Jesú s Est á Vivo
Imprimatur Imprimatur + Nicolá Nicolás de Jesú Jesús Ló López Arzobispo de Santo Domingo 30 de mayo de 1984
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CONTENIDO PRESENTACIÓN
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1.- TUBERCULOSIS PULMONAR
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2.- NAGUA Y PIMENTEL A. NAGUA B. PIMENTEL a. Primera reunión b. Segunda reunión c. Tercera reunión d. Cuara reunión e. "uina reunión #. $%ming% de &am%' g. La Semana Sana
10 10 12 12 13 13 1! 1! 1( 1)
3.- ¡JESÚS ESTÁ IO! IO!
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".- LA PALABRA DE CONOCIMIENTO
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$.- LA CURACIÓN
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A. EN*E&ME$A$ $EL CUE&P+ , CU&ACI-N *SICA
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a. /e'' b. La Ige'ia c. L%' 'ign%' d. Miagr%' Curaci%ne' +ración 4%r curación *5'ica *5'ica B. EN*E&ME$A$ EN*E&ME$A$ $EL C+&A7-N C+&A7-N , CU&ACI-N CU&ACI-N INTE&I+& INTE&I+& a. &a58 de Pr%bema +ración de curación ineri%r b. La %ración 9En e N%mbre de /e'' 9P%r a Sangre de C%rder% 9P%r a' aga' de /e'' 9+rar en Lengua' 9Inerce'ión de Mar5a C. EN*E N*E&ME$ &ME$A A$ $EL $EL ESP ESP&I &ITU TU , &EC &EC+N +NC CILI ILIACI ACI-N $. C+N:ALESCENCIA a. La
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b. La +ración c. Lecura de a Paabra d. La C%munidad e. E Ser
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6.- LA LIBERACION A. LA +P&ESI-N B. LA +BSESI-N a. La +ración de Liberación b. Au% Au% iberación iberación C. LA P+SESI-N
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7.- AYUDAS PARA LA SANACIÓN A. E:ANGELI7AN$+ B. *E E=PECTANTE C. A&&EPENTIMIENT+ $. PE&$+NAN$+ E. +&ACI-N EN C+MUNI$A$ *. +&ACI-N $EL EN*E&M+ G. INTE&CESI+N $E MA&A >. ABAN$+N+ . . +&ACI-N EN LENGUAS /. &ENUNCIA A SATAN?S
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#.- CINCO CARTAS
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%.- EL ÚLTIMO IAJE
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Emiliano Tardif José José H. Prado Flores
JESÚS ESTÁ VIVO
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PRESENTACIÓN
Es imposible dejar de hablar de lo que se ha visto y o í do. do. Es justo, digno y necesario, levantar la voz a todo el mundo proclamando algunas de las maravillas que el Señ Señor ha hecho en estos últimos añ años. Estas lí lí neas neas son una alabanza y una acci ón de gracias de todos los que de alguna manera hemos sido beneficiados por la gracia de Dios a lo largo de este ministerio de evangelizació evangelizaci ón acompañ acompañado de signos, milagros y curaciones. Esto es un testimonio. El Evangelio, antes de consignarse por escrito fue proclamado y aú a ún antes vivido. Atrá Atr ás de estas lí lí neas neas late viva la proclamació proclamaci ón del evangelizador; casi podemos escuchar la voz del predicador; pero sobre todo, podemos encontrarnos con Aquel que es el evangelio mismo: Cristo Jes ús que es el mismo ayer, hoy y por siempre. El es el centro de estos renglones. El padre Emiliano Tardif es s ólo como el burrito del Domingo de Ramos a quien le ha tocado la suerte de llevarlo por los cinco continentes. Como al pollino de Betfag é le han tocado a veces mantos de flores como en Tahit í pero pero tambié tambi én cá cárceles y persecuciones como en el Congo. Lo importante no es el vaso de barro sino el tesoro que lleva dentro: el mismo Jesucristo. Este no es algo té técnico para aprender a orar por los enfermos, sino el testimonio de que nuestro Dios sana hoy a sus hijos enfermos. Tampoco es de curaci ón sino de evangelizació evangelizaci ón. Es un grito que se levanta dando esperanza a todos aquellos que se atreven a creer que el Jesú Jes ús que murió murió en la cruz ha resucitado y está est á vivo; y por tanto, todo es posible. ¿Qué ¿Qu é de extrañ extraño tiene que nuestro Dios haga maravillas si El es un Dios maravilloso? En fin, lo que menos necesitan estas letras es una introducci ón o presentació presentaci ón.
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1 TUBERCULOSIS PULMONAR
En 1973, yo era provincial de mi Congregaci ón, Misioneros del Sagrado Corazó Coraz ón, en la Repú República Dominicana. Habí Hab í a trabajado demasiado, abusando de mi salud en los 16 años que tení tení a como misionero en el paí pa í s. s. Pasé Pasé mucho tiempo en actividades materiales, construyendo iglesias, edificando seminarios, centros de promoci ón humana, de catequesis, etc. Siempre estaba buscando dinero para edificar casas y para dar alimento a nuestros seminaristas. El Señ Señor me permitió permiti ó vivir todo ese activismo y, por el exceso de trabajo, ca í enfermo. El 14 de junio de ese añ a ño en una asamblea del Movimiento Familiar Cristiano me sentí sentí mal, mal, muy mal. Tuvieron que llevarme inmediatamente al Centro M édico Nacional. Estaba tan grave que pensaba que no podr í a pasar la noche. Creí Cre í realmente realmente que me iba a morir pronto. Muchas veces hab í a meditado sobre la muerte y predicado sobre ella, pero nunca habí hab í a hecho el ensayo de morirme, y esto no me gust ó Los mé médicos me hicieron aná an álisis muy detenidos, detect ándome tuberculosis pulmonar aguda. Al ver que estaba tan enfermo pens é volver a mi paí pa í s, s, Quebec, Canadá Canad á, donde nací nací y y vive mi familia. Pero estaba tan delicado que no pod í a hacerlo entonces. Tuve que esperar quince dí d í as as bajo tratamientos con reconstituyentes, para realizar el viaje. En Canadá Canad á me internaron en un centro mé m édico especializado donde los mé m édicos me volvieron a examinar, pues querí quer í an an estar bien seguros de cu ál era mi enfermedad. El mes ías, as, etc. Despué de julio se lo pasaron haciendo an álisis, biopsia, radiograf í Despu és de todos estos estudios, confirmaron de manera cient í fica fica que la tuberculosis pulmonar aguda hab í a lesionado gravemente los dos pulmones. Para animarme un poco me dijeron que tal vez despué después de un añ año de tratamiento y reposo podr í a volver a mi casa. Un dí dí a recibí recibí dos dos visitas muy peculiares. Primero lleg ó el sacerdote director de RND -Revista "Notre Dame"- quien me pidi ó permiso de tomarme una fotograf í fotograf í a para el artí artí culo: culo: "Có "Cómo Vivir con su Enfermedad". Aún él no se despedí despedí a cuando entraron cinco seglares de un grupo de oraci ón de la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática. En Repú República Dominicana me habí hab í a burlado mucho de la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática, afirmando que Amé Am érica latina no necesitaba don de lenguas sino promoció promoci ón humana, y ahora ellos vení ven í an an a orar desinteresadamente por m í . Estas visitas tení ten í an an dos enfoques totalmente diferentes: el primero para aceptar la enfermedad. El segundo para recobrar la salud. Como sacerdote misionero pens é que no era edificante rechazar la oraci ón. Pero, sinceramente, la acepté acept é má más por educació educaci ón que por convicció convicci ón. No creí cre í a que una simple oració oración pudiera conseguirme la salud. Ellos me dijeron muy convencidos: - Vamos a hacer lo que dice el Evangelio: Impondr án las manos sobre los enfermos y éstos quedará quedar án sanos. Así Así que que oraremos y el Se ñor te va a sanar. Acto seguido se acercaron todos a la mecedora donde yo estaba sentado y me impusieron las manos. Yo nunca hab í a visto algo semejante y no me gust ó. Me sentí sentí
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ridí ridí culo culo debajo de sus manos y me daba pena con la gente que pasaba afuera y se asomaba por la puerta que se habí hab í a quedado abierta. Entonces interrumpí interrump í la la oració oraci ón y les propuse: - Si quieren, vamos a cerrar la puerta... - Sí Sí , padre, có cómo no, - respondieron. Cerraron la puerta, pero ya Jes ús habí habí a entrado. Durante la oració oraci ón yo sentí sentí un un fuerte calor en mis pulmones. Pens é que era otro ataque de tuberculosis y que me iba a morir. Pero era el calor del amor de Jes ús que me estaba tocando y sanando mis pulmones enfermos. Durante la oraci ón hubo una profecí profec í a. a. El Señ Señor me decí dec í a. a. "Yo haré haré de ti un testigo de mi amor". Jesú Jes ús vivo estaba dando vida, no só sólo a mis pulmones sino a mi sacerdocio y a todo mi ser. A los tres o cuatro dí d í as as me sentí sentí a perfectamente bien. Tení Ten í a apetito, dormí dormí a bien y no habí habí a dolor alguno. Los mé m édicos estaban preparados para comenzar inmediatamente el tratamiento. Sin embargo, ningú ning ún medicamento les respondí respond í a de acuerdo a mi supuesta enfermedad. Entonces mandaron traer unas inyecciones especiales para gentes cuyo organismo no es normal, pero tampoco hubo reacci ón alguna. Yo me sentí sentí a bien y querí quer í a regresar a casa, pero ellos me obligaron a pasar el mes de agosto en el hospital buscando por todos lados la tuberculosis que se les hab í a escapado y no podí pod í an an encontrar. Al final del mes, despué despu és de muchos experimentos el m édico responsable me dijo: - Padre, vuelva a su casa. Usted est á perfectamente, pero esto va en contra de todas nuestras teorí teor í as as mé médicas. No sabemos lo que ha pasado. Luego, encogiendo los hombros, añ a ñadió adió: - Padre, usted es un caso único en este hospital. - En mi Congregació Congregaci ón tambié también -le respondí respond í riendo. riendo. Salí Salí del del hospital sin recetas, medicinas ni cuidados especiales. Me fui a casa pesando só sólo 110 libras (50 kilos). El hospital que me iba a curar de tuberculosis me estaba matando de hambre. Quince dí dí as as despué después apareció apareció el nú número 8 de la Revista "Notre Dame". En la í a del hospital: sentado en la c élebre mecedora, con página cinco estaba mi fotograf í sondas, cara triste y mirada pensativa. Abajo de la fotograf í fotograf í a decí decí a: a: El enfermo debe aprender a vivir con su enfermedad, acostumbrarse a las alusiones veladas a las preguntas indiscretas... y a los amigos que ya no volver án a mirarlo de la misma manera". Pero mi salud echó echó a perder su nú número. El Señ Señor me habí habí a sanado. Mi fe era muy pequeñ peque ña, tal vez del tamañ tama ño de un grano de mostaza, pero Dios era tan grande que no hab í a dependido de mi pequeñ peque ñez. Así Así es es nuestro Dios. Si estuviera condicionado a nosotros, no ser í a Dios. De esa manera yo recibí recib í en en carne propia la primera y fundamental ense ñanza para el ministerio de curació curaci ón: El Señ Señor nos sana con la fe que tenemos. No nos pide m ás, só sólo eso. El 15 de septiembre asistí asist í a a la primera reunió reuni ón de oració oración carismá carismática de mi vida. Ni sabí sabí a lo que era eso, pero fui, puesto que me hab í a curado y las personas que hab í an an orado por mí mí me me pidieron que diera el testimonio de mi sanaci ón. Comencé Comencé a trabajar un poco ese mes de septiembre y le escrib í a a mi superior para que el añ año que yo debí deb í a estar hospitalizado me permitiera pasarlo estudiando la
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Renovació Renovaci ón Carismá Carismática en Canadá Canad á y Estados Unidos. Me dio permiso y fui a los centros más importantes de Quebec, Pittsburg, Notre Dame y Arizona. Recuerdo que estaba en los Angeles celebrando misa con mi sobrina y un amigo. Despué Después de leer el Evangelio en franc és quise comentarlo, pero pasó pas ó algo muy curioso: sentí sentí como como que la mejilla se me adormec í a y comencé comencé a hablar algo que no entendí entend í a. a. No era ni francé franc és, ni inglé inglés, ni españ español. Cuando terminé termin é de hablar, exclamé exclam é sorprendido: - No me digan que voy a recibir el don de lenguas... - Eso es lo que tú t ú ya recibiste, tí t í o -respondió -respondió mi sobrina-. Tú T ú estabas hablando en lenguas. Tanto que yo me hab í a burlado del don de lenguas y el Se ñor me lo regaló regal ó en el momento en que iba a predicar. As í descubrí descubrí ese ese don tan hermoso del Señ Se ñor.
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2 NAGUA Y PIMENTEL A.- NAGUA Despué Después del añ año que supuestamente deb í a pasar en el hospital regres é a la Repú República Dominicana. Mi superior me destin ó a una parroquia en la ciudad de Nagua. Al llegar convoqué convoqu é unas cuarenta personas para darles el testimonio de mi curaci ón. Recuerdo que invité invit é a los enfermos a pasar el frente para orar por ellos. Para mi sorpresa, habí habí a má más gente en el grupo de enfermos que entre los sanos. Esa noche al Se ñor se le ocurrió ocurri ó sanar a dos de ellos. La asamblea estall ó en gran alegrí alegr í a y los sanados daban testimonio por todas partes. Así As í , humildemente, comenzó comenz ó una historia que no nos Imaginá Imaginábamos serí ser í a tan maravillosa. A partir de las curaciones que el Se ñor realizaba, nuestro grupo se asemejaba al Banquete del Reino de los Cielos: los invitados eran los cojos, los sordos, los mudos y los pobres. Cada semana el Señ Se ñor sanaba enfermos. En agosto san ó a doñ doña Sara que tení tení a cáncer en la matriz. Ella estaba desahuciada y la hab í an an regresado del hospital para que muriera en su casa. La llevaron a la reuni ón y durante la oració oraci ón por los enfermos sintió sinti ó un profundo calor en el vientre y comenz ó a llorar. Poco a poco se dio cuenta que la enfermedad desaparecí desaparec í a A los quince dí dí as as estaba completamente sana y volvi ó al grupo de oració oración para dar su testimonio, llevando en sus manos su mortaja; los vestidos que sus hijos le habí hab í an an comprado para el dí d í a de la sepultura. La gente vení ven í a en gran nú número. Todos cantaban con alegr í a y alababan a Dios espontá espontáneamente. Ante las curaciones y prodigios estallaban de gozo y contaban a todo mundo lo que pasaba en la parroquia. A ra í z de estas reuniones tan festivas y hermosas algunos sacerdotes comenzaron a decir sarc ásticamente: - El padre Emiliano se sanó san ó de tuberculosis pero se enfermo de la cabeza. Porque oraba en lenguas y cre í a en el poder sanador de Cristo, afirmaban que me habí habí a vuelto loco. El Señ Señor nos dijo mediante profec í a: a: "Yo trabajo en la paz. Les doy mi paz. Sean mensajeros de paz. Comienzo a derramar mi Espí Esp í ritu ritu en ustedes. Es un fuego devorador que va a invadir a la ciudad entera. Abran los ojos porque ver án señ señales y prodigios que muchos desearon ver y no vieron. Yo lo digo y yo lo hago". Está Estábamos delante de la obra del Se ñor. De eso está est ábamos seguros. Los milagros continuaron tan numerosos que no los podr í a contar: parejas que viv í an an en concubinato se casaron, jó jóvenes fueron liberados de las drogas y el alcoholismo. Era la pesca milagrosa: despué después de haber pasado mucho tiempo lanzando el anzuelo, ahora el Se ñor llenaba tanto las redes que hasta se me imaginaba que la barca se hundir í a (Lc 5, 7). Jesú Jesús estaba liberando a su pueblo de las cadenas de esclavitud. Los j óvenes que ya no se interesaban por la Iglesia y la fe, comenzaron a encontrar y proclamar que Jes ús era su libertador. En un retiro parroquial proclamamos a Jes ús y luego oramos por la salud de los enfermos durante la Eucaristí Eucarist í a. a. La primera palabra de conocimiento que tuve fue: "aqu í
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hay una mujer que está est á siendo curada de cá c áncer. Ella siente un fuerte calor en su vientre". Seguí Seguí orando orando y hubo otras palabras de conocimiento que fueron confirmadas por los testimonios. Sin embargo, nadie report ó la primera. Al dí dí a siguiente una señ se ñora delante del micró micr ófono dijo a todos: - Tal vez se sorprendan por verme aqu í . Soy pecadora pú p ública que he pasado muchos añ años en la prostitució prostituci ón. Ayer quise venir a misa de sanaci ón, mas por la vida que he llevado, me dio vergü verg üenza entrar y me quedé qued é un poco lejos, atrá atr ás de la empalizada. Estaba enferma de cá c áncer. Incluso llevo dos operaciones que no han detenido la enfermedad, pero cuando el sacerdote dijo que una persona estaba siendo curada de cáncer sentí sentí que que era yo. El Señ Señor la sanó sanó no só sólo de cá cáncer de su cuerpo, sino tambi én del cá cáncer de su alma. Se arrepintió arrepinti ó y comulgó comulgó al dí dí a siguiente. Cuando la vi comulgar con tanta alegr í a y lágrimas de felicidad en su rostro, recordé record é el regreso del hijo pró pr ódigo que come el becerro cebado que su padre le habí hab í a hecho matar. Ella estaba recibiendo al mismo Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, purificando su alma y cambiando su vida. Ella regresó regres ó al prostí prostí bulo bulo para testificar a sus compa ñeras con lá lágrimas en los ojos: - No vengo a decirles que dejen esta vida. S ólo quiero hablarles de mi amigo Jes ús que me rescató rescató y cambió cambió mi vida. Les contó contó su curació curación y conversió conversi ón. Luego pidió pidi ó permiso para hacer un grupo de oració oración en el mismo prostí prost í bulo bulo y todos los lunes se cerraban las puertas al pecado y se abrí abrí a el corazó corazón a Jesú Jesús. Habí Habí a oració oración, lectura de la Palabra y cantos. El Señ Señor no terminó terminó allí allí su su obra. Despué Despu és de un añ año se organizó organiz ó un retiro para 47 prostitutas de la ciudad. Es el retiro donde he visto actuar con m ás poder la misericordia de Dios. Hubo arrepentimiento, conversi ón y confesiones. 27 dejaron su antigua vida, y segú según informes recientes, 21 han perseverado en el camino del Se ñor. Algunas hasta se han vuelto catequistas; otras animan grupos de oraci ón testificando poderosamente c ómo el amor misericordioso de Dios las ha transformado De las 21 casas de prostituci ón que habí habí a en la calle Mariano Pé P érez no quedaron más que cuatro. Personas del mismo grupo de oraci ón visitaron todas estas casas y el Señ Señor las transformó transform ó. Aquí Aquí conviene conviene mencionar otro caso de una de estas mujeres, de las cuales Jes ús dice que aventajará aventajar án a los escribas y fariseos en el Reino de los Cielos: Diana fue tocada por el amor de Dios y ella se entreg ó al Señ Señor Sin embargo, su restablecimiento fue lento y doloroso. Incluso tuvo una reca í da da en su antigua vida a causa de problemas econó econ ómicos. Cuando se hallaba lejos, el Se ñor le habló habló y le dijo: - Diana, quien me sigue, camina en la luz y no le falta nada. Ella se arrepintió arrepinti ó y volvió volvió al Señ Señor. Hasta que se hizo catequista y hoy d í a testifica con gran poder en los retiros la misericordia del Se ñor, formando parte de un equipo de evangelizació evangelizaci ón y ya quisieran muchos sacerdotes el poder que ella tiene para proclamar la vida nueva en Cristo Jesú Jes ús. Segú Según estadí estadí sticas sticas en Nagua habí hab í a unas 500 casas de prostituci ón. Má Más de un 80% cerró cerró sus puertas. No todas se convirtieron pero s í todas todas fueron alcanzadas por el mensaje de Jesú Jesús vivo. Incluso varias de estas casas que estaban al servicio del pecado y el
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egoí egoí smo, smo, se convirtieron en casas para grupos de oraci ón. Fue tan notorio el cambio que llegaron a decir: "Nagua era la ciudad de la prostituci ón, pero ahora es la ciudad de la oració oración" Hoy dí dí a no hay calle en Nagua sin grupo de oraci ón. Estos son grupos evangelizadores que anuncian y llevan a las personas a un encuentro personal con Jes ús vivo. El caso de Nagua nos da una idea ahora de lo que son los carismas en la evangelizació evangelizaci ón. No son adornos accidentales, sino veh í culos culos de evangelizació evangelizaci ón. Hay muchos que niegan los carismas, diciendo que no tienen importancia. Simplemente les recuerdo que Nagua fue sacudida por el Evangelio y cambi ó su fama de "la ciudad de la prostitució prostituci ón" gracias a un retiro de prostitutas. Este retiro se llev ó a cabo por una mujer que, como Marí Mar í a Magdalena, siguió sigui ó a Jesú Jesús y luego lo testificó testific ó. ¿Por qué qué? Porque fue sanada de cá c áncer. ísica Una humilde curació curaci ón f í s ica desencadenó desencaden ó una transformació transformaci ón social. Así Así se se instaura el Reino de Dios, a travé trav és de acontecimientos tan pequeñ peque ños y sencillos que, como granos de mostaza, al germinar dan fruto abundante. ¿Quié ¿Quiénes somos los hombres para desechar los caminos de Dios? B.- PIMENTEL Yo estaba muy feliz en Nagua trabajando con los grupos de oraci ón, mas el Espí Esp í ritu ritu Santo me tení ten í a preparada una gran sorpresa. En verdad que los caminos de Dios son diferentes a los nuestros (Is 55, 8), pero incomparablemente mejores de lo que podemos pedir o pensar (Ef 3, 20). El Padre provincial me pidi ó suplir temporalmente a un p árroco que se iba de vacaciones. Sinceramente me costaba mucho trabajo dejar Nagua. Siempre queremos asegurarnos con lo que tenemos y éste es el gran enemigo para abrirse a las sorpresas del Espí Espí ritu. ritu. La vida en el Espí Esp í ritu ritu es una vida de despojo, de no hacer nuestras las cosas de Dios, ni siquiera lo que llamamos "nuestro ministerio". Estamos llamados a ser eternos peregrinos que viven en tiendas provisionales, dispuestos siempre para el viaje, sin boleto de regreso. Só Sólo cuando nada poseemos es cuando somos capaces de tenerlo todo. El 10 de junio de 1974 llegué llegu é a mi nuevo destino: Pimentel, que es un pueblo simpá simpático, situado en el centro del pa í s y enmarcado por una f értil llanura, generosa en arroz, papa, cacao y naranja, gracias a las aguas de R í o Cuaba. El pueblo es apenas cruzado por una calle sin pavimentar donde transitan burros y uno que otro autom óvil o tractor. La Bandera Nacional que ondea en la municipalidad es saludada por la esbelta palmera, la acacia y el samá sam án del parque pú p úblico que está est á enfrente. Del otro lado se levanta la parroquia de San Juan Bautista, cuyo nombre me hizo pensar que mi misi ón, como la de todo evangelizador, es de ser un precursor que anuncia la venida del Salvador. El Espí Espí ritu ritu Santo me habí hab í a traí traí do do aquí aquí para para ser testigo de la luz de Cristo resucitado. Al llegar me entrevist é con el pá párroco que ya tení ten í a sus maletas hechas. S ólo le pedí pedí que me diera permiso de organizar un grupito de Renovaci ón, porque sin oració oraci ón no podí podí a trabajar. A él no le gustaba, tení ten í a miedo. No me lo negó neg ó porque yo lo iba a suplir para que se fuera de vacaciones, pero me dijo: - Está Está bien, haz el grupo, pero sin carismas.
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- Bueno -le contesté contest é-, los carismas no los doy yo. Eso viene del Esp í ritu ritu Santo. Si él quiere dar carismas a tu gente ¿qu é puedo hacer yo? - Haz lo que quieras -me contest ó y se despidió despidió. El verano de ese añ a ño fue muy caluroso, como presagio del fuego del Esp í ritu ritu que nos invadirí invadirí a. a. El que no crea que tenemos un Jes ús vivo que hoy hace maravillas, no le conviene leer lo siguiente, pues le parecer í a increí increí ble. ble. a.- Primera reunión Durante las misas del primer domingo invit é a la gente para una conferencia sobre la Renovació Renovación Carismá Carismática, prometié prometiéndoles contar el testimonio de mi curaci ón. Asistieron unas 200 personas. Pero esa gente ten í a tanta fe que en la noche llevaron un tullido en una camilla. Se le hab í a roto la columna vertebral y no hab í a vuelto a caminar desde hací hací a cinco añ años y medio. Cuando los vi llegar con él en la camilla pensé pens é que eran demasiado atrevidos, pero me recordaron a aquellos cuatro que llevaron a su amigo paral í tico tico a Jesú Jesús (Mc 2, 1-12). Oramos por él y le pedimos al Señ Se ñor que por el poder de sus santas llagas sanara a este tullido. El hombre comenzó comenz ó a sudar abundantemente y a temblar. Entonces record é que cuando el Señ Se ñor me sanó san ó, yo tambié también sentí sentí mucho mucho calor. Así As í que que le ordené ordené: - El Señ Señor te está está sanando. ¡Levá ¡Levántate en el nombre de Jesú Jes ús! Le di la mano y él me miró mir ó muy sorprendido. Con mucho esfuerzo se levant ó y comenzó comenzó a andar lentamente. - ¡Sigue caminando en el nombre de Jes ús! -le grité grit é- ¡El Señ Señor te está está sanando! El daba un paso y otro paso. Llegó Lleg ó hasta el Sagrario y, llorando, daba gracias a Dios. Todo el mundo alababa al Se ñor mientras el curado salí sal í a llevando su camilla debajo del brazo. Ese dí d í a otras diez personas tambi én fueron curadas por el amor de Jesucristo. ¡Qué ¡Qué sed tiene la gente de oració oraci ón! Se acercan a nosotros para pedirnos que les enseñ enseñemos a orar. Como Jesú Jes ús, debemos enseñ ense ñarles orando con ellos. No podemos desaprovechar esa maravillosa oportunidad. Si nosotros habl áramos menos del Señ Se ñor y hablá habláramos má más con El, ¡qué ¡qu é pronto se transformar í a nuestro mundo! Es cierto que al Señ Señor le agrada que hablemos de El, pero m ás le gusta que hablemos con El. b.- Segunda reunión El siguiente mié mi ércoles llegaron má m ás de 3,000 personas. Entonces realizamos la reunió reuni ón en la calle porque no cabí cab í amos amos en la iglesia. Como no se podí podí a hacer asamblea de oració oraci ón con tanta gente, prediqu é media hora antes de celebrar la Eucaristí Eucarist í a por los enfermos. Habí Habí a allí allí una una mujer llamada Mercedes Dom í nguez. nguez. Tení Tení a 10 añ años completamente ciega y durante la oració oraci ón por los enfermos sinti ó un intenso frí fr í o en los ojos. Regresó Regres ó a su casa muy emocionada, diciendo a todo mundo que pod í a ver un poco. ¡Al dí d í a siguiente amaneció amaneci ó completamente sana! El Señ Señor le abrió abrió los ojos y ella abrió abri ó la boca para testificar por todas partes su maravillosa curació curaci ón. Esta sanació sanaci ón impresionó impresionó mucho a todo el pueblo. c.- Tercera reunión Imagí Imagí nense nense lo que sucedió sucedi ó la tercera semana. Nos fuimos al parque, al aire libre, para celebrar la gloria del Se ñor. Era como cuando Jesú Jes ús llegaba a Cafarnaú Cafarna úm o Betsaida.
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El mismo Jesú Jes ús, vivo, llegaba a nuestro pueblo. El parque parec í a la Piscina de Bezatá Bezat á: llena de enfermos, ciegos, cojos y paralí paral í ticos, ticos, esperando su curació curaci ón. Cf. Jn 5, 1-3. "Bezatá "Bezatá" significa "Casa de la Misericordia". Pimentel, el m ás pequeñ pequeño de los pueblos, se habí hab í a convertido en el lugar escogido por Dios para mostrar su misericordia. El ministerio de curació curaci ón es el ministerio de la misericordia de Dios. Esa noche habí hab í a má más de 7000 personas. Hicimos lo mismo: predicar el amor de Jesú Jesús; que él está está vivo en su Iglesia y sigue actuando con signos y prodigios. Celebramos la misa y de nuevo el Se ñor comenzó comenzó a sanar enfermos. Era algo casi exagerado. Suced í a como en las bodas de Can á, que el Señ Señor se le pasó pas ó la mano con el vino: le sobró sobr ó tanto que se podí podí a organizar otra boda. Cuando le pedimos algo, él nos da todo porque él no tiene lí lí mite mite en su poder ni en su amor. El no sana s ólo a dos ni a tres; son cantidades enormes. La policí policí a estaba muy molesta porque ten í a que trabajar horas extras tratando de controlar el excesivo trá tr áfico en un pueblo tan pequeñ peque ño. Entonces los oficiales fueron ante el jefe de policí polic í a a pedirle que prohibiera esas reuniones. El jefe abri ó las manos y les respondió respondi ó con una sonrisa: -Yo tambié también hubiera querido suspenderlas, pero mi esposa se cur ó en una reunió reunión de éstas... Ella tení tení a doce añ años enferma y fue tocada por el amor de Dios. Despu és de algunos dí as as ambos recibieron el sacramento del matrimonio. ¡Qu é maravilloso es el Señ Se ñor! El Señ Señor habí habí a previsto todo; en vez de suspender la reuni ón tuvimos 18 policí polic í as as extras para dirigir el tr trááfico durante el siguiente mié mi ércoles. d.- Cuarta reunión Era el 9 de julio, aniversario de mi regreso a la Rep ública Dominicana. Desde las 9 de la mañ mañana llegaban autobuses y camionetas con gente de todo el pa í s. s. Hasta los taxistas nos hací hac í an an propaganda, pues les convení conven í a tambié también a ellos. Esa tarde habí hab í a unas 20,000 personas en oració oraci ón. Por tanta gente, nos tuvimos que subir al techo, donde colocamos el altar y las bocinas. ¿Saben ustedes có c ómo se "vengó "vengó" Dios de la policí polic í a que querí querí a acabar con las reuniones? Esa noche cur ó a un policí polic í a que sufrí sufrí a un derrame cerebral que lo ten í a semiparalizado. A partir de esto ten í amos amos a todos los policí polic í as as completamente de nuestra parte. En verdad que la forma de terminar Dios con los problemas es mejor que la nuestra. Una señ señora, conocida por todo el pueblo, que ten í a 16 añ años sorda, se curó cur ó completamente. Sintió Sinti ó primero un zumbido y luego se dio cuenta que o í a perfectamente la predicació predicación. Al dí dí a siguiente fue al mercado y un empleado le dijo a otro compa ñero: - Allí Allí viene viene la sorda, vamos a hacerle una broma moviendo nuestra boca, pero sin pronunciar ninguna palabra. Pero ella alcanzó alcanz ó a oí oí r lo que decí decí an an y les contestó contest ó muy contenta: - No, señ señores, ya no estoy sorda porque Cristo me san ó anoche. Aparte de estar curada daba testimonio del poder de Dios con buen humor. Un hombre que no podí pod í a caminar sino que gateaba, tambi én se curó curó en esa ocasió ocasión. Hubo derroche de milagros y prodigios. Vimos de todo. Era vivir a todo color, en vivo y directo, lo que cuenta el Evangelio; era Jes ús resucitado caminando entre nosotros y
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salvando a su pueblo. Esa noche hubo m ás de cien curaciones, segú seg ún los testimonios recibidos. e.- Quinta reunión Para la quinta reunió reuni ón nuestro equipo de sonido result ó insuficiente. La policí polic í a calculó calculó en base a los metros cuadrados aquella multitud ¡eran 42,000 personas! Vino gente desde Puerto Rico, Haití Hait í y y de todas las parroquias del paí pa í s. s. Las calles estaban llenas, los tejados abarrotados y la peque ña carretera congestionada con autobuses, automó automóviles y camionetas. La gente aumentó aument ó tanto, por la simple razó raz ón de que el Señ Señor Jesú Jesús no ha cambiado todaví todaví a su manera de trabajo. Mientras nosotros buscamos m étodos pastorales má m ás eficaces y acordes con nuestro tiempo, el Se ñor continú continúa con el suyo: él recorrí recorrí a la Galilea sanando a los enfermos; entonces las multitudes le segu í an, an, y él les predicaba la Palabra de salvació salvaci ón (Lc 6,17-23). Hoy sigue haciendo lo mismo: sana a los enfermos, la gente se re úne por miles y nosotros proclamamos el Reino de Dios. Es sencillamente el Evangelio que se repite. Comencé Comencé a asustarme un poco, pues esa pobre gente quer í a tocarme y que orara por cada uno de ellos. Esa noche me arrancaron todos los botones de mi saco y por poco me aplastan. Otro problema era que las personas que hab í an an viajado todo el dí d í a no encontraban alimento en el pueblo y regresaban hambrientos, pero llenos del amor de Dios. Entonces oramos y le pedimos al Se ñor su luz para saber qu quéé debí debí amos amos hacer con tanta gente. El nos habí hab í a metido en aquellos problemas, él tení tení a que sacarnos. Durante la oració oración nos dio un mensaje en lenguas a trav és de Evaristo Guzmá Guzm án. Para que no me quedara duda, a mí m í mismo mismo me dio la interpretació interpretaci ón: "Evangelicen a mi pueblo, yo quiero un pueblo de alabanza". No debemos temer las grandes multitudes. El Se ñor nos las manda para que les proclamemos su Palabra de salvaci ón. Los que temen a los prodigios del Se ñor le está están teniendo miedo al Señ Se ñor de los prodigios. Algunos se admiran de que el Señ Se ñor responda tan pronto a las oraciones. Yo les digo que lo asombroso serí ser í a que él, siendo tan bueno, no respondiera: Antes que me llamen, yo responder responder é ; aú n estar á n hablando, hablando, y yo les escuchar escuchar é . Is 65,25. Pidan y se les dar á , busquen y hallar á n, llamen y se les les abrir á . Porque todo todo el que pide, pide, recibe, recibe, y el que busca, busca, halla, y al que llama, llama, se le abrir á . ¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo le pide pan, le de una piedra, o, si pide pescado, pescado, en vez de de pescado le da una culebra, culebra, o, si pide pide un huevo, huevo, le da un escorpi ó n? Si pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cu á nto m á s el Padre del cielo dar á al Espí ritu Santo a los que se lo pidan!: Lc pidan!: Lc 11,9-13. - ¿Qué ¿Qué pensaba Mons. Antonio Flores, Obispo de la Vega, de todo esto? El estaba abierto, pero inquieto ante tanta publicidad de la prensa, la radio y la televisi ón. Fui a visitarlo y lo encontré encontr é en la capilla. Oramos juntos y estuvimos de acuerdo en dividir la í amos inmensa asamblea en peque ños grupos como lo hab habí amos hecho antes en Nagua. Yo
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regresé regres é feliz porque el Espí Esp í ritu ritu Santo, el Obispo y yo est ábamos en completo acuerdo para dividir aquel grupo. Inmediatamente hicimos un comunicado que se difundi ó por radio y televisió televisi ón, suspendiendo la gran asamblea y recomendando a la gente que se reuniera en su propia parroquia para orar. El Señ Señor tení tení a un plan con los acontecimientos de Pimentel: despertar a su pueblo, sacudir a su Iglesia y mostrar con signos y prodigios que él está está vivo y da su vida en abundancia a los que creen en su nombre. Comenzaba entonces otro tipo de trabajo; m ás a fondo y má m ás delicado: formar a los responsables de los pequeñ peque ños grupos de oració oraci ón. Tuvimos un retiro el fin de semana con los má más comprometidos. Les explicamos lo que es la reuni ón de oració oración, la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática, el Bautismo en el Esp í ritu ritu Santo y los carismas... y los encomendamos a la gracia de Dios. (Hech 20,32) Tres d í as as despué después ellos estaban coordinando má m ás de 45 grupos en distintos lugares de la parroquia. Hab í a grupos abajo de los árboles, en la iglesia, en las casas y por todos lados. Toda la ciudad se hab í a convertido en Casa de oració oración. Para que la gente tuviera fija la vista en Jes ús y no en hombre alguno, esa noche yo me iba lejos de la parroquia. El Se ñor, sin embargo, se quedaba y segu í a curando a los enfermos. En una visita que hicimos en 1984 en vistas a la publicaci ón de este libro, nos regalaron un cuaderno donde está est án anotados 224 testimonios de curaciones realizadas en el grupo que se reuní reun í a en la casa de Guara Rosario en la calle Col ón. Simplemente en la reunió reunión del 13 de noviembre de 1975 dan 22 testimonios de curaciones. Poco despu és dejaron de consignarlos por escrito porque "ya eran demasiados". Les preguntamos tambié tambi én si el Señ Señor seguí seguí a manifestá manifest ándose ahora tanto como entonces, a lo cual nos respondieron con maravillosa sencillez: - No, No, no tan tanto, to, per pero o es que que ahor ahoraa ya no no hay hay tant tantos os enfer enfermo mos. s. f.- Domingo de Ramos El Señ Señor entró entró triunfalmente no só s ólo en el pequeñ peque ño pueblo de Pimentel, sino en el paí paí s entero y má más allá allá de sus fronteras. Todo fue tan maravilloso que me parec í a un sueñ sueño. Nunca habí hab í a encontrado mi vocació vocaci ón misionera tan fascinante y hermosa. El Señ Señor entró entró en los medios de comunicació comunicaci ón curando a la madre de un locutor de televisió televisi ón. Este locutor se encargó encarg ó de testificar el milagro delante de las c ámaras. Tambié También el Señ Señor llegó llegó hasta la Cá C ámara de Diputados curando del cuello a una diputada en la Asamblea Nacional. Más tarde me di cuenta de que los editores de la revista francesa "Il est vivant" le escribieron al Obispo pregunt ándole sobre la autenticidad de lo acaecido en Pimentel: El Señ Señor Obispo respondió respondi ó a su carta el 15 de octubre de 1975 diciendo textualmente: "El testimonio del Padre Emiliano Tardif M.S.C. es aut éntico". Esta carta fue publicada en dicha revista en el nú n úmero 6-7. Esos dí dí as as era como estar en la cumbre del Tabor contemplando la gloria del Se ñor. Era compartir con Jes ús aquello que le dijo su Padre: Tú T ú eres mi hijo muy amado en quien yo tengo mis complacencias.
