1 LA TEOLOGÍA FEMINISTA ¿Una profecía de esperanza para toda la humanidad? Virginia Virginia R. Azcuy Una mirada rápida a la producción de la teología feminista en la última década indica que estamos ante un campo floreciente.1 Incluso en América Latina y el Caribe, aunque en menores proporciones, se está visibilizando una proliferación creciente de las teologías hechas por mujeres en los últimos años.2 Pero esta constatación se acompaña de otra que resulta inquietante: el escaso reconocimiento que, en muchos ámbitos, recibe esta nueva perspectiva del quehacer teológico, que se corresponde con el surgimiento de un sujeto relativamente nuevo en la teología: las mujeres. Ante esta situación surgen dos preguntas básicas: primero, por qué se siguen desarrollando las teologías feministas y, segundo, por qué se las considera poco y se llega, a veces, hasta rechazarla. Pero, más allá de estos interrogantes elementales, quisiera añadir otros que me resultan más acuciantes: por qué se demora el diálogo diálogo pendiente entre la teología teología y el feminismo, feminismo, si él podría ayudar a la teología a una renovación fundamental; qué es lo que desacredita a la teología feminista, sin darle casi la oportunidad de presentar sus razones y sus metas. Y, quizás, lo que más me importa personalmente en relación con la teología feminista: cómo no hablar, si en ella se anuncia una esperanza para toda la humanidad. El abordaje de esta forma de hacer teología nos ayuda a entrar en la compleja cuestión de las relaciones entre varones y mujeres, en las sufridas tramas de la inequidad de género, en las aspiraciones de una vida humana más digna y más plena. Desde que el feminismo ha cuestionado los modelos y los discursos centrados en lo masculino, el cristianismo se encuentra en una encrucijada: cómo hablar de Dios si en Cristo ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer (cf. Gál 3,28). Esta última noticia, la de la igual dignidad del varón y la mujer en Cristo, pertenece a la entraña del reino prometido por Dios. Si la teología feminista la recuerda, la relata y la practica en solidaridad ¿no será una profecía de esperanza para toda la humanidad? En esta contribución, se exponen las razones centrales que impulsan
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A modo ilustrativo se pueden mencionar: M. P. Aquino – D. Machado – Jeanette Rodríguez (eds.), A Reader in Latina Feminist Theology. Theology. Religion and Justice, Austin 2002; D. L. Carmody, Christian feminist Theology. Theology. A Constructive Interpretation Interpretation , Oxford UK & Cambridge USA 1995; A. M. Clifford, Introducing Feminist Theology, Maryknoll, New York 2001; R. A. Coll, Christianity & Feminism in conversation , Mystic, CT 20014; M. Navarro - P. de Miguel (eds.), 10 palabras clave en Teología Feminista , Estella (Navarra) 2004; S. F. Parsons (ed.), The Cambridge Companion to Feminist Theology , Cambridge UK / New York USA 2002; N. K. Watson, Feminist Theology , Michigan / Cambridge UK 2003. 2 Destaco, entre otras, las siguientes obras de autoras o colectivas: B. Andrade, Dios en medio de nosotros , Salamanca 1999; V. V. R. Azcuy – G. M. Di Renzo – C. Lértora Mendoza (coord.), Diccionario de Obras de Autoras. En América Latina, el Caribe y Estados Unidos , Buenos Aires 2007; N. Bedford - M. García Bachmman - M. Strizzi (eds.), Puntos de Encuentro , Buenos Aires 2005; N. Bedford - M. Strizzi (eds.), El mundo palpita , Buenos Aires 2006; M. C. Bingemer, A Argila E O Espírito. Ensayos sobre ética, mística e poética, Río de Janeiro 2004; D. García G. – O. C. Vélez C. – M. d. S. Vivas A., Reflexiones en torno al feminismo y al género , Bogotá 2004; I. Gebara, El rostro oculto del mal , Madrid 2002; A. M. Isasi-Díaz, Mujerista Theology , New York 1996; S. Marcos (ed.), Religión y género , Madrid 2003; M. T. Porcile, Con ojos de mujer , Buenos Aires 2000; E. Tamez, Las mujeres en el movimiento de Jesús , Quito 2003; A. M. Tepedino – M. P. Aquino, Entre la indignación y la esperanza. Teología feminista latinoamericana latinoamericana , Bogotá 1998; M. d. S. Vivas Albán, Mujeres que buscan liberación , Bogotá 2004.
2 al feminismo feminismo y pueden hacerlo digno de esperanza, esperanza, algunas perspectivas perspectivas fundamentales fundamentales para una teología feminista cristiana y la encrucijada que se abre en el contexto actual.3 1. La esperanza que brota de las razones del feminismo Con frecuencia las teólogas feministas explican las razones por las cuales resulta útil valorar el feminismo y asumir sus aportes en la actualidad. Estas aproximaciones ayudan a visualizar en qué medida el feminismo puede despertar la esperanza, pero sobre todo pueden contribuir a aclarar qué se entiende por feminismo, ya que no pocas veces la descalificación que se hace de él se funda en una comprensión distorsionada. En el ámbito de las iglesias, sin ir más lejos, se ha planteado una llamativa divisoria de aguas entre el feminismo y la promoción de las mujeres que resulta difícil de explicar;4 una mirada sin prejuicios permite darse cuenta que lo fundamental para ambas posiciones está en la defensa de la dignidad humana de las mujeres y, con ello, la de toda la humanidad. Los planteos de Anne Clifford y Elizabeth Johnson muestran el talante liberador y crítico que acompaña al feminismo y explican por qué se trata de un fenómeno social y teórico que interpela también a los varones. La mirada de María Pilar Aquino, como exponente del cont contex exto to lati latino noame ameri rican cano/ o/la lati tino no,, recue recuerd rdaa la neces necesid idad ad de revi revisa sarr el mo model deloo 5 antropológico y las estructuras socio-políticas que lo sostienen. La voz de Nancy Bedford, teóloga argentina residente en el exterior, ilustra un proceso de concientización feminista creciente e inclusivo en el ámbito de nuestras iglesias cristianas. 1.1. Una visión que busca la liberación de las mujeres En la visión del tema que ofrece Anne M. Clifford (Pittsburgh), la respuesta al por qué del feminismo no puede separarse de los motivos que dan lugar a las diversas formas de teología feminista cristiana que existen hoy. Se habla, en efecto, de teologías feministas “en plural” atendiendo a las diferencias de las realidades sociales, culturales y étnicas.6 La razón principal para el movimiento feminista según la autora es superar la opresión, la discriminación y la violencia dirigida a las mujeres y adquirir la plena igualdad y la dignidad humana para cada mujer .7 Con todo, este argumento debe ser mejor aclarado y fundamentado porque algunas mujeres en EE.UU. y en Europa Occidental, la mayoría jóvenes, se preguntan por qué apoyar el feminismo. Esto se debe a que en los últimos cuarenta años se han alcanzado muchos logros: tanto las mujeres como los varones hoy piensan de un modo diferente con respecto a sus familias y sus roles sociales de lo que lo hacían en las décadas del sesenta y del setenta, realidad que lleva a muchas mujeres a 3
El presente texto, con las modificaciones requeridas para la ocasión, se basa en otro artículo publicado sobre el tema recientemente: V. V. R. Azcuy, “El lugar de la teología feminista. Algunas perspectivas para un diálogo en el contexto argentino”, en C. Schickendantz (ed.), Feminismo, género e instituciones. Cuerpos que importan, discursos que (de)construyen, EDUCC, Córdoba 2007, 211-236. 4 Me he referido a estos aspectos, siguiendo los trabajos de Marie Therese van Lunen Chenu, en V. R. Azcuy, Azcuy, “Hacia una Iglesia más solidaria con las mujeres”, Erasmus III/1 (2001) 77-95. 5 Cf. V. R. Azcuy, “Teología ante el reto del género. La cuestión y el debate antropológico”, Proyecto 45 (2004) 9-37. 6 En el ámbito de América Latina, el Caribe y Estados Unidos, las principales corrientes desarrolladas en las últimas décadas son: teología desde la perspectiva de la mujer, teología feminista de la liberación, teología feminista mujerista, latina o hispana, teología womanista o afroamericana, teología ecofeminista. 7 Cf. Clifford, Introducing Introducing Feminist Theology , 13ss.
