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SOBRE EL DESTINO XIV
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traron que esto concurre con Ia teoria del destino. Asimismo tienen Ia creencia de que, m ediante Ia homonimia, engaiian a sus oyentes de que escapan de las consecuencias absurdas de lo que dicen quienes afirman que nada depende de nosotros. Pero, a! afirmar ellos estas cosas, en primer Iugar, alguien podria redamarles razonablemente por que, entonces, dandose por destino cosas distintas a traves de cosas distintas, y actuando el destino a traves de la naturaleza propia de cada uno de los seres, aseveran que lo que depende de ellos nose aplica en los demas casos, sino solo en el de los animales. En efecto, es posible decir que los motivos por los cuales afirman que las cosas que sedan a traves del animal dependen del animal, tambien se aplican en el de cada uno de los demas seres. Dado que las cosas que sedan a traves del animal nose darian de otro modo, si el animal no hubiera tenido un impulso, sino que sedan a causa de que otorga su asentimiento y de que tuvo un impulso (pero no habiemlo otorgado su asentimiento, no se dan), 30 dicen que estas cosas dependen del animal y que por necesidad se daran por Cl (pues no cs posible que se den de otra manera), y creyendo ellos que aquellas casas depcnden del animal en vircud de que no son susceptibles de darse a traves de alguna otra cosa, excepto a traves de el, y de que tampoco son susceptibles de darse a traves de el de otra forma mas que de esta. Sin embargo, es posible decir que esto tambien se aplica a cada uno de los demas seres. En efecto, tampoco lo que se d'\ a craves del fuego podria darse por otra cosa ni puede darse a traves del fuego de otro modo mas que a traves del calentar; por lo tanto, dado que no pueden darse de otro modo las cosas que se dan a traves del fuego a menos que el fuego caliente (y 29
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calentando el, se daran, y no calentando, no se dad.n), estas cosas dependerfan del fuego. Tambien sera posible decir las mismas cosas en el caso de cada una de las demas entidades. 2Por que, pues, es preciso extenderse, si ya esra comprendido lo anterior? Acerca de su uso de los terminos no hay reproche. Mas bien, creer que se otorga, en las casas que se dan a naves de ellos, alguna ventaja a los animales sabre las demas entidades a traves de las cuales alga que les es propio tambien se da, sin conservarles ninguna otra ventaja mas que el termino "depende de ellos", eso es lo que debe reprocharseles, o bien porque se engaiian a si mismos, porque el termino es comun, o bien porque eligen engaiiar a los demas. Mas aun, alguien podrfa extraiiarse de la siguiente caracteristica de su postura: 2por que dicen que lo que depende de nosotros se da cuando nos vemos afectados en el impulso y en el asentimiento, por lo cual preservan asimismo lo que depende de nosotros en todos los animales? En efecto, lo que depende de nosotros no radica, al ocurrir una impresi6n, en ceder o en tener, por la impresi6n, un impulso a partir de sf mismo hacia lo que aparece; mas bien, esto seria quiza preparative e indicative de lo voluntario. Pero ciertamente no es lo mismo lo volunrario y lo que depende de nosotros. 31 En efecto, voluntario es lo que se da a partir de un asentimiento no forzado, pero depende de nosotros lo que se da con el asentimiento que va de acuerdo con la raz6n y la selecci6n. 32 Por ello, si alga depende de nosotros, eso tambien es voluntario, pero, ciertamente, no todo lo voluntario depende de nosotros. En efecto, acn!an voluntariamente incluso los animales irracionales que actuan segun el impulso y el asentimiento que
