocios, sino que también acalló a críticos potenciales, que no podían calificar esas acciones como únicamente egoístas. En segundo lugar, el calvinismo proveyó al capitalismo emergente de «trabaja*
292
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
dores sobrios, sensatos e inusitadamente industriosos, que se unieron con su trabajo en un propósito de vida encomendado por Dios» (Weber, 1904-05/ 1958: 117). Con esta fuerza de trabajo, el capitalismo naciente podia lograr un nivel de explotación cuyo alcance no tenia precedentes. En tercer lugar, legiti* maba un sistema de estratificación desigual, proporcionando al capitalista «la cómoda seguridad de que la distribución desigual de los bienes de este mundo es una dispensa de la Divina Providencia» (Weber, 1904-05/1958; 117). Weber también mostró sus reservas ante el sistema capitalista, como ante todos los aspectos del mundo racionalizado. Por ejemplo, remarcó que el capi talismo tendía a producir «especialistas sin espíritu, gozadores sin corazón; es tas nulidades se imaginan haber ascendido a una nueva fase de la humanidad jam ás alcanzada anteriormente» (Weber, 1904-05/1958; 182). A pesar de que en La ética protestante Weber subrayó el efecto dcl calvinis mo en el espíritu del capitalismo, fue consciente de que las condiciones sociales y económicas tuvieron una influencia reciproca en la religión. Prefirió no tratar tales relaciones en su libro, sino dejar claro que su objetivo no consistía en sustituir la explicación maierialísta unilateral, que atribuía a los marxistas, por una ínterpertación espiritualista igualmente unidimensional. Si el calvinismo constituyó el factor más importante del ascenso del capita lismo en el mundo occidental, entonces se plantea la siguiente pregunta; ¿Por qué el capitalismo no surgió en otras sociedades? Al esforzarse por responder a tal pregunta, Weber se topó con las barreras espirituales y materiales que impe dían el ascenso del capitalismo. Vamos a considerar brevemente el análisis que Weber hace de estos obstáculos en dos sociedades: la china y la india. La religión y el capitalism o en China. Un supuesto que permitió a Weber comparar China con el mundo occidental es que ambos contaban con requisitos previos para el desarrollo del capitalismo. En China, existía una tradición de intenso espíritu adquisitivo y competencia desprovista de escrúpulos. Existía, asimismo, una gran industria y una gran capacidad de trabajo por parte de la población; había gremios poderosos; la población se expandía y se daba un crecmicnto sostenido de la producción de metales preciosos. Con estos y otros requisitos materiales previos, ¿por qué no surgió ei capitalismo en China? Como ya hemos recalcado anteriormente, la respuesta general de Weber fue que los obstáculos sociales, estructurales y religiosos en China impidieron dicho desa rrollo. Esto no es decir que el capitalismo estuviera totalmente ausente de Chi na. Había prestamistas y proveedores que perseguían altas tasas de beneficio. Pero faltaba el mercado y varios otros componentes de un sistema capitalista racional. Desde la perspectiva de Weber, el capitalismo rudimentario de China «apuntaba hacia una dirección opuesta al desarrollo de empresas corporativas económicas y racionales» (Weber 1916/1964; 86). Barreras estructurales. Weber enumeró diferentes barreras estructurales del desarrollo del capitalismo en China. En primer lugar, comenzó con la estructura
MAX WEBER
293
de la comunidad tipica china. Los miembros de dicha comunidad se mantenían juntos mediante fuertes lazos de parentesco en forma de sibs. Los sibs se regían por los más ancianos, que los hacían baluartes del tradicionalismo. Los sibs eran entidades autosuficicntcs, y tenían poco trato con otros sibs. Esto fortale cía las propiedades de tierra pequeñas y aisladas y una economía basada en el hogar más que en el mercado. La distribución extensiva de la tierra impedía grandes desarrollos tecnológicos, porque las economías de escala eran imposi bles. La producción agrícola se mantuvo en manos de los campesinos, la pro ducción industrial en las do los pequeños artesanos. El desarrollo de las ciuda des modernas, que se convertirían en los centros del capitalismo occidental, se vio impedido, porque la gente se mantuvo leal a los sibs. A causa de la autono mia de los sibs, el gobierno central nunca fue capaz de gobernar de modo efec tivo esas unidades o de amoldarlas a un todo unificado. La estructura del estado chino constituyó una segunda barrera para el as censo del capitalismo. En muy buena medida se trataba de un estado patri monial gobernado por la tradición, la prerrogativa y el favoritismo. Según Weber, no existía un sistema racional y calculado de administración y cum plimiento del derecho, necesario para el desarrollo industrial. Habia muy pocas leyes formales que cubrieran el campo del comercio, no había autoridad ju dicial central y se rechazaba el formalismo legal. Este tipo irracional de es tructura administrativa constituía un obstáculo al ascenso del capitalismo, como constataba Weber: «La inversión de capital en la industria es demasiado sen sible a un gobierno tan irracional y demasiado dependiente de la posibilidad de calcular el funcionamiento de la maquinaria estatal para poder surgir en el seno de una administración de este tipo» (1916/1964: 103). Además de su estruc tura general, diversos componentes más específicos del estado actuaban con tra el desarrollo dcl capitalismo. Por ejemplo, los funcionarios de la adminis tración burocrática tenían intereses creados de índole material que los hacían oponerse al capitalismo. Dichos funcionarios solían comprar cargos para ob tener beneficios, lo que no necesariamente promovía un alto grado de efi ciencia. Un tercer obstáculo estructural al ascenso del capitalismo es la naturaleza del lenguaje chino. Desde la perspectiva de Weber, dicho lenguaje militaba contra la racionalidad haciendo difícil el pensamiento sistemático. Permanecía en el mundo de lo «pictórico» y de lo «descriptivo». El pensamiento lógico también se veía frenado porque el saber intelectual se mantenía sobre todo en forma de parábolas, lo que a duras penas podía ser la base para el desarrollo de un cuerpo acumulativo de conocimiento. Aunque existen otras barreras estructurales al ascenso del capitalismo (por ejemplo, un país sin guerras o sin comercio transoceánico), un factor clave fue la falta de la «mentalidad» requerida, la ausencia del sistema ideológico nece sario. Weber observó los dos sistemas de ideas religiosas de China — confucianismo y taoismo— y las características de ambos, que impedían el desarrollo del espíritu del capitalismo.
294
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Confucianismo. Un aspecto fundamental del pensamiento confuciano fue su empeño en una educación literaria como requisito previo para conseguir cargos y estatus social. Pata adquirir un lugar entre los estratos dominantes, una perso na tenía que ser miembro de la élite culta. VA movimiento ascendente por ia jerarquía se basaba en un sistema de ideas que examinaba el saber literario, no el conocimiento técnico necesario para llevar a cabo el trabajo en cuestión. Lo que se valoraba y evaluaba era sí ía mente individuai se empapaba de la cultura y si se caracterizaba por las formas de pensamiento adecuadas a un hombre cultivado. En términos de Weber, el confucianismo acarreaba «una avanzada educación literario-libresca». Los literatos producidos por este sistema consi deraban el trabajo real de la administración como algo inferior, meras tareas que se delegaban en los subordinados. En cambio, aspiraban a audaces juegos de palabras, eufemismos y alusiones a citas clásicas — un tipo de intelectuali dad puramente literaria— . Con esta forma de ver las cosas, es fácil comprender por qué a los hombres de letras no les concernía el estado de la economía o las actividades económicas. La visión del mundo de los confucianos llega a ser, en última instancia, la política del estado. Como resultado de ello, el estado chino se ocupó mínimamente del desarrollo racional de la economía y del resto de la sociedad. Los confucianos mantuvieron su influencia al estar amparados por un decreto constitucional en virtud del cual sólo ellos podían servir como funcio narios; los competidores de los confucianistas (por ejemplo, los burgueses, los profetas y los sacerdotes) tenían vedado el acceso al gobierno. De hecho, si el emperador osaba incumplir esta norma, se consideraba que estaba ocasionando un desastre y provocando su inminente caída. Otros muchos elementos del confucianismo impedían el desarrollo del capita lismo, El confucianismo consistía básicamente en una ética de adecuación al mundo, a su orden y a sus convenciones. Más que considerar los logros materiales y la riqueza como un signo de salvación, como hacían los calvinistas, los confucia nos sencillamente tendían a aceptar las cosas como eran. El confucianismo no se planteaba la idea de salvación y, de hecho, esta falta de tensión entre la religión y el mundo también contribuía a inhibir el auge del capitalismo. El esnobista confuciano se veía obligado a rechazar la prosperidad económica, porque era algo que practicaban los plebeyos. Trabajar no era una actividad propia de un gentilhombre confuciano, aunque estuviera en juego la riqueza. Participar activamente en una empresa productiva se consideraba una conducta moralmente dudosa e incompatible con el estado confliciano. El objetivo aceptable en un gentilhombre como este era una buena posición, no unos beneficios altos. La ética acentuaba los valores intelectuales de un gentilhombre más que la especia lización que pudiera ser útil al desarrollo del sistema capitalista. En suma, Weber sostenía que el confucianismo llegó a ser una canonización petrificada de la tradición. Taoismo. Weber percibió el taoísmo como una religión mística china, en la cual se consideraba que el bien supremo consistía en un estado psíquico, un
MAX WEBER
295
estado mental, no un estado de gracia que se obtenía según la conducta en el mundo real. Como resultado de ello, los taoístas no actuaban de una forma racional para influir en el mundo exterior. R! taoísmo era esencialmente tradi cional, y uno de sus dogmas básicos era «no introducir innovaciones» (Weber, 1916/1964: 203). Era improbable que este sistema ideológico produjera gran des cambios, y no digamos uno de la envergadura del capitalismo. Otro rasgo común entre el taoísmo y el confucianismo es que ninguno de ellos producían suficiente tensión o conflicto entre sus seguidores como para motivarlos a una acción muy innovadora en este mundo: La religiosid ad china no podía producir ni en su estad o de funcionarios cu ltos ni en su s a sp ectos taoístas m o tiv o s su ficien tem en te fuertes para una vida religiosam en te orientada para ios individ u os, co m o representaba e l m étod o puritano. A m bas for m as de religión carecían in clu so d e lo s trazos de la fuerza satánica o del diablo contra el qu e el chino pío pudiera resistirse en busca de la salvación. (W eber, 1 9 1 6 /1964: 20 6 )
Al igual que en el confucianismo, no hay en el taoísmo una fuerza inherente que impulse a los actores a tratar de cambiar el mundo o, más específicamente, a construir un sistema capitalista. La religión y el capitalismo en la India. Bastarían para nuestros propósitos unas breves consideraciones del pensamiento weberiano (1916-17/1958) sobre la relación entre la religión y el capitalismo en la India. Su argumentación, si bien no en detalle, es paralela a la del caso de China. Por ejemplo, Weber men cionó las barreras estructurales del sistema de castas (Gellner, 1982: 534). En tre otras cosas, dicho sistema erigió barreras infranqueables a la movilidad so cial y tendió a regokjjncluso el más minimo aspecto de la vida de las personas. F.l sistema ideológico dé'krsijrahmanes tenía varios componentes. Por ejemplo, se esperaba que los brahmanes evitaran las profesiones ordinarias y cumplieran con la elegancia en las formas y la conducta adecuada. La indiferencia en los asuntos mundanos del mundo terrenal era la idea principal de la religiosidad de los brahmanes. Estos también ponían énfasis en una clase de educación alta mente literaria. Aunque ciertamente había importantes diferencias entre ellos, el ethos de los brahmanes, al igual que el de los literatos confucianos, presenta ba barreras insalvables para el surgimiento del capitalismo. La religión hindú suponía barreras ideológicas similares. Su idea clave era la rencarnación. Para un hindú una persona ha nacido en la casta que merece en virtud del comportamiento en su vida pasada. A pesar de esta adherencia llena de fe al ritual de las castas, el hindú debe hacer méritos para su próxima vida. El hinduismo, a diferencia del calvinismo, era tradicionalisla en el sentido de que la salvación debía ser adquirida mediante el fiel seguimiento de las normas: la innovación, en particular en el campo de la economia, no podía conducir a una casta más alta en una próxima vida. La actividad en este mundo no era impor tante, porque el mundo se ve como una morada transitoria y un impedimento
296
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
para la indagación espiritual. De ésta y de otras muchas formas, el sistema ideológico que se asocia al hinduísmo no consigue producir el tipo de personas que puedan crear un sistema económico capitalista y, de modo más general, una sociedad ordenada racionalmente.
RESUMEN Max Weber ha tenido mucha más influencia en una amplia variedad de teorías sociológicas que cualquier otro teórico de la sociologia. Esta influencia puede ser tachada de sofisticada, compleja y algunas veces incluso de confusa. A pe sar de estos problemas, la obra de Weber representa una fusión notable de la investigación histórica y la teoría sociológica. Abrimos el capitulo con un análisis de las raíces teóricas y las orientaciones metodológicas de la teoría weberiana. Vimos que Weber, en et curso de su carrera, se trasladó progresivamente de la historia a la sociología, hasta la fu sión de ambas; es decir, hacia el desarrollo de una sociologia histórica. Uno de sus conceptos metodológicos más críticos fue el de verstehen. Aunque suele ser interpretado como un instrumento para el análisis de la conciencia individual, en manos de Weber llegó a ser más bien una herramienta científica para el análisis de las restricciones estructurales e institucionales que actúan sobre los actores. También hemos analizado otros aspectos de la metodología weberiana, irtcluycndo su tendencia a pensar en términos de causalidad y a utilizar los tipos ideales. Además, examinamos su análisis de las relaciones existentes entre los valores y la sociología. ----- El-RÚdgo de la sociología weberiana se sitúa en su sociología sustantiva, no en sus declaraciones metodológicas. Aunque Weber basaba sus teorías en sus reflexiones sobre la acción social y las relaciones sociales, las macroestructuras y las instituciones sociales constituyeron su mayor empeño. Tratamos espe cialmente su análisis de las tres estructuras de autoridad — legal, tradicional y carismàtica— . En el contexto de la autoridad legal, tuvimos en cuenta sus planteamientos sobre la burocracia típico-ideal y demostramos cómo usaba esa herramienta para profundizar en los otros dos tipos de autoridad, la tradicional y la carismàtica. El concepto de carisma es capital en la obra de Weber. No sólo clarificó su sentido en tanto que estructura de autoridad, sino que también se centró en los procesos por los que se produce tal estructura. Aunque su trabajo sobre estructuras sociales — como la autoridad— es importante, es en el nivel cultural, en su análisis de la racionalización del mun do. donde aparecen las profundizaciones más relevantes de Weber. Este acuñó la idea de que el mundo va siendo cada vez más dominado por las normas y valores de la racionalización. En este contexto hemos analizado el estudio de Weber de la economía, el derecho, la religión, la política, ía ciudad y las formas de arte. W eber argumentaba que la racionalización estaba atrave sando rápidamente todas las instituciones en el mundo occidental, mientras
MAX WEBER
297
h ab ía im p o r ta n te s o b s t á c u lo s p ara q u e e s e p r o c e s o s e d ie r a en e l r e sto d el m undo. E l p e n sa m ie n to w e b e r ia n o so b r e la r a c io n a liz a c ió n y o tr o s v a r io s e le m e n to s de su ob ra q u ed a n ilu str a d o s p o r la r e la c ió n e n tr e la r e lig ió n y e l c a p ita lis m o . Hn un p rim er n iv e l, e s t o s u p o n e un a se r ie d e e s tu d io s so b r e la r e la c ió n en tre la s id e a s ( r e lig io s a s ) y e l d e s a r r o llo d e l e sp ír itu d c l c a p it a lis m o y , e n ú ltim a in s ta n c ia , d e l c a p it a lis m o m is m o . En o tro n iv e l, e s tá e l e s tu d io d e c ó m o se d e sa r r o lló un siste m a r e lig io s o c a r a c te r ístic a m e n te r a c io n a l (e l c a lv in is m o ) , q u e j u g ó un p ap el c la v e en e l n a c im ie n to d e un s is te m a e c o n ó m ic o r a c io n a l (e l c a p ita lis m o ). W eb er e s tu d ió a s im is m o o tra s s o c ie d a d e s e n la s q u e e n c o n tr ó s is te m a s r e lig io so s (c o n f u c ia n is m o , ta o ís m o e h in d u is m o ), q u e in h ib e n e l c r e c im ie n to d e un siste m a e c o n ó m ic o r a c io n a l, lis t a v u e lta m a je s tu o s a so b r e la h is to r ia d e m u c h a s p artes d el m u n d o n o s a y u d a a dar a la te o r ia d e W e b e r un s ig n ific a d o d u ra d ero .
CAPITULO
8
GEORG SIMMEL PREOCUPACIONES PRINCIPALES Pensamiento dialéctico CONCIENCIA INDIVIDUAL INTERACCION SOCIAL («ASOCIACION«) Interacción: formas y tipos ESTRUCTURAS SOCIALES CULTURA OBJETIVA LA FILOSOFIA DEL DINERO EL SECRETO: ESTUDIO DE UN CASO EN LA SOCIOLOGIA DE SIMMEL
299
300
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
El impacto de las ideas de Georg Simmel (1858-1918) en la teoría sociológica norteamericana difiere notablemente del que tuvieron los tres teóricos analiza dos en los capítulos precedentes de este libro. Marx, Durkheim y Weber, a pesar de su posterior importancia, tuvieron relativamente poca influencia en la teoria sociológica norteamericana de principios del sigio xx. Simmel, en cam bio, era mucho más conocido por los primeros sociólogos norteamericanos. En los últimos años, Simmel ha sido eclipsado por Marx, por Durkheim y por We ber, aunque hoy en día ejerce una influencia mucho mayor que otros pensadores clásicos como Comte o Spencer. Dicha influencia de Simmel aparece en ciertas teorías específicas, tales como la teoría del conflicto, ei ínteraccionismo simbó lico, la teoria del intercambio y la teoria de redes. Además, es posible que, como resultado de la crccicnte influencia de una de sus obras más importantes, La filosofìa del «/mero (1907/1978), asistamos a un aumento de la influencia de Simmel en la teoría sociológica.
PREOCUPACIONES PRINCIPALES Cuando nos referimos a Jas contribuciones de Simmel a Ja teoría sociológica, debemos señalar que éste fue principalmente un filósofo y que la mayor parte de sus publicaciones trataban de tem a^fílosóficos (por ejemplo, sobre la ética) y sobre otros filósofos (como Kant). / Con la excepción de su contribución a la teoría macroscópica del conflicto (Coser, 1956; Simmel, 1908/1955), Georg Simmel es el microsociológo mejor conocido de los que jugaron un papel significativo en el desarrollo de la inves tigación sobre pequeños grupos (Caplow, 1968), del ínteraccionismo simbólico y de la teoría del intercambio. Todas las aportaciones de Simmel a esas áreas reflejan su creencia de que los sociólogos deben estudiar fundamentalmente la interacción social. Robert Nisbet presenta la siguiente opinión sobre las aporta ciones de Simmel a la sociologia; F,s el carácter microsociológico de la obra de Sim m el el que siem pre le da una particular y oportuna agudeza por en cim a de otros teóricos pioneros. N o desdeñó ios elem en to s peq u eñ os e ín tim os de las a so cía cío n cs hum anas, y nunca perdió de vista la prim acía de los seres hum anos, del ind ivid u o con creto, en su análisis de las instituciones. (N isb et, 1959; 480)
David Frisby apunta algo parecido; «La fundamcntación de la sociología en ciertas categorías psicológicas puede ser una razón de por qué la sociología de Simmel se considera tan atractiva, no sólo para los interaccionistas, sino tam bién para la psicología social» (1984; 57). Sin embargo, se suele olvidar que el trabajo microsociológico de Simmel sobre las formas de interacción se enmar caba en una teoría más extensa de la relación entre los individuos y la sociedad en sentido amplio.
GEORG SIMMEL
301
Simmel conformó una teoría más compleja y sofisticada de la realidad social de lo que comúnmente suponen los sociológos contemporáneos nor teamericanos. Tom Bottomore y David Frisby (1978) argumentan que existen cuatro niveles básicos de preocupación en la obra de Simmel. En primer lugar se encuentran sus suposiciones microscópicas sobre los componentes psicoló gicos de la vida social. En segundo lugar, en una perspectiva ligeramente ma yor, se encuentran sus análisis de los componentes sociológicos de las reíaciones interpersonales. En tercer lugar, de forma más macroscópica, está su estudio sobre la estructura y los cambios del «espíritu» social y cultural de su tiempo. Simmel no solamente operaba con esta imagen de la realidad social en tres niveles vinculados, sino que también adoptó el principio de la emergencia, la idea de que los niveles más altos emergen desde los más bajos: «Además, el desarrollo reemplaza la inmediatez de las fuerzas interactivas con la creación de formaciones supraindividuales superiores que aparecen como independien tes y que son representativas de esas fuerzas, y que absorben y median las rela ciones entre los individuos» (1907/1978: 174). También afirmaba: «Si la sociedad ha de ser un objeto autónomo de una ciencia independiente, entonces eso solamente puede darse en el caso de que, además de la suma de los elementos individuales que la constituyen, una nueva entidad suija; de otra forma, todos los problemas de la ciencia social serían los de la psicología individual» (Frisby, 1984: 56-57). Por encima de estos tres niveles se encuentra un cuarto que implica, en última instancia, los princi pios metafísicos de la vida. Estas verdades eternas afectan a toda la obra de Simmel y, como veremos, conducen a su imagen de la futura dirección del mundo. Su preocupación por los múltiples niveles de la vida social se refleja en su definición 0 9 5 0 ; publicado originariamente en 1918) del problema de las tres áreas separables de la sociología. Describió la prim era como socio logia «pura». En este área, las variables psicológicas se combinan con formas de interacción. Aunque es claro que Simmel supuso que los actores tienen capacidades mentales creativas, le prestó poca atención explícita a este aspecto de la realidad social. Su trabajo más microscópico versa sobre las form as que adopta la interacción, así como sobre los tipos de personas que se ven envuel tos en esa interacción. Dichas formas incluyen la subordinación, la supraordenación, el intercambio, el conflicto y la sociabilidad. En su trabajo so bre los tipos, distinguía entre posiciones en las estructuras de la interacción, tales como «el competidor», «la coqueta», y orientaciones sobre el mundo, tales como «el avaro», «el derrochador», «el extraño» y «el aventurero». En un nivel intermedio se encuentra la sociología «general» de Simmel, que trata de los productos culturales y sociales de la historia del hombre. Aquí, Simmel manifestó su interés por los fenómenos de mayor escala como los grupos, la estructura y la historia de las sociedades y las culturas. Finalmente, en su sociología filosófica, trató de las perspectivas de la naturaleza básica y el des tino inevitable de la humanidad. A través de este capítulo, trataremos estos
302
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
GEORG SIMMEL: Reseña biográfica Georg ‘ immel naci en el centro e “ eri n el 1 de marzo de 1858. Estudió una amplia gama de materias en la Universidad de Berlín. Sin embargo, vio cómo era rechazado su primer esfuerzo por elaborar una tesis, y uno de sus profesores declaró; «Le haríamos un gran favor si no lo animáramos a que siguiera por este camino» (Frisby, 1984:23). A pesar de ello, Simmel perseveró y se doctoró en filosofía en 1881. Permaneció en la Uni versidad como profesor hasta 1914, aun que ocupaba un puesto relativamente poco importante, en condición de privatdozent, desde 1885 a 1900. Mien tras ocupaba esta última posición trabajó como lector sin derecho a salario, cuyo sustento dependía d© la matrícula de los estudiantes. A pesar de su situación discriminada, Simmel salió a flote, sobre todo porque era un excelente conferenciante y atraía a gran cantidad de alumnos (que le pagaban) (Frisby, 1981; 17). Tenía un estilo tan atractivo que incluso algunos miembros de la sociedad intelectual berlinesa acu dían a sus conferencias, que se convirtieron en acontecimientos pú blicos. Simmei escribió innumerables artículos («La metrópoli y la vida mental») y libros (La filo so fía del dinero). Fue muy conocido en los círculos académicos alemanes e incluso su fama tuvo trascendencia internacional, especialmente en Estados Unidos, donde su trabajo fue importante para el nacimiento de la sociología. Por fin, en 1900, Simmel recibió un reconocimiento oficial, un título puramente honorario en la Universidad de Berlín que no le proporcionó un estatus académico completo. Simmel trató de obtener algunos puestos docentes, pero fracasó a pesar del apoyo que le prestaron algunos académicos como Max Weber. Una de las razones de su fracaso se debió a que era judío en la Alemania anti-semita del siglo xix (Kasler, 1985). Por esta razón, en
niveles y sociologías. Encontraremos que, aunque Simmel alguna vez separara estos distinlos niveles y sociologías, solía integrarlos en una totalidad más amplia.
Pensamiento dialéctico La manera en que Simmel trata las diferentes interrelaciones entre los tres nive les básicos de la realidad social (dejando fuera el cuarto, el nivel metafísico) confirió a su sociología un carácter dialéctico que recuerda al de la sociología
GEORG SIMMEL
303
un informe sobre Simmel, dirigido al Ministro de Educación, se le describía como: «Un israelita de cabo a cabo, tanto por su apariencia externa como por su conducta y su forma de pensar» (Frisby. 1985: 25). Otra razón se fundaba en el tipo de obra que realizó. Muchos de sus artículos aparecieron en periódicos y revistas; estaban escritos para un público mucho más amplio que los sociólogos académicos. Además, como no ejercía cargo académico alguno, se vio forzado a ganarse la vida median te conferencias públicas. Su audiencia, lectores y oyentes, estaba constituida más por intelectuales que por sociólogos profesionales, lo que contribuyó a que fuera objeto de burla por parte de sus colegas. Por ejemplo, uno de sus contemporáneos lo condenaba porque «su influenciase limitaba... a la gente en general y afectaba, sobretodo, a la élite del periodismo» (Troeltsch, citado en Frisby, 1981: 13). Sus fracasos personales pueden relacionarse asimismo con la baja estima que los académicos alemanes de entonces tenían por la sociología. En 1914, Simmel consiguió por fin un puesto académico en una universidad poco importante (Estrasburgo), pero una vez más fue marginado. Por un lado, lamentaba abandonar a su público de intelec tuales berlineses. Así, su esposa escribió a la de Weber: «Georg se ha tomado muy mal tener que dejar su auditorio... los estudiantes eran muy afectuosos y simpáticos... fue como abandonar en la cúspide de su vida» (Frisby, 1981: 29). Por otro lado, Simmel no se integró en la vida de la nueva universidad. Con este motivo escribió a Weber: «No tengo mucho que contarte. Vivimos una existencia enclaustrada, ce rrada, indiferente y desolada. La actividad académica es = O, la gente extraña y profundamente hostil» (Frisby, 1981: 32). Cuando ejercía su cargo en Estarsburgo estalló la Primera Guerra Mundial; las salas de conferencias se convirtieron en hospitales militares y los estudiantes fueron llamados a filas. Así, Simmel continuó siendo una figura marginal en la vida académica alemana hasta su muerte en 1918. Nunca tuvo una vida académica normal. Aún así, Simmel atrajo a algunos intelectuales de su tiempo que lo secundaron, y su fama como académico sólo ha crecido, si acaso, con el paso de los años.
de M arx. U n e n fo q u e d ia lé c tic o q u e, c o m o v im o s in ic ia lm e n te , e s m u ltic a u s a l y m u ltid ire c c io n a l, in teg ra h e c h o s y v a lo r e s , r e c h a z a la id e a d e q u e h a y lín e a s d ivisorias ta ja n te s e n tr e lo s fe n ó m e n o s s o c ia le s , p o n e é n f a s is e n la s r e la c io n e s so c ia les (B . T u rn er, 1 9 8 6 ), s e fija n o s ó l o e n e l p r e se n te , s in o ta m b ié n e n el pasado y e n el fu tu ro , y e stá p r o fu n d a m e n te p r e o c u p a d o ta n to p o r lo s c o n f lic t o s com o por las c o n tr a d ic c io n e s . A p e s a r d e las sim ilitu d e s d e M arx y S im m el e n e i u so d e un en fo q u e d ia lé c tic o , existen d ife r e n c ia s im p o r ta n te s en tre e llo s . E s d e e n o r m e im p o r ta n c ia e l h e c h o
304
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de que ambos remarcaran aspectos muy diferentes del mundo social y ofrecie ran imágenes muy diferentes del futuro. En lugar del optimismo revolucionario de Marx, Simmel tenía una visión de futuro más cercana a la imagen de «jaula de hierro» de Weber, de la cual no se puede salir (para más información sobre la relación intelectual entre W eber y Simmel, véase Scaff, 1989: 121-151). Simmel demostró su compromiso con la dialéctica de varias formas. Por un lado, la sociologia de Simmel tuvo siempre en cuenta las relaciones, especial mente la interacción (asociación). Sobre todo se fijó siempre en los dualismos, conflictos y contradicciones que aparecían en cualquier campo del mundo so cial en el que estuviera trabajando. Donald Levine afirma que esta perspectiva refleja la creencia de Simmel en que «c/ mundo puede entenderse mejor en términos de conflicto y de contrastes entre categorías opuestas» (1971: xxxv). Más que intentar abordar esta manera de pensar a través de la obra de Simmel, vamos a ilustrarla a partir de su trabajo sobre una de las formas de interacción que trató — la moda— . Simmel recurrió a un modelo parecido de pensamiento dialéctico en la mayoría de sus ensayos sobre las formas y los tipos sociales, pero este análisis de la moda ilustra sobradamente su método para abordar esos fenómenos. También hablaremos del pensamiento dialéctico simmeliano sobre la cultura subjetiva-objetiva y sobre sus conceptos «más vida» y «más-quevida». La m oda. En uno de sus ensayos típicamente fascinantes y dualistas, Simmel (1904/1971) describió las contradicciones de la moda de muchas formas. Por un lado, la moda es una forma de relación social que permite a quienes desean adecuarse a las demandas de un grupo, hacerio. Por otro lado, la moda provee asimismo la norma de la cual pueden desviarse aquellos que deseen ser singula res. La moda implica, también, un proceso histórico: en un primer momento, cada cual acepta lo que está de moda; inevitablemente los individuos se desvían de ella; y Analmente, en este proceso de desviación, pueden adoptar una nueva visión de lo que está de moda. La moda es también dialéctica en el sentido de que el éxito y la propagación de cualquier tendencia dada conduce a su fracaso real. Es decir, el distinguirse de algo conduce a inaugurar una moda. Sin embar go, ya que un número considerable de personas llegan a aceptarla de forma generalizada, esta conducta deja de ser distinta y por consiguiente pierde su atractivo. Otra dualidad tiene en cuenta también el papel del líder en el mundo de la moda. Dicha persona guía al grupo, paradójicamente, siguiendo una nor ma considerada mejor que cualquier otra, es decir, adoptándola de manera más determinante. Simmel argumenta finalmente que no sólo implica dualidades seguir lo que está de moda, sino también el esfuerzo de algunos por estar fuera de la moda. Las gentes que se mantienen fuera de la moda ven a aquellos que la siguen como imitadores y a ellos mismos como disidentes, pero Simmel pensó que estos últimos se encuentran simplemente envueltos en una forma inversa de imitación. Los individuos pueden evitar la norma vigente porque temen que, de la misma forma que sus iguales, perderán su individualidad, aunque, según
GEORG SIMMEL
305
Simmel, ese temor apenas es signo de gran personalidad e independencia. En resumen, Simmel constató que «todas... las tendencias antitéticas dominantes... están representadas de una manera o de otra» (1904/1971: 317) en la moda. El pensamiento dialéctico de Simmel puede estudiarse también en un nivel más general. Como veremos en este capítulo, Simmel se ocupó más de los con flictos y contradicciones que existen entre los individuos y en ta sociedad en sentido más amplio, y de las estrucluras culturales que los individuos forman. Estas estructuras vienen a tener, en última instancia, vida por si mismas, una vida sobre la que el individuo puede ejercer poco o ningún control. La cultura individual (subjetiva) y la cu ltu ra objetiva. Las personas están influidas, y según Simmel amenazadas, por estructuras sociales y, lo que es más importante, por sus producciones culturales. Simmel distinguió entre cultura individual y cultura objetiva. La cultura objetiva se refiere a aquellas manifes taciones que las personas producen (el arte, la ciencia, la filosofia, etc...). La cultura individua! (subjetiva) es la capacidad del actor para producir, absorber y controlar los elementos de la cultura objetiva. En un sentido ideal, la cultura individual modela y es modelada por la cultura objetiva. El problema que se plantea es que la cultura objetiva llega a tener vida propia. Como él mismo señalo: «Ellos (los elementos de la cultura) adquieren identidades fijas, una lógica y una razón de ser propias; esta nueva rigidez los distancia inevitable mente de la dinámica espiritual que los creó y que los hizo independientes» (1921/1968: 11). La existencia de estos productos culturales entra en contradic ción con los actores que los crean porque son ejemplo de el profundo extrañam iento o anim osidad que ex iste entre los procesos orgán icos y creativos del alm a y sus co n ten id o s y productos: la vida inquieta y vibrante del alm a creativa, que se desarrolla hacia lo s contrastes in fin itos con su producto fijo e idealm ente inalterable y su m isterioso efecto de retroalim entación, que lo detiene y , sin em bargo, hace rígida esta vivacid ad . Con frecu en cia aparece com o si un m ovim ien to creativo del alm a estuviera m uriendo desde su propia producción. (S im m el, 1 9 2 1/1968: 4 2 )
K. Peter Etzkom dijo que «en la dialéctica simmeliana, el hombre está siempre en peligro de ser asesinado por esas criaturas de su creación, que han perdido su coeficiente humano orgánico» (1968: 2). Más-vida y m ás-que-vida. Otro espacio del pensamiento de Simmel, su so ciología filosófica, supone una manifestación incluso más general de su pensa miento dialéctico. Al analizar el surgimiento de las estructuras sociales y cultu rales, Simmel tomó una postura muy parecida a algunas de las ideas de Marx. Marx utilizaba el concepto de fetichismo de la mercancía para remarcar la sepa ración entre las personas y sus productos. Para Marx, esta separación alcanza su cumbre en el capitalismo, podría superarse sólo en la futura sociedad socialista y, por tanto, constituye un fenómeno histórico especifico. Pero, para Simmel,
306
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
e sta s e p a r a c ió n e s in h e r e n te a la n a tu r a le za d e la v id a h u m a n a . E n té r m in o s f i lo s ó f ic o s , h a y una c o n tr a d ic c ió n in h e r e n te e in e v ita b le en tre « m á s -v id a » y « m á s -q u e -v id a » (O a k e s , 1 9 8 4 : 6; W e in g a r tn e r , 1 9 5 9 ). La c u e s tió n d e m á s -v id a y m á s -q u e -v id a e s ce n tr a l e n e l e n s a y o d e S im m e l « E l ca rá cte r tr a s c e n d e n te d e la v id a » ( 1 9 1 8 / 1 9 7 1 ) . C o m o e l titu lo su g ie r e , y S im m e l d e ja s u f ic ie n t e m e n te c la r o , «Lo trascendental es inmanente a la vida» (1 9 1 8 /1 9 7 1 ; 3 6 1 ) . L as p e r so n a s p o s e e n u n a c a p a c id a d d o b le m e n te tr a s c e n d e n te. E n p rim e r lu g a r, d e b id o a su in q u ie tu d , a s u s c a p a c id a d e s c r e a tiv a s , (m á s v id a ) la s p e r s o n a s s o n c a p a c e s d e tr a s c e n d e r se a s í m is m a s . E n s e g u n d o lu g a r, e sta c a p a c id a d tr a s c e n d e n te , c r e a tiv a , le s p e r m ite p r o d u c ir c o n s ta n te m e n te c o n j u n to s d e o b je t o s q u e le s tr a s c ie n d e n . L a e x is t e n c ia o b je tiv a d e e s o s f e n ó m e n o s (m á s -q u e -v id a ) lle g a a e s t a b le c e r s e en u n a o p o s ic ió n ir r e c o n c ilia b le c o n la s fu e r z a s c r e a tiv a s (m á s -v id a ), q u e p r o d u c e n lo s o b je to s en p rim e r lu g a r. E n o tras p a la b ra s, la v id a s o c ia l « c r e a y p r o d u c e p o r sí m is m a a lg o q u e n o e s v id a p ero ‘q u e tie n e su p ro p ia s ig n if ic a c ió n y s e r ig e p o r su s p ro p ia s l e y e s ’» (S im m e l en W e in g a r tn e r , 1 9 5 9 : 5 3 ). L a v id a s e e n c u e n tr a e n la u n id a d , y e l c o n f lic t o , en tre a m b a s. S im m e l c o n c lu y e a fir m a n d o q u e: « L a v id a e n c u e n tr a su e s e n c ia , su p r o c e s o , s ie n d o m á s -v id a y m á s -q u e -v id a » ( 1 9 1 8 /1 9 7 1 : 3 7 4 ). P o r lo ta n to , d a d a s e s ta s c o n c e p c io n e s m e t á fic a s , S im m e l ll e g ó a te n er un a im a g e n d e l m u n d o m u c h o m á s c e r c a n a a la d e W’e b e r q u e a la d e M arx, S im m e l, al ig u a l q u e W e b e r , c o n sid e r a b a q u e e l m u n d o s e c o n v e r tir ía e n u n a ja u la de h ierro d e la c u ltu r a o b je tiv a d e la q u e la s p e r so n a s ten d ría n ca d a v e z m e n o s p r o b a b ilid a d e s d e e sc a p a r . T e n d r e m o s m á s q u e d e c ir so b r e a lg u n a s d e esta s c u e s t io n e s e n lo s s ig u ie n te s e p íg r a fe s , q u e tratarán d e la s r e fle x io n e s d e S im m e l so b r e lo s c o m p o n e n te s m á s r e p r e se n ta tiv o s d e la r e a lid a d s o c ia l.
CONCIENCIA INDIVIDUAL En e l n iv e l in d iv id u a l, S im m e l s e c e n tr ó e n la s fo r m a s d e a s o c ia c ió n y le p restó r e la tiv a m e n te p o c a a te n c ió n al a s p e c t o d e la c o n c ie n c ia in d iv id u a l q u e , e n raras o c a s io n e s , trató d ir e c ta m e n te e n su ob ra. A ú n m á s , S im m e l trabajaba d e s d e el su p u e s to d o q u e lo s se r o s h u m a n o s p o s e e n una c o n c ie n c ia c r e a tiv a . F r isb y se ñ a ló q u e la s b a s e s d e la v id a s o c ia l para S im m e l e sta b a n fo r m a d a s p o r « in d iv id u o s c o n s c ie n t e s o g r u p o s d e in d iv id u o s q u e in tera ctú a n c a d a u n o p o r gran v a ried a d d e m o t iv o s , p r o p ó s ito s e in te r e s e s » (1 9 8 4 ; 6 1 ). E ste in te r é s e n la c r e a tiv id a d se m a n ifie s ta e n e l a n á lis is d e S im m e l d e la s d iv e r s a s fo r m a s d e in te r a c c ió n , d e la c a p a c id a d d e lo s a c to r e s para crea r e str u c tu r a s s o c ia le s , a sí c o m o d e lo s e fe c to s d e s a s tr o s o s q u e e s a s estr u c tu r a s han te n id o en ¡a c r e a tiv id a d de lo s in d iv id u o s . T o d o el a n á lis is d e S im m e l d e la s fo r m a s d e in te r a c c ió n im p lic a q u e los a c to r e s h a n d e se r c o n s c ie n te m e n t e o r ie n ta d o s u n o s h a c ia o tr o s . P o r ta n to , la in te r a c c ió n , p o r e je m p lo , d e un s is te m a e s tr a tific a d o r e q u ie r e q u e lo s supraord e n a d o s y lo s su b o r d in a d o s s e o r ie n te n e ll o s m is m o s h a c ia lo s o tr o s. L a interac ió n c e sa r ía y el s is te m a d e e s tr a tific a c ió n fra c a sa r ía si el p r o c e s o d e mutua
GEORG SIMMEL
307
orientación no existiera. Lo mismo se puede decir de todas las otras formas de interacción. La conciencia juega otros papeles en la obra de Simmel. Por ejemplo, aun que éste creyera que las estructuras sociales (y culturales) llegarían a tener vida propia, se dio cuenta de que la gente debía conceptualizar tales estructuras con el fin de que ejercieran un efecto sobre las personas. Simmel estableció que la sociedad no está simplemente «ahí fuera» sino que es también « ‘mi representa ción’ —algo dependiente de la actividad de la conciencia—» (1908/1959a: 339). Simmel tenía asimismo un sentido de la conciencia individual y del hecho de que las normas y los valores de la sociedad se interiorizan en la conciencia individual. La existencia de las normas y valores tanto interna como externa mente exp lica el carácter dual del co m p rom iso moral: éste, por un lado, nos enfrenta a un orden im personal al que sim p lem en te ten em os que so m e te m o s, pero este poder no externo no nos im pone, por otro lado, m ás que nuestros im p u lsos más privados e internos. En cualquier ca so , aquí ten em os una de las situ a cio n es en que el in d ivi duo, dentro de su propia co n cien cia , repite las relacion es ex isten tes entre él, com o entidad total, y el grupo. (S im m el, 1 9 08 /1950a: 2 5 4 )
Esta concepción tan moderna de la internalización constituye un supuesto bastante poco desarrollado en la obra de Simmel. Además, Simmel tenía una concepción sobre la capacidad de las personas para enfrentarse a si mismas mentalmente, para apartarse de sus propias accio nes, que es muy parecida a la de George Herbert Mead y los interaccionistas simbólicos (Simmel, 1918/1971: 364; véase también Simmel, 1907/1978: 64). El actor p u e d e recibir estímulos externos, calcularlos, probar diferentes vías de acción, y entonces decidir su proceder. A causa de estas capacidades mentales, el actor no está simplemente esclavizado por las fuerzas externas. No obstante, existe una paradoja en el planteamiento de Simmel sobre Jas capacidades men tales de los actores. La mente puede proteger a los actores de ser esclavizados por estímulos externos, pero también tiene la capacidad de volver sobre si mis ma, de crear objetos que llegarán a esclavizarlos. Simmel afirmaba q u e «nues tra mente posee una notable habilidad para concebir contenidos como si fueran independientes del mismo acto de pensar» (Simmel 1907/1978: 65). Por lo tan to, aunque la inteligencia de las personas las capacita para evitar ser esclaviza das por los mismos estímulos externos que someten a los animales, crea asimis mo las estructuras e instituciones que coaccionan sus pensamientos y acciones. Aunque podamos encontrar manifestaciones de su preocupación por la con ciencia a lo largo de toda su obra, Simmel no hizo en realidad otra cosa que presumir su existencia. Raymond Aron ha señalado claramente: «El (Simmel) debe conocer las leyes del comportamiento... de la reacción humana. Pero no ha tratado de descubrir o de explicar que es lo que ocurre en la propia mente» (1965: 5-6).
308
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
INTERACCION SOCIAL («ASOCIACION») Georg Simmel es más conocido entre los sociólogos contemporáneos por sus contribuciones a la comprensión de las pautas o formas de la interacción social. Así expresó su interés por este nivel de la realidad social: Estam os tratando aquí con p ro ceso s m olecu lares m icro scó p ico s dentro del m ate rial hum ano, por d ecirlo así. D ich o s p ro ceso s ocurren realm ente con caten án d ose e h íp ostasián d osc en unidades y sistem as só lid o s, m acrocósm icos. El que las perso nas se fijen en las otras y estén ce lo sa s de ellas; el que intercam bien cartas o cenen juntas, el que, aparte de todos los intereses tan gib les, se atraigan ya por ser d esea b le s co m o por lo contrario; e l que la gratitud por actos altruistas se haga en bene ficio de una unión inseparable; el que uno le pida a otro que le en señ e d ónde está cierta calle; el que se vistan y adornen para agradar a otras, — éstas son só lo ilustra cio n es eleg id a s al azar de tod o un espectro de relacion es que se dan entre lo s seres humano.s— . Pueden ser m om entáneas o perm anentes, co n scien tes o in con scien tes, superficiales o profundas, pero mantienen constantemente el vínculo entre lo s hombres. A cada m om ento e sto s la zo s de relación se alargan, se quiebran, se retom an otra v ez, se sustituyen por otros, se entrelazan con otros. E stas interacciones entre los átom os de la socied ad só lo pueden apreciarse al m icroscop io p sico ló g ico .
{Simmel, 1908/195%: 327-328) Simmel deja claro con esto que uno de sus intereses primarios es la interac ción (asociación) entre actores conscientes, y que su intento estaba dirigido a observar una amplia gama de interacciones que pueden parecer triviales en algunas ocasiones, pero que son cruciales en otras. Su obra no comparte el talante durkheimiano del interés por los hechos sociales, sino que supone la formulación para la sociología del enfoque de la pequeña escala. Dado que Simmel tomaba a menudo en su sociología una postura exagerada sobre la importancia de la interacción, muchos estudiosos han perdido la pers pectiva de ía intuición simmeliana de los aspectos de la realidad social a gran escala. En ocasiones, por ejemplo, equiparaba la sociedad con la interacción: «La sociedad... sólo es la síntesis o el término general para la totalidad de esas interacciones específicas... La ‘sociedad’ es idéntica a la suma total de esas relaciones» (Simmel, 1907/1978: 175). Tal afirmación puede ser tomada como la_reafirmación de.su.njreocuD^ción opr la interacción. p,ero.pomo veremos en su sociología general y filosófica, Simmel mantenía una concepción de mucha mayor escala tanto de la sociedad como de la cultura.
Interacción; formas y tipos Una de las preocupaciones que dominan en Simmel es la form a por encima del contenido de la interacción social. Esta preocupación proviene de la identifica ción de Simmel con la tradición filosófica kantiana, en la que se insiste en la diferencia entre forma y contenido. La posición de Simmel a este respecto es,
GEORG SIMMEL
309
con todo, bastante simple. Desde su punto de vista, el mundo real está compues to de innumerables acontecimientos, acciones, interacciones, etc. Para orientar se en el laberinto de la realidad (los «contenidos»), las personas !a ordenan mediante su reducción a modelos o formas. De esta manera, el actor se enfrenta a un número limitado de formas, en lugar de a un conjunto confuso de aconteci mientos específicos. Desde el punto de vista de Simmel, la tarca del sociologo consiste en hacer exactamente lo mismo que el lego; esto es, imponer un núme ro limitado de formas a la realidad social, a la interacción en particular, para que de esta manera pueda analizarse mejor. Esta metodología permite por lo general obtener un estracto de las características comunes que se encuentran en un amplio frente de interacciones específicas. Por ejemplo, las formas interac tivas de supraordenación y subordinación se basan en una vasta gama de relaciones «tanto en el estado, como en una comunidad religiosa; tanto en una banda de conspiradores como en una asociación econòmica; tanto en una escuela de arte como en una familia» (Simmel, 1908/1959b: 317). Donald Levine, uno de los pioneros contemporáneos en el estudio de Simmel, describe su método so ciológico irvteraccional-formal del siguiente modo: «Su método consiste en seleccionar algún fenómeno limitado, finito, de entre el flujo de acontccimicntos del mundo; examinar la multiplicidad de los elementos que lo componen y averiguar la causa de su coherencia descubriendo su forma. Posteriormente in vestiga los orígenes de esta forma y sus implicaciones estructurales» (1971: xxxi). Levine señala, más específicamente, que «las formas son las pautas exhibidas por las asociaciones» de personas (1981b: 65) '. El interés de Simmel por las formas de interacción social ha sido objeto de varias criticas. Por ejemplo, ha sido acusado de imponer un orden donde no lo habia y de producir una serie de estudios inconexos que, en realidad, no termi nan imponiendo a las complejidades de la realidad social un orden mejor que el de los legos. Algunas de estas criticas son válidas sólo si nos centramos en el interés simmeliano por las formas de interacción, en su sociología formal, e ignoramos los otros tipos de sociología a que se dedicó. Sin embargo, existen varias formas de defender la aproximación de Simmel a la sociología formal. En primer lugar, se sitúa muy cerca de la realidad, como reflejan los innumerables ejemplos de la vida real que Simmel utilizó. En se gundo lugar, no supone la imposición de categorías arbitrarias y rígidas a la realidad social, sino que intenta, en cambio, recoger las formas en las que fluye dicha realidad social. En tercer lugar, la aproximación simmeliana no utiliza un esquema teórico general dentro del cual estén comprendidos todos los aspectos del mundo social. Por tanto, evitó la reificación del esquema teorético que tanto placía a un teórico como Talcott Parsons. Por último, la sociología formal lucha contra el empirismo pobremente conceptualizado tan característico de la mayor
' Eti el caso concreto de la interacción, los contenidos son «los im pulsos, propósitos e ideas que conducen a los individuas a asociarse con otros» (Levine, 1981b: 65).
310
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
parte de la sociología. Simmel utilizó indudablemente «datos» empíricos, pero éstos estaban subordinados a su esfuerzo de imponer orden en el confuso mun do de la realidad social. G eom etría Social. En la sociologia formal de Simmel, se puedo ver más clara mente su esfuerzo por desarrollar una «geometría» de las relaciones sociales. Dos de los coeficientes geométricos que tuvo en cuenta son el número y la dis tancia (otros son posición, valencia, auto-implicación y simetría (Lcvine, 1981b)). E l número. Puede comprobarse el interés de Simmel por el impacto del nú mero de personas sobre la calidad de la interacción en su análisis de la diferen cia entre diada y triada. Diada y triada. Para Simmel (1950) habia una diferencia crucial entre diada (grupo de dos personas) y triada (grupo de tres personas). La adición de una tercera persona ocasiona un cambio radical y fundamental. Aumentando en más de tres el conjunto de miembros no se obtiene ni mucho menos el mismo efecto que si se añadiera un tercer miembro a un grupo de dos. A diferencia de todos los grupos, la diada no tiene razón de ser excepto para los dos individuos impli cados. No existe en una diada una estructura de grupo independiente; para el grupo no existe nada más que los dos individuos separables. Por lo tanto, cada miembro de una diada retiene un alto nivel de individualidad. El individuo no se rebaja al nivel del grupo. Este no es el caso de la triada, que tiene la posibilidad de encontrar su razón de ser fuera de los individuos que la componen. También es probable que una triada sea algo más que los individuos que la forman. Es probable que se desarrolle una estructura de grupo independiente. Como resul tado de ello, existe mayor amenaza para la individualidad de los miembros. Una triada puede tener un efecto general de nivelación sobre los miembros. Con la adición de un tercer miembro al grupo, se hace posible una gran variedad de nuevos roles sociales. Por ejemplo, el tercero puede tomar el papel de árbitro o mediador en las disputas que se originen dentro del grupo. Entonces el tercer miembro puede usar las disputas entre los otros dos para su propio interés o convertirse en objeto de competición para las otras dos partes. El ter cero también puede alentar deliberadamente el conflicto entre los otros dos con el ñn de obtener superioridad (divide y vencerás). Un sistema de estratificación y una estructura de autoridad puede emerger entonces. El movimiento desde la diada a la triada es esencial para el desarrollo de estructuras sociales que se pueden volver disgregadoras de la unión entre los individuos y dominarlos. Tal posibilidad no se da en la diada. El proceso que comienza en la transición de la diada a la triada continúa con grupos cada vez más grandes y, en última instancia, la sociedad surge. En estas estructuras sociales grandes, el individuo, separado crecientemente de la es tructura de la sociedad, se desenvuelve más y más solo, aislado y segmentado. Finalmente, esto da como resultado una relación dialéctica entre individuos y
GEORG SIMMEL
311
estructuras sociales: «Según Simmel, el individuo socializado siempre perma nece en una relación dual con la sociedad: se incorpora a ella y, con todo, lucha contra ella... El individuo está determinado y, no obstante, es determinante; actúa dependiendo y, aún asi, está auto-actuando» (Coser, 1965: 11), Esta con tradicción muestra que «la sociedad permite que surja la individualidad y la autonomía, pero también la impide» (Coser, 1965: 11). Tamaño del grupo. En un nivel más general, se encuentra la actitud ambiva lente simmeliana ( 1908/1871a) hacia la influencia del (amaño del grupo. Por un lado, adopta la postura de que el crecimiento del tamaño de un grupo o sociedad aumenta la libertad individual. Un grupo o una sociedad pequeña probablemen te controlan al individuo por completo. Sin embargo, en una sociedad más gran de, es probable que el individuo pertenezca a varios grupos, cada uno de los cuales controia solamente una pequeña parte de su personalidad total. En otras palabras, «La individualidad del ser y de la acción generalmente aumenta en el grado en que eí circulo social que rodea al individuo se ensancha» (Simmel, 1908/197la: 252). Sin embargo, pensaba que las sociedades más grandes crea ban una serie de problemas que amenazaban, en última instancia, la libertad del individuo. Por ejemplo, observó las masas como si estuvieran dominadas por una idea, por ta idea más simple. La proximidad física de la masa hace a las personas sugestionables y más propicias a seguir ideas simplistas, a empeñarse en acciones emocionales sin un planteamiento previo. Quizá lo más importante, en lo referente al interés simmeliano por las for mas de interacción, sea que el incremento del tamaño y la diferenciación contri buyen a atlojar los lazos entre los individuos y a dejar en su lugar relaciones mucho más distantes, impersonales y segmentadas. Paradójicamente, este gran grupo que libera al individuo, amenaza al mismo tiempo dicha individualidad. También resulta paradójica la creencia de Simmel de que, para el individuo, una manera de combatir la amenaza de la sociedad de masas es autosumergirse en pequeños grupos tales como la familia. Distancia. Otra de las preocupaciones de Simmel en su geometría social es la distancia. Levine proporciona un buen compendio de las posiciones de Simmel sobre el papel de la distancia en las relaciones sociales: «Laspropiedades de las formas y los significados de los hechos están en función de las distancias rela tivas entre los individuos y otros individuos o hechos». (1971: xxxiv). Este inte rés por la distancia se manifiesta en varias partes de la obra de Simmel. Vamos a analizarlo en dos contextos diferentes: en su voluminosa obra La filosofía del dinero y en uno de sus ensayos más lúcidos, «El extraño». En La filosofia del Dinero (1907/1978), Simmel enunció algunos principios generales acerca del valor —y acerca de lo que hace que las cosas sean valio sas— que sirvieron como base para su análisis del dinero. Ya que más adelante trataremos su trabajo en detalle en este mismo capítulo, aquí analizaremos esta cuestión sólo brevemente. Lo esencial es que el valor de cualquier cosa está
312
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
determinado por su distancia del actor. No se valora lo mismo un objeto si está demasiado cerca o es demasiado fácil de obtener que si está muy distante y es demasiado difícil lograrlo. Los objetos que son asequibles, pero solamente con un gran esfuerzo, son los más valorados. La distancia juega asimismo un papel central en «El extraño» (1908/197 Ib), un ensayo de Simmel sobre el tipo de actor que no está ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Si estuviera demasiado cerca, no sería por mucho más tiempo un extraño, pero si estuviera demasiado lejos, dejaría de tener cualquier contac to con el grupo. La interacción en la que se ve envuelto el extraño con los miembros del grupo implica una combinación de cercanía y distancia. La dis tancia peculiar entre el extraño y el grupo le permite tener una serie de pautas de interacción inusuales con los miembros. Por ejemplo, el extraño puede ser más objetivo en sus relaciones con los miembros del grupo. Dado que es un extraño, los otros miembros del grupo se sienten más cómodos al expresarle sus confidencias. De ésta y otras maneras, surge un modelo de coordinación y de interacción consistente entre el extraño y los otros miembros del grupo. Este se convierte en un miembro orgánico del grupo. Pero Simmel no sólo consideró al extraño un tipo social; consideró asimismo la extrañeza como una forma de interacción social. Un cierto grado de extrañeza, que supone la combinación de cercanía y lejanía, caracteriza a todas las relaciones sociales, incluso las más intimas. Podemos asi examinar una amplia gama de interacciones específicas con el fin de descubrir el grado de extrañamiento que se encuentra en cada una. Aunque las dimensiones geométricas introduzcan varios tipos y formas simmelianos, de ellas se desprende mucho más que simple geometría. Los tipos y las formas son construcciones, que Simmel empleó para conseguir una mayor comprensión de un amplio espectro de modelos interactivos. Tipos sociales. Acabamos de hablar de uno de los tipos sociales enunciados por Simmel, el extraño; otros incluyen al miserable, al derrochador, al aventu rero y al noble. Para ilustrar su modo de pensar en este área, vamos a poner énfasis en uno de los tipos, el pobre. E l pobre. Como es característico de los tipos en la obra de Simmel, el pobre se definía en términos de sus relaciones sociales, pues es ayudado por otras personas o al menos tiene derecho a esa ayuda. Es claro que aquí Simmel no sostiene que la pobreza se defina mediante una cantidad, o más bien una falta de cantidad, de dinero. Aunque Simmel se centró en las relaciones características y fas pautas de interacción del pobre, también aprovechó la ocasión en su ensayo «El pobre» (1908/1971c) para desarrollar un amplio abanico de interesantes intuiciones sobre el pobre y la pobreza. Era característico de Simmel ofrecer gran profu sión de reflexiones penetrantes en cada uno de sus ensayos. De hecho, es a ellas a las que debe su fama. Por ejemplo, Simmel defendía que un conjunto recipro co de derechos y obligaciones define la relación entre el menesteroso y los
GEORG SIMMEL
313
dadivosos. El menesteroso tiene el derecho de recibir ayuda y este derecho hace menos penoso el hecho de recibir dicha ayuda. Por el contrario, el dadivoso tiene la obligación de dar al necesitado. Simmel adoptó asimismo la posición funcionalista, según la cual la ayuda social al pobre ayuda a mantener el sistema. La sociedad requiere ayuda para cl pobre «para que de esta manera el pobre no se convierta en enemigo activo y peligroso para la sociedad, asi como para hacer más productivas sus reducidas energías y prevenir la degeneración de su progenie» (Simmel, 1908/]971c: 154). Por lo tanto, la ayuda al pobre es un beneficio para la sociedad, no tanto para el mismo pobre. El estado juega un papel clave aquí y, como afirmaba Simmel, el trato al pobre se vuelve cada vez más impersonal a medida que el mecanismo de repartir ayudas se burocratiza. Simmel mantenía también un punto de vista relativista de la pobreza. Es decir, los pobres no son simplemente aquellos que están en el punto más bajo de la sociedad. Desde este punto de vista, la pobreza se encuentra en todos los estratos sociales. Este concepto simbolizó más tarde ei concepto sociológico de privación relativa. Si los miembros de la clase alta tienen menos que sus igua les, entonces es probable que se sientan pobres en comparación a ellos. Por consiguiente, los programas gubernamentales orientados a la erradicación de la pobreza no pueden nunca tener éxito. Incluso si los que están en una clase social baja suben de posición, muchas personas dentro del sistema de estratifi cación continuarán sintiéndose pobres en comparación a sus iguales. Formas sociales. Como con los tipos sociales, Simmel observó una amplia gama de formas sociales, incluyendo el intercambio, el conflicto, la prostitu ción y la sociabilidad. Podemos ilustrar la obra de Simmel (1908/197 Id) sobre las formas sociales, a través de su análisis de la dominación; es decir, de la supraordinación y la subordinación. Supraordenación y Subordinación. Supraordenación y subordinación man tienen una relación recíproca. El líder no quiere determinar completamente los pensamientos y acciones de los otros. Antes bien, espera del subordinado que reaccione positiva o negativamente. Ni esta ni ninguna otra forma de interacción puede existir sin relaciones mutuas. Incluso en la más opresiva de las formas de dominación, los subordinados tienen al menos algún grado de libertad personal. Para la mayoría de la gente, la supraordenación lleva consigo un esfuerzo por eliminar completamente la independencia de ios subordinados, pero Sim mel argumenta que una relación social dejaría de existir si ese fuera el caso. Simmel argumentó que uno puede estar subordinado a un individuo, a un grupo, o a una fuerza objetiva. El liderazgo de un solo individuo generalmente conduce a un grupo bien entretejido, ya sea para apoyar a! líder, ya para oponer se a él. Incluso cuando la oposición se origina en tal grupo, la discordia se puede resolver más fàcilmente cuando las partes permanecen bajo el mismo poder superior. La subordinación bajo una plxu-alidad puede tener efectos desiguales. Por un lado, la objetividad del mando de una colectividad puede servir para
314
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
fortalecer la unidad del grupo, más que el dominio arbitrario de un individuo. Por otro lado, es probable que se engendre hostilidad entre los subordinados si no reciben la atención personal del líder. Simmel descubrió que la subordinación a un principio objetivo es la más ofensiva, quizá porque desaparecen las relaciones humanas y las interacciones sociales. Las personas se consideran determinadas por una ley impersonal en la que no tienen capacidad de influir. Sinunel consideró que la subordinación a un individuo era más libre y más espontánea: «La subordinación a una persona tiene un elemento de libertad y dignidad en comparación con lo que toda obediencia a las leyes tiene de mecánico y pasivo» (1908/197Id: 115). La subordinación a los objetos (por ejemplo, iconos), a la que Simmel consideraba un «humillantemente severo e incondicional tipo de subordinación» (1908/1971d: 115) es incluso peor. Dado que el individuo está dominado por una cosa, «psicológicamente él mismo desciende a la categoría de un mero objeto» (Simmel, 1908/197 Id: 117). Una vez más, Simmel trató un amplio espectro de formas de interacción a lo largo de su trabajo, y su análisis de Ja dominación sirve simplemente para ilus trar el tipo de trabajo que realizó Simmel en este campo. Recientemente, Cuy Oakes (1984) vinculó el análisis de Simmel de las for mas a su problemática básica, la brecha creciente entre la cultura objetiva y subjetiva. Este autor defiende la idea de que «La perspectiva de Sirnmel, el descubrimiento de la objetividad — la independencia de los objetos de la condi ción de su génesis subjetiva o psicológica— fue la adquisición más grande en la historia de la cultura del mundo occidental» (Oakes, 1984: 3). Una de las mane ras en las que Simmel abordó la cuestión de la objetividad se encuentra en su análisis de las formas, pues aunque tal formalización y objetivación es necesa ria y deseable, podría llegar a ser bastante indeseable; Por un lado, las form as son co n d icio n es necesarias para la exp resión y la realiza ción de las en ergías e intereses d e la vida. Por otro lado, estas form as se vuelven crecientem ente desgajadas y alejadas de la vida. Cuando esto ocurre, se desarrolla un co n flicto entre el p roceso de la vid a y las con fig u ra cio n es en las que se expresa. En úUima instancia, este c o n flic to am enaza con anular la relación entre vida y form a y, por tanto, con destruir las co n d icio n e s bajo las que e l p roceso de la vida puede ser realizado en estructuras autónom as. (O akes, 1 9 8 4 :4 )
ESTRUCTURAS SOCIALES Simmel habló poco, de una manera explícita, de las estrucutras de la sociedad a gran escala. De hecho, en ocasiones, poniendo énfasis en las pautas de interac ción, negaba la existencia de este nivel de la realidad social. Un buen ejemplo de esto se encuentra en su esfuerzo por definir la sociedad, donde rechazaba Ja posición realista ejemplificada por Emile Durkheim, según la cual la sociedad
GEORG SIMMEL
315
es una entidad real, material. Lewis Coser apunta: «No consideraba la sociedad como un objeto o un organismo» (1965; 5). Simmel se sentía asimismo incómo do con la concepción nominalista de que la sociedad no es nada más que un conjunto de individuos aislados. Adoptó una posición intermedia, concibiendo la sociedad como un conjunto de interacciones (Spykman, 1925/1966; 88), «La sociedad es meramente un nombre para un conjunto de individuos conectados por medio de la ‘interacción’» (Simmel, citado en Coser, 1965; 5). Aunque Simmel enunció esta posición interaccionista, en la mayor parte de su obra trabajaba como un realista, como si ta sociedad fuera una estructura real y material. Existe, entonces, una contradicción básica en la obra de Simmel en el nivel socio-estructural. Simmel afirmaba; «La sociedad trasciende al individuo y vive su propia vida, que sigue sus propias leyes. Se enfrenta, además, al indi viduo con una firmeza histórica c imperativa» (1908/1950a: 258). Coser captó la esencia de este aspecto del pensamiento de Simmel; «Las estructuras supraindividualcs mayores —el estado, el clan, la familia, la ciudad, o el sindicato— no se convierten sino en cristalizaciones de esta interacción, si bien pueden proporcionar autonomía y permanencia y enfrentarse al individuo como si fue ran poderes ajenos» ( 1965; 5). Rudolph Heberle constata exactamente el mismo punto; «Apenas podemos escapar de la impresión de que Simmel considera la sociedad como un juego entre factores estructurales, en el cual los seres huma nos aparecen como objetos pasivos más que como actores vivos y con volun tad» (1965; 117). La solución de esta paradoja descansa en la diferencia entre la sociología formal simmeliana, que tendía a adherirse a un punto de vista interaccionista de la sociedad, y sus sociologías histórica y filosófica, que le hacían decantarse más por una visión de la sociedad como una estructura social coercitiva e inde pendiente. En su sociología más tardía, consideró la sociedad como parte del proceso más amplio de desarrollo de la cultura objetiva, lo que le preocupaba enormemente. Aunque se ha considerado la cultura objetiva más bien como parte del dominio cultural, Simmel incluyó el crecimiento de las estructuras sociales de gran escala como parte de este proceso. El que Simmel relacionara el crecimiento de las estructuras sociales con el despliegue de la cultura objeti va es evidente en esta aserción: «La creciente objetivación de nuestra cultura, cuyos fenómenos constan cada vez más de elementos impersonales y absorben cada vez menos la totalidad subjetiva del individuo... lleva consigo asimismo estructuras sociológicas» (I908/I950b; 318). Además de clarificar la relación entre sociedad y cultura objetiva, todo ello condujo al pensamiento de Simmel hasta el nivel cultural de la realidad social.
CULTURA OBJETIVA Uno de los principales enfoques de la sociología filosófica e histórica de Sim mel es el nivel cultural de la realidad social, o lo que él llamaba la «cultura
316
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
objetiva». En su opinión, las personas producen cultura, pero dada esa capaci dad para reificar la realidad social, el mundo cultural y el mundo social llegan a tener vida propia, vidas que llegan a dominar de manera creciente a los actores que las crean y que diariamente las recrean. «Los objetos culturales llegan a vincularse cada vez más entre ellos en un mundo auto-contenido que tiene cada vez menos contactos con la psique subjetiva (individual) y con sus deseos y sensibilidades» (Coser, 1965; 22). Aunque las personas siempre mantengan la capacidad de crear y recrear la cultura, la tendencia a largo plazo de la historia consiste en que la cultura ejerce una fuerza cada vez más coercitiva sobre el actor. La preponderancia de la cultura objetiva sobre la subjetiva (d el in d ivid u o) que se desarrolló durante e l sig lo x ix ... esta variante parece extenderse firm em ente. Cada dia y en todas partes, la riqueza de la cultura ob jetiva se increm enta, pero el en ten d im iento del in d ivid u o puede enriquecer las form as y con ten id os de su propio de sarrollo só lo distan cián d ose aun m ás de e sa cultura y desarrollándose a sí m ism o a un ritm o m ucho m ás pausado. (S im m el, 1 9 0 7 /1 9 7 8 :4 4 9 )
En diversas partes de su obra, Simmel identificaba diversos componentes de la cultura objetiva, por ejemplo; • • • • • •
Herrramientas Medios de transporte Productos de la ciencia Tecnología Artes Lenguaje
• E s fe r a in te le c tu a l • S a b id u r ía tr a d ic io n a l
• • • • •
Dogmas religiosos Sistemas filosóficos Sistemas legales Códigos morales Ideales (por ejemplo, la patria)
Estos y otros muchos elementos constituyen el nivel cultural objetivo en la obra de Simmel. La cultura objetiva crece y se expande de varías formas. En primer lugar, su tamaño absoluto crece cuando aumenta la modernización. Esto puede parecer más evidente en el caso del conocimiento científico, que crece exponencial mente, aunque también sirve para la mayoría de los otros aspectos del dominio cultural. En segundo lugar, crece asimismo el número de los diversos compo nentes del reino de la cultura. Por último, y quizás lo más importante, los dife rentes elementos del mundo de la cultura se van engarzando más y más en un
GEORG SIMMEL
317
mundo más poderoso e independiente, que se encuentra crecientemente bajo el control de los actores. (Oakes, 1984: 12). Simmel no sólo se ocupó de describir el crecimiento de la cultura objetiva, sino también de lo que ésta alteraba pro fundamente; «Simmel estaba impresionado — si no afectado— por el descon certante número y variedad de los productos humanos que en el mundo contem poráneo rodean y asedian incesantemente al individuo» (Weingartner, 1959; 33). Lo que más le preocupaba a Simmel era que la cultura individual estuviera amenazada a causa del crecimiento de la cultura objetiva. Simmel se mostraba a favor de que la cultura individual dominara el mundo, pero esta posibilidad le parecía cada vez más improbable. Es lo que describía como «la tragedia de la cultura». (Comentaremos esta idea detalladamente en La filosofìa del dinero). El análisis concreto del crecimiento de la cultura objetiva, a costa de la indivi dual subjetiva, es simplemente un ejemplo de un principio general que domina todos los aspectos de la vida: «El valor total de algo aumenta en la misma pro porción en que el valor de sus partes individuales disminuye» (1907/1978; 199). Podemos relacionar el argumento general de Simmel acerca de la cultura objetiva con su análisis más básico de las formas de interacción. En uno de sus ensayos más conocidos, «La metrópoli y la vida mental» (1903/1971), Simmel analizaba las formas de interacción que tienen lugar en la ciudad moderna. Consideró las modernas metrópolis como «el escenario genuino» del crecimiento de la cultura objetiva y de la decadencia de la cultura individual. Es la escena donde predomina la economía del dinero, y el dinero, como Simmel decía a menudo, tiene un efecto profundo en la naturaleza de las relaciones humanas. El uso del dinero, que se ha propagado desmesuradamente, conduce a la acen tuación de la calculabilidad y la racionalización en todos los aspectos de la vida. Por lo tanto, disminuyen las relaciones humanas genuinas, y las relaciones so ciales tienden a estar dominadas por actitudes distantes y reservadas. Mientras las pequeñas comunidades se caracterizaban por sentimientos y emociones más intensos, la ciudad moderna se caracteriza por un intelectualismo superficial, que se adapta a la calculabilidad que exige la economía del dinero. La ciudad es, asimismo, el centro de división del trabajo y, como ya hemos visto, la espe cialización juega un papel central en la producción de una cultura objetiva siempre en expansión, con la correspondiente disminución de la cultura subjetiva. La ciudad es un «nivelador espantoso», en el que cada cual se reduce virtualmente a acentuar la calculabilidad insensible. Cada vez se hace más difícil mantener la individualidad ante la expansión de la cultura objetiva. Debemos señalar que en su ensayo sobre la ciudad (como en muchas otras partes de su obra), Simmel analizó asimismo el efecto liberador de este desarro llo modemo. Por ejemplo, puso énfasis en el hecho de que las personas son más libres en la ciudad moderna que en los estrechos confines sociales de los pue blos. Tendremos más que decir acerca del pensamiento simmeliano sobre la influencia liberadora de la modernidad al final de la siguiente parte, dedicada al libro de Simmel La filosofia del dinero. Antes de emprender esta tarea, es necesario indicar que una de las muchas
318
TEORIA SOCIOLOQ ICA CLASICA
ironías de la influencia de Simmel en el desarrollo de la sociología es que se utilizara su microanálisis, pero que sus implicaciones más atrevidas se ignorasen casi en su totalidad. Por ejemplo, el trabajo de Simmel sobre las relaciones de intercambio. Consideraba el intercambio como «el tipo más puro y desarrollado» de interacción (Simmel, 1907/1978: 82). Aunque todas las formas de interac ción llevaban consigo algún sacrificio, este se da más claramente en las relaciones de intercambio. Simmel pensaba que todos los tipos de intercambios sociales implicaban «beneficio y pérdida». Tal orientación es crucial en la obra microsociológica simmeliana. y más concretamente en el desarrollo de su teoria del intercambio que, en muy buena medida, supone una orientación micro. Sin embar go, el hecho es que su pensamiento sobre el intercambio se hace explícito en su obra más extensa sobre el dinero. Para Simmel, el dinero es la forma raás pura de intercambio. En contraste con la economía de trueque, donde el ciclo termi na cuando un objeto ha sido cambiado por otro, una economía que se basa en el dinero permite una serie infinita de intercambios. Esta posibilidad es muy impor tante para Simmel, porque procura las bases del desarrollo más amplio de las estructuras sociales y de la cultura objetiva. En consecuencia, el dinero como forma de intercambio representaba para Simmel una de las causas en las que radica la alienación de las personas en una estructura social moderna reíficada. En su estudio sobre la ciudad y el intercambio, podemos ver la elegancia del pensamiento de Simmel, por su manera de relacionar formas de intercambio sociológicas de pequeña escala con cl desarrollo de la sociedad moderna en su totalidad. Aunque este vinculo pueda encontrarse en ensayos concretos suyos, es mucho más patente en La filosofía del dinero.
LA FILOSOFIA DEL DINERO La filosofia del dinero {\9 W !\91%) ilustra muy bien la sofisticación y amplitud def pensamiento de Simmel. Demuestra concluyentemente que este se merece, al menos, tanto reconocimiento por su teoria general como por sus ensayos sobre microsociología. muchos de los cuales pueden considerarse como mani festaciones concretas de su teoría general. Aunque el título deja patente que Simmel se centró en la economia, su inte rés por el fenómeno del dinero se engarza en el conjunto más amplio de sus preocupaciones teóricas y filosóficas. Por ejemplo, como acabamos de ver, Simmel estaba interesado en la importante cuestión del valor y el dinero puede conside rarse simplemente como una forma de valor específico. En otro nivel, Simmel se interesó no por el dinero en sí mismo, sino por su influencia en una variada gama de fenómenos tales como «el mundo interior» de los actores y la cultura objetiva como un todo. En otro nivel distinto, trató cl dinero como un fenómeno específico vinculado con gran variedad de componentes de la vida, incluyendo «el intercambio, la propiedad, la avaricia, la extravagancia, el cinismo, ia liber tad individual, el estilo de vida, la cultura, el valor de la personalidad, etc».
GEORG SIMMEL
319
(Kracauer, citado por Bottomore y Frisby, 1978: 7). Por ùltimo, y de forma más generai, Simmel considerò el dinero corno un componente especifico de la vida, capaz de ayudamos a entender su totalidad. Como señalan Bottomore y Frisby, Simmel perseguía nada menos que extraer «de su análisis del dinero la totalidad del espíritu de una época» (1978: 7). La filosofía del dinero tiene mucho en común con la obra de Karl Marx. Al igual que Marx, Simmel puso énfasis en el capitalismo y en los problemas que oreaba la economía monetaria. A posar de eso, las diferencias son notables. Por ejemplo, Simmel consideraba que los problemas económicos de su época eran simplemente una manifestación de un problema cultural más general, la aliena ción de lo objetivo de la cultura subjetiva. Para Marx esos problemas eran espe cíficos del capitalismo, pero para Simmel formaban parte de la tragedia univer sal —la pérdida creciente de poder del individuo frente al desarrollo de la cultura objetiva— . Mientras el análisis de Marx es esencialmente histórico, el de Sim mel intenta extraer del flujo de la historia humana verdades atemporales. Como señala Frisby, «en La filosofìa del dinero... lo que se echa en falta... es una sociología histórica de la relaciones dinerarias» (1984: 58). Esta diferencia de análisis entre ambos se relaciona con una distinta postura ante la política. Marx creia que los problemas económicos eran históricos, producto de una sociedad capitalista y, por tanto, que podían ser resueltos con el tiempo. En cambio, Simmel consideraba que los problemas básicos eran inherentes a la vida huma na y que no ofrecían la esperanza de una mejora futura. De hecho, Simmel pensaba que el socialismo, en lugar de mejorar la situación, agravaría el tipo de problemas analizados en La filosofía del dinero. A pesar de algunas afinidades sustantivas con los planteamientos marxistas, el pensamiento de Simmel está mucho más cerca del de Weber y de su idea de «jaula de hierro» referida tanto a su imagen del mundo moderno como de su futuro. La filosofia del dinero comienza con el análisis de las formas generales de dinero y valor. Más tarde, el análisis se desplaza hacia la influencia del dinero en el «mundo interior» de los actores y de la cultura en general. Dada la com plejidad de tal análisis, aquí nos limitaremos a hacer una breve exposición del mismo. Una de las preocupaciones iniciales de Simmel, como ya hemos menciona do, es la relación entre dinero y valor. En general, Simmel defendía que las personas crean valores haciendo objetos, separándose de ellos y después inten tando sobrellevar la «distancia, obstáculos y dificultades» (Simmel, 1907/1978: 66). Cuanto mayor es la dificultad de obtener un objeto, mayor es su valor. Sin embargo, la dificultad para alcanzarlo tiene un «límite superior y otro inferior» (Simmel, 1907/1978: 72). El principio general es que el valor de las cosas pro viene de la capacidad de las personas para distanciarse de los objetos de manera adecuada. Las cosas que están muy próximas, que son demasiado fáciles de obtener, no son muy valiosas. Se necesita algún esfuerzo para que algo pueda ser considerado valioso. Por el contrario, las cosas que son demasiado inaccesi bles, difíciles de conseguir o prácticamente imposibles de obtener son asimismo
320
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de poco valor. Las cosas que desafían excesivamente a nuestro esfuerzo por obtenerlas dejan de ser valiosas. Las cosas que son más valiosas son las que no son demasiado inaccesibles ni tampoco demasiado fáciles de obtener. Entre los factores que intervienen en la distancia entre un objeto y el actor se encuentran el tiempo que se tarda en conseguir dicho objeto, su escasez, las dificulta des con que se encuentra el actor para lograrlo, y la necesidad de renunciar a otras cosas con el fm de hacerse con él. Las personas intentan situarse a una distancia de los objetos que los haga alcanzables, pero no con demasiada fa cilidad. En este contexto general del valor, Simmel analizó el papel del dinero. En el dominio de la economía, el dinero sirve tanto para crear la distancia que nos separa de los objetos como para proveernos de los medios para llegar a ellos. El valor del dinero unido a los objetos en la economía moderna los coloca a cierta distancia de nosotros; no los podemos obtener sin dinero. La dificultad de con seguir el dinero y, por ende, los objetos, los hace valiosos para nosotros. Al mismo tiempo, una vez que hemos conseguido el dinero suficiente, tenemos la capacidad de superar la distancia entre nosotros y los objetos. Así, el dinero cumple tanto la interesante función de crear distancia entre las personas y los objetos, como también la de proveer los medios para superar esa distancia. En el proceso de creación de valor, el dinero también procura las bases para el desarrollo del mercado, de la economía moderna y, en última instancia, de la sociedad moderna (capitalista). El dinero nos provee de los medios a través de los cuales esas entidades adquieren en si mismas una vida, que es externa al actor y coercitiva. Ello contrasta con las sociedades anteriores en las que ei trueque o el comercio no podía conducir a la reificación del mundo, que es el efecto distintivo de la economía del dinero. El dinero permite este dcsairollo de varias maneras. Por ejemplo, Simmel defiende que el dinero permite «cálculos más complejos, empresas de gran escala, y créditos a largo plazo» (1907/ 1978: 125). Más tarde, afirma que «el dinero ha... desarrollado... las prácticas más objetivas, las normas más lógicas, puramente matemáticas, de la libertad absoluta en cualquier ámbito personal» (1907/1978; 128). Simmel no conside raba este proceso de reificación, sino como parte de un proceso más general por medio del cual la mente se encarna y simboliza en los objetos. Estas encama ciones, estas estructuras simbólicas, llegan a rcificarse y vienen a ejercer una fuerza de control sobre los actores. El dinero no sólo ayuda a crear un mundo social reificado, sino que también contribuye a la creciente racionalización de este mundo social (B. Turner, 1986), Esta fue otra de las preocupaciones que Simmel compartió con Weber. La eco nomía del dinero pone énfasis en los factores cuantitativos más que en los cua litativos. Simmel declaró que; E s fácil m ultiplicar los ejem p lo s que ilustran !a preponderancia creciente de la categoría d e cantidad sobre la de calidad o , de manera m ás precisa, la tendencia a diluir la segunda en la primera, a reducir cada v ez m ás io s elem en to s a lo carente de propiedades y n o perm itirles nada m ás que determ inadas form as de m ovim iento y
GEORG SIMMEL
321
a exp licar todo lo e sp e c ífic o , individual y cualitativam ente determ inado, co m o lo más o lo m enos, lo m ás grande o lo m ás p equeño, lo ancho o lo estrecho, lo habitual o lo extraño de elem en to s o certidum bres que en sí son in coloros y solam ente accesib les a la determ inación num érica — aun a sí esta tendencia no puede nunca alcanzar su meta por m ed ios hum anos.... D e este m o d o , una de las grandes tendencias de la vida, la reducción de calidad a cantidad, adquiere su m ás alto n ivel y su única representación perfecta en el dinero. T am bién aquí e l el dinero aparece com o c! pináculo de una serie de desarro llo s culturales c h istóricos que determ inan su orientación d e manera inequívoca.
(Simmel,l907/1978: 278-280) De forma menos obvia, el dinero contribuye a la racionalización incremen tando la importancia del intelectualismo en el mundo moderno (B. Tumer, 1986). Por un lado, el desarrollo de la economía del dinero presupone una significativa expansión de los procesos mentales. Para poner un ejemplo, Simmel señaló que los procesos mentales complejos son necesarios para transacciones de capital como garantizar los billetes de un banco con dinero efectivo. Por otro lado, una economía monetaria contribuye a un cambio considerable de las normas y valo res de la sociedad; esto ayuda a «la reoricntación fundamental de la cultura hacia el intelectualismo (Simmel, 1907/1978; 152). En parte debido a nuestra economía dineraria, el intelecto ha venido a considerarse la más valiosa de nuestras energías mentales. Simmel consideraba que las transacciones de capital, que llegan a conver tirse en una parte importante de la sociedad, y la expansión de estructuras reificadas, eran responsables de la decadencia de la individualidad. Esto forma par te de su argumento general sobre la decadencia de la cultura individua! subjetiva frente a la expansión de la cultura objetiva («la tragedia de la cultura»): La circulación rápida del dinero co n d u ce a hábitos de g a sto y adquisición; hace que una cantidad concreta de dinero sea p sico ló g ica m en te m en o s v aliosa y sig n ifica ti va, mientras el dinero en general se v u e lv e im portante d e manera creciente, ya que los asuntos de dinero afectan ahora al ind ivid u o m ás vitalm ente de lo que le afectan en un e stilo de vida m en os agitado. N o s enfrentam os aquí con un fenóm eno m uy común: a saber, el que el valor ab solu to de a lg o aumenta cuando cl valor de sus partes individuales d ism in u ye. Por ejem p lo, el tam año y la sig n ifica ció n de un grupo social con frecuencia se hacen m ás im portantes cuando se valoran m enos las vidas e intereses de sus m iem bros individuales; la cultura objetiva, la diversidad y viveza de su con ten id o, alcanza su punto álgid o gracias a la d iv isió n del trabajo, que condena al individuo que representa y participa de esta cultura a la esp ecia liza ción m onótona, a la estrech ez, y a un crecim ien to atrofiado. La totalidad se v u elv e tanto más perfecta y arm oniosa, cuando m en os lo e s el individuo.
(Simmel, 1907/1978: 199) En algún sentido, puede ser dificil apreciar cómo el dinero adquiere el papel central que juega en la sociedad moderna. Superficialmente, el dinero aparece solamente como un simple medio para cierta variedad de fines o, según Simmel,
322
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
«la forma más pura de instrumento» (1907/1978; 210). Sin embargo, cl dinero ha venido a ser el ejemplo extremo de un medio que se ha convertido en un fin en si mismo; N ingún otro objeto que haya de agradecer su valor exclu siv a m en te a su calidad instrumental y a su capacidad d e convertirse en valores d efin itiv o s alcanza d e m odo tan fundam ental y sin reservas el carácter p sico ló g ica m en te absoluto del valor o la calid ad d e fin ú ltim o que se apodera por co m p leto de la c o n cien cia práctica. Esta n ecesid ad ex clu y en tc del dinero tendrá que aumentar en la m edidad en que éste adquiera un carácter instrumental cada v e z más puro. Puesto que e llo sig n ifica que el ám bito de lo s ob jetos que se pueden obtener a cam b io del dinero se va am plian do, que las c o sa s se entregan co n m enor resisten cia al poder del dinero y que éste e s cada v e z m ás carente de cu alid ad es, por lo cual resulta cada v ez m ás poderoso frente a todas las cualidades de las cosas. (S im m el, 1907/1978; 232)
Una sociedad en la que el dinero se convierte en un fin en sí mismo, cuando no en el fín último, tiene diversos efectos negativos sobre los individuos; dos de los más interesantes son el aumento del cinismo y la apatía. El cinismo se pro duce cuando los aspectos de la vida social, los más elevados y los más bajos, se ponen a la venta, y se reducen a un común denominador — el dinero— . Por tanto, podemos «comprar» belleza, verdad o inteligencia casi tan fácilmente como compramos cereales para el desayuno o desodorante. Esta reducción de cualquier cosa a un denominador común conduce a la actitud cínica de que todo tiene su precio, de que cualquier cosa se puede comprar o vender en el mercado. La economía del dinero también conduce a una actitud de apatía; «todas las cosas se perciben con igual insipidez y matiz grisáceo, como si no valiera ia pena excitarse ante ellas» (Simmel, 1907/1978; 256). El apático ha perdido totalmente la capacidad de hacer distinciones de valor entre los últimos objetos de compra. Desde una perspectiva diferente, el dinero es el enemigo absoluto de la estética, pues reduce cada objeto a ausencia de forma, a un fenómeno puramente cuantitativo. Otro efecto negativo de la economía del dinero son las relaciones cada vez más impersonales que fomenta. En lugar de tratamos como individuos con per sonalidad propia, tratamos, cada vez más frecuentemente, con nuestra posición — el repartidor, el panadero, etc.— sin considerar quién ocupa estas posiciones. En la división moderna del trabajo característica de una economía dineraria, nos encontramos con la situación paradójica de que, mientras dependemos más de otras posiciones para sobrevivir, sabemos menos acerca de la gente que las ocupa. El individuo específico que ocupa una posición dada se vuelve paulati namente insignificante. La personalidad de los individuos tiende a desaparecer detrás de posiciones que les demandan sólo una pequeña parte de aquella. Dado que lo que se necesita es tan poco, distintos individuos pueden ocupar la misma posición con igual efectividad. Las personas, por tanto, se convierten en ele mentos intercambiables.
GEORG SIMMEL
323
Asunto muy relacionado es el de la influencia de la economía dineraria sobre la libertad individual. La economía pecuniaria lleva a un aumento de la esclavización de las personas. El individuo en el mundo moderno se encuentra atomizado y aislado. Encajado en un grupo no por mucho tiempo, el individuo permanece solo frente a una cultura objetiva coercitiva en continuo crecimiento y expansión. Otra forma de influencia de la economía del dinero es la reducción de todos los valores humanos a términos pecuniarios, «la tendencia a reducir el valor del hombre a una expresión monetaria» (Simmel, 1907/1978: 356), Por ejemplo, Simmel presenta el caso de la expiación de crímenes mediante compensación económica en una sociedad primitiva. Pero su mejor ejemplo es el intercambio de sexo por dinero. La expansión de la prostitución se atribuye en parte al cre cimiento de la economía dineraria. Algunas de las intuiciones más interesantes de Simmel radican en su re flexión sobre la influencia del dinero en el estilo de vida de las personas. Por ejemplo, una sociedad dominada por una economía dineraria, tiende a reducirlo todo a una cadena de conexiones causales, que pueden ser entendidas intelec tualmente, no emocionalmente. Lo que Simmel llamaba «carácter calculador» de la vida en el mundo moderno se relaciona con esto. La forma específica de intelectualidad que es propia de una economía dineraria es el modo de pensar matemático. Este, a su vez, se refiere a la tendencia a poner énfasis en los factores cuantitativos del mundo social antes que en los cualitativos. Simmel concluyó que «la vida de muchas personas transcurre evaluando, pesando, calculando y reduciendo a valores cuantitativos los cualitativos» (Simmel, 1907/ 1978: 444). La clave del análisis de Simmel sobre la influencia del dinero en el estilo de vida descansa en el crecimiento de la cultura objetiva a expensas de la cultura individual. La distancia entre ambas crece con a un ritmo acelerado: Esla discrepancia parece hacerse continuamente más profunda. Cada día y por to das partes aumenta la riqueza de la cultura objetiva, pero la monte individual puede enriquecer las formas y contenidos de su propio desarrollo sólo distanciándose aún más de esta cuhura y desarrollando la propia con un grado de celeridad más lento. (S im m el, 1907/1978: 4 4 9 )
La causa más importante de esta creciente disparidad es el aumento de la división del trabajo en la sociedad moderna (Oakes, 1984: 19). El incremento de la especialización conduce a una mejor capacidad para crear los diversos componentes del mundo cultural. Pero, al mismo tiempo, el individuo altamente especializado pierde el sentido de la cultura como un todo y la capacidad de controlarla. Cuanto más crece la cultura objetiva, más se atrofia la individual. Uno de los ejemplos de este fenómeno es que el lenguaje, en su totalidad, se ha expandido clara y enormemente, y con todo, las capacidades lingüísticas de los hablantes parecen deteriorarse. Asimismo, con el desarrollo de la tecnología y de la maquinaria, las capacidades del trabajador individual y las habilidades
324
TEORÍA SOCIOLOGICA CLASICA
requeridas declinan espectacularmente. Por último, aunque ha habido una enor me expansión en la esfera intelectual, cada vez menos individuos valoran la etiqueta «intelectual». Individuos altamente especializados se enfrentan a un mundo de productos cada vez más cerrado c interconectado sobre el que tienen poco o ningún control. Un mundo mecánico exento de espiritualidad viene a dominar a los individuos, y afecta a su estilo de vida de varias formas. Los actos de producción se convierten en ejercicios sin significado en los que los indivi duos no disciernen su papel en el proceso ni en la elaboración del producto final. Las relaciones entre las personas son muy especializadas e impersonales. Consumir es poco más que devorar sin sentido un producto tras otro. La masiva expansión de la cultura objetiva tiene un efecto dramático sobre el ritmo de vida. En general, la desigualdad característica de otras épocas se ha nivelado y ha sido reemplazada en la sociedad moderna por una pauta de vida mucho más coherente. Abundan los ejemplos de esta nivelación de la cultura moderna: En tiempos pasados, el consumo de alimentos era cíclico y a veces incierto. Dependía de las cosechas qué comidas podian consumirse y cuándo estaban disponibles. Hoy en día, con la mejora de los métodos de conservación y trans porte, podemos consumir virtualmente cualquier comida en cualquier momen to. y lo que es más, la capacidad de conservar y almacenar grandes cantidades de alimentos ha sido propiciada por las frecuentes pérdidas causadas por una mala cosecha, catástrofes naturales, ctc. En cuanto a los medios de comunicación, el coche del correo infi’ecuente e impredecible ha sido sustituido por el telégrafo, ei teléfono, un servicio de co rreo diario, máquinas de fax, que hacen posible la comunicación en cualquier momento. En épocas anteriores, el día y la noche proporcionaban un ritmo natural de vida. Ahora, con la luz eléctrica, el ritmo natural se ha alterado enormemente. Muchas actividades que sólo podían ser realizadas a la luz del día, pueden rea lizarse de noche también. Los estímulos intelectuales, restringidos formalmente a una conversación ocasional o a un libro extraño, ahora están disponibles en cualquier momento, dado el acceso a libros y revistas. En este campo, como en todos los otros, ia situación es aún más exagerada que en tiempos de Simmel. Con la radio, la televisión, el vídeo, los radiocasetes y las cintas grabadoras y los ordenadores, ia disponibilidad y las posibilidades de estímulos intelectuales han crecido mu cho más de lo que Simmel hubiera podido imaginar. Hay elementos positivos en todo esto. Por ejemplo, las personas son mucho más libres porque están menos coartadas por su ritmo naturai de vida. A pesar de estos adelantos, los problemas se originan porque todos estos desarrollos se producen en el nivel de la cultura objetiva y son parte de un proceso por el cuai la cultura objetiva crece y empobrece la cultura individual.
GEORG SIMMEL
325
Al final, el dinero ha venido a ser el símbolo y el factor más importante del desarrollo de un modo relativista de existencia. El dinero nos permite reducir los fenómenos más dispares a cantidades de moneda, y esto permite que los fenómenos puedan ser comparados unos con otros. En otras palabras, el ditiero nos permite vti&iwÍTzr cualquier cosa. Nuestro modo relativista de vida contrasta con otros métodos de vida anteriores, en los que las personas creían en ciertas verdades eternas. La economía dineraria destruye estas verdades eternas. Pero los costes que para las personas tiene este aumento de la libertad respecto de las ideas abolutas sobrepasan a las ventajas. La alienación endémica provocada por la expansión de la cultura objetiva en la moderna economía dineraria supone, a los ojos de Simmel, una amenaza para las personas más grande que ios demo nios del absolutismo. Quizá Simmel no deseara el regreso a un tiempo anterior, más simple, pero ciertamente nos advertió que fuéramos precavidos frente a los peligros seductores asociados al crecimiento de la economía monetaria y la cultura objetiva en el mundo moderno. Aunque hemos subrayado los efectos negativos de la moderna economía del dinero, tiene también aspectos liberadores (Levine, 1981b). En primer lu gar, nos permite tratar con muchas más personas en un mercado más extenso. En segundo lugar, nuestras obligaciones con los demás se limitan a servicios concretos de productos y no lo abarcan todo. En tercer lugar, la economía del dinero permite a las personas encontrar satisfacciones que no podrían darse en sistemas económicos anteriores. En cuarto lugar, las personas tienen una mayor libertad para desarrollar su individualidad de forma plena en este ámbito. Quin to, las personas son más capaces de mantener y proteger su centro subjetivo, toda vez que están implicadas sólo en relaciones muy limitadas. Sexto, la sepa ración del trabajador de los medios de producción, como señalaba Simmel, per mite al individuo cierta libertad respecto de las fuerzas productivas. Finalmen te, el dinero ayuda a las personas a desarrollarse cada vez más libres de las constricciones de sus grupos sociales. Por ejemplo, en una economía de true que, los grupos controlan ampliamente a las personas, pero en el mundo econó mico moderno tales trabas se pierden, con el resultado de que las personas son más libres de establecer sus propios vínculos económicos. Sin embargo, aunque Simmel se esmera en señalar una gran variedad de efectos liberadores de la economía del dinero y de la modernidad en general, en cambio, desde nuestro punto de vista, el núcleo de su obra descansa en su análisis de los problemas asociados a la modernidad, en especial «la tragedia de la cultura».
EL SECRETO: ESTUDIO DE UN CASO EN LA SOCIOLOGIA DE SIMMEL Mientras La filosofía del dinero demuestra que Simmel tenía un alcance teórico comparable con el de Marx, Weber y Durkheim, es un ejemplo atipico de su obra. Por tanto, en este epígrafe volveremos a un tipo más característico de
326
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Ja obra simmeliana, su trabajo sobre una forma específica de interacción: el secreto. El secreto se defme como la condición en que una persona tiene la intención de esconder algo mientras otra investiga para revelar lo que está siendo encubierto. En nuestro análisis no nos ocuparemos únicamente de describir Jas numerosas y penetrantes ideas de Simmel sobre el secreto, sino también de aunar todas las ideas sociológicas que han ido surgiendo a lo largo de este capítulo. Simmel comienza con c! hecho básico de que las personas deben saber al gunas cosas sobre las demás con el fm de interactuar con ellas. Por ejemplo, debemos saber a quién tratamos (por ejemplo, un amigo, un pariente, un tende ro). Podemos llegar a saber gran cantidad de cosas sobre otras personas, pero no podemos conocerlas absolutamente todas. Es decir, no podemos conocer de las otras personas todos sus pensamientos, caprichos, ni tantas otras cosas. Sin embargo, nos formamos alguna clase de concepción unitaria de los otros a par tir de las pequeñas cosas que podemos saber de ellos. Nos hacemos una imagen mental claramente coherente de las personas con las que intcractuamos. Sim mel veía una relación dialéctica entre la interacción (existencia) y el cuadro mental que tenemos de los otros (concepción); «Nuestras relaciones, por tanto, se desarrollan sobre la base de un conocimiento recíproco, y este conocimiento sobre ía base de reJaciones reales. Ambas están inextricablemente entretejidas» (1906/1950; 309). En todos los aspectos de nuestras vidas nos hacemos con parte de la verdad, pero también con la ignorancia y el error. Sin embargo, es en la interacción con otras personas donde ignorancia y error adquieren un carácter distintivo. Esto se relaciona con la vida interior de las personas con las que interactuamos. Las personas, a diferencia de cualquier otro objeto de conocimiento, tienen la capa cidad de revelar intencionalmente la verdad acerca de si mismas o de mentir y ocultar tal información. El hecho es que incluso si las personas quisieran revelar toda su informa ción (y casi nunca lo hacen), no podrían hacerlo, porque esta información «po dría volver loco a cualquiera» (Simmel, 1906/1950; 312). Por lo tanto, las per sonas deben seleccionar las cosas que van a referir a los otros. Desde el punto de vista de la preocupación de Simmel por las cuestiones cuantitativas, sólo ofrecemos «fragmentos» de nuestras vidas interiores a los otros. Además, elegi mos qué fragmentos vamos a revelar y ocultar. Por ello, en toda interacción, sólo descubrimos una parte de nosotros mismos, y la parte que elegimos mos trar depende de cómo seleccionemos y ordenemos los fragmentos. Esto nos conduce a mentir, una forma de interacción en la que el mentiroso esconde intencionalmente la verdad a los otros. En la mentira, no ocurre sólo que los otros se queden con una idea falsa, sino también que el error se une al hecho de que el mentiroso se propone que los otros sean engañados. Simmel analiza la mentira en términos de geometría social, concretamente de sus ideas sobre la distancia. Por ejemplo, en opinión de Simmel podemos aceptar mejor e incluso entendernos con aquellos mentirosos que están más distantes de nosotros. Por tanto, tenemos poca dificultad para entender que los
GEORG SIMMEL
327
políticos que habitan en Washington D.C. nos mientan con frecuencia. Por con tra, «si una persona cercana a nosotros nos miente, ia vida se hace insoportable» (Simmel, 1906/1950: 313). La mentira de un esposo, de un amante, o de un niño tiene un efecto mucho más devastador sobre nosotros que ia mentira de un miembro del gobierno, que sólo conocemos a través de la pantalla del televisor. De forma más genera!, en lo que se refiere a la cuestión de la distancia, ocurre que todos los medios de comunicación combinan hoy en día elementos conocidos por ambas partes, con hechos conocidos sólo por una u otra. La exis tencia de ios segundos conduce al «dístanciamiento» en todas las relaciones sociales. En cambio, Simmel defiende que las relaciones sociales requieren ambos elementos, los que son conocidos por los actores y los desconocidos para una u otra parte. Es decir, incluso la relación más íntima requiere tanto cercanía como distancia, un conocimiento recíproco y la mutua ocultación. Por tanto, el secre to es una parte integral de todas las relaciones sociaies, aunque una relación pueda destruirse si el secreto se vuelve conocido por la persona a la que se le quería esconder. El secreto está vinculado con el tamaño de la sociedad. Rn pequeños grupos es más difícil que se desarrollen secretos. «Cada uno está demasiado cerca del otro y sus circunstancias y ia frecuencia y la intimidad del contacto lleva consigo demasiadas tentaciones de revelarlo» (Simmel, 1906/1950: 335). Además, en pequeños grupos, los secretos no son necesarios porque cada cual es similar al otro. En grandes grupos, por ei contrario, los secretos pueden desarrollarse más fácilmente y se necesitan más porque hay grandes diferencias entre las personas. Sobre la cuestión dcl tamaño, en el nivei más macroscópico, debemos notar que el secreto no sólo es una forma de interacción (que, como ya hemos visto, afecta a muchas otras formas), sino también puede llegar a caracterizar a un grupo en su totalidad. A diferencia dcl secreto poseído por un único individuo, el secreto en una sociedad secreta es compartido por todos los miembros de ésta y determina las relaciones recíprocas entre elios. Al iguai que en el caso individual, sin embargo, el secreto de la sociedad secreta no puede ser escondi do para siempre. En una sociedad asi hay una tensión constante causada por cl hecho de que ei secreto puede ser descubierto o revelado y, por tanto, la base entera que soporta la existencia de dicha sociedad secreta puede desmoronarse. Simmel examina varias formas de relaciones sociales desde el punto de vista dcl conocimiento recíproco y ei secreto. Por ejemplo, todos nosostros es tamos implicados en una amplia gama de grupos de interés en los que interactuamos con otras personas sobre unas bases limitadas, y las personalidades tota les de estas personas son irrelevantes para nuestros intereses específicos. Así, en la universidad al estudiante le interesa lo que el profesor dice y hace en el aula y no todos los aspectos de la vida dcl profesor y de su personalidad. Ai relacionar esta forma de interacción con sus ideas sobre ia sociedad en su con junto, Simmel defiende que el aumento de ia objetivación de ia cuUura lleva consigo más y más grupos de interés limitado, así como el tipo de relaciones que se desprenden de ellos. Tales relaciones requieren cada vez menos cantidad
328
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de la totalidad subjetiva dei individuo (cultura individual) de lo que necesitaban las asociaciones en las sociedades premodemas. En las relaciones impersonales características de la sociedad moderna obje tivada, la confianza, como forma de interacción, se convierte en algo cada vez más importante. Para Simmel «la confianza actúa de intermediario entre el co nocimiento y la ignorancia entre los hombres» (1906/1950; 318). En las socie dades premodemas era más probable que las personas tuvieran mucha informa ción sobre los otros con los que trataban. Pero en el mundo moderno no tenemos, y no podemos tener, esa gran cantidad de información sobre aquellos con quie nes nos asociamos. Por tanto, los estudiantes no saben mucho acerca de sus profesores (ni viceversa), pero deben tener !a confianza de que los profesores les van a enseñar en el tiempo fijado y van a tratar lo que se supone que deben tratar. Otra forma de relación social se produce con ios conocidos. Sabemos de nuestros conocidos, pero no disponemos de un saber íntimo de ellos; «Cada cual conoce del otro sólo la parte exterior, tanto en un sentido puramente social representativo como en el sentido de lo que éste nos quiere mostrar» (Simmel, 1906/1950; 320). En consecuencia, hay mucha más tendencia a la ocultación entre las personas que se conocen que entre las que intiman. Entre las relaciones con «conocidos», Simmel analiza otra forma de asocia ción; la discreción. Somos discretos con las personas que tratamos, evitando «conocer del otro lo que él positivamente no nos revele. No se trata, en princi pio, de que no debamos saber algo determinado, sino de la reserva general que nos imponemos frente a la personalidad total» (Simmel, 1906/1950: 321). A pesar de la discreción, muchas veces llegamos a saber más acerca de las otras personas de lo que éstas nos revelan voluntariamente. Más concretamente, es frecuente que lleguemos a saber cosas que otras personas preferirían que no supiéramos. Simmel nos ofrece un ejemplo muy freudiano de cómo llegamos a hacernos con esas informaciones; «A quien tenga un fíno oído psicológico, los hombres le delatarán incontables veces sus pensamientos y cualidades más se cretos, no sólo a pesar de esforzarse en ocultarlos, sino justamente por ello» (1906/1950: 323-24). De hecho, Simmel defiende que la interacción humana depende tanto de la discreción como del hecho de que lleguemos a saber mu chas veces más de lo que se supone que deberíamos saber. En lo que se refiere a otra forma de interacción, la amistad, Simmel contra dice la suposición de que se basa en la intimidad total, en el pleno conocimiento recíproco. La falta de intimidad es especialmente cierta en las relaciones de amistad de la sociedad moderna, diferenciada; «Acaso el hombre moderno ten ga demasiado que ocultar, para contraer amistades a la manera antigua» (Sim mel, 1906/1950; 326). Asi, tenemos un conjunto de relaciones diferenciadas que se basan en afinidades intelectuales comunes, en la religión y en experien cias compartidas. Hay una clase muy limitada de intimidad en tales relaciones de amistad y, por consiguiente, un gran encubrimiento. Con todo, a pesar de esas limitaciones, las relaciones de amistad implican aún cierta intimidad;
GEORG SIMMEL
329
Pero la relación así delim itada y arropada en d iscrecio n es, p u ede proceder del cen tro m ism o de la personalidad total, alim entarse de su s ju g o s radicales, aunque sólo rieguen lu eg o una secció n de la periferia. Esta idea llev a a la m ism a profundiidad de sen tim ien to y produce el m ism o espíritu de sa crificio que aq u ellas relacion es, que, en ép ocas y personas m en os d iferen ciad as abarcaban la periferia entera de la vida y para las cu ales no eran problem a la reserva y la discreción, (S im m el, 1906/1950: 3 2 6 )
Llegamos finalmente a la forma de asociación concebida normalmente como la más íntima y menos encubridora: e! matrimonio. Simmel defiende que existe en el matrimonio la tentación de revelar toda la información a la pareja, a no tener secretos. Sin embargo, desde su punto de vista, esto puede ser un error. Todas las relaciones sociales requieren «una cierta proporción de verdad y men tira»; por lo tanto, seria imposible eliminar todo error de una relación social (Simmel, 1906/1950; 329). Más concretamente, la completa autorrevelación (suponiendo que fuera posible) haría del matrimonio un asunto muy prosaico y eliminaria toda posibilidad de lo inesperado. Finalmente, la mayoría de noso tros tiene recursos internos limitados, y cada relación reduce los tesoros (secre tos) que podemos ofrecer a los demás. Solamente los pocos que dispongan de un gran acervo de buenas cualidades personales pueden permitirse hacer nume rosas revelaciones a su pareja. Los demás quedaran desnudos (y carecerán de interés) a causa de una excesiva autorrevelación. Simmel retoma después el análisis de las funciones, de las consecuencias positivas, del secreto. Considera el secreto como «una de las más grandes con quistas de la humanidad... el secreto signifíca una enorme ampliación de la vida, porque en completa publicidad muchas manifestaciones de ésta no po drían producirse. El secreto ofrece, por así decirlo, la posibilidad de que surja un segundo mundo, junto al mundo patente» (1906/1950: 330). Más concreta mente, en términos de su funcionalidad, el secreto, sobre todo si lo comparten varias personas, produce una gran «complicidad» entre los que lo conocen. Un alto estatus se asocia asimismo con el secreto; hay algo misterioso en tomo a las posiciones supraordenadas y a los logros superiores. La interacción humana se modela en general por medio del secreto y su oposición lógica, la traición. El secreto siempre va acompañado dialécticamen te por la posibilidad de ser descubierto. La traición puede producirse por dos causas. Otra persona, desde fuera, puede descubrir nuestro secreto, mientras que desde dentro, siempre existe la posibilidad de que revelemos el secreto. «El secreto pone una barrera entre los hombres pero, al propio tiempo, el desafío tentador de romperlo, por indiscreción o confesión,.. Del contraste entre ambos intereses, el de ocultar y el de descubrir, brota el matiz y el destino de las rela ciones mutuas entre los hombres» (Simmel, 1906/1950: 334). Simmel vinculó sus ideas sobre la mentira a sus consideraciones sobre la sociedad en el mundo moderno. Para Simmel, el mundo modemo es mucho más dependiente de la honestidad que las sociedades anteriores. Por ejemplo, la economía moderna es cada vez más una economía de crédito, y el crédito de-
330
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
pende del hecho de que las personas restituyan lo que han prometido. Por otra parte, los investigadores de la ciencia moderna dependen de los resultados de otros muchos estudios que no pueden revisar al detalle. Estos estudios son pro ducidos por innumerables científicos, que dichos investigadores ni siquiera co nocen personalmente. Por lo tanto, los científicos modernos dependen de la honestidad de los otros científicos. Simmel concluye: «Bajo las condiciones modernas, la mentira se convierte, por ende, en algo mucho más devastador de lo que fije antes, algo que cuestiona los auténticos fundamentos de nuestra vida» (1906/1950: 313). De forma más general. Simmel conecta el secreto con su pensamiento sobre la estructura social de la sociedad moderna. Por un lado, una sociedad muy diferenciada permite y requiere un alto grado de secreto. Por otra parte, dialéc ticamente, el secreto sirve para intensificar tal diferenciación. Simmel relaciona el secreto con la moderna economía dineraria; el dinero hace posible un nivel de secreto imposible de alcanzar anteriormente. En pri mer lugar, «el carácter comprimible» del dinero hace posible enriquecer a otros simplemente deslizándoles en secreto un cheque sin que nadie tenga noticia de ello. En segundo lugar, el carácter abstracto y falto de calidad dcl dinero hace posible ocultar «tran.sacciones, adquisiciones y cambios de propiedad» que eran imposibles cuando se intercambiaban objetos más tangibles (Simmel, 1906/ 1950: 335). Bn trecer lugar, el dinero puede invertirse en cosas muy distantes, con lo cual se puede hacer una transacción invisible para los más próximos. Simmel consideró asimismo que en el mundo moderno los asuntos públicos, como los relacionados con la política, tienden a perder su secreto e inaccesibi lidad. Por contra, los negocios privados están mucho más ocultos de lo que lo estaban en las sociedades premodemas. Simmel liga aquí sus reflexiones sobre el secreto con su pensamiento sobre la ciudad moderna, argumentando que «la vida moderna ha elaborado, en medio del hacinamiento de las grandes ciuda des, una técnica que permite guardar el secreto de los asuntos privados» (Sim mel, 1906/1950: 337). Sobre todo «lo público se hace cada vez más público; lo privado, cada vez más privado» (Simmel, 1906/1950: 337). Hemos visto, pues, en este epígrafe cómo la obra de Simmel sobre el secre to ilustra muchos de los aspectos de su orientación teórica.
RESUMEN La obra de Simmel ha influido en la teoría sociológica estadounidense durante muchos años. El foco de esta influencia parece trasladarse de ía microsociolo gía a la teoría sociológica general. La microsociología simmeliana se enmarca en una teoría dialéctica amplia que interrelaciona los niveles culturales e indivi duales. Identificamos cuatro niveles que preocuparon a Simmel en su obra: el psicológico, el interaccional, el estructural e institucional y, por último, el me tafísico.
GEORG SIMMEL
331
Simmel trabajó con una orientación dialéctica, aunque no tan bien articula da como la de Karl Marx. Ilustramos las preocupaciones dialécticas de Simmel de varias formas. Tratamos las maneras en que se manifiestan como formas de interacción — sobre todo, la moda. Simmel también se interesó por los conflic tos entre los individuos y las estructuras sociales, pero su mayor preocupación la constituyeron aquellos conflictos que se desarrollan entre la cultura indivi dual y la cultura objetiva. Percibió la existencia de un proceso general por el cual la cultura objetiva se expande y la cultura individual se empobrece cada vez más frente a ese desarrollo. Simmel consideró este conflicto, a su vez, como parte de un conflicto filosófico más amplio entre más-vida y más-que-vida. El grueso de este capitulo se ha dedicado al pensamiento de Simmel sobre cada uno de estos niveles de ia realidad social. Aunque hizo suposiciones muy útililes respecto de la conciencia, no las trabajó a fondo. Su obra es más rica en lo referente a las formas de interacción y los tipos de interactuantes. En su sociologia formal, Simmel mostró gran interés por la geometría social, por ejemplo, los números de personas. En este contexto, examinamos la obra de Simmel sobre la transición crucial de la diada a la triada. Con la adición de una persona, nos trasladamos desde una diada a una triada y, con ello, surge la posibilidad de desarrollo de las estructuras de gran escala que llegan a separarse y a dominar a los individuos. Esto crea la posibilidad de conflicto y contradicción entre los individuos y la sociedad en su conjunto. En su geometría social, Simmel se ocupó también de la cuestión de la distancia, como, por ejemplo, en su ensayo sobre «el extraño». La dedicación de Simmel a los tipos sociales se ilustra con su análisis del pobre; sus reflexiones sobre las formas sociales aparecen en su análisis de la dominación, es decir, de la supraordenación y subordinación. En el nivel macro, Simmel no nos ofreció gran cosa sobre las estructuras sociales. De hecho, algunas veces parece tener una perturbadora tendencia a reducir las estructuras sociales a no mucho más que pautas de interacción. En el nivel macro, el interés central de Simmel fue la cultura objetiva. Se ocupó tanto de la expansión de esta cultura como de sus efectos destructivos sobre los indi viduos. Esta preocupación general se encuentra en varios de sus ensayos, por ejemplo, en ios que tratan de la ciudad y el intercambio. En La filosofìa del dinero, el análisis simmeliano progresó desde el dinero al valor, a los problemas de la sociedad moderna y, en última instancia, a los problemas de la vida en general. Por último, analizamos la obra de Simmel sobre cl secreto con el fin de ilustrar el amplio alcance de sus ideas teóricas. El análisis de la obra simmeliana sobre eí dinero, así como sus ideas sobre el secre to, demuestran una elegancia y sofisticación en su orientación teórica mucho •"''•vnají/rts'ijlít w-ijlft:ntrrevtnftjterí'qarwies‘ésiárt‘tá¥rrrirarí£auós unicamente con su pensamiento sobre los fenómenos en el nivel micro.
CAPITULO
9
GEORGE HERBERT MEAD U PRIORIDAD DE LO SOCIAL EL ACTO Gestos Símbolos significantes PROCESOS MENTALES Y PENSAMIENTO SELF
SOCIEDAD EVOLUCION PENSAMIENTO DIALECTICO
333
334
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Como veremos a lo largo de este capítulo, las teorías sociopsícológícas de Geor ge Herbert Mead se inspiraron en diversas fuentes intelectuales (Joas, 1985), pero la influencia más importante que nos es dado percibir es la del conductismo psicológico Mead define el conductismo en su sentido más general como «simplemente un enfoque sobre el estudio de la experiencia del indi viduo desde el punto de vista de su conducta» (1934/1962: 2; cursivas aña didas). (El termino conducta se emplea aquí con el mismo sentido que com portamiento). Mead no encontró dificultad alguna en el empleo de este enfoque, pero sí se topó con ciertos problemas derivados del modo en que el conductista más destacado de su época, John B. Watson, lo definía y practicaba (Buckley, 1989). El conductismo de la época de Mead, tal y como lo practicaban y lo aplicaban a los humanos Watson y muchos otros, se inspiraba en la psicología animal, donde funcionaba bastante bien. Se basaba en la premisa de que era imposible comprender, mediante la introspección, las experiencias particulares y mentales (suponiendo que existieran) de los animales inferiores, y de que lo único que se requería era analizar la conducta animal. Watson, más que intentar adaptar el conductismo al hecho de que había diferencias mentales obvias entre los animales y los humanos, simple mente aplicó los principios de la conducta animal a los humanos. Para Watson, las personas eran poco más que «máquinas orgánicas» (Buckley, 1989: x). Debido a su concepción de las personas y a la analogía entre humanos y animales, Watson recha zaba la idea del estudio de la conciencia humana mediante la introspección o cual quier otro método. Como Mead dijo de una manera muy gráfica, «la actitud de John B. Watson es similar a la de la reina de Alicia en el país de las maravillas: ‘¡Cor tadles la cabeza!’ (1934/1962; 2-3). Desde el punto de vista de Mead, Watson intentaba partir de la conducta para explicar la experiencia del individuo, sin preocuparse de la experiencia interior, la conciencia y las imágenes mentales. A diferencia de Watson, Mead pensaba que incluso las experiencias internas podían estudiarse desde el punto del vísta del conductísta, siempre que este punto de vísta no fuera excesivamen te limitado. Así, Mead es un conductísta, aunque él mismo se denominaba «con ductísta social». Sin embargo, esta extensión, que aparentemente no es relevan te, establece una diferencia teórica enorme. La teoría del interaccionismo simbólico — que se derivó en gran medida de la teoría de Mead— es muy diferente de las teorías conductistas (como la teoría del intercambio) y, en efecío, ambas se inscriben en paradigmas sociológicos distintos (Ritzer, 1975a; véase también el Apéndice)^. Aunque Mead se propuso introducir lo que ocurre dentro de la mente huma-
' Para una critica de esia postura vúasc Natanson (1973b). ^ Sin embargo, encontramos algunos pensadores (por ejemplo, Lewis y Smith, 1980) que señalan que esta diferencia se relacionaba más con el modo en que sus sucesores, cspccialmenie Herbert Blumer, interpretaron la obra de Mead, que con las teorias del propio Mead (véase también McPhail y Rexroat, 1979).
GEORGE HERBERT MEAD
335
na corno parte del conductismo social, se opuso con Watson al empieo de la introspección en el estudio de los procesos mentales. El deseo de Mead era estudiar la mente partiendo de la propia conducta, no empleando ei método introspectivo ; La o p o sició n del conductista a la in trosp ección está ju stificad a. N o es una em presa fructífera, desde el punto de vista del estu d io p sic o ló g ic o ... Lo que ocupa al c o n ductista, aq u ello a lo que tenem os que volver, es la reacción m ism a, y só lo en la medida en que podam os traducir el con ten id o de la in trosp ección en térm inos de reacción podrem os obtener alguna doctrina p sico ló g ic a satisfactoria. (M ead, 1934/1962: 105; cursivas añadidas)
En lugar de estudiar la mente instrospectivamentc, Mead se centró en el acto, y en el caso de que otras personas estuvieran implicadas en él, en c! acto social. Los actos son conductas que, en parte, pueden definirse a partir de las nociones conductistas de estimulo y respuesta. Es decir, ciertos estímulos ex ternos causan el que las personas respondan con un acto. Mead afirmaba que «parte del acto reside dentro del organismo y sólo más tarde cobra expresión; creo que WaVson ha pasado por alto este aspecto de la conducta» ( 1934/1962; 6). Mead no ignora la experiencia interior del individuo porque, en su opinión, esa experiencia interior forma parte del acto; es decir, constituye una parte crucial del acto (en breve, nos detendremos en él). Consecuentemente, mantiene que «debe admitirse la existencia de algo como la mente o la conciencia, en un sentido o en otro» (1934/1962: 10). Mead es consciente de que la mente no puede reducirse simplemente a conductas, pero afirma que sí es posible ex plicarla en términos conductistas sin negar su existencia. Mead define la mente en términofi funcionales, no idealistas. Es decir, la mente se define en términos de lo que hace, del papel que desempeña en el acto, más que como un fenómeno subjetivo trascendental. La mente forma parte, una parte crucial, del sistema nervioso central, y Mead intenta extender el análisis del acto, especialmente del acto social, a lo que se deja observar en el sistema nervioso central: «Insisto en que las pautas que encontramos en el sistema ner vioso central son pautas de acción, no de contemplación» (1934/1962:26). Además, lo que ocurre en cl sistema nervioso central es, en realidad, inseparable dcl acto; constituye un parte constituyente dcl acto. Así, Mead se negó a pensar en la mente en términos subjetivos y la estudió como algo que forma parte de un proceso objetivo. Otro aspecto intelectual iinportante del pensamiento de Mead es cl pragma tismo; en efecto. Mead es una de las figuras claves en cl desarrollo de la filoso fía pragmática (entre otros, se cuentan John Dewey y Charles Peirce) (Lewis y Smith, 198Ü). Mead (1938/1972) pensaba que el pragmatismo era un «producto natural estadounidense». El pragmatismo reflejaba el triunfo de la ciencia y del método científico en la sociedad estadounidense y su extensión al estudio del mundo social (.1. Baldwin, 1986). En lugar de ser de índole contemplativa y espiritual, como los sistemas filosóficos anteriores, el pragmatismo estudia el
336
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
mundo real, la realidad empírica. Los pragmatistas creen en la superioridad de los datos cientificos sobre los dogmas filosóficos y cualquier otro tipo de cono cimiento. Como dice John Baldwin: «La ciencia es superior al aprendizaje me diante el método de prueba y error, a la introspección, a la lógica a priori, al dogma religioso, al idealismo, a la filosofía especulativa y a todas las demás fuentes de conocimiento que no son empíricas» (1986; 16). La ciencia constitu ye el medio óptimo no sólo para obtener conocimiento, sino también para ana lizar y solucionar los problemas sociales. Las teorías científicas, así como las ideas en general, deben verificarse mediante el empleo de los procedimientos científicos. Las ideas que superan la prueba son las que proporcionan un cono cimiento útil y pueden resolver los problemas. Los pragmatistas rechazan la idea de la existencia de verdades absolutas. De acuerdo con el conocimiento científico, creen que las ideas son provisionales y están sujetas al cambio, a ia luz de la investigación futura. El pragmatismo también implica una serie de ideas que están más direc tamente relacionadas con la teoria sociológica de Mead (Charon, 1989). Pri mera, para los pragmatistas, la verdad y la realidad no existen «fuera» del mun do real; se «crean activamente cuando actuamos en el mundo y nos proyecta mos hacia él» (Hewítt, 1984; 8; véase también Shalin, 1986). Segunda, la gente recuerda el pasado y basa su conocimiento del mundo en lo que se ha reve lado útil. Suele modificar lo que ya no «funciona». Tercera, las personas de finen los «objetos» sociales y físicos que encuentran en el mundo de acuerdo con el uso que haccn de ellos. Finalmente, si queremos comprender a los ac tores, debemos basar nuestra comprensión en lo que realmente hacen en el mundo. Conforme a estas ideas, nos resulta fácil comprender la afirmación de John Baldwin de que el pragmatismo está «arraigado en la ‘rudimentaria pero efecti va’ ética norteamericana que desarrollaron los colonos para cnfi-entarse al reto que planteaba la nueva frontera y a los problemas prácticos derivados de la colonización de una nueva tierra» (1986: 22). Hn suma, el pragmatismo es una filosofía «pragmática» en varios sentidos, incluido ei hecho de que adopta tanto el enfoque de los científicos sobre el aquí y cl ahora como los métodos científi cos, de que se ocupa de lo que la gente hace realmente, y de que se preocupa de generar ideas prácticas que nos puedan ayudar a solventar los problemas de la sociedad. Lewis y Smith (1980) distinguieron entre dos corrientes del pragmatismo; el pragmatismo nominalista (asociado a John Dewey y William James) y el realismo filosófico (asociado a Mead). El primero defiende que, si bien los fenó menos societalcs existen, no existen independientemente de las personas y no tienen una influencia decisiva en la conciencia y la conducta individual (algo que se opone a los hechos sociales de Durkheim y a ios mundos reificados de Marx, así como al pensamiento de Weber y Simmel). En concreto, esta perspec tiva «concibe a los individuos como agentes cxistencialmente libres que aceptan, rechazan, modifican o, en cualquier caso, ‘definen’, las normas, los papeles, las creencias, etc... de la comunidad según sus propios intereses y planes partícula-
GEORGE HERBERT MEAD
337
res del momento» (Lewis y Smith, 1980: 24). Sin embargo, los realistas sociales ponen el énfasis en la sociedad y en el modo en que ésta crea y controla los procesos mentales individuales. Más que constituir agentes libres, los actores y sus procesos cognitivos y conductas están controlados por el conjunto de la comunidad Lina vez desarrollada y explicada la diferencia entre las dos corrientes, Lewis y Smith concluyen que la obra de Mead se enmarca mejor en la perspectiva del realismo filosófico. Esta ubicación nos será útil y arrojará luz sobre el aná lisis que vamos a presemar (especialmente el de la prioridad que da Mead a lo social). Sin embargo, clasificar a Mead como realista significa incluirle en la misma categoría que a Durkheim, algo inaceptable debido a las importan tes diferencias que existen entre sus teorias. De hccho, la teoria de Mead no encaja totalmente en ninguna de estas categorías. En el pensamiento de Mead encontramos tanto elementos nominalistas como realistas. En concreto, en una buena parte de la obra de Mead los procesos sociales y la conciencia se explican recíprocamente y no pueden distinguirse con claridad, (in otras palabras, la obra de Mead se caracteriza por una dialéctica entre el realismo y el nomi nalismo. Esto nos lleva a otra importante fuente intelectual del pensamiento de Mead, la filosofía de Hegel, y en especial su dialéctica. Ya hemos analizado la dialéc tica en el quinto capítulo dedicado a Marx, y muchas de las ideas expresadas allí nos ayudan a comprender el pensamiento de Mead. Regresaremos a esta cues tión más adelante en este capítulo porque, como veremos, el pensamiento dialé ctico hace casi imposible separar muchas ideas teóricas de Mead debido a que están dialécticamente relacionadas. Sin embargo, si empleamos la misma estra tegia que utilizó Mead, podremos distinguir entre varios conceptos y ganar así en claridad. Tengan siempre en cuenta (de vez en cuando se lo recordaremos al lector) que en todos los análisis específicos existe una interrelación dialéctica entre los diversos conceptos.
LA PRIORIDAD DE LO SOCIAL Ellsworth Paris, en su análisis de la obra más famosa de Mead, Mind, S e lf and Society (Espíritu, persona y sociedad], señaló que «no el espíritu y luego la sociedad; sino la sociedad primero y luego los espíritus que surgen con esa sociedad... es este el orden que él [Mead] hubiera establecido» (citado en Mi ller, 1982a; 2). La inversión de Faris del título de este libro refleja el hccho ampliamente reconocido, y admitido por el propio Mead, de que la sociedad o. en general, lo social, tenía prioridad en su análisis.
Para una crítica
de esta
distinción, véase Milicr (1982b, 1985).
38
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
GEORGE HERBERT MEAD: Reseña biográfica a mayoría e los e ricos analiza os en es e libro alcanzaron renombre en vida por sus obras publicadas. Sin embargo, la fama de George Herbert Mead durante su vida se debió tanto a su actividad docente como a sus escritos. Sus palabras influyeron profun damente en muchos estudiantes que llega rían a convertirse en destacados sociólogos del siglo veinte. Uno de sus estudiantes se ñaló «La conversación era su mejor medio; sus escritos eran secundarios» (T.V. Smitfi, 1931: 369). Y he aquí la descripción de la actividad docente de Mead hecfia por uno de sus estudiantes, que hoy en día es un sociólogo conocido, Leonard Cottreli; Para mi, el curso del profesor Mead fue una experiencia única e inolvi dable... el profesor Mead era un hombre alto y de aspecto amable que llevaba un fabuloso bigote y barba al estilo Vandyke. Le caracterizaba una sonrisa benévola, algo tímida y aderezada con un guiño de ojos, como si estuviera gastando una broma secreta a su audiencia... Cuando impartía clase — siempre sin notas— e) profesor Mead mani pulaba un trozo de tiza y la miraba fijamente... Cuando subrayaba algu na cuestión determinada durante la clase levantaba la mirada y nos echaba una sonrisa casi de disculpa sobre nuestras cabezas y jamás fijaba la mirada en ninguno de nosotros. Sus palabras fluían y ensegui da nos dimos cuenta que no nos gustaban las preguntas o comentarios durante el transcurso de ta cíase. En efecto, cuando alguien osaba ha cer una pregunta se oía un murmullo de desaprobación entre los estu diantes. Protestaban por cualquier interrupción del brillante flujo de pa labras...
Para Mead, la psicología social tradicional partia de la psicología del in dividuo para explicar la experiencia social; Mead, en cambio, dio siempre prio ridad al mundo social para comprender la experiencia social. Mead lo expli ca asi; En p sico lo g ía so cia l no construim os la conducta del grupo social en térm inos de la conducta de lo s distintos in d ivid u os que com ponen; antes b ien , partimoa de un todo social determinado de com p leja actividad so cia l, dentro deí cuaí analizamos (co m o elem en to s) la conducta de cada uno de los distintos individ u os que lo com ponen. E s d ecir intentam os exp licar la conducta del individuo en términos de ía conducta organizada del grupo social en lugar de exp licar la conducta organizada
GEORGE HERBERT MEAD
339
Pedía poco a los estudiantes. Nunca hizo exámenes. Nos pedía sólo que escribiéramos un trabajo dentro de nuestras posibilidades. El profesor Mead los lela meticulosamente y los calificaba de acuerdo con su parecer. Podría pensarse que los estudiantes no se molestaban en asistir a clase y simplemente hacían algunas lecturas para componer su trabajo, pero no era ese el caso. Los estudiantes siempre asistían a sus clases. No se cansaban de escucharle.
(Cottrell. 1980: 49-50) Con el paso de los años, muchas de las ideas sociológicas de Mead se publicaron, especialmente en Espíritu, persona y sociedad. Este y otros libros de Mead influyeron poderosamente en !a sociología contemporánea. Nacido eí veintisiete de febrero de 1863 en South Hadley, Mas sachusetts, Mead estudió filosofía y sus aplicaciones a la psicología social. Se graduó en Oberlin Coífege (su padre era profesor alíí) en 1883 y después de trabajar algunos años como profesor de instituto, consejerode algunas empresas ferroviarias y tutor particular, Mead comenzó sus estudios de posgrado en Harvard, en 1887. Tras pasar algunos años en Harvard, asf como en las universidades de Leipzig y Berlín, a Mead le ofrecieron un puesto de lector en la Universidad de Michigan en 1891. Es interesante mencionar que Mead nunca obtuvo título universitario alguno. En 1894, John Dewey le invitó a trasladarse a la Universidad de Chicago y allí permaneció durante el resto de su vida. Además de sus actividades docentes y académicas, Mead participó activamente en ta política, especialmente en el movimiento de reforma de Chicago (Joas, 1985). George Herbert Mead murió el veintiséis de abril de 1931.
del grupo so cia l en tcrininos de la conducta de los distintos ind ivid u os que pertene cen a él. Para la p sic o lo g ia so cia l, el todo (la sociedad) es anterior a la parte (ei individuo^, no la parle a) todo; y la parte es expre.sada en térm inos dei todo, n o e) todo en térm inos de la parte o las partes. (M ead, 1 9 3 4/1962: 7; cursivas añadidas)
Para Mead, el todo social precede a la mente individual lógica y temporal mente. En la teoría de Mead, como veremos más tarde, el individuo consciente y pensante es lógicamente imposible sin un grupo social que le precede. El grupo social es anterior, y es él el que da lugar al desarrollo de estados mentales autoconscientcs.
340
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
EL ACTO Mead considera el acto como la «unidad más primitiva» de su teoría (1982: 27). No es en sí un fenómeno emergente, sino la base de toda emergencia. Rn otras palabras, el acto es la base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis de Mead. Es en su análisis del acto cuando Mead se aproxima más al enfoque del conductista y se centra en el estímulo y la respuesta. Ahora bien. Mead creía que el estímulo no provocaba una respuesta automática c irreflexiva en el actor humano. Como señaló: «Concebimos el estímulo como una ocasión u oportunidad para actuar, no como una compulsión o mandato» (1982: 28). Mead (1938/1972) identificó cuatro fases fundamentales e interrelacionadas del acto; las cuatro representan un lodo orgánico (en otras palabras, están interrela cionadas dialécticamente). Tanto ios animales inferiores como los humanos actúan, y Mead estudió las semejanzas y sobre todo las diferencias entre ambos. La primera fase es la del impulso, que entraña un «estímulo sensorial inmediato» y la reacción del actor ai estímulo, la necesidad de hacer algo como respuesta. El hambre nos proporciona un buen ejemplo. El actor (tanto humano como no humano) responde inmediata e irreflexivamente al impulso, pero es más proba ble que el actor humano se detenga a considerar la respuesta adecuada (comer en ese momento o más tarde). Considerará no sólo la situación inmediata, sino también las experiencias pasadas y las posibles consecuencias del acto. Hemos analizado un impulso, el hambre, que atañe al individuo; ahora bien, este tipo de impulsos también involucran al entorno. El hambre puede deberse a un estado interior del actor o estar provocada por la presencia de comida en el entorno, o, lo que resulta más probable, puede surgir de una combinación de ambas situaciones. Además, puede darse el caso de que la persona hambrienta se sienta impulsada a buscar una manera de satisfacer su impulso en un entorno en el que la comida no esté inmediatamente disponible o escasee. Este impulso, como todos los demás, puede estar relacionado con un problema en el entorno (es decir, la ausencia de comida inmediatamente disponible), un problema que debe solventar el actor. En efecto, mientras un impulso como el hambre puede deberse al estado interior del individuo (incluso en ese caso el hambre puede ser provocada por un estimulo externo, y además existen definiciones sociales acerca de cuándo es apropiado tener hambre), normalmente suele relacionarse con la existencia de un problema en el entorno (por ejemplo, la ausencia de comida). Por poner otro ejemplo, la proximidad de un peligroso animal salvaje puede constituir un impulso para una persona que la lleva a actuar. En suma, en el impulso, como en los demás elementos de la teoría de Mead, están implicados tanto el actor como el entorno. La segunda fase del acto es la perc epción, en la que el actor busca y reac ciona a un estímulo relacionado con el impulso, en este caso el hambre y las diversas maneras disponibles de satisfacerla. Las personas son capaces de sen tir o percibir el estímulo a través del oído, el olfato, el gusto, etc. La percepción implica tanto los estímulos entrantes como las imágenes mentales que crean.
GEORGE HERBERT MEAD
341
Las p e rso n a s n o r e sp o n d e n s im p le e in m e d ia ta m e n te a lo s e s t ím u lo s e x te r n o s , sino que m á s b ie n c o n sid era n y so p e sa n la resp u esta a tra v é s d e im á g e n e s m en ta les. Las p e r so n a s n o e stá n s im p le m e n te su p e d ita d a s a la e s tim u la c ió n e x tern a ; ta m bién s e le c c io n a n a c tiv a m e n te la s c a r a c te r ístic a s d e un e s t ím u lo y e lig e n en tre un a b a n ico d e e s t ím u lo s . F,s d e c ir , un e s t ím u lo p u e d e te n e r v a r ia s d im e n s io n e s , y el a cto r e s c a p a z d e e le g ir en tre e lla s . A d e m á s , p o r lo g e n e r a l, la g e n te se to p a con m u c h o s y d ife r e n te s e s t ím u lo s , y tie n e la c a p a c id a d d e e le g ir u n o s y d e sc a r tar o tro s. M e a d se n ie g a a sep arar a la s p e r s o n a s d e lo s o b je t o s q u e p e r c ib e n . E s el a cto d e p e r c ib ir un o b je to lo q u e h a c e q u e s e a un o b je to para la p e rso n a ; la p ercep ció n y e l o b je to (d ia lé c tic a m e n te r e la c io n a d o s ) n o p u e d e n sep a r a r se u n o de otro. La tercera e s la fa se d e la manipulación. U n a v e z q u e s e h a m a n ife s ta d o el im pulso y e l o b je to ha s id o p e r c ib id o , e l s ig u ie n te p a so e s la m a n ip u la c ió n del objeto o , en té r m in o s m á s g e n e r a le s , la a c c ió n q u e la p e r so n a e m p r e n d e c o n respecto a cl. A d e m á s d e s u s v e n ta ja s m e n ta le s , la s p e r s o n a s tie n e n otra v e n ta ja sobre lo s a n im a le s in fe r io r e s . La g e n te tie n e m a n o s (tie n e p u lg a r e s o p u e s to s a tos d em á s d e d o s ) q u e le p e r m ite n m a n ip u la r o b je t o s c o n m á s d e str e z a q u e lo s anim ales in fe r io r e s. L a fa s e d e la m a n ip u la c ió n c o n s t itu y e , p ara M e a d , un p a u sa tem poral im p o r ta n te e n e l p r o c e s o , p o r q u e m ie n tr a s tran scu rre n o se m a n i fiesta una r e sp u e sta in m e d ia ta m e n te . U n se r h u m a n o h a m b r ie n to v e u n a se ta , pero antes d e c o m é r s e la , la arranca p rim ero , la e x a m in a , q u iz á s o je e un tratado esp ecializad o p ara sa b er si e s a v a r ie d a d e s c o m e s tib le . Ll a n im a l in fe r io r , sin embargo, s u e le c o m e r s e la se ta sin m a n ip u la r la n i e x a m in a r la ( y , p o r s u p u e s to , sin leer so b re su s c a r a c te r ístic a s). L a p a u sa q u e p r o p o r c io n a la m a n ip u la c ió n d e un objeto p e r m ite a lo s h u m a n o s c o n te m p la r d iv e r s a s r e sp u e s ta s. En e l la p so en el que c o n sid e ra s i s e la c o m e o n o , e stá n im p lic a d o s ta n to el p a sa d o c o m o el futuro. La p erso n a r e fle x io n a a c e r c a d e la s e x p e r ie n c ia s p a sa d a s en la s s e ha comido una d e te rm in a d a se ta , tal v e z recu erd a q u e e n fe r m ó y c o n s id e r a la p o s i ble en ferm edad o , in c lu s o la m u e r te , q u e le p u e d e so b r e v e n ir si s e c o m e u n a seta v en en o sa . Para e l a cto r, la m a n ip u la c ió n d e la se ta p a sa a se r un a su er te de método e x p e r im e n ta l para fo rm u la r m e n ta lm e n te la s d iv e r s a s h ip ó t e s is a c e r ca de lo que le p u e d e s u c e d e r si s e la c o m e . Tras la d e lib e r a c ió n , e l a c to r d e c id e si se c o m e o n o la se ta , y e sta d e c is ió n lleva a la sig u ie n te fa s e d e l a c to , la consumación d e l a c to q u e, en té r m in o s m á s generales, e q u iv a le a e m p r e n d e r la a c c ió n q u e s a t is f a c e e l im p u ls o o r ig in a l. Tanto los h u m a n o s c o m o lo s a n im a le s in fe r io r e s so n c a p a c e s d e c o m e r s e la seta, pero e s m e n o s p r o b a b le q u e un h u m a n o se c o m a u n a s e t a v e n e n o s a d e b id o a su destreza para m a n ip u la r e l o b je to y a su c a p a c id a d p ara p e n sa r (y le e r ) sobre las c o n s e c u e n c ia s q u e tie n e e l a c to d e c o m é r s e la . E l a n im a l in fe r io r p u e d e confiar en el m é to d o d e p r u eb a y error, q u e c o n s t itu y e u n a té c n ic a m e n o s e f e c tiva que la c a p a c id a d d e lo s h u m a n o s d e p e n sa r e n c l c u r so d e s u s a c c io n e s . E l método de pru eb a y error en e sta situ a c ió n e s b a sta n te a r r ie sg a d o y , p or e llo , lo s animales in ferio res tie n e n m á s p r o b a b ilid a d e s d e m o r ir p o r c o m e r una s e ta e n venenada que lo s h u m a n o s .
342
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Aunque, para facilitar nuestro análisis hayamos separado las cuatro fases en orden secuencial, el hecho es que Mead pensaba que existe una relación dialécf’cafirUreaa^eJlas.JohaJBaLdwin exoresa esla idea de la siguiente manera: «Aun que, en algunos casos, las cuatro fases del acto parecen estar vinculadas en un orden lineal, realmente se compenetran para constituir un proceso orgánico; los aspectos de cada fase están presentes en todo moinento desde el principio del acto hasta el fmal, de manera que cada fase afecta a las demás» (1986; 55-56). Asi, las últimas fases del acto pueden conducir a la emergencia de las primeras fases. Por ejemplo, la manipulación de comida puede provocar en el individuo el impulso del hambre y la percepción de que está hambriento y de que hay comida disponible para satisfacer su necesidad.
Gestos Mientras cl acto implica una sola persona, el acto social implica dos o más personas. El gesto es, para Mead, el mecanismo básico del acto social en par ticular y del proceso social en general. «Los gestos son movimientos del primer organismo, que actúan como estímulos específicos de respuestas (socialmente) apropiadas del segundo organismo» (Mead, 1934/1962; 14; véase también Mead, 1959: 187). Tanto ios animales inferiores como los humanos son capaces de hacer gestos, en ei sentido de que la acción de un individuo provoca automática e irreflexivamente la reacción de otro individuo. La siguiente cita es el famoso ejemplo que pone Mead acerca de los gestos en una pelea de perros; El acto de cada perro se convierte en e) estím u lo de la reacción del otro perro... El propio hecho de que el perro esté d isp u esto a atacar a otro se convierte en estímulo para que el otro perro cam b ie su actitud o su p o sició n . N o bien ha hecho tal cosa, cuando tal cam bio de actitud del segu n d o perro hace, a su v ez , que el primero cam bie su actitud. (M ead, 1934/1962:42-43)
Lo que tiene lugar en esta situación Mead lo denomina una «conversación de gestos». El gesto de un perro provoca automáticamente un gesto en el otro perro; no se produce proceso mental alguno en los perros. En ocasiones, los humanos participan en conversaciones inconscientes de gestos. Mead nos pone como ejemplos muchas de las acciones y reacciones que tienen lugar en combates de boxeo y encuentros de esgrima, donde un luchador responde «instintivamente» a las acciones del otro. Mead denomina estas accio nes inconscientes gestos «no significantes»; lo que distingue a los humanos es su capacidad para emplear gestos «significantes», aquellos que requieren la reflexión por parte del actor antes de que se produzca la reacción. El gesto vocal es particularmente importante en el desarrollo de los gestos significantes. Sin embargo, no todos los gestos vocales son significantes. El ladrido de un perro a otro es no significante; incluso algunos gestos vocales humanos (por ejemplo, un gruñido) pueden ser no significantes. Sin embargo,
GEORGE HERBERT MEAD
343
el desarrollo de ios gestos vocales, especialmente el lenguaje, constituye el fac tor más importante que hizo posible el desarrollo distintivo de la vida humana: «La especialización del animal humano dentro de este campo del gesto ha sido responsable, en definitiva, del origen y desarrollo de la actual sociedad humana y de sus conocimientos, con todo el dominio sobre ía naturaleza y sobre el medio humano que hace posible la ciencia» (Mead, 1934/1962; 14). Este desarrollo está relacionado con una característica distintiva dei gesto vocal. Cuando hacemos un gesto físico, como una mueca facial, no nos vemos a nosotros mismos (a menos que estemos frente a un espejo). Por el contrario, al pronunciar un gesto vocal, nosotros nos oímos igual que los demás. De ello se deduce que el gesto vocal puede influir en el hablante del mismo modo que lo hace en los oyentes. También se deduce que somos más capaces de detener nuestros gestos vocales que nuestros gestos físicos. En otras palabras, controla mos mejor los gestos vocales que los físicos. Esta capacidad de controlar nues tra persona y nuestras reacciones es crucial, como veremos, para las demás capacidades que distinguen a los humanos. En términos generales, «El gesto vocal cumple la importante función de medio para la organización social de la sociedad humana» (Mead, 1959: 188).
Símbolos significantes Un símbolo significante es una suerte de gesto que sólo los humanos son capa ces de realizar. Los gestos se convierten en símbolos significantes cuando sur gen de un individuo para el que constituyen el mismo tipo de respuesta (no necesariamente idéntica), que se supone provocarán en aquellos a quienes se dirigen. Sólo logramos la comunicación cuando empleamos símbolos signifi cantes; la comunicación, en su sentido más completo, no es posible entre hormi gas, abejas, etc... Los gestos físicos pueden ser símbolos significantes, pero como ya hemos visto, no lo son propiamente porque las personas no pueden ver uoir con facilidad sus propios gestos físicos. Así, son las vocalizaciones las que suelen convertirse en símbolos significantes, si bien no todas se convierten en ellos. El conjunto de gestos vocales que tiene mayor probabilidad de convertir se en símbolos significantes es el lenguaje: «un simbolo que responde a un significado en la experiencia del primer individuo y que también evoca esc significado en el segundo individuo. Cuando el gesto llega a esta situación, se ha convertido en lo que llamamos «lenguaje». Es ahora un símbolo significante y representa cierto significado» (Mead, 1934/1962; 46). En una conversación de gestos, sólo se comunican gestos. Sin embargo, el lenguaje implica la comu nicación tanto de gestos como de sus significados. El lenguaje y, en general, los símbolos significantes, provocan la misma respuesta en el individuo que lo recibe que en los demás. La palabra perro o gato provoca la misma imagen mental en la persona que la pronuncia que en los que la escuchan. Otro efecto dcl lenguaje es que estimula tanto al emisor como al receptor. La persona que grita «fuego» en un teatro abarrotado está tan moti-
344
TEORIA sociologica CLASICA
vada para salir huyendo del teatro corno las demás que reciben el mensaje. Así, los símbolos significantes permiten a las personas ser los estimuladores de sus propias acciones. Con similar orientación pragmática. Mead analiza las «funciones» de los gestos en general, y de lo.s símbolos significantes en particular. La función del gesto «es posibilitar la adaptación entre los individuos involucrados en cual quier acto social dado, con referencia al objeto u objetos con que dicho acto está relacionado» (Mead, 1934/1962; 46). Así, una mueca facial involuntaria puede hacerse para evitar que el niño se acerque al precipicio y evitar de esta manera una situación peligrosa. Aunque el gesto no significante funciona, el g esto sig n ifica n te o sím b olo sign ifican te proporciona facilid ad es m ucho m ayores, para tal adaptación y readaptación, que el g esto no sig n ifica n te, porque provoca en cl ind ivid u o que lo h acc la m ism a actitud hacia c l... y le perm ite adaptar su conduc ta su b sigu ien te a la de e llo s a la luz de la m encionada actitud. En resum en, la con versación de g esto s co n scien tes o sig n ifica n tes e s un m ecan ism o m ucho más adecuado y e fica z de adaptación mutua dentro dcl acto so cia l... que la conversa ció n d e gesto.s in co n scien te o no sign ifican te. (M ead, 1 9 3 4 /1 9 6 2 :4 6 )
Desde un punto de vista pragmático, un símbolo significante funciona me jo r que un símbolo no significante en el mundo social. En otras palabras, cuan do comunicamos a otros nuestro disgusto, un reproche verbal de indignación funciona mejor que un complicado gesto corporal. El individuo que manifiesta su disgusto no suele ser consciente en ese momento del gesto corporal y, por tanto, no suele ser capaz de adaptar conscientemente sus acciones posteriores a la luz de la reacción de la otra persona a dicho gesto. Por otra parte, un hablante es consciente de que pronuncia un reproche de indignación y reacciona a él de la misma forma (y al mismo tiempo) que la persona a la que va dirigido y de la que espera una reacción. Así, el hablante puede pensar en cómo va a reaccionar la otra persona y preparar su reacción a esa reacción. Los símbolos significantes cumplen otra función de importancia crucial en la teoría de Mead; hacen posibles los procesos mentales, espirituales, etc. El pensamiento humano sólo es posible a través de los símbolos significantes, es pecialmente el lenguaje (para Mead, los animales inferiores son incapaces de pensar). Mead define el pensamiento como «simplemente una conversación implícita o interna del individuo consigo mismo por medio de estos gestos» (1934/1962; 47). Y, más específicamente, afirma; «Pensar es lo mismo que hablar con otras personas» (1982; 155). En otras palabras, el pensamiento im plica hablar con uno mismo. Se aprecia con claridad que Mead define cl pensa miento en términos conductistas. Las conversaciones implican una conducta (hablar), y esa conducta también se produce en el interior del individuo; cuando se produce dentro del individuo, tiene lugar el pensamiento. No es ésta, por tanto, una definición dcl pensamiento en términos de la mente; es decididamen te conductista.
GEORGE HERBERT MEAD
345
Los símbolos significantes también hacen posible la interacción simbóli c a E s decir, las personas interactúan con otras no sólo con los gestos, sino también con los símbolos significantes. Esto, por supuesto, marca una diferen cia y hace posible el desarrollo de pautas y formas de interacción mucho más complejas de organización social que las que permitirían los gestos. Obviamente, el símbolo significante desempeña un papel central en el pen samiento de Mead. De hecho, Miller asigna al símbolo significante e¡ papel central en la teoría de Mead: «El fruto más importante de la reflexión de Mead es la comprensión de que el símbolo significante, el símbolo del lenguaje, con siste en un gesto cuyo significado lo forman tanto el que lo hace como el que lo recibe. Dedicó gran parte de su vida intelectual a aclarar las implicaciones de esta idea» (1982a: 10-11).
PROCESOS MENTALES Y PENSAMIENTO En su análisis de los procesos mentales Mead emplea una serie de conceptos similares que conviene distinguir. Antes de hacerlo, es importante señalar que Mead solía pensar en términos de procesos más que de estructuras o contenidos. De hecho, a Mead se le ha llamado con frecuencia «filósofo de los procesos» (Cronk, 1987; Miller, 1982a). Inteligencia es un término que se presta a confusión porque pertenece a lo que denominamos «procesos mentales». Sin embargo no es así en el pensa miento de Mead En términos generales, Mead define la inteligencia como la adaptación mutua de los actos de los organismos. Según esta definición, es cla ro que los animales inferiores tienen «inteligencia» porque se adaptan unos a otros mediante las conversaciones de gestos. De modo similar, los humanos se adaptan unos a otros a través del uso de símbolos no significantes (por ejemplo, las muecas involuntarias). Sin embargo, lo que distingue a los humanos es que ellos también demuestran inteligencia, o que tienen capacidad de adaptación mutua, a través dcl empico de símbolos significantes. Así, un sabueso tiene inteligencia, pero la inteligencia del detective se distingue de la del sabueso debido a que el primero es capa/, de utilizar símbolos significantes. Mead mantiene que los animales tienen «inteligencia irracional». A dife rencia de ellos, los humanos tienen «razón», definida por Mead de una manera harto peculiar; «Cuando se razona se está indicando uno a sí mismo los caracte res que provocan ciertas reacciones, y esto es precisamente lo que uno está haciendo» (1934/1962: 93). En otras palabras, los individuos mantienen con versaciones consigo mismos. * Esla es la denominación otorgada finalmente (por Herbert Blumer) a la teoría sociológica que se derivó en buena parte de las ideas de Mead. ^ Aunque, como veremos más larde, Mead utiliza este término de forma incoherente; en algunas ocasiones lo emplea para referirse a los procesos mentales.
346
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Lo más importante de la inteligencia reflexiva de los humanos es su capaci dad de inliibir temporalmente la acción, de demorar sus reacciones ante los estímulos (Mead, 1959: 84). En el caso de los animales inferiores, un estimulo provoca inmediata e inevitablemente una reacción; los animales inferiores ca recen de la capacidad de inhibir temporalmente sus reacciones. Como Mead señaló «La reacción demorada es necesaria para la conducta inteligente La organización, la prueba implícita y la selección final... serían imposibles si una u otra reacción manifiesta a ios estimules ambientales dados tuviese que ser inmediata» (1934/1962: 99). Distingamos los tres componentes que aqui se en cuentran. Primero, los humanos, debido a su capacidad para retrasar las reac ciones, son capaces de organizar en sus propias mentes el abanico de posibles respuestas a la situación. Los humanos poseen en sus mentes los modos optati vos de completar un acto social en el que están involucrados. Segundo, las personas son capaces de elegir mentalmente, de nuevo mediante una conversa ción interna consigo mismas, varios cursos de acción. A diferencia de ellas, los animales inferiores carecen de esta capacidad, por lo que eligen las reacciones en el mundo real por el método del ensayo y el error. La capacidad de seleccio nar respuestas mentalmente, como hemos visto en el caso de la seta envenena da, es más eficaz que el método de prueba y error. La selección mental de una respuesta poco adecuada no supone coste social alguno. Sin embargo, cuando un animal inferior emplea realmente esa respuesta en el mundo real (por ejem plo, cuando un perro se aproxima a una serpiente venenosa), eí resultado puede ser costoso, incluso desastroso. Finalmente, los humanos son capaces de elegir uno entre un conjunto de estímulos, en lugar de reaccionar al primero de los estímulos más fuertes. Además, los humanos pueden elegir entre una serie de acciones optativas, mientras los animales inferiores simplemente actúan. Como Mead señala: Es la entrada de las posibilidades altemativas de la futura reacción en la determina ción de Ja conducta presente, en cualquier situación ambiental dada, y su funciona miento. por medio del mecanismo del sistema nervioso central, como parte de los factores o condiciones que determinan la conducta presente, lo que dedsiivamente establece eí contraste entre ta conducta inteligente y la conducta refleja, instintiva y habitual, entre la reacción demorada y la reacción inmediata. (Mead, 1934/1962: 98; cursivas añadidas) La capacidad de elegir entre una serie de acciones hace probable que las elecciones de los humanos se adapten mejor a la situación que las reacciones mmediatas e irreflexivas de los animales inferiores. Como Mead señala, «la inteligencia es, principalmente, una cuestión de selectividad» (Mead, 1934/ 1962: 99),
He aqui un lugar donde Mead utiliza inteligencia en un sentido diferente dcl que liemos empleado en el análisis anterior.
GEORGE HERBERT MEAD
347
Mead también analiza la conciencia, que para él tiene dos significados dife rentes (1938/1972; 75). El primero se refiere a aquello a lo que sólo el actor tiene acceso, que es totalmente subjetivo. A Mead le interesaba menos este sentido de la conciencia que el segundo, que en lo fundamental implica la inte ligencia reflexiva. Asi, Mead se preocupó menos por el modo en que experi mentamos un dolor o un placer inmediato que por la manera en que pensamos sobre el mundo social. La conciencia debe explicarse como un proceso social. Es decir, a diferen cia de la mayoría de los analistas. Mead cree que la conciencia no está ubicada en el cerebro: «La conciencia es funcional, no sustantiva; y en cualquiera de los principales sentidos del termino debe .ser ubicada en el mundo objetivo, antes que en ei cerebro; pertenece al medio en que nos encontramos, o es caracterís tica de él. No obstante, lo que está ubicado en el cerebro, lo que se lleva a cabo en él, es el proceso fisiológico por el cual perdemos y recuperamos la concien cia» (1934/1962; 112). Igualmente, Mead rehúsa ubicar las imágenes mentales en e! cerebro y las contempla como fenómenos sociales; Más aún. lo que llam am os «im á g en es m en ta les» ... puede existir en su relación con el organismo sin encontrarse alojado en una con cien cia sustancial. La im agen mental es una im agen m ném ica. Las im ágen es que, c o m o sím b o lo s, desem peñan un papel tan importante en el pensam iento, pertenecen al m edio. El pasaje que leem o s está com puesto por im ágenes m ncm icas, y la gente que vem o s en torno nuestro la v e mos, m uy principalm ente, gracias a la ayuda de tales im ágen es... pod em os, enton ces. em plear un tratamiento conductista sin sufrir las dificu ltad es m entales en que se encontró W atson cuando encaró las im ágen es m entales. (M ead, 1934/1962: 332; cursivas añadidas)
El significado también es otro concepto relacionado con los anteriores que Mead aborda con una perspectiva conductista. De modo característico, Mead rechaza la idea de que el significado reside en la conciencia: «La conciencia no es necesaria para la presencia de significado en el proceso de la experiencia social» (1934/1962; 77). Asimismo, Mead rechaza la idea de que el significado sea un fenómeno «psíquico» o una «idea». Antes bien, el significado reside dentro del acto social; «La significación surge y reside dentro del campo de la relación entre el gesto de un organismo humano dado y la subsiguiente conduc ta de dicho organismo, en cuanto es indicada a otro organismo humano por ese gesto. Si el gesto indica efectivamente a otro organismo la conducta subsiguiente (oresultante) del organismo dado, entonces tiene significación» (Mead, 1934/ 1962; 75-76). Ks la respuesta adaptativa del segundo organismo la que da signi ficado al gesto del primer organismo. El signifícado de un gesto puede considerarse como la «capacidad de predecir la conducta probable» (J. Baldwin, 1986; 72). Si bien puede encontrarse en la conducta, el significado se hace consciente sólo cuando va asociado a símbolos. Sin embargo, mientras el signifícado pue de hacerse consciente entre los humanos, está presente en el acto social con
348
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
carácter previo a la aparición de la conciencia y la conciencia del significado. Así, en éstos términos, los aniniales inferiores (y los humanos) pueden condu cirse de un modo significativo incluso aunque no sean conscientes del significa do que tiene su conducta. Como la conciencia, la mente, que para Mead es un proceso y no una cosa, se define como una conversación interna con nosotros mismos, no se encuentra dentro del individuo; no está ubicada en el cerebro, sino que es un fenómeno social. Surge y se desarrolla dentro del proceso social y es una parte fundamen tal del mismo. Así, el proceso social precede a la mente y no es, como muchos creen, producto suyo. Por lo tanto, la mente también se define en términos fun cionales más que sustantivos. Dadas estas semejanzas con la idea de la concien cia, ¿hay algo que distinga propiamente a la mente? Ya hemos visto que los humanos tienen la capacidad distintiva de provocar dentro de sí mismos la res puesta que esperan que surja de los otros. Una característica distintiva del espí ritu es la capacidad dei individuo de «provocar en sí no simplemente una mera reacción del otro, sino la reacción, por asi decirlo, de la comunidad como un todo. E llo es lo que proporciona al individuo lo que denominamos ‘mente’. Hacer ahora cualquier cosa significa cierta reacción organizada; y si uno tiene en sí tal reacción, tiene lo que llamamos ‘m ente’» (Mead, 1934/1962: 267). Así, la mente se distingue de otros conceptos parecidos en la obra de Mead por su capacidad de responder al conjunto de la comunidad y de poner en marcha una respuesta organizada. Mead también analiza la mente desde una perspectiva más pragmática. Es decir, la mente está implicada en los procesos orientados hacia la resolución de problemas. El mundo real plantea problemas y la función de la mente es intentar solucionarlos, y permitir a las personas que se comporten con eficacia en el mundo.
SELF Una buena parte de la obra de Mead en general, y especialmente su reflexión sobre la mente, contiene ideas sobre uno de sus conceptos más importantes: el «self». No lo hemos mencionado antes, pero ahora resulta necesario su análisis para lograr una comprensión plena y satisfactoria del pensamiento de Mead. El s e lf es, en lo fundamental, la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto; el self tiene la peculiar capacidad de ser tanto sujeto como objeto, Como ocurre con todos los conceptos centrales de Mead, el s e lf presupone un proceso social: la comunicación entre los humanos. Los animales inferiores no tienen self, ni tampoco los niños humanos cuando nacen. El self surge con el desarrollo y a través de la actividad social y las relaciones sociales. Para Mead, es imposible imaginar un self sin la existencia de experiencias sociales. Sin embargo, una vez que el self se ha desarrollado, puede seguir existiendo en ausencia de contacto social. Así, Robinson Crusoe desarrolló un self durante su
GEORGE HERBERT MEAD
349
estancia en la civilización y lo conservó cuando vivía solo en lo que él creyó, durante algún tiempo, que era una isla desierta. En otras palabras, siguió tenien do la capacidad de suponerse un objeto. Una vez desarrollado el self, las perso nas lo manifiestan por lo general, aunque no siempre. Por ejemplo, el self no aparece involucrado en las acciones habituales o en las experiencias fisiológi cas inmediatas de placer o dolor. El self está dialécticamente relacionado con la mente (nos detendremos en breve en la dialéctica dcl pensamiento de Mead). Es decir, por un lado, Mead afirma que el cuerpo no es un self y se convierte en tal sólo cuando la mente se ha desarrollado. Por otro, el self y su proceso reflexivo es esencial para el desa rrollo de la mente. Por supuesto, es imposible separar mente y self, porque el self es un proceso mental. Sin embargo, aunque podamos considerarlo un pro ceso mental, el self — como todos los procesos mentales en el sistema teórico de Mead— es un proceso social. En su análisis Mead rechaza la idea de ubicar el self, al igual que todos los fenómenos mentales, en la conciencia y io sitúa en la experiencia social y los procesos sociales. De este modo, lo que hace Mead es definir el self en términos conductistas: «Pero cuando reacciona a aquello mis mo por medio de lo cual se está dirigiendo a otro, y cuando tal reacción propia se convierte en parte de su conducta, cuando no sólo se escucha a sí, sino que se responde, se habla y se replica tan realmente como le replica a otra persona, entonces tenemos una conducta en que los individuos se convierten en objetos para sí mismos» (1934/1962; 139; cursivas añadidas). El self, entonces, es sim plemente otro aspecto del proceso social general del que el individuo forma parte. El mecanismo general para el desarrollo del self es la reflexión, o la capaci dad de ponernos inconscientemente en el lugar de otros y de actuar como lo harían ellos. A resultas de ello, las personas son capaces de examinarse a sí mimas de igual modo que otros las examinan a ellas: Es m ediante la reflexión que el proceso social e s internalizado en la exp eriencia de los individ u os im p licad os en él; por tales m ed ios, que perm iten al individuo adop tar la actitud del otro hacia él, el ind ivid u o está co n scien tem en te capacitado para adaptarse a ese proceso y para m od ificar la resultante de d ich o p roceso en c u a l quier acto social dado, en térm inos de su adaptación al m ism o. (M ead, 1934/1962: 134)
El self también permite a las personas participar en sus conversaciones con otros. Es decir, uno es conscicntc de lo que está diciendo y, consecuentemente, es capaz de controlar lo que está diciendo y determinar que es lo siguiente que va a decir. La condición del self es la capacidad de los individuos de salir «fuera de sí» para poder evaluarse a a sí mismos, para poder convertirse en objetos para si. Para lograrlo las personas suelen ponerse en el lugar que los demás las ponen, ti hecho es que cada persona constituye una parte importante de esa expe riencia, y las personas deben tomar en cuenta si son capaces de actuar racional
350
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
mente en una situación determinada. Una vez hecho esto, intentan examinarse a sí mismas impersonal, objetivamente y sin emoción. Sin embargo, las personas no se experimentan a sí mismas directamente. Sólo lo logran poniéndose en el lugar de otros y contemplándose desde ese punto de vista. Logran hacerlo poniéndose en el lugar de otros individuos deter minados o contemplándose desde ei punto de vista del grupo social en su con junto. Como Mead señaló en términos generales: «Sólo asumiendo el papel de otros somos capaces de volver a nosotros mismos» (1959: í 84-185). En breve tendremos más cosas que decir sobre esta importante distinción entre ponerse en el lugar de un determinado individuo y ponerse en el lugar de una colec tividad. Mead sintió gran preocupación por la génesis del self. Creía que la con versación de gestos era un trasfondo para el self que no lo implicaba, puesto que en esa conversación las personas no se contemplan como objetos. Mead sitúa la génesis del self en dos etapas del desarrollo infantil. La primera es la etapa del juego, durante la cual el niño aprende a adoptar la actitud de otros niños de terminados. Si bien los animales inferiores también juegan, sólo los seres hu manos «juegan a ser otro» (Aboulafia, 1986: 9). Mead pone como ejemplo un niño que juega a ser un «indio»: «Esto significa que el niño posee cierta serie de estímulos que provocan en él las reacciones que provocarían en otros y que responden a un indio» (1934/1962: 150). Como consecuencia de este juego, el niño aprende a convertirse tanto en sujeto como objeto, y comienza a ser capaz de construir su self. No obstante, se trata de un self limitado, porque el niño sólo es capaz de adoptar el papel de otros determinados y particulares. Los niños juegan a ser «mamá» y «papá» y en ese proceso desarrollan la ca pacidad de evaluarse como lo hacen sus padres y otros individuos determina dos. Sin embargo, carecen de un signifícado de sí mismos más genera! y orga nizado. Es la siguiente etapa, la etapa del deporte, la que resulta necesaria para el desarrollo de un self en el pleno sentido del término. Si en la etapa del juego el niño adopta el papel de otros determinados, en la etapa del deporte el niño adopta el de todos los que están involucrados en la interacción. Además, estos papeles diferentes han de tener una relación definida unos con otros. Para ilustrar la etapa del deporte. Mead nos proporciona su famoso ejemplo del béisbol (o, tal y como lo denominó el propio Mead, el deporte de la «novena base»): Pero en un deporte en que están involucrados una cantidad de individuos, el niño que adopta un papel tien e que estar d isp u esto a adoptar el papel de cualquier otro. Si se encuentra en la n ovena base de un partido d e b éisb ol, tien e que tener in volucradas las reaccion es d e cada p o sició n en la propia. T ien e que saber qué harán todos lo s dem ás a fin de poder seguir con su propio ju e g o . T ien e que adoptar todos eso s p ap eles. N o e s preciso que estén todos presentes en la con cien cia al mismo tiem p o, pero en a lg u n o s m o m en to s tie n e q ue tener a tres o cuatro individuos presentes en su propia actitud, co m o , por ejem plo, el que está por arrojar la pe-
GEORGE HERBERT MEAD
351
Iota, el que la recibirá, etc. En cl deporte, pues, hay una serie de reaccion es de los otros, de tal m odo organizadas, que la actitud de uno provoca la actitud adecuada de otro. (M ead, 1934/1962; 151)
Hn la etapa del juego los niños no constituyen grupos organizados porque juegan a representar una serie de papeles determinados. En consecuencia, para Mead carecen de personalidades definidas. Sin embargo, en la etapa del de porte^, se comienza a m anifestar la organización y a perfilarse la perso nalidad. Los niños empiezan a ser capaces de funcionar en grupos organizados y. lo que es más importante, a determinar lo que harán dentro de un grupo específico. La etapa del deporte contiene uno de los conceptos más conocidos de Mead (1959: 87), el otro generalizado. El otro generalizado es la actitud del conjunto de la comunidad o, en el ejemplo del béisbol, la actitud del conjunto del equipo. La capacidad de adoptar el papel del otro generalizado es esencial para el self: «Sólo en la medida en que adopte las actitudes del grupo social organizado al cual pertenece, hacia la actividad social organizada, cooperativa, o hacia la serie de actividades en la cual ese grupo está ocupado, sólo en esa me dida desarrollará un self completo» (1934^962: 155). De suma importancia también es que las personas sean capaces de evaluarse a sí mismas desde el punto de vista del otro generalizado y no simplemente desde el punto de vista de otros determinados. La adopción del papel dei otro generalizado, en lugar de la del de otros determinados, hace posible ei pensamiento abstracto y la objeti vidad (Mead, 1959; 190). He aqui cómo describe Mead ei pleno desarrollo del self; De tal m od o el s e l f liega a su pleno desarrollo organizando esas actitudes indi viduales d e otros en las actitudes organizadas so cia les o de grupo y, de esa manera, se convierte en un reflejo individual d e l esquem a sistem ático general de la c o n ducta so c ia l o de grupo en la que ella y lo s otros están in volu crad os — esquem a que interviene com o un todo en la exp eriencia dcl in d ivid u o, en térm inos de esa s a c titudes de grupo organizadas que, m ediante ei m ecan ism o del sistem a n ervioso central, adopta para sí del m ism o m od o que adopta las actitudes individuales de otros. (M ead, 1 9 3 4/1962: 158)
Por decirlo de otro modo, ei self requiere ser miembro de una comunidad y conducirse según las actitudes comunes a la comunidad. Mientras el juego inte resa sólo a partes dei self, el deporte requiere un self coherente y plenamente desarrollado.
’ Cuando analiza los deportes, se ve con claridad, comn señala Aboulafia 1^86: 198), que Mead se refiere a cualquier sistema de respuestas organizadas (por ejemplo, la familia).
352
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
La adopción del papel del otro generalizado no sólo es esencial para el pleno desarrollo del self, también es crucial para el desarrollo de las actividades grupales organizadas. Un grupo requiere que los individuos dirijan sus activida des en consonancia con las actitudes dcl otro generalizado. F1 otro generalizado también representa la familiar propensión de Mead a dar prioridad a lo social, puesto que el grupo influye sobre la conducta de los individuos a través del otro generalizado. Mead también analiza el self desde un punto de vista pragmático. Fin el nivel individual, el self hace que el individuo sea más eficiente para el conjunto de la sociedad. En virtud del self las personas suelen hacer lo que se espera de ellas en una situación determinada. Como las personas suelen intentar res ponder a las expectativas del grupo, evitan las posibles dellciencias que se de rivan de no hacer lo que el grupo espera. Además, el self permite una mayor coordinación con el conjunto de la sociedad. Como se juzga a los indivi duos según hagan o no lo que se espera de ellos, el grupo funciona más eficaz mente. I.o expuesto en el párrafo anterior, asi como el análisis general del se lf nos lleva a pensar que los actores de Mead son conformistas y que en ellos hay poca individualidad, puesto que todos se afanan por responder a las expecta tivas del otro generalizado. Pero Mead especifica que cada self es diferente de los demás. Los selfs comparten una estructura común, pero cada uno recibe una peculiar articulación biográfica. Además, es evidente que no existe en la sociedad un único y gran otro generalizado, sino muchos otros generali zados debido a la pluralidad de grupos que existen en su seno. Las per sonas, por lo tanto, tienen una pluralidad de otros generalizados y, por lo tanto, una pluralidad de selfs. Hl conjunto particular de selfs de cada persona le hace diferente de los demás. Además, las personas no tienen necesariamente que aceptar a la comunidad tal y como es; pueden introducir reformas y mejo rarla. Podemos cambiar la comunidad debido a nuestra capacidad de pensar. Sin embargo. Mead se ve obligado a expresar esta cuestión de la creatividad individual en los conocidos términos conductistas: «La única forma en que podemos reaccionar contra la desaprobación de la comunidad entera es estableciendo una clase superior de comunidad que, en cierto sentido, supere en número de votos a la que conocemos. Una persona puede llegar al punto de ir en contra de todo el mundo que le rodea; puede levantarse ella sola contra el mundo, Pero, para hacer tal cosa, ha de hablarse a sí misma con la voz de la razón. Tiene que abarcar las voces del pasado y del futuro. Esta es la única forma en que el self puede lograr una voz que sea mayor que la voz de la comunidad» (1934/1962: 167-168). En otras palabras, para poder oponerse al otro generalizado, el individuo debe construir un otro generalizado aún mayor, compuesto no sólo de elemen tos presentes sino también pasados y futuros, y luego responderle. Mead identifica dos aspectos o fases del self que denomina el «yo» y el «mí». Como Mead señaló: «El self es esencialmente un proceso social que atra viesa estas dos fases distintas» (1934/1962: 178). Es importante tener en cuenta
GEORGE HERBERT MEAD
353
que el «yo» y el «mí» son procesos que se desarrollan dentro del proceso total dcl self; no son «cosas». EJ «yo» es la respuesta inmediata de un individuo a otro. Es el aspecto incalculable, imprevisible y creativo del self. I.as personas no saben con antelación cómo será la acción del «yo»; «Pero no sabe cómo será esa respuesta y tampoco lo sabe nadie. Cabe que haga una brillante jugada o una equivocada. La respuesta a esa situación, tal y como aparece ante su experien cia inmediata, es incierta» (Mead, 1934/1962; 175). No somos totalmente cons cientes.del x>^ Y ? través de él nuestras orpoias acciones nos sorprenden. Somos conscientes de él únicamente cuando se ha realizado el acto. Asi, sólo conocemos el «yo» cuanto está presente en nuestra memoria. Mead hace hinca pié en el «yo» por cuatro razones. Primera, es una fuente importante de innova ción en el proceso social. Segunda, Mead creía que es en el «yo» donde se encuentran nuestros valores más importantes. Tercera, el «yo» constituye algo que todos buscamos; la realización del self. Es el «yo» el que nos permite desa rrollar una «personalidad definida». Finalmente, Mead creia en un proceso evo lutivo en la historia por el que en las sociedades primitivas las personas estaban más dominadas por el «mí», mientras en las sociedades modernas se daba en ellas un mayor componente del «yo». El «yo» confiere al sistema teórico de Mead cierto dinamismo y crea tividad. muy necesarios por cierto. Sin él, los actores de Mead aparecerían totalmente dominados por controles internos y externos. Con él, Mead puede analizar los cambios que introducen no sólo los grandes personajes históricos (por ejemplo, Einstein), sino también los individuos en su vida cotidiana. Es e! «yo» el que hace po.sible esos cambios. Como toda personalidad es una com binación de «yo» y «mí», en ios grandes personajes históricos suele pre dominar cl «yo». Pero en las situaciones cotidianas, el «yo» de cada uno de nosotros se reafirma y puede introducir un cambio en la situación social. La singularidad también se incorpora al sistema de Mead a través de la articulación biográfica del «yo» y del «mí» de cada individuo. Es decir, las exigencias espe cíficas de la vida de cada persona le proporcionan una combinación distintiva de su «yo» y su «mí». El «yo» reacciona contra el «mí», que es el «conjunto organizado de ac titudes de los demás que uno asume» (Mead, 1934/1962; 175). En otras pa~ labras, el «mí» es la adopción del «otro generalizado». A diferencia de lo que ocurre con el «yo», las personas son conscientes del «mi»; el «mí» implica la responsabilidad consciente. Como Mead señala, «El ‘m i’ es un individuo habitual y convencional» (1934/1962; 197). Los conformistas están dominados por el «mí», aunque todo el mundo — cualquiera que sea su grado de confor mismo— tiene, y necesita tener, un «mí» sustancial. La sociedad domina al individuo a través del «mí». En efecto, Mead define la idea de control social como la dominación de la expresión del «mí» sobre la expresión del «yo». Más adelante, en Espíritu, persona y sociedad. Mead expresó sus ¡deas sobre el con trol social:
354
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Y así es como el control social, en cuanto funciona en términos de autocrítica, se cjcrce tan íntima y extensamente sobre la conducta individual, sirviendo para inte grar al individuo con sus acciones, con referencia al proceso social organizado de la experiencia y la conducta en el cual él está involucrado... y así, gracias a la autocrítica, la fiscalización social sobre la conducta individual opera en virtud dcl origen y base sociales de tal critica. Es decir: la autocrítica es esencialmente crítica social, y la conducta controlada por la autocrítica es en esencia conducta controla da socialmente. De ahí que el control social, lejos de tender a aplastar al individuo humano o a aniquilar su individualidad consciente de si, constituya, por el contra rio, dicha individualidad y esté inextricablemente asociado a ella. (Mead. 1934/1962: 255) Mead también analiza el «yo» y el «mí» en términos pragmáticos. El «mí» permite al individuo vivir cómodamente en el mundo social, mientras el «yo» hace posible el cambio de la sociedad. La sociedad produce la suficiente con formidad para permitir que funcione, y produce un flujo constante de nuevos desarrollos para evitar que se estanque. El «yo» y el «mí» forman, entonces, parte del proceso social en su conjunto, y permiten tanto a los individuos como a la sociedad que funcionen con mayor eficacia.
SOCIEDAD En el nivel más general. Mead utiliza cl término sociedad para referirse ai proceso social que precede tanto a la mente como al se lf Dada su relevancia para la configuración dei self y de la mente, la sociedad tiene una importancia central para Mead. En otro nivel, ia sociedad representa para Mead el conjunto organizado de respuestas que adopta eL individuo en la forma de «mi». En este sentido ios individuos llevan en torno a ellos la sociedad, y esto es lo que les permite, a tra vés de ia autocrítica, controlarse. Como veremos. Mead también se ocupa de la evolución de la sociedad. Pero tiene poco que decirnos explícitamente acerca de la sociedad, a pesar de la gran importancia que tiene en su sistema teórico. Sus aportaciones más importantes son ideas sobre ia mente y el se lf Incluso John Baldwin, que percibe un componente mucho más societai (macro) en el pensa miento de Mead, se ve obligado a reconocer que «los componentes macro del sistema teórico de Mead no están tan desarrollados como los micro» (1986; 123). En un nivel más específicamente societai, Mead nos ofrece muchas ideas sobre las instituciones sociales. Mead define una institución como la «respuesta común de ia comunidad» o «ios hábitos vitales de la comunidad» {1934/1962:261, 264; véase también Mead, 1936: 376). En concreto, afirma que «toda la comu nidad actúa hacia el individuo, en determinadas circunstancias, en una forma idéntica... se produce una reacción idéntica por parte de toda la comunidad. Es así como se forma una institución» (Mead, 1934/1962: 167). Llevamos en tomo nuestro este conjunto organizado de actitudes que, principalmente a través del «mí», sirven para controlar nuestras acciones.
GEORGE HERBERT MEAD
355
La educación es el proceso mediante el cual los hábitos comunes de la comunidad ( la institución) se «internalizan» dentro del actor. Es este un proce so esencial, puesto que, para Mead, las personas no logran tener self ni se constituyen en genuinos miembros de la comunidad hasta que no pueden res ponderse a sí mismas igual que lo hace el resto de la comunidad. Para lograrlo, las personas deben necesariamente haber internalizado las actitudes comunes de la comunidad. Empero, Mead tiene de nuevo la precaución de señalar que las insti tuciones no destruyen la individualidad o la creatividad desbordante. Mead admite que existen «instituciones sociales opresivas, estereotipadas y ultraconservadoras — como la Iglesia— que, mediante su negación más o menos rígida e inflexible al progreso, aplastan o eclipsan la individualidad» (1934/1962: 262). Sin embargo, inmediatamente añade: «No existe razón ne cesaria o inevitable para que las instituciones sociales sean opresivas o rígi damente conservadoras, o para que no sean, más bien, como muchas lo son, flexibles y progresistas, para que no alienten la individualidad en lugar de in hibirla» (Mead, 1934/1962: 262). Para Mead, las instituciones deberían definir lo que las personas han de hacer sólo en un sentido amplio y general, y dejar que la individualidad y la creatividad se desarrollen libremente. Mead demuestra tener aquí una concepción bastante moderna de las instituciones sociales, que constriñen a los individuos a la vez que les capacitan para ser creativos (véase Giddens, 1984). Lo que echamos en falta en el análisis de Mead de la sociedad en general, y de las instiiuciones en particular*, es un auténtico estudio macro como el que hicieron teóricos como Comte, Spencer, Marx, Weber y Durkheim. Ello es cier to a pesar del hecho de que Mead tenía una noción de emergencia, en el sentido de que el todo es considerado como algo más que la suma de sus partes. Más concretamente, «La emergencia involucra una reorganización, pero la reorga nización introduce algo que no existía antes. La primera vez que se unen el oxígeno y el hidrógeno, emerge el agua. Ahora bien, el agua es una combina ción de oxígeno e hidrógeno, pero el agua no se encontraba presente antes en los elementos separados» (Mead, 1934/1962: 198). Sin embargo, Mead se incli nó más a aplicar la idea de emergencia a la conciencia en lugar de hacerlo al conjunto de la sociedad. Es decir, consideraba la mente y el self como produc tos emergentes del proceso social. Es más, Mead tendía a utilizar el término emergencia simplemente para referirse a lo que empezaba a existir como nuevo o novedoso (Miller, 1973:41).
* Al menos hay dos lugares donde Mead ofrece un senlido más macro de la sociedad. En uno (ie ellos define las instituciones sociales como «formas organizadas de ia actividad grupal o social» (Mead, 1934/1962:261). I'reviamente a esa dennición, eii un argumento que nos recuer da a Comte, expresa una idea de la familia en tanto que unidad fundamental en el seno de la sociedad y base de unidades mayores como el clan y el estado.
356
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
EVOLUCION Ya hemos analizado una parte del pensamiento de Mead sobre el proceso evo lucionista del movimiento de las sociedades primitivas, dominadas por el «mí» hacia las sociedades modernas donde predomina el «yo». Influido por los bioevolucionistas Charles Darwin y Jean Baptiste Lamarck, asi como por Hegel, Mead creía que los humanos, igual que todos los demás organismos, evolucio naban hacia una mayor adaptación a su medio ambiente y hacia una mayor capacidad de controlarlo. Mead analiza este proceso evolutivo en términos pragmáticos: «La evolución es el proceso de encontrar y resolver problemas» (1936: 143). Consecuentemente, Mead no creía que la evolución fuera un pro ceso simple y uniforme, sino que la consideraba un conjunto variopinto de ma neras de resolver los problemas. La evolución adopta diferentes formas según las condiciones locales, pero todas estas formas se moldean a través de su adap tación a esas condiciones. La evolución de la sociedad humana ha progresado mucho más que la de otros organismos y aún le queda un gran potencial de futuro. Los humanos, a diferencia de los animales inferiores, tienen la capacidad de modificar su entor no inorgánico. Y, por supuesto, disponen de esa capacidad debido a su autocon ciencia. Esta permite a las personas modificar su entorno, introducir cambios sociales progresivos en el mundo social, y desarrollar sus personalidades de manera que avancen al mismo ritmo que los cambios introducidos por aquéllas en la sociedad. Para Mead; «La realización del self en el cumplimiento inteli gente de una función social es un estadio superior [de Ja evolución] tanto para las naciones como para los individuos» (1934/1962; 317). Si bien Mead perci bió una evolución considerable entre los humanos, también especificó que aún le quedaba un largo camino para que fuera completa. Mead ve Ja ciencia como un producto crucial del proceso evolutivo. Para Mead, la ciencia es el tipo más seguro de conocimiento que tenemos (Moore, 1936). En términos pragmáticos, la ciencia implica una actividad de resolución de problemas. Pero esta actividad de resolución de problemas es distintiva en el sentido de que adopta formalmente una actitud de búsqueda que implica, entre otras cosas, el desarrollo de hipótesis que requieren verificación (y el rechazo de todo dogma), el uso de métodos de observación para encontrar lo nuevo o lo inesperado, y la búsqueda de uniformidades, reglas y leyes. Sin embargo, las nuevas leyes que se descubren jam ás constituyen dogmas y, por ello, el cientí fico ha de estar siempre dispuesto a revisar o desechar una ley cuando dispone de datos que la contradicen. Los científicos pueden seguir sirviéndose de unas hipótesis determinadas siempre y cuando funcionen, y desecharlas cuando no se ajusten a la realidad. No deben plantearse una meta vaga y lejana ni desarro llar una estrategia para alcanzarla. Antes bien, deben ocuparse de los problemas del sistema presente y de las soluciones que los resuelven. La prueba de una solución cientifica consiste en determinar si logra que el sistema funcione me jor que en el pasado.
GEORGE HERBERT MEAD
357
Para Mead, la ciencia hace más rápida y eficazmente lo que la gente ha llegado a hacer durante todo el proceso evolutivo. Es decir, mientras en la evo lución normal las soluciones a los problemas emergen gradualmente tras largos periodos de tiempo, en el mundo moderno «resolvemos el problema directa mente, mediante lo que denominamos el ‘método científico’ (Mead, 1936:365). Mead especifica una serie de fases del método científico experimental: la pre sencia de un problema, la manifestación del problema en términos de cómo puede resolverse, la formulación de hipótesis, la verificación mental de las hi pótesis y, por último, la verificación experimental de las hipótesis. Pero Mead va más lejos y señala que aquellas fases son «sólo la elaboración de los proce sos simples de inferencia cotidiana en los que constantemente nos enfrentamos con dificultades recurrentes» (1938/1972; 83). La evolución de la ciencia está relacionada con la evolución general de la especie humana. He aquí como relaciona Mead muchas de sus ideas sobre los procesos mentales con la evolución; Cuando adoptam os la form a humana y som os capaces de distinguir lo im portante en una situación m ediante un p roceso de an álisis; cuando llegam os al punto en que una m ente surge en su forma individual, e s decir, cuando el individuo regresa a sí m ism o y se estim ula del m ism o m odo que estim ula a otros; cuando el individuo provoca en sí las actitudes del conjunto del grupo; cuando adquiere el c o n c o m i m iento que pertenece al conjunto de la com unidad; cuando responde igual que la com unidad bajo ciertas co n d ic io n e s y dirige su in telig en cia organizada hacia fin es particulares; en ton ces estam os ante el proceso que proporciona so lu c io n e s para los problem as operando de manera au tocon scien te. En él vem os la evolución de la m ente humana que se sirve directam ente del tipo de in teligen cia que se ha desarro llado durante el proceso total de la evolución. (M ead. 1936:366; cursivas añadidas)
Asi, una mente con estas caracteristicas tiene la capacidad de hacer ciencia, y la ciencia, a su vez, constituye una expresión formal de las capacidades carac terísticamente humanas. Para Mead no cabe duda alguna de esta idea; «Después de todo, el científico simplemente está haciendo de la inteligencia humana una técnica» (1936; 373). Mead también relaciona sus ideas sobre la evolución de la ciencia con la necesidad de la sociedad de conservar el orden sin negarse al cambio y al progreso. En su opinión, la ciencia ofrece un método que permite a la sociedad cambiar de una manera ordenada. Esta reflexión está también relacionada con el refonnismo social de Mead, en el cual las ideas derivadas del estudio científico pueden usarse para acelerar el proceso evolutivo y aliviar los problemas de la sociedad.
PENSAMIENTO DIALECTICO Como señalamos al principio del capítulo, los conceptos de Mead han sido ana lizados por separado. No obstante, es evidente que están dialécticamente reía-
358
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
donados unos con otros (Cronk, 1987: 3). R¡ enfoque dialéctico de Mead se inspira en varias fuentes filosóficas, especialmente en la obra de Hegel y, al menos en algunos aspectos, se asemeja a la dialéctica de Marx. En términos generales, es imposible separar claramente los conceptos que han sido analizados a lo largo de este capítulo, en especial ios de mente, self y sociedad. Están estrechamente relacionados unos con otros, y todos constituyen aspectos o fases dcl proceso social en su definición más general. Ferguson tam bién lo señala; «Estos conceptos están dialécticamente relacionados, porque cada factor lleva intrínseca su relación con los demás factores. El acto de defi nir cualquiera de ellos requiere un examen de su relación con los demás» (1980; 26). Pasemos a estudiar los principales elementos de la dialéctica y el modo en que se manifiestan en la obra de Mead. Primero, el pensador dialéctico rehúsa analizar el mundo en ténninos causales unidireccionales. Encontramos muchos lugares en la obra de Mead donde nuestro autor analiza las relaciones recíprocas entre los fenómenos sociales. Por ejem plo, el self surge de la sociedad, y los selfs contribuyen al desarrollo de una sociedad más compleja y organizada, a una mayor diferenciación, evolución y organización de la sociedad. (Mead, 1934/1962; 164, véase también 180, 196). Otro ejemplo nos lo proporcionan las cuatro fases del acto analizadas anteriormente; las cuatro fases no se suceden secucncialmcnte, cada fase puede actuar en las anteriores. Segundo, el pensador dialéctico se niega a separar hecho y valor, y aunque en la obra de Mead no se aprecia tanta carga valorativa como en la de Marx, Mead no se opuso a hacer juicios de valor, como el mencionado antes referido a su aversión hacia la Iglesia como institución social represora. Tercero, el pensador dialéctico no encuentra líneas divisorias rigidas y marcadas entre los fenómenos sociales, y esto se revela con claridad, en la obra de Mead, en su propensión a negarse a separar ta mente, el .self y la socie dad. Esta idea se hace muy explícita en uno de sus análisis sobre el self en el que señala; «Las personas sólo pueden existir en relaciones definidas con otras personas. No se puede establecer tm límite neto y fijo entre nuestro propio self y el de los otros, puesto que nuestro propio self existe y participa como tal, en nuestra experiencia, sólo en la medida en que las personas de los otros existen y participan también como tales en nuestra experiencia. El individuo posee un self sólo en relación con los selfs de los otros miembros de su grupo social» (Mead, 1934/1962; 164; cursivas añadidas, véase también Mead, 1907/ 1964; 73). Cuarto, los pensadores dialécticos adoptan una perspectiva reíacional dcl mundo. Ferguson analiza en términos generales «el carácter reíacional del aná lisis de Mead» (1980; 66). De nuevo esto se revela con claridad en la reflexión de Mead sobre la mente, el self y la sociedad, pero se manifiesta más explícitamente en su análisis de la relación entre el «yo» y el «mí», que se necesitan mutuamen te para existir: «No existiría un yo’ en el sentido en el que utilizamos el térmi no sin un 'm í’; no habría un 'm í’ sin una respuesta en la forma de ese ‘yo’»
GEORGE HERBERT MEAD
359
(1934/1962; 182). Ferguson mantiene que el «yo» y el «mí» «están dialéctica mente relacionados, de manera que cada uno de ellos sólo admite una defíni ción en términos del otro» (1980: 33). Asimismo, Natanson analiza «la dialéc tica ‘yo’-‘m í’» (1973b: 60). F,n términos más generales, Berger y Luckmann afirman que Mead ofreció una «teoría de la dialéctica entre la sociedad y el individuo» (1967; 194). Quinto, los pensadores dialécticos se preocupan no sólo por el presente, sino también por su relación con el pasado y con el futuro. Este interés por el pa-sado, el presente y el futuro se manifiesta en la reflexión de Mead sobre la evolución social. Mead adopta la idea de que el pasado y el futuro se encuen tran en el presente; «Las fronteras funcionales del presente corresponden a las de su ocurrencia, a lo que estamos haciendo. Los pasados y futuros que nos indican esa actividad pertenecen al presente. Surgen de él y son analizados y verificados en él» (1959; 88). Su análisis de la inteligencia’ nos propor ciona otro ejemplo: «La inteligencia es esencialmente la capacidad de resolver los problemas de la conducta presente en términos de sus posibles conse cuencias futuras tal y como están involucradas en la base de la experien cia pasada — la capacidad, por lo tanto, para resolver los problemas de la conducta presente a la luz dcl pasado y el futuro o con referencia a ellos; in volucra al mismo tiempo memoria y previsión» (1934/1962: 100; cursivas aña didas). Sexto, el pensador dialéctico nunca adopta una perspectiva determinista del fiituro. Aunque Mead (como Marx) tiene en mente un estado ideal hacia el que la sociedad evoluciona (para Mead se trata de un mundo de perfecta comu nicación, libre y abierta), no cree en la inevitabilidad de tal estado. Lo que importa y lo que determina el grado de progreso hacia la evolución ideal es lo que hacen las personas, sean grandes personajes históricos o individuos co rrientes. El séptimo elemento de la dialéctica es una preocupación por el conflicto y la contradicción. Este aspecto también podemos encontrarlo en la obra de Mead, pero no tan marcado como en las teorias de Marx. Hay importantes conflictos y contradicciones en la obra de Mead, como los que se dan entre el «yo» y el «mi», así como entre la necesidad de amoldarse a la sociedad y la necesidad de ser innovador y cambiarla. Cronk (1987) percibe en la obra de Mead un mo delo de interacción entre consenso y conflicto que conduce a nuevas solucio nes y formas de consenso. E incluso podemos encontrar en la obra de Mead ideas sobre la negación dcl presente mediante actividades revolucionarias. Sin embargo, tales conflictos y contradicciones no parecen tener la importan cia crucial que tienen en la obra de Marx. Además, mientras Marx pensaba que la solución de los conflictos se encuentra en nuevas síntesis, la lógica de la obra
He aquí otro ejemplo en el que Mead utiliza el término inteligencia con un sentido dife rente al de la definición que hacc dcl término.
360
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
de Mead nos lleva a presumir que siempre existirá un conflicto continuo y saludable entre el «yo» y el «mi», el self y la sociedad, la conformidad y el cambio. Así, todos los elementos de la dialéctica pueden aplicarse a la obra de Mead. Aunque con frecuencia no se ha reconocido, Mead era un pensador dialéctico, y comprender este hecho nos ayuda enormemente a entender su obra.
RESUMEN George Herbert Mead desarrolló su teoría sociológica inspirándose en varias fuentes intelectuales, de las cuales ia más importante fue el conductismo. Mead aceptaba en lo fundamental el enfoque conductista y su análisis de la conducta, pero intentó extenderlo a los procesos mentales. También estuvo influido por cl pragmatismo, aunque puede considerársele como uno de sus creadores. El prag matismo proporcionó a Mead una profunda fe en la ciencia y, en términos más generales, en la conducta motivada por la inteligencia reflexiva. El pragmatis mo, como el conductismo, le llevó a analizar lo que las personas «hacían» real mente en el mundo social. También recibió una gran influencia de Hegel, que se manifiesta en varios lugares (por ejemplo, en su análisis de la evolución), espe cialmente en su enfoque dialéctico del mundo social. Esencialmente, la teoria de Mead asignaba primacía y prioridad al mundo social. Es decir, la conciencia, la mente y el self se derivan sólo del mundo so cial y emergen de él. La unidad más bàsica de su teoria social es el acto, que incluye cuatro fases relacionadas dialécticamente; cl impulso, la percepción, la manipulación y la consumación. Ni siquiera en su reflexión sobre el acto acen túa Mead los estímulos externos (como lo haría un conductista); antes bien, mantiene que un estímulo constituye una oportunidad, no una compulsión, para el acto. Un acto social implica dos o más personas, y cl mecanismo básico del acto social es cl gesto. Mientras los animales inferiores y los humanos son capa ces de mantener una conversación de gestos, sólo lo humanos pueden comuni car el significado consciente de sus gestos. Los humanos son característicamente capaces de crcar gestos vocales, y esto conduce a la capacidad distintivamente humana de desarrollar y usar sím bolos significantes. Los símbolos significantes produjeron el desarrollo del len guaje y la capacidad peculiar de los humanos de comunicarse, en el sentido pleno del término, con otros. Los símbolos significantes también haccn posible el pensamiento y la interacción simbólica. Mead estudia una serie de procesos mentales como parte del conjunto de los procesos sociales; estos procesos mentales incluyen la inteligencia reflexiva, la conciencia, las imágenes mentales, el significado y, en general, la mente. Los humanos tienen la capacidad distintiva de mantener una conversación interior consigo mismos. Todos los procesos mentales se localizan no en el cerebro, sino en el proceso social.
GEORGE HERBERT MEAD
361
El self es la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto. De nuevo, el self se deriva del proceso social. El mecanismo general del self es la capaci dad de las personas para ponerse en el lugar de otras y actuar como otras lo harían, y de verse a sí mismas como las ven los otros. Mead identifica la génesis del self en los estadios del juego y del deporte de la infancia. De suma importan cia es la aparición en el estadio del deporte del otro generalizado. La capacidad de verse a si mismo desde el punto de vista de la comunidad es esencial para la emergencia del self y para las actividades del grupo organizado. El self también incluye dos fases; el «yo», que es el aspecto creativo e imprevisible del self, y el «mí», el conjunto organizado de actitudes de los otros asumido por el actor. El control social se manifiesta a través del «mí», mientras que el «yo» es la fuente de la innovación en la sociedad. Mead tenía poco que decir sobre la sociedad a la que, en general, considera ba como los procesos sociales en curso que preceden a la mente y al se lf En Mead falta una perspectiva macro de la sociedad. Las instituciones eran defini das como poco más que hábitos colectivos. Tenía un sentido profundo de la evolución, en especial de la inteligencia reflexiva y de la ciencia, a la que con sideraba como una manifestación concreta y formalizada de esa inteligencia. Finalmente, Mead utilizaba el modo de pensamiento dialéctico para construir su sistema teórico. La teoría de Mead no es tan global como la de la mayoría de los teóricos analizados en este libro. No obstante, sigue influyendo en el interaccionismo simbólico, en la psicología social y, en general, en la sociología contemporá nea. En sociología (y en psicología) se siguen produciendo nuevos trabajos que parten de las teorías de Mead (por ejemplo, R. Collins, 1989b). La obra de Mead aún atrae a los nuevos teóricos, tanto en los Estados Unidos como en otros países (por ejemplo, Habermas, 1984). Y ello es asi a pesar de sus nota bles defectos. La mayor debilidad, a la que nos hemos referido repetidas veces en este capítulo, es que nos ofrece pocas ideas desde una perspectiva macrosocietal, Otra debilidad resume varios defectos; ciertos conceptos vagos y con fusos, una definición incoherente de los conceptos (especialmente de inteligen cia), dificultad para diferenciar claramente unos conceptos de otros, falta de preocupación por los aspectos emocionales e inconscientes de la conducta hu mana, a pesar de su análisis micro, y el hecho de que en su sistema teórico parece que la única fuente de cambio social es el individuo, especialmente a través del «yo». No obstante, pese a esas y otras debilidades, Mead nos propor cionó una teoría poderosa y relevante que probablemente siga ejerciendo una enorme influencia en el área de la sociología en los años venideros.
CAPITULO
10
ALFRED SCHUTZ INTERPRETACIONES DE LA OBRA DE SCHUTZ LAS IDEAS DE EDMUND HUSSERL LA CIENCIA Y EL MUNDO SOCIAL TIPIFICACIONES Y RECETAS INTERSUBJETIVIDAD EL MUNDO DE LA VIDA Componentes privados del conocimiento REINOS DEL MUNDO SOCIAL Folgewelty Vorwelt Umwelt y relaciones-nosotros Mitwelt y relaciones-ellos CONCIENCIA Significados y motivos INTERPRETACION DE LA TEORIA DE SCHUTZ
363
364
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
De todos los teóricos analizados en este libro, la inclusión de Alfred Schutz es la más polémica. A Schutz no se le suele incluir en el panteón de los teóri cos clásicos de la sociologia, porque hace poco tiempo que su obra comenzó a ser influyente en sociologia, en especial en las teorías contemporáneas de la sociología fenomenològica y la etnometodología. Sin embargo, debido a su reciente y cada vez mayor influencia, así como al hecho de que ofrece una perspectiva distintiva, profunda, y de gran alcance, la teoría de Schutz merece la dedicación de todo un capítulo de este libro sobre teoría sociológica clásica. La incluimos en la teoría clásica debido a su naturaleza y alcance, así como a la época en la que se desarrolló. La obra teórica más importante de Schutz, The Phenomenology o f the Social World [Fenomenología del mundo social] (1932/ 1967), sc publicó en los años treinta, la misma década que vio la publicación de otras obras teóricas hoy consideradas clásicas como Mind, S e lf and Society [Es píritu, persona y sociedad], de Mead, y The Structure o f Social Action [La es tructura de la acción social], de Parsons.
INTERPRETACIONES DE LA OBRA DE SCHUTZ Podemos dividir las interpretaciones tradicionales de la obra de Schutz en dife rentes grupos. Primero, los ctnometodólogos y fenomenólogos ven en Schutz la fuente de su interés por cl modo en que los actores crean o construyen la reali dad social. De entre los ctnometodólogos, Hugh Mehan y Houston Wood, por ejemplo, afirmaron que la cuestión principal de su enfoque era el modo en que los actores «crean las situaciones y las reglas, creándose a la vez a si mismos y a sus realidades sociales» (1975: 115). Llegaron a señalar que los «etnometodólogos tomaron de Schutz este programa de investigación» (Mehan y Wood, 1975; \ 15). Monica Morris, en su libro sobre sociología creativa, llegó a una conclusión similar: «Para Schutz, el objeto de la sociología es el modo en que los seres humanos constituyen o crean el mundo de la vida cotidiana» (1977; 15). Estos comentaristas, así como muchos otros, llegaron a la conclusión de que Schutz se centró en el modo en que los actores crean la realidad social, y le han alabado por esta orientación microsociológica. Otros autores han adoptado una idea muy similar de lo esencial de su obra, pero han llegado a conclusiones bien distintas. Un buen ejemplo es Robert Bierstedt, que criticó a Schutz por su análisis del modo en que los actores construyen la realidad social, y por su correspondiente falta de preocupación por la realidad de las grandes estructuras de la sociedad; La reducción fe n o m en o lò g ica ... tiene graves co n secu en cia s para !a sociología... La socied ad en si, co m o un fen óm en o ob jetiv o , tiende a desaparecer en el reino de lo intersubjetivo. E s decir, la socied ad m ism a... llega a constituir una creación de la m ente en ei reino de la intersubjctividad y algo que se agota com pletam ente en los asuntos p ú b lico s d e la vida cotidiana. (B ierstedt, í 963: 91)
ALFRED SCHUTZ
365
Asi, Bierstedt criticaba a Schutz exactamente por lo mismo por lo que le alaba ban Mehan y Wood, Morris y otros. Aunque estas dos tendencias llegaron a muy diferentes conclusiones sobre la obra de Schutz, al menos coincidían en lo tocante a su enfoque micro. Sin embargo, una tercera escuela de pensamiento mantiene una visión diametral mente opuesta de Schutz, al que considera un determinista cultural. Por ejem plo, Robert Gorman (1975a, 1975b, 1977) sugirió, en contra de las interpreta ciones de los metodólogos y sociólogos establecidos, que Schutz hacia hincapié en ias constricciones que la sociedad imponía al actor. Los actores no eligen libremente creencias o pautas de acción, ni construyen a su arbitrio el sentido de la realidad social. Antes bien, como miembros de la sociedad, sólo son libres para obedecer. Los actores son libres para adherirse a pautas de acción socialm en tc determ inadas. Todos los actores basan su a cció n en su acerbo de co n o cim ien to inm ediato, y este con ocim ien to se com p on e de esta.s pautas de acción socialm en te determ inadas. Cada uno de nosotros e lig e librem ente actuar tal y com o prescriben esa s pautas, aunque hayan sido im puestas desde fuera. (G orm an, 1975a: 1 1)
Gorman concluye que para Schutz «la conducta social responde aparente mente a factores independientes del sujeto [actor]» (1977; 71). A lo largo de nuestro análisis de la teoría de Schutz comprobaremos que la perspectiva más legitima es una combinación de la primera y la tercera inter pretación de su obra. Es decir, los actores de Schutz crean, en efecto, la realidad social, pero lo hacen según pautas de acción socialmente determinadas que los constriñen (Thomason, 1982). Comprobaremos también que la segunda inter pretación que desarrolla Bierstedt es errónea e ignora la naturaleza constrictiva de la cultura y la sociedad en la teoría de Schutz.
LAS IDEAS DE EDMUND HUSSERL Antes de analizar las teorías de Alfred Schutz es preciso examinar las ideas de su predecesor intelectual más importante, el filósofo Edmund Husserl. Si bien otros pensadores (como Henri Bergson y Max Weber, por ejemplo) influyeron cnonncmente en Schutz, la influencia de Husserl fue la más poderosa. No resulta fácil traducir la complejísima fílosofía de Husserl a conceptos sociológicos; en efecto, una buena parte de ella no es directamente relevante para la sociología (Srubar, 1984). Analizaremos a continuación algunas ideas que a Schutz y a otros sociólogos fenomenológicos les parecieron útiles. En general, Husserl creía que las personas percibían el mundo como un lugar muy ordenado; los actores están en todo momento implicados en el proce so activo y bastante complejo de ordenar el mundo. Sin embargo, las personas no son conscientes de su participación en ese proceso, y por ello no se pregun-
366
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
ALFRED SCHUTZ: Reseña biográfica ■ ' re " c utz no eg ' a ser muy conoc o durante su vida y hace pocos años que su obra comenzó a atraer la atención de mu chos sociólogos. Aunque su escasa fama se debía en parte a su orientación intelectual — un interés por la fenomenología entonces muy infrecuente— su insólita carrera como sociólogo responde a una causa más impor tante. Nacido en Viena, Austria, en 1899, Schutz estudió en la Universidad de Viena (Wag ner, 1983). Inmediatamente después de ter minar la carrera de Derecho, comenzó a trabajar en el mundo de la banca. Aunque económicamente se sentía recompensado, este mun do no satisfacía su necesidad de dar un significado más profundo a su vida. Schutz encontró ese significado en su trabajo sobre la sociolo gía fenomenològica. Durante los años veinte no fue un académico, pero muchos de sus amigos sí lo eran y participó en numerosas tertu lias y debates informales (Prendergast, 1986). Schutz se inspiró en la teoría weberiana, especialmente en la obra de Weber sobre la acción y el tipo ideal. Si bien se sintió enormemente impresionado por la obra de Weber, intentó superar sus debilidades integrando ideas de los filósofos Edmund Husserl y Henri Bergson. De acuerdo con Christo pher Prendergast (1986), Schutz deseaba proporcionar a la escuela de economia austriaca una teoria científica y subjetiva de la acción. Estas influencias le impulsaron a publicaren 1932 un libro que cobra ría gran importancia para la sociologia, The Phenomenotogy o f thè Social World [La fenomenologia del mundo social]. No se tradujo al inglés hasta 1967 y por ello los Estados Unidos hubieron de esperar treinta y cinco años para poder apreciar su obra. Cuando se acercaba el estallido de la Segunda Guerra Mundial Schutz emigró, tras un corta estancia en París, a ios Estados Unidos, donde durante muchos años dividió su tiempo entre su actividad como consejero legal de varios bancos y la enseñanza y escritura en el campo de la sociología fenomenològica. Simultáneamente a su trabajo en la banca, Schutz comenzó a impartir clases en 1943 en la New School for Social Research de la ciudad de Nueva York. Como señaló Ri chard Grathoff, el resultado fue «que el teórico social para el que el
tan cómo se realiza. Los actores ven el mundo social como un mundo natural mente ordenado y no estructurado por ellos mismos. A diferencia de las perso nas del mundo cotidiano, los fenomenólogos son plenamente conscientes de
ALFRED SCHUTZ
367
pensamiento científico y la vida cotidiana definían dos reinos de la experiencia bastante distintos y separados, llegó a adoptar una di visión similar en su vida personal» (1978: 112). En 1956 abandonó esta doble actividad y se consagró por entero a la enseñanza y la escritura en el campo de la sociología fenomenològica. Debido a su interés por la fenomenología, a su doble dedicación y a su actividad docente en la entonces vanguardista New School, Schutz permaneció en la periferia de la sociología mientras vivió. No obstante, su obra y su influencia sobre los estudiantes (por ejemplo, sobre Peter Berger, Thomas Luckmann, Harold Garfinkel) le llevaron al centro de la teoría sociológica. Otro factor que explica la posición marginal de Schutz en la teoría sociológica era que su teoría parecía altamente abstracta e irrelevan te para el mundo social mundano. Aunque Schutz separaba teoría de realidad, no creía que su obra fuese irrelevante para el mundo en el que vivía. Para expresarlo en términos de su fenomenología, percibía una relación entre la construcción cotidiana de la realidad y el mundo cultural e histórico predado. Pensar de otro modo era razonar que el hombre que había huido del nacional socialismo (el nazismo) consi deraba irrelevante su obra académica. La siguiente cita extraída de una de sus cartas indica que aunque Schutz no era optimista, no esta ba dispuesto a aceptar la irrelevancia de su teorización y, en general, de la construcción social de la realidad para el mundo como un todo: ¿Sigues siendo tan optimista como para pensar que la fenomenología puede salvarse de las ruinas de este mundo, como la filosofica aera perennnis? Yo no lo creo. Más bien los nativos africanos han de prepa rarse para las ideas del nacional socialismo. Ello no nos evitará acabar del mismo modo en que hemos vivido; por tanto, debemos intentar cons truir... un orden dentro de nuestro mundo, un orden que no podemos encontrar en nuestro mundo. El conflicto se esconde detrás de este cambio de acento. (Schutz, citado en Grathoff, 1978; 130) En suma, aunque la capacidad de las personas de influir en la sociedad queda limitada debido a fenómenos tales como el nazismo, las personas deben seguir esforzándose por construir una realidad social y cultural que no está más allá de su alcance y control, Alfred Schutz murió en 1959.
que se está produciendo ese proceso, y lo consideran una cuestión importante para la investigación fenomenològica (Freeman, 1980). La fenomenología científica de Husserl supone el compromiso de penetrar
368
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
en los diversos estratos construidos por los actores en cl mundo social con el fm de alcanzar la estructura esencial de la conciencia, el ego trascendental. Schutz define el ego trascendental como «el universo de nuestra vida consciente, la corriente íntegra de pensamiento, con todas sus actividades y sus cogitaciones y experiencias» (1973: 105). La idea del ego trascendental refleja el interés de Husserl por las caracterís ticas básicas e invariantes de la conciencia humana. Como Schutz señaló: «De acuerdo con Husserl, la fenomenología es una ciencia eidètica que no se ocupa de la existencia, sino de la esencia» (1973; 113), especialmente de la esencia de la conciencia, del ego trascendental. Aunque con frecuencia se ha interpretado erróneamente esta idea, Husserl no tenía una concepción metafísica y mentalista de la conciencia. Para él, la conciencia no es una cosa o un lugar, sino un proceso. La conciencia no se encuentra en la cabeza del actor, sino en la relación entre el actor y los objetos del mundo. Husserl lo expresó con su idea de intencionalidad. Para él, la con ciencia es siempre conciencia de algo, de algún objeto. La conciencia se en cuentra en esta relación; la conciencia no está dentro del actor. Heap y Roth señalan, simplemente, que la «conciencia es intencional» (1973; 355). Además, el significado no está en los objetos, sino en la relación de los actores con los objetos. Esta concepción de la conciencia como proceso que confiere significa do a los objetos se encuentra en el núcleo de la fenomenología de Husserl y constituye el punto de partida de la teoría de Schutz. Otra clave para entender la obra de Husserl es su orientación hacia el estu dio científico de las estructuras básicas de la conciencia. Husserl se esforzó por desarrollar la «filosofía como una ciencia rigurosa» (Kockelmans, 1967b; 26). Sin embargo, para Husserl la ciencia no implicaba empirismo y análisis estadís tico de los datos empíricos. De hecho, temia que una ciencia de estas caracterís ticas llegara a rechazar la conciencia como objeto de análisis cientifico y la considerara bien en términos demasiado metafísicos, bien como algo físico. Cuando Husserl hablaba de ciencia se refería a una filosofía metodológica mente rigurosa, sistemática y crítica. Entendida así la ciencia, creia que los fenomenólogos podían obtener un conocimiento absolutamente válido de las estructuras básicas de las «experiencias vividas» de los actores (especialmente de las conscientes). Esta orientación científica tuvo dos efectos sobre los feno menólogos posteriores, entre ellos Alfred Schutz. Primero, los fenomenólogos continúan rechazando las herramientas que utiliza la ciencia social moderna para la investigación (sin rechazar la investigación en sí; véase Psathas, 1989); los métodos estandarizados, las estadísticas altamente poderosas y los resulta dos informatizados. Prefieren, como Husserl, analizar y describir todos los fe nómenos sociales, tal y como son experimentados por los seres humanos, por ejemplo las situaciones sociales, los eventos, las actividades, la interacción y los objetos sociales. Segundo, los fenomenólogos siguen oponiéndose al intuicionismo vago y «suave». En otras palabras, se oponen al «subjetivismo» que no se preocupa del descubrimiento de las estructuras básicas de los fenómenos
ALFRED SCHUTZ
369
tal y como son experimentados por las personas. Filosofar sobre la conciencia constituye una empresa sistemática y rigurosa. Husserl pensaba que ei punto de vista natural de los actores o su «actitud natural» era el principal obstáculo para el descubrimiento científico de los pro cesos fcnomenológicos. Debido a la actitud natural de los actores, los procesos conscientes de ordenación quedan ocultos para ellos. Estos procesos también están ocultos para los fenomenólogos a menos que logren salvar sus propias actitudes naturales. Los fenomenólogos deben ser capaces de realizar la difícil tarea de «desconectarse» o «dejar a un lado» («poner entre paréntesis») la acti tud natural para poder percibir los aspectos más fundamentales de la conciencia implicada en ia ordenación del mundo (Freeman, 1980). Para Husserl, la actitud natural constituye una fuente de desviación y distorsión para el fenomenólogo. Una vez que la actitud natura! ha sido dejada a un lado o «puesta entre paréntesis», ei fenomenólogo puede comenzar a examinar las propiedades in variantes de la conciencia que rigen para todo el mundo. He aquí cómo describe Schutz la perspectiva de Husserl sobre esta cuestión; El fen o m en ó lo g o no n iega la ex isten cia del mundo exterior, pero a fin es an alíticos se hace a la idea de que no cree eu su existen cia; e s decir, se ex im e de manera intencionada y sistem ática de todo ju ic io relacionado directa o indirectam ente con la ex isten cia del mundo exterior... H usserl llam aba a este p rocedim iento «poner el mundo entre paréntesis» o «llevar a cabo la reducción fen o m en o lò g ica » ... [para] superar la actitud natural del hom bre que v iv e en el m undo que acepta, sea realidad o apariencia... para descubrir el cam p o puro do la con cien cia. (S ch u tz, 1973: 104)
El fenomenólogo también debe dejar a un lado las experiencias accidenta les de la vida que tienden a dominar la conciencia. El objetivo último de Husserl era obtener la forma pura de la conciencia, despojada de todo contenido empí rico. lija Srubar (1984) afirma que Husserl no sólo hizo una filosofia rigurosa de la conciencia, sino que también sentó las bases para una sociología fenome nològica. Es decir, Husserl sintió la necesidad de ampliar su obra al mundo de las relaciones interpersonalcs, al «mundo de la vida». Así, la obra de Husserl nos ayuda a señalar que la «fenomenología debe convertirse en una ciencia del mundo de la vida» (Srubar, 1984: 70). Sin embargo, Schutz concluye que «la parte menos satisfactoria del análisis [de Husserl] es su análisis de la socialidad y de los grupos sociales» (1975; 38). Como consecuencia de ello, mientras la obra de Husserl se orientó finalmente hacia el ego trascendental, la de Schutz lo hizo hacia la intersubjetívidad exterior, el mundo social y el mundo de la vida. He aquí como Wagner explica la tarea que se impuso Schutz: El m étodo fen o m en o lò g ico sirve, por d efin ició n , para la exp loración de la co n c ien cia solitaria. Proporciona a c c eso al reino so cia l de la exp eriencia hum ana só lo si ofrece una so lu ció n para lo que H usserl llam ó el problem a de la intersubjetívidad.
370
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Una teoría via b le de la intersubjetividad, a su v e z, puede constituir la m ás fuerte, aunque indirecta, ayuda para que la so c io lo g ía com prenda lo que la fen om en ología le puede proporcionar. ...S ch u tz situó e l problem a en el nive! de la m undanidad, en el de la vida cotidiana. Estaba segu ro de que en este m undo podía encontrarse un puente fe n o m c n o ló g ic o -p sico ló g ic o entre e g o y alter, (W agner, 1 9 8 3 :4 3 )
Nos extenderemos más adelante sobre la intersubjetividad y cl mundo de la vida. Antes es preciso analizar las ideas de Schutz sobre la ciencia y las tipifica ciones.
LA CIENCIA Y EL MUNDO SOCIAL Al igual que Husserl, Schutz considera la fenomenología como una ciencia ri gurosa. Replica explícitamente a muchos críticos de la fenomenología que no se basa en «un tipo de intuición incontrolada o de revelación metafísica» (Schutz, 1973: 101). Y también de acuerdo con Husserl, Schutz considera que la ciencia implica un esfuerzo conceptual y teórico. Desde el punto de vista de Schutz, la ciencia de la sociología, no sólo debe describir cl mundo social, sino que tam bién debe ocuparse de la construcción de modelos teóricos y conceptuales de ese mundo. Como Schutz lo expresó: Seguram ente nos sorprenderíam os si encontráram os un cartógrafo que trazara el m apa de una ciudad de acuerdo con la inform ación que reco g e de sus habitantes. Sin em bargo, lo s c ie n tífic o s so c ia le s e sc o g e n con frecuencia este extraño método. O lvidan que hacen su trabajo c ien tífico en un n iv el de interpretación [teóricaj y com prensión que difiero de las in gen u as actitu d es seg ú n las cu a les las personas se orientan e interpretan su vida cotidiana. (S c h u tz , 1976:67)
Obtendremos una idea más acabada de las ideas de Schutz sobre el concep to de ciencia cuando comprendamos que para él la ciencia era una de entre una multitud de «realidades». Para Schutz existen varias realidades diferentes, en tre ellas cl mundo de los sueños, del arte, de la religión y de la demencia. La realidad eminente es, sin embargo, el mundo intersubjetfvo de la vida cotidiana (el mundo de la vida), puesto que es «el arquetipo de nuestra experiencia de la realidad. Todos los demás ámbitos de significado pueden considerarse modifi caciones de aquélla» (Schutz, 1973: xHi). Como veremos, la preocupación fun damental de Schutz en el desarrollo de su sociologia fenomenològica era el mundo de la vida, pero lo que más nos interesa aquí es su preocupación por la relación de este mundo con otra realidad, la de la ciencia. Hay varias diferencias clave entre el mundo de la vida y el mundo de la ciencia, especialmente el de la ciencia social. Primera, en el mundo de la vida, el actor dotado de sentido común trata pragmáticamente los problemas munda
ALFRED SCHUTZ
371
nos de la vida cotidiana. Por el contrario, el científico social «debe mantenerse al margen», es un «observador desinteresado» que no está implicado pragmáti camente en el mundo de !a vida de los actores y sus problemas mundanos. Se gunda, el acervo de conocimiento del actor con sentido común se deriva del mundo cotidiano, mientras el científico utiliza el acervo de conocimiento que pertenece al cuerpo de la ciencia. El científico social vive en un mundo en el que otros científicos sociales han expresado problemas, sugerido soluciones, desarrollado métodos, y obtenido resultados. Tercera, en su teorización, como ya hemos visto, los científicos sociales deben separarse de {«poner entre parén tesis») sus propias situaciones biográficas en el mundo de la vida y operar en esa región de significado denominada «el mundo de la ciencia». A diferencia de ellos, los actores dotados de sentido común están involucrados en sus situacio nes biográficas y operan en el mundo de la vida. Estas tres diferencias no sólo nos ayudan a definir el mundo de la ciencia, sino también a considerar que el científico social que sigue estos criterios logra adoptar la actitud científica que requiere cl estudio del mundo de la vida. Para adoptar esa actitud científica necesaria, los científicos sociales deben apartarse de (es decir, tener un interés no pragmático en) el mundo de la vida de aquellos a los que estudian, deben sumergirse en el mundo de la ciencia y poner entre paréntesis su propia situa ción biográfica en el mundo de la vida. Mientras el mundo de la vida cotidiana está habitado por personas que actúan sensata o razonablemente, los científicos deben crear un modelo del mundo constituido por personas que actúan racionalmente. En el mundo co tidiano las personas actúan sensatamente-, es decir, realizan sus acciones con forme a las reglas socialmente aprobadas para intentar solucionar proble mas típicos, recurriendo a medios típicos para alcanzar fines típicos. Las per sonas pueden también actuar razonablemente y hacer elecciones «juiciosas» entre los medios según sus fines, incluso si siguen pautas de acción tradiciona les o habituales. M ientras las personas actúan sensata o razona blemente en el mundo cotidiano, sólo en los modelos teóricos creados por los científicos sociales actúan racionalmente en el sentido pleno del término, poseen una «comprensión distintiva y clara de los fines, medios y efec tos secundarios» (Schutz, 1973: 28). (Aquí Schutz está utilizando el tér mino racionalidad con el mismo significado que Weber cuando se refería a la racionalidad de los medios-fines.) Schutz explica que la racionalidad es un constructo teórico en su obra; «Asi, el concepto de racionalidad en el sentido estricto ya definido no se refiere a acciones dentro de la experiencia de sentido común de la vida cotidiana en el mundo social; es la expresión de un tipo par ticular de construcciones de ciertos modelos específicos del mundo social ela borados por el científico social con ciertos fines metodológicos» (1973; 42). La acción en la vida cotidiana es, en el mejor de los casos, sólo parcialmente ra cional. Las personas que actúan sensata o razonablemente son racionales sólo en cierto grado; distan de ser plenamente racionales. Así, la tarea del científico social es construir modelos teóricos racionales de un mundo social cotidiano
372
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
que está lejos de ser plenamente racional. Esta idea se basa en la creencia de que el científico social puede y, en efecto, debe usar los modelos racionales para analizar una conducta que dista de ser racional dentro del mundo de la vida. (De nuevo, esto se asemeja al desarrollo y uso de los tipos ideales de Weber). Pero el mundo social cotidiano es «significativo» para los actores que se encuentran en él, y el científico social se topa con el problema de construir sistemas plenamente racionales de conocimiento de las estructuras de significa do subjetivo de la vida cotidiana. Schutz se encuentra en ía paradójica situación de intentar desarrollar una sociología subjetiva en la tradición de Max Weber y a la vez cumplir los requisitos de una concepción rigurosa de la ciencia. De este modo expresa Schutz la cuestión (la respuesta reside en el núcleo de su sistema teórico): «¿Cómo es posible, entonces, captar estructuras subjetivas de sentido mediante un sistema de conocimiento objetivo?» (1973; 35). A esta pregunta Schutz responde que «es posible construir un modelo de un sector del mundo social, que consista en una interacción humana típica y analizar esta pauta típi ca de interacción en lo que respecta al sentido que podría tener para los tipos personales de actores» (1973; 36). La capacidad de lograrlo se basa en el hecho de que tanto en el mundo de la vida como en el de la ciencia confiamos en construcciones (tipos ideales) para interpretar la realidad y comprender la parte de la realidad que es importante para nosotros. Los constructos que usamos en la vida cotidiana so.n constructos de primer orden («tipificaciones», véase más abajo), y el científico social desa rrolla constructos de segundo orden a partir de los de primer orden. Esta elabo ración de constructos científicos sobre constructos cotidianos es lo que hace posible una ciencia racional y objetiva de la subjetividad. Sin embargo, para cumplir los requisitos de la ciencia, el significado del mundo desde la perspec tiva del actor puede ser captado en abstracto a partir de su expresión única e imprevisible dentro de la realidad inmediata. A Schutz no le preocupan los ac tores únicos y específicos, sino los actores típicos y sus acciones típicas. Todos los observadores del mundo de la vida desarrollan constructos que les permiten comprender lo que ocurre en este mundo, pero la capacidad de entender el mundo de la vida es mayor en el científico debido a que el observador (científi co) crea sistemáticamente constructos más abstractos y estandarizados para la comprensión de la vida cotidiana. La clave del enfoque científico de Schutz es la construcción de estos cons tructos de segundo orden o, en términos sociológicos más convencionales, de tipos ideales de actores sociales y acción social. (Schutz nos ofrece un buen ejemplo en su ensayo sobre el «extraño» y «el que regresa a casa.) Esto implica la sustitución teórica de los seres humanos en el mundo de la vida por títeres (o, como Schutz los denomina con frecuencia, «homúnculos») creados por el científico social. El modelo científico del mundo de la vida «no está poblado de seres humanos con toda su humanidad, sino de títeres, de tipos-, que son construidos como si pudieran llevar a cabo acciones y reacciones» (Schutz, 1973: 255),
ALFRED SCHUTZ
373
Schutz piensa en términos de tipos de personas y en tipos de cursos de acción que ios actores adoptan. Los científicos sociaies limitan la conciencia de los títeres a lo estrictamen te necesario para realizar el curso típico de acción, que es relevante para la solución del problema científico analizado. Los títeres no son capaces de perci bir de un modo selectivo los objetos de su entorno, que pueden ser útiles para la solución del problema considerado. No existen en situaciones creadas por ellos, sino por el científico social. Los títeres no eligen, y tampoco tienen un conoci miento diferente del conocimiento típico que les supone el científico social. La siguiente cita es uno de los enunciados más completos de Schutz sobre la natu raleza de los títeres del científico social; El esp ecialista les atribuye una co n cien cia so lo aparente, construida de tal m odo que el acervo de co n o cim ien to a m ano que se les asigna (in clu y en d o el conjunto adscrito de m o tiv o s invariables) haría subjetivam ente com p ren sib les las accion es originadas en él, siem pre que fueran llevad as a cabo por actores reales dentro dcl m undo socia l. Pero el títere y su co n cien cia artificial no están so m etid o s a las con d icion es o n to ló g ica s de los seres hum anos. El hom únculo no n ació, no crece ni morirá. N o tiene esperanzas ni tem ores; no c o n o ce la ansiedad co m o principal m otivo de tod os sus actos. No e s libre en el sentido de que su acción pueda trans gredir los lím ites que ha esta b lecid o su creador, el c ien tífic o so cial. Por lo tanto, no puede tener otros co n flic to s de intereses y m otivos que los que aquél le ha atribui do. N o puede errar, si errar no es su destino típico. N o puede elegir, sa lv o enlre las alternativas que el cien tífico social ha co lo ca d o ante él co m o abiertas a su e le c ción... El hom únculo, co lo ca d o en una relación so cia l, participa en ella en su tota lidad. N o es m ás que cl creador de su función típica, porque la co n cien cia artificial que se le ha atribuido no con tien e otros elem en to s que los n ecesarios para dotar de sentido subjetivo a tales fu n cion es. (S ch u tz, 1 9 7 3 :4 1 )
Así, mediante la construcción de tipos ideales de actores y accione.s, el científico social desarrolla las herramientas necesarias para analizar el mundo social. La construcción de estos títeres (o, en general, de tipos ideales) no es un proceso arbitrario. Para reflejar fielmente la realidad subjetiva dcl mundo de la vida y cumplir los requisitos de una ciencia rigurosa, los tipos ideales deben cumplir los siguientes criterios: 1. Postulado de relevancia: Siguiendo a Weber, Schutz estableció que el aspecto del mundo social sujeto a investigación debía determinar qué es lo que iba a ser estudiado y cómo debía abordarse. En otras palabras, lo que hace el científico social debe ser relevante para el asunto que está investigando en el mundo de la vida. 2. Postulado de adecuación: Segiin este principio, el científico social debe construir los tipos ideales de manera que las tipificaciones de la conducta de los actores en el mundo de la vida tengan sentido tanto para los pro pios actores como para sus semejantes.
374
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
3. Postulado de coherencia lógica: Deben construirse los tipos con un alto grado de coherencia, claridad y nitidez y deben ser compatibles con los principios de la lógica formal. El cumplimiento de este postulado «ga rantiza la validez objetiva de los objetos de pensamiento construidos por el científico social» (Schutz, 1973: 43). 4. Postulado de compatibilidad: Los tipos construidos por cl científico so cial deben ser compatibles con el cuerpo existente de conocimiento cíentifico o deben demostrar por qué al menos parte de este cuerpo de cono cimiento es inadecuado. 5. Postulado de interpretación subjetiva: Los tipos científicos, así como los modelos más generales del mundo social, deben basarse en el significado subjetivo que tiene la acción para los actores reales del mundo de la vida cotidiana, y ser compatibles con él. Para Schutz, el científico social que se adhiere a estos cinco postulados creará tipos y modelos que son válidos tanto para obtener el significado subje tivo de los actores del mundo de la vida como para cumplir los requisitos de una ciencia rigurosa.
TIPIFICACIONES Y RECETAS En este apartado analizaremos el uso que hace Schutz de los tipos ideales (constructos de segundo orden) para analizar científicamente el mundo social. Sin embargo, como ya hemos mencionado, las personas desarrollan y usan tipifica ciones (constructos de primer orden) en el mundo social. En cualquier situación que se da en el mundo de la vida cotidiana, una acción viene determinada «por un tipo constituido en experiencias anteriores» (Schutz y Luckmann, 1973; 229). Las tipificaciones ignoran los rasgos individuales y particulares y se centran sólo en características genéricas y homogéneas. Mientras tipificamos rutinariamente a los demás, las personas también se auto-tipifican; «Hasta cierto punto, el hombre tipifica su propia situación dentro del mundo social y las diversas relaciones que tiene con sus semejantes y con los objetos culturales» (Schutz, 1976; 233). La tipificación adopta muchas formas. Cuando llamamos a algo por su nombre (por ejemplo, hombre, perro), estamos tipificando. En términos generales, siempre que hacemos uso del lenguaje, estamos tipificando; de hecho, Schutz llama al lenguaje «el medio tipificador par excellence» (1973; 75). Al lenguaje se le puede considerar una «mina» de tipologías de la que nos servimos para dar sentido al mundo social. La relación entre las tipificaciones y el lenguaje evidencia que las tipifica ciones existen en la sociedad, y que las personas adquieren y almacenan tipifi caciones a través del proceso de la socialización y, de hecho, durante toda su vida. Las tipologías que usamos se derivan de la sociedad y son socialmente
ALFRED SCHUTZ
375
aprobadas. Han superado la prueba del tiempo y han llegado a institucionalizar se como herramientas tradicionales y habituales para la vida social. Si bien el individuo puede crear algunas tipificaciones, la mayoría de ellas son preconstituidas y derivadas de la sociedad. En algunas ocasiones, Schutz habla de recetas cuando analiza las tipifica ciones, y con frecuencia utiliza ambos términos como sinónimos. Las recetas, como las tipificaciones, «sirven de técnicas para comprender o, por lo menos, controlar aspectos de... la experiencia» (Natanson, 1973a: xxix). Las recetas, sin embargo, tienden a tener relación con las situaciones, mientras las tipifica ciones se refieren más bien a las personas. Las personas utilizan las recetas para controlar el millar de situaciones en las que se encuentran todos los días. Así, cuando alguien nos saluda con la receta «¿qué tal estás?» respondemos con la receta «bien, ¿y tú?» Y recurriendo a la analogía del arte culinario, Schutz señala que nos servimos de «un conocimiento de libro de recetas culinarias... para tratar las cuestiones rutinarias de la vida cotidiana... La mayoría de nues tras actividades diarias, desde levantamos hasta ir a dormir, son de este tipo. Se realizan de acuerdo con receta«? que se reducen a hábitos culturales de triviali dades que no se cuestionan» (1976: 73-74). Incluso cuando nos encontramos en situaciones problemáticas o inusuales, lo primero que hacemos es recurrir a nuestras recetas. Solo cuando vemos con claridad que no sirven, las abandona mos e intentamos crear, desarrollar mentalmente, nuevas fórmulas para mane jar las situaciones. Schutz y Luckmann (1973: 231) subrayan las condiciones bajo las cuales las situaciones se hacen problemáticas y las personas se ven en la necesidad de crear nuevas fórmulas para manejarlas (nuevas recetas y tipificaciones). Si no disponen de una receta válida para manejar una situación nueva, o si una receta no les permite manejar la situación que supuestamente deben controlar, las per sonas se ven en la necesidad de crcar una nueva. Dicho de otro modo, cuando el acervo de conocimiento actualmente disponible no es suficiente, la persona debe crear e incorporar a él nuevas recetas (o tipificaciones). Debido a la existencia recurrente de situaciones problemáticas, las personas no pueden confiar plenamente en las recetas y tipificaciones. Deben ser sufi cientemente capaces de adaptarse a circunstancias imprevistas. Las personas necesitan tener una «inteligencia práctica» para manejar las situaciones impre vistas, deben tener en mente líneas alternativas de acción y crear nuevas fórmu las para manejar las situaciones.
INTERSUBJETIVIDAD En términos generales, la sociologia fenomenològica de Schutz se centra en la intersubjetividad no sólo debido a que Husserl la ignoró, sino también porque nuestro pensador creía que las demás ciencias la daban por sentada y ninguna la había explorado. El estudio de la intersubjetividad busca respuesta a preguntas
376
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
como las siguientes: ¿Cómo conocemos otras mentes?, ¿cómo conocemos otros self?, ¿cómo se produce la reciprocidad de perspectivas? ¿cómo se produce la comprensión y la comunicación recíproca? El mundo intersubjetivo no es un mundo privado; es común a todos. Existe «porque vivimos en él como hombres entre otros hombres, con quienes nos vinculan influencias y labores comunes, comprendiendo a los demás y siendo comprendidos por ellos» (Schutz, 1973: 10). La intersubjetividad existe en el «presente vivido» en el que nos hablamos y nos escuchamos unos a otros. Com partimos el mismo tiempo y espacio con otros. «Esta simultaneidad es la esen cia de la intersubjetividad, significa que capto la subjetividad del alter ego al mismo tiempo que vivo en mi propio flujo de conciencia... Y esta captación en simultaneidad del otro, así como su captación recíproca de mi, hacen posible nuestro ser conjunto en el mundo» (Natanson, 1973; xxxii-xxxiii; cursivas aña didas). La. frase.de la cita anterior que está en cursiva nos proporciona la esencia del pensamiento de Schutz sobre la intersubjetividad. A Schutz no le interesaba la interacción física de las personas, sino el modo en que se comprenden recí procamente sus conciencias, la manera en que se relacionan intersubjctivamcn' te unas con otras. Schutz también utiliza la idea de la intersubjetividad en un sentido más amplio para referirse a todo lo que es social. Afirma que el conocimiento es intersubjetivo (o social) en tres sentidos. Primero, existe una reciprocidad de perspectivas por la que suponemos que las otras personas existen, y que los objetos son conocidos o cognoscibles por todos. A pesar de esta reciprocidad de perspectivas, es evidente que un mismo objeto puede significar cosas diferentes para personas distintas. Esta dificultad se supera en el mundo social debido a la existencia de dos «idealizaciones». La idealización de la intercambiabilidad de los puntos de vista implica que si nos ponemos en el lugar de otras personas vemos las cosas como ellas las ven. La idealización de la congruencia del siste ma de relevancia supone que podemos ignorar nuestras diferencias, y que los objetos tienen una definición lo suficientemente parecida para todos como para permitirnos proceder como si las definiciones fueran idénticas. (Schutz engloba estas dos idealizaciones bajo el encabezamiento de la «tesis general de las pers pectivas recíprocas».) El segundo sentido en el que el conocimiento es intersubjetivo (o social) es en el del origen social del conocimiento. Si bien los individuos crean, en efecto, una pequeñísima parte de su propio conocimiento, la mayoría de él existe en acervos comunes de conocimiento y los adquieren mediante la interacción so cial con sus padres, sus maestros y sus pares. En tercer lugar, el conocimiento es intersubjetivo en el sentido de que existe una distribución social del conocimiento. Es decir, el conocimiento que poseen las personas varía de acuerdo con su posición en la estructura social. En nuestro pensamiento de sentido común tenemos en cuenta el hecho de que el acervo de conocimiento real varía entre los individuos de acuerdo con sus posiciones sociales.
ALFRED SCHUTZ
377
Así, mientras Husserl identificaba el ego trascendental como su preocupa ción central, Schutz dió un giro exterior a la fenomenología para analizar el mundo intersubjetivo, el mundo social. (Si bien es esta una importante diferen cia, no debemos perder de vista el hecho de que ambos pensadores se centraron en la intersubjetividad; Husserl dentro del reino de la conciencia y Schutz en el mundo social.)
EL MUNDO DE LA VIDA El mundo de la vida (o Lebenswelt), es ía denominación (derivada de Husserl) que dió Schutz a! mundo en el que la intersubjetívidad tiene lugar. Ya hemos examinado esta idea, especialmente el intento anterior de distinguir el mundo de la vida del mundo de la ciencia. Ahora es preciso analizar más sistemática mente ei mundo de la vida. Schutz utiliza muchos términos para comunicar lo que quiere decir con este término, entre ellos el «mundo del sentido común», e! «mundo de la vida dia ria», «el mundo del trabajo cotidiano», la «realidad mundana», «la realidad eminente de la vida deü sentido común», etc.. (Natanson, 1973: xxv). Es en este mundo donde las personas actúan con la «actitud natural»; es decir, donde las personas dan por sentado que este mundo existe y no dudan de su realidad hasta que surgen situaciones problemáticas. Schutz define seis características básicas del mundo de la vida. Primera, se caracteriza por una tensión especial de la conciencia, que Schutz denomina «estado de alerta» (1973: 213), en el que el actor presta «plena atención a la vida y sus requisitos». Por el contrario, en el mundo de los sueños, por ejemplo, el actor no está despierto. Segundo, el actor no duda de la existencia de este mundo. De nuevo a diferencia del actor, en el mundo de la ciencia social el cientifíco duda del mundo de la vida, y es esa duda lo que le permite analizarlo científicamente. Tercera, es en el mundo de la vida donde las personas trabajan; es decir, emprenden una «acción en el mimdo externo basada en un proyecto y caracterizada por la intención de producir mediante el movimiento corporal e! estado de cosas proyectado» (Schutz, 1973: 212). Es ei trabajo lo que se en cuentra en e! núcleo del m u*Jo de la vida: La región central del m undo de la vid a e s el m undo del trabajo... E sp ecíficam en te, es una esfera de actividades dirigida hacia ob jeto s, aním ales y personas que están «demro de nuestro alcan ce real». T íp icam en te, las op era cio n es se realizan en él siguiendo «recetas de a cció n com probadas»; e s «m i m undo de activid ad es rutina rias».., Este trabajo es una actuación totalm ente física sobre ob jetos ta n g ib les, que tiene por objeto m old earlos y usarlos para p rop ósitos tangibles. (W agner, 1 983:290)
Sin embargo, en el mundo de la fantasía las personas no trabajan en ese sentido del término. Cuarta, hay una forma especifica de experimentar el propio
378
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
self por la que el self trabajador se vive como un self pleno. En ciencia social, el seJf trabajador del científico no se vive como un self pleno, puesto que el traba jo del científico constituye sólo una parte de su vida. Quinta, el mundo de la vida se caracteriza por una forma específica de sociaiidad que implica el «mun do intersubjetivo común de la comunicación y la acción social» (Schutz, 1973; 230). Obviamente, el mundo de Jos sueños y el de las fantasías no son mundos inter subjetivos. Finalmente, en el mundo de la vida existe una perspectiva específica del tiempo, que implica la intersección del flujo del tiempo personal y del flujo temporal de la sociedad. Por el contrario, en el mundo de los sueños o de las fantasías el paso del tiempo de una persona está desligado del paso dei tiempo en la sociedad. Es decir, podemos fantasear, por ejemplo, sobre la vida en la Edad Media mientras vivimos en el siglo xx. Si bien Schut/ suele escribir como si existiera un único mundo de la vida, en realidad cada uno de nosotros tiene su propio mundo de la vida, aunque existan numerosos elementos comunes en todos ellos. Por lo tanto, otros pertenecen a nuestro mundo de la vida y nosotros pertenecemos a los mundos de la vida de muchos otros. El mundo de la vida es un mundo intersubjetivo, pero un mundo que existía mucho antes de nuestro nacimiento; nuestros predecesores lo crearon. Nos es dado (particularmente las tipificaciones y recetas, pero también las institucio nes sociales, etc...) para experimentarlo e interpretarlo. Así, cuando experimen tamos el mundo de la vida estamos experimentando un mundo inexorable que constriñe nuestros actos. Sin embargo, no sólo estamos dominados por la es tructura preexistente del mundo de la vida; Para llevar a cabo los propósitos que buscamos en él, entre nuestros semejantes, tenemos que dominarlo y modificarlo... estos objetos ofrecen resistencia a nuestros actos, resistencia que debemos superar o a la cual debemos rendirnos... un motivo pragmático gobierna nuestra actitud natural hacia el mundo de la vida cotidiana. En este sentido, el mundo es algo que debemos modificar por nuestras acciones o que las modifica. (Schutz, 1973; 209) Es aquí donde comenzamos a clarificar la dialéctica del pensamiento de Schutz, cuando entendemos que los actores y las estructuras se influyen recí procamente. Wagner adopta esta postura dialéctica al afirmar que las ideas de Schutz sobre el mundo de la vida combinan la experiencia individual «no sólo con las de interacción social y, por tanto, con los mundos de Ja vida de otros, sino también con esquemas y prescripciones [tipificaciones y recetas] de inter pretación para la conducta práctica socialmente predados» (1983; 289). La dialéctica se hace más clara en la reflexión de Schutz sobre el mundo cultural. Por un lado, es evidente que tanto las personas de! pasado como las de! presente crean el mundo cultural, puesto que se «origina en acciones humanas y ha sido instituido por ellas, por las nuestras y las de nuestros semejantes, con temporáneos y predecesores. Todos los objetos culturales — herramientas, sim-
ALFRED SCHUTZ
379
bolos, sistemas de lenguaje, obras de arte, instituciones sociales, etc...— apun tan en su mismo origen y significado a las actividades de sujetos humanos» (Schutz, 1973: 329). Por otro lado, este mundo cultural es externo y coercitivo para los actores: «Me encuentro a mí mismo en mi vida diaria dentro de un mundo que no sólo yo he creado... He nacido en un mundo social preorganizado que me sobrevivirá, un mundo compartido desde el exterior con semejantes organizados en grupos» (Schutz, 1973; 329). En su análisis del mundo de la vida, lo que le preocupaba principalmente a Schutz era el acervo social de conocimiento común, que conduce a la acción más o menos habitual. Ya hemos estudiado el conocimiento de las tipificado^ nesy recetas, que es el componente principal del acervo de conocimiento. Schutz considera este conocimiento como el elemento más variable de nuestro acer vo debido a que somos capaces de manejar una situación problemática creando fórmulas innovadoras. Es menos probable que los otros dos aspectos de nue.stro acervo de conocimiento se conviertan en algo problemático. El conocimiento de técnicas (por ejemplo, cómo andar) es la forma más básica de conocimien to en el sentido de que raramente se convierte en problemático (en el caso de andar, una excepción sería una parálisis temporal) y por ello se le asigna un alto grado de seguridad. El conocimiento útil (por ejemplo, conducir un coche o tocar cl piano), constituye una solución definitiva a una situación problemática. El conocimiento útil es más problemático (por ejemplo, cuando nos encontra mos en una situación de emergencia y necesitamos pensar cómo se conduce) que el conocimiento de técnicas, pero es menos probable que se convierta en problemático que el conocimiento de recetas y tipificaciones.
Componentes privados del conocimiento Schutz también era consciente de que todos los elementos del reino cultural varían de unos individuos a otros a causa de que las experiencias personales difieren. El acervo de conocimiento está «biográficamente articulado»; Eso significa que y o « c o n o z c o » más o m en os adecuadam ente lo que con stitu ye el «resultado» d e situ a cio n es anteriores. Es m ás, y o « sé» que mi situación es en ese sentido absolutam ente «única». En efe cto , el acervo de co n o cim ien to , a través del cual yo determ ino la situ ación presente, tiene una articulación biográfica «única». Esta hace referencia no só lo al con ten id o, al « sig n ifica d o » de todas las exp erien cias anteriores depositadas en las situ acion es. T am bién hace referencia a la inten sidad..., la duración, y la secu en cia de esta s exp erien cias. Esta circunstancia es de singular im portancia, p u esto que realm ente con stitu ye el acervo individual de c o nocimiento. (S chutz y Luckm ann, 1973; 111-112)
Así, de acuerdo con Schutz, el acervo de conocimiento tiene invariable mente un componente privado. Sin embargo, este componente único y privado del acervo de conocimiento no sólo es una creación del actor; «Debe subrayar
sao
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
se... que la secuencia, la profundidad y proximidad de la experiencia, e incluso la duración de las experiencias y la adquisición de conocimiento, son social mente objetivadas y vienen socialmente determinadas. En otras palabras, exis ten categorías sociales de articulación biográfica» (Schutz y Luckmann, 1973: 113). Los acervos privados de conocimiento, debido a que tienen su fuente en las biografías individuales, no forman parte del mundo de la vida. Como son bio gráficos por naturaleza, Schutz no creía que los componentes privados y únicos de conocimiento fueran susceptibles de estudio científico. No obstante, son componentes importantes de la vida cotidiana de los actores reales.
REINOS DEL MUNDO SOCIAL Schutz identificó cuatro reinos diferentes de la realidad social. Cada uno cons tituye una abstracción del mundo social y se distingue por su grado de inmedia tez (el grado en el que las situaciones están al alcance del actor) y determinabilidad (el grado en el que el actor puede controlar esas situaciones). Los cuatro reinos son el umwelt —el reino de la realidad social directamente experimenta da— , el mitwelt — el reino de la realidad social indirectamente experimen tada— , el folgewelt — el reino de los sucesores— , y el vorw elt— el reino de los predecesores. Para Schutz, los reinos de los sucesores y los predecesores (fol gewelt y vorwelt) tienen un interés periférico. Sin embargo, los analizaremos brevemente porque el contraste entre ellos nos ayuda a clarificar ciertas carac terísticas de los que realmente le interesan a Schutz: el umwelt y el mitwelt.
Folgewelt Y Vorwelt El ñituro (folgewelt) constituye una categoría puramente residual en la obra de Schutz (a diferencia de lo que sucede en la obra de Marx, en la que juega un papel central en su dialéctica). Es un mundo totalmente libre y completamente indeterminado. El científico social puede anticipar el futuro sólo de una manera harto general y no le resulta posible describirlo en detalle. No es prudente con fiar en los tipos y modelos ideales de futuro construidos por el científico social. Así, la ciencia fenomenològica de Schutz tiene poco que ofrecer al científico convencional que intenta iluminar o predecir el futuro ’. El pasado (vorwelt), en cambio, es más susceptible de análisis por el cien tífico social. La acción de los que vivieron en el pasado está totalmente defi nida; no existe elemento alguno de libertad porque las causas de sus acciones, las acciones mismas, y sus resultados, ya han ocurrido. A pesar de esta de finición, el estudio de los predecesores presenta dificultades para una socio logía subjetiva. Es difícil interpretar las acciones de las personas que vivieron
' Podemos estudiar lo que los contemporáneos esperan del futuro, pero no el futuro en &j.
ALFRED SCHUTZ
381
en un tiempo pasado porque usamos categorías contemporáneas de pensa miento para analizar la historia pasada, en lugar de las categorías que prevale cieron en ese tiempo. La interpretación de los contemporáneos es probable mente más correcta porque los sociólogos comparten categorías de interpretación con aquellos cuyas acciones estudian. Asi, aunque una sociología subjetiva del pasado es posible, la probabilidad de interpretar erróneamente ese pasado es alta. La cuestión más importante aquí es que la meta de Schutz era desarrollar una sociología basada en las interpretaciones del mundo social que hacen los actores que son estudiados. Es difícil conocer las interpretaciones de los prede cesores, e imposible anticipar y comprender las de los sucesores. Sin embargo, es posible entender a los contemporáneos {mitwelt) y las interpretaciones de aquellos con los que estamos en estrecho contacto cara-a-cara (umwelt).
Umweit y relaciones-nosotros El umweit implica lo que Schutz denomina «asociados», o personas implicadas en relaciones cara-a-cara. Así, la ¡dea dcl umweit es «aplicable por igual a una charla íntima entre amigos y a la copresencia de extraños en un vagón de ferro carril» (Schutz, 1973: 16). Estar en contacto cara-a-cara es todo lo que se re quiere para formar parte del umweit. El umweit tiene un carácter e intensidad únicos: ...Cada copartícipe interviene en la vida en curso del otro, puede captar en un pre sente vivid o los pen sam ien tos del otro tal co m o este los construye, paso a paso. Así, cada uno de e llo s com parte las a n ticip acion es del futuro del otro — planes, esperanzas o ansiedades— . En resum en, cada uno d e lo s asociad os se halla im p li cado en la biografía del otro; en vejecen juntos; v iv en , por decir asi, en una pura
reiación-nosotros.
(Schutz, 1973: 16-17) Las relaciones-nosotros se definen por un grado relativamente alto de intimidad, que viene determinado por la medida en la que los actores están familiarizados con las biografías personales de otros. La relación-nosotros pura es una relación cara-a-cara «en la que los copartícipes son mutuamente cons cientes de ellos mismos y participan solidariamente en las vidas de cada uno durante algún tiempo, por corto que sea» (Schutz, 1932/1967: 164). La relación-nosotros implica la conciencia de lo.s participantes, a la vez que los mode los de acción e interacción que caracterizan la interacción cara-a-cara. La relación-nosotros se caracteriza por una «orientación hacia el tú» que «es la forma universal en el que el otro es experimentado ‘en persona’» (Schutz y Luck mann, 1973: 62). En otras palabras, las relaciones-nosotros son sumamente per sonales e inmediatas. La inmediatez de la interacción tiene dos implicaciones para las relaciones sociales. Primera, en una relación-nosotros, a diferencia de lo que sucede en
382
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
una relación-ellos, existen muchos indicadores de la experiencia subjetiva de otros. La inmediatez permite a cada actor penetrar en la conciencia del otro. Segunda, cuando entablamos cualquier relación sociaL un individuo tiene sólo un conocimiento típico del otro. Sin embargo, en un proceso continuado de interacción cara-a-cara, las tipificaciones del otro son comprobadas, revisadas, refonnuladas y modificadas. Es decir, la interacción con otros modifica necesa riamente las tipologías. Schutz no sólo analizó las relaciones-nosotros p e r se, también vinculó estas relaciones con los fenómenos culturales que se producían en el mundo real. Por ejemplo, en el curso de las relaciones-nosotros los actores aprenden las tipifica ciones que les permiten sobrevivir socialmcnte. Las personas no sólo aprenden recetas en las relaciones-nosotros, sino que también las utilizan allí: las com prueban y las modifican cuando se demuestra que no son adecuadas o efectivas. Schutz era consciente de que existía un toma y daca considerable entre los actores en el curso de las relaciones-nosotros. Las personas ponen a prueba diferentes lineas de acción con otras personas. Abandonan rápidamente las que provocan reacciones hostiles y utilizan las que son aceptadas. Las personas también pueden encontrarse en situaciones en las que sus recetas no funcionen y verse en la necesidad de crear líneas de acción apropiadas y efectivas. En otras palabras, en las relaciones-nosotros los actores modifican constantemente sus acciones tomando en consideración a aquéllos con los que están interactuando. Las personas también modifican sus concepciones de los otros. Entablan una relación determinada partiendo de ciertos supuestos sobre lo que piensan los otros actores. En general, suponen que el pensamiento de los otros es del mismo orden que el suyo propio. A veces esta impresión se confirma en el trato, pero en otras circunstancias las expresiones faciales, los movimientos, ¡as pala bras y las acciones de los otros son incongruentes con la idea que las personas tienen de lo que los otros están pensando. Se ven en la necesidad, entonces, de revisar sus opiniones sobre los procesos de pensamiento de los otros y de modi ficar sus respuestas sobre la base de esta nueva imagen de lo que los otros piensan. Se trata de un proceso indirecto, ya que las personas no pueden cono cer con seguridad lo que otros están pensando. Así, intentan cambiar sus accio nes con la esperanza de que este cambio provocará unas respuestas adecuadas. La gente puede verse obligada a revisar su concepción de los procesos de pen samiento de otros y a modificar sus acciones muchas vcces antes de conseguir comprender por qué los otros están actuando del modo en que lo hacen. Puede darse el caso de que, en determinadas situaciones, no sean capaces de hacer las suficientes correcciones y, en ia confusión más absoluta, huyan de una interac ción determinada. En un caso así, buscan situaciones más cómodas donde poder aplicar ias recelas conocidas. En el ámbito de las relaciones-nosotros la mayoría de las acciones se reali zan cotidianamente de acuerdo con recetas. Las personas generalmente no re flexionan sobre lo que hacen o sobre lo que hacen los otros. Sin embargo, cuan
ALFRED SCHUTZ
383
do se topan con problemas, pensamientos y acciones inadecuados, se ven en la obligación de abandonar sus recetas y reflexionar sobre lo que sucede para crear una respuesta apropiada. Esto es psicológicamente costoso y, por ello, la gente prefiere actuar c interactuar siguiendo recetas. En el umwelt los actores son libres, y por ello es evidentemente difícil ana lizarlo desde un punto de vista científico. En el umwelt las personas y sus accio nes no suelen estar tipificadas. Sin embargo, las personas emplean en el umwelt tipificaciones de otras personas y de sus pautas de acción. El resultado es que el científico social puede, aunque con cierta dificultad, construir tipificaciones del umwelt. En otras palabras, pueden construirse modelos racionales de este mun do que suele ser irracional, y pueden usarse estos modelos para comprender mejor la vida en el umwelt. Por lo menos, pueden utilizarse para valorar las diferencias entre los modelos racionales y el modo que las personas se condu cen realmente. En este punto, Schutz (1976: 81) utiliza las tipificaciones de un modo que se asemeja al uso que le dio Weber a sus tipos ideales. Antes de pasar al análisis del mitwelt, es preciso señalar que es en el umwelt donde se crean las tipificaciones utilizadas en la vida cotidiana (constructos de primer orden). Así, para Schutz, el umwelt es la fuente principal de los cons tructos de primer orden (a diferencia de los constructos de segundo orden uti lizados en las ciencias sociales), y constituye un área de estudio que, aunque presenta numerosas dificultades, es de gran importancia científica. Anali zar cientificamente el umwelt constituye una tarea difícil, y resulta más fácil estudiar científicamente el mitwelt. Sin embargo, aunque posiblemente el es tudio del mitwelt plantea menos dificultades, no es tan gratificante como el análisis del umwelt debido al papel que éste desempeña en la creación de tipificaciones y a su importancia crucial en las vidas sociales de las personas en el mundo de la vida.
Mitwelt y relaciones-ellos El mitwelt es ese aspecto del mundo social en el que las personas tratan sola mente con personas tipo o con grandes estructuras sociales, en lugar de relacio narse con actores reales. Las personas se ajustan a estos tipos y estructuras, pero en este mundo de «contemporáneos» esas personas no son experimentadas directamente. Como los actores tratan con tipos en lugar de con personas reales, su conocimiento de las personas no está sujeto a la constante revisión que re quiere ía interacción cara a cara. Este conocimiento relativamente constante de tipos generales de experiencia subjetiva puede estudiarse cientificamente, y arrojar así luz sobre los procesos generales, por medio de los cuales las personas se relacionan con el mundo social. Analizaremos más adelante algunos ejemplos específicos del mitwelt. Mientras en el umwelt las personas coexisten en el mismo tiempo y espacio, en el mitwelt las distancias espaciales hacen imposible la interacción cara a cara. Si la situación espacial cambia y las personas se acercan unas a otras.
384
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
entonces se hace posible la interacción cara a cara, pero si eso ocurre, hemos regresado al umweit. Las personas que una vez estuvieron en mi umweit, pue den alejarse de mi y, en última instancia, debido a la distancia espacial, conver tirse en parte de! mitwelt. Por tanto, existe una transición gradual desde el umweit al mitwelt a medida que las personas se alejan unas de otras. He aquí cómo describe Schutz esta transición gradual: Ahora estam os cara a cara, d esp id ién d o n o s y «strechando las m anos; ahora él se aleja cam inando. A hora se v u elv e para decirm e algo; ahora aún puedo verlo salu darme co n la m ano; ahora ha desaparecido al v o lv er una esquina. Bs im posible decir en qué m om en to preciso term inó la situ ación cara a cara y m i copartícipe se con virtió en un m ero contem poráneo, sobre quien ten g o co n o cim ien to (e s probable que h aya llegad o ya a su casa) pero n o exp eriencia directa. (S ch u tz, 1976: 37)
De un modo similar, no hay líneas divisorias claras entre los distintos nive les del mitwelt analizados más abajo. El mitwelt constituye un mundo estratificado con niveles que dependen del grado de anonimato. Cuanto más anónimo es el nivel, más susceptibles de análisis científico son las relaciones entre las personas. Algunos de los principales niveles existentes en eJ mitwelt, de menos anónimo a más anóni mo, son:
.
1 Aquellos con quienes los actores se encontraron cara a cara en el pasado
y es posible que se encuentren de nuevo. Lo más probable es que los actores tengan un conocimiento mutuo debido a que se encontraron en el pasado y pueden volver a encontrarse en el futuro. Aunque vemos aquí un grado de anonimato relativamente bajo, esta relación no implica una interacción cara a cara. Si más adelante estas personas se encuentran personalmente, su relación formaría parte del umweit y dejaría de perte* necer al mitwelt. 1. Aquellos que una vez se encontraron, no a través de nosotros, sino a través de personas que nosotros tratamos. Como este nivel se basa en un conocimiento de segunda mano de otros, implica un grado más alto de anonimato que el nivel de las relaciones con personas que hemos conoci do en el pasado. Si siempre conociésemos personas de este modo, la relación comenzaría a formar parte del umweit. 3. Aquellos a los que se va a conocer. En la medida en la que todavía no les conocemos, nos relacionamos con ellos como si fueran tipos, pero una vez que los conocemos, la situación forma parte del umweit. 4. Aquellos a los que conocemos no como individuos concretos, sino como posiciones y roles. Por ejemplo, sabemos que existen personas que repar ten el correo y personas que procesan nuestros cheques, y aunque tene mos opiniones sobre ellas como tipos, nunca las hemos conocido perso nalmente.
ALFRED SCHUTZ
385
5. Las colectividades cuyas Tunciones conocemos sin conocer a ningún individuo de los que hay en ellas. Por ejemplo, tenemos cierto conoci miento del Senado, pero pocas personas conocen realmente a alguno de los individuos que forman parte de él, si bien existe la posibilidad de conocerlos. 6. Las colectividades que son tan anónimas que tenemos pocas oportu nidades de conocer a personas que forman parte de ellas. Para la mayoría de las personas, la Mafia sería un buen ejemplo de este tipo de colec tividad. 7. Las estructuras objetivas de significado que han sido creadas por con temporáneos con quienes los actores no tienen ni han tenido una interac ción cara a cara. Las reglas de la gramática inglesa ilustran este tipo de estructuras de significado. 8. Las creaciones físicas realizadas por una persona a quien jam ás co nocimos y probablemente nunca conoceremos. Por ejemplo, las per sonas tienen una relación sumamente anónima con un cuadro de un museo. Si nos adentráramos aún más en el análisis de las relaciones del mitM’elt, comprobaríamos que cada vez son más impersonales y anónimas. Las personas que no tienen una interacción cara a cara con otras no pueden saber lo que éstas piensan. Su conocimiento se reduce, por lo tanto, a «tipos generales de expe riencia subjetiva» (Schutz, 1932/1967: 181). Las relaciones-ellos, que se encuentran en el mitwelt, se caracterizan por la interacción con contemporáneos impersonales (por ejemplo, el cartero, a quien nunca hemos visto, que nos reparte cl correo) en lugar de asociados (por ejem plo, un amigo personal). En las relaciones-ellos, los pensamientos y las accio nes de las personas se rigen por tipifícaciones anónimas. En la relación-ellos «pura», los esquemas de conocimiento típicos usa dos para definir otros actores no pueden modificarse. Como no interactuamos con personas reales sino con contemporáneos impersonales, la infor mación que difiere de nuestras tipifícaciones no nos es dada. En otras palabras, las nuevas experiencias no son constitutivas de las relaciones-ellos. Las ti pifícaciones culturales determinan la acción, y no pueden ser modifícadas por los pensamientos y las acciones de los actores en una relación-ellos. Así, mien tras las relaciones-nosotros están sujetas a negociación, no ocurre lo mismo con las relaciones-ellos. A pesar de la distinción entre relaciones-nosotros y relaciones-ellos, las tipificaciones usadas en las relaciones-ellos tienen sus raices históricas en las relaciones-nosotros: «La primera y originalmente la más objetiva solución de un problema aún depende en buena medida de la conciencia subjetiva relevante del individuo» (Schutz y Luckmann, 1973: 225). Sin embargo, estas soluciones se hacen cada vez más tipificadas y anónimas; en suma, cada vez más forman parte del reino cultural.
386
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
CONCIENCIA Si bien la preocupación central de Husserl era la conciencia, especialmente las estructuras universales de la conciencia, Schutz se centró en la intersubjetivi dad, en el mundo de la vida, en las relaciones-nosotros y e n las relaciones-ellos. Asi, para Schutz la conciencia no constituía en si misma un centro de interés, sino el punto de partida para su ciencia de la intersubjetividad. Nuestro pensador creía que la conciencia era relativamente poco impor tante en el mundo cotidiano, debido a que en él la acción se realizaba de acuer do con recetas, y que los actores prestaban escasa atención a lo que pasaba por su mente o por la de otros. Asimismo, pensaba (1932/1967; 190) que una cien cia de la sociología fenomenològica podia ignorar la conciencia individual. De hecho, como la mente no era susceptible de análisis científico, y como su deseo era analizar la intersubjetividad, Schulz admitió explícitamente en su obra que abandonaba el enfoque fenomenològico tradicional sobre los procesos menta les (1932/1967: 97). Nos encontramos, pues, ante Ja situación aparentemente paradójica de un sociòlogo conocido como el fenomenólogo más famoso de su campo, que abandona el enfoque que caracteriza a la fenomenología. No obs tante, la paradoja se resuelve cuando nos percatamos de que Schutz sí experi mentó el tradicional interés fenomenològico por la subjetividad. Pero en lugar de centrarse en la subjetividad individual (como hizo Husserl), Schutz se cen tró, como ya hemos visto a lo largo del capítulo, en la intersubjetividad. Además de su admitido interés por la intersubjetividad, también se ocupó de analizar la conciencia. De hecho, Schutz afirmaba que en la base de todas sus inquietudes sociológicas yacían los «procesos del establecimiento del signi ficado y la comprensión que tenían lugar en el interior de los individuos, los procesos de la interpretación de la conducta de otras personas y Jos procesos de autointerpretación» (1932/1967: 11). La base filosófica de la imagen que Schutz tenia del mundo social, a pesar de que para e! mismo Schutz no era susceptible de estudio científico, era la conciencia profunda {durée), donde se encuentra el proceso del establecimiento dcl significado, de la comprensión, la interpretación y la autointerpretación. El fundamento de una sociología fenomenològica debía ser descubrir «el modo en que se constituye el significado en la experiencia individual del ego solitario. Descubriremos así el significado de su origen en el tiempo interior de la con ciencia, en la duración del ego tal y como vive a través de su experiencia» (Schutz, 1932/1967: 13). Esta fue la cuestión de mayor importancia para los filósofos que precedieron a Schutz, Henri Bergson y Edmund Husserl. Estos se preocuparon de filosofar sobre lo que ocurría dentro de la mente, pero la cues tión central para Schutz era cómo convertir este interés en una preocupación sociológica científica. Schutz se inspiró en la obra de Max Weber, particularmente en la parte de su obra dedicada a la acción social, porque reflejaba, según Schutz, tanto un interés por la conciencia como una preocupación por una sociología científica.
ALFRED SCHUTZ
387
Como estudiamos en el capítulo séptimo, el interés por la acción individual era secundario para Weber, más preocupado por la influencia de las estructuras sociales sobre la acción que por las bases de la acción dentro de la conciencia. De acuerdo con Prendergast, Schutz «no estaba realmente interesado por la teoria de la burocracia de Weber, por su sociología de la religión, por su socio logía política o por su historia económica general» (1986: 15). Lo que ver daderamente le interesó a Schutz de Weber fue sólo una pequeña y periférica parte de su sociología. Aun así, Weber constituía un modelo menos que satis factorio para Schutz, pero no por las razones que se deducen de lo expuesto más arriba. Para Schutz, el problema de la obra de Weber eran sus debilidades en la concepción de la conciencia. Weber no distinguió entre tipos de significado ni tampoco entre significados y motivos. Al clarificar lo que Weber no consiguió hacer, Schutz nos ofreció una buena porción de ideas sobre su propia concep ción de la conciencia.
Significados y motivos Schutz afirmaba que era preciso distinguir entre significados y motivos. Dis tinguió entre dos subtipos de significados y de motivos. Aunque no siempre logró diferenciarlos nítidamente, para Schutz \os significados hacen rcfcrcncia al modo en que los actores determinan qué aspectos del mundo social son im portantes para ellos, mientras los motivos se refieren a las razones que explican la acción de los actores. Un tipo de significado es el contexto de significado subjetivo. Es decir, a través de nuestra propia construcción mental de la reali dad definimos ciertos componentes de la realidad como significativos. Sin em bargo, aunque este proceso es importante en el mundo de la vida cotidiana, Schutz no lo creia susceptible de estudio científico debido a su naturaleza idio sincrásica. El segundo tipo de significado es de gran importancia para la sociología científica: el contexto de significado objetivo., los conjuntos de significados que existen en la cultura y que son compartidos por toda la colectividad de los acto res. Puesto que estos conjuntos de significados son comunes y no idiosincrási cos, los sociólogos y cualquier persona pueden acceder a ellos. Dado que tienen una existencia objetiva, el sociólogo puede estudiarlos de manera científica. Schutz criticó a Weber por no distinguir entre significado subjetivo y significa do objetivo y por no aclarar que una sociologia científica podía explicar esos contextos de significado objetivo. Schutz también distinguió entre dos tipos de motivos: motivos «para» y motivos «porque». Ambos se refieren a las razones que explican las acciones de un individuo, pero sólo los motivos «porque» son accesibles tanto para la per sona que actúa como para el sociólogo. Los motivos para constituyen las ra zones por las que un actor emprende ciertas acciones para alcanzar cierto obje tivo o producir una ocurrencia futura. Sólo existen si la acción se realiza. U>s motivos «para» son «subjetivos». Forman parte de la conciencia profunda, del
388
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
flujo real de la conciencia, y como tales son inaccesibles tanto para el actor como para el observador científico. Unicamente el actor puede captar retros pectivamente los motivos «para», una vez que la acción ha terminado y se ha (o no) alcanzado el objetivo. La sociología no debe interesarse por los motivos «para» porque son difíciles de estudiar científícamente. Pero si puede explorar los motivos porque u ofrecer una visión retrospectiva de los factores pasados (por ejemplo, los antecedentes personales, la psique individual, el entorno) que son la causa de una conducta individual. Como los motivos «porque» son «ob jetivos», pueden estudiarse retrospectivamente recurriendo a métodos científi cos. Debido a que las acciones ya han ocurrido, las razones que las explican son accesibles tanto para el actor como para el científico social. Sin embargo, ni otros actores ni otros científicos sociales pueden conocer plenamente los moti vos de los demás, ni siquiera los motivos «porque». Tanto los actores como los científicos deben darse por satisfechos con ser capaces de analizar los motivos típicos. A pesar de que los motivos «para» son más accesibles al científico social que tos motivos «porque», Schutz se sintió ligeramente más inclinado a estu diar los motivos «porque». Esa preocupación suponía un regreso husser liano hacia el interés por la conciencia, aun cuando Schutz, como ya hemos señalado varias veces, se esforzó por dar un giro externo a la fenomenología de Husserl, hacia el mundo intersubjetivo. Sin embargo, Schutz estaba convencido de que toda interacción social se basaba en una reciprocidad de motivos: «Los motivos para del actor se convertirán en motivos porque de su copartícipe y viceversa» (1976: 23). Schutz encuadra sus conceptos sociológicos mas básicos en la conciencia. La acción, por ejemplo, constituye una «conducta humana proyectada por el actor de manera autoconsciente» (Natanson, 1973: xxxiv), la «conducta ideada por el actor con anterioridad» (Schutz, 1973: 19). Y más explícitamente, Natan son señala; «En cada caso, el rasgo fundamental de la acción es el hecho de ser proyectada y estar dotada de propósito. La acción se origina en la conciencia del actor» (1973: xxxiv; cursivas añadidas). La acción social es la «acción que implica las actitudes y las acciones de otros y está orientada hacia ellos en el transcurso de la acción» (Schutz, 1976: 13). Es preciso señalar algo importante acerca de los pensamientos de Schutz sobre la conciencia. Schutz ve en la conciencia la existencia de una ansiedad fundamental humana, que yace en la base de su mundo intersubjetivo: ...S é que moriré y tem o morir. S u gerim os llamar a esta ex p erien cia básica la ansie dad fundamental, la anticipación prim ordial de la cual derivan todas las otras. De la ansiedad fundam ental surgen lo s m u ch os sistem as interrelacionados de esperan zas y tem ores, d ese o s, sa tisfa ccio n es, probabilidades y riesg o s que incitan al hom bre en actitud natural a tratar d e dom inar el m undo, a superar ob stácu los, a esbozar y cum plir proyectos.
(Schutz, 1973: 228)
ALFRED SCHUTZ
389
INTERPRETACION DE LA TEORIA DE SCHUTZ En muchos sentidos, la teoría de Schutz es más difícil de interpretar que la obra de cualquier otro teórico analizado en este libro. Primero, Schutz (tal vez junto a Mead) es probablemente el teórico más abiertamente abstracto de todos los que hemos estudiado. Otros se han adentrado más profundamente en el m un do empírico. Weber, por ejemplo, nos ofreció una teoría encuadrada en un paisaje de minuciosos detalles históricos. Marx oscilaba entre la abstrac ción teórica y ios males del mundo real del capitalismo. Incluso Parsons, pen sador muy abstracto, a quien estudiaremos en el siguiente capitulo, profundi zaba de vez en cuando en ei mundo real. Lo más que Schutz se aproximó al mundo real fue en sus ensayos abstractos sobre tipos sociales, por ejemplo, el del extraño. Segundo, la teoría de Schutz se sitúa dentro de una tradición filosófica aje na a la sociología y resulta harto difícil su traducción a términos sociológicos. James Heap y Philiip Roth (1973) afirman que es discutible que la fenomenolo gía de Husserl, que constituye una de las principales fuentes de la teoría de Schutz, pueda traducirse a la sociología. Podemos definir ia obra de Schutz como un esfuerzo por llevar a cabo esa traducción. El éxito de Schutz viene ilustrado por la popularidad de las teorías que se derivan de su obra, en particu lar la sociología fenomenològica y la etnometodologia. No obstante, sus raíces en la filosofía fenomenològica nos plantean dificultades para entender adecua damente su sociología. Esto nos devuelve al debate con el que comenzamos este capítulo. Pri mero, algunos comentaristas alaban a Schutz por su enfoque micro sobre el modo en que los actores crean el mundo social. Otros le critican por ello. Y otros afirman que Schutz emplea un enfoque cultural macro. La idea que de sarrollamos en este capítulo constituye un rechazo de la segunda postura, y una integración de los puntos de vista primero y tercero. Es decir, Schutz sin tió la preocupación dialéctica por el modo en que los actores crean el mundo social y por la influencia en los actores del mundo cultural y social que ellos crean. Si bien comparte esta dialéctica con otros muchos teóricos clásicos, lo que distingue a Schutz de los demás es su enfoque pura y exclusivamente sub jetivo.
RESUMEN Alfred Schutz se adhirió a la filosofía fenomenològica de Edmund Husserl, cuyo objetivo era la comprensión del ego trascendental, y !e dio un giro externo para analizar la intersubjetividad, el mundo de la vida y el mundo social. La clave para entender la teoría de Schutz es la comprensión de su sen tido de la ciencia. La ciencia constituye uno de los varios mundos examinados por Schutz; entre los otros, se cuentan el mundo de los sueños, el de las fan-
390
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
tasías, el de la demencia y, especialmente, la «realidad eminente» dcl mundo cotidiano. A diferencia de las personas que habitan el mundo cotidiano, los científicos no están pragmáticamente implicados en el mundo diario de los su jetos sometidos a estudio ni, mientras hacen ciencia, en su propio mundo coti diano. Se implican en el mundo de la ciencia y confían en su acervo de conoci miento, en Jugar de confiar en el acervo de conocimiento asociado al mundo cotidiano. Mientras en el mundo cotidiano las personas se conducen sensata o razona blemente, sólo en ios modelos teóricos del científico social se comportan de un modo totalmente racional. Los modelos racionales y los constructos (de segun do orden) de los científicos sociales (es decir, los «tipos ideales») se basan en los constructos de primer orden que las personas utilizan para vivir sus vidas cotidianas. El objetivo del análisis del científico social es la construcción de tipos ideales de actores totalmente racionales (títeres u «homúnculos») y de sus pautas de acción. La construcción de estos tipos ideales debe cumplir los requi sitos de una ciencia rigurosa. Es este tipo de teorización, señala Schutz, lo que hace posible una ciencia de la subjetividad objetiva y raciona!. En una buena parte de lo que acabamos de señalar está implícita la importancia central de las tipificaciones tanto para los científicos sociales como para las personas que habitan el mundo cotidiano. Por lo general, las tipifi caciones se derivan de factores sociales y son socialmente aprobadas, a la vez que permiten a las personas actuar sobre la base de la cotidianeidad. Sólo frente a situaciones problemáticas las personas abandonan (con reticencia) sus ti pificaciones (y recetas) y crean nuevas fórmulas para tratar con el mundo social. Como hemos señalado más arriba, a Schutz le interesaba fundamental mente la intersubjctividad, o el modo en que las personas captan la concien cia de otras mientras viven dentro de sus propios flujos de conciencia. Una buena parte de la obra de Schutz se ocupa del análisis del mundo de la vida, o del mundo de la vida cotidiana. Es este un mundo intersubjetivo en el que las personas crean la realidad social, a la vez que están constreñidas por las es tructuras sociales y culturales preexistentes, que crearon sus predecesores. Aunque una buena parte del mundo de la vida es común a todas las per sonas, también existen aspectos privados (biográficamente articulados) de ese mundo. Distingue Schutz cuatro reinos del mundo social: el futuro (folgewelt). el pasado (vom e/í), el mundo presente de los asociados, con los que mantene mos un contacto cara-a-cara (umweit), y el mundo presente de contemporá neos a quienes conocemos sólo como tipos (mitwelt). Los constructos de pri mer orden se crean en el umweit, y aunque los constructos de segundo orden creados por los científicos sociales pueden aplicarse con mayor facilidad al mitwelt, es más relevante su aplicación al umweit. Las intimas relaciones-noso tros se establecen en el umweit, y las tipificadas relaciones-ellos caracterizan el mitwelt.
ALFRED SCHUTZ
391
Si bien Schutz se distanció del análisis de la conciencia, nos ofreció cier tas reflexiones, especialmente en sus ideas sobre los significados y los mo tivos. Aunque existe una polémica en torno a si Schutz propuso una teoría micro o macro, la idea que presentamos en este capitulo es que su teoria incluye una preocupación por la relación dialéctica entre el modo en que las personas cons truyen la realidad social y el presente inmediato, una realidad cultural inexora ble que otros han construido y siguen construyendo. Esas realidades influyen sobre las personas, no sin ser capaces de «dar un sentido», interpretar e incluso reconstruir el mundo cultural.
CAPÍTULO
11
TALCOTT PARSONS
LOS ESFUERZOS INTEGRADORES DE PARSONS PRINCIPIOS GENERALES Raíces filosóficas y teóricas Teoría de la acción El alejamiento de la teoría de la acción Pautas variables AGIL La consistencia de la teoría parsoniana; integración y orden EL SISTEMA DE LA ACCION Sistema social Sistema cultural Sistema de la personalidad Organismo conductual CAMBIO Y DINAMISMO EN LA TEORIA PARSONIANA Teoría evolucionista Medios generalizados de intercambio
393
394
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Y finalmente llegamos al teórico clásico más contemporáneo de los analizados en este libro, Talcott Parsons (1902-1979). Aunque hace poco más de una déca da que murió Parsons, es apropiado analizar su obra en este libro por dos razo nes fundamentales. Por un lado, Parsons fue, a través de su obra The Structure o f Social Action [La estructura de la acción social] (1937), quien dio a conocer la teoría clásica europea a los sociólogos estadounidenses (Camíc, 1989). Por otro lado, Parsons creó su propia y distintiva «gran» teoría (o teoría clásica). La teoría de Parsons rivaliza en alcance y magnitud con las otras teorías clásicas que han sido analizadas en los capítulos precedentes de este volumen. Sin lugar a dudas, Parsons es cl más importante de los teóricos estadouni denses. Los sociólogos han citado y usado ampliamente sus teorías. Y lo que es más importante aún, como profesor de la Universidad de Harvard dio forma a la estructura de una buena parte de la teoria sociológica estadounidense en parti cular, y de la sociología en general. Muchos de los teóricos estadounidenses más destacados fueron alumnos suyos, los cuales más tarde formarían sus pro pios departamentos y tendrían sus propios discípulos en la tradición de la teoría parsoniana. Entre los numerosos teóricos que trabajaron con Parsons en la Uni versidad de Harvard se cuentan Robert Merton, Kingsley Davis, Robin Williams, Wilbert Moore, Marion Levy y Neil Smelser.
LOS ESFUERZOS INTEGRADORES DE PARSONS De todos los teóricos de la sociologia analizados en este libro, Parsons es e! más explícito en Io tocante a su intención de desarrollar un enfoque integrado de teoria sociològica (véase cl Apéndice). Varios hechos lo demuestran. Primero, Parsons fundó el Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad de Harvard con la intención de unificar las distintas ciencias sociales. Su objetivo integrador incluía campos del saber tales como la psicología clínica, la psicolo gía conductista, la antropologia y la sociologia. Segundo, en su propia teoriza ción Parsons desarrolló una noción clara de los distintos niveles de análisis social, especialmente ejemplificada por su noción de los cuatro sistemas de acción; el organismo conductual, la personalidad, el sistema social y el sistema cultural. Finalmente, Parsons afirmó en una de sus obras más importantes, E! sistema social, que la integración de los niveles de análisis social es de suma importancia en el mundo social: Esta integración de una serie de pautas de valores comunes con la estructura de la disposición de necesidad internalizada de las personalidades constituyentes es el fenómeno central de la dinámica de los sistemas sociales. Se puede decir que el teorema dinámico fundamental de la sociologia es el siguiente: la estabilidad de cualquier sistema social, exceptuando el proceso de interacción más evanescente, depende hasta cierto punto de esa integración. (Parsons. 1951: 42; cursivas añadidas)
TALCOTT PARSONS
395
En numerosos lugares Parsons alude a esta cuestión cuando afirma que el asunto clave para él era «el problema de la formulación teórica de las relacio nes entre el sistema social y la personalidad del individuo» (1970a: l; cursivas añadidas). Es digno de encomio este objetivo de integración que encontramos en una buena parte de la obra de Parsons y, en efecto, muchos lo han aplaudido; sin embargo, otros (por ejemplo, Alexander, 1978; Menzies, 1977) lo juzgan «con fuso» y «poco claro». Estos críticos aducen que Parsons comenzó La estructura de ía acción social con una actitud teórica de orientación micro, pero incluso antes de terminar esa obra y a medida que pasaban los años, su actitud teórica fue convirtiéndose progresivamente en una actitud cada vez más orientada ha cia una teoría estructural-funcional macro. Puede percibirse cierta confusión en ia obra de Parsons como resultado de su incapacidad para abandonar las viejas posturas teóricas o para integrarlas adecuadamente en otras nuevas. Ya en el prefacio a la segunda edición de La estructura de la acción social, Parsons hablaba de este desplazamiento: D esde el an álisis de la estructura de ia acción social co m o tal hasta el análisis estructural-funcional de sistem as so c ia le s. L os sistem as so c ia le s son, d esd e lu eg o , en ú ltim o térm ino, sistem as de acción so cia l. Pero la estructura de tales sistem a s es tratada en la nueva versió n , no directam ente en térm inos de a cció n , sin o com o «pautas institu cion alizad as». (P arsons, 1949: D )
Una opinión (Menzies, 1977), que el autor de este libro comparte, es que ei problema básico de la obra de Parsons se deriva de no haber logrado com pletar el desplazamiento desde la teoría de la acción hasta el funcionalismo estructural, a resultas de lo cual las dos teorias están interrelacionadas de una manera confusa a lo largo de toda su obra. Ello no significa que la in tegración de la teoría de la acción y el funcionalismo estructural sea impo sible o indeseable; sin embargo, Parsons no logró reconciliarlas adecuada mente. Se mantienen en .su obra una al lado de la otra, en lugar de estar entrela zadas. El uso frecuente que hace Parsons de dos definiciones diferentes de muchos conceptos clave refleja la dualidad continua de su orientación teó rica. Por ejemplo, Ken Menzies (1977) señaló que para definir el con cepto de desviación Parsons utilizó tanto un enfoque estructual-funcional, que acentuaba el fracaso del sistema en lo tocante a la adecuada socializa ción de] actor, como un enfoque derivado de la teoría de la acción, que la de fme como una «tendencia motivada para un actor en orden a comportarse en contravención de una o más pautas normativas institucionalizadas» (Parsons, 1951: 250). En parte, el trabajo integrador de Parsons es confuso porque no logró recon ciliar su teoría de la acción weberiana (tal y como él la interpretó) con su
396
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
TALCOTT PARSONS; Reseña biográfica T a co tt "a rs o n s naci en 'o o r a o prings. Colorado, en 1902. Procedía de una familia religiosa e intelectual; su padre fue ministro eclesiástico, profesor y, posteriormente, pre sidente de una pequeña universidad. Parsons se licenció en Amherst College en 1924 y realizó sus cursos de doctorado en la Lon don School of Economics. Al año siguiente se trasladó a Heidelberg, Alemania. Max We ber pasó una buena parte de su carrera aca démica en Heidelberg, y si bien hacía cinco años que había muerto cuando llegó Parsons, aún podía sentirse su influencia: su viuda continuaba convocando reu niones en su casa, a las que asistía Parsons. La obra de Weber in fluyó enormemente en Parsons, quien escribió en Heidelberg su tesis doctoral, dedicada, en parte, a analizar las ideas de Weber. Parsons se convirtió en tutor de Harvard en 1927 y aunque cam bió varias veces de departamento, permaneció allí hasta que le sobre vino la muerte en 1979. No progresó en su carrera rápidamente ya que no logró el estatuto de profesor permanente hasta 1939. Dos años antes de esta fecha había publicado The S tructure o f S ocial Action [La estructura de la acción social], libro que no sólo daba a conocer los teóricos de la sociología más relevantes como W eber a un sinnú mero de sociólogos, sino también sentaba las bases para el desarrollo de su propia teoría. Tras la publicación de esta obra, el progreso académico de Par sons se aceleró. Le nombraron director del Departamento de Sociolo gía de Harvard en 1944 y dos años más tarde formó y dirigió el nuevo Departamento de Relaciones Sociales, que englobaba no sólo a so ciólogos sino también a una variedad de otros científicos sociales. En 1949, le eligieron presidente de la American Sociological Association. Durante los años cincuenta y principios de los sesenta publicó obras como The S ocial System [El sistema social] (1951) y se convirtió en la figura más destacada de la sociología estadounidense. Sin embargo, a finales de los años sesenta la naciente afa radical de la sociología estadounidense comenzó a atacar a Parsons. Le ca lificaron políticamente de conservador. También su teoría fue consi derada muy conservadora y poco más que un esquema sofisticado de categorización. Pero durante la década de 1980 resurgió el interés por la teoría parsoniana no sólo en los Estados Unidos, sino también en muchos otros países del mundo (Buxton, 1985; Sciulli y Gerstein, 1985). Holton y Turner (1986:13) fueron los que más lejos llegaron al afirmar que «la obra de Parsons... representa una aportación a la so-
TALCOTT PARSONS
397
ciología más poderosa que la de Marx, Weber, Durkheim y la de cual quiera de sus seguidores contemporáneos». Además, las ideas de Parsons influyen no sólo en los pensadores conservadores, sino tam bién en los teóricos neomarxistas. A su muerte varios de sus antiguos estudiantes, que hoy son so ciólogos destacados, reflexionaron sobre su teoría, así como sobre el hombre que había detrás de ella. En sus meditaciones, estos sociólo gos nos ofrecieron algunas ideas interesantes sobre Parsons y su obra. Las pocas descripciones de Parsons que aquí reproducimos no nos ayudan a hacernos una imagen coherente de su persona, pero nos ofrecen ciertas ideas sugerentes del hombre y su obra. Robert Merton era estudiante suyo cuando Parsons empezó su carrera docente en Harvard. Merton, que se convertiría en un teórico destacado por sus propios méritos, especificó que los estudiantes no acudían a Harvard en aquellos años para estudiar con Parsons, sino con Pitirim Sorokin, el miembro más antiguo del departamento que llegaría a convertirse en su enemigo más acérrimo: De la primera promoción de estudiantes que acudieron a Han/ard... nin guno de ellos iba a allí para estudiar con Talcott Parsons. No podían hacerlo por una razón obvia: en 1931 no era conocido como sociólogo. Si bien nosotros, los estudiantes, acudíamos para estudiar con el famoso Sorokin, algunos nos quedamos a trabajar con el desconocido Parsons. (Merton, 1980: 69) Las reflexiones de Merton sobre el primer curso de teoría que im partió Parsons son harto interesantes también, especialmente porque el contenido del curso proporcionó la base para una de las obras teó ricas más influyentes de la historia: Mucho antes de que Talcott Parsons se convirtiera en uno de los gigan tes de la sociología, fue para algunos de nosotros nuestro pequeño gi gante. Esto comenzó a suceder durante su primer curso de teoría... Le ayudó a desarrollar el núcleo de su obra maestra, La estructura de la acción social, que... no se publicaría hasta cinco años después de su divulgación oral. (Merton, 1980: 69-70) Aunque no todos comparten la opinión positiva de Merton, todos reconocen lo siguiente: La muerte de Talcott Parsons marca el final de una era de la sociología. Con seguridad, la nueva era... se verá reforzada por la gran tradición de pensamiento sociológico que nos ha legado. (Merton, 1980: 71)
398
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
funcionalismo estructural durkheiniiano. Esta es la causa, junto con otros facto res que analizaremos más adelante, que empaña, aunque no destruye, el enfo que teórico de Parsons *.
PRINCIPIOS GENERALES Un punto de partida para captar la esencia de la orientación teórica de Parsons son los principios generales que hay tras su construcción teórica (Devereux, 1961). Parsons se trazó la meta de la construcción de una teoría general adecua da, de una gran teoria ^ que fuera analítica, sistemática, completa y elegante. Primero, una teoria de estas características debía ser, en su opinión, una teoria de la acción en la que «los mecanismos centrales deben ser invariablemente los actores orientados hacia ciertas situaciones, con diferentes metas, valores y modelos normativos que les haccn conducirse de acuerdo con ellos» (Devereux, 1961; 19). Segundo, una teoria así debe basarse en el principio del voluntarismo; es decir, la «elección [de un actor] entre valores y cursos de acción alternativos debe ser, al menos en potencia, libre» (Devereux, 1961: 20). Tercero, fenómenos culturales tales como las ideas, los ideales, las metas y las normas deben ser considerados factores causalmente relevantes. Cuarta, Parsons adoptó la idea de emergencia: la noción de que los sistemas de un orden más alto emergen de los sistemas de orden inferior. Estos sistemas de orden superior, pensaba, no deben poder ser explicados en términos de sus partes constituyentes ni inferidos a partir de ellas. Finalmente, los sistemas emergentes nunca deben ser totalmen te desligados de sus partes constituyentes. En este capítulo tendremos numero sas ocasiones de planteamos hasta qué punto aplicó Parsons estos principios a lo largo de su obra teórica. Aunque Parsons se alejó de esta base a medida que progresaba su carrera, estos son los principios que constituyen la base de toda su teoría.
Raíces teóricas y filosóficas La fuente de esas ideas sobre la teoría puede localizarse en el análisis que en 1937 hizo Parsons de las raíces de la sociología moderna. En esta y otras obras Parsons nos trasmite la impresión de que sentía que el contenido total de la
' Como veremos a lo largo del capitulo, el autor tiende a adoptar una actitud critica, no exenta de admiración, hacia la obra de Parsons, Para un análisis aún más positivo véase Richard Münch (1981, 1982). ^ Irónicamente, Parsons alabó a Durkheim no por construir una gran teoría, sino por lograr algo que, según muchos críticos. Parsons no consiguió: a saber, integrar teoría y realidad: «Durkheim fue un teórico científico; y lo fue en el mejor sentido; un teórico que nunca teorizó «en e) aire», que nunca se dedicó a la «especulación ociosa», sino que estuvo siempre buscando la solución de problemas empíricos de crucial importancia» (1937: 302).
TALCOTT PARSONS
399
historia intelectual reciente convergía en él y en su obra. Analizó y criticó el utilitarismo y la economía clásica por tratar de individuos aislados, por presu poner la racionalidad individual y por defender la idea de que el orden social se debía bien a que el individuo perseguía su propio interés, bien a sanciones ex ternamente impuestas. Para encontrar la fuente del orden social Parsons creta necesario tanto el análisis de la acción no racional como de la racional, así como el de los valores comunes institucionalizados. Atacó el positivismo por ver el mundo como un sistema cerrado y determinista que no deja espacio a nociones tan importantes como la mente, la conciencia, los valores, los fines y las normas. Finalmente, Parsons aplaudió el idealismo por aceptar las mismas ideas que rechaza el positivismo, aunque no aprobaba ia perspectiva de que el mundo social podía explicarse por esos factores culturales. El grueso de La estructura de la acción social está dedicado al análisis de las teorías de Alfred Marshall, Vilfredo Parcto, Emile Durkheim y Max Weber, quienes desarrollaron ideas que convergían en lo que Parsons denominó la «teoría voluntarista de la acción». El trabajo de Parsons sobre estos cuatro pensa dores es fundamentalmente un resumen de la obra de cada uno de ellos, y pocas cosas nuevas se pueden encontrar en él. Sin embargo, ha sido criticado duramente por ser engañoso y sesgado. Lo importante es que Parsons utilizó su obra para desarrollar varias de las ideas que llegarían a ser sumamente importantes para él, como por ejemplo, lo no racional, la acción, el volun tarismo, las normas y los valores. En lo fundamental, lo que Parsons tíos sugiere es que estos pensadores se habían desembarazado de sus raíces teóricas históricas (como el utilitarismo y el positivismo); al hacerlo, le proporcionaron las herramientas que él necesitaba para construir una teoría voluntarista de la acción.
Teoría de la acción A resultas de estas influencias e interpretaciones, la primera obra de Parsons se centra fundamentalmente en la teoría de la acción. No hace demasiados años lo normal era que cualquier libro de teoría sociológica dedicara gran atención a los teóricos de la acción (Maclver, 1931; Parsons, 1937; Znaniecki, 1934). Sin embargo, en la actualidad ese interés por la teoría de la acción se ha desvaneci do, aunque algunos trabajos recientes (Coleman, 1986; Sciulli, 1986) han con tribuido en cierta medida a reanimarlo. La teoría de la acción tiene su origen en la obra de Max Weber sobre la acción social (véase el capítulo séptimo). Aunque Weber enmarcó su obra en ciertos supuestos sobre los actores y la acción, su verdadero interés era el análisis de las constricciones estructurales y culturales que se producen sobre aquéllos. En lugar de ocuparse de este aspecto weberiano, la teoría de la acción se sitúa en el nivel del pensamiento y la acción individuales. Lo vemos con claridad en el resumen que Roscoe Hinkie hizo de los principios de la teoría de la acción:
400
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA 1. Las a ctivid ad es so c ia le s de los hom bres se derivan de su con ctcn cia de sí m is m os (co m o su jetos) y de otros, y de las situ a cio n es externas (co m o objetos). 2 . C om o su jetos, lo s hom bres actúan para alcanzar su s in ten cion es, propósitos, am b icio n es, fin es, ob jetiv o s o m etas (su b jetivos). 3. U tilizan los medio.s, las técn icas, lo s p roced im ien tos, los método.s y los instru m entos adecuados. 4. S u s cursos de a cció n están lim itad os por co n d ic io n e s o circun stan cias inalte rables, 5 . C uando ejercen su voluntad o ju ic io , elig e n , sop esan y evalúan lo que harán, lo que hacen y lo q u e han hecho. 6. Recurren a patrones, reglas o prin cip ios m orales para tomar d ecisio n e s. 7. T odo estu d io de las relacion es so c ia les requiere que e l in vestigad or use técnicas de in v estig a ció n su b jetivas tales c o m o la verstehen, la reconstrucción em pática o im aginativa, o la exp eriencia vicaria. (H in k le, 1963; 7 0 6 -7 0 7 )
Hay ciertos indicios que nos sugieren que este microenfoque de la acción lo anticiparon algunos sociólogos previos a la Primera Guerra Mundial como Lester Ward, E. A. Ross, Franklin Giddings, Albion Small y Charles H. Cooley, aunque su relación con la teoría moderna de la acción es débil. La preo cupación principal de la mayoría de estos sociólogos era la cuestión macro de la evolución societal. Se hicieron una idea dcl individuo activo y crea tivo, pero tendían a otorgar a la sociedad un poder coercitivo sobre el indi viduo. La excepción a esta tendencia la constituyen las ideas de Cooley. Aunque aceptó algunos de los principios de sus contemporáneos, y su interés por la evolución, «lo más relevante de la vida social [era] la conciencia subjetiva y los sentimientos, las ideas o los ideales de las personas, en virtud de los cuales inician y terminan sus acciones reciprocas» (Hinkle, 1963; 709). Los sociólogos que trabajaron entre el final de la Primera Guerra Mundial y la gran depresión presentan una vinculación más estrecha con la teoria de la acción posterior. Entre los más importantes de estos sociólogos se cuentan Robert Park, Ellsworth Faris, W.L Thomas, George Herbert Mead y Talcott Parsons. Parsons fue el principal heredero de la orientación weberiana, y su uso de la teoría de la acción en su primera obra proporcionó a ésta enorme popu laridad. L a teoría de la acción de Parsons. Parsons sintió la ncccsidad apremiante de distinguir la teoría de la acción del conductismo. De hecho, escogió el término acción porque tenia una connotación diferente a la de conducta. Conducta im plica una respuesta mecánica a los estímulos, mientras acción entraña un proce so «mental» activo y creativo. Parsons tuvo la precaución de distinguir explíci tamente la teoría de la acción del conductismo; «Una teoría que, como el conductismo, insiste en analizar los seres humanos en términos que excluyen su aspecto subjetivo no es una teoría de la acción» (1937; 77-78).
TALCOTT PARSONS
401
Tres conceptos yacen en el núcleo de la teoría de la acción de Parsons: el acto unidad, el voluntarismo y la verstehen. El fenómeno más básico de la teo ría de la acción de Parsons es lo que él denomina el acto unidad, que se defme por sus cuatro componentes. Primero, implica la existencia de un actor. Segun do. el acto unidad supone uti fin . o un estado futuro hacia cl que se orienta la acción. Tercero, la acción tiene lugar en una situación que entraña dos elemen tos; las cosas que el actor no puede controlar (condiciones) y las que puede controlar (medios). Finalmente, las normas y los valores sirven para determinar la elección del actor de los medios para alcanzar fmes (Parsons, 1937). Parsons afirmó que «la acción no es más que un esfuerzo por acatar las normas» (1937: 76 77). Ya en su concepto de acto unidad vislumbramos las preocupaciones por la integración que sentiría Parsons durante toda su vida. Aunque comenzó intere sándose por los actores y sus acciones, también sentía inquietud por la concien cia, entendida como elección voluntaria de medios para alcanzar ciertos fines. Pero esa elección no es libre, algo que nos sugiere que a Parsons le preocupaban también las estructuras sociales que constreñían la acción. Entidades culturales tales como las normas y los valores desempeñan un papel central en este asunto, así como a lo largo de toda la obra de Parsons. Estrechamente relacionada con el concepto de acto unidad está ia noción de Parsons de voluntarismo. El volun tarismo hace referencia a las elecciones que hacen los actores en las situaciones sociales en las que se encuentran (Procter, 1978). Esto no significa que los actores sean completamente libres al hacer su elección; el voluntarismo no im plica «libre voluntad». Antes bien, el concepto de voluntarismo implica una mente, una conciencia, e individuos que toman decisiones. Finalmente está el concepto de la verstehen, o la necesidad de analizar la acción desde una pers pectiva subjetiva.