3 pensar que el feminismo ya está superado. Sin embargo, aunque haya habido progresos para las mujeres europeas y euro-americanas de clases sociales medias y altas, existen razones válidas para argumentar que se trata más de excepciones que de reglas. En todas partes del globo, las mujeres siguen padeciendo discriminaciones a causa de su sexo; muchas de ellas continúan siendo relegadas a un estatus secundario y oprimidas por los varones.8 Otro problema, todavía más apremiante, es el relacionado con la violencia sufrida por las mujeres; frente a esta realidad, también globalizada, el por qué del feminismo feminismo se presenta presenta especialment especialmentee obvio si se consideran consideran las dimensiones dimensiones mundiales de los comportamientos violentos dirigidos contra las mujeres y las niñas. Al mismo tiempo, el compromiso de numerosas mujeres y varones feministas para cambiar estas situaciones constituye una constante orientada a mejorar las condiciones de vida de las mujeres en todas las sociedades, dando muestras de la herencia y la vigencia de las luchas de la “segunda ola” del feminismo. A la luz de lo anterior, resulta orientadora la comprensión que Clifford propone acerca del feminismo, por cuanto en ella se puede observar la importancia que tiene el análisis de las causas de la subordinació subordinaciónn y el sometimiento sometimiento de las mujeres, mujeres, a la vez que los medios de cambio a favor de la plena dignidad de las mujeres y los varones: El feminismo es un fenómeno mundial que ha tomado muchas formas y que tiene diferentes significados para distintas personas. El feminismo es una visión social enraizada en la experiencia de las mujeres basada en la discriminación y opresión sexual, un movimiento que busca la liberación de las mujeres de todas las formas de sexismo, y un método académico de análisis que es usado prácticamente en cada disciplina. El feminismo es todas estas cosas y más porque es una perspectiva de vida que colorea todas las esperanzas, compromisos y acciones de una persona. persona.9
Conviene retener el amplio espectro de la definición propuesta en la que se destaca una presentación positiva: fenómeno mundial, visión social enraizada en la experiencia de las muje mu jere res, s, mo movi vimi mien ento to de li liber beraci ación ón del sexi sexism smo, o, méto método do académ académic icoo de análi análisi sis, s, perspectiva de vida. A continuación, Clifford agrega una característica distintiva del feminismo, siguiendo otra definición que merece ser comentada: De toda la amplia gama de definiciones disponibles, la de Joann Wolski Conn es particularmente útil. Ella define feminismo como “tanto un conjunto coordinado de ideas como un plan práctico de acción, enraizados en la conciencia crítica de las mujeres de cómo una cultura controlada en significado y acción por los varones, para su propia ventaja, oprime a las mujeres y deshumaniza a los varones”. 10
Lo importante para Clifford, en la definición de Wolski Conn,11 es que describe al feminismo no sólo como conjunto de ideas, sino también como “plan de acción” y esto representa que las personas que comparten el ideario feminista se constituyen en agentes 8
Los estudios relativos al desarrollo humano universal y las mujeres ilustran sobradamente esta realidad. Cf. M. C. Nussbaum, Las mujeres y el desarrollo humano. El enfoque de las capacidades , Barcelona 2002; A. Sen, Desarrollo y Libertad , Barcelona 2000. Los retos de esta realidad para la teología han sido planteados en V. V. R. Azcuy, “Teología “Teología e inequidad de género: Diálogo, interpretación y ética en el cruce de disciplinas”, en Bedford - García Bachmann - Strizzi, Puntos de Encuentro , 37-63. 9 Clifford, Feminist Theology , 16-17. 10 Clifford, Feminist Theology , 17. 11 Para una introducción a Wolski Conn, ver M. M. Mazzini de Wehner, “Una espiritualidad restrictiva ya no conforma a las mujeres”, Proyecto 39 (2001) 187-207.
4 de cambio. La autora también destaca que la crítica del feminismo apunta al sexismo y por lo tanto sus reclamos no se basan en las diferencias sexuales, sino que están relacionados con las perspectivas de género y con las asignaciones de roles específicos a muje mu jere ress y varo varones nes.. Fi Fina nalm lmen ente te,, vale vale la pena pena subr subray ayar ar la visi visión ón “inc “inclu lusi siva va”” en la descripción de Wolski Conn, es decir, referida tanto a mujeres como a varones; ésta es otra razón poderosa para entender los beneficios del feminismo para la vida humana. 1.2. Una crítica esperanzadora del patriarcado Si la lectura de Anne Clifford muestra claramente el aporte del feminismo en relación con la situación desfavorable de las mujeres, las aproximaciones de Elizabeth Johnson (New York) ork) ponen ponen de reliev relievee la crític críticaa que debe realizar realizarse se a los modelos modelos centrad centrados os en una visión masculina. En su obra sistemática principal dedicada a la construcción de un discurso feminista sobre Dios, la autora sostiene que el discurso teológico moldea la realidad y que su reconstrucción a partir de símbolos y metáforas femeninas es un elemento imprescindible para la transformación de las relaciones sociales.12 En otra de sus obras consagrada a la profundización de la teología sobre María, Johnson aporta un breve vocabulario que contiene una clara descripción del feminismo: Feminismo: este término, de bastante mala fama pero, a pesar de todo, de hermoso significado, se refiere a
la actitud que promueve la realización de las mujeres como genuinos seres humanos, plenamente dotadas y a la vez muy diversas y merecedoras de los mismos derechos, dignidad y poder en todas las esferas de la vida. En lúcida descripción de Sandra Schneiders, se trata de todo un cuerpo de ideas “que hunde sus raíces en la experiencia de las mujeres de su opresión sexual, se entrega a una crítica del patriarcado como sistema especialmente disfuncional, adopta una visión alternativa de la humanidad y de la tierra y procura activa activamen mente te hacer hacer realid realidad ad esta esta visión visión”. ”. Multic Multicult ultura urall y plu plural ralist ista, a, el femini feminismo smo académ académico ico se ha desarr desarroll ollado ado prestand prestandoo oíd oídos os a la exigenc exigencia ia de muj mujere eress de color color de que hay que evitar evitar un falso falso universalismo que querría definir a todas las mujeres desde los estrechos límites de la experiencia de mujeres blancas.13
Esta presentación vincula más directamente el feminismo y la teología feminista, por lo que podría representar una visión teológica del tema. En la primera parte de su definición, Johnson subraya la dignidad y los derechos de las mujeres, y sigue a Sandra Schneiders14 al subrayar las dimensiones teóricas y prácticas del feminismo. En la segunda parte de su proposición, alude a la característica multicultural del feminismo haciendo referencia expresamente expresamente a Ada María Isasi-Díaz, Isasi-Díaz,15 representante de la teología “mujerista” que se preocupa de las mujeres latinas en EE.UU.; en otros lugares de su obra, Johnson también hace alusión a la teología “womanista” que representa a las mujeres negras. negras.16 12
Cf. E. A. Johnson, La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista , Barcelona 2002. Retomaré el aporte de la autora sobre el lenguaje teológico en la segunda parte de este ensayo. 13 E. A. Johnson, Verdadera hermana nuestra. Teología Teología de María en la comunión de los santos , Barcelona 2005, 41. 14 Sobre sus textos, cf. Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras , 237-240.502-504. 15 Me he referido a sus aportes relacionados con la etnografía en V. R. Azcuy, “Teologías desde las biografías de las mujeres. Reflexiones sobre el método”, en: C. Schickendantz (ed.), Mujeres, género y sexualidad. Una mirada interdisciplinar interdisciplinar , Córdoba 2003, 193-232. Ver también Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras , 126-132.430-434. 16 Una de las obras pioneras de la teología feminista “womanista” es la escrita por Delores S. Williams, Sisters in the Wilderness. The Challenge of Womanist God-Talk , Maryknoll, New York 2006 11 (1993).