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El 16 de julio el Señ Se ñor nos previno en profecí profec í a, a, anunciá anunciándonos que serí ser í amos amos atacados, y ridiculizados, pero que no deber í amos amos temer, pues él ya habí habí a vencido al mundo. Pasaron tres meses y el pá p árroco que estaba de vacaciones regres ó. Se sorprendió sorprendi ó con todo lo que encontró encontr ó y lo que la gente contaba. Todo era tan extraordinario que no podí podí a creerlo. El Señ Señor habí habí a visitado su pueblo suscitando una fuerza salvadora en su parroquia, haciendo misericordia con los suyos, encendiendo una luz en medio de las tinieblas para que, libres de temor, pudié pudi éramos servirle en santidad y justicia todos los d í as as de nuestra vida. El Señ Señor habí habí a sanado a hombres y mujeres, un polic í a y una niñ niña, gentes que vení vení an an de lejos y enfermos incurables. El hab í a evangelizado a su pueblo anunci ándole la Buena Nueva del Reino, sirvi éndose incluso de los medios de comunicaci ón como la prensa y la televisió televisi ón. Era el Domingo de Ramos en el que el Señ Se ñor entraba triunfal a su pueblo. Al dejar la parroquia para regresar de nuevo a Nagua, la calle estaba vac í a. a. El viento soplaba suavemente meciendo las palmeras y acariciando la Bandera Nacional que habí habí an an sido testigos de las maravillas del Se ñor. Sentí Sentí nostalgia nostalgia de aquellas multitudes. En eso pasó pasó trotando alegremente un borriquito que se me qued ó mirando con sus grandes ojos. Rebuznó Rebuzn ó, me mostró mostró una amplia sonrisa con su abundante dentadura, como querié queriéndome decir: tú t ú eres simplemente el burro que trajo a Jes ús a este pueblo y ahora debes regresar otra vez a Betfag é. La gloria, las palmas y los reconocimientos son para el que tú tú cargabas; no para ti. Tú T ú, como Juan Bautista, debes disminuir para que Cristo crezca. Emiliano debe morir para que Cristo viva en él. Tu gloria es que Cristo sea glorificado; tu privilegio, anunciar el Evangelio. El burro movió movi ó la cola dicié diciéndome "adió "adiós" y se alejó alejó. Yo regresé regres é a Nagua brincando de alegrí alegr í a. a. g.- La Semana Santa Todo habí habí a sido como un crepú crep úsculo con mil colores. El Se ñor se habí habí a mostrado esplé espléndido; mucho má m ás de lo que nosotros nos hubié hubi éramos podido imaginar. Todav í a no despertá despertábamos del vino embriagador de su amor cuando unas negras nubes surcaron los cielos. De pronto todo se oscureci ó y se ocultó ocult ó el sol. Aunque yo sabí sab í a que el Señ Señor estaba conmigo, los vientos de tempestad comenzaron a soplar furibundos. El secretario de Salud me acus ó por la televisió televisión de abusar de la ignorancia del pueblo, hacié haciéndolo creer que sanaba. Dijo que yo era un charlat án y que engañ engañaba al pueblo; que por qué qu é no me iba a hacer lo mismo a un pa í s desarrollado, como Canadá Canad á. Otros me atacaron diciendo que, como extranjero, yo no conoc í a al pueblo y que todas esas curaciones y milagros llevar í an an al pueblo a la brujerí brujer í a y al espiritismo. Yo les contesté contest é que en verdad yo no conoc í a tanto al pueblo pero sí s í conocí conocí a bien a Jesú Jes ús y él jamá jamás nos lleva al espiritismo o a la brujer í a. a. Al contrario. Cuando él actú actúa hace las cosas bien y no debemos tener miedo. Por radio, prensa y televisió televisi ón hubo muchos ataques. En pocos d í as as yo era un brujo y un mentiroso. Porque creí cre í a y proclamaba que Jesú Jes ús estaba vivo, salvaba y curaba a su pueblo, decí decí an an que estaba loco, que era un fan ático y otras cosas má m ás. En menos de 24
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horas la prensa que antes me admiraba ahora luchaba en contra m í a. a. Entonces comprendí comprend í qué qué frá frágil es la fama que el mundo ofrece y qu é locura es buscar la opinió opini ón de los demá demás. En unas cuantas horas se viene abajo la espuma de la gloria. Pero mi confianza estaba en Jesú Jesús, que es el mismo, ayer, hoy y siempre. Como yo no hab í a dependido de ellos cuando hablaban bien de mí m í , tampoco me afectó afect ó cuando opinaban mal. Yo estaba con una paz profunda en mi corazó coraz ón. Unos que se decí dec í an an psicó psicólogos vinieron a decirme que era natural y que no hab í a nada de milagroso en que sucedieran tales curaciones; que todo era debido al contagio de masas y a histeria colectiva. Simplemente les contest é que entonces me parecí parec í a una gran injusticia que, sabiendo tanto de esto, ellos no organizaran reuniones cada tarde para curar a todos los enfermos del pa í s. s. Otros nos acusaban de emocionalistas. Yo les respond í a que el emocionalismo es buscar la emoció emoci ón por la emoció emoción, y nosotros buscá busc ábamos al Señ Se ñor, lo cual era siempre emocionante. Encontrar el Tesoro Escondido es emocionante y vibrante. El signo de que alguien encontró encontr ó el Tesoro es la alegrí alegr í a que le da. Otros atacaban la inmadurez de la gente diciendo: - Toda esa multitud só s ólo viene por curiosidad y por los milagros de curaci ón. Yo les contestaba: - ¿Qué ¿Qué importa la razó raz ón por la que ellos vienen? Lo importante es que est én aquí aquí para que los evangelicemos. Seguramente Zaqueo no se subi ó al sicó sicómoro para rezar el santo rosario sino por pura curiosidad, pues "quer í a ver a Jesú Jesús". Tanto me preguntaron si no me estaba volviendo loco que un d í a les contesté contest é: - Yo tambié también estoy preguntá pregunt ándomelo, pues ahora ya no sé s é hablar sino de mi Señ Se ñor Jesucristo. Los pá párrocos vecinos se pusieron celosos. Un grupo del clero pidi ó que mi Provincial me sacara del pa í s porque con esas tonterí tonter í as as yo iba a destruir la estructura de la Pastoral. Yo les contesté contest é que Jesú Jesús no habí habí a sido enviado a salvar las estructuras pastorales sino a salvar a su pueblo y que eso era lo único que él estaba haciendo en medio de nosotros. Me acusaban que yo estaba vaciando las parroquias, pero yo no invitaba a nadie. Yo solamente proclamaba el Evangelio. Un sacerdote le decí dec í a al P. Emiliano que estaba exagerando y que era necesario ir más despacio. Su argumento era as í : - Si tú tú me hablaras de dos o tres curaciones tal vez yo podr í a comenzar a creer. Pero ustedes los carismá carism áticos está están locos, hablan de tantos milagros... - Es que tú t ú no conoces realmente a Jesú Jes ús -le dije. - Sí Sí -me -me contestó contest ó- pero en el santuario de Lourdes tienen un Centro M édico donde estudian las curaciones y dicen que hay muy pocas curaciones milagrosas. En cambio, ustedes... - Pero -yo le contesté contest é- el criterio de nuestra fe no es el Centro M édico de Lourdes, sino el Evangelio y éste habla de tantos milagros...San Marcos, que es el m ás antiguo de los cuatro evangelios, nos relata 18 milagros y curaciones de Jes ús en 16 capí cap í tulos. tulos. Si quitá quitáramos los signos de poder del Evangelio de Marcos nos quedar í a una o dos pá p áginas. Hay muchos que por haber eliminado este aspecto tienen un Evangelio mutilado, pobre,
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reducido a doctrina y teor í as. as. El Evangelio es vida para vivirse, experimentarse y testificarse. La primera vez que el libro de los Hechos de los Ap óstoles se refiere al cristianismo lo define como "vida" (Hech 5, 20). Me atacaron tanto de todos los frentes, hasta de los que se supon í a estaban del lado de Jesú Jesús, que tuve que sacar un artí art í culo culo en la revista "Amigo del Hogar" en agosto de 1975. Se titulaba: "LA CULPA ES DE CRISTO". Entre otras cosas, dec í a lo siguiente: "Ante los riesgos reales de caer en el fanatismo por lo milagroso, incurrimos en el extremo contrario, a veces má m ás grave que el primero: olvidar que Dios es el maestro de lo imposible. La curació curación es realmente la respuesta a una oraci ón de fe, como lo vemos tantas veces en el Evangelio. Esta oraci ón puede ser del enfermo o de los que lo acompa ñan, de la comunidad o de una persona. Jesú Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. El es el Se ñor de la historia y actú act úa como bien le place sin preguntarnos ni pedirnos nuestro parecer o permiso para realizar sus prodigios ¿Quié ¿Qui énes somos entonces para oponernos o tratar de limitar la obra de nuestro Dios? Estamos convencidos de que El no se opone a la medicina. Lo que sucede muchas veces es que existen miles de personas que no tienen dinero para pagar al mé m édico, la clí clí nica nica ni los medicamentos. ¿Qué ¿Qu é de extrañ extraño tiene que nuestro Dios se ocupe de los pobres y que El personalmente los atienda? ¿Por qu é cerrar la puerta a los que han creí cre í do do en la Palabra de Jesú Jes ús que dijo: Vengan a mi todos los que est án cansados y agobiados que yo los aliviar é? ¿No será será que está estábamos muy có cómodos en un cristianismo hecho a nuestra medida? Viene el Se ñor con estos signos a demostrarnos que está está vivo y a interpelarnos, ya que si est á vivo, tambié tambi én está están vigentes todas sus exigencias. El problema de Pimentel es que "Jes ús está está vivo y no muerto". Al poco tiempo me di cuenta de un doble error que hab í a cometido en ese artí art í culo: culo: Cometí Cometí la la torpeza de demostrar las sanaciones, d ándoles nombres y direcciones de las personas que habí hab í an an sido curadas, pensando que era la evidencia de los hechos y no la gracia de la fe la que trasformar í a sus corazones. Les di la se ñal del cielo que pedí ped í an an y no se convirtieron porque las señ se ñales son só sólo señ señales; la fe es lo que nos hace reconocer lo que ellas significan: que Dios ama a los hombres, que Cristo est á vivo y que la Iglesia tiene el poder del Espí Esp í ritu ritu Santo para resucitar a los muertos. El Señ Señor me hizo recapacitar y darme cuenta que no deb í a defenderme de los ataques como él tampoco se defendió defendi ó de quienes lo acusaban. Si yo me defend í a con mis medios y argumentos no le permit í a que él fuera mi defensor con sus medios y argumentos. Por otro lado, defenderme incluí inclu í a renunciar a la purificació purificaci ón que el Señ Señor querí querí a hacer en mi vida. A travé trav és de tanto ataque e incomprensi ón, el Señ Señor querí querí a moldearnos a la imagen de su Hijo, pasando por la noche del Calvario para llegar a la gloria de la resurrecció resurrecci ón. El tiempo me ha convencido de que son m ás peligrosas las adulaciones que las crí crí ticas; ticas; porque estas últimas pueden ser el fuego que queme las impurezas de nuestro corazó corazón; mientras que sobre las adulaciones pende una de las palabras m ás duras de
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Jesú Jesús: Ay de ustedes cuando todos hablen bien de sus personas, porque de ese modo trataron a los falsos profetas. Lc 6,26. Inconscientemente nos podemos olvidar que somos simples vasos de barro, pero el Señ Señor se encarga de recordá record árnoslo mediante la cruz de la incomprensi ón. El Señ Señor en su misericordia nos purifica y nos humilla para no robarle la gloria que s ólo a El pertenece. La cruz es el desierto donde se manifiesta el Dios vivo. Pero hay que quitarse las sandalias para acercarse a la zarza ardiente. La cr í tica tica es como el atrio del Templo que nos prepara para entrar limpios al santuario del Dios vivo; libres de todo apego y los apegos má más peligrosos son lo que llamamos nuestros m éritos o nuestra actividad apostó apostólica. Los ataques fueron tan violentos y continuos que a veces yo pensaba que ya no resistí resist í a. a. Por todas partes me acorralaban. Yo mismo me sent í a solo en un camino nuevo. Entonces pedí ped í a a una hermana muy llena de Dios que rezara por m í . Ella lo hizo y me dio una profecí profecí a que me reconfortó reconfort ó. El Señ Señor me dijo a travé través de ella: "Despué "Después de haber saboreado la alegrí alegr í a del Domingo de Ramos ¿no te parece normal probar algo de Semana Santa?" Esta palabra me sanó san ó interiormente. Desde entonces veo los problemas de manera distinta y en completa paz. Cuando las cosas van bien, digo: "estamos en Domingo de Ramos". Si hay dificultades, simplemente afirmo: "estamos en la Semana Santa". De todos modos, la Pascua no está est á lejos. Gloria a Dios. El Señ Señor antes de llevarme al Calvario, me hizo probar la gloria del Tabor. Pero no me dejó dejó hacer allá allá mi tienda, sino que me bajó baj ó y me participó participó de su cruz. El Señ Señor, antes del dolor, nos da su amor y cuando nos ama nos regala su cruz. La cruz es el regalo de Dios para quienes ama. La cruz antes de experimentar el amor de Dios no se entiende ni se puede aceptar. En el plan de Dios antes del Calvario debe estar el Tabor. Despu és de la gloria la cruz que salva y que nos lleva a la Resurrecci ón. Nuestra vida se desarrolla como los misterios del Rosario: hay gozosos, dolorosos y gloriosos, pero todos y cada uno terminan con "gloria al Padre, al Hijo y al Esp í ritu ritu Santo". La obra de sanació sanaci ón no es humana es producto del inmenso amor que nos tiene Jesú Jesús. Cada dí dí a vivimos un misterio. Toda la vida no puede ser ni gozosa ni dolorosa, sino entremezclá entremezcl ándose, para la gloria de Dios. La cruz y la resurrecci ón son como las pinturas de Rembrandt donde luces y sombras se combinan para expresar la belleza. Nuestro pueblo estaba dormido en un letargo de pasividad. Vino el Se ñor y sacudió sacudió todo. La gente iba a consultar a los sacerdotes para preguntarles por estas cosas. Entonces ellos tení tení an an que leer e informarse para dar respuestas adecuadas. ón. Esto era muy Hasta la Comisió Comisi ón Episcopal se reunió reuni ó para dar una declaraci declaració importante para mí m í . Yo estaba cierto que la obra era de Dios, pero necesitaba el discernimiento de los Obispos. Para m í ellos ellos eran la voz de Dios. Publicaron una declaració declaraci ón titulada: "El Papa aprueba y estimula las reuniones de oraci ón carismá carismática". Luego, como subtí subt í tulo, tulo, decí decí a: a: Monseñ Monseñor Pepé Pepén (Secretario Nacional del Episcopado) aprueba la obra del padre Tardif.
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Cuando yo lo leí leí me me dio gusto, pero tambié tambi én me dio risa, y dije: "la obra no es mí a..." a..." Como san José José, yo estaba seguro que esa vida que hab í a germinado en el seno de la Iglesia no era mí m í a. a. Sin saber có c ómo ni por qué qu é, recibí recibí una una invitació invitaci ón de Mons. Carlos Talavera para predicar un retiro sacerdotal en Guadalajara, M éxico. De allí allí han han venido surgiendo otras invitaciones para proclamar las maravillas del Se ñor en otros paí pa í ses ses de Amé América Latina. Comienzo a vislumbrar que se avecina una era gloriosa para la Iglesia. Creo que ha llegado el tiempo de predicar en los terrados, es decir, fuera de los recintos sagrados, porque la gente ya no cabe en nuestros templos. El Se ñor nos lleva hasta los confines de la tierra para dar testimonio de que él esta vivo. Despué Después de un viaje a Panamá Panam á volví volví a a mis tareas parroquiales. Al d í a siguiente me preparé preparé para visitar una comunidad perdida en la monta ña. El viaje lo tení ten í a que hacer en burro. Mientras caminaba lentamente mi asno, iba pensando: ¡Qu é maravillosos son los caminos de Dios! En avió avi ón o en borrico siempre somos sus mensajeros. Diez mil o sesenta personas, todos son hijos suyos; y estos peque ñitos de la montañ monta ña son los verdaderos pobres de Yahvé Yahv éh. El Señ Señor es tan maravilloso que si volamos en avi ón, luego nos monta en burro para cuidar nuestra humildad. En mi burro he aprendido una gran lecci ón: estamos llamados a ser como el pollino que llevó llevó a Jesú Jesús a Jerusalé Jerusalén el Domingo de Ramos. Nuestra vocaci ón es ser portadores de Cristo Jesú Jes ús. Somos vasos de barro que llevamos un precioso Tesoro en nuestro corazó corazón. En todos los lugares a donde llevamos a Jes ús, sucede lo mismo: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la Buena Nueva a los pobres. Lc 7,22. Antes nos afaná afan ábamos en darle alimento a un pueblo que no ten í a hambre de Dios. Lo peor era que nosotros mismos no hab í amos amos saboreado el Pan de vida eterna. Ahora no nos damos abasto. La mies es mucha, demasiada, pero el Se ñor es aú aún má más grande y poderoso. El Señ Señor prendió prendió la mecha y ahora es un fuego que nadie puede extinguir. Es tambié también un rí rí o de Agua Viva que est á inundando la Iglesia, purificá purific ándola, renová renovándola y santificá santific ándola. Numerosas parejas que viví viv í an an en concubinato tomaron conciencia de que no pod í an an seguir viviendo así as í . Descubriendo la importancia del sacramento se han preparado seriamente para recibirlo y vivirlo. En un a ño celebramos 306 matrimonios, cifra inusitada en otros tiempos. El mayor milagro de todos los que he podid1o presenciar en estos a ños es que el Señ Señor ha provisto de obreros en su viñ vi ña. Ya son muchos los catequistas. Ahora tenemos tantos que nuestra responsabilidad es formarlos y capacitarlos para que transmitan la Buena Nueva. En Pentecosté Pentecostés de 1976 éramos 120 catequistas pidiendo una nueva efusi ón del Espí Espí ritu ritu sobre todos nosotros. El Espí Esp í ritu ritu ya no era só s ólo un don para gozarlo en lo profundo del corazó coraz ón sino especialmente una fuerza para anunciar al mundo que Cristo vive y da vida a los que creen en su nombre.
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He comenzado a recibir cartas de Francia, Sudam érica y Filipinas. Otros me escriben desde paí pa í ses ses que desconozco dó d ónde quedan en el mapa; a veces recibo correspondencia en idiomas y signos que no entiendo. Como no comprendo lo que dicen, simplemente pongo en manos del Se ñor estas cartas y le pido que como El s í las las entiende, las conteste por favor. No recuerdo haber tenido nunca tan buena salud como ahora. Como de todo, duermo bien, trabajo mucho y me siento perfectamente. El Se ñor me ha devuelto la salud completa y yo se la entrego al servicio de la evangelizaci ón de su pueblo. Sin embargo, creo que el don má m ás grande que El me ha dado es el de la alegr í a. a. Soy feliz tiempo completo. Nunca habí hab í a vivido mi sacerdocio tan plenamente como ahora.
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3 ¡JESUS ESTÁ VIVO!
Durante el mes de junio de 1981, despu és de una jornada de evangelizaci ón por Argelia y Marruecos, Dios me concedi ó la gracia de visitar Tierra Santa. Al dí dí a siguiente de mi llegada me levant é muy temprano, antes de que saliera el sol, y me interné interné por esas viejas y torcidas calles de la siempre nueva ciudad de Jerusal én; recorriendo el mismo camino de Mar í a Magdalena el Domingo de Resurrecci ón. Al llegar al santo Sepulcro me encontr é con un amigo mexicano que habí hab í a ido a casarse a Caná Can á con una linda puertorrique ña. Al entrar en el monumento, él nos hizo notar una inscripció inscripci ón escrita en griego que dec í a: a: ¿POR QUE BUSCAN ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTA VIVO? ¡NO ESTA AQUI! ¡RESUCITO! Todaví Todaví a no salgo del asombro de esa madrugada que es como el eco del Domingo de Pascua. El que murió muri ó en la cruz, abandonó abandon ó el sepulcro y está est á vivo. De la oscuridad de esa tumba ha brotado una luz que ilumina a todos los hombres iniciando una nueva creació creación. Si Jesú Jesús no está está en la tumba vací vac í a de Jerusalé Jerusal én se encuentra en todas partes del mundo. El único lugar de esta tierra donde Jes ús no se encuentra es en aquella tumba labrada en la piedra que un dí d í a le prestara su amigo José Jos é de Arimatea. Jesú Jesús envió envió a sus apó apóstoles no a enseñ ense ñar teorí teorí as as ni ideas abstractas sino a testificar lo que habí habí an an visto y oí oí do. do. Pero, desgraciadamente, parece que estamos m ás preocupados de enseñ enseñar doctrina que en comunicar vida. Para crecer en la vida de Dios antes se debe haber nacido por el poder del Esp í ritu ritu Santo. Un evangelizador es ante todo un testigo que tiene experiencia personal de la muerte y resurrecció resurrecci ón de Cristo Jesú Jes ús, y que presenta, má m ás que una doctrina, a una persona viva que comunica vida y vida en abundancia. Despu és, só sólo despué después y siempre despué después, se debe enseñ ense ñar la catequesis y la moral. A veces estamos muy preocupados en que la gente cumpla los mandamientos de Dios antes de que conozcan al Dios de los mandamientos. No debemos olvidar que los mandamientos fueron dados despu és de la teofaní teofan í a del Sinaí Sinaí . Nadie puede ser auté aut éntico transmisor del Evangelio si él mismo no ha experimentado la nueva vida traí tra í da da por Cristo Jesú Jes ús. Cuando comunicamos lo que el Señ Señor ha hecho a partir de su resurrecci ón entonces todo cambia. La predicació predicaci ón va acompañ acompañada de las señ se ñales y prodigios que Jesú Jes ús prometió prometió. En Já Jánico, el pá párroco invitó invitó al P. Emiliano a dar un retiro, advirti éndoles que allí allí la la gente era muy dura y no le gustaba ir a la iglesia. Cuando lleg ó la primera noche no habí hab í a mucha gente. Pero habí hab í a allí allí , postrado en el suelo, un hombre que parec í a un muñ muñeco de trapo que no podí pod í a mantenerse en pie. Ademá Adem ás, estaba tullido tambié tambi én de las dos manos y no podí podí a comer ni caminar por sí s í mismo. mismo. En verdad daba lá l ástima ver aquel hombre. En su interior el P. Emiliano pensaba: ¿para qu é traen a este hombre aquí aqu í ...? ...? Como lo distraí distraí a mucho con su aspecto tan lastimoso dijo: - Vamos a orar por este hombre para que luego se lo lleven.
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Al iniciarse la oració oraci ón, él comenzó comenzó a sudar y a temblar. Al verlo me acordé acord é que tambié también yo habí hab í a sentido un profundo calor cuando el Se ñor me curó curó. Entonces le ordené ordené: - ¡Levá ¡Levántate! ¡El Señ Se ñor te está está sanando! Luego lo tomé tomé de la mano y le ordené orden é: ¡camina!, hasta que llegó lleg ó al sagrario. Allí All í dio su testimonio, de pie, diciendo que ten í a 10 añ años sin poder dar un paso. Yo simplemente estaba asustado y pens é en mi corazó coraz ón: qué qué bueno que no sabí sab í a que tení tení a tanto tiempo inmó inm óvil; si no, no me atrevo a decirle que se levante... Esa tarde salimos todos juntos de la iglesia, cruzamos la calle y nos sentamos en el atrio. Al sentarse añ a ñadió adió: - Pero es que el Se ñor tambié también me sanó sanó la mano. La puedo mover. Ese tullido nos llenó llen ó el local para el dí d í a siguiente. La gente ya no cab í a y estaban atrá atrás de las persianas y de la puerta de la iglesia El dí dí a que comprendamos el poder que tiene el testimonio, cambiar á nuestra predicació predicaci ón. Antes yo preparaba mucho mis homil í as. as. Estudiaba autores clá cl ásicos y leí leí a teó teólogos modernos Eran tan buenas y profundas mis lecturas que no quer í a que se perdiera nada de lo que les iba a decir. Entonces apuntaba todo en un papel y lo le í a a la hora de predicar para aprovechar la riqueza de lo que quer í a transmitir. Sin embargo tambié tambi én en eso el Señ Señor me ha transformado. Un domingo, delante de los apuntes bien hechos de mi homil í a, a, el Señ Señor me dijo: - Si tú tú que tienes tantos estudios y has le í do do tanto no eres capaz de grabá grab ártelo en la memoria só s ólo para repetirlo, ¿có ¿c ómo quieres que esta gente sencilla que no tiene la misma preparació preparaci ón que tú tú, lo grabe en su corazó coraz ón para vivirlo? Desde entonces cambié cambi é mi predicació predicación. Ahora ya no hago otra cosa sino testificar el poder de Dios y lo que El est á haciendo, y cuento las historias del amor de Dios. He aprendido otra cosa má m ás importante: lo esencial no es hablar bien de Jes ús sino dejarlo actuar con todo el poder de su Esp í ritu. ritu. ¿Para qué qu é queremos hablar maravillosamente de Jesú Jes ús si podemos dejarlo actuar a trav és de nosotros? El Evangelio no es palabras. El Reino de Dios es poder y fuerza que vienen de lo Alto y se manifiesta entre nosotros. En una ocasió ocasi ón prediqué prediqué muy largo; má m ás de una hora. Al final se acercó acerc ó un sacerdote un poco enfadado y dijo se ñalando su reloj: - No me gustó gust ó la conferencia del padre Tardif, pues en 67 minutos que habl ó de milagros y milagros no hizo alusi ón a ninguno de los del Evangelio... Otra persona que lo oyó oy ó respondió respondió: - ¿Para qué qué hablar de los milagros de hace dos mil a ños si puede hablar de los que Jesú Jesús hizo en la semana pasada? Lo que me pasa es que son tantas e innumerables las maravillas del Se ñor, que ni todo el resto de mi vida me alcanzar í a para contar lo que Dios ha hecho en estos veinte años. Por eso, cuando só s ólo tengo una hora, debo contar lo m ás reciente. He predicado ya en los cinco continentes diciendo siempre lo mismo, porque no tengo otra cosa que comunicar...
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Por otro lado, ¿qué ¿qu é es lo que he visto en todas partes? El amor misericordioso de Dios. Yo soy testigo de que Dios ama a todos los hombres de todos los pueblos y lenguas. El poder del Espí Esp í ritu ritu Santo me ha convertido en un testigo de que Cristo vive. A veces no queda tiempo ni para comer. Despu és de muchas horas de viaje y cansados entramos directamente a trabajar. Pero el Se ñor manifiesta su fuerza a trav és de nuestra debilidad. En el retiro de Lourdes, Francia, hab í a sacerdotes de diferentes paí pa í ses ses europeos. Era muy cansado despué despu és de las conferencias sentarse a confesar para luego seguir con otra conferencia o la liturgia. Despué Después de una charla se acercaron algunos sacerdotes para confesarse. El primero fue un sacerdote holandé holand és que no hablaba bien el francé franc és. Al terminar de confesarse me pidió pidió: - Padre ¿puede orar por mi sanaci ón? Estoy "mudo del oí o í do do izquierdo". Fue tan original que por poco suelto la risa a causa de su "o í do do mudo". Simplemente dije: - Señ Señor, si tú tú curas a éste, va a ser la sanació sanaci ón má más grande del mundo. ...ya só sólo esperaba que él saliera para poder re í rme rme a gusto. Pero inmediatamente entró entró otro que me encontró encontr ó risueñ risueño. A mí mí no no se me olvidaba lo del "mudo del oí o í do do izquierdo" y me sonreí sonre í a todo el tiempo que duré dur é confesando. Despué Después, los sacerdotes comentaban: - Qué Qué feliz es el padre Emiliano. A pesar de tanto trabajo est á siempre contento. Otros afirmaban: - Qué Qué gusto da confesarse con un sacerdote que te recibe con una sonrisa... El Señ Señor se sirvió sirvió del "mudo del oí oí do do izquierdo" para mostrar que El es un Dios de alegrí alegrí a que nos recibe contento cuando nos acercamos a El. No cabe duda que nuestro Dios tiene buen humor. Un dí dí a que prediqué prediqu é delante de una multitud muy grande en un estadio, una persona me preguntó pregunt ó: - Padre, ¿no siente miedo o timidez de hablar delante de tanta gente? Con una sonrisa le contest é: - Cuando se tiene la seguridad de transmitir una Buena Noticia se puede subir uno a los terrados, testificar en las cá c árceles y predicar en los estadios. Yo simplemente doy testimonio de lo que he visto; si no, le aseguro que hasta me dar í a pena estar hablando con usted. Pero cuando uno no tiene la experiencia de que Cristo vive entonces tiene que hablar de mil cosas, menos de Jes ús. Hoy dí dí a no necesitamos un nuevo Evangelio sino una nueva evangelizaci ón; es decir, proclamar con poder y eficacia que Cristo vive; no repitiendo teor í as as que oí oí mos mos y leí leí mos mos sino con el testimonio de la propia experiencia. Hoy d í a debemos evangelizar con ón con los signos y prodigios que el poder del Espí Esp í ritu, ritu, acompañ acompañando nuestra predicaci predicació deben ser normales en la presentaci ón del Evangelio. En el Congreso de Montreal de junio de 1977 hab í a má más de 65,000 personas que llenaban el Estadio Olí Ol í mpico mpico en la misa de clausura. Estaba el Cardenal Roy, seis obispos
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y 920 sacerdotes. Por otro lado estaba el Alcalde de la ciudad y junto al altar hab í a má más de 100 enfermos en sillas de ruedas. Hicimos la oració oraci ón por los enfermos. Todo el estadio alababa a Dios cuando de pronto una mujer, Rose Aimé Aim ée, que tenia 11 añ a ños sufriendo esclerosis, se levant ó de su silla de ruedas y comenzó comenz ó a caminar a la vista de todos. De otro lado se puso de pie un hombre y otro má más allá allá y uno má más. ¡Doce tullidos se levantaron de su silla de ruedas y comenzaron a caminar! La gente aplaudí aplaud í a y llenos de emoció emoci ón lloraban. El mismo Alcalde de la ciudad sollozaba como un niñ ni ño porque cuando Dios se manifiesta no hay hombre grande; todos son pequeñ pequeños. El lloraba de felicidad y de emoci ón. Otro dí dí a el perió periódico principal de la ciudad dec í a: a: "ESTUPEFACCION EN EL ESTADIO OLIMPICO: los cojos andan y los paral í ticos ticos caminan". Le Journal de Montreal titulaba: "los postrados en sus camas se levantan y andan". Lo sorprendente no es que se hayan sanado los enfermos. Lo extra ño serí serí a que no se hubieran curado; lo raro ser í a que Jesú Jesús no cumpliera su promesa. Recuerdo que al dí d í a siguiente me entrevistaron por televisi ón y me preguntaban: - ¿Usted no cree que todas esas curaciones se deben al contagio de masas, la emoció emoción y los aplausos de la gente? Yo les contesté contest é: - Bueno, entonces usted me tendr í a que explicar a mi porqué porqu é en ningú ningún partido de béisbol o de f útbol se ha levantado ningú ning ún paralí paralí tico tico ni los cancerosos se sanan cuando gana su equipo favorito... ¡La única respuesta es que Jes ús resucitó resucitó y está está vivo hoy en medio de nosotros! No busquemos otras explicaciones porque siempre nos perderemos... Un dí dí a estaba comiendo cuando alguien me pregunt ó indiscretamente: - Padre, ¿usted está est á seguro que tiene el don de curaci ón? Yo no podí pod í a contestar inmediatamente, así as í que que todos se me quedaron mirando, esperando mi respuesta. Entonces dije: - Bueno... estoy seguro que tengo la misi ón de evangelizar... los signos y curaciones acompañ acompa ñan siempre la predicació predicaci ón del Evangelio. Yo simplemente predico y oro mientras que Jesú Jes ús sana a los enfermos. Así As í hemos hemos hecho el equipo de trabajo y nos acoplamos bien... Los planes del Señ Se ñor a veces me causan risa pues me parece que tiene buen humor cuando pone a un simple cura de pueblo a predicar ante grandes te ólogos y en diferentes paí paí ses. ses. Yo no les enseñ ense ño nada. Só Sólo les doy testimonio de la misericordia del coraz ón de Jesú Jesús. En 1981 prediqué prediqu é un retiro para 320 sacerdotes en Lisieux, Francia, junto con el padre Albert de Montleon. Allí All í habí habí a muchos sacerdotes muy inteligentes, otros muy crí crí ticos ticos y no faltaban los escé esc épticos Despué Después de una maravillosa exposició exposici ón del padre de Montleon me tocaba hablar a mí m í . Me sentí sentí a muy pequeñ peque ño delante de aquellos hombres tan sabios, con tantos tí t í tulos tulos acadé académicos. Me sentí sent í a pobre delante de los cardenales Suenens y Renard, allí all í presentes. presentes. Entonces oré or é al Señ Señor y le dije:
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- Señ Señor, ¿qué ¿qué hace aquí aqu í un un cura de un pueblito insignificante de una isla tan pequeñ pequeña que estos hombres tan sabios no saben ni d ónde queda? No me dejes solo aquí aqu í , por favor, Señ Señor. .. Afortunadamente aquella primera noche el Se ñor curó curó a un sacerdote que sufrí sufr í a de flebitis y con eso se acabaron las discusiones. Recuerdo como él se levantaba el pantaló pantal ón y enseñ enseñaba sus dos piernas completamente sanas. Este testimonio sirvi ó má más para manifestar la gloria de Dios que mis pobres conferencias. El Cardenal Renard, sorprendido por las curaciones y maravillas del Se ñor, se puso en pie y dijo: ícil "Es dif í c il para nosotros aceptar la misteriosa acci ón del Espí Espí ritu ritu Santo porque somos tan racionales y a menudo tan racionalistas. Todos nosotros somos, quien m ás quien menos, pequeñ peque ños hijos de Descartes, e incluso hay un peque ño Voltaire en cada uno de nosotros. ...por eso se nos hace tan dif í dif í cil cil asimilar la acció acci ón del Espí Esp í ritu ritu que sopla como quiere, sin limitarse a los moldes racionales de nuestra l ógica. Le ponemos unos rieles para que camine por ellos y él vuela al margen de los mismos. Le ofrecemos unos conductos por donde él inspire, pero él sopla de lado. El Espí Esp í ritu ritu Santo no sigue nuestros programas pastorales. Obviamente necesitamos una metodolog í a pastoral. Pero la base de toda pedagog í a de fe consiste precisamente en aceptar que nosotros no somos quienes dirigimos su acció acción, sino él la nuestra. Toda metodolog í a debe ser lo suficientemente permeable para que el Espí Espí ritu ritu pueda usarla y hasta transformarla. Los dones del Espí Esp í ritu ritu Santo son diferentes y actuales. Tal vez a causa de nuestro racionalismo, o por falta de fe, pensamos que esos dones son asunto del pasado. El mundo actual está est á buscando a los hombres del Esp í ritu, ritu, a los profetas cristianos inspirados por el Espí Esp í ritu, ritu, pero si no los encuentra se encaminar á entonces tras los iluminados, lo cual es demasiado peligroso. La Iglesia es un Pentecost és permanente y no una racionalizació racionalizaci ón permanente". Estas últimas palabras del Cardenal me hacen recordar una an écdota: Un dí dí a estaba Jesú Jes ús con sus discí disc í pulos pulos y les pregunto: - ¿Y ustedes quié qui én dicen que soy yo? Simó Simón Pedro se levantó levant ó y contestó contestó: - Tú Tú eres la teofaní teofan í a escatoló escatológica que sustenta ontoló ontol ógicamente la intencionalidad de nuestras relaciones subconscientes e interpersonales. Jesú Jesús abrió abrió los ojos llenos de sorpresa y pregunt ó: - ¿Qué ¿Qué, queeeé queeeé...? Y Pedro no pudo repetir porque se le hab í a olvidado. No era algo que ten í a en el corazó corazón sino só sólo en la mente. El mundo está está cansado de escuchar teorí teor í as as y florilegios literarios. Tiene hambre de las palabras vivas y eficientes que realizan aquello que contienen. "La Iglesia de hoy necesita má más de testigos que de maestros" dec í a el Papa Pablo VI. Testigos que han experimentado la nueva vida traí tra í da da por Cristo Jesú Jes ús.