El alejamiento de la teoría de la acción En nuestra opinión, Parsons jam ás abandonó la idea de la elección individual constreñida por fuerzas externas, pero sí se alejó del enfoque sobre la concien cia y la acción presentado en La estructura de la acción social. Esto se refleja en el grado en el que Parsons abandonó los tres conceptos centrales de su pri mera obra: el acto unidad, el voluntarismo y la verstehen (interpretada por él como una técnica fundamentalmente orientada hacia el estudio de la conciencia y la acción). El acto unidad yace en el núcleo mismo de la aportación teórica de La es tructura de la acción social, pero desaparece progresivamente a medida que Parsons desarrolla su teoría. En El sistema social (1951) cl acto unidad sólo aparece tres veces a lo largo del voluminoso libro. Cuando lo cita, la impresión que nos da Parsons es que lo usa simplemente para legitimar su primera obra y que no tiene relevancia en el trabajo que realiza en ese momento. En El sistema social Parsons señala superficialmente que el acto unidad constituye aún la uni dad básica, pero:
402
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA Para la m ayoría de lo s ñ n e s d el an álisis m ás m acroscóp ico d e los sistem as so cia les e s co n v en ien te, sin em bargo, hacer u so d e una unidad de orden m ás a lto que el acto, a saber, el estatu s-rol.... E s la estructura de las relacion es entre lo s actores, en cuanto im p licad os en el p ro ceso interactivo, es esen cia lm en te la estructura del sis tem a so cia l... e s la participación de un actor en una relación interactiva de este tip os e s, para m uchos fin es, la unidad m ás sig n ifica tiv a dcl sistem a socia l. (Parsons, 1951: 25}
Desde nuestro punto de vista, el acto unidad y el estatus-rol son fenómenos bien diferentes. El acto unidad hace referencia a los actores y a la acción, mien tras el estatus-rol se refiere a las posiciones dentro de una estructura de interac ción. En su obra posterior Parsons desarrolló el concepto de disposición de necesidad como la unidad más relevante en el nivel de la personalidad; las orien taciones de valor ocupan el mismo lugar en el sistema cultural. Como veremos más tarde, las disposiciones de necesidad son necesidades biológicas configu radas por fuerzas externas, y las orientaciones de valor son pautas culturales internalizadas. La cuestión aquí es si estos tres nuevos conceptos «emergen» del acto unidad o si son conceptos totalmente nuevos. Solo la orientación de valor puede derivarse directamente del acto unidad y remitir al pensamiento de Parsons en 1937. El estatus-rol y la disposición de necesidad son conceptos completamente nuevos, nacidos del pensamiento posterior de Parsons. En su prefacio a la segunda edición de La estructura de la acción iocia/ (1949), Par sons admite que en la edición de 1937 no incluía dos influencias importantes: la de Sigmund Freud en la dimensión psicológica y la de antropólogos tales como Franz Boas. De estas fuentes proceden indudablemente los conceptos de Par sons de la disposición de necesidad y de la orientación de valor. Es evidente que no necesitamos el concepto del acto unidad para comprender los tres últimos conceptos. Además, Parsons no necesitó (o no usó) el acto unidad para analizar los sistemas social, cultural y de la personalidad. A medida que se convertía en funcionalista estructural, funcionalista, y evolucionista, el acto unidad aparece como algo cada vez más extraño. En su obra básica sobre la evolución, la sociedad (1966) el acto unidad desaparece totalmente. John F. Scott (1963) es el más acérrimo defensor de la idea de que Parsons abandonó el voluntarismo después de 1937 como parte de un alejamiento gene ral de la sociología micro. Jonathan Tum er y Leonard Beeghley (1973; véase también R. Münch, 1982) afirmaron que existía una continuidad en el pensa miento de Parsons y que nunca abandonó la tesis voluntarista. El error de Scott, señalan, fue igualar voluntarismo con libre voluntad. Parsons nunca defendió la existencia de una voluntad libre; antes bien, siempre creyó que la elección del individuo estaba circunscrita por normas, valores, ideas, situaciones, etc... Mientras Turner y Beeghley interpretan correctamente el voluntarismo, el hecho es que Parsons se alejó de la elección individual y se centró en las normas, los valores y el resto de los fenómenos macro. Finalmente, podemos apreciar la desaparición de la verstehen en la teo ría de Parsons. Como Parsons señaló: «Frente al punto de vista sostenido por
TALCOTT PARSONS
403
el autor en La estructura de la acción social, este postulado aparece ahora como no esencial para el marco de referencia de la acción en su forma más elemen tal» (1951: 543). Así, tras abandonar los conceptos del acto unidad y el vo luntarismo, Parsons abandonó también la verstehen. De hecho, la perspec tiva subjetiva hubo de desvanecerse cuando Parsons abandonó el acto unidad y el voluntarismo. Parsons necesitaba una metodología subjetiva para analizar el acto unidad voluntarista. De acuerdo con Scott, la influencia del conductis mo contribuyó al alejamiento de Parsons de la verstehen. Finalmente, un so ciólogo necesita usar la verstehen para estudiar las disposiciones de necesidad y los estatus-roles, o las orientaciones de valor, conceptos que caracterizaron la siguiente fase de la obra de Parsons y que analizaremos en e! siguiente apar tado. Disposiciones de necesidad. En la obra publicada a principios de los años cincuenta, el interés de Parsons por el nivel individual tomó un nuevo rumbo, Parsons se alejó deí acto unidad, del voluntarismo y de la verstehen y se acercó a las disposiciones de necesidad y las orientaciones de los actores hacia las situaciones. Encontramos aquí una preocupación por la conciencia, aunque se trata de una conciencia constreñida, virtualmente exenta de creatividad. Los actores son descritos como individuos que se conducen por disposiciones de necesidad para alcanzar la gratificación máxima; es decir, se sienten impulsa dos por necesidades innatas que están determinadas y moldeadas por fuerzas externas en las disposiciones. Parsons analiza en este contexto las orientaciones motivacionales y de valor de los actores. O rientaciones m otivacionales. Los actores usan el marco de las orientacio nes motivacionales para analizar los fenómenos sociales que les interesan. De gran importancia resulta el grado en que los fenómenos representan satisfac ción real o potencial de sus disposiciones de necesidad. Este proceso implica tres dimensiones. Por un lado, los actores analizan la situación cognoscitiva mente. Es decir, deben: 1. Localizar los fenómenos sociales (individuos, colectividades, objetos de la cultura física). 2. Diferenciarlos de otros fenómenos sociales. 3. Relacionarlos con clases generales de objetos. 4. Determinar las características del fenómeno social. 5. Determinar las funciones reales o potenciales del fenómeno social. Al mismo tiempo, los actores deben sopesar el signifícado catético del fe nómeno social; deben decidir la cantidad de afecto o emoción que deben inver tir en cada fenómeno que perciben. Esa determinación viene influida por el grado en que un fenómeno gratifica o priva a los actores en términos de sus disposiciones de necesidad. Entonces los actores emprenden un proceso eva-
404
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
luativo a través del cual determinan cómo distribuir sus energías para obtener la gratificación máxima y la privación mínima. Este análisis de la orientación motivacional concierne a la conciencia en cierta medida. Sin embargo, no es el proceso consciente, sino las normas y los valores lo que moldean este proceso, de suma importancia para Parsons. O rientaciones de valor. En el contexto de las normas y los valores Parsons analiza las orientaciones de valor, o los modelos culturales para sopesar so luciones a las tres cuestiones motivacionales que acabamos de señalar. Me diante el proceso de socialización los actores internalizan estos modelos, que pasan a convertirse en aspectos de las orientaciones del actor y les compro meten con la observación de ciertas normas, pautas y criterios de selección cuando se ven en la necesidad de hacer elecciones. Parsons describió tres orien taciones de valor que corren paralelas a los tres modos de orientación moti vacional. Primera, el actor adquiere una serie de modelos de orientación cognosciti vos. Entre otras cosas, estos modelos ayudan al actor a decidir si la información que recibe es importante, si sus observaciones son útiles y la importancia de las diversas situaciones y problemas. En otras palabras, los modelos cognoscitivos incluyen problemas informacionales asociados con la decisión motivacional. Tenemos después los modelos de orientación evaluativos, que permiten a los actores valorar el grado de adecuación y coherencia de la cantidad de energía catctica que deben invertir en los diversos fenómenos sociales. Estas son las reglas sociales que nos ayudan a determinar si una entidad social dada satisface nuestras disposiciones de necesidad. Finalmente, existen modelos de orienta ción morales que permiten a los actores sopesar las consecuencias de sus accio nes para la integridad de una interrelación entre la personalidad y los sistemas sociales. La existencia de estos tres conjuntos de modelos en la obra de Parsons, y el sentido de que ellos guian (e incluso en gran medida determinan) las elec ciones de los actores, nos lleva a dudar de que Parsons mantuviera el concepto de voluntarismo. Tipos de acción. Parsons utilizó los tres modelos de orientación motivacional y de valor para desarrollar cuatro tipos básicos de acción. La acción intelectual implica intereses motivacionales cognoscitivos y modelos cognoscitivos de va lor; la acción expresiva combina intereses catcticos y modelos evaluativos; y la acción moral implica intereses evaluativos y modelos morales. La acción ins trumental, cl cuarto tipo, es el más complejo. Implica metas futuras determina das por intereses catéticos y modelos y medios de evaluación para alcanzar esas metas determinadas por modelos cognoscitivos
^ De hecho, esta es una buena definición de la «aeción racional con arreglo a valores» de Weber.
TALCOTT PARSONS
405
El deseo de Parsons era ofrecemos una tipología estática de la acción y, en efecto, en su obra encontramos escasas ideas sobre la acción individual dinámi ca. Basó su modelo de sistema social en la interacción entre el ego y el alter ego, pero habló poco de ella, utilizándola sólo como base para construir su perspec tiva macro del sistema social. Aunque supuestamente era un teórico de la ac ción, el estatismo de la acción en Parsons llevó a Wtlliam F. Whyte a señalar que «en la obra de Talcott Parsons los actores están constantemente orientándo se hacia las situaciones, y raramente actúan, si es que lo hacen alguna vez» (1961:255).
Pautas variables Volviendo al estudio de la obra de Parsons sobre la acción y la conciencia, nos encontramos con las positiva o negativamente famosas pautas variables, que reflejan la afición predominante de Parsons por los paralelismos y la claridad conceptual. En su nivel más fundamental, las pautas variables son un conjunto conceptual de cinco elecciones dicotómicas de acción que los actores pueden hacer en cada situación. En este nivel constituyen herramientas para analizar los procesos conscientes. Las pautas variables son elecciones universales que hace un actor antes de que la situación tenga un significado determinado; abor dan el problema fundamental de la orientación de un actor hacia una situación (Parsons, 1951; 60). Las pautas variables son: 1.
Afectividad-neutralidad afectiva: Se refiere al problema actitudinal de qué es lo que sentimos hacia un fenómeno social; de la cantidad de emoción o afecto que vamos a invertir en él. Por ejemplo, ¿deben los médicos entablar relaciones emocionales con los pacientes, o por el contrario, deben mantenerse a distancia? 2. Especifidad-difusibilidad: Se refiere al problema actitudinal de orien tarnos hacia una parte o hacia el todo del fenómeno social. ¿Deben los pacientes aceptar el consejo de los médicos sobre todo tipo de pro blemas o sólo sobre los que entran dentro de su campo especifico de saber? 3. Universalismo-particularismo: Se refiere al problema de cómo catcgorizar los fenómenos sociales. ¿Debemos juzgarlos en ténninos de mo delos generales que pueden aplicarse universalmente a todas esas enti dades, o debemos usar modelos más emocionales y específicos para opinar sobre ellos? Por ejemplo, solemos juzgar a los médicos de acuer do con modelos universales y, sin embargo, a nuestros hijos de acuerdo con modelos más particulares. 4. Adquisición-adscripción: Se refiere al problema entre definir los fenó menos sociales de acuerdo con lo que está adscrito en ellos, o definirlos de acuerdo con io que es adquirido. ¿Nacen ciertas personas con un talento especial para la medicina, o lo adquieren?
406
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
5.
Sí mismo-colectividad: Se refiere al dilema entre perseguir nuestros in tereses privados o los compartidos con otros miembros de la colectivi dad. ¿Desea vivir el médico una vida cómoda incompatible con su meta de ayudar a la humanidad?
Parsons utilizó estas pautas variables para analizar otros aspectos de su sis tema teórico. Podían utilizarse para diferenciar hábitos de elección dentro del sistema de personalidad, y también para examinar las diferentes expectativas de rol en el sistema social. Y, finalmente, podían usarse también para distinguir entre las diferentes pautas normativas del sistema cultural. La tendencia de Par sons a usar el mismo esquema conceptual en niveles diferentes del análisis so cial proporcionó a su obra un orden, pero también le creó problemas. No hay una razón obvia que explique por qué los mismos conceptos deberían ajustarse a niveles distintos. Como Alfred Baldwin señaló: «El problema de integrar los motivos en la persona entraña sólo una leve semejanza con el de integrar las personas en las sociedad» (1961; 185). En general, no hay una razón clara para creer que todos los sistemas, independientemente de su nivel de compleji dad, se planteen la misma serie de dilemas.
AGIL Hemos señalado en varias ocasiones que Parsons viró, a medida que avanzaba su carrera, de la teoría de la acción hacia el funcionalismo estructural. En breve expondremos ciertas ideas de Parsons sobre las estructuras y los sistemas, pero primero es preciso analizar algunas de sus refiexiones sobre el funcionalismo. Una función es «un complejo de actividades dirigidas hacia la satisfacción de una o varias necesidades del sistema» (Rocher, 1975: 40). Sobre la base de esta definición Parsons creía que había cuatro imperativos funcionales nece.sarios (característicos) de todo sistema; (A) adaptación, (G) capacidad para alcanzar metas *, (I) integración, y (L) latencia, o mantenimiento de patrones (AGIL). Para sobrevivir, un sistema debe realizar estas cuatro funciones: 1. Adaptación: Todo sistema debe satisfacer las exigencias situacionales externas. Debe adaptarse a su entorno y adaptar el entorno a sus necesi dades. 2. Capacidad para alcanzar metas: Todo sistema debe definir y alcanzar sus metas primordiales. 3. Integración: Todo sistema debe regular la interrelación entre sus partes constituyentes. Debe controlar también la relación entre los otros tres imperativos funcionales (A,G,L). *
Goal altainment en inglés [N. de la T.].
TALCOTT PARSONS
407
4, Latencia (mantenimiento de patrones): Todo sistema debe proporcio nar, mantener y renovar la motivación de los individuos y las pautas culturales que crean y mantienen la motivación. Como en el caso de las variables pautas, Parsons diseñó el esquema AGIL de manera que podia utilizarse en todos los niveles de su sistema teórico. Como Chandler Morse señaló: Bn el m o d elo parsoniano, lo s cuatro im perativos fu n cio n a les, o problem as, son aplicables tanto en un nive! an alítico m icro c o m o en uno macro. En e l n iv el m icro sirven para e sp ecific a r la s fa ses a través de las que progresan lo s actores indivi duales en un sistem a pequeño de a cció n , así co m o el sistem a de acción en su con junto, durante un c ic lo d e acción . En el n iv el m acro lo s im p erativos proporcionan un m ed io para (a) asignar roles analíticam ente a lo s cuatro su b sistem as fu n cion ales de cualquier sistem a, y para (b ) clasificar lo s flu jo s de entrada y salida en esto s subsistem as.
(Morse, 1961: 116) Ilustraremos el modo en que Parsons utilizó el sistema AGIL en el análisis que haremos en breve de los cuatro sistemas de acción; más tarde mostraremos cómo lo aplicaba Parsons a la sociedad. En su nivel más general, los cuatro imperativos funcionales están vincu lados con los cuatro sistemas de acción que ahora señalamos. El organismo biológico es el sistema de acción que cumple la función de adaptación al ajus tarse o transform ar el mundo externo. El sistema de la personalidad rea liza la función del logro de metas m ediante la definición de los objetivos del sistema y la movilización de los recursos para alcanzarlos. El sistema social se ocupa de la función de la integración, al controlar sus partes constitu yentes. Finalmente, el sistema cultural cumple la función de proporcionar a los actores las normas y los valores que les motivan para la acción. La Figu ra 11.1 esquematiza la estructura del sistema de acción en términos del esque ma AGIL.
L Sistema Cultural
Sistema social
Organismo conductual
Sistema de la personalidad
A
Figura 11.1.
Estructura del sistema general de la acción.
G
408
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
La consistencia de la teoria parsoniana: integración y orden Hemos acentuado con frecuencia algunas de las transformaciones que se pro dujeron en la teoría parsoniana, pero nos hemos limitado a enunciarlas debido a la abundancia de giros y cambios de dirección que pueden apreciarse a lo largo de su carrera. Por ejemplo, en su obra madura, el mismo Parsons llegó a creer que su enfoque no era tanto una teoría de la acción, cstructural-funcional o funcional, como cibernética. Su preocupación era analizar la comunicación en tre los sistemas de acción y el control de los sistemas inferiores por parte de los superiores. A pesar de estos drásticos cambios de rumbo, hay elementos consis tentes en la teoria parsoniana. Y aunque el propio Parsons llegó a reconocer ciertos giros, fue muy claro cuando habló de su «continuidad esencial a lo largo de los cuarenta años que habían transcurrido desde la publicación de La estruc tura de la acción social» (1977a; 2). Una de las preocupaciones más importantes de Parsons desde el principio fue la cuestión del orden en la sociedad (Burger, 1977b). Toda sociedad moder na y compleja se plantea la cuestión de cómo evitar la «guerra de todos contra fodos», el conflicto social desenfrenado. A lo largo de toda su carrera Parsons mantiene que el poder no constituye una fuerza para evitar la guerra o el con flicto social. En su opinión, el poder no representa un medio fiable para el man tenimiento del orden en la sociedad. Aunque puede ser efectivo a corto plazo, a la larga lo único que se logra es un mayor desorden. El uso del poder provoca reacciones negativas que conducen a una mayor desintegración de la sociedad. Además, se requiere una vigilancia constante para que el ejercicio de poder sea efectivo. Mantener de este modo el orden en la sociedad, además de consumir mucho tiempo, resulta difícil y costoso. En suma, el ejercicio del poder cons tituye un método inadecuado e ineficaz para el mantenimiento del orden en la sociedad. Su postura en contra del poder como mantenedor del orden es un elemento consistente desde sus primeras obras. Otra de sus ideas consistentes se refiere a su solución alternativa al proble ma del orden. Para Parsons, el modo ideal de mantener el orden en la sociedad es desarrollar un sistema cultural centrado en la cooperación que internalice ese conjunto de ideas en los actores por medio de la socialización. Esta reflexión nos conduce al teorema fundamental de Parsons, que atañe a la integración de las «pautas de valor comunes» (la cultura) y las «disposiciones de necesidad» (la personalidad). Dicho en pocas palabras, para Parsons el mejor modo de mantener el orden en la sociedad es el que logra que las personas estén en condiciones de controlarse a sí mismas. Como las personas tienen pautas valo ra ti vas comunes en sus mentes, son capaces de determinar si actúan en contra o a favor del sistema de valores común. En un plano ideal no se requiere una fuente de poder externo para mantener el orden en la sociedad; tal sociedad controlaría más en la medida en que ejerciera menos el poder. Sin lugar a dudas, el ejercicio de poder es necesario en algunos casos, pero estos son pocos y
TALCOTT PARSONS
409
eventuales. Si las autoridades se ven en la obligación de usar el poder con de masiada frecuencia, entonces se trata de una sociedad que tiene problemas gra ves y que puede estar al borde de la desintegración. listas cuestiones del orden, del poder y de la integración constituyen una constante preocupación de Parsons durante toda su carrera. Al final de La es tructura de la acción social (1937) llegó a la conclusión de que la alternativa a la cuestión del ejercicio del poder era la integración de los valores. La integra ción de los valores y de las disposiciones de necesidad se sitúan en el núcleo de El sistema social (1951) y constituye la preocupación central de muchos de los libros y ensayos que escribió posteriormente. Por ejemplo, en un famoso ensayo sobre las organizaciones, Parsons afirmaba que su «punto de referencia más importante para analizar [la organización]... es su pauta de valor» (1960; 20). Si bien estudió el poder, su interés primordial se situaba en las dimensiones cultu rales que proporcionaba la integración organizativa. Asi, mientras la mayoría de la gente concibe la organización como un escenario donde se produce la lucha por el poder, Parsons se preocupaba por los valores que hacian que las organizaciones se mantuvieran unidas. Como sostuvo esta opinión durante toda su carrera, Parsons llegó a ser considerado un teórico del «consenso». Tendre mos ocasión de volver a esta cuestión en el siguiente apartado.
EL SISTEMA DE LA ACCION Tenemos ya los elementos necesarios para comprender y analizar el conjunto del sistema de la acción de Parsons que, en muchos sentidos, es un sistema de los niveles del análisis social (véase el Apéndice). La Figura 11,2 muestra un esquema de los principales niveles del sistema de Parsons.
Información superior (controles)
Información superior (controles) 1. Entorno de la acción; realidad última 2. Sistema cultural
Jerarquía de factores condicionantes
3. Sistema social
4. Sistema de la personalidad 5. Organismo conductual
Jerarquía de factores condicionantes
6. Entorno de la acción; entorno físico-orgánico Energía superior (condiciones)
Figura 11.2.
Esquema de la acción de Parsons.
Energia superior (condiciones)
410
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Es obvio que Parsons tenía una idea muy nítida de los distintos «niveles» del análisis social, así como de su intcrrelación. En su análisis cl orden jerárqui co aparece muy claro, y los niveles se integran en su sistema de dos maneras. Primera, cada uno de los sistemas inferiores proporciona las condiciones, la energía, que requieren los niveles superiores. Segunda, los niveles superiores controlan a los que hay debajo de ellos en la jerarquía. En términos de los ambientes del sistema de la acción, el nivel inferior, el entorno orgánico y físico, implica los aspectos no simbólicos del cuerpo huma no, su anatomía y fisiología. El nivel superior, la realidad última, tiene, como Jackson Toby sugiere, un «tono metafísico», aunque también afírma este autor que Parsons «no se refiere tanto a lo sobrenatural como a la tendencia universal de las sociedades a abordar simbólicamente la inseguridad, las preocupaciones y las tragedias de la existencia humana que desafían el sentido de la organiza ción social» (1977; 3). El núcleo de la obra de Parsons son sus cuatro sistemas de la acción. En su análisis de estos sistemas y sus interrelaciones, Parsons se alejó de la teoría de la acción de comienzos de su carrera y se acercó al funcionalismo estructural (este giro también puede verse con claridad en el análisis de AGIL). En los supuestos que Parsons hizo en su análisis de los sistemas de la acción, encontra mos de nuevo el problema del orden, preocupación que sintió desde el origen de su carrera y que se convirtió en la mayor fuente de críticas de su obra (Schwanen berg, 1971). Para Parsons, los filósofos anteriores no habían ofrecido una res puesta satisfactoria al problema hobbesiano del orden: qué es lo que evita una guerra social de todos contra todos. Parsons encontró una respuesta a este pro blema en el funcionalismo estructural, que trabaja con los siguientes supuestos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Los sistemas tienen la característica del orden y de la interdependencia de las partes. Los sistemas tienden hacia un orden que se mantiene por sí mismo, o equilibrio. Los sistemas pueden ser estáticos o verse implicados en un proceso ordenado de cambio, La naturaleza de una parte del sistema influye en la forma que pueden adoptar las otras partes. Los sistemas mantienen fronteras con sus ambientes. La distribución y la integración constituyen dos procesos fundamenta les y necesarios para el estado de equilibrio de un sistema, Los sistemas tienden hacia e! automantcnimiento, que implica el man tenimiento de fronteras y de las relaciones entre las partes y el todo, el control de las variaciones del entorno, y el control de las tendencias de cambio de! sistema desde su interior.
Estos supuestos llevaron a Parsons a hacer del análisis de la estructura orde nada de la sociedad su principal preocupación. Al hacerlo, no se ocupó de la cuestión del cambio social hasta muy avanzada su carrera:
TALCOTT PARSONS
411
C reem os que no es rentable describir lo s cam bios que se producen en lo s sistem as de variables sin aislar y describir antes las variables; por tanto, h em os preferido com enzar estudiando com binaciones determ inadas de variables para m o v em o s hacia ia d escripción de lo s cam b ios que experim entan estas com b in acion es una v e z que ha sid o sentada una sólid a base para hacerlo. (P arsons y S h ils, 1951: 6)
Parsons recibió críticas tan duras por su orientación estática que comenzó a dedicar cada vez más atención al cambio; de hecho, como veremos, procedió finalmente al análisis de la evolución de las sociedades. Sin embargo, en opi nión de muchos observadores, su obra sobre el cambio social tendía a ser muy estática y estructurada. Cuando piense en los cuatro sistemas de la acción, el lector debe tener en mente que no existen en el mundo real, sino que más bien constituyen herra mientas analíticas para el análisis del mundo real.
Sistema social La reflexión de Parsons sobre el sistema social comienza en el micronivel de la interacción entre ego y alter ego, definida como la forma más elemental del sistema social. Dedicó poco tiempo al análisis de este nivel, si bien sostuvo que los rasgos de este sistema de interacción están presentes en las formas más complejas que adopta el sistema social. He aquí la definición de Parsons de sistema social: Un sistem a social — reducido a los térm inos m ás sim p les— co n siste , pues, en una pluralidad de actores individuales que interactúan entre sí en una situación que tiene, al m enos, un aspecto físico o de m ed io am biente, actores m otivad os por una tendencia a «obtener un óptim o de gratificación » y cu yas relacion es co n sus situa cio n es — in clu yen d o a los dem ás actores— ^están m ediadas y definidas por un sis tema do sím b olos culturalm ente estm ctu rad os y com partidos. (P arsons, 1951; 5 -6)
Esta definición del sistema social contiene muchos de los conceptos clave de la obra de Parsons; los actores, la interacción, el entorno, la maximización de la gratificación y la cultura. A pesar de su compromiso con la concepción del sistema social como un sistema de interacción, Parsons no tomó la interacción como unidad fundamen tal en su estudio del sistema social. Utilizó el concepto más complejo de esta tus-rol como unidad básica del sistema. Como ya hemos señalado, éste no cons tituye ni un aspecto de los actores ni un aspecto de la interacción, sino un componente estructural del sistema social. El estatus hace referencia a una po sición estructural en el seno de un sistema social, y el rol a lo que hace el actor en esa posición; ambos son considerados en el contexto de su significado fun cional para el sistema. No se considera al actor en función de sus pensamientos
412
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
y acciones, sino sólo como un conjunto de estatus y rotes (aJ menos en términos de su posición en el sistema social). ün su análisis del sistema social, Parsons se interesa primordialmente por sus componentes estructurales. Además de ocuparse del estatus-rol, Parsons (1966: 11) se interesó también por los grandes componentes de los sistemas sociales, tales como las colectividades, las normas y los valores. Sin embargo, en su estudio del sistema social Parsons adoptó una postura no sólo estructuralista, sino también funcionalista. Delineó una serie de prerrequisitos funciona les de todo sistema social. Primero, los sistemas sociales deben estar estructurados de manera que sean compatibles con otros sistemas. Segundo, para sobrevivir, el sistema social debe contar con el apoyo de otros sistemas. Tercero, debe satisfacer una proporción significativa de las necesidades de los actores. Cuar to, debe suscitar en sus miembros una participación suficiente. Quinto, debe ejercer al menos un cierto control sobre la conducta potencialmente desintegradora. Sexto, si surge un conflicto desintegrador, es necesario que lo controle. Finalmente, un sistema social requiere un lenguaje para sobrevivir. En el análisis de los prerrequisitos funcionales del sistema social, se aprecia con claridad que Parsons se centró en los grandes sistemas y su interrelación. Incluso cuando hablaba de los actores, lo hacia desde la perspectiva del siste ma. Este análisis refleja también la preocupación de Parsons por el manteni miento del orden en el sistema social. Sin embargo, Parsons no ignoró totalmente la cuestión de la relación entre los actores y las estructuras sociales. De hecho, como hemos visto más arriba, creía que la integración de las pautas de valor y las disposiciones de necesidad constituía «el teorema dinámico fundamental de la sociología» (Parsons, 1951: 42). Dada su preocupación central por cl sistema social, los procesos de internaüzación y socialización cobran una importancia crucial en esa integración. Es de cir, a Parsons le interesaban los modos en que se transmitían las normas y los valores de un sistema a los actores de ese sistema. Estas normas y valores se internalizan en un proceso efectivo de socialización; es dccir, por medio de este proceso llegan a convertirse en parte de las «conciencias» de los actores. Por lo tanto, cuando los actores persiguen sus intereses particulares, en realidad están sirviendo a los intereses generales del conjunto del sistema. Como Parsons se ñaló, «La combinación de las pautas de orientación de valor que se adquieren debe ser en una considerable proporción una función de la estructura funda mental de ¡os roles y los valores predom inantes del sistem a social» (1951: 227),
En general, Parsons presuponía que los actores solían ser receptores pasi vos en el proceso de la s o c ia liz a c ió n L o s niños aprenden no sólo cómo actuar, sino también las normas y los valores, la moralidad de la sociedad. La socializa ción se define como un proceso conservador en el que las disposiciones de Esta es un interpretación polémica de la obra de Parsons con la que muchos no están de acuerdo. François Bourricaud, por ejemplo, habla de «la dialéctica de la socialización» (1981:108) en la obra de Parsons, y no de receptores pasivos de la socialización.
TALCOTT PARSONS
413
necesidad (que están moldeadas en buena parte por la sociedad) ligan a los niños con el sistema social, el cual proporciona los medios por los que poder satisfacer las disposiciones de necesidad. Queda poco espacio, de haberlo, para la creatividad; la necesidad de gratificación liga a los niños con ei sistema tai y como existe. Parsons concibe la socialización como una experiencia que dura toda la vida. Como las normas y los valores inculcados durante la infancia tien den a ser harto generales, no preparan a los niños para diversas situaciones específicas en las que pueden encontrarse en su madurez. Así, la socialización debe complementarse con una serie de experiencias socializadoras más especi ficas. A pesar de esta necesidad en la madurez, las normas y los valores apren didos en la infancia tienden a ser estables y, con un ligero refuerzo, tienden a permanecer durante toda la vida. A pesar del conformismo al que induce la socialización a lo largo de toda la vida, existe una gran cantidad de variación individual en el sistema. La pregun ta es: ¿por qué la conformidad no suele constituir una preocupación principal para todo sistema social, dado su carácter necesario para el orden? Por un lado, se puede hacer uso de una serie de mecanismos de control social para lograr la conformidad. Sin embargo, para nuestro autor, cl control social constituye es trictamente una segunda línea de defensa. Un sistema funciona mejor cuando recurre con poca frecuencia ai control social. Por otro lado, el sistema debe tolerar cierta variación, cierta desviación. Un sistema social flexible es más fuerte que uno rígido que no acepta la desviación. Finalmente, el sistema social debe proporcionar una amplia serie de oportunidades de rol que permita la expresión de las diferentes personalidades sin amenazar la integridad del sistema. La socialización y el control social constituyen los principales mecanismos que permiten al sistema social mantener el equilibrio. Debe permitirse una pe queña cantidad de individualidad y desviación, pero sus formas más extremas requieren mecanismos reequilibradores. Asi, el orden social es la base de la estructura del sistema social de Parsons: Sin una p lan ificación deliberada por parte de nadie, en nuestro tipo de sistem a social y , correspondientem ente, en otros, se han desarrollado m ecanism os que dentro de ciertos lím ites son capaces de prevenir e invertir las proñindas tendencias a la d esviación en la fase del círcu lo v ic io so , que la sitúa más allá del control de las san cion es ordinarias de aprobación-desaprobación y recom pensa-castigo. (P arsons. 1951: 3 1 9 )
Parsons se centra otra vez en el sistema en su conjunto más que en el actor dentro del sistema: se ocupa de cómo controla el sistema al actor, no de cómo el actor crca y mantiene cl sistema. La preocupación de Parsons por esta cuestión refleja su compromiso con la orientación estructural-funcional. Aunque la idea del sistema social hace referencia a todo tipo de colectivida des, un sistema social específico y particularmente importante es la sociedad, «una colectividad relativamente autosuficicnte cuyos miembros pueden satisfa-
414
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
L
A
Figura 11.3.
Sistema fiduciario
Comunidad süo'ietal
F.cotiomia
Politica G
La sociedad, sus subsistemas y los imperativos funcionales.
cer todas sus necesidades individuales y colectivas y vivir enteramente dentro de su marco» (Rocher, 1975; 60). Como buen funcionalii^ta estructural, Parsons distinguía entre cuatro estructuras o subistemas de la sociedad a partir de las funciones (AGIL) que cumplen (véase Figura 11.3). La economía es el subsis tema que cumple la función de la adaptación de la sociedad al entorno mediante el trabajo, la producción y la distribución. Así, la economía adapta el entorno a las necesidades de la sociedad, y ayuda a la sociedad a adaptarse a estas realida des externas. La política (o sistema politico) realiza la función del logro de metas mediante la persecución de objetivos societales y la movilización de los actores y recursos para ese fin. El sistema fiduciario (por ejemplo, las escuelas, la familia) cumple la función de la latencia al ocuparse de la transmisión de la cultura (normas y valores) a los actores permitiendo que la internalicen. Final mente, la función de la integración corresponde a la comunidad societal (por ejemplo, el derecho), que se ocupa de coordinar los diversos componentes de la sociedad (Parsons y Platt, 1973). A pesar de que las estructuras del sistema social eran extremadamente im portantes para Parsons, el sistema cultural era aún más importante. De hecho, como ya hemos visto, el sistema cultural se mantiene en la cúspide de su sistema de la acción, y Parsons (1966) se calificó a sí mismo de «determinista cultural».
Sistema cultural Parsons concebía la cultura como la principal fuerza que ligaba los diversos elementos del mundo social o, dicho en sus propios términos, del sistema de la acción. La cultura media en la interacción entre los actores e integra la personalidad y los sistemas sociales. Tiene la peculiar capacidad de llegar ser, al menos en parte, un componente de otros sistemas diferentes. De este modo, en el sistema social, la cultura se encama en normas y valores, y en el sistema de la personalidad es internalizada por el actor. Pero el sistema cultural no es simplemente una parte de los otros sistemas; también tiene una existencia separada, pues consti tuye el acervo social de conocimientos, símbolos e ideas. Gstos aspectos del
TALCOTT PARSONS
415
sistema cultural se encuentran en los sistemas social y de la personalidad, pero no se convierten en parte de ellos (Morse, 1961; 105; Parsons y Shils, 1951: 6). Igual que con los otros sistemas, Parsons definió el sistema cultural en tér minos de su relación con el resto de los sistemas de la acción. Así, la cultura es un sistema pautado y ordenado de símbolos que .son objeto de la orientación de los actores, componentes internalizados del sistema de la personalidad, y pautas institucionalizadas del sistema social (Parsons, 1960). Como es en gran medida simbólica y subjetiva, la cultura tiene la capacidad de transmitirse con facilidad y rapidez de un sistema a otro. Esto la permite moverse de un sistema social a otro mediante la difusión y de un sistema de personalidad a otro a través del aprendizaje y la socialización. Sin embargo, el carácter simbólico (subjetivo) de la cultura le proporciona otro rasgo a los ojos de Parsons, la capacidad de controlar los otros sistemas de la acción. Esta es una de las razones que explican que Parsons se calificase a si mismo de determinista cultural. Estableciendo de nuevo paralelismos y orden en su pensamiento, Parsons afirmó que el sistema cultural tenia tres componentes paralelos a los tres modos de orientación motivacional analizados más arriba. La orientación motivacional cognoscitiva es paralela a los sistemas de creencias y sistemas de ideas que representan una guía para la solución de problemas motivacionales. La orienta ción motivacional catética se sitúa en el plano de los sistemas de símbolos ex presivos, medios para expresar una relación catética con un objeto social. Final mente, la orientación motivacional evaluativa se sitúa en el mismo nivel que una guía cultural similar: tos sistemas de orientaciones de valor. (Cada compo nente puede subdividirse exactamente del mismo modo. Así, por ejemplo, como hemos señalado anteriormente, el sistema de las orientaciones de valor puede dividirse en modelos cognoscitivos, evaluativos y morales). Parsons llegó a la conclusión de que los modelos morales constituyen «las técnicas integradoras por excelencia de un sistema de acción» (Parsons y Shils, 1951: 170). Esta conclusión refleja la importancia primordial del sistema cultural en la teoría de Parsons. Pero si para Parsons la cultura era lo raás importante, su esfuerzo inte grador es cuestionable, porque todo tipo de determinismo es sospechoso desde la perspectiva de una sociología integrada. (Para una concepción más integrada de la obra de Parsons, véase Camic, 1990.) Este problema se agravará cuando analicemos el sistema de la personalidad y comprobemos los numerosos puntos flacos que pueden apreciarse en su desarrollo.
Sistema de la personalidad El sistema de la personalidad está controlado no sólo por el sistema cultural, sino también por cl social. Parsons revisó pronto su concepción inicial de la conciencia y la acción presentada en su trabajo sobre el acto unidad, el volunta rismo, etc..., y la encontró defectuosa. Parece que era consciente de la acusa ción de que habia abandonado el interés inicial por el voluntarismo, e intentó salir al paso asignando cierta independencia al sistema de la personalidad:
416
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA M i opinión e s que, si bien el con ten id o de la estructura de ia p esonalidad se deriva de los sistem as so c ia le s y culturales a través de la so c ia liza c ió n , la personalidad se con vierte en un sistem a independiente m ediante las relacion es que m antiene con su propio organism o y debido a la particularidad de su propia exp eriencia vital; no e s un mero ep ifen ó m en o . (Parsons, 1970a: 8 2 )
Estas palabras nos dan la impresión de que Parsons protesta en exceso. Si el sistema de la personalidad no es un epifenómeno, ciertamente se reduce a ocu par un estatus dependiente en su sistema teórico. La personalidad se define como el sistema organizado de la orientación y la motivación de la acción del actor individual. El componente básico de la perso nalidad es la disposición de necesidad, un concepto que ya hemos analizado pero que requiere ahora una mayor explicación. Parsons y Shils definen las disposiciones de necesidad como las «unidades más relevantes de la motivación de la acción» (1951; 113). Distinguen las disposiciones de necesidad de los impulsos, que constituyen tendencias innatas, la «energía fisiológica que hace posible la acción» (Parsons y Shils, 1951; 111). En otras palabras, los impulsos se consideran parte del organismo biológico. Las disposiciones de necesidad se definen, pues, como «esas mismas tendencias que no son innatas, sino adquiri das a través del proceso mismo de la acción» (Parsons y Shils, 1951; 111). En suma, las disposiciones de necesidad son impulsos moldeados por la sociedad. Las disposiciones de necesidad impulsan a los actores a aceptar o rechazar objetos presentes en el entorno, o a buscar nuevos objetos sí los que están a su alcance no satisfacen suficientemente las disposiciones de necesidad. Parsons distingue entre tres tipos básicos de disposiciones de necesidad. El primero im pulsa ai actor a buscar amor, aprobación, etc,., en sus relaciones sociales. El segundo incluye valores internalizados, que conducen a los actores a observar diversos modelos culturales. Finalmente, están las expectativas de rol, que lle van a los actores a dar y obtener respuestas adecuadas. Esa es una imagen muy pasiva de los actores. Parecen regirse por los impuN sos, ser dominados por la cultura o, lo que es más frecuente, dominados por una combinación de impulsos y cultura (es decir, por disposiciones de necesidad). Un sistema pasivo de personalidad constituye claramente un vínculo débil en una teoría integrada, y Parsons parecía ser consciente de ello. En varias ocasio nes intentó conferir a la personalidad cierta creatividad. Por ejemplo, señaló; «No queremos decir con ello... que los valores de una persona sean por entero ‘cultura internalizada’ o mera observancia de reglas y leyes. La persona intro duce modificaciones creativas a medida que internaliza la cultura; pero ese aspecto novedoso no es un aspecto cultural» (Parsons y Shils, 1951; 72). A pesar de este tipo de reflexiones, la impresión dominante que se deriva de su obra es la pasividad de su sistema de la personalidad. Centrarse exclusivamente en las disposiciones de necesidad plantea otro problema. Ignora otros muchos aspectos importantes de la personalidad, lo que empobrece su sistema. Alfred Baldwin, psicólogo, subraya esta cuestión:
TALCOTT PARSONS
417
Parece apropiado señalar que Parsons ignora en su teoría una serie razonable de características u otros m ecan ism os de la personalidad, aparte de las d isp o sicio n es de n ecesid ad , y se encuentra en d ificu ltad es al n o caracterizar a la personalidad con otros rasgos y tip os diferen tes de m ecan ism os que le perm iten funcionar. (B a ld w in , 1961: 186)
bn su reflexión acerca del sistema de la personalidad de Parsons, Baldwin señala también que el ínteres primordial de Parsons en este análisis no era el sistema de la personalidad; «En los numerosos capítulos que Parsons dedica al análisis de la estructura de la personalidad, hay más páginas que tratan de los sistemas sociales que de la personalidad» (1961; 180). Esto se refleja en los diversos modos en los que Parsons vinculó la personalidad con el sistema social. Primero, los actores deben aprender a verse a sí mismos conforme al lugar que ocupan en la .sociedad (Parsons y Shils, 1951; 147). Segundo, las expectativas de rol se corresponden con los roles que ocupan los actores indivi duales. Luego está el aprendizaje de la autodisciplina, la internalización de las orientaciones de valor, la identificación, etc... Todas estas fuerzas hacen refe rencia a la integración del sistema de la personalidad y el sistema social, que constituye la preocupación central de Parsons. Sin embargo, también acentuó la posibilidad de la integración deficiente, que supone un problema que el sistema debe superar. Otro aspecto de la obra de Parsons refleja también la pasividad de su siste ma de la personalidad; su interés por la internalización como el componente central del sistema de la personalidad derivado del proceso de socialización. Parsons (1970a; 2) desarrolló esta preocupación a partir de la obra de Durkheim sobre la internalización, así como de la de Frcud, fundamentalmente la que se centra en el superego. Su hincapié en la internalización y el superego manifiesta de nuevo su concepción pasiva del sistema de la personalidad, que es externa mente controlado. Aunque en su obra temprana Parsons se había ocupado de los aspectos sub jetivos de la personalidad, abandonó progresivamente esta perspectiva. Al ha cerlo, limitó la perspectiva sobre el sistema de la personalidad que hubiera po dido ofrecer. Parsons llegó a especificar con claridad que se alejaba de los significados internos que podían tener las acciones para las personas: «La orga nización de los datos observacionales en términos de la teoría de la acción es bastante plausible y fructífera en ténninos conductistas modificados, y tal for mulación evita muchas de las difíciles cuestiones de la introspección o la em patia» (Parsons y Shils, 1951; 64).
Organismo conductual Sí bien incluyó el organismo conductual como uno de los cuatro sistemas de la acción, Parsons nos ofreció pocas ideas sobre él. Lo incluyó porque constituye la fuente de energía para el resto de los sistemas. Aunque está genéticamente constituido, su organización está influida por los procesos de condicionamiento
418
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
y aprendizaje que se producen durante la vida del individuo*. El organismo biológico constituye claramente en la obra de Parsons un sistema residual, pero debemos alabar a Parsons por haberlo incluido como parte de su sociologia, aunque no fuera más que por anticiparse al interés actual por la sociobiologia que demuestran algunos sociólogos.
CAMBIO Y DINAMISMO EN LA TEORIA PARSONIANA Teoría evolucionista Herrcmientas conceptuales de la obra de Parsons tales como las pautas variables, los imperativos funcionales y los cuatro sistemas de la acción suscitaron la crítica de que habia ofrecido una teoria estructural que no incluía el análisis del cambio social. Parsons era consciente de esta crítica, y afirmó que aunque era necesario estudiar cl cambio, era preciso analizar primero la estructura. Pero en la década de 1960 ya no pudo hacer frente a las criticas y dió otro giro a su obra, centrándose esta vez en el estudio del cambio social particularmente en el estudio de la evolución social. Parsons llegó a declarar (1977b; 50) que fue un seminario sobre la evolución social celebrado en 1963 lo que suscitó en él este interés. La orientación general de Parsons (1966) hacia el estudio del cambio social estaba moldeada por la biología. Para analizar este proceso, Parsons desarrolló lo que él denominó «un paradigma del cambio evolucionista». El primer componente de ese paradigma era cl proceso de diferenciación. Parsons suponía que toda sociedad se componía de una serie de subsistemas, que diferían en términos de su estructura y su signifícado funcional para cl resto de la sociedad. A medida que la sociedad evoluciona, se van diferencian do nuevos subsistemas. Sin embargo, esto no es suficiente, ya que deben ser más adaptativos que los primeros subsistemas. Esto condujo a Parsons al rasgo esencial de su paradigma evolucionista, la idea del ascenso de adaptación. Par sons describió este proceso: Para que la d iferen ciación dé un sistem a equilibrado y m ás ev o lu cio n a d o , cada subestructura nuevam ente diferen ciad a... debe tener una m ayor capacidad de adap tación para realizar su función primaria, en com paración con cl d esem p eñ o de esa función en la estructura previa y más difundida... P od em os decir que este proceso e s el a sp ecto d e ascenso de adaptación del c ic lo de cam b io ev o lu tiv o . (Parsons, 1966: 22)
^ Debido a este elemento social, en su obra madura cambió el término organismo por el de «sistema conductual» (1975; 104). * Para ser justos, es necesario precisar que al principio de su carrera realizó algún trabajo sobre el cambio social, pero no llegó a ser su principa! interés, y sus ideas acerca de esta cues tión son escasas hasta los años sesenta (véase Parsons, 1942, 1947; véase también Alexander, 1981; Baum y Lechner, 1981).
TALCOTT PARSONS
419
Es este un modelo sumamente positivo del cambio social. Supone que a medida que evoluciona la sociedad, aumenta su capacidad de solucionar sus problemas. En cambio, en la teoria marxista el cambio social conduce a la des trucción fmal de la sociedad capitalista. Por esta y otras razones, Parsons ha sido considerado un teórico de la sociología muy conservador. Además, aunque analizó el cambio, tendió a centrarse en los aspectos positivos del cambio social en el mundo moderno, antes que en e! lado oscuro de la modernidad. Por lo demás, Parsons afirmó que el proceso de diferenciación producía una nueva serie de problemas de integración para la sociedad. A medida que un subsistema prolifera, la sociedad se topa con nuevos problemas relativos a la coordinación del funcionamiento de estas unidades. Una sociedad que evoluciona debe avanzar desde un sistema adscriptivo hacia otro adquisitivo. Se requieren muchas técnicas y capacidades nuevas para manejar los subsistemas más difusos. Las capacidades generales de las perso nas deben liberarse de sus vínculos adscriptivos de manera que puedan ser uti lizadas por la sociedad. En términos más generales, esto significa que los gru pos anteriormente excluidos de la contribción al sistema deben ser incluidos como miembros plenos de la sociedad. Finalmente, el sistema de valores de la sociedad en su conjunto debe cam biar a medida que las estructuras sociales y las funciones son más diferencia das. Sin embargo, como el nuevo sistema es más diverso, el sistema de valores encuentra mayores dificultades para ajustarse a él. Así, una sociedad más dife renciada requiere un sistema de valores que «debe establecerse en un nivel más alto de generalidad, con el fm de justificar la variedad más amplia de metas y funciones de sus subunidades» (Parsons, 1966; 23). Sin embargo, suele ocurrir que este proceso de generalización de los valores no se produce de forma tan uniforme, a medida que encuentra resistencia por parte de grupos comprometi dos con sus propios sistemas de valores específicos. La evolución atraviesa por una variedad de ciclos, pero no todas las socie dades experimentan un proceso general. Algunas sociedades evolucionan rápi damente, mientras otras «están tan cargadas de conflictos internos u otros obs táculos» que impiden el proceso de la evolución, e incluso llegan a «deteriorarse» (Parsons, 1966: 23). Las sociedades que más interesaban a Parsons eran esas sociedades en las que se producían «rupturas», puesto que pensaba que tras ellas el proceso de la evolución seguiria su modelo evolutivo general. Si bien Parsons concebía la evolución como un proceso que atravesaba cier tas etapas, tuvo la precaución de rechazar explícitamente una teoría evolucio nista unilineal. «No concebimos la evolución societaria ni como algo continuo ni como un proceso lineal simple, sino que efectuamos una distinción entre niveles amplios de avance, sin pasar por alto inadvertidamente la variabilidad considerable que se encuentra en cada uno de ellos» (1966; 26). Dejando claro que quería simplificar las cosas, Parsons distinguió tres etapas evolutivas gene rales; primitiva, intermedia y moderna. De modo característico, diferenció es tas tres etapas a partir de de su dimensión cultura!. El desarrollo crucial en la
420
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
transición de la primitiva a la intermedia era el desarrollo del lenguaje, funda mentalmente del lenguaje escrito. El desarrollo clave de la transición de la in termedia a la moderna eran los «códigos institucionalizados de orden normati vo», o derecho (Parsons, 1966: 26). Luego Parsons procedió al análisis de una serie de sociedades específicas en el contexto de la evolución de la sociedad primitiva a la moderna. Merece mención una cuestión particular aquí: Parsons se orientó hacia la teoria evolu cionista, al menos en parte, porque había sido acusado de ser incapaz de anali zar el cambio social. Sin embargo, su análisis de la evolución no es un análisis de procesos; antes bien, constituye un intento de «ordenar tipos estructurales y relacionarlos sccuencialmente» (Parsorts, 1966; 111). Lo que hizo fue, en reali dad, un análisis estructura! comparado, no un estudio de los procesos del cam bio social. Así, aunque supuestamente analizaba el cambio, Parsons seguía com prometido con el estudio de las estructuras y de las Tunciones.
Medios generalizados de intercambio Parsons introdujo cierto dinamismo, cierta fluidez (Alexander, 1983: 115), en su sistema teórico a través de su reflexión sobre los medios generalizados de intercambio dentro y entre los cuatro sistemas de la acción que han sido ya analizados (especialmente dentro del sistema social). El modelo de los medios generalizados de intercambio es el dinero, que opera como tal en la economía. Pero en lugar de centrarse en fenómenos materiales tales como cl dinero, Par sons se interesó por los medios simbólicos de intercambio. Incluso en su análi sis del dinero como un medio de intercambio dentro del sistema social, Parsons se centra en sus propiedades simbólicas más que en sus cualidades materiales. Además del dinero hay otros medios generalizados de intercambio más propia mente simbólicos: el poder político, la influencia, y los compromisos con los valores. Parsons especificó por qué se centró en los medios simbólicos del in tercambio; «A mi entender, la introducción de una teoria de los medios en el tipo de perspectiva estructural que tengo en mente refuta en buena medida las críticas frecuentes de que mi perspectiva estructural está tan inherentemente plagada de estatismo, que le es imposible hacer justicia a los problemas dinámi cos» (1975: 98-99). Los medios simbólicos de intercambio tienen la capacidad, como la tiene el dinero, de ser creados y de circular en el conjunto de la sociedad. Así, dentro del sistema .social, tos que pertenecen al sistema político son capaces de crear poder político. Y lo que es más importante aún, pueden gastar ese poder, permi tiendo que circule libremente e influya en el sistema social. Mediante ese gasto de poder, los líderes refuerzan supuestamente el sistema político, así como la sociedad en su conjunto. En términos más generales, constituye un medio gene ralizado que circula entre los cuatro sistemas de la acción y dentro de la estruc tura de cada uno de estos sistemas. Es su existencia y movimiento lo que da dinamismo a los análisis fundamentalmente estructurales de Parsons,
TALCOTT PARSONS
421
Como Alexander señaló (1983: 115), los medios generalizados de inter cambio proporcionan dinamismo a la teoría de Parsons en otro sentido. Permi ten la existencia de «empresarios de medios» (por ejemplo, los políticos) que pueden no aceptar el sistema de intercambio tal y como existe. Es decir, pueden ser creativos y hábiles y alterar no sólo la cantidad de medios generalizados, sino el modo y la dirección en que circulan.
RESUMEN En pocos arios Parsons pasó de ser la figura dominante de la teoría sociológica a representar, en algunos sectores, prácticamente un desecho teórico. No mere ció ninguna de estas calificaciones extremas. Fl sistema teórico de Parsons siempre tuvo ciertos puntos flacos graves, pero, sin lugar a dudas, no carece de relevancia. En su favor podemos decir que Parsons expresó en su obra temprana un interés por la integración de los diversos niveles del análisis social, que manten dría de por vida a pesar de los cambios básicos de orientación que experimentó su sistema teórico a lo largo de su carrera. Fundamentalmente, Parsons se ocupó de la integración de los sistemas social y de la personalidad. A pesar de esta encomiable meta, su obra quedó empañada por ciertas confusiones básicas, en particular por una incómoda mezcla de teoría de la acción y funcionalismo estructural. Partiendo del análisis de los pensadores que consideraba relevantes en la historia de la sociología, en su teoría de la acción Parsons elaboró inicialmcnte lo que parecía una orientación micro. Esto se aprecia con claridad en el hincapié que hizo en el acto unidad y en el voluntarismo de su obra temprana. Sin embargo, con los años, el acto unidad y el voluntarismo se desvanecieron de la teoría de Parsons, así como la teoría de la acción. En su lugar desarrolló una teoría estructural-funcional en la que los actores no actuaban de una manera voluntarista, sino básicamente constreñidos por las estructuras sociales y por la cultura. Durante los años cuarenta y cincuenta, Parsons desarrolló nuevos con ceptos como las disposiciones de necesidad, las orientaciones motivacionales y las orientaciones de valor. Todos estos conceptos reflejan la tendencia crecien te de Parsons a considerar a los actores seres constreñidos por estructuras exter nas, más que actores voluntaristas. Parsons desarrolló durante estos años otros conceptos bien conocidos como las pautas variables y el sistema AGIL. A pesar de estos cambios de orientación, Parsons defendió toda su vida el orden y la conveniencia de las soluciones culturales frente a la solución del ejercicio del poder para el mantenimiento del orden en la sociedad. El núcleo de la teoría parsoniana se encuentra en su conceoción de los Drincipales niveles del análisis social, especialmente en los cuatro sistemas de la acción. Aunque probablemente Parsons es más conocido por su obra sobre el sistema social, el nivel más importante en su teoría es el sistema cultural, que se sitúa en la cúspide de los cuatro sistemas de la acción (los otros son; el sistema social, el de la personalidad y cl organismo conductual) y ejerce control sobre los demás. Aunque los oíros niveles no son totalmente controlados por el siste-
422
t e o r ìa
SOCIOLOGICA CLASICA
ma cultural, Parsons se calificó a si mismo de «determinista cultural». Parsons mantuvo su interés por el actor en su obra madura, pero hablaba del sistema de la personalidad, no de actores voluntaristas. El problema que surge aqui es que Parsons tendía a considerar que el sistema de la personalidad está determinado por los sistemas que se sitúan por encima de él: el sistema social y, en particu lar, el sistema cultural. En su obra madura, Parsons intentó dar a su perspectiva una orientación hacia el cambio. Esta orientación se refleja en su obra sobre la evolución de las sociedades. Sin embargo, a pesar de que aparentemente se ocupó del cambio, las ideas de Parsons sobre la evolución seguían teniendo una inclinación más estructural y funcional que orientada al cambio. Parsons se esforzó también en su obra madura por dar a su enfoque más dinamismo mediante la reflexión sobre los medios generalizados de intercambio.
APENDICE
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA METATEORICO PARA EL ANALISIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA
LA METATEORIZACION EN SOCIOLOGIA Ventajas de la metateorizacíón Críticas a la metateorización La explosión actual del interés por la metateorización LAS IDEAS DE THOMAS KUHN LA SOCIOLOGIA: UNA CIENCIA MULTIPARADIGMATICA Los grandes paradignnas sociológicos HACIA UN PARADIGMA SOCIOLOGICO MAS INTEGRADO Niveles de análisis social: una revisión de la literatura Niveles de análisis social; un modelo
423
424
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
En el capitulo segundo vimos que uno de los más recientes desarrollos de la teoría sociológica es la explosión del interés por la metateorización. Mientras el objeto de la reflexión de los teóricos es el mundo social, los metateóricos se centran en el estudio sistemático de la estructura subyacente a la teoria socio lógica. Entre los objetivos de este Apéndice figura examinar la explosión del interés por la metateorización en sociología y los parámetros fundamentales de este enfoque. Si no fuera por el hecho de que la estructura de este libro descansa sobre un conjunto específico de perspectivas metateóricas desarrolladas por su autor (Ritzer, 1975a, 1981a), un análisis de tal desarrollo reciente estaría fuera de lugar en este texto sobre teoría sociológica clásica (aunque, como podre mos comprobar, muchos de los teóricos clásicos hicieron trabajo metateórico). Como el objetivo primordial del presente libro es la teoría so ciológica clásica, se decidió que este esquema organizativo ocupara poco espacio y fuera claro. Por tanto, es posible leer todos los capítulos y el libro en su conjunto sin tener conocimiento del esquema organizativo en que se sos tiene. Sin embargo, este esquema puede despertar interés en algunos estu diantes, bien al principio o al final de la lectura del texto. Así, otro objetivo dcl Apéndice es pre.sentar las ideas metateóricas que impregnan el libro, pero antes hacerlo es preciso exponer una idea general de la metateorización en so ciología.
LA METATEORIZACION EN SOCIOLOGIA Comenzamos por precisar que los sociólogos no son los únicos que hacen metaanálisis, es decir, no son los únicos que estudian a conciencia su propia dis ciplina. Entre los que lo hacen se cuentan los filósofos (Radnitzky, 1973), los psicólogos (Gergen, 1973, 1986); Schmidt et al., 1984), los politólogos (Con nolly, 1973), algunos científicos sociales (varios ensayos de Fiske y Schweder, 1986), y los historiadores (White, 1973). Algunos de sus esfuerzos se asemejan bastante a ciertos tipos de metaanálisis en sociología, mientras otros difieren considerablemente de la clase de trabajo que se hacc en sociología. La cuestión clavc es que el estudio de la propia disciplina no es terreno exclusivo del .so ciólogo. Además del hecho de que el metaanálisis puede encontrarse en otras áreas, también está la cuestión de que varios tipos de sociólogos, no sólo los metateórico.s, realizan tal análisis. Podemos agrupar los diversos tipos de metaanálisis sociológico bajo el encabezamiento de «metasociología», que puede definirse como el estudio profundo de la estructura subyacente a la sociología en general y sus diversos componentes: áreas sustantivas (por ejemplo, la perspectiva de Hall [1983] sobre la sociología de las ocupaciones), conceptos (el análisis de Rubenstein [1986] del concepto de «estructura»), métodos {metamétodos\ por ejemplo, los esfuerzos de Brewer y Hunter [1988] y de Noblit y Haré [1988],
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
425
por sintetizar los métodos sociológicos), datos {metaanálisis de datos '; por ejemplo, hendrich. 1984; Hunter, Schmidt, y Jackson, 1982; Polit y Falbo, 1987; Wolf, 1986) y teorias. La metateorización es la que nos interesa en este Apéndice. Lo que distingue el trabajo en este área no es tanto el proceso de la metateo rización (o el estudio sistemático de las teorías, común a todos ios metateóricos) sino la naturaleza de los productos finales. Hay tres variedades de metateoriza ción, definidas en buena medida por las diferencias que presentan los productos finales (Ritzer, 1990d, 1991). El primer tipo, la metateorización como medio para obtener una comprensión más profunda de la teoría (M^), implica el estu dio de la teoría para producir una teoría mejor, una comprensión más profunda de la teoría existente (Ritzer, 1988)^. M^, se ocupa, más específicamente, del estudio de las teorias, de los teóricos y las comunidades de teóricos, así como de los contextos sociales e intelectuales de las teorías y los teóricos. El segundo tipo, la metateorización como preludio al desarrollo de la teoría (Mp) implica el estudio de las teorías existente para producir una teoría sociológica nueva. (En este segundo tipo de metateorización se solían centrar los teóricos clási cos). Y finalmente, existe un tercer tipo, la metateorización como fuente de las perspectivas que sostiene toda la teoría sociológica (M^), que implica un estu dio de la teoría orientado hacia la meta de producir una perspectiva, por ejem plo, una metateoría, que abarque cierta parte, o toda la teoría sociológica. (Como veremos, es este tipo de m etateorización el que proporciona el marco de este libro). Dadas estas definiciones, pasemos a examinar cada tipo de metateo rización. El primer tipo de metateorización, se compone de cuatro subtipos bási cos, que implican el estudio formal o informal de una teoría sociológica para obtener una comprensión más profunda de ella. El primer subtipo se centra en las cuestiones intelectuales o cognoscitivas internas a la sociología. Entre ellas se cuentan los intentos de identificar los principales paradigmas cognoscitivos (Ritzer, 1975a, 1975b; véase también el análisis presentado más abajo) y las principales «escuelas de pensamiento» (Sorokin, 1928), perspectivas más diná micas de la estructura subyacente a la teoría sociológica (Harvey, 1982, 1987; Wiley, 1979) y el desarrollo de herramientas metateóricas generales para analizar las teorías sociológicas existentes y desarrollar nuevas teorías (Alexaiider et al., 1987; Hdel, 1959; Gouldner, 1970; Ritzer, 1989, 1990a; Wiley, 1988). El sc-
' Le he dado esta denominación (algo incómoda) para diferenciarlo del metaanálisis más general. Rn el meta análisis de datos e] objetivo es buscar el modo de acumular resultados de investigación mediante esludios de investigación- En su introducción a Meíaanálifus, de Woif, Niemi define el metaanálisis como «ia aplicación de procedimientos estadísticos a conjunto de hallazgos empíricos procedentes de e.studios individuales que tiene el propósito de integrarlos, sintetizarlos y darles sentido» (Wolf, 1986:56). ’ Mientras en mis primeras obras (Rilzer, 1987. 1988) tendía a igualar este tipo con toda metateorización, ahora lo considero como uno de los tres tipos principales. También, mi deseo aquí US analizar la metateorización como un proceso general más que como una metateoría, que es, como veremos, sólo uno de los tres productos finales posibles de la metateorización.
426
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
gundo subtipo (interno-social) también mira hacia el interior de la sociología, pero se centra en los factores sociales en lugar de en los cognoscitivos. Lo principal es que acentúa los aspectos comunes de diferentes teorías sociológi cas e incluye esfuerzos para identificar las principales «escuelas» de la historia de la sociología (Bulmer, 1984, 1985; Tiryakian, 1979, 1986), el enfoque más formal de redes sobre el estudio de los vínculos entre los grupos de sociólogos (Multins, 1973, 1983), así como tos estudios de los propios teóricos que exami nan sus afiliaciones institucionales, sus carreras, sus posiciones dentro del cam po de la sociología, etc... (Gouldner, 1970). El tercer tipo (externo-intelectual) busca en otras disciplinas académicas ideas, herramientas, conceptos y teorías que pueden utilizarse para el análisis de la teoría sociológica (por ejemplo, Brown, 1987, 1990). Finalmente, el enfoque externo-social asciende a un nivel más macro para analizar la sociedad en su conjunto (nivel nacional, nivel socio cultural, etc.) y la naturaleza de su influencia sobre la teorización sociológica (por ejemplo, Vidich y Lyman, 1985). La mayoría de la metaíeorización en sociología no es Mjj; antes bien, suele ser del segundo tipo, la metateorizacíón como preludio para el desarrollo de una teoría sociológica (Mp). Gran parte de los teóricos clásicos más importantes desarrollaron sus teorías, al menos en parte, sobre la base de un estudio meticu loso de la obra de otros teóricos y de su reacción a ella. Entre los ejemplos más importantes se cuentan la teoría del capitalismo de Marx (véase el quinto capí tulo), inspirada en la filosofía hegeliana, así como en otras ideas relativas a la economía poiitica y el socialismo utópico; la teoría de la acción de Parsons (véase el capítulo undécimo), desarrollada a partir de un estudio sistemático de la obra de Durkheim, Weber, Pareto y Marshall; (a teoría multidimensional y neofuncional de Alexander, basada en un estudio meticuloso de la obra de Marx, Weber, Durkheim y Parsons; y la teoría de la comunicación de Habermas (1987), basada en su análisis de la obra de varios teóricos críticos, así como de la de Marx, Weber, Parsons, Mead y Durkheim. Como el libro presente trata de la teoría clásica, pasemos a examinar más profundamente la Mp tal y como la practicaron dos teóricos clásicos analizados en este libro: Marx y Parsons. En los Manuscritos de economía y fdosofía de 1844, Marx (1932/1964) desarrolló su perspectiva teórica sobre la base de un análisis meticuloso y deta llado y de una crítica de la obra de economistas políticos como Adam Smith, Jean-Baptiste Say, David Ricardo, y James Mili; de la de filósofos como G. W.F. Hegel, de la de los Jóvenes Hegelianos (por ejemplo, Bruno Bauer), y Ludwig Feuerbach; de la de socialistas utópicos como Etienne Cabet, Robert Owen, Charles Fourier, y Pierre Proudhon; y de las ideas de varias otras escuelas y representantes intelectuales de mayor o menor importancia. Es evidente que los Manuscritos de 1844 constituyen casi por entero un tratado mctateórico en el que Marx desarrolla sus propias ideas a partir de su inspiración en una variedad de sistemas de ideas. ¿Y qué ocurre con otras obras de Marx? ¿Son empíricas?, ¿Menos metateóricas? En su prefacio a La ideología alemana (Marx y Engeis, 1845-46/1970),
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
427
C.J. Arthur describe que esta obra comprende «las polémicas detalladas línea por linea contra los escritos de algunos de sus contemporáneos [de Marx y Engels]» (1970: 1). De hecho, el propio Marx describe La ideología alemana como un esfuerzo por «desarrollar juntos nuestra concepción en oposición a la concepción ideológica de la filosofía alemana; de hecho, para explicar nuestra antigua conciencia filosófica. La intención adoptó la forma de una crítica de la fílosofía poshcgclíana» (1859/1970: 22). La sagrada fam ilia (Marx y Engels, 1845/1956) es, sobre todo, una crítica extensa a Bruno Bauer, los Jóvenes He gelianos, y su tendencia a una «crítica crítica» especulativa^. En su prefacio, Marx y Engels explicitaron que este tipo de trabajo metateórico constituía un preludio a su teorización futura: «Por lo tanto, presentamos esta polémica como un preliminar a las obras independientes en las que... presentaremos nuestra visión positiva» (1845/1956: 16). En los Grundrisse, Marx (1857-58/1974) eli ge como antagonistas metateóricos al economista político David Ricardo y al socialista francés Pierre Proudhon (Nicolaus, 1974). A lo largo de las páginas de los Grundrisse, Marx lucha para resolver una serie de problemas teóricos, en parte mediante una critica a las teorías y a los teóricos mencionados más arriba, y en parte mediante una aplicación de ideas derivadas de Hegel. Aludiendo a la introducción a los Grundrisse, Nicolaus señaló que «refleja en cada línea la lucha de Marx contra Hegel, Ricardo y Proudhon. De ahí extrajo Marx el obje tivo más importante de todos; a saber, la formulación de los principios básicos que permitirían escribir la historia dialécticamente» (1974: 42). La Contribu ción a la critica de la economía política (Marx, 1859-1970) constituye, como sugiere el titulo, un esfuerzo por construir un enfoque económico distintivo sobre la base de una crítica de las obras de los economistas políticos. Incluso E l Capital (1867/1967) —que supuestamente es una de las obras más empíricas, puesto que se ocupa directamente de la realidad del mundo capi talista y recurre a las estadísticas e informes oficiales— se inspira en el trabajo metateórico previo que realizó Marx y contiene algún elemento de metateoriza ción propio. De hecho, el subtítulo, Una crítica de la economía politica, no deja ninguna duda de sus raices metateóricas. Con todo, Marx gozó en El Capital de libertad para ser mucho más «positivo»; es decir, para construir su propia orien tación teórica distintiva. Esta libertad se debe, en parte, a que había hecho mu cho trabajo metateórico en sus primeras obras. Además, gran parte del trabajo metateórico nuevo deriva del denominado cuarto volumen de El capital, publi cado con el titulo de Teorias de la plusvalía (Marx, 1862-63/1963, 1862-63/ 1968). Teorías comprende muchos extractos de la obra de los principales eco nomistas políticos (por ejemplo, Smith, Ricardo), así como análisis críticos rea lizados por Marx. En suma, se puede decir sin temor a equivocarse que Marx fue, en buena parte, un metateórico, y quizás el teórico clásico de la sociologia más metateórico.
De hecho, el libro se subtitula Contra Bruno Bauer y compama.
428
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
La estructura de ta acción social de Parsons (1937) es el ejemplo más puro (salvo, tal vez, la obra del neoparsoniano Jcffrey Alexander) de Mp. Una buena parte de La estructura de ¡a acción social está dedicada al estudio de la obra de Alfred Marshall, Vilfredo Pareto, Emile Durkheim, y Max Weber"^. Y Parsons utiliza esa obra metateórica para comenzar a desarrollar su propia teoría de la acción. Las raíces de la obra de Parsons no se encuentran en el mundo empírico, sino en lo que, desde su punto de vista, eran las ideas convergentes de los teóri cos mencionados más arriba. De hccho, Parsons explicitó su enfoque Mp. Consideraba La estructura de la acción social como una «monografía empírica» y afirmaba que los fenóme nos estudiados «eran teorías que ciertos escritores habían sostenido sobre otros fenómenos... las teorías que han sido analizadas [constituyen] cuestiones de hecho como cualquiera otras, que requieren verificación mediante el mismo método, el de la observación. En este caso, los hechos se refieren a las obras publicadas de esos escritores» (1949: 697). Pero Parsons no se da por contento con analizar las teorías existentes; su estudio «también ha hecho cierta teoriza ción explícita propia» (1949; 697). En el prefacio a la segunda edición de La estructura de ¡a acción social Parsons subraya esta misma cuestión cuando re flexiona sobre su obra una década después de su publicación; «Resultó un vehí culo conveniente para la clarificación de problemas y conceptos, de implicacio nes e interrelaciones. Era un medio de hacer inventario de las fuentes teóricas a nuestra disposición... La clarificación obtenida de esta inventarización ha abierto la posibilidad de un ulterior desarrollo teórico de suficiente alcance, de modo que su impulso no se ha agotado en absoluto por el momento» (1949; B). Sólo dos años depués de la publicación de la segunda edición de La es tructura de la acción social, Parsons y Shils (con la ayuda de Olds) explicitaron las raíces metateóricas de la teoría revisada de ia acción, ün Toward a General Theory o f Action [Hacia una teoría general de la acción] (1951), en la primera nota a pie de página, situada junto a la cuarta palabra del libro, afir maban; La ex p o sició n presente de ia teoría de la a cció n representa, en m uy buena medida, una revisión y una exten sión de ia p o sició n d efendida por Parsons en La estructura de ¡a acción social... particularm ente a la lu? de la teoría psicoan aiítica, de los desarrollos en la p sico lo g ía de la conducta y de lo s que so han producido en el análisis a n trop ológico de la cultura. (P arsons y S h ils, 1951; 53)
lin ei lapso que media entre la publicación de La estructura de la acción social (1937) y las obras que realizó sobre la teoría de ia acción a principios de ia década de 1950, Parsons enmendó y cambió su orientación teórica. Tal vei
“* También comprende el estudio de varias tradiciones filosóficas; por ejemplo, del utilita rismo, el positivismo y el empirismo.
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
429
esos cambios se debieron a cambios producidos en el mundo social, pero, sin lugar a dudas, las ideas teóricas de Parsons cambiaron a medida que trataba metateóricamente la aportación de varios teóricos, entre ellos el psiquiatra Sig mund Freud ^ el antropólogo Franz Boas el conductista Edw'ard Tolman, etc... Sobre todo, Parsons elaboró su teoría sobre la base de un reanálisis metateórico de su propia obra y de las críticas que ésta habia recibido. Así, por ejemplo, al final de su carrera, Parsons (1966, 1971) se orientó hacia la teoría de la evolu ción a partir de un análisis propio de las deficiencias que los críticos habían señalado en su primera obra Parsons precisa esta cuestión en una de sus pri meras obras sobre el cambio; D eb o abordar el problem a dcl cam bio so cia l. M e gusta hacerlo d ebido a la im por tancia intrínseca de la cu estió n y a que el lugar que ocupa en mi obra ha supuesto una fuente de preocupación, e in clu so de p o lém ica . A d em ás, ahora d ed ico una atención m ás exp lícita a este asunto que antes, y algunas de las ideas que v o y a exponer son, desde m i punto de vista, nuevas. {Parsons, 1 9 6 1 :2 1 9 )
Aunque hemos escogido a Marx y a Parsons para analizarlos en detalle, cl hecho es que virtualmente todos los teóricos clásicos (y contemporáneos) eran metateóricos y, más específicamente, practicaban la M^. Hay varios ejemplos que ilustran el tercer tipo de metateorización, M q. Entre ellos se cuentan la «matriz disciplinar» de Wallace (1988), el «paradigma so ciológico integrado» de Ritzer (1979, 1981a) (véase más adelante), la metasociologia positivista de Furfey (1953/1965), la metasociología «neodialéctica» de Gross (1961), la «lógica teórica general de la sociología» de Alexander (1982) y los supuestos y modelos del estado (derivadas de Alexander) de Lehman (1988). Los trabajos de Wallace y de Ritzer pertenecen a la categoría M q debido a que sus perspectivas más importantes se derivan de un estudio meticuloso de la teoría sociológica. En cambio, las obras de Furfey y Gross defiende que sus orientaciones preceden e informan la teoria sociológica. Finalmente, los traba jos de Alexander y Lehman representan tipos mixtos de metateorización. Su adopción de un enfoque multidisciplinar precede el estudio de la teoría, mientras
’ De hecho, en el prefacin a la segunda edición de La estructura de la acción social, Par sons analiza la necesidad de hacer un «análisis completo del desarrollo teórico de Frcud dentro del contexto de la ‘teoría de la acción social’» (1949). Sin embargo, Parsons no considera a Boas «un teórico de la misma talla teórica» que Freud, Durkheim o los otros pensadores destacados que analizó (1949). ^ En térm inos de su trabajo metateórico, ni siquiera he mencionado las incursiones de Parsons en M y en sus frecuentes ensayos sobre el estado general de la teoria sociológica, como «Las perspectivas de la teoría sociológica» ( 1954a) y «Posición actual y perspectivas de la teoría sistemática «n sociologia» (1954b). También merece meiicióti ei papel que desempeñó Parsons como primer editor del American Sociologist original, fundado como principal órgano de difusión del trabajo metateórico.
430
t e o r ìa
SOCIOLOGICA CLASICA
SU análisis de la acción y el orden se derivan más bien de un enfoque A pesar de estas diferencias, los seis trabajos producen perspectivas teóricas englobadoras.
Las tres variedades de metateoria son tipos ideales. En la realidad suele darse un solapamiento considerable de los objetivos de los trabajos metateóri cos. No obstante, los que hacen un tipo determinado de metateorización tienden a interesarse menos por alcanzar los objetivos que persiguen los otros dos tipos. Por supuesto, hay sociólogos que en algún momento han hecho los tres tipos de metaeorización. Por ejemplo, Alexander (1982-1983) crea perspectivas englobadoras (Mq) en el primer volumen de Theoretical Logic in Sociology, las utili za en los siguientes tres volúmenes para alcanzar una mayor comprensión (M^^^) de los teóricos clásicos y más recientemente ha intentado contribuir a la crea ción del neofuncionaíismo (M^) como sucesor teórico del funcionalismo es tructural (Alexander, 1985b; Alexander y Colomy, 1990).
Las ventajas de la metateorización La metateorización poroporciona tres ayudas totalmente esenciales para la teo ría sociológica. Primera, la M^J ofrece métodos sistemáticos para la compren sión, la evaluación, la critica y la mejora de las teorías existentes. Segunda, representa una de las bases importantes para la creación de una nueva teoría. Tercera, brinda a los teóricos (asi como a los profesionales e investigado res) perspectivas teóricas englobadoras útiles. Pasemos a analizar cada una de estas tres funciones. La responsabilidad distintiva de la metatcorizazión (My) es aumentar cl nivel de comprensión de todas las teorías sociológicas. Mientras los sociólogos leen teoria superficialmente, los metateóricos estudian sistemáticamente la teo ría y realizan análisis meticulosos (y con frecuencia, comparativos) de toda una serie de teorías sociológicas. Los metateóricos tienen a su disposición un arse nal de herramientas, que les permiten descubrir muchas cosas acerca de la leoría sociológica, que no son visibles para el estudioso ordinario de teoría. Ade más de facilitar una comprensión más profunda de la teoria, la metateorización sistemática les permite evaluar más adecuadamente y analizar críticamente las teorías existentes. En último, y tal vez más importante lugar, los metateóricos tienen mayor capacidad para descubrir la manera de mejorar ciertas teorias específicas, así como la teoría en general. El uso de las herramientas de la permite a los metateóricos descubrir cosas interesantes, importantes y, a veces, sorprendentes acerca de las teorías y los teóricos. Por ejemplo, las herramientas de la M^j que se utilizan en los análisis comparados muestran que la teoría sociológica ha pasado por cuatro periodos principales durante las cuatro últimas décadas (Ritzer, en prensa b). El concepto de paradigma nos permite describir la década de los sesenta como un periodo multiparadigmático, con divisiones teóricas y conflictos entre y dentro de los paradigmas (Ritzer, 1975a, 1975b). La distinción micro-macro caracteri
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA. .
431
za tanto«! surgimiento de las teorías microsociológicas durante los años setenta (Ritzer, 1985), como los esfuerzos teóricos invertidos en la síntesis micro-ma cro de los años ochenta. Estas últimas observaciones han conducido a la identi ficación de la emergencia de una amplia serie de esfuerzos sintéticos que carac terizan los inicios de la década de los noventa (Ritzer, 1990b). Estos análisis, tomados en conjunto, no constituyen una historia de la teoría sociológica reciente, pero sí representan un análisis metateórico de esa historia. No los hemos expuesto como una alternativa a la historia de la teoría sociológi ca. En efecto, la combinación de los análisis metateóricos y de los que son más propiamente históricos, aumenta probablemente nuestro nivel de comprensión de la teoría. El M^, no sólo mejora la comprensión de la teoría sociológica, sino que permite también a los metateóricos evaluar y criticar sistemáticamente las teo rías. Por ejemplo, el concepto micro-macro utilizado en un examen crítico (Ritzer, 1985) de la obra de Randall Collins sobre las cadenas de interacción rituales (1981a, 1981b) descubre que esta obra falla debido a su reduccionismo micro. En un trabajo posterior Collins intenta rectificar este desequilibrio dando más importancia a los fenómenos macro. El análisis M^^, no sólo permite a los metateóricos comprender y evaluar mejor las teorías, sino también puede contribuir directemente a la mejora de las teorías sociológicas. Por ejemplo, el análisis metateórico del movimiento actual hacia las síntesis teóricas sugiere que la teoría sociológica mejoraria si algunos de los defensores de virtualmente todas la teorias sociológicas se alejaran de su adherencia a una teoría específica o a un nivel particular de análisis. (Sin em bargo, esto no quiere decir que todos los teóricos deban orientarse hacia la síntesis. Las perspectivas teóricas específicas tienen cierta utilidad). El modelo podría ser, por ejemplo, el funcionalismo estructural, que se ha extendido debi do al esfuerzo de algunos pensadores (Alexander, 1985b; Alexander y Colomy, 1990) por integrar ideas procedentes de otras perspectivas teóricas (por ejem plo, la teoría del conflicto, la etnometodologia). Al mismo tiempo, el enfoque tradicional del funcionalismo estructural sobre los fenómenos macro (la estruc tura social, la cultura), incluye ahora un mayor interés por los fenómenos mi cro. Esta doble extensión ha transformado el funcionalismo estructural en ncofuncionalismo y ha aumentado su alcance y poder. El resultado de esta extensión es ora el triunfo de un neofuncionalismo más integrado, ora una bifurcación por la que, por un lado, el funcionalismo estructural sigue comprometido con un en foque en el nivel macro, y por otro, vemos el ncofuncionalismo como una pers pectiva intcgradora distintiva. Este tipo de cosas se han producido en las fronte ras de muchas otras perspectivas teóricas (por ejemplo, en el interaccionismo simbólico [Fine, 1990]). La segunda gran aportación de la metateorización es la creación de una nueva teoría. Mientras esta es la meta distintiva de la Mp, la creación de una teoría también puede resultar de la M^,. La línea divisoria entre una teoría mejo rada y una nueva teoría suele ser confusa. Por ejemplo, hemos señalado que
4 32
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Alexander, en parte a través del análisis M^, se embarcó en un esfuerzo por mejorar el funcionalismo estructural. Sin embargo, hay algunos (por ejemplo, Turner y Maryanski, 1988) que aprecian tantas diferencias entre el funcionalis mo estructural tradicional y cl ncofuncionalismo, que consideran éste último como una nueva teoria. También puede ocurrir que los trabajos en la línea conduzcan a la crea ción de una nueva teoria. Perspectivas cnglobadoras tales como el positivismo, el antipositivismo y el pospositivismo han contribuido a generar en el transcur so del tiempo una amplia serie de teorías. Teorías tales como el funcionalismo estructural y la teoría del intercambio tienen raíces claras en el positivismo, mientras muchas variedades de la teoría neomarxista y la fenomenología están más bien arraigadas en las perspectivas englobadoras dcl antipositivismo. El pospositivismo puede ser considerado la base del posmodernismo, del posestructuralismo, y tal vez incluso del neofuncionalismo. La creación de una nueva teoría constituye la función distintiva de la Mp. La reflexión metateórica sobre la obra de otros teóricos ha sido, continúa sien do, y siempre debe ser una fuente importante para la creación de una nueva teoría. Una de las funciones más importantes de la metateorización, especial mente de la Mp, para la sociología es la producción constante y continuada de nuevas teorías. La tercera función de la metateorización es la producción de perspectivas teóricas englobadoras. Mientras que este es el papel distintivo de la M q, la M^ y la Mp pueden también servir a este fín. Por ejemplo, cl trabajo de la M^ (Ritzer, 1975a) sobre la estructura paradigmática de la sociología condujo a la generación de una orientación trascendental, al paradigma sociológico integra do (Ritzer, 1981a). Sin embargo, la M^^ se dirige específicamente hacia la gene ración de perspectivas englobadoras. En una era que se caracteriza por el análi sis específico de síntesis de teorías y niveles de análisis, es importante (por muy deseable que sea aquel trabajo) que, al menos, algunos sociólogos produzcan estas perspectivas trascendentales (véase Antonio, 1990; Kellner, 1990). Estas perspectivas englobadoras son esenciales para no perder de vista los paráme tros de la disciplina.
Críticas a la metateorización Hasta mediados de la década de los ochenta, los aspectos más visibles de la metateorización fueron probablemente las críticas, con frecuencia duras, que se han hecho a la metateorización (R. Collins, 1986; Skocpol, 1986; J.Tumer, 1985a, 1986; para una exposición y análisis de estas críticas, véase Ritzer, 1988). Es este un evento infrecuente en la historia de los círculos académicos: la aparición de críticas altamente visibles e influyentes antes de que fuese atacada la emer gencia total de este campo. Por supuesto, lo que esto significa es que este campo simpre ha existido, al menos en un estado incipiente. Se ha realizado mucho trabajo metateórico bajo una amplia serie de otras denominaciones —«sociolo-
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA,..
433
già de la sociologia», «sociologia de la ciencia», «sociología del conocimien to», «historia de la sociología»— y, más notablemente, como parte constituyen te de la teoría sociológica. De hecho, la mayoría de las críticas han sido realiza das por metateóricos cerrados (por ejemplo, R. Collins, Skocpol, J. Turner), que tal vez carecían de una concepción nítida de lo que estaban criticando. Pasemos a analizar las tres críticas más importantes que se han hecho a la metateoriza ción sociológica. Jonathan Turner critica la metateoria, principalmente por razones prag máticas aduciendo que, desde su punto de vista, «se empantana con frecuencia en cuestiones sumamente filosóficas e inmoviliza la construcción teórica... la metateoria suele bloquear tanto como estimula la actividad teórica, porque en reda a los teóricos en controversias intrínsecamente insuperables y siempre dis cutibles» (1986; 10; véase también J.Turner 1985a). Más tarde, Tumer cali fica la teoría de «interesante, pero contraproducente» y sostiene que los que la proponen y defienden «nunca se han acercado al desarrollo de una teoría» (1986; 26). En una recensión crítica de un libro (Alford y Friedland, 1985) sobre socio logia política, Theda Skocpol ( 1986) señala que, en su opinión, en este subcam po lo idóneo y útil es la producción de teoría e investigación sustantiva. Descri be peyorativamente la obra de Alford y Friedland como «quinientas páginas de nada más que metateoria» (Skocpol, 1986: 10). Critica duramente a los autores por «encasillar» la obra de los sociólogos de la política, por defender la necesi dad de una teoría integrada inspirada en cada una de las casillas sin especificar el contenido de esa teoría, por defender que los diferentes tipos de enfoque se ajustan a los distintos niveles de análisis, y por ignorar el hecho de que la mejor tarea que se ha realizado en sociología política ha sido analizar la interrelación entre estos niveles. Expresa su deseo de que Alford y Friedland regresen al trabajo sustantivo en el campo de la sociología política, mientras predica «que el Señor proteja a otros sociólogos de la política y les haga desear la muerte final de la metateoria» (Skocpol, 1986: 11-12). El uso de la expresión «la muer te final» en esta frase, así como en el título de su recensión, implica claramente que Skocpol no confiere ningún papel productivo a la metateoria dentro de la sociología. Tal vez la critica más interesante de las que ha recibido la metateoria sea la de Randall Collins (1986). Al principio, Collins asociaba la metateoria con un antipositivismo irrelevante. Sin embargo, pronto elaboró una crítica más ge neral: N o m e sorprende qu e la m etateoria no v a y a a ninguna parte; es, en lo fundam ental, una esp ecia lid a d reflexiva, capaz d e hacer com entarios sobre otros cam pos, pero dependiente de la vida intelectual de a q u ellos cam pos que puede form alizar.... o criticar. Esto expHca por qué la m ayoría del trabajo intelectual de nuestros días con siste en hacer com entarios sobre obras del pasado en lugar de co n stru ccion es creativas por sí m ism as.
(R. Collins, 1986: 1343).
434
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
A pesar de su critica a la metateoría, Collins procede a hacer lo que él mismo condena; emprende un análisis metateórico de una variedad de obras del pasado (rccicnte). Más que conseguir la dilación del desarrollo de la metateorización en socio logía, las críticas de esta índole han surtido el efecto contrario, han legitimado el trabajo de los metateóricos y han conducido al florecimiento del trabajo me tateórico.
La explosión actual del interés por la metateorización Por explosión actual del interés por la m etateorización, la idea que que remos expresar es el enorme aumento que ha experimentado la cantidad de trabajos que son explícita y autoconscientemente mctatcóricos. La evi dencia más objetiva nos la proporciona un estudio realizado por Fuhrmati y Snizek (1990) acerca de las publicaciones que han aparecido durante la úl tima década, que indica que existe un fuerte y creciente interés por la me tateorización en sociología. Una relación numerosa dcl trabajo de ambos incluye obras que han sido recientemente publicadas o están en prensa. In m ediatamente después de term inar su estudio han aparecido muchos otros trabajos metateóricos (por ejemplo, Berger, W agner, y Zelditch, 1989; J. Turner, 1989a). Este aumento se refleja también en el proceder de la revista Sociological Theory, que dedica cada vez más espacio a ensayos explíci tamente metateóricos (por ejemplo, Fararo, 1989; Levine, 1989; Ritzer, 1988). Además, una serie de libros recientes (y en prensa) también son explícita-mente metateóricos (Fiske y Schweder, 1986; Osterberg, 1988; Ritzer, 1991; J. Tur ner, 1989b), y muchos, tal vez la mayoría, de los libros de teoría sociológica son implícitamente metateóricos. En marzo de Í990, Sociological Forum dedicó un ejemplar monográfico a la metateorización en sociología (Ritzer, 1990c), y en 1992, la editorial Sage ha publicado un libro dedicado a estudios metateóricos (Ritzer c, en prensa). Aparte de estos trabajos, hay toda una serie de obras (cuya cantidad aumenta) que han tratado cuestiones metateóricas más específicas, tales como el vínculo micro-macro (Alexander et al., 1987; R. Co llins, 1981a, 1981b. 1988; Ritzer, 1990a), la relación entre acción y estruc tura (Archer, 1982, 1988; Bernstein, 1971; Giddens, 1984), y los ni veles del análisis social (Ritzer, 1989; Wiley, 1988, 1989). Si bien es posible que todo esto represente el auge de la metateorización en sociología, hay muchas razones para creer que representa más bien el despegue de una amplia variedad, y un número creciente, de obras metateóricas en el campo de la sociologia. Una vez que hemos expresado esta idea, ahora retomamos al enfoque me tateórico específico implícito en este libro. Como veremos, implica una com binación de M(j y M q. Comenzaremos con un breve análisis de la obra de Tho mas Kuhn, y luego examinaremos mi análisis (M ^) de los múltiples paradigmas de la sociologia. Finalmente, analizaremos la herramienta metateórica —el pa-
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
435
radigma sociològico integrado (M^)— que constituye la fuente de los niveles de análisis utilizados para estudiar las teorías sociológica analizadas en este íibro.
LAS IDEAS DE THOMAS KUHN En 1962 el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn publicó un pequeño libro titula do The Structures o f Scientific Revolutions [La estructura de las revoluciones científicas]. Como este libro se enmarcaba en la filosofía, parecía estar destina do a tener un estatus marginal dentro de la sociología. Y era así porque se centraba en las ciencias duras (la física, por ejemplo) y parecía tener escasa relación directa con las ciencias sociales. Sin embargo, las tesis del libro de mostraron ser de sumo interés para estudiosos de una amplia serie de campos (por ejemplo, Hollingcr, 1980 en historia; Searle, 1972 en lingüística; Stanfield, 1974 en economía), y para ninguno cobró tanta importancia como para los so ciólogos. En 1970, Robert Friedrichs publicó la primera y más importante obra desde una perspectiva kuhniana, A Sociology o f Sociology [Sociología de la sociología]. Desde entonces ha habido una producción constante de trabajos desde esta perspectiva (Eckberg y Hill, 1979; Effrat, 1972; Eisenstadt y Curelaru, 1976; Falk y Zhao, 1989, 1990; Friedrichs, 1972a; Greisman, 1986; Lodahl y Gordon, 1972; Phillips, 1973, 1975; Quadagno, 1979; Ritzer, 1975a, 1975b, 1981b; Rosenberg, 1989; Snizek, 1976; SnizeketaL, 1979). Es indudable que la teoría kuhniana constituye una variedad importante de la M^J, pero, ¿cuál era exactamente el enfoque de Kuhn? Una de las metas de Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas era desafiar las suposiciones comunes acerca dcl modo en que la ciencia cam bia. Desde el punto de vista de la mayoría de los profanos y de muchos científi cos, la ciencia avanza de un modo acumulativo, de manera que cada avance se construye inexorablemente sobre todos los que le han precedido. La ciencia ha alcanzado su estatus presente a través de aumentos lentos y constantes de cono cimiento. Y avanzará incluso más en el futuro. Esta concepción de la ciencia había sido enunciada por el físico Isaac Newton, quien afirmó que «Si he logra do ver más lejos, ha sido encaramándome a hombros de gigantes». Pero Kuhn creía que esta concepción dcl desarrollo acumulativo de la ciencia era un mito, e intentó destruirlo. Kuhn admitió que la acumulación jugaba cierto papel en el avance de la ciencia, pero los principales cambios resultaban de las revoluciones. Kuhn ofreció una teoría de cómo se habian producido los principales cambios científicos. Creía que la ciencia estaba siempre dominada por un paradigma especifico (definido hasta ese momento como una imagen fundamental del objeto de la ciencia). La ciencia normal consiste en un periodo de acumulación de conoci mientos en el que los científicos trabajaban para extender el paradigma domi nante. Este trabajo científico inevitablemente genera anomalías, o hallazgos,
436
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
imposibles de explicar mediante cl paradigma dominante. Si estas anomalías aumentan se produce una etapa de crisis, que puede desembocar en una revolu ción científica. El paradigma dominante se abandona y se reemplaza por otro nuevo, que ocupa su lugar en el núcleo de la ciencia. Nace un nuevo paradigma dominante, y de nuevo se repite cl ciclo. La teoría de Kuhn se puede describir esquemáticamente como sigue: Paradigma I ----- > Ciencia normal ----- > Anomalías ----- > Crisis ----- > Revolución ----- > Paradigma 11 En los periodos de revolución es cuando se producen los grandes cambios en la ciencia. Hsta idea sitúa evidentemente a Kuhn frente a la mayoría de las concepciones del desarrollo científico. El concepto clave del enfoque de Kuhn y de este Apéndice, es el de para digma. Desgraciadamente, Kuhn ofrece una definición vaga de paradigma. Margaret Masterman (1970) señala que Kuhn utilizó el termino en, al menos, veintiún sentidos diferentes. Pero nosotros emplearemos una definición de pa radigma que creemos fiel al significado y espíritu de su obra. Lfn paradigma sirve para diferenciar una comunidad científica de otra. Se puede utilizar para distinguir la fisica de la química o la sociología de la psico logía. Estos campos tienen paradigmas distintos. También se puede utilizar para distinguir entre etapas históricas difentes en el desarrollo de una ciencia. El paradigma reinante de la física en el siglos xix difiere considerablemente del que la dominó a principios del siglo xx. Hay un tercer uso del concepto de paradigma, que constituye el más útil para nosostros aquí. Los paradigmas pue den servir para distinguir entre grupos cognoscitivos dentro de una misma cien cia. En el psicioanálisis contemporáneo, por ejemplo, se pueden distinguir los paradigmas de Freud, de Jung y de Homey (entre otros) —es decir, hay múlti ples paradigmas en el psicoanálisis y lo mismo ocurre en ia sociotogia y en muchos otros campos. Pasemos a ofrecer una definición de paradigma que creemos fiel al signifí cado de la obra original de Kuhn: Un p a ra d ig m a es una im ag en bá.síca del o b je to d e u n a c ie n c ia . S irv e p a ra d e fin ir lo q u e d e b e e stu d ia rs e , la s p re g u n ta s q u e es n e c e a rio re sp o n d e r, c ó m o d e b e n re sp o n d e rse y q u e re g la s es p re c iso seg u ir p a ra in te rp re ta r ias re s p u e sta s o b te n id a s. El p a ra d ig m a es la u n id a d m ás g e n e ra l d e c o n sen so d e n tro de u n a c ie n c ia y sirv e para d ife re n c ia r u n a c o m u n id a d c ie n tífic a (o suhcomimidad) d e o tra. S u b su m e , d e fin e e in te rre la c io n a lo s e je m p la re s, la s teo ría s [c u rsiv as a ñ a d id a s], y los m é to d o s e ins tru m e n to s d isp o n ib le s. (R itz e r, 1975a: 7)
Con esta definición podemos proceder al análisis de la relación entre los paradigmas y las teorías. Las teorías son sólo parte de los grandes paradigmas. Dicho de otro modo, un paradigma puede abarcar dos o más teorias, así como
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
437
diferentes imágenes del objeto, los métodos (e instrumentos), y los ejemplares (obras específicas del trabajo cientifíco que constituyen modelos para todos los que lo siguen). Uno de los objetivos de ete Apéndice es identificar los paradig mas fundamentales de la sociología.
LA SOCIOLOGIA: UNA CIENCIA MULTIPARADIGMATICA La idea de que la sociología es una ciencia multíparadigmática ha recibido cier to apoyo empírico (LodahI y Gordon, 1972), pero la mayoría de los análisis realizados sobre el estatus paradigmático de la sociología son conceptuales. En la primera aplicación sistemática de las ideas kuhnianas a la sociología, Robcrt Fricdrichs (1970) presentó dos imágenes diferentes del estatus paradig mático de la sociología, pero ambas reafirmaban la idea de que la sociología era una ciencia multíparadigmática. Por una parte, Friedrichs señaló que, a pesar del gran consenso que existió en el pasado, la sociología se había dividido entre un paradigma sistèmico (que acentúa la integración societal y el consenso) y un paradigma del conjJicto (que acentúa la desintegración societal y la coerción), con una amplia serie de perspectivas diferentes que constituyen paradigmas potenciales. Estos paradigmas se basan en las imágenes fundamentales del ob jeto de la sociología, pero Fricdrichs pensaba que tenían una importancia se cundaria frente a los otros dos paradigmas que se centraban en las imágenes que tenían los sociólogos de sí mismos como agentes científicos. Estos eran el para digma profètico y el sacerdotal. Mientras los sociólogos proféticos se conside raban agentes del cambio social, los sociólogos sacerdotales se cahfícaban de científicos «libres de valores». La cuestión más importante para nuestros pro pósitos es que, en sus análisis tanto de las imágenes del objeto de la sociología como de las que tienen los sociólogos de sí mismos, Friedrich concluye que la sociología es una ciencia multiparadigmática. Andrew Effi'at (1972) se alineó abiertamente con los que consideraban la sociología como una ciencia multiparadigmática, aunque se equivocó al con fundir teorias especificas con paradigmas. Effrat concluyó su trabajo presen tando una lista algo confusa de paradigmas que incluía el marxista, el freudia no, el durkheimiano, el weberiano, el fenomenològico, el etnometodológico, el del interaccionismo simbólico y el de la teoría del intercambio. Como veremos, todos ellos constituyen más bien componentes teóricos de los paradigmas múl tiples de la sociología. Sin embargo, Effrat acertó en su imagen multiparadig mática de la sociología. S.N. Eisenstadt y M. Curelaru (1976) distinguieron entre el paradigma dis creto, el del sistema cerrado, y el del sistema abierto. Distinguieron estos para digmas en función del desarrollo histórico del campo. El primero es el paradig ma discreto, que se centra en entidades concretas separadas tales como las propiedades ecológicas, el tamaño de los grupos, o las características raciales y psicológicas. Con esta imagen del mundo como conjunto de unidades aisladas.
438
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
los que operaban con este paradigma tenían dificultades a la hora de analizar cuestiones relaciónales tales como la emergencia, la innovación y la creativi dad. Este antiguo paradigma primitivo dejó sólo una débil huella en el desarro llo de la sociología, y persiste hoy exclusivamente en ciertas áreas aisladas. Con el correr de la historia fue sustituido por el modelo del sistema cerrado, cuyos defensores contemplan la sociedad como compuesta de elementos separados, pero interrelacionados. Los que trabajan de acuerdo con este paradigma tienden a creer que un elemento domina a los demás. En la opinión de Eisenstadt y Curelaru (el autor de este libro disiente de ellos), Marx operó de acuerdo con este paradigma debido a su hincapié en el sector económico. Este paradigma, a su vez, fue reemplazado por el modelo del sistema abierto, que se centra en la «dinámica interna del sistema, las interconexiones, y la retroalimentación con tinua entre los componentes del orden social» (Eisenstadt y Curelaru, 1976: 92), Aunque la evolución de estos paradigmas no sigue «un camino simple, natural y cronológico», y se produce un «solapamiento temporal y operativo considera ble de los diferentes enfoques», hay en la perspectiva de Eisenstadt y Curelaru una tendencia hacia el paradigma de sistema abierto. Charles Lemert afirmó que, más que estar constituida de paradigmas múlti ples, la sociología está unificada por su homocentrismo, «la idea decimonónica de que el hombre es la medida de todas las cosas» (1979: 13). Aunque es cierto que la sociología se centra en las personas, es cuestionable si eso constituye una prueba de que la sociología está unificada. Una conclusión igualmente plausi ble es la de que hay paradigmas múltiples en sociología y de que las fuentes de sus diferencias se derivan de las diversas interpretaciones de la humanidad. En mi opinión, las ideas dcl homocentrismo y de los paradigmas múltiples no son recíprocamente excluyentes. Lemert concluyó que, a pesar de su homocentrismo unificador, se dan im portantes diferencias paradigmáticas entre los diversos modos del discurso so ciológico. Distinguió estos modos a partir de una base lingüística. El primero es la sociología léxica, cuya orientación es fundamentalmente técnica. El segun do, la sociología semántica, que se centra en la interpretación del significado que sólo las personas (no los animales) son capaces de producir. Finalmente, está la sociología sintáctica, cuya orientación es fundamentalmente política. Así, para Lemert, existen paradigmas múltiples, al menos en la sociología con temporánea.
Los grandes paradigmas sociológicos Aunque todas las perspectivas que acabamos de presentar tienen cierta utilidad, mi trabajo inicial sobre el estatus paradigmático de la sociología (Ritzer, 1975a, 1975b, 1980) proporciona la base para la perspectiva metateórica, que ha guia do el análisis de la teoría sociológica clásica a lo largo del presente libro. Igual que la mayoría de los autores que acabamos de estudiar, yo concibo la sociolo gía como una ciencia multiparadigmática. En mi opinión, hay tres paradigmas
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
4 39
que dominan la sociologia, junto a otros muchos que potencialmente pueden alcanzar el estatus de paradigma. Los denomino el paradigma de los hechos sociales, el de la definición social y el de la conducía social. El paradigma de los hechos sociales 1. Ejemplar. El modelo para los partidarios de! paradigma de los hechos sociales es la obra de Emile Durkheim, particulamente Las reglas del método sociológico y El suicidio. 2. Imagen del objeto: Los partidarios del paradigma de los hechos sociales analizan lo que Durkheim denominó hechos sociales, o las grandes ins tituciones y estructuras sociales. Los que se adhieren a este paradigma se centran no sólo en estos fenómenos, sino también en su influencia sobre el pensamiento y la acción individuales. 3. Métodos: Quienes defienden este paradigma suelen tender más a utili zar el método del cuestionario-entrevista y los métodos históricos com parados que los que se adhieren a otros paradigmas. 4. Teorías: E! paradigma de los hechos sociales abarca varias perspecti vas teóricas. Los teóricos dcl análisis estructural-Juncional tienden a considerar que los hechos sociaies están estrechamente interrelaciona dos y que el orden se mantiene mediante el consenso general. Los teó ricos del conflicto tienden a subrayar el desorden entre los hechos so ciales, y comparten la Idea de que el orden se mantiene mediante fuerzas coercitivas de la sociedad. Aunque el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto son las teorías dominantes de este paradigma, hay otras, entre ellas, la teoría de sistemas. El paradigma de la defínición social 1.
Ejemplar: Para los partidarios del paradigma de la defínición social, el modelo unifícador es la obra de Max Weber sobre la acción social. 2. Imagen del objeto: La obra de Weber .suscita un interés entre los estu diosos de la defínición social por el modo en que los actores definen sus situaciones sociales y la influencia de estas definiciones en la acción y la interacción consecuentes. 3. Métodos: Si bien muchos defensores del paradigma de la defínición social utilizan el método del cuestionario-entrevista, suelen tender más a utilizar el método de la observación que los que se adhieren a otros paradigmas. En otras palabras, la observación es el método distintivo de los partidarios de este paradigma.
* William Snizek (1976) ha demostrado que el cuestionario de entrevista es dominante en wdos los paradigmas.
440
TEORÍA SOCIOLOGICA CLASICA
4.
Teorías: Hay muchas teorías que pueden incluirse en el paradigma de la definición social: ¡a teoría de la acción, el interaccionismo simbólico, la fenomenología, la etnometodologia y el existencialismo.
E! paradigm a de la conducta social 1. Ejemplar: El modelo para los sociólogos que se adhieren al paradigma de la conducta social es la obra del psicólogo B.F. Skinncr. 2. Imagen del objeto: El objeto de la sociología para los conductistas so ciales es la conducta irreflexiva de los individuos. Las recompensas que provocan conductas deseables y los castigos que inhiben las con ductas indeseables son de gran interés para los conductistas sociales. 3. Métodos: El método distintivo del conductismo social es el experi mento. 4. Teorías: Dos enfoques teórico-sociológicos pueden incluirse bajo la denominación «conductismo social». El primero es la sociología conductista, estrechamente relacionada con el conductismo psicológi co puro; y el segundo, y más importante que el primero, la teoría del intercambio
HACIA UN PARADIGMA SOCIOLOGICO MAS INTEGRADO Además de especificar la naturaleza multiparadigmática de la sociología, otro objetivo de mis primeros trabajos era defender una mayor integración paradig mática en el área de la sociología. Aunque hay razones que demuestran la utili dad de los paradigmas existentes, también se percibe la necesidad de un para digma más integrado. Los paradigmas existentes tienden a ser parciales y se centran en niveles específicos del análisis social, y no consideran, o lo haccn ligeramente, los demás paradigmas. Esta cuestión se refleja en la preocupación de los defensores del paradigma de los hechos sociales por las macrocstructuras; la preocupación de los partidarios de la definición social por la acción, la interacción y la construcción social de la realidad; y la preocupación de los conductistas sociales por la conducta. Es este tipo de parcialidad lo que condu ce a lo que yo percibo como un creciente interés por un enfoque más integrado entre numerosos sociólogos {Ritzer, en prensa, b). (Lo cual no es sino una parte de lo que considero un creciente interés por la integración entre varias ciencias sociales; véase especialmente M itroff y Kilmann, 1978.) Por ejemplo, Robert Merton, representante de los defensores de los hechos sociales, percibió que la
^ Entre las análisis que se han realizado a partir del esquema de paradigmas de Ritzer, liguran Eckberg y Hill (1979), Friedheim (1979), Harper, Sylvester, y Walczak (1980), Snizek (J976X y Slaats (1976).
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
441
perspectiva de los hechos sociales y la de la definición social eran mutuamente enriquecedoras, y «opuestas sólo en el sentido en el que se oponen los huevos y las patatas; son preceptivamente diferentes, pero mutuamente enriqueccdores» (1975: 30). Entre los partidarios de las definiciones sociales, Hugh Mehan y Houston Wood afirman que uno de los componentes teóricos de su perspectiva (la etnometodología) acepta al menos uno de los principios básicos del paradig ma de los hechos sociales: «La realidad de un mundo externo y constrictivo» (1975: 180). Entre los conductistas sociales, Arthur Staats (1976) se esfuerza por integrar los procesos mentales creativos (elemento central de las definicio nes sociales) con el conductismo tradicional. La demanda general de un para digma más integrado es importante, pero lo que se requiere es intentar definir cómo debería ser tal paradigma. La clave de un paradigma integrado es la noción de los niveles del análisis social (Ritzer, 1979, 1981a). Sin lugar a dudas, el lector es consciente de que el mundo social no está, en realidad, dividido en niveles. De hccho, la realidad social se contempla como una enorme variedad de fenómenos sociales, que experimentan una continua interacción y un constante cambio. Los individuos, los grupos, las familias, las burocracias, la política, y muchos otros fenómenos sociales altamente diversos representan una cantidad desconcertante de fenó menos que constituyen el mundo social. Resulta harto difícil poder controlar tal número de fenómenos sociales de tantos tipos y tan mutuamente relacionados. Se requiere algún esquema conceptual, y los sociólogos han desarrollado varios esquemas de este tipo para analizar el mundo social. La idea de los niveles de análisis que utilizamos aquí puede ser considerada como uno de lo numerosísi mos esquemas que se pueden utilizar, y han sido utilizados, para estudiar las complejidades del mundo social.
Niveles del análisis social: una revisión de la literatura Aunque la idea de los niveles está implícita en una buena parte de la sociología, ha recibido relativamente poca atención explícita. Al centramos en los niveles, simplemente vamos a hacer explícito lo que ha estado implícito en la socio logía. Este Apéndice se cierra cuii una conceptualización de los principales nive les del análisis social. Pero para comprender adecuadamente esa conceptualiza ción, es preciso hacer ciertas diferenciaciones preliminares. Como veremos, en el desarrollo de los principales niveles del mundo social es útil señalar dos continua de la realidad social. [El primero es el continuum microscópico-macroscópico.} Es relativamente fácil considerar que el mundo social está consti tuido de una serie de entidades que oscilan desde las más grandes a las más pequeñas. En su vida cotidiana la mayoría de las personas conciben el mundo social en estos términos. Y en el mundo académico algunos pensadores han trabajado con un continuum micro-macro (entre ellos, Alexander et al., 1987; Blalock y Wilken, 1979; Bosserman, 1968; Edel, 1959; Gurvitch, 1964; John-
442
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
son, 1981; Korcnbaum, 1964; Ritzer, 1990a; Wagner, 1964). Tanto para los profanos como para los académicos, el continuum se basa en la idea simple de que los fenómenos sociales varían enormemente en magnitud. En el extremo macro del continuum figuran fenómenos sociales de gran escala tales como los grupos de sociedades (por ejemplo, los sistemas mundiales capitalistas y socia listas), las sociedades y las culturas. En el extremo micro del continuum figuran los actores individuales y sus pensamientos y acciones. En medio hay una am plia serie de grupos, colectividades, clases sociales y organizaciones. Encontra mos cierta diñcultad para reconocer estas distinciones y reflexionar sobre el mundo en términos micro-macro. No existen líneas divisorias marcadas entre las unidades microsociales y las macrounidades. Lo que vemos con claridad es un continuum que va desde el extremo micro al extremo macro. El segundo continuum es la dimensión objetivo-subjetivo del análisis social. En cada extremo del continuum micro-macro podemos diferenciar entre com ponentes subjetivos y objetivos. En el micronivel, en el extremo individual, están los procesos mentales subjetivos de un actor y las pautas objetivas de acción e interacción con las que el actor .se encuentra comprometido. Lo subje tivo se refiere aquí a algo que ocurre aisladamente en el reino de las ideas, mientras lo objetivo hace referencia a eventos reales y materiales. Esta misma diferenciación también la encontramos en el extremo macro del continuum. Una sociedad se compone tanto de estructuras objetivas, como cl gobierno, las burocracias y las leyes, como de fenómenos subjetivos tales como las normas y los valores. El continuum subjetivo-objetivo es más complicado que el conti nuum micro-macro, e incluso es, como veremos, más complicado de lo que parece en esta introducción. Para intentar clarificar las cosas, y para alcanzar una mayor complejidad, procedamos a examinar ejemplos concretos, así como trabajos de varios sociólogos sobre el continuum objetivo-subjetivo. Consideremos, por ejemplo, la compra de un automóvil nuevo. En el nivel microsubjetivo analizaríamos las actitudes y las orientaciones dcl comprador, que influyen en el tipo de automóvil que va a comprar. Sin embargo, el compra dor podría desear (estado subjetivo) adquirir un coche deportivo y, en realidad, comprar (acto objetivo) un modelo económico; ésa es, precisamente, la diferen cia principal entre los niveles microsubjetivo y microobjetivo. A algunos soció logos les preocupan los estados mentales subjetivos, y a otros los actos objeti vos. En muchos casos resulta útil e importante entender la interacción entre estos dos niveles micro. El nivel macro también tiene una dimensión objetiva y otra subjetiva. Du rante muchos años la mayoría de los estadounidenses compartía una serie de preferencias por los coches grandes y potentes. Era ese un conjunto subjetivo de actitudes compartido por una inmensa cantidad de personas. Más tarde, una serie de cambios objetivos acaecidos en el nivel società! influyó en estas actitu des compartidas. Se formó la OPEP, el suministro de petróleo a los Estados Unidos menguó y el gobierno intervino para jugar un papel más activo en las cuestiones relativas al petróleo. Estos y otros cambios estructurales macro pro-
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
443
dujeron cambios en las preferencias compartidas de multitud de personas. De la noche a la mañana, muchas comenzaron a apreciar los automóviles pequeños y de bajo consumo. Este cambio, a su vez, condujo a una alteración considerable en la estructura de las compañías de automóviles estadounidenses. También cambiaron los pensamientos y las acciones de muchos estadounidenses. Así, la compra de un coche, como muchas otras actividades mundanas y extraordina rias, implica la compleja interacción de los componentes micro-macro y objeti vo-subjetivo de la vida social. Pasemos ahora a analizar la obra de algunos sociólogos sobre el continuum objetivo-subjetivo. Como vimos en los capítulos primero y quinto, el idealismo alemán, en particular ta obra de G.W.F. Hegel, influyó poderosamente en la obra de Karl Marx. La dialéctica hegeliana constituía un proceso subjetivo que se situaba en el reino de las ideas. Aunque influyó sobre Marx y sobre los Jóve nes Hegelianos, la dialéctica no les satisfizo porque no estaba arraigada en el mundo material y objetivo. Marx, que partió de la obra de Ludwig Feuerbach y otros, sintió la necesidad de extender la dialéctica al mundo material. Por una parte, le preocupaban más los actores reales y conscientes que los sistemas de ideas. Por otra, le interesaban también las estructuras objetivas de la sociedad capitalista, fundamentalmente la estructura económica. Marx se centró en las estructuras materiales reales del capitalismo y en las contradicciones que exis tían entre y dentro de ellas. Esto no signifíca que perdiera de vista las ideas subjetivas; de hecho, las nociones de conciencia de clase y de falsa conciencia desempeñan un papel crucial en su obra. La división entre el materialismo y el idealismo, tal y como se manifestó en la obra de Marx y otros, constituye una de las raíces filosóficas más importantes del continuum objetivo-subjetivo de la sociología moderna. Aunque adoptó una forma diferente, también podemos encontrar este conti nuum en la obra de Emile Durkheim (capítulo sexto). En su obra clásica sobre metodología Durkheim distinguió entre los hechos sociales materiales (objeti vos) y los no materiales (subjetivos). En FA suicidio, Durkheim señaló «El he cho social se materializa a veces de manera que se convierte en un elemento del mundo externo» (1897/1981; 313). Analizó la arquitectura y el derecho como dos ejemplos de hechos sociales materiales (objetivos). Sin embargo, el grueso de la obra de Durkheim se centra en los hechos sociales no materiales (subjetivos): Con todo, es incontestable que toda la conciencia social no llega integramente a exteriorizarse y a materializarse asi. Toda la estética nacional no está en las obras que inspira; toda la moral no se formula en preceptos definidos. La mayor parte permanece difusa. Hay una vida colectiva que está en libertad; toda clase de co rrientes van, vienen, circulan en varias direcciones, se cruzan y se mezclan de mil maneras diferentes, y, precisamente porque se encuentran en un perpètuo estado de movilidad, no llegan a concretarse en una forma objetiva. Hoy, es un viento de tristeza y de decaimiento el que sopla sobre la sociedad; mañana, por el contrario, un impulso de alegre confianza vendrá a levantar los corazones. (D urkheim , 1 8 9 7 /1 9 5 1 :3 1 5 )
444
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
Estas corrientes sociales no tienen una existencia material; sólo pueden existir dentro y entre las conciencias de los individuos. En El suicidio, Durkheim analizó ejemplos de este tipo de hecho social. Relacionó las diferencias en las tasas de suicidio con las variaciones en las corrientes sociales. Por ejemplo, allí donde hay fuertes corrientes de anomía (ausencia de normas), se pueden apreciar tasas altas de suicidio anómico. Corrientes sociales tales como la anomía, el egoísmo y el altruismo carecen de existencia material, pero sí pueden tener una influencia material y producir variaciones en las tasas de suicidio. Sin embargo, son fenó menos intersubjetivos que sólo pueden existir en la conciencia de las personas. Peter Blau 0 9 6 0 ) se ha situado a la cabeza de los que emplean el continuum objetivo-subjetivo. Su distinción entre instituciones (entidades subjetivas) y es tructuras sociales (entidades objetivas) pertenece a este tipo. Definió las institu ciones subjetivas como «Los valores y las normas comunes que se encaman en una cultura o subcultura» (Blau, 1960: 178). En el extremo opuesto hay estruc turas sociales, que son «las redes de relaciones sociales mediante las cuales se organizan los procesos de interacción social y se diferencian las diferentes po siciones sociales de individuos y subgrupos» (Blau, 1960: 178). Puede afirmarse que el continuum objetivo-subjetivo desempeña un papel crucial en el pensamiento de autores como Marx, Durkheim, Blau y muchos otros. Pero hay un problema interesante en el uso que hacen del continuum’, lo emplean casi exclusivamente en el nivel macroscópico. Sin embargo, también puede aplicarse en el nivel microscópico. Antes de poner un ejemplo que ilustre su empleo en este último nivel, es preciso decir que no sólo debemos estudiar los continua microscópico-macroscópico y objetivo-subjetivo, sino también la interacción entre ellos. Un ejemplo que clarifica el uso del continuum objetivo-subjetivo en el nivel microscópico, lo constituye el estudio que realizaron Mary y Robert Jackman (1973) sobre lo que ellos denominaron «el estatus social objetivo y el subjeti vo». Su preocupación microsubjetiva era la «percepción de los individuos de su propia posición en la jerarquía de estatus» (Jackman y Jackman, 1973: 569). La microsubjetividad en este estudio hacía referencia a los sentimientos, las per cepciones y los aspectos mentales de las posiciones de los actores en el sistema de estratificación. Estos guardan relación con diversos componentes del reino microobjetivo, entre ellos el estatus socioeconómico del actor, sus contactos sociales, la cantidad de capital que posee, la pertenencia a un grupo étnico, o el estatus como cabeza de familia o miembro de un sindicato. En lugar de analizar los sentimientos del actor, estas dimensiones se refieren a las características más objetivas de los individuos: las pautas de acción y de interacción que si guen realmente. En un nivel más general, el aspecto microscópico del continuum objetivosubjetivo se manifiesta en los paradigmas de la definición social y la conducta social, así como en las diferencias entre ellos. Aunque ambos tienden a analizar las pautas microobjetivas de la acción y la interacción, se diferencian en la dimensión microsubjetiva. Todos los componentes teóricos del paradigma de la
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
445
definición social (por ejemplo, el interaccionismo simbòlico, la etnomelodologià y la fenomenologia) comparten su interés por la microsubjetividad, por los sentimientos y ios pensamientos de los actores. Sin embargo, los conductistas sociales rechazan la idea de que es preciso estudiar los componentes microsubjetivos de la vida social. Este rechazo se refleja en el ataque de B.F. Skinner (1971) contra lo que él denominaba la idea del «hombre autónomo». Para Skin ner, el concepto de hombre autónomo incluye una persona a la que se le atribu yen ideas tales como pensamiento, consciencia, libertad y dignidad. Supone mos que las personas tienen algo parecido a un núcleo interior dei que emanan sus acciones. Son capaces de iniciar, originar y crear debido a la existencia de este centro interior de microsubjetividad. Para Skinner, la idea de que las perso nas tienen un núcleo interior y autónomo es una postura metafísica mística, que tiene que desaparecer de las ciencias sociales: «El hombre autónomo sirve para explicar sólo las cosas que no podemos explicar de otra manera. Su existencia depende de nuestra ignorancia, y lógicamente pierde su estatus en cuanto cono cemos su conducta» (1971: 12). Aunque es obligado rechazar esta especie de diatriba política, la cuestión clave es que el nivel microscópico contiene ambas dimensiones, la subjetiva y la objetiva.
Niveles de análisis social: un modelo El pensador más importante que trató la cuestión de los niveles del análisis social fue el sociólogo francés Georges Gurvitch. Aunque no utilizó esta termi nología, Gurvitch (1964) concibió ambos continua, cl micro-macro y el objeti vo-subjetivo. Y lo que es más importante aún, fue muy consciente del modo en que estos dos continua estaban relacionados. A su favor señalaremos también que se negó abiertamente a considerar ambos continua y sus interrelaciones como herramientas estáticas y se sirvió de ellos para recalcar la naturaleza di námica de la vida social. Sin embargo, el trabajo de Gurvitch plantea una difi cultad importante; su esquema analítico es extremadamente complejo y confu so. El mundo social es muy complejo, y para poder comprenderlo, se requieren modelos relativamente simples. El modelo simple que estamos buscando se deriva de la intersección de los dos continua de los niveles de la realidad social analizados en las últimas pági nas. El primero, el continuum microscópico-macroscópico, lo describimos en la Figura A. 1. El continuum objetivo-subjetivo plantea más dificultades, aunque no es menos importante que el micro-macro. En general, un fenómeno social objetivo tiene una existencia material real. Los siguientes fenómenos, entre otros, pueden con siderarse fenómenos sociales objetivos; los actores, la acción, la interacción, las estructuras burocráticas, el derecho y el aparato del estado. Es posible ver los, tocarlos o describirlos. Sin embargo, existen fenómenos sociales que exis ten exclusivamente en el reino de las ideas; carecen de una existencia material. Se trata de fenómenos sociológicos tales como los procesos mentales, la cons-
446
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
o
o
o
C
00
S
^ o
3
2
Figura A.1. El continuum microscópico-macroscópico, con algunos de sus puntos clave.
trucción social de la realidad (Berger y Luckmann, 1967), las normas, los valo res y muchos elementos de ia cultura. La dificultad que presenta el continuum objetivo-subjetivo reside en que hay muchos fenómenos entre los dos extremos que contienen tanto elementos objetivos como subjetivos. La familia, por ejem plo, tiene una existencia material real y también aparece como una serie de entendimientos mutuos, normas y valores subjetivos. Asimismo, la política se compone de leyes y estructuras burocráticas objetivas, así como de normas y valores políticos subjetivos. De hecho, es probable que la inmensa mayoría de los fenómenos sociales sean tipos mixtos que representan cierta combinación de elementos objetivos y subjetivos. Así, lo más útil es considerar el continuum objetivo-subjetivo como formado por dos tipos polares con una serie de tipos mixtos compuestos de diversos elementos que se sitúan entre los extremos. Al gunos de estos tipos pueden tener más características subjetivas que objetivas, mientras otros pueden presentar la combinación inversa. La Figura A.2 muestra el continuum objetivo-subjetivo. Aunque estos dos continua son harto interesantes, lo que nos concierne aquí es la interrelación entre ambos. La Figura A.3 constituye una representación
Objetivo ------------------------ 1---------------------------- 1-----------------------------J------------------ Subjetivo
Seo lis O
3I 3
? 33
(fi
2 - 2
S
X
" f i
Vi a St
'
2
3
3
^ n §■ Figura A.2.
"f-!
i.
®
S
¡I
= —
3
I
El continuum objetivo-subjetivo, con algunos de sus tipos mixtos.
LA METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
447
MACROSCOPICO I. Macro-objetivo
II. Macro-subjetivo
Ejemplos; sociedad, derecho, burocracia, arquitectura tecnologia y lenguaje
E jem plos; cultura, norm as y valores
SUBJETIVO
OBJEI'IVO III. Micro-objetivo Ejemplos: pautas de conducta, acción e interacción
kN
IV. Micro-subjetivo Ejemplos: las diversas facetas de la construcción social de la realidad
MICROSCOPICO
FIGURA A.3.
Los grandes niveles de análisis social.
esquemática de la intersección de estos continua y los cuatro niveles principales de análisis social que se derivan de ella. La idea que defendemos aquí es que un paradigma sociológico integrado debe incluir los cuatro niveles básicos de análisis social especificados en ei esquema y sus interrelaciones (para modelos similares, véase Alexander, 1985a; Wiley, 1988). Debe incluir entidades objetivas macroscópicas tales como la burocracia, realidades macrosubjetivas tales como los valores, fenómenos microobjetívos tales como las pautas de interacción, y hechos microsubjetivos como el proceso de la contrucción de la realidad. Debemos recordar que en el mundo real, todos ellos se mezclan gradualmente con otros, formando parte del gran continuum social, y que lo que hemos construido son más bien diferencia ciones bastante arbitrarias para poder analizar la realidad social. Estos cuatro niveles de análisis social han sido diseñados para propósitos heurísticos y no aspiran a ser descripciones detalladas del mundo social. Surge, por tanto, la cuestión obvia de cómo se relacionan estos cuatro niveles con los tres para digmas analizados anteriormente, así como con el paradigma integrado. La Fi gura A.4 relaciona los cuatro niveles con los tres paradigmas.
NIVELES DE ANALISIS SOCIAL
PA R A D IG M A S SO C IO L O G IC O S
Macro-subjetivo Macro-objetivo
Hechos sociales
Micro-subjetivo Micro-objetivo
Definición social
«3 no »"O ^
1^
= S Q B Conducta social
Figura A.4.
Niveles de análisis social y los grandes paradigmas sociológicos.
448
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA
El paradigma de los hechos sociales se centra fundamentalmente en los niveles macroobjetivo y macrosubjetivo. El paradigma de la definición social se ocupa principalmente del mundo microsubjetivo y de la parte del mundo microobjetivo que depende de los procesos mentales (la acción). El paradigma de la conducta social se interesa por la parte del mundo microobjetivo que no incluye los procesos conscientes (la conducta). Mientras los tres paradigmas existentes cruzan los niveles de la realidad social horizontalmente, otro para digma los cruza verticalmente. Esta descripción deja claro por qué un paradig ma integrado no reemplaza (invalida) los otro.s. Aunque cada uno de los tres paradigmas existentes se ocupa de uno o más niveles en profundidad, el para digma integrado analiza todos los niveles, pero no examina ningún nivel con el mismo grado de intensidad que cada uno de los otros paradigmas. Así, la elec ción de un paradigma depende del tipo de cuestión que se aborde. No todas las cuestiones sociológicas requieren un enfoque integrado, pero es bien cierto que algunas sí lo precisan. Lo que hemos descrito en estas últimas páginas es un modelo para la ima gen del objeto de un paradigma sociológico integrado. Este esquema requiere una mayor precisión, que se logrará dentro de unos arios. Sin embargo, esta es otra tarea (véase Ritzer, 1981a). La meta de este análisis no es el desarrollo de un paradigma sociológico nuevo, sino la presentación de un esquema metateórico englobador ( M q ) , que nos permita analizar la teoría sociológica de una manera coherente. El modelo desarrollado en la Figura A.3 constituye la base de este análisis. Hemos analizado la obra de varios teóricos clásicos utilizando los cuatro niveles del análisis social descritos en la Figura A.3. Esta figura nos proporcio na una herramienta metateórica que puede utilizarse en el análisis comparado de los teóricos de la sociología. Ños ayuda a analizar los temas fundamentales de un teórico y cómo deben relacionarse con los de cada uno de los demás teóricos de la sociología. Hay que evitar por todos los medios identificar a un teórico con un ni vel específico del análisis social. Si bien es cierto que, dada la descripción que acabamos de realizar del actual estatus paradigmático de la sociología, los teóricos de la sociología que se adhieren a un paradigma determinado sue len estudiar varios nivies específicos de análisis social; no se Ies hace justicia si se iguala el conjunto de su obra con uno o más niveles. Por ejemplo, a Karl Marx se le suele considerar un pensador que se centró en el análisis de las estructuras macroobjetivas; en particular, en el de las estructuras económi cas del capitalismo. Pero el uso del esquema de los diversos niveles de análi sis social nos permite apreciar que Marx hizo fructíferas incursiones en todos los niveles de la realidad social y en sus interrelaciones. Igualmente, se suele considerar el interaccionismo simbólico como una perspectiva que se ocupa de la microsubjetividad y la microobjetividad, aunque sin embargo incluye tam bién ideas que se sitúan en los niveles macroscópicos de análisis social (Mai nes, 1977).
LA METATEORIZACÍON SOCIOLOGICA Y EL ESQUEMA...
449
Es importante también que el lector recuerde que el uso de los niveles de análisis social para estudiar la obra de un teórico tiende a romper el todo, la integridad y la consistencia interna del conjunto de la obra. Aunque son útiles para comprender una teoría y compararla con otras, uno puede encontrarse en dificultades a la hora de analizar la interrelación entre los niveles y la totalidad teórica de la obra de un pensador. En suma, el esquema metateórico presentado en la Figura A.3, cuyo desa rrollo hemos explicado en este Apéndice, proporciona la base para el análisis de los diversos teóricos de la sociologia que hemos analizado en el presente libro.
, V.
^
i ':r ^
L L V ..
1 -
_
'
^/-i _
*
;sr'iR
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA George Ritzer Universidad de Maryland
T raducción MARIA TERESA CASADO RODRIGUEZ
Revisión técnica
AMPARO ALMARCHA BARBADO Facultad de Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid
McGRAW-HILL MÉXICO • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • USBOA • MADRID • NUEVA YORK PANAMÁ < SAN JUAN * SANTAFÉ DE BOGOTÁ • SANTIAGO • SAO PAULO AUCKLAND • H AMBURGO • LONDRES • MILAN • MONTREAL • NUEVA DELHI • P/WÍS SAN FRANCISCO • SINGAPUR • ST. LOUIS • SIDNEY • TOKIO • TORONTO
cultura L ib r e TEO RIA SO CtO LO G lCA CONTEM PORANEA No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el per miso previo y por escrito de los titulares del Copyright. DERECHOS RESERVADOS V 1993 respecto a la primera edición en español, por M cGRAW -H1LL/1NTERAM ER!CANA
de
ESPAÑA, S. A.
Edificio Oasis-A, 1,“ planta Basauri, i 7 28023 Aravaca (M adrid)
Traducido de la tercera edición en inglés de CON TEM PORARV SO C IO LO G IC A L THEORV Copyright © MCMXCll, por McGraw-Hill Inc. ISBN: 0-07-052972-8 ISBN: 84-481-0179-0 Depósito legal: M. 25.499-1993 C ompuesto en Puntographic, S, A. L. 3456789012
L . I, -Se
Impreso sn México
9086543217
Printed )n México
Esta obra se terminó de imprimir en Septiembre de 1997 en Litografica Ingramex Centeno Nüm, 162-1 Col. Granjas Esmeralda Delegación Iztapalapa
C,P. 09810 México, D.F.
Se tiraron 900 ejemplares
PERMISOS Y AGRADECIMIENTOS
Capítulo 3: Pasajes de Robert K. Merton; «Remembering the Young Talcott Parsons», American Sociologist, 15 (1980). Utilizados con permiso de la Aso ciación Americana de Sociología. Reseña autobiográfica de Robert K, Merton, © 1981 de Robert Merton, Utiliza da con su permiso. Figuras 3.1 y 3.3 reimpresas con permiso de los editores de The American Uni versity de Talcott Parsons y Gerald Platt, Cambridge, Mass.; Harvard Universi ty Press, © i 973 del Presidente y Fellows de Harvard College. Figura 3,2 de Talcott Parsons; Societies: Evolutionary and Comparative Pers pectives^ © 1966. Adaptada con permiso de Prentice Hall, Englewood Cliffs, New Jersey, Capitulo 5: Pasajes de George Herbert Mead: Espíritu, persona y sociedad, editado e introducido por Charles W. Morris, © 1934 de la Universidad de Chicago. © 1962 de Charles W, Morris. Utilizados con permiso. Pasajes de Leonard S. Cottrell, Jr.: «George Herbert Mead: The Legacy o f Social Behaviorism», en Robert K, Merton y Matilda White Riley, eds.: Sociological Traditions from Generation to Generation: Glimpses o f the American Experience, © 1980, Utilizados con permiso de Ablex Publishing Corp., Norwood, NJ, Capítulo 6: Pasajes de Charles Goodwin: «Notes on Story Structure and the Or ganization o f Participation», en J.M. Atkinson y J. Heritage, eds.; Structures o f Social Action, © 1984. Utilizados con permiso de Cambridge University Press. Capítulo 7: Pasajes de Social Behavior: Its Elementary Forms, de George Caspar Homans, © 1974 de Harcourt Brace Jovanovich, Inc,, reimpreso con permiso de la editorial. Pasajes de Peter Blau reimpresos con permiso de Macmillan Publishing Com pany, división de Macmillan, Inc, de Exchange and Power in Social Life de Peter Blau. © 1964 de John Wiley & Sons, Inc. Reseña autobiográfica de George C, Homans utilizada sin objeciones por parte de Nancy P. Homans y W. Lincoln Boyden de Ropes y Gray (Boston), albacea de George C. Homans. Pasajes de George Homans: «The Sociological Relevance of Behaviorism» y Figuras 7,1 y 7.2 de Don Bushell y Robert Burgess, «Some Basic Principles of Behavior», todo ello en Robert Burgess y Don Bushell, eds.: Behavioral Socio logy, © 1969. Utilizados con permiso de Columbia University Press. Capítulo 8: Pasajes de Patricia Madoo Lengermann y Ruth A, Wallace: Gender in America: Social Control and Social Change, © 1985, págs. 141-144. Reim preso con permiso de Prentice Hall, Englewood Cliffs, New Jersey.
Capítulo 10; Figura 10.4 adaptada de James Coleman; «Social Theory, Social Research, and a Theory of Action», en American Journal ofSociology9l(\9B 6). Utilizada con permiso de University o f Chicago Press, Figura 10.5 de Alien E, Liska: «The Significance of Aggregate Dependent Va riables and Contextual Independent Variables for Linking Macro and Micro Theories», en Social Psychology Quarterly 53 (1990). Utilizada con permiso de la Asociación Americana de Sociología y del autor. Capitulo 12; Figura 12.1 de John Baldwin: George Herbert Mead: A Unifying Theory o f Sociology, © 1986. Reimpresa con el permiso de Sage Publications, Inc, Capítulo 13; Figura 13.2 adaptada de Ronald Burt; Toward a Structural Theory o f Action: Network Models o f Social Structure, Perception and Action. © 1982. Utilizada con permiso de Academic Press y del autor. Fotos Página 8: Culver Pictures Página 16: Culver Pictures Página 19: The Bettmann Archive Página 25; The Granger Collection, Nueva York Página 34; The Granger Collection, Nueva York Página 39; National Library of Medicine Página 40: The Granger Collection, Nueva York Página 47; Culver Pictures Página 62; Cortesía de la Universidad de Chicago Página 69; Cortesía de la Asociación Americana de Sociología Página 78; Cortesía de Howard Press Página 113; The Granger Collection, Nueva York Página 131; Cortesía de Robert K. Merton Página 180: UPI/Bettmann Newsphotos Página 185: Laurent Maous/Gamma-Liaison Página 203: Cortesía de Immanuel Wallerstein Página 220; Cortesía de la Universidad de Chicago Página 248: Cortesía de la Asociación Americana de Sociología Página 270: Cortesía de Evelyn S. Lang, albacea de Alfred Schütz Página 326; Cortesía de Christopher Johnson Página 370: Cortesía de Jessie Bernard Página 386: Cortesía de Dorothy E. Smith Página 446; Cortesía de Peter M, Blau Página 479; Cortesía de Randall Collins Página 531: Cortesía de Jeffrey C. Alexander Página 558; Cortesía de la Universidad de Washington Página 600: Cortesía de George Ritzer
SOBRE EL AUTOR
GEORGE RITZER es profesor de sociología de la Universidad de Maryland. Sus principales áreas de interés son la Teoría Sociológica y la Sociología del Trabajo. Fue director de las secciones de Teoría Sociológica (1989-1990) y de Organizaciones y Ocupaciones (1980-1981) de la Asociación Americana de Sociología, El profesor Ritzer ha sido nombrado Alumno y Profesor Distingui do de la Universidad de Maryland y ha recibido el galardón de la Teaching Excellence. Ha disfrutado de una beca Fulbright-Hays y ha sido profesor visi tante en el Instituto Holandés de Estudios Avanzados y en el Colegio Sueco de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales. En 1992 MacGraw-Hill publicó las terceras ediciones de los textos básicos de teoría sociológica del profesor Ritzer — Sociological Theory y Contempora ry Sociological Theory— que han sido adoptados en Estados Unidos y Canadá, así como en otros muchos países, para cursos de licenciatura en teoría social. Los principales intereses teóricos del Dr. Ritzer son la metateoría y la teoría de la racionalización. Sobre metateoría su libro más reciente es Metatheorizing in Sociology (Free Press, 1991). Entre sus anteriores libros sobre este tema se encuentran Sociology: A Multiple Paradigm Science (1975, 1980) y Toward and Integrated Sociological Paradigm (1981), Ha escrito varios ensayos sobre la racionalización y un volumen que se publicará próximamente con el título Big Me Attack: The McDonaldization o f Society (Lexinton Books, 1992),
vil
A Jeremy, con amor
CONTENIDO
Indice de reseñas biográficas ..................................................................
xix
P r e f a c i o .................................................................................................................................
xxi
PRIMERA PARTE. 1.
2.
INTRO DUCCIO N................................................
1
Esbozo histórico de la teoría sociológica: primeros a ñ o s ..............
3
Introducción................................................................................................ Fuerzas sociales en el desarrollo de la teoría sociológica ................... Revoluciones p o líticas........................................................................ La revolución industrial y el nacimiento del capitalism o.............. El nacimiento del socialism o.............................................................. Urbanización......................................................................................... Cambio relig io so .................................................................................. Crecimiento de la ciencia.................................................................... Fuerzas intelectuales y surgimiento de la teoría sociológica............. La Ilustración y la fundación de la sociología en F rancia............. El desarrollo de la sociologia alem ana.............................................. Los orígenes de la sociologia británica............................................. Principales figuras de la sociología ita lia n a.................................... Desarrollos del marxismo europeo a la vuelta del s ig lo ................
4 6 7 7 8 9 9 10 10 11 23 43 49 51
Esbozo histórico de la teoría sociológica; años posteriores...........
53
La primera teoría sociológica estadounidense..................................... 54 La orientación política de la primera sociología e s t a d o u n i d e n s e 54 Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociología esta dounidense ....................................................................................... 55 La Escuela de C hicago........................................................................ 61 La teoría sociológica hasta la mitad del s ig lo ...................................... 68 El nacimiento de Harvard, la Ivy League y el funcionalismo es tructural .............................................................................:.............. 68 La decadencia de la Escuela de C hicago.......................................... 74 Desarrollos de la teoría m arxista............................................... ....... 75 xi
XII
CONTENIDO La teoría s o c i o l ó g i c a d e s d e la m ita d d e s i g l o ................................................. ....... 7 6 F u n c i o n a l i s m o estructural: a u g e y d e c a d e n c i a ............................................... 7 6 La s o c i o l o g í a radical en A m é r ic a : C. W r ig h t M i l l s ............................. ....... 7 7 El d e s a r r o llo d e la teo ria del c o n f l i c t o ......................................................... ....... 8 0
El nacimiento de la teoría del intercam bio...................................... ......81 A n á lis is d r a m a tú rg ico : la o b r a d e E r v in g G o f f m a n ............................. ....... 83 El d e s a r r o llo d e las s o c i o l o g í a s « c r e a t i v a s » ............................................. ....... 8 4 T e o r ía d e s i s t e m a s ........................................................................................................... 8 8 La in f lu e n c i a d e la s o c i o l o g í a m a r x i s t a ...................................................... ....... 8 8 El reto d e la teo ría f e m i n i s t a ...................................................................................... 9 0 E stru ctu ra lis m o y p o s e s t r u c t u r a l i s m o .................................................................. 9 2 La teoria s o c i o l ó g i c a en l o s arios n o v e n t a ........................................................ ....... 9 3 In tegr ació n m i c r o - m a c r o ..................................................................................... ....... 9 3
Integración acción-estructura...................................................................94 S ín t e s i s t e ó r i c a s ......................................................................................................... ....... 9 5 M e ta t e o r iz a c i ó n e n s o c i o l o g í a .......................................................................... ....... 9 7
SEGUNDA PARTE. LA TEORIA SOCIOLOGICA; LAS GRANDES ESC U ELA S.............................................................
101
3.....El funcionalism o e stru c tu ra l y ta a lte rn a tiv a de la teo ría del conflicto.................................................................................................
103
4,
Consenso y conflicto................................................................................. Funcionalismo estructural........................................................................ Raíces históricas................................................................................... La teoría funcional de la estratificación y sus críticos................... Prerrequisitos funcionales de la sociedad........................................ El funcionalismo estructural de Talcott P arsons............................. El funcionalismo estructural de Robert M e rto n .............................. Principales c rític a s............................................................................... La alternativa de la teoria del conflicto................................................. La obra de Ralf Dahrendorf................................................................ Principales c ritic a s............................................................................... Esfuerzos para reconciliar el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto..................................................................................... Hacia una teoría del conflicto más m arxista....................................
104 106 107 109 111 116 128 135 139 140 144
V ariedades de teoría sociológica n e o m a rx ista .................................
155
Determinismo económ ico........................................................................ Marxismo hegeliano.................................................................................. Georg Lukács........................................................................................ Antonio Gramsci ..................................................................................
157 158 158 161
146 149
CONTENIDO
5
XMÍ
Teoría c rític a ............................................................................................. Principales c rític a s............................................................................... Principales contribuciones.................................................................. Críticas a la teoría crítica.................................................................... Las ideas de Jurgen H aberm as.......................................................... Marxismo estructural................................................................................ Críticas de otras teorías m arxistas..................................................... Principios del marxismo estructura!.................................................. Reanálísis de Marx: la obra de Louis A lthusser.............................. Nicos Poulantzas: economia, política e ideología.......................... Reacciones criticas al marxismo estructural.................................... Sociología económica neom arxista........................................................ Trabajo y capital................................................................................... Fordismo y posfordism o..................................................................... El marxismo de orientación histórica .................................................... El moderno sistema m undial............................................................... Los estados v las revoluciones sociales............................................
162 163 167 171 172 176 176 178 179 183 188 188 189 198 201 201 207
Interaccionism o sim bólico.....................................................................
213
Principales raíces históricas..................................................................... Pragm atism o......................................................................................... Conductism o......................................................................................... Entre el reduccionismo y el sociologism o....................................... Las ideas de George Herbert M ead........................................................ La prioridad de lo social ..................................................................... El a c to .................................................................................................... G estos..................................................................................................... Símbolos significantes........................................................................ Los procesos mentales y la m en te..................................................... E l s e l f ..... .............................................................................................. La sociedad................................................................................................. Interaccionismo simbólico: principios básicos..................................... Capacidad de pensam iento.................................................................. Pensamiento e interacción.................................................................. Aprendizaje de significados y sím bolos........................................... Acción e interacción........................................................................... E lección................................................................................................. Ei s e lf ..................................................................................................... Grupos y sociedades............................................................................ Principios m etodológicos......................................................................... Blumer sobre los m étodos................................................................... C ríticas........................................................................................................
214 214 216 217 219 219 220 223 225 226 230 235 237 238 238 239 241 24i 242 253 255 256 259
x lv
6.
CONTENIDO
Sociologia fenomenològica y etnom etodologia................................. ... 263 Semejanzas y diferencias......................................................................... ....264 Sociologia fenom enoiógica..................................................................... ....267 Las teorías de Alfred Schütz...................................................................268 La construcción social de la realidad............................................... ... 282 Etnom etodologia....................................................................................... ....287 Definición de la ctnom etodologia..................................................... ....287 Diversificación de la etnom etodologi'a.................................................291 Ejemplos de ctnom etodologia.................................................................293 Críticas a la sociologia tradicional.................................................... ... 306 Presiones y tensiones de la etnom etodoiogía................................... ....308
7.
Teoría del intercam bio y sociología c o n d u c tista .............................. ... 313 Skinner y el conductism o............................................................................. 316 Sociología conductista..................................................................................319 Conceptos b á sic o s................................................................................ ... 319 Modificación de la conducta...................................................................322 Teoría del intercam bio..................................................................................324 Homans y D urkheim ................................................................................324 Homans y Lévi-Strauss....................................................................... ....328 Homans y el funcionalismo estructural.................................................330 Proposiciones básicas de H om ans..................................................... ....332 Críticas a la teoría de la conciencia de H om ans.............................. ... 340 Criticas a la teoria de la sociedad y la cultura de H om ans................340 Teoria integrada del intercambio de B lau........................................ ....342 Críticas a las teorías conductistas y rép licas.............................................347
8.
T eoría fem inista contem poránea por P a tricia M adoo L enger m ann y Jill N iebrugge-B rantley.............................................................. 353 Principales cuestiones teóricas................................................................ ....355 Principales raíces históricas..................................................................... ....357 Feminismo: 1600-1960 ................................................. 1............... ....357 Sociología y feminismo: 1840-1960 ................................................. ....358 Variedades de teoria feminista contem poránea.................................... ....364 Teorías de las diferencias de g én ero ................................................. ....366 Teorías de la desigualdad entre los g é n e ro s.................................... ....369 Teorías de la opresión de género....................................................... ....379 Teoría sociológica fem in ista................................................................... ....392 Sociología feminista del conocim iento.................................................393 Orden m acro-sociai..................... ........................................................ ....396 Orden m icro-social...................................................................................399 Subjetividad.......................................................................................... ....403 Síntesis m acro-m icro................................................................................ ....406
9.
CONTENIDO
XV
Teorías sociológicas estru ctu rales..................................................
411
Estructuralismo........................................................................................ Raíces en la lingüística...................................................................... Estructuralismo antropológico; Claude Lévi-Strauss................... Marxismo estructural......................................................................... Barreras para su aceptación.............................................................. Posestructuralismo................................................................................... Las ideas de Michel F oucault.......................................................... Antiestructuralism o.... ............................................................................ Sociología existencial........................................................................ Teoria de sistem as............................................................................. Variantes sociológicas........................................................................... El estructuralismo de Erving Goffm an........................................... Teoría estructural................................................................................ Teoría de r e d e s ......................................................................... .........
412 412 413 417 420 420 422 431 431 434 438 439 440 447
TER CER A PARTE
DESARROLLOS RECIEN TES EN TEO RIA SO C IO L O G IC A : IN TEG R A C IO N Y SIN TESIS ..................................................................... ... 453
10.....Integración m ic ro -m a c ro ....................................................................
455
Extremismo m icro-m acro...................................................................... ....456 Movimiento hacia la integración m icro-m acro.................................. ....458 Ejemplos de integración m icro-m acro.....................................................461 George Ritzer; paradigma sociológico integrado..............................461 Jeffrey Alexander: sociología m uttidim ensional...............................464 Norbert Wiley: niveles de análisis................................................... ....466 James Coleman: el modelo desde lo micro a lo macro y los Fundamentos de teoría so c ia l..................................................... ....468 Randall ColHná': Los microfundamentos de la macrosociología, 476 Teoría del interactor.......................................................................... ....480 Algunas direcciones prom etedoras....................................................... ....482 Integración micro-macro: lo que queda por h a c e r.................................483 11,
Integración a c c ió n -e s tru c tu ra ................................................................489 Introducción..................................................................................................490 Principales ejemplos de integración acción-estructura..................... ....492 Anthony Giddens: teoría de la estructuración............................... ....492 Margaret Archer: cultura y a c c ió n .................................................. ....497 Pierre Bourdieu: habitus y ca m p o ................................................... .... 500 Jurgen Habermas: la colonización del mundo de la v id a ................. 506
XVI
CONTENIDO
Principales diferencias en la literatura sobre la acción-estructura... Relación entre acción-estructura y m icro-m acro............................... Semejanzas b á sic a s............................................................................ Diferencias fundamentales................................................................ Clarificación de las diferencias entre EEUU y E u ro p a....................
12.
512 514 5 14 515 517
Síntesis de la teoría sociológica; 1...................................................... ....523 N eofuncionalistno................................................................................... ....527 Teoria del co nflicto.....................................................................................534 Teoria neom arxista.................................................................................. ....540 Interaccionismo sim bólico..................................................................... ....541 Rcdetmición de Mead y B lum er...................................................... ....542 Integración del interaccionismo simbólico y la teoría del inter cambio ............................[............................................................... ....545 Hacia un interaccionismo simbólico más integrador................... ....547 Fenomenologia y etnom etodoiogía...................................................... ....549
13.
Síntesis de ia teoria sociológica; I I .................................................... ... 555 Teoría del intercam bio............................................................................... 556 Hacia una teoría del intercambio más integradora: Emerson y C o o k ..................................................................................................... ... 556 Teoria de re d e s ........................................................................................ ... 562 Teoría de la elección raciona!................................................................... 564 Teoría sociológica fem inista..................................................................... 565 Posmodernismo........................................................................................ ... 566 Teoria posm arxista..................................................................................... 570 iVIarxismo analítico................................................................................ 571 Teoría marxista posrtfóderna............................................................ ... 576 Otras teorías posm arxistas................................................................... 5S0 C onclusión................................................................................................... 582
Apéndice
Metateorización sociológica y esquema meUteóríco para el ánalisis de la teoría sociológica.........................................
585
La metateorización en sociología......................................................... Ventajas de la m etateorización......................................................... Críticas a la m etateorización............................................................. La explosión actual del interés por la m etateorización................ Las ideas de Thomas K uhn....................................................................
586 592 594 595 596
CONTENIDO
XVÌi
La sociologia: una ciencia m ultiparadigm ática.................................. Los grandes paradigmas sociológicos............................................. Hacia un paradigma sociológico más integrado................................. Niveles de análisis social: una revisión de la literatura............... Niveles de análisis social: un m o d elo ............................................
598 602 604 605 609
Referencias b ib liográfícas.............................................................................
613
Indice de nom bres..........................................................................................
658
Indice analítico.................................................................................................
668
INDICE DE RESEÑAS BIOGRAFICAS
Abdel Rahman Ihn Jaldún ............................................................................ . Auguste C o m te.................................................................................................. Emile D urkheim ................................................................................................ Karl M a rx .......................................................................................................... Max W e b er........................................................................................................ Sigmund F re u d .................................................................................................. Georg Sim m el.................................................................................................... Herbert Spencer................................................................................................. Robert P ark........................................................................................................ Pitirim A. S orokin............................................................................................ C. Wright M ills.................................................................................................. Talcott Parsons.................................................................................................. Robert K, Merton: Reseña autobiográfica.................................................... Louis Althusser.................................................................................................. Nicos Poulantzas............................................................................................... Immanuel W allerstein...................................................................................... George Herbert M e a d ...................................................................................... Erving G offm an................................................................................................. Alfred Schutz..................................................................................................... George Caspar Homans: Reseña autobiográfica......................................... Jessie Bernard.................................................................................................... Dorothy E. Sm ith............................................................................................... Peter M. B lau ...... :......................................................................«..................... Randall Collins: Reseña autobiográfica........................................................ Jeffrey C. Alexander: Reseña autobiográfica............................................... Richard Em erson............................................................................................... Gerge Ritzer: La autobiografía como herramienta m etateórica................
8 16 19 25 34 39 40 47 62 69 78 113 131 180 185 203 220 248 270 326 370 386 446 479 531 558 600
xlx
PREFACIO
LA TERCERA edición del presente libro, Teoria socioiógica contemporánea, se deriva de la tercera edición de Teoría socioiógica, iibro que ha sido publicado simultáneamente y que está dedicado por entero a ia historia de la teoria de la disciplina, tanto clásica como contemporánea. Si bien el presente libro habla algo de historia, su principal interés es el análisis de la teoría contemporánea. La teoria sociológica está experimentando en la actualidad cambios radicales, lo que se refleja en la reestructuración sustancial de la tercera edición de este libro. El cambio más obvio de esta edición es la estructura general del libro. La anterior edición se dividía en dos partes; la introducción y las principales teo rías contemporáneas. En esta edición hay tres partes: la introducción, las princi pales escuelas de teoria sociológica y los desarrollos más recientes en teoria sociológica, analizados bajo el título de integración y síntesis. La Primera Parte, la introducción, prácticamente no ha sido modificada. Presentamos dos capítulos sobre la historia de la teoría sociológica. En e! se gundo capítulo se analizan los desarrollos más recientes en el campo de la teo ría sociológica. La Segunda Parte, La teoría sociológica: las grandes escuelas, examina las principales escuelas de teoria sociológica. Todas ellas siguen teniendo impor tancia en la actualidad, pero comienzan a quedar ensombrecidas por los desa rrollos analizados en la tercera parte. El tercer capítulo contiene un análisis del funcionalismo estructural (que incluye a su vez un amplio análisis de ¡a obra de Talcott Parsons), así como de la alternativa de la teoría del conflicto. K1 capítulo cuarto examina las principales variedades de la teoría neomar xista: el determinismo económico, ei marxismo hegeliano, la teoria crítica, el marxismo estructural, la sociología económica neomarxista (incluido un nuevo análisis dei debate sobre el fordismo y el posfordismo), y el marxismo historicista (con un análisis del último trabajo de Immanuel Wallerstein sobre la teoría de los sistemas mundiales), HI quinto capítulo, s'obrc el interaccionismo simbólico, contiene una pre sentación mucho más elaborada de las ideas de George Herbert Mead, El sexto capítulo (la sociología fenomenoiógica y la etnometodoiogía) in cluye un análisis detallado de la obra de Alfred Schutz, así como un cambio sustancial de perspectiva sobre la etnometodoiogía basado en los trabajos re cientes que se han hecho en este área. XXI
XX li
PREFACIO
El séptimo capítulo analiza la teoría del intercambio y la sociología conduc tista y ha sido ligeramente modificado en esta edición. El octavo capítulo, sobre las teorías feministas, ha sido revisado y actuali zado por sus dos autoras, Patricia Madoo Lengermann y Jill Niebrugge-Brant ley. El capítulo noveno es un nuevo capítulo dedicado a una amplia serie de teorías sociológicas estructurales y a las perspectivas teóricas que se presentan como críticas a estas teorías. La Tercera Parte, desarrollos recientes en teoría sociológica; integración y síntesis, es totalmente nueva. Los cuatro capítulos de esta parte reflejan el he cho de que durante los áltimos años la teoría sociológica ha comenzado a alejar se de la estrechez de miras de las teorías analizadas en la Segunda Parte, y ha empezado a seguir una orientación más integradora y sintética. La integración implica el esfuerzo de aunar niveles o dominios diferentes del análisis social. La síntesis supone el intento de unir ideas extraídas de una serie de teorías diferentes. El décimo capítulo analiza principalmente la literatura estadounidense so bre la integración micro-macro. Además de un análisis general sobre esta cues tión, se analiza en detalle la obra de Ritzer, la de Alexander y la de Wiley sobre los niveles de análisis, la contribución de Coleman a ta integración micro-ma cro a través de la teoría de la elección racional, los microfundamentos de la macrosociología según Collins y la teoría del interactor. El undécimo capitulo se ocupa de la literatura europea sobre la integración acción-estructura. En él se analiza la relación entre esa literatura y la dedicada a la integración micro-macro y se ofrece también una idea general del trabajo sobre la acción y la estructura. Este capítulo examina con cierto detalle la teoría de la estructuración de Giddens, el trabajo de Archer sobre la cultura y la ac ción, la integración de Bourdieu de habitus y campo, y las ideas de Habermas sobre la colonización del inundo de la vida. Los capítulos duodécimo y decimotercero analizan los esfuerzos de síntesis en sociología. Se revisa en ellos la mayoría de las teorías analizadas en la Se gunda Parte, esta vez desde el punto de vista de los esfuerzos de síntesis que se derivan de ellas. Además de esta revisión, contienen análisis de nuevos e im portantes desarrollos de síntesis como el neofuncionalismo, la teoría de la elec ción racional, el posmodernismo y la teoría posmarxista. El libro termina con un Apéndice que incluye una revisión profunda de la metateorización en sociología, lo que refleja el creciente interés por esta cues tión en la actualidad. Incluye también un estudio sobre el enfoque metateórico específico que guia todo el libro, A lo largo del libro presentamos varias reseñas biográficas tomadas de la anterior edición: Ibn Jaldún, Auguste Comte, Sigmund Freud, Kart Marx, Emite Durlcheim, Max Weber, Georg Simmel, Herbert Spencer, Robert Park, Pitirim Sorokin, C. Wright Mills, Erving Goffman, Talcott Parsons, Robert Merton, Louis Althusser, Nícos Poulantzas, (mmanuel Wallerstein, George Herbert Mead,
PREFACIO
X X iil
Alfred Schutz, George Caspar Homans, Jessie Bernard, Dorothy Smith, y Peter Blau. Además presentamos nuevas biografías de teóricos contemporáneos: Randall Collins, Jeffrey Alexander, Richard Emerson y George Ritzer, Me complace expresar mi agradecimiento al personal de McGraw-Hill, es pecialmente a Phil Butcher, Sylvia Shepard e Ira Roberts por su revisión y ayu da. A mi hijo Jeremy, que hizo el índice de este libro. También expreso mi agradecimiento a los siguientes teóricos por ofrecerme comentarios útiles para la realización de este libro: Robert Antonio, Universidad de Kansas; John Bald win, Universidad de California, Santa Bárbara; Deirdre Boden, Universidad de Washington; Ira Cohén, Universidad de Rutgers; Paul Colomy, Universidad de Denver; Karen Cook, Universidad de Washington; James Farganis, Vassar Co llege; Gary Fine, Universidad de Georgia; Robert A. Jones, Universidad de Illinois; Stephen Kalberg, Universidad de Harvard; Frank J. Lechner, Universi dad de Emory; Donald N. Levine, Universidad de Chicago; Whitney Pope, Uni versidad de Indiana; George Psathas, Universidad de Boston; Steven Seidman, SUN Y en Albany; y Jonathan H. Turner, Universidad de California, Riverside. Mi ayudante, Joanne DeFiore me ha proporcionado una ayuda inestimable en esta revisión. George Ritzer
PARTE
I
INTRODUCCION
CAPITULO
1
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS INTRODUCCION FUERZAS SOCIALES EN EL DESARROLLO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA Revoluciones políticas La revolución industrial y el nacimiento del capitalismo El nacimiento del socialismo Urbanización Cambio religioso Crecimiento de la ciencia FUERZAS INTELECTUALES Y SURGIMIENTO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA La ilustración y la fundación de la sociología en Francia El desarrollo de la sociología alemana Los orígenes de la sociología británica Principales figuras de la sociología italiana Desarrollos del marxismo europeo a la vuelta del siglo
4
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
HI presente cs un libro de teoria sociológica contemporánea. El grueso del volu men se ocupa de las teorías firmemente establecidas que siguen siendo relevan tes en nuestros dias y de las nuevas teorías que están en camino de serlo, Pero para comprender adecuadamente las teorías de hoy es preciso conocer la his toria de la teoría sociológica. Por tanto dedicamos este capitulo y el siguiente a las principales teorías y a los más destacados teóricos de la historia de la so ciologia. Aunque se pueden encontrar ideas sociológicas en la historia temprana de la humanidad, la sociologia como disciplina distintiva tiene poco más de un siglo de edad. Así, si bien el material que estudiamos en el primero de los dos capítulos no es contemporáneo, tampoco puede afirmarse que pertenezca a la historia antigua. Desde un punto de vista muy general, la teoría sociológica es relativamente moderna. El material que vamos a analizar también es contemporáneo en otro senti do; las teorías y los teóricos que estudiamos aquí son, en lo fundamental, aque llos que siguen siendo relevantes en nuestros días. Por ejemplo, las ideas de grandes pensadores tales como Max Weber, Kari Marx y Emüe Durkheim son aún muy útiles y ampliamente usadas aunque se desarrollaran en el siglo xix y principios del x.\. Es preciso hacer un breve resumen de la historia de la teoria sociológica porque nosotros hemos sigo testigos del desarrollo de muchas teorías contem poráneas. y para comprenderlas es preciso conocer sus raíces y ei contexto histórico en el que surgieron. Así. en estos dos primeros capítulos nos encontra remos con las teorías que ocuparán nuestra atención a lo largo dei resto de este libro.
INTRODUCCION Aunque existen muchas definiciones del término teoría sociotógica, este libro se basa en la idea de que una teoría sociológica es un vasto sistema de ideas acerca de cuestiones de criuia! importuncin para la vida social. Esta definición es totalmente diferente de las definiciones formales y «cien tíficas» que suelen utilizarse en los textos de teoría. Por ejemplo, una defini ción formal es que una teoría «s un conjunto de proposiciones interrelacionadas que permite la sistematización del conocimiento, la explicación y la predicción de la vida social y la generación de nuevas hipótesis de investiga ción (l-'aia. 19S6; 134). Aunque esta definición es atractiva, no describe correc tamente muchos de los conjuntos de ideas que vamos a analizar en este libro. En otras palabras, la mayoría de los sistemas de ideas sociológicas incumple uno o más componentes formales de una teoria; con todo, la mayoría de los sociólo gos las considera teorías en sí. Nuestro estudio se centra en la importante obra teórica de los sociólogos, asi como en los trabajos de aquellos que suelen relacionarse con otros campos
\
FR AM IA
I t ! RZ AS
UuKtrm.txnf
S tK 1ALF.Ü
B c tm u H ì ( rj«vcrnjn/,>|i £j
V K > n t£ S iju ic u ( I f i J í í í - i TSjS t
du litiiiulJ (l''54-l>iJl}p
R o u s is c ju I n i - - 1
de Mjisin; U
S aiiK '.S iiriin inW J-IJ<25|
D u rkh ciin
ftH ììlC
i )'?y>i-|x57i
1»
Ri;'. ollKiiHIil' s paliiisMs .h tx t-n t, -- f } f \ i t ‘ iu n it> s
Keiicrbnuh ÍIHJJ-IS7:)
M itr x Í I
I S - 1 ^ J
i ) i ‘t e r m i I t i '■tn-x
\ i o > 'il'. i\.i V
fi 4jffi'iJJ11.*!' k;iuEsVy
Ut';•*;{Ut*10•»
R ei
iiidüsirh4i[
Kiiul {r:4-lst>4>
%iijil'i míenlo
lid ujpiuMivoio
Siciliucl
Nili:imienti'
>
d e l s c h :l;iI i> icU i
P ii r e ' 1.^ 1,1
1 'C . '
\ln > L -L i I l i > ; ? K - ) 4 4 n
ti RAS l i K h l A S A
Cn;i:inihcUU>
>de lj L'iiriicM
¡y o U tU í!
.Sinich (
fiÌ4.M n,h> t 1
I .S J ' j
7i í 'í j ií n
sps.'iiiL\T IiN.'O-lvri'Í
/ F ig u ra 1 .1 .
Teoria sociológica: primeros años.
l.ilkiiLS.
6
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
que han sido definidos como relevantes para la sociología. Para decirlo sucin tamente, el presente es un libro sobre las «grandes ideas» en sociología que han superado la prueba del tiempo (o prometen superarla), sistemas de ideas acerca de cuestiones sociales de gran relevancia y alcance, * Presentar una historia de la teoría sociológica es una ardua tarea, pero como sólo dedicamos los dos primeros capítulos a ella lo que ofrecemos es un esbozo histórico altamente selectivo^. Pretendemos proporcionar al lector un andamio que le ayude a situar las discusiones detalladas posteriores de los teóricos clási cos en un contexto histórico, (Seria de especial utilidad ojear más de una vez las Figuras 1.1 y 2,1, ya que son representaciones esquemáticas de la historia que abarca este capítulo.) No se puede establecer a ciencia cierta la fecha exacta de los comienzos de la teoría sociológica. Muchos han reflexionado y han desarrollado teorías sobre la vida social desde sus orígenes históricos, Pero no nos remontaremos a los remotos tiempos de los griegos o los romanos, ni siquiera a la Edad Medía, Y ello no se debe a que pensemos que las personas de aquellos tiempos no tuvie ran ideas sociológicas importantes, sino a que el producto de nuestra inversión en tiempo sería pequeño; gastaríamos demasiado tiempo analizando pocas ideas relevantes para la sociología moderna. En cualquier caso, ninguno de los pensa dores de aquellas épocas se reconocían a sí mismos, y pocos son reconocidos actualmente, como propiamente sociólogos, (Para el análisis de una excepción, véase la reseña biográfica de Ibn Jaldún.) Es a principios del siglo xix cuando comenzamos a encontrar pensadores que han sido manifiestamente identifica dos como sociólogos. Estos son los pensadores sociales que nos interesan y comenzamos, pues, con el examen de las fuerzas sociales e intelectuales más importantes que configuraron sus ideas.
FUERZAS SOCIALES EN EL DESARROLLO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA El contexto social configura profundamente todos y cada uno de los campos intelectuales. Ello es particularmente cierto en el caso de la sociologia, que no sólo se deriva de ese contexto, sino que también toma el contexto social como su objeto de estudio. Analizaremos brevemente algunas de las condiciones so ciales más importantes del siglo xix y principios del xx, condiciones que fueron de suma importancia para el desarrollo de la sociología. Tendremos también la ocasión de comenzar a presentar Ijs principales figuras de la historia de la teo ría sociològica.
' Existe también un enfoque metateórico elaborado que informa ios Capítulos l y 2, asi como el resto del libro. En el apéndice esbozamos este enfoqüe. ^ Para un esbozo bistórico más detallado, véase, por ejemplo, Szacki (1979).
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
7
Revoluciones políticas La larga serie de revoluciones políticas que, desencadenadas por la Revolución Francesa de 1789, se produjeron a lo largo del siglo xix constituyó el factor más inmediato de la aparición de la teorización sociológica. La influencia de estas revoluciones en muchas sociedades fue inmensa, y de ellas se derivaron muchos cambios positivos. Sin embargo, lo que atrajo la atención de muchos de los primeros teóricos no fueron las consecuencias positivas de esos cambios, sino sus efectos negativos. Estos escritores se sintieron particularmente preocupados por el caos y el desorden resultantes, sobre todo en Francia. Sentían al unísono un deseo de restaurar el orden de la sociedad. Algunos de los pensadores más extremistas de este periodo anhelaban literalmente un regreso a tos pacíficos y relativamente ordenados días de la Edad Media, Los pensadores más sofisticados reconocían que el cambio social que se había producido hacía imposible ese regreso. Así, se afanaban por encontrar nuevas bases de orden en las sociedades perturbadas por las revoluciones políticas de los siglos x v h e y xix. Este interés por la cuestión del orden social fue una de las preocupaciones principales de los teóricos clásicos de la sociología, en especial de Comte y Durkheim.
La revolución industrial y el nacimiento del capitalismo En la configuración de la teoría sociológica tan importante fue la revolución política como la revolución industrial, que se produjo en muchas sociedades occidentales principalmente durante et siglo xix y principios del xx. La revolu ción industrial no constituye un único acontecimiento, sino muchos desarrollos interrelacionados que culminaron en la transformación del mundo occidental, que pasó de ser un sistema fundamentalmente agricola a otro industrial. Gran cantidad de personas abandonaron las granjas y el trabajo agrícola para ocupar tos empleos industríales que ofrecían las nuevas fábricas. Estas fábricas habían experimentado también una transformación debido a la introducción de mejo ras tecnológicas. Se crearon inmensas burocracias económicas para proporcio nar los múltiples servicios que requerían ta industria y el naciente sistema eco nómico capitalista. El ideal de esta economía era un libre mercado en el que pudieran intercambiarse los diversos productos del sistema industrial. En este sistema unos pocos obtenían enormes ganancias, mientras la mayoría trabajaba gran cantidad de horas a cambio de bajos salarios. La consecuencia de ello fue la reacción contra el sistema industrial y contra el capitalismo en general, lo que condujo a la creación del movimiento obrero, así como de una diversidad de movimientos radicales cuyo objetivo era derrocar el sistema capitalista. La revolución industrial, el capitalismo, y la reacción contra ellos desencadenó una enorme revuelta en la sociedad occidental, una revuelta que afectó profun damente a tos sociólogos. Cuatro figuras principales de ta historia de la teoría sociológica —Karl Marx, iVIax Weber, Emite Durkheim y Georg Simmel— , así como otros muchos pensadores de menor importancia, se sentían preocupados
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPOFIANEA
ABDEL RAHMAN IBN JALDUN: Reseña biográfica Existe una tendencia que nos lleva a pensar en la sociología como un fenómenotcomparativamente moderno y exclusivamente occiden tal, Sin embargo, el hecho es que hace mucho tiempo existieron en otras partes del mundo sabios que hicieron sociología. Abdel Rahman lbn-Ja(dún es un buen ejemplo. Ibn Jaidún nació en Túnez, en Africa del Norte, el 27 de mayo de 1332 (Faghirzadeh, 1982). Nacido en el seno de una familia culta, Ibn-Jaldún inició sus estudios con el Corán (el libro sagrado musulmán), las matemáticas y la historia. Trabajó para varios sultanes de Tú nez, Marruecos, España y Argelia como em bajador, chambelán y miembro del consejo de sabios. Estuvo en prisión en Marruecos por creer y manifestar que los gobernantes civiles no eran líderes divinos. Tras aproximadamente dos décadas de actividad política Ibn-Jaldún regresó al norte de Africa, donde inició un periodo de cinco años de intenso estudio y producción de escritos. Las obras que escribió durante este perio do aumentaron su fama y le proporcionaron un empleo de profesor en el principal centro de estudios islámicos, la mezquita universitaria de Al-Azhar en El Cairo, En sus concurridas clases sobre la sociedad y la sociología, IbnJaldún acentuaba la importancia de la vinculación del pensamiento socioló gico y la observación histórica. Cuando llegó al término de sus días, en 1406, Ibn-Jaldún había produci do una obra que tiene mucho en común con la sociología contemporánea. Estaba comprometido con el estudio cíentffíco de la sociedad, con la inves tigación empírica y con la búsqueda de las causas de los fenómenos socia les, Dedicó considerable atención a diversas instituciones sociales (por ejemplo, a las políticas y económicas) y a la relación entre ellas. Se interesó por la comparación entre las sociedades modernas y las primitivas. Ibn-Jaldún no tuvo una influencia profunda en la sociología clásica; pero, una vez redescu bierta su obra, puede ser considerado como una figura de un gran signillcado histórico, como lo es por los intelectuales en general y loS intelectuales islámicos en particular.
por estos cambios y por los problemas que habían creado ai conjunto de ia sociedad. Pasaron sus vidas estudiando estos problemas y en muchos casos se esforzaron por desarrollar programas que pudieran resolverlos.
El nacimiento del socialismo Una serie de cambios cuyo objetivo era solucionar los excesos del sistema in dustrial y del capitalismo pueden agruparse bajo el término «socialismo». Aun que algunos sociólogos apoyaron el socialismo como la solución a los proble
ESBOZO HISTORICO OE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
9
mas industriales, la mayoría se manifestó personal e intelectualmente en contra de él. Por un lado, Karl Marx apoyaba activamente el derrocamiento del siste ma capitalista y su sustitución por un sistema socialista. Aunque no desarrolló una teoría del socialismo per se^ invirtió una gran cantidad de tiempo en criticar varios aspectos de la sociedadcapitalista. Además, estuvo implicado en diver sas actividades políticas que esperaba dieran como resultado el nacimiento de las sociedades socialistas. Sin embargo, Marx constituye una figura atipica de los primeros años de la teoria sociológica. La mayoría de tos primeros teóricos, como Weber y Durk heim, se opuso al socialismo (al menos, así lo creía Marx), Aunque reconocían los problemas de la sociedad capitalista, se afanaban por encontrar una reforma social dentro del capitalismo, antes que apoyar la revolución social que propo nía Marx. Temían al socialismo más que al capitalismo. Este temor jugó un papel mucho más importante en la configuración de la teoría sociológica que el apoyo de Marx a la altemativa socialista al capitalismo. Como veremos, en muchos casos la teoría sociológica se desarrolló de hecho como una reacción contra la teoria socialista en general, y contra la marxista en particular.
Urbanización En parte como resultado de la revolución industrial, gran cantidad de personas del siglo X I X y x x fueron desarraigadas de su entorno rural y trasladadas a em plazamientos urbanos. Esta emigración masiva se debió en muy buena medida a los empleos que creó el sistema industrial en las zonas urbanas. Además, la expansión de las ciudades produjo una lista supuestamente interminable de pro blemas urbanos: masificación, contaminación, ruido, tráfico, etc,. La naturale za de esta vida urbana y sus problemas atrajo la atención de muchos sociólogos clásicos, especialmente la de Max Weber y Georg Simmel, De hecho, la prime ra y principal escuela de sociología estadounidense, la escuela de Chicago, se define en parte por su preocupación por la ciudad y sus intereses en la utiliza ción de Chicago como laboratorio para el estudio de la urbanización y sus pro blemas.
Cambio religioso Los cambios sociales que se produjeron a raíz de las revoluciones políticas, la revolución industrial, y ia urbanización, tuvieron un profundo efecto en la reli giosidad, Muchos de los primeros sociólogos recibieron una educación religio sa y se encontraban implicados activamente, y en algunos casos, profesional mente, en la religión (Hinkle y fiinkle, 1954), Su objetivo en sociología era el mismo que tenían en sus vidas religiosas. Su deseo era mejorar la vida de las personas (Vidich y Lyman, 1985). En algunos casos (como en ei de Comte) la sociología se convirtió en una religión. En otros, sus teorías sociológicas exhi ben una marca inconfundiblemente religiosa. Durkheim dedicó una de sus prin
10
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cipales obras a la religión. Una gran parte de la obra de Weber está dedicada a las religiones del mundo. Marx también se mostró interesado por la religiosi dad, pero su orientación era más critica.
Crecimiento de la ciencia En el curso del desarrollo de la teoría sociológica tuvo lugar un creciente interés por la ciencia, no sólo en las universidades, sino también en la sociedad en su conjunto. Los productos tecnológicos de la ciencia impregnaban todos los sec tores de la vida, y la ciencia adquirió un fabuloso prestigio. A los intelectuales vinculados a las ciencias que más éxitos acumulaban (la física, la biología y la química) se les otorgaban lugares preferentes en la sociedad. Los sociólogos (especialmente Comte, Durkheim, Spencer, Mead y Schutz) se preocuparon desde el principio por la ciencia, y muchos querían modelar la sociología a partir de las ciencias de la física y la química, que habían obtenido un gran éxito. Sin embargo, en seguida surgió un debate entre los que aceptaban de buen grado el modelo científico y los que (como Weber) pensaban que las ca racterísticas particulares de la vida social difícultaban y hacían no recomenda ble la adopción de un modelo absolutamente cientifíco. La cuestión de la rela ción entre la sociología y la ciencia aún se debate, aunque una sola ojeada a las principales revistas del área indica el predominio de los que apoyan la sociolo gía como ciencia. Estos son sólo algunos de los principales factores sociales que desempeña ron papeles centrales en los primeros años de la teoría sociológica. La infíuencía de estos factores se clarificará a medida que analicemos a los diversos teó ricos a lo largo del libro. Aunque los factores sociales son importantes, concedemos más importan cia en este capítulo a las fuerzas intelectuales que desempeñaron un papel cen tral en la configuración de la teoría sociológica. Por supuesto, en el mundo real los factores intelectuales son inseparables de las fuerzas sociales. Por ejemplo, en la discusión de la Ilustración que aparece más adelante nos percatamos de que ese movimiento está íntimamente relacionado con los cambios sociales dis cutidos arriba, y en muchos casos proporciona su base intelectual.
FUERZAS INTELECTUALES Y SURGIMIENTO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA Las numerosas fuerzas intelectuales que confíguraron el desarrollo de las teo rías sociológicas clásicas se analizan en el contexto nacional en el que se dejó sentir su influencia. Comenzamos con la Ilustración y su influencia en el desa rrollo de la teoría sociológica en Francia,
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
11
La Ilustración y la fundación de la sociología en Francia Numerosos observadores piensan que, a la luz de la evolución posterior de la socioiogia, la Ilustración constituye un desarrollo crítico (Hawthom, 1976; Nisbet, 1967; Seidman, 1983;Zeitlin, 1981, 1990). La Ilustración fue un periodo de notable desarrollo y cambio intelectual en el pensamiento filosófico^. Algunas ideas y creencias que han prevalecido —muchas relacionadas con la vida social— fueron superadas y reemplazadas durante la Ilustración. Los pensadores más importantes asociados con la Ilustración son los filósofos franceses Charles Montesquieu (1689-1755) y Jean Jacques Rousseau (1712-1778). Sin embargo, la influencia de la Ilustración en la teoria sociológica fue más indirecta y nega tiva que directa y positiva. Como ha señalado Irving Zeitlin: «La sociología se desarrolló inicialmente como una reacción a la Ilustración» (1981: 10). Después de todo, los pensadores vinculados a la Ilustración estuvieron in fluidos por dos corrientes intelectuales: la filosofía y la ciencia del siglo xvii. La filosofía del siglo xvn estaba asociada a la obra de pensadores tales como René Descartes, Thomas Hobbes y John Locke. El interés fundamental se centraba en la producción de sistemas ambiciosos, generales y altamente abs tractos de ideas que tuvieran sentido racional. Pensadores más tardíos relacionados con la Ilustración no rechazaron la idea de que los sistemas de ideas debían ser generales y tener un sentido racional, pero hicieron grandes esfuerzos por deri var sus ideas del mundo real y verificarlas en él. En otras palabras, deseaban combinar la investigación empírica con la razón (Seidman, 1983; 36-37). El modelo para llevar a cabo esa combinación era el científico, especialmente la física newtoniana. En esos momentos se produjo el nacimiento de la aplicación del método científico a las cuestiones sociales. Por otro lado, no sólo los pensa dores de la Ilustración querían que sus ideas se derivaran, al menos en parte, del mundo real, sino que también deseaban que fueran útiles para el mundo social, especialmente para el análisis critico de ese mundo. En general, la Ilustración se caracterizó por la creencia de que las personas podían comprender y controlar el universo mediante la razón y la investigación empírica. Pensaban que del mismo modo que el mundo físico se regia de acuer do con leyes naturales, era probable que el mundo social' también tuviera sus propias leyes. Por tanto, mediante el empleo de la razón y la investigación cien tífica, al filósofo atañía descubrir esas leyes sociales. Una vez comprendido el funcionamiento del mundo social, los pensadores de la Ilustración se trazaron una meta práctica: la creación de un mundo más racional y «mejor». Como hacían hincapié en la importancia de la razón, los filósofos de la ^ Este apartado se basa en la nbra de Irving Zeitlin (1981, 1990). Aunque presentamos aquí el análisis de Zeitlin debido a su coherencia, es necesario manifestar que tiene algunas limita ciones: hay mejores análisis de la Ilustración, existen mucbos otros factores implicados en la configuración del desarrollo de la socioiogia y, además, Zeitlin tiende a exagerar sus propios puntos de vista (por ejemplo, la influencia de Marx). Pero en conjunto, Zeitlin nos ofrece un punto de partida útil para nuestros objetivos en este capítulo.
12
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Ilustración tendían a rechazar las creencias en la autoridad tradicional. Cuando estos pensadores examinaban los valores y las instituciones tradicionales, solían encontrarlas irracionales; es decir, opuestas a la naturaleza humana e inhibidoras del desarrollo y crecimiento humano. La misión de estos filósofos de la Ilustración prácticos e inclinados al cambio era, pues, superar estos sistemas irracionales. Reacción conservadora a la Ilustración. El teórico más directa y positiva mente influido por ei pensamiento de la Ilustración fue Karl Marx, aunque pro dujo sus primeras ideas teóricas en Alemania. A primera vista pensamos que ia teoría sociológica clásica francesa, asi como la teoria de Marx, estuvo directa y positivamente influida por la Ilustración. Después de todo, ¿acaso no se con virtió la socioiogia francesa en una socioiogia racional, empírica, científica y orientada al cambio? La respuesta es que sí, pero no antes de que se formara por medio de un conjunto de ideas que se desarrollaron como reacción a la Ilus tración. Para Seidman «La ideología de la contra-ilustración supuso una in versión virtual del liberalismo de la Ilustración. En lugar de premisas moder nistas, detectamos en los críticos de la Ilustración un profundo sentimiento antimodemista» (1983; 51). Como veremos, la socioiogia en general, y la so ciología francesa en particular, constituyeron desde sus inicios una mezcolanza turbulenta de ideas en pro y en contra de la Ilustración. La forma más extrema que adoptó la oposición a las ideas de la Ilustración fue la filosofía contrarrevolucionaria católica francesa representada fundamen* talmente por las ideas de Louis de Bonald (1754-1840) y Joseph de Maistre (1753-1821). Estos hombres reaccionaron no sólo contra la Ilustración, sino también contra la Revolución Francesa, a la que consideraban como parte de un producto del pensamiento característico de la Ilustración. De Bonald, por ejem plo, mostraba especial disgusto por ios cambios revolucionarios y recomendaba un regreso a la paz y armonía de la Edad Media. Dios era la fuente de la socie dad, por lo que la razón, de suma importancia para los filósofos de la Ilustra ción, era considerada inferior a las creencias religiosas tradicionales. Además, se pensaba que como Dios había creado la sociedad, los humanos no podían manipularla ni debían i'.teniar cambiar una creación sagrada. Por extensión, de Bonald se oponía a todo it- que minara instituciones tradicionales tales como el patriarcado, la familia monógama, la monarquía y la Iglesia Católica. Limitarse a calificar la postura de de Bonald de conservadora es un error. Aunque de Bonald representó una forma bastante extrema de la reacción conservadora, su obra constituye una introducción útil a sus premisas genera les. Los conservadores se alejaron de lo que consideraban el racionalismo «nai ve» de la Ilustración. No sólo reconocían los aspectos irracionales de la vida social, sino que también les asignaban un valor positivo. Así, fenómenos tales como la tradición, la imaginación, la emoción y la religión constituían compo nentes útiles y necesarios de la vida social. Les disgustaba la revuelta y desea ban mantener el orden existente, y por ello deploraban desarrollos tales como la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, considerados por ellos como
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
13
fuerzas destructivas. Los conservadores tendían a acentuar el orden social, ten dencia que se convirtió en uno de los temas centrales de la obra de varios teóri cos clásicos de la sociología. Zeitlin (1981) expuso diez proposiciones principales que, en su opinión, definen ia reacción conservadora y proporcionan la base del desarrollo de la teoria sociológica clásica. !.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Mientras que la mayoría de los pensadores de la Ilustración tendían a hacer hincapié en el individuo, la reacción conservadora llevó a un mayor interés por la sociedad y otros fenómenos de gran alcance. La sociedad se consideraba como algo más que un mero agregado de individuos. Pensaban que la sociedad existía per se, con sus propias leyes de desa rrollo y sus profundas raíces en el pasado. La sociedad era la unidad de análisis más importante; se le confería más importancia que al individuo. Era la sociedad la que creaba al indivi duo, fundamentalmente a través del proceso de socialización. H1 individuo no constituía ni siquiera el elemento más básico de la so ciedad. Una sociedad se componía de elementos tales como roles, posi ciones, relaciones, estructuras e instituciones. Los individuos ni siquie ra eran considerados como los protagonistas de esas unidades de la sociedad. Se creía que las partes de una sociedad estaban interrelacionadas y eran interdependientes. En efecto, estas interrelaciones constituían la princi pal base de la sociedad. Esta visión les confirió una orientación política conservadora. Es decir, debido a que las partes se suponían interrela cionadas, manipular una de ellas podía conducir a la destrucción de las otras partes y, consecuentemente, dei sistema en su conjunto. Ello su ponía que la introducción de cambios en el sistema social debía reali zarse con suma precaución. Se contemplaba el cambio como una amenaza no sólo para la sociedad y sus componentes sino también para los individuos de la sociedad. Los diversos componentes de la sociedad satisfacían supuestamente las ne cesidades de las personas. Cuando las instituciones-se destruían, la gen te probablemente sufría, y tal sufrimiento desembocaría con probabili dad en el desorden social. La tendencia general era creer que ios diversos componentes de la so ciedad eran útiles tanto para la sociedad como para el individuo. En consecuencia, apenas existía el deseo de reflexionar acerca de los efec tos negativos de las estructuras y las instituciones sociales existentes. Pequeñas unidades como la familia, el vecindario y los grupos religio sos y ocupacionales también eran calificados de esenciales para los in dividuos y la sociedad. Proporcionaban los entornos íntimos y de interrelación personal que las personas necesitaban para sobrevivir en las sociedades modernas.
14
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
8.
9.
10.
Existía una cierta tendencia a interpretar que cambios sociales como la industrialización, la urbanización y la burocratización tenían efec tos desorganizadores. Se contemplaban estos cambios con temor e in quietud y existía gran interés en idear alguna manera de manejar sus efectos destructores, Aunque gran parte de estos temidos cambios daba lugar a una socie dad más racional, ia reacción conservadora llevaba a reconocer la im portancia de los factores no racionales (por ejemplo, el ritual, la cere monia y el culto) de la vida social. Finalmente, los conservadores apoyaban la existencia de un sistema social jerárquico. Se confería tanta importancia de la sociedad como a la existencia de un sistema diferencial de estatus y recompensas.
Estas diez proposiciones que resumen la reacción conservadora a la Ilustra ción deben considerarse como ia base intelectual más inmediata del desarrollo de la teoría sociológica en Francia. Muchas de estas ideas penetraron profunda mente en el pensamiento sociológico temprano, aunque algunas de las ideas de la ilustración (el empirismo, por ejemplo) también ejercieron gran influencia. Aunque hemos subrayado las discontinuidades entre ta Ilustración y la con tra-ilustración, Siedman defiende que existían vínculos y afinidades entre ellas. En primer tugar, la contra-ilustración prolongaba la tradición científica desa rrollada por la Ilustración. En segundo lugar, adoptó el interés de la Ilustración por las colectividades (como opuestas a los individuos) y las estudió en profun didad. Y en tercer lugar, ambas se interesaron por los problemas del mundo moderno, especialmente por sus efectos negativos sobre los individuos. Pasaremos ahora a ta fundación real de ta sociología como disciplina distin tiva y, específicamente, a la obra de tres pensadores franceses, Claude SaintSimon, Auguste Comte y, sobre todo. Emite Durlíheim. Claude H enri Saint-Sim on (1760-1825). Saint-Simon era mayor que Augus te Comte quien, de hecho, trabajó en su juventud como secretario y discípulo de aquél. Existe una gran similitud entre tas ideas de ambos pensadores, pero un amargo debate entre los dos les condujo a su separación final (Thompson, 1975), Como suele considerarse a Comte más importante en la fundación de la sociolo gía, dedicaremos sólo algunas palabras a¡ pensamiento de Saint-Simon. El aspecto más interesante de Saint-Simon fue su importancia, tanto para el desarrollo de ta teoría sociológica conservadora como para el de la marxiana (que, en muchos aspectos, se oponía a ta teoría conservadora). Desde el punto de vista conservador, Saint-Simon pretendía preservar ta sociedad tal y como era, pero no anhelaba el regreso a la vida de la Edad Media que promovían de Bonald y de Maistre, Además, era un positivista (Durkheim, 1928/1962: 142), es decir, creía que el estudio de los fenómenos sociales debía emplear las mis mas técnicas científicas que las ciencias naturales. Desde el punto de vista radi cai, Saint-Simon previo ta necesidad de reformas socialistas, especialmente la
ESBOZO HISTORfCO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
15
planificación centralizada del sistema económico. Pero Saint-Simon no fue tan lejos como Marx. Aunque ambos previeron que los capitalistas suplantarían a ta nobleza feudal, a Saint-Simon le parecía inconcebible que la clase trabajadora pudiera sustituir a los capitalistas. Encontramos muctias de las ideas de SaintSimon en la obra de Comte, por lo que a continuación pasamos a hacer un breve examen de la misma. Auguste Comte (1798-1857). Comte fue el primero en utilizar el término 50 cioiogía. Ejerció una profunda influencia en los teóricos posteriores de la socio logía (especialmente en Herbert Spencer y en Emite Durkheim), Y creía que el estudio de la sociología debía ser científico, al igual que muchos teóricos clási cos y ta mayoría de los sociólogos contemporáneos (Lenzer, 1975), La obra de Comte puede considerarse, al menos en parte, como una reac ción contra la Revolución Francesa y la Ilustración, a la que consideraba la principal causa de ta revolución (1830-1842/1855), Se sentía profundamente perturbado por la anarquía que reinaba en la sociedad y se mostraba crítico frente a tos pensadores franceses que habían engendrado ta Ilustración y apoya do la revolución. Desarrolló su perspectiva científica, el «positivismo» o «filo sofía positiva», para luchar contra lo que consideraba la filosofìa destructiva y negativa de ta Ilustración, Comte se alineaba con los católicos contrarrevolu cionarios franceses (especialmente de Bonald y de Maistre), de los que experi mentó su influencia. Sin embargo, al menos por dos razones, su obra debe ser analizada al margen de la de éstos. Primera, no creía posible el regreso a ta Edad Media, pues los avances científicos e industriales hacían imposible ese regreso. Segunda, desarrolló un sistema teórico bastante más sofisticado que sus predecesores, un sistema que configuró una gran parte de la temprana so ciología. Comte desarrolló fisica sodai, o lo que en 1822 denominó sociología, para luchar contra las íilosofias negativas y la anarquía perjudicial que, desde su punto de vista, reinaban en la sociedad francesa. El uso del término fisica social evidenciaba el afán de Comte por modelar la sociología a partir de las «ciencias duras». Esta nueva ciencia, que para él terminaría por ser la ciencia dominante, debía ocuparse tanto de ta estática social (de las-estructuras sociales existentes) como de la dinámica social (del cambio social). Aunque ambas im plicaban la búsqueda de las leyes de la vida social, Comte percibía que la diná mica social era más importante que la estática social. Este interés por el cambio reflejaba su interés por la reforma social, particularmente la de los males crea dos por ta Revolución Francesa y la Ilustración. Comte no recomendaba el cam bio revolucionario, pues consideraba que la evolución natural de ta sociedad mejoraría tas cosas. Las reformas eran necesarias sólo para empujar levemente el proceso. Esto nos lleva a ta piedra angular del enfoque de Comte: su teoría de la evolución o ley de ¡os tres estadios. La teoria propone que existen tres estadios intelectuales a través de los que la historia del mundo ha avanzado. De acuerdo -
16
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
AUGUSTE COMTE; Reseña biográfica Auguste Comte nació en Montpellier, Francia, el diecinueve de enero de 1798. Aunque fue un estudiante precoz, no llegó a obtener un tí tulo universitario, hecho que influyó negativa* mente en su carrera docente. En 1818 se con virtió en secretario (e «hijo adoptivo» [Manuel, 1962: 251]) de Claude Henri Saint-Simon, un filósofo treinta y ocho años mayor que Comte. Trabajaron juntos durante varios años, pero en 1824 se separaron porque Comte pensaba que Saint-Simon no daba suficiente crédito a sus ideas. Más tarde Comte escribiría sobre su re lación con Saint-Simon calificándola de «ense ñanza mórbida recibida en su adolescencia e impartida por un maquinador depravado» {Durkheim, 1928/1962: 144). A pesar de la hiostilidad tardía que sintió hacia Saint-Simon, Comte solía reco nocer su deuda con él; «Ciertamente, le debo mucfio intelectualmente... contribuyó poderosamente a que me orientara en una dirección filosófica que no he abandonado y que mantendré sin lugar a dudas durante toda mi vida» (Durkheim, 1928/1962: 144). En 1826 Comte planificó un curso integrado por setenta y dos lecciones públicas sobre su filosofía de la vida. El curso atrajo un público distinguido, pero su marcha se vio interrumpida después de la tercera lección debido a una crisis nerviosa. Comte siguió padeciendo problemas mentales y en 1827 intentó suicidarse arrojándose al río Sena. Aunque no llegó a ocupar una posición fija en la Ecole Polytechnique, Comte logró un pequeño trabajo como lector en 1832. En 1837 le fue con cedido un puesto adicional de examinador para la admisión en la Escuela que, por vez primera, le proporcionó unos ingresos apropiados. Durante este periodo Comte trabajó en los seis volúmenes de lo que sería su obra más conocida. Cours de Philosophie Positive, publicada finalmente en 1842. En ella exponía una perspectiva según la cual la sociología constituía la ciencia última, al tiempo que arremetía contra la Ecole Polytechnique, a resultas de lo cual en 1844 no se le renovó su contrato de ayudante. En 1851 terminó los cuatro volúmenes de su obra Système de Politique Positi ve, que constituía un esfuerzo más práctico por ofrecer un plan magno para la reorganización de la sociedad. Comte tenia Ideas extravagantes. Por ejemplo, creía en la «higiene ce rebral», es decir, evitaba la lectura de las obras de los demás, y como con secuencia de ello llegó a estar completamente al margen de las principales corrientes intelectuales de su tiempo. Comte también soñaba con llegar a ser sumo sacerdote de una nueva religión de la humanidad; creía en un mundo que finalmente seria gobernado por sociólogos-sacerdotes. A pesar de sus ideas excéntricas, atrajo a numerosos seguidores tanto en Francia como en otros países. Auguste Comte murió el cinco de septiembre de 1857.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; PRIMEROS AÑOS
17
con Comte, no sólo el mundo atraviesa este proceso, sino también los grupos, las sociedades, las ciencias, los individuos e incluso la mente de las personas. El primero es el estadio teológico y define el mundo anterior a 1300. Durante este periodo el sistema principal de ideas enfatizaba la creencia de que ios poderes sobrenaturales, las figuras religiosas, diseiiadas a partir dei hombre, constituían la raiz y el origen de todo. En particular, se pensaba que era Dios quien había creado el mundo social y fisico. El segundo estadio es el metafìsico y se sitúa aproximadamente entre 1300 y 1800. Este estadio se caracterizó por la creencia en que las fuerzas abstractas, como la «naturaleza», lo explicaban todo mejor que los dioses personalizados. Finalmente, en 1800 comenzó el estadio positi vo, caracterizado por la creencia en la ciencia. En este estadio la gente tendia a abandonar la búsqueda de las causas absolutas (Dios o la naturaleza) para con centrarse en la observación del mundo llsico y social y en ia búsqueda de las leyes que lo regían. Es evidente que en su teoría del mundo Comte se centró en los factores intelectuales. En efecto, afirmaba que el desorden intelectual era la causa del desorden social. El desorden se derivaba de los antiguos sistemas de ideas (teo lógico y metafisico) que seguían existiendo en la edad positivista (científica). Sólo cuando el positivismo se hiciera con el control total cesarían las revueltas sociales. Como se trataba de un proceso evolutivo parecía innecesario fomentar la revuelta social y la revolución. El positivismo llegaría tarde o temprano, aun que quizás no tan rápido como algunos deseaban. Aquí el reformismo social de Comte y su sociología coinciden. La sociologia podía acelerar la llegada del positivismo y conferir orden al mundo social. Sobre todo, Comte no deseaba que se pensara en él como partidario de la revolución. Desde su punto de vista existía ya suficiente desorden en el mundo. En cualquier caso, lo realmente necesario a los ojos de Comte era el cambio intelectual y apenas podían aducir se razones para apoyar la revolución social y política. Así pues, hemos tratado algunas posturas de Comte que ejercieron una gran influencia en el desarrollo de ia sociología clásica: su conservadurismo, refor mismo y cientifismo básicos, y su perspectiva evolucionista del mundo. Mere cen también mención otros aspectos de su obra, debido a que desempeñaron un papel importante en ei desarrollo de la teoría sociológica. Por ejemplo, su so ciología no se centraba en el individuo sino que empleaba como unidad básica de análisis entidades más complejas como la familia. También recomendaba el análisis conjunto de la estructura y del cambio social. El énfasis de Comte en el carácter sistèmico de la sociedad — los vínculos entre sus diversos componen tes— tuvo una gran importancia para la teoría sociológica posterior, especial mente para la obra de Spencer y Parsons. También otorgaba Comte importancia al papel del consenso en la sociedad: para él carecía de atractivo la idea de que la sociedad se caracterizaba por el confiicto inevitable entre los trabajadores y los capitalistas. Además, subrayaba la necesidad de elaborar teorías abstractas, salir al exterior y hacer investigación sociológica. Recomendaba que los soció logos hicieran uso de la observación, la experimentación y el análisis histórico
18
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
comparado. Por último hay que decir que Comte era un elitista: creía que la sociología se convertiría finalmente en la fuerza científica dominante del mun do debido a su específica capacidad de interpretar las leyes sociales y de desa rrollar reformas para solventar los problemas del sistema. Comte se situó a la cabeza del desarrollo de la sociología positivista (Bryant, 1985; Halfpenny, 1982). Para Jonathan Turner, el positivismo de Com te recalcaba que «el universo social está sujeto al examen del desarrollo de leyes abstractas que pueden verificarse a través de la recolección cuidadosa de datos», y «estas leyes abstractas denotan las propiedades básicas y gene rales del universo social y especifican sus “relaciones naturales”» (1985: 24). Como veremos más adelante, algunos teóricos clásicos (especialmente Spencer y Durkheim) compartieron el interés de Comte por el descubrimiento de las leyes de la vida social. Aunque Comte carecía de una base académica sólida para construir una escuela de teoría sociológica comtiana, proporcionó, sin embargo, los funda mentos para el desarrollo de una importante corriente de teoría sociológica, Pero sus sucesores en la sociologia francesa y, en especial, el heredero de mu chas de sus ideas, Emile Durkheim, ensombrecieron levemente la trascendencia ulterior de su figura. Emile Durkheim (1858-1917). Aunque para Durkheim, como para Comte, la Ilustración constituyó una influencia negativa, en ambos casos tuvo efectos positivos sobre su obra (por ejemplo, el interés por la ciencia y el reformismo social). Sin embargo, a Durkheim se le considera más propiamente el heredero de la tradición conservadora, especialmente tal y como se manifestaba en la obra de Comte. Pero mientras Comte se mantuvo apartado de los círculos aca démicos, Durkheim legitimó la sociologia en Francia y su obra se convirtió en una fuerza dominante en el desarrollo de la sociología en general, y de la teoria sociológica en particular. Durkheim era políticamente liberal, pero intelectualmente adoptó una pos tura más conservadora. Al igual que Comte y los contrarrevolucionarios católi cos, Durkheim temía y odiaba el desorden social. El móvil fundamental de su obra fueron los desórdenes que produjeron los cambios sociales generales ana lizados en el principio de este capítulo, así como otros muchos (como ios con flictos laborales, el derrocamiento de la clase dominante, la discordia entre la Iglesia y el Estado y el nacimiento del antisemitismo politico) más específicos de la Francia de Durkheim (Karady, 1983). De hecho, gran parte de su obra está dedicada al estudio del orden socia!. Su opinión era que los desórdenes sociales no constituían una parte necesaria del mundo moderno y podían solucionarse mediante la introducción de reformas sociales. Mientras que Marx pensaba que los problemas de! mundo moderno eran inherentes a la sociedad, Durkheim (junto con la mayoría de los teóricos clásicos) disentía de aquél. Por tanto, las ideas de Marx sobre la necesidad de la revolución social contrastaban radi calmente con las del reformismo de Durkheim y otros, A medida que la teoría
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
19
sociológica clásica se desarrollaba, lo que predominaba en ella era el interés durkhcimiano por el orden y la reforma, mientras se eclipsaba la postura mar xiana. En dos libros publicados a finales del siglo xix, Durkheim desarrolló un? concepción distintiva del objeto de estudio de la sociología y pasó a su verifica ción en un estudio empírico. En Las reglas üe¡ método .vorfo/ogifo (1895/1964), Durkheim argüía que la tarea especial de la sociologia era el estudio de lo que él denominaba hechos sociales. Concebía los hechos sociales como fuerzas (Takla y Pope, 1985) y estructuras externas al individuo y coercitivas. El estudio de estas estructuras y fuerzas —por ejemplo, el derecho institucionalizado y las creencias morales compartidas - y su efecto en las personas se convirtió en la
EMILE DURKHEIM: Reseña biográfica Emile Durklneim nació el quince de abril de 1858 en Epinal, Francia. Descendía de una larga es tirpe de rabinos y él mismo comenzó los estu dios para convertirse en rabino, pero cuando llegó a la adolescencia rechazó su herencia y abrazó el agnosticismo. Desde entonces, ei in terés que mantuvo de por vida por la religión fue más académico que teológico. Se sentía insatisfecho no sólo con su formación reli giosa, sino también con la educación general que había recibido y su hincapié en la literatu ra y las materias estéticas. Ansíatja aprender los métodos científicos y los principios mora les que guiaban la vida social. Se negó a se guir una carrera académica tradicional de fítosofía y en su lugar se esforzó por adquirir los conocimientos científicos que se requerían para contribuir a la dirección moral de la sociedad. Aunque se interesó por la sociología cien tífica, en su época no existía un campo específico para esta disciplina, por lo que entre 1882 y 1887 enseñó filosofía en varios institutos de la región de París. ' Su anhelo de ciencia aumentó tras un viaje a Alemania, donde se encontró con la psicología científica cuyo precursor era Wilhelm Wundt. Durante los años inmediatamente posteriores a su viaje a Alemania, Durkheim publicó una abundante serie de trabajos sobre sus experiencias en aquel país. Estas publicaciones le ayudaron a obtener en 1887 un empleo en el departamento de Filosofía de la Universidad de Burdeos. Así, Durkheim impartió el primer curso de ciencia social en una universidad francesa. Fue éste un logro par ticularmente asombroso, ya que hacía sólo una década que la sola mención de Auguste Comte en una tesis habría provocado furor en la universidad francesa. Sin embargo, la principal responsabilidad docente de Durkheim eran sus cursos pedagógicos a maestros. Su curso más importante versó sobre la educación moral. Su propósito era comunicar a los educadores el
20
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
sistema moral que esperaba que transmitieran a los jóvenes, con el fin de detener la degeneración moral que percibía en la sociedad francesa. Los siguientes años se caracterizaron por una serie de éxitos persona les. En 1893 publicó su tesis doctoral, escrita en francés. La división del trabajo social, y su tesis en latín sobre Montesquieu, Su principal trabajo metodológico. Las reglas del método sociológico, apareció en 1895 seguido (en 1897) por su aplicación empírica de esos métodos en ef estudio de El suicidio. En 1896 ya era profesor de la Universidad de Burdeos con plena dedicación. En 1902 se incorporó a La Sorbonne, la famosa universidad francesa. En 1906 se le nombró profesor de ciencias de la educación, deno minación que se modificaría en 1913 para pasar a llamarse profesor de ciencias de la educación y socioiogia. En 1912 se publicó otra de sus más famosas obras, Las formas elementales de la vida religiosa. En la actualidad se suele considerar a Durkheim, desde el punto de vista político, como un conservador y, sin lugar a dudas, su influencia sobre la sociología ha sido de orientación conservadora, Pero en su época se le consideraba un liberal, como se hace evidente en el activo papel público que desempeñó en la defensa de Alfred Dreyfus, el judío capitán del ejército cuyo consejo de guerra por traición fue considerado por muchos como una manifestación de antisemitismo, Durkheim se sintió profundamente ofendido por el caso Dreyfus, parti cularmente por el antisemitismo que entrañaba, Pero no atribuyó este anti semitismo al racismo de los franceses. De un modo característico, lo consi deraba un síntoma de la enfermedad que padecía la sociedad francesa en su conjunto. Señaló: Cuando una sociedad sufre, siente la necesidad de encontrar a alguien a quien pueda hacer responsable de sus males, en quien poder vengar sus desgracias: y aquellos a los que la opinión pública discrimina ya están naturalmente designados para ese papel. Son tos parias que sirven de chivo expiatorio. Lo que me confirma en esta idea es la forma en pue fue acogido el resultado del juicio de Dreyfus en 1894, Hubo una explosión de alegría en los bulevares. La gente celebró como un triunfo lo que debió haber sido motivo de duelo nacional. Al fin sabían a quién culpar de las penurias económicas y la miseria moral que sufrían. Todo era culpa de los judíos. La acusación había sido oficialm ente demostrada. Por este solo hecho las cosas parecían ya ir mejor y la gente se sentía consolada, (Durkheim en Lukes, 1972: 345)
Así, el interés de Durkheim en el caso Dreyfus nacía de su profunda y prolongada preocupación por la moralidad y por la crisis moral que experi mentaba la sociedad moderna. Para Durkheim, la respuesta al caso Dreyfus y a crisis semejantes consistía en remediar el desorden moral que reinaba en la sociedad. Como no se po día conseguir rápida y fácilmente, Durkheim sugirió que se realizaran acciones más específicas, tales como la represión dura de los que fomentaban el odio hacia otras personas. También instaba al gobierno a que hiciera público ei mal comportamiento de la gente. Aconsejaba a las personas que «tuvieran el coraje de proclamar en voz alta lo que pensaban, y que se unieran para triunfar en la lucha contra la locura pública» (Lukes, 1972: 347).
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
21
El interés de Durktieim (1928) por el socialismo también puede tomarse como otra evidencia contra la idea de que era un conservador, pero su so cialismo era harto diferente del que representaban Marx y sus seguidores. De hecho, Durkheim señaló que el marxismo era un conjunto de «hipótesis dudosas y anticuadas» {Lukes, 1972: 323). Para Durkheim, el socialismo representaba un movimiento encaminado hacia la regeneración moral de la sociedad por medio de ia moralidad científica, por lo que no sentía interés alguno por tos métodos políticos o los aspectos económicos del socialismo. No contemplaba al proletariado como la salvación de la sociedad, y se opo* nía radicalmente a la agitación y la violencia. El socialismo de Durkheim difiere mucho de lo que entendemos actualmente por socialismo; para él consistía simplemente en un sistema que siguiera los principios morales descubiertos por una sociología científica. Como podrá comprobarse a lo largo de este libro, Durkheim ejerció una profunda influencia en el desarrollo de !a sociología. Además, a través de la revista L'année sociologique, fundada por él en 1898, influyó también en otras muchas áreas y alrededor de la revista surgió un círculo intelectual cuyo centro era Durkheim. A través de ella, él y sus ideas dejaron una pro funda huella en campos tales como la antropología, la historia, la lingüística y — lo que es curioso, teniendo en cuenta sus primeros ataques contra la disciplina— la psicología. Durkheim murió el quince de noviembre de 1917, fecha rememorada en los círculos intelectuales franceses, pero no sería hasta veinte años des pués de su muerte cuando su obra comenzara a influir en la socioiogia estadounidense a raiz de la publicación de La estructura de la acción soda! (1937) de Talcott Parsons.
p r e o c u p a c ió n d e m u c h o s t e ó r i c o s d e la s o c i o l o g í a p o s t e r i o r e s ( d e P a r so n s, por e j e m p l o ) . D u r k h e im n o s e c o n t e n t ó s i m p l e m e n t e c o n d e f i n ir e l o b j e t o d e est u d io d e la s o c i o l o g í a ; q u e ría t a m b ié n d e m o s tr a r la u tilid ad d e e s e e n f o q u e m e d ia n te la i n v e s t i g a c i ó n s o c i o l ó g i c a , t ' s c o g i ó c o m o te m a el s u i c i d i o . En un libro titulado El suicidio {\%91!\95 1 ), D u r k h e im razonaba q u e si s e p o d ía v incu la r un c o m p o r t a m i e n t o in d iv id u a l c o m o el s u i c i d i o c o n c a u s a s s o c i a l e s ( h e c h o s s o c i a le s ) , e l l o s u p o n d r ía una p r u e b a ir re fu tab le d e la i m p o r t a n c ia d e la d i s cip lin a d e la s o c i o l o g í a . A h o ra b ie n , D u r k h e im n o e x a m i n ó por q u é el in d i v id u o A o B s e s u ic id a b a ; m á s b ie n s e in te r e sa b a por las c a u s a s d e la s d if e r e n c ia s entre la s ta sa s d e s u i c i d i o d e d if e r e n t e s g r u p o s , r e g io n e s , p a í s e s y c a te g o r í a s d e p e r so n a s { p o r e j e m p l o , c a s a d o s y s o l te r o s ) . Su a r g u m e n t o p rin cip al era q u e la naturaleza y l o s c a m b i o s d e lo s h e c h o s s o c i a l e s e x p li c a b a n las d i f e r e n c ia s entre las ta sa s d e s u i c i d i o . Por e j e m p l o , la gu erra o la d e p r e s i ó n e c o n ó m i c a creab a n p r o b a b le m e n te un e s t a d o d e p r e s i v o c o l e c t i v o q u e , a su v e z , e l e v a b a las ta sa s d e s u i c id i o . H a y m u c h o m á s q u e d e c ir s o b r e esta c u e s t ió n , p e ro lo q u e m á s n o s Interesa e s el h e c h o d e q u e D u r k h e im d esarr ollara una p e r s p e c t iv a d is t in t iv a d e la s o c i o l o g i a y s e afa n a r a por d e m o s tr a r su u tilid a d e n el e s t u d i o c i e n t í f i c o del s u i c id i o .
22
TEORIA SOCtOLOGlCA CONTEMPORANEA
En Las reglas del mètodo sociològico, Durkheim distinguía entre dos Tipos de hechos sociales: los materiales y los no materiales. Aunque analizó ambos tipos a lo largo de su obra, se centró más en los hechos sociales no materiales (por ejemplo, la cultura y las instituciones sociales) que en los hechos sociales materiales (por ejemplo, la burocracia y el derecho). Su interés por los hechos sociales no materiales quedó manifiesto en su primera gran obra, La división del trabajo social (1893/1964). Este trabajo se ocupaba del análisis connparado de aquello que mantenía unidas a las sociedades primitivas y modernas. Con cluía que las sociedades prifnitivas se mantenían unidas fundamentalmente a través de hechos sociales no materiales, específicamente mediante una fuerte moral común o lo que él denominaba una «conciencia colectiva» intensa. Sin embargo, debido a la complejidad de la sociedad moderna, se había producido un descenso en la intensidad de esa conciencia colectiva. El lazo fundamental de unión del mundo moderno era la intrincada división del trabajo que unia unas personas a otras mediante relaciones de dependencia. Sin embargo, Durkheim percibió que la división moderna del trabajo producía diversas «patologías»; en otras palabras, era un método inadecuado para mantener a la sociedad unida. Conforme a su sociología conservadora, Durkheim no creía en la necesidad de la revolución para resolver estos problemas, y sugirió una diversidad de refor mas que podían «arreglar» el sistema moderno y mantenerlo en funcionamien to. Aunque reconocía que era imposible regresar a los tiempos en los que predo minaba una poderosa conciencia colectiva, creía que se podía reforzar la moral común en la sociedad moderna para ayudar a las personas a hacer frente a las patologías que experimentaban. En sus últimas obras los hechos no materiales ocupan una posición más importante si cabe. De hecho, en su última gran obra — Las form as elementales de la vida religiosa (1912/1965)— se embarcó en el análisis de la que tal vez sea la forma más esencial de un hecho no material: la religión. En esa obra Durkheim examina la sociedad primitiva con el fin de encontrar las raíces de la religión. Creía más fácil encontrar esas raíces en la sociedad primitiva, más simple en términos comparados, que en el complejo mundo moderno. Llegó a la conclusión de que la fuente de la religión era la sociedad p e r se. La sociedad era la que definía ciertas cosas como religiosas y otras como profanas. Específica mente, en el caso que estudió, el clan era la fuente de un tipo primifivo de religión, el totemismo, en el que se deificaba a plantas y animales. A su vez, el totemismo era considerado como un tipo específico de hecho social no material, una forma de conciencia colectiva. Al final, Durkheim llegó a manifestar que la sociedad y la religión eran fenómenos indistintos. La religión era el modo en que la sociedad se expresaba a sí misn/a bajo la forma de un hecho social no material. En cierto sentido, pues, Durkheim deificó la sociedad y sus principa les productos. Evidentemente, al deificar la sociedad, Durkheim había adopta do una postura altamente conservadora: nadie debería querer trastocar una dei dad o su fuente societal. Como identificaba la sociedad con Dios, Durkheim desaconsejaba la revolución social. Al contrario, era un reformador social dedi-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
23
cado a buscar la manera de mejorar el funcionamiento de !a sociedad. En estos y otros sentidos, Durkheim se alineaba claramente con la sociología conserva dora francesa. El hecho de evitar muchos de sus excesos le convirtió en la figu ra más importante de la sociologia francesa. Estos libros y otras importantes obras contribuyeron a la constitución de un campo distintivo, propio de la sociología, en el mundo académico de la Francia de principios de siglo, a la vez que situaron a Durkheim a la cabeza del desarro llo de ese campo. En 1898 Durkheim fundó una revista especializada dedicada a la sociología, L 'année sociologique {Besnard, 1983a), Esta revista se convir tió en una fuerza muy influyente para el desarrollo y la difusión de las ideas sociológicas. El objetivo de Durkheim era impulsar el desarrollo de la sociolo gia, por lo que utilizó su revista como el punto focal para el desarrollo de un grupo de discípulos. Estos extenderían sus ideas y las aplicarían a otras áreas y al estudio de otros aspectos del mundo social (por ejemplo, la sociología del derecho y la sociologia de la ciudad) (Besnard, 1983a: I). Hacia 1910, Durk heim había logrado hacer de Francia un poderoso centro de la sociología, y en esta nación encontramos los orígenes de la institucíonalízación académica de la sociología. (Para el análisis de desarrollos más recientes en la sociología fran cesa, véase Lemert [1981].)
El desarrollo de la sociología alemana Mientras la historia temprana de ia sociología francesa constituye un relato harto coherente de ta progresión desde la Ilustración y la Revolución Francesa hasta la reacción conservadora y de la creciente importancia que adquirían las ideas sociológicas de Saint-Simon, Comte y Durkheim, la sociología alemana estuvo fragmentada desde sus comienzos. Así, se produjo una brecha entre Marx (y sus seguidores), que se mantenían al filo de la sociología, y los primeros gigantes de la corriente principal de la sociología alemana: Max Weber y Georg SimmeH. Aunque la teoría marxiana se consideraba en sí misma inaceptable, sus ideas se introdujeron de diversas maneras, positivas y negativas, en la co rriente principal de la sociología alemana. Nuestra discusión en este apartado se divide entre la teoría marxiana y no marxiana en Alemania. Ralees y naturaleza de las teorías de Karl Marx (1818-1883). El filósofo alemán G.W.F. Hegel (1770-1831) ejerció la principal influencia intelectual sobre Karl Marx, La educación de Marx en la Universidad de Berlín estuvo profundamente influida por las ideas de Hegel, así como por la división que se produjo entre los seguidores de Hegel tras su muerte. Los «viejos hegelianos» siguieron subscribiendo las ideas del maestro, mientras los «jóvenes hegelia-
4 Para un argumento, contrario al nuestro, que define la continuidad entre la sociologia marxista ta y la corriente principaL véase Seidman (1983),
24
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nos», aunque todavía continuaban trabajando dentro de la tradición hegeliana, se mostraban críticos con muchas facetas de su sistema filosófico. Entre los «jóvenes hegelianos» destaca la figura de Ludwig Feuerbach (1804-1872), quien intentó revisar las ideas de Hegel. Marx se vio influido tanto por las ideas de Hegel como por las revisiones de Feuerbach, pero amplió y combinó las dos filosofías de una forma novedosa y perspicaz. Dos conceptos, la dialéctica y el idealismo, representan la esencia de la filosofía de Hegel (Hegel 1807/1967, 1821/1967). La idea de la dialéctica es harto complicada, sin embargo es preciso que la analicemos someramente. La dialéctica es tanto un modo de pensar como una imagen del mundo. Por un lado, es un modo de pensar que subraya la importancia de los procesos, las relaciones, las dinámicas, los confíictos y las contradicciones, una forma de refiexionar sobre el mundo más dinámica que estática. Por otro lado, es una visión según la cual el mundo no se compone de estructuras estáticas, sino de procesos, relaciones, dinámicas, conflictos y contradicciones. Auncjue normal mente se relaciona a la dialéctica con Hegel, es seguro que la idea precede a este autor en la historia de la filosofía. Marx, formado en la tradición hegeliana, aceptó el significado de la dialéctica, pero criticó algunos aspectos del modo en que aquél !a utilizaba. Por ejemplo, Hegel tendia a aplicar la dialéctica sólo a las ideas, mientras Marx pensaba que se aplicaba también a aspectos más mate riales de la vida como la economía. También se relaciona a Hegel con la filosofía del idealismo, que da más importancia a la mente y a los productos mentales que al mundo material. Aquí lo que más importa es la definición social de los mundos físico y material, no las palabras en sí mismas. En su forma extrema, el idealismo establece que sólo existen la mente y los constructos psicológicos. Algunos idealistas han creído que sus procesos mentales seguirían siendo los mismos incluso si el mundo físico y social dejara de existir. Los idealistas enfatizan no sólo los procesos mentales, sino también las ideas producidas por esos procesos. Hegel prestó una gran atención al desarrollo de tales ideas, especialmente a aquellas a las que se refería como el «espíritu» de la sociedad. En efecto, Hegel produjo una suerte de teoría evolucionista del mundo en clave idealista. Al comienzo, las gentes contaban sólo con la capacidad de ad quirir una comprensión sensorial del mundo que los rodeaba. Podían entender cosas tales como la visión, el olor o el tacto del mundo físico y social. Más tarde, desarrollaron la capacidad de ser conscientes y entenderse a si mismos. Con el autoco noci miento y la autoeomprensión, las personas llegaron a com prender que podrían ser más de lo que eran. En términos del enfoque dialéctico de Hegel, se desarrolló una contradicción entre lo que la gente era y lo que sentían que podrían ser. La solución a tal contradicción reside en el desarrollo de una conciencia individual del lugar que se ocupa en el gran espíritu de la sociedad. Los individuos llegan a darse cuenta de que su realización esencial consiste en el desarrollo y la expansión del espíritu de la sociedad como un todo. De esta manera, los individuos evolucionan, según el esquema de Hegel,
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
25
desde la comprensión de las cosas a la comprensión cíe sí mismos, y de aquí a la comprensión de su lugar en el más amplio esquema de las cosas, Heget ofrecía una teoría general de la evolución del mundo. Se trata de una teoría subjetiva, que sostiene que el cambio se produce en el nivel de la con ciencia. No obstante, esc cambio ocurre en gran medida al margen de¡ control de los actores. Los actores quedan reducidos a poco más que barcas que se dejan llevar por la inevitable evolución de la conciencia. Ludwig Feuerbach fue un importante puente entre Hegel y Marx. Como jo ven hegeliano que era, Feuerbach criticó a Hegel, entre otras cosas, por la exce siva importancia que daba a !a conciencia y al espíritu de la sociedad. La adopción de una filosofía materialista llevó a Feuerbach a sostener que era necesario moverse desde e! idealismo subjetivo de Hegel hasta un nuevo centro de atención que apuntara no hacia ias ideas, sino hacia la realidad material de los seres humanos reales. Ln su crítica a Hegel. Feuerbach se centró en la religión. Para él. Dios era una mera proyección de la esencia humana en una fuerza impersonal. Las gentes colocaban a Dios por encima de sí mismos, con el resultado de que terminaban alienados de un Dios en el que proyectaban una serie de caracterís ticas positivas (El es perfecto, omnipotente y santo), mientras se veían a sí mis mos como seres imperfectos, impotentes y pecadores. Feuerbach proclamaba que este tipo de religión debía ser superado y que a su derrota debía contribuir una filosofía materialista en la que la gente (que no la religión) se convirtiera en su propio y más distinguido objeto, en un fin en sí nnismo. La filosofia materia lista deificaba a la gente real, no a las ideas abstractas eomo la religión, Marx recibió la influencia de Hegel y Feuerbach, a la vez que criticó a ambos. Siguiendo a Feuerbach, Marx criticaba la adscripción de Hegel a una
KARL MARX: Reseña biográfica Karl Marx nació el cinco de mayo de 1818 en Trier, Prusia. Su padre, abogado, proporcionó a la familia una existencia típica de clase me dia. Tanto su padre como su madre procedían de familias de rabinos, aunque por razones de trabajo el padre se convirtió al luteranismo. En 1841 Marx se doctoró en filosofía por la Universidad de Berlín, un ambiente académico muy influido por Hegel y por los Jóvenes He* gelianos, que dispensaba a sus maestros un apoyo no exento de crítica. La tesis doctoral de Marx era un tratado filosófico denso que se asemeja poco a sus trabajos posteriores, más radicales y pragmáticos. Tras doctorarse co menzó a escribir en un periódico liberal-radical, y en diez meses se convir tió en su editor-jefe. Sin embargo, debido a sus opiniones políticas, el go*
26
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
bierno se apresuró a cerrar el periódico. Los primeros ensayos que Marx publicó en ese periódico comenzaron a reflejar varías de las ideas que le guiarían toda su vida. Eran opiniones liberales salpicadas de principios demo cráticos, humanismo e idealismo. Rechazaba el carácter abstracto de la filosofía tiegellana, el sueño ingenuo de ios comunistas utópicos y a los activistas que recomendaban lo que él consideraba una acción política pre matura. En su rechazo de estos activistas, Marx sentaba las bases de su propio trabajo: Los intentos prácticos, incluso los protagonizados por las masas, admiten la respuesta de un cañón en cuanto se vuelven peligrosos, pero las ideas que ganan nuestro intelecto y nos convencen, las ideas que la razón afianza en nuestra conciencia, constituyen cadenas de las que no nos podencos liberar sin romper nuestro corazón; son demonios que sólo se pueden vencer sometiéndolos. (Marx, 1842/1977: 20)
Marx se casó en 1843 e inmediatamente después se trasladó desde Alemania al clima más liberal de París. Allí continuó trabajando ias ideas de Hegel y de los Jóvenes Hegelianos, pero también se centró en el estudio de dos nuevos conjuntos de ideas: el socialismo francés y la economía política inglesa. Fue la manera particular en la que combinó el hegelianismo, el so cialismo y la economía política lo que modelaría su orientación intelectual. En esos momentos conoció al hombre que sería su amigo durante toda su vida, su benefactor y colaborador: Friedrich Engeis (Carver, 1983). Hijo de un fabricante de tejidos, Engels era un socialista que criticaba las condicio nes de la clase trabajadora. Gran parte de la compasión que sintió Marx por la miseria de ia clase trabajadora procedía de su relación con Engels y sus ideas. En 1844 Engels y Marx mantuvieron una larga conversación en un famoso café de París que afianzó la relación que mantendrían durante sus vidas. De esta conversación, Engels comentó: «Nuestra total coincidencia en todos los canípos teóricos se hizo manifiesta... y nuestra obra conjunta data de aquel tiempo» (McLellan, 1973: 131). Durante este periodo Marx produjo obras académicas (muchas no se publicaron hasta que murió) con las que pretendía desvincularse de la tradición hegeliana (por ejemplo. La sagrada familia y La ideología alemana), pero también escribió los Manus critos de economía y filosofía de 1844, que integraban más apropiadamente todas las tradiciones intelectuales en las que estaba inmerso y anticipaban su creciente preocupación por la economía. Aunque Marx y Engels compartían la misma orientación teórica, habi'a muchas diferencias entre ellos. Marx tendía a ser un pensador abstracto, un intelectual desordenado y un hombre dedicado a su familia. Engels era un
filosofía idealista. Marx adoptó esta postura debido no sólo a su orientación materialista, sino también a su interés por las actividades prácticas. Hegel trata ba los hechos sociales como la riqueza y el Estado como si fueran ideas, no entidades materiales reales. Incluso al analizar un proceso supuestamente mate rial como el del trabajo, Flegel se ocupó sólo de su aspecto abstracto y mental.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
27
pensador práctico, un hábil hombre de negocios, puicro y metódico, y un mujeriego. A pesar de sus diferencias, Marx y Engels forjaron una profunda amistad que les llevó a (a colaboración en la producción de libros y artículos y a trabajar unidos en organizaciones radicales. Es más, Engels ayudó eco nómicamente a Marx durante el resto de su vida para que éste pudiera dedicarse con exclusividad al trabajo intelectuai y político. Marx habría trabajado igual sin mí. Lo que Marx hizo yo no lo podré hacer jamás. Marx tenia mejores fundamentos, miraba más lejos, y se percataba de las cosas más lúcida y rápidamente que el resto de nosotros. Marx era un genio. (Engels, citado en McLellan, 1973: 131-132)
De hecho, no son pocos los que creen que Engels no llegó a compren der muchas de las sutilezas de la obra de Marx. Tras la muerte de Marx, Engels se convirtió en el principai portavoz de la teoría marxista y, en cierto sentido, la distorsionó y la simplificó en exceso. Como algunos de sus escritos molestaban ai gobierno prusiano, el gobierno francés {a petición del gobierno prusiano) expulsó en 1845 a Marx, quien se trasladó a Bruselas. Su radicalismo iba en aumento, hasta el punto de que se convirtió en miembro activo del movimiento revolucionario internacional. También ingresó en la Liga Comunista, que le solicitó que escribiera un documento {con Engels) en el que expusiera sus objetivos y creencias. El resultado fue El manifiesto comunista de 1848, una obra que se caracteriza por sus resonantes lemas políticos (por ejemplo, «jProletarios de todo el murdo, unios!»). En 1849 Marx se trasladó a Londres y, a la luz del fracaso de las revolu ciones políticas de 1848, comenzó a apartarse de la actividad revolucionaria y a dedicarse al estudio disciplinado y meticuloso del funcionamiento de! sistema capitalista. En 1852 comenzó sus famosos estudios en el Museo Británico sobre la condición de los trabajadores bajo el capitalismo. Estos estudios se plasmaron en los tres volúmenes de El capital, de los que se publicó el primero en 1867. Los otros dos volúmenes se publicarían tras su muerte. Vivió precariamente durante esos años, defendiéndose apenas con los escasos ingresos que le proporcionaban sus escritos y el apoyo econó mico de Engels. En 1863 Marx regresó a la actividad política ingresando en la Internacional, un movimiento internacional de los trabajadores. Pronto destacó en el movimiento y le dedicó varios años de su vida. Comenzó a adquirir fama como líder de la Internacional y autor de El capital. Pero la desintegración de la Internacional en 1876, el fracaso de varios movimien tos revolucionarios y su propia enfermedad acabaron con la vida de Marx. Su mujer murió en 1881, su hija en 1882 y él el 14 de marzo de 1883.
Marx, sin embargo, se interesaba por el trabajo de las personas reales y cons cientes. Así, desde el punto de vista de Marx, Hegel estaba equivocado. Ade más, Marx pensaba que ei idealismo de Hegeí conducía hacia una orientación política harto conservadora. Para Hegel, el proceso de la evolución tenía lugar con independencia del control y de las actividades de las personas. En cualquier
28
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
caso, como parecía que las personas adquirían una conciencia cada vez más acusada del mundo, no había necesidad de un cambio revolucionario; ei proce so estaba encaminado ya en la dirección «deseada». Cualesquiera problemas que existieran residían en la conciencia, por lo que la respuesta estaba en un cambio del pensamiento. ' Marx adoptó una postura muy diferente al manifestar que la raíz de los problemas de la vida moderna podía encontrarse en fuentes reales materiales (por ejemplo, en las estructuras del capitalismo) y que las soluciones, por tanto, residían exchi.sivcimente en la destrucción de esas estructuras por medio de la acción colectiva de un gran número de personas (Marx y Engels, 1845/1956: 254), Mientras Hegel «mantenía el mundo en su mente» (es decir, se centraba en la conciencia, no en el mundo material), Marx construía firmemente su dialéctica sobre una base material. Marx aplaudió la crítica que Fcuerbach hizo de Hegel (por ejemplo, su ma terialismo y su rechazo del carácter abstracto de la teoría de Hegel), aunque estaba lejos de sentirse plenamente satisfecho con la propia postura de Feuer bach. Y ello debido a una razón fundamental: Feuerbach se centraba en el exa men del mundo religioso, en tanto que Marx pensaba que lo que debía analizar se era el conjunto dcl mundo social y, en particular, la economía. Aunque Marx aceptaba ei materialismo de Fcuerbach, pensaba que éste había ido demasiado lejos al centrarse parcial y no dialécticamente en el mundo material. Feuerbach no había incorporado a su orientación materialista y, en particular, a la relación entre las personas y el mundo material, la contribución más importante de He gel, la dialéctica. Finalmente. Marx manifestó que Feuerbach, como la mayoría de los filósofos, no se ocupaba de la praxis - la actividad práctica - ni, en concreto, de la actividad revolucionaria. Como Marx escribió «Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo; sin embargo, ahora la cuestión cambiarlo>^ (citado en Tucker, 1970; 109). Marx extrajo lo que consideraba los dos elementos más importantes de es tos dos pensadores — la dialéctica de Hegel y el materialismo de Feuerbach - y los incorporó a su propia orientación teórica, el materialismo dialéctico, que se centraba en las relaciones dialécticas en el mundo material. El materialismo de Marx y su correspondiente análisis del sector econó mico le llevaron lógicamente a la obra de un grupo de economistas políticos (por ejemplo, Adam Smíth y David Ricardo). Marx se sentía muy atraído por varias de sus posturas. Celebró su premisa básica de que el trabajo era la fuente de la riqueza. Ello condujo a Marx a la construcción de su teoría del valor trabajo, de acuerdo con la cual las ganancias de los capitalistas se basaban en la explotación de los trabajadores. Los capitalistas recurrían a la simple estrata gema de pagar a los trabajadores menos de lo que merecían, ya que éstos re cibían un salario menor del valor de lo que realmente producían con su trabajo. Este valor añadido, retenido y reinvertído por el capitalista, constituía la base de todo el sistema capitalista. El sistema capitalista crecía medíante el continuo aumento del grado de explotación de los trabajatiores (y, por tanto, de la can
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
29
tidad de valor añadido) y la inversión de las ganancias para la expansión del sistema. Marx también se vio iníluido por la descripción que hicieron los economis tas políticos de los horrores del sistema capitalista y la explotación de los traba jadores. Sin embargo, mientras aquellos describían ios males del capitalismo. Marx criticaba a los economistas por considerar que esos males eran elementos inevitables del capitalismo. Marx deploraba su aceptación general del capitalis mo y la manera en que animaban a ia gente a que trabajara para progresar económicamente en el seno del sistema. También criticaba a los economistas por no valorar el conflicto intrinseco que se producía entre capitalistas y traba jadores y por negar la necesidad de un cambio radical en el orden económico. A Marx le era muy difícil aceptar estas teorias económicas conservadoras, dado su compromiso con el cannbio radical del capitalismo al socialismo. Marx no era sociólogo ni se consideraba a sí mismo como tal. Aunque su obra es demasiado extensa como para comprimirla en el término sociología, podemos encontrar una teoria sociológica en la obra de Marx. Hubo quienes recibieron desde el principio la profunda influencia de Marx, y existió y sigue existiendo una corriente continua de sociología marxista, fundamentalmente en Europa. Pero para la mayoría de los primeros sociólogos su obra constituía una fuerza negativa, en oposición a la cual daban forma a su propia sociología. Hasta hace muy poco tiempo, ¡a teoria sociológica, especialmente la norteame ricana, se ha caracterizado por la ignorancia o ia hostilidad hacia la teoria mar xiana. Como veremos en el Capítulo 2, esta situación ha cambiado de forma drástica durante las dos últimas décadas, pero la reacción negativa que produjo la obra de Marx constituyó un factor muy importante en la configuración de gran parte de la teoria sociológica (Gurney, 1981). La razón fundamental de este rechazo de Marx era ideológica. Muchos de los primeros teóricos de la sociología heredaron la reacción conservadora a los desórdenes surgidos de la Ilustración y la Revolución Francesa. Temían y odia ban las ideas radicales de Marx y los cambios no menos radicales que promovió y predijo. Despreciaban a Marx en tanto que ideólogo y sostenían que no era propiamente un teórico de la sociología. Sin embargo, la ideología per se proba blemente no fue la razón real del recliazo de Marx, ya que la obra de Comte, Durkheim y otros pensadores conservadores llevaba también una pesada carga ideológica. Era la naturaleza de la ideología, no la carga ideológica como tal, lo que disgustaba a muchos teóricos de la sociología, que estaban dispuestos a comprar una ideología conservadora con un envoltorio de teoria sociológica, pero no la ideología radical que ofrecían Marx y sus seguidores. Por supuesto, había también otras razones que explicaban por qué muchos de los primeros teóricos no !e aceptaban. Les parecía que Marx era propiamente econonnista antes que sociólogo. Aunque los primeros sociólogos reconocían la importancia de ia economía, probablemente pensaban que constituía sólo uno de los diversos componentes de la vida social. Otra razón del temprano rechazo de Marx era la naturaleza de sus intereses.
30
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Mientras que los primeros sociólogos reaccionaron frente al desorden surgido de la Ilustración, de la Revolución Francesa y de la posterior Revolución indus trial, a Marx no le preocupaban estos desórdenes —ni el desorden en general. Lo que más le interesaba y preocupaba era e! carácter opresivo del sistema capitalista que emergía de la Revolución Industrial. El objetivo de Marx era desarrollar una teoria que explicara esa índole opresiva y contribuyera a la des trucción de ese sistema. El interés de Marx era la revolución, un interés opuesto a la preocupación conservadora por la reforma y el cambio ordenado. Otra diferencia que merece destacarse es la que existía entre las raíces filo sóficas de la teoría sociològica marxiana y la conservadora. La mayoría de los teóricos conservadores recibieron una profunda influencia de la filosofía de Immanuel Kant. Esto les condujo, entre otras cosas, a pensar en términos linea les y de causa-efecto. Es decir, tendían a pensar que un cambio en A (por ejem plo, el cambio ideológico durante la Ilustración) producía un cambio en B (por ejemplo, los cambios políticos de la Revolución Francesa). Sin embargo, como hemos visto, Marx recibió la influencia de Hegel, quien pensaba en términos dialécticos más que en términos de causas y efectos. Entre otras cosas, la dialéc tica nos ayuda a comprender mejor los continuos efectos recíprocos de las fuer zas sociales. De este modo, un pensador dialéctico reconceptualizaría el ejem plo discutido más arriba como una interacción continua y sucesiva de las ideas y la política. De todos es conocida la dificultad de percibir las complicadas diferencias entre la filosofía kantiana y la hegeliana, pero lo que más nos impor ta para nuestros propósitos es que estas diferencias filosóficas básicas constitu yeron una importante fuente de la reacción negativa de los primeros teóricos de la sociología frente a la teoria marxiana. Se han escrito muchos libros sobre la substancia de la teoría de Marx. Marx publicó ia mayor parte de sus obras en el segundo tercio del siglo xix. Dispone mos de la mayoría de sus obras, pero constituyen un cuerpo complicado de trabajo que no es fácil resumir. En resumen, Marx ofreció una teoría de la sociedad capitalista fundamenta da en su imagen de la naturaleza básica de los seres humanos. Marx creía que las personas eran esencialmente productivas; es decir, para sobrevivir, las per sonas necesitaban trabajar en y con la naturaleza. Al hacerlo, producían alimen tos, ropa, herramientas y viviendas y satisfacían otras necesidades que les per mitían vivir. Su productividad era un modo perfectamente natural de expresar sus impulsos creativos básicos. En otras palabras, las personas eran inherente mente sociales. Necesitaban trabajar juntas con el fin de producir lo que necesi taban para su supervivencia. En el transcurso de la historia este proceso natural había sido subvertido, al principio debido a las condiciones de vida de la sociedad primitiva y posterior mente a raiz de una diversidad de cambios estructurales introducidos por las sociedades en el curso de la historia. Dichas estructuras interferían de muchas maneras con el proceso productivo natural. Sin embargo, era en la sociedad capitalista donde esa interferencia se producía de una forma más aguda: la rup
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
31
tura del proceso productivo natural alcanza su culminación en el sistema capita lista. El capitalismo es en lo fundamental una estructura (o, para ser más preci sos, una serie de estructuras) que impone barreras entre el individuo y el proce so de producción, los productos de ese proceso y ios demás individuos; en últi ma instancia, divide incluso al individuo mismo. Este es el significado básico del concepto de alienación: la ruptura de la interconexión natural entre las per sonas y entre las personas y lo que producen. La alienación se produce debido a que el capitalismo se desarrolla dentro de un sistema de dos clases en el que unos pocos capitalistas poseen los medios de producción, los productos y el tiempo de trabajo de los que trabajan para ellos. En la sociedad capitalista las personas producen de forma no natural para un pequeño grupo de capitalistas, en lugar de producir para sí mismas. Marx sentia una gran preocupación inte lectual por las estructuras del capitalismo y por los efectos opresivos sobre sus actores. Políticamente, se fue orientando hacia la emancipación de las personas de las estructuras represoras del capitalismo. En realidad, Marx dedicó un tiempo muy escaso a idear cómo sería un esta do socialista utópico. Experimentaba mayor preocupación por contribuir a la derrota del capitalismo. Creía que las contradicciones y los conflictos del capi talismo conducirían dialécticamente a su colapso final, pero no pensaba que ese proceso fuera inevitable. Las personas debían actuar en los momentos oportu nos y de un modo adecuado para dar vida al socialismo. Los capitalistas tenían una gran cantidad de recursos a su disposición para impedir la llegada del socia lismo, pero podían ser derrotados mediante la acción concertada de un proleta riado con conciencia de clase, ¿A qué daría lugar la acción del proletariado durante ese proceso? ¿Qué era el socialismo? En lo fundamental, una sociedad en la que, por primera vez, la gente se aproximaría a la imagen ideal de Marx sobre la productividad. Con la ayuda de la tecnología moderna, la gente podría interactuar en armonía con la naturaleza y con las demás personas para crear lo necesario para su supervivencia. Para decirlo de otro modo, en la sociedad so cialista las personas no volverían a e.star alienadas. Raíces y naturaleza de las teorías de M ax W eber (1864-1920) y Georg Slmmel {1858-1918). Aunque Marx y sus seguidores permanecían a finales del siglo XIX y principios del xx al margen de la corriente principal de la sociologia alemana, ésta puede considerarse en gran medida como un desarrollo en contra de la teoría marxiana. Para algunos, es esa oposición la que explica gran parte de la teoría del mayor gigante de la sociologia alemana; Max Weber. Albert Salomon, por ejemplo, afirmó que la teoria weberiana se desarrolló «dentro de un largo e intenso debate con el fantasma de Marx» (1945; 596). Probablemente exageraba, pero la teoría marxiana representó, en muchos sentidos, un papel negativo en la teoría weberiana. En otros, sin embargo, Weber trabajó dentro de la teoria marxiana, intentando «redondearla». Existen también otras muchas influencias en la teoria weberiana, aparte de la teoría marxiana (Burger, 1976),
32
TEORÍA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
De hecho, podemos clarificar las fuentes cié la sociología alemana analizando las diferentes visiones de la relación entre Marx y Weber (Antonio y Glassman, 1985, Schroeter, 1985). Debe tenerse en cuenta que Weber apenas estaba fami liarizado con la obra de Marx (una parte de la misma no se publicó hasta la muerte de Weber) y que reaccionó más bien contra la obra de ios marxistas que contra la del mismo Marx (Antonio, 1985; 29); B. Turner, 1981; 19-20). Weber tendía a considerar a Marx y a los marxistas de su época como deter ministas económicos que ofrecían teorías monocausales de la vida social. Es decir, pensaba que la teoria marxiana explicaba todos los desarrollos históricos a partir de sus fundamentos económicos y que, de acuerdo con ella, todas las estructuras contemporáneas se erguían sobre una base igualmente económica. Aunque en el caso de Marx eso no es cierto, sí lo es en el de muchos marxistas posteriores. Uno de los ejemplos de determinísmo económico que más parecía disgustar a Weber era la perspectiva de que las ideas eran simplemente reflejos de los intereses materiales (especialmente económicos), que los intereses materiales determinaban la ideología. Desde este punto de vista, se supone que «Weber puso a Marx de cabeza» (al igual que Marx había dado la vuelta a las ideas de Hegel). En lugar de concentrarse en los factores económicos y en sus efectos sobre tas ideas, Weber dedicó mucha más atención a las ideas y a sus efec tos sobre la economía. Más que ver las ideas como simples reflejos de los factores económicos, Weber las consideraba como fuerzas auténticamente autónomas, capaces de afectar profundamente al mundo económico. Weber dedicó cierta mente mucha atención a las ideas, en especial a los sistemas religiosos, y le interesó fundamentalmente la influencia de ias ideas religiosas en la economía. En La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905/1958) estudió el protestantismo como sistema de ideas y su influencia en el nacimiento de otro sistema de ideas, el «espíritu del capitalismo» y, en definitiva, en el propio sistema económico capitalista. También estudió otras religiones mundiales, exa minando de qué manera su naturaleza podría haber obstaculizado el desarrollo del capitalismo en sus respectivas sociedades. Sobre la base de este tipo de trabajos, algunos estudiosos llegaron a la conclusión de que Weber desarrolló sus ideas en oposición a las de Marx. Una segunda visión de la relación de Weber con Marx defiende, tal y como se ha mencionado más arriba, que Weber no se opuso a Marx, sino que intentó completar su perspectiva teórica. Desde este punto de vista se supone que We ber trabajó dentro de la tradición marxista, no en oposición a ella. Interpretado así, su trabajo sobre la reiigión era simplemente un esfuerzo por mostrar que no sólo ios factores materiales afectaban a las ideas, sino que las propias ideas afectaban a ias estructuras materiales. Esta interpretación de la obra de Weber la sitúa obviamente mucho más cerca de la teoria marxista, si es que no en !a misma línea. Un buen ejemplo de que Weber se había involucrado en un proceso de redondeo de la teoría de Marx lo tenemos en el área de la teoría de ia estratifi
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCtOLOGlCA: PRIMEROS AÑOS
33
cación. F,n su s trab ajos so b re e s t r a t if ic a c i ó n , M arx s e o c u p ó s o b r e to d o d e las
chiscs s o c i a l e s , la d i m e n s i ó n e c o n ó m i c a d e la c s l r a t i í i c a c i ó n . A u n q u e W e b e r admitía la im p o r ta n c ia tic e s t e fa cto r, s o s t e n ía q u e otras d i m e n s i o n e s d e la e s tratificación ta m b ié n eran im p o r ta n te s . D e f e n d i ó q u e la n o c i ó n d e e s t r a tif ic a ción s o c ia l d eb ía a m p lia r s e liasta in c lu ir la e s t r a t if ic a c i ó n s o b r e las b a s e s del p restigio (stctíus) y del poder. La i n c l u s i ó n d e e s t a s otras d i m e n s i o n e s n o c o n s tituye una r e fu ta c ió n d e M arx , sin o s ó l o una a m p l i a c i ó n d e su s id ea s. Las d o s v i s i o n e s b o s q u e j a d a s m á s arriba r e c o n o c e n la im p o r ta n c ia d e la teoria m a rx ia n a para W eber. H ay e l e m e n t o s d e v erd a d en las d o s p o s i c i o n e s : en cier tos a s p e c t o s W e b e r trabajaba en o p o s i c i ó n a M a rx, m ie n tr a s en o tr o s a m pliaba las id ea s d e M arx, Sin e m b a r g o , una tercera p e r s p e c t iv a d e e s t a c u e s t ió n pued e caracterizar m e j o r la r e la c ió n en tre Marx y W e b e r . D e s d e e s t e ú ltim o punto de v is ta , s e c o n s i d e r a a M arx s i m p l e m e n t e c o m o una de las m u c h a s in flu en cia s q u e e x p e r i m e n t ó el p e n s a m i e n t o d e W eb er . P o d e m o s id e n tific a r un b u e n n ú m e r o d e fu e n t e s d e la teo ría w e b e r ia n a . e n tre las q u e s e i n c l u y e n h is to r ia d o r e s , l i l ó s o f o s , e c o n o m i s t a s y t e ó r i c o s d e la política a le m a n e s . Entre a q u e l l o s q u e in f lu y e r o n e n W e b e r d e s t a c a p o r e n c im a de t o d o s el f i l ó s o f o Im m a n u e l Kant { 1 7 2 4 - 1 8 0 4 ) . P ero no d e b e m o s pasar por alto la in f lu e n c i a d e F'rederich N i e t z s c h e ( I K 4 4 - 1 9 0 0 ) tancia q u e é s t e dab a al h é r o e
s o b r e to d o la im p o r
en el trabajo de W e b e r Sobre la n e c e s i d a d de
que lo s in d i v id u o s h icie ran frente al im p a c t o d e las b u r o c r a c ia s y otras e s t r u c tu ras de la s o c i e d a d m o d e rn a . La in f lu e n c i a d e Im m a n u c! Kant so b re W e b e r y , en g e n e r a l, so b re la s o c i o logía a le m a n a m u estra q u e el m a r x i s m o y !a s o c i o l o g í a a le m a n a s e d e s a r r o l la ron d e s d e ra íce s f i l o s ó f i c a s d if e r e n te s . C o m o h e m o s v is t o , fu e H e g e l , n o Kant, quien c o n s t it u y ó un:' im p o rta n te in f iu e n c i a f i l o s ó f i c a so b re la teoría m arxista. M ien tras q u e la f i l o s o f i a d e H e g e ! l l e v ó a M a r x y a lo s m a r x is ta s a b u sc a r r e la c io n e s, c o n f i i c t o s y c o n t r a d i c c i o n e s , la f i l o s o f i a k a n tia n a c o n d u j o al m e n o s a a l g u n o s s o c i ó l o g o s a l e m a n e s a a d o p ta r una p e r s p e c t iv a m á s e s t á tic a . Para Kant, el m u n d o era una m a r e a n t e c o n f u s i ó n de a c o n t e c i m i e n t o s q u e no p o d ía n c o n o c e r s e d ir e c t a m e n te . S ó l o s e p o d ía ad q u irir c o n o c ín n i e n t o del m u n d o a tra v é s d e p r o c e s o s d c l p e n s a m i e n t o q u e filtra b an , s e l e c c i o n a b a n y c a t e g o r i z a b a n a q u e ll o s a c o n t e c i m i e n t o s . Kant d if e r e n c ia b a el c o n t e n i d o del m u n d o real a par tir d e las fo r m a s m e d ía n te las c u a le s p o d ía se r c o m p r e n d i d o . La i n s i s t e n c ia en e sa s fo r m a s c o n fe r í a al trabajo d e lo s s o c i ó l o g o s q u e trabajaban e n el s e n o d e la trad ición k an tia n a una p e r s p e c t iv a m á s e st á tic a q u e la d e lo s m a r x ista d e rai g a m b re h e g e lia n a . La s o c i o lo g í a a le m a n a surgió d e la c o m p le ja in teracción entre la teoría marxista y otras c o r r ie n te s in t e le c t u a l e s . L o s e x p o n e n t e s m á s d e s t a c a d o s d e la prim era s o c i o l o g í a a le m a n a fueron M ax W e b e r y G e o r g S i m m e l . M ie n t r a s Karl M arx p r o d u jo b á s i c a m e n t e una teoria dcl c a p it a li s m o , la obra de W e b e r c o n s t it u í a en lo e s e n c i a l una teoría de! p r o c e s o d e r a c io n a l iz a c i ó n (B r u b a k er . 19S4; K a lb e rg , 1 9 8 0 . 1 9 9 0 ). A W e b e r le in tere sa b a la c u e s t ió n g e neral d e p o r q u é las in s t it u c io n e s hab ían e v o l u c i o n a d o e n el m u n d o o c c id e n t a l
34
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Max Weber: Reseña biográfica Max Weber nació en Erfurt, Alemania, e) 21 de abrìi de 1864, en el seno de una familia de cla se media. Entre sus padres hubo importantes diferencias de pensamiento y forma de vida, que tuvieron un efecto profundo no sólo en su formación intelectual, sino en su salud mental. Su padre fue un funcionario que ascendió a una posición política relevante. Formó parte de la élite establecida y como resultado de ello, evitó cualquier actividad o idealismo que requiriera un sacrificio personal o que amenazara su po* siclón dentro del sistema. Weber padre fue un hombre que disfrutó de los placeres terrenales; en ello, y en otras muchas cosas, se diferenciaba de su mujer. La madre de Weber era una calvinista devota, una mujer que intentaba llevar una vida ascética exenta de los placeres anhelados por su marido. Sus ocupaciones eran más ultramundanas;, continuamente le mo lestaban las imperfecciones que le advertían que no estaba destinada a la salvación. Estas hondas diferencias entre los padres originaron una gran tensión matrimonial que produjo gran impacto en el joven Weber. Ya que era imposible imitar a sus padres, a Weber se le presentó una clara elección desde niño (Marianne W eber,1975: 62). Primero pareció op tar por la vida libertina de su padre, pero más tarde se Inctinó por la postura materna. Cualquiera que fuera la elección, dicha tensión provocada por ia necesidad de elegir entre formas de vida tan dispares influyó negativamente en la salud mental del joven Weber. A la edad de dieciocho años, abandonó su hogar durante algún tiempo para asistir a la Universidad de Heidelberg. Weber era tímido e inmaduro dado el nivel social desde el que ingresó en Heidelberg, pero pronto dio muestras de precocidad intelectual. Después que gravitara hacia la forma de vida de su padre, cambió rápidamente y entró en su vieja fraternidad. Allí aprendió a desenvolverse socialmente, debido en parte a las cantidades de cerveza que consumía con sus compañeros, Exhlliló orgullosamente las ci catrices de un duelo, el signo de distinción de dicha fraternidad. No sola mente manifestaba su identidad a la manera de su padre, sino que también se decantó, al menos durante aquella época, por el derecho, es decir por la carrera de su padre. Después de tres cursos Weber dejó Heidelberg para hacer el servicio militar, y en 1884 volvió a Berlín, a casa de sus padres, para estudiar en la universidad de dicha ciudad. Permaneció allí durante los siguientes ocho años y completó sus estudios doctorándose. Se convirtió en abogado y co menzó a dar clases en la Universidad de Berlín. Durante esos ocho años
d e una fo r m a p r o g r e s i v a m e n t e r a c io n a l, m i e n tr a s p o d e r o s a s barreras p a r e c ía n im p e d ir d e s a r r o l lo s s i m il a r e s e n e! r esto d e l m u n d o .
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
35
que pasó en Berlín cambiaron sus intereses hacia las preocupaciones que mantendría a lo largo de su vida (economía, historia y sociología}. Weber dependía económicamente de su padre, situación que detestaba. Se volvió hacia los valores de su madre mientras crecía la antipatía por su padre. Adoptó una vida ascética y se sumergió profundamente en el trabajo. Por ejemplo, podemos describir sus hábitos cotidianos durante un semestre como estudiante de la siguiente manera: «Continúa la rígida disciplina de trabajo; regula su vida con el reloj; divide la rutina diaria en periodos exactos para las diferentes materias y ahorra, a su manera, cenando por las noches en su habitación una libra de carne picada y cuatro huevos fritos». (Mitzman, igyo: 48; Marianne Weber,1975; 105). Siguiendo a su madre se volvió diligente, se convirtió en un trabajador compulsivo, en lo que podríamos llamar un «trabajadicto». Esta compulsión hacia el trabajo le líevó en 1896 a un puesto de profesor de Economía en Heidelberg. Pero en 1897, con su carrera académica flore ciente, su padre murió después de una violenta discusión entre ellos. Poco después Weber comenzó a manifestar síntomas que culminarían en un derrum bamiento nervioso. A menudo era Incapaz de dormir o de trabajar y pasó los seis o siete años siguientes en una situación de casi total colapso. Después de esta larga pausa recuperó algo de su fuerza en 1903, pero no fue capaz de recomenzar su actividad y el retorno a la vida académica hasta 1904, cuando pronunció su primera conferencia (en Estados Unidos) en seis arios y medio. En 1904 y 1905 publicó una de sus obras más conocidas. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En ella elevaba la influencia religio sa de su madre hasta el nivel académico. Ocupó la mayoría de su tiempo en el estudio de la religión, aunque no era una persona religiosa. Aunque continuó teniendo problemas psicológicos, después de 1904 produ jo algunos de sus trabajos más importantes. En esos años publicó sus estudios sobre las religiones mundiales desde una perspectiva histórica (por ejemplo, China, la India y el antiguo judaismo). Cuando murió, el 14 de Junio de 1920, estaba trabajando en la más importante de sus obras, Economía y sociedad. A pesar de estar incompleta, fue publicada y traducida a varias lenguas. En este período, la obra de Weber fue prolifica. Además de numerosos escritos prestó atención a muchas otras actividades: colaboró en la funda ción de la Sociedad Alemana de Sociología en 1910; su casa se convirtió en un centro frecuentado por intelectuales, que incluía a sociólogos como Georg Simmel y Robert Micheis, además dei filósofo y crítico literario Georg Lukács {Scaff 1989: 186-222). También fue activo políticamente y escribió algunos ensayos de actualidad. Tanto la vida de Weber como su trabajo estuvieron sujetos a una gran tensión entre la mente burocrática de funcionario que representaba su padre y la religiosidad de su madre, lo que se refleja en su vida profesional y personal.
A u n q u e e n su o b r a W e b e r u tiliz a el te r m in o r a c io n a lid a d d e m u c h a s y v a riad as f o r m a s , lo q u e m á s n o s in ter esa a q u í e s el p r o c e s o r e la c io n a d o c o n u n o d e
36
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
los cuatro tipos identificados por Kalberg ( 1980,1990; véase también Brubaker, 1984; Levine, 1981), la ríicionalidad formal. La raeionalidad formal implica, como suele ser el caso eii Wcbor, una preocupación por las elecciones que hacen los actores entre medios y fines. Pero en este supuesto la elección está relacionada con las reglas, las regulaciones y las leyes universalmente aplica das. Estas, a su vez, se derivan de diversas estructuras de gran envergadura, especialmente de la burocracia y la economía. Weber desarrolló sus teorías dentro del contexto de un elevado número de estudios históricos comparado.s sobre Occidente, China, India y muchas otras regiones del mundo. El objetivo de esos estudios era delinear los factores que obstaculizaban o contribuían al desarrollo de la racionalización. Weber percibía la burocracia (y el proceso histórico de burocratización) como el ejempló clásico de racionalización. Sin embargo, en la actualidad son tal vez los restaurantes de comida rápida los que mejor ejemplifican la raciona lización (Luxenberg. 1985; Ritzer, 1983a en prensa). El restaurante de comida rápida constituye un sistema formalmente racional en el que las personas (tanto trabajadores como consumidores) buscan los medios y los fines más racionales. Las ventanas a través de las que se sirve la comida a los ocupantes de un auto móvil, por ejemplo, constituyen un medio racional a través del cual los trabaja dores pueden ofrecer y los consumidores obtener comida de un modo rápido y eficiente. La velocidad y la eficiencia son dictados por los restaurantes de comi da rápida y por las reglas y regulaciones mediante las que operan. Weber analizó el proceso de burocratización en un estudio má.s amplio so bre la institución política. Distinguía entre tres tipos de sistemas de autoridad: tradicional, carismàtico y racional-legal. Sólo en el mundo moderno occidental se habia desarrollado el sistema de autoridad racional-legal, y sólo en este siste ma podía encontrarse el desarrollo pleno de la burocracia moderna. El resto del mundo seguía dominado por los sistemas carismàtico o tradicional, que gene ralmente impedían el desarrollo de un sistema de autoridad racional-legal y de las burocracias modernas. Dicho en pocas palabras, la autoridad tradicional nace de un sistema ancestral de creencias y se ejemplifica en los líderes que llegan al poder debido a que su familia o clan siempre han proporcionado lide res al grupo. La autoridad del líder carismàtico se deriva de sus características o capacidades extraordinarias o, lo que es más probable, de que sus seguidores crcen que el líder tiene esos rasgos. Aunque estos dos tipos de autoridad tienen importancia histórica, Weber pensaba que todo Occidente, y en última instancia el resto del mundo, tendía hacia sistemas de autoridad racional-legal. En este tipo de si.stemas la autoridad se deriva de reglas establecidas legal y racional mente. Asi, el presidente de los Es'tados Unidos deriva, en última instancia, su autoridad de las leyes de la sociedad. La evolución de la autoridad racionallegal y las burocracias que la acompañan constituyen sólo una parte del argu mento general de Weber sobre la racionalización del mundo occidental. Wéber también llevó a cabo análisis detallado.s y sofisticados de la raciona lización de fenómenos tales como la religión, el derecho, la ciudad e, incluso, la
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
37
música. Pero podemos ilustrar el modo de pensar de Weber con otro ejemplo: la racionalización de la institución económica, Rstc análisis lo encontramos en el estudio más amplio que Weber dedicó a la relación entre religión y capitalismo. En un vasto estudio histórico Weber se afanaba por comprender por qué un sistema económico racional (el capitalismo) se había desarrollado en Occidente y por qué no había surgido en el resto dcl mundo. Weber otorgaba un papel central a la religión en este proceso. Por un lado, entabló un diálogo con los marxistas para mostrar que, a diferencia de lo que muchos marxistas de la época creian, la religión no era simplemente un epifenómeno. Habia desempeñado un papel central en el nacimiento del capitalismo en Occidente y en la ausencia de su desarrollo en el resto del mundo. Weber afirmaba que habia sido un sistema religioso distintivamente racional (el calvinismo) el que jugó un papel central en el nacimiento del capitalismo en Occidente, Sin embargo, en otras 7onas del mundo por él estudiadas, Weber encontró sistemas religiosos más irracionales (por ejemplo, el confueianismo, el taoísmo y el hinduismo), que contribuían a la inhibición del desarrollo de un sistema económico racional. Sin embargo, al final, podemos advertir que estas barreras fueron temporales, ya que los sis temas económicos - -y, en efecto, la estructura social en su totalidad - de estas sociedades terminarían finalmente por experimentar el proceso de racionali zación. Hay mucho más que decir sobre la teoria weberiana. Entre otras cosas, su estudio de la racionalización posee un gran detalle histórico y un sinnúmero de ideas teóricas. Además, aunque la racionalización se encuentra en el corazón de la teoria weberiana. no es lo único que encontramos en su teoria. Pero este no es el momento de adentrarnos en el cuerpo de su obra. Regresemos, pues, al desa rrollo de la teoría sociológica. La pregunta clave Que nos interesa es: ¿por que la teoría de Weber resultó mucho más atractiva para los teóricos posteriores de la sociología que la marxiana? Una de las razones reside en el hecho de que las ideas políticas de Weber recibieron mayor aceptación. En lugar de adherirse al radicalismo de Marx, Weber era más bien liberal en algunas cucsliones y un tanto conservador en otras (por ejemplo, en lo que se refiere al papel del estado). Aunque fue un critico severo de muchos aspectos de la moderna sociedad capitalista y llegó a muchas de las conclusiones criticas de Marx, no propuso soluciones radicales para los problemas. De hecho, creía que las reformas’ radicales que proponían muchos marxistas y otros socialistas perjudicarían en lugar de beneficiar. Los teóricos de la sociología posteriores, especialmente los norteamerica nos, consideraron que la teoría marxiana atacaba su propia sociedad. En su mayoría conservadores, se esforzaron por encontrar alternativas teóricas al marxismo, Max Weber constituía una opción atractiva, (Durkheim y Wilfredo Pareto también,) A fin de cuentas, la racionalización no sólo afectaba a las sociedades capitalistas, sino también a las socialistas, [:n efecto, desde el punto de vista de Weber, la racionalización constituía un problema aún más grave para las sociedades socialistas que para las capitalistas.
38
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
A favor de Weber se sumaba también la forma de presentación de sus ju i cios. Pasó gran parte de su vida realizando estudios históricos detallados, por lo que extraía sus conclusiones políticas de! contexto de este tipo de investigación. Así, sus opiniones políticas adoptaron una forma muy científica y académica. Aunque Marx también realizó investigación seria y detallada, produjo una gran cantidad de material explícitamente polémico. Incluso sus obras más académi cas contienen juicios políticos polémicos. Por ejemplo, en El capital (1867/ 1967), calificaba a los capitalistas de «vampiros» y «hombres lobo». El estilo más académico de Weber contribuyó a que fuera mueho mejor aceptado por los sociólogos posteriores. La mayor aceptación de Weber se explica también porque trabajaba en una tradición filosófica que contribuyó igualmente a configurar la obra de los soció logos posteriores. Es decir, Weber trabajaba dentro de la tradición kantiana, lo que, entre otras cosas, equivalía a pensar en términos de causa-efecto. Este modo de pensar era más aceptable para los sociólogos posteriores, que no esta ban familiarizados y se sentían a disgusto con la lógica dialéctica que impulsa ba la obra de Marx, Finalmente, Weber parecía ofrecer un estudio más completo del mundo so cial que Marx, Mientras ,se suponía que la mayor preocupación de Marx era la economía, a Weber le interesó una gama más amplia de fenómenos sociales. Los sociólogos posteriores pensaban que esta diversidad de cuestiones les pro porcionaba más materia que el aparentemente único centro de atención de Marx. Weber produjo la mayoría de sus grandes obras a finales del siglo xix y principios del xx, Al principio de su carrera se identificaba a Weber como his toriador preocupado por cuestiones sociológicas, pero a principios del siglo xx su enfoque se hizo cada vez más sociológico. En efecto, se convirtió en el so ciólogo más importante de su época en Alemania. En 1910 fundó (con Georg Simmel —a quien analizaremos más adelante— entre otros) la Sociedad Socio lógica Alemana, Su casa, en Heidelberg, constituía un centro intelectual no sólo para los sociólogos, sino también para muchos estudiosos de otros carnpos. Aunque su obra ejerció una profunda influencia en Alemania, influyó quizás más en los Estados Unidos, sobre todo una vez que Taicott Parsons hizo llegar a una am plia audiencia las ideas de Weber (y ¡as de otros teóricos europeos, en particular las de Durkheim), Mientras las ideas de Marx no surtieron un efecto positivo importarne en los teóricos de la sociología hasta los años sesenta, Weber ya constituía una figura altamente influyente a finales de los años treinta, Georg Simmel fue coetáneo de Weber y cofundador de la Sociedad Socio lógica Alemana, Aquí sólo nos ocuparemos de ubicarle dentro del desarrollo histórico de la teoría sociológica, Simmel fue un teórico de la sociología un tanto atipico (Frisby, 1981; Levi ne, Carter y Gorman, 1976a, 1976b). Por una parte, ejerció una influencia pro funda e inmediata en el desarrollo de la teoría sociológica norteamericana, mientras Marx y Weber fueron ignorados durante varios años. La obra de Simmel contri buyó a dar forma al desarrollo de uno de los primeros centros de la sociologia
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
SIGMUND FREUD: Reseña biográfica Sigmund Freud fue otra influyente figura de la ciencia social alemana de finales del siglo xix y principios de) xx. Aunque no era propiamente un sociólogo, no sólo influyó en ia obra de mucfios sociólogos, sino que sigue siendo impor tante para éstos (Carvetfi, 1982). Sigmund Freud nació en la ciudad austrohúngara de Freiberg e! seis de mayo de 1856 (Puner, 1947). En 1859 su familia se trasladó a Viena y en 1873 Freud ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena. A Freud le interesaba más la ciencia que la medicina y aceptó un puesto de trabajo en un laboratorio de fisiologia. Tras terminar su carrera de medici na y abandonar el laboratorio en 1882, trabajó en un fiospifal y estableció una consulta médica privada especializada en enfermedades nerviosas. Al principio, Freud utilizó la filpno'sis para tratar un tipo de neurosis conocida como histeria. Esa técnica la había aprendido en París, en 1885, de Jean Martin Charcot. Más tarde adoptaría una técnica iniciada por un compañero médico vienés llamado Joseph Breuer, en virtud de la cual los síntomas fiistéricos desaparecían cuando el paciente hablaba largo y tendido sobre las circunstancias en las que aparecieron por primera vez los síntomas. En 1895 Freud publicó un libro con Breuer que contenía una serie de implicaciones revolucionarias: que las causas de neurosis como la histeria eran psicológicas (y no fisiológicas, como se había mantenido hasta entonces) y que la terapia consistía en hablar sobre las causas originales. Así nació el campo práctico y teórico dei psicoariálisis. Freud comenzó a separarse de Breuer cuando entrevió la existencia de factores sexuales o, más generalmente, de la libido, en el origen de las neurosis. Durante los años siguientes Freud redefinió sus técnicas terapéuticas y escribió mucho sobre sus nuevas ideas. En 1902, Freud comenzó a congregara su alrededor algunos discípulos que se reunían en su casa todas las semanas. Hacia 1903 y 1904, otros (como Cari Jung) comenzaron a usar las ideas de Freud en sus prácticas psiquiátricas. En 1908 se celebrò el primer Congreso Psicoanalítico, y al año siguiente comenzó a editarse una revista para difundir los conocimientos psicoanalítioos. Inmediatamente después de su creación, el psicoanálisis comenzó a experi mentar divisiones a medida que Freud rompía con personas como Jung, que empezaron a desarrollar sus propias ideas y a fundar sus propios grupos. La Primera Guerra Mundial aminoró el desarrollo det psicoanálisis, pero duran te la década de los años veinte se expandió y desarrolló a gran velocidad. Con el auge del nazismo el centro del psicoanálisis se trasladó a los Estados Unidos, donde aún sigue estando en la actualidad, Pero Freud se quedó en Viena fiasta ta llegada de los nazis en 1938, a pesar de ser judío y de que tos nazis habían quemado sus libros ya en 1933. Sólo tras el pago de un rescate y la intervención del presidente Roosevelt, se le permitió a Sigmund Freud salir de Viena el cuatro de junio de 1938. Freud padecía cáncer del maxilar inferior desde 1923 y murió de esta enfermedad en Londres el 23 de sep tiembre de 1939.
39
40
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
norlcamcricaiia - la [^scucia de Chicago- y su teoria centrai: el ititcraccionismo simbòlico. La liscucla de Chicago y el interaccionismo simbólico llegaron a dominar, como veremos, la sociologia norteamericana en el decenio de los años veinte y a principios del de los treinta (Bulmer, 1984). Las ideas de Simmel inlluyeron en esta escuela debido fundamentalmente a que las figuras más des tacadas de sus primeros años, Albion Small y Robert Park, se habían expuesto a la influencia de las teorías formuladas por Simmel en Berlín a finales del siglo M.\. Park había asistido a las clases que Siminel dictó en i 899 y 1900, y Small mantuvo una extensa correspondencia con Simmel durante la década de 1890. Ambos brindaron las ideas de Simmel a los estudiantes y al cuerpo docente de Chicago al traducir parte de su obra y presentarla a una vasta audiencia estado unidense (Krisby, 19X4: 29).
GEORG SIMMEL'. Reseña biográfica Georg Simmel nació en el centro de Berlín el 1 de marzo de 1858. Estudió unai amplia gama de materias en la Universidad de Berlín. Sin embargo, vio cómo era rechazado su primer esfuerzo por elaborar una tesis, y uno de sus profesores declaró: «Le haríamos un gran fa vor si no lo animáramos a que siguiera por este camino» (Frisby, 1984: 23). A pesar de ello, Simmel perseveró y se doctoró en filosofía en 1881. Permaneció en la Universidad como prolesor hasta 1914, aunque ocupaba un puesto relativamente poco importante, en condición de piivatdozent, desde 1885 a 1900. Mientras ocu paba esta última posición trabajó como lector sin derecho a salario, cuyo sustento dependía de la matrícula de los es tudiantes. A pesar de su situación discriminada, Simmel salió a flote, so bre todo porque era un excelente conferenciante y atraía a gran cantidad de alumnos (que le pagaban) (Frisby, 1981: 17). Tenía un estilo tan atrac tivo que incluso algunos miembros de la sociedad intelectual berlinesa acudían a sus conferencias, que se convirtieron en acontecimientos pú blicos. Simmel escribió innumerables artículos («La metrópoli y la vida men tal») y libros (La filosofía del dinero). Fue muy conocido en los círculos académicos alemanes e incluso su fama tuvo trascendencia internacional, especialmente en Estados Unidos, donde su trabajo fue importante para el nacimiento de la sociología. Por fin, en 1900, Simmel recibió un reconoci miento oficial, un título puramente honorario en la Universidad de Berlin que no le proporcionó un estatus académico completo. Simmel trató de obtener algunos puestos docentes, pero fracasó a pesar del apoyo que le prestaron algunos académicos como Max Weber. Una de las razones de su fracaso se debió a que era judío en la Ale mania anti-semita del siglo xix (Kasler, 1985). Por esta razón, en un infor-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
41
Otro aspecto atípico de la obra de Simmel es su «nivel» de análisis, o cuan do menos el nivel que le otorgó reconocimiento en Norteamérica. Mientras a Weber y a Marx les preocupaban cuestiones de gran envergadura como la ra cionalización de la sociedad y la economia capitalista, Simmel adquirió fama debido a su trabajo sobre fenómenos a pequeña escala, especialmente la acción y la interacción individual. En seguida fue reconocido por su análisis, derivado de la filosofía kantiana, de las/orm os de interacción (por ejemplo, el conflicto) y de los tipos de interactores (por ejemplo, el extraño). Lo que fundamental mente vio Simmel fue que la comprensión de la interacción entre la gente era una de las grandes tareas de la socioiogia. Sin embargo, era imposible estudiar el cuantioso número de interacciones de la vida social sin disponer de algunas herramientas conceptuales. Fue así como nacieron las formas de interacción y
me sobre Simmei. dirigido al Ministro de Educación, se le describía como; «un israelita de cabo a cabo, tanto por su apariencia extema como por su conducta y su forma de pensar» (Frisby, 1985: 25). Otra razón se fundaba en el tipo de obra que realizó. Muchos de sus artículos aparecieron en periódicos y revistas; estaban escritos para un público mucho más am plio que los sociólogos académicos. Además, como no ejercía cargo acadé mico alguno, se vio forzado a ganarse la vida mediante conferencias públi cas. Su audiencia, lectores y oyentes, estaba constituida más por intelectuales que por sociólogos profesionales, lo que contribuyó a que fuera objeto de burla por parte de sus colegas. Por ejemplo, uno de sus contemporáneos lo condenaba porque «su influencia se limitaba... a la gente en general y afec taba, sobre todo, a la élite del periodismo» (Troeltsch, citado en Frisby, 1981: 13). Sus fracasos personales pueden relacionarse asimismo con la baja estima que los académicos alemanes de entonces tenían por la so ciología. En 1914, Simmel consiguió por fin un puesto académico en una univer sidad poco importante (Estrasburgo), pero una vez más fue marginado. Por un lado, lamentaba abandonar a su público de intelectuales berlineses. Así, su esposa escribió a la de Weber: «Georg se ha tomado muy-mal tener que dejar su auditorio... los estudiantes eran muy afectuosos y simpáticos... fue como abandonar en la cúspide de su vida» (Frisby, 1981: 29). Por otro lado, Simmel no se integró en la vida de la nueva Universidad. Con este motivo escribió a Weber: «No tengo mucho que contarte. Vivimos una existen cia enclaustrada, cerrada, indiferente y desolada. La actividad académica es = O, la gente extraña y profundamente hostil» (Frisby, 1981: 32). Cuando ejercía su cargo en Estrasburgo estalló la Primera Guerra Mun dial; las salas de conferencias se convirtieron en hospitales militares y los estudiantes fueron llamados a filas. Así, Simmel continuó siendo una figura marginal en la vida académica alemana hasta su muerte en 1918. Nunca tuvo una vida académica normal. Aún así, Simmel atrajo a algunos Intelec tuales de su tiempo que lo secundaron, y su fama como académico sólo ha crecido, si acaso, con el paso de los años.
42
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
los tipos de interactores. Simmel presintió que podía aislar una cantidad limita da de formas de interacción que se daban en un elevado número de escenarios sociales. Con este bagaje, se podrían analizar y comprender los diferentes mar cos en los que se desenvuelve la interacción. El desarrollo de un número limita do de tipos de interactores podría asimismo ser útil a la hora de explicar los marcos de la interacción. Este trabajo influyó profundamente en el interaccio nismo simbólico, que, como su nombre sugiere, se centra fundamentalmente en la interacción. No deja de ser irónico, sin embargo, que también Simmel se preocupase por las grandes cuestiones sociológicas que obsesionaron a Marx y Weber. No obstante, este aspecto del trabajo de Simmel tuvo menor influencia que su análisis de la interacción, aunque encontramos signos contemporáneos que sugieren un interés creciente por la sociología de Simmel relativa al estudio de las grandes cuestiones. Lo que hizo a Simmel accesible para los primeros teóricos estadounidenses de la sociología fue, en parte, su estilo en el estudio de la interacción. Aunque escribió densos volúmenes como Weber y Marx, también produjo una serie de ensayos engañosamente simples sobre fenómenos interesantes como el pobre, la prostituta, el miserable y el gastador, y el extraño. La brevedad de estos ensayos y el alto nivel de interés que despertaron esas cuestiones facilitó la difusión de sus ideas. Lamentablemente, los ensayos tuvieron el efecto negativo de obscurecer otras obras de Simmel más voluminosas (por ejemplo, La filo so fìa del dinero, traducida al inglés en 1978), que potencialmente tenía parecida importancia para la sociología. Con todo, la influencia de Simmel sobre la tem prana teoría sociológica norteamericana tuvo mucha más importancia que la de Marx y Weber debido, en parte, a sus breves e inteligentes ensayos. No sería apropiado pasar a otra cuestión sin mencionar algo sohrc La filosofìa del dinero, ya que su traducción al inglés aumentó el atractivo de la obra de Simmel para toda una serie de nuevos teóricos interesados en la cultura y en la sociedad. Aunque la orientación macrosocial es más clara en La filosofìa del dinero, ésta siempre estuvo presente en la obra de Simmel. Ello se hace patente, por ejemplo, en su famoso trabajo sobre la diada y la tríada. Simmei pensaba que algunos desarrollos sociológicos cruciales se habían producido cuando un grupo formado por dos personas (o diada) se convertía, por la adición de un tercero, en una tríada. Surgen con ello unas posibilidades sociales que no podrían existir en una diada. Por ejemplo, en una tríada uno de los miembros puede convertirse en árbitro o mediador de las diferencias entre los dos restantes. Y lo que es más importante aún, dos de los miembros pueden aliarse y dominar al otro miembro. Esto representa a pequeña escala lo que puede suceder en el caso del surgimien to de grandes estructuras que se separan del individuo y logran dominarle. Esta cuestión está en la base de La filosofìa del dinero. Una de las mayores preocupaciones de Simmel era el surgimiento en el mundo moderno de una economia monetaria que se separaba del individuo y lo dominaba. Esta cues tión, a su vez, constituye parte de un tema más general y ubicuo en la obra de Simmel; la dominación de la cultura como un todo sobre el individuo. Tal y
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
43
como Simmel lo veía, en el mundo moderno la cultura y el conjunto total de sus diversos componentes (incluida la economía monetaria) se expandía y, a medi da que lo hacía, la importancia del individuo decrecía. Así, por ejemplo, cuanto mayor y más sofisticada se hacia la tecnología industrial asociada a la economía moderna, menos importantes se volvían las capacidades y aptitudes del trabaja dor individual. Al final, el trabajador se enfrenta a una maquinaría industrial sobre la que apenas puede ejercer control. En términos más generales, Simmel creía que en el mundo moderno la expansión de la cultura llevaba a una crecien te insignificancia del individuo. Aunque los sociólogos se han sentido cada vez más cerca de las amplías implicaciones de la obra de Simmel, sus primeras influencias las ejercieron los estudios de fenómenos sociales a pequeña escala como las formas de interac ción y los tipos de interactores.
Los orígenes de la sociología británica Hemos examinado ya el desarrollo de la sociología en Francia (Comte y Dur kheim) y Alemania (Max Weber y Simmel). Ahora pasaremos a analizar el desarrollo paralelo en Inglaterra. Como veremos, las ideas continentales influ yeron en la primera sociología británica, pero aún más importantes fueron las influencias autóctonas. Economía política, ameliorism y evolución social. Philip Abrams (1968) mantenía que la sociología británica tomó forma en el siglo xix a partir de tres fuentes que entran con frecuencia en conflicto; la economía política, el ameliorism y la evolución social Así, cuando se fundó la Sociedad de Sociología de Londres en 1903, existían marcadas diferencias respecto de la definición del término sociologia. Sin embargo, habia pocos que dudaran de la idea de que la sociología fuera una ciencia. Estas diferentes perspectivas brindaron a la sociología británica su carácter distintivo, por lo que analizaremos brevemente cada una de ellas. Ya hemos tocado el tema de la economía política, una teoría de la sociedad industrial y capitalista analizada en parte de la obra de Adam Smíth (17231790)^. Como hemos tenido ocasión de ver, la economía política ejerció una profunda influencia en Karl Marx. Marx estudió en profundidad la economía política y la criticó, Pero no fue esa la dirección que tomaron los economistas y sociólogos británicos. Tendían a aceptar la idea de Smith de que existía una «mano invisible» que modelaba el mercado de trabajo y bienes. El mercado era considerado como una realidad independiente que se situaba por encima de los individuos y controlaba su conducta. Los sociólogos británicos, como los eco^ Para desarrollos más recientes de la sociología británica véase Abrams et al (1981). Generalmente, a Smith se le considera una de las principales figuras de la Ilustración Escocesa (Chitnis, 1976) y de los Moralistas Escoceses (Schneider, 1967; xi), quienes se esfor zaron por establecer los fundamentos de la sociología.
44
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nomistas políticos, aunque a diferencia de Marx, pensaban que el mercado era una fuerza positiva, una fuente de orden, armonía e integración para la socie dad. Como contemplaban el mercado, y más generalmente la sociedad, con buenos ojos, la tarea de los sociólogos no consistía en criticar la sociedad, sino simplemente en reunir los datos sobre las leyes que la regían. Su meta era pro porcionar al gobierno los hechos que necesitaba para comprender cómo opera ba el sistema y dirigir su funcionamiento sabiamente. Se hizo hincapié en los hechos, pero ¿de qué hechos se trataba? Mientras Marx, Weber, Durkheim y Comte estudiaron las estructuras de la sociedad para explicitar sus hechos básicos, los pensadores británicos tendian a estudiar a los individuos que constituían esas estructuras. Para estudiar estructuras de gran magnitud, tendían a recoger datos individuales y a combinarlos con el fin de obtener una descripción colectiva, A mediados de la década de 1800 los estadís ticos dominaban la ciencia social británica, y la principal tarea de la sociología era este tipo de recolección de datos. El objetivo consistía en la acumulación de hechos «puros» sin teorizar o filosofar. Como señala Kent (1981: 187), estos sociólogos empíricos se desentendieron de las preocupaciones de los teóricos sociales. En lugar de teorizar, el «análisis se centraba en el esfuerzo por produ cir indicadores más exactos, mejores métodos de clasificación y recolección de datos, el perfeccionamiento de las tablas de vida, el logro de mayores ni veles de comparabilidad entre cuerpos discretos de datos, y otras cuestiones similares» (Abrams, 1968; 18). Casi a su pesar, estos sociólogos orientados hacia la estadística llegaron a encontrar ciertas limitaciones en su enfoque. Unos pocos comenzaron a sentir la necesidad de un mayor esfuerzo de teorización. Para ellos, un problema como el de la pobreza apuntaba hacia los fallos del sistema de mercado y del conjunto de la sociedad, Pero la mayoría, como se había centrado en el individuo, no se cuestionó el sistema como un todo; se dedicó a realizar estudios de campo más detallados y a desarrollar técnicas más complicadas y exactas. La fuente del problema residía desde su punto de vista en la utilización de métodos inadecuados de investigación, no en el conjunto del sistema. Como Philip Abrams escribió, «Al centrarse insistentemente en la distribución de las circunstancias individuales, los estadísticos no consiguieron percibir la pobreza como ün producto de la estructura social.,. No alcanzaron, y probablemente les habría sido imposible alcanzar, el concepto de victimización estructural» (1968; 27), Además de sus compromisos teóricos y metodológicos en el estudio de los individuos, los estadís ticos trabajaron demasiado próximos a los políticos como para llegar a la conclusión de que el conjunto del sistema económico y político era el problema. Relacionada con la economía política, aunque separada de ella, encontra mos la segunda característica definitoria de la sociología británica; el ameíiorism o deseo de solucionar los problemas sociales mediante la reforma de los individuos. Aunque los estudiosos británicos comenzaron a reconocer la exis tencia de problemas en la sociedad (por ejemplo, la pobreza), aún creían en esa sociedad y deseaban preservarla. Querían prever la violencia y la revolución, y
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
45
reformar el sistema sin alterar su esencia. Sobre todo, deseaban evitar la llegada de una sociedad socialista. Así, al igual que la sociología francesa y que algunas ramas de la sociología alemana, la sociología británica tenía una orientación básicamente conservadora. Puesto que los sociólogos británicos no podían, ni querían, identificar la fuente de problemas tales como ia pobreza con la sociedad como un todo, la encontraron en los individuos mismos. Ello constituía una forma temprana de lo que más tarde William Ryan (1971) llamó «echar la culpa a la víctima». Se dedicó no poca atención a una larga serie de problemas individuales: «ignoran cia, pobreza espiritual, impureza, falta de higiene, mendicidad e inmoderación, sobre todo inmoderación» (Abrams, 1968: 39). En efecto, existía la tendencia a pensar que los males sociales se debían a una única causa y la más sugerente de todas era el alcoholismo. Lo que convertía al alcoholismo en una causa perfecta para el ameliorism era que se trataba de una patología individual, no social: los partidarios del ameliorism carecían de una teoría de ta estructura social, una teoría sobre las causas sociales de esos problemas individuales. Pero una percepción más profunda de la estructura social se ocultaba bajo ia superficie de la sociología británica, apareciendo a finales dei siglo xix con el nacimiento del interés por la evolución social. La obra de Auguste Comte — parte de la cual había sido traducida al inglés en la década de 1850— influyó de modo significativo. Aunque la obra de Comte no suscitó un interés inmediato, durante el último cuarto del siglo algunos pensadores se sintieron atraídos por su preo cupación por las grandes estructuras de la sociedad, su orientación científica (positivista), su tendencia a la comparación y su teoría evolucionista. Con todo, algunos pensadores británicos se reafirmaron en su propia concepción del mun do por oposición a algunos de los excesos de la teoría comtiana (por ejemplo, la tendencia a elevar la sociología a la altura de la religión). Desde el punto de vista de Abrams, la importancia real de Comte consistía en que proporcionó una de las bases sobre la que podía erigirse la oposición contra el «espíritu opresivo de Herbert Spencer» (Abrams, 1968: 58). Tanto en sentido positivo como negativo, Spencer fue una figura dominante de la teoría sociológica británica, especialmente de la teoria de la evolución, Herbert Spencer (1820-1903). Para comprender las ideas de Spencer resulta útil compararlas y contrastarlas con la teoría comtiana. A Spencer se le suele estudiar junto a Comte debido a la influencia que ambos ejercieron en el desa rrollo de la teoria sociológica, pero existen importantes diferencias entre am bos. Por ejemplo, es menos fácil calificar a Spencer de conservador que a Com te. De hecho, Spencer fue en su juventud políticamente liberal y durante toda su vida mantuvo algunas posiciones liberales. Sin embargo, también es cierto que con los años Spencer se hizo más conservador y que, como en el caso de Comte, su influencia básica era conservadora. Una de sus posturas liberales, que coexistió no sin dificultad con su conser vadurismo, era su aceptación de la doctrina del laissez-faire: pensaba que el
46
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
estado no debía intervenir en los asuntos individuales, excepto en et caso de la muy pasiva función de la protección de las personas. Esto significaba que Spen cer, a diferencia de Comte, no sentía interés por las reformas sociales; su deseo era que la vida social se desarrollara libre de todo control externo. Esta diferencia hace que Spencer sea considerado un darwinisía social (G. Jones, 1980), Como tal, sostenía ia idea evolucionista de que el mundo mejora ba progresivamente. Por tanto, se le podía dejar que marchase por si solo; una interferencia externa sólo podía empeorar la situación. Spencer adoptó la idea de que las instituciones sociales, como las plantas y los animales, se adaptaban progresiva y positivamente a su entorno social. También aceptaba la creencia darwtniana de que el proceso de la selección natural de la «supervivencia del más apto» también se producía en el mundo social. (Es interesante saber que fue Spencer quien acuñó esta frase varios años antes de la aparición de la obra de Darwin sobre la selección natural). Es decir, libres de una intervención externa, las personas «aptas» podrían sobrevivir y multiplicarse mientras que los «no aptos» tenderían a extinguirse. Otra diferencia es que Spencer hacía hincapié en el individuo mientras Comte se centraba en unidades mayores como ta familia. Aunque existen importantes diferencias entre Comte y Spencer, las orienta ciones que compartían o, al menos, la similar manera en que fueron interpreta das, demostraron siempre ser más importantes que sus diferencias para el desa rrollo de la teoría sociológica. Comte y Spencer compartían con Durlcheim y otros el compromiso con una ciencia de la sociología, una perspectiva harto atractiva para los primeros teóri cos. Otra influencia de la obra de Spencer, compartida tanto por Comte como por Durlcheim, era su tendencia a pensar la sociedad como un organismo: Spen cer se inspiró en la biología para dar forma a su perspectiva y a sus conceptos. Le interesaba ta estructura general de la sociedad, la interrelación entre ias partes de la sociedad, y \a^ funciones que cada parte cumplía para las demás y para el sistema en su conjunto. Y lo que es más importante, Spencer y Comte compartían una concepción evolucionista det desarrollo histórico, a pesar de que Spencer criticara la teoría de la evolución de Comte aduciendo varias razones. Rechazaba, específica mente, la ley de tos tres estadios de Comte. Pensaba que Comte-se había confor mado con analizar la evolución en el reino de las ideas, en términos de su desa rrollo intelectual. Spencer, sin embargo, se esforzó por desarrollar una teoría de la evolución del mundo real y material. Aunque se reconoce a Spencer como un teórico de la evolución, su teoria es altamente compleja, adopta variadas formas, y a menudo es poco clara y ambi gua (Haines, 1988; Perrin, 1976). No obstante, es posible identificar al menos dos grandes perspectivas de ta evolución en la obra de Spencer. La primera de estas teorías hace referencia principalmente al tamaño cre ciente de la sociedad. La sociedad crece debido tanto a la multiplicación de los individuos como a ta unión de los grupos (composición). El aumento dcl tama ño de la sociedad supone el crecimiento de las estructuras sociales y su mayor
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
47
diferenciación, asi como también el aumento de la diferenciación entre las fun ciones que realizan. Además del aumento del tamaño, las sociedades evolucio nan a través de ta composición, es decir mediante la unificación de más y más grupos adyacentes. Así, Spencer habla de un movimiento evolucionista desde las sociedades más simples a las compuestas, tas doblemente compuestas, y tas triplemente compuestas. Spencer también nos ofrece una teoría de la evolución desde las sociedades militares a las sociedades industriales. Las sociedades militares, más antiguas, se caracterizaban por estar estructuradas para afrontar un estado de guerra ofensivo y defensivo. Aunque Spencer contemplaba con ojos críticos el estado de guerra.
HERBERT SPENCER: Reseña biográfica Herbert Spencer nació el veintisiete de abrii de 1820 en Derby, Inglaterra. No recibió una for mación académica en tiumanidades, sino que estudió cuestiones técnicas y prácticas. En 1637 comenzó a trabajar de ingeniero civil para una empresa de ferrocarriles, puesto que desem peñó hasta 1846. Durante este periodo, Spen cer siguió estudiando por su cuenta y comenzó a publicar trabajos científicos y políticos. En 1848 Spencer fue nombrado editor de The Economist, y sus ideas intelectuales co menzaron a solidificarse. En 1850 terminó su primera gran obra, Estática Social. Mientras la escribía, comenzó a padecer insomnio y, con los años, se agravarían sus problemas físicos y mentales. A lo largo del resto de su vida padeció numerosas crisis nerviosas. En 1853 Spencer recibió una herencia que le permitió dejar su empleo y vivir el resto de su vida dedicado al estudio. No llegó a licenciarse por la universidad ni a desempeñar cargo académico alguno. A medida que se aislaba y se agravaba su enfermedad mental, crecía su productividad inte lectual. Finalmente, comenzó a labrarse fama no sólo en'Inglaterra, sino también a escala internacional. Como Richard Hofstadler dijo: «Durante las tres décadas posteriores a la Guerra Civil era prácticamente imposible mo verse en cualquier campo intelectual sin reconocer el magisterio de Spen cer» (1959: 33). Entre sus seguidores se contaba el renombrado industrial Andrew Carnegie, que escribió a Spencer, quien por entonces padecía su última y fatal enfermedad, las siguientes palabras: Querido Maestro... pienso en usted todos los días, y me hago siempre la misma pregunta: «¿a qué se debe? ¿p orq ué yace sufriendo? ¿por qué tiene que irse?... Et mundo avanza lentamente sin reconocer a su mente más lúcida... Pero (legará un dfa en el que recordará sus ensel^anzas y elevará a Spencer al lugar más alto. (Citado en P e e l,1971:2)
48
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Pero no fue ese el destino de Spencer. Una de las características más interesantes de Spencer que, en última instancia, causaría su ruina intelectual, fue su aversión a la lectura de la obra de otros pensadores. En este aspecto se parece a otro primer gigante de la sociología, Auguste Comte, que practicaba la «higiene cerebral». De la necesidad de leer las obras de ios demás, Spencer afirmó; «Toda mi vida he sido un pensador y no un lector, y estoy de acuerdo con Hobbes en que si hubiera leído tanto coído otros t>ombres, habría llegado a saber tan poco como ellos» {Wiltshire, 1978; 67). Un amigo le preguntó su opinión sobre un libro y «su respuesta fue que sí analizaba esa obra encontraría que sus supuestos fundamentales eran erróneos, y por ello no se preocupaba de leerla» (Wiltshire, 1978: 67). Un autor, refiriéndose a Spencer, escribió so bre «su incomprensible manera de absorber conocimiento a través de su piel... pues parece que nunca lee libros» (Wiltshire, 1978: 67). Si no leyó la obra de otros estudiosos ¿en qué se inspiraron sus pensa mientos e ideas? El mismo decía que salían involuntaria e intuitivamente de su mente. Afirmaba que sus ideas surgían «poco a poco, moderadamente, sin intención consciente o esfuerzo apreciabis» (Witshire, 1978: 66). Spen cer consideraba que su intuición era mucho mas eficaz que el estudio meti culoso y ia reflexión: «Una solución vislumbrada de este modo probable mente tiene mayor veracidad que la lograda con un esfuerzo tal [que] causa la perversión del pensamiento» {Wiltstiire, 1978; 66). El propio Spencer sufrió las consecuencias de su aversión a la lectura meticulosa de las obras de otros pensadores. De hecho, en la lectura de otras obras tan sólo encontraba la confirmación de sus propias ideas. Igno raba las ideas que no concordaban con las suyas. Así, su coetáneo Charles Darwin comentó; «Si se hubiera impuesto una mayor observación, aun a expensas de... perder capacidad de pensamiento, hubiera sido un pensador fabuloso» (Wiltshire, 1978; 70). El desprecio que sentía Spencer por las pautas aceptadas de la erudición le condujo a producir una serie de ideas extravagantes y afirmaciones incoherentes sobre la evolución del mundo. Por estas razones los sociólogos del siglo veinte rechazaron la obra de Spencer para centrarse, en cambio, en el estudio meticuloso y en la investigación empírica. Spencer murió el ocho de diciembre de 1903.
pensaba que, en un primer estadio, era funcional para mantener unidas las so ciedades (a través, por ejemplo, de la conquista militar) y crear los grandes agregados de personas que requería el desarrollo de ia sociedad industrial. Sin embargo, con el nacimiento de la sociedad industrial, ese estado de guerra deja de ser funcional e impide el avance del proceso de evolución. La sociedad in dustrial se basa en la amistad, el altruismo, la especialización, en el reconoci miento de los logros de las personas y no de sus características innatas, y en la cooperación voluntaria entre individuos altamente disciplinados. Esta sociedad se mantiene unida mediante relaciones contractuales voluntarias y, lo que resul ta más importante aún, mediante una fuerte moral común. El papel del gobierno se limita a lo que las personas no deben hacer. Obviamente, las modernas socie
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA'. PRIMEROS AÑOS
49
dades industriales tienen menos propensión a la guerra que sus predecesoras militares. Aunque Spencer afirma que existe una evolución general en la direc ción que llevan las sociedades industriales, también reconoce que es posible que haya regresiones periódicas hacia el estado de guerra y las sociedades más militares. En sus escritos sobre ética y política Spencer nos ofrece otras ideas sobre la evolución de la sociedad. Por una parte, considera que la sociedad progresa hacia un estado moral ideal o perfecto. Por otra, manifiesta que ias sociedades más aptas sobrevivirán mientras se dejará morir a las sociedades no aptas. El resultado de este proceso es un aumento progresivo de ia adaptación al mundo en su conjunto. En consecuencia, Spencer ofreció un conjunto rico y vanado de ideas sobre la evolución social. Al principio sus ideas disfrutaron de un gran éxito, más tarde serían rechazadas durante muchos años, y recientemente han vuelto a ser aceptadas con el nacimiento de las nuevas teorías sociológicas de la evolución (Buttel, 1990). La reacción contra Spencer en Gran Bretaña. A pesar de su énfasis en el individuo, Spencer fue más famoso por su gran teoria de la evolución social. Con ella se enfrentaba a la sociología que le había precedido en Gran Bretaña, Sin embargo, la reacción contra Spencer se basaba más en la amenaza que plan teaba su idea de la supervivencia del más apto a un ameliorism caro a la mayo ría de los primeros sociólogos británicos. Aunque más tarde Spencer repudió algunas de sus ideas más ofensivas, se reafirmó en su filosofía de la superviven cia del más apto y se mantuvo en contra de la intervención del gobierno y la reforma social. Así se expresaba: Promover la haraganeria a expensas del bien constituye una crueldad extrema. Supone un fom en to deliberado de la m iseria para las futuras g en eraciones. N o hay m ayor azote para la posteridad que legarles una p oblación cada v ez m ayor de im b éciles, o c io s o s y crim in ales... La naturaleza se esfuerza enorm em ente por h acerles d es aparecer, por lim piar de e llo s el m undo, y por dejar esp a cio para los m ejores... Si no son su ficien tem en te cap aces de vivir, m ueren, y es mejur que así sea. (Spencer, citado en A bram s, 1968: 74)
Estos sentimientos se oponían claramente a la orientación del ameliorism de los sociólogos-reformadores británicos.
Principales figuras de la sociología italiana Podemos terminar este esbozo de la temprana y fundamentalmente conservado ra teoría sociológica europea con una breve mención de dos sociólogos italia nos, Wilfredo Pareto (1848-1923) y Gaetano Mosca (1858-1941). Estos dos sociólogos fueron influyentes en su época, aunque es mínima su relevancia
50
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
contemporánea. Hoy en día pocas personas leen a Mosca. Se produjo un breve brote de interés por la obra de Pareto (1935) durante la década de los treinta, cuando el principal teórico estadounidense, Talcott Parsons, dedicó la misma atención a Pareto que a Weber y Durkheim. Sin embargo, durante estos últimos años y a excepción de algunos de sus grandes conceptos, la importancia y rele vancia de Pareto ha disminuido. Zeitlin arguye que Pareto desarrolló sus «grandes ideas como una refuta ción de Marx» (1981: 171). De hecho, Pareto rechazaba no sólo a Marx, sino también a una gran parte de la filosofia de la Ilustración. Por ejemplo, mientras los filósofos de la Ilustración hacían hincapié en la racionalidad, Pareto subra yaba el papel de factores no racionales como los instintos humanos. Este énfasis estaba ligado a su rechazo de la teoría marxista. Es decir, como los factores instintivos y no racionales eran tan im p o rta n te sta n inalterables, no era realista esperar que se pudiesen introducir cambios sociales drásticos mediante una re volución económica, Pareto también desarrolló una teoria del cambio social en agudo contraste con la teoria marxiana. Mientras la teoría de Marx se centraba en el papel de las masas, Pareto proponia una teoria elitista del cambio social que mantenía que la sociedad estaba inevitablemente dominada por una pequeña élite de egoístas ilustrados. Es esa élite quien dirige a unas masas dominadas por fuerzas no racionales. Como carecen de capacidades racionales, las masas no pueden lle gar a constituir en el sistema de Pareto una fuerza revolucionaria. El cambio social se produce cuando la élite comienza a degenerar y es sustituida por una nueva élite procedente de otra élite no gobernante o de los elementos sobresa lientes de las masas. Ya instalada la nueva élite en el poder, el proceso comien za de nuevo. Así, nos encontramos con una teoría ciclica del cambio social en lugar de las teorías lineales de Marx, Comte, Spencer y otros. Además, la teoria del cambio de Pareto ignora la condición de las masas. Las élites llegan y se van, pero el grueso de la masa permanece inalterable. Esta teoría no constituye, sin embargo, la contribución de mayor trascen dencia que Pareto hizo a la sociologia. Lo que más ha perdurado es su concep ción científica de la sociología y del mundo social; «MÍ deseo es construir un sistema de sociología siguiendo el modelo de la mecánica celestial [la astrono mia], la física y la quimica» (citado en Hook, 1965; 57), En resumen, Pareto contemplaba la sociedad como un sistema en equilibrio, un conjunto constitui do por partes interdependientes. Un cambio en una parte conducía a cambios en otras partes del sistema. La concepción sistèmica que Pareto tenia de la socie dad era la razón por la que Parsons le dedicó tanta atención a su obra de 1937, La exrniclura de la acción social, a la vez que constituyó la influencia más importante de Pareto sobre el pensamiento de Parsons. Entremezclada con otras ideas similares de los defensores de la imagen orgánica de la sociedad (Comte, Durkheim y Spencer, por ejemplo), la teoria de Pareto desempeñó un papel central en el desarrollo de la teoria de Parsons y, en términos más generales, en el funcionalismo estructural.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: PRIMEROS AÑOS
51
Aunque pocos sociólogos leen actualmente la obra de Pareto (una excep ción es Powers, 1986), prácticamente nadie lee la de Mosca, Pero su obra tam bién puede contemplarse como un rechazo de la Ilustración y el Marxismo. Lo que más nos importa es que Mosca, como Pareto, ofreció una teoría elitista del cambio social que se opone a la perspectiva marxista.
Desarrollos del marxismo europeo a ia vuelta del siglo Mientras muchos sociólogos del siglo diecinueve desarrollaban sus teorias en oposición a Marx, se producía un esfuerzo simultáneo de varios marxistas por clarificar y ampliar la teoría marxiana. Entre aproximadamente 1875 y 1925, se produjo muy escaso contacto entre marxismo y sociología. (Weber constituye una excepción.) Las dos escuelas de pensamiento se desarrollaron paralela mente con escaso o ningún intercambio entre ellas. Tras la muerte de Marx, la teoria marxista estuvo inicialmente dominada por quienes entreveían en su teoría un determinismo económico y científico. Wallerstein denomina esta etapa ia época del «marxismo ortodoxo» (1986: 1301 ). Friedrich Engeis, benefactor y colaborador de Marx, le sobrevivió y puede ser considerado el primer exponente de esta perspectiva. En lo fundamental, la idea era que ia teoria cientifíca de Marx revelaba las leyes económicas que regían el mundo capitalista. Estas leyes apuntaban hacia el colapso inevitable del sistema capitalista. Los primeros pensadores marxistas, como Karl Kautsky, se afana ron por comprender mejor cómo operaban esas leyes. Sin embargo, semejante perspectiva planteaba varios problemas. Parecía excluir la acción política, pie dra angular de la postura de Marx. Es decir, parecía no requerir la actuación de los individuos y, especialmente, de los trabajadores. Asi, el sistema .se desmoro naría inevitablemente y todo lo que habia que hacer era sentarse y esperar su desaparición. En el nivel teórico, e¡ marxismo determinista parecía excluir ia relación dialéctica entre los individuos y las grandes estructuras sociales. Estos problemas produjeron una reacción entre ios teóricos marxistas y con dujeron al desarrollo del «marxismo hegeliano» a principios del decenio de 1900. Los marxistas hegelianos se negaron a reducir el marxismo a una teoría científica que ignoraba el pensamiento y la acción del individuo. Se !es llamó marxistas hegelianos porque se esforzaron por combinar el interés de Hegel por la conciencia (que algunos, como el autor de este libro, creen que Marx com partía) con el interés de los deterministas por las estructuras económicas de la sociedad. La importancia de los teóricos hegelianos se debió tanto a razones teóricas como prácticas. En el nivel teórico reafirmaron la importancia del indi viduo, de la conciencia y de la relación entre el pensamiento y la acción. En el práctico, subrayaron la importancia de la acción individual para provocar la revolución social. El principai exponente de este punto de vista fue ücorge Lukács (Fis-
52
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cher, 1984). De acuerdo con Martin Jay, Lukács fue «el padre fundador del marxismo occidental», y el autor de Historia y conciencia de clase, «reconoci da generalmente como la carta fundacional del marxismo hegeliano» (1984: 84). Lukács comenzó a principios del siglo a integrar marxismo y sociologia (en particular, las teorías de Weber y Simmel). Esta integración se aceleró inmedia tamente con el desarrollo de la teoria critica durante los años veinte y treinta.
RESUMEN Este capítulo esboza la historia temprana de la teoría sociológica en dos aparta dos. El primero y más breve analiza las diversas fuerzas sociales implicadas en el desarrollo de la teoría sociológica. Aunque estas influencias fiieron numero sas, nos centramos en cómo la revolución política, la Revolución Industrial, el nacimiento del capitalismo y del socialismo, la urbanización, el cambio religio so y el crecimiento de la ciencia afectaron a la teoria sociológica. El segundo apartado del capitulo examina la influencia de las fuerzas intelectuales sobre el nacimiento de ta teoría sociológica en varios países. Empezamos por Francia y por el papel que desempeñó la Ilustración, recalcando la reacción conservadora y romántica que produjo. La teoría sociológica francesa se desarrolló a partir de esa oposición. En este contexto examinamos las principales figuras de los pri meros años de la sociologia francesa: Claude Henri Saint-Simon, Auguste Comte y Emile Durkheim. Luego dedicamos nuestra atención a Alemania y el papel que desempeñó Karl Marx en el desarrollo de la sociología en ese país. Analizamos el desarro llo paralelo de la teoria de Marx y la teoría sociológica y los modos en que la teoria marxista influyó en la sociologia, tanto positiva como negativamente. Comenzamos con las raíces de la teoria marxista en el hegelianismo, el materia lismo y la economia política. Brevemente tocamos el tema de la teoría de Marx. El análisis se centra después en las raíces de la sociologia alemana. Examina mos la obra de Max Weber con el fin de mostrar las diversas fuentes de la sociología alemana. También se analizan algunas de las razones por las que la teoría de Max Weber fue más aceptada por los sociólogos posteriores que las ideas de Marx. Este apartado termina con un breve análisis de la obra de Georg Simmel. Pasamos después a analizar el desarrollo de la teoría sociológica en Gran Bretaña, Las principales fuentes de la sociologia británica fueron la economía política, el ameliorism y la evolución social. En este contexto estudiamos bre vemente la obra de Herbert Spencer, así como parte de ta controversia que suscitó. Este capítulo termina con un breve análisis de la teoria sociológica italiana, especialmente de la obra de Wilfredo Pareto y los desarrollos en la teoría mar xista europea a la vuelta del siglo, principalmente el determinismo económico y el marxismo hegeliano.