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Otras dos notas enunciadas por Elizabeth Johnson expresan muy bien el talante espiritual entrañado por la teología al asumir el feminismo como divisa. Para la teóloga católica, las mujeres cristianas que heredan una tradición religiosa patriarcal intentan elaborar una teología que libere de toda forma de opresión androcéntrica, incluido un sistema de sexogénero injusto, para bien de la Iglesia y la sociedad. La actitud que las anima es crítica y esperanzada a la vez, por cuanto busca discernir el patriarcado y abrir espacios de gracia para la vida en plenitud prometida a la humanidad: “[el feminismo] espiritualmente, es la expresión de un hambre y una sed de justicia que incluye a mujeres de todo tipo, en beneficio del conjunto de la comunidad”.17 1.3. Hacia un modelo igualitario sustentado en estructuras socio-políticas El estudio de las teologías hechas por mujeres en América Latina y el Caribe muestra que en la primera década se evita el posicionamiento “feminista” y se prefiere hablar de una teología “desde la perspectiva de la mujer”. mujer”.18 Sin embargo, desde mediados de la década del noventa algunas autoras eligen hablar de teología “feminista latinoamericana” o “feminista de la liberación” como se explicita de forma paradigmática en la compilación Entree la real realiz izada ada por Ana Marí Maríaa Tepedi epedino no y Marí Maríaa Pi Pila larr Aqui Aquino no bajo bajo el títu título lo Entr 19 Una Una mira mirada da indi indign gnaci ación ón y la espera esperanz nza. a. Teolo eologí gía a femi feminis nista ta lati latinoa noame meri rica cana na. retrospectiva permite decir que la teología feminista en nuestro contexto se ha nutrido de una doble fuente: por un lado, ha sido impulsada desde dentro de las teologías de la liberación y, por otro, ha despertado ante el impacto de los escritos y las voces de otras teólogas, sobre todo norteamericanas y europeas. En el marco del movimiento global de la liberación, se puede decir que las voces de las mujeres han ayudado a despertar en la conciencia de las iglesias cristianas una “irrupción dentro de la irrupción”:20 si en una primera etapa tuvo lugar la irrupción de los pobres en la conciencia eclesial, luego comenzó a darse la irrupción de las mujeres en la Iglesia y en la teología como un eco de su despertar social. En el contexto teológico latinoamericano, la ola del feminismo se ha entretejido especialmente con aquellas otras de la liberación y de los derechos humanos a mediados de la década del ochenta y, más tarde y en menor medida, con movimientos ecologistas. Más allá de los matices de cada una de las posiciones, se puede afirmar el 17 18
Johnson, Verdadera hermana nuestra, 42. En este sentido, son representativos los siguientes títulos: M. P. P. Aquino (ed.), Aportes para una teología
desde la mujer mujer. Colaborac Colaboraciones iones de teólogas teólogas latinoamer latinoamericana icanass en la Confere Conferencia ncia Interc Intercontin ontinenta entall de mujeres teólogas del Tercer Mundo , Madrid 1988; M. P. Aquino, Nuestro Clamor por la Vida. Teología latinoamericana desde la perspectiva de la mujer , San José 1992; M. C. Bingemer, O Segredo Feminino do Misterio. Ensayos de Teologia na ótica da mulher , Petrópolis 1991; B. Melano Couch, La mujer y la Iglesia, Buenos Aires 1973; M. T. Porcile, La Mujer, Mujer, espacio de salvación. Misión de la mujer en la Iglesia, una perspectiva antropológica , Madrid 1995; E. Tamez, El rostro femenino de la teología , San José de Costa Rica 1986. Todas estas obras han sido recensionadas en Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras , primer tomo de la colección “mujeres haciendo teologías”. 19 Cf. A. M. Tepedino; M. P. Aquino (eds.), Entre la indignación y la esperanza. Teología Feminista Latinoamericana, Santafé de Bogotá 1998. 20
M. A. Oduyoye, “Reflections from a Third World Woman’s Perspective: Women´s Experience and Liberation Theologies”, en: U. King (ed.), Feminist Theology from the Third World. World. A Reader , Maryknoll, New York 1994, 23-34, 24.
6 desarrollo progresivo de un movimiento de la liberación feminista o feminista de la liberación, con sus puntos de contacto con perspectivas vigentes en otros contextos.21 Para presentar el feminismo teológico en nuestro ámbito, elijo los escritos de María Pilar Aquino por ser ella una de las autoras que más ha escrito sobre teología feminista en América Latina.22 Su visión se caracteriza en relación con el movimiento global de las mujeres por su liberación y en articulación con lo político: El concepto “feminista” conlleva en la actualidad variedad de significados. Aunque podría pensarse que excluye a los hombres a causa de la raíz femina (del sexo femenino, hembra) referida de inmediato a las mujeres, de hecho, el término “feminista” incluye a hombres y mujeres. La acepción más común, si bien no es de uso universal, señala que “feminista” es una persona –hombre o mujer– que cree, tanto en la exigencia de reestablecer a las mujeres como sujetos de pleno derecho en todos los ámbitos de la existencia, como en la intrínseca equivalencia de mujeres y hombres en cuanto personas constitutivas de la humanidad, dada en diferencia modal; junto con ello, busca crear las condiciones reales, actitudes sociales y estructuras socio-políticas que revelen, sostengan y preserven ambos aspectos. aspectos .23
Por una parte, la teóloga latina explica que el feminismo puede ser sostenido tanto por mujeres como por varones –como antes lo presentaba Wolski Conn– y recuerda que esto se vincula con el modelo antropológico transformativo que suscribe el feminismo.24 Por otra parte, puntualiza sus objetivos fundamentales en el plano de los derechos y de la igualdad, lo que implica una conexión directa con la acción política. Siguiendo a la historiadora Karen Offen menciona, además, tres criterios que ayudan a reconocer una posición feminista: el reconocimiento de la interpretación y el valor que las mujeres dan a sus propias experiencias; la manifestación de disconformidad con respecto a la injusticia institucionalizada hacia las mujeres como grupo social; y el compromiso para eliminar esta injusticia, es decir, la acción orientada a superar la dominación d ominación patriarcal. 1.4. Dar razón de la fe que hay en nosotras Para concluir este primer momento, quisiera recuperar la reflexión testimonial de Nancy Bedford como referente de las nuevas generaciones de teólogas.25 En su artículo “Dar razón de la fe que hay en nosotras”,26 ella explica su itinerario en la opción por el feminismo: 21
Para un estudio fundamental de este entrecruzamiento, cf. E. Vuola, Teología feminista/ Teología de la liberación (la Praxis como método de la Teología latinoamericana de la Liberación y de la Teología Feminista), Madrid 2000 (original inglés: Finlandia 1996). En la caracterización de esta corriente, el uso de
“feminista” implica un análisis crítico de la forma de hablar de las “mujeres” y la “feminidad” en la teología de la liberación, en tanto estos conceptos son a menudo funcionales a un ideario de tipo patriarcal. 22 Teóloga pionera en América Latina, nacida en México, actualmente residente en San Diego, EE.UU. Su posiciona posicionamien miento to teológico teológico ha evolucion evolucionado ado hacia la teología pero la cons consid ider eroo teología (feminist (feminista) a) latina latina , pero latinoamericana en esta presentación dada su trayectoria en nuestro contexto. Agradezco especialmente a la autora el envío de sus publicaciones, que han servido de base para nuestras lecturas e investigaciones en Teologanda. Ver Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras , 14-23.311-326. 23 M. P. Aquino, Voz “Feminismo”, en: C. Floristán – J. J. Tamayo (eds.), Conceptos fundamentales del cristianismo, Madrid 1993, 509-524, 511. 24 Sobre este tema, cf. Porcile, La mujer, espacio de salvación, 123-149, y sobre todo L. Russell, The Future of Partnership, Philadelphia 1979. Sobre el aporte precursor de Russell, ver Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras , 212-226.499-502. 25 Nancy E. Bedford es teóloga bautista, argentina residente en Chicago, Estados Unidos.
