En el prólogo de esta singularísima colección de suicidios imaginarios se nos habla de unos grafittis misteriosos que hace unos años aparecieron en la ciudad nueva de Fez, en Marruecos: «e descubrió que los trazaba un vagabundo, un campesino emigrado que no se había integrado en la vida urbana ! que para orientarse debía marcar itinerarios de su propio mapa secreto, superponi"ndolos a la topografía de la ciudad moderna que le era e#traña ! hostil$$% &odo parece indicar que en estos relatos contra la vida e#traña ! hostil, el narrador, al igual que el vagabundo de Fez, intenta orientarse en el laberinto del suicidio a base de marcar el itinerario de su propio mapa secreto ! literario: «' eso me lleva a pensar en (esso (essoaa )*+ia )*+iaar ar,, perder perder paí países ses-. -. ! a par parafr afrase asearl arlo: o: +iaa +iaarr, perder perder suicid suicidos/ os/ perderlos todos$ +iaar hasta que se agoten las nobles opciones de muerte que e#isten$% +iaar ! perder países, inventar personaes que evitan que nos arroemos al vacío, adentrarse a tumba abierta en la realidad, perseguir con gran fatiga vidas aen aenas as,, mori morirr de esa esa pa pasi sión ón e#tr e#trem emaa que que pu pued edee ser ser el amor amor,, cole colecc ccio iona narr tempestades, interiorizar a los muertos, perderse, resignarse a la grisura de la vida, practicar la saudade, convertirse en fantasma: "stas son algunas de las nobles suertes de muerte o despedidas irónicas de la vida que habitan las p0ginas de esta colección de s1tiles suicidios ! van trazando un inquietante itinerario moral a trav"s del tema de la muerte por mano propia, sin sucumbir al suicidio pero tambi"n sin escapar de "l$
Enrique Vila-Matas
Suicidios ejemplares
&ítulo original: Suicidios ejemplares
Enrique +ila2Matas, 3443
Editor digital: 5oo6anero
7 (aula de (arma
INDICE
+iaar, perder paises Muerte por saudade En busca de la parea el"ctrica 8osa ch9arzer vuelve a la vida El arte de desaparecer as noches del ;ris
VIAJAR, PERDER PAISES
>ace unos años comenzaron a aparecer unos graffiti misteriosos en los muros de la ciudad nueva de Fez, en Marruecos$ e descubrió que los trazaba un vagabundo, un campesino emigrado que no se había integrado en la vida urbana ! que para orientarse debía marcar itinerarios de su propio mapa secreto, superponi"ndolos a la topografía de la ciudad moderna que le era e#traña ! hostil$ Mi idea, al iniciar este libro contra la vida e#traña ! hostil, es obrar de forma parecida a la del vagabundo de Fez, es decir, intentar orientarme en el laberinto del suicidio a base de marcar el itinerario de mi propio mapa secreto ! literario ! esperar a que "ste coincida con el que tanto atrao a mi personae favorito, aquel romano de quien avinio en Melancolía hermética nos dice que, a grandes rasgos, viaaba en un principio sumido en la nostalgia, m0s tarde fue invadido por una tristeza mu! humorística, buscó despu"s la serenidad hel"nica ! finalmente ?«;ntenten, si pueden, detener a un hombre que viaa con su suicidio en el oal%, decía 8igaut? se dio digna muerte a sí mismo, ! lo hizo de una manera osada, como protesta por tanta estupidez ! en la plenitud de una pasión, pues no deseaba diluirse oscuramente con el paso de los años$ «+iao para conocer mi geografía%, escribió un loco, a principios de siglo, en los muros de un manicomio franc"s$ ' eso me lleva a pensar en (essoa )«+iaar, perder países%. ! a parafrasearlo: +iaar, perder suicidios/ perderlos todos$ +iaar hasta que se agoten en el libro las nobles opciones de muerte que e#isten$ ' entonces, cuando todo ha!a terminado, dear que el lector proceda de forma opuesta ! sim"trica a la del vagabundo de Fez ! que, con cierta locura cartogr0fica, act1e como @picinus, un sacerdote italiano de comienzos del trescientos, cu!a obsesión dominante era interpretar el significado de los mapas geogr0ficos, pro!ectar su propio mundo interior sobre ellos ?no hacía m0s que dibuar la forma de las costas del Mediterr0neo a lo largo ! a lo ancho, superponi"ndole a veces el dibuo del mismo mapa orientado de otra manera, ! en estos trazados geogr0ficos dibuaba personaes de su vida ! escribía sus opiniones acerca de cualquier tema?, es decir, dear que el lector pro!ecte su propio mundo interior sobre el mapa secreto ! literario de este itinerario moral que aquí mismo !a nace suicidado$
MER!E P"R SAUDADE
En aquellos días tenía !o nueve años !, por si no anduviera !a mu! ocupado, me había buscado una nueva ocupación: había deado que en mí creciera una s1bita curiosidad por saber qu" sucedía m0s all0 de las paredes de mi casa o de la escuela, una repentina curiosidad por lo desconocido, es decir, por el mundo de la calle o, lo que venía a ser lo mismo, por el mundo del (aseo de an uis, donde mi familia vivía$ (or las tardes, en lugar de ir directamente de la escuela a casa, había empezado a demorarme un rato por la zona alta del (aseo ! a observar el ir ! venir de los transe1ntes$
hacerlo pasó unto a mí sin pedirme nada$ (ens" que tal vez me había visto como lo que en realidad !o era: un pobre colegial sin dinero$ (ero poco despu"s vi cómo pedía limosna a la pequeña uz, la hia del maestro, ! observ" que lo hacía acompañ0ndose de una frase susurrada al oído, una frase que asustó a la niña, que de inmediato aceleró vivamente el paso$ +olví a pasar !o, ! nuevamente la mendiga me ignoró$ (asó a continuación un hombre mu! traeado, ! la mendiga no le pidió nada, deó simplemente que pasara$ (ero cuando poco despu"s apareció una señora, casi se abalanzó sobre ella !, con la palma de la mano bien abierta, le susurró al oído la misteriosa frase, ! tambi"n la señora, mu! azorada, aceleró la marcha$ (asó otro hombre, ! tambi"n a "ste le deó que siguiera su camino, nada le dio ! nada le pidió, deó simplemente que pasara$ (ero en cuanto apareció Bosefina, la dependienta de la mercería, le pidió limosna ! le susurró la misteriosa frase, ! tambi"n Bosefina aceleró la marcha$ Estaba claro que la vagabunda sólo se dirigía a las mueres$ (ero Cqu" les decía ! por qu" sólo a ellasD En los días que siguieron, aquel enigma me impidió estudiar o refugiarme en la lectura de las grandes novelas$ (uede decirse que fui convirti"ndome en alguien que, tras vagar por las calles, tambi"n vagaba en su propia casa$ ?(ero Cqu" haces 1ltimamente tan ociosoD ?me dio un día mi madre, que me había inculcado desde niño la idea del trabao ! que se hallaba alarmada ante el cambio que estaba !o e#perimentando$ ?El enigma ?le die, ! cerr" al instante la puerta de la cocina$ 7l día siguiente, el viento de la bahía soplaba con m0s fuerza que de costumbre, ! casi todo el mundo se había refugiado en sus casas$ 'o no$ >abía aprendido a amar la calle ! la intemperie, tanto como parecía amarlas mi mendiga$ ' de pronto, como si ese amor compartido fuera capaz de generar sucesos, ocurrió algo inesperado, algo realmente sorprendente$ (asó una muer, ! la vagabunda la abordó, le susurró al oído la terrible frase, ! la muer se detuvo como si hubiera sido gratamente sorprendida, ! sonrió$ a mendiga añadió entonces unas cuantas frases m0s !, cuando hubo terminado, la muer le dio una moneda ! siguió su camino tan tranquila, como si nada, como si absolutamente nada hubiera sucedido$ >a! un momento en la vida en que a uno se le ofrece la oportunidad de vencer para siempre la timidez$ 'o entendí llegado ese momento ! me acerqu" a la muer pregunt0ndole qu" clase de historia le había contado la mendiga$
?
abía oído hablar de la ocura, comprendí que estaba ante ella$ ?&odas nosotras somos unas desocupadas ?me susurró al oído mientras e#tendía la palma de su mano derecha$ En esa mano había una moneda antigua, una moneda !a retirada del mercado$ ' era antiguo tambi"n el ritmo de los pies descalzos de la mendiga$ Me qued" medio paralizado, ! ella prosiguió así: ?C+erdad que a nosotras nos sobra todo el tiempo del mundoD Escucha, pues, mi historia$ El viento me dio en la cara al tiempo que not" que me temblaban las piernas, ! ese viento me trao el eco de la estridente carcaada de ella, ! me pareció que su mirada errante, mirada magn"tica ! de espeo, trataba de apoderarse de mí, ! entonces de" el bolso ! el paquete de comestibles en la acera, ! !a no quise oír nada m0s, no quise oír ning1n cuento diminuto$ Me quit" los botines ! huí de allí a toda velocidad, huí despavorido porque de golpe había comprendido que acababa de ver con toda nitidez el rostro de aquel mal que asolaba las calles de la ciudad ! al que mis padres, en voz baa ! cautelosa, llamaban el viento de la bahía, aquel viento que a tantos trastornaba$ 7l llegar a casa me cambi" r0pidamente de ropa, merend" a gusto tras días
de no hacerlo, ! a las siete en punto !a estaba estudiando$ Me die que en lo sucesivo volvería a estar mu! ocupado ! que, tras el estudio ! la cena, me entregaría con el mismo fervor de antes a la lectura de aquellas grandes novelas que en las noches de invierno me deaban desvelado$ (ero no las tenía todas conmigo, porque !o sabía que afuera, m0s all0 de la ventana de mi cuarto, en el (aseo de an uis, con todo su horror pero tambi"n con todo su atractivo, seguiría soplando con fuerza el viento, el viento de la bahía$
En esos días raro era que me queara de algo$ oracio +ega$ a recuerdo mu! bien, la recuerdo perfectamente uniformada pero con los zapatos siempre en la mano, como reci"n salida de un agotador baile en palacio, como si quisiera imitar a mi mendiga o tal vez a mí mismo en el instante de echar a correr, despavorido ! con los botines en la mano, a causa del maldito viento de la bahía$ 7sí que la recuerdo, la recuerdo mu! bien, pero nunca he podido acabar de pintarla$ Ella se me escapa siempre con su ritmo antiguo en pies descalzos, ! tal vez por eso )pues no encuentro otra e#plicación a esta angustia que me domina. marcho triste ! melancólico por la Estufa Fría, sinti"ndome como un vagabundo
mientras trato de apartar esa tentación que me asalta sin piedad, la tentación del salto$ +o! andando como un vagabundo ! de vez en cuando veo refleada en los cristales mi silueta pasaera mientras me digo que la vida es inalcanzable en la vida$ a vida est0 tremendamente por debao de sí misma$ ago mal en engañarme a mí mismo$ En realidad, !o no pinto nada$ oracio +ega, mi amigo >oracio, que ahora debe estar en su despacho, pudiera verme, se reiría con todas sus fuerzas$ 'a en los días colegiales solía advertirme de mi tendencia a no acabar nunca nada$ ?oracio me imponía cierto respeto, porque era como un niño vieo ! sabio, ! en muchas ocasiones hablaba como si fuera un adulto$ =n atardecer, mientras estaba !o mirando a la luna que asomaba por un 0ngulo del patio del colegio, me dio: ?>u!es de la plenitud$ oracio, que había sido un intr"pido capit0n de barco$ (ara contarme las historias de su abuelo utilizaba un lenguae oscuro, tremendamente intrincado$ Aomo !o no entendía mucho de lo que me decía, me dedicaba a veces a pensar en mi abuelo, que había sido
simplemente un inspector de hacienda ! un buen aficionado a tomar aperitivos al mediodía$ =n hombre cabal ! normal, no como el abuelo de >oracio que se había ugado la vida en mil batallas$ 7 "l no le entendía !o casi nunca, pero siempre disimulaba para que no advirtiera que no estaba a la altura de su lenguae$ oracio desconocido, un >oracio s1bitamente hundido, entristecido ! m0s vieo que nunca, la cabeza baa, como si mis inconscientes palabras hubieran tocado la fibra m0s honda ! a la vez la m0s dolorosa de su ser$ Fue una sensación e#traña porque, al ver a aquel niño vieo herido profundamente por mis palabras, descubrí que había frases que no eran inocentes, por mu! huecas de contenido que parecieran/ había frases que poseían, a veces sin saberlo uno, agresividad$ Areí confirmarlo en los días que siguieron ! en los que >oracio no cesó de torturarme, sin duda a modo de venganza, con todo tipo de frases que giraban en torno a las aventuras de su abuelo, frases que componían historias mala!as, chinas, polin"sicas$ &odas esas historias !o sospechaba que contenían un agresivo mensae secreto$ C&al vez decirme que su abuelo había conocido la plenitudD (ero Cqu" había detr0s de esas palabras que
parecía afectarle tantoD us historias tenían un final que ine#orablemente era siempre el mismo, una frase que parecía estar e#igiendo de mí una pregunta inmediata, que !o me resistía a formular$ ?os 1ltimos minutos de la vida de mi abuelo ?me decía >oracio? fueron los m0s intensos de una vida !a de por sí intensa$ ?C' qu" sucedió en esos minutosD ?se suponía que debía preguntar !o$ oracio ! !o, como si estuvi"ramos pensando en todos aquellos que, aleados de todas las miradas, habían perpetrado el movimiento solitario ! habían conocido la 1nica plenitud posible, la plenitud suicida$ ' recuerdo tambi"n que el patio quedó
abandonado como una eternidad cuadrangular$
Esto! en una habitación cuadrangular, de madera torneada ! brillante, sólida como un mueble antiguo, con bancos a lo largo de las paredes !, en "stas, anuncios enmarcados que hablan de tiendas de teidos, de tintorerías o de peluquerías$ @bservo que falta un anuncio, alg1n desaprensivo ha debido arrancarlo de su marco$ a sensación es desazonante, porque est0 claro que, aunque quisiera, am0s podría leer la totalidad de la atractiva publicidad de esta habitación que ahora lentamente empieza a ascender por los aires$ Esto! en el Elevador de anta Busta, ! s" lo que me espera cuando termine la ascensión$ Me encontrar" en un gran balcón ! ante una espl"ndida vista del aire azul que envuelve la ciudad baa, una vista que tampoco alcanza la totalidad )en este caso la totalidad de la 5ai#a., pues se trata de una vista parcialmente impedida por una red met0lica que prolonga la barandilla del balcón hasta una altura que convierte en imposible )! creo que eso me conviene. los suicidios de quienes, como es tan habitual aquí en isboa, sienten la tentación del salto$
(ienso en toda esa gente a la que hace un rato he visto practicar la saudade en Aampo das Aebolas$ a ciudad entera est0 llena de solitarios dominados por la nostalgia del pasado$ entados en sillas p1blicas, que en los miradores o en los muelles el propio a!untamiento ha dispuesto para ello, los practicantes de la saudade callan ! miran hacia la línea del horizonte$ (arece que est"n esperando algo$ Aada día, con perseverancia admirable, se sientan en sus sillas ! esperan mientras evocan los días del pasado$ o su!o es la melancolía, cierta tristeza leve$ (ienso en ellos ahora mientras me digo que es ridículo que ande !o por aquí desolado cuando, entre otras muchas cosas, so! todavía oven, dueño de una próspera cadena de tintorerías, tengo una esposa guapa e inteligente, puedo viaar a donde me plazca, atraigo f0cilmente a las mueres que me gustan, quiero mucho a mis dos hias, mi salud es de hierro$
8ecuerdo el día en que vi, estacionado delante del colegio, el inmenso automóvil de un padre del que siempre se me había dicho que no e#istía$ el descapotable me deslumbraron los asientos de cuero roo brillando al sol$ el padre de >oracio me deslumbró todo: la e#traordinaria altura ! corpulencia, el sombrero marrón, las gafas negras, el trae a ra!as, la corbata de seda, el bigote desafiante !, sobre todo, el hecho de que e#istiera$ >oracio siempre había dicho que su padre había desaparecido en los baos fondos de la ciudad de 5eranda$ ?>a reaparecido, ! eso es lo que cuenta$ >a venido a liquidar a una banda rival ?me dio >oracio a modo de sucinta e#plicación$ Me resultaba cada día m0s difícil creer en algo de lo que me decía >oracio, pero prefería callar, no fuera que anduviera !o equivocado e hiciera el ridículo !, para colmo, no pudiera subir nunca al automóvil interminable$ urante dos semanas, el padre no faltó nunca a la cita con el hio en la puerta del colegio$ En lugar de los pies descalzos de ;sabelita aparecía el cuero roo de los asientos brillando al sol, el gigantesco descapotable$ ' !o me quedaba e#tasiado ante aquel espect0culo que ofrecía el monumental padre de trae mañoso a ra!as ! corbata de seda$ (aso firme ! seguro el del padre, a lo largo de toda la primera semana$ (ero en la segunda, !a desde el mismo lunes, el paso del padre se volvió vacilante ! como temeroso$ Ese lunes todos pudimos observar la presencia de un e#traño$ 7 cierta distancia del descapotable, aparcó sigilosamente una moto conducida por un espía de pelo rubio mu! corto ! saltones oos azules que miraban al descapotable$ oracio me invitó por fin a subir al descapotable de su padre$ Me acompañaron a casa$ esde el asiento trasero del automóvil, el (aseo de an uis cobraba otra dimensión, parecía distinto$ El padre no habló en todo el tra!ecto, pero de vez en cuando me controlaba a trav"s del retrovisor, ! luego se arreglaba el sombrero$ En un sem0foro, frente al cine +enus, encendió un cigarrillo, ! se rió a solas$ 'o estaba algo asustado cuando llegamos a casa$ escendió ceremonialmente del coche ! me abrió la portezuela trasera$ Aon inesperada cortesía se quitó el sombrero, inclinó la cabeza ! me dio:
?7diós, señor$ 'o dedue que era un padre preocupado$ 7l día siguiente, atribu!endo a la presencia de la moto la conducta del padre, fui el responsable de que circulara el rumor de que una banda berandesa se proponía secuestrar a >oracio ! que su padre iba a diario al colegio para protegerle$ ?oracio el viernes, ! le not" mu! cambiado, como si algo fuera mu! mal en su vida, se había quedado sin sombra de su habitual sentido del humor$ Ese viernes fue el 1ltimo día que !o vi al padre de >oracio$ En el siguiente día de clase, un frío lunes de enero de aquel año impar, no había !a descapotable a la salida del colegio, tampoco moto del espía, ni nada$ >abía desaparecido toda la escenografía berandesa, ! tan sólo podía verse en una esquina a ;sabelita, con cara de circunstancias, aspecto de griposa, ! con los zapatos puestos$ e acercó a >oracio, le susurró algo al oído, ! se lo llevó sin contemplaciones$ 7 la mañana siguiente, bao una lluvia torrencial, entramos en el colegio por la puerta de la iglesia$ os martes había misa obligatoria, ! fue en esa misa donde nos dieron, desde el p1lpito, que el padre de >oracio tambi"n se llamaba >oracio, que tenía cuarenta años ! !a no pertenecía al mundo de los vivos, porque descansaba en paz, había muerto$ ?7diós, señor ?die !o, ! me santigH"$ 8ecuerdo que no cesó de llover en todo el día ! que por el colegio circularon en voz baa todo tipo de versiones, a cual m0s escalofriante, en torno a aquella muerte, ! que en lo 1nico en lo que todas coincidían era en que el padre había sentido la tentación del salto ! se había arroado al vacío desde lo m0s alto de la &orre de an uis$ El profesor de redacción, un hombre col"rico ! despiadado, me contó el resto$
oracio hacía tan sólo dos semanas que había sido dado de alta del manicomio$ e le había permitido recuperar el automóvil que en otros tiempos comprara en Aaracas, pero al mismo tiempo se le había sometido a una estrecha vigilancia para ver si podía confirmarse plenamente que el viento de la bahía !a no eercía influencia alguna sobre "l$ El espía de la moto no era m0s que un doctor del manicomio de quien se esperaba el veredicto final$ 7 la vista de lo acontecido, el veredicto lo 1nico que podía confirmar era que, siendo fiel a una arraigada tradición familiar, el padre de >oracio había cambiado el viento de la bahía por el suicidio$ ?oracio$ (orque aunque es totalmente real, parece inventada, nadie acabaría de cre"rsela$ Aon la historia de esa familia de suicidas no podría redactarse nunca un cuento convincente, pues ha! demasiados disparos ! demasiados saltos al vacío, demasiado veneno, demasiada muerte por mano propia$ oracio, había matado en una cacería a su meor amigo, ! eso le había sumido en tal desesperación que, no sabiendo qu" hacer con su vida, ingresó en un hospital fingi"ndose enfermo ! allí robó una fuerte dosis de cianuro con la que se mató$ ' una hermana de la madre de >oracio, la tía Alara, poco antes de abrir la llave del gas, deó una carta al uez en la que le decía que la imposibilidad de frenar el deseo de vivir era la causa directa de su suicidio$ ' la hia de la tía Alara, la prima ;rene, que quería ser trapecista, acabó eligiendo la &orre de an uis para dar, con pericia ! gran e#hibición de arroo ! t"cnica, un triple salto mortal en el vacío, estrell0ndose poco despu"s contra el frío ! duro pavimento de la zona alta del (aseo$ 7 su lado, el salto del padre de >oracio quedaba como cosa de aficionados, como un salto m0s bien modesto, aunque sin duda m0s r0pido ! directo, tal vez porque las ganas de estrellarse contra el suelo eran superiores a cualquier otra cosa$ >an transcurrido m0s de treinta años desde que el profesor de redacción me situó en la pista de la terrible historia de la familia de >oracio, ! a1n siento en mis huesos la emoción de aquel día$ 7hora, mientras vo! hacia el Mirador de anta
uzía, que es lugar idóneo para el salto al vacío, me digo que aquello fue lo m0s pró#imo a una revolución que he visto am0s en carne propia, ! que aquello, sin darme del todo cuenta !o entonces, cambió mi vida$ (ienso que si mi amigo >oracio, que se rebeló contra su destino suicida ! estar0 ahora tranquilamente en su despacho, pudiera verme caminando en este momento por aquí como un vagabundo, se reiría con todas sus fuerzas ! se preguntaría por las oscuras fuerzas que me han llevado a asumir como mía la tr0gica historia de su familia, que me han llevado a mí a ser todo melancolía, todo tristeza leve ?dicen que la nostalgia es la tristeza que se aligera? en cuanto evoco aquellas ornadas en las que descubrí que la vida es inalcanzable en la vida, que la vida est0 mu! por debao de sí misma ! que la 1nica plenitud posible es la plenitud suicida$ (ero no saltar" al vacío, amigo >oracio$ ear" que me invada toda esa tendencia a recuperar la infancia, toda esa nostalgia por un pasado que, a medida que me acerco al Mirador de anta uzía, noto que vo! conciliando con el presente, hasta el punto de que tengo la impresión de no estar retrocediendo en el tiempo, sino de casi eliminarlo$ Me sentar" a esperar, habr0 una silla para mí en esta ciudad, ! en ella se me podr0 ver todos los atardeceres, callado, practicando la saudade, la mirada fia en la línea del horizonte, esperando a la muerte que !a se dibua en mis oos ! a la que aguardar" serio ! callado todo el tiempo que haga falta, sentado frente a este infinito azul de isboa, sabiendo que a la muerte le sienta bien la tristeza leve de una severa espera$
EN #SCA DE $A PAREJA E$EC!RICA
ir" hacia eso riendo$
tubb, en Moby Dick
=na tarde de abril de hace !a unos años, cuando a1n me llamaba Mempo esmes ! era !o mu! oven ! un desconocido actor muerto de hambre, me perdí en los laberintos de las afueras de an 7nfiero de ranzara ! descubrí una gran mansión rodeada por un ardín silvestre, +illa
