TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES INTRODUCCIÓN Después de la regencia del rey don Fernando el Católico (1504-1516) y de la del cardenal Cisneros (1516-1517), se inicia un nuevo período en la Historia de España en el que por primera vez se unen en una misma persona las coronas de Castilla y Aragón, además de los señoríos de Flandes, los derechos al ducado de Borgoña y las aspiraciones al Imperio. Carlos I de España, nacido en Gante, introdujo en España la dinastía de los Habsburgo, más conocida como Casa de Austria y que la crítica histórica tiende a dividir en dos grupos: los Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II) y los Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II). (SEÑALAR CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DEL REINADO DE LOS RRCC) Este tema se contextualiza dentro de los contenidos de 2º de ESO, según el RD 1631/2006 y dentro de los contenidos de Historia de España, 2º de bachillerato, según el RD 1467/2007.
1. ASPECTOS POLÍTICOS DE LA DINASTÍA DE LOS AUSTRIAS 1.1. Organización política y principales órganos de gobierno La monarquía hispánica, como todas las europeas de la época, trató de crear una estructura de gobierno que le permitiera imponer su autoridad. Ésta fue esbozada por los Reyes Católicos y perfeccionada por la nueva dinastía de los Austrias con la creación de nuevos órganos de gobierno que heredaron algunas características de las monarquías anteriores. Los órganos de gobierno se fijarán en su mayoría en la Corte, que hasta Felipe II no se implantará definitivamente en Madrid (1560). Los Austrias se rodearon de un cuerpo burocrático inmenso en el que cabe destacar los siguientes órganos y personas: a) El monarca (o en su caso el valido) era el centro de la Corte. En el siglo XVI, Carlos V y Felipe II, gobernaron directamente o ayudados por sus familiares. Eran monarcas fuertes, autoritarios, y España era la primera potencia del mundo. En cambio, los Austrias Menores, en el siglo XVII y coincidiendo con el debilitamiento de España como potencia, prefirieron gobernar con la ayuda de personajes de la Corte: los validos (ej: conde-duque de Olivares con Felipe IV). b) Los secretarios, pertenecientes a la nobleza o a la alta burguesía, también tuvieron un poder destacado. Eran el enlace entre el rey y los Consejos. Carlos V tuvo dos secretarios, uno para los asuntos españoles y de Italia (Francisco de los Cobos) y otro para los asuntos franco-borgoñones.
c) Los consejos, órganos consultivos que fueron especializándose en diversos asuntos con el tiempo. El más importante fue el Consejo Real, formado por gente de confianza del rey cuya función era básicamente asesorar al monarca en sus decisiones. Otros Consejos para todo el reino destacados eran: -Consejo de Estado: se encargaba de los asuntos generales de la monarquía (relaciones exteriores, declaración de guerra, armisticios, enlaces matrimoniales, embajadores, etc.) y lo componían personas especializadas por haber sido virreyes, embajadores o capitanes generales. -Consejo de Guerra: correspondía al Ejército y a la armada y atendía asuntos de tropas, armamentos, construcción de plazas fuertes, etc. Los asuntos más importantes (guerra y paz los llevaba el Consejo de Estado). -Consejo de Hacienda: controlaba los impuestos, diezmos, alcabalas y de él dependían el Tribunal de Oydores y el Tribunal de Contaduría. -Consejo de la Inquisición: velaba por la pureza de la religión. -Consejo Real de Órdenes: atendía a las órdenes religiosas y nobiliarias más importantes (Calatrava, Alcántara…). Además de estos consejos comunes para el conjunto del reino, existían otros de tipo territorial que atendían asuntos propios de cada uno de los reinos federados (Consejo de Castilla, Consejo de Aragón). d) Las Cortes, con un papel importante en épocas anteriores, ahora con los Austrias pierden relevancia en favor de los Consejos. e) Los virreinatos, los cuales representaban al rey en su ausencia o en las colonias fuera del territorio español. Hacían las funciones propias del monarca. f) Las Audiencias (Sevilla, Valencia, La Coruña y Zaragoza) y las Chancillerías (Granada y Valladolid) continuaron con la misma estructura que en el reinado de los Reyes Católicos. Tenían competencias en materia civil, criminal y en pleitos. g) El Ejército: fue el arma principal del rey y de la monarquía autoritaria de los Austrias y se erigió en el máximo responsable de mantener la supremacía española en Europa (siglo XVI). Destacaron los famosos tercios, unidad de combate de unos tres o cuatro mil hombres armados entre los que había bastantes mercenarios. h) La Diplomacia: España contaba con embajadores en las principales ciudades europeas (París, Londres, Roma y Viena). i) Funcionarios. Eran muy numerosos y solían ser cargos desempeñados por la nobleza y el clero, así como por algunos burgueses. La infinidad de pequeños cargos burocráticos, generalmente mal pagados,
cayeron en el mercado de la venta y de la corrupción, creándose a veces auténticas dinastías de funcionarios cuyos cargos se revendían y heredaban.