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Cuenta el evangelio de san Lucas que el domingo por la tarde regresaban de Jerusalé Jerusal én a Emaú Emaús dos discí disc í pulos pulos de Jesú Jes ús. Iban tristes y abatidos porque con la muerte del Maestro habí habí an an quedado sepultadas todas sus esperanzas de restauraci ón. El mismo Jesú Jes ús se les unió unió en el camino y, uno de ellos, llamado Cleof á Cleof ás, comenzó comenzó a dar una cá c átedra de Cristologí Cristolog í a al mismo Jesú Jes ús a quien no era capaz de reconocer. Recordó Recordó vivamente cada uno de sus hechos milagrosos y palabras. Narr ó su cruenta muerte en la cruz de la que habí hab í a sido testigo todo el pueblo, pero cuando lleg ó al tema de la resurrecció resurrecci ón, ya no pudo dar su propia experiencia y se limit ó a repetir lo que unas mujeres decí decí an an que unos ángeles habí habí an an dicho. Así Así hay hay predicadores en la Iglesia que s ólo repiten lo que los teó te ólogos han escrito o sus maestros les enseñ ense ñaron en las aulas pero ellos no tienen experiencia personal de la resurrecció resurrecci ón de Cristo Jesú Jes ús. Mientras no se haya tenido ese encuentro personal con Jes ús resucitado se estará estar án repitiendo teorí teor í as as y enseñ enseñanzas que unos dijeron que otros hab í an an dicho. Estamos llamados a ser testigos de lo que predicamos. Mas, para ser aut éntico testigo se necesita tener experiencia personal de lo que se proclama; haberlo vivido en carne propia. Un dí dí a llevaron al P. Emiliano a conocer el majestuoso conjunto hidroel éctrico de Italpú Italpú en el Paraguay. Fue impresionante. Los hombres y hasta los camiones parec í an an insignificantes hormigas delante de aquellas gigantescas cortinas de concreto de la presa. Se produce tanta energí energ í a elé eléctrica allí allí que que alcanza para todo el paí pa í s y parte del Brasil y Argentina. Al anochecer que regresaron le llam ó mucho la atenció atenci ón darse cuenta que algunas casitas de los trabajadores de la planta carec í an an de corriente elé el éctrica y eran apenas iluminadas por unas tenues velas de cera. ¡A unos cuantos metros de las turbinas y generadores má m ás grandes del mundo no habí hab í a luz elé eléctrica, sino velas! ...es que les hací hací a falta la conexió conexi ón que les trajera la energí energ í a a sus casas. Eso mismo nos sucede a veces a nosotros. Nuestra vida, en vez de ser iluminada con energí energí a elé eléctrica, la alumbramos con velas porque no estamos conectados con Jes ús que es la Luz del mundo. Incluso, hay quienes trabajan en las oficinas de la Iglesia pero les hace falta la Luz en sus corazones. Nos pasa como a esos turistas que frente a un hermoso paisaje sacan su c ámara fotográ fotográfica Polaroid, toman su foto y luego, en vez de admirar el paisaje en vivo y ser cautivados por él, se quedan viendo la fotograf í fotograf í a de papel. Hay muchos cristianos que se han quedado con la fotograf í fotograf í a está estática de Jesú Jes ús y no le conocen "cara a cara" porque nunca han tenido un encuentro personal con él. Só Sólo repiten lo que han oí o í do do o leí leí do, do, pero no tienen la experiencia de su Vida Nueva. La vida eterna consiste precisamente en "conocer", es decir, experimentar a Dios y a su enviado Jesucristo. Un verdadero evangelizador es el que presenta su testimonio personal, su experiencia propia de salvació salvaci ón y puede dar fe de que Jesú Jes ús está está vivo porque ha tenido un encuentro personal con él, como los apó apóstoles que afirman: No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y o í do. do. Hech 4, 20.
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Un verdadero evangelizador no es el que habla de Jes ús, sino el que es capaz de presentar a Jesú Jes ús vivo delante de los evangelizados para que ellos digan, como los samaritanos: - Ahora ya no creemos por tus palabras sino porque nosotros mismos hemos visto y experimentado que Jesú Jes ús es el Salvador del mundo. Más, nadie podrá podr á transmitir la vida de Cristo resucitado si antes él mismo no ha experimentado que Jesú Jes ús está está vivo el dí dí a de hoy.
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4 PALABRA DE CONOCIMIENTO
Mucho se ha discutido en estos últimos tiempos sobre la palabra de ciencia y que algunos, con una traducció traducci ón má más exacta, llaman "palabra de conocimiento". El P. Emiliano nos explica este concepto. Es un don carismá carism ático muy hermoso a travé trav és del cual Dios revela y comunica lo que ha pasado o está est á sucediendo en la historia de la salvaci ón de las personas. Gracias a esta revelació revelaci ón se puede llegar hasta la ra í z de una sanació sanaci ón. Un dí dí a llegó llegó una señ señora muy afligida con su hija que a causa de una extra ña enfermedad habí hab í a dejado los estudios. Me contaron que la jovencita sufr í a unos ataques muy raros. Frecuentemente se desmayaba y se contorsionaba como si tuviera epilepsia. Habí Habí an an visitado varios mé m édicos sin resultado alguno. Fueron con psic ólogos y no hubo mejorí mejorí a. a. Incluso cometieron la torpeza de ir con brujos. Entonces llegaron a la f á f ácil conclusió conclusi ón de que necesitaba un exorcismo. La mamá mamá hablaba, pero la joven guardaba silencio. Ni siquiera contestaba a mis preguntas. No teniendo datos ni sabiendo qu é pedir para ella oré or é en lenguas. En eso me vino a la mente una palabra que me martillaba continuamente: aborto. Abr í los los ojos y le pregunté pregunté si ella habí hab í a tenido algo que ver con un aborto. Ella se sorprendi ó y me preguntó preguntó: ¿Quié ¿Quién se lo dijo? Con lá lágrimas en los ojos me contó cont ó que habí hab í a tenido relaciones con su novio, quedando embarazada. Siendo de una familia muy reconocida tuvo mucho miedo y decidió decidió abortar. Pero entonces, teniendo que cargar con el doble peso de su pecado, al sólo pensar en ello, se desmayaba. Se arrepintió arrepintió, se confesó confesó y oramos por su curació curaci ón interior. El Señ Señor la perdonó perdonó y la sanó sanó, no volvió volvió má más a sufrir esos desmayos. El Se ñor nos dio el "conocimiento" de la ra í z del problema. No estaba pose í da da ni se trataba de una enfermedad cualquiera. Tambié También por el don del conocimiento, Dios revela las curaciones que El est á realizando en medio de la comunidad. Entonces se comunica a toda la asamblea lo que el Señ Señor está está haciendo. En 1975 fui nombrado delegado de Rep ública Dominicana para la II Conferencia Internacional de Lí L í deres deres de la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática en Roma. Cuando lo comuniqu é a mis superiores ellos me respondieron: - Deja tu lugar a otro, pues es mejor que el pa í s sea representado por un sacerdote nativo. Me costó costó mucho trabajo aceptar, pues pensaba que desaprovechaba una oportunidad maravillosa para conocer y aprender m ás sobre esta Renovaci ón; aunque por la fe yo descubrí descubr í en en la decisió decisión de mis superiores la voluntad de Dios. El dí dí a que supuestamente debí deb í a salir a Roma en avió avi ón, fui en caballo a visitar una comunidad perdida en la monta ña. Celebré Celebré la misa y oré or é por los enfermos. Mientras oraba en lenguas me vino a la mente una palabra con mucha fuerza: epilepsia. Continu é la oració oración, luego guardé guard é silencio y por fin me tomé tom é el riesgo de la fe, preguntando: - ¿Hay aquí aqu í alguna alguna persona enferma de epilepsia? El Se ñor la está está curando ahora.
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Hubo algunos momentos de tenso silencio que me parecieron eternos, hasta que la directora de la escuela levanto su mano y dijo: - Padre es mi hija. Mire có c ómo está está. Junto a ella estaba una joven de unos quince a ños, sudando y temblando. Estaba enferma desde su nacimiento. Pero el Se ñor la sanó sanó completamente y no ha vuelto a sufrir esos ataques. Esta fue la primera vez que el Señ Se ñor me dio palabra de conocimiento. El d í a que ñor me regaló obedecí obedecí a a mis superiores el Se Señ regal ó un don que me ha servido en mi ministerio más que todas las conferencias que yo hubiera escuchado en Roma. La palabra de conocimiento es un carisma del Esp í ritu ritu que sorprende mucho a los que viven esta experiencia. Es la comunicaci ón de una seguridad interior, una certeza que no se adquiere por reflexi ón ni deducció deducci ón. Es como una idea que invade nuestra mente con intensidad. Esta nos acapara como una palabra sin sonido, una palabra que viene del interior de nuestro ser y permanece presente en nuestro esp í ritu ritu durante mucho tiempo. Y resulta que, con este pensamiento en nuestra mente, estamos seguros de algo que sabemos no viene de nosotros pero s í a a travé través de nosotros. Lo cierto es que existe. Creo que Nat án tuvo palabra de conocimiento cuando develó develó el corazó corazón de David. (2Sam 12,1-15) Pedro tuvo igualmente palabra de conocimiento en el caso de Anan í as as y Safira. (Hech 5,1-11) La palabra de conocimiento va en la misma l í nea nea que la profecí profec í a. a. Un dí dí a estaba predicando un retiro en Saman á, Repú República Dominicana. A la mitad de la charla me vino una palabra de conocimiento que me daba vueltas insistentemente. Para concentrarme en la conferencia me detuve y dije: - Aquí Aquí hay hay un hombre que ha venido al retiro desafiando a su mujer. Ella lo invit ó garantizá garantiz ándole que si vení ven í a, a, cambiarí cambiar í a de vida. Pero él le respondió respondió: iré iré al retiro, pero no cambiaré cambiar é. Este hombre está est á aquí aquí y y el Señ Señor te dice que El respeta tu libertad, pero acué acuérdate de lo que dice san Agustí Agust í n: n: temo al Dios que pasa y no vuelve. En la parte posterior de la capilla, un hombre alto y fuerte cay ó de rodillas al suelo y comenzó comenzó a llorar. Despué Despu és de la misa se acercó acerc ó al sacerdote y le confirmó confirm ó todos los detalles de la palabra de conocimiento. Se confes ó, entregó entregó su vida a Dios y añ a ñadió adió: padre, si usted me necesita para cualquier cosa estoy disponible. Llega una idea clara a la mente. En la medida que la comunicamos van apareciendo los detalles adicionales. Comparar í a esta experiencia como leer un mensaje escrito en unas servilletas de una caja de kleenex: en la primera servilleta est án unas palabras que debo leer; luego retiro esa servilleta y leo lo que dice la segunda. No se puede leer ni entender lo escrito en la tercera si no se han le í do do y retirado las otras dos. De igual manera, se comienza a comunicar el primer mensaje e inmediatamente se va completando éste en la medida que lo vamos transmitiendo. ¿Có ¿Cómo reconocer la autenticidad de una palabra de conocimiento? Solamente por los resultados. Los testimonios son el term ómetro que determina si la palabra ven í a del Señ Señor o no. Ciertos ministerios no producirá producir án frutos si no van acompañ acompa ñados del testimonio. Así As í , por ejemplo, si se anuncian curaciones con palabra de conocimiento pero no se certifican
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con testimonios, resultarí resultar í a algo muy dudoso y hasta darí dar í a origen a crí cr í ticas ticas en vez de alabanzas al Señ Se ñor. En el mes de noviembre de 1982 prediqu é una serie de retiros en la Polinesia Francesa. Se preparó prepar ó una misa por los enfermos en los terrenos del Arzobispado de Tahití Tahití . Esa noche habí hab í a má más de 5,000 personas en la explanada, cobijadas por un cielo lleno de estrellas que me hac í a recordar la promesa de Dios a Abraham. Despué Después de la comunió comuni ón dirigí dirigí la la oració oración por los enfermos. Toda aquella multitud oraba en lenguas. Era un momento lleno de fervor y de fe. Mientras cantá cantábamos en el Espí Esp í ritu ritu comenzaron a venirnos palabras de conocimiento. Durante la oraci ón en lenguas se facilitan mucho estos mensajes ya que el canal de nuestra mente est á vací vací o y má más disponible para recibir la palabra del Se ñor. Entre las palabras de conocimiento hab í a una que me sorprendi ó por su precisió precisi ón. La transmití transmití tal tal como me llegó lleg ó: - Aquí Aquí hay hay una persona que viene a misa por primera vez, y desde muy lejos. Sufre de la columna vertebral a la altura de la cuarta v értebra. Su dolor le ha sido causado por la caí caí da da de un coco de agua. En este momento te invade un calor muy grande en la espalda. El Señ Señor te está está sanando. Pronto tú t ú dará darás testimonio de la sanació sanaci ón completa. Al dí dí a siguiente tení ten í amos amos otra celebració celebraci ón eucarí eucarí stica. stica. La multitud ya habí hab í a crecido más. Vivimos una experiencia inolvidable del poder y de la misericordia de Dios. Antes de terminar aprovechamos para pedir testimonios de personas sanadas el d í a anterior. Escuchamos cosas preciosas. Entre los muchos, hab í a el de una señ señora que dijo: - Yo soy protestante de nacimiento. Nunca hab í a asistido a una misa cató cat ólica hasta el dí dí a de ayer. He sufrido mucho de mi columna vertebral y sabiendo que el Se ñor habí habí a sanado a muchos enfermos el d í a de anteayer, me dejé dej é convencer por una amiga y vine anoche para pedir a Dios mi sanaci ón, a pesar de que vivo muy lejos de aqu í . Cuando el sacerdote anunciaba que una persona enferma de la columna vertebral se estaba sanando, yo sentí sent í a un calor muy intenso que invad í a mi espalda. Luego agregó agreg ó que el dolor se localizaba a la altura de la cuarta v értebra. ¡Era exactamente mi caso! Pero lo que má más me sorprendió sorprendi ó fue cuando afirmó afirm ó que el mal se debí deb í a al golpe de un coco en la espalda. Hace un añ año y medio yo estaba vendiendo cocos a los turistas. Mientras los tiraba de la palma con un palo, uno de ellos me golpe ó la espalda, lastimá lastim ándome la cuarta vértebra. Como yo estaba embarazada en aquel momento no pude ser operada. El m édico prefirió prefiri ó esperar que naciera la criatura antes de operarme. Pero despu és de nacer el bebé beb é ya era demasiado tarde. El mé m édico me dijo que no sabí sab í a bien có cómo hacer esa operació operaci ón, pues la vé vértebra se habí habí a como soldado. Yo tení ten í a mucho malestar, en particular de noche, para poder encontrar una postura c ómoda para dormir en mi cama. Anoche, cuando sentí sent í ese ese calor y ese temblor lloré llor é mucho. Sentí Sent í a una gran presencia del Señ Se ñor en mí mí . Llegando a mi casa me di cuenta que estaba perfectamente sana. No tengo ningú ning ún dolor en la columna vertebral y le quiero dar gracias al Se ñor públicamente. Cuando esta señ se ñora dio su testimonio, todos alababan al Se ñor y la fe en la presencia de Jesú Jes ús resucitado creció creci ó má más en la comunidad cristiana.
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Yo tambié también le di gracias al Señ Se ñor porque los detalles eran todos exactos, lo cual me ayuda a creer má m ás yo mismo en la palabra de conocimiento como palabra que nos viene ísica del Espí Espí ritu, ritu, y no de alguna sensació sensaci ón f í s ica o por conocimiento psicoló psicol ógico, pues los detalles son demasiado exactos para ser fruto de la imaginaci ón. En este caso pude verificar en el cassette grabado có c ómo todos los detalles coincid í an. an. Lo mismo le habí hab í a pasado a la Samaritana en el pozo de Jacob cuando Jes ús le reveló reveló a travé través de una palabra de conocimiento: Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es marido tuyo, en eso has dicho la verdad... La Samaritana, despué despu és de su coloquio con Cristo, sali ó corriendo a la ciudad y dijo a la gente: Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No ser á el Mesí Mesí as?". as?". Jn 4, 17ss. Así Así como como a travé trav és de una palabra de conocimiento se convirti ó el pueblo de Samarí Samarí a, a, así así tambié también a travé través de estas palabras de conocimiento se edifican las comunidades, crece la fe y se alaba a Dios. Un dí dí a el cardenal Suenens le pidi ó al P. Emiliano hacer un artí art í culo culo para explicar cómo le llega a la mente la palabra de conocimiento. Le contest ó: - Eminencia, yo no sé s é bien có cómo explicar este carisma. Serí Ser í a tan dif í c il como si ícil usted me pidiera hacerle un art í culo culo sobre có c ómo nos llega una distracci ón a la mente. En el verano de 1982 me pidieron hacer nueve programas de televisi ón sobre la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática en la emisora de CHOT, en Ottawa. Todos esos programas de media hora cada uno se grabaron en video tape para ser transmitidos al final del oto ño siguiente. Durante la oració oraci ón por los enfermos en el último programa me vinieron ciertas palabras de conocimiento. Anunciando las curaciones que el Se ñor estaba realizando, dije: - En este momento hay un hombre que est á solo en un hospital. Está Est á enfermo de la espalda, pero el Señ Se ñor lo está está sanando. El está est á sintiendo un calor que invade su espalda. Puede levantarse y caminar. Al regresar a casa caí ca í en en cuenta que el programa no estaba pasando directamente al aire sino que serí ser í a transmitido varios meses despu és. Yo estaba un poco perplejo y hasta pensé pensé: "tal vez este hombre todaví todav í a ni siquiera entra al hospital y yo ya lo di de alta en el nombre del Señ Se ñor Jesú Jesús". Só Sólo me reí reí del del buen humor de nuestro Dios... A fines de enero recibí recib í una una carta de B.G. quien habí hab í a tenido un delicado problema moral. La carta decí dec í a así así : "A causa de una enfermedad dej é de trabajar, teniendo dos v értebras de la espalda desplazadas. El tiempo, los ejercicios y la terapia no sirvieron para nada. En diciembre me sometí somet í a a una intervenció intervenci ón quirú quirúrgica que duró dur ó cuatro horas para volver a tener movimiento en mi pierna derecha. El dí dí a de mi operació operaci ón, 9 de diciembre, se rasgó rasg ó mi corazó corazón por una prueba terrible sobre mí mí y y mi familia... ísica …el 18 de diciembre estaba en el hospital, d ébil, f í s ica y moralmente. Mi fe parec í a muerta. A las 6:25 p.m. prendí prend í la la televisió televisión. Terminaba el programa "Amor sin fronteras" donde usted decí dec í a: a:
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"En estos momentos hay un hombre solo en su cuarto de hospital. Sufre de la espalda y en este momento Jes ús lo comienza a curar. El siente a Jes ús en su cuerpo y más tarde él testificará testificar á su curació curación". Allí Allí se se acabó acabó el programa. No hubo tiempo ni para el canto final. Yo estaba hecho un mar de lá l ágrimas, profundamente impresionado, c ómo Jesú Jesús podí podí a unirse a un corazó coraz ón herido, frustrado y tan cerrado. Má M ás ¿no es por estos corazones que él murió murió? Hoy, un mes má más tarde, le cuento: mi curaci ón progresa maravillosamente. Por primera vez en mí m í conozco conozco "LA PAZ DEL PERDON SIN CONDICIONES". De la misma forma que en Tahit í , se verificaban todos los detalles. Lo único especial es que el Señ Se ñor me habí hab í a dado en junio el anuncio de una curaci ón que iba a efectuarse el 18 de diciembre siguiente y yo hab í a dicho "en estos momentos". A travé través de este testimonio he aprendido algo muy importante: el Se ñor no está está limitado por el tiempo. El pod í a dar una palabra que anunciaba lo que suceder í a despué después, diciendo "en este momento". De allí all í concluyo concluyo que Dios no tiene ni reloj ni calendario. ¡El es el eterno Presente!
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5 LA CURACIÓN
Existen tres tipos de enfermedades y cada una requiere de una oraci ón particular para su curació curaci ón: A. La enfermedad corporal originada por mú m últiples causas y que requiere de una ísica. simple oració oración de curació curaci ón f í s ica. B. La enfermedad del corazón ocasionada por una herida emocional y que precisa de una oració oración de curació curación interior. ritu debida al pecado y que Jesú C. La enfermedad del espí ritu Jes ús sana mediante la fe y la conversió conversi ón. Solamente queremos subrayar dos puntos esenciales en esta divisi ón. La unidad del ser humano: Aunque compuesto de cuerpo, alma y esp í ritu, ritu, (1Tes 5,23) el ser humano es uno e indivisible. Nosotros le hemos dividido s ólo por razones pedagó pedag ógicas. Interdependencia: El cuerpo, el alma y el espí esp í ritu ritu se interrelacionan a niveles que es imposible precisar. Lo cierto es que dependen unos de los otros siempre. A.- ENFERMEDAD DEL CUERPO Y CURACIÓN FÍSICA í sica En el primer momento no pensá pens ábamos ahondar en este tema de la curaci ón f í sica de una forma especial ya que todo el libro es un testimonio VIVO de la acci ón sanadora del Señ Señor. Ademá Además, ya se han escrito muchos y muy buenos libros y art í culos culos sobre este tema tan apasionante de la Renovaci ón Carismá Carismática. Nosotros solamente queremos testificar que el Evangelio es verdad en el siglo XX, haciendo ciertas consideraciones que nos parecen pertinentes. Toda la actividad salví salv í fica fica de Dios se ha manifestado de dos formas: por hechos y por palabras. San Lucas sintetiza de igual forma la vida de Jes ús cuando dice: En el primer libro, oh Teó Te ófilo, te escribí escribí todo todo lo que Jesú Jesús hizo y enseñó enseñó:: Hech 1,1 El Concilio Vaticano II nos muestra las dos caras de la misma moneda cuando afirma: "La revelació revelaci ón se muestra por obras y palabras intr í nsecamente nsecamente conexas entre s í . Así Así como como las obras manifiestan y confirman la doctrina, a su vez las palabras proclaman las obras y las explican": Dei Verbum No. 2. Al final concluye que Cristo Jes ús (Acontecimiento y Palabra de Dios) es la plenitud de la revelaci ón. ísica. Hay quienes afirman que lo importante es la sanaci ón espiritual y no la f í s ica. Otros piensan que las curaciones son accidentales; que el carisma de sanaci ón no es esencial y que por encima de todo debe estar la caridad. ón entre "esencial y accidental" no aparece en el Nuevo Yo creo que la distinci distinció Testamento. Má M ás que hacer separaciones debemos preguntarnos ¿Dios quiere sanar a sus hijos? Con respecto a que la caridad es el carisma por excelencia, estoy completamente de acuerdo, pero ¿quié ¿qui én puede negar que la curació curaci ón es un maravilloso vehí veh í culo culo por el cual se muestra la caridad para los que sufren? La caridad no es et érea o abstracta sino tan concreta como una persona curada. El don de sanaci ón es bá básicamente un don de caridad.
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En los evangelios aparece 40 veces el verbo "zerapeuo" que significa "curar". Sin embargo, en má m ás de una docena de ocasiones, el verbo "sodso" que generalmente se traduce como "salvar", se refiere a "curar". Es decir, salvar incluye la acci ón de curar. - Animo, hija, tu fe te ha salvado = sanado. Y qued ó sana = salva la mujer desde aquel momento. Mt 9, 22. - Y cuantos tocaron (el manto de Jes ús) se salvaron = sanaron. Mt 14,36. - No temas, ten fe y se salvará salvar á = curará curará (tu hija) Lc 8,50. - Vé Véase ademá además: Mc 3,4; 5,23; 28; 6,56; 10,52; Jn 11,12; Hech 14,9. La salvació salvación traí traí da da por Jesú Jesús abarca al hombre completo. Jes ús vino a salvar almas. Le interesa el hombre que es cuerpo y que es alma. a.- Jesús Serí Serí a superfluo y agotador ofrecer citas b í blicas blicas sobre el ministerio sanador de Jesú Jesús. Todo el Evangelio no es sino una interminable cadena de actos misericordiosos de Jesú Jesús que sana a todos los enfermos. Solamente queremos presentar algunos textos que tienen una especial significaci ón: en primer lugar, la carta de presentaci ón del ministerio de Jes Jesú ús: El Espí Espí ritu ritu del Señ Señor está está sobre mí mí , porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberaci ón a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un a ño de gracia del Señ Se ñor. Lc 4,18-19. Aquí Aquí encontramos encontramos que la misió misi ón de Jesú Jesús era sanar tanto f í s ica como interiormente ísica y liberar de toda atadura que esclaviza al hombre; especialmente del pecado. Cf. Mt 4,2324. Jesú Jesús dice en otra ocasió ocasi ón que el mé médico ha venido a buscar no a los sanos sino a los enfermos, no a los justos sino a los pecadores. Su misi ón no se discute, el problema es que nosotros nos reconozcamos necesitados de su salud. Por eso nos hace la siguiente recomendació recomendaci ón que es una palabra llena de misericordia y de confianza: Vengan a mí m í todos todos los que está est án cansados y agobiados que yo les aliviar é. Mt 11,28. Su nombre, Y'shú Y'shúa, significa "Dios salva". Salvació Salvaci ón integra, de todo el hombre y de todos los hombres. b.- La Iglesia Como el Padre me envi ó así así tambié también yo los envió envi ó. Jn 20, 21. continúan en el tiempo y el espacio la obra salv í fica fica de Jesú Jes ús. Los Doce Apóstoles continú Ellos son los responsables de hacer llegar hasta los confines de la tierra y por todos los siglos, los frutos de la obra redentora de Cristo Jes ús. Son enviados a predicar y sanar de manera inseparable. No son s ólo transmisores de una palabra sino portadores de la salvació salvación de Jesú Jesús. La Iglesia no es principalmente la que anuncia la Buena Noticia de que fuimos salvados, sino la portadora de esa salvaci ón (sacramento de salvació salvaci ón). Textos: Mt 10,5-8; Lc 9,16. Esta misió misión no se reduce a los Doce sino que se ampl í a a los setenta y dos discí pulos pulos
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Curen a los enfermos que encuentren y d í ganles: ganles: el Reino de Dios está est á cerca. Lc 10,9. Y al final del Evangelio de Marcos encontramos c ómo esta misió misi ón se extiende no sólo a los Doce Apó Apóstoles y a los setenta y dos disc í pulos, pulos, sino "a todos los que crean". Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creaci ón. Estas son las señ señales que acompañ acompa ñará arán a los que crean: en mi nombre expulsar án demonios, hablará hablar án en lenguas nuevas, agarrar án serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará hará dañ daño; impondrá impondrán las manos sobre los enfermos y éstos se pondrá pondrán bien. Mc 16,15-18. c.- Los signos La última frase del Evangelio de Marcos no es su fin sino el principio de la expansió expansi ón de la Buena Nueva que llega hasta nosotros: Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Se ñor con ellos y confirmando la Palabra con las se ñales que la acompañ acompa ñaban. Mc 16,20. Una de las caracterí caracter í sticas sticas que distinguen al auté aut éntico apó apóstol son las señ se ñales, los prodigios y los milagros: 2Cor 12,12. Cf. Rm 15,19. Claramente encontramos en el cuarto evangelio que Juan no habla de milagros o curaciones sino de "signos". Un signo nos lleva siempre al significado. As í como como el humo nos muestra la existencia del fuego, así as í tambié también, un milagro o curació curaci ón nos debe expresar que Dios est á allí allí actuando actuando y salvando. Los milagros, pues; son signos sensibles de la acci ón invisible de Dios. Las curaciones son "semá "sem áforos" (semeion-fero) que nos indican: - Que Jesú Jesús está está vivo hoy y tiene el mismo poder que en Samar í a y Galilea para curar a los enfermos. - Que Dios nos ama y quiere la salvaci ón í ntegra ntegra del hombre; de su cuerpo y de su alma. - Que Jesú Jesús es el Mesí Mesí as. as. Cuando los discí disc í pulos pulos del Bautista fueron donde Jes ús para preguntarle si era el Mes í as, as, él no contestó contest ó sino que comenzó comenz ó a sanar a los enfermos. Muchas veces no se admiten los milagros y curaciones porque esto implica aceptar tambié también a Jesú Jesús y sus exigencias. Como aceptar los signos implica reconocer el significado, por eso hay quienes los niegan. Despué Después de un retiro regresé regres é a casa contando las maravillas del Se ñor. Habí Habí a un sacerdote francé franc és que me escuchaba atento, pero incr édulo. Le conté cont é có cómo en la misa de sanació sanación, el Señ Señor le devolvió devolvi ó el habla a la esposa del animador del grupo de oraci ón. Esa misma tarde ella habí hab í a dado pú públicamente su testimonio delante de la multitud; siendo que no podí podí a pronunciar palabra alguna desde hac í a cuatro añ años y medio. Pero el sacerdote me dijo muy seguro: - Pero, yo no veo ningú ning ún milagro. Al contrario, tu echaste a perder el milagro. - ¿Có ¿Cómo? ¿Qué ¿Qué dices? -le pregunté pregunt é. El contestó contest ó: - El milagro no consistió consisti ó en que ella hablara sino en que una mujer hubiera podido pasar cuatro añ a ños y medio sin hablar... La curació curación no tiene un fin apologé apolog ético para probar la veracidad de una doctrina. Es Dios salvando. Jesú Jes ús no cura para probar que es Dios sino porque es Dios.