CAPITULO
2
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES LA PRIMERA TEORIA SOCIOLOGICA ESTADOUNIDENSE La orientación política de la primera sociología estadounidense Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociología estadounidense La Escuela de Chicago LA TEORIA SOCIOLOGICA HASTA LA MITAD DE SIGLO El nacimiento de Harvard, la Ivy League y el estructural funcionalismo La decadencia de la Escuela de Chicago Desarrollos de la teoría marxista LA TEORIA SOCIOLOGICA DESDE LA MITAD DE SIGLO Funcionalismo estructural: auge y decadencia La sociología radical en América; C. Wright Mills El desarrollo de la teoría del conflicto El nacimiento de la teoría del intercambio Análisis dramatúrgico: la obra de Erwing Goffman El desarrollo de las sociologías «creativas» Teoría de sistemas La influencia de la sociología marxista El reto de la teoría feminista Estructuralismo y posestructuralismo LA TEORIA SOCIOLOGICA EN LOS AÑOS NOVENTA Integración micro-macro integración acción-estructura Síntesis teóricas Metateorización en sociología
53
54
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Bn el primer capítulo hemos analizado cl desarrollo de la teoría sociológica en la Europa del siglo xix. En este capítulo nos centraremos en desarrollos que se produjeron en los siglos xix y xx, con especial atención a las tendencias que se dieron en los Estados Unidos. La Figura 2.1 muestra las influencias intelectua les importantes que se ejercieron sobre estos desarrollos, así como los grandes teóricos y ias grandes teorías.
LA PRIMERA TEORIA SOCIOLOGICA ESTADOUNIDENSE Resulta difícil dar una fecha exacta de la fundación de la sociologia en los Estados Unidos. Ya en 1858 se impartió en Obcriin un curso sobre problemas sociales; en 1873 George Kitzhugh empleó el término sociologia acuñado por Comte, y William Graham Summer enseñó cursos de ciencia social en Yale desde 1873. Durante la década de 1880 comenzaron a impartirse cursos que llevaban el nombre específico de «sociología», y el primer departamento que llevaba en su denominación el término sociología se fundó en la Universidad de Kansas en 1889. En 1892 Albion Small sc trasladó a la Universidad de Chicago y estableció el primer departamento de sociologia. Este departamento se con virtió en el primer centro importante de la sociología estadounidense, y de teo ria sociológica en particular (Matthews, 1977),
La orientación política de la primera sociología estadounidense Un importante estudio sobre la orientación política de la primera teoría socioló gica estadounidense (Schwendinger y Schwendinger, 1974) constata que los primeros sociólogos estadounidenses deben definirse políticamente como libe rales y no como conservadores, caraeterizaeión esta última más correcta de la mayoría de los primeros teóricos europeos. El liberalismo característico de la primera socioiogia estadounidense se define por dos rasgos fundamentales. Pri mero, operaba con la creencia en la libertad y el bienestar del individuo. Asi, se percibe una mayor influencia de ia orientación de Spencer que de la postura más colectiva de Comte. Segundo, muchos sociólogos asociados a esta orienta ción adoptaron una idea evolucionista del progreso social (W. Fine, 1979). Sin embargo, no se pusieron de acuerdo en el modo en que se podría conseguir este progreso. Algunos pensaban que el gobierno debía tomar medidas para contri buir a la reforma social, mientras otros suscribían la doctrina del laissez-faire aduciendo que se debía dejar que los diversos componentes de la sociedad re solvieran sus propios problemas. Llevado al limite, el liberalismo se aproxima bastante al conservadurismo. La creencia en el progreso social —en la reforma o en la doctrina del laisxez-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
55
faire— y !a creencia en la importancia del individuo llevaron a posturas de apoyo al conjunto del sistema. La creencia fundamental es que el sistema socia! funciona o puede reformarse para que funcione. Encontramos escasa crítica del sistema en su conjunto. En el caso de los Estados Unidos, ello significa que apenas se cuestiona ei capitalismo. En lugar de la inminente lucha de clases, los primeros sociólogos preveían un futuro gobernado por la armonia y la coopera ción entre las clases. En última instancia, ello significa que la primera teoría sociológica estadounidense contribuyó a la racionalización de la explotación, el imperialismo nacional e internacional y la desigualdad social (Schwendinger y Schwendinger, 1974). Al fin y al cabo, el liberalismo político de los primeros sociólogos tuvo implicaciones muy conservadoras.
Cambio social, corrientes intelectuales y primera sociología estadounidense Roscoe Hinkle (1980) y Ellsworth Fuhrman (1980) subrayan en sus estudios sobre la fundación de la teoría sociológica estadounidense diversos contextos básicos de los que surgió esa teoría. De crucial importancia fueron los cambios sociales que se produjeron en la sociedad estadounidense tras la Guerra Civil (Bramson, 19 6 1). En el primer capítulo analizamos una serie de factores impli cados en el desarrollo de la teoría socioiógica europea; varios de estos factores (como la industrialización y la urbanización) estuvieron también profundamen te implicados en el desarrollo de la teoría en Estados Unidos. Para Fuhrman, los primeros sociólogos estadounidenses pensaban que la industrialización tenía aspectos positivos, pero también eran plenamente conscientes de sus peligros. Aunque estos primeros sociólogos se sintieron atraídos por las ideas sobre los peligros de la industrialización que generaban el movimiento obrero y los gru pos socialistas, no eran partidarios de cambiar radicalmente la sociedad. Arthur Wídich y Stanford Lyman (1985) han defendido recientemente la profunda influencia que ejerció el cristianismo, especialmente el protestantismo, en la aparición de la sociología en los Estados Unidos. Desde su punto de vista, los sociólogos estadounidenses conservaban ia preocupación protestante por salvar el mundo, y simplemente substituyeron un lenguaje (la religión) por otro (la ciencia). Afirman estos autores que «Desde 1854, cuando aparecieron los primeros escritos de sociología en los Estados Unidos, hasta el estallido de ia Primera Guerra Mundial, la sociología ha representado una respuesta moral e intelectual a los problemas de la vida y el pensamiento, de las instituciones y los credos de los estadounidenses» (Vidich y Lyman, i 985: I). Los sociólogos se esforzaban por definir, estudiar e intentar resolver estos problemas sociales. Mientras que et sacerdote trabajaba dentro de la religión para intentar mejorar al conjunto de las personas y a ta misma religión, el sociólogo realizaba la misma tarea dentro de la sociedad. Dadas sus raíces y sus paralelismos religio sos, ta inmensa mayoría de los sociólogos no desafiaron ta legitimidad básica de la sociedad.
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
56
I.Cvi-Strauss (1 9 0 8 }
Spencer
!')tir'AÍnism
Ward Skinncr Í1904 I9 W )
D iir k h c i n
(IH 5K-19I7)
Parsons d ’^02-1979)
S o r o k in
W cbcr ( I «64-1920)
Marxistes he^eiiamK'i M arx
E scuela critica
Horkheimer {¡«^>5-1973)
Lukács
Freu d
11K S5-I97[)
A dorno { I9 0 .Ì-Ì9 6 9 I
n K 5 f i - l 9 3 y»
riflvrmini.smft fíonóm 'tcti Ktfulsky
(lK54-iy3X)
l-lusseri (Ia59-193B)
Schut?:
( I «99-1 9 5 9 )
S irr ire l
( |K 5 8 - l9 tS )
$m a1]
(IRj4‘1926)
SithTC (I9 0 S -I9 B 0 )
Park (IÍ164-1944}
In ïe r u v v ia H ix m o
M ead
Íise3-I93¡i <.'oolcy
Figura 2.1.
Teoría sociológica: años posteriores.
sim bòlico B lunter (I900-19K 7) M. Kuhn <1911-1963)
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
Pft !
-
r Iti a f i s n ? tt
P'
i't 'u r ií t J t‘ r ifd ra
Tcin'Uí lii'i fn!i'rcanif}ÍO
ífonuns
iMiiu ílvix-
j
l'.inursoji
(N2^-]1)K21
Ni'tifun cf'tt fítt {f-VffJ íí A lc x c i líd e r
(I<Í47-
)
S tn io fo íiú i R tifiic tii M ills
T i'ííii j'íj tfi' I i>n/¡ícfi>
Dnhrcindorr 1
• l / w í ' . h y. S iUfl 4" i r r t t i í ti r o (
A lth liS ílc r
Tctitftf
( | y ] í < . t y y O f
S o t ‘i f > / t 'if ¡ if
.l/ur.vj víwi-j Sw ,tfC /V n v i o -
Müboriiius 0^2^' i
J
Bru'kLTinsLii
(l93[)-iy7ftl
T i ' t n i f i i h - i o í x t L ’^ n t c i t ' m .■iííít'ttJ ■ ü X l f l K t l t t V i í i i f t l - fítínro
.l/mr.vj'sjiií'í hislt'tfkti Wii]ií.'i?i[ci 11
Ti-iiffít
1
f’rrrormuitttt't^ii'tt Ü c r ^ io r
ny:o,
>
l.itvkniititn MV27)
( iü r t in k c l
(192^)•Vru- i o i t i f t i i t K x í vJíVJ c t a l
í jiift in u n
iI
1yNJi>
)
57
58
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Otro factor importante en la fundación de la sociologia estadounidense ana lizado por Hinkle y Fuhrman se deriva de la emergencia simultánea de las pro fesiones académicas (entre ellas ta sociología) y del sistema universitario mo derno en los Estados Unidos de finales del decenio de 1800. En Europa el sistema universitario se habia establecido bastante antes del nacimiento de la sociolo gía. Mientras la sociología encontró dificultades para establecerse en Europa, en los Estados Unidos le resultó más fácil debido a su nuevo y más fluido siste ma universitario. Otro de los factores se refiere, por último, a la influencia de una teoría europea bien establecida en la teoría sociológica estadounidense. En muy bue na medida, fueron los teóricos europeos los creadores de teoría sociológica, mientras los estadounidenses demostraban una gran capacidad para apoyarse en esos fundamentos. Spencer y Comte fueron los autores europeos más impor tantes para los americanos. Simmel adquirió cierta importancia durante los pri meros años, pero la influencia de Durkheim, Weber y Marx no surtió efecto hasta varios años después. Es interesante e instructivo analizar la historia de las ideas de Herbert Spencer para ilustrar la influencia de la teoría europea tempra na sobre la sociología estadounidense. La influencia de Herbert Spencer en la sociología. ¿Por qué, durante los primeros años de ta sociología estadounidense, las ideas de Spencer influyeron mucho más que las de Comte, Durkheim, Marx y Weber? Hofstadter (1959) propuso varias explicaciones. La más fácil de ellas era que Spencer escribía en inglés y los demás lo hacían en otras lenguas. Además, la escritura de Spencer no era muy técnica, algo que hizo que su obra fuera más accesible. En efecto, algunos han señalado que si no se consideró a Spencer un estudioso muy sofis ticado ello se debió a su falta de tecnicismos. Pero hay otras razones más impor tantes que explican el atractivo de Spencer. Ofreció una orientación científica muy atractiva para una audiencia que empezaba a celebrar la ciencia y sus productos tecnológicos. Sugirió una teoría global que supuestamente explicaba el recorrido total de la historia humana. La envergadura de sus ideas, asi como el voluminoso tamaño de su obra, permitía que su teoria tratara muchas cuestio nes diferentes que podían relacionarse con numerosos tipos distintos de perso nas. Por último, y lo que quizás fuese más importante, su teoría se dirigía, para tranquilizarla, a una sociedad que atravesaba el doloroso proceso de la indus trialización. Desde el punto de vista de Spencer, la sociedad se dirigía gradual mente hacia un progreso cada vez mayor. El discípulo estadounidense más famoso de Spencer fue William Graham Summer, quien aceptó muchas de sus ideas sociai-darwinistas y las propagó ampliamente. Spencer también influyó en otros primeros sociólogos estadouni denses, entre ellos Lester Ward, Charles Norton Cooley, E.A. Ross y Robert Park. Sin embargo, durante la década de 1930 Spencer se eclipsó en el mundo intelectual en general, y en el de la sociologia en particular. Su darwinismo
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
59
social, las ideas del iaissez-faire parecían ridiculas a la luz de los grandes pro blemas sociales, una guerra mundial y una grave depresión económica. En 1937 Taicott Parsons proclamó la muerte intelectual de Spencer en el ámbito de la sociologia al hacerse eco de las palabras que había pronunciado años antes el historiador Crane Brinton: «¿Quién lee actualmente a Spencer?». En nuestros días Spencer tiene simplemente interés histórico, pero sus ideas/wero« impor tantes en la configuración de ia primera teoria sociológica estadounidense. Pa semos a analizar brevemente la obra de dos teóricos estadounidenses que se vieron influidos, al menos en parte, por ta obra de Spencer, William Graham Sum m er (¡840-1910). Conviene empezar el análisis de los primeros teóricos de la sociologia con William Graham Summer, ya que fue la persona que impartió el primer curso que podría llamarse sociología en los Estados Unidos. Summer mantenia que había enseñado sociología «mucho an tes que nadie lo hubiera intentado en cualquier otra universidad del mundo» (Curtis, 1981: 63). Summer fue el principal exponente del darwinismo social en los Estados Unidos, aunque parece que cambió de opinión al final de sus días (N. Smith, 1979), El siguiente intercambio de opiniones entre Summer y uno de sus estu diantes ilustra sus ideas «liberales» sobre la necesidad de la libertad individual y su postura en contra de las interferencias del gobierno: — Profesor, ¿no cree usted en las ayudas del gob iern o a la industria? — ¡N o! N o hay más rem edio que hocicar, acaparar, o morir. — S i, pero ¿acaso no tiene el cerdo d erech o a la raíz?* — Nada de derechos. El m undo a nadie le debe la vida, — E ntonces, profesor, ¿usted cree en un único sistem a, en el sistem a contrac tual com p etitivo? — Ese es el único sistem a eco n ó m ico coherente. Los dem ás son falacias. — B ueno, supongam os que un profesor de econ om ia p olítica v ien e y le usurpa el puesto. ¿ N o se sentiría dolido? — B ien ven id o sea el profesor que lo intente. Si ocupa mi pu esto, e s culpa m ía. Mi tarea es enseñar la asignatura de manera que nadie m e usurpe el puesto. {P helps, citado en H ofstadter, 1959; 54)
En lo fundamental, Summer adoptó la teoría de la supervivencia del más apto en el mundo social. Como Spencer, percibía que las personas luchaban contra su entorno y que los más aptos eran los que lograban el éxito. Así, Sum mer defendía la agresividad y la competitividad del hombre. Los que lograban el éxito, lo merecían, y los que no lo lograban, merecían morir. Summer se oponía, como también Spencer, a los esfuerzos por ayudar a los que habían *■ Intraducibie juego de palabras con los dobles significados ingleses de los términos riH>i ihocicar y miz) y h/ig (acaparar y cerdo). [N. de la T,]
60
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
fracasado, en especial a los del gobierno. Desde su perspectiva tal intervención operaba contra la selección natural que, tanto entre las personas como entre los animales inferiores, permitía que el apto sobreviviera y que el no apto pereciera. Como Summer escribió: «Si no aceptamos la supervivencia del más apto, tenemos una única alternativa; la supervivencia del menos apto» (Curtís, 1981: 84). Este sistema teórico se ajusta bastante al desarrollo del capitalismo debido a que confiere legitimidad teórica a la existencia de grandes diferencias de riqueza y poder. Dos razones fundamentales explican que Summer tenga un interés simple mente histórico. Primera, su orientación y su darwinismo social se consideran generalmente como poco más que una vasta legitimación del capitalismo com petitivo y del status quo. Segunda, no sentó unas bases sólidas en Yale para fundar una escuela de sociología con numerosos discípulos. Esto sucedería al gunos años más tarde en la Universidad de Chicago (Heyl y Heyl, 1976). A pesar del éxito que tuvo en su época, «pocos recuerdan a Summer en nuestros días» (Curtís, 1981: 146). Lester F. Ward (184I-I913). Otro sociólogo que se destacó en su época, pero de escasa relevancia en la actualidad, es Lester Ward. Su trayectoria fue in usual, ya que pasó gran parte de su vida dedicado a la paleontología en un cargo del gobierno federal. Durante ese tiempo, Ward leyó a Spencer y a Comte y se sintió profundamente interesado por la sociología. Publicó varias obras a fina les del siglo pasado y comienzos del actual en las que comenzó a exponer su teoria sociológica. A resultas del éxito de su obra. Ward fue elegido en 1906 el primer presidente de ]a. American Sociological Society [Sociedad Americana de Sociología]. Fue entonces cuando ocupó su primer cargo académico en la Brown University, cargo que desempeñaría hasta su muerte. Ward, como Summer, recibió ia infiuencia de las ideas de Herbert Spencer, Aceptaba la idea de que la humanidad había evolucionado desde formas infe riores a su condición presente. Creía que las primeras sociedades se caracteri zaban por su simplicidad y pobreza moral, y pensaba que la sociedad moderna era más compleja, más feliz y ofrecía más libertad. Una de las tareas de la sociología, la sociologia pura, era estudiar las leyes básicas dcl cambio y la estructura social. Pero Ward creía que la sociología debía ocuparse de algo más que de la vida social; pensaba que debía tener su lado práctico, que también debía existir una sociologia aplicada. Ello implicaba el uso consciente del co nocimiento científico para lograr una sociedad mejor. De este modo Ward no era un darwinista social extremista; creía en la necesidad y en la importancia de la reforma social. Aunque a Summer y Ward se les reconoce una relevancia histórica, su im portancia no se prolongó mucho tiempo en el desarrollo de la teoria sociológica. Pasamos ahora a estudiar a algunos teóricos, especialmente a Mead, y a la Es cuela de Chicago, que, en cambio, llegaron a dominar la sociología estadouni dense, La Escuela de Chicago constituye un fenómeno excepcional en la histo
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCtOLOGlCA: AÑOS POSTERIORES
61
ria de la sociología ya que representó una de las pocas «empresas colectivas intelectuales de índole integrada» (Bulmer, 1984: 1) de la historia de la sociolo gía (otra fue la escuela durkheimiana de París), La tradición iniciada en la Uni versidad de Chicago sigue teniendo importancia para la socioiogia y su estatuto teórico (y empírico).
La Escuela de Chicago^ En 1892, Albion Small fundó el departamento de socioiogia de la Universidad de Chicago. La obra intelectual de Small tiene menos significado contemporá neo que el importante papel que desempeñó en la institucíonalízación de la socioiogia en los Estados Unidos (Faris, 1970; Matthews, 1977). Albion Small actuó en pro de la creación de un departamento en la Universidad de Chicago, que terminaría por convertirse en el centro de la disciplina en tos Estados Unidos durante muchos años. En 1894 Small colaboró en el primer manual de sociolo gía. En 1895 fundó el American Journal o f Sociology, revista que hasta nuestros días ha constituido una fuerza dominante de la disciplina. En 1905, Samll fundó con otros la 'American Sociological Society, la asociación profesional por exce lencia de tos sociólogos estadounidenses hasta nuestros días (Rhoades, 1981). (La turbación que causaban las iniciales de la American Sociological Society, A,S.S., hizo que en 1959 pasara a denominarse American Sociological Associa tion: A. S. A.) Los inicios de la Escuela de Chicago. El primer departamento de Chicago presenta varias características distintivas. Por un lado, tuvo una estrecha co nexión con la religión (Vidich y Lyman, 1985). Algunos de sus miembros eran sacerdotes e hijos de sacerdotes. Small, por ejemplo, creía que «la meta última de ta sociología debía ser esencialmente cristiana» (Matthews, 1977: 95), Esta creencia condujo a la idea de que la sociología debía ocuparse de la reforma social, combinada con la de que la sociología debía tener un carácter científi co. ^ En la populosa ciudad de Chicago, que entonces acusaba Jos efectos, tanto positivos como negativos, de la urbanización y de la industrialización, se prac ticó una sociología científica con el punto de mira en la mejora social. Debemos mencionar ahora las contribuciones de uno de los primeros miem-
' Véase Blumer (1985) para un análisis de las características deflnitorias de la Escuela y de las razones por las que podemos hablar de la «Escuela de Chicago», Tiryakian (1979, 1986) también analiza las escuelas en general, y la Escuela de Chicago en particular, y acentúa el papel que juegan los lideres carism áticos y las innovaciones metodológicas. Véase también Amsterdamska (1985). ^ Como veremos, sin embargo, el concepto de ciencia de ia Escuela de Chicago pasó a ser demasiado «blando», al menos a los ojos de los positivistas que más tarde llegarían a dominar la sociología.
62
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
bros del departamento de sociologia de Chicago, W.l, Thomas (1863-1947). Thomas se incorporo al departamento de Chicago en 1895 y alli escribió su tesis en 1896. La trascendente importancia de Thomas residía en el hincapié que hacia sobre !a necesidad de la investigación científica sobre cuestiones socioló gicas (Lodge, 1986), Aunque mantuvo esta opinión durante muchos anos, sus ideas no se manifestaron hasta 1918 con la publicación de The Polish Peasant in Europe and America [E! campesino polaco en Europa y los Estados Unidos
ROBERT PARK: Reseña biográfica Robert Park no siguió ia típica carrera de un sociólogo académico; colegio, universidad, do cencia, Había llevado, en cambio, una variada trayectoria antes de convertirse, ya avanzada su vida, en sociólogo, A pesar de su tardío co mienzo, Park tuvo un profundo efecto en la so ciología en general y en la teoría en particular. Sus diversas experiencias le dieron una inusual orientación para los asuntos de la vida, y esta amplitud de perspectiva contribuyó a dar forma a ia Escuela de Chicago, al interaccionismo sim bólico y, en definitiva, a una buena porción de la sociología misma, Park había nacido en Harveyville, Pennsyl vania, el 14 de febrero de 1864 (Matthews, 1977), Como estudiante de la Universidad de Michigan, estudió con un gran número de grandes pensado res, como John Dev^fey, Aunque le atraía ei mundo de las ideas, Park sentía una irreprimible necesidad de trabajar en el mundo real. Como el propio Park dijo: «He construido mi mente para que vaya por sí sola a la expe riencia y lleve a mi alma,,, “todas las alegrías y las penas del mundo"» (1927/ 1973: 253), Tras su graduación, inició una carrera de periodista, lo que le dio su primera oportunidad en el mundo real. Le gustaba especialmente explorar («husmear en las casas de juego y en los lumaderos de opio» [Park, 1927/1973; 254]), Describió con nítidos detalles la vida en la ciudad: descendía al terreno, observaba y analizaba, y finalmente redactaba sus observaciones. De hecho, estaba haciendo e) tipo de investigación («infor me científico») que llegaría a convertirse en el rasgo distintivo de ia sociolo gía de Chicago, a saber: la etnología urbana que recurre a las técnicas de la observación participante. Aunque la descripción precisa de la vida social siguió siendo una de sus pasiones, Park se sentía cada vez más descontento con el trabajo de perio dista, pues no satisfacía ni sus necesidades familiares ni, lo que quizá fuese más importante, sus necesidades intelectuales. Además, no parecía estar contribuyendo a la mejora del mundo, y Park tenía un profundo interés en la reforma social. En 1898, a la edad de treinta y cuatro años, Park abandonó
ESBOZO HISTOñICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
63
de América], obra de la que era coautor con Florian Znaniecki, Martin Bulmer considera esta obra un estudio «notorio» debido a que alejó a la sociología de la ((teoría abstracta y la investigación de biblioteca y la acercó al estudio del mun do empírico utilizando un marco teórico» (1984: 45). Norbert Wiley considera El campesino polaco es de gran importancia para la fundación de la socio logía en el sentido de que «clarifica el singular espacio intelectual en el que esta disciplina puede observar y explorar» {1986: 20). El libro constituia el producto
el periódico y se integró en el departamento de filosofía de Harvard. Perma neció allí un año, pero entonces decidió trasladarse a Alemania, que era a la sazón el centro mundial de la vida intelectual. En Berlín encontró a Georg Simmel, cuya obra iba a tener una gran influencia en la sociología de Park. Las obras de Simmel fueron, de hecho, el í/mco adiestramiento formalmente sociológico que recibió Park, Como dijo Park: «Conseguí la mayor parte de mi conocimiento sobre la sociedad y la naturaleza humana de mis propias observaciones» (1927/1973: 257). En 1904, Park concluyó su tesis doctoral er la Universidad de Heidelberg. En lo que era una reacción típica, se sintió descontento de ella: «Todo lo que tenía que mostrar estaba en aquel peque ño libro y yo me avergonzaba de ól» (Matthews, 1975: 57), Se negó a impar tir un curso de verano en la Universidad de Chicago y huyó de la vida acadé mica como antes había huido del periodismo. Su necesidad de contribuir a las mejoras sociales le llevó a convertirse en secretario y principa! encargado de publicidad de la Asociación para la Reforma del Congo, que se había constituido con la finalidad de aliviar ía brutalidad y la explotación en el Congo Belga. Durante este periodo conoció a Booker T. Washington y se sintió atraído por la causa de los negros esta dounidenses. Llegó a ser secretario de Washington y jugó un papel fundamental en las actividades del Instituto Tuskegee. En 1912 conoció a W.l. Thomas, el sociólogo de Chicago, que por entonces conferenciaba en el Instituto Tus kegee. Thomas le invitó a dar un curso sobre el «Negro en los Estados Unidos de América» a un reducido número de estudiantes dé licenciatura de Chicago, y Park lo hizo en 1914. Dado el éxito que tuvo, volvió al año si guiente para dirigirse a una audiencia dos veces mayor. En aquellos mo mentos se integró en la American Sociological Society, y sólo una década después llegó a ser su presidente. Park fue girando gradualmente hacia un compromiso total con Chicago, aunque no se convirtió en profesor con dedi cación absoluta hasta 1923, cuando tenía cincuenta y nueve años. A lo largo de los casi veinte años que perteneció a la Universidad de Chicago jugó un papel clave en la orientación intelectual del departamento de sociología. Park permaneció muy activo inctuso después de su jubilación en Chicago a comienzos de ios años treinta. Dictó cursos y supervisó investigaciones en la Fisk University casi hasta cumplir los ochenta años. Viajó mucho. Falleció el 7 de febrero de 1944, una semana antes de su ochenta cumpleaños.
64
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
de ocho años de investigación en Europa y Estados Unidos, así como un estudio sobre la desorganización social de los emigrantes polacos. A la larga, los datos tendrían poca importancia. Sin embargo, la metodología sí fue importante, pues implicaba una variedad de fuentes de datos, entre ellos materiales autobiográfi cos, facturas, correspondencia familiar, archivos periodísticos, documentos públicos y cartas de instituciones. Aunque El campesino polaco era sobre todo un estudio macrosociológico de las instituciones sociales, en el transcurso de su carrera Thomas adoptó una orientación microscópica y socio-psicológica. Se le conoce por su afirmación socio-psicológica de que «Si los hombres definen las situaciones como reales, sus consecuencias son reales» (Thomas y Thomas, 1928'. 572). El acento recaía en la importancia de lo que pensaban las personas y del modo en que este pensar afectaba a lo que hacían. Este enfoque microscópico y socio-psicológico se oponía a las perspectivas macroscópicas, socio-estructurales y culturales de estudiosos europeos como Marx, Weber y Durkheim. Y se convertiría en una de las características deflnitorias del producto teórico de la Escuela de Chicago: el interaccionismo simbólico (Rock, 1979: 5). Otra figura relevante de la Escuela de Chicago fue Robert Park (1864-1944). Park llegó a Chicago en 1914 como profesor a tiempo parcial y en poco tiempo se abrió camino hasta convertirse en una figura central del departamento. Como en el caso de Small, la importancia de Park no residía simplemente en sus con tribuciones intelectuales. Su importancia para el desarrollo de la sociología se debe a varías razones. Primera, se convirtió en la figura principal del departa mento de Chicago, el cual, a su vez, dominó la sociología durante la década de los años treinta. Segunda, Park había estudiado en Europa y se ocupó de llamar al atención de los sociólogos de Chicago sobre los pensadores continentales. Y lo que teóricamente fue más importante, Park habia seguido los cursos de Símmel, por lo que las ideas de Simmel, particularmente su interés por la acción y la interacción, intervinieron en el desarrollo de la orientación teórica de la Escue la de Chicago (Rock, 1979: 36-48). Tercera, antes de ser sociólogo, habia sido periodista, y su experiencia le dio un sentido de la importancia de los problemas humanos y de la necesidad de salir al exterior a recoger datos medíante la ob servación personal. Así surgió el duradero interés de la Escuela de Chicago por la ecología urbana. Cuarta, Park desempeñó un papel central en la dirección de los estudiantes contribuyendo al desarrollo de «un programa acumulativo de investigación cualificada» (Bulmer, 1984: 13). Finalmente, en 1921, Park y Emest W, Burgess publicaron el primer manual verdaderamente importante de socio logía, An ¡ntroduction ta the Science ofSociology [Introducción a la ciencia de la sociología], que se convirtió en un texto influyente durante muchos años y que era particularmente notable debido a su compromiso con la ciencia, con la investigación y con el estudio de una amplía gama de fenómenos sociales, A finales de los años veinte y principios de los treinta Park comenzó a pasar menos tiempo en Chicago. Finalmente, su sempiterno interés por las relaciones raciales (fue secretario de Booker T, Washington antes de convertirse en soció
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
65
logo) le indujo a aceptar un cargo en la Fisk University (una universidad de negros) en 1934. Aunque el declive del departamento de Chicago no se debió exclusiva y principalmente a la marcha de Park, su prestigio comenzó a decaer durante los años treinta. Pero antes de analizar el declive de la sociología de Chicago y la creación de otros departamentos y teorías, debemos regresar a los primeros años de la escuela y a ias dos figuras cuya obra tuvo el significado teórico más duradero: Charles Horton Cooley y, más importante aún, George Herbert Mead. Charles Horton Cooley (1864-1929). La asociación de Cooley con la Escuela de Chicago resulta interesante porque no realizó su carrera en la Universidad de Chicago, sino en la de Michigan, Sin embargo, la perspectiva teórica de Cooley sintonizaba con la teoría del interaccionismo simbólico que llegaría a ser el producto más importante de la Escuela. Cooley se doctoró por la Universidad de Michigan en 1894. Habia desarro llado un gran interés por la sociología, pero aún no se había formado un depar tamento en Michigan. A resultas de lo cual, las objeciones que le formularon a su tesis doctoral llegaron de la Universidad de Columbia, donde se enseñaba sociología desde 1889 bajo la dirección de Frankiin Giddins, Cooley comenzó su carrera docente en Michigan en 1892 antes de terminar su doctorado e hizo allí toda su carrera. Aunque Cooley propuso una amplia gama de ideas, se le recuerda princi palmente por sus incursiones en los aspectos socio-psicológicos de la vida so:ial. Su obra en este campo sintoniza con la de George Herbert Mead, aunque Vlead tuvo un efecto más profundo y duradero sobre la sociología que Cooley. [Tooley se mostró interesado por la conciencia, pero, como Mead, rehusó sepa rar la conciencia del contexto social. Uno de sus conceptos que mejor ilustra este aspecto es el que ha sobrevivido hasta nuestros días: el s e lf especular. Con este concepto Cooley daba a entender que las personas tienen conciencia y que ésta se modela mediante la continua interacción social. Otro concepto básico que ilustra la orientación socio-psicológica de Cooley, y que aún despierta interés y disfruta de importancia, es el del grupo primario. Los grupos primarios son grupos íntimos, en los que se dan relaciones cara a cara, que desempeñan un papel central en la vinculación del actor con el resto de la sociedad. Especialmente importantes son los grupos primarios de los jóve nes, fundamentalmente la familia y ios grupos de pares. En el seno de estos grupos el individuo se desarrolla como ser social. Es en el seno del grupo pri mario donde fundamentalmente nace el s e lf especular y donde el niño egocén trico aprende a ser consciente de los demás, y por lo tanto, se convierte en un miembro de la sociedad. Tanto Cooley como Mead rechazaban la visión conductista de los seres humanos, la idea de que las personas respondían ciega e inconscientemente a los estímulos externos. Del lado positivo, creían que las personas tenían con ciencia, un self, y que !a responsabilidad de los sociólogos era estudiar este
66
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
aspecto de ia realidad social. Cooley aconsejaba a los sociólogos que intentaran ponerse ellos mismos en el lugar de los actores que estudiaban, que utilizaran el método de la introspección ximpática para analizar la conciencia. Analizando lo que harían si fueran actores en diversas circunstancias, los sociólogos po drían comprender los significados y motivos subyacentes a la conducta social, til método de la introspección simpática les parecía a muchos en extremo acientífico. En este sentido, como en otros, la obra de Mead representa un avance sobre la de Cooley. No obstante, existe una gran similitud en los intereses de los (los pensadores, por no mencionar su idea compartida de que la sociología debía ocuparse del estudio de fenómenos socio-psicológicos como la conciencia, la acción y la interacción. George Herbert M ead (1863-1931). El pensador más importante vinculado a la Escuela de Chicago y al interaccionismo simbólico no fue un sociólogo, sino un filósofo llamado George Herbert Mead. ^ Mead comenzó a enseñar filosofía en la Universidad de Chicago en i 894 y allí siguió impartiendo sus cursos hasta su muerte en 1931. Dada su importancia en la historia de la teoria sociológica, es quizás paradójico el hecho de que enseñara filosofía y no sociología, y de que publicara relativamente pocos escritos durante su vida. La paradoja se re suelve, en parte, debido a dos hechos. Primero, Mead impartió cursos de psico logía social en el departamento de filosofia a los que asistieron muchos estu diantes licenciados en sociología. Sus ideas influyeron profundamente en un sinnúmero de ellos. Estos estudiantes combinaron las ideas de Mead con las que recibían en el departamento de socioiogia de pensadores como Park y Thomas. Aunque en aquellos días no existía una teoría conocida como el ínteraccionísmo simbólico, fueron los estudiantes los que la crearon a partir de estos diversos impulsos. Así, Mead ejerció una profunda y personal influencia en las personas que más tarde desarrollarían ei interaccionismo simbólico. Segunda, estos estu diantes reunieron los apuntes tomados en las clases de Mead y publicaron un volumen postumo con su nombre. La obra, Mind. S e lf and Society [Espíritu, persona y sociedad] (Mead, 1934/1962), llevó sus ideas desde el reino de lo oral a la tradición escrita. Muy leído hasta nuestros días, este volumen constituye el principal pilar intelectual del interaccionismo simbólico. Analizaremos las ideas de Mead en el Capitulo 5, pero haremos aquí una breve mención de algunos puntos importantes con el fin de ubicarlo en su con texto histórico. Es preciso analizar las ideas de Mead en el contexto del conduc tismo psicológico, A Mead le impresionó esta orientación y aceptaba muchos de sus principios. Adoptó su enfoque sobre el actor y su conducta. Consideraba sensata la preocupación del conductista por las recompensas y los costes que entrañaban ias conductas de ios actores. Lo que inquietaba a Mead era que el conductismo no iba lo suficientemente lejos. Es decir, no contemplaba seria mente la conciencia, ya que mantenía la idea de que no era susceptible de un Para una opinión diferente, véase Lewis y Smith (1980).
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
67
estudio científico. Mead disentía vehementemente de este punto de vista y se afanó por extender los principios del conductismo al análisis de la «mente». Para llevar a cabo esta tarea Mead adoptó un enfoque similar al de Cooley. Pero mientras la postura de Cooley parecía acientifica, la de Mead prometía una concepción más científica de la conciencia mediante la ampliación de los prin cipios y métodos altamente científicos del conductismo psicológico. Mead legó a la socioiogia estadounidense una teoría que se oponía frontal mente a las teorias fundamentalmente societales propuestas por los principales teóricos europeos: Marx. Weber, Durkheim, Comte y Spencer. La única excep ción era Simmel. Así, el interaccionismo simbólico se desarrolló en muy buena medida a partir del interés de Simmel por la acción y la interacción y del de Mead por la concieneia. Pero esta idea nos lleva a detectar una debilidad de la obra de Mead y del interaccionismo simbólico en general, en los niveles socie tal y cultural. La decadencia de la sociología de Chicago. La Escuela de Chicago alcanzó su apogeo en los años veinte, pero durante la década de los treinta, con la muer te de Mead y la marcha de Park, el departamento comenzó a perder su posición preeminente en la sociología estadounidense. Fred Matthews {1977; véase tam bién Bulmer, 1984) identifica vanas razones que explican la decadencia de ia Escuela de Chicago, dos de las cuales parecen las más importantes. Primera, la disciplina se mostraba cada vez más preocupada por ser cientí fica, es decir, por la utilización de métodos sofisticados y el empleo del análisis estadístico. Sin embargo, se pensaba que la Hscuela de Chicago fomentaba es tudios descriptivos etnográficos que solían centrarse en las orientaciones perso nales de los observados (en términos de Thomas, en sus «definiciones de la situación»). Park comenzó a desdeñar progresivamente la estadística (la llama ba «magia parlante») porque parecía prohibir el análisis de la subjetividad, de lo idiosincrásico y peculiar. El hecho de que en Chicago se hubieran realizado grandes avances en los métodos cuantitativos {Bulmer, 1984: 151-189) co menzó a ignorarse al considerarse sólo su vinculación con los métodos cualita tivos. Segunda, cada vez más individuos fuera de Chicago expresaban su resen timiento por el dominio que la Escuela ejercía sobre la American Sociological Society y el American Journal ofSociology. En 1930 ,se formó la Eastern Socio logical Society [Sociedad de Sociología del Este] y los sociólogos de la costa este comenzaron a denunciar el dominio del medio oeste en general, y de Chi cago en particular {Wiley, 1979: 63). Hacia 1935, la revuelta contra Chicago condujo al nombramiento de un secretario para la Asociación que no procedía de Chicago y a la creación de una nueva revista oficial, la American Sociologi cal Review (Lengermann, 1979). De acuerdo con Wiley, «la Escuela de Chica go cayó como un gran roble» (1979: 63). Su caída marcó el desarrollo de otros centros poderosos, en especial de Harvard y en general de la !vy League. El interaccionismo simbólico constituía entonces una tradición oral c indetermina da, y como tal perdió finalmente terreno para cedérselo a sistemas teóricos más
68
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
explícitos y codificados como el funcionalismo estructural asociado a la ¡vy ¿íog«e(R ock, 1979; 12).
LA TEORIA SOCIOLOGICA HASTA LA MITAD DE SIGLO El nacimiento de Harvard, la Ivy League y el funcionalismo estructural Podemos determinar la fecha de nacimiento de la sociología en Harvard con la llegada de Pitirim Sorokin en 1930. Cuando Sorokin llegó a Harvard no existía allí un departamento de sociología, pero al término de su primer año de estancia éste se creó y se le nombró director. Aunque Sorokin eran un teórico de la sociología y siguió publicando hasta los años sesenta, en nuestros días su obra es sorprendentemente poco citada. Su teoría no ha superado la prueba del tiem po. El significado trascendental de Sorokin reside en la creación del departa mento de sociología de Harvard y en el papel que jugó en la contratación de Talcott Parsons (que había sido profesor ayudante de economía en Harvard) como lector del departamento de sociología. Parsons se convirtió en la figura principal de la socioiogia estadounidense debido a que introdujo los teóricos europeos a una audiencia estadounidense, a sus propias teorías sociológicas y a los muchos alumnos suyos que se convirtieron en grandes teóricos de la so ciología. Pitirim Sorokin (1889-1968). Sorokin fue un escritor prolifico y desarrolló una teoría que, tal vez, supere en alcance y complejidad a la de Parsons. La expresión más completa de esta teoria se encuentra en su obra de cuatro volú menes Social and Cultural Dynamics [Dinámica social y cultural], publicada entre 1937 y 1941. En ella Sorokin parte de una numerosa serie de datos empí ricos para desarrollar una teoría general del cambio social y cultural. A diferen cia de los que se esforzaron por desarrollar teorías evolucionistas del cambio social, Sorokin desarrolló una cíclica. Pensaba que las sociedades oscilaban entre tres diferentes tipos de mentalidad: sensual, ideacional e idealista. Las sociedades dominadas por ei sensualismo destacan el papel de los sentidos en la comprensión de la realidad; aquellas dominadas por un modo de comprensión de la realidad más trascendental y altamente religioso eran ideactomles-, y las sociedades idealistas eran tipos de transición entre el sensualismo y la religio sidad. El motor del cambio social se encuentra en la lógica interna de cada uno de estos sistemas. Es decir, cada uno se ve internamente obligado a llevar su modo de pensamiento a su extremo lógico. Así, una sociedad sensual llega a ser tan sensual que sienta las bases para su propia desaparición. Cuando et sensualismo llega a su fin lógico, las personas se refugian en sistemas religiosos. Pero una vez que este sistema alcanza su punto álgido también se ve empujado hacia su
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
69
fm, y la sociedad entonces se conviene en excesivamente religiosa. De este modo, el terreno queda preparado para el surgimiento de una cultura idealista y, en última instancia, para que el ciclo comienee de nuevo, Sorokin no sólo desa rrolló una compleja teoría del cambio social, sino que recogió también pruebas detalladas procedentes del arte, la filosofía, la política etc.., para apoyar su teoría. Sin duda, se trata de una obra impresionante.
PITIRIM A. SOROKIN: Reseña biográfica Pitirim Sorokin nació en un remoto pueblo de Rusia el veintiuno de enero de 1889. Siendo adolescente y estudiante en un seminario Sorokin fue arrestado por llevar a cabo actividades re volucionarias y pasó cuatro meses en prisión. Finalmente Sorokin ingresó en la universidad de San Petersburgo donde estudió diligente mente, al tiempo que asumía responsabilida des docentes y llevaba a cabo actividades re volucionarias que pronto darían con él en pri sión. La presentación de ta tesis de Sorokin estaba programada para marzo de 1917, pero antes de esta fectia la Revolución Rusa ya es taba en marcha. Sorokin no pudo obtener su doctorado hasta 1922. Revolucionario activo, pero opuesto a los bolchevi ques, Sorokin aceptó un cargo en el gobierno provisional de Kerensky. Sin embargo, cuando ganaron ios bolcheviques, ingresó de nuevo en prisión, pero esta vez de la mano de los bolcheviques.'Finalmente, por órdenes directas de Lenin, Sorokin fue liberado y se le permitió regresar a la univer sidad y retomar lo que había dejado. Sin embargo, su obra fue censurada y se vio acosado por la policía secreta. Se le permitió finalmente abandonar Rusia y, tras una estancia en Checoslovaquia, llegó a los Estados Unidos en octubre de 1923. Al pnncipio Sorokin pronunció conferencias en varias universidades, pero al final obtuvo un puesto en ¡a Universidad de Minnesota. Pronto se convirtió en profesor a tiempo completo. Sorokin ya había publicado varias obras en Rusia, y continuó publicando a un ritmo vertiginoso en los Estados Unidos. De su productividad en Minnesota, dijo: «Sabía que llegaría a superar la productividad del sociólogo promedio» (1963: 224), Obras como Social Mo b/V/fy [Movilidad social], y Contemporary Sociological Theoríes [Teorías so ciológicas contemporáneas] le confirieron reputación a escala nacional, y en 1929 la Universidad de Harvard le ofreció su primera cátedra de sociología, la cual aceptó. La cátedra pertenecía al departamento de economía, porque aún no se había creado un departamento de sociología en Harvard. Inmediatamente después de su ingreso en Harvard se creó allí el depar tamento de sociología, del que fue nombrado director. Como tal, contribuyó a la construcción del departamento de sociología más importante de los
70
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Estados Unidos. Durante estos años Sorokin también acabó una obra que se convertiría en el más renombrado de sus trabajos, Social and Cultural Dynamics [Dinámica socia! y cultural] (1937-1941). Pitirim Sorokin ha sido descrito como «El chico maío y el abogado del diablo de la sociología estadounidense» {Williams, 1980b: 100). Llevado por su gran ego, Sorokin criticaba casi todo y a casi todo el mundo. Resultado de lo cual, Sorokin y su obra se convirtieron en objeto de numerosas críti cas, Ello se manifiesta explícitamente en un extracto de una carta que envió al director del American Journal of Sociology. El carácter fuertemente detractor de las revistas constituye un buen pronóstico para mis iibros debido a la estrecha correlación que hay entre la descalificación de mis libros... y su éxito subsiguiente. Cuanto más se ha criticado a mis libros {y sus articulistas los han condenado prácticamente todos), más importancia y éxito han tenido mis condenadas obras. (Sorokin, 1963: 229)
Una de las enemistades inveteradas y más interesantes y duraderas de Sorokin se encarnó en la persona de Talcott Parsons. Parsons fue nombra do en Harvard tutor de sociología cuando Sorokin era director del departamento. Sin embargo, fue Parsons quien finalmente se convirtió en el sociólogo más importante de Harvard y de los Estados Unidos. El conflicto entre Sorokin y Parsons se intensificó debido al gran solapamiento entre sus teorías. A pe sar de los parecidos, la obra de Parsons atrajo una audiencia mucho más amplia y duradera que la de Sorokin. A medida que pasaban los años, So rokin adoptó una actitud bastante interesante hacia la obra de Parsons, actitud que se reflejó en vanos libros suyos. Por una parte, sentía propen sión a criticar a Parsons por robarle muchas de sus ideas. Por otro, critica ba duramente la teoría parsoniana. Otro motivo de tensión en la relación entre ambos se sustanciaba en tos estudiantes licenciados. Uno de los gran des logros del primer departamento de sociología de Harvard fue su capa cidad para atraer estudiantes con talento como Robert Merton, Aunque estos estudiantes recibieron la influencia de ambos hombres, la de Parsons se demostró más persistente que la de Sorokin, Parsons sustituyó a Sorokin en la dirección del departamento de sociología y lo transformó en un Depar tamento de Relaciones Sociales. Acerca de esta cuestión, Sorokin afirmó: Yo no soy responsable de lo que le ha sucedido al departamento. Va sea por esa mezcla de psicología patológica y social y de antropología cultural que ha dado lugar al «Departam ento de Relaciones Sociaies», ya por la conversión de la sociología en una masa ecléctica de retales de esas disciplinas... el departamento de Relaciones Sociales... apenas ha producido un número de sociólogos distinguidos similar al que salió del Departamento de Sociología... que yo dirigí, {Sorokin, 1963:251)
Sorokin terminó finalmente aislado en el Departamento de Harvard, re legado a un despacho de aspecto desolado, deslizando por debajo de las puertas de las oficinas del departamento una declaración mimeografiada en la que reclamaba que Parsons le había robado sus ideas (Coser, 1977: 490). Sorokin falleció el once de febrero de 1968,
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
71
La obra teórica de Sorokin es mucho más amplia, pero esta introducción debe proporcionar al lector una visión de conjunto de su obra. Es difícil explicar por qué Sorokin ha caido en el olvido de la teoria sociológica. Tal vez sea resultado de una de las cosas que a Sorokin le gustaba atacar, y sobre las que escribió de hecho un 1ibro, Fads and Foibtes in Modern S(>ciology and Relaíed Sciences [Achaques y manias de la sociologia moderna y ciencias afínes] {1956), Puede que sea redescubierto por una futura generación de sociólogos teóricos. Por el momento, su obra queda fuera de la corriente principal de la teoría socio lógica moderna. Talcott Parsons (1902-1979). Aunque había publicado algunos ensayos pri merizos, la gran contribución de Parsons en los primeros años de su carrera fue la influencia que ejerció sobre estudiantes de licenciatura que llegarían a ser notables teóricos de la sociología. El más famoso fue Robert Merton, quien se doctoró en 1936 y pronto llegó a ser un teórico de primera fila y figura principa lísima del estilo parsoniano de teorizar en la Universidad de Columbia. En el mismo año de 1936 se doctoró Kingsley Davis, quien, junto a Wilbert Moore (que obtuvo su doctorado por Harvard en 1940), escribió uno de los trabajos centrales de la teoría estructural-funcional, la orientación que terminaría por convertirse en el gran producto de Parsons y los parsonianos. Pero la influencia de Parsons no se limitó a los años treinta, pues es de destacar que siguiera produciendo licenciados influyentes hasta bien entrada la década de los años sesenta. El año de 1937 fue fundamental para Parsons y para la teoría sociológica norteamericana, pues fue entonces cuando se publicó The Síructurt o f Social Action [La estructura de la acción social]. Por cuatro razones, el libro tuvo mucha importancia para la teoría sociológica en los Estados Unidos. Primera, sirvió para dar a conocer las grandes teorías europeas al gran público estadouni dense, La mayor parte del libro estaba dedicado a Durkheinn, Weber y Pareto, Las interpretaciones de estos teóricos configuraron sus imágenes en la sociolo gía estadounidense durante muchos años. Segunda, Parsons apenas dedicó atención a Marx y, sin embargo, se volcó en la obra de Durkheim, Weber e, incluso, en la de Pareto. Gomo consecuencia de ello, la teoría marxiana continuó excluida de la sociología ortodoxa. Tercera, La estructura de la acción social defendía la teorización socio lógica como una actividad legítima y significativa. La teoría que se ha produ cido desde entonces en los Estados Unidos tiene una gran deuda con la obra de Parsons. Finalmente, Parsons defendió ciertas teorías sociológicas que llegaron a tener una profunda infiuencia sobre la sociología, Al principio, se consideraba a Parsons un teórico de la acción, y él mismo se tenía por tal. Se centraba en los actores y en sus pensamiento y acciones. Pero al término de su obra de 1937 y en sus trabajos posteriores Parsons se convertía gradualmente en un teórico estructural-funcional centrado en los grandes sistemas sociales y culturales.
72
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Aunque Parsons afirmó Que estas teorías no eran contradictorias, empezó a re conocérsele como un funcionalista estructura! y se convirtió en el exponente principal de esta corriente, que llegó a alcanzar una posición preeminente y a mantenerla hasta hace pocos años. La fuerza teórica de Parsons, y la del funcio nalismo estructural, reside en la delimitación de las relaciones entre grandes estructuras e instituciones sociales (véase el Capítulo 3), Las expresión más acabada de la teoría estructural-funcional de Parsons se manifestó a principios del decenio de 1950 en varias de sus obras, notablemente en The Social System [K1 sistema social] (1951). En ésta y otras obras Parsons se centró en el estudio de las estructuras de la sociedad y la relación entre ellas. Percibía que estas estructuras se mantenían recíprocamente y tendían hacía un equilibrio dinámico. L1 interés fundamental se centraba en e! modo en que el orden se mantenía entre los diversos elementos de la sociedad. El cambio cons tituía un proceso ordenado, y al fmal (1966, 1971), Parsons adoptaría una pers pectiva neoevolucionista del cambio social. A Parsons no sólo le preocupaba el sistema social p e r se, sino también su relación con los otros sistemas de acción, en especial los sistemas cultural y de la personalidad. Pero su idea básica de las relaciones intersistémicas era esencialmente la misma que su concepción de las relaciones intrasistémicas; es decir, que se detlnían por la cohesión, el con senso y el orden. Ln otras palabras, las diversas estructuras sociales realizaban una gran variedad funciones positivas recíprocas. Entendemos ahora por qué a Parsons se le describe principalmente como un funcionalista estructural. Cuanta más fama obtenía, más fuerza adquiría la teoría estructural-funcional en los Estados Unidos. Su obra yace en el cora zón de esta teoría, aunque sus estudiantes y discípulos también se esforzaron por desarrollar aún más la teoría y por aumentar su predominio en los Estados Unidos. Aunque Parsons desempeñó varios papeles importantes y positivos en la historia de la teoría sociológica de los Estados Unidos, su obra también tuvo algunas consecuencias negativas. Primera, sus interpretaciones de los teóricos europeos parecían rellejar su propia orientación teórica en lugar de la de aqué llos. Muchos sociólogos estadounidenses se expusieron a recibir una interpreta ción errónea de los maestros europeos. Segunda, como se ha señalado más arri ba, al principio de su carrera Parsons ignoró a Marx, por io que las ideas de Marx permanecieron durante muchos años a! margen de la sociología. Tercera, el desarrollo de su teoría acusa importantes puntos débiles, a pesar de que la preeminencia de la figura de Parsons en la sociología estadounidense sirvió durante muchos años para silenciar o acallar las criticas. No sería hasta muchos años más tarde cuando se airearan los puntos débiles de la teoría de Parsons y, en general, del funcionalismo estructi’j'al. Pero estamos yendo demasiado lejos y debemos regresar a principios de los años treinta y analizar otros desarrollos que se produjeron en Harvard. Com prenderemos mejor el desarrollo del departamento de Harvard si lo estudiamos mencionando unas palabras sobre su otra figura principal: George Homans.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
73
George H om ans (1910-1989). Acaudalado bostoniano, George Homans ob tuvo su licenciatura en Harvard en 1932 (Homans, 1962, 1984). Como conse cuencia de la gran depresión se encontró sin empleo, aunque no por cierto sin dinero. En otoño de 1932 L.J, Henderson, fisiólogo, impartió un curso sobre las teorias de Wilfredo Pareto e invitó a Homans, quien aceptó de buen grado. (Parsons también asistía a los seminarios sobre Pareto), La explicación que da Homans de por qué se inspiró y se interesó en Pareto aclara enormemente por qué la teoría sociológica estadounidense era tan conservadora y antimarxista: Me interesó Pareto porque me clarificó lo que yo estaba predispuesto a creer. No conozco todas las razones que explican por qué me ha interesado, pero sí puedo expresar una de ellas. Alguien dijo que gran parte de la sociología moderna cons tituye un esfuerzo por rebatir los argumentos de los revolucionarios. Como repu blicano de Boston que no reniega de su relativamente rica familia, me sentía perso nalmente atacado durante los años treinta, sobre todo por !os marxistas. Estaba dispuesto a creen en Pareto porque me proporcionaba una defensa. (Homans, 1962: 4) La exposición a la influencia de Pareto le llevó a componer un libro (escrito con Charles Curtis), An introduction to Pareto [Introducción a Pareto], publica do en 1934. La publicación de este libro convirtió a Homans en sociólogo, aun que hasta ese momento la obra de Pareto era virtualmente lo único que Homans había leído de sociología. En 1934 Harvard le nombró colaborador, una forma de evitar los problemas relacionados con el programa de doctorado. De hecho, Homans no llegó a leer la tesis doctoral a pesar de que se convirtió en una de tas principales figuras de ta sociología de su tiempo. Homans fue ayudante hasta 1939 y durante esos años adquirió más y más conocimientos sociológicos. En 1939 se propuso su incorporación at departamento de sociología, pero ta guerra interrumpió esa propuesta. Cuando Homans regresó de la guerra, Parsons había creado ya et Departamenteo de Relaciones Sociales en Harvard, y Homans se incorporó a él. Aunque Homans respetaba algunos aspectos de la obra de Parsons, criticaba duramente su estilo de teorizar. Ambos manuvieron un prolongado intercambio de puntos de vista, que más tarde se haría público al aparecer en las páginas de mu chos libros y revistas. En lo fundamental, Homans afirmaba que la teoría de Parsons no era en absoluto una teoría, sino un vasto sistema de categorías intelectuales en las que encajaban muchos aspectos del mundo social. Por lo demás, Homans creía que la teoría debía construirse a partir de una observación cuidadosa del mundo socia! y, sin embargo, la teoría de Parsons partía del nivel teórico para luego descender al nivel empírico. Homans acumuló por sí mismo una gran cantidad de observaciones empíricas apuntadas durante muchos años, pero hasta 1950 no daría con un enfoque teórico satisfactorio a la luz del cual poder analizar esos datos. Esa teoría era el conduc-
74
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
tismo psicológico, que alcanza su mejor expresión en las ideas de su colega de Harvard, el psicólogo B.F. Skinner. Sobre esta base Homans construyó su teoría del intercambio. Retomaremos la historia de este desarrollo teórico más adelante. Lo importante ahora es que Harvard y su principal producto teórico, el funcio nalismo estructural, predominaron en la sociología durante los años treinta y desplazaron a la Escuela de Chicago y el interacción!smo simbólico.
La decadencia de la Escuela de Chicago Habíamos dejado el departamento de Chicago a mediados de los años treinta, cuando comenzaba a decaer con la muerte de Mead, la marcha de Park, la revuelta de los sociólogos del este y la fundación de la American Sociological Review. Pero la Escuela de Chicago no desapareció. A principios de los años cincuenta seguía constituyendo una importante fuerza en el área de la sociología. Aún se leían allí tesis importanes como la de Anselm Strauss y Arnold Rose. Grandes figuras como Evertt Hughes (Faught, 1980), de suma importancia para el desa rrollo de la sociología de las ocupaciones, permanecieron en Chicago. La figura centra! del departamento de Chicago en estos años fue, sin embar go, Herbert Blumer (1900-1987) {Symbolic Interaction, 1988). Fue el principal exponente del enfoque teórico que se desarrolló en Chicago a partir de la obra de Mead, Cooley, Simmel, Park, Thomas y otros. De hecho fue Blumer quien acuñó la frase interaccionismo simbólico en 1937 y quien contribuyó decisiva mente a mantener viva esta tradición a través de sus enseñanzas en Chicago. También escribió varios ensayos que hicieron perdurar el interaccionismo sim bólico hasta entrados los años cincuenta. La importancia de Blumer se debe también a la posición que ocupó en relación con la sociología. Desde 1930 hasta 1935 fue secretario-tesorero de \íl American Sociological Society, y en 1956, su presidente. Y lo que era más importante aún, ocupó puestos institucionales que afectaron a la naturaleza de lo que se publicaba en el área de la sociología. Entre 1941 y 1952 fue editor del American Journal o f Sociology y se esforzó enormemente para que esta revista continuara siendo uno de los principales órganos de difusión de los escritos que sintonizaban con la tradición de Chicago en general, y con el interaccionismo simbólico en particular. Mientras las universidades de la costa este caían bajo el influjo del funcio nalismo estructural, el medio oeste seguía siendo (en nuestros días también) el centro principal del interaccionismo simbólico. Durante los años cuarenta los interaccionistas simbólicos más destacados se desperdigaron por esa región; Arnold Rose fue a Minnesota, Robert Habenstein a Missouri, Gregory Stone a la Universidad del Estado de Michigan y, el más importante, Manford Kuhn (1911-1963), a lowa. Entonces se produjo una ruptura entre Blumer, que estaba en Chicago, y Kuhn, en lowa; de hecho, la gente empezó a hablar de las diferencias entre las escuelas de interaccionismo simbólico de Chicago y lowa. En lo fundamental, la ruptura se produjo sobre la cuestión de la ciencia y la metodología. Kuhn
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
75
aceptaba el enfoque del interaccionismo simbólico sobre los actores y sus pen samientos y acciones, pero afirmaba que debían estudiarse de un modo más científico, por ejemplo, mediante el uso de cuestionarios, Blumer se mostró a favor de métodos «más suaves» como la instrospección simpática y la observa ción participativa. A pesar de este florecimiento, la Escuela de Chicago comenzó a decaer, especialmente debido a que en 1952 Blumer se trasladó desde Chicago a la Universidad de California en Berkeley. La Universidad de Chicago siguió con tando con un poderoso departamento de sociología, por supuesto, pero tenía cada vez menos cosas en común con la tradición de Chicago. Aunque la Escuela de Chicago estaba moribunda, el interaccionismo simbólico aún disfrutaba de vitalidad con sus principales exponentes desperdigados por el país.
Desarrollos de la teoría marxista Desde principios del decenio de 1900 hasta los años treinta, la teoría marxista se desarrolló fundamentalmente al margen de la corriente principal de la teoría sociológica. La única excepción, al menos en parte, fue el nacimiento de la escuela crítica de Frankfurt, escuela inspirada en el marxismo hegeliano. La idea de la creación de la escuela de Frankfurt para el desarrollo de la teoria marxista partió de Félix J, Weil, El Instituto de Investigación Social se fundó oficialmente en Frankfurt, Alemania, el tres de febrero de 1923 (Botto more, 1984; Jay, 1973, 1986). Con los aiios, algunos de los pensadores más conocidos que trabajaban en la tradición teórica marxista — Max Horkheimer, Theodor Adorno, Erich Fromm, Herbert Marcuse y, más recientemente, Jurgen Habermas— se relacionaron con la escuela crítica. El Instituto funcionó en Alemania hasta 1934, pero a partir de entonces las cosas se pusieron cada vez más difíciles bajo el régimen nazi. Los nazis hicie ron poco caso de las ideas marxistas que dominaban el Instituto, pero su hosti lidad aumentó debido a que muchos de estos pensadores eran judíos. En 1934, Horkheimer, director del Instituto, marchó a Nueva York para discutir su futuro con el rector de la Universidad de Columbia. Para gran sorpresa de Horkhei mer, se le invitó a que vinculara el Instituto a la universidad, e incluso se le ofreció un edificio en el campus. Así, un centro de teoría marxista se trasladó al centro del mundo capitalista. El Instituto permaneció allí hasta el final de la guerra pero, una vez acabada, aumentaron las presiones para que regresara a Alemania. En 1949 Horkheimer regresó a Alemania y se llevó con él el Institu to. Aunque el Instituto se trasladó a Alemania, muchas figuras relacionadas con él siguieron sus propios caminos. Es importante subrayar algunos de los aspectos más relevantes de la teoría crítica, Al principio, los investigadores relacionados con el Instituto tendían a ser marxistas tradicionales puros que fijaban una buena parte de su atención en ios aspectos económicos. Pero hacia 1930 se produjo un cambio importante a medida que este grupo de pensadores se interesaba cada vez más por el análisis
76
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
del sistema cultural, que llegó a considerarse la fuerza principal de la sociedad capitalista moderna. Esta orientación se alineaba con la postura que hacía va rios años habían adoptado algunos marxistas hegelianos como Georg Lukács, pero era, sin embargo, una ampliación de la misma. Los teóricos críticos se interesaron por ja obra de Max Weber para asegurarse una mejor comprensión del dominio cultural (Greisman y Ritzer, 1981). El esfuerzo por combinar a Marx con Weber proporcionó a la escuela crítica algunas de sus orientaciones distintivas y sirvió para legitimarla años más tarde a los ojos de los sociólogos que comenzaban a interesarse por la teoría marxista. El segundo gran paso, dado por al menos algunos de los miembros de la escuela crítica, fue el empleo de rigurosas técnicas científico-sociales desarrolladas por los sociólogos americanos, para investigar cuestiones que interesaban a los marxistas. Este hecho, junto a la adopción de la teoría weberiana, hizo más aceptable la escuela critica para los sociólogos de la corriente principal. En tercer lugar, los teóricos críticos se esforzaron por integrar la teoria freudiana, centrada en el individuo, con los principios societales y culturales de Marx y Weber, Muchos sociólogos pensaron que este producto constituía una teoría más completa que las ofrecidas por ei propio Marx o Weber. Cuando menos, el esfuerzo por combinar estas teorías tan diferentes fue estimulante para los sociólogos y para muchos otros intelectuales. La escuela critica ha venido realizando un trabajo bastante útil desde los años veinte, y gran parte de este trabajo tiene mucho interés para los sociólogos. Sin embargo, la escuela crítica hubo de esperar hasta finales de los años sesenta pra ser «descubierta» por un sinnúmero de teóricos estadounidenses.
LA TEORIA SOCIOLOGICA DESDE LA MITAD DE SIGLO Funcionalismo estructural: auge y decadencia Los años cuarenta y cincuenta constituyeron, paradójicamente, los años de ma yor apogeo del funcionalismo estructural y el comienzo de su decadencia. Du rante esos años, Parsons ^-rodujo una serie de trabajos que exponían con clari dad su cambio de orientación desde la teoría de la acción al funcionalismo estructural. Los discípulos de Parsons se desperdigaron por todo el país y ocuparon importantes puestos en muchos de los principales departamentos de sociología (por ejemplo, Columbiay Comell). Estos discípulos producían sus propios trabajos, que muchos reconocían como contribuciones a la teoria estructural-funcional. Por ejemplo, en 1945 Kingsley Davis y Wilbert Moore publicaron un ensayo que analizaba la estratificación social desde una perspectiva estructural-funcional. Resultó una de las exposiciones más claras que nunca se haya hecho de esta perspectiva. En ese ensayo afirmaban que la estratificación era una estructura funcíonalmente necesaria para la existencia de la sociedad. En otras palabras, reconocían la necesidad de la desigualdad en términos ideológicos.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
77
En 1949 Merton (1949/1968) publicó un ensayo que se convirtió en e! pro grama por excelencia del funcionalismo estructural. El objetivo de Merton en ese trabajo era delinear los elementos esenciales de la teoría y desarrollarla en nuevas direcciones. Manifestaba que el funcionalismo estructural no debia ocuparse sólo de las funciones positivas, sino también de las consecuencias negativas (disfiinciones). Además, debia analizar el equilibrio entre funciones y disfunciones y determinar si una estructura era en conjunto más bien funcional o disfuncional. Sin embargo, en el preciso momento en el que alcanzaba hegemonía teóri ca, el funcionalismo estructural comenzó a ser objeto de múltiples críticas que se intensificaron durante los años sesenta y setenta. La teoría estructural-funcional de la estratificación de Davts y Moore se vio atacada desde el principio, y las criticas persisten hasta nuestros días. Por lo demás, una serie de críticas más generales recibieron mayor reconocimiento dentro de la disciplina, C. Wright Mills atacó a Parsons en 1959, y también lo hicieron David Lockwood (1956), Alvin Gouldner (1959/1967, 1970) e Irving Horowitz (1962/1967). Durante los años cincuenta, estos ataques se consideraron poco más que «incursiones gue rrilleras», pero a medida que la sociologia avanzaba en la década de los sesenta se evidenciaba el peligro que corría el predominio del funcionalismo estructural. George Huaco (1986) vinculó el nacimiento y la decadencia del funciona lismo estructural a la posición que ocupaba la sociedad estadounidense en el mundo. Cuando a partir de 1945 Estados Unidos se situó en una posición mun dial dominante, el funcionalismo estructural alcanzó la hegemonía dentro de la sociología. El funcionalismo estructural apoyó esta posición mundial en dos sentidos. Primero, la idea estructural-funcional de que «toda pauta tiene conse cuencias que contribuyen a la preservación y la supervivencia del sistema» era «simplemente una celebración de los Estados Unidos y de su hegemonia mun dial» (Huaco, 1986: 52). Segundo, su perspectiva del equilibrio (el mejor cam bio social era no cambiar) sintonizaba bien con los intereses de los Estados Unidos, que entonces constituía «el imperio más rico y más poderoso del mun do». La decadencia de la posición dominante de los EEUU durante tos años setenta coincide en el tiempo con la pérdida de hegemonia del funcionalismo estructural en la teoría sociológica.
La sociología radical en América: C. Wriglit Mills Como hemos visto ya, aunque la teoria marxista fue ampliamente ignorada o rechazada por la mayoría de los sociólogos americanos, se dieron excepciones, notablemente la de C. Wright Mills (1916-1962). Aunque son pocas las contri buciones duraderas de Mills, se destacó por su esfuerzo casi único por mantener ^ A püsar de ello, Patricia W iiner (1985) defiende que entre 1936 y 1982 la american Sociological Review publicó numerosos artículos sobre el «consenso». Sin embargo, debe aña dirse que aunque a veees se denomine teoría del consenso al funcionalismo estructural, el análi sis del consenso no necesariamente implica la utilización de la teoría estructural-funcional.
78
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
C. WRIGHT MILLS: Reseña biográfica C. Wright Mills nació el 28 de agosto de 1916 en Waco, Texas. Procedía de una familia tradi cional de clase media. Su padre era agente de seguros y su madre ama de casa. Estudió en la Universidad de Texas, en la que se licenció en 1929. Fue un estudiante excepcional que al marcharse de Texas ya había publicado ar tículos en las dos revistas más importantes de sociología. Mills preparó su tesis en la Univer sidad de Wisconsin, donde se doctoró {Scimecca, 1977). Aceptó su primer trabajo en la Uni versidad de Maryland, pero pasó la mayor parte de su carrera académica, desde 1945 hasta su muerte, en la Universidad de Columbia. Mills era un hombre que siempre tenía prisa (Horowitz, 1983). Cuando murió de su cuarto infarto a los cuarenta y cinco años, Mills ya había hecho numerosas contribuciones importantes a la sociología. Tuvo una agitada vida personal caracterizada por numerosas aventuras amorosas, tres casa mientos y un hijo de cada matrimonio. Su vida profesional también fue turbu lenta. Siempre parecía que se había peleado con todo y con todos. Siendo estudiante licenciado en Wisconsin arremetió contra varios de sus profeso res. Más tarde, en uno de sus primeros ensayos criticó abiertamente al exdirector del departamento de Wisconsin. Llamó al teórico más antiguo de Wisconsin, Howard Becker, «loco de remate” {Horowíitz, 1983), Finalmente entró en conflicto con su compañero Hans Gerth, quien calificó a Milis de «excelente timador, mequetrefe, joven prometedor aprovechado, y vaquero
la tradición marxista viva en la teoría sociológica. Los sociólogos marxistas modernos han aventajado a Mills en sofisticación teórica, pero tienen una gran deuda con él debido a las actividades profesionales y personales que abrieron hueco a su propia obra (Alt, 1985-1986). Mills no era un marxista, y no leyó a Marx hasta mediados de los años cincuenta. Incluso entonces se limitaba a leer las pocas traducciones al inglés disponibles, porque no sabía alemán. Como por entonces Mills había publicado ya la mayoría de sus principales libros, su obra no ofrecía una teoría marxista muy sofisticada. Mills publicó dos grandes obras que reflejaban sus ideas políticas radicales, así como su escasa competencia en la teoria marxista. La primera se titulaba White Co//ar {1951), una dura crítica al status de una categoría profesional que aumentaba: los trabajadores de cuello blanco. La segunda, The Power Elite [La élite del poder] (1956), tenía como objetivo mostrar que los estadounidenses estaban dominados por un pequeño grupo de hombres de negocios, políticos y líderes militares. Entre ambos trabajos publicó su obra teórica más sofisticada.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEOFIIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
79
tejano al galope y siempre dispuesto a darle al gatillo» {Horowitz, 1963: 72). Siendo profesor en Columbia Mills se aisló y se distanció de sus colegas. Uno de sus compañeros de Columbia dijo de él: No había enemistad entre Wright y yo. Al principio hubo distancia entre los dos. De hecho, en la ceremonia celebrada en su memoria en la Universidad de Columbia a su muerte, me pareció ser la única persona que no hubiera podido decir: «Ful amigo suyo, pero luego nos distanciamos». Precisamente sucedió al contrario. (citado en Horowitz, 1983: 83)
Mills era un marginado y lo sabía: «Soy un forastero no sólo en el sen tido territorial, sino también en los otros sentidos. Y lo soy para bien» (Horowitz, 1983: 84). En The Sociological Imagination [La imaginación so ciológica] (1959), Mills no se contentó con desafiar al teórico más importan te de su tiempo, Talcott Parsons, sino también al metodólogo de mayor relevancia, Paul Lazarfeid, que resultaba ser también colega suyo en Co lumbia. Por supuesto, Mills no sólo se enfrentaba con las personas; también estaba a disgusto con ta sociedad estadounidense y la atacó desde varios frentes. Pero quizás más llamativo es el hecho de que cuando Mills visitó la Unión Soviética y fue galardonado como el mejor crítico de la sociedad esta dounidense, aprovechó la ocasión para atacar la censura soviética brindan do por uno de los primeros líderes soviéticos que había sido torturado y asesinado por los stalinistas: «¡Brindo por el día en que las obras completas de León Trotsky se publiquen en la Unión Soviética!» (Tilman, 1984: 8). C. Wright Mills murió en Nyack, Nueva York, el veinte de marzo de 1962.
Character and Social Structure [Cáracter y estructura social] (1953), producida en colaboración con Hans Gerth. Teniendo en cuenta el papel importante que desempeñó Mills en la historia de la teoría sociológica marxista, resulta curioso que este libro se apoye más en la teoria weberiana y freudiana que en la marxis ta. A pesar de ello la obra constituye una contribución teórica relevante, aunque en nuestros días apenas sea leida (posiblemente debido a que parece que no sintoniza con los bien conocidos trabajos radicales de Mills). De hecho, estuvo profundamente influido por Hans Gerth, quien sentía un vivo interés por la teoria weberiana. En los años cincuenta el interés de Mills se dirigió hacia el marxismo y los problemas del Tercer Mundo. Este cambio de intereses dio como fruto un libro sobre la revolución comunista en Cuba, Listen, Yankee: The Revolution in Cuba [Escucha yanqui; la revolución cubana] (1960) y The Marxists [Los marxistas] (1962). El radicalismo de Mills lo situó en la periferia de la sociología estado unidense. Fue objeto de muchas críticas, y él, a su vez, un critico muy duro de la
80
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
sociologia. Su actitud crítica culminó en The Sociological ¡magination [La ima ginación sociológica] (1959). Es muy notable su aguda critica de Talcott Par sons y de su práctica de la gran teoría. De hecho, muchos sociólogos están más familiarizados con la crítica de Mills que con los detalles de la obra de Parsons. Mills falleció en 1962, desterrado de la sociología. Sin embargo, antes del decenio en el quedó marginado, tanto la sociología radical como la teoría mar xista comenzaron a hacer importantes aportaciones a la disciplina.
El desarrollo de la teoría del conflicto Otra corriente precursora de una auténtica unión entre e! marxismo y la sociolo gía se concretó en el desarrollo de una teoria del conflicto alternativa al funcio nalismo estructural. Como acabamos de ver, el funcionalismo estructural ape nas habia obtenido el liderazgo de la teoría sociológica cuando empezó a sufrir cada vez más ataques. Los ataques provenían de muchos frentes: se acusaba al funcionalismo estructural de cosas tales como ser políticamente conservador, incapaz de tratar el cambio social debido a su interés por las estructuras estáti cas, e inadecuado para analizar correctamente el conflicto social. Uno de los resultados de estas criticas fue el esfuerzo que hizo un cierto número de sociólogos para superar los problemas del funcionalismo estructtJral integrando el interés por la estructura con el interés por el conflicto. Esta tarca desembocó en el desarrollo de una teoría del conflicto alternativa al funciona lismo estructural. Lamentablemente, ese esfuerzo parecía a menudo poco más que la imagen invertida del funcionalismo estructural, demostrando escasa co herencia intelectual. El primer esfuerzo de relieve fue un libro de Lewis Coser sobre las funcio nes del conflicto social (1956). Esta obra intentaba analizar el conflicto social desde una perspectiva estructural-funcional del mundo. Aunque resulta de gran utilidad para el análisis de las funciones del conflicto, es un estudio del conflic to en sí, más que un examen de sus funciones positivas. Otros estudiosos intentaron reconciliar las diferencias entre el funcionalis mo estructural y la teoria del conflicto (Coleman, 1971; Himes, 1966; van den Berghe, 1963). Aunque estos esfuerzos fueron de alguna utilidad, se acusó a los autores de pasar por alto las principales diferencias entre las dos alternativas teóricas (A. Frank, 1966/1974). El gran problema de la mayor parte de las teorias del conflicto era que carecían de lo que más necesitaban: un anclaje coherente en la teoría marxista. Después de todo, la teoría marxista se desarrolló al margen de la sociología y debió haber proporcionado fundamentos sobre los que desarrollar una sofistica da teoría sociológica de! conflicto. La única excepción digna de mención es el trabajo de Ralf Dahrendorf (nacido en 1929). Dahrendorf es un estudioso europeo muy versado en la teoría marxista. Su intención era engastar su teoría del conflicto en la tradición marxista. Sin em bargo, al fmal, su teoría del conflicto parecía más un reflejo especular del fun-
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
81
donatismo estructural que una teoría marxista del conflicto. La principal obra de Dahrendorf, Class and Class Conflict in Industrial Society [Las clases socia les y su conflicto en la sociedad industrial] (1959), supuso el trabajo más influ yente en la teoria del conflicto, pero ello se debía principalmente a que parecía alinearse más con el funcionalismo estructural que con la corriente principal de la sociología. Es decir, Dahrendorf operaba en el mismo nivel de análisis que los funcionalistas estructurales (estructuras e instituciones) y analizaba las mis mas cuestiones que ellos. (En otras palabras, el funcionalismo estructural y la teoría del coflicto forman parte del mismo paradigma; véase el Apéndice.) Re conocía que aunque algunos aspectos del sistema social podían adaptarse bas tante bien, también cabia el conflicto y !a tensión entre ellos. A íin de cuentas, debe considerarse la teoría del conflicto como poco más que un desarrollo transitorio en ia historia de la teoría sociológica. Fracasó debido a que no fue lo suficientemente lejos en la dirección de la teoría marxis ta. Era demasiado pronto — las décadas de tos años cincuenta y sesenta— para que la sociología estadounidense aceptara un enfoque plenamente marxista. Pero la teoría de! conflicto fue útil porque sentó las bases para que a finales de los años sesenta comenzara a aceptarse ese enfoque. Debemos mencionar tannbién la contribución de Randall Collins (1975, 1990) a la teoría del conflicto. Por una parte, el esfuerzo de Collins acusa la misma debilidad que los otros trabajos pertenecientes a la tradición de! conflicto: su pobreza cuando se lo compara con la tradición marxista. No obstante, Collins ha identificado otra debilidad de la tradición del conflicto, y ha intentado supe rarla. El problema es que la teoria del conflicio se centra generalmente en las estructuras sociales; tiene poco o nada que decir sobre los actores y sus pensa mientos y acciones Collins, que se formó en la tradición fenomenològica y etnometodológica (véase más abajo), ha intentado desarrollar la teoría del con flicto en esta dirección.
El nacimiento de la teoría del intercambio Otro importante desarrollo teórico que comenzó en la década de los años cin cuenta fue la teoría del intercambio. La figura más importante de esta corriente es George Homans, un sociólogo al que acabamos de abandonar justo en el momento en el que se aproximaba al conductismo psicológico de B.F. Skinner. El conductismo de Skinner es la fuente principal de la teoría del intercambio de hiümans. Descontento con la estrategia deductiva de Parsons para la construcción de teorías, Homans tabajó duramente con objeto de encontrar una alternativa váli da para el desarrollo inductivo de teorías sociológicas. Es más, Homans preten día mantenerse alejado del enfoque cultural y estructural de la teoría parsoniana y deseaba concentrarse en las personas y en su conducta. Con este objetivo en mente Homans analizó el trabajo de su colega en Harvard, B.F. Skinner. Al principio, Homans no vio de qué forma podrían ser útiles las proposiciones de
82
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Skinner, desarrolladas con objeto de explicar la conducta de los pichones, para el estudio de la conducta social humana. Pero cuando Homans analizó numero sos datos procedentes de estudios sociológicos de pequeños grupos y estudios antropológicos de las sociedades primitivas, comenzó a vislumbrar que el con ductismo de Skinner era válido para su objetivo y que proporcionaba una alter nativa teórica al funcionalismo estructural de estilo parsoniano. Esto le llevó a escribir un artículo titulado «La conducta social como intercambio» en 1958, y en 1961 a la exposición plena de su postura teórica en el libro, Social Behavior: lis Elementan' Farms [La conducta social: sus formas elementales]. Estos tra bajos marcaron el nacimiento de la teoria del intercambio como perspectiva sociológica relevante. Desde entonces la teoría del intercambio ha recibido mucha antención, tanto positiva como negativa. La idea básica de Homans era que el núcleo de la sociología estaba en el estudio de la conducta y la interacción individual. Demostró poco interés por la conciencia o por los diversos tipos de grandes estructuras e instituciones que preocupaban a la mayoría de los sociólogos. Se concentró principalmente en las pautas de refuerzo, la historia de las recompensas y los costes, que dirigían la actuación de las personas. En lo fundamental, Homans manifestaba que las per sonas continuaban haciendo lo que habia obtenido recompensa en el pasado. Y a la inversa, dejaban de hacer lo que se habia demostrado costoso. Para com prender su conducta era necesario entender la historia individual de las recom pensas y los costes. Así, el objeto de la sociología no debía ser la conciencia o ias estructuras e instituciones sociales, sino las pautas de refuerzo. Como su nombre sugiere, la teoria del intercambio se ocupa no sólo de la conducta individual, sino también de la interacción entre las personas que en traña un intercambio de recompensas y costes. La premisa es que las interaccio nes suelen continuar siempre que exista un interacambio de recompensas. Y a la inversa, es menos probable que sigan existiendo las interacciones que son cos tosas para una o ambas partes actuantes. Otra importante exposición de la teoria del intercambio es la obra de Peter Blau, Exchange ami Power in Social Life [Intercambio y poder en la vida so cial], publicada en 1964, En lo fundamental, Blau adoptó la perspectiva de Ho mans, pero habia una importante diferencia entre ambos. Mientras Homans se mostraba satisfecho con el análisis de las formas elementales de la conducta social, Blau quiso integrar ese tipo de análisis con el intercambio a escala cultu ral y estructural. Para ello partia de los intercambios entre los actores y avanza ba hacia las estructuras de más alcance que eran producto de ese intercambio. Asi, terminó por analizar los intercambios entre las grandes estructuras. Es una teoría harto diferente de la del intercambio que desarrolló Homans. En ciertos sentidos, supuso un regreso al estilo parsoniano de teorizar tan criticado por Homans. No obstante, el esfuerzo por analizar desde una perspectiva integrada el intercambio a pequeña y a gran escala constituyó un paso teórico muy útil. Aunque eclipsado durante muchos años por Homans y Blau, Richard Emer son ( 1981 ) ha aparecido recientemente como una figura central de la teoría del
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
83
intercambio. Se le reconoce sobre todo su esfuerzo por desarrollar un enfoque integrado macro-micro de la teoría del intercambio. En suma. !a teoria del inter cambio se desarrolla en la actualidad dentro de una corriente significativa de teoría sociológica, y continúa atrayendo nuevos adeptos y emprendiendo nuevas direcciones (Cook, O ’Brien y Kollock, 1990, véase también más abajo).
Análisis dramatúrgico: la obra de Erving Goffman A Erving Goffman (1922*1982) se le suele considerar el más grande pensador vinculado con la Escuela de Chicago original. Se doctoró por la Universidad de Chicago en 1953, un año después del traslado de Herbert Blumer (que había sido profesor de Goffman) de Chicago a Berkeley. Pronto Goffman se reunió con Blumer en Berkeley, donde juntos crearon algo así como un centro de inte raccionismo simbólico. Pero no llegaría a tener la importancia de Chicago, El mejor momento de Blumer, por lo que se refiere a los influyentes cargos que había ocupado, había pasado ya, y Goffman no se convirtió en objeto de estudio de los estudiantes licenciados. A partir de 1952 la suerte del interaccionismo simbólico disminuyó, aunque sigue siendo una teoría sociológica importante. A pesar de la decadencia del interaccionismo simbólico en general, Goffman se labró una posición sólida y distintiva en la teoría sociológica contemporánea. Entre los años cincuenta y .setenta, Goffman publicó una serie de libros y ensayos que provocaron el nacimiento del análisis dramatúrgico como una variante del interaccionismo simbólico. Aunque los intereses de Goffman cambiaron al fi nal de su carrera, se le conoce principi ámente por su teoría dramatúrgica. La exposición más famosa de la teoría dramatúrgica de Goffman se encuen tra en su obra publicada en 1959, Presentation o f S e lf in Everyday U fe [La presentación de la persona en la vida cotidiana]. (Durante los quince años si guientes Goffman publicó varios libros y ensayos en los que desarrolló su pers pectiva dramatúrgica del mundo). Para decirlo en pocas palabras, Goffman pensaba que existían mtiltiples analogías entre las representaciones teatrales y el tipo de «actos» que todos realizamos durante la acción e interacción cotidianas. Consi deraba que la interacción era sumamente frágil y que se mantenía por las repre sentaciones sociales. La representación deficiente o desorganizada constituye una gran amenaza para la interacción social, del mismo modo que lo es para la representación teatral. Goffman fue bastante lejos en su analogía entre el escenario y la interacción social. En toda interacción social existía una región anterior que equivalía al proscenio de la representación teatral. Los actores en el escenario y en la vida social se mostraban interesados en su apariencia, su vestimenta y el empleo de accesorios, Pero tanto en el escenario como en la vida social existía también una región posteríor, lugar al que los actores podían retirarse y en el que se preparaban para su representación. En las bambalinas, o entre bastidores, los actores podian desprenderse de .sus papeles y ser ellos mismos. El análisis dramatúrgico es, sin duda, coherente con sus raíces en el interac-
84
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cionismo simbólico. Se fija en los actores, la acción y la interacción. Al trabajar en la misma arena que el interaccionismo simbólico, Goffamn consideró que el teatro constituía una metáfora brillante para arrojar luz sobre los procesos so ciales de escala reducida. Hoy en día se lee y reconoce la obra de Goffman por su originalidad y su abundancia de ideas {R. Collins, 1986b; Ditton, 1980). Aunque en general se le considera un importante teórico, no todo el mundo lo cree asi. Existen diversas razones que lo explican. Primera, se le ha acusado de centrarse en cuestiones bastante esotéricas, en lugar de en los aspectos verdaderamente esenciales de la vida social. Segunda, era un teórico micro en una época en que se admiraba a los teóricos macro. Como ha dicho Randall Collins, «Cuanto más analizamos esta obra [la de Goffman], más nos percatamos de que en Goffman se encama la principal figura de la microsociologia de nuestro tiempo» {1981c: 6). Tercera, atrajo pocos estudiantes capaces de construir teóricamente a partir de sus princi pios; de hecho, algunos creían que era imposible construir sobre la obra de Goffman. Se ia considera poco más que una serie de explosiones idiosincrásicas de ideas brillantes. Finalmente, se ha realizado escaso trabajo teórico dentro de la tradición dramatúrgica (una excepción la constituyen Lyman y Scott [1970]). La única área en la que la obra de Goffman ha resultado ser de utilidad es la investigación empírica que recurre a su enfoque dramatúrgico. Recientemente han aparecido algunos trabajos que se sirven de su enfoque, entre ellos los estu dios de Snow, Zurcher y Peter ( 1984) sobre la celebración de la victoria por las masas en los partidos de fútbol como representaciones dramatúrgicas, los análi sis dramatúrgicos de Haas y Shaffir (1982) sobre la profesión médica, el de Zurcher (1985) sobre los juegos bélicos y el estudio de Kitahara (1986) sobre los mecanismos dramatúrgicos que utilizó el comodoro Perry para abrir las puertas de Occidente a Japón. Es dificil predecir el futuro del análisis dramatúrgico, aunque su importan cia ha disminuido debido a que Goffman terminó por dar a su trabajo una orien tación estructural.
El desarrollo de las sociologías «creativas» Las décadas de los arios sesenta y setenta presenciaron una explosión (Ritzer, 1985) de diversas perspectivas teóricas que Monica Morris (1977) agrupó bajo la denominación de sociología «creativa». Bajo esta etiqueta se incluyen la so ciología fenomenològica, la etnometodologia y la sociología existencia!. La sociología fenom enològica y la obra de A lfred Schutz (1899-1959). La filosofía de la fenomenología, centrada en el análisis de la conciencia, tiene una larga historia, pero el mayor esfuerzo por desarrollar una variante sociológica de la fenomenologia se le puede atribuir a Alfred Schutz en su obra The Phenonienology o f the Social World [La fenomenología del mundo social], publi cada en Alemania en 1932. Esta obra no fue, sin embargo, traducida al inglés
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
85
hasta 1967, no pudiendo, por tanto, influir hasta entonces en la teoría sociológica estadounidense. Schutz llegó en 1939 a los Estados Unidos tras esquivar a los nazis en Austria. Enseguida encontró un empleo en la New School for Social Research de Nueva York, desde la que le fue posible influir en el desarrollo de la sociologia fenomenoiógica, y más tarde etnometodológica, estadounidense. Como veremos en el sexto capítulo, Schutz partió de la filosofía fenomeno iógica de Edmund Husserl, que se había propuesto una comprensión interna del ego trascendental, y le dio un giro externo hacía la intersubjetivídad. A Schutz le interesaba sobre todo el modo en que las personas aprehenden la conciencia de los otros mientras viven en la corriente de su propia conciencia. Schutz tam bién usaba el término intersubjetividad en un sentido amplio para referirse al mundo social, en especial a la naturaleza social del conocimiento. Gran parte de! trabajo de Schutz se centra en un aspecto del mundo social que denomina el mundo de la vida, o mundo de la vida cotidiana. Es un mundo intersubjetivo en el que la gente crea la realidad social, a la vez que está sujeta a las constricciones que ejercen las estructuras sociales y culturales previamen te creadas por sus antecesores. Aunque muy buena parte del mundo de la vida es compartida, existen también aspectos privados (biográficamente articula dos) del mundo. Dentro del mundo de la vida, Schutz diferenciaba entre las relaciones íntimas cara a cara («relaciones entre nosotros») y las relaciones distantes e impersonales («relaciones entre ellos»). Mientras que las relaciones cara a cara son de gran importancia en el mundo social, a los sociólogos les es mucho más fácil estudiar científicamente las relaciones más impersonales. Si bien Schutz giró desde la conciencia hacia el mundo intersubjetivo de la vida, aportó penetrantes intuiciones sobre aquella, especialmente en sus reflexiones sobre el significado y los motivos de las personas. En conjunto, Schutz estudió la relación dialéctica entre ei modo en el que construimos la realidad social y la inexorable realidad social y cultural que heredamos de los que nos han precedido en el mundo social. A mitad de los años sesenta se produjeron desarrollqs cruciales para la socio logía fenomenoiógica. No sólo se tradujo la gran obra de Alfred Schutz y se publicó una colección de sus ensayos, sino que Peter Berger y Thomas Luckmann coescribieron un trabajo titulado The Social Construction ofReality [La construc ción social de la realidad] (1967), que se convirtió en uno de los libros de teoría sociológica más leídos de su tiempo. Esta obra hizo, al menos, dos importantes contribuciones. En primer lugar, constituía una introducción a las ideas de Schutz presentadas de tal modo que las hacía accesibles para una gran audiencia estadouni dense. En segundo lugar, representaba un esfiierzo para integrar las ideas de Schutz con la corriente principal de la sociología. Desde 1967 la fenomenología no ha hecho sino ganar popularidad en el ámbito de la sociología. Etnom etodoiogía. A los ojos de mucha gente, esta perspectiva teórica es ape nas distinguible de la fenomenología, si bien comprobaremos que hay impor tantes diferencias entre ellas. De hecho, el creador de esta perspectiva, Harold
86
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Garfinkel, fue discípulo de Alfred Schutz en ia New School. Garfinkel cuenta con curiosos antecedentes intelectuales. Fue alumno de Parsons a finales de los años cuarenta, y combinó la orientación de Parsons con la de Schutz, cuyo magisterio recibió pocos años después. Tras doctorarse en Harvard en 1952, Garfinkel llegó en 1954 (Sharrock y Anderson, 1986) a la Universidad de Cali* fomia en Los Angeles (Heritage, 1984), y fue allí donde Garfinkel y sus alum nos de licenciatura desarrollaron la etnometodologia. Geográficamente, la etnometodología fue el primer producto teórico distintivo de la costa oeste, donde ha continuado centrada hasta nuestros dias (s¡ bien hay también ahora un nutri* do grupo de etnometodólogos británicos). En parte, ello se ha debido al deseo de los etnometodólogos de permanecer juntos, pero también a la oposición de la ortodoxia sociológica a esta corriente. Garfinkel se convirtió en el centro de un grupo de estudiantes y profesores de la UCLA que se interesaron por su enfoque. Desde comienzos de los años cincuenta tuvieron lugar en la UCLA una serie de seminarios y fue en este ambiente en el que surgieron los más importantes etnometodólogos. La etnometodologia comenzó a gozar de una audiencia a escala nacional con la publicación en 1967 de la obra Studies in Ethnomethodology [Estudios etnometodológicos] de Garfinkel. Aunque su prosa es difícil y obscura, el libro suscitó gran interés. El hecho de que apareciera simultáneamente a la traduc ción de The Phertomenology o fth e Social World de Schutz y a la publicación de The Social Construction ofR eality de Berger y Luckmann, parecía indicar que la sociología «subjetiva» o «creativa» llegaba a su madurez. En lo fundamental, la etnometodologia es el estudio del «cuerpo de conoci miento de sentido común y de la gama de procedimientos y consideraciones [métodos] por medio de los cuales los miembros corrientes de la sociedad dan sentido a las circunstancias en las que se encuentran, hallan el camino a seguir en esas circunstancias y actúan en consecuencia» (Heritage, 1984: 4). Los es critores que trabajan en esta tradición se sienten profundamente inclinados ha cia el estudio de la vida cotidiana a escala del individuo. Mientras los sociólo gos fenomenológicos tienden a centrarse en lo que piensan las personas, a los etnometodólogos les preocupa lo que hacen. Asi, los etnometodólogos dedican una buena parte de su atención al estudio detallado de las conversaciones. Este interés por el nivel microsocial se opone vivamente a la atención que muchos sociólogos ortodoxos prestan a los grandes fenómenos objetivos como las buro cracias, el capitalismo, la división del trabajo y el sistema social. Los etnometo dólogos también se interesan por estas estructuras, pero en tanto contextos de la vida cotidiana; no se preocupan por tales estructuras como fenómenos en si. Aunque los trabajos de los etnometodólogos mantienen vínculos con pers pectivas sociológicas más antiguas como el interaccionismo simbólico y el aná lisis dramatúrgico, sin duda había en ellos algo amenazador para los sociólogos ortodoxos que aún ejercían el control de la disciplina. De hecho, tanto la feno menología como, sobre todo, la etnometodologia han padecido críticas brutales por parte de los sociólogos ortodoxos. He aquí dos ejemplos. El primero proce
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
87
de de una recensión de James Coleman de la obra de Garfínkel Studies in Ethnometodology: Lo que ocurre es sim p lem en te que Garfínkel e s incapaz de generar idea alguna a partir de e se en foque... Tal v e z el programa hubiera sido más fértil de la m ano de algíin observador más m eticuloso, pero en las suyas es sorprendentem ente estéril.,, ...este capítulo parece no só lo un desastre etn o m eto d o ló g ico en si, sino tam bién la prueba de que e x isten d eficien cia s más gen erales en la etn o m eto d o lo g ía .,. ...este capitu lo es un desastre aún m ayor, porque com bina las rigid eces de ia mayoría de los técn ico s de orientación m atem ática con las co n fu sio n es y errores de los técn icos blandos, y carece de los principios o la com p eten cia técn ica de una sociología creativa y madura. Una v ez m ás, G arfínkel elabora hasta la saciedad a sp ectos que son hasta tal extrem o lugares com u n es, que parecerían banales si estuvieran form ulados en un inglés claro. Pero tal y co m o está escrito, hace falta em plear en su lectura tal can tidad de tiem po para que ia inform ación se trasmita, que a un lector p o co avisado no le parece una banalidad. (C olem an, 1968: 126-130)
El discurso presidencial de Lewis Coser ante la American Sociológica! Associaíion en 1975 constituye el segundo ejemplo. Coser consideraba que la etnometodologia tenía escasas cualidades dignas de ser rescatadas, por lo que la sometió a un salvaje ataque calificándola, entre otras cosas, de «trivial», de «entreguísta», de «orgía de subjetivismo», y de «empresa desenfrenada». La amargura de estos y otros ataques constituye un indicador del éxito que tienen tanto la etnometodología como la fenomenología y del grado en el que repre sentan una amenaza a la corriente principal de la sociología. Sociología existencia]. De las tres sociologías creativas, la sociología exis tencia! es la menos importante, a! menos así ha sido hasta nuestros días. Com parte con los otros dos enfoques un interés por los actores y sus pensamientos y acciones. La sociología exLstendal se centra en las complejidades de la vida del individuo y en el modo en que los actores intentan solventar esas complejida des. Se muestra partículamente interesada en los sentimientos individuales y en el self. Aunque comparte varias ralees intelectuales con la fenomenología y la etnometodología, la sociología existencial se esfuerza por distanciarse de ellas (véase Fontana, 1980, 1984). Se ve a sí misma más involucrada en el mundo rea! que cualquiera de las otras dos sociologías creativas. También tiene varias fuentes que le son peculiares, como !a obra de Jean-Paul Sartre (Craib, 1976). Aunque la sociología existencia! se ha labrado su propio camino dentro de la disciplina (por ejemplo, Douglas y Johnson, 1977; Hayim, 1980, Kotarba y Fontana, 1984; Manning, 1973; Tiryakian, 1965), continúa en la periferia. Pero cuando su influencia se combina con la de la etnometodología y la fenomenología, es posible apreciar que las sociologías creativas hacen aportaciones a la sociolo gía, y ello a pesar de la oposición sustancia! de muchos sociólogos.
88
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En las últimas páginas hemos analizado cuatro teorías micro: la teoría del intercambio, la sociología fenomenoiógica, la etnometodoiogía y la sociología existencial. Mientras las tres últimas comparten la perspectiva del actor reflexi vo y creativo, la teoria del intercambio no lo hace. No obstante, las cuatro teo rías comparten una orientación micro hacia el actor y sus acciones y conducta. En la década de los años setenta, estas teorías adquirieron fuerza en la discipli na y amenazaron con substituir a las teorías de orientación macrosocial (como el funcionalismo estructural, la teoria del conflicto y las teorías neomarxistas) como teorias dominantes de la sociología (Knorr-Cetina, 1981a; Ritzer, 1985).
Teoría de sistemas Uno de los desarrollos más interesantes en la sociología ha sido Ía ascensión meteòrica y la caída igualmente meteòrica de Ía teoría de sistemas. La teoría de sistemas apareció aproximadamente en la década de los sesenta, y llegó a su punto culminante con la publicación en 1967 de la obra de Walter Buckley So ciology and Modern Systems Theory [La sociología y la moderna teoría de siste mas], La teoría de sistemas se deriva de las ciencias duras, que consideran tanto las entidades orgánicas como las mecánicas en términos de sistemas. La teoría de sistemas ve la sociedad como un enorme sistema constituido por una serie de partes interrelacionadas. Es necesario examinar la relación entre las partes, asi como también las relaciones entre el sistema y otros sistemas sociales. También se estudian de las entradas [impuis} que penetran en el sistema social, el modo en que la sociedad procesa esas entradas y los productos resultantes. Durante la década de los sesenta los sociólogos se sintieron atraídos por la teoría de sistemas. El funcionalismo estructural era objeto de numerosas criti cas y parecía que la teoría de sistemas era su sucesora. Después de todo, Par sons tituló su libro de 1951 The Social System [El sistema social], escrito en unos términos que se asemejaban a !os de la teoría de sistemas. Además, la teoría de sistemas, arraigada en las ciencias duras, tenía atractivo para los so ciólogos interesados en fomentar la sociología científica. Con todo, fue una perspectiva brillante que no llegó a florecer. Apenas se trabajó con ella teórica o empíricamente. Once años más tarde de la publicación del libro de Buckley, Robert Lilienfeld (1978) publicó una acerba crítica de la teoría de sistemas denunciando sus deficiencias, sus pretensiones científicas y su ideología implí citamente conservadora. En los últimos años la teoría de sistemas ha experi mentado un modesto renacimiento en la obra de Archer (1988) y Baíley (1990).
La infiuencia de ia socioiogia marxista Durante los últimos años del decenio de los sesenta, la teoria marxista comenzó finalmente a penetrar de modo significativo en la teoría sociológica estadouni dense (Jay, 1984). Hay varias razones que explican ese proceso. Primera, la teoría dominante (el funcionalismo estructural) era objeto de numerosas criti
ESBOZO HISTORICO DE LA TEOFIIA SOCIOLOGICA'. AÑOS POSTERIORES
89
por varias razones, entre ellas su conservadurismo. Segunda, la sociología de Mills y la teoría del conflicto, si bien no representaban una teoría marxista elaborada, sentaron las bases para el desarrollo de una teoría estado unidense auténticamente arraigada en la tradición marxista. Tercera, los años sesenta se caracterizaron por la protesta negra, el renacimiento del movimiento feminista, el movimiento estudiantil, y la protesta contra la guerra de Vietnam. Muchos de los sociólogos jóvenes que se formaron en este ambiente se sintie ron atraídos por las ideas radicales. Al principio, este interés se manifestó por loque se denominaba durante aquellos días la «sociología radical» (Colfax y Roach, 1971). Fue útil en la medida en que duró, pero, igual que la obra de Mills, presentaba numerosos puntos flacos comparada con la teoría marxista. Es difícil escoger una única obra como representativa del desarrollo de la sociología marxista en Estados Unidos, aunque puede afirmarse que la obra de Henri Lefebvre La sociología de (1968) desempeñó un importante papel. Y lo desempeñó debido a su argumento principal: aunque Marx no era un so ciólogo, había mucha sociología en su teoría. Desde entonces, cada vez más sociólogos han vuelto a la obra original de Marx, y a la de otros marxistas, con el fin de encontrar ideas útiles para el desarrollo de una sociología marxista. En un primer momento ello supuso simplemente que los teóricos estadounidenses leian por fin a Marx en serio, pero hoy día podemos ver cómo los sociólogos estadounidenses han producido varias obras importantes dentro del marxismo académico. Los teóricos estadounidenses se han sentido particularmente atraídos por la obra de la escuela crítica, especialmente debido a su combinación de las teorías marxista y weberiana. Muchas de las obras se han traducido al inglés, y algunos estudiosos estadounidenses han hecho su propias carreras escribiendo libros sobre la escuela critica dirigidos al público estadounidense (por ejemplo, Jay, 1973, 1986). Paralelamente a este aumento de interés se produjo cierto apoyo institucio nal a esa orientación. Varias revistas dedican una atención considerable a la teoria sociológica marxista, entre ellas Theory and Society, Telos y Marxist Studies. En 1977 se creó una sección de sociología marxista en la American Sodological Ássociation. No sólo la primera generación de teóricos críticos, sino también la segunda, y en especial Jurgen Habermas, han recibido un gran reconocimiento en los Estados Unidos. De la mayor importancia ha sido la aparición en la sociología estadouniden se de diversas obras significativas realizadas desde un punto de vista marxista. Es destacable la tendencia del grupo de sociólogos que hacen sociología histó rica desde una perspectiva marxista (por ejemplo, Skocpol, 1979; Wallerstein, 1974, 1980, 1989). También es notorio otro grupo que analiza el reino económi co desde una perspectiva sociológica (por ejemplo, Baran y Sweezy, 1966; Braverman, 1974; Burawoy, 1979), Y existen otros muchos que se dedican a hacer sociología empírica bastante tradicional, pero inspirada en un profundo conoci miento de la teoría marxista (Kohn, 1976, por ejemplo). cas
radical
90
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
El reto de la teoría feminista A finales de los años setenta, en el preciso momento en que la teoría marxista lograba ser significativamente aceptada por los sociólogos estadounidenses, una más de entre las teorias periféricas planteó un reto a las teorías sociológicas ortodoxas, e incluso a la sociología marxista. La última rama del pensamiento social radica) la constituye la teoria feminista contemporánea. Hay que remontarse casi cuatrocientos años en las sociedades occidentales para encontrar el rastro de los escritos críticos feministas (Donovan, 1985; Ros si, 1974; Spender, 1982); hace ciento cincuenta años que existe un movimiento político organizado por y para las mujeres (Banner, 1984; Carden, 1974; Chafetz y Dworkin, 1986; Deckard, 1979; Giddings, 1984; Kandal, 1988; O ’Neill, 1971; Ryan, 1990). En los Estados Unidos el movimiento feminista logró el derecho al voto para las mujeres en 1920, cincuenta y cinco años después de que se les reconociera constitucionalmente a los negros. Agotado y, en cierto sentido, sa ciado por la victoria, el movimiento de las mujeres norteamericanas se debilitó en número y fuerza durante los treinta años siguientes, para reverdecer comple tamente renovado en los años sesenta. Tres factores contribuyeron a desenca denar esta nueva oleada de actividad feminista: el clima general de pensamien to crítico que caracterizaba a ese periodo; la rabia de las activistas que se unieron en tropel a los movimientos contra la guerra y en pro de los derechos humanos y a la revuelta estudiantil para encontrarse con las actitudes sexistas de los hombres radicales y liberales que participaban en esos movimientos (Densimore, 1973; Evans, 1980; Morgan, 1970; Shreve, 1989; Snitow et al., 1983); y la experiencia de prejuicio y discriminación que sufrían las mujeres a medida que se incorporaban masivamente al trabajo asalariado y a la educación superior (Bookman y Morgen, 1988; Garland, 1988; Lengermann y Wallace, 1985; Mac Kinnon, 1979). Por estas razones, particularmente por la tercera, el movimiento feminista en esta segunda fase continuó expandiéndose durante los años setenta y ochenta, a pesar de que el activísimo de otros muchos movimientos de los años sesenta había decaído. Además, durante aquellos años el activismo femi nista se ha convertido en un fenómeno internacional. Un rasgo sobresaliente de este movimiento feminista internacional ha sido la enorme y creciente proliferación de una nueva literatura sobre las mujeres que hace visibles todos los aspectos de la vida y las experiencias femeninas que hasta entonces no habían sido tenidos en cuenta. Esta literatura, conocida popu larmente como esCudios sobre ¡as mujeres o nueva literatura sobre las mujeres, constituye la obra de una comunidad internacional e interdiscíplinar de escrito res y escritoras que se encuentran dentro y fuera de tas universidades, y que escriben tanto para el gran público como para el personal académico especiali zado. En lo que puede considerarse como uno de los ejemplos más impresionantes de continuo trabajo intelectual de estos últimos años, los y las especialistas en las mujeres han venido realizando una crítica analítica y multífacética que pone al descubierto la complejidad de los sistemas que someten a las mujeres.
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
91
La teoría feminista constituye el hilo conductor de esta literatura: en oca siones está implícita en escritos sobre cuestiones tan importantes como el traba jo (Daniels, 1988; Kanter, 1977; Rollins, 1985), la violación (Sanday, 1990; Scully, 1990), o la cultura popular (Radway, 1984); otras veces la encontramos expresada de forma clara y explícita, como en el análisis de la maternidad de Adrienne Rich (1976), Nancy Chodorow (1978), y Jessica Benjamin (1988); y, a medida que la nueva literatura sobre las mujeres ha alcanzado una masa criti ca, la teoría se sustancia con frecuencia cada vez mayor en el esfuerzo sistemá tico y único que supone un libro. De este reciente aluvión de escritos totalmente teóricos, ciertos enunciados han sido particularmente importantes para la socio logía porque son el producto, dirigido a sociólogos, de pensadores versados en teoria sociológica (Chafetz, 1984; P. Collins, 1990; Cook y Fonow, 1986; Hart sock, 1983; Lengermann y Niebrugge-Brantley, 1990; Smith, 1979, 1987, 1990a; Stacey y Thome, 1986; Wallace, 1989). Entre las revistas que contribuyen a aumentar el atractivo de la teoría feminista para los sociólogos se cuentan Signs, Feminist Studies, Sociological inquiry y Gender and Society, ast como la aso ciación profesional de Sociologists fo r Women in Society (S.W.S) y la National Women's Studies Association (NWSA). La teoría feminista contempla el mundo desde el ventajoso punto de mira de una minoría hasta ahora invisible y no reconocida — las mujeres— , con la vista puesta en la manera relevante, aunque desconocida, en que las actividades de esa minoría han contribuido a crear nuestro mundo. Este punto de vista requiere una nueva elaboración de nuestra comprensión de la vida social. Partiendo de esta idea, los teóricos y teóricas feministas comienzan asi a plantear su reto a la teoria sociológica. Los que se suman al reto señalan que los sociólogos se han negado insisten temente a incorporar las ideas de la nueva literatura sobre las mujeres a su comprensión del mundo social. Pero más bien ocurre que los sociólogos y sociólogas feministas han sido separados de la socioiogia ortodoxa, y la teoría feminista de la organización social se ha visto reducida a una única variable en la investigación, el sexo, y a un único patrón de roles sociales, el género (Famham, 1987; Smith, 1990b, Stacey y Thorne, 1985; Wallace, 1989; Yeatman, 1987). Explicar estas acusaciones parece útil. Entre las razones que explican que la sociología haya esquivado la teoría feminista podemos distinguir los fuertes prejuicios antifeministas, las dudosas credenciales científicas de una teoría tan próxima al activismo politico, y la precaución que suscitó el reconocimiento de las implicaciones profundamente radicales de la teoría feminista para la teoría y el método sociológicos. Debe recordarse también el tiempo que tardó la teoria marxista en «llegan> a la sociología, y el importante cuerpo de escritos femi nistas explícitamente teóricos constituye un evento harto reciente en la vida académica. Estos escritos, sin embargo, han comenzado a ser leídos por comu nidades especializadas. Ofrecen una teoría de la vida social importante y estimulantemente nueva, Y aquellos a quienes sus experiencias y percepciones les convierten en un público receptivo a esta teoría — las mujeres en general, y las
92
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mujeres y hombres a los que el feminismo afecta en particular— , constituyen una fracción importante dentro de la comunidad sociológica. Por todas estas razones, las implicaciones de la teoria feminista penetran cada vez más en la corriente principal de la disciplina.
Estructuralismo y posestructuralismo Un desarrollo del que hasta ahora apenas hemos hablado es el creciente interés por el estructuralismo (Lemert, 1990), Vinculado generalmente a Francia (se le suele denominar estructuralismo francés [Clark y Clark, 1982; Kurzweil, 1980]), el estructuralismo constituye actualmente un fenómeno internacional. Aunque sus raíces se encuentran fuera de la disciplina, el estructuralismo se ha labrado una posición dentro de la sociologia. El problema es que aún está tan poco desarrollado dentro de la sociología que es difíci! definirlo con precisión. La dificultad aumenta debido al desarrollo más o menos simultáneo del estructura lismo en otras áreas. No resulta fácil encontrar una única presentación del es tructuralismo que sea coherente. En efecto, se dan diferencias importantes entre las diversas ramas del estructuralismo. Podemos hacernos una idea preliminar del estructuralismo si bosquejamos las diferencias básicas que se dan entre los que defienden una perspectiva estructuralista. Hay quienes se centran en lo que denominan «estructuras profun das de la mente». En su opinión, son estas estructuras inconscientes las que conducen a las personas a pensar y a actuar como lo hacen. La obra del psicoa nalista Sigmund Freud puede considerarse un buen ejemplo de esta orientación. Hay también estructuralistas que se fijan en las grandes estructuras invisibles de la sociedad que determinan las acciones de las personas y la sociedad en general. A veces se considera a Marx como un pensador que pertenece a esta rama del estructuralismo debido a su análisis de la invisible estructura económi ca de la sociedad capitalista. Un tercer grupo contempla las estructuras como los modelos que se pueden construir del mundo social. Finalmente, otros estruc turalistas se preocupan por la relación dialéctica entre los individuos y las es tructuras sociales. Entreven un vínculo entre las estructuras de la mente y las de la sociedad. Al antropólogo Claude Lévi-Strauss se le suele relacionar con esta perspectiva. Hasta ahora el problema de la sociología estructural reside en que aún con tinúa siendo una mezcolanza de ideas derivadas de diversas áreas, entre ellas la lingüística (Saussure), la antropología (Lévi-Strauss), la psicología (Freud, La can) y el marxismo (Althusser), Hasta que estas ideas no se conjunten de un modo coherente, el estructuralismo seguirá siendo una corriente marginal de la sociología. Sin embargo, los desarrollos en las áreas mencionadas han sido tan importantes y atractivos para los sociólogos, que es muy probable que se desa rrolle en años venideros una teoría estructural propia de la sociología. A medida que el estructuralismo se desarrolla dentro de la sociologia se produce un movimiento fuera de ella que va más allá de las premisas originales
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
93
de aquel movimiento: el posestructuralismo (Lemert, 1990). El principal repre sentante del posestructuralismo es Michel Foucault, En sus primeras obras Foucault se centró en las estructuras, pero posteriormente fue más lejos y comenzó a centrarse en el poder y en la relación que existía entre conocimiento y poder. En general, los posestructuralistas aceptan la importancia de las estructuras, pero van más allá para tratar una amplia gama de cuestiones diferentes.
LA TEORIA SOCIOLOGICA EN LOS AÑOS NOVENTA Aunque muchos de los desarrollos analizados en las páginas anteriores conti núan siendo importantes en la década de los noventa, en este apartado vamos a estudiar cuatro movimientos que prometen ser sumamente relevantes durante estedecenio y en los próximos años: el interés por la integración micro-macro, la integración acción-estructura, las síntesis teóricas, y la metateorización en sociología.
Integración micro-macro Una parte considerable de los trabajos más recientes en el área de la teoría sociológica estadounidense se han ocupado de la vinculación entre las teorías micro y macrosociales y los niveles micro y macro de análisis. De hecho, ya he señalado (Rítzer, 1990a) que la vinculación micro-macro surgió como una pro blemática central en la teoría sociológica estadounidense durante la década de los años ochenta y continúa teniendo relevancia en los años noventa. Hay algunos ejemplos recientes de los esfuerzos realizados por vincular los niveles micro y macro de análisis y/o las teorías micro y macro. Yo mismo (Rítzer, 1979; 198la), intenté desarrollar un paradigma sociológico integrado que ajustara los niveles micro y macro tanto en su forma objetiva como subjeti va. Así, en mi opinión, existen cuatro principales niveles de análisis social que deben analizarse de un modo integrado: macro-subjetividad, macro-objetívidad, micro-subjetividad y micro-objetividad, Jeffrey Alexander (1982-83) ha creado una «sociología multidimensional» que analiza, al menos en parte, un modelo de niveles de análisis que se aproxima mucho al modelo desarrollado por Rítzer. Alexander (1987) basa el desarrollo de su modelo en el problema del orden — que se considera que tiene niveles individual (micro) y colectivo (ma cro)— y el problema de la acción, que se supone que cuenta con un nivel materialis ta (objetivo) e idealista (subjetivo), A partir de esos dos continua, Alexander desarrolla cuatro grandes niveles de análisis: colectivo-idealista, colectivo-ma terialista, índividual-idealísta e ¡ndívídual-materialista. Auque el modelo gene ral desarrollado por Alexander es sorprendentemente similar al de Rítzer, aquél otorga prioridad al nivel colectivo-idealista, mientras éste insiste en que debe mos ocuparnos de las relaciones dialécticas entre todos los niveles, Norbert
94
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Wiley (1988) ha desarrollado otro enfoque afín en el que bosqueja cuatro nive les de análisis semejantes: el s e lf o nivel individual, la interacción, la estructura social, y la cultura. Pero mientras Ritzer y Alexander se fijan tanto en los nive les objetivo como subjetivo, los de Wiley son puramente subjetivos. James Co leman (1986) se concentró en el problema de la conexión desde lo micro a lo macro, mientras Alien Liska (1990) ha desarrollado el enfoque de Coleman para analizar también el problema desde la conexión de lo macro a lo micro. Recientemente Coleman (1990) ha desarrollado su modelo micro-macro y una teoría más elaborada de la relación micro-macro basada en el planteamiento de la elección racional derivada de la economía. Encontramos muchos otros esfuerzos relacionados con la integración micro macro. Queda mucho trabajo por hacer en este área, que promete ser un impor tante campo de estudio en la teoría sociológica estadounidense en el futuro.
Integración acción-estructura Paralelamente a la creciente preocupación que se da en los Estados Unidos por )a integración macro-micro, en Europa se ha desarrollado el interés por la inte gración acción-estructura, Al igual que el problema macro-micro se sitúa en el centro de la teoría en los Estados Unidos, Margaret Archer (1988) considera el tópico acción-estructura como el interés básico de la teoría social europea. Aunque existen muchas semejanzas entre la literatura micro-macro y la refe rida a la acción-estructura, se dan también importantes diferencias entre ellas. Por ejemplo, mientras los agentes suelen considerarse como actores en un nivel micro, colectividades como los sindicatos también pueden ser agentes. Y mien tras las estructuras suelen ser consideradas como fenómenos macro, podemos encontrar también estructuras en el nivel micro. Así, debemos ser cautelosos a la hora de equiparar estos dos cuerpos de trabajo y también al intentar interrclacionarlos. En el área de la teoría social europea contemporánea se han producido cua tro grandes líneas de trabajo que pueden agruparse bajo el encabezamiento de la integración acción-estructura. La primera es la teoría de la estructuración de Anthony Giddens (1984), La clave del planteamiento de Giddens es que con templa la acción y la estructura como una «dualidad». Es decir, no pueden ser separadas: la acción está involucrada en la estructura y viceversa. Giddens se niega a creer que la estructura es simple constricción (como creía Durkheim), y la ve, a la vez, como constrictiva y permisiva. Margaret Archer (1982) rechaza la idea de considerar la acción y la estructura una dualidad y las ve más bien como un dualismo. Es decir, la acción y la estructura pueden y deben ser sepa radas. El análisis de las diferencias entre ellas nos permitirá estudiar mejor su relación, Archer (1988) también destaca por ampliar la literatura de la acción y la estructura al análisis de la relación entre cultura y acción. Mientras Giddens y Archer son británicos, la tercera figura principal con temporánea relacionada con la literatura de la acción y la estructura es el fran
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA; AÑOS POSTERIORES
95
cés Pierre Bourdieu ( ] 977). En la obra de Bourdieu la cuestión acción-estructu ra se traduce en una preocupación por la relación entre el habitus y el campo de acción. El habitus es una estructura mental o cognitiva internalizada mediante la cual la gente se maneja en el mundo social. El habitus produce la sociedad de la misma manera que la sociedad produce el habitus. El campo de acción cons tituye una red de relaciones entre posiciones objetivas. La estructura del campo de acción constriñe a los actores, ya sean individuos o colectividades. La pre ocupación principal de Bourdieu es la relación entre habitus y campo de acción, que él concibe como una una relación dialéctica. El ùltimo teórico importante de la vinculación acción-estructura que vamos a tratar someramente es el alemán Jurgen Habermas. Ya le hemos mencionado como un importante pensador contemporáneo enmarcado en la teoría crítica. En su obra más reciente, Habermas {1987) ha tocado la cuestión acción-estruc tura bajo la expresión de «la colonización del mundo de la vida». El mundo de la vida constituye un micromundo donde las personas interactúan y se comuni can. El sistema tiene sus raíces en el mundo de la vida, pero al final desarrolla sus propias características estructurales, A medida que estas estructuras ad quieren más independencia y poder, ejercen más y más control sobre el mundo de la vida. En el mundo moderno el sistema liega a «colonizar» el mundo de la vida, es decir, a ejercer su control sobre él. Como veremos en el Capítulo 11, existen más trabajos sobre la cuestión de la integración acción-estructura que los de Giddens, Archer, Bourdieu y Haber mas. Sin embargo, ellos son los principales representantes de esta corriente contemporánea de la teoría sociológica.
Síntesis teóricas El movimiento hacía la integración de los niveles micro y macro y de la acción y la estructura comenzó en la década de los ochenta y se afianza en el decenio de 1990. Aquel movimiento ha sentado las bases para un desarrollo más amplio hacia la síntesis teórica que se ha puesto en marcha a principios de los noventa. Es este un enorme esfuerzo por sintetizar dos o más teorías diferentes (por ejemplo, el funcionalismo estructural y el interaccionismo simbólico). En la historia de la teoría sociológica siempre se han producido intentos de este tipo. No obstante, existen dos aspectos distintivos de estos nuevos trabajos de sínte sis, Primero, no constituyen intentos aislados de síntesis, sino que están muy extendidos. Segundo, la meta es, en general, lograr una síntesis relativamente reducida de ideas teóricas, y no el desarrollo de una gran teoría sintética que abarque toda la teoría sociológica. Estos trabajos sintéticos se realizan dentro de las teorías que hemos estudia do en este capítulo y entre ellas, así como dentro de algunas otras que aún no hemos mencionado. . Dentro de! funcionalismo estructural, hemos hablado del nacimiento del neofuncionalismo (Alexander, 1985; Alexander y Colomy, 1985; Alexander y
96
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Colomy, 1990; Colomy, 1990a). El objetivo del neofuncionalismo es superar muchas de las limitaciones del funcionalismo estructural incorporando ideas derivadas de una amplia serie de otras teorías. Alexander y Colomy consideran que este esfuerzo supone una reconstrucción del funcionalismo estructural, y por ello requiere una nueva denominación, neofuncionalismo, para diferenciar a este nuevo enfoque teórico de su predecesor. El interaccionismo simbólico está experimentando una drástica trasnformación ya que, en palabras de Fine, se ha «compuesto una teoria a partir de frag mentos de otros planteamientos teóricos» (1990: 136-137). Así, los interaccionistas simbólicos toman prestadas ideas de la sociologia fenomenològica, de la teoria feminista y de la teoria del intercambio, entre otras. Además, se está redefmiendo a pensadores importantes de la historia del interaccionismo sim bòlico como Mead y Blumer como teóricos más sintéticos e integradores. En el ámbito de la teoria del intercambio encontramos desde hace tiempo obras integradoras y sintéticas como Exchange and Power in Social Life [Inter cambio y poder en la vida social] (1964). Recientemente se dedica cada vez más atención a la obra de Richard Emerson ( 1972a; 1972b) y a la de sus discípulos, en especial a la de Karen Cook (1987a). Emerson comenzó centrándose en los principios del conductismo, pero posteriormente se esforzó por vincularlos a la estructura social y a las relaciones de intercambio social, Y más recientemente aún, Cook, O ’Brien y Kollock (1990) han llegado a definir la teoría del inter cambio en términos inherentemente integradores y a sintetizarla con ideas derivadas de otras teorías como el interaccionismo simbólico y la teoría de redes. Un desarrollo relativamente nuevo e intrínsecamente integrador en la teoría sociológica es el nacimiento de la teoria social posmodemista (Baudrillard, 1983; Harvey, 1989; Lyotard, 1984; Kellner, 1990a, 1990b). Esta teoría se basa en la idea de que en los últimos años hemos pasado de una sociedad moderna a otra posmodema. Mientras que la sociedad moderna era altamente racional y rígida, la sociedad posmodema se considera más irracional y flexible. Ha surgido una nueva teoría de la posmodemidad al objeto de analizar este diferente tipo de sociedad. Esta teoría es inherentemente integradora en el sentido de que extrae ideas de una amplia gama de disciplinas: la filosofía, la teoría cultural y la teoría social, entre otras. Además, los teóricos de la posmodernidad rechazan la idea del desarrollo de una única y gran teoría global o, como lo denominan, de un «metadiscurso». Los posmodemistas defienden más bien esfuerzos sintéti cos específicos más reducidos del tipo de los que se han venido realizando en el ámbito de la teoría sociològica a principios de los años noventa. La teoría posmarxista incluye tres desarrollos teóricos sintéticos. El primero es el marxismo analítico, que se esfuerza por aplicar los métodos habituales de la filosofía analítica y la ciencia social a temas marxistas tradicionales. Así, por ejemplo, varios teóricos (Roemer, 1986; Elster, 1985) emplean las ideas de la teoría de la elección racional para analizar cuestiones marxistas. Otros (por ejemplo, Wright, 1985) emplean los métodos de la sociología ortodoxa para analizar problemas como las clases. El segundo lo integran un conjunto de marxistas
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
97
posmodemos (por ejemplo, Laclau y Mouffe, 1986; Jameson, 1984; Harvey, 1989), que toman ideas prestadas de la teoria de la posmodernidad y las conjugan con aspectos de la teoria marxista tradicional. Finalmente se encuentra la obra de Bowles y Gintis (1986), cuyo objetivo es integrar la teoria marxista y la liberal. En los Capítulos 12 y 13 nos ocuparemos de muchos otros esfuerzos sintéticos,
Metateorización en sociología En términos generales, la metateorización puede definirse como el estudio sis temático de las estructuras subyacentes de la teoria sociológica (Ritzer, 1990c, 1990d, 1991, en prensa c). Debe distinguirse de la teorización, aunque la mayo ría de los teóricos hayan metateorizado y muchos metateóricos hayan teoriza do, Mientras que el objeto de estudio de ios metateóricos es la teoría, ios teóri cos reflexionan sobre el mundo social. Se ha producido un significativo aumento del trabajo metateórico (Fuhrman y Snizek, 1990) y todo parece demostrar que ese trabajo continuará creciendo en ei futuro. El trabajo metateórico ha formado parte de la socioiogia desde sus inicios. La mayoría de los primeros teóricos realizaron estudios metateóricos sobre los intelectuales que les precedieron. Particularmente destacables son los estudios de Marx sobre Hegel, los Jóvenes Hegelianos, los economistas políticos y los socialistas utópicos, Parsons describe su obra The Síructure o f Social Action (1937, 1949) como un estudio «empírico» de la obra de sus predecesores teó ricos, En los años cincuenta, Paul Furfey (1953/1965) presentó el primer, aunque fallido, esfuerzo sistemático por definir el trabajo metateórico, Alvin Gouldner intentó definir una sociología de la teoria sociológica en The Corning Crisis o f Western Sociology [La crisis de la sociología occidental] (1970); su trabajo es un importante, aunque igualmente fallido, precedente de la metateo rización contemporánea. Un conjunto especifico de obras (Frtedrichs, 1970; Ritzer, 1975a), basadas en el concepto de paradigma de Thomas Kuhn (1962, 1970), también tuvo un papel importante en el desarrollo del trabajo metateóri co de la socioiogia. La metateorización sociológica ha llegado a su mayoría de edad en la déca da de tos años noventa (véase el Apéndice) y promete desempefiar un papel central en la clarificación de las teorías sociológicas actuales, asi como en el desarrollo de nuevas teorías integradas y sintéticas.
RESUMEN El presente capitulo comienza donde termina el primero, y analiza la historia de la teoría sociológica desde principios del siglo xx. Empezamos con la historia inicial de la teoría sociológica estadounidense, que se caracterizó por su libera-
98
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
limo, SU interés por ei darwinismo social y, consecuentemente, por ia influencia de Herbert Spencer. En este contexto se analiza la obra de dos de los primeros teóricos de la sociologia, Sumner y Ward. Pero no consiguieron ejercer una influencia duradera en la teoría sociológica estadounidense. Sin embargo, la Escuela de Chicago, que se sustancio en la obra de pensadores como Small, Park, Thomas, Cooley y, particularmente, Mead, dejó una profunda huella en la teoria sociológica, sobre todo en el interaccionismo simbólico. Mientras la Escuela de Chicago ocupaba todavía una posición predomi nante, empezó a desarrollarse en Harvard una forma diferente de teoría socio lógica. Pitirim Sorokin jugó un papel estratégico en la fundación de la sociología en Harvard, aunque sería Talcott Parsons quien situara a esta universidad en una posición preeminente en la teoria estadounidense, substituyendo así al interaccionismo simbólico de Chicago. Parsons fue importante no sólo por ha ber legitimado la «gran teoria» en los Estados Unidos y dado a conocer al públi co estadounidense a los teóricos europeos, sino también por el papel que tuvo en el desarrollo de la teoría de ta acción y, lo que fue más importante aún, en el del funcionalismo estructural. Durante los años cuarenta y cincuenta, el funcio nalismo estructural progresó impulsado por la desintegración de la Escuela de Chicago, que había comenzado en los años treinta y terminó durante los cin cuenta. El desarrollo más importante que se produjo en la teoría marxista a princi pios del siglo XX fue la creación de la Escuela Crítica de Frankfurt. Esta forma hegeliana de marxismo también recibió la influencia de sociólogos como Weber y del psicoanalista Sigmund Freud. Durante la primera parte del siglo el marxis mo no logró demasiada aceptación entre la comunidad de sociólogos. El predominio del funcionalismo estructural en la teoría estadounidense a mediados del siglo duró poco tiempo. Aunque sus orígenes son anteriores a la década de los sesenta, la sociología fenomenològica, especialmente la obra de Alfred Schutz, empezó a atraer una atención considerable durante estos años. La teoria marxista aún continuaba excluida de la teoría estadounidense, pero gracias a C. Wright Mills la tradición radical se mantuvo con vida en los Es tados Unidos durante los años cuarenta y cincuenta. Milis también fue uno de los líderes de los ataques contra el funcionalismo estructural, ataques que se intensificaron durante los años cincuenta y sesenta. A la luz de algunos de esos ataques surgió en estos años la teoría del conflicto como alternativa al funcio nalismo estructural. Aunque influida por la teoría marxista, la teoría del con flicto se resintió de una inadecuada integración de la perspectiva marxista. Otra alternativa, que nació en la década de los años cincuenta, fue la teoría del inter cambio, que aún sigue atrayendo una cantidad pequeña, pero constante, de se guidores. El interaccionismo simbólico había quedado eclipsado, pero la obra de Erving Goffman sobre et análisis dramatúrgico lo salvó de la muerte en este periodo. Durante los años sesenta y setenta aparecieron con fuerza las «sociologías creativas». La sociología fenomenològica, la etnometodología y la sociologia
ESBOZO HISTORICO DE LA TEORIA SOCIOLOGICA: AÑOS POSTERIORES
99
existencia! siguen suscitando gran interés entre los sociólogos. Al mismo tiem po, a la sociología marxista se le presentó la oportunidad de desarrollarse, y sus diversas variedades siguen despertando un gran interés en el ámbito de la teoría sociológica. Mientras la sociología creativa y la teoria marxista ganaban acep tación, la teoría de sistemas fue popular durante los años sesenta, pero esa po pularidad decayó bruscamente en la década siguiente. Entre los más importan tes desarrollos recientes de la teoría sociológica se cuentan la teoría feminista, el estructuralismo y el posestructuralismo. Cuatro desarrollos de la teoría sociológica se destacan durante los años ochen ta y noventa. Primero, la aparición en los Estados Unidos del interés por la vinculación micro-maero. Segundo, el aumento paralelo de atención en Europa por la relación entre acción y estructura. Tercero, el desarrollo de una gran gama de esfuerzos sintéticos durante los noventa. Finalmente, ha aumentado también el interés por el trabajo metateórico, o estudio sistemático de la teoría sociológica.
PARTE
LA TEORIA SOCIOLOGICA: LAS GRANDES ESCUELAS
CAPITULO
3
EL FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL Y LA ALTERNATIVA DE LA TEORIA DEL CONFLICTO CONSENSO Y CONFLICTO FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL Raíces históricas La teoría funcional de ia estratificación y sus críticos Prerrequisitos funcionales de la sociedad El funcionalismo estructural de Talcott Parsons El funcionalismo estructural de Robert Merton Principales críticas LA ALTERNATIVA DE LA TEORIA DEL CONFLICTO La obra de Ralf Dahrendorf Principales críticas Esfuerzos para reconciliar el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto Hacia una teoría del conflicto más marxista
103
104
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La p rim era parte de e ste c a p itu lo se ce n tra e n el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l q u e se e r ig ió d u ran te m u c h o s a ñ o s c o m o la teo ria s o c i o ló g i c a d o m in a n te . S in e m b a rg o , en el c u r so de la s d o s ú ltim a s d é c a d a s, el f u n c io n a lis m o estru ctu ra l ha p erd id o im p o r ta n c ia y , al m e n o s en c ie r to s s e n t id o s , ha r e tr o c e d id o e n el m a rco de la h isto r ia (r e c ie n te ) d e la teo ria s o c io ló g ic a . A s í, C o lo m y ( 1 9 9 0 a ) d e sc r ib e ahora el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l c o m o una « tr a d ic ió n te ó r ic a » . Su im p o r ta n c ia en la a c tu a lid a d r e sid e e n el p a p e l q u e ha d e s e m p e ñ a d o e n la h is to r ia d e la teo ría s o c i o ló g i c a y en su c o n tr ib u c ió n a la fo r m a c ió n d e « u n o d e lo s d e sa r r o llo s c o n te m p o r á n e o s m á s s ig n if ic a t iv o s d e la s o c io lo g ía » : el n e o fu n c io n a lis m o (C o lo m y , l99Ü b ; x lv ii) . A n a liz a r e m o s el n e o fu n c io n a lis m o en la tercera parte d e e s te lib ro , d o n d e e s tu d ia r e m o s lo s d e s a r r o llo s s in té tic o s m á s r e c ie n te s de la teo ría s o c io ló g ic a . P u ed e s o s te n e r s e un a r g u m e n to sim ila r al r e s p e c to d e la te o r ía d el c o n f iic t o , que a n a liz a r e m o s en la se g u n d a p arte d e e s te c a p ítu lo . E stu d ia r e m o s en esta se g u n d a p arte ia teo ria tr a d ic io n a l d el c o n f iic t o , m ie n tr a s en la T e r c er a P arte d el lib ro n o s o c u p a r e m o s d e a lg u n o s d e lo s tra b a jo s m á s n o v e d o s o s e in te g r a d o res d en tro d e la te o r ia d e l c o n fiic to . E ste c a p itu lo c o m ie n z a c o n un a n á lis is d e la s r a íc e s h is tó r ic a s y d e a lg u n o s de lü s p r in c ip io s b á s ic o s d el fu n c io n a lis m o estru ctu ra l. L u e g o p a sa r e m o s a e s tudiar la s tres te o r ia s p r in c ip a le s d e l fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l c lá s ic o : la te o ría fu n c io n a l d e la e s tr a tific a c ió n , lo s p r e r r e q u isito s f u n c io n a le s d e la s o c ie d a d y , la m á s im p o rta n te, la te o r ía e str u c tu r a l-fu n c io n a l d e T a lc o tt P a r so n s. D e s p u é s a n a liz a r e m o s lo s e s f u e r z o s q u e h iz o R o b ert M e r to n para su p era r a lg u n o s de lo s p r o b le m a s d c l f u n c io n a lis m o e stru ctu ra l c lá s ic o y d e sa r r o lla r u n a p e r s p e c tiv a teó rica m á s s a tis fa c to r ia . K in a lm cn tc n o s c e n tr a r e m o s en la s c r ític a s m á s n o ta b le s al fu n c io n a lis m o e str u c tu r a l, c r ític a s q u e c o n tr ib u y e r o n a la p é r d id a d e su p o sic ió n d o m in a n te en la te o r ía s o c io ló g ic a . Hn ia se g u n d a parte d el c a p itu lo n o s c e n tr a r e m o s e n la te o r ía d e l c o n f iic t o , e s p e c ia lm e n t e en la ob ra d e R a lf D a h r e n d o r f c o m o a lte r n a tiv a al fu n c io n a lis m o estru ctu ral. T a m b ié n n o s a c e r c a r e m o s a la s p r in c ip a le s c r itic a s q u e se han h e ch o a la teo ria d el c o n f lic t o , d e en tre la s q u e d e sta c a p or su im p o r ta n c ia la q u e s o s tie n e q u e no e s fie l a su s ra íc e s m a r x ista s .
C O N SEN S O Y C O N FLIC TO A n tes de a n a liza r en d e ta lle e l f u n c io n a lis m o estru ctu ra l y la te o r ia d e l c o n f l i c to, e s p r e c is o , de a c u e r d o c o n T h o m a s B ern ard ( 1 9 8 3 ), situ a r e s ta s te o r ía s e n el c o n te x to g en era l d e l d e b a te en tre las teo ria s d el c o n s e n s o (e n tr e e lla s el fu n c io n a lism o e stru ctu ra l) y la s teo r ía s d e l c o n f lic t o (u n a d e las c u a le s e s la te o r ia s o c i o ló g ic a d e l c o n f lic t o q u e a n a liz a r e m o s e n e s te c a p ítu lo ). L as íei)rias del consenso co n sid era n q u e la s n o r m a s y lo s v a lo r e s c o m u n e s so n fu n d a m e n ta le s para la so c ie d a d , p r e su p o n e n q u e el o rd en s o c ia l se b a sa en un a c u e r d o tá c ito y q u e el c a m b io so c ia l se p r o d u c e de una m a n era le n ta y o rd en a d a . A d ife r e n c ia d e e lla s ,
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
105
las teorías del conflicto su b ra y a n e l d o m in io d e u n o s g r u p o s s o c ia le s so b re o tr o s , presuponen q u e el o rd en s o c ia l s e b a sa e n la m a n ip u la c ió n y el c o n tr o l d e lo s grupos d o m in a n te s y q u e el c a m b io so c ia l s e p r o d u c e rá p id a y d e so r d e n a d a m e n te a m edida q u e lo s g r u p o s s u b o r d in a d o s v e n c e n a lo s g r u p o s d o m in a n te s. A unq ue e s to s c r ite rio s d e fin e n e n té rm in o s g e n e r a le s la s d ife r e n c ia s e s e n c ia le s entre la s te o r ía s s o c i o ló g i c a s d e l fu n c io n a lis m o e stru ctu r a l y ia te o r ía d e l c o n flicto, para B ern ard la d is ta n c ia e n tre e lla s e s a ú n m a y o r , lo q u e « h a p r o v o c a d o un debate recu rren te q u e ha a d o p ta d o u n a v a r ie d a d d e fo r m a s d if e r e n te s e n e l transcurso de la h is to r ia d e l p e n s a m ie n to o c c id e n t a l» (1 9 8 3 : 6 ). B ern a rd s e re monta a lo s a n tig u o s g r ie g o s y a la s d if e r e n c ia s e n tr e P la tó n (p e n s a d o r d e l c o n sen so) y A r is tó te le s (p e n s a d o r d e l c o n f lic t o ) y e n c u e n tr a en e ll o s lo s o r íg e n e s del d eb ate. S ig u e su p ista a lo la rg o d e la h is to r ia d e la f i lo s o f ía , e n e l p e n s a m iento d e S a n A g u s tín y S a n to T o m á s d e A q u in o , d e M a q u ia v e lo y H o b b e s , y de L ock e y R o u sse a u ( lo s a u to r e s m e n c io n a d o s en p rim e r lu g a r s o n lo s rep re sentantes d e l c o n f lic t o ) . M á s tarde s e in co rp o ra ría n a e s t e d e b a te y a e n e l terren o de la s o c io lo g ia M arx y C o m te , S im m e l y D u r k h e im , y D a h r e n d o r f y P a r so n s (de n u e v o , lo s a u to r e s m e n c io n a d o s en p r im e r lu g a r d e fíe n d e n la p e r s p e c tiv a del c o n flic to ) . Y a h e m o s a n a liz a d o b r e v e m e n te e n su c o n te x t o h is tó r ic o la s ideas d e lo s d o s p r im e r o s p a r e s d e s o c i ó lo g o s . E n e s te c a p ítu lo e s tu d ia r e m o s la teoría d e l c o n f lic t o d e D a h r e n d o r f y la d e l c o n s e n s o d e P a r so n s, e n tr e o tra s. B ernard d is tin g u e e n tr e cu a tro tip o s d e te o r ía s d e l c o n s e n s o y d e l c o n f lic t o , pero en e s te c a p ítu lo s ó l o n o s o c u p a r e m o s d e d o s d e e lla s , la d e l consenso
sociológico (P a r so n s , M e r to n ) y la d e l conjlicto sociológico (D a h r e n d o r f), El tercer tip o , la teoría del conjlicto radical, la h e m o s e s tu d ia d o b r e v e m e n te e n e l capitulo d e d ic a d o a M a rx , y la a n a liz a r e m o s c o n m a y o r d e ta lle e n el c a p ítu lo que trata d e la s te o r ía s n e o m a r x is ta s . El o tr o tip o d e te o r ía q u e d is tin g u e B e r nard, la teoría conservadora del consenso, n o lo e x a m in a r e m o s p o r q u e « lo s s o c ió lo g o s m o d e r n o s a p e n a s la d e fie n d e n » (1 9 8 3 ; 2 0 1 ) . A u n q u e su b r a y a m o s la s d ife r e n c ia s q u e e x is te n e n tr e e l fu n c io n a lis m o e s tructural y ia te o r ía d e l c o n f lic t o , n o d e b e m o s o lv id a r q u e ta m b ié n h a y s e m e ja n zas im p o rta n te s en tre e lla s . D e h e c h o , B ern ard a fir m a q u e « la s z o n a s e n la s q u e c o in c id e n s o n m á s e x te n s a s q u e a q u é lla s e n la s q u e d is ie n te n » ( 1 9 8 3 : 2 1 4 ) . P o r e jem p lo , a m b a s s o n m a c r o te o r ía s q u e se o c u p a n p r in c ip a lm e n te d e la s g r a n d e s estructuras e in s tit u c io n e s s o c ia le s . D e a c u e r d o c o n G e o r g e R itz e r ( 1 9 8 0 ) , a m bas teo r ía s s e sitú a n d e n tr o d e l m is m o p a r a d ig m a s o c i o ló g i c o (e l d e lo s « h e c h o s s o c ia le s ) (v é a s e el A p é n d ic e ). A n te s d e p a sa r a l a n á lis is e s p e c í f ic o d e l fu n c io n a lis m o e str u c tu r a l, e s p r e c i so r e fle x io n a r so b r e la d is tin c ió n en tre c o n f lic t o y c o n s e n s o d e s d e e l v e n ta jo s o punto d e v is ta d e la d é c a d a d e lo s a ñ o s n o v e n ta . P r im e r o , s e h a te n d id o a s im p li ficar en d e m a s ía la s r e a lid a d e s d e l f u n c io n a lis m o e str u c tu r a l y la te o r ía d e l c o n flic to , a sí c o m o la s d is t in c io n e s en tre e s ta s te o r ía s. M u c h a s te ó r ic o s d e l c o n flic to han s e n tid o in q u ie tu d p or la c u e s t ió n d e l o rd en y p or lo q u e m a n tie n e u n id a a la s o c ie d a d , y c o n fr e c u e n c ia , lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s se han p r e o cu p a d o p o r la te n s ió n , el c a m b io y la s fu e r z a s q u e c o n d u c e n a la d e s in te -
106
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
gra ció n d e la s o c ie d a d . S e g u n d o , la d is tin c ió n en tre c o n s e n s o y c o n f lic t o fu e m u y útil d u ra n te lo s a ñ o s s e s e n ta , é p o c a en la q u e se d e sa r r o lla r o n g r a n d e s e s fu e r z o s p o r d is tin g u ir c o n p r e c is ió n en tre e s ta s te o r ía s y d e fe n d e r u n a u otra. T e r cero , d a d o el m o v im ie n t o g e n e r a l h a c ia la in te g r a c ió n y la s ín te s is e n e l á m b ito de la te o r ía s o c io ló g ic a , a sí c o m o lo s r e le v a n te s tr a b a jo s n e o fu n c ío n a lista s y d e la te o r ía d e l c o n f lic t o q u e a c tu a lm e n te s e o rie n ta n e n e s a m ism a d ir e c c ió n , la d is tin c ió n en tre c o n s e n s o y c o n f lic t o e s m e n o s p r e c is a h o y d ía q u e en el p a sa d o .
FU N C IO N A LIS M O E S TR U C TU R A L R ob ert N is b e t s e ñ a ló q u e el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l ha s id o « s in lu g a r a d u d a s, el c u e r p o d e te o r ía m á s r e le v a n te d e la s c ie n c ia s s o c ia le s d e l p r e se n te s i g lo » {c ita d o en T u m e r y M a r y a n sk i, 19 7 9 : x i). K in g s le y D a v is ( 1 9 5 9 ) a d o p tó el p u n to d e v is ta d e q u e el f u n c io n a lis m o e stru ctu ra l se h a b ía c o n v e r tid o v ir tu a l m e n te en un s in ó n im o d e la s o c io lo g ía . A lv in G o u ld n e r ( 1 9 7 0 ) a d o p tó im p lic i ta m en te una p e r s p e c tiv a s im ila r c u a n d o a ta c ó ia s o c i o lo g í a o c c id e n t a l a tr a v é s de su a n á lisis c r ític o d e la s te o r ía s fu n c io n a l i sta s-e str u c tu r a le s de T a lc o tt P a rso n s. A p e sa r d e la in d is c u tib le h e g e m o n ía q u e o s te n tó d u ra n te la s d o s d é c a d a s p o ste r io r e s a la S e g u n d a G u erra M u n d ia l, el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l ha p e r d i d o im p o r ta n c ia c o m o te o r ía s o c io ló g ic a . I n c lu s o W ílb e r t M o o r e , q u ie n e s tu v o e str e c h a m e n te r e la c io n a d o c o n e sta te o r ía , s e ñ a ló q u e se h a b ía « c o n v e r tid o en un e sto r b o para la s o c io lo g ía te ó r ic a c o n te m p o r á n e a » ( 1 9 7 8 : 321 ). Y d o s o b s e r v a d o r e s d ecla ra ro n : « P o r ta n to , te n e m o s la s e n s a c ió n d e q u e e l fu n c io n a lis m o “ha m u e r to ” , y d e q u e t o d o s lo s e s f u e r z o s q u e u tiliz a n el fu n c io n a lis m o c o m o e x p lic a c ió n te ó r ic a d e b e n a b a n d o n a r se en fa v o r d e p e r s p e c t iv a s te ó r ic a s m á s p r o m e te d o r a s» (T u rn er y M a r y a n sk i, 1 9 7 9 ; 1 4 1 ) . ' N ic h o la s D e m e r a th y R i ch ard P e te r so n ( 1 9 6 7 ) d e fe n d ie r o n un p u n to d e v is ta m á s p o s it iv o y se ñ a la r o n q u e el f u n c io n a lis m o estru ctu ra ) n o h a b ía s id o u n a m o d a p a sa jera . A d m itie r o n , n o o b sta n te , q u e , d e l m is m o m o d o q u e el f u n c io n a lis m o se d e r iv ó d e l a n tig u o o r g a n ic is m o (v é a s e e l s ig u ie n te a p a rta d o ), p r o b a b le m e n te se d esa r r o lla r ía h a sta co n v ertirse en otra teo ría s o c io ló g ic a . El su r g im ie n to de) n e o fu n c io n a lis m o (v é a s e e l C a p ítu io 12) p a r e c e q u e a p o y a m á s la p o stu ra d e D e m e r a th y P e te r so n q u e la p e r s p e c tiv a m á s n e g a tiv a d e T u rn er y M a r y a n sk i. En el fu n c io n a lis m o e str u c tu r a l, n o e s n e c e s a r io u sar lo s té r m in o s estructu~ml y funcional c o n ju n ta m e n te , a u n q u e típ ic a m e n te a p a r e c e n ju n to s . P o d e m o s e stu d ia r la s estru ctu r a s d e la s o c ie d a d sin a ten d er a la s fu n c io n e s q u e r e a liz a n (o la s c o n s e c u e n c ia s q u e tie n e n ) para o tra s e str u c tu r a s. A s im is m o , p o d e m o s e x a m in ar la s fu n c io n e s d e v a r io s p r o c e s o s s o c i a le s q u e p u e d e n n o a d o p ta r una
' A pesar de esta declaración, Jonathan Tum er y Alexandra Maryanski (1979) señalan que el funcionalismo puede seguir siendo útil como método.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
107
forma estructural. C o n to d o , la p r e o c u p a c ió n p or a m b o s e le m e n to s c a r a c te r iza al fu n cio n a lism o estru ctu ra l. Mark A b ra h m so n ( 1 9 7 8 ) se ñ a ló q u e el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l n o e s m o tlolítico. Id e n tific ó tres tip o s d e fu n c io n a lis m o e str u c tu r a l. E l p r im er o e s c\ funelonahsmo individualista, q u e se o c u p a d e la s n e c e s id a d e s d e lo s a c to r e s y d e las diversas estr u c tu ra s (p o r e je m p lo , la s in s titu c io n e s s o c ia le s , lo s v a lo r e s cui* turales) qu e e m e r g e n c o m o r e sp u e s ta s f u n c io n a le s a e s t a s n e c e s id a d e s . El a n tropólogo B r o n isla w M a lln o w s k i fu e el p r in c ip a l e x p o n e n te d e e s ta p e r s p e c ti va. El seg u n d o e s
funcicmaitsma interpersonal, c u y o p r in cip a l r ep r e se n ta n te
fue otro a n tr o p ó lo g o , A . B . R a d c liffe -B r o w n . E ste tip o se o c u p a d e la s r e la c io nes so c ia le s, p a r tic u la r m e n te d e lo s m e c a n is m o s u tiliz a d o s para aju star la s te n siones que se p r o d u c e n en e s ta s r e la c io n e s . Y el ter c e ro ,
funcionalism o socie
tal, c o n stitu y e el e n fo q u e q u e p r e d o m in a e n tre lo s s o c i ó lo g o s fu n c io n a lis ta s estructurales (S z to m p k a , 1 9 7 4 ), q u e e s tu d ia r e m o s e n e s te c a p ítu lo . La p r e o c u ^ c íó n fu n d a m en ta l d e l fu n c io n a lis m o so c ie tà ! s o n la s g r a n d e s e str u c tu r a s e instituciones s o c ia le s d e la s o c ie d a d , su s in te r r e la c io n e s y su in flu e n c ia c o n s trictora sob re lo s a c to r e s .
Raíces históricas Las in flu e n c ia s m á s p o d e r o s a s so b r e ei f u n c io n a lis m o estru ctu ra l c o n te m p o r á (feo las ejercier o n tres s o c i ó lo g o s c lá s ic o s : A u g u s te C o m te , H erb ert S p e n c e r y Emile D u rk h eim (T u rn er y M a r y a n sk i, 1 9 7 9 ), C om te te n ia una c o n c e p c ió n n o r m a tiv a d e la « b u e n a » s o c ie d a d , q u e le lle v ó a interesarse p o r to d o s lo s f e n ó m e n o s s o c ia le s q u e c o n tr ib u ía n a la c o n s t itu c ió n de esa so c ie d a d . T a m b ié n te n ía un a c o n c e p c ió n d e l e q u ilib r io d e la s o c ie d a d . Sin em b a rg o , su te o r ía d e l organicismo — la te n d e n c ia a id e n tific a r a n a lo g ía s entre las s o c ie d a d e s y lo s o r g a n is m o s b io l ó g ic o s — fu e su c o n c e p to m á s in f lu yente. C o n sid era b a lo s s is te m a s s o c ia le s c o m o s is te m a s o r g á n ic o s q u e fu n c io naban d e un m o d o m u y s im ila r a lo s o r g a n is m o b io ló g ic o s . A s í, m ien tr a s ei objeto de e s tu d io d e la b io lo g ía era el e s tu d io d e l o r g a n is m o in d iv id u a i, el d e la so c io lo g ía era el e s tu d io d e l o r g a n is m o s o c ia l. E ntre la s a n a lo g ía s e s p e c íf ic a s que C om te id e n t ific ó en tre lo s o r g a n is m o s s o c ia l y b io ló g ic o fig u ra n la d e las células en un c o n te x t o b io ló g ic o y la s fa m ilia s e n el m u n d o s o c ia l, la d e lo s tejidos y la s c la s e s y c a s ta s s o c ia le s , y la d e lo s ó r g a n o s d el c u e r p o h u m a n o y la s ciu d ad es y c o m u n id a d e s d e l m u n d o s o c ia l.
-
El s o c i ó lo g o in g lé s H erb ert S p e n c e r ta m b ié n c o m u lg ó c o n el o r g a n ic is m o , pero en su s o c i o lo g í a c o e x is t ía d if íc ilm e n t e c o n una f ilo s o f ía u tilita r ista . A s í, aunque su o r g a n ic is m o le c o n d u jo a e stu d ia r e l to d o s o c ia l y la s c o n tr ib u c io n e s de las p artes al to d o , su u tilita r is m o le lle v ó a a n a liz a r lo s a c to r e s q u e p e r s ig u e n su in terés, A p e sa r d e la d ific u lta d in te le c tu a l q u e p la n tea b a su p e r s p e c tiv a , e l o r g a n ic ism o d e S p e n c e r in f lu y ó e n el d e s a r r o llo d e l fu n c io n a lis m o estru c tu ra l. S p e n c e r id e n t ific ó v a r ia s s e m e ja n z a s en tre e l o r g a n is m o s o c ia l y e l in d iv i dual, P rim era, a m b o s o r g a n is m o s c r e c ía n y se d esa r r o lla b a n , m ie n tr a s la m a te -
108
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ría in o r g á n ic a n o lo h a c ía . S e g u n d a , en a m b o s , un a u m e n to d e ta m a ñ o s o lía co n d u cir a un a u m e n to d e c o m p le jid a d y d ife r e n c ia c ió n . T e rc e r a , en lo s d o s tip o s d e o r g a n is m o s la d ife r e n c ia c ió n p r o g r e s iv a d e la s estr u c tu ra s s o lía ir a c o m pañada d e una d ife r e n c ia c ió n p r o g r e s iv a d e s u s fu n c io n e s . C u arta, la s p a rtes d e a m b o s o r g a n is m o s eran m u tu a m e n te in te r d e p e n d ie n te s . A s i, un c a m b io e n u n a de e lla s s o lía p r o d u cir c a m b io s e n o tra s p a rtes. F in a lm e n te , c a d a u n a d e la s p artes d e a m b a s e n tid a d e s , s o c ia l e in d iv id u a l, p o d ía n se r c o n s id e r a d a s c o m o o r g a n is m o s en si m is m a s . S p e n c e r d e sa r r o lló o tra s id e a s q u e in flu y e r o n en el d e sa r r o llo d e l fu n c io n a lis m o estru ctu ra l. S u p r e o c u p a c ió n p o r la s « n e c e s id a d e s » d e l o r g a n is m o s o c ia l la c o m p a r tie r o n lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s p o s te r io r e s , q u ie n e s , e n tr e o tr a s c o s a s , la trad u jeron a la id e a d e q u e la s s o c ie d a d e s « n e c e s ita b a n » v a r io s e l e m e n to s para so b r e v iv ir . S p e n c e r ta m b ié n d e s a r r o lló una le y d e la e v o lu c ió n s o c ia l q u e in f lu y ó e n e l d e s a r r o llo d e te o r ía s e str u c tu r a l-fu n c io n a le s d e la e v o lu c ió n ta le s c o m o la s d e D u r k h e ím y P a r so n s. Q u iz á s lo m á s im p o rta n te d e S p e n c e r fu e su e m p le o d e lo s té r m in o s estructura y función, a sí c o m o la d is tin c ió n q u e h iz o e n tr e e llo s . S o lía h a b la r d e la s fu n c io n e s q u e c u m p lía n v a r ia s estru ctu ra s para la s o c ie d a d e n su c o n ju n to . A u n q u e tan to C o m te c o m o S p e n c e r so n im p o r ta n te s p o r s í m is m o s , su p o d e r o sa in f lu e n c ia so b r e el f u n c io n a lis m o e stru ctu ra l se d e b e a su in f lu e n c ia en e l p e n s a m ie n to d e D u r k h e im . E n té r m in o s g e n e r a le s , e l in te r é s d e D u r k h e ím p or lo s h e c h o s s o c ia le s r e fle ja b a u n a p r e o c u p a c ió n p o r la s p a r te s d e l o r g a n is m o s o c ia l y s u s in te r r e la c io n e s y p or la in flu e n c ia d e a q u é lla s so b r e la s o c ie d a d c o m o un to d o . E n té r m in o s d e fu n c io n a lis m o e str u c tu r a l, D u r k h e im d e sa r r o lló m u ltitu d d e id e a s so b r e la s estr u c tu r a s, la s fu n c io n e s y su r e la c ió n c o n la s n e c e s id a d e s de la s o c ie d a d . Q u iz á s d e m a y o r im p o r ta n c ia fu e r a su s e p a r a c ió n d e lo s c o n c e p to s d e c a u sa s o c ia l y fu n c ió n s o c ia l. El e s tu d io d e la s c a u sa s s o c ia le s se o c u p a d e por q u é u n a estr u c tu ra d a d a e x is t e y a d o p ta una fo r m a d e te r m in a d a . E n c a m b io , et e s tu d io d e la s fu n c io n e s s o c ia le s se o c u p a d e la s n e c e s id a d e s d el s is te m a en s\i c o n ju n to q u e s o n s a t is f e c h a s p or u n a d e te r m in a d a estriic tu ra . El a c e n to d e D u r k h e im so b r e la m o r a lid a d y lo s fa c to r e s c u ltu r a le s (p o r e je m p lo , en s u s id e a s so b r e la c o n c ie n c ia c o le c t iv a y la s r e p r e s e n ta c io n e s c o le c t iv a s ) in f lu y ó p r o fu n d a m e n te e n P a r so n s, q u ie n lle g ó a a d o p ta r, c o m o v e r e m o s m á s a d e la n te , una p o stu r a sim ila r . F in a lm e n te , el a c e n to d e D u r k h e ím so b r e la s te n s io n e s en la s o c ie d a d m o d e rn a , e s p e c ia lm e n t e la a n o m ía , y la c u e s t ió n d e c ó m o se co n tra rresta b a n , in f lu y ó p o d e r o s a m e n te en el f u n c io n a lis m o estru c tu r a l, e s p e c ia lm e n te en la o b ra d e R o b ert M e r to n (v é a s e m á s a b a jo ), ^ E l fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l m o d e r n o o p e r a so b r e la b a se d e v a r io s s u p u e s to s d e r iv a d o s d e la s id e a s d e e s t o s tres s o c i ó lo g o s c lá s ic o s . L o s fu n c io n a lista s e str u c tu r a le s, so b r e to d o lo s fu n c io n a l is ta s s o c ie t a le s , s u e le n a d o p ta r un e n fo -
^ Además de las figuras analizadas arriba, Weber también influyó en Parsons (y otros funciotialistas estructurales), aunque influyó más en su teoría de la acción que en su funcionalismo estructural.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
109
que m a c r o s c ó p ic o para el e stu d io d e lo s fe n ó m e n o s s o c ia le s . E stu d ia n el s i s t e ma social c o m o un to d o , a sí c o m o ia in fiu e n c ia d e la s d iv e r s a s p a r te s (e n e s p e cial las estru ctu ra s y la s in s tit u c io n e s s o c ia le s ) so b r e é l. T ien d en a c o n sid e r a r q u e io s c o m p o n e n t e s d e l s is te m a c o n tr ib u y e n p o s i tivam ente a su fu n c io n a m ie n to ( A b r a h a m so n , i 9 7 8 ) . ^ A d e m á s , e l fu n c io n a lis mo estructural se o c u p a d e la r e la c ió n d e u n a s p a rtes d e l s is te m a c o n o tra s (D a vis, 1959). C o n sid e r a q u e la s p a rtes d e l s is te m a , c o m o el s is te m a e n su c o n ju n to, ex isten en un e sta d o d e e q u ilib r io , d e m o d o q u e lo s c a m b io s q u e e x p e r im e n 'ta una parte p ro d u c en c a m b io s e n o tra s p a rtes. L o s c a m b io s e n la p a r te s p u e d e n contrarrestarse d e m a n e ra q u e n o s e p r o d u z c a c a m b io a lg u n o e n el s is te m a en su conjunto; si n o o c u rr e e s to , p r o b a b le m e n te el c o n ju n to d e i s is te m a e x p e r i menta un c a m b io . A s í, a u n q u e e l f u n c io n a lis m o estru ctu ra l a d o p ta u n a p e r s p e c tiva dei e q u ilib r io , n o n e c e s a r ia m e n te ha d e ser una p e r s p e c tiv a e s tá tic a . E n e s t e equilibrio d el s is te m a s o c ia l lo s c a m b io s se p r o d u c e n d e un a m a n e r a o rd e n a d a y no rev o lu c io n a r ia . P a se m o s a a n a liz a r ah ora a lg u n o s e je m p lo s c o n c r e to s d e fu n c io n a lis m o e s tructural.
La teoría funcional de la estratificación y sus críticos La teoria fu n c io n a l d e ia e s tr a tific a c ió n q u e d e sa r r o lla r o n K in g s le y D a v is y W ilbert M o o r e ( 1 9 4 5 ) e s , q u iz á s , el tra b a jo m á s c o n o c id o d e te o r ía estr u c tu r a lfuncional. D a v is y M o o r e e s p e c ific a r o n c o n c la r id a d q u e c o n sid e r a b a n la estr a tificación so c ia l c o m o a lg o u n iv e r sa l y n e c e s a r io . A fir m a b a n q u e n in g u n a s o ciedad p o d ía e x is tir sin e s tr a tif ic a c ió n , o sin c la s e s . L a e s tr a tific a c ió n era, d e s d e su punto d e v is ta , un a n e c e s id a d /w w fjw « « /. T o d a s o c ie d a d req u ería un s is te m a de e str a tific a c ió n ,
En su o p in ió n , el s is te m a d e e s tr a tific a c ió n era u n a e s t r u c
tura, e s d e c ir , la e s tr a tific a c ió n n o h a c ía r e fe r e n c ia a lo s in d iv id u o s d e n tr o d e l sistem a d e e s tr a tific a c ió n , s in o a a un s is te m a d e posiciones. S e c e n tra ro n en el m odo en q u e c ie r ta s p o s ic io n e s Íes c o n fe r ía n d if e r e n te s g r a d o s d e p r e s tig io y n o en el m o d o en q u e lo s in d iv id u o s lle g a b a n a o c u p a r e s a s p o s ic io n e s . A sí, la c u e s tió n fu n c io n a l d e m a y o r im p o r ta n c ia e s el m o d o e n q u e u n a so cied a d m o tiv a y sitú a a la s p e r so n a s e n una p o s ic ió n « a p r o p ia d a » en e l s is t e ma de e s tr a tific a c ió n . Rsta c u e s t ió n s e r e d u c e a d o s p r o b le m a s. P rim ero , ¿ c ó m o su scita una s o c ie d a d en lo s in d iv id u o s « a p r o p ia d o s.» el d e s e o d e o cu p a r c ie r ta s p o sic io n e s? S e g u n d o , una v e z q u e la s p e r so n a s o c u p a n su p o s ic ió n a d e c u a d a ,
’ Como veremos más adelante, algunos funcionalistas estructurales (especialmente Mertoti) estudiaron las tensiones y los electos negativos (disf'unciones). ■' Este es un ejemplo de un argtimento teleologico. Tendremos ocasión de analizar esta cuestión más adelante en este capítulo, pero por ahora puede definirse un argumento teleologico como aquel que considera el mundo social con propósito.s o metas que provocan la existencia de estructuras o eventos necesarios. En este caso, la sociedad «necesita» la estratificación de ma nera que provoque la existencia de tal sistema.
110
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
¿ c ó m o s u s c ita en e lla s la s o c ie d a d el d e s e o d e c u m p lir lo s r e q u is ito s d e e s a s p o s ic io n e s ? El p ro b le m a d e l lu g a r s o c ia l a d e c u a d o e n la s o c ie d a d su r g e d e tres r a z o n e s b á sic a s. P rim era, la o c u p a c ió n d e c ie r ta s p o s ic io n e s e s m á s a g r a d a b le q u e otras. S e g u n d a , c ie r ta s p o s ic io n e s so n m á s im p o r ta n te s para la s u p e r v iv e n c ia d e la s o c ie d a d q u e otras. Y te r ce r a , la s p o s ic io n e s s o c ia le s re q u ier e n d ife r e n te s c a p a c id a d e s y a p titu d e s. A u n q u e e s ta s c u e s t io n e s a fe c ta n a to d a s ia s p o s ic io n e s s o c ia le s . D a v is y M o o re se cen tra ro n e n la s p o s ic io n e s fu n c io n a lm e n te m á s im p o r ta n te s d e la so c ie d a d . E sta s p o s ic io n e s , q u e se sitú a n e n la p arte su p e r io r d el s is te m a d e e s tr a tific a c ió n s o n , p r e s u m ib le m e n te , la s menos a g r a d a b le s , p e r o la s más im p o rta n tes para la s u p e r v iv e n c ia d e la s o c ie d a d , y re q u ier e n la c a p a c id a d y la ap titu d m á s c o m p e te n te . A d e m á s , la s o c ie d a d d e b e r e sp o n d e r c o n r e c o m p e n s a s sa tisfa c to r ia s a e s ta s p o s ic io n e s para q u e h a y a s u f ic ie n t e s p e r so n a s q u e q u iera n o cu p a r la s y para q u e lo s in d iv id u o s q u e lle g u e n a o c u p a r la s c u m p la n c o n d ili g e n c ia su s d e b e r e s. D a v is y M o o r e n o cr e ia n q u e la s o c ie d a d d esa r r o lla r a c o n s c ie n te m e n t e un sis te m a d e e s tr a tific a c ió n c o n ei fin d e g a ra n tiz a r la o c u p a c ió n y el c u m p lim ie n to a d e c u a d o d e la s p o s ic io n e s m á s a lta s. P or e l c o n tr a r io , e s p e c ific a r o n q u e la e s tr a tific a c ió n era un « m e c a n is m o in c o n s c ie n te m e n te d e s a r r o lla d o » q u e , sin em b a r g o , to d a s o c ie d a d d e sa r r o lla o debe d e sa r r o lla r c o n el fin de so b r e v iv ir . D e s d e el p u n to d e v ista d e D a v is y M o o r e , para g a ra n tiz a r q u e la s p e r so n a s o c u p e n la s p o s ic io n e s m á s a lta s, la s o c ie d a d d e b e dar a lo s in d iv id u o s q u e las ocu p a n d iv e r s o s tip o s de r e c o m p e n s a s , en tre e lla s , m u c h o p r e s t ig io , un sa la r io alto y s u f ic ie n t e o c io . P or e je m p lo , para g a ra n tiz a r q u e h a y a una ca n tid a d s a t is fa cto ria d e m é d ic o s en n u e stra s o c ie d a d , e s p r e c is o o fr e c e r le s a q u e lla s y o tra s r e c o m p e n s a s. D a v is y M o o r e p e n sa b a n q u e n o p o d e m o s esp e r a r q u e la s p e r s o nas se em b a rq u en en el « la r g o » y « c a r o » p r o c e s o d e la carrera d e m e d ic in a si n o le s o fr e c e m o s s u f ic ie n t e s r e c o m p e n s a s . L o q u e se so b r e e n tie n d e en e s ta id e a e s q u e las p e r so n a s q u e e stá n e n la s p o s ic io n e s a lta s d e b e n r e c ib ir la s r e c o m p e n s a s q u e m e r e c e n . E n el c a s o d e q u e e s a s p o s ic io n e s no se o c u p e n , la so c ie d a d .c o r r e el p e lig r o de la d e s in te g r a c ió n . La te o r ia e str u c tu r a l-fu n c io n a l d e la e s tr a tific a c ió n ha r e c ib id o m u ltitu d d e c r itic a s d e s d e su p u b lic a c ió n e n 1 9 4 5 (v é a s e T u m in , 1 9 5 3 , para la p rim era c r í tic a r e le v a n te ; H u a c o , 1 9 6 6 , para un r e su m e n s a tis fa c to r io de las p r in c ip a le s c r ític a s h a sta e s e a ñ o ). L a c r itic a fu n d a m en ta l e s q u e la te o r ía fu n c io n a l d e la e s tr a tific a c ió n p e r p e túa la p o s ic ió n p r iv ile g ia d a d e la s p e r so n a s q u e tie n e n p o d e r, p r e s tig io y d in er o . Y la p erp etú a a d u c ie n d o q u e e s ta s p e r so n a s m e r e c e n su s r e c o m p e n s a s; d e h e ch o n e c e sita n q u e se le s o fr e z c a e s a s r e c o m p e n s a s para el b ie n d e la s o c ie d a d . La te o r ía fu n c io n a l ha s id o ta m b ié n c r itic a d a p o r su p o n e r q u e p o r e l s im p le h e c h o de q u e !a estru ctu ra s o c ia l e str a tific a d a h a y a e x is t id o en el p a sa d o , d e b e co n tin u a r e x is tie n d o en e l fu tu ro. C a b e d e n tr o d e lo p o s ib le q u e tas s o c ie d a d e s futuras se o r g a n ic e n d e o tra s m a n e ra s d ife r e n te s sin recurrir a la e s tr a tific a c ió n .
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
111
A d e m á s , se ha se ñ a la d o q u e la id e a d e q u e la s p o s ic io n e s fu n c io n a le s v a ría n d e a c u erd o
con
su im p o r ta n c ia para la s o c ie d a d e s d if íc il d e s o s te n e r . ¿ A c a s o
lo s b a su rero s so n m e n o s im p o r ta n te s p ara la s u p e r v iv e n c ia d e la s o c ie d a d q u e lo s e je c u t iv o s p u b lic ita r io s ? A p e sa r d e re c ib ir un s a la r io m e n o r y te n e r m e n o r p r e stig io , lo s b a su r e r o s s o n , e n r e a lid a d , más im p o r ta n te s p ara la s u p e r v iv e n c ia de la s o c ie d a d . I n c lu so e n lo s c a s o s en lo s q u e p u e d e a fir m a r se q u e un a p o s ic ió n c u m p le una fu n c ió n m á s im p o r ta n te para la s o c ie d a d , la s r e c o m p e n s a s m a y o r e s no se c o r r e sp o n d e n c o n la im p o r ta n c ia . P r o b a b le m e n te la s e n fe r m e r a s so n m á s im p o rta n tes para la s o c ie d a d q u e lo s a c to r e s d e c in e , p e r o la s e n fe r m e r a s tie n e m en o s p o d er, p r e s tig io , y d in e r o q u e lo s a c to r e s . ¿ H a y en verd a d e s c a s e z d e p e r so n a s c a p a c e s d e o c u p a r y d e s e m p e ñ a r la s p o s ic io n e s m á s a lta s? D e h e c h o , m u c h a s p e r so n a s n o p u e d e n o b te n e r la fo r m a ción q u e se n e c e s ita para a lc a n z a r p o s ic io n e s p r e s t ig io s a s , in c lu s o a u n q u e te n gan a p titu d . E n la p r o fe s ió n m é d ic a , p o r e je m p lo , e x is t e un e s f u e r z o p e r s is te n te por lim ita r la ca n tid a d d e m é d ic o s . P o r lo g e n e r a l, m u c h a s p e r so n a s c a p a c e s n o tien en la o p o rtu n id a d d e d e m o str a r q u e p u e d e n d e s e m p e ñ a r p o s ic io n e s a lta s ni siq u iera c u a n d o e x is t e u n a cla ra n e c e s id a d d e q u e io h a g a n . E l h e c h o e s q u e a q u e llo s q u e o c u p a n e s a s p o s ic io n e s a lta s e stá n in te r e sa d o s e n m a n te n e r su n ú m ero b ajo y su p o d e r e in g r e s o s a lto s. F in a lm e n te , p u e d e a r g ü ir se q u e n o te n e m o s la o b lig a c ió n d e o fr e c e r a las p erso n a s p ó d er, p r e s t lg io 'e in g r e s o s para q u e sie n ta n e l d e s e o d e o c u p a r p o s i c io n e s a lta s. L a s p e r so n a s p u e d e n s e n tir s e ig u a lm e n te m o tiv a d a s p o r la s a t is fa cció n d e h a c e r b ie n su tra b a jo o p o r la o p o r tu n id a d d e s e r v ir a lo s d e m á s ,
Prerrequisitos funcionales de la sociedad U na d e la s p r in c ip a le s p r e o c u p a c io n e s d e lo s fu n c io n a l is ta s e str u c tu r a le s e s e l a n á lisis d e lo q u e req u ie r e un s is te m a s o c ia l — la s estr u c tu r a s y , p a r tic u la r m e n te, la s fu n c io n e s — p ara so b r e v iv ir . A n a liz a r e m o s e l e je m p lo m á s ilu str a tiv o d e e ste a n á lis is , e l d e D , F, A b e r le y s u s c o le g a s ( 1 9 5 0 / 1 9 6 7 ) , M á s ta rd e e x a m in a r e m o s el e s f u e r z o m á s g e n e r a l q u e d e sa r r o lló P a r so n s p ara d e fin ir lo s cu atro p rerreq u isito s fu n c io n a le s d e to d o s is te m a d e a c c ió n : a d a p ta c ió n , c o n s e c u c ió n d e m e ta s, in te g r a c ió n y m a n te n im ie n to d e p a tr o n e s. A b e r le y s u s c o le g a s a n a liz a n la s c o n d ic io n e s b á s ic a s c u y o in c u m p lim ie n to ca u saría la d e s in te g r a c ió n d e la s o c ie d a d . E l p rim er fa c to r h a c e r e fe r e n c ia a la s c a r a c te r ístic a s d e m o g r á fic a s d e la s o c ie d a d - L a e x tin c ió n o la d is p e r s ió n d e su s m iem b ro s am en a za ría o b v ia m e n te la e x is te n c ia de ta so c ie d a d . E sto ocu rre c u a n d o la s o c ie d a d e x p e r im e n ta un a p é rd id a tal d e p o b la c ió n q u e h a c e q u e su s d iv e r s a s estru ctu ra s sea n in o p e r a n te s. S e g u n d o , u n a p o b la c ió n a p á tic a se r ía u n a a m e n a za para la s o c ie d a d . S i b ie n se trata d e una c u e s t ió n d e g ra d o — y a q u e s ie m p r e hay s e g m e n to s d e p o b la c ió n q u e m a n ifie s ta n c ie r to r e tr a im ie n to — la a p a tía llev a d a al e x tr e m o p u e d e h a c er q u e lo s d iv e r s o s c o m p o n e n t e s d e la so c ie d a d c e s e n d e ser o p e r a tiv o s y q u e la s o c ie d a d se e n c a m in e h a c ia la d e s in te g r a c ió n . T ercera, un a g u erra d e « to d o s co n tra to d o s » a m e n a z a la e x is t e n c ia d e la s o c ie
112
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
dad. U n g ra d o a lto d e c o n f lic t o in te rn o d e n tr o d e la s o c ie d a d re q u ie r e la in te r v e n c ió n d e lo s d iv e r s o s a g e n te s d e c o n tr o l s o c ia l q u e p o d ría n recurrir a la fu e r z a para co n tr o la r el c o n f lic t o . L o s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s c r e e n q u e una s o c ie d a d no p u e d e fu n c io n a r d u ra n te m u c h o tie m p o so b r e la b a s e d e la fu erza . C o m o A b e r le y s u s c o le g a s se ñ a la r o n ; « U n a s o c ie d a d b a sa d a ú n ic a m e n te en la fu erza c o n s titu y e u n a c o n tr a d ic c ió n e n si m is m a » ( 1 9 5 0 /1 9 6 7 : 3 2 2 ) . Para lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s la s o c ie d a d se m a n tie n e u n id a d d e b id o al c o n s e n s o de s u s m ie m b r o s; d e s d e su p u n to d e v is ta , u n a s o c ie d a d q u e se m a n tie n e u n id a por m e d io d e la fu e r za n o m e r e c e e s a d e n o m in a c ió n . F in a lm e n te , un a so c ie d a d p u ed e d e sin te g r a r se d e b id o a su a b so r c ió n p or o tra s o c ie d a d m e d ia n te la a n e x ió n , la c o n q u is ta , etc. L a otra cara de la m o n e d a d e e s te a n á lis is d e lo s p r e r r e q u is ito s fu n c io n a le s in c lu y e la s c a r a c te r ístic a s q u e d e b e ten er un a s o c ie d a d p ara s o b r e v iv ir . P or un la d o , una s o c ie d a d d e b e d is p o n e r d e un m é to d o a d e c u a d o p ara r e la c io n a r se c o n su en to rn o . D e lo s d o s a s p e c t o s d ife r e n te s de la c u e s t ió n d e l e n to r n o , e l p r im e r o e s la e c o lo g ía . U n a s o c ie d a d d e b e ser c a p a z d e e x tra e r d e l e n to r n o lo q u e n e c e sita para so b r e v iv ir ( a lim e n t o s , e n e r g ía , m a te r ia s p rim a s, e tc . ) sin d e str u ir lo s r e c u r so s n a tu ra les. S o m o s d o lo r o s a m e n te c o n s c ie n t e s d e e s t e p r o b le m a en u n a é p o c a d e p o lu c ió n a m b ie n ta l, e s c a s e z e n e r g é tic a y h a m b re en m u c h a s z o n a s del m u n d o . El s e g u n d o a s p e c to d el e n to r n o s o n lo s s is te m a s s o c ia le s d if e r e n te s c o n lo s q u e trata u n a s o c ie d a d . E sto in c lu y e , en tre o tr a s c o s a s , el c o m e r c io , lo s in te r c a m b io s c u ltu r a le s , una c o m u n ic a c ió n c o n v e n ie n t e , y la d e fe n s a m ilita r ap ro p ia d a en ei c a s o d e q u e se p ro d u zc a n h o s tilid a d e s in t e r s o c ie ta le s . La s o c ie d a d req u ie re ta m b ié n un m é to d o q u e r e g u le la r e la c ió n e n tr e lo s se x o s . Las r e la c io n e s h e te r o s e x u a le s d e b en e sta b le c e r se de m a n e r a q u e la s m u jeres y lo s h o m b r e s te n g a n o p o r tu n id a d e s a d e c u a d a s para in tera ctu a r. A d e m á s , a m b o s s e x o s d eb en s e n tir s e m o t iv a d o s para e l m a n te n im ie n to d e una d e te r m in a d a tasa d e r e p r o d u c c ió n q u e c o n tr ib u y a a la s u p e r v iv e n c ia d e ia s o c ie d a d . P or tér m in o m e d io , una p a reja d e b e te n e r a lg o m á s d e d o s h ijo s. Y p o r ú lt im o , la s o c ie d a d req u iere u n a c a n tid a d sa tis fa c to r ia d e m ie m b r o s c o n una v a r ie d a d s u fic ie n te d e in te r e s e s y a p titu d e s q u e la p e rm ita fu n c io n a r c o r r e c ta m e n te .
-
La s o c ie d a d ta m b ié n d e b e d is p o n e r d e u n a d if e r e n c ia c ió n a d e c u a d a d e ro le s , a si c o m o d e un m e c a n is m o a p r o p ia d o para a sig n a r p e r s o n a s a e s o s r o le s . En to d a s o c ie d a d e x is te n a c tiv id a d e s q u e r e q u ie r e n ser r e a liz a d a s y la s o c ie d a d d e b e c o n str u ir c ie r to s r o le s q u e p e r m ita n r e a liz a r e s a s a c tiv id a d e s . L a fo rm a m ás im p o rta n te q u e a d o p ta la d ife r e n c ia c ió n d e r o le s e s la e s tr a tific a c ió n s o c ia l. C o m o y a h e m o s v is to , u n o d e lo s p r in c ip io s b á s ic o s d e l fu n c io n a lis m o e s tr u c tu ral e s q u e la s s o c ie d a d e s r e q u ie r e n e s a e s tr a tific a c ió n p ara so b r e v iv ir . L a e str a tific a c ió n c u m p le v a ria s fu n c io n e s , en tre e lla s a se g u r a r la b u e n a d is p o s ic ió n d e la s p e r so n a s a a su m ir la s r e s p o n s a b ilid a d e s q u e en tra ñ a n la s p o s ic io n e s a lta s, a seg u ra r la e s ta b ilid a d d e l s is te m a s o c ia l, e tc . O tro r e q u is ito fu n c io n a l d e to d o s is te m a s o c ia l e s la e x is t e n c ia d e un s i s t e m a d e c o m u n ic a c ió n a d e c u a d o . S u s e le m e n to s in c lu y e n el le n g u a je y la s v ía s d e c o m u n ic a c ió n . E s o b v io q u e una s o c ie d a d n o e x is tir ía si la s p e r so n a s n o p u d ie
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
113
ran intcractuar y c o m u n ic a r s e . S in e m b a r g o , c u a n d o lo s fu n c io n a lis ta s e s tr u c tu rales estu d ian el siste m a d e c o m u n ic a c ió n d e un a s o c ie d a d , ta m b ié n in c lu y e n el interés por lo s s is te m a s s im b ó lic o s c o m p a r tid o s q u e la s p e r so n a s a p re n d e n d u rante el p r o c e s o d e la s o c ia liz a c ió n y q u e h a cen p o s ib le la c o m u n ic a c ió n . L os sistem as s im b ó lic o s c o m p a r tid o s h a c e n p o s ib le !a e x is te n c ia d e un s is te m a d e valores cu ltu r a le s. D e s d e el p u n to d e v is ta e str u c tu r a l-fu n c io n a l el s is te m a c u l tural e s d e c r u c ia l im p o r ta n c ia para el m a n te n im ie n to d e la c o h e s ió n s o c ia l. L o s valores c o m u n e s c o n s titu y e n un b a lu a r te fren te a !a p o s ib ilid a d d e un c o n flic to continuo en el s e n o d e la s o c ie d a d . A d em á s d e l r e q u is ito d e un s is te m a c u ltu ra l c o m p a r tid o , lo s fu n c io n a lis ta s estructurales h ab lan ta m b ié n de la n e c e s id a d d e un s is te m a d e v a lo r e s c o m u n e s en el n iv e l in d iv id u a l. L as p e r so n a s d e b e n c o m p a r tir una v is ió n d el m u n d o s i m i lar. E sto le s p e r m ite p r e d e c ir , c o n un a lto g ra d o de p r e c is ió n , lo q u e p ie n s a n y hacen lo s d e m á s. E sta s o r ie n t a c io n e s c o g n it iv a s m u tu a s c u m p le n v a r ia s fu n c io nes. Y tal v e z la m á s im p o rta n te de e lla s e s q u e c o n fie r e n e sta b ilid a d , s i g n if i c a do y p o sib ilid a d d e p r e d ic c ió n a la s s itu a c io n e s s o c ia le s . En su m a , una so c ie d a d estab le, d e im p o r ta n c ia c r u c ia l para lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s, e s p o s ib le por el h e c h o d e q u e lo s a c to r e s o p era n c o n o r ie n ta c io n e s c o m u n e s . E sta s o r ie n tacion es c o m u n e s ta m b ié n p e r m ite n a la s p e r so n a s e x p lic a r d e m o d o s im ila r las cosas q u e n o p u e d e n co n tr o la r o p red ecir; la s c a p a c ita n p ara m a n te n e r su im p li cación y su c o m p r o m is o c o n la s s itu a c io n e s s o c ia le s .
TALCOTT PARSONS: Reseña biográfica Talcott Parsons nació en Colorado Springs, Colorado, en 1902. Procedía de una familia religiosa e intelectual; su padre fue ministro eclesiástico, profesor y, posteriormente, presi dente de una pequeña universidad. Parsons se licenció en Amfierst College en 1924 y realizó sus cursos de doctorado en la London School of Economics. Al año siguiente se trasladó a Heidelberg, Alemania. Max Weber pasó una buena parte de su carrera académica en Hei delberg, y si bien hacía cinco años que habia muerto cuando llegó Parsons, aún podía sentirse su influencia: su viuda continuaba convocando reuniones en su casa, a las que asistía Parsons. La obra de Weber influyó enormemente en Parsons, quien escribió en Heidel berg su tesis doctoral, dedicada, en parte, a analizar las ideas de Weber. Parsons se convirtió en tutor de Harvard en 1927 y aunque cambió va rias veces de departamento, permaneció allí hasta que le sobrevino la muer te en 1979. No progresó en su carrera rápidamente ya que no logró el esta tuto de profesor permanente hasta 1939. Dos años antes de esta fecha había publicado The Structure of Socia! Action [La estructura de la acción
11 4
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
social], libro que no sólo daba a conocer los teóricos de la sociología más relevantes como Weber a un sinnúmero de sociólogos, sino también senta ba las bases para el desarrollo de su propia teoría. Tras la publicación de esta obra, e( progreso académico de Parsons se aceleró. Le nombraron director del Departamento de Sociología de Harvard en 1944 y dos años más tarde formó y dirigió el nuevo Departamento de Relaciones Sociales, que englobaba no sólo a sociólogos sino también a una variedad de otros científicos sociales. En 1949, le eligieron presidente de la American Sociological Association. Durante los años cincuenta y prin cipios de los sesenta publicó obras como The Social System [El sistema social] (1951) y se convirtió en la figura más destacada de la sociología estadounidense. Sin embargo, a finales de los años sesenta la naciente ala radical de ta sociología estadounidense comenzó a atacar a Parsons. Le calificaron polí ticamente de conservador. También su teoría fue considerada muy conser vadora y poco más que un esquema sofisticado de categorización. Pero durante la década de 1980 resurgió el interés por la teoría parsoniana no sólo en los Estados Unidos, sino también en muchos otros países del mundo (Buxton, 1985; Sciulli y Gersteln, 1985). Holton y Turner (1986: 13) fueron los que más lejos llegaron al afirmar que «la obra de Parsons... representa una aportación a la sociología más poderosa que la de Marx, Weber, Dur kheim y (a de cualquiera de sus seguidores contemporáneos». Además, tas ideas de Parsons influyen no sólo en los pensadores conservadores, sino también en los teóricos neomarxistas, A su muerte varios de sus antiguos estudiantes, que hoy son sociólogos destacados, reflexionaron sobre su teoría, así como sobre el hombre que habia detrás de ella. En sus meditaciones, estos sociólogos nos ofrecieron algunas ideas interesantes sobre Parsons y su obra. Las pocas descripcio nes de Parsons que aquí reproducimos no nos ayudan a hacernos una ima gen coherente de su persona, pero nos ofrecen ciertas ideas sugerentes del hombre y su obra, Rober Merton era estudiante suyo cuando Parsons empezó su carrera docente en Harvard. Merton, que se convertiría en un teórico destacado por sus propios méritos, especificó que los estudiantes no acudían a Harvard en aquellos años para estudiar con Parsons, sino con Pitirim Sorokin, el miem bro más antiguo de) departamento que llegaría a convertirse en su enemigo más acérrimo: De la primera promoción de estudiantes que acudieron a Harvard... ninguno de ellos iba a allí para estudiar con Talco» Parsons. No podian hacerlo por una razón obvia; en 1931 no era conocido como sociólogo. Si bien nosotros, los estudiantes, acudíamos para estudiar con el famoso Sorokin. algunos nos quedamos a trabajar con el desconocido Parsons, (Merton, 1980: 69)
Las reflexiones de Merton sobre el primer curso de teoría que impartió Parsons son harto interesantes también, especialmente porque el contenido del curso proporcionó la base para una de las obras teóricas más influyentes de la historia:
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
115
Mucho antes de que Talcott Parsons se convirtiera en uno de los gigantes de ia sociología, fue para algunos de nosotros nuestro pequeño gigante. Esto comenzó a suceder durante su prim er curso de teoría .. Le ayudó a desarrollar el núcleo de su obra maestra, La estructura de la acción social, que... no se publicaría hasta cinco años después de su divulgación oral. (Merton, 1980: 69-70)
Aunque no todos comparten la opinión positiva de Merton, todos reco nocen lo siguiente: La muerte de Talcott Parsons marca ©I final de una era de la sociología. Con seguridad, la nueva era... se verá reforzada por la gran tradición de pensamiento sociológico que nos ha legado. (Merton, 1980:71)
L os fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s ta m b ién se ñ a la n q u e la s o c ie d a d n e c e s ita tener un co n ju n to c o m p a r tid o y a r tic u la d o d e m e ta s. Si la s p e r so n a s p e r s ig u ie ran m u ch a s m e ta s d ife r e n te s e in c o n e x a s , el c a o s h aría im p o s ib le la e x is te n c ia de la so c ie d a d . M e ta s c o m u n e s c o m o la fe lic id a d c o n y u g a l, el é x it o d e lo s h ijo s y la c o m p e te n c ia p r o fe s io n a l c o n íle r e n un a lto g r a d o de c o h e s ió n a ia s o c ie d a d . O tro r e q u is ito d e la s o c ie d a d e s un m é to d o q u e r e g u le lo s m e d io s para a l canzar e s ta s m eta s: el siste m a n o n n a tiv o . S in la r e g u la c ió n n o r m a tiv a d e lo s m ed io s, la s o c ie d a d se v e a m e n a z a d a p o r el c a o s , ia a n o m ía y la a p a tía . Hn c a s o de que el é x it o o c u p a c io n a l p u d iera a lc a n z a r s e p o r c u a lq u ie r m e d io , s o b r e v e n dría, d e a c u e r d o c o n lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s , el d e so r d e n s o c ia l. U na s o c ie d a d d e b e reg u la r a s im is m o la e x p r e s ió n a fe c t iv a , p o rq u e la s e m o c io n e s d e se n fr e n a d a s c o n s titu y e n otra fu e n te d e c a o s . C ie r ta s e m o c io n e s so n c la ra m en te n e c e sa r ia s; p or e je m p lo , el a m o r y la le a lta d fa m ilia r so n n e c e s a r io s para a seg u ra r una p o b la c ió n a d e c u a d a . A u n q u e e s d if íc il d e fin ir c o n p r e c is ió n la lin ea q u e d iv id e lo s n iv e le s d e e m o c ió n q u e resu lta n n e c e s a r io s y p e lig r o s o s , para lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s e s e v id e n t e q u e un d e te r m in a d o n iv e l d e e m o tiv id a d p u e d e lle g a r a ser p e lig r o s o para el s is te m a s o c ia l. Im p líc ita en m u c h a s de la s c u e s t io n e s q u e a c a b a m o s d e se ñ a la r e n c o n tr a m o s la id e a d e q u e la s o c ie d a d n e c e s ita la s o c ia liz a c ió n d e su s n u e v o s m ie m b r o s para so b r e v iv ir . L as p e r so n a s d e b e n a p r e n d e r m u c h a s c o s a s , e n tr e e lla s su lu g a r en el s is te m a d e e s tr a tif ic a c ió n , el s is te m a d e v a lo r e s c o m u n e s , la s o r ie n t a c io n es c o g n it iv a s c o m p a r tid a s, la s m e ta s a c e p ta d a s , la s n o r m a s q u e d e fin e n lo s m e d io s a p r o p ia d o s para a lc a n z a r e s a s m e ta s y la r e g u la c ió n d e lo s e s ta d o s a f e c tiv o s . D e s d e el p u n to d e v ista d e lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s, si lo s a c to r e s no a p ren d en e in te r n a ü z a n e s ta s c o s a s la s o c ie d a d e s im p o s ib ie . F in a lm e n te , la s o c ie d a d req u ie r e el c o n tr o l e f e c t iv o de la c o n d u c ta d e s in tc grad ora. Id e a lm e n te , si el p r o c e s o de s o c ia liz a c ió n lo g ra q u e lo s a c to r e s in ter n a lic e n lo s v a lo r e s a d e c u a d o s , se lo g ra rá q u e a c tile n se g ú n su propra v o lu n ta d .
116
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Para lo s fu n c io n a lis ta s e str u c tu r a le s, la s o c ie d a ti fu n c io n a m e jo r c u a n d o n o e s precisa la in te r v e n c ió n d el co n tro l e x te r n o so b r e lo s a c to r e s. S in e m b a r g o , cu a n d o el con trol e x te r n o se d e m u e s tr a n e c e s a r io , d e b e n in te r v e n ir lo s d iv e r s o s a g e n te s de co n tro l s o c ia l. E ntre e ll o s fig u r a n d e s d e e l g e s t o d e le v a n ta r ta s c e ja s q u e hace un a m ig o hasta la porra d el a g e n te d e p o lic ía o, en c a s o s e x tr e m o s , la b a y o n eta d e un so ld a d o .
El funcionalismo estructural de Talcott Parsons T a lco tt P a rso n s p r o d u jo a lo la r g o d e su v id a un a e n o r m e ca n tid a d d e trabajo te ó r ic o . E x iste n d if e r e n c ia s im p o r ta n te s en tre su s o b r a s te m p ra n a y m ad u ra. En e s te ap artad o v a m o s a e stu d ia r su te o r ía e str u c tu r a l-fu n c io n a l m a d u ra . (P ara un a n á lis is m á s c o m p le to d e l fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l d e P a r so n s, v é a s e R it zer, 1 9 9 2 .) C o m e n z a r e m o s el a n á lis is d el fu n c io n a lis m o e stru ctu ra l d e P a r so n s por lo s cu atro im p e r a tiv o s fu n c io n a le s d e to d o s is te m a d e « a c c ió n » , su fa m o so e sq u e m a A G IL . D e s p u é s r e g r e sa r e m o s a l e s tu d io d e la s id e a s d e P a r so n s so b r e las estru ctu ra s y lo s siste m a s. A G IL . Una Junción e s « u n c o m p le jo d e a c tiv id a d e s d ir ig id a s h a c ia ia s a t is fa c c ió n d e una o v a r ia s n e c e s id a d e s d el s is te m a » (R o c h e r , 1 9 7 5 : 4 0 ), S o b r e la b a se d e e sta d e f in ic ió n P a rso n s c r e ía q u e h a b ía cu a tro im p e r a tiv o s fu n c io n a le s n e c e s a r io s (c a r a c t e r ís t ic o s ) d e to d o siste m a : (A ) a d a p ta c ió n , ( G ) c a p a c id a d para a lca n za r m e ta s* , ( l ) m te g r a c ió n , y (L ) la te n c ia , o m a n te n im ie n to d e p a tr o n es (A G I L ). Para s o b r e v iv ir , un s is te m a d e b e r e a liz a r e s ta s cu a tr o fu n c io n e s : 1.
Adaptación: to d o siste m a d e b e s a tis fa c e r la s e x ig e n c ia s s itu a c io n a le s e x te r n a s . D e b e a d a p ta rse a su e n to r n o y a d a p ta r el e n to r n o a su s n e c e s i d a d e s.
2.
Capacidad para alcanzar metas: to d o s is te m a d e b e d e fin ir y a lc a n za r su s m e ta s p r im o r d ia le s.
3.
integración: to d o s is te m a d e b e reg u la r la in te r r e la c ió n en tre su s p artes c o n s titu y e n te s . D e b e co n tr o la r ta m b ié n la r e la c ió n en tre lo s o tr o s tres
4.
Latencia (mantenimiento de patrones): to d o s is te m a d e b e p r o p o r c io
iiT ipcrativos fu n c io n a le s (A . G , L ), nar, m a n te n e r y ren o v a r la m o t iv a c ió n d e lo s in d iv id u o s y la s p a u ta s c u ltu r a le s q u e crean y m a n tie n e n la m o tiv a c ió n . P a rso n s d is e ñ ó el e s q u e m a A G IL d e m a n era q u e p u d iera u sa r se en todos lo s n iv e le s d e su s is te m a te ó r ic o . Ilu str a r e m o s el m o d o e n q u e P a r so n s u tiliz ó e l siste m a A G IL m e d ía n te el a n á lis is q u e h a r e m o s e n b r e v e d e lo s cu a tr o s is te m a s de a c c ió n .
C o íii titld in m i'n t en ingiós [N. d e la T.l
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
Sistema cultural
S iste m a so c ia l
Organismo conduct L ia i
Sistema de lü personalidad
G
117
Figura 3.1. E structura de! sis+ em a g e n e r a l d e la a c c ió n .
El organismo biológico e s cl s is te m a d e a c c ió n q u e c lim p ie la fu n c ió n d e ad aptación al a ju sta r se o tra n sfo rm a r el m u n d o e x te r n o . El sistem a de la p erso
nalidad re a liz a la fu n c ió n d e l lo g r o d e m e ta s m e d ia n te la d e f in ic ió n d e lo s o b je tiv o s del s is te m a y la m o v iliz a c ió n d e lo s r e c u r so s para a lc a n z a r lo s . El sistema social se o c u p a d e la fu n c ió n de la in te g r a c ió n , al co n tr o la r su s p a rtes c o n s t itu y en tes. F in a lm e n te , el sistema cultural c u m p le !a fu n c ió n d e p r o p o r c io n a r a lo s actores la s n o rm a s y lo s v a lo r e s q u e le s m o tiv a n para la a c c ió n . L a F ig u ra 3.1 esq u em a tiza la estru ctu r a d e l siste m a d e a c c ió n en té r m in o s d e l e s q u e m a A G IL .
El sistema de la acción.
T e n e m o s y a lo s e le m e n t o s n e c e s a r io s p ara c o m
prender y a n a liz a r el c o n ju n to d el s is te m a d e la a c c ió n d e P a r so n s q u e , en m u ch o s se n tid o s , e s un s is te m a d e lo s n iv e le s d e l a n á lis is s o c ia l (v é a s e el A p é n d ice). La F ig u ra 3 .2 m u estra un e sq u e m a d e lo s p r in c ip a le s n iv e le s d el s is te m a de P arson s. Es o b v io q u e P a r so n s te n ia un a id e a m u y n ítid a d e lo s d is tin t o s « n iv e le s » del a n á lis is s o c ia l, a sí c o m o de su in te r r e la c ió n . En su a n á lis is el o r d e n je r á r q u i co a p a r e c e m u y c la r o , y lo s n iv e le s se in te g r a n e n su s is te m a d e d o s m a n e r a s. P rim era, c a d a u n o d e lo s s is te m a s in fe r io r e s p r o p o r c io n a la s c o n d ic io n e s , la en e r g ía , q u e r eq u ier e n lo s n iv e le s s u p e r io r e s. S e g u n d a , lo s n iv e le s su p e r io r e s co n tro la n a lo s q u e h a y d e b a jo d e e ll o s e n ia je r a r q u ía .
Información superior (controles)
Información superior (controles)
Jerarquía de factores condicionantes
Energía superior (condiciones)
Figura 3.2.
1. Entorno de la acción: realidad última 2. Sistema cultural 3. Sistema social A. Sistema de la personalidad 5. Organismo conductural 6. Entorno de la acción: entorno físico-orgánico
El esquema de la acción de Parsons.
Jerarquía de factores condicionantes
Energia superior (condiciones)
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
118
[■fi tcrniinos de los ambicntcí; del sistema de la acción, cl nivel inferior, el entorno orgánico y físico, implica los aspectos no simbólicos del cuerpo huma no, su anatomia y fisiologia. Kl nivel superior, la realidad última, tiene, como Jackson Toby sugiere, un «tono metafisico», aunque también afirma este autor que Parsons «no se refiere tanto a lo sobrenatural como a la tendencia universal de las sociedades a abordar simbólicamente !a inseguridad, las preocupaciones y las tragedias de la existencia humana que desafian el sentido de la organiza ción social» ( 1977: 3 ). [’1núcleo de la obra de Parsons son sus cu;\tro sistemas de la acción, t'n los supuestos que Parsons hizo en su análisis de los sistemas de la acción, encon tramos de nuevo el problema del orden, preocupación que sintió desde el ori gen de su carrera y que se convirtió en la mayor fuente de críticas de su obra {Schwancnbcrg, 1971 ). Para Parsons ( 1937), los filósofos anteriores no habían ofrecido una respuesta satisfactoria al problema hobbcsiano del orden; qué es lo que evita una guerra social de todos contra todos. Parsons encontró una res puesta a este problema en cl funcionalismo estructural, que trabaja con los si guientes supuestos: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Los sistemas tienen la caracteristica del orden y de la interdependencia de las partes. Los sistemas tienden hacia un orden que se mantiene por sí mismo, o equilibrio, Los sistemas pueden ser estáticos o verse implicados en un proceso ordenado de cambio. La naturaleza de una parte del sistema infiuye en la forma que pueden adoptar las otras partes. Los sistemas mantienen fronteras con sus ambientes. La distribución y la integración constituyen dos procesos fundamenta les y necesarios para el estado de equilibrio de un sistema, Los sistemas tienden hacia el automantenimiento, que implica el man tenimiento de fronteras y de las relaciones entre las partes y el todo, el control de las variaciones del entorno, y el control de las tendencias de cambio del sistema desde su interior.
Lstos supuestos llevaron a Parsons a hacer del análisis de la estructura orde nuda de la sociedad su principal preocupación. Al hacerlo, no se ocupó de la cuestión del cambio .social hasta muy avanzada su carrera: Creem os que no os rentable describir los cam bios que se producen en lo s sistem as de variabic.s sin ai.slar y de.scribir antes las variables; por tanto, h em os preferido com enzar estudiando com binaciones determ inadas de variables para m overnos hacia la descripción de los cam b ios que experim entan estas co m b in a cio n es una v ez que ha .sido sentada una sólida base para hacerlo. (Parsons y S h ils, 1451: 6)
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
119
Parsons recibió críticas tan duras por su orientación estática que com cn/ó a dedicar cada vez más atención al cambio; de hecho, como veremos, procedió finalmente al análisis de la evolución de las sociedades; Sin embargo, en opi nión de muchos observadores, su obra sobre el cambio social tendía a ser muy estática y estructurada. Cuando piense en los cuatro sistemas de la acción, el lector debe tener en mente que no existen en el mundo real, sino que más bien constituyen herra mientas analíticas para el análisis del mundo real. Sistema social. La concepción de Parsons sobre el sistema social comienza en el mieronivel de la interacción entre ego y alter ego, definida como la forma más elemental del sistema social. Dedicó poco tiempo al análisis de este nive!, si bien sostuvo que los rasgos de este sistema de interacción están presentes en las formas más complejas que adopta el sistema social. He aquí la definición de Parsons de sistema social'. , Un sistem a social — reducido a los térm inos m ás sim p les - c o n siste, pues, en una pluralidad de actores in d ivid u ales que inteructúan entre ,si en una situación que tiene, al m en os, un aspecto físico o de m edio am biente, actores m otivados por una tendencia a «obtener un óptim o de gratificación » y cuyas relaciones con sus situa ciones — inclu yen d o a los dem ás actores— están m ediadas y d efin id as por un s is tema de sím b o lo s culturalm ente estructurados y com partidos. (P arso ns, 1951: 5-6)
Esta definición del sistema social contiene muchos de los conceptos clave de ta obra de Parsons: los actores, la interacción, el entorno, la maximizaeión de la gratificación y la cultura, A pesar de su compromiso con la concepción del sistema social como un sistemado interacción, Parsons no tomó la interacción como unidad fundamental en su estudio del sistema social. Utilizó el concepto más complejo de vstatusrolcomo unidad básica del sistèma. Como ya hemos señalado, éste no constitu ye ni un aspecto de los actores ni un aspecto de la interacción, sino un compo nente estructural del sistema social. El estatus hace referencia a una posición estructural en el seno de un sistema social, y el rol a lo que hace el actor en esa posición; ambos son considerados en el contexto de su significado funcional para el sistema. No se considera al actor en función de sus pensamientos y acciones, sino sólo como un conjunto de estatus y roles (al menos en términos de su posición en el sistema social). En su análisis del sistema social, Parsons se interesa primordialmente por sus componentes estructurales. Además de ocuparse del estatus-rol. Parsons (1966: 11 ) se interesó también por los grandes componentes de los sistemas sociales, tales como las colectividades, las normas y los valores. Sin embargo, 'en su estudio del sistema social Parsons adoptó una postura no sólo estructuralista, sino también funcionalista. Delineó una serie de prerrequisitos funciona
120
TEORIA SOCIOLOGtCA CONTEMPORANEA
les de todo sistema social. Primero, los sistemas sociales deben estar estructura dos de manera que sean compatibles con otros sistemas. Segundo, para sobrevi vir. el sistema social debe contar con el apoyo de otros sistemas. Tercero, debe satisfacer una proporción significativa de las necesidades de los actores. Cuar to, debe suscitar en sus miembros una participación suficiente. Quinto, debe ejercer al menos un cierto control sobre la conducta potencialmente desintegradora. Sexto, si surge un conllicto desintegrador, es necesario que !o controle, finalmente, un sistema social requiere un lenguaje para sobrevivir. En el análisis de los prerrequisitos funcionales del sistema social, se aprecia con claridad que Parsons se centró en los grandes sistemas y su interrelación {funcionalismo societal). Incluso cuando hablaba de los actores, lo hacia desde la perspectiva del sistema. Este análisis refleja también la preocupación de Par sons por el mantenimiento del orden en el sistema social. Sin embargo, Parsons no ignoró totalmente la cuestión de la relación entre los actores y las estructuras sociales. De hecho, como hemos visto más arriba, creía que la integración de las pautas de valor y las disposiciones de necesidad constituía «el teorema dinámico fundamental de la sociología» (Parsons, 1951: 42). Dada su preocupación central por el sistema social, los procesos de intemalización y socialización cobran una importancia crucial en esa integración. Es de cir, a Parsons le interesaban ios modos en que se transmitían las normas y los valores de un sistema a los actores de ese sistema. Estas normas y valores se internalizan en un proceso efectivo de socialización; es decir, por medio de este proceso llegan a convertirse en parte de las «conciencias» de ios actores. Por lo tanto, cuando los actores persiguen sus intereses particulares, en realidad están sirviendo a !os intereses generales del conjunto del sistema. Como Parsons se* ñaló, «La combinación de las pautas de orientación de valor que se adquieren (en la socialización) debe ser en una considerable proporción una función de la estructura fundamental de los roles v los valores predom inantes del sistema social» { m \ \ 221). '
■ En general, Parsons presuponía que los actores solían ser receptores pasi vos en el proceso de la socialización. ^ Los niños aprenden no sólo cómo actuar, sino también las normas y los valores, ta moralidad, de la sociedad. La sociali zación se define como un proceso conservador en el que las disposiciones de necesidad (que están moldeadas en buena parte por la sociedad) ligan a los niños con el sistema social, el eual proporciona los medios por los que poder satisfacer las disposiciones de necesidad. Queda poco espacio, de haberlo, para la creatividad; la necesidad de gratificación liga a los niños con el sistema tal y como existe. Parsons concibe la socialización como una experiencia que dura toda la vida. Como las normas y los valores inculcados durante la infancia tien den a ser harto generales, no preparan a los niños para diversas situaciones ^ Esta es una interpretación polémica de la obra de Parsons con la que muchos no están de acuerdo. François Bourricaud, por ejemplo, habla de «la dialéctica de la socialización» ( 1981: 108) en la ubra de Parsons, y no de receptores pasivos de la socialización.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
121
específicas en las que pueden encontrarse en su madurez. Así, la socialización debe complementarse con una serie de experiencias socializadoras más especí ficas. A pesar de esta necesidad en la madurez, las normas y los valores apren didos en la infancia tienden a ser estables y, con un ligero refuerzo, tienden a permanecer durante toda la vida. A pesar del conformismo al que induce la socialización a lo largo de toda la vida, existe una gran cantidad de variación individual en el sistema. La pregun ta es: ¿por qué la conformidad no suele constituir una preocupación principal para todo sistema social, dado su carácter necesario para el orden? Por un lado, se puede hacer uso de una serie de mecanismos de control social para lograr la conformidad. Sin embargo, para nuestro autor, el control social constituye es trictamente una segunda línea de defensa. Un sistema funciona mejor cuando recurre con poca frecuencia al control social. Por otro lado, el sistema debe tolerar cierta variación, cierta desviación. Un sistema social flexible es más fuerte que uno rigido que no acepta la desviación. Finalmente, el sistema social debe proporcionar una amplia serie de oportunidades de rol que permita la ex presión de las diferentes personalidades sin amenazar la integridad del sistema. La socialización y el control social constituyen los principales mecanismos que permiten al sistema social mantener el equilibrio. Debe permitirse una pe queña cantidad de individualidad y desviación, pero sus formas más extremas requieren mecanismos reequtlíbradores. Asi, el orden social es la base de la estructura del sistema social de Parsons: Sin una planificación deliberada por parte de nadie, en nuestro tipo de sistem a social y, correspondientem ente, en otros, se han desarrollado m ecanism os que dentro de ciertos lím ites son capaces de prevenir e invertir las profundas tendencias a la desviación en la fase del circulo v ic io so , que la sitúa m ás allá del control de las sanciones ordinarias de aprobación-desaprobación y recom p en sa-castigo. (Parsons, 3951: 319)
Parsons se centra otra vez en el sistema en su conjunto más que en el actor dentro del sistema: se ocupa de cómo controla el sistema al actor, no de cómo el actor crea y mantiene el sistema. La preocupación de Parsons por esta cuestión refleja su compromiso con la orientación estructural-funcional. Aunque la idea del sistema social hace referencia a todo tipo de colectivida des, un sistema social específico y patiicularmente importante es la sociedad, , «una colectividad relativamente autosuficiente cuyos miembros pueden satisfa cer todas sus necesidades individuales y colectivas y vivir enteramente dentro de su marco» {Rocher, 1975: 60). Como buen funcíonalísta estructural, Parsons distinguía entre cuatro estructuras o subsistemas de la sociedad a partir de las funciones (AGIL) que cumplen (véase Figura 3.3). La economía es el subsiste ma que cumple la función de la adaptación de !a sociedad al entorno mediante el trabajo, la producción y la distribución. Asi, la economía adapta el entorno a las necesidades de la sociedad, y ayuda a la sociedad a adaptarse a estas realidades
122
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Sistema fiduciario
Comunidad
Economia
P o litic a
societal
F ig u ra 3 .3 . La sociedad, sus subsistemas y los imperativos funcionales.
externas. La política (o sistema político) realiza la función del logro de metas mediante la persecución de objetivos societales y la movilización de los actores y recursos para ese fm. El sistema fiduciario (por ejemplo, las escuelas, la fami lia) cumple la función de la latencia al ocuparse de la transmisión de la cultura (normas y valores) a los actores permitiendo que la internalicen. Finalmente, la función de la integración corresponde a la comunidad societal (por ejemplo, el derecho), que se ocupa de coordinar los diversos componentes de la sociedad (Parsons y Platt, 1973). A pesar de que las estructuras del sistema social eran extremadamente im portantes para Parsons, el sistema cultural era aún más importante. De hecho, como ya hemos visto, el sistema cultural se mantiene en la cúspide de su sis tema de la acción, y Parsons (1966) se calificó a sí mismo de «determinista cultural». Sistem a cultural. Parsons concebía la cultura como la principal fuerza que ligaba los diversos elementos del mundo social o, dicho en sus propios térmi nos, del sistema de la acción. La cultura media en la interacción entre los acto res e integra la personalidad y los sistemas sociales. Tiene la peculiar capacidad de llegar ser, al menos en parte, un componente de otros sistemas diferentes. De este modo, en el sistema social, la cultura se encarna en normas y valores, y en el sistema de la personalidad es internalizada por el actor. Pero el sistema cultu ral no es simplemente una parte de los otros sistemas; también tiene una exis tencia separada, pues constituye el acervo social de conocimientos, símbolos e ideas. Estos aspectos del sistema cultural se encuentran en los sistemas social y de la personalidad, pero no se convierten en parte de ellos (Morse, 1961; 105; Parsons y Shils, 1951: 6). Igual que con los otros sistemas, Parsons definió el sistema cultural en tér minos de su relación con el resto de los sistemas de la acción. Así, la cultura es un sistema pautado y ordenado de símbolos que son objeto de la orientación de los actores, componentes internalizados dcl sistema de la personalidad, y pautas institucionalizadas dcl sistema social (Parsons, 1960), Como es en gran medida simbólica y subjetiva, la cultura tiene ta capacidad de transmitirse con facilidad y rapidez de un sistema a otro. Esto ta permite moverse de un sistema social a otro mediante la difusión y de un sistema de personalidad a otro a través del aprendizaje y la socialización. Sin embargo, el carácter simbólico (subjetivo)
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
123
de la cultura le proporciona otro rasgo a los ojos de Parsons, la capacidad de controlar los otros sistemas de la acción. Esta es una de las razones que explican que Parsons se calificase a sí mismo de determinista cultural. Pero dada la importancia del sistema cultural en la teoría parsoniana, pode mos plantearnos si Parsons nos ofreció una teoría verdaderamente integradora. Como señalamos en el Apéndice, una teoria verdaderamente integradora pro porciona una tosca equivalencia a todos los niveles principales del análisis. El determinismo cultural y, en realidad, todo determinismo, es altamente sospe choso desde la perspectiva de una sociología integrada. (Para una concepción más integradora de la obra de Parsons, véase Camic, 1990.) Veremos cómo se agrava este problema cuando analicemos su sistema de la personalidad y com probemos la debilidad de su desarrollo en la obra de Parsons.
Sistema de ta personalidad. El sistema de la personalidad está controlado no sólo por el sistema cultural, sino también por el social. Esto no significa que Parsons no asignara cierta independencia al sistema de la personalidad: Mi opinión es que. si bien el contenido de la estructura de la personalidad se deriva de los sistem as so c ia le s y culturales a través de la so cia liz a c ió n , ia personalidad se convierte en un sistem a independiente m ediante las relacion es que m antiene con su propio organism o y d ebido a la particularidad de su propia exp eriencia vital; no es un mero ep ifen óm en o. (Parsons, 1970a: 82)
Estas palabras nos dan la impresión de que Parsons protesta en exceso. Si el sistema de la personalidad no es un epifenómeno, ciertamente se reduce a ocu par un estatus dependiente en su sistema teórico. La personalidad se defme como el sistema organizado de la orientación y la motivación de la acción del actor individual. El componente básico de la perso nalidad es la disposición de necesidad,'un concepto que ya hemos analizado pero que requiere ahora una mayor explicación. Parsons y Shíls definen las disposiciones de necesidad como las «unidades más relevantes de la motiva ción de la acción» (1951: 113). Distinguen las disposiciones de necesidad de los impulsos, que constituyen tendencias innatas, la «energía fisiológica que hace posible la acción» (Parsons y Shils, 1951: 111). En otras palabras, los impulsos se consideran parte del organismo biológico. Las disposiciones de necesidad se definen, pues, como «esas mismas tendencias que no son innatas, sino adquiri das a través del proceso mismo de la acción» (Parsons y Shils, 1951: 111). En suma, las disposiciones de necesidad son impulsos moldeados por la sociedad. Las disposiciones de necesidad impulsan a los actores a aceptar o rechazar objetos presentes en el entorno, o a buscar nuevos objetos si los que están a su alcance no satisfacen suficientemente las disposiciones de necesidad. Parsons distingue entre tres tipos básicos de disposiciones de necesidad. El primero im-
124
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
pulsa al actor a buscar amor, aprobación, etc.., en sus relaciones sociales. El segundo incluye valores internalizados que conducen a los actores a observar diversos modelos culturales. Finalmente, están las expectativas de rol que lle van a los actores a dar y obtener respuestas adecuadas. Esa es una imagen muy pasiva de los actores. Parecen regirse por los impul sos, ser dominados por la cultura o, lo que es más frecuente, dominados por una combinación de impulsos y cultura (es decir, por disposiciones de necesidad). Un sistema pasivo de personalidad constituye claramente un vinculo débil en una teoría integrada, y Parsons parecía ser consciente de ello. En varias ocasio nes intentó conferir a la personalidad cierta creatividad. Por ejemplo, señaló: «No queremos decir con ello... que los valores de una persona sean por entero “cultura internalizada” o mera observancia de reglas y leyes. La persona intro duce modificaciones creativas a medida que internaliza ta cultura; pero ese aspecto novedoso no es un aspecto cultural» (Parsons y Shils. 1951: 72). A pesar de este tipo de reflexiones, la impresión dominante que se deriva de su obra es la pasividad de su sistema de la personalidad. Centrarse exclusivamente en las disposiciones de necesidad plantea otro problema. Ignora otros muchos aspectos importantes de la personalidad, lo que empobrece su sistema. Alfred Baldwin, psicólogo, subraya esta cuestión: Parece apropiado señalar que Parsons ignora en su teoría una serie razonable de características u otros m ecan ism os de la personalidad, aparte de las d isp o sic io n e s de necesidad, y se encuentra en d ificu ltad es al no caracterizar a la personalidad con otros rasgos y tip os d iferentes de m ecan ism os que le perm iten funcionar. '
{B ald w in , 1961: 186)
En su reflexión acerca del sistema de la personalidad de Parsons, Baldwin señala también que el interés primordial de Parsons en este análisis no era el sistema de la personalidad: «En los numerosos capítulos que Parsons dedica al análisis de la estructura de la personalidad, hay más páginas que tratan de los sistemas sociales que de la personalidad» (1961: 180). Esto se refleja en los diversos modos en los que Parsons vinculó la personalidad con el sistema so cial. Primero, los actores deben aprender a verse a si mismos conforme al lugar que ocupan en la sociedad (Parsons y Shils, 1951: 147). Segundo, las expectati vas de rol se corresponden con los roles que ocupan los actores individuales. Luego está el aprendizaje de la autodisciplina, la internalización de las orienta ciones de valor, la identificación, etc. Todas estas fuerzas hacen referencia a la integración del sistema de ta personalidad y el sistema social, que constituye la preocupación central de Parsons. Sin embargo, también acentuó la posibili dad de la integración deficiente, que supone un problema que el sistema debe superar. Otro aspecto de la obra de Parsons refleja también la pasividad de su siste ma de la personalidad: su interés por la internalización como el componente central det sistema de la personalidad derivado del proceso de socialización.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
125
Parsons (1970a; 2) desarrolló esta preocupación a partir de la obra de Durkheim sobre la intemaiización, asi como de la de Freud, fundamentalmente la que se centra en el superego. Su hincapié en la intemaiización y el superego manifiesta de nuevo su concepción pasiva del sistema de la personalidad, que es externa mente controlado, . Aunque en su obra temprana Parsons se habia ocupado de los aspectos sub jetivos de ta personalidad, abandonó progresivamente esta perspectiva, Al ha cerlo, limitó la perspectiva sobre el sistema de la personalidad que hubiera po dido ofrecer. Parsons llegó a especificar con claridad que se alejaba de los significados internos que podian tener las acciones para las personas: «La orga nización de los datos observacionales en términos de la teoría de ta acción es bastante plausible y fructífera en términos conductistas modificados, y tal for mulación evita muchas de las difíciles cuestiones de la introspección o la empa tia» (Parsons y Shíls, 1951 ; 64). Organismo conductual. Si bien incluyó el organismo conductual como uno de los cuatro sistemas de la acción, Parsons nos ofreció pocas ideas sobre él. Lo incluyó porque constituye la fuente de energía para el resto de los sistemas. Aunque está genéticamente constituido, su organización está influida por los procesos de condicionamiento y aprendizaje que se producen durante la vida del in d iv id u o ,E l organismo biológico constituye claramente en la obra de Parsons un sistema residual, pero debemos alabar a Parsons por haberlo inclui do como parte de su sociología aunque no fuera más que por anticiparse al interés actual por la sociobiologia que demuestran algunos sociólogos. Cambio y dinamismo en la teoria parsoniana Teoría evolucionista. Herramientas conceptuales de la obra de Parsons tales como las pautas variables, los imperativos funcionales y los cuatro sistemas de la acción suscitaron la critica de que habia ofrecido una teoría estructural que no incluía el análisis del cambio social, Parsons era consciente de esta crítica, y afirmó que aunque era necesario estudiar el cambio, era preciso analizar prime ro la estructura. Pero en la década de 1960 ya no pudo hacer frente a las criticas y dio otro giro a su obra, centrándose esta vez en el estudio del cambio social particularmente en el estudio de la evolución social (Parsons, 1977b: 50), La orientación general de Parsons (1966) hacia el estudio del cambio social estaba moldeada por la biología. Para analizar este proceso, Parsons desarrolló lo que él denominó «un paradigma del cambio evolucionista». Debido a este elemento social, en su obra madura cambió el termino organismo por el de «sistema conductual». ^ Para ser justos es tiecesario precisar que al principio de su carrera realizó algún trabajo sobre el cambio social, pero no llegó a ser su principal interés, y sus ideas acerca de esta cuestión son escasas hasta los años sesenta (véase Parsons, 1942, 1947; véase también Alexander, 1981; Baum y Lechner, 1981).
126
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
E1 primer componente de ese paradigma era el proceso de diferenciación. Parsons suponía que toda sociedad se componía de una serie de subsistemas, que diferían en términos de su estructura y su significado funcional para el resto de la sociedad. A medida que la sociedad evoluciona, se van diferencian do nuevos subsistemas. Sin embargo, esto no es suficiente, ya que deben ser más adaptativos que los primeros subsistemas. Esto condujo a Parsons al rasgo esencial de su paradigma evolucionista, la idea del ascenso de adaptación. Par sons describió este proceso: Para que la d iferen ciación dé un sistem a equilibrado y m ás ev o lu cio n a d o , cada subestructura nuevam ente diferenciada... debe tener una m ayor capacidad de adap tación para realizar su función primaria, en com paración con el d esem p eñ o de esa función en la estructura previa y m ás difu n d id a... P odem os decir que este proceso es el aspecto de ascenso de adaptación dei c ic lo de cam bio ev o lu tiv a . (Parsons, 1966: 22)
Es este un modelo sumamente positivo del cambio social. Supone que a medida que evoluciona la sociedad, aumenta su capacidad de solucionar sus problemas. En cambio, en la teoría marxista el cambio social conduce a la des trucción fmal de la sociedad capitalista. Por esta y otras razones, Parsons ba sido considerado un teórico de la sociología muy conservador. Además, aunque analizó el cambio, tendió a centrarse en los aspectos positivos del cambio social en el mundo moderno, antes que en el lado oscuro de la modernidad. Por lo demás, Parsons afirmó que el proceso de diferenciación producía una nueva serie de problemas de integración para la sociedad. A medida que un subsistema prolifera, la sociedad se topa con nuevos problemas relativos a !a coordinación del funcionamiento de estas unidades. Una sociedad que evoluciona debe avanzar desde un sistema adscriptivo hacia otro adquisitivo. Se requieren muchas técnicas y capacidades nuevas para manejar los subsistemas más difusos. Las capacidades generales de las perso nas deben liberarse de sus vínculos adscriptivos de manera que puedan ser uti lizadas por la sociedad. En términos más generales, esto significa que tos gru pos anteriormente excluidos de la contribución al sistema deben ser incluidos como miembros plenos de la sociedad. Finalmente, el sistema de valores de ia sociedad en su conjunto debe cam biar a medida que las estructuras sociales y las funciones son más diferencia das. Sin embargo, como el nuevo sistema es más diverso, el sistema de valores encuentra mayores dificultades para ajustarse a él. Así, una sociedad más dife renciada requiere un sistema de valores que «debe establecerse en un nivel más alto de generalidad, con el fin de justificar la variedad más amplia de metas y funciones de sus subunidades» (Parsons, 1966; 23). Sin embargo, suele ocurrir que este proceso de generalización de los valores no se produce de forma tan uniforme a medida que encuentra resistencia por parte de grupos comprometi dos con sus propios sistemas de valores específicos.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
127
La evolución atraviesa por una variedad de ciclos, pero no todas las socie dades experimentan un proceso general. Algunas sociedades evolucionan rápi damente, mientras otras «están tan cargadas de conflictos internos u otros obs táculos» que impiden el proceso de la evolución, e incluso llegan a «deteriorarse» (Parsons, 1966: 23), Las sociedades que más interesaban a Parsons eran esas sociedades en las que se producían «rupturas», puesto que pensaba que tras ellas el proceso de la evolución seguida su modelo evolutivo general. Si bien Parsons concebía la evolución como un proceso que atravesaba cier tas etapas, tuvo la precaución de rechazar explicitamente una teoria evolucio nista unilineal. «No concebimos la evolución societaria ni como algo continuo ni como un proceso lineal simple, sino que efectuamos una distinción entre niveles amplios de avance, sin pasar por alto inadvertidamente la variabilidad considerable que se encuentra en cada uno de ellos» (1966: 26). Dejando claro que quería simplificar las cosas, Parsons distinguió tres etapas evolutivas ge nerales: primitiva, intermedia y moderna. De modo característico, diferenció estas tres etapas a partir de su dimensión cultural. El desarrollo crucial en la transición de la primitiva a la intermedia era ei desarrollo del lenguaje, funda mentalmente del lenguaje escrito. El desarrollo clave de la transición de la in termedia a la moderna eran los «códigos institucionalizados de orden normati vo», o derecho (Parsons, 1966: 26). Luego Parsons procedió al análisis de una serie de sociedades especificas en el contexto de la evolución de la sociedad primitiva a la moderna. Merece mención una cuestión particular aquí: Parsons se orientó hacia la teoría evolu cionista, ai menos en parte, porque había sido acusado de ser incapaz de anali zar el cambio social. Sin embargo, su análisis de la evolución no es un análisis de procesos; antes bien, constituye un intento de «ordenar tipos estructurales y relacionarlos secuencialmente» (Parsons, 1966: 111 ). Lo que hizo fue, en reali dad, un análisis estructural comparado, no un estudio de los procesos del cam bio social. Así, aunque supuestamente analizaba el cambio, Parsons seguía com prometido con el estudio de las estructuras y de las funciones. Medios generalizados de intercam bio. Parsons introdujo cierto dinamismo, cierta fluidez (Alexander, 1983: 115), en su sistema teórico a través de su re flexión sobre los medios generalizados de intercambio dentro y entre los cuatro sistemas de ia acción que han sido ya analizados (especialmente dentro del sistema social). Ei modelo de los medios generalizados de intercambio es ei dinero, que opera como tal en la economía. Pero en lugar de centrarse en fenó menos materiales tales como el dinero, Parsons se interesó por los medios stmhólicos de intercambio, incluso en su análisis del dinero como un medio de intercambio dentro del sistema social, Parsons se centra en sus propiedades simbólicas más que en sus cualidades materiales. Además del dinero hay otros medios generalizados de intercambio más propiamente simbólicos: el poder político, la influencia, y los compromisos con los valores. Parsons especificó por qué se centró en los medios simbólicos del intercambio: «A mi entender, la
128
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
introducción de una teoria de los medios en el tipo de perspectiva estructural que tengo en mente refuta en buena medida las críticas frecuentes de que mi perspectiva estructural está tan inherentemente plagada de estatismo, que le es imposible hacer justicia a los problemas dinámicos» (1975: 98-99). Los medios simbólicos de intercambio tienen la capacidad, como la tiene el dinero, de ser creados y de circular en el conjunto de la sociedad. Así, dentro del sistema social, los que pertenecen al sistema político son capaces de crear poder político. Y lo que es más importante aún, pueden gastar ese poder, permi tiendo que circule libremente e influya en el sistema social. Mediante ese gasto de poder, los líderes refuerzan supuestamente el sistema político, asi como la sociedad en su conjunto. En términos más generales, constituye un medio gene ralizado que circula entre los cuatro sistemas de la acción y dentro de la estruc tura de cada uno de estos sistemas. Es su existencia y movimiento lo que da dinamismo a los análisis fundamentalmente estructurales de Parsons. Como Alexander señaló (1983: 115), los medios generalizados de inter cambio proporcionan dinamismo a la teoria de Parsons en otro sentido. Permi ten la existencia de «empresarios de medios» (por ejemplo, los políticos) que pueden no aceptar el sistema de intercambio tai y como existe. Es decir, pueden ser creativos y hábiles y alterar no sólo la cantidad de medios generalizados, sino el modo y la dirección en que circulan.
El funcionalismo estructural de Robert Merton Mientras Talcott Parsons es el teórico estructural funcional más notable, fue su discípulo Robert Merton quien desarrolló algunos de los enunciados más im portantes del funcionalismo estructural en sociología (1949/1968). Merton cri ticó algunos de los aspectos extremos e indefendibles del funcionalismo estruc tural. Pero al mismo tiempo desarrolló una perspicacia conceptual que contribuyó a perpetuar la validez del funcionalismo estructural. Modelo estructural-funcional. Merton criticó lo que consideraba que eran los tres postulados básicos del análisis funcional. El primero atañe a la unidad funcional de la sociedad. Este postulado sostiene que todas las creencias y prác ticas culturales y sociales estandarizadas son funcionales para la sociedad en su conjunto, asi como para los individuos que a ella pertenecen. Esta perspectiva implica que las diversas partes de un sistema social deben tener un grado alto de integración, ^ n embargo, Merton mantenia que aunque este postulado se veri ficaba en las pequeñas sociedades primitivas, no ocurría así en el caso de socie dades más grandes y complejas, . El funcionalismo universal constituye el segundo postulado, que presupone que todas las formas y estructuras sociales y culturales estandarizadas cumplen funciones positivas, Merton señalaba que este postulado contradecía lo que ocurría en el mundo real. Era evidente que no toda estructura, costumbre, idea, creen cia, etcétera, cumplía funciones positivas. Por ejemplo, el nacionalismo fanáti-
FUNCIONALISMO ESTHUCTUFIAL
129
COpodía ser altamente disfuncional en un mundo en el que proliferan las armas nucleares. En tercer lugar figura el postulado de la indispensabilidad, que sostiene que todos los aspectos estandarizados de la sociedad no sólo cumplen funciones positivas, sino que representan también partes indispensables para el funciona miento del todo. Este postulado conduce a la idea de que todas las funciones y estructuras son funcionalmente indispensables para ¡a sociedad. Ninguna otra estructura o función podría funcionar mejor que la que de hecho se encuentra en cada sociedad. La crítica de Merton, de acuerdo con Parsons, era que al menos debíamos admitir que existían diversas alternativas funcionales y estructurales que podían adecuarse a la sociedad. Merton afirmaba que todos estos postulados funcionales se fundamentaban sobre supuestos no empíricos basados en sistemas teóricos abstractos. Como mínimo, la responsabilidad del sociólogo es examinar empíricamente cada uno de esos supuestos. La creencia de Merton de que la verificación empírica, no los supuestos teóricos, era crucial para el análisis funcional, le condujo a desa rrollar su «paradigma» del análisis funcional como guía para la integración de la teoría y la investigación. Merton especificó claramente que el análisis estructural-funcional debia partir del estudio de los grupos, las organizaciones, las sociedades y las cultu ras. Afirmaba que todo objeto susceptible de análisis estructural-funcional de bia «representar una cosa estandarizada (es decir, normada y reiterativa)» (Merton, 1949/1968: 104). Tenía en mente cuestiones tales como «roles sociales, normas institucionales, procesos sociales, normas culturales, emociones culturalmente normadas, normas sociales, organización grupal, estructura social, mecanismos de control social, etcétera» (Merton, 1949/1968: 104), Los primeros funcionalistas estructurales solían centrarse casi exclusiva mente en las funciones que cumplía una estructura o institución social para otra. Sin embargo, para Merton estos analistas solían confundir los motivos subjeti vos de los individuos con las funciones de las estructuras o las instituciones. El funcionalista estructural debía centrarse en las funciones sociales más que en los motivos individuales. De acuerdo con Merton, [
130
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
btén tuvo disfunciones, tales como la casi total dependencia de los habitantes del sur de la economía agraria y su falta de preparación para la industrializa ción. La persistente disparidad entre el norte y el sur de Estados Unidos en lo que atañe a la industrialización puede deberse, al menos en parte, a las disfun ciones de la institución de la esclavitud en el sur. Merton también enunció la idea de las no funciones, que definía como con secuencias irrelevantes para el sistema sometido a estudio. Entre ellas figura ban, por ejemplo, las formas sociales que constituían «supervivencias» de tiem pos pasados. Si bien probablemente tuvieron consecuencias positivas o negativas en el pasado, en la sociedad contemporánea carecían de efecto significativo. Un ejemplo (aunque algunos pueden disentir) podría ser el Movimiento Cristiano de la Templanza de las Mujeres. Para responder a la cuestión de si las funciones positivas sobrepasan a las disfunciones o viceversa, Merton desarrolló el concepto de saldo neto. Sin em bargo, jamás podremos sumar las funciones positivas, por un lado, y las disfun ciones, por otro, y determinar objetivamente cuáles superan a las otras, porque los asuntos sometidos a estudio son tan complejos y se basan en tantos criterios subjetivos, que resulta difíci! hacer un cálculo y sopesar de manera objetiva. La validez del concepto de Merton reside en el modo en que orienta al sociólogo cuando estudia una cuestión de cierta importancia. Regresemos al ejemplo de la esclavitud. La pregunta es si la esclavitud fue más funcional o más disfuncional para el sur. Pero es una pregunta muy general que oscurece otra serie de cues tiones (por ejemplo, que la esclavitud fue funcional para grupos como los blan cos poseedores de esclavos). , Para solventar este tipo de problemas Merton desarrolló la idea de que habia varios niveles de análisis funcional. Por lo general, los funcionalistas se habían limitado al análisis de la sociedad en su conjunto, y Merton señaló con claridad que también era necesario estudiar las organizaciones, las instituciones o los grupos. Retomemos el ejemplo de las funciones de la esclavitud para el sur. Para estudiar la cuestión es preciso diferenciar varios niveles de análisis y plantearse las funciones y las disfunciones de la esclavitud para las familias negras, para las blancas, para las organizaciones políticas negras, las organiza ciones políticas blancas, etcétera. En términos del saldo neto, la esclavitud fue probablemente más funcional para unas unidades sociales y más disfuncional para otras. Abordar la cuestión en estos niveles más específicos nos facilita el análisis de la funcionalidad de la esclavitud para el sur en su conjunto. Merton tarrjbién introdujo los conceptos de funciones latentes y funciones manifiestas. Estos dos términos constituyen una contribución relevante al análi sis funcional. En general, funciones manifiestas son intencionadas, mien" Colin Campbell (1982) ha criticado la distinción de Merton entre funciones manifiestas y funciones latentes. Entre otras cosas, señala que Merton manifiesta cierta vaguedad en lo tocan te a estos términos y que los usa de diferentes maneras (por ejemplo, como consecuencias que ridas frente a reales, y como significados superficiales frente a realidades subyacentes). Y lo
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
131
tras \as funciones latentes son no intencionadas. La función manifiesta de la esclavitud, por ejemplo, fue el aumento de la productividad económica del sur, pero cumplió también la función latente de producir una gran infraclase que hizo que se elevara el estatus social de los sureños blancos, tanto ricos como pobres. Esta idea guarda relación cor otro concepto de Merton: las consecuencias imprevistas. Las acciones tienen consecuencias previstas y no previstas. Aunque todos somos conscientes de las consecuencias previstas, para identificar las consecuencias imprevistas se requiere det análisis sociológico; de hecho, algunos pensadores señalan que este es el verdadero objeto de la socioiogia. Peter Berger (1963) ha llamado a este estudio el «desenmascara miento». o el descubrimiento de los efectos reales que surten las intenciones declaradas.
ROBERT K. MERTON; Reseña autobiográfica No me es difícil identificar a los profesores que más me enseñaron, tanto personalmente como en la distancia. En mis cursos de licenciatura fueron P. A. Sorokin, quien me orientó hacia el pensamiento social europeo y con el que jamás llegué a enemistarme — a diferencia de otros estudiantes de la época— , aunque no siguiera la dirección que tomaron sus investigaciones a finales de los años treinta; el entonces joven Talcott Parsons, que ya fiabta comenzado a enunciar ideas que culminarían en su magistral obra La estructura de la acción social', el bio químico y, en ocasiones, sociólogo, L.J. Hender son, quien me enseñó la investigación discipli nada de lo que en principio son sólo ideas interesantes; el historiador económico E. F. Gay, de quien aprendí cómo reconstruir un desarrollo económico a partir de archivos; y, quizás el más importante, el entonces decano de la historia de la ciencia, George Sarton, quien me permitió trabajar bajo su tutela durante varios años en su famoso (por no decir consagrado) seminario de la Biblioteca Widener de Harvard, Aparte de estos profesores con los que tuve una relación personal, fue mucho lo que aprendí de dos sociólogos, Emile Durkheim, sobre todo, y Georg Sifnmel, que nos legó obras magistrales, y de un humanista al que atraía la sociología, Gilbert Murray. En tos últimos
que üs máji ¡mponante, cree que ML-rton (como Parsons) nunca integró adüL'uadamcnte la leoría de la acción y el funcionalismo estructural. Hl resultado es una incómoda combinación de la intencionalidad («manifiesta») de la teoria de la acción y las consecueneias estructurales («fun ciones») dcl funcionalismo estructural. Campbell cree que debido a estas y otras confusiones la distinción de Merton entre funciones manifiestas y futicioncs latentes apenas se usa en ia socio logía contemporánea.
132
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
años aprendí mucho de mi colega Paul F, Lazarsfeid, quien probablemente no se hizo idea de lo mucho que me enseñó durante nuestras innumerables conversaciones y colaboraciones a lo largo de más de treinta años. Cuando miro hacia atrás y analizo el conjunto de mi obra, encuentro en ella más de una pauta que nunca imaginé que existiera. Casi desde el prin cipio de mi carrera, tras aquellos años de la licenciatura, me propuse perse guir mis intereses intelectuales a medida que surgieran, en lugar de trazar me un plan para toda la vida. Pretería adoptar los modos de mi maestro en la distancia, Durkheim, antes que los de mi maestro personal, Sarton. Durk heim cambió sucesivas veces de tema durante su larga carrera de investiga ción. Empezó con el estudio de la división del trabajo social, examinó los métodos de investigación sociológica y luego se dedicó al estudio de cues tiones que aparentemente no guardaban relación con aquélla, como el suici dio, la religión, ta educación moral y el socialismo; entretanto desarrolló una orientación teórica que, en su opinión, sólo la hubiera podido desarrollar considerando aquéllos aspectos tan diferentes de la vida social. Sarton pro cedió de un modo bastante diferente: en el inicio de su carrera se trazó un programa de investigación sobre la historia de ia ciencia que culminaría en su grandiosa obra en cinco volúmenes Introduction [sic] to the History of Science (jque abarca la historia de la ciencia hasta finales del siglo xiv!). La primera de estas pautas me parecía más adecuada para mi. Mi de seo era (y aún lo es) desarrollar teorías sociológicas de la estructura social y el cambio cultural que nos ayuden a comprender cómo han llegado a ser como son las instituciones sociales y el carácter de la vida en la sociedad. Esta preocupación por la sociología teórica me llevó a evitar la actual (y, en mi opinión, en la mayoría de los casos conveniente) especialización que está a ia orden del dia en el ámbito de la sociología, así como en otras disciplinas evolucionadas. Para los propósitos que me tracé era esencial el estudio de una gran variedad de asuntos sociológicos. Sólo me ha interesado de manera continua un campo especializado: la sociología de la ciencia. Durante los años treinta me dediqué de manera casi exclusiva a los contextos sociales de la ciencia y la tecnología, espe cialmente en la Inglaterra del siglo xvii, para estudiar las consecuencias im previstas de la acción social intencional. Como mi interés por la teoría au mentaba, durante la década de 1940 me ocupé del estudio de las fuentes sociales de la conducta desviada e inconformista, del funcionamiento de la burocracia, de la persuasión de masas y la comunicación en la compleja sociedad moderna, y del rol de los intelectuales, tanto dentro de las burocra cias como fuera de ellas. Durante los años cincuenta, me centré en el desa rrollo de una teoría sociológica de las unidades básicas de la estructura social: el rol y et estatus y los modelos de rol que las personas eligen no sólo debido a la emulación, sino también como fuente de valores adoptada como una base para la autoestima (esta última aproximación la denominé la «teo ría de los grupos de referencia»)- También emprendí junto con George Rea der y Pathcia Kendall el primer gran estudio sociológico sobre la formación médica, con el propósito de descubrir cómo se forman, al margen por com pleto de cualquier plan explícito, los diferentes tipos de médicos en las mis mas escuelas de medicina, cuestión esta ligada al carácter distintivo de las profesiones como un tipo de actividad ocupacional. Durante los años sesen-
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
133
ta y setenta, regresé al estudio intensivo de la estructura social de la ciencia y de su interacción con la estructura cognitiva; estas dos décadas han sido el periodo en el que la sociología de la ciencia terminó por madurar, siendo el pasado simplemente una suerte de prólogo. En todos estos estudios me oriente básicamente hacia las conexiones entre la teoría sociológica, los métodos de investigación y la investigación empírica sustantiva. Agrupé estos intereses en décadas simplemente por conveniencia. Por supuesto, es evidente que no surgían y desapareci'an de acuerdo con esas divisiones convencionales del calendario. Además no todos desaparecieron tras dedicarles un estudio intensivo. En la actualidad estoy trabajando en un volumen acerca de las consecuencias imprevistas de la acción socia! inten cional, en la linea de un trabajo que publiqué por vez primera hace casi medio siglo y que desde entonces me ha ocupado intermitentemente. Otro volumen que todavía no ha visto la luz, titulado The Self-Futfilling Prophecy, sigue en media docena de esferas de la vida social esa pauta que puede identilicarse en un trabajo que realicé hace nada menos que un tercio de siglo con el mismo título. Y si el tiempo, la paciencia y la capacidad me lo permiten, me resta hacer una recapitulación de mi trabajo sobre el análisis de la estructura social, con especial referencia a los estatus, roles y contex tos estructurales, desde la perspectiva estructural, y las funciones manifies tas, latentes, a las disfunciones, las alternativas funcionales y los mecanis mos sociales, desde la perspectiva funcional. Como la muerte se acerca y mi trabajo progresa lenta y dolorosamente, no tiene demasiado sentido pensar en lo que haré después de terminar las tareas que ahora estoy realizando. Copyright© 1981 by Robert K, Merton.
Merton especificó que las consecuencias no previstas y las funciones laten tes no eran lo mismo. Una función latente es un tipo de consecuencia imprevis ta, que es funcional para un sistema determinado. Pero existen otros dos tipos de consecuencias imprevistas: «las que son disfuncionales para un sistema de terminado, entre ellas las disfunciones latentes», y «las que son irrelevantes para el sistema, al cual no afectan ni funcional ni disfuncionalmente... las con secuencias no funcionales» (Merton, 1949/1968: 105). En su esfuerzo por clarificar aún más la teoría funcional, Merton señaló que una estructura podia ser disfuncional para el sistema en su conjunto y, no obs tante, seguir existiendo. Un buen ejemplo es el hecho de que la discriminación de los negros, las mujeres y otros grupos minoritarios, es disfuncionai para la sociedad estadounidense, y que a pesar de ello sigue existiendo porque es fun cional para una parte del sistema social; por ejemplo, la discriminación de las mujeres suele ser funcional para los hombres. Sin embargo, estas formas de discriminación cumplen también disfunciones incluso para el grupo para el que son funcionales. Los hombres padecen la discriminación a la que someten a las mujeres; asimismo, a los blancos les perjudica su propia conducta discriminatoria hacia los negros. Puede afirmarse que estas formas de discriminación perjudican
134
TEORtA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
a los mismos que la ejercen porque su comportamiento discriminatorio perpe túa la improductividad de una enorme cantidad de personas y agudiza el con flicto social. Merton manenía que no todas las estructuras son indispensables para el correcto funcionamiento dcl sistema social. Algunas partes de nuestro sistema social pueden ser eliminadas. Esta idea hace que ta teoría funcional supere otro de sus sesgos conservadores, Al admitir que ciertas estructuras pueden elimi narse, el funcionalismo admite el cambio social intencional. Nuestra sociedad, por ejemplo, podría seguir existiendo (e incluso mejoraría) si se eliminara la discriminación que sufren diversos grupos minoritarios. Las aportaciones de Merton son enormemente valiosas para los sociólo gos (por ejemplo, Gans, 1972) que se proponen realizar un análisis estructuralfuncional. E structura social y anom ía. Antes de pasar al siguiente apartado debemos prestar cierta atención a una de las aportaciones más conocidas al funcionalis mo estructural y, de hecho, a toda ta sociología: ei análisis de Merton (1968) de la relación entre cultura, estructura y anomía. Merton define la cifltura como «el cuerpo organizado de valores normativo.s que gobiernan ta conducta que es común a tos individuos de determinada sociedad o grupo» y la estructura social como «el cuerpo organizado de relaciones sociales que mantienen entre sí di versamente los individuos de la sociedad o grupo» (1968: 216; cursivas añadi das). La anomía se produce «cuando hay una disyunción aguda entre ias normas y los objetivos culturales y tas capacidades socialmente estructuradas de tos individuos del grupo para obrar de acuerdo con aquéllos» (1968; 216). Es decir, debido a la posición que ocupan en la estructura social de la sociedad, ciertas personas son incapaces de actuar de acuerdo con tos valores normativos. La cultura exige cierto tipo de conducta que la estructura social impide que se produzca. Por ejemplo, la cultura de la sociedad estadounidense da gran importancia al éxito material. Sin embargo, ta posición de muchas personas en la estructura social les impide alcanzar ese éxito. Una persona que nace en el seno de la clase socioeconómica baja puede obtener, en c! mejor de tos casosi un diploma de formación secundaria, por lo que sus oportunidades de alcanzar el éxito econó mico de una manera comúnmente aceptada (por ejemplo, progresando en el mundo convencional del trabajo) son mínimas o inexistentes. En estas circuns tancias (y son muy frecuentes en la sociedad estadounidense contemporánea) puede aparecer la anomía y darse una tendencia hacia la conducta desviada. En este contexto, la desviación suele adoptar la forma de un medio alternativo, no aceptado y en ocasiones ilegal para alcanzar el éxito económico. Así. convertirse en traficante de drogas o en prostituta para alcanzar el éxito económico constituye un ejemplo de la desviación generada por la disyunción entre los valores culturales y los medios socio-estructurales para alcanzar esos valores. Para el funcionalis ta estructural ésta es una de las explicaciones del delito y la desviación.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
135
Así, Merton analiza medíante este ejemplo las estructuras sociales (y cultu rales), pero no se centra de manera exclusiva en las funciones de esas estructu ras. Antes bien, de acuerdo con su paradigma funcional, su preocupación cen tral son las disfunciones, en este caso la anomía. Como hemos visto, Merton vincula la anomía con la desviación de manera que las disyunciones entre cultu ra y estructura tienen la consecuencia disfuncíonal de conducir a la desviación dentro de la sociedad.
Principales críticas Ninguna teoría sociológica de la historia de la disciplina ha despertado tanto interés como el funcionalismo estructural. Desde finales de la década de 1930 hasta principios de la de 1960 fue virtual e indiscutiblemente )a teoría sociológica dominante en los Estados Unidos, Sin embargo, durante los años sesenta co menzaron a aumentar de tal manera las críticas a esta teoría que llegaron a sobrepasar sus elogios. Mark Abrahamson describió esta situación vividamente: «Así, dicho en términos metafóricos, el funcionalismo se pavoneó como un gigantesco elefante que se permitía ignorar la picadura de los mosquitos, incluso cuando el enjambre le estaba inflingiendo cuantiosas pérdidas» (1978: 37). Pasemos a analizar algunas de las críticas más importantes que se han desa rrollado. En primer lugar examinaremos las críticas sustantivas al funcionalis mo estructural y luego estudiaremos los problemas lógicos y metodológicos asociados a la teoría. Críticas sustantivas. Una de las principales críticas defiende que el funcio nalismo estructural no es válido para tratar cuestiones históricas, que es intrín secamente ahistórico. De hecho, el funcionalismo estructural se desarrolló, a! menos en parte, como reacción al enfoque hístóríco evolucionista de ciertos antropólogos. Se pensaba que los primeros antropólogos describían simplemen te los diversos estadios de la evolución de una determinada sociedad o de la sociedad en general. Las descripciones de los primeros estadios eran altamente especulativas y los últimos estadios solían ser poco más que idealizaciones de la sociedad en la que vivía el antropólogo. Los primeros funcionalistas estructura les se afanaron por superar el carácter especulativo y los sesgos etnocéntricos de los trabajos de aquéllos. Al principio, el funcionalismo estructural fue dema siado lejos en sus críticas a la teoria evolucionista, y comenzó a centrarse tanto en sociedades abstractas como contemporáneas. Sin embargo, el funcionalismo estructural no necesariamente ha de ser ahistórico (Tumer y Maryanski, 1979). Aunque los que lo utilizan o lo han utilizado han tendido a trabajar con él como si lo fuera, nada en la teoría les impide analizar cuestiones históricas. De hecho, la obra de Parsons sobre el cambio social ( 1966, 1971), como ya hemos visto, refleja la capacidad de los funcionalistas estructurales para analizar cl cambio si lo desean. Los funcionalistas estructurales también fueron atacados por su incapaci
136
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
dad para analizar con eficacia el proceso del cambio social (Abrahamson, 1978; P. Cohen, 1968; Mills, 1959; Turner y Maryanskt, 1979). Mientras ta critica anterior atañe a la supuesta incapacidad del funcionalismo estructural para ana lizar el pasado, la que nos ocupa ahora hace referencia a su paralela incapaci dad para estudiar el proceso contemporáneo de cambio social. El funcionalismo estructural es bastante más apropiado para el análisis de estructuras estáticas que para el de los procesos de cambio. Pcrcy Cohen ( 1968) cree que el proble ma reside en la teoria estructural-funcional, en la que todos los elementos de una sociedad se refuerzan unos a otros y refuerzan también al sistema en su conjunto. Esto dificulta la comprensión del modo en que estos elementos pue den contribuir ai cambio. Mientras Cohen cree que el problema está en la teoría, Turner y Maryanski piensan, de nuevo, que el problema reside en los que utili zan la teoría, no en la teoria misma. Desde cl punto de vista de Turner y Maryanski los funcionalistas estructu rales no suelen abordar la cuestión del cambio, y cuando lo hacen es en térmi nos del desarrollo más que de la revolución. Sin embargo, ambos piensan que no hay razón alguna que explique por qué los funcionalistas estructurales no pueden abordar la cuestión del cambio social. Independientemete de donde se encuentra el problema, si en ta teoría o en los teóricos, el hecho es que las principales contribuciones de los funcionalistas estructurales se enmarcan en el estudio de estructuras sociales estáticas que no cambian. Quizás la crítica más conocida que se haya hecho al funcionalismo estruc tural sea que no puede ser utilizado para analizar de forma satisfactoria la cues tión del conflicto (Abrahamson, 1978; P, Cohen. 1968; Gouldner, 1970; Ho rowitz, 1962/1967; Mills, 1959; Turner y Maryanski, 1979), Esta critica adopta varias formas. Alvin Gouldner señala que Parsons. principal representante del funcionalismo estructural, tendió a dar demasiada importancia a las relaciones armoniosas. Irving Louis Horowitz mantiene que el funcionalismo estructural considera que el conflicto es invariablemente destructivo y que ocurre fuera del marco de la sociedad. Y en términos más generales, Abrahamson señala que el funcionalismo estructural exagera el consenso societal, la estabilidad y la inte gración, y no atiende al conflicto, el desorden y el cambio. La cuestión es, de nuevo, si el problema está en la teoría o en el modo en que ios teóricos la han interpretado y utilizado (P. Cohen, 1968; Turner y Maryanski, 1979). Sea como fuere, es evidente que el funcionalismo estructura! tiene poco que ofrecer para entender el análisis del cambio social. La crítica general de que el funcionalismo estructural es incapaz de tratar la historia, el cambio y el conflicto ha llevado a muchos (por ejemplo P. Co hen, 1968; Gouldner, 1970) a afirmar que el funcionali.smo estructural tiene un Sin cmburgo, algunos l\inciiiiialistus cstriicturak-s (C. Johnson, I96(t; Sinelser, 1959, I962J han rcali/ucJo trabajos relevantes sobre cl cambio social. De nuevo, hay importantes cvcepeiones: véase Coser (1956. 19671, Goode (I960) y Menon (19751,
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
137
sesgo consevador. Como Gouidner señaló vividamente en su critica al fun cionalismo estructural de Parsons: «Parsons siempre vio un vaso parcialmente relleno de agua como un vaso medio lleno más que como un vaso medio vacío» {1970: 290). Aquél que ve un vaso medio lleno acentúa los aspectos positivos de una situación, mientras que e! que lo ve medio vacío está considerando los aspectos negativos. Para decirlo en términos sociales, un funcionalista estructu ral conservador acentuarla las ventajas económicas de vivir en nuestra sociedad antes que sus inconvenientes. En efecto, probablemente existe un sesgo conservador en eí funcionalismo estructural que puede deberse no sólo a su ignorancia de ciertas cuestiones (el cambio, la historia, el conflicto), sino también a su elección de los temas de investigación. Por un lado, los funcionalistas estructurales han tendido a cen trarse en la cultura, las normas y los valores (P, Cohén, 1968; Mills, 1959; Lockwood, 1956). David Lockwood (1956), por ejemplo, critica a Parsons por su gran preocupación por el orden normativo de la sociedad. En términos más generales, Percy Cohén (1968) afirma que los funcionalistas estructurales se centran en los elementos normativos, pero que esta preocupación no es inheren te a la teoria. La concepción pasiva del actor individual es de crucial importan cia en la aproximación del funcionalismo estructural a los factores societales y culturales, y contribuye a la explicación de la orientación conservadora de la teoría. Las personas son tratadas como seres constreñidos por fuerzas sociales y culturales. Los funcionalistas estructurales (por ejemplo, Parsons) carecen de una concepción dinámica y creativa del actor. Como Gouldner señaló en su critica al funcionalismo estructural: «Los seres humanos utilizan los sistemas sociales del mismo modo que éstos los utilizan a ellos» (1970: 220). La tendencia de los funcionalistas estructurales a confundir las legitimacio nes empleadas por las élites de la sociedad con la realidad social está muy relacionada con su enfoque cultural (Gouldner, 1970; Horowitz, 1962/1967; Mills, 1959), El sistema normativo se interpreta como un reflejo de la sociedad en su conjunto cuando, de hecho, es más bien un sistema ideológico promulga do por los miembros de la élite de la sociedad, cuya existencia les favorece. Horowitz expresa esta idea bastante explícitamente: «La teoría del consenso,., tiende a convertirse en una respresentación metafísica de la matriz ideológica dominante» (1962/1967; 270). Estas críticas sustantivas se orientan en dos direcciones básicas. Primera, parece evidente que ei funcionalismo estructural presenta una estrechez de miras que le impide ocuparse de una serie de cuestiones y aspectos importantes del mundo social. Segunda, su enfoque suele tener un sesgo conservador; hasta cierto punto, tal y como ha sido y sigue siendo utilizado, el funcionalismo estructural ha operado y opera a favor del estatus quo y de las élites dominantes (Huaco, 1986). C ríticas lógicas y metodológicas. Una de las críticas que se han formulado con mayor frecuencia (véase, por ejemplo, Abrahamson, 1978; Mills, 1979) es
138
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
que el funcionalismo estructural es básicamente vago, ambiguo y poco claro. Por ejemplo; ¿qué es exactamente una estructura? ¿Y una función? ¿Y un siste ma social? ¿Qué relación hay entre las partes de un sistema social? ¿Y entre ellas y el conjunto del sistema social? Parte de la ambigüedad se debe al nivel de análisis que eligen los funcionalistas estructurales para trabajar. Analizan sistemas sociales abstractos en lugar de sociedades reales. En gran parte de la obra de Parsons no hay ningún análisis de una sociedad «real». El análisis de los prerrequisitos funcionales que llevaron a cabo Aberle y sus colegas (1950/1967) tampoco está vinculado a ninguna sociedad real, sino que se desarrolla en un nivel alto de abstracción. Otra crítica relacionada con la anterior es que, si bien nunca ha existido un gran esquema con el que poder analizar todas las sociedades que ha habido a lo largo de la historia (Mills, 1959), los funcionalistas estructurales han creído que sí hay una teoría o al menos un conjunto de categorías conceptuales que sirven para ese fin. La convicción de que existe esta gran teoría subyace a una buena parte de la obra de Parsons, a los prerrequisitos funcionales de Aberle y sus colegas (1950/1967), y a la teoría de Davis-Moore de la estratificación (1945). Muchos críticos consideran esa gran teoría pura ilusión y aducen que lo máxi mo a lo que puede aspirar la sociología es a producir teorias históricamente específicas, teorías de «alcance medio» (Merton, 1968). Entre otras criticas específicamente metodológicas se incluye también la cuestión de si existen métodos adecuados para el estudio de los temas que preo cupan a los funcionalistas estructurales. Percy Cohen (1968), por ejemplo, se pregunta qué herramientas pueden utilizarse para estudiar la contribución de una parte de un sistema al sistema en su conjunto. Otra crítica metodológica es que el funcionalismo estructural dificulta et análisis comparado. Si se presupo ne que una parte del sistema tiene sentido sólo en el contexto del sistema social en el que existe ¿cómo es posible compararla con otra parte similar de otro sistema? Cohen plantea, por ejemplo, esta pregunta: si la familia inglesa sólo tiene sentido en el contexto de la sociedad inglesa, ¿cómo es posible su compa ración con la familia francesa? Teleología y tautología. Percy Cohen (1968) y Tumer y Maryanski (1979) consideran que ta teleología y la tautologia constituyen los dos problemas ló gicos más relevantes del funcionalismo estructural. Algunos tienden a consi derar la teleología del funcionalismo como un problema intrínseco (Abraham son, 1978; P. Cohen, 1968), pero el autor de este libro cree que Tumer y Maryanski (1979) están en lo correcto cuando afirman que el problema del funcionalismo estmctural no reside en la teleología per se, sino en el carácter ilegítimo de su teleología. En este contexto, la teleología se defme como la creencia de que la sociedad (u otras estructuras sociales) tiene propósitos o metas. Para alcanzar esas metas la sociedad crea o provoca la creación de estructuras sociales e instituciones sociales específicas. Tumer y Maryanski no creen que esta idea sea necesariamente ilegítima; de hecho, afirman que la teoría social debe tomar
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
139
en consideración la relación teleoiógica entre la sociedad y sus partes com ponentes. Para Turner y Maryanski el problema reside en la extensión excesiva de la teleología. Una teleología ilegítima es aquella que implica «que las intenciones y tos propósitos guian los asuntos humanos en casos en los que no sucede así» (Turner y Maryanski, 1979; ] 18). Por ejemplo, es ílegítmo presuponer que, puesto que ta sociedad requiere la procreación y la socialización, crea la institu ción familiar. Una variedad de estructuras alternativas pueden satisfacer estas necesidades; la sociedad no «necesita» crear la familia. El funcionalista estruc tural define y describe ios diversos modos en que las metas conducen, de liecho, hacia la creación de subestructuras específicas. Sería útil también poder mos trar por qué otras subestructuras no satisfacen tas mismas necesidades. Una teleología legitima es capaz de definir y demostrar empírica y teóricamente los vínculos entre tas metas de la sociedad y las diversas subestructuras que existen en ella. Turner y Maryanski admiten que el funcionalismo presenta teleologías ilegítimas: «Podemos concluir q je las explicaciones funcionalistas suelen con vertirse en teleologías ilegitimas — un hecho que presenta graves impedimentos a la utilización del funcionalismo para comprender tas pautas de la organiza ción humana» (1979; 124). La otra gran crítica a ta lógica de! funcionalismo estructura! es que es tauto lógico. Un argumento tautológico es aquél en el que ta conclusión simplemente explícita lo que está implicito en la premisa, o constituye una mera reafírmación de la premisa. En el funcionalismo estructural, este razonamiento circular suele adoptar la siguiente forma: se define el todo en términos de tas partes, y enton ces se definen tas partes en términos del todo. Así, puede afirmarse que un sistema social se define por la relación entre sus partes componentes, y que las partes componentes del sistema se definen por el lugar que ocupan en el conjun to del sistema social. Como cada uno de estos elementos se define en términos del otro, lo que ocurre en realidad es que ni el sistema social ni sus partes constituyentes quedan definidas. En verdad no aprendemos nada ni del sistema ni de sus partes. El funcionalismo estructural ha sido particularmente propenso a las tautologías, pero aún queda por resolver las cuestión de sí esta propensión es intrínseca a la teoría o simplemente una característica del modo en que los funcionalistas estructurales utilizan, o malutílizan, la teoría.
LA ALTERNATIVA DE LA TEORIA DEL CONFLICTO Una de las premisas de este capítulo es que la teoría del conflicto puede ser considerada como un desarrollo que se produjo, al menos en parte, como reac ción al funcionalismo estructural y como resultado de muchas de !as críticas que acabamos de exponer. Sin embargo, es preciso señalar que la teoría del conflicto tiene otras raices, como la teoría marxista y el trabajo de Símmel acerca del conflicto social. Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta
140
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
la teoria del conflicto proporcionó una alternativa al funcionalismo estructural, pero ha sido superada recientemente por diversas teorias neomarxistas (véase el Capítulo 4). En efecto, una de las principales aportaciones de la teoría del con flicto fue que sentó las bases para el desarrollo de teorias más fieles a la obra de Marx, teorías que llegaron a atraer una gran audiencia sociológica. El problema más importante de la teoría del conflicto es que nunca logró divorciarse plena mente de sus raíces estructurales-funcionales. Se desarrolló como una reacción al funcionalismo estructural más que como una teoría verdaderamente crítica de la sociedad.
La obra de Ralf Dahrendorf Al igual que los funcionalistas, los teóricos del conflicto se orientan hacia el estudio de las estructuras y las instituciones sociales. En lo fundamental, esta teoria es poco más que una serie de afirmaciones que se oponen radicalmente a las de los funcionalistas. El mejor ejemplo lo constituye la obra de Ralf Dahren dorf (1958, 1959); en ella se contraponen los principios de la teoría del conflic to con los de la escuela funcionalista. Para los funcionalistas la sociedad es estática o, en el mejor de los casos, se encuentra en equilibrio móvil. Para Dahren dorf y los teóricos del conflicto cualquier sociedad está sujeta a procesos de cambio en todo momento. Allí donde los funcionalistas subrayan el orden de la sociedad, los teóricos del conflicto ven la presencia del conflicto en cualquier parte del sistema social. Los funcionalistas (o al menos los primeros funcionalistas) afirman que todo elemento de la sociedad contribuye a su estabilidad; los exponentes de la teoría del conflicto identifican muchos elementos societales que contribuyen a la desintegración y al cambio. Los funcionalistas tienden a creer que la sociedad se mantiene unida infor malmente mediante normas, valores y una moralidad común. Los teóricos del conflicto creen que todo orden en la sociedad nace de la coerción ejercida por quienes ocupan las posiciones más altas. Mientras los funcionalistas se centran en la cohesión creada por los valores societales comunes, los teóricos del con flicto acentúan el papel que desempeña el poder en el mantenimiento del orden de la sociedad. Dahrendorf (1959, 196S) es el principal exponente de la postura de que la sociedad tiene dos caras (el conflicto y el consenso) y que, por lo tanto, la teoría sociológica debe dividirse en dos vertientes, la teoría del conflicto y la teo ría del consenso. La tarea de los teóricos del consenso es examinar la integración de los valores en la sociedad, y la de los teóricos del conflicto es estudiar los conflictos de intereses y la coerción que mantiene la unión de la sociedad frente a estas tensiones. Dahrendorf admitió que la sociedad no podía existir sin con flicto y consenso, que son prerrequisitos uno para el otro. En consecuencia, no puede darse el conflicto si no existe un consenso previo. Por ejemplo, es muy poco probable que las amas de casa francesas entren en conflicto con los aje drecistas chilenos debido a que no hay contacto alguno entre ambos grupos y no
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
141
se ha producido una integración previa que sirva de base para el conflicto, A la inversa, el conflicto puede conducir al consenso y a la integración. Un ejemplo ilustrativo la alianza entre los Estados Unidos y Japón que se produjo tras la Segunda Guerra Mundial, A pesar de la interrelación entre los procesos de consenso y de conflicto, Dahrendorf jio creía en la posibilidad de una teoria sociológica que abarcara ambos procesos: «Al menos puede concebirse que no es factible la unificación de ambas teorías: desde los inicios de la filosofía occidental los pensadores han estado siempre divididos» (1959: 164), Descartando la posibilidad de una úni ca teoría, Dahrendorf se propuso construir una teoria del conflicto de la so ciedad. ' ' Dahrendorf se inició en el funcionalismo estructural y estuvo poderosamen te influido por esta teoría. Pronto se percató de que para el funcionalista el sistema social se mantenía unido mediante la cooperación voluntaria o el con senso general, o mediante ambas cosas. Sin embargo, para el teórico del con flicto (o de la coerción), la sociedad se mantiene unida mediante una «constric ción forzada». Esto significa que ciertas posiciones de la sociedad tienen poder y autoridad sobre otras. Este hecho de la vida social condujo a Dahrendorf al desarrollo de su tesis central de que la distribución diferencial de autoridad «se convierte invariablemente en el factor determinante de los conflictos sociales sistemáticos» ( 1959: 165), Autoridad. Dahrendorf se centró en las grandes estructuras sociales. De crucial importancia para su tesis es la idea de que las diversas posiciones que existen en la sociedad tienen diferentes grados de autoridad. La autoridad no reside en los individuos, sino en las posiciones que ocupan, A Dahrendorf le interesaba no sólo la estructura de estas posiciones, sino también cl conflicto entre ellas: «El origen estructural de estos conflictos debe buscarse en la asig nación de roles sociales dotados de expectativas de dominación o sujeción» (1959; 165; cursivas añadidas). Para Dahrendorf la primera tarea en cl análisis del conflicto era identificar los diversos roles de autoridad en el seno de la sociedad. Además de defender el estudio de grandes estructuras tales como los roles de autoridad, Dahrendorf se oponía a los que subrayaban el nivel indivi dual, Por ejemplo, criticaba a los que se centraban en las características conductuales o psicológicas de los individuos que ocupaban aquellas posiciones. Su crítica fue tan dura que llegó a afirmar que los que adoptaban ese enfoque no eran sociólogos.
" Dahrendorf denominó al conflicto y la coerción la «cara desagradable de la sociedad» (19í9; 164). Podemos preguntarnos si una persona que los considera «desagradables» puede desarrollar una teoria adecuada del conflicto y la coerción. En otros trabajos, Dalirendorf (1968) siguió centrándose en los heetios sociales (por ejemplo, en las posiciones y los roles), pero también manifestó una preocupación por los ries gos de la reificación endémica que es característica de este enfoque.
142
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La autoridad vinculada a las posiciones constituye et elemento central del análisis de Dahrendorf. La autoridad siempre entraña dominación y subordina ción. De los que'ocupan posiciones de autoridad se espera un control sobre los subordinados; es decir, dominan en virtud de que eso es lo que esperan de ellos los que les rodean, no debido a sus propias características psicológicas. Estas expectativas, como la autoridad, están ligadas a las posiciones, no a las perso nas. La autoridad no es un fenómeno social generalizado; se puede identificar en la sociedad a los que están sometidos a control, asi como a las esferas de control permisibles. Finalmente, como la autoridad es legítima, pueden impo nerse sanciones a quienes se rebelan contra ella. Para Dahrendorf la autoridad no es una constante. Y ello se debe al hecho de que la autoridad reside en las posiciones y no en tas personas. Asi, una per sona que ocupa una posición de autoridad en un lugar no necesariamente ha de ocupar una posición de autoridad en otro lugar. De modo similar, una persona en una posición subordinada en un grupo puede ocupar una posición de mando en otro. ',Esta idea se deriva del argumento de Dahrendorf de que la sociedad se compone de varias unidades que él denomina asociaciones impefativamenle coordinadas. Se trata de asociaciones de personas controladas por una jerarquía de posiciones de autoridad. Como en la sociedad hay muchas asociaciones de este tipo, un individuo puede ocupar simultáneamente una posición de autori dad en una y una posición subordinada en otra/ La autoridad dentro de cada asociación es dicotòmica; de manera que pue den formarse dos, y sólo dos, grupos de conflicto dentro de cualquier asocia ción. Los que desempeñan posiciones de autoridad y los que ocupan posiciones subordinadas defienden intereses que son «contradictorios en esencia y direc ción». He ahi otro término clave de la teoría del conflicto de Dahrendorf; los intereses. Los grupos que están arriba y tos que están abajo se definen por sus intereses comunes. Dahrendorf siempre creyó que incluso estos intereses, que aparentemente son psicológicos, son fenómenos básicamente sociales; Para el análisis sociològico de las clases sociales y del conflicto social es preciso admitir determinadas orientaciones, estrucluraimente eslaijiechias en la conducta de los titulares de ciertas posicionex. Por analogía con las direcciones conscientes (subjetivas) de la conducta, parece adecuado emplear para estas orientaciones el término interés... El supuesto de que existen intereses «objetivos» asociados a las posiciones sociales carece de implU aciones o ramificaciones psicológicas: perte nece propiamente al nivel del análisis sociológico, (D ahrendorf, I9.‘i9; 175; cursivas añadidas)
Dentro de cada asociación, los que ostentan posiciones dominantes se afa nan por mantener el estatus quo, mientras los que se encuentran en posiciones subordinadas persiguen el cambio. El conflicto de intereses dentro de cualquier asociación está latente en todo momento, lo que significa que la legitimidad de la autoridad es siempre precaria. Este conflicto de intereses no necesita ser
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
143
consciente para que se dé la acción de los dominadores c de los subordinados. Los intereses de dominadores y subordinados son objetivos en el sentido de que se reflejan en las expectativas (roles) ligadas a las posiciones. Los individuos no necesitan internalizar estas expectativas ni tener conciencia de ellas para actuar de manera coherente. Si ocupan posiciones dadas, entonces se compor tan de la manera esperada. Los individuos se «ajustan» o «adaptan» a sus roles cuando contribuyen al conflicto entre dominadores y subordinados. Dahrendorf denominó estas expectativas inconscientes de rol intereses latentes. Los intere ses manifiestos son intereses latentes que se convierten en conscientes. Dahren dorf creia que la principal tarea de la teoría del conflicto era el análisis de la relación entre interese latentes y manifiestos. No obstante, los actores no nece sitaban ser conscientes de sus intereses para actuar de acuerdo con ellos. Dahrendorf procedió después a distinguir tres tipos generales de grupos. El primero es el cuasi-grupo., o «agregados de titulares de posiciones que tienen los mismos intereses de rol» (Dahrendorf, 1959: 180). Estos constituyen cam pos de reclutamiento para el segundo tipo de grupo: el grupo de interés. Dahrendorf describe ambos grupos; Una manera com ún de com portarse só lo caracterií'íi a ios grupos organizados de interés, reclutados de lo s cuasi grupos. G rupos de interés son grupos en el sen tid o más riguroso del co n cep to so c io ló g ic o ; y son los verdaderos agentes del co n flicto de grupo. Tienen una estructura, una forma dada de organ ización , un programa u objetivo y un «p erson al» integrado por sus com p on en tes. (D ahrendorf, 1959: 180)
De entre los muchos grupos de interés, se puede distinguir a los grupos de conflicto, aquellos que se ven involucrados en un conflicto grupal. Dahrendorf creía que los conceptos de intereses latentes y manifiestos, de cuasi-grupos, grupos de interés y grupos de conflicto, eran fundamentales para explicar el conflicto social. En condiciones ideales no se requiere ninguna otra variable. Pero como las condiciones nunca son ideales, suelen intervenir otros muchos factores en el proceso. Dahrendorf mencionó condiciones técnicas, como un personal adecuado, condiciones políticas, como el clima político general, y condiciones sociales, como la existencia de vínculos de comunicación. El modo en que las personas eran reclutadas de los cuasi-grupos constituia para Dahren dorf otra condición social importante. Pensaba que si el reclutamiento era alea torio y estaba determinado por ei azar sería poco probable que emergiera un grupo de interés o un grupo de conflicto, A diferencia de Marx, Dahrendorf no creia que el lumpenproletariat ‘^ llegara a constituir un grupo de conflicto por que las personas llegaban a formar parte de él por azar. Sin embargo, cuando la
' ' .^sl es como Marx llamaba a la masa de personas que se encontraba en la parte inferior del sistema económico, que incluso estaba por debajo del proletariado.
144
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
selección de los miembros de los cuasi-grupos está estructuralmente determina da, estos grupos proporcionan campos de reclutamiento fértiles para los grupos de interés y, en 'algunos casos, para los grupos de conflicto. El último aspecto de la teoria del conflicto de Dahrendorf es la relación entre el conflicto y el cambio. Dahrendorf reconoce la importancia del trabajo de Lewis Coser (véase más abajo), quien se centró en las fimciones del conflic to para ei mantenimiento del estatus quo. Dahrendorf creía, sin embargo, que esta función del conflicto es sólo una parte de la realidad social; el conflicto también conduce al cambio y al progreso. En suma, Dahrendorf afirmaba que, una vez constituidos, los grupos de conflicto se involucran en acciones que provocan cambios en la estructura so cial. Cuando el conflicto es agudo, los cambios que se producen son radicales. Cuando va acompañado de violencia, el cambio estructural es súbito. Cualquie ra que sea la naturaleza del conflicto, los sociólogos deben tener en cuenta la relación entre el conflicto y el cambio, así como la relación entre el conflicto y el estatus quo.
Principales críticas La teoría del conflicto ha sido criticada por muchas razones. Por ejemplo, ha sido atacada por ignorar el orden y la estabilidad, mientras el funcionalismo estructural lo ha sido por ignorar el conflicto y el cambio. También ha sido criticada por ser ideológicamente radical, mientras el funcionalismo estructural ha sido objeto de críticas por su ideología conservadora. La teoria del conflcito no es tan sofisticada como el funcionalismo, tal vez debido a que es más bien una teoría derivada. La teoria del conflicto de Dahrendorf ha sido sometida a varios análisis críticos (por ejemplo, Hazeirigg, 1972; J. Turner, 1973; Weingart, 1969), entre los que se incluyen ciertas reflexiones criticas del propio Dahrendorf (1968). Primero, no está claro que el modelo de Dahrendorf sea, como el propio Dahrendorf proclamó, una reflexión sobre las ideas de Marx. De hecho, constituye una traducción inadecuada de la teoría marxista a la sociología (véase más abajo). Segundo, como ya hemos señalado, la teoría del conflicto tiene más elementos en común con el funcionalismo estructura! que con la teoria marxista. El énfasis de Dahrendorf en cuestiones tales como los sistemas (asociaciones imperativa mente coordinadas), las posiciones y los roles le vincula directamente con el funcionalismo estructural. Por ende, su teoría presenta las mismas deficiencias que el funcionalismo estructural. Por ejemplo, el conflicto parece surgir miste riosamente de sistemas legítimos (como en el funcionalismo estructural). Ade más, la teoría del conflicto presenta muchos de los problemas conceptuales y lógicos (por ejemplo, los conceptos vagos, las tautologías) que plantea el fun cionalismo estructural. Finalmente, al igual que el funcionalismo estructural, se trata de una teoría cuasi macroscópica, y por ello tiene poco que ofrecer a la comprensión de! pensamiento y la acción individua!.
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
145
Tanto el funcionalismo como la teoría del conflicto de Dahrendorf son in adecuadas, porque cada una de ellas es exclusivamente útil para la explicación de una soia parte de !a vida social. La sociología debe ser capaz de explicar tanto el orden como el conflicto, tanto la estructura como el cambio. Este hecho ha motivado varios esfuerzos por reconciliar ambas teorías. Aunque ninguno es plenamente satisfactorio, estos esfuezos sugieren que existe al menos cierto acuerdo entre los sociólogos acerca de !a necesidad de una teoría que explique tanto el consenso como la disensión. Pero no todos los teóricos buscan cl modo de reconciliar estas perspectivas opuestas. Dahrendorf, por ejemplo, las consi deraba perspectivas alternativas para utilizarlas dependiendo dcl objeto de es tudio. De acuerdo con Dahrendorf, si nos interesamos por el conflicto debemos usar la teoría del conflicto y si nuestro deseo es examinar cl orden, debemos adoptar una perspectiva funcional. Esta postura parece insatisfactoria, porque existe una necesidad acuciante de disponer de una pespectiva teórica que nos permita analizar simultáneamente el conflicto y el orden. Jonathan Turner (1975, 1982) se propuso refomnular la teoría del conflicto. Turner identificó tres problemas principales en las teorías del conflicto similares a la de Dahrendorf Primero, carecen de una clara definición del conflicto que delimite lo que en verdad es conflicto y lo que no lo es. Segundo, la teoría del conflicto presenta un alto grado de vaguedad porque no se especifica en ella el nivel de análisis en el que opera: «De un modo típico, no se especifica con precisión qué unidades están en conflicto: si los individuos, los grupos, las organi zaciones, las clases, las naciones, las comunidades, etc...» (J. Turner, 1982: 178). Tercero, en la teoría del confiicto aparece implícitamente el funcionalismo es tructural, lo que la aleja de sus raíces marxistas. Turner se centró en el «conflicto como un proceso de eventos que conduce a una interacción abierta de diversos grados de violencia entre, al menos, dos partes» (1982: 183). Desarrolló un proceso en nueve fases que conducían al confiicto abierto. Aunque a primera vista parece un modelo causal unilineal, Turner tuvo la precaución de especificar varios procesos de retroacción, o rela ciones dialécticas, entre las fases. El proceso en nueve fases es como sigue: 1. 2. 3.
4. 5.
El sistema social se compone de varias unidades iriterdependientes. Existe una distribución desigual de los recursos escasos que son apre ciados por estas unidades. Las unidades que no reciben su parte proporcional de los recursos co mienzan a cuestionarse la legitimidad del sistema. {Turner señaló que esta situación suele darse cuando las personas sienten que sus aspira ciones de ascender están bloqueadas, cuando existen canales insufi cientes para remediar los agravios, y cuando las personas son privadas de recompensas en varios sectores). Las personas no privilegiadas comienzan a percatarse de que les intere sa alterar el sistema de distribución de recursos. Los perjudicados comienzan a sublevarse emocionalmente.
146
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
6.
Aparecen brotes periódicos de frustración, aunque suelen estar desor ganizados. 7. Los inif>ticados en el conflicto perciben su creciente intensidad y se sienten cada vez más implicados emocionaimente en él. 8. Se realizan cada vez mayores esfuerzos por organizar a los grupos no privilegiados implicados en el conflicto. 9. Finalmente estalla un conflicto abierto con diversos grados de violencia entre los privilegiados y los no privilegiados. L1 grado de violencia de pende de cosas tales eomo ta capacidad de las partes en conflicto para definir sus intereses reales y el grado en que el sistema dispone de me canismos para manejar, regular y controlar el conflicto. Turner hizo una valiosa aportación a la teoría del conflicto, especialmente al delinear algunas de las relaciones conflictivas entre los actores y las estructu ras sociales. Sin embargo, el trabajo de Turner, como el de muchos otros teóri cos dcl conflicto, sigue engastado en la tradición estructural-funcional. A resul tas de lo cual. Turner no reflejó la gran cantidad de ideas valiosas acerca de la naturaleza del conflicto social que se pueden encontrar en las diversas ramas de la teoría neomarxista.
Esfuerzos para reconciliar et funcionalismo estructural y la teoría del conflicto Pierre van cien Berghc {1963) realizó el esfucr/u má.s importante para reconci liar el funcionalismo estructural con la teoria del conflicto. Sefialó una serie t5e puntos comunes a ambas teorias. Primero, ambas prespectivas son holistax: es decir, ven la sociedad como un conjunto de partes interrelacionadas y se ocupan de la interrelación entre las partes. Segundo, los teóricos se centran en las varia bles que son pertinentes para la teoría que defienden e ignoran las de la perspec tiva opuesta. Deberían reconocer, sin embargo, que el conflicto puede contri buir a la integración y, a la inversa, que la integración puede causar conflicto. Tercero, van den Berghe señaló que las dos teorias compartían una idea evolu cionista del cambio social; la idea de que la suciedad se mueve hacia adelante y hacia mejor. L’l teórico dcl conflicto suele considerar que la .sociedad avanza irrevocablemente hacia una sociedad utópica. Ll funcionalista, como Parsons, considera que marcha hacia una mayor diferenciación que le permite controlar mejor su entorno, h'inalmentc, van den Berghe consideraba ambas perspectivas eomo teorias del equilibrio. La teoria funcional acentúa el equilibrio societal. Ln la teoría del conflicto, los procesos relaciónales conducen inevitablemente a un nuevo estado de equilibrio en un tiempo futuro. La obra de van den Berghe identifica puntos comunes a las dos teorías, pero no las reconcilia; quedan aún numerosas y notables diferencias. La obra de Lewis Coser (1956) y Joseph Himes (1966) se centra en las
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
147
funciones del contlicto social, Hstos análisis básicamente funcionales dcl con flicto se orientan hacia la integración de la teoria del conflicto y de la teoria estructural-funcional. Si bien ambos autores se ocupan del efecto equilibrador de! conflicto, lo que se requiere es una obra paralela que analice los efectos desequilibradores del orden. Ciertos tipos de orden, o un exceso dcl mismo, pueden provocar desequilibrio en el sistema social; por ejemplo, los gobernan tes totalitarios, a pesar de su hincapié en ei orden, pueden destruir la estabilidad de la sociedad. Sin embargo, como apenas se han realizado estudios accrca dei modo en que el orden produce cambio, nos centraremos ahora en las funciones del conflicto social. Fue Georg Simme! el primer autor que realizó un trabajo influyente accrca de las funciones del conflicto social, trabajo que fue ampliado por Coser, quien afirmaba que el conflicto podia servir para solidificar un grupo débilmente estructurado. En una sociedad que parece estar desintegrándose, el conflicto con otra sociedad puede restaurar la integración. La cohesión de los judíos is raelíes puede atribuirse, al menos en parte, al sempiterno conllicto con las na ciones árabes de Oriente Medio. El conflicto podría acabarse si se exacerbaran las tensiones dentro de la sociedad israelí. Fil conflicto como agente de cohesión de una sociedad es una idea que siempre han adoptado los propagandistas, quie nes pueden inventarse enemigos o provocar enemistades contra un oponente inactivo. K1 conflicto con un grupo puede crear cohesión al provocar una serie de alianzas con otros grupos. Por ejemplo, cl conflicto con ios árabes ha provoca do una alianza entre los Bstados Unidos e Israel, La disminución de la inten* sidad del conflicto árabe-israelí podría provocar el debilitamiento de los vínculos entre Israel y los Estados Unidos, Dentro de una determinada sociedad el conflicto puede hacer que indivi duos por lo común aislados adopten un papel activo. Las protestas en contra de la guerra de Vietnam llevaron por primera vez a muchos jóvenes a adoptar un papel activo en la vida política estadounidense. Cuando terminó ei conflicto, resurgió un temperamento más apático entre la juventud estadounidense. El conflicto también cumple una función de comunicación. Antes de que se produzca el conflicto, los grupos pueden no identificar con seguridad la po sición de su enemigo, pero a resultas dei conflicto, quedan determinadas con precisión las posiciones y las fronteras entre los yrupos. Por ende, los indi viduos son más capaces de decidir la línea de acción más apropiada ante sus adversarios, E! conflicto también permite a las partes tener una idea más exacta de su fuerza relativa e incrementa la posibilidad de un acercamiento o una aco modación pacifica. Desde una perspectiva teórica es posible reconciliar las teorias del contlicto y funciona! atendiendo a las funciones det conflicto social. Pero debe admitirse que el conflicto también tiene disfunciones, Himes (1966). ai igual que Coser, se interesó por las funciones del contlic to, pero se centró especiflcamentc en ias funciones del conllicto racial. Himes
148
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
analizó lo que consideraba la acción grupal racional de los negros estadouni denses. Le preocupaba la conducta colectiva deliberada que estaba dirigida a alcanzar nietas sociales predeterminadas. Esta conducta implica un ataque cons ciente contra los abusos sociales manifiestos. Algunos ejemplos son las en miendas legales (para lograr el derecho al voto, oportunidades educativas y servicios públicos), la acción política (como el voto y la presión), y la acción de masas no violenta. El tipo de conflicto que interesaba a Himes era un proceso pacifico que se producía dentro del sistema; su análisis excluye actos violentos tales como motines y linchamientos. Aunque Himes ignoró el conflicto colectivo violento, es factible también el análisis funcional de esta forma de conflicto. Los disturbios de finales de los años sesenta cumplieron claramente una función para los estadounidenses ne gros. Si bien es cierto que tuvieron disfunciones (para los blancos) demostraron fundamentalmente el poder de los negros y la debililidad de la estructura de poder de los blancos. Himes creía que el conflicto racial cumplía funciones estructurales, fun ciones relativas a la comunicación, a la solidaridad y a la identidad. Estructuralttiente, el conflicto puede alterar el saldo de poder entre los negros y la mayoría dominante de blancos, incrementar el poder de los negros de manera que los blancos se vean en la obligación de reunirse con ellos para discutir cuestiones importantes para ambos. El conflicto racial puede cumplir funciones relativas a la comunicación, tales como hacer que se preste más atención a las cuestiones raciales, aumentar la cobertura de cuestiones raciales en los medios de comunicación de masas, permitir que las personas carentes de información reciban noticias, y cambiar el contenido de la comunicación interracial. El con flicto racial puede también destruir definitivamente la vieja «etiqueta de rela ciones raciales», al provocar un diálogo más abierto sobre cuestiones impor tantes. El conflicto racial puede incrementar \a. solidaridad, porque puede contribuir a la unificación de los negros y al establecimiento de relaciones interraciales. Incluso aunque esta relación se base sólo en el conflicto, en última instancia puede sentar las bases para el establecimiento de una relación más pacifica y duradera. Entre las funciones del conflicto racial relativas a la identidad desta ca la intensificación de la autoconciencia de los negros y la clarificación de las fronteras grupales. Quizás la función de identidad más importante es el sentido que obtienen los participantes negros de su identidad como estadounidenses que luchan por el principio básico de la libertad. Todas estas teorías del conflicto se esfuerzan por integrar, o al menos relacionar, el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto. Práctica mente todos los esfuerzos que se han realizado se sitúan en el nivel societal macro.
En el Capítulo 12 analizaremos el esfuerzo de Randall Collins (1975, 1990) por relacio nar cuestiones macro y micro bajo el encabezamiento «leoria del eonñicto».
FUNCIONAÜSMO ESTRUCTURAL
149
Hacia una teoría det conflicto más marxista Antes de pasar al capítulo siguiente, que trata sobre las teorías marxistas, ofre ceremos las críticas de André Gunder Frank (1966/1974) a los esfuerzos de van den Berghe por reconciliar ta teoría del conflicto y el funcionalismo estructural. De crucial importancia es la afirmación de Franti de que la teoría del conflicto es una teoría marxista inadecuada. Así, mientras van den Berghe tal vez logra reconciliar la teoría del confiicto con el funcionalismo estructural, Frank creía harto difícil la reconciliación de ambas teorías en el caso de que se tratara de una teoria del conflicto verdaderamente fiel al marxismo, Frank refutó punto por punto el argumento de van den Berghe sobre ia reconciliación de la teoría del conflicto y ta teoría estructural-funcional. El primer punto que señaló Van den Berghe era que ambas teorias adoptaban un enfoque bolista del mundo social, Frank reconoció que en este punto habia cier ta correspondencia, Pero identificó también algunas diferencias cruciales. En primer lugar, Frank señalaba que los verdaderos marxistas tienden, efectiva mente, a centrarse en el todo, pero los funcionalistas estructurales, a pesar de adoptar un enfoque aparentemente similar, dedicaban la mayoría del tiempo a las partes de los sistemas sociales, Frank estaba en lo correcto, pero se han desarrollado también algunas teorías neomarxistas que han tendido a centrarse en determinados componentes (por ejemplo, la economia, la cultura) del todo social. La segunda refutación de Frank del primer punto que señala van den Berghe es más significativa. Afirmó que los pensadores marxistas, dado su com promiso con el materialismo, se ocupan de sistemas sociales reales, mientras los funcionalistas estructurales (y algunos teóricos del confiicto) suelen cen trarse en todos abstractos. El concepto de Parsons de sistema social es un exce lente ejemplo para ilustrar este liltimo punto. Acerca de la cuestión del holismo, Frank afirmó también que ios funcionalistas estructurales y tos pensadores verdaderamente marxistas abordaban cues tiones muy diferentes cuando estudiaban las totalidades sociales. En primer lugar, aquéllos suelen dar por sentado el sistema social existente y no cuestio nan su legitimidad. Los estudiosos marxistas, sin embargo, ponen en cuestión la sociedad existente (sea capitalista, socialista o comunista) y la someten a inten so escrutinio y crítica. También se orientan hacia el desarrollo de la sociedad futura, pero no deifican la contemporánea. Además, hiay una diferencia notable entre los dos enfoques. Los verdaderos marxistas se centran en la totalidad so cial y consideran que su conocimiento resulta valioso para ta comprensión de las diversas partes que la forman. Sin embargo, incluso cuando el funcionalísino estructural se centra en el todo social, su meta última es comprender las partes, en especial las instituciones sociales especificas. Finalmente, como los funcionalistas estructurales operan sobre sistemas abstractos, pueden centrarse en ta totalidad que desean. Pero en la medida en que los pensadores marxistas están comprometidos con et naturalismo, la totali dad que estudian está constreñida por el mundo social real. El mundo, y no un
150
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
sistema teòrico abstracto, detennina su objeto de estudio. Por lo demás, e] dia léctico se orienta hacia el cambio dei mundo social y no meramente bacia su estudio, como es el caso de los funcionalistas estructurales. El segundo punto que señaló van den Berghe era que cada escuela ignora las variables que preocupan a la otra. Así, van den Berghe aconsejaba a los funcionalistas estructurales que consideraran tas ideas del conflicto que ofre cían los teóricos del conflicto y, a la inversa, que los teóricos del conflicto tuvieran en consideración las nociones sobre el consenso de los funcionalistas estructurales. Frank hizo varias criticas a esta postura. En primer lugar, afirma ba que van den Berghe infravaloraba ambas perspectivas, porque tanto la teoria marxista como el funcionalismo estructural se han ocupado del consenso y del conflicto. En segundo lugar, Frank sostenía que cuando los funcionalistas es tructurales intentaban incorporar las ideas marxistas a su teoría, las distorsiona ban de tal modo que apenas eran reconocibles. En tercero, incluso cuando los funcionalistas estructurales se interesaban por el conflicto, se trataba simple mente de una preocupación limitada. Por ejemplo, podian estar dispuestos a analizar las funciones del conflicto social, pero no a estudiar cuestiones tales como la desintegración y la revolución social. De acuerdo con Frank, el funcionalismo estructural tiene una capacidad limitada para integrar las cuestiones del conflicto y el consenso. Sin embargo, juzgaba posible lograr esa integración en la teoria marxista. La teoría marxista puede usarse para el estudio de muchos y diferentes tipos y grados de conflicto, incluyendo el conflicto desintegrador. Y lo que es más importante, dado su compromiso con la dialéctica, la teoría marxista es una teoría particularmente adecuada para la integración de la cohesión y el conflicto. En el tercer punto van den Berghe aducía que las dos teorías compartían un interés por el cambio evolucionista, sin embargo Frank identificó tres diferen cias importantes. Primera, los funcionalistas estructurales suelen analizar ex clusivamente el cambio dentro del sistema, mientras los dialécticos suelen inte resarse más por el cambio de la totalidad de! sistema social y de su estructura social. Segunda, las dos escuelas tienen diferentes prioridades a la hora de estu diar el cambio. Para los funcionalistas estructurales la estructura es la fuente del cambio; para los dialécticos, el cambio es la fuente de la estructura. Finalmente, para el funcionalista el cambio es un proceso abstracto, mientras para el marxis ta se trata de un proceso dialéctico que ocurre en el seno de sociedades reates. Finalmente, van den Berghe afirmaba que ambos enfoques eran básicamen te teorías del equilibrio. Esto es claramente cierto en el caso del funcionalismo estructural, pero no describe adecuadamente la teoría marxista. El argumento de van den Berghe ignora en especial la concepción marxista del desequilibrio, de las negaciones, en el seno de la sociedad. Para el marxista, la sociedad con tiene en su seno la semilla de su propia transformación y revolución. Probable mente los marxistas tienen un sentido del equilibrio, pero es más poderosa su imagen del desequilibrio y el cambio. En suma, Frank afirmaba que van den Berghe no había sido fiel a ia teoría
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
151
marxista al perfilar la teoria del conflicto e intentar reconciliarla con el funcio nalismo estructural. Si bien la teoria del conflicto contiene elementos marxis tas, no es legitima heredera de la teoria originai de Marx. Dedicaremos el si guiente capítulo al estudio de las teorías que sí lo son.
RESUMEN No hace muchos años el funcionalismo estructural se erigió como la teoría sociológica dominante. La teoría del conflicto fue su principal reto y se convir tió en la alternativa más adecuada para desplazarla de su posición. Sin embargo, recientemente se han producido cambios drásticos. Ambas teorías fueron obje to de una dura crítica mientras se desarrollaban una serie de teorías alternativas (que analizaremos a lo largo de este libro) que han suscitado un mayor interés y han atraído más seguidores. El funcionalismo estructural y la teoría del conflic to aún constituyen teorías relevantes, pero deben ocupar su lugar junto a otras muchas teorías sociológicas importantes. Además, como todas las teorías tradi cionales, han sido superadas por nuevos desarrollos teóricos que analizaremos en la tercera parte de este libro. Aunque existen varias vertientes de funcionalismo estructural, en este capí tulo nos hemos ocupado del funcionalismo societal y su enfoque macro, de su preocupación por las relaciones en el nivel societal y por los efectos constríctores de las estructuras e instituciones sociales sobre los actores. El funcionalismo estructural societal tiene sus raíces en la obra de Comte, Spencer y Durkheím y en su interés por el organicismo, las necesidades societales y, más específica mente, las estructuras y las funciones. Sobre la base de la obra de estos autores, los funcionalistas estructurales desarrollaron una serie de intereses macro por los sistemas sociales, los subsistemas, las relaciones entre los subsistemas y los sistemas, el equilibrio y el cambio ordenado. Examinamos cuatro trabajos que se encuadran en el funcionalismo estruc tural (Davis y Moore, Aberle et al., Parsons, y Merton). Davis y Moore, en una de las obras más conocidas y criticadas de la historia de la sociología, examina ron la estratificación social en tanto que sistema social y las diversas funciones positivas que cumplía. En un ensayo más general Aberle y sus colegas plasma ron su interés por las diversas estructuras y funciones que creían que una socie dad debía tener y cumplir para sobrevivir. Entre otras funciones, una sociedad debía contar con una cantidad suficiente de población, medios para tratar con su entorno, métodos para regular la relación entre los sexos, diferenciación de rotes y medios adecuados para asignar a las personas los diferentes roles, siste mas de comunicación, orientaciones cognitivas compartidas, metas comunes, métodos de regular los medios para alcanzar esas metas, métodos para regular la afectividad, una socialización adecuada y un control social efectivo. También analizamos la teoría estructural-funcional de Talcott Parsons y sus ideas sobre los cuatro imperativos funcionales de todo sistema de la acción:
152
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
adaptación, alcance de metas, integración y latencia (AGIL). Estudiamos su enfoque estructural-funcional sobre ios cuatro sistemas de la acción: el sistema social, el cultural, el de la personalidad y el organismo conductual. Finalmente examinamos su enfoque estructural-funcional sobre el dinamismo y el cambio social: su teoría evolucionista y sus ideas sobre los medios generalizados de intercambio. El esfuerzo de Merton por desarrollar un «paradigma» para el análisis fun cional constituye el trabajo más importante enmarcado en el funcionalismo es tructural moderno. Merton comienza por criticar algunas de las posiciones más ingenuas del funcionalismo estructural, para luego desarrollar un modelo más adecuado de análisis estructural-funcional, Merton y sus predecesores co incidían en un punto: en la necesidad de centrarse en los fenómenos sociales macro. Pero además de ocuparse de las funciones positivas, afirmaba Merton, los funcionalistas estructurales debían estudiar las disfunciones e incluso ias no funciones. Tras su aportación de estas nuevas nociones, Merton aconsejaba a los analistas que se interesaran por el saldo neto de las funciones y las disfun ciones, Además, añadía, cuando llevamos a cabo el análisis estructural-funcíonal debemos movernos tiaeia análisis globales y especificar los niveles en los que trabajamos. Merton también aportó la idea de que los funcionalistas estructu rales debían ocuparse no sólo de las funciones manifiestas (intencionadas) sino también de las latentes {no intencionadas). Este apartado termina con el estudio de la aplicación que hizo Merton de su paradigma funcional a la cuestión de la relación entre estructura social y cultura, y anomía y desviación. Pasamos después a estudiar las numerosas críticas al funcionalismo estruc tural que lograron dañar su credibilidad y popularidad. Analizamos las críticas que sostienen que el funcionalismo estructural es ahistórico, que no es válido para el análisis del conflicto y el cambio, que es altamente conservador, que se centra en el constreñimiento società! sobre los actores, que acepta ias legitima ciones de la élite, y que es teleológieo y tautológico. La segunda parte de este capítulo la dedicamos a la principal alternativa al funcionalismo estructural que surgió en los años cincuenta y sesenta: la teoría del conflicto. La obra más conocida en esta tradición es la de Ralf Dahrendorf, de quien se ha señalado que lo que en realidad liízo fue invertirei funcionalismo estructural, aunque su intención fuera enmarcar su teoría del conflicto en la tradición marxista, Dahrendorf miraba el cambio en lugar del equilibrio, el conflicto en lugar del orden, y le interesaba cómo contribuyen las partes de la sociedad al cambio en lugar de a la estabilidad; le interesaba más el confiicto y la coerción que el constreñimiento normativo, Dahrendorf ofreció una teoría macro del conflic to que se sitúa en pie de igualdad con la teoría macro del orden de tos funcionalistas estructurales. Su enfoque sobre la autoridad, las posiciones, las asociaciones imperativamente coordinadas, los intereses, los cuasi-grupos, ios grupos de in terés y tos grupos de conflicto reflejan esta orientación. La teoría de Daiirendorf plantea los mismos problemas que el funcionalismo estructural. Van den Berghe analizó varios puntos generales que ambas teorías tenían en común, y
FUNCIONALISMO ESTRUCTURAL
153
Coser y Himes analizaron las funciones del conflicto social. Aunque todos estos esfuerzos ofrecieron nuevas ideas, presentan graves debilidades, especialmente la tendencia a concentrarse casi exclusivamente en los macro fenómenos. Terminamos el capítulo con la crítica de Frank a los esfuerzos de van den Berghe por integrar la teoría del conflicto y la teoría estructural-funcional. La crítica más importante de Frank es que la teoría del conflicto es una reflexión inadecuada sobre las ideas de la teoría marxista. Con esa critica en mente, pasa mos al Capítulo 4 donde analizaremos varios de los esfuerzos por desarrollar una teoria sociológica marxista más adecuada.