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Como algunas otras teólogas latinoamericanas, busqué durante varios años alguna formulación alternativa a la teología «feminista», que temía fuera innecesariamente provocativa. (…) A su vez, hablar de «la» perspectiva de «la» mujer (como si hubiera una sola), parecía una manera indirecta de asumir y aceptar los estereotipos de género que promueve el sistema patriarcal.27
A la hora de definir el feminismo como un movimiento multifacético cuyo objetivo es lograr la igualdad, la dignidad y la humanidad de todas las personas, Bedford también incluye a los varones: “el feminismo insiste que el verdadero desarrollo de la raza humana depende de que los varones y que las mujeres puedan realizarse y crecer, no que solamente lo hagan los varones (o las mujeres) en detrimento del otro sexo. Así es que puede haber feministas de ambos sexos”.28 Por otro lado, analiza lo que algunas autoras han llamado el “privilegio epistemológico” de las mujeres al exponer los límites que pueden tener los varones para reconocer la insuficiencia de una visión androcéntrica: “hay un sentido en que los varones heterosexuales tienen más dificultades en reconocer el pecado inherente al sistema patriarcal, pues hacerlo requiere que se den cuenta que el androcentrismo los oprime a ellos mismos, a la vez que les enseña a oprimir a los que tengan un estatus menor que ellos”. ellos”.29 La propuesta del feminismo va de la mano de la crítica al androcentrismo y la perspectiva de género incluye una exigencia de revisión de las relaciones entre varones y mujeres. Entrar en este debate reclama un discernimiento teórico y práctico a la vez, pero por sobre todas las cosas, nos plantea dejarnos cuestionar cuestionar por la igualdad fundamental fundamental de la vida en Cristo. La esperanza radica en que sepamos escuchar el llamado a la conversión y podamos construir relaciones de mutualidad que sean un preanuncio de lo definitivo. 2. Las teologías feministas, ¿un mensaje de esperanza esperan za para la humanidad? La visión que las/os teólogas/os cristianas/os tienen del feminismo y sus razones para asumirlo como desafío en el seguimiento de Jesús y en su vocación teológica indica ya mucho de su función crítica en orden a la construcción del reino en la historia. Las prome promesa sass de una una vida vida en abund abundanc ancia ia para para todo todo el géne género ro humano humano hacen hacen que que el cristianismo y las otras religiones se encuentren ante el reto de discernir nuevos discursos y prácticas que ayuden al advenimiento de lo definitivo en todas las formas personales y sociales de convivencia. En esta sección sobre las teologías feministas, se intenta una aproximación al cruce entre feminismo y cristianismo: ¿qué significa teología feminista?, ¿cuáles son las posibilidades del diálogo que propone y las exigencias de cambio que exige?, ¿puede hablarse de una teología feminista cristiana?, ¿qué tareas y debates plantean las teologías feministas a las teologías clásicas? Mediante los aportes de Marie There Theress Wacker acker,, Regin Reginaa Coll Coll y Marí Maríaa Pi Pila larr Aqui Aquino, no, busc buscoo intr introd oduci ucirm rmee a esto estoss interrogantes y mostrar la importancia de una ampliación del espacio de reflexión en el 26
N. E. Bedford, “Dar razón de la fe que hay en nosotras. Elementos del feminismo como mediación socioanalítica para la teología latinoamericana”, Proyecto 39 (2001) 145-161. 27 Bedford, “Dar razón de la fe que hay en nosotras”, 151. 28 N. E. Bedford, “La espiritualidad cristiana desde una perspectiva de género”, Cuadernos de Teología 19 (2000) 105-125, 108. 29 N. E. Bedford, “La espiritualidad cristiana desde una perspectiva de género”, Cuadernos de Teología 19 (2000) 105-125, 108.
8 ámbito de la teología académica. La escasa recepción de las teologías feministas y la discusión acerca de ellas por parte de quienes no la sostienen, tanto varones como mujeres, mujeres, no tiene consecuencias consecuencias sólo para sus propulsores/as propulsores/as sino también para quienes quienes no conocen y comparten sus puntos de vista. Por otra parte, no es posible entender el planteo de la teología feminista si no se alude a sus tareas en relación con el lenguaje y el método propios; como ha señalado Élisabeth Parmentier, las teólogas feministas son como esas “hijas pródigas” que han cuestionado el sesgo patriarcal de la tradición cristiana, pero no desean renunciar a ella.30 Los estudios de género, en este sentido, son una herramienta analítica producida y desarrollada por el feminismo y que la teología junto a otras disciplinas han hecho propia para revisar, recuperar y reconstruir sus representaciones discursivas y prácticas. Finalmente, se trata de dilucidar si el feminismo teológico puede constituir, mediante su mensaje anticipatorio de una vida plena en Cristo para todo ser humano, judío y griego, esclavo y libre, varón y mujer , un apor aporte te de esperanza para toda la humanidad y no sólo para las mujeres. 2.1. La teología feminista como programa, conversación y contribución Una vez introducido el concepto de feminismo mediante las voces de algunas teólogas, vale la pena profundizar la teología teología feminista, feminista, caracterizar caracterizarla la y localizarla. localizarla. Para hacerlo, elijo tres perspectivas que me parecen sugerentes: la primera es la que presenta a la teología feminista como “programa” en la voz de la exegeta alemana Marie Theres Wacker (Münster); la segunda muestra la importancia de una “conversación”, una vía deci decisi siva va en la rece recepc pció iónn del del femi femini nism smoo teol teológ ógic ico, o,31 ilus ilustr trad adaa por por la teól teólog ogaa norteamericana Regina Coll (Notre Dame); y la tercera está tomada de los escritos de María Pilar Aquino para situarnos mejor en el contexto latinoamericano y describe a la teología feminista como “contribución”. Según Marie Theres Wacker, “la expresión «teología feminista» contiene un programa, que en una primera aproximación es posible describir partiendo de los mismos conceptos que aparecen unidos (…) la teología feminista significa una confrontación entre la ciencia de la fe y el movimiento de liberación de las mujeres”.32 La palabra “confrontación”, con frecuencia más propia de las primeras generaciones de teólogas, explica las dificultades de recepción que han tenido y siguen teniendo las teologías feministas, sobre todo en el ámbito académico universitario, aun cuando exista en ellas un ánimo evangélico. Por eso es conveniente indicar también también la segunda perspectiva, perspectiva, dada por la clave de la conversación, conversación, contenida contenida Christian ianity ity & Femini Feminism sm in en el títu título lo de una una publ public icac ació iónn de Regi Regina na A. Coll Coll,, Christ 33 conversation. Su inquietu inquietudd es reconcil reconciliar iar la teología teología cristian cristianaa con la compren comprensió siónn 30
Cf. É. Parme Parmenti ntier er,, “Relac “Relacion iones es entre entre las teolog teologías ías femini feminista stass y las teologí teologías as clásic clásicas” as”,, en: C. Schickendantz (ed.), Cultura, género y homosexualidad. Estudios interdisciplinares , Buenos Buenos Aires 2005, 129-153, 130. 31 Me he referido a este aspecto en V. V. R. Azcuy, “Teología “Teología e inequidad de género: diálogo, interpretación y ética en el cruce de disciplinas”, en: N. Bedford – M. García Bachmann – M. Strizzi (eds.), Puntos de encuentro , Buenos Aires 2005, 37-65, 39ss. 32 M. T. Wacker, Voz “Teología feminista”, en: P. Eicher (dir.), Diccionario de conceptos teológicos II , Barcelona 1990, 506-512, 506. Que la autora ha tomado en serio lo de “programa” lo evidencia el compendio de interpretación feminista de la Biblia que ha editado en colaboración con la participación de sesenta exegetas de distintas confesiones: L. Schottroff – M.-T. M.-T. Wacker Wacker (eds.), Kompendium Feministische 2 Bibelauslegung , Gütersloh 1999 . 33 Cf. Coll, Christianity Christianity & Feminism in conversation , 5-28.