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Todo signo sirve para manifestar algo. Esta es la finalidad de las curaciones que el Se ñor realiza nos viene a recordar en esta época regida por la eficacia y el pragmatismo, que nuestro Dios está est á presente en medio de nosotros y es capaz de hacer maravillas. Demuestran el poder de Dios para que nos abandonemos plenamente a El en todos los Que los milagros son signos, nos lo muestra en el siguiente testimonio: Una tarde visité visit é a un policí polic í a, a, el capitá capitán Muñ Muñoz. Estaba agonizando en la cama. Tení Tení a 50 dí dí as as en los cuales no comí com í a. a. Só Sólo bebí bebí a alcohol cada tres horas. Oramos por él y el Señ Señor lo liberó liberó de su adicció adicci ón al alcohol de la forma má m ás extraordinaria. Inmediatamente dejó dej ó de beber. Ni siquiera necesit ó pasar por un hospital para desintoxicarse. Yo recordé record é aquella Palabra del libro de la Sabidur í a 16, 12: Ni lo sanó san ó hierba ni emplasto alguno, sino tu Palabra, Se ñor, que todo lo sana. Al dí d í a siguiente reemplazó reemplaz ó la botella de ron por la Biblia que le í a constantemente. Llorando dec í a: a: ¡Qué ¡Qué bueno es el Señ Señor! Sin embargo esto me trajo muchos problemas, pues a la ma ñana siguiente habí hab í a gritos y palabronas afuera de la iglesia. Las se ñoras, cuyos esposos eran borrachos, estaban haciendo fila y tratando de controlar a sus maridos para que or áramos por ellos. Era curioso ver má m ás borrachos en la iglesia que en las cantinas y barras. El Señ Señor quiso liberar al policí polic í a de esa manera excepcional para despertar la fe en su nombre; pero no en todos los casos suced í a lo mismo. Los enfermos, confiando en Jesú Jesús, tení tení an an que hacer tambié tambi én su parte. Así Así como como no todos los policí polic í as as son borrachos como el capit án Muñ Muñoz, así así no no todos los borrachos reciben la salud de la misma forma. Pero lo importante es que mediante un caso como éste crece la fe en el poder salvador de Dios que es capaz de cambiar nuestra vida del modo que mejor le place. d.- Milagros y Curaciones No todas las sanaciones son milagros del Se ñor. Hay sanaciones que se consiguen en la oració oración y que no se deben catalogar como milagros. Hablamos de milagro cuando se trata de una sanació sanaci ón que ninguna ciencia mé m édica podrí podrí a conseguir, y que Dios la realiza. En los casos que el Señ Se ñor acelera el proceso de la curaci ón que se hubiera podido conseguir de otra manera, sea a trav és de la medicina, sea a travé trav és de una operació operaci ón o del reposo, decimos simplemente "curaci ón". Por eso no toda curació curaci ón recibida en la oració oraci ón puede ser llamada milagrosa. En Lourdes, entre tantas curaciones que se han conseguido en un siglo, muy pocas han sido catalogadas como milagrosas, como lo muestra la siguiente estad í stica: stica: "Desde Catalina Latapie, sanada en marzo de 1858 hasta Sergio Perr í n sanado en 1978, se han confirmado 64 sanaciones milagrosas, oficialmente reconocidas como tales por la Iglesia Sin embargo, no se debe olvidar que en el a ño 1972, se encuentran anotados en los archivos 5,432 casos de sanaciones". Una curació curaci ón milagrosa fue la de Anita Siu de Sheffer. Aqu í el el Señ Señor hizo lo que la ciencia mé médica no podí pod í a realizar. Ella tuvo un accidente automovilí automovil í stico stico diez añ años antes en Santiago de Chile. Una lesió lesión cerebral le hizo perder por completo los sentidos del gusto y del olfato. Siendo de posició posición acomodada fue a los mejores hospitales de Estados Unidos con la esperanza de
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recuperar su salud. Despué Despu és de exá exámenes y terapias, los mé m édicos le informaron que las fibras transmisoras de esas funciones eran m ás delgadas que un cabello y era imposible hacer operació operaci ón alguna para volverlas a unir. Textualmente le hab í an an dicho que "só "s ólo un milagro" podrí podrí a hacerla recuperar esos sentidos. Ella perdi ó la esperanza de volver a gustar los sabores y oler los perfumes de las flores. En la misa de sanació sanaci ón por los enfermos en Panamá Panam á, el Señ Señor nos dio varias palabras de conocimiento de lo que estaba haciendo en la asamblea. Una de ellas dec í a así así : "Aquí "Aquí hay hay una señ se ñora que padece una enfermedad muy seria. Ella va a ser curada en el transcurso de la noche y mañ ma ñana mismo nos dará dar á testimonio de su curació curaci ón total." Al dí dí a siguiente, Anita se dio cuenta de que hab í a recuperado el sentido del olfato. Se despertó despert ó con el suave olor del rosal que estaba junto a su ventana y el aroma del caf é caf é ó de un salto y contó en la cocina. Se levant levantó contó a su esposo la maravilla. Con lá l ágrimas en los ojos desayunó desayunó y allí allí mismo mismo se dio cuenta de que pod í a saborear los alimentos por primera vez desde su accidente. ¡Lo que no pod í a hacer ningú ning ún mé médico de este mundo lo habí hab í a hecho el Señ Se ñor Jesú Jesús, amo de lo imposible! Luego, llorando de alegrí alegr í a, a, dijo a toda la asamblea: - Tengo dos niñ ni ños pero nunca habí hab í a podido olerlos. Ustedes las mam ás saben lo que es apreciar el olor de sus hijos. Pues bien, esta ma ñana yo me acerqué acerqu é a ellos, los abracé abrac é y comencé comencé a olerlos suavemente. Un testimonio muy bello de curaci ón milagrosa es el siguiente que fue escrito por una persona en su carta del 25 de agosto de 1981 al P. Emiliano Tardif. Yo sufrí sufrí a de artritis reumatoide que comenz ó en octubre pasado con unos fuertes dolores en los tobillos las rodillas y las mu ñecas; ademá además de un cansancio general. Esta es una enfermedad que no debe confundirse con la artritis o reumatismo que son enfermedades propias de personas de cierta edad, sin consecuencias graves. La artritis reumatoide no se sabe de qu é proviene ni có cómo se cura. Ataca las articulaciones, produciendo un terrible dolor y el organismo va rechazando las articulaciones, la persona se va endureciendo, se deforma y, por lo general, termina en silla de ruedas. Pensando que no era nada grave, recurr í al al mé médico quien me ordenó orden ó hacer unos aná análisis, los cuales dieron como resultado "artritis positivo" artristest, que era lo que determinaba mi enfermedad. La profesional qu í mica mica que realizó realiz ó estos trabajos de laboratorio, me recomendó recomend ó que fuera a los Estados Unidos en busca de mi recuperaci ón. En el centro artrí artr í tico tico donde fui atendida me impresionó impresion ó ver a las personas en las distintas fases de la enfermedad. El doctor Alonso Portuondo, especialista, confirm ó el diagnó diagnóstico y me dijo que esta enfermedad no se curaba. Lo único que se podí pod í a hacer era estacionarla, recet ándome sales de oro. Este remedio tiene sus aspectos negativos que no tardaron en aparecer: me sal í an an erupciones por el cuerpo, se me caí ca í a el cabello y las uñ u ñas de los pies. Me disminuyeron las plaquetas y los gló glóbulos blancos. En ese momento, cuando ya el medicamento me estaba haciendo dañ daño, vino al Paraguay el padre Emiliano Tardif. La primera vez que lo escuch é fue en la iglesia de san Alfonso. En el momento de la sanaci ón sentí sentí que que el corazó coraz ón me iba a explotar, latí lat í a tan fuertemente que escuchaba sus palpitaciones. La segunda vez fue en la
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iglesia de Coronel Oviedo. De nuevo en el momento de la plegaria por los enfermos sent í un temblor en todo el cuerpo. El padre dijo que en ese momento se estaban curando dos señ señoras que tení ten í an an artritis y que se arrodillaran. La verdad es que no me anim é porque no me convencí convencí de de que fuera yo la curada ni creí cre í a en ese tipo de curaciones quiz ás por falta de fe. Escuché Escuché una tercera misa. Para entonces mis dolores ya hab í an an desaparecido y ya no tomaba los medicamentos. Mi madre averigu ó con la Hermana Margarita Prince el d í a de la partida del padre Emiliano, y de nuevo en el aeropuerto, el padre Emiliano con el padre André Andrés Car me hicieron una oració oraci ón de sanació sanaci ón. Al terminar me dijo el primero: "No digas má más 'tengo artritis', di que tení ten í as, as, porque está est ás curada". Me han desaparecido los dolores; dejé dej é de tomar los remedios. (Llegu é a tomar hasta 12 ascriptin al dí d í a, a, aparte de las sales de oro que me inyectaban semanalmente) Me hice los aná análisis de laboratorio y realmente estoy curada. El doctor Nicol ás Breuer, hombre muy creyente que es el m édico que me atiende en Asunci ón me dijo: "Hay que admitir que má m ás allá allá de la ciencia hay Alguien superior para quien nada es imposible" Segú Según me han explicado los mé m édicos, la persona que padece esta enfermedad y que hipoté hipotéticamente se pudiera curar, jamá jam ás le desaparece el artristest, en raz ón de que es una marca que le queda para toda la vida. Es como aquel enfermo que ha tenido un infarto: le queda la cicatriz en el coraz ón. Sin embargo, en la comparació comparaci ón de los aná análisis que me han hecho puede verse que me he curado y que han desaparecido las cruces del artristest. La única explicació explicaci ón que puedo definir todo esto es un milagro de Dios. Ma. Teresa Galeano de Bá B áez. Quienes piensan que las curaciones son algo superficial o accidental en el ministerio de Jesú Jes ús está están completamente equivocados. Quienes creen que las curaciones salen sobrando hoy en dí d í a y que lo esencial es anunciar el Evangelio est án olvidando el método de la pastoral de Jesú Jes ús. Nosotros planeamos y buscamos mil formas para atraer a la gente que cada vez viene menos a la iglesia. Organizamos fiestas, conciertos, convivencias, etc étera, y los resultados son muy pobres. Jesú Jes ús sanaba a los enfermos y la gente ven í an an en tropel. Eran tantos que hasta tení ten í an an que meter a los paralí paral í ticos ticos por el techo de la casa de Pedro porque no habí habí a sitio alguno por donde pasar. Hoy dí dí a sucede lo mismo. Cuando Jes ús sana a los enfermos se reú re únen multitudes que ni en los estadios caben y allí all í les les anunciamos el Reino de Dios. Las consecuencias son mucho má más grandes que las simples curaciones f í f í sicas. sicas. Que los signos de poder no son só s ólo espectá espectáculo sino que ayudan eficazmente a la renovació renovaci ón de la vida de fe lo expresa el Arzobispo de Tahit í en en una carta a mi Superior provincial cuya primera parte transcribimos í ntegramente: ntegramente: Papeete, 30 de noviembre de 1982. Reverendo Padre: Estuve ausente mientras el padre Tardif predicaba entre nosotros del 21 de octubre al 14 de noviembre. Sin embargo, a mi regreso he podido constatar un cambio debido a su evangelizació evangelizaci ón:
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- El nú número de participantes el domingo ha aumentado considerablemente. . - Un cierto clima ecumé ecum énico se ha instaurado. - Por todas partes la vida espiritual nace o renace. - Ha habido fuertes conversiones y las confesiones han sido muy frecuentes. - El clero, los religiosos y las religiosas han apreciado grandemente la predicaci ón del padre Tardif. - Se preparan para el matrimonio gran n úmero de uniones ilegí ileg í timas, timas, y se ha renovado la vida familiar. Jamá Jamás la dió diócesis habí habí a experimentado tal empuje de fe. Hemos celebrado dos Sí S í nodos, nodos, una Revisió Revisi ón apostó apostólica. Retiros impartidos por excelentes predicadores durante los últimos quince añ a ños; hemos tenido grandes manifestaciones religiosas, pero nunca con resultados tan amplios y profundos comparables a esto. † Michel Coopenrath Arzobispo de Pappete Durante la misa por los enfermos, un ciego comenz ó a llorar y al secarse las lágrimas comenzó comenz ó a ver. Al encontrarse con Jes ús, luz del mundo, recobró recobr ó la luz en sus ojos. Esto impresionó impresion ó mucho a Gabilou, famoso cantante del Pac í fico fico que obtuvo el segundo premio en Eurovisió Eurovisi ón, quien se inscribió inscribi ó para el siguiente retiro donde se arrepintió arrepinti ó, confesó confesó y comulgó comulgó... En la misa de clausura dio su testimonio a toda la multitud diciendo: - Aquí Aquí hubo hubo muchas sanaciones, pero la m ás grande la recibí recib í yo, yo, porque a mí mí el el Señ Señor me sanó sanó espiritualmente. Yo tení ten í a 16 añ años alejado de la vida cristiana y de los sacramentos, pero durante este retiro Jes ús me ha encontrado y ya no quiero vivir ni cantar sino para él. Repitió Repitió su testimonio por televisió televisi ón y luego en el estadio delante de 20,000 personas. Hoy dí dí a él evangeliza con cantos carismá carism áticos, interpelando a los jó j óvenes. Jesú Jesús tambié también es el Señ Señor de los cantantes y artistas. Las curaciones tienen un objetivo muy claro que debemos siempre tener en cuenta. El Arzobispo de Brazzaville lo ha escrito de forma muy bella en su carta a todas las comunidades de su dió di ócesis: Brazzaville, 7 de octubre de 1983. Hemos estado muy contentos con la predicaci ón del padre Tardif que ha retomado prá prácticamente el tema del Centenario de la Evangelizaci ón del Congo: la renovació renovaci ón de la fe. Estas predicaciones fueron a menudo acompa ñadas de curaciones espirituales, ísicas. sicas. El espectá morales y f í espect áculo má más extraordinario era ver durante la oraci ón a los enfermos sanarse, los paralí paral í ticos ticos caminar, los mudos hablar... era revivir la era de la Iglesia primitiva con Jesú Jes ús. Pero que nadie olvide el objetivo de estos signos milagrosos de Jes ús: son un testimonio para despertar la fe de los que no creen y para fortificar la fe de los creyentes. ¡Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros o í dos dos porque oyen! Yo os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis pero no lo vieron, y o í r lo que vosotros oí o í s, s, pero no lo oyeron: Mt 13,16-17.
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El padre Tardif nos ha predicado un Evangelio de verdad y no de mentira. Haber visto estos signos y resistirse a creer es lo que Jes ús llama "pecado contra el Esp í ritu ritu Santo" porque se rehú reh úsa a reconocer la verdad... lo cual es muy grave. La predicació predicaci ón con poder que hemos vivido dejar á una profunda huella que generaciones congolesas recordar án por mucho tiempo; como se habla todav í a de las obras y palabras de Jesucristo. † Mons Barté Bartélemy Batantu Arzobispo de Brazzaville Creo que son tantos los textos b í blicos blicos e incluso los testimonios de tantos santos en la vida de la Iglesia que resulta fuera de lugar justificar o atacar las curaciones. M ás bien la cuestió cuestión de fondo debiera ser: ¿Creo que Dios me puede curar? ¿Tengo fe que el poder sanador de Jesú Jes ús puede pasar a travé trav és de mi para sanar a otros? A veces tememos las maravillas de Dios por la simple raz ón de que no las entendemos. El Obispo de Sangmelino en Camer ún habí habí a invitado al P. Tardif a dar un retiro sacerdotal. Convocó Convoc ó a todos sus sacerdotes pero uno de ellos le replic ó: - Yo no quiero ir porque allí all í só sólo nos va hablar de milagros y má m ás milagros. El Obispo le contestó contest ó: - Ve, no tengas miedo. El tema del retiro no es la curaci ón sino la oració oraci ón. ó ir, má Aquel Sacerdote acept aceptó más por la sugerencia del Obispo que por convicci ón. Así Así comenzó comenzó el retiro. Pero al tercer dí d í a se puso de pie delante de todos y dijo: - Yo sufrí sufr í a avanzada artritis deformante en mis manos que hasta me imped í a amarrarme las correas de mis zapatos. Adem ás quiero aclararles que no quer í a venir a este retiro, temiendo que só s ólo nos hablara de milagros. Pero, durante la misa de ayer sent í un gran calor en mis manos. Quiero darle gloria a Dios porque estoy perfectamente sano. Ya puedo mover mis manos... Entonces EL P. Emiliano añ a ñadió adió riendo: - Tú Tú no querí querí as as oí oí r hablar de milagros y ahora eres t ú mismo quien no deja de proclamar las maravillas del Se ñor... Todo mundo reí re í a y alababa a Dios mientras el moví mov í a sus manos y las mostraba. Nuestra actitud debe ser de abandono completo en las manos del Padre amoroso. El tiene un plan maravilloso sobre nosotros, en especial para ti que est ás leyendo " El Sol", pues Jesú Jesús te quiere sanar hoy mismo. Oración por sanación f í í sica sica ús te manda ese fuego que viene a Lee con el corazó coraz ón estas lí lí neas neas y siente como Jes Jesú destruir tus enfermedades, miedos, temores, angustias y todo lo que se le parezca. Únete con fe a esta oració oraci ón depositando tu vida entera en las manos de Jes ús. Señ Señor Jesú Jesús, creo que está est ás vivo y resucitado. Creo que está est ás realmente presente en el Sant í simo simo Sacramento del altar y en cada uno de los que en ti creemos. Te alabo y te adoro. Te doy gracias, Se ñor, por venir hasta mí m í como como pan vivo bajado del cielo.
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Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrecció resurrecci ón y la vida. Tú eres, Señ Señor, la salud de los enfermos. Hoy quiero presentarte todas mis enfermedades porque t ú eres el mismo ayer, hoy y siempre y tú tú mismo me alcanzas hasta donde estoy. Tú eres el eterno presente y tú t ú me conoces... ahora, Señ Se ñor, te pido que tengas compasió compasión de mí mí . Visí Visí tame tame a travé trav és de tu Evangelio para que todos reconozcan que t ú está estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueve mi fe y mi confianza en ti; te lo suplico, Jes ús. Ten compasió compasión de mis sufrimientos f í f í sicos, sicos, de mis heridas emocionales y de cualquier enfermedad de mi alma. Ten compasió compasión de mí mí , Señ Señor. Bendí Bendí ceme ceme y haz que vuelva a encontrar la salud. Que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que tambi én sea testigo de tu poder y de tu compasi ón. Te lo pido, Jesú Jes ús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre. Sáname, Señ Señor. Sana mi cuerpo, sana mi corazó coraz ón, sana mi alma. Dame vida y vida en abundancia. Te lo pido por intercesió intercesi ón de Marí Marí a Santí Santí sima, sima, tu madre, la Virgen de los Dolores, la que estaba presente, de pie, cerca de la cruz. La que fue la primera en contemplar tus santas llagas y que nos diste por madre. Tú nos has revelado que ya has tomado sobre ti todas nuestras dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados. Hoy, Señ Señor, te presento en la fe todas mis enfermedades y te pido que me sanes completamente. Te pido por la gloria del Padre del cielo, que tambi én sanes a los enfermos de mi familia y mis amigos. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que reciban la salud para gloria de tu nombre. Para que tu Reino siga extendié extendi éndose má más y má más en los corazones, a travé trav és de los signos y prodigios de tu amor. Todo esto te lo pido, Jesú Jes ús, porque tú tú eres Jesú Jesús, tú tú eres el buen pastor y todos somos ovejas de tu rebañ reba ño. Estoy tan seguro de tu amor, que aú a ún antes de conocer el resultado de mi oraci ón, en fe, te digo: gracias Jes ús, por lo que tú tú vas a hacer en mí m í y y en cada uno de ellos. Gracias por las enfermedades que t ú está estás sanando ahora, gracias por los que t ú está estás visitando con tu misericordia. B-. ENFERMEDADES DEL CORAZÓN Y CURACIÓN INTERIOR Todos somos conscientes de las graves repercusiones de nuestro pasado en el presente. Ahora nos vamos a referir especialmente a las actitudes enfermizas de nuestra personalidad y a las relaciones conflictivas con los dem ás que hunden sus raí ra í ces ces en dolorosas experiencias de nuestra historia. ¡Cu ántos traumas han sido causados por
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heridas en nuestro pasado! Consecuencias negativas invaden el plano fisiol ógico (por ejemplo, algunas enfermedades f í f í sicas sicas son causadas por heridas emocionales), psicoló psicológico (los complejos son causados siempre por heridas) y que hasta el, espiritual (muchas debilidades en nuestra vida de fe tienen dolorosas causas en nuestra historia). Estas enfermedades emocionales de nuestro coraz ón el Señ Señor puede sanarlas mediante la oració oración de curació curaci ón interior. En un centro psiquiá psiqui átrico de Montreal habí hab í a un hombre ciego que presentaba un cuadro mé médico muy extrañ extra ño: habí habí a perdido la vista aparentemente sin ninguna causa. El nervio óptico, la pupila y la có c órnea estaban en perfectas condiciones. No hab í a razó razón para ser invidente. Mediante un tratamiento hipn ótico se descubrió descubri ó que la causa se remontaba a cuando era muy pequeñ peque ño y dormí dormí a en la misma recá rec ámara que sus padres. Una noche, ellos tuvieron relaciones sexuales muy intensas que el peque ño interpretó interpretó como una agresió agresi ón de su padre contra su madre. Esto le caus ó un trauma tan hondo que cerr ó sus ojos a esta agresió agresi ón y a toda realidad, volvié volvi éndose ciego. Al encontrarse el origen del problema se le dio la terapia adecuada y despu és de algunos meses recobr ó la vista. Esto es lo mismo que hace el Señ Se ñor Jesú Jesús mediante la oració oraci ón de curació curación interior, yendo a la raí raí z de nuestros conflictos para ser sanados; con la ventaja que él no cobra y lo hace mucho má más rá rápido que los psicó psic ólogos y psiquiatras de este mundo. El sana los corazones destrozados y venda sus heridas. Sal 147,3 Tenemos un Dios maravilloso que es capaz de ir hasta el fondo de nuestros problemas para sanarnos y liberarnos. Antiguamente exist í a una bellí bellí sima sima oració oraci ón en la liturgia que decí dec í a: a: "Libé "Libéranos, Señ Señor, de nuestros males pasados, presentes y futuros...". Nuestro Dios es capaz de sanarnos de los males del pasado porque El no est á en el tiempo. Mejor dicho, El está est á en todos los tiempos porque es el mismo ayer, hoy y siempre. Para esto es necesario primeramente sacar a la luz lo que nos ha herido. Esto significa no só sólo hacerlo consciente sino exponerlo a la luz del amor de Dios en un abandono total, pidié pidi éndole que El cure con su misericordia infinita nuestras heridas La mitad de la curació curaci ón de un problema emocional radica en la capacidad de escuchar al paciente con amor y sin juzgarlo. Existen algunas enfermedades y heridas f í f í sicas sicas que se curan con bañ ba ños de sol. La persona se expone a los rayos del sol que lo van penetrando y as í va va sanando. De la misma manera, Jesú Jes ús, sol de justicia, sana las heridas del coraz ón. Si exponemos todo nuestro ser, especialmente las áreas má más enfermas ante los rayos de misericordia de su corazó corazón, su calor nos va a penetrar y a sanar. Para ustedes que buscan a Dios, brillar á el sol de justicia con la salvació salvaci ón en sus rayos Mal 3,20. La incubació incubación de recuerdos dolorosos en nuestra memoria produce traumas y complejos en las relaciones con los dem ás, con nosotros mismos y hasta en nuestra relació relación con Dios. Por eso, el ministerio de curaci ón interior comienza primordialmente en el campo de nuestros recuerdos, pues lo que guardamos archivado en al memoria, consciente o inconscientemente, produce reacciones som áticas, orgá orgánicas y nerviosas.
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En un clima de oració oraci ón y fe tratamos de regresar a la persona al pasado buscando el origen de sus sufrimientos (rechazo familiar, abandono, violencia, fracaso, accidente, etcé etcétera). Entonces se toma cada incidente doloroso y lo ponemos a la luz del Se ñor, tomando autoridad en nombre de Jes ús sobre está está situació situación. Y Jesú Jesús, que es el mismo ayer, hoy y siempre, sana las heridas de la memoria como el sol sana las heridas de nuestro cuerpo cuando las exponemos a sus rayos. Mandamos en el nombre de Jesú Jes ús, por el poder de sus santas llagas (sus heridas que curaron nuestras heridas) que sean curadas nuestras enfermedades: "Yo te libero en el nombre de Jesú Jes ús de los temores, angustias, complejos, etc étera, causados por estos acontecimientos". A.- Raí z del problema No debemos confundir la curaci ón con la supresió supresi ón de sí sí ntomas. ntomas. No debemos dejarnos engañ enga ñar por los sí s í ntomas ntomas porque éstos brincan y se transforman, mientras que el problema permanece. Por ejemplo, sucede que algunas personas renuncian al cigarrillo por alg ún mé método pero luego comen má m ás de la cuenta. Un alcohó alcoh ólico puede dejar de beber pero si no sana la raí raí z puede caer en otros vicios. En estos casos el problema no se soluciona sino que se traslada. Parece un globo inflado que si le apretamos de un lado, el aire se recorre para el otro. Generalmente existe una herida de falta de amor o deformaci ón del amor en todas nuestras enfermedades. Por eso su curaci ón se llama "del corazó coraz ón". Una experiencia negativa de falta o deformaci ón del amor se cura con experiencias positivas verdaderas de él. Por eso, no basta descubrir el problema o la ra í z de los conflictos, sino má m ás importante es llenar este vac í o con el amor misericordioso del corazó corazón de Jesú Jesús. Lo esencial es apropiarnos los m éritos de la muerte de Cristo para gozar de los frutos de su resurrecció resurrecci ón con la certeza de la fe que, hace dos mil a ños, él ya cargó cargó con el castigo que nos trae la paz. En la curació curaci ón no se trata de suprimir sí s í ntomas ntomas (dolor) sino de ir a la raí ra í z que está está ocasionando los problemas. Por tanto, no debemos centrar nuestra atenci ón en los sí ntomas, ntomas, que son la superficie del problema sino que debemos empe ñarnos primero en encontrar la causa de los problemas. La curació curación de Jesú Jesús actú actúa a fondo: desata el nudo principal que origina todas las demá demás complicaciones. Esta raí ra í z se descubre principalmente de dos formas: - Dialogando con la persona; tratando de descubrir cuándo y cómo se originó el problema. í a de un asma tan fuerte que casi se ahogaba. Hablando Habí Habí a una persona que sufr sufrí con ella Monseñ Monse ñor Alfonso Uribe Jaramillo, y buscando c ómo y cuá cuándo comenzó comenzó su enfermedad se dio cuenta que fue poco despu és de nacer su segundo hijo ya que esta señ señora tení tení a una vecina que de mala fe la atacaba afirmando que ese ni ño recié recién nacido no era hijo de su esposo. Esto la hiri ó tanto que comenzó comenz ó con el asma. El asma no era la enfermedad sino el sí s í ntoma ntoma de una herida emocional que al descubrirse y sanarse desapareció desapareci ó automá automáticamente.
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- Mediante el discernimiento carismático. En algunas ocasiones el Se ñor concede una luz especial para penetrar hasta la ra í z del problema. El Señ Se ñor viene en ayuda de nuestra impotencia para que, descubriendo lo que humanamente es imposible o durar í a muchas sesiones con mé m étodos psicoló psicológicos, se cure la enfermedad emocional. El discernimiento carismá carism ático no es fruto de una té t écnica psicoló psicol ógica sino una gracia especial del Señ Se ñor para ayudar a un caso particular. Una niñ niña de trece añ años despertó despert ó un domingo a media noche muy asustada con gritos y sobresaltos porque un hombre se hab í a metido en su cuarto. Al dí d í a siguiente amaneció amaneci ó ciega. A pesar de que abrí abr í a los ojos nada podí pod í a ver. Como la familia era pobre buscaron remedios caseros. Luego recurrieron al doctor y no hubo resultados positivos. Entonces la trajeron a la iglesia. Como el P. Emiliano no sabe de medicina lo que hizo fue comenzar a orar. Lo hizo pero sin resultado. Or ó en lenguas y en ese momento comprendió comprendi ó con mucha claridad que esta niñ ni ña no estaba ciega sino que tení ten í a una herida emocional por la impresi ón recibida a travé trav és de sus ojos del hombre que habí hab í a entrado a su habitació habitaci ón. Se le pidió pidió al Señ Señor que la sanara de su herida emocional y a los diez minutos comenzó comenzó a ver. Cinco minutos má m ás tarde habí hab í a recuperado completamente la visibilidad. í sico. Su herida emocional era la raí ra í z del mal f í sico. Curada la causa sanó san ó tambié también la consecuencia. La oració oración se debe centrar en que el Señ Se ñor rompa los lazos del pasado que est á repercutiendo en el presente. Luego se pide al Se ñor que llene de amor, comprensi ón, paz, etcé etcétera, aquel momento o circunstancia dolorosa. En un retiro en Caracas, Venezuela, una religiosa canadiense le cont ó al P. Emiliano que a pesar de sentirse satisfecha en su vocaci ón y en su apostolado misionero, continuamente cargaba con una tristeza que no sab í a explicarnos. Oramos por su curació curaci ón interior y durante la oraci ón en lenguas una hermana tuvo una imagen mental de una niñ ni ña de unos cinco añ a ños que lloraba perdida en un bosque, rodeada de pinos y de nieve. Se le pregunt ó a la religiosa si esa imagen le decí dec í a algo, a lo cual ella contestó contest ó con lá lágrimas en los ojos: ña, un invierno, salí - Cuando yo era peque pequeñ sal í de de casa. Mis huellas se perdieron en la nieve y no podí podí a regresar, ni mis padres sab í an an dó dónde buscarme Duré Dur é perdida varias horas, sufriendo mucho, pensando que lamas podr í a volver a ver a mis padres. ús, buen pastor, pidié Entonces oramos a Jes Jesú pidi éndole que sanara la herida emocional, ya que él estaba con ella en aquellos momentos y c ómo nunca la ha dejado sola ni ha permitido que se pierda en el camino de la vida. Ella fue curada y volvi ó la alegrí alegrí a a su vida y a su trabajo. Para nuestro Dios todo es presente y nos cura de nuestros males, aunque ya esté est én sepultados en el pasado. La curació curación de los recuerdos radica en que Jesucristo es el mismo ayer hoy y siempre (Heb 13,8) y los mé m éritos redentores de su muerte y resurrecci ón son siempre presentes y eficaces. En el ministerio de sanaci ón apropiamos los mé m éritos de la muerte de Cristo para vivir los frutos de la redenci ón en alguna área o momento determinado de nuestra vida. El punto de partida es la certeza de que hace dos mil a ños, Jesú Jesús ya cargó carg ó con nuestras
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dolencias y enfermedades, por la fe nos apoderamos de la victoria de Cristo haci éndola nuestra. Con la curació curaci ón interior nace una esperanza para quienes ya se hab í an an resignado a vivir con ciertos há h ábitos y traumas; se abre una puerta de recuperaci ón para quienes no pueden cambiar por m máás esfuerzos humanos que hacen y gracias a ellos se rompen las amarras que nos esclavizan al pasado. Jesú Jesús vino a traer vida y vida en abundancia. Nos quiere y nos capacita para ser libres de toda atadura que nos encadene a un triste pasado o una experiencia negativa. Hay personas que se acercan al sacramento de la Reconciliaci ón para confesar siempre las mismas faltas y pecados. De esta manera el sacramento parece que s ólo nos otorga el perdó perdón de Dios, má más no la fuerza para salir victoriosos en la lucha contra el pecado. La sanació sanaci ón interior ha venido a liberarnos de esas dependencias que nos esclavizan y no nos dejan volar a la altura de la uni ón con Dios y la santificació santificaci ón. ¿Esto significa entonces que la curaci ón interior es má m ás eficaz que el sacramento? De ninguna manera, porque es especialmente en el sacramento de la Reconciliaci ón donde la curació curaci ón interior puede ir má más a fondo. Si los sacerdotes fueran conscientes del poder sanador del sacramento de la Reconciliació Reconciliaci ón no dejarí dejarí an an de usarlo en cada caso. El sacerdote que reduce el sacramento a dar só sólo la absolució absolución y no ora por la sanaci ón interior, está est á reduciendo lamentablemente el poder del sacramento. Oración Por curación interior
Como todos estamos enfermos por heridas en nuestro pasado, a continuaci ón hacemos una oració oraci ón de curació curación interior para que el Señ Se ñor sane el corazó coraz ón de los que reconozcan necesitarlo: Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por ús. tu amor nos diste a Jes Jesú Gracias Padre porque a la luz del Esp í ritu ritu comprendemos que él es la luz, la verdad y el buen pastor que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti, como tu hijo. Tú me conoces por mi nombre. Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida. Tú conoces mi corazó coraz ón y conoces las heridas de mi historia. Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho. Conoces tambié tambi én lo que hice o me hicieron lastim ándome. Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado. Conoces los traumas y complejos de mi vida. Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu Hijo Jesucristo, derrames tu Santo Espí Espí ritu ritu sobre mí mí , para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo m ás í ntimo ntimo de mi corazó corazón. Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas s áname aquí aquí y y ahora de mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.
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Entra en mí mí , Señ Señor Jesú Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discí discí pulos pulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: "paz a vosotros". Entra en mi corazó corazón y dame tu paz. Llé Lléname de amor. Sabemos que el amor echa fuera el temor. Pasa por mi vida y sana mi coraz ón. Sabemos, Señ Se ñor Jesú Jesús, que tú tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estoy pidiendo con Marí Mar í a, a, mi madre, la que estaba en las bodas de Can á cuando no habí hab í a vino y tú tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino. Cambia mi corazó coraz ón y dame un corazó coraz ón generoso, un corazó coraz ón afable, un corazó coraz ón bondadoso, dame un corazó coraz ón nuevo. Haz brotar en mí m í los los frutos de tu presencia. Dame el fruto de tu Espí Esp í ritu ritu que es amor, paz, alegr í a. a. Haz que venga sobre mí m í el el Espí Espí ritu ritu de las bienaventuranzas, para que pueda saborear y buscar a Dios cada d í a, a, viviendo sin complejos ni traumas junto a los dem ás, junto a mi familia, junto junto a mis hermanos. hermanos. Te doy gracias, Padre, por lo que estas haciendo hoy en mi vida. Te doy gracias de todo corazó coraz ón porque tú tú me sanas, porque tú t ú me liberas, porque tú tú rompes las cadenas y me das la libertad. Gracias, Señ Señor Jesú Jesús, porque soy templo de tú t ú Espí Espí ritu ritu y ese templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios. Te doy gracias, Espí Esp í ritu ritu Santo, por la fe. Gracias por el amor que has puesto en mi coraz ón. ¡Qué ¡Qué grande eres, Señ Se ñor Dios Trino y Uno! Bendito y alabado seas, Se ñor. b.- La oración Creo que lo que má m ás ayuda a orar por la sanació sanaci ón interior de otros es antes haber recibido esa misma sanació sanaci ón interior. Todo aquel que trabaje en el ministerio de sanaci ón debe haber tenido la experiencia de su sanaci ón interior otorgada por el Se ñor. Lo primero que debemos pedir en el ministerio de la sanaci ón es la compasió compasi ón por los enfermos. La compasió compasi ón es una caracterí caracter í stica stica esencial del corazó coraz ón misericordioso de Cristo Jesú Jesús. El tení tení a compasió compasi ón de la gente y por eso la sanaba o le daba alimento. Sin compasió compasión (sufir-con) nuestra oració oraci ón es só sólo vocal y exterior, no del coraz ón. Para la oració oraci ón de curació curación interior no existe un modelo que siempre se deba seguir; má más bien se debe seguir a Jesú Jes ús que enseñó enseñó y y curó curó al impulso del Espí Esp í ritu. ritu. No conozco mé método. Jesú Jesús no lo tení tení a. a. Sin af án de presentar sino una experiencia de c ómo Dios nos ha enseñ ense ñado a orar por los enfermos, queremos presentar varias pistas que puedan servir a otros; teniendo claro que Dios les puede enseñ ense ñar otras cosas má m ás. - En el Nombre de Jesús Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres y por eso no hay otro nombre dado a los hombres para ser salvados. (1Tim 2,5; Hech 4,12) S ólo Jesú Jesús sana,
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libera y salva. Cualquier cosa que pedimos en su nombre, el Padre nos escucha. (Jn 16,23) La oració oración en el nombre de Jes ús no se limita só s ólo a pronunciar el nombre de Jes ús sino ante todo tener la confianza en que orando él en nosotros y nosotros en él, el Padre siempre nos escucha. Algunos, durante la oració oraci ón de sanació sanaci ón y especialmente en la de liberaci ón, está están repitiendo o cantando el santo nombre de Jes ús muchas veces. En verdad que hay salud y poder en ese nombre ya que significa "Dios salva" y ya sabemos que la Palabra de Dios realiza lo que contiene. En el nombre de Jes ús se sanan los enfermos. (Mt 7,22; Hech 4,30) - Por la Sangre de el Cordero Se implora el valor de la sangre preciosa de Jes ús, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y todas sus consecuencias para que nos libere del poder de las tinieblas. San Pablo afirma que por la sangre de Cristo hemos sido redimidos (Ef 1, 7). Invocamos la sangre de Cristo Jes ús porque a veces atrá atr ás de una herida emocional, ísica una opresió opresi ón, obsesió obsesión y hasta enfermedad f í s ica se anida un elemento de pecado. Entonces, oramos: "Por la sangre preciosa de Cristo Jes ús te declaro libre de toda atadura y mal que te esté esté impidiendo vivir en plenitud la vida de Cristo Jes ús". En la asamblea de oració oraci ón por los enfermos "me tocó toc ó sentarme a su espalda, en un nivel má más bajo, por lo que no podí pod í a verlo. Únicamente escuchaba. Conforme usted hablaba yo me iba metiendo en ese mundo maravilloso de Dios, sin darme cuenta. De repente comencé comenc é a percatarme de que algo especial estaba pasando. Me sent í como flotar en el aire, me comenc é a bañ bañar en sudor y sentí sent í necesidad necesidad de glorificar a Dios en voz alta. Mis lá l ágrimas salí salí an an copiosamente. Luego vino la oraci ón por los enfermos. Usted nos hizo meditar en la cruz de Nuestro Se ñor. Yo me lo imaginaba con toda claridad. En ese mismo momento me sent í sumergida sumergida en esa sangre preciosa. Entonces mi llanto era de tristeza por mis pecados. El me dijo entonces: "Te amo. En todos aquellos momentos de falta de comprensi ón y consuelo allí all í estaba yo amá amándote" (hoy que lo escribo vuelvo a llorar). En ese momento sentí sent í que que algo me hací hac í a presió presión en mi estó estómago. El Señ Señor curaba entonces mi vejiga y mi uretra que me hab í a quedado cerrada y en mala posici ón por los partos. Pasé Pasé toda la noche alabando al Señ Se ñor sin poder dormir. De esto hace exactamente un añ año y no he vuelto a tener molestia alguna. Pero lo m ás importante es que a partir de haberme sentido inundada por la sangre de Cristo han sucedido cosas maravillosas en mi vida espiritual". Virginia Dí Dí az az de Enrí Enrí quez. quez. -Por las llagas de Jesús Por las llagas de Jesú Jes ús fuimos curados de nuestras heridas. Por sus heridas hemos sido sanados. El soportó soport ó el castigo que nos trae la paz y por sus azotes hemos sido curados. El siervo de Dios cargó carg ó con todas nuestras dolencias y enfermedades para que, libres del temor, pudié pudi éramos servir en santidad y justicia todos los d í as as de nuestra vida.