protagonizar Los amores de Mustafá, el film cómico que, al abrirme todas las puertas de la popularidad, hizo que mi vida cambiara espectacularmente de la noche a la mañana$ Mi ma!or "#ito iba !o a alcanzarlo con Los humores del joen !randy, esa serie televisiva que brilló con esplendor propio en la d"cada de los sesenta ! que ho!, como todo lo que !o hice, reposa en el m0s enooso ! humillante olvido$ Aontribu!ó a mi irresistible ascensión la cómica ! e#agerada delgadez de mi cuerpo )la gente se reía porque cuando !o andaba lo hacía como si fuera una hoa movida por el viento., pero ese mismo rasgo físico no tardaría mucho en volverse tr0gicamente en contra mía$ Aompr" +illa
ofrece películas o, si lo hacen, es para infectos papeles secundariosD ?5ueno ?die?, supongo que algo tendr0n que ver estos 6ilos de m0s que luzco$ ?IuponesJ El barón de Mulder, que sin el menor disimulo ! con el ma!or descaro estaba escuch0ndonos, terció en la conversación$ ?a gordura de mi amigo 5rand! ?dio toc0ndose el monóculo? es un espl"ndido monumento a la carne, al e#ceso ! a la ternura de la humanidad$ (odía pensarse que decía todo esto porque "l estaba a1n m0s gordo que !o, pero tambi"n me pareció entrever que, por alg1n oculto motivo que se me escapaba, trataba de adularme con el fin de granearse mis simpatías en un primer paso hacia la obtención de algo que deseaba lograr de mí$
fiesta que, todo sea dicho, había resultado soporífera$ ?>0game caso ?dio el barón al reincorporarse?, v"ndame su casa$ Es el conseo de un amigo$ ' dicho esto, me dio una fuerte palmada en el hombro ! se perdió en la noche$ 7 mi lado, mi representante parecía no salir de su asombro$ ?enial, absolutamente genial ?comentó?$ C>as visto con qu" chispa ! elegancia ha aplastado su monóculoD Es un cómico secreto de alto voltae este barón$ i t1 pudieras volver a ser el flaco que fuiste, ! desgraciadamente presiento que no podr0s volver a serlo nunca, formarías con "l una de esas pareas de gran "#ito que ha dado el cine$ ?ard!D ?e ellos te esto! hablando, ! tambi"n de 7bbot ! Aostello$ &u delgadez ! la e#travagante gordura del barón os habrían podido convertir en una parea de mu! probable "#ito$ (ero desgraciadamente el partenaire que ho! en día necesitas responde a unas características mu! distintas a las del barón$ e eso precisamente quería hablarte$ Me llevó a un banco en un rincón del ardín, cerca de la piscina$ ' allí, mientras !o asistía al duro desfile de antiguas novias que se despedían de mí con las m0s hirientes ! socarronas sonrisitas, me mostró un 0lbum de fotografías de actores flacos que tal vez podían salvar mi carrera si me unía a ellos como parea artística$ ?C' no sería meor solución pedirle al barón que adelgace hasta convertirse en un fideoD ?die !o bromeando, abrumado por el desfile de novias burlonas ! por la fatiga de aquella alta hora de la noche$
?7ll0 t1 ?me dio amenazante, despidi"ndose con una e#presión que pretendía indicarme que se desentendía para siempre de mi carrera$ (ero a la mañana siguiente, con aires de haber recapacitado ! de querer ofrecerme una 1ltima oportunidad, apareció de nuevo en +illa a! que apurar todas las posibilidades ?me dio$ ' semeante razonamiento me llevó mu! leos, me llevó incluso hasta las calles de >ong Kong, persiguiendo a un flaco que acabó resultando un verdadero fiasco$ Auando !a desesperaba de encontrar partenaire ! había entrado de lleno en crisis económica, mi madre, que en paz descanse, acudió en mi au#ilio$ ?En la calle 8endel ?me dio?, en la librería que lleva el nombre de esa calle, ha! un dependiente esquel"tico que tiene cara de bofetada ! un apellido de pastelería$ e llama Buan ionesa ! podría ser el hombre que buscas$ =nas horas despu"s, Buan ionesa ?pelo oscuro cortado a tazón alrededor de bronceadas meillas, ! la e#presión aburrida ! misteriosa? estaba frente a mí$ 'o acababa de pedirle la Diina comedia ! me encontraba e#amin0ndole de arriba a abao$ (ero "l, en lugar de buscar el libro, se dedicaba a una operación parecida a la mía, es decir, tambi"n me sometía a un repaso visual intenso, incómodo por e#cesivo, hasta que dio: ?=sted fue 5rand! Mostaza, Cno es ciertoD o del fue me sacó algo de quicio$ ?' usted ?le contest"? nunca fue nadie, lo cual es mucho peor$
?I@h vamosJ C
el brazo$ eí los primeros capítulos en el Bacobs mientras aguardaba a ionesa, que fue mu! puntual$ legó con gafas oscuras ! el cuello del abrigo ligeramente levantado$ Me saludó desde leos enarcando las ceas, pero cuando estuvo unto a mí hizo como si no me conociera$ e sentó a mi izquierda, en la barra, mostr0ndome su anodino perfil derecho$ (idió una cerveza !, cuando !o pensaba que iba a preguntarme por la cuestión que le había llevado hasta allí, actuó como si de mí no esperara nada, salvo la tarta aquella que debía viaar en globo$ ?' bien ?dio hablando hacia enfrente, tute0ndome ! sin ladear para nada la cabeza?, cuando !o termine mi cerveza me pasas la tarta, ! que ha!a suerte, camarada$ I7hJ ' un conseo$ @tro día procura ser m0s 0gil ! discreto ! apr"ndete meor la contraseña$ e trataba, pues, de una contraseña, pero no el tipo de contraseña que !o había creído$ Me había metido en el oo mismo de un hurac0n, probablemente en una conspiración o en un asunto de espionae$ Maldie no haberme evaporado antes, cuando salí de la librería$ Me enfad" conmigo mismo por no haber intuido que ionesa era un conspirador que aguardaba un mensae secreto sobre Bulio +erne o sobre un globo$ Mientras "l tomaba pausadamente la cerveza que debía !o pagarle, fui calibrando las posibilidades que tenía de salir airoso de aquel enredo, ! finalmente decidí que lo meor sería decirle simplemente que por motivos aenos a la voluntad de todos, la tarta se retrasaría veinticuatro horas$ ' ni corto ni perezoso se lo die, ! nunca he visto a una persona mirarme con tanto estupor primero, ! con tanto miedo poco despu"s$ ?Gue no ha! tarta hasta mañana, no te pongas así ?le die entonces en voz alta, de tan nervioso que me había puesto$ Era mi modo de hablar en los momentos conflictivos$ alía por la tangente o emprendía una enloquecida huida hacia adelante$ En todo caso, ionesa parecía no estar dando cr"dito a lo que sucedía, mientras en el Bacobs todos parecían estar pensando que el alcohol acababa de propiciar el nacimiento de una amistad entre dos desconocidos, ! hubo incluso un borracho que nos premió con una gran sonrisa ! una fuerte ovación$ (ens" que era evidente que form0bamos una parea atractiva, de marcados contrastes físicos$ (ero no parecía que ionesa estuviera pensando en lo mismo, ! m0s bien todo indicaba que estaba viendo en mí a alguien que, por los motivos que fueran, acababa de tenderle una trampa fatal$
a e#traña corriente de electricidad que circulaba entre nosotros hizo que de repente, como quien suelta el lastre principal de un globo, !o me deshiciera de todos mis nervios ! se los traspasara íntegramente a "l$ Me qued" entonces mu! tranquilo ?!o diría incluso que nunca me había sentido tan sereno? ! decidí que no había por qu" alarmarse ! que lo m0s pr0ctico sería deshacer el entuerto, contarle toda la verdad a ionesa$ e e#pliqu" entonces que había ido a la librería porque andaba buscando a un flaco que trabaara conmigo en películas que a no dudar serían grandes "#itos si encontraba la parea ideal$ ?' esa parea ideal so! !o$ CEs eso lo que pretendes decirmeD ?me preguntó con tal agresividad ! desconfianza que pens" que quería matarme$ ?(ues claro, es usted$ I@h, por favorJ ebe creerme$ 7 mí la política no me interesa nada$ 7quí ha habido un malentendido, eso es todo$ e verdad que !o entr" en la librería porque mi madre me dio que en ella estaba el hombre que buscaba$ 'o he ido incluso a >ong Kong en busca de esa parea que había de salvar mi carrera$ ' ahora sólo me queda +illa
rod0bamos por las pro#imidades del parque 8endel, me entró una melancolía profunda$ Me qued" mirando con tristeza por la ventana pregunt0ndome si volvería a ver alg1n día aquellos 0rboles que tantas veces me habían seducido$ ' me pregunt" tambi"n si debía despedirme de la vida$
viaaba hacia la libertad$ (obre de mí, no sabía lo que a1n me esperaba$ 7quella misma noche, minutos despu"s de hablar con mi representante que no cre!ó una sola palabra de lo que le cont", sonó el tel"fono en +illa ace !a tiempo que no do! fiestas ?me limit" a contestarle?$ esde que volví de >ong Kong$ Aon el dinero del barón pagu" el rescate ! me devolvieron a mi madre, pero me la devolvieron con el car0cter cambiado$ &uve que ir a vivir a su casa, porque me había quedado completamente arruinado, ! ella se pasaba todos los días culp0ndome de su secuestro$ ?as malas compañías ?me decía?$ 7 mí no me engañas$ En alg1n lío te habías metido, ! tuve que pagarlo !o$ a prueba es que no quieres acudir a la policía$
sobre ungHentos para volar ! cosas por el estilo$ Mi madre acabó perdiendo la paciencia ! me desheredó$ 7tormentada por el remordimiento, empezó a enveecer mientras pasaba los días sin dirigirme !a reproche alguno, sin dirigirme ni siquiera la palabra, dedicada 1nicamente a registrar en una libreta roa los detalles m0s relevantes de todos los entierros que veía pasar por debao de su ventana$ Auando !a había registrado treinta ! tres sepelios ! unos ochenta o noventa detalles, se murió$ Mu! posiblemente murió de pena por haberme desheredado tan inustamente, pues sabía que me deaba en la m0s absoluta miseria$
fuerza el"ctrica me empuaba a volver, a volver a instalarme de nuevo en ella$ >asta que anoche regres" para quedarme$ Aompletamente e#citado, en una de las galerías abiertas a todos los vientos ! mientras contemplaba con satisfacción el ardín !a totalmente salvae, decidí instalarme de nuevo en la casa o, meor dicho, en lo que quedaba de la casa$ Me die que, despu"s de todo, no sólo era la vivienda ideal para un vagabundo como !o, sino que adem0s era el espacio m0s familiar ! confortable que conocía ! sin duda el lugar ideal para fiestas de una sola persona, para fiestas íntimas que se celebrarían cada día al final de mis agotadoras ornadas de azotador enloquecido del pavimento$ &odo eso lo pens" anoche, al volver a instalarme en la que un día había sido mi luosa habitación$ ' tal vez porque no cesaba de pensar en todo esto o quiz0 a causa del frío que tenía )! que mi 1nica manta era incapaz de remediar., tard" mucho en dormirme$ obre la medianoche, el frío volvió a despertarme$ Empec" a considerar la posibilidad de hacer un buen fuego con el vieo armazón de un armario que no se había quemado del todo ! que !o conocía mu! bien, porque me había pertenecido$ Mientras calibraba esa posibilidad !, como si el armario se hubiera dado cuenta de mis intenciones, me pareció que del interior del mismo me llegaba un cruido ! un lamento$ (ens" que era mi imaginación, pero el cruido se repitió, ! a continuación ruido de cadenas, ! finalmente un lamento conmovedor$ ?CGui"n anda ahíD ?die encendiendo una cerilla ! sin perder del todo la calma$
en mi manta, intent" recobrar el sueño$ Estaba calibrando de nuevo convertir el submarino en un buen fuego cuando regresó el cruido, ! esta vez llegó acompañado de un contundente lamento$ ?
e hice una demostración de cómo reírse de una forma alegre ! despreocupada, ! mientras la hacía caí en la cuenta de la suave pero en"rgica cone#ión que había entre su risa ! la mía$ >abía, adem0s, entre nosotros una corriente de mutua simpatía ! la estimulante solidaridad de los desgraciados$ ' tambi"n había algo mu! e#traño en cada uno de nosotros que estimulaba el crecimiento o la salida a la luz de la electricidad escondida de algo oculto que había en el otro$ e coment" todo esto, pero no me contestó$ Entonces pens" que tal vez era porque le había sumido en una profunda inquietud$ ' es que todo lo que le había dicho estaba mu! bien, pero tambi"n había que pensar que nunca podríamos llegar a formar una verdadera parea el"ctrica si !o no daba )! de los dos sólo !o podía darlo. un paso que era fundamental ! que habría de situarme, como !a lo estaba el barón, m0s all0 de mis ropas sucias ! aadas, m0s all0 de mi barba, de este cuarto ! del submarino, m0s all0 de esta vida$ (or eso, ahora esto! aguardando a que caiga la noche ! regrese el barón a su armario$ o tengo todo bien preparado$ a estricnina con la que dar" ese 1ltimo paso fundamental que habr0 de permitirme fundar una parea artística de alto voltae, una parea que no tardar0 en salir de gira, de gira triunfal por el espacio sideral$
R"SA SC%&AR'ER VE$VE A $A VIDA
7l fondo de este museo de Hsseldorf, en una austera silla del incómodo rincón que desde hace años le ha tocado en suerte, en la 1ltima ! m0s recóndita de las salas dedicadas a Klee, puede verse esta mañana a la eficiente vigilante 8osa ch9arzer bostezando discretamente al tiempo que se siente un tanto alarmada, pues desde hace un rato, mezcl0ndose con el sonido de la lluvia que cae sobre el ardín del museo, ha empezado a llegarle, procedente del cuadro El príncipe ne#ro, la seductora llamada del oscuro príncipe que, para invitarla a adentrarse ! perderse en el lienzo, le envía el arrogante sonido del tam2tam de su país, el país de los suicidas$ 'o s" que 8osa ch9arzer, en su desesperado intento por apartar el influo del príncipe ! la tentadora propuesta de abandonar el museo ! la vida, acaba de refugiar su mirada en los tenues colores rosados de Monsieur %erlacerdo, que es otro de los cuadros de esa sala que tan celosamente custodia ! en la que si ahora alguien osara irrumpir en ella se encontraría con una eficiente vigilante que de inmediato interrumpiría su bostezo !, poni"ndose en pie, rogaría al intruso que, a causa de la fr0gil alarma, hiciera el favor de no apro#imarse demasiado ni a Monsieur 8osa ni al eñor
para su marido ! los dos hios, que le habían asegurado que, aun siendo laborable para ellos, iban a hacer un esfuerzo ! se reunirían todos a la hora del almuerzo ! probarían con el placer de siempre aquel lechón asado que nadie sabía cocinar meor que mam0 8osa, así la llaman todos$ 7sí me llaman, piensa ahora 8osa ch9arzer mientras escucha el rumor de la lluvia en el ardín, mientras siente que es atraída por el sonido del tam2tam del país de los suicidas$ 'o s" que a!er, tras el despertar de títere angustiado, el segundo contratiempo fue la inesperada deserción de 5ernd, el hio ma!or, que durante el desa!uno dio que le era imposible estar presente en el almuerzo, lo que aprovechó el padre para e#cusarse "l tambi"n ! decir que andaba mu! ocupado ! que le guardaran su parte de lechón asado para la noche$ En silencio 8osa ch9arzer se mordió los labios ! se dio que todo aquello no retrasaba el desa!uno, que estaba !a casi preparado, pero que de alguna forma lo que !a sí estaba retrasando era la hora del almuerzo, pues había otras cosas que se estaban cruzando peligrosamente en su camino, reclamando con fuerza su atención$ ' es que, al dear que su mirada vagara distraídamente por la cocina, había visto, unto a los caf"s, los quesos, el t", los panes de centeno con cominos, las mermeladas ! los embutidos, el corazón solitario de una incolora botella de leía que, de tener la facultad de cobrar vida, se habría animado sin duda en forma de triste títere perdido en el vacío insípido de aquella no menos triste cocina$ (ensó en lo f0cil que era morir ! en que no debía dear para otro momento aquella magnífica ocasión$ 5astaban unos sorbos de leía ! se borraría de golpe toda aquella cotidianidad de im0genes grises, de maridos sin alma, de aburrimiento mortal en el museo$ (ero cuando !a estaba a punto de agarrar la botella, se le ocurrió pensar en el desgraciado de su marido o, meor dicho, en su desgraciado marido, ! de repente descubrió que había algo en el aire de la mañana, en ese estar allí sola en la triste cocina, que le removía la sangre de un modo no desagradable$ En realidad su marido, engañ0ndola a diario de aquella forma tan zafia con la vecina )! creía el mu! desgraciado que ella no lo sabía., era merecedor de compasión ! necesitaba ser a!udado, ! aqu"lla no deaba de ser una buena razón, simple pero mu! importante, para seguir viviendo, para seguir preparando el desa!uno, para seguir intentando que su marido recuperara la alegría ! volviera a ser aquel hombre encantador que había ella conocido en el parque de >ofgarten, una maravillosa mañana de domingo, treinta años antes, que no merecía ser borrada por una botella de leía cualquiera$
7ntes de transportar el desa!uno a la sala ! para celebrar que había deado escapar aquella óptima ocasión de quitarse la vida, 8osa ch9arzer tomó un caf" mu! cargado que la llevó a dar un nuevo repaso del paisae de la cocina prescindiendo en esa ocasión de la presencia obsesiva de la leía, es decir que vio los otros caf"s, los quesos, el t", los panes de centeno con cominos, las mermeladas ! los embutidos, pero no vio, o no quiso ver, la maldita leía$ El caf" la despertó casi salvaemente !, por un momento, como si se tratara de un breve anticipo de lo que ho! podría tocarle vivir en el museo, vio los remotos paisaes del país de un oscuro príncipe e#tranero$ El caf" la desveló de tal modo que la hizo entrar en la sala con un paso e#cesivamente vivo ! acelerado, ! por poco no derribó la bandea sobre la inocente cabeza del hio menor, enfermo de muerte sin "l saberlo, el pobre >ans$ Mi pobre ! querido >ans, pensó ella mientras abría la ventana ! el aire frío de la mañana entraba de golpe en toda la sala, ! 8osa ch9arzer se quedaba pensando en la infinita desgracia de su hio, ! se le ocurría entonces de repente pensar en arroarse al vacío o, meor dicho, al duro patio de la vecina, aprovecharse de aquella segunda ocasión, tan f0cil como inmeorable, que se le presentaba para quitarse la vida ! alcanzar la libertad al desprenderse de todo ! de todos, salir por fin de este tr0gico ! grotesco mundo$ (ero pronto ca!ó en la cuenta de que su hio la necesitaba a1n mucho m0s que su marido, ! que aqu"lla sí que era una verdadera razón para seguir viviendo$ ' para decirse que seguiría viva, perfectamente viva, 8osa ch9arzer probó un queso$ Auando los tres hombres de la casa marcharon al trabao, comenzó a vestirse, ! lo hizo tan lentamente que acabó tardando mucho m0s de lo habitual en arreglarse para salir a la calle$ e entretuvo contando las canas que le habían salido a lo largo de la 1ltima noche, ! pensó en comprarse una peluca, pero entonces se acordó de un e#traño individuo que había conocido en la infancia$ =n hombre que en su tr0gica desesperación arrancaba, brutalmente, los pelos de su peluca$
saben de la dulzura secreta ! del furioso fanatismo que se puede cargar sobre la pr0ctica cotidiana m0s vulgar, el trabao dom"stico m0s humillante, porque en el fondo ?pensó 8osa ch9arzer? no ha! nada comparable a la íntima satisfacción de ver el plato humeante servido con admirable puntualidad a la hora del almuerzo$ Eso pensaba 8osa ch9arzer a!er por la mañana, pero al mismo tiempo, ! entrando en violenta colisión con sus convicciones m0s íntimas, se dio que el lechón asado podía aguardar, es m0s, que no estaría ni por casualidad preparado a la hora del almuerzo, ! se declaró en huelga de celo, ! comenzó a caminar m0s despacio, a fuego lento$ ' a fuego lento subió la sangre a las meillas cuando decidió que haría una simple ensalada de patatas )despu"s de todo, para ella ! para >ans era del todo suficiente., ! luego pensó que no, que nada, que no prepararía un solo plato ! que, adem0s, la desgracia de >ans era demasiado grande como para estar todavía planeando optimistas ensaladas, ! que en definitiva la vida era peor que una est1pida patata, ! que se mataría, sí, se mataría sin !a m0s dilación$ espu"s de todo, allí estaba el maldito asfalto brillando al sol ! brind0ndole la oportunidad de arroarse bao las ruedas de alg1n coche ! acabar así, de una vez por todas, con el engorroso asunto del lechón asado, el marido infiel, la ensalada de patatas, los cubiertos ! el mantel, el infinito tedio de las mañanas en el museo, la col ! las lechugas, el hio menor al borde de la muerte, los platos humeantes servidos con admirable puntualidad a la hora del almuerzo$ 'a estaba buscando el coche que le segara la vida cuando de pronto ca!ó en la cuenta de que en realidad algo mu! hondo se había roto en ella en las primeras horas de la mañana, de aquella fría ! e#traña mañana, porque, bien pensado, no deaba de ser raro que, despu"s de tantos años de no refle#ionar acerca de la vida ! de las cosas, en las 1ltimas horas no hubiera parado de hacerlo$ ' pensó que era en el fondo mu! estimulante ver cómo su fr0gil vitalidad se había ensombrecido de aquella forma tan t"trica pero al mismo tiempo tan peligrosamente atractiva$ En otras palabras, su vida, al entrar en el reino de lo oscuro ! de la desesperación, se había convertido paradóicamente en algo por fin un poco animado$ En algo parecido a una de esas películas que se inician con una fotografía en blanco ! negro en la que, a fuerza de insistencia, es posible ir viendo m0s ! m0s en ella, hasta que la imagen va cobrando color, ! un discreto argumento se pone en marcha$ 7sí se estaba animando ?no mucho, tan sólo discretamente, pero algo era algo? su vida$ C(or qu" entonces quedar atrozmente desmaquillada bao las ruedas de un coche si en realidad nada le interesaba tanto como saber qu" sucesos ?discretos, pero a fin de cuentas sucesos? le depararían las horas siguientesD
&odo eso le pareció una razón m0s que suficiente para dear pasar aquella nueva ocasión de matarse$ (ara celebrar que había decidido continuar viva, entró en el Aomercial a tomar un t", ! lo hizo con la satisfacción de quien por fin se atreve a tomar una decisión largo tiempo aplazada, pues hacía años ?desde que se casara o tal vez desde mucho antes? que no entraba a solas en un bar$ (or eso, al apo!arse en la barra ! pedir el t", sintió que estaba viviendo unos momentos de intensa libertad$ e sentía mu! contenta, casi feliz, pero cuando le sirvieron el t", ! cuando m0s precisamente estaba viendo la vida en rosa ?el tapizado del local, que era de ese color, contribuía en parte a ello? reparó en un hombre, un borracho probablemente, que se tambaleaba de forma e#traña a pocos metros de ella$ e recordó, sin saber mu! bien por qu", al hombre de la peluca que había conocido en su infancia$ 7 pesar de que hacía horas que había deado de llover, el hombre seguía llevando puesta la capucha de su viea ! oscura gabardina$ 7 estas horas ! !a tan borracho, pensó 8osa ch9arzer$ ' poco despu"s, con cierto horror, vio que estaba apro#im0ndose a ella$ Entonces le reconoció ! se tranquilizó$ Era un tipo del barrio al que había visto !a muchas veces ! del que se comentaba que andaba siempre perdido, llorando por los rincones de las tabernas$ ?5uenas noches ?le dio el hombre, con e#quisita ! sorprendente amabilidad$ &enía unos treinta años ! era bastante guapo ! parecía triste$ ?Guerr0 decir buenos días ?le dio ella$ ?epa usted que sólo e#iste la noche, la oscuridad$ ólo ha! una historia que suceda a la luz del día$ C>a oído hablar de ese hombre que sale de una taberna del puerto a primera hora de la mañanaD ?@!e >ans, no molestes a la señora ?intervino el camarero$ ' 8osa ch9arzer quedó un tanto sorprendida al ver que aquel hombre se llamaba igual que su desahuciado hio menor$ ?