CAPITULO
4
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA DETERMINISMO ECONOMICO MARXISMO HEGELIANO Georg Lukács Antonio Gramsci TEORIA CRITICA Principales críticas Principales contribuciones Críticas a la teoría crítica Las ideas de Jurgen Habermas MARXISMO ESTRUCTURAL Críticas de otras teorías marxistas Principios del marxismo estructural Reanáiisis de Marx: la obra de Louis Altliusser Nicos Poulantzas: economía, política e ideología Reacciones críticas al marxismo estructural SOCIOLOGIA ECONOMICA NEOMARXISTA Trabajo y capital Fordismo y posfordismo MARXISMO DE ORIENTACION HISTORICA E l m oderno sistem a m undial Los estados y las revoluciones sociales
155
156
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En el Capítulo 3 hemos analizado e! surgimiento de la teoria del conflicto como una reacción a algunos de los problemas del funcionalismo estructural. En ese capítulo hemos subrayado que aunque la teoría del conflicto se esforzó por encuadrarse en la tradición marxista, era, en realidad, una versión pobre de la teoría marxista. En este capítulo analizaremos varias teorías sociológicas que constituyen reflexiones más satisfactorias sobre las ideas de Marx. Como po dremos apreciar, la influencia de Marx no ha sido uniforme en absoluto. Debido a que ia teoria de Marx es enciclopédica, muchos y muy diversos teóricos pro claman que trabajan bajo las directrices de su obra original. De hecho, aunque cada uno de ellos se proclama heredero legítimo de la teoría de Marx, se apre cian muchas diferencias irreconciliables entre sus teorías. Hemos tenido la cautela de centramos en los elementos sociológicos de las teorías marxistas que vamos a analizar. Parafraseando un comentario de Henri Lefebvre ( 1968) acerca de la teoría de M arx, hay teoría socioiógica en el neomar xismo, pero no todo el neomarxismo es teoría sociológica. Nuestro objetivo es estudiar la amplia variedad de trabajos que se han rea lizado en la teoría sociológica neomarxista. En primer lugar, proporcionamos una breve exposición acerca de los deterministas económicos. Su obra no está directamente relacionada con la sociología, pero representa la postura contra la que reaccionaron muchos sociólogos neomarxistas al desarrollar sus propias orientaciones. En segundo lugar, analizamos algunos de los primeros marxistas hegelianos, en particular Georg Lukács y Antonio Gramsci. Su importancia reside en el esfuerzo por integrar ciertas orientaciones subjetivas con el tra dicional interés de los marxistas por las estructuras materiales y objetivas. En tercer lugar nos ocupamos de la Escuela de Frankfurt, o Escuela Crítica, que convirtió estas primeras críticas hegelianas en una revisión completa de la teo ría marxista. En este punto haremos un comentario sobre los que intentaron extender los intereses marxistas tradicionales a los fenómenos del nivel indi viduaL Dedicamos especial atención a las ideas de un teórico crítico contempo ráneo, Jurgen Habermas. En cuarto lugar analizamos el marxismo estructural, que constituye una reacción contra los revisionistas hegelianos y un regreso a lo que para estos teóricos es la preocupación «reab> de Marx por las estructuras inconscientes. En quinto lugar examinamos algunos trabajos relevantes para la sociología que se enmarcan en ei campo de la economia institucional neomar xista, Y en sexto lugar nos ocupamos brevemente del trabajo que se ha realiza do en el marxismo de orientación histórica (por ejemplo, Wallerstein, 1974, 1980, 1989). Además de las teorías neomarxistas que analizamos en este capítulo, en el Capítulo 13 estudiaremos algunas teorías «posmarxistas». Entre ellas se cuen tan el marxismo analítico, el marxismo posmodemo y las ideas de Samuel Bowles y Herbert Gíntis (1987) sobre la democracia y el capitalismo. Se ha dicho que estas teorías posmarxistas han traspasado los límites de la teoria marxista, y algunos observadores han llegado a afirmar que ya no es posible encuadrarlas en la teoría marxista.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMAFIXISTA
157
DETERMINISMO ECONOMICO Marx parece un determinista económico en numerosos lugares de su obra; es decir, tenemos la impresión de que otorga una importancia superlativa al sistema económico y de que cree que éste determina todos los demás sectores de la sociedad: la política, la religión, los sistemas de ideas, etcétera. Si bien es cierto que Marx daba mucha importancia al sector económico, al menos en la sociedad capitalista, como pensador dialéctico no podía adoptar una postura determinista porque la dialéctica se caracteriza por la noción de que existe un proceso retro activo continuo y una interacción mutua entre los distintos sectores de la sociedad. La política, ta religión, etc., no podían quedar reducidos a epifenómenos deter minados por la economía porque influyen sobre la economía del mismo modo que son influidos por ésta, A pesar de la naturaleza de la dialéctica, hay todavía quien interpreta a Marx como un determinista económico. Aunque algunos as pectos de ta obra de Marx llevarían a esa conclusión, adoptar esta postura impli ca ignorar el impulso dialéctico que empuja su teoría, Agger (1978) afirmó que el determinismo económico alcanzó su apogeo como interpretación de la teoría marxista durante el periodo de la Segunda Intemacional Comunista, entre 1889 y 1914, Este periodo histórico se contempla con frecuencia como el punto culminante del capitalismo mercantil inicial, y sus expansiones y recesiones dieron lugar a numerosas predicciones acerca de su caída inminente. Los marxistas que comulgaban con el determinismo econó mico veían la calda del capitalismo como algo inevitable. En su opinión, el marxismo era capaz de producir una teoría científica de su desmoronamiento (asi como de otros aspectos de la sociedad capitalista) con la fiabilidad predictora de ias ciencias naturales y fisicas. La tarea del analista era simplemente examinar las estructuras del capitalismo, en especial las estructuras económi cas, Dentro de estas estructuras se producían una serie de procesos que acaba rían inevitablemente con el capitalismo, y la tarea del determinista económico era descubrir cómo funcionaban estos procesos. Friedrich Engels, colaborador y benefactor de Marx, fue el precursor de esta interpretación de la teoría marxista, como también lo fueron otros pensado res como Kart Kautsky y Eduard Bernstein, Kautsky, por ejemplo, señaló que el declive del capitalismo era inevitable en ei sentido de que los inventores perfeccionan sus técnicas y de que los capitalistas, en su ansia de provecfio, revolucionan la vida económica, como también es inevitable que ios trabajadores quieran acortar la jomada laboral y elevar ios salarios, se organicen y luchen contra la clase capitalista y su estado, y persigan la conquista dei poder político y la derrota del gobierno capitalista. El socialismo es inevitable porque la lucha de clases y la victoria del proletariado es inevitable. (Kautsity, citado en Agger, 1978: 94) Estas palabras nos sugieren la idea que las estructuras del capitalismo im pulsan a ios actores a realizar una serie de acciones.
158
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Son esta suerte de ideas e imágenes las que provocaron las más duras críti cas al determinismo económico científico: éste no era fiel a la dialéctica de la teoría de Marx. Específicamente, la teoría destruía la dialéctica porque consi deraba irrelevante el pensamiento y la acción individuales. Las estructuras eco nómicas del capitalismo que determinaban el pensamiento y la acción indivi duales constituían el elemento de mayor importancia. Esta interpretación también llevaba al quietismo político y, por tanto, no se correspondía con el pensamien to de Marx. ¿Por qué era necesaria la acción de los individuos si el sistema capitalista terminaría desmoronándose por mor de sus propias contradicciones estructurales? Es claro que, dado el deseo de Marx de integrar teoría y práctica, una perspectiva que ignora la acción e incluso la reduce a la insignificancia no se encuadra en la tradición de su pensamiento.
MARXISMO HEGELIANO A resultas de las críticas que acabamos de analizar, el determinismo económico comenzó a perder importancia, y una serie de teóricos desarrollaron otras varie dades de teoría marxista. Un grupo de marxistas regresó a las raices hegelianas de la teoría de Marx en busca de una orientación subjetiva para complementar el énfasis que los primeros marxistas pusieron en e! nivel material y objetivo. Los primeros marxistas hegelianos intentaron restaurar la dialéctica entre los aspectos subjetivos y objetivos de la vida social. Su interés por los factores subjetivos sentó las bases para el desarrollo posterior de la teoría critica, que terminó por centrarse casi exclusivamente en los factores subjetivos. Varios pensadores pueden tomarse como ejemplo del marxismo hegeliano (por ejem plo, Karl Korsch), pero nos centraremos en el trabajo de uno que se destacó especialmente, Georg Lukács, sobre todo por su obra History and Class Cons ciousness [Historia y conciencia de clase] (1922/1968). También estudiaremos someramente las ideas de Antonio Gramsci.
Georg Lukács Los estudiosos marxistas de principios del siglo xx limitaron su atención a tas últimas obras de Marx, que eran trabajos principalmente económicos tales como El capital (1867/1967), Los pensadores marxistas virtualmente descono cían su obra temprana, especialmente Los manuscritos de economía y filosofía de 1844 (1932/1964), más influida por el subjetivismo hegeliano. El redescu brimiento de Los manuscritos y su publicación en 1932 supuso un auténtico hito. Sin embargo, hacia 1920 Lukács había escrito ya su obra principal, que acentuaba el aspecto subjetivo de la teoría marxista. Como Martin Jay señaló, «Historia y conciencia de clase anticipó en varios sentidos las implicaciones filosóficas de Los manuscritos de 1844 de Marx, y se publicó casi una década antes» (1984: 102),
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
159
La principal aportación de Lukács a la teoría marxista es su trabajo sobre dos ideas principales: la reificación y la conciencia de clase, Lukács especificó desde el principio que no rechazaba totalmente el trabajo de los marxistas eco nómicos acerca de la reificación y que su interés era simplemente ampliar y extender las ideas de éstos. Lukács partió del concepto marxista de mercancías, que para él era «ei problema estructural central de la sociedad capitalista» {1922/ 1968: 83), Una mercancía es, en lo fundamental, una relación entre las perso nas que, a sus ojos, adopta la naturaleza de una cosa y desarrolla una forma objetiva. En la sociedad capitalista las personas, en su interacción con la natura leza, producen varios productos o mercancías (por ejemplo, pan, automóviles, películas). Sin embargo, suelen olvidar el hecho de que son ellas las que produ cen estas mercancías y les dan su valor y llegan a creer que el valor de estas mercancías es producido por un mercado considerado independiente de los ac tores. E\ fetichismo de la mercancía es el proceso por el que los actores otorgan a las mercancías y al mercado creado para ellas una existencia objetiva e inde pendíente en la sociedad capitalista. El concepto de Marx de fetichismo de la mercancía constituye la base del concepto de Lukács de reificación. La diferencia crucial entre el fetichismo de las mercancías y la reificación se encuentra en el alcance de esos dos conceptos. Mientras el primero se cir cunscribe a la institución económica, Lukács aplica el segundo a toda la socie dad: al estado, al derecho y al sector económico. La misma dinámica puede aplicarse a todos los sectores de la sociedad capitalista: las personas llegan a creer que las estructuras sociales tienen vida propia, a resultas de lo cual éstas ¡legan a adquirir un carácter objetivo. Lukács describió este proceso así; Et hombre en ta sociedad capitalista se enfrenta a una realidad «construida» por él mismo (como cta.se) que para él es un fenómeno natural ajeno a sí mismo; el hom bre está totalmente a merced de sus «leyes»; su actividad se limita a la explotación del cumplimiento inexorable de determinadas leyes individuales en su propio inte rés (egoísta). Pero incluso aunque «actúe», sigue siendo, dada la naturaleza del caso, el objeto y no el sujeto de tos eventos. (L ukács, 1 9 2 2/1968: 135)
En su trabajo sobre la reificación Lukács integró ideas de Weber y Simmel. Sin embargo, como la reificación se enmarcaba en la teoría marxista, se trataba de un problema del capitalismo y no era, como creían Weber y Simmel, el destino inevitable de la humanidad. La segunda aportación de Lukács es su trabajo sobre la conciencia de clase, que hace referencia al sistema de creencias compartidas por los que ocupan la misma posición de clase en la sociedad, Lukács especificó que ta conciencia de clase no era ni la suma ni el promedio de las conciencias individuales; antes bien, era una propiedad de un grupo de personas que ocupan posiciones simila res en el sistema de producción. Esta visión le llevó a centrarse en la conciencia de clase de la burguesía y, en especial, dei proletariado. Puede apreciarse en la
160
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
obra de Lukács un claro vínculo entre la posición económica objetiva, la con ciencia de clase, y los «pensamientos psicológicos reales de los hombres sobre susvidas»(1922/1968:51). El concepto de conciencia de clase implica necesariamente, al menos en el capitalismo, una condición previa de falsa conciencia. Es decir, las clases en el capitalismo carecen por lo general de un sentido claro de sus verdaderos intereses de clase. Por ejemplo, hasta la fase revolucionaria los miembros del proletariado apenas se percatan de la naturaleza y el alcance de su explotación en el capitalismo. La falsedad de la conciencia de clase se deriva de la posición de clase dentro de la estructura económica de la sociedad; «La conciencia de clase implica una inconsciencia condicionada por la clase de la propia condi ción económica y sociohistórica... La «falsedad», la ilusión implícita en esta situación no es, en modo alguno, arbitraria» (Lukács, 1922/1968: 52). La mayo ría de las clases sociales en el transcurso de la historia ha sido incapaz de supe rar la falsa conciencia y de llegar a tener una conciencia de clase. La posición estructural del proletariado dentro del capitalismo, sin embargo, le confiere una capacidad peculiar para desarrollar una conciencia de clase. La capacidad para desarrollar la conciencia de clase caracteriza sobre todo a las sociedades capitalistas. En las sociedades precapitalistas varios factores impidieron el desarrollo de la conciencia de clase. Por un lado, el estado, inde pendientemente de la economía, influía en los estratos sociales; por otro, la conciencia de estatus (prestigio) solía enmascarar la conciencia de clase (eco nómica). Así, Lukács concluía; «En estas sociedades, por tanto, no había ningu na posición desde la que pudiera hacerse consciente la base económica de todas las relaciones sociales» (1922/1968; 57). En cambio, la base económica del capitalismo se ve con mayor claridad y es más simple. Las personas pueden no ser conscientes de sus efectos, pero al menos se percatan inconscientemente de ellos. Como consecuencia de ello, «llega un momento en que la conciencia de clase se hace consciente» (Lukács, 1922/1968: 59), Llegado este punto, la so ciedad se convierte en un escenario ideológico donde se produce la lucha entre los que quieren ocultar el carácter clasista de la sociedad y los que pretenden sacarlo a la luz, Lukács comparó las diversas clases del capitalismo atendiendo a su conciencia de clase. Afirmaba que la pequeña burguesía y el campesinado no podian de sarrollar una conciencia de clase debido a la ambigüedad de su posición es tructural en el capitalismo. Como estas dos clases son vestigios de la sociedad feudal, no son capaces de desarrollar un claro sentido de la naturaleza del capi talismo, La burguesía sí puede desarrollar una conciencia de clase, pero, en el mejor de los casos, entiende el desarrollo del capitalismo como algo externo, sometido a leyes objetivas, como algo que puede experimentarse sólo pasiva mente. El proletariado tiene la capacidad de desarrollar una verdadera conciencia de clase, y cuando lo haga la burguesía se verá obligada a ponerse a la defensi va. Lukács se negó a considerar que el proletariado se movía impulsado por
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
161
fuerzas externas, y lo veía corno un agente creador de su propio destino. En la confrontación entre burguesía y proletariado, la primera clase dispone de todo tipo de armas intelectuales y organizativas, mientras que lo único de lo que dispone la segunda, al menos al principio, es de la capacidad de ver la sociedad tai y como es. En el curso de la batalla el proletariado pasa de ser una «clase en sí», es decir, una entidad estructural mente creada, a ser una «clase para sí», una clase plenamente consciente de su posición y misión. En otras palabras, «la lucha de clases se elevará del nivel de la necesidad económica al de los objetivos conscientes y al de una eficaz conciencia de clase» (Lukács, 1922/1968: 76), Cuando la lucha alcance este punto el proletariado será capaz de actuar y des truir el sistema capitalista. Aunque enmarcada en la tradición marxista, Lukács produjo una rica teoría sociológica. Le preocupaba ia relación dialéctica entre las estructuras (funda mentalmente económicas) del capitalismo, los sistemas de ideas (especialmente la conciencia de clase), el pensamiento individual y, en última instancia, la acción individua!. Su perspectiva teórica vincula de modo significativo a los deterministas económicos y a los marxistas más modernos.
Antonio Gramsci El marxista italiano Antonio Gramsci también desempeñó un papel clave en la transición del determinismo económico hacia los desarrollos teóricos marxistas más modernos, aunque su perspectiva teórica es menos rica que la que nos ofreció Lukács (Salamini, 1981). Gramsci criticó a los marxistas «determinis tas, fatalistas y mecanicistas» (1971: 336). De hecho, escribió un ensayo titula do «La revolución contra El capitah (Gramsci, 1917/1977) en el que celebraba la «resurrección de la voluntad política contra el determinismo económico de los que reducen el marxismo a las leyes históricas de la obra más conocida de Marx [El capitai]» , 1984: 155). Aunque reconocía la existencia de regu laridades históricas, rechazaba la idea de la inevitabilidad y el mecanicismo de los desarrollos históricos. Las masas debían por tanto actuar y llevar a cabo la revolución social. Pero para actuar, era necesario que las masas llegaran a ser conscientes de su situación y de la naturaleza del sistema en el que vivían. De este modo, aunque Gramsci reconocía la importancia de los factores estructura les, especialmente de la economía, no creía que estos factores estructurales provocaran la revuelta de las masas. Las masas necesitaban desarrollar una ideología revolucionaria, pero no podían hacerlo solas. Gramsci trabajaba des de supuestos bastante elitistas: eran los intelectuales los que generaban las ideas que después se divulgaban a las masas, quienes las llevaban a la práctica. Las masas eran incapaces de generar estas ideas, y, una vez que existían, podían experimentarlas sólo como un acto de fe. Las masas no podían llegar a la autoconciencia por si mismas; necesitaban la ayuda de las élites sociales. Sin em bargo, una vez que estas ideas influían en las masas, éstas podían realizar las acciones que llevaban a la revolución social. Gramsci, como Lukács, se centró
162
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
en las ideas colectivas más que en las estructuras sociales como la economía, y ambos operaron dentro de la teoría marxista tradicional. El concepto central de Gramsci, que refleja su hegelianismo, es ia hegemo nía (para un uso contemporáneo del concepto de hegemonía, véase el análisis de Laclau y Mouffe en el Capítulo 13). De acuerdo con Gramsci, «el ingredien te esencial de la filosofía de ia praxis más moderna [el vínculo entre pensamien to y acción] es el concepto histórico-filosófico de “hegemonía”» {1932/1975; 235). Gramsci define la hegemonía como el liderazgo cultural ejercido por la clase dirigente. Compara la hegemonía con la coerción, que es «ejercida por los poderes legislativo o ejecutivo, o se expresa en una intervención policial» {Gramsci. 1932/1975; 235). Los marxistas económicos solían acentuar la eco nomia y los aspectos coercitivos de la dominación estatal. A diferencia de ellos, Gramsci subrayaba la «“hegemonía” y el liderazgo cultural» (1932/1975; 235). En un análisis del capitalismo, Gramsci se propuso descubrir cómo ciertos inte lectuales, que trabajaban para los capitalistas, alcanzaban un liderazgo cultural y lograban la conformidad de las masas. El concepto de hegemonía no sólo sirve para comprender la dominación capitalista, sino que orienta también los pensamientos de Gramsci sobre la re volución, Es decir, mediante la revolución no sólo se debe alcanzar el control de la economia y del aparato del estado; es preciso lograr también un liderazgo cultural sobre el resto de ia sociedad. Para conseguirlo, Gramsci otorga un pa pel clave a los intelectuales y al partido comunista. Pasemos ahora a estudiar la teoría crítica, que se desarrolló a partir de la obra de marxistas hegelianos como Lukács y Gramsci, y que se alejó aún más de las raíces marxistas tradicionales det determinismo económico.
TE O R IA C R ITIC A La teoría critica es el producto de un grupo de neomarxistas alemanes que se sentían insatisfechos con el estado de la teoría marxista y, en particular, con su tendencia hacia el dcterminismo económico. La escuela se fundó oficialmente en Frankfurt, Alemania, el 23 dc febrero de 1923, aunque algurios de sus miem bros habían trabajado ya antes de esa fecha. Con la llegada al poder de los nazis en la década de los años treinta muchas de las principales figuras de la escuela emigraron a los Estados Unidos, donde continuaron su trabajo en un instituto asociado a la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. Tras la Segunda Guerra Mundial, algunos de los teóricos críticos regresaron a Alema nia, mientras otros permanecieron en los Estados Unidos (Bottomore, 1984; G, Friedman, 1981; Held, 1980; Jay, 1973, 1986; Slater, 1977), H oyen día la teo ria crítica se ha extendido más allá de los confines de ta Escuela de Frankfurt {Vetos, 1989-1990). La teoría crítica fue, y aún lo es en nuestros días, una orien tación principalmente europea, si bien su infiuencia en la socioiogia americana no ha dejado de aumentar (van den Berg, 1980),
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
163
Principales críticas La teoría critica se compone principalmente de variados anáiisis críticos de diversos aspectos de ia vida social e inteiectuai. Se inspira en la obra de Marx, que inicialmente se desarrolló como un anáiisis critico de ideas filosóficas para luego criticar la naturaleza del sistema capitalista. La Escuela Crítica constitu ye una crítica tanto de la sociedad como de diversos sistemas de conocimiento (Farganis, 1975). Gran parte de la obra que se ha realizado en la línea de la Escuela adopta ia forma de crítica, pero su meta última es revelar con mayor precisión la naturaleza de la sociedad (Bleich, 1977). Nos centraremos primero en ias principales críticas que realizó ia Escuela, que manifiestan una preferen cia por ei pensamiento de oposición y por desvelar y desenmascarar diversos aspectos de la realidad social (Connerton, 1976). Crítica de la teoría marxista. La teoría crítica es una suerte de teoría mar xista que parte de una crítica a ias teorías marxistas. Los teóricos críticos no gustan de determinismos económicos, ni de mecanicismos marxistas (Antonio, 1981; Schroycr, 1973; Sewart, 1978). Algunos {por ejemplo, Habermas. 1971 ) critican el determinismo implícito en algunas partes de la obra original de Marx, pero la mayoría de los pensadores críticos apuntan hacia ios neomarxistas, fun damentalmente porque han interpretado ia obra de Marx de forma demasiado mecánica. Los teóricos críticos declaraban que los deterministas económicos no se habían equivocado por centrarse en ei reino económico, sino porque igno raron otros aspectos de la vida social. Como veremos, la meta de la Escuela Critica es rectificar este desequilibrio centrándose en el reino cultural (Shroyer, 1973: 33). Además de atacar otras teorías marxistas, la Escuela Crítica también criticó sociedades tales como ia Unión Soviética, supuestamente construida so bre la base de la teoría marxista (Marcuse, 1958). Crítica del positivismo. Los teóricos críticos también atacaron los pilares filosóficos de la investigación científica, en especial el positivismo (Bottomo re, 1984). La crítica al positivismo guarda relación, al menos en parte, con la crítica al determinismo económico, ya que algunos deterministas aceptaban parte o la totalidad de la teoria positivista del conocimiento. El positivismo se carac teriza por defender varias cuestiones (Schroyer, 1970; Sew'art, 1978). Acéptala idea de que un único método científico es aplicable a todos ios campos de estu dio. Adopta ias ciencias físicas como modelo de fiabilidad y precisión para todas ias disciplinas. Los positivistas consideran que el conocimiento es intrín secamente neutral y se creen capaces de excluir los valores humanos de su trabajo. Esto, a su vez, conduce a ia idea de que la ciencia no debe defender ninguna forma específica de acción social. (Para un análisis más profundo del positivismo véase ei primer capítulo). La Escuela Crítica se opone al positivismo por varias razones (Sewart, i 978), Por un lado, el positivismo tiende a reificar el mundo social y a considerarlo
164
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
corno un proceso natura!. Los teóricos críticos prefieren centrarse en la activi dad humana y en los modos en los que esa actividad influye en las grandes estructuras sociales. En suma, el positivismo ignora los actores (Habermas, 1971 ) al reducirlos a entidades pasivas determinadas por «fuerzas naturales». Debido a su creencia en la naturaleza distintiva del actor, los teóricos críticos no po drían aceptar la idea de que las leyes generales de la ciencia pueden aplicarse sin considerar la acción humana. Los críticos atacan al positivismo por limitar se a evaluar ia medida en la que los medios se adecúan a los fines sin hacer una evaluación similar de los fines. Esto conduce a la idea de que el positivismo es intrínsecamente conservador, incapaz de desafiar el sistema existente. Como Martin Jay señala: «El resultado es la absolutización de los «hechos» y la reificación del orden existente» (1973: 62). El positivismo defiende la pasividad del actor y del científico social. Pocos marxistas apoyarían una perspectiva que no vincula teoría y práctica. Sin embargo, a pesar de estas críticas ai positivismo, algunos marxistas (por ejemplo, algunos estructuralistas y marxistas analíticos) comulgan con el positivismo y, en ocasiones, el propio Marx se ha mostrado abiertamente positivista (Habermas, 1971). Crítica de la sociología. La Escuela Crítica también ha tomado a la sociolo gía como bianco de sus ataques (Frankfurt Institute for Social Research, 1973). La ha atacado por su «cientifismo», es decir, por considerar el método científi co como un fin en si mismo. Además, ha acusado a la sociología de aceptar el status quo. La Escuela Crítica sostiene que la sociología no iiace una crítica seria de la sociedad, ni tampoco intenta trascender la estructura social contem poránea. Mantiene que la sociología ha renunciado a su obligación de ayudar a las personas oprimidas por la sociedad contemporánea. Además de estas críticas políticas, la Escuela Critica también practica una crítica social sustantiva. Es decir, critican la tendencia de los sociólogos a redu cir todo lo humano a variables sociales. Cuando los sociólogos analizan el con junto de ia sociedad en lugar de centrarse en los individuos que la componen, ignoran la interacción entre individuo y sociedad. Aunque la mayoría de las perspectivas sociológicas no son culpables de ignorar esa interacción, esta idea constituye la piedra angular de los ataques de la Escuela Crítica contra los so ciólogos. Como ignoran al individuo, los sociólogos son incapaces de producir ideas relevantes acerca de los cambios políticos que conducen a una «sociedad justa y humana» (Frankfurt Institute for Social Research, 1973: 46). Como Zoltan Tar señaló, la sociologia se convierte en «una parte integrante de la socie dad existente en lugar de constituir un medio de crítica y un fermento de reno vación» (1977: x). Crítica de la sociedad moderna. El objetivo de una buena parte de los traba jos de la Escuela Crítica es el análisis crítico de la sociedad moderna y de varios de sus componentes. Mientras la teoría marxista inicial se centró específica mente en la economía, la Escuela Critica viró hacia el nivel cultural a la luz de
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
165
lo que consideraba las realidades de la sociedad capitalista moderna. Es decir, defendía que el locus de la dominación en el mundo moderno se había traslada do desde la economía al reino cultural. Esto no significa que abandonara su interés por la dominación, ' pero a sus ojos, en el mundo moderno la domina ción está asociada a elementos culturales más que económicos. Por tanto, uno de los objetivos de la Escuela Crítica es analizar la represión cultural del indivi duo en la sociedad moderna. La inspiración de los pensadores críticos procede no sólo de la teoría mar xista, sino también de la weberiana, hecho que se refleja en su enfoque sobre la racionalidad como el desarrollo más importante del mundo moderno. Como Trent Schroyer (1970) explicó, la Escuela Critica considera que en la sociedad moderna ia represión creada por la racionalidad ha desplazado a la explotación económica como problema social dominante. La Escuela Crhica adoptó clara mente la diferenciación de Weber entre racionalidad form al y racionalidad sustantiva o, lo que los teóricos críticos llaman razón. De acuerdo con los teóri cos críticos la racionalidad formal se define irreflexivamente como adecuación de los medios más efectivos a cualquier propósito determinado (Tar, 1977). Ello se considera una muestra de «pensamiento tecnocràtico», cuyo objetivo es servir a las fuerzas de la dominación, no a la emancipación de la gente. La meta es simplemente encontrar los medios más efectivos para alcanzar cualquier fm importante para tos que están en el poder. El pensamiento tecnocràtico se opone a la razón, que es, para los teóricos críticos, la gran esperanza de la sociedad. La razón implica la valoración de los medios en términos de los valores humanos fundamentales de la justicia, la paz y la felicidad. Los teóricos críticos identi ficaron el nazismo en general, y los campos de concentración, en particular, como ejemplos de racionalidad formal en agudo conflicto con la razón. Así, como George Friedman señaló «Auschwitz era un lugar racional, pero no razo nable» (1981: 15). A pesar de la aparente racionalidad de la vida moderna, la Escuela Crítica cree que en el mundo moderno abunda la irracionalidad. Esta idea puede eti quetarse con el término de «irracionalidad de la racionalidad» o, más específi camente, irracionalidad de la racionalidad formal. Como señaló Herbert Mar cuse, aunque parece imbuida de racionalidad, «esta sociedad es irracional en su conjunto» (1964: ix, véase también Farganis, 1975). Es irracional el hecho de que el mundo racional destruya a los individuos y a sus necesidades y capacida des; que la paz se mantenga medíante la amenaza constante de guerra y que, a pesar de la existencia de medios suficientes, sigan existiendo personas pobres, reprimidas, explotadas e incapaces de realizarse. La Escuela Crítica dirige sus críticas principalmente hacia una forma de racionalidad formal: la tecnología moderna. Marcuse (1964), por ejemplo, cri ticó duramente la tecnología moderna. Pensaba que la tecnología de la sociedad ' Trent Schroyer (1973) lo refleja con mucha claridad cunado titula su libro acerca de la teoría critica The Crititjue o f Dominaiion [Critica de la dominación].
166
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
moderna llevaba al totalitarismo. De hecho, consideraba que ofrecía métodos de control nuevos, más eficaces e incluso más «agradables». El principal ejem plo era el uso de la televisión para socializar y amansar a la población (otros ejemplos los constituían los deportes de masas y el sexo). Rechazaba la idea de que la tecnología fuera neutral en el mundo moderno y la veía como un medio de dominación. Es eficaz porque parece neutral cuando, en realidad, es esclavizadora. Sirve para suprimir la individualidad. La tecnología moderna ha «inva dido y cercenado» la libertad interior del actor. El resultado es lo que Marcuse denominó la «sociedad unidimensional», en la que los individuos perdían la capacidad de pensar de manera crítica y negativamente sobre la sociedad. Mar cuse no creía que la tecnología constituyera un enemigo p er se, sino que la sociedad capitalista moderna la utilizaba en su provecho: «La tecnologia, al margen del grado de su «pureza», mantiene y moderniza el continuum de domi nación. Sólo la revolución puede destruir este vínculo fatal, una revolución que logre que la tecnología y la técnica se conviertan en siervas de las necesidades y las metas de los hombres libres» ( 1969: 56), Marcuse sostenía la idea original de Marx de que la tecnología no era intrínsecamente un problema y que podía utilizarse para desarrollar una sociedad «mejor». C rítica de la cultura. De acuerdo con Friedman, «la Escuela de Frankfurt centró focalmente su atención en el reino cultural» (1981: 136). Los teóricos críticos apuntaron sus críticas hacia lo que ellos denominaban la «industria de la cultura», hacia las estructuras racionalizadas y burocratizadas (por ejemplo, las cadenas de televisión) que controlan la cultura moderna. La preocupación por la industria de la cultura refieja más interés por el concepto marxista de «superestructura» que por los elementos económicos. La industria de la cultu ra, que produce lo que convencionalmente se ha denominado una «cultura de masas», se define como «una cultura manipulada... falsa, no espontánea y reíficada, opuesta a la verdad» (Jay, 1973: 216). En relación con èslarlfidustria, lo que más preocupa a los pensadores críticos son dos cuestiones. Primero, les preocupa su falsedad. Piensan que se trata de un conjunto preempaquetado de ideas producidas en masa y divulgadas a las masas por los medios de comunica ción, Segundo, a los teóricos críticos les inquieta su efecto apaciguador, repre sor y entontecedor en la gente (Friedman, 1981; Tar, 1977: 83). En un libro reciente, Douglas Kellner (1990c) desarrolla conscientemente una teoría crítica de la televisión. Si bien encuadra su critica en la linea de las preocupaciones culturales de la Escuela Crítica, Kellner se inspira en otras tra diciones marxistas con el fin de presentar una concepción más completa de la industria de la televisión. Critica a la Escuela Crítica aduciendo que «no hace un análisis detallado de la economía política de los medios de comunicación de masas y conceptualiza la cultura de masas simplemente como un instrumento de la ideología capitalista» (Kellner, 1990c: 14). Así, además de analizar la televisión como parte de la industria de la cultura, Kellner la relaciona tanto con el capitalismo corporativo como con el sistema político. Por añadidura, Kellner
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
167
no cree que la televisión sea monolítica o esté controlada por fuerzas corporati vas consistentes, sino que la ve como un «medio de comunicación de masas altamente conflictivo en el que convergen y compiten fuerzas económicas, po líticas, sociales y culturales. Asi, aún cuando opera dentro de la tradición de la teoria crítica, Kellner rechaza la idea de que el capitalismo sea un mundo total mente manipulado. Con todo, cree Kellner que la televisión representa una amenaza para la democracia, la individualidad y la libertad, y hace sugerencias (por ejemplo, más responsabilidades democráticas, mayor participación ciudadana, mayor diversidad televisiva) para contrarrestarla. Así, Kellner, además de una crítica, ofrece propuestas para evitar los efectos dañinos de la televisión. La Escuela Crítica también se interesa por lo que ella denomina la «indus tria del conocimiento», que hace referencia a tas entidades relativas a la producción del conocimiento (por ejemplo, las universidades y los institutos de investiga ción), que han pasado a ser estructuras autónomas de nuestra sociedad. Su auto nomía Ies ha permitido extender su mandato original (Schroyer, 1970). Se han convertido en estructuras opresoras interesadas en extender su influencia por toda la sociedad. El análisis critico de Marx del capitalismo le llevó a confiar en el futuro; sin embargo, la postura que llegan a adoptar muchos teóricos críticos carece de esperanzas. Creen que los problemas del mundo moderno no son específicos del capitalismo, sino que son endémicos de un mundo racionalizado, incluyen do las sociedades socialistas. Ven el futuro, en términos weberianos, como una «jaula de hierro» llena de estructuras cada vez más racionales donde tas posibi lidades de escapar disminuyen a medida que pasa el tiempo. Una buena parte de la teoría crítica (como el grueso de ta teoría original de Marx) adopta la forma de análisis crítico. Aunque los teóricos críticos manifies tan también intereses positívos, una de las criticas fundamentales dirigida a la teoria crítica es que ofrece más criticas que contribuciones positivas. Este per manente negativismo exaspera a muchos estudiosos que creen que la teoría crítica tiene poco que ofrecer a la teoria sociológica.
Principales contribuciones Subjetividad. La contribución más relevante de la Escueta Critica reside en su esfuerzo por reorientar la teoría marxista en una dirección subjetiva. Si bien tal reorientación constituye una crítica al materialismo de Marx y a su insisten cia en las estructuras económicas, también representa una contribución de im portancia para la comprensión de los elementos subjetivos de la vida social. Las contribuciones subjetivas de la Escuela Critica se ubican tanto en el nivel cultu ral como en el individual. Las raíces hegelianas de la teoria marxista constituyen la fuente principal del interés por la subjetividad. Muchos de los pensadores críticos se ven a sí mismos como pensadores que regresan a esas raíces, tal y como se manifiestan en la obra temprana de Marx, especialmente en Los manuscritos de economía v
168
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
filosofia de Ì844 (1932/1964), En este sentido, su trabajo sigue las directrices de la obra de los primeros revisionistas marxistas del siglo xx, tales como Karl Korsch y Georg Lukács, cuyo objetivo no era centrarse en la subjetividad, sino simplemente integrar el interés en ella y la tradicional preocupación marxista por las estructuras objetivas (Agger, 1978). Korsch y Lukács no pretendieron reestructurar la teoria marxista, pero los últimos teóricos críticos sí se han tra zado esta gran y ambiciosa meta. Comenzamos, pues, con el interés de la Escuela Crítica por la cultura. Como ya hemos señalado más arriba, la Escuela Crítica se orientó hacia el análisis de la «superestructura» en lugar del de la «base» económica. Un factor que motivó este cambio de orientación fue la preocupación de la Escuela Crítica por el hecho de que los marxistas habían dado una importancia superlativa a las estructuras económicas y que ello había ensombrecido el interés por otros aspectos de la realidad social, y en particular por la cultura. Además de este factor, una serie de cambios externos que se habían producido en la sociedad también motivaron este cambio de orientación (Agger, 1978). Sobre todo, la prosperidad del periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial parecía contribuir a la desaparición de las contradicciones económicas internas en general, y al conflicto de clases en particular. La falsa conciencia parecía un fenómeno cuasi universal porque se suponía que todas las clases sociales, incluso la trabajadora, se beneficiaban y defendían el sistema capitalista. Por añadidura, se hizo evidente que la Unión Soviética, a pesar de su economía socialista, era un sociedad tan opresora, incluso en ta era de ta perestroika, como la sociedad capitalista. Como las dos sociedades tenían economías diferentes, los pensadores criticos debían buscar en otro lugar la principal fuente de la opresión, y comenzaron a buscarla en la cultura, A los aspectos de las preocupaciones de la Escuela de Frankfurt que acaba mos de analizar — la racionalidad, la industria de la cultura y la industria del conocimiento— pueden añadirse otros temas, de entre los que destaca el interés por la ideologia. Los pensadores críticos entienden por ideología los sistemas de ideas producidos por las élites sociales que suelen ser falsos y cegadores. Todos estos aspectos específicos de la superestructura y la orientación que les dio la Escuela Crítica pueden incluirse bajo el encabezamiento «crítica a la dominación» (Agger, 1978; Schroyer, 1973). Este interés por la dominación lo motivó inicialmente el fascismo en los años treinta y cuarenta, aunque más tarde se convirtió en una preocupación por la dominación en la sociedad capita lista. El mundo moderno ha llegado a un estado jam ás conocido de dominación sobre los individuos. De hecho, el control es tan completo y perfecto que ya no requiere la acción deliberada de los líderes. El control penetra en todos los aspectos del mundo cultural y, lo que es más importante, se ha internalizado en el actor. En efecto, los actores se dominan a sí mismos por el bien del resto de la sociedad. La dominación ha alcanzado un grado de perfección tal que ya no parece dominación en si. Dado que no se percibe la dominación como perjudi cial y alienadora para tas personas, parece que el mundo es como debe ser. Los actores ya no pueden ver con claridad cómo tendría que ser el mundo. Esta idea
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
169
apuntala el pesimismo de los pensadores críticos, puesto que ni siquiera un análisis racional puede contribuir a cambiar la situación. Una de las preocupaciones de la Escuela Crítica en relación con la cultura es lo que Habermas (1975) denominó legitimaciones. Estas se definen como sistemas de ideas generadas por el sistema político, y en teoría, por cualquier otro sistema, para apoyar la existencia misma del sistema. Están diseñadas para «mistificar» el sistema político, para empañar lo que en realidad está ocurriendo. Además de estos intereses culturales, la Escuela Crítica también se preocupa por los actores y su conciencia, y por lo que les sucede en el mundo moderno. La conciencia de las masas está controlada por fuerzas externas (como la indus tria de la cultura), A resultas de lo cual son incapaces de desarrollar una con ciencia revolucionaria. Lamentablemente, los teóricos críticos, como la mayo ría de los marxistas y los sociólogos, no suelen diferenciar con claridad entre conciencia individual y cultura, ni tampoco suelen especificar los muchos y variados vínculos que existen entre ellas. En buena parte de su trabajo se trasla dan del nivel cultural al individual, o viceversa, sin percatarse de ello. En relación con esta cuestión es harto relevante el esfuerzo realizado por los críticos, en particular Marcuse {1969) que pretende integrar las ideas de Freud acerca de la conciencia (y el inconsciente) en su interpretación de la cultura, Friedman (1981) señala que los teóricos críticos derivan tres perspecti vas de la obra de Freud: I) una estructura psicológica para el desarrollo de sus teorías; 2) una concepción de la psicopatologia que les permite entender tanto la influencia negativa de la sociedad moderna como su incapacidad para desarro llar una conciencia revolucionaria; y 3) determinar las posibilidades de libera ción psíquica. Uno de las ventajas que proporciona este interés por la concien cia individual es que representa un correctivo al pesimismo de la Escuela Critica y de su enfoque sobre las constricciones culturales. Aunque la gente está con trolada, anestesiada y llena de falsas necesidades, en términos freudianos tam bién disponen de una libido (energía sexual) que proporciona la fuente básica de energía para la acción creativa orientada hacia la destrucción de las principa les fuerzas de dominación. Dialéctica. La segunda preocupación positiva de la teoría tírítica es su interés por la dialéctica (para una crítica de esta idea desde un punto de vista marxista, véase el Capítulo 13) en general, así como por varias de sus manifestaciones específicas. En términos generales, un enfoque dialéctico implica un enfoque sobre la totalidad'^ social. Paul Connerton resume de manera muy adecuada el enfoque crítico sobre la totalidad social: «Ningún aspecto parcial de la vida social y ningún fenómeno aislado puede comprenderse a menos que se le relacione con la historia, con la estructura social concebida como una entidad global» ^ Jay (1984) considera que la «totalidad» se encuentra en el núcleo de la teoría marxista en general, no sólo de la teoría crítica. Por otra parte, ios marxistas posmordernos rechazan esta ¡dea (véase el Capítulo 13).
170
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
(1976: 12). Esto entraña un rechazo de! análisis de cualquier aspecto especifico de la vida social, especialmente el sistema económico, fuera de su contexto general. Esta modalidad de análisis también implica una preocupación por la interrelación entre los diversos niveles de la realidad social, y lo que es más importante, entre la conciencia individual, la superestructura cultural y la estructura económica. La dialéctica supone también una prescripción metodológica: no puede estudiarse un componente de la vida social aislado de los demás compo nentes. Apreciamos en esta idea una perspectiva sincrónica y otra diacrònica. La perspectiva sincrónica nos lleva a preocuparnos por la interrelación entre los componentes de la sociedad dentro de una totalidad contemporánea. La pers pectiva diacrònica entraña un interés por las raíces históricas de la sociedad contemporánea, así como por su forma futura (Bauman, 1976). La dominación sobre las personas por parte de la estructura social y cultural — la sociedad «unidimensional», en términos de Marcuse— es el resultado de un desarrollo histórico específico y no una característica universal de la humanidad. Esta perspectiva histórica se contrapone a la idea generalizada de quienes viven bajo el capitalismo de que el sistema es un fenómeno natural e inevitable. Para los teóricos críticos (como también para otros marxistas), las personas llegan a ver la sociedad como una «segunda naturaleza»; «la sabiduría del sentido común la percibe como un poder ajeno, intransigente, exigente y despótico: precisamente como si tuviera una naturaleza no humana. Para cumplir las reglas de la razón, para comportarse racionalmente, alcanzar et éxito y ser líbre, el hombre debe acomodarse a la “segunda naturaleza”» (Bauman, 1976: 6). Los teóricos críticos también se orientan hacia el futuro. Sin embargo, en la línea del propio Marx, rechazan la utopía; antes bien, se centran en la critica y el cambio de la sociedad contemporánea. Sin embargo, en lugar de ocuparse de la estructura económica de la sociedad, como hizo Marx, se concentran en su superestructura cultural. Su enfoque dialéctico les compromete con el análisis del mundo real. Esto significa en primera instancia que no quedan satisfechos con la simple búsqueda de la verdad en los laboratorios científicos. Pero la prueba última de sus teorías es el grado en que son aceptadas y utilizadas en la práctica. Denominan este proceso autentificación, que se próduce cuando las personas que han padecido una comunicación distorsionada adoptan las ideas de la teoría critica y las utilizan para liberarse de ese sistema (Bauman, 1976: 104), Esta noción nos lleva a otro aspecto de las preocupaciones de los pensadores críticos: la liberación de la humanidad (Marcuse, 1964: 222). En términos más abstractos, puede afirmarse que los críticos se preocupan por la interacción y la relación entre teoría y práctica. La Escuela de Frankfurt afirma que en la sociedad capitalista han sido separadas (Schroyer, 1973: 28). Es decir, un grupo se ocupa de desarrollar teorías en virtud de que se le ha otorgado ese derecho o, lo que es más frecuente, se lo ha tomado, mientras la práctica corresponde a otro grupo menos poderoso. En la mayoría de los casos la obra de los teóricos no refleja lo que ocurre en el mundo real, lo que les lleva
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
171
a desarrollar un cuerpo pobre y muy irrelevante de teoría sociológica marxista. Es preciso unificar teoría y práctica y restaurar la relación entre ellas. La teoría debe dar forma a la práctica, y la práctica a la teoría, pues en ese proceso se da un enriquecimiento tanto de la teoría como de la práctica. A pesar de reconocer este objetivo, la mayor parte de la teoría crítica ha fracasado totalmente en su intento de integrar teoria y práctica. De hecho, una de las criticas más famosas que se dirigen a la teoría crítica es que adopta for mas de expresión tan complejas que las masas no pueden acceder a ella. Ade más, comprometida con el estudio de la cultura y la superestructura, aborda una serie de cuestiones sumamente esotéricas y apenas se ocupa de las preocupacio nes pragmáticas y cotidianas de la mayoría de las personas. Uno de los focos de interés dialéctico más conocidos de la Escuela Crítica es ei que se asocia a Jurgen Habermas (1970, 1971). Su inquietud por la rela ción entre el conocimiento y los intereses humanos constituye un ejemplo de la orientación dialéctica general hacia la relación entre los factores objetivos y subjetivos. Pero Habermas tuvo la precaución de especificar que los factores subjetivos y los objetivos no podían analizarse aisladamente. Para él, los siste mas de conocimiento existen en el nivel objetivo, mientras los intereses huma nos son fenómenos más bien subjetivos. Habermas distinguió entre tres sistemas de conocimiento y sus correspon dientes intereses. Los intereses que yacen y guían cada sistema de conocimien to son generalmente desconocidos para ios profanos, y descubrirlos correspon de a los teóricos críticos. El primer tipo de conocimiento es la ciencia analítica o los sistem as científicos positivistas clásicos. Para Habermas, el interés subya cente a esta suerte de sistema de conocimiento es el control técnico, que puede aplicarse al entorno, a otras ciencias o a quienes forman la sociedad. En opinión de Habermas la ciencia analítica se presta con facilidad al aumento del control opresivo. Ei segundo tipo de sistema de conocimiento es el conocimiento huma nista, y su interés es la comprensión del mundo. Opera desde el punto de vista general de que la comprensión de nuestro pasado generalmente nos ayuda a comprender lo que ocurre en la actualidad. Incluye un interés práctico por la comprensión y el entendimiento mutuo. No es ni opresivo ni liberador. El tercer tipo es el conocimiento crítico, con el que comulga la Escuela Crítica en general y Habermas en particular. El interés asociado a este tipo de conocimiento es la emancipación humana, pues se espera que el conocimiento crítico generado por Habermas y otros aumente la autoconciencia de las masas (mediante mecanis mos expuestos por los freudianos) e impulse un movimiento social que dará como fruto la ansiada emancipación.
Críticas a la teoría crítica Existen varias críticas a la teoría crítica (Bottomore, 1984). Primera, la teoría crítica ha sido acusada de ser altamente ahistórica, de analizar una diversidad de eventos (por ejemplo, el nazismo de los años treinta, el antisemitismo de los
172
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cuarenta, y las revueltas estudiantiles de los años sesenta) sin prestar atención a sus contextos históricos comparados. Es esta una dura crítica para cualquier teoría marxista, que debe ser inherentemente histórica y comparada. Segunda, por to general la Escuela Crítica, como ya hemos visto, ignora la economía. Finalmente y en relación con la segunda crítica, los críticos han tendido a afir mar que la clase trabajadora había desaparecido como fuerza revolucionaria, una postura que se opone radicalmente al análisis tradicional marxista. Críticas como estas han llevado a marxistas tradicionales tales como Botto more a concluir que: «La Escuela de Frankfurt, tal y como se fundó, ha muerto como escuela de marxismo o de sociología» (1984: 76). Greisman expresó una opinión similar al referirse a la teoría crítica como «el paradigma que fracasó» (1986: 273), Pero si como escuela ha muerto, eso se debe a que muchas de sus ideas básicas han encontrado su camino en el marxismo, en la sociología neomarxísta e incluso en la corriente principal de la sociología. Así, como señala Bo ttomore en relación con Habermas, la Escuela Crítica ha emprendido un movi miento de aproximación hacia et marxismo y la sociología, y «simultáneamente se han conservado o desarrollado algunas de sus ideas distintivas» (1984: 76). Si bien es posible que la teoría crítica haya experimentado una cierta deca dencia, Jurgen Habermas y sus teorías disfrutan aún de aceptación. Hasta ahora hemos analizado sólo algunas de sus teorías, pero terminaremos este apartado sobre la teoría crítica con un análisis más detallado de sus ideas (volveremos a estudiar su pensamiento en el Capítulo 11),
Las ideas de Jurgen Habermas Una buena manera de comenzar nuestro análisis de las ideas de Habermas es examinar sus opiniones acerca de las teorías de Karl Marx. Como Habermas especificó, su meta durante años ha sido «desarrollar un programa teórico que para mí supone una reconstrucción del materialismo histórico» (1979: 95), Ha bermas adopta el punto de partida de Marx (el potencial humano, el ser genéri co, «la actividad sensual humana»). Sin embargo, Habermas (1971) afirma que Marx no distinguió entre dos componentes analíticamente diferentes del ser genérico: el trabajo (la acción racional intencionada) y la interacción (o acción comunicativa) social (o simbólica). Para Habermas, Marx tendía a ignorar esta última y a reducirla al trabajo. De acuerdo con él, el problema de la obra de Marx es la «reducción del acto autogenerativo de la especie humana al traba jo » (1971: 42). A lo largo de sus escritos, Habermas atiende a su distinción, pero prefiere utilizar los términos acción racional intencional (trabajo) y ac ción comunicativa (interacción). Bajo el término «acción racional intencional», Habermas distingue entre la acción instrumental y la acción estratégica. Ambas implican la persecución cal culada del propio interés. La acción instrumental atañe a un sólo actor que calcula racionalmente los medios más adecuados para alcanzar un determinado objetivo. La acción estratégica implica a dos o más individuos que coordinan
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA SU a c c ió n ra c io n a l in te n c io n a l p ara a lc a n z a r un o b je t iv o .
La
173
m e ta ta n to d e la
a cció n in stru m e n ta l c o m o d e la e s tr a té g ic a e s e l d o m in io in str u m e n ta l,
A Habermas le interesa más la acción comunicativa, en la que las accion es de lo s agen tes im p licad os en ella se coordinan no m ediante cálcu los egocén tricos del éx ito sin o m ediante actos para lograr la comprensión. En la a c ción com unicativa los participantes no se orientan principalm ente hacia su éxito; persiguen sus m etas in d ivid u ales con la co n d ició n de que sean cap aces de armoni zar sus planes de acción sobre la base de d efin icio n es comunes de las situaciones. (H aberm as, 1984: 286; cu rsivas añadidas)
Mientras el fm de la acción racional intencional es alcanzar una meta, el objetivo de la acción comunicativa es lograr la comprensión comunicativa. Es evidente que hay un importante componente lingüístico en la acción co municativa. Sin embargo, tal acción incluye más componentes que los «actos lingüísticos o ias expresiones no verbales equivalentes» (Habermas, 1984: 278). La cuestión clave que alejó a Habermas de Marx es su idea de que la acción comunicativa, no la acción racional intencional (el trabajo) es el más cáracteristico y generalizado de ios fenómenos humanos. Esa acción (y no el trabajo) constituye el fundamento de toda vida sociocultural, así como de todas las so ciedades humanas. Mientras Marx se centró en el trabajo, Habermas lo hizo en la comunicación. Marx no sólo se centró en el trabajo, sino que tomo el trabajo libre y creati vo (el ser genérico) como punto de referencia para analizar criticamente el trabajo en varias épocas históricas, especialmente en el capitalismo. Habermas también adoptó su punto de referencia, pero lo situó en el reino de la acción comunicativa en lugar de en el de la acción racional intencional. El punto de referencia de Habermas es la comunicación no distorsionada, la comunicación exenta de compulsión. Sirviéndose de este punto de referencia Habermas pro cede a analizar críticamente la comunicación distorsionada. A Habermas le pre ocupan las estructuras sociales que distorsionan la comunicación, del mismo modo que Marx se interesó por las fuentes estructurales que distorsionan el trabajo. Aunque ambos utilizan puntos de referencia diferentes, tienen puntos de referencia que les permiten evitar el relativismo y expresar opiniones acerca de diversos fenómenos históricos, Habermas critica a aquellos teóricos, espe cialmente a Weber y a los pensadores críticos anteriores a él mismo, que care cen de un punto de referencia y caen en el relativismo. Existe otro paralelismo entre los puntos de referencia de Marx y Habermas. Para los dos autores estos puntos de referencia representan no sólo su punto de partida analítico, sino también sus objetivos políticos. Es decir, mientras Marx ansiaba una sociedad comunista en la que el trabajo apareciera por vez primera como algo no distorsionado (el ser genérico), el objetivo político de Habermas es una sociedad de libre comunicación (acción comunicativa). En lo tocante a los objetivos inmediatos, Marx anhelaba la eliminación de las barreras (capita
174
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
listas) al trabajo no distorsionado, y Habermas la eliminación de ias barreras a la libre comunicación. Igual que otros teóricos críticos, Habermas (1973), inspirándose en Freud, identifica muchos paralelismos entre lo que los psicoanalistas hacen en el nivel individual y lo que él cree que debe hacerse en el nivel societal. Considera el psicoanálisis como una teoría de la comunicación distorsionada cuyo objeto es que los individuos se comuniquen de una manera no distorsionada. El psicoana lista intenta encontrar las fuentes de la distorsión en la comunicación indivi dual, es decir, en los bloqueos de la comunicación. Mediante la reflexión, el psicoanalista intenta ayudar al individuo a superar estos bloqueos. De parecida manera, a través de la crítica terapéutica, «una forma de argumentación que sirve para clarificar la autodecepción sistemática» (Habermas, 1984: 21), el teórico critico (y el partido comunista [Habermas, 1973]) se esfuerza por ayu dar a las personas a superar las barreras sociales a la libre comunicación. Así, encontramos una analogía (que muchos críticos creen ilegítima) entre el psi coanálisis y la teoría crítica. Los psicoanalistas ayudan al paciente del mismo modo que los críticos sociales ayudan a tos grupos oprimidos de la sociedad. Como para Marx, la base de la futura sociedad ideal de Habermas existe en el mundo contemporáneo. Es decir, Marx pensaba que hay elementos del ser genérico en el trabajo característico de la sociedad capitalista. Y Habermas cree que hay elementos de la comunicación no distorsionada en todo acto contempo ráneo de comunicación. Esto nos lleva a la cuestión central de la racionalización en la obra de Ha bermas. Habermas recibe la infiuencia no sólo de la obra de Marx, sino también de la de Weber, En su trabajo acerca de la racionalización, la distinción de Habermas entre acción racional intencional y acción comunicativa es de suma importancia. Para él, una buena parte del trabajo previo se ha centrado en la racionalización de la acción racional intencional, que ha provocado un desarro llo de las fuerzas productivas y un incremento del control tecnológico sobre la vida, (Habermas, 1970), Esta forma de racionalización, como para Weber y para Marx, es un problema importante, quizás et más importante, del mundo moderno. Sin embargo, el problema es la racionalización de la acción racional intencional, no la racionalización en general. De hecho, para Habermas, la so lución al problema de la racionalización de la acción racional intencional reside en la racionalización de la acción comunicativa. La racionalización de la acción comunicativa conduce a la liberación de la dominación sobre la comunicación, a una comunicación libre y abierta. La racionalización implica aquí emancipa ción, (da destrucción de las barreras a la comunicación» (Habermas, 1970: 118; véase también Habermas, 1979). Es en esta cuestión donde se enmarca el trabajo anteriormente mencionado de Habermas acerca de las legitimaciones y, más en general, de la ideología. Es decir, estas son las dos causas principales de la distorsión de la comunicación, causas que deben eliminarse si se desea lograr una comunicación libre y abierta. En cuanto a las normas sociales se refiere, esta racionalización entraña una
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMAflXISTA
175
menor represión y rigidez normativa, que conduce al aumento de la flexibilidad y la reflexión individual. El desarrollo de este nuevo sistema normativo, menos restrictiva o no restrictivo se ubica en el núcleo de la teoria de la evolución social de Habermas. En lugar de un nuevo sistema de producción, para Haber mas (1979) la racionalización conduce a un nuevo sistema normativo menos distorsionador. Muchos han acusado a Habermas, critica que él ha interpretado como una comprensión errónea de su postura, de haber roto con las raíces mar xistas en el cambio del nivel material al normativo. Para Habermas, la fase final de esta evolución es una sociedad racional. Aquí la racionalidad supone la supresión de las barreras que perturban ia comu nicación y, en términos más generales, implica un sistema de comunicación en el que las ideas se exponen y se defienden abiertamente frente a las críticas; en el curso de la argumentación se desarrolla un acuerdo carente de constriccio nes, Pero para comprender mejor esta idea es preciso que el lector conozca más detalles acerca de la teoría de la comunicación de Habermas. Habermas distingue entre la acción comunicativa, estudiada anteriormente, y el discurso. Mientras ia acción comunicativa se produce en la vida cotidiana, el discurso es esa forma de com u n icación alejada de lo s con textos de la exp eriencia y la acción cuya estructura n os asegura: que la con d ición d e v a lid ez de las a firm aciones, reco m endaciones o advertencias con stitu ye el objeto e x c lu siv o de la d iscu sión ; que los participantes, tem as y aportaciones no co n o cen otro lim ite que el que se refiere a la meta de la com probación de la v a lid ez en cuestión; que no se ejerce fuerza alguna salvo la de un argum ento mejor; y que se ex clu y en todos lo s m o tiv o s ex cep to el de la biisqueda cooperativa de la verdad. (H aberm as, 1975: 10 7 -1 0 8 )
En el mundo teórico del discurso se encuentra, aunque escondida y oculta tras las acciones comunicativas, la «situación discursiva ideal» en la que ni la fuerza ni el poder determinan la victoria de un argumento; es el mejor argumen to el que gana. El peso de la evidencia y la validez de la argumentación determi nan lo que es válido o verdadero. Los argumentos que surgen de tal discurso (y con los que están de acuerdo los participantes) son verdaderos. Así, Habermas adopta una teoría consensual de la verdad (más que una teoría de la verdad como copia [«realista»]). Esta verdad forma parte de toda comunicación, y su expresión plena es la meta de la teoría de la evolución de Habermas. Como Thomas McCarthy señaló: «En última instancia, la idea de la verdad hace refe rencia a una forma de interacción exenta de cualquier influencia distorsionadora. La “vida buena y verdadera”, la meta de la teoría crítica, es inherente a la noción de la verdad; está implicada en todo acto comunicativo» (1982: 308). El consenso surge teóricamente en el discurso (y preteóricamente en la ac ción comunicativa) cuando se dan cuatro condiciones de validez aceptadas por todos ios participantes. Primera, la exposición del hablante ha de ser aceptada-
176
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mente comprensible. Segunda, las proposiciones ofrecidas por el hablante han de ser verdaderas; es decir, el hablante ha de ofrecer un conocimiento fiable. Tercera, el hablante ha de ser veraz en sus proposiciones; el hablante es fiable. Cuarta, el hablante ha de disponer del derecho a expresar esas proposiciones. El consenso surge cuando se dan y se aceptan estas cuatro condiciones de validez; se rompe cuando se ponen en cuestión una o varias (por ejemplo, cuando se cuestiona el derecho del hablante a expresar ciertas proposiciones). Volviendo a algo que ya hemos planteado antes, en el mundo moderno hay fuerzas que distorsionan este proceso, que impiden la emergencia del consenso, y que de ben ser eliminadas para alcanzar la sociedad ideal de Habermas. Así, Habermas ha desarrollado por sí mismo una importante variante de la tradición de la teoría crítica que, aunque se enmarca dentro de la teoría crítica y, en términos generales, de la tradición marxista, tiene una serie de elementos bastante distintivos. Además, Habermas sigue desarrollando su teoría y recien temente (1984, 1987) se ha movido hacia nuevas e interesantes direcciones que llevan su teoria más allá de la teoría crítica y marxista. Analizaremos estos desarrollos recientes de la teoría de Habermas en el Capítulo 11 de este libro.
MARXISMO ESTRUCTURAL El marxismo estructural suele relacionarse con un grupo de pensadores france ses (por ejemplo, Louis Althusser, Nicos Poulantzas y Maurice Godelier), por lo que a veces se le denomina «estructuralismo francés». Sin embargo, como tiene también numerosos seguidores fuera de Francia, llamamos a esta escuela de pensamiento marxismo estructural. Como su nombre sugiere, el marxismo estructural representa la fusión de dos escuelas: el marxismo y el estructuralismo. El estructuralismo se ocupa del análisis de tas estructuras ocultas y subyacentes a la vida social. Más adelante veremos que el estructuralismo incluye una amplia serie de complicadas ideas. En el Capítulo 13, además de un análisis detallado del estructuralismo, estudia remos la relación entre el estructuralismo, en general, y el marxismo estructural en particular. Comprobaremos que, aunque las dos orientaciones tienen varias cosas en común, hay importantes diferencias entre ellas. De lo que se trata aquí es de analizar el marxismo estructural como una variante del marxismo; en el Capítulo 9 lo estudiaremos como un tipo de estructuralismo.
Crítica de otras teorías marxistas Un buen punto de partida para estudiar el marxismo estructural es comenzar por analizar sus críticas a otras teorías marxistas. En general, los marxistas estructurales se consideran a sí mismos como los más fíeles a la obra de Marx, especialmente a su obra madura. Además de cuestionar la pureza de otros teóricos marxistas, los marxistas estructurales les hacen críticas más específicas (Burris, 1979).
VARIEDADES DÉ TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
177
En primer lugar, los marxistas estructurales critican la tendencia de muchos marxistas a acentuar los datos empíricos en sus análisis. En opinión de marxis tas estructurales como Godelíer (1972a), las realidades verdaderamente impor tantes de la vida capitalista se encuentran en su estructura subyacente y no en los hechos observables que, con frecuencia, oscurecen la verdadera naturaleza de esa estructura. En segundo, los marxistas estructurales rechazan la tendencia de muchos marxistas hacia la investigación histórica porque, para ellos, ei historicismo se centra también en los datos empíricos e ignora la estructura subyacente. Recha zan también et historicismo porque creen que ta tarea primordial del marxismo es el estudio de la estructura contemporánea. Sólo tras la comprensión de la estructura básica del mundo contemporáneo podemos comenzar a entender los procesos históricos. Curiosamente, esta idea recuerda ia postura de un crítico destacado de la teoría marxista, Talcott Parsons, que también señalaba que el estudio de la estructura constituia un prerrequisito para cualquier teoría de la historia y el cambio social. En tercero, los marxistas estructurales critican duramente el determinismo económico reduccionista que caracteriza a algunas teorias marxistas. Aunque los marxistas estructurales perciben la importancia de ta economía, e incluso la consideran determinante «en última instancia», también dan importancia a otros sectores del mundo social, en especial a la política y la ideología. Poulantzas, por ejemplo, rechazó la idea de que el estado es un mero reflejo de la economía, ya que consideraba que poseía «autonomía relativa». Más específicamente, se opuso a los deterministas que afirmaban que el desarrollo económico se segui ría de cualquier tipo de estado que existiera. En otras palabras, críticaba a los que afirmaban que no había diferencia alguna entre el fascismo y la democra cia, Poulantzas concluía: «Aqui, como en todas partes, las formas que adopta ia dominación burguesa distan de ser indiferentes» (1976: 21). Poulantzas se destacó por su crítica a la postura pasiva de los teóricos mar xistas que afirmaban que el fascismo se desmoronaría a resultas de sus propias contradicciones internas y que no había necesidad alguna de actuar contra las sociedades fascistas. También criticaba a los que sostenían que el imperialismo constituía simplemente un fenómeno económico. Para él se trataba de un proce so mucho más complejo que implicaba aspectos económicos, políticos e ideoló gicos. Aunque Poulantzas (y otros marxistas estructurales) reconocían la im portancia de la economía, señalaba que en cualquier momento otras estructuras sociales podían desplazaría de su posición dominante. Finalmente, los marxistas estructurales critican la tendencia de muchos marxistas (especialmente de los teóricos críticos) a subjetivizary humanizar su campo de estudio. Como Jay señaló, tos marxistas estructurales «rechazan alti vamente la concepción humanista y subjetivista del marxismo» (1984: 388), Para los estructural istas, lo importante son las estructuras objetivas de la socie dad — la economía, la política y la ideología— y no los actores humanos que componen esas estructuras. Así, los cstructuralistas rechazan 1a interpretación
178
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
humanista de la teoria de Marx; el esfuerzo por recuperar las preocupaciones históricas de Marx; el interés por las obras más humanistas de Marx {por ejem plo, Los manuscritos de Jfi44)\ el énfasis en las raices hegelianas de la teoría marxista; y el acento en los actores voluntaristas, sus sentimientos, sus relaciones ínterpersonales, o incluso sus esfuerzos conscientes por la autoorganización (Appelbaum, 1979). Por ejemplo, en lugar de ver las clases sociales compuestas de actores voluntaristas, los estructuralistas las ven como «relaciones objetivamente antagonistas» (Burris, 1979: 14), Althusser describió la importancia de las es tructuras y el hecho de que los actores estén determinados por esas estructuras: La estructura de las relacion es de producción determ ina las posiciones que ocupan y iíi}i funciones que desem peñan los agen tes de producción, los cu ales son, e x clu sivam ente, ocupantes de esa s p o sicio n es, en la m edida en que son « sop ortes».,, de las funciones. Los verdaderos «su jetos» (en el sentido de sujetos con stitu yen tes del p roceso) no son, por tanto, esto s ocupantes o fu n cio n a rio s,., sino las relacion es de producción (y las relacion es so cia les p olíticas e id eo ló g ica s), {A lthusser, citada en Burris, 1979; 8)
En suma, cl rechazo del marxismo humanista expresa claramente el interés central de los estructuralistas por ¡as estructuras de la sociedad capitalista. Expondremos ahora las premisas del marxismo estructural en términos más positivos.
Principios del marxismo estructural Los marxistas estructurales se orientan hacia el estudio de las estructuras ocul tas subyacentes a la sociedad capitalista. Aunque su preocupación básica no son las estructuras «reales», piensan que hay estructuras reales en el mundo que constriñen o determinan la acción y el pensamiento de los actores. Los marxis tas estructurales aceptan la importancia de la economia, pero también les pre ocupan otras estructuras. Es más, aun aceptando la idea de la economia como elemento determinante en última instancia, rechazan la reducción de otras es tructuras y su consideración como meros reflejos de aquélla. De hecho, los marxistas estructurales no sólo dan importancia a la política y la ideología, también las creen dotadas de una «autonomía relativa». Estas estructuras pue den seguir procesos de desarrollo bastante independientes y pueden, en un mo mento determinado, convertirse en fuerzas dominantes de la sociedad. Cualquiera que sea la estructura de la que se ocupen, los marxistas estructu rales consideran que los actores constituyen meros ocupantes de las posiciones de esas estructuras, es decir, que están constreñidos por esas estructuras. A pesar de las implicaciones pasivas de este punto de vista, los estructuralistas se niegan, como marxistas que creen en la práctica, a concluir que las personas deben sentarse a esperar que llegue el desmoronamiento del sistema estructural. Como Poulantzas señaló: «Si nos limitamos a esperar, jamás llegaremos a ver el
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
179
«gran día», sino sólo los tanques durante algunos momentos de ta mañana» (1976: 133). La idea de la ruptura de las estructuras de !a sociedad refleja otra preocupa ción central de los marxistas estructurales: tas contradicciones del sistema. Es tos tienden a ocuparse de ias contradicciones entre las estructuras, más que de tas contradicciones a las que se enfrenta el actor. Los marxistas estructurales acentúan la investigación teórica frente a la empírica. Evidentemente, como las estructuras son invisibles, presuponen que sólo pueden reconocerse teóricamente; por tanto, la investigación empírica es incapaz de desvelarlas. En parte por la misma razón los marxistas estructurales se centran en la sociedad contemporánea. Dan escaso crédito a tos datos históricos o a la inves tigación histórica y juzgan prioritario el estudio de las estructuras estáticas frente al de los procesos históricos; ta historia sólo puede entenderse y conocerse una vez comprendida !a estructura contemporánea.
Reanálisis de Marx: ta obra de Louis Althusser Et trabajo de Louis Althusser se defme principalmente por ta naturaleza de su enfoque sobre la obra de Marx. Althusser creía que la mayoría de los marxistas no había interpretado sus ideas adecuadamente; de hecho pensaba que las habian violentado. Y se propuso remediar este problema desarrollando lo que él creía una lectura «correcta» de la obra de Marx. La mejor manera de analizar el trabajo de Althusser es ubicarlo en el contexto det debate en torno a la obra de Marx, Uno de los aspectos det debate es si Marx adoptó una postura intelectual coherente durante toda su vida (Veltmeyer, 1978). Esta cuestión guarda rela ción con ta de si Marx es un pensador determinista o un pensador estructural, humanista o dialéctico. Los marxistas que consideran a Marx un estructural i sta se centran en su obra madura, particularmente en El capital (1867/1967), Otros se centran en lo que consideran una perspectiva más humanista que se encuen tra en la continuidad esencial entre El capital y Los manuscritos de economía y filosofía de 1844 (1932/1964). De hecho, es posible encontrar numerosas prue bas en la obra de Marx que respaldan ambas interpretaciones. ^ Althusser participa en el debate sobre tos «dos Marx», o «lo que distingue el objeto de El capital... del objeto.,, de Los manuscritos de ¡844» (Althusser y Batibar, 1970: 14). Para Althusser, Los manuscritos de 1844 fueron escritos por ’ Entre lus que ven continuidad en la obra de Marx üe encuentran Mészáros ( 1970), Olhnan (1976), y Wallimann (1981), y entre los que apoyan la tesis de la discontinuidad figuran M tMurty (1978) y Gandy (1979). Barbatei desarrolla una interesante postura ¡ntermtidia al afirmar que, si bien hay continuidad en ei uso que hace Marx de los conceptos esenciales y su obra temprana proporciona la base de su obra madura, los conceptos «tienen diferentes acepcio nes en los distintos marcos teóricos de las distintas fases por las que pasa su desarrollo teó rico» ( 19R3: 2).
180
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
LOUIS ALTHUSSER: Reseña biográfica El 16 de noviembre de 1980, Louis Althusser, un renombrado marxista estructural francés, entraba corriendo en pijama en el patio de la escuela donde enseñaba desde hacfa muchos años gritando que acababa de matar a su es posa. Los que fueron a su casa encontraron estrangulada a su mujer Hélène, una socióloga que destacaba por méritos propios. Althusser, que había padecido graves depresiones (Ben ton, 1984), había permanecido cuatro meses hospitalizado antes del asesinato. En lugar de ser llevado a prisión, se le internó en un hospi tal. El juez que fue al hospital a comunicarle que estaba acusado de asesinato le encontró tan profundamente deprimido que le consideró incapaz de entender la in formación que le estaba comunicando o de responder alguna pregunta acer ca del suceso. En 1981 le absolvieron de la acusación de asesinato al con siderarle loco, y le internaron en un hospital psiquiátrico donde permaneció hasta 1984. Althusser nació el 16 de octubre de 1918 en Argelia y pasó cinco años encarcelado como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Tras la Segunda Guerra Mundial terminó sus estudios en la Ecole Normale Supérieure donde, más tarde, ocuparía un puesto de profesor de filosofía. Antes de la guerra Althusser era politicamente conservador y un católico activo, pero tras la guerra comulgó con las ideas y la práctica del comunis mo. En 1948 se incorporó formalmente al Partido Comunista Francés. Más tarde comenzó a ser famoso como figura politica y también como intérprete destacado de las ideas de Karl Marx, En sus obras más famosas, La revolu ción teórica de Marx y Para leer El capital, se encuentra la idea de la exis tencia de una gran discontinuidad en la obra de Marx. Altfiusser sostenía que mientras el joven Marx era humanista y filósofo, el Marx maduro se caracterizaba por un mayor rigor e importancia científica. Althusser se labró una reputación como escritor y se mostró relativamente inactivo en la vida política francesa. Por ejemplo, apenas participó en la rebelión estudiantil francesa de 1968, acontecimiento muy relevante de la reciente historia fran cesa. Su ausencia de la actividad política era infrecuente en un marxista comprometido con la integración de la teoría y la práctica. En los últimos años, Althusser comenzó a criticar al Partido Comu nista Francés y al comunismo soviético. Poco antes de su muerte hizo el siguiente comentario acerca del stalinismo; «Los líderes soviéticos aún se niegan a aplicar a ese gigantesco error el análisis marxista, que ha sido enterrado junto con sus millones de víctimas y silenciado por el estado» (Pace, 1990: B6). Althusser murió el 22 de octubre de 1990 en un centro geriátrico de las afueras de Paris.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
181
un Marx que estaba profundamente influido por Hegel, la filosofía, el humanis mo y preocupado por el efeeto devastador de las condiciones alienadoras del capitalismo sobre el individuo. Desde el punto de vista de Althusser, estas pre ocupaciones eran acientíficas y requerían ser superadas si se quería desarrollar el materialismo científico (P. Anderson, 1976). Las bases filosóficas, humanis tas e históricas de la obra temprana de Marx le condujeron a centrarse en un actor activo, creativo y libre. En opinión de Perry Anderson, esta visión era anatema para Althusser. «El engaño arquetípico consistía en que los hombres creían que disponían en todo momento de libre albedrío, cuando en realidad estaban permanentemente gobernados por leyes de cuya existencia no se perca taban» (1976; 65; cursivas añadidasj.jAlthusser creía que el núcleo de la teoría de Marx residía en la estructura de la sociedad y en las leyes que gobiernan el funcionamiento de estas estructuras, más que en los actores libre^ En su opi nión, este enfoque se manifiesta claramente en El capital. Como señaló Althus ser; «Si nos tomamos en serio lo que Marx nos dijo acerca de la dialéctica real de la historia, no son los “hombres” los que hacen la historia, aunque la dialéc tica de ta historia se realiza en ellos y en su práctica, sino las masas en tas relaciones de la lucha de clases» (1977: 168). Althusser afirmaba que había una clara «ruptura epistemológica» en la his toria de la obra de Marx y que Marx cambió de forma muy drástica desde la subjetividad filosófica (una perspectiva ideológica) hacia la teoría abstracta (una perspectiva científica) (Benton, 1984: 53). Aunque detalló una serie de subfases, Althusser dividía básicamente la obra de Marx en obras anteriores y poste riores a 1845. Antes de 1845, su fase ideológica, Marx era fundamentalmente un filósofo humanista, pero después de esta fecha, en su fase científica, adoptó una orientación más científica. Althusser señalaba que en 1845 Marx hizo «un descubrimiento científico sin precedentes en cuanto a su naturaleza y efectos,,, Marx estableció una nueva ciencia: la ciencia de ta historia de las “formaciones sociales”» (1969; 13). Desde el punto de vista de Althusser, en 1845 «Marx rompió radicalmente con todas tas teorías que fundamentaban la historia y la política en la esencia del hombre» (1969: 227). Identificó tres elementos en este brusco cambio de pensamiento. En primer lugar, Marx desarrolló toda una serie nueva de concep tos científicos estructurales tales como las formaciones sociales, ta superestruc tura, las relaciones de producción y las fuerzas de producción que sustituían ideas tales como la alienación, el ser-genérico y otros conceptos humanistas. En segundo lugar, Marx emprendió una critica teórica de todas las variantes del humanismo filosófico. En tercero, Marx definió el humanismo como una forma de ideología: un sistema de ideas elitista y distorsionado, Y Althusser concluía: «Esta ruptura con todo humanismo/iVoíóyico... no constituye un dato secunda rio; es et descubrimiento científico de Marx» (1969; 227). La postura de Althusser constituye algo así como un regreso al pensamiento económico y mecanicista predominante en tas teorías comunistas antes de la Revolución Rusa de 1917, El predominio de esta perspectiva se debió, en parte.
182
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
a que los estudiosos marxistas podian acceder más fácilmente a El capital, que era fácil interpretar de manera mecanicista, que a Los manuscritos de 1844, que no vieron la luz hasta 1932. Sin embargo, como vimos al principio del capítulo, ya existían críticos (por ejemplo, Gramscí) del marxismo mecanicista antes de que se publicaran sus obras más humanistas. La imagen humanista del marxis mo que defendía Gramsci era anatema para Althusser, quien la consideraba característica del joven Marx. La publicación tardía de siete cuadernos de notas de Marx escritos en el invierno de 1857-i 858 y conocidos ahora como los Grundrisse (1857-58/1974) influyó poderosamente en el debate. Aunque se publicaron en dos partes, en 1939 y 1941 en la Unión Soviética, el original alemán no vio la luz hasta 1953, y la versión inglesa hubo de esperar hasta 1974. Muchos observadores (por ejemplo, McLellan, 1971; Mészáros, 1970; Nicolaus, 1974; Ollman, 1976; Struik, 1964) creen que los Grundrisse tienden a apoyar la interpretación gramsciana de Marx antes que la de Althusser. Ollman se expresó con claridad acerca de esta cuestión: «Los Grundrisse... que constituyen el primer borrador de El capi tal, contienen numerosas páginas extraídas íntegramente de Los manuscritos de 1844. Incluso en la versión publicada de El capital, hay una mayor cantidad de conceptos e ideas del «joven» Marx que ta que se reconoce generalmente» (1976: xv). Ollman no quería decir que las ideas de Marx hubieran sído siempre las mismas, pero sí que existía una evolución en las ideas que se hacía evidente ya en sus primeras obras. Esta idea ha recibido la aceptación de muchos estu diosos marxistas, pero algunos, como Althusser, seguían considerando a Marx un determinista estructural. Además de intentar desarrollar una interpretación estructural de la obra de Marx, Althusser se esforzó también por derivar de ella un análisis estructural de la sociedad capitalista. Para empezar, Althusser adoptó la postura de que la economía era determinante «en última instancia». Con seguridad esta postura es más débil que la que adoptaron los deterministas económicos. Pero a pesar de la importancia básica de la economía, otros componentes estructurales de la sociedad capitalista tienen también una importancia considerable. Como hemos mencionado más arriba, Althusser concebía la sociedad capi talista como una form ación social, una totalidad compleja y concreta en un punto específico de su desarrollo histórico. Es esta una concepción estática y ahistórica de la sociedad capitalista. Althusser también examinó los principales componentes de la formación social. En su análisis rechazaba la dicotomía simple entre base y superestructura. Para Althusser tas superestructuras de la sociedad capitalista no eran un mero reflejo de la base económica; antes bien, disponían de autonomía relativa y podían incluso erigirse como dominantes en cualquier momento. Sin lugar a dudas, al final la economía es dominante. En su opinión, una formación social se compone de tres elementos básicos: ta economía, la política y la ideología. La interacción de estos componentes estructurales constituye el conjunto social en cualquier momento.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
183
Como marxista que era, Althusser se preocupó por las contradicciones que existían entre estas entidades estructurales. Esta inquietud le indujo a desarrollar, a partir de la obra de Lenin y Mao, el concepto de sobredeterminación. Sobredeterminación significa que una contradicción dentro de una formación social no puede disolverse por sí misma, porque influyen en ella otras contradicciones dentro de la sociedad. Esta interpretación de las contradicciones le llevó a la idea de que las sociedades no evolucionan uniformemente; siempre se produce un desarrollo desigual. La idea deJ desarrollo desigual dentro de los diferentes componentes de la formación social permitió a Althusser alejarse de tas posiciones totalmente deterministas. Los actores están determinados por las estructuras, pero debido al desarrollo desigual, las formaciones sociales no están totalmente determinadas. Las contradicciones en el seno de la formación social confieren su cualidad dinámica a las formaciones de Althusser. A resultas de ello, el desa rrollo de las sociedades no puede explicarse mediante un único determinante. Esta idea le permitió criticar a los deterministas económicos. Es el «economicismo» (rnecanicism o) y no la verdadera tradición m arxista el que establece de una v ez por todas una jerarquía de instancias, asigna a cada una su esencia y su papel y d efin e el sign ificad o universal de su s relaciones; es el econom i* cism o el que identifica roles y actores eternam ente, sin percatarse de que la necesidad del proceso reside en un intercam bio de papeles «de acuerdo con las circunstancias». (A lthusser, 1969: 2 1 3 )
Althusser arremetió contra los deterministas económicos por que suponían el predominio eterno de los factores económicos y relegaban otros factores, como la política y la ideología, a un papel secundario. Para él, existía la posi bilidad de que otras instituciones sociales diferentes de la economía (por ejem plo, la política) ocuparan, al menos durante algún tiempo, una posición pre dominante. Además, era preciso considerar ¡as relaciones entre las diversas instituciones sociales. Por tanto, puede afirmarse que Althusser tenía una idea determinista de los actores, pero no de las estructuras; había una dialéctica en tre las estructuras.
Nicos Poulantzas: economía, poiítica e ideología Nicos Poulantzas se cuenta entre los principales marxistas estructurales con temporáneos, y tiene mucho en común con Althusser y otros marxistas estructu rales franceses. Sin embargo, mientras Althusser es conocido fundamentalmen te por su análisis crítico de los textos de Marx, a Poulantzas se le reconoce su análisis det mundo real y de cuestiones tales como la clase social, el fascismo y la dictadura. Poulantzas desarrolló una crítica no sólo del economicismo (deter minismo económico) sino también del estructuralismo de Althusser y sus cole gas. Se consideraba diferente, al menos en algunos sentidos, de otros pensado res de la escuela del marxismo estructural. Por ejemplo, Poulantzas ( 1975) intentó
184
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
resueltamente desarrollar una teoria concreta y su participación en actividades revolucionarias fue mayor que la de otros marxistas estructurales. De hecho, en el transcurso de su vida se alejó gradualmente del modelo estructuralista de análisis (Jessop, 1985). Además, Poulantzas (1975) no intentó desarrollar una teoría general porque no se creía capaz, ni a él mismo ni a otros teóricos, de llevar a cabo semejante empresa. No obstante, Poulantzas compartía con otros marxistas estructurales una serie de orientaciones. Por ejemplo, rechazaba el economicismo de los prime ros marxistas (Poulantzas, 1972: 239). Pero no sólo rechazaba (1973, 1975) el marxismo economicista, sino también el marxismo hegeliano (por ejemplo, la obra de Lukács) y la Escuela Critica por el énfasis que ponían en los factores subjetivos, Poulantzas (1972: 242-244) se negó especialmente a reconocer la importancia de los actores individuales y sus motivaciones. En el núcleo de la obra de Poulantzas y en el del marxismo estructural en general reside la idea de que el capitalismo moderno tiene tres componentes principales: el estado, la ideología y la economía. Poulantzas adoptó una pers pectiva realista de estas estructuras y, a diferencia de otros marxistas estructu rales, las analizó empíricamente en sus obras. Sin embargo, su principal aporta ción va más allá del detalle empírico y se encuentra en el análisis teórico que se requiere para desvelar las estructuras ocultas de la sociedad capitalista. Una de sus ideas teóricas clave (Jessop, 1985), de nuevo compartida por otros marxis tas estructurales, es la de la autonomía relativa, la idea de que las diversas estructuras de la sociedad capitalista son relativamente independientes unas de otras. Poulantzas aplicó esta idea con una perspectiva más amplia que muchos otros pensadores. Afirmaba que el estado capitalista se caracterizaba por «la separación relativa entre lo económico y lo político y la relativa autonomía del estado frente a las clases dominantes» (Poulantzas, 1974: 313). Lo mismo pue de afirmarse en relación con la economía y la ideología. La extensión de Poulantzas de esta idea de la autonomía relativa a otras áreas de la sociedad caracteriza su pensamiento. Analizó, por ejemplo, la autonomía relativa de los diversos com ponentes de una clase social tales como «varías camarillas, fracciones y clanes» (Poulantzas, 1976: 112). Poulantzas percibía una ínterrelación entre todos los componentes estructurales de la sociedad capitalista, sin dejar de acentuar la autonomía relativa de cada uno de ellos. Esta idea conduce a otro aspecto distintivo de la obra de Poulantzas: su análisis de los diversos componentes de muchas de las estructuras que estudió. No era propenso a pensar en las estructuras como totalidades unificadas, sino que las consideraba constituidas por una serie de subestructuras. En lo tocante a esta cuestión, su idea más conocida es la de las fracciones de las clases sociales (Poulantzas, 1975: 23). En otras palabras, una clase social no es una totalidad unificada, sino que está compuesta de diversas subunidades (Poulantzas, 1976: 92), Asimismo, hablaba de la existencia de subunidades dentro de las estructuras políticas e ideológicas, a las que denominaba categorías que «se definían prin cipalmente por el lugar que ocupan en las relaciones políticas e ideológicas. Por
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
185
NICOS POULANTZAS: Reseña biográfica Nacido et 21 de septiembre de 1936 en Ate nas, Nicos Poulantzas se convirtió en el «teóri co marxista del estado y la política más impor tante e influyente en el período de la posguerra» (Jessop, 1985: 5). Su padre era profesor y una figura destacada en la sociedad griega. Estu diante precoz, Poulantzas aprendió francés en su adolescencia y recibió su diploma de bachi ller superior en 1953, a la edad de diecisiete años. Ingresó luego en la Facultad de Derecho de la Universidad de Atenas y terminó su doc torado en 1957. Si se doctoró en derecho no ,j¡aíé& ■■ fue porque esta carrera le interesara mu cho, sino porque eso le permitía estudiar filo sofía y ciencias sociales. Aunque participó algo en la política de izquierdas durante este periodo, Poulantzas aún no se había convertido al marxismo. Tras tres años en la marina griega, Poulantzas fue admitido por el Colegio de Abogados, pero nunca practicó la abogacía. Antes bien, marchó al ex tranjero en busca de una carrera académica y encontró el camino para ha cerlo en París, Poulantzas se incorporó a la Sorbona en 1960, donde obtuvo una codi ciada ayudantía y enseñó derecho hasta 1964, Terminó su tesis doctoral en ese año, y mientras la acababa participó activamente en la vida intelectual francesa y entabló estrechas relaciones con personas como Jean-Paul Sar tre y Simone de Beauvoir. Se casó con una ¡oven novelista, Annie Ledere en 1966 con la que tuvo una hija en 1970. Durante las décadas de 1960 y 1970 Poulantzas se fue comprometien do con el marxismo y participó cada vez más activamente en la política. Permaneció en Francia y sus ideas se inspiraron en la vida intelectual francesa, aunque también siguió manteniendo relación con Grecia. Escribió sobre cues tiones relevantes de tos acontecimientos que ocurrían en su país y se hizo militante del partido comunista griego, Pero como Jessop señaló: «Solfa reaccionar ante los acontecimientos griegos con ojos franceses» (1985:13), A finales de los años sesenta, los escritos de Poulantzas empezaron a atraer la atención internacional. También empezó a enseñar sociología en una universidad experimental francesa. Publicó prolificamente durante los años sesenta y setenta y participó activamente tanto en la vida política fran cesa como en la griega, Poulantzas se suicidó el 3 de octubre de 1979, Desde esa fecha su obra disfruta de una audiencia internacional y se consi dera que su teoría es una de las perspectivas neomarxistas más relevantes.
ejemplo, entre estas categorías se cuentan la burocracia estatal, definida por su relación con el aparato del estado, y tos intelectuales, definidos por su rol en la elaboración y el desarrollo de la ideología» (Poulantzas, 1975: 23), También distinguió entre las diversas subunidades dentro del estado (aparatos), cuya
186
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
principal función era mantener politica e ideológicamente la cohesión social. Entre esas subunidades figuran ¡os aparatos estatales represores tales como el ejército y las prisiones, así como aparatos estatales ideológicos, por ejemplo, la educación y la cultura (Poulantzas, 1975: 24-25), Así, Poulantzas tenía una imagen mucho más complicada de las estructuras del capitalismo y sus numero sas subestructuras que la de muchos de sus colegas marxistas. Poulantzas fue cauteloso a la hora de hacer estas distinciones estructurales, porque creía que toda estructura tenía consecuencias sociales relativamente autónomas. Además, todas tenían, al menos, el potencial de desempeñar en algún momento un papel central en la sociedad (Poulantzas, 1973, 1975). La reflexión de Poulantzas acerca de las contradicciones partió de su ima gen pluralista de las estructuras de la sociedad capitalista, Al igual que otros marxistas estructurales, Poulantzas no se limitó a llevar a cabo el análisis de las contradicciones económicas, sino que se interesó también, entre otras cosas, por las contradicciones entre la economía, la política y la ideología. Sin embar go, fue aún más lejos y examinó las contradicciones entre las diversas fraccio nes, categorías y aparatos dentro de cada una de estas unidades estructurales básicas. Por ejemplo, Poulantzas afirmaba «que todo estado burgués está frag mentado por tas contradicciones entre sus diversos aparatos y ramas (y no sólo entre los partidos políticos), que constituyen las bases organizativas de unas u otras fracciones y componentes del bloque de poder» (1976: 103-104), El interés teórico principal de Poulantzas, y el de la mayoría de los marxis tas estructurales, era la interrelación entre los tres componentes fundamentales de la sociedad capitalista. Por ejemplo, vinculó el estado y la ideología afirman do que a la larga el estado no puede ejercer su función de dominación mediante ia represión exclusivamente; ésta siempre va acompañada de cierta dominación ideológica (Poulantzas, 1976). Poulantzas también vinculó la ideología y la economía. El más importan te papel de la ideología, que se expresa en el proceso de socialización, es for mar a las personas para que ocupen diversas posiciones y ocupaciones en el sector económico. Aunque daba importancia a la socialización, tuvo la pre caución de señalar que una sociedad capitalista no sólo debe producir (socia lizar) personas para que ocupen posiciones, sino también debe producir cons tantemente las posiciones para que sean ocupadas por esas personas. Para subrayar su orientación estructuran sta, Poulantzas estableció claramente que lo más im portante eran las posiciones estructurales y no los actores y su socialización: A unque es cierto que lo s agen tes m ism os deben reproducirse —-«form ados» y « so m etid os»— para ocupar ciertas p o sicio n es, es cierto tam bién que la distribución de lo s agen tes no depende de sus propias oportunidades y asp iracion es, sin o de la reproducción de esa s m ism as p o sicio n es. E sto se debe a que et asp ecto principal de la determ inación de cla se son las p o sic io n e s, y no lo s agentes que ocupan esas p osicion es. (Poulantzas, 1975: 29)
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
187
Si bien reconocía la importancia de la socialización, Poulantzas (1975: 34) distinguió su postura de la que habían adoptado muchos sociólogos que afirma ba que los factores ideológicos eran mucho más importantes de lo que él estaba dispuesto a reconocer. En relación con la cuestión de los vínculos entre el estado y la economía, Poulantzas señaló que en la fase del capitalismo monopolista el estado adquiere una importancia decisiva. Esta idea se deriva lógicamente de su posición más general según la cual «el capitalismo jam ás atravesó una fase en la que el estado no hubiera desempeñado un papel económico importante» (Poulantzas, 1974: 220; cursivas añadidas). En términos más generales Poulantzas se interesaba por la Ínterrelación entre las tres estructuras básicas del capitalismo. Por ejemplo, señaló que el imperialismo «no es un fenómeno que pueda reducirse al desarrollo económi co,., El imperialismo es un fenómeno con implicaciones económicas, políticas e ideológicas» {Poulantzas, 1974:22). Es esta otra m anerade expresar su rechazo del determinismo económico simplista de muchos marxistas. Para él, la super estructura, constituida por «formas ideológicas y jurídico-polítícas.., interviene decisivamente en ei proceso de producción» (1974: 41), Tal noción pluralista llevó a Poulantzas, como a Althusser, a la idea del desarrollo desigual del siste ma capitalista. Y ello, a su vez, imprimió a su obra una dialéctica en ei nivel estructural que le permitió, como a Althusser, evitar una postura totalmente determinista. Concluimos este análisis de la orientación de Poulantzas mencionando su trabajo sobre las clases sociales. Como estructuralista, Poulantzas afirmaba, de acuerdo con Andor Skotnes, que «las clases sociales están estructuralmente determinadas-, existen objetivamente, independientes de la voluntad y la “con ciencia” de sus miembros» (1979: 35), Sin embargo, las clases no están total mente determinadas por las estructuras económicas (Poulantzas, 1974), sino también por factores ideológicos y políticos, Poulantzas se esforzó enorme mente por evitar el eterno problema de los estructuralistas, la idea estática de las clases sociales. Afirmaba que las ciases sociales estaban determinadas ex clusivamente en el proceso constante de la lucha de clases, que se divide en la lucha económica, política e ideológica. Las clases se constituyen a partir de la confluencia de estas luchas. Poulantzas tuvo la precaución de distinguir entre el análisis general de las ciases sociales y el de las posiciones de clase en cualquier coyuntura histórica. En cualquier punto determinado de la historia, las clases o ias fracciones de clase pueden adoptar posiciones que no se corresponden con la posición estructural general de aquéllas. Una aristocracia obrera, por ejemplo, puede identificarse con la burguesía, o miembros de la clase media pueden ocupar posiciones caracte rísticas del proletariado. Sin embargo, se trata de desarrollos históricos transitorios que no concuerdan con la estructura general de la lucha de clases. Existe la posibilidad de que se produzcan desviaciones en el transcurso de la historia. Esta idea confiere flexibilidad y dialéctica al marxismo estructural de Poulantzas,
188
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Reacciones críticas al marxismo estructural El marxismo estructural ha sido objeto de numerosas críticas por parte de otros marxistas. Primero, se le ha calificado de ahistórico. E.P. Thompson señaló que «el estructuralismo de Althusser es un estructuralismo estàtico, que se aleja del mètodo histórico de Marx» (1978: 197). Val Burris afirmó que los marxistas estructurales habían mai interpretado estructuras históricamente específicas y las habían considerado «principios universales de organización social» (1979: 16). Segundo, se les ha criticado por defender ciegamente el cíentifismo (Appel baum, 1979: 26). Tercero, el marxismo estructural ha sido calificado de elitista, ya que sólo los científicos y militantes del partido comunista son capaces de entender la verdad sobre el mundo social. Cuarto, se ha señalado que ignoran al actor y la conciencia. Quinto, han prestado escasa atención a la investigación empírica (Miliband, 1972: 256), Y sexto, han sido acusados de deterministas. Curiosamente, algunos críticos han encontrado relaciones entre el marxis* mo estructural y las teorías sociológicas que muchos marxistas condenan: el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto (Appelbaum, 1979: 27-28). Incluso Jessop ha llegado a criticar el «funcionalismo implícito» (1985: I I 1) de ciertos aspectos de la obra de Poulantzas. En la línea de Jessop, Nancy DiTomaso (1982) ha identificado claras semejanzas entre la obra de Althusser y la de Parsons. El marxismo estructural constituye uno de los desarrollos más polémicos de la teoría neomarxista. Incluye una dura crítica de otras variantes de la teoria marxista y ha sido duramente atacado por marxistas pertenecientes a otras orien taciones teóricas.
SOCIOLOGIA ECONOMICA NEOMARXISTA Como hemos podido ver a lo largo de este capitulo, muchos neomarxistas (por ejemplo, los teóricos críticos y los marxistas estructurales) apenas han hecho comentarios acerca de la institución económica, y ello se debió, al menos en parte, a su reacción contra los excesos de los deterministas económicos. Sin embargo, estas reacciones han provocado toda una serie de contrarreacciones. En este apartado analizaremos la obra de algunos de los marxistas que han regresado a un enfoque sobre el reino económico. Su obra no supone un regreso a la teoría marxista temprana; constituye un esfuerzo por adaptar la teoría mar xista a las realidades de la sociedad capitalista moderna. Por supuesto, existe una vasta literatura que trata tas cuestiones económicas desde un punto de vista marxista. La mayor parte de ella sólo es relevante para la economía, pero también se encuentran trabajos que lo son para la sociología. Analizaremos dos tipos de trabajos en este apartado. El primero se centra en la cuestión general del trabajo y et capital. Et segundo supone un esfuerzo más específico y contemporáneo sobre ta transición del fordismo al posfordismo.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
189
Trabajo y capital El capital monopolista. La investigación original de Marx sobre las estructu^ ras y los procesos económicos se basaba en su análisis del capitalismo de su tiempo; lo que hoy llamamos capitalismo competitivo. Las industrias capitalis tas eran relativamente pequeñas, a resultas de lo cual ninguna industria o pe queño grupo de industrias podían llegar a ejercer el control total e indiscutible del mercado. Una buena parte del trabajo económico de Marx se basa en la premisa, acertada para su tiempo, de que el capitalismo era un sistema compe titivo. Marx anticipó la posibilidad de monopolios en el futuro, pero hizo esca sos comentarios sobre esta cuestión. Muchos teóricos marxistas posteriores a él siguieron trabajando como si el capitalismo no hubiera cambiado desde los tiempos de Marx. Es en este contexto donde debemos enmarcar nuestro análisis de la obra de Baran y Sweezy (1966). Comenzaron con una crítica de la ciencia social mar xista, a la que acusaban de repetir formulaciones familiares y no explicar los importantes desarrollos recientes que se habían producido en la sociedad capi talista. Criticaron el estancamiento de la teoría marxista, que continuaba apo yándose en el supuesto de una economía competitiva. En su opinión, una teoría marxista debe reconocer que el capitalismo monopolista ha sustituido al capita lismo competitivo. Una cuestión de importancia crucial para Baran y Sweezy era la definición de la naturaleza del capitalismo monopolista. El capitalismo monopolista implica que uno o una pequeña cantidad de capitalistas controlan un sector determinado de la economía. Evidentemente, hay menos competitividad en el capitalis mo monopolista que en el competitivo. En el capitalismo competitivo las orga nizaciones compiten sobre los precios. En el capitalismo monopolista, las com pañías ya no tienen necesidad de competir en este terreno porque una o unas pocas firmas controlan el mercado; la competencia se traslada al reino de las ventas, los anuncios publicitarios, las campañas de ventas y otros métodos de atraer a los consumidores potenciales son las principales arenas donde se pro duce la competencia. El cambio de la competencia de los precios a la de las ventas es parte de otro proceso característico del capitalismo monopolista: la racionalización progre siva. La competencia de precios llega a considerarse altamente irracional. Es decir, desde el punto de vista del capitalista monopolista, ofrecer precios cada vez más bajos sólo conduce al caos mercantil, por no decir a beneficios inferio res e incluso a la bancarrota. La competencia de ventas, a diferencia de la ante rior, no constituye un sistema cruel y despiadado; de hecho, incluso proporcio na trabajo a la industria publicitaria. Además, los precios pueden mantenerse altos, añadiendo al precio final los costes de las campañas de ventas y promo ción. Por ello la competencia mediante ventas asume un menor riesgo que la competencia mediante precios. Otro aspecto importante del capitalismo monopolista es el surgimiento de
190
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
las corporaciones gigantes: un puñado de grandes corporaciones controlan la mayoría de los sectores de la economía. En el capitalismo competitivo, prácti camente un solo empresario controlaba y administraba su organización. La cor poración moderna es propiedad de una cantidad elevada de accionistas, pero unos pocos grandes accionistas poseen la mayoría de las acciones. Si bien la corporación es «propiedad» de los accionistas, son los directivos los que la controlan dia a dia. Los directivos desempeñan un papel sumamente impor tante en el capitalismo monopolista, mientras en el capitalismo competitivo este papel lo desempeñaban los empresarios. Los directivos tienen un poder consi derable, y se esfuerzan por conservarlo. Incluso se afanan por lograr la inde pendencia financiera para sus compañías intentando, en la medida de lo posible, generar los fondos que necesitan internamente en lugar de recurrir a fuentes externas de financiación. Baran y Sweezy realizaron un análisis extenso de la posición que ocupaba el directivo en la sociedad capitalista moderna. Los directivos se definen como un grupo altamente racional orientado a maximizar los beneficios de la orga nización. Por tanto, no están dispuestos a asumir el riesgo que caracterizaba a los antiguos empresarios. Trabajan a más largo plazo que el empresario. La preocupación del antiguo capitalista era maximizar los beneficios a corto plazo, mientras los directivos modernos son conscientes de que ese esfuerzo puede conducir a una competencia caótica de precios que puede afectar negativamen te a los beneficios a largo plazo de la compañía. Así, el directivo sacrifica algu nos beneficios a corto plazo para maximizar la rentabilidad a largo plazo. El aspecto central del capitalismo monopolista es la capacidad del sistema para generar y usar el excedente económico. El excedente económico se define como la diferencia entre el valor de lo que produce una sociedad y los costes de su producción. Preocupados por la cuestión del excedente, Baran y Sweezy se alejaron del interés de Marx por la explotación del trabajo y se centraron en los vínculos entre la economía y otras instituciones sociales, especialmente en la absorción del excedente económico por esas instituciones. Los directivos modernos son víctimas de sus propios logros. Por un lado, pueden fijar ios precios de un modo arbitrario dado el lugar, que ocupan en la economía. Por otro, se afanan por recortar los costes internos de la organi zación, particularmente los costes relacionados con el trabajo manual. La capa cidad para fijar precios altos y recortar los costes conduce al aumento de la cantidad de excedente económico. El capitalista se enfrenta entonces a la cuestión de qué hacer con el exce dente. Una posibilidad es consumirlo; pagar a los directivos salarios muy altos y a los accionistas enormes dividendos que se convierten en yates, Rolls-Roy ces, joyas y caviar. Esto se hace hasta cierto punto, pero el excedente alcanza tal cantidad que las élites son incapaces de consumir ni siquiera una parte de él. En todo caso, el consumo conspicuo caracteriza más a los primeros empresarios que a los directivos y accionistas modernos. Una segunda alternativa es invertir ese excedente, por ejemplo, en perfec
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
191
cionar la tecnología o en inversiones en el extranjero. Esta posibilidad, que parece razonable y, hasta cierto punto la llevan a cabo ios directivos, produce el efecto de que, si la inversión se hace sabiamente, genera aún mayores exce dentes. Los esfuerzos por aumentar las ventas también pueden absorber parte del excedente. Los capitalistas modernos pueden estimular la demanda de sus pro ductos recurriendo a los anuncios publicitarios, creando y expandiendo el mer cado para sus productos, y utilizando técnicas tales como el cambio de modelo de un producto, la obsolescencia planificada, y los créditos de inmediata dispo nibilidad al consumidor. Sin embargo, esta alternativa también plantea algunos problemas. Primero, es incapaz de absorber suficiente excedente. Segundo, pro bablemente estimula una expansión aún mayor de la corporación que, a su vez, conduce a una mayor cantidad de excedente. De acuerdo con Baran y Sweezy, la única alternativa que queda es el despil farro. El excedente necesita ser consumido, y hay dos maneras de hacerlo. La primera es el gasto en asuntos gubernamentales no militares tales como el man tenimiento de millones de trabajadores en puestos gubernamentales y la finan ciación de numerosos programas gubernamentales. La segunda es el dispendio militar, que incluye la vasta nómina del ejército y su presupuesto de miles de millones de dólares para una maquinaria cara que en poco tiempo se queda obsoleta. La postura de Baran y Sweezy tiene varios puntos flacos. Por un lado, pare ce como si realmente no existiera una buena manera de consumir el excedente, y quizás esto es lo que querían comunicar ambos pensadores. Nos dejan con la impresión de que se trata de una contradicción irresoluble del capitalismo. Vir tualmente, todos los gastos de los capitalistas conducen a una mayor demanda y, en última instancia, a mayores excedentes. Los empleados gubernamentales y los militares gastan su dinero en más bienes; y como parte de la maquinaria militar se consume (por ejemplo, en la guerra contra Irak de 1991 ), se produce una demanda de maquinaria más perfeccionada. Otra critica que puede hacerse a Baran y Sweezy es que sobrevaloran la racionalidad de los directivos, Herbert Simon (1957), por ejemplo, afirma ría que los directivos tienen más interés en encontrar (y son sólo capaces de encontrar) soluciones minimamente satisfactorias, que en hallar las solu ciones más racionales y rentables. Otra cuestión es si los directivos constituyen, en realidad, figuras clave del capitalismo moderno. Muchos señalarían que los grandes accionistas son los que verdaderamente controlan el sistema capita lista. En suma, Baran y Sweezy adoptaron la perspectiva tradicional de la teoría marxista y se movieron en una dirección nueva e importante. En particular, en lugar de centrarse en el proceso laboral se orientaron hacia las estructuras eco nómicas de la sociedad capitalista moderna. Pasamos ahora a estudiar a Braverman, autor influido por la obra de Baran y Sweezy que se esforzó por regresar al interés tradicional marxista por el proceso laboral.
192
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Trabajo y capitai monopolista. Harry Bravennan (1974) creía que el proce so laboral y la explotación del trabajador constituían el núcleo de la teoría mar xista. Aunque sus intereses diferían de los de Baran y Sweezy, pensaba que su obra guardaba una estrecha relación con la de ellos (Braverman, 1974). El título de su libro, Labor and Monopoly Capital [Trabajo y capital monopolista], refle ja la cuestión que más le interesaba, y el subtitulo, The Degradation ofW ork in the Twentieth Century [La degradación del trabajo en el siglo xx], manifiesta su preocupación por adaptar la perspectiva de Marx a las realidades del trabajo en el presente siglo. Braverman no sólo intentó actualizar el interés de Marx por los trabajadores manuales, sino también examinar lo que había sucedido con los trabajadores de cuello blanco y del sector servicios, Marx prestó escasa atención a estos dos grupos, pero desde el tiempo de Marx se han convertido en unas categorías profesionales centrales que requieren un análisis minucioso. En relación con la obra de Baran y Sweezy, puede señalarse que uno de ios principales desarrollos del capitalismo monopolista ha sido una disminución relativa de la cantidad de trabajadores manuales y un aumento simultáneo de los trabajadores de cuello blanco y del sector servicios que componen el personal de las grandes organiza ciones características del capitalismo monopolista. El análisis de Bravennan parte de un punto de vista que recuerda a la orien tación de Marx. Braverman especificó que su critica al trabajo contemporáneo no refleja añoranza de un tiempo pasado. Señaló que no idealizaba los viejos gremios ni «las penosas condiciones de unos modos de trabajo que han quedado obsoletos» (Braverman, 1974: 6), Como Marx, Braverman no criticó la ciencia y la tecnología per s«, sino el modo en que eran utilizadas bajo el capitalismo «como armas de dominación en la creación, perpetuación y profundización del abismo que separa las clases de la sociedad» (1974: 6). El capitalista había utilizado la tecnología y la ciencia sistemáticamente para despojar al trabajo de su herencia gremial sin proporcionar nada para sustituirla. Braverman creía que la ciencia y la tecnología podían servir, en otras manos, para producir una era futura en la que, para el trabajador, la satisfa cció n p rofesion al que otorga un d om in io co n scien te e intencionado del proceso laboral se eom binará con los avances m aravillosos de la cien cia y lo s in ven tos de la ingeniería, una era en la que cada quien podrá ben eficiarse en m ayor o m enor grado de esta com b in ación . (Braverm an, 1974: 7)
Para extender adecuadamente el análisis de Marx de los trabajadores ma nuales a los trabajadores de cuello blanco y del sector servicios, Braverman afirmó que el concepto de «clase trabajadora» no describía un grupo específico de personas o de ocupaciones; antes bien, constituia una expresión del proceso de compra-venta de la fuerza de trabajo. En lo referente a ese proceso, Braver man señaló que, en el capitalismo moderno, virtualmente nadie posee los me dios de producción; por tanto, son muchos, incluyendo la mayor parte de traba
VARIEDADES
DE TEORIA
SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
193
jadores de cuello blanco y del sector servicios, los que se ven obligados a ven der su fuerza de trabajo a una minoría. En su opinión, ei control y la explotación capitalista, así como los procesos de la mecanización y racionalización, se ex tienden a las ocupaciones de cuello blanco y del sector servicios, aunque no en el grado en el que afectaron a las ocupaciones manuales. Braverman basó su análisis en la antropología de Marx, específicamente en su concepto del potencial humano (ser-genérico). Braverman afirmó que toda forma de vida necesita mantenerse a sí misma en su entorno natural; es decir, necesita apropiarse de la naturaleza para utilizarla. El trabajo es el proceso por el que se altera la naturaleza para aumentar su utilidad. En este sentido, los animales irracionales también trabajan, pero lo que distingue a los humanos es su conciencia. Las personas disponen de una serie de facultades mentales de las que los animales carecen. El trabajo humano se caracteriza, por tanto, por una unidad de concepción (pensamiento) y ejecución (acción). Esta unidad puede disolverse, y el capitalismo constituye una fase crucial en la que se destruye la unidad de pensamiento y ejecución en el mundo del trabajo. En et capitalismo, un elemento clave de esta ruptura es la compra-venta de la fuerza de trabajo. Los capitalistas pueden elegir el tipo de trabajo que quieren comprar. Por ejemplo, pueden comprar trabajo manual e insistir en que el traba jo intelectual se mantenga fuera del proceso. Aunque lo opuesto también puede ocurrir, la probabilidad de que suceda es menor. Como consecuencia de ello, el capitalismo se caracteriza por el aumento de la cantidad de trabajadores manua les y la disminución de trabajadores intelectuales. Esto parece contradecir las estadísticas, que reflejan un crecimiento masivo de las ocupaciones de cuello blanco, que supuestamente son intelectuales. Sin embargo, como veremos, Bra verman creía que muchas ocupaciones de cuello blanco habían sido proletari zadas y eran similares en muchos sentidos al trabajo manual. Control gerencial. Braverman reconoció la existencia de la explotación eco nómica , analizada por Marx, pero se centró en la cuestión del control. Y plan teó la siguiente pregunta; ¿Cómo controlan los capitalistas la fuerza de trabajo que emplean? Una respuesta podría ser que ejercen ese control a través de los directivos. De hecho, Braverman definía la gerencia como «un proceso laboral cuyo objetivo es el control interno de la corporación» (1974: 267). Braverman reflexionó sobre los medios impersonales que empleaban los directivos para controlar a los trabajadores. Una de su preocupaciones principa les era el recurso a la especialización para ejercer control sobre los trabajado res. Aquí distinguió cuidadosamente entre la división del trabajo en la sociedad y la especialización del trabajo dentro de la organización. Toda sociedad cono cida ha experimentado la división del trabajo (por ejemplo, entre hombres y mujeres, granjeros y artesanos, etcétera), pero la especialización laboral dentro de la organización constituye un desarrollo específico del capitalismo, aun cuando también aparece en las sociedades socialistas existentes, Braverman creía que la división del trabajo en el nivel societal podía enriquecer al individuo, pero la
194
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
especialización en la organización tenia el efecto desastroso de subdividir las capacidades humanas: «La subdivisión del individuo, cuando se lleva a cabo sin tener en consideración las capacidades y las necesidades humanas, constituye un crimen contra la persona y la humanidad» (1974: 73). La especialización en la oiganización implica ia división continua y la sub división de las tareas o funciones en actividades minuciosas altamente especia lizadas, cada una de las cuales suele asignarse a un trabajador diferente. Esto constituye la creación de lo que Braverman denomina «trabajadores al detalle». De las capacidades que posee un individuo, los capitalistas eligen una pequeña cantidad que el trabajador ha de usar para realizar su trabajo. Como Braverman señaló, el capitalista rompe primero el proceso laboral para luego «desmembrar al trabajador también» (1974: 78) ai requerir al trabajador que se sirva sólo de una pequeña proporción de sus capacidades. En términos de Braverman, el tra bajador «no se convierte nunca voluntariamente en un trabajador al detalle para toda su vida. Esto es obra del capitalista» (1974; 78). ¿Por qué lo hace ei capitalista? Primero, ia especialización aumenta el con trol de la gerencia. Es más fácil controlar a un trabajador que realiza una tarea específica que a otro al que le han asignado varias. Segundo, aumenta la pro ductividad. Es decir, un grupo de trabajadores que realiza tareas altamente es pecializadas produce más que la misma cantidad de trabajadores cualificados que se ocupan de varias tareas. Por ejemplo, los trabajadores en una cadena de ensamblaje de automóviles producen más coches que un número igual de técni cos cualificados que se ocupara de un solo coche. Tercero, la especialización permite al capitalista pagar menos a cambio de la fuerza de trabajo que requie re, En lugar de emplear trabajadores técnicos a quienes tendría que pagar altos salarios, ei capitalista emplea trabajadores no cualificados a quienes da salarios bajos. Siguiendo la lógica del capitalismo, los empleadores buscan abaratar pro gresivamente la fuerza de trabajo, que se convierte en una masa virtualmente indiferenciada de lo que Braverman denominaba «trabajo simple». La especialización no constituye un medio de control suficiente para los capitalistas y ios gerentes que recurren a elia. Otro importante medio de control es ia técnica científica, que incluye esfuerzos tales como la administración cien tífica: un intento de aplicar la ciencia al control del trabajo'en nombre de la administración. Para Braverman, la administración científica es la ciencia que enseña «cómo controlar al máximo el trabajo alienado» (1974: 90). La adminis tración científica puede identificarse a través de una serie de etapas cuyo obje tivo es el control dei trabajo: reunir a muchos trabajadores en fábricas, extender ia jom ada laboral, supervisar a los trabajadores para asegurar la diligencia, hacer que se cumplan las reglas contra las distracciones (por ejemplo, charlar), y establecer niveles de producción mínimamente aceptables. La administración científica contribuye al control principalmente porque «ordena al trabajador el modo exacto en el que debe realizar el trabajo» (Braverman, 1974: 90). Por ejemplo, Braverman analizó una antigua obra de F.W. Taylor sobre el amon tonamiento del carbón, donde desarrolló reglas sobre el tipo de pala que se
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
195
debía usar, la postura que debía adoptarse, el ángulo que debía liaber entre la pala y la pila de carbón y la cantidad de carbón que debía cogerse cada vez que la pala se hundía en la pila. En otras palabras, Taylor desarrolló métodos que aseguraban un control casi total sobre el proceso laboral. Debía evitarse cualquier decisión independiente de los trabajadores; de este modo lo mental y lo manual quedaban separados. La administración utilizó su monopolio sobre el conocimiento relacionado con el trabajo para controlar cada paso del proceso laboral. A fm de cuentas, el trabajo quedaba despojado de todo significado, contenido o conocimiento. Todo elemento artesanal quedaba así profundamen te destruido, Braverman creía también que la maquinaria constituía un factor de control sobre los trabajadores. La maquinaria moderna entra en juego «cuando a la herramienta y/o al trabajo se tes asigna una pauta de movimiento de acuerdo con la estructura de la máquina» (Braverman, 1974: 188), La capacidad está dentro de la máquina, sin que exista posibilidad de que el trabajador la adquiera. En lugar de controlar el proceso laboral, los trabajadores llegan a ser controla dos por la máquina. Además, a la administración le resulta más fácil controlar las máquinas que los trabajadores, Braverman afirmaba que mediante mecanismos tales como la especializa ción del trabajo, la administración científica y las máquinas, ia gerencia había logrado extender su control sobre los trabajadores manuales. Si bien es esta una perspectiva útil, especialmente la reflexión sobre el control, la contribución distintiva de Braverman ha residido en su esfuerzo por extender este tipo de análisis a sectores de la fuerza de trabajo que Marx no analizó cuando estudió el proceso laboral. Braverman afirmaba que los trabajadores de cuello blanco y de! sector servicios están en nuestros días sometidos al mismo proceso de con trol que se utilizó con los trabajadores manuales en el siglo pasado. Uno de los ejemplos que pone Braverman es el de los empleados de cuello blanco. Antiguamente estos trabajadores eran considerados un grupo que se distinguía de los trabajadores manuales por cosas tales como su indumentaria, sus capacidades, su formación y sus perspectivas profesionales (Lockwood, 1956). Sin embargo, actualmente ambos grupos están sometidos a los mismos medios de control. Así, es difícil ahora distinguir entre la fábrica y la oficina moderna, ya que los trabajadores se han proletarizado en esta última. Por un lado, el trabajo del trabajador de cuello blanco se ha especializado progresivamente. Esto significa, entre otras cosas, que los aspectos mentales y los manuales del trabajo de oficina han sido separados. Los directivos, los ingenieros y los técni cos realizan ahora el trabajo mental, mientras ios empleados realizan poco más que las tareas manuales de escribir a máquina, archivar, y codificar. A resultas de lo cual, el nivel de capacidades requeridas para estos trabajos ha disminuido y los trabajos requieren poca o ninguna formación. En ia actualidad se considera que la administración científica invade las oficinas. Las tareas de los empleados se han estudiado científicamente y, como consecuencia de esa investigación, se han simplificado, rutinizado y estandari
196
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
zado. Finalmente, la mecanización está comenzado a aparecer de modo signifi cativo en las oficinas, ñindamentalmentc a través de los ordenadores y otros equipos similares. La aplicación de estos mecanismos al trabajo de cuello blanco facilita el control de los directivos sobre esos trabajadores. Es improbable que estos me canismos de control sean tan fuertes y efectivos en la oficina como en la fábri ca; sin embargo, existe una tendencia hacia el desarrollo de la «fábrica» de trabajadores de cuello blanco. Se pueden presentar varias objecciones obvias a Braverman. Por un lado, es probable que sobrevalorase el grado de semejanza entre el trabajo manual y el de cuello blanco. Por otro, su preocupación por el control le llevó a dedicar relativamente poca atención a la dinámica de la explotación económica bajo el capitalismo. Con todo, su obra enriquece nuestra comprensión del proceso la boral en la moderna sociedad capitalista. Otras obras acerca de la cuestión trabajo y capital. Aunque Braverman reconoció la importancia de la explotación económica, analizada por Marx, se concentró, como acabamos de ver, en la cuestión del control gerencial sobre los trabajadores. Richard Edwards, hace un análisis aún más profundo de esta cues tión en su libro Contested Termin: The Transformation o f the Workplace in the Twentieth Century [Terreno para la disputa: la transformación de la fábrica en el siglo xx] (1979). Para Edwards el control reside en el núcleo de la trasformación de la fábrica en el siglo xx. Siguiendo a Marx, Edwards ve la fábrica, la pasada y la presente, como un escenario del conflicto de clase o, en sus térmi nos, un «terreno para las disputas». Dentro de este escenario, se han producido drásticos cambios en lo que se refiere al control de los superiores sobre los inferiores. Durante el capitalismo competitivo decimonónico, se utilizaba un control «simple», por el que «los jefes ejercían el poder personalmente, interve nían con frecuencia en el proceso laboral para exhortar a los trabajadores, inti midarlos y amenazarlos, recompensar el buen comportamiento, contratar o des pedir, favorecer a los empleados leales y, por lo general, actuaban como déspotas, benevolentes o de otro tipo» (Edwards, 1979: 19). Aunque este sistema de con trol sigue utilizándose en muchas pequeñas empresas, se ha demostrado que es demasiado duro para las grandes organizaciones modernas. Estas organizaciones han tendido a sustituir el control simple por un control técnico y burocrático más sutil e impersonal. Los trabajadores modernos pueden ser controlados por las mismas tecnologías con las que trabajan. El ejemplo clásico que lo ilustra es la cadena de montaje de automóviles, en la que las acciones de los trabajadores están determinadas por una demanda constante del eslabón anterior. Otro ejem* Es im p o rtan te se ñ a la r qu e B rav erm an e s c rib ió su lib ro a n te s d e q u e se p ro d u je ra la e x p lo sió n de la te c n o lo g ía d e las c o m p u ta d o ra s, e s p e c ia lm e n te del u so del p ro c e s a d o r de te x to s, q u e en la actu alid ad e s m u y c o m ú n . T al v ez e s ta te c n o lo g ía , q u e re q u ie re m a y o r fo rm a c ió n y c a p a c id a d que las v ie ja s te c n o lo g ía s , lleg u e a a u m e n ta r la a u to n o m ía d el tra b a ja d o r (Z u b o ff, 1988),
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
197
pio es la computadora moderna, que puede registrar con exactitud cuánto traba ja un empleado y cuántos errores comete. Los trabajadores modernos también son controlados por las reglas impersonales de las burocracias más que por el control personal de los supervisores. El capitalismo está en constante proceso de cambio y, por tanto, cambian también los mecanismos de control sobre los trabajadores. También mercece mención el libro de Micbaei Burawoy Manufacturing Consentí Changes in the Labor Process under Monopoty Capital [El consenti miento en la producción. Cambios en el proceso laboral bajo el capital monopo lista] (1979). Burawoy se interesó por la cuestión de por qué trabajan tanto los trabajadores en el sistema capitalista. Rechazó la explicación que dio Marx según la cual ese trabajo duro era producto de la coerción. El surgimiento de los sindicatos y otros cambios habian eliminado la arbitrariedad del poder de los directivos. «La coerción como único factor ya no puede explicar lo que hacen los trabajadores cuando llegan a la fábrica» (Burawoy, 1979; xii). Para Bu rawoy, los trabajadores, al menos parte de ellos, consienten trabajar duramente bajo el sistema capitalista y, al menos en parte, ese consentimiento se produce en el lugar de trabajo. Podemos ilustrar esta idea de Burawoy con un aspecto de su investigación, los juegos que inventan los trabajadores en su trabajo y, en términos generales, las prácticas informales que desarrollan. Muchos analistas los contemplan como esfuerzos de los trabajadores por reducir la alienación y otras formas de des contento laboral. Además, han sido considerados por lo general como mecanis mos sociales que desarrollan los trabajadores para oponerse a la gerencia, Pero Burawoy concluye que estos juegos «no se suelen oponer a la dirección ni son independientes de ella» (1979: 80), De hecho, «la administración, al menos en un grado mínimo, participa en realidad no sólo en la organización del juego, sino en el cumplimiento de sus reglas» (1979: 80), En realidad, en lugar de desafiar a la dirección, a la organización o, en última instancia, al sistema capi talista, estos pasatiempos la refuerzan. Por un lado, el hecho de participar en el pasatiempo crea un consentimiento entre los trabajadores de las reglas del pasa tiempo y, en términos generales, del sistema de las relaciones sociales (propie tario-administrador-trabajador) que defme las reglas del juego. Por otro, como ios administradores y los trabajadores están implicados en ei juego, queda oscu recido el sistema de relaciones sociales antagónicas frente al que responde el pasatiempo. Burawoy afirma que tales modos de generar la cooperación activa y el con sentimiento son mucho más eficaces que la coerción (como despedir a los que no cooperan) para lograr que los trabajadores colaboren en pos de la rentabili dad. En definitiva, Burawoy cree que los juegos y otras prácticas informales son métodos para lograr que los trabajadores acepten el sistema y que contribu yan a aumentar los beneficios. Otra obra que merece mención es la de Dan Clawson, Bureaucracy and the Labor Process [Burocracia y proceso laboral] ( 1980), que analiza fa burocrati-
198
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
zación y el avance tecnològico de la industria estadounidense entre 1860 y 1920. Su tesis principal es que la degradación del trabajo durante este periodo no fue (ni es) inevitable. Es decir, el problema no residía en ta burocracia y la tecnología per se, sino en el modo que se utilizaron en la sociedad capitalista. Para Claw son, por tanto, podemos conseguir eficiencia, abundancia >>un trabajo humano satisfactorio. El trabajo se degradó porque los capitalistas utilizaron la burocra cia y la tecnología para controlar a los trabajadores y ei proceso laboral. Claw son hace suyo el objetivo, que lo es también det socialismo, de «la reorganiza ción del proceso laboral, de manera que se convierta en el campo principal donde las personas desarrollen libremente sus capacidades humanas y deje de ser un locus donde las personas están mutiladas y degradadas» (1980; 260), En suma, las obras de Baran y Sweezy, Braverman, Edwards, Burawoy y Clawson representan un regreso al enfoque tradicional de Marx sobre el sec tor económico. En el nivel de la teoría son valiosas por haber reavivado el interés por el factor económico, así como por refmar y actualizar nuestra com prensión de esta dimensión. Además, han constituido importantes fuentes de pensamiento sociológico e investigación sobre varios aspectos del trabajo y la industria.
Fordismo y posfordismo Una de las preocupaciones más recientes de ios marxistas de orientación econó mica es la cuestión de si hemos presenciado o aún presenciamos la transición del «fordismo» al «posfordismo». Esta cuestión guarda relación con el asunto más generai de si hemos experimentado la transición de la sociedad moderna a la posmoderna. En el Capítulo 13 analizaremos esta cuestión tan importante y el modo en que los teóricos marxistas contemporáneos la abordan. Aunque el lec tor sienta el deseo de ojear ahora el Capítulo 13, le aconsejamos que no lo haga. En términos generales, el fordism o se asocia con ia era moderna y el posfordis mo con la más reciente era posmoderna. (El interés marxista por el fordismo no es nuevo; Gramsci [1971] publicó un ensayo sobre esta cuestión en 1931.) Por supuesto, el fordismo hace referencia a las ideas, los principios y siste mas que fomentó Henry Ford. A Ford se le atribuye generalmente el desarrollo del sistema de producción en masa moderno, fundamentalmente mediante la creación de la cadena de montaje de automóviles. Al fordismo se le pueden atribuir las siguientes características: • • • •
La producción masiva de productos homogéneos. El uso de tecnologías inflexibles tales como la cadena de montaje. La adopción de rutinas de trabajo estandarizadas (taylorismo), El aumento de la productividad derivado de la adopción de «economías de escala, así como de la descualificación, la intensificación y la homogeneización del trabajo» (Clarke, 1990: 73). • El consecuente nacimiento de sindicatos de trabajadores burocratizados.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
199
• La negociación de los sindicatos en pro de salarios uniformes vinculada ai aumento de la productividad y los beneficios. • El desarrollo de un mercado para los productos homogéneos generados por la producción masiva de industrias y la consecuente homogeneización de ias pautas de consumo. • El aumento de salarios, obra de la sindicalización, que conduce a una tlemanda creciente de la cada vez mayor oferta de bienes producidos en masa. • Un mercado para los productos que se rige por políticas macroeconómicas keynesianas y un mercado de trabajo que se rige por la negociación colectiva supervisada por el estado. • Instituciones educativas masivas que proporcionan la masa de trabajado res requerida por la industria (Ctarke, 1990: 73). Si bien el fordismo se desarrolló en et curso det siglo xx, especialmente en los Estados Unidos, en ta década de 1970 experimentó su momento álgido y su decadencia, fundamentalmente tras la crisis del petróleo de 1973 y el consi guiente declive de la industria estadounidense del automóvil y el sugimiento de sus competidores japoneses, A resultas de lo cual se afirma que estamos presen ciando el ocaso del fordismo y el surgimiento det posfordismo, caracterizado por tos siguientes rasgos: • La disminución det interés por los productos masivos acompañada por un aumento del interés por productos más especializados, especialmente los de alta calidad y diseño. • Productos más especializados que requieren procesos de producción más cortos y, consecuentemente, sistemas de producción más pequeños y pro ductivos. • El nacimiento de nuevas tecnologías que hacen más flexible y rentable la producción. • Este último punto requiere, a su vez, que los trabajadores tengan capacidades más diversas y una mayor formación, más responsabilidad y más autonomía. • La producción precisa de un sistema de control más flexible. • Las enormes burocracias rígidas cambian drásticamente para operar con mayor flexibilidad, • Los sindicatos burocratizados (y los partidos políticos) ya no representan adecuadamente los intereses de la nueva y altamente diferenciada fuerza de trabajo. • La negociación colectiva decentralizada sustituye a la centralizada. • Los trabajadores empiezan a diferenciarse como personas y requieren mercancías, modos de vida y productos culturales más diferenciados, • El estado de bienestar centralizado es incapaz de satisfacer tas necesida des (por ejemplo, ta salud, la asistencia social y ta educación) de una población diversa, diferenciada y se requiere la creación de instituciones más flexibles (Clarlíe, 1990: 73-74),
200
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Si hubiera que resumir la transición del fordismo al posfordismo, podría ser descrita como la transición de la homogeneidad a la hetereogeneidad. En re lación a esta cuestión surgen dos preguntas. Primera, ¿se ha producido en reali dad la transición del fordismo al posfordismo? (Pelaez y Holloway, 1990) Y segunda, ¿resolverá ei posfordismo los problemas relacionados con el fordismo? En respuesta a la primera pregunta, puede afirmarse, sin lugar a dudas, que no se ha producido una ruptura histórica clara que separe el fordismo y el pos fordismo (S. Hall, 1988), Aun admitiendo que hay en el mundo moderno ele mentos posfordistas, es obvio también que persisten elementos del fordismo que no presentan síntomas de desaparecer. Por ejemplo, algo a lo que podemos llamar «McDonaldismo», fenòmeno que tiene muchas cosas en común con el fordismo, aumenta a pasos agigantados en la sociedad contemporánea. Sobre la base del modelo de restaurante de comida rápida, cada vez más sectores de la sociedad utilizan los principios del McDonaldismo (Rítzer, en prensa). El McDonaldismo comparte muchas características con el fordismo: productos homogéneos, tecnologías rígidas, hábitos laborales estandarizados, descualíficacíón, homogeneizacíón del trabajo (y del consumidor), homogeneización del consumo, etcétera. Así, el fordismo aún disfruta de buena salud en el mundo moderno, aunque, por arte de magia, se ha transformado en McDonaldismo, Además, el fordismo clásico — por ejemplo, tal y como se refleja en la cadena de montaje— sigue presente de manera relevante en la economía estadounidense. Por lo que se refiere a la segunda pregunta, aun aceptando la idea de que ha llegado el posfordismo, ¿representa una solución a los problemas de la sociedad capitalista moderna? Algunos neomarxistas (y muchos defensores del sistema capitalista [Womack et al., 1990] abrigan grandes esperanzas: «El posfordismo constituye, en lo fundamental, la expresión esperanzadora de que el desarrollo capitalista futuro constituirá la salvación de la democracia social» (Clarke, 1990: 75). Sin embargo, se trata simplemente de una esperanza y, en cualquier caso, ya hay evidencias que prueban que el posfordismo no será ei nirvana que anhelan algunos observadores. Muchos consideran el modelo japonés como la base del posfordismo. Sin embargo, la investigación sobre la industria japonesa (Satoshi, 1982) y sobre las industrias estadounidenses que utilizan técnicas gerencíales japonesas (Par ker y Slaughter, 1990) indica que estos sistemas plantean serios problemas y que incluso aumentan ei grado de explotación de! trabajador. Parker y Slaugh ter denominan al sistema japonés tal y como existe en los Estados Unidos (en Japón es probablemente más duro) «dirección mediante el estrés»: «La meta es extender el sistema como una goma hasta el límite de su aguante» (1990: 33), Entre otras cosas, el trabajo se realiza a un ritmo mayor que en las cadenas de montaje estadounidenses tradicionales, pone bajo una enorme tensión a los tra bajadores, que tienen que trabajar heroicamente para satisfacer la demanda de la cadena. En términos más generales, Levidow describe a los trabajadores posfordistas como «presionados implacablemente para que aumenten su producti vidad, a menudo a cambio de salarios reates bajos, ya sean trabajadores en
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
201
fábricas, personas que trabajan en casa para la industria de la confección, traba jadores en servicios privados o incluso profesores de formación profesional» (1990: 59). Así, más que representar una solución a los problemas del capitalis mo, ei postfordismo constituye quizás una nueva era más perniciosa en la que el grado de explotación de los trabajadores por parte de los capitalistas es aún mayor.
MARXtSMO HISTORICO El marxismo estructural defiende los análisis ahistóricos y se opone a los histó ricos, pero muchos marxistas se orientan hacia la investigación histórica. Estos declaran ser fíeles a la preocupación marxista por la historicidad. La investiga ción histórica más destacada de Marx es su estudio sobre las formaciones eco nómicas precapitalistas (1857-58/1964). Hay muchos trabajos históricos que se desarrollan desde una perspectiva marxista (por ejemplo, Amin, 1977; Dobb, 1964; Hobsbawm, 1965). En este apartado, estudiaremos dos obras que reflejan una orientación histórica; The Modern World-System [El moderno sistema mundial] (1974, 1980, 1989), de Immanuel Wallerstein, y States and Social Revolutions [Los estados y las revoluciones sociales] (1979), de Theda Skocpol. Si bien no son obras típicas de investigación histórica marxista, se cuentan entre las más influyentes de la sociología contemporánea.
El moderno sistema mundial Wallerstein eligió una unidad de análisis diferente de las que utilizaron la ma yoría de los pensadores marxistas. No se centró en ios trabajadores, las clases, o los estados, porque el análisis de estas categorías no satisfacía sus propósitos. Su interés se orientó hacia una entidad económica con una división del trabajo que no conociese fronteras políticas o culturales. Encontró esta unidad en su concepto de sistema mundial, un sistema social autónomo limitado por fronte ras y con una duración definida, es decir, no eterno. Se componía internamente de varias estructuras sociales y diversos grupos de miembros. Sin embargo, Wallerstein no era propenso a defínir la cohesión del sistema en términos con sensúales. Antes bien, creía que el sistema se mantenia unido debido a la existencia de una variedad de fuerzas que se encontraban en tensión intrínseca. Estas fuer zas disponen en todo momento de potencial suficiente para romper el sistema. El sistema mundial constituye un concepto harto abstracto y, de hecho, Wallerstein lo ofreció sólo al final de su primer libro, después de haber analizado todos los datos históricos que requería su formulación, Wallerstein afirmaba que hemos conocido dos tipos de sistemas mundiales. Uno era el imperio mundial, ilustrado por la antigua Roma, y el otro la economía mundial capitalista. El imperio mundial se basaba en la dominación política (y militar), mientras que la economía mundial capitalista se funda en la dominación económica. Wallerstein considera la economía mundial capitalista más estable que el imperio mundial
202
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
por varias razones. Por un lado, tiene una base más amplia, porque engloba a muchos estados y, por otro, dispone de un proceso interno de estabilización económica. Las diferentes entidades políticas dentro de la economía mundial capitalista absorben cualquier pérdida que ocurra y el beneficio económico pasa amaños privadas. Wallerstein anticipó \slposibilidad de un tercer sistema mundial: gobierno socialista mundial. La economía mundial capitalista separa el sector político del económico, mientra una economía mundial socialista los integraría. Para orientar al lector hacia el análisis histórico que vamos a presentar, introducimos ahora los conceptos que utilizó Wallerstein para describir la divi sión geográfica del trabajo en el sistema mundial que más le preocupaba, la economía mundial capitalista: el centro, la periferia y la semiperiferia. En tér minos generales, el centro domina la economía mundial y explota el resto del sistema. La periferia, las zonas que proporcionan las materias primas al núcleo, son profundamente explotadas por él, Y la semiperiferia constituye una catego ría residual que abarca una serie de regiones que se encuentran entre las explo tadoras y las explotadas. La cuestión clave es que, para Wallerstein, la división internacional de la explotación no se define en términos de fronteras estatales, sino en los de la división económica del trabajo en el mundo. En el primer volumen que escribió sobre el sistema mundial Wallerstein (1974) localiza el origen del sistema mundial aproximadamente entre 1450 y 1650. Lo más significativo de este desarrollo fue el cambio de la dominación política (y militar) a la económica. Wallerstein creía que la economía constituía un medio de dominación mucho más eficaz y menos primitivo que la política. Las estructuras políticas son muy rígidas, mientras la explotación económica «hace posible el aumento del flujo de excedente desde los estratos más bajos a tos más altos, desde la periferia al centro, desde ta mayoría a la minoría» (Wa llerstein, 1974: 15). En ta era moderna, el capitalismo proporcionó la base para el crecimiento y el desarrotto de una economía mundial, que se ha logrado sin la ayuda de una estructura política unificada. Puede considerarse et capitalismo como una alternativa a ta dominación política, ya que es más capaz de producir excedentes económicos que las más primitivas técnicas empleadas por la explo tación política. Wallerstein afirmaba que el nacimiento de la economía mundial capitalista a partir de las «ruinas» del feudalismo se debió a tres factores: la expansión geográfica a través de la exploración y la colonización, el desarrollo de diferen tes métodos de control laboral en diferentes regiones (por ejemplo, centro, peri feria) de la economía mundial, y el desarrollo de estados poderosos que se con virtieron en los centros de la economía mundial emergente. Analicemos uno por uno estos desarrollos. Expansión geográfica. Wallerstein afirmaba que ta expansión geográfica de las naciones constituye un requisito del desarrollo de las otras dos fases, Portu gal se situó a la cabeza de tas exploraciones ultramarinas, para luego seguir sus pasos otras naciones europeas, Wallerstein se cuidó de hablar en términos gene-
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
203
IMMANUEL WALLERSTEIN: Reseña biográfica Aunque ganó fama durante la década de los años sesenta como experto en Africa, la apor tación más importante de Immanuel Waiierstein a la sociología es su obra publicada en 1974, The Modern World-System (El moderno sistema mundial), que disfrutó de un éxito in mediato, recibió reconocimiento internacional y se tradujo a diez lenguas y a brailleNacido el 28 de septiembre de 1930, W a llerstein estudió en la Universidad de Columbia, donde se doctoró en 1959. Aceptó después un puesto de trabajo en esa misma Universidad: después de algunos años, y tras una estancia de cinco años en la Universidad McGill, en Mon treal, Wallerstein se convirtió en 1976 en un destacado profesor de socioio gia de la Universidad del Estado de Nueva York en Binghamton. En 1975, Wallerstein recibió el prestigioso Premio Soroltin por su primer volumen de The Modern World-System. Desde entonces ha seguido traba jando^ sobre este tema y ha producido una serie de artículos y otros dos volúmenes en los que amplía su análisis del sistema mundial hasta 1840. Podemos esperar más trabajos de Wallerstein sobre este tema en un futuro inmediato. Actualmente está elaborando un cuerpo teórico que sin duda despertará mucho interés en años venideros. De hecho, en muchos sentidos el interés que su obra ha suscitado du rante muchos años y sigue suscitando en la actualidad es más importante que su trabajo en si. El concepto de sistema mundial se ha convertido en un objeto de reflexión e investigación en sociología, algo que pocos estudiosos han logrado. Muchos de los sociólogos que en la actualidad investigan y teorizan sobre el sistema mundial critican a Wallerstein, pero reconocen abiertamente que ha representado un importante papel en la génesis de sus ideas. Tan importante como su concepto de sistema mundial es el papel que ha desempeñado Wallerstein en el renacimiento de la investigación histórica basada en la teoría. Los trabajos más importantes de los primeros pensado res de la sociología, como Marx, Weber y Durkheim, se asemejan al suyo. Sin embargo, en los últimos años la mayoría de los sociólogos se ha alejado de este tipo de investigación y tiende a utilizar métodos ahistóricos tales como cuestionarios y encuestas. Estos métodos son más fáciles y rápidos de usar que los métodos histó ricos, y los ordenadores facilitan ei análisis de los datos. El uso de estos métodos tiende a requerir un pequeño cuerpo de conocimientos técnicos más que un rico bagage de conocimiento histórico. Además, la teoría des empeña un papel relativamente secundario en la investigación que se sirve de cuestionarios y encuestas. Wallerstein se ha situado a la cabeza de los que defienden la renovación del interés por la investigación histórica con sólidos pilares teóricos.
204
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
rales acerca de los países o de Europa. Optó por la idea de que la expansión ultramarina se debió a la acción de un grupo de personas que perseguían sus propios intereses. Los grupos de élite, como los nobles, necesitaban la expan sión ultramarina por varias razones. Por un lado, se vieron inmersos en una guerra de clases que había estallado tras el desmoronamiento de la economía feudal. El mercado de esclavos les proporcionó una fuerza de trabajo dócil para construir la economía capitalista. La expansión también les proporcionó diver sas mercancías para desarrollar esa economía: lingotes de oro, alimentos y di versas materias primas. División del trabajo a escala mundial. Una vez realizada la expansión ^;eográfica mundial, el mundo estaba preparado para atravesar la siguiente fase, el desarrollo de una división del trabajo a escala mundial. En el siglo xvi, el capi talismo sustituyó al estatismo como principal modo de dominación mundial, pero el capitalismo no se desarrolló uniformemente por todo el mundo. De he cho, Wallerstein afirmaba que la solidaridad del sistema capitalista se basaba en última instancia en su desarrollo desigual. Dada su orientación marxista, Wallerstein no veía tal solidaridad como producto de un equilibrio consensual: el conflicto había estado presente desde el principio. Partes diferentes del siste ma mundial capitalista comenzaron a especializarse en funciones especificas: suministro de fuerza de trabajo, alimentos, materias primas, y organización de la industria. Además, otras zonas comenzaron a especializarse en producir de terminados tipos de trabajadores. Por ejemplo, Africa proporcionaba esclavos y en la Europa del oeste y del sur había muchos granjeros propietarios; Europa occidental también era el centro de los trabajadores asalariados, de las clases dirigentes y de otro tipo de personal cualificado. En términos generales, cada una de las tres partes de la división internacio nal del trabajo tendía a diferir en función del modo de control laboral. El centro se definía por el trabajo libre, la periferia se caracterizaba por el trabajo forzoso y la semiperiferia por los aparceros. De hecho, Wallerstein afirmaba que la clave del capitalismo reside en un centro dominado por un mercado de trabajo libre para trabajadores cualificados y una periferia caracterizada por un merca do de trabajo forzoso para trabajadores menos cualificados. Esta combinación es la base del capitalismo. El socialismo implica el desarrollo de un mercado de trabajo libre a escala mundial. Ciertas regiones del mundo disponen de pequeñas ventajas iniciales, que son utilizadas para desarrollar posteriormente ventajas mayores. En el siglo xvi, el centro, fundamentalmente en Europa occidental, aumentó súbitamente sus ventajas a raíz del florecimiento de las ciudades, del desarrollo de las industrias y a medida que los comerciantes se hacían ricos. Extendió su dominación al desarrollar una diversidad amplia de actividades. Al mismo tiempo, cada una de sus actividades se especializó para producir con mayor rendimiento. En cam bio, ta periferia se estancó y se transformó en lo que Wallerstein denominó una «monocultura», o una sociedad homogénea e indiferenciada.
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
205
El desarrollo de los estados centrales. La tercera fase del desarrollo del sis tema mundial involucra al sector político e implica la utilización de las estruc turas del estado por parte de diversos grupos económicos con el fm de proteger y promover sus intereses. Las monarquías absolutas en Europa occidental sur gieron en paralelo al desarrollo del capitalismo. Entre el siglo xvs y el xvm, los estados fueron los actores económicos centrales de Europa, pero más tarde el centro se trasladarla a las empresas económicas. Los estados fuertes de las re giones del centro desempeñaron un papel clave en el desarrollo del capitalismo y, en última instancia, proporcionaron la base económica para sus propia des aparición. Los estados europeos aumentaron su fuerza en el siglo xvi desarro llando y extendiendo los sistemas burocráticos y creando el monopolio de la fuerza, principalmente mediante la creación de ejércitos y la legitimación de sus actividades para garantizar la estabilidad interna. Mientras los estados de la región del centro crearon sistemas políticos fuertes, la periferia desarrolló estados comparativamente débiles. En el segundo volumen Wallerstein (1980) retomó la historia de la consoli dación de la economía mundial entre 1600 y 1750. No fue este un periodo rele vante de expansión de la economía mundial europea, pero se produjeron una serie de cambios importantes. Por ejemplo, Wallerstein analiza el auge y la decadencia como parte del centro de los Países Bajos. Estudia luego el conflicto entre dos estados del centro, Inglaterra y Francia, así como la victoria final de Inglaterra. En la periferia Wallerstein describe, entre otras cosas, los periodos de bonanza cíclicos de Hispanoamérica, En la semiperiferia podemos identifi car, entre otros procesos, la decadencia de España y el auge de Suecia, Siempre desde una perspectiva marxista, Wallerstein continuó su análisis histórico ,de los diversos papeles que desempeñaron diferentes sociedades en la división del trabajo de la economía mundial. Aunque Wallerstein tuvo muy en cuenta los factores políticos y sociales, se interesó principalmente por el papel de los fac tores económicos en la historia mundial. En su última obra Wallerstein (1989) lleva su análisis histórico hasta la década de 1840, Wallerstein estudia tres grandes desarrollos durante el periodo que media entre 1730 y la década de 1840: la Revolución Industrial (fundamen talmente en Inglaterra), la Revolución Francesa, y la independencia de las co lonias europeas de América, Desde su punto de vista, ninguno de estos aconte cimientos constituyó un cambio fundamental del sistema capitalista mundial; antes bien, representaron su «mayor consolidación y afianzamiento» (Wallers tein, 1989; 256). Wallerstein continúa la historia de la lucha entre Inglaterra y Francia por la dominación del centro. Mientras la economía mundial se había estancado du rante el periodo anteriormente analizado, ahora se expande y Gran Bretaña se industrializa más rápidamente y llega a dominar las grandes industrias. Esto se produce a pesar del predominio industrial de Francia en el siglo xvin. La Revo lución Francesa desempeñó un importante papel en el desarrollo del sistema capitalista mundial porque contribuyó a la eliminación de los vestigios cultura
206
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
les del feudalismo y al ajuste del sistema ideológico-cultural a la realidad eco nòmica y politica. Sin embargo, también sirvió para inhibir el desarrollo indus trial de Francia, algo a lo que también contribuyeron los gobiernos y las guerras napoleónicas posteriores, Al final de este periodo, «Gran Bretaña obtuvo final mente la hegemonía en el sistema mundial» (Wallerstein, 1989: 122). El periodo que va de 1750 a 1850 se caracteriza por la incorporación de nuevas y extensas zonas (el subcontinente de la India, los imperios Otomano y Ruso y Africa del Este) a la periferia de la economía mundial. Estas regiones habian formado parte de lo que Wallerstein denomina el «área externa» del sistema mundial y, por tanto, habían tenido relación con este sistema, pero no formaban parte de él. Las zonas externas son aquellas en las que la economía mundial capitalista busca bienes, pero que se resisten a la importación de bienes manufacturados procedentes de las naciones del centro. A resultas de la incor poración de estas zonas externas, los países adyacentes a las naciones que una vez fueron externas terminaron por incorporarse ai sistema mundial. Así, ta incorporación de la India contribuyó a que China comenzara a formar parte de la periferia, A finales del siglo xix y principios del xx, el ritmo de esta incorpo ración se aceleró y «el globo entero, incluso las regiones que nunca habían formado parte del área externa de la economía mundial capitalista, se incorpo ró» (Wallerstein, 1989: 129). La presión para que se realice la incorporación a la economía mundial nun ca procede de las naciones que se incorporan, sino más bien «de ta necesidad de la economía mundial de extender sus fronteras, una necesidad que ha sido per se el resultado de las presiones internas de la economía mundial» (Wallerstein, 1989; 129), Además, el proceso de incorporación no es inmediato, sino gradual. Fiel a su enfoque marxista sobre la economía, Wallerstein (1989; 170) afir ma que convertirse en parte de la economia mundial supone «necesariamente» que tas estructuras políticas de las naciones implicadas deben formar parte del sistema interestatal. Así, los estados de las zonas incorporadas tienen que trans formarse en parte det sistema político ínterestatal, ser sustuidos por formas po líticas nuevas capaces de aceptar este papel, o someterse a los estados que ya forman parte de ese sistema político. Los estados que surgen al final del proceso de incorporación no sólo deben formar parte del sistema interestatal, sino tam bién ser lo suficientemente fuertes para proteger sus economías frente a las posibles interferencias externas. Sin embargo, no deben ser demasiado fuertes; es decir, no deben llegar a ser tan poderosos como para sentirse capaces de oponerse a una acción dictada por la economía mundial captitalista. Finalmente, Wallerstein examina la descolonización de las Américas entre 1750 y 1850. Es decir, describe la liberación de las Américas del control de Gran Bretaña, Francia, España y Portugal. Sin lugar a dudas, esta descoloniza ción tuvo importantes consecuencias para los desarrollos posteriores del siste ma capitalista mundial, especialmente para los Estados Unidos, Los marxistas han criticado ta perspectiva del sistema mundial por no sub rayar las relaciones entre las clases sociales (Bergesen, 1984). Desde este punto
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
207
de vista, Wallerstein erró su enfoque. Para ellos la clave no es la división inter nacional del trabajo entre centro y periferia, sino las relaciones de clase dentro de determinadas sociedades. Bergesen se propuso reconciliar estas posiciones opuestas e identificó puntos flacos y fuertes de ambas posturas. Su postura in termedia es que las relaciones centro-periferia no son sólo relaciones de inter cambio desiguales sino también relaciones de clase mundiales. Su argumento es que las relaciones centro-periferia son importantes, no sólo como relaciones de intercambio, como Wallerstein afirma, sino como relaciones de poder-de pendencia; es decir, relaciones de clase.
Los estados y las revoluciones sociales Otro ejemplo que ilustra la investigación histórica de orientación marxista es la obra de Theda Skocpol States and Social Revolutiotts [Los estados y las revolu ciones sociales] (1979). Aunque esta autora comparte con Wallerstein ciertas raíces intelectuales, mantiene posturas harto diferentes, Skocpol reconocía la importancia del trabajo de Wallerstein y de su enfoque sobre el sistema mun dial, pero apuntaba que era innecesario «aceptar el argumento de que los desa rrollos económicos nacionales están realmente determinados por la estructura general y la dinámica de mercado de un “sistema capitalista mundial”» (1979: 70). De hecho, calificó a Wallerstein de «reduccionista económico». Asimis mo, Skocpol asignó a Marx un lugar central entre sus fuentes teóricas, pero también le criticó: «El marxismo no consiguió prever o explicar adecuadamente el poder autónomo de los estados como maquinarias administrativas y coerciti vas enmarcadas en un sistema de estados internacional militarizado» (1979: 292). Asi, Skocpol explicó que su objetivo era, siempre dentro de la tradición marxista, acentuar los factores políticos más que los económicos. En un estudio histórico comparado sobre las revoluciones sociales en Fran cia ( 1787-1 800), Rusia ( 1917-1921 ) y China (1911-1949), Skocpol se concen tró en las semejanzas entre estas revoluciones. Sin embargo, también le preocu paban sus diferencias más importantes. Su objetivo era dar explicaciones de las revoluciones sociales que estuvieran fundadas históricamente y que a la vez fueran generalizables. A efectos de las comparaciones, SkOcpol también anali zó naciones (Japón, Prusia, Inglaterra) donde no se produjo revolución alguna. El objeto de la investigación de Skocpol era el análisis de las revoluciones sociales, que defmia como «súbitas transformaciones fundamentales del estado y las estructuras de clase de una sociedad, que van acompañadas y, en parte, son llevadas a cabo, por revueltas de clase procedentes de los sectores sociales su periores» (1979: 4). A pesar de trazarse este objetivo, Skocpol regresaba una y otra vez a las consideraciones económicas (basadas en la clase). Como nuestro interés es la teoría, analizaremos los principios generales que guían su trabajo. Primero, intentó adoptar lo que ella denominó una «perspecti va estructural no voluntarista». Segundo, consideraba importante esa perspec tiva para analizar por separado los contextos históricos mundiales e intemacio-
208
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nales. Tercero, se trazó el objetivo de analizar el estado como una unidad que era, al menos potencialmente, autónoma. Analicemos uno por uno estos prin cipios. Lo primero que hizo Skocpol fue distinguir su enfoque de lo que ella llama ba «ideas voluntaristas» acerca del modo en que se producen las revoluciones (1979: 14). En su opinión, la mayoría de los observadores creen que las revolu ciones constituyen esfuerzos deliberados realizados por los líderes, los segui dores, o por ambos a la vez. Percibió esta tendencia en la obra del propio Marx, pero creía que los que siguieron su tradición la habían exagerado. Tal tendencia se manifiesta claramente en et análisis marxista de factores tales como ta con ciencia de clase y la organización del partido. Sin embargo, Stíocpot rechazaba abiertamente esta posición: «Ninguna revolución social que haya triunfado la ha “hecho” un movimiento que moviliza tas masas y se autorreconoce como revolucionario» (1979: 17). Al desechar ta imagen voluntarista de las revoluciones sociales, Stíocpol rechazaba el análisis de los pensamientos y tos motivos de los actores, así como et estudio de grandes sistemas de ideas tales como la ideología y ta conciencia de clase. Es probable que el análisis de Skocpol sea correcto en el nivel es tructural, pero eso no significa que tos demás niveles de análisis sean insigni ficantes. Para Skocpol las revoluciones no se hacen; ocurren. Esto es aplicable tanto a tas causas como a las consecuencias de tas revoluciones. Es preciso que ana licemos los factores estructurales que causan tas revoluciones. Como ella seña ló: «Una perspectiva estructural,,. es esencial para el análisis de las revolucio nes sociales» (Skocpol, 1979: 18). Skocpol reconocía la importancia de los factores intranacionales, pero sub rayó ta importancia de los transnacionales o intemacionates: «Las relaciones transnacionales han contribuido a la emergencia de todas las crisis sociales re volucionarias y han contribuido invariablemente a ta configuración de las luchas revolucionarias y sus consecuencias» (1979: 18). Sin embargo, declaró que su orientación difería de la de Wallerstein, que había adoptado una perspec tiva similar. Este se había centrado en las relaciones económicas intemaciona tes, mientas su intención era analizar tos factores políticos internacionales. Sin negar la importancia de las variables económicas internacionales, Skocpol se ocupó de lo que ella denominaba el «sistema internacional de estados competi tivos». No obstante, reconoció ta interacción entre ambos tipos de factores: «En el transcurso de ta historia moderna, [et sistema internacional de estados] repre senta un nivel analíticamente autónomo de realismo transnacional: interdependiente en lo tocante a su estructura y dinámica Junto al capitalismo mundial, pero no reductible a él» (Skocpol, 1979: 2). Skocpol distinguió entre dos aspectos de tas relaciones trasnacionales en un marco temporal: las relaciones estructurales entre tos estados en ta era contem poránea y las relaciones entre tos estados en el transcurso det tiempo. Por ejem plo, los logros y tos fracasos de los actores en una revolución determinada in
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
209
fluyen sobre los actores en otra revolución posterior. Acontecimientos tan im portantes como la Revolución Industrial crean una serie de oportunidades y necesidades nuevas entre una y otra revolución social. En el nivel estructural Skocpol se centró en el análisis del estado. Afirmaba que el estado constituye «una estructura con una lógica y unos intereses que no han de ser necesariamente los mismos intereses de la ciase dominante de la sociedad o de todos los miembros de los grupos políticos» (Skocpol, 1979: 27). Especificó que se requería una explicación de las revoluciones sociales en tér minos más estatales que económicos. Los factores políticos no son epifenó menos, sino que influyen directamente en las revoluciones sociales. Skocpol adoptó la perspectiva estructural marxista sobre la autonomía potencial del es tado. Sin embargo, se cuidó de señalar que el grado de autonomía política de un estado, el grado en que escapa al control de clase, varía en función de su con texto. Skocpol termina su introducción teórica expresando con claridad su pers pectiva: Analizaremos las causas y los procesos de las revoluciones sociales desde una perspectiva no voSuntarista, estructural, atendiendo a las estructuras y los procesos internacionales e histórico-mundiales, así como intranacionales. Y un acompañan te teórico importante consistirá en llevar a ciertos estados —interpretados como organizaciones potencialmente autónomas, localizadas en la interfase de las es tructuras de clase y en las situaciones internacionales— al centro mismo de la atención. (Skocpol, 1979: 33) Skocpol encontró las raíces de las revoluciones Francesa, Rusa y China en las crisis políticas de lo que ella denominó ios «estados del antiguo régimen». Las crisis se desencadenaron cuando estos estados manifestaron su incapacidad para enfrentarse a los desafíos de ias nuevas relaciones internacionales. Los estados se toparon no sólo con problemas internacionales, sino con confíictos intranacionales entre las ciases sociales, en especial entre la aristocracia terra teniente y el campesinado. Incapaces de resistir estas presiones, los estados autocráticos del antiguo régimen se desmoronaron. Estas crisis proporcionaron una situación propicia para la revolución, pero ésta no se hubiera producido si las estructuras sociopolíticas no hubieran sido favorables. Como eran sociedades fundamentalmente agrarias, los campesinos, y no los trabajadores urbanos, fueron los protagonistas de la revolución. Skoc pol señaló: «Las revueltas de los campesinos han sido el ingrediente insurrec cional decisivo virtualmente en todas las revoluciones sociales hasta ia fecha (es decir, en las triunfantes)» (1979; 112-113), En su explicación de ias revueltas campesinas, Skocpol rechazó las teorías existentes que se centraban en la ideología, así como las teorías que acentua ban la condición de ios actores. En su opinión, los factores clave de las rebe liones campesinas son más bien estructurales y situacionales. Entre estos fac
210
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
tores se cuenta el grado de libertad de los campesinos en lo relativo a ia su pervisión y el control cotidiano y directo de los terratenientes y sus agentes. Finalmente, la relajación de tas sanciones coercitivas estatales contra los cam pesinos suele provocar la actividad revolucionaria. La susceptibilidad de los estados del antiguo régimen ante las presiones internacionales y la existencia de esas estructuras en el sector agrario fueron, en opinión de Skocpol, causas «su ficientes» de las revoluciones de Francia en 1789, de Rusia en 1917 y de China en 1911. Estos factores estructurales influyeron no sólo en la génesis de las revolu ciones, sino también en sus consecuencias. Es decir, estas revoluciones produ jeron unas «transformaciones estructurales fundamentales y duraderas» de las sociedades cuestión (Skocpol, 1979: 161). Skocpol señaló importantes diferen cias en los casos que estudió, pero también identificó semejanzas relevantes: primera, las relaciones agrarias de ciase cambiaron drásticamente; segunda, los regímenes autocráticos y protoburocráticos de tos antiguos estados fueron sus tituidos por estados burocráticos y profesionalizados capaces de controlar a las masas; y tercera, las clases altas terratenientes prerrevotucionarias perdieron sus privilegios exclusivos. En su análisis de las consecuencias estructurales de las revoluciones, Skoc pol criticó a aquellos que acentuaban los factores ideológicos. Se negó a consi derar a los líderes de las revoluciones sociales como meros representantes de las clases sociales y a sus acciones como simples reflejos de las ideologías de esas clases. Antes bien, su interés era el análisis de la acción de los líderes revolucionarios: ia lucha para lograr et poder estatal. Creía más importantes sus actividades que las presiones ideológicas bajo las que se encontraban. Además, los resultados de sus actividades no estaban determinadas por sus ideologías sino por exigencias estructurales: «Las crisis revolucionarías no son rupturas totales en la historia que de súbito hagan posible lo que concibieron unos revotucionarios voluntariosos» (Skocpol, 1979: Í71). Lo importante es analizar las fuerzas y los constreñimientos estructurales reales y no las ideas que de ellos tienen las personas.
RESUMEN En este capítulo analizamos una amplia serie de enfoques que pueden clasificarse como teorias sociológicas neomarxistas. Todas toman la obra de Marx como punto de partida, pero se desarrollan en direcciones diversas. Aunque estos desarrollos diversos dan una considerable vitalidad a la teoría neomarxísta, sus citan también ciertas discusiones y distinciones que resultan innecesarias y har to disfuncionales. Así, una de las tareas de los teóricos marxistas modernos de la sociología es integrar esta gran y variada serie de teorías sin dejar de admitir la valía de algunos trabajos específicos. El determinismo económico se erigió en su momento como la primera teo-
VARIEDADES DE TEORIA SOCIOLOGICA NEOMARXISTA
211
ría neomarxista, pero en la actualidad ha perdido su importancia, en particular para el pensador sociológico. Esta limitada perspectiva de la teoria marxista provocó ciertas reacciones que dieron lugar ai desarrolio de otras teorías dentro de ia tradición de Marx, El marxismo hegeliano, especialmente la obra de Georg Lukács, se cuenta entre las reacciones contra el determinismo económico. Su objetivo era superar las limitaciones del determinismo económico regresando a las raíces subjetivas hegelianas de la teoria marxista. El marxismo hegeliano apenas disfruta de relevancia contemporánea; su importancia reside en la in fluencia que ejerció sobre las teorías neomarxistas posteriores. La Escuela Crítica, heredera de la tradición del marxismo hegeliano, tiene importancia para la sociología contemporánea. Las grandes aportaciones de los teóricos críticos (Marcuse, Habermas, etcétera) constituyen estudios sobre la cultura, la conciencia y sus interrelaciones. Estos teóricos han enriquecido nuestra comprensión de fenómenos culturales tales como la racionalidad instrumental, la «industria de la cultura», la «industria del conocimiento», la acción comuni cativa, la dominación y las legitimaciones. A estas preocupaciones se suma el interés por la conciencia, fundamentalmente a través de !a incorporación de la teoria freudiana a su trabajo. Sin embargo, ios esfuerzos de los teóricos críticos para compensar las limitaciones del determinismo económico fueron demasia do lejos; pues es preciso reintegrar la preocupación por !a economía y, desde luego, por las macrofuerzas sociales en generai. Otro enfoque neomarxista es el marxismo estructuraJ. Mientras la Escuela Crítica acentúa los factores subjetivos, los marxistas estructurales se centran en los factores estructurales. Marxistas estructurales como Althusser y Poulantzas también adoptan el determinismo económico como punto de partida, lo que les ha llevado al análisis de estructuras tales como el estado y la ideología, que, a sus ojos, disfrutan de una «autonomia relativa» frente a la economía. No obs tante, la economía se considera el factor estructural más importante. Los mar xistas estructurales no sólo rechazan las limitaciones del determinismo econó-, mico en el nivel estructural, también critican duramente la subjetividad de la Escuela Critica y del marxismo hegeliano. Califican estos desarrollos de co rrientes perjudiciales y acientíficas de la teoría marxista. Si bien los marxistas estructurales critican duramente otras variantes de teoría marxista, ellos tam bién han sido objeto de duros ataques procedentes de dentro y de fuera de la teoría marxista. Ofrecemos después un estudio de dos corrientes de trabajo en sociología económica marxista. El primero trata de la relación entre trabajo y capital, es pecialmente las obras de Baran y Sweezy y Braverman, Ei segundo se ocupa de ta transición del fordismo al posfordismo. Ambas corrientes representan un es fuerzo por volver a algunas de las preocupaciones económicas tradicionales de la sociología marxista. Estos trabajos son relevantes porque constituyen un es fuerzo por tener en cuenta las nuevas realidades de la sociedad capitalista con temporánea y actualizar, así, ta sociología económica marxista. Et capitulo termina con dos ejemplos de investigación históricaneomarxis-
212
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ta; Walierstein, que estudia la economía y los sistemas mundiales, y Skocpol, que se ocupa de la política y las revoluciones sociales. Más adelante analizaremos otros aspectos de la teoría neomarxista. Por ejem plo, en el Capítulo 9 nos ocuparemos otra vez del marxismo estructural, y bajo el encabezamiento «posestructuralismo», estudiaremos la obra de Michel Foucault, derivada en parte de la tradición marxista aunque haya llegado a representar un desafío a esa tradición. En el Capítulo 11 analizaremos algunas de las ideas más reciemes de Jurgen Habermas. Finalmente, y lo que es más importante, en el Capítulo 13 nos ocuparemos de algunos de los libros más recientes escritos dentro de la tradición marxista: la teoría posmarxista, A pesar del estado moribundo de las sociedades comunistas, la teoría neomar xista aún está viva, continúa siendo objeto de debate y, en ocasiones, es confu sa, Es probable que siga despertando el interés de muchos teóricos sociales.
CAPITULO
5
INTERACCIONISMO SIMBOLICO PRINCIPALES RAICES HISTORICAS Pragmatismo Condüctismo Entre el reducclonlsmo y el sociologismo LAS IDEAS DE GEORGE HERBERT MEAD La prioridad de lo social Ei acto Gestos Símbolos significantes Los procesos mentales y la mente El self La sociedad INTERACCIONISMO SIMBOLICO: PRINCIPIOS BASICOS Capacidad de pensamiento Pensamiento e interacción Aprendizaje de significados y símbolos Acción e interacción Elección Et self Grupos y sociedades PRINCIPIOS METODOLOGICOS Blumer sobre los métodos CRITICAS
213
214
TEOñlA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Al igual que otras teorías sociológicas importantes, el interaccionismo simbóli co presenta una perspectiva sumamente amplia. Las teorías de George Herbert Mead y, en menor grado, las de Charles Horton Cooley y W. L Thomas le proporcionaron su núcleo inicial, pero posteriormente se desarrollaron diferen tes perspectivas. Herbert Biumer es el representante del interaccionismo simbó lico tradicional; otras variantes incluyen el enfoque más científico de Manford Khun, el enfoque dramatúrgido de Erving Goffman y tal vez incluso la etnome todologia y la fenomenologia Como estas dos últimas teorías tienen orienta ciones diferentes las analizaremos en el Capitulo 6. En este capítulo nos ocupa remos del estudio del núcleo de la teoría de la interacción simbólica, que se encuentra principalmente en la obra de Mead y de Blumer, pero dedicaremos también unas lineas a otros enfoques.
PRINCIPALES RAICES HISTORICAS Comenzamos nuestro análisis del interaccionismo simbólico con las ideas de Mead^, quien, en realidad, enseñó filosofía y no sociología en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta 1931 {Faris, 1970). Sin embargo, muchos estu diantes de doctorado de sociología eligieron sus cursos. Fueron sus alumnos los que posteriormente vertieron la «tradición oral» del interaccionismo simbólico de Mead (M. Kuhn, 1964) al reino de la escritura, ya que utilizaron los apuntes de las clases de Mead para construir su importante obra. Mind, S e lf and Society: From (he Standpoint o f a Social Behaviorist [Espíritu, persona y sociedad. Des de el punto de vista del conductismo social] (Mead, 1934/1962). Las raíces intelectuales más influyentes de la obra de Mead en particular y del interaccio nismo simbólico en general, son la filosofía del pragmatismo y el conductismo psicológico (Joas, 1985; Rock, 1979)^.
Pragmatismo El pragmatismo es una amplia perspectiva filosófica en la que pueden identifi carse diversos aspectos que influyeron en el desarrollo de la orientación socio lógica de Mead (Charon, 1985). En primer lugar, para los pragmáticos la verda dera realidad no existe «fuera» del mundo real; «se crea activamente a medida ' Esto se manifestó en una sesión plenaria de las reuniones de la Society o f Symbolic Interuciion que se celebró hace aproximadamente una década; el tema de la sesión era las variantes del interaccionismo simbólico y entre los participantes se encontraban representantes de la fe nomenología y de la etnometodologia. ^ El número completo de otoño de 1981 de Symholic Interaction fue un número monográ fico dedicado a Mead; véase también Fisher y Strauss (19^9). Entre los tiltimos trabajos desta cados acerca de Mead se cuentan los de Collins (1989b) y Luscher (1990). ^ Otra importante influencia fueron las teorias de Georg Simmel, especialmente sus ideas sobre la interacción.
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
215
que actuamos dentro y hacia el mundo» (Hewitt, 1984; 8; véase también Shalin, 1986). En segundo lugar, las personas recuerdan y basan su conocimiento del mundo sobre lo que se ha demostrado útil para ellas. Suelen alterar lo que ya no «funciona». En tercer lugar, las personas definen los «objetos» fisicos y socia les con los que tienen relación en ei mundo de acuerdo con su utilidad para ellas. Finalmente, si nuestro deseo es entender a los actores, debemos basar nuestra comprensión en lo que ellos hacen realmente en el mundo. Identifica mos tres aspectos centrales del interaccionismo simbólico: (1) el análisis de la interacción entre el actor y el mundo; (2) una concepción del actor y del mundo como procesos dinámicos y no como estructuras estáticas; y (3) la enorme im portancia asignada a la capacidad del actor para interpretar el mundo social. El último aspecto es el que resalta en la obra del filósofo pragmático John Dewey, Dewey no concebía la mente como una cosa o una estructura, sino como un proceso de pensamiento que implicaba una serie de fases. Estas fases son: la definición de los objetos del mundo social, la determinación de los posi bles modos de conducta, la anticipación de las consecuencias de cursos alterna tivos de acción, la eliminación de posibilidades improbables y, finalmente, la elección del modo óptimo de acción {Stryker, 1980), Este enfoque sobre los procesos de pensamiento influyó profundamente en el desarrollo del interaccio nismo simbólico. De hecho, David Lewis y Richard Smith afirman que Dewey (junto a William James) influyó más en el desarrollo del interaccionismo simbólico que Mead. Incluso llegaron a señalar que «la obra de Mead se sitúa en la periferia de ta corriente principal de la sociología inicial de Chicago» (Lewis y Smith, 1980: xix) Estos autores distinguían entre dos tipos de pragmatismo: el «realismo filosófi co» (asociado a Mead) y el «pragmatismo nominalista» (relacionado con Dew^ey y James), En su opinión, el interaccionismo simbólico recibió una mayor in fiuencia del enfoque nominalista e incluso era incompatible con el realismo filosófico. La perspectiva nominalista consiste en afirmar que, aunque los ma cro fenómenos existen, no tienen «efectos independientes y determinantes sobre la conciencia y la conducta de los individuos» (Lewis y Smith, 1980: 24). Esta perspectiva «concibe los individuos como actores existencialmente libres que aceptan, rechazan, modifican o, en cualquier caso, “definen” las normas, los roles, las creencias, etc. de la comunidad de acuerdo con sus intereses persona les y planes del momento» (Lewis y Smith, 1980: 24), En cambio, para los realistas sociales lo importante es la sociedad y cómo constituye y controla los procesos mentales de los individuos. Los actores no son libres, sus cogniciones y conductas están controlados por el conjunto de la comunidad^. Dada esta distinción, podemos comprobar que la obra de Mead se acomoda más bien en la perspectiva realista y, por tanto, no conecta con la dirección nominalista que adoptó el interaccionismo simbólico. Herbert Blumer es el principal ^ Para un simpóslum sobre esta obra, véase Symf)o/ic Interaclian 1983). ^ Para una crítica de esta distinción, véase M iller (1982b, 1985).
216
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
representante de esta última dirección, aunque sostuvo que trabajaba con un enfoque meadiano. La cuestión de las diferencias entre Mead y Blumer es im portante; la volveremos a tocar más adelante en este capítulo cuando nos ocupe mos de la metodología. En el nivel de la teoría Lewis y Smith captaron la esen cia de sus diferencias; B lum er... se orientó com pletam ente hacia el interaccionism o p síq u ico... A diferen cia del conductista social m eadiano, el interaccionista p síq u ico m antiene que los sig n ifica d o s de lo s sím b o lo s no son u niversales y ob jetivos; antes bien, los sig n ifi cados son individ u ales y su b jetivos en el sentido de que es el receptor el que los «asigna» a los sím b o lo s de acuerdo con el m odo en que los «interpreta». (L ew is y Sm ith, 1980: 172)
Condüctismo La interpretación de Lewis y Smith de la obra de Mead se ve reforzada por el hecho de que Mead recibió también la influencia del condüctismo psicológico (J. Baldwin, 1986, 1988a, 1988b), perspectiva que también le condujo en una dirección realista y empírica. De hecho. Mead distinguió claramente su conductismo social del condüctismo radical de John B. Watson (que fue uno de los alumnos de Mead). A los conductistas radicales seguidores de Watson (K. Buckley, 1989) Ies preocupan las conductas observables de los individuos. Se centran en los estí mulos que provocan las respuestas, o conductas, en cuestión. Rehusaron asig nar demasiada importancia a los procesos mentales encubiertos que ocurrían en el tiempo que mediaba entre el estímulo y la emisión de la respuesta. Mead reconocía la importancia de la conducta observable, pero también creía que había aspectos encubiertos de la conducta ignorados por los conductistas radi cales. Pero como asumía el empirismo básico del condüctismo, Mead no se contentó con filosofar en tomo a estos fenómenos encubiertos. Intentó, pues, extender la ciencia empírica del condüctismo a ellos, es decir, a lo que ocurre entre el estímulo y la respuesta. Bemard Meitzer resumió así la postura de Mead; Para M ead, la unidad de estu d io era «el acto>>, que com prende tanto asp ectos encu biertos com o aspectos d escu b iertos de la acción humana. D entro del acto, la tota lidad de las diferentes categorías de las p sico lo g ía s ortodoxas tradicionales en cuentran su lugar. La atención, la p ercep ción , la im agin ación , el razonam iento, la em oción , etcétera, son consideradas co m o parte del acto... et acto, p u es, engloba todos los p rocesos im p licad os en la actividad humana. (M eh zer, 1964/1978: 23)
Mead y tos conductistas radicales también disentían en sus ideas sobre la relación entre la conducta humana y animal. Mientras los conductistas radicales solían no identificar diferencia alguna entre los humanos y tos animales, Mead
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
217
afirmaba que había una diferencia cualitativa importante. Esta diferencia resi día en que los humanos poseen facultades mentales que les permiten utilizar el lenguaje entre el estímulo y la respuesta para decidir su respuesta. Mead reconoció su deuda con el conductismo watsoniano, a la vez que ex presaba también su alejamiento de él. Ello quedó muy claro cuando afirmó: «Enfocaremos este último campo [la psicología social] desde un punto de vista conductista». Pero al mismo tiempo criticaba la perspectiva de Watson cuando señalaba: «El conductismo que utilizaremos nosotros es más adecuado que el que emplea Watson» (1934/1962: 2, cursivas añadidas). Charles Morris, en su introducción a Mind, S e lf and Society, enumeró tres diferencias básicas entre Mead y Watson. En primer lugar. Mead calificó de demasiado simplista el enfoque excluyente de Watson. En efecto, acusó a Wat son de sacar la conducta de su amplio contexto social. Mead prefirió analizar la conducta como una pequeña parte del complejo mundo social. En segundo lugar. Mead acusó a Watson de no estar dispuesto a extender el conductismo a los procesos mentales. Watson carecía de una concepción de la conciencia y los procesos mentales del actor, como Mead señaló vividamente: «La actitud de John B, Watson fue la de la Reina de Alicia en el país de las maravillas: “ ¡Cortadles la cabeza!”; tales cosas no existían. No existía la imagi nación ni la conciencia» (1934/1962: 2-3). Mead contrapuso su perspectiva a la de Watson: «Es conductista, pero, a diferencia del conductismo watsoniano, reconoce las partes del acto que no aparecen a la observación externa» (1934/ 1962: 8). Concretamente, Mead se trazó la tarea de extender los principios del conductismo watsoniano a los procesos mentales. Finalmente, como Watson rechazaba la mente, Mead percibió en su obra una imagen pasiva del actor en la que éste aparecía como un títere. Mead tenia una concepción más dinámica y creativa del actor, y esto es lo que atrajo a los interaccionistas simbólicos posteriores. El pragmatismo y el conductismo, en especial los representados por las teo rías de Dewey y de Mead, se transmitieron a muchos estudiantes de doctorado de la Universidad de Chicago principalmente durante los años veinte. Estos estudiantes, entre ellos Herbert Blumer, fundaron el interaccionismo simbólico. Indudablemente, otros teóricos destacados, entre ellos Georg Simmel, influye ron también en estos estudiantes. El interés de Simmel por las formas de la acción y la interacción era compatible con la teoría meadiana. Por supuesto, el desarrollo de la interacción simbólica estuvo influido por otras teorias, pero el pragmatismo, el conductismo radical y la teoría de Simmel son, con diferen cia, las influencias más importantes.
Entre el reduccionismo y el socíologismo Blumer acuñó el término interaccionismo simbólico en 1937 y escribió varios ensayos instrumentales para su desarrollo. Mientras Mead se afanó por diferen ciar el interaccionismo simbólico naciente del conductismo, Blumer creía que
218
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
el interaccionismo simbólico batallaba en dos frentes. Primero, contra el conductismo reduccionista que preocupaba a Mead. En segundo lugar, estaba la grave amenaza de las teorías sociologistas macro, en especial del funcionalis mo estructural. Para Blumer, el condüctismo y el funcionalismo estructural ten dían a centrarse en los factores (tales como los estímulos externos y las normas) que determinaban la conducta humana. En opinión de Blumer, ambas perspec tivas ignoraban los procesos cruciales por los que los actores confieren signifi cado a las fuerzas que actúan sobre ellos y sus propias conductas (Morrione, 1988). Desde el punto de vista de Blumer estaba claro que los conductistas eran reduccionistas psicológicos, porque subrayaban la influencia de los estímulos externos sobre la conducta humana. Además del condüctismo le inquietaban otros muchos tipos de reduccionismo psicológico. Criticó también a los que intentaban explicar la acción humana basándose en las nociones convenciona les del concepto de «actitud» (Blumer, 1955/1969: 94). Para él, la mayoría de los que utilizaban este concepto interpretaban la actitud como una «tendencia preorganizada» del actor; solían concebir las acciones como si estuvieran dic tadas por las actitudes. Desde su punto de vista se trataba de una reflexión muy mecanicista; lo importante no era la actitud como una tendencia internali zada, sino como «el proceso definitorio a través del cual el actor forja su acto» (Blumer, 1955/1969: 97). También criticó a los que se centraban en los motivos conscientes e inconscientes. En particular le irritaba la idea de que los actores se movieran por impulsos independientes y mentalistas sobre los que supues tamente no tenían control. La teoría freudiana, que considera que los actores están impulsados por fuerzas tales como la libido, constituye un ejemplo del tipo de teoría psicológica al que se oponía Blumer. En suma, se oponía a toda teoría psicológica que ignorara el proceso por el que los actores construían el significado; el hecho de que los actores tienen s e lf y de que se relacionan consi go mismos. Así, las críticas generales de Blumer se asemejan a las de Mead, pero aquél fue mas lejos al criticar también otras formas de reduccionismo psicológico. Blumer también se oponía a las teorías sociologistas (en especial al funcio nalismo estructural) que consideran que la conducta individual está determina da por macrofuerzas exteriores. Blumer incluyó en esta categoría teorías que se centraban en factores culturales y socio-estructurales tales como «“el sistema social”, “la estructura social”, “la cultura”, “la posición de estatus”, “el rol social”, “la costumbre”, “la institución”, “ia representación colectiva”, “la si tuación social”, “la norma social”, y “los valores”» (Blumer, 1962/1969: 83). Las teorías sociologistas, como las conductistas, ignoran la importancia del sig nificado y de la construcción social de la realidad. He aquí cómo Blumer resu mió sus críticas de las teorías sociologistas y psicológicas: En sendas ex p lic a c io n es típicam ente so c io ló g ic a s y p sico ló g ic a s lo s sig n ifica d o s de las cosas para lo s seres hum anos que actúan son bien ignorados, bien absorbí-
tNTERACCIONISMO SIMBOLICO
219
dos por los factores utilizad os para exp licar su conducta. Si se declara que determ i nados tipos de conducta son el resultado d e unas fuerzas particulares que las pro ducen, tío hay n ecesidad alguna de preocuparse por el sig n ifica d o de las cosas hacía ias que acttian los seres hum anos.
(Bluttier, 1969b: 3) Puestos en antecedentes, estainos ya preparados para analizar los principios básicos del interaccionismo simbólico. Primero, sin embargo, examinaremos las ideas de George H. Mead, el pensador más importante en la fundación del interaccionismo simbólico, y su obra más destacada, Mittd, S e lf and Society. La obra de Mead está lejos de tener sólo un interés meranmente histórico, y ello se demuestra en una obra reciente sobre el interaccionismo simbólico, Signifying Acts, en la que su autor, Robert Perinbanayagam le considera «un genio de primer orden» y señala que su libro «es, después de todo, un estudio de las ideas de Mead» (1985: xiü).
LAS IDEAS DE GEORGE HERBERT MEAD Como hemos visto, el pragmatismo y el conductismo influyeron poderosamente en Mead, quien buscó una perspectiva intermedia entre el reduccionismo y el sociologismo. En este apartado analizaremos en profundidad las ideas de este importante teórico.
La prioridad de lo social Ellsworth Faris, en su análisis de la obra más famosa de Mead, Mind, S e lf and Society [Espíritu, persona y sociedad], señaló que «no el espíritu y luego la sociedad; sino la sociedad primero y luego los espíritus que surgen con esa sociedad... es este el orden que él [Mead] hubiera establecido» (citado en Mi ller, 1982a: 2). La inversión de Faris del título de este libro refleja el hecho ampliamente reconocido, y admitido por el propio Mead, de que la sociedad o, en general, lo social, tenía prioridad en su análisis. Para Mead, la psicología social tradicional partía de la psicología del indivi duo para explicar la experiencia social; Mead, en cambio, dio siempre prioridad al mundo social para comprender la experiencia social. Mead lo explica así; En p sico lo g ia social no construim os la conducta del grupo social en térm inos de la conducta de lo s distintos in d ivid u os que com ponen; antes bien, partimos de un todo social determinado d e com pleja actividad so cia l, dentro del cual analizam os (com o elem en to s) la conducta de cada uno de lo s d istin tos in d ivid u os que lo co m ponen. Es decir intentam os exp lica r la conducta del ind ivid u o en térm inos de la conducta organizada del grupo so cia l en lugar de exp licar la conducta organizada del grupo social en térm inos de la conducta de lo s distintos in d ivid u os que pertene cen a él. Para la p sic o lo g ía so cia l, el todo (la sociedad) e i anterior a la parte (el
220
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
GEORGE HERBERT MEAD: Reseña biográfica La mayoría de los teóricos analizados en este libro alcanzaron renombre en vida por sus obras publicadas. Sin embargo, la fama de George Herbert Mead durante su vida se debió tanto a su actividad docente como a sus escritos. Sus palabras influyeron profundamente en muchos estudiantes que llegarían a convertirse en des tacados sociólogos del siglo veinte. Uno de sus estudiantes señaló «La conversación era su mejor medio; sus escritos eran secundarios» (T. V. Smith, 1931; 369). Y he aquí la descrip ción de la actividad docente de Mead hecha por uno de sus estudiantes, que hoy en d(a es un sociólogo conocido, Leonard Cottrell; Para mi, el curso del profesor Mead fue una experiencia única e inolvidable... el profesor Mead era un hombre alto y de aspecto amable que llevaba un fabuloso bigote y barba al estilo Vandyke. Le caracterizaba una sonrisa benévola, algo tím i da y aderezada con un guiño de ojos, como si estuviera gastando una broma secre^ ta a su audiencia... Cuando impartía clase — siempre sin notas— el profesor Mead manipulaba un trozo de tiza y la miraba fijamente... Cuando subrayaba alguna cuestión determina da durante la clase levantaba la mirada y nos echaba una sonrisa casi de disculpa sobre nuestras cabezas y jamás fijaba la mirada en ninguno de nosotros. Sus pala bras fluían y enseguida nos dimos cuenta que nc nos gustaban las preguntas o comentarios durante el transcurso de la clase. En efecto, cuando alguien osaba hacer una pregunta se oía un murmullo de desaprobación entre los estudiantes. Protestaban por cualquier interrupción del brillante flujo de palabras...
individuo), tío la parte al todo; y la parte es expresada en térm inos de! todo, no el todo en térm inos de la parte o las partes. (M ead, 1 9 3 4/1962: 7; cu rsivas añadidas)
Para Mead, el todo social precede a la mente individual lógica y temporal mente. En la teoría de Mead, como veremos más tarde, el individuo consciente y pensante es lógicamente imposible sin un grupo social que le precede. El grupo social es anterior, y es él el que da lugar al desarrollo de estados mentales autoconscientes.
El acto Mead considera el acto como la «unidad más primitiva» de su teoría ( 1982: 27). No es en sí un fenómeno emergente, sino la base de toda emergencia. En otras
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
221
Pedia poco a los estudiantes. Nunca hizo exámenes. Nos pedía sólo que escri biéramos un trabajo dentro de nuestras posibilidades. El profesor Mead los )eia meticulosamente y los calificaba de acuerdo con su parecer. Podría pensarse que los estudiantes no se molestaban en asistir a clase y simplemente hacían algunas lecturas para componer su trabajo, pero no era ese el caso. Los estudiantes siem pre asistían a sus ciases. No se cansaban de escucharle. (Cottrell, 1980: 49-50)
Con el paso de los años, muchas de las ideas sociológicas de Mead se publicaron, especialmente en Espíritu, persona y sociedad. Este y otros libros de Mead influyeron poderosamente en la sociología contempo ránea. Nacido el veintisiete de febrero de 1863 en South Hadley, Massachu setts, Mead estudió tilosofia y sus aplicaciones a la psicología social. Se graduó en Oberlin College (su padre era profesor allí) en 1883 y después de trabajar algunos años como profesor de instituto, consejero de algunas em presas ferroviarias y tutor particular. Mead comenzó sus estudios de pos grado en Harvard, en 1887. Tras pasar algunos años en Harvard, así como en las universidades de Leipzig y Berlín, a Mead le ofrecieron un puesto de lector en la Universidad de Michigan en 1891. Es interesante mencionar que Mead nunca obtuvo título universitario alguno. En 1894, John Dswey le invi tó a trasladarse a la Universidad de Chicago y allí permaneció durante el resto de su vida. Además de sus actividades docentes y académicas, Mead participó activamente en la política, especialmente en el movimiento de re forma de Chicago (Joas, 1985), George Herbert Mead murió el veintiséis de abril de 1931,
palabras, el acto es la base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis de Mead. Es en su análisis del acto cuando Mead se aproxima más al enfoque del conductista y se centra en el estímulo y fa respuesta. Ahora bien. Mead creía que el estímulo no provocaba una respuesta automática e irreflexiva en el actor humano. Como señaló; «Concebimos el estímulo como una ocasión u oportunidad para actuar, no como una compulsión o mandato» (1982: 28). Mead (1938/1972) identificó cuatro fases fundamentales e interrelacionadas del acto; las cuatro representan un todo orgánico (en otras palabras, están interrelacionadas dialécticamente). Tanto los animales inferiores como los hu manos actúan, y Mead estudió las semejanzas y sobre todo las diferencias entre ambos. La primera fase es la del impulso, que entraña un «estímulo sensorial inmediato» y la reacción del actor al estímulo, la necesidad de hacer algo como respuesta. El hambre nos proporciona un buen ejemplo. El actor (tanto humano como no humano) responde inmediata e irreflexivamente al impulso, pero es
222
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
más probable que el actor humano se detenga a considerar la respuesta adecuada (comer en ese momento o más tarde). Considerará no sólo la situación inmedia ta, sino también las experiencias pasadas y las posibles consecuencias del acto. Hemos analizado un impulso, el hambre, que atañe al individuo; ahora bien, este tipo de impulsos también involucran al entorno. El hambre puede deberse a un estado interior del actor o estar provocada por la presencia de comida en el entorno, o, lo que resulta más probable, puede surgir de una combinación de ambas situaciones. Además, puede darse el caso de que la persona hambrienta se sienta impulsada a buscar una manera de satisfacer su impulso en un entorno en el que la comida no esté inmediatamente disponible o escasee. Este impulso, como todos los demás, puede estar relacionado con un problema en el entorno (es decir, la ausencia de comida inmediatamente disponible), un problema que debe solventar el actor. En efecto, mientras un impulso como el hambre puede deberse al estado interior del individuo (incluso en ese caso el hambre puede ser provocada por un estímulo externo, y además existen definiciones sociales acerca de cuándo es apropiado tener hambre), normalmente suele relacionarse con la existencia de un problema en el entorno (por ejemplo, la ausencia de comida). Por poner otro ejemplo, la proximidad de un peligroso animal salvaje puede constituir un impulso para una persona que la lleva a actuar. En suma, en el impulso, como en los demás elementos de la teoría de Mead, están implicados tanto el actor como el entorno. La segunda fase dei acto es la percepción, en la que el actor busca y reac ciona a un estímulo relacionado con el impulso, en este caso el hambre y las diversas maneras disponibles de satisfacerla. Las personas son capaces de sen tir o percibir el estímulo a través del oído, el olfato, el gusto, etc. La percepción implica tanto los estímulos entrantes como las imágenes mentales que crean. Las personas no responden simple e inmediatamente a los estímulos externos, sino que más bien consideran y sopesan la respuesta a través de imágenes men tales. Las personas no están simplemente supeditadas a la estimulación externa; también seleccionan activamente las características de un estímulo y eligen en tre un abanico de estímulos. Es decir, un estímulo puede tener varias dimensio nes, y el actor es capaz de elegir entre ellas. Además, por lo general, la gente se topa con muchos y diferentes estímulos, y tiene la capacidad de elegir unos y descartar otros. Mead se niega a separar a las personas de los objetos que perci ben. Es el acto de percibir un objeto lo que hace que sea un objeto para la persona; la percepción y el objeto (dialécticamente relacionados) no pueden separarse uno de otro. La tercera es la fase de la manipulación. Una vez que se ha manifestado el impulso y el objeto ha sido percibido, el siguiente paso es la manipulación del objeto o, en términos más generales, la acción que la persona emprende con respecto a él. Además de sus ventajas mentales, las personas tienen otra ventaja sobre los animales inferiores. La gente tiene manos (tiene pulgares opuestos a los demás dedos) que le permiten manipular objetos con más destreza que los anímales inferiores. La fase de la manipulación constituye, para Mead, un pau-
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
223
sa temporal importante en el proceso, porque mientras transcurre no se mani fiesta una respuesta inmediatamente. Un ser humano hambriento ve una seta, pero antes de comérsela, la arranca primero, la examina, quizás ojee un tratado especializado para saber si esa variedad es comestible. El animal inferior, sin embargo, suele comerse la seta sin manipularla ni examinarla (y, por supuesto, sin leer sobre sus características). La pausa que proporciona la manipulación de un objeto permite a los humanos contemplar diversas respuestas. En el lapso en el que considera si se la come o no, están implicados tanto el pasado como el futuro. La persona reflexiona acerca de las experiencias pasadas en las se ha comido una determinada seta, tal vez recuerda que enfermó y considera la posi ble enfermedad o, incluso la muerte, que le puede sobrevenir si se come una seta venenosa. Para et actor, la manipulación de la seta pasa a ser una suerte de método experimental para formular mentalmente las diversas hipótesis acerca de lo que le puede suceder si se la come. Tras la deliberación, el actor decide si se come o no la seta, y esta decisión lleva a la siguiente fase del acto, la consumación del acto que, en términos más generales, equivale a emprender la acción que satisface el impulso original. Tanto los humanos como los animales inferiores son capaces de comerse la seta, pero es menos probable que un humano se coma una seta venenosa debido a su destreza para manipular el objeto y a su capacidad para pensar (y leer) sobre las consecuencias que tiene el acto de comérsela. El animal inferior puede confiar en el método de prueba y error, que constituye una técnica menos efec tiva que la capacidad de los humanos de pensar en el curso de sus acciones. El método de prueba y error en esta situación es bastante arriesgado y, por ello, los animales inferiores tienen más probabilidades de morir por comer una seta en venenada que los humanos. Aunque, para facilitar nuestro análisis hayamos separado las cuatro fases en orden secuencial, el hecho es que Mead pensaba que existe una relación dialéc tica entre aquellas, John Baldwin expresa esta idea de la siguiente manera; «Aun que, en algunos casos, las cuatro fases del acto parecen estar vinculadas en un orden lineal, realmente se compenetran para constituir un proceso orgánico; los aspectos de cada fase están presentes en todo momento desde el principio del acto hasta el final, de manera que cada fase afecta a las demás» (1986: 55-56). Así, las últimas fases del acto pueden conducir a la emergencia de las primeras fases. Por ejemplo, la manipulación de comida puede provocar en el individuo el impulso del hambre y la percepción de que está hambriento y de que hay comida disponible para satisfacer su necesidad.
Gestos Mientras el acto implica una sola persona, el acto social implica dos o más personas. El gesto es, para Mead, el mecanismo básico del acto social en parti cular y del proceso social en general. «Los gestos son movimientos del primer organismo que actúan como estímulos específicos de respuestas (socialmente)
224
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
apropiadas del segundo organismo» (Mead, 1934/1962: 14; véase también Mead, 1959: 187). Tanto los animales inferiores como los humanos son capaces de hacer gestos, en el sentido de que la acción de un individuo provoca automática e irreflexivamente la reacción de otro individuo. La siguiente cita es el famoso ejemplo que pone Mead acerca de los gestos en una pelea de perros: El acto de cada perro se con vierte en el estím u lo de la reacción del otro perro... El propio hecho de que el perro esté d isp u esto a atacar a otro se convierte en estim u lo para que el otro perro cam bie su actitud o su p o sició n . N o bien ha h ech o tal cosa, cuando tal cam bio de actitud del segu n d o perro hace, a su v ez , que el prim ero cam bie su actitud. (M ead, 1 9 3 4 /1 9 6 2 :4 2 -4 3 )
Lo que tiene lugar en esta situación Mead lo denomina una «conversación de gestos». El gesto de un perro provoca automáticamente un gesto en el otro perro; no se produce proceso mental alguno en los perros. En ocasiones, los humanos participan en conversaciones inconscientes de gestos. Mead nos pone como ejemplos muchas de las acciones y reacciones que tienen lugar en combates de boxeo y encuentros de esgrima, donde un luchador responde «instintivamente» a las acciones del otro. Mead denomina estas accio nes inconscientes gestos «no significantes»; lo que distingue a los humanos es su capacidad para emplear gestos «significantes», aquellos que requieren la reflexión por parte del actor antes de que se produzca ia reacción. El gesto vocal es particularmente importante en el desarrollo de los gestos significantes. Sin embargo, no todos los gestos vocales son significantes. El ladrido de un perro a otro es no significante; incluso algunos gestos vocales humanos (por ejemplo, un gruñido) pueden ser no significantes. Sin embargo, el desarrollo de los gestos vocales, especialmente el lenguaje, constituye el fac tor más importante que hizo posible el desarrollo distintivo de la vida humana: «La especialización del animal humano dentro de este campo del gesto ha sido responsable, en definitiva, del origen y desarrollo de la actual sociedad humana y de sus conocimientos, con todo el dominio sobre la naturaleza y sobre el medio humano que hace posible la ciencia» (Mead, 1934/1962: 14). Este desarrollo está relacionado con una característica distintiva del gesto vocal. Cuando hacemos un gesto físico, como una mueca facial, no nos vemos a nosotros mismos (a menos que estemos frente a un espejo). Por el contrario, al pronunciar un gesto vocal, nosotros nos oímos igual que los demás. De ello se deduce que el gesto vocal puede influir en el hablante del mismo modo que lo hace en los oyentes. También se deduce que somos más capaces de detener nuestros gestos vocales que nuestros gestos físicos. En otras palabras, controla mos mejor los gestos vocales que los físicos. Esta capacidad de controlar nues tra persona y nuestras reacciones es crucial, como veremos, para las demás capacidades que distinguen a los humanos. En términos generales, «El gesto vocal cumple la importante función de medio para la organización social de la sociedad humana» (Mead, 1959: 188),
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
225
Símbolos significantes Un símbolo significante es una suerte de gesto que sólo los humanos son capa ces de realizar. Los gestos se convierten en símbolos significantes cuando sur gen de un individuo para el que constituyen el mismo tipo de respuesta (no necesariamente idéntica), que se supone provocarán en aquellos a quienes se dirigen. Sólo logramos la comunicación cuando empleamos símbolos signifi cantes; la comunicación, en su sentido más completo, no es posible entre hormi gas, abejas, etc... Los gestos físicos pueden ser símbolos significantes, pero como ya hemos visto, no lo son propiamente porque las personas no pueden ver u oír con facilidad sus propios gestos físicos. Asi, son las vocalizaciones las que suelen convertirse en símbolos significantes, si bien no todas se convierten en ellos. El conjunto de gestos vocales que tiene mayor probabilidad de convertir se en símbolos significantes es et lenguaje-, «un símbolo que responde a un significado en la experiencia dcl primer individuo y que también evoca ese significado en el segundo individuo. Cuando el gesto llega a esta situación, se ha convertido en lo que llamamos «lenguaje». Es ahora un símbolo significante y representa cierto significado» (Mead, Í934/1962: 46). En una conversación de gestos, sólo se comunican gestos. Sin embargo, el lenguaje implica la comu nicación tanto de gestos como de sus significados. El lenguaje y, en general, los símbolos significantes, provocan la misma respuesta en el individuo que lo recibe que en los demás. La palabra perro o gato provoca la misma imagen mental en la persona que la pronuncia que en los que la escuchan. Otro efecto del lenguaje es que estimula tanto al emisor como al receptor. La persona que grita «fuego» en un teatro abarrotado está tan moti vada para salir huyendo del teatro como las demás que reciben el mensaje. Asi, los símbolos significantes permiten a las personas ser los estimuladores de sus propias acciones. Con similar orientación pragmática. Mead analiza las «funciones» de los gestos en general, y de los símbolos significantes en particular. La función del gesto «es posibilitar la adaptación entre los individuos involucrados en cual quier acto social dado, con referencia al objeto u objetos con que dicho acto está relacionado» (Mead, 1934/1962: 46). Así, una mueca facial involuntaria puede hacerse para evitar que el niño se acerque al precipicio y evitar de esta manera una situación peligrosa. Aunque el gesto no significante funciona, el
gesto sign ifica n te o sím b o lo sig n ifica n te proporciona facilid ad es m ucho m ayores, para tal adaptación y readaptación, que el g e sto no sig n ifica n te, porque provoca en el individu o que !o hace la m ism a actitud hacia el... y le perm ite adaptar su co n d u c ta subsigu ien te a la de e llo s a la luz de la m encionada actitud. En resum en, la conversación de g esto s c o n scien tes o sig n ifica n tes es un m ecan ism o m ucho más adecuado y e fica z de adaptación mutua dentro de! acto socia l... que la con versa ción de gesto s in con scien te o no sign ifican te,
(M ead, 1934/1962: 46)
226
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Desde un punto de vista pragmático, un simbolo significante funciona me jor que un símbolo no significante en el mundo social. En otras palabras, cuan do comunicamos a otros nuestro disgusto, un reproche verbal de indignación funciona mejor que un complicado gesto corporal. El individuo que manifiesta su disgusto no suele ser consciente en ese momento del gesto corporal y, por tanto, no suele ser capaz de adaptar conscientemente sus acciones posteriores a la luz de ta reacción de la otra persona a dicho gesto. Por otra parte, un hablante es consciente de que pronuncia un reproche de indignación y reacciona a ét de la misma forma (y at mismo tiempo) que la persona a la que va dirigido y de la que espera una reacción. Así, el hablante puede pensar en cómo va a reaccionar la otra persona y preparar su reacción a esa reacción. Los símbolos significantes cumplen otra función de importancia crucial en la teoría de Mead: hacen posibles los procesos mentales, espirituales, etc. El pensa miento humano sólo es posible a través de los símbolos significantes, especial mente el lenguaje (para Mead, los animales inferiores son incapaces de pensar). Mead define el pensamiento como «simplemente una conversación implícita o interna del individuo consigo mismo por medio de estos gestos» (1934/1962: 47). Y, más específicamente, afirma: «Pensar es lo mismo que hablar con otras personas» (1982: 155). En otras palabras, el pensamiento implica hablar con uno mismo. Se aprecia con claridad que Mead define el pensamiento en términos conductistas. Las conversaciones implican una conducta (hablar), y esa con ducta también se produce en el interior del individuo; cuando se produce dentro del individuo, tiene tugar el pensamiento. No es ésta, por tanto, una definición del pensamiento en términos de la mente; es decididamente conductista. Los símbolos significantes también hacen posible la interacción simbólica. Es decir, las personas interactúan con otras no sólo con los gestos, sino también con los símbolos significantes. Esto, por supuesto, marca una diferencia y hace posible el desarrollo de pautas y formas de interacción mucho más complejas de organización social que las que permitirían tos gestos. Obviamente, el símbolo significante desempeña un papel central en et pen samiento de Mead. De hecho, Miller asigna al símbolo significante el papel central en la teoría de Mead; «El fruto más importante de la reflexión de Mead es la comprensión de que el símbolo significante, el símbolo del lenguaje, con siste en un gesto cuyo significado lo forman tanto el que lo hace como el que lo recibe. Dedicó gran parte de su vida intelectual a aclarar las impticaciones de esta idea» (1982a: 10-t 1),
Los procesos mentales y la mente En su análisis de los procesos mentales Mead emplea una serie de conceptos similares que conviene distinguir. Antes de hacerlo, es importante señalar que Mead solía pensar en términos de procesos más que de estructuras o contenidos. De hecho, a Mead se le ha llamado con frecuencia «filósofo de los procesos» (Cronk, 1987; Miller, 1982a),
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
227
Inteligencia es un término que se presta a confusión porque pertenece a !o que denominamos «procesos mentales». Sin embargo no es asi en el pensa miento de Mead^. En términos generales, Mead define la inteligencia como la adaptación mutua de los actos de los organismos. Según esta definición, es cla ro que los animales inferiores tienen «inteligencia» porque se adaptan unos a otros mediante las conversaciones de gestos. De modo similar, los humanos se adaptan unos a otros a través del uso de símbolos no significantes (por ejemplo, las muecas involuntarias). Sin embargo, lo que distingue a los humanos es que ellos también demuestran inteligencia, o que tienen capacidad de adaptación mutua, a través del empleo de símbolos significantes. Así, un sabueso tiene inteligencia, pero la inteligencia del detective se distingue de la del sabueso debido a que el primero es capaz de utilizar símbolos significantes. Mead mantiene que los animales tienen «inteligencia irracional», A dife rencia de ellos, los humanos tienen «razón», definida por Mead de una manera harto peculiar: «Cuando se razona se está indicando uno a si mismo los caracte res íjue provocan ciertas reacciones, y esto es precisamente lo que uno está haciendo» (1934/1962: 93). En otras palabras, los individuos mantienen con versaciones consigo mismos. . Lo más importante de la inteligencia reflexiva de los humanos es su capaci dad de inhibir temporalmente la acción, de demorar sus reacciones ante los estímulos (Mead, 1959: 84). En el caso de los animales inferiores, un estimulo provoca inmediata e inevitablemente una reacción; los animales inferiores ca recen de la capacidad de inhibir temporalmente sus reacciones. Como Mead señaló «La reacción demorada es necesaria para la conducta inteligente^. La organización, la prueba implícita y la selección final.,, serian imposibles si una u otra reacción manifiesta a los estímulos ambientales dados tuviese que ser inmediata» (1934/1962; 99). Distingamos los tres componentes que aquí se en cuentran, Primero, los humanos, debido a su capacidad para retrasar las reac ciones, son capaces de organizar en sus propias mentes el abanico de posibles respuestas a la situación. Los humanos poseen en sus mentes los modos optati vos de completar un acto social en el que están involucrados. Segundo, las personas son capaces de elegir mentalmente, de nuevo mediante una conversa ción interna consigo mismas, varios cursos de acción. A-diferencia de ellas, los animales inferiores carecen de esta capacidad, por lo que eligen las reacciones en el mundo real por el método det ensayo y el error. La capacidad de seleccio nar respuestas mentalmente, como hemos visto en el caso de la seta envenena da, es más eficaz que el método de prueba y error. La selección mental de una respuesta poco adecuada no supone coste social alguno. Sin embargo, cuando un animal inferior emplea realmente esa respuesta en el mundo real (por ejem* Aunque, como veremos más tarde. Mead utiliza este término de forma incoherente; en algunas ocasiones lo emplea para referirse a los procesos mentales. ^ He aquí un lugar donde Mead utiliza irtteli^encia en un sentido diferente del que emplea ba en el análisis anterior.
228
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
pío, cuando un perro se aproxima a una serpiente venenosa), el resultado puede ser costoso, incluso desastroso. Finalmente, los humanos son capaces de elegir uno entre un conjunto de estímulos, en lugar de reaccionar ai primero de los estímulos más fuertes. Además, los humanos pueden elegir entre una serie de acciones optativas, mientras los animales inferiores simplemente actúan. Como Mead señala: Es la entrada de las p osib ilid ad es alternativas de la futura reacción en la determ ina ción de la conducta presente, en cualquier situación am biental dada, y su fu n cion a m iento, por m edio del m ecan ism o del sistem a n ervioso central, co m o parte de los factores o con d icio n es que determ inan la conducta presente, lo que decisivamente establece el contraste entre la conducta in telig en te y la conducta refleja, instintiva y habitual, entre la reacción dem orada y la reacción inm ediata. (M ead, 1 9 3 4/1962: 98; cursivas añadidas)
La capacidad de elegir entre una serie de acciones hace probable que las elecciones de los humanos se adapten mejor a la situación que las reaccio nes inmediatas e irreflexivas de los animales inferiores. Como Mead señala, «la inteligencia es, principalmente, una cuestión de selectividad» (Mead, 1934/ 1962: 99). Mead también analiza la conciencia, que para él tiene dos significados dife rentes (1938/1972: 75). El primero se refiere a aquello a lo que sólo el actor tiene acceso, que es totalmente subjetivo, A Mead le interesaba menos este sentido de la conciencia que el segundo, que en lo fundamental implica la inte ligencia reflexiva. Así, Mead se preocupó menos por el modo en que experi mentamos un dolor o un placer inmediato que por la manera en que pensamos sobre el mundo social. La conciencia debe explicarse como un proceso social. Es decir, a diferen cia de la mayoría de los analistas. Mead cree que la conciencia no está ubicada en el cerebro: «La conciencia es funcional, no sustantiva; y en cualquiera de los principales sentidos del término debe ser ubicada en el mundo objetivo, antes que en el cerebro; pertenece al medio en que nos encontramos, o es caracterís tica de él. No obstante, lo que está ubicado en el cerebro, lo que se lleva a cabo en él, es el proceso fisiológico por el cual perdemos y recuperamos la concien cia» (1934/1962: 112). Igualmente, Mead rehúsa ubicar las imágenes mentales en el cerebro y las contempla como fenómenos sociales: Más aún, lo que llam am os «im á g en es m en tales»,,, puede existir en su relación con el organism o sin encontrarse alojado en una con cien cia sustancial. La im agen mental es una im agen m ném ica. Las im á g en es que, co m o sím b o lo s, desem peñan un papel tan im portante en el pen sam ien to, pertenecen a! m edio. El pasaje que leem o s está com puesto por im ágen es m n ém icas, y la gente que v em o s en to m o nuestro ia v e m os, m uy principalm ente, gracias a la ayuda de tales im á g en es... p o d em o s, en to n
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
229
ce s, em plear un tratamiento conductista sin sufrir las d ificu ltad es m entales en que se encontró W atson cuando encaró las im ágen es m entales. (M ead, 1 9 3 4/1962: 332; cu rsivas añadidas)
El significado también es otro concepto relacionado con los anteriores que Mead aborda con una perspectiva conductista. De modo característico. Mead rechaza la idea de que el significado reside en la conciencia; «La conciencia no es necesaria para la presencia de significado en el proceso de la experiencia social» (1934/1962; 77). Asimismo, Mead rechaza la idea de que el significado sea un fenómeno «psíquico» o una «idea». Antes bien, el significado reside dentro del acto social; «La significación surge y reside dentro del campo de la relación entre el gesto de un organismo humano dado y la subsiguiente conduc ta de dicho organismo, en cuanto es indicada a otro organismo humano por ese gesto. Si el gesto indica efectivamente a otro organismo la conducta subsiguiente (o resultante) del organismo dado, entonces tiene significación» (Mead, 1934/ 1962: 75-76). Es la respuesta adaptativa del segundo organismo la que da signifi cado al gesto del primer organismo. El significado de un gesto puede considerar se como la «capacidad de predecir la conducta probable» (J. Baldwin, 1986; 72), Si bien puede encontrarse en la conducta, el significado se hace consciente sólo cuando va asociado a símbolos. Sin embargo, mientras el significado pue de hacerse consciente entre los humanos, está presente en el acto socia! con carácter previo a la aparición de la conciencia y la conciencia del significado. Así, en éstos términos, los animales inferiores (y los humanos) pueden condu cirse de un modo significativo incluso aunque no sean conscientes del significa do que tiene su conducta. Como la conciencia, la mente, que para Mead es un proceso y no una cosa, se define como una conversación interna con nosotros mismos, no se encuentra dentro del individuo; no está ubicada en el cerebro, sino que es un fenómeno social. Surge y se desarrolla dentro del proceso social y es una parte fundamen tal del mismo. Así, el proceso social precede a la mente y no es, como muchos creen, producto suyo. De este modo, la mente también se define en términos funcionales más que sustantivos. Dadas estas semejanzas.con la idea de la con ciencia, ¿hay algo que distinga propiamente a la mente? Ya hemos visto que los humanos tienen la capacidad distintiva de provocar dentro de sí mismos la res puesta que esperan que surja de los otros. Una característica distintiva del espí ritu es la capacidad del individuo de «provocar en sí no simplemente una mera reacción del otro, sino la reacción, por así decirlo, de la comunidad como un todo. Ello es lo que proporciona al individuo lo que denominamos “mente”. Hacer ahora cualquier cosa significa cierta reacción organizada; y si uno tiene en sí tal reacción, tiene lo que llamamos “mente”» (Mead, 1934/1962: 267). Asi, la mente se distingue de otros conceptos parecidos en la obra de Mead por su capacidad de responder al conjunto de la comunidad y de poner en marcha una respuesta organizada.
230
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Mead también analiza la mente desde una perspectiva más pragmática. Es decir, la mente está implicada en los procesos orientados hacia la resolución de problemas. El mundo real plantea problemas y la función de la mente es intentar solucionarlos, y permitir a las personas que se comporten con eficacia en el mundo.
El self Una buena parte de la obra de Mead en general, y especialmente su reflexión sobre la mente, contiene ideas sobre uno de sus conceptos más importantes: el «self». No lo hemos mencionado antes, pero ahora resulta necesario su análisis para lograr una comprensión plena y satisfactoria del pensamiento de Mead, El s e lf es, en lo fundamental, la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto; el self tiene ia peculiar capacidad de ser tanto sujeto como objeto. Como ocurre con todos los conceptos centrales de Mead, el presupone un proceso social: la comunicación entre los humanos. Los animales inferiores no tienen self, ni tampoco los niños humanos cuando nacen. El self surge con el desarrollo y a través de la actividad social y las relaciones sociales. Para Mead, es imposible imaginar un self sin la existencia de experiencias sociales. Sin embargo, una vez que el self se ha desarrollado, puede seguir existiendo en ausencia de contacto social. Asi, Robinson Crusoe desarrolló un self durante su estancia en la civilización y lo conservó cuando vivía solo en lo que él creyó, durante algún tiempo, que era una isla desierta. En otras palabras, siguió tenien do la capacidad de suponerse un objeto. Una vez desarrollado el self, las perso nas lo manifiestan por lo general, aunque no siempre. Por ejemplo, el self no aparece involucrado en las acciones habituales o en las experiencias fisiológi cas inmediatas de placer o dolor. El self está dialécticamente relacionado con la mente. Es decir, por un lado. Mead afirma que el cuerpo no es un self y se convierte en tal sólo cuando la mente se ha desarrollado. Por otro, el self y su proceso reflexivo es esencial para el desarrollo de la mente. Por supuesto, es imposible separar mente y self, porque el self es un proceso mental. Sin embargo, aunque podamos considerar lo un proceso mental, el self — como todos los procesos mentales en el sistema teórico de Mead— es un proceso social. En su análisis Mead rechaza la idèa de ubicar el self, al igual que todos los fenómenos mentales, en la conciencia y lo sitúa en la experiencia social y los procesos sociales. De este modo, lo que hace Mead es definir el self en términos conductistas: «Pero cuando reacciona a aquello mismo por medio de lo cual se está dirigiendo a otro, y cuando tal reacción propia se convierte en parte de su conducta, cuando no sólo se escucha a sí, sino que se responde, se habla y se replica tan realmente como le replica a otra persona, entonces tenemos una conducta en que los individuos se convier ten en objetos para sí mismos» (1934/1962: 139; cursivas añadidas). El self, entonces, es simplemente otro aspecto del proceso social general del que el individuo forma parte.
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
231
El mecanismo general para el desarrollo dei self es la reflexión, o la capaci dad de ponemos inconscientemente en el lugar de otros y de actuar como lo harian ellos. A resultas de ello, las personas son capaces de examinarse a sí mimas de igual modo que otros las examinan a ellas: Es m ediante la reflexión que el proceso social es internalizado en la exp eriencia de los individ u os im p licad os en él; por tales m ed ios, que perm iten al in d ivid u o adop tar la actitud del otro hacia él, el ind ivid u o está co n scien tem en te capacitado para adaptarse a e se p roceso y para m od ificar la resultante de dicho p ro ceso en cu al quier acto social dado, en térm inos d e su adaptación al m ism o. (M ead, 1 9 3 4/1962: 134)
El self también pemiite a las personas participar en sus conversaciones con otros. Es decir, uno es consciente de lo que está diciendo y, consecuentemente, es capaz de controlar lo que está diciendo y determinar qué es lo siguiente que va a decir. La condición del self es la capacidad de los individuos de salir «fuera de sí» para poder evaluarse a si mismos, para poder convertirse en objetos para si. Para lograrlo las personas suelen ponerse en el lugar que los demás las ponen. El hecho es que cada persotia constituye una parte importante de esa experien cia, y las personas deben tomar en cuenta si son capaces de actuar racionalmen te en una situación determinada. Una vez hecho esto, intentan examinarse a sí mismas impersonal, objetivamente y sin emoción. Sin embargo, las personas no se experimentan a sí mismas directamente. Sólo lo logran poniéndose en el lugar de otrós y contemplándose desde ese punto de vista. Logran hacerlo poniéndose en el tugar de otros individuos deter minados o contemplándose desde el punto de vista del grupo social en su con junto, Como Mead señaló en términos generales: «Sólo asumiendo el papel de otros somos capaces de volver a nosotros mismos» (1959: 184-185). En breve tendremos más cosas que decir sobre esta importante distinción entre ponerse en el lugar de un determinado individuo y ponerse en el lugar de una colecti vidad. Mead sintió gran preocupación por la génesis del se lf Creía que la conver sación de gestos era un trasfondo para el self que no lo implicaba, puesto que en esa conversación las personas no se contemplan como objetos. Mead sitúa la génesis del self en dos etapas del desarrollo infantil. La primera es la etapa del juego, durante la cual el niño aprende a adoptar la actitud de otros niños deter minados, Si bien los animales inferiores también juegan, sólo los seres humanos «juegan a ser otro» {Aboulafia, 1986: 9), Mead pone como ejemplo un niño que juega a ser un «indio»: «Esto significa que el niño posee cierta serie de estímu los que provocan en él las reacciones que provocarían en otros y que responden a un indio» (1934/1962: 150), Como consecuencia de este juego, el niño apren de a convertirse tanto en sujeto como objeto, y comienza a ser capaz de cons truir su self. No obstante, se trata de un self limitado, porque el niño sólo es
232
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
capaz de adoptar el papel de otros determinados y particulares. Los niños ju e gan a ser «mamá» y «papá» y en ese proceso desarrollan la capacidad de eva luarse como lo hacen sus padres y otros individuos determinados. Sin embargo, carecen de un significado de sí mismos más general y organizado. Es la siguiente etapa, la etapa del deporte, la que resulta necesaria para el desarrollo de un self en el pleno sentido del término. Si en la etapa del juego el niño adopta el papel de otros determinados, en la etapa del deporte el niño adopta el de todos los que están involucrados en la interacción. Además, estos papeles diferentes han de tener una relación definida unos con otros. Para ilus trar ta etapa del deporte. Mead nos proporciona su famoso ejemplo dei béisbol (o. tal y como io denominó el propio Mead, el deporte de la «novena base»): Pero en un deporte en que están involucrados una cantidad d e in d ivid u os, el niño que adopta un papel tiene que estar disp u esto a adoptar el papel de cualquier otro. Si se encuentra en la n ovena base de un partido de b éisb o l, tien e que tener in v o lu cradas las reaccion es d e cada p o sició n en la propia. T iene que saber qué harán todos los dem ás a fin de poder seguir con su propio ju eg o . T iene que adoptar todos esos papeles. N o es p reciso que estén to d o s presentes en la co n cien cia a! m ism o tiem po, pero en algu n os m om entos tiene que tener a tres o cuatro in d ivid u os pre sentes en su propia actitud, co m o , por ejem p lo , el que está por arrojar la p elota, el que la recibirá, etc. En el deporte, pues, hay una serie de reaccion es de lo s otros, de tal m odo organizadas, que la actitud de uno provoca la actitud adecuada de otro. (M ead, 1934/1962: 151J
En la etapa del juego los niños no constituyen grupos organizados porque juegan a representar una serie de papeles determinados. En consecuencia, para Mead carecen de personalidades definidas. Sin embargo, en la etapa del depor te**, se comienza a manifestar !a organización y a perfilarse la personalidad. Los niños empiezan a ser capaces de funcionar en grupos organizados y, lo que es más importante, a determinar lo que harán dentro de un grupo especifico. La etapa del deporte contiene uno de los conceptos más conocidos de Mead {1959: 87), el otro generalizado. El otro generalizado es la actitud del conjunto de la comunidad o, en el ejemplo del béisbol, la actitud del conjunto del equipo. La capacidad de adoptar el papel del otro generalizado es esencial para el self: «Sólo en la medida en que adopte las actitudes del grupo social organizado al cual pertenece, hacia la actividad social organizada, cooperativa, o hacia la serie de actividades en la cual ese grupo está ocupado, sólo en esa medida desa rrollará un self completo» (J934/1962: 155). De suma importancia también es que las personas sean capaces de evaluarse a si mismas desde el punto de vista deí otro generalizado y no simplemente desde el punto de vista de otros deter minados, La adopción det papel del otro generalizado, en lugar de la del de ^ Cuando analiza los deportes, se ve con claridad, como señala Aboulafia (1986: 198). que Mead se refiere a cualquier sistema de respuestas organizadas (por ejemplo, la familia).
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
233
otros determinados, hace posible el pensamiento abstracto y la objetividad (Mead, 1959:190). He aquí cómo describe Mead el pleno desarrollo del self: D e tal m odo el s e lf llega a su pleno desarrollo organizando esa s actitudes in d iv i duales de otros en las actitudes organizadas so c ia le s o d e grupo y, d e esa manera, se convierte en un reflejo individual del esquem a sistem á tico general de la co n d u c ta social o de grupo en la que ella y ios otros están involucrados; esquem a que interviene gom o un todo en la exp eriencia del individuo, en térm inos d e esa s a cti tudes de grupo organizadas que, m ediante el m ecan ism o del sistem a n ervioso cen tral, adopta para sí del m ism o m odo que adopta las actitudes in d ivid u ales de otros. (M ead, 19 34/1962; 158)
Por decirlo de otro modo, el self requiere ser miembro de una comunidad y conducirse según las actitudes comunes a la comunidad. Mientras el juego inte resa sólo a ¡martes del self, el deporte requiere un self coherente y plenamente desarrollado. La adopción del papel del otro generalizado no sólo es esencia! para el pleno desarrollo del self, también es crucial para el desarrollo de las actividades grupales organizadas. Un grupo requiere que los individuos dirijan sus activida des en consonancia con las actitudes del otro generalizado. El otro generalizado también representa la familiar propensión de Mead a dar prioridad a lo social, puesto que el grupo influye sobre la conducta de los individuos a través del otro generalizado. Mead también analiza el self desde un punto de vista pragmático. En el nivel individual, el self hace que el individuo sea más eficiente para el conjunto de la sociedad. En virtud dél self las personas suelen hacer lo que se espera de ellas en una situación determinada. Como las personas suelen intentar respon der a las expectativas del grupo, evitan las posibles deficiencias que se derivan de no hacer lo que el grupo espera. Además, el self permite una mayor coordi nación con el conjunto de ia sociedad. Como se juzga a los individuos según hagan o no lo que se espera de ellos, el grupo funciona más eficazmente. Lo expuesto en el párrafo anterior, así como el análisis general del self, nos lleva a pensar que tos actores de Mead son conformistas y que en ellos hay poca individualidad, puesto que todos se afanan por responder a las expectativas del otro generalizado. Pero Mead especifica que cada self es diferente de ios de más. Los selfs comparten una estructura común, pero cada uno recibe una pecu liar articulación biográfica. Además, es evidente que no existe en la sociedad un único y gran otro generalizado sino muchos otros generalizados debido a la pluralidad de grupos que existen en su seno. Las personas, por tanto, tienen una pluralidad de otros generalizados y, por tanto, una pluralidad de selfs. El con junto particular de selfs de cada persona le hace diferente de los demás. Ade más, las personas no tienen necesariamente que aceptar a la comunidad tal y como es; pueden introducir reformas y mejorarla. Podemos cambiar la comuni dad debido a nuestra capacidad de pensar, Pero Mead se ve obligado a expresar
234
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
esta cuestión de la creatividad individuai en los conocidos términos conductis tas: «La única forma en que podemos reaccionar contra la desaprobación de ta comunidad entera es estableciendo una clase superior de comunidad que, en cierto sentido, supere en número de votos a la que conocemos. Una persona puede llegar al punto de ir en contra de todo el mundo que le rodea; puede levantarse ella sola contra el mundo. Pero, para hacer tal cosa, lia de hablarse a si misma con la voz de la razón. Tiene que abarcar las voces del pasado y del futuro. Esta es la única forma en que el self puede lograr una voz que sea mayor que la voz de la comunidad» {1934/1962: I67-168). En otras palabras, para poder oponerse al otro generalizado, el individuo debe construir un otro genera lizado aún mayor, compuesto no sólo de elementos presentes sino también pa sados y futuros, y luego responderle. Mead identifica dos aspectos o fases del self que denomina el «yo» y el «mi». Como Mead señaló: «El self es esencialmente un proceso social que atra viesa estas dos fases distintas» (1934/1962; 178), Es importante tener en cuenta que el «yo» y el «mi» son procesos que se desarrollan dentro del proceso total del self; no son «cosas». El «yo» es la respuesta inmediata de un individuo a otro. Es el aspecto incalculable, imprevisible y creativo del self. Las personas no saben con antelación cómo será ta acción del «yo»: «Pero no sabe cómo será esa respuesta y tampoco lo sabe nadie. Cabe que haga una brillante jugada o una equivocada. La respuesta a esa situación, tal y como aparece ante su experien cia inmediata, es incierta» (Mead, 1934/1962: 175). No somos totalmente cons cientes del «yo», y a través de él nuestras propias acciones nos sorprenden. Somos conscientes de él únicamente cuando se ha realizado el acto. Asi, sólo conocemos el «yo» cuanto está presente en nuestra memoria.‘■Mead hace hinca pié en el «yo» por cuatro razones. Primera, es una fuente importante de innova ción en ei proceso social. Segunda, Mead creía que es en el «yo» donde se encuentran nuestros valores más importantes. Tercera, et «yo» constituye atgo que todos buscamos: la realización del self Es el «yo» el que nos permite desa rrollar una «personalidad definida». Finalmente, Mead creía en un proceso evo lutivo en la historia por el que en las sociedades primitivas las personas estaban más dominadas por el «mí», mientras en las sociedades modernas se daba en ellas un mayor componente del «yo». El «yo» confiere al sistema teórico de Mead cierto dinamismo y creati vidad, muy necesarios por cierto. Sin él, los actores de Mead aparecerían to talmente dominados por controles internos y externos. Con él. Mead puede ana lizar los cambios que introducen no sólo los grandes personajes históricos (por ejemplo, Einstein), sino también tos individuos en su vida cotidiana. Es el «yo» el que hace posible esos cambios. Como toda personalidad es una combi nación de «yo» y «mi», en los grandes personajes históricos suele predominar ei «yo». Pero en ias situaciones cotidianas, el «yo» de cada uno de nosotros se reafirma y puede introducir un cambio en la situación social. La singularidad también se incorpora al sistema de Mead a través de la articulación biográfica del «yo» y del «mí» de cada individuo. Es decir, las exigencias especificas de la
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
235
vida de cada persona le proporcionan una combinación distintiva de su «yo» y su «mí». El «yo» reacciona contra el «mí», que es et «conjunto organizado de actitu des de los demás que uno asume» (Mead, 1934/1962: 175). En otras palabras, el «mí» es la adopción del «otro generalizado», A diferencia de lo que ocurre con et «yo», las personas son conscientes del «mí»; el «mi» implica la responsabili dad consciente. Como Mead señala, «El “mi” es un individuo habitual y con vencional» (1934/1962: 197). Los conformistas están dominados por el «mi», aunque todo el mundo — cualquiera que sea su grado de conformismo— tiene, y necesita tener, un «mi» sustancial. La sociedad domina al individuo a través del «mi». En efecto, Mead define la ¡dea de control social como la dominación de ta expresión del «mí» sobre la expresión del «yo». Más adelante, en Espíritu, persona y sociedad. Mead expresó sus ideas sobre el control social: Y así es com o el control so cia l, en cuanto funciona en térm inos de autocrítica, se ejerce tan intima y extensam ente sobre la conducta individua!, sirvien d o para in te grar al individ u o con su s a ccio n es, con referencia al proceso social organizado de la exp eriencia y la conducta en el cual él está involucrado... y asi, gracias a la autocrítica, la fisca liza ció n social sobre la conducta individual opera en virtud del origen y base so c ia le s de tal critica. Es decir: la autocrítica es esen cialm ente crítica social, y la conducta controlada por la autocrítica es en esen cia conducta controla da socialm ente. D e ahi que el control so cia l, lejos de tender a aplastar al individuo hum ano o a aniquilar su individualidad co n scien te de sí, con stitu ya, por el contra rio, dicha individualidad y esté inextricablem ente asociad o a ella. (M ead, 1934/1962: 2 5 5 )
Mead también analiza el «yo» y el «mí» en términos pragmáticos. El «mí» permite al individuo vivir cómodamente en el mundo social, mientras el «yo» hace posible ei cambio de la sociedad. La sociedad produce la suficiente con formidad para permitir que funcione, y produce un flujo constante de nuevos desarrollos para evitar que se estanque. El «yo» y el «mí» forman, entonces, parte del proceso social en su conjunto, y permiten tanto a los individuos como a la sociedad que funcionen con mayor eficacia.
LA SOCIEDAD En et nivel más general. Mead utiliza et término sociedad para referirse al pro ceso social que precede tanto a la mente como at self. Dada su relevancia para la configuración det self y de ta mente, la sociedad tiene una importancia cen tral para Mead. En otro nivel, la sociedad representa para Mead el conjunto organizado de respuestas que adopta el individuo en la forma de «mí». En este sentido los individuos llevan en torno a ellos la sociedad, y esto es lo que tes permite, a través de la autocrítica, controlarse. Como veremos. Mead también se ocupa de ta evolución de la sociedad. Pero tiene poco que decimos explícita
236
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mente acerca de ta sociedad, a pesar de la gran importancia que tiene en su sistema teórico. Sus aportaciones más importantes son ideas sobre la mente y el self. Incluso John Baldwin, que percibe un componente mucho más societal (macro) en el pensamiento de Mead, se ve obligado a reconocer que «los com ponentes macro del sistema teórico de Mead no están tan desarrollados como los micro» (1986: 123). En un nivel más específicamente societal. Mead nos ofrece muchas ideas sobre las instituciones sociales. Mead define una institución como la «respuesta común de la comunidad» o «los hábitos vitales de la comunidad» (1934/1962: 261, 264; véase también Mead, 1936: 376). En concreto, afirma que «toda la comunidad actúa hacia el individuo, en determinadas circunstancias, en una forma idéntica,,. se produce una reacción idéntica por parte de toda la comuni dad. Es asi como se forma una institución» (Mead, 1934/1962: 167), Llevamos en tomo nuestro este conjunto organizado de actitudes que, principalmente a través del «mi», sirven para controlar nuestras acciones. La educación es el proceso mediante el cual los hábitos comunes de la co munidad (la institución) se «internalizan» dentro del actor. Es este un proceso esencial, puesto que, para Mead, las personas no logran tener self ni se constitu* yen en genuinos miembros de la comunidad hasta que no pueden responderse a sí mismas igual que lo hace el resto de la comunidad. Para lograrlo, las personas deben necesariamente haber internalizado las actitudes comunes de la comunidad. Empero, Mead tiene de nuevo la precaución de señalar que las instituciones no destruyen la individualidad o la creatividad desbordante. Mead admite que existen «instituciones sociales opresivas, estereotipadas y ultraconservadoras — como la Iglesia— que, mediante su negación más o menos rígida e inflexible al progreso, aplastan o eclipsan la individualidad» (1934/1962: 262), Sin em bargo, inmediatamente añade: «No existe razón necesaria o inevitable para que las instituciones sociales sean opresivas o rígidamente conservadoras, o para que no sean, más''bien, como muchas lo son, flexibles y progresistas, para que no alienten la individualidad en lugar de inhibirla» (Mead, 1934/1962: 262), Para Mead, las instituciones deberían definir lo que las personas han de hacer sólo en un sentido amplio y general, y dejar que la individualidad y ia creativi dad se desarrollen libremente. Mead demuestra tener aquí una concepción bas tante moderna de las instituciones sociales, que constriñen a ios individuos a la vez que les capacitan para ser creativos (véase Giddens, 1984). Lo que echamos en falta en el análisis de Mead de la sociedad en general, y de las instituciones en particular^, es un auténtico estudio macro como el que hicieron teóricos como Comte, Spencer, Marx, Weber y Durkheím. Ello es cier-
^ Al menos hay dos lugares donde Mead ofrece un sentido más macro de la sociedad. En uno de ellos define las instituciones ¡sociales como «formas organizadas de la actividad grupal o social» (Mead, 1934/1962: 2 6 1). Previamente a esa definición, en un argumento que nos recuer da a Comte, expresa una idea de la familia en tanto que unidad fundamental en el seno de la sociedad y base de unidades mayores como el clan y el estado.
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
237
to a pesar del hecho de que Mead tenía una noción de emergencia, en el sentido de que el todo es considerado como algo más que la suma de sus partes. Más concretamente, «La emergencia involucra una reorganización, pero la reorga nización introduce algo que no existía antes. La primera vez que se unen el oxígeno y el hidrógeno, emerge el agua. Ahora bien, el agua es una combina ción de oxígeno e hidrógeno, pero el agua no se encontraba presente antes en los elementos separados» (Mead, 1934/1962: 198). Sin embargo, Mead se incli nó más a aplicar la idea de emergencia a la conciencia en lugar de hacerlo al conjunto de la sociedad. Es decir, consideraba la mente y el self como produc tos emergentes del proceso social. Es más, Mead tendía a utilizar el término emergencia simplemente para referirse a lo que empezaba a existir como nuevo o novedoso (Miller, 1973:41).
INTERACCIONISMO SIMBOLICO: PRINCIPIOS BASICOS El núcleo de este capítulo es nuestro análisis de los principios básicos de la teoría de la interacción simbólica. No resulta fácil describir en términos genera les la teoría porque, como Paul Rock señala, presenta una «ambigüedad delibe radamente construida» y «se resiste a la sistematización» (1979: 18-19). Exis ten importantes diferencias en el interaccionismo simbólico, y a medida que avancemos iremos analizando algunas de ellas. También abordaremos una serie de críticas al interaccionismo simbólico. Algunos interaccionistas simbólicos (Blumer, Í969a; Manís y Meitzer, 1978; Rose, 1962) se esforzaron por enumerar los principios básicos de la teoría, que son lo siguientes: 1. 2. 3.
4. 5.
6.
7.
A diferencia de los animales inferiores, los seres humanos están dota dos de capacidad de pensamiento. La capacidad de pensamiento está modelada por la interacción social, En la interacción social las personas aprenden los significados y los síhibolos que tes permiten ejercer su capacidad de pensamiento distinti vamente humana. Los significados y los símbolos permiten a las personas actuar e interactuar de una manera distintivamente humana. Las personas son capaces de modificar o alterar los significados y los símbolos que usan en la acción y la interacción sobre la base de su interpretación de la situación. Las personas son capaces de introducir estas modificaciones y altera ciones debido, en parte, a su capacidad para interactuar consigo mis mas, lo que les permite examinar los posibles cursos de acción, y valo rar sus ventajas y desventajas relativas para luego elegir uno. La pautas entretejidas de acción e interacción constituyen los grupos y las sociedades.
238
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Capacidad de pensamiento El supuesto de que los seres humanos poseen la capacidad de pensar diferencia al interaccionismo simbólico de sus raíces conductistas. Este supuesto también proporciona la base para la orientación teórica del interaccionismo simbólico. Bernard Meltzer, James Petras y Larry Reynolds manifestaron que el supuesto de la capacidad humana de pensamiento constituye una de las principales con tribuciones de los primeros interaccionistas simbólicos como James, Dewey, Thomas, Cooley y, por supuesto. Mead: «Los individuos en la sociedad humana no son considerados como unidades motivadas por fuerzas externas o internas que escapan a su control o situadas dentro de los confínes de una estructura más o menos establecida. Antes bien, son vistos como unidades reflexivas o interac tivas que componen la entidad social» (1975: 42). La facultad de pensamiento capacita a las personas para actuar reflexivamente en lugar de conducirse irre flexivamente. Es más probable que las personas diseñen y guíen lo que hacen que renuncien a ello. La capacidad de pensamiento reside en la mente, pero el interaccionista simbólico tiene una concepción algo inusual de la mente. La distingue del cerebro fisiológico. La gente ha de tener cerebro para desarrollar su men te, pero disponer de cerebro no implica Invariablemente tener mente, como en el caso de los animales inferiores (Troyer, 1946). Además, los interaccio nistas simbólicos no conciben la mente como una cosa, como una estructura física, sino como un proceso ininterrumpido. Este proceso forma parte de otro más amplio: el del estímulo y la respuesta. La mente guarda relación con casi todos los demás aspectos del interaccionismo simbólico, entre ellos la socia lización, los significados, los símbolos, el self, la interacción e, incluso, la so ciedad.
Pensamiento e interacción Las personas están dotadas de una capacidad general de pensamiento. Esta ca pacidad se configura y refina mediante el proceso de la interacción social. Esta idea lleva al interaccionista simbólico a centrarse en una forma especifica de interacción social: la socialización. La capacidad humana de pensar se desarro lla en el proceso de socialización de la primera infancia y se va refinando du rante la socialización adulta. Los interaccionistas simbólicos tienen un concep to del proceso de la socialización que difiere del de muchos otros sociólogos. Desde su punto de vista los sociólogos convencionales suelen considerar la socialización simplemente como un proceso en el que las personas aprenden las cosas que necesitan para vivir en sociedad (por ejemplo, cultura, expectativas de rol). Para los interaccionistas simbólicos la socialización es un proceso más dinámico que permite a las personas desarrollar la capacidad de pensar de una manera distintivamente humana. Además, la socialización no constituye un proceso unidireccional en el que el actor recibe información; se trata de un proceso
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
239
dinámico en el que el actor da forma y adapta la información a sus propias necesidades (Manis y Meitzer, 1978: 6). Por supuesto, los interacción!stas simbólicos no se preocupan sólo de la socialización, les interesa la interacción en genera!, que es «de suma importan cia por derecho propio» (Blumer, 1969b: 8). La interacción es el proceso en e! que se desarrolla y, al mismo tiempo, se expresa la capacidad de pensamiento. Todos los tipos de interacción, no sólo la interacción durante la socialización, refinan nuestra capacidad para pensar. Por otra parte, el pensamiento configura el proceso de interacción. En casi toda interacción, los actores han de tener en consideración otros actores y decidir un curso de acción adecuado. Sin embar go, no toda interacción implica pensamiento. Es importante aquí la distinción que hizo Blumer (siguiendo a Mead) entre dos formas básicas de interacción social. La primera, la interacción no simbólica — la conversación de gestos de Mead— no necesariamente implica pensamiento. La segunda, la interacción simbólica, requiere un proceso mental. La importancia del pensamiento para los interaccionistas simbólicos se re fleja en su concepción de los objetos. Blumer distingue entre tres tipos de obje tos: objetos físicos, como una silla o un árbol, objetos sociales, como un estu diante o una madre, y objetos abstractos, como una idea o un principio moral. Los objetos son simplemente cosas que están «ahí fuera» en el mundo real; lo que importa es el modo en que los actores los definen. Esta perspectiva conduce a la idea relativista de los diferentes significados que dan los distintos indivi duos a diferentes objetos: «Un árbol constituye un objeto diferente para un bo tánico, un maderero, un poeta y un jardinero» (Blumer, 1969b: 11). Los individuos aprenden los significados de los objetos durante el proceso de la socialización. La mayoría de nosotros aprendemos un conjunto común de significados, pero en muchos casos, como hemos visto más arriba, tenemos diferentes defíniciones de los mismos objetos. Aunque esta postura puede exa gerarse, los interaccionistas simbólicos no necesitan negar la existencia de ob jetos en el mundo real. Lo que subrayan es la naturaleza crucial de la definición de esos objetos, así como la posibilidad de que los actores puedan tener diferen tes definiciones de un mismo objeto. Como Herbert Blumer señaló: «La natura leza (fe un objeto... consiste en el significado que tiene para la persona para la que es un objeto» (1969b: 11),
Aprendizaje de significados y símbolos Los interaccionistas simbólicos suelen asignar, siguiendo a Mead, un significa do causal a la interacción social. Asi, el significado no se deriva de los procesos mentales sino del proceso de la interacción. Este enfoque se deriva del pragma tismo de Mead, Mead se centró en la acción y la interacción humana, no en procesos mentales aislados. Por lo general, los interaccionistas simbólicos se han mantenido en esta dirección. Entre otras cosas, la preocupación central no reside en el modo en que las personas crean mentalmente los significados y los
240
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
símbolos, sino en el modo en el que los aprenden durante la interacción en general y la socialización en particular. Las personas aprenden símbolos y significados en el curso de la interacción social. Mientras las personas responden a los signos irreflexivamente, respon den a los símbolos de una manera enteramente reflexiva. Los signos significan algo por sí mismos (por ejemplo, los gestos de perros enzarzados en una pelea o el agua para una persona que se muere de sed). í
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
241
Quinta, el uso de símbolos permite a los actores trascender el tiempo, el espacio e incluso sus propias personas. Los actores pueden imaginar la vida en el pasado y en el futuro. Además, los actores pueden salir de su propia persona simbólicamente e imaginar cómo es el mundo desde el punto de vista de otra persona. Este es el conocido concepto interacción ista-simból ico de «ponerse en el lugar del otro» (Miller, 1981). Sexta, tos símbolos nos permiten imaginar una realidad metafísica, como el cielo o el infierno. Y, séptima y más general, los símbolos permiten a las perso nas evitar ser esclavas del entorno. Les permiten ser activas en lugar de pasivas, es decir, dirigir sus acciones.
Acción e interacción El interés central de ios interaccionistas simbólicos se sítiia en ia influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana. Resulta útil emplear aquí la distinción de Mead entre conducta encubierta y conducta descubierta. La conducta encubierta es el proceso de pensamiento, que implica símbolos y significados. La conducta abierta es la conducta real de un actor. En ocasiones, la conducta abierta no implica una conducta encubierta (la conducta habitual o las respuestas irreflexivas a estímulos externos). Sin embargo, la mayoría de las acciones humanas implican ambos tipos de conducta. La con ducta encubierta es la que preocupa más a los interaccionistas simbólicos, mientras la abierta es la que ocupa a los teóricos del intercambio o a los conductistas tradicionales en general. Los significados y los símbolos confieren a la acción social (que implica un sólo actor) y a la interacción social (dos o más actores implicados en una acción social mutua) características distintivas. La acción social es aquella en la que el individuo «actúa teniendo en mente a los otros» (Charon, 1985: 130). Dicho de modo distinto, al emprender una acción, las personas tratan simultáneamente de medir su influencia sobre el otro u otros actores implicados. Aunque con fre cuencia se conducen de manera irreflexiva y habitual, las personas tienen la capacidad de emprender una acción social. En el proceso de la interacción social las personas-comunican simbólica mente significados a otra u otras implicadas en dicho proceso. Los demás inter pretan esos símbolos y orientan su respuesta en función de su interpretación de la situación. En otras palabras, en la interacción social los actores emprenden un proceso de influencia mutua.
Elección Debido en parte a la capacidad para manejar significados y símbolos, las perso nas, a diferencia de los animales inferiores, pueden hacer elecciones entre las acciones que van a emprender. La gente no necesita aceptar obligatoriamente los significados y los símbolos que les vienen impuestos desde fuera. A partir
242
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
de SU interpretación de la situación, «los humanos son capaces de formar nue vos significados y nuevas lineas de significado» (Manis y Meitzer, 1978: 7). W. 1. Thomas describió esta capacidad creativa en su concepto de clefinidóti de ¡a situación'. «Si los hombres definen las situaciones como reales, serán reales por sus consecuencias» (Thomas y Thomas, 1928: 572). Thomas recono cía que la mayoría de nuestras definiciones nos ia proporciona la sociedad. Asi lo especificó, de hecho, al identificar la familia y la comunidad como fuentes principales de nuestras definiciones sociales. Sin embargo, la perspectiva de Thomas se distingue por poner énfasis en la posibilidad de las definiciones individuales «espontáneas» de las situaciones, que permiten a ias personas alte rar y modificar significados y símbolos. Ks preciso señalar también que el intcraccionista atribuye cierta autonomía a los aciorcs, Hstos no están constreñidos o determinados, sino que son capaces de hacer elecciones independientes y particulares. Además, son capaces de de sarrollar una vida singular y un estilo propio (Perinbanayagam, 1985: 53). Esta capacidad de los actores se refleja en un ensayo de Gary Fine y Sherryt kleínman (1983) en el que analizan el fenómeno de una «red social». En lugar de considerar ia red social como una estructura social inconsciente y/o constric tiva, ia ven como un conjunto de relaciones sociales a las que las personas dan significado y utilizan con fines personales y/o colectivos.
El self 1:1 sel fes un concepto de suma importancia para los interaccionistas simbólicos. De hecho. Rock afirma que el self «constituye ei centro del esquema intelectual de los interaccionistas. Todos ios demás procesos y acontecimientos sociológi cos se resuelven alrededor de ese centro, tomando de éi su significado y organi zación analíticos» (1979: 102). En nuestro intento de comprender este concepto más alia de ia formulación inicial de Mead, es preciso que analicemos ia idea del setf especuttír desarrollada por Charles Horton Cooley. Cooley to definía como: una im agen m ás o m en os defin id a de có m o aparece el s e l f de una persona — es decir, cualquier idea de la que se apropia— eti una m ente particular, el tipo de autoseniim iento que uno tiene de su s e lf y que está determ inado por ia actitud hacia ese atributo en la otra m ente... D e manera que con la im aginación percib im os una idea de có m o es nuestra apariencia, nuestras maneras, ob jetiv o s, actos, am igos, nuestro carácter, etc. en otra m ente, y de có m o influyen e so s elem en to s, (C o o ley . 1902/1% 4: 169)
Con el concepto det self especular Cooley se refería a la capacidad de ver nos a nosotros mismos como vemos cualquier otro objeto social. La idea del self especular puede descomponerse en tres elementos. Primero imaginamos cómo aparecemos ante ios demás. Segundo, imaginamos qué opinan ellos de noso
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
243
tros. En tercer lugar, desarrollamos un sentimiento de nuestro self - como el orgullo o la mortificación— como consecuencia de imaginaros las opiniones que los otros tienen de nosotros. El concepto de self especular de Cooley y el de self de Mead influyeron poderosamente en la concepción simbólico-interaccionísta moderna del se lf Blumer definía el se lf en términos sumamente simples: «Esta expresión no im plica nada esotérico. Significa simplemente que un ser humano puede ser un objeto de su propia aeción... que actúa hacia si mismo y que guia sus acciones hacia otros sobre la base del tipo de objeto que es para si mismo» {1969b: 12). El self es un proceso, no una cosa {Perinbanayagam, 1985), Como Blumer ex plicó, el self ayuda a los seres humanos a actuar, no sólo a responder a los estímulos externos; El proceso [la interpretación] atraviesa d os fases distintas. Primera, el actor se indica a si m ism o las co sa s hacia las que está actuando; ha de apuntar a las cosas que tienen sig n ifica d o ... Esta interacción co n sig o m ism o no es exactam ente una interacción de elem en to s p sico ló g ic o s; es un estad o de la persona en el que e m prende un proceso de com u n icación co n sig o m ism a... Segunda, en virtud de este proceso de com u n icación co n sig o m ism a, la interpretación pasa a constituir una m anipulación de lo s sig n ifica d o s. K! actor seleccio n a , in vestiga, elim in a, reagrupa y transforma los sig n ifica d o s a la lu / de ta situación en la que se encuentra y la dirección de su acción, (B lum er, 1969b; 5)
Aunque estas palabras subrayan el papel que desempeña el self en el proce so de la elección del curso de acción, Blumer no fue en realidad mucho más allá de las antiguas formulaciones de Cooley y Mead, Sin embargo, otros pensado res e investigadores modernos si han refinado cl concepto del self. Si bien los interaccionistas simbólicos han hecho importantes contribucio nes a nuestra comprensión del self (por ejemplo, Ralph Turner, 1968), et trabajo más conocido en torno a esta cuestión lo ha realizado un sociólogo que no suele ser relacionado con esta teoria, Morris Rosenberg (1979). Aunque no es un interaccionista simbólico, Rosenberg recibió la influencia de pensadores como Mead y Cooley. Sus ideas sobre el self son, en general, compatibles con la perspectiva que el interaccionismo simbólico tiene de este concepto, e incluso constituyen una extensión de ella. Rosenberg comenzó por clarificar que su preocupación central era e! selfconcepto más que el self per se. El self constituía un concepto más general, que era simultáneamente sujeto y objeto. El self-concepto es el self como objeto. Rosenberg define el self-concepto como «ia totaiidad de los perisamientos y sentimientos que ei individuo tiene de si mismo como oh>jeto» (1979; 7). Así, el self-concepto constituye sólo una parte del self y una parte aún más pequeña de la personalidad total, pero tiene un significado excepcional porque constituye «un importante objeto para todo el mundo, quizás el objeto más importante del mundo» (Rosenberg, 1979: 24). Además de su importancia, las crctncias acer-
244
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ca del ser son distintivas en muchos sentidos. Por ejemplo, son las únicas actitu des que son reflexivas, es decir, el individuo es, al tiempo, sujeto y objeto. El self-concepto es el resultado de cierta información incomunicable; refleja el cuerpo de información particular y el punto de vista que un individuo tiene de sí mismo. Aunque las actitudes hacia ei self tienen muchos elementos en común con otras actitudes, hay actitudes específicas hacia el self, especialmente el orgullo y la vergüenza. La exactitud y la verificabílídad son mucho más impor tantes en las actitudes liacia ei self que en las actitudes hacia los bolos o el atún, A pesar de su importancia, la exactitud de las actitudes hacia el self «es difícil de precisar debido a su escaso grado de verificabilidad» (Rosenberg, 1979: 33). Rosenberg distinguió entre el contenido, la estructura, las dimensiones y los límites del self-concepto. En términos del contenido, Rosenberg distinguió las identidades sociales a partir de las disposiciones. Las identidades sociales son los «grupos, estatus o categorías» en relación con los que un individuo «es socialmente reconocido como perteneciente a ellas» (Rosenberg, 1979: 10), Entre otros ejemplos, figuran ser reconocido como demócrata, como persona de mediana edad, como individuo negro o como varón. Un individuo se ve a sí mismo no sólo en términos de tales categorías, sino también como poseedor de ciertas tendencias de respuesta, de ciertas disposiciones. Estas disposiciones suelen influir en las acciones de una persona que se considera a si misma como, por ejemplo, valiente, introvertida o liberal. Además de analizar el contenido del self-concepto, Rosenberg también estudió su estructura. La estructura del self viene determinada por la relación entre las diversas identidades sociales de un individuo y sus disposiciones. Las dimensiones hacen referencia a las actitu des y los sentimientos que tiene una persona hacia su self Las actitudes del self, como todas las demás actitudes, varían en función de una diversidad de dimen siones, entre ellas, «el contenido, la dirección, la intensidad, la importancia, la consistencia, la estabilidad, la claridad, la exactitud y la verificabílídad» (Ro senberg, 1979: 23). Finalmente, Rosenberg anaiízó los limites del self-concepto, especialmente las extensiones del ego a las que se aplica. Estos son objetos que están fuera del actor y le llevan a sentir orgullo y vergüenza: «el orgullo de tener un automóvil nuevo y brillante, la vergüenza de mis vestimentas pasadas de moda, el orgullo de tener honor, la vergüenza ante la derrota de mi equipo» (Rosenberg, 1979: 35). Rosenberg también distinguió entre el seif existente, el self deseado y el self presente. Eí s e lf existente es nuestra imagen de cómo somos; el s e lf deseado es una imagen de cómo nos gustaría ser; y e! s e lf presente es el modo en que nos presentamos en una situación determinada. Rosenberg hizo hincapié en la idea de que el self-concepto implica una serie de motivaciones, una serie de metas deseadas de los actores. Entre la tota lidad de motivos destacan dos. Ei primero es la autoestima, o «el deseo de pensar bien de uno mismo» (Rosenberg, 1979: 53). El segundo es la autoconsistenda, o «el deseo de proteger el self-concepto frente al cambio o al manteni miento de la imagen de uno mismo» (Rosenberg, 1979: 53). Este autor ha lleva
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
245
do a cabo una extensa investigación empírica sobre la autoestima por la que ha recibido un amplio reconocimiento. No obstante, su análisis conceptual del selfconcepto constituye una contribución importante a la preocupación clave del interaccionismo simbólico. La obra de Erving Goffmaii. Otra obra destacada sobre el self es Presenta tion o f Selfin Everyday Life [La presentación de la persona en la vida cotidiana] (1959), de Erving Goffman, uno de los interaccionistas simbólicos más intere santes. La concepción de Goffman del self está en deuda con las ideas de Mead, en particular con su análisis de la tensión entre el yo, el self espontáneo, y el mí, los constreñimientos sociales del se lf Esta deuda se refleja en el trabajo de Goffman sobre lo que denominó «discrepancia fundamental entre nuestros selfs demasiado humanos y nuestros selfs socializados» (1959: 56). La tensión se debe a la diferencia entre lo que las personas esperan que hagamos y lo que queremos hacer espontáneamente. Nos enfrentamos con la demanda de que ha gamos lo que se espera de nosotros; además, se supone que no vacilaremos. Como Goffman señaló: «No debemos estar sometidos a altibajos» (1959: 56). Con el fm de mantener una imagen estable del self, las personas actúan para sus audiencias sociales. A resultas de este interés en la representación, Goffman se centró en la dramaturgia, adoptó una perspectiva de la vida social como si ésta fuera una serie de actuaciones dramáticas que se asemejan a las representadas en el escenario. Dramaturgia. La concepción de Goffman del self se deriva de su enfoque dramatúrgico. Para Goffman (como para Mead y para la mayoría de los interac cionistas simbólicos) ei self no es alg o orgánico que tenga una ub icación esp ecífic a ... Al analizar el s e l f nos desprendem os, pues, de su poseedor, de la persona que m ás aprovechará o perderá con e llo , porque él y su cuerpo proporcionan sim p lem en te la percha sobre la cual colgará durante cierto tiem po a lg o fabricado en colaboración. Y los m ed ios para producir y m antener los se lfs no se encuentran dentro de la percha, (G offm an, 1959: 2 5 2 -2 5 3 )
No creía que el self fuera una posesión del actor; lo consideraba como el producto de la interacción dramática entre el actor y la audiencia. El self «es un efecto dramático que surge difusamente en la escena representada» (1959: 253). Dado que el self constituye un producto de la interacción dramática, es vulnera ble a su destrucción durante la representación. La dramaturgia de Goffman se interesa por los procesos que evitan o resisten estas destrucciones. Aunque el grueso de su discusión se centra en estas contingencias dramatúrgicas, Goff man señaló que la mayoría de las representaciones salen triunfantes. El resulta do es que, en circunstancias normales, a los actores se les asigna un self firme y estable que «parece» emanar del actor.
246
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
GotTman suponía que cuando los individuos interactúan desean presentar una determinada concepción del self que sea aceptada por los demás. Sin em bargo. incluso durante su presentación del self, los actores son conscientes de que los miembros de la audiencia pueden perturbar su representación. Por esta razón los actores son conscientes de la necesidad de controlar la audiencia, especialmente los elementos de ella que pueden ser destructores. Los actores esperan que el self que presentan a la audiencia sea lo suficientemente fuerte, de modo que ia audiencia defina a los actores tal y como ellos desean. Los actores también esperan una reacción voluntaria por parte de la audiencia de acuerdo con su deseo. Goffman denomina esta cuestión «el arte de manejar las impresiones». Este arte implica las técnicas que utilizan ios actores para mante ner ciertas impresiones ante ios probables problemas que surjan y los métodos que usan para solventar estos problemas. En la linea de esta analogía teatral, Goffman habla de fachada. La fachada es la parte del escenario que funciona regularmente de un modo general y pre fijado, a fm de definir la situación con respecto a aquellos que observan dicha actuación. Dentro de la faciiada, Goffman distingue entre el medio y la fachada personal. El medio hace referencia al escenario físico que rodea a los actores para su actuación. Sin éi ios actores no pueden actuar. Por ejemplo, un cirujano necesita un quirófano, un taxista, un taxi, y un patinador, el hielo. L&fachada personal consiste en las partes escénicas de la dotación expresiva que la au diencia identifica con los actores y que espera que lleven en e! escenario. Por ejemplo, se espera que el atuendo de un cirujano sea una bata verde, tenga ciertos instrumentos, etcétera. GotTman subdividió después la fachada personal en apariencia y moda les. La apariencia se refiere a los estímulos que funcionan en el momento de informarnos acerca del estatus social det actor {por ejemplo, la bata del ciru jano). Los modales implican los estímulos que funcionan en el momento de advertimos acerca del rol de interacción que el actuante esperará desempeñar en la situación que se avecina (por ejemplo, el uso de modales y procederes fisicos). Un modal brusco u otro suave nos indica tipos de actuación bastante diferentes. En general, siempre esperamos que apariencia y modales sean cohe rentes. Aunque Goffman analizó la fachada y otros aspectos de su sistema desde ia perspectiva del interaccionismo simbólico, también le preocupaban desde un punto de vista estructural. Por ejemplo, afirmaba que las fachadas tendían a institucionalizarse de tal modo que surgen «representaciones colectivas» sobre lo que sucede en una fachada determinada. Con frecuencia, cuando los actores asumen roles establecidos, encuentran fachadas específicas prefijadas para es tas representaciones. El resultado, afirmaba Goffman, es que las fachadas tien den a ser elegidas, no creadas. Esta noción nos ofrece una imagen más estructu ral del self que la de la mayoría de los interaccionistas simbólicos. A pesar de esta noción estructural del self, las ideas más interesantes de Goffman se enmarcan en cl reino de la interacción. Afirmaba que debido a que
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
247
las personas intentan por lo general presentar una imagen idealizada de si mismas en sus representaciones, creen inevitablemente que deben ocultar cosas en sus actuaciones. Primero, los actores pueden querer ocultar placeres sccrctos (por ejemplo, beber alcohol) anteriores a !a actuación o correspondientes a épo cas pasadas de su vida (por ejemplo, adición a las drogas) que son incompati bles con su representación. Segundo, los actores pueden desear ocultar errores que han cometido en la preparación de la representación, así como pasos que han debido dar para corregir esos errores. Por ejemplo, un taxista puede querer ocultar el hecho de que ha errado su camino al empezar la carrera. Tercero, los actores pueden sentir la necesidad de mostrar sólo ios productos finales y ocul tar el proceso de su producción. Por ejemplo, los profesores dedican varias horas a ta preparación de su clase, pero probablemente su deseo es actuar como si conociesen et material de toda la vida. Cuarto, tos actores pueden desear también ocultar a la audiencia et «trabajo sucio» que realizaron para producir tos resultados finales. Este trabajo incluye tarcas que «son físicamente sucias, semilegales, crueles, y degradantes en muchos sentidos» (Goffman, 1959; 44), Quinto, durante una actuación determinada los actores pueden dejar a un lado conscientemente otros criterios de actuación. Finalmente, los actores pueden encontrar necesario callar insultos, humillaciones o pactos realizados para se guir actuando. En general, tos actores suelen tener un interés creado en ocultar todos estos hechos a su audiencia. Otro aspecto de la dramaturgia es la frecuente intención de tos actores de infundir la impresión de que están más cerca de la audiencia de lo que están en realidad. Por ejemplo, los actores pueden intentar dar la impresión de que su representación es su única actuación o, al menos, ta más importante. Para trans mitir esta impresión tos actores han de asegurarse de que su audiencia está fragmentada para que no les descubran. Goffman afirmaba que incluso en ei caso de que tos descubran, las audiencias pueden intentar asumir la falsedad para mantener su imagen idealizada del actor. Esto revela ia naturaleza interac tiva de las representaciones. Una buena representación depende del grado de implicación de las partes. Otro ejemplo de este tipo de manipulación de las impresiones es el intento de un actor de infundir ta idea de que hay algo único en su actuación y en su relación con la audiencia. La audiencia quiere sentir, también, que es ta receptora de una representación única. Los actores se esfuerzan por asegurarse la consistencia de todas las partes implicadas en una actuación. En algunos casos, un aspecto discordante puede destruir una actuación. No obstante, las actuaciones varían en función del grado de coherencia requerido. Un descuido de un sacerdote durante una representa ción sagrada perjudicaría gravemente su actuación, pero la equivocación de un taxista al comenzar su carrera probablemente no dañaría demasiado el conjunto de su actuación.
Pero no siempre, véase LJngar ( I yíí4) sobre la autoburla como modo de presentar el sell'.
248
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ERVING GOFFMAN; Reseña biográfica Erving Goffman murió en 1982 en la cumbre de su fama. Durante muchos años se le consideró una figura de «culto» de la teoría sociológica. Se le atribuyó esa condición a pesar de haber sido profesor del prestigioso Departamento de Sociología de la Universidad de California, Berketey, y de habérsele concedido posteriormen te una cátedra en la Universidad de Pennsyivania, que pertenece a la Ivy League. En 1980 se erigió como un teórico de la mayor importancia. De hecho, el año en que murió fue elegido presidente de la American Sodological Association, pero debido al estado avanzado de su enfermedad ni siquiera pudo pronunciar el discurso presidencial. Teniendo en cuenta su condición de rebelde, Randait Collins comentó acerca de su discurso: «Todos nos pre guntábamos cómo iba a ser su discurso presidencial: dada su reputación de iconoclasta parecía impropio de él un discurso tradicional y directo... recibi mos un mensaje más dramático: el discurso presidencial se cancelaba por que Goffman se moría. Fue una manera típicamente goffmaniana de salir del paso» (1986b: 112). Goffman nació el 11 de junio de 1922 en Alberla, Canadá (S. Wiltiams, 1986). Leyó su tesis doctoral en la Universidad de Chicago y se le ha solido considerar un interaccionista simbólico perteneciente a la Escuela de Chica go. (Sin embargo, es difícil encajar su obra en una sola categoría, y por ello analizaremos sus trabajos posteriores, más estructurales, en el Capítulo 9). La perspectiva teórica de Goffman se inspira en varias fuentes para crear una orientación distintiva. Collins (1986b; Williams, 1986) relaciona a Goffman con la antropología social antes que con el interaccionismo simbólico. Siendo estudiante de la
Otra técnica que emplean los actores es la mistificación. Los actores suelen .nistiflcar su actuación al limitar el contacto entre ellos y la audiencia. Mediante el establecimiento de una «distancia social» entre ellos y la audiencia lo que pretenden los actores es infundir respeto en ta audiencia. Esto, a su vez, evita que la audiencia ponga en cuestión ta actuación. Goffman señala otra vez que la audiencia está implicada en este proceso y, con frecuencia, busca mantener la credibilidad de la actuación guardando la distancia con el actor. Esta idea nos lleva al interés de Goffman por los equipos. Como interaccionista simbólico, para Goffman el enfoque sobre los individuos obscurece im portantes hechos acerca de la interacción. Su unidad básica de análisis era, pues, no el individuo, sino el equipo. Un equipo es un conjunto de individuos que cooperan en la representación de una rutina. Así el análisis anterior sobre ia
INTERACCIONiSMO SIMBOLICO
249
Universidad de Toronto, GoHman tuvo un estrecha relación intelectual con un antropólogo, y una vez en Chicago «mantuvo sus principales contactos no con los representantes del interaccionismo simbólico, sino con W. Lloyd Warner [antropólogo]» (Collins, 1986b: 109). En opinión deCollins, el análi sis de las citas de las primeras obras de Golfman refleja la influencia de los antropólogos sociales; raramente citaba a los interaccionistas simbólicos y, cuando lo hacía, era con una actitud critica. Con todo, Goffman sí se vio influido por los estudios descriptivos que se producían en Chicago, e integró su perspectiva con la de la antropología social para crear una perspectiva propia. Así, mientras un interaccionista simbólico se centra en el modo en que las personas crean o negocian su imagen, Goffman se preocupó por el modo en que «la sociedad... obliga a las personas a presentar una imagen determinada de sí mismas,,, y debido a que nos obliga a cambiar de rol y a elegir entre muchos roles complicados, nos hace permanentemente irrea les, inconsistentes y deshonestos» (Collins, 1986a: 107), A pesar de su perspectiva distintiva Goffman influyó poderosamente sobre el interaccionismo simbólico. Además, puede afirmarse que influyó en la configuración de otra «sociología creativa», la etnometodología. De he cho, Collins considera a Goffman como una figura clave en la formación no sólo de la etnometodología, sino del análisis de ia conversación: «Fue Goff man el precursor del estudio empírico de la vida cotidiana, y lo fue trabajan do sólo con sus ojos abiertos, ya que aún no había llegado la época de los reproductores y audiovisuales» (1986b: 111), (Véase el capítulo 6 para un análisis de la relación entre ta etnometodología y el análisis conversacional.) De hecho, varios de los más destacados etnometodólogos (Sacks, Schegloff) estudiaron con Goffman en Berkeley en lugar de hacerlo con el fundador de la etnometodología, Haroid Garfínkel. Dada su influencia en el interaccionismo simbólico, el estructuralismo y la etnometodología, es muy probable que las teorías de Goffman sigan sien do influyentes durante muchos años.
relación entre el actor y la audiencia es, en realidad, un estudio sobre el equi po " . Cada miembro ha de confiar en los demás, porque todos pueden destruir la representación y todos son conscientes de que participan en un acto. Goffman concluía que un equipo es una suerte de «sociedad secreta». Goffman también estudió el trasfondo escénico donde suelen aparecer los hechos o varios tipos de acciones informales ocultos en la fachada. El trasfon' ' Actor y audiencia forman también un tipo de equipo, pero Goffman también hablaba de equipo para referirse tanto a un grupo de actores como a una audiencia. Curiosamente Goffman afirmaba que un individuo podia constituir también un equipo. Su lógica, en la linea del inieraecionismo simbólico clásico, era que un individuo podía ser actor y audiencia: podía imaginar que habia una audiencia presente.
250
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
do escénico es, por lo generai, adyacente a la región anterior, pero también está separado de ella. Los actores confian en que ningún miembro de la audien cia aparezca en el trasfondo escénico. Además, emprenden diversas manipu laciones de las impresiones para asegurarse de ello. Una actuación puede ha cerse dificultosa si los actores son incapaces de impedir que la audiencia entre en el trasfondo escénico. También hay una región residual, el exterior, es decir, todos los dominios que no pertenecen ni a la región anterior ni a la pos terior. Ninguna región es la misma en todo momento. Y una determinada región puede ser cualquiera de las tres regiones en momentos diferentes. El despacho de un profesor constituye una región anterior cuando un estudiante le visita, se convierte en posterior cuando ese estudiante se marcha y en exterior cuando el profesor asiste a un partido de baloncesto de la universidad. M anipulación de las impresiones. Goffman termina La presentación la per sona en la vida cotidiana con una reflexión adicional sobre el arte de manejar las impresiones. En términos generales, la manipulación de las impresiones se orienta a impedir una serie de acciones inesperadas, como gestos espontáneos, intrusiones inoportunas y pasos en falso, así como acciones deliberadas como «hacer una escena». Goffman estudió los diversos métodos de solventar estos problemas. Primero, hay una serie de métodos que implican acciones cuyo ob jetivo es producir lealtad dramatúrgica fomentando, por ejemplo, una gran leal tad grupal, impidiendo que los miembros del equipo se identifiquen con la au diencia y cambiando las audiencias periódicamente para que éstas no lleguen a conocer en demasía a los actores. Segundo, Goffman sugería varias formas de disciplina dramática, entre ellas ser siempre consciente de la actuación para impedir deslices, mantener el autocontrol y manejar las expresiones faciales y verbales de acuerdo con la propia actuación. Tercero, identificó varios tipos de circunspección dramática, como determinar con anticipación cómo va a resul tar la actuación, planear las emergencias, elegir miembros de equipo leales, elegir buenas audiencias, pertenecer a pequeños equipos donde hay una menor probabilidad de disensión, hacer actuaciones breves, impedir a la audiencia el acceso a la información privada y establecer una agenda para impedir eventos inesperados. La audiencia también tiene interés en la eficacia de la manipulación de las impresiones por parte del actor o del equipo de actores. La audiencia suele actuar para salvar la representación empleando mecanismos tales como prestar mucha atención, evitar incidentes emocionales, pasar por alto los descuidos y tener en mayor consideración al actor neófito. Albas y Albas (1988) utilizaron la idea de la manipulación de las impresio nes al estudiar los esfuerzos de los estudiantes universitarios para manejar las impresiones cuando les devolvían los exámenes y recibían su calificación. Al bas y Albas distinguieron entre tres tipos de estudiantes: los «Ases» (los que reciben buenas notas), los «Moderados» (los que obtienen notas medianas) y
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
251
los «Bombarderos» (los suspensos). Se centraron en ei estudio de los Ases y los Bombarderos y en ei hecho de que los Ases solían desarrollar estrategias para revelar sus buenas calificaciones a los demás sin aparentar presun ción, mientras los Bombarderos planificaban estrategias para ocultar sus malas notas. Albas y Albas identificaron una serie de estrategias que utilizaban los Ases para revelar sus notas. Por ejemplo, como la modestia impide a los estudiantes expresar abiertamente su alegría por haber obtenido una calificación alta, sue len emplear ¡a estrategia de «efusión reprimida», por la que su satisfacción aparece como si rezumaran alegría en contra de su voluntad. Si bien a veces esta estrategia la emplean los buenos estudiantes conscientemente, suele pare cer como si ocurriera en contra de su voluntad. Se produce una manipulación dramática más clara cuando ios estudiantes permiten «accidentalmente» a los otros ver sus calificaciones altas. Y otra estrategia dramática tiene lugar cuando el As pregunta a otros por su examen esperando una respuesta que incluya esa misma pregunta, ia cual permite al As revelar su buena nota. Al igual que los Ases emplean mecanismos dramáticos para revelar sus notas, los Bombarderos suelen intentar ocultar sus calificaciones mediante el uso de una serie de estrategias. Por ejemplo, el Bombardero que espera un sus penso puede optar por no asistir a la clase en ia que le van a devolver el examen. Otros Bombarderos optan por mentir añadiendo puntos a su calificación, o sim plemente por dejar claro que no desean habiar de las notas. El Bombardero puede también expresar una «distancia de rol» (véase más abajo) aparentando indiferencia y despreocupación ante la devolución del examen y la calificación. Esta indiferencia revela cómo hizo el examen. Tras su obra La presentación de la persona en la vida cotidiana, Goffman produjo una serie de importantes y fascinantes libros y ensayos (por ejemplo, Goffman, 1961, 1963a, 1963b, 1967, 1971, 1972, 1974), Terminamos este aná lisis con algunos ejemplos que ilustran su modo de pensar. En su «Distancia de rol» (1961) Goffman se centró en el grado en el que un individuo adopta un rol determinado. En su opinión, dada la enorme cantidad de roles existentes, pocas personas se implican totalmente en un rol determinado. La distancia de rol hace referencia al grado en el que los individuos se separan de los roles que representan. Por ejemplo, los niños mayores que montan en caballitos de tiovivo suelen ser conscientes de que son demasiado mayores para disfrutar de esta experiencia. Una manera de solventar este problema es demos trar la distancia de rol montando el caballito descuidada o despreocupadamente y realizar actos supuestamente peligrosos mientras lo montan. AI realizar tales actos peligrosos la intención de estos niños es explicar a la audiencia que no realizan la actividad como la realizan los niños pequeños. Uno de los conceptos clave de Goffman es que la distancia de rol constituye una función del estatus social de una persona. Las personas que ocupan posicio nes altas suelen manifestar distancia de rol por razones distintas a las de las personas que ocupan posiciones bajas. Por ejemplo, un cirujano de alto estatus
252
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
puede manifestar distancia de rol en el quirófano para relajar la tensión del equipo quirúrgico. Las personas de estatus bajos suelen ponerse a la defensiva en su exhibición de la distancia de rol. Por ejemplo, las personas que limpian los servicios sanitarios lo hacen con indiferencia y despreocupación. Pueden estar intentando explicar a su audiencia que son demasiado buenos para ese trabajo. Uno de los libros más interesantes de Goffman es Stigma [Estigma] ( 1963b). En él Goffman se centra en el abismo entre lo que una persona debería ser, su «identidad social virtual» y lo que una persona realmente es, su «identidad social real». Todo aquel que experimenta un abismo entre estas dos identidades está estigmatizado. El libro se centra en la interacción dramática entre las per sonas estigmatizadas y las normales. La naturaleza de esta interacción depende del tipo de estigma que perturba a un individuo. En el caso del estigma desacre ditado, el actor acepta que las diferencias son reconocibles o evidentes para los miembros de la audiencia (por ejemplo, un parapléjico o un tullido). Un estigma desacreditable es aquél en que las diferencias no son reconocibles o percepti bles para los miembros de la audiencia (por ejemplo, una persona que ha tenido voluntariamente una experiencia homosexual). Para alguien señalado con un estigma desacreditado, el problema dramático básico reside en manejar la ten sión que desencadena el hecho de que las personas reconocen ese problema. Para el que sufre un estigma desacreditable, el problema dramático reside en manejar la información de manera que el problema siga siendo desconocido para la audiencia. Una buena parte de Estigma está dedicada a las personas que tienen estig mas obvios y, con frecuencia, grotescos (por ejemplo, la pérdida de la nariz). Sin embargo, a medida que se desarrolla la obra el lector se percata de que Goffman intenta transmitimos la idea de que en algún momento o lugar deter minado todos estamos estigmatizados. Sus ejemplos incluyen al judio que vive en una comunidad predominantemente cristiana, a una persona gorda entre un grupo de personas cuyo peso es normal, y al individuo que ha mentido acerca de su pasado y constantemente se esfuerza por asegurarse de que la audiencia siga desconociéndolo. Ahora parece necesario mencionar las orientaciones posteriores y los cam bios que se produjeron en el modo de pensar de Goffman. En Frame Analysis [Análisis estructural] (1974) Goffman se alejó de sus raíces del interaccionismo simbólico clásico y se orientó hacia el estudio de las pequeñas estructuras de la vida social. Aunque seguía pensando que las persotias definían las situaciones en el sentido dado por W,l. Thomas, pasó a asignar menor importancia a estas definiciones: «La definición de las situaciones como reales ciertamente tiene sus consecuencias, pero estas influyen de un modo harto marginal sobre los eventos que se suceden» (Goffman, 1974: 1), Además, cuando las personas definen las situaciones normalmente no crean esas definiciones. La acción se defme más por adherencia mecánica a las normas que mediante un proceso activo, creativo y negociador, Goffinan especificó su objetivo: «intentar aislar algunos de los contextos básicos de comprensión disponibles en nuestra socie
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
253
dad para explicar los eventos y analizar las vulnerabilidades específicas a las que están expuestos estos marcos de referencia» (1974: 10). Goñm an pasó a interesarse por las pequeñas estructuras que gobiernan los pensamientos y las acciones de los actores. Algunos observadores señalaron que se trató de un cambio de orientación y un alejamiento del interaccionismo simbólico clásico. De hecho, George Conos llegó a afirmar que «la obra de Goffman se opone a los principios centrales y a los supuestos básicos del inte raccionismo simbólico» (1977: 855), Gonos señaló que el trabajo de Goffman, especialmente Frame Analysis, encajaba mejor en el estructuralismo que en el interaccionismo simbólico. Sin embargo, otros pensadores han señalado que, después de todo, no se trató de un cambio propiamente dicho (Collins, 1986b; Perinbanayagam, 1985). Por ejemplo, Perinbanayagam describe la dramaturgia de Goffman como «un examen de los instrumentos y las técnicas de comunicación que usan los acto res» (1985: 66). Puede afirmarse que Goffman siempre se interesó tanto por los procesos de estructuración como por las estructuras, (Como Perinbanayagam señala, «la estructura es a la vez sustantivo y verbo» [1985: 75].) Así, en des acuerdo con Gonos, Perinbanayagam concluye que el análisis de los marcos de referencia y el interaccionismo simbólico son perspectivas «interdependientes» en la obra de Goffman (1985: 75). (Trataremos esta cuestión en el Capítulo 9,) Independientemente de si cambió o no su orientación, lo que es evidente es que las primeras obras sobre dramaturgia han ejercido una profunda influencia. Por ejemplo, David Snow, Louis Zurcher y Robert Peters (1984) han analizado recientemente las celebraciones de victoria de las multitudes en los partidos de fútbol como representaciones dramáticas; Jack Haas y William Shaffir (1982) han realizado un estudio sobre la profesión medica desde una perspectiva dra matúrgica; Zurcher (1985) ha examinado ta dramaturgia de los juegos; y Michio Kitahara (1986) se remontó a los mecanismos dramáticos (mostrar el ran go, desplegar naves, mostrar el armamento) utilizados por el Comodoro Ferry para abrir Japón a Occidente entre 1853 y 1854),
Grupos y sociedades La preocupación central del interaccionismo simbólico eran las interrelaciones entre el pensamiento y la acción del individuo, interés que le confirió una pers pectiva distintiva sobre las grandes estructuras de la sociedad. Blumer sobre las grandes estructuras sociales. Los interaccionistas simbó licos suelen criticar duramente la tendencia de otros sociólogos a centrarse en las macroestructuras. Como Rock señaló: «El interaccionismo descarta la ma yoría del pensamiento macrosociológico por considerarlo una metafisica in cierta c hiperambiciosa.., inaccesible para el examen inteligente» (1979: 238). Dmitri Shalin hace referencia a «las críticas interaccionistas dirigidas a la idea clásica del orden social como externo, atemporal, determinado en todo momen-
254
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
to, y resistente al cambio» (1986: 14). Rock también señaló que «mientras [el interaccionismo simbólico] no ignora completamente la idea de estructura so cial, su insistencia sobre la actividad y el proceso relega las metáforas estructu rales a un lugar secundario» (1979: 50). Blumer se sitúa a la cabeza de los que critican este «determinismo sociológico [por el que] se analiza la acción social de las personas como actos construidos por ellas a partir de su interpretación de las situaciones en las que se encuen tran» (1962/1969; 84). Este enfoque sobre los efectos constrictivos de las grandes estructuras sociales condujo a los sociólogos tradicionales a formular una serie de supuestos sobre el actor y la acción que diferian considerablemente de los de los interaccionistas simbólicos. En lugar de considerar a los actores como per sonas que definen activamente sus situaciones, los sociólogos tradicionales suelen reducir a los actores a «robots sin inteligencia en el nivel societal o grupal» (Manis y Meitzer, 1978: 7). En un esfuerzo por apartarse del determinismo implícito en esa postura que considera a los actores como robots, los interaccio nistas simbólicos adoptan una perspectiva harto diferente de las grandes estruc turas sociales, perspectiva que Blumer desarrolló competentemente Para Blumer la sociedad no se compone de macroestructuras. La esencia de la sociedad ha de buscarse en los actores y la acción: «La sociedad humana ha de considerarse como un conjunto de personas que actúan, y la vida de la socie dad consiste en las acciones que éstas realizan» (Blumer, 1962/1969: 85). La sociedad humana es acción; la vida grupal constituye una «actividad compleja en curso». Sin embargo, la sociedad no consiste en una serie de actos aislados. En ella se produce también una acción colectiva realizada por «individuos que acomodan unos a otros sus líneas de acción... participantes que se hacen indica ciones unos a otros, no sólo a sí mismos» (Blumer, 1969b: 16). Esto lleva a lo que Mead denominó acto social, y Blumer acción conjunta. Blumer aceptaba la idea de la emergencia, que implica que las grandes es tructuras emergen de los microprocesos (Morrione, 1988). De acuerdo con Maines, «la clave para entender el análisis de Blumer sobre las grandes organizaciones reside en su concepción de la acción conjunta» (1988: 46). Una acción conjunta no es simplemente la suma de todos los actos individuales, sino que tiene un carácter propio. Una acción conjunta, pues, no es externa o coercitiva para los actores y sus acciones; antes bien, la crean los actores y sus acciones. Para Blumer, el estudio de la acción conjunta es el dominio de la sociología. Su análisis nos sugiere que el acto conjunto es casi totalmente flexible, es decir, que la sociedad puede convertirse virtualmente en cualquier cosa que deseen los actores. Sin embargo, Blumer no quería ir tan lejos. Afirmaba que cada ejemplo de acción conjunta adoptaba formas diferentes, pero reconocía que la acción conjunta solía adoptar «formas reiterativas y firmemente estable cidas» (Blumer, 1969b: 17). Además de reconocer que la mayor parte de las Aunque Wood y W ardell (1983) reconocen que Blumer adopta esta perspectiva, afirman que Mead carecía de «sesgo aestructural». Véase también Joas (1981).
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
255
acciones conjuntas adoptaban formas pautadas, Blumer admitía también que esta acción se regía por sistemas de significados preestablecidos, como fa cultu ra y el orden social. Parece que Blumer reconocía la existencia y la importancia de las grandes estructuras. Sin embargo, estas estructuras desempeñan un papel sumamente limitado en el interaccionismo simbólico Por un lado, Blumer señalaba con frecuencia que las grandes estructuras eran poco más que «contextos» dentro de los cuales se enmarcan los aspectos verdaderamente importantes de la vida so cial: la acción y la interacción (1962/1969: 87). Las grandes estructuras estable cen las condiciones y limitan la acción humana, pero no la determinan. En su opinión, las personas no actúan dentro del contexto de estructuras tales como la sociedad; antes bien, actúan en situaciones. Las grandes estructuras son impor tantes en la medida en que dan forma a las situaciones en las que los individuos actúan y proporcionan a los actores el conjunto de símbolos establecidos que necesitan para actuar. Pero en su análisis sobre estas pautas preestablecidas Blumer se apresura a especificar que las «áreas de conducta no prescrita son tan naturales, autócto nas y recurrentes en la vida grupal humana como las áreas llenas de prescripcio nes preestablecidas y fielmente observadas de la acción conjunta» (1969b: 18). No sólo hay muchas áreas exentas de prescripciones, sino que la acción conjun ta tiene que ser creada y recreada de manera coherente incluso en las áreas prescritas. En el proceso de su creación y recreación los actores se guían por significados comúnmente aceptados, pero no están determinados por ellos. Pueden aceptarlos como son, pero también pueden introducir alteraciones de diferentes magnitudes. En los términos de Blumer, «es el proceso social en la vida grupal lo que crea y mantiene las normas, no las normas las que crean y mantienen la vida grupal» (1969b: 19). Es evidente que Blumer no deseó asignar a la cultura un estatuto indepen diente y coercitivo en su sistema teórico. Tampoco asignó este estatuto a las extensas relaciones de la vida grupal, o lo que comúnmente se denomina «es tructura social», entre ellas, a la división del trabajo. «Una red o una institución no funciona automáticamente en virtud de cierta dinámica interna o de determi nados requisitos; funciona debido a la acción de las personas en diferentes mo mentos y lugares, y esa acción es el resultado del modo en que definen la situa ción en ia que actúan» (Blumer, 1969b; 19),
PRINCIPIOS METODOLOGICOS Además de principios teóricos, el interaccionismo simbólico también incluye una serie de postulados metodológicos. En ei Capitulo 12 analizaremos algunas de las perspectivas más recientes en el interaccio nismo simbólico que asignan un papel más importante a las grandes estructuras y que señalan que Blumer adoptó esta postura {Blumer, 1990, Maines, 1989a, 1989b; Maines y Morrione. !990).
256
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Blumer sobre los métodos Blumer sentía un gran respeto por las dificultades que plantea el estudio de la acción y la interacción en el mundo real. A menudo hablaba del «carácter obs tinado» dei mundo real. Los sociólogos deben esforzarse constantemente por desarrollar modelos para su estudio. Deben desarrollar y comprobar en el mun do real modelos científicos, que sólo se demuestran útiles si nos ayudan a com prender ese mundo (D. Wellman, 1988). Blumer criticó duramente lo que él consideraba la tendencia hacia el cientifismo ciego en sociología (Shibutani, 1988). No rechazaba el uso de métodos cuantitativos, pero los creía menos útiles que la mayoría de los sociólogos con vencionales, Eran muchos los métodos que se habian demostrado útiles para la comprensión del mundo real (Maines, 1989b). Asimismo, Blumer (1956/1969) criticaba la tendencia a reducir la complejidad del mundo social a variables científicas. La correlación simplista de variables tendía a ignorar el proceso interpretativo, cuestión central para la comprensión de la vida social. Blumer se oponía al esquema teórico abstracto por razones semejantes; «se requiere en primer lugar una interpretación que ordene el mundo tal y como es, no un aná lisis de los hechos empíricos con la intención de comprobar si la teoria se ajusta a ellos» (1954/1969; 141). Blumer también criticaba muchos conceptos sociológicos que prescribían lo que los sociólogos deben estudiar en el mundo real. Estos conceptos violen tan enormemente la realidad de ese mundo. En lugar de los conceptos tradicio nales, Blumer recomendaba el uso de «conceptos sensibilizadores» (1954/1969: 148) que simplemente sugieren ei objeto de estudio y dónde buscarlo, y violen tan en menor grado el mundo real. Finalmente, Blumer aconsejaba el uso de la introspección simpática para estudiar la vida social. En otras palabras, cuando ios interaccionistas simbólicos investigan, deben ponerse en el lugar del actor que están estudiando para comprender la situación desde su punto de vista. Esta postura lleva a la preferencia de los métodos «suaves» frente a los «duros» en el interaccionismo simbólico. Sin embargo, Blumer no creía que tal preferencia fuera un reflejo de la inmadurez científica de la sociología; antes bien, indicaba la particularidad de su objeto de estudio Blumer no fue el único interaccionista simbólico que se preocupó por estas cuestiones metodológicas. Podemos apreciar en su justa medida uno de los cis mas que se produjeron en el interaccionismo simbólico si analizamos las dife rencias metodológicas entre Blumer, principal representante de la Escuela de Chicago, y Manford Kuhn, principal representante de la Escuela de lowa de interaccionismo simbólico (Couch, Saxton, y Katovich, 1986a, 1986b).
Véase Maines para un análisis de la postura de Blumer que conduce a una concepción «más dura» de la ciencia, concepción que im plica «teorización formal, conceptos definidos, investigación empírica, verificación de las hipótesis y proposiciones, y conocimiento científico acumulativo» (1989a: 394).
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
257
Blumer frente a Kuhn sobre los métodos. Las diferencias fundamentales en tre Biumer y Kuhn son metodológicas (Meitzer, Petras, y Reynolds, 1975). Como ya hemos visto, Blumer defendía una metodología distintiva para el estudio de la conducta humana, una metodología que no admitía generalizaciones. Manford Kuhn (1964), en cambio, acentuaba la unidad del método científico; todos ios campos científicos, incluida la sociología, debían tender hacia la generalización y la formulación de leyes. Aunque Blumer y Kuhn coincidían al menos en uno de ios objetos de estudio más importantes del interaccionismo simbólico —«qué sucede “dentro de las cabezas” de los humanos» (Meitzer, Petras, y Reynolds, 1975: 57)— disentían en lo referente al modo en que debia estudiarse. Blumer aconsejaba ei uso de ia introspección simpática para entrar en el mundo del actor y verio tal como es. Los sociólogos deben usar su intuición para adoptar ei punto de vista de los actores que están estudiando, y llegar incluso a usar las mismas categorías que ellos utilizan. A Kuhn le interesaba este mismo fenómeno empírico, pero recomendaba a los sociólogos que recha zaran tas técnicas acientíficas y recurrieran a índices abiertamente conductuales de lo que sucede en la mente de los actores. Por ejemplo, las respuestas de los entrevistados a una serie de preguntas deben constituir datos con los que ha de trabajar el interaccionista simbólico, no la intuición «acientífica» y «no fia ble» del sociólogo. Además, Blumer aceptaba conceptos sensibilizadores menos formales y re chazaba el uso de conceptos operacíonales más científicos para definir el mun do real. Kuhn prefería los métodos científicos tradicionales consistentes en usar variables investigables y definiciones operacionales. Por ejemplo, Kuhn operacionalizó el concepto de self, un concepto sumamente vago en el interaccionis mo simbólico tradicional, como respuesta a la pregunta «¿Quién soy?». Las respuestas que daban las personas a esta pregunta podían constituir manifesta ciones empíricas del se lf También criticaba Blumer las variables sociológicas utilizadas como herramientas mecanicistas, pero Kuhn las aceptaba y usaba. Mientras Blumer percibía la existencia de importantes elementos de imprevisibilidad en la acción humana, Kuhn sostenía que la acción estaba socialmente determinada, por lo que podía estudiarse científicamente la búsqueda de las causas antecedentes de la acción. Finalmente, mientras Blumer tendía a pensar en términos de procesos continuados, Kuhn solía hacerlo en términos más está ticos, más susceptibles también de estudio científico. La interpretación de Blumer de las ideas de Mead. El debate entre los de fensores de Blumer y los de Kuhn aún continúa vigente, pero la orientación de Blumer sigue ocupando una posición predominante en el interaccionismo sim bólico. Sin embargo, recientemente se ha formulado la pregunta de sí Blumer fue tan fiel a sus raíces meadianas como proclamaba (Lewis y Smith, 1980; Warshay y Warshay, 1986) Clark McPhail y Cynthia Rexroat (1979) identiS o b r e las a m b i g ü e d a d e s de la u b r a de M e a d , e s p e c i a l m e n t e en su M e n te , p e r s n iia iso c ied a d , y la in ip o sib itid ad de lleg ar a u n a ú nica i n ter p retació n , véase F in e y K le in m a n (1986).
258
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ficaron marcadas diferencias entre las orientaciones metodológicas de Mead y de Blumer, En virtud de la influencia del condüctismo, Mead estaba más orien tado hacia la ciencia «dura» que Blumer y, en realidad, tal vez se aproximara más a la visión de Kuhn que a la de Blumer. McPhail y Rexroat señalaron acerca de sus diferencias; «El acento de Mead sobre la observación sistemá tica y ta investigación experimental difiere considerablemente de la metodolo gía naturalista de Blumer... La investigación naturalista ni complementa ni am plia la perspectiva metodológica de Mead, y el marco teórico de Blumer no es apropiado para la investigación y el desarrollo de las ideas teóricas de Mead» (1979: 449). Blumer (1980) respondió acaloradamente a las acusaciones de McPhail y Rexroat. Afirmó que «interpretaban muy erróneamente» sus ideas sobre la rea lidad social y el estudio naturalista, asi como las ideas de Mead sobre la conduc ta social y el método científico. McPhail y Rexroat (1980) replicaron que la respuesta de Blumer no especificaba criterio alguno para afirmar que ellos le interpretaban erróneamente, ni aportaba pruebas sistemáticas para defender su postura. Acusaron a Blumer de no citar los pasajes relevantes de la obra de Mead en su contraargumento. McPhail y Rexroat afirmaron que en muchos casos Blumer «sólo afirma que su interpretación de Mead es ta correcta» (1980: 420). Al final, vemos a Blumer proclamando que su interpretación de Mead es la correcta y a McPhail y Rexroat negándolo. Aunque este debate tiene interés todavía, el hecho histórico es que fue la interpretación de Blumer de la posición de Mead, no la posición metodológica del propio Mead, la que se erigió como predominante en el interaccionismo simbólico. La cuestión clave del debate entre Blumer y McPhail y Rexroat es la cues tión científica de lo «duro» frente a lo «blando». Para Blumer, la intención de McPhail y Rexroat era promover una imagen de ciencia «dura» de la teoria meadíana: Puedo discernir lo que realm ente tienen en m ente M cPhail y Rexroat en su iden ti ficación de las diferen cias m eto d o ló g ica s y o n to ló g ica s entre M ead y yo. Su inten ción fundam ental es ju stifica r y prom over un m étodo e sp e c ific o de in vestigación cien tífica basado en exp erim en tos controlados. Sin em bargo, s e proclam an seg u i dores de G eorge Herbert M ead y por tanto se ven en la ob lig a ció n de interpretarlo de una manera que apuntale su propia orien tación m etod ológica. Y lo intentan hacer de dos maneras. En primer lugar, interpretan el pensam iento de M ead sobre el «m étod o c ie n tífic o s de manera que ap oye su propia preferencia m eto d o ló g ica . En segundo lugar, se esfuerzan por describir el «con d ü ctism o so cia l» de M ead de m odo que su descripción se ajuste a su com p rom iso experim ental o cuasi ex p eri mental. (B lu m er, 1980: 4 1 4 -4 1 5 )
En su respuesta a Blumer, McPhail y Rexroat afirmaron que Mead era par tidario de ambos métodos, el experimental y el no experimental. Fuera o no esto cierto, la cuestión es que McPhail y Rexroat eran más partidarios que Blumer de
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
259
una ciencia «dura», de un enfoque experimental sobre el interaccionismo sim bólico. La cuestión es si las formas complejas de conducta social son suscepti bles de análisis experimental. Mientras Blumer creía que no lo eran, McPhaíl y Rexroat pensaban que sí. He aqui, al menos parcialmente, una versión más re ciente del debate entre Blumer y Kuhn.
CRITICAS Una vez analizadas las ideas del interaccionismo simbólico, particularmente las de Mead. Blumer y Goffman, enumeraremos ahora algunas de las principales criticas que ha recibido esta perspectiva. La primera crítica es que la corriente principal del interaccionismo simbóli co ha rechazado demasiado impetuosamente las técnicas científicas convencio nales. Eugene Weinstein y Judith Tanur lo expresaron de manera muy adecua da: «Que los contenidos de la conciencia sean cualitativos no implica que su expresión externa no pueda ser codificada, clasificada e, incluso, explicada» (¡976: 105), La ciencia y el subjetivismo no se excluyen mutuamente. En segundo lugar, Manford Kuhn (1964), William Kolb (1944), Bernard Meltzer, James Petras, Larry Reynolds (1975) y muchos otros han criticado la vaguedad de conceptos esenciales de Mead tales como la mente, el self, el yo y el mí. En términos generales, Kuhn (1964) habló de la existencia de ambigüe dad y contradicciones en la teoría de Mead. Además de la teoría meadiana, estos autores han criticado otros muchos conceptos básicos del interaccionismo simbólico calificándolos de confusos e imprecisos y, por tanto, incapaces de proporcionar firmes pilares a la teoría y la investigación. Resulta dificultoso, si no imposible, operacionalizar esos conceptos debido a su imprecisión; el resul tado es la imposibilidad de generar proposiciones verificables (Stryker, 1980), La tercera critica al interaccionismo simbólico es que ignora o asigna esca sa importancia a las grandes estructuras. Algo más sorprendente es la cuarta crítica: que el interaccionismo simbólico no es suficientemente microscópico, que ignora la importancia de factores tales como lo inconsciente y las emocio nes (Meltzer, Petras, y Reynolds, 1975; Stryker, 1980). El interaccionismo sim bólico ha sido criticado también por ignorar factores psicológicos tales como tas necesidades, los motivos, las intencion'*s y las aspiraciones. En su esfuerzo por negar la existencia de fuerzas inamovibles que impulsan la acción del actor, los interaccionistas simbólicos se han concentrado en los significados, los sím bolos, la acción y la interacción. Ignoran factores psicológicos que podrían im pulsar al actor, y esta actitud corre en paralelo con su ignorancia de las grandes constricciones societales sobre el actor. Por ambas razones, los interaccionistas simbólicos han sido acusados de hacer de la vida cotidiana un «fetiche» (Melt zer, Petras, y Reynolds, 1975: 85). Esto, a su vez, les conduce a acentuar en demasía ia situación inmediata y a sentir una «preocupación obsesiva por lo pasajero, io episódico y lo fugaz» (Meltzer, Petras, y Reynolds, 1975: 85),
260
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
De todas las críticas que ha recibido esta perspectiva, la más importante es por su tendencia a ignorar o a asignar poca importancia a las grandes estructu ras sociales. Esta crítica ha adoptado diferentes formas. Por ejemplo, Weinstein y Tanur afirmaron que el interaccionismo simbólico ignora la interconexión de los resultados: «.La preocupación de la sociología qua sociología son los resul tados agregados que forman los vínculos entre episodios de la interacción... El concepto de estructura social es necesario para analizar la increíble densidad y complejidad de las relaciones que interconectan los episodios de interacción» (1976: 106). Sheldon Stryker afirmó que el microenfoque del interaccionismo simbólico «minimiza o niega los hechos de la estructura social y la influencia de los aspectos macroorganizativos de la sociedad sobre la conducta» (1980: 146). Meitzer, Petras, y Reynolds llegaron a identificar esta debilidad en el nivel estructural como uno de !os principales problemas del interaccionismo simbólico: D e todas la.s supuestas d ificu ltad es del paradigm a del interaccionism o sim b ólico, dos se destacan co m o las m ás im portantes: ( I ) escasa atención a las em o cio n es humanas, y (2 ) despreocupación por la estructura socia l. En e fecto , la primera de ellas im plica que el interaccionism o sim b ó lico no es su ficien tem en te p sico ló g ic o , y la segunda sugiera que la interacción sim b ólica no es su ficien tem en te socio ló g ica . (M eitzer, Petras, y R eyn old s, 1975: 120)
RESUMEN Este capitulo comienza con un breve análisis de las raíces del interaccionismo simbólico en el pragmatismo filosófico (ta obra de John Dewey) y el conductis mo psicológico (la de John B. Watson). El interaccionismo simbólico nació durante los años veinte en la Universidad de Chicago, a partir de la confluencia del pragmatismo, del conductismo y de otras influencias, como la sociología simmeliana. El interaccionismo simbólico que surgió entonces se oponía radicalmente al reduccionismo psicológico del conductismo y al determinismo estructural de teorías de orientación macrosociológica tales como el funcionalismo estructu ra!. Se orientó de un modo distintivo hacia las capacidades mentales de los actores y su relación con la acción y la interacción. Estas cuestiones se conce bían en términos de procesos; existía escasa propensión a considerar al actor impulsado por estados psicológicos internos o por fuerzas macroestructurales. La teoría más importante y distintiva del interaccionismo simbólico es la de George Herbert Mead. En lo esencial, la teoría de Mead asignaba primacía y prioridad al mundo social. Es decir, la conciencia, la mente, el self, etcétera, emergen del mundo social. La unidad básica de su teoría social es el acto, que incluye cuatro fases dialécticamente relacionadas: impulso, percepción, mani pulación y consumación. Un acto social implica dos o más actores, y el meca
INTERACCIONISMO SIMBOLICO
261
nismo básico del acto social es el gesto. Mientras los animales inferiores y los humanos son ambos capaces de mantener una conversación de gestos, sólo los humanos están capacitados para comunicar el significado consciente de sus gestos. Los humanos son distintivamente capaces de crear gestos vocales, y esto conduce a la capacidad peculiarmente humana de desarrollar y usar símbo los significantes. Los símbolos significantes conducen al desarrollo del lengua je y a la capacidad distintiva de los humanos para comunicarse entre sí en el pleno sentido del término. Los símbolos significantes también hacen posible el pensamiento y la interacción simbólica. Mead analiza una serie de procesos mentales que forman parte del proceso social general, incluidos la inteligencia refiexiva, la conciencia, las imágenes mentales, el significado y, en términos más generales, la mente. Los humanos poseen la capacidad peculiar de emprender una conversación interna consigo mismos. Desde el punto de vista de Mead los procesos mentales se derivan del proceso social y no están ubicados en el cerebro. El self es la capacidad de verse a sí mismo como un objeto social. Así pues, el self surge del proceso social. El mecanismo general del self es la capacidad de las personas de ponerse en el lugar de otros con el fin de actuar como esos otros actúan y verse a si mismas como las ven otros. Mead ubica la génesis del self en las etapas del juego y del deporte de la infancia. De especial importancia es el otro generalizado, que emerge en la etapa del deporte. La capacidad de verse desde el punto de vista de la comunidad es esencial tanto para la emergen cia del self como para la de las actividades grupales organizadas. El self tam bién incluye dos fases: el «yo», los aspectos imprevisibles y creativos del self, y el «mí», el conjunto organizado de actitudes de los demás asumido por el actor. Mientras el control social se manifiesta a través del «mí», el «yo» constituye la fuente de innovación de la sociedad. Mead expresó pocas ideas acerca de ia sociedad, considerada por él como la totalidad de procesos sociales en curso que preceden a la mente y al self. Mead carecía de una concepción macro de la sociedad. Definía las instituciones como poco más que hábitos colectivos. Los principios básicos del interaccionismo simbólico son: 1. 2. 3.
4. 5.
A diferencia de los animales inferiores, los seres humanos están dota dos de capacidad de pensamiento. La capacidad de pensamiento está modelada por la interacción social. En la interacción social las personas aprenden los significados y los símbolos que les permiten ejercer su capacidad de pensamiento distinti vamente humana, Los significados y los símbolos permiten a las personas actuar e inte ractuar de una manera distintivamente humana. Las personas son capaces de modificar o alterar los significados y los símbolos que usan en la acción y la interacción sobre la base de su interpretación de la situación.
262
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
6.
7.