1.2. Los Austrias y los principales hechos políticos de sus reinados A) REINADO DE CARLOS V El matrimonio de Juana la Loca, heredera de los Reyes Católicos con el archiduque de Austria, Felipe el Hermoso, fue de una importancia vital para la historia de España. El hijo de ambos, Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558) reunió una herencia muy importante en su persona, al recibir de sus abuelos (los Reyes Católicos por una parte, y Maximiliano de Austria y María de Borgoña por otra) inmensos territorios en Europa y América (colonias americanas, Flandes, Países Bajos, Franco Condado, posesiones en el norte de África y en Italia, etc.), convirtiéndose de ese modo en el rey más poderoso de Europa. 1. Política Interior: Comunidades y Germanías Frente al sentido europeísta de Carlos V, los estamentos castellanos van a reclamar la presencia del rey en España y desencadenar varias revueltas con el fin de modificar algunos aspectos de su monarquía. El estallido de las Comunidades en Castilla es un fenómeno muy complejo que se produjo por la actitud del nuevo monarca ante los asuntos castellanos: absentismo, aumento de las contribuciones e impuestos para sufragar los gastos del monarca-emperador, nombramiento real de extranjeros (sobre todo flamencos) para el desempeño de importantes cargos, etc. Todo ello va a ir creando un ambiente de crispación y de protesta. El movimiento comunero se inicia en Toledo con líderes como Juan de Padilla que van a exigir al rey que cambiase de política, es decir, que no abandonara el país, que no sacase más dinero de España y que los extranjeros no ocupasen más cargos en España. Carlos I desoyó las quejas, lo que provocó la revuelta de los comuneros, iniciada en 1520 y terminada en 1521 con la derrota en la Batalla de Villalar fruto de la falta de cohesión interna. Los principales cabecillas de los comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados. Casi simultáneamente al movimiento comunero, en el reino de Aragón se produjeron las Germanías, alzamientos de artesanos, comerciantes y campesinos contra la nobleza aristocrática de Valencia y de Mallorca. Desde las capitales el movimiento se extendió a los campos, donde los payeses se quejaban de los abusos recibidos por parte de los señores de las tierras. Los primeros enfrentamientos se produjeron en 1519 entre gremios de artesanos y algunos nobles. Después se generalizaron de tal modo, que el rey tuvo que enviar tropas para aplastar a los agermanados. Estas revueltas son herencia directa del movimiento foráneo del siglo XV.
2. Política Exterior de Carlos V El Imperio hispánico jugó un papel importante en la política internacional del siglo XVI por su condición de primera potencia europea.