?I7hJ 7hora lo entiendo ?le interrumpió ella?, ahora comprendo por qu" lleva usted puesta la capucha$ El hombre simuló no haberla oído ! completó su peculiar historia: ?(ronto se mete de cabeza en una tempestad, ! dando bandazos intenta fren"ticamente regresar$ (ero no va a llegar a puerto alguno$ Entra en otro bar$ ?C' por qu" bebe tantoD ?preguntó inmediatamente ella$ &ras una casi interminable refle#ión, tras darle muchas vueltas al asunto, el hombre respondió: ?(orque la realidad es desagradable$ 8osa ch9arzer se rió tímidamente$ ?IGu" graciosoJ ?le dio?$ C' acaso no lo es tambi"n la irrealidad, amigoD El hombre entonces se enoó ! perdió la educación$ Aomenzó a e#plicar que "l era un empedernido noct0mbulo ! que aquella noche a1n no se había acostado ! que lo que m0s le gustaba )! aquí hizo una infle#ión de voz para reforzar su supuesto ingenio. era divulgar su informal ! pecaminoso estilo de vida entre las almas en pena de la ;nternacional Aebollista de las sufridas amas de casa, tan lloronas ellas$ 8osa ch9arzer, que no estaba para demasiadas bromas ! que, adem0s, recordaba que el 1nico llorón allí era "l, decidió no amilanarse ! le fulminó con la mirada$ ?C(or qui"n me ha tomadoD ?le dio ella$ ' lo repite ahora$ C(or qui"n me ha tomadoD (ero en esta ocasión dirige la pregunta al príncipe negro, que insiste en emitir, a trav"s del rumor de la lluvia, el sonido del tam2tam de su leano país, el país de los suicidas$ ?C(or qui"n me ha tomadoD ?le repitió 8osa ch9arzer al impertinente noct0mbulo$ ?Ceguro que no le est0 molestando, señoraD ?intervino de nuevo el camarero$ ?I@h, noJ ?reaccionó de inmediato ella, que no deseaba en modo alguno
que cesara aquella secuencia en color de su reci"n animada vida$ ?Mis disculpas, presento mis disculpas ?se apresuró a decir el noct0mbulo con suma educación ! todavía algo asustado por aquella mirada fulminante de una 8osa ch9arzer que se sentía capaz de todo, pues estaba convencida de que nadie había tenido ?el pobre noct0mbulo el que menos? una mañana tan intensa ! peligrosa como la su!a$ iempre al borde de la muerte ! siempre deando atr0s, a 1ltima hora, el abismo$ 'a eran tres las oportunidades que había desperdiciado aquella mañana, tres rotundas ! claras ocasiones para matarse$ Eso le hacía sentirse tan segura ! era tal la confianza que en aquel momento tenía en sí misma que se atrevió a invitar al desconocido de la capucha a pasear con ella por el barrio$ ?C7ceptaD &engo que comprar cuatro cosas para una ensalada de patatas$ ?5ueno, Cpor qu" noD ?le dio "l sin m0s problema$ ' entonces ella, al ver que era valorada sin reservas su compañía, quedó profundamente conmocionada ! le tomó tal confianza al desconocido que incluso le confesó que había estado tres veces al borde del suicidio en las 1ltimas horas$ (ara contarle todo eso, empleó mucho tiempo, porque no quería que pasaran a segundo plano los detalles que ella consideraba m0s significativos$ ?&otal ?conclu!ó al cabo de una media hora 8osa ch9arzer?, es decir, resumiendo, que esta mañana todo me parece nuevo, nada de lo que me ocurre me había sucedido antes$ El hombre se había quedado casi dormido$ ?IEhJ (ero despierte, por favor, habíamos quedado en ir a comprar unas$$$ ?no se atrevió a decir patatas?, vamos, haga el favor de despertarse, no es usted el noct0mbulo que dio ser$ El hombre se reanimó, fue hacia el lavabo ! volvió como nuevo$ ?IGu" barbaridadJ ?comentaría "l poco despu"s, cuando salieron a la calle ! !a la confianza era mutua e incluso se tuteaban?$ (ero qu" barbaridad$ Mira, tienes que hacerme un favor, 8osa, lo he estado pensando bien, he estado d0ndole vueltas mientras t1 no parabas de hablar ! hablar, ! !o casi me dormía, ! si no me he dormido del todo es porque trataba de seguir el misterioso hilo de tu pensamiento, lo he pensado bien$ Mira, tienes que hacerme un favor, 8osa$ a pró#ima vez que quieras matarte no recurras a la leía ni al patio de la vecina ni a las ruedas de un coche$ on muertes poco est"ticas, la verdad$
?C' por qu" piensas que habr0 una pró#ima vezD ?le preguntó ella algo sorprendida$ (or toda respuesta, el hombre le pasó entonces un botellín de 9his6! ! le dio que era una c0psula de cianuro ! que la guardara$ Ella prefirió tomar todo aquello como una broma m0s del noct0mbulo ! guardó el botellín en un bolsillo de su abrigo$ ?En caso de necesidad ?le dio "l? basta con decapitar el botellín ! tomar el veneno de un solo trago, así de sencilla es la cosa$ ?abes mu! bien que me est0s dando 9his6! ! no veneno ?le dio ella cariñosamente, sonriendo$ ?&e uro que es cianuro$ El botellín sólo est0 para despistar, Ces que no lo comprendesD ?le dio "l mientras se quitaba lentamente la capucha de la gabardina en un gesto que ella interpretó como una señal de que estaba volviendo en sí tras la noche de alcohol que arrastraba, de que estaba volviendo a la realidad, por mu! desagradable que "sta pudiera parecerle$ 7 las dos de la tarde seguían todavía andando, no se habían detenido en ning1n colmado ! tampoco ?pese a que "l lo había intentado? en ning1n bar, andaban tropezando con el empedrado de un barrio que !a no era el su!o, ! se estaban acercando al parque de >ofgarten, leos !a de los paisaes cotidianos ! tambi"n de los bares ! los colmados$ 7 "l se le veía ensimismado !, sobre todo, fatigado, pró#imo al desma!o o a quedarse dormido en cualquier esquina, pero seguía mostrando cierta atención cuando 8osa ch9arzer le hablaba ! le contaba, por eemplo, que en >ofgarten había conocido, treinta años antes, a su pobre e infeliz marido$ ' acabaron sent0ndose en un banco de piedra que había a la entrada del parque$ ?7hora ?le dio "l?, en lugar de vigilar una sala de museo, vigilas >ofgarten entero$ ofgarten entero$$$ 8osa ch9arzer sonrió, no le contestó, se quedó mirando el paso de las nubes sobre el cielo gris de hielo que cubría el parque$ Mi pobre ! querido >ans, pensaba de vez en cuando, ! no sabía si estaba invocando el nombre de su hio, al que acababa de avisar por tel"fono de que ella estaba todavía en la peluquería ! que tardaría en ir a comer ! que se las apañara con un pollo frío que había en la nevera, o bien pensaba en el otro >ans, en aquel que la estaba acompañando
medio dormido, el pobre ! guapo >ans, tan oven ! cordial, el hombre de la capucha ! de la c0psula de cianuro, el hombre que la había hecho alearse del barrio, de su familia, del dolor por la enfermedad del hio, del tedio de las mañanas en el museo !, en definitiva, de la insoportable grisalla que se refleaba en todos los pasos de su amarga vida$ ?7 todo esto ?dio ella? a1n no me has dicho en qu" trabaas, si es que trabaas que, claro est0, lo dudo mucho$ ?'o no puedo trabaar ?le respondió con afectación, como si recitara un papel mu! estudiado?$ 'o sólo puedo beber ! llorar$ &'( no has trabaado nuncaD
?5ueno, algunas veces, pero siempre acabaron destru!"ndome, quiero decir despidi"ndome$ 7hora esto! en la miseria m0s absoluta$ Me a!udaba una chica, pero ella tambi"n se quedó sin trabao$ Lltimamente me a!udaba mi padre, pero se declararon en huelga en su f0brica, ! en fin$$$ 7hora no me a!uda !a nadie$ ?Mi padre se pasó la mitad de su vida en huelga$ ecía que era lo que m0s le gustaba$ e quedaron en respetuoso silencio, ella pensando en su padre, ! "l pensando en el su!o !, al mismo tiempo, dando !a una cabezada tras otra$ a paz del lugar era soberbia, aunque era un parque mu! triste porque parecía profundamente solitario$ El cielo gris de hielo que se e#tendía sobre "l lo convertía en el m0s frío de los paisaes$ Era aqu"l, sin lugar a dudas, un parque solitario ! helado$ ?7sí que somos hios de huelguistas ?dio "l con cierta melancolía$ ' poco despu"s, dando una nueva cabezada se quedó profundamente dormido en el hombro de 8osa ch9arzer$ Ella no se atrevió a despertarlo, parecía un crimen hacerlo$ espu"s, especuló con lo que sucedería si casualmente pasara por allí alg1n familiar o amigo$ CGu" pensarían al verla unto a un desconocido que apo!aba dulcemente la cabeza en su hombroD (oco importaba lo que pudieran pensar, entre otras cosas porque nadie circulaba por allí, pues no podía ser m0s solitario ! silencioso aquel parque en el que treinta años antes ella tambi"n le había arrancado a la vida unos breves pero intensos momentos de gran felicidad$ (recisamente porque !a los había vivido, sabía que esos instantes tenían una duración mu! limitada, de modo
que apartó de su hombro, con gran suavidad, la cabeza del amable desconocido !, de0ndole allí perdido ! dormido en el vieo parque solitario ! helado, emprendió el lento ! doloroso viae de regreso al barrio ! a su casa$ urante el camino le destrozó el alma la casi absoluta certeza de que nunca podría e#presar, ni con alusiones, ! a1n menos con palabras e#plícitas, ni siquiera con el pensamiento, los momentos de fugaz felicidad que tenía conciencia de haber alcanzado$ Esa certeza le acompañó, como un nuevo dolor secreto, a lo largo del camino de vuelta$ ' cuando, dos horas despu"s, volvió a encontrarse en las calles de su barrio, un nuevo temor se añadió a todo cuanto le preocupaba, porque se le ocurrió que su hio >ans, que no trabaaba por las tardes, podía haber renunciado a la vuelta habitual con los amigos ! estar, dadas las especiales circunstancias del día, esper0ndola en la casa, aguardando su regreso de la peluquería$ En ese caso todo podía ser tremendo, porque "l vería enseguida que no había peluquería ! sí un grandioso misterio o, lo que era peor, ! adem0s rimaba con misterio: un grandísimo adulterio$ &emerosa de ser descubierta, entró en la peluquería del barrio !, como no tenía tiempo para hacerse la permanente, se compró una horrenda peluca de color castaño$ ' con la peluca puesta se presentó en su casa, donde por suerte no había nadie, tan sólo los huesos de un triste pollo de nevera, los restos de la comida de su pobre ! querido >ans$ Mu! pronto la alegría de estar sola deó paso en la indecisa 8osa ch9arzer al sentimiento contrario, a un profundo abatimiento por aquella terrible soledad que la casa le ofrecía$ e acercó a la ventana$ El cielo estaba mu! blanquecino, invadido por una p0tina opaca, así como en su memoria una blancura opaca iba borrando el recuerdo de las sensaciones vividas unto al noct0mbulo abandonado en el parque$ En su tr0gica desesperación comenzó a arrancar, brutalmente, los pelos de su peluca$ &omó luego un cuchillo de cocina ! pensó en hacerse el hara6iri, reventarse sin contemplaciones el vientre, ofrecer sus entrañas a toda la inconsciente raza de sufridas amas de casa a las que el oven noct0mbulo escandalizaba para luego anto0rsele un caprichoso sueño en el parque del olvido$ eó la peluca encima de la nevera ! luego la partió en dos con el cuchillo, ! fue tal la tensión ! el esfuerzo acumulados en el gesto que hasta cortó en seco el aire viciado de aquella cocina$ E#tenuada, ca!ó al suelo$ ans, merecía cenar caliente aquella noche$ e levantó, arroó lo que quedaba de la peluca a la basura, se rió a solas como una loca, ! probó el pan de centeno con cominos$ (ero cuando al caer la tarde su pobre ! querido >ans regresó a la casa ni siquiera se interesó por el lechón asado ! ni preguntó por qu" ella se había
entretenido tanto en la peluquería, tampoco se queó de haber tenido que comer el pollo frío de la nevera, nada, ni la miró, ! por tanto no tuvo ocasión de ver el escandaloso pelo de estropao canoso que lucía su madre$ &an sólo la felicitó con desgana ! le pidió que cosiera dos botones de la camisa$ (ero ni la miró$ 8osa ch9arzer comprendió que a su hio ella no le interesaba nada$ a aparición de 5ernd, el hio ma!or, a1n fue m0s desalentadora, porque ni se acordaba del lechón asado ?en eso andaba igual que >ans?, pero por no acordarse no recordaba ni tan siquiera que fuera el aniversario de su madre, no se acordaba de nada$ e limitó a llenar de humo la sala, encender el televisor ! tumbarse en el sof0$ 8osa ch9arzer pensó en apagar de golpe el televisor ! hablarles a sus hios de un gesto del noct0mbulo que a ella le había parecido que abría inmensas ! desconocidas posibilidades de amor$ (ero sabía que no podría nunca e#presar la plenitud que había alcanzado hacía tan sólo un rato, ! tambi"n sabía que, aun en el supuesto de que pudiera hacerlo, de que pudiera e#presar lo que realmente sentía, sus hios ni la escucharían, o bien no la creerían$ ?CGu" ha! para cenarD ?preguntó un e#igente 5ernd desde el sof0$ ?a muerte ?dio ella?$ a muerte, 1nicamente$ o dio tan bao, desde la soledad de su cocina, que ellos no alcanzaron a oírla, así como tampoco podían escuchar cómo en aquel momento era degollada una gallina$ ' si no les era posible oírlo era porque esa gallina era su propia madre, que se imaginaba a sí misma de esa forma, degollada viva, ! lo hacía para pensar en algo que la distraera ! la apartara de una peligrosa tentación que se le acababa de presentar en forma de nueva oportunidad para quitarse la vida$ 7brir el gas ! meter la cabeza en el horno$ =na muerte horrible, se decía a sí misma mientras pensaba que lo peor de todo era que, si finalmente se decidía a inmolar su cabeza con el pelo estropao incluido, sus hios probablemente tardarían en darse cuenta$ eguirían allí en el salón discutiendo como cada día, por su ridícula parcela de poder en el sof0$ ;mb"ciles$ esgraciados$ ólo cuando todo se hubiera consumado encontrarían ellos una cabeza de madre bien asada en lugar del lechón$ =na muerte horrible, pensaba 8osa ch9arzer mientras trataba de apartar sin conseguirlo aquella tremenda tentación$ e salvó la violenta llegada del marido$ u inconfundible manera de entrar en la casa ?el fuerte portazo ! la tos aquella de fumador empedernido? disolvió la feroz tentación del horno, porque de pronto cobró para ella ma!or inter"s tomar un tarro de mermelada ! estrellarlo en la cara del marido infiel$ =na venganza por
lo de la vecina !, sobre todo, por tantos años de indiferencia ! constante humillación$ Merecía la pena dear a un lado la idea del horno ! gozar fugazmente de la e#presión de horror ! sorpresa de su marido cuando, por primera vez en treinta años, la viera rebelarse contra la sofocante violencia de su gran indiferencia$ (ero antes de arroarle el tarro, se dio que apagaría las luces de la casa ! los aterraría a los tres$ abía que procurar que esta vez la frase no quedara, como de costumbre, en agua de borraas$
animado ligeramente en las 1ltimas horas, como si no pudieran admitir en modo alguno que, aunque fuera tímidamente, ella hubiera vuelto por fin a respirar, hubiera vuelto a la vida$ ?e todo esto tiene la culpa el museo$ i lo sabr" !o$$$ ?comentó 5ernd a su padre$ +oló un nuevo tarro de mermelada, que tampoco dio en su blanco$ ' poco despu"s, una 8osa ch9arzer mu! abatida, cansada de tanta incomprensión, se rendía$ e sentó en una silla ! se quedó sollozando d"bilmente durante un rato$ e vez en cuando le gritaban: ?Aalla, mam0$ ?Gue te calles, mam0 8osa$ e quedó allí en la silla, como si estuviera sentada en el museo, hasta que terminó la programación de televisión$ legada la hora en que todos se fueron a dormir, se acostó sin ganas, presa de un insomnio galopante, ! pasó la noche en vela imaginando todo tipo de historias que sucedían en un parque solitario ! helado que convertía en noct0mbulos a todos sus visitantes$ ' !a con las luces del alba, sin haber dormido en toda la noche, se le o!ó decir: ?Esta vida para qu"$ o ha dicho en la duermevela de ho!, poco antes de levantarse ! preparar el desa!uno en el que sólo ha probado una loncha de amón mientras pedía e#cusas por lo de a!er al marido ! a los hios ! les e#plicaba que se sintió afectada por el hecho de cumplir los años que cumplía, ! que eso era todo, ! que la disculparan$ uego, como tantos días desde hace años, se ha dirigido en bicicleta al museo, ! ahora se halla en su aburrida silla de siempre, muerta de sueño tras la inquietante noche, bostezando ostensiblemente mientras trata de no dearse seducir por la llamada del oscuro príncipe que, para invitarla a adentrarse ! perderse en el lienzo, le envía el arrogante sonido del tam2tam de su país, el país de los suicidas$ 'o s" que 8osa ch9arzer, en su desesperado intento de apartar el influo del príncipe, est0 refugiando su mirada en los tenues colores rosados de Monsieur %erlacerdo, que es otro de los cuadros de esa sala que tan celosamente custodia ! en la que si ahora alguien osara irrumpir en ella se encontraría con una eficiente
vigilante que de inmediato interrumpiría su bostezo !, poni"ndose en pie, rogaría al intruso que, a causa de la fr0gil alarma, hiciera el favor de no apro#imarse demasiado ni a Monsieur 8osa ni al eñor
se celebra la muerte$ Aomo si hubiera leído en su pensamiento, el príncipe, tras lamentar que no ha!a sabido apreciar el brillo de las estrellas que en honor de ella lanzan fuegos de artificio en el vieo ! helado cielo de su país, le advierte que sólo podr0 dar marcha atr0s en su viae si inhala el humo azul ardiente del país de los suicidas$ =n humo altamente tó#ico$ 8osa ch9arzer comprende enseguida que se trata de volver a suicidarse, en este caso de practicar el gesto al rev"s, un suicidio que la haga caer, no del lado de la belleza sino del lado opuesto, del lado de la vida$ ' 8osa ch9arzer no lo piensa dos veces, se acerca a una de las columnas de humo ! aspira profundamente, con todas sus fuerzas, ! en tan sólo unos instantes se halla de nuevo sentada en su silla del museo, unto a la que descansa, rota en mil pedazos, la c0psula embriagadora$
E$ AR!E DE DESAPARECER
>asta que llegó aquel día, el día precisamente de su ubilación, siempre le había horrorizado la idea de llegar a tener "#ito en la vida$ Mu! a menudo se le veía andar de puntillas por el instituto o por su casa, como no queriendo molestar a nadie$ ' siempre había e#istido en "l un rechazo total del sentimiento de protagonismo$ (erder, por eemplo, siempre le había gustado$ >asta en el aedrez prefería ugar a un tipo de uego que se llama aut)mata, ! que consiste en obligar al contrincante a vencer a pesar su!o$ e gustaba sentirse a buen resguardo de las indiscretas miradas de los otros$ ' no era nada e#traño, por tanto, que todo lo que a lo largo de cuarenta años había ido escribiendo ?siete e#tensas novelas en torno al tema del funambulismo? permaneciera rigurosamente in"dito, encerrado bao doble llave en el fondo de un ba1l que había heredado de sus discretos antepasados$ Era un hombre modesto, no orientado hacia sí mismo, sino hacia una b1squeda oscura, hacia una preocupación esencial cu!a importancia no estaba ligada a la afirmación de su persona/ se trataba de una b1squeda mu! peculiar en la que estaba empeñado con obstinación ! fuerza metódicas que sólo se disimulaba bao su modestia$ C(ara qu" e#hibirme )razonaba 7natol cínicamente. ! por qu" dar a la imprenta mis te#tos si en lo que !o escribo sospecho que no ha! m0s que una ceremonia íntima ! egoísta, una especie de interminable ! falsificado chisme sobre mí mismo, destinado, por tanto, a una utilización estrictamente privadaD Era un razonamiento absolutamente cínico que "l se hacía a menudo para no sentirse tentado a publicar$ (orque nada m0s leos de la realidad todo aquello que se decía a sí mismo para así engañarse ! poder seguir en la amada sombra del cerrado espacio de su estudio$ Entre las medidas adoptadas para poder vivir como escritor secreto, la m0s curiosa de todas era la que había tomado hacía !a m0s de cuarenta años: la de vivir en su propio país, la pequeña ! seductora, aunque terriblemente mezquina, isla de =mbertha, haci"ndose pasar por e#tranero$ e resultó f0cil engañar a todo el mundo, porque la tr0gica ! brutal desaparición de toda su familia en la guerra le
facilitó el cambio de identidad$ e pronto, una noche, muertos !a todos, 7natol comprendió que estaba solo, completamente solo en el mundo, ! notó esa sensación de e#travío que se siente cuando, en el camino, nos volvemos atr0s ! vemos el trecho recorrido, la vía indiferente que se pierde en un horizonte que !a no es el nuestro$ Aoncluida la guerra, 7natol se dio que al final sólo quedaba eso, la mirada hacia atr0s que percibía la nada, ! estuvo deambulando ?e#traviado? tres largos años por Europa, ! cuando cumplió los veinte regresó a =mbertha ! lo hizo e#agerando enormemente las haches aspiradas )en =mbertha no ha! palabra que no lleve esa letra, que es pronunciada siempre de forma relativamente aspirada. ! cometiendo, adem0s, todo tipo de errores cuando hablaba ese idioma$ &odo el mundo le tomó por forastero, ! hasta se reían mucho con su e#ageración al aspirar las haches, ! eso le reportó a 7natol la inmediata ventaa de asegurarse protección como escritor secreto, pues en =mbertha los buscadores del oro de talentos ocultos sólo estaban interesados en posibles glorias nacionales ! descartaban por sistema cualquier pista que pudiera conducir a genios forasteros$ 'En cu0ntos
lugares de este mundo )razonaba 7natol. no habr0 en este instante genios ocultos cu!os pensamientos no llegar0n nunca a oídas de la genteD El mundo es para quienes nacen para conquistarlo, no para quienes prefieren pasar desapercibidos, vivir en el anonimato$ +iviendo en ese anonimato, tratando de pasar de puntillas por la vida, protegido por su falsa condición de e#tranero ! confiando en no ser nunca reconocido como isleño ni como escritor, había ido disfrutando durante cuarenta años de una discreta ! feliz e#istencia$ iempre en compañía de su esposa 'hma, una umberthiana que le dio cinco hios ! que fue siempre fiel cómplice de sus secretos literarios$ ' trabaando siempre en lo mismo, como profesor de idiomas ! de educación física en un instituto de la capital$ iempre en lo mismo, siempre, hasta que le llegó el día de su ubilación$ &uvo que ser precisamente ese día cuando, resonando todavía los ecos del emocionado aplauso de varias generaciones de alumnos que acudieron espont0neamente a su 1ltima clase, vio peligrar por vez primera en cuarenta años su rechazo total del sentimiento de protagonismo, pues notó que en el fondo no le desagradaban nada todas aquellas muestras de afecto ! tambi"n el sentirse )aunque fuera tan sólo por unas horas. el centro de atención de aquel instituto en el que, sin "l buscarlo, se había convertido en toda una institución$ Aon su peculiar acento e#tranero ! aspirando m0s que de costumbre las haches ?sin duda para reírse un poco de sí mismo?, bromeó con su amigo el profesor 5ompharte acerca de la estimación que se le tenía en el instituto$
?Guerido 5ompharte, !a lo ves: instituto, institución ?le dio$ 5ompharte le dedicó una sonrisa amable ! condescendiente )la que habitualmente le dedicaba cuando no acababa de entender lo que quería e#presar el bueno de 7natol. ! le comentó que se alegraba de verle tan radiante: ?&e veo mu! bien$ Esto de la ubilación te est0 sentando de maravilla$ 7natol calló, porque pensó que si hablaba tendría que e#plicar ?! aquello era algo vergonzoso para "l? que si se le veía tan radiante era debido a lo mucho que estaba disfrutando al sentirse centro de atención de tanta ! tanta gente en el instituto$ o que son las cosas )pensaba 7natol.$ Me paso días, meses, años rechazando cualquier tipo de protagonismo !, cuando de repente me convierto en el personae principal de la función, me muero de gusto$ ?C(or qu" te quedas tan calladoD CEn qu" est0s pensandoD ?le dio entonces 5ompharte$ ?En lo volubles que somos todos los humanos ?le contestó?$ ' no me preguntes ahora por qu" pensaba esto$ e"moslo así$ e vez en cuando me gusta tener alg1n secreto$ ?'a ?dio 5ompharte con un aire un tanto misterioso?$ (or cierto, creo que te habl" de la e#posición de fotografías que ando preparando sobre el mundo del deporteN ?í$ Me hablaste$ ?(ero no s" si te die que pensamos tambi"n editar un libro sobre la e#posición$$$ ?(ues no$ ?' que he pensado en ti para que, desde la autoridad que te conceden tantos años de profesor de educación física, escribas la introducción$ CGu" te pareceD ' es que sospecho, amigo 7natol, que lo har0s mu! bien$ iempre me has parecido un escritor secreto$ 7natol, completamente lívido, cre!ó que había llegado la hora del fin del
mundo$ CGu" clase de broma siniestra era aqu"llaD &odo el orden ! la gran armonía ! tranquilidad de su vida se tambaleaba por momentos$ &ardó en darse cuenta de que no había para tanto, de que las palabras de 5ompharte eran tan sólo una forma convencional de animarle a escribir cuatro intrascendentes líneas, ! nada m0s$ >asta que no llegó a verlo así, lo pasó mu! mal$ ' lo peor de todo era que su repentina lividez ! e#presión de p0nico le estaban delatando$ ?(ero Cte sucede algo, 7natolD Finalmente reaccionó a tiempo ! logró mudar la e#presión de su rostro$ ?