9 contemporánea de las mujeres: por un lado, intenta desafiar a los participantes de centros y seminarios a cambiar sus puntos de vista con respecto a la fe, la religión y la teología; por otro lado, se propone incentivar a las mujeres para revisar las imágenes y los símbolos de las tradiciones cristianas. Para la teóloga católica, esta conversación va en dos direcciones: no sólo lo que el cristianismo tiene que decir al feminismo, sino además qué tienen para decirse el cristianismo y el feminismo el uno al otro; la crítica es mutua y en el proceso de la misma surge una teología que es feminista. Si la noción de “programa” nos orienta en el sentido del método y del proceso que implica desarrollar una teología feminista, la de “conversación” nos señala el talante dialogal necesario para inst instal alar ar la noved novedad ad de un nuevo nuevo suje sujeto to teol teológ ógic ico, o, con con las las crít crític icas as y los los apor aporte tess constructivos que entraña. La idea de “contribución”, frecuente en los escritos de M. Pilar Aquino, reclama el reconocimiento de la necesidad de la teología feminista, pero también la aceptación de la misma en el ámbito eclesial y teológico, lo cual no ha de darse necesariamente por supuesto. Para introducirnos en la teología feminista feminista latinoamericana se pueden señalar, por una parte, la dificultad de su visibilidad y, por otra, su aportación concreta. Sobre el primer aspecto, nos relata la autora: El itinerario seguido por la reflexión teológica feminista latinoamericana no siempre lo encontramos en libros formales o exposiciones teóricas de carácter sistemático, sino mayormente se encuentra diseminado en los grupos y movimientos de mujeres en las comunidades cristianas. Este aserto se basa en los resultados de los encuentros teológicos que hemos tenido a nivel local, regional y continental en los últimos quince años. Estos resultados no siempre se han publicado y a menudo no se divulgan de manera eficiente debido a las limitaciones objetivas de recursos que impiden la impresión y distribución de materiales a nivel continental. Pero las categorías teóricas feministas se encuentran ahí, activas en las prácticas socioeclesiales de numerosas comunidades. comunidades.34
Más allá de estos límites que se han empezado a superar en la última década, creo que lo más importante en la evaluación de la teóloga latina es su descripción propositiva de la teología feminista latinoamericana como “contribución” en el marco de la teología de la liberación. Ella busca explicitar, particularmente, “los cambios y los desplazamientos que las catego categoría ríass crític críticas as de género género produce producenn en el discur discurso so teológ teológico ico predom predomina inante, nte, marcadamente androcéntrico, al configurarse según el hacer y el saber de las mujeres en las coordenadas históricas, sociales, raciales o culturales”.35 En concreto, M. Pilar Aquino sostiene que “la teología elaborada en el marco del pensamiento crítico feminista contr contrib ibuy uyee a ampl amplia iarr, prof profun undi diza zarr y otor otorga garr mayo mayorr radi radical calid idad ad a las las cate catego gorí rías as epistemológicas fundamentales de la teología de la liberación tanto en la mediación analítica, como en la hermenéutica y las práctico-pastorales”.36 Si retomamos ahora las tres perspectivas sugeridas para indicar el lugar de la teología feminista, feminista, podemos decir que la óptica de la “conversaci “conversación” ón” está dada, en primer lugar, lugar, 34
M. P. Aquino, “Teología feminista latinoamericana. Evaluación y desafíos”, Tópicos ‘90 7 (1995) 107122, 114. Para un breve panorama, con particular atención a la realidad argentina, argentina, ver mi artículo publicado en la revista Concilium 2006/3. Con respecto a lo dicho por M. P. P. Aquino en el texto citado, quisiera señalar que la colección teologías hechas por mujeres trata de responder, en alguna medida, a esta “deuda” en el contexto latinoamericano y caribeño. El tomo dos de la serie ofrecerá selecciones de textos comentados de más de cuarenta teólogas del contexto estudiado. 35 Aquino, “Teología feminista latinoamericana”, 108. 36 Aquino, “Teología feminista latinoamericana”, 112.