Los problemas a los que hubo de hacer frente en política exterior fueron graves: la amenaza turca, la rivalidad con Francia y la división entre católicos y protestantes. El peligro turco aumentó con la conquista de Constantinopla (1453) y se potenció bajo el reinado de Solimán el Magnífico. El emperador luchó contra los turcos al obstaculizar estos el comercio mediterráneo y al establecer ciertas alianzas y relaciones amistosas con los franceses y los moriscos hispanos. En Europa, Carlos V se limitó a contener la oleada turca sin pasar a la contraofensiva, pero en el Mediterráneo tuvo que pasar a la acción personalmente toda vez que los turcos se aliaron los berberiscos del norte de África liderados por Barbarroja y se convirtieron en el terror de las flotas cristianas apoderándose de las plazas africanas conquistadas por Fernando el Católico, desde las que realizaban incursiones hacia las costas levantinas y las posesiones españolas en Italia. Así, Carlos V, como emperador cristiano o soldado de Cristo que era, miles Christi) luchó en el Mediterráneo occidental y penetró en el oriental. A pesar de conquistar exitosamente Túnez en 1535, cayó derrotado en la toma de Argel en 1541, por lo que el problema turco fue heredado por Felipe II. El enfrentamiento contra Francia por la hegemonía europea tenía ya en la Edad Media un antecedente en las luchas de la corona de Aragón y Francia por dominar posiciones italianas o también en la lucha por el dominio de Navarra en época de los Reyes Católicos. En el reinado de Carlos V la rivalidad se fue endureciendo, al sentirse los franceses cercados por los dominios españoles. Además, Francisco I de Francia reclamaba Navarra y el Rosellón, mientras que Carlos V se veía con derechos en Borgoña y Milán. Se produjeron varios enfrentamientos, el primero de ellos en Navarra, donde se impusieron los españoles. El ducado de Borgoña fue reclamado por Carlos como herencia de su abuela paterna, María de Borgoña, madre de Felipe el Hermoso, pero tuvo que renunciar a él después de un acuerdo con los franceses. El Milanesado, otro punto de conflicto, fue el tercer foco de acción y allí vencieron los españoles en la Batalla de Pavía (1525), llegando incluso a hacer prisionero a Francisco I. No obstante, la rivalidad con Francia va a continuar durante el reinado de Felipe II. Otro de los puntos candentes de la política exterior de Carlos V fue la lucha contra el protestantismo. Carlos V pretendió controlar el movimiento luterano y llegar a un acuerdo con los rebeldes con el fin de evitar la ruptura entre católicos y protestantes. Al principio eligió el diálogo, la concordia y la convocatoria de dietas o asambleas para evitar la guerra civil en la cristiandad. En la dieta de Wörms (1521) se condenaron las tesis de Lutero; en la de Spira (1526) se dio libertad a los príncipes alemanes; y después de la de Augsburgo (1530) el emperador decidió actuar con fuerza contra los protestantes que habían formado la liga Smalkalda y se acordó la reunión de un concilio en Trento para 1545. Ante el fracaso de sus gestiones diplomáticas optó por la fuerza y venció a los protestantes en la Batalla de Mülhberg en 1547 (cuadro de Tiziano); no obstante, no solo no logró la unidad religiosa de la cristiandad, sino que tuvo que aceptar la Paz de Augsburgo (1555) por la cual el Imperio se dividía en estados protestantes y católicos según la confesión religiosa del príncipe gobernante.
B) REINADO DE FELIPE II
Felipe II fue el monarca más poderoso de su tiempo. Recibió la herencia de los reinos peninsulares y Flandes, excepto Austria y la dignidad imperial que fueron entregados por Carlos V a su hermano Fernando. También, durante algunos años se convirtió en rey consorte de Inglaterra al casarse con María Tudor, reina de Inglaterra. Más tarde, en 1580, heredó la corona de Portugal por alianza matrimonial y movimientos militares, así como los inmensos territorios coloniales de este país. Las conquistas de ultramar se ampliaron con las incorporaciones de Florida, la región de la Plata, Filipinas y otras islas de Oceanía. Con estos dominios, recibía la supremacía política europea y casi universal, pero también heredaba los problemas político-religiosos de su padre.
1. Política Interior de Felipe II La necesidad de reforzar la unidad religiosa obligó a Felipe II a tomar una actitud de mayor dureza contra moriscos y protestantes, lo que dio lugar a la represión protestante en Sevilla y Valladolid y a la sublevación morisca en las Alpujarras. La sublevación morisca de las Alpujarras (1566-1568) se originó por el descontento de esta minoría musulmana ante los fuertes impuestos sobre la producción de seda y las expropiaciones de tierras. Esta dura política represiva afectó también a algunas costumbres moriscas como el uso de la lengua árabe, la práctica de su religión y el uso de sus vestimentas tradicionales. Finalmente, estalló el levantamiento en Granada dirigido por el converso Aben-Humeya, que tuvo que ser reprimido por las tropas reales al mando de Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos V. Los moriscos fueron expulsados del reino de Granada y sus propiedades confiscadas. Un suceso interno de la Corte fue protagonizado por su secretario Antonio Pérez (novelado por Antonio Gala en El pedestal de las estatuas), acusado por delitos de cohecho y por haber participado en la muerte de Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria. Prisionero en la cárcel de Madrid, Antonio Pérez, disfrazado de Madrid, logró escapar en 1590 y se refugió en el reino de Aragón donde el justicia de Aragón, con gran poder en el reino, hizo gala de privilegios especiales para evitar su captura. El monarca, para atajar este problema, llegó incluso a modificar los fueros aragoneses que limitaban la autoridad real y abolió el cargo de justicia, iniciándose así el proceso de unificación jurídica de los reinos hispánicos. Por otra parte, los focos de herejía protestante amenazaron la unidad espiritual de España. Para frenar la difusión del humanismo y de las ideas luteranas, así como pequeños movimientos en ciudades como Sevilla, Valladolid o Toledo, puso en marcha la maquinaria represiva de la Inquisición, la cual llegó a impedir la entrada de libros extranjeros mediante la publicación de Índices de Libros Prohibidos y la salida de estudiantes españoles a universidades europeas. Al respecto, Henry Kamen en su famosa obra La Inquisición española señala que la efectividad de la Inquisición en esta tarea no fue tan grande como se ha señalado, pues sobre todo en Cataluña siguieron entrando libremente libros prohibidos (si los libreros eran acusados de adquirir esos libros, se excusaban diciendo que no lo sabían o que no habían podido adquirir una copia del Índice de libros prohibidos por su alto coste) y en algunos puertos del norte de España a través de navíos ingleses cuyos cargamentos no podían ser registrados por las autoridades españolas.