fue un te#to compacto ! mu! osado, hermoso ! casi genial, una mu! equilibrada ! espectacular refle#ión sobre el equilibrio humano ! tambi"n sobre el mundo de los pasos en falso en el vacío del cielo de =mbertha$ a introducción llegó a manos de ampher >vulac, el gran poeta ! editor umberthiano, ! ello ocurrió no a causa de la brillantez ! el nervio de la prosa de 7natol o a la importancia de la e#posición )que no la tenía, m0s bien estaba condenada en un principio a no rebasar los estrechos límites del instituto., sino a que casualmente la sobrina favorita del gran >vulac aparecía muchas veces en segundo plano en las fotografías de los duelos de esgrima ! le hizo llegar el libro a su querido tío, que quedó asombrado ! vivamente intrigado ante el ingenio del que hacía gala aquel desconocido ! modesto profesor de educación física que firmaba la funambulesca introducción$ ?7quí, detr0s de estas líneas, se esconde un autor ?señaló >vulac en cuanto terminó de leer la introducción$ o dio con cierto fanatismo ! plenamente convencido, adem0s, de que am0s le fallaba el olfato, su tremendo olfato literario$ ' poco despu"s ?para que le o!eran todos los hvulaquianos que le rodeaban en aquel momento? incluso lo repitió, grit0ndolo/ cada vez m0s fan0tico de aquellas líneas que había leído ! tambi"n de su propio olfato$ ?I7quí ha! un autorJ (oco despu"s, todos sus incondicionales estaban de acuerdo en que detr0s de aquellas frases sobre el equilibrio ! la p"rtiga tenían que haber otras encerradas en los caones de un escritorio, p0ginas secretas ! deliciosamente e#traneras que >vulac debía conocer por si merecía la pena editarlas en su e#quisita colección de prosas umberthianas$ (odemos imaginar el estado de 0nimo de 7natol, que en vano invocó su condición de e#tranero para que se desinteresaran de "l, en vano porque el círculo de >vulac consideraba que cuarenta años en la isla le habían convertido en un umberthiano m0s$ ' por otra parte, estaba la fascinación ! curiosidad que despertaba lo que no deaba de ser toda una e#pectativa in"dita en la isla: la posible e#istencia de p0ginas e#traneras en la obra de un umberthiano m0s$ e nada sirvió que 7natol se defendiera, que negara la e#istencia de otros escritos$ &odo fue in1til$ 7cosado tenazmente por el círculo de hvulaquianos, acabó confesando que, como era un aficionado a la literatura, en cierta ocasión se
había atrevido a traducir por su cuenta al Oalter 5enamín de *nfancia en !erlín, ! les ofreció a modo de pantalla, para que no indagaran m0s en sus posibles trabaos literarios, su versión al umberthiano del libro, una versión que empezaba así: «;mporta poco no saber orientarse en una ciudad$ (erderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizae$% ?(ublicaremos esa traducción ?dieron a coro todos los hvulaquianos$ IAurioso dilemaJ )razonaba 7natol, aquella misma noche, en compañía de su muer 'hma.$ (or una parte, ha! en mí los estímulos de una honesta ambición/ ciertos deseos de mover, si bien p1dicamente, las cosas: decirles que en realidad la traducción la he utilizado 1nicamente a modo de pantalla para que no descubran que tengo escritas siete novelas terribles sobre esta maldita isla de =mbertha$ (or una parte, pues, la íntima sensación de que en el fondo ardo en deseos de que me lean$ ' por otra parte, con características m0s fuertes, el presentimiento de que un eventual destino de escritor pueda contener no s" qu" simientes de una siniestra aventura$ ' por encima de todo ese dilema, la impresión o tal vez certeza de que en la clandestinidad mi obra ha madurado m0s ! meor que si me hubiera apresurado a publicarla/ ! tambi"n la impresión o tal vez certeza de que esto! llegando a la 1ltima etapa de un viae en el que he ido aprendiendo lentamente el difícil eercicio de saber perderse en el emboscado mundo de lo impreso$
(ues !a te han reconocido )le dio su muer con una sonrisa que a 7natol le pareció de una estupidez ! grosería infinitas.$ CMe atrever" a subir al alambre ! correr los riesgos del fun0mbuloD CMe atrever" a propiciar la publicación de la primera de mis novelasD )se preguntaba, al día siguiente, 7natol, mientras avanzaba con el manuscrito en dirección a la editorial de >vulac.$ i entrego la novela, !a nunca podr" recobrarla, pertenecer0 al mundo$ Cebo entregarlaD >vulac no sabe que e#iste$ vulac al recibir el manuscrito?, quisiera que supiera que mi e#periencia de autor reconocido confirma su presentimiento de que se trata de una aventura realmente siniestra$ Entre otras cosas porque el escritor que consigue un nombre ! lo impone, sabe mu! bien que ha! otros hombres que hasta tal punto son sólo escritores que precisamente por eso no pueden conseguir este nombre$ e trata de una aventura realmente siniestra, pero el hecho es que no se puede dear de correrla, cr"ame, no se puede escapar a un destino semeante$ ?(ero es que a mí, amigo >vulac, siempre me ha horrorizado el sentimiento de protagonismo$ 'o siempre am" la discreción, el feliz anonimato, la gloria sin fama, la grandeza sin brillo, la dignidad sin sueldo, el prestigio propio$ 'a de niño, el mundo de la escritura se me presentaba como precozmente apetecible ! prohibido, relacionado, en cualquier caso, con una infracción, con una pr0ctica furtiva$ ' adem0s, amigo >vulac, en lo que !o escribo sospecho una operación de baa luuria, una especie de interminable ! falsificado chisme sobre mí mismo$ C7 qui"n podría interesarle algo semeanteD ?C' dice que un chisme sobre sí mismoD C7caso es usted tambi"n un fun0mbulo como su h"roeD ?'a me gustaría, !a$ (ero !o nunca me atreví a serlo, porque es un oficio mu! duro$ i caes, mereces la m0s convencional de las oraciones f1nebres$ ' no debes esperar nada m0s, porque el circo es así, convencional$ ' su p1blico es descort"s$ urante tus movimientos m0s peligrosos, cierra los oos$ IAierra los oos el p1blico cuando t1 est0s rozando la muerte para deslumbrarloJ Es un oficio duro que nunca me atreví a practicar$ 'o m0s bien he huido siempre del menor riesgo, ! es por eso que tal vez nunca me decidí a publicar, a correr ese peligro infinito de una aventura literaria que presentía que podía contener no s" qu" simientes de una
peripecia realmente siniestra$ (ublicar era ! es, para mí, algo así como arriesgarse a dar un paso en falso en el vacío$ i !o alg1n día viera publicada mi novela, ese hecho !o lo sufriría como si fuera un baldón, un sentirme desnudo ! humillado como delante de una uniformada comisión m"dica militar$ ?' sin embargo no me negar0, amigo 7natol, que usted me acaba de entregar su novela para que la publique$ Es m0s, sabe perfectamente que la vo! a publicar$ (or toda respuesta, 7natol baó la cabeza, como si estuviera confundido ! avergonzado por sus manifiestas contradicciones$ (ero en realidad se sentía íntimamente satisfecho por haberse atrevido a dar aquel decisivo paso sobre la cuerda floa, sobre el alambre circense de la literatura$ espu"s, comenzó a perderse$ e imaginó en un bosque de pinos ! ha!as, en un paisae lluvioso, rodeado de ardillas que se mofaban de "l$ El bosque era tenebroso ! en la madera de los 0rboles había le!endas grabadas en letra impresa$ ecidió que había llegado la hora de retirarse prudentemente, la hora de desaparecer$ e despidió de >vulac ! alcanzó la calle, comenzó a caminar bao la lluvia de =mbertha, pensativo$ io vueltas a la idea de que su novela !a no podía ser recobrada, pues ahora pertenecía al mundo, que por fin sabría, a trav"s de una voz e#tranera, de la mezquindad ! miseria moral que reinaba en la isla de =mbertha$ =n sentimiento de p0nico le acompañó hasta el portal de su casa$ (ero se trataba de un p0nico fingido, provocado artificialmente por el propio 7natol$ e disponía a entrar !a en su casa cuando de repente se golpeó teatralmente con las manos en la frente ! simuló que acababa de recordar que se encontraba sin tabaco$ ' entonces, mientras anochecía, dirigió sus pasos hacia el cercano caf" 7sha, en cu!a antesala )nunca 7natol solía pasar de ella. había un luminoso 6ios6o con un vieo cartel en el que podía leerse: &abaco ! (rensa$ Esas dos palabras unidas le producían siempre una inmensa sensación de felicidad, porque leer ! fumar eran sus dos actividades favoritas ! porque, adem0s, aquella inscripción era como una señal confortable en el desierto ciudadano, pues le indicaba que se hallaba a dos pasos de su muer, de su pipa ! de sus libros, de su hogar$ En contra de su m0s elemental costumbre, 7natol se perdió en el interior del local$ &abaco ! prensa en ristre, abordó a un camarero que le pareció que tambi"n andaba perdido por allí, ! le preguntó qu" clase de secreto era el que ocultaban detr0s de la puerta del fondo del bar ! por qu" desde hacía años "sta permanecía
misteriosamente cerrada$ 7natol, que sabía perfectamente que por la puerta trasera del bar pasaba a diario una verdadera multitud, escuchó con simulado inter"s las e#plicaciones del camarero: ?(or esa puerta pasa cada día m0s gente que por la mismísima +ía +hico$$$ '+o ve que lleva al Aalleón de la AhinaD ?ace rato que debería haber cerrado$ Areí que no vendría$ 7quí tiene su billete, ! que ha!a suerte, señor$$$ (erdone, no logro nunca recordar su nombre que, por otra parte, si quiere que le diga la verdad, siempre me sonó falso$ ?eñor on e baado a comprar tabaco$ ?(ero Ccómo que has baado si no has subido a casaD 7 veces no te entiendo, 7natol$ ?'a lo entender0s ?dio ! colgó$
espu"s, llamó a >vulac$ ?Enemigo 7natol ?le dio "ste medio bromeando, pero tambi"n bastante en serio?, es usted un verdadero animal, permítame que le hable así$ Esto! le!endo su novela, ! nos dea mu! mal$ (ero Cqu" tiene usted contra nosotrosD a verdad es que nunca imagin" que fuera usted tan e#tranero$$$ >ubo una larga pausa en la que tal vez >vulac estuvo esperando alguna seria ustificación por parte de 7natol, pero "ste permaneció en riguroso silencio$ ?(ero en fin ?prosiguió >vulac?, se trata de un te#to valioso, para qu" negarlo, ! nosotros somos m0s liberales de lo que usted cree, así que lo publicaremos$ Es m0s, tiene usted que firmarme un contrato en e#clusiva, quiero asegurarme los derechos de sus pró#imos libros$ @lvídese de la pensión con la que pensaba vivir tras su ubilación, ! alegre esa cara, hombre, fírmenos el contrato de su vida, ! decídase a ser feliz entre nosotros$ (or un momento fue como si 7natol hubiera previsto desde hacía !a mucho tiempo que >vulac le hablaría de esa forma, porque le contestó en un tono mu! ceremonioso, como si recitara un papel aprendido de antemano: ?>allar0 la puerta de mi casa abierta, amigo >vulac, mi muer se la franquear0 con sumo gusto, encontrar0 todas las estancias iluminadas, ! en una de ellas, en la que hasta el día de ho! fue mi estudio, hallar0 la llave que abre el ba1l en el que descansa el resto de mi obra secreta$ El ba1l es su!o$ a isla es bella$ En mi escritorio hallar0 un documento que atestigua que el ba1l es su!o ! de la isla entera$ >izo una breve pausa, mientras contemplaba a trav"s de la ventana la fila de palmeras ! de bancos de piedra del muelle de Europa$ ' luego, añadió murmurando entre dientes ! con voz mu! baa ! casi imperceptible: ?' que os sea leve, porque os deo seis perfectas bombas de reloería$ ?CAómo diceD Cigue ahí, 7natolD ?í, pero por poco tiempo$ (orque el autor se va$ es deo el ba1l, que es lo 1nico que interesa$ 7natol colgó el tel"fono$ (ensó: a obligación del autor es desaparecer$ &omó sin prisas el caf", observó que había deado de llover, ! poco despu"s se perdió en
la oscuridad del muelle de Europa$ (ensó: >a! personas que siempre se encuentran bien en otro lugar$ 7l mediodía del día siguiente, en alta mar, el sol calentaba cada vez con m0s violencia, el alquitr0n derretido se escurría por las paredes, el mar era azul, ! el agua utilizada para lavar el puente se evaporaba directamente hacia el cielo tambi"n azul$ El capit0n del barco apareció sobre el puente de mando, se moó un dedo, ! comentó que !a se lo imaginaba, que la brisa estaba descendiendo ! que mu! pronto podría cambiar de dirección el viento$ 7natol, que lo o!ó, blasfemó en una larga ! obscena frase que contenía cinco haches que "l pronunció tan e#ageradamente aspiradas como pudo, ! despu"s sonrió$ El capit0n repitió lo de la dirección del viento, ! 7natol entonces descendió, sin prisas, por la escalera que conducía a la 1nica zona refrigerada del barco, ! allí se perdió$
$AS N"C%ES DE$ IRIS NE(R"
a cosa meor que ha hecho la le! eterna es que, habi"ndonos dado
una sola entrada a la vida, nos ha procurado p rocurado miles de salidas$
"neca, "artas morales a Lucilio
Escucho el oleae mientras siento que toda la tarde cabe en una mirada, en una sola mirada de sosiego$ 7unque a mí sólo me atrae la muerte, debo reconocer que me encuentro bien aquí, en (ort del +ent, tan cerca de la vida$ Esto! bien aquí, en mi tierra ! unto al mar, del que nunca debí alearme tanto$ El mar siempre me ha dado ?escucho ahora su rumor mientras fumo tendido sobre la cama? la sensación de ser algo así como un organismo unitario, ! esto me tranquiliza$ Me gusta mucho el mar$ Estar cerca del mar, sobre el mar, por el mar$ iento ante "l una sensación de libertad, probablemente engañosa, pero a tener en cuenta: la ilusión de vivir$ os 1ltimos meses en Madrid han sido un infierno$ ' no sólo por todo el drama de la separación ! divorcio de Marta, ! la consiguiente crisis profunda$ e vivido en un estado casi permanente de claustrofobia que sólo lograba vencer cuando íbamos a ugar a estadios de ciudades portuarias$ ólo entonces me reencontraba conmigo mismo, e incluso ugaba mis meores partidos$ (orque !o nací unto al mar, ! lo necesito siempre a mi lado$ urante todos estos años en Madrid no he hecho m0s que añorar pueblos como "ste en el que ahora me encuentro: lugares en
los que resulta del todo imposible marcar límites precisos$ (or eso esto! bien aquí, en este pueblo ! en esta agradable Fonda ;borra ! en esta calle tan breve como singular: calle de fachadas blancas que une, en su 1ltimo tramo, dos avenidas conv conver erge gent ntes es,, en ese ese siti sitioo del del pu pueb eblo lo cu! cu!os bare baress ! rest restau aura rant ntes es sigu siguen en aprovechando, en sus listas de precios, el póstumo prestigio de la bohemia que en otro tiempo frecuentara f recuentara (ort del +ent$ >emos venido +ictoria ! !o a este rincón de la Aosta 5rava porque ella quería conocer el pueblo donde su desconcertante padre ?al parecer, hombre de notable mal genio ! persona algo tocada por la tramontana, el viento de su infancia ? pasó los 1ltimos meses de su vida, dedicado a la e#plotación de unas pequeñas tierras heredadas ! a la memorización ?supongo que por puro capricho? de equipos de f1tbol españoles de segunda o tercera fila$ +ictoria no llegó nunca a conocer a su estrafalario padre, pues unos meses antes de que ella viniera al mundo en la ciudad de 5uenos 7ires ?de eso har0 pronto veinte años? una grave disputa matrimonial !, sobre todo, un 1ltimo ! definitivo ataque de mal genio ! de locura tramontanesca hicieron emprender al padre el camino de regreso a Aataluña, de0ndolo todo, absolutamente todo ? incluida incluida la esposa esposa ! los siete hios bonaerenses? bonaerenses? para instalarse instalarse en su villa natal, (ort del +ent, donde a los pocos meses de su llegada, con todas las alineaciones secundarias del f1tbol español aprendidas de memoria, moriría al perder pie en lo alto de la iglesia del pueblo, cuando actuaba de e#tra en la 1ltima película que se rodó aquí en este barrio que antaño fue escandaloso por bohemio ! del que, en opinión del señor ;borra, el dueño de esta fonda, !a tan sólo queda la memoria del fracaso general de sus torturadas, hermosas ! malditas noches$ 7 +ictoria la conocí el año pasado cuando cruc" el charco para ir a ugar con la selección a la cancha del 8iver$ +ino al hotel a entrevistarme !, despu"s de e#pla!arme !o a gusto acerca de mis inquietudes intelectuales )«tan raras en un futbolista, lo s"%, le repetí varias veces. ! tambi"n acerca de mi inminente retirada de los campos de uego, ella me habló de su padre catal0n ! de la afición de "ste a memorizar equipos sin relieve$ Me contó tambi"n ?! me pareció bastante cómico, pero reprimí mi risa, porque ella lo dio con verdadera tristeza? que el te#to de la 1ltima carta que su padre había enviado a 5uenos 7ires era una sarta de insultos dedicados a su muer, seguidos de una e#travagante posdata en la que se limitaba a reproducir la alineación titular del Aentro de eportes abadell de la temporada 34PQ2PR$ 'a desde el primer momento surgió entre los dos una corriente de mutua !
sincera simpatía ?el amor llegaría algo m0s tarde? que a mí de repente me llevó a acompañarla, sin saber mu! bien por qu", hasta la puerta del hotel !, una vez allí, cuando !a estaba estrechando su mano para despedirme, me llevó tambi"n a darle un tímido beso en la meilla ! poco despu"s a fugarme de la concentración del equipo nacional para acompañarla durante unos minutos por las calles de la 8ecoleta, entrando en el cementerio que da nombre al barrio, donde baamos la vista ! nos demoramos, al caer la tarde, entre las lentas filas de los panteones$ a pausada fatiga de los colores de la tarde ! la melancolía propia de la hora crearon un clima adecuado para que +ictoria me contara su íntimo ! cruel drama$
nunca: «(arece que me quedan sólo un par de meses, de modo que he decidido viaar al país de mi padre, ! vo! a hacerlo sola$ Me agobia mi familia ! la compasión que despierto en ellos, ! he logrado que me deen estar a solas una semana en España$ C(odremos vernosD% ' despu"s, tras una serie de refle#iones ocosas en torno al mundo del f1tbol, acababa dici"ndome: «' finalmente, una pregunta$ 8ecuerdo que cuando caminamos esas pocas cuadras untos en 5uenos 7ires, me contaste una historia, no s" si refiri"ndote a ti mismo o a un amigo, la historia de alguien que no podía comer$$$ CGu" era lo que no podía ?o no podías? comer salvo cuando alguien )Cotro amigoD, CvosD. le tapaba$$$D CGu" era lo que tapabaD Ca cabezaD CEl raboD Cas alasD% Me fascinó que me llegara de tan leos una pregunta así$ e contest" e#plicando que era un problema que !o tenía, !a desde mi infancia, con el pescado, a causa del horror que me infundían, ! todavía ho! me infunden, las ine#presivas ! e#traviadas miradas que pueden verse en los peces arrebatados al mar$ En la posdata añadía: «;r" encantado a buscarte al aeropuerto a las ocho ! diez de la mañana del siete de ulio, pues son muchas, muchísimas las ganas que tengo de verte !, adem0s, si quieres, puedo acompañarte a conocer el pueblo de tu padre$% Era verdad, tenía inmensas ganas de verla, tal vez porque intuía que podía a!udarme a olvidar por unos días algunos de mis problemas )separación de Marta, mala marcha del negocio, retirada infeliz del f1tbol. ! porque, adem0s, aquella carta de estilo tan directo e ingenuo !, sobre todo, la e#trema inocencia de la pregunta final hacían presagiar algo bueno ! alentador, aunque tambi"n era cierto que la pregunta se las traía, porque en efecto era una pregunta inocente como ella sola pero, tambi"n precisamente por eso, e#tremadamente peligrosa, pues revelaba que +ictoria se interesaba por mí, ! eso convertía a la pregunta en algo tan grande como un toro alado: una pregunta con pies ! cabeza, alas ! rabo, ! oreas que cortar, es decir, algo mu! parecido al amor, que es tambi"n en el fondo una gran pregunta ! algo tan directo e ingenuo como e#tremadamente peligroso$ e modo que cuando +ictoria pisó 5araas, !o !a sabía que aquello podía convertirse en una historia de amor tan grande como un toro alado$ ' así ha sido, ! aquí estamos ahora, en (ort del +ent$ legamos a!er de madrugada, hosped0ndonos en esta agradable Fonda ;borra, en una de cu!as habitaciones ahora !o me desperezo mientras fumo ! pienso tendido sobre la cama ! me cuento a mí mismo las cosas que me pasan$ Este mediodía el señor ;borra nos ha invitado a comer, ofreci"ndonos un besugo al que ha habido que taparle la cabeza pero que, por lo dem0s, estaba
e#quisito$ espu"s, en la larga ! amena sobremesa, me ha pedido un autógrafo para su sobrino ! se ha interesado por esa ligera coera que, un mes antes de lo previsto, me ha retirado de los terrenos de uego$ e he contado que era una coera para toda la vida ! me ha dicho que lo lamentaba mucho, lo cual no creo que sea cierto porque de inmediato se ha olvidado de mi pequeña desgracia ! ha pasado a hablar de otras cosas$ e ha ofrecido a acompañarnos ! guiarnos esta tarde por el cementerio$ ice que conoció bien al padre de +ictoria, aunque la verdad es que parece m0s bien todo lo contrario, pues hasta ahora se ha mostrado mu! parco ! cauteloso a la hora de hablarnos de "l$ ?Bug0bamos a la petanca ?ha sido todo lo que hasta ahora se ha dignado decirnos$ Esperemos que ha!a m0s suerte esta tarde$ (ero lo dudo no s" por qu"$ En realidad, tampoco entiendo por qu" se muestra tan interesado en acompañarnos al cementerio$ 7unque es hombre educado ! amable, a veces se comporta de forma algo e#traña$ (or eemplo, cuando +ictoria quiere saber cosas de su padre$ Entonces, se cierra en banda, como si en realidad no hubiera conocido al padre o, tal vez todo lo contrario, lo hubiera conocido demasiado ! tuviera algo que ocultar$
>a! en la actitud de +ictoria ante la muerte una profunda ! admirable serenidad, como si sospechara que lo m0s importante, tal vez lo 1nico que realmente cuenta en la vida, sea prepararse para morir con dignidad$ esde que hemos llegado a (ort del +ent ! sobre todo desde que hemos visitado el cementerio, esta actitud de +ictoria incluso se ha incrementado, tal vez porque aquí ella se siente a!udada por la presencia de este sereno oleae ! de este mar, de este mar Mediterr0neo, el escenario de antiguas gestas, el mar de los cl0sicos$ En todo eso pensaba !o hace un rato cuando, al caer la tarde, nos pase0bamos entre las tumbas ! las esculturas, le!endo distraídamente las le!endas de algunas l0pidas ! mirando en silencio fechas fatales ! flores aadas sobre los
m0rmoles que ha! a un lado ! al otro de la avenida central asfaltada que, descendiendo en dirección al pueblo ! al mar, divide en dos al camposanto$ ?Aoreografía de la destrucción ?ha comentado pomposamente Aatón, d0ndoselas de poeta o de erudito o de !o qu" s"$
porque ho! en día los pescadores de este pueblo son todos una calamidad, gente que sólo ve la televisión, no s", todo ha cambiado mucho$ (oco despu"s, ha pasado a mostrarnos el nicho de un oriental, de un apon"s mu! querido en el pueblo, un enamorado de (ort del +ent !, mu! especialmente, de una escultura de limona, que representa a una muer arrodillada llorando ! cu!o pie izquierdo descalzo era para el apon"s un pie tan perfecto ! tan insuperable que pidió que a su muerte le enterraran en un nicho desde el que fuera posible contemplar, durante toda la eternidad, el pie magnífico$ ?' !a veis que respetaron su 1ltima voluntad ?nos ha dicho Aatón$ ' así es, en efecto$ >emos visto la escultura ! el pie insuperable )cubierto, en deferencia al reposo eterno del apon"s, con un pl0stico, por si llueve ! el agua lo deteriora., ! frente a "l la mirada eternamente agradecida ! escrutadora que se adivina en el nicho nipón$ >emos seguido andando ! hemos llegado al colosal panteón de la familia Miró, donde est0 enterrada la infeliz María, la muchacha que murió de pena de amor$ u padre le había prohibido que se casara con un oven al que le faltaba posición social ! económica$ ' en vista de eso, el oven viaó a 7m"rica para hacer fortuna !, mientras iba haci"ndola, le enviaba cartas de amor desde (unta del Este, cartas que nunca llegaban a su destino, porque el padre las interceptaba ! destruía$ El día en que el oven, dueño !a de una sólida fortuna, regresó a (ort del +ent, lo hizo convencido de que ella, tal como le había prometido al partir, le esperaba para casarse$ as salvas que desde el barco del indiano anunciaban la boda se confundieron con las campanas de la iglesia doblando a muerte, porque aquel mismo día la infeliz María, cre!"ndose olvidada, había muerto de irremediable tristeza de amor$ ?' ahora seguidme ?nos ha dicho Aatón?, porque vais a ver la tumba de abdell, el poeta de (ort del +ent$ e trata, debo advertíroslo, de una sepultura algo especial, porque en ella no est0 enterrado nadie$ a financió abdell con sus pocos ahorros, pero "l no !ace ahí ni en ninguna parte$ En una noche de tormenta se le vio desaparecer en el mar, ! su cuerpo am0s fue hallado$ Aomo si el poeta abdell conociera de antemano su destino, ha! en la tumba vacía una singular inscripción que "l mandó grabar unos meses antes de su muerte: «Boan abdell$ En los días impares, le ahogaba mucho la vida$ En los días pares, la vida le parecía un cuchillo sin hoa al que le falta un mango