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Por esta razó raz ón acostumbramos orar as í : "Por las cinco llagas de Cristo Jes ús te declaro libre con la libertad de hijo de Dios, redimido por Cristo Jesú Jes ús". "Señ "Señor Jesú Jesús, sana por el poder de tus llagas, sana las heridas de los recuerdos... Sana la raí raí z de este problema que está est á causando tristeza, odio, miedo, etc. - Orar en lenguas Ayuda bastante en la oració oraci ón interior es la oració oraci ón en lenguas. Sólo queremos decir que cuando oramos en lenguas nuestra mente est á completamente rendida al Señ Se ñor para que El nos use como canales de salud. La oració oración en lenguas es un instrumento maravilloso que tiene la capacidad de penetrar hasta donde el hombre y la ciencia no son capaces. El P. Emiliano nos dice que en un retiro sacerdotal en Lyon, Francia, hab í a sacerdotes abiertos al don de lenguas pero hab í a otros que se oponí opon í an an y hasta se burlaban. El peor de éstos era un sacerdote misionero que trabajaba dando clases de árabe en una universidad de África. El segundo dí d í a este sacerdote se puso de pie delante de todos y escribió escribi ó unos signos muy raros en el pizarr ón. Luego, muy conmovido, nos explic ó: - Durante la oració oraci ón en lenguas de ayer ustedes estaban diciendo esto en árabe; lo cual significa: "Dios hace misericordia". En toda oració oraci ón en lenguas "Dios hace misericordia" con nosotros ya que no sabemos pedir como conviene, pero el Esp í ritu ritu viene en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,26). - Intercesión de Marí a Tambié También de ella hablaremos despu és, pero es bueno incluirla aqu í para para tener una visió visión de conjunto de estos elementos fundamentales de la oraci ón de curació curaci ón. Ella es la persona que tiene el carisma de curaci ón de una manera má más excelsa porque ella tiene a Jesú Jesús, nuestra salud, y ella estaba al pie de la cruz donde el Cordero de Dios fue herido por nuestras rebeldí rebeld í as. as. La intercesió intercesión de la oració oraci ón de Marí Marí a se constata por todo el mundo en los santuarios marianos. C.- ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU Y RECONCILIACIÓN Nuestra alma tambié tambi én se puede enfermar, esto es má m ás grave que un cá c áncer o un trauma psicoló psicol ógico. Un sá sábado Jesú Jesús llegó llegó a la piscina de Bezatá Bezat á (que significa "Casa de misericordia"). Vio a un hombre que yac í a sobre su lecho y le ordenó orden ó: - Levántate. Toma tu camilla y anda. Aquel hombre que llevaba 38 a ños paralí paralí tico tico encontró encontró gracia delante de los ojos de Dios, se levantó levantó y comenzó comenzó a andar. Luego el Maestro se lo encontr ó y le advirtió advirtió: Mira que está estás curado. Vete y no peques má m ás para que no te suceda algo peor Jn 5, 1-14. Jesú Jesús de ninguna manera afirmó afirm ó que si pecaba se quedarí quedar í a má más de 38 añ años paralí paralí tico; tico; sino que el pecar ser í a peor que 38 añ a ños de pará parálisis. Es má más, el pecado no só s ólo es una enfermedad sino que necesariamente produce muerte. San Pablo afirma que: El salario del pecado es la muerte. Rm 6,23
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El pecado produce la muerte en cuanto que nos priva de la vida de Dios; o mejor dicho, de Dios que es la vida. Me dejaron a mí mí manantial manantial de aguas vivas y se construyeron cisternas agrietadas que el agua no pueden contener. Jer 2,13 El pecado bá b ásicamente consiste en una falta de fe en Dios; generalmente provocada por un exceso de confianza en nosotros mismos. Es creer m ás en nosotros mismos (nuestros valores, pensamientos, seguridades, etc.) que en Dios. El fruto prohibido del í a má paraí paraí so so es el hombre que conf í más en sus propios medios para lograr la realizaci ón de su ser que en el camino propuesto por Dios. El pecado perjudica m máás al hombre que a Dios mismo. (Prov 8,36; Jer 26,19) ¿Es acaso a mí mí a a quien hieren sus rebeldí rebeld í as? as? ¿No es má más bien ustedes mismos para su propia confusió confusi ón? Jer 7,19. Dios nos ama tanto que sabiendo la atadura que produce el pecado en nosotros, nos prohí prohí be be pecar, nos prohí proh í be be ser esclavos. La sanació sanación completa consiste en que somos liberados de la ley del pecado que nos lleva a hacer el mal que no queremos y nos impide hacer el bien que nos proponemos. Es decir, Dios no só s ólo nos perdona el pecado sino que nos fortalece para no volver a pecar. Aún má más, cambia nuestro corazó coraz ón para "querer y hacer" lo que El manda; no porque está est á mandando exteriormente, sino como imperativo que brota como exigencia del propio ser que ha sido transformado por su Esp í ritu ritu Santo. No hay hombre má m ás hombre que aquel que ha sido liberado de la esclavitud del pecado. Dios es el Dios de los perdones, (Neh 9,17) quien siempre perdona y perdona para siempre. Por su parte El ya nos perdon ó todos nuestros pecados. La sangre preciosa de Cristo en la cruz es la medicina sanadora de nuestros pecados. ¿Qué ¿Qué Dios hay como tú t ú que quite la iniquidad y pase por alto la rebeld í a de su pueblo? Tú Tú no mantienes tu enojo por siempre porque eres un Dios que te complaces en el amor. Tú Tú te vuelves a compadecer siempre de nosotros y pisoteas nuestras iniquidades. ¡Tú ¡Tú arrojas hasta el fondo del mar todos nuestros pecados! Miq 7,18-19. A nosotros corresponde tomar, hacer nuestra esa medicina, mediante la fe y la reconciliació reconciliaci ón. Por la fe nos apropiamos los m éritos de Cristo Jesú Jes ús en la cruz. Por la conversió conversi ón ponemos en juego todo el potencial de los frutos de su redenci ón. Basta confesarnos pecadores frente a su misericordia para ser perdonados. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnos y purificarnos de toda injusticia. 1Jn 1,9 En este campo juega un papel imprescindible la Reconciliaci ón que es el sacramento del encuentro de alegrí alegr í a; a; porque es el regreso del hijo amado a la casa de su Padre misericordioso que le pone zapatos nuevos (dignidad), vestido fino (vida nueva) y anillo (de heredero); organizando adem ás una fiesta porque el hijo que estaba muerto ha vuelto a la vida. (Lc 15,11-24) Jesú Jesús envió envió a los apó apóstoles a "resucitar muertos"; (Mt 10,8) y no hay gente m ás muerta que aquella que ha perdido la vida de Dios por el pecado. Sin embargo, muchos no entienden todav í a este bello sacramento y a ún le tienen miedo y buscan mil excusas para no confesarse. El P. Emiliano Tardif nos cuenta unos bellos testimonios.
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Habí Habí a un sacerdote que trabajaba en una peque ña aldea en el Polo Norte. Para ir al pueblo má más cercano donde radicaba otro sacerdote para confesarse no hab í a carretera y debí debí a tomar una vieja avioneta. Por esta raz ón él explicaba: - Yo ya no me confieso porque, irme a confesar por un pecado venial, me sale demasiado caro el viaje en avioneta. Y si tengo pecado mortal, me da miedo subirme a ese viejo aparato.... En una ocasió ocasi ón yo regresaba a mi pueblo en mi auto. Sin darme cuenta rebas é el lí mite mite de velocidad hasta que me alcanz ó un policí policí a en su motocicleta. Me detuve y se me acercó acercó aquel policí polic í a con su pistola; enojado porque ten í a muchos minutos siguié sigui éndome y yo no me detení deten í a. a. Cuando le entregué entregu é mis papeles y los leyó ley ó, me preguntó preguntó: - ¿Es usted el famoso padre Tardif? - S í -contesté -contesté- ¿desea usted confesarse? El se asustó asustó tanto que me entregó entreg ó inmediatamente mis documentos y me dijo que tení tení a demasiada prisa. ¡Con todo y pistola ten í a miedo a confesarse...! ¡No hubo multa ni confesió confesi ón por el miedo que él tení tení a! a! Le tememos a la confesió confesi ón porque no entendemos que es el sacramento del amor de Dios. Siempre que le pedimos perd ón al Señ Señor, sea lo que sea, El nos perdona. El jam ás se escandaliza de nuestros pecados. S ólo espera que los reconozcamos y que le pidamos perdó perdón, sin excusarnos ni minimizar la falta. Solamente existe un pecado que Dios no puede perdonar: aquel del que no le pedimos perdó perd ón, el pecado que no reconocemos como tal, el que auto justificamos. El sacerdote es el ministro del perd ón de Dios. No es juez, no es verdugo, sino el canal a travé trav és del cual pasa la misericordia divina. No existe labor m ás profunda y efectiva que acoger al pecador enlodado por el pecado y ponerle a la puerta del para í so. so. El sacerdote es la única persona en toda la parroquia que tiene el poder de perdonar los pecados y de presidir la Eucarist í a. a. Nadie lo puede reemplazar. Cada vez que el sacerdote confiesa es un profeta de Dios que en nombre del Se ñor nos dice: "Yo te absuelvo de tus pecados...". Habla en nombre de Dios. Ademá Además, así así como como la Eucaristí Eucarist í a es el lugar privilegiado para recibir la sanaci ón ísica, f í s ica, la Reconciliació Reconciliaci ón es el mejor momento para orar por la sanaci ón interior. Un sacerdote me objetaba muy convencido. - No puedo orar detenidamente por cada persona porque entonces no me alcanza el tiempo para el trabajo. Yo le contesté contest é: - Pero, ¿cuá ¿cuál es tu trabajo sino liberar a los oprimidos y ser ministro de la reconciliació reconciliaci ón? El pensaba que pintar el sal ón parroquial era su trabajo y, sacrificando lo suyo propio, lo que nadie m máás que él podí podí a hacer, realizaba lo de otros muchos. Hay otros que prefieren contar el dinero de la cooperativa que contar a la gente las maravillas de Dios y liberarlas de sus esclavitudes. D.- CONVALESCENCIA Para cualquier caso de enfermedad que hemos visto, la etapa de convalecencia es de capital importancia pues de ella depende la total recuperaci ón. ísica, En el ministerio de curaci ón, f í s ica, interior o de liberació liberaci ón, sucede lo mismo. Cuando el Señ Señor ha intervenido de manera asombrosa o milagrosa la persona necesita
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una etapa de convalecencia para no recaer otra vez. He aqu í unas unas ideas de lo que entendemos como convalecencia: a.- La vida sacramental La persona que ha recibido una curaci ón de parte del Señ Se ñor necesita un alimento especialmente tonificante que Dios nos ofrece a trav és de los sacramentos. Incluso hablamos de la vida sacramental porque es vida y vida divina la que se comunica a trav és de ellos. No es posible prescindir de los sacramentos si se quiere una recuperaci ón total. La oració oración es el contacto directo con la fuente de la salud. El contacto con el Se ñor es má más importante que el suero o el oxí ox í geno geno para un enfermo. Si rompemos este conducto ísica sica o interior. nos exponemos a perder algo má m ás valioso que la salud f í b.- La oración La oració oración es una comunió comuni ón de amor. La Palabra de Dios purifica (Jn 15,3) y sana: Ni los sanó sanó hierba ni emplasto alguno sino tu Palabra que todo lo sana: Sab 16,12. La Escritura leí leí da da y orada con fe es la m ás eficaz medicina porque es palabra de Vida eterna (Jn 6,68). Algunas veces se pierde el fruto de una sanaci ón integral porque la persona se a í sla sla y no se integra a la comunidad. Es má m ás, podemos afirmar que Dios quiere que est é sano en su totalidad el Cuerpo de su Hijo, y no s ólo algunos de sus miembros. La sanació sanación completa se da en la medida que vivimos el misterio de ser el Cuerpo de Cristo; comunidad de fe y amor con la esperanza de la patria definitiva. Todos buscamos la felicidad, por eso queremos la sanaci ón. Sin embargo la sanació sanación completa la encontramos en las bienaventuranzas de Cristo Jes ús. Jesú Jesús nos ha dado una regla de oro para ser felices: "hay m ás alegrí alegrí a en dar que en recibir". Hech 20,31. En la medida que salgamos de nosotros mismos para darnos a los demá demás alcanzaremos la perfecta sanaci ón. Cuando Jesú Jesús liberó liberó a Marí Marí a Magdalena de siete demonios sigui ó una larga etapa de convalecencia hasta su recuperaci ón total. Si nos damos cuenta, Mar í a Magdalena tuvo estos puntos antes enunciados.
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6 LA LIBERACIÓN Existe un campo tan misterioso y delicado como real que es la acci ón del Demonio en el mundo y las personas. Jesú Jesús habla a menudo de este tema y frecuentemente lo encontramos enfrascado en una lucha contra Satá Sat án y sus poderes que dominan el mundo Es m ás, una de las pruebas que Jesú Jesús mismo ofrece de su mesianismo es la expulsi ón de demonios. Si por el dedo de Dios yo expulso los demonios es porque el Reino de Dios ha llegado. Lc 11, 20. Cf. Mt 8, 16; Lc 7,21. Jesú Jes ús venció venció con su muerte al Pr í ncipe ncipe de las tinieblas y por su resurrecci ón fuimos trasladados al Reino de su amor. Pedro (Hech 10,38) resume la obra mesi ánica de Jesú Jes ús en cuatro puntos: - Ungido con el Espí Esp í ritu ritu Santo y con poder. - Pasó Pasó haciendo el bien. - Curando. - Liberando a todos los oprimidos por el Diablo. En esta sí sí ntesis ntesis encontramos perfectamente integrado el ministerio de liberaci ón. No es un ministerio aislado, sino que encaja en el contexto de evangelizaci ón. Lo realizan personas ungidas por Dios con el Esp í ritu ritu Santo y en el nombre de Jesú Jes ús. Ademá Además no es cuestió cuesti ón só sólo de echar fuera a los demonios sino de hacer el bien, el m áximo bien: dejar la salvació salvación actuante en la persona y en la comunidad. Los apó apóstoles fueron enviados a evangelizar y tambi én a expulsar demonios (Mt 10,7-8) y volvieron gozosos porque éstos se les sometí somet í an. an. (Lc 10,7) Sin embargo hay personas que piensan que sacar de estos textos la conclusi ón de la existencia y la acció acci ón del Demonio serí ser í a fundamentalismo bí b í blico blico o retroceder a ideas medievales. No es que me interese proclamar y dar a conocer a Satan ás. Lo que intento es que el mundo conozca y ame a Jes ús. Pero, Sataná Satanás es el gran enemigo de Dios que obstaculiza nuestro encuentro con el Se ñor. Si estamos ignorantes y no conocemos la clase de mentiras que él siempre usa, no podremos estar prevenidos para sus ataques. El Papa Pablo VI en su c élebre discurso del 15 de noviembre de 1972, dec í a: a: "Una de las principales necesidades de la Iglesia de hoy es la defensa del maligno que se llama Demonio. El mal no es mera ausencia de algo, sino un agente efectivo; un ser vivo y espiritual, pervertido, perverso (y pervertidor). Est á en contra de las enseñ enseñanzas de la Biblia y de la Iglesia rehusarse a admitir tal realidad". Aquí Aquí conviene conviene aclarar que el Padre Nuestro termina pidiendo: "L í branos branos del Malo", no solamente "del mal" como generalmente se traduce Mt 6, 13. "La gran victoria de Satan ás -comenta el padre Salvador Carrillo, doctor en Sagradas Escrituras- es que no creamos que él existe porque así as í le le permitimos actuar con toda libertad. La Biblia habla poco del Demonio. En el Antiguo Testamento casi no aparece. Despué Despu és de la venida de Jesú Jes ús vuelve a disminuir su influjo no volviendo a aparecer sino en pocos textos. Es en los Evangelios, ante la presencia salv í fica fica de Cristo Jesú Jesús, donde reactiva su acció acci ón y se revela su presencia. ¿Qu é de extrañ extraño tiene pues que ahora que estamos viviendo esta manifestaci ón poderosa de Cristo se desencadenen las fuerzas del Mal como sucedi ó durante el ministerio de Jes ús?
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Insistimos que la acci ón diabó diabólica no debe ser nuestro centro de atenci ón. Es simplemente sintomá sintom ática: signo de que Jes ús está está actuando poderosamente entre nosotros. Jesú Jes ús vino a liberarnos del poder del Pr í ncipe ncipe de este mundo y el ganó gan ó la batalla en su cruz. Sataná Satan ás está está derrotado, por esto a veces se pone bravo, por estar amarrado. Jesú Jesús ya aplastó aplastó la cabeza del Enemigo. (Cf. Gen 3,15) Hay quienes proclaman y hasta exageran el poder y la acci ón de Sataná Satanás, atribuyé atribuy éndole todo lo malo, cualquier dificultad y toda enfermedad. Ven diablos por doquier y quieren exorcizar ante cualquier catarro. Este es el otro extremo, olvidando que los enemigos del alma son tambi én el mundo y la carne. A Sataná Satan ás le gustan dos cosas: o que lo ignoremos o que le demos el papel principal de la obra. Su acció acción se manifiesta de tres formas: la opresi ón y la obsesió obsesi ón que son las má más generalizadas; y la posesió posesi ón, la cual es poco frecuente. A.- La Opresión La opresió opresión es la acció acci ón de Sataná Satanás sobre los cuerpos o las cosas. Por ejemplo, ruidos en la noche, cosas que se mueven, luces que se apagan, voces, ciertas enfermedades raras que no tienen explicaci ón mé médica, etc. Se trata de acciones exteriores. El P. Emiliano nos dice que un dí d í a un Obispo del Caribe le envió envi ó a su prima que sufrí sufrí a cierta enfermedad muy extra ña. Oraron y el Señ Se ñor la liberó liberó. Luego le pidieron que fuera a su casa porque sucedí suced í an an cosas raras. Le respondió respondi ó que no irí ir í a; a; para eso tení ten í a a su primo Obispo; que le pidiera bendecir su casa. Al ir el Obispo y bendecir el hogar ces ó el problema. Fue todo muy sencillo porque para Jes ús todo es sencillo. íciles, Nosotros dividimos los problemas en f á f áciles y dif í c iles, pero para Jesú Jes ús todos los problemas son f áciles; si no, no serí ser í a el Señ Señor. Añade el P. Emiliano: recuerdo otro caso muy importante. Era un hombre llamado Julio Núñ Núñez ez que no podí pod í a caminar y gateaba como un animalito. El Se ñor lo curó curó en una asamblea de oració oraci ón. Fue tan impactante su curaci ón que daba testimonio por todas partes. En una ocasió ocasión una señ señora lo reconoció reconoci ó y le preguntó preguntó: - ¿No eres tú t ú el tullido? - Sí Sí , pero el Señ Señor ya me enderezó enderez ó... Incluso lo invitamos varias veces a acompa ñarnos, testificando en diferentes retiros la maravillosa curació curaci ón que habí habí a recibido. Un añ año despué después, el pá párroco de San Francisco de Macoris nos pidi ó hacer un retiro carismá carismático. Invité Invité a Julio Núñ Núñez, ez, pensando que su testimonio ser í a má más fuerte, por ser él miembro de esta parroquia. Al llegar y preguntar por Julio se me acerc ó una señ señora muy triste: - Padre, a Julio le volvió volvi ó la cosa esa... Sí S í , padre, no puede caminar y anda otra vez a gatas. - ¿Desde cuá cuándo anda así as í ? - Desde hace cinco dí d í as... as... Mandé Mandé que fueran a buscarlo y lo trajeron a caballo. Comenzamos a orar por él. Yo le decí decí a al Señ Señor: - Señ Señor, no puedes quedar mal aqu í que que es la parroquia de Julio...
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Pero el Señ Señor no lo sanaba. Entonces comenzamos a orar en lenguas y me vino a la mente como un flechazo: "esp í ritu ritu de enfermedad". Entonces imper é y dije: - Espí Espí ritu ritu de enfermedad, te ordeno en el nombre de Jes ús que salgas y dejes libre a este hijo de Dios. Te mando en el nombre de Jes ús que te vayas a los pies de Jesú Jes ús para que disponga de ti y te prohí proh í bo bo que vuelvas a molestarlo porque es hijo de Dios y nada en él te pertenece. Julio sintió sintió un escalofrí escalofr í o, o, luego, con toda sencillez se levantó levant ó y comenzó comenzó a caminar. Sataná Satanás lo estaba oprimiendo para que no diera el testimonio de su curaci ón. Pero Dios es má más inteligente y, restablecido Julio, su testimonio fue doble: su curaci ón y de cómo Dios lo habí habí a liberado de esa opresi ón. En la oració oración en lenguas el Señ Se ñor vino en ayuda de nuestra debilidad y nos dio su discernimiento carismá carism ático para señ señalarnos lo que le pasaba a Julio; sufr í a de un espí esp í ritu ritu de enfermedad. Esto puede parecer extrañ extra ño a los que no han le í do do el Evangelio pero allí all í encontramos un caso muy parecido: Hab í a una mujer a la que un esp í ritu ritu tení tení a enferma por 18 añ años; estaba encorvada y no pod í a en modo alguno enderezarse. Lc 13, 11. Jes ús hizo una liberació liberaci ón cuando le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. En los Hechos consta que la gente llevaba a los enfermos y atormentados por los espí espí ritus ritus con los apó ap óstoles. B.- La Obsesión ón del Enemigo sobre la mente de las Llamamos obsesió obsesi ón a la influencia y acci acció personas. Si la opresió opresi ón se manifiesta en lo exterior y material, la obsesi ón se manifiesta en el interior. Existen personas atormentadas con tremendas obsesiones sexuales, ideas de suicidio, espí espí ritu ritu de blasfemia, autodestrucció autodestrucci ón, desprecio, sentirse indigno del perd ón de Dios, etc. En estos casos a veces la causa no s ólo es f í s ica o psicoló psicológica, sino que está est án ísica atormentadas por una obsesió obsesi ón que las esclaviza, no teniendo fuerza para salir victoriosas. Podrí Podrí a decir que la obsesió obsesi ón se parece a una tentació tentaci ón; pero en vez de ser pasajera es permanente, ademá adem ás de tener una fuerza e intensidad que va m ás allá allá de nuestras capacidades humanas para vencerla. Un dí dí a en Mé México me llevaron a una mujer que ten í a muchos añ a ños sufriendo cosas muy extrañ extrañas. Oramos por ella y le pedimos que nos acompa ñara en la recitació recitaci ón del Padre Nuestro. Pero, ella no pod í a decir "perdó "perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido". Tení Ten í a un gran rencor en su corazó coraz ón porque un enemigo, para vengarse, le echó ech ó un maleficio. A raí ra í z de eso comenzó comenz ó a sufrir mucho y a odiar a ese hombre. No era simple resentimiento sino una verdadera esclavitud que la manten í a atada. í a resultado alguno me acord é de Oramos por su liberació liberaci ón del odio pero no hab habí aquel joven al que los discí disc í pulos pulos no habí hab í an an podido liberar de las ataduras de Satan ás y lo llevaron donde Jesú Jes ús. Entonces nos acercamos al sagrario y le pedimos a Jes ús que la liberara por su sangre preciosa. El Se ñor actuó actuó inmediatamente liberá liber ándola del espí espí ritu ritu de brujerí brujerí a y de rencor. Por primera vez en mucho tiempo pudo recitar completo el "Padre Nuestro"
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En la Repú Rep ública Dominicana habí hab í a un hombre casado con una mujer joven. Ten í an an dos hijitos. A pesar de todo, él no podí podí a dejar de tener relaciones sexuales con prostitutas. Era un deseo superior a sus fuerzas que no pod í a dominar. El se esforzaba pero no le daba resultado. Entonces hicimos oraci ón de liberació liberaci ón por él y no hubo resultados, hasta que comprendimos que só s ólo está estábamos ocupá ocupándonos de expulsar al esp í ritu ritu impuro. Pero al evangelizarlo el Señ Se ñor hizo su obra y fue liberado de esa obsesi ón. En Quebec habí hab í a una religiosa que cuando iba a comulgar suced í a como si en su mente comenzara a correr una grabaci ón llena de blasfemias. Ella lloraba y sufr í a mucho por eso. Habló Habl ó con su confesor y éste le aconsejó aconsej ó que rezara mucho a la Virgen Marí Mar í a. a. Ni penitencias ni ayunos le daban resultados pues todo aquello continuaba. Un dí dí a un sacerdote carismá carism ático de Quebec fue al convento, or ó por ella para que fuera liberada de ese esp í ritu ritu de blasfemia. Ella fue restablecida completamente gracias a esa oració oración. En el Nuevo Testamento encontramos diferentes clases de esp í ritus ritus que vale la pena conocer: - Espí Espí ritu ritu inmundo o impuro, que es el má m ás frecuente (Mt 12,43; Mc 1,23.26.27; 3,11; 5,2.8.13; 7,25; Lc 4,33.36; 6,18; 8, 29; 9,42; 11,24). - Espí Espí ritu ritu mudo (Mc 9,17). - Espí Espí ritu ritu sordo y mudo (Mc 9,25b). - Malos espí esp í ritus ritus (Lc 7,21; Hech 19,12). - Espí Espí ritus ritus malignos (Lc 8,2). - Espí Espí ritu ritu adivino (Hech 16,16). - Espí Espí ritu ritu del mal (Ef 6,12). - Espí Espí ritus ritus engañ engañadores (1Tm 4,1). a.- La Oración de Liberación El ministerio de liberació liberaci ón se realiza en el nombre y con el poder de Cristo Jes ús. En su nombre oramos al Padre y resistimos las asechanzas del Enemigo. Con su poder lo liberamos de toda opresió opresi ón y obsesió obsesión. La liberació liberaci ón de opresiones y obsesiones tiene dos aspectos: - Orar al Padre en el nombre de Jes ús para que libere a la persona de todo lo que está está esclavizado Es tan obvio este aspecto que no necesita aclaraci ón. - Imperar con el poder de Cristo que dijo: "en mi nombre expulsar án demonios". Mc 16,17. Aquí Aquí debemos debemos subrayar que no se trata de una petici ón sino de una orden para que deje en paz y libertad a la persona. Esta autoridad se ejerce en el nombre de Cristo Jesú Jesús. La oració oración má más sencilla y eficaz la encontramos en san Pablo: "En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de esta mujer". Hech 16,18. Algunos sacan el espí esp í ritu ritu pero no le prohí proh í ben ben regresar, olvidando aquella Palabra del Evangelio: El Esp í ritu ritu anda vagando y puede regresar con otros siete peores. (Mt 12,43-45) Es necesario darle la orden: "Te proh í bo bo regresar". (Mc 9,25) Para hacer la oració oraci ón de liberació liberaci ón es necesario primeramente pedir la protecci ón del Señ Señor. Así Así como como en la noche de Pascua los dinteles de los hebreos, protegidos por la
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sangre del cordero pascual, eran respetados por el ángel exterminador; así as í tambié también la sangre del Cordero de Dios nos cubre, protege y libera de toda influencia del Malo. El P. Emiliano nos dice como hace esta oraci ón. "Yo reclamo sobre mí m í y y sobre los que aquí aqu í estamos estamos la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo para que nos purifique de todo pecado y nos proteja contra la influencia del Maligno". Recuerdo uno de los primeros casos de liberaci ón en que por inexperiencia ñó: cometimos errores, pero que mucho nos ense ñó: Sin pedir protecció protecci ón previa nos metimos a hacer una liberaci ón a una persona en un grupo de oració oraci ón donde habí hab í a má más de treinta personas. Oramos y ordenamos al esp í ritu ritu que saliera. Aquella persona se levant ó liberada pero en ese mismo momento otra comenzó comenzó a manifestar los mismos sí s í ntomas. ntomas. Oramos tambié tambi én por ésta y el Señ Señor la liberó liberó, pero el problema se traslad ó a una má más. Aparte de que nos habí hab í a faltado la protecció protecci ón del Señ Señor aprendimos una cosa para toda la vida: í ritu - No basta sacar al esp espí ritu sino que es necesario prohibirle que regrese (Mc 9,25) y enviarlo al pie de la cruz para que Cristo disponga de él. - Esta oració oración es conveniente que se haga en comunidad pero no en grupo grande; en un lugar privado, sin curiosos ni ni ños. - El equipo debe estar integrado por personas maduras y prudentes, tanto para no estar viendo diablos por todos lados como para saber discernir su presencia y su influjo. - Por la sangre de Cristo y por sus preciosas llagas tomamos autoridad sobre toda atadura y la desatamos en el nombre de Jes ús. Existe otro aspecto, mucho má m ás importante: no basta sacar las tinieblas. Es necesario encender la luz de Cristo. Si evangelizamos aut énticamente, llevando la persona de Cristo Jesú Jes ús a los demá demás, nos evitaremos muchos de estos casos de liberaci ón, ya que al entrar Cristo Jesú Jes ús, que es el má más fuerte, expulsa al má m ás dé débil. (Lc 11,22) La luz hecha fuera las tinieblas (Jn 1, 5). La eficaz liberació liberaci ón só sólo se puede llevar a cabo en un proceso de evangelizaci ón integral. Sacar espí esp í ritus ritus por sacarlos no tiene ning ún sentido. Jesú Jes ús envió envió primeramente a sus apó apóstoles no a expulsar demonios sino a anunciar el Reino. La expulsi ón es consecuencia de la evangelizaci ón. (Cf. Mt 10,7-8) Generalmente me niego a hacer oraci ón de liberació liberaci ón a personas que no está est án en un comprometido proceso de conversi ón. b.- Auto liberación En los casos de obsesió obsesi ón y opresió opresión podemos hacer una oració oraci ón de auto liberació liberaci ón, teniendo en cuenta lo antes expuesto. Por la fe de nuestro bautismo compartimos la victoria de Cristo y tomamos autoridad en su nombre para expulsar a los esp í ritus ritus que nos inquietan, molestan o perturban. Por el poder de Cristo la persona se declara libre, gracias a la sangre de Jes ús. Dependiendo del caso y el discernimiento carism ático se puede hacer la siguiente oració oración:
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Espí Espí ritu ritu de, (suicidio, desprecio, impureza, rencor, miedo, etc.) yo te ordeno en el nombre de Jesú Jes ús que te alejes de mí m í y y te vayas a los pies de Jes ús para que disponga de ti. Te prohí prohí bo, bo, en el nombre de Jesú Jes ús, que me vuelvas a molestar". C.- LA POSESIÓN La posesió posesión es muy rara; es en lo último que debemos pensar, y s ólo hasta despué despu és de haber agotado las demá dem ás posibilidades. La posesió posesión se da en casos en que la persona ha entregado su voluntad conscientemente a Sataná Satan ás, vendiendo su alma, firmando pactos sat ánicos con sangre, o perteneciendo a sectas diabó diab ólicas. Tambié También se podrí podrí a dar en personas que fueron consagradas por sus padres al Diablo. Es tan fuerte esta esclavitud que la persona pierde su voluntad, quedando totalmente imposibilitada para liberarse de sus cadenas. Entonces necesita un poder superior de afuera a travé trav és de un exorcismo litú lit úrgico. El exorcismo formal litú lit úrgico es hecho por el Obispo o un sacerdote delegado por él para el caso; acompañá acompa ñándose ndose de mucha oraci ón y ayuno.
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7 AYUDAS PARA LA SANACIÓN Hay autores que, señ se ñalando ciertos obstá obst áculos que impiden la sanaci ón, hacen una lista de actos o actitudes que bloquean la acci ón sanadora del Señ Se ñor. Esto parece discutible, ya que Jes ús es amo de lo imposible y no hay cosa que pueda impedir su acció acci ón salví salví fica. fica. El es libre y poderoso para actuar con nuestra colaboració colaboraci ón o prescindir de ella. El act úa a veces de una forma y a veces de otra. Lo cierto es que nos sana gratuitamente. Por ejemplo, se afirma que la ausencia de fe es una causa por la cual el Se ñor no nos cura. Soy testigo de sanaciones entre los musulmanes y gente sin fe. Dios es má más grande que nuestra falta de fe. Nosotros no podemos imponerle reglas de conducta. El hace las cosas por caminos diferentes y mejores a los nuestros (Is 55, 8). Por esta razó raz ón prefiero hablar de medios y ayudas que favorecen la acci ón de Dios. La gracia de Dios es eficaz, pero si encuentra un campo preparado puede dar fruto m ás abundante. A.- EVANGELIZANDO Lo que má más puede distorsionar el ministerio de curaci ón es, disociarlo del contexto de evangelizació evangelizaci ón. La sanació sanación aislada y separada del anuncio expl í cito cito de la salvació salvaci ón en Cristo Jesú Jes ús carece de fundamento evang élico. La promesa de Jesú Jes ús "en mi nombre expulsará expulsar án demonios, hablará hablar án lenguas nuevas, impondrá impondr án las manos sobre los enfermos y se pondr án sanos", viene inmediatamente despu despuéés de la orden: vayan por todo el mundo y proclaman la Buena Nueva a toda la creació creaci ón. Mc 16,14.16. Evangelizar es instaurar la salvaci ón í ntegra ntegra del hombre en Cristo Jes ús, salvació salvación que se extiende al cuerpo, al alma y al esp í ritu. ritu. Curar sin anunciar la Buena Nueva de salvaci ón es curanderismo. La curaci ón realizada por Dios se presenta siempre en un contexto de evangelizaci ón. Jesú Jesús envió envió a sus apó apóstoles a evangelizar y evangelizando a curar a los enfermos. No s ólo a curar ni sólo a proclamar un mensaje. Las dos cosas van siempre juntas. Un dí dí a estaba comiendo cuando alguien me pregunt ó indiscretamente: - Padre, ¿usted está est á seguro de que tiene el don de curaci ón? Yo no podí pod í a contestar inmediatamente, así as í que que todos se me quedaron mirando, esperando mi respuesta. Entonces dije: -Bueno... estoy seguro que tengo la misi ón de evangelizar... los signos y curaciones acompañ acompañan siempre la predicació predicaci ón del Evangelio. Yo simplemente predico y oro mientras que Jesú Jes ús sana a los enfermos. Así As í hemos hemos hecho el equipo de trabajo y nos acoplamos bien... La última palabra del Evangelio de Marcos es muy elocuente: Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Se ñor con ellos y confirmando la Palabra con las se ñales que la acompañ acompa ñaban Mc 16,20. Por esta razó raz ón a mí mí no no me gusta orar por los enfermos si no tengo oportunidad de proclamar que Jesú Jes ús está está vivo y dar algunos testimonios que muestren que el Evangelio es verdad y que se vive hoy.