Las personas son capaces de introducir estas modificaciones y altera ciones debido, en parte, a su capacidad para interactuar consigo mis mas, lo que les permite examinar los posibles cursos de acción, y valo rar sus ventajas y desventajas relativas para luego elegir uno. La pautas entretejidas de acción e interacción constituyen los grupos y las sociedades.
En el contexto de estos principios generales hemos pretendido exponer con claridad la naturaleza de la obra de varios de ios más importantes pensadores enmarcados en la tradición simbólico-interaccionista, entre ellos Charles Hor ton Cooley, Herbert Blumer, Morris Rosenberg y el más importante, Erving Goffman, Exponemos con detalle el análisis dramatúrgico de Goffman del self y, relacionadas con ese análisis, sus obras sobre la distancia de rol y el estigma. Sin embargo, creemos preciso señalar que en las últimas obras de Goffman se aprecia fácilmente una tendencia que era débil en sus primeras obras: el análisis estructural. Aunque en este libro no nos interesa la metodología per se, analizamos en este capítulo algunos de los principios metodológicos del interaccionismo sim bólico porque eilo nos ayuda a comprender mejor su orientación teórica. De especial importancia aquí es el debate entre Blumer, representante de la orien tación «blanda» de la Escuela de Chicago, guiada por la intuición, y Manford Kuhn, defensor del enfoque «duro» característico de la Escuela de lowa. Aun que este debate continúa vigente, el enfoque de Chicago ha predominado en el interaccionismo simbólico. Terminamos el capítulo con una serie de críticas que ha recibido la perspec tiva, en particular la referida a su debilidad en el nivel de los macrofenómenos.
CAPITULO
6
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Las teorías de Alfred Schutz La construcción social de la realidad ETNOMETODOLOGIA Definición de la etnometodologia Diversificación de la etr^ometodología Ejemplos de etnometodologia Críticas a la sociología tradicional Presiones y tensiones de la etnometodologia
263
264
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Al igual que cl interaccionismo simbòlico, la sociologia fenomenoiógica y la etnometodoiogía se centran en cl análisis del mundo cotidiano, aunque de una manera que, como podremos apreciar, difiere de los enfoques de Mead, Blumer y Goffman. Si bien la sociologia fenomenoiógica constituye !a tradición más antigua e incluso una fuente clave para el desarrollo de la etnometodoiogía, en la actualidad ocupa un lugar secundario en relación con la etnometodoiogía debido al gran interés que ha despertado ésta última por todo el mundo. Sin embargo, dadas sus fuertes raices filosóficas y teóricas, no sería de extrañar que se produjera un nuevo resurgir del interés en la fenomenologia. La sociologia fenomenoiógica y la etnometodoiogía suelen analizarse jun tas. George Ritzer ( 1975a, 1975b) las ha considerado dos componentes teóricos del «paradigma de la definición social»; Monica Morris (1977), ias veía como dos variantes de lo que ella denominó «sociología creativa»; Jack Douglas ( 1980) y Andrew Weigert ( 198 i ) las incluyen dentro del encabezamiento «sociologías de la vida cotidiana»; y Richard Hilbert (1986) las considera variantes del «cons tructivismo social ‘». Aunque pueden identificarse importantes semejanzas en tre ellas, también tienen marcadas diferencias, hecho que nos impulsa a analizar las dos teorias por separado.
SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS Los exponentes contemporáneos de la sociología fenomenoiógica y la etnome todoiogía ubican sus raíces intelectuales en el trabajo filosófico de Edmund Husserl (1859-1938), Muchas de sus ideas inspiran una serie de aspectos con temporáneos de la sociología fenomenoiógica. Y lo que es más importante, cons tituyeron la fuente principal de inspiración de la obra de Alfred Schutz. Schutz tomó la filosofía de Husserl y la transformó en sociologia, y es esa orientación la que influyó tanto en la sociologia fenomenoiógica como en la etnometodologia. La sociología fenomenoiógica contemporánea se relaciona directamente con la obra de Schutz. La infiuencia de Husserl sobre la etnometodoiogía es menos directa. Harold Garfinkel, el fundador de la etnometodoiogía, estudió con Schutz, y es la adaptación de Garfinkel (y sus seguidores) de las ideas de Schutz ia base fundamental de la etnometodoiogía. Pueden identificarse importantes semejanzas entre las dos teorías. Ambas se ocupan del modo en que las personas producen activamente y mantienen los significados de las situaciones. También se interesan por el modo en que las acciones de las personas constituyen las situaciones. Además, ambas analizan la vida cotidiana, es decir, las actividades mundanas y comunes que las perso nas realizan en la sociedad. El significado, la producción de la situación social ' E stas n o so n las ú n ic a s te o r í a s a n a l i z a d a s b a j o e s to s e n c a b e / a m i e i i t o s . T a m b i é n se i n c l u yen el i n t e r a c c i o n i s m o si m b ó l i c o , q u e h e m o s a n a l i z a d o e x h a u s t i v a m e n t e en el C a p i t u l o 5, y la so c i o lo g í a e x i s te n c i a l , q u e a n a l i z a r e m o s en el C a p í t u l o 9.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
265
y un interés por la vida cotidiana no son los únicos elementos básicos que tienen en común ambas teorías, pero ilustran las preocupaciones que comparten. A pesar de estas y otras semejanzas, muchos partidarios de ambas teorías parecen coincidir en que existen diferencias marcadas entre ambas y que por esta razón es preferible mantenerlas separadas. Por ejemplo. James Heap y Phi llip Roth (1973) afirman que la etnometodología implica una combinación de fenomenología y de elementos de sociología, que ha producido un dominio ex clusivo e independiente de estudio. De modo similar, Don Zimmerman afirmó que a pesar de su herencia intelectual común, las dos teorías no son equivalen tes: «En rigor, el término “fenomenològico” es inapropiado como descripción universal de las herramientas de trabajo, de los métodos y de los problemas de la etnometodología, y ello se debe a que empaña la distinción entre herencia y contenido intelectual» (1978; 8). Aunque la fenom enología— tanto la filosófica como la sociológica— influyó en la etnometodología, ésta también se inspiró en la lingüística, la antropología e incluso en la corriente principal de la sociología. La etnometodología ha combinado la fenomenología con estas otras fuentes para crear una orientación teórica que se puede identificar con la fenomenolo gía (Sharrock y Anderson, 1986), Una diferencia clave entre las dos teorías reside en la metodología. En ge neral, debido a la influencia de Schutz, una buena parte de las primeras obras de sociología fenomenològica es conceptual y teórica (Freeman, 1980). Durante algún tiempo, la sociología fenomenologica realizó relativamente poca investi gación empírica, es decir, pocos experimentos, investigaciones o estudios de observación. Algunos consideraron este hecho como algo intrínseco a la socio logía fenomenològica, pero otros pensaron que era una etapa del desarrollo de la teoría. Se ha producido un aumento moderado del interés por la investigación en sociología fenomenològica (Psathas, 1989), en gran parte influido por el constructivismo social de Berger y Luckmann (1967) (véase más abajo), quíenes, a su vez, se han inspirado en las ideas de Schutz. Psathas (1973) se cuenta entre los que creen que los sociólogos fenomenólogos realizarán más investiga ción empírica en el futuro. En cambio, desde sus inicios hasta nuestros días, la etnometodología ha sido y es altamente empírica, y ha producido muchísimos más estudios empíri cos que análisis teóricos o tratados filosóficos. En efecto, la etnometodología se nutre de estos estudios de investigación para derivar de ellos ideas teóricas. Entre estos estudios se cuentan el análisis de conversaciones telefónicas, artícu los periodísticos, procedimientos judiciales, discursos políticos e incluso del modo de andar de las personas. Para llevarlos a cabo los etnometodólogos han utilizado métodos que apenas difieren de los utilizados por la corriente princi pal de la investigación sociológica. Por lo general los etnometodólogos han utilizado una numerosa serie de métodos: trabajo de campo extensivo e intensi vo que implica observación directa, observación participante, análisis docu mental, etc. También han desarrollado ciertas metodologías distintivas. Una de las primeras que se utilizaron (aunque en la actualidad apenas se usa) son los
266
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
denominados experimentos de violación de normas (véase más abajo) desarrolla dos por Garfinkel como un modo de demostrar los principios fundamentales de la etnometodologia. El investigador se introduce en un escenario social, viola (o quebranta) las normas que lo rigen, y luego estudia la reacción de los actores ante ese quebrantamiento. Entre otras cosas, el etnometodólogo se interesa por el modo en que las personas construyen o reconstruyen la realidad social. Otro método bastante distintivo de la etnometodologia es el análisis minucioso de cintas grabadas de audio y vídeo. Los etnometodólogos se interesan por el aná lisis conversacional, para el que son sumamente útiles las cintas grabadas. Las grabaciones son esenciales para el análisis conversacional porque constituyen ta única manera de poder captar los pequeños detalles de las conversaciones entre las personas. El estudio de esos detalles requiere el examen exhaustivo de conversaciones reales con el fm de identificar y analizar fenómenos tales como el modo en que las personas se turnan para hablar (véase abajo). Además, como su discurso constituye una acción social, las grabaciones proporcionan la posi bilidad de descubrir et modo en que se organizan esas acciones, sus rasgos sistemáticos y sus regularidades. Las cintas de vídeo se han demostrado parti cularmente útiles para el análisis de conductas tales como el modo de andar, la comunicación cara a cara y la interacción en diversos escenarios sociales. Robert Freeman (1980) creía que estas diferencias metodológicas se deri vaban de diferencias más fundamentales entre los enfoques concretos de ambas teorías. Los sociólogos fenomenólogos sienten gran preocupación por la con ciencia. Los etnometodólogos, dentro de la tradición de la fenomenología, aceptan la importancia fundamental de la conciencia en la vida social. Sin embargo, dado que hunden sus raices en la sociología tradicional, tienden a centrarse en actividades sociales que son empíricamente observables. Uno de los problemas más arduos de la historia de todas las sociologías ha sido encontrar un modo de estudiar empíricamente los aspectos subjetivos y las actividades de la conciencia. Al igual que otros teóricos, los fenomenólogos tampoco han sido capaces de resolver este problema. Consecuentemente, su mayor esfuezo ha consistido en filosofar, teorizar o reflexionar sobre el funcio namiento de la conciencia y la construcción del significado. La «investigación» de los fenomenólogos se ha basado siempre en estudios de si tnísmos y de sus propias experiencias. Así, Schutz (1976b, 1976c) escribió ensayos sobre el «ex traño» y el «huesped» basándose en sus propias experiencias. Algunos fenome nólogos han desarrollado recientemente métodos sistemáticos para el análisis de las experiencias subjetivas de otros tal y como son recogidas por el entrevis tador. Si bien no es posible el acceso directo a la subjetividad, es posible acer carse a ella de modo indirecto mediante la escucha atenta del entrevistado y el análisis de las respuestas abiertas en tos cuestionarios. Aceptando esta informa ción tal y como se presenta, el investigador de orientación fenomenològica in tenta comprender lo que experimentan otras personas. El análisis se dirige, pues, hacia el intento de explicar las estructuras de esas experiencias con objeto de discernir sus rasgos comunes o fundamentales. Estos estudios muestran que.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOIOGIA
267
aunque no hay acceso directo a la conciencia o a las experiencias subjetivas de otros, es posible comprender su naturaleza y contenido mediante las expresio nes de otros y la información que proporcionan. Mientras los fenomenólogos han encontrado serias dificultades en el inten to de analizar empíricamente la subjetividad, los etnometodólogos apenas se han topado con problemas porque eligen el estudio de fenómenos más objeti vos, En concreto, el análisis que los etnometodólogos hacen de las actividades observables derivadas de procesos conscientes es más factible porque puede basarse en los métodos tradicionales de investigación sociológica. Haciendo hincapié en las diferencias, Mary Rogers afirma que «la etnometo doiogía se aleja de la fenomenología en lo tocante a sus conceptualizaciones y métodos» (1983: 117). Señala que la etnometodoiogía hace escaso uso de la terminología fenomenoiógica, generalmente ignora las ideas de los fenomenóiogos posteriores a Schutz y, lo que es más importante, «los etnometodólogos hacen escasa referencia a la conciencia humana y no adpotan una postura clara con respecto a ella» (Rogers, 1983: 117), Aquí, Rogers parafrasea una de las expresiones más conocidas de Garfinkel: «Nada de lo que hay en las cabezas de los actores interesa a la etnometodoiogía; sólo hay cerebros» (1983: 119). En otras palabras, al observador le es imposible estudiar pensamientos, ideas, creen cias, supuestos, etc, que se producen en el interior de la cabeza; deben descubrirlos sólo tal y como se manifiestan en lo que las personas dicen y hacen. Lo único que es empíricamente observable son las acciones de las personas, entre ellas su discurso. Para los etnometodólogos basta con eso, porque es lo único realmente accesible. Mediante el examen de las acciones, los etnometodólogos pueden descubrir cómo se produce y organiza la vida social. Pero criticos como Rogers señalan que hay más tarea que realizar con la conciencia de la que realizan ios etnometodólogos. La fenomenología tiene más que decir no sólo acerca de esta cuestión, sino también de los fenómenos macroscópicos porque «la etrjómetodoiogía no'presta atención explítica a las instituciones, a las colectividades, al acervo social de conocimiento y a otras realidades sociales macro» (Rogers, 1983: 130). En otras palabras, desde el punto de vista de Rogers, a diferencia de la fenomenologia, la etnometodoiogía no es ni microscópica (el análisis de la conciencia) ni macroscópica (el análisis de la cultura y las instituciones sociales). Indudablemente se aprecian importantes diferencias entre la sociología fe nomenoiógica y la etnometodoiogía, pero también hay marcadas semejanzas entre ambas. Quizás la mejor conclusión es la que nos ofrecen Maynard y Clayman (en prensa), quienes afirman que en los estudios etnometodológicos se manifiesta una «sensibilidad fenomenoiógica»,
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Como hemos visto, la fuerza de la sociología fenomenoiógica reside en su tra bajo teórico, y ei principal teórico relacionado con este enfoque es Alfred Schutz. Por tanto, dedicamos el grueso de este apartado a su obra, aunque también ana
268
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
lizaremos un esfuerzo teórico destacado derivado en buena parte de la perspec tiva de Schutz: The Social Consíruction ofR eality [La construcción social de la realidad], de Peter Berger y Thomas Luckmann.
Las teorías de Alfred Schutz Intersubjetividad. En términos generales, la sociología fenomenológica de Schutz se centra en la intersubjetividad. El estudio de la intersubjetividad busca respuesta a preguntas como las siguientes: ¿Cómo conocemos otras mentes?, ¿cómo conocemos otros self?, ¿cómo se produce la reciprocidad de perspecti vas? ¿cómo se produce la comprensión y la comunicación recíproca? El mundo intersubjetivo no es un mundo privado; es común a todos. Existe «porque vivimos en él como hombres entre otros hombres, con quienes nos vinculan influencias y labores comunes, comprendiendo a los demás y siendo comprendidos por ellos» (Schutz, 1973: 10). La intersubjetividad existe en el «presente vivido» en el que nos hablamos y nos escuchamos unos a otros. Compar timos el mismo tiempo y espacio con otros, «Esta simultaneidad es la esencia de la intersubjetividad, significa que capto la subjetividad del alter ego al mismo tiempo que vivo en mi propio flujo de conciencia... Y esta captación en simulta neidad del otro, así como su captación recíproca de mí, hacen posible nuestro ser conjunto en el mundo» (Natanson, 1973: xxxii-xxxüi; cursivas añadidas). La frase de la cita anterior que está en cursiva nos proporciona la esencia del pensamiento de Schutz sobre la intersubjetividad. A Schutz no le interesaba la interacción física de las personas, sino ei modo en que se comprenden recí procamente sus conciencias, la manera en que se relacionan intersubjetivamen te unas con otras. Así, miéntras Husserl identificaba el ego trascendental como su preocupa ción central, Schutz dio un giro exterior a la fenomenología para analizar el mundo intersubjetivo, el mundo social. (Si bien es esta una importante diferen cia, no debemos perder de vista el hecho de que ambos pensadores se centraron en la intersubjetividad, Husserl dentro del reino de la conciencia y Schutz en el mundo social,) Tipificaciones y Recetas. Las personas desarrollan y usan tipificaciones (constructos de primer orden) en el mundo social. En cualquier situación que se da en el mundo de la vida cotidiana, una acción viene {^.eterminada «por un tipo cons tituido en experiencias anteriores» (Schutz y Luckmann, 1973: 229). Las tipifi caciones ignoran los rasgos individuales y particulares y se centran sólo en características genéricas y homogéneas. Mientras tipificamos rutinariamente a los demás, las personas también se auto-tipifican: «Hasta cierto punto, et hombre tipifica su propia situación dentro del mundo social y las diversas relaciones que tiene con sus semejantes y con tos objetos culturales» (Schutz, 1976: 233). La tipificación adopta muchas formas. Cuando llamamos a algo por su nombre
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
269
(por ejemplo, hombre, perro), estamos tipificando. En términos generales, siempre que hacemos uso del lenguaje, estamos tipificando; de hecho, Schutz llama al lenguaje «el medio tipificador par excellence» (1973: 75). Al lenguaje se le puede considerar una «mina» de tipologías de la que nos servimos para dar sentido al mundo social. La relación entre las tipificaciones y el lenguaje evidencia que las tipifica ciones existen en la sociedad, y que las personas adquieren y almacenan tipifi caciones a través del proceso de la socialización y, de hecho, durante toda su vida. Las tipologías que usamos se derivan de la sociedad y son socialmente aprobadas. Han superado !a prueba del tiempo y han llegado a institucionalizar se como herramientas tradicionales y habituales para la vida sociaL Si bien el individuo puede crear algunas tipificaciones, la mayoría de ellas son preconstituidas y derivadas de la sociedad. En algunas ocasiones, Schutz habla de recetas cuando analiza las tipificacio nes, y con frecuencia utiliza ambos términos como sinónimos. Las recetas, como ¡as tipificaciones, «sirven de técnicas para comprender o, por lo menos, controlar aspectos de... la experiencia» (Natanson, 1973a: xxix). Las recetas, sin embargo, tienden a tener relación con las situaciones, mientras las tipificaciones se refie ren más bien a las personas. Las personas utilizan las recetas para controlar el millar de situaciones en las que se encuentran todos los días. Así, cuando alguien nos saluda con la receta «¿qué tal estás?» respondemos con la receta «bien, ¿y tú?» Y recurriendo a la analogía del arte culinario, Schutz señala que nos servi mos de «un conocimiento de libro de recetas culinarias... para tratar las cuestio nes rutinarias de la vida cotidiana.,, La mayoría de nuestras actividades diarias, desde levantamos hasta ir a dormir, son de este tipo. Se realizan de acuerdo con recetas que se reducen a hábitos culturales de trivialidades que no se cuestio nan» (1976a: 73-74). Incluso cuando nos encontramos en situaciones problemáticás o inusuales, lo primero que hacemos es recurrir a nuestras recetas. Sólo cuando vemos con claridad que no sirven, las abandonamos e intentamos crear, desarrollar mentalmente, nuevas fórmulas para manejar las situaciones. Schutz y Luckmann (1973: 231) subrayan las condiciones bajo las cuales las situaciones se hacen problemáticas y las personas se ven en la necé^dad de crear nuevas fórmulas para manejarlas (nuevas recetas y tipificaciones).'^Si no disponen de una receta válida para manejar una situación nueva, o si una receta no les permite manejar la situación que supuestamente deben controlar, las per sonas se ven en la necesidad de crear una nueva. Dicho de otro modo, cuando el acervo de conocimiento actualmente disponible no es suficiente, la persona debe crear e incorporar a él nuevas recetas (o tipificaciones). Debido a la existencia recurrente de situaciones problemáticas, las personas no pueden confiar plenamente en las recetas y tipificaciones. Deben ser sufi cientemente capaces de adaptarse a circunstancias imprevistas. Las personas necesitan tener una «inteligencia práctica» para manejar las situaciones impre vistas, deben tener en mente líneas alternativas de acción y crear nuevas fórmu las para manejar las situaciones.
270
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ALFRED SCHUTZ; Reseña biográfica Alfred Schutz no llegó a ser muy conocido du rante su vida y hace pocos años que su obra comenzó a atraer la atención de muchos soció logos. Aunque su escasa fama se debía en parte a su orientación inlelectuai — un interés por ia fenomenología entonces muy infrecuente— su insólita carrera como sociólogo responde a una causa más importante. Nacido en Viena, Austria, en 1899, Schutz estudió en ia Universidad de Viena (Wagner, 1983). Inmediatamente después de terminar la carrera de Derecho, comenzó a trabajar en ei mundo de la banca. Aunque económicamente se sentía recompensado, este mundo no satis facía su necesidad de dar un significado más profundo a su vida. Schutz encontró ese significado en su trabajo sobre ia sociología fenomenoiógica. Durante los años veinte no fue un académico, pero muchos de sus amigos sí io eran y participó en numerosas tertulias y debates informales (Prendergast, 1986). Schutz se inspiró en ia teoría weberiana, especialmente en la obra de Weber sobre la acción y el tipo ideal. Si bien se sintió enormemente impresionado por la obra de Weber, intentó superar sus debilidades inte grando ideas de los filósofos Edmund Husserl y Henri Bergson. De acuerdo con Christopher Prendergast (1986), Scliutz deseaba proporcionar a la es cuela de economía austríaca una teoría científica y subjetiva de la acción. Estas influencias ie impulsaron a publicar en 1932 un libro que cobraría gran importancia para ia sociología, The Phenomenology of the Social World [La fenome^nología dei mundo social]. No se tradujo al inglés hasta 1967 y por ello los Estados Unidos hubieron de esperar treinta y cinco años para poder apreciar su obra. Cuando se acercaba el estallido de la Segunda Guerra Mundial Schutz emigró, tras un corta estancia en París, a tos Estados Unidos, donde duran te muchos años dividió su tiempo entre su actividad como consejero legal de varios bancos y ia enseñanza y escritura en ei campo de la sociología feno menoiógica. Simultáneamente a su trabajo en la banca, Schutz comenzó a impartir clases en 1943 en la New School for Social Research de ia ciudad de Nueva York. Como señaló Richard Grathoff, el resultado fue «que el
El mundo de la vida. El mundo de la vida (o Lebenswelt), es la denominación (derivada de Husserl) que dio Schutz al mundo en el que la intersubjetividad y la utilización de tipificaciones y recetas tienen lugar, Schutz utiliza muchos términos para comunicar lo que quiere decir con este término, entre ellos el «mundo del sentido común», el «mundo de la vida diaria», «el mundo del traba jo cotidiano», la «realidad mundana», «la realidad eminente de ta vida del sen tido común», etc. (Natanson, 1973: xxv). Es en este mundo donde las personas
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
271
teórico social para el que el pensamiento científico y la vida cotidiana defi nían dos reinos de la experiencia bastante distintos y separados, llegó a adoptar una división similar en su vida personal» (1978; 112). En 1956 abandonó esta doble actividad y se consagró por entero a la enseñanza y la escritura en el campo de la sociología fenomenológica. Debido a su interés por la fenomenología, a su doble dedicación y a su actividad docente en la enton ces vanguardista New School, Schutz permaneció en ia periferia de la sociO' logia mientras vivió. No obstante, su obra y su influencia sobre !os estudian tes (por ejemplo, sobre Peter Berger, Thomas Luckmann, Haroid Garfínkel) le llevaron al centro de la teoría sociológica. Otro factor que explica la posición marginal de Schutz en la teoría socioló gica era que su teoría parecía altamente abstracta e irrelevante para el mun do social mundano. Aunque Scfiutz separaba teoría de realidad, no creía que su obra fuese irrelevante para el mundo en el que vivía. Para expresarlo en términos de su fenomenología, percibía una relación entre la construcción cotidiana de la realidad y el mundo cultural e histórico predado. Pensar de otro modo era razonar que el hombre que había huido del nacional socialismo (el nazismo) consideraba irrelevante su obra académica. La siguiente cita extraída de una de sus cartas indica que aunque Schutz no era optimista, no estaba dispuesto a aceptar la irrelevancia de su teorización y, en generai, de la construcción social de la realidad para el mundo como un todo: ¿Sigues siendo tan optimista como para pensar que la fenom enología puede sal varse de las ruinas de este mundo, como la filosofica aera pérennnis7 Yo no lo creo. Más bien los nativos africanos han de prepararse para las ideas del nacional socialismo. Ello no nos evitará acabar del mismo modo en que hemos vivido; por tanto, debemos intentar construir... un orden dentro de nuestro mundo, un orden - que no podemos encontrar en nuestro mundo. El conflicto se esconde detrás de este cam bio de acento, (Schutz, citado en Grathoff, 1978: 130)
En suma, aunque la capacidad de las personas de influir en la sociedad queda limitada debido a fenómenos tales como el nazismo, las personas deben seguir esforzándose por construir una realidad social y cultural que no está más allá de su alcance y control. Alfred Schutz murió en 1959.
actúan con la «actitud natural»; es decir, donde las personas dan por sentado que este mundo existe y no dudan de su realidad hasta que surgen situaciones problemáticas. Schutz define seis características básicas del mundo de la vida. Primera, se caracteriza por una tensión especial de la conciencia, que Schutz denomina «estado de alerta» (1973: 213), en ei que ei actor presta «plena atención a la vida y sus requisitos». Por el contrario, en el mundo de los sueños, por ejemplo,
272
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
el actor no está despierto. Segundo, e! actor no duda de la existencia de este mundo. De nuevo a diferencia del actor, en el mundo de la ciencia social el científico duda del mundo de la vida, y es esa duda lo que le permite analizarlo científicamente. Tercera, es en el mundo de la vida donde tas personas trabajan; es decir, emprenden una «acción en el mundo externo basada en un proyecto y caracterizada por la intención de producir mediante et movimiento corporal el estado de cosas proyectado» (Schutz, 1973; 212), Es el trabajo lo que se en cuentra en ei núcleo del mundo de la vida: La región central del mundo de la vida es el mundo det trabajo... Específicamente, es una esfera de actividades dirigida hacia objetos, animales y personas que están «dentro de nuestro alcance real». Típicamente, las operaciones se realizan en él siguiendo «recetas de acción comprobadas»: es «mi mundo de actividades rutina rias».,. Este trabajo es una actuación totalmente física sobre objetos tangibles, que tiene por objeto moldearlos y usarlos para propósitos tangibles. (Wagner, 1983: 290) Cuarta, hay una forma específica de experimentar el propio self por ta que et self trabajador se vive como un self pleno. Quinta, et mundo de la vida se caracteriza por una forma específica de socialidad que implica el «mundo inter subjetivo común de la comunicación y la acción social» (Schutz, 1973: 230). Finalmente, en el mundo de ta vida existe una perspectiva específica del tiempo que implica la intersección del flujo del tiempo personal y del ftujo temporal de ta sociedad. Por el contrario, en el mundo de tos sueños o de las fantasías el paso del tiempo de una persona está desligado del paso det tiempo en la sociedad. Es decir, podemos fantasear, por ejemplo, sobre ta vida en la Edad Media mientras vivimos en et siglo xx. Si bien Schutz suele escribir como si existiera un único mundo de la vida, en realidad cada uno de nosotros tiene su propio mundo de ta vida, aunque existan numerosos elementos comunes en todos ellos. Así, otros pertenecen a nuestro mundo de ta vida y nosotros pertenecemos a tos mundos de la vida de muchos otros. Et mundo de la vida es un mundo intersubjetivo, pero un mundo que existía mucho antes de nuestro nacimiento; nuestros predecesores lo crearon. Nos es dado (particularmente ias tipificaciones y recetas, pero también tas institucio nes sociales, etc.) para experimentarlo e interpretarlo. Por eso, cuando experi mentamos et mundo de ta vida estamos experimentando un mundo inexorable que constriñe nuestros actos. Sin embargo, no sólo estamos dominados por ta estructura preexistente det mundo de la vida: Para llevar a cabo los propósitos que buscamos en él, entre nuestros semejantes, tenemos que dominarlo y modificarlo... estos objetos ofrecen resistencia a nuestros actos, resistencia que debemos superar o a la cual debcinos rendirnos... un motivo pragmático gobierna nuestra actitud natural hacia el mundo de la vida cotidiana.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
273
En este sentido, el mundo es algo que debemos modificar por nuestras acciones o que las modifica. (Schutz. 1973: 209) Es aqui donde comenzamos a clarificar la dialéctica del pensamiento de Schutz, cuando entendemos que los actores y las estructuras se influyen reci procamente. Wagner adopta esta postura dialéctica al afirmar que las ideas de Schutz sobre el mundo de la vida combinan la experiencia individual «no sólo con las de interacción social y, por tanto, con los mundos de la vida de otros, sino también con esquemas y prescripciones [tipificaciones y recetas] de inter pretación para la conducta práctica socialmente predados» (1983: 289). La dialéctica se hace más clara en la reflexión de Schutz sobre el mundo cultural. Por un lado, es evidente que tanto las personas del pasado como las del presente crean el mundo cultural, puesto que se «origina en acciones humanas y ha sido instituido por ellas, por las nuestras y las de nuestros semejantes, con temporáneos y predecesores. Todos los objetos culturales —herramientas, sím bolos, sistemas de lenguaje, obras de arte, instituciones sociales, etc. ~ apun tan en su mismo origen y significado a las actividades de sujetos humanos» (Schutz, 1973: 329), Por otro lado, este mundo cultural es externo y coercitivo para los actores; «Me encuentro a mí mismo en mi vida diaria dentro de un mundo que no sólo yo he creado... He nacido en un mundo social preorganizado que me sobrevivirá, un mundo compartido desde el exterior con semejantes organizados en grupos» (Schutz, 1973: 329), En su análisis del mundo de la vida, lo que le preocupaba principalmente a Schutz era el acervo social de conocimiento común, que conduce a la ac ción más o menos habitual. Ya hemos estudiado el conocimiento de las tipifi caciones y recetas, que es el componente principai del acervo de conocimiento. Schutz considera este conocimiento como el elemento más variable de nues tro acervo debido a que somos capaces de manejar una situación problemática creando fórmulas innovadoras. Es menos probable que los otros dos aspectos de nuestro acervo de conocimiento se conviertan en algo problemático. El cono cimiento de técnicas (por ejemplo, cómo andar) es la forma más básica 9e co nocimiento en el sentido de que raramente se convierte en problemático (en el caso de andar, una excepción sería una parálisis temporal) y por ello se le asigna un alto grado de seguridad. El conocimiento útil (por ejemplo, con ducir un coche o tocar el piano), constituye una solución definitiva a una si tuación problemática, Et conocimiento útil es más problemático (por ejemplo, cuando nos encontramos en una situación de emergencia y necesitamos pen sar cómo se conduce) que el conocimiento de técnicas, pero es menos probable que se convierta en problemático que el conocimiento de recetas y tipifica ciones. Componentes privados del conocimiento. Schutz también era consciente de que todos los elementos del reino cultural varían de unos individuos a otros a
274
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
causa de que las experiencias personales difieren. El acervo de conocimiento está «biográficamente articulado»: Eso signitÍL'u que y o « c o n o /c ii» m ás o m en os adecuadam ente lo que co n stitu y e el «resultado» de situ acion es anteriores. Es m ás, yo «sé» que mi situación es en ese sentido absolutam ente «ú n ica». En e fe cto , el acervo de co n o cim ien to , a través del cual yo determ ino la situación presente, tien e una articulación biográfica «única». Esta hace referencia no só lo al con ten id o, al « sig n ifica d o » de todas las ex p erien cias anteriores depositadas en las situ acion es. Tam bién tiace referencia a la inten sidad ..., la duración, y la secu en cia de estas exp erien cias. Fsta circunstancia es de singular im portancia, puesto que realm ente con stitu ye el acervo individual de co nocim iento. (S ch u tz y Luckm ann, 1973: 111- 112)
Asi, de acuerdo con Scliiitz, el acervo de conociiniento tiene invariable mente Lin componente privado. Sin embargo, este componente linieo y privado del acervo de conocimiento no sólo es una creación dcl actor: «Debe subra yarse... que la secuencia, la profundidad y proximidad de la experiencia, e in cluso la duración de las experiencias y la adquisición de conocimiento, son socialmente objetivadas y vienen socialmente determinadas. En otras palabras, existen categorías sociales de articulación biográfica» (Schutz y Luckmann, 1973; 113). Los acervos privados de conocimiento, debido a que tienen su fuente en las biografías individuales, no forman parto del mundo de la vida. Como son bio gráficos por naturaleza, Schutz no creía que los componentes privados y únicos de conocimiento fueran susceptibles de estudio científico. No obstante, son para Schutz componentes importantes de la vida cotidiana de los actores reates. Reinos de la realidad social. Schutz identificó cuatro reinos diferentes de la realidad social. Cada uno constituye una abstracción del mundo social y se dis tingue por su grado de inmediatez (el grado en el que las situaciones están al alcance del actor) y determinabilidad (el grado en el que el actor puede contro lar esas situaciones). Los cuatro reinos son el umvxelt —el reino de la realidad social directamente experimentada-- , cl mitwelt — el reino de la realidad social indirectamente experimentada , folgeivelt - ei reino de los sucesores— , y cl vorwelt -el reino de los predecesores. Para Schutz, los reinos de ios suceso res y los predecesores {foigeweit y vonvelt) tienen un interés periférico. Sin embargo, los analí?aremos brevemente porque el contraste entre ellos nos ayu da a clarificar ciertas características de los que realmente te interesan a Schutz: et Híffwv/í y cl mHwch. Folgew elty Vorwelt. til futuroj^/rj/^wi'í"//) constituye una categoria pura mente residual en la obra de Sc'hutzfa diferencia de loque sucede en ta obra de Marx, en ta que juega un papel central en su dialéctica). Es un mundo totalmen te libre y completamente indeterminado. El científico social puede anticipar ei
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
275
futuro sólo de una manera harto general y no le resulta posible describirlo en detalle. No es prudente confiar en los tipos y modelos ideales de futuro conlruidos por el científico social. Así, la ciencia fenomenológica de Sehutz tiene poco que ofrecer ai científico convencional que intenta iluminar o predecir el futuro ", El pasado {vorwett), en cambio, es más susceptible de análisis por el cientí fico social. La acción de los que vivieron en el pasado está totalmente definida; no existe elemento alguno de libertad porque las causas de sus acciones, las acciones mismas, y sus resultados, ya han ocurrido. A pesar de esta definición, el estudio de los predecesores presenta dificultades para una sociología subjeti va. Es difícil interpretar las acciones de las personas que vivieron en un tiempo pasado porque usamos categorías contemporáneas de pensamiento para anali zar la historia pasada, en lugar de las categorías que prevalecieron en ese tiem po. La interpretación de los contemporáneos es probablemente más correcta porque los sociólogos comparten categorías de interpretación con aquellos cu yas acciones estudian. Así, aunque una sociología subjetiva del pasado es posi ble, la probabilidad de interpretar erróneamente ese pasado es alta. La cuestión más importante aquí es que la meta de Schutz era desarrollar una sociología basada en las interpretaciones del mundo social que hacen los actores que son estudiados. Es dificil conocer las interpretaciones de los prede cesores, e imposible anticipar y comprender las de los sucesores. Sin embargo, es posible entender a los contemporáneos {mitwelt) y las interpretaciones de aquellos con los que estamos en estrecho contacto cara-a-cara (iimwelt). (Jmyvelty relacwnes-nosotros. Las relciciones-nosoiros se definen por un gr^do relativamente alto de intimidad, que viene determinado por la medida en la que los actores están familiarizados con las biografias personales de otros. La relación-nosotros pura es una relación cara-a-cara «en la que los copartícipes son mutuamente conscientes de ellos mismos y participan solidariamente en las vidas de cada uno durante algún tiempo, por corto que sea» (Schutz, 1932/1967: 164). La relación-nosotros implica la conciencia de los participantes a la vez que los modelos de acción e interacción que caracterizan la interacción cara-a cara. La relación-nosotros se caracteriza por una «orientación hacia el tú» que «es la forma universal en el que el otro es experimentado “en persona”» (Schutz y Luckmann, 1973: 62). En otras palabras, las relaciones-nosotros son suma mente personales e inmediatas. La inmediatez de la interacción tiene dos implicaciones para las relaciones sociales. Primera, en una relación-nosotros, a diferencia de lo que sucede en uní- iclaeión-ellos, existen muchos indicadores de la experiencia subjetiva de otros. La inmediatez permite a cada actor penetrar en la conciencia del otro. Segunda, cuando entablamos cualquier relación social, un individuo tiene sólo un conocimiento típico del otro. Sin embargo, en un proceso continuado de interacción cara-a-cara, las tipificaciones del otro son comprobadas, revisadas.
^ Podemos cstutiiar lo qui; ios coiitcmporiineos cspcnin del futuro, pero no el futuro en si.
276
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
reformuladas y modificadas. Bs decir, la interacción con otros modifica necesa riamente las tipologías. Schutz no sólo analizó las relaciones-nosotros per se, también vinculó estas relaciones con los fenómenos culturales que se producían en el mundo real. Por ejemplo, en el curso de las relaciones-nosotros los actores aprenden las tipifica ciones que les permiten sobrevivir socialmente. Las personas no sólo aprenden recetas en las relaciones-nosotros, sino que también las utilizan allí: las com prueban y las modifican cuando se demuestra que no son adecuadas o efectivas. Schutz era consciente de que existía un toma y daca considerable entre los actores en el curso de las relaciones-nosotros. Las personas ponen a prueba di ferentes líneas de acción con otras personas. Abandonan rápidamente las que provocan reacciones hostiles y utilizan las que son aceptadas. Las personas tam bién pueden encontrarse en situaciones en las que sus recetas no funcionen y verse en la necesidad de crear líneas de acción apropiadas y efectivas. En otras palabras, en las relaciones-nosotros los actores modifican constantemente sus acciones tomando en consideración a aquéllos con los que están interactúan do. Las personas también modifican sus concepciones de los otros. Entablan una relación determinada partiendo de ciertos supuestos sobre lo que piensan los otros actores. En general, suponen que el pensamiento de ios otros es del mismo orden que el suyo propio. A veces esta impresión se confirma en el trato, pero en otras circunstancias las expresiones faciales, los movimientos, las pala bras y las acciones de los otros son incongruentes con la idea que las personas tienen de lo que los otros están pensando. Se ven en la necesidad, entonces, de revisar sus opiniones sobre ios procesos de pensamiento de los otros y de modi ficar sus respuestas sobre la base de esta nueva imagen de lo que los otros piensan. Se trata de un proceso indirecto, ya que las personas no pueden cono cer con seguridad lo que otros están pensando. Así, intentan cambiar sus accio nes con la esperanza de que este cambio provocará unas respuestas adecuadas. La gente puede verse obligada a revisar su concepción de los procesos de pen samiento de otros y a modificar sus acciones muchas veces antes de conseguir comprender por qué los otros están actuando del modo en que lo hacen. Puede darse el caso de que, en determinadas situaciones, no sean capaces de hacer las suficientes correcciones y, en la confusión más absoluta, huyan de una interac ción determinada. En un caso así, buscan situaciones más cómodas donde poder aplicar las recetas conocidas. En el ámbito de las relaciones-nosotros la mayoría de las acciones se reali zan cotidianamente de acuerdo con recetas. Las personas generalmente no re flexionan sobre lo que hacen o sobre lo que hacen los otros. Sin embargo, cuan do se topan con problemas, pensamientos y acciones inadecuados, se ven en la obligación de abandonar sus recetas y reflexionar sobre lo que sucede para crear una respuesta apropiada. Esto es psicológicamente costoso y, por ello, la gente prefiere actuar e interactuar siguiendo recetas. Analizar científicamente el umwelt constituye una tarea dificil, y es más fácil estudiar científicamente el mitwelt. Sin embargo, aunque posiblemente el
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
277
estudio del mitwelt plantea menos dificultades, no es tan gratificante como el análisis del umwelt debido ai papei que éste desempeña en la creación de tipifi caciones y a su importancia crucial en las vidas sociales de las personas en el mundo de la vida, M itwelt y relaciones-ElIos. El mitwelt es ese aspecto del mundo social en el que las personas tratan sólo con personas tipo o con grandes estructuras soeiales, en lugar de relacionarse con actores reales. Las personas se ajustan a estos tipos y estructuras, pero en este mundo de «contemporáneos» esas perso nas no son experimentadas directamente. Como ios aetores tratan con tipos en lugar de con personas reales, su conocimiento de las personas no está sujeto a la constante revisión que requiere ia interacción cara a cara. Este conocimiento relativamente constante de tipos generales de experiencia subjetiva puede estu diarse científicamente y arrojar así iuz sobre los procesos generales, por medio de los cuales las personas se relacionan con el mundo social. Analizaremos más adelante algunos ejemplos especificos del mitwelt. Mientras en el umwelt las personas coexisten en el mismo tiempo y espacio, en el mitwelt las distancias espaciales hacen imposible la interacción cara a cara. Si la situación espacia! cambia y las personas se acercan unas a otras, entonces se hace posible la interacción cara a cara, pero si eso ocurre, hemos regresado al umwelt. Las personas que una vez estuvieron en mi umwelt, pue den alejarse de mi y, en última instancia, debido a la distancia espacial, conver tirse en parte del mitwelt. Por tanto, existe una transición gradual desde el umwelt al mitwelt a medida que las personas se alejan unas de otras. He aquí cómo describe Schutz esta transición gradual: A hora esta m o s cara a cara, d esp id ién d o n o s y estrechando las m anos; ahora él se aleja cam inando. Ahora se v u elv e para d ecirm e algo; ahora aún puedo verlo salu darme co n la mano; ahora ha desaparecido a! v o lv er una esquina. Es im p o sib le decir en qué m om en to preciso term inó la situación cara a cara y mi cop artícip e se con virtió en un mero con tem p orán eo, sobre quien tengo co n o cim ien to (es probable que haya lleg a d o ya a su casa) pero no exp eriencia directa. ■
(S ch u tz, 1 9 7 6 :3 7 )
De un modo similar, no hay lineas divisorias claras entre los distintos nive les del mitwelt analizados más abajo. El mitwelt constituye un mundo estratificado con niveles que dependen del grado de anonimato. Cuanto más anónimo es el nivel, más susceptibles de aná lisis cientifíco son las relaciones entre las personas. Algunos de los principales niveles existentes en el mitwelt, de menos anónimo a más anónimo, son: 1.
Aquellos con quienes los actores se encontraron cara a cara en el pasa do y es posible que se encuentren de nuevo. Lo más probable es que jos actores tengan un conocimiento mutuo debido a que se encontraron en el pasado y pueden volver a encontrarse en el futuro. Aunque vemos
278
TEORIA SOCtOLOGICA CONTEMPORANEA
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
aqui un grado de anonimato relativamente bajo, esta relación no impli ca una interacción cara a cara. Si más adelante estas personas se en cuentran personalmente, su relación formaría parte del umweít y deja ría de pertenecer al mitwelt. Aquellos que una vez se encontraron, no a través de nosotros, sino a través de personas que nosotros tratamos. Como este nivel se basa en un conocimiento de segunda mano de otros, implica un grado más alto de anonimato que el nivel de las relaciones con personas que hemos cono cido en el pasado. Si siempre conociésemos personas de este modo, la relación comenzaría a formar parte del umwelt. Aquellos a los que se va a conocer. En la medida en la que todavía no les conocemos, nos relacionamos con ellos como si fueran tipos, pero una vez que los conocemos, la situación forma parte del umwelt. Aquellos a los que conocemos no como individuos concretos, sino como posiciones y roles. Por ejemplo, sabemos que existen personas que re parten el correo y personas que procesan nuestros cheques, y aunque tenemos opiniones sobre ellas como tipos, nunca las hemos conocido personalmente. Las colectividades cuyas funciones conocemos sin conocer a ningún individuo de tos que hay en ellas. Por ejemplo, tenemos cierto conoci miento del Senado, pero pocas personas conocen realmente a alguno de los individuos que forman parte de él, si bien existe la posibilidad de conocerlos. Las colectividades que son tan anónimas que tenemos pocas oportunida des de conocer a personas que forman parte de ellas. Para la mayoría de las personas, la Mafia sería un buen ejemplo de este tipo de colectividad. Las estructuras objetivas de significado que han sido creadas por con temporáneos con quienes los actores no tienen ni han tenido una inte racción cara a cara. Las reglas de la gramática inglesa ilustran este tipo de estructuras de significado. Las creaciones fisicas realizadas por una persona a quien jamás conoci mos y probablemente nunca conoceremos. Por ejemplo, las personas tienen una relación sumamente anónima con un cuadro de un museo.
Si nos adentráramos aún más en el análisis de las relaciones del mitwelt, comprobaríamos que cada vez son más impersonales y anónimas. Las personas que no tienen una interacción cara a cara con otras no pueden saber lo que éstas piensan. Su conocimiento se reduce, por tanto, a «tipos generales de experien cia subjetiva» (Schutz, 1932/1967: 181). Las retaciones-ellos, que se encuentran en el mitwelt, se caracterizan por la interacción con contemporáneos impersonales (por ejemplo, el cartero a quien nunca hemos visto que nos reparte el correo) en lugar de asociados (por ejem plo, un amigo personal). En las relaciones-ellos. los pensamientos y las accio nes de las personas se rigen por tipificaciones anónimas.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
279
En la relación-ellos «pura», los esquemas de conocimiento típicos usados para definir otros actores no pueden modificarse. Como no interactuamos con personas reales sino con contemporáneos impersonales, la información que di fiere de nuestras tipificaciones no nos es dada. En otras palabras, las nuevas experiencias no son constitutivas de las relaciones-ellos. Las tipificaciones cul turales determinan la acción, y no pueden ser modificadas por los pensamientos y las acciones de los actores en una relación-ellos. Así, mientras las relacionesnosotros están sujetas a negociación, no ocurre lo mismo con las relacionesellos. A pesar de la distinción entre relaciones-nosotros y relaciones-ellos, las tipificaciones usadas en las relaciones-ellos tienen sus raíces históricas en las relaciones-nosotros: «La primera y originalmente la más objetiva solución de un problema aún depende en buena medida de la conciencia subjetiva rele vante del individuo» (Schutz y Luckmann, 1973: 225). Sin embargo, estas solu ciones se hacen cada vez más tipificadas y anónimas; en suma, cada vez más forman parte del reino cultural. Sí bien la preocupación central de los filósofos fenomenológicos era ia conciencia, especialmente las estructuras universales de la conciencia, Schutz se centró en la intersubjetividad, en el mundo de la vida, en las relacio nes-nosotros y en las relaciones-ellos. Así, para Schutz la conciencia no consti tuia en sí misma un centro de interés, sino el punto de partida para su ciencia de la intersubjetividad. Nuestro pensador creía que la conciencia era relativamente poco impor tante en el mundo cotidiano, debido a que en él la acción se realizaba de acuer do con recetas, y que los actores prestaban escasa atención a lo que pasaba por su mente o por la de otros. Asimismo, pensaba (1932/1967; 190) que una cien cia de la sociología fenomenoiógica podía ignorar la conciencia individual. De hecho, como la mente no era susceptible de análisis científico, y como su deseo era analizar la intersubjetividad, Schutz admitió explícitamente en su obra que abandonaba el enfoque fenomenològico tradicional sobre los procesos mentales (1932/1967; 97). Nos encontramos, pues, ante la situación aparen temente paradójica de un sociólogo, conocido como el fenomenólogo más fa moso de su campo, que abandona el enfoque que caracteriza a la fenomenolo gía. No obstante, la paradoja se resuelve cuando nos percatamos de que Schutz sí experimentó el tradicional interés fenom enològico por la subjetividad, Pero en lugar de centrarse en la subjetividad individual (como hizo Husserl), Schutz se centró, como ya hemos visto a lo largo del capítulo, en la intersubje tividad. C o n c ie n c ia .
A d e m á s d e su a d m itid o in te r é s p o r la in te r su b je tiv id a d , ta m b ié n se o c u p ó d e a n a liz a r la c o n c ie n c ia . D e h e c h o , S c h u tz a fir m a b a q u e e n la b a se d e to d a s su s in q u ie tu d e s s o c i o ló g i c a s y a c ía n lo s « p r o c e s o s d e l e s t a b le c im ie n t o d e l s i g n i fic a d o y la c o m p r e n s ió n q u e te n ia n lu g a r en e l in te r io r d e lo s in d iv id u o s , lo s p r o c e s o s d e la in te r p r e ta c ió n d e la c o n d u c ta d e o tra s p e r so n a s y lo s p r o c e s o s d e a u to in te r p r e ta c ió n » ( 1 9 3 2 /1 9 6 7 : 11).
280
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La base filosófica de la imagen que Schutz tenía del mundo social, a pesar de que para el mismo Schutz no era susceptible de estudio científico, era la conciencia profunda (durée), donde se encuentra el proceso del establecimiento del significado, de la comprensión, la interpretación y la autointerpretación. El fundamento de una sociología fenomenològica debía ser descubrir «el modo en que se constituye el significado en la experiencia individual del ego solitario. Descubriremos así el significado de su origen en el tiempo interior de la con ciencia, en la duración del ego tal y como vive a través de su experiencia» (Schutz, 1932/1967: 13). Esta fue la cuestión de mayor importancia para los filósofos que precedieron a Schutz, Henri Bergson y Edmund Husserl. Estos se preocuparon de filosofar sobre lo que ocurría dentro de la mente, pero la cues tión central para Schutz era cómo convertir este interés en una preocupación sociológica científica. Schutz se inspiró en la obra de Max Weber, particularmente en la parte de su obra dedicada a la acción social, porque reflejaba, según Schutz, tanto un interés por la conciencia como una preocupación por una sociología científica. Sin embargo, el interés por la acción individual era secundario para Weber, más preocupado por la influencia de las estructuras sociales sobre la acción que por las bases de la acción dentro de la conciencia. De acuerdo con Prendergast, Schutz «no estaba realmente interesado por la teoría de la burocracia de Weber, por su sociología de la religión, por su sociología política o por su historia económica general» {1986: 15). Lo que verdaderamente le interesó a Schutz de Weber fue sólo una pequeña y periférica parte de su sociología. Aun así, Weber constituía un modelo menos que satisfactorio para Schutz, pero no por las razo nes que se deducen de lo expuesto más arriba. Para Schutz, el problema de la obra de Weber eran sus debilidades en la concepción de la conciencia. Weber no distinguió entre tipos de significado ni tampoco entre significados y motivos. Al clarificar lo que Weber no consiguió hacer, Schutz nos ofreció una buena porción de ideas sobre su propia concepción de la conciencia. Significados y motivos. Schutz afirmaba que era preciso distinguir entre significados y motivos. Distinguió entre dos subtipos de significados y de moti vos. Aunque no siempre logró diferenciarlos nítidamente, para Schutz los signi ficados hacen referencia al modo en que los actores determinan qué aspectos del mundo social son importantes para ellos, mientras los motivos se refieren a las razones que explican la acción de los actores. Un tipo de significado es el contexto de significado subjetivo. Es decir, a través de nuestra propia construc ción mental de la realidad definimos ciertos componentes de la realidad como significativos. Sin embargo, aunque este proceso es importante en el mundo de la vida cotidiana, Schutz no lo creía susceptible de estudio científico debido a su naturaleza idiosincrásica. . El segundo tipo de significado es de gran importancia para la sociología científica; el contexto de significado objetivo, los conjuntos de significados que existen en la cultura y que son compartidos por toda la colectividad de los acto
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
281
res. Puesto que estos conjuntos de significados son comunes y no idiosincrási cos, los socióiogos y cualquier persona pueden acceder a elJos. Dado que tienen una existencia objetiva, el sociólogo puede estudiarlos de manera científica. Schutz criticó a Weber por no distinguir entre significado subjetivo y significa do objetivo y por no aclarar que una sociología científica podía explicar esos contextos de significado objetivo. Schutz también distinguió entre dos tipos de motivos; motivos «para» y motivos «porque». Ambos se refieren a las razones que explican las acciones de un individuo, pero sólo ios motivos «porque» son accesibles tanto para la persona que actúa como para el sociólogo. Los motivos para constituyen ias razones por las que un actor emprende ciertas acciones para alcanzar cierto objetivo o producir una ocurrencia futura. Sólo existen si la acción se realiza. Los motivos «para» son «subjetivos». Forman parte de la conciencia profiinda, del fiujo real de ia conciencia, y como taies son inaccesibles tanto para el actor como para el observador científico. Unicamente el actor puede captar retros pectivamente los motivos «para», una vez que la acción ha terminado y se ha (o no) alcanzado el objetivo. La sociología no debe interesarse por los motivos «para» porque son difíciles de estudiar científicamente. Pero sí puede explorar los motivos porque u ofrecer una visión retrospectiva de los factores pasados (por ejemplo, los antecedentes personales, la psique individual, ei entorno) que son la causa de una conducta individual. Como los motivos «porque» son «ob jetivos», pueden estudiarse retrospectivamente recurriendo a métodos científicos. Debido a que las acciones ya han ocurrido, las razones que las explican son ac cesibles tanto para el actor como para el científico social. Sin embargo, ni otros actores ni otros científicos sociales pueden conocer plenamente los motivos de los demás, ni siquiera los motivos «porque». Tanto los actores como los cientí ficos deben darse por satisfechos con ser capaces de analizar los motivos típicos, A pesar de que los motivos «para» son más accesibles al científico social que los motivos «porque», Schutz se sintió ligeramente más inclinado a estudiar los motivos «porque». Aquella preocupación suponía un regreso al interés por ia conciencia, y Schutz, como ya hemos señalado varias veces, se esforzó por orientarse hacia el mundo intersubjetivo. Sin embargo, Schutz estaba convenci do de que toda interacción social se basaba en una reciprocidad de motivos: «Los motivos “para” del actor se convertirán en motivos “porque”de su copar tícipe y viceversa» (1976a: 12). Schutz encuadra sus conceptos sociológicos mas básicos en la conciencia. La acción, por ejemplo, constituye una «conducta humana proyectada por el actor de manera autoconsciente» (Natanson, 1973: xxxiv), la «conducta ideada por el actor con anterioridad» (Schutz, 1973; 19), Y más explícitamente, Natan son señala: «En cada caso, el rasgo fundamental de ia acción es el hecho de ser proyectada y estar dotada de propósito. La acción se origina en la conciencia dei actor.» (1973: xxxiv; cursivas añadidas). La acción social es la «acción que implica las actitudes y ias acciones de otros y está orientada hacía ellos en el transcurso de la acción» (Schutz, 1976a: 13).
282
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Es preciso señalar algo importante acerca de los pensamientos de Schutz sobre la conciencia. Schutz ve en la conciencia la existencia de una ansiedad fundamental humana que yace en la base de su mundo intersubjetivo; ...sé que moriré y tem o morir. S u gerim os llamar a esta ex p erien cia básica la ansie dad fundamental, la anticipación prim ordial de la cual derivan todas las otras. De la ansiedad fundam ental surgen lo s m uchos sistem as interrelacionados de esperan zas y tem ores, d ese o s, sa tisfa cc io n e s, probabilidades y riesgos que incitan al h om bre en actitud natural a tratar de dominar et m undo, a superar ob stácu los, a esbozar y cum plir proyectos.
(Schutz, 1973; 228)
La construcción social de la realidad En La construcción social de la realidad {1967), Peter Berger y Thomas Luck mann se esforzaron por extender los intereses de la sociología fenomenológica a las estructuras y las instituciones sociales. Los autores intentaron también integrar el individuo y los niveles societales. Analizaremos aquí su obra y tam bién podremos apreciar hasta qué punto lograron alcanzar su objetivos. Este libro de Berger y Luckmann constituye una de las obras más leídas e influyentes de la socioiogia contemporánea. Uno de sus principales atractivos es que traduce la fenomenología de Alfred Schutz, a veces arcaica, a los térmi nos de la corriente principal de la teoría sociológica. Otro de los objetivos de Berger y Luckmann era ampliar la obra de Schutz, reforzarla con la psicología social de Mead y complementar la obra de Schutz y Mead con la de Marx y Durkheim sobre la sociedad y la cultura. Intentaron integrar la obra de Weber sobre la acción social con las reflexiones de Durkheim sobre los hechos socia les como realidades externas. En su esfuerzo por vincular estos pensadores, Berger y Luckmann especificaron que su objetivo era estudiar con una perspec tiva integradora el «carácter dual de la sociedad en términos de facticidad obje tiva y significado subjetivo» (1967: 18). Más explícita, si cabe, es la siguiente cita, que nos sugiere la naturaleza de un enfoque sobre la realidad social que integra la preocupación por los fenómenos macro y el interés por los micro: «La sociedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hom bre es un producto social» (Berger y Luckmann, 1967; 61). En otras palabras, las personas son los productos de una sociedad que ellas mismas crean. El subtitulo del libro, Tratado de sociología del conocimiento, nos da la clave de su análisis. Su concepción de la sociología del conocimiento es ex traordinaria. Para ellos, ésta se ocupa de la construcción social de la realidad. Dando forma a estas ideas, su meta era alejar la socioiogia del conocimiento del estudio de la historia intelectual y acercarla a la construcción cotidiana de la realidad, al proceso de la producción cotidiana det conocimiento en ei que todos estamos implicados. Sin embargo, a pesar de su intención manifiesta de anali zar los fenómenos macro y micro, y de comprometerse con el análisis de la obra
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
283
de pensadores como Marx y Durkheim, expresaron escasas idas acerca de la ob jetividad, especialmente de las grandes estructuras sociales, aun cuando el capítu lo mas extenso de su libro se denomine «La sociedad como realidad objetiva». La vida cotidiana. El análisis de Berger y Luckmann comienza en el nivel individual con el estudio de la realidad de la vida cotidiana, el mundo del senti do común. Para llevarlo a cabo se basaron casi exclusivamente en la obra de Alfred Schutz. A Berger y Luckmann les interesaba especialmente la tendencia fenomeno lògica de las personas a considerar los procesos subjetivos como realidades objetivas. En su opinión, las personas solían aprehender la vida cotidiana como una realidad ordenada; es decir, el actor percibe la realidad social como inde pendiente de su propia aprehensión. A sus ojos aparece ya objetivada y como algo que se le impone. Un elemento crucial de esta tendencia hacia la objetiva ción es el lenguaje, que «proporciona continuamente [a las personas] las objeti vaciones indispensables y dispone el orden dentro del cual éstas adquieren sen tido y dentro del cual la vida cotidiana tiene significado [para las personas]» (Berger y Luckmann, 1967: 23). No ponemos en duda la realidad de la vida cotidiana, y si no to hacemos es porque vivimos cómodamente en ella. La fuer za del análisis de Berger y Luckmann procede de su perspectiva del mundo social como producto cultural de los procesos conscientes. El análisis de la interacción cara a cara de Berger y Luckmann es satisfacto rio, pero añade poco al trabajo de Schutz. En su descripción de las interacciones cara a cara, a las que, siguiendo a Schutz, denominaron relaciones-nosotros, Berger y Luckmann subrayaron que estas relaciones implican un intercambio inmediato de significados. En las relaciones-nosotros hay un menor grado de tipificación que en las relaciones-ellos (que implican a otros anónimos). En otras palabras, en lugar de relacionarse las personas sobre la base de recetas culturalmente definidas, en las relaciones-nosotros las personas se relacionan unas con otras de una manera más personalizada. Como las relaciones-nosotros están menos dominadas por las tipificaciones, hay más espacio para la negocia ción entre los actores. A medida que nos alejamos de las relaciones inmediatas cara a cara y nos movemos hacia las relaciones con personas menos íntimas para nosotros o incluso extrañas, hay más espacio para la tipificación y menos para la negociación interpersonal. Dicho de otro modo, nuestras relaciones con otros en las relaciones-ellos pasan a ser progresivamente más impersonales y estereotipadas. La importancia de las tipificaciones (y las recetas) para Berger y Luckmann se refleja en su definición de las estructuras sociales, una defini ción que no está en la línea de una perspectiva objetiva de estas estructuras. Definen las estructuras sociales como «la suma total de estas tipificaciones y de las pautas recurrentes de interacción establecidas por intermedio de ellas» (Berger y Luckmann, 1967: 33), Al igual que la mayoría de los fenomenólogos, Berger y Luckmann asigna ron una gran importancia at lenguaje, especialmente debido a su conexión con
284
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
el proceso de la tipificación. Los autores consideraban el lenguaje como una forma específica det proceso de la «significación», un subtipo de objetivación que se distingue por su propósito manifiesto de representar una amplia serie de significados subjetivos. El lenguaje es un sistema de símbolos vocales, el siste ma de símbolos más importante de la sociedad. La importancia del lenguaje se debe a que puede desvincularse del aquí y ahora, de la interacción cara a cara y es capaz de comunicar significados que no son expresiones inmediatas de sub jetividad. El lenguaje también nos permite conocer cosas que nunca hemos ex perimentado y probablemente jam ás experimentaremos. También contribuye a acumular significados y conocimiento que puede transmitirse a generaciones futuras. En este y otros sentidos, el lenguaje constituye en el sistema de Berger y Luckmann la estructura social de mayor importancia: «El lenguaje se me presenta como una facticidad externa a mí mismo y su efecto sobre mí es coer citivo» (1967; 38). En lo tocante a esta cuestión ambos autores adoptaron cons cientemente una postura durkheimiana sobre el lenguaje como hecho social externo y coercitivo. Sin embargo es esta una excepción de su tendencia gene ral a prestar escasa atención a las estructuras sociales o a los componentes obje tivos de la sociedad. Componentes objetivos de la sociedad. A pesar de su satisfactorio análisis del lenguaje, el punto más flaco del sistema de Berger y Luckmann es su estudio de los componentes objetivos de la sociedad. Por ejemplo, definen las estructu ras sociales como poco más que pautas recurrentes de acción. En el capítulo titulado «La sociedad como realidad objetiva», se centran en el proceso por el que ese mundo se produce tal y como es y por la percepción de su objetividad. Tienen la precaución de recordar a los lectores que esta percepción, así como toda realidad objetiva, está «realmente» ahi fuera y es producida por las per sonas. Institucionalización. Bajo este proceso por el que se construye el sentido de la realidad social se encuentra el hecho de externalización que llevan a cabo las personas; es decir, deben producir lo que necesitan para sobrevivir. En este proceso de externalización tas personas suelen desarrollar pautas habituales de acción e interacción en situaciones recurrentes. La vida sería imposible sin la existencia de hábitos. Sería sumamente difícil decidir una acción apropiada para cada nueva situación. Las acciones habituales son la base para el desarrollo de la institucionalización. Esto sucede cuando las personas desarrollan tipificaciones de la posible acción de los otros en una situación dada. Berger y Luckmann definen una institución como una suerte de proceso recíproco de tipificación. Esta concep ción microscópica de la institución difiere considerablemente de la mayoría de las concepciones sociológicas de institución. Si bien para Berger y Luckmann las instituciones no constituyen fenómenos macro, son, sin embargo, externas y coercitivas. Berger y Luckmann afirman que las instituciones «controlan el
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
285
comportamiento humano estableciendo pautas de conducta definidas de ante mano» (1967; 55) El transcurso de !a historia permite a estas instituciones adquirir objetivi dad, Sin embargo, Berger y Luckmann también reflexionan sobre ellas desde un punto de vista subjetivo: Esto sig n ifica que las in stitu cion es que ahora han cristalizad o... se experimentan com o ex isten tes por encim a y m ás allá de ios in d ivid u os a q u ien es « a ca ece» encar narlas en e se m om ento. En otras palabras, ias in stitu cio n es se experimentan ahora com o si poseyeran una realidad propia, que se presenta al ind ivid u o co m o un hecho externo y coercitivo. (B erger y Luckm ann, 1967: 58; cursivas añadidas)
Al acentuar la experiencia de las instituciones, Berger y Luckmann subra yan claramente sus aspectos subjetivos más que su realidad externa, aun cuando supuestamente están analizando realidades externas. Los niños perciben el mundo institucional como una realidad objetiva; es decir, para ellos estaba alli antes de que nacieran y seguirá estando alli después de su muerte. A medida que los individuos maduran aprehenden sus biografias como episodios que forman parte de la historia objetiva de la sociedad. Las diversas instituciones de la sociedad tienden a «estar unidas», pero para Berger y Luckmann ello no se debe a sus cualidades objetivas, sino a la tenden cia de las personas a percibirlas de este modo. En otras palabras, lo más impor tante es ei conocimiento de la sociedad que tienen las personas. Así, la sociolo gia debe centrarse en el modo en que las personas reconstruyen su conocimiento de la realidad social; no sólo debe centrarse en la producción histórica del mun do, sino también en la creación continua de ese mundo sobre la base de la cotidianeidad. Roles. La definición de Berger y Luckmann de los roles es caracteristica de su concepción de la realidad social objetiva. Para ellos, los roles son tipificacio nes de lo que se espera de los actores en determinadas situaciones sociales. Los roles no deben confundirse con las posiciones objetivas, como sucede en la obra de muchos pensadores, Berger y Luckmann atribuyeron particular importancia al rol porque constituye una mediación o vinculo entre los mundos macro y micro. En opinión de Berger y Luckmann, sirve para mediar sólo entre cultura y conciencia: «El análisis de “roles” tiene particular importancia para la socio logia del conocimiento porque revela las mediaciones entre los universos ma croscópicos de significado, que están objetivados en una sociedad, y las mane ras como estos universos cobran realidad subjetiva para los individuos» (1967: 79; cursivas añadidas). Reifícación. La reificación constituye una importante herramienta para ana lizar de una manera integral el mundo social, pero Berger y Luckmann limita
286
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ron su utilidad debido al modo en que utilizaron el término. Definían la reificación sólo como un fenómeno subjetivo: «La aprehensión de fenómenos huma nos como si fueran cosas, vale decir, en términos no humanos o posiblemente supra-humanos» (Berger y Luckmann, 1967: 89), La reificación es la tendencia a percibir los productos humanos como si fueran algo distinto, «como hechos de la naturaleza, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de ta voluntad divina» (Berger y Luckmann, 1967: 89). En otras palabras, las perso nas pierden de vista la relación dialéctica entre ellas y sus productos. Las per sonas pueden objetivar fenómenos sociales sin reificarlos; es decir, pueden pro ducir objetos y concebir el mundo en términos objetivos, sin olvidar que son las personas las que los producen. Sin embargo, Berger y Luckmann no se ocupa ron de los demás aspectos de la reificación, es decir, del grado en que la socie dad llega, como resultado de los procesos subjetivos que ellos describen, a ad quirir objetivamente una vida propia. Legitimaciones. El análisis exhaustivo de Berger y Luckmann de las legiíimaciones, las explicaciones y justificaciones del sistema institucional, nos re vela también su tendencia a ignorar las estructuras objetivas en el sentido del término que se utiliza comunmente en sociología. De nuevo, en lugar de anali zar las estructuras objetivas en sí, Berger y Luckmann se centraron en el cono cimiento que se utiliza para apoyar su existencia: «La legitimación “explica” el orden institucional atribuyendo validez cognoscitiva a sus significados objeti vados. La legitimación justifica el orden institucional adjudicando dignidad normativa a sus imperativos prácticos» (1967: 83). No se centran en las propias estructuras legitimadas sino en los medios por los que se legitiman. C ríticas. En el capítulo sobre la sociedad como realidad objetiva Berger y Luckmann analizan los fenómenos subjetivos y en el siguiente dedicado a la sociedad como realidad subjetiva estudian el proceso de socialización: el pro ceso por el que los fenómenos culturales se transmiten a ia conciencia y se internalizan en ella. Este capítulo nos ofrece pocas ideas nuevas que añadir a tas ya básicas sobre la socialización. Berger y Luckmann nos ofrecieron una descripción puramente subjetiva del mundo social. Sin embargo, quizás no sea esta una crítica justa, porque mani festaron con claridad que su intención era presentar una sociología del conoci miento. Además, casi al final del libro Berger y Luckmann reconocieron la necesidad de una sociología estructural que complementara su orientación sub jetiva (1967: 186). La crítica que si puede hacérseles es que prometieron más de lo que ofrecieron. No hicieron el esfuerzo de integrar tas ideas de Freud, Mead y Weber sobre la acción social con las de Marx y Durkheím sobre las estructu ras sociales. Aunque su enunciado fundamental era harto prometedor: «La so ciedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hom bre es un producto social» (Berger y Luckmann, 1967: 61), no produjeron ninguna concepción de ta sociedad como realidad objetiva; a resultas de lo cual, su dia-
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
287
léctica pierde buena parte de su importancia. Un análisis semejante resulta en las manos de Marx mucho más poderoso debido a su clara concepción del poder de las grandes estructuras del mundo social y de las dificultades que entraña derrocar esas estructuras. Berger y Luckmann estaban en lo cierto cuando de clararon que necesitaban la sociología de Marx, pero desafortunadamente no la utilizaron. A pesar del las severas críticas que hemos expresado en este apartado, Ber ger y Luckmann merecen ser alabados por su esfuerzo por extender la fenome nología más allá de su enfoque tradicional sobre la conciencia. Su incapacidad para analizar satisfactoriamente las estructuras sociales, aun cuando manifesta ron su deseo de hacerlo, no significa que la sociología fenomenológica sea incapaz de integrar la preocupación por la estructura social en este enfoque, pero lo que sí nos sugiere es que se trata de una tarea muy difícil. La sociología fenomenológica puede ser capaz de analizar las grandes estructuras sociales, pero eso es algo que está por demostrar. Su fuerza aún reside en su concepción de la conciencia y su relación con la acción y la interacción, asi como en el estudio de la cultura y de sus efectos constrictivos sobre los actores.
ETNOMETODOLOGIA De acuerdo con sus raíces griegas, el término etnometodología se refiere literal mente a los métodos que las personas utilizan cotidianamente para vivir una vida cotidiana satisfactoria. En otras palabras, el mundo social se contempla como una realización práctica en curso. Se considera que las personas son ra cionales, pero usan un «razonamiento práctico» para vivir su vida cotidiana. La etnometodología se centra en lo que hace la gente, mientras la sociología feno menológica se ocupa de lo que piensa la gente.
Definición de la etnometodología Sin embargo, aunque los etnometodólogos se centran en la acción, la conciben en tanto implica y entraña un actor reflexivo; la etnometodología no niega la existencia de los procesos mentales^. Los etnometodólogos critican algunas teorías sociológicas (por ejemplo, el funcionalismo estructural y ei marxismo estructural) que consideran al actor como un «imbécil desprovisto de juicio». Aunque los etnometodólogos se niegan a tratar a los actores como idiotas des provistos de juicio, no creen que las personas sean «reflexivas, autoconscientes y calculadoras hasta un punto ilimitado» (Heritage, 1984: 118). Antes bien, reconocen, de acuerdo con Schutz, que la acción suele ser más bien rutinaria y relativamente irreflexiva. Sin embargo, como veremos al final de este apartado, algunos crilicos han señalado que la etnometodología ignora al actor reflexivo.
288
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Una vez expresados estos comentarios a modo de introducción, repetimos la definición que ofrecimos en el Capítulo 2: la etnometodoiogía es el estudio del «cuerpo de conocimiento de sentido común y de la gama de procedimientos y consideraciones [métodos] por medio de los cuales los miembros corrientes de la sociedad dan sentido a las circunstancias en las que se encuentran, hallan el camino a seguir en esas circunstancias y actúan en consecuencia» (Heritage, 1984: 4), Comprenderemos mejor la esencia de la etnometodoiogía si nos detenemos en la definición ofrecida recientemente por Garfinkel (1988: 103). Primero, igual que Durkheim, Garfinkel cree que los «hechos sociales» constituyen el fenómeno sociológico fundamental. Sin embargo, los hechos sociales de Gar finkel difieren considerablemente de los de Durkheim. Para Durkheim, los he chos sociales son externos y coercitivos para los individuos. Los que adoptan semejante enfoque tienden a considerar a los actores como constreñidos o de terminados por las estructuras y las instituciones sociales y apenas capaces de ejercer su juicio de manera independiente. En mis propios términos (véase el Apéndice), los hechos sociales constituyen fenómenos macroobjetivos, mien tras en el de Garfinkel son microobjetivos. Es decir, Garfinkel, igual que Durk heim, considera los hechos sociales como fenómenos objetivos, pero a diferen cia de él, cree que existen en el nivel micro. En esta misma línea, Heritage señala que la etnometodoiogía se centra en «los niveles molecular y submolecular de la estructura social» (1984: 3 U ). Dicho de otro modo, la etnometodologia se ocupa de la organización de la vida cotidiana o, en términos de Garfinkel, de la «sociedad inmortal y corriente» (1988: 104). Pollner hace referencia a «la organización extraordinaria de lo ordinario» (1987: xvii). Siguiendo con la de finición de Garfinkel, esta organización se «produce local y endógenamente» y está «naturalmente organizada». Desde el punto de vista de Maynard y Clayman (en prensa), Garfinkel buscó una vía de acceso nueva a las preocupaciones tradicionales de la sociología; la realidad objetiva de los hechos sociales. Pero en lugar de concebir los hechos sociales como extemos y coercitivos, Garfinkel los ve como el resultado del esfuerzo concertado de las personas en su vida cotidiana. En su análisis de este esfuerzo concertado, Garfinkel dista de interesarse focal mente por los procesos cognitivos necesarios para que aquél se produzca, y se preocupa por los «procedi mientos», los «métodos» y «las prácticas» que utilizan las personas. Y de acuerdo con la definición de Garfinkel, el orden social es un «logro práctico constante». Varios aspectos de la definición de Garfinkel se orientan a la idea de que el uso de estos procedimientos prácticos es universal e ineludible, es decir, que constituyen «en todas partes, siempre, única, precisamente y por entero el es fuerzo de ios miembros, sin interrupción ni posibilidad alguna de eludirlos, ocul tarlos, ignorarlos, posponerlos o negociarlos» (1988: 103). Las personas no pueden evitar el uso de etnométodos en su vida cotidiana. Finalmente, Garfinkel cree que estos etnométodos son «reflexivamente ex plicables». Para comprender lo que quería decir Garfinkel es preciso analizar
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGIGA Y ETNOMETODOLOGIA
289
dos conceptos clave de la etnometodologia: la reflexividad y las explicaciones. Por reftexividad los etnometodólogos entienden el proceso en el que estamos todos implicados para crear la realidad social mediante nuestros pensamientos y nuestras acciones. Sin embargo, raramente somos conscientes de este proceso porque, por lo general, nos lo ocultamos a nosotros mismos. Cuando saludamos a alguien y ese alguien nos devuelve el saludo, no somos conscientes del esfuer zo reflexivo que estamos realizando. Pero cuando la otra persona frunce el en trecejo y pasa de largo sin devolver el saludo, nos percatamos de que estamos intentando crear cierta realidad con nuestras acciones sin lograrlo. En este mo mento puede que intentemos reafirmar el mundo de los saludos que conocemos y que nos esforcemos por explicar la respuesta inadecuada de la persona salu dada («No me habrá oído» o «no se sentía bien»). El orden de la sociedad se deriva, al menos parcialmente, de la reflexividad de las personas. Es decir, los etnometodólogos rechazan ia idea de que el orden se deriva meramente de la conformidad a las normas. Es la conciencia del actor de sus opciones, así como su capacidad de anticipar cómo van a reaccionar los otros a lo que ellos dicen y hacen, lo que dispone el orden en el mundo cotidiano. Las explicaciones suponen un esfuerzo de los actores que incluye procesos tales como la descripción, la crítica y la idealización de situaciones específicas (Bittner, 1973). La explicación es el proceso por el que las personas dan sentido at mundo. Los etnometodólogos prestan mucha atención al análisis de las expli caciones de las personas, así como de los modos en que las personas ofrecen y aceptan (o rechazan) las explicaciones. Esto explica su enorme interés por el análisis conversacional. Por ejemplo, cuando un estudiante explica a su profe sor por qué no pudo hacer et examen, le está ofreciendo una explicación. El estudiante se esfuerza por explicarle lo ocurrido. Los etnometodólogos se inte resan por la naturaleza de esa explicación, pero en términos más generales se preocupan por las prácticas explicativas (Sharrock y Anderson, 1986) de las que se sirven estudiante y profesor para ofrecer y aceptar o rechazar la explica ción. En su análisis de tas explicaciones, los etnometodólogos adoptan una pos tura de «indiferencia etnometodológica». Es decir, no juzgan la naturaleza de tas explicaciones, sino que las analizan en función de cómo se usan en la acción práctica. Les preocupan las explicaciones así como los métodos necesarios que utilizan emisor y receptor para emitir, comprender y aceptar o rechazar las explicaciones. En su desarrollo de la idea de las explicaciones los etnometodólogos suelen esmerarse en subrayar que los sociólogos, como todo el mundo, ofrecen expli caciones. Por eso, los estudios sociológicos pueden ser considerados también como explicaciones y, desde ei punto de vista de los etnometodólogos, son sus ceptibles de ser analizados como una explicación más. Esta idea contribuye al desencanto de la obra de ios sociólogos y, de hecho, de todos los científicos. Una buena parte de la sociología (y de todas las ciencias) implica interpretacio nes de sentido común. Los etnometodólogos pueden estudiar las explicaciones de los sociólogos del mismo modo que estudian las explicaciones de los profa
290
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nos en la materia. Asi, las prácticas cotidianas de los sociólogos y de todos los científicos son susceptibles de caer bajo el escrutinio de los etnometodólogos. Hemos logrado ahora una mejor comprensión de lo que Garfinkel quería decir al referirse a métodos cotidianos reflexivamente explicables. Las personas son capaces de refiexionar sobre las cosas que hacen y, por tanto, son capaces de explicar a los otros sus acciones. Es la reflexividad conjunta, asi como la oferta y la aceptación de las explicaciones, lo que explica parcialmente el orden de ia vida cotidiana. Como nos encontramos definiendo términos centrales de la etnometodolo gía, es preciso explicar algunos otros para ayudar al estudiante a obtener una mejor comprensión de la etnometodología. La indexicalidad es un concepto derivado de la lingüística, donde significa que las proposiciones tienen significados que difieren en función del contexto; «“Llueve” puede tener diferentes significados: durante un almuerzo campestre ansiado hacía tiempo, al final de una temporada de sequía, cuando los ríos se están desbordando, o cuando estamos conduciendo un auto y está a punto de helar» (Handel, 1982: 41). En el desarrollo de esta idea, los etnometodólogos adoptan el punto de vista de que todas las explicaciones —de hecho, todas tas expresiones y las acciones prácticas— deben interpretarse dentro de su contex to particular. Esto implica que los etnometodólogos han de cuidarse de imponer su visión de la realidad a los actores. En cambio, sí deben intentar ponerse en el lugar del actor con el fm de comprender lo que está diciendo y haciendo. Tanto los sociólogos como los profanos en la materia usan el método docu mental, que implica el esfuerzo por identificar «un patrón subyacente tras una serie de apariencias tales que se considere que cada apariencia se refiere al patrón subyacente, es una expresión o un documento de él» (Wilson, 1970: 68; cursivas añadidas; véase también Heritage, 1984: 84). Ni el sociólogo ni el profano pueden sentirse satisfechos con el análisis de acontecimientos aislados; ambos sienten la necesidad de descubrir el patrón subyacente en ei que encaja el evento. El método documental permite a los profanos comprender mejor lo que está sucediendo y orientar más convenientemente sus acciones. Cuando interactuamos con otras personas confiamos en que éstas interpretan lo que decimos y hacemos con el mismo patrón documental del que nos servimos no sotros. Si comprobamos que no es asi, algo que no suele suceder, se acaba la interacción. Al sociólogo et método documental le permite comprender más profundamente lo que sucede en el mundo social. A fin de vivir su vida cotidiana, las personas aplican el principio etcétera. De acuerdo con este principio, todas la situaciones implican aspectos incomple tos que los participantes deben rellenar para que la situación prosiga. Vivimos nuestra vida cotidiana a pesar de topamos constantemente con toda suerte de vacíos y ambigüedades. Para salvar estos obstáculos admitimos situaciones bo rrosas e información oscura sin cuestionarlas, esperando que más tarde se clari ficarán. La vida social sería imposible si esperáramos una claridad total en todo momento. En el curso de la acción esperamos que nos llegue la requerida infor-
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
291
tnación o la buscamos activamente c o n fin de clarificar la situación y compren der mejor lo que está sucediendo. La vida social es posible debido a que las personas aceptan el principio «etcétera» y están dispuestas a seguir ante la am bigüedad c o n la esperanza de que las cosas se clarificarán más tarde. Finalmente, los etnometodólogos asignan mucha importancia al lenguaje natural, el sistema de prácticas que permite a las personas hablar, escuchar y presenciar la producción y la realización objetiva de ia vida social. El lenguaje natural no se compone de tos elementos lingüísticos que utilizamos para comu nicarnos, sino más bien es el conjunto de elementos no lingüísticos de la co municación interpersonat. Implica cosas tales como la necesidad de turnarnos para conversar y de superar las interrupciones en una conversación. En última instancia, implica una preocupación por la estructura básica de la interacción entre el hablante y el oyente. Como apreciaremos enseguida, esta es la preocu pación central de una rama de ta etnometodoiogía que se conoce por análisis conversacional.
Diversificación de la etnometodoiogía La etnometodoiogía la «inventó» Garflnlcet a finales de los años cuarenta, pero apareció sistematizada por vez primera en la publicación en 1967 de su Studies in Ethnomethodology. Con tos años, la etnometodoiogía cobró importancia y se desarrolló en varias direcciones diferentes. Esto llevó a Don Zimmerman a con cluir en 1978 que ya no había una única etnometodoiogía, sino diversas varian tes de ella. Como Zimmerman señaló, la etnometodoiogía «abarca una serie de lineas de investigación más o menos diferentes y, en algunos casos, incompati bles» (1978: 6). Una década más tarde, Paul Atkinson (1988) subrayó la falta de coherencia de ta etnometodoiogía y llegó a afirmar que algunos etnometodólogos había ido demasiado tejos desde las premisas fundamentales det enfoque. Así, aunque constituye un tipo de teoría sociológica llena de vitalidad, en tos últimos años ta etnometodoiogía ha experimentado «dificultades de desarrollo» cada vez mayores. Maynard y Clayman (en prensa) describen una serie de vanantes de trabajo etenometodológico, pero desde nuestro punto de vista dos de ellas son las más importantes La primera hacen referencia a los estudios etnometodológicos de ambientes institucionales. Los primeros estudios etnometodólogícos que reali zó Garfinkel y sus colegas (que analizaremos más adelante bajo el encabeza * O tro cuerpo de esfuerzo etnom etodológito se ocupa deí estudio del trabajo, particular mente en campos científicos tales como las matemáticas, la astronomía, la biología y la óptica (por ejemplo. Lynch, 1^SS). Junto con el resto de los esfuerzos ctnomclodológicos, los estudios de este tipo se concentran en los procedimientos de sentido común, en el razonamiento práctico que han empleado los científicos incluso en los dcscrubrimicntos de mayor importancia en la historia de las matemáticas y la ciencia. El foco de atención es el trabajo de los científicos y las conversaciones que mantienen. Los etnometodólogos se preocupan por las prácticas que em plean los científicos diariamente.
292
TEORIA SOCJOLOGICA CONTEMPORANEA
miento «Experimentos de ruptura») se centraron en ambientes no institucionali zados y corrientes tales como el hogar. Más tarde, se produjo un movimiento hacia el estudio de las prácticas cotidianas en una amplia variedad de ambientes institucionales: los juzgados, las clínicas médicas y los departamentos de poli cía. El objetivo de estos estudios era comprender el modo en que las personas realizan sus tareas oficiales en estos lugares y el modo en que, al realizarlas, crean la institución a la que pertenecen. Los estudios sociológicos convencionales sobre esos ambientes institucio nales se centran en su estructura, sus normas formales y sus procedimientos oficiales para explicar lo que hacen las personas en esos lugares. Para los etno metodólogos tales constreñimientos externos son inadecuados para explicar lo que realmente sucede en esas instituciones. Las personas no están determinadas por estas fuerzas externas; antes bien, las usan para realizar sus tareas y para crear la institución de la que forman parte. Las personas emplean sus procedi mientos prácticos no sólo para vivir su vida cotidiana, sino también para manu facturar los productos de la institución. Por ejemplo, la tasa de delitos registrada por la policia no se debe exclusivamente a que los funcionarios de policía cum plan rigurosamente las normas definidas para su producción. Antes bien, los oficiales utilizan una serie de procedimientos de sentido común para decidir, por ejemplo, sí las victimas deben ser calificadas de homicidas. Así, tales tasas se basan en el esfuerzo interpretativo de los profesionales y por tanto hay que ser muy cuidadoso a la hora de interpretar las estadísticas oficíales. La segunda y más importante variante de la etnometodologia es el análisis conversacional. Su objetivo es «el análisis minucioso y la comprensión de las estructuras fundamentales de la interacción conversacional» (Zimmerman, 1988; 429). La conver-iación se define en términos de los elementos básicos de ta perspectiva etnometodológica: «La conversación constituye una actividad inte ractiva que exhibe propiedades estables y ordenadas que constituyen logros analizables de los conversadores» {Zimmerman, 1988: 406; cursivas añadidas). Sí bien existen reglas y procedimientos de las conversaciones, éstas no determi nan lo que se dice, sino que más bien se usan para «llevar a cabo» una conver sación. El análisis de la conversación se centra en los constreñimientos sobre lo que se dice, que son internos a la misma conversación y no fuerzas externas que la constriñen. Se considera que las conversaciones están interna y secuencial mente ordenadas. Zimmerman detalla cinco principios básicos que ha de seguir el análisis de la conversación. Primero, el análisis conversacional requiere la recolección y el análisis de unos datos sumamente detallados sobre las conversaciones. Estos datos incluyen no sólo palabras, sino también «vacilaciones, interrupciones, vueltas a empezar, silencios, sonidos respiratorios, aclaraciones de garganta, resuellos, risas y sonidos similares a la risa, prosodias, etc. , y por supuesto, conductas «no verbales» grabadas en cintas de video que generalmente se en cuentran integradas con el flujo de actividad captado en las cintas de audío» (Zimmerman, 1988: 413). Todas estas cosas forman parte de la mayoria de las
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
293
conversaciones, y han de ser consideradas como recursos metódicos que utili zan los actores para llevar a cabo una conversación. Segundo, en todos los detalles mínimos de una conversación puede presu mirse que hay una realización ordenada. Estos pequeños aspectos de la conver sación son ordenados por el etnometodólogo, pero, antes que nada, están pre viamente «ordenados mediante las actividades metodológicas de los propios actores sociales» (Zimmerman, 1988: 415). Tercero, la interacción en general, y la conversación en particular, tienen propiedades estables y ordenadas que constituyen realizaciones de los actores implicados. Al analizar las conversaciones ios etnometodólogos lo hacen como si fueran autónomas, separables de los procesos cognitivos de los actores así como del contexto general en el que se producen. Cuarto, «el marco fundamental de las conversaciones es la organización secuencial» (Zimmerman, 1988: 422). Finalmente, y en relación con este íiltimo punto, «el transcurso de la interacción conversacional se produce por turnos o sobre una base local» (Zimmerman, 1988: 423). Aquí Zimmerman recuerda la distinción de Heritage (1984) entre ¡as conversaciones «configuradas por el contexto» y las «renovadoras del contexto». Las conversaciones se configuran de acuerdo con et contexto cuando lo que se dice en un momento determinado está en función del contexto secuencial precedente de la conversación. Las con versaciones configuran y renuevan el contexto cuando lo que se está diciendo en el tumo presente se convierte en parte del contexto del siguiente turno. En términos metodológicos los analistas conversacionales estudian conver saciones en situaciones que ocurren naturalmente, y para ello suelen utilizar cintas de vídeo y audio. Este método permite que la información proceda direc tamente del mundo cotidiano en tugar de imponerla el investigador. E! investi gador puede examinar y reexaminar cada detalle de una conversación real en lugar de confiar en sus notas. Esta técnica también permite al investigador ha cer análisis muy minuciosos de las conversaciones. El análisis conversacional se basa en el supuesto de que las conversaciones constituyen el pilar fundamental de otras formas de relaciones interpersonales. Constituyen la forma de interacción más generalizada: una conversación «con tiene ia matriz más completa de prácticas y procedimientos comunicativos so cialmente organizados» (Heritage y Atkinson, 1984: 13). En estas últimas páginas hemos intentado ofrecer una definición general de la etnometodología. Sin embargo, el hecho es que el núcleo de la etnometodología no se encuentra en sus enunciados teóricos sino en sus estudios empíricos. Sus teorías se derivan de estos estudios. De manera que analizaremos ahora algunos de estos estudios para que el lector perciba mejor qué es ta etnometodología.
Ejemplos de etnometodología Experim entos de ru p tu ra . Comenzaremos con algunos de los primeros mé todos de investigación que le proporcionaron a la etnometodoíogía su reputa-
294
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ctón original. Aunque hoy en día estos primeros métodos apenas se utilizan, nos ofrecen información acerca de la naturaleza de la investigación etnometodológica. En los experimentos de ruptura se viola la realidad social con el fm de arrojar luz sobre los métodos que utilizan las personas para construir la realidad social. El supuesto subyacente a este tipo de investigación no es sólo que la producción metódica de la vida social sea constante, sino también que los parti cipantes no son conscientes de que realizan tales acciones. El objetivo de ios experimentos de ruptura es interrumpir los procedimientos normales de manera que pueda observarse y estudiarse el proceso por el que se construye o recons truye el mundo cotidiano. En su obra, Garfinkel (1967) ofreció algunos ejem plos de experimentos de ruptura, y una buena parte de ellos los realizaron sus alumnos en lugares corrientes para ilustrar los principios básicos de la etnometodologia. Estudiemos uno de estos ejemplos. Garfinkel pidió a sus alumnos que pasaran entre quince minutos y una hora en sus casas imaginando que eran huéspedes y actuando como si lo fueran. «Les dije que se comportaran de una manera circunspecta y educada. Debían evitar el contacto personal, y les aconsejé que se dirigieran a sus miembros de una manera formai y que hablaran sólo cuando les hablaran» (Garfmkel, 1967: 47). En la inmensa mayoría de los casos los miembros de la familia se pasmaban ante su comportamiento: «Sus trabajos estaban llenos de descripciones de asombro, desconcierto, sorpresa, ansiedad, incomodidad, indignación y de insultos por parte de varios miembros de la familia que calificaban al estudiante de mezqui no, desconsiderado, egoísta, desagradable o maleducado» (Garfinkel, i 967: 47), Estas reacciones revelan la importancia que tiene el que las personas actúen de acuerdo con los supuestos de sentido común acerca del modo en que supuesta mente deben comportarse. Lo que más interesaba a Garfinkel era el modo en que tos miembros de ta familia tanteaban maneras de sentido común para salvar tal ruptura. Pedían a tos estudiantes que explicaran su conducta. Sus preguntas solían sugerir la de manda de una explicación de su aberrante comportamiento: «¿T e has enfadado?» «¿Te encuentras m al?» «¿T e has vuelto lo c o o e s que eres tonto?» (G aríinkel, 1 9 6 7 :4 7 )
Los miembros de la familia también se esforzaban por explicarse las con ductas en términos de motivos previamente comprendidos. Por ejemplo, pensa ron que uno de ellos se comportaba asi porque trabajaba mucho y muy duro o porque se habia enfadado con su novia. Estas explicaciones son importantes para los participantes —en este caso, para los demás miembros de ta familia— porque les ayudan a sentir que en circunstancias normales la interacción seria como siempre había sido.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
295
Si el estudiante no reconocía la validez de estas explicaciones, los miem bros de la familia solían retirarse y aislarle, denunciarle o emprender represa lias contra él. Al rechazar el estudiante el esfuerzo por restaurar el orden me díante explicaciones se desencadenan emociones intensas. En este momento los demás miembros de la familia sienten la necesidad de proferir frases y realizar acciones más duras para restaurar el equilibrio: « jN o te preocupes por él!, está otra v ez de mal humor, «¿Porqué siem pre tien es que ser tú el que rompa nuestra arm onía fam iliar?» « ¡N o quiero v o lv er a verre con esa actitud hacia mi y si no p uedes tratar a tu madre decentem en te, m ejor te largas!» (G arfinkel. 1967: 4 8 )
A! final, los estudiantes explicaron el experimento a sus familias y en la mayoría de los casos se restauró la armonía. Sin embargo, en otros casos persis tieron los sentimientos negativos. Los experimentos de ruptura se realizan para ilustrar el modo en que las personas ordenan su vida cotidiana. Estos experimentos revelan también la fra gilidad de la realidad social y de los modos del sentido común con los que las personas intentan comprender y arreglar las rupturas. Se supone que el modo en que las personas manejan estas rupturas nos sugiere ideas sobre la manera en la que viven su vida cotidiana (Handel, 1982). Aunque estos experimentos pa recen inocentes, suelen conducir a reacciones altamente emocionales. Estas reacciones extremas reflejan lo importante que es para las personas actuar de una manera rutinaria y congruente con el sentido común. Las reacciones a las rupturas son en ocasiones tan extremas que Hugh Mehan y Houston Wood ad virtieron los riesgos que implicaba su uso: «A los interesados les ha acon sejado fervientemente que no realicen ningún otro experimento de ruptura» (1975-. 113). Realización de género. Parece indiscutible que el género de una persona — femenino o masculino— tiene una base biológica. Por lo general, se conside ra a las personas simplemente como individuos que exhiben conductas deriva das de su dotación biológica. No se las suele concebir como individuos que realizan su género. En cambio, el atractivo sexual es claramente una realiza ción; las personas han de hablar y actuar de maneras específicas para que se las considere sexualmente atractivas. Se supone que una persona no tiene que ha cer o decir nada para ser considerada mujer u hombre. La investigación etno metodológica sobre esta cuestión ha llegado a conclusiones harto inusuales. La perspectiva etnometodológica sobre esta cuestión se expresó por vez primera en una de las demostraciones de Harold Garfinkel. ahora considerada clásica (1967), de la utilidad de su orientación. En los años cincuenta, Garfinkel conoció a una persona llamada Agnes que, sin lugar a dudas, parecía una mujer. Aparte de tener un tipo femenino, éste era virtualmente «perfecto» debido a sus
296
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
medidas ideales. Era guapa, tenia buena complexión, llevaba las cejas depila das, los labios pintados y carecía de vello facial, ¿acaso no era una mujer?; Garfínkel descubrió que Agnes no había sido siempre mujer. De hecho, cuando la conoció, estaba intentando convencer a los funcionarios de que necesitaba una operación en !a que le extirparan sus genitales masculinos y le crearan una vagina. Cuando nació Agncs la definieron como niño y fué un niño hasta que cum plió dieciséis años. A esa edad se percató de que algo iba mal. Se marchó de casa y comenzó a vestirse como una adolescente. Pronto descubrió que vestirse como mujer no era suficiente; tenía que aprender a actuar como una mujer si quería que la aceptasen como tal. Aprendió las prácticas comíinmente acepta das y llegó a lograr definirse y que la definieran como mujer. La idea más general subyacente a este caso es que no sólo nacemos hombres o mujeres, sino que también debemos aprender y usar rutinariamente las prácticas comunes que nos definen como hombres o mujeres. Solo aprendiéndolas y usándolas llega mos a ser, en sentido sociológico, hombre o mujer. «Realización» de un paseo. Pocos de nosotros nos paramos a reflexionar sobre el conocimiento y tos procedimientos de sentido común implicados en et acto de caminar, y menos todavía tos hemos sometido a riguroso examen socio lógico. Esto es precisamente lo que hicieron A. Lincoln Ryave y James N. Schenkeín (1974). No soto les preocupaba et acto de caminar, sino también la «realización» del paseo. Si bien todos disponemos de prácticas metódicas ruti narias para caminar, en realidad necesitamos usar esas rutinas a la hora de ha cerlo. Además, debemos caminar en concierto con las personas que andan con o hacia nosotros; en otras palabras, caminar es una realización concertada de tos miembros de ta comunidad. Ryave y Schenkein examinaron el paseo no soto para comprender ese acto específico, sino también para comprender una amplia serie de fenómenos: «Mediante el análisis de este fenómeno común como una realización problemática de los miembros, esperamos comprender mejor ios fenómenos sociales como realizaciones situacionales en curso» (1974; 265). Su fuente de información básica para este estudio consistía en una serie de cintas de vídeo donde aparecían personas caminando. Su preocupación central era el modo en que las personas navegaban por la calle y evitaban las colisio nes. Para realizar con éxito una caminata, las partes no sólo deben reconocer lo que están haciendo, sino también producir una estrategia apropiada para cami nar. Este es un sorprendente ejemplo del modo en que tos sociólogos etnometodótogos se sirven de una situación mundana para demostrar su carácter proble mático. Abordaremos ahora ta cuestión del paseo conjunto. Para caminar juntas, las personas necesitan producir un patrón colectivo. Por ejemplo, deben mantener cierta proximidad entre ellas. Si un participante se adelanta o se atrasa demasia do ha de realizar un «esfuerzo reparador» para restaurar el ritmo del paseo. El individuo puede retrasarse, adelantarse o explicar (en el preciso momento en
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
297
que io hace o posteriormente) por qué no iba al mismo ritmo. Si el participante rehúsa emprender una acción reparadora y continúa a un ritmo diferente, su acción se convierte en una seria amenaza para la realidad del paseo conjunto. El acto del paseo conjunto también hace posible una serie de actividades conjuntas: «Por ejemplo, actividades tales como conversar, estar disponible para seguir una conversación, contactar físicamente con los otros, reír, ofrecer taba co o caramelos, despedirse, etc. son previsibles por el simple hecho de caminar al mismo ritmo» (Ryave y Schenkein, 1974: 272). Ryave y Schenkein también consideraron el fenómeno de caminar como una realización social. Por ejemplo, ¿cómo evita el caminante que se produzca un paseo conjunto cuando adelanta a otro caminante en la calle? Las cintas de video de Ryave y Schenkein indican que el individuo cambia de dirección, de ritmo, y de actitud corporal de manera que el momento de la copresencia sea fugaz. De modo similar, nuestra caminata requiere un esfuerzo por evitar come ter transgresiones. Por ejemplo, podría parecer que un individuo «está siguien do» a otro en la calle. El modo en que una persona se acerca a otra puede parecerle a esta última un gesto amenazador. Para evitar estas transgresiones los caminantes no sólo deben ser conscientes de la posibilidad de que se pro duzcan, sino que deben ser capaces rápida y efectivamente de hacer esfuerzos para evitar su ocurrencia. Conversaciones telefónicas: identificación y reconocimiento. En este y otros ejemplos volmemos al análisis conversacional. Su meta es analizar los modos dados-por-supuestos en los que se organizan las conversaciones. Los analistas de las conversaciones tratan la relación entre expresiones más que la relación entre hablante y oyente (Sharrock y Anderson, 1986; 68). Emanuel A. Schegloff (1979) especificó que su análisis de las conversacio nes telefónicas formaba parte del esfuerzo general por comprender el carácter ordenado de la interacción social: El trabajo que estam os realizando m is c o le g a s y y o se ocupa de la o rg a n iza c ió n de la in te ra c c ió n so c ia l. El material con el que trabajamos — las cin tas audio y víd eo que graban la interacción que su c e d e d e fo r m a n a tu r a l, y las tran scrip cion es de estas cintas— nos sirve para d e te c ta r y d e s c r ib ir lo s fen ó m en o s ordenados que com ponen la con versación y la interacción, y para describir las o rgan izacion es sistem áticas por referencia a las cu ales se producen e so s fen óm en os. (S c h e g lo ff, 1979: 2 4 , cu rsivas añadidas)
Schegloff y sus colegas se interesaron por diversos fenómenos ordenados que se producían en la interacción tales como la organización de tumos para hablar en las conversaciones y los modos en que las personas intentaban reparar las rupturas de los procedimientos convencionales de las conversaciones. Ade más, se preocuparon por la estructura general de la conversación: los comien zos, los finales y las secuencias internas que se suceden con regularidad.
2M
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En este contexto, Schegloff analizó el comienzo de una conversación tele fónica, defínido por él como «un lugar en el que el tipo de conversación que se inicia puede ser propuesta, expresada, aceptada, rechazada o modificada, en suma, constituida incipientemente por las partes que la integran» (1979: 25). Aunque la charla telefónica apenas difiere de las conversaciones cara a cara, el hecho es que los participantes carecen de contacto visual. Schegloff se centró en un elemento de las conversaciones telefónicas que no existe en las conver saciones cara a cara: la secuencia en la que las partes, sin tener contacto visual, se identifican y reconocen. Para su investigación Schegloff utilizó datos extraídos de 450 comienzos telefónicos. Descubrió que los comienzos telefónicos suelen ser bastante direc tos y estandarizados: A. B. A.
¿D iga? ¿Sharon? ¡Hola!
A. B. A.
D iga. ¿C hariie? A h , hola.
o:
(S c h e g lo ff, 1979: 5 2 )
Pero otros comienzos «parecen y suenan idiosincrásicos, realizaciones casi virtuosas» (Schegloff, 1979: 68): A. B. A. B. A, B. A. B. A. B. A. B.
D iga. ¿M argie? Sí. E sto... E stam os pintando, dando apariencia de antigüedad, ¿D e verdad? B u en o,.,je-je Je, je , je , je J a ,ja ,j a , ja! je Ja, ja T engo las herram ientas ( J e j e ) ! ja , ja Perdona, no m e di cuenta. (adaptación de S ch eg lo ff, 1979: 68)
Aunque este tipo de comienzos difieren de los comienzos usuales, no están exentos de organización. Se «forman a partir de una organización secuencia! sistèmica adaptada y realizada por las partes para determinadas circunstancias particulares» (Schegloff, 1979: 68). Por ejemplo, la conversación anterior es prácticamente incomprensible sin comprender que B telefonea a A para pedirle
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
299
disculpas por tener en su poder demasiado tiempo unas herramientas que le prestó. B hace una broma de ello al referirse a que está pintando, dando aparien cia de antiguo y, sólo al final, después de reír ambos, B expresa su disculpa. La conclusión de Schegloff es que deben examinarse también los casos idiosincrásicos y buscarse en ellos su patrón de organización: Por tanto, hay qu e exam inar lo s c a so s particulares y buscar su interés local, interaccional, b iográ fico , etn ográfico u otros a sp ecto s id io sin crá sico s. Pueden in sp ec cionarse lo s m ism o s m ateriales para extraer de sus particularidades lo c a le s la orga n ización form al en la q ue se han inscrito sus peculiaridades. Para lo s e stu d io so s de la interacción, ias o rg a n iza cio n es m ediante las cu ales se produce el fu n cion am ien to de la vida social ocupan el centro de aten ción . (S c h e g lo ff, 1979: 71)
Iniciación de la risa. Gail Jefferson (1979; véase también Jefferson, 1984) analizó la cuestión de cómo saber cuándo reír en el curso de una conversación. La opinión del profano es que la risa es un acontecimiento totalmente espontá neo en el curso de una conversación o interacción. Sin embargo, Jefferson des cubrió que hay algunos rasgos estructurales básicos en la conversación cuya intención es provocar la risa del interlocutor. El primero es cuando el hablante se ríe al final de su expresión: D an. D o ily .
Creí que era im presionante. M e has o íd o decir que eres un d roga d icto ...je, je Je, je , je. (adaptación de Jefferson , 1979: 80)
La segunda característica es la risa del hablante en medio de su expresión, por ejemplo, en medio de una frase: A. B. A,
S ab es que no h ice... lo sabes D iab los, tá sa b es qu e m e co n ten g o (ja, ja); Eh! Je, je , ja , ja . (adaptación de Jefferson, 1979; 83)
A partir de estos ejemplos Jefferson concluye que la ocurrencia de la risa está más organizada de lo que nosotros creemos; P arece, por tanto, que el orden d e la s respuestas alternativas a alg o risib le no está organizado tan librem ente co m o puede suponerse; v .g ., la cu estión no es que algo debe ocurrir, sea la risa o cualquier otra co sa , sin o que la risa d eb e ocurrir bien voluntariam ente, bien por in v ita ció n . (Jefferson, 1979; 8 3 )
Sin embargo, a Jefferson no sólo le interesaba la decisión de reír, sino tam bién el rechazo a una invitación a reír. Descubrió que el silencio tras una invita-
300
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ción no es suficiente, que es necesario que se produzca una señal más clara que indique el rechazo a la invitación. Por ejemplo, si alguien se negara a reírse, comenzaría una estrategia de persecución rigurosa del tópico inmediatamente después de haberse producido la risa del hablante. Más recientemente, Glenn(1989) ha examinado la iniciación de la risa com partida en una conversación de varios participantes. Mientras Jefferson se cen tró en la interacción entre dos personas, la existencia de varias personas hace más compleja la cuestión de la risa. Glenn afirma que mientras en las interac ciones entre dos personas el hablante normalmente ríe el primero, en las inte racciones entre varias personas algún otro que no es el hablante proporciona por lo general la primera risa. En una interacción entre dos personas, el hablante se ve prácticamente obligado a reír de su propia expresión por el hecho de que sólo hay otra persona presente que pueda realizar esa función. Sin embargo, en una interacción de varios participantes, el hecho de que haya muchas otras per sonas que pueden reír primero significa que el hablante puede asumir mejor el riesgo de no tomar la iniciativa de ser el primero en reír. Provocación del aplauso. Inspirándose en el trabajo desarrollado por J. Maxwell Atkínson (1984a, 1984b), John Heritage y David Greatbatch (1986) estudiaron la retórica de los discursos políticos británicos e identificaron en ellos mecanis mos básicos que utilizaban los oradores para provocar el aplauso de sus audien cias. Afirman que el aplauso se provoca mediante «firases que están verbalmen te construidas (a) para enfatizar y subrayar su contenido frente al material lingüístico que las rodea y (b) para proyectar un claro punto fin a l del mensaje en cuestión» (Heritage y Greatbatch, 1986: 116). El énfasis comunica a la au diencia que el aplauso es apropiado, y un aviso de terminación de la frase hace que la audiencia comience a aplaudir más o menos al unísono. En su análisis de los discursos políticos británicos, Heritage y Greatbatch identificaron siete me canismos retóricos básicos: 1.
2.
3.
4.
Contraste: por ejemplo, un político podría afirmar: «Se gasta demasiado en la guerra...y muy poco en la paz». Esta frase genera aplauso porque, me diante el énfasis, la misma cuestión se hace primero en términos nega tivos y luego positivos. La audiencia también puede anticipar el mo mento del aplauso al comparar la segunda mitad de la firase con la primera, Lista: la relación de cuestiones políticas, sobre todo la habitual que consta de tres puntos, la más usada, proporciona énfasis y también un punto final que la audiencia puede anticipar. Solución al problema: e;l político plantea un problema a la audiencia para luego ofrecer la solución. Esta doble presentación de la cuestión proporciona énfasis y la audiencia puede anticipar la terminación de la frase al final de la solución. Cabecera-culminación ingeniosa: el político propone una frase para luego pronunciarla.
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
301
5.
Combinación: implica el uso de dos o más de los mecanismos que aca bamos de señalar. 6. Adopción de postura: supone una descripción inicial de un estado de cosas con la intención de que el hablante lo perciba con más intensidad. Sin embargo, al principio se presenta de un modo indiferente. Sólo al final el orador expresa la postura que ha adoptado. 7. Persecución: sucede cuando una audiencia no responde a un mensaje determinado. El orador puede perseguir activamente el aplauso mediante, por ejemplo, la repetición y reafirmación de la cuestión central. En los congresos de los partidos políticos analizados por Heritage y Greatbatch, estos siete mecanismos explicaban más de las dos terceras partes del total de los aplausos. De los siete, el contraste (que daba cuenta de aproximadamente una cuarta parte de los aplausos) constituía, con mucho, el mecanismo más eficaz. Además de estos mecanismos, también es importante la manera en que el ora dor ofrece el mensaje («la entonación, la habilidad para escoger el momento oportuno y los gestos») (Heritage y Greatbatch, 1986: 143), Por último, Herita ge y Greatbatch señalaron que estos siete mecanismos podían identificarse no sólo en los discursos políticos, sino también en los lemas publicitarios, las edi toriales de los periódicos, los textos científicos, etc. De hecho, concluyeron que estos mecanismos tenian sus raíces y podían encontrarse en la interacción con versacional natural y cotidiana. La conclusión es que todos utilizamos diaria mente estos mecanismos para provocar reacciones positivas de las personas con las que interactuamos. La em ergencia interactiva de las oraciones y los relatos. Charles Goodv^in (1979) desafió el supuesto lingüístico tradicional de que las proposiciones po dian examinarse aisladas del proceso de interacción en el que surgen. Su opi nión era que «las oraciones surgen con la conversación» (Goodwin, Í979: 97), El hecho es que el «emisor puede reconstruir el significado de su oración al mismo tiempo que la produce con el fin de garantizar que sea oportuna para el receptor del momento» (Goodwin, 1979; 98; cursivas añadidas). La cuestión esencial de Goodwin era que el hablante presta mucha atención al oyente cuando está hablando. En función de la reacción verbal, facial o cor poral del oyente, el hablante adapta la oración a médida que surge. Las reaccio nes permiten al hablante decidir si está provocando una reacción deseada o no, y en función de ello alterar la estructura de la oración. En una conversación harto complicada que analizó, Goodwin describe algunas de las alteraciones que se producen en una secuencia determinada de la oración; En el curso de su producción, el sig n ifica d o im p licad o en la oración de John se reconstruye dos v e c e s, se añade un n u evo segm en to y se elim in a otro antes de su producción para reem plazarlo por otro diferente. La oración final em erge co m o el
302
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA producto de un p ro ceso d in ám ico de interacción entre el hablante y el o y en te a m edida que constru yen m utuam ente el tu m o de palabra. (G o o d w in , 1979: 112)
En otras palabras, las oraciones son productos de procesos de colaboración. Más recientemente, Mandelbaum (1989) ha examinado la emergencia in teractiva de los relatos. Su argumento central es que la audiencia no es pasiva, tal y como por lo común se acepta, sino que se la puede considerar «co-autora» del relato. De manera paralela al análisis de Goodwin sobre la emergencia inte ractiva de las oraciones, Mandelbaum muestra que los miembros de la audien cia disponen de recursos que les permiten colaborar con el autor para alterar el relato mientras se les está ofreciendo. La audiencia participa permitiendo la suspensión del intercambio de tumos de palabra con el fm de que el que ofrece el relato domine la conversación. Los miembros de la audiencia también contri buyen al relato demostrando su comprensión mediante el uso de expresiones tales como «ya, ya» o «mm, mm». La audiencia también puede «reparar» algún problema del relato permitiendo así que prosiga. Y lo que es más importante aún para los objetivos de esta sección, la audiencia puede intervenir en el relato y causar un cambio de dirección. Así, en un sentido totalmente real, los relatos, como las oraciones y las conversaciones en general, son productos interactivos. Formulaciones. Heritage y Watson (1979) se interesaron por la cuestión ge neral del orden intemo de las conversaciones y la situaron dentro del contexto general de las preocupaciones etnometodológicas: El análisis del razonam iento s o c io ló g ic o práctico m ediante el cual puede ex p lica r se y ordenarse la activid ad social co n stitu y e una preocupación central d el trabajo etn o m etod ológico . Esta preocupación im p lica la n o ció n de que todos lo s rasgos e sc é n ic o s de la in teracción social [por ejem p lo, las b iografías, lo s ev en to s, las personalidades, las situaciones] se ocasionan y establecen com o realizaciones prácticas concertadas en y a través de las cu a les las partes dem uestran su co m p eten cia en la m anipulación práctica del orden so cia l. C om o analistas que so m o s, d eb em os esfo r zam os por exp lica r lo s m étod os por lo s que lo s m iem bros expresan, m anipulan y reconocen e se orden en las o ca sio n e s en las que su u so ocurre de form a natural. (H eritage y W atson , 1979: 12 3 -1 2 4 )
La preocupación específica de estos autores era la cuestión del momento en que el orden conversacional se convierte en un tópico de la conversación para los participantes. En concreto, analizaron las formulaciones, que definieron como una parte de la conversación utilizada para describir esa conversación. En par ticular, se centraron en un tipo especifico de formulación por medio de la cual la intención del actor es «describir los estados de cosas ya descritos o negocia dos (en su totalidad o sólo en parte) en el discurso precedente» (Heritage y Watson, 1979; 126).
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
303
Las conversaciones que analizaron Heritage y Watson son demasiado ex tensas como para incluirlas en este apartado, pero la siguiente nos aclara su definición de formulación; A.
Estaba tan deprim ido que...
B. Dime A. B. C.
... que m e subí a la barandilla del puente Te e sta b a s p r e p a r a n d o p a r a s u ic id a r te p o r q u e ... S í, estoy tan cansado.
En este ejemplo, cuando B dice que A se estaba preparando para suicidarse, está formulando lo que A intentaba decir en sus dos oraciones precedentes. Estas formulaciones ilustran la manipulación práctica de las conversacio nes. Una formulación es una parte de la conversación en la que el objetivo «es clara y específicamente demostrar la comprensión de los participantes» (Heri tage y Watson, 1979; 129). Una formulación es un ejemplo de cómo los miem bros demuestran su comprensión de lo que está ocurriendo. Integración del discurso y de las actividades no vocales. Mientras los ana listas de la conversación se centran en el discurso verbal, otros etnometodólo gos se preocupan por las actividades no vocales. Algunos investigadores utili zan cintas de vídeo para analizar la integración de actividades verbales y no verbales. Goodwin (1984), por ejemplo, examinó una cinta de video en la que se habia grabado una cena de dos parejas. Una de las cuestiones que analizó en el estudio de la relación entre las actividades verbales y las no verbales fue la postura corporal que adopta un comensal (Ann) mientras cuenta una historia durante la cena: Ann tien e las m anos cruzadas, ap oya am bos co d o s sobre la m esa, y se in clin a hacia adelante m irando fijam ente a la persona a quien va dirigida su historia, B eth. C on esta postura, el hablante dem uestra total orientación hacía q uien dirige su historia, plena im p licación en el relato de su historia y falta d e atención por cualquier otra actividad que no sea la con versación . La postura p arece... constituir una dem ostra ción visu al de que la historia progresa. (G oo d w in , 1984: 2 2 8 )
En términos más generales, Goodwin concluye «la historia de Ann se hace visible no sólo en su discurso sino en el modo en que ella organiza su cuerpo y otras actividades mientras cuenta su historia» (1984: 229). Goodwin analizó también la mirada, otra actividad no verbal que relaciona con el discurso: C uando un em iso r mira a un receptor, éste d eb e m irarle fijam ente. Cuando los hablantes miran a receptores qu e no le s miran e id en tifican una transgresión de la norma, su elen producir interrupciones de frases tales co m o reco m icn zo s y pausas
304
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA en su discurso. Estas interrupciones fra seo ló g ic a s d efin en el ev en to co m o una v io lación al resituar el discurso en el punto en et que de alguna manera quedó dañado, y tam bién proporcionan un rem ed io al requerir la mirada del oyente. D e este m odo, inm ediatam ente d esp u és de las interrupciones fra seo ló g ic a s lo s receptores que no miran a lo s em isores su elen em pezar a dirigir su mirada al hablante. (G ood w in , 1984: 230)
La postura corporal y ta mirada son sólo dos de las muchas actividades no verbales que están estrechameme relacionadas con las actividades verbales. Algunos estudios etnometodológicos sobre instituciones. Como señalamos al principio de este capítulo, algunos etnometodólogos han mostrado un interés creciente por el estudio de la conversación y la interacción en diversas institucio nes sociales. En este apartado examinaremos algunos ejemplos de estos estudios. Ciertos etnometodólogos se han ocupado del mundo del trabajo. Por ejem plo, Button (1987) analizó las entrevistas de trabajo. No es sorprendente que este autor considere la entrevista como una conversación secuencial con tumo de palabra y como una «adaptación situacional práctica de las partes» (Button, 1987: 160). Una de las cuestiones que se aborda en este estudio son las cosas que los entrevistadores pueden hacer, una vez que se ha emitido una respuesta, para dirigir la conversación hacia otros asuntos, impidiendo así que el entrevis tado cambie o corrija su respuesta. En primer lugar, el entrevistador puede se ñalar que la entrevista es enteramente abierta. En segundo lugar, el entrevista dor puede formular otra pregunta para cambiar la dirección de la conversación. Y en tercero, el entrevistador puede sopesar la respuesta de modo que impida al entrevistado que la cambie. Button se pregunta lo que realmente define una entrevista de trabajo. Señala que en la puerta no hay señal alguna que lo indique, ni existe una masa de gente. Antes bien, «lo que hacen las personas y el modo en que estructuran y organi zan sus interacciones con otras personas es lo que define algunas situaciones sociales como entrevistas. Esto implica totalmente el modo en que los partici pantes organizan su intercambio oral entre ellos» (Button, 1987: 170). En con secuencia, es la naturaleza de la interacción, de la conversación, to que define una entrevista de trabajo. Anderson, Hughes, y Sharrock (1987) han examinado la naturaleza de las negociaciones entre ejecutivos de empresas. Uno de sus hallazgos sobre estas negociaciones es el alto grado en que son razonables, impersonales e indepen dientes: Todo se realiza de una m anera pensada, calculada y razonable. En sus m aniobras no hay nada de anim osidad personal. S im p lem en te trabajan; es parte de su día de trabajo.... L os rencores, desacu erd os y disputas siem pre se con tien en , están bajo control. S í no puede hacerse un trato esta v e z... no se hará.
(A nderson, H ughes, y Sharrock, 1987: 155)
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
305
Este tipo de interacción nos sugiere muchas ideas sobre el mundo de los negocios. Curiosamente, Anderson, Hughes, y Sharrock llegaron a afirmar que lo que ocurre en el mundo de los negocios apenas difiere de lo que sucede en la vida cotidiana. En la mayoría de nuestras relaciones sociales nos comportamos de la misma manera que hemos descrito antes acerca de los ejecutivos. «La vida de los negocios no transcurre en el departamento de ventas, apartada del resto de la vida social. Aquélla es una continuación y está entretejida con ésta» (Anderson, Hughes, y Sharrock, 1987: 155). Whalen y Zimmerman (1987) examinaron llamadas telefónicas a centros de emergencia. El contexto de estas llamadas supone una reducción de las conver saciones telefónicas abiertas. En las conversaciones telefónicas corrientes en contramos normalmente frases que denotan citas, identificación-reconocimien to, saludos y preguntas acerca del estado de las personas implicadas. En las llamadas de emergencia, sin embargo, las secuencias de apertura se reducen y los saludos, las preguntas sobre el estado de las personas implicadas y los reco nocimientos suelen no existir. Otro aspecto interesante de las llamadas de emergencia es que algunos ele mentos de apertura, que suelen ser ignorados en una conversación normal, son tratados con bastante seriedad: ... aquellas situ a cio n es en las que el que llam a se d escon cierta ante ciertas resp u es tas, o cuando se produce un sile n c io en la iinea o se oyen so n id o s de fondo tales com o el ladrido de un perro, gritos, c h illid os o una alarma detectora de incendios. A pesar de su falta de im p licación con versacion al directa en la lín ea, los que res ponden a la llam ada consideran in icialm en te e sto s ev en to s co m o p o sib les indica dores de la n ecesid ad de a sisten cia y, por tanto, co m o req u isitos fu n cion ales o virtuales de ella. (W halen y Z im m erm an, 1987: Í78)
La naturaleza peculiar de la conversación telefónica de emergencia condu ce a estas y otras adaptaciones a la estructura de la conversación normal. En un estudio simJlar, Whalen, Zimmerman, y Whalen (1988) analizaron una conversación telefónica específica de emergencia que fracasa por llegar tarde la ambulancia y, como consecuencia, muere una mujer. Mientras en este caso los medios de comunicación de masas suelen culpar al que responde a la llamada, Whalen, Zimmerman, y Whalen atribuyen la culpa a a la naturaleza de este tipo de conversación telefónica: N uestra in vestig a ció n ha dem ostrado que lo s participantes tienen com p ren sion es m uy distintas de lo que su ced e y d iferentes exp ectativas d e lo que supuestam ente ocurre en esa con versación . En el curso de la interacción, tanto las palabras det que telefon eab a co m o las de la enferm era que respondía (y su supervisor) intervinieron para am pliar y hacer m ás hondo el m alentendido. E se m alentendido contribuyó de
306
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA modo fundam ental a una d iscu sió n qu e con tam in ó y transform ó las activid ad es de los participantes.
(Whalen, Zimmerman, y Wlialen, 1988: 385) De esta manera, es la naturaleza de la conversación especifica, no las capa cidades del que responde, el elemento que «causa» ei malentendido. Los estudios sobre instituciones proliferan a gran velocidad. Entre otros qemplos se cuenta el esfuerzo de Clayman (1988) por demostrar las técnicas que utilizan los entrevistadores de los programas de noticias de la televisión para parecer objetivos, y el estudio de Marlaire y Maynard (1990) sobre los tests estandarizados (por ejemplo, el test de inteligencia) como fenómenos inte ractivos. Las posibilidades son infinitas, ya que los analistas conversacionales y los etnometodólogos estudian la interacción con el fin de arrojar luz sobre la naturaleza misma de la interacción, así como sobre una gran variedad de insti tuciones en la que ésta se produce.
C ríticas a la so c io lo g ía trad ic io n a l Los etnometodólogos critican a los sociólogos tradicionales por imponer su con cepción de la realidad social al mundo social (Mehan y Wood, 1975). Creen que ta socioiogia ha dedicado escasa atención o no ha sido fiel al mundo cotidiano, que debe constituir su fuente última de conocimiento (Sharrock y Anderson, 1986). Cegados por su propia visión del mundo social, los sociólogos han tendi do a no percibir la realidad social de sus objetos de estudio. Como Mehan y Wood señalaron: «En su esfuerzo por hacer ciencia social, la sociología se ha separado de lo social» (1975: 63). Dentro de esta orientación general, Mehan y Wood (véase también Sharrock y Anderson, 1986) hicieron una serie de críticas concretas a la sociología. Los conceptos usados por los sociólogos distorsionan el mundo social y destruyen su flujo y reflujo. Una distorsión todavía mayor se produce como consecuencia de la confianza de los sociólogos en las técnicas científicas y los análisis esta dísticos de datos. Por lo general, las estadísticas no reflejan fielmente la elegan cia y la sofisticación del mundo social. Las técnicas codificadoras utilizadas por los sociólogos, quienes traducen la conducta humana a sus propias categorías preconcebidas, distorsionan el mundo social. Además, la aparente simplicidad de los códigos oculta la complejidad y la perturbación que se produce al conver tir ciertos aspectos del mundo social en categorías preconcebidas. Por añadidu ra, los sociólogos suelen aceptar incondicionalmente las descripciones que ha cen los entrevistados de un fenómeno, en lugar de analizar el fenómeno en sí. De este modo, una descripción de una situación social suele ser aceptada como la definición de la situación, y no como lo que realmente es, una concepción de esa situación. Finalmente, Mehan y Wood afirman que los sociólogos tienden a
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGIGA Y ETNOMETODOLOGIA
307
ofrecer abstracciones del mundo social que cada vez se corresponden menos con ta realidad de la vida cotidiana. Don Zimmerman y Melvin Pollner (1970), quienes adoptaron una postura ligeramente diferente, afirmaron que la sociología convencional había confun dido tópico y recurso. Es decir, el mundo social cotidiano constituye un recurso para los tópicos característicos de la sociología, pero raramente constituye un tópico por sí mismo. Esto puede ilustrarse mediante varios ejemplos. Asi, Roy Turner (1970; véase también Sharrock y Anderson, 1986) señaló que los soció logos suelen analizar el discurso cotidiano no como un tópico en sí, sino como un recurso para estudiar realidades ocultas tales como normas, valores, actitu des, etc. Sin embargo, lejos de constituir un recurso, el discurso cotidiano debe ser considerado como uno de los modos en los que la vida social se realiza y es, por tanto, un tópico en si mismo. Matthew Speier (1970) señaló que cuando los sociólogos estudian la socialización infantil no analizan los procesos mismos, sino una serie de «etapas» abstractas generalizadas a partir de aquellos proce sos. Speier afirmó que «la socialización es la adquisición de la competencia para la interacción» (1970: 189). Por tanto, ei etnometodólogo debe ocuparse del análisis del modo en que se adquieren y usan esas capacidades en la realidad cotidiana del mundo real. Otro análisis de la socialización infantil realizado por Robert W. Mackay (1974) puede tomarse como una dura critica a la sociología tradicional y a su confusión entre tópico y recurso. Mackay comparó el enfoque «normativo» de la sociología tradicional con el enfoque interpretativo de la etnometodologia. El enfoque normativo concibe la socialización simplemente como una serie de etapas durante la cuales los adultos «completos» enseñan a los niños «incom pletos» las maneras de la sociedad. Mackay calificó esta concepción de errónea porque ignora la realidad de que la socialización implica interacción entre niños y adultos. Los niños no son receptáculos pasivos, incompletos; antes bien, son participantes activos en el proceso de la socialización porque disponen de la capacidad de razonar, idear y adquirir conocimiento. La socialización es un proceso bilateral. Mackay creía que la orientación etnometodológica «restaura como objeto de estudio la interacción entre adultos y niños que se basa en la capacidad interpretativa» (1974: 183). Don Zimmerman y Melvin Pollner (1970) citaron otros ejemplos para ilus trar la confusión entre tópico y recurso. Por ejemplo, afirmaron que los sociólo gos explican normalmente la acción en las burocracias mediante las reglas, las normas y los valores de la organización. Sin embargo, si hubieran considerado las organizaciones como tópicos, habrían visto lo que los actores suelen apa rentar con sus acciones; que esas acciones pueden explicarse mediante reglas. No son las reglas, sino el uso que hacen los actores de las reglas lo que debe ser objeto de la investigación sociológica. Zimmerman y Pollner citaron el ejemplo del código de conducta entre los prisioneros convictos. Mientras la sociología tradicional examina los modos en los que los actores se ven constreñidos por un código penal, los etnometodólogos analizan cómo usan los convictos el có
308
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
digo como un mecanismo explicatorio y persuasivo. Don Zimmerman y Lawrence Wieder ofrecieron la siguiente generalización sobre la confusión entre tópico y recurso: El etn o m eto d ó lo g o n o se esfuerza por proporcionar ex p lic a cio n es cau sales de a c cio n es observab les repetitivas, pautadas y regulares m ediante cierta suerte de aná lisis del punto de vista del actor. S e preocupa por el m od o en que lo s m iem bros de la socied ad realizan la tarea de c o m p re n d e r, d e s c r ib ir y e x p lic a r s \ orden del m un do en el que viven .
(Zimmerman y Wieder, 1970: 289) Para el etnometodólogo el orden social no es una realidad en sí, sino una realización de los actores sociales.
P resiones y te n s io n es de la e tn o m e to d o lo g ía Sin bien la etnometodología ha progresado enormemente dentro de la sociolo gía y ha demostrado tener cierta capacidad de acumular conocimiento sobre el mundo de la vida cotidiana, especialmente mediante el análisis conversacional, es preciso mencionar algunos de sus problemas. Primero, aunque la etnometodología tiene mucha más aceptación hoy día que hace una década, muchos sociólogos la miran con recelo. Consideran que se centra en cuestiones triviales e ignora las cuestiones crucialmente importan tes a las que se enfrenta la sociedad en nuestros días. La respuesta de los etno metodólogos es que ellos je ocupan de las cuestiones de más transcendencia, porque lo más importante es la vida cotidiana. Paúl Atkinson resume así la situación: «Algunos sectores siguen mostrando incomprensión y hostilidad ha cia la etnometodología. Sin embargo, es indudable que sigue siendo una orien tación que merece reconocimiento por lo que respecta a la teoría, los métodos y la corriente empírica de la investigación sociológica» (1988: 442). Segundo, la dirección micro de la etnometodología plantea ciertos pro blemas. Es decir, hay algunos que creen (por ejemplo P. Atkinson, 1988) que la etnometodología ha dado la espalda a sus raíces fenomenológicas y a su preo cupación por los procesos conscientes cognitivos (entre las excepciones figu ran Cicourel [1974] y Coulter [1983, 1989], aunque éste último es propenso a encuadrar la cognición en el mundo cotidiano). En lugar de centrase en esos procesos conscientes, los etnometodólogos, especialmente ios analistas de la conversación, se centran en las «propiedades estructurales del discurso» (P. Atkinson, 1988: 449). Ignoran los motivos y las motivaciones internas de la acción. En opinión de Atkinson, la etnometodología se ha «limitado indebi damente» y ha llegado a ser «conductista y empirista» (1988: 441). Al mover se en esta dirección, la etnometodología se ha alejado de sus principios bási cos, incluido su deseo de no tratar al actor como un imbécil sin capacidad de juicio:
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
309
La inspiración in icial de Garfinkel fue rechazar la im agen del im b écil carente de ju ic io con el fm de centrarse en el esfu erzo m etód ico, h ab ilid oso y diestro invertido en la p roducción del orden so cia l. Sin em bargo, durante lo s años sig u ien tes hasta ahora algunas variantes de la etn o m eto d o io g ía han adoptado co m o m od elo de actor al idiota que carece de ju ic io . La inten cion alid ad y el sig n ifica d o han quedado com pletam ente elim in ad os.
(P. Atkinson, 1988:449) Finalmente, se puede identificar otro elemento de tensión en la dirección macro de la etnometodoiogía. Aunque es obvio que la etnometodoiogía se cen tra en los fenómenos micro, algunos etnometodólogos se han esforzado por vincular este interés con una preocupación por las grandes estructuras sociales. Por ejemplo, hace algunos años, Zimmerman señaló que el cruce con la macro sociología era «una cuestión abierta y una posibilidad fascinante» (1978: 12). Más recientemente, Pollner sugirió que la etnometodoiogía debía «regresar a la sociología para entender las prácticas [dadas por supuestas] en grandes contex tos sociales.... la razón mundana en términos de procesos estructurales e histó ricos. La razón mundana no es simplemente el producto del esfuerzo local de ios razonadores mundanos, porque también está configurada por una dinámica a largo plazo y a gran escala» (1987: xví). Algunos pensadores han emprendido la tarea de cruzar estos enfoques, como Giddens ( 1984), que integró ideas etnometodológicas en su teoría de la estructuración, y Chua (1977), que analizó la relación entre la etnometodoiogía y la teoría marxista. En términos más genera les, Boden (1990a) ha subrayado que la etnometodoiogía tiene ideas que ofre cer al problema de la relación entre estructura y acción. Afirma que los hallaz gos de los estudios etnometodológicos son relevantes no sólo en el ámbito de las microestructuras, sino también en el de las macroestructuras. Hay alguna espe ranza depositada en que ios estudios sobre instituciones que realizan en la ac tualidad los etnometodólogos arrojen luz sobre las macroestructuras y su rela ción con los fenómenos micro.
RESUMEN Este capítulo está dedicado a dos teorías sociológicas relacionadas entre sí: la sociología fenomenológica y la etnometodoiogía. La sociología fenomenológi ca, especialmente las ideas de Alfred Schutz, desempeñaron un papel central en el desarrollo de la etnometodoiogía, Pero la etnometodoiogía tiene también otras raíces intelectuales. Por todo ello, se pueden identificar tanto semejanzas como diferencias importantes entre ambas teorías. La primera parte del capitulo se ocupa de la sociología fenomenológica, y el grueso de este apartado se centra en la teoria de Alfred Schutz. Schutz se pre ocupó focalmente por la intersubjetividad, o el modo en que las personas captan la conciencia de otras mientras viven dentro de sus propios flujos de concien-
310
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cía. Una buena parte de ]a obra de Schutz se centra en el mundo de la vida, o el mundo de la vida cotidiana. Es este un mundo intersubjetivo en el que las perso nas crean la realidad social y están constreñidas por las estructuras sociales y culturales creadas por sus predecesores. Aunque la mayor parte del mundo de la vida es un mundo compartido, también existen en él aspectos privados (bio gráficamente articulados). Las tipificaciones (y las recetas) son sumamente importantes para las perso nas en el mundo cotidiano. Las tipificaciones suelen tener un origen social y ser aprobadas socialmente, y permiten a las personas funcionar sobre una base co tidiana. Sólo en situaciones problemáticas las personas abandonan (reticente mente) sus tipificaciones (y recetas) para crear nuevas maneras de tratar con el mundo social. Hay cuatro reinos del mundo social: el futuro {folgewelt), el pasado {vor welt), el mundo presente de los consocios con los que tenemos un contacto cara a cara {umwelt), y el mundo presente de los contemporáneos a quienes sólo conocemos como tipos {mitwelt). Las tipificaciones (y las recetas) se crean en el umwelt. Las relaciones-nosotros íntimas se encuentran en el umwelt, y las relaciones-ellos tipificadas caracterizan el mitwelt. Aunque Schutz se alejó del análisis de la conciencia, nos ofreció algunas ideas sobre ella, especialmente sus reflexiones sobre los significados y los mo tivos. Schutz nos proporciona una teoría acerca de la relación dialéctica entre el modo en que las personas construyen la realidad social y la realidad cultural presente y rigida que otros han construido y siguen construyendo. Las personas reciben la influencia de estas realidades, pero también son capaces de «dar sentido», interpretar c incluso reconstruir el mundo cultural. El apartado dedicado a ta fenomenología termina con un análisis de La construcción social de la realidad de Berger y Luckmann, Si bien se inspira enormemente en ia teoría de Schutz, esta obra también tiene otras raices teóri cas. El núcleo de la obra reside en su afirmación de que las personas crean la sociedad y de que la sociedad se convierte en una realidad objetiva que, a su vez, crea a las personas. Aunque La construcción social de la realidad se pre senta como un esfuerzo harto prometedor, tiene limitaciones debido a su resuel to compromiso con los procesos subjetivos. La segunda mitad del capitulo se ocupa de la etnometodologia. Mientras los fenomenólogos tienden a centrarse en lo que piensan las personas, los etnometo dólogos se ocupan principalmente de las prácticas mediante las cuales las perso nas viven su vida cotidiana. Presentamos algunos de los conceptos etnometodo lógicos más importantes, entre ellos la reflexividad, las explicaciones y las prácticas explicatorias, la indexicalidad, el método documental, el principio etcétera y el lenguaje natural. Examinamos también los dos tipos principales de estudio etnometodologico: los estudios de instituciones y el análisis conversacional. La esencia de la etnometodologia se encuentra en sus estudios de investiga ción. Analizamos algunos de estos estudios y comenzamos con los experimen
SOCIOLOGIA FENOMENOLOGICA Y ETNOMETODOLOGIA
311
tos de ruptura de Garfínkel y su estudio sobre Agnes. El resto del apartado está dedicado fundamentalmente a análisis específicos de conversaciones y a estu dios de ambientes institucionales. El apartado termina con un análisis de algu nas de las críticas de los etnometodólogos a la sociología convencional y con un somero examen de algunas de las presiones y las tensiones que se dan en la etnometodología contemporánea.
CAPITULO
7
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA SKINNER Y EL CONDÜCTISMO SOCIOLOGIA CONDUCTISTA Conceptos básicos Modificación de la conducta TEORIA DEL INTERCAMBIO Homans y Durkheim Homans y Lévi-Strauss Homans y el funcionalismo estructural Proposiciones básicas de Homans Críticas a la teoría de la conciencia de Homans Críticas a la teoría de la sociedad y la cultura de Homans Teoría integrada del intercambio de Biau CRITICAS A LAS TEORIAS CONDUCTISTAS Y REPLICAS
313
314
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La teoria del intercambio y la sociologia conductista son ambas teorías socioló gicas atipicas. Lo que las hace atípicas es su orientación microsocial y el hecho de tener sus raíces en teorías que se encuentran al margen de la sociología. La principal fuente de estas teorías es la psicología, específicamente el conductis mo de B.F. Skinner. En este capítulo nos ocuparemos principalmente de esta influencia y del modo en que da forma a las dos teorías. El conductismo consti tuye el hilo conductor que une la teoría del intercambio y la sociología conduc tista y lo que nos permite analizarlas juntas en este capítulo. Mientras la sociología conductista permanece en estado de pureza respecto de la influencia del conductismo psicológico, la teoría del intercambio tiene otra fuente cuya importancia ha aumentado recientemente Esta segunda fuen te es la economía, especialmente la teoría de la elección racional (Cook, O ’Brien, y Kollock 1990; Heath, 1976), Aunque no nos vamos a ocupar de la influencia de la teoría de la elección racional en este capítulo, sí analizaremos el modo en que George Homans, el principal teórico del intercambio, integró esta teoría en su enfoque fundamentalmente conductista. Analizaremos en profundidad la teoría de la elección racional y su relación con la teoría del intercambio en el Capítulo 13. En ese contexto también nos ocuparemos de otros aspectos y desarrollos de la teoría del intercambio, entre ellos sus raíces en la antropología y sus vínculos con los últimos trabajos que se han realizado en teoría de redes (Cook, O ’Brien, y Kollock, 1990; Ekeh, 1974). Por tanto, la teoria del intercambio es teóricamente mucho más diversa de lo que puede inferirse de la lectura de este capitulo. Además, una buena parte del trabajo reciente sobre la teoria del intercambio es más sintético e integrador que la teoria del intercambio fundamentalmente microscópica que vamos a estudiar en este capítulo (Uehara, 1990). En ese contexto destaca en importancia la obra de Richard Emerson (1981) y Karen Cook (Cook y Emerson, 1978; Cook et al., 1983; Cook, O ’Brien, y Kollock, 1990); sus ideas las estudiaremos en el Ca pítulo 13. Aquí nos ocuparemos de la sociología conductista «pura» y de la teoría del intercambio (la que expone Homans en sus primeras obras [1958, 1961]). Estas teorías encajan perfectamente en la concepción multiparadigmática de la socio logía que tiene el autor de este libro (Ritzer, 1975a, 1975b, 1980); véase tam bién el Apéndice). De hecho, todos los capítulos de la Segunda Parte están configurados, al menos en parte, a partir de mi concepción de los paradigmas múltiples de la sociología, así como del lugar que ocupan las diversas teorías en ellos. Aprovechemos esta ocasión para analizar brevemente los paradigmas múltiples y su relación con las teorías analizadas hasta el momento. ' E x iste n ta m b ié n a lg u n o s s o c ió lo g o s q u e e s tu d ia n la c o n d u c ta y el in te rc a m b io sin a c e p ta r la m a y o ría d e las id e a s, o n in g u n a , del c o n d u c tis m o o d e la te o ria de la e le c c ió n ra c io n a i. El c lá s ic o e n s a y o s o b re la re c ip ro c id a d d e A lv in G o u ld n e r ( i 9 6 0 ) y la o b r a d e W illia m G o o d e ( i 9 6 0 ) so b re ta te n s ió n de ro l ilu s tra n e s te tip o de te o ria d el in te rc a m b io . E sta v e rs ió n d e la te o ría d el in te rc a m b io a c e n tú a la n a tu ra le z a re c ip ro c a de las re la c io n e s so c ia le s y c ó m o el p o d e r y el p re stig io su rg e n d e lo s d e s e q u ilib rio s q u e se p ro d u c e n en la re c ip ro c id a d (G o o d e , I97S ).
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
315
Desde irti punto de vista, la sociología se compone de tres paradigmas prin cipales; el de los hechos sociales, el de ia definición social y el de la conducta social. Cada paradigma tiene cuatro componentes, pero lo que nos importa de momento son sólo los paradigmas que constituyen el objeto de la sociología y las teorías que incluye cada uno. El objeto de estudio del paradigma de los hechos sociales son las grandes estructuras e instituciones sociales y su influen cia coercitiva sobre los actores y sus pensamientos y acciones. A este para digma pertenecen el funcionalismo estructural, la teoría del conflicto y diver sas variantes de la teoría neomarxista. La preocupación central del paradigma de ia definición social son los actores, los modos en que construyen la realidad social y la acción que resulta de esa construcción. Asi, para el que trabaja en el paradigma de la definición social, los actores son relativamente libres y creati vos, mientras que para el que opera con el paradigma de los hechos sociales, los actores están determinados por las grandes estructuras e instituciones sociales. Los interaccionistas simbólicos, los fenomenólogos, los etnometodólogos y al gunos neomarxistas se mueven en este paradigma. Finalmente está el paradig ma de la conducta social, cuyo objeto de estudio es la conducta individual y los elementos reforzadores y penalizadores que influyen en ella. En este paradigma se incluyen las teorías que vamos a analizar a continuación; la sociología con ductista y la teoria del intercambio. Este esquema de los paradigmas múltiples desempeña un papel clave en este capítulo. Primero, nos sugiere las principales preocupaciones de las dos teorías: los antecedentes de la conducta, la conducta, el refuerzo y el castigo. Segundo, nos advierte del hecho de que los teóricos relacionados con este para digma no se preocupan o incluso rechazan la preocupación por las grandes estructuras e instituciones sociales, asi como por la construcción de la realidad y la acción social. Tercero, aunque muchos pensadores relacionados con este paradigma han adoptado una postura dogmática sobre lo que debe ser o no objeto de estudio de este paradigma, otros se han esforzado por integrar las preocupaciones tradicionales del condüctismo social en las del paradigma de los hechos sociales y de la definición social. A lo largo de este capítulo intenta remos clarificar la compleja interrelación entre el condüctismo social y los otros paradigmas sociológicos. Dado el lugar preeminente de B.F. Skinner y su condüctismo en la teoria del intercambio, comenzaremos este capítulo por su orientación general. Luego analizaremos la sociología conductista porque representa la traducción más prístina de las ideas de Skinner a la sociología. Finalmente nos ocuparemos de la teoría del intercambio, particularmente tal y como se expresa en la obra de George Homans y Peter Blau, Analizaremos la teoría del intercambio de Blau en este capítulo en lugar de hacerlo en la Tercera Parte dedicada a las teorías sintéticas debido a las limitaciones de su enfoque integrador, que se afana por moverse desde el nivel micro al macro. Como Uehara señaló; «Aunque Blau... introdujo el grupo en la ecuación del intercambio, su análisis seguía siendo esencialmente diàdico porque el grupo se concibe como si fuera un sólo actor, aunque colecti
316
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
vo» (1990; 525), A pesar de sus limitaciones, la obra de Blau anticipó la teoría del intercambio más integradora que analizaremos más adelante en otro ca pitulo.
SKINNER Y EL CONDUCTISMO El conductismo tiene una larga historia en las ciencias sociales, particularmente en psicología. Sin embargo, el origen del conductismo moderno en todas las ciencias sociales y, en particular, en la sociología, se encuentra en la obra de B.F. Skinner. La obra de Skinner, aunque abiertamente dedicada a los princi pios del conductismo, cubre un amplio espectro de cuestiones, y entre ellas se cuentan tratados científicos (Skinner, 1938), una novela utópica (Skinner, 1948), ensayos polémicos y políticos (Skinner, 1971), aplicaciones prácticas del con ductismo (Skinner, 1968) y obras autobiográficas (Skinner, 1983). Sus trabajos científicos, utópicos, políticos y prácticos han sido importantes en el desarrollo de la versión sociológica del conductismo. Ocupémonos en primer lugar del análisis que hace Skinner de otras teorías sociológicas. Para él constituían empresas místicas bastante acientíficas. Así opinaba respecto de las teorías macro relacionadas con el paradigma de los hechos sociales como el funcionalismo estructural y la teoría del conflicto, y de las teorías micro relacionadas con el paradigma de la definición social, como el interaccionismo simbólico, la etnometodologia y la fenomenología. Considera ba que tales teorias constituían entidades místicas que alejaban la atención del sociólogo de las únicas entidades concretas de estudio científico: los antece dentes de la conducta, la conducta y las consecuencias que hacían más o menos probable la ocurrencia de la conducta (Molm, 1981). Tomemos como ejemplo la crítica de Skinner del concepto de cultura, que suele ser definida por el que trabaja en el paradigma de los hechos sociales como el conjunto de «ideas tradi cionales (es decir, históricamente derivadas y seleccionadas) y, en especial, los valores asociados a ellas» (1971: 121). Afirmaba que esta definición creaba de modo innecesario elementos místicos tales como «ideas» y «valores». Cuando el científico analiza la sociedad no ve ideas y valores. Lo que sí puede contem plar es «cómo viven las personas, cómo crian a sus hijos, cómo cultivan o reco gen sus alimentos, en qué tipos de moradas viven, qué ropa llevan, qué juegos practican, cómo se tratan unas a otras, cómo se comportan, etc.» (Skinner, 1971; 121). La cultura de una comunidad se compone de conductas. Para comprender esas conductas no precisamos conceptos tales como ideas y valores', lo que necesitamos es comprender hechos tales como las recompensas y los costes. La crítica más dura de Skinner se dirigió contra tas teorías del paradigma de la definición social. Uno de los principales objetivos de Skinner en su Beyond Freedom and Dignity [Más allá de la libertad y la dignidad] {1971) era eliminar de las ciencias sociales — y, de hecho, del mundo— la idea de lo que llamaba el
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGÍA CONDUCTISTA
3 17
«hombre autónomo». La idea del hombre autónomo constituye una parte inte gral de) paradigma de la defmición social, y atacarla signifíca atacar a los que operan con este paradigma. Skinner, en su defensa del conductismo social, no sintió el deseo de reconciliar sus diferencias con los que trabajaban en ese para digma. De hecho, su interés era destruir las teorias asociadas con el paradigma de la definición social, ¿Qué significa ese hombre autónomo que Skinner deseaba eliminar? El hombre autónomo implica que las personas tienen un núcleo interior (no susceptible de análisis científico) del que emanan sus acciones. Este núcleo les capacita para iniciar, originar y crear. Esta visión activa, creativa y voluntarista de las perso nas se sitúa claramente en la línea de la postura del paradigma de la definición social, y el esfuerzo que realizó Skinner para destruir esta idea constituía, indi rectamente, un intento de oponerse a ias teorías de la definición social. Para Skinner, la idea de que las personas poseen un núcleo interior autóno mo constituia una suerte de postura metafísica y mística que debía eliminarse de las ciencias sociales: «El hombre autónomo no sirve para poder llegar a expli car cuanto resulte inexplicable desde cualquier otro punto de vísta. Su existen cia depende de nuestra ignorancia, y va progresivamente descendiendo de esta tus conforme vamos conociendo más y más sobre la conducta» (1971; 12). La conducta, así como las condiciones que la producen, que son principalmente las conductas de los otros, constituyen el objeto fundamental de estudio de Skinner. Pensaba que debíamos alejamos de conceptos tales como los «sentimientos» y centramos en el análisis (y el control) de la conducta y de las contingencias que influyen en ella Linda Molm explicó esta cuestión al afirmar que a Skinner le preocupaba lo que él denominaba «eventos privados» o «eventos que tienen lugar en el interior del individuo y que no son directamente observables por otros» (1981: 161). Dentro de esta categoría Skinner incluía los pensamientos, los sentimientos y las percepciones. Sin embargo, Skinner aceptó preocuparse por estos estados internos sólo bajo dos condiciones. En primer lugar, en el esquema del conductista no podían representar variables independientes o me diadoras; antes bien, debían constituir variables dependientes. En otras palabras, no podían representar variables explicativas, eran sólo variables que podían explicarse mediante otros factores. En segundo lugar, debían poder observarse de algún modo. Los informes de los actores (así como sus conductas) son fenó menos observables. Los que adoptan el paradigma de la defmición social suelen rechazar o considerar inaceptable esta visión limitada y científca de los estados mentales.
^ A lg u n o s c o n d u c tis ta s d e fie n d e n la in c lu sió n de c o s a s ta le s c o m o la c o g n ic ió n , la em o ció n y la « m e n te » en su p e rsp e c tiv a . P o r e je m p lo , A r th a r S ta a ts (1 9 7 6 ) d e fe n d ió la in c lu sió n de la m en te en el c o n d u c tis m o . Jo h n B a ld w in y J a n ic e B a ld w in (1 9 7 8 ) a firm a ro n q u e lo s c o n d u c tis ta s y , d e h e c h o , to d o s los so c ió lo g o s , d e b ía n u tiliz a r té c n ic a s c ie n tíf ic a s tra d ic io n a le s asi c o m o la v e rste h e n p a ra c o m p re n d e r v a rio s fe n ó m e n o s so c ia le s, e n tre e llo s la su b je tiv id a d y el s ig n ific a d o .
318
TEORIA SOOOLOGICA CONTEMPORANEA
Skinner y, por lo generai, todos los conductistas sociales se interesan por la relación entre los individuos y su entorno (Molm, 1981); que está formado por varios objetos sociales y no sociales. El conductista social mantiene que los principios que gobiernan la relación entre el individuo y un objeto social son los mismos por los que se rige la relación entre el individuo y un objeto no social ^ Don Bushcll y Robert Burgess definieron el objeto de estudio del conductista como «la conducta de los individuos que influye en el entorno de tal modo que produce consecuencias o un cambio en el entorno que, a su ve2, modifica las actuaciones subsecuentes de esa conducta» (1969: 27). Por tanto, se centran en la «relación funcional» entre la conducta y los cambios en el entorno del actor. Esto significa que, para el conductista, un niño que arroja una piedra al rio constituye un objeto de estudio, como lo son una madre que regaña a su hijo, una maestra que imparte una clase o un alto ejecutivo que asiste a un consejo de dirección. Los conductistas sociales se interesan por el proceso de interacción, pero el proceso se conceptualiza de un modo harto diferente del modo en que se hace en las teorías del paradigma de la definición social. Para el que trabaja en el paradigma de la définición social, los actores son dinámicos, fuerzas creativas en el proceso de la interacción (Perinbanayagam, 1981). No sólo responden a estímulos, sino que los interpretan y actúan sobre la base de sus definiciones de ellos. A diferencia de aquél, el conductista social confiere al individuo mucho menos «libre albedrío». Para el conductista, «pensar es la conducta del cerebro. La mayor parte de la actividad del cerebro no es consciente» (Baldwin y Bald win, 1986; 264), Así, mientras que para el que opera en el paradigma de la definición social el actor construye afanosa y conscientemente la realidad so cial, para el conductista social el actor responde inconscientemente a los estí mulos, La respuesta del individuo viene determinada por la naturaleza de los estimules externos. La imagen que tiene de la persona el conductista social es mucho más m e c á n ic a q u e la del partidario del paradigma de la definición social ^ La imagen de los actores de las teorias de los hechos sociales (por ejemplo, el funcionalismo estructural) es casi tan mecánica como la del paradigma de la definición social. El que opera en el paradigma de los hechos sociales considera al individuo en tanto que determinado por normas, valores, estructuras, etcéte ra, externos. La principal diferencia entre los que suscriben el paradigma de los hechos sociales y los que operan con el paradigma de la conducta social reside
’ M o lm e x p re s a aq u i su d e s a c u e rd o c o n lo s c o n d u c tis ta s so c ia le s m ás tra d ic io n a le s com o H o m an s. E sta a u to ra h iz o u n g r a i / e s fu e rz o p a r a d if e re n c ia r e n tre las o rie n ta c io n e s de los p s ic ó lo g o s c o n d u c tis ta s y las d e los s o c ió lo g o s c o n d u c tis ta s. * L o s c o n d u c tis ta s re c h a z a n la a c u s a c ió n d e q u e tie n e n u n a im ag en m e c á n ic a d e las p e rso n a s y a d u c e n q u e se in te r e s a n p o r la c r e a tiv id a d h u m a n a e n la m e d id a e n q u e se la e s tu d ia c ie n ti ñ c a m e n te . * M o lm ta m p o c o e s tá d e a c u e rd o c o n e s ta c u e stió n .
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
319
en ia fuente de control sobre el individuo. Para el partidario de los hechos socia les las grandes estructuras e instituciones controlan al individuo. Los conductis tas sociales se preocupan por la relación entre los individuos y los antecedentes y consecuencias que aumentan o disminuyen la probabilidad de que esa con ducta ocurra^.
SOCIOLOGIA CONDUCTISTA La sociología conductista (o como Baldwin y Baldwin [1986] la denominan, la «ciencia de la conducta») representa un esfuerzo por aplicar los principios del conductismo psicológico a cuestiones sociológicas. El sociólogo conductista se ocupa de la relación entre los efectos de la conducta de un actor sobre el entorno y su influencia sobre la conducta posterior del actor. Esta idea constituye el fundamento del condicionamiento operante o proceso de aprendizaje por el que «la conducta se modifica a partir de sus consecuencias» (Baldwin y Baldwin, 1986: 6), Para decirlo de otro modo, un actor emite cierta conducta. Casi podría pensarse en ella, al menos inicialmente en el niño, como una conducta impensa da. El entorno en el que la conducta se produce, sea social o físico, queda afec tado por esa conducta y, a su vez, «actúa» de varias maneras. Esa reacción —positiva, negativa o neutral— influye en la conducta posterior del actor. Si la reacción ha sido gratificante para él, lo más probable es que vuelva a emitir la misma conducta en situaciones similares. Si la reacción no ha sido gratiñcante o ha sido penalizadora, la probabilidad de que vuelva a producirse en el futuro es menor. El sociólogo conductista se interesa por la relación entre la historia de las reacciones del entorno o las consecuencias y la naturaleza de la conducta presente. El sociólogo conductista mantiene que las consecuencias pasadas de una conducta determinada gobiernan su estado presente. Si conoce mos la respuesta que provocó una conducta determinada en el pasado, podemos predecir si el actor producirá la misma conducta en la situación presente.
Conceptos básicos El refuerzo constituye un concepto clave de la sociología conductista y puede definirse como una recompensa. Nada inherente a un objeto constituye una recompensa. Los reforzadores no pueden ser definidos a priori', sólo pueden defmirse mediante sus efectos sobre la conducta. Así, una «recompensa» que no influye en el actor no constituye un reforzador. La comida podría ser consi derada una recompensa en nuestra sociedad, pero sj.un individuo determinado no está hambriento, la comida no servirá como reforzador. Un determinante
^ P a ra s e r ju s to s , lo s a n te c e d e n te s p u e d e n p ro c e d e r ta n to de la s p e q u e ñ a s c o m o d e las g ra n d e s e s tru c tu ra s, y las c o n s e c u e n c ia s p u e d e n in flu ir ta m b ié n en a m b o s tip o s de e s tru c tu ra s.
320
TEORIA SOCtOLOGlCA CONTEI^PORANEA
cruciai para saber si una recompensa dada servirà o no de reforzador es el grado de privación del actor. Si los actores han sido privados de comida, por ejemplo, se sentirán hambrientos y la comida actuará como un elemento de refuerzo. Pero si acaban de comer su grado de privación será mínimo y la comida no constituirá un reforzador eficaz. Este es un ejemplo de privación fisiológica. Si negamos a las personas la comida, el sexo, el agua o el aire, estas cosas servirán de reforzadores eficaces. Si, por el contrario, estas necesidades fisiológicas es tán sobradamente cubiertas, no constituirán reforzadores eficaces. Los reforza dores también pueden aprenderse. Por ejemplo, algunas personas aprenden a gustar de la música rock y otras de la música clásica. Así, pueden existir marca das diferencias en las cosas que una persona encuentra gratificadoras. Una vez que aprendemos a necesitar cosas, sirven como reforzadores cuando nos privan de ellas. Los reforzadores se definen por su capacidad para fortalecer (esto es, refor zar) la conducta. Por ejemplo, ser capaz de escuchar buena música refuerza la conducta de poner en marcha el equipo de música. Los reforzadores pueden ser también positivos o negativos (Baldwin y Baldwin, 1986). El refuerzo positivo se produce cuando la conducta provoca recompensas gratificantes, «que, de este modo, aumentan la probabilidad de que la conducta se repita en el futuro» (Bushell y Burgess, 1969; 28-29), En esta situación el actor es recompensado; por ejemplo, ei vendedor llama a una puerta y consigue vender su producto. Los teóricos conductistas considerarían la venta como un refuerzo positivo si el vendedor llama luego a otras puertas con la esperanza de volver a tener éxito. Baldwin y Baldwin concluyen: «Las personas suelen disfrutar el aprendizaje por medio del refuerzo positivo porque aumenta los efectos positivos y las expe riencias gratificantes de su vida'» (1986; 15), El refuerzo negativo también au menta la probabilidad de la ocurrencia futura de una conducta, pero adopta la forma de eliminar algo indeseado del entorno. Apagar una radio alta y ruidosa, por ejemplo, puede aumentar la capacidad de una persona para escribir o leer. En el futuro, la capacidad de una persona para escribir o leer aumenta una vez que la radio se ha apagado. En nuestro análisis de los reforzadores examinaremos ahora los castigos'. «Una consecuencia que disminuye la frecuencia de una respuesta que le prece de es un elemento de castigo» (Bushell y Burgess, 1969; 29; véase también Baldwin y Baldwin, 1986; 25), Por ejemplo, una crítica o incluso una actitud crítica puede impedir que alguien repita un acto determinado. Sin embargo, un castigo para una persona puede constituir una recompensa para otra. Una perso na que gusta de argumentar, por ejemplo, puede encontrar las críticas a su argu mentación gratificadoras y puede expresar determinadas cosas con la intención de provocar esas críticas. Por eso, con el fin de determinar si algo constituye una recompensa o un castigo, debemos conocer la historia personal del indivi duo en cuestión, asi como sus características psicológicas. Los castigos, igual que los reforzadores, pueden ser positivos o negativos. Mientras los reforzadores fortalecen la conducta, los castigos reducen la fi*e-
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
321
cuencía de una respuesta. Un castigo positivo se da cuando la emisión de un estímulo no deseado suprime la conducta. Echar un reprimenda a un niño siempre que corre por la calle constituye un ejemplo de castigo positivo, Ei castigo es negativo cuando la conducta se suprime debido a la pérdida o eliminación de la recompensa. Esto se denomina coste de respuesta, o pérdida de los reforzadores. Si eliminamos o amenazamos con eliminar los privilegios de que disfruta un niño porque no quiere hacer las tareas domésticas, estamos empleando un castigo negativo. Don Bushell y Robert Burgess afirman que e! coste de la respuesta «constituye el soporte principal de los procedimientos de control de tas organiza ciones sociales» (1969: 30). En lugar de dar recompensas o aumentarlos castigos positivos, la mayoría de las organizaciones sociales prefieren eliminar, o amenazan con eliminar, las recompensas que las personas están disfrutando. Como ya hemos señalado, la preocupación central de los sociólogos con ductistas es la relación entre tos actores y su entorno. Las relaciones de refuer zo-castigo entre los actores y su entorno ocurren según ciertas pautas, algunas de las cuales están determinadas naturalmente (como por ejemplo, la privación de comida) y otras socialmente. En la pauta más simple de esta relación, los refuerzos se producen tras todo acto. Esta pauta de conducta continuamente reforzada suele encontrarse en la infancia, donde, por ejemplo, el grito de un niño provoca la inmediata atención de los padres. Tal pauta no suele darse en la madurez. El refuerzo de los adultos suele ser mucho más intermitente y ocurre a un ritmo desigual. Los vendedores ambulantes no esperan que cada vez que llaman a una puerta consigan vender su producto; pero las llamadas a las puer tas dan lugar a algunas ventas, algo que les mantiene en su puesto de trabajo. Si nunca fueran recompensados, su conducta de vendedor se extinguiría y deja rían de trabajar y actuar como vendedores. Curiosamente, la extinción de una conducta continuamente reforzada tiene mayor probabilidad de ocurrir que la de una conducta intermitentemente recompensada. Los vendedores terminan por acostumbrarse a la recompensa intermitente y desde su última venta hasta que se percatan de que tal vez no vuelvan a vender pasa bastante tiempo. Asi, la extinción de su conducta de vendedor tarda bastante tiempo. Si fueran recom pensados continuamente y de súbito sus recompensas cesaran, se mantendrían poco tiempo en su trabajo. Sus actividades cesarían antes que si recibieran re compensas intermitentes. El refuerzo es mucho más complejo que la idea simple de hacer algo y recibir la reacción deseada (o indeseada). Muchas condiciones del entorno de terminan la probabilidad de reforzar un acto determinado. Algunas condiciones hacen probable la respuesta, mientras otras disminuyen su probabilidad. Estas condiciones son cosas que en el pasado se asociaron al refuerzo o al castigo. Si, por ejemplo, la persona que realizaba el refuerzo llevó siempre algún tipo de uniforme, ese uniforme puede provocar una respuesta determinada aunque lo lleve otra persona. Asimismo, si un aula ha sido siempre relacionada con el castigo, ésta puede provocar una respuesta al castigo incluso si el estudiante es recompensado en esa misma aula. Este es el proceso por el que originalmente
322
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
los estímulos neutrales -—por ejemplo, el uniforme— pasan a ser reforzadores secundarios o condicionados. Una vez transformado, un estímulo neutral puede convertirse en un reforzador positivo. Como el refuerzo ocurre raramente en el vacío, algunos refuerzos secundarios se relacionan inevitablemente con el ori ginal. De este modo, la cantidad de reforzadores se multiplica. Aunque muchos reforzadores son específicos de una situación determina da, algunos son reforzadores generalizados. Bushell y Burgess los definen como reforzadores que tienen gran poder e im portancia en lo s a n álisis so c ia le s porque m antienen su e fica cia en ausencia d e cualquier p rivación esp ecífic a . El térm ino « gen eralizad o» hace referencia at h ech o de que esto s estím u los representan o proporcionan a cc e so a una am plia serie de otros reforzadores, tanto in con d icíon ad os co m o co n d icio n a d os, que pueden ser d iferentes en función d e las o c a sio n e s y las personas. (B u sh etl y B u rgess, 1969;38)
El dinero y el estatus constituyen buenos ejemplos de reforzadores generaliza dos. Pueden utilizarse para adquirir muchas otras cosas deseables. Como los re forzadores generalizados representan un conjunto de cosas diferentes, pasan a aumentar su grado de refuerzo. El sociólogo conductista considera que el individuo es difícil de saciar en términos de estos reforzadores generalizados. Grandes cantidades de dinero o de estatus no suelen mitigar el deseo de más y más cosas. c la s e d e respuesta ex istente
Conducta deseada
Figura 7.1. Modificación de la conducta: Conductas existsnte y deseada.
Modificación de la conducta Cuando se refuerza una respuesta, casi inevitablemente se refuerzan al mismo tiempo una serie de otras respuestas similares a la que ha sido recompensada. Este hecho permite al sociólogo conductista hablar de formación sistemática de la conducta, o modificación de la conducta. He aquí como John Baldwin y Janice Baldwin definen este fenómeno; «La formación sistemática implica la modificación de la conducta en etapas de aproximación eficaz hacia una actúa-
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
323
dòn fin a l preestablecida. En cada etapa, la conducta que más se aproxima a la actuación fin a l sale reforzada» (1986; 159). La Figura 7.1 ilustra este proceso. Si una persona ya es capaz de realizar la conducta Z, esa conducta puede modificarse para alcanzar gradualmente la conducta E. Como poseemos una determinada recompensa, somos capaces de provocar la conducta Z en un indi viduo. Al provocar esta conducta, también provocamos una serie de conductas similares, incluyendo A, Supongamos que la conducta que realmente deseamos provocar es E. ¿Cómo logramos conseguir que nuestro hombre responda con la conducta E? Comenzamos por recompensar A, que ya está en nuestra lista de respuestas provocadas. Provocando repetidamente A, nos aproximamos al cen tro de la curva que hay más allá de A y llevamos las conductas más cerca de E, la conducta deseada, dentro de nuestro alcance. Por último provocamos la con ducta E. El proceso se ilustra en la Figura 7.2. Clase de respuesta original
Figura 7.2.
C lase de respuesta term inal
Modificación de la conducta: provocación de la conducta deseada.
El proceso de la modificación de la conducta ha sido adaptado a situaciones terapéuticas. La modificación de la conducta atraviesa un proceso de seis etapas;
í. 2.
3.
4.
Los terapeutas deben identificar las conductas fínales específicas que quieren provocar, Deben determinar la naturaleza de la clase de respuesta existente del individuo en cuestión; es decir, el tipo de conductas que están siendo provocadas y la distancia que existe entre ellas y la conducta deseada. Los terapeutas deben construir un entorno de trabajo favorable: «Esto significa eliminar los estímulos que causan distracción, la posibilidad de conductas confiictivas o incompatibles, y proporcionar estím u los que son específicos de la respuesta deseada» (Bushell y Burgess, 1969: 43). Los terapeutas deben motivar al individuo adquiriendo un reforzador eficaz. Aunque pueden utilizarse reforzadores específicos, deben em plearse con mayor frecuencia los reforzadores generales tales como el dinero, la atención social y el estatus social.
324
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
5.
6.
Los terapeutas deben comenzar el proceso de formación por medio del «refuerzo diferencial de las respuestas que más se aproximan a la etapa fmal» (Bushell y Burgess, 1969: 43-44). Por último, cuando la modificación ha «comenzado», los terapeutas deben aplicar los reforzadores más intermitentemente. Al final, el re fuerzo parece más un elemento procedente del mundo natural que un mecanismo artificial.
Las aplicaciones de la sociología conductista —por ejemplo, para la modi ficación de la conducta— la alejan de otras teorías sociológicas, entre ellas la teoria del intercambio. Si bien hay ejemplos como el de la escuela de las rela ciones humanas en sociología industrial, cuyo objetivo es manipular procesos grupales con el fin de aumentar la productividad de los trabajadores, la sociolo gía conductista tiene un carácter práctico y aplicado más marcado que cualquier otra teoría sociológica (Baldwin y Baldwin, 1986). El análisis anterior hace referencia a la modificación intencional y planeada de la conducta. Sin embargo, de hecho, la mayoría de las modificaciones de la conducta se produce de manera no intencionada. Es decir, las personas empren den cotidianamente acciones que modifican la conducta de otras personas.
TEORIA DEL INTERCAMBIO La teoría del intercambio constituye un esfuerzo por fusionar los principios del conductismo con otras ideas y aplicar el producto resultante a las preocupacio nes de los sociólogos. Aunque la teoria del intercambio existe hace muchos años (Knox, 1963), experimentó un gran auge durante los años cincuenta y sesenta con la obra de George Homans (Beniger y Savory, 1981). La teoria del intercambio de Homans puede considerarse, al menos en parte, como una reac ción contra el paradigma de los hechos sociales y sus teorías sociológicas, sobre todo contra el funcionalismo estructural,
Homans y Durkheím Homans (1969) se enfrentó a tos funcionalistas estructurales atacando directa y abiertamente la obra de Emile Durkheím en tres aspectos: la cuestión de la emergencia, su idea de la psicología y su método de explicación. Homans admitía la idea de Durkheím de que durante la interacción emergían nue vos fenómenos. Juzgaba aceptable esta idea para los conductistas sociales. Sin embargo, ¿cómo podemos explicar !o que emerge de la interacción? Ho mans adoptó la postura de que no se requiere ninguna proposición nueva aparte de las que se refieren a la conducta individual. Afirmó que «todos los ejemplos normales de fenómenos sociales emergentes pueden explicarse fácil y rápida mente partiendo de proposiciones psicológicas» (Homans, 1969: 14). Asi, mientras
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
325
Durkheim pensaba que las formas emergentes sólo podían explicarse en térmi nos sociológicos, Homans creía que sólo podía hacerse mediante principios psicológicos. Homans señaló correctamente que la psicología que conoció Durkheim cuando escribió su obra a fmales del siglo xix era una psicología primitiva. La psicolo gía de los tiempos de Durkheim se centraba principalmente en las formas instin tivas de la conducta y presuponía que todos los individuos tenían la misma naturaleza humana. Así, Durkheim estaba en lo cierto al emprender la tarea de separar la sociología de la psicología de su época. «La sociología no es, cierta mente, un corolario del tipo de psicología que Durkheim conoció» (Homans, 1969: 18). Sin embargo, la psicología contemporánea es mucho más compleja y sofisticada que la de los tiempos de Durkheim; que Durkheim lograse en su época separar la psicología de la sociología no significa que esa hazaña pueda realizarse actualmente. Finalmente, Homans atacó a Durkheim por su método de explicación. Ho mans señaló que para Durkheim algo quedaba explicado una vez identificada su causa o causas. Específicamente, un hecho social quedaba explicado cuando identificábamos los hechos sociales que lo causaban. Homans admitía que los hechos sociales suelen ser la causa de otros hechos sociales, pero este hallazgo no constituía para él una explicación. Desde su punto de vista, lo que había que explicar era la relación entre causa y efecto, por qué un hecho social causa otro hecho social, Homans pensaba que esa explicación había de ser inevitablemen te psicológica. (Debe advertirse que cuando Homans utiliza el término psicoló gico lo que quiere decir es conductista: «la conducta del hombre como hom bre», en sus propios términos.) La explicación de Homans de una causa y un efecto históricos es reveladora: La elevación de precios del siglo xvi, considerada por mí como un hecho social, constituyó ciertamente una causa determinante del movimiento de los cercamientos entre los propietarios ingleses. Pero si nuestra intención es construir una explica ción de por qué esta causa particular tuvo su efecto particular, debemos decir que la elevación de los precios supuso para ios propietarios ingleses una gran oporiunidad tanto de obtener ganancias económicas como de correr enormes riesgos de pérdidas, que los cercamientos tendían a aumentar las ganancias y a impedir las pérdidas, que los propietarios identificaban estas ganancias como una recompensa (to cual puede considerarse, sí se quiere, un estado de la conciencia individual) y, finalmente, que tos hombres suelen emprender acciones cuyos resultados se espera que sean gratificantes, proposición que constituye una proposición psicológica general, algo que no puedo repetir con demasiada frecuencia. (H om ans, 1969: 19)
En consecuencia, las respuestas individuales (la conducta) siempre in tervienen entre los hechos sociales, Homans afirmaba que los hechos socia les conducían a respuestas individuales que, a su vez, conducían a nuevos
326
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
GEORGE GASPAR HOMANS: Reseña autobiográfica Me convertí en sociólogo de una manera fortui ta, como lie descrito en otras publicaciones. [Para una autobiografía completa, véase Homans, 1984], Mi trabajo sociológico comenzó en 1933 cuando conocí a los profesores Lawrence Hen derson y Elton Mayo en la Harvard Business School. Henderson, bioquímico, estaba estu diando las características psicológicas del tra bajo industrial, y Mayo, psicólogo, los factores humanos. En aquella época Mayo era el direc tor de las famosas investigaciones de la Planta Hawthorne de la Western Electric Company en Chicago. Participó en un curso de lecturas y debates dirigido por Mayo. Entre otros libros, Mayo pi dió a sus alumnos que leyeran varias obras de renombrados antropólogos sociales tales como Malinowski, Radcliffe-Brown y Firth. Mayo quería que leyéramos esas obras para que comprendiéramos el modo en el que en ia s sociedades aborígenes, a diferencia de las sociedades modernas, los ritua les sociales servían de soporte al trabajo productivo. Comencé a interesarme por estos libros por una razón totalmente distin ta. En aquellos días los antropólogos culturales dominaban los círculos inte lectuales, y algunos de mis amigos, miembros también del grupo, como Clyde Kluckhohn, insistían en que cada cultura era única. A medida que leía los libros comencé a percatarme de que ciertas instituciones de las socieda des aborígenes se repetían en lugares y épocas tan distantes que era impo sible que la semejanza fuera producto de un préstamo entre unas y otras. Las culturas no eran únicas y, lo que es más importante aún, sus semejan zas sólo podían explicarse sobre el supuesto de que la naturaleza humana era idéntica en todo el mundo. Los miembros de la especie humana que se mueven en circunstancias similares han creado instituciones similares de modo independiente. Esta idea no era popular en aquella época. Y dudo que lo sea hoy. Por entonces también tuve conocimiento de varios trabajos concretos de «campo» sobre pequeños grupos humanos, tanto modernos como aborí genes. Cuando con ocasión de la Segunda Guerra Mundial fui llamado a filas en la Marina tuve ocasión de reflexionar sobre esta cuestión mientras miraba durante horas al mar. De repente me percaté de que algunos de estos estudios debían describirse en conceptos comunes y en pocos días esbocé un esquema conceptual. Tras la guerra, de vuelta en Harvard, donde ocupaba una plaza perma nente de profesor, comencé a trabajar en un libro que titularía más tarde The Human Group [El grupo humano], cuyo objetivo era aplicar mi esquema conceptual a los estudios en cuestión. En el curso de este trabajo llegué a la conclusión de que ese esquema conceptual podía resultar de utilidad sólo como punto de partida de una ciencia. Era preciso, pues, enunciar una serie
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
327
de proposiciones que relacionaran esos conceptos. En The Human Group enuncié algunas de estas proposiciones, que parecían ser válidas para los grupos que había elegido. Conocía desde hacía tiempo al profesor Talcott Parsons y había mante nido una estrecha relación con él en el Departamento de Relaciones Socia les, La profesión sociológica le veneraba como su principal teórico. Decidí que lo que él llamaba teorías eran sólo esquemas conceptuales, y que una teoría no merecía tal nombre si no contenía al menos algunas proposicio nes. Tras la lectura de varios libros de filosofía de la ciencia comencé a estar seguro de que mi idea era correcta. Ahora bien, que una teoría contuviera proposiciones no era suficiente. Una teoría de un fenómeno debía constituir una explicación de él. La ex plicación consiste en mostrar que una o más proposiciones de un orden bajo de generalidad inferidas lógicamente de proposiciones más generales se aplican a io que ha sido denominado condiciones dadas o parámetros lí mite. Expresé mi postura sobre esta cuestión en mi pequeño libro titula do The Nature of Social Science [La naturaleza de la ciencia social] (1967). Entonces me pregunté a mí mismo qué proposiciones generales podía usar de esta manera para explicar las proposiciones empíricas que había enunciado en The Human Group-, ciertas proposiciones me llamaron la aten ción cuando, más tarde, leí trabajos de campo y experimentales en et área de psicología social. Las proposiciones generales debían cumplir sólo una condición: conforme a mi principio original, debían referirse a los seres hu manos individuales como miembros de una especie. Por fortuna, estas proposiciones ya habían sido formuladas, y digo por fortuna porque no podría haberlas inventado por mí mismo. Eran las propo siciones de la psicología conductista enunciadas por mi viejo amigo B. F. Skinner y otros, que se aplicaban bien a las personas tanto si actuaban en solitario en el entorno físico como si interactuaban con otras personas. En las dos ediciones de mi libro Social B ehavior[la conducta social] {1961, y la edición revisada de 1974), utilicé estas proposiciones para intentar explicar cómo, bajo determinadas condiciones apropiadas, estructuras sociales rela tivamente duraderas surgían y se mantenían a partir de la acción de indivi duos que no necesariamente se habían propuesto crearlas. En mi opinión, este es el problema intelectual más importante del que debe ocuparse la sociología. Una vez creadas las estructuras, éstas influyen en la conducta de las personas que participan en ellas o entran en contacto con ellas. Pero estas influencias se explican por medio de las mismas proposiciones que han sido utilizadas para explicar la creación y el mantenimiento de las estructuras en primer lugar. Las estructuras sólo proporcionan nuevas condiciones dadas a las que aplicar las proposiciones. Mi sociología es fundamentalmente indivi dualista y no colectivista. [George Homans murió en 1989.]
328
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
hechos sociales. Sin embargo, el factor esencial es la conducta, no el hecho social.
Homans y Léví-Strauss Homans no sólo reaccionó contra Durkheim, sino también contra quienes se guían la tradición durkheimiana. Peter P. Ekeh (1974) ha afirmado que la orien tación de Homans se desarrolló directamente como una reacción contra la obra del antropólogo neodurkheimiano Claude Lévi-Strauss (Homans y Schneider, 1955). De hecho, contra lo que reaccionó Homans fue contra la versión neodurkheimiana de la teoría del intercambio de Lévi-Strauss. (Estudiaremos un as pecto muy diferente de la teoría de Lévi-Strauss en el Capítulo 9.) Comprende remos mejor la teoría del intercambio de Homans si examinamos su reacción contra la orientación de Lévi-Strauss. La postura básica de Ekeh es que la teoría del intercambio se derivó de dos tradiciones «incompatibles». Por un lado, Lévi-Strauss (1949) desarrolló su pers pectiva de la teoría del intercambio dentro de la tradición colectivista francesa, cuyo principal exponente era Durkheim. Por otro lado, Homans era heredero de la tradición individualista británica, cuyo representante principal era Herbert Spencer. Dadas las marcadas diferencias entre estas orientaciones, no es sor prendente que Lévi-Strauss y Homans tuvieran imágenes completamente dis tintas de la teoría del intercambio. Desde el punto de vista de Ekeh, Lévi-Strauss fue el primero que desarrolló su orientación, y Homans formó sus propias ideas como reacción al intrincado colectivismo en la obra de Lévi-Strauss. Atacando las ideas de Lévi-Strauss, Homans se creía luchando contra una versión nueva de la teoría durkheimiana, contra su enfoque sobre las colectividades y su tendencia a considerar no esencial al individuo. Homans calificaba la obra de Durkheim (y, por tanto, la de Lévi-Strauss) de asalto a «uno de los supuestos implícitos de la tradición intelectual occidental, la noción de que la naturaleza de los individuos determina finalmente la naturaleza de la sociedad» (1962: 8). Homans dijo del funcionalismo durkheímíano y de su énfasis en las funciones de los hechos sociales para la sociedad en su con junto: «Recelé de él desde el principio sin saber por qué. Ha sido una astilla clavada en mí piel que me ha costado trabajo y tiempo sacar» (1962: 23). Y Homans logró sacarse la «astilla» del funcionalismo principalmente mediante su crítica a la teoría del intercambio neodurkheimiana de Lévi-Strauss: «La lectura de Lévi-Strauss... agotó finalmente su paciencia ante el funcionalismo de tipo durkheimiano» (Ekeh, 1974: 88). Durkheim veía al actor constreñido por los hechos sociales, especialmente por la conciencia colectiva, pero Lévi-Strauss fue más lejos aún, porque creía en un /«consciente colectivo, enterrado en las capas más profundas del hombre y desconocido por los propios actores. Desde el punto de vista de Homans, esta idea era aún más constrictiva, perniciosa y mistificadora que las ideas de Durkheim sobre la conciencia colectiva y los hechos sociales. Como Ekeh señaló: «En la
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
329
obra de Lévi-Strauss se asigna al individuo mucha menor importancia en los procesos sociales que en la sociología de Durkheim» (1974; 42), Con estas ideas en mente, pasemos a continuación a esbozar la teoría del intercambio de Lévi-Strauss y, lo que más nos importa aquí, la reacción crítica de Homans contra ella. De acuerdo con Ekeh, Lévi-Strauss construyó su teoría del intercambio so bre dos supuestos básicos. Primero, pensaba que el intercambio social constitu ye un proceso distintivamente humano del que los animales inferiores no son capaces. De aquí se sigue que no podemos comprender el intercambio humano basándonos en la conducta de los animales no racionales. Los humanos son capaces de realizar una acción culturalmente dirigida, mientras los animales inferiores pueden sólo responder de forma natural. Asimismo, Lévi-Strauss creía que los actores eran capaces de una acción creativa y dinámica, mientras los anímales se conducían de manera estática. Homans reaccionó señalando que no había una distinción clara entre los animales inferiores y los humanos. Por tanto, rechazaba todas las ideas de Lévi-Strauss sobre la especificidad de la conducta humana. Segundo, Lévi-Strauss rechazaba la idea de que el intercambio humano pudiera explicarse en términos del interés individual. No negaba la posible implicación de éste, pero afirmaba que no era suficiente para el mantenimiento de las rela ciones sociales basadas en el intercambio. Lévi-Strauss afirmaba que el inter cambio social se mantenía por obra de fuerzas supraíndivíduales; es decir, fuer zas colectivas, culturales. Lévi-Strauss consideraba que el intercambio humano era más simbólico que basado en el interés individual. La sociedad desempeña diversos papeles en el proceso de intercambio. Allí donde hay escasez, la sociedad debe intervenir para proporcionar reglas de con ducta apropiadas que impidan la conducta humana destructiva. En algunas si tuaciones el intercambio social puede explicarse en términos de las expectati vas sociales antes que por los benefícios que reciben los implicados en el intercambio. Este se realiza con el fín de inhibir el desarrollo de sentimientos negativos fragmentadores. Por ejemplo, las personas ofrecen un banquete de bodas más por tratarse de una costumbre que por el beneficio que suponen los regalos que se hacen. Finalmente, pueden desarrollarse costumbres en las que uno se sienta obligado a corresponder a ta acción de otro no devolviéndosela, sino recompensando a una tercera parte. Por ejemplo, en lugar de corresponder a los padres por todo lo que han hecho, los hijos pueden entregar prestaciones similares a sus propios hijos. En general, Lévi-Strauss veía im sistema moral de intercambio más que el funcionamiento del interés individual. Por supuesto, Homans rechazaba todas estas ideas. Se centró príncipalmente en los intercambios entre dos partes más que en formas societales de inter cambio más complejas como el ejemplo anterior de los padres y los hijos. Y también rechazaba la importancia asignada al sistema moral, afirmando que la base del intercambio humano residía en el interés individual fundamentado en una combinación de necesidades psicológicas y económicas.
330
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Homans y el funcionalismo estructural Además de estos ataques específicos contra Durkheím y Lévi-Strauss, Homans arremetió también contra la explicación funcionalista estructural de las institu ciones, definidas por él como «pautas relativamente persistentes de conducta social a cuyo mantenimiento contribuyen las acciones de muchos hombres» (1969; 6). Afirmaba que en el análisis de las instituciones se habían utilizado cuatro tipos de explicación; las dos que él rechazaba guardan relación con el funcionalismo estructural. El primer tipo de explicación es estructural y mantiene que una «institución determinada existe debido a su relación con otras instituciones de un sistema social» (1969; 6). Para Homans, la afirmación de que ciertas instituciones están relacionadas con otras no las explica. El segundo tipo de explicación es funcio nal y sostiene que «la institución existe porque la sociedad no podría sobrevivir o mantenerse en equilibrio sin ella» (Homans, 1969: 6). Esta es una fonna vul gar de explicación funcional que ignora los trabajos modernos sobre el tema, como el de Robert Merton (1949/1968). Una vez calificada la explicación fun cional de inconsistente, Homans la atacó: El problema de la explicación funcional en sociología no es una cuestión de prin cipios, sino de práctica. De la proposición general típicamente funcionalista dedu cimos la conclusión lógica de que una sociedad fracasa si no posee instituciones del tipo jc, sea cual sea este tipo. Pero hay sociedades en el mundo —unas pocas— que no han sobrevivido. De algunas de estas sociedades disponemos de información sobre su organización socia) antes de que desaparecieran, y se puede descartar que no poseyeran instituciones de tipo x. Si estas sociedades fracasaron, no se debió a que careciesen de instituciones sociales, a menos que la lucha contra el sarampión y el alcohol constituyan una institución. Es decir, hay escasa e inadecuada eviden cia que pruebe la veracidad de las proposiciones generales del funcionalismo, y después de todo, la veracidad es lo que importa. Las dificultades pueden superarse y se pueden construir mejores enunciados acerca de las condiciones de superviven cia y equilibrio de cualquier sociedad, de las que extraer conclusiones verdaderas. Pero a pesar de los enormes esfuerzos que se realizan, nada hay de esta perspectiva. Cualquiera que sea su estatus en lo relativo a sus principios, la explicación funcio nal en sociología es virtualmente un fracaso en la práctica. (Homans, 1969: 9) Si Homans hubiera escogido el paradigma funcional de Merton como blan co, en lugar de una forma vulgar de funcionalismo que ningún funcionalista contemporáneo apoyaría, podríamos considerarlo con mayor seriedad. Como apuntó hacia blancos fáciles, Homans logró concluir con facilidad que la expli cación estructural no constituye, en ningún caso, una explicación, y que la ex plicación funcional es insatisfactoria, puesto que lleva tanto a conclusiones ver daderas como falsas. Homans (1969) utilizó la etiqueta de histórica para distinguir el tercer tipo
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
331
de explicación de las instituciones. Esta explicación considera la institución como el producto final de un proceso histórico. Curiosamente, pensaba que la explicación histórica era, en lo fundamental, una explicación psicológica, su cuarto tipo de explicación. Consideraba ubicuo el cambio institucional y creía que su estudio era de la mayor importancia para la sociología. Cuando hacemos correctamente un análisis histórico, llegamos a la conclusión de que la explica ción de este cambio reside en el nivel psicológico: Todas las instituciones humanas son productos de procesos de cambio histórico. De hecho, la mayoría de las instituciones cambian continuamente. Cuando dispo nemos de suficiente información sobre los hechos, algo que no suele ocurrir, inclu so cuando comenzamos a explicar un cambio histórico y cuando intentamos cons truir las principales premisas de nuestros sistemas deductivos, hallamos que existen ciertas premisas cuyo uso no podemos evitar, y que estas premisas no son proposi ciones sobre las interrelaciones de las instituciones —como en el caso de la ex plicación estructural—, o proposiciones sobre las condiciones para la supervivencia de las sociedades —como en la explicación funcional—, sino,., proposiciones sobre la conducta de los hombres como hombres... Es decir, son proposiciones psicológi cas: historia y psicología son idénticas en lo relativo a sus premisas fundamen tales. (Homans, Í969: 11) En suma, Homans señaló que a los sociólogos correspondía la tarea de ex plicar el cambio institucional, pero que toda exiicación del cambio debía ser, en lo fundamental, psicológica. Homans ilustró esta idea con la introducción de la maquinaria mecánica en la industria textil inglesa en el siglo xviii. Acentuó la importancia sociológica de este evento debido a que constituyó uno de los pri meros pasos de la Revolución Industrial, que condujo a la aparición de muchas de nuestras instituciones contemporáneas. Partió del aumento de las exporta ciones de algodón inglés en el siglo xviii: [Esto] condujo a un aumento de la demanda de ia producción de hilo de algodón por parte de los empresarios industriales, una demanda que no podia cubrirse debi do a la fuerza de trabajo existente, hilanderos que hilaban en tomos de mano, de modo que los salarios de los hilanderos comenzaron a aumentar amenazando así con la elevación del precio de la ropa y frenando de esta manera la expansión del mercado. (Homans, 1969: 10) Pare evitar esta subida salarial, el aumento de los costes y de los precios y la reducción del mercado, los empresarios de la industria textil, que ya conocían la aplicación de máquinas mecánicas en otras industrias, desarrollaron máquinas mecánicas hidroalimentadas o de vapor que pudieran hilar varios hilos a la vez. Motivados por el aumento de las ganancias, muchos intentaron desarrollar este tipo de máquinas y algunos lo lograron. Homans afirmaba que este proceso podía reducirse a un sistema deductivo
332
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
que explicaba la acción que emprendieron los empresarios. Este sistema deduc tivo, basado en principios psicológicos, era como sigue: 1.
Los hombres suelen emprender acciones que piensan que probablemente producirán, en circunstancias dadas, resultados gratificadores. 2. Los empresarios eran hombres. 3. Como empresarios, lo más probable es que buscaran obtener un aumen to de recompensas ventajosas para ellos (Homans, Í969). Partiendo de su supuesto básico acerca de la naturaleza psicológica de los seres humanos, Homans afirmó que habia explicado la aparición de las máqui nas mecánicas en la industria textil inglesa dieciochesca. Utilizando este ejem plo Homans concluyó que el cambio histórico sólo podía explicarse mediante principios psicológicos. Homans expulsaba al flincionalismo estructural de la sociología y afirmaba que la verdadera sociología sólo podía basarse en principos psicológicos. Pero la intención de Homans no era sólo levantar polémica, sino que se esforzó por desarrollar una teoría basada en principios psicológicos.
Proposiciones básicas de Homans Aunque algunas proposiciones de Homans incluyen al menos dos individuos interactuantes, tuvo la cautela de advertir que sus proposiciones se basaban en principios psicológicos, De acuerdo con Homans, son psicológicas por dos ra zones. Primera, «suelen estar enunciadas y empíricamente verificadas por per sonas que se autodenominan psicólogos» (Homans, 1967: 39-40). Segunda y más importante, son psicológicas debido al nivel en el que analizan el individuo en la sociedad: «Son proposiciones acerca de la conducta de los seres humanos individuales, más que proposiciones acerca de grupos o sociedades como tales; y /a conducta de los hombres, como hombres, suele ser considerada, por lo general, como el dominio de la psicología» (Homans, 1967: 40, cursivas añadi das). A resultas de esta postura, Homans admitió ser «lo que se ha dado en llamar con horrorosa expresión un reduccionista psicológico»,(1974: 12). Para Homans, el reduccionismo psicológico es «el proceso de mostrar cómo las pro posiciones de una cicr.'"d dada [en este caso, la sociología] se deducen de for ma lógica de las proposiciones más generales de otra ciencia dada [en este caso, la psicología]» (1984: 338), Si bien Homans defendió los principios psicológicos, pensaba que no podía considerarse aislado al individuo. Admitió que las personas son sociales y que dedican una parte consirable de su tiempo a interactuar con otras personas. Intentó explicar ia conducta social mediante principios psicológicos: «La pos tura que adopta [Homans] es que las proposiciones generales de la psicología, que son proposiciones acerca de los efectos de la conducta humana y de sus resultados, no cambian cuando los resultados proceden de otros hombres en lugar del entorno fisico» (Homans, 1967: 59). Homans no negaba la postura durkheimiana de que algo nuevo emerge de la interacción. Afirmaba que las
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
333
propiedades emergentes podían explicarse mediante principios psicológicos; no se requerían proposiciones sociológicas nuevas para explicar tos tiechos sociales. Se sirvió det concepto sociológico básico de norma para ilustrar su argumento; El mejor ejemplo de tiectio social es una norma social, y las normas de los grupos a los que pertenecen constriñen ciertamente la conducta para lograr ia conformidad de muchos individuos. No se trata de la existencia del constreñimiento, sino de su explicación... La norma no constriñe automáticamente: los individuos la aprueban, cuando lo hacen, porque juzgan ventajoso aprobarla y es la psicología la que se ocupa del efecto sobre la conducta de la ventaja percibida. (Homans, 1967: 60) En numerosas publicaciones Homans detalló un programa para, en sus pro pios términos, «hacer regresar a los hombres al primer plano de» la sociología, pero también se propuso desarrollar una teoría centrada en la psicología, en tas personas y en tas «formas elementales de la vida social». Esa teoría llegó a denominarse teoría del intercambio. De acuerdo con Homans, tal teoría «conci be la conducta social como un intercambio de actividad, tangible o intangible, y más o menos gratificante o costosa, entre, al menos, dos personas» (1961: 13; cursivas añadidas). Con el ejemplo que hemos analizado más arriba, el deseo de Homans era explicar el desarrollo de la maquinaria mecánica en la industria textil y explicar así la Revolución Industrial mediante el principio psicológico de que las perso nas suelen emprender acciones que aumentan sus recompensas. En términos más generales, su versión de la teoría del intercambio constituye un intento de explicar la conducta social elemental en términos de recompensas y costes. Se sintió en parte motivado por la obra de tos que operaban en el paradigma de los hechos sociales, en particular por la teoría estructural-funcional de su recono cido «colega y amigo» Talcott Parsons. Afirmaba que esa teoria «tenia todas tas virtudes menos una: ta de explicar algo» (Homans, 1961: 10). Para Homans, los funcionalistas estructurales habían hecho poco más que crear categorías y esquemas conceptuales. Homans admitía que una sociología científica requería tales categorías, pero la sociologia «también precisaba una serie de proposicio nes generales acerca de tas relaciones entre esas categorías, porque sin esas proposiciones la explicación era imposible. ¡No existe explicación sin proposi ciones!» (1974; 10). Por tanto, Homans se trazó et objetivo de desarrollar unas proposiciones en el nivel psicológico; estas constituían los pilares de ta teoría del intercambio. En Social Behavior: Its Elementary Forms [Conducta social; sus formas elementales] (1961, 1974)^, Homans admite que su teoría del intercambio se ’’ Para el siguiente análisis utilizamos las dos ediciones del libro de Homans. No nos limi tamos a la edición revisada porque muchos aspectos de la primera edición reflejan con mayor claridad la postura de Homans, En el prefacio de la edición revisada, señala que aunque constituye una revisión total, no había «alterado la esencia del argumento principal» (Hotnans, 1974' v). Así, creemos preferible hacer un uso simultáneo de ambas ediciones.
334
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
deriva de la psicología conductista, así como de la economía elemental. De hecho, Homans (1984) se lamentó de la denominación que recibió su teoría, «teoría del intercambio», porque más bien la consideraba como una psicología conductista aplicada a situaciones específicas. Homans comienza con un análi sis de la ideas del exponente principal del paradigma conductista, B.F, Skinner, en particular del estudio de Skinner sobre las palomas Supongamos, pues, que una ingenua y Joven paloma se encuentra enjaulada en el laboratorio. Uno de los instrumentos de su repertorio innato de conducta que utili za para explorar su entorno es el pico. Confome va explorando su entorno pico teando, golpea un blanco rojo redondo y, cuando lo hace, el paciente psicólogo o una máquina automática le proporciona grano. La prueba es que aumenta la proba bilidad de que la paloma vuelva a emitir esta conducta; es decir, no de que aumente la probabilidad de su picoteo, sino la de picar en el blanco. En el lenguaje de Skin ner, la conducta de la paloma que picotea el blanco constituye un operante, y el operante ha sido reforzado; el grano constituye un reforzador; y la paloma ha emprendido la acción del condicionamiento operante. Sí este lenguaje de Skinner lo tradujéramos a palabras familiares para todos, diríamos que la paloma había aprendido a picotear el blanco al ser recompensada por hacerlo. (Homans, 1961: 18) A Skinner le interesaban las palomas, pero la especie que preocupaba a Homans era la humana. De acuerdo con Homans, las palomas de Skinner no habían emprendido una verdadera relación de intercambio con el psicólogo, mientras los intercambios humanos habian de producirse entre, al menos, dos personas. La conducta de la paloma había sido reforzada mediante el grano, pero el psicólogo no estaba siendo reforzado por los picoteos de la paloma. La paloma emprende el mismo tipo de relación con el psicólogo que con su entorno físico. Como no hay en esa relación reciprocidad, Homans la defmió como conducta individual. Parece que Homans relegaba el estudio de este tipo de conducta al psicólogo, mientras creía que era tarea del sociólogo estudiar la conducta social «cuando la actividad de al menos cada uno de los dos animales refuerza (o castiga) la actividad del otro, y cuando de acuerdo con ello cada uno influye en el otro (1961: 30). Sin embargo, es importante resaltar que, según Homans, no se requiere nin guna proposición nueva para explicar la conducta social como opuesta a la conducta individual. Las leyes de la conducta individual que desarrolló Skinner en su estudio de las palomas explican la conducta social en la medida en que tenemos en cuenta las complejidades del refuerzo mutuo. Sólo de mala gana admitió Homans que debia haber ido más allá de los principios derivados de Skinner. En su obra teórica, Homans se limitó a la interacción social cotidiana. Sin Skinner también estudió otras especies, incluida la humana.
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
335
embargo, es evidente que creía que una sociologìa construida sobre sus princi pios explicaría, en última instancia, toda conducta social. He aquí el ejemplo que utiliza Homans para ilustrar el tipo de relación de intercambio que le intere saba: Supongamos que dos hombres están haciendo papeleo en una oficina. Conforme a las reglas de la oficina, cada uno debe hacer su trabajo por si mismo o, si necesita ayuda, consultar a su supervisor. Uno de los hombres, a quien debemos llamar Persona, no sabe hacer bien su trabajo y to haría mejor y más rápido si le ayudaran de vez en cuando. A pesar de lo que establecen las reglas, se muestra reticente a consultar al supervisor, ya que seria confesar su incompetencia y esto perjudicaría su oportunidad de ascender. Entonces acude a otro hombre, a quien llamaremos de múmento Otro, y le pide ayuda. Ese Otro tiene más experiencia en el trabajo que Persona; puede realizar su trabajo bien y rápidamente y le sobra tiempo, y tiene razones para suponer que el supervisor no dejará su trabajo para comprobar si cumple las normas. Ese Otro ayuda a Persona y, a cambio. Persona da las gracias a Otro y expresa su aprobación. Las dos personas han intercambiado ayuda y apro bación. (Homans, 1961: 31-32) Aunque Homans analizó finalmente conductas sociales más complejas, el objetivo inicial de su teoría del intercambio era operar en este nivel. Homans desarrolló varias proposiciones centrándose en este tipo de situaciones y basán dose en los descubrimientos de Skinner. Estas proposiciones constituyen la base de su teoría del intercambio de la conducta social.
Proposición del éxito Cuanto más sea recompensada la acción de una persona, tanto más probable es que ésta lleve a cabo esa acción. (Homans, 1974: 16) Respecto del ejemplo de la relación Persona-Otro en la oficina, esta propo sición significa que existe mayor probabilidad de que una persona pida consejo a otra si ha sido recompensada en el pasado con un consejo útil. Además, cuanto más frecuentemente ha recibido una persona consejos útiles en el pasado, más probable y frecuente será que pida más consejos. De modo similar, la otra per sona estará más deseosa de dar consejos y los dará con mayor frecuencia si ha sido recompensada en el pasado con la aprobación de quien los ha recibido. En términos generales la conducta en la proposición de éxito implica tres fases: en primer lugar, la acción de una persona; en segundo, un resultado recompensa do; y finalmente, una repetición de la acción original o, por lo menos, de una semejante en algunos aspectos. Homans especificó una serie de cosas acerca de la proposición de éxito. Primera, aunque, por lo general, es cierto que el aumento de la frecuencia de las
336
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
recompensas conduce al aumento de la frecuencia de las acciones, esto no pue de suceder indefínidamente. Llega un momento en que los individuos no pue den actuar con tanta frecuencia. Segunda, cuanto más corto es el intervalo entre conducta y recompensa, más probable es que una persona repita la conducta. Inversamente, largos intervalos entre conducta y recompensa disminuyen la probabilidad de repetición de la conducta. Finalmente, según Homans esas recompensas intermitentes suelen provo car una conducta repetida con mayor frecuencia que las recompensas regulares. Las recompensas regulares conducen al hastío y la saciedad, mientras las re compensas intermitentes (como en caso del juego) suelen provocar conductas repetidas. Proposición del estímulo Si el concurso de un determ inado estim u lo o d e una serie de e stim u le s ha sido ocasió n en el pasado de que la a cció n de una persona se haya v isto recom pensada, en ton ces cuanto m ás sem ejan tes sean lo s actu ales estím u lo s a lo s pasados, tanto m ás probable e s que tal persona realice ahora esa a cció n u otra sem ejante. (H om ans, 1974: 23)
Volvamos al ejemplo de Homans sobre la oficina: si, en el pasado, la Perso na y el Otro consideraron gratificante dar y recibir consejo, entonces probable mente emprenderán acciones similares en situaciones semejantes futuras. Ho mans ofreció otro ejemplo aún más realista: «Un pescador que arroja su caña de pescar a una oscura poza y pesca un pez estará más dispuesto a volver a pescar en pozas oscuras» (1974: 23). Homans se interesó por el proceso de \a generalización, es decir, la tenden cia a ampliar la conducta a circunstancias similares. En el ejemplo del pesca dor, un aspecto de generalización sería pasar de pescar en pozas oscuras a pes car en cualquier poza. De modo similar, el éxito de pescar un pez suele provocar el hecho de cambiar de un tipo de pesca a otro (por ejemplo, de pescar en agua dulce a hacerlo en agua salada) o incluso el hecho de cambiar de pescar a cazar. Sin embargo, el proceso de discriminación también es importante. Es decir, el actor puede pescar sólo en unas circunstancias específicas que se demostraron eficaces en el pasado. Por un lado, si las condiciones en las que se produjo el éxito eran demasiado complejas, entonces lo más probable es que condiciones similares no estimulen esa conducta. Por otro, si el intervalo entre el estímulo crucial y la conducta requerida es largo, entonces lo más probable es que no estimule esa conducta. Un actor puede hacerse hipersensible a los estímulos, especialmente si les con fiere gran valor. De hecho, el actor podría responder a estímulos irrelevantes hasta que se corrigiera la situación mediante fracasos repetidos. La vigilancia y la prevención de los individuos frente a los estímulos influye en todo lo an terior.
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
337
Proposición del valor C uanto m ás v a lio so sea el resultado de una a cció n para una persona, tanto más probable e s que ésta realice esa acción. (H om ans, ] 974: 2 5 )
En el ejemplo de la oficina, si los trabajadores consideran valiosas las re compensas que han recibido, entonces aumenta la probabilidad de que los acto res repitan sus conductas. En esta cuestión, Homans introdujo los conceptos de recompensas y castigos. Las recompensas son acciones con valores positivos; un aumento de las recompensas probablemente provoque la conducta deseada. Los castigos son acciones con valores negativos; un aumento de los castigos implica que es menos probable que el actor manifieste conductas no deseadas. Homans creía que ios castigos constituían un medio ineficaz para conseguir que las personas cambien su conducta, porque las personas pueden reaccionar de maneras indeseadas al castigo. Es preferible no recompensar la conducta inde seada; de este modo esa conducta finalmente se extingue. Las recompensas son claramente preferibles, pero deben suministrarse inmediatamente. Homans es pecificó que no se trata simplemente de una teoría hedonísta; las recompensas pueden ser materiales (por ejemplo, dinero) o altruistas (por ejemplo, la ayuda a otros). Proposición de la privación-saciedad Cuanto m ás haya recibido una persona una recom pensa determ inada en un pasado inm ediato, tanto m en os v aliosa le resultará toda unidad posteríor de esa m ism a recom pensa. (H om ans, 1974; 29)
En la oficina, la Persona y el Otro se recompensan mutuamente dando y recibiendo consejo con tanta frecuencia, que llega un punto en el que las recom pensas dejan de ser valiosas para ambos. El tiempo es un elemento crucial aquí; las personas suelen llegar a saciarse si reciben determinadas recompensas du rante largos periodos de tiempo. En el análisis de esta proposición, Homans definió otros dos conceptos cru ciales: ios costes y los beneficios. El coste de toda conducta se defme como las recompensas que se pierden cuando se realizan líneas alternativas de acción. Ei beneficio en el intercambio social se define como la proporción en la que las recompensas superan a los costes en los que se incurre. Esta última idea condujo a Homans a reformular la proposición de privación-saciedad del modo siguiente: «cuanto mayor es el be neficio que una persona recibe como resultado de su acción, más probable es que realice la acción» (1974: 31).
338
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Proposiciones de agresión-aprobación Proposición A : S i una persona no recibe por su actividad la recom pensa que esp e raba o recibe un castigo que no esperaba, sentirá indignación, y al sentirse indigna da, lo s efe c to s de una conducta agresiva le valdrán de recom pensa. (H om ans, 1974:37)
En el caso de la oficina, si la Persona no recibe el consejo esperado por ella y et Otro no recibe la aprobación prevista, entonces probablemente ambas per sonas se indignarán Es sorprendente encontrar los conceptos de frustración e indignación en ta obra de Homans porque parecen hacer referencia a estados mentales. De hecho, Homans to admitió: «Cuando una persona no recibe lo que espera, se dice que se frustra. Un conductista puro no haría referencia en ningún caso a las expectativas, porque la palabra parece referirse... a un estado mental» (1974: 31). Homans señaló después que la fhistración de estas expectativas no necesitaba referirse únicamente a un estado interno. Puede también hacer refe rencia a «eventos enteramente externos» observables no sólo por la Persona sino también por otros extraños. La proposición A acerca de la agresión-aprobación hace únicamente refe rencia a las emociones negativas, mientras la proposición B trata de las emocio nes positivas: Proposición B: Cuando la acción de una persona recibe la recom pensa que espera, esp ecialm ente una recom pensa m ayor que la esperada, o no recibe el c a stig o pre v isto , se sentirá com placida; lo m ás probable es que realice la con d u cta aprobada, y lo s resuhados de esa conducta se convierten en m ás v a lio so s para ella.
(Homans, 1974: 39) Por ejemplo, en la oficina, cuando Persona recibe el consejo que esperaba y ei Otro recibe la aprobación que esperaba, ambos se sienten complacidos y aumenta ta probabilidad de que den y reciban consejo. El consejo y la aproba ción se convierten en algo más valioso para ambos. Proposición de la racionalidad A l optar entre a ccio n es alternativas, una persona su ele eleg ir aquella para la que, tal y com o p ercib ió en algún m om en to, sea m ayor el producto del valor, V , del resultado, m ultip licad o por la probabilidad, p, d e obtenerlo.
(Homans, 1974: 43) ^ Aunque en la edición revisada Homans seguía denominando esta proposición «ley de justicia distributiva», desarrolló aún más el concepto. La justicia distributiva hace referencia a todas las recompensas y los costes que son distribuidos con Justicia entre los individuos im plí' cados. De hecho, Homans originalmente enunció la proposición asi: «Cuanto más desventajas le supone a un hombre el fracaso de la norma de la justicia distributiva, más probable es que manifieste )a conducta emocional que denominamos indignación» (1961: 75).
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
3 39
Mientras las anteriores proposiciones se basan sólidamente en el conductis mo, la proposición de racionalidad muestra con claridad la influencia de la teo ría económica de la elección racional sobre el enfoque de Homans. En términos económicos, los actores que actúan conforme a la proposición de la racionali dad están maximizando su utilidad. Por lo general, las personas examinan y calculan las diversas acciones alter nativas abiertas a ellas. Comparan la cantidad de recompensas relacionadas con cada línea de acción. También calculan'la probabilidad de recibir realmente esas recompensas. Las recompensas con un valor alto se devaluarán si ios acto res creen poco probable su obtención. Por el contrario, las recompensas con valores bajos experimentarán un aumento de valor si son consideradas fáciles de obtener. Así, se produce una interacción entre el valor de ia recompensa y la probabilidad de obtenerla. Las recompensas más deseadas son las que tienen un valor alto y son fáciles de conseguir. Las recompensas menos deseadas son las que no tienen apenas valor y son consideradas difíciles de obtener. Homans relaciona la proposición de la racionalidad con las proposiciones del éxito, del estimulo y del valor. La proposición de la racionalidad nos indica si ias personas realizarán o no una acción en función de sus percepciones de la probabilidad de éxito. Pero, ¿qué es lo que determina esta percepción? Homans afirma que las percepciones de la baja o alta probabilidad de éxito se basan en los éxitos pasados y en ei grado de semejanza entre la situación presente y las situaciones pasadas en las que se obtuvieron ventajas. Sin embargo, la proposi ción de la racionalidad no nos sugiere porqué un actor confiere más valor a una recompensa que a otra; para ello hemos de recurrir a la proposición del valor. De este modo, Homans vincula su principio de la racionalidad con sus proposi ciones más conductistas. A fm de cuentas, la teoría de Homans considera al actor como un buscador racional de ganancias. Pero su teoría es débil en lo que se refiere a estados mentales y grandes estructuras. Por ejemplo, sobre la cuestión de la concien cia, Homans reconocía la necesidad de una «psicología más desarrollada» (1974: 45). A pesar de esta debilidad, Homans fue un conductista que trabajó indiscuti blemente en el nivel de la conducta individual. Afirmó que las grandes estructu ras podrían comprenderse si se entendiera adecuadamente la conducta social elemental. Mantenía que los procesos de intercambio eran «idénticos» en los niveles societal e individual, aunque daba por sentado que en el nivel societal «el modo en que se combinan los procesos fundamentales es más complejo» (Homans, 1974: 358). La teoria del intercambio de Homans recibió duras críticas por parte de la sociología (véase, por ejemplo, Abrahamsson, 1970; Ekeh, 1974; Mitchell, 1978; Molm, 1981). Examinaremos las dos debilidades cruciales de la teoria de Ho mans, así como las críticas desarrolladas por otros sociólogos. Los problemas centrales de Homans son el hecho de no analizar los procesos mentales y su reticencia a ocuparse de los niveles cultural y social.
340
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Críticas a la teoria de la conciencia de Homans Una critica importante a la teoria de Homans es que no logró realizar un análisis adecuado de la conciencia. Bengt Abrahamsson, por ejemplo, señaló que Ho mans tendió a centrarse en las conductas abiertas y a ignorar las experiencias interiores de los actores: «Conocer la experiencia de los individuos y sus per cepciones de las recompensas de ciertos actos suele ser muy importante para comprender y predecir su conducta» (1970: 283). Jack N. Mitchell también criticó el reduccionismo de Homans y su omisión de un análisis de la dinámica de la conciencia; «Toda teoria cuya intención es explicar o “captar” la naturale za de la conducta social del hombre no puede suponer explícita o tácitamente que la interacción es simplemente el resultado de la racionalidad de las necesi dades — biológicas o psicológicas— o de los procesos económicos. Lo que bri lla por su ausencia... es una concepción de la... incertidumbre, los problemas y la negociación» (1978: 81). Para superar las limitaciones de la teoría del inter cambio en el análisis de la conciencia, Mitchell abogó por la incorporación a la teoria del intercambio de ideas derivadas de la obra de los que trabajan en el paradigma de la definición social como Goffman y Garfmkel.
Criticas a la teoría de la sociedad y la cultura de Homans Ekeh (1974), por ejemplo, criticó a Homans por centrarse únicamente en el intercambio diàdico o entre dos personas y por restar importancia a las pautas societales de intercambio. Ekeh también criticó a Homans por ignorar las nor mas y los valores que configuran simbólicamente las relaciones de intercambio. Sin embargo, la crítica de Talcott Parsons, desde el punto de vista del sociólogo que trabaja en el paradigma de los hechos sociales, es la que mejor ilustra los problemas de la obra de Homans en el nivel societal. Parsons frente a Homans. Parsons identificó con precisión dos diferencias básicas entre Homans y él. Primera, mantenía que Homans tendía a «empañar» la diferencia entre la conducta de las personas y la de los animales inferiores. Sin embargo, Parsons identificaba una clara línea divisoria. Para Parsons, los principios que se utilizan para explicar la conducta humana eran cualitativa mente diferentes de los empleados para explicar la conducta animal. Parsons objetó que Homans se basase en el estudio de las palomas de Skinner para derivar los principios del intercambio humano. La segunda objeción de Parsons es más importante aún; «Las formulacio nes más generales aplicables a los hombres como hombres (que para mi son principios de la acción, más que principios psicológicos) no bastan para expli car... los complejos subsistemas de la acción» (1964; 216). En otras palabras, los principios psicológicos no explican y no pueden explicar los hechos socia les, Homans fue incapaz de mostrar cómo se aplicaban los principios psicológi cos en el nivel societal. Como Parsons señaló: «Homans tiene ahora la obliga-
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
341
ción de mostrar cómo explican sus principios psicológicos los principales ras gos estructurales de los grandes sistemas sociales» (1964: 216), Parsons con cluyó que si lo hubiera intentado, habría fracasado inevitablemente, porque los hechos sociales constituyen variables capaces de explicar y ser explicadas sin referencia a los principios psicológicos de Homans: La altem ativa a este planteam iento [el de H om ans] es considerar ias u nidades a c tuantes com o parte de sistem as organizados que tienen propiedades distintas a las atribuidas a,,, la... interacción entre lo s «hom bres co m o hom bres». T ienen len gu a je s , valores culturales, sistem as leg a les, d iversos tip os de norm as in stitu cion ales y m ed ios generalizad os. La conducta concreta no es sim plem ente una fu n ción de las propiedades elem en tales, sino de lo s d iversos tipos de sistem as, de sus diversas estructuras y de lo s p rocesos que tienen tugar en ellas. D esd e este punto de vista, e s bastante m ás legítim o preocuparse prim ero por ia organ ización de lo s sistem as com p lejos... antes de derivar sus p ropiedades de principios elem en tales.
(Parsons, 1964: 219)
En su respuesta a Parsons, Homans señaló que la cuestión ctave consistía en las explicaciones de las estructuras y las instituciones de las sociedades com plejas: «He aquí el meollo de la cuestión. Parsons cree que las proposiciones psicológicas no bastan para explicarlas, pero yo pienso que sí» (1971: 375). Homans reconocía que de la interacción emergían hechos sociales, pero pensa ba que podían explicarse mediante principios psicológicos. Por el contrario, Parsons pensaba que sólo los hechos sociales podian explicar otros hechos so ciales. Homans contestó a la crítica de Parsons y otros dirigiendo su ataque hacia los que trabajaban en el paradigma de los hechos sociales; D ejém o sles, por tanto, esp ecific a r qué p ropiedades de la conducta social c o n sid e ran em ergentes y dem ostrar, m ediante la construcción de sistem as d ed u ctivos apro piados, cóm o se proponen exp licarlas sin hacer u so de p rop osicion es p sico ló g ica s. Y o garantizo que m ostraré que su s ex p lic a cio n e s no exp lican , o que u tilizan p ropo sic io n e s p sic o ló g ic a s, sea cual sea la form a que adopten. (H om ans, 1971: 3 7 6 )
Ambos pensadores intercambiaron críticas y réplicas proclamando que la teoría de su oponente tenía escasa capacidad de explicación. En respuesta a la critica de Parsons de que tenía la obligación de mostrar cómo sus principios podían explicar los rasgos estructurales de tas grandes sociedades, Homans se ñaló; «No tengo más obligaciones que Parsons, quien no ha mostrado el modo en que sus principios explican la existencia de estos rasgos estructurales princi pales. En efecto, no queda del todo claro cuáles so« sus principios (1971; 376)». Nos dejaron, pues, una polémica sin resolver: Parsons seguía afirmando que Homans no había explicado la estructura y Homans insistiendo en que Parsons tampoco lo había hecho. Sin embargo, su debate clarifica las diferencias princí-
342
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
pales entre el paradigma de los hechos sociales y el de la conducta social en general, y entre el funcionalismo estructural y la teoría del intercambio, en par ticular.
Teoría integrada del intercambio de Blau Mientras Homans y Parsons sólo declararon las diferencias que los separaban, Peter Blau (1964) fue más lejos en su esfuerzo por desarrollar una teoría def intercambio que combinara el conductismo social y el paradigma de los hechos sociales. (Examinaremos otro aspecto harto diferente de la teorización de Blau en el Capítulo 9.) La meta de Blau era «contribuir a una comprensión de la estructura social sobre la base de un análisis de los procesos sociales que rigen las relaciones entre los individuos y los grupos. La cuestión básica... es cómo se llega a organizar la vida social en estructuras cada vez más complejas de aso ciaciones entre personas» (1964: 2). La intención de Blau, tal y como la manifiesta aquí, era ir más allá de la preocupación de Homans por las formas elementales de la vida social y analizar estructuras complejas. Homans se contentó con trabajar en el nivel conductista, pero Blau consideró el trabajo de Homans sólo como un medio para alcanzar un fm más lejano: «el principal propósito sociológico de estudiar los procesos de interacción directa es poner los fundamentos para una comprensión de las es tructuras sociales que aparecen y de las fuerzas sociales emergentes que carac terizan su desarrollo» (1964: 13) Blau se centró en el proceso del intercambio, que, desde su punto de vista, gobernaba ta mayor parte de ta conducta humana y constituía la base de las relaciones tanto entre los individuos como entre los grupos. En efecto, Blau percibía una secuencia de cuatro fases que parten del intercambio interpersonal para producir la estructura social y et cambio social: Fase 1: Las transacciones personales de intercambio entre personas dan lugar a... Fase 2: La diferenciación de estatus y poder, que conduce a... Fase 3: La legitimación y la organización, que siembra las semillas de... Fase 4: La oposición y el cambio. En el nivel individual, Blau y Homans se interesaron por procesos simila res. Sin embargo, et concepto de intercambio social de Blau se limita a acciones contingentes, acciones que dependen de reacciones gratificantes por parte de otros, acciones que cesan cuando las reacciones esperadas no se producen. Las personas sienten atracción entre ellas por una variedad de razones que les indu cen a establecer asociaciones sociales. Una vez forjados los vínculos iniciales. Es interesante mencionar que Blau (1987b) ya no acepta la idea de construir una tnacroteoria sobre una base micro.
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
343
las recompensas que se dan unas a otras sirven para mantener y reforzar esos vínculos. Lo contrario también es posible: las recompensas insuficientes condu cen al debilitamiento y a !a fragmentación de la asociación. Las recompensas que se intercambian pueden ser intrínsecas (por ejemplo, amor, afecto, respeto) o extrínsecas (por ejemplo, dinero, trabajo físico). Las partes no siempre pue den proporcionarse recompensas idénticas; cuando hay desigualdad en el inter cambio, emerge una diferencia de poder dentro de la asociación. Cuando una parte necesita algo de otra, pero no tiene nada comparable que ofrecer a cambio, dispone de cuatro alternativas. En primer lugar, la primera parte puede obligar a la segunda a que la ayude. Segunda, puede ídentifícar otra fuente para obtener lo que necesita. Tercera, puede intentar seguir existiendo sin eso que necesita de la otra parte. Finalmente, y esta es la alternativa más importante, puede someterse a la otra parte dándole así un «crédito generaliza do» en su relación con ella; la otra parte, entonces, puede remitirse a este crédi to cuando necesite algo de la primera parte. (Esta última alternativa es, por supuesto, la característica esencial del poder.) En lo tocante a esta cuestión la postura de Blau es similar a la de Homans, pero Blau extendió su teoría al nivel de los hechos sociales. Señaló, por ejem plo, que no podemos analizar procesos de interacción social si no lo hacemos partiendo de la estructura social que los rodea. La estructura social emerge de la interacción social, pero una vez que esto sucede, la estructura social adquiere una vida propia e influye en el proceso de la interacción. La interacción social existe en primer lugar dentro de los grupos sociales. Las personas se sienten atraídas hacia un grupo cuando perciben que su relación con ese grupo ofrece más recompensas que con cualquier otro. Como se sienten atraídas hacia el grupo, desean que el grupo las acepte. Para lograrlo, deben ofrecer recompensas a los miembros del grupo. Esto implica impresionar a los miembros del grupo mostrándoles que su asociación con gente nueva será gra tificante, La relación con los miembros del grupo se consolidará cuando los recién incorporados hayan logrado impresionar al grupo y sus miembros reci ban las recompensas esperadas. Por lo general, los esfuerzos de los recién incorporados para impresionar a los miembros del grupo refuerzan la cohesión del grupo, pero puede surgir la competencia y, en última instancia, la diferenciación social cuando demasia das personas se proponen impresionar mostrando su capacidad de recom pensar. La paradoja aqui es que aunque los miembros del grupo con capacidad de impresionar pueden ser asociados atractivos, sus características que impresio nan también pueden provocar temor a la dependencia en otros miembros del grupo y causar que sólo reconozcan su atractivo de forma reticente. En las primeras fases de la formación del grupo, la competencia por el reconocimiento social entre los miembros del grupo constituye realmente algo similar a una prueba cinematográfíca para los líderes potenciales del grupo. Los que son más capaces de recompensar son los que tienen más probabilidades de alcanzar po
344
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
siciones de liderazgo. Los miembros del grupo con menor capacidad de recom pensar desean seguir recibiendo las recompensas que ofrecen los líderes poten ciales, y esto, por lo común, compensa sus miedos de dependencia. Por último, los individuos con mayor capacidad de recompensar emergen como líderes, y el grupo queda diferenciado. La diferenciación inevitable del grupo en líderes y seguidores crea una re novada necesidad de integración. Una vez que han reconocido el estatus del líder, los seguidores sienten más necesidad de integración. Al principio, los seguidores hicieron gala de su capacidad de impresionar. Ahora, para lograr la integración con sus compañeros, manifiestan su debilidad. Esto es, en efecto, una declaración pública de que ya no necesitan ser líderes. Esta autodesaprobación conduce a la solidaridad y a la aceptación social por parte de los otros. En este momento el líder (o líderes) también emprende cierta autodesaprobación con el fm de aumentar la integración general del grupo. Con su reconocimiento de la superioridad de sus subordinados en algunos aspectos, el líder reduce los inconvenientes de la subordinación y demuestra que no desea controlar todos los aspectos de la vida grupal. Este tipo de fuerzas sirve para volver a integrar el grupo a pesar de su nuevo y diferenciado estatus. Todas estas ideas recuerdan el análisis de la teoría del intercambio de Ho mans. Sin embargo, Blau se trasladó al nivel societal y distinguió entre dos tipos de organización social. Los teóricos del intercambio y los sociólogos conductistas reconocían también ta emergencia, pero en lo tocante a esta cuestión, existe, como veremos, una diferencia básica entre Blau y los conductistas sociales «más puros». El primer tipo — donde Blau reconocía las propiedades emergentes de los grupos sociales— emerge de los procesos de intercambio y la competencia que acabamos de analizar. El segundo tipo de organización social no emerge, sino que se establece de modo manifiesto para alcanzar objetivos específicos, como por ejemplo, la fabricación de bienes para venderlos con el fm de obtener una ganancia, la participación en torneos de bolos, la iniciación de una negocia ción colectiva y la obtención de victorias políticas. Al emprender el análisis de estos dos tipos de organización, Blau fue claramente más allá del de «las formas elementales de la conducta social», la preocupación central de los conductistas sociales. Además de analizar estas organizaciones, Blau se ocupó de los subgrupos que existían en ellas. Por ejemplo, afirmaba que en ambos tipos de organización podían hallarse grupos de liderazgo y de oposición. En el primer tipo, estos dos grupos emergían de los procesos de interacción. En el segundo, los grupos de liderazgo y de oposición se formaban dentro de la estructura de la organización. En ambos casos, la diferenciación entre los grupos era inevitable, algo que sien ta las bases para la aparición de oposición y conflicto dentro de la organización entre lideres y seguidores. Blau sabía que el hecho de ir más allá de las formas elementales de la con ducta de Homans para analizar las estructuras sociales complejas le obligaba a adaptar la teoria del intercambio al nivel societal. Blau identificó la diferencia
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
345
esencial entre los pequeños grupos y las grandes colectividades, mientras Ho mans minimizó esta diferencia en su esfuerzo por explicar toda conducta social en términos de principios psicológicos básicos. Las estructuras so c ia les com plejas que caracterizan a las grandes co lectiv id a d es difieren fundam entalm ente de las estructuras m ás sim p les de lo s grupos pequeños. En el transcurso de la interacción so cia l entre los m iem bros de un grupo pequeño se desarrolla una estructura d e rela cio n es so cia le s. D ado que entre la m ayoría de lo s m iem bros de una gran com unidad o de una so cied a d entera no ex iste interac ción social directa, tien e que haber algún otro m ecan ism o diferente que sirva de m ediador en la estructura de las relacion es so cia le s entre ello s. (B lau , 1964: 2 5 3 )
Es preciso que analicemos estas palabras. Por un lado, Blau descartaba cla ramente el conductismo social como un paradigma adecuado para analizar es tructuras sociales complejas. Por otro, descartaba el paradigma de la definición social porque él creía que la interacción social y las definiciones sociales que la acompañan no se producen directamente en las grandes organizaciones. Así, partiendo del paradigma de la conducta social, Blau se alineó con el paradigma de los hechos sociales cuando analizó las estructuras sociales más complejas. Para Blau, los mecanismos que median entre las estructuras sociales com plejas eran las normas y los valores (el consenso valorativo) que existen en el seno de la sociedad: Los valores y las norm as sobre lo s que ex iste c o n sen so sirven co m o m ed ios de la vida social y co m o v ín cu lo s m ediadores de las tran saccion es so cia le s. H acen que sea p o sib le el intercam bio social indirecto y rigen lo s p ro ceso s de in tegración so cial y de d iferen ciación social en las estructuras com p lejas asi co m o el desarrollo de la organización y reorganización social dentro d e ellas. (B lau, 1964: 2 5 5 )
Otros mecanismos median entre las estructuras sociales, pero Blau se cen tró en el consenso valorativo. Analizó en primer lugar las normas sociales y señaló que sustituían el intercambio indirecto por el directo. Un miembro acep ta la norma del grupo y recibe aprobación por su conformidad, y una aproba ción implícita por el hecho de que la conformidad contribuye al mantenimiento y la estabilidad del grupo. En otras palabras, el grupo o colectividad emprende una relación de intercambio con el individuo. Esta idea se opone a la noción más simple de Homans sobre el intercambio personal. Blau ofreció algunos ejemplos de intercambio entre colectividad e individuo que sustituía al inter cambio entre individuo e individuo: ...en las organ izacion es form ales, lo s m iem bros que ocupan una p o sició n superior no ayudan a lo s m iem bros que ocupan una p o sició n inferior en su trabajo a cam bio de las recom pensas que reciben de ello s, sin o que m ás b ien la p rovisión de tal
34«
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA ayuda e s ta ob lig a ció n o fic ia l de lo s m iem bros de p o sició n superior, y a cam bio de satisfacer esta s o b lig a c io n e s reciben reco m p en sa s e c o n ó m ic a s de la com pañía.
La filantropía organizada proporciona otro ejem p lo d e intercam bio social indi recto. En o p o sic ió n de lo s regalos de la antigua dama que llevab a su s c esta s a los pobres y recibía su gratitud y su aprecio, en las o rgan izacion es contem poráneas de caridad no hay con tacto directo ni intercam bio entre lo s d onantes in d ivid u ales y lo s receptores. L o s hom bres d e n e g o cio s adinerados y lo s m iem bros de la c la se alta hacen contrib ucion es filantrópicas para adecuarse a las ex p ectativas normativas que predom inan en su c la se so cia l y para ganar la aprobación social d e su s iguales, no para ganar la gratitud de lo s in d ivid u os que se b en eficia n de su caridad. (B lau , 1964:260)
En su formulación, el concepto de norma traslada a Blau hasta el nivel del intercambio entre individuo y colectividad, pero el concepto de valor le lleva al nivel societal y al análisis de la relación entre colectividades. Blau señaló: L os valores com u n es de d iversos tip os se pueden con ceb ir c o m o m ed io s de tran saccion es so cia le s que am plían el alcan ce de la interacción social y la estructura de las relaciones so c ia le s a través del esp a cio y del tiem p o so cia l. El con sen so sobre lo s valores so c ia le s sirve de base para extender la gam a de transacciones so cia les m ás allá de lo s lím ites de lo s con tactos so c ia le s directos y para perpetuar las estructuras so c ia le s m ás allá del c ic lo vital de lo s seres hum anos. L os están dares v alorativo s se pueden con sid erar co m o m ed io s de la vid a so cia l en dos sen tid os del térm ino: el co n te x to va lo ra tiv o e s el m ed io que m o ld ea la forma de las r e la c io n e s s o c ia le s , y lo s v a lo res c o m u n es son lo s v ín c u lo s m ed ia dores de la s a so c ia c io n e s s o c ia le s y de las tra n sa ccio n es so c ia le s a gran escala. (B lau, 1964; 2 6 3 -2 6 4 )
En opinión de Blau existen cuatro tipos básicos de valores, cada uno de los cuales cumple diferentes funciones. En primer lugar están los valores particu laristas, que constituyen los medios para la integración y la solidaridad. Estos valores sirven para unir a los miembros de un grupo en tomo a cuestiones tales como el patriotismo, la buena labor de la escuela o de la empresa. Se consideran muy similares, en el nivel colectivo, a tos sentimientos de atracción personal que unen a tos inrdividuos en la interacción cara a cara. Sin embargo, extienden los lazos integradores más allá de la mera atracción personal. Los valores parti cularistas también marcan la diferencia entre los que pertenecen al grupo y tos que no pertenecen, aumentando asi su función unificadora. El segundo tipo son los valores universalistas. Estos son criterios por tos que se estima el valor relativo de las diversas cosas que pueden intercambiarse. La existencia de estos criterios permite la posibilidad de intercambio indirecto.
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
347
Un individuo hace una contribución a un segmento de una comunidad, y son los valores universalistas los que permiten a la comunidad estimar el valor de la contribución y recompensar al individuo de una manera apropiada (por ejem plo, atribuyéndole un estatus social más alto). Los valores que legitiman la autoridad constituyen el tercer tipo. El sistema de valores que confiere a ciertas personas (por ejemplo, jefes, presidentes) más poder que a los demás aumenta el alcance del control social organizado. Este tipo guarda relación con el cuarto tipo de valores, los valores de oposición. Los valores de oposición (o revolucionarios) permiten una mayor difusión del senti miento de necesidad de cambio que la que es posible mediante el contacto per sonal entre los que se oponen al orden establecido. Estos valores (por ejemplo, el socialismo y el anarquismo en una sociedad capitalista) legitiman la oposi ción a aquellos cuyo poder queda legitimado por los valores de autoridad. Los cuatro tipos de valores de Blau nos llevan mucho más allá de la versión de Homans de la teoría del intercambio. El individuo y la conducía individual, la preocupación más importante de Homans, desaparecen prácticamente en la concepción de Blau. Una amplia y diversa serie de hechos sociales ocupan el lugar del individuo. Por ejemplo, Blau analizó los grupos, las organizaciones, las colectividades, las sociedades, las normas y los valores. El análisis de Blau se ocupa de lo que mantiene unidas a las grandes unidades sociales y lo que las distingue, preocupaciones tradicionales del paradigma de los hechos sociales. Aunque Blau señaló que su objetivo era simplemente desarrollar la teoría del intercambio en un nivel societal, al hacerlo la deformó tanto que casi no se la podía reconocer como tal teoría. Se vio incluso en la obligación de admitir que los procesos en et nivel societal eran fundamentalmente diferentes de los que se producen en el nivel individual. En su esfuerzo por ampliar la teoría del intercambio Blau la transformó en otra teoria que encajaba en el paradigma de los hechos sociales. Parece que Blau reconocía que la teoría del intercambio debía centrarse fundamentalmente en las relaciones directas. A resultas de lo cual, su teoría requería complementarse con otras orientaciones teóricas que se centran principalmente en las macroestructuras. Blau (1987b) llegó a admitirlo, y su última obra (véase el Capítulo 9) se sitila en el nivel macro, se centra en los fenómenos estructurales.
CRITICAS A LAS TEORIAS CONDUCTISTAS Y REPLICAS Debido a sus raíces fuera de la sociología, la sociología conductista y la teoría del intercambio han recibido numerosas criticas. Un buen ejemplo de rechazo general de estas teorías lo constituyen las si guientes palabras: M uchos cien tífico s demuestran tener un enorm e talento e incluso se regocijan cuando descubren q ue algunas conductas hum anas pueden ex p lica rse de una m anera no
348
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA humana recurriendo bien a un m od elo anim al, bien a un m od elo com pletam ente m ecánico... C uando se escriba la historia de la cien cia so cia l actyal, será en lo fundam ental una historia que la tratará co m o si fuera alguna otra c o sa y en la que quedará m anifiesto el intento de apartarla d e las propiedades hum anas de lo s seres hum anos, o será la historia de la extraña fe de lo s c ien tífico s en que e s posible m edir con precisión cl estim u lo y la respuesta para el refuerzo de la conducta hu mana. (B ack , 1970-. 1100)
El ensayo de Linda Molm (1981) constituye un resumen útil de las criticas específicas que se han hecho a las teoría conductistas, así como de las réplicas a estas críticas. La postura básica de Molm es que el conductismo social consti tuye una forma legítima de sociología, la cual no es tan diferente de otros enfo ques sociológicos como muchos creen. Molm acusó tanto a los conductistas como a sus oponentes de distorsionar la visión de esta perspectiva. «En el inten to de establecer la perspectiva conductista como un enfoque distintivo, los so ciólogos conductistas tendieron a acentuar sus diferencias frente a otros soció logos y estas diferencias fueron, en algunos casos, distorsionadas en el transcurso del debate y convertidas en abismos enormes» (1981: 153). Concluía en su ensayo que las diferencias que la distinguían de otras teorías sociológicas «se basaban más en una comprensión errónea que en un hecho» (1981: 154). Es en el contexto de esta idea de comprensión errónea que rodea al conductismo so ciológico en el que Molm analizó tres críticas básicas. La primera crítica es que el conductismo social es reduccionista porque se centra en la conducta individual. Desde su punto de vista, esto no es cierto en el caso de los macroconductístas (como Blau), pero es aún menos cierto en el caso de los sociólogos microconductistas. Aunque admitía que los psicólogos con ductistas eran reduccionistas, afirmaba que los sociólogos conductistas no lo eran. Los psicólogos conductistas «estudian el modo en que la conducta de un único sujeto es influida por contingencias individuales o independientes; rela ciones en las que los reforzadores del individuo son contingentes únicamente sobre su propia conducta» (Molm, 1981: 154). A diferencia de éstos, los soció logos conductistas «estudian el modo en que las conductas de dos o más sujetos son conjuntamente influidas por contingencias sociales mutuas: relaciones en las que los reforzadores de cada persona son, al menos, parcialmente con tingentes en función de las conductas de una o más personas» (Molm, 198L- 154). Mientras Homans y otros puristas se centran en el modo en que la conducta individual se ve influida por la conducta de otra persona, muchos sociólogos conductistas «se preguntan el modo en que la relación entre las conductas de las personas se ve influida por la relación entre sus conductas y recompensas» (Molm, 1981:155). Los conductistas sociales no son reduccionistas porque analizan las «relaciones estructurales entre las personas, y por tanto están claramente dentro del dominio de la sociología. No constituyen características de los indi-
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
349
viduos 0 una suma de características individuales; son, en verdad, variables relaciónales» (Molm, 1981; 155). De hecho, Molm liego incluso a afirmar que el conductismo social es, en realidad, menos reduccionista que otras teorías sociológicas: El estu d io de lo s so c ió lo g o s con d u ctistas del com portam iento d iàd ico o grupal se op on e radicalm ente a una buena parte de la p sic o lo g ía so cia l y de la so c io lo g ía estructural contem poráneas, en las que el ind ivid u o co n stitu y e la unidad de análi sis y se estudian variables agregadas y no relación ales. A l m ism o tiem p o, debería ser evid en te que lo s so c ió lo g o s con d u ctistas que estudian las con tin gen cias so cia les están estudiando variables estructurales, aunque se trate de m icroestructuras.
(Molm, 1981: 156) Molm está en lo cierto cuando afirma que una buena parte del resto de la sociología es reduccionista al afrontar la investigación empírica (Akers, 1981; McPhail, 1981), pero esto no constituye una defensa sólida contra el reduccio nismo del conductismo, Robert Perinbanayagam señaló lo mismo cuando afir mó que la postura de Molm «difícilmente refuta la crítica: la acusación de reduccionismo se aplica cuando las variables explicativas clave no explican la emergencia de las propiedades de las interacciones, intercambios, grupos e incluso las situaciones» (1981: 168). Incluso en un libro de Cook (1987a) sobre teoria del intercambio, cuyo fin declarado es moverse hacia los niveles macro, J. Tumer (1987) concluye; «Los capítulos de este volumen son decididamente micro». La segunda critica a la sociología conductista es que deja muchas cosas sin explicar, especialmente las normas y los valores. Por un lado, Molm afirmó que los conductistas (Stolte, 1987) no han realizado una tarea peor que la de otros sociólogos. Por otro, adujo que sí habían desarrollado una teoria de la forma ción de las normas y los valores, aunque en su opinión se trataba de tma teoría muy cuestionable que extiende los príncipios conductistas individuales a las grandes unidades sociales: «Para comprender la formación de las normas, de bemos examinar la historia del aprendizaje del grupo, la institución o la cultura en cuestión, del mismo modo que debemos analizar la historía del aprendizaje de un individuo para comprender la conducta individual» (Molm, 1981: 158). La tercera crítica al conductismo social es que opera con una concepción mecánica y fría del actor. Molm replica que las conductas operantes «no son provocadas automáticamente por ningún estímulo previo a ella; simplemente ocurren, son emitidas por el organismo, no provocabas por un estímulo» (1981: 160). Pero esta imagen del actor dificilmente puede ser calificada de activa y creativa, como Perinbanayagam señaló; «Esas réplicas, lejos de hacer frente a la acusación de mecanicismo, la confirman. Captan nítidamente la imagen eonductísta del humano como una entidad pasiva parecida a una máquina, incapaz de ejercer su voluntad y originalidad, que “emite” conductas» (1981:166). En otras palabras, la imagen de Molm del aetor no nos sugiere ninguna idea relati va a la «construcción de un acto social» (Perinbanayagam, 1981 ; 166).
350
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La crítica básica a las teorías conductistas es que no son suficientemente microscópicas ni adecuadamente macroscópicas. En el Capítulo 13 analizare mos los trabajos recientes que se han realizado en teoria del intercambio en el intento de superar estas críticas y desarrollar una teoria sociológica más inte grada.
RESUMEN En este capítulo nos hemos ocupado de la sociología conductista y de la teoría del intercambio, así como de sus raíces en el condüctismo psicológico. Identifi camos la fuente de la teoría del intercambio en la obra del psicólogo conductista B.F. Skinner. Skinner rechazaba los principios de las teorías relacionadas con el paradigma de la definición social (por ejemplo, el interaccionismo simbólico, la fenomenología y ta etnometodología) y las asociadas al paradigma de los he chos sociales (por ejemplo, el fiincionalismo estructural y la teoria del conflicto). Los sociólogos conductistas adoptan un enfoque microscópico. Su preocu pación se centra en ta relación entre la historia de las consecuencias ambienta les y la naturaleza de la conducta presente. En suma, consideran la probabilidad de que los individuos vuelvan a emitir conductas que en el pasado les propor cionaron recompensas y a no emitir conductas que se demostraron costosas. En este contexto analizamos algunos de los conceptos de importancia central para el sociólogo conductista: los reforzadores positivos y negativos, los castigos positivos y negativos, el coste de la respuesta, los reforzadores generalizados y la modificación de la conducta. A continuación examinamos la teoria del intercambio, principal represen tante del condüctismo en sociología. El exponente más importante de la teoría del intercambio fue George Homans, quien se vio intensa y directamente influi do por la obra de B.F. Skinner. Homans criticó las explicaciones macro de la conducta social desarrolladas por pensadores como Durkheim, Parsons y LéviStrauss. En efecto, su meta era explicar la conducta social en términos de prin cipios psicológicos, es decir, del condüctismo. Creía que podían utilizarse los principios psicológicos para explicar no sólo la conducta individual, sino tam bién las estructuras sociales >■ el cambio social. El núcleo de la teoría de Ho mans reside en las siguientes proposiciones básicas: (1) la proposición del éxi to, (2) la del estímulo, (3) la del valor, (4) la de la privación-saciedad, (5) las de la agresión-aprobabión, y (6) la de la racionalidad. Dada su orientación hacia la conducta individual, la teoría de Homans ha sido criticada por parte de los que trabajan en el paradigma de los hechos socia les por ignorar las grandes estructuras, y por parte de los que operan en el paradigma de la definición social por ignorar los procesos mentales. El debate entre Parsons y Homans puede considerarse en términos de las diferencias entre los que operan en el paradigma de tos hechos sociales y los que suscriben el paradigma de la conducta social. Aunque atribuimos gran importancia a este
TEORIA DEL INTERCAMBIO Y SOCIOLOGIA CONDUCTISTA
351
debate, creemos más importante aún el esfuerzo de Peter Blau por llevar la teoria del intercambio desde el nivel individual al nivel societal. Blau explicó la secuencia de las cuatro fases que parten del intercambio interpersonal y con ducen a la estructura social y al cambio social. Si bien la obra de Blau constitu ye un importante esfuerzo, transformó de tal modo la teoría del intercambio en el nivel societal que resulta imposible identificarla como una orientación con ductista. Además de ser criticada por su debilidad en el nivel societal, la teoría del intercambio ha sido blanco de numerosos ataques por prestar escasa considera ción a los procesos mentales. El capítulo termina con el análisis y las réplicas de Molm de las criticas que se han hecho a las teorías conductistas en general.
CAPITULO
8
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA Patricia Madoo Lengermann Universidad George Washington
Jiil Niebrugge-Brantley Northern Virginia Community College
PRINCIPALES CUESTIONES TEORICAS PRINCIPALES RAICES HISTORICAS Feminismo: 1600-1960 Sociología y feminismo: 1340-1960 VARIEDADES DE TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA Teorías de las diferencias de género Teorías de ta desigualdad entre los géneros Teorías de la opresión de género TEORIA SOCIOLOGICA FEMINISTA Sociología feminista del conocimiento Orden macro social Orden micro social Subjetividad SINTESIS MACRO-MICRO
353
354
TEORtA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La teoría feminista constituye esa parte de investigación reciente sobre las mu jeres que implícita o formalmente presenta un sistema de ideas general y de gran alcance sobre las características básicas de la vida social y la experiencia humana comprendidas desde una perspectiva centrada en las mujeres. En pri mer lugar, su principal «objeto» de investigación, el punto de partida de todas sus investigaciones, es la situación (o las situaciones) y experiencias de las mujeres en la sociedad. En segundo lugar, considera a las mujeres como «suje tos» centrales del proceso de la investigación; es decir, intenta ver el mundo desde el distintivo y ventajoso punto (o puntos) de vista de las mujeres en el mundo social. Y en tercer lugar, la teoria feminista es una teoría crítica y acti vista que actúa en nombre de las mujeres; su objetivo es producir un mundo mejor para las mujeres y, por tanto, para toda la humanidad. Sin embargo, la teoría feminista difiere de la mayoría de las teorías socioló gicas en algunos aspectos. Primero, se trata de la obra de una comunidad interdtsciplinar, que incluye no sólo sociólogos, sino también estudiosos de otras disciplinas como la antropología, la biología, la economía, la historía, el dere cho, la literatura, la filosofía, la ciencia política, la psicología y la teología. Esta comunidad incluye a personas afamadas que son escritores y escritoras creati vas, a personas que se consideran a sí mismas fundamentalmente como activis tas políticos, a defensores de las mujeres de color y a escritores de varias comu nidades intelectuales europeas o del Tercer Mundo Segundo, las sociólogas feministas, al igual que otros teóricos feministas, sólo parcialmente orientan sus esfuerzos a extender su disciplina de origen. Mucho más importante para toda investigación feminista es el desarrollo de una comprensión crítica de la socie dad orientada a cambiar et mundo social en direcciones consideradas más justas y humanas. Tercero, la mayoría de los sociólogos han dudado si incorporar la teoría feminista a la socioiogia o no, y ello se debe, por un lado, a que la teoría parece extremadamente nueva y radical; por otro, a que muchos de sus creado res no son sociólogos y, por último, a que dudan de las credenciales científicas de un esfuerzo de investigación bastante vinculado al activismo político. Cuar to, la teoria feminista no encaja en ninguno de los tres paradigmas que han venido moldeando tiempo atrás el objeto de la sociología: el paradigma de los hechos sociales, el de la defmición social y el de la conducta social (véase el Apéndice), Esto se debe a que la teoría feminista ha tardado mucho tiempo en integrar eficazmente, y superar asi, el debate entre lo microsocial y lo macrosociat, que constituye una de las principales causas de esta división paradigmática (véase el Capítulo 10). Esta superación de lo macro frente a lo micro dificulta una buena relación entre los sociólogos basados en alguna de las más importan tes teorías de la disciplina y la teoría feminista. Pero al mismo tiempo, esta
‘ S in e m b a rg o , e s te c a p ítu lo se c e n tra fu n d a m e n ta lm e n te en las c o n trib u c io n e s en in g lé s a este e s fu e rz o in te rn a c io n a l.
TÊORIA fe m in is ta CONTEMPORANEA
355
superación constituye una de las implicaciones más atractivas de la teoría femi nista para los que trabajan en las fronteras de la teoría sociológica contemporá nea (Ritzer, 1990e). En el apartado final de este capítulo nos extenderemos sobre este aspecto de la teoría feminista. En el resto del capítulo describiremos las cuestiones teóricas básicas abor dadas por los teóricos y teóricas feministas; analizaremos someramente la his toria del pensamiento feminista, particularmente dentro de la sociología; y lue go nos detendremos con más detalle en las variantes de la teoría feminista que han aparecido en el transcurso de su historia. En el principal apartado del capí tulo analizaremos las cuestiones centrales de la teoría sociológica feminista contemporánea.
PRINCIPALES CUESTIONES TEORICAS Ei empuje de la teoría feminista contemporánea procede de una pregunta enga ñosamente simple: ¿Qué hay de las mujeres? En otras palabras, ¿dónde están las mujeres en la situación que se está investigando? Si no están presentes, ¿por qué no lo están? ¿Y si lo están, qué es lo que hacen exactamente? ¿Cómo expe rimentan la situación? ¿Cómo contribuyen a ella? ¿Qué significa para ellas? Las consecuencias de intentar responder a la cuestión básica del feminismo «¿qué hay de las mujeres?» han sido revolucionarias. Súbitamente la comuni dad de intelectuales contemporáneos descubrió que lo que había sido conside rado durante mucho tiempo como el universo de la experiencia era realmente una visión particularista de actores y experiencias masculinas. El reconocimiento de un grupo de actores completamente nuevo requiere una reconstrucción de nuestra comprensión y construcción de toda situación social. Las mujeres, pro clamaron con júbilo las feministas, podían reclamar «la mitad del firmamento». Y, en realidad, el resultado fue que, más que descubrir a través de la lente de un nuevo telescopio una multitud de estrellas no detectadas hasta el momento, se halló una configuración fundamentalmente nueva de cada constelación. Veinte años planteándose esta pregunta dieron como resultado ciertas con clusiones generales. Las mujeres están presentes en la mayoría de las situacio nes sociales. Allí donde no lo están, no es debido a que carecen de capacidad o interés, sino a que se han hecho esfuerzos deliberados por excluirlas. Allí donde están presentes, las mujeres han desempeñado papeles que difieren considera blemente de la concepción popular de ellas (como, por ejemplo, esposas y ma dres pasivas). En efecto, tanto como esposas y madres, así como en otra serie de papeles, las mujeres, junto a los hombres, han creado activamente las situacio nes que se han investigado. Pero aunque las mujeres están activamente presen tes en la mayoria de las situaciones sociales, los estudiosos y los actores socia les han estado ciegos ante su presencia. Es más, los papeles de las mujeres en la mayoría de las situaciones sociales, aunque son esenciales, no han sido idénti cos a los de los hombres en esas situaciones. Sobre todo, sus rotes han sido
356
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
diferentes, menos privilegiados y subordinados a los de los hombres. Su invistbilidad constituye sólo un indicador de esta desigualdad. Conforme se difundió el movimiento de las mujeres, el círculo de feminis tas que se plantearon preguntas derivadas de la cuestión femenina se ha amplia do. Una consecuencia de esto es el escrutinio profundo de la monolitica igual dad implicada en la frase las mujeres y una conciencia mayor del significado teórico de las diferencias entre las mujeres: clase, raza, edad, preferencia afec tiva, religión, etnicidad y localización mundial. Al responder a la pregunta «¿qué hay de las mujeres?» las feministas saben ahora no sólo que las mujeres están desigual e invisiblemente presentes en tas situaciones sociales, y que desempe ñan papeles importantes pero diferentes de los visibles y privilegiados hombres sino también que las características de invisibilidad, desigualdad y papel están profundamente influidas por la posición social de la mujer, es decir por su clase su raza, su edad, su preferencia afectiva, su religión, su etnicidad, y su localiza ción mundial. Todo esto nos conduce a la segunda pregunta básica del feminismo: «lEn tortees, p or qué todo esto es como es7» Mientras la primera pregunta hace refe rencia a una descripción del mundo social, esta segunda pregunta apremia al desarrollo de una explicación de ese mundo. La descripción y la explicación del mundo social son dos caras de cualquier teoría sociológica. Los intentos del feminismo por contestar a sus preguntas centrales han producido una teo ría de importancia universal para la sociologia^. ¿En qué medida esta teoría es general? Algunos afirmarían que como las preguntas hacen referencia a la situación particular de un «grupo minoritario» —las mujeres— , la teoría ha de ser también particular y de alcance limitado, semejante a las teorias sociológicas de la desviación o de los procesos de los grupos pequeños. Pero, en realidad, tas dos preguntas básicas del feminismo han producido una teoría de la vida social cuya aplicabilidad es universal. Los paralelismos apropiados de la teoria feminista no son las teorías de los grupos pequeños o de la desviación, que se crearon cuando los sociólogos dejaron de mirar a la «imagen en general» para detenerse en los detalles de un rasgo de la imagen. Antes bien, el paralelismo apropiado debe hacerse con los logros epis temológicos de Marx. Marx ayudó a los científicos sociales a descubrir que el conocimiento que la gente tiene de la sociedad, que se supone constituye una expresión absoluta y universal de la realidad, refleja, de hecho, la experiencia de los que dirígen política y económicamente el mundo social. La teoría mar xista logró demostrar con eficacia que se puede ver también el mundo desde el punto de vista de tos trabajadores, quienes, a pesar de su subordinación política
^ L a te rc e ra p re g u n ta p a r a to d a s las fe m in is ta s e s ¿ C ó m o p o d e m o s c a m b ia r y m e jo r a r ei m u n d o ? E n so c io lo g ía , só lo la s te o ría s de M a rx y el n e o m a rx ism o c o m p a rte n e s te g ra n in te ré s p o r el c a m b io . In c lu im o s d e s c rip c io n e s de lo s p ro g ra m a s d e l fe m in is m o en p ro del c a m b io en se c c io n e s p o s te rio re s de este c a p ítu lo .
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
357
y económica, son los productores indispensables de nuestro mundo. Esta nueva perspectiva relativizó el conocimiento de la clase dirigente y, al permitimos yuxtaponerlo al conocimiento derivado del punto de vista de los trabajadores, aumentó enormemente nuestra capacidad para analizar la realidad social. Un siglo después de la muerte de Marx seguimos asimilando las implicaciones de este descubrimiento. De modo similar, las dos cuestiones teóricas básicas del feminismo cam bian de modo revolucionario nuestra comprensión del mundo. Estas cuestiones también nos llevan a descubrir que lo que habíamos considerado que constituía un conocimiento universal y absoluto del mundo es, en realidad, un conoci miento derivado de las experiencias de un segmento poderoso de la sociedad, los hombres como «amos». Ese conocimiento se relativiza al redescubrir el mundo desde el ventajoso punto de vista de una «parte oculta», hasta ahora invisible y no reconocida: las mujeres, que, «desempeñando» papeles subordi nados, pero indispensables, han trabajado para mantener y recrear la sociedad en la que vivimos. Este descubrimiento cuestiona todo lo que hemos creído conocer sobre la sociedad. Este descubrimiento y sus implicaciones constituyen la esencia del significado de la teoría feminista contemporánea para la teoría sociológica.
PRINCIPALES RAICES HISTORICAS Para entender el significado de la convergencia actual entre la teoría feminista y la sociología, es preciso analizar dos corrientes anteriores de trabajo intelec tual. En primer lugar figura la tradición de los escritos feministas, que ha cons tituido una parte de la memoria occidental de la protesta social durante casi trescientos años, una tradición que proporciona los fundamentos a la teoría fe minista contemporánea y que formó parte del entorno dentro del cual se formó la sociologia. En segundo lugar está la postura profundamente ambivalente que adoptaron los sociólogos entre la década de 1840 y la de 1960 sobre la cuestión de la desigualdad de los géneros.
Feminismo: 1600-1960 En cierto sentido la perspectiva feminista ha existido siempre. Allí donde las mujeres han sido subordinadas, situación que ha existido casi siempre y en casi todas partes, han reconocido su situación y protestado por ella (Chafetz y Dworkin, 1986), En el mundo occidental la historia del feminismo comienza con los es critos publicados de protesta. Salvo alguna excepción, estos escritos vieron la luz por vez primera en la década de 1630 y continuaron publicándose sin dema siada fuerza pero persistentemente durante aproximadamente 150 años. Des pués, durante los dos siglos que median entre 1780 y nuestros días, los escritos feministas se convirtieron en un esfuerzo colectivo relevante en el que aumentó
358
TEORIA SOCIOLOGtCA CONTEMPORANEA
y se amplió la cantidad de participantes y el alcance de su crítica. (Se pueden encontrar descripciones más completas de las ideas de las primeras feministas en Cott, 1977; Donovan, 1985; Lougee, 1976; Martin, 1972; A. Rossi, 1974; Showalter, 1971; Spender, 1982, 1983, 1989.) Sin embaído, la historia de los escritos feministas no constituye un desarro llo constante e ininterrumpido. Las mujeres han sido y son, después de todo, un grupo relativamente carente de poder y subordinado de las sociedades occiden tales, una «minoría» La protesta feminista frente a su estatus minoritario siempre ha amenazado y, por tanto, se ha opuesto a la más poderosa y dominante «ma yoria» de los hombres. Las oportunidades de protesta feminista pública aumen tan y se reducen conforme tas sociedades oscilan entre momentos de cambio liberador y receptividad por un lado, y periodos de mayor conservadurismo y represión, por otro. Los momentos álgidos de la historia de la actividad y la literatura feminista se corresponden con tos «momentos» liberadores de la his toria occidental moderna; podemos identificar un primer momento del aumento de la productividad durante los decenios de 1780 y 1790, un esfuerzo mucho más organizado y centrado en el de 1850, una movilización masiva en pro del sufragio a principios del siglo xx, y durante las décadas de 1960 y 1970, el movimiento moderno y polifacético analizado en ei Capitulo 2. Durante los intervalos entre estos periodos el feminismo se hace menos visible, esencial mente porque los grupos dominantes intentaron deliberadamente reprimirlos (Spender, 1982, 1989). Y así, en el transcurso de estos años, las mujeres crearon teorías feministas (la Tabla 8.1 enumera algunos de los trabajos más relevantes). Cada uno cons tituye un producto distintivo, un modelo particular de ideas criticas configura das por el contexto histórico, el entorno, la personalidad y la biografía del escri tor o escritora. Sin embargo, entre toda esta diversidad se pueden identificar tres tipos generales de teoria feminista: una orientación centrada en la diferen cia entre los géneros, otra en la desigualdad de los géneros y otra en la opresión de género. En el siguiente apartado de este capítulo describiremos con detalle estas orientaciones tal y como se expresan en nuestros días. Con su diversidad este cuerpo de teoría hace una crítica consistente al orden social existente, y se centra en variables sociológicas esenciales tales como la desigualdad social, el cambio social, el poder, los intereses y las creencias, y las instituciones sociales de la familia, el derecho, la política, el trabajo, la religión y la educación.
Sociología y feminismo: 1840>1960 La sociología apareció inicialmente como una perspectiva científica entre 1840 y 1860, un momento álgido de protesta feminista, para luego convertirse en una
’ L o s té rm in o s m in o r ía y m a y o ría d e s c rib e n m ás el p o d e r re la tiv o de lo s g ru p o s q u e su ta m a ñ o re la tiv o .
Tabla 8.1 IN FLU E N C IAS SOBRE LA TRA D IC IO N IN TELEC TU AL FEM IN ISTA EN EL MUNDO DE HABLA INGLESA A NTERIO R ES A 1960
F«cha
Acontaci miento
Contexto histórico movimiento de liberación
1650
Anne Bradstreet (1612-1672); The Tenth Muse Lately Sprung Up in America
Revolución puritana en Inglaterra y Amáñca
1670
Aphra Behn (1640-1680): The Forced Marriage
Pestauración en Inglaterra (período de liberación de normas sociales)
1694
IHary Aatoll (1668-1731): A Serious Proposal for the Ladies
Revolución Gloriosa en Inglaterra
17701780
Abigail Adams (1744-1818) y Mercy Otis Warren (1728-1814): Cartas de una a otra y de Abigail a su esposo John (hombre de estado estadounidense y segundo Presidente)
Revolución Americana
1790
Judith Sargent Murray (1751-1820): «On the Equality of Sexes»
Revolución Ameiicana y debates posteriores sobre la Constitución y la Declaración de Derechos
1792
Mary W oiistonecraft (1759-1797): A Vindication of the Rights of Women
Efectos de las revoluciones Americana y Francesa sobre Gran Bretaña
1837
Harriet Martlneau (1802-1879): «The Political Nonexistence of Women», en Society in Arnerica
Nacimiento del reformismo de clase medía
1838
Sarah Grimtcé (1792-1873): Letters on the Equality of the Sexes
Movimiento mundial antiesclavtsta
1845
Margaret Fulter (1810-1850): Women in the Nineteenth Century
Romanticismo, abolicionismo, nacionalismo
1848
Lucretia Mott (1793-1880), Elizabeth Cady Stanton (1815-1902), Lucy Stone (1818-1893), Susan B. Anthony (1820-1906): Seneca Falls Convention (primera convención en pro de los derechos de la mujer en los EE.UU)
Movimiento antiesclavista
Elizabeth Blackwell (1821-1910) y Emily Blackwell (1821 1911): Medicine as a Profession tor Women
Movimiento antiesclavtsta
1860
Desarrollos en sociología
-i
m
O 2 > n m £ Z O) 1830- Com te(1798-1857); 1842 La Filosofia Positiva
1848
1851
Marx (1818-1883) y Engels (1820-1895): a manifiesto comunista Spencer(1820-193): Social Statics
o o z
H m S TJ O J3 > z m
>
w OI
(O
Tabla 8.1. (Continuación) INFLUENCIAS SOBRE LA TRADICION INTELECTUAL FEMINISTA EN EL MUNDO DE HABLA INGLESA ANTERIORES A 1960 Contexto histórico movimiento de tiberactón
Desarrollos en sociología
John Stuart MUI (1806-1873) con Harriet Taylor (1807 1858): Ttie Subjection of Women
Reformismo de clase inedia
1867
E. C. Stanton, S. B. Anthony y Matilda Josiyn Gage (1826-1898): History of Woman Suffrage
Turtjulencias de progresivismo y darwinismo social revisionista
1880- Simmel (1858-1918): 1918 Ensayos
1883
Olive Schretner (1855-1920): Ttie Story of an African Farm
Movimientos políticos de la clase trabajadora
1884
Friedrich Engels (1820-1895): Los orígenes de la familia
Movimientos políticos de la clase trabajadora
1896
Ida Wells Barnett (1862-1931 ), y Mary Church Terrell (1893-1954): Asociación Nacional de Mujeres de Color
Populismo
Fecha
Acontecimiento
1869 1881
Marx: El capital
1893- Durkheim (1858-1917): 1897 La división del tratmjo
social. Las reglas del método sociológico: El suicidio 1898
Ida H. Harper (1851 -1931 ): The Life and Work of Susan B.
Progresivismo
Anthony 1898
E. C. Stanton; The Woman's Bible
Populismo, progresivismo
189S
Charlotte Perkins Gilman (1860-1935): Women and
Socialismo
1910
Jane Ad dams (1860-1935): Twenty Years at Hull House
Progresivismo
1911
Sylvia Pankhurst (1882-1960): The Suffragette
Nacionalismo y socialismo en Europa
1913
Christabel Pankhurst (1880-1956): The Greaf Scourge and
How to End it
Nacionarismo y socialismo en Europa
Margaret Sanger (1879-1966),:FamiV>' Limitation
Progresivismo
Economics
1917
1904- W eber(1864-1920): 1905 La ética protestante
co a>
m O > (/) O o
o
r~ O Q O > O O T) O J¡ > z m >
Tabla 8.1. (Continuación) INFLUENCIAS SOBRE LA TRADICION INTELECTUAL FEMINISTA EN EL MUNDO DE HABLA INGLESA ANTERIORES A 1960*
Fecha
Acontecimiento
Contexto histórico movimiento de liberación
Desarrotlos en socioJogía
1918
Las mujeres británicas mayores de 30 años consiguen el derecho a voto
Movimiento sufragista y luchas políticas de la clase trabajadora
1916
Thomas (1863-1947) y Znaniecki (1882-1958);
1920
Las mujeres estadounidenses logran el sufragio
Movimiento sufragista y última oleada de progresivismo
1920
Weber: Economía y
The Polish Peasant sociedad 1921
Park (1864-1944) y Burgess (1866-1966);
introduction to the Science of Sociology 1926
Suzanne LaFoilette (1882-1941)-. Concerning Women
Progresivismo, movimiento sufragista
1893- Mead(1863-1931)'. 1931 Conferencias que se convertirían en Mente,
persona y sociedad 1931
Virginia W oolf (1882-1941): A Room of One's Own
1933 1935
Eleanor R oosevtit (1884-1963): It's Up to the Women Margaret Mead (1901-1978): Sex and Temperament in
Three Primitive Societies 1938
V. Woolf: Three Gu/neas
1946
Mary Ritter Beard (1876-1958): Women as a Force in
History
Socialismo, postvíctorianismo cultural New Deal Pacifismo (desde la Primera Guerra Mundial), relativismo cultural de las ciencias sociales Socialismo, postvictorianismo cultural Reaccionismo contra el totalitarismo, fascismo
1937
Parsons: The Social
System 1957 1959
Simone de Beauvoir (1908-1985): El segundo sexo Betty Friedan (n. 1921): The Feminine Mystique
Existencialísmo Movimiento de los derechos civiles
* Las principales fuentes de esta perspectiva de la tradición son A. Rossi (1974) y Spender {1983),
1959
O 5 >
Parsons (1902-1979):
The Structure of Social Action
1951
m
Mills (1916-1962): The Sociological Imagination
o o
"O o
JJ
>
362
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
actividad profesional entre 1890 y 1920, otra fase de expansión del feminismo. ¿Cuál fue la respuesta de los primeros sociólogos a esta tradición intelectual? La investigación actual sobre las cuestiones relativas al género en la histo ria de la sociología nos proporciona una respuesta a esta pregunta que se divide en tres partes (Deegan, 1988; Fitzpatrick, 1990; Kandal, 1988; Oakes, 1984a; R. Rosenbgerg, 1982). Primera, entre 1840 y 1960 la sociología surgió como una perspectiva para luego convertirse en una disciplina académica organizada y profesional que desarrolló una política de géneros que, con el tiempo, empujó a las «madres fundadoras» de la disciplina a la periferia de la profesión, se apropió o descartó sus ideas y las expulsó de los anales de la historia de la sociología. Segundo, las preocupaciones feministas se expresaron en los már genes de la disciplina de la sociología, en la obra de teóricos marginales o de teóricas marginadas. Tercero, los pensadores más destacados de la profesión —desde Spencer, Weber y Durkheim, hasta Parsons— dieron respuestas bási camente conservadoras a los argumentos feministas que se les planteaban, y consideraron las cuestiones relativas al género como un tópico irrelevante para la sociología que desarrollaban; en las raras ocasiones que abordaron las cues tiones de la diferencia y la desigualdad entre los géneros, dieron una respuesta más convencional que critica. Contamos con datos que apoyan exhaustivamente nuestra primera generali zación sobre la cuestión de la política de géneros en el desarrollo de la sociolo gía estadounidense. Gracias a la investigación de estudiosas como Deegan (1988), Fitzpatrick (1990) y R. Rosenberg (1982), conocemos los nombres de una ele vada cantidad de mujeres que hicieron contribuciones relevantes y a veces ab solutamente fundacionales a la sociología estadounidense: Edith Abbot, Sophonisba Breckenridge, Katherine Davis, Francés Keller, Viginia Robinson, Jessie Taft, Marión Talbot y, sobre todo. Jane Addams de Hull House, En las expresiones sociológicas europeas podemos percibir hoy débilmente el papel que desempe ñaron pensadoras y escritoras como Harriet Martineau, Clothilde de Vaux, Ger trud Simmel y Marianne Weber (Kandal, 1988). El hecho de que estas mujeres, y posiblemente muchas otras que contribuyeron a la creación de la sociología, no consten en los anales de la historia de la disciplina es, en parte, el resultado del sexismo institucionalizado implícito en la educación superior (durante este periodo ninguna mujer podia aspirar a desempeñar un puesto académico en ningún departamento de sociología excepto en las «universidades femeninas»). Y lo que es más importante, la invisibilidad de estas mujeres se debió a actos conscientes de exclusión por parte de los sociólogos, quienes durante cien años habían trabajado para crear una disciplina dominada por los hombres y producir aisi una imagen de esa disciplina en la que pareciera que la importancia central de los hombres era el resultado de procesos naturales más que políticos. Los resultados de estas acciones son fáciles de identificar. Como muestra una rápida ojeada a los primeros capítulos de este texto; la sociología tiene una serie am pliamente conocida de «padres fundadores», tanto pertenecientes al periodo clásico entre 1840 y 1935, como al periodo de los teóricos modernos principales
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
363
entre 1935 y 1965 aproximadamente. Absolutamente ningún texto de la historia de este periodo identifica una sola «madre fundadora». Nuestra segunda generalización es que hasta 1960 las ideas feministas se introdujeron en la sociología sólo en los márgenes de la disciplina. Por ejemplo, estas ideas procedían de varios teóricos masculinos que ocupaban una posición marginal respecto de la sociología profesional, aun cuando ejercieron una in fluencia posterior sobre la socioiogia. Pensadores como Simmel (Oakes, 1984a), W. 1. THomans (R. Rosenberg, 1982) y Marx y Engels pueden incluirse en este grupo. Esta generalización también hace referencia a tas mujeres científicas sociales con educación formal, que intentaron analizar la cuestión de las rela ciones entre los géneros para descubrir más tarde que su investigación y argu mentos quedaban relegados a los márgenes de la disciplina, simplemente por ser mujeres. Finalmente, tos pensadores más destacados de la profesión se opusieron al feminismo. Las principales obras de estos teóricos, las ideas que configuraron fundamentalmente la perspectiva sociológica, prácticamente no prestaron aten ción al género como una construcción social, y en las raras ocasiones que abor daron la vida de las mujeres, como Durkheim en su análisis del suicidio, su planteamiento era por completo convencional y acritico. El mejor ejemplo de esta actitud son quizás las teorías de Talcott Parsons (véase el Capítulo 3). La idea subyacente a la teoría de Parsons es la afirma ción de que la institución de la familia constituye un prerrequisito indispensable para la estabilidad social. Como agente fundamental de la socialización de los niños, la familia es esencial para esa intemaiización del control social de la que depende en última instancia la estabilidad de toda sociedad. Es más, como ele mento principal de la vida emocional de los adultos, la familia constituye un agente de control social extemo de la mayor importancia y un escape vital para las tensiones de los adultos que, de otro modo, se liberarían en la vida pública. Parsons afirma que para que la familia funcione con eficacia debe darse en ella una división sexual del trabajo en la que los varones adultos y las mujeres desempeñan papeles muy diferentes. Para que la familia se mantenga unida en el sistema social, los hombres han de tener una orientación «instrumental», manifestar dotes de mando, ambición y capacidad de autocontrol. Las mujeres, cuya tarea es el funcionamiento interno de la familia y eí cuidado de los hijos y maridos deben ser «expresivas»; es decir, gentiles, enriquecedoras, amables y afectivamente abiertas. Si hombres y mujeres se sitúan en un plano de igual dad en lo tocante a su función y orientación, la competencia entre ellos y ellas destruirá la vida familiar y debilitará el papel vital de la familia para el mante nimiento de la estabilidad social (Parsons, 1954c: 79). Como es evidente, esta sociología de los papeles del sexo es esencialmente, aunque puede que de forma
^ La descripción de las teorias del género de Parsons en este párrafo y en el siguiente constituye una expresión del argumento de Lengermann y Wallace (1985: 11*12)
364
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
no deliberada, antifeminista y constituye, tal vez, el ejemplo que ilustra más claramente la falta de implicación de la corriente principal de la sociología en el feminismo después de la década de los sesenta.
VARIEDADES DE LA TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA La teoría feminista contemporánea constituye la base literaria del desarrollo de toda teoría sociológica feminista, como la que analizaremos en el siguiente apartado de este capítulo. Por tanto, presentamos aquí una perspectiva de la teoria femi nista, un sistema de ideas generales cuyo fin es describir y explicar la vida social y la experiencia humana desde el punto de vista de las mujeres. Nuestra meta ahora es presentar los temas que ofrece la teoría feminista para la cons trucción de una teoria sociológica feminista. Los estudiosos y estudiosas feministas contemporáneos han producido una serie de escritos teóricos extraordinariamente rica y altamente diversa, una de mostración de la realidad de un movimiento intelectual al que Jessie Bemard (en prensa) denomina «ilustración feminista». El alcance y la continua expan sión de esta literatura nos sugiere calificarla de desafiante, gratificadora y, en ocasiones, algo confusa. El «mapa» de la teoría feminista que aqui trazamos constituye un constructo o tipo ideal, para clasificar este complejo cuerpo de trabajo intelectual^. Nuestra tipología de las teorías feministas se basa en las dos preguntas bási cas (analizadas más arriba) que unen todas las teorías feministas; la que se refiere a la descripción ¿qué hay de las mujeres? y la que se refiere a la explica ción ¿por qué esta situación es la que e sl El modelo de respuesta para la pre gunta descriptiva genera las principales categorías para nuestra clasificación (véase la Tabla 8.2). En lo fundamental, la pregunta «¿qué hay de las mujeres?» sugiere tres respuestas. La primera es que la localización de las mujeres y su experiencia en la mayoria de las situaciones difiere de la de los hombres en esas mismas situaciones. La investigación se centra aquí en los detalles de esa dife rencia. La segunda respuesta es que la localización de las mujeres en la mayoria de las situaciones no difiere demasiado, pero es menos privilegiada y no es igual que la de los hombres. La respuesta se centra en la naturaleza de esa ^ Existen otros sistemas de clasificación, por ejemplo, los desarrollados por Chafetz (1988); Glennon (19^9); Jaggar (1983); Jaggar y Rothenberg (1984); Lengermann y Wallace (¡985); Sniiow et. al. (1983); y Sokoloff (1980). Los lectores deberían prestarles atención para equili brar y ampliar el tipo ideal presentado aquí. En combinación, estos esfuerzos han generado una larga lista de tipos de teoria feminista, incluyendo el feminismo negro, el conservadurismo, el expresionismo, el instrumentalismo, el feminismo lesbiano, el liberalismo, el marxismo, el polarismo, el feminismo psicoanalitico, el radicalismo, el separatismo, el socialismo, y el sintetismo. Nuestra propia tipología imenta incluir la mayoria de estas teorias, aunque no siempre las describimos con esas denominaciones especificas.
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
365
Tabla 8.2 SINOPSIS DE LOS TIPOS DE TEORIA FEMINISTA' Tipos básicos de taorfa TemInIsta. Respuestas a ia pregunta descriptiva; ¿qué hay de ias mujeres?
Distinciones dentro da ias categorías. Respuestas a ia pregunta descriptiva; ¿por qué ia situación es como es?
Teorias de ia diferencia La posición y la experiencia fen^enina de la mayoría de las situaciones es diferente de la de los hombres en idéntica situación.
Explicaciones biosociales de la diferencia Explicación institucional de la diferencia Explicación psico-sociológica de la diferencia
Teorías de ia desigualdad La posición de las mujeres en la rnayoría de las situaciones no sólo es diferente de la de los hombres, sino menos privilegiada o
desigual.
Explicaciones liberales de fa desigualdad Explicaciones marxistas de la desigualdad Explicaciones de Marx y Engels Explicaciones marxistas contemporáneas
Teorfas de la opresión Las mujeres no sólo son diferentes o desiguales, sino que se hallan oprimidas. activamente constreñidas, subordinadas, moldeadas, usadas y san objeto de abuso por parte de los hombres.
Explicaciones Explicaciones opresión Explicaciones opresión Explicaciones tercera ola
psicoanalíticas de la opresión radical-feministas de la socialistas feministas de la feministas de la opresión de la
' L a c o lu m n a d e la iz q u ie rd a c a te g ó ric a la s v a r ie d a d e s de te o r ía fe m in is ta s e g ú n su re s p u e s ta a la p re g u n ta b á s ic a ¿ Q u é h a y d e las m u je re s ? La c o lu m n a d e la d e r e c h a e s ta b le c e d is tin c io n e s d e n tro d e e s a s c a te g o ría s en fu n c ió n d e la p re g u n ta b á s ic a e x p lic a tiv a ¿ p o r q u é e s ta s itu aclú n e s la q u e es?
desigualdad. La tercera es que la situación de las mujeres ha de comprenderse también a partir de ia relación de poder directa entre hombres y mujeres. Las mujeres están oprimidas, es decir, son reprimidas, subordinadas, moldeadas, usadas y objeto de abuso por los hombres. Las descripciones se centran aquí en la naturaleza de la opresión. Toda teoría feminista puede ser clasificada como teoría de la diferencia, de la desigualdad y de la opresión. En nuestro análisis distinguimos tres categorías básicas — diferencia, des igualdad, y opresión— en términos de sus distintas respuestas a la segunda pregunta explicativa, «¿por qué esto es como es?» (Los diversos tipos de res puestas se resumen en la Tabla 8.2.) Este método de clasificación cumple una importante función: nos permite clasificar no sólo el cuerpo general de la teoría feminista contemporánea, sino también la literatura en expansión, particularmente la literatura teórica sobre el género realizada en sociología desde los años sesenta. La expansión de esta literatura refleja no sólo la reactivación de una protesta feminista visible en la sociedad, sino también el movimiento sin precedentes de las mujeres de incor poración a la educación superior, como licenciadas, doctoradas y facultativas
366
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
entre los años sesenta y nuestros días (Lengermann y Wallace, 1985; Vetter et al., 1982). De este modo, las cuestiones feministas han logrado introducirse directamente en el discurso académico y universitario de la sociología profesio nal. Pero como los sociólogos se han orientado hacia la exploración de las cues tiones del género, han utilizado de un modo característico una parte del cuerpo existente de teoría sociológica como punto de partida para lo que se denomina en la disciplina sociología del género. Aunque el término suele utilizar se eufemisticamente en sociología para las «mujeres», la sociología del género es, en términos específicos, el estudio de los roles y las identidades del hombre y la mujer, y las relaciones entre los hombres y las mujeres, una cuestión ligera mente diferente del enfoque principal del feminismo sobre las mujeres. Este enfoque sobre la relación entre hombres y mujeres no equivale a una teoría feminista. Como hemos señalado más arriba, el objetivo de la teoría feminista es presentar una perspectiva de la experiencia humana centrada en las mujeres. Como mostraremos más adelante, una sociología feminista puede describir el mundo social desde un punto de vista centrado en las mujeres. Sobre todo, la sociología del género concibe el género simplemente como una variable entre muchas otras dentro de las relaciones y las estructuras sociales. No obstante, algunos sociólogos y sociólogas que parten del punto de vista de la sociología del género han producido obras relevantes para la teoría feminista (y muchos sociólogos y sociólogas están directamente implicados en ia producción de una teoría feminista). El resto de este apartado examina las teorías feministas de la diferencia, de la desigualdad, y de la opresión. Describimos cada tipo en líneas generales e identificamos algunas de las diferencias entre ellos y de sus recomendaciones para el cambio. Sin embargo, es preciso señalar dos cuestiones importantes. Primera, la mayoría del trabajo teórico se resiste a una clasificación estricta. Una puede identificar su principal preocupación teórica o distinguir sus princi pales enunciados teóricos. Segunda, se trata de una revisión selectiva. Dado el enorme volumen de escritos feministas y sociológicos sobre la situación de las mujeres, un análisis exhaustivo está fuera del alcance de este capítulo.
T eorías de las d iferen cias de g énero Aunque el enfoque sobre las diferencias de género constituye una posición mi noritaria en el feminismo contemporáneo, algunas influyentes contribuciones a la teoría feminista contemporánea mantienen este enfoque (Bemikow, 1980; Gilligan, 1982; Kessler y McKenna, 1978; J. Miller, 1976; Ruddick, 1980; Snítow, 1979). También existen investigaciones (Hite, 1976, Masters y Johnson, 1966) que muestran descubrimientos acerca de las diferencias de género y que han influido profundamente en el pensamiento feminista contemporáneo. Ade más, mucha literatura sociológica reciente sobre el género tiene por tema las diferencia entre géneros. Entre esta literatura se encuentran trabajos teóricos con una perspectiva esencialmente institucional, cuasi funcionalista, de la so-
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
367
ctedad (J. Bemard, 1982), escritos biosociales (A. Rossi, 1977, 1983), escritos simbólico-interaccionistas (Best, 1983; Lever, 1978), trabajos fenomenológi cos (Berger y Kellner, 1964), y escritos etnometodológicos (Garfinkel, 1967). En efecto, si añadimos a este núcleo básico de escritos la vasta literatura empí rica realizada por sociólogos que toman los factores del «sexo» y el «género» como variables independientes centrales, el enfoque sobre las diferencias de género puede tal vez constituir el más importante en sociología (Huber, 1976; Stacey y Thome, 1985). El tema central de la literatura contemporánea sobre las diferencias de gé nero es que ta vida interior psíquica de las mujeres es, por lo que respecta a su configuración general, diferente de la de los hombres. Las mujeres tienen una visión distinta y dan una importancia diferente a la construcción social de la realidad porque difieren de los hombres fundamentalmente en lo tocante a sus valores e intereses básicos (Ruddíck, 1980), a su modo de hacer juicios de valor (Gilligan, 1982), a su construcción de motivos de logro (íCaufman y Richard son, 1982), a su creatividad literaria (Gilbert y Cubar, 1979), a sus fantasías sexuales (Hite, 1976; Radway, 1984; Snitow et al,, 1983), a su sentido de la identidad (Laws y Schwartz, 1977), y a sus procesos generales de conciencia e individualidad (Kasper, 1986; J. Miller, 1976). Un segundo tema es que la con figuración general de las relaciones y las experiencias vitales de las mujeres son distintivas. Las mujeres se relacionan con su descendencia biológica de modo diferente a los hombres (A. Rossi, 1977, 1983); los niños y las niñas tienen estilos de jugar distintivamente diferentes (Best, 1983; Lever, 1978); las mujeres adultas se relacionan entre ellas (Bemikow, 1980) y con las mujeres que estudian de un modo particular. En efecto, la experiencia vital general de las féminas desde la infancia hasta la vejez es fundamentalmente diferente a la de los hombres (J. Bemard, 1981). En combinación, esta literatura sobre las diferencias de conciencia y experiencia vital presenta una única respuesta a ia pregunta «¿qué hay de las mujeres?». La segunda pregunta, «¿por qué?», nos proporciona las líneas centrales de variación dentro de este enfoque general sobre las diferencias de género. Las explicaciones de las diferencias psicológicas y relaciónales entre hombres y mujeres son esencialmente de tres tipos: biológicas, institucionales y constmidas, esto es, sociopsicológicas. Explicaciones biológicas de las diferencias de géneros. Las explicaciones biológicas han sido características del pensamiento conservador sobre las dife rencias de género. Freud vinculó las diferentes estructuras de personalidad de los hombres y las mujeres a sus diferentes genitales y a procesos cognitivos y emocionales que comienzan cuando los niños descubren sus diferencias fisioló gicas. Los sociobiólogos Lionel Tiger y Robín Fox (1971) hablan de «biogramas» variables subyacentes a la primera evolución hominida que condujeron a que las mujeres establecieran vínculos emocionales con sus hijos y a que los hombres establecieran vínculos prácticos con otros hombres. Sin embargo, el
368
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
argumento biológico también se ha utilizado en escritos más propicios al femi nismo, El análisis de Master y Johnson sobre la anatomía de la sexualidad feme nina han proporcionado a las teorías feministas los hechos básicos para refor mular la cuestión de la regulación social de la sexualidad, y Alíce Rossi (1977, 1983) ha examinado con rigor los fundamentos biológicos de la conducta espe cífica del género. Rossi ha vinculado las funciones biológicas diferentes de hombres y mujeres a las diferentes pautas de desarrollo hormonalmente deter minado durante el ciclo vital y ello, a su vez, a la variación sexualmente especi fica en características tales como la sensibilidad a la luz y al sonido y a las diferencias en las conexiones entre el lado derecho y el izquierdo del cerebro. Estas diferencias, cuadran con los diferentes estilos de juego infantil señalados por Carol Gilligan (1982), Janet Lever (1978) y Raphaela Best (1983); la famo sa «ansiedad ante las matemáticas» femenina; y también el hecho aparente de que las mujeres están más preparadas y dispuestas para el cuidado de los niños de una manera más enriquecedora que los hombres. El feminismo de Rossi le lleva a abogar por medidas socíoculturales que hagan posible que cada género compense, medíante el aprendizaje social, las desventajas biológicamente «da das», pero como biosocióloga aboga también por el reconocimiento racional de las implicaciones de la investigación biológica. Explicaciones institucionales de ias diferencias de género. Las explicacio nes institucionales de las diferencias de género suelen acentuar también las funciones distintivas de la crianza y el cuidado de los hijos. Consideran la respon sabilidad de la maternidad como uno de los principales determinantes de la más amplia división sexual del trabajo que vincula a las mujeres en general con las funciones de esposa, madre y ama de casa, con la esfera privada del hogar y la familia, y por tanto con una serie de eventos y experiencias vitales muy dife rentes a las de los hombres. En este contexto, las mujeres desarrollan interpre taciones distintivas de sus metas, intereses y valores, rasgos característicos ne cesarios de extroversión en las relaciones, «atención y cariño a los demás», y redes particulares de apoyo a otras mujeres (madres, hijas, hermanas, esposas, amigas) que habitan en su misma esfera separada de la de los hombres. Aunque algunos de los teóricos institucionales de la diferencias aceptan la división sexual del trabajo como socialmente necesaria (Berger y Berger, 1983), otros son cons cientes de que la distinción entre esferas separadas para mujeres y hombres encaja en las pautas generales de desigualdad entre los géneros (J. Bemard, 1981; M. Johnson, 1989; Kelly-Godol, 1983) o incluso de opresión (Ruddick, 1980). Sin embargo, los escritos que se han citado en este apartado se centran fundamentalmente en la diferencia de género y en sus raíces institucionales. Teorías socíopsicológícas del género. Las explicaciones socio-psicológicas de las diferencias entre los géneros son de dos tipos: teorías fenomenológicas y posestructuralistas, y teorías de la socialización. Las primeras (Butler, 1990; Cixous y Clement, 1986; Flax, 1990; Garfinkel, 1967; Goffman, 1977; Kessler
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
369
y McKenna, 1978; Laws y Schwartz, 1977; Moi, 1986; Stantoii, 1985) se cen tran en la continua configuración de nuestra cultura, lenguaje y realidad coti diana mediante conceptos derivados de experiencias masculinas y mediante las categorías dicotómicas simples de las «tipificaciones» de la masculinidad y la femineidad. Acentúan la contribución conceptual e interaccional de todos nosotros para el mantenimiento de esas tipificaciones, y los modos en que esta intervención colectiva determina, a través de la definición, las esferas distin tivas y los perfiles psicológicos de las mujeres y de los hombres. El problema del lenguaje como un dominio esencialmente masculino ha sido analizado por muchas teóricas, entre ellas Dorothy E. Smith y Audre Lorde (que más adelante analizaremos), pero fue el objeto de estudio particular de un grupo de feministas francesas: Hélène Cixous, Luce Irigaray, Julia Kristeva, Estas pensadoras, formadas en una tradición rigurosamente filosófica, tomaron como punto de partida una idea central del psicoanálisis francés; que todos los len guajes existentes en nuestros días son falocéntricos — se apoyan en y son un reflejo de las experiencias y las conceptualizaciones de los hombres— , y que esta relación entre lenguaje y masculinidad se establece cuando el niño descu bre el lenguaje y su identidad mediante el aprendizaje de los patronímicos de su sociedad. Partiendo de esta idea, y aceptándola, plantearon al feminismo de la forma más dramática la cuestión de cómo podrían las mujeres expresar su expe riencia. La teoría de la socialización (véase Stockard y Johnson, 1980; WalumRichardson, 1981, para una bibliografía completa) complementa los análisis institucionales al centrarse en las experiencias de aprendizaje social que forman a las personas en general y a los niños en particular para adoptar roles y vivir en las diferentes esferas institucionales de la masculinidad y la femineidad. Salvo en el caso de los teóricos conservadores —teóricos no feministas que creen en la inevitabilidad de la diferencia y, por tanto, en la necesidad de re nunciar a sus demandas— las recomendaciones sobre la situación de las muje res propuestas por estas teorías de la diferencia de género se centran en la ne cesidad del respeto. Los teóricos de la diferencia reclaman típicamente que los modos distintivos de ser de las mujeres se reconozcan no como modos que se alejan de lo normal, sino como alternativas viables a los modos masculinos, y que el conocimiento público, los círculos académicos y la auténtica estructura ción de la vida social tomen seriamente en cuenta los modos de ser femeninos. En efecto, en el extremo más feminista del continuum de este enfoque teórico, encontramos una viejísima demanda del feminismo: cuando los modos de ser de las mujeres se inculquen en la vida pública y se conviertan en parte de ella el mundo constituirá un lugar más seguro y más humano para todos.
Teorías de la desigualdad entre los géneros Cuatro temas caracterizan las teorías de la desigualdad entre los géneros. Primero, los hombres y las mujeres no sólo están situados en la sociedad de manera
370
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
JESSIE BERNARD: Reseña biográfica La Vida y la obra de Jessie Bernard se carac terizan por su extraordinaria capacidad de en riquecimiento y desarrollo intelectual: exploró numerosos territorios intelectuales y se movió constantemente entre ellos *, Describió ella mis ma este proceso en «My Four Revolutions: An Autobiographical Account of the American So ciological Association» ¡«Mis cuatro revolucio nes: un informe autobiográfico de la Asociación Americana de Sociologia»] (1973), En este ar tículo y en su obra actual, Bernard considera su última revolución como un movimiento en pro del feminismo contemporáneo, o hacia lo que finalmente denomina «la ilustración feminista» (en prensa). Si consideramos el movimiento de Bernard como una participa ción en la ilustración feminista, nos será fácil apreciar gran parte de la histo ria de la participación de las mujeres en la sociologia estadounidense del siglo XX. Jessie Ravitch, su nombre de soltera, nació el ocho de junio de 1903 en Minneapolis, Su primer paso lo dio a la edad de diecisiete años cuando se separó de su familia judía emigrante para marcharse a la Universidad de Minnesota. Ir a la universidad supuso para ella no sólo salir de su entorno familiar de emigrantes, sino también entrar en contacto con los primeros esfuerzos por establecer la sociología como una profesión reconocida den tro de los círculos académicos estadounidenses, lo que resultó más impor tante. Estudió con Sorokin, que establecería más tarde el departamento de sociología en Harvard, y con L, L, Bernard, que desempeñó un papel impor tante en la fundación de la American Sociological Review. Jessie Ravitch trabajó como ayudante investigadora de Bernard durante cuatro años y en 1925 se casó con él. Su trabajo con Bernard le hizo adoptar un enfoque positivista de la sociologia como ciencia que dejaría huella en su obra poste rior y se reflejaría en su capacidad de basarse eficazmente en la investiga ción cuantitativa para realizar lo que progresivamente se fue convirtiendo en un análisis crítico y cualitativo. Bernard se trasladó siempre con su marido allí donde ocupó cargos académicos. En 1935 obtuvo su doctorado en sociología por la Universidad de Washington en St. Louis. A mediados de los años cuarenta, los Bernard se encontraban en la Universidad Estatal de Pennsylvania, y Jessie trabaja ba con su enfoque positivista. El alejamiento de Jessie Bernad del positivismo se produjo como res puesta a los eventos de la Segunda Guerra Mundial. El holocausto nazi destruyó su fe en la capacidad de la ciencia para identificar y producir un mundo justo, y también le hizo replantearse sus raíces judías inmigrantes. Estas experiencias aumentaron la sensibilidad de Bernard a la contextualidad social de todo conocimiento, aunque ya empezaba a adoptar lentamen te su postura feminista.
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
371
Coincidiendo con el inicio de la ruputra con el positivismo, a mediados de los años cuarenta, Bernard comenzó a establecer su propia posición académica independiente en la Universidad Estatal de Pennsylvania. Su marido murió en 1951, pero Jessie permaneció allí hasta cerca de 1960, enseñan do, escribiendo y ocupándose de sus tres hijos. Durante los primeros años de la década de los sesenta viajó constantemente entre Washington D.C. y Pennsylvania y finalmente abandonó la vida académica para dedicarse ple namente a escribir e investigar. Vivió desde mediados de los años sesenta en Washington D.C. aunque seguía siendo profesora emérita de la Universi dad Estatal de Pennsylvania. Así, las dos décadas que siguieron a la Segun da Guerra Mundial constituyen otro periodo de enriquecimiento y desarrollo para Bernard durante el que se forjó una identidad profesional, independien te por vez primera de su marido y, así, de tos entresijos de la Universidad; fue entonces cuando comenzó a rechazar púbíicamente cada vez más la sociología como ciencia positiva. Pero el periodo de mayor enriquecimiento ydesarrollo comenzó en 1964 y se extiende hasta nuestros días. Este periodo es relevante tanto por la calidad y la cantidad de su producción, como también por lo que supone para los modelos de carrera de las vidas de las mujeres. Durante este perio do, Bernard ha publicado doce libros y realizado innumerables artículos y presentaciones, estableciéndose así como la principal exponente de la so ciología del género. Su liderazgo está también marcado por esta misma pauta de enriquecimiento y desarrollo. Así, ha rechiazado importantes ocu paciones tradicionales tales como la presidencia de la ASA para poder dis porter de tiempo para investigar, escribir e implicarse más activamente en el movimiento de las mujeres. También ha reflexionado sobre sus primeros escritos sobre la familia y el género, siempre con el fin de acercarse más fiacia una interpretación feminista. El interés de Bernard por las vidas de las mujeres ilustra su capacidad para reflexionar sobre aspectos fundamentales dentro de nuevos contextos intelectuales. Ha estado estudiando y escribiendo sobre las vidas de las mujeres desde finales de los años treinta. Entre sus obras más importantes figuran American Family Behavior[La conducta de la familia americana (1942), Marriage and Family among Negroes [Matrimonio y familia entre negros] (1956), fíemarríage: A Study of Marriage [Segundo matrimonio: un estudio del matrimonio] (1957), Academic Women ¡Mujeres académicas] (1964), The Sex Game: Communication between the Sexes [El juego del sexo: la comu nicación entre los sexos] (1968), Women and the Public Interest: An Essay on Policy and Protest [Las mujeres y el interés público; ensayo sobre la política y la protesta] (1971), The Future of Motherhood [El futuro de la maternidad] (1974), Women, Wives, Mothers: Valúes and Options lM\i\eres, esposas y madres; valores y opciones] (1975), The Female WorW [El mundo femenino) (1980), Ttie Future of Marriage [El futuro del matrimonio] (1982), The Female World ¡n a Global Perspective [El mundo femenino desde una perspectiva global] (1987), y The Feminist Enlightenment [La ilustración fe minista] (en prensa). Estas obras se caracterizan por cuatro rasgos esenciales. Uno, Bernard es totalmente capaz de partir de macrodatos para llegar a conclusfones
372
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
sobre la microinteracción y la experiencia subjetiva. Dos, reconoce cada vez más ia importancia de la experiencia subjetiva en el establecimiento de las estructuras macrosociales. Tres, resultado obvio de los otros dos rasgos, acentúa cada vez más la contextualidad social del conocimiento y ta necesidad metodológica de estudiar las vidas de grupos invisibles en s( y para sí mismos, no meramente por comparación con el tipo dominante patriarcalmente determi nado. Cuatro, se ha movido desde la curiosidad por las vidas de las mujeres de ta sociología tradicional de la familia, pasando por el interés por las mujeres de la sociología del género, hasta llegar a un contexto crítico y feminista. Bernard ha recibido numerosos galardones durante su carrera y quizás el mayor honor de que varios premios lleven su nombre, premios para, como Lipman-Blumen señala, distinguir a «los que, como Jessie Bernard, han con tribuido intelectual, profesional y humanamente al mundo académico y del feminismo» (1979: 55). ' Esta reseña biográfica se inspira en Liprnan-Blumen (1979) y J. Bernard (1973),
diferente, sino también desigual. En concreto, las mujeres tienen menos recursos materiales, estatus social, poder y oportunidades para la autorrealización que los hombres de idéntica posición social, ya se base esa posición en la clase, la raza, la ocupación, la etnicidad, la religión, la educación, la nacionalidad o cualquier otro factor socialmente relevante. Segundo, esta desigualdad procede de la misma organización de la sociedad, no de ninguna diferencia biológica o de personalidad entre los hombres y las mujeres. El tercer tema de toda teoría de la desigualdad es que aunque los seres humanos individuales pueden variar en lo tocante a su perfil de capacidades y rasgos, ningún modelo de variación natural relevante distingue a los sexos. En efecto, todos los seres humanos se caracterizan por una profunda necesidad de libertad para la autorrealización y por una maleabilidad fundamental que les lleva a adaptarse a los constreñimientos y las oportunidades de las situaciones en las que se encuentran. Afirmar que existe desigualdad entre los géneros, equivale entonces a decir que las mujeres tienen situacionalmente menos capacidad que los hombres para percatarse de la necesidad de autorrealización que comparten con los hombres. Cuarto, todas las teorías de la desigualdad suponen que tanto los hombres como las mujeres responderán mejor ante estructuras y situaciones sociales más igualitarias. En otras palabras, mantienen que es posible cambiar la situación. Esta creencia distingue a los teóricos y teóricas de la desigualdad entre los géneros de los de la diferencia de géneros, quienes tienen una imagen de la vida social en la que las diferencias de género son, cualquiera que sea su causa, perdurables, profun damente inculcadas en la personalidad y sólo parcialmente remediables. Las explicaciones de la desigualdad entre los géneros varían en función de este común cuerpo de interpretación. Analizamos a continuación dos principa les variantes de teoría feminista contemporánea que se centran e intentan expli car las desigualdad entre los géneros: el feminismo liberal y el feminismo mar xista.
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
373
Fem inismo liberal. Dentro de la teoría feminista contemporánea, el feminis mo liberal ocupa una posición minoritaria (Bird, 1979; Epstein, 1988; Friedan, 1963, 1981; Janeway, 1981; Lippman-BIumen, 1984; Trebilcot, 1973). Sin em* bargo, al mismo tiempo, el feminismo liberal es el enfoque más difundido en el movimiento estadounidense de las mujeres contemporáneo; está en la base de una buena parte de la literatura popular que aboga por la mujer profesional, por la igualdad de responsabilidad ante los hijos y por la necesidad de una enseñan za igual para niños y niñas; guía muchas de las políticas iniciadas por el movi miento (Gelb y Paley, 1982; Tinker, 1983) y se ha encamado en el programa de la organización de mujeres más poderosa, la National Organization fo r Women (NOW) [Organización Nacional Por las Mujeres], El feminismo liberal y la corriente principal de ias creencias políticas estadounidenses se complementan fácilmente, y ello ayuda a comprender la popularidad de esta variante de teoria feminista. La explicación del feminismo liberal de la desigualdad entre los géneros comienza con las cuestiones no abordadas por las teorías de las diferencias de género: parte de la identificación de la división sexual del trabajo, de la existen cia de dos esferas separadas de actividad social, la pública y la privada, de la localización primaria de los hombres en la primera esfera y de las mujeres en la segunda, y de la socialización sistemática de los niños para que desempeñen papeles y vivan en esferas apropiadas a su género. Sin embargo, a diferencia de los teóricos y teóricas de la diferencia, las feministas liberales no conceden ningún valor particular a la esfera privada, salvo que permite la extraversión emocional. En efecto, la esfera privada consiste en un circulo vicioso de tareas indispensables, rutinarias, no pagadas e infravaloradas, asociadas con el trabajo doméstico, el cuidado de los hijos y la servidumbre emocional, práctica y sexual a los hombres adultos. Las verdaderas recompensas de la vida social — ei dine ro, el poder, el estatus, la libertad, las oportunidades de realización y autoesti ma— se encuentran en la esfera pública. El sistema que restringe el acceso de las mujeres las agobia con responsabilidades de la esfera privada, las aisla en hogares individuales y exime a sus compañeros de compartir las tareas fatigo sas de la esfera privada es un sistema que produce la desigualdad entre los géneros. Cuando abordan la cuestión de la identificación de las fuerzas principales de este sistema, ias feministas liberales subrayan el sexismo, una ideología similar al racismo que, por un lado, contiene prejuicios y prácticas discrimina torias contra las mujeres y, por otro, creencias dadas por sentadas sobre las diferencias «naturales» entre los hombres y las mujeres que explican sus dife rentes destinos sociales. Debido al sexismo, las mujeres se ven limitadas y dis minuidas desde la infancia hasta la madurez, de manera que sólo pueden adop tar roles adultos propios de su condición y esos roles «merman» su humanidad y las convierten en seres dependientes y subconscientemente deprimidos crea dos por los constreñimientos y los requerimientos de los roles específicos de su género.