%$ ?'a veis ?ha comentado Aatón?$ a vida no significaba nada para "l$ +ictoria se ha reído ! ha dicho que encontraba francamente animado el cementerio$ 7l decir esto, se ha quedado corta$ (orque al dear atr0s la tumba vacía hemos empezado ella ! !o a interesarnos por un hombre de cabellos cortos ! canos ! cara mu! surcada ! con aspecto de p0aro$ Era un hombre que coeaba ligeramente ?como !o? del pie izquierdo ! que venía sigui"ndonos desde hacía un rato, olfateando todos los lugares ! tumbas que íbamos deando atr0s$ ?CGui"n esD ?hemos preguntado$ ?=li ?ha sido la tensa ! seca respuesta de Aatón$ Aomo si nos hubiera oído, =li se ha escondido detr0s de otra escultura de limona, pero poco despu"s ha reaparecido ! nos lo hemos encontrado de frente, avanzando como alma en pena ! mir0ndonos con fieza molesta$ 7l pasar unto a nosotros, se ha entretenido susurr0ndonos al oído con gran parsimonia ! casi recre0ndose en las palabras: ?Aon dignidad murió$ u sombra cruza$ En voz baa hemos preguntado a Aatón si se trataba de un loco o tal vez era un bromista que pretendía hacerse pasar por un fantasma$ ?5ueno, ver"is ?ha dicho Aatón algo alterado ! profundamente molesto?$ e trata de mi hermano ma!or, =li$ e pone mu! inquieto a esta hora cuando presiente que van a cerrar el cementerio$ Este comentario lo ha hecho en voz mu! alta, para que pudiera oírle su hermano$ ?C+erdad, =liD ?le ha dicho$ ?Mentira ?ha contestado =li con cierta solemnidad?$ 7bsoluta ! risible mentira$ 'a est0s otra vez tratando de hacer creer a la gente que so! un demente$$$ Me cansas, Aatón$ ?+erdad ! mentira ?se ha puesto algo trascendente Aatón?$ 'a estamos en lo de siempre, =li, en la misma ! eterna discusión entre nosotros$ +erdad ! mentira$ (ero !o digo que lo cierto es que te pones mu! nervioso cuando presientes que van a cerrar el cementerio$ ' tambi"n digo que mentira es todo lo
que sueles contar a la gente$ Mentira son todas esas historias con las que te gusta asustar a los visitantes de este lugar$ ' no vo! a permitir que hagas lo mismo con mis amigos$ 7sí que !a est0s larg0ndote de aquí$$$ ?Eres un cínico lamentable ?le ha respondido =li?$ abes mu! bien que so! el portero de este recinto ?ha titubeado?, de este recinto sagrado$ a baado lentamente la cabeza ! se ha quedado como pensativo, ! luego ha lamentado que a =li sus padres no le hubieran puesto un nombre m0s adecuado$
?os nombres marcan mucho la vida de las personas ?ha refle#ionado en voz alta?$ 7quiles o iomedes le habrían sentado a =li mucho meor$ e habrían inculcado un espíritu pretencioso, guerrero, orgulloso$ (ero no$ &uvieron que ponerle =lises, ! !o creo que eso, a la larga, le ha sentado fatal$ e hemos preguntado por qu", ! se ha cerrado en banda, como cuando le preguntamos por el padre de +ictoria$ uego, hemos seguido viendo tumbas, todas de escaso inter"s ! nula inspiración en los epitafios$ >asta que hemos llegado a la de e preguntado qu" significaban las iniciales, pero Aatón no ha sabido qu" responder ! me ha salido con la evasiva de un chiste f0cil, lo que me ha hecho sospechar que podía estar ocult0ndome algo$ Aomo futbolista siempre fui mu! intuitivo, me adelantaba unas d"cimas de segundo a las ugadas que adivinaba en el equipo contrario$ Esta tarde en el cementerio he creído intuir que, por alg1n motivo que se me escapaba, Aatón podía estar ensa!ando una ugada que consistiría en demorarse en todas las tumbas con la idea de que fuera descendiendo la intensidad de la luz, ! sólo entonces llevarnos a la tumba del padre, donde podía haber algo que no creía conveniente que vi"ramos con e#cesiva claridad$ Esto tal vez ha influido en lo que he visto o he creído ver al llegar al lugar donde reposan los restos del padre$ =na tumba que nos ha impresionado por su radical despoamiento$
?&u padre quería que fuera así$ El símbolo de la cruz, ! nada m0s ?ha dicho Aatón$ &iene que haber algo m0s, me he seguido diciendo !o, tal vez influenciado por la intuición de que Aatón trataba de ocultarnos algo$ Eso es lo que me ha llevado a fiarme en que sí que había una inscripción ?anómala ! casi imperceptible, pero a fin de cuentas inscripción? en la tumba$ emos tomado el camino de la salida$ ' una vez !a fuera del recinto, nos ha parecido ver una solitaria tumba unto a un cipr"s no menos solitario$ =na sepultura e#tramuros$ &'( aquella tumbaD ?hemos preguntado$
?7llí descansa Eceiza, el ateo del pueblo ?se ha apresurado a decir Aatón ?$ El cura se negó a enterrarlo en camposanto, ! ahí lo ten"is, feliz en la libertad del campo abierto$ ' tras una breve pausa, como si se sintiera obligado a contarnos algo m0s sobre el ateo, nos ha dicho: ?7 su entierro acudió mucha gente del pueblo, casi una multitud, porque deó encargado a su administrador que pagara mil pesetas de la "poca a todos aquellos que le acompañaran hasta su 1ltima morada$ Fue una gran manifestación popular, su 1ltimo gran triunfo sobre el cura$ ' m0s a1n teniendo en cuenta las circunstancias de su muerte$ +ictoria ha preguntado de qu" murió, ! el rostro de Aatón se ha ensombrecido por momentos$
?e mató la vida ?ha dicho?$ e acercó a ella, a su secreto m0s profundo, ! ella lo mató$ (ara mí, es así de sencillo$
! m0s oscuro que la noche misma, !a sólo quedamos Aatón ! !o ! la vergHenza de continuar vivos, la vergHenza de no haber tenido el valor de quitarnos la vida$ 7l ver que Aatón estaba !a encima de nosotros, ha levantado con ira el ca!ado, como prepar0ndose para un nuevo episodio del combate fraticida, pero finalmente ha preferido dirigirse hacia la cancela del portal del cementerio, cerr0ndola con doble candado ! confirmando que no estaba tan loco cuando decía que era el portero del camposanto$ >a pasado un avión que volaba mu! bao, ! !o he seguido su vuelo$ El ruido de los motores nos ha deado a casi todos sordos, ! ha sido bao ese atronador ruido cuando Aatón me ha gritado al oído que era preciso ! mu! urgente que hablara conmigo a solas, ! me ha citado en el Alub <0utico a las cinco de la tarde de mañana$ ?7cude t1 solo, por favor ?creo que me ha dicho?, no vengas con +ictoria$ Aonviene preservarla de lo que me veo obligado a contarte$ Me he quedado imaginando que !o conducía ese avión ! que el sol invadía la cabina ! que a mí me daba por mirar el espacio inmóvil, la luz$ uego, he aterrizado$ Mu! leos$ El sol acababa de ocultarse tras las colinas que protegen (ort del +ent, ! la luz, en unos segundos, se ha transformado por completo$ Me ha parecido ver a =li, en el 1ltimo contraluz de la tarde, agitando con ira eterna su ca!ado$
Esta mañana, al despertar, +ictoria me ha dicho que ha soñado que camin0bamos los dos por la calle Florida, en 5uenos 7ires, ! que ante nosotros se e#tendía la plaza an Martín ! que nos neg0bamos a atravesarla, pero que finalmente lo hacíamos mientras un viento frío venido de mu! leos nos traspasaba$ a plaza casi flotaba en el aire, ! all0, a lo leos, en los confines azulados del agua, de la niebla ! del cielo blanquecino, se veían vagar humos que se deslizaban o ascendían desde los barcos que !acían inertes en el 8ío de la (lata$ ?
>a hecho uno de esos gestos mediante los cuales una persona manifiesta, sin darse cuenta, una gracia que no sabe que tiene$ En el caso de +ictoria, la gracia de la muerte$ ' a la atracción que siento por ella se ha unido la que siento por este pueblo ! por este mar, ! desde ese momento +ictoria ! (ort del +ent han compuesto una 1nica figura que se pierde no mu! leos de este paisae de belleza ! muerte, no mu! leos del filo mismo de mi horizonte$
>ace un rato, mientras acab0bamos de devorar otro e#celente besugo, +ictoria me ha dicho que iba a enseñarme la 1ltima carta que envió su padre a 5uenos 7ires$ ?CGu" cartaD ?he preguntado?$ Ca que llevaba como posdata la alineación del abadellD ?a misma, sólo que no es una alineación$ Estuve mirando ese mensae final, ! me parece que podría tratarse de un acróstico$ >e preguntado qu" es un acróstico, ! +ictoria me lo ha e#plicado$ espu"s, ha pasado a contarme que, poco antes de partir de 5uenos 7ires, robó la carta a su madre ! enseguida vio que allí no había alineación alguna del abadell$ ?a carta ?ha seguido diciendo +ictoria? est0 escrita en el hall del >otel (ort del +ent$ ' !o salí de 5uenos 7ires con la idea de leer por 1ltima vez la carta de mi padre en el mismo lugar en el que "l la escribió$ Esa ser0 mi despedida de mi pobre pap0$ El am0s pudo imaginar que su cruel carta regresaría al punto de partida$ Me ha pasado una hoa de papel cuadriculado en la que, tras una serie de tremendos insultos )«esde este maravilloso hall del >otel (ort del +ent te escribo para decirte que eres una viea brua$$$%., ha! una posdata que a todas luces no contiene alineación de f1tbol alguna, pues donde se suponía que el padre había escrito abadell, puede leerse en realidad abdell, es decir, el apellido del poeta de (ort del +ent$ ' son ocho 1nicamente los apellidos que siguen$
?Est0 mu! clara la cosa ?he bromeado algo nervioso?$ &onet es 5onet$ ur0n es ur0n$ ' los ;borra son dos, eso a1n est0 m0s claro$ (ero, por lo dem0s, no entiendo nada$ 7lgunos est0n en el cementerio ! murieron con dignidad, su sombra cruza$ ' ha! un ateo que se llama Eceiza, que duerme a la intemperie, ! !a no s" qu" decirte m0s, !a me dir0s$ ?CM0s besugoD ?me ha preguntado +ictoria$ >e dicho que no, que !a tenía bastante$ ?C&e acord0s de nuestro paseo por el cementerio de la 8ecoletaD ?me ha preguntado con su m0s serena sonrisa$ ?C' cómo no me vo! a acordarD ?le he dicho quitando la funda de papel de plata que cubría la cabeza del besugo, como si estuviera dando el primer paso para que mis oos empezaran a parecerse a lo que !o m0s temía !, al mismo tiempo, tanto me atraía: los oos de esos peces de mirada ine#presiva ! e#traviada$ ?Ce qu" ha! que preservar a +ictoriaD ?he preguntado a Aatón mir0ndole por encima de mi taza de t"$ ?e la verdad ?se ha apresurado a contestarme$ El camarero del Alub <0utico se ha retirado inclinando la cabeza ! me he quedado pensando si el gesto de respeto iba dirigido a nosotros o a la verdad$ ?o primero que has de saber ?me ha dicho Aatón? es que el padre de +ictoria, que fue mu! buen amigo mío, se arroó voluntariamente al vacío$
el guardi0n de las almas de los que fueron sus amigos/ "l quiere estar siempre mu! cerca de aquellos a los que cree que, en cierto modo, traicionó$ Es una historia mu! leana en el tiempo$$$ >a hecho una breve pausa para contemplar el mar, ! luego se ha sacado del bolsillo de su americana unos vieos papeles$ ?Me has preguntado de qu" ha! que preservar a +ictoria$ (ues bien, en primer lugar, ! tal como te digo, de la versión enloquecida de =li, una visión hist"rica ! mentirosa, cargada de profundo remordimiento por no haberse quitado la vida en su momento$ (ero tambi"n ha! que preservar a +ictoria de cosas como este vieo documento, por eemplo$ Me ha entregado unas amarillentas hoas cosidas con hilo blanco, ! en las que había sido escrito en tinta roa este encabezamiento: «;nforme confidencial sobre el aroma suicida, sereno ! cl0sico, que envolvió la desaparición del S$% ?5asta que leas los primeros p0rrafos ?ha dicho?, ! !a te har0s una idea de por dónde van los tiros$ ?Es de la incumbencia de todos los socios$$$ ?he comenzado a leer en voz alta$ ?
?o que sigue ?me ha interrumpido Aatón? es una larga crónica de la festiva reunión de los
hacer de e#tra en el rodae de esa 1ltima película que se rodó en (ort del +ent$ =na vez en lo alto de la iglesia, simuló que tropezaba con un andamio, ! voló$ +oló ! voló$ e lanzó al vacío eterno$ ' su gran vuelo cerró aquella primera gran noche del ;ris
mismo tiempo, sin la fuerza de seguir adelante$ Maniatados por el miedo ! por la vida$ =li, loco e hist"rico por su incapacidad de ser fiel a la premisa de morir con dignidad$ ' !o, !a ves, un pobre hombre que sabe que no es nadie ! que, por tanto, ni siquiera suicid0ndose podría conocer el destino ! la grandeza$ Areo que no se ha dado cuenta de que la e vivido siempre bao la sospecha, !a que =li nunca se reprimió a la hora de contar la historia a todo el mundo$ (ero =li est0 loco ! me creen a mí, que he desmentido esa historia cientos de veces$ ' volver" a hacerlo si es necesario$ i tratas de propagarla por ahí, dir" que fue =li quien te la contó$ ?a respirado tranquilo$ ?Entre t1 ! !o ?he añadido?$ @ meor dicho, un secreto entre los tres, entre =li, t1 ! !o$ a ociedad del ;ris
7lguien ha llamado a nuestra puerta a las once de la noche$ 7l abrir, nos hemos encontrado con unos penetrantes oos azules tras el marco dorado de unas gafas, unos cabellos mu! cortos ! canos sobre unas ceas tupidas ! una cara mu!
surcada: ante nosotros estaba =li$ ?ólo una cosa ?nos ha dicho$
mar, nunca debí alearme tanto de "l$ iento ante el oleae una sensación de libertad sólo comparable a la que percibo ahora al notar que +ictoria ! !o andamos en la buena compañía de quienes supieron afrontar la muerte con serenidad antigua$ 7 "stos, hace unos instantes, los hemos llevado silenciosamente a nuestro interior ! hemos llenado sus vacíos con nuestra propia sustancia, ! hemos pasado a ser ellos$ ' !o vo! andando por la pla!a de (ort del +ent bao la lluvia, ! me digo todo esto ! escucho ! contemplo el oleae ! me digo que sí, que toda la noche cabe en una mirada de color iris negro, en una sola ! quieta mirada de sosiego$ 7hora )parece que diga el pueblo. te toca a ti$
$A %"RA DE $"S CANSAD"S
7 Mercedes Monman!
7penas son las seis ! !a oscurece cuando me detengo a contemplar la s1bita irrupción en las 8amblas de los pasaeros de metro que se han apeado en la estación de iceo$ e trata de un espect0culo que nunca me defrauda$ >o!, por eemplo, día de Bueves anto, surge de entre la multitud un tenebroso vieo que, pese a tener un aspecto cadav"rico ! transportar un pesado maletín, anda con sorprendente agilidad$ 7delanta con pasmosa rapidez a una hilera entera de adormecidos usuarios del metro, se planta mu! decidido ante un cartel del iceo, ! allí, mu! serio ! estudioso, pasa revista al reparto de una ópera de +erdi, adoptando casi de inmediato un gesto de inmensa contrariedad, como si el elenco de estrellas le hubiera decepcionado amplia ! profundamente$ Este hombre, me digo, este cad0ver ambulante tiene algo que me inquieta, que me intriga$ ecido seguirlo$ ' mu! pronto veo que no va a ser nada f0cil hacerlo$ er0 porque mi ornada de trabao ha sido larga ! dura ! a estas horas me siento !a mu! cansado, pero lo cierto es que, aunque tengo cuarenta años ! "l me dobla la edad, anda el vieo tan r0pido que, cuando enfila la calle 5oquería, por poco le pierdo de vista$ 7celero el paso !, por unos instantes, noto cierto desfallecimiento ! me digo que vo! a desplomarme sobre el asfalto$ uego comprendo que no ha! ni mucho menos para tanto, despu"s de todo a1n so! oven, lo que sucede es que siempre me imagino al borde del desfallecimiento porque, en ma!or o menor medida, siempre ando cansado, cansado de esta lamentable ciudad, cansado del mundo ! de la estupidez humana, cansado de tanta inusticia$ 7 veces intento superar ese estado ! me reto a mí mismo, me impongo desafíos como este de persistir, sin obetivo alguno, en la persecución de un vieo nada cansado$ e repente mi perseguido, como si quisiera darme un respiro, se detiene frente al escaparate de una tienda de obetos religiosos$ 'o avanzo con calma, pegado a la pared, pegado a los escaparates, ahora sin prisas$ e alcanzo, me sit1o
a su lado, veo que est0 espiando el interior de la tienda, donde un negro est0 comprando una estatuilla del
(ero tal vez, por qu" no, podría tratarse de una bomba$ i lo es, !o no la veo$ o que e#trae de su maletín es otra cosa$ istorias que no son mías$% En el interior de la carpeta ha! multitud de folios, repletos de anotaciones hechas a l0piz o bolígrafo$ El vieo anota apresuradamente algo en los papeles, ! poco despu"s cierra la carpeta, la introduce en el maletín, mira al techo, ! silba una habanera$ 5onita manera de disimular, me digo por decirme algo, pues en realidad no acierto a descifrar en qu" cons consis iste te e#ac e#acta tamen mente te la acti activi vida dad d del del vie vieo$ o$ o! o! vuel vuelta tass al asun asunto to,, ! acab acaboo pregunt0ndome si tal vez no ser0 un indagador, un perseguidor de vidas aenas, una especie de ocioso detective, un cuentista$ Entretanto, el negro paga sus consumiciones !, con su m0s que premioso paso, se dirige hacia la salida$ Auando finalmente alcanza la calle, el vieo paga su caf", pago !o el mío, ! me digo que vamos a volver a las andadas, a la lenta ! pausada procesión$ (ero no$ legamos a la 5ai#ada de anta Eulalia, ! el negro da señales de haber recuperado fuerzas$ as cervezas han obrado el milagro, ! la procesión se anima$ e diría que el negro lleva alas, porque va por la 5ai#ada como si quisiera batir el r"cord del mundo$ 7l vieo se le ve encantado de poder practicar de nuevo su deporte favorito$ ' !o, qu" remedio, me lanzo tambi"n a tumba abierta por la 5ai#ada$ 7unque s" que a semeante velocidad no puede uno permitirse el luo de pensar en otras cosas, me da por refle#ionar en torno a la hora en la que estamos, en torno al siempre misterioso crep1sculo, esa hora vasta, solemne, grande como el espacio: una hora inmóvil que no est0 señalada en el cuadrante, ! sin embargo es ligera como un suspiro, r0pida como una mirada, la hora de los cansados$ Me estrello contra un muro, a cien metros de la catedral$ El golpe que me do! es de campeonato, ! lo que m0s me molesta en todo esto es que el negro ! el vieo, aenos al accidente, prosiguen su desenfrenada carrera$ 8echazo tanto los primeros au#ilios de ímprobos ciudadanos como la perversa e#tremaunción de un cura con sotana !, poni"ndome en pie con mucha rabia, reanudo como puedo la persec persecuci ución, ón, deando deando tras tras mis pasos pasos un pat"tic pat"ticoo reguer reguero, o, pequeñ pequeñas as gotas gotas de sangre, el precio de mi locura, de mi insensata incursión en vidas aenas, en historias que no son mías$ Aerca de una de las puertas laterales de la catedral, localizo a perseguido ! perseguidor$ Me calmo al recuperar la tercera plaza en la singular procesión, pero no es una calma total, !a que del golpe contra el muro me queda un dolor que va ganando en intensidad, ! no puede decirse que vea las estrellas, pero sí en cambio
un globo de luz, una araña de mil fuegos$ Medio cegado por esa luz, veo que el vie vieoo se deti detien enee fren frente te a un unaa de las las pu puer erta tass late latera rale les, s, saca saca del del male maletí tínn un espectacular llavero ! entra en lo que debe ser la sacristía de la catedral$ &odo sucede mu! r0pido$ ', tras un sonoro portazo, el vieo desaparece de mi vista sin ni tan tan siqu siquie iera ra dedic dedicar arme me un unaa mira mirada da de disc discul ulpa pa por ha habe berm rmee arru arruin inad adoo la diversión$ in ni tan siquiera un adiós, una mirada de desprecio o de compasión$
que vivo fuera de mí$ e e#plico que me gusta mucho el aire libre así como tener los oos bien abiertos$ e cuento que sigo a la gente para indagar cosas acerca de ella, cosas que luego introduzco en mis cuentos$ Aoloca sobre mi hombro una mano inmensa ! amenazante ! me pregunta cómo se llama el cuento en el que esto! trabaando$ e digo lo primero que se me ocurre: 'o vendo unos oos negros$ Me mira con absoluto recelo, ! luego me dice que "l no quiere ser el personae de ning1n cuento$ Me muestra su puño ! me asegura que es m0s grande que el de Aassius Ala!$
N INVEN!" M) PRAC!IC"
Fuiste una p"sima vecina aquel verano en 7licante, ! ahora no me vengas con cuentos tratando de cambiar las cosas, que !o tengo memoria$ 'a no ha! )me dices. casas como las de antes, casas que sean silenciosas$ &1 sabr0s qu" mosca te ha picado$
casa$ Esa es ?creo !o? la 1nica frase que deberías haberme escrito, querida, deberías haberte atrevido a ser sincera ! en lugar de preguntarme cómo lo he pasado en el manicomio o de enviarme sudorosas frases hechas unto a tu condolencia tan afectada por la muerte de Mario ! todas esas cínicas palabras de apo!o, en lugar de todo eso deberías haberme escrito: Me gustaría que te suicidaras pronto, Mar!, me gustaría verte !a muerta, ! si eso no es posible me gustaría verte completamente loca ! encerrada para siempre en ese manicomio del que has logrado salir no s" cómo$ En lugar de todo eso me escribes frases convencionales e hipócritas$ Me dices: (erdona que ha!a tardado tanto en enterarme de la muerte de Mario ! de tus problemas psiqui0tricos$ &e perdono, querida, porque viviendo tan leos, al otro lado del charco )! me dicen que encharcada de ron, por cierto., en esa casa horrible de >abana +iea, no es e#traño que ha!as tardado en enterarte ! regociarte con la historia de mi locura$ Me dices: ebiste quedarte tan sola a la muerte de Mario$$$ (ues claro, querida mala vecina, C! cómo querías que me quedaraD Me qued" tan sola que de repente los ruidos que me llegaban del piso de arriba ! del de abao empezaron a obsesionarme seriamente: zapatos de tacón alto ! fantasías acu0ticas, entre otros horrores, en la s"ptima planta/ gritos ! peleas entre padre e hio, gran dramatismo, en el quinto piso$ &odo eso fue sumi"ndome en una especie de desesperación mani0tica que me llevó a intentar catalogar las diferentes modalidades de ruidos de los vecinos$ Cecuelas tal vez de tu mala vecindad de aquel verano en 7licanteD
engañar$ En fin, me fractur" un tobillo ! la tibia ! no s" cuantas cosas m0s, pero sobreviví$ Auando me hube recuperado del vuelo desquiciado ! regres" a casa, la desesperación mani0tica por los ruidos de los vecinos fue en aumento$ (ens", refle#ion": «Aomo las cosas sigan así, pronto me vo! a tirar del segundo piso, ! luego, tras la inevitable visita al hospital ! posterior reingreso en casa, me arroar" desde el tercero, ! luego desde el cuarto, ! en fin, si no hago algo, si no invento pronto alguna cosa, acabar" mu! mal, francamente mal$% Fue entonces cuando me informaron de que a mi meor amiga, 8ita 8ovira )creo que la conoces bien, porque ugaba a tenis conmigo en aquellos días, tan felices para ti, en 7licante., la habían encerrado misteriosamente en un sanatorio mental$ Eso me impresionó mucho$ ' de repente, una noche, tuve una oscura intuición, una revelación dentro de un sueño, ! algo me dio que en ese sanatorio tal vez podría !o encontrar, no sólo la compañía que me hacía falta )estaba segura de que por mu! loca que estuviera 8ita, me haría una gran compañía., sino tambi"n la fórmula m0gica que podía hacerme soportable la vida$ Areí a ciegas en mi oscura intuición, ! por eso ingres" en el manicomio$
Encantada )le die., porque quien canta su mal espanta$ Mire usted, doctor Freud, mi primer recuerdo es la c1pula de cristal, e#traordinariamente bella, de un teatro que !a no e#iste$ in embargo, ese primer recuerdo de mi vida se halla estrechamente ligado al horror porque, inmediatamente despu"s de descubrir la maravillosa c1pula, mi vista tropezó con algo tambi"n mu! gigantesco ?casi tan grande como la c1pula? ! en este caso sencillamente espantoso$ =na boca$ =na boca inmensa, que se diría diseñada por el doctor que inventó aquel monstruo, me refiero al doctor Fran6enstein$ =na boca, doctor Freud$ =na boca inmensa que pertenecía a un artista que había salido a escena vestido con un frac negro ! que llevaba un sombrero de copa entre las manos enguantadas de blanco$ Es 5arr!more, dio mi padre$ Era un mago ! al mismo tiempo un cantante cu!a boca, por sus colosales dimensiones, me deó aterrada/ cantaba mientras sacaba de su chistera todo tipo de pañuelos de seda ! e#traños coneos !, al final, en un raro frenesí, sacó enormes m0scaras pintadas, rosadas ! mofletudas, que aumentaron a1n m0s la atmósfera, tan brillante como artificial, de puro p0nico para las niñas como !o$ Esa boca )continu" dici"ndole al doctor Freud. me deó aterrada ! me deó mu! niña para toda la vida, hasta el punto de que todavía ho! cuando alguien, por eemplo, bosteza, siempre siento la sensación de que vo! a desplomarme de puro miedo$ &al es la horrenda huella fascinante que en mí deó aquella boca de mago ! de cantante que tanto ha marcado mi e#istencia ! me ha convertido en la señora que tiene usted ahora delante: una muer que pasa revista a su vida ! descubre, no sin cierta melancolía, que la ha perdido por delicadeza, por no querer molestar a nadie ! empeñarse en cruzar por este mundo con paso danzarín ! leve, con e#trema ligereza/ sin querer molestar a nadie porque bastante complicada !a de por sí es la vida como para que andemos intentando complic0rsela a los dem0s/ sin querer molestar a nadie ! sin poder evitar que me molestaran a mí, porque mu! pronto surgió un pretendiente que a todas horas me decía algo así como bao el peso del amor me hundo: un pretendiente, pues, a todas luces mu! pesado ! al que !o correspondía con mi andar leve ! mirada de suave indiferencia, hasta que para no molestarle m0s acab" acept0ndole como marido )pens": si no es "l ser0 otro, qu" m0s da./ sin querer molestar a nadie, ! por eso acat" la orden fulminante de tener un hio, la acat" porque no quería molestar a nadie, ! menos a mi marido, ! lo que sucedió fue que ese hio, que en paz descanse el maldito, me molestó mucho a mí/ sin querer molestar a nadie por temor a comunicar a la humanidad entera el horror de aquella boca monstruosa de 5arr!more, el inventor de m0scaras, ! cu!a boca !o asociaba con el profundo tedio que domina nuestra vida en este mundo de frac ! de bostezo$