10 por lo que se da en común entre la teología feminista y la teología cristiana. De hecho, la teología feminista no escapa a la descripción relativa a la teología cristiana que busca dar razón de una fe que es personal y compartida a la vez; de hecho, las teólogas y los teólogos feministas buscan contribuir a esta fe cristiana valorando muchos elementos de la tradición y sobre todo aquellos que son proféticos y liberadores. En la descripción de sabiduría escondida escondida en la tradición y de Elizabeth Johnson, se trata de buscar la sabiduría establecer un “puente” entre la sabiduría feminista y la sabiduría clásica. 37 En segundo lugar, la conversación se convierte en “confrontación” al reconocer que la teología cristiana es tradicionalmente masculina o androcéntrica; la teología feminista surge, precisamente, para develar que la teología cristiana es “ciega al eje de género”.38 Esta confrontación crítica es inherente e ineludible en toda teología feminista, por más dialógica que ésta sea, porque nace precisamente de la constatación básica de una masculinización de la teología. Señalar este sesgo de género e indicar la ausencia de la perspectiva de las mujeres y sus experiencias constituye una prioridad de la teología feminista. También puede decirse, más allá de los tipos y las formas diversas que asume esta corriente corriente teológica, teológica, que las teologías feministas feministas tienen en común el compromiso compromiso de dar a entender la fe en el Dios revelado en Jesucristo desde la perspectiva de las mujeres. La perspectiva de la contribución, señalada por María Pilar Aquino al narrar el itinerario de las mujeres en el contexto teológico latinoamericano, requiere decir algo sobre las posibilidades reales de conversación en nuestro ámbito. Si bien cada país tiene su propia historia y manera en desarrollo de la reflexión y la pastoral, lo dicho por la autora parece tener bastante asidero en la realidad de nuestros países: “la teología que buscamos articular no excluye a los hombres, ni de nuestras categorías analíticas ni de nuestros objetivos teológicos, pero lo contrario sí sucede a menudo”.39 Su visión visión crítica crítica alcanza, alcanza, incluso, a la institución eclesial y a sus comportamientos ante el crecimiento de los movimientos feministas en nuestro medio: “tanto la jerarquía eclesiástica como algunos teólogos de la liberación, sólo aceptan como válido y respetable un discurso teológico hecho por mujeres pero que no se auto – nombre «feminist «feminista»”. a»”.40 La pregunta que queda planteada a esta altura es si y en qué medida la teología feminista puede ser una contribución, si no está asegurada una mínima recepción y voluntad de diálogo en el espacio de las iglesias y de las instituciones teológicas; para quiénes es y puede ser una contribución, si no se dan las posibilidades de una conversación y las condiciones para el desarrollo académico de un programa teológico desde la perspectiva de las mujeres. Dicho en otros términos, las posibilidades de profundizar una conversación sobre estos temas son crecientes, pero “es necesario promover una real cultura del debate en la Iglesia”.41 Porque la teología feminista no es una mera iniciativa correctiva en el cristianismo, como sostiene Rebecca Chopp; se trata, más bien, de “una reformulación 37
Cf. Johnson, La que es, 24ss. También M. T. Porcile utiliza la imagen del “puente” para describir su intento de diálogo al introducir su obra principal, cf. La mujer, espacio de salvación, Madrid 1995, 22. 38 Clifford, Introducing Introducing Feminist Theology , 29. Johnson habla, incluso, de la “escotosis” o ceguera que se opone a la gloria de Dios presente en la sabiduría de las mujeres, cf. La que es, 31ss. Ver también F. Elizondo, “Mujer”, en: M. Navarro (dir.), (dir.), 10 mujeres escriben Teología , Estella 1993, 199-231. 39 Aquino, “Teología feminista latinoamericana”, 109. 40 Aquino, “Teología feminista latinoamericana”, 117. 41 C. Schickendantz, ¿Adónde ¿Adónde va el papado? papado? Reinterpr Reinterpretaci etación ón teológica teológica y reestr reestructur ucturación ación práctica , Buenos Aires 2001, 10-11.
11 del cristianismo en la cual, entre otras cosas, las buenas noticias cristianas emancipan y transforman el mundo”.42 2.2. Un lenguaje y un método que desafían al cristianismo La teología feminista debe confrontarse, entre otras cosas, con el problema del lenguaje. En este sentido, Denise L. Carmody habla en su obra Christian feminist Theology de un “feminismo “feminismo cristiano cristiano constructivo constructivo”. ”.43 Su propuesta es embarcarse en un trabajo de construcción, en la elaboración de una visión del mundo y de la realidad que responda a dos insp inspir iraci acion ones es:: una una tradi tradici cion onal al,, que que es la fe cris cristi tian ana, a, y la otra otra un femin feminis ismo mo moderad moderado, o, equilib equilibrad radoo y maduro maduro,, entendi entendido do como como comprom compromiso iso para para comple completar tar la igualdad de las mujeres con los varones en la realización de la humanidad –corporalidad, razón, emoción, imagen de Dios–. La razón para pensar en un diálogo posible se encuentra en el hecho de que el patriarcado –entendido para ella como predominio de los varones sobre las mujeres en la configuración de la conciencia social y cultural– ha convertido a las mujeres en “ciudadanas de segunda-clase”, en víctimas de injusticia y discriminación. Para Carmody, esta razón de justicia hacia la mitad del género humano es sufici suficient entee para para acepta aceptarr el adjeti adjetivo vo “crist “cristiano iano”” como predic predicado ado del femini feminismo smo..44 Su programa de una teología feminista cristiana constructiva es una oportunidad de revisar los límites de nuestro lenguaje y, en ellos, los límites de nuestro mundo – dar la batalla del lenguaje y maximizar la imaginación puede ayudarnos a experimentar mundos de significado plenos de sentido y abrirnos a una esperanza sin límites. 45 La cuestión del lenguaje sobre Dios está en el centro de las preocupaciones de toda teología feminista, como lo indica también Elizabeth Johnson al preguntarse y reflexionar: ¿Cuál es el modo adecuado de hablar de Dios? Se trata de una cuestión de importancia decisiva, pues hablar sobre el misterio que rodea las vidas humanas y el universo mismo constituye la actividad crucial de una comunidad de fe. En ese lenguaje, el símbolo de Dios funciona como símbolo primordial de todo el sistema religioso, el punto decisivo de referencia para la comprensión de la experiencia, de la vida y del mundo. De ahí que el modo en que una comunidad de fe dé forma al lenguaje sobre Dios representa implícitamente lo que ella entiende por el mayor bien, la verdad más profunda, la belleza más sugestiva. Dicho lenguaje, a su vez, moldea decisivamente la identidad corporativa de la comunidad y guía su praxis.46
La importancia del lenguaje en la teología y en particular en la teología feminista lleva al terreno del método teológico. Sin pretensión de profundidad, quisiera recurrir de nuevo al aporte de tres teólogas para esbozar algunas dimensiones relativas a las operaciones 42
R. Chopp, The Power to Speak. Feminism, Language, God , Oregon 20022 (1991), 21-22. Para Chopp, el objetivo de la teología feminista es multiplicar prácticas significativas –inclusive la relativa a la educación teológica feminista– y formar nuevos discursos emancipadores que proclamen una nueva buena noticia entre la Palabra y las mujeres. Sobre sus obras, ver Azcuy – Di Renzo – Lértora, Diccionario de Obras de Autoras, 74-86.382-386. 43 Cf. Carmody, Christian feminist Theology , 1-39. 44 Sobre la conveniencia de hablar de un feminismo teológico, en lugar de adjetivar la teología como feminista, ver M. Navarro, “Método”, en: Navarro - de Miguel, 10 palabras palabras clave sobre Teología eología Feminista, 453-510, 456. 45 Carmody, Christian feminist Theology , 6. 46 Johnson, La que es , 18.