2. Política Exterior de Felipe II La rivalidad con Francia continuó durante los primeros años del reinado de Felipe II. En el país vecino, el rey español ayudó a la facción católica de Enrique de Guisa contra los hugonotes protestantes de Enrique de Borbón. También hubo varios enfrentamientos bélicos contra los franceses. La victoria de San Quintín (1557) puso fin al enfrentamiento en el norte de Francia y la Batalla de las Gravelinas (1558) dejó clara la superioridad española. Ambos triunfos favorecieron la supresión de las hostilidades y la firma de la paz de Cateau-Cambresis (1559), que acabó con la guerra y abrió una etapa de relaciones amistosas que duró hasta finales del siglo XVI, cuando de nuevo se avivó el conflicto hispano-francés al oponerse Felipe II a la entronización del protestante Enrique de Borbón como rey de Francia. La contienda terminó con la paz de Vervins (1598), por la que España reconocía a Enrique IV como rey de Francia. El problema central de la política exterior de Felipe II iba a ser, no obstante el conflicto de los Países Bajos, donde se enfrentaron intereses religiosos, políticos y económicos. El rey, defensor ferviente del catolicismo y de la nobleza católica del sur agrupada en la Unión de Arras, se enfrentó a la burguesía protestante del norte (Unión de Utrecht). Los protestantes contaban con el apoyo de los hugonotes franceses, los protestantes alemanes e Inglaterra. Después de varias revueltas y de fracasos diplomáticos, Felipe II actuó con fuerza enviando a Juan de Austria y a su lugarteniente Alejandro Farnesio, que lograron, al menos, que las provincias del sur aceptaran el dominio español. Sin embargo, el problema protestante tampoco pudo ser solucionado con Felipe II. En cuanto al problema turco, Felipe II se embarcó en la guerra contra ellos en el Mediterráneo. El ataque turco a Venecia llevó al Papa y a España a aliarse contra los infieles en la Liga Santa. En 1571 Juan de Austria logró vencer a los turcos en la Batalla de Lepanto, sin que ello significase acabar con el poderío turco. Por último, mencionar los problemas con Inglaterra. Felipe II decidió dominar Inglaterra porque los motivos de enemistad con Isabel I, reina protestante, eran cada vez mayores. Las dos potencias deseaban la supremacía naval; los ingleses acosaban a los barcos mercantes españoles que venían de América y apoyaban a los focos protestantes europeos contra el rey español. Todo ello llevó a Felipe II a preparar la invasión de Inglaterra. Para ello mandó construir una ingente flota, la Armada Invencible (llamada así por los ingleses tras su destrucción), que fue derrotada y frenó en seco la idea de conquista. La paz no fue firmada hasta el reinado de Felipe III. No podemos olvidar, que Felipe III iba a heredar la incorporación de Portugal y de todos sus dominios coloniales acontecidos durante el reinando de Felipe II.