&odo eso le die al doctor Freud )que no paraba de tomar notas., ! con mis 1ltimas palabras )me refiero a esa asociación delirante entre frac ! bostezo. intent" compensar el e#cesivo efecto de cordura causado por la severa confesión de que había perdido mi vida por delicadeza$ esvari" un poco al final a propósito, para que el doctor pensara: Esta muer ha hablado con total sensatez, ! por tanto de loca no tiene nada/ sin embargo, a 1ltima hora su relato se ha rasgado de forma alarmante ! ha entrado con cierto desvarío en las aguas pantanosas del frac ! del bostezo, una asociación algo delirante, lo que me lleva a pensar que de vez en cuando la razón de esa anciana se ofusca gravemente o, dicho de otra forma, con esta muer, al igual que con todas las mueres, nunca se sabe, pero es que nunca, porque mira que hace rato que la estudio ! la analizo ! a1n no me he aclarado$ Me convenía que el doctor pensara cosas de este estilo, porque me interesaba quedarme en el sanatorio pero no haciendo de loca todo el rato, que es cosa incómoda adem0s de pesada ! difícil$ e modo que opt" por una fórmula intermedia, es decir, comportarme como una muer sensata que, a veces ! como todo el mundo, se e#traviaba$ Aonfi" en que de este modo, mezclando locura ! sensatez, lograría mantener al doctor en vilo, oscilando siempre entre un diagnóstico incierto, lo que me permitiría ganar tiempo, poder quedarme en el sanatorio ! localizar a mi amiga 8ita 8ovira, que era lo que me interesaba$ 7quella misma tarde localic" a 8ita$ e mi primer recuerdo !o había ocultado algo mu! importante al doctor$
motores principales de nuestra unión, de esa unión tan grande como esa boca de 5arr!more de la que tantas veces ella ! !o nos hemos acordado$ í, perpleidad ! admiración$ o mismo que contigo me sucede$ (ues mientras !o no he sentido m0s que absoluta indiferencia por el mundo ! lo he encontrado siempre mu! pl1mbeo ! me he limitado a cruzar por "l de puntillas ! ocultando, antes que e#hibiendo, mi profundo malestar ! fastidio, 8ita en cambio se ha divertido siempre ?Igran misterioJ? coleccionando o robando coches deportivos, o!as hind1es !, sobre todo, robando maridos a destao ! arruin0ndoles con su alocada tendencia al uego !, mu! especialmente, con su arrolladora ?! de ahí mi secreta admiración? gran vitalidad$ 7unque nos separaran grandes distancias, tanto en el aspecto geogr0fico como en el del car0cter ?!o tan discreta ! ella tan osada, !o en un gris inmueble de Madrid ! ella en Malib1 bailando con todo dios?, 8ita siempre estuvo conmigo ! "ramos capaces de reconocernos en medio de una gran multitud, así que no es nada e#traño que no tardara en localizarla en el sanatorio$ 7quella misma tarde, como te he dicho, localic" a 8ita$ a vi en el patio central$ ' me acord" de que en las novelas rusas los balnearios o manicomios eran lugares donde a menudo dos seres solitarios, transportados allí por la locura o la desdicha, se cruzaban en su caminata vespertina, ! sus miradas se encontraban al caer la tarde !, magnetizados mutuamente, se sentaban en el mismo banco de hierro forado e intercambiaban unas primeras frases$ 7lgo de todo eso sucedió cuando la vi vagar como alma en pena por el m0s oscuro rincón del patio del manicomio, un sombrío espacio por el que 8ita paseaba, con oscura vocación de fugitiva, moviendo de vez en cuando los labios con gestos algo hist"ricos que parecían pequeñas rebeliones contra su encierro$ Me apro#im" con la intención de decirle que allí estaba !o dispuesta a salvarla$ Me acerqu", ! nuestras miradas se encontraron !, magnetizadas mutuamente, las dos fuimos a sentarnos en el mismo banco de piedra, ! comenzamos a hablar$ (ronto vi que 8ita no me había reconocido, pues se comportaba como si !o fuera una completa desconocida$ (ero tambi"n pronto caí en la cuenta de que allí la verdadera desconocida era ella, que estaba realmente irreconocible, ! a ratos parecía bastante perturbada, sobre todo cuando hablaba en estilo telegr0fico ! las frases le salían incompletas ! algo inciertas/ demasiado breves, lo que obligaba a descifrar lo que trataba de decir$ Es 5arr!more, me dio de repente, sonriendo, como en los vieos tiempos$ Eso me alivió ! por un momento pens" que había ella recobrado la memoria$ (ero
luego me pareció que m0s bien era todo lo contrario$ Era como si pequeños trozos o fragmentos de su memoria se estuvieran desprendiendo de su frente ! pudiera asistirse al insólito espect0culo de ver cómo allí mismo, en aquellos precisos instantes, su mente se iba vaciando en p1blico, lentamente se iba quedando en blanco, desposeída tr0gicamente de todo recuerdo$ Es de noche en Madrid mientras te cuento todo esto, querida robamaridos, mi mu! querida usana$ Es de noche en Madrid !, mientras te escribo estas líneas, suena en mi tocadiscos el .é/uiem de abriel Faur", la m1sica ideal para irse sin molestar, para irse de este mundo sin hacer ruido, tal como pienso hacer !o alg1n día, no cuando t1 me lo digas$ C@íste el .é/uiem alguna vezD Aon sus líneas melódicas ! dulces ! sin dramatismo, con sus te#turas di0fanas, tan francesas, con su orquestación de terciopelo, con adornos de metal, el .é/uiem se presenta ante mí esta noche como un r"quiem para muertes tranquilas ?como espero que sea alg1n día la mía?, para las muertes de aquellos que han vivido en paz con los hombres ! consigo mismos ! quieren irse de este mundo sin molestar, sin hacer el m0s mínimo ruido$ Es de noche en Madrid !, mientras te escribo, los vecinos del s"ptimo se obstinan en molestarme de mala manera$ i no vivieras tan leos, querida, pensaría que han sido contratados por ti para que me arroe por la ventana$ C&e gustaría mucho que lo hicieraD Esto! segura de que sí, que nada te llenaría de ma!or satisfacción$ (ero el .é/uiem ?no contabas con "l, Cverdad, queridaD? me a!uda en estos momentos$ 7 pesar de que los malditos vecinos del s"ptimo est0n haciendo lo imposible para que vuelva a caer en mi desesperación mani0tica de antes del sanatorio, !o sigo escuchando la m1sica mientras te envío estas líneas que sólo desean comunicarte que he dado con un invento e#cepcional que me impide, a cualquier hora del día, caer en la desesperación mani0tica en la que t1 desearías que ca!era, querida$ Gue conste que los vecinos del s"ptimo hacen lo que pueden$ Me gustaría que me dieras si es normal que caminen con zapatos de tacón alto por la casa o que anden todo el santo día bañ0ndose$ ime si eso es normal$ En su momento, el ruido del agua ?toda su casa debe ser una bañera, de lo contrario no me lo e#plico ? llegó a obsesionarme seriamente$ Gu" gentuza, ios mío$ &e compadezco si son tus aliados$ Gu" gentuza este matrimonio, esta parea con cerebro de mosquito que vive en el s"ptimo ! es propietaria de varias carnicerías en la ciudad$ eben de tener la obsesión de la higiene, tal vez por remordimiento ! porque les repugna
sentirse tan manchados de sangre$ o cierto es que han conseguido que mi oído se ha!a desarrollado de una forma sorprendente ! que en los cambios de mi silencioso ! )lo reconozco. tenso rostro, pueda !o ver en un espeo cómo hasta el 1ltimo de mis sentidos se mantiene en permanente contacto con el repugnante mundo del piso de arriba, incluso con los huecos m0s recónditos de su carcomido parquet$ >asta el m0s mínimo cruido de ese suelo del piso de los carniceros acu0ticos, encuentra en mí a la m0s atenta ! diligente espía$ entro de poco la carnicera encontrar0 un motivo para entrar en la cocina$ Aomo si lo viera$ &odas las noches hace lo mismo$ e oir0 un tintineo ! un gotear enervantes !, fatalmente, poco despu"s algo caer0/ ser0 seguramente una de esas enoosas bandeas de aluminio que seguir0 temblando en el suelo de forma m0s que ridícula$ Es inevitable$ Auando ella entre en la cocina, !o tendr" que interrumpir esta carta ! permanecer quieta, prevenida para que no me sorprenda el estr"pito$ 7 veces despierto en la noche ! veo a la pobre carnicera a la luz de la l0mpara de mi cuarto, mu! moada la pobre muer ! acodada entre los almohadones, bao la gran cabecera esculpida de mi cama, con su pequeña sombra de vecina vitalista )tiene tu propio rostro. balance0ndose sobre la pared en una triste ! silenciosa meditación que acaba desembocando en una pat"tica llamada de socorro$ e esta forma me tomo !o cumplida venganza de tus antiguos ruidos de vecina$ e esta forma me vengo ampliamente de los enoosos sonidos que me llegan de esa gentuza de arriba a la que !o, fiel a mi obsesión ! deseo de no molestar a nadie, am0s les protesto nada, me muerdo los labios, ! aguanto porque s" que puedo hacerlo, porque s" que !a nunca volver" a la desesperación mani0tica, pues he dado con un invento mu! pr0ctico para burlarla$ Fue 8ita, en la misma tarde de nuestro encuentro en el sanatorio, la que me dio la pista para llegar a tan feliz hallazgo$ Aomenzó a hacerlo en cuanto me habló de la e#traña correspondencia que le llegaba a diario al manicomio desde hacía unos dos meses: una colección de cartas mu! breves que un desconocido ?al parecer, un pianista en gira por >ungría? le enviaba en pequeños sobres azules o verdes, seg1n el color del cristal ?el azul equivalía a optimismo? con que contemplara los asuntos del mundo aquel día$ En un primer momento 8ita sospechó que era ella misma la que se enviaba aquellos mensaes breves, tan telegr0ficos ?tan parecidos a su manera de hablar cuando se perdía ! le salían las frases algo incompletas e inciertas?, pero tras la tercera o cuarta carta deó !a de preocuparse por la cuestión ! se dio que lo de
menos era saber si e#istía o no realmente ese pianista en gira$ os te#tos ?vi algunos? eran realmente mu! breves ! mu! revolucionarios e inspirados, aunque contenían siempre un encabezamiento tradicional, es decir, el nombre de la ciudad en la que se encontraba ! la correspondiente fecha/ pero los mensaes no eran nada convencionales, sino m0s bien raros, con frases como "stas: «Morir es un arte como todo$ 'o lo hago e#cepcionalmente bien%, «e dice que en 8usia !a no saben lo que son los celos/ !o so! ruso%, «a vida es una enfermedad de la mente%$$$ os 1ltimos sobres que le habían llegado a 8ita ?faltaba el 1ltimo de todos porque, seg1n ella, el doctor Aamps se había negado a d0rselo? eran todos de un fuerte color verde, es decir, contenían mensaes mu! pesimistas, lo que a 8ita le había llevado a sospechar que el pianista podía estar acerc0ndose al t"rmino de la gira$ «Aomo comprender0s%, me dio esa tarde 8ita, «la sola idea de que la correspondencia pueda estar llegando a su final me pone a mí tambi"n de mu! mal humor$% 'o asentí con la cabeza ! me limit" a decirle que la comprendía perfectamente$ ' no sabes, querida usana, lo mucho que la comprendía$ 7dem0s, no podía estarle m0s que agradecida porque me había puesto a las puertas de un gran descubrimiento, del meor de los inventos$ 7quel día, cuando llegó la hora de retirarnos a nuestras siniestras dependencias )no s" cómo llamar a aquellos miserables cuartuchos para desequilibradas., me qued" pensando en la escritura de aquel pianista desconocido que probablemente había creado la imaginación perturbada de 8ita, ! record" que ha! quien escribe cartas para vengarse de alguien, o de algo, o bien para huir de la obsesión constante de la muerte o para huir del gran bostezo universal, o simplemente para pasar el rato, que !a es mucho, ! así huir de la locura que, tarde o temprano, a todos nos amenaza, ! me die que si la locura era todo un misterio tambi"n lo era la escritura ! que, en cualquier caso, en los mensaes del pianista de >ungría lo que predominaba no era el misterio de la locura sino m0s bien, pura ! simplemente, el misterio de la escritura: el misterio de cartas como "sta que te escribo para celebrar un invento que me mantiene aleada de la desesperación mani0tica, porque !o me siento fuera de todo peligro desde que escribo cartas, pero sobre todo desde que descubrí que de ese invento tan pr0ctico podía surgir en la pr0ctica un invento a1n mucho meor ! m0s efectivo$ Empec" a intuirlo al día siguiente de mi encuentro con 8ita, cuando "sta me
dio la noticia que iba a cambiar mi vida$ Me dio que acababa de robarle al doctor la carta oculta del pianista, la carta que no habían hasta entonces querido entregarle$ «&al vez intentaron esconderte un te#to de contenido desagradable para ti%, le sugerí$ «
amiga de la infancia es una invención, entonces 5arr!more es la invención de una invención$% e hundió en sus pensamientos, ! !o aprovech" para huir$ e eso hace !a unos días$ ran liberación$ 7hora esto! tan tranquila en casa escuchando el .é/uiem de Faur" ! haciendo caso omiso del ruido de los vecinos, concretamente del alboroto que como cada día a esta hora se organiza en el piso de abao, donde padre e hio, con gran dramatismo, discuten sobre misteriosos asuntos$ Gue discutan lo que quieran$
ME DICEN *E DI(A *IEN S")
Me dicen que diga qui"n so!$ Me dicen que para satisfacer mi vanidad personal )carezco de eso, pero en fin, all0 ellos. ! que tambi"n por la lógica curiosidad que el lector pueda acabar sintiendo por el autor de este tal vez interesante )me dicen que fundamental. testimonio sobre el episodio m0s oscuro de la vida del gran pintor (anizo del +alle, diga antes cuatro palabras sobre mi persona$ Mi mu! modesta ! humilde persona, porque !o no so! m0s que un pobre diablo que nació en Aataluña, en este entrañable pueblo de &ossa de Mar desde donde ahora escribo mientras me digo que me hallo en uno de los meores lugares de la tierra, ! que conste que no me lo digo porque ha!a nacido aquí, pues de hecho ha! sitios que me gustan m0s ! a los que me siento mucho m0s vinculado sentimentalmente$ 5abU6ua, por eemplo$ 'o, en mis años mozos ! en los no tan mozos tambi"n, fui marinero de segunda clase, siempre en los puertos del sur oriental de frica, concretamente en los de 5i6anir ! Mozambique )mis pantuflas se llaman así como homenae a esos dos fabulosos países., siendo dos tambi"n )como mis pantuflas ! esos países. los motivos de orgullo que tengo en la vida: uno es el de ser autodidacta )me gusta desmentir a cada momento esa le!enda seg1n la cual el vieo lobo de mar no puede ser un hombre sensible e instruido./ el otro motivo me pone la piel de gallina ! est0 estrechamente ligado al recuerdo de haber pilotado un ballenero en la costa sur de la península de 5abU6ua )tan famosa en todo el mundo por los retratos de nativos baba6uanos que pintara el gran (anizo del +alle, pero al mismo tiempo tan escandalosamente poco conocida ! visitada, empezando por el propio (anizo del +alle., península en la que, por cierto, !o so! hombre respetado ! mu! querido, ! a la que me gustaría poder volver alg1n día e incluso que me enterraran en ella ! que sobre mi tumba escribieran sencillamente esto: «(ilotó un ballenero en nuestras costas$% Guiso el azar que en una noche fría ! sin luna ! de insistente ! fina lluvia en alta mar, todavía a bastantes millas de la costa sur de 5abU6ua, el gran pintor
(anizo del +alle, que llevaba un chubasquero gris casi id"ntico al mío, fuera a apo!arse en una barandilla en la que tambi"n estaba apo!ado !o, en ese barco tan orgulloso de su pasado )nada menos que el !el 0mi con su histórica quilla. que nos llevaba hacia ese remoto país donde !o era tan respetado ! querido ! donde había pilotado ?qu" días aquellos cuando uno camina sin saber que el tiempo camina con nosotros? un fant0stico ballenero$ Era la noche del cinco de enero de 343Q$ os dos llev0bamos parecido chubasquero !, en las sombras de la noche cerrada, componíamos figuras bastante sim"tricas$ in embargo, íbamos a 5abU6ua por motivos bien distintos$ 'o iba a recoger o a liar los b0rtulos )como vulgarmente se dice., a organizar los preparativos de mi viae de regreso, tal vez definitivo, a mi &ossa de Mar natal$ (or su parte, (anizo del +alle se dirigía de riguroso incógnito ! en viae tan solitario como emotivo, hacia 5abU6ua, donde no había estado nunca/ se dirigía al escenario de su imaginación, la remota península a la que debía toda su gran fortuna, la remota península a la que llevaba m0s de veinte años pintando de forma infatigable )pintando sobre todo a sus pobladores, como si de un nuevo auguin se tratara. pero que am0s en la vida había pisado$ 8ecuerdo que estuvimos los dos, el uno unto al otro, largo rato en silencio, hasta que en el siempre difícil horizonte comenzó a perfilarse la costa sur de la península en forma de figura geom"trica, angulada ! negra, contra el cielo sombrío$ Entonces, como movido por un e#traño resorte, el pintor se giró lentamente hacia donde !o estaba ! se me quedó mirando con notable fieza$ e inmediato hice lo mismo !o con "l, es decir, le correspondí con una mirada no menos fia e insolente de lo que me pareció que era la su!a$ ' así estuvimos varios segundos, que me parecieron interminables$ El canto plañidero del barco nos acompañó$ 7 nuestro alrededor todo, absolutamente todo, rezumaba: las plumas de carga, las barandillas, todos los cordaes de la embarcación$ Era como si un 0nimo lloroso se hubiese apoderado de toda aquella zona tan parecida al fin del mundo$ urante esos segundos interminables recuerdo que !o, tratando de que mi mirada no perdiera en ning1n momento su intensidad inicial, me dediqu" a pensar en otras cosas, sobre todo en el movimiento de la l0mpara del mamparo de mi camarote cuando dibuaba un círculo impecable sobre mi balancín de card0n$ Esa evocación mantuvo mi mirada mu! leos de allí !, al mismo tiempo, mu! cerca de aquella situación tan enrevesada, de aquel en apariencia gratuito desafío de miradas$ (anizo del +alle, por su parte, mantuvo tambi"n una gran fieza en su mirada, ! lo 1nico que entonces lament" fue no saber a qu" clase de leanas ! tal vez sugerentes im0genes estaba "l recurriendo para
estar a la altura de la intensidad de mis pupilas$ 7sí estuvimos unos breves pero intensos segundos, mientras !o me decía: «
sonrisa m0s que forzada$ ?Equivocado el pincel$ Aomprendió enseguida que era in1til seguir disimulando$ 'a no viaaba de incógnito$ ?Cebo pensar que sabe qui"n so!D ?preguntó$ Me pareció ver que !o le inspiraba, al igual que probablemente la ma!oría de las cosas de este mundo, una desconfianza de hondo arraigo en su interior$ ?ebe pensarlo ?le contest"$ ?C' qu" sabe usted de míD Aon su pregunta logró que volviera a indignarme$ eguía resisti"ndose a ver en mí a un hombre instruido$ C(or qu" !o no podía conocerme de memoria su obraD ?(ues s", por eemplo, que usted no ha estado am0s en 5abU6ua ni en pintura$ ?>ombre, en pintura sí que he estado ?bromeó torpemente, sin duda algo inquieto ! sorprendido al ver que !o, un pobre diablo, sabía bastante sobre su vida$ ?' tambi"n s" ?le die? que si se hubiera molestado alguna vez en pisar esa tierra diabólica sabría de sobras lo inmensamente equivocadas que est0n todas sus pinturas$
?Me dan pena ?le die? sus baba6uanos del copón, esos retratos de angelicales almas puras de indígenas$ u pintura es un pur" de errores$ (orque no son est1pidos nativos de hueso en la nariz lo que usted va a encontrar ahí en 5abU6ua$ Es meor que lo sepa$ on gente que ama lo verdaderamente diabólico$ on diabólicos$ on gente que nada tiene que ver con la que usted pinta$ ?@h, vamos ?volvió a protestar?$ Ca pintado unos hombres ! mueres que !o no he visto nunca en 5abU6ua, donde todo el mundo es m0s malo que el demonio$ =sted ha pintado una gente serena ! simp0tica, feliz ! amable, profundamente sincera, nada retorcida, adorablemente cristiana, bondadosa, burra$ ice como que no le había oído$ e dicho algo malo o he dicho algo mal, señor sonrisitaD ?ice usted cosas mu! raras ?me contestó$ ?ebe ser por culpa de esta neblina ?le contest" tratando de despistarle con algo que no venía a cuento$ ?Mu! raras ?repitió "l$ urante unos segundos permanecimos callados, como si la conversación, aunque breve, nos hubiera deado mu! fatigados$ Finalmente, rompí !o el silencio$
?;magino que debe usted estar pregunt0ndose qu" demonios es eso de lo verdaderamente diabólico$ Combre, tampoco es eso$ Aon esta neblina cualquiera se pone a mirar el mar$$$ ?Entonces querr0 saber qu" es lo realmente diabólico$ ?(ues no$ (ero si tanto se empeña$$$ En fin, vo! a pregunt0rselo$ +amos a ver, buen hombre, Cqu" es lo realmente diabólico para ustedD e creía mu! listo, pero lo 1nico que lograba con todo eso era que cada vez le detestara m0s$ 7 "l ! a sus pinturas$ IEl gran (anizo del +alleJ El 1ltimo realista$$$ ?=sted se lo ha buscado ?le die?$ (ara empezar, le dir" que su famoso retrato de baba6uana con muñeca de trapo es motivo de burla constante en 5abU6ua$
las manifestaciones m0s claras de lo verdaderamente diabólico$ ?o siento mucho, caballero$ (int" a esa niña dulce ! serena, nada envidiosa$ e presento mis disculpas$ 7hora bien, Crealmente es tan grave no haberla pintado envidiosaD ?(ues sí que lo es ?le die mu! en"rgicamente?$ obre todo si tenemos en cuenta que usted siempre se actó de pintar la realidad de 5abU6ua !, sin embargo, ignora detalles tan elementales como que en 5abU6ua todas las mueres, sin e#cepción, se mueren de envidia$ e niñas todas desean tener la muñeca de trapo de su meor amiga$ ' cuando se convierten en mueres maduras quieren ser todas el marido de su meor amiga$ (erdón$ >e querido decir que envidian a su meor amiga por el marido que "sta tiene$ e nuevo me obsequió con una molesta sonrisita de suficiencia, esta vez a causa sin duda del pequeño lío que me había hecho al hablar$ (ero !o continu" como si nada$ ?' por envidia ?le die? los hombres de 5abU6ua matan$ 7sesinan para quedarse con la muñeca de trapo que menos su!a les parece$ on envidiosos ! asesinos sus baba6uanos, ! usted sin enterarse$ e me quedó observando fiamente, como tratando de averiguar si !o estaba loco o decía la verdad )! no hacía m0s que prevenirle del horror que iba a encontrar en 5abU6ua. o era simplemente un charlat0n mu! pelmazo$ Esta vez no quise entrar en un nuevo duelo de miradas$ ?Vigame ?le die?, !o he visto muchos cuadros, muchos, aunque usted piense que so! tan sólo un pobre marino ignorante$ ' debo decirle que a un pintor sólo le pido ! le e#io que su relación con lo plasmado en el cuadro sea directa, sin equívocos posibles, real, aunque esa realidad no tenga m0s vida, m0s plasmación que la del cuadro mismo$ (or eso me irrita tan profundamente usted ! su e#travagante e irresponsable relación con la realidad de 5abU6ua$ Bam0s se ha comprometido con lo que pintaba$ >a retratado baba6uanos como habría podido retratar estampas de misales$ u frivolidad me parece despreciable$ ?Envidio su buen humor ?se limitó a decirme$ isimul" mi sensación de fracaso$
?(arece que no quiere entenderme$ Esto! tratando de hacerle ver que todavía est0 a tiempo de aceptar la realidad e implicarse en ella$ ?(ero bueno, buen hombre, pero bueno$ e lo que todavía esto! a tiempo es de marcharme de aquí ! dearle a usted a solas con sus tonterías de barandilla$ Fue entonces cuando me di cuenta de que, aunque "l trataba de no reflearlo, cierta inquietud se había apoderado de su 0nimo$ 7l decir eso de que todavía estaba a tiempo de marcharse de allí, no había hecho m0s que mostrar, sin darse cuenta, cierto convencimiento de que no podría seguir aguantando por mucho tiempo las verdades que !o le estaba diciendo acerca de su mentirosa ! equivocada pintura$ Eso me dio alas$ +olví a la carga$ e die: ?=sted debe sentirse mu! orgulloso de, por eemplo, toda esa tan celebrada serie de cuadros que pintó sobre los religiosos de 5abU6ua$ &odas esas famosas pinturas de curas predicando la verdad, siempre con el inefable volc0n @geuf al fondo$ >ermosas pinturas, sí señor, pero rotundamente equivocadas, porque en ning1n momento reflean la realidad de 5abU6ua$ +amos, ni en pintura$ En fin, que debe usted sentirse mu! satisfecho de su obra, pero !o le vo! a decir tan sólo una cosa, ! usted perdone pero creo que es mi obligación hacerlo, le vo! a decir tan sólo "sto: ebería morirse de vergHenza$ ?5ueno, !a veo que la tiene usted tomada conmigo ?dio aparentando no estar nada afectado por mis palabras?$ +amos a ver, Cqu" es lo que sucede con mis cuadros de religiosos baba6uanosD C&ambi"n los he pintado malD ?a! incluso monumentos dedicados a la Mentira$ Es otra de las pasiones nacionales$ in embargo, va usted, buen hombre ?le devolví el insulto?, va usted ! pinta a esos zumbados predicadores como si estuvieran propagando nada menos que la +erdad con ma!1scula$ (or lo visto, no sabe que todos esos predicadores adoran la mentira$ C' sabe por qu"D (ues es bien sencillo$ (ara no perder clientela$ Ellos saben que sólo la mentira fascina a sus feligreses, de modo que dan a "stos lo que piden: una mentira tras otra$ (or eso
dan tanta pena o, meor dicho, tanta risa todos esos cuadros en los que usted reflea a unos predicadores íntegros ! en olor de santidad$ ?