374
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
La descripción de las mujeres mermadas de su piena humanidad procede de The Future ofM arriage(\9S2) de Jessie Bernard. Bernard es una socióloga que ha escrito sobre la cuestión del género desde los años cuarenta, mucho antes de que los sociólogos percibieran la importancia de esta cuestión. The Future of Marriage constituye, tal vez, su libro más famoso sobre este tema. Con la voz desapasionada de la corriente principal de la sociología, institucionalmente orien tada y empiricamente fundamentada, Bernard presenta a los sociólogos una nueva y devastadora descripción de la institución del matrimonio. El matrimo nio es a la vez un sistema cultural de creencias e ideales, un arreglo institucional de roles y normas, y un complejo de experiencias interactivas para las mujeres y los hombres. Culturalmente, el matrimonio está idealizado como el destino y la fuente de realización de las mujeres; una bendición que combina domesticidad, responsabilidad y constreñimiento para los hombres; y para la sociedad estadounidense en su conjunto una asociación esencialmente igualitaria entre esposo y esposa. Institucionalmente, el matrimonio confiere autoridad y liber tad al rol del marido y, en efecto, la obligación de salir del hogar; combina la idea de la autoridad masculina con la de la destreza sexual y capacidad mascu lina; y decreta que la esposa ha de ser complaciente, dependiente, simple de espíritu, y estar esencialmente centrada en las actividades y las tareas domésti cas. De este modo, pues, nos encontramos con dos matrimonios dentro de todo matrimonio institucional; el matrimonio del hombre, en el que él se ve constre ñido y lleno de cargas, mientras experimenta lo que las normas dictan — autori dad, independencia, y derecho al servicio doméstico, emocional y sexual por parte de la esposa; y el matrimonio de la mujer, en el que ella reafirma la creen cia cultural de realización, mientras experimenta normativamente la forzosa ausencia de poder y la dependencia, la obligación de proporcionar servicios domésticos, emocionales y sexuales y una «merma» gradual de la joven perso na independiente que fue antes de casarse. Los resultados de todo esto pueden encontrarse en los datos que miden el estrés humano: mujeres casadas, seíin las que sean sus demandas de realización, y hombres no casados, cualesquiera que sean sus demandas de libertad, puntúan alto en todos los indicadores de estrés, ya sean palpitaciones de corazón, mareos, dolores de cabeza, pesadillas, des mayos, insomnio y temor a las crisis nerviosas; las mujeres no casadas, cual quiera que sea su concepción del estigma social, y los hombres cas'ados pun túan bajo en todos los indicadores del estrés. El matrimonio, pues, es bueno para los hombres y malo para las mujeres y dejará de ser así sólo cuando las parejas se sientan lo suficientemente libres de los constreñimientos institucio nales predominantes como para negociar el tipo de matrimonio que más satisfa ga sus necesidades y su personalidad individual. Para las feministas liberales, la sociedad estadounidense, con sus derechos e instituciones constitucionales, permite más libertad e igualdad individual que la mayoría de las demás sociedades. Sin embargo, en dicha sociedad la igualdad de oportunidades también está limitada por el racismo y el sexismo. Estos siste mas de creencias son reminiscencias disfuncionales de los viejos tiempos, apun-
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
375
talados sólo por la tradición, las convenciones y los prejuicios sin fundamento. El sexismo, al igual que el racismo, obliga a los hombres y a las mujeres a entrar en moldes caracteriológicos rígidos, impide a la comunidad disponer de todos los talentos de la población, infravalora a las mujeres y niega constantemente nuestros más queridos valores culturales de la estima y la libertad individual. Las feministas liberales sostienen que la sociedad estadounidense contemporá nea debe cambiar y eliminar el sexismo, y piensan que se debe educar a la mayoría de las personas para que comprendan lo razonable que es la crítica feminista. Las feministas liberales proponen las siguientes estrategias para eliminar la desigualdad entre los géneros: la movilización en pro del uso de los canales políticos y legales existentes para lograr el cambio; la igualdad de oportunida des económicas; la introducción de cambios en la familia, la escuela, y en los mensajes de los medios de comunicación de masas con el fin de que las perso nas no se socialicen en roles de sexo rígidamente separados; y el esfuerzo de todos los individuos para desafiar el sexismo allí donde lo encuentren en su vida cotidiana. Para ias feministas liberales se llegará a una situación ideal cuando cada individuo pueda elegir el modo de vida que más le convenga y cuando se respete y acepte esa elección, ya sea ama o amo de casa, profesional no casado o miembro de una familia de doble ingreso, sin niños o con niños, heterosexual u homosexual. Las feministas liberales creen que este ideal ensalza la prác tica de la libertad y la igualdad, ideales culturales centrales de los Estados Unidos de América. El feminismo liberal es, pues, compatible con el ethos estadou nidense dominante por su básica aceptación de las instituciones y la cultura del país, su orientación reformista y su atracción por los valores del individualismo, la elección, la libertad y la igualdad de oportunidades. Fem inism o nnarxista. El marxismo ofrece una de las teorias más conocidas y más elaboradas de la opresión social. Marx y Engels proporcionaron los funda mentos de la teoría, que luego continuaría desarrollándose dentro del cuerpo de la literatuf'a neomarxísta. Esta perspectiva desarrolla la teoría de la opresión social de clase, que se centra en la dominación de los trabajadores en interés de la clase dominante, y en la enorme fuerza de la dominación, la opresión y el conflicto de clases en la estructuración de las relaciones sociales internaciona les e intranacionales. El feminismo marxista combina el análisis marxista de clase y la protesta social feminista. Y esta combinación da lugar no a una teoría más intensa de la opresión, sino más bien a una teoría más compacta de la desigualdad, es decir, de la desigualdad entre los géneros^. Marx y Engels sen taron las bases de esta teoría.
* Esta teoría ha sido elaborada recientemente por Benston (1970); James y Costa (1973); Kuh^ y Wolpe (1978); Juliet Mitchell ( 1975); R eed(1970); Rowbotham (1973); Vogcl (1984) y Zaretsky ( i 976).
376
TEORIA SOCIOL.OGICA CONTEMPORANEA
\ta r x y Engels. La principal preocupación de Marx y Engels era la opresión de clase social, pero con frecuencia les inquietaba también ta opresión de géne ro. Su análisis más famoso respecto de esta cuestión se encuentra en The Orígins o f the Family, Prívate Property and the State [Los orígenes de la familia, la propiedad privada y et Estado], escrita y publicada por Engels en 1884, quien utilizó para ello extensos escritos que realizó Marx pocos años antes de su muerte en 1883 (Barrett, 1985). Los principales argumentos de este libro son; 1.
La subordinación de las mujeres no es el resultado de su constitución biológica, presumiblemente inmutable, sino de un orden social que tie ne claras raíces históricas, y que supuestamente debe cambiar. (Esta afirmación, dentro del contexto de las creencias decimonónicas sobre las mujeres, convierte a Los orígenes en un texto feminista). 2. El fundamento relaciona! de la subordinación de las mujeres reside en la familia, una institución cuyo nombre procede de la palabra latina sirviente y que en las sociedades complejas constituye un sistema de roles dominantes y subordinados. Los rasgos centrales de la familia en las sociedades occidentales son; que se centra en la pareja y su prole, quienes típicamente habitan un hogar común; y que es patrilineal, ya que la propiedad y la descendencia se trasmiten por línea masculina; patriarcal, porque la autoridad se encama en el cabeza de familia, y monógama al menos en io tocante a que la esposa sólo puede tener relaciones sexuales con su marido. Una doble moral permite a los hom bres mucha mayor libertad sexual. Dentro de esta institución, particulamente cuando !a mujer no trabaja fuera de casa y carece de independen cia económica, como suele ocurrir en las familias de clase media, las mujeres son, en realidad, enseres o propiedades de sus maridos, 3. La sociedad legitima tal sistema de familia al considerar esa estructura como la institución fundamental de todas las sociedades. En realidad, se trata de una afirmación falsa, como lo muestra gran parte de la evidencia arqueológica y antropológica. Durante la mayor parte del tiempo de la prehistoria humana no existieron jamás tales estmcturas familiares. Antes bien, las personas mantenían lazos en redes extensas de parentesco: las gens, grandes grupos de personas unidas por lazos de sangre. Además, estos lazos se establecían por línea materna porque el vínculo directo con la madre de un hijo era más fácil de demostrar que el vínculo direc to con el padre. Las gens eran, pues, matrilineales. Eran también matriar cales porque la mujer ostentaba un poder considerable y, en las econo mías prim itivas de cazadores y recolectores, cumplían una función económica crucial e independiente como recolectoras, artesanas, almacenadoras y distribuidoras de materias primas. Ejercían este poder en lo que se refiere a las formas colectivas y cooperativas de vida, al uso de mercancías, a la crianza de los hijos, y en lo relativo a la toma de deci siones, y a la elección libre y sin trabas de mujeres u hombres como
TEOniA FEMINISTA CONTEMPOFIANEA
4
.
5.
377
compañeros sexuales y afectivos. En Los orígenes se relaciona este tipo de sociedad, que Marx y Engels describieron en todas partes como comu nismo primitivo, con el estatus social libre y poderoso de las mujeres. Los factores que destruyeron este tipo de sistema social, dando lugar a lo que Marx y Engels denominaron «la derrota histórico-mundial del sexo femenino» (Engels, 1884/1970:87) son económicos, en especial la sustitución de la caza y la recolección por las economías de pastoreo, horticultura y agricultura. Con este cambio surgió la propiedad, la idea y la realidad de que ciertos miembros del grupo se proclamaron propie tarios de los recursos esenciales para la producción económica. Fueron los hombres los que se proclamaron propietarios, ya que su movilidad, su fuerza y su monopolio sobre ciertas herramientas les confirieron poder económico. Con tal cambio los hombres desarrollaron, en tanto posee dores de propiedad, las necesidades tanto de una mano de obra compla ciente — esclavos, cautivos, mujeres casadas o niños— como de here deros que sirvieran como medio para preservar y transmitir la propiedad. Así surgió la primera fam ilia, un amo y sus esclavos-sirvientes, espo sas-sirvientes, niños-sirvientes, una unidad en la que el señor defendia fieramente su pretensión de acceso sexual único a sus mujeres para asegurarse de la autenticidad de sus herederos. Al final, los hijos tam bién vendrían a apoyar este sistema de control sexual, porque sobre él descansarían sus pretensiones de alcanzar la propiedad. Desde entonces, la explotación del trabajo desarrolló estructuras de do minación cada vez más complejas, en particular relaciones de clase; se creó el orden político para salvaguardar todos estos sistemas de domi nación; y la familia evolucionó junto con las transformaciones históri cas de los sistemas económicos y de propiedad hasta convertirse en una institución enmarcada y dependiente de ellos, que refleja las enormes injusticias de la economía política y dicta la subordinación de las muje res. Sólo con la destrucción de los derechos de propiedad mediante la revolución comunista futura las mujeres obtendrán libertad de acción social, política, económica y personal.
Antropólogos y arqueólogos han criticado las evidencias en que se basa Los orígenes, y las feministas acusan a esa obra de no captar muchos de los sentidos de la enorme complejidad de la opresión femenina. Pero Los orígenes ofrece una poderosa teoría sociológica de la desigualdad entre los géneros, que se opone drásticamente a la teoría sociológica de Parsons, porque expresa la afir mación de que todas las mujeres están oprimidas, analiza el modo en que la familia apuntala esta opresión — una institución considerada casi sagrada por los sectores más poderosos de la sociedad— y vincula las ramificaciones de esta subordinación con el estatus económico y sexual de las mujeres. Feminismo marxista contemporáneo. Las feministas marxistas contemporáneas enmarcan las relaciones de género en lo que consideran la estructura más fun
378
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
damental del sistema de clases, y en particular en la estructura del sistema de clases capitalista contemporáneo. Desde este punto de vista teórico, la naturaleza de las experiencias vitales de todo individuo constituye, en primer lugar, un reflejo de su posición de clase y, en segundo lugar, de su género. Las mujeres de clases opuestas tienen entre ellas menos experiencias vitales en común que las de las mujeres de cualquier clase con los hombres de su misma clase. Por ejemplo, por lo que respecta a las experiencias y los intereses determinados por la clase, las mujeres ricas de clase alta se oponen radicalmente a las mujeres trabajadoras manuales o a las indigentes que viven del subsidio social. Sin embargo, las ricas mujeres de clase alta comparten muchas experiencias e intereses con los hom bres de su misma clase. A partir de este hecho, las feministas marxistas admiten que dentro de todas las clases las mujeres están en desventaja frente a los hombres en lo que se refiere a bienes materiales, poder, estatus y posibilidades de autorrea lización. Las causas de esta desigualdad residen en la organización del propio capitalismo. El hecho de que la desigualdad entre los géneros se enmarca dentro del sistema de clases se ve con mayor claridad y precisión en la clase dominante del capitalismo contemporáneo, la burguesía. Los varones burgueses poseen los recursos productivos y organizativos de la producción industrial, del comercio agrícola y del mercado nacional e internacional. Las mujeres de la clase bur guesa no son propietarias, sino que constituyen ellas mismas una propiedad, esposas y posesiones de los burgueses varones, que comprenden el arte de la posesión en el sentido más profundo. Las mujeres burguesas son mercancías atractivas y distintivas en un proceso continuo de intercambio entre los hom bres (G. Rubin, 1975) y, con frecuencia, constituyen un medio mercantil en las alianzas de propiedad de los hombres. Las mujeres burguesas producen y crían a los hijos que en un futuro heredarán los recursos socioeconómicos de los padres. Las mujeres burguesas proporcionan también servicios emocionales, sociales y sexuales a los hombres de su clase. Y son recompensadas con un modo de vida lujoso propio de su clase. Las mujeres burguesas son, pues, en los términos de Rosa Luxemburgo, «el parásito de un parásito» (1971: 220; citado en MacKinnon, 1982: 7). La desigualdad entre los géneros en las clases asalariadas también es fun cional para el capitalismo y, por tanto, los capitalistas la perpetúan. Las mujeres asalariadas reciben, dado su bajo estatus social, salarios bajos y se resisten a la sindicalizaciói) debido a su percepción de su marginaltdad dentro del sector asalariado. Asi, constituyen para las clases dirigentes una fuente de ganancias que no ofrece resistencia. Es más, la marginalídad de las mujeres en el sector asalariado las convierte en una parte importante del ejército de reserva de fuer za de trabajo que, como grupo alternativo de trabajadores, actúa como una ame naza y un freno para las demandas de los asalariados sindicados. En el papel de amas de casa, esposas y madres, las mujeres apoyan inconscientemente el proceso económicamente ventajoso de los burgueses al ser consumidoras de bienes y servicios para el hogar y cuidadoras no pagadas que, al hacerlo, subsidian
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
379
y financian los costes reales de la reproducción y el mantenimiento de la fuerza ^ trabajo (Gardiner, 1979). Finalmente, aunque de importancia secundaria para ias marxistas, la esposa del trabajador asalariado da a su esposo una experiencia tninima de poder personal, compensación por su ausencia real de poder en la sociedad. Ella es, en otras palabras «la esclava del esclavo» (MacKinnon, 1982: 8). Las mujeres, pues, no son iguales a los hombres, y ello no se debe a un conflicto directo y básico de intereses entre los géneros, sino al funcionamiento de ia opresión de clase, con sus factores de desigualdad ante la propiedad, el trabajo explotado y la alienación. El hecho de que dentro de toda clase las mu jeres estén en desventaja frente a los hombres parece no tener en el feminismo marxista ninguna causa estructural inmediata. Antes bien, como en el feminis mo liberal, este hecho se debe a una reminiscencia histórica procedente del colapso del comunismo primitivo descrito por Engels, A resultas de todo esto, la solución a la desigualdad entre los géneros es la eliminación de la opresión de clase. Esta destrucción sólo puede lograrse mediante la acción revolucionaria de una clase asalariada unida que incluya tanto a los hombres como a las muje res, Cualquier movilización directa de las mujeres contra tos hombres es consi derada contrarrevolucionaria porque divide a la clase trabajadora, potencial mente revolucionaria. Una revolución de la clase trabajadora que destruya el sistema de clases haciendo que todos tos bienes económicos pasen a ser bienes de toda la comunidad liberará también a ta sociedad de ese subproducto de la explotación de clase que es la desigualdad entre los géneros.
Teorías de la opresión de género Todas las teorias de la opresión de género describen la situación de las mujeres como la consecuencia de una relación de poder directa entre los hombres y las mujeres en ta que los hombres, que tienen intereses concretos y fundamentales en el control, uso, sumisión y opresión de las mujeres, llevan a cabo efectiva mente sus intereses. Para las teóricas y teóricos de la opresión de género, tas mujeres se encuentran en una situación en la que los hombres las usan, las controlan, las someten y oprimen. Esta pauta de opresión está profunda y poderosamente incorporada en la organización de la sociedad, una estructura básica de dominación llamada comúnmente patriarcado. El patriarcado no es la consecuencia azarosa y secundaria de otra serie de factores — sean estos la biología, la socialización en rotes de sexo o el sistema de clases. Constituye una estructura primaria de poder que se mantiene intencionada y deliberadamente. En efecto, para la mayoría de las teóricas y teóricos de la opresión, las diferen cias de género y la desigualdad entre los géneros son subproductos del patriar cado. Mientras tas primeras teóricas feministas se centraron en cuestiones relati vas a la desigualdad entre los géneros, to que caracteriza a la teoria feminista contemporánea es la intensidad y la fuerza de la preocupación por la opresión (Jaggar, 1983). Debemos precisar aqui que la mayoría de las teóricas feministas
380
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
contemporáneas son teóricas de la opresión y ciertamente los desarrollos teóri cos más novedosos y ricos del feminismo contemporáneo han sido los trabajos de este grupo de teóricas. Los trabajos teóricos sobre la opresión de género representan la punta de lanza, la frontera dinámica en expansión de la teoría feminista contemporánea. Sin embargo, aunque, como veremos más adelante, algunos sociólogos y sociólogas han hecho importantes contribuciones a esta literatura, los sociólogos y sociólogas que analizan cuestiones de género no se sienten, como comunidad, atraídos por las teorias de la opresión. Probablemen te es esta divergencia de enfoque teórico sobre la situación de las mujeres —en virtud de la cual los sociólogos se inclinan por las teorias de la diferencia y de la desigualdad y las teóricas y teóricos feministas se inclinan por las teorias de ta opresión— , io que explica el desacuerdo actual entre ias dos comunidades respecto de si la teoria sociológica ha tenido seriamente en cuenta o no las implicaciones de las cuestiones planteadas por las feministas. A continuación nos ocuparemos de las cuatro principales variantes de teoría feminista; todas ellas se centran en la opresión pero difieren en lo que respecta a las explicaciones de la opresión. Estas teorías son: el feminismo psicoanalítico, el ferhínismo radical, el feminismo socialista y el feminismo de la tercera ola. Teoría fetninista psicoanalítica. Las feministas psicoanalíticas contemporá neas intentan explicar el patriarcado utilizando las teorias de Freud y sus herederos intelectuales (al-Hibri, 1981;Chodorow, 1978; Dinnerstein, 1976; Kittay, 1984). En términos generales, estas teorías describen y acentúan la dinámica emocio nal de la personalidad, las emociones profundamente enterradas en el subcons ciente o en áreas inconscientes de la psique; también subrayan la importancia de los primeros años de la infancia en la configuración de esas emociones. Sin embargo, en su intento de utilizar las teorías de Freud, las feministas empren dieron una reconstrucción fundamental de sus conclusiones, ya que el propio Freud era marcadamente patriarcal. Reconocía las diferencias y la desigualdad entre los géneros pero no la opresión de género. Para él, las mujeres eran seres humanos de segundo orden cuya naturaleza psíquica básica sólo les permitía llevar una vida inferior a la de los hombres. Por tanto, las teóricas feministas hubieron de orientarse en direcciones que se encontraban implícitas en las teo rías de Freud al mismo tiempo que rechazaban las conclusiones del pensador acerca del género. Las feministas psicoanalíticas operan con un modelo particular de patriar cado. Al igual que todas las teóricas de la opresión, consideran el patriarcado como un sistema en el que los hombres someten a las mujeres, un sistema uni versal, poderoso por io que respecta a su organización social, perdurable en el tiempo y en ei espacio, y que se defiende eficazmente frente a desafíos ocasio nales. Sin embargo, lo que distingue al feminismo psicoanalítico es la idea de que en este sistema todos los hombres intervienen mediante sus acciones indivi duales cotidianas continua y enérgicamente para crearlo y mantenerlo. Las mujeres ofrecen resistencia sólo ocasionalmente, y la realidad nos revela que suelen
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
381
consentir su propia subordinación o incluso intervenir ellas también en su fa vor, El problema que se proponen resolver las feministas psicoanaliticas es por qué los hombres invierten continuamente y en todas partes una enorme cantidad de energía en el mantenimiento del patriarcado, y por qué las mujeres no con trarrestan esa energía. En la búsqueda de una explicación a este problema, estas teóricas dan esca so crédito al argumento de que el cálculo cognitivo de los beneficios prácticos explica el apoyo masculino al patriarcado. La movilización cognitiva no parece una fuente suficiente de la enorme energía que invierten los hombres en el mantenimiento del patriarcado, especialmente porque, a la luz de la capacidad humana para inventar explicaciones que lo justifican, algunos hombres no están seguros de que el patriarcado tenga un valor absoluto para ellos. Es más, un argumento que se basa en la persecución cognitiva del autointerés sugiere que las mujeres se movilizarían con la misma energía contra el patriarcado. En lu gar de dar crédito a ese argumento, estas teóricas se centran en los aspectos de la psique que tan competentemente describieron los freudianos: las emociones humanas, los deseos y temores parcialmente reconocidos o no reconocidos, y la neurosis y la patología. Ahí podemos encontrar una fuente clínicamente demos trada de extraordinaria energía y debilidad, que mana de estructuras psíquicas tan profundas que se resisten al reconocimiento o al control de la conciencia individual. En su búsqueda de los fundamentos energéticos del patriarcado, las feministas psicoanaliticas han identificado dos explicaciones posibles de la do minación de las mujeres: el miedo a la muerte y el entorno socioemocional en el que la personalidad de niño se forma. La teoría psicoanalitica contempla el miedo a la muerte, o el temor a dejar de existir, como una de las cuestiones existenciales que todos nos planteamos en algún momento, y como una cuestión que nos hace experimentar el terror. Las teóricas feministas que desarrollan este tema señalan que las mujeres, debi do a su estrecha y extensa implicación en la producción y crianza de nuevos seres, se sienten de modo característico menos oprimidas que los hombres ante el reconocimiento de su propia mortalidad (al-Hibri, 1981; Dinnerstein, 1976). Sin embargo, los hombres responden con pavor a la perspectiva de su extin ción individual y adoptan una serie de defensas, que conducen todas a la domi nación de las mujeres. Los hombres se ven impulsados a producir cosas que les sobrevivan — arte y arquitectura, riqueza y armas, ciencia y religión. Todo esto se convierte en sus recursos para poder dominar a las mujeres (v a otros hom bres). Los hombres buscan también — en parte por envidia del rol reproductor de la mujer, y en parte por su apasionado deseo de lograr la inmortalidad a través de sus hijos— el control del proceso de la reproducción. Se proclaman propietarios de las mujeres, se afanan por controlar el cuerpo de la mujer y reclaman como suyos, mediante las normas de la legitimidad y la paternidad, los productos de ese cuerpo, los hijos. Finalmente, impulsados por el miedo, los hombres intentan separarse de todo lo que les recuerde que su cuerpo es mortal: el nacimiento, la naturaleza, la sexualidad, su propio cuerpo y funciones natura
382
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
les, y las mujeres, cuya asociación con todo lo anterior las convierte en su sím bolo por excelencia. Los hombres sienten la necesidad de negar, reprimir y controlar todos estos aspectos de la existencia, del mismo modo que intentan negar, reprimir y alejarse de su propia mortalidad. Y la mujer, símbolo de todos estos tópicos vedados, también es tratada como la Otra; temida, evitada y con trolada. El segundo tema del feminismo psicoanalítico se centra en dos aspectos del desarrollo en la primera infancia; uno, el supuesto de que los seres humanos llegan a la madurez aprendiendo a equilibrar la tensión jamás resuelta entre el deseo de la libertad de acción — la individuación— y el deseo de confirmación por parte de los demás — el reconocimiento— ; y dos, el hecho observable de que en todas las sociedades los niños experimentan su primer y más importante desarrollo en estrecha, constante e íntima relación con una mujer, sea su madre o una sustituta (Benjamin, 1985, 1988; Chodorow, 1978, 1990; Dinnerstein, 1976). Como infantes o niños pequeños, sin disponer de un lenguaje como he rramienta para comprender la experiencia durante largos periodos de tiempo, los individuos experimentan sus primeras fases del desarrollo de la personali dad como ún periodo de turbulencia incesante de emociones primitivas; sienten miedo, amor, odio, placer, ira, pérdida y deseo. Las consecuencias emocionales de estas primeras experiencias permanecen en las personas para siempre como «memorias sentimentales» poderosas, aunque inconscientes. En este residuo emocional juega un papel muy importante una serie de sentimientos profunda mente ambivalentes hacia la mujer/madre/cui dadora: necesidad, dependencia, amor, posesión, pero también miedo e ira por su capacidad de frustrar la volun tad, La relación de los hijos con el padre/hombre es mucho más ocasional, se cundaria y emocionalmente menos turbulenta. Así, el niño varón, que crece en una cultura que valora positivamente la identidad masculina, intenta separar rápida y torpemente su identidad de la de la mujer/madre. Esta separación cul turalmente inducida, además de ser incompleta, tiene consecuencias destructi vas. El remanente emocional de la primera infancia hacia las mujeres — la ne cesidad, el amor, el odio, y la posesión— impulsa al hombre maduro a buscar una mujer propia que satisfaga sus necesidades emocionales, que dependa de él y a la que pueda controlar, es decir, siente una necesidad de dominar y encuen tra difícil el reconocimiento mutuo. La niña, que siente lo mismo que el niño hacia la mujer/madre, descubre su propia identidad femenina en una cultura que infravalora a las mujeres. Crece con una mezcla de profundos sentimientos po sitivos y negativos hacía sí misma y hacia la mujer/madre, y esta ambivalencia destruye una buena parte de su potencial para resistirse a su subordinación so cial, La mujer madura intenta resolver su remanente emocional acentuando su capacidad de reconocimiento, y suele hacerlo sumisamente con hombres en actos de atracción sexual y con mujeres en actos de amistad o mantenimiento del parentesco. Y en lugar de buscar sustitutas de la madre, se convierte en madre y recrea la relación existente en la primera infancia entre el infante y la mujer.
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
383
Las explicaciones de las teóricas psicoanaliticas han ido más lejos de la personalidad individual para centrarse en la cultura o, al menos, en la cultura occidental. La ciencia occidental subraya la separación distintiva entre ei «hombre» y la «naturaleza», el «hombre» como «dominador» de la «naturaleza», y el «método científico» derivado de estas actitudes y prometedor de la verdad «ob jetiva», lo cual ha sido criticado y reinterpretado como una proyección de su propio deseo de dominación y de su propio temor al reconocimiento intersubjetivo realizados por un ego masculino sobreindividualizado (Jaggar y Bordo, 1989; Keller, 1985), Esta crítica se ha realizado no sólo referida al área de la ciencia social, sino también a las más respetadas disciplinas de la ciencia natural «obje tiva». Lo que se ha venido presentado como método fiable — la objetividad, la distancia, el control, la ausencia de afecto— se interpreta ahora como un desa rrollo y un efecto de la personalidad moldeada por el género. Diversos motivos de la cultura popular —que se expresan en imágenes y opiniones tales como la persistente idea del dominio del hombre sobre la mujer— son interpretados por las teóricas psicoanaliticas como signos que expresan la ruptura del equilibrio requerido entre la tensión de la necesidad de individualización y de la necesi dad de reconocimiento (Benjamin, 1985, 1988), Cuando esta ruptura se produce totalmente, bien en una cultura o en una personalidad, aparecen dos patologías; el dominante sobreindividualizado, que «reconoce» al otro sólo mediante actos de control, y el subordinado infraindividualizado, que renuncia a la acción in dependiente para encontrar su identidad sólo como reflejo del dominante. Así, las feministas psicoanaliticas explican la opresión de las mujeres a partir de la profunda necesidad emocional de los hombres de controlarlas, un impulso que nace de las neurosis cuasi universales de los hombres centradas en el miedo a la muerte y en los sentimientos ambivalentes hacia las madres que les crían. Las mujeres carecen de estas neurosis o padecen neurosis comple mentarias, pero en cualquier caso quedan psíquicamente sin una fuente equiva lente de energía para oponerse a la dominación. Existen abundantes evidencias psiquiátricas que apoyan el argumento de la amplia difusión de estas neurosis, al menos en la sociedades occidentales, Pero como estas teorias trazan una división tajante entre las emociones humanas universales y la opresión femenina univer sal, no exploran las disposiciones sociales intermedias que vinculan la emoción a la opresión y no sugieren líneas posibles de variación en las emociones, las disposiciones sociales y la opresión. Además, debido en parte a estas omisio nes, la teoría feminista psicoanalitica sugiere pocas y difíciles estrategias para lograr el cambio; la reestructuración de nuestras prácticas en la crianza de los hijos y la iniciación de una masiva reconstrucción psicocultural de nuestra orien tación hacia la muerte. Estas teorías nos proporcionan, pues, algunas ideaS^ue nos sirven para comprender más profundamente las raíces de la opFesián .de género, pero requieren un mayor desarrollo por lo que respecta 4 lea factores sociológicos y a las estrategias para el cambio. Las otras twS vA íÍM tes de la teoría de la opresión —^1 feminismo radical, el feminismo socialista y el femi nismo de la tercera ola— llevan a cabo con más eñcscia estas dos tareas.
384
TEOFIfA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Fem inism o radical. Lo que caracteriza al feminismo radical es una intensa valoración positiva de las mujeres y, como consecuencia de ello, una proftmda indignación y pesar ante su opresión^. Las feministas radicales subrayan el gran mérito de la mujer que desafía un sistema universal que la devalíia; su indignación ante la opresión de las mujeres se expresa en un sorprendente y detallado catálogo de las ofensas que se han cometido contra todas las mujeres del mundo. Por su apasionada combinación de amor e indignación, las feminis tas radicales se asemejan a los grupos raciales y étnicos más militantes, y sus pretensiones recuerdan a las demandas de que lo «negro es hermoso» de los estadounidenses negros o al «testimonio» de opresión de los judíos. Conforme analicemos su llamamiento a las mujeres en nombre de las mujeres, veremos con mayor claridad la postura del feminismo radical sobre la organización so cial, la opresión de género y las estrategias para el cambio. Las feministas radicales creen que toda sociedad se caracteriza por la opre sión. Toda institución constituye un sistema en el que unas personas dominan a otras, y en las estructuras más básicas de la sociedad, en las pautas asociativas entre grandes grupos o categorías de gente, puede percibirse una continua pauta de dominación y subordinación— entre las clases, las castas, los grupos racia les, étnicos, y religiosos, las categorías de edad y el género. De todos estos sistemas de dominación y subordinación, la estructura más fimdamental de opresión es el género, el sistema del patriarcado. El patriarcado no sólo constituye, como describió Engels, la primera estructura de dominación y subordinación de la historia, sino que ha venido siendo el sistema más poderoso y duradero de des igualdad, el modelo societal básico de dominación. Mediante su participación en el patriarcado, los hombres aprenden a despreciar a otros seres humanos, a verlos como seres no humanos y a controlarlos. Dentro del patriarcado los hom bres comprenden y las mujeres aprenden lo que es la subordinación. El patriar cado es una fuente de culpa y represión, de sadismo y masoquismo, de manipu lación y engaño, que impulsa a los hombres y a las mujeres a otras formas de tiranía. Para las feministas radicales, el patriarcado constituye la estructura más importante de desigualdad social y la que menos se percibe como tal. En este análisis es de suma importancia su imagen del patriarcado como un sistema en el que los hombres y las organizaciones dominadas por los hombres practican la violencia contra las mujeres. La violencia no siempre se encama en abierta y directa crueldad física. Puede ocultarse en prácticas más complejas de explotación y control: en criterios de moda y belleza, en ideales tiránicos de la maternidad, la monogamia, la castidad y la heterosexualidad; en acoso sexual en el lugar de trabajo; en prácticas de ginecología, obstetricia y psicoterapia; en trabajo doméstico fatigoso no pagado y en trabajo asalariado mal pagado. La violencia existe allí donde un grupo controla en su propio interés la vida, las oportunidades, los entornos, las acciones y las percepciones, de otro grupo, como hacen los hombres con las mujeres. Este apartado es una adaptación de Lengermann y Wallace (1985: 141-144)
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
385
Pero el tema de la violencia como crueldad física abierta es clave en la relación que establece el feminismo radical entre el patriarcado y la violencia: la violación, el abuso sexual, la prostitución forzosa como esclavitud sexual, el abuso de la esposa, el incesto, la vejación sexual de los niños, la histerectomía y otras formas excesivamente radicales de cirugía y el sadismo explícito en la pornografía, guardan relación con las prácticas históricas e interculturales de la quema de brujas, la condena de muerte por adulterio, la persecución de las lesbianas, el infanticidio femenino, la práctica china del vendaje de los pies, los suicidios forzosos de las viudas hindúes, y la salvaje práctica de la extirpación del clítoris, A través de esta lente radical se nos ofrece una imagen de las muje res mutiladas y sangrantes, una representación visual de lo que hace el patriar cado. El patriarcado existe como forma social cuasi universal debido sobre todo a que los hombres pueden ejercer el recurso de poder más básico, la fuerza física, para establecer su control. Una vez que el patriarcado se establece, los otros recursos de poder — económico, ideológico, legal y emocional— también pue den ejercerse para mantenerlo. Pero la violencia física siempre constituye su última arma de defensa, y tanto en las relaciones interpersonales como intergrupales, esa violencia se utiliza repetidas veces para proteger al patriarcado de la oposición individual y colectiva de las mujeres. Los hombres crean y mantienen el patriarcado no sólo porque tienen los recursos para hacerlo, sino porque tienen intereses reales en hacer que las mu jeres les sirvan de herramientas complacientes. Las mujeres son, por un lado, el medio más eficaz de satisfacer el deseo sexual masculino. Sus cuerpos son, además, esenciales para la producción de hijos, que satisfacen las necesidades prácticas y, como los psicoanalistas han mostrado, neuróticas de los hombres. Las mujeres constituyen una fuerza de trabajo útil, como han indicado los mar xistas, También pueden constituir signos ornamentales del estatus y el poder del hombre. Como compañeras para los hijos y los varones adultos celosamente controladas, constituyen complacientes compañeras, fuentes de apoyo emocio nal y útiles contrastes que refuerzan constantemente la percepción de los varo nes de su significado social central. Estas útiles funciones sugieren que los hombres buscan por doquier mantener contentas a las mujeres. Pero circunstancias so ciales diferentes conceden distinto rango a estas funciones y, por tanto, llevan a variaciones interculturales en la configuración del patriarcado. Las feministas radicales, a diferencia de las feministas psicoanalíticas, nos ofrecen una expli cación de la opresión universal de género y un modelo para comprender las variaciones interculturales de esta opresión, ¿Como se puede destruir el patriarcado? Las radicales mantienen que esta derrota debe comenzar con una reconstrucción básica de la conciencia de las mujeres, de manera que toda mujer reconozca su propio valor y fuerza; rechace las presiones del patriarcado que consiguen que se considere a sí misma débil, dependiente y secundaria; y trabaje en solidaridad con otras mujeres, sin tener en cuenta las diferencias entre ellas, para establecer una conñanza basada en la
386
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
DOROTHY E. SMITH: Reseña autobiográfica Dorothy E. Smíth explica que su teoría socioló gica se deriva de sus experiencias vitales como mujer, particularmente como mujer que se mueve entre dos mundos: los círculos académicos do minados por los hombres y la vida esencialmente femenina de la maternidad en sblitario. Cuando recuerda sus años de estudiante de doctorado en sociología y de madre sola en Berkeley, a príncipios de los años sesenta, Smith percibe que su vida parece caracterizarse por lo que ella considera «no tanto una carrera como una serie de contingencias, de eventos» (1979:151). Estas contingencias hacen referencia a nume rosas experiencias personales que impulsaron a Smith a desafiar ideas de la ortodoxia sociológica tales como la imagen del actor voluntario avanzando entre los conflictos de rol. Se produjeran por azar o no, los siguientes eventos parecen etapas relevantes del desarrollo de Smith, Nació en Gran Bretaña en 1926; obtuvo su licenciatura en sociología por la Universidad de Londres en 1955 y se doctoró en sociología por la Universidad de California, en Berkeley, en 1963. Durante estos años, «experimentó el matrimonio, la emigración [a Canadá] inmediatamente después de casarse, la llegada de los hijos, el abandono de su marido a primera hora de una mañana, y los puestos de trabajo que le iban saliendo» (Smith, 1979: 151). Sobre estos eventos, Smith comenta que «fueron momentos en los que apenas tenía posibilidad de elección ni podía prever». Los puestos de trabajo que ocupó incluyen los de socióloga inves tigadora de Berkeley: lectora de sociología en Berkeley y en la Universidad de Essex, Colchester, Inglaterra: profesora asociada y luego profesora titu lar del departamento de sociología de la University of British Columbia; des de 1977 es profesora de sociología de la educación en et Ontario Institute for Studies in Education de Toronto, Smith escribió sobre una amplia variedad de temas relacionados todos con su preocupación por la «bifurcación», tema central de algunas obras y motivo de la realización de otras. Smith cree que la experiencia de la bifurcación es evidente en la separación entre la descripción sociocientífica de la experien cia de las personas y la experiencia vital de éstas, entre la experiencia vivida por las mujeres y los tipos patriarcales ideales que se utilizan para describir esa experiencia, entre las estructuras del micromundo y del macromundo que configuran la microexperiencia y, especialmente, entre el micromundo de los oprimidos y el macromundo de los dominantes, cuyas acciones crean
hermandad femenina, el apoyo, la estima, y la defensa mutua. Cuando se esta blezca esta hermandad, sugieren dos estrategias: un enfrentamiento crítico con todo aspecto de la dominación patriarcal allí donde exista; y un mayor grado de separatismo a medida que las mujeres se integren en empresas, hogares, comu-
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
387
las macroestructuras de opresión. Estos temas se expresan sinópticamente eri la selección de títulos de algunos escritos de Smith: «The Statistics on Women and Mental Illness: How Not to Read Them» [Las estadísticas sobre las mujeres y la enfermedad mental; cómo no hay que leerias» (1975), «What It Might Mean to Do a Canadian Sociology; The Everyday World as Proble matic» [Lo que debe proponerse hacer una sociología canadiense: la pro blemática del mundo cotidiano] (1976), «K is Mentally III: The Anatomy of a Factual Account» [K está mentalmente enferma: anatomía de un informe real] (1978), «Where There Is Oppression, There Is Resistance» [Aili donde hay opresión, hay resistencia] (1979), «Women, Class and Family« [Muje res, clase y familia] (1981) y, sobre todo, su contribución más importante a la sociología feminista, «A Sociology for Women» [Una sociología para las mujeres] (1979). En 1987 Smith produjo su análisis más extenso e integrado de estos temas en una obra clave de la sociología feminista, The Everyday World as Problematic [La problemática del mundo cotidiano], seguida por The Conceptual Practises of Power [Las prácticas conceptuales del poder] (1990a) y por Texts, Facts and Femhinity [Textos, hechos y feminidad] (1990b). La producción de Smith es, para las sociólogas feministas y para todos los sociólogos interesados por las fronteras teóricas de la profesión, una so ciología que íntegra las preocupaciones neomarxistas relativas a las estructuras de dominación y las ideas fenomenológicas sobre la variedad de los mundos subjetivo y microinteraccional. Smith cree que estos diversos mundos de la vida cotidiana los configuran macroestructuras que, a su vez, son moldeadas por datos específicamente históricos de la demanda económica. Lo que Smith desea evitar en el desarrollo de sus argumentos es una visión del mundo en la que los opresores son interpretados como actores individuales que toman decisiones racionales sobre la base de su propio interés. Smith cree que el autointerés está estructural mente situado, y aconseja a los sociólogos que se centren siempre en la estructura última que produce el resultado inme diato. Pero piensa que esta estructura sólo puede conocerse partiendo del resultado inmediato, es decir, mediante la exploración de los mundos coti dianos de individuos localizados. En opinión de Smith, el grueso de la cien cia social empaña, en lugar de clarificar, las estructuras que producen estos mundos porque parte del supuesto de que las estructuras pueden compren derse y estudiarse separadamente de los mundos de la vida cotidiana. Los sociólogos que trabajan con una perspectiva feminista se interesan cada vez más por las ¡deas de Smith para lograr una configuración sistemá tica de sus principales preocupaciones. Las implicaciones de la obra de Smith para la teoría sociológica constituyen la base de buena parte de este ca pítulo.
nidades, centros de creatividad artística y relaciones amorosas dirigidas por mujeres. ¿Cómo evaluamos el feminismo radical? En el plano emocional cadla uno de nosotros responde a él en función de nuestro grado de radicalisino persona):
388
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
unos lo considerarán excesivamente crítico, y otros totalmente convincente. Pero desde un punto de vista teórico apreciamos que el feminismo radical incor pora los argumentos del feminismo marxista y del feminismo psicoanalítico sobre las razones de la subordinación de las mujeres, e incluso desarrolla estas teorías. Se trata del más amplio de los tipos de feminismo que hemos analizado. Además, las feministas radicales han realizado investigaciones relevantes para apoyar su tesis de que el patriarcado descansa, en última instancia, en la prácti ca de la violencia contra las mujeres (Barry, 1979; Bunch, 1987; Dworkin, 1987, 1989; Frye, 1983;GrifFm, 1978, 1981;Millet, 1970; Rich, 1976,1980). Presen tan un programa razonable, aunque tal vez incompleto, para cambiar la situa ción. Han sido criticadas por centrarse exclusivamente en el patriarcado. Este enfoque parece simplificar las realidades de la organización social y la des igualdad social y por esta razón se aleja de la realidad en lo tocante a los cam bios que propone para mejorar la situación. El objetivo explícito del tercer gru po de teorías de la opresión, el feminismo socialista, es remediar este defecto del feminismo radical. Feminisnno socialista. El feminismo socialista se expresa en un conjunto de escritos teóricos muy diverso, unidos más por su agenda teórica que por sus conclusiones teóricas sustantivas (Einstein, 1979; Hartman, 1979; Hartsock, 1983; MacKinnon, 1982, 1989; Ruddíck, 1980; Smith, 1974, 1975, 1978, 1979, 1987, 1989, 1990a, 1990b). Tres metas guían al feminismo socialista: la síntesis teóri ca (véase el Capitulo 13), una combinación de extensión y precisión teóricas, y un método explícito y adecuado para el análisis social y el cambio social. Los y las socialistas feministas se trazaron el proyecto formal de lograr una síntesis teórica y superar las teorías feministas existentes. En concreto, los y las feministas socialistas se proponen unir lo que perciben como las dos tradiciones feministas más valiosas: el pensamiento feminista marxista y el feminismo ra dical. De este proyecto de síntesis han nacido dos subvariedades distintivas de feminismo socialista. La primera se centra exclusivamente en la opresión de las mujeres y en su comprensión mediante las ideas de la opresión de clase (dei marxismo) y de la opresión de género (del feminismo radical); Mediante esta intersección teórica, estos y estas teóricas se proponen identificar los elementos comunes y las diferencias entre las distintas experiencias de la subordinación de las mujeres. El término que utilizan con mayor frecuencia para describir el sistema es el de patriarcado capitalista (Eisenstein, 1979; Hartman, 1979). La segunda variante de feminismo socialista intenta describir y explicar todas las formas de la opresión social utilizando las ideas de las jerarquías de género y clase para explorar los sistemas de opresión basados no sólo en la clase y el género, sino también en la raza, la etnicídad, la edad, la preferencia sexual y la localización dentro de la jerarquía mundial de naciones. El término que más utilizan para el sistema que describen es el de dominación (Frye, 1983; Lorde, 1984; D. Smith, 1979). Las mujeres ocupan un lugar central en este
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
3S9
enfoque teórico en dos sentidos. Primero, como en todo feminismo, la opresión de las mujeres constituye el principal tema de análisis. Las teóricas de la domi nación pueden describir más competentemente que las del patriarcado capita lista las variaciones y diferencias en esa opresión. Segundo, la localización y experiencia de las mujeres en el mundo constituye un punto de vista ventajoso desde donde contemplar todas las formas de dominación. En última instancia estas teóricas se preocupan por todas las experiencias de la opresión, sean mas culinas o femeninas. Exploran incluso la forma en que algunas mujeres oprimi das participan activamente en la opresión de otras mujeres como, por ejemplo, las mujeres blancas en la sociedad estadounidense que oprimen a las mujeres negras. En efecto, una estrategia de todas las feministas socialistas es atacar los prejuicios y las prácticas de opresión dentro de la propia comunidad de mujeres (Frye, 1983; Lorde, 1984). Tanto el enfoque del patriarcado capitalista como el de la dominación man tienen un compromiso, explícito o implícito, con el materialismo histórico como estrategia analítica (Jaggar, 1983), El materialismo histórico, un principio bási co de la teoria social marxista, sostiene que las condiciones materiales de la vida humana, incluidas las actividades y las relaciones que producen esas con diciones, constituyen los factores clave que configuran la experiencia humana, la personalidad, las ideas y las disposiciones sociales; que esas condiciones cambian en el transcurso del tiempo debido a la inminente dinámica que existe en ellas; y que la historia es un registro de los cambios en las condiciones mate riales de la vida de un grupo y de los cambios correspondientes en sus experien cias, personalidades, ideas y disposiciones sociales. Los materialistas históricos mantienen que cualquier análisis social debe identificar con detalle y precisión históricos las características de las condiciones materiales del grupo y los vín culos entre esas condiciones y ias experiencias, las personalidades, los eventos, las ideas y las instituciones sociales características del grupo. Al vincular el materialismo histórico con su enfoque sobre la dominación las feministas so cialistas intentan alcanzar el objetivo de desarrollar una teoria que interprete la más extendida de las instituciones sociales, la dominación, y que aun así se comprometa firmemente con los análisis precisos e históricamente concretos de las disposiciones sociales y materiales que dan forma a las situaciones particu lares de dominación. El materialismo histórico, sello distintivo del feminismo socialista, muestra claramente la enorme deuda de esta escuela con el pensamiento de Marx. Pero en lo tocante al uso de este principio, las feministas socialistas han ido más lejos que ios marxistas en tres sentidos importantes; en su redeftnición de tas condi ciones materiales, en su reevaluación del significado de la ideología, y en su enfoque de la dominación. Primero, han ampliado el significado de las condi** Desde ahora utilizaremos et término dúminación para referirnos a las preocupaciones centrales de ambas variantes de feminismo socialista. Ambos grupos se preocupan, de hecho, por la jerarquía, concebida en sentido amplio, más que por un sistema particular de jerarquía.
390
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
dones materiales de la vida humana. Las marxistas usan este concepto para referirse sólo a la dinámica económica de la sociedad, particularmente los mo dos en que los diversos bienes son creados para et mercado e intercambiados en él. Ellas identifican tas raíces de la desigualdad y det conflicto de clase en tas diversas disposiciones explotadoras, que convierten a unos en ricos y a otros en pobres. Et análisis feminista socialista inctuye ta dinámica económica y tam bién, en términos más generales, otras condiciones que crean y mantienen ta vida humana: el cuerpo humano, su sexualidad e implicación en ta procreación y la crianza de tos hijos; el mantenimiento del hogar, con sus tareas domésticas no reconocidas e impagadas; el apoyo emocionat; y ta producción de conoci miento. Las disposiciones explotadoras en todas estas actividades que mantie nen ta vida enriquecen a unos y empobrecen a otros. El fundamento esencial de toda teoria de la dominación es una ptena comprensión de todas estas disposi ciones básicas de ta producción y ta explotación de la vida. Esta redefmición det concepto de las condiciones materiales transforma et supuesto marxista de que tos seres humanos son productores de bienes en la idea de los seres humanos como creadores y mantenedores de ta vida humana. Esta trasformación nos tteva a la segunda diferencia entre el materialismo his tórico marxista y el materialismo histórico desarrollado por el feminismo socia lista; es decir, a ta preocupación de este último por to que algunos marxistas denominarían, con desprecio, fenóm enos ideacionales o mentales', la concien cia, la motivación, tas ideas, tas definiciones sociales de ta situación, el conoci miento, la ideología, ta voluntad de actuar en interés propio o en interés de otros Para las feministas socialistas todos estos factores influyen profunda mente en la personalidad y ta acción humanas, en las estructuras de dominación que se llevan a la práctica mediante esa acción. Además, estos aspectos de la subjetividad humana son productos de estructuras sociales que están inextrica blemente entrelazadas con otras igualmente poderosas y sofisticadas: las que producen tos bienes económicos. Las disposiciones explotadoras en las estruc turas sociales también enriquecen a unos mientras empobrecen e inmovilizan a otros. El análisis de tos procesos que estructuran la subjetividad humana es de suma importancia para una teoría de la dominación, y ese análisis también debe realizarse con precisión aplicando los principios del materialismo histórico. La tercera diferencia entre las feministas socialistas y tas marxistas es que para las primeras el objeto de análisis no es la desigualdad entre tas clases, sino una amplia serie de desigualdades sociales interrelacionadas. El feminismo so cialista desarrolla una descripción de la organización social en ta que tas estruc turas públicas de la economía, la política y ta ideología interactúan con los procesos privados e íntimos de la reproducción humana, ta domestícidad, la sexualidad y la subjetividad para mantener un sistema polifacético de domina ción, cuyas funciones son discernibtes tanto como pautas sociales duraderas e ^ Algunos neomarxistas, especialm ente los teóricos críticos, han reevaluado también el significado explicativo de la ideología (véase el Capítulo 4).
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
391
impersonales, como en las más diversas sutilezas de las relaciones interperso nales. Para analizar este sistema, las feministas socialistas se trasladan constan temente desde la descripción de los grandes sistemas de dominación a la explo ración situacionalmente específica y detallada de las experiencias cotidianas mundanas de las personas oprimidas. Su estrategia para el cambio descansa en este descubrimiento, en el que intentan implicar a los grupos oprimidos que estudian y a través del cual esperan que tanto los individuos como los grupos aprendan, en mayor o menor medida, a actuar para lograr su emancipación colectiva. Una importante crítica que se ha hecho al feminismo socialista y, de hecho, a todas las variantes de feminismo descritas hasta ahora, es que, a pesar de sus demandas de emancipación, tienden a centrarse en los supuestos y aspiraciones de mujeres blancas, de clase media y del Atlántico Norte. Existe una preocupa ción cada vez mayor dentro de la teoría feminista por fa problemática práctica y teórica que plantea la explotación de las mujeres de una determinada clase, raza, grupo étnico, o posición internacional, por parte de otras mujeres. Esta problemática constituye la preocupación de la teoría que vamos a analizar en el siguiente apartado. Fem inism o de la terc era ola. El término fem inismo de la tercera ola hace referencia a un conjunto de escritos críticos y teóricos que se han realizado dentro del movimiento de las mujeres durante la década de los años ochenta, y que se centran en el tema de la diferencia. El feminismo de la tercera ola analiza con actitud critica la tendencia de los escritos de las décadas de los años sesenta y setenta a usar un concepto generalizado y monolítico de «mujer» como cate goría genérica de estratificación y se centra en las implicaciones prácticas y teóricas de las diferencias entre las mujeres. Las diferencias que tiene en cuenta son aquellas que resultan de una distribución desigual de los bienes y servicios socialmente producidos sobre la base de la posición en el sistema mundial, la clase, la raza, la etnicidad, y la preferencia afectiva en tanto que interactúan con la estratificación de género. Tal vez el cuerpo de escritos más relevante dentro de este nuevo desarrollo del feminismo sea el realizado por mujeres de color. Este apartado se centra en la contribución norteamericana a estos escritos (Alien, 1989; Anzaldua, 1990; Aptheker, 1989; P. Collins, 1990; Giddings, 1984; Hooks, 1984, 1989; Lorde, 1984; Moraga y Anzaldua, 1981; Rollins, 1985; Walker, 1983, 1988, 1989). Los escritos de las mujeres de color norteamericanas que contribuyen al desarrollo del feminismo de la tercera ola se distinguen todos ellos por que su objetivo no es atacar la ideología sexual y el estatus desigual de las mujeres, sino todos los sistemas de dominación sexista, racista, clasista, heterosexísta e imperialista— y la falsa conciencia particular que ha llevado a las mujeres he terosexuales blancas de clase media a usar el término mujer como una categoría monolítica en su oposición a la dominación masculina, al tiempo que a ignorar sus propios actos de dominación de las mujeres que no son de su clase, raza y
392
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
preferencia sexual. Cinco rasgos caracterizan esta perspectiva. Primero, el me jor y más ventajoso punto de vista para hallar la verdad sobre las relaciones sociales es el de las personas oprimidas (hombres o mujeres) y sus explicacio nes. Segundo, las mujeres norteamericanas de color que están estrechamente relacionadas con las personas que las controlan y explotan en empleos domésti cos, servicios pobremente pagados y trabajos relacionados con los aspectos re productor, sexual y emocional, remunerado o no remunerado, proporcionan un conocimiento particularmente revelador sobre las relaciones sociales de domi nación. Las mujeres de color están estrechamente relacionadas con las personas que las oprimen por ser mujeres, personas de color y personas pobres que han experimentado el ser «extrañas dentro» de tos círculos de dominación (P. Co llins, 1990). Tercero, la exploración desde el punto de vista de las mujeres de color revela un sistema global e intrincadamente complejo de clase, raza y opresión de género. Cuarto, el sistema opresivo produce actitudes, acciones y personali dades patológicas tanto en las filas de los opresores como en los oprimidos. Por ejemplo, dentro de los círculos de los oprimidos encontramos patologías tales como el conflicto entre mujeres ricas y mujeres pobres, el conflicto entre muje res blancas y mujeres de color, y la violencia de los hombres contra las mujeres en comunidades minoritarias, Y quinto, la oposición a la opresión y a la patolo gía se halla, en primer lugar, en la insaciable necesidad de los seres humanos de autorrealización plena e individual y, en segundo lugar y dialécticamente, en la pertenencia a la peculiar comunidad de oprimidos cuya cultura, educación y estrategias para la supervivencia son esenciales para el bienestar de cada uno de sus miembros. Los escritos teóricos realizados recientemente por mujeres de color desa rrollan y enriquecen la investigación del feminismo sobre las estructuras de la opresión, su explicación de esas estructuras y su programa para mejorar la si tuación. Plantearemos tres advertencias a este respecto. Primera, teóricamente, si partimos dei supuesto de la diferencia, o del carácter distintivo, como la cua lidad que merece análisis teórico en nuestro trabajo sobre las mujeres, ¿dónde debemos detenernos en buena lógica? ¿Cómo podemos justificar generalizacio nes sobre las mujeres afroamericanas, las mujeres del Tercer Mundo, o las mu jeres lesbianas? Segunda, un corolario de lo anterior es que la expresión «muje res de color» se deriva de una definición blanca del mundo: las mujeres y los hombres blancos tienen un color a pesar de que su ideología les sitúa más allá de la frontera del color. Finalmente, hay una consideración práctica: ¿Acaso no son peligrosas para lograr una coalición eficaz contra la opresión las demandas particulares de derechos planteadas por varias subcomunidades de mujeres? No obstante, a pesar de las muchas y diversas teorías feministas conteiíiporáneas, existe una preocupación considerable por la cuestión sociológica básica de cómo y por qué la organización social adopta la forma que adopta en cual quier sociedad y época particular. En el siguiente apartado apreciaremos el sig nificado de la teoría feminista para la teoria sociológica de la organización social.
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
393
TEORIA SOCIOLOGICA FEMINISTA Uno de los principios de la práctica intelectual establecidos por el feminismo, que tomamos como punto de partida para el desarrollo de una teoría sociológica feminista, es que no existen observadores desinteresados. Incluso los sociólo gos observan fa organización social desde una posición social relativamente ventajosa. Por tanto, reconocemos que nuestra posición es claramente feminis ta. Conforme a las descripciones que hemos desarrollado, somos teóricas de la opresión que nos situamos en algún lugar intermedio entre ia teoria radical y la socialista Desde esta perspectiva, identificamos cuatro rasgos distintivos de la sociología feminista: 1. 2. 3. 4.
Una sociología distintiva del conocimiento. Un modelo distintivo de organización de la sociedad en el nivel macro social. Una exploración de la situación relacional de las mujeres que altera la comprensión sociológica tradicional de la microinteracción. Una revisión del modelo de subjetividad de la sociología.
Sociología feminista del conocimiento La teoría sociológica feminista desarrolla una peculiar sociología del conoci miento, la rama de la sociología que estudia el modo en que el conocimiento es producto de las relaciones sociales. La sociología del conocimiento de la teoría feminista está enraizada en una epistemología ubicada en el núcleo del pensa miento feminista porque es fundamental para las experiencias vitales de las mujeres. La sociología del conocimiento feminista considera que todo lo que las per sonas llaman «conocimiento del mundo» presenta cuatro características: 1) es invariablemente descubierto por el punto de vista de un actor situado en una estructura social; 2) por tanto siempre es parcial e interesado, nunca total y objetivo; 3) varía de una persona a otra debido a las diferencias de los papeles que se encaman y a sus situaciones sociales y; 4) las relaciones de poder siem pre influyen en ese conocimiento, sea cual sea el punto de vista desde el que se descubra, el de los dominantes o et de tos subordinados. Así, el teórico o teórica feminista que emprenda cualquier estudio desde una perspectiva sociológica feminista debe partir de !a consideración de que el conocimiento constituye ta El reconocimiento de nuestra deuda intelectual en los niveles empírico y teórico con la sociología pionera de las mujeres de Dorothy Smith (Smith, 1979, 1987, 1990a, 1990b) propor ciona una mejor comprensión de nuestra posición intelectual. Otras fuentes principales de fem i nismo en este esfuerzo son J. Bemard (1982); Chodorow (1978, 1990); P. Collins (1990); G illi gan (1982); Haraway (1988); Harding e H intikka (1983); Harding (1987); Hartsock (1983); Heilbrun (1988); Jaggar y Bordo (1989); Lorde (1984); MacKinnon (1989); Rich (1976, 1979); L. Rubin (1976, 1979, 1985); Ruddick (1980), y Stacey y Thome (1985).
394
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
clave problemática, una cuestión que debe determinarse en primer lugar y que configura toda investigación ulterior. Para la teoría sociológica feminista, las tareas fundamentales que ha de realizar toda investigación son 1) identificar y describir la complejidad de la situación social del actor como un «punto de vista ventajoso» sobre la realidad; 2) establecer las categorías mediante las que el sociólogo que trabaja con explicaciones admitidas como parciales puede pre tender que son productoras de conocimiento, reveladoras de ideas para el objeto de estudio; y 3) analizar cómo las relaciones de poder se manifiestan en las pretensiones de conocimiento. Sería un error epistemológico imperdonable adoptar, expresarse y escribir con la perspectiva del «ojo de Dios» (Haraway, 1988), es decir, actuar como si se fuera un observador inhumano, distante y omnisciente que disfruta de una posición exterior y superior y que pretende saberlo todo acerca de su tema de investigación. (En el ejemplo más popular de la perspecti va del «ojo de Dios», las observaciones de una persona que encama un papel dejan de poder formularse como «aprendí,,,» y se convierten en «la investiga ción muestra».) La primera tarea consiste en identificar los actores sociales que construyen su conocimiento sobre la base de sus experiencias e intereses situacionales. Las feministas, que parten desde donde llegó Marx, han identificado tres grupos clave —propietarios, trabajadores y mujeres— cuyas circunstancias e interrela ciones vitales vienen configuradas sólo parcialmente por factores económicos. Asi, a medida que las feministas exploraban las diferencias entre las mujeres, descubrieron muchos y diversos grupos de personas situadas diferentemente. En su esfuerzo por identificar las relaciones entre todos estos grupos, las femi nistas han ido más allá del modelo de dominación de clase para alcanzar la visión de un sistema complejo de grupos desigualmente poderosos que se rela cionan mediante una cambiante disposición a las coaliciones y a la oposición. Además, las feministas se han percatado de que los actores son personas que representan papeles cuyos puntos de vista sociales cambian en función del tiempo y las circunstancias: así, no existe un locus abstracto del conocimiento, no exis te «la mujer del Tercer Mundo», «el biólogo desinteresado», o el «místico reli gioso». Estas etiquetas pueden describir parte de la identidad de las personas, pero el humano total es alguien infinitamente más complejo, por los papeles que se encarnan, de lo que estos términos sugieren. La segunda tarea consiste en explicar sobre qué base puede un sociólogo pretender que expresa proposiciones verdaderas sí es atinada la explicación que acabamos de señalar en el párrafo anterior; es decir, si el conocimiento lo des cubren actores sociales cuyas posiciones son inestables simplemente debido al hecho de la mortalidad humana. Las y los teóricos feministas de la sociología no desean verse atrapados en un relativismo en el que una explicación anula otra (véase D. Smith, 1990a, para un ejemplo útil de cómo evitar esto). Antes bien, proporcionan ciertas bases para valorar el conocimiento. Una sostiene la validez de lo que, en los términos de Haraway (1988), es una «explicación entretejida», es decir, diversas explicaciones entrelazadas y realizadas a partir
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
395
de la recolección de las versiones que dan todos los actores de una experiencia, y a partir de la descripción de la situación desde la que los actores crean sus versiones. Este enfoque, manifestado en diversos estudios empíricos feminis tas, exige que tanto el lector como el investigador tengan en cuenta y trabajen con la idea de la complejidad de la comprensión del conocimiento y concreta la complejidad del ideal de reconocer los diferentes puntos de vista. El corolario de este enfoque es que el investigador ha de reconocer su parcialidad (en todos lo sentidos de la palabra) y aceptar la responsabilidad de explicar el conoci miento obtenido desde una localización particular. En tercer lugar, el o la inves tigadora feminista han de trazarse la tarea de analizar cómo funcionan las cosas para producir lo que se denomina conocimiento. El o la investigadora analizan los procesos por los que una explicación se convierte en un «hecho», es decir, por los que una explicación es aceptada por la mayoría de las personas como el modo en que un evento ocurre. Ella o él pueden ofrecer una explicación com pleja de lo que «realmente» ha ocurrido y una explicación del procedimiento por el que los eventos se convierten en un hecho. Al hacerlo, el investigador debe inspirarse en un análisis de las relaciones de poder y de su implicación como científico social que transforma las explicaciones en hechos al mantener estas relaciones. La tercera tarea epistemológica consiste en analizar las relaciones entre el conocimiento y ei poder porque lo que finalmente le sucede a cualquier actor con la explicación de un evento depende de la localización del actor dentro de un sistema social en el que el poder determina la posición y la posición el poder. Esta concepción de la relación entre conocimiento y poder proporciona la base filosófica de la insistente valoración feminista de los puntos de vísta de los grupos menos privilegiados; uno de los factores más importantes del privilegio es que los puntos de vista de los actores favorablemente situados se convierten en «los puntos de vista de la sociedad» (una expansión del dictum de Marx; «Las ideas dominantes de cualquier época son las ideas de la clase dominante de esa época»). Este reconocimiento presiona constantemente a las feministas para que presten atención no sólo al punto de vista «de las mujeres» sobre una situación, sino a las distintas ideas de grupos diferentes de mujeres y, por exten sión, a las ideas de las personas cuya situación definida por la raza, la edad, la preferencia afectiva o la localización mundial, les hace ser menos privilegiadas. Los estudios feministas muestran cómo las formas institucionalizadas — y por ello queremos decir form a y contenido— se utilizan para presentar una definición elitista de un evento. Por ejemplo, el informe de la comisión presi dencial, el formulario de admisión hospitalaria y el informe de un asistente social están todos cortados por el mismo patrón dominante en el modo de pre sentar los hechos sobre las vidas de los subordinados. Un elemento crítico de investigación sociológica feminista consiste en describir y analizar la construc ción de los hechos, descubriendo cuáles son las explicaciones (una declaración oral frente a un informe policial, por ejemplo) que deben surgir del {roceso social como hechos.
396
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Como ya hemos señalado, todo esto nace, en última instancia, de las expe riencias cotidianas de las mujeres. La situación social de las mujeres ha hecho que tradicionalmente sean, por un lado, elementos de equilibrio de visiones diferentes y, por otro, partes que han experimentado que sus propias perspecti vas son despreciadas o distorsionadas por el poder masculino. En el primer caso, se espera de ellas — en su papel de esposas, madres e hijas y, en el mundo de la producción politica, religiosa, educativa y económica, más amplio y algo menos prescrito por el género— que sirvan de moderadoras que aseguren que todas las posiciones reciben audiencia «justa». Pero si reflexionan sobre todo ello, se percatan, en el segundo caso, de la multitud de veces que a ellas y a otras personas carentes de poder —los niños, los ancianos, los pobres, las minorías raciales y las mujeres como mujeres— se les ha vedado una auténtica y seria participación en el discurso (Heilbrun, 1988: 18). Las mujeres, por tanto, no encuentran el conocimiento aceptando pretensiones unilaterales a la verdad, sino sopesando y evaluando las explicaciones de la realidad que les presentan otros.
Orden macrosocial En este apartado y el siguiente operamos con las convenciones de vocabulario y conceptualización sociológicas establecidas y organizamos nuestra presenta ción utilizando términos tales como macrosocial, microsocial y subjetividad. Indudablemente se pueden derivar de la teoria feminista muchas ideas relacio nadas con alguno de estos conceptos sociológicos establecidos, aunque, como veremos, una buena parte de estas ideas plantea una crítica fundamental a las afirmaciones sociológicas sobre estos temas. Pero la crítica es aún mayor. La teoría feminista se encuentra en proceso de articular un vocabulario conceptual nuevo para la sociología que se aleja de la vieja bifurcación entre lo macroso cial y lo microsocial/subjetivo y deja obsoleta esta visión de la realidad social. Por esta razón, si bien utilizamos los viejos conceptos — macro, micro, subjeti vo— a fm de establecer una comunicación eficaz para la comprensión de la teoría feminista, al final de este apartado analizaremos y utilizaremos los nue vos conceptos con los ijú” las sociólogas feministas extienden y desarrollan el viejo modelo de realidad social. La visión feminista del orden macrosocial acentúa la influencia de la es tructura social (o producciones macroobjetivas) y de la ideología (o macrosubjetividad) sobre las percepciones de la realidad de los actores. La sociología feminista comienza por desarrollar el concepto marxista de producción económica para convertirlo en un concepto más general de la pro ducción social, es decir, de la producción de toda la vida social humana. Junto con la producción de las mercancías para el mercado, la producción social para las feministas incluye también disposiciones tales como la organización del trabajo doméstico —productor de mercancías y servicios domésticos fuera del mercado o de la economía monetaria— , la organización social de la sexualidad
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
397
—que moldea y satisface el deseo humano y las necesidades humanas de acep tación, aprobación, amor y autoestima^—, el estado y ia religión — que crean las reglas y las leyes de una comunidad— , y la política, los medios de comunica ción de masas y el discurso académico, que establecen definiciones públicas institucionalizadas de la situación. Reformulado y ampliado de ese modo, el modelo marxista de las relacio nes intergrupales sigue visible en el modelo de organización social de ta teoría feminista. Cada uno de los diversos tipos de producción social se basa en un mecanismo por el que algunos actores, que controlan los recursos más im portantes para esa actividad, actúan como dominadores o «señores» que dictan las circunstancias de la producción y se benefician de ellas. Dentro de cada sector productivo la productividad descansa en el trabajo de los subordinados o «sirvientes», cuyas energías crean el mundo que desean los señores y cuya explotación les niega las recompensas y las satisfacciones producidas por su trabajo. En la teoría feminista podemos apreciar más vividamente que en ia marxista la estrecha asociación entre señores y sirvientes que existe en el nú cleo de toda producción y la necesidad indispensable del trabajo del sirviente para crear y mantener todo lo necesario para la vida social humana. La produc ción social tiene lugar mediante una estructura multidimensional de dominación y explotación que organiza la clase, el género, la raza, el sexo, el poder y el conocimiento en jerarquías solapadas de señores y trabajadores íntimamente asociados. En lo tocante a otro aspecto del macroorden, la investigación feminista muestra que las mujeres y otras personas subordinadas no experimentan la vida social como un movimiento entre roles compartimentados, tal y como establece el funcionalismo estructural. Antes bien, se encuentran implicados en un equili brio de reglas, una combinación de orientaciones e intereses asociados con el rol y, a través de esta combinación, en el entramado de las instituciones socia les. Esto es cierto en el caso de la madre trabajadora y en el de las mujeres que trabajan en ocupaciones «típicamente femeninas» tales como la de secretaria o enfermera. También es cierto cuando las mujeres vinculan las actividades de ama de casa y consumidora económica, o las de madre de hijos en edad escolar y esposa de un asalariado. Además, en una clásica relación de doble vínculo o «situación en la que nunca se gana», que marca la experiencia de subordinación de las mujeres, se espera de las mujeres esta combinación y equilibrio, mientras se la utiliza como base de comparaciones ofensivas entre la conducta del rol de las mujeres y la realización del rol «típica» o compartimentada. Así, se afirma despectivamente que las mujeres «traen a la oficina preocupaciones externas», «dejan que su emociones influyan en su trabajo» y «no pueden olvidar el hecho de que son mujeres». El modelo feminista de estratificación en la producción social ofrece una crítica directa a la visión estructural-funcionalista de una sociedad compuesta de un sistema de instituciones separadas que difieren en función de los roles interrelacionados. La teoría feminista afirma que esta visión no se corresponde
398
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
con la realidad, puesto que describe las experiencias y los puntos de vista de un grupo particular formado por varones adultos blancos y miembros de la clase alta. En efecto, un buen indicador del control de este grupo sobre las situaciones de producción puede ser que sus miembros sean capaces de lograr ese tipo de compartimentación deliberada en su conducta de rol, una condición que sirve para reproducir su control sobre las situaciones. Pero la sociología feminista subraya que esta condición depende de los servicios subordinados de actores que no pueden compartimentar sus vidas y acciones. En efecto, si estos acto res subordinados estuvieran similarmente compartimentados, el sistema de produc ción de la sociedades industrializadas se vendría abajo. A diferencia del modelo estructural-funcional, el modelo feminista subraya que la experiencia del rol polifacético de las mujeres se asemeja a la experiencia de muchos otros grupos de «sirvientes» subordinados cuyo trabajo produce la tupida textura de la vida cotidiana. Las comprensiones que estos grupos subordinados tienen de la organi zación de la vida social pueden ser harto diferentes de la que describe la teoría estructural-funcional; incluso también puede diferir su identificación de las es feras institucionales clave. Su ventajoso punto de vista se deriva de situaciones necesarias para la sociedad tal y como está organizada actualmente y del traba jo que hace posible esa firme percepción que tienen los señores de que el mundo está institucionalmente compartimentado. El feminismo acentúa la importancia de la dominación ideológica en el aná lisis de la estructura de la dominación social. La ideología es una intrincada red de creencias sobre la realidad y la vida social institucionalizada como conoci miento público y diseminada por toda la sociedad tan eficazmente que llega a convertirse para todos los grupos sociales en conocimiento incuestionable. Así, las feministas creen que el «conocimiento público de la realidad social» no constituye una cultura que lo abarca todo, un producto social consensualmente creado, sino un reflejo de los intereses y las experiencias de los dominantes de la sociedad y un importante indicador de su poder en la sociedad. Lo que distin gue a esta perspectiva de la mayoría de las perspectivas marxistas es que para las feministas el control ideológico constituye el proceso básico de dominación, y el control jerárquico del discurso y del conocimiento representa el elemento clave de la dominación societal. Por supuesto, en su análisis del orden macrosocial, ias feministas asignan enorme importancia a la configuración macroestructural de la desigualdad en tre los géneros. La ideología desempeña un papel crucial en el mantenimiento de este vector societal de dominación y subordinación. El sistema de conoci miento institucionalizado que refleja los intereses y las experiencias de los hombres reproduce la desigualdad entre los géneros. Entre otras cosas, esta ideología del género identifica a ios hombres como los titulares de la autoridad sociocultural y atribuye al papel masculino el derecho a dominar, y al femenino la obligación de servir en todas las dimensiones de la producción social. La ideología del género devalúa y distorsiona ias actividades productivas de las mujeres al 1) trivialízar algunas como, por ejemplo, ei trabajo doméstico, 2) idealizar otras
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
actividades como, por ejemplo, la maternidad, hasta tal punto que no se corres ponden con la realidad 3) y al hacer invisibles otras actividades cruciales tales como las contribuciones múltiples y de vital importancia a la producción de mercancías. Estos procesos ideológicos tienen lugar en la producción macroestructural de toda subordinación social.
Orden microsocial En ei nivel microsocial la sociología feminista (al igual que otras perspectivas microsociológicas) se centra en el grado en que los individuos se toman en cuenta unos a otros en la medida en que persiguen metas objetivas o significa dos subjetivamente compartidos. La sociología feminista difiere de las teorias pertenecientes al paradigma de la definición social y al de la conducta social —ambos centrados en el orden microinteraccional— en cuatro aspectos. El análisis de estas cuatro diferencias revela las características más importantes del mode lo feminista del orden micro. Acción responsable frente a acción intencionaL La mayor parte de la m i crosociologia presenta a los seres humanos como seres intencionados que se trazan metas y las persiguen mediante cursos lineales de acción en los que se esfuerzan (individual o colectivamente) por vincular los medios a los fines. En cambio, las investigaciones feministas muestran, en primer lugar, que las vidas de las mujeres se caracterizan por la incidentalidad, es decir, sue len ser presas de una existencia organizada que experimenta cambios y modifi caciones debido a eventos tales como el matrimonio, los diversos cursos de acción de los maridos, la influencia impredecible de los hijos sobre los planes que se han hecho en la vida, el divorcio, la viudez y la precariedad que caracte riza a la inmensa mayoria de las ocupaciones de las mujeres en el sector asalariado. En segundo lugar, en sus actividades cotidianas, las mujeres no suelen perse guir metas según secuencias lineales de acción, sino responder continuamente a las necesidades y demandas de otros. Este tema lo desarrolló Chodorow (1978) en su análisis sobre la simbiosis emocional y relacional entre madres e hijas; Lever (1978) y Gilligan (1982) en sus descripciones de los grupos de juego femeninos con relaciones intensas, asi como diversas investigaciones sobre las mujeres en ocupaciones típicas tales como las de maestra, enfermera, secreta ria, recepcionista y administrativa y otros análisis sobre los roles de viuda, ma dre y coordinadoras familiares y comunitarias. Con el término de actividades «responsables» nuestra intención no es describirlas como actividades pasiva mente reactivas. Antes bien, tratamos de esbozar la imagen de unos seres orien tados no tanto a la persecución de sus propias metas como a la tarea de controlar, coordinar, facilitar y moderar los deseos, acciones y demandas de otros. En lugar del modelo convencional del actor intencional que ofrece la microsociolo gia, las feministas presentan un modelo de actor que en su vida cotidiana está responsablemente situado en el centro de un entramado de acciones de otros, y
400
TEORIA SOCtOLOQICA CONTEMPORANEA
que, a la larga, se ve a sí mismo colocado en alguna de estas situaciones por fuerzas que nunca previo ni controló. Interacción intermitente frente a interacción continua. La imagen típica de la vida social que ofrece la microsociologia nos muestra a actores intencio nales en una casi continua interacción cara a cara en la que se orientan unos hacia otros y suponen que el resto de los actores son fundamentalmente seme jantes a ellos. La teoria feminista describe un mundo en el que las mujeres experimentan interacciones altamente variables que raramente presentan la to talidad de las características interactivas de este modelo. Durante largos perio dos de su vida las mujeres adultas centradas en su trabajo doméstico trabajan en soledad, carecen de interacciones cara a cara y se orientan hacia otros sólo subjetiva y responsablemente, no intencionadamente. En otros lugares como la oficina, la fábrica y el sector servicios, donde trabajan en empleos de bajo nivel, las mujeres realizan rutinas estructuralmente configuradas donde los y las tra bajadoras se encuentran próximos, pero no interactúan. En la inmensa mayoría de sus interacciones más importantes se relacionan con otros seres humanos que no son como ellas: niños tan pequeños que apenas pueden ser considerados individuos, y hombres adultos a quienes reconocen como fundamentalmente diferentes de ellas en cuanto a personalidad, experiencia vital y situación social se refiere — su «otro» existencial (de Beauvoir, 1957). Sólo cuando convergen en asociación espontánea y abierta con otras mujeres adultas su experiencia interactiva cumple algunos supuestos construidos en el modelo microsociológico convencional de interacción típica. Por tanto, la teoria feminista se pregunta: ¿de quiénes son las experiencias de interacción en las que se basa la sociología para construir su modelo de interacción prototípica? Desde el punto de vista de las mujeres, ¿qué es una interacción prototípica? Las feministas contestan a estas preguntas señalando, primero, que la experiencia de los hombres domi nantes se refleja en el modelo básico de interacción que ofrece la sociología y, segundo, que las relaciones de las mujeres con esos hombres, al menos en lo tocante a frecuencia y consecuencias prácticas, son la interacción crucial y prototí pica de las mujeres. La investigación feminista sobre las interacciones entre los hombres y las mujeres nos facilita la construcción del modelo feminista de microinteracción. El supuesto de la desigualdad frente al supuesto de la igualdad. La teoria microsocial convencional supone que las presiones en situaciones interactivas para la colaboración y la construcción de significado son tan fuertes que los actores, poniendo entre paréntesis consideraciones acerca de la macroestructura, se orientan unos a otros sobre el supuesto de la igualdad. La in vestigación feminista sobre las interacciones entre hombres y mujeres contradi ce totalmente este supuesto y muestra que el contexto macroestructural influye poderosamente en la configuración de estas interacciones sociales. En sus vidas cotidianas, las mujeres se ven influidas por ei hecho de que están estructural
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
401
mente subordinadas a los hombres con los que interactúan en asociaciones ca suales, en el noviazgo, el matrimonio, la familia y en el trabajo asalariado. Cualquier igualdad interpersonal o de dominación que logran las mujeres como individuos se contrarresta eficazmente dentro del mismo proceso interactivo mediante pautas estructurales, de las que la más eficaz es la institución del género. La configuración macroestructural de la desigualdad entre los géneros está intrincadamente entretejida en las interacciones entre los hombres y las mujeres e influye no sólo en la división general del trabajo, en quién realiza y quién lleva a la práctica los proyectos, sino también en detalles de procedimien to que constantemente revelan el ejercicio de la autoridad y la deferencia que se manifiesta en, por ejemplo, el arreglo de asientos alrededor de una mesa, las fórmulas de trato y conversación, el contacto visual y el control del espacio y del tiempo. Significados estratincados frente a significados comunes. La microsociología convencional pone entre paréntesis la cuestión del significado (ios con ductistas sociales) o supone que las actividades y las relaciones que se dan en las interacciones situacionales constituyen la base y el fundamento de la cons trucción conjunta del significado (los que operan de acuerdo con el paradigma de la definición social). Cuando los actores actúan e interactúan forman com prensiones comunes a través de la comunicación y, en última instancia, un pun to de vista común sobre sus experiencias. Las feministas afirman que debe revi sarse y cambiarse este supuesto sobre la base de que es la macroestructura la que configura e informa las microinteracciones. Las acciones y las relaciones cotidianas de las mujeres ocurren ante del telón de fondo de la comprensión institucionalizada o pública de la experiencia cotidiana, es decir, como ya he mos señalado, ante un fondo macroestructural de ideología que devalúa y dis torsiona la realidad al trivializar, idealizar o hacer invisible la actividad y la experiencia de las mujeres. Esta ideología configura los significados asignados a las actividades en la interacción. En la interacción de los hombres (dominan tes) con las mujeres, aquéllos suelen asignar a la actividad de las mujeres signi ficados que se derivan de la macroestructura de la ideología del género, en lugar de demostrar abiertamente una actitud investigadora o de situarse en cual quier otro tipo de macronivel para interpretar la actividad de las mujeres. Las mujeres, inmersas en la misma interpretación ideológica de sus experiencias, se mantienen en tensión dialéctica al estar sopesando continuamente esa ideología y la realidad de sus vidas. De esta tensión se deriva una enorme diversidad de significados. Como indica todo lo que se ha dicho hasta ahora, los que operan de acuerdo con el paradigma de la definición social suponen que los actores, a través de su estrecha relación e íntima comunicación durante largos periodos de tiempo, crean un punto de vista ventajoso o un sistema de comprensión común. La in vestigación feminista sobre la que bien podría ser la asociación más intima y duradera entre hombres y mujeres — ei matrimonio— muestra que, por todas
402
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
las razones expuestas más arriba, los esposos son extraños el uno para el otro y habitan en diferentes mundos de significado. Es más, Dorothy Smith (1979) afirma convincentemente que este «alejamiento» constituye tal vez una varia ble en la que el hombre dominante, a fin de ejercer un control eficaz, es más extraño a los significados de la mujer que la mujer subordinada a los del hombre dominante. Constreñimiento frente a elección en las situaciones de creación de signi ficado. Un ethos profundamente democrático informa las descripciones de la interacción de los que operan en el paradigma de la definición social y los conductistas sociales. Los modelos convencionales suponen sustancialmente que las personas disfrutan de una considerable igualdad de oportunidades y de libertad de elección en sus movimientos dentro y fuera de las situaciones de interacción. La investigación feminista muestra que las interacciones en las que las mujeres son más libres para crear con otras significados que describen sus experiencias vitales son las que se producen en sus relaciones y comunica ciones con mujeres situadas en posiciones similares. Es más, estas asociaciones son profundamente atractivas para las mujeres debido al apoyo práctico, emo cional y reafirmador del significado que proporcionan. Sin embargo, las muje res no tienen ni poder ni libertad para situarse en esas posiciones. Las leyes, la dominación interaccional la ideología restringen y reducen esta elección aso ciativa de manera que, insidiosamente, incluso las mujeres recelan de su atrac tivo, Bajo tales circunstancias, su asociación no es una elección libre y abierta, sino una esfera circunscrita, públicamente invisible y subterránea para la rela ción y el significado. ¿Qué supone esto para la sociología feminista del microorden? Primero, sugiere no que los modelos convencionales sean totalmente inexactos, sino sim plemente que constituyen modelos parciales. Pero si retomamos nuestro punto de partida — que la verdad reside en la intersección de distintos puntos de vista ventajosos— podemos afirmar que un modelo parcial tiene forzosamente ele mentos de distorsión, especialmente cuando ese modelo parcial sigue sin cues tionarse, El modelo convencional de la interacción describe el modo en que los iguales que pertenecen a categorías macroestructurales que confieren poder crean un punto de vista ventajoso. También describe la manera en que, desde el ven tajoso punto de vista de la dominación estructural, se experimenta la interac ción con iguales y subordinados, Y también sugiere la existencia de una co rriente o tendencia en todas las disposiciones interaccionales. Pero, segundo, cuando interactúan los que son estructuralmente desiguales, existen muchas otras características de su asociación además de las que sugieren los modelos convencionales. En efecto, estos otros rasgos sugieren la necesidad de otro modelo que capte mejor las realidades de las experiencias de los subordinados: la incidentalidad en los proyectos, la acción responsable, et movimiento hacia dentro y fuera de las experiencias de interacción harto diferentes, la realización conti nua de los diferenciales de poder, las actividades cuyos significados son invisi
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
403
bles O han sido oscurecidos, el distanciamiento y extrañeza ante los significados de los otros implicados en la interacción, y el acceso restringido a esos lugares donde la comprensión suele ser una experiencia auténticamente compartida. Tercero, es preciso preguntarse si este último modelo se puede aplicar o no a la experiencia de todos los subordinados y si los sociólogos no deberían entender la realidad dei orden microinteraccional conforme a la intersección dialéctica de todos estos modelos de asociación interpersonal.
Subjetividad Uno de los rasgos más destacables de la sociología feminista es su insistencia en un tercer nivel de la actividad social: el nivel subjetivo. La mayoría de las teorías sociológicas incluyen este nivel en la acción microsocial (microsubjetividad) o en la «cultura» o «ideología» en el macronivel (macrosubjetividad) (véase el Capítulo 10 y el Apéndice), Sin embargo, la sociología feminista in siste en que la interpretación individual que el actor hace de los objetivos y las relaciones debe analizarse desde un nivel diferente. Esta insistencia, al igual que casi toda la sociología feminista, nace del estudio de las vidas de las muje res y parece aplicable también a las vidas de los subordinados en general. Las mujeres (y quizás otras personas subordinadas también) son particularmente conscientes del carácter distintivo de su experiencia subjetiva y, como ya hemos señalado, ello se debe precisamente a que su propia experiencia suele contrade cir las definiciones culturales y las establecidas microinteraccionalmente. Cuando los sociólogos analizan el nivel subjetivo de la experiencia, gene ralmente como parte del orden microsocial, se centran en cuatro cuestiones principales; la adopción del rol y el conocimiento del otro, el proceso de internalización de las normas comunitarias, la naturaleza del self como actor social, y la naturaleza de la conciencia de la vida cotidiana. Este apartado examina las tesis feministas sobre cada una de estas cuestiones. La cuestión de la adopción del rol y la percepción del otro. El modelo sociológico de la subjetividad que ofrece la sociología convencional (el que nos ofrecen Mead [véase el Capitulo 5] y Schutz [véase el Capítulo 6]) supone que en el curso de la adopción del rol ei actor social aprende a verse a si mismo a través de los ojos de otros a los que considera más o menos semejantes a él, Pero la sociología feminista muestra que las mujeres son socializadas de manera que se ven a sí mismas a través de los ojos de los hombres. Incluso cuando los otros significantes son mujeres, la socialización ha sido tan eficaz que adoptan el punto de vista masculino sobre el self y las otras mujeres. La experiencia feme nina del aprendizaje de la adopción del rol viene determinada por el iiecho de que deben aprender, en un sentido que los hombres no necesitan, a adoptar el rol de un auténtico otro, no sólo del otro social considerado semejante a ella. El otro para las mujeres es el varón y es extraño a ellas, B1 otro para los hombres lo constituyen, en primer y más importante lugar, otros homijres que son más o
404
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
menos semejantes a ellos en función de cierta cualidad que la cultura considera de importancia trascendental: el género. La intem aiización de las normas comunitarias. Suele considerarse que la adopción del rol culmina en la intemaiización de las normas comunitarias a través del aprendizaje que permite al actor social adoptar el rol del «otro gene ralizado», un constructo que el actor crea mentalmente a partir de la amalgama de experiencias en los niveles micro y macro que forman su vida social. El uso del otro en singular indica que los microsociólogos suelen concebir este otro generalizado como una expresión de expectativas singular, coherente y com pacta. Pero las feministas señalan, en primer lugar, que en una cultura patriarcal dominada por la parte masculina, el otro generalizado representa un conjunto de normas comunitarias fundamentalmente masculinas que obligan a las muje res a creerse «menos que» o «desiguales a» los hombres. En la medida en que la mujer concibe un otro generalizado que refleja con exactitud las percepciones dominantes de la comunidad, ella misma perjudica sus propias posibilidades de autoestima y autoanálisis. En segundo lugar, la investigación feminista se cuestiona la verdadera exis tencia de un otro generalizado unificado para la mayoría de las personas (de hecho, quizá para todas las personas). Nuestro punto de partida, como ya hemos visto, es que la verdad de una situación social dada reside en la intersección de diferentes puntos de vista ventajosos. Supuestamente ninguno de estos puntos de vista constituye un otro generalizado a través dei que una persona se ve a sí misma como un objeto y juzga su propia actuación. Sólo percatándonos del modo en que una multitud de otros influyen en la percepción que el individuo tiene del self, podremos apreciar la complejidad potencial de tener o ser un self. El subordinado, en particular, no puede permitirse el lujo o la ilusión de la existencia de un único otro estandarizado (a menos que el subordinado haya experimentado una opresión tan intensa que destruyera toda capacidad de re flexión individual). La naturaleza del self como actor social. Los microsociólogos describen un actor social que concibe el mundo cotidiano como algo que debe gobernarse de acuerdo con los propios intereses particulares. Las sociólogas feministas afir man que las mujeres se ven tan limitadas por su estatus como mujeres que la idea de proyectar sus propios planes en el mundo es significativa sólo teóricamen te. Además, las mujeres no experimentan el mundo de la vida como un mundo regido por sus propios intereses particulares. Han sido socializadas de manera que experimentan ese mundo de la vida como un lugar en el que equilibrar los diversos intereses de los actores. En efecto, no sin dificultad, Gilligan (1982) mostró a las mujeres que la capacidad de tener y proyectar los propios intereses como un modo de protegerse a ellas mismas de los demás constituye un indicio de madurez. Las mujeres no suelen tener la misma experiencia de control sobre ciertas esferas espaciales libres de interferencias exteriores. Se encuentran a sí
TEORIA FEMINISTA CONTEMPORANEA
4 05
mismas a la búsqueda de «un espacio propio». De modo similar, su sentido del tiempo raramente sigue los sencillos principios de que «lo primero es lo prime ro», porque su proyecto en la vida es el equilibrio de los intereses y proyectos de otros. Así, las mujeres suelen experimentar y concebir la planificación y las acciones como actos que conciernen a diferentes intereses, los suyos y los de los otros, y, sobre todo, como actos de cooperación y no de dominio. Esto guarda relación con la idea analizada anteriormente de la experiencia de rol de las mujeres como una experiencia de «rol combinado». Ambas ideas sugieren la necesidad de cambiar la denominación del término conflicto de rol por equilibrio de rol (para mantenemos dentro de los límites del lenguaje ac tual). Asi, la capacidad de equilibrar roles, que implica las capacidades y expe riencias del espacio y el tiempo de las mujeres y otras personas subordinadas, requiere un análisis en tanto valor social positivo. La compartimentación podría constituir así un signo de una personalidad «menos que» funcional. La conciencia de la vida cotidiana. Las sociólogas feministas han evaluado críticamente la tesis de una conciencia unificada de la vida cotidiana que sostie nen la mayoría de los microsoctólogos. Las sociólogas feministas subrayan que para las mujeres, el rasgo más influyente del estilo cognitivo de la vida cotidia na es ei de la conciencia bifurcada. Las mujeres experimentan lo que Dorothy Smith {1979) han denominado «una linea divisoria» entre su experiencia perso nal, vivida y objeto de reflexiones, y los tipos establecidos disponibles en el acerbo social de conocimiento que describe esa experiencia. La misma vida cotidiana se divide en dos realidades para los subordinados: la realidad de la experiencia real, vivida y objeto de reflexión y la realidad de los tipos sociales, A menudo conscientes del modo en que su propia experiencia difiere de la de los hombres culturalmente dominantes con los que interactúan, las mujeres creen cada vez menos en la subjetividad compartida. Y como seres biológicos y so ciales cuyas actividades no están perfectamente reguladas por el tiempo patriar cal normalizado, son más conscientes de la demarcación entre el tiempo como experiencia vivida y el tiempo como mandato social. Una sociología feminista de la subjetividad quizás partiría de la pregunta; ¿cómo sobreviven las personas cuando su propia experiencia no se corresponde con las tipificaciones sociales establecidas de esa experiencia? Sabemos ya que algunas lo hacen evitando actos de reflexión profunda; otras cultivando su propia serie de tipos personales para dar sentido a su experiencia; unas asociándose con quienes comparten esta realidad bifurcada; y otras negando la validez de su propia experiencia. Pero sobreviven. Las generalizaciones que hemos expresado sobre la subjetividad de las mujeres probablemente pueden aplicarse también a la cuestión de la subjetividad de todos los subordinados. Primero, su experiencia de la adopción del rol se com plica debido a que son conscientes de que tienen que aprender las expectativas de un otro que, en virtud de las diferencias de poder, es diferente. Segundo, tienen que relacionarse no con un otro generalizado, sino con muchos otros
406
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
generalizados, muchas subculturas, incluidas la subcultura del poderoso y las diversas subculturas de los menos poderosos y de los que carecen de poder. Tercero, no se experimentan a sí mismos como actores sociales intencionados que trazan libremente su camino en la vida, aun cuando se les dice que lo pue den hacer, especialmente de acuerdo con el ethos norteamericano. Y, finalmen te, y lo que es más importante, viven diariamente con una conciencia bifurcada, un sentido del abismo entre sus propias experiencias vividas y lo que les dice la cultura dominante que es la realidad social.
SIN TESIS M A C R O M IC R O La visión de la organización social que se desprende de la teoria sociológica feminista es altamente integradora. Combina la actividad económica con otras formas de producción social humana {crianza de hijos, apoyo emocional, conoci miento, mantenimiento del hogar, sexualidad, etcétera); considera que la pro ducción material guarda una estrecha y sofisticada relación con la producción ideológica; conecta la estructura con la interacción y la conciencia. En los últi mos años, en su esfuerzo por idear un vocabulario para argumentar de manera simultánea acerca de estas realidades diversas, las feministas socialistas, en particular Dorothy Smith, han introducido los conceptos de «relaciones de con trol», «textos impersonales, anónimos y generalizados» y «realidades locales de la experiencia vivida» (D. Smith, 1987, 1990a, 1990b). El término relacio nes de control hace referencia a las actividades sociales complejas y no mono líticas intrincadamente conectadas que intentan controlar la producción social humana. La producción social humana ocurre, en virtud de su naturaleza mate rial, en algún momento de la realidad local de la experiencia vivida, es decir, los lugares donde una persona real se sienta a escribir o leer un libro (donde siembra semillas o produce ropa). Las relaciones de control en el patriarcado capitalista moderno se hacen manifiestas en textos que se caracterizan por su anonimato, generalidad y autoridad. Estos textos configuran y traducen la ex periencia individualizada y especifica de la vida real a un lenguaje aceptable para las relaciones de control. Este criterio de «aceptabilidad» se cumple cuan do el texto impone la definición de los dominantes de la situación. Los textos incluyen contratos, informes policiales, estudios oficiales, certificados escola res e informes médicos. Estos textos alteran por doquier la realidad material al reinterpretar lo que ha ocurrido o determinar lo que es posible. Así, en su interacción con las relaciones de control e incluso en un nivel totalmente local, un individuo dado (como un estudiante que solicita trabajo en un restaurante propiedad de un amigo de la familia) se ve en la obligación de rellenar algunos textos (formula rios de información tributaria, por ejemplo), establecidos no por el empresario en una interacción con él cara a cara, sino por el aparato de control. Estos textos crean continuamente intersecciones entre las relaciones de control y las realida des locales de la experiencia vivida. Es importante observar que esta intersec
TEORIA FEMINISTA CONTEMPOFIANEA
407
ción se produce en doble sentido: en algunos momentos del tiempo histórico, los actores, colocados en situaciones absolutamente individuales, se sientan en el escritorio o frente al ordenador en el lugar de trabajo o en mesas de conferen cias y generan así formas que se convertirán en el futuro en parte del aparato del control. Los tres aspectos de la vida social — las relaciones de control, las realidades locales de la experiencia vivida y los textos— constituyen rasgos constantes, duraderos y difundidos de la organización de la vida social y de la dominación. Al mismo tiempo pueden y deben estudiarse como las acciones, las relaciones y la labor de los seres humanos. Cada dimensión tiene su dinámica interna distin tiva, el vector dominio en las relaciones de control, el vector producción y co municación en las realidades locales, y el vector de la objetividad y la preten sión de facticidad en los textos generalizados. Cada dimensión determina y es determinada por las otras. A través de esta lente, la escisión micromacro carece de sentido. Se fusionan los elementos de la estructura y los de la interacción. La dominación y la producción, tal y como las definen las feministas, adquieren un carácter problemático, y sus manifestaciones implican y, absorben por eso las viejas distinciones sociológicas de los niveles macrosocial y microsocial, y los aspectos subjetivos de la realidad social. En este sentido, la teoría feminista coincide y está de acuerdo con una buena parte del trabajo que se analiza en la Parte Tercera de este libro sobre la integración micro-macro y acción-estruc tura y sobre la síntesis teórica.
RESUM EN La teoría sociológica feminista se deriva de la teoría feminista en general, una rama de la nueva investigación sobre las mujeres que se esfuerza por proporcio nar un sistema de ideas sobre la vida humana que describe a la mujer como objeto y sujeto, como persona activa y conocedora. La historia del feminismo empieza en el momento en que comenzó la subordi nación de las mujeres, y las mujeres han estado subordinadas casi siempre y en todas partes. Desde 1630 hasta aproximadamente 1780 los escritos feministas sobreviven como un ligero pero constante goteo de protesta. Desde la década de 1780 hasta nuestros días la producción feminista se convierte en una corriente cada vez más intensa de trabajo crítico que atrae a una cantidad creciente de participantes y de áreas de crítica. Pero este desarrollo no ha sido sostenido porque los intereses masculinos y el poder patriarcal siempre han suprimido las protestas de las mujeres, como minoría de miembros oprimidos de la sociedad. En general, la teoría feminista, al menos desde la década de 1780, ha corrido paralela a los movimientos sociales occidentales de reforma y de atrincheramiento. La teoria feminista también ha seguido un curso paralelo al desarrollo de la sociología, Pero hasta 1960 la teoría feminista estuvo al margen de la sociología y fue ignorada por los principales exponentes de la disciplina. Las preocupacio
408
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nes feministas han sido abordadas por sociólogos y sociólogas cuyos escritos se situaron en las fronteras de la profesión (por ejemplo, Marx y Engels), Las principales figuras de la disciplina han ignorado las preocupaciones y el conoci miento feminista y, cuando se han ocupado de cuestiones relativas al género, las han analizado de un modo convencional y no crítico (como, por ejem plo, Talcott Parsons). Las cuestiones feministas, que ofrecen tantas posibilidades a la teoría so ciológica actual, han logrado sobrevivir en el cuerpo de la teoría feminista ela borada desde 1960 hasta nuestros días. Este cuerpo de ideas puede clasificarse de acuerdo con las dos preguntas básicas de la investigación feminista: ¿qué hay de las mujeresl y (por qué la situación de ias mujeres es como esl Las respuestas a la primera pregunta proporcionan nuestras variantes principales de teoría feminista. En nuestro sistema, se han realizado tres descripciones generales de la situación social de las mujeres: 1) es diferente de la de los hombres; 2) no es igual a la de los hombres; y 3) es la situación de un grupo oprimido, y los opresores son hombres o el sistema social patriarcal construido por hombres. Dentro de cada una de estas categorías generales — la diferencia, la desi gualdad y la opresión— se distinguen otras variantes basadas en las respuestas a la segunda pregunta. Las y los teóricas que ven la situación de las mujeres sustancialmente diferente de la de los hombres explican esa diferencia sobre la base de tres argumentos: el condicionamiento biosocial, la socialización institu cional y la diferencia sociopsicológica. Los teóricos de la desigualdad explican las posiciones de las mujeres a partir de la visión áe,\ feminismo liberal de las estructuras de la desigualdad de oportunidades, y mediante las explicaciones marxistas de la posición de la mujer como parte de un complejo sistema clasista de explotación en el que las mujeres explotan y son explotadas en parte sobre la base del género y en parte sobre la base de la posición de clase. Algunas teóri cas de la opresión la explican en los términos de las teorías psicoanaliticas que contemplan a los hombres con una necesidad innata de subyugar a las mujeres para alcanzar profundas metas psicológicas. Algunas ofrecen una respuesta f e minista radical que encuentra la raíz de la opresión patriarcal en la mayor capa cidad y disposición de los hombres para usar la fuerza bruta a fin de someter a otros. Y otras ofrecen un análisis fem inista socialista que intenta sintetizar di versas formas y teorías de la opresión utilizando términos tales como patriarca do capitalista y dominación para describir el sistema polifacético de opresión basado en la producción, la clase, la edad, la etnicidad, la preferencia sexual y la posición global, asi como en el género — un sistema que oprime a todas las mujeres y a multitud de hombres. Y el desarrollo más reciente, el fem inismo de la tercera ola, se centra en las implicaciones de estas diferencias — de clase, edad, etnicidad, preferencia sexual y posición global— en las relaciones entre las mujeres tanto en el nivel micro como en el macro. La teoría feminista proporciona una base para la revisión de las teorías so ciológicas convencionales de la organización social. La teoría sociológica fe minista, que ilustra lo que puede ofrecer la teoría feminista a la teoría sociológi
TEORIA FEMINISTA CONTEMPOFIANEA
409
ca general, puede resumirse en seis proposiciones principales, que se inspiran y sintetizan las variantes de la teoria feminista. Primero, la práctica de la teoria sociológica debe basarse en una sociología del conocimiento que reconozca al conocedor como actor real y socialmente localizado, la parcialidad de todo co nocimiento y la función del poder en la producción deí conocimiento. Segundo, las estructuras macrosociales se basan en procesos controlados por los dominantes que actúan en su propio interés, y ejecutados por los subor dinados, cuyo trabajo queda oculto y resulta infravalorado incluso por ellos mismos por obra de la ideología social. Así, se distorsiona incluso la compren sión de la producción. El anáiisis focal de ia posición de las mujeres proporcio na ideas particulares sobre estas macroestructuras de la subordinación, porque las mujeres, cualquiera que sea su posición de clase, son las que realizan el trabajo invisible: el trabajo doméstico, la crianza de los hijos, el servicio sexual y emocional y las actividades de coordinación (tales como esperar, adaptarse, o ser interrumpida) en el trabajo del sector asalariado. Tercero, los procesos microinteraccionales de la sociedad confieren reali dad a estas relaciones de poder entre dominante y subordinado y al no recono cimiento o a la distorsión de ia contribución de ios subordinados. Así, las muje res contemplan que sus contribuciones a la producción social son menospreciadas —como el trabajo doméstico o las actividades de coordinación en el sector asalariado— o idealizadas hasta el punto del no reconocimiento — como la maternidad. Cuarto, estas condiciones crean en la subjetividad de las mujeres una cons tante «linea divisoria» que no deben sobrepasar. Esta línea divisoria separa la ideología patriarcal y la experiencia reflexiva de las mujeres de la realidad de sus roles en la producción de la vida social en los niveles micro y macro. Las mujeres navegan por esta línea divisoria experimentando represión, aquiescen cia, rebelión, o esforzándose por reformar la organización micro y la macro. Quinto, todo lo argumentado anteriormente sobre las mujeres puede apli carse por extensión a todas las personas similar aunque no idénticamente subor dinadas. Sexto, se puede poner en cuestión el uso de cualquier categoría desarrollada por una disciplina sustancialmente dominada por los hombres, y en particular, la división entre las sociologías micro y macro. Las conceptualizaciones femi nistas actuales del orden social han superado esta dicotomía sociológica clásica al utilizar conceptos tales como «relaciones de control», «realidades locales de la experiencia vivida» y «textos generalizados», Y la pregunta con la que con cluye este capítulo sobre la teoria sociológica feminista va dirigida a todo el mundo: ¿podemos mantenemos dentro de las categorías establecidas de la dis ciplina para describir y explicar el mundo, o debemos crear nuevos conceptos para describir y explicar el mundo desde el punto de vista de aquellos de sus miembros que permanecen subordinados, en desventaja y, con frecuencia, en la oscuridad?
CAPITULO
9
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES ESTRUCTURALISMO Rafees en la lingüística Estructuralismo antropológico: Claude Lévi-Strauss Marxismo estructural Barreras para su aceptación POSESTRUCTURALISMO Las ideas de Michel Foucault ANTIESTRUCTURALISMO Sociología existencial Teoría de sistemas VARIANTES SOCIOLOGICAS El estructuralismo de Erving Goffman Teoría estructural Teoría de redes
411
412
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En este capítulo analizamos una serie de teorías que pueden incluirse bajo la denominación «teorías sociológicas estructurales». Aunque, como veremos, existen marcadas diferencias en el modo en que estas teorías conciben la estructura, todas manifiestan preocupación por este fenómeno u oposición a él. La mayoría de ellas comparte con el funcionalismo estructural (véase el Capítulo 3) su inte rés por la estructura, pero analizan directamente las estructuras, sin la necesi dad de analizar también las funciones de esas estructuras. Comenzamos con el movimiento intelectual general conocido como «es tructuralismo». Su carácter es fundamentalmente francés y sus raíces sociológi cas se encuentran en la obra madura de Durkheim. En este capítulo analizare mos sus raíces en ia lingüística así como su principal expresión en la obra de Claude Lévi-Strauss, quien, si bien era antropólogo, influyó poderosamente en muchos campos, entre ellos la sociología. Luego examinaremos de nuevo el marxismo estructural, pero esta vez como forma de estructuralismo más que como teoría neomarxista (véase el Capítulo 4). A continuación nos ocuparemos de un movimiento reciente, el posestructuralismo, en particular tal y como se expresa en la obra del principal pensador relacionado con este enfoque, Michel Foucault. Después trataremos la sociología existencial y la teoría de sistemas, fundamentalmente porque sus orientaciones teóricas critican y se oponen radi calmente al estructuralismo y al posestructuralismo. Finalmente examinaremos algunas variantes específicamente sociológicas del estructuralismo: el enfoque estructural de Erving Goffman (diferente de su interaccionismo simbólico ana lizado en el Capítulo 5), la teoría estructural de Peter Blau (diferente a su teoría integrada del intercambio examinada en el Capítulo 7) y la teoria de redes.
ESTRUCTURALISMO Aunque hemos analizado el estructuralismo en varios lugares de este libro, en este capítulo examinamos el estructuralismo de un modo sistemático. ¿Qué es exactamente el estructuralismo? En términos generales, podemos definir el es tructuralismo como la búsqueda de «las leyes universales e invariantes de la humanidad que operan en todos los niveles de la vida humana, tanto en los más primitivos como en los más avanzados» (Ekeh, 1982: 128),
Raíces en la lingüistica El estructuralismo surgió de diversos desarrollos que se produjeron en varios campos. La fuente del estructuralismo moderno y su bastión más poderoso has ta nuestros días es la lingüística. La obra de Ferdinand de Saussure (1857-1913) destaca por su importancia en el desarrollo de la lingüística estructural y, en última instancia, del estructuralismo en otros muchos campos (Culler, 1976). Nos interesa particularmente la distinción de Saussure entre langue y parole. La langue [lengua] constituye el sistema formal gramatical del lenguaje. Saus-
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
4 13
sure y sus seguidores la describían como un sistema de elementos fónicos cuyas relaciones se rigen por determinadas leyes. Desde Saussure una gran parte de la lingüística se ha orientado hacia el descubrimiento de esas leyes. La existencia de la langue hace posible la parole [habla]. La parole constituye el discurso real, el modo en que los hablantes usan el lenguaje para expresarse. Aunque Saussure admite la importancia del uso subjetivo y, con frecuencia, idiosincrá sico que hacen las personas del lenguaje, creía que ese uso no debía constituir la preocupación central del lingüista científico. Este científico debia centrarse en el análisis de la langue, el sistema formal del lenguaje, y no en los modos sub jetivos en los que los actores lo usan. La preocupación por la estructura se proyectó más allá de los confínes del lenguaje para estudiar todos los sistemas de signos. Este enfoque sobre la es tructura de los sistemas de signos se ha denominado «semiótica» y ha atraído a numerosos seguidores {Hawkes, 1977). semiótica es más amplia que la lin güística estructural, porque abarca no sólo el lenguaje, sino también otros siste mas de signos y símbolos tales como las expresiones faciales, el lenguaje del cuerpo, los textos literarios y, de hecho, todas las formas de comunicación. Muchos de los campos donde se ha desarrollado el estructuralismo se pre ocupan de una u otra manera por la comunicación. Estos incluyen el marxismo, la psiquiatría, las artes plásticas, el teatro musical, la crítica literaria, la filosofía y — el más importante para el desarrollo de una sociología estructural— la an tropología, especialmente en ta obra de Claude Lévi-Strauss (Ehrmann, 1970; 1. Rossi, 1982), Aunque pueden identificarse numerosas semejanzas en el uso del estructuralismo en estos campos diversos, también se dan entre ellos varias diferencias importantes. El estructuralismo dista mucho de ser una perspectiva unificada.
Estructuralismo antropológico: Claude Lévi-Strauss Para la sociología, la obra más importante en estructuralismo la realizó Claude Lévi-Strauss en el campo de la antropología (Kurzweil llama a Lévi-Strauss «el padre del estructuralismo» [1980: 13]). Con los años ha producido un enorme cuerpo de complejos trabajos que ha alterado drásticamente el campo de la antropología, así como otras disciplinas. La obra de Lévi-Strauss ha influido profundamente en los sociólogos estructuralistas. , . Una de las razones que explican la complejidad de la obra de Lévi-Strauss es que en ella se identifican varios tipos de estructuras. Ei primer tipo consiste en las grandes estructuras e instituciones sociales del mundo social. A LéviStrauss le costó enorme trabajo negar que esas estructuras fueran, en realidad,estructuras. Aunque constituían realidades estructurales para la mayoría de tropólogos y sociólogos, Lévi-Strauss creía que ocultaban las verdaderas Éstructuras fundamentales de la sociedad. Este tipo conduce al segundo % o de estructura desarrollado en la obra de Lévi-Strauss,'que resulta más importante que el primero: el modelo que construye el científiGCí social para captar la es
414
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
tructura fundamental de la sociedad. Pero existe un tercer tipo de estructura para Lévi-Strauss, el más importante y fundamental: la estructura de la mente humana (Leach, 1974). Los modelos del mundo social que construyen los cien tíficos adquieren una forma semejante en las diversas sociedades debido a que, en todo el mundo, los productos humanos tienen una fuente básica idéntica: la mente humana. La estructura de la mente constituye la estructura última en ia obra de Lévi-Strauss. En cierto sentido, puede afirmarse que Lévi-Strauss simplemente extendió la obra de Saussure sobre el lenguaje a las cuestiones antropológicas, por ejem plo, a los mitos de las sociedades primitivas. Sin embargo, Lévi-Strauss fue más lejos y aplicó el estructuralismo a todas las formas de comunicación. Su princi pal innovación fue reconceptualizar una amplia serie de fenómenos sociales (por ejemplo, los sistemas de parentesco) como sistemas de comunicación, ha ciéndolos asi susceptibles de análisis estructural (Burris, 1979), El intercambio de esposas, por ejemplo, puede analizarse del mismo modo que el intercambio de palabras. Ambos son intercambios sociales que pueden estudiarse utilizando la antropología estructural. Podemos ilustrar el pensamiento de Lévi-Strauss (1967) estableciendo las semejanzas entre los sistemas lingüísticos y los sistemas de parentesco. En pri mer lugar, los términos utilizados para describir el parentesco, como tos fone mas en el lenguaje, son unidades básicas de análisis para el estructural!sta. En segundo lugar, ni los términos del parentesco, ni los fonemas tienen significado por sí mismos. Sin embargo, ambos adquieren significado sólo cuando forman parte integrante de un sistema más complejo. La estructura general del sistema confiere significado a cada una de sus partes constituyentes. En tercer lugar, Lévi-Strauss reconocía que existía una variación empírica situacional respecto de los sistemas fonéticos y de parentesco, pero incluso estas variaciones podían explicarse por el funcionamiento de ciertas leyes implícitas aunque generales. Por último, y fundamentalmente en términos de la concepción de Lévi-Strauss del estructuralismo, tanto el sistema fonético como el de parentesco constituyen productos de las estructuras de la mente. Pero no son productos de un proceso consciente. Antes bien, son productos de la estructura lógica e inconsciente de la mente. Estos sistemas, así como la estructura lógica de la mente de las que se derivan, funcionan de acuerdo con leyes generales. Lévi-Strauss sometió los datos antropológicos al análisis estructural de un modo muy parecido al que hiciera Saussure en su análisis de los datos lingüísti cos, En cambio, la mayoría de los antropólogos y sociólogos suelen aceptar los informes subjetivos que proporcionan las respuestas de los preguntados. Para Lévi-Strauss, estos informes constituyen sólo los recursos básicos para cons truir las estructuras fundamentales. En sus análisis de las sociedades primitivas Lévi-Strauss se esforzó por descubrir la estructura fundamental de los mitos y los sistemas de parentesco y, de hecho, de toda la sociedad. Si bien Lévi-Strauss se centró en el estudio de las sociedades primitivas, creía que todas las sociedades, incluso las modernas, compartían una estructura
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
415
fundamental similar. Se centró en las sociedades primitivas porque pensaba que en ellas se producía menos distorsión y era más fácil descubrir la estructura. En las sociedades modernas se habían desarrollado varios modelos conscientes o sistemas normativos que ocultaban la realidad estructural, Lévi-Strauss no ig noró totalmente la importancia de estos modelos. Estos sistemas normativos, junto con sus distorsiones y desviaciones, eran productos importantes de las personas en una sociedad, pero carecían de importancia primaria porque «las normas culturales no son en sí mismas estructuras» (Lévi-Strauss, 1967; 274). La mayoría de los antropólogos estudia lo que hacen y dicen las personas, pero lo que le interesaba a Lévi-Strauss eran sus productos humanos (L Rossi, 1974b). Se esforzó por encontrar la estructura objetiva de esos productos, no sus significados subjetivos o sus orígenes en los procesos subjetivos. En su análisis de varios productos humanos —los mitos, los sistemas de parentesco, etcétera— Lévi-Strauss buscó las interrelaciones entre ellos. La identificación de estas interrelaciones constituía la estructura fundamental o, al menos, una estructura. Ei observador creaba una estructura y, por tanto, distintos observa dores podian construir diferentes estructuras. En lo tocante a este punto, es preciso subrayar dos cuestiones. En primer lugar, las estructuras son creaciones de los observadores. Y en segundo lugar, las estructuras creadas no existen en el mundo real. Como Lévi-Strauss señaló: «El término “estructura social” no tiene nada que ver con la realidad empírica, sino con los modelos que se cons truyen a partir de ella» (1967: 271). Lévi-Strauss no sólo se esforzó por identificar la estructura de una sociedad primitiva. Lo que le interesaba en realidad era la comparación entre una nume rosa serie de datos disponibles sobre algunas de estas sociedades. Esperaba que estos análisis comparados permitieran la construcción de una estructura funda mental común a todas las sociedades. Si bien su objetivo era descubrir esa es tructura, Lévi-Strauss evitó adoptar el punto de vista dogmático de que las es tructuras eran las mismas en todos los lugares y todas las épocas. En contra de lo que piensa la mayoría de los observadores, había flexibilidad en su sistema. Lévi-Strauss rechazaba las orientaciones tradicionales de los antropólogos. Por ejemplo, rechazaba la idea de que los mitos podían explicarse por su conte nido narrativo o por sus funciones para la sociedad. Antes bien, Lévi-Strauss creía que el significado de los mitos debía buscarse en el nivel estructural de lo inconsciente. En la metodología de Lévi-Strauss para el análisis de los mitos se pueden distinguir varias fases. Primera, se examinan las variantes de un mito particular. Segunda, se aíslan los elementos temáticos básicos de estas varian tes. Tercera, se .identifican las pautas complejas de interconexión entre los ele mentos temáticos de cada variante. Cuarta, se construye «una tabla de permuta ciones posibles entre estos términos» (Lévi-Strauss, 1963; 16). Quinta, esta misma tabla podía representar la estructura, «el objeto general de análisis que, sólo en este nivel, puede proporcionar las conexiones necesarias, el fenómeno empírico que se consideraba al principio del análisis simplemente como una combina ción posible entre otras combinaciones» (Lévi-Strauss„ 1963: 16). Finalmente,
416
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
esta tabla o estructura permite al analista no sólo comprender el mito en gene rai, sino también formular hipótesis sobre el significado particular de un mito dentro de una sociedad determinada. A primera vista puede parecer que las estructuras de Lévi-Strauss son idén ticas a los hechos sociales de Durkheim; ambos parecen tener una vida propia que es externa y coercitiva para el actor. Sin embargo, Lévi-Strauss no opera en el nivel societal, como lo hace Durkheim. Lévi-Strauss recibió más influencia de la obra madura de Durkheim sobre la clasificación primitiva que de la obra temprana sobre los hechos sociales. Los actores de Lévi-Strauss están constre ñidos, pero no por hechos sociales. Para él, ias personas están constreñidas por las estructuras de la mente. Así, quizás la orientación de Sigmund Freud influyó más sobre Lévi-Strauss que la de Durkheim, Puede parecer que Lévi-Straus aceptaba la idea de la psi quiatría freudiana de que los actores estaban determinados por fuerzas incons cientes. Pero aunque a Lévi-Strauss le interesaba lo inconsciente, existe una marcada diferencia entre Lévi-Strauss y Freud sobre esta cuestión (I. Rossi, 1974a). Freud concebía lo inconsciente principalmente en términos de su conte nido emocional oculto; creía que los actores eran impulsados por emociones desconocidas por ellos en el nivel de la conciencia. Sin embargo, a Lévi-Strauss no le interesaban los aspectos emocionales de lo inconsciente; su preocupación por lo inconsciente se limitaba a «las estructuras lógicas y permanentes de la mente» (I. Rossi, 1974a: 19). Los actores de Lévi-Strauss estaban constreñidos no por las emociones inconscientes, sino por las estructuras lógicas e incons cientes de su mente. He aquí cómo expresó Lévi-Strauss su interés por lo in consciente; Si, com o lo creem o s nosotros, la actividad in co n scien te dei espíritu co n siste en im poner form as a un con ten id o, y si esa s form as son fundam entalm ente las m ism as para todas las m entes, antiguas y m odernas, prim itivas y civ iliza d a s... e s necesario y su ficien te captar la estructura in co n scien te que su b yace a cada institución o cada costum bre para obtener un principio de interpretación v á lid o para otras institucio nes y otras costum bres, a con d ición , claro está, de llevar lo bastante adelante el análisis. (L évi-S trau ss, 1967: 21 -2 2 )
Por supuesto, la perspectiva de Lévi-Strauss plantea un problema común en las ciencias sociales: el de que la mente no es accesible a la observación inme diata (Scheffler, 1970). Esta es la razón que explica que Lévi-Strauss se centra ra en los productos humanos analizados más arriba y sus interrelaciones. Su interés no eran esos productos en sí mismos, sino la información que podían ofrecemos para captar la estructura lógica de la mente. Asi, sus estudios sobre la estructura del mundo primitivo en general y sobre los sistemas de parentesco y mítico, en particular, no constituían fines en sí, sino medios para ayudarle a comprender las estructuras mentales básicas. En su intento de descubrir estas estructuras básicas de la mente, puede pare
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
4 17
cer que Lévi-Strauss emprendió una tarea semejante a ias que se habían pro puesto algunos fenomenólogos. Sin embargo, a Lévi-Strauss, al igual que a la mayoria de los estructuralistas, ie disgustaba profundamente la fenomenología (y el existencialísmo; véase más abajo). En su opinión, ios fenomenólogos in tentaban situar la conciencia subjetiva humana en el centro de las ciencias so ciales. Para los estructuralistas la conciencia no era susceptibie de análisis cien tífico. Mientras ios fenomenólogos se esforzaban por humanizar las ciencias sociales, los estructuralistas intentaban de forma casi autoconsciente deshumanizañas. Su deseo era desplazar a las personas del centro de las ciencias socia les y situar en su lugar varias estructuras -como la estructura lógica de la mente, el lenguaje, diversos componentes de la sociedad o la sociedad en general. Charles Lemert (1979), por ejemplo, se alegró al comprobar que las ciencias sociales se convertían en testigos de la desaparición de las personas como núcleo de sus disciplinas. En opinión de muchos estructuralistas et enfoque en las personas, especialmente en sus procesos subjetivos, retrasaba, si no impedía, el desarrollo de ta ciencia social. Para ser científico, et estudio debía enfocarse sobre alguna suerte de estructura objetiva. La orientación de Lévi-Strauss y su interés por las estructuras mentales quizás sugiere que su empresa era semejante a la del filósofo Immanuel Kant. Aunque existen entre ellos algunas semejanzas, también se puede apreciar una diferencia crucial. Como filósofo, Kant se esforzó por descubrir las categorías mentales básicas a través de la introspección, de ta filosofía o de ambos méto dos. Como científico social, Lévi-Strauss rechazó tales métodos y se centró en el análisis empírico de las estructuras del mundo social para arrojar luz sobre las estructuras mentales. Asi, aunque parezca que el esfuerzo de Lévi-Strauss se asemeja al de mu chos otros pensadores, un análisis más profundo índica importantes diferencias entre ellos y Lévi-Strauss. De hecho, estas diferencias muestran el carácter dis tintivo y relevante de ta contribución de Lévi-Strauss a las ciencias sociales. Algo despiadado, Kurzw^eil concluye: «Et estructuralismo, tal y como to concibió originalmente Lévi-Strauss, ha muerto. Las estructuras mentales uni versales no han sido descubiertas y ya nadie las busca» (1980: 10). No obstante, reconoce que Lévi-Strauss proporcionó tos fundamentos a otros tipos de estruc turalismo y posestructuralismo.
Marxismo estructural Además del estructuralismo antropológico de Lévi-Strauss, et marxismo es tructural francés, analizado en et Capítulo 4, constituye otra importante varian te del estructuralismo. En este apartado nos centramos en lo que distingue at marxismo estructura) francés de otras variantes de estructuralismo, particularmente de la de LéviStrauss, En primer lugar, nos ocuparemos de las semejanzas entre et estructura lismo en general y el marxismo estructural (Glucksmann, 1974), en otras pala
418
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
bras, en las razones por las que la obra de Althusser, Poulantzas y otros es estructural! sta. Aunque defendemos más arriba que el estructuralismo moderno comenzó con la obra de Saussure en lingüística, hay otros pensadores que afirman que sus raíces se encuentran en la obra de Karl Marx: «Al señalar Marx que no debe confundirse la estructura con las relaciones visibles y explicar su lógica oculta inauguró la tradición estructuralista moderna» (Godelíer, 1972b: 336), Aunque el marxismo estructural y el estructuralismo comparten ambos una preocupa ción por las «estructuras», cada uno de ellos las conceptualiza de forma dife rente. Al menos algunos marxistas estructurales comparten con los estructuralistas su interés por el estudio de la estructura como un prerrequisito del estudio de la historia. Como Maurice Godelier señaló «el estudio del funcionamiento in terno de una estructura debe preceder e iluminar el estudio de su génesis y evolución» (1972b: 343). En otra obra, Godelier señaló; «La lógica interna de esos sistemas debe analizarse antes de analizar su origen» (1972a: xxi). Otra idea que comparten los estructural istas y los marxistas estructurales es que el estructuralismo debe centrarse en las estructuras, o sistemas, que se forman a partir de la interacción de las relaciones sociales. Ambas escuelas ven las es tructuras como reales (aunque invisibles), si bien difieren notablemente en sus ideas sobre la naturaleza de la estructura que consideran real. Para Lévi-Strauss, la estructura real es el modelo, mientras para los marxistas estructurales es la estructura fundamental de la sociedad. Y tal vez más importante aún es que tanto el estructuralismo como el mar xismo estructural rechazan el empirismo y aceptan una preocupación por es tructuras fundamentales invisibles. Godelier señaló: «lo que rechazan tanto los cstructuralistas como los marxistas son las definiciones empíricas de lo que constituye una estructura social» (1972a: xviii). Godelier concluyó: Tanto para Marx co m o para L évi-Strauss una estructura no es una realidad directa mente visib le y por tanto directam ente ob servab le, sino un nivel de la realidad que existe más allá de los co n fin es de las relacion es v isib les entre lo s hom bres, y cuyo funcionam iento con stitu ye la ló g ica fundam ental del sistem a, el sistem a funda m ental por et que el orden aparente puede explicarse. (G od elier, 1972a: xix)
Godelier fue aun más lejos y afirmó que este objetivo define toda ciencia: «Lo que es visible es una realidad que esconde otra, una realidad más profunda, que se oculta, y el descubrimiento de esa realidad constituye el verdadero pro pósito de la cognición científica» (1972a: xxiv). A pesar de las semejanzas entre el marxismo estructural y et estructuralis mo, en general existen notables diferencias entre el estructuralismo (marxista y no marxista) y la corriente principal de la teoría marxista. En primer lugar, las dos escuelas utilizan lógicas diferentes. Por lo general, los marxistas adoptan el razonamiento dialéctico, mientras los estructural istas suelen emplear la razón
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
419
analítica. Los estructural!stas defienden la necesidad de realizar estudios sin crónicos; los marxistas contemplan la necesidad de realizar análisis diacrónicos; los marxistas se centran en el sujeto humano, pero lo estructural!stas (mar xistas o nos) creen que esta preocupación no es científica (Burris, 1979). Los marxistas creen que la teoria contribuye al cambio social. El argumento de ios estructuranstas es que — dada la universalidad de ciertas estructuras y la incli nación de las personas, especialmente en la sociedad moderna, a mistificar el mundo social— la posibilidad de cambio político de relieve es pequeña (Glucks mann, 1974). Quizás la diferencia más importante entre el estructuralismo en general y el marxismo en general reside en sus niveles de análisis. En palabras de Val Burris (1979), la diferencia se encuentra entre el reduccionismo materialista y el re duccionismo psicológico. Los marxistas suelen estudiar las estructuras de la sociedad (económica, política, ideológica), mientras los estructural istas se pre ocupan por las «estructuras profundas» de ia mente. Asi, Marx y la mayoría de los marxistas se interesaron y se interesan por la lógica fundamental de las grandes estructuras de la sociedad capitalista. Si bien los estructural istas analizan ias grandes estructuras, suelen hacerlo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para la comprensión del objeto último, la estructura de la mente. Algunos estructuranstas se interesan por el nivel societal y algunos marxistas por las estructuras de la mente, pero se da una diferencia básica de enfoque entre ellos. En este contexto resulta interesante subrayar una cuestión que señaló Gode lier. Como marxista estructural francés formado en el estructuralismo de LéviStrauss, Godelier se encontraba bien situado para analizar la relación entre el marxismo estructural francés y el estructuralismo. Si bien reconocía cierto solapamiento y ciertas diferencias, Godelier abogó por una integración de ambos a fin de que su fuerza pudiera unirse y se superaran sus debilidades. Por ejemplo, en su análisis de la debilidad de la obra de Lévi-Strauss, Godelier señaló: Lo que brilla por su au sen cia es un an álisis de las fu n cio n es p recisas de estas form as de pensam iento, de la circulación de estas form as de id eo lo g ía con otros n iv eles de la realidad so cia l, y de las co n d icio n es de su transform ación,., Ir más allá de una m o rfología estructural sig n ifica , por lo tanto, intentar exp licar las for m as, las fu n cion es, lo s m odos de articulación y las co n d icio n es de transform ación de las estructuras so cia le s de las so cied a d es particulares estudiadas por historiado res y antropólogos. Es precisam ente a fm de realizar esta com pleja tarea — que presupone una com b in ación de varios m étod os teóricos— para lo que se requiere la hip ótesis central de Marx d e la determ inación, en ultim a instancia, de las form as y la evo lu ció n de la socied ad es por las co n d icio n es de producción y reproducción de su vida m aterial. (G od elier, 1972a: x li)
Las afinidades fundamentales de Godelier parecen estar del lado del mar xismo. Sin embargo, una auténtica integración requeriría prestar seria atención a la fuerza y a la debilidad de ambas orientaciones.
420
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Barreras para su aceptación Es difícil que el estructuralismo francés logre aceptación general en sociologia (Lemert, 1990). Existen ante él barreras cuasi insuperables, David Goddard (1976) llegó a la conclusión de que el estructuralismo no sólo tiene poco que ofrecer a las preocupaciones tradicionales de la sociología, sino que supone también una enorme amenaza para sus intereses. Por ejemplo, los estructuralis tas muestran escaso interés por cuestiones microsociológicas tradicionales tales como la conciencia creativa, los actores, la acción, la conducta y la interacción. Es difícil encontrar en el estructuralismo una preocupación por el actor y por los diversos procesos que se dan en el nivel individual. Es más, el estructuralis mo, salvo en el caso del marxismo estructural francés, ni siquiera puede apli carse a los grandes temas tradicionales de los sociólogos: Francamenie, si existieran leyes de organización estructural en las sociedades grandes y heterogéneas — ley es relativas a fen óm en os im portantes tales com o la clase, la burocracia, el poder, el cam bio, el desarrollo, la solidaridad y las d iversas interre lac io nes entre estos fen óm en os— el a n á lisis estructural seria incapaz de propor cionar lo s su pu estos, teorías o m étodos n ecesa rio s para descubrir esa s ley es.
(Goddard, 1976: 126) Para Goddard, al igual que para otros muchos, el estructuralismo representa un ataque frontal contra muchas premisas básicas de la sociología, Goddard creía que la adopción de un paradigma estructural tendría consecuencias fatales porque «comprometería algo que tal vez constituye su premisa fundamental... que las ideas y los símbolos se forman en su contexto material, en su propio medio social,,, y se abandonaría completamente la idea del materialismo socio lógico que convirtió a la sociología en una disciplina distintiva» (1976: 132), Teniendo en cuenta estos ataques, sería harto difícil que el estructuralismo fran cés obtuviera una aceptación general en la sociología.
POSESTRUCTURAÜSIUIO El estructuralismo ha representado principalmente un fenómeno francés que incluye autores como Durkheím (su obra madura), Saussure, Lévi-Strauss, cier tos marxistas estructurales como Althusser y Godelier, y otros pensadores, es pecialmente Jean Piaget. No obstante, el estructuralismo alcanzó su cumbre en la década de los años ochenta, y Kurzweil ha señalado que «en París, la era estructuralista está a punto de acabar» (1980; 2). Sin embargo, el estructuralis mo no ha desaparecido: ha sido superado por lo que se ha denominado el poses tructuralismo (o neoestructuralismo) (Giddens, 1987; G. Rose, 1984; Wuthnow et al., 1984). Lemert (1990) sitúa el origen del posestructuralismo en un discur so de 1966 de Jacques Derrtda, uno de los principales pensadores relacionados
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
421
con este enfoque, en el que proclamó que el estructuralismo se encontraba en transición y que comenzaba una nueva era posestructuralista. El surgimiento del posestructuralismo se debe en parte al esfuerzo del estructuralismo por dis tanciarse de perspectivas subjetivistas tales como el existencialismo (véase más abajo) y desarrollar así una orientación objeti vista. El posestructuralismo impli ca un esfuerzo por extender el estructuralismo a otros campos, entre otras co sas, incorporando a su seno una amplia gama de perspectivas teóricas. El posestructuralismo no sólo implica un cambio teórico sino también una transformación en el mundo social. El estructuralismo se centraba exclusiva mente en el análisis del mundo moderno, mientras el objeto de análisis del po sestructuralismo es la sociedad posmoderna. En efecto, muchos de los principa les posestructuTalistas están también implicados en el movimiento intelectual conocido como posmodernismo (véase el Capítulo 13). Lemert afirma que el nacimiento del posmodernísmo se produjo, al menos simbólicamente, cuando se produjo La muerte de la arquitectura m odernista a las tres horas y treinta y d os m inutos de la tarde del 15 d e ju lio de 1972, m om ento en el que se destruyó el proyecto de viviend as de P ru ilt-lgoe en Saint L ou is... E ste enorm e proyecto de construcción de viviend as en Saint L ouis representaba la arrogante creencia m odernista de lo s pla nificadores y los arquitectos de que m ediante la construcción del m ayor y más grande proyecto público de v ivien d as se podía erradicar la pobreza y la m iseria humana. Haber recon ocido, y destruido, el sim b o lo de esa idea supuso adm itir el fracaso de la arquitectura m odernista y, consecu en tem en te, de la m odernidad. (Lem ert, 1990: 233; según Jencks, !9 7 7 )
En cierto sentido, el posmodernísmo representa un ataque contra la estruc tura, en este caso la estructura arquitectónica. Pero el estructuralismo, el posestructuralismo y el posmodernísmo compar ten el interés por el lenguaje (Giddens, 1987). Esto se debe en parte a sus raíces en la lingüística, particularmente en las ideas de Saussure. Su preocupación por el lenguaje incluye un ataque implícito contra el positivismo porque, como Lyo tard señala «el conocimiento científico es una forma de discurso» (1984: 3). Si la ciencia es simplemente una de las muchas formas de discurso, entonces care ce de un estatus privilegiado. Los defensores de estos enfoques intentan susti tuir el positivismo por un nuevo enfoque del mundo social basado en el lenguaje. Creen al unísono que «el lenguaje constituye hoy necesariamente la preocupa ción central de todos los intentos de conocer, actuar y vivir» (Lemert, 1990; 234). Ei mundo social se contempla como una serie de textos que deben inter pretarse en relación con otros textos. Pero si el mundo social constituye poco más que una serie de textos que han de interpretarse en su interrelación, enton ces ya no es posible, como intentaron positivistas y modernistas, «contemplar ei mundo como algo interna y necesariamente coherente» (Lemert, 1990: 236). ¿Qué significado sociológico tiene contemplar el mundo como una serie de textos? Lemert (1990) subraya cuatro cuestiones. En primer lugar, la teoría
422
TEOfilA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
constituye una forma de discurso que produce textos. En segundo lugar, la rea lidad empírica que analiza la teoría son los otros textos (entrevistas, datos cen sales, cintas de vídeo). En tercer lugar, ei significado de los textos empíricos depende de su interpretación desde el punto de vista de los textos teóricos. Y finalmente, el estudio de los textos empíricos conduce a una mayor compren sión de otros tipos de análisis empíricos. Estas cuestiones nos llevan a otro aspecto central del posestructuralismo (y del posmodernismo): su idea de la totalidad social. Mientras los positivistas identifican un principio organizador supremo que unifica el mundo, los posestructuralistas afirman que lo que caracteriza al mundo no es la unidad, sino la diferencia subyacente. La meta es, pues, el estudio de las diferencias más que la búsqueda de la unidad. Politicamente, esto lleva a los posestructuralistas a si tuarse del lado de los grupos minoritarios (por éjemplo, los negros y las muje res) diferentes de los grupos mayoritarios. Otra preocupación del posestructuralismo (compartida por el estructuralis mo) es el descentramiento del sujeto. Esto implica un rechazo del interés por el actor, por la conciencia del actor, por la subjetividad o, en términos más gene rales, por el humanismo (que constituyen las preocupaciones básicas de la so ciología existencial; véase más abajo). Dado el interés por los textos, esto significa que el posestructuralista se concentra en la estructura interna del texto. Se considera que el autor del texto es más o menos irrelevante. No son sus intenciones lo que cuenta, sino más bien «el juego interno de los significantes» (Giddens, 1987: 207). En términos generales, esto supone que debemos centrar nos en la estructura de la sociedad y no en el papel que desempeñan los actores en la construcción de esa sociedad. Analizaremos más extensamente estas cuestiones en el Capitulo 13, donde estudiaremos con más profundidad el posmodemismo. El resto de este apartado lo dedicamos al análisis de la obra del principal pensador relacionado con el posestructuralismo, Michel Foucault (1926-1984),
Las ideas de Miciiel Foucault Aunque la influencia de la obra de Miehel Foucault se extiende más allá de los confines de la sociología, es claro que hay sociología (o sociologías) en ella (Smart, 1985), Se trata de un cuerpo diverso de trabajo que incluye preocupa ciones metodológicas (Foucault, 1966, 1969), estudios empíricos específicos sobre la locura y los hospitales (Foucault, 1965), la medicina y el nacimiento de la clínica (Foucault, 1975), el crimen y el sistema carcelario (Foucault, 1979) y el sexo y el control social de ta sexualidad (Foucault, 1980, 1985). Es un cuerpo de trabajo relevante no sólo para la teoría sociológica, sino también para una variedad de subeampos dentro de la sociología. Además de ser muy diversa, la obra de Foucault es también densa y se presta a múltiples interpretaciones. La complejidad aumenta debido a ta actitud deliberadamente elusiva del mismo Foucault: «No me preguntéis quién soy ni me pidáis que sea siempre et mismo»
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
423
(1969: 17). De hecho, Foucault no fue siempre el mismo; su obra refleja los cambios que se produjeron en la trayectoria de su carrera. La obra de Foucault muestra diversas influencias teóricas (Smart, 1985). Esta variedad confiere atractivo a su obra y ia hace difícil de analizar. Además, Foucault no adopta simplemente las ideas de otros, sino que las transforma a medida que las integra en su orientación teórica inhabitual. Así, la teoría de Weber de la racionalización constituye una influencia, pero para Foucault se encuentra sólo en ciertos «lugares clave» y no constituye una «jaula de hierro», pues siempre hay resistencia. Pueden identificarse ideas marxistas fSmart, 1983) en su obra, pero nuestro autor no se limita a la economía, sino que se centra en varias instituciones. Le preocupa más la «micropolítica del poder» que el tradi cional interés marxista por el poder en el nivel societal. Practica la hermenéuti ca a fm de comprender mejor los fenómenos sociales de que se ocupa. Además, Foucault no cree en la verdad profunda y última; hay siempre más capas que retirar. Se percibe en su obra también una influencia fenomenológica, pero Foucault rechaza la idea de un sujeto autónomo y dador de significado. Hay también un fuerte elemento de estructuralismo, pero no encontramos en su obra ningún modelo normativo formal que gobierne la conducta. Finalmente, y quizás lo más importante, Foucault adopta el interés de Nietzsche por ia relación entre el poder y el conocimiento, pero analiza ese vínculo desde una perspectiva más sociológica que Nietzsche. Esta multitud de influencias teóricas constituye una de las razones por la que se considera a Foucault un posestnicturalista. Como podremos apreciar en seguida, el estructuralismo influyó profundamente en el obra temprana de Foucault, pero esa influencia tiende a disminuir en su obra madura, más posestructuralista. Foucault es un teórico que merece reconocimiento, y su obra seguirá des pertando en el futuro interés y atención. En este apartado relativamente corto sólo podemos proporcionar al lector un análisis general de sus ideas, en el que estudiaremos en primer lugar su obra conceptual para luego examinar algunos de sus estudios específicos. En su obra temprana sobre metodología, Foucault (1966) realiza una «ar queología del saber». Su objeto de estudio son los cuerpos de conocimiento, ideas y modos de discurso. Compara su arqueología del saber con la historia y la historia de las ideas, a las que considera demasiado racionales y cree que con fieren excesiva continuidad a la historia del conocimiento. Alan Sheridan man tiene que la arqueología del saber de Foucault implica la búsqueda de «un con junto de reglas de formación que determina las condiciones de posibilidad de todo lo que se dice dentro de un discurso particular y en cualquier momento dado» (1980: 48). Apreciamos aquí claramente la influencia del estructuralis mo. Esta influencia se hace manifiesta también en el deseo de Foucault de estu diar los eventos del discurso, las expresiones habladas y escritas. Se muestra particularmente interesado por las primeras expresiones que se producen en la historia de un campo o disciplina. Su deseo es descubrir las condiciones básicas que hacen posible ei discurso. La unidad de estas expresiones, el modo en que
424
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
llegan a formar una ciencia o una disciplina, no procede del sujeto, sino de ciertas reglas y prácticas básicas del discurso. Concretamente, a Foucault le interesaban las prácticas discursivas fundamentales que formaban la base del discurso científico, en particular en las ciencias humanas. Foucault abandonaría más tarde este enfoque altamente estructural característico de su obra temprana en favor de una orientación posestructuralista, debido a que aquél no decía nada sobre la cuestión dei poder y del vínculo entre saber y poder. Podemos captar perfectamente la orientación posterior de Foucault (1969) en la expresión «genealogía del poder». Nuestro autor adopta claramente ideas de Nietzsche, a quien se suele considerar un filósofo del poder. A Foucault le preocupa el modo en que las personas se gobiernan a sí mismas y gobiernan a otras mediante la producción de conocimiento. Entre otras cosas, cree que ei conocimiento genera poder al convertir a las personas en sujetos y al gobernar* los mediante el uso del conocimiento. Crítica la jerarquizacíón del conocimien to. Como las formas supremas de conocimiento (las ciencias) son las más pode rosas, son las más susceptibles de crítica, Foucault se interesa por las técnicas, las tecnologías que se derivan del conocimiento (en especial del científico) y por el modo en que las utilizan diversas instituciones a fin de ejercer poder sobre las personas. Si bien cree que existen vínculos entre conocimiento y po der, Foucault no identifica una conspiración entre los miembros de la élite de la sociedad. Esta conspiración implicaría actores conscientes, y Foucault suele centrarse en las relaciones estructurales, especialmente entre el conocimiento y el poder. En su análisis del desarrollo de la historía Foucault no concibe un progreso desde el salvajismo primitivo hasta una humanidad moderna basada en sistemas de conocimiento más sofisticados. Foucault ve que en el transcurso de la historia se abandona un sistema de dominación (basado en el conocimien to) por otro, y así sucesivamente. Si bien esta es una perspectiva sombría, Foucault cree que el conocimiento-poder siempre genera oposición; siempre hay resis tencia contra él, Foucault analiza ejemplos históricos, pero lo que le interesa fundamentalmente es el mundo moderno. Como señaló, «escribo la historía del presente» (Foucault, 1979: 31). Con estas ideas generales analicemos ahora algunas obras concretas de Foucault, En Historia de la locura en la época clásica {\965), Foucault practica una arqueología del saber, en particular de la psiquiatría. La obra comienza con ei Renacimiento, cuando la locura y la razón no estaban separadas, Pero entre 1650 y 1800 (la época clásica) se estableció una distancia entre ellas y, en última instancia, la razón llegó a vencer a la locura. En otras palabras, Foucault describe «la ruptura del diálogo» entre ia razón y la locura (Foucault, 1965: x). Y describe así el resultado: Aquí la razón reina en estad o puro, triunfante por haber salido v ictoriosa frente a una en loqu ecida sinrazón. La locura fue asi arrancada de esa libertad im aginaría que aún íe perm itía florecer en el horizonte del R enacim iento. N o hacía m ucho tiem po, se habia debatido sobre ella a plena luz del día: en el Rey Lear y en Don
TEORIAS SOCtOLOGtCAS ESTRUCTURALES
425
Quijote. Pero en m en os de m ed io sig lo fue secuestrada y, en ia fortaleza de su confinam ien to, ligada a la R azón, a las reglas de la m oralidad y a sus n o ch es m o nótonas. (F oucault, 1 9 6 5 :6 4 )
He aquí una clara imagen weberiana de la jaula de hierro, las «noches mo nótonas» que pasa el «demente» (el irracional) en una jaula de hierro construida por los que tienen razón (racionalidad). La psicología científica del siglo xix surgió finalmente de la separación en tre el demente y el sano que se produjo en el sigio xvm (la psiquiatría recibe la denominación de «monólogo de la razón sobre la locura» [Foucault, 1965; xi]). Al principio era la medicina la que se encargaba del tratamiento físico y moral del demente, pero, más tarde, la medicina psicológica científica asumió esa tarea. «Una medicina puramente psicológica se hizo posible sólo cuando se juzgó culpable a la locura» (Foucault: 182-183). Más tarde, señala Foucault, «lo que denominamos práctica psiquiátrica es cierta táctica moral que data de finales del siglo xvm, preservada por la vida del hospital y recubierta de los mitos del positivismo» (1965: 276). En consecuencia, para Foucault, la psicolo gía (y la psiquiatría) constituyen una empresa moral, no un esfuerzo científico, que va contra los dementes, que son cada vez menos capaces de protegerse de esa «ayuda»: los dementes están condenados por el llamado avance científico a un «gigantesco encarcelamiento moral». Es innecesario señalar que Foucault rechaza aquí la idea de que en el trans curso del tiempo hemos realizado avances científicos, médicos y humanitarios en el tratamiento de la locura. Lo que percibía, en cambio, era un incremento en la capacidad del sano y de sus agentes (médicos, psicólogos y psiquiatras) para oprimir y reprimir a los locos, a quienes, no debemos olvidar, se les trataba igual que a los sanos en el siglo xvii. El desarrollo más reciente consiste en que ahora estos agentes externos juzgan menos a los locos, «la locura es incesante mente llamada a juzgarse a sí misma» (Foucault, 1965: 265), En muchos senti dos, este control internalizado es la forma más represiva de control. Es claro que la arqueología del saber de Foucault le conduce a conclusiones harto dife rentes de las de los historiadores tradicionales sobre la historia y el estatus del demente y su relación con el sano (y sus agentes). Además, Foucault estudia las raíces de las ciencias humanas (especialmente de la psicología y la psiquiatría) en la distinción entre el demente y el sano y en el ejercicio del control moral sobre el demente. Esta idea forma parte de su tesis más general sobre el papel de las ciencias humanas en el control moral de las personas. Por lo que respecta al estructuralismo de Foucault en su obra temprana, nuestro pensador señala que la locura ocurre en dos «niveles», en «el nivel más profundo, la locura constituye una forma de discurso» (1965: 96). En concreto, ta locura, al menos en la época clásica, no implica cambios físicos o mentales; antes bien, «el lenguaje del delirio es la verdad última de la locura» (Foucault, 1965: 97). Pero en esta obra hay un estructuralismo aun más profimdo: «Deje
426
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mos que la cultura clásica formule, en su estructura general, la experiencia que tuvo de la locura, una experiencia que aflora con los mismos significados y en idéntico orden a su lógica interna, tanto en et orden de la especulación como en el de las instituciones, tanto en el discurso como en el decreto, en el mundo y en el lema y, de hecho, alti donde un elemento significativo puede suponer para nosotros el valor de un lenguaje» (Foucault, 1965: 116; cursivas añadidas). Foucault sigue utilizando un método estructuran sta en El nacimiento de la clinica, donde se centra en el discurso médico y su estructura fundamental: «Lo que cuenta en los pensamientos de los hombres no es tanto lo que han pensado, sino lo no pensado, que desde el comienzo del juego los sistematiza, haciéndo los para el resto del tiempo indefinidamente accesibles al lenguaje y abiertos a la tarea de transformarlos» (1975: xiv; cursivas añadidas). En la Historia de la locura en la época clásica, la medicina es una impor tante precursora de las ciencias humanas, y en El nacimiento de la clinica esta cuestión adquiere aún más importancia. (Como Foucault señaló, «La ciencia del hombre... está médicamente... fundamentada» [1975: 36].) Antes del si glo xtx la medicina constituía una ciencia clasificatoria centrada en un sistema claramente ordenado de enfermedades, Pero en el siglo xtx la medicina comen zó a ocuparse de las enfermedades de los individuos, así como del conjunto de la sociedad (epidemias). La medicina se extendió a las personas sanas (medici na preventiva) y adoptó una postura normativa al distinguir entre el sano y el enfermo y, más tarde, entre estados normales y estados patológicos. La medici na se convirtió así en precursora de las ciencias humanas que llegarían a adop tar también la perspectiva que distingue lo normal de lo patológico en las personas. Pero hasta entonces no existía una estructura clínica en la medicina. La clave es el desarrollo de la clinica, donde los pacientes podían ser observados en camas. Aquí Foucault utiliza un término clave, la mirada, en este caso una «mirada que representa el conocimiento» (1975: 81), En otras palabras, el co nocimiento se derivó de lo que los médicos veían, no de lo que leían en los libros. Como estructuralista, Foucault creía que la mirada era un tipo de lengua je, «un lenguaje sin palabras» (1975: 68), y lo que le interesaba era la estructura profunda de ese «lenguaje». La capacidad de ver y tocar (especialmente en las autopsias) a personas enfermas (o muertas) supuso un cambio crucial y una fuente importante de conocimiento, Foucault comenta sobre la autopsia, «la noche viviente se disipa en el esplendor de la muerte» (1975: 146), Foucault cree que ta mirada anatómico-clínica supuso un «enorme cambio» en la medici na occidental. De este modo no se produjo tanto una evolución del conocimien to como un cambio epistémico. Los doctores ya no jugaban a lo mismo; se trataba de un juego diferente con reglas diferentes, 5 /ju e g o consistía en que tas personas (los pacientes) se habían convertido en objeto de conocimiento y de la práctica científica (en lugar de la enfermedad como entidad). En hos términos de su orientación estructuralista, lo que cambió fue la naturaleza del discurso, los nombres de las enfermedades, las clasificaciones, el campo de los objetos, etcétera (Foucault, 1975: 54).
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
427
Una vez más la medicina adopta a los ojos de Foucault el papel de precurso ra de las ciencias humanas. «Es comprensible, pues, que la medicina haya teni do tanta importancia en la constitución de las ciencias del hombre, una impor tancia que no sólo es metodológica, sino ontològica en el sentido de que concierne a la transformación del hombre como objeto de conocimiento positivo» (Foucault, 1975; 197). En concreto, Foucault señala acerca de la autopsia médica que «la muerte abandona su viejo paraíso trágico y se convierte en el núcleo lírico del hombre; su verdad invisible, su secreto visible» (1975: 172). De hecho, para Foucault el cambio clave consiste en que el individuo se convierte en sujeto y objeto de su propio conocimiento, y el cambio en la medicina no es otro que uno «de los testimonios más visibles de estos cambios en las estructuras fundamen tales de la experiencia» (1975: 199). En Vigilar y castigar (Foucault, 1979) vuelven a aparecer muchos de estos temas, pero esta obra se ocupa más de la genealogía del poder que del estructu ralismo, del discurso, etcétera. Aquí «el poder y el conocimiento están directa mente implicados uno en el otro» (Foucault, 1979: 27). Foucault analiza en ese trabajo el período que media entre 1757 y la década de 1830, durante el cual se sustituyó la tortura de los prisioneros por el control mediante normas carcela rias. (De modo característico, Foucault percibe este cambio como producto de un desarrollo irregular, no de una evolución racional.) Su idea general es que esta sustitución representó una humanización del trato que recibían los crimina les; este trato se hizo menos desagradable, doloroso y cruel. Desde el punto de vista de Foucault, la realidad fue que el castigo se racionalizó («el verdugo [en la guillotina] debía ser simplemente un vigilante meticuloso» [1979: 13]), y llegó a ser más eficaz con los prisioneros. La antigua tortura de los prisioneros solía demostrarse públicamente, pero constituía una «mala economía del po der» porque tendía a suscitar desasosiego entre los espectadores (Foucault, 1979: 79). El vínculo entre el conocimiento y el poder se manifestaba claramente en la tortura y, con el desarrollo de normas, ese vínculo se oscureció. El nuevo siste ma de reglas era «más regular, más eficaz, más constante, y sus efectos eran más concretos; en suma, ese cambio aumentó los efectos del castigo y disminu yó sus costes económicos» (Foucault, 1979: 80-81). El nuevo sistema no pre tendía ser más humano, sino «castigar mejor... insertar más profundamente en el cuerpo social el poder de castigaD> (Foucault, 1979: 82). A diferencia de la tortura, esta nueva tecnología del poder de castigar se producía al comienzo del proceso de desviación, afectaba a más gente, era más burocrática, más eficaz, más impersonal, más invariable, más sobria, e implicaba la vigilancia no sólo de los criminales, sino también de toda la sociedad. Esta nueva tecnologia, una tecnología del poder disciplinario, estaba basa da en el modelo militar. No implicaba un sistema de poder único y omnicom prensivo, sino un sistema de micropoderes, Foucault describe una «microfísica del poder» con «innumerables puntos de enfrentamiento» (1979; 26-27). Iden tifica tres instrumentos del poder disciplinario. El primero es la vigilancia rárquica, o la capacidad de los funcionarios de vigilar todo lo que está bajo su
428
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
control con una simple mirada. El segundo es la capacidad de imponer sancio nes normalizadoras y castigar a los que violan las normas. De este modo, al guien podría ser juzgado negativamente y castigado por cuestiones relativas at tiempo (por llegar tarde), relativas a la actividad (no prestar atención) y a la conducta {ser maleducado). El tercero es el uso del examen para observar a los sujetos e imponer sanciones normalizadoras sobre las personas. El tercer instru mento del poder disciplinario implica los otros dos. Foucault no adopta una postura negativa por lo que respecta al crecimiento de la sociedad disciplinaria; también le atribuye consecuencias positivas. Por ejemplo, cree que la disciplina funciona bien dentro de las fábricas industriales y del ejército. No obstante, Foucault nos trasmite su temor a la extensión de esa disciplina, especialmente dentro de la red policial estatal para la que toda la sociedad constituye un campo de percepción y un objeto de disciplina. Foucault no piensa que ta disciplina esté extendida uniformemente por toda la sociedad. Antes bien, cree que «hormiguea» e influye en pequeñas partes de la sociedad, Pero finalmente, las principales instituciones caen bajo su influen cia, Foucault se pregunta retóricamente: ¿es sorprendente que las prisiones se asemejen a las fábricas, tas escuetas, los cuarteles, tos hospitales, y que todas estas instituciones se parezcan a las prisiones? (1979: 228), Al final, Foucault ve el desarrollo de un sistema carcelario en el que la disciplina se traslada «des de la institución penal al conjunto del cuerpo social» ( 1979: 298). Si bien entre vemos aquí una imagen de la jaula de hierro weberiana, Foucault cree, como siempre, en la existencia de fuerzas que se oponen al sistema carcelario; existe una dialéctica estructural constante en la obra de Foucault, Aunque en Vigilar y castigar Foucault se ocupa de ta cuestión del poder, en este trabajo encontramos también el tema recurrente en su obra de ta emergen cia de las ciencias humanas. La transición de la tortura a las normas carcelarias constituye un cambio del castigo corporal al castigo del alma o la voluntad. Este cambio, a su vez, entraña consideraciones sobre la moralidad y la normalidad. Los funcionarios de prisiones y los agentes de policía comienzan por juzgar la normalidad y la moralidad del prisionero. Finalmente, esta capacidad para juz gar se extiende a otros «jueces de orden menor» tales como psiquiatras y educa dores. De aqui surgen los nuevos cuerpos de conocimiento científico penal, y estos constituyen la base del «complejo científico-legal» moderno. En el nuevo modo de subordinación las personas se definen como el objeto del conocimien to, del discurso científico. La cuestión clave es que las ciencias humanas mo dernas encuentran sus raíces aquí. He aquí ta amarga descripción de Foucault de las raíces disciplinares de las ciencias humanas: «Estas ciencias, que han paladeado tanto nuestra “humanidad” durante casi un siglo, tienen su matriz técnica en las mezquinas y maliciosas minutiae de las disciplinas y sus investi gaciones» (1979: 226), Otra de las cuestiones analizada en Vigilar y castigar merece ser menciona da aquí, Foucault se interesa por el modo en que el conocimiento crea las tecno logías que ejercen el poder. En este contexto analiza el Panóptico. El Panóptico
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
429
constituye una estructura que permite a los funcionarios una observación com pleta de los criminales. De hecho, los funcionarios no necesitan estar siempre presentes; la simple existencia de la estructura (y la posibilidad de que los fun cionarios estén en ella) constriñe a los criminales. El Panóptico tiene una torre en el centro de una prisión circular desde la que los guardias pueden observar el interior de todas las celdas. El Panóptico constituye una enorme fuente de poder para los funcionarios de prisiones, ya que les da la posibilidad de una vigilancia completa. Y lo que es más importante, su poder es enorme porque los prisione ros llegan a controlarse a sí mismos; dejan de hacer varias cosas por temor a ser vistos por los guardias. Aquí podemos apreciar un claro vínculo entre el conoci miento, la tecnología y el poder. Además, Foucault vuelve a su preocupación por las ciencias humanas, ya que señala que el Panóptico es im tipo de laborato rio que facilita la recogida de información sobre las personas. Representa el precursor del laboratorio socio-cientifico y de otras técnicas de las ciencias sociales para reunir información sobre las personas. Y en otro sentido, Foucault cree que el Panóptico es la base de «un tipo de sociedad» (1979: 216), de la sociedad disciplinaria Ocupémonos finalmente del primer volumen de la Historia de la sexualidad (Foucault, 1980), En él Foucault vuelve a centrarse en la genealogía del poder. Para Foucault la sexualidad es un «punto de transferencia especialmente denso para las relaciones de poder» (1980: 103). Se traza la meta de «definir el régi men de poder-conocimiento-placer que mantiene el discurso de la sexualidad humana en nuestra parte del mundo» (Foucault, 1980: 11). Examina el modo en que el sexo se introduce en el discurso y el modo en que el poder impregna ese discurso. Foucault disiente de la idea convencional de que el victorianísmo condujo a la represión de la sexualidad en general y del discurso sexual, en particular. De hecho cree exactamente lo contrario: que la época victoriana condujo a una explosión de los discursos de la sexualidad. Una de las consecuencias del victorianismo fue que se produjeron más análisis, evaluaciones, clasificaciones, des cripciones y estudios cuantitativo-causales de la sexualidad. Foucault señala: «Las personas se preguntarán a sí mismas por qué íbamos a estar tan dispuestos a acabar con la regla del silencio en lo que concierne a la más ruidosa de nues tras preocupaciones» (1980: 158). Esto sucede especialmente en las escuelas, donde en lugar de la represión de la sexualidad «la cuestión del sexo era una preocupación constante» (1980: 27). He aquí el resumen que hace Foucault de la hipótesis victoriana y su opinión: Por tanto, debem os abandonar la h ip ó tesis de que las socied ad es industriales m o dernas entraron en una ép oca de creciente represión sexual. N o só lo h em o s presen ciado una ex p lo sió n v isib le de las sexu alid ad es no ortod oxas... sin o que nunca han ' Si se desea estudiar un uso interesante de esta idea véase Zuboff (1988), quien cree que la computadora es un Panóptico moderno que ofrece a los superiores una vigilancia ilimitada sobre los subordinados.
430
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA existid o tantos centros de poder; nunca se le ha d ed icad o m ás atención y se le ha verbalizado m ás... nunca ha habido m ás sitio s donde poder asirse a ta intensidad de tos placeres y a ia persistencia det poder, para lu eg o d ifu n d irse por todas partes. (F ou cau lt, 1980: 49)
De nuevo Foucault asigna un lugar especial a ta medicina y a sus discursos sobre ta sexualidad. Mientras que en opinión de muchos pensadores la medicina está orientada hacia et análisis científico de ta sexualidad, Foucault identifica en las preocupaciones de ta medicina más moralidad que ciencia. (De hecho, Foucault critica con dureza la medicina, ya que cree que et objeto de su discurso «no es establecer la verdad, sino evitar su emergencia» [(1980: 55].) En la mo ralidad de la sexualidad se encuentra implicada también la religión, especial mente et cristianismo occidental, la confesión y su necesidad de que el sujeto diga la verdad sobre la sexualidad. Todo esto guarda relación con las ciencias humanas y su interés por obtener conocimiento acerca det sujeto. Det mismo modo que tas personas se confiesan con sus sacerdotes, también se confiesan con sus doctores, sus psiquiatras y sus sociólogos. La confesión, especialmente ta confesión sexual, se cubre de términos científicos. En occidente, «et proyecto de la ciencia del sujeto ha gravitado, en círculos cada vez más pequeños, alrededor de la cuestión det sexo» (Foucault, 1980; 70). Las preguntas formuladas acerca de quiénes somos han contenido cada vez más ta cuestión del sexo, Foucault lo resume así: «Et sexo lo explica todo» (1980: 78). En lugar de ocuparse de la represión de la sexualidad, Foucault afirma que el estudio científico det sexo debe centrarse en ta relación entre el sexo y et poder. De nuevo, ese poder no reside en una única fuente central; reside en una variedad de microlugares. Además, como siempre, Foucault afirma que existe ia resistencia a la imposición del poder sobre el sexo. El poder y la resistencia al poder están en todas partes. ' Antes deí siglo xviii ia sociedad se esforzaba por ejercer control sobre ia muerte, pero a principios de ese siglo se comenzó a controlar la vida, especial mente et sexo. El poder sobre la vida (y et sexo) adoptó dos formas. Primera, se encarnó en la «anatomía política del cuerpo humano», cuya meta era disciplinar el cuerpo humano (y su sexualidad), Y segunda, en ta «biopolítiea de la pobla ción» cuyo objetivo era controlar y regular el crecimiento, la salud, la esperanza de vida etcétera de la población. En ambos casos, la sociedad llegó a percibir la «vida como un objeto político» (Foucault, 1980; 145). El sexo era central en ambos casos: «Et sexo era un medio de acceso tanto a la vida del cuerpo como a ta vida de la especie» (Foucault, 1980; 146). En et occidente moderno, el sexo ha adquirido mayor importancia que el alma (y ya sabemos la importancia que tiene en la obra de Foucault) y es casi tan importante como la vida. A través del conocimiento de ta sexualidad, ta sociedad ejerce más poder sobre la vida. Pero a pesar de este aumento de control, Foucault no pierde la esperanza de la eman cipación:
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
431
D eb em os rom per con la a cció n del se x o si q u erem os enfrentarnos — m ediante la inversión táctica de los d iversos m ecan ism os de la sexualidad— a las garras det poder con sus dem andas de cuerpos, p laceres y co n o cim ien to s, en su m ultiplicidad y su posibilid ad de resistencia. El blanco de ataque contra el desarrollo d e la sex u a lidad no debe ser el d eseo sex u a l, sino lo s cuerpws y los p laceres. (F ou cau lt, 1980: 157)
La obra de Foucault, así como el trabajo posestructuralista que se viene realizando en la actualidad, ofrece un nuevo e interesante conjunto de ideas a la corriente principal de la teoría sociológica.
ANTIESTRUCTURALISMO Una vez analizados el estructuralismo y el posestructuralismo, nos será de gran utilidad examinar dos perspectivas teóricas — la sociología existencial y la teo ría de sistemas— que, en muchos sentidos, pueden describirse como antiestructuralistas. El carácter básico de estas teorias antiestructuralistas nos proporcio nará una idea de la debilidad del estructuralismo. La sociología existencial representa el tipo característico de perspectiva humanista y subjetivista recha zada por el estructuralismo y ei posestructuralismo. La teoria de sistemas ofre ce una visión más procesual que estructural del mundo social.
Sociología existencial La sociología existencial es «el estudio de la experiencia humana en el mundo.,, en todas sus formas» (Douglas y Johnson, 1977: vií; para una definición similar, véase Fontana, 1984). Se orienta hacia el estudio del modo en que vive, siente, piensa y actúa la gente. Asigna especial importancia a los sentimientos y las emociones, así como a la «naturaleza problemática y localizada de la experien cia significativa» (Douglas y Johnson, 1977: xiü). La aceptación de esta idea implica et rechazo de cualquier visión monocausal (por ejemplo, estructural) de la vida humana. Para la sociología existencial, «el hombre es variable, altera ble, inseguro, confiictivo y parcialmente libre de elegir lo que hará y será, y debe ser así para existir en un mundo variable, alterable, inseguro y conflictivo» (Douglas, 1977: 14), Esta frase nos sugiere uno de los temas dominantes de la sociología existencial: las personas son libres v, al tiempo, están constreñidas. Esta idea, así como otros muchos aspectos de la sociología existencial, se deriva de la obra de Jean-Paul Sartre, filósofo y novelista francés. Los sociólo gos consideran particularmente importante el esfuerzo de Sartre por relacionar la libertad individual y las constricciones societales. Sartre intentó fusionar en un todo dialéctico sus tempranos intereses fenomenológicos con sus posteriores preocupaciones marxistas. En opinión de lan Craib (1976), el pensamiento de Sartre evolucionó. En su obra temprana Sartre se centró en el nivel individual,
432
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
especialmente en la libertad individual. En el inicio de su carrera se adhirió a la idea de que las personas no estaban sometidas a leyes sociales ni se regían por ellas. En otras palabras, el hombre «no puede justificar sus acciones recurrien do a algo exterior a sí mismo» (Craib, 1976: 4), Sin embargo, más tarde, Sartre sintió un interés cada vez mayor por la teoría marxista y, a resultas de ello, cambió de orientación y se centró en el «individuo libre situado en una enorme y opresiva estructura social que limita y aliena sus actividades» (Craib, 1976: 9; cursivas añadidas). Sartre no sólo se trasladó al nivel societal, sino que inten tó combinar sus preocupaciones en ese nivel con su temprano interés por el actor, Craib concluyó que al fmal de su carrera Sartre logró unificdr la teoria macro y la micro. En su análisis de la obra de Sartre, Gila Hayim (1980) percibe cierta conti nuidad entre su obra temprana y su obra madura. En El ser y la nada, publicada en 1943, Sartre se centra más en el individuo libre y adopta la idea de que la «existencia se define por y a través de los actos propios... Se es lo que se hace» (Hayim, 1980: 3). Al mismo tiempo, Sartre ataca la idea estructuralista de «las estructuras objetivas como determinantes absolutos de la conducta» (Hayim, 1980: 5). Para Sartre y para casi todos los existencialistas, los actores tienen la capacidad de ir más allá del presente hacia el futuro. Así, para Sartre las perso nas son libres; son responsables de todo lo que hacen; no tienen excusa alguna. En cierto sentido, esa «inquietante responsabilidad que genera la libertad» (Ha yim, 1980: 17) constituye una enorme fuente de angustia para las personas. Pero en otro, también representa una fuente de optimismo: el destino de las personas está en sus manos. En la Critica de la razón dialéctica, publicada en 1963, Sartre dedica más atención a las estructuras sociales, pero incluso aquí acentúa la «prerrogativa humana de la trascendencia, de superar lo dado» (Ha yim, 1980: 16). Al hacerlo Sartre critica a varios marxistas (marxistas estructu rales) que dan demasiada importancia al papel y al lugar de la estructura social, «En opinión de Sartre, los marxistas dogmáticos han eliminado el componente humanista de la idea original de Marx» (Hayim, 1980: 72). Como existencialista, Sartre nunca abandonó este humanismo. Un buen ejemplo que ilustra la sociología existencial nos lo proporciona Andrea Fontana, quien extrajo las siguientes palabras del cuento de George Orwell «Disparo a un elefante»: En cuanto vi el elefa n te supe con seguridad que no debía dispararle... D ecid í que le miraria un ratito m ientras m e aseguraba de que no volvería a com portarse salvaje m ente para lu eg o marcharm e a casa... Pero en aquel m om ento m e v o lv í y miré a la m ultitud que m e había seg u id o . Era una enorm e m ultitud... M e m iraba... Y o no les gustaba, pero con e! rifle m ágico en m is m anos, tuve el valor de mirarla. Y súbitam ente me percaté de que, después de todo, debia haber disparado al elefan te. E so e s lo que la gente esperaba de mí, y tuve que hacerlo; sentí sus d os mil voluntades presionándom e de una manera irre sistib le para que lo hiciera.
(Fontana, 1980: 172).
TEORJAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
433
Este pasaje ilustra varios componentes básicos del pensamiento existencialista. El primero es el enfoque sobre el actor, en este caso el cazador y sus pensamientos y acciones. El segundo, el carácter local y problemático de Ja vida social. Si hubiera estado solo, el cazador no habría disparado al elefante. Sin embargo, se encontró en una situación en la que se vio obligado a cambiar el curso de su acción. El tercero, el ambiente social, ta multitud, que «obliga» al cazador a disparar at elefante. Y finalmente está el tema de Sartre de ta «mala fe». Et cazador no tenía por qué haber disparado al elefante, como ét mismo dice. Podía haberse negado. Esto ilustra el tema politico del existencialismo, A pesar de la existencia de presiones externas, siempre puede uno negarse. Un oficial de un campo de concentración nazi practica la mala fe cuando afirma que sólo cumplía órdenes; podía haberse negado a cumplirlas. La sociología existencial está profundamente comprometida con el estudio naturalista de tos actores y sus pensamientos, sentimientos y acciones. Dentro de su campo de estudio acentúa varios fenómenos. Y ello es asi porque ios sociólogos existenciales (por ejemplo, Kotarba, 1979; Manning, 1973) sienten una profunda preocupación por los sentimientos, tas emociones, etcétera, a di ferencia de la mayória de los sociólogos, que se centran en los aspectos raciona les de ta existencia humana (una excepción que merece mención es Kemper, 1978a, 1978b, 1981 ). Joseph A. Kotarba subrayó con claridad ia enorme impor tancia que tiene el estudio de los sentimientos para et sociólogo existencial. «Sin embargo, en la base de todos sus trabajos subyace un profundo compromi so e interés por la comprensión del modo en que los sentimientos forman tos pitares de nuestras vidas, así como de las complejas realidades sociales que construimos» (1979: 350). En otras palabras, nuestra comprensión de tas perso nas, así como de sus productos sociales, sólo es posible mediante et estudio de los sentimientos humanos. Otra preocupación central del sociólogo existencial es et s e lf (Kotarba y Fontana, 1984), o ta «experiencia completa que el individuo tiene del ser». De acuerdo con Kotarba, «el self existencial hace referencia a la experiencia única que un individuo tiene del ser dentro del contexto de ias condiciones sociales contemporáneas, una exjjeriencia que se caracteriza sobre todo por una percep ción constante del cambio y por una participación activa en la transformación social» (1984; 225). Para et existencialista el self no puede separarse del cuerpo físico-en et que se encuentra. La relación entre las dimensiones mental y física de ta vida es muy importante y merece estudiarse (Kotarba, 1977). Además, el self es considerado no como una estructura estática, sino como un proceso, algo que está continuamente en un estado de cambio (Johnson y Ferraro, 1984). Es decir, el self es algo creativo y espontáneo y está intensamente influido por su situación inmediata. El self es siempre contemplado como algo que, al menos parcialmente, es problemático y situacional. Los cstructuralistas rechazan ei interés de tos existenciatistas por los pensa mientos, tos sentimientos, tas acciones y el self Et deseo de aquéllos es descen trar el pensamiento social, alejarse del actor humano y orientarse hacia la pre
434
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ocupación por la estructura. La sociologia existencial nos ayuda a comprender los origenes del estructuralismo. Además, representa un desafío para el estruc turalismo debido a la incapacidad de éste para analizar adecuadamente las pre ocupaciones de los existencialistas.
Teoría de sistemas La teoria de sistemas es el producto de varias ideas científicas importadas a la sociología desde otros campos: la cibernética, la teoría de la información, la investigación operativa y la teoría económica de sistemas {Lilienfeld, 1978), Estas ideas se remoldearon para aplicarlas a la vida social. En Sociology and Modern Systems Theory [La sociología y la moderna teoría de sistemas] (1967), Walter Buckley dio respuesta a la cuestión de los beneficios que ofrece la teoría de sistemas a la sociología {véase también Bailey, 1990). En primer lugar, dado que la teoría de sistemas se deriva de las ciencias duras y dado que. al menos a los ojos de sus exponentes, es aplicable a todas las ciencias sociales y conductistas, ofrece un vocabulario que las unifica. En se gundo lugar, la teoria de sistemas incluye varios niveles de análisis y puede aplicarse igualmente a los aspectos macro más objetivos y a los aspectos micro más subjetivos de la vida social. En tercer lugar, la teoria de sistemas se interesa por las diversas relaciones entre los numerosos aspectos del mundo social y, por tanto, milita contra los análisis parciales del mundo social. El argumento central de la teoria de sistemas es que la intrincada relación entre las partes no puede analizarse fuera dcl contexto del todo. Los teóricos de sistemas rechazan la idea de que la sociedad o sus grandes componentes deben analizarse como hechos sociales unificados. El objeto de análisis debe ser, en cambio, las relaciones o los procesos en los diversos niveles del sistema social. Buckley describió así la preocupación central de la teoria de sistemas; El tipo de sistem a que nos interesa puede describirse, en sus rasgos generales, com o un com p lejo de elem en to s o com p on en tes directa o indirectam ente relacio nados en una red causal tal que cada com p on en te está relacionado con , al m enos, algun os otros de una manera m ás o m en os estable dentro de un determ inado perio do de tierrípo. (B u ck ley , 1967: 41)
Richard A. Ball ofrece una clara concepción de la orientación relacional de la teoría de sistemas, o de lo que denomina Teoria General de Sistemas (TGS); La TGS parte de una co n cep ció n pm cesu al de la realidad que consta fundam ental mente de relacion es entre reiacion es, tal y co m o lo ik istia el con cep to de «grave dad» utilizado en la física moderna. El térm ino «gravedad» no d escrib e, en ab solu to, una entidad. N o ex iste tal «cosav> co m o la gravedad. Se trata de un conjunto de
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
435
relaciones. C oncebir estas relacion es co m o entidades supone caer en la reificación ... La T G S requiere que los so c ió lo g o s desarrollen la ló g ica de las relacion es y conceptual icen la realidad social en térm inos relación ales. (B a li, 1978: 66)
En cuarto lugar, la teoría de sistemas tiende a ver todos los aspectos del sistema sociocultural en términos de procesos, especialmente como redes de información y comunicación. Y en quinto, y tal vez lo más importante, la teoria de sistemas es intrinsecamente integradora. Buckley, en su definición de la pers pectiva, señala que la teoría de sistemas implica la integración de las grandes estructuras objetivas, los sistemas de símbolos, la acción y la interacción y la «conciencia y la autoconciencia». Bali también aceptó la idea de la integración de los niveles: «El individuo y la sociedad reciben un trato igual, no como entidades separadas, sino como campos mutuamente constituidos que se rela cionan mediante diversos procesos de “rctroalimentación”» (1978: 68). De he cho,.la preocupación de la teoría de sistemas por la integración es tan profunda que Buckley llegó a criticar la tendencia de otros sociólogos a hacer distincio nes analíticas entre los niveles: Puede apreciarse con claridad la tendencia de la m ayor parte d e la so cio lo g ía a insistir en lo que se ha denom inado «d istin ción analitica» entre «personalidad» (presum iblem ente intracraneal), los sistem as de sím b o lo s (la cultura), y las matri c e s de las relaciones so cia le s (lo s sistem as so c ia les), aún cuando el propio trabajo realizado por los d efen sores de las d istin cio n es dem uestra que su postura es erró nea o a m enudo in so sten ib le en la práctica. {B u ck ley . 1967: l Ol )
(Buckley fue un poco injusto, porque él hizo en su obra exactamente lo que critica. Hacer distinciones analíticas puede ser, en principio, aceptable para los teóricos de sistemas siempre que esas distinciones se hagan con el fin de captar mejor las interrelaciones entre los diversos aspectos de la vida social.) Y final mente, la teoría de sistemas tiende a considerar el mundo social en términos dinámicos, con una preocupación suprema por «la emergencia y la dinámica sociocultural en general» (Buckley, 1967; 39) Buckley analizó la relación entre los sistemas socíoculturales, ios sistemas mecánicos y los sistemas orgánicos. Se esforzó por describir las difer,encias esenciales entre estos sistemas. A lo largo de varías dimensiones traza un con tinuum desde los sistemas mecánicos a los orgánicos y a los socioculturalcs, un continuum de menor a mayor complejidad de las partes, de menor a mayor inestabilidad de las partes y de menor a mayor grado en que las partes son atribuibles al conjunto del sistema. En otras dimensiones los sistemas difieren cualitativamente más que cuan titativamente. En los sistemas mecánicos las interrelaciones entre las partes se basan en transferencias de energía. En los sistemas orgánicos, estas interrela ciones se fundamentan más en el intercambio de información que de energía, Y
436
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
en los sistemas socioculturales las interrelaciones se basan en un intercambio de información aún mayor. Los tres tipos de sistemas también difieren en el grado en que son abiertos o cerrados, es decir, en el grado de intercambio con los aspectos del entorno ge neral. Un sistema abierto es más capaz de responder selectivamente a una ma yor amplitud y detalle de la infinita variedad del entorno. En estos términos, los sistemas mecánicos tienden a ser cerrados; los orgánicos más abiertos y los socioculturales los más abiertos de los tres tipos. El grado de apertura de un sistema guarda relación con dos conceptos cruciales de la teoría de sistemas: la entropía, o tendencia de los sistemas a debilitarse y dejar de funcionar, y la neguentropía, o tendencia de los sistemas a elaborar estructuras (Bailey, 1990), Los sistemas cerrados tienden a ser entrópicos, y los abiertos a ser neguentrópiC O S . Los sistemas socioculturales también tienden a contener más tensión den tro de ellos que los otros dos tipos. Finalmente, los sistemas socioculturales pueden ser intencionales e involucrarse en la persecución de metas porque man tienen una relación de retroalimentacíón con el entorno que les permite mover se hacia sus metas. La retroalimentación constituye un aspecto esencial del enfoque cibernéti co que adoptan los teóricos de sistemas para el estudio del sistema social. Este enfoque se opone al enfoque del equilibrio, caracteristico de muchos sociólogos (por ejemplo, Parsons) quienes operan conscientemente con un enfoque sistè mico. El uso del concepto de retroalimentación permite a los teóricos de sis temas cibernéticos analizar la fricción, el desarrollo, la evolución y los cambios repentinos. El grado de apertura de un sistema social con respecto a su entorno y la influencia de tos factores dcl entorno sobre et sistema constituyen preocu paciones importantes para estos teóricos de sistemas. También influyen sobre tos sistemas sociales diversos procesos internos. Por to que respecta a esta cuestión, destacan otros dos conceptos clave. La morfoestasis hace referencia a los procesos que contribuyen at automantenimiento del sistema y la morfogénesis se refiere a los procesos que contribuyen at cambio del sistema y a aumentar su complejidad. Los sistemas sociales desa rrollan «sistemas mediadores» cada vez más complejos que intervienen entre tas fuerzas externas y la acción del sistema. Algunos de estos sistemas media dores contribuyen at automantenimiento del sistema, mientras otros contribu yen al cambio del sistema. Estos sistemas mediadores adquieren una cada vez mayor independencia, autonomía y grado de determinación sobre las acciones de! sistema. En otras palabras, estos sistemas mediadores permiten al sistema social depender menos del entorno. Estos complejos sistemas mediadores realizan varias funciones para el sis tema social. Por ejemplo, permiten at sistema adaptarse temporalmente a las condiciones externas. Pueden lograr que et sistema se dirija de un entorno seve ro a otro más agradable. También pueden permitir at sistema la reorganización de sus partes a fm de que mejore su relación con el entorno. Buckley (1976) se trasladó desde el análisis de tos principios generales has
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
437
ta el campo específico dei mundo social a fin de mostrar la aplicabilidad de la teoría de sistemas. Partió del nivei individual, donde le pareció especialmente interesante la obra de Mead en la que la conciencia y la acción están interrela cionadas. De hecho, Buckley formuló la problemática meadiana en términos de la teoría de sistemas. La acción se deriva, en primer lugar, de una señal proce dente del entorno que es transmitida al actor. Pero esa transmisión puede com plicarse debido a la posible existencia de ruido en el entorno. Una vez que atraviesa el entorno, la señal proporciona al actor información. Sobre la base de esta información el actor selecciona una respuesta. La clave de este proceso es la posesión del actor de un mecanismo mediador: la conciencia de su self. Buc kley analiza la conciencia del propio self en los términos de la teoria de sistemas: En el lenguaje de la cibernética, esta co n cien cia del propio s e l f con stitu ye un m e can ism o de retroalim entación interna de lo s estados del sistem a que pueden d e fi nirse o com pararse con otra inform ación procedente de la situación y la m em oria, m ecan ism o que perm ite seleccio n a r entre un repertorio de a ccio n es que persiguen alguna meta de m odo que se tenga im p lícitam en te en cuenta el propio s e l f y la propia conducta. (B u ck ley , 1967: 100)
Para Mead y los interaccionistas simbólicos y para los teóricos de sistemas, la conciencia no se puede separar de la acción y la interacción, sino que es parte integrante de ambas. A pesar de su idea de que la conciencia y la interacción están interrelacio nadas y de que los niveles no deben separarse, Buckley se trasladó del dominio de la conciencia al de la interacción. Las pautas de la interacción — es decir, la imitación y ia respuesta— encajan perfectamente en su visión sistèmica del mundo. Y lo que es más importante, Buckley vinculó el reino de lo interperso nal directamente con el sistema de la personalidad; en efecto, creía que ambos se determinaban mutuamente. Finalmente, Buckley se centró en el estudio de la organización a gran escala de la sociedad, especialmente los roles y las institu ciones, considerados por él en términos sistémicos y relacionados con los otros niveles de la realidad social (si es que se pueden distinguir de ellos). Buckley concluyó con la aplicación de algunos de los principios generales de la teoria de sistemas al dominio socioculturai. En primer lugar, el teórico de sistemas acepta la idea de que la tensión es una realidad del sistema social normal, necesaria, y omnipresente. En segundo lugar, se ocupa de analizar la naturaleza y las fuentes de variedad del sistema social. El hincapié en la tensión y la variedad confiere dinamismo a la teoría de sistemas. En tercer lugar, ha de preocuparse por los procesos de selección, tanto en los niveles individual como interpersonal, mediante los cuales se eligen o cambian las diversas alternativas abiertas al sistema. Esto proporciona a la teoría de sistemas mayor dinamismo si cabe. En cuarto lugar, debe considerarse el nivel interpersonal como la base del desarrollo de las grandes estructuras. Los mecanismos transaccionalesde ínter-
438
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cambio, la negociación y ei pacto constituyen los procesos de los que emergen estructuras culturales y sociales relativamente estables. Finalmente, a pesar del dinamismo inherente a la teoría de sistemas, existe un reconocimiento de los procesos de perpetuación y transmisión. Como Buckley señaló: «De las conti nuas transacciones emergen ciertos adaptaciones y ajustes relativamente esta bles» (1967; 160). Es interesante señalar que existen varias semejanzas sorprendentes entre la teoría de sistemas y el enfoque dialéctico, aún cuando sus fuentes son suma mente diferentes (una científica y la otra filosófica) y tienen un vocabulario muy distinto (Bail, 1978). Las semejanzas entre ambas perspectivas incluyen su interés por las relaciones, los procesos, la creatividad y la tensión. Una vez que hemos examinado algunas de las premisas básicas de la teoría de sistemas, es preciso retomar la cuestión del antiestructuralismo, ¿Qué hay en la teoria de sistemas que nos lleva a considerarla antiestructuralista? En primer lugar, la teoria de sistemas es integradora y se mueve en varios niveles de aná lisis, mientras el estructuralismo tiende a ser reduccionista. Es decir, el estruc turalismo tiende a asignar primacía bien a las microestructuras de la mente, bien a las macroestructuras fundamentales de la sociedad. En segundo lugar, e] rechazo de la teoría de sistemas del análisis compartimentado del mundo y su énfasis sobre las interrelaciones implica una crítica de la tendencia del estructu ralismo a enfocarse sobre las macroestructuras y las microestructuras. En tercer y tal vez más importante lugar, es el carácter procesual y dinámico de la teoría de sistemas lo que se opone radicalmente a la tendencia del estructuralismo a hacer análisis estáticos del mundo social. Desde el punto de vista de la teoría de sistemas, se puede criticar al estructuralismo calificándole de reduccionista, no relacional y estático.
VARIANTES SOCIOLOGICAS El estructuralismo tiene varios atractivos para los sociólogos, especialmente para los que se orientan hacia el desarrollo de una ciencia de la sociología (Goddard, 1976). Por ejemplo, representa un sistema de pensamiento altamente abstracto que permite gran rigor analítico. Promete la posibilidad de construir modelos formales así como el uso de sofisticadas técnicas matemáticas y estadísticas. Sobre todo,'ofrece una perspectiva de gran alcance capaz de analizarlo todo, desde la estructura de la mente y la sociedad, hasta la estructura del mundo natural. Por estas y otras razones en los últimos años algunos sociólogos han adop tado una orientación estructural. Por ejemplo, algunos etnometodólogos, en es pecial Aaron Cicourel, se han esforzado por emplear una.orientación estnicturalista, Cicourel señaló que los etnometodólogos debían interesarse por los procedimientos interpretativos básicos de los actores, considerados por él «si milares a las reglas profundas de las estructuras gramaticales» (1974: 27), Cu
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
439
riosamente, Cicourel concebía estas estructuras profundas de una manera no determinista, es decir, pensaba que generaban respuestas innovadoras a las si tuaciones sociales.
El estructuralismo de Erving Goffntan La obra de Erving Goffman, especialmente sus últimos trabajos, entre ellos Frame Analysis [Análisis estructural] (1974), también proporciona un ejemplo de cambio de orientación hacia el estructuralismo. George Gonos señaló que la obra de Goffman constituye una «variante estadounidense del estructuralismo contemporáneo» (1977; 854). Goffman fue más allá de las situaciones cotidia nas en busca de las estructuras que las gobiernan de manera invisible. Estas son «“esquemas de interpretación" que permiten al individuo localizar, percibir, identificar y denominar ocurrencias en su espacio vital y en el mundo en gene ral. Al dar significado a los eventos u ocurrencias, la estructura se pone en marcha para organizar la experiencia y guiar la acción, sea individual o colecti va» (SnOw, 1986: 464). Goffman denominó a estas estructuras invisibles arma zones. Si bien las situaciones podían variar en pequeños detalles, los armazones contienen reglas estables de operación. Gonos nos ofreció otras características estructurales de los armazones; D e lo s a n álisis que hace G offm an de activid ad es particularm ente estructuradas, p od em os derivar ciertas características principales de lo s arm azones. Un armazón no con stitu ye una am algam a difusa o accidental de elem en to s reunidos durante un lapso corto d e tiem po. A ntes bien, está form ada por una serie de com p on en tes esen cia les con una d isp o sició n d efinida y relacion es estab les. Estos com ponentes no proceden de aquí y de allá, co m o su ced e con lo s elem en to s de una situación, sin o que siem pre están ju n to s com o sistem a. Los com p on en tes estándar son co h e rentes y co m p leto s... Otros elem en to s m en os e se n cia les están tam bién presentes en toda situación em pírica y confieren parte de su carácter al to d o ... A sí, el con cep to de arm azón se aproxim a m ucho al de «estructura». (G on os, 1977: 8 6 0 )
Para George Gonos (1980), los armazones son principalmente reglas o le yes que determinan la interacción. Por lo general, las reglas son inconscientes y río negociables. Entre las reglas identificadas por Gonos se encuentran las que definen «el modo en que los signos deben ser “interpretados”, el modo en que las indicaciones procedentes del exterior deben relacionarse con los “seffs”, y el tipo de experiencia que debe acompañar a la actividad» (1980; 160). Gonos concluye: «De este modo, la problemática de Goffman no promueve el estudio de la interacción observable de la “vida cotidiana” en sí, sino su estructura e ideología eterna; no el estudio de las situaciones, sino el de sus armazones» (1980: 160), Goffman parece ofrecer una concepción de las estructuras de la interacción que promete la posibilidad de integración con las estructuras menta
440
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
les de Lévi-Strauss y las grandes estructuras de los marxistas estructurales fran ceses. Si bien el enfoque estructural de Goffman se asemeja en cierto sentido a] estructuralismo francés, hay otros enfoques sociológicos que, aunque pueden ser descritos como estructurales, tienen poco en común con el estructuralismo francés. A continuación estudiaremos dos ejemplos de estos enfoques: la teoría estructural, especialmente la de Peter Blau, y la teoría de redes.
Teoría estructural Uno de los desarrotlos más interesantes que se han producido en teoría socioló gica es el resurgimiento del interés por la teoría estructural, es decir, un regreso a las raíces de la sociología en el concepto de Emile Durkheím de los hechos sociales. Este resurgimiento ha sido promovido por muchos de los líderes de la «vieja guardia» de la sociología, entre ellos Robert Merton, Levis Coser, William Goode. Seymour Martin Lipset y, el más importante de todos, Peter Blau. Los ataques procedentes de varios frentes contra sus orientaciones tradicionales les hicieron sentir la necesidad de reiterar y afianzar sus enfoques sobre las gran des estructuras. La política de este resurgimiento es interesante y nos proporciona mucha información sobre la teoría estructural. Lewis Coser (1975a) se sintió particu larmente ofendido por el hecho de que muchos de sus colegas parecían haber sucumbido a «una verdadera orgía de subjetivismo» al adoptar microteorías tales como la fenomenología y la etnometodologia. Afirmó que et estudio de las grandes estructuras era la «piedra angular» de la sociología. Coser apremia a los sociólogos para que no cedan ante el subjetivismo y regresen a la obra de Emile Durkheim, así como a la de Simmel y Marx, que «nos enseñan que el esfuerzo individual no basta para liberarnos de las garras de las constricciones societales» (Coser, 1975b: 210). El interés último de la sociología debe ser la «pertinaz facticidad de las disposiciones estructurales» (Coser, 1975b; 210), Su postura no significa que Coser quisiera centrarse exclusivamente en las grandes estructuras; antes bien, su deseo era analizarlas como determinantes últimos de otros aspectos de la realidad social. Su modelo básico es que las estructuras .sociales influyen enormemente en los procesos sociales (por ejem plo, el conflicto social) y éstos, a su vez, en la conducta individual. El otro gran «enemigo» de los estructuralistas es el grupo de sociólogos que se han centrado en el nivel cultural, en tos sistemas normativos de la sociedad (Goode, 1975) Uno de tos que tenía en mente William J. Goode era Parsons, estigmatizado por su determinismo cultural. Goode sugirió que, en lugar de centramos en esas fuerzas culturales o normativas, debemos ocupamos de fe nómenos estructurales tales como los sistemas de comunicación, tos sistemas ^ C u rio sa m e n te , L ip s e t (1 9 7 5 ), qu e su p u e sta m e n te tra b a ja d e s d e u n a p e rs p e c tiv a e s tru c tu ra l, se c e n tró e n el s is te m a n o rm a tiv o . E s c la ro q u e se d e s m a rc ó del re sto de este g ru p o .
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
441
de autoridad, las vías de transporte y la disposición física de las viviendas. Peter Blau (1975a) añadió a esta lista las siguientes grandes estructuras: la estructura de clase, el cambio estructural, la división del trabajo, las asociaciones que estructuran las relaciones sociales, los conjuntos de estatus y roles, las raíces estructurales de la desviación y la rebelión y la interrelación entre entorno, población y estructura social. Además de enumerar estas grande estructuras nos ofreció también una definición de estructura social: «La estructura social se refiere a las pautas discemibles de la vida social, a las regularidades observa das, a las configuraciones detectadas» (Blau, 1975a: 3). Blau también definió la antítesis de la estructura social: «el caos, la ausencia de forma, la conducta humana idiosincrásica que no presenta regularidad alguna y carece, por tanto, de estructura» (cita de Homans, 1975 a: 3). Robert K. Merton (1975) defendió abiertamente una aproximación centrada en las estructuras a gran escala. Aunque admitía que este enfoque no daba res puesta a todos los problemas sociológicos, afirmó que era el mejor. De un modo característico, el deseo de Merton era que el trabajo estructural se centrara en el vínculo entre los niveles societal e individual, aunque constató que era la es tructura social la que estructuraba las altemafivas individuales. En su análisis de la desviación, por ejemplo, Merton afirmó que la estructura social generaba diferentes tasas de conducta desviada. Sin embargo, Merton adoptó por lo gene ral un enfoque más equilibrado sobre la relación entre los niveles societal e individual. Señaló que cada cohorte nueva no sólo entra en una estructura social jamás creada por ella que la constriñe, sino que también suele modificar esa estructura. Las estructuras son alterables y, lo que es más importante, no pueden explicar exhaustivamente todos los aspectos de la vida social. No es sorprendente que algunos marxistas, como Tom Bottomore (1975), se sintieran atraídos por la sociología estructural. De hecho. Bottomore (citando a Macdonaid) ofreció una buena descripción de las realidades estructurales que despertaban el interés de los marxistas: Me recuerdo a mí m ism o una v ez cam inando por la ca lle cuando súbitam ente miré a lo s grandes y p esad os e d ific io s y m e percaté de su obstinada realidad; me d i cuenta de que era incapaz de im aginar toda esta recalcitrante m asa de materia trans form ada por el so cia lism o . ¿Qué aspecto tendrán las ca lles cuando lo s trabajadores las tom en? ¿D e qué m odo podrá la revolu ción transfigurar estas m iles y m iles de im penetrables piedras? (B ottom ore, 1975: 159)
Bottomore no creía que todas las estructuras fueran como rocas impenetra bles; sin embargo, no estaba dispuesto a situarse en el otro extremo y a conside rarlas como flujos incesantes y amorfos de eventos. Como buen marxista, Bottomore se esforzó por desarrollar una concepción de las grandes estructuras que admitiera el conflicto y el cambio. En su opinión, debemos describir estas estructuras sin olvidar «el flujo de la acción histórica
442
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
realizada por individuos y grupos sociales que mantienen, recrean, revisan o destruyen este orden» (Bottomore, 1975: 160). La preocupación de Bottomore eran las fuentes de variación de las estructuras sociales. En primer lugar figura ba la circulación de la pertenencia a esas estructuras. Los nuevos miembros que se incorporan a ellas no llegan a socializarse totalmente dentro del grupo como para construir nuevos subgrupos, alterar sus roles, etcétera. En segundo lugar, el aumento del conocimiento y la expansión resultante de la ciencia y la tecno logía provocan un continuo cambio estructural. En tercer lugar, los procesos progresivos de diferenciación social conducen a cambios en la estructura so cial. Las nuevas posiciones y roles conducen a ideas, orientaciones mentales, definiciones sociales e intereses sociales nuevos. Finalmente, existe la posibili dad de cambio dentro de las mismas estructuras y en su influencia sobre la cultura y la conciencia. T eoría e stru c tu ra l de P eter Blau. La obra de Peter Blau (1975b, 1977a, 1977b; Blau y Merton, 1981) constituye la representación más importante de este «renacimiento» del estructuralismo. Blau ofreció una versión bastante ex trema de esta orientación estructural. Y ello se debe a que definió específica mente la tarea de la sociología en términos estructurales: «La tarea más carac terística de la sociologia es el análisis estructural de las diversas formas de diferenciación, de sus interrelaciones, de las condiciones que las producen y los cambios que introducen en ellas y de su infiuencia en las relaciones sociales» (Blau, 1977a: 6-7). En esta defmición Blau eliminó de la sociología, de un modo harto significativo, las variables correspondientes al nivel cultural e individual. Sobre la cuestión de la cultura, Blau especificó: «Soy un determinista estructu ral que piensa que las estructuras de las posiciones sociales objetivas entre las que las personas se distribuyen ejercen una infiuencia más fundamental en la vida social que los valores y las normas culturales» ( 1977a: x). El deseo de Blau era analizar las estructuras sociales, pero sin las connotaciones funcionales y culturales del funcionalismo estructural. Además, llegó a ignorar los niveles individuales. Desde su punto de vista, las partes de la sociedad son los grupos o las clases de personas, no los actores y sus pensamientos y acciones. «Lo im portante son las estructuras de posiciones diferenciadas y sus influencias sobre las relaciones de los seres humanos, no el análisis exhaustivo de los procesos socio-psicológicos implicados en las relaciones humanas» (Blau, 1977a: 4). Blau reconoció la importancia de tales factores, pero afirmó que no los analizaría. Esto significa que hay una limitación inherente en su enfoque: «Con seguridad, estos teoremas son deterministas sólo para los grupos, no para los individuos, para los que son sólo probabilísticos» (Blau, 1977a: 7), Blau pensó que también era necesario distinguir su enfoque del estnicturalismo de Lévi-Strauss, Examinó la pretensión de Lévi-Strauss de que en su sis tema el concepto de estructura social no guardaba relación alguna con la reali dad empirica, sino con los modelos teóricos construidos a partir de esta realidad. Blau adoptó ta postura contraria al afirmar que sus estructuras sociales eran
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
443
fenómenos sociales reales. Además, mientras Lévi-Strauss creía que las estruc turas eran invisibles, Blau afirmaba que constituían «aspectos observables de la vida social, no teorias sobre ella» (1977a: 2) Blau también defínió ei concepto de estructura social como «las distribu ciones de la población de acuerdo con diversos parámetros en distintas posicio nes sociales que influyen en las relaciones de rol de las personas y en la interac ción social» {1975b: 221). Identificamos dos elementos clave en esta definición; las posiciones y la población. Las posiciones sociales definen ias estructuras sociales y, a su vez, se definen de acuerdo con los diversos parámetros implíci tos en las distinciones sociales que la gente hace en su interacción social. Entre otros parámetros figuran la edad, ei sexo, la raza y el estatus socioeconómico. Blau mantenía que su tesis básica «es que el estudio de las diversas formas de diferenciación entre las personas, sus interrelacíones, las condiciones que las producen y sus implicaciones, constituye la tarea distintiva de la sociología» (1975b: 222). Como se desprende de lo que hemos señalado, a Blau le interesaba tanto la diferenciación como la ínterrelación de las posiciones sociales. En términos de interrelaciones, Blau creía en la existencia de dos factores que vinculaban las posiciones sociales: primero, las diversas asociaciones sociales entre las perso nas y, segundo, el proceso de la movilidad social, definido por él, en términos muy generales, como todos los movimientos de personas entre las posiciones sociales. En su análisis de la diferenciación, Blau subrayó dos principales tipos de parámetros estructurales. El primer tipo, los parámetros nominales, sirve para diferenciar una población sin necesidad de ordenar sus distintos subconjuntos. Cada subconjunto aparece claramente delimitado. Entre los parámetros nomi nales que analizó Blau se encuentran el sexo y la raza. El segundo tipo, los parámetros estructurales graí/wa/ej, sirve para diferenciar a las personas de acuerdo con dimensiones relativas al estatus. Las diferencias se manifiestan en términos de gradaciones, y no constituyen líneas divisorias claras entre los subconjuntos (por ejemplo, la renta y la riqueza). Basados en su diferenciación entre los parámetros, Blau distinguió dos tipos de posiciones sociales, cada uno de los cuales se distingue por un determinado parámetro estructural. \Jn grupo se define sobre la base de parámetros nomina les, mientras un estatus se define sobre la base de parámetros graduados. A panir de su análisis de los parámetros y las posiciones sociales, Blau desarrolló dos formas genéricas de diferenciación. La primera es la heteroge neidad, que implica la distribución de una población entre varios grupos en términos de los parámetros nominales. La segunda es la desigualdad, que se define por las distribuciones de estatus en términos de los parámetros gradua les. Aquí podemos apreciar algunos de los valores de Blau: hay demasiada des igualdad en la sociedad, pero jam ás podría existir demasiada heterogeneidad. Blau explicó con detalle lo que significaban sus parámetros de la estructura social. Y lo explicó distinguiendo lo que no era para él objeto de preocupación
444
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
y io que sí lo era. Por ejemplo, no le interesaban los orígenes étnicos de los actores individuales, pero si la heterogeneidad étnica de la población. No le interesaba la ocupación en si, pero sí ia división del trabajo. En suma, a Blau le interesaban los macrofactores estructurales y no los microfactores actitudínales y conductuales. Para explicar su enfoque, Blau identificó varías cuestiones problemáticas que podían ser objeto de análisis estructural. Una es la cuestión de la diferen ciación y la integración social. A diferencia de Lipset y Parsons, Blau no creía que factores tales como la cultura, ios valores y las normas produjeran integra ción social. Sin embargo, el grado de diferenciación estructural produce inte gración entre los grupos y los individuos. Los parámetros de Blau, especialmen te los parámetros nominales, determinan el grado de integración. En términos generales, la integración se produce cuando un segmento de población tiene un grado alto de semejanza en parámetros tales como la edad, el sexo, la raza, la ocupación y el vecindario. Un alto grado de heterogeneidad tiende a producir barreras a la integración. Sin embargo, cuando la heterogeneidad es demasiado fuerte, las barreras tienden a romperse. Cuando existe un grado suficiente de diferenciación, las personas prefieren asociarse fuera de su grupo a no asociar se en absoluto. De hecho, en la sociedad moderna existen numerosos paráme tros nominales que producen una heterogeneidad multiforme, algo que implica que prácticamente todos los individuos pertenecen a una multitud de grupos y tienen múltiples rotes. Una estructura así <
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
445
nos pueblos en los que la población no era homogénea. «Como la estatura era la única diferencia cuantitativa entre los Aytares, los pueblos habitados por habi tantes altos dominaban a los pueblos habitados por bajos; simplemente los aplas taban» (Blau, 1980; 777). En quinto lugar, los pueblos variaban en el grado en el que se relacionaban estatura y color. Algunos pueblos estaban dominados numéricamente por Aytares altos y verdes, otros por bajos y azules. En suma, aunque la población difería sólo en dos características, estas diferencias condu cían a otras diferencias en la estructura de los pueblos donde vivían. Los sociólogos de Blau descubrieron luego que existían otras islas en Ste llar 8R y que había más pueblos en cada una de estas islas. Los individuos eran iguales que los de la primera isla descubierta, es decir, variaban sólo en función de su estatura y color, pero estos pueblos variaban en ocho dimensiones. Las primeras cinco eran las mismas que habían identífícado en los Aytares de la primera isla. En sexto lugar, aunque la proporción entre azules y verdes en dos o más islas podía ser la misma, podía ser el resultado de proporciones muy diferentes dentro de los pueblos de cada isla. Así, una proporción de uno-a-uno podía ser el resultado de la proporción de uno-por-uno en la mayoría de los pueblos, o también podía deberse a grandes variaciones entre pueblos que ten dían a eliminarse mutuamente. En séptimo lugar, Blau subrayó lo mismo por lo que respecta a la estatura. Es decir, la estatura media en una isla podía ser el resultado de que todos o la mayoría de los pueblos de la isla tuvieran una esta tura similar, o bien podía resultar de que algunos pueblos dominados por ayta res altos habian eliminado a otros dominados por Aytares bajos. En octavo lu gar, surgía la misma correlación por lo que respecta a la relación entre color y estatura. De nuevo, podía darse una correlación similar en muchos pueblos, algunos pueblos podían estar habitados fundamentalmente por verdes altos y otros por azules bajos. Así, aunque las características demográficas de dos islas podían ser las mismas, las estructuras ecológicas de los pueblos de las dos islas podían diferir mucho. Lo que más le interesaba a Blau era la influencia de estas diferencias ecológicas (es decir, estructurales) sobre las relaciones sociales. Como Blau señaló: «La composición y la estructura ecológica de los pueblos y las islas influye en las relaciones sociales de los Aytares independientemente de sus preferencias psicológicas» (1980: 780). Blau parte del supuesto de que, por lo general, las personas prefieren aso ciarse con otras que se asemejen a ellas. Sin embargo, los científicos hipotéticos de Blau descubrieron en algunas ocasiones a Aytares de diferente estatura y color juntos. En su «encuesta» hallaron algunos comentarios interesantes: «Por lo menos tenemos el mismo color, y a mi alrededor no encuentro a nadie de mi misma estatura», «Claro, mí amigo es verde, pero para mí la estatura es más importante que el color» (Blau, 1980: 780), Blau afirmó que las oportunidades que tiene un Aytar de encontrar amigos fuera del grupo se deben a varias reali dades estructurales. Por ejemplo, si el tipo de un individuo es poco frecuente en un pueblo y constituye una minoría en él, lo más probable es que ese individuo tenga amigos fuera de su grupo. Si un individuo pertenece a grupos pequeños,
446
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
entonces las oportunidades de tener amistades fuera del grupo aumentan porque ese individuo tendrá menos individuos con características similares a él entre los que elegir. Finalmente, la intersección de los parámetros tiende a inhibir las elecciones fuera del grupo. Es decir, si la estatura y el color están relacionadas substancial mente (si, por ejemplo, los Aytares verdes suelen ser bajos), la inter sección de estos dos factores tiende a provocar que los factores se refuercen mutuamente y a aumentar así las posibilidades de elegir amigos dentro del pro pio grupo.
PETER BLAU: Reseña biográfica Peter Blau nació el 7 de febrero de 1918 en Viena, Austria. En 1939 emigró a los Estados Unidos yen 1943 obtuvo la ciudadanía de este país. En 1942 se graduó en el relativamente poco conocido Elmhurst College de Elmhurst, Illinois. Sus estudios se vieron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial; se enroló en el Ejército de los Estados Unidos y le conce dieron la Estreila de Bronce. Tras la guerra re tomó sus estudios, terminó su carrera y se doc toró por la Universidad de Cotumbia en 1952. Blau recibió un gran reconocimiento en so ciología por sus contribuciones al estudio de las organizaciones formales. Sus estudios em píricos sobre las organizaciones y sus libros sobre las organizaciones for males aún siguen citándose en esta especialidad, y en la actualidad conti núa contribuyendo a este campo. También se destaca por un libro que escribió junto a Otis Dudiey Dunoan, The American Occupationai Structure [La es tructural ocupacional de los Estados Unidos], por el que ganó el prestigioso Premio Sorokin de la Asociación Amerioana de Sociología en 1968. Esta obra constituye una importante contribución al estudio sociológico de la es tratificación social. Si bien es famosa su amplia obra, el trabajo de Blau que más nos interesa en este libro es su contribución a la teoría sociológica. Lo que más destaca de esa contribución es su aportación a dos orientaciones teóricas diferentes, tal y como se refleja en el modo en que hemos analizado su obra en el presente libro. Como vimos en el Capítulo 7, su libro de 1964 Exchange and Power in Social Life [Intercambio y poder en la vida social] constituye un componente esencial de la teoría del intercambio contemporá nea. La principal contribución de este libro a esta teoría fue tomar la teoría del intercambio, en lo fundamental una teoría micro, e intentar aplicarla a cuestiones macro. Si bien su esfuerzo presenta notables puntos débiles, constituye un importante intento de integrar teóricamente las cuestiones so ciológicas macro y las micro. En los últimos años Blau se ha situado a la cabeza de la teoría estructural. Durante el tiempo que presidió la Asociación Americana de Sociología (1973-1974), hizo de esta teoría el tema central de la reunión anual de la asociación. Desde entonces ha publicado varios libros y artículos para clarificar y desarrollar ia teoría estructural.
TEORIAS SOCtOLOGlCAS ESTRUCTURALES
447
La teoria estructural contiene refoimuladas muchas de ias viejas ideas so ciológicas (por ejemplo, de Simmel y Durkheim), Puede cuestionarse el alcance sociológico de la teoría estructural debido a su enfoque exclusivo sobre el nivel estructural macro de la realidad social. Si bien puede parecer que este enfoque exclusivo limita su capacidad explicativa en comparación con algunas de las teorías sociológicas más integradoras, muchos sociólogos ia prefieren a otras. Resulta atractiva especialmente para los sociólogos que rechazan los factores subjetivos o los microfactores como preocupación central de la sociología. La teoría de Blau ha provocado muchos estudios empíricos (Blau, Beeker y Fitzpatrick, 1984; Blau, Blum y Schwartz, 1982; Blum, 1984). Por ejemplo, Terry Blum verificó dos hipótesis derivadas de la teoría de Blau; « i) La hetero geneidad étnica fomenta interacciones interétnicas a pesar del predominio de las preferencias por la etnia del grupo al que se pertenece», y 2) «la heteroge neidad religiosa fomenta las interacciones interreligiosas a pesar del predomi nio de las preferencias por el grupo al que se pertenece» (1985: 513). Los resul tados de Blum apoyan la teoria de Blau y su premisa más general de que «ia estructura macrosocial ejerce constreñimientos sobre la interacción interperso nal proporcionando o limitando las oportunidades a estas interacciones» (1985: 520-521).
Teoría de rbdes Otro enfoque estructura! de la sociología moderna es la teoría de redes. Aunque constituye una variedad de estructuralismo, está menos vinculada con los desa rrollos externos analizados anteriormente y más a planteamientos propios de la sociología. Así, aunque los teóricos de redes se ocupan de «las estructuras pro fundas», sus estructuras guardan más relación con las estructuras sociales de la sociología tradicional que con, por ejemplo, las estructuras mentales de LéviStrauss. En concordancia con la relación de la teoría con la corriente principal de la sociología, a los teóricos de redes les interesa menos filosofar sobre las estructuras y mucho más el estudio metodológico, riguroso, empírico, e incluso matemático, de los diversos tipos de redes. Los analistas de redes se afanan por diferenciar su enfoque de los enfoques sociológicos que Ronaid Burt calificó de «atomistas» y «normativos» (Burt, 1982; véase también Granovetter, 1985). Las orientaciones sociológicas ato mistas se centran en unos actores que toman decisiones por sí mismos sin contar con otros actores. En términos generales, se centran en los «atributos persona les» de los actores (Wellman, 1983). Los enfoques atomistas son rechazados porque son demasiado microscópicos e ignoran los vínculos entre los actores. Como Barry Wellman señaló: «Explicar los motivos de los individuos con^tHur ye una tarea que corresponde a los psicólogos» (1983; 163). Esto, porsupue^g^ sugiere un rechazo de las diversas teorías sociológicas que se centran otra manera en los motivos: el interaccionismo simbólico, la SQCÍo¡í^gí#>jfelWr
448
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
menológica, la sociología existencial, la teoría weberiana, la teoría de Schutz, y otras teorías. En opinión de los teóricos de redes, los enfoques normativos se centran en la cultura y el proceso de socialización medíante el cual se internalizan en los actores las normas y los valores. Desde la perspectiva normativa, lo que mantie ne a las personas unidas son conjuntos de ideas comunes. Los teóricos de redes rechazan esta idea y afirman que lo que debe estudiarse son las pautas objetivas de los lazos que vinculan a los miembros de la sociedad. He aquí la opinión de Wellman sobre esta perspectiva: El d eseo de los analistas d e redes es estudiar las regularidades dei m odo en que las personas y las c o lec tiv id a d es se com portan, y no las regularidades de las creencias sobre ei m odo en que deben com portarse. Por esto lo s analistas de redes intentan evitar ias ex p lica cio n es norm ativas d e la conducta so cia l. C alifican de no estructu ral cualquier ex p lica ció n que analiza el proceso social co m o la sum a de lo s atribu tos personales de lo s actores in d ivid u ales y de las norm as intem al izadas. (W ellm an , 1983: 162)
Así, los teóricos de redes rechazan una buena parte del funcionalismo es tructural, el determinismo cultural de Parsons, el acento durkheimiano en la conciencia colectiva, el interés simmelíano por la cultura objetiva y subjetiva, la preocupación del teórico crítico por la cultura, etc. Una vez especificado qué es lo que no le preocupa, la teoría de redes clari fica su interés primordial: la pauta objetiva de los lazos que vinculan a los miembros (individuales o colectivos) de la sociedad. Veamos cómo expresa Wellman esta preocupación; L os analistas de redes parten de la sim p le, pero poderosa noción de que la principal tarea de los so c ió lo g o s es estudiar la estructura so cia l... El m odo m ás directo de estudiar una estructura social es analizar la pauta d e los la zo s que vinculan a sus m iem bros. Los analistas de redes buscan las estructuras profundas, lo s m o d elo s regulares de redes que se encuentran debajo de la frecuentem ente com p leja super ficie de lo s sistem as so c ia les... Se con sid era que lo s actores y su conducta están constreñidos por estas estructuras. Por tanto, la preocupación es el constreñim iento estructural, no lo s actores volunt ari stas.
(Wellman, 1983: 156-157) Un aspecto distintivo de la teoría de redes es que analiza una amplia varie dad de estructuras micro y macro. Es decir, desde el punto de vista de la teoría de redes, los actores pueden ser personas (Wellman y Wortley, 1990), pero también pueden ser grupos, corporaciones (Baker, 1990; Clawson, Neutstadtl, y Bearden, 1986; Mizruchi y Koening, 1986), y sociedades. Los vínculos pue den establecerse en el nivel socioestructural macro, así como en los niveles más microscópicos. Mark Granovetter describe estos vínculos en el mieronivel como una acción «engastada» en «relaciones personales concretas y estructuras (o
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
4 49
“redes”) de tales relaciones» (1985: 490), Una idea fundamental común a cual quiera de estos vínculos es que todo «actor» (individual o colectivo) tiene un acceso diferencial a recursos valiosos (riqueza, poder, información). El resulta do es que los sistemas estructurados suelen estar estratificados y tener algunos componentes que dependen de otros. Un aspecto central del análisis de redes es que tiende a alejar a los sociólo gos del estudio de los grupos y las categorías sociales y acercarles al estudio de los lazos entre unos actores que no están «suficientemente relacionados y uni dos como para constituir grupos determinados» (Wellman, 1983: 169), Un buen ejemplo de esta idea es el trabajo de Granovetter (1973, 1983) sobre «la fuerza de los lazos débiles». Granovetter distingue entre los «lazos fuertes», por ejem plo, los vínculos entre las personas y sus mejores amigos, y los «lazos débiles», por ejemplo, los vínculos entre los que simplemente han sido presentados. Los sociólogos han tendido a analizar a la gente que mantiene lazos fuertes o grupos sociales. Han tendido a asignar importancia a los lazos fuertes y a considerar triviales los lazos débiles. La contribución de Granovetter es explicar la gran importancia que pueden tener los lazos débiles. Por ejemplo, los lazos débiles entre dos actores pueden servir como puente entre dos grupos con fuertes lazos internos. Sin este lazo débil, los dos grupos estarían totalmente aislados. Esto, a su vez, podría conducir a un sistema social más fragmentado. Un individuo que careciera de lazos débiles se encontraría a sí mismo aislado dentro de un grupo apretadamente tejido y no dispondría de información sobre lo que pasa en otros grupos y en la sociedad. Los lazos débiles, por tanto, evitan el aislamiento y permiten a los individuos estar más integrados en la sociedad. Aunque Grano vetter acentúa la importancia de los lazos débiles, se apresura a especificar que «los lazos fuertes también son importantes» (1983: 209). Por ejemplo, las per sonas que mantienen lazos fuertes tienen mayor motivación para ayudarse mu tuamente y están más disponibles unas para otras. La teoria de redes es relativamente nueva y aún no está totalmente desarro llada. Como Burt afirmó: «Actualmente existe una vaga asociación entre diver sos enfoques llamados análisis de redes» (1982: 20). Sin embargo, está en pro ceso de desarrollo, tal y como lo muestra ta cantidad de artículos y libros que se están publicando desde la perspectiva de la teoría de redes, y el hecho de que hay ya una revista dedicada a ella (Social Networks). Aunque tal vez se trate de una difusa amalgama de trabajos, la teoría de redes parece basarse en un con junto coherente de principios (Wellman, 1983). Primero, los vínculos entre los actores suelen ser simétricos tanto por lo que respecta al contenido como a la intensidad. Los actores se proporcionan mutua mente diversas cosas y lo hacen con mayor o menor grado de intensidad. Se gundo, los vínculos entre los individuos se deben analizar dentro del contexto de la estructura de las grandes redes. Tercero, la estructuración de los vínculos sociales conduce a una diversidad de tipos de redes no aleatorias. Por un lado, las redes son transitivas: si existe un vínculo entre A y B y entre 5 y C, es probable que A y C estén vinculados; lo más probable es que exista una red que
450
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
implique &A , B y C . Por otro lado, existen limitaciones a la cantidad de vínculos que pueden existir y su grado de intensidad. Lo más probable es que se desarro llen conglomerados de redes con distintas fronteras que ios separan. Cuarto, la existencia de conglomerados conduce al hecho de que puedan existir vínculos cruzados entre los conglomerados y entre los individuos. Quinto, pueden existir vínculos asimétricos entre los elementos de un sistema, a resultas de lo cual los recursos escasos están diferentemente distribuidos. Finalmente, ta distribución desigual de los recursos escasos conduce tanto a la colaboración como a la competencia. Algunos grupos se unen para adquirir recursos escasos conjunta mente, mientras otros compiten y entran en conflicto. Estas ideas confieren a la teoria de redes una naturaleza dinámica (Rosenthal et al., 1985), ya que la es tructura del sistema cambia conforme a las pautas cambiantes de la coalición y ei conflicto. Podemos terminar este apartado sobre la teoria de redes analizando un estu dio reciente que nos muestra su orientación teórica distintiva. Mizruchi {1990) se ha ocupado de la cuestión de la cohesión de las corporaciones y su relación con el poder. Afirma este autor que históricamente se han dado dos definiciones diferentes de cohesión. La primera, o perspectiva subjetiva, sostiene que «la cohesión es una función del sentimiento de identificación de los miembros del grupo con su grupo, en particular del sentimiento de que sus intereses indivi duales están ligados a los interesese del grupo» (Mizruchi, 1990: 21). Esta defi nición acentúa el sistema normativo, y la cohesión se produce ora mediante la internalización del sistema normativo, ora debido a la presión ejercida por el grupo. La segunda, la perspectiva objetiva, señala que «la solidaridad puede ser considerada como un proceso objetivo observable independiente de los senti mientos de de los individuos» (Mizruchi, 1990: 22). Dado su compromiso con la teoria de redes, huelga decir que Mizruchi se inclina por la perspectiva obje tiva de la cohesión. Mizruchi cree que la semejanza entre las conductas no sólo se debe a la cohesión, sino también a lo que él llama equivalencia estructural'. «Los actores estructuralmente equivalentes tienen relaciones idénticas con otros actores en la estructura social» (1990; 25). Asi, la equivalencia estructura! existe, por ejemplo, entre corporaciones, aun cuando no exista comunicación entre ellas. Se com portan del mismo modo porque mantienen una relación idéntica con otra enti dad de la estructura social. Mizruchi concluye que la equivalencia estructural desempeña un papel tan importante como la cohesión en la explicación de la semejanza entre las conductas. Mizruchi asigna mucha importancia a la equiva lencia estructural que, después de todo, implica una red de relaciones sociales.
RESUMEN En este capitulo examinamos una serie de teorias sociológicas estructurales. En primer lugar analizamos el estructuralismo en su variante principalmente fran
TEORIAS SOCIOLOGICAS ESTRUCTURALES
451
c e s a . En e s te a p a rta d o e s tu d ia m o s la s r a íc e s d e l e str u c tu r a lism o en la lin g ü ís ti ca , so b r e to d o e n la d is tin c ió n d e S a u ssu r e e n tr e la langue y la parole. D e d ic a m o s c o n s id e r a b le a te n c ió n a l e str u c tu r a lism o a n tr o p o ló g ic o d e L é v i-S tr a u s s , Si b ien e s te p e n sa d o r u tiliz a la s e str u c tu r a s d e v a r ia s y d if e r e n te s m a n e r a s , su é n fa s is en la estru ctu ra d e la m e n te e s d e su m a im p o r ta n c ia . A c o n tin u a c ió n a n a liz a m o s el m a r x is m o e stru ctu ra !. L a p r in c ip a l p r e o c u p a c ió n d e lo s m a r x ista s e s tr u c tu r a le s la c o n s titu y e n la s g r a n d e s estr u c tu r a s fu n d a m e n ta le s d e la s o c i e dad: la p o lític a , la id e o ló g ic a y , e s p e c ia lm e n t e , la e c o n ó m ic a . M ie n tra s e s t o s m a r x ista s se cen tr a n e n el a n á lis is d e la s m a c r o e s tr u c tu r a s, ¡a p r e o c u p a c ió n p rin cip a l de L é v i-S tr a u ss eran la s m ic r o e str u c tu r a s d e la m e n te . S í b ien la s id e a s d el e str u c tu r a lism o fr a n c é s s o n im p o r ta n te s, han d e sa lv a r p o d e r o s a s barreras para rec ib ir m á s a c e p ta c ió n p o r p arte d e la c o r r ie n te p r in c ip a l d e la s o c io lo g ía . En m u y b u en a m e d id a el e str u c tu r a lism o ha s id o s u p la n ta d o r e c ie n te m e n te por el p o se s tr u c tu r a lism o . El p o s e s tr u c tu r a lis m o se d e fin e c o m o un m o v im ie n to de retirad a d e l in te r é s e x c lu y e n t e y te n a z -p o r la estru ctu ra ; se d e fin e ta m b ié n p o r la u tiliz a c ió n d e id e a s te ó r ic a s d iv e r s a s. E stu d ia m o s en e s te a p a rta d o las te o r ía s d e! p o se s tr u c tu r a lista m á s im p o r ta n te , M ic h e l F o u c a u lt. A u n q u e su o b ra tem p ran a tie n d e a cen tr a r se en la s e str u c tu r a s, su s tra b a jo s m a d u r o s e x a m in a n una a m p lia se r ie d e f e n ó m e n o s s o c ia le s . A d e m á s , p u e d e a p r e c ia r se e n su obra la in flu e n c ia d e un a c r e c ie n te v a rie d a d d e p e r s p e c tiv a s te ó r ic a s. F o u c a u lt n o s o fr e c e un c u e r p o r ic o y v a r ia d o d e tra b a jo q u e ha in flu id o y se g u ir á in flu y e n d o en la s o c i o lo g í a en lo s a ñ o s v e n id e r o s . T a m b ié n a n a liz a m o s el a n tie str u c tu r a lis m o , e s p e c ia lm e n t e r e fle ja d o en la s o c i o lo g í a e x is te n c ia l y e n la te o r ía d e s is t e m as, L o s e str u c tu r a lista s r e c h a z a r o n el in te r é s d e la s o c i o lo g í a e x is te n c ia l por el a cto r, la c o n c ie n c ia y el h u m a n ism o . S in e m b a r g o , e s ta s p e r s p e c tiv a s arrojan lu z so b r e la d e b ilid a d d el e str u c tu r a lism o a la h ora d e a n a liz a r al a cto r. El ca r á c ter in te g ra d o r, r e la c io n a l y p r o c e su a l d e la te o r ia d e s is te m a s p o n e d e m a n if ie s to la d e b ilid a d d el e str u c tu r a lism o , al q u e se o p o n e r a d ic a lm e n te . A n a liz a m o s fin a lm e n te tres v a r ia n te s s o c io ló g ic a s so b r e el m u n d o s o c ia l q u e e m p le a n un e n fo q u e estr u c tu r a l. En p rim er lu g a r, e x a m in a m o s el e str u c tu ra lism o d e G o ffm a n , e s p e c ia lm e n t e su a n á lis is e str u c tu ra l, q u e p r e se n ta im p o r ta n tes s e m e ja n z a s c o n el e str u c tu r a lism o fr a n c é s. E n se g u n d o lu g a r, a n a liz a m o s la te o r ía e stru c tu r a l, fu n d a m e n ta lm e n te la d e P eter B la u . L a te o r ía s o c io ló g ic a estru ctu ra l r e c h a z a a b ie r ta m e n te el in te r é s d el e str u c tu r a lism o p or la s e str u c tu ras in v is ib le s . M ie n tr a s e l e str u c tu r a lism o im p o r tó id e a s d e o tr o s c a m p o s , la teo ría estru ctu ra l r e g r e sa a la s tr a d ic io n a le s r a íc e s d u r k h e im ia n a s en el e s tu d io d e lo s h e c h o s s o c ia le s m a te r ia le s . En te r c e r lu g a r, e x a m in a m o s la te o r ia d e r e d e s. E sta te o r ia e stá o r ie n ta d a ai a n á lis is d e la s estr u c tu r a s s o c ia le s fu n d a m e n t a le s , p er o g u a rd a un a e s tr e c h a r e la c ió n c o n la c o r r ie n te p rin cip a l d e la s o c io lo g ía , y p u e d e e n c o n tr a r s e a b u n d a n te m e n te en e s t u d io s e m p ír ic o s a lta m en te s o f is t ic a d o s d e la s re d e s s o c ia le s q u e cu b ren el m u n d o s o c ia l.
PARTE
DESARROLLOS RECIENTES EN TEORIA SOCIOLOGICA: INTEGRACION Y SINTESIS
CAPITULO
10
INTEGRACION MICRO-MACRO EXTREMISMO MICRO-MACRO MOVIMIENTO HACIA LA INTEGRACION MICRO-MACRO EJEMPLOS DE INTEGRACION MICRO-MACRO George Ritzer; paradigma sociológico integrado Jeffrey Aiexar>der: sociología muftidímensional Norbert Wiley: niveles de análisis James Coleman; el modelo desde lo micro a lo macro y los Fundam entos de te o ría social Randall Collins; Los microfundamentos de la macrosociología Teoría del interactcr ALGUNAS DIRECCIONES PROMETEDORAS INTEGRACION MICRO-MACRO; LO QUE QUEDA POR HACER
455
456
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPOFIANEA
En este capítulo y en los tres siguientes analizamos los tres desarrollos más importantes que se han producido recientemente en la teoría sociológica. En el presente capítulo nos ocuparemos del notable desarrollo que se ha producido principalmente en los Estados Unidos durante la década de 1980 y que continúa produciéndose en la actualidad. Ese desarrollo consiste en un interés cada vez mayor por la cuestión del vínculo micro-macro. En el siguiente capítulo anali zaremos et desarrollo paralelo que ha experimentado la teoría sociológica euro pea: el aumento del interés por la relación entre la acción y la estructura. Como veremos, existen importantes semejanzas y diferencias entre la literatura esta dounidense micro-macro y la europea sobre acción y estructura. Finalmente, en los Capítulos 12 y 13 estudiaremos el desarrollo más reciente en la teoria socio lógica de los años noventa: et profundo y muy difundido interés por las síntesis teóricas de cualquier tipo. De hecho, las literaturas micro-macro y acción-es tructura pueden considerarse en si mismas desarrollos sintéticos y precursoras del interés más general por las síntesis teóricas de cualquier tipo.
EXTREMISMO MICRO-MACRO Hasta hace relativamente pocos años, una de las principales divisiones dentro de la teoría sociológica estadounidense del siglo xx ha sido el conflicto entre teorías (y teóricos) microscópicas extremas y teorías (y teóricos) macroscópi cas ' extremas y, lo que es quizás más importante, el conflicto entre los que han interpretado de este modo las teorías sociológicas (Archer, 1982), Estas teorías e interpretaciones extremas de las teorías han tendido a dar la imagen de que existía un profundo y ancho abismo entre las teorías micro y las macro y, en términos generales, de que existía conflicto y desorden (Gouldner, 1970; War dell y Turner, 1986a; Wiley, 1985) en la teoria sociológica. Aun cuando es posible interpretar (y muchos lo han hecho) a los teóricos clásicos de la sociologia analizados en el primer capítulo de este libro (Marx, Weber, Durkheim, Simmel) como extremistas macro o micro, la perspectiva más defendible en la actualidad, o al menos la que orientará este capítulo, es que todos compartían una preocupación central por el vínculo micro-macro. Se puede considerar a Marx como fundamentalmente interesado por la influencia coercitiva y alíenadora de la sociedad capitalista sobre los trabajadores (y los capitalistas) individuales. Weber puede ser considerado como fundamentalmente preocupado por la dificil situación del individuo dentro de la jaula de hierro de una sociedad formalmente racional. El interés central de Simmel era ta relación entre ia cultura objetiva (macro) y la cultura subjetiva (micro o individual). Y la preocupación central de Durkheim era el efecto de los hechos sociales en un ' Aunque el uso de los términos mit ro y macro puede sugerir que estamos analizando una dicotomia, somos conscientes en todo momento del hecho de que existe un coníinuiim que va dcl extremo micro al extremo macro.
INTEGRACION MICRO-MACRO
457
nivel macro sobre los individuos y la conducta individual (por ejemplo, el suici dio). Si aceptamos estas descripciones de las preocupaciones centrales de los teóricos clásicos, puede afirmarse que gran parte de la teoría sociológica esta dounidense de la última mitad del presente siglo se ha caracterizado por la ausencia de la preocupación por este vínculo y el predominio de los extremistas micro y macro, es decir, por el predominio de teorías y teóricos que asignaron una importancia extrema ora al nivel micro, ora al macro. Así, las teorías anali zadas en la segunda parte de este libro tendieron al extremismo micro o macro. En el extremo macro se sitúan el funcionalismo estructural, la teoría del con flicto, algunas vanantes de la teoría neomarxista (especialmente el determinis mo económico y el marxismo estructural) y muchas formas de estructuralismo. En el extremo micro se sitúan el interaccionismo simbólico, la fenomenología, la etnometodología, la sociología existencial, la sociología conductista y la teo ría del intercambio. Entre los extremistas macro más destacados del siglo xx se cuentan Par sons ( 1966) con su «determinismo cultural» la teoría del conflicto de Dahren dorf ( 1959), con su interés por las asociaciones imperativamente coordinadas; y el macroestructuralismo de Peter Blau, que viene resumido en su orgullosa de claración: «Soy un determinista estructural» (1977a: x). El extremismo ma croestructural también procede de otras fuentes (Rubinsteín, 1986), como la teoria de redes de White, Boorman y Breíger (1976), la ecologia de Duncan y Schnore (1959), y el estructuralismo de Mayhew (1980). Pocos son más extre mistas que Mayhew, quien hace comentarios tales como: «En la sociología es tructural la unidad de análisis es invariablemente la red social, y nunca el indi viduo» (1980: 349), En el extremo micro podemos identificar a una buena parte del interaccio nismo simbólico y la obra de Blumer (1969a), quien parece que solía tener en mente el el funcionalismo estructural cuando calificó el interaccionismo sim bólico de teoria sociológica exclusivamente centrada en los fenómenos micro (para una interpretación totalmente diferente de la perspectiva de Blumer, véa se el Capitulo 12). Un caso más claro de extremismo micro nos lo proporciona la teoría del intercambio y George Homans (1974), quien buscó una alternativa al funcionalismo estructural y la encontró en la orientación extremadamente micro del condüctismo skinneriano. Luego está la etnometodología y su pre ocupación por las prácticas cotidianas de los actores. Garfmkel (1967) atacó el enfoque macro dei funcionalismo estructural y su tendencia a convertir a los actores en «idiotas juiciosos».
^ Incluso Jeffrey Alexander, destacado defensor de Parsons, admite e! «prejuicio colecti vista» (1987: 296) de Parsons; véase también Coleman (1986: 13!0). Sin embargo, mientras Parsons influyó principalmente en la teoría colectivista, también es posible encontrar en su obrá una poderosa teoria integradora micro-macro.
458
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
MOVIMIENTO HACIA LA INTEGRACION MICRO-MACRO Si bien el extremismo micro-macro ha caracterizado gran parte de la teoría sociológica del siglo xx, puede apreciarse durante la década de los años ochen ta, especialmente en la teoría sociológica estadounidense, un movimiento de retirada del extremismo micro-macro y de acercamiento al consenso general de que la preocupación central debe ser la integración (la síntesis o el vínculo) de las teorías micro y las macro y/o los niveles de análisis social. Esto supuso un cambio drástico con respecto a la década de los años setenta, cuando Kemeny afirmó: «Se presta tan poca atención a esta distinción, que los términos “micro” y “macro" no suelen aparecer en los índices analíticos de los trabajos sociológi cos» (1976: 731). Puede afirmarse que, al menos en este sentido, los teóricos estadounidenses de la sociología han redescubierto el proyecto teórico de los primeros maestros. Aunque estos desarrollos son característicos de la década de tos años ochenta, hubo en años anteriores otros trabajos aislados que abordaron directamente la cuestión del vínculo micro-macro. Por ejemplo, a mediados de la década de los años sesenta, Helmut Wagner {1964) analizó la relación entre las teorías micro y macro. A finales de la década, Walter Wallace (1969) examinó el continuum micro-macro, pero este examen desempeñaba un papel secundario en su análi sis y fue calificado de «complicación» en la taxonomía básica de la teoría so ciológica que elaboró. A mediados de la década de los años setenta, Kemeny (1976) pidió que se dedicara más atención a la distinción micro-macro, así como a los modos en los que se relacionaban lo micro y lo macro. Pero ha sido la década de los años ochenta la que ha sido testigo de un florecimiento de los trabajos sobre la cuestión del vínculo micro-macro, Collins afirmó que la obra sobre este tema «promete ser un área significativa de avance teórico en los próximos años» (1986a: 1350). Eisenstadt y Helle, en su intro ducción a su obra de dos volúmenes, uno dedicado a la macroteoría (Eisenstadt y Helle, 1985 a) y otro a la microteoría (Helle y Eisenstadt, 1985), concluyeron que «la confrontación entre la teoría micro y la macro pertenece al pasado» (1985b:3). De modo similar, Münch y Smelser, al término de la antología The Micro-Macro Link [El vínculo micro-macro] (Alexander et al., 1987), afirma ron: «Los que han defendido controvertidamente que un nivel es más funda mental que et otro... están equivocados. Prácticamente todos los que han contri buido a este volumen han insistido correctamente en las interrelaciones entre los niveles micro y macro» (1987: 385). Por otra parte, aun cuando su intención era superarlo, el extremismo micro macro del siglo XX influyó y distorsionó estos esfuerzos integradores de los años ochenta. La mayoría de los sociólogos que trabajan en pos de la integra ción se acercaron a ella desde perspectivas teóricas micro o macro, y estas perspectivas constituyeron camisas de fuerza que limitaron sus esfuerzos integradores. Si bien esto constituye un grave problema, hay indicios en la actuali dad que nos sugieren que este problema está siendo superado.
INTEGRACION MICRO-MACRO
459
Entre las obras que se sitúan cerca del extremo microteórico encontramos los esfuerzos de Hechter (1983a, 1983b; véase también Wippler y Lindenberg, 1987) y Coleman (1990) basados en la teoría de la elección racional; el de Collins (1981a; 1987a; 1987b), centrado en las «cadenas rituales interacciona les»; los esfuerzos por construir ideas en el macronivel desde una base freudia na (por ejemplo, Kurzweil, 1987; Smelser, 1987); el trabajo de Schegloff(1987) que se construye sobre el análisis conversación al-etnometodológico, y otro tra bajo similar realizado por Knorr-Cetina (1981a) y Cicourel (1981); el trabajo integrador de Emerson (1981), que parte de la orientación de la teoría del inter cambio. Cerca del extremo macroteórico se sitúan, por ejemplo, el enfoque multidimensional de Alexander (1982-83, 1987), que parte de una base estructural-funcional; la teoría de la entropía social de Bailey (1990), que se deriva de la teoría de sistemas; y el esfuerzo integrador de Burt (1982) arraigado en la teoría de redes de orientación macro. Como vemos, los esfuerzos parten tanto del extremo micro como del macro, y de diversas posiciones teóricas. En térmi nos generales, ya partan de uno u otro extremo, ya de una orientación integra dora, muchos teóricos de la sociología parecen coincidir en sus esfuerzos por desarrollar una teoría integrada. Desde el ventajoso punto de vista de los aííos noventa, puede afirmarse que existen en la actualidad suficientes estudios sobre la cuestión del vínculo micro macro como para hablar de un sólido cuerpo de trabajo. Mientras lo hace mos, expondremos al lector los principales ejemplos de este tipo de trabajo teórico. Existen dos corrientes principales de trabajo sobre la integración micro macro. Algunos teóricos se centran en la integración de teorias macro y micro, y otros se preocupan por desarrollar una teoria que analice el vínculo entre los niveles micro y macro (AIford y Friedland, 1985; Edel, 1959) del análisis so cial. AI principio de este capítulo citamos a Eisenstadt y Helle (1985b: 3), quie nes concluyeron que la confrontación entre las teorías macro y las micro perte necía al pasado, mientras Münch y Smelser (1987; 385) llegaron a una conclusión similar por lo que respecta a la necesidad de elegir entre los niveles micro y macro. Hay diferencias relevantes entre intentar integrar teorías macro (por ejemplo, el funcionalismo estructural) y micro (por ejemplo, el interaccionismo simbólico) e intentar desarrollar una teoría que pueda analizar la relación entre los niveles macro (por ejemplo, la estructura social) y micro (por ejemplo, la personalidad) de análisis social. Entre los que definen su tarea, al menos en parte, como intento de integra ción de teorías se encuentran Burt (1982), Fararo y Skvoretz (1986), Hechter (1983a), Hindess (1986) y Smelser (1987). Por otro lado, entre los que se es fuerzan por desarrollar una teoría que se centre en la integración de los niveles de análisis micro y macro, figuran Alexander (1982-83, 1985), Coleman (1986, 1987), Collins (1981a), Liska (1990), Ritzer (1979, 1981a) y Wiley (1988). Gerstein nos ofrece un buen ejemplo de este último enfoque cuando distingue entre los dos niveles básicos de análisis y defiende la necesidad de «crear con-
460
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ceptos teóricos que definan y traduzcan las variables en el nivel individual a las variables características de los sistemas sociales, y viceversa» (1987: 86), Además, existen diferencias sustanciales dentro de los grupos que trabajan en pos de ta integración teórica y ios que se esfuerzan por integrar los niveles de análisis social. Entre los que se afanan por integrar teorías micro y macro hay importantes diferencias derivadas de las teorías concretas con las que trabajan. Por ejemplo, Híndess (1986) intentó evitar los extremos del «humanismo teóri co» y del «estructuralismo»; Hechter (1983a) contrapuso la teoría de la elec ción racional a las teorías normativa y estructural; Burt (1982) intentó construir un puente para salvar el abismo entre las orientaciones atomistas y las normati vas; Fararo y Skvoretz (1986) se esforzaron por integrar la teoría estructural y la teoría de los estados de expectativas; y Smelser (1987) trabajó para sintetizar las perspectivas psicoanalítica y sociológica. Existen diferencias similares entre el grupo de teóricos que se esfuerzan por analizar ta relación entre los niveles de análisis micro y macro. Por ejemplo, ¿intentan integrar las estructuras micro y macro, los procesos micro, y macro, u otros aspectos más específicos de los niveles de análisis social micro y macro? En concreto, las diferencias entre los niveles se reflejan en la sociología multi dimensional de Alexander (1982; 65), que implica una «alternancia de la liber tad y el constreñimiento» tanto en la acción como en et orden y, particularmen te, en ta interrelación entre los niveles individual-ínstrum ental, individual-normativo, colectivo-instrumental y colectivo-normativo (Alexander, 1985); en el paradigma integrado de Ritzer, que se centra en la interrelación dialéctica entre la objetividad y la subjetividad macro y la objetividad y la subjetividad micro; en la preocupación de Wiley (1988) por la relación entre el self (o indi viduo) y la interacción, la estructura social, y la cultura; en el interés de Collins (1981a) por las «cadenas rituales de interacción»; y en el de Coleman (1986) por la relación desde lo micro a lo macro. La tarea de la integración empírica se complica por el hecho de que existen importantes diferencias entre los sociólogos respecto de las definiciones que dan de los niveles micro y macro (MünCh y Smelser, 1987), Et nivel micro se define de modo muy difeierte para cada teórico: puede referirse a fenómenos psicológicos, a individaoa o a pautas de interacción entre individuos. Asimis mo, el nivel macro puede referirse a posiciones, a poblaciones, a ta sociedad y sus estructuras o a sistemas mundiales. Así, perspectivas sobre la integración micro y macro que son aparentemente semejantes, son en realidad muy diferen tes porque intentan integrar fenómenos sociales muy distintos. Como requisito fundamental, los teóricos que trabajan con los términos micro y macro deben definir claramente cada uno de ellos. Es más, aunque los términos que utilizan los sociólogos tengan una forma idéntica en el nivel micro (características psicológicas, acción, conducta, prác ticas, actor intencional, objetividad y subjetividad micro, interacción, mundo de la vida, etcécera) y en el nivel macro (contexto estructural, sistema, población, posiciones, objetividad y subjetividad macro, propiedades estructurales de los
sisVemas socia\es, sociedad, cuUuia), ex'istetii, de hecho, diferencias entre estos fenómenos. Por ejemplo, en el nivel micro, los que consideran que las conduc tas se derivan de las recompensas y los costes tienden a tener una concepción del mundo social muy diferente de los que creen que la acción es realizada por actores intencionales. Igualmente, existen diferencias sustanciales entre los que trabajan en el nivel macro con estructuras de población y los que se centran en la cultura. Así, es preciso que los sociólogos, además de definir cuidadosamen te ios términos que utilizan, deben defínir también con exactitud y precisión las implicaciones teóricas de los tipos de términos que utilizan en ambos niveles. La cuestión se complica aún más por la existencia de otro punto de vista de los que utilizan los términos micro y macro. Nos referimos a la creencia de que los términos micro y macro no constituyen descripciones de realidades empíri cas, sino conceptos analíticos que pueden utilizarse para analizar cualquier rea lidad empírica. Alexander (y, por lo general, todos los neoparsonianos) defien de acaloradamente esta postura: «Los términos micro y macro no pueden tener referentes empíricos. Son conceptos analíticos opuestos que sugieren la emer gencia de niveles dentro de las unidades empíricas,,. Los términos “micro” y “macro” son completamente relativistas. Lo que es macro en un nivel equivale a lo micro en otro» (1987: 290-291 ). Si bien ciertamente es útil emplear analíti camente los términos micro y macro, ei hecho es que la mayoría de los sociólo gos los usan empíricamente. Por tanto, aunque micro y macro pueden utilizarse tanto empírica como analíticamente, los sociólogos deben definir claramente el modo en que los están utilizando. Tras esta introducción general presentaremos algunos ejemplos de integra ción micro-macro. Todos los ejemplos que se presentan a continuación se cen tran en la integración micro-macro de los niveles de análisis social. En ios Ca pítulos 12 y 13 estudiaremos los esfuerzos por integrar teorías micro y macro como parte de nuestro análisis de las síntesis teóricas.
EJEMPLOS DE INTEGRACION MICRO-MACRO George Ritzer: paradigma sociológico integrado Este apartado comienza con mi propio esfuerzo (Ritzer, 1979, I98ia) porque precede temporalmente a otros trabajos que analizaremos después del mío y anticipa el desarrollo a gran escala del aumento del interés por la integración micro-macro que se produjo durante la década de los años ochenta. Este análisis será relativamente breve dado que el apéndice incluye un análisis exhaustivo de mi paradigma integrado. Aqui lo resumiré porque representa el esquema metateórico que informa y orienta el presente libro. Este apartado se centra en lo que el paradigma integrado nos dice sobre la cuestión del vínculo micro-macro. Es preciso señalar que el pensamiento de Ritzer sobre el paradigma integra do en general y sobre el vínculo micro-macro, en particular, recibió la ínfluen-
462
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
eia de la obra de varios predecesores, especialmente la de Edel (1959) y Geor ges Gurvitch (1964; véase también Bosserman, 1968), Curviteli trabaja desde la convieción de que el mundo social puede estudiarse en términos de niveles «horizontales» o micro-macro. Gurvitch cree en la existencia de cinco nive les que van de lo micro a lo macro, a saber: formas de socialidad, agrupamientos, clase social, estructura social y estructuras globales. Para complementarlos, Gurvitch también ofrece diez niveles «verticales» o «profundos», que comien zan con el fenómeno social más objetivo (por ejemplo, los factores ecológicos, tas organizaciones) y termina con los fenómenos sociales más subjetivos (ideas y valores colectivos, mente colectiva). Para crear los principales niveles de análisis social, Gurvitch cruza sus dimensiones horizontales y verticales lo que N iveles h orizon tales m lcro-m ticro N iveles «p rofun d os» v ertica les
Torm as de socialid ad
G ru p os
C lase social
E structu ra social
E structu ras glob ales
1) Ecológicos 2) Organizaciones 3) Pautas sociales 4) Conducta colectiva no organizada 5) Roles sociales
6) Actitudes colectivas 7} Símbolos sociales 8) Conducta colectiva creativa 9) Ideas y valores colectivos
lü) Mente colectiva
Figura 10.1. Intersección de ios niveles horizontales y verticales de la realidad social de Gurvitch.
da lugar nada menos que a cincuenta niveles de análisis social. La Figura 10.1 ofrece un esquema de la imagen de Gurvitch del mundo social. Aunque muy atractivo y prometedor, el modelo de Gurvitch ofrece una imagen francamente compleja del mundo social en general, y de la relación micro macro, en particular. La obra de Ritzer sobre el paradigma sociológico integra do se vio en parte motivada por la necesidad de reflexionar sobre las ideas de Gurvitch y construir un modelo más claro y sencillo. Arranca del continuum micro-macro (los niveles horizontales de Gurvitch), que empieza con el pensa miento y la acción individual y termina con los sistemas mundiales (véase la
INTEGRACION MICRO-MACRO
463
Figura A .l del Apéndice). A este continuum se añade un continuum objetivosubjetivo (los niveles verticales de Gurvitch), que empieza con fenómenos ma teriales tales como la acción individual y las estructuras burocráticas y termina con fenómenos no materiales tales como la conciencia y las normas y los valo res (véase la Figura A.2 del apéndice). Al igual que Gurvitch, Ritzer cruza estos continua, pero en este caso resultan sólo cuatro niveles de análisis social en lugar de cincuenta. La Figura 10.2 ofrece una descripción de los principales niveles de análisis social MACROSCOPICO
I. Macro-objetivo
TI. M acro-subjetivo
Ejemplos: sociedad, derecho burocracia, arquitectura, tecnología y lenguaje
Ejemplos: cultura, normas y valores
OBJETIVO
SU B JETIV O
[[[. Micro-objetivo
IV- Micro-subjetivo
Ejemplos: pautas de conducta acción e interacción
Ejemplos: las diversas facetas de la construcción social de la realidad
MICROSCOPICO
Figura 10.2.
Principales niveles del análisis social' de Ritzer.
' D e b e a p r e c ia r s e
Que s e
tra ta d e u n a « im a g e n In s ta n tá n e a » en e l tism pc: q u e e n c a ja e n un p ro c e s o
h istórico c o n tin u o
Ritzer advierte que la cuestión micro-macro no puede analizarse indepen dientemente del continuum objetivo-subjetivo. Todos los fenómenos sociales micro y macro son también objetivos o subjetivos. Esto lleva a la conclusión de que hay cuatro niveles principales de análisis y de que los sociólogos deben centrarse en su interrelación dialéctica. El nivel macro-objetivo implica gran des realida Jes materiales tales como la sociedad, la burocracia y la tecnología. El nivel macro-subjetivo abarca grandes fenómenos no materiales tales como las normas y los valores. En los niveles micro, la micro-objetividad implica pequeñas entidades objetivas tales como las pautas de la acción y la interacción, mientras la micro-subjetividad implica los pequeños procesos mentales mediante los cuales las personas construyen la realidad social. Cada uno de estos cuatro niveles es importante per se, pero lo más importante es la relación dialéctica dentro y entre ellos. Esta imagen del mundo social que presenta sólo cuatro niveles principales es mucho más sencilla y accesible que el modelo que nos ofreció Gurvitch. ' Mi modelo aparece aquí y en el apéndice porque algunos profesores pueden considerar opcional el Apéndice y no recomendarlo a los alumnos.
464
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Jeffrey Alexander: sociologia multidimensional Jeffrey Alexander ofreció lo que él denomina una «“lógica teórica” nueva para la sociología» (1982: xv). Esta nueva lógica afecta al «pensamiento sociológico en todos los niveles del continuum intelectual» (Alexander, 1982: 65). Confor me a esta lógica, Alexander ofrece lo que llama una sociologia multidimensio nal. Aunque el término multidimensional tiene varios significados en su obra, el más importante de ellos es la concepción multidimensional de Alexander de los niveles de análisis social. Podemos comenzar con lo que Alexander denomina el problema del orden, Alexander sugiere que el continuum micro-macro («un nivel “individual” o “co lectivo" de análisis» [1982: 93]) está presente en el modo en que el orden se crea en la sociedad. En el extremo macro del continuum, el orden se crea exter namente y su naturaleza es colectiva; es decir, el orden se produce mediante fenómenos colectivos. En el extremo micro, el orden se deriva de fuerzas inter nalizadas cuya naturaleza es individualista; es decir, el orden nace de la nego ciación individual. ORDEN Colectivo Estructuras materiales
Normas
Instrumental
Normativa
(Materialista)
(Idealista)
ACCION
Acción racional
Acción voluntaria Individual
Figura 10.3.
Modelo integrado de Alexander,
Al problema del orden se suma, según la clásica interpretación parsoniana, el problema de la acción. La acción implica un continuum materialista-idealista que corre paralelo al continuum objetivo-subjetivo del paradigma sociológico integrado de Ritzer. En el extremo material, la acción se describe como instru mental, racional y condicional. En el extremo no material la acción es normati va, no racional y emocional. Cuando cruzamos los continua de Alexander del orden y de la acción, encontramos cuatro niveles de análisis social que se ase mejan mucho a los cuatro niveles de Ritzer (véase la Figura 10.3). Aunque la terminología es ligeramente diferente, apenas podemos apreciar diferencias entre el modelo de Alexander y el de Ritzer. La diferencia principal reside en el modo en que los autores relacionan los cuatro niveles. Mientras Ritzer se centra en la relación dialéctica entre los cuatro niveles, Alexander prefiere dar prioridad a uno de los niveles.
ÍNTEGRACION MICRO-MACRO
465
Alexander cree que atribuir mayor importancia a los niveles micro constitu ye «un error teórico» (1987: 295). Critica duramente a teorías como el interac cionismo simbólico que parten del nivel individual-normativo y de una acción voluntaria para elevarse a los niveles macro. Desde su punto de vista el proble ma de estas teorías es que mantienen nociones de libertad y voluntarismo indi vidual que las hacen incapaces de analizar el carácter único (sui generis) de los fenómenos colectivos. Alexander también critica teorías como la del intercam bio que parten del nivel individual-instrumental para acercarse a estructuras perteneciente al nivel macro tales como la economía. Este tipo de teorías tam bién son incapaces de analizar adecuadamente los macrofenómenos. Así, Alexan der critica todas las teorias que parten de los niveles micro para explicar los fenómenos macro. En el nivel macro Alexander critica las teorías colectivo-instrumentales (por ejemplo, el determinismo estructural y el económico) que acentúan el orden coercitivo y eliminan la libertad individual. En lo fundamental, el problema reside en que estas teorías no pueden explicar la acción individual. Si bien Alexander expresó su interés por centrarse en las relaciones entre sus cuatro niveles, se inclina por el nivel colectivo-normativo y por las teorías que parten de este nivel (esto no es sorprendente si tenemos en cuenta sus raíces en el funcionalismo estructural y en la teoría de Parsons), Como él mismo seña la: «La esperanza de combinar el orden colectivo y el voluntarismo individual reside en la tradición normativa más que en la racionalista» (Alexander, 1982: 108), Lo más importante en su opinión es la idea de que esta orientación es preferible porque las fuentes del orden son internas (en la conciencia) más que externas, como defiende la orientación colectivo-instrumental. Ello permite tanto el orden como la acción voluntaria. Y lo que es más importante, Alexander afirma que se debe rechazar toda perspectiva individual o micro porque conduce al «azar y a una impredictibilidad total» en lugar de al orden (1985: 27). De este modo: «El marco general de la teoria social sólo puede derivarse de una perspectiva colectivista» (1985: 28; cursivas añadidas). Y entre las dos perspectivas colectivistas, Alexander suscri be la posición colectivo-normativa. Por tanto, en opinión de Alexander, los teóricos sociales deben elegir entre una perspectiva individualista (micro) y una colectivista (macro) Si eligen una perspectiva colectivista pueden incorporar sólo un elemento «relativamente pequeño» de la negociación individual. Si, de lo contrario, eligen una teoría individualista, se ven condenados al «dilema individualista» de intentar incor porar a la teoría fenómenos supraindíviduales para superar el elemento de azar inherente a su teoría. La única manera de resolver este dilema es «abandonando la adhesión formal al individualismo» (Alexander, 1985: 27). Así, aunque Alexander emplea cuatro niveles de análisis que se asemejan mucho a los que utiliza Ritzer, puede apreciarse una importante diferencia entre los dos modelos, Alexander da prioridad a las teorías colectivo-normativas y al enfoque de tas normas en la vida social. Ritzer rehúsa asignar prioridad a un
466
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
solo nivel y aboga por la necesidad de centrarse en la relación dialéctica dentro de los cuatro niveles y entre ellos. Alexander da una importancia desmesurada a los fenómenos macro (subjetivos), a resultas de lo cual su contribución al desarrollo de una teoría de la integración micro-macro es muy limitada. En una obra posterior, Alexander dice: «Creo que los teóricos generalizan falsamente desde una variable simple para lograr la reconstrucción inmediata del todo» (1987: 314). Indudablemente Alexander es uno de estos teóricos, ya que intenta generalizar falsamente desde el nivel colectivo-normativo para construir el res to del mundo social. Sin abordar directamente !a obra de Alexander, Giddens (1984) llegó a la conclusión similar de que todo trabajo derivado de la distinción parsoniana en tre acción y orden inevitablemente termina debilitado en los niveles micro, es pecialmente en lo que se refiere a «la cognoscibilidad de los actores sociales, como elemento que en parte constituye las prácticas sociales. Yo (Giddens) creo que cualquier punto de vísta parsoniano es incapaz de abordar satisfac toriamente esta cuestión que se sitúa en el centro de la teoria social» (1984; xxxvii). Sin embargo, debemos señalar que hay indicios en la obra de Alexander que nos hacen pensar en la existencia de cierto movimiento hacia una perspectiva más integradora, una visión que define lo micro en términos de lo macro y viceversa. He aquí la definición de su perspectiva; «Los entornos colectivos de la acción la inspiran y simultáneamente la determinan. Si he conceptual izado correctamente la acción, estos entornos deben ser considerados como sus pro ductos; sí he conceptualizado correctamente los entornos, la acción debe ser considerada como su producto final» (Alexander, 1987:303). Parece que Alexander se mueve hacia una concepción dialéctica más compleja del nexo micro-macro, que se asemeja más al paradigma sociológico integrado de Ritzer.
Norbert Wiley; niveles de análisis Más recientemente Norbert Wiley (1988) nos ha ofrecido un modelo de relacio nes micro-macro muy parecido al de Ritzer y al de Alexander. Lo que distingue el enfoque de Wiley es que es puramente subjetivo, mientras los enfoques de Ritzer y Alexander implican tanto subjetividad como objetividad, Wiley expre sa claramente su subjetivismo al afirmar que su punto de partida para ia delineación de los niveles es !a relación de éstos con el sujeto. Expondremos los cuatro niveles de análisis de Wiley y los niveles paralelos (entre paréntesis) dentro de la obra de Ritzer; el self o individuo (nivel micro-subjetivo), la inte racción (micro-objetivo), la estructura social (macro-objetivo), la cultura (macro-subjetivo). Aunque los cuatro niveles de Ritzer (y ios de Alexander) son muy parecidos a los de Wiley, es evidente que Wiley descuida la realidad obje tiva. En otras palabras, en el modelo de Wiley los niveles de la interacción y de la estructura social, así como los otros, se definen subjetivamente.
INTEGRACION MICRO-MACRO
467
El análisis de Witey parte del micro-nivel del self o el individuo. Como hemos podido apreciar, Alexander encontrará serias dificultades al adoptar este punto de partida. La idea aquí es que no importa el punto de partida desde el que se empiece mientras se pueda analizar la relación dialéctica entre los cuatro niveles de análisis. Sin embargo, Wiley ofrece una concepción muy limitada del nivel micro-subjetivo. Concretamente, da un importancia indebida al self, por lo que ignora otros componentes importantes del nivel micro-subjetivo: la mente, la conciencia, la construcción social de la realidad, etcétera. Por decirlo de otro modo, el self, como cualquier psicólogo social admitiría, no agota el nivel micro-subjetivo. De modo similar su nivel micro-objetivo, o interacción, es también muy limitado. Hay muchos otros elementos en este nivel además de la interacción. Como mínimo se podría incluir la acción (con un antecedente consciente) y la conducta (que carece de este antecedente) en este nivel. Estos fenómenos perte necen claramente al nivel micro y no pueden incluirse, al menos totalmente, en la otra categoría intrasubjetiva de Wiley. Además, aunque la interacción, la acción y la conducta tengan un componente subjetivo, también tienen una exis tencia objetiva; los tres pueden llegar a estar institucionalizados en pautas repe titivas. En la obra de Ritzer los aspectos subjetivos de estos procesos son anali zados en el nivel micro-subjetivo, y ios aspectos objetivos se agrupan bajo la denominación de «micro objetividad». En cualquier caso, debemos analizar tanto el aspecto objetivo como el subjetivo. La concepción de Wiley de la estructura social y la de Ritzer de la macroobjetividad están más próximas que los microanálisís de ambos autores, aún cuando Wiley no ceja en su enfoque y se aproxima a este nivel desde un punto de vista subjetivo. Escribe sobre el «self genérico» en este nivel, pero clara mente hace intervenir a las estructuras macro-objetivas cuando describe el self genérico «como el que se ajusta a los roles y cumple las reglas» (Wiley, 1988: 258), Mientras Wiley acentúa la importancia del self genérico subjetivo, Ritzer considera de mayor relevancia las estructuras objetivas (la sociedad, el sistema mundial) que crean las reglas y los roles a que se ajusta el self Hay pocas diferencias importantes entre el nivel cultural de Wiley y la ma cro subjetividad de Ritzer, Esto se debe a que ambos son analizados en términos subjetivos macro. La única diferencia es que las ideas de Wiley sobre el «signi ficado puro» en este nivel son demasiado generales y deberían ser más especí ficas e incluir un análisis de conceptos sociológicos tan importantes como las normas y los valores. Witey y Ritzer se asemejan no sólo por sus conceptualizaciones de los cua tro niveles principales de análisis social, sino también por su concepción de las relaciones entre tos niveles. Wiley habla de la existencia de un proceso conti nuo de «emergencia» que vincula tos niveles inferiores a tos superiores y de un proceso de «retroalimentación» (presumiblemente continuo también) que fluye desde los niveles más altos a los más bajos. Asimismo, Ritzer se preocupa por la relación dialéctica (es decir, continua y multidireccional) entre todos los nive
468
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
les del análisis social. Aunque la concepción de Ritzer de la relación dialéctica entre todos los niveles del análisis social puede considerarse más vaga y general que la especificación de la emergencia y la retroalimentación de Wiley, hay muchos más tipos de relaciones dentro y entre los niveles de análisis social de los que Wiley sugiere. Existe una amplia serie de conceptos sociológicos fami liares (por ejemplo, la extemalización, la objetivación, la socialización, la intemalización y el control social) que concierne a diversos aspectos de la rela ción dialéctica entre los niveles micro y macro. Si bien las perspectivas micro-macro ofrecidas por Wiley y Alexander han sido resumidas y criticadas desde el punto de vista del paradigma integrado de Ritzer, lo más importante es que las tres perspectivas ofrecen modelos virtual mente idénticos de los cuatro niveles principales de análisis social. Esto es par ticularmente sorprendente, puesto que los tres teóricos abordaron esta cuestión desde puntos de vista teóricos muy diferentes: el enfoque dialéctico de Ritzer, la orientación neofuncíonalista multidimensional de Alexander y el punto de vista subjetivo de Wiley. A continuación analizaremos otras aproximaciones muy diferentes a la cuestión del nexo micro-macro.
James Coleman: el modelo desde lo micro a lo macro y los Fundamentos de teoría socia! Cuando comenzó a reflexionar sobre esta cuestión. James Coleman (1986, 1987) expresó su interés por la relación micro-macro. (Analizaremos más abajo la obra más reciente de Coleman [1990] sobre la teoria de ta elección racional,) Sin embargo, Coleman se centró en el problema «de lo micro a lo macro» e ignoró la importancia que tenia el movimiento «desde lo macro a lo micro». Así, desde el punto de vista de los enfoques mucho más equilibrados micro macro que ofrecen Ritzer, Alexander y Wiley, la orientación de Coleman hacia esta cuestión es bien limitada. Un enfoque plenamente satisfactorio de este pro blema debe incluir tanto un modelo que vaya desde lo micro a lo macro, como otro que se mueva desde lo macro a lo micro, Coleman comienza ofreciendo un modelo parcialmente adecuado de la re lación de lo micro con lo macro. En su modelo utiliza la tesis de Weber de la ética protestante como ejemplo. Como se muestra en la Figura 10. 4, este mode lo presenta tanto el movimiento de lo macro a lo micro (flecha 2), como el que va desde lo micro a lo macro (flecha 3); también presenta la relación de lo micro con lo micro (flecha 1). Aunque prometedor, este modelo está planteado en términos causales y sus flechas van en una sola dirección. Un modelo más satisfactorio sería dialéctico y las flechas tendrían doble dirección; es decir, permitiría la retroalimentación entre todos los niveles de análisis. Sin embargo, la mayor debilidad del enfoque de Coleman es que se centró sólo en lo que implica la flecha 3, la relación de lo micro con lo macro. Aun cuando esta relación es importante, lo es aún más la relación de lo macro con lo micro. Un modelo micro-macro satisfactorio debe analizar ambas relaciones.
INTEGRACION MICRO-MACRO
Macro nivel
Doctrina religiosa (protestante)
469
Sistema
económico (capitalista)
Micro nivel
¡ In d iv id u a le s
Figura 10. 4.
la conducta económica
Modelo integrado de Coleman.
Alien Liska (1990) ha intentado recientemente superar la debilidad del en foque de Coleman centrándose en ambos problemas: el de trasladarse de lo micro a lo macro y de lo macro a lo micro. El modelo de Liska, igual que el de Coleman, utiliza el ejemplo de la tesis de Weber de la ética protestante (véase la Figura 10. 5). Este modelo tiene dos ventajas con respecto al de Coleman, En primer lugar y sin lugar a dudas, el deseo de Liska era analizar el vínculo de lo macro con lo micro. En segundo lugar incluye la precisión de la relación (flecha a) entre los dos fenómenos macro. Sin embargo, Liska, al igual que Coleman, utiliza fle chas causales de una sola dirección perdiendo así de vista la relación dialéctica entre todos estos factores. Liska emplea un bien conocido esquema para analizar los fenómenos ma cro, así como el vínculo micro-macro. Este esquema implica tres modos básicos de describir los macrofenómenos. El primero es la agregación, o suma de las características individuales para construir la característica grupal. De este modo, podemos describir un grupo en términos de cosas tales como la tasa de ingresos o de suicidio. El segundo es estructural, e implica las relaciones entre los indi viduos de un grupo, por ejemplo, las relaciones que entrañan poder o comunica ción. Y finalmente, están los fenómenos globales, que implican lo que por lo común se consideran propiedades emergentes tales como el derecho y el len guaje. En términos del vínculo micro-macro, Liska especifica las dificultades que se derivan det uso de factores globales o estructurales. Estos son cualitativa mente diferentes de las características de la acción individual, y es difícil iden tificar el modo en que emergen del micronivel. Los sociólogos utilizan la idea de la emergencia para analizarlos, pero saben poco acerca de el modo en que se
470
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Protestantism o
C apitalism o
( s is te m a r e lig io s o )
( s is te m a e c o n ò m i c o ) (a)
Macro nivel
(d )
M ic r o nivel
Figura 10.5. macro.
Valores
Conducta
individuales
económ ica
El modelo de Liska desde Eo macro a lo micro y desde lo micro a lo
produce esa emergencia. Así, Liska acentúa la importancia de la agregación como un vinculo de lo micro con lo macro. Así, queda relativamente claro el modo en que las características individuales se combinan para dar lugar a las características del grupo. De este modo, por ejemplo, «los suicidios individua les pueden sumarse o “combinarse” en cierta unidad social y expresarse en una tasa de esa unidad» (Liska, 1990: 292), Aunque es posible que la agregación no sea la manera más interesante de moverse desde el nivel micro al macro, tiene la ventaja de la claridad y de ser menos mística que los enfoque estructurales o globales. Retomando la cuestión del traslado desde lo macro a lo micro, Liska defien de la importancia de las variables contextúales como causas de fenómenos mi cro. Aqui Liska incluye a los agregados, las relaciones estructurales, y las pro piedades globales como contextos de los fenómenos individuales. Defiende este autor que los sociólogos confían a menudo en los factores micro cuando traba jan en el nivel individual. Usando el nivel macro, los factores contextúales, los microsociólogos se moverían hacia una mayor comprensión del vínculo de lo macro con lo micro. El trabajo de Liska critica tanto a los sociólogos que se centran en el nivel macro, como a los que se centran en el micro. Los que se centran en el ni vel macro han tendido a ignorar la agregación por parecerles demasiado indivi dualista y no reflejar las propiedades emergentes de los factores estructurales o globales. Los que se centran en el nivel micro han tendido a usar los factores micro y a ignorar los factores contextúales. Liska concluye que los macroteóricos deberían tener más en cuenta la agregación y los microteóricos considerar más los factores contextúales.
INTEGRACION MICRO-MACRO
471
Fundam entos de teoria social. Más recientemente, James Coleman (1990) ha ampliado su teoría inspirándose en la teoría económica de la elección racional en su obra Foundations o f Social Theory [Fundamentos de teoría social] (véase también Friedman y Hechter, 1988, 1990). En esta obra Coleman afirma que la sociología debe centrarse en los sistemas sociales, pero que estos macrofenó menos deben ser explicados mediante factores internos a ellos, prototipicamente individuales. Defiende que se trabaje en este nivel por varias razones, entre ellas el hecho de que los datos suelen ser recogidos en el nivel individual y luego sumados o combinados para construir el nivel del sistema. Entre otras razones por las que defiende un enfoque del nivel individual es que es aquí donde se producen por lo común las «intervenciones» que dan lugar a los cambios sociales. Como podremos apreciar, en el centro de la perspectiva de Coleman reside la idea de que la teoría social no debe ser sólo un ejercicio académico, sino que su deber es influir en el mundo social mediante estas «interven ciones». En concordancia con su acento en el individuo, Coleman reconoce que es un individualista metodológico, aunque cree que su perspectiva particular cons tituye una «variante especial» de esta orientación. Es especial en el sentido de que acepta la idea de la emergencia, así como el hecho de que aunque se centra en factores internos del sistema, estos factores no han de constituir necesaria mente acciones y orientaciones individuales. Es decir, otros fenómenos micro además de los individuales constituyen el objeto de su análisis. La orientación de Coleman hacia la elección racional se hace evidente en su idea básica de que «las personas actúan intencionadamente en persecución de una meta, meta que (como las acciones) viene determinada por valores o prefe rencias» (1990: 13), Sin embargo, Coleman (1990: 14) señala posteriormente que para la mayoría de los ílnes teóricos, necesita una conceptualización más precisa del actor racional. Esta conceptualización del actor racional se deriva de la economía y considera que los actores eligen las acciones que maximizan la utilidad o la satisfacción de sus necesidades y deseos. Hay dos elementos clave en su teoría: los actores y los recursos. Los recursos son esas cosas sobre las que los actores ejercen control y por las que tienen in terés. Coleman detalla el modo en que su interacción conduce al nivel del sis tema: Una base mínima de un sistema social de acción es la existencia de dos actores, cada uno de los cuales ejerce control sobre los recursos que interesan a ambos. Es el interés de cada uno por los recursos que están bajo el control de! otro lo que conduce a los dos, como actores intencionales, a emprender acciones que les im plican... en un sistema de acción.,. Es esta estructura, junto con el hecho de que los actores están dotados de intenciones —^cada uno maximizar la realización de sus intereses— la que confiere interdependencia, o carácter sistémico, a sus ac ciones. (Coleman, 1990: 29)
472
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
A pesar de su fe en la teoría de la elección racional, Coleman no cree que esta perspectiva, al menos por ahora, tenga respuesta para todo. Pero parece claro que piensa que puede moverse en esta dirección, pues defiende que «el éxito de una teoría social basada en la racionalidad consiste en hacer disminuir progresivamente el dominio de actividad social que no puede ser explicado por ía teoría» (Coleman, 1990: 18). Coleman admite que en el mundo real las personas no siempre se conducen racionalmente, pero cree que esta realidad apenas influye en su teoría: «Mi supuesto implícito es que las predicciones teóricas que hago aquí son las mis mas tanto si los actores actúan racionalmente, tal y como se concibe común mente, como si se desvían eh4ps rnpdos observados» (1990: 506). Conforme a su orientación hacia la acción racional individual, Coleman aborda la cuestión micro-macro centrándose en el vínculo de ío micro con lo macro, o ei modo en que la combinación de las acciones individuales dan lugar a la conducta del sistema. Aunque atribuye prioridad a este vinculo, Coleman también se interesa por el vinculo de lo macro con lo micro, o el modo en que el sistema constriñe las orientaciones de los actores. Finalmente, demuestra un interés por el aspecto micro-micro de la relación, en la influencia de las accio nes individuales sobre otras acciones individuales. A pesar de su aparente equilibrio, hay al menos tres debilidades en el enfo que de Coleman. En primer lugar, da una absoluta prioridad a la cuestión de la relación de lo micro con lo macro, descuidando así las otras relaciones. En segundo lugar, ignora la relación de lo macro con lo macro. Y finalmente, sus flechas causales sólo van en una dirección; en otras palabras, ignora la relación dialéctica entre los fenómenos micro y macro y dentro de cada uno de ellos. Mediante el uso de su enfoque de la elección racional, Coleman explica una serie de macrofenómenos. Su posición básica es que los teóricos deben mante ner constantes sus concepciones del actor y generar a partir de ellas varias imá genes de los macrofenómenos. Así, las diferencias en los macrofenómenos pue den explicarse por las diferentes estructuras de las relaciones en el macronivel, no recurriendo a las variaciones en el micronivel. Un momento clave en el movimiento de lo micro a lo macro es la concesión de ia autoridad y los derechos que un individuo posee a otro. Esto tiende a producir la subordinación de un actor al otro. Y lo que es más importante, crea el fenómeno macro más fundamental: una unidad de acción que consta de dos personas en lugar de constar de dos actores independientes. La estructura resul tante funciona independientemente de los actores. En lugar de maximizar sus propios intereses, el actor desea en este caso realizar los intereses de otro actor o de la unidad colectiva independiente. No sólo nos encontramos con una reali dad social diferente, sino que además «tiene deficiencias especiales y genera problemas especiales» (Coleman, 1990: 145), De acuerdo con su orientación aplicada, Coleman se interesa por el diagnóstico y la solución de estos problemas. El análisis de Coleman de la conducta colectiva constituye un ejemplo de su enfoque sobre los macrofenómenos. Elige la conducta colectiva como objeto de
INTEGRACION MICRO-MACRO
473
SU análisis porque el carácter frecuentemente desordenado e inestable de la conducta colectiva la supone difícil de analizar desde la perspectiva de la elec ción racional. Pero en su opinión, la teoría de la elección racional puede expli car todo tipo de macrofenómenos y no sólo aquéllos que son ordenados y esta bles, Lo que ocurre en el movimiento desde el actor racional hasta «el fenómeno sistèmico turbulento y salvaje llamado conducta colectiva es una transferencia simple (y racional) del control sobre las acciones de un actor a otro actor... que se realiza unilateralmente, no como parte de un intercambio» (Coleman, 1990: 198). ¿Por qué las personas transfieren unilateralmente el control sobre sus ac ciones a otras personas? Desde el punto de vista de la teoría de la elección racional, la respuesta es que lo hacen en un intento de maximizar su utilidad. Por lo general, la maximización individual implica un equilibrio de control en tre varios actores y esto produce un equilibrio en la sociedad. Sin embargo, en el caso de la conducta colectiva, como se produce una transferencia unilateral de control, la maximización individual no necesariamente conduce al equilibrio del sistema. A! contrario, la conducta colectiva tiene características de desequi librio. Otro fenómeno macro que analiza Coleman son las normas. Muchos soció logos utilizan las normas para explicar la conducta individual sin cuestionar y explicar por qué y cómo existen las normas. Coleman se pregunta el modo en que las normas emergen y se mantienen en un grupo de actores racionales. Cree que ciertas personas originan y mantienen las normas porque creen que el cum plimiento de las normas produce beneficios y la violación de esas normas pro duce perjuicios. Las personas suelen consentir cierto control sobre su propia conducta, pero a cambio obtienen cierto control (mediante las normas) sobre la conducta de otros, Coleman resume así su postura acerca de las normas: El elemento central de esta explicación... es la concesión de derechos parciales de control sobre la propia acción y la recepción de derechos parciales de control sobre las acciones de otros, es decir, la emergencia de una norma. El resultado final es que ese control... que tenía cada uno se distribuye ampliamente entre todo el con junto de los actores, que ejercen ese control, (C olem an, 1990: 2 9 2 )
De nuevo, las personas intentan maximizar su utilidad mediante la conce sión parcial de derechos de control sobre ellas mismas y la ganancia de un control parcial sobre otras. Como la transferencia de control no es unilateral, se produce el equilibrio en el caso de las normas. Pero también existen circunstancias en las que las normas actúan en benefi cio de ciertas personas y en perjuicio de otras. En algunos casos los actores conceden el derecho a controlar sus propias acciones a aquellos actores que inician y mantienen las normas. Estas normas son eficaces cuando emerge el consenso de que ciertas personas tienen el derecho a controlar (mediante las
474
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
normas) las acciones de otras personas. Además, la eficacia de las normas de pende de la capacidad para hacer que se produzca el consenso. Son el consenso y la capacidad para hacer cumplir las normas los que evitan las características de desequilibrio de la conducta colectiva. Coleman admite que las normas llegan a interrelacionarse, pero considera que se trata de una cuestión macro que está fuera del alcance de su obra sobre los fundamentos de los sistemas sociales. Sin embargo aborda la cuestión micro de la internalización de las normas. Reconoce que analizar la internalización de las normas supone entrar en «aguas traicioneras para una teoría basada en la elección racional» (Coleman, 1990; 292). Afirma que la internalización de las normas supone el establecimiento de un sistema sancionador interno; las perso nas se autosancionan cuando violan las normas. Coleman analiza esta cuestión a partir de la idea de un actor o conjunto de actores que se esfuerzan por contro lar a otros que han internalizado las normas. De este modo, el interés de un conjunto de actores consiste en tener otro conjunto de actores que hayan inter nalizado ciertas normas y ser controlado por ellos. Coleman cree que esto es racional «cuando tales intentos pueden ser eficaces a un coste razonable» {Co leman, 1990: 294). Coleman analiza las normas desde el punto de vista de tres elementos clave: la relación de lo micro con lo macro, la acción intencional en el nivel micro y la relación de lo macro con lo micro. Las normas son fenómenos macro que se inician en la acción intencional del nivel micro. Una vez que existen, las nor mas, mediante sanciones o la amenaza de sanciones, influyen en las acciones de los individuos. Ciertas acciones serán fomentadas y otras no lo serán. En su estudio de las normas Coleman se traslada al nivel macro y continúa su análisis en este nivel centrándose en el actor corporativo. Dentro de esta colectividad, los actores probablemente no actúan en términos de su interés individual, sino en interés de la colectividad. Existen varias reglas y mecanismos que permiten moverse desde la elec ción individual a la elección colectiva (social). El más simple es la votación y los procedimientos para tabular los votos individuales y formar una decisión colectiva. Esta es la dimensión que va de lo micro a lo macro, mientras cosas tales como la lista de candidatos propuesta por la colectividad implican el vín culo de lo macro con io micro. Coleman señala que tanto los actores corporativos como los actores huma nos tienen intenciones. Además, dentro de estructuras corporativas tales como una organización, los actores humanos pueden perseguir propósitos propios que difieren de los corporativos. Esto nos ayuda a comprender las fuentes de las revueltas contra la autoridad corporativa. El vínculo de lo micro con lo macro implica aquí los modos en los que las personas despojan de autoridad a la es tructura corporativa y confieren legitimidad a los implicados en la revuelta. Pero hay también un vínculo de lo macro con lo micro en el sentido de que determinadas condiciones niacro conducen a las personas a realizar actos tales como despojar de autoridad o conferirla.
INTEGRACION MICRO-MACRO
475
Como teórico de la elección racional, Coleman arranca del individuo y de la idea de que todos ios derechos y los recursos existen en el nivel individual. Es el interés de los individuos lo que determina el curso de los eventos. Sin embargo, esto no es cierto, especialmente en la sociedad moderna, donde «una gran frac ción de derechos y recursos y, por lo tanto, de soberanía, puede residir en acto res corporativos» {Coleman, 1990: 531). En el mundo moderno los actores cor porativos ganan cada vez más importancia. El actor corporativo puede actuar bien en beneficio, bien en perjuicio del individuo. ¿Cómo juzgar a un actor corporativo por lo que respecta a esta cuestión? Coleman mantiene que «sólo partiendo conceptualmente del punto de vista de que toda soberanía reside en las personas individuales es posible apreciar el grado en que los sistemas socia les existentes llevan a cabo sus intereses últimos. El postulado de que las perso nas individuales son soberanas facilita al sociólogo evaluar el funcionamiento de los sistemas sociales» (1990; 531-532). El cambio social más importante para Coleman fue la emergencia de acto res corporativos para complementar las «personas naturales». Ambos pueden ser considerados actores porque tienen «control sobre los recursos y los even tos, intereses en los recursos y los eventos, y capacidad de emprender acciones para llevar a cabo esos intereses mediante el control» (Coleman, 1990: 542). No hay duda alguna de que siempre han existido actores corporativos, pero actores tradicionales como la familia han sido gradualmente sustituidos por otros nue vos autoestables y construidos intencionadamente. La existencia de estos acto res corporativos nuevos plantea la cuestión del modo en que se puede garantizar su responsabilidad social. Coleman sugiere que podemos hacerlo introduciendo reformas internas o cambiando aspectos de la estructura externa tales como las leyes que afectan a estos actores corporativos o las agencias que los regulan. Coleman distingue entre estructuras primordiales basadas en la familia, ta les como el vecindario y los grupos religiosos, y estructuras intencionales, tales como las organizaciones económicas y el gobierno. Percibe Coleman una «des vinculación» entre las actividades que en un tiempo estuvieron unidas en el seno de la familia. Las estructuras primordiales se están «desuniendo» a medida que sus funciones se dispersan y son cumplidas por otros actores corporativos. A Coleman le preocupa esta desunión y también el hecho de que nos veamos obligados actualmente a analizar posiciones en estructuras intencionales en lu gar de personas que forman estructuras primordiales. Así, concluye que la meta de su trabajo es «proporcionar los fundamentos para construir una estructura social viable a la luz del desvanecimiento de la estructura primordial de la que han dependido las personas» (Coleman, 1990: 652), Coleman critica la mayor parte de la teoría social por adoptar la perspectiva que denomina del homo sociohgicus. Esta visión acentúa el proceso de sociali zación y la acomodación plena entre el individuo y la sociedad. De modo que el homo sociohgicus es incapaz de tratar ia libertad de acción de los individuos a pesar de los constreñimientos que le presionan, e incapaz también de evaluar las acciones del sistema social. En cambio, el homo sociologicus posee, desde
476
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
el punto de vista de Coieman, todas esas capacidades. Por añadidura, Coleman ataca la teoría social tradicional por hacer poco más que salmodiar viejos man tras teóricos, no explicar los cambios que se producen en la sociedad y no ayu damos a conocer cómo se rige la sociedad. La teoría sociológica (así como la investigación sociológica) debe tener un propósito, un papel en el funciona miento de la sociedad. Coleman se pronuncia a favor de una teoría social a la que le interese no sólo el conocimiento por el conocimiento, sino que se impli que también en «una búsqueda del conocimiento para la reconstrucción de la sociedad» (1990: 651). Las reflexiones de Coleman sobre la teoría social guardan una estrecha re lación con sus ideas sobre la naturaleza cambiante de la sociedad. El desvaneci miento de las estructuras primordiales y su sustitución por estructuras intencio nales ha dejado una serie de vacíos que las nuevas organizaciones sociales no han llenado adecuadamente. La teoría social en general y las ciencias sociales en particular son hoy necesarias para la reconstrucción de una nueva sociedad. La meta no debe ser destruir las estructuras intencionales, sino percatarse de las oportunidades que existen y anticipar e impedir los problemas de estas estructu ras. La nueva sociedad requiere una nueva ciencia social. Los vínculos entre las áreas institucionales han cambiado, a resultas de lo cual las ciencias sociales deben cruzar las fronteras disciplinares tradicionales. La obra de Coleman es sólo parte de un movimiento poderoso en sociología que se orienta hacia la economía y su teoría de la elección racional. Si bien hay pensadores que, como Coleman, adoptan esta posición de una manera explícita, hay también otros, que, como Etzioni (1988), adoptan una posición de compro miso, que el mismo Etzioni denomina «socioeconómica». Finalmente, otros como Hirsch, Michaels y Friedman (1987) critican los esfuerzos de los sociólogos que utilizan la teoría económica de la elección racional. Es muy probable que la teoría de la elección racional siga ganando partidarios en sociología. Sin em bargo, sus perspectivas parecen limitadas por el hecho de que adopta como punto de partida un modelo de actor {homo economicus) que muchos sociólo gos rechazan en su esfuerzo por desarrollar un modelo más «realista» de actor menos racional que se conduce por normas, valores y creencias.
Randall C ollins: los m icrofund am entos de la m acrosociotogía En un ensayo titulado «On the Microfoundations o f Macrosociology» [Sobre los microfundamentos de la macrosociología], Randall Collins (1981a; véase también 1981b) ofreció una perspectiva altamente reduccionista de la cuestión del vínculo micro-macro (para una crítica, véase Ritzer, 1985). De hecho, a pesar del título supuestamente integrador de este ensayo, Collins denomina su enfoque «microsociología radical». La idea central del enfoque de Collins — de la microsociología radical— es lo que él llama «cadenas rituales de interac ción», o haz de «cadenas individuales de experiencia de interacción, que se
INTEGRACION MICRO-MACRO
477
cruzan en el espacio a medida que fluyen en el tiempo» (1981a: 998). En su análisis de las cadenas rituales de interacción, Collíns se afana por evitar lo que considera preocupaciones todavía más reduccionistas por la conducta y la con* ciencia individual. Collins eleva su nivel de análisis a la interacción, a las cade nas de interacción y al «mercado» donde se produce esa interacción. Collins rechaza así los niveles micro extremos del pensamiento y la acción (la conduc ta) y critica las teorías (como la fenomenología y la teoria del intercambio) que se centran en estos niveles. Collins también se aleja de las teorías macro y de sus preocupaciones por los macrofenómenos. Por ejemplo, critica a los funcionalistas estructurales y su preocupación por los fenómenos macroobjetivos (la estructura) y macrosubjetivos (las normas). De hecho, llega incluso a afirmar que «la terminología de las normas debe desaparecer de la teoria sociológica» (Collins, 1981a: 991), Su actitud es igualmente negativa por lo que respecta a los conceptos relacionados con la teoría del conflicto, al afirmar, por ejemplo, que no existen entidades «inherentemente objetivas» tales como la propiedad o la autoridad; sólo existen «las diferentes percepciones de las personas en determinados lugares y tiempos del grado de fortaleza de esas coaliciones de fuerzas» (Collins, 1981a-. 997), Su idea es que sólo las personas hacen algo; las estructuras, las organizaciones, las clases y las sociedades «nunca hacen nada. Cualquier explicación causal debe recurrir en última instancia a ias acciones de individuos reales» (Collins, 1975: 12). Collins se esfuerza por mostrar el modo en que «todo macrofenómeno» puede traducirse «a combinaciones de eventos micro» (1981a: 985). En concre to, afirma que las estructuras sociales pueden traducirse empíricamente a «pau tas de interacción micro repetitiva» (Collins, 1981 a: 985), Así, puede apreciarse que Collins no se propuso desarrollar un enfoque integrado, sino acentuar eí predominio de la teoría micro y los fenómenos en el micronivel (para una critica similar, véase Giddens, 1984). Como Collins seña ló: «El esfuerzo por reconstituir de modo coherente la sociología macro sobre fundamentos micro radicalmente empíricos constituye el paso principal hacia una ciencia sociológica más adecuada» (1981b: 82). Comparemos la orientación de Collins con la de Karin Knorr-Cetina (198 la), pensadora que expresó su postura en la introducción a un volumen en el que aparecía uno de los ensayos de Collins sobre la mtcrosociología radical. Aun que ella también asigna mucha importancia al dominio de la interacción, KnorrCetina concede en su trabajo un papel más importante a la conciencia y a los macrofenómenos. Aunque Knorr-Cetina, al igual que Collins, defiende una re construcción radical de la macroteoría sobre fundamentos microsociológicos, también se inclina por una línea menos radica! consistente sólo en integrar re sultados microsociológicos en una teoria macrosocial. Además, parece adoptar la perspectiva de que la meta última de la investigación sociológica es una ma yor comprensión det conjunto de ia sociedad, de su estructura e institu ciones:
478
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Yo... creo en la aparente paradoja de que el modo de aprender más cosas sobre e! orden macro es a través de enfoques microsociales, porque son estos enfoques los que, debido a su empirismo declarado, nos permiten observar la realidad sobre la que hablamos. Ciertamente, no captaremos el todo de la cuestión mediante un re gistro microscópico de la interacción cara a cara. Pero, para comenzar, puede ser suficiente oir, en primer lugar, el tic-tac del orden macro. (Knorr-Cetina, 1981a', 4M 2) Es evidente, pues, que la perspectiva de Knorr-Cetina sobre la relación en tre los niveles macro y micro es más equilibrada que la de Collins. El otro editor del volumen mencionado más arriba, Aaron Cicourel (1981), adopta una postura aún más integradora. Este autor afirma: «Ni las estructuras micro, ni las macro, son niveles independientes de análisis; interactúan en todo momento a pesar de la conveniencia y, a veces, del dudoso lujo de examinar exclusivamente uno u otro nivel de análisis» (Cicourel, 1981'. 54). En estas palabras puede percibirse una crítica implícita a Collins, pero otra de las postu ras de Cicourel contiene una crítica más directa al tipo de perspectiva de Co llins; «No sólo se trata de descartar un nivel de análisis u otro, sino de mostrar el modo en que deben integrarse, a no ser que nos dejamos persuadir por uno de ellos ignorando así, por conveniencia, los marcos más adecuados para la inves tigación y la teoría» (1981: 76). En su favor se puede decir que Cicourel no sólo comprende la importancia de vincular los niveles macro y micro, sino también el hecho de que ese vínculo necesariamente se establece ontològica, teórica y metodológicamente. Collins ha continuado suscribiendo su postura microrreduccionista durante algún tiempo. Por ejemplo, en una obra posterior Collins afirma: «La macroestructura consiste simplemente en elevadas cantidades de mícroencuentros repe tidos (o, en algunas ocasiones, cambiantes en el tiempo y el espacio)» (1987b: 195). Y concluye abiertamente: «Puede parecer que estoy atribuyendo la mayor importancia a lo micro. Así es» (Collins, 1987b: 195). Sin embargo, es preciso señalar que sólo un año después, Collins (1988a) se inclinó por conceder más importancia al nivel macro. Esto le condujo a una concepción más equilibrada de la relación de lo micro con lo macro; «La traducción micro-macro muestra que todo lo macro se deriva de lo micro. Y a la inversa, todo lo micro es parte de la composición de lo macro; existe en un contexto macro... es posible perseguir la conexión micro-macro eficazmente en cualquier sentido» (Collins, 1988a; 244). Esta última afirmación implica un enfoque más dialéctico sobre la rela ción micro-macro. Pero Collins (1988a; 244), al igual que Coleman, suscribe la idea de que el «gran reto» de la sociología es mostrar «el modo en que lo micro influye sobre lo macro». Así, aun cuando Collins ha ampliado su teoría micro macro, sigue siendo un enfoque altamente limitado.
INTEGRACION MICRO-MACflO
479
RANDALL COLLINS: Reseña autobiográfica Comencé a ser sociólogo a una edad tempra na. M't padre estuvo trabajando en los servicios de inteligencia del ejército al final de la Segun da Guerra Mundial y luego se incorporó al De partamento de Estado como funcionario de la oficina de asuntos internacionales. Uno de mis primeros recuerdos evoca mí llegada a Berlín en el verano de 1945 para reunirme con él. Mis hermanas y yo no podíamos jugar en el parque porque había municiones cargadas por todas partes, y un día los soldados rusos entraron en nuestro patio para cavar una fosa. Esto me hizo sentir la importancia del conflicto y la perma nente posibilidad de la violencia. Los siguientes viajes de trabajo de mi padre nos llevaron a la Unión Soviética, de nuevo a Alemania (que en aquel momento se encontraba bajo la ocupación militar de los Estados Unidos), a España y a Sudamórica. Entre viaje y viaje vivimos en los Estados Unidos, de manera que fui y dejé de ser constantemente un niño estadounidense corriente y un privilegiado visitante extranjero. Creo que esto me hizo contemplar con cierta distancia las rela ciones sociales. A medida que crecía la vida diplomática me parecía menos interesante y más semejante a un círculo sin fin de etiqueta formal en el que las personas nunca hablaban de la política del momento; el abismo entre el secretismo de bambalinas y el ceremonial del escenario hizo que apreciara enseguida a Erving Goffman. Cuando era demasiado mayor como para acompañar a mis padres al extranjero, me enviaron a una escuela preparatoria de Nueva Inglaterra. Esta escuela me enseñó otra realidad social importante: la de la estratifica ción. Muchos de los estudiantes procedían de familias del Registro Social y comencé a percatarme también de que mi padre no era de la misma clase social que los padres embajadores y subsecretarios de estado de algunos niños que conocí. Luego ingresé en Harvard y allí cambié seis veces de especialidad. Es tudié literatura y deseé convertirme en escritor de obras de teatro o novelis ta. Pasé de las matemáticas a la filosofía; ieí a Freud y me decidí por la psiquiatría. Y finalmente me especialicé en Relaciones Sociales, especiali dad en la que coincidían la sociología, la psicología social y la antropología. Seguir los cursos impartidos por Talcott Parsons encaminó mi interés inte lectual. Parsons hablaba virtualmente de todo, de cuestiones micro y cues tiones nnacro enmarcadas en el transcurso de la historia mundial. Lo que aprendí de él no fue tanto su teoría como el ideal de lo que podría ser la sociología. También me aportó algunas importantes piezas de capital cultu ral: que Weber estaba menos preocupado por la ética protestante que por la comparación entre las dinámicas de todas las religiones del mundo, y que Durkheim respondió a la cuestión clave en su esfuerzo por descubrir la base precontractual del orden social.
480
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Creí que lo que quería era convertirme en psicólogo y me marclié a Standford, pero tras un año de aplicar electrodos a los cerebros de las ratas me convencí de que la sociología era una disciplina más idónea para estu diar a los seres humanos. Cambié de universidad varias veces y llegué a Berkeley en el verano de 1964, justo a tiempo de incorporarme al movimien to de los derechos civiles. Cuando el movimiento en pos de la libertad de expresión surgió en el campus en otoño, éramos ya veteranos en sentadas y nos sentíamos cargados de esa energía emocional que proviene de la solidaridad con miles de personas cada vez que nos detenían por la causa que fuera. Analizaba la sociología del conllicto a la vez que la experimenta ba. A medida que se intensificaban la guerra del Vietnam y los conflictos raciales dentro del país, ei movimiento de oposición comenzó a repudiar sus principios no violentos; a muchos nos sobrevino el desencanto y empeza mos a incorporarnos al pasotismo característico del estilo de vida hippy. Si no perdías tu conciencia sociológica, este estilo podía ser revelador. Estu dió a Erving Goffman y a Herbert Blumer (ambos profesores de Berkeley en aquel momento) y comencé a percatarme de que todos los aspectos de la sociedad — el confiicto, la estratificación, y todos los demás— se construían a partir de los rituales de interacción de nuestras vidas cotidianas. Nunca me propuse ser profesor y, sin embargo, hasta ahora he enseña do en muchas universidades. Intentó reunir todos mis escritos en un libro Conflict Sociology [Sociología del conflicto] (1975), pero me pareció que debía escribir otro, The Credential Society [La sociedad credencial] (1979), para explicar el sistema de inflación de estatus en el que todos estamos inmersos. Me tomé demasiado en serio mi análisis, abandoné el mundo académico y durante algún tiempo me dediqué a ganarme la vida escribien do una novela y libros de texto. Finalmente, algunos colegas me persuadie ron de que volviera a enseñar. Nuestra disciplina está en un proceso de rico aprendizaje que incluye desde una nueva imagen de la historia mundial has ta los detalles micro de las emociones sociales. Mi segunda esposa, Judith McConnell, ha influido poderosamente en mí. Ella organizó a las abogadas para romper las barreras discriminatorias de la profesión legal, y ahora es toy aprendiendo de ella el trasfondo político de los altos tribunales de justi cia. Hay muchísimas cosas que quedan por hacer tanto en la sociología como en la sociedad.
Teoría del ín teracto r En un ensayo reciente, Joseph Berger, Dana P. Eyre, y Morris Zelditch, Jr. (1989) han propuesto lo que ellos denominan «teoría del interactor». La teoría se centra en los actores y sus interrelaciones. Los actores pueden ser individua les, pero también colectividades como organizaciones o, incluso, estados nacio nales, Esto significa que la teoría del interactor puede aplicarse en cualquiera de los dos niveles de análisis. Es lo suficientemente abstracta y general, es decir, tiene una concepción bastante general del actor, como para poder situarla en ambos extremos del continuum. Berger y sus colegas comparan su teoría del interactor abstracto con las «teorias concretas» (por ejemplo, eí interaccionismo
INTEGRACION MICRO-MACRO
481
simbólico, la teoria del conflicto) que pueden ser aplicadas sólo en un nivel de análisis. Existen varias teorias sociológicas del interactor «que describen los meca nismos o procesos por medio de los cuales los actores actúan en relación con otros en situaciones de acción» (Berger, Eyre, y Zelditch, 1989: 21). La unidad básica de análisis de la teoría del interactor es el «actor en su situación». La situación es «un conjunto especifico de condiciones que pueden generar, defi nir y determinar el curso de un proceso» (Berger, Eyre, y Zelditch, 1989'. 21). El enfoque sobre el actor en su situación indica que la teoría del interactor es una «teoría del proceso». El proceso en cuestión se suele animar a partir de algún tipo determinado de situación problemática. El proceso resultante se define por tres elementos. En primer lugar, de acuerdo con condiciones de la acción tales como la situación ecológica o la cantidad de información disponible. En segun do lugar, según el contexto social del proceso: el contexto estructural y/o cultu ral en el que sucede el proceso. En tercer lugar, el proceso tiene lugar dentro del contexto de elementos (por ejemplo, el conocimiento local) que son productos de una interacción pasada entre ios actores en cuestión. La teoria del interactor considera que los actores tienen capacidad de ac ción [agency], definida como «la capacidad de controlar la variación entre las propias acciones de sus actores» (Berger, Eyre, y Zelditch, 1989; 23). La natu raleza particular de esta capacidad de acción puede variar en las diferentes teorías, pero todas las teorías del interactor conciben de uno u otro modo esta capacidad. Aunque la capacidad de acción suele ser considerada una caracterís tica de los individuos, en la teoría del interactor también puede ser característi ca de las colectividades. En la teoría del interactor ios actores no son necesaria mente conscientes o intencionales. Los actores pueden incluso no ser conscientes de las pautas relaciónales en las que están implicados. Sin embargo, todas las teorias de la interacción implican la existencia de varios actores, actores que forman sistemas, y estos sistemas pueden describirse en términos de las relacio nes entre los actores. La teoría del interactor se centra en una variedad de procesos, entre ellos, «el modo en que las condiciones activadoras, el contexto social, y los productos de la interacción pasada se transforman en definiciones de los actores particula res que se encuentran en situaciones determinadas; recurre a estos procesos para explicar la naturaleza, condiciones y consecuencias de procesos determi nados de acción; y les exige que den cuenta del modo en que los resultados de estos procesos son transformados en elementos de la historia y del contexto social de una interacción futura» (Berger, Eyre, y Zelditch, 1989: 24). Estos procesos están gobernados por «estados» o «estructuras situacionalmente espe cíficas, estables y relaciónales» (Berger, Eyre, y Zelditch, 1989: 24), Puede apreciarse aquí un proceso dialéctico, ya que no sólo los estados determinan la conducta, sino que ia conducta influye en la naturaleza del estado. En otras palabras, las teorías del interactor implican tanto la capacidad de acción como la estructura.
482
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Como producto de la sociologia estadounidense, la teoria del interactor se considera una teoria micro-macro. Sin embargo, tal y como se infiere del análi sis precedente y de la terminologia empleada en él, la teoria del interactor tiene màs en común con las teorias que vinculan acción y estructura que estudiare mos en el Capítulo 11, Si bien se han servido de ideas derivadas del trabajo sobre la acción y la estructura, los creadores de la teoria del interactor demues tran escasa familiaridad con la literatura europea. Lo que nos interesa es que Berger y sus colegas creen que la teoría del interactor alcanza tal nivel de abstracción que es posible aplicarla en cualquier lugar del ronünuum micro-macro de los niveles de análisis social.
ALGUNAS DIRECCIONES PROMETEDORAS Como hemos visto, la cuestión más preocupante que frena los avances de nues tra comprensión del vinculo micro-macro es quizás el hecho de que existen tensiones actuales entre todos los pensadores que se esfuerzan por desarrollar un enfoque integrador. Teniendo en mente el hecho de que la mayoría de los pensadores que trabajan sobre esta cuestión han recibido la influencia del extre mismo micro-macro en socioiogia, algunos integracionistas se esfuerzan por mantenerse en una dirección micro (Collins), mientras otros defienden otros caminos (por ejemplo, Alexander), Asi, amenazan con minar el naciente es fuerzo por la integración y repetir de este modo, dentro del esfuerzo integrador, la tensión en gran parte innecesaria entre las orientaciones micro y macro que ha dominado ia teoria sociológica estadounidense durante el siglo xx. En este apartado analizaremos algunas de las vías para evitar este problema. Los teóricos que se orientan desde el nivel macro hacia cuestiones micro y los teóricos micro que se ocupan de las cuestiones macro ofrecen una solución absolutamente insatisfactoria. Dos ejemplos que ilustran estas orientaciones son el enfoque de Alexander (1987) (que proviene del neofuncionalismo macro) sobre procesos micro tales como la tipificación, la estrategia y la invención, y el esfuerzo de Fine (1988) por delinear (desde la perspectiva micro del interaccio nismo simbólico) la «realidad impenetrable» del entorno construido, de los vín culos institucionales, de la tradición y las creencias sobre la primacía organiza tiva. Es muy beneficioso para el desarrollo de un enfoque micro-macro integrado que los teóricos se preocupen de las realidades empíricas ubicadas en el extre mo opuesto de su orientación teórica. El problema principal es la tendencia de los teóricos a permitir que sus perjuicios teóricos influyan en su trabajo en el otro extremo del continuum social. Los esfuerzos más prometedores son los que intentan integrar teorías mi cro-macro sin mostrar predisposición hacia uno u otro tipo de teoria (por ejem plo, Hindess, 1986; Fararo y Skvoretz, 1986). Si bien esta ausencia de compro miso (Mitroff, 1974) puede conferir imparcialidad y objetividad a este tipo de trabajos, los trabajos pueden mostrar deficiencias si los teóricos carecen de un
INTEGRACION MICRO-MACRO
483
conocimiento pleno de las perspectivas en las que trabajan o se entregan con devoción a ellas. Otra posibilidad sería partir de uno u otro nivel en algún lugar dentro del segmento intermedio del continuum, desde lo que ha sido denominado el «nivel meso» en el estudio de las organizaciones formales (Hage, 1980). Hay proble mas en las perspectivas del nivel meso, tai y como se manifiestan en el estudio de la sociología de las organizaciones formales. Centrarse en el nivel meso (por ejemplo, las organizaciones formales), sugiere la duda de si desde este punto pueden analizarse y manejarse los fenómenos macro. A! mismo tiempo pode mos preguntarnos si estos enfoques del nivel meso nos permiten ser suficiente mente microscópicos. Los análisis que parten del nivel meso tienen todavía que demostrar que son satisfactoriamente integradores. Otra dirección prometedora implica el análisis de tas relaciones que se esta blecen entre los niveles macro y micro. Münch y Smelser (1987) han ofrecido algunas ideas útiles siguiendo esta dirección, pero como sus ideas se inspiran en trabajos que recibieron ta influencia del extremismo micro-macro, sus análisis muestran, de nuevo, lo fácil que es seguir la dirección hacia el extremo macro o hacia el micro. La utilidad de su ensayo reside en un análisis de los vínculos entre lo micro y y lo macro; el centro de atención son las relaciones más que el extremo micro o macro. Entre estas relaciones se analizan ta agregación; ta extemalización; la creación, el mantenimiento y la reproducción de lo macro; ta conformidad; ta internalización; y los límites. El enfoque sobre estos procesos relaciónales es inherentemente integrador y nos ayuda a evitar el extremismo micro-macro. Sin embargo, Münch y Smelser dividen estos procesos en catego rías micro y macro, cayendo así, de nuevo, en ta tendencia at extremismo mi cro-macro. Una alternativa mucho más prometedora consiste en rechazar cualquier enfoque centrado en un sólo nivel (micro, meso, o macro) de anáfisis y adoptar un enfoque dialéctico intrínsecamente integrador, A pesar de las criticas del prejuicio colectivista de Alexander en sus primeras obras, hay indicios en sus obras recientes que sugieren el desarrollo de esta posición intrínsecamente inte gradora, ta cual define lo macro en términos de lo micro y viceversa. En térmi nos generales, el paradigma integrado de Ritzer no se centra en un sólo nivel de análisis social, sino en la relación dialéctica entre y dentro de todos los niveles.