12 fundamentales de la teología feminista. feminista.47 Regina Coll resume, por su parte, las tareas de la teología feminista mediante tres verbos:48 revisioning , ver los símbolos, mitos y metáforas desde un nuevo punto de vista, reconcibiendo el mensaje cristiano; reclaiming , porque la interpretación de la tradición desde el feminismo es reclamar por el sufrimiento y la lucha de las mujeres en el pasado cristiano patriarcal y comprometerse con el liderazgo de las mujeres en la Iglesia, como en los orígenes; y reconceiving , una articulación imaginativa como camino de pensar y conocer que no se separa de la imaginación y la valora por igual, para recuperar lo que ha quedado dormido o rechazado en la tradición. Por otro lado, Elizabeth Johnson49 habla de tres pasos que siguen una dinámica dinámica típicamente típicamente hermenéutica: hermenéutica: demolición, cuya cuya funci función ón es dese desenma nmasc scar arar ar la dinámica oculta del dominio en el lenguaje, las costumbres, la memoria, la historia, los textos sagrados, la ética, el simbolismo, la teología y el ritual de la tradición cristiana; recuperación o discernimiento, que busca también una sabiduría ignorada, suprimida o alternativa, dentro y fuera de la corriente principal, busca huellas y piezas sueltas que insinúan historias no narradas de las aportaciones de las mujeres; y nueva interpretación o reconstrucción, que va desde la crítica y la revisión de alternativas, pretende reconstruir, ensaya nuevas articulaciones entre normas y métodos de la teología y reconsidera los símbolos y prácticas cristianas. Finalmente, María Pilar Aquino recuerda el aporte del instrumental de género como contribución más propia de la teología feminista al discurso teol teológi ógico co andr androcé ocént ntri rico co y caract caracter eriz izaa el apor aporte te de las las mu muje jere ress como como el de una una 50 epistemología teológica liberadora. La perspectiva de género, considerada como un instrumental útil para analizar las situaciones de asimetría social y para alentar una mayor equidad de relaciones en la familia, la sociedad o las iglesias, representa un desafío y una oportunidad para la teología en cuanto es mediadora de una revisión y ampliación de sus puntos de vista. La crític críticaa riguro rigurosa sa que plante plantean an las pensador pensadoras as femini feminista stass a la episte epistemol mologí ogíaa result resultaa particularmente distintiva: cómo afecta la construcción socio-cultural del género en la producción de conocimiento en general y en el establecimiento del contrato social y del orden político en particular .51 Personalmente, creo que una razón decisiva para pensar en la incorporación de la categoría de género en teología es la realidad de la inequidad de Gaudium m et Spes habla de la comunidad género. Cuando la constituci constitución ón conciliar conciliar Gaudiu humana, destaca la igualdad esencial entre todas las personas humanas y la justicia social: “hay que eliminar, como contraria al plan de Dios, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, 47
Un tema de reflexión importante, en parte profundizado por Consuelo Vélez, es el que se refiere al diálogo entre los aportes de Bernard Lonergan y la teología feminista. En este sentido, ver nota 2. 48 Cf. Coll, Christianity & Feminism , 16-23. 49 Cf. Johnson, La que es , 50-52. 50 Cf. Aquino, “Teología feminista latinoamericana”, 108. Ver V. R. Azcuy (coord.), En la encrucijada del género. Conversaciones entre teología y disciplinas , Proyecto 45 (2004). 51 Para una introducción a estos planteos, ver V. R. Azcuy – G. Di Renzo, “Ciencias y teologías desde la perspectiva de las mujeres”, Studium VI, XII (2003) 219-232. Las críticas feministas de las epistemologías tradicionales –entendidas como masculinas– quieren poner en evidencia la existencia de un conocimiento específicamente femenino y la prolongada exclusión de la posibilidad, para las mujeres, de ser agentes de conocimiento. El debate surgido de tales críticas ha dado lugar al desarrollo de un proyecto teórico sobre la epistemología feminista y ha impulsado el reconocimiento de las dimensiones de género en el sujeto cognoscente.
13 color, condición social, lengua o religión.” (GS 29).52 La desigualdad y la discriminación son consideradas claramente como opuestas al designio de salvación, es decir, como situaciones de pecado social. La igualdad fundamental que se afirma no pretende postular un simple igualitarismo, sino que se refiere a los derechos de la persona y a su libre ejercicio, a la igualdad de valor o dignidad , no a la igualdad de cualidades de las personas humanas.53 La pregunta central que queda planteada es dónde radica o arraiga esta inequidad: ¿en la diferencia biológica? o ¿en la construcción social que se elabora a partir de ella? Si la inequidad surge en la interpretación social de la diferencia sexual, lejos de ser la meta la supresión de tal diferencia, el asunto sustantivo estaría en la revisión y transformación de las relaciones de género. Se trata, ciertamente, de un complejo mundo de representaciones, simbolizaciones y acciones, en las que tanto varones como mujeres tenemos parte y responsabilidad. Asomarnos a este profundo entramado que subyace a la vida cotidiana se justifica si es en aras de una vida de vínculos familiares y sociales más acorde al humanismo cristiano. 2.3. La teología feminista, esperanza para la humanidad Al finalizar esta parte, quisiera volver sobre los fundamentos de un feminismo cristiano. En efecto, efecto, es importante importante subrayar subrayar que todas las teologías feministas feministas cristianas, cristianas, más allá de cómo se entiendan a sí mismas, comparten un principio de discernimiento: que el patriarcado y el androcentrismo están en conflicto con una fe en Dios que se define a sí mismo como amor (cf. 1Jn 4,8), y que también lo están quienes –en la Iglesia y en la teología– han utilizado o utilizan las Escrituras y las tradiciones cristianas para sostener estos males sociales. sociales.54 En este sentido, vale la pena recordar el aporte de Denise Carmody, Carmody, quien realiza una exposición exposición de los fundamentos fundamentos (foundations (foundations)) de la teología teología femin feminis ista ta.. En su obra obra intr introdu oduct ctor oria ia,, pres present entaa la búsque búsqueda da de justicia, divi divisa sa del del feminismo – un compromiso de plena igualdad entre mujeres y varones, al mismo tiempo que una cuestión religiosa, sagrada, última, porque la injusticia trae sufrimiento; la búsqueda de significado, dado que la crisis de sentido y disfunción a nivel ecológico parece ser la más radical al final del segundo milenio cristiano y viene a cuestionar un paradigma de dominación reclamando otro, feminista, de cooperación; la búsqueda de belleza, una bell belleza eza tan tan encar encarnad nadaa como como la just justici iciaa y el sent sentid idoo impl implic icado ado en la emergencia del ecosistema, aunque pueda abarcar dimensiones estéticas o espirituales; la búsqueda del amor , que es Dios mismo –como está expresado en la convicción joánica de 1Jn 4,8– y que constituye la mejor explicación para la creación y para la redención. Para concluir su planteo, Carmody agrega la cuestión de una opción fundamental: esperar o no esperar, para luego plantear qué pueden – podemos esperar las mujeres. Ciertamente, las 52
Concilio Ecuménico Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones , Madrid 1993, 351. Cabe recordar que el texto sigue con una observación relativa a las mujeres: “Pues es realmente lamentable que los derechos fundamentales de la persona no estén todavía bien protegidos en todas partes. Por ejemplo, cuando se niega a la mujer el derecho a elegir libremente esposo y adoptar un estado de vida o acceder a una cultura y educación semejantes a las que se conceden al varón.” 53 Cf. A. Rauscher, “Los fundamentos naturales de la vida social”, en: G. Baraúna (dir), La Iglesia en el mundo de hoy. Estudios y comentarios a la Constitución “Gaudium et Spes” del Concilio Vaticano II (Esquema XIII), Madrid 1967, 337-349, 347. 54 Cf. Clifford, Introducing Introducing Feminist Theology , 28ss.