Me reí a solas, me sentía algo victorioso$ ubo, por su parte, un primer conato de retirada$ Aomo si !a no pudiera m0s de mí$ En vista de que deseaba marcharse, hice lo que pude para seguir reteni"ndole$ ?a igual que lo difamen en cuanto desembarque ?le die?, porque de hecho hace !a mucho que se dedican a hablar mu! mal de usted$ C
encontrarse cuando desembarque en 5abU6ua$ ?Aaballero, ha sido un placer ?me dio mientras intentaba una nueva retirada?$
?Casta entonces había estado demasiado nervioso, ! eso siempre se paga$ ?(refiero no contestar ?le die$ 'o sabía perfectamente lo de los títulos al rev"s$ Aualquier conocedor de la pintura de (anizo del +alle lo sabe, ! no sólo lo sabe sino que es lo primero que comenta cuando le preguntan por el pintor$ El de los títulos al rev"s, dice el tópico$ i había simulado no saberlo era porque me pareció que podía ser el truco ideal para retener al pintor allí en cubierta$
Me enfureció$ eguía cre!"ndose un entendido en la materia$ (or lo visto, pensaba que podía decidir a su antoo mi nacionalidad$ 7ntes me había tomado por un ignorante ! un est1pido vieo lobo de mar, ahora me veía como a un indígena de hueso en la nariz$ asta aquel momento !o me había limitado a advertirle de la tenebrosa realidad que iba a encontrar en 5abU6ua$ >asta aquel momento !o no había inventado nada, tan sólo me había limitado a informarle de lo que encontraría cuando desembarcara$ (ero al verle tan rotundamente decidido a regresar a su camarote, invent"$ Me volví tambi"n un traidor a la realidad de 5abU6ua$ ' todo por la necesidad de no quedarme solo, ! todo por retener unos minutos m0s a (anizo del +alle$ Entonces cometí el error$
?C>a visto estas fotografíasD ?le pregunt"$ e mostr" tres terroríficas instant0neas que en un puerto de Mozambique le habían regalado a mi amigo Bos", el contramaestre del barco$ e veían en ellas las catastróficas consecuencias de unas recientes luchas tribales$ (ero a (anizo del +alle le die que eran fotografías tomadas, unos días antes, en el cementerio de atsitra olam, m0s conocido por el Aampo +ioleta de los 8ealistas &orturados$ En 5abU6ua$ ?&odos esos cad0veres que usted ve, horriblemente torturados, espantosamente mutilados, se secan al sol, seg1n una viea costumbre baba6uana, antes de ser trasladados a su 1ltimo destino, al pie del volc0n @geuf$ %' las fotografías no engañan ?le die record0ndole sus propias palabras$ ebo decir que me arrepiento de haber mentido de aquella forma$ (ero la verdad es que no lo hice con mala intención$ Mi propósito era retenerle$ 'o sólo quería que (anizo se quedara un rato m0s allí en cubierta$ >o!, claro est0, me arrepiento$ Me sabe mal$ (ero Cqui"n iba a decirme a mí que esas fotografías mozambiqueñas constituirían el detonante final por el cual el gran (anizo del +alle acabaría aceptando la realidad, es decir, la realidad !a incuestionable de que había sido toda la vida un p"simo pintorD El mal pintor sabe, de alguna manera, que lo es, ! tiene por ello una indudable mala conciencia$ 'o no hice m0s que a!udar al gran (anizo del +alle a afrontar la realidad$ 7!udarle a que comprendiera que la pintura no es nada si no es peli#rosa?Me vo!$ í$ Areo que me vo! ?dio, ! !o leí o creí leer en su rostro una e#presión de profundo malestar, posiblemente su mala conciencia?$ CAon qui"n he tenido el gusto, quiero decir el disgusto, de conversarD a palabra disgusto me disgustó, ! valga la redundancia$ Entonces cometí un nuevo ! pienso que gravísimo error$ el mismo modo que a veces un malentendido lleva a otro, lo mismo sucedió en relación con mis errores$ e enseñ" mi pasaporte$ Mis dos apellidos, tan catalanes, debieron representar para "l un pequeño alivio, moment0neo pero a fin de cuentas alivio$
uró poco$ El tiempo en el que se quedó mirando con dulzura al horizonte en el que !a podía verse con relativa claridad la costa sur de 5abU6ua ! el volc0n @geuf al fondo$ a neblina se había disipado ?m0s tarde volvería de s1bito dando indicios del e#traño desequilibrio de las le!es de la naturaleza en las cercanías de la península?, ! siguieron unos momentos de calma$ Momentos 1nicos, inolvidables, los 1ltimos$ (orque poco despu"s "l tuvo la fatal ocurrencia de leer al rev"s ! en voz alta mis dos apellidos$ ?atam 7live ?se le o!ó decir$ 'o diría que todo el barco lo o!ó$ ' su grito acabó confundi"ndose con el canto t"trico ! plañidero de la embarcación$ ?at0n vivo ?die !o con falsa inocencia ! para acabar de arreglarlo$ i digo que se le veía lívido, digo poco$ ' aquello fue como una función de teatro que llega abruptamente a su final$ (anizo del +alle, con el rostro demudado, dirigió !a definitivamente sus pasos hacia el camarote del que !a no saldría hasta llegar a 5abU6ua$
>abía reaparecido la neblina, ! la ungla estaba renegrida ! empapada cuando llegamos al puerto de Fiu, en 5abU6ua$ a humedad rezumaba por toda la arboladura, por encima del tenso entoldado que guarnecía el puente$ Era un amanecer helado, algo poco habitual en aquella "poca del año, aunque a decir verdad en aquel clima nada era nunca habitual$ o antepen1ltimo que vi de (anizo fue su perfil sombrío ! diluido en aquel amanecer de hielo$ (arecía huir de mí, de sí mismo, de su espantosa pintura tan equivocada, ! de todo$ espu"s, le vi saltar al muelle$ ;ba vestido simplemente con unos anchos pantalones, que pertenecieron sin duda a su piama, ! una camiseta floreada$ in equipae$ o había deado todo a bordo$ Esa mañana, al ver aquella figura de loco en piama que avanzaba entre la inconstante neblina, me die que mu! probablemente !a no volvería a verle nunca m0s$ ' así fue$ e perdió en la selva no sin antes lanzarme, a modo de despedida
)algunos amigos me dieron que a modo de odio eterno por lo pesado que so!, pero !o dudo mucho que fuera por eso., una mirada tan entregada como profundamente enaenada$ ' ahora !a sólo me queda confiar en que el relato de los hechos que precedieron al desembarco en furioso piama del gran (anizo del +alle arroe algo de luz en torno a las misteriosas circunstancias que rodearon la desaparición del pintor$ 'o, por mi parte, sólo quiero añadir que, a mi modesto entender, nadie en piama se adentra impunemente en la peligrosa selva de 5abU6ua$ ' eso me lleva a pensar que "l, a 1ltima hora ! en un gesto tan admirable como conmovedor, decidió ug0rsela, arriesgar por vez primera en su vida, arriesgar ! adentrarse a cuerpo limpio en la realidad$ En cuanto a mí, creo haberlo dicho antes$ ólo so! un pobre diablo$ El pobre diablo, para ser m0s e#acto$ Esto! cansado de ser quien so!$ 'a son demasiados años de cometer perrerías$ Mientras escribía esto, me he ido dando cuenta de que tambi"n !o tengo muchas ganas de desaparecer$ >e pasado revista a todas las posibilidades que e#isten de suicidio !, tras encontrar obeciones contra cada tipo de muerte, al final he decidido hacerme cosquillas hasta morir$ ' que me entierren en 5abU6ua donde pilot" ?creo que a la vista est0? un ballenero, todo un señor ballenero, frente a sus costas$
$"S AM"RES *E DRAN !"DA NA VIDA
er profesora de instituto no es un trabao apasionante ?!o diría que incluso ser bedel lo es m0s? pero tiene la ventaa de que est0s en alucinante ! permanente contacto con la mediocridad humana )! así una nunca se olvida de dónde realmente est0 ! en qu" mundo vivimos. !, adem0s, puedes disfrutar de muchos meses de vacaciones$ 7gosto es mi favorito$ e va todo el mundo de Waragoza, se largan a pla!as infectas a comer helados venenosos ! me dean a mí bien tranquila con mi abuela en el piso de la ran +ía$ 7hí fumamos$ Mi abuela lo hace en pipa$ randes esc0ndalos los su!os cuando era oven ! estaba mal visto que las mueres fumaran$ Me lo ha contado no s" !a cu0ntas veces$ Aada año lo repite cuando llega agosto ! nos quedamos las dos por fin solas en el piso ! ella ? mu! acorde con su papel de abuela? se siente m0s o menos obligada a contarme historias$ ' las cuenta no sólo para sentirse abuela sino para impedir que !o le cuente demasiadas historias inventadas$ Aada agosto vivimos una simp0tica pero firme ! permanente lucha por ver qui"n de las dos cuenta m0s historias a la otra$ as de mi abuela son todas siempre rigurosamente veraces$ Aada año, cuando llega agosto, me repite la del lío enorme que ella armó en la pla!a de la Aoncha de an ebasti0n cuando apareció ataviada con una mantilla ! sacando humo hasta por las oreas$ >a! mucho humo ?es natural? en la casa$ 'o fumo cigarro tras cigarro ! lanzo las colillas al vieo ! entrañable ventilador que nada ventila el pobre, aunque ho! no hace falta que lo haga, pues el día es casi frío ! est0 mu! nublado ! no falta mucho para que empiece una buena tormenta$ anzo los restos del vicio ?las colillas bien apuradas? como si nada, contra el ventilador que no ventila nada$ (ero ho! no s" si es mu! apropiado decir tanto la palabra nada$ Esto! mu! nerviosa ! no puede decirse que no pase nada$ ' encima, la abuela me mira con infinita rabia$ ?Esto! esperando, 7na María, a que me e#pliques por qu" me has deado sola estos tres días ?me dice, ! se la ve realmente mu! molesta conmigo$ &odavía est0 mi maleta en el pasillo$ 7cabo de regresar de mi viae de fin de semana a Aerler, el pueblo m0s alto del (irineo aragon"s$ Mi abuela, que espera la inmediata e#plicación, me mira con severidad, ! traga humo$ 'o esto! sentada en
el sof0, ! fumo$ &rato de calmarla cuando lo que debería hacer es, de entrada, calmarme a mí misma$ (orque he vuelto deshecha, completamente destrozada, desesperada$ e inventado siempre tantas historias ?cómo me gusta la del billete que voló, es mi preferida? que es lógico que ahora ella se muestre esc"ptica ante lo que adivina que puede ser una nueva historia de las mías$ 'o sigo fumando, trago mucho humo, ! luego prosigo, a ciegas$ e digo: ?Fenando me invitó a su casa de Aerler$ 'a te cont" que se sentía en una situación mu! apurada ! que me había pedido que, por favor, le echara una mano$ &e lo die !a, abuela$ &1 sabes que Fernando es mi meor amigo ! !o no podía negarme$ &e die que sólo serían tres días, ! así ha sido, Cqu" m0s quieresD, total han sido sólo tres días, tal como te die, Cte has sentido mu! solaD a abuela no contesta$ Aalla pero no otorga$ 'o me atropello algo con las palabras ! la introduzco en la historia del gran amor de Fernando con 5eatriz$ ?El me necesitaba urgentemente a su lado porque su gran amor, esa 5eatriz de la que alguna vez te he hablado, subía a verle a Aerler en compañía de su reci"n estrenado novio$ ' "l, que cuando la invitó no sabía que ella acababa de hacerse con un nuevo novio, necesitaba a su meor amiga, o sea a mí, para compensar la,
cómo te diría !o, enoosa presencia del novio inesperado ! no invitado$ CEst0 !a m0s clara la cosaD ?Est0s mu! nerviosa ?dice la abuela$ ?(ero Cest0 o no m0s clara la cosaD ?asta entonces "l no se había fiado en ninguna otra muer$ =na cosa algo penosa si tenemos en cuenta que a mí !a me conocía, pero en fin, a mí siempre me vio como a una amiga ! eso ?por mucho que !o quiera ! son infinitas las veces que lo dese"? es algo que desgraciadamente !a no se puede cambiar$ e digo a la abuela: ?&al vez me entiendas meor si te digo que Fernando ha permanecido fiel siempre a su primer amor$ esde que vio a 5eatriz, ! de eso pronto har0 !a diez años, se enamoró irremisiblemente de ella$ e dio para sí mismo que nunca podría sustituir a 5eatriz en su corazón$ (ero no le confesó su amor, se quedó aguardando a que ella le correspondiera$ ' como eso no sucedió, poco a poco fue descubriendo las angustias ! las delicias de los amores imposibles$ Miro a la abuela ! veo que me sigue mirando con rabia$ Est0 claro que
piensa que me lo esto! inventado todo$ Esto! segura de que no tardar0 en decirme, una vez m0s, que so! una maníaca de la invención de historias$ (ero !o siento que debo seguir$ e digo: ?'o creo que Fernando se enamoró deliberadamente de ese tipo de amor que nos hace pasarlo mu! mal porque lo guardamos en secreto ! nunca somos )! estamos seguros de que nunca lo seremos. correspondidos, lo cual en el fondo es todo un alivio, porque es terrible que te quieran, Cme vas entendiendo algo, abuelaD ?a sido un amor imposible, siempre lo fue, porque si algo estuvo claro desde el primer momento fue que am0s 5eatriz iba a enamorarse de "l$ 'o no s", pero siempre me he dicho que a lo meor fue precisamente "sa la causa por la que "l se sintió tan seducido por ella$ (orque fue todo tan e#traño en ese enamoramiento$$$ Me digo si no habr0 algo de escandaloso en mis palabras, pues a pesar de estar tratando de contar algo mu! doloroso para mí, siento cierto placer perverso al narrarlo$ &al vez tenga razón la abuela cuando me llama maníaca de las historias$ ?71n recuerdo ?le digo? el día en que "l la vio por primera vez ! vino a mí para decirme unas palabras que se me han quedado mu! grabadas, la prueba es que las recuerdo con toda e#actitud$ Me dio Fernando:
cabellera negra que le cae en trenzas sobre los hombros/ su nariz es griega, sus oos resplandecientes, sus ceas altas ! admirablemente arqueadas, su piel brilla como si fuera terciopelo mezclado con oro$ ' todo esto unido a una fina pelusilla que oscurece su labio superior, da a su rostro una e#presión viril ! en"rgica que hace palidecer a las bellezas rubias$$$ >ago una pausa$ &odavía me sorprende la e#actitud con la que recuerdo esas palabras$ uego añado: ?Areo que alguien que es capaz de hablar así es que est0 mu! pero que mu! enamorado$ C
?(ues vi ?le digo ! que piense lo que quiera? nada menos que paracaidistas que caían alrededor del pueblo$ (racticantes del parapente pirenaico, Chas oído hablar de esoD
?(asa, 7na María ?me dio?$ (asa ! ver0s qu" divertido$ En la salita est0 5eatriz con su flamante novio$ Esto! seguro de que no te imaginas cómo es$ ' a duras penas contuvo su risa$ (ens" en un enano, en un travestí disfrazado de buzo, en un loco de pelo roo, en un tenista con raqueta incluida, en un incendiario, en un hombre mu! peludo, en un apuntador de teatro disfrazado de misionero, en un agente de bolsa ! hasta en un monstruo con tres oos ! cinco oreas en la espalda$ Me moría !a de curiosidad cuando, al ir a entrar en la salita, Fernando me susurró al oído: ?Es un saharaui$ Aonociendo los novios de 5eatriz no era algo especialmente sorprendente$ ' tampoco era algo que hiciera reír, !o no le veía la gracia por ning1n lado$ (ero Fernando sí se la veía ! eso, despu"s de todo, era meor que lo contrario/ era preferible que aquello le pusiera de tan buen humor$ Meor así, me die$ (orque si de algo "l siempre había pecado era de un e#cesivo, casi brutal, dramatismo, siempre provocado por su incorregible tendencia a la desmesura$ En todo e#ageraba$ En su profunda aflicción, por eemplo, por España, a la que veía hundida eternamente por nuestra cong"nita incompetencia en todo$ e avergonzaba tanto, por eemplo, de nuestro pasado político que a veces, llevado por su e#ageración sin límites, había llegado a sentirse el responsable 1nico de todos los desmanes de nuestra historia, lo que le llevaba a convertirse, claro est0, en el ser m0s apesadumbrado de la tierra$ u bisabuelo, abuelo ! padre habían sido diplom0ticos o militares, pero eso no ustificaba lo desmesurado de su actitud en esas ocasiones$ Fernando era uno de esos tristes que de tarde en tarde se sienten de pronto responsables de nuestro nefasto pasado$ ', claro est0, se hunden como nadie$ u incorregible tendencia a la desmesura se refleaba tambi"n en la cuestión del amor, pues qu" otra cosa es amar desmesuradamente sino amar con una e#traña profundidad, silenciosamente, sin ser correspondido$ En todo e#ageraba$ ' mientras me decía todo esto, me pregunt" si no sería que quienes aman de esta forma son siempre personas que piensan que el amor es lo esencial ! ven en el se#o tan sólo un accidente$ (ara mí, Fernando estaba enamorado de la idea del amor ! conocía, por tanto, la 1nica fórmula para que "ste dure toda una vida$ a abuela interrumpe mis pensamientos$
?C(uede saberse qu" te pasa ahoraD ?me dice?$ Ce te ha tragado la tierraD 7nda, recuerda dónde estabas$ e empolvabas la nariz a la señorita 5eatriz, Cte acuerdasD e o!e un fuerte trueno$ Aada vez est0 m0s cerca la tormenta$ 7pago mi cigarro ! enciendo otro$ e digo: ?7h, sí$ ' el novio de ella, fíate qu" curioso, era de nacionalidad saharaui$ ?asta ahí podíamos llegar ?me dice$
?'o no digo que fuera pobre en la infancia$ o fui, pero en fin, si t1 te empeñas en decir que no$$$ 'o no digo eso e#actamente, sino que me dedico a evocar un miedo universal: cierta amenaza que flota siempre en el ambiente/ el 5osque ! el +iento robando el dinero de las niñas, robando el dinero en las casas, ! escondi"ndolo para llevar a la gente a la desesperación$ Mi abuela contin1a furiosa, e insiste en que es indignante que diga que fui pobre en la infancia$ ' !o, en vista de que se enfada tanto, le digo que la historia del viento que robó el dinero !a no la contar" nunca m0s por ahí )!a tenía ganas, despu"s de todo, de olvidarme de ella. pero que, eso sí, es conveniente que sepa que hasta ahora esa historia siempre me resultó mu! 1til para ustificar ante la gente mi miedo a salir de casa$ Eso la calma notablemente$ Me dice que podría hab"rselo dicho antes$ ?(orque todo el mundo ?! ahí remato la faena? sabe que !o no so! de las que salen por gusto fuera de casa$ (ero siempre andan pregunt0ndome a qu" se debe esto$ Me lo preguntan como tambi"n me preguntan por qu" a1n no tengo novio o por qu" fumo tanto$ (orque a mí me preguntan de todo, no s" por qu"$ e todo$ ' !o para todo tengo respuesta$ @ la tenía, porque como ahora he renunciado a la historia del billete que voló, !a veremos qu" les cuento$ (ero en fin, renuncio a esa historia que, por otra parte, !o creo que encerraba una idea mu! melancólica que servía para e#plicarlo todo$ a abuela, como queriendo compensar la tiranía de haberme prohibido la historia, me dice que siga cont0ndole cómo fue esa cena tan interesante en el restaurante de Aerler$ e digo que bebimos mucho ! que el saharaui, que se llamaba ;dir, no hacía m0s que crear una gran tensión pues apenas pronunciaba palabra ! sólo se dedicaba a mirarnos fiamente a los oos como reproch0ndonos algo, como si estuviera censurando nuestra frivolidad de restaurante$ ' como por su parte Fernando, con su peculiar conducta de anfitrión, no hacía m0s que aumentar la !a de por sí gran tensión )«Mañana subiremos todos al pico del 7neto%, nos decía de vez en cuando, !o creo que en tono amenazador ! tambi"n desafiante., la cena resultó un completo fracaso$ e le escapa a la abuela una nueva e irritante risita de incredulidad$ ' !o siento !a deseos de mandarlo todo a paseo, decirle !a de una vez a la abuela que Fernando ha muerto, que a!er le enterramos en Aerler ! que !o esto! destrozada ! siento v"rtigo ante la vida$ 'a nada ser0 como antes$ ecirle todo eso de golpe, sin m0s contemplaciones, ! luego retirarme a mi habitación a llorar ! a pensar en el profundo amor que !o he sentido por Fernando, siempre en secreto, desde el
primer día en que le vi$ ólo !o s" que nadie podr0 sustituirle en mi corazón$ ' mi desgarro es infinito$ 7hora la abuela fuma con repentina ansiedad$ o! consciente de que, si le digo de golpe que Fernando ha muerto, puede tener una recaída brutal en su !a de por sí maltrecha salud$ in embargo, esa risita de incredulidad me saca de quicio$ o! capaz de cualquier cosa para acabar con la maldita risita$ ios mío, por qu" no querr0 creerme$ (ero no, no vo! a decirle las cosas de una forma tan brutal, tengo que prepararla para la noticia$ +o! a tratar de seguir cont0ndoselo de una forma suave, mu! lentamente, tal como me he propuesto desde un principio$ (ero me enerva, no puedo evitarlo, esa actitud de sorna ! desconfianza ! ese ridículo resentimiento por haberla deado sola por tres días$ ?e vez en cuando ?le digo? caían paracaidistas sobre el pueblo, ! uno ca!ó sobre el flan que pedí de postre$ Me mira como pensando que so! una desgraciada$ ' de repente, como si hubiera leído en el fondo de mi alma toda mi tragedia, me pregunta: ?C&1 est0s enamorada de FernandoD Cacía frío ! el clima era, tal como decía Fernando, de altura$ ' en todos los sentidos$ (orque Fernando parecía definitivamente instalado en la helada ! solitaria cima de su gran pasión por 5eatriz$ Alima de altura en el que el filo casi visible de un cuchillo cortaba el aire$ ?