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Yo soy testigo de que los milagros y curaciones se multiplican cuando anunciamos a Jesú Jesús. Yo no entiendo có c ómo todaví todaví a hay personas que se sorprenden y no aceptan los milagros. A mí m í me me sorprenderí sorprender í a má más que Jesú Jesús no cumpliera sus promesas de sanar a los enfermos cuando anunciamos su nombre. Si Dios es maravilloso ¿por qu é no habrí habrí a de hacer maravillas? Durante el Congreso de Quebec en 1974 me pidieron un taller sobre los signos que acompañ acompañan la evangelizació evangelizaci ón. La sala de las conferencias estaba llena con unas 2,000 personas. Como habí hab í a mucho ruido en el pasillo exterior, deje mi folder sobre el escritorio y yo mismo salí sal í discretamente discretamente a cerrar la puerta para estar m ás recogidos. En el pasillo estaba una señ se ñora en silla de ruedas que tení ten í a cinco añ a ños y medio sin poder caminar. La invité invit é a entrar pero ella me respondió respondi ó: - Yo querí quer í a entrar pero no me dejan, pues la sala est á llena y no puedo caminar. - Venga -le dije- y empujé empuj é la silla. Cerré Cerr é la puerta y comencé comenc é mi conferencia, insistiendo en la importancia de anunciar a Jes ús resucitado que sana y salva a todo el hombre y a todos los hombres. Di el testimonio de mi curació curaci ón y có cómo el Señ Señor nos cura con su amor. Subrayé Subray é la importancia de testificar las maravillas del Se ñor en nuestra vida. Una persona se puso de pie y argumentó argument ó: - Yo soy cristiano y creo en Dios. Pero tambi én soy mé médico y creo que antes de afirmar que estamos curados deber í amos amos de tener un examen mé m édico que certificara la curació curación; como lo hacen en Lourdes por ejemplo. - Usted, como mé m édico, tiene derecho a hacerlo, pero cuando uno siente la sanaci ón como fue mi caso, no se puede esperar lo que digan los m édicos para dar gracias a Dios... El replicó replicó diciendo que deberí deber í amos amos ser prudentes y mil cosas m ás, argumentando con palabras que yo ni entendí entend í a. a. Sus razones eran como hielo que ca í a sobre la asamblea, pues yo no sabí sab í a qué qué contestarle. Cuando todo se estaba viniendo abajo por la prudencia y sabidur í a de ese mé médico, la señ señora de silla de ruedas que yo habí hab í a introducido en la sala sinti ó una fuerza, se levantó levantó y comenzó comenzó a caminar sola por el pasillo de la sala. Por un accidente de automó autom óvil cinco añ años y medio antes, habí hab í a tenido una delicada operació operaci ón y le habí hab í an an quitado las ró rótulas. Por tanto, mé médicamente ella no podrí podr í a volver a caminar. Pero el Señ Se ñor la levantó levantó ante los aplausos y admiració admiraci ón de todo mundo. Unos lloraban y otros la felicitaban. Su nombre era Elena Lacroix. Al llegar al micró micr ófono nos dio su testimonio. Cuando termin ó de hablar, y la gente aplaudí aplaudí a, a, me dirigí dirig í al al mé médico y le pregunté pregunt é si creí creí a que deberí deber í amos amos esperar un examen médico o si ya podí podí amos amos dar gracias a Dios. El mé médico se tiró tiró de rodillas al suelo. Era el má m ás conmovido de todos. Se sent í a apenado y avergonzado de haber hecho el rid í culo. culo. Yo le dije: - No se preocupe. Dios querí quer í a hacer un gran milagro hoy y lo usó us ó a usted para manifestar su gloria, diciendo: "Como el padre Emiliano no te puede contestar, Yo si lo haré haré". ísica Esta fue la primera sanaci ón f í s ica que vi con mis ojos, precisamente al evangelizar. ¡Gloria a Dios! B.- FE EXPECTANTE
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La fe es un ancho canal que favorece que al agua viva de la salvaci ón se manifieste en nuestra vida. La fe nos hace entrar en comuni ón con Dios mismo y participar su ísica, sica, sea interior. salvació salvación integral, incluyendo la sanaci ón, sea f í La fe es confiar, depender y entregarse sin condiciones a Dios y su designo sobre nuestra vida, renunciando a nuestros planes y medios de salvaci ón. Es decir, nos hace tener los ojos fijos en el Señ Se ñor Jesú Jesús que murió muri ó por nosotros y ya resucitó resucit ó. Hay personas que tienen los ojos en ellas mismas y no en el Se ñor. Está Están pensando má más en su sanació sanaci ón que en el Sanador. Se trata de tener fe en Jesú Jes ús; no fe en nuestra fe. Esto último no sirve de nada. El mejor acto de fe es cuando creemos que Dios es m ás grande que nuestra poca fe y que no puede depender de nosotros. Llamamos fe expectante a aquella que espera con certeza y confianza que Dios actú actúe de acuerdo a sus promesas, sabiendo que El quiere sanarnos. Cuando creemos de esta manera es como si en vez de tener unos cables delgados extendemos unos gruesos para que la acció acci ón de Dios sea de alto voltaje. Yo generalmente no acepto orar por los enfermos sin antes edificar su fe con algunos testimonios para que esperen y conf í conf í en en en que el Señ Señor quiere sanarlos. Un dí dí a concelebraba la Eucaristí Eucarist í a con un Obispo. Su homilí homil í a fue una joya que mostraba elocuentemente el valor de la cruz y del sufrimiento. Despu és de la comunió comuni ón me sorprendió sorprendi ó al pedirme que orara por los enfermos. Yo le repliqu é: - Monseñ Monseñor, su homilí homil í a sobre la cruz fue tan bella que nadie quiere ya sanarse... pero si me permite hablar antes sobre el poder de la cruz y c ómo la sanació sanaci ón es un signo del amor de Dios. .. Jesú Jesús nos ha prometido que obtendremos aquello que creemos que ya hemos recibido. (Mc 11,24) El Evangelio est á lleno de personas que piden y reciben, buscan y encuentran, llaman y se les abre la puerta. Dios nos pide ser sencillos en nuestra fe. Sin embargo, hay gente que ora así as í : - Señ Señor, si es tu voluntad, si me conviene, si va a servir para mi santificaci ón y salvació salvación eterna... entonces, cú c úrame. Ponen tantas condiciones que má m ás bien parecen excusas a su falta de fe. Debemos ser pobres que dependen totalmente de su Padre. Un ni ño nunca dice a su mamá mam á: - Mamá Mamá, si me conviene y no me hace da ño el colesterol, dame un huevo. El niñ niño simplemente pide y la mamá mam á sabe si le conviene o no. A nosotros nos corresponde ser pobres y humildes y pedir con la confianza de recibir. Otros limitan el poder de Dios y dicen as í : - Señ Señor yo estoy enfermo del corazó coraz ón, la garganta y mi rodilla. Pero con tal que me sanes el corazó coraz ón, me consuelo. Estos tambié también está están orando mal. Hay que pedir el paquete completo, sin ponerle lí mites mites a la acció acción de Dios. El es magná magn ánimo y da abundantemente. Si tiene y da el Espí Espí ritu ritu Santo sin medida, de igual manera concede sus dones. Cuando el Papa Leó Le ón XIII cumplí cumplí a 50 añ años de Obispo, un cardenal quiso halagarlo dicié diciéndole: - Le pedimos a Dios que llegue a cumplir otros cincuenta a ños. El Papa replicó replic ó con sagacidad:
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- No le pongamos lí l í mites mites a la providencia de Dios... El 13 de junio de 1975 fui a un campo para celebrar la fiesta de San Antonio. Confesé Confesé, prediqué prediqué, celebré celebré la Eucaristí Eucarist í a y oré oré por los enfermos. Salí Sal í rá rápido de la sacristí sacrist í a pues todaví todav í a me faltaba hacer unos bautizos y otras muchas cosas. Una joven me sali ó al paso llevando de la mano a su mam á. Sin introducciones me dijo muy decidida: - Padre, ore por mi mamá mam á para que se sane. Yo le contesté contest é un poco enfadado: - Pero si acabamos de hacer la oraci ón por todos los enfermos. . . Ella, con la fe de la mujer siro fenicia del Evangelio, argument ó: - Es que mi mamá mam á está está sorda y no se dio cuenta cuando usted or ó. Sentí Sentí compasió compasión de esa gente tan pobre y sencilla. Le hice la se ña que se sentara rápido y toda mi oració oraci ón fue ésta: - Señ Señor, sá sánala; pero aprisa, porque tengo mucho trabajo. Inmediatamente me agaché agach é y pregunté pregunt é a la señ señora: - ¿Hace mucho que usted está est á sorda? - Desde hace ocho añ a ños. Me sorprendí sorprendí que que me respondiera, pues se supon í a que no deberí deber í a haber escuchado mi pregunta. Entonces le hablé habl é en voz má más baja y le dije: - Usted parece ser una buena mamá mam á... Ella se sonrió sonri ó. ¡Me habí habí a escuchado! Pero, má m ás bien, fue el Señ Se ñor quien nos escuchó escuchó en esa oració oraci ón tan original. Ella sintió sinti ó como un viento rá rápido que entro en sus oí dos dos y los destapó destap ó. Yo puedo comprobar que es verdad aquella palabra del Se ñor: Antes de que me llamen yo responder é, aú aún estará estarán hablando y yo les escucharé escuchar é. Is 65, 24. Y la convicció convicción del creyente que afirma: No está está aú aún en mi lengua la palabra y ya tú t ú, Yahvé Yahvéh, la conoces entera. Sal 139, 4. Que la fe y la curació curaci ón van í ntimamente ntimamente unidas lo expresa de una manera muy bella Marí Marí a Teresa G. de Bá B áez a quien Dios sanó san ó de artritis reumatoide a ra í z de lo cual toda su familia se acercó acerc ó al Señ Señor: í sica "Me faltan palabras, pues hoy no s ólo le debo agradecer a Dios mi curaci ón f í sica sino algo mucho má m ás grande y maravilloso que es la "FE", por la cual Dios es la letra de mis canciones, la imagen de mis ilusiones y la luz de mis ojos". Asunció Asunción, Paraguay 25 de agosto de 1981. C.- ARREPENTIMIENTO í sica El arrepentimiento favorece la sanaci ón f í sica e interior. La enfermedad en s í (no (no ésta o aquella enfermedad) es producto del pecado. Si nos arrepentimos del pecado y nos convertimos a Dios, necesariamente van a cesar las consecuencias del pecado. Para esto conviene leer 1Cor 11,30. Confieso que hay personas que viven en pecado y que son sanadas por el Se ñor, pero tambié tambi én soy testigo que la mayor parte de las que reciben curaci ón son llevadas a un arrepentimiento. Sin embargo el camino m ás normal es el que encontramos en el Evangelio. - Primero, la sanació sanaci ón del pecado:
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"tus pecados te son perdonados". í sica: - Despué Después, la sanació sanaci ón f í sica: "levá "levántate, toma tu camilla y anda". Mc 2,5.11. Altagracia Rosario era una joven de 26 a ños que estaba sorda desde hac í a dos añ años y que tení tení a varios meses ciega; ademá adem ás una anemia la mantení manten í a en la cama esperando lentamente su muerte. Su mamá mamá la llevó llevó a la quinta reunió reuni ón de Pimentel en 1975. Era tanta gente por todas partes que la acostó acost ó en el suelo. La pobre enferma, sorda y ciega, sufr í a mucho y no se daba cuenta de lo que pasaba. Al dí dí a siguiente estaba completamente sana: ve í a y oí oí a perfectamente. Pero lo m ás maravilloso no fue que se le abrieran los ojos y los o í dos dos sino que el Señ Se ñor entró entró en su corazó corazón apartá apartándose inmediatamente de una situaci ón de pecado en la que viví viv í a desde hací hací a tiempo. Luego se hizo catequista y daba su bello testimonio en San Francisco de Marcorí Marcorí s de donde era originaria Meses despué despu és, viviendo las delicias de la nueva vida que Jes ús le habí habí a dado, cayó cayó enferma de fiebre. El 18 de noviembre le dijo alegremente a su mam á: - Mamá Mamá, oí oí la la voz del Señ Se ñor en mi corazó coraz ón que me decí dec í a que dentro de dos dí d í as as vendrí vendrí a a buscarme para llevarme con El. Su mamá mamá le respondió respondi ó: - Altagracia, no digas eso. Es tu fiebre la que te hace delirar y pensar que es la voz del Señ Señor. No vuelvas a repetir eso porque se van a burlar de ti. Sin embargo, ella lo contaba a todas las catequistas que iban a visitarla. Y efectivamente, el 20 de noviembre muri ó feliz y cantando como un pajarito. Su entierro fue bello; en medio de cantos de alegr í a y de esperanza. Ella habí hab í a recibido la sanació sanaci ón total: su muerte no fue luto ni hubo l ágrimas sino felicidad y alegrí alegr í a porque se encontraba de manera definitiva total con Aquel que la amaba. Annette Giroux de 28 añ a ños, sufrí sufrí a de Parkinson y fue llevada por sus parientes a la misa de clausura del Congreso de Montreal en Pentecost és de 1979. A la hora de la comunió comunión un sacerdote subió subi ó a las gradas del estadio y le ofreci ó la comunió comuni ón, pero ella dijo: - No, no puedo comulgar porque vivo en pecado... Tení Tení a dos añ años que viví viví a en concubinato. Allí All í mismo mismo decidió decidió cambiar su conducta. Se arrepintió arrepintió, se confesó confesó, comulgó comulgó y tomó tomó el riesgo de la fe. Al regresar a su casa le dijo al hombre con quien viví viv í a: a: - A partir de hoy no me consideres tu mujer, a no ser que te quieras casar conmigo por la Iglesia. En tres dí d í as as regreso a la casa de mis papá pap ás. Tomó Tomó una habitació habitación aparte y dos dí d í as as despué después despertó despertó sintiendo un gran calor en todo el cuerpo. Se levantó levant ó dá dándose cuenta que no tení ten í a el dolor relacionado con su enfermedad. Estaba completamente sana. Así Así , sana de su alma y de su cuerpo, regres ó con sus padres... Dos meses despu és se celebró celebró el sacramento del matrimonio con asistencia del grupo de oraci ón que habí habí a escuchado su testimonio. ísicamente. Ella primero se arrepintió arrepinti ó y despué después fue sanada f í s icamente. En el siguiente caso sucedió sucedió al revé revés:
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Mariano tení tení a diez añ años sin entrar a una Iglesia, pero fue curado de su adicci ón alcohó alcohólica y de úlcera el dí dí a que su madre, doñ do ña Sara, dio testimonio de su maravillosa curació curación. Regresó Regresó feliz a su casa. El querí quer í a comulgar pero estaba impedido por su situaci ón matrimonial, pues estaba viviendo en adulterio con una mujer con la cual ya ten í a hijos. Como no era posible la separaci ón, ni menos la unió uni ón con su primera esposa, pero él tení tení a verdadera hambre de Dios, tom ó aposento aparte de su mujer. As í , viviendo como hermanos por unos meses, pudo comulgar el d í a de Pentecosté Pentecost és en que el Señ Se ñor lo llenó llenó de preciosos carismas para evangelizar. Me acompa ñaba en muchos retiros a lo largo del paí paí s hablando a las parejas para que perseveraran fieles al Se ñor en el matrimonio. Despué Después de varios añ a ños de mantenerse en este dif í dif í cil cil camino, el señ señor Arzobispo estudiando a fondo su primer matrimonio, se encontr ó una causa suficiente por la que aquel matrimonio no fue vá v álido. De esta forma fue posible casarse por la Iglesia con la mujer con la que viví viv í a. a. Fue una misa celebrada por el mismo Arzobispo. La Iglesia estaba llena de parejas a las que él les habí habí a predicado la fidelidad conyugal. Lo importante es que el Señ Se ñor quiere sanarnos completamente: de cuerpo, alma y ísica espí espí ritu. ritu. A veces la sanació sanaci ón f í s ica ayuda a la conversió conversi ón, a veces el arrepentimiento í sica. ayuda a la curació curaci ón f í sica. D.- PERDONANDO Innumerables veces hemos sido testigos de c ómo el perdó perd ón a nuestros enemigos desencadena la acció acci ón salví salví fica fica de Dios. La oració oraci ón que el Señ Señor nos enseñó enseñó dice dice claramente: "perdó "perd ónanos como nosotros perdonamos". Mt 6,12. Otros textos tambi én así así lo afirman. Por otro lado, casi todas las veces que Jes ús promete la eficacia de la oraci ón y la respuesta a nuestras peticiones la une y la hace depender del perd ón. (Mt 18,21; Mc 11,25) Muchos piensan que perdonar es perder y no se dan cuenta que es ganar, porque así así , Dios nos libera de nuestros odios y resentimientos; nos asemeja a Jes ús que amó amó y perdonó perdon ó a sus enemigos y nos abre al perd ón y a la gracia de Dios. El siguiente testimonio así as í lo lo muestra: Una vez sentí sentí que que el Señ Se ñor me estaba pidiendo perdonar a una persona que me habí habí a hecho mal. Como yo no estaba dispuesto a renunciar a la venganza, me resist í a y presenté presenté la siguiente excusa: - Señ Señor. ¿Para qué qu é quieres que ore por ellas si de todos Tú T ú eres tan bueno que la bendecirá bendecir ás aunque yo no te lo pida? Y una clara voz interior me contest ó: - Necio, ¿no te das cuenta que al orar por ella el primer sanado eres t ú? Perdonar es resucitar en nosotros la nueva vida tra í da da por Jesú Jesús. Perdonar y pedir perdó perdón es como un relá rel ámpago que anuncia una lluvia fecunda. El testimonio de Evaristo llegado al P. Emiliano Tardif muestra como perdonar es sanar: Desde muy pequeñ peque ño, serios problemas con mi padre me obligaron a dejar la casa. Yo pensaba que el tiempo sanar í a todos esos amargos recuerdos de mi infancia, pero no
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fue así así . Viví Viví siempre siempre cargando mi historia dolorosa. Dios me concedi ó la gracia de conocer la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática por la cual El me liberó liber ó de muchas ataduras, dándome un fuerte impulso en mi vida de fe. Sin embargo, hab í a algo que me faltaba: yo no tení tení a esa alegrí alegr í a espontá espontánea y natural que veí ve í a en toda la gente de la Renovaci ón. Viví Viví a amargado y aburrido. Así Así pasaron pasaron algunos añ a ños hasta febrero de 1977 cuando mi padre cay ó gravemente enfermo. Yo sabí sab í a que estaba ante la última oportunidad de reconciliarme con él, pero no tení tení a fuerza ni valor para hacerlo. El d í a 13, mientras él agonizaba, yo luchaba en mi interior pues sentí sent í a que no tení tení a fuerza para perdonarlo. Me puse en oraci ón y le dije al Señ Señor. - Yo solo no puedo, Señ Se ñor. Una voz Interior me respondi ó muy claramente y me dijo: - Tú Tú solo no puedes, pero en mi nombre si puedes. Todo es posible para el que cree. Con la fortaleza del Señ Se ñor me acerqué acerqué a mi padre y lo abracé abrac é, perdoná perdonándolo de todo corazó corazón. Y no só s ólo eso, sino que tambié tambi én le pedí pedí perdó perdón con lá lágrimas en los ojos. El rostro agonizante de mi padre se transfigur ó; o tal vez lo que pasó pas ó es que yo lo veí veí a con ojos diferentes porque el Se ñor me habí habí a transformado a mí m í . Lo amaba con el corazó corazón de Cristo Jesú Jes ús y lo abrazaba con sus brazos. Desde ese dí dí a comencé comencé a entonar un canto nuevo a nuestro Dios, una alabanza de alegrí alegrí a que no se ha agotado en siete añ a ños. El Señ Señor me ha hecho ver su gloria gracias a esta sanació sanaci ón interior a travé través del perdó perdón. Ahora si soy feliz y proclamo alegremente que el Señ Señor hizo en mí mí maravillas maravillas y doy testimonio de que todo lo puedo en Aquel que me conforta. Otro testimonio muy bello es contado por Olga G. de Cabrera, de Guatemala. Por diez añ años estuve sufriendo unos intensos dolores de mis piernas y brazos que se fueron deformando. Visité Visit é quince mé médicos en busca de mi sanació sanaci ón y uno de ellos me dijo que era necesario amputarme la pierna izquierda. El primero de mayo de 1976 qued é completamente invá inv álida. Debí Debí a pasar el resto de mi vida en la cama y en mi silla de ruedas que yo tanto odiaba. Sabiendo que habí hab í a una misa por los enfermos en el gimnasio tom é la determinació determinaci ón de asistir en mi silla de ruedas. Me colocaron hasta adelante. Cuando entr ó el Cardenal Casariego se detuvo frente a m í , tomo mis manos entre las suyas, y me dijo: "El Señ Señor te ama y hoy te va a sanar". Cuando comenzó comenz ó la oració oraci ón de curació curación interior lloré llor é mucho y perdoné perdon é de corazó corazón a los que tanto dañ da ño me habí habí an an hecho. Luego cuando el padre Tardif or ó por la sanació sanación corporal yo sentí sent í a que algo me empujaba y me dec í a: a: "levá "levántate y camina". Sentí Sent í primero primero un fuerte calor y luego un escalofr í o. o. Con los ojos llenos de lá l ágrimas me levanté levant é y comencé comencé a caminar frente al altar. ísicamente, El Señ Señor es tan maravilloso que me san ó f í s icamente, moral e interiormente. Bendito y alabado sea por siempre su Santo nombre. Gloria a ti, Se ñor, Rey del Universo. E.- ORACION EN COMUNIDAD Jesú Jesús prometió prometió:
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Yo les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguir án de mi Padre que está est á en los cielos. Porque donde está están dos o tres reunidos en mi nombre, all í estoy estoy yo en medio de ellos. Mt 18, 19-20. La oració oración comunitaria tiene un poder especial concedido por el mismo Dios. Esto lo hemos experimentado ampliamente en nuestro ministerio. Por esta raz ón siempre nos gusta orar en comunidad. En comunidad el discernimiento se enriquece ya que uno puede tener una visió visión, otro un mensaje, aquel una palabra de conocimiento y todos oramos en lenguas. Sobra decir que el momento comunitario por excelencia es durante la celebraci ón Eucarí Eucarí stica. stica. Allí Allí las las sanaciones se multiplican. Desgraciadamente hay gente mal acostumbrada que despu és de una oració oración comunitaria le gusta que se ore en privado por ella. Nosotros generalmente nos negamos ya que eso significarí significar í a que la oració oraci ón que acabamos de hacer no tuvo valor. Existe una tremenda diferencia entre la oraci ón comunitaria y la oració oraci ón personal por cada enfermo. En cada uno de los retiros que he tenido en estos diez a ños ha habido í sicas sanaciones f í sicas en todos y cada uno. Mientras que orando individualmente por sanació sanación no he visto el mismo fruto. En cambio, en la oraci ón de curació curaci ón interior existen más frutos orando por cada caso en particular; pero siempre es una comunidad la que ora por esa persona. En conclusió conclusión, pienso que hay pocas personas con don de curaci ón, pero existen muchas comunidades con ese carisma. De un campo vecino vinieron quince personas a una de las dos reuniones de oració oración de Pimentel. Vení Ven í an an cantando, alabando a Dios y rezando el rosario. Realmente era una peregrinació peregrinaci ón y su oració oración se prolongó prolong ó todo el camino. Al regresar otra vez a su campo comenzaron a compartir lo que el Se ñor habí habí a hecho y se dieron cuenta que los quince hab í an an sido curados de algo. Entonces daban testimonios juntos. Yo anhelo el dí dí a en que en una oració oraci ón por los enfermos se pueda afirmar como en el Evangelio: todos fueron curados. F.- Oración del enfermo Conviene que el enfermo tambi én ore. Es muy có c ómodo solamente pedir oració oraci ón a otros como quien manda lavar su ropa sucia a otra parte y él no se ocupa de nada. Estas personas está están buscando un alivio rá r ápido y có cómodo que no les exija ningú ning ún esfuerzo de su parte. La sanació sanaci ón profunda só s ólo se da en la medida que entramos en comuni ón permanente con el Dios que purifica y santifica. ¡Qué ¡Qué maravillas vemos en las personas que oran! Si crey éramos en el poder de la oració oración estarí estarí amos amos má más dispuestos para hacerla y le dar í amos amos prioridad sobre otras actividades. Muchos dicen que se pierde el tiempo orando porque no se hace nada, y no se dan cuenta que lo má m ás importante no es lo que nosotros hacemos sino lo que Dios hace en nosotros durante la oraci ón. Habí Habí a una persona que siempre, en todo tiempo y lugar, nos asaltaba para que orá oráramos por ella. Cuando yo me la encontraba ya hasta le sacaba la vuelta, pues era muy insistente. Un dí d í a vino una persona de Estados Unidos a impartir un retiro. Al terminar la charla, como de costumbre, la se ñora se le acercó acercó y le pidió pidió que orara por ella. Esta
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persona primero se puso en la presencia de Dios y sinti ó una voz interior que le decí dec í a: a: "no ores por ella, pues só s ólo esta cansando a mis servidores". Qué Qué diferente es este caso al que sucedi ó en el Congo: en la misa de clausura de Brazzaville el Señ Se ñor realizó realizó muchas curaciones maravillosas. Mientras el sol se ocultaba la gente salí sal í a feliz como si bajara del Monte Sina í despué después de haber experimentado la gloria del Señ Señor. Despué Después de que todo mundo abandonó abandon ó el estadio alabando a Dios, el guardi án cerraba las puertas y apagaba las luces. Entre las gradas vac í as as se habí habí a quedado una mujer en oració oraci ón; junto a ella su hijito de seis a ños sentado en medio de dos muletas. El guardiá guardi án le dijo: - Señ Señora ya vá váyase. Ya todo terminó termin ó y voy a cerrar las puertas. - No, no puedo irme porque mi hijo todav í a no se cura, voy a seguir orando... El cuadro era tan conmovedor que el guardia le permiti ó permanecer allí all í má más tiempo. Ella perseveró persever ó en oració oración má más de dos horas. A las 8.15 p.m. el peque ño se levantó levantó por su propio pie y comenz ó a caminar sin muletas ante la luz de la luna que con su palidez plateada hací hac í a má más bella y tierna la escena. Era la perseverancia en la oraci ón de la que nos habla el Evangelio (Lc 11,5-8). G.- INTERCESIÓN DE MARÍA En el ministerio de curaci ón no podemos olvidar el poder de intercesi ón de Marí Marí a. a. Sabemos que ella no cura a nadie pero s í puede puede interceder para que tengamos el vino que está está haciendo falta en nuestra vida, como en Can á. El siguiente testimonio fue narrado personalmente por un miembro de nuestra comunidad: Un dí dí a fui a ver al ginecó ginec ólogo pues me sentí sent í a con ciertas molestias. El me dijo que necesitaba operarme. Como yo me resist í a él me contesto: - Tu enfermedad es progresiva. Yo s é que tú tú tienes mucha fe; así as í que que te voy a dar un añ año para que ores al Señ Se ñor y le pidas que te sane como tú t ú dices que sana. Si no te curas, entonces tendré tendr é que operarte. Yo acepté acepté el reto pues sé sé que mi Señ Se ñor hace maravillas. Pocos d í as as despué después el padre Emiliano nos invitó invit ó a mi esposo v a mi para dar un retiro en Chicago. Aunque yo me sentí sentí a mal no dije nada pues estaba segura que el poder de Dios me ayudar í a para proclamar su Palabra Estando en Chicago me sentí sent í mal. mal. Mi esposo y el padre Emiliano oraron por m í pero la hemorragia continuaba. Entonces me llevaron con un reconocido ginec ólogo de esa ciudad para que me atendiera. El confirm ó la necesidad de la operació operaci ón. Ante la imposibilidad de hacerla por estar lejos de casa, s ólo me recetó recetó una medicinas, que gracias a Dios no tomé tom é, pues a sentir del siguiente doctor que visitamos, m ás me hubieran perjudicado que ayudado. Continuamos el viaje de evangelizaci ón por Canadá Canadá donde me agravé agrav é. Vi un segundo doctor y él no se explicaba có c ómo yo estando tan delicada estuviera tan contenta. Ese doctor recomendó recomend ó que me internaran en el hospital pero yo ten í a fe en mi Señ Se ñor y nos fuimos al Congreso que ese dí d í a comenzaba. Terminamos el Congreso, la hemorragia se hab í a complicado. Ese dí d í a fuimos al Santuario mariano de Nuestra Se ñora del Cabo y mientras mi esposo y el padre Emiliano oraban por mí mí , yo le dije a la Virgen Marí Mar í a: a:
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- Madre Santí Santí sima, sima, yo te amo y me abandono a tus cuidados maternales. Me siento avergonzada ante tu Hijo Jes ús porque me ha faltado fe para darle las gracias porque ya me está está sanando. Tú Tú ruega por mí mí para para que pueda crecer en la fe de que tu Hijo me est á sanando. Abandoné Abandon é completamente mi problema en las manos de Mar í a para que ella se encargara de él ante Jesú Jesús. Ya de regreso a Rep Repú ública Dominicana el padre Emiliano me preguntó preguntó si me estaba tomando la medicina que me recet ó el doctor canadiense. Yo le respondí respond í que que la habí hab í a olvidado pero que le daba gracias a Dios porque as í se se manifestarí manifestar í a más claramente su gloria. Como me sentí sent í admirablemente admirablemente bien no vi a mi ginec ólogo en mi paí pa í s sino hasta seis meses despué despu és. El me recibió recibi ó un poco agresivo diciendo: - Si tú tú crees que te vas a sanar predicando, est ás muy equivocada. El predicar no sana. Yo me quedé qued é en paz porque estaba segura a que el Señ Se ñor ya habí habí a hecho su maravilla en mi vida. Luego me examin ó y me dijo lleno de sorpresa: - Yolanda, es verdad. El Señ Se ñor sana. Tú Tú está estás perfectamente. El Se Señ ñor ha hecho la operació operaci ón que yo te iba a hacer. Cuá Cu ánto te ama el Señ Señor... - Doctor, tambié tambi én te ama a ti. El tambié tambi én quiere hacer una operaci ón en tu corazó coraz ón para sanarte y que seas un hombre nuevo y puedas gritar y proclamar que Jes ús está está vivo y sana, para gloria del Padre. Así Así como como aquella mujer hemorro í sa sa tocó tocó el mando de Jesú Jes ús y quedó quedó inmediatamente sanada de su hemorragia, Yolanda se acerc ó al vestido de Jesú Jes ús que se llama Marí Marí a, a, lo tocó tocó y sanó sanó. Jesú Jesús se revistió revisti ó de la carne de Marí Mar í a. a. Ella es como el manto de Jesú Jesús que todo aquel que lo toca con fe queda curado de su enfermedad (Mc 6, 56). Ella es quien tiene de manera má m ás excelsa el carisma de curaci ón. En la oració oración de liberació liberaci ón hemos comprobado el poder de la intercesi ón de Marí Marí a para que Jesú Jes ús rompa las cadenas que esclavizan a los oprimidos por el pecado o alguna opresió opresión u obsesió obsesión del Enemigo. En muchos casos hemos ratificado c ómo el rezo del Santo Rosario ha sido muy eficaz. El siguiente testimonio as í lo lo muestra Un dí dí a llegaron a nuestro negocio llevando un pobre hombre que sufr í a opresió opresión. Producí Producí a ruidos extrañ extra ños, se habí hab í a quedado sordo y mudo; ademá adem ás no comí comí a desde hací hac í a ocho dí dí as. as. Al darme cuenta de la gravedad del caso respond í que que mi esposo no estaba y que regresaran despué despu és. De esa manera me escapaba de hacer esa oraci ón tan dif í c il para ícil la cual no me sentí sent í a capacitada. Sin embargo, en ese momento o í una una voz interior que me preguntó preguntó: - Yolanda, ¿eres tú t ú quien sana o soy Yo? Inmediatamente le pedí ped í perdó perdón al Señ Señor y reconocí reconoc í que que El só sólo era quien sanaba. Así Así , comenzamos la oració oraci ón. Aquel hombre se arrodill ó y en cuanto puse mis manos sobre él comenzó comenzó a gritar y agarró agarr ó mis dos manos con las suyas con mucha fuerza. Yo estaba profundamente impresionada y no sab í a ni qué qué hacer ni có c ómo orar. Lo único que brotó brotó de mi corazó coraz ón fue el rezo del Ave Marí Mar í a. a. En cuanto comencé comenc é, perdió perdió toda su fuerza y cuando llegué llegu é a "bendita eres entre todas las mujeres" él ya estaba orando junto conmigo. Al terminar estaba en paz y simplemente dijo: "denme comida".
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Que la virgen Marí Mar í a puede interceder eficazmente ante su Hijo con la fuerza del amor lo hemos aprendido y comprobado m ás con la experiencia que con la teolog í a. a. H.- ABANDONO Nosotros oramos pero no podemos forzar la mano de Dios, El puede tener un plan mucho má más hermoso que el nuestro, (Ef 3,20) El puede curarnos o concedernos la sanació sanación completa: el encuentro definitivo en la vida eterna donde no hay l ágrimas, luto ni muerte. Por tanto es fundamental la actitud de abandono confiado en las manos amorosas del Padre. Este abandono en s í ya ya es una gracia inmensa. Quien se abandona a Dios recobra la paz profunda que el mundo no puede dar. Recomiendo mucho la oraci ón del padre Carlos de Foucauld: "Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí mí lo lo que quieras, sea lo que sea, te doy gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en m í y y en todas tus criaturas. No deseo má más, Padre. ío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y Te conf í necesito darme a ti, ponerme en tus manos, sin limitaci ón, sin medida, con una confianza infinita, porque tú t ú eres mi Padre" Este abandono, acompañ acompa ñado de la oració oraci ón de alabanza, alcanza curaciones f í f í sicas sicas e interiores que ni nos imaginamos. La oraci ón que má más muestra el abandono y la fe no es la de petició petici ón sino la de alabanza. Alabar al Se ñor siempre y por todo. Hay miles de personas que dan testimonio en sus vidas de este poder de la alabanza. Lo que no se consigue cuando pedimos, siempre se obtiene cuando alabamos. Muchas personas que han pedido, orado y rogado por su sanaci ón la obtienen cuando se abandonan incondicionalmente en las manos del Padre misericordioso. Pepe Prado nos cuenta su testimonio: Tení Tení a yo unos cuatro añ a ños sufriendo de úlcera pé péptica, pero a fines de Junio de 1981 tuve que ir de emergencia al hospital pues ten í a una hemorragia severa. Tres d í as as despué después salí salí de de allí allí . El mé médico gastroenteró gastroenter ólogo me dio un tratamiento que inclu í a medicinas, una dieta rigurosa y un horario fijo para tomar alimentos. Tomaba la medicina regularmente, pero como tení ten í a que viajar muy a menudo a diferentes lugares predicando la Palabra de Dios no pude seguir la dieta. A causa de este descuido, un a ño despué después, se volvió volvió a presentar el mismo problema. Fui internado y me hicieron una endoscop í a el 26 de mayo de 1982. El resultado fue: cuatro úlceras prepiló prepilóricas y una duodenal, gastritis severa, hernia hiatal y duodenitis no dudar. El doctor me dijo que necesitaba operaci ón y que apartara una semana para la intervenció intervenci ón quirú quirúrgica ya que preferí prefer í a hacerlo en calma y no de emergencia. Sal í dado dado de alta, pero a media noche volvi ó la hemorragia. Al darme cuenta me sent í preocupado preocupado pensando que debí deb í a regresar al hospital y tem í que que tal vez habí hab í a llegado urgente la hora de la operació operación. Sin embargo, mi problema era m ás profundo: de fe. Yo estaba muy triste y hasta un poco decepcionado del Se ñor.