INTEGRACION MICRO-MACRO: LO QUE QUEDA POR HACER Pese a que las diversas formas de extremismo micro-macro no presentan signos de desaparecer e incluso experimentarán con toda probabilidad resurgimientos periódicos, es preciso señalar que en la sociología estadounidense actual se ha establecido un sólido enfoque integrador micro-macro y lo más probable es que en un futuro inmediato siga constituyendo una alternativa atractivas De hecho,
484
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
atraerá más partidarios por varias razones: porque algunos de los más destaca dos teóricos jóvenes de la disciplina lo están desarrollando, porque se está rami ficando en una amplia variedad de direcciones teóricas, porque representa el redescubrimiento de una orientación que se encuentra en la base de la obra de los teóricos clásicos de la disciplina, y porque constituye un dominio amplio y complejo que plantea múltiples retos a los teóricos de la sociología. Hace una década Kemeny señaló: «Lo más importante es tener una con ciencia cada vez mayor del problema del alcance de una obra, de manera que no se adopten posiciones implícita e inconscientemente» (1967; 747). Teniendo en cuenta los desarrollos recientes es dudoso que los sociólogos actuales y futuros trabajen sin ser conscientes del alcance de su obra. En otras palabras, hoy en día es improbable que los sociólogos ignoren la cuestión de los niveles o adopten inconscientemente una posición sobre esta cuestión. Con todo, la cuestión más importante es que la integración micro-macro se erige como la problemática central de la teoría sociológica estadounidense, A pesar de este consenso, aún queda mucho por hacer. En primer lugar, una buena parte del esfuerzo que han de hacer los sociólogos sobre la cuestión del vínculo micro-macro implica que se especifique con todo detalle la naturaleza de lo que hasta ahora ha sido sólo una orientación general. Muchos de los que trabajan sobre esta cuestión general se centran, de hecho, en cosas muy diferen tes. Tienen concepciones diferentes de los fenómenos micro, de los fenómenos macro y de los vínculos entre ellos. Se requieren definiciones precisas y que los teóricos aborden las diferencias conceptuales entre su propia obra sobre esta cuestión y la de otros. En el mismo dominio se requieren más esfuerzos seme jantes al realizado por Markovsky (1987) que intentó especificar las condicio nes que influyen sobre el significado relativo de los fenómenos en el nivel ma cro y en el micro. En segundo lugar, aunque obviamente es preciso un desarrollo continuo del trabajo sobre el vínculo micro-macro, los sociólogos deben también realizar un esfuerzo adicional dentro de los dominios micro y macro. Es decir, es necesario que los socióiogos centren su atención en cuestiones micro o cuestiones macro para aumentar el conocimiento que se tiene de estos dos dominios. El surgi miento de una problemática central micro-macro no excluye el esfuerzo en cada nivel. Incluso los defensores más acérrimos de un enfoque sobre los vínculos micro-macro no lo consideran el único enfoque en sociología. De hecho, los avances en el conocimiento sociológico de los niveles micro y macro enrique cen el trabajo sobre la integración micro-macro. En tercer lugar, si bien se requiere un mayor esfuerzo dentro de los domi nios micro y macro, los teóricos sociales deben asegurarse de que el esfuerzo aún inmaduro por la integración micro-macro no sea frustrado por defensores acérrimos del extremismo micro y/o macro. Aunque aumenta el esfuerzo por la integración micro-macro, existen simultáneamente algunas fuerzas teóricas muy poderosas que alejan a la sociología de su problema central y la empujan hacia el extremismo micro-macro. En otras palabras, junto al surgimiento de un con-
INTEGRACION MICRO-MACRO
4 85
senso teórico existen y emergen perspectivas teóricas que amenazan la consoli dación de ese consenso. A este tipo de perspectivas pertenecen las teorías extre mas micro y macro que niegan o ignoran la importancia de la existencia y el significado de los fenómenos en el macro nivel, asi como las teorías extremas macro que niegan o minimizan el papel de los fenómenos en el micro nivel. También hay algunos sociólogos influyentes que se declaran explícitamen te en contra de la posibilidad de la integración micro-macro. Uno de estos so ciólogos es Peter Blau, que ha reconocido su cambio de opinión sobre esta cuestión desde que publicó su esfuerzo integrador (Blau, 1964) enmarcado en la teoría del intercambio (véase el Capítulo 7): Una importante cuestión acerca de la construcción de la teoría macrosociológica es su vinculación con la teoría microsocioiógica. Un posible enfoque es partir de prin cipios microsociaies y utilizarlos como fundamentos sobre los que construir una teoría macrosociológica. El enfoque alternativo descansa en el supuesto de que se requieren diferentes perspectivas y distintos marcos conceptuales para las teorías micro y macro, debido fundamentalmente a que los principales términos de las teorías macrosociológicas hacen referencia a las propiedades emergentes de las estructuras de la población y carecen de equivalente en el análisis microsocial. He llegado a la conclusión de que el segundo enfoque es el único viable, al menos en esta fase del desarrollo sociológico.
(Blau, 1987b: 87; cursivas añadidas) Así, aun cuando existe un consenso cada vez mayor en sociología sobre la integración micro-macro, es evidente que esta orientación dista de ser universal y que algunos pensadores influyentes se oponen a ella. En cuarto lugar, los extremistas dentro del grupo que trabaja sobre la inte gración micro-macro plantean una amenaza tal vez mayor. Amenazan con divi dir este movimiento intelectual y con frustrar la oportunidad de un desarrollo pleno. Los teóricos de la sociología deben ser cautelosos y evitar recrear el extremismo dentro del dominio micro-macro. En quinto lugar, los sociólogos deben clarificar la relación entre los esfuer zos dirigidos a la integración de teorias micro y teorias macro y los encamina dos a desarrollar una teoría que analice la integración de los niveles micro y macro de análisis social. Es más probable que se produzca un avance importan te en el pensamiento sociológico sobre esta relación a través de trabajos que se afanen por unir los esfuerzos teóricos y los empíricos. En sexto lugar, ios teóricos sociales han de hacer un trabajo adicional sobre la relación entre el continuum micro-macro y otros continua distintos (por ejemplo, el continuum que va del individualismo metodológico al holismo) que han si<^o utilizados para analizar el mundo social. Los esfuerzos por integrar los continua micro-macro y objetivo-subjetivo son particularmente prometedores. En séptimo lugar, este trabajo metateórico altamente abstracto requiere ser traducido a términos y enfoques accesibles para los que se interesan por cues tiones teóricas y empíricas concretas. En otras palabras, debe traducirse a ideas,
486
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
conceptos, herramientas, teorías y métodos que los sociólogos puedan utilizar en sus actividades profesionales. Y finalmente, se requiere que muchos más metodólogos e investigadores empíricos aborden la cuestión micro-macro, dominada hasta nuestros días prin cipalmente por teóricos. Entre estos esfuerzos figuran la obra de Bailey (1987) sobre los métodos micro-macro, los esfuerzos experimentales de Markovsky (1987) y ia crítica de Marini (1988: 45) de los sociólogos del género que estu dian fenómenos macro utilizando datos micro. Lo más probable es que durante la década de los noventa se produzca un sutil aunque crucial cambio de acento en el trabajo sobre la integración micro macro. En nuestros días, teniendo en cuenta ei extremismo micro-macro que dominó la sociología dei siglo xx, los que analizan la cuestión proceden de alguno de los dos extremos del continuum. El vínculo micro-macro será cada vez más ampliamente aceptado como un (el) problema teórico central, y ello conducirá a un cambio que provocará el desarrollo de orientaciones inherente mente más integradoras. Entre las direcciones prometedoras se cuentan los tra bajos que integran teorías micro y macro sin predisposición alguna; el enfoque sobre el nivel micro desde una orientación macroteórica (y viceversa); ei traba jo en el nivel meso; el interés por ias relaciones continuas entre lo micro y lo macro; y, el más prometedor de todos, el trabajo que define lo micro en térmi nos de io macro y viceversa, centrado, por tanto, en una dialéctica constante. Tales esfuerzos, en particular este último, prometen llevar la tarea sobre la inte gración micro-macro a un nuevo nivel, un nivel en el que se hará hincapié en la integración o en la síntesis, en lugar de en uno de los extremos del continuum social. Este esfuerzo sintoniza con la perspectiva de Alexander y Giesen, quie nes abogan por la necesidad de «establecer un punto de partida radicalmente diferente» para trazar «un vínculo micro-macro auténticamente inclusivo» (1987; 37). Como virtualmente todas las teorias existentes son perspectivas micro o macro, este cambio de acento conducirá a la necesidad de crear nuevas teorias (o nuevas combinaciones entre las diversas teorías existentes) primordialmente preocupadas por la integración. En términos generales, lo más probable es que nos alejemos de una preocupación por los niveles y/o teorías micro y macro y nos acerquemos hacia un mayor interés existencial y teórico por la sintetización.
RESUMEN Este capítulo analiza el importante desarrollo que se ha producido en la teoría sociológica estadounidense durante la década de los años ochenta: e! aumento del interés por ia integración micro-macro. Esto representa un regreso a las preocupaciones de los primeros gigantes de la teoría sociológica y un movi miento de retirada del extremismo teórico que caracterizó a la mayor parte de la teoría sociológica estadounidense del siglo xx. Si bien antes de los años ochenta se prestó cierta atención a la cuestión micro-macro, es durante esta década cuando
INTEGRACION MICRO-MACRO
487
explota el interés por ella. Los esfuerzos procedieron de los extremos micro y macro, así como de diversos puntos intermedios entre los dos extremos. Parte de ese trabajo se centró en la integración de teorías micro y teorías macro, mientras el resto se ocupó del vinculo entre los niveles micro y macro de análi sis social. Además de esta diferencia básica, hay otras diferencias importantes entre los que se esfuerzan por integrar teorías y tos que se afanan por integrar niveles de análisis. El núcleo de este capitulo es el estudio de tres ejemplos principales que ilustran el esfuerzo por integrar los niveles micro y macro de análisis social. Ritzer, Alexander y Willey desarrollaron modelos micro-macro muy semejan tes del mundo social. Aunque se aprecian importantes diferencias entre los tres trabajos, sus imágenes similares del mundo social reflejan un considerable con senso entre los que se esfuerzan por vincular los niveles micro y macro de análisis social. Un ejemplo con más limitaciones es el de Coleman, que se centra en el vínculo desde lo micro a lo macro. Este esfuerzo ha sido duramente criticado por descuidar el análisis del vinculo desde lo macro a lo micro, así como por carecer de una imagen dialéctica del mundo social. Analizamos la obra de Lis ka en este contexto debido a sus esfuerzos por superar las limitaciones del enfo que de Coleman y analizar también la cuestión de la relación de lo macro con lo micro. Liska acentúa la importancia de la agregación y los factores contextúa les a la hora de analizar el vínculo micro-macro. A continuación analizamos la teoría posterior de Coleman, más integradora, basada en la elección racional. El esfuerzo de Collins en pos de la integración micro-macro se analiza y critica por su reduccionismo micro, su tendencia a reducir los fenómenos macro a fenómenos micro. El último ejemplo es la teoría del interactor de Berger y sus colegas, que se centra en la relación entre los actores micro y/o macro. Como la teoría del interactor de Berger es abstracta, permite su aplicación tanto en el nivel micro como en el macro. Estudiamos algunas nuevas direcciones prometedoras en el esfuerzo por la integración micro-macro. Una de estas direcciones implica a los teóricos micro que trabajan sobre cuestiones macro y viceversa. Aún más prometedor es el esfuerzo sobre la cuestión del vínculo realizado por los que no están predis puestos hacia un sólo nivel de análisis. Son también importantes los trabajos que parten del nivel meso y trabajan fuera de los niveles micro y macro. Luego están los esfuerzos por analizar las relaciones constantes entre lo micro y lo macro. Los trabajos que se centran en las relaciones dialécticas entre todos los niveles de análisis social son los más prometedores. Este capítulo termina con un análisis de lo que aún les queda por hacer a los teóricos sociales interesados por la relación micro-macro.
CAPITULO
11
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA INTRODUCCION PRINCIPALES EJEMPLOS DE INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA Anthony Giddens: teoría de la estructuración Margaret Archer: cultura y acción Pierre Bourdieu: habitus y campo Jurgen Habermas: la colonización del mundo de la vida PRINCIPALES DIFERENCIAS EN LA LITERATURA SOBRE LA ACCION-ESTRUCTURA RELACION ENTRE ACCION-ESTRUCTURA Y MICRO-MACRO Semejanzas básicas Diferencias fundamentales CLARIFICACION DE LAS DIFERENCIAS ENTRE EE.UU. Y EUROPA
489
490
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
INTRODUCCION Como hemos señalado en el capítulo anterior, al mismo tiempo que crecía el interés entre los teóricos estadounidenses de ta sociología por la cuestión micro-macro, aumentaba entre los teóricos europeos la preocupación por la relación entre la acción y la estructura. Por ejemplo, Margaret Archer afirmó que «el problema de la estructura y la acción ha llegado a ser considerado acertadamente como la cuestión básica de la teoria social moderna» (1988; ix). Esta autora señala de hecho que el análisis de este vínculo (y de otros por él implicados) se ha convertido en «la prueba del ácido» de una teoria social gene ral y en el «problema central» de la teoria (Archer, 1988: x). Antes que Archer, Dawe llegó a señalar: «He aquí, pues, la problemática en torno a la que se escribe la historia del análisis sociológico: la problemática de la acción huma na» (1978; 379), En la preocupación de Dawe por la capacidad de acción se encuentra implícito un interés por la estructura social, así como por la tensión constante entre ellas Así, muchos observadores de ambos lados del Atlántico han coincidido en el surgimiento de lo que parece ser un nuevo consenso. No sólo se aprecian acuerdos aparentes entre los Estados Unidos y Europa, sino semejanzas super ficiales entre las terminologías de la cuestión micro-macro y de la acción-es tructura, y sus orientaciones parecen implicar la posibilidad de un consenso internacional en teoria social. Se diría que esta armonía es una buena noticia para la teoría social, durante mucho tiempo caracterizada por profundas diferencias y cierta incapacidad de comunicación entre las fronteras teóricas. Desafortunadamente, a pesar del uso de términos semejantes, el consenso que ha surgido en los Estados Unidos difie re ligeramente del europeo. Además, pueden apreciarse diferencias sustancia les entre las literaturas europea y estadounidense. Así, este aparente consenso parece bastante superficial y se desvanece considerablemente debido a las dife rencias entre y dentro de la teoria social contemporánea en los Estados Unidos y en Europa, Encontramos una preocupación por el vínculo entre la acción y la estructura en los trabajos de varios teóricos que escriben dentro de la tradición europea, entre los que destacan: la teoria de la estructuración de Giddens (1979, 1982, 1984); el interés de Archer por la morfogénesis (1982) y su preocupación posterior por el vínculo entre la cultura y la acción (1988); la distinción de Bourdieu (1977, 1984) entre habitus y campo; el esfuerzo de Habermas (1984, 1987) por integrar el mundo de la vida y el sistema; la teoría del sistema de normas socia les de Bums (1986; Bums y Flam, 1986); et análisis de Lukes (1977; véase también Layder, 1985) del poder y la estructura; la estructuración histórica de Abrams (1982); ia cuestión de la autoproducción de la sociedad de Tou' De hecho, el concepto de acción se utiliza a menudo en un sentido que lleva implícito una preocupación por la estructura (Abrams, 1982: xiii).
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
491
raine (1977); y la teoría de juegos de Crozier y Fnedberg (1980). Antes de continuar es preciso definir los modos en los que se utilizan los términos acción y estructura y compararlos con la terminología de la cuestión micro-macro. En una visión superficial, las cuestiones micro-macro y acción-estructura parecen similares y suelen ser consideradas como si fueran muy semejantes. He tendido a considerar los trabajos que se ocupan de la acción y la estructura como parte de la preocupación por el vínculo micro-macro (Ritzer, 1990a). De modo similar, Archer (1988) afirma que la cuestión acción-estructura connota una preocupación por la relación micro-macro (así como por la relación voluntarismo-determinismo y subjetivismo-objetivismo). Estas posiciones pare cen justificadas debido al hecho de que, después de todo, parece haber una estrecha relación entre el nivel micro y el actor y el nivel macro y la estructura. Es decir, la hay si estamos pensando en agentes humanos individuales (micro) y en la estructura social a gran escala (macro). Sin embargo, existen otros modos de enfocar las cuestiones de la acción-estructura y de lo micro-macro que evidencian con claridad importantes diferencias entre estas dos conceptualizaciones. Por lo general, la acción hace referencia al nivel micro, a los actores huma nos individuales, pero también puede hacer referencia a la actuación de colec tividades (macro). Por ejemplo, Bums considera que los agentes humanos im plican «individuos, así como grupos organizados, organizaciones y naciones» (1986: 9). Touraine analiza las clases sociales como actores. Si aceptamos que estas colectividades son agentes, entonces no es posible equiparar la capacidad de acción y los fenómenos en el nivel micro. Por otro lado, mientras la estructu ra suele hacer referencia a las grandes estructuras sociales, también puede im plicar estructuras micro tales como las implicadas en la interacción humana. La definición de Giddens de sistemas (que se aproxima más al significado usual de estructura que a su propio concepto de estructura) implica ambos tipos de es tructuras, puesto que en sus términos son «relaciones reproducidas entre acto res o colectividades» (1979: 66), Así, tanto la capacidad de acción como la estructura pueden hacer referencia a fenómenos del nivel micro o del nivel macro, o a ambos tipos de fenómenos. Retomando la distinción micro-macro, lo micro suele hacer referencia al tipo de actor consciente y creativo que preocupa a muchos teóricos de la acción, pero también puede hacer referencia a un «actuante» menos consciente que interesa a los conductistas, a los teóricos del intercambio y a los teóricos de la elección racional. De modo similar, el término macro puede hacer referencia no sólo a las grandes estructuras sociales, sino también a las culturas de las colec tividades, Así, lo micro puede o no hacer referencia a los «agentes» y lo macro puede o no hacer referencia a las «estructuras». Si analizamos detenidamente los esquemas micro-macro y acción-estructu ra, apreciamos que hay diferencias sustanciales entre ellos. Debido a que los teóricos estadounidenses tienden a centrarse en el vínculo micro-macro (Ber ger, Eyre, y Zelditch, 1989, son una excepción) y los europeos en la relación
492
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
entre acción y estructura, hay importantes diferencias entre los consensos esta dounidense y europeo. Antes de seguir con este análisis general de la literatura acción-estructura, asi como con su relación con la literatura micro-macro, estudiaremos en detalle los principales ejemplos de este género de literatura. Este estudio nos propor cionará una comprensión mayor de la naturaleza general de los trabajos sobre la acción y la estructura.
PRINCIPALES EJEMPLOS DE INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA Anthony Giddens: teoría de la estructuración Uno de los esfuerzos más conocidos y esmerados por integrar la acción y la estructura es la teoría de la estructuración de Giddens (1. Cohén, 1989; Held y Thompson, 1989). Giddens (1976: 8) nos presentó esta teoría en la década de los años setenta, pero su forma más desarrollada nos la expone en su libro The Constitution ofSociety [La constitución de la sociedad] (1984), subtitulado Outline o f the Theory o f Agengy [Bosquejo de una teoría de la acción]. En este libro, Giddens llega a decir: «Toda investigación en ciencias sociales o en historia se ha preocupado por la relación entre la acción y la estructura,., en ningún caso la estructura «determina» la acción o viceversa» (1984: 219). Aunque no es marxista, puede apreciarse en la obra de Giddens una podero sa influencia marxista, e incluso él mismo considera que su libro The Consíitution ofSociety constituye una reflexión sobre el dictum inherentemente integra dor de Marx; «Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen como ellos quieren, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circuns tancias directamente dadas y heredadas det pasado» (1869/1963: 15)^. La teoría de Marx es sólo una de las muchas influencias teóricas que se aprecian en ta teoría de la estructuración. En uno u otro momento Giddens analizó y criticó las orientaciones teóricas más importantes para derivar de ellas una serie de ideas útiles. La teoría de la estructuración es extraordinariamente ecléctica. Giddens examina una amplia gama de teorías que parten bien del actor/ individuo (por ejemplo, el interaccionismo simbólico) o de la sociedad/estruc tura (por ejemplo, el funcionalismo estructural) y rechaza ambas alternativas extremas. Antes bien, Giddens señala que debemos arrancar de las «prácticas
^ Estoy de acuerdo con atribuir a Marx un pape! central en la teoría de la estructuración y, en términos generales, en las teorias que integran acción y estructura. En mi propia obra metatórica concluyo que la obra de Marx constituye el mejor «ejemplo de paradigma sociolc^ico inte grado») (Ritzer, 198!a: 232).
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
493
sociales recurrentes» (1989: 252). Y concretando, afirma: «De acuerdo con la teoría de ta estructuración, el dominio básico del estudio de las ciencias sociales no es ni la experiencia del actor individual, ni la existencia de cualquier forma de totalidad social, sino las prácticas sociales ordenadas a través del tiempo y en el espacio» {Giddens, 1984: 2). En et centro de la teoria de la estructuración de Giddens, que se enfoca hacia las prácticas sociales, se encuentra una teoria de la relación entre la ac ción y la estructura. Según Bernstein, «en el núcleo de la teoría de la estructura ción» está «el propósito de iluminar la dualidad de la acción y la estructura y su interacción dialéctica» {1989: 23). Así, acción y estructura no pueden concebir se por separado, son las dos caras de una misma moneda. En términos de Giddens, constituyen una dualidad (en el próximo apartado analizaremos la critica de Archer de esta orientación). Toda acción social implica estructura, y toda es tructura implica acción social. Acción y estructura se encuentran inextricable mente intrincadas en toda actividad o práctica humana. Como hemos señalado más arriba, el punto de partida del análisis de Giddens son las prácticas humanas, pero este autor insiste en que deben ser consideradas como recurrentes. Es decir, ias actividades no son «creadas por los actores so ciales, sino continuamente recreadas por ellos a través de los diversos medios por los que se expresan a sí mismos como actores. Por medio de sus actividades los agentes producen las condiciones que hacen posibles esas actividades» (Giddens 1984: 2). Así, no es la conciencia la que, mediante la construcción social de la realidad, produce las actividades, ni es ta estructura social la que las crea. Antes bien, en su expresión como actores, las personas se implican en la práctica, y mediante esa práctica se producen la conciencia y la estructura. Held y Thompson, en su análisis del carácter recurrente de la estructura, afirman que «la estructura se reproduce en y mediante la sucesión de prácticas situacionales organizadas por ella» (1989: 7). Lo mismo puede señalarse por lo que respecta a la concien cia. A Giddens le preocupa la conciencia o reflexividad. Sin embargo, con su reflexividad, el actor humano no sólo es autoconsciente, sino que se implica también en el control del flujo constante de las actividades y las condiciones estructurales. Esto condujo a Bernstein a afirmar que la «acción en sí está re flexiva y recurrentemente implicada en las estructuras sociales» (1989: 23). En términos generales, puede afirmarse que la preocupación central de Giddens es el proceso dialéctico mediante el que se producen la práctica, la estructura y la conciencia. Así, Giddens analiza la cuestión de la acción y la estructura con un enfoque dinámico, procesual e histórico. No sólo son reflexivos los actores sociales, ¡o son también los investigado res que los estudian. Esto conduce a Giddens a sus conocidas ideas sobre la «doble hermenéutica». Tanto los actores sociales como los sociólogos utilizan el lenguaje. Los actores utilizan el lenguaje para explicar lo que hacen, y los sociólogos, a su vez, se sirven del lenguaje para dar cuenta de las acciones de tos actores sociales. Así, es preciso que nos ocupemos de la relación entre el lenguaje de los legos y el científico. En particular, nosotros hemos de ser cons
494
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cientes del hecho de que la comprensión que tiene el científico social del mundo puede conducir a una comprensión errónea de los actores que están siendo estu diados. En este sentido, los investigadores sociales pueden alterar el mundo que están estudiando y llegar así a conclusiones y hallazgos distorsionados. Pasemos a analizar algunos de los principales componentes de la teoría de ta estructuración de Giddens. Empezamos por sus reflexiones sobre ios agentes, quienes, como ya hemos visto, controlan continuamente sus propios pensamientos y actividades, así como sus contextos fisicos y sociales. Los actores tienen la capacidad de la racionalización, que para Giddens significa el desarrollo de rutinas que les capacitan para manejar eficazmente la vida social. Los actores también tienen motivaciones para actuar, y estas motivaciones implican deseos que impulsan ta acción. Así, mientras la racionalización y ta reflexividad están constantemente implicadas en la acción, es más apropiado considerar que las motivaciones son potenciales para la acción. Las motivaciones proporcionan planes generales para la acción, pero, desde el punto de vista de Giddens, la mayor parte de nuestra acción no está directamente motivada. Aunque esta ac ción no está motivada y nuestras motivaciones suelen ser inconscientes, tas motivaciones desempeñan un importante papel en !a conducta humana. También dentro del reino de la conciencia Giddens hace una distinción (per meable) entre conciencia práctica y discursiva. La conciencia discursiva impli ca la capacidad de expresar con palabras las cosas. La conciencia práctica im plica sólo lo que hacen los actores y no entraña su capacidad de expresar lo que hacen con palabras. Este último tipo de conciencia es et más importante en la teoría de ta estructuración, reflejando un interés primordial por lo que se hace más que por lo que se dice. Con este acento sobre la importancia de la conciencia práctica, ta teoria de la estructuración se desliza suavemente desde los agentes a la acción, a las cosas que los agentes hacen realmente. «La capacidad de acción sugiere la existencia de eventos perpetrados por un individuo... Lo que ocurrió no hubiera ocurrido sin la intervención de ese individuo» (Giddens, 1984: 9). Así, Giddens concede una enorme importancia (sus críticos afirman que demasiada) a la ca pacidad de acción. Giddens encontró serias dificultades en su esfuerzo por se parar la acción de las intenciones porque afirmaba que la acción terminada difiere considerablemente de la acción inicia! y su intención; en otras palabras, los actos intencionados suelen tener consecuencias inesperadas. La idea de las consecuencias inesperadas desempeña un papel relevante en ta teoría de Giddens, y es particularmente importante para trasladamos del nivel de la acción al del sistema social. En consonancia con su acento sobre la acción, Giddens atribuye gran poder al agente. Dicho de otro modo, los agentes de Giddens tienen la capacidad de introducir cambios en et mundo social. Es más, los agentes no tienen sentido alguno si carecen de esa capacidad; es decir, un actor deja de ser un agente si pierde la capacidad de introducir cambios. Por supuesto, Giddens reconoce que existen constreñimientos sobre los actores, pero esto no significa que los actores
INTEGRACION ACO ION-ESTRUCTURA
495
no tengan elección ni puedan transformar las situaciones. Para Giddens, esta capacidad es más importante que la subjetividad, porque la acción implica poder o la capacidad para transformar la situación. Así, la teoría de la estructuración de Giddens atribuye gran poder al actor y, por ello, se opone a las teorías que se desvían de esta orientación y asignan más importancia a la intención del actor (la fenomenología), o a la estructura externa {el funcionalismo estructural). El núcleo conceptual de la teoría de la estructuración reside en las ideas de estructura, sistema y dualidad de estructura. El concepto de estructura se define como «las propiedades estructuradoras [normas y recursos]... las propiedades que hacen posible la existencia de prácticas sociales díscerniblemente similares a través de los diferentes periodos de tiempo y espacios que les dan su forma sistemica» (Giddens, 1984; 17), La estructura se hace posible debido a la exis tencia de normas y recursos. Las estructuras per se no existen en el tiempo ni en el espacio. Antes bien, los fenómenos sociales tienen la capacidad de pasar a estar estructurados. Giddens sostiene que «la estructura sólo existe en y me diante las actividades de los agentes humanos» ( 1989: 256), Así, Giddens ofre ce una definición muy inusual de estructura que no sigue la pauta durkheimiana de considerar las estructuras conio externas y coercitivas para ios actores. Giddens se cuidó mucho de evitar la im[!)resión de que la estructura es «exterior» o «ex terna» a la acción humana. «Tál y como yo uso el concepto, la estructura es lo que moldea y da forma a la vida social, pero no es per se esa forma» {Giddens, 1989: 256), Como Held y Thompson señalaron, la estructura para Giddens no es un armazón «como las vigas maestras de un edificio o el esqueleto de un cuer po» (1989: 4). Giddens no niega el hecho de que la estructura pueda constreñir la acción, pero cree que los sociólogos han exagerado la importancia de tal constricción. Además, han ignorado la relevancia del hecho de que la estructura «es siempre constrictiva y capacitadora» {Giddens, 1984: 25, 163; cursivas añadidas). Las estructuras suelen permitir a los agentes hacer cosas que no podrían hacer sin ellas. Aunque Giddens concede menor importancia a la constricción estructu ral, reconoce que los actores pueden perder el control de las «propiedades es tructurales de los sistemas sociales» si se distancian temporal o espacialmente de ellas. Sin embargo, tiene la precaución de evitar la imagen weberiana de la jaula de hierro y señala que esta pérdida de control no es inevitable. La concepción sociológica convencional de estructura se aproxima más al concepto de sistema social de Giddens (Thompson, 1989: 60). Giddens define el sistema social como un conjunto de prácticas sociales reproducidas o «rela ciones reproducidas entre actores o colectividades organizadas como prácticas sociales regulares» (1984: 17, 25). Asi, la idea de sistema social de Giddens se deriva de su preocupación central por la práctica. Los sistemas sociales no tie nen estructuras, sino que exhiben propiedades estructurales. Las estructuras no existen per se en el tiempo y el espacio, sino que se manifiestan dentro de lo sistemas sociales en la forma de prácticas reproducidas. Si bien algunos siste mas sociales pueden ser el producto de una acción intencionada, Giddens con
496
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cede mayor importancia al hecho de que esos sistemas suelen constituir las consecuencias inesperadas de la acción humana. Estas consecuencias inespera das pueden convertirse en condiciones desconocidas de la acción y realimentar la de nuevo. Estas condiciones pueden dificultar los esfuerzos por controlarlas, pero no destruir los esfuerzos de los actores por ejercer ese control. Por tanto, las estructuras se «concretan» en sistemas sociales. Además, se manifiestan en «recuerdos que orientan ta conducta de los agentes humanos cognoscibles» (Giddens, 1984; 17). A resultas de lo cual, las normas y los re cursos se manifiestan tanto en el nivel macro de los sistemas sociales como en el nivel micro de ia conciencia humana. Estamos ahora preparados para la definición dei concepto de estructura ción, cuya premisa es la idea de que «la constitución de los agentes y la de las estructuras no son dos conjuntos independientes dados de fenómenos, un dua lismo, sino que representa una dualidad... las propiedades estructurales de los sistemas sociales son tanto un medio como un producto de las prácticas que organizan recurrentemente», o «el momento de la producción de la acción es también el de la reproducción en los contextos de la realización cotidiana de la vida social» (Giddens, 1984'. 25, 26). Claramente, la estructuración implica la relación dialéctica entre estructura y acción. Estructura y acción ctín^tituyen una dualidad; no pueden existir la una sin la otra. Como se indica más arriba, et tiempo y el espacio constituyen variables cruciales en ia teoria de Giddens. Ambas dependen de si las otras personas están presentes temporal o espacialmente. La condición primordial es ta inte racción cara a cara, en la que los otros están presentes en el mismo tiempo y espacio. Sin embargo, unos sistemas sociales se extienden en et tiempo y el espacio, mientras otros dejan de estar presentes. Este distanciamtentó en térmi nos de tiempo y espacio es cada vez más posible en et mundo moderno debido a sus nuevas formas de comunicación y transporte. Gregory (1989) señala que Giddens dedica más atención al tiempo que al espacio. Saunders, subrayando la importancia del espacio, mantiene que «todo análisis sociológico que pretende descubrir por qué y cómo suceden ias cosas tiene necesariamente que tener en cuenta dónde (y cuando) suceden» (1989: 218). La cuestión socioiógica central del orden social depende del grado de integración de los sistemas sociales en el tiempo y el espacio. Uno de tos logros más ampliamente reconocidos de Giddens en el dominio de ia teoria social es su esfuerzo por llevar a debate las cuestiones de espacio y tiempo. Terminamos este apartado acercando a la realidad la sumamente abstracta teoria de la estructuración de Giddens mediante un breve análisis del programa de investigación que se puede derivar de ella. En primer lugar, en vez de cen trarse en ias sociedades humanas, la teoria de la estructuración se concentra en «ei ordenamiento de las instituciones a travé.s del tiempo y el espacio» (Giddens, 1989: 300). (Giddens considera las instituciones como conjuntos de prácticas e identifica cuatro de éstos: órdenes simbólicos, instituciones políticas, institu ciones económicas y derecho.) En segundo lugar, de ella se desprende una pre
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
497
ocupación central por los cambios que experimentan las instituciones en ei tiempo y el espacio. En tercer lugar, es preciso que los investigadores se interesen por ios modos en los que los líderes de las diversas instituciones introducen o alte ran pautas sociales. Y en cuarto lugar, los estructuracionistas deben controlar y considerar ia influencia de sus hallazgos sobre el mundo social. En términos generales, Giddens se muestra profundamente preocupado por «el impacto fragmentador de la modernidad» ( 1989; 301), y el estructuracionista debe estudiar este problema social acuciante. Quedan más cosas por señalar acerca de la teoría de la estructuración de las que ya hemos expuesto: Giddens estudia en detalle los elementos teóricos que acabamos de esbozar y analiza muchos otros. Analiza, integra y/o critica una amplia serie de ideas teóricas. Durante los últimos años ha dedicado cada vez más atención a la utilización de esta teoria para analizar con actitud crítica el mundo moderno (Giddens, 1990). A diferencia de muchos otros, Giddens ha hecho algo más que exponer un programa para la integración acción-estructura; nos ha ofrecido un análisis detallado de sus diversos elementos y, lo que es más importante, se ha ocupado de la naturaleza de su interrelación. Lo que más nos satisface dei enfoque de Giddens es que su preocupación central, ia estructura ción, se defme en términos intrínsecamente integradores. La constitución de los agentes y las estructuras no son independientes una de otra; las propiedades de los sistemas sociales son consideradas como medios y productos de las prácti cas de los actores, y esas propiedades de los sistemas organizan recurrentemen te las prácticas de los actores.
Margaret Archer: cultura y acción Margaret Archer (1988) ha orientado recientemente la literatura de la acciónestructura en una nueva dirección al centrarse en el vínculo entre la acción y la cultura. Este enfoque se deriva de hecho de un trabajo anterior suyo (1982) donde critica la teoría de la estructuración de Giddens y esboza una teoria de sistemas alternativa a ella (véase el Capítulo 9). Comenzaremos por su trabajo de 1982 porque nos proporciona un trasfondo para su teoría posterior de la cultura y la acción. Archer se centra en la morfogénesis-, tomada de la teoría de sistemas, la morfogénesis implica el proceso mediante el que los diversos intercambio? com plejos no sólo producen cambios en la estructura del sistema, sino que también constituyen un producto fmal: la elaboración estructural. (Recuerde el lector que la morfogénesis hace referencia al cambio y la morfoestasis a la ausencia de cambio.) Esto implica que existen propiedades emergentes separables de las acciones y las interacciones que las produjeron. Una vez que las estructuras han emergido, reaccionan frente a la acción y ta interacción y las alteran. La pers pectiva morfogenética analiza esta cuestión en el tiempo, y considera la exis tencia de secuencias infinitas y ciclos de cambio estructural, de alteraciones en la acción y la interacción y de elaboración estructural.
49®
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Una diferencia clave entre Giddens y Archer es que el primero defiende las dualidades —criticada por Archer—, mientras la segunda defiende la utilidad del uso (analítico) de los dualismos para analizar el mundo social. En opinión de Archer, estructura {y cultura) y acción son elementos analíticamente distintos, aun cuando se encuentran intrincados en la vida social. Es evidente que se refie re a Giddens cuando señala que «muchos pensadores han concluido demasiado deprisa que nuestra tarea es analizar simultáneamente ambas caras del mismo medallón... [Esto] impide la posibilidad de examinar la interacción entre ellas a través del tiempo... Por tanto, debemos oponernos a cualquier forma de conceptualización que impida el examen de esta interacción» {Archer, 1988: xii). El mayor temor de Archer es la idea de que pensar en términos de dualidades de «partes» y «personas» significa «ta imposibilidad de desenredar y descubrir las influencias de unas sobre otras y viceversa» (1988: xiv). En nuestra opinión, tanto tas dualidades como los dualismos desempeñan su papel en el análisis det mundo social. En algunos casos es útil separar la estruc tura de la acción o lo micro de lo macro para analizar el modo en que se relacio nan entre sí. Sin embargo, en otros casos puede ser preferible analizar la estruc tura y la acción o lo micro y to macro como dualidades inseparables. De hecho, cl grado en el que el mundo social se caracteriza por dualidades o por dualismos constituye una cuestión empírica. Es decir, en algunos casos es preferible ana lizar el entorno social utilizando dualidades y en otros, sin embargo, pueden ser más útiles los dualismos. Lo mismo puede señalarse por lo que respecta a los diferentes momentos en el tiempo. Debemos sér eapaces de estudiar y medir el grado de dualidades y dualismos en cualquier entorno social y en cualquier momento. Una segunda crítica que hace a Giddens es que su teoria de la estructuración no parece tener ningún resultado final. Nos ofrece un ciclo infinito de acción y estructura que carece de dirección. En cambio, el enfoque morfogenético de Archer se encamina hacia la elaboración estructural. Muchos otros han critica do a Giddens desde el mismo enfoque de Archer, pero lo que más nos interesa aquí es que la morfogénesis constituye el trasfondo de la teoría de la cultura y la acción y desempeña un papel crucial en ella, Archer parte de la premisa de que el problema de la estructura y la acción ha «ensombrecido» la cuestión de la cultura y la acción. Como muchos otros so ciólogos, hace una distinción entre ellas. Sin embargo, esta distinción es con ceptual, puesto que la estructura y la cultura están obviamente intrincadas en el mundo real. Mientras la estructura constituye el reino de los fenómenos e inte reses materiales, la cultura entraña fenómenos no materiales e ideas. No sólo son sustantivamente diferentes, sino también relativamente autónomas. Así, en opinión de Archer, estructura y cultura deben analizarse como elementos rela tivamente autónomos, y no como si estuvieran «estrechamente abrazados debi do a un defecto conceptual» (1988: ix). Sin embargo, a pesar del resurgimiento de la «sociología cultural» {Lamont y Wuthnow, 1990), el análisis cultural va a la zaga del análisis estructural, (Archer describe el «análisis cultural como una
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
499
relación pobre» [ 1988: xii]; y afirma que a ello se debe el hecho de que apenas existen análisis de la relación entre la cultura y la acción.) En la teoría morfogenética el análisis en el reino de la estructura se centra en el rnodo en que el condicionamiento estructural influye sobre la interacción social y en el modo en que ésta, a su vez, conduce a la elaboración estructural. En el reino cultural la preocupación paralela se dirige hacia el modo en que el condicionamiento cultural influye sobre la interacción sociocultural y, de nue vo, hacia el modo en que esto conduce a la elaboración estructural. En ambos casos se asigna una importancia central ai tiempo. El condicionamiento cultural hace referencia a las partes o los componentes del sistema cultural. La interac ción sociocultural implica las relaciones entre los agentes culturales. La rela ción entre el condicionamiento cultural y la interacción sociocultural es, por tanto, una variante cultural de la cuestión estructura-acción. Archer parte del sistema cultural «porque toda acción socio-cultural, en cualquier momento histórico en el que se sitúe, se realiza en el contexto de innumerables teorias, creencias e ideas interrelacionadas que se han desarro llado previamente a ella y que, como veremos, ejercen una influencia condi cional sobre eila» (1988: xix). El sistema sociocultural precede a la acción e interacción sociocultural, e influye y es influido por esta acción. Finalmente, la elaboración estructural es posterior a la acción y a la interacción socioculturai, así como a los cambios inducidos en ellas debido a las alteraciones en el sistema sociocultural. El interés de Archer es explicar no sólo ta elaboración cultural en general, sino también sus manifestaciones específicas. He aqui el modo en que Archer resume su enfoque dialéctico y temporal sobre la relación entre los tres «estadios»; «Así, la elaboración cultural es el futuro forjado en el presente y extraído de la herencia del pasado mediante una innovación cons tante» (1988: xxiv). En la teoría de Archer hay también una dimensión relativa al conflicto y al orden. Las partes del sistema cultural pueden ser contradictorias o complemen tarías. Esto ayuda a determinar si los agentes se implicarán en relaciones con flictivas u ordenadas. A su vez, estas relaciones ayudan a determinar si las relaciones culturales son estables o cambiantes. En términos de la acción, la preocupación de Archer es especificar los mo dos en los que el sistema cultural influye sobre la acción sociocultural. Se inte resa además por la influencia de las relaciones sociales sobre los agentes. He aquí pues la cuestión de los modos en los que los agentes responden o reaccio nan al sistema cultural. Archer expresa así su preocupación central por el nexo cultura-acción; «Nuestro interés primordial por el sistema cultural reside preci samente en su doble relación con la acción humana, es decir, su influencia sobre nosotros... y nuestra infiuencia sobre él» (1988: 143). Los agentes tienen la capacidad de debilitar o de reforzar la influencia del sistema cultural. Aunque Archer defiende et estudio de la relación entre ia cultura y la acción bajo la denominación generai de «morfogénesis», su principal objetivo es un análisis unificado de la relación entre la estructura, la cultura y la acción. Será
500
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
preciso, pues, analizar la influencia reciproca de la estructura y la cultura asi corno la influencia relativa de ambas sobre la acción. Archer cree que la cultura está en el mismo nivel que el sistema social y que puede analizarse utilizando una perspectiva similar a la de la teoría de sistemas. Distingue su enfoque de la cultura de tres orientaciones principales. La primera es la idea de la fusión descendente, o noción de que la cultura es un macrofenómeno que influye sobre los actores. La segunda es la fusión ascendente, o idea de que un grupo impone su visión del mundo a otros grupos. Finalmente, tene mos la fusión central, que Archer relaciona con Giddens. Esta liltima perspecti va forma parte de la crítica de Archer al pensamiento de Giddens sobre las dualidades, y hace referencia a su negativa a analizar por separado el sistema cultural y el nivel sociocultural. Así expresa Archer su posición: «La cultura es el producto de la acción humana, pero, al mismo tiempo, toda forma de interac ción social está encuadrada en ella» (198S: 77-78). En la base de la teoría de Archer encontramos cuatro ideas generales. En primer lugar, el sistema cultural se compone de elementos que mantienen una relación lógica entre ellos. En segundo lugar, el sistema cultura! ejerce una influencia causal sobre el sistema sociocultural. En tercer lugar, hay una rela ción causal entre los individuos y los grupos que existen en el nivel sociocultu ral. Y finalmente, los cambios en el nivel sociocultural conducen a la elabora ción del sistema cultural. Es evidente que Archer apenas ha excavado la superficie del análisis de la relación entre la cultura y la acción. Debe hacerse un esfuerzo mayor en la exploración de este reino asi como en la integración de los análisis cultural y estructural desde una perspectiva morfogenética.
Pierre Bourdieu: habitus y campo Una perspectiva comparable a la de Giddens en muchos sentidos y por sus simi lares ambiciones es la teoría de Pierre Bourdieu, que se centra en la relación dialéctica entre habitus y campo. Antes de definir estos dos términos y analizar su relación, es preciso exponer ei telón de fondo teórico de la perspectiva de Bourdieu. El impulso de la teoría de Bourdieu ( 1984; 483) fue su deseo de superar la oposición entre objetivismo y subjetivismo que a sus ojos es falsa. Como Bour dieu señala: «la firme intención (y, en mi opinión, ta más importante) que guía mi trabajo ha sido superar» la oposición entre objetivismo y subjetivismo (1989; 15). Bourdieu ubica en el campo del objetivismo a Durkheim y su estudio de los hechos sociales, al estructuralismo de Saussure, a Lévi-Strauss y a los marxistas estructurales (véase et Capitulo 9). Critica estas perspectivas por centrarse en las estructuras objetivas e ignorar el proceso de ta construcción social mediante et cual los actores perciben, piensan y construyen esas estructuras para luego actuar sobre esa base. Los objetivistas ignoran la acción y el agente, y Bourdieu se muestra a favor de una perspectiva estructuralista que no pierde de vista al
INTEGRACION ACO ION-ESTRUCTURA
501
agente. Considera la fenomenología de Schutz, el interaccionismo simbólico de Blumer y la etnometodologia de Garfinkel como ejemplos de subjetivismo cen trados en el modo en que los agentes piensan, explican o representan el mundo social ignorando las estructuras objetivas en las que esos procesos existen, Bourdieu cree que estas teorias se centran en la acción e ignoran la estructura. El, en cambio, se centra en ía relación dialéctica entre las estructuras objetivas y los fenómenos subjetivos: Por un lado, las estructuras ob jetivas... forman la base para... las representaciones y constituyen las co n striccio n es estructurales que influyen en las interacciones: pero, por otro lado, estas representaciones deben tam bién tenerse en cuenta parti cularm ente si d eseam os exp licar las luchas cotidianas, in d ivid u ales y c o lec tiv a s, que transforman o preservan estas estructuras. (B ourdieu, 1989: 15)
Para evitar el dilema objetivista-subjetivista, Bourdieu (1977: 3) se centra en la práctica, considerada por él como el producto de la relación dialéctica entre la acción y la estructura. Las prácticas no están objetivamente determina das ni son el producto del libre albedrío. (Otra razón por la que Bourdieu se centró en la práctica es que esta preocupación evita el a menudo irrelevante intelectualismo que él relaciona con el objetivismo y el subjetivismo). Su interés por la dialéctica entre la estructura y el modo en que las personas construyen la realidad social se refleja en la denominación que da Bourdieu a su propia orientación; «estructuralismo constructivista» (o «constructivismo es tructuralista»). Suscribe, al menos en parte, una perspectiva estructural, pero una que difiere del estructuralismo de Saussure y Lévi-Strauss (así como del marxismo estructural). Mientras aquéllos se centraron en las estructuras del lenguaje y la cultura, Bourdieu afirma que las estructuras también existen en el mundo social. Cree que las «estructuras objetivas son independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes, que son capaces de guiar y constreñir sus prácticas o sus representaciones» (1989: 14), Simultáneamente adopta una posición constructivista que le permite analizar la génesis de los esquemas de percepción, pensamiento y acción, así como de las estructuras sociales. Aunque Bourdieu se esfuerza por vincular el estructuralismo y el cons tructivismo, y lo logra en cierta medida, hay en su trabajo un sesgo hacia el estructuralismo. Por esta razón se le ha considerado (junto a Foucault y a otros; véase el Capitulo 9) un posestructuralista. En su obra se percibe más conti nuidad con el estructuralismo que con ei constructivismo. A diferencia del en foque de muchos otros (por ejemplo, de los fenomenólogos y los interaccio nistas simbólicos), el constructivismo de Bourdieu ignora la subjetividad y la intencionalidad. Cree importante incluir dentro de su sociología el modo en que tas personas, sobre la base de su posición en el espacio social, perciben y cons truyen el mundo social. Sin embargo, la percepción y la construcción que tienen lugar en el mundo social es animada y constreñida por las estructuras. Podemos situar su interés primordial en la relación «entre las estructuras sociales y las
502
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
estructuras mentales» (Bourdieu, 1984:471 ). Así, las llamadas sociologías creativas no encuentran acomodo en la perspectiva de Bourdieu, a la que definirían sim plemente como un estructuralismo algo más adecuado. Pero encontramos un actor dinámico en la teoría de Bourdieu, un actor con la capacidad de vinvención inintencionada de la improvisación regulada» (1977: 79). El núcleo del trabajo de Bourdieu, y de su esfuerzo por vincular subjetivismo y objetivismo, reside en sus conceptos de habitus y campo, asi como en su interrelación dia léctica. Mientras el habitus existe en la mente de los actores, los campos existen fuera de sus mentes. Examinemos en detalle estos dos conceptos. Habitus. Comenzamos por el concepto por el que Bourdieu es más conocido: el habitus. El habitus ^ incluye tas «estructuras mentales o cognitivas» median te las cuales las personas manejan el mundo social. Las personas están dotadas de una serie de esquemas internalizados por medio de los que perciben, com prenden, aprecian y evalúan el mundo social. Mediante estos esquemas las per sonas producen sus prácticas y las perciben y evalúan. Dialécticamente el habi tus es «el producto de la intemaiización de las estructuras» del mundo social (Bourdieu, 1989: 18). De hecho, podemos concebir el habitus como «estructu ras sociales “internalizadas” y “encamadas”» (Bourdieu, 1984: 468). Reflejan las divisiones objetivas en la estructura de clases, como los grupos de edad, los géneros y las clases sociales. Un habitus se adquiere como resultado de la ocu pación duradera de una posición dentro del mundo social. Así, el habitus varia en función de la naturaleza de la posición que ocupa la persona en ese mundo; no todo el mundo tiene el mismo habitus. Sin embargo, los que ocupan la misma posición dentro del mundo social suelen tener habitus similares. El habitus per mite a las personas dar sentido al mundo social, pero la existencia de una mul titud de habitus significa que el mundo social y sus estructuras no se imponen de modo uniforme sobre todos los actores. El habitus disponible en cualquier momento fue creado en el transcurso de ta historia colectiva: «El habitus, producto de la historia, produce prácticas indi viduales y colectivas y, por tanto, produce la historia de acuerdo con los esquemas que ella misma ha engendrado» (Bourdieu, 1977: 82). El habitus de todo indivi duo ha sido adquirido en el transcurso de la historía individual y constituye una función del momento particular de la historía social en el que ocurre. El habitus produce el mundo social y es producido por él. Por un lado, el habitus es una «estructura estructuradora», es decir, una estructura que estruc tura el mundo social. Por otro, es una «estructura estructurada», es decir, una estructura estructurada por el mundo social, Bourdieu lo describe también así; «es la dialéctica de la intemaiización de la externalidad y de la exíernalización de la internalidad» (1977: 72),
’ Esta idea no ha sido creada por Bourdieu, sino que más bien es una idea tradicional filosófica que él ha resucitado (Wacquani, 1989).
INTEGRACION AC CION-ESTRUCTURA
S03
La práctica media entre el habitus y el mundo social. De una parte, el habi tus se crea a través de ia práctica; de otra, ei mundo social se crea a resultas de la práctica. Bourdieu expresa la función mediadora de la práctica en su defini ción del habitus como «sistema de disposiciones estructuradas y estructuradoras constituido por la práctica y constantemente orientado al cumplimiento de funciones prácticas» (citado en Wacquant, 1989: 42; véase también Bourdieu, 1977: 72). La práctica tiende a dar forma al habitus y, a su vez, el habitus sirve para unificar y generar la práctica. Aunque el habitus constituye una estructura internalizada que constriñe el pensamiento y la elección de la acción, no los determina. Esta ausencia de de terminismo es la diferencia más importante que distingue la posición de Bour dieu de la de la mayoría de los estructural istas. El habitus simplemente «sugie re» lo que las personas deben pensar y lo que deben decidir hacer. Las personas se implican en la deliberación consciente de sus opciones, aunque esto refleja el funcionamiento de! habitus. El habitus proporciona los principios por los que las personas deliberan sobre sus opciones y eligen las estrategias que emplearán en el mundo social. El habitus funciona «por debajo del nivel de ia conciencia y el lenguaje, y más allá del alcance del escrutinio introspectivo y del control de la voluntad» (Bourdieu, 1984; 466). Aunque no somos conscientes del habitus y de su fun cionamiento, se manifiesta en la mayoria de nuestras actividades prácticas, como en el modo de comer, caminar, hablar e incluso sonarnos la nariz. Si bien el habitus opera como una estructura, las personas no responden mecánicamente a él o a las estructuras externas que operan sobre ellas. De este modo, con el enfoque de Bourdieu evitamos los extremos de la innovación impredecible y el determinismo absoluto. Cam po. Es momento de analizar el «campo», concebido por Bourdieu en tér minos relaciónales más que estructurales. El campo es la red de relaciones entre las posiciones objetivas que hay en él. Estas relaciones existen separadas de la conciencia y la voluntad colectiva. No son interacciones o lazos intersubjetivos entre los individuos. Los ocupantes de las posiciones pueden ser agentes o ins tituciones, y están constreñidos por la estructura del campo. Hay varios campos en el mundo social (por ejemplo, el artístico, el religioso, el económico); todos tienen su lógica específica y generan entre los actores una creencia sobre las cosas que son importantes en el campo, Bourdieu contempla el campo como una arena de batalla. La estructura del campo es la que «apuntala y guía las estrategias mediante las que los ocupantes de estas posiciones persiguen individual o colectivamente salvaguardar o mejo rar su posición, e imponer el principio de jerarquización más favorable para sus propios productos» (Bourdieu, citado en Wacquant, 1989; 40), El campo es un tipo de mercado competitivo en el que se emplean y despliegan varios tipos de capital (económico, cultural, social, simbólico). Las posiciones de ios diversos agentes dentro del campo dependen de ia cantidad y peso relativo del capital
504
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
que poseen. Bourdieu usa incluso imágenes militares para describir el campo al denominarlo «posiciones estratégicas y fortalezas que deben ser defendidas y atacadas en un campo de batalla» (1984: 244), Al subrayar la importancia de ambos conceptos, habitus y campo, Bourdieu rechaza la división entre los individualistas y los bolistas metodológicos y adopta una posición que recientemente ha recibido la denominación de «relacionismo metodológico» (Ritzer y Gindoff, en prensa). Es decir, la preocupación central de Bourdieu es la relación entre habitus y campo. Cree que esta relación opera en dos direcciones. Por un lado, el campo condiciona al habitus; por otro, el habitus constituye el campo como algo significativo, con sentido y valor, algo que merece una inversión de energía. Aplicación de la teoría del habitus y el campo. El objetivo de Bourdieu no sólo es desarrollar un sistema teórico abstracto, sino relacionarlo también con una serie de intereses empíricos, evitando así la trampa del puro intelectualis mo, La aplicación de su enfoque teórico viene ilustrada en su estudio empírico La distinción, donde examina las preferencias estéticas de diferentes grupos sociales. En su obra, Bourdieu intenta, entre otras cosas, demostrar que la cultu ra puede ser un objeto legitimo de estudio científico. Se esfuerza por reintegrar el concepto de cultura en el sentido de «alta cultura» (por ejemplo, la preferen cia por la música clásica) con el sentido antropológico de cultura, que hace referencia a todas sus formas, altas y bajas. En concreto, Bourdieu vincula en su obra el gusto por objetos refinados con el gusto por los sabores de los alimentos más básicos. Debido a invariantes estructurales, y en especial al campo y al habitus, las preferencias culturales de los diversos grupos de la sociedad (especialmente las clases y las fracciones de clase) constituyen sistemas coherentes. La preocupa ción central de Bourdieu en esta obra son las variaciones en el «gusto» estético, la disposición adquirida a diferenciar entre los diversos objetos culturales de disfrute estético y a apreciarlos de modo diferente. El gusto es también una práctica que sirve, entre otras cosas, para dar al individuo, así como a otros, una percepción de su lugar en el orden social. El gusto sirve para unificar a los que tienen preferencias similares y para diferenciarlos de los que tienen gustos dife rentes. Es decir, mediante las aplicaciones e implicaciones prácticas del gusto, las personas clasifican los objetos y al tiempo se clasifican ellas mismas. Es posible categorizar a las personas en función de los gustos que manifiestan, por ejemplo, según sus preferencias por los diferentes géneros de música o cine. Es necesario considerar estas prácticas, como todas ias demás, dentro del contexto de todas las relaciones mutuas, es decir, dentro de la totalidad. Así, gustos apa rentemente aislados por un tipo de arte o cine guardan relación con preferencias entre las comidas, los deportes o ios peinados, Bourdieu identifica en su estudio sobre el gusto dos campos interrelacionados: las relaciones de clase (especialmente dentro de las fracciones de la clase dominante) y las relaciones culturales. Considera estos campos como una
INTEGRACION ACCION-ESTñUCTURA
505
serie de posiciones en las que se emprenden una variedad de «juegos». Las acciones que emprenden ios agentes (individuales o colectivos) que ocupan po siciones específicas se rigen por la estructura del campo, la naturaleza de ias posiciones y los intereses relacionados con ellas. Sin embargo, el juego también implica et autoposicionamiento y el uso de una amplia gama de estrategias que permiten obtener ventajas. El gusto representa una oportunidad para expe rimentar y reafirmar la posición de una persona dentro dei campo. Pero el cam po de la ciase social influye profundamente sobre ia capacidad de esa persona para jugar ese juego; ios que pertenecen a las ciases altas tienen más capacidad para lograr que se acepten sus gustos y para oponerse a los gustos de tos que pertenecen a tas clases bajas. Así, el mundo de la cultura guarda relación con el mundo jerárquico de las clases sociales y es, per se, tanto jerárquico como jerarquizante. Huelga decir que Bourdieu también vincula ei gusto con su concepto cen tral, el tiabitus. Los gustos dependen mucho más de estas disposiciones profun damente arraigadas y duraderas que de ias opiniones y las verbal izaciones su perficiales. Las preferencias de las personas por aspectos tan mundanos de la cultura como son ta ropa, el mobiliario o ios guisos dependen de su habitus. Y son estas disposiciones «tas que forjan ta unidad inconsciente de una clase» (Bourdieu, 1984-. 243), Por supuesto, con un enfoque dialéctico, la estructura de ta clase da forma al habitus. Si bien campo y habitus son ambos importantes para Bourdieu, to que más te interesa es su relación dialéctica; campo y tiabitus se definen mutuamente: Las d isp o sicio n es que con stitu yen el habitus cu ltivad o se forman, funcionan y son válidas únicam ente dentro de un campo, en la relación con un cam po... que es en sí m ism o un “cam po de fuerzas p o sib le s” , una situación “ dinám ica” en la que las fuerzas se m anifiestan só lo en relación con ciertas d isp o sicio n es. Esta es la razón que exp lica porqué prácticas igu ales pueden recibir sig n ifica d o s y valores o p u es tos en diferentes cam pos, en d iferentes con figu racion es o en sectores op u estos del m ism o cam po. (B ourdieu, 1989: 94; cu rsivas añadidas)
O, como Bourdieu señaló en términos generales: «Hay una fuerte correla ción entre las posiciones sociales y las disposiciones de los agentes que las ocupan» (1984: 110). Las prácticas en general, y las prácticas culturales en particular, se establecen a partir de ta relación entre el habitus y et campo. Bourdieu considera la cultura como una suerte de economía o mercado. En este mercado las personas utilizan capital cultural más que económico. Este capital es, en su mayor parte, el resultado de la clase social de origen de tas personas y de su experiencia educativa. En el mercado, las personas acumulan una determinada cantidad de capital y to invierten para mejorar su posicióft o, en caso contrario, ta pierden debido al deterioro de su posición dentro de la economía. Las personas persiguen la distinción en una serie de campos eúiturales: tas
506
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
bebidas que toman (Perrier o cola), los automóviles que conducen (Mer cedes Benz o Ford Escort), los periódicos que leen (el The New York Times o el USA Today)^ o los lugares que visitan (la Riviera Francesa o Disneylandia). Las relaciones de distinción están inscritas objetivamente en estos productos y se reactivan cada vez que las personas se apropian de ellos. En opinión de Bour dieu: «El campo total de estos campos ofrece posibilidades casi infinitas para perseguir la distinción» (1984: 227). La apropiación de ciertos bienes culturales (por ejemplo, un Mercedes Benz) proporcionan «ventaja», mientras la de otros (un Escort) no proporciona ninguna ventaja o incluso proporciona una «pér dida». Hay una dialéctica entre la naturaleza de los productos y los gustos cultura les. Los cambios en los bienes culturales conducen a alteraciones en los gustos, pero los cambios en los gustos también suelen introducir transformaciones en los productos culturales. La estructura del campo no sólo condiciona el deseo de bienes culturales por parte de los consumidores, sino que también estructura lo que los productores crean para satisfacer esas demandas. Los cambios de gusto (y Bourdieu considera en términos temporales todos los campos) son resultado de la pugna entre fuerzas opuestas, tanto en el terreno cultural (lo antiguo frente a lo moderno, por ejemplo), como en el de las clases (lo dominante frente a las fracciones dominadas en el seno de la clase dominan te). Sin embargo, el núcleo de las luchas reside en el sistema de clases, y la lucha cultural entre, por ejemplo, artistas e intelectuales constituye un reflejo de la lucha interminable entre las diferentes fracciones de la clase dominante por definir la cultura y, de hecho, el mundo social. Son las oposiciones en la lucha de clases las que condicionan las oposiciones en el gusto y el habitus. Aunque Bourdieu atribuye gran importancia a la clase social, rehúsa reducirla a cuestiones económicas o a relaciones de producción, y la define también en términos de habitus. Bourdieu ofrece una teoria distintiva de la relación entre la acción y la estructura dentro del contexto de una preocupación por la relación dialéctica entre habitus y campo. También se distingue por su enfoque sobre la práctica (en el caso anterior, las prácticas estéticas) y su negativa a verse inmerso en un árido intelectualismo. En este sentido representa un regreso a la preocupación marxista por la relación entre teoría y práctica.
Jurgen Habermas; la colonización del mundo de la vida En el Capitulo 4, dedicado a las teorías neomarxistas, analizamos las ideas tempranas de Habermas bajo el encabezamiento de «teoría crítica». Aunque, como podremos apreciar, la perspectiva de Habermas puede seguir siendo con siderada, al menos en parte, como una orientación neomarxista, ha experimen tado tal desarrollo que es cada vez más dificil incluirla dentro de ésta o de cualquier otra categoría tee. í . La teoría de Habermas se ha extendido y diver-
INTEGRACION ACCION-ESTRUOTURA
507
sircado a medida que su autor ha abordado e incorporado ideas de una amplia serie de teóricos de ia sociología, más reciente y notablemente las de George Herbert Mead, Talcott Parsons, Alfred Schutz y Emile Durlcheim. A pesar de las dificultades que supone la categorización de la innovadora perspectiva teó rica de Habermas, analizaremos sus ideas más recientes, es decir, la «coloniza ción del mundo de la vida», bajo el encabezamiento de «la cuestión acciónestructura». Al menos en parte, Habermas analiza la acción en sus reflexiones sobre el mundo de ia vida. Analiza la estructura principalmente en sus ideas sobre el sistema social que, como veremos, es la fuerza que está colonizando el mundo de la vida. ¿Qué quiere decir Habermas con los fenómenos del mundo de la vida, el sistema y la colonización? En este apartado abordaremos estos fenómenos y su ínterrelación, así como otras ideas clave de la teoría más re ciente de Habermas. Antes de analizar estos conceptos debe quedar claro que la preocupa ción principal de Habermas continúa siendo la acción comunicativa. La co municación libre y abierta sigue constituyendo su guía teórica y su objeti vo politico. También tiene la función metodológica, muy parecida a los tipos ideales de Weber, de permitirie analizar las variaciones desde el modelo; «La construcción de un discurso no distorsionado e ilimitado puede servir como mucho como una herramienta para evidenciar con más claridad las tendencias de desarrollo bastante ambiguas de la sociedad moderna» (Habermas, 1987: 107), En efecto, su interés central por la colonización dcl mundo de la vida lo cons tituyen los modos en los que ese proceso influye en contra de la libre comuni cación. También sigue interesándose por el proceso weberiano de racionalización, en este caso por la cuestión de ia racionalización diferencial del mundo de la vida y del sistema y por la influencia de esta diferencia en la colonización del primero por parte del segundo. En términos weberianos, el sistema constituye el dominio de la racionalidad formai, mientras ei mundo de ia vida es el reino de la racionalidad sustantiva. La colonización del mundo de la vida, por tanto, im plica una reafírmación de la tesis weberiana de que en el mundo moderno la racionalidad formal triunfa sobre la racionalidad sustantiva y liega a dominar áreas antes definidas formalmente por la racionalidad sustantiva. Así, aunque la teoria de Habermas ha tomado nuevas direcciones interesantes, sigue man teniendo sus raíces teóricas, especialmente en las orientaciones de Weber y Marx. El m undo de la vida. Este concepto se deriva claramente de la sociología fenomenològica, particularmente de las teorias de Alfred Schutz (véase el Ca pítulo 6). Pero Habermas también cree que las ideas de George Herijcrt Mead contribuyen a la comprensión del mundo de ia vida. Para Habermas, el nasudo de la vida representa una perspectiva interna (mientras que, como verenKrt; ef sistema representa una perspectiva externa); «La sociedad se concibe deMfo perspectiva del sujeto en acción» (1987; 117),
508
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Habermas contempla el mundo de la vida y la acción comunicativa como conceptos «complementarios». En concreto, la acción comunicativa puede con siderarse como algo que ocurre dentro del mundo de la vida: Por decirlo así, el mundo de la vida es el lugar trascendental donde se encuentran ei hablante y el oyen te, donde d e m odo recíproco reclam an que sus su p osicion es encajan en el m undo... y donde pueden criticar o confirm ar la valid ez de las preten sio n es, poner en orden sus discrepancias y llegar a acuerdos. (H aberm as, 1987; 126)
El mundo de la vida constituye un «trasfondo moldeador y contextual de tos procesos por tos que se alcanza la comprensión» mediante la acción comunica tiva (Habermas, 1987: 204), Implica una amplia serie de suposiciones no expre sadas sobre la comprensión mutua que ha de existir y de suposiciones que deben ser mutuamente comprendidas para que la comunicación tenga lugar. Habermas se preocupa por la racionalización del mundo de la vida porque implica una comunicación cada vez más racional en et mundo de la vida. Cree que cuanto más racional es et mundo de ta vida, más probable es que la interac ción esté controlada por una «comprensión mutua motivada racionalmente». Esta comprensión — el método racional para alcanzar consenso— se basa en última instancia en la autoridad det mejor argumento. Habermas cree que ta racionalización del mundo de la vida implica la diferenciación progresiva de sus diversos elementos. Et mundo de la vida se compone de la cultura, la sociedad y la personalidad (apréciese la influencia de Parsons y sus sistemas de acción). Cada uno de estos elementos hace refe rencia a pautas interpretativas o suposiciones básicas sobre la cultura y su in fluencia sobre la acción, a pautas apropiadas de relaciones sociales (la socie dad) y al modo de ser de las personas (la personalidad) y de comportarse. Comprometerse en ta acción comunicativa y lograr ta comprensión en cada uno de estos elementos conduce a la reproducción del mundo de la vida mediante el refuerzo de la cultura, ta integración de la sociedad y ta formación de la per sonalidad. Si bien estos componentes están inextricablemente ligados en las sociedades arcaicas, la racionalización del mundo de ta vida implica ta «cre ciente diferenciación entre ta cultura, ta sociedad y la personalidad» (Haber mas, 1987: 288). Sistema. Mientras el mundo de ta vida representa el punto de vista de tos sujetos que actúan sobre ta sociedad, el sistema implica una perspectiva externa que contempla ta sociedad «desde ta perspectiva del observador, de alguien no implicado» (Habermas, t987: 117). En et análisis de tos sistemas es preciso tomar en cuenta la interconexión de las acciones, asi como su significado fun cional y su contribución at mantenimiento det sistema. Cada uno de los princi pales componentes del mundo de la vida (ta cultura, la sociedad y ta personali
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
509
dad) tienen sus elementos correspondientes en ei sistema. La reproducción cul tural, la integración social y la formación de la personalidad tienen lugar en el nivel del sistema. El sistema tiene sus raíces en el mundo de la vida, pero, en última instancia, desarrolla sus propias características estructurales. Entre estas estructuras figu ran la familia, la judicatura, el estado y la economía. A medida que estas estruc turas evolucionan se distancian cada vez más del mundo de la vida. Al igual que ocurre en el mundo de la vida, la racionalización en el nivel del sistema implica una diferenciación progresiva y una mayor complejidad. Aumenta también la autosuficiencia de estas estructuras. Cuanto más poder tienen, más y más capa cidad de gobierno ejercen sobre el mundo de la vida. Tienen cada vez menos relación con el proceso del logro del consenso y, de hecho, limitan la probabili dad de ese proceso en el mundo de la vida. En otras palabras, estas estructuras racionales, en lugar de aumentar la capacidad de comunicación y lograr la com prensión, amenazan esos procesos al ejercer control extemo sobre ellos. Integración social e integración del sistema. Tras analizar el mundo de la vida y el sistema, Habermas concluye: «El problema fundam ental de la teoría social es el modo de conectar satisfactoriamente las dos estrategias conceptua les que entrañan las ideas de “sistema” y “mundo de la vida” (1987; 151; cursi vas añadidas), Habermas denomina esas dos estrategias conceptuales «la inte gración social» y la «integración del sistema». La perspectiva de ta integración social se centra en el mundo de ta vida y tos modos en los que el sistema de ta acción se integra por medio de un consen so garantizado normativamente o alcanzado mediante la comunicación. Los teó ricos convencidos de que la sociedad se integra mediante la integración social parten de ia acción comunicativa y consideran la sociedad como el mundo de la vida. Adoptan la perspectiva interna de los miembros del grupo y emplean un enfoque hermenéutico para poder relacionar su comprensión con ta de los miembros det mundo de la vida. La reproducción constante de la sociedad se considera, pues, como un resultado de las acciones realizadas por los miembros det mundo de ta vida para mantener sus estructuras simbólicas. Se contempla esta repro ducción únicamente desde su perspectiva. Por tanto, to que se ignora en este enfoque hermenéutico es et punto de vista del que está fuera, así como una percepción de tos procesos reproductores que tienen lugar en el nivel del sistema. La perspectiva de la integración del sistema hace referencia al sistema y al modo en que se integra mediante el "ejercicio de control externo sobre las deci siones individuales no coordinadas subjetivamente. Los que adoptan esta pers pectiva contemplan la sociedad como un sistema autorregulador. Adoptan ta perspectiva externa del observador, y esto les impide captar las pautas estructu rales que sólo pueden comprenderse hermenéuticamente desde la perspectiva interna de los miembros del mundo de la vida. De este modo, Habermas concluye que aunque ambas perspectivas tienen atgo que ofrecer, ambas tienen serias limitaciones. Sobre la base de su critica a
510
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
la integración social y sistèmica, Habermas ofrece su alternativa, cuyo objetivo es integrar estas dos orientaciones teóricas y que considera: !a sociedad com o un sistem a que tien e que cum plir co n d ic io n e s para el m anteni m iento de los m undos d e la vida sociocu ltu rales. Las socied ad es-fórm u la son com plejos sistemáticamente estabilizados de acción de grupos socialmente integra dos.... D efien do la propuesta heurística de que con sid erem os la socied ad co m o una entidad que, en e! transcurso de la ev o lu ció n so cia l, se va diferen cian d o com o sistema y c^m o mundo de la vida. (H aberm as, 1987: 151-152; cu rsivas añadidas)
Tras su declaración de interés tanto por el sistema como por el mundo de la vida, Habermas aclara tras las palabras citadas arriba que también le preocupa la evolución de ambos. Mientras ambos evolucionan hacia una mayor raciona lización, esta racionalización adopta diferentes formas en el mundo de la vida y en el sistema, y tal diferencia constituye el fundamento de la colonización del mundo de la vida. Colonización. Para comprender la idea de la colonización es crucial tener en cuenta el hecho de que Habermas considera la sociedad como una entidad com puesta de ambos elementos: el mundo de la vida y el sistema. Si bien en las sociedades arcaicas ambos estaban estrechamente entretejidos, en la actualidad se aprecia una divergencia cada vez mayor entre ellos; se han «desacoplado». Aunque ambos han emprendido un proceso de racionalización, ese proceso ha adoptado diferentes formas en los dos reinos. Habermas aprecia una relación dialéctica entre el sistema y el mundo de la vida (ambos se limitan y se abren nuevas posibilidades mutuamente), pero su preocupación central es el modo en que en el mundo moderno el sistema controla el mundo de la vida. En otras palabras, su interés central es la ruptura de la dialéctica entre el sistema y el mundo de la vida y el creciente poder del primero sobre el segundo. Habermas compara la racionalización creciente del sistema y del mundo de la vida. La racionalización del mundo de la vida implica un aumento de la racio nalidad de la acción comunicativa. Además, la acción orientada hacía la com prensión mutua se libera cada vez más de la constricción normativa y se basa cada vez más en el lenguaje cotidiano. En otras palabras, la integración social se hace cada vez más posible mediante los procesos de la formación del consenso en el lenguaje. Pero el resultado de esto es el hecho de que las demandas en el lenguaje crecen y llegan a agotar su capacidad. Los medios no lingüísticos (especialmen te el dinero y el poder) — que emanan del sistema y se diferencian en él—^ llenan el vacio y reemplazan, al menos en cierta medida, el lenguaje cotidiano. En lugar de ser el lenguaje el que coordina la acción, el sistema, cada vez más complejo, «libera imperativos sistémicos que agotan la capacidad del mundo de la vida que instrumentalízan» (Habermas, 1987: 155). Así, Habermas escribe sobre la «violencia» que ejerce el sistema sobre el mundo de la vida mediante los modos en los que restringe la comunicación. Esta violencia, a su vez, produ
INTEGRACION ACO ION-ESTRUCTURA
511
ce «patologías» en el mundo de la vida. Habermas enmarca este desarrollo den tro de su visión de la historia del mundo: El enorm e desacop lam ien to del sistem a y el mundo de la vida constituía una co n dición necesaria para la transición de las socied ad es esiratificadas en c la ses del feu d alism o eu rop eo a la socied ad es de c la ses eco n ó m ica s de lo s in icio s del periodo m oderno; pero la pauta cap italista de la m odernización está marcada por una defor mación, una reifícación de las estructuras sim b ó lica s del m undo de la vida bajo los im perativos de lo s su b sistem as que se d iferencian a partir del dinero y el poder y que se convierten en a u tosu fícien tes. (H aberm as, 1987: 2 8 3 ; cu rsivas añadidas)
Merece la pena señalar que al vincular la deformación al capitalismo Habermas opera todavía, al menos en este sentido, dentro de una orientación neomarxista. Sin embargo, cuando analiza el mundo moderno, Habermas se ve en la obliga ción de abandonar el enfoque marxista, ya que concluye que la deformación del mundo de la vida «ya no puede identificarse en términos específicos de clase» (1987: 333). Debido a esta limitación, y en consonancia con sus raíces en la teoría crítica, Habermas demuestra la profunda influencia de la teoría de Weber en su teoría. De hecho, señala que la distinción entre el mundo de la vida y el sistema, y la colonización última del mundo de la vida, nos permite enfocar con una luz distinta la tesis weberiana «de una modernidad en desacuerdo con ella misma» (Habermas, J987: 299), En la teoría de Weber esta idea reside en el conflicto entre la racionalidad formal y la sustantiva y en el triunfo de la primera sobre la segunda en el mundo occidental. Para Habermas, la racionalización del sistema se impone sobre la racionalización del mundo de la vida, y el resultado de esta imposición es la colonización del mundo de la vida por parte del sistema. Habermas.concreta sus reflexiones sobre la colonización cuando señala que las principales fuerzas en el proceso son «dominios formalmente organizados de acción» en el nivel del sistema, tales como la economía y el estado. En términos marxistas tradicionales, Habermas cree que la sociedad está sujeta a crisis sistémicas recurrentes. En su análisis de estas crisis, instituciones como el estado y la economía emprenden acciones contra el mundo de la vida y produ cen en él patologías y crisis. En lo fundamental, estos sistemas despojan al mundo de la vida y la acción comunicativa se orienta cada vez menos hacia el logro del consenso. La comunicación se hace menos flexible, se empobrece y se fragmenta cada vez más, y el mundo de la vida aparece como un mundo enve nenado al borde de la disolución. Este ataque contra el mundo de la vida inquie ta enormemente a Habermas debido a su preocupación central por la acción comunicativa que tiene lugar en él. No obstante, por mucho que aumente la colonización del mundo de la vida por parte del sistema, el mundo de la vida «nunca será totalmente despojado» (Habermas, 1987; 311). Si el problema fundamental del mundo moderno es el desacoplamiento del sistema y el mundo de la vida y la dominación del sistema sobre el mundo de la vida, las soluciones son evidentes. Por un lado, el mundo de la vida y el sistema
512
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
requieren un restablecimiento de manera que en lugar de tener un mundo de la vida deformado por el sistema, se conviertan ambos en mutuamente enriquecedotes. Aunque ambos estuvieron ligados en la sociedad primitiva, el proceso de racionalización que se ha producido en los dos hace posible que el futuro reaco plamiento de lugar a un tipo de sistema, de mundo de la vida y de su interrela ción sin precedentes en la historia humana. Así, de nuevo, Habermas retorna a sus raíces marxistas. Sin lugar a dudas, Marx no volvió la vísta atrás en la historia para buscar el estado ideal, pero si miraba hacia el futuro y lo vislumbraba bajo la forma de comunismo y de flore cimiento pleno del ser genérico. En su búsqueda del estado ideal Habermas tampoco se remontó a las sociedades arcaicas, donde el sistema y el mundo de la vida no racionalizados se encontraban más unidos, sino que entreve un estado futuro que implique una unificación mucho más satisfactoria de un sistema y un mundo de la vida racionalizados. Habermas también reinterpreta la teoría marxista de las luchas básicas en el seno de la sociedad. Por supuss'o, Marx acentuó el conflicto entre el proletaria do y los capitalistas, así como la naturaleza explotadora del sistema capitalista. Habermas se centra no sólo en la explotación sino también en la colonización, y arroja una nueva luz sobre las luchas que se han venido produciendo durante las últimas décadas. Es decir, considera los movimientos sociales orientados, por ejemplo, en pro de una mayor igualdad, una mayor autorrealización, de la pre servación del medio ambiente y la paz como «reacciones a los ataques del siste ma contra el mundo de la vida. A pesar de la diversidad de intereses y de pro yectos políticos de estos grupos heterogéneos, se han opuesto a ia colonización del mundo de la vida» (Seídman, 1989: 25). El futuro se encuentra en la oposi ción a la invasión del mundo de la vida y en la creación de un mundo en el que el sistema y el mundo de la vida estén en armonía y se enriquezcan mutuamente en un grado histórico sin precedentes.
PRINCIPALES DIFERENCIAS EN LA LITERATURA SOBRE LA ACCION-ESTRUCTURA Al igual que en la literatura estadounidense sobre la integración micro-macro, hay importantes diferencias en la literatura europea sobre la cuestión acciónestructura. Por ejemplo, hay un desacuerdo considerable acerca de la naturale za del agente. La mayoría de los que trabajan esta cuestión suelen considerar al agente como un actor individual (por ejemplo, Giddens, Bourdíeu), pero en la «sociología de la acción» de Touraine los agentes son colectividades tales como las clases sociales. De hecho, Touraine defme la acción como «una organiza ción que ejecuta directamente uno o más elementos del sistema de acción histó rica y que, por tanto, interviene directamente en las relaciones de dominación social» (1971: 459). Bums y Flam (véase también Crozier y Friedberg, 1980)
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
513
adoptan una tercera postura intermedia sobre esta cuestión, consistente en con siderar agemes tanto a ios individuos como a las colectividades. Esta ausencia de acuerdo sobre la naturaleza del agente constituye una fuente de notables diferencias en la literatura sobre la cuestión acción-estructura. Incluso existen discrepancias considerables entre los que se centran en el actor individual como agente. Por ejemplo, el agente de Bourdieu, dominado por el habitas, parece mucho más mecánico que el de Giddens (o el de Haber mas), El habitus de Bourdieu implica «sistemas de disposiciones duraderas trasponibles, estructuras estructuradoras, es decir, principios de generación y es tructuración de las prácticas y las representaciones» (1977: 72). El habitus es una fuente de estrategias «sin ser el producto de una auténtica intención estraté gica» (Bourdieu, 1977: 73). No es subjetivista ni objetivista, pero combina ele mentos de ambos. Es evidente que su concepción rechaza la idea de un actor con «poder libre y voluntario para constituir» (Bourdieu, 1977: 73). Los agen tes de Giddens pueden no disponer de intencionalidad ni de libre albedrío, pero tienen más poder que los de Bourdieu, Los agentes de Bourdieu parecen estar dominados por el habitus, por estructuras internas («estructuradoras»), mien tras los de Giddens son los perpetradores de la acción. Tienen, al menos, cierta capacidad de elección, al menos la posibilidad de actuar de otro modo del que lo hacen. Tienen poder e introducen cambios en sus mundos (véase también Lukes, 1977). Y lo que es más importante, constituyen (y son constituidos por) las estructuras. A diferencia de lo que refleja la obra de Giddens, en la obra de Bourdieu identificamos un habitus que en ocasiones parece aparentemente desen carnado y que está implicado con el mundo externo“*. Asimismo, hay discrepancias importantes entre los teóricos de la cuestión acción-estructura^ en torno al significado de la estructura. Algunos adoptan una estructura específica como central, como la organización en la obra de Crozier y Friedberg, y las relaciones de dominación social de Touraine identifi cadas en las instituciones y organizaciones políticas; otros (por ejemplo, Bums, 1986: 13) se centran en conjuntos de estructuras sociales tales como la burocra cia, la política, la economía y la religión. Giddens ofrece una definición muy particular de estructura («conjuntos recursivamente organizados de normas y recursos» [1984: 25]) que se opone a casi todas las definiciones de estructura que aparecen en la literatura. Sin embargo, su definición de los sistemas como prácticas sociales reproducidas se aproxima a lo que muchos sociólogos quie ren decir con estructura. Además de las diferencias entre los que trabajan sobre ia estructura, existen discrepancias entre estos y otros teóricos, Archer, como hemos visto, critica duramente a Giddens (e implícitamente a todos los demás) por centrarse en la estructura e ignorar la cultura. Aunque remarco las diferencias entre Giddens y Bourdieu sobre la acción, Giddens {1979: 217) identifica algunas semejanzas entre sus dos perspectivas. ^ Me centro aquí principalmente en los europeos que analizan la estructura social y no en los que consideran que la estructura está oculta y subyace a los elementos de la cultura.
514
TEOñIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Los trabajos que abordan la cuestión del vínculo acción-estructura se orientan en varías direcciones teóricas muy diferentes. Por ejemplo, en el ámbito de la teoría social, Giddens parece impulsado por el funcionalismo y el estructuralismo frente a la fenomenología, el existencialismo y la emometodología, y más en general, se inspira en la nueva lingüística, el nuevo estructuralismo, la semiótica y la hermenéutica (Archer, 1982), mientras Archer recibe principalmente la influencia de la teoria de sistemas, especialmente la de Walter Buckley. A resultas de ello, los agentes de Giddens suelen ser personas creativas y activas (seres «corporales» con selfs) implicados en un flujo continuo de conducta, mientras los de Archer suelen estar reducidos a los sistemas, en particular al sistema sociocultural. En Francia, Crozier desarrolla su orientación principalmente sobre la base de la teoría de juegos y de !a organización, mientras Bourdieu se esfuerza por encontrar una alternativa satisfactoria al subjetivismo y el objetivismo en la teoría antropológica. Habermas se afana por sintetizar ideas derivadas de Marx, Weber, los teóricos críticos, Durkheim, Mead, Schutz y Parsons. Entre las razones que explican las diferencias sustanciales en la literatura de la acción-estructura hay que señalar las diferencias fundamentales en las raices teóricas. Al igual que en la literatura estadounidense existe una tendencia hacía lo micro o lo macro, en la europea se da también una propensión hacia la acción o la estructura, Bourdieu trabaja claramente orientado hacia la estructura, mien tras Giddens tiene una concepción de la acción más profunda que la de la mayo ría de los demás teóricos de este género (Layder, 1985; 131). A pesar de la existencia de tendencias hacia la acción o la estructura, lo que distingue a la literatura europea sobre la acción y la estructura de la estadounidense sobre el problema micro-macro, es una percepción mayor de la necesidad de negarse a separar ambas y de analizarlas dialécticamente (por ejemplo, Giddens, Bourdieu, Habermas). El esfuerzo de Ritzer por analizar dialécticamente la integración de los continua micro-mácro y subjetivismo-objetivismo corre paralelo a los es fuerzos europeos por analizar dialécticamente ia acción y la estructura.
RELACION ENTRE ACCION-ESTRUCTURA Y MICRO-MACRO Semejanzas básicas La semejanza más general entre la literatura estadounidense y la europea reside en una percepción común de la necesidad de la integración y la síntesis. Ade más de esta semejanza general, se identifica en ambas literaturas un tendencia a la aversión por los excesos de las teorías dominantes existentes. Tanto los ame ricanos como los europeos han atacado el determinismo macro del funcionalis mo estructural. Se aprecia también una aversión semejante por los excesos del estructuralismo, aunque este sentimiento es más profundo en Europa, donde el estructuralismo influyó más que en los Estados Unidos. Los europeos consi
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
515
deran que el funcionalismo estructural y el estructuralismo acentúan la estruc tura y atribuyen escasa o ninguna importancia a la acción (véase, por ejemplo, Giddens, 1979: 50). Los estadounidenses creen que acentúan el nivel macro y apenas se preocupan de los fenómenos en el nivel micro. De modo similar, los teóricos de ambos lados del océano han advertido los excesos de tas teorías micro/acción tales como e! interaccionismo simbólico, la etnometodología, el existencialismo y la fenomenología. Todos perciben que estas teorias tienen poco que decir sobre el nivel macro/estructural y asignan al actor un voluntarismo excesivo. Por ejemplo, Giddens señala: «El interaccionis mo simbólico considera la vida social como una realización activa de actores intencionales y cognoscibles... y el resultado consecuente de esta tradición es... que no ha desarrollado satisfactoriam ente modos de análisis institucional» (1979: 50). Algo parecido cree Alexander (véase el Capítulo 10) al afirmar que conceder más importancia al nivel micro constituye «un error teórico» (1987: 295).
D iferencias fu nd am entales Hemos analizado ya las diferencias terminológicas más fundamentales entre la literatura estadounidense micro-macro y la europea sobre !a acción y la estruc tura. Sin embargo, estas diferencias no son las únicas. En este apartado nos interesa especialmente el ataque de Giddens (1984: 139) contra el dualismo micro-macro. Este autor (1984: 141) parece oponerse a la contraposición micro y macro, a fomentar «la distinción micro/macro». Se opo ne a la «guerra falsa» entre la microsociologia y la macrosociología, así como a la «desgraciada división del trabajo [que] tiende a aparecer entre ellas» (Giddens, 1984: 139), En concreto, Giddens critica a Collins por su excesivo acento sobre el nivel micro y por la correspondiente debilidad de su enfoque en el nivel macro (una idea compartida por algunos teóricos estadounidenses [por ejem plo, Porpora, 1989; Ritzer, 1985]). Sin embargo, la oposición de Giddens hace referencia al dualismo micro-macro; at parecer se opone menOs a los que anali zan la relación micro-macro como una dualidad. Una de las diferencias fundamentales entre los teóricos estadounidenses y los europeos reside en sus imágenes del actor. Lo que distingue a la teoría es tadounidense es una mayor influencia del condüctismo, así como de la teoria del intercambio, derivada en parte de una perspectiva conductista. La fuerza de estas perspectivas ha influido incluso en los teóricos que no las aceptan o apo yan, y ha dado lugar a una actitud más ambivalente hacia el actor. En ocasiones el actor se contempla en tanto implicado activamente en la creación del mundo social, pero también hay un reconocimiento de que, en otras ocasiones, los actores se comportan de manera inconsciente de acuerdo con sus historias de recom pensas y costes. Así, los teóricos estadounidenses comparten el interés de (al gunos) europeos por la acción creativa y consciente, pero reconociendo la im portancia de la conducta inconsciente. En suma, la conducta (opuesta a la acción) ha desempeñado un papel en la teoria social estadounidense más importante
516
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
que en la teoria europea. Esta tendencia a considerar al actor como alguien que se conduce inconscientemente se ha reforzado en la actualidad debido al au mento del interés por la teoría de la elección racional en la sociología estado unidense. De esta teoría se desprende la idea del actor como alguien que elige más o menos automáticamente los medios más eficaces para alcanzar sus fi nes*. La influencia de la teoría de la elección racional en los Estados Unidos apunta hacia una división aun más profunda entre las concepciones europea y estadounidense de la acción y la estructura. En el nivel macro/estructura, los europeos han tendido a centrarse en la estructura social. En los casos donde no se ha producido un enfoque exclusivo sobre ella, no se ha distinguido de modo satisfactorio la estructura social de la cultura. (En efecto, esta constituye la preocupación central del último libro de Archer [1988],) Por otro lado, se aprecia en los Estados Unidos una tendencia hacia el análisis de la estructura y la cultura en los esfuerzos que persiguen la integración micro-macro. Por ejemplo, en mi obra, distingo la objetividad ma cro (principalmente la estructura social) y la subjetividad macro (principalmen te la cultura) y mi deseo es analizar su Ínterrelación dialéctica con la objetivi dad micro y la subjetividad micro (Ritzer, 1981a). Otra diferencia en la cuestión macro/estructura se deriva de las diferencias en las influencias teóricas en los Estados Unidos y Europa. En los Estados Uni dos, la influencia principal sobre ta reflexión en torno a la cuestión macro/ estructura ha sido el funcionalismo estructural. La naturaleza de esta teoría ha conducido a los teóricos estadounidenses a centrarse tanto en las grandes es tructuras sociales como en la cultura. Es claro que al funcionalismo estructural le interesan las estructuras sociales, pero concede prioridad, en última instan cia, al sistema cultural. En Europa, la principal influencia ha sido el estructura lismo, que tiene una concepción más amplia y diversa de las estructuras que incluyen desde las microestructuras de la mente a las macroestructuras de la sociedad. La cultura tiene mucha menor importancia para los estructuralistas que para los funcionalistas estructurales. Si por un momento ignoramos la profunda influencia del conductismo, de la teoria del intercambio y la de la teoria de la elección racional en los Estados Unidos, las diferencias teóricas en la cuestión micro/acción parecen tener menores consecuencias que las diferencias en el nivel macro/estructural. El existencialísmo y la fenomenología (así como la teoria freudiana) han influido más en Europa, mientras en los Estados Unidos las influencias clave se han derivado del interac cionismo simbólico y la teoría del intercambio. Sin embargo, las diferencias en la influencia de estas teorías sobre la reflexión acerca de la cuestión micro/ acción en los Estados Unidos y en Europa parecen insignificantes. Además, a ambos lados del Atlántico las teorias micro/acción parecen más leídas y utilizadas que las teorias macro/estructural es. Por ejemplo, la etnometodologia parece haber influido con prácticamente la misma fuerza a ambos lados del Océano. DeVille (1989) contempla al actor como algo semejante a un robot.
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
517
Otra diferencia clave entre las dos literaturas es el hecho de que la cuestión micro-macro puede incluirse en la cuestión más general de los niveles de análi sis (Edel, 1959; Ritzer, 1981a, 1989b; Wiley, 1988) mientras no ocurre asi con la preocupación por la acción y la estructura. Claramente podemos concebir el vinculo micro-macro en términos de cierta especie de jerarquía vertical, con los fenómenos micro abajo y los fenómenos macro arriba, y las entidades interme dias entre los dos polos. Sin embargo, el continuum micro-macro no coincide con los niveles de análisis, puesto que otros factores (por ejemplo, la objetivi dad, la subjetividad; véase Ritzer, 1981a; Wiley, 1988), y no sólo las preocupa ciones micro-macro, están implicados en la cuestión de los niveJes. Por otra parte, el vínculo acción-estructura parece carecer de conexión clara con la cuestión de los niveles de análisis, puesto que tanto la acción como la estructura se pue den encontrar en cualquier nivel de análisis social. La cuestión acción-estructura está más firmemente encuadrada en un con texto histórico y dinámico que la cuestión micro-macro. Esta caracteristica se identifica con suma claridad en la obra de Giddens, Habermas y Archer, pero se manifiesta también en la literatura sobre la acción y la estructura. En cambio, los teóricos que analizan la cuestión micro-macro suelen describirla en térmi nos estáticos, jerárquicos y ahistóricos. No obstante, al menos algunos de los que eligen describir en términos estáticos la relación micro-macro especifican que ellos comprenden el carácter dinámico de la relación: «Et estudio de los niveles de la realidad social y su interrelación es intrínsecamente un enfoque sobre el mundo social dinámico más que sobre el estático ... La orientación histórica y dinámica hacia el estudio de los niveles del mundo social pue de considerarse como parte integrante de un enfoque dialéctico más general» (Ritzer, 1981a: 208; véase también Wiley, 1988; 260). Finalmente, es preciso mencionar que la moralidad constituye una cuestión central para los teóricos de la acción-estructura, pero es ignorada en la literatu ra micro-macro. Esto puede deberse, en parte, a las diferencias en las raíces teóricas y los grupos de referencia. La teoria acción-estructura tiene raices más poderosas en la filosofía, incluyendo su gran preocupación por las cuestiones morales. En cambio, la teoría micro-macro es auténticamente sociológica y se orienta hacia las ciencias duras como áreas de referencia donde las cuestiones morales preocupan menos que en la filosofía. El resultado es que las preocupa ciones morales, incluso la transgresión moral, se palpa mas en la literatura ac ción-estructura que en la micro-macro.
CLARIFICACION DE LAS DIFERENCIAS ENTRE EEUU Y EUROPA La preocupación estadounidense por ¡a cuestión micro-macro, o ai menos la utilización de esta terminología para describir ese interés, es un acontecimiento reciente. Como vimos en el Capitulo 10, si bien se habían realizado esfuerzos
518
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
anteriores, en 1976 Kemeny apenas detectó un interés explícito por la cuestión micro-macro. ¿De donde procede la terminologia micro-macro? Desde el punto de vista interno, puede deberse a la conocida y duradera división teòrica en los Estados Unidos entre las teorías macro (por ejemplo, el funcionalismo estructu ral y la teoría del conflicto) y las micro (por ejemplo, el interaccionismo simbó lico y la teoría del intercambio). Entre los factores externos, su atractivo guarda relación con la utilización de la terminología micro y macro en las ciencias duras y en ¡a economía. La economía tiende a ser un modelo para la sociología y su diferenciación entre microeconomía y macroeconomía atrajo a muchos sociólogos. Los éxitos en estos campos hicieron atractiva su orientación cientí fica y su terminologia para muchos sociólogos estadounidenses, que sintieron el deseo de emular a los economistas en todo lo posible. En cambio, la sociología europea no ha experimentado la fuerte y larga tradición de las teorías micro y macro que ha existido en los Estados Unidos. Europa ha carecido especialmente de una fuerte tradición mtcro-teórica, y esto ha tendido a oscurecer el significado de la dicotomía micro-macro^. Además, los teóricos sociales europeos han sentido una pasión menor por las ciencias duras y la economía que los teóricos estadounidenses, y por tanto, se han incli nado menos a tomarlas como modelos. Los teóricos europeos tienden a interesarse más por la filosofía que los estadounidenses, y en Europa existe una larga tradición de interés por la filoso fia a la hora de analizar la acción humana. Los teóricos europeos han construido a partir de la filosofia de la acción y han añadido una dimensión estructural a su construcción. Bernstein {1971 ) identifica la preocupación por la acción (un tér mino que usa de modo intercambiable para praxis y capacidad de acción [por ejemplo, «agentes o actores humanos»]) en los antiguos griegos en general, y en particular en la filosofia de Aristóteles. E identifica cuatro corrientes de pensa miento más contemporáneas donde la acción aparece como la preocupación central. La primera es Marx (y el marxismo), con su teoría sistemática de la praxis. La segunda es la filosofía analítica, en ta que la acción se ha convertido recientemente en ta cuestión central. Al vincular el interés marxista por la prác tica y et interés de la filosofía analítica por la acción, Bernstein afirma que «los significados de ""praxis" y acción se aproximan bastante» (1971 : xíi) y, presu miblemente, los dos están estrechamente vinculados a ta agencia. La tercera corriente teórica es el pragmatismo; «La imagen del hombre que emerge del punto de vista del pragmatismo es la de un hombre artesano, un manipulador activo que desarrolla nuevas hipótesis, que las verifica activamente, siempre abierto a ias críticas, que se reconstruye a si mismo o reconstruye el entorno. La práctica y la actividad informadas por la razón y la inteligencia se convierten en cuestiones centrales en su visión del hombre en el universo» (Bernstein, 1971; 313), Y finalmente está la fenomenología, en especial el existencialismo ortgi^ No totalmente, como se muestra, por ejemplo, en los esfuerzos de los teóricos críticos por integrar teorías freudianas y marxistas.
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
519
nal europeo, en el que «la cuestión central es la naturaleza de la acción hum a' na» (Bernstein, 1971: xiü). Bernstein concluye; «La investigación de ia natura leza, el estatus y ei significado de la praxis y la acción se ha convertido en ia preocupación ¿ominante de los movimientos filosóficos más influyentes que han surgido desde Hegel» (1971; xiü). Es evidente que los teóricos sociales europeos han recibido una influencia mayor del marxismo, la filosofía analítica y el existencialísmo que los estado unidenses. La única excepción es el pragmatismo, una filosofía en lo funda-' mental estadounidense que ha influido sobre algunos teóricos sociales (espe cialmente sobre los interaccionistas simbólicos). Sin embargo, probablemente la mayoría de los teóricos estadounidenses reconocen menos ia influencia del pragmatismo que sus colegas europeos. Así, ias filosofías de la acción han juga do un papel claramente más importante en el desarrollo de la teoría social euro pea que en el de la estadounidense. Sin embargo, la equivalencia que establece Bernstein entre la praxis y la acción nos plantea problemas. Si aceptamos la equivalencia de estos términos, entonces apenas aparecerían diferencias entre los teóricos europeos contempo ráneos de la acción y la estructura, las teorías marxistas de la praxis y la estruc tura de la sociedad capitalista, y ias teorías estadounidenses de la acción y la estructura (por ejemplo, las de Parsons y Alexander). Parece claro, sin embar go, que los europeos contemporáneos atribuyen más importancia a los agentes de la que dan a los actores algunos marxistas y la mayoría de los estadouniden ses. La tendencia en la literatura de la acción entre los teóricos europeos con temporáneos es negarse a refiexionar sobre la estructura sin pensar en la acción y viceversa. En otras palabras, un mundo sin agentes es inconcebible. En cam bio, algunos marxistas (especialmente los marxistas estructurales) han sido ca paces de concebir un mundo capitalista sin actores reflexivos. Algunos «teóri cos de la acción» estadounidenses (especialmente Parsons) desarrollaron teorías en las que la estructura social y la cultura alcanzaban tal prominencia que, en comparación, el actor y la acción quedaban reducidos a elementos de escasa importancia. Asi, la cuestión no se agota en las semejanzas entre los términos de agencia, praxis y acción. Lo que distingue la literatura actual de los teóricos europeos es su aversión a situar al agente bajo el peso de la estructura social (y la cultura). Esto nos lleva a pensar que la verdadera cuestión no es la acción y la es tructura per se, sino el peso relativo de la acción y la estructura. Los teóricos europeos contemporáneos sienten predisposición a establecer una burda equi valencia, en fuerza y significado, de ia acción y de la estructura, o no desean desvincularlas. Muchos marxistas y teóricos estadounidenses de la corriente principal han tendido a dar primacía a ia estructura frente a la acción y la praxis. Otros teóricos estadounidenses (y algunos marxistas) han tendido a dar prima cía a ia acción frente a la estructura. En este sentido, virtualmente todos los teóricos parecen sentir preocupación por el vinculo acción-estructura. Esta es la posición que parece haber adoptado Dawe (1978), quien hace una distinción
520
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
entre la sociologia de la acción social y la sociologia del sistema social, pero considera que ambas son sociologías de la acción social (y presumiblemente de la estructura social). Sin embargo, su posición supone perder de vista el signifi cado de la literatura europea contemporánea sobre la acción y la estructura. Lo que distingue a la mayor parte de esta literatura es su dedicación al estudio serio tanto de la acción como de la estructura. En comparación con la filosofía de la acción — que tiene poco que ofrecer para nuestra corhprensión de la estructura social— este estudio constituye también una de las principales contribuciones a la teoría social. Aunque nos agradan las ideas teóricas que se están desarrollando actual mente en Europa, nunca podremos asumir que acción y estructura tienen una importancia similar'*. El grado de equivalencia constituye una cuestión históri ca. Durante algunos periodos la estructura era más importante que la acción. {Esta era la perspectiva de Marx sobre la situación en la sociedad capitalista.) Durante otros periodos el agente desempeñaba un papel más importante y el significado de la estructura quedaba reducido. Y en otros periodos, es probable que se diera una equivalencia neta entre las dos. No se puede establecer una relación intemporal entre acción y estructura. Una de las necesidades más acu ciantes de la literatura acción-estructura es comenzar a especificar el peso rela tivo de la acción y la estructura en periodos diferentes de la historia. Además, existen claras diferencias contemporáneas en el peso relativo de la acción y la estructura en las diversas sociedades del mundo. Todas estas diferencias cru ciales se desvanecen si hablamos en términos generales sobre la acción y la estructura.
RESUMEN Este capítulo analiza la literatura sobre el vínculo entre la acción y la estructura, que es en su mayor parte europea. Esta literatura presenta varias semejanzas con la estadounidense sobre la integración micro-macro, pero también se pue den identificar varias diferencias sustanciales entre ambas literaturas. Aunque en la actualidad hay muchos teóricos europeos que analizan la rela ción entre ía acción y la estructura, el grueso de este capítulo lo dedicamos a cuatro ejemplos principales de este tipo de teorización. El primero es la teoria de la estructuración de Giddens. El núcleo de la teoría de Giddens es su negati va a analizar a los agentes y a las estructuras por separado; este autor las consi dera mutuamente constituyentes. El siguiente es la teoría de Archer de la rela ción cultura-acción. Archer critica la negativa de Giddens a separar con fines analíticos el agente y la estructura. En términos generales critica a los teóricos " R1 siguiente análisis supone que estamos estudiando un dualismo más que una dualidad. Puesto que una dualidad como la que propone Giddens supone que acción y estructura son inseparables, en estas condiciones seria difícil evaluar su importancia relativa.
INTEGRACION ACCION-ESTRUCTURA
521
de la acción-estructura por ignorar la cultura, y se esfuerza por superarlos cen trándose en la relación entre la cultura y ia acción. A continuación estudiamos la teoria de Bourdíeu, que se ocupa fundamentalmente de la relación entre el habitus y el campo. Finalmente analizamos las ideas recientes de Habermas sobre el mundo de la vida, el sistema y la colonización del mundo de la vida por parte del sistema. Tras el examen de estos trabajos específicos sobre la acción y la estructura, volvemos a un análisis más general de esta literatura. Comenzamos por identi ficar sus diferencias principales, que incluyen perspectivas diferentes sobre la naturaleza del agente y de la estructura. Otra fuente de diferencias la constitu yen las diversas tradiciones teóricas en las que se basan estos esfuerzos. Algu nos de ellos se orientan hacia la acción y otros hacia la estructura. La siguiente cuestión que tratamos son las semejanzas entre las literaturas de Ja acción y la estructura y de la cuestión micro-macro. Ambas literaturas comparten e! interés por la integración y son conscientes de los excesos de las teorias micro/acción y macro/estructural es. Hay asi muchas más diferencias que semejanzas entre estas literaturas. Difieren en sus imágenes del actor, en sus concepciones de la estructura, en las teorías de las que derivan sus ideas, en el grado en que pueden incluirse en la idea de los niveles de análisis, en la medida en que están encuadradas en un contexto histórico dinámico y en el nivel de preocupación por cuestiones morales. Finalmente, analizamos algunas de las razones que explican las diferencias entre las literaturas europea y estadounidense. Los teóricos estadounidenses micro-macro han estado profundamente influidos por disciplinas tales como la economía, con una prolongada historia de interés por las cuestiones micro-ma cro. Los teóricos europeos han recibido la influencia poderosa de la literatura filosófica sobre la acción. El capitulo concluye con la observación de que la cuestión más importante es el peso relativo de la acción.y la estructura en dife rentes ambientes culturales y periodos históricos.
CAPITULO
12
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I NEOFUNCIONALISMO TEORIA DEL CONFLICTO TEORIA NEOMARXISTA INTERACCIONISMO SIMBOLICO Redefinición de Mead y Blumer Integración del interaccionismo simbólico y la teoría del intercambio Hacia un interaccionismo simbólico más integrador FENOMENOLOGIA Y ETNOMETODOLOGIA
523
524
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Como se puede apreciar con claridad en la Segunda Parte de este libro, la teoría sociológica, al menos hasta la década de los años ochenta, se caracterizó por el extremismo teórico, así como por los conflictos políticos destructivos que a menudo lo acompañaron. Los desarrollos que tuvieron lugar durante la déca da de los años ochenta fueron diferentes de los que se habían producido en cualquier otro periodo previo; muchos y muy diversos teóricos se alejaron del extremismo teórico y comenzaron a interesarse por la integración micro-macro y acción-estructura. Esto no significa que no se realizaran esfuerzos por la inte gración y la síntesis antes de esta década. De hecho, la sociología siempre hizo estos intentos, y en este capítulo y en el siguiente nos ocuparemos de algunos de ellos. Sin embargo, esos tempranos esfuerzos en pro de la integración consti tuían una postura minoritaria que fue eclipsada por el extremismo teórico. La integración micro-macro y acción-estructura parece haber constituido el movimiento pionero que preparó el camino para un diverso y amplio conjunto de esfuerzos sintéticos. (Utilizamos el término integración para el análisis del vínculo micro-macro y acción-estructura, y el de síntesis para describir el es fuerzo por vincular varias teorías.) Los esfuerzos por la integración prepararon el camino para el amplio y espectacular cambio que analizaremos en este y en el siguiente capítulo; la emergencia de una amplia gama de esfuerzos por la sínte sis teórica (Alexander y Colomy, 1990a; Fararo, 1989; Ritzer, 1990a, 1990b; Smelser, 1988). Es evidente que la teoría sociológica muestra finalmente claros indicios de alejamiento de las décadas de conflicto político destructivo y teorias extremistas de uno u otro tipo. Una vez que los teóricos percibieron las ventajas de la síntesis a partir del esfuerzo por la integración micro-macro y acción-estructura, las compuertas se abrieron y comenzaron a aparecer intentos en todas las direcciones. En algunos casos, estos intentos constituyeron los resultados directos de los esfuerzos por la integración micro-macro y acción-estructura, productos de los sociólogos en el intento de sintetizar una amplia gama de teorías. Además, una vez que se estableció el movimiento hacia la síntesis teórica proliferaron diversos esfuer zos con este mismo objetivo. Asi, en el caso de la integración micro-macro, no sólo encontramos inte: tos en pro de la integración de lo micro con lo macro y de lo macro en lo micro, sino también esfuerzos por integrar lo micro con lo micro (por ejemplo, el interaccinoismo simbólico y la etnometodologia [Boden, 1990b]) y lo macro con lo macro (por ejemplo, la teoría del conflicto y el fun cionalismo estructural [Alexander y Colomy, 1990a]). Y el movimiento hacia la síntesis no se detiene en las diversas posibilidades que hay entre lo micro y lo macro y la acción y la estructura, puesto que parece que surge en la actualidad una nueva actitud abierta ante ideas procedentes de otras disciplinas y naciones, especialmente en áreas en proceso de desarrollo de la teoría sociológica tales como la teoría feminista y el posmodernismo (véase el Capítulo 13). Durante la década de los ochenta los teóricos fueron conscientes de las divisiones micro-macro y acción-estructura, pero la década de los noventa está experimentando un descontento general con la camisa de fuerza que representa
SINTESIS DE LA TEORIA SOOOLOGICA-I
525
cualquier etiqueta teòrica o preocupación por cualquier aspecto específico de ia realidad social. Las viejas y reificadas etiquetas que dominaron la teoria sociológica durante muchas décadas («funcionalismo estructural», «interaccio nismo simbólico») tienen cada vez menos sentido e importancia. Como Alexander y Colomy señalaron: «Los viejos debates han quedado obsoletos y son estériles. La teoría sociológica está experimentado un cambio drástico. Los alineamien tos se disuelven y aparecen nuevas configuraciones» (1990a: 56). A medida que una joven generación de teóricos de la sociología entran en escena desapa recen las viejas fronteras y divisiones teóricas (por ejemplo, el funcionalismo estructural frente al interaccionismo simbólico) y conceptuales (por ejemplo, acción-estructura); algunos jóvenes teóricos llegan incluso a adoptar un papel activo en el intento de destruir estas fronteras. Los teóricos contemporáneos se interesan menos por defender las interpretaciones tradicionales de las teorías y les atrae más analizar otras tradiciones teóricas en un esfuerzo por desarrollar nuevas teorías más sintéticas. Además, las teorias más recientes no suelen cen trarse en un único aspecto del análisis social y muestran interés por la interrela ción de múltiples dominios. En lugar de considerar las teorías y los dominios teóricos únicamente como bases importantes para desarrollar sus teorias, mu chos teóricos de la sociología han llegado a la conclusión de que ello puede dificultar más que facilitar el análisis del mundo social. En cambio, en el pasado los sociólogos sentían la necesidad de identificar y defender una perspectiva teórica (y/o dominio teórico) particular. Lo único que varió en el pasado fue la teoria con la que los sociólogos se identificaban. Fue esta realidad lo que me motivó a trabajar en esa linea con la idea de articular un paradigma sociológico integrado (Ritzer, 1979, 1981a; véase tam bién el Capítulo 10 y el Apéndice). Si bien este paradigma no emergió rápida mente, y de hecho aún no se ha publicado, los desarrollos de los años ochenta y principios de los noventa auguraron la posibilidad de su desarrollo (Ritzer, en prensa b). Los esfuerzos por vincular lo micro y lo macro y la acción y la estruc tura durante los años ochenta constituyeron los inicios de este movimiento. La base verdaderamente prometedora del desarrollo de un paradigma sociológico integrado es el movimiento más general hacia la síntesis teórica y hacia virtual mente todo tipo de articulación teórica. Puede no surgir de inmediato, puede no contribuir a un nuevo paradigma, y puede no ser denominado un «paradigma integrado», pero existen poderosos desarrollos en vías de realización que sugie ren una transformación importante de la teoría sociológica en particular, y de la sociología en general. Estos esfuerzos sintéticos contienen el potencial de una alteración drástica que mejorará el panorama de la teoría sociológica. Durante la última mitad de la década anterior la sociología estuvo dominada por las escuelas teóricas que hemos analizado en la Tercera Parte, así como por el conflicto manifiesto entre ellas. Probablemente, el movimiento hacia la integración y la síntesis sugiere que aquellas teorías retroceden en la historia y están siendo sustituidas por pers pectivas nuevas y más sintéticas. Esto no significa que aquellas escuelas teóri
526
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
cas se encuentren en peligro de desaparición. El compromiso con ellas es tan fuerte que es imposible que desaparezcan de la noche a la mañana. Pero posi blemente sí significa que estamos siendo testigos del surgimiento de una co rriente que considerará aquellas teorias como parte de la historia de la sociología. Los desarrollos teóricos analizados en los dos capítulos anteriores, y en éste y en el siguiente nos ayudan a vislumbrar las teorías sociológicas del futuro. Si bien existe un enorme interés por todos los tipos de síntesis, parece haber también un reconocimiento de que los primeros esfuerzos por crear una sola teoría sintética englobadora son erróneos. Así, el nuevo movimiento hacia la síntesis difiere considerablemente de los esfuerzos anteriores por crear una gran perspectiva teórica sintética y poderosa. Los ejemplos que ilustran este tipo de perspectiva son las grandes teorías de Karl Marx y Talcott Parsons. De hecho, como veremos, una serie de desarrollos intelectuales recientes (por ejemplo, el posmodemismo, ei posmarxismo) implican un ataque contra la idea de cons truir esa ingente síntesis (Antonio, 1990; Kellner, 1990a; Lemert, 1990). Los que actualmente se orientan hacia las síntesis teóricas consideran que esos esfuerzos englobadores son erróneos, y emprenden, en c'ambio, intentos sintéticos más específicos. Tal vez no se trate de trabajos tan poderosos como el de Marx y Parsons, pero suelen ser más fructíferos y productivos. Estos teóricos están traba jando para integrar «la esencia» de las teorias específicas y son estos esfuerzos altamente detallados los que se demuestran útiles para los sociólogos. Así, po demos pensar en «nuevas síntesis» más que en una «nueva síntesis»: Este movi miento hacia las síntesis teóricas constituye el tema principal de los dos capítulos que cierran este libro y de la teoría sociológica de los años noventa. Este nuevo movimiento se defme a partir de los comentarios de Robert Merton en la conferencia sobre teoría sociológica de Thomas y Znaniecki: El pesimismo se debe a las crecientes dificultades de una disciplina cuya rápida diferenciación se ha multiplicado tan deprisa que no poseemos los recursos huma nos para desarrollar cada esfera de investigación de una manera satisfactoria. Antes que del conflicto, la empresa sociológica requiere un sentido de la tolerancia que consolide una conciencia mutua de las diversas orientaciones teóricas con una con fianza razonable en que sus mutuas conexiones teóricas serán definidas progresi vamente. (Merton, 1986: 61) La confianza de Merton en el hecho de que la sociología presenciará el nacimiento de más síntesis teóricas nació a partir de los desarrollos de los años ochenta y especialmente de los que se están produciendo en nuestros días en la teoría sociológica. Aunque se subraya aquí el surgimiento del movimiento hacia las síntesis teóricas en el umbral de la década de los años noventa, sería erróneo concluir, como ya hemos advertido, que no se realizaron esfuerzos sintéticos en el pasa do. En efecto, en todos los periodos históricos de la teoría sociológica se han realizado este tipo de esfuerzos. Sin embargo, solían ser casos aislados y abe-
SINTESIS DE LA TEORIA SOCtOLOGICA-l
527
rrantes perdidos en un mar de extremismo. Además, solían provocar reacciones hostiles por parte de los defensores de las teorías que se intentaban integrar. Un buen ejemplo que ilustra ese tipo de esfuerzos, del que nos ocuparemos en detalle más adelante, es el ensayo de Peter Singlemann {1972) en el que el autor intenta integrar la teoría del intercambio y el interaccionismo simbólico. Su esfuerzo no llegó a ningún sitio, en parte debido a que se trataba de un intento aislado y en parte porque tropezó con las reacciones hostiles de los intransigen tes defensores de la teoría del intercambio (Abbott, Brown y Crosbie, 1973). Lo que distingue a los nuevos desarrollos sintéticos es que no son aislados y for man un todo coherente que probablemente caracterizará todo el periodo. Puede pensarse que se producirán reacciones hostiles a estos esfuerzos, pero también serán mejor recibidos por parte de la amplia variedad de teóricos interesados por la síntesis. Pese a que existen prometedores desarrollos sintéticos, es preciso advertir y ser conscientes del extremismo que hemos señalado al principio de este libro. Las fuerzas del extremismo teórico disfrutan de buena salud en la sociología (por ejemplo, Blau, 1987b) y están dispuestas a detener ei movimiento hacia la síntesis con un brote renovado de extremismo teórico. Dada la larga historia del extremismo teórico, y el relativamente breve periodo de la integración y las síntesis, los sociólogos interesados por estas últimas direcciones, a pesar de su creciente número e influencia, no pueden permitirse la complacencia. Con estas ideas en mente, analizaremos a continuación los trabajos sintéti cos que han surgido dentro de muchas de las teorías estudiadas en la Segunda Parte de este libro. Si bien analizaremos algunos de los primeros trabajos sinté ticos en muchos apartados, nuestro tema central son los esfuerzos recientes por la síntesis teórica.
NEOFUNCIONALISMO En la actualidad, la mayor parte de los trabajos enmarcados en el funcionalismo estructural pueden incluirse bajo la denominación de «neofuncionaliano», Blanco de abundantes criticas, analizadas en el Capítulo 3, el funcionalismo estructural comenzó a perder importancia a mediados de la década de los sesenta. Sin em bargo, hacia mediados de los años ochenta, se produjo un gran esfuerzo por reanimar la teoría bajo la nueva denominación de «neofuncionalismo». El tér mino neofuncionalismo se utilizaba para sugerir continuidad con el funcionalis mo estructural, pero también para demostrar que se estaba realizando un esfuer zo por ampliar el funcionalismo estructural y superar sus problemas principales, Jeffrey Alexander y Paul Colomy definen el neofuncionalismo como «una co rriente autocrítica de teoría funcional cuyo objetivo es ampliar el alcance inte lectual del funcionalismo sin perder su núcleo teórico» (1985: 11). Así, es evi dente que Alexander y Colomy consideran el funcionalismo estructural como
528
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
una perspectiva estrecha y que su meta es la creación de una teoria más sintética a la que gustan llamar «neofuncionalismo»'. Antes de comenzar el breve análisis del neofuncionalismo es preciso señalar que, aun cuando el funcionalismo estructural en general, y las teorías de Talcott Parsons en particular, cayeron en el extremismo, había en la teoría desde el inicio de su desarrollo un poderoso núcleo sintético. Por un lado, en el transcurso de su carrera intelectuai Parsons intentó integrar una amplia serie de ideas teó ricas. Por otro, le interesaba la interrelación entre los principales dominios del mundo social, especialmente los sistemas cultural, social y de la personalidad. Sin embargo, Parsons adoptó affinai una orientación funcionalista estructural estrecha y llegó a la conclusión de que el sistema cultura determinaba los otros sistemas. De este modo, Parsons abandonó su orientación sintética, y et neofuncionalisino puede considerarse como un esfuerzo por retomar aquella orientación. Alexander (1985; 10) ha enumerado los problemas relacionados con el fun cionalismo estructural que el neofuncionalismo debe superar, entre ellos «el antiindividualismo», «la oposición al cambio», «el conservadurismo», «el idea lismo» y «el sesgo antiempírico». Se han realizado numerosos esfuerzos por superar estos problemas de un modo programático (Alexander, 1985) y en nive les teóricos más específicos, como por ejemplo el intento de Colomy (1986; Alexander y Colomy, 1990b) de refmar la teoría de la diferenciación. A pesar de su entusiasmo por el neofuncionalismo, a mediados de los años ochenta Alexander se vio obligado a concluir que el «neofuncionalismo constituye una tendencia más que una teoría desarrollada» ( 1985; 16). Y más recientemente, Colomy (1990b) ha intentado consolidar la posición teórica general del neofun cionalismo y especificar sus contribuciones a la sociología cultural, política y feminista, así como al estudio dei cambio social, de las profesiones y de la desigualdad. Sólo cinco años después de la confesión de Alexander de debilidad del neofuncionalismo, Colomy señala que éste ha hecho avances importantes: En el transcurso de lo s cin co años sig u ien tes esa tendencia ha cristalizado en un m ovim iento intelectual co n scien te. Ha generado avan ces sig n ifica tiv o s en el nivel teórico general y ha d esem peñado un papel protagonista en el im p u lso de la m etateoría so c io ló g ica en una dirección sin tética... el n eo fu n cio n a lism o está cu m p lien do sus prom esas. En la actualidad, el n eo fu n cio n a lism o ya no es só lo una promesa; se ha convertido en un cam po llen o de intenso discurso teórico y d e crecien te in vestigación cien tífica. (C olom y, 1990b: xxx)
No hay duda de que el neofuncionalismo ha hecho importantes avances recientemente, pero sí podemos poner en cuestión el enorme avance que Colomy quiere hacernos creer. 1 Turner y M aryanski (198íía), en su crítica al neofuncionalismo, han señalado que su orientación no es verdaderamente funcional, puesto que ha abandonado muchos de lo.s princi pios básicos det funcionalismo estructural.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
529
Aunque probablemente aún no se trate de una teoria desarrollada, Alexan der ( 1985; véase también Colomy, 1990b) nos ofreeió algunas de las orientacio nes básicas det neofuncionalismo. Primera, el neofuncionalismo opera con un modelo descriptivo de !a sociedad que la considera compuesta de elementos que, en interacción con otros, forman una determinada configuración. Esta con figuración permite al sistema diferenciarse de su entorno. Las partes del siste ma están «conectadas simbióticamente», y su interacción no está determinada por una fuerza suprema. Asi, el neofuncionalismo rechaza cualquier determi nismo monocausal y es abierto y pluralista. Segunda, Alexander afirma que el neofuncionalismo dedica casi la misma atención a la acción y al orden. Evita asi la tendencia del funcionalismo estruc tural a centrarse casi exclusivamente en las fuentes macro del orden en las estructuras sociales y la cultura y a prestar atención a las pautas de acción más micro. El neofuncionalismo también se esfuerza por incorporar una concepción más amplia de la acción no sólo racional, sino también expresiva. Tercera, ei neofuncionalismo conserva el interés funcional estructural por la integración, no como un hecho realizado, sino como una posibilidad social. Reconoce que la desviación y el control social son realidades de los sistemas sociales. En el neofuncionalismo hay un interés por el equilibrio, pero es más amplio que la preocupación estructural-funcional e incluye el equilibrio parcial y el equilibrio en movimiento. No tiende a considerar que los sistemas sociales se caracterizan por un equilibrio estático. Definido en términos generales, el equilibrio constituye un punto de referencia para el análisis funcional, pero no una descripción de las vidas de los individuos en los sistema sociales reales. Cuarta, el neofuncionalismo acepta el tradicional énfasis parsoniano en la personalidad, la cultura y el sistema social. Además de ser vital para la estruc tura social, la interpenetración de estos sistemas también produce una tensión que representa una fuente constante de cambio y control. Quinta, el neofuncionalismo se centra en el cambio social y en los procesos de diferenciación dentro de los sistemas social, cultural y de !a personalidad. Así, el cambio no produce conformidad y armonía, sino «individuación y ten siones institucionales» (Alexander, 1985: 10), Y por último, Alexander señala que el neofuncionalismo «implica el com promiso con la idea de que la conceptualización y la teorización son indepen dientes de otros niveles de análisis sociológico» (1985: 10), Mientras Alexander intentó delinear et neofuncionalismo en términos ge nerales, programáticos, Colomy (1986) se ha centrado más concretamente en la teoria estructural-funcional del cambio. Señala que la teoría estructural-funcional del cambio («la teoría de la diferenciación») derivada de ta teoria parsonia na tiene tres debilidades básicas. En primer lugar, es altamente abstracta y care ce de especificidad empirica e histórica. En segundo lugar, no dedica suficiente atención a grupos y procesos sociales concretos, ni al poder o el conflicto. Y en tercer lugar, da una importancia desmesurada a la integración que resulta del cambio estructural.
530
TEOñIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Como consecuencia de estas críticas, la teoría estructural-funcional del cambio ha experimentado varias revisiones. En primer lugar, la tendencia principal original (la diferenciación progresiva) ha sido complementada con un análisis de las desviaciones pautadas de esa tendencia. Por ejemplo, además de la diferenciación, las sociedades han experimentado una desdiferenciación o «un tipo de cambio estructural que rechaza la complejidad societal y se dirige hacia niveles menos diferenciados de organización social» (Colomy, 1986: 143). Es probable que se produzca esta desdiferenciación como resultado del descontento con la moderni zación. También es importante el «desarrollo desigual» de las diversas esferas institucionales, asi como la «diferenciación desigual» dentro de cada institución. La diferenciación desigual «hace referencia al grado y proporción variable de diferenciación de una institución... La diferenciación desigual sugiere, pues, que la tendencia principal al cambio se produce en un grado y proporción desigual en las distintas regiones de una sociedad» (Colomy, 1990c: 122). En segundo lugar, los revisionistas han impulsado la teoría de la diferencia ción en la dirección de una mayor preocupación por el modo en que grupos concretos influyen en el cambio, así como por el modo en que el poder, el conflicto y !a contingencia influyen en el cambio (Colomy, 1990d). Identifica ron varios grupos específicos que instigaban el cambio en la dirección de una mayor diferenciación, así como otros grupos opuestos radicalmente al cambio. Esto conduce a un análisis del conflicto entre los grupos que luchan por influir en el proceso de diferenciación y de las formas que puede adoptar la resolución del conflicto. Estos estudios sobre grupos enfrentados implicados en el proceso de diferenciación se realizan con gran detalle empírico e histórico. Los revisio nistas también se muestran reacios a dar importancia desmesurada a la integración y dedican, en términos parsonianos, «más atención concreta a las contradicciones y tensiones potenciales asociadas con la diferenciación entre y dentro de los sistemas cultural, social y de la personalidad» (Colomy, 1986: 149). Desde el punto de vista de Colomy, estos trabajos contribuyen a la configuración de un contexto explicativo más comprehensivo para analizar la diferenciación. En tercer lugar, la antigua teoría de la diferenciación se centraba en la ma yor eficiencia y reintegración como principales efectos del proceso de diferen ciación, mientras la teoria reciente considera un conjunto más amplio de resul tados posibles. Podría señalarse que aunque la teoría de la diferenciación se ha ampliado, ha perdido su carácter distintivo debido a su nuevo enfoque sobre el conflicto y la competencia. Ha tomado prestadas de otras tradiciones intelectuales tal ele vada cantidad de ideas que podemos preguntarnos si el tipo de enfoque que acabamos de esbozar puede o debe recibir la denominación de «funcionalismo estructural» o incluso de «neofuncionalismo». Volviendo at neofuncionalismo en general, Alexander y Colomy (1990a) han hecho por él una apuesta muy ambiciosa. No consideran el neofuncionalísmo como una simple y modesta «elaboración» o «revisión» del funcionalismo estructural, por utilizar sus propios términos, sino antes bien como una llamati-
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGlCA-l
531
va «reconstrucción» que admite con claridad !a existencia de diferencias con su fundador (Parsons) y que se ha abierto explícitamente a otros teóricos y teorías^.
JEFFREY C. ALEXANDER: Reseña autobiográfica Desde eí principio de mí carrera intelectual me han preocupado tos problemas de la acción so cial y el orden social y las posibilidades de de sarrollar perspectivas sobre estos problemas que evitaran los extremos del pensamiento uni dimensional, Siempre estuve convencido de que las dicotomías tensas, aun cuando creo que son de vital importancia como corrientes ideológi cas en una sociedad democrática, pueden su perarse en el reino teórico. Mis preocupaciones teóricas comenzaron a tomar cuerpo durante finales de Jos años se senta y principios de (os setenta, en los que participé en los movimientos estudiantiíes de protesta siendo estudiante de Harvard College y luego de la Universidad de California en Berkeley. El marxismo de la Nueva Izquierda representaba un sofisticado esfuerzo por superar e) economicismo del marxismo vulgar, ya que intentaba reinsertar al actor en la historia. Puesto que describía el modo en que las estructuras materiales están interpenetradas en la cultura, la personalidad e incluso en la vida cotidiana, el marxismo de la Nueva Izquier da — que para bien o para mal lo aprendimos por nosotros mismos— me ofreció las primeras ideas que prepararon el camino hacia la síntesis teórica que caracteriza mi carrera intelectual. A principios de la década de los años setenta comencé a sentirme in satisfecho con el marxismo de la Nueva Izquierda, en parte por razones políticas y empíricas. El giro de la Nueva Izquierda hacia el sectarismo y la violencia me aterrorizó y deprimió, mientras la crisis del Watergate demos traba ta capacidad de autocrítica de los Estados Unidos. Llegué a la conclu sión de que las sociedades democráticas capitalistas proporcionaban algu nas oportunidades para la inclusión, el pluralismo y la reforma que no había manera de encontrar ni siquiera en la versión Nueva Izquierda del pensa miento marxistaTambién hubo razones teóricas más abstractas que me hicieron aban donar el enfoque marxista sobre la síntesis. A medida que me sumergía en el análisis de las teorías clásicas y contemporáneas me percaté de que se llegaba más fácilmente a esa síntesis a través de la unión por medio de
2 Esta idea está cu tonsonacia, a¡ menos en parte, con el supuesto de Turner y Maryariski (l<)8íia) de que el neofuncionalism o tiene pocos elem entos en común con el flincionalismo estructural.
532
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
guiones — el marxismo-psicoanalítico, el marxismo-cultural y el marxismofenomenológico— que abriéndose a las categorías centrales de acción y orden. De hecho, las categorías neomarxistas de conciencia, acción, comu nidad y cultura constituían ca]as negras. Este reconocimiento me llevó a las tradiciones que proporcionaron los recursos teóricos sobre los que se había inspirado el marxismo de la Nueva Izquierda. Tuve la fortuna de tener como directores de mi esfuerzo de posgrado a Robert Bellah y Neil Smelser, cu yas ideas sobre la cultura, la estructura social y la teoría sociológica me causaron una impresión indeleble y que en la actualidad continúan siendo recursos intelectuales. En mi libro Theoretical Logic in Sociology [La lógica teórica en la socio logía] {1982-1983), publiqué los resultados de este esfuerzo. La idea para escribir este volumen multiforme, que comenzó a germinar en 1972, des pués de haber leído la obra maestra de Talcott Parsons The Structure of Social Action [La estructura de la acción social], me permitió ver mis proble mas con el marxismo desde otro ángulo. Más tarde, bajo la dirección de Bellah, Smetser y Leo Lowenthal, trabajé la teoría clásica y contemporánea con este nuevo enfoque en mente. Mi ambición en Theoretical Logic era mostrar que Durkheim y Weber nos ofrecieron grandes teorías de la cultura que Marx había ignorado, y que Weber había desarrollado la primera síntesis sociológica real. Concluía en esta obra, sin embargo, que Durkheim tomó una dirección en última instan cia idealista y que Weber desarrolló una perspectiva mecanicista de la so ciedad moderna. Sugería que la obra de Parsons debía ser considerada antes un magistral esfuerzo moderno de síntesis que una teoría funcionalista. Pero el objetivo de Parsons no era la síntesis en sí, lo que hizo que su teoría, al final, tuviera fundamentos normativos y fuera decididamente formal. En la obra que realicé durante la pasada década intenté recrear el mar co para la síntesis, una promesa que no había cumplido en mi trabajo ante rior. En Twenty Lectures: Sociological Theory since World War II [Las teo rías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial] (1987), señalé que las divisiones de la sociología posparsoniana — entre teorías del conflicto y del orden, entre enfoques micro y macro, entre perspectivas culturales y estruc turales— no eran fructíferas. Estos agrupamientos oscurecían procesos sociales básicos tales como la interrelación continua entre el orden y el conflicto y las dimensiones dicotomizadas de la sociedad, que aparecen siempre interrelacionadas. Mí respuesta a este callejón sin salida fue regresar a las preocupacio nes originales de Parsons (Alexander, 1985b; Alexander y Colomy, 1990a) y a los primeros clásicos {Alexander, 1988). En mi intento de impulsar la teoría hacia una nueva fase «posparsoniana» me he esforzado por ir más allá de la teoría clásica y moderna. Mis encuentros con el poderoso grupo de fenomenólogos de mi departamento de UCLA, sobre todo con Harold Garfinkel, me estimularon considerable mente. En «La acción y sus enlornos» (1987), a la que sigo considerando mi obra teórica más importante, desarrollé el marco para una nueva articula ción del vínculo micro-macro. También me he esforzado por desarrollar una nueva teoria cultural. La
SINTESIS DE LA TEORIA SOCtOLOGICA-l
533
lectura de Clifford Geertz me convenció de que los enfoques tradicionales de las ciencias sociales sobre la cultura eran demasiado limitados. Desde entonces mi enfoque ha recibido la influencia de la semiótica, la hermenéu tica y el pensamiento posestructuralista. En mí esfuerzo por incorporar teo rías exteriores a la sociología he intentado teorizar los múltiples modos en los que la estructura social contiene códigos y significados simbólicos (véa se Alexander, 1988). Tengo la convicción de que los recientes eventos mundiales impulsan este movimiento hacia la síntesis teórica. En particular, en el mundo posco munista parece importante desarrollar modelos que nos ayuden a compren der nuestras complejas e inclusivas, aunque también frágiles, democracias. En la actualidad estoy trabajando en una teoría de la democracia que acen túa la dimensión comunitaria, a la que llamo «sociedad civil». También, es toy publicando una colección de ensayos que critican el creciente relativis mo en los estudios humanos. Me gusta pensar que, pese a las numerosas evidencias en contra de mi deseo, el progreso es posible no sólo en la socie dad, sino también en la sociología. Sólo puede lograrse este progreso utili zando una perspectiva multidimensional y sintética de la sociedad.
Se han realizado numerosos esfuerzos por integrar en el neofuncionalismo ideas de los viejos maestros, como las reflexiones de Marx sobre ias estructuras materiales y las de Durkheim sobre el simbolismo. Ei intento de superar el sesgo idealista del funcionalismo estructural parsoniano, especialmente su én fasis en los fenómenos macro-subjetivos tales como la cultura, requiere dar paso a enfoques más materialistas. La tendencia del funcionalismo estructural a subrayar el orden se contrarresta con una aproximación a las teorías del cambio social. Y lo que es más importante, para compensar el sesgo macro del funcio nalismo estructural tradicional, se están realizando esfuerzos por integrar ideas derivadas de la teoría del intercambio, el interaccionismo simbólico, el pragma tismo, la fenomenología, etcétera. En otras palabras y en consonancia con el tema básico de este capítulo, Alexander y Colomy se esfuerzan en la actualidad por sintetizar el funcionalismo estructural con otras tradiciones teóricas. Esta reconstrucción puede reanimar el funcionalismo estructural y proporcionar también la base para el desarrollo de una nueva tradición teórica. Alexander y Colomy reconocen una diferencia importante entre el neofun cionalismo y el funcionalismo estructural: La antigua in vestigación funcional se guiaba por... la co n cep ció n de un esquem a conceptual único y engiobador que am algam aba áreas particulares de in v estig a ción en un cuerpo apretadamente tejido. Por el contrario, el trabajo em pírico neofuncion alista apunta hacia un cuerpo débilm ente organizado en torno a una ló g ica general que presenta una serie de « p roliferacion es» y « v a ria cio n es» bastante autó nom as en los diferentes n iv eles y en lo s diversos d om in ios em píricos. (A lexan d er y C o lo m y , 1990a: 52)
534
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Las reflexiones de Alexander y Coìomy indican que nos distanciamos de la tendencia parsoniana a considerar el funcionalismo estructural corno una gran teoria englobadora. En su lugar, nos ofrecen una teoría más limitada y sintética que, sin embargo, sigue siendo bolista.
TEORIA DEL CONFLICTO El teórico más destacado que se ha esforzado por desarrollar una teoría del conflicto sintética e integrada es Randall Collins, En este apartado analizaremos su primer esfuerzo (Collins, 1975) por desarrollar una teoría del conflicto más integrada y sus últimas ideas (Collins, 1990) sobre tal teoría. La obra Conflict Sociology [Sociología del conflicto] (1975) de Collins es altamente integradora porque tiene una orientación más micro que la teoría del conflicto macro de Dahrendorf y otros. El mismo Collins hace el siguiente co mentario acerca de su primer esfuerzo: «Mi contribución principal a la teoría del conflicto.,, fue añadir un nivel micro a esas teorías macro. Especialmente intenté mostrar que la estratiflcación y la organización se basan en las interac ciones de la vida cotidiana» (1990: 72). Y unas líneas después señala: «Mis contribuciones a la teoria del conflicto consisten en trabajar a partir de las con tribuciones empíricas ^ de Goffman, Garfinkel, Sacks y Schegloff» (Collíns, 1990: 72-73). Huelga decir que estos teóricos guardan una estrecha relación con las teorías micro del interaccionismo simbólico y la etnometodologia. Collins (1975) especificó desde el principio que su análisis del conflicto no era ideológico, es decir, no partía de la perspectiva política de que el conflicto era bueno o malo. Señaló que había elegido concebir el conflicto en términos realistas como un — o el— proceso central de la vida social. A diferencia de otros que arrancan y se mantienen en el nivel societal, Co llins abordó el conflicto desde un punto de vista individual debido a que sus raíces teóricas residen en la fenomenología y la etnometodologia, A pesar de su preferencia por el nivel individual y las teorías micro, Collins era consciente de que «una sociología eficaz no podía centrarse exclusivamente en el nivel mi cro» (1975: 11); la teoría del conflicto no se puede construir sin el nivel societal de análisis. Sin embargo, mientras la mayoria de los teóricos del conflicto creen que las estructuras son externas y coercitivas para el actor, Collins las contem plaba como inseparables de los actores que las construyen y cuyas pautas de interacción son su esencia. Collins prefirió considerar las estructuras sociales como pautas de interacción más que como entidades externas y coercitivas. Además, mientras la mayor parte de los teóricos del conflicto consideran que fuerzas externas constriñen al actor, Collins cree que es éste quien crea y recrea constantemente la organización social. 3 Collins también insiste en que ia teoría del conflicto ha estado más abierta que otras teorias sociológicas a la integracióii de los hallazgos de la investigación empirica.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
535
Collins creía que ia teoria marxista constituía el «punto de partida» para construir la teoria del conflicto, aunque estaba cargada de numerosos proble mas. Por un lado, la consideraba (al igual que al funcionalismo estructural) muy ideológica, sesgo que quería evitar. Por otro lado, tendía a creer que la orienta ción de Marx se reducía a un análisis del dominio económico, aunque esa es una crítica injustificada a la teoría de Marx. En realidad, si bien Collins nombraba con frecuencia a Marx, su teoría del conflicto presenta relativamente poca in fluencia marxista. Se percibe más claramente la influencia de Weber, Durkheim y, sobre todo, de la fenomenología y la etnometodología. Collins prefirió centrarse en la estratificación social porque creía que re presentaba una institución que exhibía muchas características de la vida, entre ellas «la riqueza, la política, las profesiones, la familia, los clubes, las comu nidades y los modos de vida» (1975: 49). En opinión de Collins, las grandes teorías de la estratificación son «fracasos». En esta categoría incluía las teorias de Marx y las del funcionalismo estructural. Criticó la teoría marxista, por ejemplo, por considerarla una «explicación monocausal de un mundo multicausal» (Co llins, 1975: 49). Consideraba la teoría de Weber como poco más que un «an tisistema» con el que analizar las características de las dos grandes teo rías. Collins encontró cierta utilidad en la obra de Weber, pero «los esfuerzos de la sociología fenomenológica para basar todos los conceptos en los elementos observables de la vida diaria» (Collins, 1975: 53) fueron los más importan tes para él porque su principal preocupación en el estudio de la estratificación social eran las estructuras micro, no las macro. Desde el punto de vista de Collins, la estratificación social, como todas las demás estructuras sociales, se puede reducir a los encuentros pautados entre las personas en su vida coti diana. A pesar de su compromiso último con una microsociologia de la estratifica ción, Collins arrancó (aun cuando tenía sus reservas en tomo a ellas) de las macroteorías de Marx y Weber como pilares de su obra. Partió de principios marxistas arguyendo que «con cierta modificación proporcionan la base para una teoría del conflicto de la estratificación» (Collins, 1975; 58). En primer lugar, Collins mantenía que la visión de Marx sobre las condiciones materiales implicadas en et esfuerzo de ganarse la vida en la sociedad moderna constituían los principales determinantes del modo de vida de una persona. La base de tos ingresos para Marx incluía la relación entre la persona y la propie dad privada. Los que poseen o controlan propiedad tienen mayor capacidad para ganarse la vida más satisfactoriamente que los que no poseen ni controlan propiedad y deben vender su tiempo para acceder a los medios de producción. En segundo lugar, desde una perspectiva marxista, tas condiciones materia les influyen no sólo en el modo en que los individuos se ganan la vida, sino también en la naturaleza de los grupos sociales de diferentes clases sociales. La clase social dominante tiene mayor y mejor capacidad para desarrollar grupos sociales más coherentes, unidos mediante intrincadas redes de comunicación, que la clase social subordinada.
536
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Finalmente, Collins señaló que Marx identificó las enormes diferencias en tre las clases sociales por lo que respecta a su acceso ai sistema cultural y al control sobre él. Es decir, las clases sociales altas tienen recursos para desarro llar sistemas simbólicos e ideológicos muy bien articulados, sistemas que sue len imponer a las clases sociales bajas. Las clases sociales bajas tienen sistemas simbólicos menos desarrollados, muchos de los cuales son impuestos por los que están en el poder. Collins estaba convencido de que Weber trabajó dentro de la teoría de la estratificación de Marx y ta desarrolló. Por un lado, se ha señalado que Weber reconoció la existencia de diversas formas de conflicto que conducían a un sistema de estratificación multifacético (por ejemplo, la clase, el estatus y el poder). Por otro lado, Weber desarrolló en muy importante medida la teoría de las organizaciones, consideradas por Collins otro campo de conflicto interesan te. Collins también dio importancia a Weber por su énfasis sobre el estado como una entidad que controlaba los medios de violencia, lo cual desvió el interés por el conflicto en la economía (los medios de producción) hacia el conflicto en el estado. Finalmente, Collins elogió a Weber por su comprensión del contexto social de los productos emocionales, en particular de la religión. El conflicto claramente podía ocurrir en tales contextos, y esos productos emocionales, al igual que otros, podían utilizarse como armas en et conflicto social. Con estas ideas, Collins analiza la estratificación desde su perspectiva del conflicto, análisis que guarda más relación con las teorías fenomenológica y etnometodológica que con la marxista o weberiana. Collins parte de varios su puestos. Las personas son intrínsecamente sociables, pero también están predis puestas al conflicto en sus relaciones sociales. El conflicto suele producirse en el nivel de las relaciones sociales porque una o muchas personas tienen siempre la posibilidad de utilizar la «coerción violenta» en su interacción. Collins creía que las personas buscan maximizar su «estatus subjetivo» y que su capacidad para hacerlo depende de los recursos que tengan. Cree que las personas persi guen su propio interés; así, los conflictos son posibles porque tos conjuntos de intereses pueden ser radicalmente opuestos. Este análisis de la estratificación desde la perspectiva del conflicto se puede resumir en tres principios básicos. Primero, Collins creía que las personas viven en mundos subjetivos autoconstruidos. Segundo, las personas pueden tener sufi ciente poder para influir sobre la experiencia subjetiva de un individuo e incluso controlarla. Tercero, otras personas frecuentemente intentan controlar al individuo, quien se opone a ellas. El resultado suele ser el conflicto interpersonal. Sobre esta base Collins desarrolló cinco principios básicos dei análisis del conflicto que aplicó a la estratificación social, aunque defendía que se podían aplicar también en cualquier escenario de la vida social. En primer lugar, Collins creía que la teoría del conflicto debía centrarse en la vida real más que en formu laciones abstractas. Esto parece reflejar su preferencia por el análisis material al estilo marxista ante la abstracción del funcionalismo estructural, Collins nos aconsejó concebir a las personas como animales cuyas acciones, motivadas por
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
537
SU propio interés, podían considerarse como maniobras para obtener diversas ventajas a fin de alcanzar la satisfacción y evitar el descontento. Sin embargo, a diferencia de los teóricos del intercambio y de la elección racional, Collins considera que las personas no son totalmente racionales. Reconoce que son vulnerables a impulsos emocionales en sus esfuerzos por lograr su satisfacción. En segundo lugar, Collins creía que una teoría de la estratificación desde la perspectiva del conflicto debía examinar los factores materiales que influyen en la interacción. Si bien factores materiales tales como «los lugares físicos, los modos de comunicación, la provisión de armas, los mecanismos para escenifi car la propia imagen pública, las herramientas, los bienes» (Collins, 1975: 60) influyen sobre los actores, no todos los actores reciben la misma influencia. Una variable importante son los recursos que poseen tos diferentes actores. Los actores con muchos recursos materiales pueden oponerse o incluso modificar estos constreñimientos materiales, mientras los pensamientos y las acciones de los que poseen pocos recursos suelen estar determinados por su situación material. En tercer lugar, Collíns afirmó que en una situación de desigualdad, los grupos que controlan los recursos suelen intentar explotar a los que carecen de ese control. Tuvo la cautela de señalar que esta necesidad no implicaba el cálculo consciente por parte de los que se aprovechaban de su situación; antes bien, simplemente persiguen lo que perciben como sus intereses más importantes. Y en ese proceso probablemente se aprovechan de los que carecen de recursos. En cuarto lugar, Collíns aconsejó a los teóricos del conflicto que analizaran fenómenos culturales tales como las creencias y los ideales desde el punto de vísta de los intereses, los recursos y el poder. Los grupos que poseen recursos y, por tanto, poder, suelen imponer a la sociedad su sistema de ideas; el sistema de ideas de los que carecen de recursos es un sistema impuesto. Finalmente, Collins se comprometió firmemente con el estudio científico de la estratificación y de cualquier otro aspecto del mundo social. Esto le condujo a formular varios consejos. Los sociólogos no debían teorizar simplemente so bre la estratificación, sino que debían estudiarla empíricamente y hacer un aná lisis comparado en la medida de lo posible. Las hipótesis debían formularse y verificarse empíricamente mediante estudios comparados. Por último, el soció logo debía buscar las causas de los fenómenos sociales, particularmente las múltiples causas de cualquier forma de conducta social. Esta especie de compromiso científico condujo a Collins a desarrollar una amplia serie de proposiciones sobre las relaciones entre el conflicto y diversos aspectos específicos de la vida social. Sólo expondremos algunas de ellas que bastarán para obtener una idea general de la sociología del conflicto de Collins: 1.0
Las exp erien cias de dar y recibir órdenes son lo s principales determ inantes
de lo s puntos de vista y conductas individuales.
L1 Cuantas m ás órdenes da una persona, m ás orgu llosa, segura y formal se sien te, y más se id en tifica cotí lo s ideales de la organización en cu yo nom bre ju stifica sus órdenes.
538
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA 1.2 Cuantas m ás órdenes recibe una persona, m ás subordinada, fatalista, aliena da de lo s id eales de la organización, conform ista, d escon fiad a y preocupada por obtener recom pensas extrín secas y amoral se sien te. (C o llin s, 1975: 7 3 -7 4 )
Entre otras cosas, todas estas proposiciones reflejan el compromiso de Co llins con el estudio científico de las pequeñas manifestaciones sociales de ios conflictos sociales. No contento con ocuparse del conflicto en el interior del sistema de estrati ficación, Collins intentó ampliarlo también a otros dominios sociales. Por ejem plo, extendió su análisis de la estratificación a las relaciones entre los sexos y los grupos de edad. Adoptó la perspectiva de que la familia constituía un esce nario de conflicto sexual, en la que los varones triunfaban y dominaban a las mujeres, sometidas a diversos tipos de trato desigual. De modo similar analizó la relación entre los grupos de edad, en particular entre los jóvenes y los ancia nos, en términos del conflicto. Esta perspectiva se opone a la de los funcionalis tas estructurales, que perciben en esta relación una socialización e intemalización armoniosa, Collins analizó los recursos que poseian los diversos grupos de edad. Los adultos poseían varios recursos tales como experiencia, mayor fuerza y estatura y la capacidad de satisfacer las necesidades físicas de los jóvenes. En cambio, uno de los escasos recursos de los más jóvenes es su atractivo físico. Esto sugiere ta alta probabilidad de que los adultos dominen a los jóvenes. Sin embargo, cuando tos jóvenes maduran adquieren más recursos y más capacidad de oposición, a resultas de lo cual se produce et creciente conflicto social intergeneracionat. Collins también analizó las organizaciones formales desde la perspectiva det conflicto. Las consideraba redes de influencias interpersonales y también escenarios en los que luchaban intereses enfrentados. En suma, «las organiza ciones son campos de batalla» (Coltins, 1975: 295). De nuevo formula sus argu mentos en términos de una proposición. Por ejemplo, arguye que «la coerción conduce a grandes esfuerzos para evitar ser objeto de la coerción» (Collins, 1975: 298), En cambio, la oferta de recompensas constituía una buena estrate gia: «El control por medio de las recompensas materiales conduce a la compla cencia en la medida en que las recompensas están directamente relacionadas con la conducta deseada» (Collins, 1975: 299), Estas y otras proposiciones nos indican el compromiso de Collins con un estudio científico del conflicto básica mente microorientado. En suma, Collins no es, al igual que Dahrendorf (véase el Capitulo 3), un fiel exponente de la teoría marxista del conllicto, aunque por razones diferentes. Si bien utilizó a Marx como punto de partida, Weber, Durkheim, y sobre todo la etnometodología y la fenomenología influyeron más en su obra. La orientación micro de Collins constituye un punto de partida útil para el desarrollo de una teoria del conflicto más integrada. Sin embargo, a pesar de sus intenciones explícitas de integrar las teoría micro y macro, no cumplió la tarea de modo completo.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-!
539
En SU obra reciente Collins adopta la perspectiva general de que la teoría dei conflicto es preferible a muchas otras teorias debido a su capacidad de sín tesis: «La teoria del conflicto... se ha comprometido libremente en lo que puede denominarse piratería intelectual: tiene una gran capacidad para incorporar... elementos... de las microsociologías» (1990: 72), Aunque se ha hecho poca teoría que pueda denominarse abiertamente «del conflicto» entre 1975 y 1990, Collins cree que la teoría del conflicto, pese a las apariencias, no se ha debilita do durante la última década y media, sino que ha venido desarrollándose bajo diversas formas y en diferentes áreas de la sociología. Por un lado, Collins cree que la teoria dei conflicto ha sido la perspectiva dominante dentro de varias subáreas de la sociología. Aunque no entra en deta lles, uno de los ejemplos que tiene en mente es el surgimiento del «enfoque del poder» como ia orientación dominante en el estudio sociológico de las profesio nes (Ritzer y Walczait, 1986), Un esfuerzo integrador que merecería ia pena hacer, aunque sólo ha sido sugerido por Collins, sería la revisión del conjunto de perspectivas del conflicto específicas que se han desarrollado dentro de di versas áreas de la sociologia, con objeto de reunir ese dispar cuerpo de trabajo, combinarlo con la teoria del conflicto realmente existente, y ampliar así enor memente ta teoria general del conflicto de la sociedad. Collins persigue la integración en dos direcciones diferentes. Por una parte, considera que en el núcleo de la mayor parte de la investigación histórica-comparada reside una perspectiva del conflicto, especialmente en la obra de Michael Mann (1986). Así, la teoría del conflicto se enriquece mediante la integración de una amplia serie de ideas que pueden derivarse de la investigación hístóricacomparada. Además, Collins cree que Mann utiliza una especie de teoría de redes, creencia que motiva el esfuerzo por sintetizar el enfoque de Mann con los trabajos convencionales en la tradición de la teoría de redes. En términos generales, existe la posibilidad de integrar la teoria de redes y la del conflicto. De hecho, como veremos mas adelante, la teoría de redes desempeña un papel prominente en los esfuerzos contemporáneos por ia síntesis, ya que hay teóricos procedentes de otras perspectivas, especialmente de la teoría del intercambio, que contemplan la posibilidad de integrarias. Curiosamente Collins no contem pla la posibilidad de integrar esta última teoría con su teoría de ia cadenas ritua les de interacción (véase el Capítulo 10), Es sorprendente su actitud, puesto que las ideas micro de esta teoría podrían encontrar acomodo con las preocupacio nes macro tradicionales de la teoria del conflicto. Quizás Collins no sugiere esta integración porque su propia variante de la teoría del conflicto es en sí altamen te microscópica y ya comprende las cadenas rituales de interacción. En términos generales, Collins hace una defmición tan comprehensiva de la teoría del conflicto que nos la muestra como abierta a ideas procedentes de todas las teorías y capaz de cubrir todos los niveles de la realidad social. Collins intenta específicamente distinguir entre teorías dei conflicto de corto alcance (por ejemplo, las de Simmel y Coser) y la teoria del conflicto a la que define como «una teoría sobre la organización de la sociedad, la conducta de las perso-
540
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
ñas y los grupos, que explica por qué las estructuras adoptan la forma que tie nen... el modo en que ocurren los cambios y de qué cambios se trata... La teoría del conflicto constituye un enfoque general aplicable en todas las áreas de la sociología» (1990: 70). Así, la preocupación de Collins no es sólo construir una serie de síntesis específicas; su interés es impulsar la teoría del conflicto en una dirección más bolista. Aunque estas perspectivas bolistas son valiosas como antídotos contra el pluralismo excesivo, debemos advertir del imperialismo teó rico que implican y que impregna el ensayo de Collins.
TEORIA NEOMARXISTA La teoría marxista nunca se desprendió de su fuerza integradora y sintética. Marx se interesó por todos los fenómenos sociales, y especialmente por la rela ción dialéctica entre el agente en el nivel micro — el proletario individual— y la estructura macro de la sociedad capitalista. Además, intentó sintetizar una am plía gama de teorías (por ejemplo, la hegeliana, la neohegeliana, el socialismo utópico y la economía política) en su propia teoría de la sociedad capitalista. Por lo que a ella se refiere, hay tantas y diversas variantes de teoría neomarxista que virtualmente todas las teorías y todos los dominios del mundo social ban sido integradas en ellas en algún momento. Por ejemplo, Jurgen Flabermas, como vimos en los Capítulos 4 y 11, analizó todos los fenómenos sociales e integró en sus propias teorías las ideas de una amplia gama de teóricos sociales. No obstante, bay corrientes de teoría neomarxista (por ejemplo, el determinis mo económico y el marxismo estructural) que tienen un alcance limitado y se inspiran en un escaso número de ideas teóricas. Además, la mayor parte de la teoría marxista y neomarxista se orientó más hacia el desarrollo de una gran síntesis que al de las síntesis específicas que caracterizan la teoría sociológica en la década de los años noventa. La teoría neomarxista ba estado dominada durante muchos años por su búsqueda de una «gran teoría», una de las perspectivas totalistas de Marx; su modernismo mate rialista emancipador (Antonio, 1990). En este sentido, Marx nos ofreció una amplia visión de la sociedad encaminada hacía su fin teleológico (el comunis mo) e impulsada por un sujeto colectivo, el proletariado. Durante algún tiempo esta idea dio forma (y distorsionó) la teoría marxista, pero más tarde un conjun to de teóricos marxistas intentaron distanciarse de varias maneras de esta ambi ciosa narrativa. Sin embargo, algunos teóricos sólo sustituyeron el modernismo materialista emancipador por otras ambiciosas narrativas igualmente proble máticas. En los últimos años ha surgido un conjunto de teorías neomarxistas que, aunque han superado los excesos del modernismo materialista emancipa dor de Marx, amenazan con ofrecer una imagen demasiado pluralista de la so ciedad. Los esfuerzos para manejar este exagerado pluralismo deben incluir síntesis de varias de estas teorías neomarxistas. Aunque bastante prometedor, el desarrollo de estas síntesis teóricas amena-
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-Í
541
za con hacemos perder de vista la posibilidad de un pensamiento bolista. Esto seria desafortunado: la imposibilidad de desarrollar una gran teoría no significa que todas las formas de pensamiento bolista sean inútiles e indeseables. Es ne cesario un pensamiento bolista que no pretenda dar una respuesta última a todas las cuestiones teóricas. Asi, Antonio sugiere que los neomarxistas deben constm ir sobre el «holismo histórico» de Marx más que sobre su modernismo eman cipador. El holismo histórico constituye una teoría global del capitalismo que carece de los excesos (por ejemplo, la pretensión de proporcionar respuestas a todas las cuestiones, la teleologia) del modernismo materialista emancipador, Antonio subraya que esta nueva perspectiva bolista no sólo integra ideas de un conjunto de perspectivas neomarxistas, sino también implica «instilaciones teó ricas de otros enfoques no marxistas» (por ejemplo, ei uso de Habermas de ideas weberianas y pragmáticas) que «presagian un holismo histórico más rico» (1990: 109). De modo similar, Kellner (1990a), aun cuando defiende el ataque posmodernista (véase más abajo) a la construcción de una gran teoría, se es fuerza por desarrollar en sus reflexiones sobre el «tecnocapitalismo» un enfo que bolista que rescata ios aspectos viables de la teoría marxista y los sintetiza con las ideas de los posmodernistas (véase el Capítulo 13). En este sentido, Kellner, al igual que Antonio, defiende la necesidad de una nueva perspectiva holista y, al mismo tiempo, acepta la necesidad de un conjunto amplio de es fuerzos sintéticos. En este capítulo en el que se analiza el impulso hacia una serie de síntesis, es importante señalar que seria desastroso para la sociología perder la huella de la teoría holista. Al final de este capítulo, donde analizaremos una variedad de teorías posmarxistas, nos extenderemos más sobre la cuestión de la síntesis en la teoría marxista.
INTERACCIONISMO SIMBOLICO Probablemente como producto de su autodefensa, el interaccionismo simbólico que se desarrolló bajo la dirección de Herber Blumer se movió firmemente en una dirección micro. Este impulso iba en sentido opuesto a las implicaciones del título más integrador de la obra de George Herbert Mead Mind, S e lf and Society [Espíritu, persona y sociedad]. Sin embargo, el interaccionismo simbólico ha entrado en una nueva era «posblumeriana» (Fine, 1990). Por un lado, están los esfuerzos por reconstruir la teoría blumeriana que subrayan que esta teoría siempre retuvo un interés por los fenómenos macro (véase más abajo, asi como el número especial de Symbolic Interaction (1988) dedicado a Herbert Blumer. Y lo que es más importante, existen diversos esfuerzos en la actualidad por sintetizar el interaccionismo simbólico con ideas derivadas de otras teorías. Este «nuevo» interaccionismo simbólico, en los términos de Fine, ha «construi do una nueva teoría utilizando fragmentos de otros enfoques teóricos» (1990: 136-137). Estos nuevos interaccionistas simbólicos:
542
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA son casi prom iscuos en su d eseo de sacudir cualquier sábana teórica que encuentran; hay durheim ianos... sim m elia n o s.., w eb eria n o s... m arxistas... p osm od ern istas... fen om en ólogos... fem inistas radicales... sem ió tico s... e interaccionistas sim b ólicos. (F in e, 1990: 120)
Ei nuevo interaccionismo simbólico combina ideas autóctonas con otras procedentes de teorías micro tales como la teoría del intercambio, la etnometodología y el análisis conversacional, y la fenomenología. Más sorprendente es la integración de ideas de teorías macro (por ejemplo, del funcionalismo estruc tural) y de teóricos macro tales como Parsons, Durkheim, Simmel, Weber y Marx. Los interaccionistas simbólicos se esfuerzan también por integrar ideas del posestructuralismo, el posmodemismo y el feminismo radical. El interac cionismo simbólico posblumeriano está convirtiéndose en una perspectiva más sintética que la del propio Blumer.
Redefinición de Mead y Blumer Además del trabajo sintético actual, el interaccionismo simbólico se esfuerza por redefmir a los principales pensadores relacionados con él, especialmente a Mead y a Blumer, en tanto que presentan orientaciones más integradoras de las que se les han supuesto. Como vimos en el Capítulo 5, a pesar de su falta de interés por los fenóme nos macro, hay muchos elementos en la ideas de Mead sobre la mente, el s e lf y la sociedad que sugieren una teoria sociológica más integrada. En este contexto es útil estudiar el análisis que John Baldwin (1986) hizo de Mead. Baldwin subraya la fragmentación de las ciencias sociales en general, y de la teoría so ciológica en particular, y afirma que esta fragmentación impide el desarrollo de una teoría sociológica general «unificada» y, en términos generales, una cien cia del mundo social. Este defiende la necesidad de tal teoría y propone tomar el enfoque de Mead como modelo para su construcción: Q uizás nos ha llegad o la hora de intentar organizar nuestra d iscip lin a fragm entada en una teoría que tenga el potencial d e unificarla. C om o M ead tuvo m ás éx ito que la m ayoría de lo s teó rico s so c ia le s en la creación de una teoria no dualista que unifica ideas sobre la m ente y el cuerpo, sobre lo s n iv eles m icro y m acro de la sociedad, junto con otros factores relacion ad os, su obra m erece atención com o p osib le fundam ento para la construcción d e una cien cia so cia l unificada. (B a ld w in , 1986: 156)
Aunque Baldwin propone la gran síntesis que hemos rechazado en este ca pítulo, acogemos de buen grado su esfuerzo por contemplar la teoría meadiana como un enfoque más integrador. Baldwin defiende la teoría de Mead basándose en varias razones. En primer lugar, señala que el sistema teórico de Mead cubre todos los fenómenos sociales
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
543
pertenecientes a los niveles micro y macro: «la psicología, la psicología social, ei lenguaje, la cognición, la conducta, la sociedad, el cambio social y la ecoto* gía» (Baldwin, 1986: 156). En esta línea, Baldwin ofrece un modelo de la orien tación teórica de Mead que mostramos en la Figura 12.1. En segundo lugar, Baldwin subraya que Mead ofrece no sólo una concep ción integrada micro-macro del mundo social, sino también «un sistema flexi ble para entretejer contribuciones procedentes de todas las escuelas contempo ráneas de la ciencia social» (1986: 156). Así la teoría de Mead proporciona una base no sólo para la integración micro-macro, sino también para la síntesis teó rica. Finalmente, Baldwin mantiene que el «compromiso de Mead con los méto dos científicos nos garantiza que los datos y las teorías de todos los componen tes del sistema social pueden integrarse de una manera equilibrada, con su importancia relativa establecida de un modo empírico defendible» (1986: 156).
Figura 12.1.
Esquema general de los componentes del sistema teórico de Mead.
Antes de analizar el esfuerzo por redefinir el enfoque teórico de Herbert Blumer recordamos que en el Capítulo 5 le describimos como un pensador que ofreció una concepción harto limitada de los fenómenos macro y objetivos. Sin embargo, algunos interaccionistas simbólicos han intentado demostrar recien temente que Blumer poseía una concepción más profunda de las estructuras macro y de la objetividad y que ello, junto con la fuerza evidente de su teoria en los niveles micro y en el reino de la subjetividad, confiere a su teoria una orien tación integradora (Maines, 1989a, 1989b; Maines y Morrione, 1990; Morrione, 1988). Maines (1989a) ha atacado tres «mitos» relacionados con la teoria de Blu-
544
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mer; que es acientifica, subjetivista y aestmctural. Los dos últimos calificativos son los que nos preocupan aquí porque apuntan al núcleo de la creación de una concepción más integrada de las ideas de Blumer. Es decir^ en caso de poder demostrar que Blumer ofreció una perspectiva más objetivista que se comple mentaba con su interés manifiesto por la subjetividad, y una concepción macro que se complementaba con su evidente orientación micro, podría considerarse que nos ofreció una teoría sociológica plenamente integrada. De hecho, esta concepción micro-macro y objetiva-subjetiva estaría en total consonancia con mi idea de un paradigma sociológico integrado. Por lo que respecta a la cuestión de la subjetividad, Maines afirma que Blumer simplemente adoptó una posición en la línea del pensamiento de su tiempo sobre la acción humana (véase el Capítulo 11). La agencia implica una preocupación tanto por el modo subjetivo en el que las personas construyen la realidad social como por la acción, la interacción y las pautas objetivas resul tantes. Además, Maines cree que Blumer adoptó la posición que tomaron algu nos teóricos de la acción, no todos, de que entidades colectivas tales como «las organizaciones, las instituciones, los movimientos sociales, las clases sociales, las naciones, los grupos de interés, o las razas» actúan, y se caracterizan por procesos subjetivos (1989a: 389). En su disección de las reflexiones de Blumer sobre los macrofenómenos, Maines analiza tres implicaciones del concepto de la acción conjunta (véase el Capítulo 5). Primera, la acción conjunta implica una organización social puesto que la acción ocurre de acuerdo con pautas recurrentes. Segunda, las acciones suelen estar interconectadas; es decir, tienden a institucionalizarse. Y tercera, la acción social posee continuidad; es decir, tiene una dimensión histórica. La preocupación por la organización, la ínstitucionalizacíón y la historia le confie re a Blumer una orientación macro, y Maines procede a demostrar la preocupa ción macro de Blumer en una serie de áreas concretas (por ejemplo, las relacio nes raciales y la industrialización). Más recientemente, Maines y Morrione han publicado el libro pòstumo de Blumer titulado Industrialization as an Agent o f Social Change [La industriali zación como agente de cambio social]. Este libro lo escribió Blumer a princi pios de los años sesenta, pero nunca llegó a publicarlo porque no se sentía satisfecho con él. Esta obra nos sugiere la orientación macro y objetivista de Blumer. El proceso de la industrialización ocurre claramente en el nivel macro e implica estructuras objetivas tales como los sistemas de producción basados en la mecanización, los sistemas de distribución y adquisición y una estructura de servicios (Maines y Morrione, 1990: xviii). Quizás Blumer no se sentía un teórico integrador, pero las interpretaciones recientes de su obra demuestran que su pensamiento está más en la línea de los desarrollos contemporáneos de lo que se había creído. La necesidad de reinterpretar a Blumer (y a Mead) en este sentido demuestra el poder del movimiento hacia una teoría sociológica inte grada y sintética. Como señalamos al principio de este capítulo la dirección del interacción is-
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
545
mo simbólico hacia la integración y la síntesis no es nueva, aunque actualmente esta teoría tiene un alcance mayor y está más institucionalizada que antes. En este contexto nos será de gran utilidad analizar el esfuerzo de Peter Singel mann, mencionado al principio del capítulo, por sintetizar el interaccionismo simbólico y la teoría de! intercambio, y examinar la reacción hostil que tal es fuerzo ha provocado. También estudiaremos el temprano esfuerzo de Sheldon Stryker (1980) por impulsar al interaccionismo simbólico en una dirección más integradora. Puede considerarse que la obra de Stryker anticipó una gran parte del trabajo integrador posterior (y de las interpretaciones) del interaccionismo simbólico que acabamos de analizar.
Integración del Interaccionismo simbólico y la teoría del intercambio El esfuerzo de Peter Singelmann (1972) por integrar los principales conceptos de la interacción simbólica y la teoría del intercambio partió de las categorías meadianas de mente, self y sociedad. Mente. Singelmann afirmó que para el interaccionista simbólico el concepto de mente «refleja ta capacidad humana de concebir lo que percibe el organis mo, de definir las situaciones, de evaluar los fenómenos, de transformar los gestos en símbolos y de exhibir una conducta pragmática y dirigida a la conse cución de metas» (1972: 416). De acuerdo con Singelmann, tanto el interaccio nista simbólico como el teórico del intercambio consideran al actor un agente activo. Este afirmó que el concepto simbólico-interaccionista de la mente ha recibido un «reconocimiento explícito» por parte de los teóricos del intercam bio. Como prueba de que esta concepción de la mente existe entre los teóricos del intercambio, citó algunos análisis realizados por los teóricos del intercam bio de cosas tales como la conciencia del individuo de las alternativas, las aspi raciones y las expectativas. También detectó evidencias de que existia el con cepto de procesos mentales en la noción de Homans de la justicia distributiva. Una persona debe evaluar subjetivamente las diferentes recompensas para de terminar si la ley de la justicia distributiva ha sido violada o no. Sobre la base de este tipo de análisis, Singelmann concluye: «La teoría del intercambio actual ha superado los enfoques puramente “conductistas” de muchas teorías del refuerzo al reconocer, más o menos explícitamente, que la mente humana mediatiza la relación entre los estímulos y las respuestas conductuales» (1972: 417), Así, una recompensa no es en sí una recompensa, sino que se defi ne como atgo que opera como reforzador. En opinión de Singelmann este proceso de definición sintoniza la teoria del intercambio con el interaccionismo simbólico. Lo más probable es que la mayoría de los conductistas coincidan con Sin gelmann en la idea de que no hay nada inherente en un objeto que le convierta en una recompensa. Una recompensa ha de definirse como elemento reforzador
546
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
en caso de que influya realmente sobre la conducta. Sin embargo, a diferencia de Singelmann, a los conductistas no les preocupa el proceso de la definición social aun cuando son plenamente conscientes de su existencia. Se preocupan sólo por las manifestaciones conductuales del proceso de la definición, no por el proceso en sí. El self Singelmann señaló que a los interaccionistas simbólicos Ies preocupa la idea del self tanto en el sentido utilizado por Mead, «como un proceso medíante el cual los actores reflexionan sobre sí mismos como objetos» (1972: 4í7), como en el sentido de la concepción de su self que tienen los actores. Singelmann sugirió que los teóricos del intercambio comprenden en mayor o menor medida que et individuo tiene un self y un concepto de su self, y que estas ideas encuentran acomodo en la teoría del intercambio. Para que se desarrollen y persistan las relaciones de intercambio, cada parte debe ser capaz de adoptar el papel del otro, así como el del otro generalizado, con el fin de determinar qué recompen sas ofrecerán y qué recompensas es probable que reciban. Aunque esta es una idea útil, muchos teóricos del intercambio no la juzgan relevante para sus preocu paciones. No se ocupan del proceso mediante el cual los individuos deciden qué recompensas deben ofrecer, síno sólo por tas relaciones de intercambio en sí. El deseo de los teóricos puros del intercambio es investigar la conducta y no conceptos tales como el self, el otro generalizado y la adopción det papel del otro. Esto le corresponde al filósofo, y no es algo que inquiete a los «científicos» que se identifican con el paradigma de la conducta. Así, por ejemplo, Skinner defínió el s e lf como un simple «repertorio de conducta» (1971: 189), una definición que difiere considerablemente de ta de los interaccionistas simbólicos. Sociedad. Singelmann afirmó que tanto los interaccionistas simbólicos como los teóricos det intercambio se centran en el nivel microsocial para analizar la estructura social. Además, identificó dos cuestiones convergentes. En primer lugar, señaló que mientras los interaccionistas simbólicos se centran en et modo en que las personas ajustan conjuntamente sus pautas de interacción, la preocupa ción de Homans era ta estabilización de tas relaciones sobre la base de ios intercambios más ventajosos. Ambos teóricos hacen referencia a una construcción y reconstrucción constante de tas pautas de interacción. En segundo, Singelmann adujo que «el intercambio podía conceptualizarse como interacción simbólica» (1972; 419), lo que significaba que et intercambio implicaba comunicación de símbolos. Esta idea nos descubre el argumento implícito de Singelmann según el cual la teoría del intercambio se puede incluir en el interaccionismo simbólico. Singelmann transforma considerablemente la teoría del intercambio, to que no ocurre con el interaccionismo simbólico al que no somete a alteración alguna. Es interesante anotar que tas ideas de Singelmann se debilitan en et nivel societal de ta integración, lo que refleja su orientación hacia el interaccionismo simbólico. La sociedad parece defmirse sólo en términos de símbolos y de una interacción pautada. La fuerza del análisis de Singelmann reside en su análisis
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-I
S47
de ia mente y el seif y en el modo en que las ideas del interaccionismo simbòlico y la teoria dei intercambio se refuerzan mutuamente en lo que atañe a estas cuestiones. En su conclusión Singelmann intentó realizar una síntesis teórica que puede resumirse en cuatro puntos: 1. En el intercam bio, los actores construyen d efin icio n es norm ativas y e x isten cia les de sí m ism o s, de lo s otros, de las a ccio n es, de las m etas y de las eva lu a cio n es de lo que es «justo». 2. Estas d e fin icio n es no se construyen só lo subjetivam ente sino que son en gran m edida socialm en te com partidas, por lo que con stitu yen una con stricción externa para los actores individuales. 3 . En el intercam bio, ¡o esfu erzos hedonistas de lo s actores están lim itados y v ie nen determ inados por la naturaleza de las d e fin icio n es subjetivas y so cialm en te com partidas del m undo ob jetiv o que incluye el s e l f y lo s otros. 4. En el intercam bio, los actores m odifican sus conductas o d e fin icio n es cuando: a) los cam b ios en el m undo ob jetiv o convierten en problem áticas las con d u c tas y las d efin icio n es ex isten tes, b) los cam b ios en algunas de sus d e fin icio n es subjetivas convierten en proble m áticas otras d e fin icio n es o co n d icio n es y conductas objetivas existen tes. (S in gelm an n , 1 9 7 2 :4 2 2 )
Aún cuando persiguiera la reconciliación, la cantidad de atención que dedi ca Singelmann a las definiciones sociales en la lista anterior nos descubre su inclinación hacia el interaccionismo simbólico. El esfuerzo integrador de Singelmann provocó una reacción hostil, reflejo de sus sesgos y de la época extremista en que fue escrito su ensayo. Por ejem plo, Abbott, Brown y Crosbie (1973) afirmaron que la teoría del intercambio y el interaccionismo simbólico tenían premisas totalmente diferentes y constataron la futilidad de los esfuerzos por integrar ambas teorías. Señalaron que este es fuerzo lograba simplemente destruir la integridad de ambas perspectivas. Como exponentes de la teoría del intercambio se sintieron particularmente ofendidos y llegaron a calificar el esfuerzo de Singelmann de distorsión de la teoría del intercambio. Se oponían a lo que, desde su punto de vista, constituía un esfuer zo por sintetizar ambas teorías a costa de destruir la teoría pura del intercambio.
Hacia un interaccionismo simbólico más integrador Damos fm a este apartado con un análisis de la obra de Sheldon Stryker (1980) y de su esfuerzo por desarrollar un interaccionismo simbólico más adecuado para el estudio de los fenómenos sociales macro. (Para un argumento en contra de este proyecto véase Rock, 1979,) Stryker propuso un objetivo integrador para el interaccionismo simbólico; «Un marco teórico satisfactorio debe relacionar la estructura social y la persona, debe ser capaz de trasladarse del nivel de la persona al de las grandes estructuras sociales y retroceder de nuevo... Es preciso que exista un marco conceptual que
548
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
facilite el movimiento entre el nivel de la organización y el de la persona» {1980: 53). (Perinbanayagam desarrolló un objetivo similar para el interaccionismo simbólico: «La existencia de la estructura y del significado, del self y de los otros, de la dialéctica del ser y la emergencia, conduce a un interaccionismo dialéctico» [1985: xv].) Stryker encuadró su orientación en el interaccionis mo simbólico meadiano, pero intentó ampliarlo al nivel societal mediante el uso de la teoría del rol: Esta versión parte de M ead, pero se extien d e e introduce co n cep to s y principios teóricos del rol para poder analizar adecuadam ente la in flu en cia recíproca de la persona social sobre la estructura socia l. El n exo de esa in flu en cia recíproca es la interacción. Es en este con texto de lo s p rocesos so cia le s ■—las pautas recurrentes de interacción que vinculan a los actores in d ivid u ales— donde la estructura social constriñe las concepciones del self, las definiciones de la situación y las oportunidades y repertorios conductuales que vinculan y guian la interacción que tien e lugar. (Stryker, 1980: 52)
Stryker desarrolló su orientación a partir de ocho principios generales; 1.
La acción humana depende de un mundo nombrado y clasificado en el que los nombres y ias clasificaciones tienen significado para los ac tores. Las personas aprenden mediante la interacción con otras el modo de clasificar el mundo y el modo en que se espera que se comporten en él, 2. Entre las cosas más importantes que las personas aprenden están los símbolos que se utilizan para designar las posiciones sociales. Es preciso señalar aquí que Stryker concebía las posiciones en términos estructu rales; «componentes morfológicos relativamente estables de la estructura social» (Stryker, 1980: 54), Stryker también atribuyó una importancia crucial a los roles y los concibió como expectativas conductuales com partidas ligadas a las posiciones sociales. 3. Stryker también reconoció la importancia de las grandes estructuras sociales, aunque sentía predisposición, al igual que otros interaccionis tas simbólicos, a concebirlas como pautas organizadas de conducta. Además, su análisis concibe la estructura social simplemente como el «marco» en el cual las personas actúan. Dentro de estas estructuras, las personas se nombran mutuamente, es decir, se reconocen mutuamente como ocupantes de posiciones. Al hacerlo, las personas evocan expec tativas recíprocas de lo que se espera de ellas. 4. Es más, en su actuación en este contexto, las personas no sólo se definen unas a otras, también se definen sí mismas; es decir, se asignan a sí mismas designaciones posicionales. Estas autodesignaciones se convierten en parte del self, expectativas internalizadas relacionadas con su propia conducta.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGtCA-1
5.
6.
7.
8.
549
Cuando interactúan, las personas definen las situaciones y asignan nombres a las situaciones, a los otros participantes, a ellas mismas y a los rasgos particulares de la situación. Los actores utilizan estas definiciones para organizar su conducta. Los significados sociales no determinan la conducta social, pero si la constriñen, Stryker cree fervientemente en la idea de la construcción del rol. Las personas no sólo adoptan roles; antes bien, adoptan una actitud creativa y activa hacia sus roles. Las estructuras sociales limitan también el grado en el que los roles se «construyen», no sólo el grado en el que se «adoptan». Algunas estruc turas permiten más creatividad que otras. Las posibilidades de construcción del rol hacen posible los diversos cambios sociales. Los cambios ocurren en las defíniciones sociales — en los nombres, los símbolos, las clasifícaciones— y en las posibilidades de interacción. La infiuencia acumulada de estos cambios puede dar lugar a alteraciones en las grandes estructuras sociales.
Si bien Stryker ofreció un valioso punto de partida para la construcción de un interaccionismo simbólico más adecuado, su esfuerzo presenta varias limitacio nes. La que más salta a la vista es que ofreció escasas ideas sobre las grandes estructuras sociales per se. Stryker percibió la necesidad de la integración de las grandes estructuras en su obra, pero reconoció que el «desarrollo pleno del modo en que se puede realizar esta incorporación está más allá del alcance del presente ensayo» (1980: 69), Stryker atribuyó un papel futuro limitado a las variables estructurales en el interaccionismo simbólico. Abrigaba la esperanza de incorporar, en última instancia, factores estructurales tales como la clase, el estatus y el poder, como variables que constriñen la interacción, pero no desea ba que el interaccionismo simbólico analizara las interrelaciones entre estas variables estructurales. Presumiblemente, este tipo de cuestiones se dejaba a otras teorías más centradas en los fenómenos sociales macro. Asi, el interaccionismo simbólico, al igual que la mayoría de las teorias sociológicas, no carece de esfuerzos tempranos por la síntesis (Singelmann) y la integración (Stryker),
FENOMENOLOGIA Y ETNOMETODOLOGIA La sociología fenomenològica, especialmente las perspectivas de Schutz y Berger y Luckmann, es intrínsecamente integradora y sintética. Schutz se centró en el análisis de la relación entre la mícrosubjetividad y la macrosubjetividad. La perspectiva integradora de Berger y Luckmann se refleja en su modelo dialéctico de relación entre las personas y la sociedad. Sin embargo, lo que limita a ambos enfoques es que operan puramente en el reino de la subjetividad y tienen poco que ofrecer sobre la objetividad micro y macro. Merece mención también el
550
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
esfuerzo de Berger y Luckmann por sintetizar una amplia gama de perspectivas teóricas. Sin embargo, esta síntesis está limitada por la utilización de ideas pu ramente subjetivas e ignora las contribuciones de los teóricos que nos ayudan a comprender la objetividad. Incluso la etnometodología, una de las perspectivas micro mas extremas de la teoria sociológica, ha mostrado ciertos indicios de apertura hacia la síntesis y la integración. Por ejemplo, la etnometodología parece expandirse en dominios que parecen pertenecer más bien a la corriente principal de la sociología. Un buen ejemplo es el análisis de Heritage y Greatbatch (1986) de los discursos políticos británicos y de los métodos utilizados para generar el aplauso del pú blico. La tipología de estos mecanismos que estos autores desarrollaron apenas difiere de tas tipologías empleadas por otros teóricos de la sociología. Sin embargo, la etnometodología sigue atrincherada e insegura, a resultas de lo cual parece ir a contracorriente del movimiento hacia la síntesis teórica. Garfmkel, que supuestamente rechaza la idea de la síntesis, considera que la etnometodología constituye una «soeiologia inconmensurablemente alternati va» (1988: 108). Boden (1990a) cree necesario hacer una defensa fuerte, aun que algo cohibida, de las perspectivas de la etnometodología y el análisis con versacional, Es realmente cierto, tal y como Boden señala, que la etnometodología ha experimentado un aumento en lo que a número de defensores y exponentes se refiere. Sin embargo, podemos preguntarnos si ésta —o cualquier otra teoria sociológica— «se ha establecido», como Boden afirma. En cualquier caso, este argumento contradice el tema principal de este capítulo (y del siguiente): el debilitamiento de las fronteras teóricas y el surgimiento de nuevas perspectivas sintéticas. Es posible que la etnometodología sea aún demasiado joven e inse gura como para soportar la erosión de su fronteras. No obstante, la mayor parte del ensayo de Boden (1990a) se centra en los esfuerzos sintéticos que se han realizado dentro de la etnometodología, especial mente en el análisis de cuestiones integradoras tales como la relación entre la acción y la estructura, el marco de la acción y los acontecimientos pasajeros que se dan en el curso de la historia, Boden también analiza el grado en el que una serie de teóricos estadounidenses y europeos han comenzado a integrar la etnometodología y el análisis conversacional en su orientación. Desafortu nadamente, lo que brilla por su ausencia es un análisis del grado en que los etnometodólogos integran actualmente en su perspectiva ideas procedentes de otras teorías sociológicas. Los etnometodólogos reaccionan de buen grado ante el hecho de que otros teóricos integren perspectivas etnometodológicas en sus teorias, pero se muestran más bien reacios a la integración de otras ideas en su teoría. El análisis de Boden (1990b) de los vínculos de la etnometodología con el interaccionismo simbólico ha contribuido a un leve movimiento hacia la sínte sis en aquella perspectiva. El análisis conversacional, como vimos en el Capítu lo 6, se centra fundamentalmente en el habla. Como Boden señala; «El habla constituye el nervio central de la interacción social. El análisis conversacional
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-!
551
estudia el aspecto mundano de la charla momentánea de las personas en su realización cotidiana» (1990b: 244). Si bien los interaccionistas simbólicos se interesan por el habla, su principal preocupación es la acción y la interacción. Boden (1990b: 244) nos ofrece el vinculo entre tales intereses en su definición del habla como «lenguaje-interacción», señalando que «es aquí, cuando a tra vés del lenguaje aparece la acción, donde convergen el análisis conversacional y la interacción simbòlica (y viceversa)». Y llega a señalar que el mundo social requiere «ser estudiado in situ, y las fuerzas creativas de la interacción simbóli ca y el análisis conversacional descubren, en combinación, la naturaleza mo mentánea, aunque recurrente y pautada, del mundo» (Boden, 1990b: 246). Para reforzar el vínculo entre el interaccionismo simbólico y el análisis conversacional Boden sugiere una redefinición de este último. Afirma que el término anáiisis conversacional es, en realidad, demasiado estricto debido al hecho de que los investigadores se interesan, como pudimos apreciar en el Ca pítulo 6, por algo más que el simple intercambio de palabras. Sugiere, en cam bio, la denominación de «análisis interaccional» ya que los investigadores se ocupan de «todo lo que tiene lugar en la interacción, desde una pausa en la respiración hasta ta organización espacial y temporal del escenario» (Boden, 1990b: 248). AI utilizar el término análisis interaccional para describir el inte rés por fenómenos verbales y no verbales, Boden claramente coloca et análisis conversacional en las filas del interaccionismo simbólico. Como vimos en el Capítulo 5, Mead se interesó por los procesos mentales, pero los concibió como formas de ta acción y la interacción. Esta concepción forma parte del esfuerzo de Mead por extender et conductismo al reino de la mente. Boden aHrma que «et pensantienio, que en sentido meadiano constituye una interacción simbólica, se convierte en atgo concreto y disponible, tanto para analizarlo como para teorizar a través de las intensas actividades del habla en la interacción» (1990b: 253). Así, al estudiar el habla, los analistas de la conversación (y los interaccionistas simbólicos) arrojan luz sobre los procesos mentales. Asimismo, Boden intenta vincular el análisis conversacional con el interés de Blumer por la «acción conjunta». Subraya que la conversación cons tituye una acción conjunta no sólo en el sentido de que es negociada localmente, sino también en el sentido de que «el habla y las tareas se construyen mutua mente por tumos alternativos (Boden, 1990b: 255). En su conclusión, Boden nos ofrece algunos vínculos generales entre el análisis conversacional y ei interaccionismo simbólico: «Los interaccionistas simbólicos y los analistas de la conversación viajan juntos por el mismo camino a fin de examinar la interrelación de los significados, de los símbolos compartidos, de la acción conjunta y del orden social» ( 1990b: 265), Además, liga explícita mente las dos teorías a las preocupaciones integradoras que acaban de ser analiza das en el capitulo anterior. «Así, en la amplia intersección de la acción y la estructura, los sociólogos pueden esperar por lo general encontrar a interaccionistas simbólicos, así como a analistas de la conversación» (Boden, 1990b: 265; cursivas añadidas).
552
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
El esfuerzo de Boden por vincular la relación entre ei análisis conversacionai y el interaccionismo simbólico con la acción y la estructura nos conduce a la obra de Hilbert (1990) sobre la relación entre ia etnometodologia y el orden micro-macro. Hilbert rechaza la idea convencional de que la etnometodologia constituye una microsociologia, pero tampoco debe ser considerada, en su opi nión, una macrosociología. Antes bien, Hilbert afirma que la etnometodologia «trasciende» ia cuestión micro-macro porque su preocupación central son «las prácticas sociales que constituyen los métodos para la producción de la microestructura y de ia macroestructura, así como cualquier presunto “vínculo” entre ias dos» {1990: 794). Hilbert reduce, de manera en cierto modo errónea (véase el Capítulo 10), la cuestión del vínculo micro-macro a una serie de preocupaciones estructurales. Es decir, a un enfoque sobre las microestructuras, las macroestructuras y el vínculo que hay entre ellas. Desde el punto de vista de Hübert, los etnometodólogos son «indiferentes» a las estructuras en cualquier nivel. En lugar de interesarles las estructuras, ya sean micro o macro, los etnometodólogos se ocupan de las prácticas, de «los etnométodos», de «la correcta producción» de la estructura en general. Es decir, los etnometodólogos se centran en «los métodos de la produc ción, el mantenimiento, la conservación y la reproducción de la estructura so cial a través de la pertenencia al grupo, ya estén orientados a las grandes estruc turas institucionales (macro) o a las estructuras más íntimas y pequeñas (micro)» (Hilbert, 1990: 799). Hilbert nos ofrece lo que llama la «tesis radical» de la etnometodologia, que la hace trascender la cuestión del vínculo micro-macro: Los fen óm en os em p íricos que identifican lo s analistas de la con versación , pero que los m iem bros no son capaces de identificar, y... lo s fen óm en os estructurales hacia los que ios m iem bros se orientan y dan por supuestos pero que, sin em bargo, no son em píricos y no están disponibles para los científicos sociales son (sutilm ente)...
los mismos fenómenos. ’
(H ilbert, 1990; 801)
En otras palabras, los etnometodólogos creen que no es necesario hacer distinción alguna entre las estructuras micro y las macro porque, desde su punto de vista, se generan simultáneamente. Sin embargo, ni los etnometodólogos ni otros teóricos de la sociología han ofrecido la solución última a la cuestión micro-macro. El esfuerzo de Hilbert no es válido debido a su reducción de la cuestión a una preocupación por el vínculo entre las estructuras micro y macro. Como vimos en el Capítulo i O, esta cuestión implica más cosas que el simple vinculo micro-macro. No obstante, los etnometodólogos ofrecen un enfoque interesante, aunque radical, sobre esta cuestión, y la resuelven afirmando ¡que lo micro y lo macro son lo mismo! Ciertamente, un modo de analizar la cuestión micro-macro es negarse a separar los dos niveles, considerando ambos como parte del mismo proceso general.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGtCA-l
553
RESUMEN En este capítulo analizamos el movimiento hacia ia síntesis teórica en el neofun cionalismo, la teoria del conflicto, la teoría neomarxísta, el interaccionismo simbólico y la fenomenología y la etnometodología. En el siguiente capítulo retomaremos el análisis de las síntesis teóricas en la teoría del intercambio, la teoria de redes, la teoria de la elección racional, la teoría sociológica feminista, cl posmodernismo y la teoría posmarxista.
CAPITULO
13
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
TEORIA DEL INTERCAMBIO Hacía una teoría del intercambio más integradora: Emerson y Cook TEORIA DE REDES TEORIA DE LA ELECCION RACIONAL TEORIA SOCIOLOGICA FEMINISTA POSMODERNISMO TEORIA POSMARXISTA Marxismo analítico Teoría marxista posmoderna Otras teorías posmarxistas CONCLUSION
555
556
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En este capítulo concluimos el análisis de las síntesis teóricas en la teoría socio lógica contemporánea.
TEORIA DEL INTERCAMBIO Desde fecha temprana, los teóricos del intercambio han realizado esfuerzos para desarrollar una orientación teórica más integradora (para un análisis de la teoría del intercambio integradora de Blau, véase cl Capítulo 7). En este apartado analizaremos las ideas de Richard Emerson y sus discípulos, especialmente Karen Cook.
Hacia una teoría del intercambio más integradora: Emerson y Cook En dos ensayos publicados en 1972, Richard Emerson desarrolló los fundamen tos de una teoría del intercambio integrada. El primer ensayo (Emerson, 1972a) analiza las «bases psicológicas del intercambio social», mientras el segundo (Emerson, 1972b) se centra en el nivel macro y en las «relaciones de intercam bio y en las estructuras de redes». En este último ensayo Emerson expiicitó ia cuestión del vínculo micro-macro: «Intento extender la teoría dcl intercambio e investigar los niveles de análisis micro y macro mediante el estudio de las es tructuras de las redes de intercambio» (citado en Cook, 1987b: 212). Karen Cook coincide con Emerson en la importancia del estudio de las redes de inter cambio para vincular io micro y lo macro. «El uso del concepto de redes de intercambio permite el desarrollo de una teoría puente que cierre la brecha con ceptual entre los individuos aislados o las diadas y ios grandes agregados o conjuntos de individuos (v.g, grupos o asociaciones formales, vecindarios, par tidos políticos, etcétera)» (1987b: 219) ', Emerson y Cook aceptan las premisas micro de la teoría del intercambio y las toman como punto de partida, Emerson, por ejemplo, señala; «El enfoque del intercambio centra su atención en los beneficios que las personas obtienen y con los que contribuyen al proceso de la interacción social» (1981: 31), En concreto, Emerson acepta los principios conductistas del condicionamiento ope rante como punto de partida y subraya (1981: 33) tres supuestos principales de la teoría del intercambio: 1.
Las personas para quienes los eventos son beneficiosos tienden a actuar «racionalmente» a fín de que estos eventos ocurran.
' Emerson y Cook (y también Blau) no han sido los únicos que se han esforzado por desa rrollar teorías integradas del intercambio. Véase también Uehara (!9 9 0 ) y W ilier, Markovsky y Patton (1989),
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
2. 3.
557
Las personas acaban finalmente saciadas de los eventos conductuales, de manera que la utilidad de estos eventos disminuye. Los beneficios que obtienen las personas de los procesos sociales dependen de los beneficios que son capaces de proporcionar en el intercambio. Esto confiere a la teoría del intercambio «su preocupación focal por el fiujo de beneficios en la interacción social».
Todo esto nos resulta bastante familiar porque lo hemos analizado exhaus tivamente en el Capítulo 7. Sin embargo, al término de su primer ensayo de 1972, de orientación micro, Emerson comienza a desarrollar una teoría del in tercambio de naturaleza conductista en una dirección diferente: «En este capi tulo, nuestro principal propósito es incorporar principios operantes para poder analizar situaciones más complejas que ias que estudia la psicología operante» (1972a: 48). El segundo ensayo de 1972 comienza con esta cuestión: «El propósito de este ensayo es abordar la construcción de una teoría del intercambio social que conciba la estructura social como una variable dependiente» (Emerson, 1972b: 58). Mientras en el primer ensayo Emerson se centra en un actor individual implica do en una relación de intercambio con su entorno (por ejemplo, una persona que pesca en un lago), en el segundo se preocupa por las relaciones de intercambio social y por las redes de intercambio. Los actores en la teoría macro del intercambio de Emerson pueden ser indi viduos o colectividades. Lo que a Emerson le interesa aquí es la relación de intercambio entre los actores. Una red de intercambio tiene los siguientes com ponentes (Cook et al., 1983: 277): 1. 2. 3. 4. 5.
Un conjunto de actores que pueden ser individuos o colectividades. Recursos valiosos que se distribuyen entre los actores. Existe una serie de oportunidades de intercambio entre todos los acto res de la red. Las relaciones de intercambio, o las oportunidades de intercambio, existen entre los actores. Las relaciones de intercambio están conectadas unas a otras en una única estructura de red.
En suma: «Una “red de intercambio” es una estructura social especifica formada por dos o más relaciones de intercambio conectadas entre los actores» (Cook e ta l., 1983:277). La naturaleza (y la intensidad) de la conexión entre las relaciones de inter cambio tiene gran importancia y es crucial para vincular el intercambio entre dos actores (intercambio diadico) con los macrofenómenos (Yamagishi, Gill more y Cook, 1988: 835). La conexión entre dos o más relaciones diádicas es «positiva» si el intercambio en una relación depende del intercambio en la otra relación. La conexión es «negativa» cuando el intercambio en una relación de-
558
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
RICHARD EMERSON; Reseña biográfica Richard Emerson nació el año de 1925 en Sait Lake City, Utah. Creció cerca de las montañas y durante su vida nunca perdió de vista los ríos, las cimas de las montañas y los glaciares. Uno de sus logros personales más apreciados fue su participación en el ascenso al monte Eve rest en 1963. Los detalles de esta experiencia se encuentran en su artículo «Everest Traver se>> publicado en el número de diciembre de 1963 de la revista Sierra Club Anr}ual Bulletin y en otro publicado en 1966 en Sodometry. La Fundación Nacional de la Ciencia le concedió una beca para estudiar el comportamiento del grupo bajo el estrés prolongado de la escalada. Este proyecto recibió ta Medalla Hubbard, entregada a Emerson por el Pre sidente Kennedy en julio de 1963 en nombre de la Natiorial Geographic Society. Su pasión por el monte y la vida social rural de los pueblos montañosos de Pakistán se convirtió en una fuente constante de inspiración sociológica para Richard Emerson a lo largo de su carrera. Estos estrechos contactos personales con los equipos de expedición, donde el estrés que producía el entorno aumentaba la intensidad de la cooperación y la competencia guia ron con frecuencia sus estudios sobre la conducta interpersonal, el compor tamiento grupal, el poder y la influencia social. Tras la Segunda Guerra Mundial y una estancia obligatona con el ejérci to en Europa Occidental, terminó sus estudios en la Universidad de Utah en 1950 y se trasladó para licenciarse (1952) y luego doctorarse (1955) a la Universidad de Minnesota, donde eligió la sociología como especialidad principal y la psicología como secundaria. Tituló su tesis doctoral «Los determinantes de la influencia en los grupos cara a cara». Emerson obtuvo su primer puesto académico en ia Universidad de Cinclnnati (1955-1964). Cuando Emerson abandonaba Cincinnati comentó: «un
pende de la ausencia de intercambio en la otra. (También pueden darse co nexiones mixtas, es decir, con elementos positivos y negativos [Cook y Gillmo re, 1984],) Tanto en las conexiones positivas conno en las negativas (asi como en las mixtas), lo más importante son las relaciones de dependencia entre los intercambios diádicos. Asi, por ejemplo, dos relaciones diádicas, A-B y A-C, forman una red mínima (A-B-C) cuando ei intercambio en una depende del intercambio (o de la ausencia de intercambio) en otra. Para que se desarrolle una red de intercambio no basta con que A, B y C pertenezcan al mismo grupo; ha de existir una relación de contingencia entre los intercambios en A ~B y en B-C. Asi, una teoria de redes de nivel macro no es suficiente per se; son necesa rios los principios micro de la teoría del intercambio.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
55 9
tema recurrente de mi obra cristalizó en mi articulo sobre las relaciones de poder-dependencia. Sin embargo, esta teoría constituye claramente un tram polín hacia el futuro más que un resumen del pasado. Tengo planes especí ficos que incluyen el análisis teórico y empírico de la estratificación y la estructura de poder en la comunidad». Estaba trabajando sobre este asunto cuando le sobrevino inesperadamente la muerte en diciembre de 1982. Su obra sobre las relaciones de poder-dependencia (1962) constituye en la ac tualidad un clásico muy citado que ha influido sobre una buena parte de los trabajos actuales sobre el poder en la sociología estadounidense. Otros dos trabajos suyos han sido también muy influyentes. Se trata de sus dos capítulos sobre la teoría del intercambio social escritos en 1967 y publicados en 1972. Los terminó en la Universidad de Washington, a la que se incorporó en 1965. Estoy segura de que el noroeste le atrajo debido al monte Olympus y a la Cordillera de las Cascadas. La influencia de Emerson en la teoría sociológica cristalizó durante su estancia en la Universidad de Washington, donde colaboró con Karen Cook durante diez años (1972-1982) en el proyecto de desarrollo empírico de la teoría del intercambio social. Realizaron un programa de investigación en el primer laboratorio informatizado de investigación de los Estados Unidos. La Fundación Nacional de la Ciencia les concedió tres becas sucesivas para la realización de este proyecto. Sus antiguos colegas y estudiantes recuerdan a Emerson como un «pen sador». Este aspecto de su personalidad se aprecia con claridad en la si guiente cita de su artículo titulado The New Professors [Los nuevos profeso res] publicado en 1960 en el libro de Bowen: «Por tanto, ¿qué valor tiene el estudio académico (es decir, no práctico, alejado-de-la-vida) de un tema? También la gente se hace esta pregunta. Estas preguntas son difíciles de responder porque los que se las plantean nunca han escalado un monte y no tienen interés por ningún tema. Mi opinión es que están muy alejados de la vida». ’ K a re n C o o k e s la a u to ra d e e s ta re s e ñ a b io g rá fic a
En un estudio de 1983, Cook et aL intentaron analizar la relación entre la teoría del intercambio y la teoría de redes en función de la cuestión del poder y la dependencia. Emerson definió originalmente el poder como «el nivel de cos te potencial que un actor puede inducir a otro a “aceptar”», mientras la depen dencia implica «el nivel de coste potencial que acepta un actor en una relación» (1972b: 64). Esto nos lleva a la teoría del poder-dependencia de Emerson, que Yamagishi y sus colegas resumen de este modo: «El poder de una parte sobre otra en una relación de intercambio es una función inversa de su dependencia de la otra parte» (1988: 837). El poder desigual y la dependencia conduce a desequilibrios en las relaciones, pero con el tiempo, estas se orientan hacia una relación de poder-dependencia más equilibrada.
560
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En su explicación de la dependencia y el poder, la teoria estructural de redes analiza cosas tales como la centralidad estructural, mientras la teoría del intercambio se ocupa de la relación diadica entre los actores. La investigación de Cook y otros (1983) tiende a encontrar evidencias de la importancia de la relación de intercambio y pone de manifiesto la debilidad del enfoque estructu ral de redes. Sin embargo, Cook y otros (1983: 298) son plenamente conscien tes de los sesgos micro de la teoría del intercambio y de la necesidad de elevarla de nivel e integrar en ella un nivel macroscópico. Para distanciarse del enfoque diàdico de la teoría del intercambio y aproxi marse a un análisis del poder de una posición en una estructura, Cook y Emer son señalan que la determinación del poder de una posición se basa en el grado de dependencia de toda la estructura con respecto a esta posición. Esta depen dencia sistèmica constituye, en su opinión, una función tanto de la centralidad estructural de ta posición como de la naturaleza de las relaciones de poderdepcndencia. Recurren a un enfoque centrado en la «“vulnerabilidad” para ele var la teoría del poder-dependencia desde el nivel analítico diàdico hasta otro nivel analítico más macroestructural» (Cook ct al., 1983: 301). La vulnerabili dad implica la dependencia respecto de una red de una posición estructural particular. Cook y sus colegas concluyen: Es evidente que la integración de los principios de la teoria estructura! de redes con la teoría de las redes de intercam bio proporciona ideas útile.s sobre la dinám ica del poder en las redes de relacion es de intercam bio con ectad as... Esta form ulación teórica ofrece un p rocedim iento ex p líc ito para vincular la conducta de lo s actores en el intercam bio con las propiedades de la red... y sugiere m ecan ism os que pueden dar lugar a «transform aciones p osib les» de estas redes com o resultado de la dinám ica de poder o de los cam b ios en la naturaleza de las c o n ex io n es de intercam bio. (C ook et al., 1983: 303)
Yamagishi, Gillmore y Cook (1988) van aún más lejos en su esfuerzo por vincular la teoría del intercambio y la teoría de redes. Afirman que el poder (y la dependencia) son preocupaciones centrales para la teoría del intercambio, pero constatan que el poder no puede ser estudiado significativamente en la diada. Antes bien, el poder «es fundamentalmente un fenómeno social estructu ral» (Yamagishi et al., 1988: 834), Estos autores son capaces de generar predic ciones sobre ta distribución del poder en todos tos tipos de redes de intercambio —positivas, negativas y mixtas— verificándolas en experimentos y simulacio nes informáticas. Un análisis plenamente satisfactorio debe implicar ta preocu pación tradicional de la teoria del intercambio por los procesos que ocurren dentro de las relaciones de intercambio, así como el interés tradicional de ta teoría de redes por tos vínculos entre las relaciones de intercambio. Más recientemente, Cook, O ’Brien y Kollock (1990) han defínido ia teoría del intercambio en términos intrínsecamente integradores y señalado que se centra en los intercambios en varios niveles de análisis, incluidos los intercam-
SINTESIS DE LA TEORIA SOClOLOGICA-ll
561
bios entre individuos, corporaciones y estados nacionales. Identifican dos co rrientes de trabajo en la historia dcl intercambio: una en el nivel micro, centrada en la conducta social como intercambio, y otra en el nivel macro, preocupada por la estructura social como intercambio. Consideran que la fuerza de la teoría del intercambio reside en la integración micro-macro puesto que «incluye en un sólo marco teórico proposiciones que son aplicables tanto a actores individua les como al nivel macro (o nivel sistèmico), e intenta formular explícitamente las consecuencias que tos cambios en un nivel tienen en los otros niveles de análisis» (Cook, O’Brien y Kollock, 1990: 175). Cook, O ’Brien y Kollock identifican tres tendencias contemporáneas hacia una teoría del intercambio más integrada. La primera es el creciente uso de la investigación de campo centrada en cuestiones más macroscópicas, que com plementan el uso tradicional de los experimentos de laboratorio para estudiar cuestiones microscópicas. La segunda es el giro, analizado antes, del trabajo sustantivo desde un enfoque diàdico hacia una aproximación al estudio de las grandes redes de intercambio. Y la tercera y más importante es el esfuerzo continuado por sintetizar la teoría del intercambio y las sociologías estructura les, especialmente la teoría de redes. (En breve analizaremos con mayor deteni miento la teoría de redes.) En el curso de su investigación, Cook, O ’Brien y Kollock exponen las ven tajas de la integración de ideas derivadas de una variedad de teorías micro. La teoría de la decisión nos ofrece «una mejor comprensión del modo en que los actores hacen que sus elecciones sean relevantes para las transacciones» (Cook, O ’Brien y Kollock, 1990: 168), En términos generales, la ciencia cognitiva (que incluye la antropologia cognitiva y la inteligencia artificial) arroja «más luz sobre el modo en que los actores perciben, procesan y recogen la información» (Cook, O ’Brien y Kollock, 1990: 168), EÌ interaccionismo simbólico nos pro porciona conocimiento sobre el modo en que ios actores comunican mutuamen te sus intenciones, algo importante para el desarrollo de la confianza y el com promiso en las relaciones de intercambio. En términos generales, Cook, O ’Brien y Kollock consideran que su versión sinK'tica de la teoría del intercambio es capaz de analizar la importantísima cuestión de la relación acción-estructura. En su opinión: «De entre un número limitado de orientaciones teóricas de las ciencias sociales, la teoría del intercambio conceptualiza explícitamente ia re lación entre los actores intencionales con las estructuras» (Cook, O ’Brien y Kollock, 1990: 172). Aunque los propósitos integradores de la versión de Emerson y Cook de la teoría del intercambio tienen mucho mérito, es preciso mencionar la debilidad de su esfuerzo en el nivel microsubjetivo. Adviértase, por ejemplo, la conclu sión de uno de sus estudios: «Ei poder es una función de la posición en la red, incluso cuando tos ocupantes de las posiciones ignoran la estructura real de la red y su propia posición en ella» (Cook et al., 1983: 281). Si bien la estructura puede actuar a espaldas de los actores, la teoria del intercambio integrada nos ofrece poco sobre tos procesos conscientes.
562
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
TEORIA DE REDES Como hemos señalado varias veces eri el presente capitulo, la teoría de redes es harto prometedora desde el punto de vista de la síntesis teórica. La teoría de redes se centra en la estructura social, en el armazón de vínculos que liga a los miembros individuales {Granovetter, 1973, 1983, 1985; Wellman y Wortiey, 1990) y colectivos {Baker, 1990; Clawson, Neustadtl y Bearden, 1986; Mizruchi y Koenig, 1986) de la sociedad. Aunque pueden considerarse como estructuras profundas, es decir, estructuras que se ocultan bajo la super ficie (Wellman, 1983), su significado se acerca más a la concepción socioló gica tradicional de la estructura social que a las estructuras que interesan, por ejemplo, a los estructuraiistas franceses {véase el Capítulo 9), Es esta proxi midad al sentido tradicional de estructura social la que hace atractiva a la teoría de redes para los que se interesan por la síntesis. Además, como las redes pueden ser micro (entre actores individuales) o macro (entre actores colec tivos), tanto las teorias históricamente micro (por ejemplo, la del inter cambio) como macro (por ejemplo, la del conflicto) pueden ser integradas en la teoria de redes. Es más, este interés de la teoría de redes por las redes mi cro y macro hace que sea, ai menos en algunos sentidos, intrinsecamente inte gradora. Como hemos mencionado más arriba, lo más interesante son los vínculos emergentes entre la teoría de redes y la teoría del intercambio (y, como ya se ha señalado, entre la teoría de redes y la teoría del conflicto). La teoría de redes parece ofrecerse a la teoría del intercambio como una macroteoría sumamente compatible que complementa ta microorientación básica de la teoría derivada del condüctismo y de la teoría de la elección racional. Por ejemplo, los teóricos de redes, al igual que los teóricos del intercambio, apenas se interesan por los motivos individuales. El interés de los teóricos de redes por los vínculos ob jetivos se combina bien con la preocupación de los teóricos dei intercambio por las pautas objetivas de conducta. Para decirlo en términos negativos, la teoría de redes no casa tan bien con las teorias sociológicas centradas en la conciencia (el interaccionismo simbólico, la fenomenología, el existencialismo). Por otra parte, la teoria del intercambio no encajaría tan bien con la orientación subjeti vista (macro) de otras macroteorías tales como el funcionalismo estructural y la teoria critica. La teoria de redes también permite a los teóricos del intercambio ver las diadas, que tradicionalmente constituyen el objeto de su interés, enmar cadas en grandes redes o en relaciones amplias. Esto significa que los teóricos del intercambio pueden examinar la influencia de las transacciones del inter cambio interpersonal en las grandes redes y, a la inversa, la influencia de esas redes en las transacciones del intercambio. Sin embargo, Cook, O ’Brien y Ko llock, al igual que otros (por ejemplo, McMahon, 1984), son conscientes de los riesgos que supone impulsar una teoría tradicional mente micro en una direc ción macro:
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
563
A unque la teoria de las redes de intercam bio supone una gran prom esa, hay riesgos laten tes en todo intento de extender un m arco teórico m icro plenam ente desarrolla do hacia n iv eles m ás macro. La teoría del intercam bio requiere una e sp ecific a ció n más ex p lícita de los p rocesos que ocurren en el n ivel m acro para poder ex p lica rlo s, y cierta v isió n de la naturaleza de esto s p rocesos en el n iv el m acro en relación con otras estructuras y ev en to s ex isten tes (por ejem p lo, un reco n o cim ien to ex p lícito de los con textos histórico, p o litic o e in stitu cion al en lo s que su elen producirse los acon tecim ien tos que interesan). {C ook , O ’B rien y K o llo ck , 1990: 17 4 -1 7 5 )
Si bien se están realizando diversos esfuerzos por lítilizar la teoría de redes en el intento de desarrollar teorías más integradas y sintéticas, también existen esfuerzos dentro del marco teórico de la teoría de redes para desarrolJar esta orientación. Ronald Burt (1982) se ha situado a la cabeza de los teóricos de redes que han intentado desarrollar un enfoque integrado en lugar de otra forma de deter minismo estructural. Burt comienza su trabajo expresando el cisma que se pro duce en la teoría de la acción entre las orientaciones «atomista» y «normativa». La orientación atomista «supone que actores separados evalúan de manera in dependiente acciones alternativas, de manera que las evaluaciones se hacen al margen de otros actores», mientras la «perspectiva normativa se define por la existencia de actores separados dentro de un sistema que tienen intereses interdependientes, normas sociales generadas por actores que se socializan unos a otros» (Burt, 1982: 5). Burt desarrolla una perspectiva que «esquiva el cisma entre la acción ato mista y la normativa», y que «constituye menos una síntesis de las dos perspec tivas de la acción, que una tercera vía que conecta inteiectualmente ambas» (1982: 8). Admitiendo que toma prestadas ideas de las otras dos perspectivas, Burt desarrolla lo que denomina una perspectiva estructural que difiere de las otras dos «en el criterio del postulado de la evaluación marginal. Ei criterio utilizado en la perspectiva estructural que propongo es el conjunto de estatus/
Acción
Figura 13.1.
Modelo integrado de Ronald Burt.
564
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
roles del actor generado por la división del trabajo. Un actor evalúa la utilidad de las acciones alternativas en parte en función de sus condiciones personales y en parte en función de las condiciones de los otros» (1982: 8). Burt considera que su enfoque es una extensión lógica de la perspectiva atomista y una «res tricción empíricamente precisa» de la teoría normativa. La Figura 13.1 describe la teoria estructural de la acción de Burt, Burt ex plica la premisa de una teoría estructural de ta acción: «los actores son intencio nales bajo constricciones de la estructura social» (1982: 9). En su opinión: Los actores se encuentran a sí mismos en una estructura social. Esa estructura social define sus semejanzas sociales, lo que a su vez moldea sus percepciones de las ventajas que generará la elección de cada una de las diversas acciones alterna tivas. Al mismo tiempo, la estructura social constriñe diferencialmente la capaci dad de elección de los actores. Las acciones finalmente elegidas constituyen, por tanto, una función conjunta de los actores que persiguen sus intereses hasta el limite de su capacidad, en la que tanto los intereses como la capacidad vienen determinados por la estructura social. Finalmente, las acciones elegidas bajo la constricción de ia estructural social pueden modificar la estructura socia!, y estas modificaciones pueden potencialmente crear nuevas constricciones a tas que se habrán de enfrentar los actores en la estructura. (Burt, 1982:9)
TEORIA DE LA ELECCION RACIONAL La teoría de la elección racional es muy interesante desde el punto de vista de la síntesis teórica. Por un lado, se trata de una de las teorias micro más extremis tas de la sociología. Esta teoría se apoya en el individualismo metodológico e intenta fundamentar una teoría sociológica sobre una antropología filosófica (homo economicus) del actor racional, maximizador y egoísta que elige co rrecta y eficazmente los medios alternativos que le permiten alcanzar sus fines con arreglo a la información de que dispone. Esta antropología filosófica fue rechazada por muchos de los primeros teóricos de la socioiogia en su esfuerzo por desarrollar una concepción más realista, es decir, menos racional del actor guiado por cosas tales como tas creencias. Además, muchos teóricos que se han esforzado por desarrollar teorías más macrooríentadas han rechazado el ex tremismo micro de la teoría de la elección racional. Sin embargo, el reciente éxito de ta economia ha llevado a muchos sociólogos a aceptar de nuevo el modeto micro del actor racional para desarrollar teorías limpias, simples y ele gantes. Ya hemos estudiado en detalle ci esfuerzo reciente de Coleman por desa rrollar una teoría de la elección racional más integrada (véase el Capítulo 10), Friedman y Hechter (1988, 1990) son también exponentes de una teoría de la elección racional más integrada y sintética. Reconocen algunas de las limita ciones de ta teoría y, entre otras cosas, aconsejan la ampliación del modelo
SINTESIS DE LA TEORÌA SOCIOLOGICA-II
565
micro en cuestiones tates como ta racionatidad de tos actores individuates y sus timitaciones internas y et origen de tas preferencias de tos actores. En otras palabras, defienden una mayor integración en tos niveles micro y, al menos, cierto movimiento hacia teorías micro tales como el interaccionismo simbólico y la etnometodologia. Además, aconsejan una mayor integración con preocupa ciones macro tates como el modo en que et agregado de acciones individuates conduce a resultados macrosociales y el modo en que actores egoístas racio nales producen instituciones. Friedman y Hectiter defienden una concepción más satisfactoria del actor y una mayor preocupación por las diversas facetas del vínculo micro-macro. Estos persiguen un tipo de teoría de la elección racional más sintético de lo que solemos encontrar en este tipo de literatura: «¿Por qué preferir, pues, la teoría de la elección racional? Quizás ta mejor razón es que se preocupa explícitamente por ta vinculación de los niveles de análisis micro y macro, más que por establecer la supremacía analítica de uno sobre otro» (1988: 212), Salta a la vista que su esfuerzo refleja una imagen de ta teoria de la elec ción racional que no incluye et extremismo micro que normalmente te asociamos. Mientras la mayor parte de tas teorías que acabamos de analizar intenta la integración de las teorias sociológicas existentes, con frecuencia estadouniden ses, existe también otro tipo de síntesis en la teoría sociológica. Se trata de ta integración a ta teoría estadounidense de ideas y teorías derivadas de otras dis ciplinas y/o naciones^.
TEORIA SOCIOLOGICA FEMINISTA Como señalamos en et Capitulo 8, la teoría sociológica feminista es intrínse camente sintética, puesto que se tía formado a partir de ta intersección de tres teorías generales: teorías de tas diferencias de género, entre ellas la teoría biológica, institucional, y sociopsicológica det género; teorías de la desigualdad entre los géneros, entre ellas et feminismo liberal y el feminismo marxista; y teorías de ta opresión de género, que incluyen ta teoría psicoanalitica, la femi nista radical y la feminista socialista. Algunos de estos sistemas de ideas son propios de la sociología, mientras otros incorporan a la sociología ideas deriva das de diversas fuentes externas. La confluencia de estas fuerzas internas y externas conduce at desarrollo de una teoría sociológica feminista distintiva. Aunque aún es joven y se encuentra en fase de desarrollo, parece evidente que esta teoría (o teorías) se expandirá y consolidará en los próximos años. Además de la inmediata integración de la teoría feminista en la teoría socio lógica (Alexander, Colomy y los neofuncionalista. Fine y tos interaccionistas ^ Este esfuerzo tío es nuevo; la teoría sociològica siempre estuvo abierta a estas ideas. Este trabajo tiene importancia aquí porque en la actualidad forma parte de un movimiento integrador más general.
566
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
simbólicos, y otros la acogen de buen grado), Lengermann y Niebrugge-Brantley (1990) proponen otras áreas de desarrollo futuro. Si bien aconsejan centrar se en las situaciones subjetivas y microsociales, son conscientes de la necesidad de vincularlas a los fenómenos macro. Describen la «tensión dialéctica entre la necesidad de centrarse en el individuo y la necesidad igualmente necesaria de generalizar» (Lengermann y Niebrugge-Brantley, 1990; 330). Estudian tam bién la actitud critica de las sociólogas feministas hacia la afición de la sociolo gía por la retórica dualista (por ejemplo, la terminología femenino-masculino y micro-macro) e intentan desarrollar concepciones más integradas del mundo social.
POSMODERNISMO Analicemos ahora la relación entre el movimiento hacia la síntesis teórica en la sociología y uno de los desarrollos intelectuales multidisciplinares más impor tantes de los últimos tiempos; el posmodernismo (D. Harvey, 1989; Kellner 1988, 1990a), en particular el que exponen las obras de pensadores como Jean Baudrillard (1983; véase también Bogard, 1990), Jean-FranQois Lyotard (1984) y Frederic Jameson (1984; véase también Kellner, 1990b). En este apartado sólo estudiaremos la pequeña parte del pensamiento pos modernista que guarda relación con nuestra preocupación por las síntesis teó ricas. En el siguiente apartado analizaremos la influencia de la teoria posmodema en el pensamiento posmarxista. Hay muchos otros aspectos del pensamiento posmodemo que son relevantes para la sociología contemporánea, pero el aná iisis exhaustivo de todas las implicaciones del posmodemismo está fuera del alcance de estos apartados. Por un lado, el posmodemismo no es una teoría coherente. Como Kellner señala: «No existe una “teoría social posmoderna” unificada», sino una «pluralidad de teorías y pwsiciones posmodemas diferen tes» (1990a: 257). Y con más dureza, Callinícos afirma: «Los productores de este discurso... han ofrecido definiciones incoherentes entre sí, internamente contradictorias y/o desesperadamente vagas» (1990: 2). Por otro lado, la teoría posmoderna se manifiesta en una amplia variedad de campos como el arte, la arquitectura, la literatura, el cine, la filosofía, la teoria cultural, la teoría social, etcétera. Y además, la teoría social posmoderna guarda relación con el desarro llo de una sociedad posmoderna, y hay incluso menos coincidencia en la defi nición de la sociedad posmoderna que en la de la teoría social posmoderna. Es evidente que la sociedad posmoderna representa una ruptura con la so ciedad moderna o una ruptura en esta sociedad; la posmodernidad sobreviene tras la modernidad. Sin embargo, no está claro si se ha producido una ruptura radical entre la modernidad y la posmodernidad y, si no imposible, resulta difí cil distinguirlas con precí^ón. No hay acuerdo alguno en tomo a la descripción de la sociedad posmoderna, pero si hemos de ofrecer uíi ejemplo, he aquí ia de Lyotard:
SINTESIS DE LA TEORÌA SOCIOLOGICA-II
567
El ecle ctic ism o ... de la cultura generai contem poránea: escu ch am os reggae, vem o s una p elícu la del o este, vam os a alm orzar a M cD onald y a cenar a un restaurante locai, llev a m o s perfum e parisino en T okio y ropas «retro» en H ong Kong; el co n o cim ien to es un asunto de los con cu rsos te le v isiv o s. Es fácil encontrar un pú b lico para obras eclé c tica s. C onvertido en kitsch destin ad o para el gusto popular, el arte alim enta la co n fu sió n que reina en el «g u sto » de lo s patrones. L os artistas, los propietarios de las galerías de arte, lo s críticos y el público nadan ju n to s en el «todo v ale» y la indiferencia reina en nuestra época.
(Lyotard, 1984: 76) Esta es una imagen de la sociedad posmoderna pesimista y muy crítica. Hay otras muchas descripciones, así como perspectivas que rechazan totalmente la idea de una nueva sociedad posmoderna. Expreso mi rechazo absoluto a esta creencia. En mi opinión no vivim os unos «Tiem pos N u ev o s» , en una «era posm oderna y posindustrial» fundam entalm ente diferente del m odo de producción capitalista que ha dom inado el m undo durante lo s dos ú ltim os sig lo s. (C a llin ico s, 1990: 4)
Si dispusiéramos de más espacio y tiempo intentaríamos clasificar las di versas imágenes de la sociedad posmoderna y el conjunto de teorías sobre esta sociedad. Aunque hay largas listas de características que diferencian e! moder nismo del posmodernísmo, el modernismo se considera altamente racional y rígido, mientras el posmodernismo parece más irracional y flexible. Sin embar go, nuestra preocupación central en este apartado no es la naturaleza del moder nismo y el posmodernísmo (aunque tocamos este tema en Capitulo 4 en nuestro análisis del fordismo y el posfordismo). Lo que sí es relevante es el hecho de que el posmodemismo adopta una serie de perspectivas que suponen el movi miento hacia las síntesis de ia teoría sociológica. En este apartado examinare mos este conjunto de ideas. Las ideas más relevantes para este análisis son las de Jean-Fran<;ois Lyotard, quien dedica más atención al conocimiento posmo demo que a la sociedad posmoderna. Lyotard (1984: xxiii) comienza identificando el conocimiento moderno (cien tífico) con el tipo de gran síntesis (o «metadiscurso») que hemos asociado con ia obra de teóricos tales como Marx y Parsons. Los tipos de narrativas ambicio sas que este pensador relaciona con la ciencia moderna incluyen «la dialéctica del espíritu, la hermenéutica del significado, la emancipación del sujeto racio nal o dei trabajador, o ia creación de riqueza» (Lyotard, 1984: xxiii). Si Lyotard identifica el conocimiento moderno con ias metanarrativas, en tonces el conocimiento posmodemo implica un rechazo de estas grandes narra tivas. Como Lyotard señaló: «Simplificando al máximo, defino el término postnodtrno como la incredulidad en las metanarrativas» (1984: xxiv). Y con más dureza, afirma: «Declaremos una guerra abierta a la totalidad... activemos las diferencias» (Lyotard, 1984: 82). De hecho, el posmodernísmo celebra que existan
568
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
diversas perspectivas teóricas; «El conocimiento posmoderno no sólo constitu ye una herramienta para las autoridades; aumenta nuestra sensibilidad hacia las diferencias y refuerza nuestra capacidad de tolerancia hacia lo inconmensura ble» (Lyotard, 1984: xxv). En estos términos, la sociología ha dejado atrás la era moderna y ha entrado en la posmodema en su búsqueda de una variedad de síntesis más específicas. En opinión de Fraser y Nicholson, Lyotard prefiere las «narrativas localizadas y pequeñas» a las «metanarrativas» o grandes narrati vas de la modernidad (1988: 89). Las nuevas síntesis analizadas a lo largo de este y el anterior capítulo pueden considerarse como ejemplos de esta narrati vas sociológicas «pequeñas» y «localizadas». Mientras Lyotard rechaza la gran narrativa en general, Baudrillard rechaza la idea de una gran narrativa en sociología. Por un lado, Baudrillard niega la idea general de lo social. Por otro, esto le lleva a un rechazo de la metanarrativa sociológica relacionada con la modernidad: ... Ei gran principio organizador, la gran narrativa de io social que encuentra su ap oyo y ju stifica ció n en las id eas del contrato racional, la socied ad c iv il, el progre so, el poder, la producción, es a lg o que e x istió alguna v e z , pero ya no ex iste. La era de la p erspectiva de lo social (que c o in cid ió lógicam en te con ese periodo m al d e fi nido que se co n o ce co m o m odernidad)... ha term inado. (B ogard, 1990: 10).
Así, los posmodernistas abogan por el rechazo de las metanarrativas en general y de las grandes narrativas en sociologia en particular. Otro aspecto dcl posmodemismo que nos interesa es su tendencia a «subvertir» y «hacer estallar» las fronteras entre las disciplinas y subdisciplinas y a crear una perspectiva multidisciplinar y multidímensional que sintetice ideas proce dentes de una amplia serie de campos (por ejemplo, la filosofía, la economía politica, la teoría cultural, la historia, la antropología y la sociología) y de pers pectivas dentro de una determinada disciplina. El posmodemismo proclama el final de una era de la vida intelectual y social el comienzo de la búsqueda de «nuevos paradigmas, nuevas políticas, y nuevas teorías» (Kellner, 1990a: 276), Desde el punto de vista de Kellner, estas nuevas teorías implicarán nuevas con catenaciones de marxismo, teoría crítica, feminismo, teoria social posmodema y otras corrientes de teoría social crítica para resolver nuestros problemas teóri cos y políticos. Desde la perspectiva específica de la sociología, esto se encama en los esfuerzos por desarrollar nuevas teorías sintéticas a partir de ideas deri vadas de una amplia serie de fuentes teóricas. Otro aspecto interesante del posmodemismo es su tendencia a considerar las diversas teorías como textos, como constmcciones retóricas de ios teóricos (Brown, 1990b), Considerar las teorías como constructos retóricos lleva a des truir la autoridad de las teorías y su estatus privilegiado. Esto conduce a una perspectiva de la ciencia en general y de la sociología en particular que las
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
569
considera «una conversación entre estudiosos/retóricos» (Brown, 1990b: 189). En esta conversación desmitificada los teóricos pueden tomar prestadas libre mente ideas de los demás para crear la gama de nuevas teorías sintéticas anali zadas en este y en el anterior capítulo. En suma, ei posmodernismo presenta cuatro características sumamente re levantes para el movimiento hacia las nuevas sintesis en sociología. En primer lugar, et rechazo de ia anterior búsqueda de una única y gran teoria sintética. En segundo lugar, la aceptación de una gama de esfuerzos sintéticos de menor alcance. En tercero, la destrucción de las fronteras disciplinares y la idea de que las nuevas sintesis pueden inspirarse en ideas pertenecientes a varias discipli nas diferentes. En cuarto, ia desmitificación de ta retórica teórica, que permite a tos sociólogos tomar prestadas libremente las ideas de otros para crear teorías sintéticas. Es preciso mencionar otra cuestión acerca del posmodemismo. Weínstein y Weinstein (1990) han vinculado explícitamente el posmodernismo con el tema del Apéndice de este libro: la metateorización en sociología (véase también Ritzer, 1991a). En pocas palabras, la metateorización implica el estudio siste mático de la teoria sociológica. La metateorización tiene muchos elementos en común con el posmodemismo y, hasta cierto punto, puede ser considerada como un desarrollo posmodemo de la teoría sociológica. Los trabajos posmodemos más básicos son anteriores en el tiempo al reciente surgimiento del interés por ta metateoría, por lo que puede afirmarse que desempeñaron un importante pa pel en su desarrollo. Sin embargo, las referencias claras al posmodernismo y su vínculo con la metateoría son bastante recientes. Así, parece probable que tas mismas condiciones que hicieron atractivo el posmodemismo a los ojos de los teóricos de la sociología hayan contribuido al desarrollo dé la metateoría. La metateoría, al igual que el posmodernismo, desmitifica y relativiza todos los enfoques teóricos. La metateoría no se centra en el análisis de cómo debe ser ta teoría sociológica, sino en el estudio y comprensión de to que es en todas sus ramas, variedades y manifestaciones. Para algunos metateóricos esta mayor com prensión constituye un fm en sí, mientras para otros representa un medio para la creación de una nueva teoria o de una perspectiva teórica engloba dora. Podemos captar el significado de la metateoría analizando el término pos modernista «deconstrucción». Como defensores de la deconstrucción, los metateóricos releen y reanalizan a teóricos, teorías sociológicas, paradigmas, etcéte ra. Y los estudian como «textos» que requieren una reinterpretación mediante el uso de perspectivas y herramientas contemporáneas (Harvey, 1989). Ei objeto de esta deconstrucción suele ser una mayor comprensión de lo que se reanaliza. La deconstrucción también puede utilizarse para realizar el propósito más cons tructivo de combinar diversos conjuntos de ideas derivadas de varias perspecti vas para formar una nueva teoría. Otra orientación compartida por metateóricos y posmodernistas es su actitud critica hacia tas grandes narrativas, las metana-
570
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
rrativas o las totalizaciones Podemos apreciar con claridad que ninguna de las metanarrativas sociológicas es satisfactoria, por no decir adecuada para anali zar la sociedad en su conjunto. Los metateóricos, en lugar de quedar atrapados en la batalla entre las grandes narrativas deficientes, han dedicado su atención a estudiarlas, a identificar las razones de sus defectos y los modos en que pueden superarse mediante nuevos esfuerzos sintéticos más acotados (Antonio, 1990; Antonio y Kellner, en prensa). Aunque no explícitamente, estos esfuerzos sintéticos están en consonancia con la noción posmoderna de que deben destruirse las fronteras entre las teorías existentes. La mayoría de las síntesis teóricas contemporáneas analizadas en este capítulo se derivan de meticulosos análisis metateóricos de una o más teo rias existentes, y se orientan a la producción de nuevas síntesis teóricas a partir de una serie de teorías sociológicas. En estos y otros sentidos, el posmodemismo es sumamente relevante no sólo por lo que respecta a los desarrollos en la teoría sociológica, sino también por lo que respecta a los desarrollos metateóricos en la sociología. En el si guiente apartado dedicado a la teoría posmarxista diremos más cosas sobre el posmodemismo, y en el Apéndice, sobre la metateorización.
TEORIA POSMARXISTA Durante los años ochenta y principios de los noventa la teoría neomarxista ha experimentado cambios drásticos (Grossberg y Nclson, 1988; Jay, 1988). Las variantes más recientes de teoría neomarxista rechazan muchas de las premisas básicas de la teoria original de Marx, así como muchos de los supuestos de las teorías neomarxistas analizadas en el Capítulo 4. Estos cambios explican que se las denomine teorías posmarxistas (Wright, 1987), Aunque estas teorias rechazan los elementos básicos de la teoría marxista, muestran sin embargo las suficientes afinidades como para que se las considere parte de la teoría mar xista. Analizamos aquí las teorías posmarxistas porque suelen implicar la sínte sis de teorías marxistas con otras teorías, ideas, métodos, etcétera. ¿Qué expli cación tienen estos cambios espectaculares que ha experimentado la teoría neomarxista? Dos conjuntos de factores dan cuenta de ellos, uno externo a la teoría, que implica cambios en el mundo social, y otro interno (P. Anderson, 1984; Ritzer, 1991a). En primer lugar, los factores extemos a la teoría marxista son el final de la Guerra Fría (al menos hasta ahora) (Halliday, 1990) y el colapso de! mundo comunista. La Unión Soviética está sumida en el proceso de la perestroika (reestmcturación), en el que se aleja de una economía socialista dirigida por el
^ Incluso las perspectivas englobadoras que han producido los metateóricos tienden a ser limitadas y provisionales (por ejemplo, Ritzer, 1981a).
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
571
estado y se mueve hacia una economía de mercado parecida, al menos en parte, a la economía capitalista (Piccone, 1990; Zaslavsky, 1988). La Unión Soviética ha renunciado al control de los países del este de Europa y muchos de esos países se están moviendo casi con mayor rapidez que la propia Unión Soviética en dirección a una economía de estilo capitalista (Kaldor, 1990). China, tras la violenta respuesta de la insurrección de la Plaza de Tiananmen, ha fracasado como modelo para el resto del mundo aun cuando no abandona su comunismo. Cuba parece aislada y en espera de la muerte o derrota de Fidel Castro para moverse hacia la perestroika y el capitalismo. De esta manera, el fracaso del comunismo a escala mundial ha llevado a los marxistas a reconsiderar y recons truir sus teorías (Burawoy, 1990), Estos cambios mundiales guardan relación con un segundo conjunto de cambios intelectuales internos a la teoría que, a su vez, influyeron en la teoría neomar xista (P, Anderson, 1990a, 1990b). Las nuevas corrientes teóricas como el po sestructuralismo (véase el Capítulo 9) y el posmodemismo (véase más arriba) influyeron profundamente en la teoría neomarxista. Además, ganó terreno un movimiento conocido como marxismo analítico, que se fundamentaba en la necesidad de que las teorías marxistas emplearan los mismos métodos que uti lizaba toda empresa científica. Esto condujo a la reinterpretacíón de Marx en términos intelectuales más convencionales, a esfuerzos por aplicar la teoría de la elección racional a cuestiones marxistas y a intentos de estudiar los tópicos marxistas utilizando los métodos y las técnicas de la ciencia positivista. Asi, una combinación de cambios sociales e intelectuales ha modificado drásticamente el panorama de la teoría neomarxista en los primeros años de la década de los noventa. Si bien las teorias analizadas en el Capítulo 4 siguen siendo importantes, la mayor parte de la energía de la teoría neomarxista en la actualidad se concentra en las teorías que analizaremos en este apartado.
Marxismo analítico Perry Anderson (1984) mantiene que el centro de la teoría marxista se ha dis tanciado de Alemania y de la Europa latina (especialmente Francia e Italia), y la prueba más contundente de ello es el surgimiento de la escuela hoy denominada marxismo analítico, o de lo que Callínícos ha llamado «anglomarxismo» (1989: 3). He aquí cómo lo define John Roemer (1986a; 1), uno de los principales expo nentes del marxismo analítico: Durante la pasada década se form ó lo que en nuestros días parece una nueva p ers p ectiva en teoría social: el m arxism o analíticam ente sofisticad o. S u s exp on en tes se centran fundam entalm ente en cu estio n es m arxistas y tas estudian utilizando las herram ientas contem poráneas de ia ló g ica , las m atem áticas y ta construcción de m od elos. Su postura m eto d o ló g ica es con ven cio n a l. E stos escritores son , c o n s cientem en te, producto tanto de la tradición m arxista co m o neom arxista.
(Roem er, 1986a: 1)
572
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Así, los marxistas analíticos utilizan los métodos admitidos y convencio nales de la filosofía analitica y la ciencia social para estudiar cuestiones mar xistas tradicionales. En este capítulo hablamos del marxismo analítico debido a su «propuesta explícita de realizar la sintesis entre los métodos no marxistas y la teoría marxista» (Weldes, 1989'. 371 ). EJ marxismo analítico adopta un enfoque no dogmático sobre la teoría de Marx. No apoya ciega e irreflexivamente la teoria de Marx, no niega los hechos históricos a fm de apoyar la teoría de Marx, ni rechaza totalmente la teoría de Marx como fundamentalmente errónea. Antes bien, considera la teoría de Marx como una forma de ciencia social decimonónica poderosa y válida que, sin embargo, tiene puntos flacos considerables. La teoría de Marx es válida y debe ser defendida, pero requiere la utilización de métodos y técnicas que han surgi do a finales del siglo xx. Este enfoque niega que haya una metodología marxista distintiva y critica a los que creen que la hay y que es válida: N o creo en ta ex isten cia de una forma esp e cific a de lógica o ex p lica ció n m arxista. Con dem asiada frecuencia, el oscurantism o se escuda tras un conjunto de térm inos esp ecía les y de una lógica estilizad a. Ei m étod o det m arxism o es la « d ialéctica». La lógica dialéctica se basa en varías p ro p o sicio n es que pueden tener cierto atrac tivo inductivo, pero que están lejos de constituir reglas de inferencia: que las cosas se convierten en sus contrarios y que la cantidad se convierte en calidad. En la cien cia social m arxista ta d ialéctica se utiliza a m enudo para ju stifica r un tipo de razonam iento te le o ló g ic o m uy endeble. Los desarrollos deben ocurrir para que la historia se desarrolle tal y com o se había planeado, (R oem er, 1986b: 191)
De modo similar, Elster señala: «No existe una forma de análisis específi camente marxista... Ni tampoco compromiso alguno con un determinado méto do específico de análisis, aparte de los que caracterizan en general a la buena ciencia social» (1986: 220). En consonancia con este rechazo los marxistas analíticos rechazan la idea de que hecho y valor son inseparables, de que están dialécticamente relacionados. Siguiendo los cánones de la corriente principal de la filosofia y el pensamiento social científico, intentan separar hecho y valor y estudiar los hechos desapasionadamente a través de un análisis teórico, con ceptual y empírico. Uno se pregunta por qué el marxismo analítico debe ser denominado mar xismo. Roemer responde a esta cuestión y señala: «No estoy seguro de que deba recibir esta denominación» (1986a: 2). Sin embargo, nos ofrece algunas razo nes que explican por qué debemos considerarla una teoría (neo) marxista. Pri mera, analiza temas marxistas tradicionales tales como la explotación y la cla se, Segunda, sigue considerando el socialismo preferible al capitalismo. Tercera, se esfuerza por comprender y explicar los problemas del capitalismo. Sin em bargo, aunque es marxista en estos sentidos, también «toma libre y voluntaria mente prestadas ideas de otros puntos de vista» (Roemer, 1986a: 7). De nuevo, el marxismo analítico sintoniza con el movimiento hacia la síntesis teórica ana lizado en este y en el anterior capítulo.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
573
En este apartado estudiaremos brevemente tres variantes de marxismo ana lítico, En primer lugar analizaremos el esfuerzo por reanalizar la obra de Marx utilizando lierramientas intelectuales admitidas. En segundo lugar, examinare mos el marxismo de la elección racional y la teoría de juegos. Y finalmente nos centraremos en la investigación empírica desde la perspectiva marxista que uti liza ias más novedosas herramientas metodológicas. Reanálisis de Marx. Como hemos señalado más arriba, el marxismo analiti co rechaza el uso de conceptos idiosincrásicos tales como la dialéctica e intenta analizar a Marx (y al mundo social) mediante el uso de conceptos que forman parte de la tradición intelectual general. Este rechazo y esfuerzo se ilustra principaimente en uno de los textos más representativos del marxismo analítico: la obra de G.A. Cohen, Karl Marx 's Theory o f Hisíory: A Defence [La teoría de la historía de Karl Marx: una defensa] (1978). En lugar de interpretar a Marx como un teórico dialéctico exótico, Cohen afirma que Marx empleó en su obra una forma funcional de explicación bastante mas prosaica. Cohen identifica los siguientes ejemplos de explicación funcional en la obra de Marx; • • • •
«L as relaciones de producción corresponden a las fuerzas productivas. La superestructura legal y p oiítica j e erige sobre fundam entos reales. Los p rocesos so cia les, p o lític o s e in telectu ales están condicionados por el m odo de producción de la vida material. La con cien cia está determ inada por el ser so cia l.» (C ohen, 1 9 7 8 /1986: 221)
En todos y cada uno de estos ejemplos el segundo concepto explica el pri mero. Desde el punto de vista de Cohen, la naturaleza de la explicación es funcional porque «el carácter de lo que es explicado viene determinado por su influencia sobre io que explica» (1978/1986: 221). Asi, en el caso del último ejemplo, el carácter de la conciencia se explica por su influencia (Becker, 1988: 870) sobre el ser social, y en concreto sobre su propensión a sostener el ser social. En general, los fenómenos sociales se explican en términos de las conse cuencias que tienen sobre otros fenómenos sociales. Cohen cree que Marx practica ei pensamiento funcional en ios ejemplos citados más arriba y en toda su obra e intenta explicar los fenómenos sociales y económicos de esta manera. Así, Marx no fue un pensador dialéctico, sino funcional. Desde esta perspectiva Cohen reinterpreta a Marx utilizando las ideas filosóficas de la corriente principal y considerando a Marx como parte de esta corriente. Cohén se esforzó de forma considerable por distinguir el pensamiento fun cional de la variante sociológica del funcional/ímo (estructural) analizada en el Capítulo 3. Cohen identifica tres tesis principales en el funcionalismo (estructu ral). Primera, todos los elementos del mundo social están interconectados. Se gunda, todos los componentes de ia sociedad se refuerzan mutuamente y refuer zan ei conjunto de la sociedad. Tercera, cada aspecto de la sociedad es como es en virtud de su contribución al conjunto de la sociedad. Los marxistas rechazan estas tres tesis por varias razones, en especial por su conservadurismo. Sin em
574
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
bargo, los marxistas pueden emplear las explicaciones funcionales menciona das más arriba sin aceptar ninguno de los principios del funcionalismo. Así, la explicación funcional no ha de ser necesariamente conservadora; al contrario, puede ser bastante revolucionaria. Marxismo de la elección racional. Muchos marxistas analíticos se han inspi rado en la economía neoclásica, especialmente en la teoría de la elección racio nal y en la teoría de juegos (para un análisis del uso de la teoria de la elección racional en la corriente principal de la sociología, véase el Capítulo 10). Rtiemer afirma que «el análisis marxista requiere de microfundamentos», especial mente la teoría de la elección racional y la teoría de juegos, así como «el arsenal de técnicas de construcción de modelos desarrolladas por la economía neoclási ca» 1986b: 192). Al utilizar estos enfoques, la teoria marxista abandona sus pretensiones de ser diferente y recurre a enfoques ampliamente usados en las ciencias sociales. Pero a pesar de inspirarse y construir sobre la economía neoclá sica, la teoría neomarxista sigue siendo diferente de ésta. Por ejemplo, mantiene su interés por la acción colectiva para cambiar la sociedad y acepta la idea de que el capitalismo es un sistema injusto. Al igual que John Roemer, Jon Elster (1982, 1986) es también uno de los principales exponentes del marxismo analítico. Elster cree que la adopción del tipo de teorización funcional analizada por Cohén obstaculizó el avance de la teoría neomarxista. También piensa que la teoría marxista ha de usar más la teoría de juegos, una variante de la teoría de la elección racional. La teoría de juegos, al igual que otras variantes de la teoría de la elección racional, supone que los actores son racionales y buscan maximizar sus ganancias. Aunque reco noce la existencia de constricciones estructurales, sugiere que éstas no determi nan totalmente las elecciones de los actores. Lo que distingue a la teoría de juegos es que constituye una variante de la teoría de la elección racional que permite al analista ir más allá de las elecciones racionales de un actor individual y estudiar la interdependencia de las decisiones y las acciones de diversos acto res. Elster (1982) identifica tres interdependencias entre los actores implicados en un juego. Primera, la recompensa de cada actor depende de las elecciones que hagan los demás actores. Segunda, la recompensa de cada actor depende de la recompensa que reciben los demás. Y finalmente, ia elección de cada actor depende de las elecciones de los demás actores. El análisis de «juegos» (como el famoso «dilema del prisionero», en el que los actores terminan peor si persi guen sus intereses que si ios sacrifican) ayuda a explicar las estrategias de los diversos actores y la emergencia de colectividades tales como las clases socia les. Asi, el marxismo de elección racional se esfuerza por encontrar microfun damentos para la teoría marxista, aunque el actor racional de esta teoria difiere considerablemente del actor de la teoría crítica (véase el Capítulo 4), cuya con cepción del actor se deriva principalmente de la teoría freudiana. La orientación de la elección racional de Elster también se manifiesta en su obra Making Sense o f Marx (1985). En este libro Elster afirma que el método
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
575
básico que utiliza Marx para explicar los fenómenos sociales implica una pre ocupación por las consecuencias inesperadas de la acción humana. En contra de la mayoría de ios marxistas que consideran a Marx como un «holista metodo lógico» preocupado por las macroestructuras, para Elster practicó el «indidívualismo metodológico», o «la doctrina de que todos los fenómenos sociales — su estructura y su cambio— son, en principio, explicables únicamente en términos de los individuos; sus propiedades, sus metas, sus creencias y sus in tenciones, y sus elecciones racionales, Elster utiliza esta perspectiva de la elec ción racional para criticar la orientación de los marxistas estructurales; «Los empresarios capitalistas son agentes en un sentido totalmente activo. No pue den quedar reducidos a simples empleados en el sistema de producción capita lista» (1985; 13), El marxismo de la elección racional se centra en estos agentes racionales (capitalistas y proletariado) y en sus interrelaciones. M arxism o de orientación em pírica. La figura principal relacionada con la importación y la aplicación de métodos rigurosos para el estudio empírico de conceptos marxistas es Erik OJin Wright (1985). Wright se identifica explícita mente con el marxismo analítico en general y con la obra de John Roemer en particular. La obra de Wright implica tres componentes básicos; primero, la clarifieación de conceptos marxistas básicos tales como la clase; segundo, el estudio empírico de estos conceptos; y tercero, el desarrollo de una teoria más coherente basada en esos conceptos (especialmente en la clase). El propósito de su libro Clases (1985), es responder a la pregunta que Marx formuló y dejó sin respuesta: «¿Qué es la clase?». Wright explicita que su res puesta es fiel a la agenda teórica original de Marx, Sin embargo, no es la misma respuesta que hubiera ofrecido Marx, porque han pasado cien años desde que Marx produjo su obra teórica. Hoy somos teóricamente más sofisticados y los tiempos han cambiado. Así, Wright, como los demás marxistas analíticos, parte de Marx, pero no acepta su posición dogmática ni intenta adivinar el modo en que hubiera definido Marx el concepto de clase. A partir de su estudio de la obra de Marx y del trabajo teórico que se ha realizado desde su época, los marxistas contemporáneos son los idóneos para presentar esa definición. En cualquier caso, vivimos en una época muy diferente, y la definición de Marx, aunque ta adivinásemos, sería inapropiada para la sociedad moderna. Como es un libro de teoría, no es preciso analizar detalladamente la in vestigación de Wright o la de otros marxistas de orientación empírica. Sin em bargo, nos sería de gran utilidad mencionar su contribución conceptual más conocida: la idea de «las posiciones contradictorias en las relaciones de clase» (Wright, 1985; 43). Su premisa básica es que una posición determinada no ha de localizarse necesariamente en una determinada ciase social; puede encontrarse simultáneamente en más de una clase. Asi, una posición puede ser simultánea mente proletaria y burguesa. Por ejemplo, los ejecutivos son burgueses en el sentido de que supervisan a sus subordinados, pero también son proletarios en el sentido de que son supervisados por los propietarios de la empresa. Wright
576
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
deriva la idea de las nc:;Íciones contradictorias de clase de un análisis concep tual meticuloso, para íuego estudiarla empíricamente. Aunque, como hemos visto, los marxistas analíticos se consideran mar xistas, hay otros (por ejemplo, Callinicos, 1989) que se preguntan si et interés por conceptos y métodos de la corriente principal del pensamiento no hace que esta denominación carezca de sentido. Y Elster responde; «Muchas de las ideas que yo defiendo como ciertas e importantes ias encuentro en la obra de Marx» (1985: 531).
Teoría marxista posmoderna Los desarrollos teóricos que se han producido en el estructuralismo y el poses tructuralismo (P. Anderson, 1984: 33; véase también el Capítulo 9) y, los que más nos interesan aquí, en el posmodemismo (véase más arriba) han influido considerablemente sobre la teoría marxista. La obra más representativa de marxismo posmodemo es el libro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe Hegemony and Socialist Strategy (1985). Desde el punto de vista de Ellen Wood, esta obra, que acepta el interés por la lingüística, los textos y el discurso del posmodernismo, desliga la ideología de su base material y finalmente disuelve «todo lo social en ideologíao “discurso”» (1986: 47), Como vimos en el Capítulo 7, el concepto de hegemonía, de suma importancia para Laclau y Mouffe, lo desarrolló Gramsci para analizar el liderazgo cultural más que la influencia coercitiva de la dominación dei estado. Esto, por supues to, se aleja de la preocupación marxista tradicional por el mundo material y se mueve en ia dirección de las ideas y del discurso. Como Wood señala, «En suma, el argumento de Laclau es que no existen cosas tales como los intereses materiales, sino sólo ideas discursivamente construidas sobre ellos» (1986: 61). Además de sustituir las ideas por los intereses materiales, Laclau y Mouffe también desplazan al proletariado de su posición privilegiada en el centro de la teoria marxista. Como Wood señala, Laclau y Mouffe forman parte de un movi miento de «desclasamiento del proyecto socialista» (1986: 4), Laclau y Mouffe definen las clases en términos subjetivos y discursivos. El mundo social se ca racteriza por la existencia de diversas posiciones y antagonismos, por lo que no se posible analizarlo con el tipo de «discurso unificado» que Marx atribuyó al proletariado. El discurso universal del proletariado «ha sido sustituido por una polifonía de voces, cada una de las cuales construye su propia identidad discur siva irreductible» (Laclau y Mouffe, 1985: 191), Así, en lugar de centrarse en el discurso único del proletariado, estos teóricos marxistas aconsejan el análisis de los diversos discursos que surgen de una amplia gama de voces desposeídas, tales como las de las mujeres, los negros, los ecologistas, los emigrantes, los consumidores, etcétera. En consecuencia, la teoría marxista ha sido descentra da y destotalizada porque ya no se centra únicamente en el proletariado y ha dejado de considerar los problemas del proletariado como el problema de la sociedad.
SINTESIS DE LA TEOFIIA SOCIOLOGICA-II
577
Tras rechazar el enfoque sobre los factores materiales y el interés central en el proletariado, Laclau y Mouffe proceden a negar también la meta de ta teoría marxista: el comunismo y la emancipación del proletariado. Como alternativa proponen un sistema llamado «democracia radical». En lugar de centrarse en los derechos democráticos de los individuos, como hace ta derecha, proponen «crear una nueva hegemonía que será el resultado de articular la mayor canti dad posible de luchas democráticas» (Mouffe, 1988: 41). Lo que ésta requiere es una «hegemonía de los valores democráticos, algo que exige, a su vez, la multiplicación de las prácticas democráticas, insitucionalizándolas en unas re laciones sociales más diversas» (Mouffe, 1988; 41). La meta de la democracia radial es unir bajo el mismo techo una amplia serie de luchas democráticas: las de naturaleza antirracista, antisexista, antiexplotación de la naturaleza (Eder, 1990), anticapitalista, etcétera. Se trata por tanto de una «democracia radical y plural» (Laclau, 1990: 27), La lucha de un grupo no debe librarse a expensas de las luchas de otros grupos; todas las luchas democráticas deben ser considera das como luchas equivalentes. Por tanto, es preciso unificar estas luchas modi ficando su identidad de manera que los grupos se vean a si mismos como parte de la lucha general por la democracia radical. Laclau y Mouffe señalan: La alternativa de la izquierda debe con sistir en situarse claram ente en el ám bito de la revolu ción dem ocrática y expandir cadenas de eq u ivalen cias entre las diversas luchas contra la opresión. La tarea de la izquierda no consiste, por tanto, en renun
ciar a la ideología democrática liberal, sino en todo lo contrario, profundizar y expandirse en la dirección de una democracia plural y radical... La posib ilid ad de una estrategia h egem ón ica de la izquierda no c o n siste en el abandono del terreno dem ocrático, sin o al contrario, en la exten sión de las luchas dem ocráticas a toda ta socied ad c iv il y el estado, (L aclau y M ou ffe, 1985; 176)
Si bien la democracia radical mantiene el objetivo de abolir el capitalismo, reconoce que esta abolición no eliminará otras desigualdades sociales. La des trucción de todas las desigualdades sociales requiere un movimiento mucho más general que el que previeron los marxistas tradicionales. Como vimos en el apartado inmediatamente anterior, el posmodernismo puede desligarse y ha sido desligado del capitalismo. Además, teóricos como Laclau y Mouffe se han distanciado bastante de las preocupaciones y las metas del marxismo tradicional. Sin embargo, otros posmarxistas han adoptado ideas posmodemas sin abandonar las preocupaciones tradicionales de la teoría mar xista, Por ejemplo, Jameson (1984) considera el posmodemismo como «la lógi ca cultural del capitalismo tardío», Jameson sitúa la ruptura entre el modernis mo y el posmodemismo (aunque específica que no existen claras líneas divisorias entre ambos fenómenos y épocas) en la década de los años cincuenta o princi pios de los sesenta. Un modernismo «gastado y exhausto» cedió el paso al pos modernismo (Jameson, 1984: 53), Aunque se puede identificar el posmodernis mo en diversas manifestaciones culturales tales como la arquitectura, la pintura
578
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
y el cine — en cuyos términos ha de analizarse— , guarda una estrecha relación con el contemporáneo capitalismo multinacional. Estas nuevas formas cultura les reflejan los elementos de la sociedad capitalista y son patrocinadas y finan ciadas por las fundaciones y los empresarios. Fiel a Marx, Jameson no sólo se limita a criticar el posmodemismo y sus diversas manifestaciones culturales. Señala que Marx nos aconsejó reflexionar sobre el capitalismo para «poder identificar y demostrar los rasgos perniciosos del capitalismo, así como su extraordinario y liberador dinamismo... el capita lismo es, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor que te ha podido suceder a la raza humana» (Jameson, 1984: 86). Asimismo, Jameson nos propone en términos posmodernos «hacer al menos cierto esfuerzo para pensar de forma dialéctica la evolución cultural del capitalismo tardio como catástrofe y progreso simultá neamente» (1984: 86), Jameson considera el posmodernismo como la tercera gran expansión del capitalismo. Antes de esta expansión el mundo experimentó el desarrollo de los mercados nacionales y luego el sistema imperialista. Cada una de estas ex pansiones tenia sus elementos culturales, pero su índole era económica. El pos modernismo representa una «intemacionalizactón de un tipo radicalmente nue vo» (Jameson, 1984: 88). La naturaleza de la nueva internacionalización es fundamentalmente cultural. Para Jameson, el mundo contemporáneo se carac teriza por la «explosión» de la cultura, «una prodigiosa expansión de la cultura por todo el reino social, hasta el punto de que podemos considerar que todos los elementos de nuestra vida social —desde el valor económico y el poder estatal hasta las prácticas y la misma estructura de la psique— han pasado a ser “cultu rales”» (1984: 87). Como fiel marxista, Jameson nos propone que nos esfor cemos por comprender este nuevo mundo posmoderno para poder actuar y luchar contra él como individuos y colectividades. (A pesar de este llamamien to, los marxistas más ortodoxos califican a Jameson de «apolítico» [B. An derson, 1987-88].) Así, mientras muchos posmodernistas han abandonado la teoría marxista, Jameson se adhiere a ella conisderándola un marco teórico básico y fundamen tal, En una entrevista a Jameson, Stuart Hall subraya su «fe absolutamente cie ga en la lógica del marxismo clásico» (Hall y Jameson, 1990: 31). Jameson señala que tiene: la plena co n v icció n de que ex iste aún el cap italism o en su sentido clá sico . El p o s modernisMO tien e sus d os lados contradictorios si uno se co n v en ce de que el cap i talism o ha triunfado: por un lado está el m ercado, todo el mundo e s m ás rico y baila al son de su m úsica preferida: pero por otro estam os igualm ente co n v en cid o s de que existe una enorm e m iseria en estas so cied a d es, que se em pobrecen en lugar de mejorar... La nueva riqueza y el nuevo em p ob recim ien to m undiales son ciertas de m odo sim u ltán eo... E stoy co n v en cid o de que esta nueva y p osm od en ia forma mundial de capitalism o tien e su nueva ló g ica de c la se s... Aún m e sien to com pro m etido con la ló g ica m arxista.» (H a ll y Jameson, 1990: 31)
SINTESIS DE LA TEORÌA SOCIOLOGlCA-ll
579
Sin abandonar su compromiso con la teoria marxista, Jameson integra en elta las ideas del pensamiento posmoderno. Otra obra marxista que se enmarca en el posmodernismo es The condition o f Postmodernity [La Condición de la posmodernidad] (1989), de David Har vey. Aun cuando Harvey atribuye valía al pensamiento posmoderno, también identifica en él graves puntos flacos desde una perspectiva marxista. Acusa a la feoria posmodemista de dar demasiada importancia a los problemas del mundo moderno y de menospreciar sus logros materiales. Y lo que es más importante, parece aceptar la posmodernidad y los problemas relacionados con ella en lugar de sugerir soluciones para superar estas dificultades: «La retórica del posmo dernismo es peligrosa porque evita el enfrentamiento con las realidades de la economía política y las circunstancias del poder mundial» (Harvey, 1989: 117). Es preciso que la teoría posmodernista se enfrente a la fuente de sus ideas: la transformación económica y politica del capitalismo tardío del siglo xx. Elementos sumamente importantes en el sistema económico politico son el control de los mercados y del proceso laboral (estas dos cuestiones implican la de la acumulación en el capitalismo). Mientras el periodo de posguerra entre los años de 1945 y 1973 se caracterizó por un proceso rigido de acumulación, des de 1973 nos hemos movido hacia un proceso más flexible. Harvey relaciona el primer periodo con el fordismo (y con la economia keynesiana) y ei segundo con el posfordismo, pero no necesitamos analizarlos aqui puesto que ya lo hici mos en el Capitulo 4, Mientras Harvey describe el fordismo como inflexible, relaciona el posfordismo con una acumulación flexible basada «en la flexibili dad con respecto al proceso laboral, al mercado de trabajo, a los productos y a las pautas de consumo. Esta fase se caracterizó por ta aparición de sectores de producción completamente nuevos, nuevos modos de proporcionar servicios financieros, nuevos mercados y, sobre todo, elevadisimas tasas de innovación comercial, tecnológica y organizativa» (1989: 147). Si bien Harvey identifica grandes cambios y señala que estos cambios for man ta base del pensamiento posmodemo, cree que existen también diversas continuidades entre los periodos fordista y posfordista. Su principal conclusión es que aunque «se ha producido un cambio superficial en la apariencia del capi talismo desde 1973... la lógica fundamental de ta acumulación capitalista y sus tendencias a las crisis no han cambiado» (Harvey, 1989: 189). Asi, Harvey adopta un punto de vista que se asemeja at de Jameson, al menos por lo que respecta a este último aspecto. La idea de la compresión del espacio-tiempo está en el centro del enfoque de Harvey. Este cree que el modemismo comprimió tanto el tiempo como el espacio, y que este proceso se ha acelerado durante la era posmoderna dando lugar a «una fase intensa de compresión dei tiempo y el espacio que ha influido de modo desorientador y fragmentador en las prácticas político-económicas, en et equilibro del poder de clase, así como en ta vida cultural y social» (Harvey, 1989: 284). Pero esto no es sustancial mente diferente de lo que caracterizó a las primeras épocas del capitalismo: «En suma, hemos sigo testigos de otro violen
580
TEOFIIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
to tirón en ese proceso de la aniquilación del espacio a través del tiempo que siempre ha sido crucial para la dinámica del capitalismo» (Harvey, 1989: 293). Esta aniquilación del espacio a través del tiempo puede ilustrarse mediante el ejemplo de los quesos que antes sólo estaban disponibles en Francia y ahora se venden rápidamente en todos los Estados Unidos debido a la rapidez del trans porte y su bajo coste. O mediante el ejemplo de lo que sucedió con la informa ción durante la guerra contra Irak en 1991, durante la cual la televisión nos informó al instante de los bombardeos aéreos en Baghdad, los ataques con «scuds» sobre Te! Aviv y las reuniones militares en Riad. Así, desde el punto de vista de Harvey no existe discontinuidad entre los periodos del posmodemismo y ei modernismo; ambos son reflejos de la misma dinámica capitalista fundamental El modernismo y el posmodemismo, el for dismo y el posfordismo, coexisten en el mundo actual. El énfasis obre el fordis mo y el posfordismo «variará en el tiempo y el espacio, en función de qué sea más ventajoso» (Harvey, 1989; 344). Este punto de vista sirve para estudiar la cuestión de la posmodemidad desde el punto de vista de la teoría neomarxista, aunque ésta resulta modificada, a su vez, por los desarrollos que se han produ cido en el pensamiento posmodemo. Finalmente, Harvey identifica cambios y rupturas en la posmodemidad que nos indican que probablemente estamos entrando en una nueva era, una era que la teoría neomarxista debe prepararse para teorizar, quizás mediante la in tegración de otros sistemas de ideas.
Otras teorías posmarxistas Mientras podemos calificar de posmarxistas todas las teorías analizadas en esta sección, existe una serie de trabajos posmarxistas que no se pueden incluir en las categorías precedentes. Un ejemplo de este pensamiento posmarxista es la obra de Samuel Bowles y Herbert Gintis (1987) Democracy and Capitalism [Democracia y Capitalismo], Esta obra se inspira en el marxismo y el liberalis mo —de aquí su carácter intrínsecamente integrador— , pero encuentra insufi ciencias en ambas teorias. Como la preocupación central de ambos autores es la creación de una sociedad democrática, identifican una serie de limitaciones de estos dos «ismos». El liberalismo se centra en la libertad, no en la democracia, y la preocupación central del marxismo es una sociedad sin clases, no la demo cracia, Si hablamos de su común interés por el poder, el liberalismo se limita a ocuparse del poder del estado, mientras el marxismo se centra en el poder de clase. En cambio, para Bowles y Gintis, el poder es heterogéneo e irreductible a única fuente o estructura. Así, el poder se encuentra y debe analizarse en todas las esferas de la vida (por ejemplo, en la familia patriarcal) y no sólo en el estado o en la economía. Por tanto, es necesario democratizar no sólo la econoBauman (1990) mantiene que el capitalismo y el socialismo eran simplemente reilejos especulares de la modernidad.
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA-II
581
mia sino «el conjunto total de relaciones sociales que forman la sociedad» (Bowles y Gintis, 1987: 91). La relación entre la estructura y la acción se sitúa en el núcleo de ia teoría de Bowles y Gintis (para otros esfuerzos por integrar estos fenómenos véase el Capítulo 11). En su opinión, el poder implica tanto fa estructura como la acción. Mientras la estructura controia la acción, ésta, sea individual o colectiva, tiene la capacidad de cambiar la estructura. Las estructuras existen en diversos luga res de la sociedad, y constriñen la acción social que, a su vez, altera la estructu ra. Estos autores consideran cada uno de estos lugares como un tipo de «juego» en el que las reglas (la estructura) y ios jugadores (los actores) se transforman mutua y continuamente. Sin embargo, estos juegos (que se solapan entre sí) son asimétricos, de manera que un grupo de jugadores tiene ventaja sobre otros grupos. En consecuencia, la dominación y el poder tienen una gran importancia en estos juegos. Por lo que respecta a la cuestión de la acción, Bowles y Gintis consideran deficiente el modelo marxista (como también el liberalismo en lo tocante a esta cuestión). Los marxistas adoptan una «concepción expresiva de la acción, es decir, la idea de que la conducta individual constituye una expresión de la per tenencia colectiva. De acuerdo con la teoría expresiva de la acción, ios indivi duos se conducen en consonancia con su posición de clase, de género, nacional, étnica o con cualquier otro tipo de posición social» (Bowles y Gintis, 1987: 146), Este enfoque carece de una noción de la elección y la acción individuales. En lugar de ello, (y en lugar de la concepción limitada de la elección y la acción dei liberalismo), Bowles y Gintis nos ofrecen la noción de «llegar a ser median te la acción», que implica la idea de que «los individuos se transforman en muy buena medida a través de sus proyectos conjuntos» (1987: 150). En consonancia con la orientación general lingüística en la teoría social, Bowles y Gintis se centran en la importancia de los «discursos» y en el papel que desempeñan en la formación de los actores colectivos: «Un movimiento social democrático depende del discurso político en tanto que constituye su fuerza sintetizadora. Al igual que las armas y el dinero, el discurso constituye una fuerza social con carácter propio» (1987: 155). El objetivo de estos autores es contribuir a la creación de un nuevo discurso democrático, posmarxista y posliberal que presumiblemente conducirá a la democracia radical posliberal. En el centro de esta sociedad se encuentra un economía, un sistema educativo, una estructura familiar, un vecindario, etcétera, responsablemente democráti cos. La importancia que estos pensadores atribuyen a la responsabilidad demo crática, su análisis de una amplia gama de instituciones y su esfuerzo por inspi rarse en el marxismo y el liberalismo convierten su teoría en una variedad de teoría posmarxista. Antes de terminar este apartado es preciso señalar que muchos teóricos marxistas no aceptan de buen grado estos desarrollos posmarxistas (por ejem plo, Burawoy, 1990; Wood, 1986), Burawoy, por ejemplo, ataca a los marxistas
582
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
analíticos por eliminar la historia de su enfoque y por hacer de la claridad y el rigor un fetiche. Weldes critica el marxismo analitico por dejarse colonizar por la corriente principal de la economia y adoptar un «enfoque técnico centrado exclusivainente en la resolución de problemas», por su credente academicis mo, su preocupación cada vez menor por la politica y su conservadurismo (1989; 354). Wood hace una critica politica para descalificar al marxismo analitico (y al marxismo posmoderno) por su quietismo politico y su «cinico derrotismo, en virtud del cual todo programa de cambio radicai se considera condenado al fracaso» (1989: 88). Incluso los defensores de una rama del marxismo analitico —el estudio empirico riguroso de las ideas marxistas— han criticado también a quienes confraternizan con la teoria de la elección racional y adoptan errónea mente una posición metodológicamente individualista (Levine, Sober y Wright, 1987). La obra de Laclau y Mouffe ha sido objeto de ataques particularmente du ros. Por ejemplo. Alien Hunter la critica por su compromiso incondicional con el idealismo y, en concreto, por «situarse en el polo extremo del análisis del discurso, y por considerar todo como discurso» (1988: 892). Asimismo Ceras (1987) ataca a Laclau y a Mouffe por su idealismo, pero además tos tacha de poco rigurosos, disolutos, ilógicos y obscurantistas. La respuesta de Laclau y Mouffe a Geras está implícita en el titulo de uno de sus artículos «Posmarxismo sin disculpas» (1987). Burawoy critica a Laclau y Mouffe (y a Bowles y Gintis) por «perderse en un laberinto histórico donde todo es importante y la explica ción es imposible» (1990: 790). En cambio, Burawoy sigue convencido de la utilidad del marxismo para comprender la dinámica y las contradicciones del capitalismo. Así, a pesar de la muerte del comunismo y el poder del capitalismo a escala mundial, «el marxismo... volverá en sí» (Burawoy, 1990; 792). Lo más probable es que el posmarxismo siga levantado polémicas tanto entre los círculos intelectuales marxistas como entre el resto de la comunidad intelectual.
C O N C LU SIO N Parece evidente en la actualidad que muchas teorías sociológicas toman presta das ideas de otras perspectivas teóricas y se sitúan simultáneamente en varios de los múltiples niveles de análisis social, contribuyendo así a que las claras fronteras tradicionales se empañen y se vuelvan porosas. El destino de este movimiento aún no puede anticiparse con claridad. Quizás a corto plazo el pa norama teórico de la sociología habrá cambiado drásticamente y será menos diferenciado y más sintético, Pero cabe la posibilidad de que renazcan con fuer za las viejas alianzas teóricas, manteniéndose así separados los feudos belico sos que han caracterizado a la teoria sociológica durante las últimas décadas. Muchos observadores (por ejemplo, Cook, O’Brien y Kollock, 1990; Lamont y Wuthnow, 1990) expresan su inquietud ante un resurgimiento de estos feudos y
SINTESIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICAHI
5 03
de la constante lucha política que inevitablemente les acompaña. Un indicio de esta posibilidad es la afirmación de Garfinkel (1988) de que la etnometodologia constituye una «sociología íncomensurablemente alternativa». Esta idea, junto a la falta de predisposición de la etnometodologia para adoptar las ideas de otras teorias, indica la alta probabilidad de conflicto continuado entre ta etnometodotogia y otras perspectivas teóricas. Aunque será preciso que nos preocu pemos por este problema, et variado cuerpo de trabajo que se orienta en la dirección sintética (e integradora) nos permite deleitamos por ahora ante et resplandor det nuevo movimiento hacia la síntesis de la teoría sociológica. Aunque es tentador finalizar con esta nota edificante, nuestro deber es re gresar al tema básico de este capítulo y de] anterior y afirmar que lo que logran realmente esas síntesis es convertir perspectivas teóricas poderosas que han demostrado su utilidad durante largos periodos de tiempo en algo parecido a una «empanada» teórica. Si todas las teorías sociológicas buscaran la síntesis entre ellas ¿no nos encontraríamos con una serie blanda de teorías débiles e inútiles? Tomemos el ejemplo de ta definición de Collins de la teoria del con flicto, analizada en el Capítulo 12, como una teoría de la organización de la sociedad y la conducta de sus personas y grupos. Así definida, como un enfoque general sobre todos los dominios de la sociología, no puede apreciarse con cla ridad qué es lo que la teoría det conflicto tiene que ofrecer a la sociología. Lo que Collins se toma la molestia de identificar como teoría del conflicto no es ya ciertamente una teoria del conflicto. Si todas las teorías pretenden moverse en esta dirección, entonces ¿qué es lo que nos queda? Se puede responder que una gran teoria integradora. Ciertamente, los neofuncionalistas, los interaccionistas simbólicos, los teóricos del intercambio y otros teóricos analizados en este y en et anterior capítulo no encontrarían buen aco modo bajo el paraguas de la definición de Collins. Pero ésta milita a favor del movimiento contra la producción de grandes teorias englobadoras. Lo que se está desarrollando tal vez por primera vez, es una concepción del dominio co mún de la sociología (quizá en términos paradigmáticos, una imagen común del objeto de la sociología). Los sociólogos han solido lamentarse de que, a dife rencia de otras disciplinas establecidas, la sociología carece de un dominio co múnmente aceptado. Et desarrollo de esta base común constituirá el mejor pro ducto de las síntesis teóricas. Sin embargo, no es probable que estemos evolucionando hacia la constmcción de una gran teoría sociológica de común aceptación. La razón que lo expli ca es que para lograr tal aceptación, la teoría tendría que ser tan general, vaga y amorfa, que difícilmente podría llamarse «teoría» y ser de alguna utilidad. Vol viendo a mi argumento del paradigma sociológico integrado (que tiene claras semejanzas con el movimiento hacia las síntesis teóricas analizadas aquí), el paradigma integrado no sustituirá, desde mi punto de vista, a los paradigmas existentes, sino que complementará sus perspectivas extremistas con otra más integrada. Si nos movemos hacía e! desarrollo de una teoría (o teorías) socioló gica integrada, ésta debe complementar y no sustituir a las teorías existentes.
584
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Esto significa que las teorias existentes deben mantener su «carácter» distintivo (y buscar al mismo tiempo un centro integrador). Así, por ejemplo, a todo teóri co del confiìcto le debe preocupar el afán de Collins por renunciar a la teoría del conflicto. A fin de cuentas, todo lo que ha logrado la teoría del conflicto se ha basado en su teoria del conflicto. En este contexto, es interesante mencionar la existencia de una corriente oculta de dificultades que fiuye a través de este cuerpo de trabajo de síntesis teóricas. Por ejemplo, Collins (1990) habla de «piratería» intelectual y Fine (1990) de la «promiscuidad» dei interaccionismo simbólico. Además, Cook, O’Brien y Kollock (1990) hacen referencia a «las trampas» de las síntesis en la teoría de! intercambio. Aunque estas obras no son explícitas sobre esta cuestión, es posible que exista una preocupación subyacente por los costes de la síntesis excesiva. Un freno natural a este movimiento hacía la síntesis excesiva consiste en que, a pesar de que muchos sociólogos de muy diversas perspectivas teóricas aceptan la integración, esos mismos sociólogos suelen rechazar los esfuerzos específicos procedentes de otras teorias. Por ejemplo, Friedman y Hechter (1988) preven cierta íiostilidad a los esfuerzos sintéticos de la teoria de la acción racio nal que proceden de dos frentes. Por un lado, creen que lo que ellos denominan enfoques interpretativos (por ejemplo, ta fenomenología y la hermenéutica) se mostrarán hostiles a aquellos esfuerzos porque se basan en la orientación posi tivista de la teoria de ta elección racional. También piensan que todos los estructuralistas (por ejemplo, tos durtcheimianos, tos marxistas y los teóricos de redes) «rechazarán por principio todo enfoque basado en el individualismo metodológico» (Friedman y Hechter, 1988; 212). Si Friedman y Hechter están en to cierto respecto de los esfuerzos sintéticos de ta teoría de ia elección racio nal, y por extensión su argumento puede aplicarse a tas síntesis teóricas proce dentes de todas las direcciones teóricas, entonces es poco probable que los es fuerzos por las síntesis teóricas se desarrollen en exceso. Por otro lado, podemos apreciar también un delicado equilibrio. Mientras las alianzas teóricas tradicionales pueden servir para evitar la síntesis excesiva, también pueden, como ya sucedió en el movimiento hacia la integración micro macro durante la década de tos años ochenta, conducir a la repetición del extre mismo teórico dentro del movimiento sintético. En otras palabras, esto sería sólo un poco mejor que lo que sucedió durante los años del extremismo teórico. Así, ta conclusión más realista aunque apenas estimulante de este capítulo y del libro es que entramos en una era de la historia de la teoría sociológica particu larmente interesante e importante. Pueden obtenerse grandes ganancias, pero también existen graves peligros. Los teóricos tendrán que avanzar por una fina cuerda en su esfuerzo hacia una mayor integración y sintesis sin marginar sus teorías ni preparar el terreno para ceder ante un nuevo periodo de extremismo teórico. Cualesquiera que sean las ganancias que se obtengan y tos peligros que se eviten, se trata de un periodo particularmente importante y estimulante para ei estudiante que se interesa por ia sociología.
APENDICE
A
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO PARA EL ANALISIS DE LA TEORIA SOCIOLOGICA
LA METATEORIZACION EN SOCIOLOGIA Ventajas de la melateorización Críticas a la metateorización La explosión actual del interés por la metateorización LAS IDEAS DE THOMAS KUHN LA SOCIOLOGIA: UNA CIENCIA MULTIPARADIGMATICA Los grandes paradigmas sociológicos HACIA UN PARADIGMA SOCIOLOGICO MAS INTEGRADO Niveles de análisis social; una revisión de la literatura Niveles de análisis social: un modelo
585
586
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
En el capítulo segundo vimos que uno de los más recientes desarrollos de la teoría sociológica es la explosión del interés por la metateorización. Mientras el objeto de la reflexión de los teóricos es el mundo social, los metateóricos se centran en el estudio sistemático de la estructura subyacente a la teoria socio lógica. Entre los objetivos de este Apéndice figura examinar la explosión del interés por la metateorización en sociología y los parámetros fundamentales de este enfoque. Además, la estructura de este libro descansa sobre un conjunto específico de perspectivas metateórieas desarrolladas por su autor (Ritzer, 1975a, 1981a). Como el objetivo primordial del presente libro es la teoría sociológica clásica, se decidió que este esquema organizativo ocupara poco espacio y fuera claro. Asi, es posible leer todos los capítulos y el libro en su conjunto sin tener conocimiento del esquema organizativo en que se sostiene. Sin embargo, este esquema puede despertar interés en algunos estudiantes, bien al principio o al final de la lectura del texto. Así, otro objetivo del Apéndice es presentar las ideas metateórieas que impregnan el libro, pero antes de hacerlo es preciso exponer una idea general de la metateorización en sociología.
LA M E TA TE O R IZA C IO N EN S O C IO LO G IA Comenzamos por precisar que los sociólogos no son los únicos que hacen metaanálisis, es decir, no son los únicos que estudian a conciencia su propia discipli na. Entre los que lo hacen se cuentan los filósofos (Radnitzky, 1973), los psicó logos (Gergen, 1973, 1986); Schmidt et al., 1984), los politólogos (Connolly, 1973), algunos científicos sociales (varios ensayos de Fiske y Shweder, 1986), y los historiadores (White, 1973), Algunos de sus esfuerzos se asemejan bastan te a ciertos tipos de metaanálisis en sociología, mientras otros difieren conside rablemente de la clase de trabajo que se hace en sociología. La cuestión clave es que el estudio de la propia disciplina no es terreno exclusivo del sociólogo. Además del hecho de que ei metaanálisis puede encontrarse en otras áreas, también está la cuestión de que varios tipos de sociólogos, no sólo los metateó ricos, realizan tal análisis. Podemos agrupar los diversos tipos de metaanálisis sociológico bajo ei encabezamiento de «metasociología», que puede definirse como el estudio profundo de la estructura subyacente a la sociología en general y sus diversos componentes; áreas sustantivas (por ejemplo, la perspectiva de Hall [1986] sobre la sociologia de las ocupaciones), conceptos (el análisis de Rubenstein [1986] del concepto de «estructura»), métodos (metamétodos; por ejemplo, los esfuerzos de Brewer y Hunter [1988], y de Noblit y Haré [1988] por sintetizar ios métodos sociológicos), datos (metaanálisis de datos ' ; por ejemplo, * Le he dado esta denominación (algo incómoda) para diferenciarlo del metaanálisis más general. En el metaanálisis de datos el objetivo es buscar el modo de acumular resultados de investigación mediante estudios de investigación. En su introducción a Melaanáiiíiis, de Wolf, Niemi define el metaanálisis como «la aplicación de procedimientos estadísticos a conjuntos de hallazgos empíricos procedentes de estudios individuales que tienen el propósito de integrarlos, sintetizarlos y darles sentido» (W olf, 1986: 5).
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESOUEMA METATEORICO
587
Fendrich, 1984; Hunter, Schmidt, y Jackson, 1982; Polit y Falbo, 1987; Wolf, 1986) y teorías. La metateorización es la que nos interesa en este Apéndice. Lo que distingue el trabajo en este área no es tanto el proceso de la metateo rización (o el estudio sistemático de las teorías, común a todos los metateóricos) sino la naturaleza de los productos finales. Fíay tres variedades de metateoriza ción, definidas en buena medida por las diferencias que presentan los productos finales (Ritzer, 1990d, 1991). El primer tipo, ¡a metateorización como medio para obtener una comprensión más profunda de la teoría (M y ), implica el estu dio de ta teoría para producir una teoría mejor, una comprensión más profunda de la teoria existente (Ritzer, 1988)^. M^ se ocupa, más específicamente, del estudio de las teorias, de los teóricos y las comunidades de teóricos, así como de los contextos socíaies e intelectuales de las teorías y los teóricos. El segundo tipo, la metateorización como preludio al desarrollo de la teoría (Mp) implica el estudio de las teorías existente para producir una teoría sociológica nueva. (En este segundo tipo de metateorización se solían centrar los teóricos clási cos.) Y finalmente, existe un tercer tipo, la metateorización como fuente de las perspectivas que sostienen toda la teoria sociológica (Mq), que implica un es tudio de la teoría orientado hacia la meta de producir una perspectiva, por ejem plo, una metateoría, que abarque cierta parte, o toda la teoría sociológica. (Como veremos, es este tipo de metateorización el que proporciona el marco de este libro.) Dadas estas defíniciones, pasemos a examinar cada tipo de metateorización. Et primer tipo de metateorización, M^, se compone de cuatro subtipos bási cos que implican el estudio formal o informal de una teoría sociológica para obtener una comprensión más profunda de ella. El primer subtipo se centra en las cuestiones intelectuales o cognitivas internas a la sociología. Entre ellas se cuentan los intentos de identificar los principales paradigmas cognitivos (Rit zer, 1975a, 1975b; véase también el análisis presentado más abajo) y las princi pales «escuetas de pensamiento» (Sorokin, 1928), perspectivas más dinámicas de la estructura subyacente a la teoría sociológica (Harvey, 1982, 1987; Wiley, 1979) y el desarrollo de herramientas metateóricas generales para analizar las teorias sociológicas existentes y desarrollar nuevas teorias (Alexander et al., 1987; Edel, 1959; Gouldner, 1970; Ritzer, 1989b, 1990a; Wiley, 1988). El se gundo subtipo (interno-social) también mira hacia el interior de la sociología, pero se centra en los factores sociales en lugar de en los cognitivos. Lo principal es que acentúa los aspectos comunes de diferentes teorías sociológicas e inclu ye esfuerzos para identificar las principales «escuelas» de la historia de la so ciología (Bulmer, 1984, 1985; Tiryakian, 1979, 1986), el enfoque más formal de redes sobre el estudio de los vínculos entre los grupos de sociólogos (Mu llins, 1973, 1983), así como los estudios de los propios teóricos que examinan
^ Mientras en mis primeras obras (Ritzer, 1987, 1988) tendía a igualar este tipo con toda la metateorización, ahora lo considero como uno de los tres tipos principales. También, mi deseo aqui es analizar la metateorización como un proceso general más que como una metateoría, que es, como veremos, sólo uno de los tres productos finales posibles de la metateorización.
588
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
SUS afiliaciones institucionales, sus carreras, sus posiciones dentro del campo de la sociología, etc. (Gouldner, 1970). El tercer tipo (externo-intelectual) bus ca en otras disciplinas académicas ideas, herramientas, conceptos y teorías que pueden utilizarse para el análisis de la teoría sociológica (por ejemplo, Brown, 1987, 1990a). Finalmente, el enfoque externo-social asciende a un nivel más macro para analizar la sociedad en su conjunto (nivel nacional, nivel sociocul tural, etcétera) y la naturaleza de su influencia sobre la teorización sociológica (por ejemplo, Vidich y Lyman, 1985). La mayoría de la metateorización en sociología no es M^,; antes bien, suele ser del segundo tipo, la metateorización como preludio para el desarrollo de una teoría sociológica (Mp). La mayoria de los teóricos clásicos y contemporáneos más importantes desarrollaron sus teorías, al menos en parte, sobre la base de un estudio meticuloso de la obra de otros teóricos y de su reacción a ella. Entre los ejemplos más importantes se cuentan la teoría del capitalismo de Marx, inspirada en la filosofía hegeliana, así como en otras ideas relativas a la econo mía política y el socialismo utópico; la teoría de la acción de Parsons (véase el Capítulo 3), desarrollada a partir de un estudio sistemático de la obra de Dur kheim, Weber, Pareto y Marshall; la teoría multidimensional y neofuncíonal de Alexander (1982/1983), basada en un estudio meticuloso de la obra de Marx, Weber, Durkheim y Parsons; y la teoría de la comunicación de Habermas (1987), basada en su análisis de la obra de varios teóricos críticos, asi como de la de Marx, Weber, Parsons, Mead y Durkheim, Pasemos a examinar más profunda mente la Mp tal y como la practicaron dos teóricos; Marx y Parsons. En los Manuscritos de economía y Jiíosofia de 1844, Marx (1932/1964) desarrolló su perspectiva teórica sobre la base de un análisis meticuloso y deta llado y de una crítica de la obra de economistas políticos como Adam Smith, Jean-Baptiste Say, David Ricardo, y James Mili; de la de filósofos como G. W.F. Hegel, de la de los Jóvenes Hegelianos (por ejemplo, Bruno Bauer), y Ludwig Feuerbach; de la de socialistas utópicos como Etienne Gäbet, Robert Owen, Charles Fourier, y Pierre Proudhon; y de las ideas de varias otras escuelas y representantes intelectuales de mayor o menor importancia. Es evidente que los Manuscritos de 1844 co.(SMtL'y<;n casi por entero un tratado metateórico en el que Marx desarrolla sus prijpias ideas a partir de su inspiración en una variedad de sistemas de ideas. ¿Y qué ocurre con otras obras de Marx? ¿Son más empíricas?, ¿Menos metateóricas? En su prefacio a La ideología alemana (Marx y Engels, 1845-46/ 1970), C. J. Arthur describe que esta obra comprende «las polémicas detalladas línea por línea contra los escritos de algunos de sus contemporáneos [de Marx y Engels]» (1970: 1). De hecho, el propio Marx describe La ideología alemana como un esfuerzo por «desarrollar juntos nuestra concepción en oposición a la concepción ideológica de la filosofía alemana, de hecho, para explicar nuestra antigua conciencia filosófica. La intención adoptó la forma de una critica de la filosofía poshegeliana» (1859/1970: 22). La sagrada fam ilia (Marx y Engels, 1845/1956) es, sobre todo, una crítica extensa a Bruno Bauer, los Jóvenes He-
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
S89
gelianos, y su tendencia a una «crítica crítica» especulativa. ^ En su prefacio, Marx y Engels explicitaron que este tipo de trabajo metateórico constituía un preludio a su teorización futura: «Por lo tanto, presentamos esta polémica como un preliminar a las obras independientes en las que... presentaremos nuestra visión positiva» (1845/1956; 16). En ios Grundrisse, Marx (1857-58/1974) eli ge como antagonistas metateóricos al economista político David Ricardo y al socialista francés Pierre Proudhon (Nicolaus, 1974). A lo largo de las páginas de los Grundrisse, Marx lucha para resolver una serie de problemas teóricos, en parte mediante una crítica a las teorías y a los teóricos mencionados más arriba, y en parte mediante una aplicación de ideas derivadas de Hegel. Aludiendo a la introducción a los Grundrisse, Nicolaus señaló que «refleja en cada linea la lucha de Marx contra Hegel, Ricardo y Proudhon. De ahi extrajo Marx el objetivo más importante de todos, a saber, la formulación de los principios bá sicos que permitirían escribir la historia dialécticamente» (1974: 42). La Con tribución a la critica de la economía política (Marx, 1859/1970) constituye, como sugiere el título, un esfuerzo por construir un enfoque económico distin tivo sobre la base de una critica de las obras de los economistas políticos. Incluso El Capital (1867/1967) — que supuestamente es una de las obras más empíricas, puesto que se ocupa directamente de la realidad del mundo capitalis ta y recurre a las estadísticas e informes oficiales— se inspira en el trabajo metateórico previo que realizó Marx y contiene algún elemento de metateorización propio. De hecho, eí subtítulo. Una crítica de la economía política, no deja ninguna duda de sus raíces metateórieas. Con todo, Marx gozó en El Capital de libertad para ser mucho más «positivo», es decir, para construir su propia orienta ción teórica distintiva. Esta libertad se debe, en parte, a que había hecho mucho trabajo metateórico en sus primeras obras. Además, gran parte del trabajo metateóri co nuevo deriva del denominado cuarto volumen de El capital, publicado con el título de Teorias de la plusvalía 1862-63/1963, 1862-63/1968). Teorias comprende muchos extractos de la obra de los principales economistas políticos (por ejemplo, Smith, Ricardo), así como análisis criticos realizados por Marx. En suma, se puede decir sin temor a equivocarse que Marx fue, en buena parte, un metateórico, y quizás el teórico clásico de la sociología más metateórico. La estructura de la acción social de Parsons (1937) es el ejemplo más puro (salvo, tal vez, ta obra del neoparsoniano Jeffrey Alexander) de Mp. Una buena parte de La estructura de la acción social está dedicada al estudio de la obra de Alfred Marshall, Vilfredo Pareto, Emile Durkheim, y Max Weber, ^ Y Parsons utiliza esa obra metateórica para comenzar a desarrollar su propia teoría de la acción. Las raíces de la obra de Parsons no se encuentran en el mundo empírico, sino en lo que, desde su punto de vista, eran las ideas convergentes de los teóri cos mencionados más arribí» ' De hecho, el libro se subtitula Contra Bruno üiíiu'j r Cía. * También comprende el estudio de varias tradiciones filosóficas, por ejemplo, del utilita rismo, el positivismo y el empirismo.
590
TEOFIIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
De hecho, Parsons explícito su enfoque Mp, Consideraba La estructura de ia acción social como una «monografía empírica» y afirmaba que los fenóme nos estudiados «eran teorías que ciertos escritores habían sostenido sobre otros fenómenos,,, las teorias que han sido analizadas [constituyen] cuestiones de hecho como cualquiera otras, que requieren verificación mediante el mismo método, el de la observación. En este caso, los hechos se refieren a las obras publicadas de esos escritores» (1949: 697), Pero Parsons no se da por contento con analizar las teorías existentes; su estudio «también ha hecho cierta teori zación explicita propia» (1949: 697). En el prefacio a la segunda edición de La estructura de la acción social Parsons subraya esta misma cuestión cuando reflexiona sobre su obra una década después de su publicación: «resultó un vehículo conveniente para la clarificación de problemas y conceptos, de implicaciones e interrelaciones. Era un medio de hacer inventario de las fuentes teóricas a nuestra disposición,,. La clarificación obtenida de esta inventarización ha abierto la posibilidad de un ulterior desarrollo teórico de suficiente alcance, de modo que su impulso no se ha agotado en absoluto por el momento» (1949: B). Sólo dos años depués de la publicación de la segunda edición de La estruc tura de la acción social, Parsons y Shils (con la ayuda de Olds) explicitaron las raices metateóricas de la teoria revisada de la acción. En Toward a General Theory o f Action [Hacia una teoría general de la acción] (1951), en la primera nota a pie de página, situada junto a la cuarta palabra del libro, afirmaban: La exp o sició n presente de la teoría de la a cció n representa, en m uy buena m edida, una revisión y una exten sión de la p osición d efendida por Parsons en La estructura de la acción social... particularm ente a la luz de la teoría p sicoan alitica, de los desarrollos en la p sic o lo g ía de la conducta y de los que se han producido en el análisis antrop ológico de la cultura. (Parsons y S h ils, 1951: 53)
En el lapso que media entre la publicación de La estructura de la acción social (1937) y las obras que escribió sobre la teoría de la acción a principios de ia década de 1950, Parsons enmendó y cambió su orientación teórica. Tal vez esos cambios se debieron a cambios producidos en el mundo social, pero, sin lugar a dudas, las ideas teóricas de Parsons cambiaron a medida que trataba metateóricamente la aportación de varios teóricos, entre ellos el psiquiatra Sig mund F r e u d e l antropólogo Franz Boas*, el conductista Edward Tolman, et cétera, Sobre todo, Parsons elaboró su teoría sobre la base de un reanálisis metateóríco de su propia obra y de las criticas que ésta había recibido. Así, por * De hecho, en el prefacio a la segunda edición de La estructura de la acción social, Par sons analiza la necesidad de hacer un «análisis completo dcl desarrollo teórico de Freud dentro del contexto de la “teoría de la acción social” » (1949), ‘ Sin embargo, Parsons no considera a Boas «un teórico de la misma talla teórica» que Freud, Durkheim o los otros pensadores destacados que analizó (1949),
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
591
ejemplo, al final de su carrera, Parsons (1966, 1971) se orientó hacia la teoría de la evolución a partir de un análisis propio de las deficiencias que los críticos habían señalado en su primera obra Parsons precisa esta cuestión en una de sus primeras obras sobre el cambio; D eb o abordar el problem a del cam bio so cia l. Me gusta hacerlo d eb id o a la im por tancia intrínseca de la cu estión y a que el lugar que ocupa en mi obra ha supuesto una fuente de preocupación, e in clu so de p olém ica. A d em ás, ahora d ed ico una atención m ás exp licita a este asunto que antes, y algunas de las id eas que v o y a expon er son , d esd e mi punto d e vista, nuevas, (Parsons, 1961: 2 1 9 )
Aunque hemos escogido a Marx y a Parsons para analizarlos en detalle, el hecho es que virtuaimente todos los teóricos clásicos y contemporáneos eran metateóricos y, más específicamente, practicaban la M^. Hay varios ejemplos que ilustran el tercer tipo de metateorización, M q , Entre ellos se cuentan la «matriz disciplinar» de Wallace (1988), el «paradigma so ciológico integrado» de Ritzer (1979, 1981a) (véase más adelante), la metasociología positivista de Furfey (1953/1965), la metasociología «neodialéctica» de Gross (1961), la «lógica teórica general de la sociología» de Alexander (1982) y los supuestos y modelos de estado (derivadas de Alexander) de Lehman (1988). Los trabajos de Wallace y de Ritzer pertenecen a ia categoría M q debido a que sus perspectivas más importantes se derivan de un estudio meticuloso de la teoría sociológica. En cambio, las obras de Furfey y Gross defienden que sus orientaciones preceden e inspiran la teoría sociológica. Finalmente, los trabajos de Alexander y Lehman representan tipos mixtos de metateorización. Su adop ción de un enfoque multidisciplinar precede al estudio de la teoría, mientras su análisis de la acción y el orden se deriva más bien de un enfoque My. A pesar de estas diferencias, los seis trabajos producen perspectivas teóricas engiobadoras. Las tres variedades de metateoría son tipos ideales. En la realidad suele darse un solapamiento considerable de los objetivos de los trabajos metateóri cos. No obstante, ios que hacen un tipo determinado de metateorización tienden a interesarse menos por alcanzar los objetivos que persiguen los otros dos tipos. Por supuesto, hay sociólogos que en algún momento han hecho los tres tipos de metateorización. Por ejemplo, Alexander ( 1982-1983) crea perspectivas englobadoras (Mq) en el primer volúmen de Theoretical Logic in Sociology, las utili za en los siguientes tres volúmenes para alcanzar una mayor comprensión (M^) ’ En términos de su trabajo metateórico, ni siquiera he mencionado las incursiones de Parsons en en sus frecuentes ensayos sobre e¡ estado general de la teoría sociológica, como «Las perspectivas de la teoría sociológica» ( 1954a) y «Posición actual y perspectivas de la teoría sistemática en sociología» ( 1954b). También merece mención el papel que desesmpeñó Parsons como primer editor del Amerkan Sociologist original, fundado como principal órgano de difusión del trabajo metateórico.
592
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
de los teóricos clásicos y más recientemente ha intentado contribuir a ta crea ción del neofuncionalismo (M^) como sucesor teórico del funcionalismo es tructural (Alexander y Colomy, 1990),
Ventajas de la metateorización La metateorización poroporciona tres ayudas totalmente esenciales para la teo ría sociológica. Primera, la My ofrece métodos sistemáticos para ia compren sión, la evaluación, la crítica y la mejora de las teorías existentes. Segunda, Mp representa una de las bases importantes para la creación de una nueva teoría. Tercera, brinda a los teóricos (así como a los profesionales e investigado res) perspectivas teóricas englobadoras útiles. Pasemos a analizar cada una de estas tres funciones. La responsabilidad distintiva de la metateorizazión (My) es aumentar el nivel de comprensión de todas las teorías sociológicas. Mientras los sociólogos leen teoría superficialmente, los metateóricos estudian sistemáticamente la teo ría y realizan análisis meticulosos (y con frecuencia, comparativos) de toda una serie de teorías sociológicas. Los metateóricos tienen a su disposición un arse nal de herramientas que les permiten descubrir muchas cosas acerca de la teoría sociológica que no son visibles para el estudioso ordinario de teoría. Además de facilitar una comprensión más profunda de la teoría, la metateorización siste mática les permite evaluar más adecuadamente y analizar críticamente las teo rías existentes. En último, y tal vez más importante lugar, los metateóricos tienen mayor capacidad para descubrir la manera de mejorar ciertas teorías específicas, así como la teoría en general. El uso de las herramientas de la M¡y permite a los metateóricos descubrir cosas interesantes, importantes y, a veces, sorprendentes acerca de las teorías y los teóricos. Por ejemplo, las herreamientas de la que se utilizan en los análisis comparados muestran que la teoría sociológica ha pasado por cuatro periodos principales durante las cuatro últimas décadas (Ritzer, en prensa b). El concepto de paradigma nos permite describir la década de los sesenta como un periodo multiparadigmático, con divisiones teóricas y conflictos entre y dentro de los paradigmas (Ritzer, 1975a, 1975b). La distinción micro-macro caracteri za tanto el surgimiento de las teorías microsociológicas durante los años setenta (Ritzer, 1985), como los esfuerzos teóricos invertidos en la síntesis micro-macro de los años ochenta (Ritzer, 1990a). Estas últimas observaciones han conducido a la identificación de la emergencia de una amplía serie de esfuerzos sinténticos que caracterizan los inicios de la década de los noventa (Ritzer, 1990b). Estos análisis, tomados en conjunto, no constituyen una historia de la teoría sociológica reciente, pero sí representan un análisis metateórico de esa historia. No los hemos expuesto como una alternativa a la historia de la teoría sociológi ca. En efecto, la combinación de los análisis metateóricos y de los que son más propiamente históricos, aumenta probablemente nuestro nivel de comprensión de la teoría.
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
593
El no sólo mejora la comprensión de la teoría sociológica, sino que permite también a los metateóricos evaluar y criticar sistemáticamente las teo rias, Por ejemplo, el concepto micro-macro utilizado en un examen critico (Ritzer, 1985) de la obra de Randall Collins sobre las cadenas de interacción rituales (1981a, 1981 b) descubre que esta obra falla debido a su reduccionismo micro. En un trabajo posterior Collins (1988) intenta rectificar este desequili brio dando más importancia a los fenómenos macro. El análisis My no sólo permite a los metateóricos comprender y evaluar mejor las teorías, sino también puede contribuir dírectemente a la mejora de las teorías sociológicas. Por ejemplo, el análisis metateórico del movimiento actual hacia las síntesis teóricas sugiere que la teoría sociológica mejoraría sí algunos de los defensores de virtualmente todas la teorías sociológicas se alejaran de su adherencia a una teoría específica o a un nivel particular de análisis. {Sin em bargo, esto no quiere decir que todos los teóricos deban orientarse hacía la síntesis. Las perspectivas teóricas específicas tienen cierta utilidad). El modelo podría ser, por ejemplo, el funcionalismo estructural, que se ha extendido debi do al esfuerzo de algunos pensadores (Alexander y Colomy, 1990) por integrar ideas procedentes de otras perspectivas teóricas (por ejemplo, la teoría del con flicto, la etnometodologia). Al mismo tiempo, el enfoque tradicional del funcio nalismo estructural sobre los fenómenos macro (la estrucura social, la cultura) incluye ahora un mayor interés por los fenómenos micro. Esta extensión de doble punta ha transformado ei funcionalismo estructural en neofuncionalismo y ha aumentado su alcance y poder. El resultado de esta extensión es ora el triunfo de un neofuncionalismo más integrado, ora una bifurcación por la que, por un lado, el funcionalismo estructural sigue comprometido con un enfoque en el nivel macro, y por otro, vemos el neofuncionalismo como una perspectiva integradora distintiva. Este tipo de cosas se han producido en las fronteras de muchas otras perspectivas teóricas (por ejemplo, en el interaccionismo simbóli co [Fine, 1990]). La segunda gran aportación de la m etateorización es la creación de una nueva teoría. Mientras esta es la meta distintiva de la Mp, la creación de una teoría también puede resultar de la M(^,. La línea divisoria entre una teoria mejorada y una nueva teoría suele ser confusa. Por ejemplo, hemos seña lado que Alexander, en parte a través del análisis Mj^., se embarcó en un esfuer zo por mejorar el funcionalismo estructural. Sin embargo, hay algunos (por ejemplo, Turner y Maryanski, 1988) que aprecian tantas diferencias entre el funcionalismo estructural tradicional y el neofuncionalismo que consideran éste último como una nueva teoría. También puede ocurrir que los trabajos en la línea conduzcan a la crea ción de una nueva teoría. Perspectivas englobadoras tales como el positivismo, el antipositivismo y el pospositivismo han contribuido a generar en el transcur so del tiempo una amplia serie de teorías. Teorías tales como el funcionalismo estructural y la teoría del intercambio tienen raíces ciaras en el positivismo, mientras muchas variedades de la teoría neomarxista y la fenomenología están
594
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
más bien arraigadas en las perspectivas englobadoras del antipositivismo. El pospositivismo puede ser considerado la base del posmodernismo, del poses tructuralismo. y tal vez incluso del neofuncionalismo. La creación de una nueva teoria constituye ta función distintiva de la Mp. La reflexión metateórica sobre la obra de otros teóricos ha sido, continúa sien do, y siempre debe ser una fuente importante para la creación de una nueva teoria. Una de las funciones más importantes de la metateorización, especial mente de la Mp, para la sociología es la producción constante y continuada de nuevas teorias. La tercera función de la metateorización es la producción de perspectivas teóricas englobadoras. Mientras que este es el papel distintivo de la Mq, la M^ y !a Mp pueden también servir a este fin. Por ejemplo, el trabajo de la M^j (Ritzer, 1975a) sobre la estructura paradigmática de la sociología condujo a la generación de una orientación trascendental, al paradigma sociológico integrado (Ritzer, 1981a). Sin embargo, la se dirige específicamente hacia la genera ción de perspectivas englobadoras. En una era que se caracteriza por el análisis específico de sintesis de teorias y niveles de análisis, es importante (por muy deseable que sea aquél trabajo) que al menos algunos sociólogos produzcan estas perspectivas trascendentales (véase Antonio, 1990; Kellner, 1990). Estas perspectivas englobadoras son esenciales para no perder de vista los paráme tros de la disciplina.