teóricamente con profundidad, parecía que sólo supiera hacer eso$ Fernando, que se mantenía de un buen humor impecable, comenzó a mirar ! a mirar a ;dir, ! finalmente no pudo m0s ! le dio: ?=na pregunta, amigo ;dir, sólo una pregunta ?era la primera vez que se dirigía a "l en toda la noche?$ +amos a ver$ +amos a ver si puedes aclararme lo siguiente$ a pregunta es "sta: C(or qu" razón debemos tener dos oos si la visión es una, ! uno es el mundoD ' otra pregunta: Cónde se forma la visiónD, Cen el oo o en el cerebroD ' si es en el cerebro, Cen cu0l de sus zonasD e digo a la abuela que era evidente que Fernando estaba !a mu! borracho$ ;dir sonreía diplom0ticamente$ &ambi"n era evidente que, a pesar del buen humor de Fernando, en cualquier instante aquello podía convertirse en un polvorín$ 5eatriz, con su despiste habitual, no lo advirtió, ! eligió precisamente ese momento para anunciar que ;dir ! ella iban a casarse a final de mes$ ;dir lo confirmó ! dio que sería en el (ilar$ ?Gu" mal gusto ?comenta la abuela$ e digo que esto es lo de menos ! que lo importante ?la vo! preparando como puedo? es lo que vino despu"s$ Fernando bebió m0s, mucho m0s$ ' cada vez estaba m0s simp0tico$ ?Me has dicho que eres cubano, o no, perdona, filipino, guineano, Cde dónde diablos me has dicho que eresD ?le preguntó a ;dir$ &al vez "ste se sintió algo maltratado, pero no pareció concederle ma!or importancia o supo disimularlo mu! bien/ despu"s de todo, se notaba que Fernando había bebido mucho$ ;dir se limitó a decir, en un tono de voz amable, que era saharaui$ ?' del (olisario, CnoD ?preguntó Fernando con los oos algo fuera de órbita$ ?(or supuesto ?contestó ;dir !, tal vez para no ser tan parco como hasta entonces, se e#tendió algo m0s en la respuesta ! habló de la gran tragedia que vivía su pueblo, condenado al doloroso e#ilio ! a la guerra en el desierto$ e puso en bandea a Fernando uno de sus temas predilectos: el del bochornoso pasado colonial español$ (ero a diferencia de otras ocasiones ? inocentes diatribas contra >ern0n Aort"s ! (izarro, la batalla de 7nnual o los
1ltimos de Filipinas?, ! tal vez porque había bebido desmesuradamente, el lamento por el pasado ! presente político de España sonaba francamente duro ! desgarrador$ asta que en un momento determinado perdió la br1ula ! comenzó a cargar tambi"n con los errores coloniales de Francia$ ?Gu" días m0s bochornosos aqu"llos ?dio?, días pasados a las sombras de las palmeras, con rebaños de cabras ramoneando en los bordes de las pozas !, por encima de nosotros, la noche luminosa del desierto$ Gu" días aqu"llos m0s sórdidos ! vergonzosos, vividos unto a las caravanas que pernoctaban en los vieos mesones mientras nosotros, impasibles ! fascistas, bebíamos sin cesar "ap "orsé ! leíamos Le courrier du Maroc;dir se sintió en la obligación de advertirle que había desplazado su sentimiento de culpa hacia el país vecino, hacia Francia, ! que "sta nada tenía que ver con lo que estaban hablando$ Fernando apenas le o!ó$ e levantó para ir al lavabo !, al pasar unto a mí, señaló con disimulo a 5eatriz ! me susurró al oído: ?
e había creado cierto clima de altura unto al fuego$ 7qu"l fue tal vez el momento de ma!or intensidad de la noche$ Fue tambi"n la 1ltima vez que vi a Fernando con vida$ e encerró en su habitación mientras nosotros nos qued0bamos un rato m0s en la salita comentando lo raro pero divertido que había sido todo$ Mañana ser0 otro día, die !o$ ' en ese momento sonó, seco ! duro, el pistoletazo con el que "l se quitó de en medio$ ?(orque Fernando ha muerto ?le digo de sopetón a la abuela, no he podido evitar decírselo de otra manera$ (ero se lo he dicho con cierta calma ! distanciamiento, eliminando todo dramatismo$ Aomo si fuera un cuento$ a abuela me mira incr"dula$ ?5ueno, Ctampoco me crees ahoraD ?a e#istido alguien alguna vez que se ha!a muerto realmente de vergHenzaD ?í ?dice la abuela$ ?(ero !o m0s bien creo que hasta el 1ltimo momento amó a 5eatriz con todas sus fuerzas ! que con esa carta tan sólo quiso encubrir el verdadero motivo por el que se mataba$ >asta el 1ltimo momento la amó en silencio ! desesperadamente ! sin duda no deseaba turbarla ! disfrazó de protesta lo que no ha sido m0s que un acto de pasión$ C
a abuela no responde, est0 vaciando su cenicero$ 'o estrello otro cigarro contra el ventilador$ ?Cigues sin creermeD ?le digo$ ?&e creo, 7na María, te creo$ 7unque la ve como ficción, le interesa ahora mi historia lo suficiente como para creer en ella$ 7lgo es algo$ En compensación, !o deo que se desgarre mi realidad$ ?CEst0s convencida de que se ha matado por pasión ! no por protestaD ? me dice$ ?Eso habría que pregunt0rselo a "l$ ?C' t1 no lo podrías hacerD El cielo est0 mu! encapotado, se o!e un nuevo retumbar potente de truenos$ Aierro las ventanas para que el viento no robe mi historia$ ?C' t1 no lo podrías hacer, 7na MaríaD ?ería tan imposible como preguntarle algo a la imagen de un sueño, al hombre de mi vida$
E$ C"$ECCI"NIS!A DE !EMPES!ADES
(as" los dos meores años de mi uventud restaurando obras de arte en la ciudad de 5"rgamo, al norte de ;talia, ! allí fue donde tuve ocasión de conocer a un hombre que a mí siempre me ha parecido e#cepcional: 7ttilio 5ertarelli, conde de +altellina$ En 5"rgamo le conocían por il condottiere, pero !o desde aquella visita que un día le hice a su palacio de Aitt0 7lta opt" por llamarle simplemente il maestro o, meor dicho, Maestro, sin el artículo ! con ma!1scula )que bien se la merecía., ! así vo! a seguir llam0ndole ahora que me he decidido, al final !a de mis días, a evocar la tarde aquella de otoño en que fui invitada al palacio de Aitt0 7lta para ver las novedades que "l había ido incorporando a la cripta que en los sótanos del palacio guardaba los restos de su oven esposa, la bella +izen, que había fallecido a principios de aquel año de violentas tormentas en la no menos bella, aunque sobrecogedora, ciudad de 5"rgamo$ a antigua ciudad, Aitt0 7lta, est0 construida sobre una roca de gran altura desde la que puede contemplarse la ciudad nueva, la de los comerciantes ! artesanos: la Aitt0 5assa, un conunto arquitectónico m0s bien deplorable ! vulgar$ 7rriba, en la impresionante ! misteriosa Aitt0 7lta, en el laberinto de calleuelas entrecruzadas, la oscura edad media italiana contin1a viva$ e esa Aitt0 7lta, inmóvil en su picacho, !a escribí en uno de mis cuentos, hace !a mucho tiempo, que era silenciosa ! temible como un condottiere enveecido ! ocioso$ (ensaba sin duda en Maestro, que vivía en una de las calles m0s sombrías, empinadas ! estrechas de Aitt0 7lta, en un no menos empinado ! ennegrecido palacio ! en la m0s absoluta ! radical ?había despedido a todo el servicio? soledad desde que la bella +izen, la oven bailarina valenciana, la hermosísima +izen, le había deado para siempre$ En la puerta del palacio, ! a los pocos días de la muerte de su muer, Maestro había hecho grabar en latín una desconcertante inscripción que a sus amigos ?que sólo le veían en el mercado, fugazmente, a primera hora de la mañana? hizo pensar que tal vez il condottiere estaba rozando la desesperación o, simplemente, había enloquecido$ ecía la le!enda: «(ronto quedó terminada la mitad izquierda del cuadro$% Auando alguien le preguntaba por esa inscripción, Maestro aceleraba sus compras en el mercado ! desaparecía silbando canciones tr0gicas$
?CGu" significa esa inscripción en la puertaD ?me apresur" a preguntar !o, aquella tarde de otoño, en cuanto cruc" el umbral del ennegrecido palacio$ &uve el valor de preguntarlo porque el hecho de que de todo 5"rgamo sólo confiara en mí )«a nadie le contar0s lo que veas en la cripta%. me daba cierta fuerza ! seguridad$ ?7nda, pasa ?se limitó a decir Maestro sonriendo$ >abía en realidad una pregunta mucho m0s urgente a formular$ aber por qu" sólo !o había sido invitada a conocer las novedades que había incorporado en la cripta$ (ero cuando iba a hacerle la pregunta, Maestro cerró la puerta del palacio ! me preguntó la hora$ ?'a sabe ?le die? que nunca llevo relo, pero supongo que ser0n las siete$ Areo haber sido puntual a la cita$ 8ió enigm0ticamente$ ?í, es verdad ?dio?$ " perfectamente que no llevas nunca relo$ 7nda, sígueme$ 7hí al fondo del salón tienes un cuadro$ eñaló un lienzo que estaba situado entre las dos columnas de roble que flanqueaban la chimenea ! el escudo de armas de los +altellina$ 5ao el escudo estaba escrito, tambi"n en latín, el e#traño lema de la familia: «5uscamos siempre el lado inmóvil del tiempo$% El lienzo reproducía la cripta en la que la bella +izen reposaba unto a la sepultura, abierta ! vacía, en la que un día reposaría Maestro$ os tumbas, una cripta de techo mu! alto$ ' en conunto un espacio mu! espectacular ! que !o conocía mu! bien porque había asistido al pat"tico entierro de la bella +izen$ En el cuadro, a la izquierda del espectador, podía verse el cuerpo ?mu! luminoso? de la oven esposa, que parecía atada por una infinidad de ligaduras aladas$ 7 la derecha, la tumba abierta ! vacía que esperaba a Maestro$ ?(ronto quedó terminada la mitad izquierda del cuadro ?dio "ste$ ólo entonces me di cuenta de que la parte derecha del lienzo no estaba del todo acabada$ 7l fondo de la cripta que refleaba el cuadro, un vigilante de silueta femenina ! atuendo de faraón egipcio permanecía en actitud mu! rígida, como si estuviera tremendamente inmóvil$ Gued" algo turbada porque la figura se parecía mucho a mí misma$
?C' qui"n esD ?pregunt"$ ?igamos ?dio Maestro sin vacilar? que es el lado eterno del &iempo, su lado inmóvil$ ?
Echó dos leños al fuego de la chimenea, ! añadió: ?7lguien que sepa verla ! no escandalizarse$ Gue sepa verla !, adem0s, sepa vigilarla toda la eternidad$ (or eso te pedí que vinieras$ izo una breve pausa, contempló la espl"ndida evolución del fuego en la chimenea$ ?upongo que te preguntar0s por qu" quiero e#plicarte cómo funcionaba ese relo despertador$ (ues ver0s, !o creo que si entiendes el elemental mecanismo de ese relo de hace treinta años podr0s comprender bastante bien el funcionamiento del invento que esto! poniendo en marcha en la cripta$ e trata, debo advertírtelo, de un invento bastante cómico$ El relo despertador tambi"n lo era$ (ero es que tambi"n la muerte lo es$ (ara mí, la muerte es un relo despertador mu! cómico$ Cubo una "poca ?continuó "l? en la que a mí no había forma de despertarme$ &enía sueños mu! profundos$
de agua, situado sobre su rostro, se desbordaba/ tras este despertar h1medo, que era tambi"n lavabo, aparecía, bao los compases de una canción napolitana, una soberbia taza de caf"$ ?5onito despertar ?die por decir algo ! no quedarme allí callada como una tonta$ Entonces me e#plicó cómo funcionaba el eficaz ! mu! sencillo )seg1n "l. sistema de poleas movibles, varillas, cronómetros, arandelas, conos inmateriales, reflectores opacos, bombillas, cilindros, celdas focales, lentes, círculos de cobre, espeos, aguas imantadas, botones magn"ticos ! otras zarandaas gracias a las cuales era posible el impecable funcionamiento del relo despertador que actuaba autom0ticamente a partir del estruendoso sonido de la campanilla, !a que "sta contenía en su interior toda la memoria de los gestos que, a partir de entonces ! en caso de no ser frenado por la víctima, debía realizar la infernal m0quina hasta desembocar en una graciosa lluvia de agua sobre el rostro del empedernido durmiente$ ?En la cripta ?me anunció cada vez m0s enigm0tico pretendo sustituir la graciosa lluvia por el golpe certero de un ra!o que ha de fulminar a la víctima que descansar0 en la tumba vacía$ El agua del relo de antaño pertenece ahora tan sólo al recuerdo o, meor dicho, al campo magn"tico de la evocación de tempestades !a pasadas ! que desembocan en la muerte del 1nico ocupante vivo de la cripta, que muere partido por el ra!o que "l mismo ha fabricado con la intención de completar la parte derecha del cuadro$ ebí de poner una cara inmensa de desconcierto, porque me dio a continuación: ?'a veo que no entiendes nada, ! es lógico$ er0 meor que baemos a la cripta ! ahí, a la vista de lo que esto! constru!endo, tal vez comiences a comprender en qu" consiste mi pro!ecto de autoinmolarme a trav"s de un ra!o de fabricación propia$ Maestro se levantó del sillón ! acudió a un armario cercano regresando con dos cascos ! una maciza llave que poco despu"s introduo en la cerradura de la puerta abombada de la cripta$ (ara que la llave funcionara agitó en su mano izquierda un e#traño obeto que, seg1n dio, tambi"n era de su invención: un bocal cilíndrico ! transparente que, provisto de un gran tapón de corcho atravesado por un tubo met0lico, tenía la sorprendente propiedad de mostrar en la parte de abao
)siempre que de pronto se hiciera la oscuridad m0s absoluta. un conunto luminoso de sales químicas ?diez en total? de las que se sentía enormemente orgulloso ! que, seg1n me dio, parecían en realidad graciosos cristales en cada uno de los cuales, a causa de un sofisticado efecto óptico, parecía que se estuviera reproduciendo con admirable fidelidad una de las diez tempestades m0s colosales del siglo$ ?e tempestades ?me dio? creo saber algo$ urante un largo período de mi vida me dediqu" a escribir cartas a los amigos que !o tenía en eipzig, resde, Mil0n, 5ellagio, 5rescia ! Aapodilmonte pidi"ndoles descripciones de las m0s recientes tormentas que habían presenciado en sus ciudades$ Mis empapados cronistas han muerto !a todos, pero su vida no ha sido una pasión in1til, pues ha quedado plenamente ustificada gracias a las precisas, desinteresadas, detalladísimas ! entusiastas descripciones de tormentas que me hicieron por carta$ racias a ellas, ho! puedo afirmar que no ha! una sola tempestad que se parezca a otra$ &odas las tormentas son terriblemente singulares$ ' gracias tambi"n a todas esas generosas cartas, diez tempestades, perfectamente seleccionadas, est0n reproducidas, pienso que con inmeorable acierto, en las sales químicas o graciosos cristales que, cuando llegue mi hora, es decir, cuando ha!a perfeccionado mi invento, me a!udar0n, en visión el"ctrica, postrera ! de car0cter e#traordinariamente 1nico, a un bel morir en la cripta$ 7l ver que la llave funcionaba sin problemas ! que la puerta se abría, me pidió que me colocara el casco, que en un principio !o pens" que había sido diseñado para prever accidentes en el interior de la cripta$ (ero el casco, que era mu! e#traño ! estaba coronado por una agua horizontal redonda ! móvil que, fuertemente imantada, imitaba de vez en cuando el ruido de un trueno, no servía para prever accidentes, sino para orientarse en la cripta en el caso de que, antes de que "l lograra terminar lo que denominó ra!o mortal ! definitivo, se produera un cortocircuito$ Auando me hube colocado debidamente el casco, me pidió que le siguiera con mucha cautela por la escalera de caracol que descendía hacia la cripta$ a barandilla era sumamente traicionera$ e vez en cuando se interrumpía bruscamente ! daba paso al vacío m0s aterrador$ >abía que baar con los oos mu! abiertos, con el ritmo del corazón algo acelerado, puntuado ferozmente por el ruido discontinuo de un trueno caprichoso$ En la barandilla, ! ante mi m0s absoluto asombro vi inscrito en luminosas letras el lema del escudo familiar de los +altellina: «5uscamos siempre el lado
inmóvil del tiempo$% En el v"rtice superior de la t de la palabra tiempo, había un botón de color escarlata que, si lo pulsabas )! lo hice a instancias de Maestro., daba paso a un enceguecedor zigzag de fuego ficticio que se recortaba en la c1pula de la cripta ! terminaba en la punta de un pararra!os tambi"n falso$ Era una nueva ilusión óptica$ Auando "sta, mu! fugaz concluía, daba paso a un simulacro de viento que arrastraba nubes hacia el suelo de la cripta$ =n trueno se aleaba velozmente ! poco a poco se iba creando la sensación de que el cielo se iba despeando ?el cielo ficticio de la c1pula? ! un espl"ndido claro de luna ?un homenae delirante a la luna de +alencia, la ciudad de la bella +izen? brillaba durante tres segundos en lo m0s alto de aquella singular habitación funeraria$ =na vez situados, tras un descenso ciertamente peligroso pero cargado de emociones, frente a la tumba de la bella +izen, comenzó Maestro a instruirme acerca de su labor e#traña ! paciente, acerca de cómo había logrado convertir la cripta en un cautivante espect0culo dirigido a conseguir ?calculaba que le faltaban dos o tres semanas de trabao? una obra perfecta gracias a la cual, cuando "sta estuviera del todo concluida, "l podría colocarse en su ata1d, unto al de la bella +izen, ! simular que había muerto ! que nada ni nadie podría despertarle al tiempo que accionaba el botón clave de su impecable invento ! ponía en marcha una sucesión endiablada de fenómenos el"ctricos deslumbrantes que desembocarían en una visión 1ltima mu! arrebatadora: la perfecta reproducción al unísono de las diez tempestades m0s activas ! feroces del siglo hasta acabar en un efecto óptico por el cual todas las tempestades se superpondrían unas a otras !, bao la m1sica relaante de una canción napolitana ! gracias a la fusión de la gran energía de las diez tormentas en la modesta ! mínima energía de las tempestades representadas en la parte inferior del bocal transparente, acabarían pro!ectando el efecto final ! mortal durante tantos meses buscado, el efecto definitivo: ese tan esperado ra!o colosal que le partiría su alma de inventor !, acto seguido, cerraría la losa de su tumba para toda la eternidad$ ?' !o de vigilante ?die ! me tap" la boca de vergHenza al darme cuenta de la tontería que había dicho$ ?7nda, subamos al salón$ 'a has visto lo que tenías que ver ?me dio Maestro en voz suave ! cariñosa$ Mientras subíamos por la peligrosa escalera de caracol, !o estornud"$ &uve la impresión de que abao en la cripta me había constipado$ e nuevo unto al fuego, Maestro me preguntó si me había resfriado$ e die
que no para que no se sintiera culpable, pero lo cierto era que había una gran diferencia entre aquella cripta alucinante ! estar unto a la chimenea$ ?Aomo todos los otoños ?dio Maestro?, se van los patos ! vienen los microbios$ Me contó entonces cómo algunas momias egipcias muestran síntomas de neumonía, pulmonía ! otras formas afines de catarro com1n$ ?ería gracioso ?comentó? que despu"s de tantos preparativos para vivir un bel morir, un simple constipado me segara la vida$ 8eímos, sobre todo "l, que encontró mu! divertido lo que acababa de decir$ espu"s, me contó la muerte de 5enamín Fran6lin, el inventor del pararra!os, que creía que dormir con la ventana abierta era una pr0ctica sana ! fortalecedora de los pulmones$ e pasó toda la vida afectado por un catarro crónico, a pesar de lo cual seguía durmiendo con la ventana abierta$ Es m0s, adquirió el h0bito de madrugar !, con la ventana abierta, trabaar desnudo en su escritorio durante una hora en el verano ! media hora en el invierno$ a consecuencia fue que su salud se deterioró de tal modo que los 1ltimos años de su vida los pasó en la cama, a pesar de lo cual seguía con la ventana abierta, lo que provocó que finalmente muriera de una neumonía brutal$ ?(obre Fran6lin ?die, ! volvimos a reír untos$ 'o sabía que Maestro se mataría en cuanto lograra redondear el mecanismo de su gigantesco relo despertador, en este caso aletargador$ Eso a mí, como es lógico, me provocaba una pena ! tristeza infinitas pero, vi"ndole tan entusiasmado con su invento, resultaba difícil oponerse a sus planes suicidas$ 7 las nueve de la noche de" el palacio de Aitt0 7lta$ Aamin" con el corazón encogido hacia el funicular que había de llevarme a Aitt0 5assa, donde !o vivía con una amiga, tambi"n restauradora, a la que nada cont" de lo que había visto en el ennegrecido palacio$ =na semana despu"s, Maestro deó de aparecer a la hora acostumbrada en el mercado$ (asados tres días sin que fuera visto, sus amigos forzaron la puerta del palacio ! descendieron a la cripta, que hallaron abierta$ Entre descargas de truenos ! visiones de tempestades leanas encontraron el cad0ver de Maestro que, seg1n todos los indicios, se había visto sorprendido por un ataque al corazón cuando estaba enlazando dos arandelas con un cronómetro$
tan est1pidamente cómica? le sorprendió antes de poder ver acabada su obra$ &odo 5"rgamo quedó impresionado por la escenografía ! magnitud mortal de la cripta$ En ella le enterramos, el 1ltimo día de octubre de aquel año, bao la luna de +alencia ! unto a los restos mortales de la bella +izen$ 7l día siguiente, un periódico de Mil0n publicaba con sorda ironía la noticia: «Fallece cuando se disponía a suicidarse$% 7 mí me parece que Maestro, de haberla leído, la habría encontrado tan est1pidamente cómica como la muerte misma$
PER" N" %A(AM"S )A MAS $I!ERA!RA
(ero no hagamos !a m0s literatura$ (or este mismo correo )o mañana. te envío, certificado, mi cuaderno de versos, que guardar0s, ! del que podr0s disponer para cualquier fin como si fueras !o mismo$ )$$$. 7diós$ i mañana no consigo la estricnina en dosis suficientes, me arroar" al metro$$$
M78;@ E 72A78
Enrique +ila2Matas nació en 5arcelona en 34XR$ En el TR se fue a vivir a (arís, autoe#iliado del gobierno de Franco ! buscando ma!or libertad creativa$ El apartamento donde se instaló se lo alquiló la escritora Marguerite uras$ urante estos años subsistió realizando pequeños trabaos como periodista para la revista YFotogramasY, e incluso colaboró como figurante en una película de Bames 5ond$ +ila2Matas publicó su primer libro: Ya asesina ilustradaY en 34QQ, desde entonces no ha deado de escribir quiz0s porque, seg1n ha dicho "l mismo, *escribir es corregir la vida, es la 1nica cosa que nos protege de las heridas ! los golpes que da la vida$-
Aon la publicación de su Y>istoria abreviada de la literatura port0tilY comenzó a ser reconocido ! admirado en el 0mbito internacional, especialmente en los países latinoamericanos ! en (ortugal$ us obras son mezcla de ensa!o, crónica periodística ! novela$ u literatura, fragmentaria e irónica, dilu!e los límites de la ficción ! la realidad$
8odrigo Fres0n escribió que *una forma m0s tonta que e#traña de definir a +ila2Matas sería afirmar que se trata del m0s argentino de los escritores españoles$ espu"s de todo, allí est0n la manía referencial ! el siempre d1ctil aparato enciclop"dico, el humor en serio, los uegos metaficcionales donde el autor es siempre protagonista, las apelaciones cómplices a su lector, ! el tr0nsito