C) LOS AUSTRIAS MENORES: FELIPE III, FELIPE IV Y CARLOS II 1. Reinado de Felipe III (1598-1621) El reinado de Felipe III es considerado un período de transición entre la época de esplendor y los años de decadencia de los últimos Austrias. Con Felipe III se inauguró la figura del valido, hombre de
confianza para llevar las riendas del Estado cuyo origen ha dado lugar a diversas interpretaciones que oscilan entre las que aluden a la incapacidad y falta de energía de los Austrias Menores para gobernar, y las que hablan de una complicación de la Administración Estatal donde el valido tuvo mucho que decir. 1.1. Política Interior
Los dos validos del rey, el duque de Lerma y el duque de Uceda, protagonizaron una política pacifista y de prestigio que sirvió para ocultar a Europa los primeros síntomas de decadencia política de la monarquía hispana. El hecho más conocido del reinado de Felipe III fue la Expulsión de los moriscos (1609), decisión tomada por el rey por la presunta colaboración de estos como quinta columna de los piratas berberiscos. Ello provocó el malestar de los señores aragoneses y valencianos, que se veían perjudicados al verse privados de dóciles vasallos. Lo cierto es que desde el punto de vista religioso los moriscos no suponían un peligro para la fe de los cristianos y que esta medida repercutió negativamente en la economía de los territorios afectados. 1.2. Política Exterior
Los signos de decadencia imperial eran ya manifiestos: debilidad económica, debilidad demográfica, pérdida de la supremacía naval, etc. Los validos procuraron conseguir la paz con Inglaterra y Francia (pactos matrimoniales). En cambio fue imposible llegar a una paz definitiva con las Provincias Unidas del Norte (Países Bajos), ya que los holandeses se negaban a reconocer a Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, como archiduquesa de los Países Bajos. En los últimos años del reinado, el duque de Uceda decidió la intervención de España en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), aspecto del que hablaremos más detenidamente en el reinado de Felipe IV.
2. Reinado de Felipe IV (1621-1665) Felipe IV tuvo dos validos: hasta 1643 y coincidiendo con Richelieu, el conde duque Olivares, y desde 1643 en adelante a Luis Méndez de Haro. Felipe IV tuvo dos esposas, naciendo del segundo matrimonio el último rey de la casa de los Austrias, Carlos II. 2.1. Política Interior
La política interior va a estar marcada por la actuación del conde-duque de Olivares como valido. Olivares fue un político activo que terminó con el pacifismo anterior y que introdujo un programa novedoso de reformas (Memorial de Olivares) que abarcó varios campos: en el campo administrativo se crearon las Juntas como órgano de gobierno, precedente inmediato de los ministerios de los Borbones; en el campo económico, se apostó por el proteccionismo de la débil industria española, en particular de la textil; y de lo más destacado, en el campo jurídico, tuvo lugar la unificación jurídica de los reinos peninsulares, decisión que se tomó ante la evidencia de que la agotada Castilla no podía afrontar en solitario los nuevos conflictos bélicos en Europa, pretendiéndose por tanto involucrar en los esfuerzos de guerra a los demás reinos. Para ello se creó la Unión de Armas (1626), que trataba de distribuir los costes del Ejército de forma proporcional a la riqueza, población y posibilidades de cada
reino. Esto trajo como consecuencia las revueltas de Cataluña y Portugal, reino este último que se independizaría definitivamente de España.
2.2. Política Exterior
Con Olivares la monarquía se implicó plenamente en la Guerra de los Treinta Años, una contienda cuyas causas fueron tanto de índole religioso (guerras de religión) como político (España apoya al emperador de Austria frente a los príncipes alemanes, Francia quiere evitar que la dinastía de los Habsburgo obtenga la hegemonía europea, etc.). También se reanudaron las hostilidades en los Países Bajos. Tras varios años de brillantes victorias, el fracaso de la política interior de Felipe IV, la falta de recursos y la intervención de Francia en la guerra comenzaron a cambiar la situación. Además, los levantamientos de Cataluña y de Portugal agudizaron lo que fue la mayor crisis interna de la monarquía hispánica. Los años posteriores fueron para España una muestra de la decadencia clara del país. La diplomacia española firmó varios tratados en los que perdió muchas de sus antiguas posesiones: la Paz de Westfalia consagró la pérdida de las Provincias del Norte de los Países Bajos; la Paz de los Pirineos, con Francia, supuso para España la pérdida del Rosellón, Artois y la Cerdaña; y el Tratado de Lisboa reconocía la independencia de Portugal en 1640.
