porque después de su vigorosa floración todos retornan a su Raíz, El retorno es el origen y el origen es el reposo. El reposo es la renovación de su destino. y renovar el destino es la Ley Eterna. Conocer esta ley eterna es estar iluminado. El que ignora esto es ciego, y su ceguedad traerá desgracias. Conocer esta ley eterna te hace magnánimo, y el que es magnánimo es rey. Y el rey es como el Cielo, y al igual que el Cielo está unido al Tao. El que está unido al Tao perdura para siempre. ¡Que desaparezca su persona, ya no hay peligro¡ (Cap. 16) Esta es la naturaleza del Tao: es confuso, indiscernible. ¡Qué confuso y qué indiscernible! Pero, en Él están formas indistintas, indeterminadas. En Él habitan los seres. ¡Qué abismo, qué oscuridad¡ Él tiene una esencia sin forma, y su esencia es absoluta verdad. Él es su propio testimonio. Desde la antigüedad hasta hoy su nombre no perece. De Él fluyen las propiedades de todo lo que es. (Cap. 21) El Tao es ser indeterminado en su Perfección. Existe antes del Cielo y de la Tierra. Y es impasible, inmaterial. Él subsiste, único, inmutable, [22]
omnipresente, imperecedero. Se puede afirmar que es la Madre del Universo , y al no conocer nombre yo lo llamo Tao. En un esfuerzo para cualificarlo diría que es Grande, y siendo grande se escapa, escapándose se aleja, y alejándose Él regresa. La Tierra se rige por la Ley del Cielo. El Cielo se rige por la ley del Tao. El Tao no tiene ninguna otra ley que a sí mismo. (Cap. 25) Todo lo que existe en el Universo es en relación al Tao como son los riachuelos de los valles en relación a los ríos y al mar. (Cap. 32) Todos los seres se apoyan en el Tao para nacer y vivir, y Él no les defrauda. Cumplen su obra, pero Él no se la atribuye. Alimenta a los diez mil seres con amor, sin intentar dominarlos. Al no tener deseos el Tao nunca le podríamos llamar Pequeño. Pero todos los seres dependen de Él aunque no intente dominarlos. Por eso le podemos llamar Grande. Por esta misma razón, el hombre santo nunca se considera grande y en su pequeñez cumple su grandeza. (Cap. 34) El Retorno es el movimiento del Tao y la debilidad es su manera de conseguirlo. Todas las cosas bajo el Cielo nacen en el Ser, y el Ser brota de la Nada. [23]
(Cap. 40) El Tao da vida a los seres, y su Virtud los alimenta. Así, los seres se revisten de un cuerpo, y crecen por un impulso natural. En consecuencia, entre los diez mil seres del Universo no hay ninguno que no respete al Tao y no honre su Virtud. Este respeto por el Tao y esta veneración por su Virtud no vienen impuestas, sino que nacen espontáneas. Porque el Tao produce, alimenta, hace crecer, protege, perfecciona, madura, sustenta y mantiene a todos los seres. Les da la vida sin reclamársela. Ellos siguen su curso natural y el Tao no espera nada de ellos. Los diez mil seres crecen y el Tao los deja libres. Esto es lo que se llama la Virtud Misteriosa. (Cap. 51) El universo ha comenzado gracias a la Madre del Universo. Y si llegamos a la Madre podemos también conocer a los hijos. Cuando se conoce a los hijos, que permanecen unidos a la Madre, la muerte no es peligrosa. (Cap. 52) La hembra siempre triunfa sobre el macho precisamente por su quietud. Pasiva, ella actúa abajándose. (Cap. 61) El Tao es el cobijo de los diez mil seres, el tesoro del hombre de bien. ¿Por qué los antiguos apreciaban tanto al Tao? Es porque tan pronto le buscas le encuentras dentro de ti mismo y nos libra del mal. Por eso es el tesoro más precioso de este mundo. [24]
(Cap. 62) Recién nacido el hombre es flexible y blando. Ya muerto es rígido y duro. A su nacimiento las plantas y los árboles son tiernos y [flexibles, pero muertos se tornan rígidos y duros. Dureza y rigidez son los compañeros de la muerte, mientras que flexibilidad y blandura acompañan la vida. Así, lo rígido y duro es inferior inferio r Y lo flexible y blando es superior. (Cap. 76) No hay nada en el mundo más inconsistente ni más débil que el agua. Sin embargo, ella corroe lo que es duro y fuerte. Nada puede resistirla ni reemplazarla. Así, la blandura es fuerte, y la flexibilidad es dura. Todo el mundo sabe esto, pero nadie lo aplica a su conducta. (Cap. 78)
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