14 mujeres pueden esperar lo mismo que los varones, pero ¿pueden también esperar algo más?, ¿algo específico o propio de las mujeres?... Para Carmody, se resume así: ¿Hay cosas peculiarmente propias de las mujeres, distintivamente femeninas, que deberíamos añadir a la genérica lista humana? Ésta es nuestra pregunta en el resto de esta sección. Creo que puede haber – que si las mujeres reconocen que en las próximas décadas de la humanidad la historia puede concebir, ellas pueden tener esperanzas razonables de que su mitad de la especie mejorará con respecto a la mayoría de las décadas pasadas. Por ejemplo, las mujeres pueden esperar razonablemente (…) que el patriarcado, reglado por varones, decrecerá, se hundirá, y llegará a ser menos nocivo. (…) Las mujeres también pueden esperar que el Dios que viene en el horizonte será tan femenino como masculino. (…) Las mujeres podemos esperar esperar contribuir contribuir,, incluso incluso configura configurarr decisivam decisivamente, ente, la cuestión cuestión teológica teológica futura y la investigac investigación ión 55 creativa…
La perspectiva de la esperanza, muy presente en las teologías feministas, señala un fundame fundamento nto que podría podría caract caracteri erizar zarse se como como escatol escatológi ógico. co. En lo que tienen tienen de futuro futuro prometido y de oportunidad transformadora, las teologías hechas por mujeres o con perspectiva de género constituyen un motivo para seguir esperando. Letty Russell habla, en este sentido, de un horizonte de nueva creación, de una teología pensada “desde el otro lado”,56 desde el futuro pensado por Dios para la humanidad. Los fundamentos de un feminismo feminismo cristiano cristiano remiten, remiten, en una última instancia, al ámbito teológico teológico y salvífico, salvífico, al destino escatológico de la vida humana. 3. Entre la lucha y la esperanza, haciendo teología en la encrucijada Comienzo Comienzo estas conclusiones conclusiones recordando los títul títulos os de dos publicaciones publicaciones aparecidas en los últimos años en el contexto de América Latina y el Caribe: En la lucha (1993) de Ada María Isasi Díaz y Entre la indignación y la esperanza (1998), una compilación de María Pilar Aquino y Ana María Tepedino. Estas obras, como expresión de muchas otras voces, representan de algún modo un leit-motiv del itinerario de las mujeres en nuestra región y quiero dejarme inspirar por ellas uniéndome al camino recorrido para seguir avanzando. El momento actual del feminismo teológico y de las teologías clásicas puede entenderse como una encrucijada entre la lucha y la esperanza. Por un lado, el desafío de sostener el esfuerzo y el vigor de una reflexión que puede seguir aportando a una mayor fidelidad de la vida cristiana, a su mensaje para la humanidad y la construcción del reino de Dios en la historia; por otro lado, la esperanza de una vida en abundancia que ayude a superar las discriminaciones y desigualdades que hieren la dignidad humana fundamental. En el anuncio de una vida más plena para las mujeres y para toda la humanidad, se encuentra el desafío que el feminismo plantea a las religiones, como nos recuerda la hermana Joan Chittister: “el mayor reto espiritual de nuestro tiempo”, porque sostiene “un compromiso con la igualdad, la dignidad y la plena humanidad de todos los seres humanos”.57 ¿Sabremos asumir esta prioridad ética?, ¿será posible transitar un discernimiento que nos comprometa en tantos sentidos?, ¿qué sucederá cuando las mujeres haciendo teologías de hecho amplíen, reformulen e imaginen nuevos lenguajes y caminos para hablar del Dios
55
Carmody, Christian feminist Theology , 34.35.36.38. Russell, The Future of Partnership , 15. 57 J. Chittister, El fuego en estas cenizas. Espiritualidad de la vida religiosa hoy , Santander 1998, 197.198. 56
15 cristi cristiano ano?, ?, y como como pregun pregunta ta Élisab Élisabeth eth Parmen Parmentie tier: r: ¿podrá ¿podrá encont encontrar rarse se la tradic tradición ión 58 cristiana occidental con estas aspiraciones espirituales contemporáneas? El florecimiento de las teologías feministas en diversos contextos geográficos y culturales plantea una encrucijada de discernimiento y de profundización dentro del cristianismo. Si bien existen posiciones “post-cristianas” que se desgajan concientemente de la tradición cristiana, la mayoría de las teologías feministas cristianas se comprenden a sí mismas como “reformistas” o “reconstructivas”, razón por la cual aspiran a un reconocimiento institucional y académico.59 En este contexto, pienso que las dificultades que se presentan en la recepción y la discusión de la crítica feminista deben ser superadas en favor de una teología más comprometida con las desigualdades de género. En el horizonte de una Iglesia católica que se va renovando, pero que “corre el riesgo de presentar todavía un rostro de acentuada identidad jerárquica, clerical y masculina”,60 se hace necesario examinar la situación de las mujeres y de toda la humanidad no sólo en las sociedades e instituciones civiles, sino también en las comunidades eclesiales y sus instituciones religiosas. La profecía del cristianismo para la humanidad exige examinar también las exigencias de cambio enunciadas por la teología feminista para las iglesias: El cambio en la conciencia de las mujeres ocurre cuando ellas perciben el contraste que existe entre su propia valía humana y el estatuto de subordinación que les han asignado los sistemas patriarcales, en los ámbitos públicos y privados. (…) La teología no es una excepción en este cambio. En esta disciplina, la idéntica dignidad de hombres y mujeres creados a imagen de Dios, redimidos por Cristo y agraciados por el Espíritu es ya una doctrina fundamental, con la consecuencia de que, como enseña el Concilio Vaticano Vaticano II, “hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios, toda forma de discriminación” por motivos de sexo. Ahora bien, semejante discriminación discriminación forma parte, precisamente, de la herencia de la Iglesia, tanto en la teoría como en la práctica, y ha continuado existiendo hasta el momento actual. actual .61
Se abre, en este sentido, otro campo de reflexión y de discreción de espíritus que podría local localiz izar arse se en el espa espacio cio propi propiam ament entee ecle eclesi siol ológ ógic ico, o, con con parti particu cula larr aten atenci ción ón a la partic participa ipació ciónn de las mujeres mujeres tanto tanto en la inteli inteligenc gencia ia y educaci educación ón de la fe como como en el 62 ámbit ámbitoo de la toma toma de deci decisi sione ones. s. La cons constr truc ucci ción ón de nueva nuevass ciuda ciudada daní nías as y de sociedades más igualitarias en un contexto de grandes inequidades y exclusiones a nivel planetario representa un reto y una oportunidad para el fermento de la buena noticia cristiana en los distintos espacios locales. Nuestra época está signada por la encrucijada: problemas humanos y sociales complejos piden una respuesta que todavía no alcanzamos a pronunciar a la altura de las necesidades. Lo que sí se presenta como ineludible es un compromiso solidario y esperanzado con las búsquedas actuales que intentan acercarse a la promesa de una vida más justa, más digna y más plena para todos y todas. Que el caminar teológico de tantas mujeres de nuestro tiempo no resulte vano, sino semilla de una profecía de esperanza para toda la humanidad. Y Dios quiera que también los 58
Cf. Parmentier, Parmentier, “Relaciones entre las teologías feministas y las teologías clásicas”, 139. Sobre este punto me he explayado más en Azcuy, Azcuy, “El lugar de la teología feminista”, 211-236. 60 P. Coda, “Cruzar el umbral de la reciprocidad”, Criterio 2308 (2005) 491-493, 491. 61 Cf. E. A. Johnson, Amigos de Dios y Profetas. Una interpretación interpretación teológica feminista de la comunión de los santos, Barcelona 2004, 49-50. 62 A este tema he dedicado diversos artículos: V. R. Azcuy, “El lugar teológico de las mujeres”, Proyecto 39 (2001) 11-34; “Iglesia de las mujeres, gracia transformante. Conversaciones con Karl Rahner y Anne Carr”, Cuadernos de Teología 20 (2001) 115-133; “Teología conjugada en femenino plural”, en: M. Solá (comp.), Buenos Aires 2003, 135-159; “Hacia una nueva imaginació imaginaciónn del laicado y las Qué quieren las mujeres , Buenos mujeres en la Iglesia”, Teología 91 (2005) 537-556, entre otros. 59
16 teólogos sigan haciéndose compañeros, cada vez más, de esta lucha por lo definitivo que tanto estamos anhelando en esta hora de la historia.