Críticas a la metateorización Hasta mediados de la década de los ochenta, los aspectos más visibles de la metateorización fueron probablemente las criticas, con frecuencia duras, que se han hecho a la metateorización (R. Collins, 1986; Skocpol, 1986; J. Tumer, 1985, 1986; para una exposición y análisis de estas críticas, véase Ritzer, 1988). Es este un evento infrecuente en la historia académica; la aparición de críticas altamente visibles e influyentes antes de que fuese atacada la emergencia total de este campo. Por supuesto, lo que esto significa es que este campo siempre ha existido, al menos en un estado incipiente. Se ha realizado mucho trabajo metateórico bajo una amplia serie de otras denominaciones — «sociología de la so ciología», «sociología de la ciencia», «sociología del conocimiento», «historia de la sociología»— y, más notablemente, como parte constituyente de la teoría sociológica. De hecho, la mayoría de las críticas han sido realizadas por metateóricos cerrados (por ejemplo, R, Collins, Skocpol, J, Turner) que tal vez care cían de una concepción nítida de lo que estaban criticando. Pasemos a analizar las tres criticas más importantes que se han hecho a la metateorización sociológica. Jonathan Turner critica la metateoría principalmente por razones pragmáticas aduciendo que, desde su punto de vista, «se empantana con frecuencia en cues tiones sumamente filosóficas e inmoviliza la construcción teórica,,, la metateoría suele bloquear tanto como estimula la actividad teórica porque enreda a los teórico?en controversias intrínsecamente insuperables y siempre discutibles»
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
59 5
(1986; 10; véase también J, Turner 1985a). Más tarde, Turner califica la metateoría de «interesante, pero contraproducente» y sostiene que los que la propo nen y defienden «nunca se han acercado al desarrollo de una teoría» (1986: 26), En una recensión crítica de un libro ( Aiford y Friedland, 1985) sobre socio logía política, Theda Skocpol (1986) señala que, en su opinión, en este subcam po lo idóneo y útil es la producción de teoría e investigación sustantiva. Descri be peyorativamente la obra de Alford y Friedland como «quinientas páginas de nada más que metateoría» (Skocpol, 1986: 10), Critica duramente a los autores por «encasillar» la obra de los sociólogos de la política, por defender la necesi dad de una teoria integrada inspirada en cada una de las casillas sin especificar el contenido de esa teoría, por defender que los diferentes tipos de enfoque se ajustan a los distintos niveles de análisis, y por ignorar ei hecho de que la mejor tarea que se ha realizado en sociología política ha sido analizar la interrelación entre estos niveles. Expresa su deseo de que Alford y Friedland regresen al trabajo sustantivo en el campo de la sociologia política, mientras predica «que el Señor proteja a otros sociólogos de la política y les haga desear la muerte final de la metateoría» (Skocpol, 1986: 11-12), El uso de la expresión «la muer te final» en esta frase, así como en el título de su recensión, implica claramente que Skocpol no confiere ningún papel productivo a la metateoría dentro de ia sociología. Tal vez la crítica más interesante de las que ha recibido la metateoría sea la de Randall Collins ( 1986a), Al principio, Collins asociaba la metateoría con un antipositivismo irrelevante. Sin embargo, pronto elaboró una critica más general; N o me sorprende que la m etateoría no vaya a ninguna parte; es, en lo fundam ental, una esp ecialid ad reflexiva, capaz de hacer com en tarios sobre otros cam pos, pero dependiente de la vida intelectual de a q u ellos cam pos que puede form alizar.,., o criticar. Esto exp lica por qué la mayoría del trabajo intelectual de nuestros días con siste en hacer com entarios sobre obras del pasado en lugar de co n stru ccion es creativas por sí m ism as. (R. C ollin s. 1986a: 1343),
A pesar de su crítica a la metateoría, Collins procede a hacer lo que él mismo condena; emprende un análisis metateórico de una variedad de obras del pasado (reciente). Más que conseguir ia dilación del desarrollo de la metateorización en socio logía, las críticas de esta índole han surtido el efecto contrarío, han legitimado el trabajo de los metateóricos y han conducido al fiorecimiento del trabajo me tateórico.
La explosión actual del interés por la metateorización Mediante la idea de explosión actual del interés por la metateorización, queremos expresar el enorme aumento que ha experimentado la cantidad de trabajos que son explícita y autoconscientemente metateóricos. La evidencia dfiás objetiva
596
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
nos la proporciona un estudio realizado por Fuhrman y Snizek (1990) acerca de las publicaciones que han aparecido durante la última década, que indica que existe un fuerte y creciente interés por la metateorización en sociología. El trabajo de ambos incluye una relación numerosa de obras que han sido reciente mente publicadas o están en prensa. Inmediatamente despiies de termmar su estudio han aparecido muchos otros trabajos metateóricos (por ejemplo, Ber ger, Wagner, y Zelditch, 1989; J, Turner, 1989a). Este aumento se refleja tam bién en el proceder de la revista Sodological Theory, que dedica cada vez más espacio a ensayos explícitamente metateóricos (por ejemplo, Fararo, 1989; Le vine, 1989; Ritzer, 1988). Además, una serie de libros recientes (y en prensa) también son explícitamente metateóricos (Fiske y Shweder, 1986; Osterberg, 1988; Ritzer, 1991); J. Turner, 1989b), y muchos, tal vez la mayoría, de los libros de teoría sociológica son implícitamente metateóricos. En marzo de 1990, Sodological Forum dedicó un ejemplar monográfico a la metateorización en sociología (Ritzer, 1990c), y en 1992, la editorial Sage ha pubhcado un hbro dedicado a estudios metateóricos (Ritzer c, en prensa). Aparte de estos trabajos, hay toda una serie de obras (cuya cantidad aumenta) que han tratado cuestiones metateóricas más especificas tales como el vínculo micro-macro (Alexander et al., 1987; R. Collins, 1981a, 1981b, 1988; Ritzer, 1990a), la relación entre ac ción y estructura (Archer, 1982, 1988; Bernstein, 1971; Giddens, 1984), y los niveles del análisis social (Ritzer, 1989; Wiley, 1988, 1989), Sí bien es posible que todo esto represente el auge de la metateorización en sociología, hay mu chas razones para creer que representa más bien el despegue de una amplia variedad, y un número creciente, de obras metateóricas en el campo de la socio logia. Una vez que hemos expresado esta idea, ahora retornamos al enfoque metateórico específico implícito en este libro. Como veremos, implica una combina ción de y M^, Comenzaremos con un breve análisis de la obra de Thomas Kuhn, y luego examinaremos mi análisis (M^) de los múltiples paradigmas de la sociología. Finalente, analizaremos la herramienta metateórica — el paradig ma sociológico integrado (M q)— que constituye la fuente de los niveles de análisis utilizados para estudiar las teorías sociológica analizadas en este libro.
LAS IDEAS DE THOMAS KUHN En 1962 el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn publicó un pequeño libro titula do The Structures o f Scientific Revolutions [La estructura de las revoluciones científicas]. Como este libro se enmarcaba en la filosofía, parecía estar destinado a tener un estatus marginal dentro de la sociología, Y era sí porque se centraba en las ciencias duras (la física, por ejemplo) y parecía tener escasa relación di recta con las ciencias sociales. Sin embargo, las tesis del libro demostraron ser de sumo interés para estudiosos de una amplia serie de campos (por ejemplo, Flollinger, 1980, en historia; Searle, 1972, en lingüística; Stanfield, 1974, en
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
597
economía), y para ninguno cobró tanta importancia como para los sociólogos. En 1970, Robert Friedrichs publicó la primera y más importante obra desde una perspectiva kuhniana, A Sociology o f Socioiogy [Sociología de la sociología]. Desde entonces ha habido una producción constante de trabajos desde esta pers pectiva (Eckbergy Flili, 1979; Effrat, 1972; Eisenstadt y Curelaru, 1976; Falk y Zhao, 1990a, 1990b; Friedrichs, 1972a; Greisman, 1986; Lodahl y Gordon, 1972; Phillips, 1973, 1975; Quadagno, 1979; Ritzer, 1975a, 1975b, 1981b; Rosen berg, 1989; Snizek, 1976; Snizek et al., 1979). Es indudable que la teoria kuh niana constituye una variedad inriportante de la Mjj, pero, ¿cuál era exactamente el enfoque de Kuhn? Una de las metas de Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas era desafiar tas suposiciones comunes acerca del modo en que la ciencia cam bia, Desde el punto de vista de la mayoria de los profanos y de muchos científi cos, la ciencia avanza de un modo acumulativo, de manera que cada avance se construye inexorablemente sobre todos los que ie han precedido. La ciencia ha alcanzado su estatus presente a través de aumentos lentos y constantes de cono cimiento. Y avanzará incluso más en el futuro. Esta concepción de la ciencia había sido enunciada por el físico Isaac Newton, quien afirmó que «Si he logra do ver más lejos, ha sido encaramándome a hombros de gigantes», Pero Kuhn creia que esta concepción del desarrollo acumulativo de la ciencia era un mito, e intentó destruirlo, Kuhn admitió que la acumulación jugaba cierto papel en el avance de la ciencia, pero los principales cambios resultaban de las revoluciones. Kuhn ofreció una teoría de cómo se habían producido los principales cambios científicos. Creía que la ciencia estaba siempre dominada por un paradigma específico (definido hasta ese momento como una imagen fundamental del objeto de la ciencia). La ciencia normal consiste en un período de acumulación de conoci mientos en el que los científicos trabajan para extender el paradigma dominan te. Este trabajo científico inevitablemente genera anomalías, o hallazgos, impo sibles de explicar mediante el paradigma dominante. Si estas anomalías aumentan se produce una etapa de crisis, que puede desembocar en una revolución cientí fica. El paradigma dominante se abandona y se reemplaza por otro nuevo que ocupa su lugar en el núcleo de la ciencia. Nace un nuevo paradigma dominante, y de nuevo se repite el ciclo. La teoría de Kuhn se puede describir esquemática mente como sigue: Paradigma I Crisis
----- > Ciencia normal ----- > Anomalías ----- > ■-- > Revolución ----- > Paradigma 11
En los periodos de revolución es cuando se producen los grandes cambios en ia ciencia. Esta idea sitúa evidentemente a Kuhn frente a la mayoría de las concepciones del desarrollo científico. El concepto clave del enfoque de Kuhn y de este Apéndice, es el de para digma. Desgraciadamente, Kuhn ofrece una definición vaga de jiaradigm a.
598
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Margaret Masterman (1970) señala que Kuhn utilizó el término en, al menos, veintiún sentidos sentidos. Pero nosotros emplearemos una definición de para digma que creemos fiel al significado y espíritu de su obra. Un paradigma sirve para diferenciar una comunidad científica de otra. Se puede utilizar para distinguir la física de la quimica o la sociologia de la psico logía, Estos campos tienen paradigmas distintos. También se puede utilizar para distinguir entre etapas históricas difcntcs en el desarrollo de una ciencia. El paradigma reinante de la física en el siglos xix difiere considerablemente del que la dominó a principios del siglo xx. Hay un tercer uso del concepto de paradigma, que constituye el más útil para nosotros aquí. Los paradigmas pue den servir para distinguir entre grupos cognitivos dentro de una misma ciencia. En el psicoanálisis contemporáneo, por ejemplo, se pueden distringuir los para digmas de Freud, de Jüng y de Horney (entre otros) — es decir, hay múltiples paradigmas en el psicoanálisis — y lo mismo ocurre en la sociología y en mu chos otros campos. Pasemos a ofrecer una definición de paradigma que creemos fiel al signifi cado de la obra original de Kuhn: Un paradigm a es una im agen bàsica del objeto de una cien cia. Sirve para d efinir lo que debe estudiarse, las preguntas que es necearlo responder, có m o deben respon derse y qué reglas es preciso segu ir para interpretar las respuestas obtenidas. El paradigm a es la unidad m ás general de co n sen so dentro de una cien cia y sirve para diferenciar una com unidad cien tífica (o subcomunidad) de otra. Subsum e, d efin e e inlerrelaciona lo s ejem plares, las teorías [cursivas añadidas], y los m étodos e in s trum entos d ispon ib les. (R itzer, 1975a: 7)
Con esta defmición podemos proceder al análisis de la relación entre los paradigmas y las teorías. Las teorias son sólo parte de paradigmas más am plios. Dicho de otro modo, un paradigma puede abarcar dos o más teorias, así como diferentes imágenes del objeto, los métodos (e instrumentos), y los ejem plares (obras específicas de trabajo científico que constituyen modelos para todos los que lo siguen). Uno de los objetivos de ete Apéndice es identificar los paradigmas fundamentales de la sociologia.
LA SOCIOLOGIA: UNA CIENCIA MULTIPARADIGMATICA La idea de que la sociología es una ciencia multiparadigmática ha recibido cier to apoyo empírico (Lodahl y Gordon, 1972), pero la mayoría de los análisis realizados sobre el estatus paradigmático de la sociología son conceptuales. En la primera aplicación sistemática de las ideas kuhnianas a la sociología, Robert Friedrichs (1970) presentó dos imágenes diferentes del estatus paradig mático de la sociología, pero ambas reafirmaban la idea de que la sociología era
METATEORIZACION SOCIOLOGtCA Y ESQUEMA METATEORICO
599
una ciencia muí ti paradigmática. Por una parte, Friedrichs señaló que, a pesar del gran consenso que existió en el pasado, la sociología se había dividido entre un paradigma sistémico (que acentúa la integración societal y el consenso) y un paradigma del conflicto (que acentúa la desintegración societal y la coerción), con una amplia serie de perspectivas diferentes que constituyen paradigmas potenciales. Estos paradigmas se basan en las imágenes fundamentales del ob jeto de la sociología, pero Friedrichs pensaba que tenían una importancia se cundaria frente a los otros dos paradigmas que se centraban en las imágenes que tenían los sociólogos de sí mismos como agentes científicos. Estos eran el para digma profètico y el sacerdotal. Mientras los sociólogos proféticos se conside raban agentes del cambio social, los sociólogos sacerdotales se calificaban de científicos «libres de valores». La cuestión más importante para nuestros pro pósitos es que, en sus análisis tanto de tas imágenes del objeto de la sociología como de las que tienen los sociólogos de sí mismos, Friedrich concluye que la sociología es una ciencia multiparadigmática. Andrew Effrat (1972) se alineó abiertamente con los que consideraban la sociología como una ciencia multiparadigmática, aunque se equivocó al con fundir teorías especificas con paradigmas. Effrat concluyó su trabajo presen tando una lista algo confusa de paradigmas que incluía el marxista, ei freudia no, el durkheimiano, el weberiano, el fenomenològico, el etnometodológico, el del interaccionismo simbólico y el de ia teoría del intercambio. Como veremos, todos ellos constituyen más bien componentes teóricos de los paradigmas múl tiples de la sociología. Sin embargo, Effrat acertó en su imagen multiparadig mática de la sociología. ' S. N. Eisenstadt y M. Curelaru (1976)distinguieron entre el paradigma dis creto, el del sistema cerrado, y el del sistema abierto. Distinguieron estos para digmas en función del desarrollo histórico del campo. El primero es el paradig ma discreto, que se centra en entidades concretas separadas tales como las propiedades ecológicas, el tamaño de los grupos, o las características raciales y psicológicas. Con esta imagen del mundo como conjunto de unidades aisladas, los que operaban con este paradigma tenían dificultades a la hora de analizar cuestiones relaciónales tales como la emergencia, la innovación y la creativi dad, Este antiguo paradigma primitivo dejó sólo una débil huella en el desarro llo de la sociología, y persiste hoy exclusivamente en ciertas áreas aisladas. Con el correr de los tiempos fue sustituido por el modelo del sistema cerrado, cuyos defensores contemplan la sociedad como compuesta de elementos separados, pero interrelacionados. Los que trabajan de acuerdo con este paradigma tienden a ceer que un elemento domina a los demás. En la opinión de Eisenstadt y Curelaru (el autor de este libro disiente de ellos) Marx operó de acuerdo con este paradigma debido a su hincapié en el sector económico. Este paradigma, a su vez, fue reemplazado por el modelo del sistema abierto, que se centra en la «dinámica interna del sistema, las interconexiones, y los procesos de retroalimentación continua entre los componentes del orden social» (Eisenstadt y Cu relaru, 1976: 92). Aunque la evolución de estos paradigmas no sigue «un cami-
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESOUEMA METATEORICO
599
una ciencia multi paradigmática. Por una parte, Friedrichs señaló que, a pesar del gran consenso que existió en el pasado, la sociologia se había dividido entre un paradigma sistèmico (que acentúa la integración societal y el consenso) y un paradigma del conflicto (que acentúa la desintegración societal y la coerción), con una amplia serie de perspectivas diferentes que constituyen paradigmas potenciales. Estos paradigmas se basan en las imágenes fundamentales del ob jeto de la sociología, pero Friedrichs pensaba que tenían una importancia se cundaria frente a los otros dos paradigmas que se centraban en las imágenes que tenían los sociólogos de si mismos como agentes científicos. Estos eran el para digma profètico y el sacerdotal. Mientras ios sociólogos proféticos se conside raban agentes del cambio social, los sociólogos sacerdotales se calificaban de científicos «libres de valores». La cuestión más importante para nuestros pro pósitos es que, en sus análisis tanto de las imágenes del objeto de la sociología como de ias que tienen los socióiogos de sí mismos, Friedrich concluye que la sociología es una ciencia multi paradigmática. Andrew Effrat (1972) se alineó abiertamente con los que consideraban la sociología como una ciencia multíparadigmática, aunque se equivocó al con fundir teorias específicas con paradigmas. Effrat concluyó su trabajo presen tando una lista algo confusa de paradigmas que incluía el marxista, el freudia no, el durkheimiano, el weberiano, el fenomenològico, el etnometodológico, el del interaccionismo simbólico y el de ia teoría del intercambio. Como veremos, todos ellos constituyen más bien componentes teóricos de los paradigmas múl tiples de la sociología. Sin embargo, Effrat acertó en su imagen multiparadigmática de la sociología. ' S. N, Eisenstadt y M. Curelaru (1976) distinguieron entre el paradigma dis creto, el del sistema cerrado, y el del sistema abierto. Distinguieron estos para digmas en función del desarrollo histórico del campo. El primero es el paradig ma discreto, que se centra en entidades concretas separadas tales como las propiedades ecológicas, el tamaño de los grupos, o las características raciales y psicológicas. Con esta imagen del mundo como conjunto de unidades aisladas, los que operaban con este paradigma tenían dificultades a la hora de analizar cuestiones relaciónales tales como la emergencia, la innovación y la creativi dad. Este antiguo paradigma primitivo dejó sólo una débil huella en el desarro llo de la sociología, y persiste hoy exclusivamente en ciertas áreas aisladas. Con el correr de los tiempos fue sustituido por el modelo del sistema cerrado, cuyos defensores contemplan la sociedad como compuesta de elementos separados, pero interrelacionados. Los que trabajan de acuerdo con este paradigma tienden a ceer que un elemento domina a los demás. En la opinión de Eisenstadt y Curelaru (el autor de este libro disiente de ellos) Marx operó de acuerdo con este paradigma debido a su hincapié en el sector económico. Este paradigma, a su vez, fue reemplazado por ei modelo del sistema abierto, que se centra en la «dinàmica interna del sistema, las interconexiones, y los procesos de retroalimentación continua entre los componentes del orden social» (Eisenstadt y Cu relaru, 1976: 92). Aunque la evolución de estos paradigmas no sigue «un cami-
600
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
GEORGE RITZER; La autobiografia corno herramienta metateórica Las biografías y las autobiografías de los teóri cos de la sociología en particular y de los so ciólogos en general nos ayudan a comprender su obra. El historiador de la ciencia Thomas Han kins lo explica así: [La] biografía completa de un científico que nos informa sobre su personalidad, su trabajo científico y el contexto social 6 intelectual de su época, todavía [constituye]... el mejor medio para comprender las numerosas difi cultades que pueblan la escritura de la hiistoria de la ciencia... son los individuos los que hacen la ciencia, pero, sin embargo, existen fuerzas exteriores que in fluyen en el científico y guian una buena parte de su obra. La biografía es la lente literaria a través de la que podemos contemplar este proceso. (Hankins, 1979: 14)
Las observaciones de Hankins sobre los científicos han guiado mi orien tación hacia las biografías de los teóricos de ta sociología, incluida mi propia autobiografía. Esta reseña autobiográfica se propone sugerir al menos algu nos nnodos en los que la biografía puede ser útil para el análisis metateórico. Aunque durante más de veinte años he estado enseñando y escribiendo sociología, me licenció en psicología en 1962 por el City College de Nueva York, en 1964 me especialicé en administración de personal en la Universi dad de l\/1ichigan, y en 1968 me doctoré en relaciones industriales y labora les por la Universidad de Cornell. Esta falta de formación sociológica me llevó a estudiar en profundidad durante el resto de mí vida la teoría socioló gica, un esfuerzo que yo mismo he denominado «metateorización». En cier to sentido también me ayudó a comprender la teoría sociológica. Como no me formé en ninguna «escuela» particular, comenzé el estudio de )a socio logía con pocas preconcepciones y escasos sesgos. Antes bien, era estu diante de todas las «escuelas de pensamiento»; todas ellas ejercieron idén tica influencia en mi obra teóhca. Posiblemente debido a que nunca he sido capaz de manejar el conflicto, el objetivo de mi obra ha sido intentar resolver el conflicto y reconciliar las perspectivas y las orientaciones opuestas. I\^i tesis, publicada más tarde en un libro (Ritzer y Trice, 1969), se centró en los modos en los que los jefes de personal resolvían el conflicto de rotes. Durante muchos arios me interesé por las técnicas que utilizaban los trabajadores para resolver el conflicto laboral. Esta cuestión es central en mi texto sobre sociología de las ocupa ciones (Ritzer y Walczak, 1986). Y lo que es más importante, la resolución del conflicto se encuentra en eí núcleo del trabajo metateórico que he reali zado durante casi dos décadas. El objetivo de mi primera obra metateórica, Sociology: A M últiple Para-
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
601
digm Science [La sociología, una ciencia multiparadigmática] (1975a), fue no sólo exponer los diferentes, y en ocasiones opuestos, paradigmas de ia sociología, sino también defender ia vinculación, ia relación, ia conexión y ia integración de los paradigmas. No me agradaba ei conflicto entre ios para digmas y deseaba brindar más armonía e integración a ia sociología. Esto me condujo a ia publicación de Towardan Integrated Sodological Paradigm [Hacia un paradigma sociológico integrado] (1981a), obra en ta que desarro llé mi concepción de un paradigma integrado. Recientemente, ei interés por resolver ei confiicto teórico me ha llevado a centrarme en ia integración micro-macro (1990a) y acción-estructura {en prensa a), así como en ia cuestión más general de las síntesis teóricas (1990b). Desde mi punto de vista hay suficientes evidencias que demuestran que ia teoría sociológica está distan ciándose de ias décadas del extremismo y el confiicto teórico y acercándose a una mayor integración y armonía teórica. Pero, dada mi personalidad, ¿qué otra cosa se podría haber esperado de mí? Mi interés por ei trabajo metateórico se explica por mi deseo de com prender mejor la teoría y resolver ei conflicto que mora dentro de ia teoría sociológica. En Metatheorízing in Sociology [La metateorización en sociolo gía] (1991), elevé mi necesidad de conocer mejor la teoría sociológica hasta convertirla en una exigencia para toda la disciplina. Después de todo, ia metateorización consiste simplemente en eí estudio sistemático de ia teoría sociológica. Creo que es preciso estudiarla así para comprender mejor ia teoría, y producir nuevas teorías y perspectivas teóricas englobadoras (o metateorías). El estudio metateórico también se orienta inacia ia clarifica ción de cuestiones polémicas, ia resolución de disputas y hacia una mayor integración y síntesis. Además, desde mi punto de vista, el trabajo metateó rico está tan alejado del mundo real que le resulta relativamente fácil resol ver y manejar el confiicto que allí se encuentra. Otra característica de mi personalidad que informa mi trabajo teórico es la idea que tengo de mí mismo como una persona muy racional. Mi punto de partida fue ia teoría de ia racionalización de Weber y he analizado ia relación entre la racionalización y la profesionaiización (véase Ritzer, 1975b; Ritzer y Walczak, 1988). En mi artículo sobre ia «McDonaiización» (1983) afirmaba que mientras ia burocracia era el ejemplo paradigmático de la racionali zación formal en ia época de Weber, el de ia sociedad moderna es el res taurante de comida rápida. Recientemente he retomado esta cuestión en Big Mac Attack: The McDonaldization of Society [E\ ataque del gran Mac: ia mcdonaldización de ia sociedad] (en prensa, a). Uno de mis proyectos ana liza el fracaso de ia industria estadounidense del automóvil y el éxito de su contrincante japonesa. Mi tesis es que ei fracaso estadounidense se debe a su confianza exclusiva en la racionalidad formal, mientras el éxito japonés se explica por su hiperracionalidad, que implica la utilización de ios cuatro tipos weberianos de racionalidad: formal, sustantiva, intelectual y práctica. Fuente: A d a p ta d o d e G e o r g e R itz e r, "I N e v e r M e ta th e o ry I D id n ’t L ik e » , M id-Am ericsn R e view o f Sociology. 15: 2 1 - 3 2 , 1 9 9 1 .
602
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
no simple, natural y cronológico», y se produce un «solapamiento temporal y operativo considerable de los diferentes enfoques», hay en la perspectiva de Eisenstadt y Curelaru una tendencia hacia el paradigma de sistema abierto. Charles Lemert afirmó que, más que estar constituida de paradigmas múlti ples, la sociología está unificada por su homocentrismo, «la idea decimonónica de que el hombre es la medida de todas las cosas» (1979; 13). Aunque es cierto que la sociología se centra en las personas, es cuestionable si eso constituye una prueba de que la sociología está unificada. Una conclusión igualmente plausi ble es la de que hay paradigmas múltiples en sociología y de que las fuentes de sus diferencias se derivan de las diversas interepretaciones de la humanidad. En mi opinión, las ideas del homocentrismo y de los paradigmas múltiples no son recíprocamente excluyentes. Lemert concluyó que, a pesar de su homocentrismo unificador, se dan impor tantes diferencias paradigmáticas entre los diversos modos del discurso sociológico. Distinguió estos modos a partir de una base lingüistica. El primero es la sociología léxica, cuya orientación es fundamentalmente técnica. El segundo, la sociolo gía semántica., que se centra en la interpretación del significado que sólo las personas (no los animales) son capaces de producir. Finalmente, está la sociología sintáctica, cuya orientación es fundamentalmente política. Así, para Lemert, existen paradigmas múltiples, al menos en la sociología contemporánea.
Los grandes paradigmas sociológicos Aunque todas las perspectivas que acabamos de presentar tienen cierta utilidad, mi trabajo inicial sobre el estatus paradigmático de la sociología (Ritzer, 1975a, 1975b, 1980) proporciona la base para la perspectiva metateórica que ha guiado el análisis de la teoria sociológica clásica a lo largo del presente libro. Igual que la mayoria de los autores que acabamos de estudiar, yo concibo la sociología como una ciencia multíparadigmática. En mi opinión, hay tres paradigmas que dominan la sociología, junto a otros muchos que potencialmente pueden alcan zar el estatus de paradigma. Los denomino el paradigma de los hechos sociales, el de la definición social y de la conducta social. El paradigm a de los hechos sociales 1.
2.
Ejemplar: El modelo para los partidarios del paradigma de los hechos sociales es la obra de Emile Durkheim, partículamente Las reglas del método sociológico y El suicidio. Imagen del objeto: Los partidarios del paradigma de los hechos sociales analizan lo que Durkheim denominó hechos sociales, o las grandes ins tituciones y estructuras sociales. Los que se adhieren a este paradigma se centran no sólo en estos fenómenos, sino también en su influencia sobre el pensamiento y ta acción individuales.
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
3.
4.
603
Métodos: Quienes defienden este paradigma suelen tender más a utili zar el metodo del cuestionario-entrevista ®y los métodos históricos com parados que los que se adhieren a otros paradigmas. Teorías: El paradigma de los hechos sociales abarca varias perspecti vas teóricas. Los teóricos del funcionalismo estructura! tienden a consi derar que los hechos sociales están estrechamente interrelacionados y que el orden se mantiene mediante et consenso general. Los teóricos del conflicto tienden a subrayar el desorden entre los hechos sociales, y comparten la idea de que el orden se mantiene mediante fuerzas coerci tivas de la sociedad. Aunque ei funcionalismo estructural y la teoría del conflicto son las teorías dominantes de este paradigma, hay otras, entre eilas, la teoria de sistemas.
El paradigma de la definición social 1. Ejemplar: Para los partidarios del paradigma de la definición social, el modelo unificador es la obra de Max Weber sobre la acción social. 2. Imagen del objeto: La obra de Weber suscita interés entre los estudio sos de la defmición social por el modo en que los actores defmen sus situaciones sociales y la influencia de estas definiciones en la acción y la interacción consecuentes. 3. Métodos: Si bien muchos defensores del paradigma de la definición social utilizan el método del cuestionario-entrevista, suelen tender más a utilizar el método de la observación que los que se adhieren a otros paradigmas. En otras palabras, la observación es el método distintivo de los partidarios de este paradigma. 4. Teorias: Hay muchas teorías que pueden incluirse en el paradigma de la defmición social: la teoría de la acción, el interaccionismo simbólico, la fenomenología, la etnometodoiogía y el existencialismo. El paradigma de la conducta social 1.
Ejemplar. El modelo para los sociólogos que se adhieren al paradigma de la conducta social es ia obra del psicólogo B.F. Skinner. 2. Imagen del objeto: El objeto de la sociología para los conductistas sociales es la conducta irreflexiva de los individuos. Las recompen sas que provocan conductas deseables y los castigos que inhiben las conductas indeseables son de gran interés para los conductistas so ciales. 3. Métodos: El método distintivo del conductismo social es el experi mento. ’ William Snizek (1976) ha demostrado que el cuestionario de entrevista es dominante en todos los paradigmas.
604
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
4.
Teorias'. Dos enfoques teórico-sociológicos pueden incluirse bajo la de nominación «conductismo social». El primero es la socioiogia conduc tista, estrechamente relacionada con el conductismo psicológico puro, y el segundo, y más importante que el primero, la leoria dei intercambio. ^
HACIA UN PARADIGMA SOCIOLOGICO MAS INTEGRADO Además de especificar la naturaleza multiparadigmática de la sociología, otro objetivo de mis primeros trabajos era defender una mayor integración paradig mática en el área de la sociología. Aunque hay razones que demuestran la utili dad de los paradigmas existentes, también se percibe la necesidad de un para digma más integrado. Los paradigmas existentes tienden a ser parciales y se centran en niveles especificos del análisis social, y no consideran, o lo hacen ligeramente, los demás paradigmas. Esta cuestión se refleja en la preocupación de los defensores del paradigma de los hechos sociales por tas macroestructu ras; la preocupación de los partidarios de la definición social por la acción, la interacción y la construcción social de la realidad; y la preocupación de los conductistas sociales por la conducta. Es este tipo de parcialidad lo que condu ce a lo que yo percibo como un creciente interés por un enfoque más integrado entre numerosos sociólogos (Ritzer, en prensa, b). (Lo cual no es sino una parte de lo que considero un creciente interés por la integración entre varias ciencias sociales; véase especialmente M itroff y Kilmann, 1978.) Por ejemplo, Robert Merton, representante de los defensores de los hechos sociales, percibió que la perspectiva de ios hechos sociales y la de la definición social eran mutuamente enriquecedoras, y «opuestas sólo en el sentido en el que se oponen tos huevos y las patatas; son preceptivamente diferentes, pero mutuamente enriquecedores» (1975: 30), Entre tos partidarios de las definiciones sociales, Hugh Mehan y Houston Wool afirman que uno de los componentes teóricos de su perpsectiva (la etnometodologia) acepta al menos uno de ios principios básicos del paradig ma de tos hechos sociales; «La realidad de un mundo externo y constrictivo» (1975: 180), Entre los conductistas sociales, Arthur Staats (1976) se esfuerza por integrar los procesos mentales creativos (elemento central de las definicio nes sociales) con el conductismo tradicional. La demanda general de un para digma más integrado es importante, pero lo que se requiere es intentar definir cómo debería ser tal paradigma. La clave de un paradigma integrado es la noción de tos niveles del análisis social (Ritzer, 1979, 1981a). Sin lugar a dudas, el lector es consciente de que el mundo social no está, en realidad, dividido en niveles. De hecho, la realidad social se contempla como una enorme variedad de fenómenos sociales que ex^ E n tre lo s a n á lis is q u e se h an re a liz a d o a p a r tir del e s q u e m a de p a ra d ig m a s de R itzer, fig u ran E c k b e rg y H ill (1 9 7 9 ), F rie d h e im (1 9 7 9 ), H arp er, S y lv e ste r, y W a lc z a k (1 9 8 0 ), S n izek (1 9 7 6 ), y S ta a ts (1 9 7 6 ).
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
605
perimentan una continua interacción y un constante cambio. Los individuos, los grupos, las familias, las burocracias, la política, y muchos otros fenómenos so ciales altamente diversos representan una cantidad desconcertante de fenóme nos que constituyen el mundo social. Resulta harto dificil poder controlar tal número de fenómenos sociales de tantos tipos y tan mutuamente relacionados. Se requiere algún esquema conceptual, y los sociólogos han desarrollado varios esquemas de este tipo para analizar el mundo social. La idea de los niveles de análisis que utilizamos aqui puede ser considerada como uno de lo numerosisismos esquemas que se pueden utilizar, y han sido utilizados, para estudiar las complejidades del mundo social.
Niveles del análisis social; una revisión de la literatura Aunque la idea de los niveles está implícita en una buena parte de la sociología, ha recibido relativamente poca atención explícita. Al centramos en los niveles, simplemente vamos a hacer explícito lo que ha estado implícito en la sociología. Este Apéndice se cierra con una conceptualización de los principales nive les del análisis social. Pero para comprender adecuadamente esa conceptualiza ción, es preciso hacer ciertas diferenciaciones preliminares. Como veremos, en el desarrollo de los principales niveles del mundo social es útil señalar dos continua de la realidad social. Es relativamente fácil considerar que el mundo social está constituido de una serie de entidades que oscilan desde las más gran des a las más pequeñas. En su vida cotididana la mayoria de las personas conci ben el mundo social en estos términos. Y en el mundo académico algunos pen sadores han trabajado con un continuum micro-macro (entre ellos, Alexander et al., 1987; Blalock y Wilken, 1979; Bosserman, 1968; Edel, 1959; Gurvitch, 1964; Johnson, 1981; Korenbaum, 1964; Ritzer, 1990a; Wagner, 1964), Tanto para los profanos como para los académicos, el continuum se basa en la idea simple de que los fenómenos sociales varían enormemente en magnitud. En el extremo macro del continuum figuran fenómenos sociales de gran escala tales como los grupos de sociedades (por ejemplo, los sistemas mundiales capitalis tas y socialistas), las sociedades y las culturas. En el extremo micro del con tinuum figuran los actores individuales y sus pensamientos y acciones. En me dio hay una amplia serie de grupos, colectividades, clases sociales y organizaciones. Encontramos cierta dificultad para reconocer estas distinciones y reflexionar sobre el mundo en términos micro-macro. No existen líneas divisorias marca das entre las unidades microsociales y las macrounidades. Lo que vemos con claridad es un continuum que va desde el extremo micro al extremo macro. El segundo continuum es la dimensión objetivo-subjetivo del análisis social. En cada extremo del continuum micro-macro podemos diferenciar entre com ponentes subjetivos y objetivos. En el micronivel, en el extremo individual, están los procesos mentales subjetivos de un actor y las pautas objetivas de acción e interacción con las que el actor se encuentra comprometido. Lo subje tivo se refiere aquí a algo que ocurre exclusivamente en el reino de las ideas.
606
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
mientras lo objetivo hace referencia a eventos reales y materiales. Esta misma diferenciación también la encontramos en el extremo macro del continuum. Una sociedad se compone tanto de estructuras objetivas, como el gobierno, las burocracias y las leyes, como de fenómenos subjetivos tales como las normas y los valores. El continuum subjetivo-objetivo es más complicado que el continuum micro-macro, e incluso es, como veremos, más complicado de lo que parece en esta introducción. Para intentar clarificar las cosas, y para alcanzar una mayor complejidad, procedamos a examinar ejemplos concretos, así como trabajos de varios sociólogos sobre el continuum objetivo-subjetivo. Consideremos, por ejemplo, la compra de un automóvil nuevo. En el nivel microsubjetivo analizaríamos las actitudes y las orientaciones del comprador que influyen en el tipo de automóvil que va a comprar. Sin embargo, el compra dor podría desear (estado subjetivo) adquirir un coche deportivo y, en realidad, comprar (acto objetivo) un modelo económico; ésa es, precisamente, la diferen cia principal entre los niveles microsubjetivo y microobjetivo. A algunos soció logos les preocupan los estados mentales subjetivos, y a otros los actos objeti vos. En muchos casos resulta útil e importante entender la interacción entre estos dos niveles micro. El nivel macro también tiene una dimensión objetiva y otra subjetiva. Du rante muchos años la mayoría de los estadounidenses compartía una serie de preferencias por los coches grandes y potentes. Era ese un conjunto subjetivo de actitudes compartido por una inmensa cantidad de personas. Más tarde, una serie de cambios objetivos acaecidos en el nivel societal influyó en estas actitu des compartidas. Se formó la OPEP, el suministro de petróleo a los Estados Unidos menguó y el gobierno intervino para desempeñar un papel más activo en las cuestiones relativas al petróleo. Estos y otros cambios estructurales macro produjeron cambios en las preferencias compartidas de multitud de personas. De la noche a la mañana, muchas comenzaron a apreciar los automóviles pe queños y de bajo consumo. Este cambio, a su vez, condujo a una alteración considerable en la estructura de las compañías de automóviles estadounidenses. También cambiaron los pensamientos y las acciones de muchos estadouniden ses. Así, la compra de un coche, como muchas otras actividades mundanas y extraordinarias, implica la compleja interacción de los componentes micro-macro y objetivo-subjetivo de la vida social. Pasemos ahora a analizar la obra de algunos sociólogos sobre el continuum objetivo-subjetivo. Como vimos en el capítulo primero, el idealismo alemán, en particular la obra de G.W.F. Hegel, influyó poderosamente en la obra de Karl Marx, La dialéctica hegeliana constituía un proceso subjetivo que se situaba en el reino de las ideas. Aunque influyó sobre Marx y sobre los Jóvenes Hegelia nos, la dialéctica no les satisfizo porque no estaba arraigada en el mundo mate rial y objetivo. Marx, que partió de la obra de Ludwig Feuerbach y otros, sintió la necesidad de extender la dialéctica al mundo material. Por una parte, le pre ocupaban más los actores reales y conscientes que los sistemas de ideas. Por otra, le interesaban también las estructuras objetivas de la sociedad capitalista,
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
607
fundamentalmente la estructura económica. Marx se centró en las estructuras materiales reales del capitalismo y en las contradicciones que existían entre y dentro de ellas. Esto no significa que perdiera de vista tas ideas subjetivas; de hecho, tas nociones de conciencia de clase y de falsa conciencia desempeñan un papel crucial en su obra. La división entre el materialismo y el idealismo, tal y como se manifestó en ta obra de Marx y otros, constituye una de las raíces filosóficas más importantes det continuum objetivo-subjetivo de ta sociología moderna. Aunque adoptó una forma diferente, también podemos encontrar este conti nuum en ta obra de Emite Durkheim. En su obra clásica sobre metodología Durkheim distinguió entre los hechos sociales materiales (objetivos) y tos no materiales (subjetivos). En El suicidio, Durlíheim señaló «El hecho social se materializa a veces de manera que se convierte en un elemento del mundo ex terno» (1897/1951: 313). Analizó ta arquitectura y el derecho como dos ejem plos de hechos sociales materiales (objetivos). Sin embargo, el grueso de ta obra de Durkheim se centra en los hechos sociales no materiales (subjetivos); Con tod o, es incontestable que toda ta co n cien cia social no lleg a íntegram ente a exteriorizarse y a m aterializarse así. Toda la estética nacional no está en tas obras que inspira; toda la m oral no se form ula en preceptos d efin id o s. La m ayor parte perm anece difusa. H ay una vida co le c tiv a que está en libertad; toda clase de c o rrientes, van, vien en , circulan en varias d ireccion es, se cruzan y se m ezclan de m il maneras d iferen tes, y, precisam ente porque se encuentran en un perpetuo estad o de m ovilid ad , no llegan a concretarse en una forma ob jetiva. H oy, e s un vien to de tristeza y de d ecaim ien to el que sop la sobre la sociedad; mañana, por ei contrario, un im pulso de alegre con fian za vendrá a levantar los corazon es. (D urkheim , 1 8 9 7 /J951: 3 1 5 )
Estas corrientes sociales no tienen una existencia material; sólo pueden existir dentro de las conciencias de tos individuos y entre ellos. En El suicidio, Dur kheím analizó ejemplos de este tipo de hecho sociaL Relacionó las diferencias en las tasas de suicidio con las variaciones en las corrientes sociales. Por ejem plo, allí donde hay fuertes corrientes de anomia (ausencia de normas), se pue den apreciar tasas altas de suicidio anómico. Corrientes sociales tales como la anomía, el egoísmo y et altruismo carecen de existencia material, pero sí pue den tener una influencia material y producir variaciones en las tasas de suicidio. Sin embargo, son fenómenos intersubjetivos que sólo pueden existir en la con ciencia de las personas. Peter Blau (1960) se ha situado a la cabeza de los que emplean el continuum objetivo-subjetivo. Su distinción entre instituciones (entidades subjetivas) y es tructuras sociales (entidades objetivas) pertenece a este tipo. Definió tas institu ciones subjetivas como «tos valores y las normas comunes que se encaman en una cultura o subcultura» (Blau, 1960: 178), En el extremo opuesto hay estruc turas sociales, que son «las redes de relaciones sociales mediante tas cuales se
608
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
organizan los procesos de interacción social y se diferencian las diferentes po siciones sociales de individuos y subgrupos» (Blau, 1960: 178). Puede afirmarse que el conUnuum objetivo-subjetivo desempeña un papel crucial en el pensamiento de autores como Marx, Durkheim, Blau y muchos otros. Pero hay un problema interesante en el uso que hacen del continuum\ lo emplean casi exclusivamente en el nivel macroscópico. Sin embargo, también puede aplicarse en el nivel microscópico. Antes de poner un ejemplo que ilustre su empleo en este último nivel, es preciso decir que no sólo debemos estudiar los continua microscópico-macroscópico y objetivo-subjetivo, sino también la interacción entre ellos. Un ejemplo que clarifica el uso del continuum objetivo-subjetivo en el nivel microscópico lo constituye e! estudio que realizaron Mary y Robert Jackman (1973) sobre lo que ellos denominaron «el estatus social objetivo y el subjeti vo». Su preocupación microsubjetiva era la «percepción de los individuos de su propia posición en la jerarquia de estatus» (Jackman y Jackman, 1973: 569). La microsubjetividad en este estudio hacia referencia a los sentimientos, las per cepciones y los aspectos mentales de las posiciones de los actores en el sistema de estratificación. Estos guardan relación con diversos componentes del reino microobjetivo, entre ellos el estatus socioeconómico del actor, sus contactos sociales, la cantidad de capital que posee, la pertenencia a un grupo étnico, o el estatus como cabeza de familia o miembro de un sindicato. En lugar de analizar los sentimientos del actor, estas dimensiones se refieren a las características más objetivas de los individuos; las pautas de acción y de interacción que si guen realmente. En un nivel más general, el aspecto microscópico del continuum objetivosubjetivo se manifiesta en los paradigmas de la definición social y la conducta social, así como en las diferencias entre ellos. Aunque ambos tienden a analizar las pautas microobjetivas de la acción y la interacción, se diferencian en la dimensión microsubjetiva. Todos los componentes teóricos del paradigma de la definición social (por ejemplo, el interaccionismo simbólico, la etnometodolo gía y ta fenomenología) comparten su interés por la microsubjetividad, por los sentimientos y los pensamientos de los actores. Sin embargo, los conductistas sociales rechazan la idea de que es preciso estudiar los componentes microsubjetivos de la vida social. Este rechazo se refleja en el ataque de B. F. Skinner (1971) contra lo que él denominaba la idea del «hombre autónomo». Para Skin ner, el concepto de hombre autónomo incluye una persona a la que se le atribu yen ideas tales como pensamiento, consciencia, libertad y dignidad. Supone mos que las personas tienen algo parecido a un núcleo interior del que emanan sus acciones. Son capaces de iniciar, originar y crear debido a la existencia de este centro interior de microsubjetividad. Para Skinner, la idea de que las perso nas tienen un núcleo interior y autónomo es una postura metafísica mística que tiene que desaparecer de las ciencias sociales: «El hombre autónomo sirve para explicar sólo las cosas que no podemos explicar de otra manera. Su existencia depende de nuestra ignorancia, y lógicamente pierde su estatus en cuanto cono
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
609
cemos su conducta» (1971: 12). Aunque es obligado rechazar esta especie de diatriba política, la cuestión clave es que el nivel microscópico contiene ambas dimensiones, !a subjetiva y la objetiva.
Niveles de análisis social: un modelo El pensador más importante que trató ta cuestión de los niveles det análisis social fue el sociólogo francés Georges Gurvitch, Aunque no utilizó esta termi nologia, Gurvitch (1964) concibió ambos continua, el micro-macro y el objeti vo-subjetivo, Y lo que es más importante aún, fue muy consciente del modo en que estos dos continua estaban relacionados. A su favor señalaremos también que se negó abiertamente a considerar ambos continua y sus interrelaciones como herramientas estáticas y se sirvió de ellos para recalcar la naturaleza di námica de la vida social. Sin embargo, el trabajo de Gurvitch plantea una difi cultad importante: su esquema analítico es extremadamente compiejo y confu so. El mundo social es muy complejo, y para poder comprenderlo, se requieren modelos relativamente simples. El modelo simple que estamos buscando se deriva de la intersección de los dos continua de los niveles de la realidad social analizados en las últimas pági nas. El primero, el continuum microscópico-macroscópico, lo describimos en la Figura A. 1, M icrosCÓ Dico
n
T“
P e n s a m ie n to
In te r-
y a c c ió n in d iv id u a l
a c c ió n
Figura A.1.
^ G ru p o s
^
1
r
IVfacrosritnicA
O rg a n i-
S o c ie -
S is te m a s
z a c io tie s
dades
m u n d ia le s
El continuum microscópico-macroscópico, con algunos de sus puntos clave.
El continuum objetivo-subjetivo plantea más dificultades, aunque no es menos importante que el micro-macro. En general, un fenómeno social objetivo tiene una existencia material real. Los siguientes fenómenos, entre otros, pueden con siderarse fenómenos sociales objetivos; los actores, la acción, la interacción, las estructuras burocráticas, el derecho y el aparato del estado. Es posible ver los, tocarlos o describirlos. Sin embargo, existen fenómenos sociales que exis ten exclusivamente en el reino de las ideas; carecen de una existencia material. Se trata de fenómenos sociológicos tales como los procesos mentales, la cons trucción social de la realidad (Berger y Luckmann, 1967), las normas, tos valo res y muchos elementos de ta cultura. La dificultad que presenta el continuum objetivo-subjetivo reside en que hay muchos fenómenos entre los dos extremos que contienen tanto elementos objetivos como subjetivos. La familia, por ejem plo, tiene una existencia material real y también aparece como una serie de
610
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
entendimientos mutuos, normas y valores subjetivos. Asimismo, la política se compone de leyes y estructuras burocráticas objetivas, así como de normas y valores políticos subjetivos. De hecho, es probable que la inmensa mayoría de los fenómenos sociales sean tipos mixtos que representan cierta combinación de elementos objetivos y subjetivos. Así, lo más útil es considerar el continuum objetivo-subjetivo como formado por dos tipos polares con una serie de tipos mixtos compuestos de diversos elementos que se sitúan entre los extremos. Al gunos de estos tipos pueden tener más caractérísticas subjetivas que objetivas, mientras otros pueden presentar la combinación inversa. La Figura A.2 muestra el continuum objetivo-subjetivo. Objetivo
Subjetivo A c to re s , a c c ió n , in te r a c c ió n . e s tr u c tu ra s b u '
T ip o s m ix to s , q u e c o m b in a n en d is tin
ro c rá tic a s , d e re c h o , e tc
ta m e d id a e le m e n to s s u b je tiv o s y o b je tiv o s : e s ta d o , fa m ilia , tra b a jo , re lig ió n
Figura A.2.
C o n s tru c c ió n so c ia l d e la re a lid a d , n o r m a s, v a lo re s , etc
El continuum objetivo-subjetivo, con algunos de sus tipos mixtos.
Aunque estos dos continua son harto interesantes, io que nos concierne aquí es la Ínterrelación entre ambos. La Figura A,3 constituye una representación esquemática de la intersección de estos continua y los cuatro niveles principales de análisis social que se derivan de ella. M A C R O S C O P IC O !, M a c ro - o b je tiv o
II. M a c ro - s u b je tiv o
_ E je m p lo s : s o c ie d a d , d e re c h o
E je m p lo s : c u ltu ra , n o rm a s y v a lo re s
b u ro c ra c ia , a rq u ite c tu ra . te c n o lo g ía y le n g u a je
OBJETIVO
-
-
-
-
1¡I, M ic ro -o b je tiv o
IV . M ic r o -s u b je tiv o
E je m p lo s : p a u ta s d e c o n d u c ta a c c ió n c in te ra c c ió n so c ia l d e la re a lid a d
E je m p lo s : la s d iv e rs a s fa c e ta s d e la c o n s tr u c c ió n
SUBJETIVO
M IC R O S C O P IC O
Figura A.3.
Los grandes niveles de análisis social.
La idea que defendemos aquí es que un paradigma sociológico integrado debe incluir los cuatro niveles básicos de análisis social especificados en el esquema y sus interrelaciones (para modelos similares, véase Alexander, 1985a;
METATEORIZACION SOCIOLOGICA Y ESQUEMA METATEORICO
611
Wiley, 1988). Debe incluir entidades objetivas macroscópicas tales como la burocracia, realidades macrosubjetivas tales como los valores, fenómenos mi croobjetivos tales como las pautas de interacción, y hechos microsubjetivos como el proceso de construcción de la realidad. Debemos recordar que en el mundo real, todos ellos se mezclan gradualmente con otros, formando parte del gran continuum social, y que lo que hemos construido son más bien diferencia ciones bastante arbitrarias para poder analizar la realidad social. Estos cuatro niveles de análisis social han sido diseñados para propósitos heurísticos y no aspiran a ser descripciones detalladas del mundo social. Surge por tanto la cues tión obvia de cómo se relacionan estos cuatro niveles con los tres paradigmas analizados anteriormente, así como con el paradigma integrado. La Figura A.4 relaciona los cuatro niveles con los tres paradigmas.
NIVELES DE REALIDA D SOCIAL
M a c m -s u b je tiv o
PA RAD IG M AS SOCIOLOGICOS
H e c h o s s o c ia le s
M a c ro -o b je tiv o M ic r u -s u b je tiv o M ic ro -o b je tiv o
Figura A.4.
D e fin ic ió n s o cia l
P a ra d ig m a s o c io ló g ic o in te g ra d o
C o n d u e la s o c ia l
Niveles de análisis social y los grandes paradigmas sociológicos.
Ei paradigma de los hechos sociales se centra fundamentalmente en los nivles macroobjetivo y macrosubjetivo. El paradigma de la defmición social se ocupa principalmente del mundo microsubjetivo y de la parte del mundo microobjetivo que depende de los procesos mentales (la acción). El paradigma de la conducta social se interesa por la parte del mundo microobjetivo que no incluye los procesos conscientes (la conducta). Mientras los tres paradigmas existentes cruzan los niveles de la realidad social horizontalmente, otro paradigma los cruza verticalmente. Esta descripción deja claro por qué un paradigma integra do no reemplaza (invalida) los otros. Aunque cada uno de los tres paradigmas existentes se ocupa de uno o más niveles en profundidad, el paradigma integra do analiza todos los niveles, pero no examina ningún nivel con el mismo grado de intensidad que cada uno de los otros paradigmas. Asi, la elección de un paradigma depende del tipo de cuestión que se aborde. No todas las cuestiones sociológicas requieren un enfoque integrado, pero es bien cierto que algunas sí lo precisan. Lo que hemos descrito en estas últimas páginas es un modelo para la ima gen del objeto de un paradigma sociológico integrado. Este esquema requiere una mayor precisión, que se logrará dentro de unos años. Sin embargo, esta es otra tarea (véase Ritzer, 1981a). La meta de este análisis no es el desarrollo de
612
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
un paradigma sociològico nuevo, sino la presentación de un esquema meta teórico englobador (M^) que nos permita analizar la teoria sociológica de una manera coherente. El modelo desarrollado en la Figura A.3 constituye la base de este análisis. Hemos analizado la teoría sociológica utilizando los cuatro niveles del aná lisis social descritos en ta Figura A.3. Esta figura nos proporciona una herremienta metateórica que puede utilizarse en el análisis comparado de ios teóri cos de la sociología. Nos ayuda a analizar los temas fundamentales de un teórico y cómo deben relacionarse con los de cada uno de los demás teóricos de ia sociología. Hay que evitar por todos los medios identificar a un teórico con un nivel especifico del análisis social. Si bien es cierto que, dada la descripción que acabamos de realizar del actual estatus paradigmático de la sociología, los teó ricos de ta sociología que se adhieren a un paradigma determinado suelen estu diar varios niveles específicos de análisis social, no se les hace justicia si se iguala el conjunto de su obra con uno o más niveles. Por ejemplo, a Karl Marx se le suele considerar un pensador que se centró en el análisis de las estructuras macroobjetivas, en particular, en el de las estructuras económicas del capitalis mo. Pero el uso del esquema de los diversos niveles de análisis social nos per mite apreciar que Marx hizo fructíferas incursiones en todos los niveles de la realidad social y en sus interrelaciones. Igualmente, se suele considerar el inte raccionismo simbólico como una perspectiva que se ocupa de la microsubjetivi dad y ta microobjetividad, aunque sin embargo incluye también ideas que se sitúan en los niveles macroscópicos de análisis social (Maines, 1977). Es importante también que el lector recuerde que el uso de los niveles de análisis social para estudiar la obra de un teórico tiende a romper el todo, la integridad y la consistencia interna det conjunto de su obra. Aunque son útiles para comprender una teoría y compararla con otras, uno puede econtrarse en dificultades a la hora de analizar la interrelación entre los niveles y la totalidad teórica de la obra de un pensador. En suma, el esquema metateórico presentado en la Figura A.3, cuyo desa rrollo hemos explicado en este Apéndice, proporciona la base para el análisis de los diversos teóricos de la sociología que hemos analizado en et presente libro.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
A bott, Carrol); Brown, C harles R., y C rosbie, Paul V (1973): « E xch an ge as S ym b olic Interaction: For W hat?» American Sociological Review 38: 5 0 4 -5 0 6 . A berle, D .F., ei al (1 9 5 0 /1 9 6 7 ): «T he Functional Prerequisites o f a S o ciety » . En N. D em erath y R. Peterson (eds.): System, Change and Conflict. N u eva York: Free Press: 3 )7 -3 3 1 , A boulafia, M itchell (1 9 8 6 ); The Mediating Self: Mead, Sartre, and Self-Determina tion. N ew H aven: Y a!e U n iversity Press. Abraham son, Mark (1 978): Functionalism. E n glew ood C liffs, N.J.; P rentice-H all. A braham sson, B engt (1970): «H om ans on E xchange». American Journal o f Sociology 76; 2 7 3 -2 8 5 . A bram s, Philip (1 9 6 8 ): The Origins o f British Sociology: 19 8 4 -1 9 1 4 . C hicago: U n iver sity o f C h icago Press. — (1982): Historical Sociology. Ithaca, N .Y .: Cornell U n iversity Press. A bram s, Philip; D eem , R osem ary; F inch, Janet y R ock , Paul (1 9 8 1 ): Practice and Pro gress: British Sociology 1950-1980. Londres: A llen and U nw in. A gger, Ben (ed .) (1 9 7 8 ); IVestern Marxism: An Introduction. Santa M onica, C a lif: G oodyear. A kers, R onald (1981): « R eflectio n s o f a S ocial B ehaviorist on B ehavioral S o cio lo g y » . American Sociologist 16: 177-180. A lbas, D an iel, y A lbas, Cheryl (1 9 8 8 ): « A ces and Bom bers: The P ost-E xam Im pres sion M anagem ent Strategies o f Students». Symholic interaction 1 1: 2 8 9 -3 0 2 . A lexander, Jeffrey C. (1981): «R evolu tion , R eaction, and Reform: The C hange Theory o f P arsons’s M iddle Period». Sociological Inquiry 51: 2 6 7 -2 8 0 . — (1 9 8 2 ); Theoretical Logic in Sociology. V ol. 1, Po.'iitivism, Pre-wppositions, and Current Controversies. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press. — (1 9 8 2 -1 9 8 3 ): Theoretical Logic in Sociology. 4 v o ls, B erkeley: U niversity o f C ali fornia Press. — ( 1983); Theoretical Logic in Sociology. Vol. 4, The Modern Reconstruction of Classical Thought: Talcott Parsons. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press. — (1984): «T he Parsons R evival in German S o c io lo g y » . En R. C ollin s (ed.): Sociolo gical Theory-19H4. San Francisco: Jossey-B ass: 3 9 4 -4 1 2 . — (1985a): «T he “ Individualist D ilem m a” in P h en om en ology and Interacionism ». En S. N, Eisenstadt y H. J, H elle (eds.): Macro-Sociological Theory. V ol. 1. Londres: Sage: 2 5 -5 1 . ^ — (1987): «A ctio n and Its E nvironm ents». En J. A lexander et al. (eds.): The Micro Macro Link, B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press: 28 9 -3 18. A lexander, Jeffrey C. (ed .) (1 9 8 5 ): Nedfunctionalism. B everly H ills, C a lif: Sage. — (1988): Durkheimian Sociology: Cultural Studies. Cam bridge: C am bridge U n iver sity Press, 613
614
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
A lexander, Jeffrey C ., y C o lo m y , Paul (1985): «Toward N eo -F u n ctio n a lism », Sociolo gical Theory 3; 11-23, — (1990a): «N eofu n ction alism : R econstructing a T heoretical T radition», En G. Ritzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: C olum bia U n i versity Press: 33-67. A lexander, Jeffrey C. et al. (ed s.) (1987): The Micro-Macro Link. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press. Alexander, Jeffrey C., y C olom y, Paul (1990b): Differentiation Theory and Social Change: Comparative and Historical Per.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
615
(1 9 9 0 ): «T he D eclin e o f the Grand Narrative o f E m ancipatory M odernity: C risis or R enew al in N eo-M arxian T heory?» En G. R itzer (ed.): Frontiers of Social Theory: The New Syntheses. N u ev a York: C olum bia U n iversity Press: 8 8 -1 1 6 . A n tonio, Robert J., y G lassm an, R onald M. (ed s.) (1985): A Weher-Marx Dialogue. Lawrence: U n iversity Press o f Kansas: 2 0 -4 3 . A n tonio, R obert, y K ellner, D ou g la s (en prensa): «M etath eorizin g H istorical Rupture: C lassical T heory and M odernity». En G. R itzer (ed.): The Coming Age of Meta theorizing in Sociology. B everly H ills, C alif.: S age. A nzaldua, C atona (ed .) (1990): Making Face, Making Soul/Haciendo Caras: Creative and Critical Perspectives by Women of Color. San Francisco: A unt Lute Founda tion B o o k s, A ppelbaum , Richard (1979): «B orn -A gain F u nctionalism ? A R econsideration o f A l thusser’s Structuralism ». Insurgent Sociologist 9: 18*33. A ptheker, Bettina (1989): Tapestries o f Life: Women's Work, Women's Conscious ness and the Meaning of Daily Experience. A m herst: U n iv ersity o f M assachusetts Press. Archer, Margaret S. (1982): «M orphogenesis versus Structuration: On Com bining Structure and A ctio n » . British Journal ofSociology 33: 4 5 5 -4 8 3 . — (1 9 8 5 ): «Structuralism versu s M orp h ogen esis». En S. N . E isenstadt y H, J, H elle (eds.): Macro-Sociological Theory. Londres: Sage: 58-88. — (1988): Culture and Agency: The Place o f Culture in Social Theory. C am bridge: C am bridge U n iv ersity Press, Arthur, C. J. (1 9 7 0 ): « E d itor’s Introduction». En K. Marx y F. E n gels, The German ideology. Parte 1. N u eva York: International Publishers: 4 -3 4 . A scher, Carol; de S a lv o , L ouise; y R uddick, Sara (1 9 8 4 ): Between Women. Boston: B eacon Press. A tkinson, J. M axw ell (1 984a): Our Master’s voices: The Language and Body Langua ge o f Politics. N u eva York: M ethuen. — (1984b ): «P u b lic Speaking and A u d ien ce R esp on ses: Som e T echniques for Inviting A p plau se». En J. M. A tkinson y J. H eritage (eds.): Stuctures of Social Action. C am bridge; C am bridge U n iv ersity Press: 3 7 0 -4 0 9 . A tkinson, Paul (1988): «Eth no m étodo logy: A C ritical R e v ie w » . Annual Review of So ciology 14: 4 4 1 -4 6 5 . B ack, Kurt (1970): R ev iew o f Robert B u rgess and D on B u sh ell, Behavioral Sociology. American Sociological Review 35: 1098-1 100. Bailey, Kenneth D . (1987): «G lobals, M utables and Immutables: A n Alternative Approach to M icro/M acro A n a ly sis» . C on feren cia presentada en las reu n ion es de la A so c ia ción A m ericana de S o c io lo g ía , C h icago, Illin ois. — (1990); Social Entropy Theory. A lbany: State U n iversity o f N ew Y ork Press. Baker, W ayne E, (1 9 9 0 ); «M arket N etw ork s and C orporate BehavioD>. American Jour nal ofSociology 96: 5 8 9 -6 2 5 . B aldw in, A lfred (1961); «T h e Parson ian T heory o f P ersonality». En M. Black (ed,): The Social Theories o f Talcott Parsons. E n glew ood C liffs, N . J.: Prentíce-Hall: 153-190. B aldw in, John C. (1986): George Herbert Mead: A Unifying Theory for Sociology. N ew bury Park, C alif.; Sage. — (1988a): «M ead and S k in n er A gen cy and D eterm inism ». Behaviorism 16: 109-127. — (1988b): «M ead ’s S olu tion to the Problem o f A g en cy » . Sociological Inquiry 58: 139-162.
616
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
B aldw in, John D ,, y B ald w in , Janice I, (1 978): «B eh aviorism on V erstehen and Erk lären». American Sociological Review 43: 3 3 5 -3 4 7 . — (1986): Behavior Principles in Everyday Life. 2 ,“ ed , E n glew ood C liffs, N.J.: Prentice-H all. B all, Richard A. (1978): « S o c io lo g y and G eneral S ystem s T heory». American Sociolo gist 13: 65 -7 2 . — (1979): «T he D ialectica l M ethod: Its A p p lication to S ocial T heory». Social Forces 57: 7 8 5 -798. Banner, L ois (1 9 8 4 ): Women in Modern America.- A Brief History. N u eva York: Harcourt Brace Jovan ovich , Baran, Paul, and S w ee z y , Paul M. (1 9 6 6 ): Monopoly Capital: An Essay on the Ameri can Economic and Social Order. N u eva York: M onthly R ev iew Press. [E dición en Castellano: El capital monopolista. M éxico: S ig lo X X I, 1976.] Barbalet, J. M. (1983): Marx 's Construction of Social Theory. Londres: R outledge and Kegan Paul. Barrett, M ich ele {1985): «Introduction». En F, E ngels, Origins o f the Family, Private Property and the State. N ueva York: Penguin. Barry, Kathleen (1979): Female Sexual Slavery. E n glew ood C liffs, N, J.: Prentice-H all. Baudrillard, Jean (1 983): Simulations. N u eva Y ork, S em iotext. Baum, Rainer C ,, y Lechner, Frank J, {1981}: «N ation al S ocialism : Tow ard an A ction T heoretical P ersp ective», Sociological Inquiry 51: 2 8 1 -3 0 8 . Baum an, Z ygm unt (1976): Towards a Critical Sociology: An Essay on Commonsense and Emancipation. Londres; R outiedge and Kegan Paul. -- (1990): «From Pillars to Post», Marxism Today, febrero: 2 0 -2 5 . Becker, U w e (1 9 8 8 ): «From S ocial S cien tific Functionalism to Open Functional L o gic». Theory and Society 17: 8 6 5 -8 8 3 . B eniger, Jam es R. y Savory, Laina (1981): « S ocial E xchange: D iffu sion o f a Para digm ». American Sociologist 16: 2 4 0 -2 5 0 . Benjam in, Jessica (1 9 8 5 ); «T he B onds o f Love: R ational V io le n c e and Erotic D om in a tion». t n H. Eisenstein y A. Jardine (eds.): The Future of Difference. N ew Brunswich, N. J.: Rutgers U niversity Press: 4 1 -7 0 . — (1988): The Bonds of Love: Psychoanalysis, Feminism, and the Problem o f Domi nation. N ueva York; Pantheon. B enston Margaret (1970): The Political Economy o f Women 's Liberation. N u eva York: M onthly R eview Press (reim presión). Benton, Ted (1984): The Rise and Fall of Structural Marxism. Althusser and His In fluence. N ueva York: St. M artin’s. Berger, Brigette, y Berger, Peter (1983): The War over the Family: Capturing the Middle Ground. Garden C ity, N . Y.: A nchor. Berger, Joseph; Eyre, Danna, P., y Zelditch, Morris, Jr. (1989): «Theoretical Structures and the M icro/M acro Problem». En J. Berger, M. Zelditch, Jr. y B, Anderson (eds.): Socio logical Theories in Progress: New Formulations. N ewbury Park, Calif.: Sage: 11 -32. Berger, Joseph; W agner, D avid G ., y Z elditch, M orris (1989): «T heory G rowth, Social P rocesses and M etatheory». En J. Turner (ed.): Theory Building in Sociology: Asses.sing Theoretical Cumulation. N ew bury Park, C alif.: Sage: 19-42. Berger, Peter (1963): Invitation to Sociology. N u eva York: D oubleday, [E dición en Castellano; Introducción a la socioiogia. M éxico; L im onsa, 1971, Berger, Peter, y K ellner, Hansfried (1964): «M arriage and the S ocial C onstruction o f
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
617
R eality». En P. D reitzcl (éd.): Recent Socioiogy, N“2, Patterns o f Communicative Behavior. N u eva York: M acm illan. Berger, Peter, y Luckm ann, T hom as (1967): The Social Construction ofReality. Gar den C ity, N .Y .: Anchor. [E dición en castellano: La construcción social de ia reali dad. B uenos A ires: Amorrortu, 1968.] B ergeson, Albert (1 984): «T he C ritique o f W orld-System Theory: C lass R elations or D ivision o f LaborV» En R. C ollin s (éd.): Sociological Theory-1984. San Francisco: Jossey-B ass: 3 6 5 -3 7 2 . Bernard, Jessie (1971 ): Women and the Public Interest. C hicago: A ld in e. (1 9 7 3 ): «M y Four R evolu tion s: A n A utobiographical A ccou n t o f the A m erican S o c io lo g ica l A sso cia tio n » . American Journal o f Sociology, 78: 7 7 3 -7 9 2 , — (1981): The Female World. N ueva York: Free Press. — (1982): The Future o f Marriage. 2 “ ed. N ew Haven: Y ale U n iversity Press. — En prensa: The Feminist Enlightenment. Bernard, Philippe (ed .) ( 1983b): The Sodological Domain. Cambridge: Cam bridge U n i versity Press. Bernard, Thom as (1983).' The Con.^en.sus-Conjlict Debate: Form and Content in Socio logical Theories. N ueva York; C olum bia U n iversity Press, B ernikow , L ouise (ed .) ( 1974): The World Split Open: Four Centuries of Women Poets in England and America, 1 5 5 2 -¡9 5 0 . N u eva York: V intage. — (1980): Among Women. N u eva York: Harper. B ernstein, Richard J. (1 9 7 !): Praxis and Action: Contemporary Philosophies o f Hu man Activity. Philadelphia: U niversity o f P ennsylvania Pres. [E dición en c a stella n o : /'rajr/.y v /íctvón . Madrid: A lian za E ditorial, 1979.] — (1989): «S o cia l Theory as C ritique». En D. Held y J. B. T hom pson (eds.): Social Theory of Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cambridge: C am bridge U niversity Press: 19:33, Bcsnard, Philippe (1 9 83a): «T he “ A nnée S o cio log iq u e" T eam ». En P. Besnard (ed): The Sociological Domain. Cambridge: Cam bridge U n iversity Press, Best, Raphael a (1983): We ’we All Got Scars: What Boys and Girls Learn in Elementa ry School. B loom ington; U n iversity o f Indiana Press, Bird, C aroline (1979): The Two Paycheck Family. N u eva York: R aw son, W ade. Bittner, Egou (1973): «O bjetivity and R ealism in S o c io lo g y » F. En G. Psathas (ed.): Phenomenological Sociology: Issues and Applications. Nueva York: W iley: 109-125. B lalock, Hubert, y W ilken. Paul (1979): Intergroup Processes: A Micro-Macro Pers pective. N ueva York: Free Press. Blau, Peter (1960): «Structural E ffects», American Sociological Review 25: 178-193. — (1964): Exchange and Power in Social Life. N ueva York: W iley. [E d ición en ca ste llano; intercambio y poder en lu vida social. B arcelona; Hora, 1983.] — (1975a): «Introduction», «P arallels and Contrasts in Structural Inquiries». En P. Blau (ed. ) : Approaches to the Study o f Social Structure. N ueva Y ork : Free Press : 1-20. — ( 1975b);«Param eters o f S ocial Structure». En P. B lau (ed.); Approaches to the Stu dy o f Social Structure. N u eva York: Free Press: 2 2 0 -2 5 3 . — ( 1977a): inequality and Heterogeneity: A Primitive Theory o f Social Structure. N ueva York: Free Press, “ (I9 7 7 b ):« A M a cro so cio lo g ica l T heory o f S ocial Structure». American Sociologi cal Review 83: 2 6 -5 4 , ... (1980): «A Fable about S ocial Structure». Social Forces 58: 7 7 7 -7 8 8 .
618
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1987a): «C ontrasting T heoretical Perspectives)v. En J. A lexan d er etal. (eds.): The Micro-Xíacro Link. B erk eley. U n iv ersity o f C alifornia Press; 71-85. ~ (1987b ): «M icroprocess and M acrostructure». En K. C ook (ed.); Social Exchange Theory. B everly H ills, C alif.: Sage: 8 3 -1 0 0 . Blau, Peter, y M erton, Robert K. (ed s.) (1 9 8 1 ): Continuities in Structural Inquiry. B e verly H ills, C a i i f : Sage. Blau, Peter; B eeker, C aroline; y Fitzpatrick, K evin (1 9 8 4 ): «C rosscu ttin g S ocial Cir cles and Intermarriage». Social Forces 62: 5 8 5 -6 0 6 . Blau, Peter; B lum , Terry C ., y Schw artz, Joseph E. (1 9 8 2 ); «H etero g en eity and Inter m arriage». American Sociological Review 47; 4 5 -6 1 . B leich, Harold (1977): The Philo.
flEfERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
61S
— (1984): The Frankfurt School. C hichester, Ing!.: E llis H orw ood. B ottom ore, T om , y Frisby, D avid (ed s.) (1978): Introducción a ia traducción de G eorg Sim m el: The Philosophy o f Money (orig. 1907). Londres: R outledge and Kegan Paul: 1-49. B ordieu, Pierre (1977): Outline of a Theory of Practice. Londres: C am bridge U n iv ersi ty Press. — (1984): Di.<;tinction: A .
620
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1990): «M arxism as S cien ce: H istórica! C h a llen g es and T heoretical G row th», American Sociological Review 55: 7 7 5 -7 9 3 . Burger, Thom as {1976}: Maw Weher’s Theory o f Concept Formation: History. Laws and Ideal Types. Durham, N. C.: D uke U n iversity Press, Burns, T om R. (1986): «A ctors, T ransactions, and Social Structure: An Introduction to Social Rule System T heory». En U. H iinm elstrand (ed,): Sociology: The Aftermath of Crisis. Londres: Sage: 8-37. Burns, Tom R„ y Flam , H elena (1 9 8 6 ): The Shaping o f Social Organization: Social Rule System Theory with Applications. B everly H ills, C aiif,: Sage. Burt, Ronald ( !982): Toward a Structural Theory of Action: Network Models of Social Structure, Perception, and Action. N u eva York: A cad em ic Press. B ushell, D on, y B urgess, Robert (1 9 6 9 ): « S o m e B asic P rinciples o f B ehavior». En R. B urgess y D. B ushell (eds.): Behavioral Sociology. N u eva York: C olum bia U n i versity Press: 2 7 -4 8 , Butler, Judith (1990): Gender Trouble: Feminism and the Subversion o f Identity. N u e va York; R outledge. Buttel, Frederick H, (ed .) (199Ü): Sym posium : E volution and S ocial C hange. Sociolo gical Forum 5\ 153-212. Button, Graham (1987): «A n sw ers as Interactional Products: T w o Sequential Practices U sed in Interview s», Social P.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
621
C law son , Dan; N eustadtl, Alan; y Bearden, Jam es (1 9 8 6 ): «T he L ogic o f B u sin ess Unity: Corporate C ontributions to the 1980 C ongressional E lection s». American Sociological Review 51: 7 9 7 - 8 1 1. d a y m a n , Steven E. (1 9 8 8 ); « D isp la y in g N eutrality in T elev isio n N e w s Interview s». Social Problems 35: 4 7 4 -4 9 2 . C ohen, G. A, (1 978): Karl Marx's Theory oj History: A Defence. Princeton, N.J.: Prin ceton U n iversity Press. [E dición en castellano: La teoria de la historia de Karl Marx. Una defensa. Madrid: S ig lo XXI, 1985,] — (1 9 7 8 /1 9 8 6 ): «M arxism and Functional E xplanation». En J, Roerner (ed,): Analyti cal Marxism. Cam bridge: C am bridge U niversity Press: 2 2 1 -2 3 4 , C ohen, Percy (1968): Modern Social Theory. N u eva York: B a sic B ook s, C olem an, James (1968): « R ev iew o f H, G alfinkel»: Studies in Ethnomeihodology. Ame rican Sociological Review 33; 126-130, — (1971): «C om m unity D isorganization and C on flict», En R, M erton and R, N isbet (eds,); Contemporary Social Problems. 3“ ed, N ueva York: Harcourt Brace Jovanovich: 6 5 7 -7 0 8 , — (1986): « S o cia l T heory, S ocial R esearch, and a T heory o f A ctio n » , American Jour nal of Sociology 9 1; 1309-1335. — (1987): «M icrofoundations and M acrosocial Behavior», E nJ, A lexander e /« /, (eds,); The Micro-Macro Link. B erkeley: Uni versity o f C alifornia Press: 153-173, (1990): Foundations of Social Theory. Cam bridge; B elknap Press o f Harvard U n i versity Press, C olfax, J. D avid, y R oach, Jack L, (1 9 7 1 ); Radical Sociology. N u eva York: B asic B ook s, C ollin s, Patricia Hill (1990): Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness and Empowerment. B oston: U nw in Hym an, C ollin s, Randall (1 975): Conflict Sociology: Toward and Explanatory Science. N ueva York: A cad em ic Press. — (1979): The Credential Society. N u eva York: A cad em ic Press. [E dición en c a stella no: La sociedad credencialista. Madrid: A kal, 1988,] — (1981a): «O n the M icrofoundations o f M a croso cio lo g y » . American Journal of So ciology 86: 984*1014. — (1981b ): «M icro-T ranslation as T h eory-B u ild in g Strategy». En K. Knorr-Cetina y A . C icourel (eds.): Advances in Social Theory and Methodology. N u eva York: M e thuen: 81 -1 0 8 . ' — (1981c): «Introduction». En R, C ollin s (ed,): Sociology since Midcentury: Essays in Theory Cumulation. N u eva York: A cadem ic Press; 1-9. —- (1985): Weberian Sociological Theory. Cam bridge: C am bridge U n iversity Press. — (1986a): «Is 1980s S o cio lo g y in the D oldrum s?» American Journal ofSociohgv 91: 1336-1355. ' — (1 986b): «T he P assing o f Intellectual G enerations: R eflectio n s on the D eath o f Er ving G offm an». Sociological Theory 4: 1 0 6 -i 13. — (1987a): «Interaction Ritual C hains, P ow er and Property: The M icro-M acro C on nection as an Em pirically Based Theoretical Problem ». En J. A lexander e ta l. (eds.): The Micro-Macro Link. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press: 193-206. — (1987b): «A M icro-M acro Theory o f Intellectual C reativity; The C ase o f German Idealistic P h ilosop h y», Sociological Theory 5: 4 7 -6 9 , - (1988): «The Micro Contribution to Macro S ociology». Sociological Theory 6; 242-253,
622
TEOñIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1989a): « S o cio lo g y ; P roscience or A n tiscien ce? » American Sodological Review 54: 124-139. — (1989b): «Toward a N eo-M eadian S ociology o f Mind». Symholic Interadian 12: 1-32. — (1990): «C on flict T heory and the A dvance o f M acro-H istorical S o c io lo g y » . En O, Ritzer (ed.): Frontiers ofS odal Theory: The New Syntheses. N u eva York: C olu m bia U niversity Press: 6 8 -8 7 . C olom y, Paul (1 9 8 6 ): «R ecen t D ev elo p m en ts in the F unctionalist A pproach to C han ge». Sociological Focus 19; 1 39-158, — (1990a): «Introduction: T he N eo fu n ctio n a list M ovem en t». En P. C o lo m y (ed.): Neofunctionalist Sociology. B rook field , Vt.: Elgar Publishing: x iii-ix i. — (1990b ): «Introduction: The N eo fu n ctio n a list M ovem en t». En P. C o lo m y (ed,): Neqfunctionalist Sociology. B rook field , Vt.: Elgar Publishing: x i-xii. — (1990c): «U neven Differentiation and Incomplete Institutionalization: Political Change and C ontinuity in the Early A m erican N ation». En J, C . A lexander y P. C olom y (eds.): Differentiation Theory and Social Change: Comparative and Historical Pers pectives. N ueva York: C olum bia U n iversity Press: 119-162. — (1990d ) «Strategic G roups and P olitical D ifferentiation in the A ntebellum U nited States». En J, C. A lexander y P. C o lo m y (eds.): Differentiation Theory and Social Change: Comparative and Historical Perspectives. N u eva York: C olum bia U n i versity Press: 2 2 2 -2 6 4 . C om te, A uguste ( 18 3 0 -1 8 4 2 /1 9 7 4 ): The P o sitiv e P hilosophy. N ueva York: A M S Press. [E dición en castellano: La filosofía positiva. M éxico: Porrúa, 1979.] C onnerton, Paul (ed .) (1976): Critical Sociology. H arm ondsworth, Ingl,: Penguin. C on nolly, W illiam E. (1973): «T heoretical S e lf-C o n scio u sn ess» . Polity 6: 5-35. C ook, Judith, y F on ow , Mary M argaret (1 9 8 6 ): «K n o w led g e and W om en ’s Interests: Issues o f E p istem ology and M eth od ology in F em inist S o c io lo g ica l R esearch», So ciological Inquiry 56: 2 -2 9 . C ook Karen S. (1987b): «E m erson ’s C ontributions to S ocial E xchange T heory». En Karen S. C ook (ed.): Social Exchange Theory. B everly H ills, Calif: Sage: 2 0 9 -2 2 2 , C ook Karen S. (ed .) (1987a): Social Exchange Theory. B ev erly H ills, C a lif : Sage. C ook Karen S. y Em erson, Richard M. (1 9 7 8 ); «P ow er, E quity, C om m itm ent in E x change N etw ork s». American Sodological Review 43: 7 2 1 -7 3 9 , C ook Karen S.; Emerson; Richard M.; G illm ore, Mary B ,, y Y a m agish i, T o sh io (1983): «T he D istribution o f P ow er in E xchange N etworks: Theory and Experim enta! Re sults. American Journal of Sociology 89: 2 7 5 -3 0 5 . C ook Karen S. y G illm ore, Mary B, (1 9 8 4 ); «P ow er, D ep en d en ce, and C o a lition s». Advances in Group Processes 1: 2 7 -5 8 . C ook , Karen S.; O ’B rien, Jodi, y K o llo ck , Peter (1 9 9 0 ): « E xch an ge T heory, A B lu e print for Structure and P rocess». En G. R itzer (ed,): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: C olum bia U n iv ersity Press: 1 58-181. C o o ley , C harles H. (1 9 0 2 /1 9 6 4 ): Human Nature and the Social Order. N ueva York: Scribner’s, C oser, L ew is (1956): The Functions of Social Conflict. Nueva York: The Free Press. [E dición en castellano: Las funciones del conflicto social, M éxico: F ondo de C ul tura E conóm ica, 1961.] — (1967): Continuities in the Study of Social Conflict. N u eva York: Free Press. — (1975 a); Presidential Address: « T w o M ethods in Search o f a S u bstance». American Sociological Review 40: 6 9 1 -7 0 0 .
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
623
— (1975b ): «Structure and C on flict», En P. B lau (ed.): Approaches to the Study o f Social Structure. N u eva York: Free Press: 2 1 0 -2 1 9 . — (1977): Masters o f Sociological Thought. 2" ed. N u ev a York: Harcourt Brace Jova novich. C ott, N a n cy F. (1977)-. The Bonds of Womanhood: Women ’5 Sphere in New England. 1780-1 8 3 5 . N ew Haven: Y ale U n iversity Press. C ottrell, Leonard S.. Jr. {1980): «G eorge Herbert Mead: The L egacy o f S ocial B eh a v io rism ». En R.K. Merton y M. W. R iley (eds.): Sociological Traditions from Genera tion to Generation: Glimpses o f the American Experience. N orw ood , N . J.: A b lex. C ouch, C, J.; Saxton . S. L ., y K atovich, M. A . (1986a): Studies in Symbolic interaction: The lowa School. Parte A . G reenw ich, Conn.: JAI Press. — (1986b ): Studies in Symbolic Interaction: The lowa School, Parte B. G reenw ich, Conn.: JA l Press. C oulter, J e ff (1983): Rethinking Cognitive Theory. N u ev a York: St. M artin’s, — (1989): Mind in Action. A tlantic H ighlands, N . J.: H um anities Press. Craib. Ian (1976)-. Existentialism and Sociology: A Study o f Jean-Paul Sartre. C am bridge: C am bridge U n iversity Press. Cronk, G eorge (1987): The Philosophical Anthropology o f George Herbert Mead. N ueva York: Peter Lang. C rozier, M ich el, y Friedberg, Erhard (1 9 8 0 ): Actors and Systems: The Politics of Co llective Action. C hicago: U n iv ersity o f C h icago Press. C uller, Jonathan (1976): Ferdinand de Saussure. H arm ondsw orth, Ingl.: Penguin. Curtis, Bruce (1981): William Graham Sumner. B oston: T w ayne. Chafetz, Janet Saltzman (1984): Sex and Advantage. Totowa, N. J.: Rowman and Allanheld. — (1988): Feminist Sociology: An Overview o f Contemporary Theories. Itaca, III.: P eacock. C hafetz, Janet Saltzm an, y D w orkin, A nthony Gary (1986): Female Revolt: Women’s Movement in World and Historical Perspectives. T otow a, N.J.: Rowm an and A llan held. Charon, Joe! (1 985): Symbolic Interaction: An Introduction, an Interpretation, an Integration.2'‘ ed. E n glew ood C liffs, N . J.: P rentice-H all. — (1989): Symbolic Interaction: An introduction, an interpretation, an Integration. 3 “ ed. E n glew ood C liffs, N.J.: P rentice-H all. C hitnis, Anand C. (1976): The Scottish Enlightenment: A Social History. T otow a, N . J.: Rowm an and L ittlefield . C hodorow , N an cy (1978): The Reproduction o f Mothering: Psychoanalysis and the Sociology of Gender. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press. — (1 9 9 0 ): Feminism and Psychoanalytic Theory. N ew H aven: Y ale U n iv ersity Press. Chua, B eng-H uat (1977): «D elin ea tin g a M arxist Interest in E th nom ethodology». Ame rican Sociologist 12: 2 4 -3 2 . Dahrendorf, R a lf (1958): «Out o f Utopia: Toward a Reorientation o f S ocio lo g ica l A naly sis» . American Journal o f Sociology 64: I ! 5 - 127. — (1959): Class and Cla.ss Conflict in industrial Society. Stanford, C alif.: Stanford U niversity Press. [E dición en castellano: Las clases .wciales y su conflicto en la sociedad industrial. Madrid: E d icion es R ialp. 1974.] - (1968): Es.says in the Theory o f Society. Stanford, C a lif.: Stanford U n iversity Press.
624
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
D aniels, A rlene Kaplan (19S 8): invisible Careers: tVomen Civic Leaders from the Vo lunteer World. C hicago: U niversity o f C h icago Press. D avis, K ingsley (1 9 5 9 ): «T he M yth o f Functional A n a ly sis as a S pecial M ethod in S o cio lo g y and A nthropology», American Sociological Review 24: 7 5 7 -77 2. D avis, K in gsley, y M oore, W ilbert (1945): « S o m e P rinciples o f Stratification», can Sociological Review 10: 2 4 2 -2 4 9 , D aw e, A lan (1978): «T heories o f S ocial A ction ». En T. B ottom ore y R. N isb et (eds.): A History o f Sociological Analysis. N u eva York: B asic Books: 3 6 2 -4 1 7 . [E dición cn C a s te l l a n o : Historia del análisis sociológico. M éxico: Amorrortu, 1988.] de B eauvoir, Sim one (1 957): The Second Sex. N u eva York: V intage. Deckard, Barbara Sinclair (1 9 7 9 ): The Women 's Movement: Political, Socioeconomic and Psychological Issues. N u eva York: Harper & Row. D ecgan, Mary Jo {1988): Jane Addams and the Men of the Chicago School. 1 8 9 2 -1 9 1 8. N ew B runsw ick, N . J,: Rutgers U n iversity Press. Demerath, N ich olas, y P eterson, Richard (ed s.) (1967): System. Change and Conflict. N ueva York: Free Press. D ensm ore, Dana (1 9 7 3 ): «Independence from the Sexual R evolu tion », En A. K oedt et a l (eds.): Radical Feminism. N ueva York; Quadrangle: 107-118. D cV illc, P hillippe (1989): «Hum an A g en cy and S ocial Structure in E con om ic Theory: The General Equilibrium Theory and B eyon d ». P onencia presentada en la c o n fe rencia «S ocial T heory and Human A g en cy » en el C o le g io S u eco de E studios A van zados en C ien cia s S o cia les, U ppsala, S u ecia, del 29 de septiem bre al 1 de octubre, Dinnerstein, D orothy (1 9 7 6 ): The Mermaid and the Minotaur. N u eva York: Harper & Row. D iT om aso, N ancy (1982): « “ S o cio lo g ica l R ed u ction ism ” from Parsons to Althusser: Linking A ction and Structure in Social T heory». American Sociological Review 47■. 14-28, D itton, Jason (ed .) (1980): The View from Goffman. N u eva York: St, M artin’s, Dobb, M aurice (1964): Studies in the Development o f Capitalism. Ed, rev, N u eva York; International Publishers. D onovan, Josephine (1985); Feminist Theory: The Intellectual Traditions oJ American Feminism. N ueva York: Ungar. D ouglas, Jack (1977): «E xistential S o c io lo g y » , En J, D, D o u glas et al. (eds.): Existen tial Sociology. Cam bridge: C am bridge U niversity Press: 3 -7 3 . — (1980): «Introduction to the S o cio lo g ies o f Everyday L ife», En J, D ouglas eta l, (eds,): Introductions to the Sociologies of Everyday Life. Boston: A lly n and Bacon: 1-19, D ouglas, Jack, y Johnson, John (1977): «Introduction». En J, D ou glas et al, (eds,): Existential Sociology. Cambridge: C am bridge U n iversity Press: v ii-x v , Duncan, O, D, y Schnore, L, F, (1959): «Cultural, Behavioral and E cological Perspectives in the Study o f Social O rganization», American Journal of Sociology 65: 132-146, Durkheim , Em ile (1 8 9 3 -1 9 6 4 ); The Division o f Labor in Society. N u eva York: Free Press, [Edición en castellano: De la división del trabajo social. B uenos Aires: Sc hap ire, 1967.] — (1 8 9 5 /1 9 6 4 ): The Rules of Sociological Method. N u eva York: Free Press, [E dición en castellano: Las reglas del método sociológico. Madrid: A lian za Editorial, 1988,] — {18 9 7 /1 9 5 1 ): Suicide. N u eva York; Free Press. [E dición en castellano: El suicidio. B uenos A ires: Schapire, 1965.] — (1 9 1 2 /1 9 6 5 ): The Elementary Forms o f Religious Life. N ueva York: Free Press,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
625
[E dición en castellano: Las formas elementales de la vida religiosa. Madrid: A kal, 1982.] — (1 9 2 8 /1 9 6 2 ): Socialism. N ueva York: C ollier B ook s. [E d ición en castellano: El socialismo. Madrid: Editora N acional, 1982.] D w orkin, Andrea (1976): Our Blood: Prophecies and Discourses on Sexual Politics. N ueva York: Perigee B ook s, — (1987): Intercmtr.'ie: N ueva York: Krec Press. - (!9 8 9 ): Letters from the War Zone: Writings 1976*1987. N ueva York: Dutton, Eckberg, D ouglas L ee, y H ill, Lester ( 1979): «T he Paradigm C oncept and S o cio lo g y : A Critical R eview » . American Sociological Review 44: 9 2 5 -9 3 7 , Edel, Abraham ( 1959): «T he C oncept o f L evels in Social T heory», En L. G ross (ed,): Symposium on Sociological Theory. Evanston, 111.: R ow Peterson: 167-195. Eder, Klaus ( 1990): «The Rise o f Counter-Culture M ovem ents against Modernity: Nature as a N ew Field o f C lass Stru ggle». Theory, Culture and Society 7: 2 1 -4 7 . Edwards, Richard (1979): Contested Terrain: The Transformation ofthe Workplace in the Twentieth Century. N u eva York: B asic B ook s. Effrat, A ndrew (1972): «P ow er to the Paradigms: An Editorial Introduction», Sociolo gical inquiry 42: 3-33. Ehrmann. Jacques ( 1970): «Introduction». En J. Ehrmann (ed.): Structuralism. tSarden C ity, N. ¥ .: Anchor: vii-xi. Eisenstadt, S .N ,, con Curelaru, M, (1 976): The Form of Sociology: Paradigms and Cri.ses. N u eva York: W iley. Eisenstadt, S. N ., y H elle. H. J, (ed s.) ( 1985a): Macro-Sociological Theory: Perspecti ves on Sociological Theory. V ol. I. Londres: Sage. ( 1985b): «General Introduction to P ersp ectives on S o cio lo g ica l T heory». En S, N. Eisenstadt y H. J. H elle (eds.): Macro-Sociological Theory. Londres: Sage: 1-3, E isenstein, Z illah (1979): Capitalist Patriarchy and the Ca.se for Socialist Feminism. N ueva York: M onthly R eview Press, Ekeh, Peter P, ( 1974): Social Exchange Theory: The Two Traditions. Cam bridge: Har vard U niversity Press. — ( 1982): «Structuralism , the Principle o f E lem entarism , and the T heory o f C iv iliz a tion ». En \. R ossi (ed.): Structural Sociology. N u eva York: C olum bia U niversity Press: 122-148. Elster, Jon (1 9 8 2 ): «M arxism , Functionalism and iîa m e Theory: The C ase for M etho d ological Individualism ». Theory and Society 11: 4 5 3 -4 8 2 . — (1985): Making sense o f Marx. Cambridge: C am bridge U n iversity Press. [E dición en castellano: Introducción a Karl M arx, Madrid: S ig lo X X I, 1991.] — (19H6): «Further Thoughts on M arxism , F unctionalism , and G am e Theory». En J. R oem er (ed.): Analytical Marxism. Cam bridge: Cam bridge U n iversity Press: 2 0 2 -2 2 0 . Em erson, Richard M. (1 972a): «E xch an ge T heory, Part 1: A P sy ch o lo g ical B asis for Social E xchange». En J. Berger, M. Z elditch, Jr., y B. A nderson (eds.): Sociologi cal Theories in Progress, v o i,2, Boston: Houghton-M if'flin: 3 8 -5 7 . — ( 1972b): «E xchange T heory, Part 11: Exchange R elations and N etw orks». En J. B er ger, M. Z elditch, Jr,, y B, A nderson (eds.): Sociological Theories in Progress, v o i,2. Boston; H oughton-M ifflin: 5 8 -8 7 . — (1976): « S ocial E xchange T heory». En A. Inkeles, J. C olem an, y N . Sm elser (eds.): Annual Review of Sociology, v o l. 2. Palo A lto , C alif,: Annual Reviewis: 3 3 5 '3 6 2 .
626
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1981): «S o cia l E xchange T heory». En M. R osenberg y R. H, Turner (eds.): Social Psychology: Sociological Perspectives. N ueva York: B asic B ooks: 3 0 -6 5 . E n gels, Friedrich (1 8 8 4 /1 9 7 0 ): The Origins o f the Family, Private Property and the State. Nueva York: International Publishers. [E dición en castellano: El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Madrid: A y u so , 1975.] Epstein, C ynthia Fuchs (1988): Deceptive Distinctions: Sex, Gender, and the Social Order. N ew H aven; Y ale U n iversity Press. Etzioni, Am itai (1988): The Moral Dimension: Toward a New Economics. N u eva York: Free Press. Evans. Sara (1980): Personal Politics: The Roots of the Women 5 Liberation Movement in the Civil Rights Movement and the New Left. N u ev a York: V intage. Faghirzadeh, Saleh (1 982): Sociology o f Sociology: In Search of ...Ihn-Khaldun's So ciology Then and Now. Teheran: Soroush Press. Faia, M ichael A, (1 9 8 6 ): Dynamic Functionalism: Strategy and Tactics. Cam bridge: Cam bridge U n iversity Press, Falk, W illiam , y Z hao, Shanyang (1 9 90a): «Paradigm s, T h eories and M ethods in C on tem porary Rural S o cio lo g y : A Partial R ep lication ». Rural Sociology 54: 5 8 7 -6 0 0 , — (1990b ); «Paradigm s. T h eories and M ethods R evisited: W e R espond to Our C ri tics». Rural Sociology 55: 1 12-122. Kararo, T hom as J. (1 9 8 9 ): «T he Spirit o f U n ification in S o c io lo g ica l T heory». Sociolo gical Theory 7: 175-190, Kararo, Thom as J. y Skvoretz. John (1 9 8 6 ); «E -State Structuralism: A T heoretical M e thod». American Sociological Review 51: 591 -602. Farganis. Jam es (1 9 7 5 ): «A Preface to C ritical T heory». Theory and Society 2: 4 8 3 508. ^ ' Faris. R.E.L. (¡9 7 0 ): Chicago Sociology: 1920-1932. C hicago: U n iversity o f C hicago Press. [E dición en castellano: Tratado de socinlogia, 4 v o ls. B arcelona: Hispano Europa, 1976.] Famham, C. (ed.) (1987): The Impact o f Feminist Research on the Academy. Bloomington; Indiana U niversity Press. Faught. Jim (1 9 8 0 ): «P resu p p osition s o f the C hicago Sch ool in the W ork o f Everett H ughes». American Sociologist 15: 72-82. Fendrich, Michael (1984): «W ives' Em ploym ent and Husbands’ Distress: A m eta-analysis and a R eplication », Journal o f Marriage and the Family 46: 871 -879. Fine, Gary A lan (1988): «On the M acrofoundations o f M icro so cio lo g y ; M eaning, O r der, and C om parative C ontex». P onencia presentada en las reuniones d e la A so c ia ción A m ericana de S o c io io g ia , A tlanta, G eorgia. — (1990): «S y m b o lic Interactionism in the P ost-B lum erian A g e» . En G. R itzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N ueva York: C olum bia U n iversity Press: 117-157. Fine, Gary A lan, y K leinm an, Sherryl (1 9 8 3 ): «N etw ork and M eaning: An Interactio nist A pproach to S ocial Structure». Symbolic Interaction 6: 9 7 -1 1 0 . — (1986): «Interpreting the S o c io lo g ic a l C lassics: Can There B e a “ True” M eaning o f M ead?». Symbolic Interaction 9: 129-146. Fine. W illiam F. (1 9 7 9 ): Progressive Evolutionism and American Sociology, 1 8 9 0 1920. UMI R esearch Press (n .p .). Fischer, Norman (1984): «H egelian M arxism and E thics». Canadian Journal o f Politi cal and Social Theory. 8: 112-138.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
627
Fisher, B eren ice, y Strauss, A nselm (1979): « G eorge Herbert M ead and the C hicago Tradition o f S ocio lo g y -P a rtes I y 2». Symholic interaction 2, 1: 9-25; 2, 2: 9-19. Fiske, D onald W ., y Shw eder, Richard A. (ed s.) (1986): Metatheory in Social Science: Pluralism and Subjectivities C hicago: U n iv ersity o f C hicago Press. F itz p at r ik , E1Ìe n (1 9 9 0 ); Endless Crusade: Women Social Scie nfis t and Prog ress i ve Reform. N u eva York; O xford U n iversity Press. Flax, Jane (1 990); Thinking Fragments: Psychoanalysis, Feminism and Po.sfmoderntsm in the Contemporary West. B erkeley: U niversity o f C alifornia Press. Fontana, Andrea (1 9 8 0 ): «Toward a C om plex U niverse: E xistential S o c io lo g y « . En J. D. D ouglas et al. (eds,): introduction to the Sociologie.s of Everyday Life. Boston: A llyn and Bacon: 155-1 81. — (1984): «Introduction; E xistential S o c io lo g y and the S elf» , En J. Kotarba y A . F on tana (eds.): The Existential Self in Society. C hicago: U n iversity o f C h icago Press: 3-17. ' ' Foucault, M ichel (1 9 6 5 ): Madness and Civilization: A Hi.story of insanity in the Age o f Reason. N ueva York: V intage. [E dición en castellan o; Historia de la locura en la época clásica. Madrid: Fondo de Cultura E conóm ica, 1972,] — (1966); The Order of Things: An Archaeology o f the Human Sciences. N ueva York; V intage. [E dición en castellano: Las palabras y las co.
628
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
[■'ricdman, Debra y H echter, M ichael (1988): <(The C ontribution o f Rational C tioicc Theory to M acrosociologieal R esearch». Sociological Theory 6: 2 0 1 -2 1 8 . — (1990); «T ho C om parative A dvantages o f Rational C h oicc T heory». En G. Ritzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syrillieses. N u eva York: C olum bia U ni versity Press: 2 1 4 -2 2 9 . Friedman, G eorge (1981): The Political Philosophy ofthe Frankfurt School, ithaca, N. Y.: C ornell U niversity Press. Friedrichs, Robert (1970): /( Sw cio/oíív of Sociology. N ueva York; Free Press, [E dición en castellano: Sociología de la socioiogia. B uenos Aires: Amorrortu, 1977.] — (1972a): «D ia lectica l S o cio lo g y : T oward a R esolution o f Current “C risis” in W es tern S o c io lo g y » . British Journal o f Sociology 13: 2 6 3 -2 7 4 . — (1972b ); «D ialectica l S o cio lo g y : An E xem plar for the l9 7 Ü ’s», Social Forces 50; 4 4 7 -4 5 5 . Frisby, D avid ( 1 9 8 1): Sociological Impressionism: A Reassessment o f Georg Simmel's Social Theory. Londres: Heincm ann. — (1984); Georg Simmel Chichcster, Ing.: B))is H orw ood. Frye, M arilyn ()9 8 3 ): The Politics of Reality: Essays in Feminist Theory. T m m ansburg, N ueva York: C rossin gs Press. Fuhrman, Ellsw orth R. ()9H 0): Tha Sociologv of Knowledge in America: 18S3-I9I5. C harlottesville: U n iversity Press o f Virginia, Fuhrman, Ellsw orth R. y Snizek, W illiam (1 9 9 0 ); «N either P roscience nor A ntiscience: M etasociology as D ialogu e». Sociological Forum 5: 17-31. Furfey, Paul (1 9 5 3 /1 9 6 5 ): The Scope and Method o f Sociology: A Metasociological Treati.'ie. N ueva York: C ooper Square Publishers. G andy. D. R oss (1 9 7 9 ); Marx and History: Fn>m Primitive Society to the Communist Future. Austin: U n iversity o f T exas Press. Gans, Herbert {) 9 7 2 ) «T he P ositive Functions o f Poverty». American Journal o f Socio logy 7^: 27 5-2S9. ' Gardiner, Jean (1979): «W om en 's D om estic Labor». En Zillah E isenstein (ed.): Capi talist Patriarchy and the Case for Socialist Feminism. N ueva York y Londres: M onthly R eview Press. G arllnkel, Harold (1963): «A C onception o f and Experim ent with “Trust” as a C ondi tion o f C oncerted Stable A ction s». En O, J. H arvey (ed.): Motivations and Social Interaction. N u eva York: Ronald Press. — (1967); Studies in Ethnomcthadologv. E n glew ood C liffs, N . J.; P rentice-H all. (1974): «T he O rigins o f t h e Term “ E thnom ethodology'’», En R. Turner (ed.): Ethnomethoclology. H arm ondsw orth, ingl.: Penguin; 15-18. — ( 1988); «E vidence for Locally Produced. Naturally A ccountable Phenomena o f Order. L ogic, R eason, M eaning, M ethod, etc. in and as o f the E ssential Q uiddity o f Im mortal Ordinary S o ciety , (i de IV): An A nnouncem ent o f S tudies». Sociological Theory 6: 103-109. Garland, A nne W itte (1988): Women Activists: Challenging the Abuse of Power. N u e va York: Fem inist Press. G clb, Joyce, y Paley, Marian Liei'( 1982): Women and Public Policies. Princeton, N. J,: Princeton U n iversity Press. Geras, Norman (1987): «P ost-M arxism ?» New Left Review 163: 40 -8 2 . G ergen, Kenneth J. (1973): « S ocial P sy ch o lo g y as H istory». Journal c)f Personality and Social Psychologv 26: 3 0 9 -3 2 0 ,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
629
- - (1986): «Correspondence versus A utonom y in the Language o f Understanding Human A ction». En D . W. Fiske y R. A. Sliw eder (eds.); Mctatheory in Social Science: Pliirali.'im and Suhjeliviiit's. C hicago: U niversity o f C h icago Press: 136-162. ü erstein , Dean (1987): «T o Unpack M icro and Macro: Link Sm all with Large and Part with W hole». En J. A lexander cl a! (eds.): The Mivro-Marro Link. B erkeley: U n i versity o f C alifornia Press: 86-11 I. Gcrth, Hans y M ills, C. W right (1 9 5 3 ): Character and Social Structure. N u ev a York; Harcourt, Brace and W orld. [E dición en castellano: Carácter y estructura social, B uenos Aires: Paidós, 196S.] Ciiddens, A nthony (1 9 7 6 ): New Riile.'t of Sociolaaical Method: A Po.sitive Critique o f Interpretative Sociologie.s. N u eva York: B a sic B ooks. [E dición en castellano: Las nuevas re.if/a.v del método .sociológico. B u en os A ires: Amorrortu, 1987.] - (1979): Central Problems in Social Theory: Action, Structure and Contradiction in Social Analysis. B erkeley: U niversity o f C alifornia Press, — (1981): The Contemporary Critique o f Historical Materialism. B erkeley: U n iv ersi ty o f C alifornia Press, — (1982): Projiles and Critii^ues in Social Theory. B erkeley: U n iversity o f C alifornia Press. - (19S4): The Constitution of Society: Outline of Theory o f Structuration. B erkeley: U niversity o f C alifornia Press. — (1987): «Structuralism , Post-structuralism and the Production o f Culture». En A. Ciiddens y J. H. Turner (eds.): Social Theory Today. Stanford, C alif.: Stanford U n i versity Press: 195-223. [Edición en castellano: La Teoriu Social hoy. Madrid: A hanza Editorial, 1990.] ' — (1989): <(A RqDly to My C ritics», En D. Held y J. B. T hom pson (eds,): Social Theory of Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cam bridge; Cam bridge U niversity Press: 2 4 9 -3 0 1 . - (1990): The Consequences o f Modernity. Stanford, Calif.: Stanford U niversity Press. G iddings, Paula (1 984); When and Where I Enter: The Impact o f Black Women on Race and Sex in America. N u eva York: W illiam M orrow. G ilbert, Sandra M. y Gubar, Susan (1979): The Madwoman in the Attic: The Woman Writer and the Nincteentk-Century Literary Imagination. N ew H aven: Y ale U n i versity Press. G illigan , Carol (1982): In a Different Voice: Psychological Theory And Women's De velopment. Cam bridge: Harvard U n iversity Press. G lenn, Phillip J. (1 9 8 9 ); «In itiatin g Shared Laughter in M ulti-Party C onversations.» Western Journal o f Speech Communications 53: 127-149. Cilennon, Lynda M. (1979): Women and Dualism. N u eva York: Longm an. G luckm an, M ax (1 9 5 9 ): Custom and Conflict in Africa. G len coe, 111.; Free Press. CJlucksmann, Miriam (1 9 7 4 ): Structural Analysis in Contemporary Social Thought: A Comparison of the Theories of Claude Lévi-Strauss and Louis Althusser. Londres: R outledge and Kegan Paul. Goddard, D avid (1976): «O n Structuralism and S o c io lo g y » . American Sociologist 11: 123-133. G od elier, M aurice (1 9 7 2 a ): Rationalitv and irrationality in Economics. Londres: NLB. ' —■ (1972b): «Structure and C ontradiction in Capital». En R. Blackburn (ed.); Readin^^s in Critical Social Theory. Londres: Fontana: 3 3 4 -3 6 8 .
630
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
tjoffVnan. Erving (1959): Presentation of Self in Everyday Life. Garden C ity, N , Y.: Anchor, [E dición en castellano: La presentación de la persona en la vida contidiana. B uenos A ires: Amorrortu, 1971,] — (1961): Encounters: Two Studies in the Sociology o f Interaction. Indianapolis: B obbs-M erriil.
Behavior in Public Places: Notes on the Social Organization o f Gathe rings. G len coe, 111.: Free Press. —■ ( 1963b): Stigma: Notes on the Management o f Spoiled Identity. E n glew ood C liffs., N, J,: Prentige-H all, [E dición en castellano: Estigma. La identidad deteriorada. B uenos Aires: Amorrortu. 1986.] — (1967): Interaction Ritual: Essays on Face-to-face Behavior. Garden C ity , N , Y.: Anchor. [E dición en castellano: Ritual de la interacción. B u en os A ires: T iem po contem poráneo, 1971.] — (1971 ): Relations in Public: Microstudies of the Public Order. N ueva York: B asic B ooks. [E dición en castellano: Relaciones en público. Microe.studios del orden público. Madrid: A lianza E ditorial, 1980.] — {1972): Strategic Interaction. N u eva York: B allantine. - (1974): Frame Analvsi.s: An Essay on the Organisation o f Experience. N u eva York: Harper C olophon. — (1977): «T he A rrangem ent b etw een the S e x es» . Theory and Society 40: 3 0 1 -3 3 1 . G onos, G eorge (1 9 7 7 ): « “ S itu ation ” versus “ Frame” : The “ In teraction ist” and the “Structuralist” A n alyses o f Everyday Lift». American Sociological Review A2: 8 5 4 867, — (1980); «T he C lass Position o f G offm an 's S o cio lo g y : S ocial O rigins o f an A m eri can Structuralism ». En J, D itton (ed.): The View from Goffman. N ueva York: St. M arlin’s: 134*169. G ood e, W illiam J. (I9 6 0 ): « A T heory o f R ole American Sociological Review 25: 4 8 3 -4 9 6 . — (1975): «H om an ’s and M erton’s Structural A pproach». En P. B lau (ed.): Approa ches to the Study of Social Structure. N u eva York: Free Press: 66-75. — (1978): The Celebration o f Heroes: Prestige as a Social Control System. B erkeley: U niversity o f C alifornia Press, G oodw in, C harles (1979): «T h e Interactive C onstruction o f a S en ten ce in Natural C on versation». En G. Psathas (ed.): Everyday Language: Studies in Ethnomethodolo gy. N ueva York: Irvington: 97*121, — (1984): «N otes on Story Structure and the O rganization o f Participation». En J. M. A tkinson y J. H eritage ( e d s ) : Structures of Social Action. Cambridge: C am bridge U niversity Press: 2 2 5 -2 4 6 . G ouldner. A lvin (1 9 5 9 /1 9 6 7 ): « R ecip rocity and A u ton om y in Functional T heory», En N . Demerath y R. Peterson (eds,): System. Change and Conflict. N u eva York: Free Press: 141-169, — ( i9 6 0 ): «T he Norm o f R ecip rocity», American Sociological Review 25: 161-178. — (1970): The Coming Crisis o f Western Sociology. N u eva York: B asic B ook s. [Edi* ción en castellano: La crisis de Is sociología occidental. B u en os A ires: Amorrortu, 1973,] G ram sci, A ntonio (191 7/1 9 7 7 ): «T he R evolution against “C apital” , En Q. Hoare (ed.): Antonio Gramsci: Selections from Political Writings (1910-1920). N ueva York: International Publishers: 3 4 -3 7 .
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
631
(1 9 3 2 /1 9 7 5 ): tellers from Prison: Antonio Gramsci. L ynne Lawner (ed,). N ueva York: Harper C olophon. — (1971): Selections from Ihe Prisión Notebooks. N u eva York: International Publishers. Granovetter, Mark (1 973): «T h e Strenght o f W eak American Journai of Sociolo ~
gy 1%: — (1983): «T he Strenght o f W eak Ties: A N etw ork T heory R evisited ». En R. C ollin s (ed.); Sociologicai Theory-¡983. San Francisco: Jossey-B ass: 2 0 1 -2 3 3 . — (1 9 8 5 ): «E con om ic A ction and S ocial Structure: The Problem o f E m beddedness». American Journal o f Sociology 91: 481 -510. G rathoff, Richar (ed .) (1978): The Theory o f Social Action: The Correspondence o f Alfred Schutz and Talcott Parsons. B lom ington: Indiana U n iversity Press. G regory Derek (1989): «P resen ces and A bsences: T im e-S p ace R elations and Structu ration T heory». En D. Held y J. B. T hom pson (eds,): Social Theory of Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cambridge: C am bridge U n iversity Press: 185-214, G reism an, H arvey C, (1986): «T h e Paradigm That Failed». En R, C. M onk (ed,): Struc tures of Knowing. Lanham , Md.: U n iversity Press o f A m erica: 2 7 3 -2 9 1 , G reism an, H arvey C. y R itzer, G eorge (1981): «M aw W eber, Critical T heory and the A dm inistered W orld», Qualitative Sociology 4: 34*55, G riffin, Susan (1978): tVomen and Nature: The Roaring within Her. N u eva York: Har per & Row. — (1981): Pornography as Silence: Culture’s Revenge against Nature. N ueva York: Harper & Row. G ross, L lew ellyn (1 961): «Preface to a M etatheoretica! Framework for S o c io lo g y » , American Journal o f Sociology 67: 125-136. G rosssberg, L aw rence, y N elso n , Cary (1988): «Introduction; The Territory o f Mar xism ». En C. N eise n y L. G rossberg, (eds.): Marxism and the Interpretation o f Culture. Urbana: U n iversity o f Illin ois Press: 1-13. G urney, Patrick J. (1 981): «H istorical O rigins o f id eo lo g ica l D enial: T he C ase o f Marx in A m erican S o c io lo g y » . American Sociologist 16: 196-201, G urvitch, G eorges (1964): The Spectrum of Social Time. D ordrecht, P, B.: D . R eidel. H aas, Jack y ShafTir, W illiam (1 9 8 2 ) «T aking on the R ole o f Doctor: A Dramaturgic A n alysis o f P rofession alization », Symbolic Interaction 5: 187-203, Haberm as, Jurgen (1970): Toward a Rational Society. Boston: B eacon Press, — ( 1 9 7 1): Knowledge and Human Interests. B oston; B eacon Press, [E dición en ca ste llano: C on ocim ien to e interés, Taurus: 1988,] — (1973): Theory and Practice. B oston; B eacon Press. — (1975): Legitimation Crisis. B oston: B eacon Press. [E dición en castellano: Pro blemas de legitimación en el capitalismo tardío. B u en os Aires: Amorrortu, 1975.] — (1979): Communication and the Evolution o f Society. B oston: B eacon Press, — (1984); The Theory o f Communicative Action. Vol. 1, Reason and the Rationaliza tion o f Society. Boston: B eacon Press. [E dición en castellano; Teoría de ia acción comunicativa /. Racionalidad de la acción y racionalización social. Madrid: T au rus, 1987.] * — (1987): The Theory of Communicative Action. Vol. 2, Lífeworld and System: A Critique of Functionalist Reason. Boston: B eacon Press. [E dición en castellano: Teoria de la acción comunicativa II. Crítica de la razón funcionalista. Madrid: Taurus, 1987.] Hage, Jerald ( í9 8 0 ): Theories of Organization. N u eva York: W iley.
632
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Haines, Valerie (I9 S 8 ): «Is Spencer's Theory an Evolutionary Theory?» American Journal of Sociology 93: 1200-1223. Halfpenny, Peter (1982): Positivism and Sociologv: Explaining Social Life. Londres: G eorge Allen and Unwin. Mall, Richard (1983): «Theoretical Trends in the S o cio lo g y o f Occupations». Sociolo gical Quiirlerly 24: 5-23. Mull Stuart (1988): «Brave N ew World». Marxism Today, octubre: 24-29. Hall Stuart, y Jameson, Frederic (1990): «C linging to the Wreckage: A Conversation», Marxism Today, septiembre: 28-31. Halliday, Fred (1990): « T he Lnds o f the Cold War», New Left Review 180: 5-23. Mandel, Warren (1982): Ethnomethodology: How People Make Sense. E nglew ood Cliffs, N. J,: Prentice-Hall. Hankin, Thomas L. (1979): «In D efense o f Biography: The Use o f Biography in the History o f Science»./■//.v/wcv 17: 1-16. Haraway, Donna (1988): «Situated Knowledge: The Science Question in Feminism and the Privilege o f Partial Perspective«, Feminist Studies 14: 5 75 -6 0 0 . Harding, Sandra (ed.) (1987): Feminism and Methodology. Bloomington: Indiana U n i versity Press. Harding, Sandra y Hintikka, Merrill B. (eds.) (1983): Discovering Reality: Feminist
Perspectives on Epistemology. Metaphysics, Methodology and Philosophy o f Science. Boston: Rcidel. Harper, Diane Blake; Sylvester, Joan, y W alczak, David (1980): «A n Empirical C om parison o f Ritzer's Paradigms and Similar Mctatheories: C om m ent on Friedheim». Social Forces 59: 5 13-517, Hartman, Heidi (1979): «Capitalism, Patriarchy and Job Segregation by Sex>>. En Z,
Capitalist Patriarchy and the Case for Socialist Feminism. York: Monthly R eview Press: 2 0 6 -2 47 . 11a rt s oe k , N a n c y ( 19 8 3): Money, Sex and Power: Towards a Feminist Historical Mate rialism. Nueva York: Longman. Harvey, David (1989): The Condition o f Postmodernity: An Enquiry into the Origins o f Cultural Change. Oxford: Basil Blackwell. Harvey, Lee (1982): «T he U se and Abuse o f Kuhnnian Paradigms in the S o c io lo g y o f K now ledge», British Journal o f Sociology 16: 85-101. - (1987): «The Nature o f “S c h o o ls” in S o c io lo g y o f Knowledge: The Case o f The “ C hicago S c h o o l” ». Sociological Review 35: 2 4 5-27 8. Hawkes, Tcrence (1977): Structuralism and Semiotic.s-. Londres: Methuen. Hawthorn, Geoffrey (1976): Enlightenment and Despair. Cambridge: Cambridge U ni versity Press. Hayim, Gila (1980): The Existential Sociology ofJean-Paul Sartre. Amherst: Univer sity o f Massachusetts Press. Hazelrigg. Lawrence (! 972): «Class, Property and Authority: D a h r e n d o r fs Critique o f M arx’s Theory o f C lass». Social Forces 50: 4 73 -4 8 7 . Heap, James L, y Roth, Phillip A. (1973): «On P henom enological S o c io lo g y » . can Sociological Review 38: 354-367. Heath Anthony (1976): Rational Choice and Social Exchange: A Critique of Exchange Theory. Cambridge: Cambridge University Press, Hechter, Michael (1983a): «Introduction». En M. Hechter (ed.): The Microfbundations of Macrosociology. Philadelphia: Temple University Press: 3-15,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
633
— (1983b ) «A Theory o f Group Solidarity», En M. Hechter (ed.): The Microfounda tions o f Macrosociology. Philadelphia: Temple University Press: 16-57. — (1987); Principie.'! o f Group Solidarity. Berkeley: University o f California Press, Hegel, G.W .F. (1 8 0 7 /19 67 ): The Phenomenology of Mind. N ueva York: Harper C o lo phon, [Edición en castellano: Fenomenología del espíritu. Madrid: Fondo de Cul tura Económica, 1981,] — (1 8 2 1 /1 967 ): The Philosophy o f Right. Oxford: Clarendon Press. [Edición en caste llano: Filosofía del derecho. B u en os Aires: Claridad, 1968,] Heilbrun, Carolyn (1988): Writing a Woman’s Life. N u ev a York: Norton. Held, D avid (1980): Introduction to Critical Theory: Horkheimer to Habermas. Berke ley: University o f California Press, Held, David, y T hompson, John B. (1989); «E ditor’s Introduction». En D. H e l d y J, B. T hom pson (eds.). Social Theory of Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cambridge: Cambridge University Press; 1-18. Helle, H. J. y Eisenstadt, S, N. (eds.) (1985): Micro-Sociological Theory: Perspectives on Sociological Theory, vol. 2, Londres: Sage, Heritage, John (1984): Garfinkel and Ethnomethodology. Cambridge: Polity Press. Heritage, John y A tkinson, J. M a x w ell (1 9 8 4 ): «Introduction», En J, M. A tk in son y J. Heritage (eds.): Structures o f Social Action. C am bridge U niversity Press: 1-15. Heritage, John y Greatbatch, David (1986): «Generating Applause: A Study o f Rheto ric and Response in Party Political Conferences». American Journal o f Sociology 92: 110-157. Heritage, John y Watson, D. R, (1979): «Formulations as Conversational Objects». En G. Psathas (ed.); Everyday Language: Studies in Ethnomethodology. N ueva York; Irvington: 187-201. Hewitt, John P. (1984): Self and Society: A Symbolic Interactionist Social Psychology. 3“ ed. Boston: Allyn and Bacon. Heyl, John D. y Heyl, Barbara S, (1976): «The Summer-Porter Controversy at Yale: Pre-Paradigmatic S o c io lo g y and Institutional Crisis». Sociological Inquiry 46: 41-49. Hilbert, Richard A. (1986); «A n o m ie and Moral Regulation o f Reality: The Durkheimian Tradition in Modern Relief». Sociological Theory 4: 1-19. —- (1990): «E thnom ethodology and the Micro-M acro Order». American Sociological Review 7 94-808. Himes, Joseph (1966): «T he Functions o f Racial Conflict», Social Forces 45: 1-10. Hindess, Barry (1986): «Actors and Social Relations», En M. L, Wardell y S. Tumer (eds.); Sociological Theory in Transition. Boston; A llen and Unwin: 113-126. — (1988): Choice. Rationality, and Social Theory. Londres; Unwin Hyman. Hinkle, R oscoe (1980): Founding Theory of American Sociology: 1881-1915. Londres: Routledge and Kegan Paul. Hinkle, R oscoe y Hinkle, Gisela (1954): The Development of American Sociology. N ueva York: Random House. Hirsch, Paul; M ichaels, Stuart, y Friedman, Ray (1987): «“ Dirty Hands” versus “Clean M o d els” : Is S o cio lo g y in Danger o f B ein g Seduced by E con o m ics?» Theory and Society 16: 3 17 -3 3 6 , Hite, Shere (1976): The Hite Report: A Nationwide Study of Female Sexuality. Nueva York: Dell.
634
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Hobsbawm, Eric J. (1965): Primitive Rebels. N ueva York: Norton Hofstadter, Richard (1959): Social Darwinism in American Thought. N ueva York: Braziller. Hollinger, D avid (1980): «T. S. Kuhn’s Theory o f Scien ce and Its Im plications for History», En G. Gutting (ed.): Paradigms and Revolutions. Notre D am e, Ind.: N o tre Dame University Press: 195-222. Holton, Robert J. y Turner, Bryan S. (1986): Talcott Parsons on Economy and Society. Londres: Routledge and Kegan Paul. Homans, G eorge C. (1958): «S ocial Behavior as Exchange». American Journal o f So ciology 5 97-606. — (1961); Social Behavior: Its Elementary Forms. N u e v a York: Harcourt, Brace and World. — (1962): Seniimenis and Activiiies. N u ev a York: Free Press, — (1967): The Nature o f Social Science. N ueva York: Harcourt, Brace and World. — (1969); «The S ociological Relevance o f Behaviorism». En R. Burgess y D. Bushell (eds.): Behavioral Sociology. Nueva York; Colurnbia University Press; 1-24. — (1 9 7 ) ): «C ommentary». En H. Turk y R, Sim pson (eds.): Institutions and Social Exchange. Indianapolis: Bobbs-Merrill: 36 3-3 7 4 . — (1974); Social Behavior: Its Elementary Forms. Ed. revls. N u eva York; Harcourt Brace Jovanovich. — (1984): Coming to My Senses: The Autobiography o f a Sociologist. N e w Brunswick, N. J.; Transaction Books, Homans, George C. y Schneider, David M. (1995); Marriage, Authority and Final Causes: A Study o f Unilateral Cross-Cousin Marriage. N u eva York: Free Press. Hook, Sid n ey (1965): «P areto’s S o ciolog ical System ». En J. H. M eisel (ed.): Pareto and Mosca. E n glew oo d C liffs, N, J,: Prentice-Hall: 57-61. Hooks, Bell (1984): Feminist Theory: From Margin to Center. Boston; South End Press. — (19 8 9 ): Talking Back: Thinking Feminist, Thinking Black. B oston : South End Press, Horowitz, Irving L. (19 62/1967) «Consensus, Conflict, and Cooperation». En N. Demerath y R. Peterson (eds.): Sy.'item, Change and Conflict. Nueva York: Free Press: 2 65-279. — (1983): C. Wright Mills: An American Utopian. N u eva York; Free Press. Huaco, George (1966): «The Functionalist Theory o f Stratification: T w o D ecad es o f Controversy». Inquiry 9; 215*240. — (1986): « Id eo log y and General Theory; The Case o f S oc iolog ical Functionalism», Comparative Studies in Society and History 28: 34-54, Huber, Joan (1976): « S o c io lo g y » , Signs: Journal o f Women in Culture and Society 1, parte I: 6 85 -6 9 7 . Hunter, A llen (1988); «Post-M arxism and the N e w Social M ovem en ts». Theory and Society 17: 885-900. Hunter, J. E.; Schmitdt, F. L., y Jackson, G. B. (1982): Meta-analysis: Cumulating Research Finding across Studies. B everly Hills, Calif.: Sage. Jackman, Mary R. y Jackman, Robert W. (1973): «A n Interpretation o f the Relation between Objective and Subjective Social Status». American Sociological Review 38: 569-582. Jaggar A lison M. (1983); Feminist Politics and Human Nature. T otow a, N. J.: R owman and Allanheld.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
635
Jaggar A lison M., y Bordo, Susan (eds.) (1989): Gender/Body/Knowledge: Feminist Reconstrucions o f Being and Knowing. N e w Brunsw ick, N. J,: Rutgers University Press. Jaggar A lison M., y Rothenberg, Paula (eds.) (1984): Feminist Frameworks. 2“ ed. Nueva York; McGraw-Hill. James, Selm a y Costa, Mariarosa D a llacosa (1973): The Power o f Women and the Sub~ version of Community. Bristol: Falling Wall Press, Jameson, Fredrig (1984): «Postm odernism, or the Cultural L ogic o f Late Capitalism». New Left Review 146; 53-93. Janeway, Elizabeth ( 1 9 8 i ) : Powers o f the Weak. N u ev a York; Morrow Quill. Jay, Martin (1973): The Dialectical Imagination. Boston: Little, Brown. [Edición en C a s te lla n o : La i m a g in a c ió n dialéctica. Madrid: Taurus, 1974.] — (1984): Marxism and Totality: The Adventures of a Concept from Lukács to Haber mas. Berkeley: University o f California Press. — (1986): Permanent Exiles: Essays on the Intellectual Migration from Germany to America. Nueva York: Columbia University Press. — (1988): Fin-de-Siecle Socialism and Other Essays. N u eva York: Routledge. Jefferson, Gail (1979): «A Technique for Inviting Laughter and Its Subsequent A c c e p tance Declination». En G. Psathas (ed.): Everyday Language: Studies in Ethnome thodology. Nueva York: Irvington: 79-96. — (1984): «On the Organization o f Laughter in Talk about Troubles». En J. M. A tkin son y J. Heritage (eds.): Structures of Social Action. Cambridge: Cambridge U n i versity Press: 34 6-3 6 9 . Jencks, Charles (1977); The Language o f Post-Modern Architecture. N u ev a York: Rizzoli. Jessop, B ob (1985): Nicos Poulantzas: Marxist Theory and Political Strategy. N ueva York; St, Martin’s. Joas, Hans (1981): «G eorge Herbert M ead and the “ D ivision o f Labor” : M acro socio log ical Im plications o f M e a d ’s S o cia l P sy c h o lo g y » . Symbolic Interaction 4: 177-190, — (1985): G. H. Mead: A Contemporary Re-examination o f His Thought. Cambridge: MIT Press. Johnson, Chalmers (1966): Revolutionary Change. Boston: Little, Brown. Johnson, D o y le Paul ( 1 9 8 1): Sociological Theory: Classical Founders and Contempo rary Perspectives. N ueva York: Wiley, Johnson, John M. y Ferraro, Kathleen T. (1984): «T he V ictim iz ed Self; The Case o f Battered W om en ». En J. A. Kotarba y A. Fontana (eds.): The Existential Self in Society. Chicago: University o f C h icago Press: 119-130, Johnson, Miriam M, (1989): «Fem inism and the Theories o f Talcott Parsons», En R, A, W allace (ed.): Feminism and Sociological Theory. N ew bu ry Park, Calif,: Sage: 101-118, Jones, Greta (1980): Social Darwini.sm and English Thought: The Interaction between Biological and Social Theory, Atlantic Highlands, N . J.: Humanities Press. Kalberg, Stephen (1980): «Marx W eb er’s T yp es o f Rationality: Cornerstones for the A nalysis o f Rationalization Processes in History», Journal ofSociology 85: I I 4 5 - H 7 9 . — (1990): «The Rationalization o f Action in Max W eb e r’s S o c io lo g y o f R eligion». Sociological Theory 8: 58-84,
636
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Kaldor, Mary (1990): «After the C old War», New Left Review 180: 25-40. Kandal, Terry R. (1988): The Woman Question in Classical Sociological Theory. Mia mi: Florida international University Press. Kanter, Rosabeth M oss (1977): Men and Women o f the Corporation. N u eva York: Basic Books. Karady, Victor (1983): «The Durkheimians in Academe: A Reconsideration». En P. Bernard (ed.): The Sociological Domain. Cambridge: Cambridge University Press, Kasper, A nne ( 1986): «C o n sciou sn e ss Re-Evaluated: Interpretive Theory and Feminist Scholarship», Sociological inquiry 56: 30-49, Kaufman, Debra R,, y Richardson, Barbara L, (1982): Achievement and Women: Cha llenging the Assumptions. N u eva York: Free Press, Keller, Evelyn Fox (1985): Reflections on Gender and Science. N e w Haven: Yale Uni versity Press. [Edición en castellano: Reflexiones .wbre género y ciencia. V a len cia: Ediciones A lfo n s el Magnanim , 1991.] Kellner, D ouglas (1988): «Postmodernism as Social Theory: Som e Challenges and Pro blems». Theory, Culture and Society: 5: 2 39-269. — (1990a): «The Postmodern Turn: Positions, Problems, and Prospects». En G. Ritzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: Columbia U n i versity Press: 25 5-2 8 6 . — (1990c): Television and the Crisis o f Democracy. Boulder, Colo: W estv ie w Press. Kellner, D ouglas (ed.) (1990b): Postmodernism: Jameson: Critique. Washington, D. C.: M aisonneuve Press. K elly-Godol, Joan ( 1983): «The Social Relation o f the Sexes: M ethodological Im plica tions o f W o m e n ’s History», En E, A bel y E. K. Abel (eds.): The Signs Reader: Women, Gender and Scholarship. Chicago: University o f C h icago Press, Kemeny, Jim (1976); «Perspectives on the Micro-Macro Distinction», Sociological Review 24: 731-752, Kemper, Theodore (1978a); «Toward a S o ciolog ical Theory o f Emotions: S om e Pro blems and Som e Solutions». American Sociologist 13: 30*41. — (1978b): A social Interactional Theory o f Emotions. N u eva York: Wiley. — (1981): «Social Constructionist and Positivist Approaches to the S o c io io g y o f Emo tions». American Journal o f Sociology 87: 3 36-362. Kent, Raymond A. ( 1 9 8 1): ^ History o f British Empirical Sociology. Aldershot, Hants, Ing.; Gower. Kessler, Suzanne J. y M cKenna, W endy (1978): Gender: An Ethnomethodological Approach. Chicago: University o f C h icago Press, Kitahara, M ichio (1986): « C om m o do re Perry and the Japanese: A Study in the Drama turgy o f Power». Symholic Interaction 9; 53-65. Kittay, Eva F ed er(1 98 4): «W om b Envy: An Explanatory Concept». En Joyce Trebilcot (ed.): Mothering: Essays in Feminist Theory. Totow a, N. J.: Rowman and A lla n held: 94 -12 8. ■ Knorr-Cetina, Karin D. (1981a): «Introduction: The M ic r o-S ociological Challenge to M acro-Sociology: Towards a Reconstruction o f Social Theory and M ethodology». En K. Knorr-Cetina y A. Cicourel (eds.): Advances in Social Theory and Methodo logy. N u eva York: Methuen. 1-47. — ( 1981 b): The Manufacture o f Knowledge: An Es.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
637
Social Forces 41: 3 41-346. Kohn, Melvin L. (1976): «Occupational Structure and Alienation». American Journal o f Sociology 82: 111-127. Kolb, W illiam L. (1944); « A Critical Evaluation o f M ea d ’s “ 1” and “M e” Concepts». Social Forces 22: 29 1-2 9 6 . Korenbaum, Myrtle (1964): Prefacio del traductor a Georges Gurvitch. The Spectrum o f Social Time. Dordrecht, P, B,; D. Reidel: ix -xxvi, Kotarba, Joseph A. (1977): «The Chronic Pain Patient». En J, D ou glas et al. (eds.); Existential Sociology, Cambridge: Cambridge University Press: 2 57 -2 7 2 . — (1979): «Existencial S o c io lo g y » , En S. M cN all (ed.); Theoretical Perspectives in Sociology. N u eva York: St. Marlin’s: 3 48 -3 6 8 , — (1984): «A Syntesis: The Existential S e l f i n Society». En J, A, Kotarba y A. Fonta na (eds.): The Existential Self in Society. Chicago: University o f C hicago Press: 2 24 -2 3 4 . Kotarba, Joseph A. y Fontana, Andrea (eds.) (1984): The Existential Selfin Society. Chicago: University o f C hicago Press, Kuhn, Annette, y W olpe, Ann Marie (eds.) (1978): Feminism and Materialism. Lon dres: Routledge and Kegan Paul. Kuhn, Mandford (1964): «Major Trends in S ym b olic Interaction Theory in the Past T w e n ty -Fi ve Years». The Sociological Quarterly 5: 61-84. Kuhn, Thom as ( 1962): The Structure of Scientific Revoluiiorts. Chicago: University o f C h icago Spress. [Edición en castellano: La estructura de las revoluciones científi cas, Méxic o; Fondo de Cultura Económ ica, 1975.] — (1970): The Structure o f Scientific Revolutions. 2“ ed. Chicago: University o f Chi* c a g o Press. [Edición en castellano: La estructura de las revoluciones científicas. Méxic o: Fondo de Cultura Económ ica, 1975.] Kurzweil, Edith (1980); The Age o f Estruauralism: Lévi-Strauss to Foucault. N u ev a York: Columbia University Press. — ( 1987): «P sychoanalysis as the Macro-M icro Link». En J, Alexander et al. (eds.); The Micro-Macro Link. Berkeley: University o f California Press, marzo: 237-254. Laclau, Ernesto (1990); «C o m in g Up for Air». Marxism Today, marzo: 25-27. Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal (1985): Hegemony and Socialist Strategy: Towards a Radical Democratic Politics. Londres: Verso. — (1987): «Post-Marxism without A p o lo g ies» , New Left Review 166: 79-106. Lamont, M ich ele y W uthnow, Robert (1990): «B etw ix t and Betw een: R ecent C u l tural S o c io l o g y in Europe and the United States». En G, Ritzer (ed.); Fron tiers o f Social Theory: The New Syntheses. N e w York: Colum bia University Press: 287-315. Laws, Judith Long y Schwartz, Pepper (1977); Sexual Scripts: The Social CoKítruction o f Female Sexuality. Hinsdale, III.: Dryden. Layder, Derek (1985): «P ow er, Structure and A g en cy» . Journal for the Theory of So cial Behaviour 15: 131-149. Leach, Edmund (1974): Claude Lévi-Strauss. N u ev a York: Penguin. Lefebvre, Henri (1968): The Sociology o f Marx. N u eva York; Vintage. [Edición en castellano: Sociologia de Marx. Barcelona: Peninsula, 1969.] Lehman, Edward W (1988): «The Theory o f the State versus the State o f Theory». American Sodological Review 53: 80 7-8 2 3 . Lemert, Charles (19 7 9 ): Sociology and the Twilight o f Man: Homocentrism and
638
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Discourse in Sociological Theory: Carbondaie: Southern [llinois U n iversity Press, — (1990): «The Uses o f French Structuralisms in Sociology». En G. Ritzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: Colutnbia University Press; 230-254. — En prensa, «S o cio log ica l Metatheory and Its Cultured Despisers». En G, Ritzer (ed.): Metatheorizing: A Corning ofAge. B everly Hills, Calif.: Sage. Lemert, Charles (ed.) (1981): French Sociology: Rupture and Renewal since 196H. N ueva York: Columbia University Press. Lengermann, Patricia Madoo (1979): «The Founding o f the American Sociological Review». American Sociological Review 44: 185-198. Lengermann, Patricia M. y N iebrugge-Brantley, Jill (1990): «Fem inist S ocio log ical Theory: The Near-Future Prospects». En G, Ritzer (ed.): Frontiers of Social Theory: The New Syntheses. N u e v a York: Columbia University Press: 3 1 6 -3 44 . Lengermann, Patricia M adoo y W allace, Ruth A, (1985): Gender in America: Social Control and Social Change. E n glew ood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall. Lenzer, Gertrud (ed.) (1975): Auguste Comte and Positivism: The Essential Writings. Magnolia, Mass.: Peter Smith. Lever, Janet (1978): « S e x D ifferences in the C om plexity o f Children’s Play and Ga mes». American Sociological Review 43: 4 7 1 -4 8 3 . L evidow, Les (1990): «F o reclosing the Future». Science as Culture 8: 59-90. Levine, Andrew; Sober, Elliot, y Wright, Erik Olin (1987): «Marxism and M eth od olo gical Individualism». New Left Review 162: 67-84. Levine, Donald: (1989): «Sim m el as a Resource for S oc iolog ical Metatheory». Socio logical Theory 7: 161 -174. Levine, Donald; Carter, E llw ood B., y Gorman, Eleanor Miller (1976a): « S im m e l’s Influence on American So ciolo g y-I». American Journal of Sociology 8 1 :8 1 3 - 8 4 5 . — (!9 7 6 b ): « S im m e l’s influence on American S ociology-II». American Journal of Sociology ^\ \ 1 112-1132. ’ Lévi-Strauss, Claude (1949): Les Structures Elementaires de la Párente. Paris: Presses Universitaires de France. [Edición en castellano: Estructuras elem entales de paren tesco: Paidos Ibérica, 1991.] — (1963): Totemism. Boston: B eacon Press. — (1967): Structural Anthropology. Garden City, N. Y.: Anchor, [Edición en castella no: Autropología estructural. Paidos Ibérica: 1987,] Lewis, J, David y Smith, Richard L, (1980): American Sociology and Pragmatism: Mead, Chicago Sociology, and Symbolic Interaction. Chicago: University o f Chi cago Press, Lilienfeld, Robert (1978): The Rise o f Systems Theory: An Ideological Analysis. N ueva York: W iley-lnterscience, Lipman-Blumen, Jean (1979): «Jessie Bernard». International Encyclopedia o f the Social Sciences, vol. 18, N u eva York: Free Press; 49 -5 6 , — (1984): Gender Roles and Power. E nglew ood ClifTs, N . J.: Prentice-Hall. Lipset, Seym our M. (1975): «Social Structure and Social Change», En P, Blau (ed,): Approaches to the Study o f Social Structure. N u eva York: Free Press; 172-209. Liska, Alien E. (1990): « T he Significance o f A ggregate Dependent Variables and C o n textual Independent Variables for Linking Macro and Micro Theories». Social P.'iychology Quarterly 53: 2 9 2-30 1,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
639
Lock w ood , David (1956): « S o m e Remarks on The Social System.» British Journal o f Sociology 1 : 134-146. Lodahl, Janice B. y Gordon, Gerald (1972); «T he Structure o f Scientific Fields and the Functioning o f University Graduate Departments». American Sociological Review 37: 57-72. Lodge, Peter (1986): «Connections: W. I. Thomas, European Social Thought and A m e rican S o c io lo g y » . En R, C. M onk (ed.): Structures o f Knowing. Lanham, Md.: U n i versity Press o f America: 135-160, Lorde, Audre (1984): Sister Outsider: Es.
640
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— ( 1989b): «Herbert B lumer on the Possibility o f Scien ce in the Practice o f S o c io lo gy: Further Thoughts>v. Journal o f Contemporary Ethnography 18: 160-177. Maines, D avid R. y Morrione, T h om as J. (1990): «On the Breadth and R elevan ce o f B lum er’s Perspective: Introduction to His A n alysis o f Industrialization». En H. Blumer: Industrialization as an agent o f Social Change: A Crititcai Analysis. N u e va York; Aldine de Gruyter. Mandelbaum, Jenny (1989): «Interpersonal A ctivities in Conversational Storytelling». Western Journal o f Speech Communications 53: 114-126, Manis, Jerome y Meitzer, Bernard (eds,) (1978): Symbolic Interaction: A Reader in Social Psychology. 3“ ed. Boston: A lly n and Bacon. Mann, Michael (1986): The Sources o f Social Power, voi, 1. N u ev a York: Cambridge University Press, Manning, Peter (1973): «Existential S o cio lo g y » . The Sociological Quarterly 14: 2 0 0 225. Manuel, Frank E. (1962): The Prophets o f Paris. Cambridge: Harvard University Press. Marcuse, Herbert (1958): Soviet Marxism: A Criticai Analysis. N u ev a York: Columbia University Press. [Edición en castellano: El m arxism o so viètico , Madrid: Alianza Editorial, 1969,] — (1964): One-Dimensional Man. Boston: B eacon Press, [Edición en castellano: El hombre unidimensional. Barcelona: Seix y Barrai, 1969.] — (1969): An Essay on Liberation. Boston: B eacon Press. Marini, Margaret M. (1988): « S o c io lo g y o f Gender». En E. F. Borgatta y K. S, Cook (eds,): The Future o f Sociology. B everly Htlls, Calif.: Sage: 37 4-3 9 3 . Markovsky, Barry (1987): «Toward Multilevel S o ciolog ical Theories: Sim ulations o f Actor and Network Effects». Sociological Theory 5: 101-117. Marlaire, Courtney L. y Maynard, D ou glas W. (1990): «Standarized T estin g as an Inte ractional Phenomenon». Sociology o f Education 63: 83-101. Martin, W endy (1972): The American Sisterhood: Writings of the Feminist Movement from Colonial Times to Present. N u eva York: Harper & Row. Marx, Karl (18 5 7 -1 8 5 8 /1 9 6 4 ): Pre-Capitalist Economic Formations, Eric J, H obsbawn (ed.). N u eva York: International Publishers. — (1 8 5 7 -1 8 5 8 /1 9 7 4 ): The Grundrisse: Foundations of the Critique o f Political Eco nomy, N u eva York: Random House. [Edición en castellano: Elementos fundamen tales para la critica de la economia politica. Madrid: S ig lo X X I, 1980,] — (1 8 5 9/19 70 ): A Contribution to the Critique of Political Economy. N u eva York: International Publishers. [Edición en castellano: Contribución a la critica de la economia politica. Méxic o: Siglo X X I, 1980.] — (1 8 6 2 -1 8 6 3 /1 9 6 3 ): Theories o f Surplus Value, Parte 1. Moscú: Progress Publishers. [Edición en castellano: Teorias sobre la plusvalía. Méxic o: Fondo de Cultura E c o nómica, 1980.] — (18 6 2 -1 8 6 3 /1 9 6 8 ): Theories o f Surplus Value, Parte 2, Moscú: Progress Publishers, — (1 8 6 7/1 96 7): Capital: A Critique o f Political Economy, Vol. 1. N u ev a York: Inter national Publishers. [Edición en castellano: El capital, 8 vols. Madrid: Siglo X X I, 1975-1981,] — (1 8 6 9/1 96 3): The 18th Brumaire o f Louis Bonaparte. N u eva York: International Publishers. [Edición en castellano: El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, Bar* celona: Ariel, 1968,] — (1932/196 4 ): The Economic and Philosophic Manuscripsts o f 1844, Dirk J. Struik
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
641
(ed.). N u eva York: International Publishers. [Edición en castellano: Manuscritos: Economia y fllosofia. Madrid: Alianza Editorial, 1985.] Marx, Karl y Engels, Friedrich (1 8 4 5 /1 95 6): The Holy Family. Moscú: Foreign Lan gu age Publishing House. [Edición en castellano: La sagrada familia, en Obras de Marx y Engels. 6. Barcelona: Crítica, 1978.] — (1 8 4 5 - 1 8 4 6 /1 9 7 0 ): The German Ideology, Parte 1, C. J. Arthur (ed.). N u eva York: International Publishers. [Edición en castellano: La ideología alemana. B u en o s Aires: P ueblos Unidos, 1975.] Masterman, Margaret (1970): «T he Nature o f a Paradigm». En I. Lakatos y A. Musgrove (eds.): Criticism and the Growth of Knowledge. Cambridge: Cambridge U niver sity Press: 59 -89 . [Edición en castellano: La critica y el desarrollo del conocimien to. Barcelona: Grijalbo, 1974,] Masters, W illiam y Johnson, Virginia {1966): Human Sexual Response. Boston: Little, Brown. Matthews, Fred H. (1977): Quest for an American Sociology: Robert E. Park and the Chicago School. Montreal: McGi!! University Press. Mayhew, Bruce (1980): «Structuralism versus Individualism: Parte I, Sh adow boxing in the Dark». Social Forces 59: 3 3 5 -3 7 5. — (1981); «Structuralism versus Individualism: Parte IL Ideological and Other O bfus cations». Social Forces 59: 6 2 7-6 4 8. Maynard, D ou glas W, y Clayman, Steven E. (En prensa); «The D iversity o f Ethnome thodology». Annual Review of Sociology. McCarthy. T homas (1982): The Critical Theory o f Jurgen Habermas. Cambridge: MIT Press, — (1984): «Translator’s Introduction». En J, Habermas, The Theory o f Communicati ve Action. Boston: Beacon Press. McLellan, David (ed.) {1971): The Thought o f Karl Marx. N u eva York: Harper Torchbooks, McMahon, A. M. (1984): « T he T w o Social Psychologies: Postcrises Directions». En R. H. Turner y J, F. Short (eds.): Annual Review o f Sociology, vol. 10. Palo Alto: Annual Reviews; 121-140. McMurty, John (1978): The Stucture o f Marx's World-View. Princeton, N. J,: Princeton University Press, McPhail, Clark (1981); «T he Problems and Prospects o f Behavioral Perspectives». American Sociologist 16: 172-174. McPhail, Clark y Rexroat, Cynthia (1979): «M ead vs. Blumer». American Sociological Review 44: 4 4 9-46 7. — (1980); Rejoinder: «Ex Cathedra Blumer or Ex Lihris M ead?» American Sociologi cal Review 45: 4 2 0 -4 3 0 . Mead, G eorge Herbert (1 9 3 4/1 96 2): Mind, Self and Society: From the Standpoint o f a Social Behaviorisi. Chicago: University o f C hicago Press. [Edición en castellano: Espíritu, persona y sociedad. Buenos Aires: Paidós, 1972.] — (1 9 3 8 /1 97 2): The Philosophy o f the Act. Chicago: University o f C h icago Press. — (1959): The Philosophy o f the Present. LaSalle, 111,: Open Court Publishing, — (1982): The Individual and the Social S elf Unpublished Work o f George Herbert Mead. Chicago: University o f C hicago Press, Mehan, Hugh y Wood, Houston (1975): The Reality o f Ethnomethodology. Nueva York: Willey.
642
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Meitzer, Bernard (1 9 6 4 /1 9 7 8 ): « M e a d ’s Social P sy ch olo gy ». En J. Manís y B. Meitzer (eds.): Symholic interaction: A Reader in Social Psychology. 3 “ ed. Boston: A llyn and Bacon. 15-27, Meitzer, Bernard; Petras, James, y R eynolds, Larry (1975): Symbolic Interactionism: Cene.sis, Varietie.i and Critici.sms. Londres: Routledge and Kegan Paul. Merton, Robert K. (1 9 4 9/1 96 8): «Manifest and Latent Functions». En R. K, Merton, Social Theory and Social Structure. N u eva York: Free Press: 73-138. — (1968): Social Theory and Social Structure. N ueva York: Free Press. [Edición en Castellano: Teoría y estructuras sociales. M éxic o: Fondo de Cultura Econòm ica, var. eds.] — (1975): «Structural A n alysis in S o c io lo g y » , En P. Bìau (ed.): Approaches to the Study o f Social Structure. Nueva York: Free Press: 21-52. —■ (1976): «.Sociological Ambivalence. N u ev a York: Free Press. [Edición en castella no; A m bivalencia so cio lóg ica y otros ensayos, Madrid: Espasa Calpe, 1980.] — (1980): « R em em b erin g the Y oun g Talcott Parsons». American Sociologist 15; 68-71. - ( 1 9 8 6 ) : «C om m ents». En S. Lindenberg, J. S. Coleman y S. Novifak (eds.): Approa ches to Social Theory. N u eva York: Russell Sage Foundation: 61-2. Mészáros, István (1970): Marx’s Theory o f Alienation. N u eva York: Harper Torchbooks. MiHband, Ralph (1972): « R ep ly to N ico s Poulantzas». En R. Blackburn (ed.): ideology in Social Science: Readings in Critical Social Theory, Londres: Fontana: 2 53 -2 6 2 . Miller, David (1973): George Herbert Mead: Self Language and the World. Austin: University o f T exas Press. — ( 1981); «The Meaning o f Role-T aking». Symbolic Interaction 4: 167-175. — (1982a): «Introduction». En G. H. Mead, The individual and the Social Self: Un published Work o f George Herbert Mead. Chicago: University o f C hicago Press: 1-26. — (1982b): « R e v ie w o f J. David L ew is and Richard L, Smith»: American Sociology and Pragmatism. Journal of the History o f Sociology 4; 108-114. — (1985): «C oncerning J. D avis L e w i s ’ R esponse to M y R ev iew o f American Socio logy and pragmatism». Journal of the History of Sociology 5: 131-133. Miller, Jean Baker (1976): Toward a New Psychology of Women, Boston: B eacon Press. Millet, Kate (1970): Sexual Politics. Garden City, N. Y.: D oubleday, Mills, C. Wright ( 1951 ): White Collar. N u eva York: Oxford University Press. [Edición en C a s te lla n o ; White Collar, Madrid: Aguilar, 1973.] — (1956): The Power Elite. Nueva York: Oxford University Press. [Edición en caste llano: La élite del poder. Méxic o: Fondo de Cultura Económica, 1978.] — (1959): The Sociological Imagination. N u eva York: Oxford University Press, [E di ción en castellano: La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Econó* mica, 1974.] — ( i 9 6 0 ) : Listen Yankee: The Revolution in Cuba. N ueva York: McGraw-H ill. [E di ción en castellano; Escucha Yanqui, Méxic o: Fondo de Cultura Económ ica, 1962,] — (1962): The Marxists. N u eva York: Dell, [Edición en castellano; Los marxistas. Méxic o; Era, 1970.] Mitchell, Jack N. ( 1978): Social Exchange. Dramaturgy and Ethnomethodology: Toward a Paradigmatic Synthesis. N ueva York: Elsevier, Mitchell, Juliet (1975): P.yychoanalysts and Feminism. Nueva York: Vintage,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
643
Mitroff, lan { i 974): «Nortns and Counter-N orms in a Select Group o f the A pollo Moon Scientists: A Case Study o f t h e A m bivalence o f Scientists». American Sociologicai Review 39: 579-595. M itr o ff lan y Kilmann, Ralph (1978): Methodological Approaches to Social Science. San Francisco: Jo ssey-B ass. Mizruchi, Mark (1990): «C ohesion, Structural Equivalence, and Similarity o f Beha vior: An Approach to the Study o f Corporate Political Power». Sociological Theory 8: 16-32. ' Mizruchi, Mark S. y Koenig, T homas (1986): «E con om ic Sources o f Corporate Politi cal Consensus: An Examination o f Interindustry Relations», American Sociologi cal Review 5 1: 4 82 -4 9 1 , Moi, Toril (ed.) (1986): The Kristeva Reader. N u eva York: Columbia University Press. M olm , Linda D. (1981): «The Legitimacy o f Behavioral Theory a s a S o ciologicai Pers p e c tiv e » ./I mt'/'ic«/? 16: 153-166. Moore, Wilbert E, (1978): «Functionalism », En T. B ottom ore y R. N isb et (eds.): A History o f Sociological Analysis. N ueva York; B asic Book.s: 3 2 1 -3 2 6 . [Edi ción en castellano: Historia del análisis sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, 1988,] Moraga, Cherrie y Anzaldua, Gloria ( 1981 ): Thi.s Bridge Called My Back: Wrilings by Radical Women of Color. Watertown, Mass.: Persephone Press. Morgan, Robin (1970): Sisterhood is Powerfiul: An Anthology o f Writings from the Women’s Liberation Movement. N u eva York: Vintage. Morrione, T homas J. (1988): «Herbert G. Blumer 1900-1987»; A Legacy o f Concepts, Criticisms, and Contributions». Symholic interaction 1 !: 1-12, Morris, Monica B. ( 1977): Excursion into Creatiye Sociology. N ueva York: Columbia University Press. Morse, Chandler ( 1961 ): «T he Functional Imperatives». En M. Black (ed.): Tiie Social Theories of Talcott Parsons. E n g lew o od Cliffs, N .J .; Prentice-Hall: 100-152, M ouffe, Chantal (1988): «Radical Democracy; Modern or Postmodern?» En A, Ross (ed,); Universal Abandon'.'' The Poliiics of Postmodernixm. Minneapolis: U n iv ersi ty o f Minnesota Press: 31-45. Mullins, N ich olas (1973): Theories and Theory Groups in Contemporary American Sociology. N u eva York: Harper & Row. - - (1983); «Theories and Theory Groups Revisited», En R, Collins (ed,): Sociological Theory-\9fii. San Francisco: Jossey-Bass: 3 19-337, Münch, P, A, (1975): «“ Sense" and “ Intention” in Max W eber’s Theory o f Action», Sociological inquiry 45: 59-65, Münch, Richard (1987): «The Interpenetration o f Microinteraction and Macrostructu res in a C om plex and Contingent Institutional Order», En J, Alexander et al (eds.): The Micro-Macro Link. Berkeley: University oi'California Press: 3 19 -3 3 6 . Münch, Richard y Smelser, Neil J, (1987): «Relating the Micro and Macro», En J, C. Alexander, efci/, (eds,): The Micro-Macro Link. Berkeley: University o f California Press: 3 56 -3 8 7 , Natanson, Maurice (1973a): «Introduction», En A, Schutz, Collected Papers I: The Problem o f Social Reality. La Haya: Martinus Nijhoff: xxv-xlvii, — (1973b): The Social Dynamics of George H. Mead. La Haya: Martinus Nijhoff, Nicolaus, Martin (1974): «Foreword», En K, Marx, The Grundrisse. N u eva York: Ran dom House: 7-63.
644
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Nisbet, Robert (1967): The Sociological Tradition. N u eva York: Basic B ooks. [Edi ción en castellano: La formación del pensamiento sociológico. Buenos Aires: A m o rrortu, 1968.] Noblit, George W. y Hare, R. Dwight (1988): Meía-Eíknography: Synthesizing Quali tative Studies. Newbury Park, Calif.: Sage. Oakes, Guy (1984a): «T he Problem o f W om en in S im m e l’s Theory o f Culture». En G. Oakes (ed.): Georg Simmel on Women, Sexuality and Love. N e w Haven: Y a k U n i versity Press. Oilman, Bertell (1976): Alienation. 2 *ed . Cambridge: Cambridge University Press. O ’N eill, William L (1971): A History o f Feminism in America. Chicago: Quadrangle Books. Osterberg, Dag (1988); Metasociology.- An Inquiry into the Origins and Validity of Social Thought. Oslo, Noruega: N orw egian University Press. Pace, Eric (1990): «Louis Althusser, 72, a Marxist Who Harshly Criticized M o sco w » . New York Times, 24 de octubre: B6. Pareto, Vilfredo (1935): Treatise on General Sociology. 4 v ols. N u ev a York: Dover, Park, Robert E. (1 9 2 7 /1 9 7 3 ): « L ife History», American Journal of Sociology 79: 251-260. Parker, Mike y Slaughter, Jane (1990): « Management-by-Stress: T he Team Concept in the US Auto Industry». Science as Culture 8: 27-58. Parsons, Talcott (1937): The Structure o f Social Action. N u eva York: McGraw-H ill. [Edición en castellano: La estructura de la acción social. Madrid: Guadarrama, 1968.] — (1942): « S o m e S ocio lo gica l A spects o f the Fascist M ovem en ts». Social Forces 21: 138-147. — (1947): «Certain Primary Sources and Patterns o f A ggression in the Social Structu re o f Western World». Psychiatry 10: 167-181. — {1949): The Structure of Social Action. 2 ‘ ed. Nueva York: McGraw-Hill. [Edición e n C a s te lla n o : La estructura de la acción social. Madrid: Guadarrama, 1968, 2 vols,] — (1951); The Social System. G len co e, 111.; Free Press. [Edición en castellano: El sistema social. Madrid: Alianza Editorial, 1988,] — (1954a): «The Prospects o f S o cio log ica l Theory». En T. Parsons (ed,): Essays in Sociological Theory. N u eva York: Free Press: 3 4 8 -3 6 9 , [Edición en castellano: Ensayos de teoría sociológica. Buenos Aires; Paidós, 1967.] — ( 1954b) «The Present Position and Prospects o f Systematic Theory in S o c io lo g y » . En T. Parsons: Essays in Sociological Theory. N u eva York: Free Press; 2 1 2 -2 37 , — (1954c): « A g e and Sex in the Social Structure o f the United States». En T, Parsons (ed,): Essays in Sociological Theory. N ueva York: Free Press. — (1964): « L ev els o f Organization and the Mediation o f Social Interaction», Sociolo gical inquiry 34: 2 07 -2 2 0 . — (1966): Societies. E n glew oo d C liffs, N, J,; Prentice-Hall. [Edición en castellano: La sociedad. M éxic o; Trillas, 1974.] — (1970a): Social Structure and Personality. N ueva York: Free Press, — (1970b); «On Building Social System Theory; A Personal History», Daedalus 99: 8 26-881, — (I 9 7 I ): The System o f Modern Societies. E n gle w o od C liffs, N . J,; Prentice-Hall, [Edición en castellano; El sistema de las sociedades modernas. Méxic o: Trillas, 1974,1
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
645
— (1975): «Social Structure aud the Syrnbolic Media o f Interchange». En P. Blau (ed,): Approaches to the Study of Social Structure. Nueva York: Free Press: 94-100. — (1977a): «General Introduction». En T, Parsons (ed.): Social Systems and the Evo lution of Action Theory. N ueva York: Free Press: 1-13, — (1977b); «On B uilding Social System Theory: A Personal History«, En T. Parsons (ed,): Social Svstems and the Evolution of Action Theorv. N u eva York; Free Press: 2 2-7 6 . ' ' — (1990): «Prolegom ena to a Theory o f Social institutions«. American Sociological Review 55-. 319-333, Parsons, Talcott y Platt, Gerald (1973): The American University. Cambridge: Harvard University Press. Parsons, Talcott y Shils, Edward A. (eds.) (1951): Toward a General Theory o f Action. Cambridge: Harvard University Press. Peel, J. D. Y. (1971): Herbert Spencer: The Evolution of a Sociologist. N u eva York: Basic Books. Pelaez, Eloína y Hollow ay John (1990); «Learning to Bow; Post-Fordism and T ech n o logical Determinism«. Science as Culture 8: 15-26. Perinbanayagam, Robert S. (1981): «Behavioral Theory: The R elevance, Validity, and A ppositeness T hereof to S o cio lo g y « . American Sociologist 16; 166-169. — (1985): Signifying Acts: Structure and Meaning in Everyday Life. Carbondale: Southern Illinois University Press, Perrin, Robert (1976): «Herbert S pencer’s Four Theories o f Social Evolution«. Ameri can Journal o f Sociology 8 1 : 1 3 3 9 - ! 359, Phillips, Derek (1973): «Paradigms, Falsifications and S o cio lo g y « . Acta Sociologica 16: 13-31. — (1975): «Paradigms and Incommensurability». Theory and Society 2'. 37-62, Piccone, Paul (1990); «Paradoxes o f Perestroika». T elos 84: 3-32. Polit, Denise F. y Falbo. Toni (1987): «Oniy Children and Personality Development: A Quantitative R eview «. Journal of Marriage and the Family 49: 3 0 9-32 5, Pollner, Melvin (1987): Mundane Reason: Reality in Everyday and Sociological Dis course. Cambridge: Cambridge University Press. Porpora, D ou glas (1989): «Four Concepts o f Social Structure» y o w r « « //o r the Theory of Social Behaviour 19: 195-211. Poulantzas, N icos (1972): «The Problem o f the Capitalist State». En R. Blackburn (ed.): Ideology in Social Science. Londres. Fontana: 2 38-253. — (1973): Political Pov^er and Social Classes. Londres; Verso, — (1974): Fascism and Dictatorship: The Third International and the Problem of Fascism. Londres: NLB, [Edición en castellano; Fascismo y dictadura, Madrid; Siglo XXI, 1979.] ^ — (1975): Cla.sses and Contemporary Capitalism. Londres; N LB, [Edición en caste llano; Clases .sociales en el capitali.smo actual. Madrid: S ig lo X XI, 1977.] — (1976): The Crisis ofthe Dicíutorships. Londres: NLB. [Edición en castellano: Crisis de las dictaduras. Madrid: Siglo XXI, 1976.] Powers, Charles H. (1986): Vilfredo Pareto. Newbury Park, C a lif : Sage. Prendergast, Christopher (1986): «A lfred Schutz and tbe Austrian School o f E con o m ics«. American Journal o f Sociology 92: 1-26. Psathas, G eorge (1973): «Introduction». En G. Psathas (ed.): Phenomenological Socio logy: Is.sues and Applications. Nueva York: Wiley.
646
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1989): Phenomenology and Sociology: Theory and Research. Lanham, Md.: U n i versity Press o f America. Puner, Helen Walker (¡ 9 4 7 ): Freud: His Life and His Mind: N ueva York: Dell. Quadagno, Jill S. (1979): (^Paradigms in Evolutionary Theory: T he Sociobiological M odel o f Natural Selection». American Sociological Review 44: 100-109. Radnitzky, Gerald (1973): Contemporary Schools o f Metascience. Chicago: Regnery. Radway, Janice (1984): Reading the Romance: Women. Patriarchy and Popular Lite rature. Chapel Hill: University o f North Carolina Press. Reed, Evelyn (1970): Women's Liberation. Nueva York: Pathfinder Press. Rhoades, Lawrence J. (1981): A History o f the American Sociological As.^ociation. Washington, D. C.: American S ocio lo gica l Association. Rich, Adrienne (1976): O f Woman Born: Motherhood as Experience and Institution. N ueva York: Bantam. — (1979): On lies. Secrets and Silences: Selected Prose 19 66 -1978. Nueva York: Norton. — (1980): «Compulsory Heterosexual and Lesbian Experience». En C. R. Stimson y E. S. Person (eds.): Women, and Sexuality. Chicago: U niversity o f C h icag o Press: 62-91. Risman, Barbara y Schwarz, Pepper (eds.) (1989): Gender in Intimate Relationships: A Microstructural Approach. B elm ont, C a lif : Wadsworth. Ritzer, G eorge (1975a): Sociology: A Multiple Paradigm Science. Boston: A llyn and Bacon, — (1975b): « S o c io lo g y : A Multiple Paradigm S c ien ce». American Sociologist 19: 156-167, — (1979): «Toward an Integrated S o cio log ica l Paradigm». En W. Snizek etal. (eds.): Contemporary Issues in Theory and Research. Westport, Conn.: G reenw ood Press: 25-46. — (1980): Sociology: A Multiple Paradigm Science. Ed, Rev. Boston: A lly n and Bacon. — (1981a): Toward an Integrated Sociological Paradigm: The Search for an Exem plar and an Image o f the Subject Matter. Boston: A llyn and Bacon. — (1981b): «Paradigm A n alysis in S ociology: Clarifying the Issues». American So ciological Review 46: 24 5-2 4 8 . — (1983): « T he M cD o n ald iz ation o f S o ciety » . Journal o f American Culture 6: 100-107. — (1985): «The Rise o f M ic ro-Sociological Theory», Sociological Theory Z-. 88-98, — (1987); «The Current State o f Metatheory». Sociological Perspectives: The Theory Section Newsletter 10; 1-6. — (1988); « S o c io lo g ic a l Metatheory: D efe n d in g a Subfield by D elineating Its Para meters», Sociological Theory 6\ 187-200. — (1989a): «Metatheorizing as a Prelude to Theory D evelopm ent». Ponencia presen tada en las reuniones de la A sociación Americana de S ocio iog ia, San Francisco, —- (1989b): « O f L evels and “ Intellectual A m n esia ”», Sociological Theory 7: 2 26 -2 2 9 . — ( 1 990a): «M icro-M acro Linkage in S o ciological Theory: A p p lyin g a Metatheoretical T ool», En G, Ritzer (ed,); Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u e va York; Columbia University Press: 3 4 7 -3 70 . — (1990b): «T he Current Status o f S o ciolog ical Theory: The N e w Syntheses». En G, Ritzer (ed,): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: C olu m bia University Press: 1-30.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
647
(1990c): N úmero especial sobre la metateoría. Sodological Forum 5: 1-74, (1990d): «Metatheorizing in S o c io lo g y » . Sodological Fonm 5: 3-15. (1991): Metatheorizing in Sociology. Lexington, Mass.: Lexington Books, (1992); Classical Sodological Theory. N u eva York: M cGraw-Híll. [Edición en castellano; Teoria s o c io ló g ic a clásica. Madrid; M cGraw-H ill. — (a, en prensa): Big Mac Attack: The McDonaldization of Society. Nueva York: Lexing ton B ook s. — (b, en prensa): «The R ecent History and the Emerging Reality o f American S o c io logical Theory: A Metatheoretical Interpretation». Sodological Forum. Ritzer, G eorge (ed.) (1990e): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N ueva York: Columbia University Press. — (c, en prensa): Metatheorizing: A Coming o f Age. Newbury Park, Calif.: Sage. Ritzer, G eorge y Trice, Harrison (1969): An Occupation in Conflict: A Study ofthe Personnel Manager. Ithaca, N. Y.: Cornell University Press. Ritzer, G eorge y W alczak, David (1986): Working: Conflict and Change. 3“ ed. En g lew o o d C liffs, N, J.; Prentice-Hall. Ritzer, G eorge y Gindoff, Pamela (en prensa): «M icro-M acro, Agency-Structure, and Individualism-H olism». En Piotr Stompka (ed.): From Systems to Agents: The Cu rrent Reorientation of Sodological Theory. Londres: Sage. Rocher, Guy (1975): Talcott Parsons and American Sociology. N u eva York; Barnes and Noble. Rock, Paul (1979): The Making o f Symbolic Interactionism. T otow a, N. J.: Rowman and Littlefield. Roemer, John (1982): «Methodologicai Individualism and Deductive Marxism». Theory and Society 1 1: 5 13 -5 2 0 . — (1986a): «Introduction». En J. Roemer (ed.): Analytical Marxism. Cambridge; Cam bridge University Press; 1-7. — ( 1 986b): «“ Rational C h o ic e ” Marxism: S o m e Issues o f M ethod and Substance», En J. R oem er (ed.) Analytical Marxism. Cambridge; Cambridge U niversity Press; 191-201. ” Roemer, John (ed.) (1 986c): Analytical Marxism. Cambridge: Cambridge University Press. Rogers, Mary (1983): Sodology, Ethnomethodology, and Experience: A Phenomeno logical Critique. N u eva York; Cambridge University Press. Rollins, Judith (1985): Between Women: Domestics and Their Employers. Philadel phia: Temple University Press. R ose, Arnold (1962): «A Systematic Summary o f S ym b olic Interaction Theory». En A. Rose (ed.): Human Behavior and Social Processes. Boston: Houghton Mifflin. R ose, Gillian (1984): Dialectic o f Nihilism: Post-Struduralism and Law. N u eva York: B lackw ell. Rosenberg, Morris (1979); Conceiving the Self N u ev a York: Basic B ooks. . — (1989): «S elf-C o ncep t Research; A Historical R e v ie w » . Social Forces 68: 34-44. Rosenberg, Rosalind (1982): Beyond Separate Spheres: Intellectual Roots of Modern Feminism. N e w Haven; Y ale University Press, Rosenthal, N a om i, et al. (1985); «S ocial M ov em en ts and Network Analysis: A Case Study o f Nineteenth-Century W o m e n ’s Reform in N e w York State». American Jour nal of Sociology 90: 1022-10 54 . Rossi, A lice (1974): The Feminist Papers: From Adams to de Beauvoir. N u eva York: Bantam. — — — —
64S
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
«A B iosocial Perspective on Parenting». Daedalus 106: 9-31. «Gender and Parenthood». American Sociological Review 49: 1-19, (1974a): «Intellectual A n teced ents o f L évi-S tra u ss’ N otion o f U n c o n s En L Rossi (ed.): The Unconscioux in Culture: the Structuralism of Claude Lévi-Strauss in Perspective. Nueva York: Dutton: 7-30. — (1974b): «Structuralism as a Scientific Method». En 1. Rossi (ed.): The Unctmscious in Culture: The Structuralism of Lévi-Strauss in Perspective. N e w York: Dutton: 60-106. R ossi, Ino (ed .) (19 8 2 ): Structural Sociology. N u e v a York: C olu m bia U n iv ersity Press. Rowbotham, Sheila (1973): Women's Con.sciousness, Man’s World. M iddlesex, Ingl.: Pelican. Rubinstein, David (1986): «The Concept o f Structure in S o c io lo g y » . En M. L. Wardell y S. P. Turner (eds.): Sociological Theory in Transition. Boston: A lien and Unwin: 80-94. Rubin, G ayle ( 1975): «The Traffic in Women: Notes on the Political E conom y o f Sex». En R. Reiter (ed.): Towards an Anthropology of Women. N ueva York: Monthly R ev iew Press. Rubin, Lillian ( 1976): Worlds of Pain: Life in the Working Class Family. Nueva York: Basic Books. — (1979): intimate Strangers: Men and Women Together. Nueva York: Harper & Row. — (1985): Ju\/ Friends: The Role of Friendship in Our Lives. N ueva York: Harper & Row. Ruddick, Sara (1980): «Maternal Thinking», Feminist Studies 6; 342*367. Ryan, Mary (1990): Women in Public: From Barriers to Ballots ¡825-1880, Baltimore: Johns Hopkins University Press. Ryan, William (1971): Blaming the Victim. N u eva York: Pantheon. Ryave, A. Lincoln y Schenkein, James N. (1974): «N otes on the Art o f Walking». En R. Turner (ed.): Ethnomethodology: Selected Readings. Harmondsworth. Ing.: Pen guin: 265-275. Salamini, Leonardo (1981): The Sociology of Political Praxis: An introduction to Gramsci'x Theory. Londres: Routledge and Kegan Paul, Salomon, A. ( 1945): «German Sociology». En G. Gurviteh y W. F. Moore (eds.): Twentieth Century Sociology. Nueva York: Philosophical Library; 586*614. Sanday, P eggy R eeves (1990): Fraternity Gang Rape: Sex, Brotherhood and Privilege on Campus. N ueva York: N e w York University Press. Satoshi, Kamata (1982): Japan in the Pa.ssing Lane. N ueva York: Pantheon. Saunders, Peter (1989): «Space, Urbanism and the Created Environment». En D. Held y J. B, Thompson (eds.); Social Theory o f Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cambridge: Cambridge University Press: 2 15 -2 3 4 . Scheffler, Harold (1970): «Structuralism in Anthropology». En J. Ehrmann (ed.); Struc turalism. Garden City, N. Y.: Anchor: 56-79. Schegloff, Emanuel (1979): «Identification and Recognition in Telephone Conversation Openings». En G, Psathas (ed.): Everyday Language: Studies in Ethnomeihodolo gy, N ueva York: Irvington: 23-78. — ( 1987): «Between Macro and Micro: Contexts and Other Connections». En J, Alexander et al. (eds.).' The Micro-Macro Link: Berkeley: University ofC alifom ia Press: 207-234. — (1977): — (1983): Rossi, Ino cious».
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
649
Schluchter, W olfgang (1981): The Rise o f Western Rationalism: Max Weber's Develop mental History. Berkeley: University o f California Press. Schmidt, N eal, et al. (1984): «M eta-analyses o f Validity Studies Published between 1964 and 1982 and the Investigation o f Study Characteristics». Personnel Psycho logy 37 :407-422. Schroeter, Gerd (1 9 8 5 ) « D ia log ue, Debate, or Dissent? The D ifficu lties o f A ssessin g Max W eb er’s Relation to Marx». En R. J. A ntonio y R. M. Glassman (eds.): A Weber-Marx Dialogue. Lawrence: University Press o f Kansas: 2-13. Schroyer, Trent (1970): «Toward a Critical Theory o f A dvanced Industrial Society». En H. P. Dreitzei (ed.): Recent Sociology: N'’2. N u eva York: Macmillan: 2 1 0-23 4. — (1973): The Critique of Domination. Boston: B eacon Press. Schutz, Alfred (1 9 3 2 /1 96 7): The Phenomenology o f the Social World. Evanston, 111.: Northwestern University Press. [Edición en castellano: Fenomenologia del mundo social. B u en os Aires: Paidós, 1972.] — (1973): Collected Papers I: The Problem of Social Reality. La Haya; Martinus N ij h o f f [Edición en castellano: El problema de la realidad social. B u enos Aires: Amorrortu, 1974.] — (1975): Collected Papers III: Studies in Phenomenological Philosophy. La Haya: Martinus Nijhoff. — (1976a): Collected Papers ll: Studies in Social Theory. La Haya: Martinus Nijhoff. [Edición en castellano: Estudios sobre teoría social Buenos Aires: Amorrortu, 1974.] — (1976b): «The Stranger: An Essay in Social P sych o log y» . En A. Schutz: Collected Papers II: Studies in Social Theory. La Haya: Martinus N ijhoff. [Edición en caste llano: Estudios sobre teoría social. B u en os Aires: Amorrortu, 1974.] — (1976c): «T he Hom ecom er», En A. Schutz: Collected Papers II: Studies in Social Theory. La Haya: Martinus Nijhoff. [Edición en castellano: Estudios sobre teoría social. B uen os Aires; Amorrortu, 1974.] Schutz, Alfred y Luckmann, Thom as (1973): The Structure o f the Life World. E vans ton, 111.: Northwestern University Press. [Edición en castellano: Las estructuras del mundo de la vida. B u en os Aires: Amorrortu, 1977.] Schwanenberg, Enno (1971): «The T w o Problems o f Order in Parsons’s Theory: An A nalysis from Within». S o c ia l F o rc e s 49: 56 9-5 8 1 , Schwendinger, Julia y Schwendinger, Herman (1974): Sociologists o f the Chair. N u e va York; B asic B ook s. S cim ecca, Joseph (1977); The Sociological Theory o f C. Wright Mills. Port W ash in g ton, N. Y.: Kennikat Press. Sciulli, David y Gerstein, Dean (1985); «Social Theory and Talcott Parsons in the 1980s», Annual Review of Sociology 11; 3 6 9 -3 8 7 . Scully, Diana (1980): Men Who Control Health: The Miseducation o f ObstetricianGynecologists. Boston: Houghton Mifflin. — ( 1990): Understanding Sexual Violence: A Study of Convicted Rapists. Boston: Unwin Hyman. Searle, John (1972): « C h o m sk y ’s Revolution in Linguistics». The New York Review o f Books 18; 16-24. Seidman, Steven (1983); Liberalism and the Origins of European Social Theory. Ber keley; University o f California Press. — (1989); «Introduction». En S. Seidman (ed.); Jurgen Habermas on Society and Po litics: A Reader. Boston: B eacon Press: 1-25.
650
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Sewart, John J. (1978): «Critical Theory and the Critique o f C onservative Method». American Sociologist 13: 15-22. Shaliti, Dmitri (1986): «Pragmatism and Socia! Interactionism». American Sociologi cal Review 51: 9-29, Sharrock, W es y Anderson, Bob (1986): The Eihnomethodologixts. Chichester, Ing,: Ellis Horwood. Sheridan, Alan (1980): Michel Foucault: The iVill to Truth. Londres: Tavistock, Shibutani, T homas (1988): «Herbert B ium er’s Contribution to Twentieth-Century S o ciolo gy ». Symholic Interaction 1 1: 23-3 1. Showalter, Elaine (1971): Women's Liberation and Literature. N ueva York: Harcourt Brace Jovanovich. Shreve, Anita (1989): Women Together, Women Alone: The Legacy o f the Conscious ness Raising Movement. N u eva York: Viking. S im m el, Georg (1 9 0 7/19 78 ): The Philosophy o f Money, Tom Bottomore y David Fris by (eds, y trads.). Londres: Routledge and Kegan Paul. [Edición en casteiSano: La filosofia del dinero. Madrid: instituto de Estudios Politicos, 1976.] Sim on, Herbert (1957); Administrative Behavior. N u ev a York: Free Press. Singelmann, Peter (1972): « E xchange as S ym bolic interaction». American Sociologi cal Review 38: 4 14 -4 2 4 , Skinner, B. P. (1938); The Behavior of Organisms: An Experimental Analysis. N ueva York; Appleton-Century-Crofts, — (1948); Walden Two. Nueva York: Macmillan. [Edición en castellano: Walden Dos. Barcelona: Martinez-Roca, 1984.] — (1968): Technology o f Teaching. Nueva York; Appleton-Century-Crofis. [Edición e n C a ste lla n o : Tecnología de la enseñanza. Barcelona: Labor, 1982.] — (1971): Beyond Freedom and Dignity. N u ev a York: Knopf. [Edición en castellano: Más allá de la libertady la dignidad. Barcelona; Fontanella, 1977.] — (1983): Matter o f Consequences: Part Three of an Autobiography. N u eva York: Knopf. Skocpol, Theda (1979): States and Social Revolutions. Cambridge: Cambridge U n iv er sity Press. [Edición en castellano: Los estadosy las revoluciones sociales. M éxico: Fondo de Cultura Económ ica, 1984.] — (1986): «The Dead End o f Metatheory». Contemporary Sociology 16: 10-12, Skotnes, Andor (1979): «Structural Determination o f the Proletariat and the Petty Bour geoisie; A Critique o f N ico s Poulantzas». Insurgent Sociologist 9; 34-54, Slater, Phil (1977): Origin and Significance o f the Frankfurt School: A Marxist Pers pective. Londres; R outledge and Kegan Paul. Smart, Barry (1983); Foucault, Marxism and Critique. Londres; Routledge and Kegan Paul. — (1985); Michel Foucault. Chichester, Ingl.: Ellis Horwood. Smelser, N eil (1959): Social Change in the Industrial Revolution. Chicago: University o f C hicago Press. — (1962): Theory of Collective Behavior. N u eva York: Free Press. — (1987): «Depth P sy ch olo gy and the Social Order». En J. Alexander et al. (eds.): The Micro-Macro Link. Berkeley: University o f California Press: 26 7-2 8 6 , — (1988): «S o cio log ica l Theory; L ooking Forward». Perspectives: The Theory Sec tion Newsletter 1 1 :1 -3 , ^ Smith, Dorothy (1974): « W o m e n ’s Perspective as a Radical Critique o f S ocio lo gy ». Sociological Inquiry 44: 7-13.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
651
— (1975): «A n A nalysis o f Ideological Structures and H ow W omen Are Excluded; Consideration for A ca d em ic W o m en ». Canadian Review o f Sociology and Anthro pology 12: 353-369. — {1978): «A Peculiar Eclipsing; W o m e n ’s Exclu sion from M an ’s Culture». Women's Studies International Quarterly 1 : 28 1-295. — (1979): «A S o c io lo g y for W omen». En J. A, Sherman y E. T. Beck (eds.): The Prism of Sex: Essays in the Socioiogy o f Knowledge. Madison: University o f W is consin Press. — (1987): The Everyday World as Problematic: A Feminist Sociology. Boston: North eastern University Press. — (1989): « S o cio log ica l Theory: Methods o f Writing Patriarchy». En R. A. W allace (ed.): Feminism and Sociological Theory. N ew b u ry Park, Calif.: Sage: 34-64. — ( 1 990a): The Conceptual Practices o f Power: A Feminist Sociology o f Knowledge. Boston: Northeastern Universiry Press. — (1990b): Texts, Facts and Feminity: Exploring the Relations o f Ruling. Londres: Routledge and Kegan Paul. Smith, Dorothy y Griffith, Alison (1985): «Coordinating the Uncoordinated: H ow Mothers Manage the S ch ool D ay». Ponencia presentada en la reunión anual de la A so c ia ción Americana de So ciolog ía, Washington, D. C. Smith, Norman Erik (1979): «W illiam Graham Sumner as an Anti-Social Darwinist». Pacific Sociological Review 22: 3 32 -3 4 7 . Smith, T. V. (1931): «The Social Philosophy o f G eorge Herbert Mead». American Jour nal o f Sociology 37: 368-385. S n ito w , A nn Barr ( 1 9 7 9 ); « M ass Market Romance; Pornography for W o m en Is D iff e rent». Radical History Review 2Q: 141-163. Snitow, Ann Barr; Stansell, Christine, y T hompson, Sharon (1983): Powers o f Desire: The Politics o f Sexuality. N u eva York: M onthly R ev iew Press. Snizek, William E. (1976): «A n Empirical A ssessm ent o f “ S ociology: A Multiple Para digm S c ie n c e ”». American Sociologist 11; 217-219. S n izek , W illiam E.; Fuhrman, Ellsworth R., y M iller, M ich ael K. (e d s .) (1 97 9): Contemporary Issues in Theory and Research. Wesport, Conn.: G r ee n w o o d Press. Snow , D avid (1986); «Frame Alignm ent Processes, Micromobilization, and Movem ent Participation» American Sociological Review 51: 4 6 4 -4 8 1 , S n o w , D avid A.; Zurcher, Louis A , y Peters, Robert (1984): «V ictory Celebrations as Theater: A Dramaturgical Approach to C rowd Behavior». Symbolic Interaction 8: 21 -4 2 . Sokoloff, Natalie (1980); Between Money and Love: The Dialectics o f Women's Home and Market Work. N u ev a York: Praeger. Sorokin, Pitirim (1928): Contemporary Sociological Theories. N u eva York: Harper. [Edición en castellano: Teorías sociológicas contemporáneas. B uen os Aíres: D e palma, 1951.] — (1 9 3 7-1 94 1): Social and Cultural Dynamics. 4 vols. N u ev a York: American Books. [Edición en castellano; Dinámica social y cultural. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1962.] — (1956): Fads and Foibles in Modern Sociology and Related Sciences. Chicago: Regnery. [Edición en castellano: Achaques y manias de la sociología moderna y ciencias afines. Madrid: Aguilar, 1964.]
652
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1963); A Long Journey: The Autobiography o f Pitirim Sorokin. N e w Haven: C o llege and University Press, Speier, Matthew (1970): «The Everyday World o f the Child». En J, D ou glas (ed,): Understanding Everyday Life. Chicago: Aldine; 188-217. Spender, Dale (1980): Man Made Language. Londres; Routledge and Kegan Paul, — (1982); Women o f ideas (And What Men Have Done to Them). Londres: Routledge and Kegan Paul, — (1989): The Writing or the Sex? Or Why You Don ' I Have io Read Women's Writing to Kow it's No Good. N u eva York: Pergamon Press. Spencer, Dale (ed.) (1983): Feminist Theorists: Three Centuries of Key Women Thinkers. N u eva York; Randonrj House. Staats, Arthur W, (1976); «Skinnerian Behaviorism: Social Behaviorism or Radical Behaviorism ?» American Sociologist 11: 59-60. Stacey, Judith, y Thorne, Barrie (1985): «T he M issin g Feminist R evolution in S o c io lo g y» , Social Problems 32: 3 01-316, Stanfield, Ron (1974): «Kuhnian Scientific Revolutions and the Keynesian R ev o lu tion», Journal of Economic Issues 8; 97-109, Stanton, Donna (1985); «L anguage and Revolution: The Franco-A merican D is-C o n nection», En H. Eisenstein y A, Hardine (eds.); The Future o f Difference. N e w Brunsw ick, N, J.; Rutgers University Press, Stockard, Jean y Johnson, Miriam (1980); Sex Roles: Sex Inequality and Sex Role De velopment. E n g lew o od C liffs, N . J.: Prentice-Hall. Stolte, John F, (1987); «L egitim acy, Justice, and Productive Exchange». En K, S, Cook (ed.): Social Exchange Theory. B everly Hills, Calif.: Sage; 190-208. Struik, Dirk (1964): «Introduction». En K, Marx, The Economic and Philosophic Ma nuscripts of ¡844. N u eva York: International Publishers: 9-56. Stryker, Sheldon (1980): Symbolic Interactioni.'im: A Social Structural Version. M enlo Park, Calif,: Ben jamin/C ummings. Sw edberg, Richard (1989); « S o c io e c o n o m ic s and the N e w Methodenstreit: On the Pa radigmatic Struggle in Contemporary E con om ics», Ponencia presentada en la c o n ferencia sobre «S o cio -E co n o m ía » en Harvard B u sin ess School, marzo 31-abril 2. Symbolic Interaction (1983): Sym posium sobre J, David L ew is y Richard L. Smith, American Sociology and Pragmatism 6; 127-174. — (1988): Ejemplar especial sobre el legado de Herber Blumer. 11: 1-160. Szacki, Jerzy (1979): Hi.s-iory o f Sociological Thought. Westport, Conn.: G ree nw ood Press. Sztompka, Piotr (1974); System and Function: Toward a Theory of Society. N u eva York: A cad em ic Pres; Takla, T en d z in y Pope Whitm y ( W85): «The Force Imagery in Durkheim: The Integra tion Theory, Metatheory and Method». Sociological Theory 3; 74-88. Tar, Zoltán (1977): The Frankfurt School: The Critical Theories of Max Horkhetmer and Theodor W. Adorno. Londres: Routledge and Kegan Paul. T elos (1 9 8 9 -1 9 9 0 ): « D o e s Critical Theory Have a Future? The Elizabethtown Telos C onference (del 23 al 25 de febrero de 1990)», Telos 82; 111-130, Thomas, W illiam L y Thomas, Dorothy S, (1928): The Child in America: Behavior Problems and Programs. N ueva York: Knopf. Thompson, E. P. (1978): The Poverty o f Theory. Londres: Merlin Press. T hompson, John B. (1989): «The Theory o f Structuration». En D. Held y J. B. Thomp-
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
653
son (eds.): Social Theory oj Modern Societies: Anthony Giddens and His Critics. Cambridge: Cambridge University Press: 56-76. Thompson, Kenneth (1975): Auguste Comíe: The Foundation o f Sociology. Nueva York: Halstead Press. Tiger, Lionel y Fox, Robin (1971): The Imperial Animal. N u e v a York: Holt, Rinehart and Winston. Tilman, Rick (1984): C. Wright Mills: A Native Radical and His American Intellectual Roots. University Park: Pennsylvania State University Press. Tinker, Irene (ed.) (1983): Women in Washington: Advocates for Public Policy. B ever ly Hills, Calif.: Sage, Tiryakian, Edward A. (1962): Sociologism and Existentialism: Two Perspectives on the Individual and Society. E n g lew o o d Cliffs, N .J .: Prentice-Hall. — (1965): «Existential P hen o m en olo gy and the S oc iological Tradition», American Sociological Review 30: 6 74-688. — (1979): « T he S ig n ifica n ce o f S ch o o ls in the D evelop tnen t o f S o c io lo g y » . En W. Snizek, E. Fuhrman, y M. Miller (eds.): Contemporary Ii.sues in Theory and Research, Wesport, Conn.: G reenw ood Press: 211: 233. — (1986): «H eg em on ic S ch o o ls and the D evelo pm en t o f S o ciology: Rethinking the History o f D iscipline». En R. C, Monk (ed.): Structures o f Knowing. Lanham, Md,: University Press o f America: 41 7-4 4 1 . — (en prensa): «Pathways to Metatheory: Rethinking the Presuppositions o f M acroso cio lo g y » En G. Ritzer (ed.).' Metatheorizing: A Coming o f Age. B everly Hills, Ca lif.: Sage. Toby, Jackson (1977): «P arsons’ Theory o f Societal Evolution». En T. Parsons, The Evolution o f Societies. E ng lew oo d Cliffs, N, J, Prentice-Hall: 1-23, Touraine, Alain (1977): The Self-Production of Society. Chicago: University o f Chica go Press, Trebilcot, Joyce (1973): « S ew Roles: The Argument from Nature». Ponencia presenta da en la reunión de la A sociación Americana de Filosofía en la Sección Occidental, en abril, Trebilcot, Joyce (ed.) (1984): Mothering: Essays in Feminist Theory. Totowa, N. J,: Rowman and Allanheld. Troyer, William (1946): « M e a d ’s Social and Functional Theory o f Mind». American Sociological Review 1 1 :1 9 8 - 2 0 2 . Tucker, Robert C. (ed.) (1970): The Marx-Engels Reader. N ueva York: Norton. Tumin, Melvin (1953): «S om e Principles o f Stratification: A Critical A n a lysis.» Ame rican Sociological Review 18: 38 7-3 9 4 . Turner, Bryan S. (1981): For Weber: Essays in the Sociology o f Fate. Boston: Rout ledge and Kegan Paul. Turner, Jonathan (1973): «From Utopia to Where? A Strategy for Reformulating the Dahrendorf Conflict Model». Social Forces 52: 236-244. — (1975): «A Strategy for Reformulating the Dialectical and Functional Theories o f Conflict». Social Forces 53: 43 3-4 4 4 . - (1982); The Structure o f Sociological Theory. 3 “ ed. H om ew oo d , 111,: Dorsey Press, — (1985): «In D efense o f Positivism ». Sociological Theory 3: 24-30. — (1986): The Structure o f Sociological Theory. 4“ ed. Chicago: D orsey Press, — (1987): «Social Exchange Theory: Future Directions». En K. S. Cook (ed,): Social Exchange Theory. B everly Hills, C a lif : Sage: 2 2 3-23 8.
654
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
— (1989a): «Introduction: Can S o c io io g y Be a Cumulative S cience?». En J. T um er (cd,): Theory Building în Sociology: Assessing Theoretical Cumulation. Newbury Park, Calif.: Sage: 8-18. — (1990); «The Past, Present, and Future o f Theory in American S o c io lo g y » . En G. Ritzer (ed.): Frontiers o f Social Theory: The New Syntheses. N u eva York: C olu m bia University Press: 3 71-391. — (1991): The Structure o f Sociological Theory. 5“ ed, Belm ont, Calif.: Wadsworth. Tumer, Jonathan (ed.) (1989b): Theory Building in Sociology: Assessing Theoretical Cumulation. N ew b ury Park, Calif,: Sage. Turner, Jonathan y Maryanski, A. Z. (1979): Functionalism. Menlo Park, Calif.: Benja min/Cummings, — (1988a): «Is “N eo fu n c tio n a lis m ” R ea lly Functional?» Sociological Theory 6: 110-121. — (1988b): « S o c io l o g y ’s Lost Human Relations Area F iles». Sociological Perspecti ves 3\: 19*34. Tumer, Ralph (1968): «The Self-C onception in Social Interaction». En C. Gordon y K, J. Gergen (eds.): The Self in Social interaction, Nueva York: Wiley: 93 -1 0 6 . Tumer, Roy (1970): «Words, Utterances and A ctivities». En J. D ouglas (ed.): Unders tanding Everyday Life. Chicago: Aldine: 161-187, Uehara, Edwina (1990): «Dual E xchange Theory, Social Networks, and Informal S o cial Support». American Journal o f Sociology 96: 52 1-5 5 7 . Ungar, Sheldon (1984): «Self-M ockery: A n Alternative Form o f Self-Presentation». Symholic Interaction 7: 121-133. van den Berg, A xel (1980): «Critical Theory: Is There Still Hope?» American Journal of Sociology 86: 4 4 9 -4 7 8 . van den Berghe, Pierre (1963): «D ialectic and Functionalism: Toward Reconciliation», American Sociological Review 28: 69 5-705. Veltm eyer, Henry (1978): « M a rx ’s T w o Methods o f S o ciolog ical A nalysis», Sociolo gical Inquiry 48: 101-112, Vetter, Betty M.; Babco, Eleanor, y Jensen-Fisher, Susan (1982): Professional Women and Minorities: A Manpower Resource Service. W ashington, D. C.: Scientific M anpower Com m ission. Vidich, Arthur J. y Lyman, Stanford M. (1985): American Sociology: Worldly Rejections o f Religion and Their Directions. N e w Haven: Y ale University Press, V ogel, Lise (1984): Marxism and the Oppression o f Women: Towards a Unitary Theory. N e w Brunsw ick, N. J.i Rutgers University Press. Wacquant, Loïc J. D. (1989): «Towards a R eflexive S o cio log y: A Workshop with P ie rre Bourdieu». Sociological Theory 7: 26-63. Wagner, Helmut (1964): « D isplacem ent o f Scope: A Problem o f the Relationship bet w een Small Scale and Large Scale S ociological T heories». American Journal o f Sociology 69'. 57 1-584 . ' — (1983): Alfred Schutz: An Intellectual Biography. Chicago: U niversity o f C hicago Press, Walker, A lice (1983): In Search of Our Mothers 'Gardens. N u ev a York: Harcourt Bra* ce Jovanovich. — (1988): Living hy the Word. N u eva York: Harcourt Brace Jovanovich. — (1989): The Temple o f my Familiar. N u e v a York: Pocket Books.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
655
Wallace, Ruth A. (ed.) (1989); Feminism and Sociological Theoiy. Newbury Park, Calif.: Sage, W allace, Walter (1969): « O v erv iew o f Contemporary S ociological Theory», En W. W allace (ed.): Sociological Theory. Chicago: University o f C h icago Press. 1-59. — (1988): «Toward a Disciplinary Matrix in So cio lo g y » . En N. Smelser (ed.): Hand book ofSociology. N ew b ury Park, C a lif : Sage: 23-76. Wallerstein, im manuel (1974): The Modern World System: Capitalist Agriculture and the Origins of the European World Economy in I'le I6th Century. N u ev a York; A ca dem ic Press. [Edición en castellano: El modr^ no .
6S6
TEORIA SOCIOLOGICA CONTEMPORANEA
Wellman, David {1988): «The Politics o f Herbert B lum er’s Sociological Method». holic interaction 11: 59-68. . Whalen, Jack; Zimmerman, D on H., y Whalen, Marilyn R. (1988): «W hen Words Fail: A S in g le Case Analysis». Social Prohiems 35: 3 35 -3 6 1 , Whalen, Marilyn R, y Zimmerman, Don H. (1987): «Sequential and Institutional C on texts in Calls for Help», Social Psychological Quarterly 50: 172-185. White, Harrison, C., Boorman, Scott A. y Breiger, Ronald L. (1976): «Social Structure from Multiple Networks: Parts 1 and 2». American Journal o f Sociology 91: 7 3 0 780,1384-1446. White, Hayden (1973): The Historical Imagination in Nineteenth-Certtury Europe. Baltimore: Johns Hopkins University Press, Wiley, N orbert{1979): «The Rise and Fall o f Dominating Thoeries in American S o c io logy». En W. Snizek, E. Fuhrman, y M. Miller (eds.): Contemporary issues in Theory and Research. Westport, Conn.: G reenw ood Press: 47-49. — (1985): «The Current Interregnum in American So cio lo g y » . Social Research 52: 1 79-207. — (1986): «Early American S o c io lo g y and The Polish Peasant». Sociological Theory 4: 20-40. — (1988): «The M icro-M acro Problem in S ocial T heory». Sociological Theory 6: 25 4-261. — (1989): «R esp on se to Ritzer», Sociological Theory 7; 2 30-231. Wilier, David; Markovsky, Barry, y Patton, Travis (1989): «P ow er Structures: Deriva tions and Applications o f Elementary Theory». En J. Berger, M. Zelditch, Jr. y B. Anderson (eds.): Sociological Theories in Progress: New Formulations. Newbury Park, Calif.: Sage: 313:353, W illiams, Robin (1980): «Talcott Parsons: The Stereotypes and the Reality». American Socio logis t 15,* 64-66, Williams, Sim on Johnson (1986): «Appraising Goffman», British Journal of Sociology 37: 3 48-369. Wiiner, Patricia (1985): «T he Main Drift o f S o cio lo g y betw een 1936 and 1982», His tory of Sociology: An International Review 5: 1-20. Wilson, T homas P. (1970): «N orm ative and Interpretive Paradigms in So cio lo g y » . En J. D ouglas (ed.): Understanding Everyday Life. Chicago; Aldine: 1-19. Wiltshire, David (1978); The Social and Political Thought o f Herbert Spencer. Lon dres: Oxford University Press. Wippler, Reinbard y Lindenberg, Siegwart ( !987): «C ollec tiv e Phenomena and Ratio nal C hoice». En J. A lexander et al. (eds,): The Micro-Macro Link. Berkeley; U n i versity o f California Press: 135-152. Wolf, Frederic M. (1986): Meta-Analysis: Quantitative Methods for Research Synthe sis. B everly Hills, C a lif : Sage University Papers. W omack, James P.; Jones, Daniel T., y Roos, Daniel (1990): The Machine that Chan ged the World. N ueva York; Rawson. W ood, Ellen M eiksins (1986): The Retreat from Class: The New «True» Socialism. Londres: Verso. — (1989); «Rational C h oice Marxism: Is the Game Worth the Candle?» New Left Review 177: 41 -88. Wood, Michael y Wardell, Mark L.(1983): «G, H. M ea d ’s Social Behaviorism vs, the Astructural Bias o f S ym b olic Interactionism». Symbolic Interaction 6: 85-96,
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
657
Wright, Eric Olin ( WS5); CUisses. Londres: Verso. - (1987): «Toward a Post-Marxist Radical Social Theory». C'ontcmptirarv Su< hlogy 16: 74 8-75 3. " Wright, Eric Olin y Martin, Bill ( 1987): «The Transfbrmaiion o f t h e American Cla.ss Structure, 1960-1980». American Journal oJ Sociolog}’ 93; 1-29. Wuthnow, Robert, et al. (eds.) (1984): Cultural Analysi.s. Boston: R outledge and Ke gan Paul. Y amagishi, Toshio: ü illm o r e, Mary R., y C’ook, Karen S. (1988): «Netw ork C o n n ec tions and the Distribution o f Power in Exehimge Networks». American Journal of Sociology 93; 833-851. Yeatman, Anna ( 1987): «W o m e n , Dom estic Life and S o c io lo g y » . En C. Pateman y R, Gross (eds.): Feminist Chalienges: Social and Political Challenges. Boston: North eastern University Pre.ss; 157-172. Zaretsky, Eli (1976): Capitali.';m, the Family and Personal Life. Nueva York: Harper Colophon, Zaslav.sky, Victor (1988); «Three Years a\' Perestroika>K Telo.s lA: 31-41. Zeitlin, Irving M. (1981): Ideology and Development o f Sociological Theory. 2“ ed, E n g lew o o d C liffs, N. J.; Prentice-Hall. [Edición en castellano: Ideologia y teoria sociolóf^ica, B u enos Aires: Amorrortu, 1975.] - (1990): ideology and Development of Sociological Theory. 4 “ ed. E n g lew o o d C liffs, N. ,1.: Prentice-Hall, Z immerman, Don (1978): «E thnom ethodology». American Sociologist 13; 5-15. — (1988): «T he Conversation; The Conversation Analytic Perspective», Communica tion Yearhook 11: 40 6-4 3 2 . Z immerman, Don y Pollner Melvin ( 1970): «T he Everyday World as a Phenomenom». En J. D ouglas (ed.): Understanding Freryday Lije. Chicago; Aldine; 80-103, Zimmerman, Don y Wieder, D. Lawrence (1970): «Ethnom ethodology and the Pro blem o f Order; C omment on D e n /in » . En J. D ouglas (ed.): Understanding Every day Life. Chicago; Aldine: 2 85-298, Zuboff, Shoshana (1988); In she Age ofthe Smart Machine. Nueva York: Basic Books. Zureher, Louis A, (1985); «The War Game: Organization Scripting and the Expression o f Emotion». Svmholic Interaction 8: 191-206.
INDICE DE NOMBRES
Abbott. Carroll, 52 7, 547 Abbott, Edith, 362 Aberle, D. F„ 112, 138, 151 A boulafia, M itchell. 231 Abrahamson, Mark, 107, 109, 1 35 139 Abrahamsson, Bengt, 3 3 9 -3 4 0 Abrams, Philip, 4 3 - 4 5 , 4 9. 49 0 A ddam s, Jane, 362 A dorno, Theodor, 75 A g ger, Ben, 157-168 Akers, Ronald, 3 49 A lbas, Cheryl, 2 50 -25 1 A lb a s, Daniel, 250-251 Alexander, Jeffrey, 93 -95 , 1 14, 125, 1 2 7 -1 2 8 , 4 5 7 - 4 6 1 , 4 6 4 - 4 6 8 , 4 8 2 4 8 3 , 4 8 6 - 4 8 7 , 51 5, 519 , 5 2 4 -5 2 5 , 5 2 7 - 5 3 4 , 5 6 5 , 58 7. 58 9, 5 9 1 , 59 3, 59 6, 6 10 Alford, Robert R., 4 5 9 , 595 Al-Hibri, A zizah , 3 80 -38 1 A llen , Paula Gunn, 391 Alt, John, 78 A lthusser. L ouis, 9 2, !7 6 , 1 78 -1 8 3 , 187*188, 2 1 1 , 4 1 8 , 4 2 0 A m in, Samir, 201 A m sterdam ska, Olga, 61 A nderson, Bob, 86 , 2 65 , 2 8 9 , 297, 3 0 6 -3 0 7 , 57 8 A nderson, Perry, ¡8 1 , 5 71 , 57 6 Antonio, Robert J,, 32, 163, 52 6, 5 4 0 5 4 1 , 5 7 0 , 5 94 A nzaldua, Catena, 391 . A pp elb au m , Richard, 178, 188 Aptheker, Bettina, 391 Archer, Margaret S., 8 8, 9 4 - 9 5 , 4 5 6 , 4 9 0 - 4 9 1 , 4 9 7 - 5 0 0 , 51 3, 5 1 6 -5 1 7 , 52 0, 596
Arthur, C . J ., 588 Atkinson, J. M a x w e ll, 29 3, 300 Atkinson, Paul. 2 9 1 , 3 08
Back, Kurt, 348 B ailey, Kenneth D., 88, 4 3 4 , 4 3 6 , 459, 486 Baker, W ayn e E., 4 4 8 , 562, Baldw in, A lfred, 124 Baldwin, Janice, 31 7-3 20 , 322, 324 Baldwin, John C „ 216, 2 29 , 2 36 , 3 1 7 32 0 , 3 2 2 -3 2 4 , 5 42 -5 43 Balibar, Etienne, 179 Ball, Richard A., 43 5, 43 8 Banner, Lois, 90 Baran, Paul, 89, 18 9-1 91 , 198, 211 Barbalet, J. M,, 1 79 Barrett, M ich ele, 37 6 Barry, Kathleen, 388 Baudrillard, Jean, 9 6, 56 6, 56 8 Bauer, Bruno, 58 8 Baum, Rainer C., 125 Bauman, Z ygm unt, 170, 5 80 Bearden, James, 4 4 8 , 562 B eauvoir, S im o n e de, 185, 4 0 0 B ecker, Howard, 78 Becker, U w e , 573 B eeker, Caroline, 4 4 7 B ellah, Robert, 53 2 Beniger, James R., 324 B enjamin, Jessica, 9 1, 3 8 2 -3 8 3 B enston. Margaret, 375 Benton, Ted, 181 Berger, Brigette, 36 8 Berger, Joseph, 4 8 0 - 4 8 2 , 4 8 7 , 4 9 1 , 596 659
660
INDICE DE NOMBRES
Berger, Peter, 85 -8 6, 131, 26 5, 268, 2 7 1 ,2 8 2 * 2 8 7 , 310, 3 6 7 -3 6 8 , 549, 609 Bergesen, Albert, 206 Bergson, Henri, 270, 2 80 [iernard (Ravitch), Jessie, 364, 3 6 7 ,368, 3 70 -37 2, 374, 393 Bernard, L. L., 370 Bernard, Thomas, 104 Bernikow, L«uisc, 36 6 Bernstein, Eduard, 157 Bernstein, Richard J., 4 93 , 5 18, 59 6 Besnard, Philippe, 23 Best, Raphaela, 3 6 7 -3 6 8 Bird, Caroline, 373 Bittner, Egon, 289 Blalock, Hubert, 605 Blau, Peter, 82, 315 , 3 4 2 -3 4 8 , 351, 41 2, 4 4 0 -4 4 7 , 4 51 , 4 57 , 48 5, 527, 556, 6 0 7 -6 0 8 Bleich, Harold, 163 Blum, Terry C., 44 7 Blumer, Herbert, 7 4-75 , 83, 96, 2 1 4 219, 2 3 7 -2 3 9 , 2 43 , 2 5 3 -2 5 6 , 258, 262, 26 4, 4 5 7 , 4 80 , 501, 5 41 , 544, 551 Boas, Franz, 590 Boderi, Deirdre, 309, 5 24 , 5 5 0 -5 5 2 Bogard, W illiam, 566, 568 Bonald, Louis de, 5, 12, 14-15 Bookman, Ann, 90 Boorman, Scott, 457 Bordo, Susan, 383, 393 Bosserman, Phillip, 4 6 2 , 605 Bottomore, Tom, 75, 162, 171, 441 Bourdieu, Pierre, 9 5, 49 0, 50 0-5 0 6 , 51 2-51 4, 521 Bourricaud, François, i2 0 B ow les, Samuel, 97, 156, 580-581 Bramson, Leon, 55 Braverman, Harry, 89, 192-196, 198, 21 I Breekenridge, Sophonisba, 362 Breiger, Ronald L., 457 Breuer, Joseph, 39 Brewer, John, 586 Brinton, Crane, 59 Brown, Charles R„ 527, 547
Brown, Richard, 568, 588 Brubaker, Rogers, 33, 36 Bryant, Christopher, 18 Buckley, Kerry W „ 216 B uckley, Walter, 88, 4 3 4 -4 3 8 , 514 Bulmer, Martin, 40 , 6 1, 64, 67, 587 Bunch, Charlotte, 388 Burawoy, MichaeL 89, 197-198, 571, 582 Burger, Thomas, 31 Burgess, Ernest W,, 64 Burgess, Robert, 31 8, 3 2 0 -3 2 1 , 323 Burns, Tom R„ 4 9 0 -4 9 1 , 51 2 -51 3 Burris, Val, 177-178, 1 8 8 , 4 1 4 , 4 1 9 Burt, Ronald, 4 47 , 4 4 9 , 4 5 9 -4 6 0 , 5 6 3 56 4 B u sh ell, Don, 3 1 8 , 3 2 0 - 3 2 2 , 3 2 3 324 Butler, Judith, 368 Buttel, Frederick H., 49 Button, Graham, 304 Buxton, W illiam , 114
Cabet, Etienne, 58 8 C a llin ic o s, A lex , 56 7, 57 1, 57 6 C am ic, Charles, 123 C am pbell, Colin, 131 Carden, Maren L ock w ood, 90 Carnegie, A ndrew , 47 Carter, E llw ood B., 38 Carver, Terrell, 26 Carveth, Donald, 39 Chafetz, Janet Saltzman, 90 -9 1 , 364 Chareot, Jean Martin, 39 Charon, Joel, 21 4, 24 0 Chitnis, Anand C., 43 Chodorow, N ancy, 91, 380, 382 , 393, 3 99 Chua, B eng-Huat, 309 C icourel, Aaron, 30 8, 4 3 8 - 4 3 9 , 4 5 9 , 478 C ix o u s, H élène, 36 8 Clark, Priscilla P., 92 Clark, Terry N ich ols, 92 Clarke, S im o n, 1 98 -2 00 C la w so n , Dan, 1 9 7 -1 9 8 , 4 4 8 -5 6 2
INDICE DE NOMBRES d a y m a n , Steven E., 26 7, 28 8, 291, 3 06 Clement, Catherine, 368 Cohen, G. A., 573 C oh en , Ira, 49 2 C ohen, Percy, 136, 138 Coleman, James, 80, 87, 94, 45 7, 459, 4 6 8 -4 6 9 ,4 7 1 -4 7 6 , 4 8 7 ,5 6 4 C olfax, J. David, 89 C o llin s, Patricia Hill. 91 , 3 9 1 -3 9 3 C o llin s, Randall, 81, 84. 21 4, 249, 25 3, 4 5 8 - 4 6 0 , 4 7 7 - 4 7 8 , 4 8 2 , 5 3 4 540, 583-584, 593-596 Colom y, Paui, 9 5-9 6, 104, 52 4-5 2 5 , 52 7-53 0, 5 3 2 -5 3 4 , 56 5, 5 9 2-5 93 C o m te, A u g u ste, 5, 7, 9 - 1 0 . 14-19, 2 3. 29 , 4 3 - 4 6 , 48 , 5 2, 54, 58 , 60, 6 7, 105, 10 7-1 08 , 151, 23 6 Connerton, Paul, 163. 169 C onnolly, William E„ 586 C oo k , Karen, 83. 91, 9 6, 3 1 4 , 3 4 9 , 556*563. 58 2, 58 4 C o o le y , Charles Horton, 5 8, 6 5 -6 7 , 74, 98 , 2 1 4 , 23 8, 2 4 2 - 2 4 3 , 262 Coser, L e w is, 70 , 80, 87, 136, 144, 1 4 6 -1 4 7 , 153, 4 4 0 , 53 9 C o sta, Mariarosa D a lla co s a , 375 Cott, N a n cy F,, 358 CottrelL Leonard, 221 Couch, C. J., 2 5 6 Coulter, Jeff, 308 Craib, lan, 87. 431 Cronk, G eorge. 2 2 6 Crosbie, Paul V., 5 27, 547 Crozier, M ich el, 4 9 1 . 5 1 2 -5 1 3 Culler, Jonathan, 41 2 Curelaru, M „ 59 7, 5 9 9 , 6 02 Curtis. Charles, 60 . 73
Dahrendorf, Raif, 80, 105, 14 0-145, 152, 4 5 7 , 5 3 4 , 538 D a n iels, A rlen e Kaplan, 91 Darwin, Charles, 4 6 , 4 8 D av is, Katherine, 3 62 D avis, K in gsley , 71, 76, 106, 109, 151 D a w e, A lan, 4 9 0 , 519
661
Deckard, Barbara Sinclair. 90 Deegan, Mary Jo. 362 Demerath, Nicholas, 106 Densimore, Dana, 9 0 Derrida, Jacques, 42 0 Descartes, René, 11 D e V a u x , C lothilde. 3 62 D e V ille , Phillippe, 516 D e w e y , John, 62, 21 5 , 2 1 7 , 2 2 1 , 23 8, 26 0 D ilthey, W ilhelni. 5 Dinnerstein, D orothy, 3 8 1 -3 8 2 D iT om aso, N ancy, 188 Ditton, Jason, 84 D obb, M aurice. 201 D o n o v a n , J o sep h in e, 9 0 , 35 8 D o u g la s, Jack, 87 . 2 64 , 431 Dreyfus, Alfred, 2 0 Duncan, Otis D u d ley, 44 6, 4 57 D urkheim , Em ile, 4-5 , 7, 9*10, 14, 18-23, 29 , 3 7 -3 8 , 4 3 - 4 4 , 4 6 , 50, 52, 5 8 , 6 4 , 6 7 , 7 1 , 9 4 , 105, 10 7-Î0 8 , 132, 151, 20 3, 23 6, 2 83 , 286 , 288, 3 2 4 -3 2 5 , 32 8, 3 30 , 350, 3 62-363. 4 1 2 , 41 6, 4 20 , 440 , 4 4 7 , 456, 479, 50 0, 5 0 7 , 5 1 4 , 5 3 2 , 53 5, 538, 54 2, 5 88 , 58 9, 6 0 2 , 6 07 Dworkin, Andrea, 90, 3 57 , 38 8
Eckberg, D o u g la s Lee, 59 7, 604 E del, Abraham, 4 5 9 , 4 6 2 , 5 1 7 , 587, 605 Eder, Klaus, 577 Edwards, Richard, 196, 198 Effrat. Andrew. 59 7, 5 99 Ehrmann, Jacques. 4 13 Eisenstadt, S. N., 4 5 8 - 4 5 9 , 5 97 , 599, 602 E isenstein, Z illah, 3 88 Ekeh, Peter P„ 3 1 4 , 3 28 , 3 39 , 41 2 Elster, Jon, 9 6, 57 2, 5 7 4 -5 7 5 E merson, Richard, 82 , 9 6 , 3 1 4 , 4 5 9 , 556-561 Engels, Friedrich, 2 6 - 2 8 , 51, 157. 36 3 , 365 , 37 5, 3 79 , 3 84 , 408, 588 Epstein, Cynthia Fuchs, 373
662
INDICE DE NOMBRES
Etzioni, Amitai, 4 76 Evans, Sara, 90 Eyre. Dana P„ 4 8 0 -4 8 1 , 49!
Faghirzadeh, Saleh, 8 Faia, Michael A ,, 4 Falbo. T oni, 587 Falk, W illiam , 597 Fararo, T h om as J.. 4 5 9 - 4 6 0 , 4 8 2 , 52 4, 5 96 Farganis, James, 163, 165 Faris, Eilsworth, 61, 214, 219 Farnham, C., 91 Faught. Jim, 74 Fendrich, M ich a el, 58 7 Ferraro, Kathleen T., 4 33 Feuerbach, Ludwig, 5, 2 4 -2 5 , 28, 58 8, 6 06 Fine. Gary Alan, 89, 2 42, 2 5 7 , 4 8 2 , 5 41 , 5 6 5 , 5 84 , 593 Fine. William F., 54 Fischer, Norman, 5 1-5 2 Fisher. B erenice, 2 14 Fiske, Donald W., 5 86 , 5 % Fit/hugh, G eorge, 54 Fitzpatrick, Ellen, 36 2, 4 47 Flam. Helena, 4 9 0 , 512 Flax, Jane, 368 Fonow, Mary Margaret, 91 Fontana, Andrea, 87, 4 3 1 -4 3 3 Foucault, Michel, 9 3, 21 2, 4 11, 4 2 2 4 3 1 ,4 5 1 .5 0 1 Fourier, Charles, 5 88 Fox, Robin, 367 Frank, André Gunder, 80, 14 9-1 5 0 , 153 Fraser. N a n cy , 568 Freeman, C. Robert, 2 66 Freud, Sigm und, 39, 92, 98, 124, 169, 174, 2 86 , 3 80 , 4 1 6 , 4 7 9 , 590-591 Friedan, Betty, 373 Friedberg, Erhard, 4 9 1 , 5 1 2 -5 1 3 Friedheim, Elizabeth, 60 4 Friedland, Roger, 4 5 9 , 595 Friedman, Debra. 4 7 1 , 5 6 4 - 5 6 5 , 584 Friedman, George, 162, 165-166, 169
Friedman, Ray, 47 6 Friedrichs, Robert, 97, 597, 598 Frisby, David, 38, 40-41 Fromm, Erich, 75 Frye, Marilyn, 38 8 Fuhrman, Ellsworth, 55, 58, 97, 596 Furfey, Paul, 97, 591
Gandy, D. R o ss, 179 Gans, Herbert, 134 Gardiner, Jean, 37 9 G arfm kel, Harold, 8 5 -8 7 , 2 4 9 , 2 6 4 , 2 66 , 271, 288, 290-291, 294-296, 3 0 9 ,3 1 1 ,3 4 0 ,3 6 7 -3 6 8 ,4 5 7 ,5 0 1 , 532, 534, 5 5 0 , 5 8 3 Garland, A nn e Witte, 9 0 Gay, E. P., 131 Geertz, Clifford, 533 G elb, J o yce, 373 Geras, N orman, 58 2 Gergen, Kenneth, 5 86 Gerstein, D ea n, 114, 4 5 9 Gerth, Hans, 7 8 -7 9 G iddens, A nthony, 9 4 -9 5 , 2 3 6 , 309, 4 2 0 - 4 2 1 , 4 6 6 , 4 7 7 , 490^498, 5 0 0 , 5 1 2 - 5 1 5 , 5 1 7 , 52 0, 596 Giddings, Franklin, 65, 90 , 391 Gilbert, Sandra M ., 36 7 G illigan , CaroL 3 6 7 , 39 3, 3 99 , 4 0 4 G illm o re, Mary R., 5 5 7 -5 5 8 , 56 0 G in d o ff, Pamela, 504 Gintis, Herbert, 9 7, 156, 580-581 G lassm an, Ronald M., 32 Glenn, Phillip J.. 30 0 G len no n , Lynda M,, 36 4 G lu ck sm an n , Miriam, 4 1 7 , 4 1 9 Goddard, D avid, 4 2 0 , 4 38 Godelier, Maurice, 176-177, 4 1 8 -4 2 0 Goffman, Erving, 8 3-8 4, 9 8, 214, 2 4 5 - 2 5 3 , 2 5 9 , 2 6 2 , 2 6 4 , 340, 36 8, 4 12 , 4 3 9 -4 4 0 , 4 5 1, 4 7 9 -4 8 0 , 534 G onos, George, 25 3, 4 39 G o o d e , W illiam J., 136, 3 14 , 4 4 0 G o o d w in , Charles. 30 1, 303 Gordon, Gerald, 5 97 -5 98 Gorman, Robert A., 38
ìn d ic e d e n o m b r e s Gouldner, Alvin, 77, 97 , 106, 136-137, 3 1 4 ,4 5 6 ,5 8 7 Gramsci, Antonio, 156, 15S, 161-162, 182, 198, 576 Granovetter, Mark, 4 4 7 - 4 4 9 , 56 2 Grathoff, Richard, 271 Greatbatch, D avid, 3 0 0 - 3 0 1 , 55 0 G regory, Derek, 4 9 6 Greisman, Harvey C., 76, 597 Griffin, Susan, 3 88 G ross, L lew e lly n , 591 Grossberg, Lawrence, 57 0 Gubar, Susan, 367 G u m ey , Patrick J„ 29 Gurvitch. G eorg es, 4 6 2 - 4 6 3 , 6 0 5 , 609
Haas, Jack, 84, 253 Habenstein , Robert, 74 Habermas, Jurgen, 7 5, 89, 95 , 156, 1 6 3 -1 6 4 , 169, 17 1-1 76 , 2 1 2 , 4 9 0 , 5 0 6 - 5 1 2 , 51 7, 5 2 ! , 541 Hage, Jerald, 483 Haines, V alerie, 4 6 Halfp enn y, Peter, 18 Hall, Richard, 5 86 Hall, Stuart, 20 0, 57 8 Halliday, Fred, 5 70 Handel, Warren, 2 9 0 , 295 Hankins, Thom as, 6 00 Haraway, D onna, 3 9 3 - 3 9 4 Harding, Sandra, 393 Hare, R. D w igh t, 58 6 Harper, D ian e Blake, 6 04 Hartman, H eidi, 388 Hartsock, N a n c y , 91 , 3 8 8 , 393 Harvey, D avid, 9 7, 5 66, 569 , 5 7 9 580 Harvey, Lee, 58 7 H a w k es, T eren ce, 41 3 Hawthorn, G eo ffrey , 1 1 H ayim , Gila, 8 7, 4 3 2 H azeirigg, Lawrence, 144 Heap, James, 265 Heath, Anthony, 314 Hechter, Michael, 4 5 9 -4 6 0 , 47 1, 5 6 4 5 65 , 584
663
Hegel, G. W, F„ 5, 23 -28 , 30, 32-33, 5 1 , 9 7 , 1 8 1 , 5 1 9 , 5 8 8 , 606 Heilbrun, Carolyn, 39 3, 396 Held, D avid, 162, 4 9 2 - 4 9 3 , 49 5 Helle, H, J., 4 5 8 -4 5 9 Henderson, L. J., 7 3, 131, 326 Heritage, John, 86, 28 8, 29 0 , 29 3, 3 0 0 30 2 , 5 50 Hewitt, John P., 215 Heyl, Barbara S., 60 Heyl, John D., 60 Hilbert, Richard, 2 64 , 552 Hill, Lester, 59 7, 6 04 Him es, Joseph, 80, 1 4 6 -1 4 8 , 153 H in d ess, Barry, 4 5 9 - 4 6 0 , 48 2 Hinkle, G isela , 9 Hinkle, R oscoe, 9, 55, 58 ' Hirsch, Paul, 4 7 6 Hite, Shere. 367 Hobbes, T h o m a s, I I , 4 8 , !05 Hobsbawm , Eric J,, 201 Hofstadter, Richard, 47 . 58 -5 9 H ollinger, D av id , 59 6 H o llo w a y , John, 2 0 0 Holton, Robert, J., 114 Homans, George, 73, 8 1-8 2, 315, 32 4-34 5. 3 47 -34 8, 350, 44 1, 457, 5 4 5 -5 4 6 Hook, Sidney, 50 H o o ks. B ell, 3 9 i Horkheimer, M ax, 75 Horow itz, Irving, 7 7 -7 9 , 1 36 -13 7 Huaco, G eorg e, 77 , 110, 137 Huber, Joan, 3 67 Hughes, Everett, 7 4, 30 4 Hunter, Albert, 586 Hunter, A lien, 582 Hunter, J. E., 586 Husserl, Edmund, 85, 26 4, 26 7, 2 80 Ibn-Jaldún, Abdel Rahman, 6, 8 Irigaray, Luce, 3 69 Jackman, Mary R., 608 Jackman, Robert W,, 608 Jackson, G. B,, 58 7 Jaggar, A lison M., 3 64 , 379, 3 83 , 389, 393
664
INDICE DE NOMBRES
James, Selma, 375 James, W illiam, 2 15 , 238 Jameson, Fredrie, 97 , 5 6 6 , 5 7 7 -5 7 9 Janeway, Elizabeth, 373 Jay, Martin, 52, 75, 88, 158, ! 6 l , 163-164. 166. 169, 1 7 8 , 5 7 0 Jefferson, Oail, 2 9 9 -3 0 0 Jencks, Charles, 421 Jessop. Bob. 184-1H5, 188 Joas, Hans, 2 1 4 , 2 2 1 , 2 54 Johnson, C halm ers. 136 Johnson, D o y le Paul, 605 Johnson. John M„ 87, 4 3 1 . 4 33 Johnson, Miriam M., 369 Johnson, Virginia, 36 6, 368 Jones. Greta, 46 Jung, Cari. 39
Kalberg, Stephen, 3 3. 3 6 Kaldor, Mary, 571 Kandal, Terry R., 90, 362 Kant. Immanue!. 5, 30, 33. 41 7 Kanter, Rosabeth M oss, 91 Karady, Victor. 18 Kasier. Dirk, 4 0 Kasper, A nne, 36 7 Katovich, M. A., 25 6 Kaufman, Debra R., 367 Kautsky, Karl, 5. 51. 157 Keller, Frances, 36 2, 383 Kellner, D ou g las. 96 . 167, 3 6 7 , 526. 54 1, 5 66 , 5 68 , 5 70 , 594 K elly -G o d o l, Joan, 368 K cm eny, Jim. 4 5 8 , 4K4, 518 Kemper, T heodore, 43 3 Kendall, Patricia. 132 Kent, Raymond A., 44 Kessler, Suzanne J., 366 , 36 8 Kilmann, Ralph, 60 4 Kitahara, M ich io , 84, 253 Kittay. Eva Feder. 380 Kleinman, Sherryl, 2 4 2 , 25 7 Kluekhohn, C ly d e. 32 6 Knorr-Cetina, Karin D., 88, 47 7 K n o x ,J o h n . 324 Koenig, Thomas, 4 4 8 , 562 Kohn. M elvin L., 89
Kolb. W illiam, 25 9 Kollock, Peter, 83, 96, 31 4, 5 60 -5 6 3 , 582, 584 Korenbaum, Myrtle, 605 Korsch, Karl, 158. 168 Kotarba, Joseph A., 87, 433 Kristeva, Julia. 36 9 Kuhn, A nnette, 375 Kuhn, Manford, 74, 2 1 4 , 2 5 6 -2 5 9 , 262 Kuhn, T h om as, 5, 9 7, 59 6 Kurzweil, Edith, 92 , 41 3, 4 2 0 , 4 5 9
Lacan, Jacques, 92 Laclau, Ernesto, 97, 162, 5 7 6 -5 7 7 , 582 Lamont, M ich elle, 4 9 8 , 582 L aws. Judith Long, 367, 369 Layder, Derek, 51 4 Lazarsfeld. Paul F., 79, 132 Leach, Edmund, 4 1 4 Lechner, Frank J., 125 L e d e r e , A n n ie, 1 85 Lefebvre, Henri, 89, 156 Lehman, Edward W., 591 Lemert, Charles, 23 , 9 2 -9 3 , 4 1 7 , 4 2 0 - 4 2 ! . 52 6, 602 Lengermann, Patricia M adoo, 67, 90. 35 3, 3 6 3 - 3 6 4 , 3 8 4 , 56 6 Lenzer, Gertrud, 15 Lever, Janet, 3 6 7 - 3 6 8 , 39 9 L evid o w , Les. 2 0 0 L evine, A ndrew , 58 2, 59 6 L evine, D onald, 3 6, 38 Lévi-Strauss, Claude, 9 2, 3 2 8 -3 3 0 , 35 0, 4 Î 1 - 4 2 0 , 4 4 0 , 4 4 2 , 4 4 7 , 4 5 1 , 5 00 L ewis, J. David. 66 , 21 5, 2 57 L ilienfeld, Robert, 88, 43 4 Lindenberg, Siegw art, 4 5 9 L ip m an-B lu m en , Jean, 3 7 2 -3 7 3 Lipset, Seym our Martin, 44 0, 4 44 Liska, A ilen E„ 9 4, 4 59 , 4 6 9 -4 7 0 , 487 Locke, John.l 1, 105 L ock w ood , David, 77, 137, 195 LodahL Janice B.. 59 7-59 8
INDICE DE NOMBRES Lodge, Peter, 62 Lorde, Audre, 36 9. 38 8. 3 91 , 393 L ou g ee, Carolyn, 358 Lowenthal. Leo, 532 Lukács. George, 5, 35, 5 ! , 76, 156, 1 5 8 - 1 6 ! , 168, 184, 211 Luckmann, T h om a s, 8 5 -8 6 , 2 6 5 , 2 6 8 - 2 6 9 , 2 7 1 , 2 7 4 - 2 7 5 . 2 7 9 . 282* 2 87 , 3 10 , 5 4 9 -5 5 0 , 6 09 Lukes, S teven , 20, 490 , 513 Luscher, Kurt, 214 Lu xem b u rgo, R osa, 3 78 Luxenburg, Stan, 36 Lyman, Stanford, 9, 55, 61, 84, 588 Lynch, M ichael, 291 Lyotard, Jean-Frangois, 96, 421, 566-568
McCarthy, T h o m a s, 175 M cC on n ell. Judith, 4 8 0 Mackay, Robert W .. 3 07 M cKenna, W endy, 366, 3 69 M acK in non, Catharine, 9 0, 3 7 8 , 3 88 , 393 M cL ellan, D avid, 2 6 - 2 7 , 182 McMahon, A. M., 562 McMurty, John, 179 McPhaiL Clark, 257^258, 34 9 M aines, David R., 2 5 5 - 2 5 6 , 5 4 3 54 4, 61 2 Maistre, Joseph de, 5, 12, 14-15 Malinowski, Bronislaw, 107, 3 26 Mandelbaum , Jenny, 302 Manis, Jerome, 2 37 , 2 3 9 , 2 42 , 2 54 Mann. M ichael, 53 9 Manning, Peter, 8 7. 4 33 Marcuse, Herbert, 7 5, 163, 1 6 5 -1 66 , 169, 211 Marini, Margaret M., 4 8 6 Markovsky, Barry, 4 8 4 , 48 6 Marlaire, Courtney L., 306 Marshall, Alfred, 5 8 8 -5 8 9 Martin, W en d ey , 358 Martineau, Harriet, 362 Marx, Karl, 4 -5 , 7, 9 -1 0, 12. 15, 18, 21, 23-31, 33, 37. 41 -44, 5 0-52 , 58, 64, 6 7 , 7 1 - 7 2 , 89, 9 2 . 9 7 , 105. 114, 143,
665
151, 15 5-1 58 , 163-164. 166-167, 170, 172-174, 176, 178-183, 188 190, 192-193, 195-196, 198, 201, 203, 2 07 -20 8 , 2 1 0 -2 1 1 , 236, 274, 28 2 , 2 8 6 -2 8 7 , 3 5 6 -3 5 7 , 363, 365, 3 7 5 -3 7 7 , 39 5. 40 8, 4 1 8 - 4 1 9 , 4 4 0 , 4 56 , 4 9 2 , 5 07 , 51 2, 514, 51 8, 520, 52 6, 5 3 2 -5 3 3 , 5 3 5 -5 3 6 , 54 0-5 4 2 , 567, 570, 57 2-5 76 , 578, 588-589, 5 9 1 ,5 9 9 , 6 0 6 -6 0 8 ,6 1 2 Maryanski, A. Z., 106, 135-136, 138, 5 28 , 530, 593 Masterman, Margaret, 598 Masters, W illiam, 366, 368 Matthews, Fred H.. 54, 61 -63 , 67 M ayhew, Bruce, 45 7 Maynard, D ou glas W., 26 7, 28 8, 291, 306 Mayo, Elton, 3 26 Mead, G eorge Herbert, 60 . 65 -67 , 74, 96, 98, 2S3-243, 254, 25 7-2 6 1, 282, 28 6, 4 0 3 , 4 3 7 , 5 14 , 5 4 1 -5 4 6 , 548, 5 5 1 ,5 8 8 Mehan, Hugh, 295, 3 06 , 6 04 Meltzer, Bernard, 21 6, 237 , 23 9, 242, 2 5 4 ,2 5 7 .2 5 9 Merton, Robert, 70, 77, 103-104, J08109, 114-1 15, 128-136, 151-152, 330, 4 4 0 - 4 4 1 , 5 2 6 , 6 04 Mészáros, István, 182 Michaels, Stuart, 4 76 Michels. Robert, 35 Miliband, Ralph, 188 Mill, James, 588 Miller, David, 21 5, 21 9, 2 26 , 23 7, 241 Miller, Jean Baker, 366 Millet, Kate, 388 Mills, C. Wright, 7 7-80 , 89, 98, 136 Mitchell, Jack N., 3 3 9 -3 4 0 Mitchell, Juliet, 375 Mitroff, Ian, 4 8 2 , 6 0 4 Mitzman, Arthur, 35 Mizruchi, Mark, 44 8 , 450 , 562 Moi, Toril, 369 Molm , Linda D„ 3 1 6 - 3 1 8 , 3 3 9 , 3 4 8 349, 351 Montesquieu, Charles, 5, 11 Moore, Wilbert. 71, 76, 106, 109, 151
666
INDICE OE NOMBRES
Moraga, Cherrie, 391 Morgan, Robin, 90 Morgen, Sandra, 90 Morrione, T homas J., 21 8, 2 5 4 -2 5 5 , 54 4 Morris, Charles, 2 1 6 -2 1 7 Morris, Monica, 84, 26 4 Morse, Chandler, 122 Mosca, Gaetano, 5, 44-51 Mouffe, Chamal, 97 , 162, 5 76 -5 7 7 , 582 Mullins, Nicholas, 587 Münch, Richard. 4 5 8 -4 6 0 , 483 Níurray, G ilb e n , 131
Natanson, Maurice, 2 6 8 -2 7 0 , 281 N elson , Cary, 570 Neustadtl, Alan, 562 N icholson, Linda, 568 N icolaus, Martin, 182, 589 Niebrugge-Brantley, Jill, 9 1, 35 3, 566 N ietzsche, Friedrich, 5, 33, 4 2 3 -4 2 4 Nisbet, Robert, 11, 106 Noblit, G eorge W „ 58 6
Oakes, Guy, 3 62 -36 3 O ’Brien, Jodi, 83, 96, 314, 5 6 0 -5 63 , 5 82,5 8 4 Olds, James, 590 Oilm an, Bertel!, 179, 182 : O ’N eill, William L., 90 Orwell, George, 4 32 Osterberg, Dag, 5 96 O w en, Robert, 588
Pace, Eric, 180 Patey, Marian Lief, 373 Pareto, Vilfredo, 5, 37, 4 9 -5 2 , 71, 5 8 8 58 9 Park, Robert, 40, 58, 6 2-6 7, 74 Parker, Mike, 20 0 Parsons, Talcott, 17, 21, 38, 50, 59, 68, 70 -7 2, 76*77, 81, 86, 88, 9 8, 103 104, 108, 111, 1 13-128, 131, 135, 137, 146, 151, 177, 188, 327, 3 40 -
34 2, 35 0 , 3 6 2 -3 6 3 , 3 77 , 40 8, 4 3 6 , 4 4 0 , 4 4 4 , 45 7, 4 7 9 , 50 7, 514, 5 ! 9, 526, 5 3 0 -5 3 2 , 54 2, 56 7, 588-591 Patton, Travis, 556 Peel, J. D. Y . , 4 7 Pelaez, Eloina, 20 0 Perinbanayagam, Robert, 2 19 , 2 4 2 2 4 3 , 2 5 3 , 3 1 8 , 3 4 9 , 548 Perrin, Robert, 46 Peters, Robert, 84, 253 Peterson, Richard, 106 Petras, James, 2 38 , 25 7, 26 0 Phillips, Derek, 597 Piaget, Jean, 4 2 0 Piccone, Paul, 571 Platt, Gerald, 73 Polit, D en ise F.. 58 7 Pollner, M elvin, 28 8, 30 7 , 309 Pope, W hitney, 19 Porpora, Douglas, 5 15 Poulantzas, N icos, 176-178, 183-187, 21 1 ,4 1 8 Powers, Charles H,, 51 Prendergast, Christopher, 27 0, 28 0 Proudhon, Pierre, 5 8 8 -5 8 9 Psathas, George, 265 Puner, Helen Walker, 39
Quadagno, Jili, 597
Radcliffe-B row n, A. B„ 107, 3 26 Radnitzky, Gerard, 5 86 R adway, Janice, 9 1, 367 Ravitch (Bernard), Jessie, 37 0 Reader, G eorge. 132 Reed, E velyn, 375 Rexroat, Cynthia, 2 5 7 -2 5 8 R eynolds, Larry, 23 8, 2 57 , 25 9 Rhoades, Lawrence J,, 61 Ricardo, David, 5, 28, 5 8 8 -5 8 9 Rich, Adrienne, 9 1 , 3 8 8 , 393 Richardson, Barbara, 367 Ritzer, George, 36, 76, 84, 8 8, 93-94, 97, 105, 116, 20 0, 2 64 , 3 ! 4 , 355, 4 5 9 - 4 6 8 , 4 7 6 , 4 8 3 , 4 8 7 , 4 9 1 -4 9 2 , 5 04, 5 1 4 -5 1 7 , 5 2 4 -5 2 5 , 539, 570,
INDICE DE NOMBRES 5 8 6 - 5 8 7 , 59 1-5 92 , 594, 596, 6 0 0 6 0 1 ,6 0 4 -6 0 5 .6 1 1 Roach, Jack L., 89 R obinson, Virginia. 362 Rocher. Guy. 116, 121 R ock, Paul, 64, 68, 21 4, 23 7, 24 2, 254. 5 47 Roemer, John E„ 96. 5 7 1-57 2, 5 7 4 -5 7 5 Rogers, Mary, 267 Rollins, Judith, 91 , 391 Roosevelt, Franklin Delano, 39 Rose, Arnold, 74, 237 Rose, Gillian, 42 0 Rosenberg. Morris, 2 4 3 -2 4 4 , 262, 597 Rosenberg, Rosalind, 3 62-36 3 Rosenthal, Naom i, 4 50 Ross, E. A., 58 Rossi, A lice, 3 58 , 3 6 7 -3 6 8 Rossi, Ino, 90, 4 1 3 , 4 1 5 -4 1 6 Roth, Phillip. 265 Rothenberg, Paula, 364 Rousseau, Jean Jacques, 5, 11, 105 Rowbotham . Sheila, 375 , Rubin, Gatle, 378 Rubin, Lillian. 393 Rubinstein, David, 4 5 7 , 586 Ruddick. Sara, 36 6, 368, 38 8, 393 Ryan, William, 4 5, 90 Ryave, A. Lincoln, 2 9 6 -2 9 7
Sacks, Harvey. 249 , 534 Saint-Sim on, Claude Henri. 5, 14, 23, 52 Saiamini, Leonardo, 161 Salom on. Albert, 31 Sanday, Peggy R eeves, 91 Sarton, George, 132 Sartre, Jean-Paul, 87, 185, 43^ Satoshi. Kamata, 2 00 Saussure, Ferdinand de, 9 2, 4 1 2 -4 1 4 , 4 2 0 -4 2 1 ,4 5 1 ,5 0 1 Savory, Laina, 324 Saxton, S. L., 256 Say, Jean-Baptiste, 588 Scaff, Lawrence, 35 Scheffler, Harold, 41 6
667
Schegloff, Emanuel A., 2 49 . 29 7-2 9 9 , 45 9, 534 Schenkein, James N ., 2 9 6 -2 9 7 Schmidt, N ea l, 58 6 -58 7 Schneider, David; 3 28 Schnore, L, F., 45 7 Schroeter, Gerd, 32 Schroyer, Trent. 163, 165, 167-168, 170 Schutz, Alfred, 84 -8 6, 98. 26 3-2 8 3 , 28 7, 3 0 9 -3 1 0 , 4 0 3 , 501 , 507, 514, 549 , Schwartz, Joseph E., 367, 3 69 , 4 47 Schweder, Richard A ., 586, 596 Scbwendinger, Herman, 54 Schwendinger, Julia, 54 Scim ecca, Joseph, 78 Sciulli, David, 1 14 Scott, Marvin, 84 Scully, Diana, 91 Searle, John, 5 96 Seidman, S teven, 11, 14, 23, 512 Sewart, John J., 163 Shaffir, W illiam, 84, 253 Shalin, Dmitri, 21 5, 253 Sharrock, W es. 86. 26 5. 28 9, 29 7, 3 0 4 306 Sheridan, Alan, 423 Shibutani, Tamotsu, 2 56 S hils, Edward A., 118, 1 2 2 - 1 2 3 , 5 9 0 Showalter, Elaine, 358 Shreve, Anita, 9 0 Sim m el, Georg, 5, 7, 9, 23 , 31, 33, 4 0 4 3 , 5 2 , 58, 64. 6 7 , 7 4 , 105, 131, 139, 147, 159, 21 4, 21 7. 3 63 . 44 0, 447, 45 6 , 539, 542 Sim on, Herbert. 191 Singelm ann, Peter, 527 , 5 4 5 -5 4 7 , 549 Skinner, B, P., 74, 81, 313, 316-318, 327, 3 3 4 -3 3 5 , 34 0, 350, 60 3, 608 Skocpol, Theda, 89. 2 01 , 2 0 7 -2 1 0 , 212, 594 Skotnes, Andor. 187 Skvoretz, John, 4 5 9 -4 6 0 , 48 2 Slater, PbiU 162 Slaughter, Jane, 20 0 Small, A lbion, 40 , 54. 6 1 , 9 8 Smart, Barry, 4 23
668
INDICE DE NOMBRES
Smelser, N eil, 136, 4 5 8 -4 6 0 , 48 3, 524, 532 Smith, Adam, 5, 28, 43 , 5 8 8 -5 8 9 Smith, Dorothy E„ 91, 3 69, 38 6-3 8 8 , 3 9 3 -3 9 4 , 40 2, 4 0 5 -4 0 6 Smith, Norman, 59 Smith, Richard L,, 66, 21 6, 257 Smith, T. V., 22 0 Snitow, Ann Barr, 90 , 364, 366 Snizek, William E„ 97, 597, 6 0 3 -6 0 4 Snow, David A., 84, 25 3, 4 3 9 Sober, Elliott, 582 S ok o loff, Natalie, 3 6 4 Sorokin, Pitirim, 6 8 - 7 1 , 9 8 , 1!4, 131, 370, 587 Speier, Matthew, 307 Spencer, Herbert, 5 , 1 5 , 1 7 , 4 5 -4 9 , 52, 5 8-6 0, 67, 98 , 107, 151, 3 28 , 362 Spender, Dale, 9 0, 358 Staats, Arthur, 31 7, 6 04 Stacey, Judith, 91, 367, 393 Stanfield, Ron, 596 Stanton, Donna, 369 Stockard, Jean, 369 Stolte, John F., 3 49 Stone, Gregory, 74 Strauss, A nselm , 74, 214 Struik, Dirk, 182 Stryker, Sheldon, 21 5, 25 9, 5 45, 5 4 7 549 Sumner, William Graham, 54, 58-60, 98 S w e e z y , Paul M „ 89, 189-191, 198, 211
Sylvester, Joan, 604 Szacki, Jerzy, 6 Sztompka, Piotr, 107
Taft, Jessie, 362 Takla, Tendzin, 19 Talbot, Marion, 362 Tanur, Judith, 259 Tar, Zoltán, 164-165 Taylor, F, W „ 194 Thomas, Dorothy S,, 6 4, 242 Thomas, W. 6 2-6 4, 66 -67 , 74, 98, 214, 2 3 8 , 2 4 2 , 2 5 2 , 3 6 3 , 5 2 6
T hompson, E. P,, 188 Thompson, John B., 4 9 2 -4 9 3 , 495 T hompson, Kenneth, 14 Thorne, Barrie, 91, 367, 393 Tiger, Lionel, 367 Tilman, Rick, 79 Tinker, Irene, 373 Tiryakian, Edward A ,, 6 1, 87, 587 T oby, Jackson, 118 Tolman, Edward, 590 Touraine, A lain, 4 9 1 , 513 Trebilcot, Joyce, 373 Trice, Harrison, 600 Troeltsch, Ernst, 4 1 Troyer, W illiam, 238 Tucker, Robert C ., 28 Tumin, Melvin, 110 Turner, Bryan S., 32, 1 14 Turner, Jonathan, Ì8, 106, 1 35-136, 138, 144, 349, 52 8, 53 1, 5 9 3 -5 9 6 Tumer, Ralph, 243 Tumer. Roy, 30 7 Turner, Stephen, 4 5 6
Uehara, Edwina, 3 1 4 -3 1 5 , 556 Ungar, Sheldon, 2 47
van den Berghe, Pierre, 80, 146, 149 150, 152, 162 Veltm eyer, Henry, ¡79 Vetter, Betty M,, 366 Vidich, Arthur J., 9, 55, 61, 588 V og el, Lise, 375
Wacquant, Loie J, D., 50 2-50 3 Wagner, David G., 596 Wagner, Helmut, 2 70 , 27 2, 45 8, 605 Walczak, David, 539, 600-601 Walker, A lice, 391 W allace, Ruth A., 90 -91 , 3 6 3 -3 6 4 , 38 4 W allace, Walter, 4 58 , 591 Wallerstein, Im manuel, 5 1 , 8 9, 156, 2 0 1 -2 0 7 ,2 1 2 Wallimann, Isidor, 179 Walum-R ichardson, Laurei, 369
INDICE DE NOMBRES Ward, Lester F„ 58, 60, 98 Wardell, Mark L., 25 4, 4 56 Warner, W, Lloyd, 2 4 9 Warshay, Diana H., 25 7 Warshay, Leon, 257 Washington, Booker T., 63 -64 Watson, John B„ 2 1 6 -2 1 7 , 260, 303 Weber, Marianne, 3 4-3 5, 41 , 362 Weber, Max, 4-5 , 7, 9-1 0, 23, 31-38, 4 0 -4 4 ,5 0 , 5 2 ,5 8 .6 4 ,6 7 ,7 1 ,7 6 , 108, 113, 159, 174, 2 0 3 , 2 3 6 , 2 7 0 , 28 0, 286, 362, 4 23 , 4 56 , 4 6 9 , 507, 5 14 , 532, 53 5-53 6, 538, 542, 5 8 8 589, 60 1 ,6 0 3 Weigert, Andrew, 264 Wei!, Felix J., 75 Weingart, Peter, 144 Weinstein, Deena, 56 9 Weinstein, Eugene, 25 9 Weinstein, Michael A., 56 9 Weldes, Jutta, 57 2, 582 Wellman, Barry, 4 4 7 -4 4 9 , 562 Wellman, David, 256 Whalen, Marilyn R„ 3 05 -30 6 White, Harrison C., 45 7 Wieder, Lawrence, 308 W iley, Norbert, 63, 67, 94, 4 5 6 , 4 5 9 4 60 , 4 6 6 -4 6 8 , 487 , 5 17, 587, 596, 6 10 Wilken, Paul, 605 Wilier, David, 556 W illiams, Robin, 70
669
W illiams, Sim on Johnson, 248 Wilner, Patricia, 77 Wilson, Thomas P., 29 0 Wiltshire, David, 48 Wippler, Reinhard, 4 59 W oif, Frederic M „ 587 W olpe, Ann Marie, 375 W omack, James P., 20 0 W ood, Ellen, 57 6, 581 W ood, Houston, 29 5, 30 6, 604 Wood, M ichael, 254 Wortiey, Scot, 4 4 8 , 562 Wright, Erik Olin, 96, 570, 575, 582 Wundt, W ilhelm , 19 Wuthnow, Robert, 4 2 0 , 4 9 8 , 582
Yamagishi, T oshio, 5 59 -5 60 Yeatman, Anna, 91
Zaretsky, Eli, 375 Zaslavsky, Victor, 57! Zeitlin, Irving, 11, 50 Zelditch, Morris, Jr., 4 8 0 -4 8 1 , 4 91 , 596 Zhao, Shanyang, 597 Z immerman, Don, 2 65 , 2 9 1 -2 9 2 , 3 0 5 30 9 Znaniecki, Florian, 63, 5 26 Zuboff, Shoshana, 196, 4 29 Zurcher, Louis A., 84, 253
INDICE ANALITICO
A cción, tipos de comunicativa, 172-176, 2 U , 5 0 7 512 estratégica, 172 intencional-racional, 172-174, 3 9 9 , 4 00 responsable, 3 9 9 -4 0 0 social, 2 2 3 -2 2 9 , 23 2, 2 60 , 3 49 Acto, el, 2 2 0 -2 2 3 , 234, 26 0 conjunto, 2 53 , 2 55 , 5 5 0 -5 5 2 consum ación, 22 3, 2 60 impulso, 2 2 1 -2 2 3 , 2 60 manipulación, 2 22 , 26 0 percepción, 22 2, 26 0 A cto social, et gesto/gestos, 2 2 3 -2 2 6 , 2 2 8 -2 2 9 , 240, 250,2 6 1 conversación de, 2 2 4 -2 2 6 , 2 3 0 23 1, 2 3 8 -2 3 9 , 261 físicos, 2 24 no significantes, 2 2 4 -2 2 6 significantes, 22 4 vo cales, 2 24 , 261
Achaques y manías de la sociología moderna y ciencias afines^ 1 1 AGIL, sistema, 111-112, 116-117, 12!, !5 2 A gregación, 4 6 9 -4 7 0 , 48 3, 4 87 A lienación, 3 1, 181, 197, 379
American Occupational Structure, The, 44 6 A nálisis dramatúrgico, 8 3 -84 , 86, 98, 2 14 , 2 4 5 - 2 5 3 , 2 6 2 apariencia, 2 46 audiencia(s), 2 4 5 -2 5 0 fachada personal, 2 4 6 modales, 24 6
670
región anterior, 25 0 región exterior, 25 0 representación social, 2 4 5 -2 5 0 trasfondo escén ico , 2 4 9 -2 5 0 A nálisis social, n iveles de, 41 , 93 , 117, 5 8 2 ,5 9 4 -5 9 6 , 6 0 4 ,6 1 0 -6 1 2 de Alexander, 93 colectivo-idealista, 93 colectivo-materialista, 93 individual-idealista, 93 individual-matcrialista, 93 de Ritzer, 9 3-94 macro-objetividad, 93 macro-subjetividad, 93 micro-objetividad, 93 micro-subjetividad, 93 de W iley, 9 3 -9 4 cultura, 94 estructura social, 94 interacción, 94 self, 94 Anomía, 108, 134, 1 5 2 , 6 0 7
B eneficio, 337
Beyond Freedom and Dignity, 31 6 Big Mac Attack: the McDonaldization of Society, 601 Burguesía, !a, 159-161, 187, 378 , 5 7 5 57 6 pequeña, 160 Burocracia(s), 7, 22, 3 2-33 , 36, 132, 198-199, 2 8 0 -2 8 1 , 307, 4 6 3 , 513, 6 0 5 -6 0 6 , 6 IT)
Bureaucracy and the Labor Process, 197 Burocratización, 14, 36, 197
INDICÉ ANALITICO Cadenas rituales de interacción, 460, 477, 480, 539 C ambio social, 14, 15, 17, 50 -51 , 55, 71 -72 , 105, 118-119, 125, 127, 134-137, 144-148, 150-152, 177, 3 4 7 , 35 1, 3 8 8 , 4 4 1 - 4 4 2 , 529, 533, 59 1 ,5 9 9 , 605 teoría ciclica del, 50, 69 teoría de las élites del, 50 teorias evolucionistas del, 68, 7 1-7 2
Campesino polaco en Europa y América, El, 6 2-64 Campo. 5 0 0 , 5 0 3 - 5 0 6 , 5 2 1 Capital, 188-189. 1 9 6 , 2 1 1 , 5 0 3 , 505 monopolista, 189 Capital. El. 27, 38, 158, 161, 179, ! 8 l 1 8 2 ,5 8 9 Capitalismo/capitalista, 3, 9, 15, 17-18. 2 8-3 1, 37 -38 , 5 0 - 5 2 , 6 0 , 157, 159 162, 166-167, 169, 181, 184, 186 193, 1 9 6 - 1 9 8 , 2 0 1 - 2 0 2 , 2 0 4 , 2 0 8 , 3 7 8 , 5 1 1 - 5 1 2 ,5 4 0 - 5 4 1 , 57 0-5 7 5 , 57 7 -5 8 0 ,5 8 2 ,6 0 7 competitivo, 189-190, 196 co n secu en cias inesperadas del, 131, 133 ,49 4 espíritu del, 32 monopolista, 189-190, 192 Clan, 23 6 Clase social/clases sociales, 33, 184, 187, 206, 20 9-21 0, 372, 375, 408, 5 0 4 -5 0 6 , 513 , 5 3 5 -5 3 6 , 544, 549, 5 7 3 -5 7 6 , 58 1-58 2, 605 Clase trabajadora, 15, 168, 192-193, 3 79
Class and Class Conflict in Industrial Society, 81 Classes, 571 C olectividad(es), 14-15, 119. 1 2 1 , 2 6 6 2 67 , 27 8, 2 8 0 -2 8 1 , 3 2 8 -3 2 9 , 3 4 4 3 47 , 4 48 , 4 7 4 -4 7 5 , 48 1, 49 1, 512. 574, 578. 605
Coming Crisis of Western Sociology, The. 97 Com unism o, 3 77 , 3 7 9 -3 8 0 , 512 , 570. 577. 582 Conciencia, 2 4 , 2 8 , 5 1 , 6 6 - 6 7 , 169. 188, 192-193. 21 1, 2 1 5 -2 1 7 , 2 27 -
671
23 1, 23 7, 25 9, 2 61 , 2 6 5 -2 6 8 , 271, 2 7 4 -2 7 6 , 27 9-28 2, 285-287, 310, 3 15, 3 3 9 -3 4 0 , 367, 385, 39 0, 4 0 3 4 0 6 , 4 1 7 , 4 2 1 -4 22 , 4 3 7 , 441 -442, 4 5 1 , 4 6 6 - 4 6 7 , 4 7 6 -4 7 8 , 4 93 -4 9 4 , 5 0 1 -5 0 3 , 53 2, 5 63 , 5 7 2 -5 7 3 , 607 auto-conciencia, 1 7 1 - 1 7 2 , 4 3 7 bifurcada, 40 5 creativa, 4 19 de clase, 158-161, 20 8, 6 07 discursiva, 4 9 4 falsa, 160, 168, 3 9 1 , 6 0 7 individual, 24, 380-381 práctica, 4 94 Conciencia colectiva, 22, 108, 328, 4 4 8 -4 4 9 Condicionam iento operante, 3 19 Condition of Postmodernity, The, 579 Conducta, 115, 2 16 , 2 2 9 -2 3 0 , 313, 3 1 6 -3 2 5 , 3 2 8 -3 2 9 , 3 3 2 -3 3 3 , 3 3 5 33 8, 3 40 , 344, 3 49 , 4 2 0 , 4 32 , 460, 4 6 3 , 4 7 3 -4 7 4 , 4 7 7 , 4 8 1 , 5 15 , 546, 5 4 8 -5 4 9 , 5 6 1 - 5 6 2 , 6 0 9 abierta, 241 encubierta, 241 habitual, 241 modiricación, 3 2 3 -3 2 4 , 35 0 Conductismo, 66, 2 1 6 -2 1 7 , 25 8, 313, 315, 3 24 , 3 3 8 -3 3 9 , 35 0, 4 5 7 , 4 9 2 , 51 5 , 5 4 5 -5 4 6 , 5 5 1 , 5 6 1 - 5 6 2 , 6 0 3 605 psic o ló g ic o , 66 -6 7, 216, 26 0, 314, 3 1 9 , 3 5 0 , 6 04 radical, 21 6 reduccionista, 21 8, 332, 34 0, 3 4 8 35 0 social, 2 16 , 603 Conflict Sociology, 4 8 0 , 534 Conflicto, 81, 134, 136, 139-140, 144, 146, 150, 1 5 3 , 2 0 4 , 3 7 5 , 4 4 0 - 4 4 2 , 4 5 6 -4 5 7 , 4 8 0 -4 8 1 , 4 9 9 , 512, 530, 534, 562 , 592 Conformidad. 1 2 0 - 1 2 1 , 3 3 3 , 3 4 5 Conocim iento, 85, 163, 171-172, 279, 2 8 3 -2 8 4 , 390, 3 95 , 4 0 5 -4 0 6 , 423, 4 2 6 ,5 9 7 acerbo social de, 2 7 3 -2 7 4 arqueología del, 421 -4 22 , 42 4
672
INDICE ANALITICO
de técnicas, 273 de tipificaciones y recetas, 273 industria del, 168, 211 jerarquización d ei, 4 2 3 -4 2 4 producción del, 2 8 2 -2 8 3 , 4 2 3 -4 2 9 soc iolo gia del, 282, 2 85 , 393, 4 0 9 , 59 4-59 5 tipos de ciencia analitica, 171 científico, 2 5 6 -2 5 7 , 4 2 3 -4 2 4 , 567 crítico, 171 humanista, 171 posm oderno, 567 útil, 273
Consentimiento en la producción, El, 177 Consistencia del self, 2 4 3 -2 4 4 Constitution o f Society, The, 492 Construcción social de Ía realidad, 2 1 8 -2 1 9 , 2 7 1, 28 2, 3 15, 463 , 4 6 6 4 67 , 4 9 3 ,6 0 3 -6 0 4 ,6 1 0
Construcción social de la realidad. La. 85- 86, 2 6 3 , 2 6 8 , 2 8 2 , 3 1 0 Construccionismo social, 264 C onsumo, 199, 5 79 hom ogen eización del, 20 0
Contemporary Sociological Theories, 69
Contested Terrain: TheTransformation o f the Workplace in the Twentieth Century ^ 196 Contribución a la critica de la economia politica, 5 89 Control social, 120-121, 129-130, 194, 23 5, 2 6 ! , 347, 363, 4 6 7 -4 6 8 , 529 Cours de Philosophie Positive, 16 Credential Society, The, 48 0 Critica de la razón dialéctica, 43 2 Critique o f Domination, The, 165 Character and Social Structure, 79
D arwinism o social, 5 8, 6 0 , 98 Democracy and Capitalism, 580 Desarrollo infantil, fases del, 23 1-2 3 2 , 261 etapa del deporte, 232 , 261 etapa del ju ego , 231, 261
Desorden social, 13, 17, 4 5 6 -4 5 7 , 6 0 2 603 D esviación, 12 !, 134, 152, 3 5 6 , 4 4 0 4 4 1 ,5 2 9 Determinismo cultura!, 1 2 3 , 4 4 0 - 4 4 1 , 4 4 8 - 4 4 9 , 4 5 6 -4 5 7 estructural, 162, 26 0 so c io ló g ic o , 25 4 D eterminism o ec o n ó m ico , 5, 31-32, 5 0-5 2, 157-158, 160-163, 177 178, 182-183, 187-188, 2 1 1 , 4 5 6 457, 465 , 540-541 Díada(s), 4 2, 556 Dialéctica, 2 4 , 2 8 , 3 0 - 3 1 , 5 1 - 5 2 , 150, 156-157, 169*171, 184, 273, 4 3 8 , 46 8, 47 2 . 4 87 , 5 71 -5 7 2 , 6 06 sincrónica frente a diacrònica, 170 D iferenciación, 126, 4 4 3 -4 4 4 , 5 2 8 531 desigualdad, 443 heterogeneidad, 44 3 desigual, 530 progresiva, 530 teoria de la, 527-531 Dinero, 127, 3 2 2 -3 2 3 , 337, 343. 511 D iscurso(s), ! 75, 426 , 4 2 9 , 576 , 581 léx ico so cio ló g ic o , 6 02 sem àntico so cio ló g ico , 602 sexual, 42 9 sintáctico so cio ló g ico , 602 D isp osic ion es de necesidad, 119-120, 122-123 tipos de, 124 D isp osic ion es sociales, 24 4 Distancia de rol, 251 -25 2, 26 2 Distancia social, 24 8 distinción. La, 504 D ivisión de! trabajo, 2 2, 193-194, 2 0 1 20 2 , 2 04 , 20 7, 25 5, 363. 4 4 0 -4 4 1 , 564 patologías de la, 22 sexual, 368, 373
División del trabajo social. La, 22 D om inación , 168-169, 211, 37 7, 384, 3 8 9 -3 9 2 , 3 9 7 - 3 9 8 , 4 0 7 - 4 0 8 . 4 2 3 424
INDICE ANALITICO Economia de mercado, 57] monetaria, 43 Economia y sociedad. 35 Elite del poder, La, 78 Emergencia, 2 3 6 -2 3 7 , 253, 324, 4 6 7 , 470 Equipo, 2 4 8 -2 4 9
Escíícfta Yanc/uì: ta revolución c ubana, 79 Escuela Crítica {véase también Escuela de Frankfurt), 7 5-7 6, 89, 98, 156, 162-172, 183-184. 21 1 Escuela de Frankfurt {véase también Escuela crítica), 75, 98, 156, 162, 166, 168, 170-172 Especialización, 1 9 3 -1 9 5 ,2 2 4 - 2 2 5 Espíritu, persona y sociedad, 66, 5 4 1
Estados y las revolucione.s sociales. Los, 20 1, 2 0 7 -2 1 0 Eslática Social, 47 Estatus, 13-14, 3 2-33 , 1 19-120, 129 130, 251 , 3 2 2 -3 2 3 , 372, 378, 536, 609 Estigma, 252 Estimulo/estímulos, 2 1 6 -2 1 8 , 221 -2 23, 2 27 -22 8, 231, 2 3 8 -2 4 0 , 318, 3 2 2 3 2 3 , 3 3 6 , 3 3 9 , 3 4 9 - 3 5 0 , 545 externos, 2 4 0 -2 4 1 , 243 Estratificación social, 3 2-3 3, 76, 109, 112-113, 1!5 , 137-138, 1 5 1 , 3 9 0 3 9 1 .4 4 6 , 4 8 0 ,5 3 4 -5 3 5 teoría funcional de la, 104, 109-11 I Estructura de la acción social. La, 21, 50, 71, 97, 1 13, 13 3!, 532, 589
Estructura de las revolucione.s científicas. La, 5 96 -5 97 Estructuralisino, 92 , 98, 164, ¡76 , 183, 24 9, 2 53 , 4 1 2 -4 1 3 , 4 1 7 -4 2 3 , 4 2 5 42 7, 4 31 , 4 3 4 , 4 3 8 -4 4 0 , 44 2, 4 4 7 44 8. 4 5 0 - 4 5 1, 4 5 6 -4 5 7 . 4 6 0 , 5 0 0 5 0 3 ,5 1 4 -5 1 6 ,5 7 6 ,5 8 3 -5 8 4 francés, 92, 176. 420 , 4 40 , 54 0-4 5 1 . 562 Eííca pro/estante >' el espíritu del capitalismo, La, 32, 35 Etnometodología. 84 -8 7, 98, 21 4, 249, 2 6 3 -3 1 1 ,3 1 6 ,3 5 0 ,3 6 6 -3 6 7 ,4 3 8 -
673
44 0 , 4 5 7 . 5 0 0 , 5 1 3 - 5 1 5 , 5 1 7 , 5 2 4 52 5, 534, 538, 54 9-35 3, 565, 5 8 2 58 3 . 593, 599, 604 anáiisis conversacional, 2 49 , 266, 2 9 1 - 2 9 3 , 3 0 3 , 3 0 8 , 3 1 0 , 550-551 de violación de normas, 2 66 experim entos de ruptura, 29 3-2 9 5 , 310-311 ex plicaciones, 289, 310 indexicabiiidad, 290, 310 lenguaje natural, 2 91 , 3 10 método documental, 26 5, 29 0, 31 0 observación directa, 265 observación participante, 62, 75 prácticas explicativas. 2 89 , 310 principio etcétera, 2 90 , 310 reflexividad. 289, 3 1 0, 4 93 -49 5 Evolución social, 4 3 -4 5 , 49 , 52 Explotación, 28 -2 9, 55, 192-193, 196, 2 0 0 -2 0 2 , 40 8, 5 1 1 -5 1 2 , 57 2-57 3 Explotación, 2 8-29 , 55, 192-193, 196, 2 0 0 -2 0 2 ,4 0 8 .5 1 1 -5 1 2 ,5 7 2 -5 7 3 Externalización, 4 8 3 -4 8 4
Familia, 46 , 65, 122, 1 3 8 - 1 3 9 ,2 3 2 , 23 6, 2 9 4 -2 9 5 , 3 58 . 363 . 37 2-3 7 7 , 4 7 5 -4 7 6 , 5 0 8 , 5 3 8 , 6 0 5 , 6 1 0 Fem in ism o, 9 0 -9 2 , 3 5 5 -3 5 8 , 363, 3 6 6 37 2, 3 7 9 -3 8 0 , 385, 388, 393, 3 9 7 398, 4 0 4 , 4 0 7 , 568 de !a tercera ola, 38 0, 3 83 , 391 -392, 40 9 liberal, 3 7 2 -3 7 5 , 379, 4 0 8 , 5 6 5 marxista, 3 72 , 3 7 5 -3 7 9 , 388 , 408, 565 psicoanalítico, 3 8 0 -3 8 3 , 385, 388, 4 0 8 ,5 6 5 radical. 380, 3 8 4 -3 8 5 , 3 8 7 -3 8 8 , 393, 40 8 , 542, 565 socialista, 3 80 , 38 8-39 1, 3 93 , 4 0 5 40 6 , 408 , 565 Fenom enología, 84-87, 96, 9 8, 214, 2 6 3 -3 1 1 , 3 16 , 3 50 , 3 6 6 -3 6 8 , 4 1 6 4 17. 44 0. 4 47 , 45 7, 4 7 6 -4 7 7 , 495, 5 0 1 -5 0 2 , 507, 5 13 -5 16 . 51 8, 5 3 3 53 6 , 5 4 9 -5 5 0 , 584, 599. 603. 605. 608
674
INDICE ANALITICO
Fenomenologia del mundo social. La, 84, 86, 2 70
Filosofìa del dinero, La, 40, 42 Fordismo. 188, 1 9 8 -2 0 1 .2 1 1 ,5 6 7 , 579*580
Formas elementales de la vida religio.'ia. Las, 20, 22 Foundations of Social Theory, 471 Frame Analysis. 2 5 2 -2 5 3 , 43 9 Funcionalismo, 128. 148, 151*152, 5 1 3 -5 14 ,57 3 Funcionalismo estructural, 50, 68, 71 7 2 , 7 4 - 7 7 , 8 0 - 8 1 , 8 8 , 9 5 - 9 6 , 98, 103-116, 121-122, 128-131, 133 137. 139, 141, 144*152, 156, 188, 218, 261. 287. 315*316, 318, 324, 3 3 0 -3 3 3 , 341 , 35 0, 3 9 7 -3 9 8 , 412, 4 4 2 -4 4 3 . 4 4 8 -4 4 9 , 4 5 8 -4 5 9 , 4 6 5 4 66 , 4 7 6 - 4 7 7 . 4 9 3 - 4 9 5 , 5 14 -5 1 6 , 518, 5 2 4 -5 2 5 , 5 2 7 -5 3 0 . 53 3-5 3 6 , 5 38 -53 9, 562 , 573, 592, 603 tautología y el, 138-139, 144-145, 152 teleologia y el, 138*139, 152, 196 Future o f Marriage, The, 374
Generalización, proceso de, 3 2-3 3, 336 Género, 2 9 5 -2 9 6 , 3 6 2 -3 6 4 , 3 66 , 373. 3 7 7 -3 7 9 , 383, 403*404, 4 0 8 , 565, 5 81 -58 2 desigualdad, 3 6 6 -3 6 9 , 372, 375, 3 7 8 -3 8 1 , 3 9 8 -3 9 9 , 4 0 i , 40 8, 565 diferencias, 36 6, 380, 3 9 0 -3 9 2 , 408, 565 ideología, 401 . opresión, 168-! 69, 374*376, 3 7 8 3 81 , 3 83 , 3 8 5 -3 8 9 , 3 92 , 40 8, 565 relaciones, 377 so cio log ía dei, 366, 372 Grandes narrativas, 5 6 7 -5 7 0 Gratificación, 119-121 Grundrisse. 1 8 2 , 5 8 9 Grupos de interés, 143-144
Habitus. 95, 5 0 0 * 5 0 6 ,5 1 3 , 521 Hechos sociales, 19. 26, 105, 106, 108, 140-141, 2 8 2 -2 8 4 , 288 , 325, 328,
33 3 , 340, 343*344, 3 47 , 4 1 6 , 440, 4 5 6 -4 5 7 , 5 00 , 6 07 materiales, 22, 607 no materiales, 22, 607 H egem on ía, 162, 5 7 6 -5 7 7 Hegemony and Socialist Strategv, 57 6 Hermenéutica, 58 3-58 4
Historia de la locura en la época clásica, 4 24 Historia de la sexualidad, 4 29 Historia y conciencia de clase, 52, 158 Homo economicus, 47 6 Homo sociologicus. 47 5 Human Group, The, 3 2 6 -3 2 7 Idealismo, 24 -2 6 Ideología, 168-169, 174-175, 177, 182 184, 186, 2 0 8 -2 1 1 , 3 74 , 38 9-3 9 1 , 397*398, 4 0 3 , 4 0 9 , 5 7 6 sexual, 39 0 Ideología alemana. La, 26, 588 Imaginación Sociológica, La, 7 9 -8 0 Imperialismo, 55, 177, 187 Individuación, 38 2-3 83 Individualismo m etod o lóg ico, 5 8 1 -5 8 4 Industria de la cultura, 166, 168-169, 210-211 industrialización, 14, 55, 6 1, 129-130
Industrialization as an Agent o f Social Change, 544 Integración, 121-122, 126, 3 43 -3 4 4 , 4 4 4 , 4 5 9 . 4 8 6 , 514, 521, 52 3-5 2 4 , 5 2 6 -5 2 7 , 529 social, 5 0 9 -5 1 0 Integración acción-estructura, 93 -9 5 , 9 8 -9 9 , 3 09 , 45 6, 4 8 1 , 4 8 9 - 5 2 1 , 5 5 0 -5 5 2 , 5 9 6 -5 9 7 , 601 Integración cui tura-acción, 95, 520 Inteligencia, 2 2 7 -2 2 8 reflexiva, 2 2 7 -2 2 8 , 261 Interacción, 81 -8 2, 119-120, 122-123, 17 2 -1 7 3 , 214*215, 25 6, 2 6 0 - 2 6 1, 2 6 5 -2 6 6 , 2 7 5 -2 7 8 , 2 8 3 -2 8 4 , 287, 2 9 2 -2 9 5 , 2 97 , 3 0 4 -3 0 5 , 3 24 . 334, 34 1, 3 4 3 - 3 4 4 , 4 0 5 * 4 0 6 , 4 1 9 , 4 3 7 44 0, 4 4 2 -4 4 3 , 4 6 0 . 4 63 , 46 6, 476, 4 9 0 - 4 9 1 , 4 9 8 - 4 9 9 , 537, 544, 5 4 7 5 5 1 , 5 6 7 , 6 0 3 - 6 0 6 ,6 0 8 - 6 1 1
INDICE ANALITICO estructuras de la, 4 39 formas de la, 4 1 -42 intermitente frente a continua, 40 0 pautas de la, 4 37 -43 8 región anterior, 83 región posterior, 83 social, 65 Interaccionismo sim bólico, 40, 42 , 6 2 6 7 ,7 4 , 8 3 ,8 6 , 95-99,213-262, 3 1 4 -3 1 6 , 350, 367, 4 12 , 43 7, 4 4 7 44 8, 4 5 6 -4 5 9 , 4 8 0 -4 8 3 , 49 2, 5 0 1 502, 5 15 -5 19 , 524, 5 27 , 5 3 3 -5 34 , 5 41 -55 3, 562, 565, 5 8 3 -5 8 4 , 593, 599, 60 3, 608 Interactores, tipos de, 4 1 -4 2
675
estadio positivo, 17 estadio teo lóg ico, 17 Ley o Derecho, 22, 36, 121-122, 127, 2 56 , 35 8, 4 0 2 -4 0 3 , 4 63 , 47 0, 4 9 6 4 9 7 , 6 0 6 -6 0 7 , 6 0 9 -6 1 0 Lingüística. 4 1 2 -4 1 3 , 4 5 0 -4 5 1 , 576, 5 9 6 -5 9 7 Lucha de clases. 181-187
Macrosociología, 4 8 4 -4 8 5 , 5 15, 562
Manifiesto comunista, Eí, 27 Manuscritos de economía v filosofta de IH44. 26, 158, 167*168, Í78179,
182, 588
Intercambio y poder en la vida social,
Making Sense o f Marx, 574
82, 9 6, 4 46 Internali zación, 120-121, 124, 363, 4 04 , 4 4 9 -4 5 0 , 4 6 7 -4 6 8 , 4 8 3 -4 8 4 , 5 3 8 -5 3 9 Intersubjetividad, 85, 2 68 , 2 79 -2 8 0 , 310, 383
Marxismo, 2 1. 3 2 -3 3 , 37, 5 1-52 , 79, 92, 98, 157-158, 1 6 0 - I 6 Í , 163 164, 168-172, 176, 179. 182*184, 188, 1 9 8 , 2 0 0 - 2 0 1 , 2 0 7 , 3 8 8 , 4 1 8 41 9, 4 4 1 , 4 9 2 , 5 1 8 - 5 1 9 , 5 3 2 , 5 6 8 . 5 7 0 -5 8 4 analitico, 96 , 156, 164, 5 7 0-57 5, 5 8 1 -5 8 2 humanista, 1 7 7 ,4 1 8 - 4 1 9 posm oderno, 9 6-97 , 156, 21 1, 526, 54 1, 5 53 , 5 7 0 -5 7 1 , 58 0-5 82 Marxismo estructural, 156, 176-179, 183-184, 1 8 6 - 1 8 8 , 2 0 1 , 2 1 2 , 2 8 7 , 4 1 1 ,4 1 7 ^ 4 1 9 , 4 3 2 , 4 5 1 . 4 5 6 - 4 5 7 , 5 0 0 . 5 1 9 . 540-541 M arxismo hegeliano, 5, 51 -52, 75-76, 156, 158-162, 1 8 4 , 2 1 ! , 539 Marxistas, Los, 79 Materialismo, 25*26, 2 8, 51 -5 2, 149 dialéctico, 28 Materialismo histórico, 172-173, 3 8 9 39 0 M ecanización, 193, 196 Mentalidades societales, tipos de. 68 ideacional. 68 idealista, 68 sensual. 68 Mente, la. 2 2 8 -2 3 0 , 2 35 , 2 5 9 - 2 6 1 , 3 1 7 , 41 4 , 4 6 6 -4 6 7 , 5 4 1 -5 4 2 . 545 Mercado, 43 Mercancías, 159 fetichism o de las, 159
Introduction to the History o f Science, 132
'
Introduction to Pareto, An, 73 Introduction to the Science of Sociology, 6 4 Introspección simpática, 66, 75, 2 56 -25 8
Jaula de hierro, la, 167, 4 2 3, 4 2 5 , 45 6 «Jóvenes Hegelian os», 5, 23 -25 , 97, 588
Karl Marx 's Theory o f History: A Defence, 573
Labor and Monopoly Capital, 192 L egitim aciones, 169, 174-175, 2 1 0 2 1 1 ,2 8 6 Lenguaje, 127, 2 1 6 -2 1 7 , 2 2 4 -2 2 6 , 240, 26 1, 2 6 9, 2 8 3 -2 8 4 , 369 , 3 81 -3 8 2 , 4 1 2 -4 1 3 , 4 2 1 , 4 2 5 , 463 , 4 6 9 -4 7 0 , 4 9 3 ,5 0 0 -5 0 3 ,5 1 0 ,6 1 1 Ley de los tres estadios, 15 estadio m etafísico, 17
676
INDICE ANALITICO
Meta-Analysis. 586 Metadiscurso. 96, 567 Metanarrativas, 5 67 -5 70
21 9, 3 07 , 3 18, 333, 340, 3 44 -3 4 7 , 3 4 9 -3 5 0 , 3 7 3 -3 7 4 , 4 4 2 -4 4 4 , 4 6 4 , 4 7 3 , 4 7 7 , 6 0 6 - 6 0 7 , 609-611
Metatheorizing in Sociology, 601 M etasociología (véase también Metateorización en sociología), 586 de análisiíi de datos, 586 (te métodos. 586 de teorias, 513 Matateorización en so cio log ía, 6, 93, 97*99, 5 6 9 -5 7 0 , 5 85 -6 12 Metodología so ciológ ica. 3 1-32 , 64, 74, 2 15-21 6, 2 5 6 -2 5 7 , 262 , 2 6 4 2 66 , 4 1 4 -4 1 5 , 4 2 3 -4 2 4 . 53 6, 5 7 1 5 72 , 6 0 3 -6 0 4 , 6 07 Micro-Macro Link, The. 45 8 M icrosociologia, 84, 4 8 4 -4 8 5 , 5 1 4 5 1 5 ,5 3 5 ,5 5 2 ,5 9 2 radical, 47 6-4 78 Mirada, la. 4 26 , 42 8 Modernismo, 5 4 0 -5 4 1 , 567, 577, 5 8 0 581 Moderno sistema mundial. El, 2 01 -20 7 M orfogénesis, 43 6, 4 90 , 4 9 7 -5 0 0 Morfoestasis. 4 3 6 . 4 97 Motivos, 2 1 7 -2 1 8 , 2 5 9 -2 6 0 , 28 1, 3 10 «para», 281 «porque», 281 Multidimensionalidad, 46 0, 4 6 4 , 4 6 7 46 8, 5 8 7-5 88 Mundo de la vida, el, 85, 95 , 27 0-2 7 3 , 277. 2 7 9 -2 8 0 . 3 10. 3 8 6 -3 8 7 , 4 0 4 40 5, 4 60 , 4 9 0 -4 9 1 , 5 0 7 -5 1 2 , 521 colonización del, 5 0 6 -5 1 2 , 521
.Nacimiento de la clínica, El, 42 6 Nature o f Social Science, The, 327 Neoestructuralismo, 4 20 N eofu n cion alism o, 9 5 -9 6 , 104, 106, 48 2, 52 7-53 1, 533, 55 3, 56 5, 5 8 3 5 8 4 ,5 8 7 -5 8 8 ,5 9 2 -5 9 4 Niños, 2 3 1 -2 3 2 , 30 7, 316, 3 2 0-3 2 2, 329, 36 3, 368*369, 3 8 1 -3 8 2 , 385 socialización de los, 373 Normas, 104-105, 119-122, 129-130, 134, 136-137, 139-140, 1 7 4 , 2 1 7 -
Objetividad, 262, 4 6 6 -4 6 7 , 50 0 -5 0 1 , 5 1 3 -5 1 7 , 5 4 3 - 5 4 4 , 5 4 9 - 5 5 0 O b jetiv i/a ción , proceso de. 4 6 7 -4 6 8 Objetos, 238-241 abstractos, 2 3 8 -2 4 0 culturales, 273 físicos, 238*240 socia les, 2 3 8 -2 4 0 Orden social. 18, 93*94, 104-105, 118 120, 122, ¡4 4 - 1 4 7 , 15 2,2 8 9 * 2 9 0 , 30 9, 4 0 9 , 4 6 4 , 4 9 6 -4 9 7 , 4 9 9 -5 0 0 , 529, 5 33 , 55 1, 591, 6 0 2 -6 0 3 Organicismo, 106-107, 151 Organismo bio lógico, 116
Orígenes de la familia, la propiedad privada y ei estado, Los, 37 6 Otro, rol del, 2 4 0 -2 4 1 , 403*404 Otro generalizado, el, 2 3 2 -2 3 3 , 235, 261,403-405
Para leer El capital, 180 Paradigma(s), 9 7, 3 1 4 -3 2 0 , 5 97 -5 9 9 , 602-6 0 5 ,6 1 0 -6 1 2 conflicto, 599 de la conducta social, 3 1 4 -3 2 0 , 3 4 1 345, 3 5 4 -3 5 5 , 3 9 8 -3 9 9 , 4 01 , 6 0 2 6 04 , 608 , 610 de la definición social, 264, 3 1 4 3 20 , 340, 3 4 4 -3 4 5 , 3 5 4 -3 5 5 , 3 9 8 399, 401 , 546, 6 0 2 -6 0 3 , 60 8, 610 de ios hechos sociales, 3 14 -3 2 0 , 324, 340-345, 347, 3 49 -3 50 , 354* 3 5 5 ,6 0 2 -6 0 3 ,6 1 0 profètico, 59 9 sacerdotal, 599 sistema, 599 Paradigma ( s o c io ló g ic o ) integrado, 93, 462*466, 4 8 3 -4 8 4 , 4 92 , 5 2 4-52 6, 5 4 3 -5 4 4 , 5 8 3 -5 8 4 , 5 91 , 594-597, 6 0 4 - 6 0 5 ,6 1 0 - 6 1 1 Parámetros estructurales, tipos de, 4 2 2 42 4
INDICE ANALITICO graduales, 4 2 2 -4 2 4 nominales, 4 2 2 -4 2 4 Patriarcado, 380, 38 4-3 85 , 38 8, 4 0 7 4 08 capitalista, 38S Pensamiento, 2 26 , 2 2 9 -2 3 7 , 261 , 318, 551 Poder disciplicar, 4 2 7 -4 2 8 examen, 4 28 ju icio s normalizadores, 4 28 observación jerárquica, 42 8 Política, 177, 182-183, 186. 209, 390, 5 1 3 -5 1 4 , 6 0 5 , 6 0 9 Posestructuralismo, 93, 99, 21 2, 369, 4 1 1 -4 1 2 ,4 1 7 ,4 2 0 -4 2 2 ,4 3 1 ,4 5 1 . 5 0 1 -5 0 2 , 5 33 , 5 4 1 -5 4 2 , 57 0-5 7 1 , 576, 594 Posfordismo, 188, 198-201, 2 11 , 567, 5 79-58 0 Posiciones socia les, tipos de, 4 4 2 -4 4 4 estatus, 443 grupo, 443 P ositivism o/positivista, 14-18, 163Í64, 371 , 4 2 1 -4 2 2 , 42 5, 590, 593 P osmodernismo, 96 , 4 2 0 -4 2 2 , 5 24 -5 2 6 , 541, 553 , 5 6 6 -5 7 0 , 5 7 6 -5 8 0 , 594 Potencial humano (véa^fe íambién Serg enérico), 172-173, 192-193 Práctica, 5 0 1 -5 0 2 , 506 Pragmatismo, 2 1 4 -2 1 6 , 2 1 7 -2 1 9 , 2 6 0 2 6 1 ,2 8 7 - 2 8 8 , 533 nominalista, 215 realism o filosófico, 215 Praxis, 28, 5 1 8 -5 1 9
Presentación de ¡a persona en la vida cotidiana, La, 83, 2 45 , 2 5 0 -2 5 l Procesos mentales, 2 2 6 -2 3 0 , 2 61 , 2 6 4 265 Producción, 121, 178, Ì81 -1 82 , 194, 199, 3 9 6 -3 9 7 , 4 0 6 -4 0 7 , 57 3, 575. 579 de masas, 198 ideológica. 4 0 5 -4 0 6 mdustrial, 378 medios de, 1 9 2 - 1 9 3 ,5 3 5 social, 3 9 6 -3 9 9 , 4 0 5 -4 0 6 , 40 9 Productividad, 3 0-31 . 194. 1 9 8 , 2 0 0 2 0 1 ,3 2 3 -3 2 4
677
Proletariado. 3 1-32 , 143, 159-161, 187, 512. 5 4 0 - 5 4 1 ,5 7 5 - 5 7 6 P sicología social, 21 9, 221, 2 81 -28 2
Racionalidad, 35, 4 9 -5 0 . 165, 168-169, 175, 1 9 1 - 1 9 2 , 4 2 5 , 4 7 1 - 4 7 3 , 5 1 0 51 1. 565, 601 formal, 3 5. 1 6 5 , 5 0 7 , 5 1 1 - 5 1 2 . 6 0 1 instrumental, 210-21 1 intelectual, 601 irracionalidad, 165 práctica, 6 0 1 sustantiva, 1 6 5 . 5 0 7 , 5 1 1 - 5 1 2 , 601 R acionalización, 36 -3 7. 4 1 , 1 7 3 - 1 7 5 , 189, 1 9 3 ,4 2 2 - 4 2 3 , 4 94 , 508, 5 1 0 5 1 2 .6 0 1 progresiva, 189-190 Razón. 165, 2 2 6 -2 2 7 Realidad social folgewelt, 2 74 , 3 10 mitwel!. 2 7 4 -2 7 8 , 310 relaciones-ellos. 2 7 7 -2 7 9 , 283, 31 0 reinos de la, 2 7 4 -2 7 9 , 2 8 2 -2 8 5 , 2 9 4 2 95 , 30 6. 31 0, 3 1 4 -3 1 5 , 3 18 . 3 9 6 397, 4 0 5 -4 0 7 , 4 4 0 - 4 4 ! . 44 7, 463, 4 6 7 -4 6 8 , 544, f 0 4 - 6 0 5 , 608 , 61 0 umweil, 2 7 5 -2 7 7 , 310 relaciones-nosoti'os, 27 5-2 7 6 , 2 7 8 -2 8 0 . 2 8 3 , 3 1 0 vorwelt, 2 7 4 -2 7 5 , 310 Recetas, 2 6 8 -2 6 9 , 27'!-274, 27 6 -2 7 9 , 2 8 3 ,3 1 0 R eflexividad, 2 3 1 , 2 8 9 , 493 R eformismo social. 15, 1 8 , 4 6 . 6 0 - 6 1
Regias del método sociológico. Las, 19-20, 602 R eifícación. 159-160, 1 6 4 .2 8 5 - 2 8 6 R elaciones sociales, 27 8, 31 4 R eligión, 10, 19, 22. 25, 32, 36 -37 , 45, 1 3 2 ,3 5 8 ,3 7 2 ,5 1 3 ,6 1 0 sociología de la, 28 0 R epresentaciones colectivas. 108. 2182 ! 9 , 2 4 6-2 4 7 Respuesta(s). 2 1 6 -2 1 7 , 221, 22 3, 2 2 5 22 6. 229, 2 3 4 -2 3 5 , 2 3 8 -2 3 9 . 325, 545
678
INDICE ANALITICO
Revolución social, 18, 52, I 50, 161, 2 07 -2 12 Revolución teórica de Marx. La, 180 Rol(es). 1 19, 1 2 9 - 1 3 0 , 2 1 8 , 2 8 5 .3 6 3 ,3 7 3 37 5, 3 80 -3 81 , 4 0 4 -4 0 5 . 4 4 1-442 diferenciación, 54-55
Sagrada /'amilia. La, 26, 588 Salario/salarios, 198-199, 200-201 Selección natural (véase también Supervivencia del más apto). 46 . 59 Self, 2 30 -23 5, 238, 2 4 2 -2 4 7 , 25 7, 2 6 0 26 2, 4 0 4 -4 0 5 , 4 3 3 -4 3 4 . 4 6 6 -4 6 7 . 5 41-5 4 2 ,5 4 5 -5 4 6 deseado, 244 especular, 65, 242 existente. 244 « M i » , 2 3 5 , 245, 26 0 presente, 244 « Y o » , 2 3 4 -2 3 5 , 245, 2 60 Self-concepto. 2 4 3 -2 4 6 contenido del, 2 44 identidades sociales. 2 44 dim ensiones del, 2 44 estructura del, 244 fronteras del, 2 44 sumisión y, 384 Sel/~FulfÍ!ling Prophecy, The, i3 3 Ser y la nuda. El. 43 2 Ser-genérico {véase también Potencial humano), 173, 181-182, 192-193, 5 11 -51 2 S ex ism o, 3 62 , 3 7 3 -3 7 4 Sexualidad. 4 2 9 -4 3 0 represión de la, 43 0 Significado{s), 2 1 8 -2 1 9 , 22 9, 2 3 7 -2 4 2 , 2 5 9 -2 6 2 , 2 6 4 -2 6 7 . 2 7 8 -2 7 9 , 2 8 0 284. 310, 4 0 1 -4 0 2 , 5 4 8 -5 4 9 , 551 estratificado frente a com ún. 401 objetivo, 2 8 0 subjetivo, 280 Signifying Acts, 21 9 Símbolos, 2 2 8 -2 2 9 , 2 3 7 -2 4 2 , 2 5 9 -2 62 , 2 7 2 - 2 7 3 , 5 4 6 , 5 4 8 -5 4 9 , 55Í significantes, c o m o tipo de gestos, 2 2 5 .2 2 6 ,2 6 1 vocales, 284
Síntesis teóricas, 93, 95, 45 6. 4 6 1 , 4 8 5 48 6. 5 2 4 -5 2 7 , 5 53 . 555. 566, 5 8 3 5 84 Sixtema xocial. El, 72, 88. 114 Sistema mundial, 2 0 1 -2 0 7 , 21 2, 61 0 división del trabajo en el, 20 4 centro, 2 02 , 2 0 4 -2 0 7 periferia, 20 2, 2 0 4 -2 0 7 semiperiferia, 20 2, 2 0 4 -2 0 7 Sistemas de autoridad, tipos de, 36 carismàtico, 36 racional-legal. 36 tradicional, 36 Sistem as de la acción, 72. 117-119, ¡ 3 0 - 1 3 1 . 151 organism o conductual, 117, 125, 152 sistema cultural. 72, 117. 122-123. 152 sistem a de la personalidad, 72, 1 i6117, 123-125, 152 sistem a social, 72, 117, 119-122, 152 (véase también A GIL , sistema) Socictl and Cultural Dynamics, 68, 70
Social Behavior: Its Elementary Forms, 82, 32 7, 333 ’ Social Mobility. 69 S o cialism o/socialista, 5, 8-9, 21, 29. 3 1 , 5 1 - 5 2 , 132, 192-194, 198, 347, 5 72 , 5 8 0 -5 8 1 , 588 utópico. 9 7-98 . 588 S ocialización, 1 12-113, 115, 120-124, 138-139, 187, 2 3 8 -2 3 9 . 269, 286, 3 07 , 368 , 3 7 9 -3 8 0 , 4 4 8 , 4 6 7-46 8, 5 3 8 -5 3 9 dialéctica de la. 120-121 infantil, 307 Sociedad capitalista. 30, 37 , 43, 92, 126, 149, 156-160, 165, 168, 170 171, 178, 182-184. 186, 190-191. 196-1 9 8 ,2 0 0 -2 0 1 ,2 1 1 , 3 4 7 ,4 5 6 4 5 7 .5 1 9 -5 2 0 , 5 4 0 -5 4 1 ,6 0 7 Sociedad comunista, 149, 174, 186 Sociedad p osm o d em a , 96 , 198, 421, 56 7 Sociedad socialista, 45 . 149
Sociologia, una ciencia multiparadigmática, La, 6 0 0 - 6 0 1
INDICE ANALITICO S o eio lo gia aplicada, 60 S o cio lo gia británica y el ameliorisnt, 4 3 -4 4 , 49 , 52, 392 y la econ om ía política, 5. 28*29, 4 3 45, 52, 97, 5 39 -54 0, 588 y la evolución social, 126-127, 1 75 Sociología científica, 61, 88-89, 280, 333 S o c io lo g ía conductista, 3 1 3 - 3 5 1 , 4 5 6 * 4 5 7 ,6 0 4 castigo, 3 2 0 -3 2 1 , 337, 3 50 condicionam iento operante, 3 19 , 334 refuerzo, 120-121, 3 1 9 -3 2 2 , 324, 334, 348, 350, 545 negativo, 32 0 pautas del, 82 positivo, 3 2 0 respuesta, 281 Sociología de Karl Marx. La, 89 Sociología de sociología. 597 S ociología estructural, 92, 2 86 , 348, 411-451 S o ciolog ía existencial, 84, 87 -88 , 98, 264, 4 1 1 , 4 1 7 , 4 2 0 -4 2 2 , 43 1-4 34, 448, 4 51 , 4 5 6 -4 5 7 , 51 3-51 6, S I S SI 9, 5 6 2 -5 6 3 , 60 3, 6 0 8 S o ciolog ía pura, 6 0 S o cio lo gía radical, 89 S o c io lo g ía subjetiva, 2 86 Sociología V ta moderna teoria de sistemas, La. 88, 4 34 Sludie.K in Ethnomeihodology, 87, 291 Subjetividad, 1 6 7 ,2 6 6 -26 7,2 79 -2 80 , 2 83 2 84 , 317, 3 8 9 -3 9 0 , 4 0 3 -4 0 6 , 4 0 9 , 4 21-422, 440-441, 4 66-468, 495, 500-502, 513-S17, 543, 5 4 9 -5 5 0 filosófica, 181-182 Subjetivism o, 2 5 9 -2 6 0 Subordinación, 146, 3 4 3 -3 4 4 , 38 0-3 8 4 , 3 8 8 ,3 9 7 -3 9 9 ,4 0 6 -4 0 7 ,4 0 9 de las mujeres, 377 Suicidio, 2 1, 132, 3 63 , 4 5 6 -4 5 7 , 4 70 anóm ico, 607 .Suicidio, E l,2 \, 602, 607 Superordenación, 146 Supervivencia del más apto (véase también Selecdón natural), 46, 4 9-5 0, 59 Symbolic interact ion, 74
679
Tasas de suicidio, 21, 4 7 0 , 607 Teoría de la acción, 108, 5 8 7 -5 8 8 , 590 Teoría del conflicto, 8 0 -8 1 , 87 -89 , 98, 103-106, 139-142, 144-153, 156 Teoria del co nsen so , 22, 77, 1 0 4-Í05 , 137-138, 140-141, 144-145, 150, 4 7 3 ,4 8 4 -4 8 5 ,5 0 8 -5 1 0 Teoría crítica, 51-52, 95, 158-159, 162 172, 174-176, 1 8 8 , 2 1 0 - 2 1 1 , 3 8 9 390, 4 4 8 -4 4 9 , 506, 5 1 1 -5 1 4 , 562, 5 68 , 574 . Teoria de la elec ció n racional, 96 , 314, 3 3 8 -3 3 9 , 4 7 1 -4 7 7 , 49 1, 516 , 537, 553, 5 6 1 -5 6 2 , 5 6 4 -5 6 5 , 5 70 -5 7 1 , 5 7 3 -5 7 5 ,5 8 1 -5 8 2 ,5 8 4 Teoría de la estructuración, 94, 309, 4 9 0 -4 9 9 , 520 Teoría de la ev o lu ció n , 5, 125, 127, 151 Teoria feminista, 90 , 92, 9 6, 99, 3 5 3 40 9, 524, 553, 5 6 5 -5 6 6 Teoría del interactor. 4 8 0 -4 8 2 , 48 7 Teoría del intercambio, 74, 8 1-83 , 88, 9 6 ,9 8 ,3 1 3 -3 5 1 ,4 1 3 ,4 4 6 , 456 45 9, 4 7 6 -4 7 7 , 4 8 4 -4 8 5 , 4 9 1 , S I S SI 7, 53 3, 53 7, 539, 5 4 5 - 5 4 7 , 5 5 3 , S5S-563, 58 3-5 8 4, 593, 599, 604 Teoría de ju e g o s , 4 91 , 5 1 3 -5 1 4 Teoria marxista, 9, 1 4-J 5, 23, 2 6 -2 7 , 2 9 - 3 0 , 3 7 , 5 0 - 5 2 , 7 1 , 7 5 - 7 6 , 7 8 80, 88 -8 9, 92, 96 , 99 , 126, !40, 144-145, 149-153, 155-159, 162 163, 165, 168-170, 172, 176-181, 188-192, 2 1 0 -2 1 1 , 30 9, 356, 3 9 6 3 9 7 ,4 1 8 -4 1 9 ,5 1 1 -5 1 2 ,5 1 8 , 535 536, 5 4 0 - 5 4 1 , 5 7 0 - 5 8 0 Teoría neomarxista, 140, 145, 156, 188, 201, 2 1 0 -2 1 2 , 3 14 -31 5, 412, 4 5 6 -4 5 7 , 5 06 , 5 4 0 -5 4 1 , 553, 5 7 0 582, 593 Teoría del poder-dependencia, 5 59 Teoría de redes, 3 1 4, 4 1 2 - 4 1 3 , 4 4 0 , 4 4 7 -4 5 0 , 4 5 6 -4 5 7 , 45 9, 5 39 -5 4 0 . 5 53 , 5 6 0 -5 6 4 , 583-5S4 Teoría de sistem as, 88, 9 9, 41 2, 4 3 1 4 32 , 4 3 4 -4 3 8 , 4 51 , 45 9, 4 9 7 -5 0 0 , 513, 603 Teoria del valor trabajo, 28
680
INDICE ANALITICO
Teoria weberiana, 3 1-32, 37, 76, 79, S9-90, 165, 270 , 44 8, 511, 536 Theoretical Logic in Socioivgy, 5 3 2 , 591 Tipificaciones, 2 6 8 -2 7 0 , 273, 27 5-2 7 9 , 2 8 3 -2 8 5 , 31 0, 36 9, 4 0 5 - 4 0 6 . 4 8 2 Tipo ideal, 2 70 , 5 0 7 ,5 9 1 Totemismo, 22
Twenty Lectures: Sociological Theory Since World War ll, 532
Valor, pautas de, 120 Valur añadido. 28 Valores, 10 4-1 05 , 1 19-122, 136-137, 139-140, 2 18 , 30 7, 3 1 5 -3 1 9 , 340. 3 4 4 -3 4 7 , 3 4 9 -3 5 0 , 4 6 2 -4 6 3 , 4 7 6 4 77 , 606- 607, 609-61 i tipos de de oposición, 347 particularistas, 346 que legitiman la autoridad, 34 7 universalistas, 346 V alores normativos, sistèma de, 415, 44 0 -4 41,449-450 Verdad de la, teoria de la copia, 175 de la, teoría consensual, 175 yerstehen. 317 Vigilar y castigar, 4 2 7 -4 2 8 Vínculo Micro-M acro, 93 -94 , 45 5-4 5 6 , 4 9 1 -4 9 2 , 5 1 6 -5 1 7 , 520, 5 24 -5 2 5 , 552, 556, 565, 5 9 2 -5 9 3 , 5 95 -5 96 teoría feminista y el realidades locales de la experiencia vivida, 40 6-4 0 7 , 409 relaciones de gobierno, 4 0 6 -4 0 7 , 40 9 textos, 40 6, 4 0 9
Urbanización. 5. 9, 14, 52. 55, 61
White Collar, 78
Toward A Cenerai Theory o f Action, 5 90
Toward An Integrated Sociological Paradigm, 601 Trabajador/trabajadores. 17. 26 , 43, 191-201, 204, 3 5 6 -3 5 7 , 375. 394, 45 6 Trabajo, 188-189, 192-196, 21 1. 3 5 8 , 3 8 5 ,6 1 0 alienado, 194 estudio del, 291 explotación del, !90 , 377 forzoso, 204 hom ogen eización del. 1 9 8 ,2 0 0 libre, 204 mental, 193 simple, 194 Tríada, 42
r ^ ' SÜ TSC TSC TS .-C T SC T SC T SC T S Teoría Sociológica
CONTEMPORANEA T K R f E R A
E D I C I
%
Esta edición »e presenta en tres partes; introducción, principales escuelas de teoría sociológica )( desarrollos más recientes en teoría sociológica, analizados bajo el título de integración y síntesis. Termina con un apéndice (|ue incluye una revisión profunda de la metateorización en sociología, lo'que refleja el creciente interés por esta cuestión en la actualidad. Incluye tam bién un estudio sobre el enfoque metateórico específico (jue guía todo el libro.
También escrito por George Ritzer y plublicado por McGraw-Hill:
j
TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA ^ i~ T
i-