3. Reinado de Carlos II (1675-1700) Carlos tenía cuatro años cuando en 1665 murió su padre. Se encargó de la regencia su madre Mariana de Austria hasta que en 1675 Carlos II fue nombrado rey al alcanzar la mayoría de edad. 3.1. Política Interior
El reinado de Carlos II viene precedido de una regencia y en sus primeros años, una Junta de Gobierno, de carácter consultivo, asesoró a la reina madre. Después, siendo rey Carlos II, el poder siguió en manos de validos, cuatro en total. Los dos últimos iniciaron una serie de medidas económicas y administrativas y llevaron a cabo una reforma monetaria que incentivó la maltrecha economía del país. 3.2. Política Exterior
Durante el reinado de Carlos II, España entró cuatro veces en guerra contra Francia. Las pérdidas territoriales fueron importantes, pero en conjunto, la monarquía conservó sus posesiones en Italia y Flandes. Sin embargo, el hecho más destacado fue la Guerra de Sucesión, conflicto en el que no entraremos aquí en detalle pero que se originó cuando a la muerte en 1700 de Carlos II sin sucesión, el trono español va a ser peleado por las principales potencias europeas. Este conflicto acabó significando la implantación en España de la nueva dinastía de los Borbones y la firma de una paz desfavorable (Paz de Utrecht, 1713), por la que se perdieron la mayoría de los territorios europeos.
2. ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA DINASTÍA DE LOS AUSTRIAS
2.1. Aspectos económicos durante el siglo XVI Frente a la intensa evolución económica de los países europeos, nos encontramos en Castilla una economía comedida y fluctuante que no supo aprovechar la entrada de metales indianos, debido al casi nulo espíritu capitalista, a la excesiva inversión en gastos militares, a que no fue empleado para aumentar la productividad interna, a los gastos del emperador y de sus posesiones extranjeras, etc. Las fuentes de riqueza de este periodo mantuvieron en primer lugar a la ganadería, que proporcionaba grandes beneficios y vio aumentados sus privilegios. La agricultura disfrutó de una gran expansión por la demanda de productos por parte de los colonos americanos. La industria tuvo altibajos, destacando la industria pañera, que se caracterizó por la abundancia de materias primas (lana) y la fuerte demanda del mercado indiano; la industria sedera de Granada; los curtidos; la cerámica (Sevilla, Córdoba, Málaga); los astilleros trabajaron a un ritmo creciente sobre todo con los Austrias Mayores, si bien fueron los responsables de la deforestación del país; la metalurgia comenzó a despertar en el área vasca. El comercio, fue muy intenso durante el siglo XVI, sobre todo el exterior, que fue principalmente marítimo. Sus rutas más importantes fueron las de América, las de Europa Occidental y la del Mediterráneo. Sevilla fue la ciudad que concentró el comercio con América, cuyo monopolio lo detentaba la Casa de Contratación. El comercio interior estuvo condicionado por el sistema de aduanas que existía en los reinos peninsulares. Otras dificultades fueron la lentitud de los transportes, la escasez de vías de comunicación, etc. Las ferias reunían gran número de comerciantes al menos dos veces al año. Hubo también algunos mercados semanales que tenían carácter regional. Respecto a las instituciones mercantiles, destacaron las de Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla, etc.
2.2. La crisis del siglo XVII La depresión económica del siglo XVII que afectó a toda Europa, tuvo en España características peculiares. La crisis se manifestó con gran virulencia en Castilla que es la que mayores sacrificios realizó en la política europea de los Austrias. En 1630, España vio drásticamente reducidas sus importaciones de los tesoros indianos, lo que aceleró rápidamente la depresión económica. El campo español sufrió también un duro golpe con la expulsión de los moriscos. En cambio, la ganadería por la tradicional alianza entre la Corona y la Mesta en favor de los intereses ganaderos trashumantes, pudo resistir con éxito la crisis económica. La industria se paralizó a finales del siglo XVI, adquiriendo una gravedad extrema en el siglo XVII. Muchos sectores industriales entraron en una grave crisis de la que no despertaría hasta la centuria siguiente. La crisis de las actividades productivas se plasmó en el comercio exterior que experimentó un grave descenso.
Por otra parte el descenso demográfico afectó a todos los sectores económicos, así como a otras facetas sociales y políticas. Esa reducción de población se debió entre otras causas a las graves epidemias que asolaron el país, a las campañas militares de los Austrias, a la emigración a ultramar de gran cantidad de jóvenes que hizo disminuir la tasa de natalidad, a la expulsión de los moriscos, etc. En cuanto al fenómeno social, la decadencia se debe a la unión de varios elementos como el alza de precios, el alza de salarios, el desprecio del trabajo manual, el exceso de vocaciones religiosas, la expulsión de disidentes religiosos, la emigración, el abandono de la agricultura, la vida picaresca, etc.