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Confieso que me sentí sent í un un tanto defraudado por El. Má M ás que orar, comencé comenc é a reclamar, dicié dici éndole: - Señ Señor, verdaderamente no te entiendo. T ú sabes que por viajar por diferentes ciudades y paí pa í ses ses predicando tu Palabra no pude llevar la dieta adecuada. T ú sabes que en los retiros y cursos no hay siempre la misma hora para comer, t ú sabes que no puedo cuidarme como el doctor lo ha indicado; y t ú, que puedes sanarme para que siga predicando tu Palabra, mira có c ómo me tienes. En ese momento oí o í claramente claramente la voz del Señ Se ñor que me dijo - ¿Por qué qué temes a la noche que te lleva al nuevo d í a? a? Esa palabra fue espí esp í ritu ritu y vida para mí m í . Creí Creí en en el Señ Se ñor y me entregué entregué sin condiciones a su plan sobre mi vida y hasta sobre mi muerte. Ya ni siquiera me importaba estar sano, sino que su voluntad se cumpliera en m í . Fuera lo que fuera yo estaba en sus manos y dependí depend í a de El. Le firmé firmé el cheque en blanco para que El hiciera de m í lo lo que quisiera. Su camino era infinitamente mejor que el m í o. o. Era de noche, pero sabí sab í a, a, con la certeza de la fe, que me aguardaba el amanecer que anuncia la nueva creaci ón. Entonces Entonces me volví volví a a acostar y dormí dorm í en en completa paz. Yo sabí sab í a que en ese momento Dios habí hab í a hecho algo para mi vida entera. Pocas semanas despu és me sentí sentí a tan bien que dejé dej é la medicina y no me volví volv í a a preocupar de la dieta. Seis meses m ás tarde fui a dar un retiro a Houston. Recuerdo que en esa ocasi ón el Señ Señor me pidió pidió el paso en fe de viajar sin un solo centavo, dependiendo totalmente de El. Yo me resist í a porque querí quer í a aprovechar la ocasió ocasión para que me hicieran un reconocimiento profundo de mi est ómago. Sin embargo, El Señ Señor fue má más fuerte que yo y me abandoné abandon é confiadamente a sus promesas. De la forma má m ás increí increí ble, ble, El proveyó provey ó para todos los gastos de mi estancia y aná análisis en el Centro de Gastroenterolog í a Al final, el mé m édico me dijo lo que yo ya sabí sab í a: a: - Usted no necesita operaci ón. Las úlceras han cicatrizado. Yo regresé regresé feliz a Mé México comprobando una vez má m ás que quien se abandona en las manos del Padre amoroso no le hace falta nada. Hace dos a ños de todo esto. Me siento perfectamente. ño. No necesito de medicamentos y ning ún alimento me hace da dañ I.- ORACIÓN EN LENGUAS La oració oración en lenguas es maravillosa. Como nosotros no sabernos orar como conviene, El Espí Esp í ritu ritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad para interceder por nosotros con gemidos inefables. Rm 8,26 No es el lugar, y ya pasó pas ó el tiempo de querer justificar el don de lenguas. Es una realidad en la Iglesia de hoy. Simplemente quiero confesar mi experiencia: he visto muchas má más curaciones mientras oro en lenguas que con la oraci ón normal, nos dice el P. Emiliano Tardif. Un dí dí a me invitaron a un programa de televisi ón en la ciudad de Bogotá Bogot á, Colombia, pidié pidiéndome que orara por los enfermos. Lo curioso es que el programa s ólo duraba un minuto, por eso se llamaba "el minuto de Dios". A m í me me parecí parecí a demasiado poco tiempo y reclamé reclamé dicié diciéndoles: - Ustedes duran tres minutos anunciando las cervezas y al Se ñor le dan só sólo un minuto....
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Comencé Comencé la oració oración tan apremiado por el tiempo que or é muy rá rápido. Al terminar abrí abrí los los ojos y vi el reloj: ¡me quedaban todav í a treinta segundos! Mi problema entonces era que no sabí sabí a que hacer con tanto tiempo. Or é en lenguas frente a las cá c ámaras de televisió televisi ón. Segú Según testimonio reciente del padre Diego Jaramillo, gran predicador carism ático, hubo varias personas que fueron curadas en esa ocasi ón. La oració oración en lenguas facilita que se den palabras de conocimiento o discernimiento carismá carism ático. Es cuando estamos má m ás disponibles para que el Se ñor nos use porque estamos completamente rendidos a El. En el Segundo Encuentro Carism ático de Montreal me pidieron hacer la oraci ón por los enfermos. Habí Hab í a unas 65 mil personas en la Eucarist í a, a, la cual era transmitida por televisió televisi ón. Oré Oré mucho en lenguas y vinieron algunas palabras de conocimiento que transmití transmit í tal tal y como me llegaban. Una de ellas era as í : - Hay una buena mamá mam á de 74 añ años que está está sentada frente al televisor de su casa. En estos momentos el Señ Se ñor la está está sanando de sus ojos que no pueden ver. Al terminar la misa se me acercó acerc ó un sacerdote que me tení ten í a cierta confianza y me dijo: - ¿Pero es que tú t ú está estás loco? ¿Có ¿Cómo anunciar ante 65 mil personas que una mujer ciega está está delante del televisor? Era tan ló lógica su objeció objeción que no le pude responder. Pero al d í a siguiente salí sal í a a visitar a mi familia a 200 kiló kil ómetros de Montreal. Cuando llegu é, alguien me dijo: - Padre, cerca de aquí aqu í vive vive la señ señora que se sanó san ó de los ojos delante de la televisi ón. A mí mí me me dio tanto gusto que fui a visitarla. Se llamaba Joseph Edmond Poulin y efectivamente tení ten í a 74 añ años. Habí Habí a enfermado de la retina. Despu és de un tratamiento especializado, los mé m édicos afirmaron que su enfermedad era progresiva e incurable. Una amiga le sugirió sugiri ó estar delante del televisor siguiendo la misa de sanaci ón del Congreso de Montreal. Cuando hice el anuncio, ella sinti ó mucho ardor en los ojos. Yo le pregunté pregunt é si podí podí a leer a lo cual contestó contest ó negativamente. Entonces añ a ñadí adí : - El Señ Señor no hace las cosas a medias. Vamos a orar para que usted pueda leer la Palabra de Dios. Tres dí dí as as despué después me llamó llamó por telé teléfono para comunicarme la alegre noticia de que estaba leyendo la Biblia. El don de lenguas me dispuso para que el Se ñor comunicara lo que El estaba haciendo. J.- RENUNCIA A SATANÁS - Cuando se depende del poder de las tinieblas s í se se está está bloqueando la acció acci ón salví salví fica fica de Dios. Por tanto es necesario renunciar expl í citamente citamente a todo ocultismo y esoterismo, curanderismo y magia, hor óscopo, cualquier tipo de adivinaci ón y supersticiones. No se puede servir a dos señ se ñores ni tampoco ser propiedad de ambos. O con Cristo o contra él, o con él se junta o contra él se desparrama. Este es el único punto que sí s í considero considero esencial ya que por el poder de las tinieblas tambié también se producen curaciones. Para evitar esta confusi ón es absolutamente necesario
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renunciar a todo contacto con ciencias ocultas, amuletos, espiritismo, hechicer í a y todo aquello que usurpe el lugar de Dios.
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8 CINCO CARTAS Entresacamos pá p árrafos de las cartas circulares a familiares y amigos donde ofrecemos una idea general del ministerio del P. Emiliano Tardif de estos últimos añ años. Sánchez, 30 de diciembre de 1980 Muy queridos familiares y amigos: Quiero contarles algo de mi viaje por África, tanto en Camerú Camer ún, como en Senegal. El dí dí a 14 salí salí de de Santo Domingo. Despué Despu és de 18 horas de vuelo llegué llegu é muy cansado a Camerú Camerún a las siete de la noche. Lo único que deseaba era descansar en la cama, pero me esperaba una "agradable" sorpresa en el aeropuerto. Sucede que al presentar mi pasaporte me dijeron que faltaba la visa. Yo les contest é que en Santo Domingo me informaron que un canadiense no necesitaba visa para entrar a Camer ún. Yo insistí insistí a, a, pero mis argumentos no contaban, ya que las leyes hab í an an cambiado recientemente. Solo me respondieron: - Usted no puede ni siquiera salir hoy del aeropuerto. Aqu í pasará pasará la noche y mañ mañana temprano deberá deber á regresar a Suiza para conseguir su visa y entonces podr á regresar al paí pa í s. s. Pero, Suiza estaba a siete horas en un avi ón... Una pareja de franceses estaba en similar situació situaci ón. Ellos se sentí sentí an an tranquilos y estaban seguros de entrar al pa í s, s, pues, segú según dijeron, "pusimos ya nuestro asunto en manos de la Embajada Francesa". Yo por mi parte oré or é al Señ Señor y le dije: ú has planeado estos retiros en - Yo no tengo nadie a qui én recurrir sino a ti. Si ttú Camerú Camerún, tú tú me vas a abrir las puertas. Pero si no fuera plan tuyo, no tiene caso que yo entre al paí paí s. s. Dejo todo en tus manos... Por un momento oré or é en lenguas. Luego me pusieron un polic í a alto y fuerte junto a mí . Como si yo tuviera a dó d ónde escaparme. Pensé Pens é: si no puedo evangelizar en Camer ún por lo menos voy a evangelizar a este polic í a musulmá musulmán, y comencé comencé a hablarle de Jesú Jes ús y sus maravillas. Despué Después de la media noche el policí polic í a tení tení a má más sueñ sueño que yo. En eso llegó lleg ó un telefonema con la orden de dejarme entrar al pa í s. s. Un hermano Lasallista se hab í a movido por todos los medios y consigui ó una visa por quince dí d í as. as. Me fui a descansar a mi cama. Al dí d í a siguiente regresé regres é otra vez al aeropuerto para tomar otro avi ón. Allí Allí estaban todaví todav í a los franceses, con caras tristes y muy fatigados por no haber dormido. No habí habí an an conseguido entrar al pa í s y debí debí an an regresar a Parí Par í s. s. Entonces aproveché aprovech é para decirles: Yo no puse mi asunto en manos de hombres sino de Dios y consegu í entrar. entrar. Nuestro Dios es má m ás poderoso que la Embajada Francesa... Esta primera experiencia de evangelizaci ón en África ha sido muy hermosa. Simplemente tení ten í a la impresió impresi ón de estar en los campos de Samaná Saman á, en la Repú República Dominicana al ver los rostros alegres y sencillos de la gente; personas simp áticas y abiertas. Era el mismo clima, el mismo paisaje y el mismo Dios actuando sus maravillas. El sá sábado por la tarde celebramos la misa por los enfermos y Dios comenz ó a repetir los signos y milagros de Pimentel en 1975. Durante la oraci ón por los enfermos vimos muchas curaciones sorprendentes.
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Entre otras la de una niñ ni ña de cinco añ a ños que no caminaba y, gracias a Dios, lo pudo hacer a partir de ese momento. Al d í a siguiente, en la misa de la Catedral, invit é a la mamá mamá de esta niñ niña a que diera testimonio delante de la gran asamblea. Luego le pedimos que hiciera caminar a la niñ ni ña delante de todos, frente al altar La peque ña lo hizo a la vista de todos que lloraban y alababan a nuestro Dios. Hubo una tempestad de aplausos en la Catedral. ¡Jesú ¡Jesús está está vivo… tambié también en África! Durante el retiro de sacerdotes la bendici ón má más grande que vi fue la de un misionero que habí hab í a decidido dejar su ministerio para casarse. Algunos amigos lo invitaron al retiro antes de tomar su decisi ón final. El aceptó aceptó y el Señ Señor lo pescó pescó otra vez. Entregó Entregó de nuevo su corazó coraz ón al Señ Señor y reafirmó reafirm ó su voluntad de seguir sirviendo en el ministerio sacerdotal. El retiro terminó termin ó con la misa al aire libre donde asistieron m ás de tres mil personas. Habí Habí a 38 sacerdotes celebrando la Eucarist í a y el Señ Señor acompañó acompañó otra otra vez la proclamació proclamaci ón de la Palabra con signos y prodigios. A trav és de la palabra de conocimiento el Señ Se ñor nos dijo: ñor está - Aquí Aquí hay hay un joven de 16 a ños, sordo del oí o í do do izquierdo que el Se Señ está sanando. Naturalmente él no escuchó escuch ó este mensaje, pues estaba sordo, pero eso no impidi ó que el Señ Señor actuara con poder. Al terminar la misa se acercó acerc ó un joven al altar contando a toda la asamblea que estaba sordo y que tení ten í a 16 añ años. El Señ Señor lo acababa de sanar. ¡Todos alababan al Se ñor! Al dí dí a siguiente continuaron los prodigios en la Catedral de Yaunde. Una empleada del Banco de Yaunde que padecí padec í a miopí miopí a desde hací hac í a trece añ años fue sanada por el Señ Se ñor. Al dí dí a siguiente ella contaba a todos sus compa ñeros de trabajo el milagro del Se ñor. Como la conocí conoc í an an con sus gruesos lentes y ahora ya no los usaba, todos fueron a la misa de ese dí d í a. a. En esta ocasió ocasi ón habí habí a má más de tres mil personas. Entonces tuvimos que sacar el altar fuera de la iglesia, pues la gente no cab í a en la Catedral. Durante la Celebraci ón de la Cena del Señ Señor, una niñ niñita fue sanada de su brazo izquierdo que ten í a paralizado. Un policí policí a cayó cayó bajo el poder del Espí Esp í ritu ritu y fue sanado de la columna. La madre superiora de una comunidad africana tambi én experimentó experimentó el descanso en el Espí Esp í ritu ritu y fue sanada de úlcera. Fueron tantas las curaciones que ser í a imposible enumerarlas todas En unos cuantos dí d í as as habí habí amos amos vuelto a ver todos los signos que identifican a Jes ús como Mesí Mesí as: as: los ciegos veí ve í an, an, los cojos caminaban, los sordos o í an an y los pobres eran evangelizados. Luego salí salí para para Senegal donde cientos de curaciones vinieron a recordar a este pueblo que Jesú Jes ús está está vivo. Un Misionero del Sagrado Coraz ón, al ver tantas maravillas y la respuesta tan entusiasta de la gente, nos dijo: - Esto es lo que precisamente est ábamos necesitando aquí aqu í . Yo sabí sabí a que el Señ Se ñor llegarí llegar í a de esta manera a nosotros, pues cuando los musulmanes ven que Jes ús realiza milagros llegan a creer que est á vivo y que es má m ás que un simple profeta. Esto es lo que está estábamos necesitando hoy entre nosotros... Y no dejaba de repetir: "Esto es lo que est ábamos necesitando aquí aqu í ", ", refirié refiriéndose a í an las curaciones que hab habí an hecho germinar y crecer la fe de aquella gente. Pero, ¿en que
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parte del mundo no serí ser í an an necesarios estos milagros? Todav í a no encuentro un paí pa í s en este planeta donde salgan sobrando. EI Prefecto de Sangmelina, que era protestante, vino personalmente a despedirse y a agradecer la curació curaci ón de su esposa que habí hab í a padecido del hí h í gado, gado, y de su hermana que fue curada de mala circulaci ón. Estaba muy emocionado y me tra í a un "regalito" para que lo guardara como recuerdo de mi paso por Sangmelina: se trataba de un aut éntico colmillo de elefante. Quise guardarlo en mi maleta pero no cab í a. a. Entonces lo envolví envolv í y y continué continué mi viaje. Sin embargo, tuve que pagar exceso de equipaje por culpa del dichoso colmillo que pesaba mucho. Al bajar del avi ón, por poco olvido el colmillo en la banda de equipajes. En una mano cargaba mi pequeñ peque ña maleta y en la otra aquel envoltorio. El "regalito" empezaba a serme estorboso y costoso. Al llegar a mi nuevo destino, una persona conocedora en la materia, se qued ó admirada de la pieza tan fina. Con los ojos bien abiertos me dijo: - Padre, este colmillo de elefante es muy valioso. Espero que no tenga problemas en el aeropuerto, pues son muy estrictos con el tr áfico de marfil. A partir del momento que supe el precio del colmillo y los riesgos que corr í a con él, cambió cambió mi vida. Inmediatamente le compr é una maleta especial que cuidaba con m ás esmero que la mí m í a. a. En los aeropuertos crecí crec í an an los problemas: al salir pagaba exceso de equipaje y al llegar tení ten í a que orar así as í : - Señ Señor, yo soy testigo de que tú t ú abres los ojos a los ciegos. Ahora ci érraselos a estos señ señores para que no vean el colmillo... t ú sabes que es un "regalito". Cuando me hospedaba en una casa, lo primero que guardaba y escond í a era el costoso colmillo. A veces hasta lo pon í a debajo de la cama, y al regresar de predicar por la noche, lo primero que hací hac í a era hincarme para buscar mi colmillo. A veces lo sacaba y lo contemplaba por algunos segundos. Despu és de acariciarlo lo volví volv í a a guardar cuidadosamente. Un dí dí a estaba en oració oraci ón cuando de pronto comencé comenc é a pensar en el valioso colmillo y las preocupaciones y ansiedades que me hab í an an venido desde que viajaba conmigo. Ademá Además ¡todo lo que me faltaba del viaje! Entonces exclam é en voz alta: - Señ Señor, qué qué razó razón tení tení as as cuando dijiste "bienaventurados los pobres" porque cuando yo no cargaba este colmillo no ten í a problemas como ahora. Me levanté levanté de la oració oraci ón y regalé regalé el colmillo, regresando inmediatamente la paz a mi corazó corazón. Desaparecieron las preocupaciones, los excesos de equipaje y hasta las distracciones en la oració oraci ón. Con esto he aprendido que los colmillos de elefante: ll ámense poder, dinero, gloria, cosas materiales, son siempre fuente de esclavitud. Lo peor es que ante ellos nos postramos y nos distraen del verdadero Dios. ¡Qu é incó incómodos son estos colmillos! ¡Cuá ¡Cuánto exceso de equipaje pagamos por ellos! ¡Qu é pesados son, sobre todo cuando atrá atrás del colmillo cargamos el elefante completo! Que no necesitamos de los bienes materiales los que confiamos en el Se ñor, me lo ño de todas las cosas. El boleto a Camer ún y Senegal demostró demostr ó hermosamente el Due Dueñ costó costó 1,680.00 dó dólares. Como era demasiado dinero para esos pa í ses ses tan pobres les pedí ped í que no me dieran nada por mi trabajo; sino que simplemente pagaran el costo del boleto.
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Así Así , entre los dos paí pa í ses ses me dieron 1,700 dó d ólares. Un sacerdote que se enter ó del asunto me dijo: - No es justo eso. Tú T ú has trabajado intensamente por tres semanas y s ólo te dan 20 dólares. ¡Menos de un dó d ólar por dí dí a! a! - No te preocupes -le contesté contest é- El Señ Señor nos da el ciento por uno. Al regresar a mi parroquia me esperaba un mont ón de cartas. Una de ellas decí dec í a así así : "Hemos pensado enviarte un "regalito" para la evangelizaci ón". Al leer la palabra "regalito" me acordé acord é del colmillo de elefante y solt é la carta asustado. En eso cayó cay ó de la misma un cheque por 2,000 dó d ólares. Exactamente cien veces m ás que los 20 dó dólares que me habí habí an an dado en África: Yo me reí re í y y le dije a Jesú Jesús: - Se ve que eres un buen jud í o pues has hecho perfectamente las cuentas al darme el ciento por uno... Seguimos narrando el contenido de otra carta del P. Emiliano a sus amigos y conocidos. La Romana, 10 de diciembre de 1982 Muy queridos familiares y amigos: Espero encontrarlos bien a todos, con buena salud y plenos de la alegr í a del Señ Señor. Personalmente les diré dir é que nunca habí hab í a tenido tan buena salud y estoy feliz de poder ponerla al servicio de la evangelizaci ón, salud que el Señ Se ñor me regresó regres ó hace diez añ a ños. Incluso he pensado escribir un peque ño libro de testimonios para contar lo que he visto durante estos diez añ a ños de apostolado en la Renovaci ón. No sé sé si tendré tendré tiempo para hacerlo, pero la idea me viene frecuentemente. Intentar é escribirlo y podrí podr í a tener como tí tulo tulo "El Espí Espí ritu ritu Santo ha hecho de mí m í un un Testigo" A fines de noviembre regres é de la Polinesia Francesa Este último viaje ha sido uno de los má más bellos de mi vida. Nunca hab í a encontrado un pueblo tan simp ático y acogedor a la Palabra de Dios. All á viví viví un un perí perí odo odo de evangelizació evangelizaci ón lleno de alegrí alegr í a y bendiciones de todo tipo. Para darles una pequeñ peque ña idea del recibimiento de esta gente, bastar á decirles que í a llegué llegué al aeropuerto de Tahit Tahití a las dos de la mañ ma ñana, despué después de un viaje de 16 horas desde Santo Domingo es decir, el doble de distancia entre Santo Domingo y Par í s . Para mi sorpresa, habí hab í a por lo menos 500 carismá carism áticos reunidos en el aeropuerto a esa hora para recibirme y lo hicieron con collares de flores, mientras cantaban "Alabar é" con todo el corazó corazón. Me pusieron tantos collares de flores que casi me tapaban los ojos. Necesitaba un cuello de jirafa. Despué Después de dos dí dí as as comenzamos el primer retiro para los l í deres deres de la Renovació Renovaci ón, que habí habí an an venido de diferentes islas de la Polinesia Francesa. En el primer retiro en francé francés eran 220. Los que llegaron de las islas m ás lejanas tuvieron que hacer un trayecto de tres dí dí as as en barco para venir a este retiro de cinco d í as. as. Allí Allí pude pude comprobar su gran espí espí ritu ritu de sacrificio. No es de admirar que hayamos sido bendecidos tan abundantemente. De algú alg ún modo volví volví a a vivir en Tahití Tahití los los acontecimientos de 1975 en Pimentel. Los primeros misioneros cató cat ólicos que llegaron a Polinesia Francesa, en Tahit í , comenzaron su trabajo en 1834. Este a ño, con motivo del 150 aniversario de la misi ón, se
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preparan con retiros de evangelizaci ón por toda la dió di ócesis. Nuestros retiros carismá carism áticos formaban parte de este programa de conjunto. La generosidad de esta gente se manifiesta en mil formas, nunca hab í a tenido tantos regalos con motivo de un viaje de evangelizaci ón. Me regalaron 18 camisas, dos pares de zapatos, un elegante há h ábito azul, etcé etc étera. Cuando quise salir, todas estas cosas no cab í an an en mi maleta. Así As í que que la comunidad de cató cat ólicos chinos me regaló regal ó una bonita maleta grande, la má más bella que he tenido, para meter mis regalos. Ten í a sobrepeso de equipaje de 50 libras y en el avi ón no me hicieron pagar ni un centavo de m ás. No olvidaré olvidar é f ácilmente esta gente de Tahit í y y de las islas donde pasé pas é cerca de un mes de evangelizació evangelizaci ón entre corazones muy abiertos a la Palabra de Dios. Despué Después de haber predicado en dos islas diferentes y visitado varias comunidades de religiosas, hice una visita a los leprosos con quienes celebr é la misa; luego un encuentro con los padres misioneros. La última semana di una conferencia cada noche, más tarde celebraba la misa y oraba por los enfermos en una gran iglesia, donde la asistencia era entre 3,000 y 5,000 personas En lugar de homil í a habí habí a testimonios de las personas que habí hab í an an sido sanadas los dí d í as as precedentes. El testimonio que má m ás me impresionó impresion ó fue el de un hombre que estaba completamente ciego de un ojo, con el otro ve í a muy poco y dentro de poco tiempo tendrí tendrí a que operarse. Durante la misa por los enfermos, precisamente en el momento de la elevació elevación de la Hostia, vio una gran luz en la iglesia y sus ojos se abrieron. ¡Hab í a sanado! Si al llegar me coronaron de flores, al despedirme me llenaron de collares de conchitas. Cuando caminaba en el avi ón con tanta conchita hacia tal ruido que la gente se reí reí a. a. He compartido estos regalos con mi gente de la parroquia y es curioso encontrar en esta isla del Caribe a gente con collares o camisas de la Polinesia. El P. Emiliano Tardif sigue mandando cartas donde narra los testimonios de las personas que Jesú Jes ús sana. La Romana, 1° 1 ° de diciembre de 1981 El domingo pasado, fiesta de Cristo Rey, celebramos en Santo Domingo nuestro Segundo Congreso Carismá Carism ático Nacional... 42,000 personas representando 1,500 grupos de oració oración de la Repú Rep ública Dominicana llenaron el Estadio Ol í mpico mpico de la capital el 22 de noviembre en una gran manifestaci ón de fe en honor de Cristo Rey. El tema del Congreso era "JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO". Fue extraordinario. De las 9 de la ma ñana a las 6 de la tarde, bajo un cielo azul, en una atmó atmósfera de fiesta, cantamos, oramos, escuchamos las conferencias y saboreamos el amor de Dios nuestro Padre. A las once de la mañ ma ñana me tocó toc ó el tema "JESÚ "JES ÚS ESTÁ ESTÁ VIVO" y enseguida, con el equipo, dirigí dirig í una una oració oración de curació curación para todos los enfermos que hab í an an venido en gran nú número de todo el paí pa í s. s. El Señ Señor nos bendijo de una manera muy particular. A las dos y media de la tarde, hora de los testimonios, hubo muchos. Entre otros, el de un hombre que hab í a venido al Congreso con gran dificultad y recibió recibi ó una curació curaci ón completa durante la oraci ón por los enfermos Debido a un problema del corazó corazón, estaba paralizado del lado izquierdo del cuerpo y no pod í a caminar sin
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muletas. A las dos y media de la tarde subi ó a la tribuna caminando solo, sin muletas y con la voz sollozante agradec í a al Señ Señor que acababa de sanarlo El dí dí a de nuestro Congreso Carism ático Nacional, nuestro nuevo Arzobispo, Monseñ Monseñor Nicolá Nicolás de Jesú Jesús Ló López, dio una soberbia conferencia sobre la Renovaci ón Carismá Carismática en el mundo de hoy. Los pocos sacerdotes que luchaban todav í a ferozmente contra la Renovació Renovaci ón en la arquidió arquidi ócesis parecen incomodarse con esta posici ón tan firme y tan franca de nuestro nuevo Arzobispo. ¡Gloria al Se ñor! Tengo ahora la gran alegrí alegr í a de anunciarles que ya no soy pá p árroco de Sá Sánchez. En verdad no alcanzaba a ser pá p árroco y dar retiros por todas partes. Fui liberado del curato de Sá Sánchez en abril pasado y ahora soy predicador de tiempo completo con residencia en nuestra parroquia de La Romana, donde el padre Andr és Dumas es el pá p árroco. El padre André Andr és estaba solo en esta gran parroquia de 30,000 habitantes. Al regresar de mis viajes le ayudo un poco y esto me beneficia, pues es conveniente mezclar el trabajo parroquial con los retiros. En este añ año he sido testigo de Cristo resucitado en los cinco continentes. Despué Después de las conferencias ecum énicas en Suiza fui a Lisieux, Marsella y Para le Monial. Luego regresé regres é otra vez a la Repú Rep ública Dominicana para ir al retiro sacerdotal en La Ceja, Colombia. Finalmente, al retiro en Monterrey, M éxico, donde me sucedió sucedi ó un curioso incidente. Vencido mi pasaporte, lo envi é a la embajada Canadiense en Caracas, Venezuela, para refrendarlo. Se acercaba el dí d í a de mi salida a Mé M éxico y el pasaporte no regresaba. La ví spera spera llamé llamé telef ónicamente a Caracas y me respondieron que ellos ya me lo hab í an an enviado. Nada podí pod í amos amos hacer, sino esperar pacientemente la cuenta regresiva. Por la tarde me llamaron por tel éfono de Monterrey, preguntá pregunt ándome vuelo y hora de nuestra llegada. Yo les contesté contest é que irí irí a el equipo pero que yo me quedarí quedar í a, a, por la simple razó razón de no tener pasaporte. Ellos se quedaron consternados pues ya ten í an an todo listo para recibir 14,000 personas. Me prometieron pasar la noche en oraci ón, confiando en el Señ Se ñor. Al dí dí a siguiente salí sal í del del aeropuerto dominicano sin pasaporte. Habl é con el jefe de migració migración afirmá afirmándole que un canadiense podí pod í a entrar a Estados Unidos con la licencia de automovilista (el avió avi ón hacia escala en Miami antes de llegar a M éxico). El me contestó contest ó: - Si la compañí compa ñí a Eastern corre el riesgo de transportarlo, yo lo dejo salir. Hablé Hablé con el empleado de Eastern Airlines y me dijo: - Si migració migración corre con los riesgos, nosotros lo transportamos. Yo entonces or é de esta forma: - Señ Señor, Tú Tú tendrá tendrás que correr con todos los riesgos... y tom é el avió avión a Miami. Al llegar a Miami todo mundo mostraba su pasaporte, visa y carta de turista. Yo, simplemente presenté present é mi licencia de manejar. El vista, extra ñado, me preguntó pregunt ó: - ¿Y qué qué es eso? - Mi licencia... es todo lo que tengo. Un canadiense puede entrar a Estados Unidos con su licencia de manejar. El se apiadó apiad ó de mí mí y y me dejó dejó pasar.
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Al conectar para Mé M éxico el oficial de migració migraci ón sí sí sabí sabí a de leyes y me aclar ó enojado: - Usted no puede ir a M éxico ni a ninguna parte con eso... ni siquiera puede estar en Miami sin papeles. Eso no sirve para nada... Cualquier persona puede conseguir licencia en Canadá Canadá y eso no significa que es canadiense. Es con la "tarjeta de nacionalidad" con la que se entra a Estados Unidos, no con una simple licencia. En M éxico jamá jamás lo dejará dejarán entrar... lo van a devolver. Yo me habí habí a equivocado: habí hab í a confundido "tarjeta de nacionalidad" con licencia para manejar. Gracias a Dios pude salir, pero al llegar a M éxico se presentaba otro problema no menos grave. Mi oraci ón fue: - Señ Señor tá tápale los ojos a este señ se ñor para que no vea lo que me falta. El vista estaba tomando caf é caf é, distraí distraí do do y hablando con su compañ compa ñero... ni se fijó fijó lo que le entregué entregu é. Solamente me selló sell ó y entré entré al paí paí s. s. El Señ Señor que le tapó tapó los ojos al empleado de migraci ón, en el retiro de abrió abri ó los ojos a una señ señora ciega desde hací hac í a cinco añ años. Jesú Jesús es el amo de lo imposible. Despué Después del retiro en Monterrey, celebramos una misa por los enfermos en un santuario al aire libre, con el altar al centro y seis mil personas moj ándose por una lluvia continua. Despué Despu és de la comunió comunión el Señ Señor curó curó a un hombre que hab í a perdido el uso de la palabra desde hací hac í a algunos añ a ños 3 consecuencia de una congesti ón cerebral. El Señ Se ñor soltó soltó su lengua y él gritaba: "Gloria a Dios, gloria a Dios". Hubo gran admiraci ón entre quienes lo conocí conoc í an an y lo llevaron al micró micr ófono para testimoniar. En ese momento, dos cojos se levantaron y comenzaron a caminar. Uno de ellos vino a dar su testimonio ante toda la asamblea mientras su p árroco lloraba. Muchos sacerdotes que concelebraban con nosotros se dejaron llevar por la emoci ón y lloraban... Yo reí reí a y gritaba "¡Jesú "¡Jes ús está está vivo, ustedes lo está están viendo!" Este es un resumen de algunas de mis actividades del a ño. Van ustedes a decirme que só sólo les hablo de retiros. Es que all í está está mi corazó coraz ón y mi vocació vocaci ón: predicar por doquier el amor y la misericordia del coraz ón de Jesú Jes ús. Tambié También en Yugo Yugosl slav avia ia estu estuvo vo pres preso o por por pred predic icar ar la Pala Palabr braa de Dios Dios el P. Emiliano, esto nos dijo: 25 de octubre de 1983 Queridos familiares y amigos: Acabo de llegar de Yugoslavia y tengo un gran deseo de saludarlos a todos, esperando que tengan la paz y la alegr í a del Señ Señor. Creo que no tengo el derecho de callar despu és de haber visto lo que vi en este largo viaje de evangelizació evangelizaci ón que comenzó comenz ó el 18 de agosto y termin ó el 15 de octubre, dí a de Santa Teresa de Ávila. El 18 de agosto salí sal í a a Francia, para participar en el encuentro de comunidades carismá carismáticas francesas en Ars, donde se reunieron m ás de 4,000 personas durante una semana de oració oraci ón, de reflexió reflexión y de estudio en la alegrí alegr í a del Señ Señor. Un precioso encuentro, de gran belleza y lleno de bendiciones de todo tipo. De allí allí , salí salí para para Yugoslavia. Mis compa ñeros de viaje eran Abad Pierre Rancourt de Quebec y el doctor Philippi Madre, di ácono, que es el pastor de la comunidad carismá carismática Leó León de Judá Judá, en Francia.