3. ASPECTOS CULTURALES DE LA DINASTÍA DE LOS AUSTRIAS La época de esplendor y decadencia que hemos estudiado se corresponde culturalmente con el llamado Siglo de Oro de la cultura española. Fue todo un proceso de florecimiento y no un estallido brusco que tuvo su germen en el siglo XV mediante los progresos de la lengua, el desarrollo de los géneros literarios originales y los refinamientos del arte plateresco. Dentro de este periodo podemos enmarcar dos estilos: el Renacimiento y el Barroco. Nos movemos en una época de mística religiosa, donde sobresalen personajes como fray Luis de León y, sobre todo, santa Teresa y san Juan de la Cruz. El lenguaje místico posee su correspondencia en arte. Destaca el pintor renacentista español por excelencia, el Greco, griego hispanizado que compone en Toledo una síntesis del hieratismo de los bizantinos, de las últimas audacias de Tintoretto y de la exaltación castellana; la proyección hacia arriba de sus figuras, la simetría del orden celeste y del terrestre, nos ponen en contacto inmediato con la vida interior de toda una época. Es el Greco quien encarna el Siglo de Oro. Pero los años místicos, como dice P.Vilar, no ignoraron el esfuerzo de la inteligencia. Técnicos, médicos, botánicos, filólogos como Nebrija y Arias Montano, astrónomos o historiadores como Zurita o Mariana, se suceden desde mediados del siglo XV a mediados del siglo XVII. En las letras se dio un gran florecimiento merced al gran desarrollo del castellano como lengua nacional impresa y a la introducción de la imprenta. La mística alcanza grandes cotas en la literatura, con grandes maestros como Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, etc. En novela destaca la de caballería y la picaresca (Lazarillo de Tormes). Pero si hay un autor cuya vida mejor refleja la síntesis española, ese es Cervantes. Soldado en Lepanto, cautivo de los moros, liberado por una cofradía, funcionario real, católico fiel, medita sobre España y su tiempo, dando lugar a una de las obras cumbre de la literatura universal, el Quijote. Un poco más tarde, Velázquez, pintor de cámara de Felipe IV, ofrecerá la visión de una España en decadencia. También está clara la importancia de este pintor a nivel internacional. Sus obras son de todos conocidas. Otros pintores del siglo XVII que no podemos olvidar son: Ribera, Zurbarán, Murillo, Valdés Leal, Alonso Cano, etc. Es la época más prolífica de la pintura española. La temática religiosa se impone, sin olvidar otros temas como el mitológico, el histórico o la naturaleza muerta. La pintura
barroca española ocupa un lugar preeminente en la historia del arte universal y por eso la mencionamos al hablar de la cultura de la época.
CONCLUSIÓN En el tránsito entre autoritarismo y absolutismo que se produce entre los siglos XVI y XVII, el sistema político más sólido de Europa es el absolutista-tradicionalista de los Austrias españoles. Carlos I y Felipe II recogieron la herencia de los Reyes Católicos y reforzaron el sistema donde la necesidad de un poder estatal fuerte que pudiera sostener el estado nuevo, moderno, y la nueva organización social y económica derivada de los grandes descubrimientos y de la intervención española en Europa. Sin embargo, los primeros Austrias mantuvieron un respeto por las tradiciones y fueros de los distintos reinos españoles, es decir, robustecieron el poder absoluto de la monarquía sin crear conflictos interiores, pero para ello se hizo necesaria la creación de una compleja burocracia cuyos hilos manejaba directamente el rey a través de los consejos que lo asesoraban. De esta forma se llevó a organizar un sistema de gobierno totalmente centralizado que Felipe II completó al establecer en Madrid la capital de todos sus reinos. A una época de supremacía política, donde España llegó a ser la primera potencia mundial, le sucedió una de las crisis más importantes de nuestra historia. A lo largo de los siglos XVI y XVII la renovación cultural alcanza en España una gran brillantez; es lo que se conoce como Siglo de Oro. Corresponden a este periodo los dos grandes movimientos culturales europeos: Renacimiento y Barroco.