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Segú Según testimonios y frutos que tienen todos los visos de autenticidad, la Virgen se está está apareciendo en Medugorie, Yugoslavia, dejando un mensaje de paz, oraci ón y penitencia. Lo cierto es que la parroquia del Padre Tomislav Vlasik se ha convertido en centro de fe y de peregrinació peregrinaci ón donde existen muchas conversiones. Nosotros llegamos a Medugori antes de la misa de siete del martes. El padre Tomislav nos invitó invit ó a concelebrar con él. Más de tres mil personas estaban reunidas para la Eucarist í a. a. Unos doce sacerdotes, sentados en sillas afuera, confesaban largas filas de penitentes. Era una noche ordinaria. Se dice que los sá s ábados y domingos por la noche la asistencia llega hasta siete y ocho mil personas, y así así es es desde hace dos añ a ños. Al finalizar la misa el padre Tomislav me dijo: - Aunque el retiro no comienza hoy, hay aqu í numerosos numerosos peregrinos enfermos. ¿Quisieras dirigir una oració oraci ón por ellos despué despu és de la misa? Acepté Acepté gustoso y un sacerdote traducí traduc í a mi oració oración al croata. El Señ Se ñor comenzó comenzó desde esa primera noche a curar enfermos que dieron su testimonio al final. Al dí dí a siguiente habí hab í a por lo menos unas 8,000 personas. La noticia de los curados la noche anterior corrió corri ó rá rápidamente. Esto comenzaba a intrigar a los guardias de Seguridad Nacional. Nosotros oramos, el Se ñor sanó sanó y la gente daba su testimonio. La noche del jueves habí hab í a ya 14,000 personas, mientras nosotros est ábamos en la cá cárcel... He aquí aquí lo lo que sucedió sucedi ó. Por la mañ mañana, habí habí amos amos dado enseñ ense ñanza al grupo de jó jóvenes y orado por la efusió efusi ón del Espí Espí ritu ritu antes de ir a comer. Todos fueron bendecidos por el Señ Señor. Algunos recibieron el don de lenguas y hab í a mucha paz y alegrí alegr í a en la asamblea. Nosotros regresamos para comer. Al final de la comida llegaron tres agentes de la Seguridad Nacional, d ándonos la orden de seguirlos con nuestros pasaportes para un interrogatorio Est ábamos detenidos. Fuimos conducidos a Citluk, ciudad localizada a siete kil ómetros de distancia. Nos llevaron ante un tribunal que nos acusaba de haber turbado la paz de Yugoslavia y de haber predicado sin autorizaci ón del gobierno. Nos encerraron a los tres en un peque ño saló salón, hasta nueva orden. Me sent í contento contento de no haber ido solo a Yugoslavia. La prisi ón se soporta mejor entre tres. Fue una tarde de expectativa. Las horas pasaban sin saber lo que nos esperaba A eso de las cinco, como hac í a mucho calor, pedimos un vaso de agua. Nos respondieron que no habí hab í a vasos. La ví ví spera spera habí habí amos amos ayunado a pan y agua por la paz del mundo, tal y como lo hacen los padres, las religiosas y el grupo de oraci ón de todos los mié mi ércoles Yo tení ten í a prisa porque llegara el jueves, y lleg ó, pero nos trajo la prisió prisión donde no habí hab í a ni pan ni agua. A eso de las 6:15, hora del rosario en la iglesia, nos unimos a ellos rezando nuestro rosario en prisió prisi ón y terminamos cantando el Salve Regina Un polic í a entró entró furioso dándonos la orden de callar. Yo no sab í a que estaba prohibido cantar a los presos. Creo que les impresionó impresion ó nuestra alegrí alegr í a y paz. ía del mariscal Tito. Entonces le dije a Pierre En la pared habí habí a una fotograf í Rancourt: "Tomaré "Tomar é una foto porque quiero tener un recuerdo de mi prisi ón en Yugoslavia". Yo sonreí sonre í a y con la mano señ se ñalaba a Tito diciendo: "é " él es el culpable". Al accionarse el flash vinieron inmediatamente los polic í as as y se enojaron. Me pidieron la
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cámara y yo temblaba como un niñ ni ño travieso. Abrí Abrí la la tapa de tal modo que se vel ó el rollo, salvá salvándome de una situació situaci ón comprometedora. Luego de inspeccionar nuestras maletas nos dieron 24 horas para abandonar el pa í s o nos volví volví an an a poner presos. Al dí dí a siguiente por la mañ ma ñana, despué después de haber saludado a los padres y religiosas que fueron muy amables con nosotros y estaban muy contritos por vernos expulsados de esa manera, salimos en un taxi a Zadar distante 350 kil ómetros. Dos americanos que estaban all í como como peregrinos, nos dieron 150 d ólares para ayudarnos a pagar el taxi. En Zadar, ciudad tur í stica stica al borde del mar Adriá Adri ático, nos embarcamos a las nueve de la noche para llegar a Remini, Italia, a las seis de la ma ñana. Allí Allí tomamos tomamos el tren a Milá Mil án y por la tarde el avió avi ón nos llevó llevó a Paris a donde llegamos para comer. Dos dí d í as as duramos para regresar a Yugoslavia, porque no hab í a manera de ese mismo dí dí a tomar avió avi ón. El Evangelio tiene razó raz ón cuando nos promete el ciento por uno y ademá además persecuciones por el nombre de Cristo Jes ús. En una pró próxima carta les contaré contar é mis aventuras en el Congo, donde celebramos el Centenario de la Evangelizació Evangelizaci ón. ¡Los bendigo a todos! El pasado mes de mayo el Movimiento Testimonio y Esperanza, grupo juvenil apostó apostólico que se reú re úne en Las Monjas los sá s ábados, organizó organiz ó la "Primera Peregrinació Peregrinaci ón Juvenil Mariana". La cita fue a las 16:30 en el Santuario de Guadalupe y 15 minutos despu és la coordinadora dio la bienvenida y en un ambiente de oraci ón dio inicio la peregrinaci ón que fue juvenil; pero de jó j óvenes de corazó coraz ón, pues tambié tambi én asistieron personas mayores y niñ niños. Muchas veces se piensa que las personas que organizan estas actividades son viejitas calienta bancas y que asisten los ni ños que son acarreados por sus mam ás, pero en esta peregrinació peregrinaci ón se vio el alegre espí esp í ritu ritu juvenil cristiano; pues aunque la lluvia acompañó acompañó a a los peregrinos todo el camino, no decay ó el ánimo a pesar de que fue el último partido del Morelia. A este evento asistieron m ás de 400 personas. En el trayecto la peregrinaci ón se detuvo por unos momentos varias veces para representar los misterios gozosos, los personajes fueron j óvenes y niñ niños. Entre misterio y misterio todos los asistentes participaron con cantos; especialmente los coros de los grupos juveniles de San Diego, el Grupo Escoge, "Jornadas", "Shema" y "Baj". Potencia Juvenil Cristiana y Pastoral Scout no se quedaron atrá atrás con sus porras a la Virgen y todos juntos oramos con el rezo del santo Rosario. La peregrinació peregrinaci ón terminó terminó en Catedral con las últimas oraciones y la coronaci ón de la Santí Santí sima sima Virgen Marí Mar í a. a. La devoció devoci ón y alegrí alegrí a mostradas en esta peregrinaci ón de jó jóvenes cató católicos es digna de repetirse, por lo que la Virgen Mar í a y el Movimiento Testimonio y Esperanza te invitan a la II Peregrinaci ón Juvenil Mariana en mayo del 98. El viernes pasado en la oració oraci ón por los enfermos de las 12:00 en el Templo del Señ Señor de la Misericordia en La Colina, aqu í en en Morelia, Jesú Jes ús que está está vivo transformó transform ó el dolor en salud, la tristeza en gozo. A una hermana que ten í a serios dolores en su espalda y no podí podí a hacer sus actividades normales es Se ñor le regresó regres ó su movilidad y sus dolores
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ya no los tiene. A otra hermana que perdi ó a su hija en forma muy dolorosa hace unas semanas, Jesú Jes ús le regresó regresó la paz a su corazó coraz ón y salió salió de la iglesia con una profunda paz interior y daba gloria a Dios por haber tenido un encuentro vivo con Jes ús. Proclamar la Palabra de Dios nos puede llevar hasta la c árcel, eso fue lo que le pas ó de nueva cuenta al P. Emiliano Tardif en África. 15 de noviembre de 1983 Querida familia y amigos: Continuando mi carta anterior les comento ahora mi viaje al África y algunos de los prodigios que allí all í vieron vieron mis ojos. El 19 de septiembre en la noche, sal í de de Parí Parí s al África, donde primeramente predicarí predicar í a durante 15 dí d í as as en el Congo y luego 5 d í as as en Zaire. (ex Congo Belga) El dí dí a 20 por la mañ ma ñana llegué llegué a Kinshasa, capital de Zaire. Fui muy bien recibido por los padres jesuitas, en particular por el padre Guy Verhaegen S.J., quien es el asesor de la Renovació Renovaci ón en Kinshasa y me habí hab í a invitado a dar el retiro a los lí l í deres deres de la Renovació Renovaci ón. Descansé Descans é un poco del viaje de 8 horas en avi ón y en seguida me dirigí dirig í a a la embajada del Congo en Kinshasa para solicitar mi visa para el Congo. Al d í a siguiente, con mi visa en la mano, crucé cruc é en barco de Kinshasa a Brazzaville, capital del Congo. Un viaje de apenas 10 minutos en barco. Llegué Llegué pues, al Congo, y de inmediato fui a Linzolo, lugar de peregrinaci ón a la Virgen, a unos 20 kiló kil ómetros de Brazzaville. All í se se iba a celebrar el primer retiro. Una multitud de má m ás de 3,000 personas esperaban al aire libre el retiro de cuatro d í as. as. Despué Después de saludar al padre Ernesto Kombo, S.J., organizador del retiro, comenzamos de inmediato la primera conferencia sobre "La Fe en la Palabra de Dios". ¡Qué ¡Qué espectá espectáculo ver esos miles de retirantes sentados en el piso, sobre esteras o banquitos, atentos a la Palabra de Dios! Era en verdad una gran misi ón popular en este Centenario de la Evangelizació Evangelizaci ón y al mismo tiempo el Dé D écimo aniversario de la Renovació Renovaci ón Carismá Carismática en el Congo. Yo daba dos conferencias por la ma ñana, una por la tarde y en seguida celebraba la Eucaristí Eucarist í a, a, con homilí homilí a y oració oración por los enfermos despué despu és de cada Eucaristí Eucarist í a. a. Por la noche hací hací amos amos una gran reunió reuni ón de oració oración carismá carismática con todas las manifestaciones del Espí Espí ritu ritu que el Señ Se ñor querí querí a darnos. Un dí d í a tuvimos adoració adoraci ón del Santí Santí simo simo Sacramento expuesto en el altar, al aire libre, frente a la gruta. Desde las nueve de la noche hasta media noche, oraci ón espontá espontánea, cantos y predicació predicaci ón. En el Congo encontré encontr é una fe intensa y profunda, una fe como raramente he encontrado en mis viajes de evangelizació evangelizaci ón por el mundo. Imagí Imagí nense nense la fe que se necesita para ser capaz de permanecer durante cuatro d í as as de retiro, a mediados de semana, sin hotel para dormir; donde cada quien se organizaba como podí podí a, a, durmiendo al aire libre, extendi éndose sobre esteras y comiendo lo que llevaban en su pequeñ peque ño morral. Dios, que no se deja vencer en generosidad, hizo brillar su gloria en esta ocasió ocasi ón tan especial. El gobierno del Congo está est á en manos de marxistas desde hace añ a ños. Despué Después de la independencia del paí pa í s intentó intentó instalarse una democracia, pero rá r ápidamente cayó cay ó el gobierno y el comunismo tomó tom ó el poder. En 1977, el presidente Ngouabi, comunista, fue
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asesinado y sustituido por otro presidente comunista. Cuatro d í as as má más tarde unos policí polic í as as se presentaron en la residencia del Cardenal Emile Blayenda de Brazzaville, orden ándole los siguiera para una entrevista con la autoridad. Nunca m ás el pueblo pudo volver a ver a su Cardenal que era un pastor de almas con cualidades extraordinarias, seg ún decir del clero entero. Hace un par de añ a ños el Papa Juan Pablo II visitó visit ó el Zaire y en Brazzaville celebr ó la Eucaristí Eucarist í a al aire libre, con la alegr í a delirante del pueblo. Se dice que desde entonces el gobierno, dirigido por el coronel Denis Sassou, parece haber mejorado las relaciones con la Iglesia, sobre todo en este a ño del Centenario de la Evangelizaci ón. Fue pues en estas circunstancias a donde llegu é a predicar quince dí d í as as de retiros populares, invitado por el actual Arzobispo de Brazzaville. En ningú ningún paí paí s en el mundo he visto tantas curaciones como en el Congo durante estos retiros del Centenario. El único paí paí s con que podrí podr í a comparar el Congo, desde el punto de vista de las señ se ñales que acompañ acompa ñaron la evangelizació evangelizaci ón, serí serí a la Polinesia Francesa donde prediqué prediqu é tres semanas de retiro el añ a ño pasado. Tambié Tambi én era su aniversario de evangelizació evangelizaci ón. Pero las señ se ñales fueron todaví todav í a má más fuertes y má m ás sorprendentes en el Congo. Leemos en Isaí Isa í as: as: Los sordos escuchará escuchar án las palabras del libro liberados a la sombra de la tiniebla, los ojos de los ciegos verá ver án, los pobres se alegrará alegrar án en Yahvé Yahvéh y los hombres má m ás pobres .se regocijará regocijar án a causa del Santo de Israel. Is 29, 18-29. Más adelante afirma: Que el desierto y el sequedad se alegren regoc í jense la estepa estepa y florezca florezca como como flor. Se verá verá la gloria de Yahvé Yahv éh, el esplendor de nuestro Dios. Fortalé Fortal ézcanse las manos débiles afiá afiáncense las rodillas vacilantes. Digan a los de coraz ón decaí decaí do. do. ¡Á ¡Ánimo, no teman! Se despegará despegar án los ojos de los ciegos y las orejas de los sordos se abrir án. Entonces saltará saltar á el cojo como ciervo y la lengua del mudo lanzar á gritos de jú júbilo. Is 35, 1-6. En pocos dí dí as as fuimos testigos de estas se ñales entre "los má más pobres de los hombres". El Señ Se ñor acompañó acompañó con con toda clase de señ se ñales y prodigios su Palabra de salvació salvación. El Evangelio es verdadero y eficaz el d í a de hoy, si le creemos al Señ Se ñor. Desde la primera noche del retiro en Linzolo, despu és de la oració oraci ón por los enfermos, una palabra del Se ñor me llegaba fuertemente al coraz ón: "Hay aquí aquí un un hombre que sufre mucho en su pierna derecha. El es cojo y tiene dificultad para mantenerse sobre su pierna En este momento siente un fuerte temblor y un gran calor en esa pierna. El Señ Se ñor lo está está sanando. Tú Tú que sientes esta curació curaci ón, ten confianza. En el nombre de Jesú Jes ús, levá levántate y anda. Hubo un largo momento de silencio en la asamblea. Nadie se mov í a. a. Como no todo mundo entendí entend í a el francé franc és, habí habí a que traducir en el dialecto de la regi ón lo que hizo inmediatamente el Padre Ernesto Kombo, que me acompa ñaba a todas partes. En ese momento un hombre de 28 a ños se levantó levant ó y salto como un ciervo. El tení ten í a el pie envuelto, era cojo, sufrí sufr í a desde hací hací a mucho tiempo un dolor en la pierna derecha que no le permití permití a trabajar. Para confirmar todo, apareci ó entre el pú público con el pie derecho envuelto en una venda y ya no cojeó coje ó jamá jamás.
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La multitud aplaudí aplaud í a: a: y todos alababan al Señ Se ñor... Todos "veí "veí an an la gloria de Yahvé Yahvéh" estallar ante sus ojos por la lluvia de bendiciones y curaciones que el Se ñor dejaba caer en esas tierras tan azotadas por la sequ í a. a. El dí dí a siguiente tuvimos numerosos testimonios. Un ciego recuper ó la vista y daba testimonio pú público agradeciendo al Señ Se ñor. Pero nuestra mayor admiraci ón fue el segundo dí a, a, cuando una niñ ni ña de diez añ años, sordomuda de nacimiento, fue sanada "Las orejas de los sordos se abrirá abrir án. . . La lengua de los mudos gritará gritar á su alegrí alegr í a". a". Esta niñ niña, sorda de nacimiento, se espantó espant ó de tal manera que al escuchar los cantos al final de la misa que se puso a gritar de pá p ánico, tapá tapándose las orejas con los dedos y se retir ó lejos. Poco a poco se calmó calmó y al dí dí a siguiente en la mañ ma ñana, radiante de alegrí alegr í a, a, fue al presbiterio con su mamá mamá y nos probaba que estaba de verdad curada. Le dec í amos amos una palabra en franc és y la repetí repetí a con claridad. Ella se fascinaba por poder repetir lo que dec í amos, amos, como un niñ ni ño que aprende a decir papá pap á y mamá mamá. Esta curació curaci ón causó causó gran admiració admiraci ón y la noticia se corrió corrió hasta la capital. Muchos otros testimonios nos llegaron despu és de la Eucaristí Eucarist í a de cada tarde. La multitud crecí crec í a de tal manera que al finalizar el retiro hab í a por lo menos cinco mil personas, en el piso, ante la gruta de la Inmaculada, escuchando la Palabra de Dios Recuerdo imborrable me ha dejado este primer retiro de Linzolo. Pero esto era só s ólo el principio. El domingo, era la misa por los enfermos en la Catedral. Tuvimos que celebrar al aire libre porque la asistencia rebasaba las dos mil personas. En esta misa el Se ñor quiso dar una señ se ñal muy clara de que su Palabra es verdad, como lo hizo cuando dijo al paral í tico tico del Evangelio: Para que los hombres sepan que el Hijo del hombre tiene el poder de perdonar los pecados, lev ántate, toma tu camilla y anda: Lc 5,24. Despué Después de la oració oración por los enfermos, un hombre que padec í a hemiplejia desde hací hací a ocho añ años y no podí pod í a desplazarse solo, sintió sinti ó que el Señ Se ñor lo curaba. Una palabra de ciencia lo invitaba a levantarse. Con la admiraci ón de la muchedumbre, se levant ó y camino solo hasta el altar. All í , al micró micrófono, agradecí agradecí a al Señ Señor con sollozos y algunas palabras. ¡Estaba curado! Los dos dí dí as as siguientes serí ser í a el retiro para sacerdotes y religiosas en Brazzaville. Se habí habí an an programado dos Eucarist í as as en dos iglesias diferentes a las que estaban invitados todos los enfermos. La primera, se celebr ó afuera de la iglesia de San Pedro, con algunos miles de personas que llenaban el terreno. Yo prediqu é sobre "La Eucaristí Eucarist í a Sacramento de Curació Curaci ón" y el Señ Señor vino a confirmar su presencia real en la Hostia consagrada curando a dos paralí paral í ticos: ticos: una mujer de unos 35 añ a ños que habí habí a sido llevada en una camilla. Ella yací yac í a paralí paralí tica tica en la cama desde hací hac í a dos añ años y medio. El Señ Se ñor la levantó levantó despué después de la comunió comuni ón. Le ayudé ayudé dá dándole la mano y pudo llegar hasta el altar, subiendo con dificultad los tres escalones del podium. All í , loca de alegrí alegr í a, a, se puso a bailar ante la multitud. Era el delirio de la asamblea. En ese momento, un hombre paralí paralí tico tico que habí hab í a sido llevado en brazos por su familia, tambi én se levantó levantó y caminó caminó solo, tranquilamente, avanzando hasta el altar. Las curaciones de todo tipo se multiplicaban, Jesú Jes ús volví volví a a decir a su pueblo: Fortalé Fortal ézcanse las manos dé d ébiles y afiá afiáncense las rodillas vacilantes. Digan a los de coraz ón decaí decaí do. do. "No teman. He aquí aqu í a a su Dios".
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El martes ya no podí pod í amos amos celebrar la misa dentro de una iglesia. Tuvimos que ir al estadio de la parroquia Santa Ana donde cab í an an quince mil personas. A las tres de la tarde el estadio estaba lleno a reventar, y hab í a má más gente afuera que adentro, fue necesario cerrar las puertas. La Eucarist í a fue concelebrada por el Arzobispo y varios sacerdotes. Prediqué Prediqué sobre las señ se ñales que Jesú Jes ús anunció anunció a los discí discí pulos pulos de Juan Bautista cuando le preguntaron: ¿Eres tú tú el Mesí Mesí as as o debemos esperar otro? Jes ús les respondió respondi ó. Vayan y digan a Juan lo que han visto y oí o í do. do. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son curados y los sordos oyen... y la Buena Nueva es anunciada a los pobres.... Lc 7, 18-23. Despué Después de la oració oración por los enfermos, muchas personas fueron tocadas por el poder del Espí Esp í ritu... ritu... Al dí dí a siguiente fueron numerosos los testimonios. El que m ás nos sorprendió sorprendi ó fue el de un niñ ni ño sordomudo de nacimiento que fue curado en el estadio. Su padre, profesor en el colegio de Brazzaville, organiz ó una fiesta con sus amigos esa noche para agradecer a Dios el milagro. Al d í a siguiente, él, inscrito en el partido comunista, fue a la Oficina Central a entregar su carnet del partido diciendo: "Ya no necesito esto. Dios existe. El curó cur ó a mi hijo". Fue en ese momento en que las reacciones comenzaron a manifestarse en las filas del Gobierno. Los agentes de la Seguridad nacional estaban en verdad intrigados por lo que pasaba. Una noche vino un miembro del gobierno, como Nicodemo, a advertirnos en secreto que habí hab í a un gran malestar en el Gobierno comunista; los agentes de la Seguridad Nacional comenzaban a rezongar. Nos dijo: "Prep árense porque Lenin está est á en peligro". Nosotros reí reí mos mos de buena gana. Al dí d í a siguiente regresó regres ó otra vez a decirnos: "Cada vez hay má más murmuraciones entre los miembros del partido comunista... Marx se est á muriendo..." En todas nuestras predicaciones ten í amos amos espí espí as as del gobierno que nos pisaban los talones. Al dí dí a siguiente por la mañ ma ñana, salimos en un pequeñ peque ño avió avión a predicar a Punta Negra, a 700 kiló kil ómetros de Brazzaville y Louteté Loutet é, que nos quedaba de camino. En los diez añ años que tengo trabajando en este ministerio de curaci ón nunca habí hab í a visto tantas bendiciones derramadas sobre una multitud durante la celebraci ón de una Eucaristí Eucarist í a, a, como en la primera misa de Punta Negra por los enfermos: los cojos caminaban, los sordos comenzaban a o í r, r, los mudos gritaban y los ciegos recuperaban la vista. Quisimos consignar por escrito los testimonios para escuchar los mejores durante el retiro. ¡Las curaciones de la primera misa eran m ás de cien! ¡Era realmente el gran regalo del Centenario por parte de Dios rico en misericordia! Los pobres se regocijaban a causa del Santo de Israel. El testimonio que causó caus ó mayor impacto fue el de un pastor protestante que ten í a pará parálisis desde hací hac í a algunos añ a ños, despué después de haber sufrido hemiplejia. Precisamente antes de la misa lo habí hab í an an sacado de un taxi y lo habí hab í an an trasladado en un silló sill ón. Dios, que es un Padre de verdad y quiere unir a sus hijos en el amor, san ó a este pastor protestante durante la celebració celebraci ón de la Eucaristí Eucarist í a. a. ¡Eso es verdadero ecumenismo a la manera de Dios!
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Al dí dí a siguiente, a la hora de los testimonios, este hombre se levant ó solo de su silla, se dirigió dirigió tranquilamente al micró micr ófono sin ayuda de nadie y allí all í , con sollozos en la garganta y las manos levantadas al cielo, agradec í a al Señ Señor. ¡Ustedes comprenderá comprender án la alegrí alegrí a que tení ten í amos amos en el corazó coraz ón! "Fortalé "Fortalézcanse las manos dé d ébiles". El trabajo habí habí a sido extenuante pero lleno de alegr í a. a. Los signos y prodigios de Jesú Jesús habí habí an an echado por tierra la teorí teor í a marxista sobre la muerte de Dios. Ya s ólo nos quedaba la misa de clausura en el estadio donde hab í a cupo para 40,000 personas. Yo estaba cansado y dije al padre Kombo: - Mañ Mañana me levantaré levantar é tarde. Todaví Todaví a no me acostaba cuando recib í la la poca grata visita de tres agentes de Seguridad Nacional que vení ven í an an a buscarme, pero no precisamente para que orara por ellos. Me ordenaron seguirlos para un interrogatorio. Yo me dije: "No me digan que voy a tener otra vez la misma historia que en Yugoslavia". Los padres jesuitas no permitieron que saliera solo con los polic í as as esa noche, recordando que en 1977 el Cardenal hab í a salido solo con ellos y habí hab í a sido eliminado. Así As í me me acompañ acompañaron a la oficina de policí polic í a. a. Allí Allí con con los padres Martí Mart í n y Kombo, supe que estaba prisionero. Me acusaban de haber entrado ilegalmente al paí pa í s. s. En mi visa, supuestamente, faltaba un sello. Como no lo tení tení a, a, concluyeron con su ló l ógica comunista que habí hab í a entrado al Congo de noche, en chalupa o nadando. Yo estaba cansado y dije al padre Kombo: - Mañ Mañana me levantaré levantar é tarde. Todaví Todaví a no me acostaba cuando recib í la la poca grata visita de tres agentes de Seguridad Nacional que vení ven í an an a buscarme, pero no precisamente para que orara por ellos. Me ordenaron seguirlos para un interrogatorio. Yo me dije: "No me digan que voy a tener otra vez la misma historia que en Yugoslavia". Los padres jesuitas no permitieron que saliera solo con los polic í as as esa noche, recordando que en 1977 el Cardenal hab í a salido solo con ellos y habí hab í a sido eliminado. Así As í me me acompañ acompañaron a la oficina de policí polic í a. a. Allí Allí con con los padres Martí Mart í n y Kombo, supe que estaba prisionero. Me acusaban de haber entrado ilegalmente al paí pa í s. s. En mi visa, supuestamente, faltaba un sello. Como no lo tení tení a, a, concluyeron con su ló l ógica comunista que habí hab í a entrado al Congo de noche, en chalupa o nadando. Hubo largos interrogatorios donde intentaron que me contradijera. Yo vi claramente que el motivo de mi detenció detenci ón era el mismo que en Yugoslavia: lo que yo predicaba y las señ señales que el Señ Se ñor nos daba para acompañ acompa ñar su Palabra, contradecí contradec í an an las enseñ enseñanzas del gobierno marxista, aunque yo nunca hablara de pol í tica tica en mis conferencias. Yo me reí reí a pensando có c ómo Jesú Jesús al que ellos consideraban que estaba muerto, les causaba tanto miedo y desasosiego. Tomaban tantas precauciones que daban la idea de que cre í an an en su resurrecció resurrecci ón. En el interrogatorio que me hicieron durante las dos horas y media, llegaron incluso a preguntarme si acostumbraba decir mentiras. Tambi én me preguntaron si el Vaticano estaba de acuerdo con mi ministerio. ¡Un gobierno marxista velando la integridad de nuestro ministerio!
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Luego vino el interrogatorio al padre Kombo y al padre Mart í n. n. Mientras interrogaban a los otros jesuitas yo estaba con el padre Kombo cont ándole ciertos chistes y aventuras de mi ministerio. El padre re í a de buena gana y yo estaba feliz. Nuestros vigilantes se enojaron de vernos tan contentos y entonces nos separaron a cada uno en un rincó rincón. Parecí Parecí amos amos niñ niños de escuela castigados. Esto nos hac í a reí reí r aú aún má más pues no sabí sabí amos amos que estaba prohibido estar alegres en la c árcel. Pasada la media noche, siendo devorados por los mosquitos, hice algo que nunca habí habí a tenido la oportunidad de realizar con tanta sinceridad. El Evangelio nos pide orar por aquellos que nos persiguen y nos calumnian. As í , en prisió prisión, recé recé cinco rosarios por los agentes de seguridad. A las cinco de la ma ñana volví volví a a casa de los jesuitas, con residencia vigilada y sin pasaporte. Toda aparici ón pú pública me estaba prohibida. Me advirtieron que el lunes por la tarde me har í an an otro interrogatorio. Ya de regreso, en casa de los jesuitas, me acost é e intenté intenté dormir. A eso de las tres de la tarde me levanté levant é bien descansado. En ese preciso momento el Se ñor puso un mensaje en mi corazó coraz ón que me iluminó ilumin ó. Esta palabra resonaba claramente en m í como como una profecí profecí a: a: - ¿Despué ¿Después de haber saboreado la embriaguez del Domingo de Ramos, no crees que es normal probar un poco de la Semana Santa...? Yo respondí respondí : - Muy bien, Señ Señor... con tal que no hayamos llegado al Viernes Santo... Todo era sencillamente una treta para detener las manifestaciones de fe previstas para el lunes en la tarde y el martes en el estadio. Estaban cansados de las se ñales que volví volví an an a probar al pueblo del Congo que el Evangelio es verdad, que Jes ús es el Mesí Mesí as as y que no hay que esperar ningú ning ún otro salvador. Só S ólo Jesú Jesús salva. Durante esa noche de interrogatorios, ante un tribunal de cinco agentes de Seguridad, comprendí comprend í mucho mucho mejor la malicia de Sataná Satan ás y la estupidez de los hombres que se dejan engañ enga ñar por falsas ideologí ideolog í as. as. Esa noche regresaron a buscarme para otro interrogatorio de tres horas. El martes en la tarde, el pueblo que creí cre í a poder celebrar la misa de acci ón de gracias y de curació curaci ón en el estadio de la revolució revoluci ón, llegó llegó por miles. Habí Hab í a incluso gente de Camerú Camer ún y del Zaire. Cuando supieron que estaba prisionero, hubo muchas murmuraciones en el pueblo. Por fin, el martes por la tarde, fue el último interrogatorio que dur ó desde las siete y media hasta las once de la noche. Me dijeron que recibir í a mi pasaporte al dí d í a siguiente por la mañ mañana. El Arzobispo fue a visitarme varias veces. Se sent í a muy humillado con esta historia. El mié mi ércoles 12 de octubre, a las diez, me daban mi libertad. Tomamos juntos la última comida y a la una de la tarde me embarqu é para cruzar de nuevo al Zaire y llegar a paí paí s libre. ¡Viva la libertad! En el Zaire tení ten í a un retiro de tres dí d í as as con lí lí deres deres de la Renovació Renovaci ón. Antes del retiro, fui a saludar al Cardenal Malula de Kinshasa, en compa ñí a del padre Guy. El Cardenal se mostró mostr ó muy amable y atento. Brevemente le cont é lo que el Señ Se ñor habí habí a hecho en el Congo. Cuando le habl é de la curació curaci ón de dos sordomudos, cinco paral í ticos, ticos, dos ciegos y muchos otros enfermos, él me escuchaba con los ojos cuadrados. Admiradí Admiradí simo, simo, me pregunto: - Pero, padre, ¿có ¿c ómo explica usted todo esto?
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Yo le contesté contest é: - Es que el Evangelio es verdad. El me respondió respondi ó inmediatamente: - Usted va a celebrar una Eucarist í a pú pública por nuestros enfermos de Kinshasa. Voy a solicitar el Palacio del Pueblo para que haya espacio para todos. El domingo por la tarde, terminando el retiro para los lí l í deres, deres, celebraremos la Eucarist í a para nuestros enfermos. Voy a hacer que se invite a todas las iglesias de la ciudad. Tal como se programó program ó, el domingo por la tarde, en la explanada del Palacio del Pueblo -la misma donde el Papa hab í a celebrado la Eucaristí Eucarist í aa- el Cardenal y otros sacerdotes celebramos la misa para el pueblo del Zaire ante diez mil personas. Este inmenso Palacio del Pueblo, de gran elegancia, con un estacionamiento para mil autos, fue construido por Mao Tse Tung para atraer al pueblo el marxismo. La gran explanada exterior, hasta la fecha, ha servido só s ólo en dos ocasiones: para la misa del Papa y la nuestra. Hasta los enemigos del Evangelio doblan la rodilla delante del Se ñor Jesú Jesús. En la homilí homilí a conté conté lo que he visto desde hace diez añ a ños en la Renovació Renovaci ón por los cinco Continentes y sobre todo lo que acabo de vivir en el Congo. El Se ñor los bendijo mucho. De tal modo que nos pidieron otra Eucarist í a para los enfermos el lunes por la tarde, en el mismo lugar. Esta vez la multitud rebasaba en mucho las treinta mil personas. Yo recordé recordé la profecí profecí a que el Señ Señor nos habí habí a dado en Pimentel, cuando le preguntá preguntábamos por qué qué nos enviaba tanta gente: "Evangelicen a mi pueblo. Quiero un pueblo de alabanza." En esta segunda misa hubo bellos testimonios de personas que hab í an an sido curadas el domingo por la tarde y la gloria de Dios segu í a brillando. Justamente al final, a eso de las siete de la noche, el Cardenal dio su bendici ón y la lluvia comenzó comenz ó a caer. Desde hací hací a largos meses no lloví llov í a en el Zaire y las gentes fueron cantando, viendo en esta lluvia otra bendició bendici ón. "El desierto y el sequedad se alegren, regoc í jese la estepa estepa y florezca florezca como flor" Esta carta, un poco larga, les da una idea del librito que estoy preparando para contarles lo que he visto y oí o í do do desde el dí d í a de mi curació curación, hace diez añ a ños. Con mi curació curación recibí recibí la la gracia de descubrir como nunca el poder de la oraci ón y la presencia del Espí Espí ritu ritu Santo en la Iglesia de hoy. ¡Doy gracias al Se ñor por poder vivir con todos ustedes este nuevo Pentecost és! Los bendigo de todo corazó coraz ón. ¡Unió ¡Unión de oració oración, siempre!
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9 EL ÚLTIMO VIAJE
Quiero terminar estas lí l í neas neas con un curioso incidente: despu és de una serie de retiros en la Polinesia por quince d í as, as, me tiré tir é en el asiento del avió avi ón para descansar. Mientras el avió avi ón se elevaba por encima de las nubes y ten í a la impresió impresi ón de casi tocar el cielo, comencé comenc é a escuchar un cassette de John Littleton que cantaba "no se han terminado; tus viajes no se han terminado" Estas palabras me llegaron al coraz ón como una profecí profec í a y dije en voz alta: "AMEN". La persona que estaba sentada junto a m í leyendo leyendo un perió peri ódico me miró miró por arriba de sus lentes pensando que yo era un loco que hablaba solo... Ciertamente mi viaje ha comenzado hace cincuenta y cinco a ños cuando vine a este mundo por un acto del infinito amor eterno de Dios. Ahora ya he emprendido el retorno a la Patria definitiva, la Jerusal én celestial, donde no hay luto ni llanto, enfermedad ni muerte. Cada dí d í a estoy má más cerca de la Casa siempre abierta donde el buen Jes ús fue a prepararme un lugar entre todos los santos. Sueñ Sueño con el amanecer en que llegaré llegar é de las puertas de cuarzo y las murallas asentadas en jaspe. Ya me veo caminando por las calles de oro a la ribera del mar de cristal de la Nueva Jerusal én; adornada con rojos rubí rub í es, es, verdes esmeraldas y topacios amarillos. Me bañ ba ñaré aré en el agua de vida, brillante como la plata, que brota del trono del Cordero, al lado de los árboles que retoñ reto ñan y dan frutos medicinales doce veces por a ño. El viaje se ha iniciado y no tiene regreso. Como la cierva anhela las corrientes de agua viva, así así mi mi carne languidece y mi corazó coraz ón grita de alegrí alegr í a a causa de Dios vivo. Un remolino centrí centr í peto peto me atrae má m ás aceleradamente a la Jerusalé Jerusal én de arriba. Só Sólo por una razó razón quisiera que se alargara mi viaje: por el embriagante v értigo que me hace esperar lo que espero. En un abrir y cerrar de ojos, al toque de la trompeta, le conocer é cara a cara; me poseerá poseerá y lo poseeré poseer é junto a las murallas de la Santa Si ón. Grabada con la sangre de Cristo, me ha llegado una invitaci ón personal para participar en las Bodas de el Cordero. La novia ha sido engalanada con dones y carismas, embellecida con una diadema de estrellas y sol. Su vestido est á esmaltado de virtud y sus ojos brillan con el fulgor de su Amado. En estos últimos añ años he sido testigo de las obras, del amor y la misericordia de nuestro Dios. Si El es tan grande en sus obras ¿c ómo será será El mismo? Si tan luminoso son los rayos de su misericordia ¿c ómo será será en la visió visión que no engañ enga ña? Por eso, mientras vuelo en avi ón o monto en burro, siempre voy cantando: Que alegrí alegr í a cuando me dijeron. "Vamos a la Casa del Se ñor." Ya se posan mis pies en tus umbrales, Jerusal én. Mi Señ Señor y mi Dios, quiero dirigirte a ti mis últimas palabras: Dios mí mí o, o, tú tú que me escrutas y me conoces; sabes cu ándo me siento y cuá cu ándo me levanto; mis pensamientos calas desde lejos, observas si voy de viaje o si me acuesto, familiares te son todas mis sendas. No está está aú aún en mi lengua la palabra, y ya tú t ú, Dios mí mí o, o, la conoces entera. Me aprietas por detrá detr ás y por delante, y tienes puesta sobre m í tu tu mano.
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¿A dó dónde iré iré lejos de tu Espí Espí ritu, ritu, a dó dónde de tu rostro podré podr é huir? Si hasta los cielos subo, allí all í está estás tú tú, si en el sheol me acuesto, allí all í te te encuentro. Si tomo las alas de la aurora, si voy a parar a lo último del mar, tambié tambi én allí allí tu tu mano me conduce, tu diestra me aprehende. Aunque diga. "me cubra al menos la tiniebla, y noche sea la luz en torno a m í " la misma tiniebla no es tenebrosa para ti, y la noche es luminosa como el d í a. a. Porque tú tú mis riñ riñones has formado, me has tejido en el vientre de mi madre; te doy gracias por tan grandes maravillas; prodigio soy, prodigios son tus obras... Mi alma conocí conoc í as as cabalmente, y mis huesos no se te ocultaban, cuando yo era hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. Mis acciones tus ojos las ve í an, an, todas ellas estaban en tu libro, escritos mis d í as, as, señ señalados, sin que ninguno de ellos existiera. ¡Cuá ¡Cuán insondables, oh Dios, tus pensamientos, que incontable su suma! ¡Son m ás, si los recuento, que la arena! y al terminar ¡todav í a me quedas tú t ú!
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