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esta en ellos, pero es propio del ser humano que dependa de el alguna de las cosas que suceden por el. En efecto, para el ser humano, el ser racional consiste en tener en sf mismo a la raz6n como discriminadora y descubridora de las impresiones que se forman y, en general, de lo que debe hacerse o no. Por ello, los demas animales, quienes ceden a las solas impresiones, tienen en ellas las causas de los asentimientos y de los impulsos en cada una de sus acciones. Pero el ser humano tiene a la raz6n como discriminadora de las impresiones que le vienen de fuera, acerca de las cosas que deben hacerse, usando la cual examina cada una de elias, no solo si aparece de tal modo, sino tam bien si es real. Si en la busqueda racional se da el caso de que descubri6 que su ser es distinto de su aparecer, no cedi6 a ella porque es de este modo , sino que se opone a ella porque no es realmente de tal clase. En todo caso, es de esta manera que a menudo rehuye incluso ciertos placeres aparentes, a pesar de que tenga deseo de ellos, porque no tuvo una raz6n que concordara con lo aparente. Asimismo rechaz6 incluso algunas cosas que le parecieron convenicntes, habiendose opinado esto por la raz6n. Si lo que depende de nosotros radica en el asenrimiento racional, el cual se produce a traves de la deliberaci6n, y ellos afirman que radica, mas bien, en el asentimiento y el impulso, entonces, puesto que tambien se dan irracionalmente, es manifiesto, mediante las cosas que ellos dicen, al analizar muy descuidadamente lo que depende de nosotros, que no dicen ni que es, cuando se da, ni en que se da. Porque la esencia de lo racional no es otra cosa sino constituir un principia de acciones. En efecto, asi como la esencia de algo diverso esta en algo diverso (la del animal est:i en ser una entidad capaz de tener 31
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impulso, Ia del fuego, en lo calieme y en ser una entidad capaz de calentar, y Ia de otra cosa, en algo distinto), asf tambien Ia del hombre esd. en ser una entidad capaz de razonar, lo cual es equivalente a tener en sf mismo un principio tanto de elegir algo como de no elegirlo. Y ambos son lo mismo, de modo que quien elimina esto elimina al ser humano. Sin embargo, al dejar de lado lo racional, parecen ubicar lo que depende de nosotros en el impulso y, puesto que dicen que para ellos lo que depende de nosotros ya no radica en Ia deliberaci6n, el sofisma tiene exito. En efecto, en lo tocante al impulso estan dispuestos a decir que las cosas que suceden segun impulso dependen de los animales. Porque es imposible que, sin impulso, hagan las cosas que sedan a traves de ellos. Pero si lo que depende de nosotros radica en deliberar, entonces ya no se sigue de lo que dicen que no sea posible que las cosas que se dan a u·aves del ser humano se den de otro modo, en virtud de que, siendo capaz de deliberar, el ser humano no hace deliberadamcnte todo lo que se da a traves de el. En efecto, no todas las cosas que haccmos, las hacemos habiendo deliberado, sino que, en muchos casos, no concediendo la ocasi6n el tiempo para deliberar sobre las cosas que deben hacerse, h acemos ciertas cosas sin haber deliberado, mientras que en muchos otros casos, actuamos por pereza o por alguna otra causa. Si algunas cosas se dan habiendo nosotros deliberado sobre elias, y otras, en cambia, incluso sin haberlo hecho, ya no queda Iugar para decir que dependen del ser humano las cosas que se dan a traves de deliberar, en virtud de que no es posible que algo se de de orro modo a traves de el. Por ende, si hacemos unas cosas h abiendo deliberado y, otras, sin haberlo hecho, las cosas
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que se dan a traves de nosotros ya no se dan tan sencillamente como las que se dan a traves de los animales, a traves del fuego o a traves de dos cuerpos pesados. Asimismo, si tenemos ademas el poder de parte de la naturaleza de hacer alga habiendo deliberado, es maniflesto que tambien tenddamos el poder de hacer otra cosa por haber deliberado, y no en absoluto aquello que habriamos hecho incluso sin haber deliberado. En efecto, habriamos deliberado en vano. XV El hecho de que, dejandose llevar por la tesis de que 'si uno actua algunas veces de esta man era y otras de otra dadas las mismas circunstancias, se introduce un movimiento sin causa', digan que uno, por esa raz6n, no es capaz de hacer lo opuesto de lo que hace, quizas sea tambien de las cosas que, como las anteriores, han sido pasadas por alto. Pues no siempre las casas que se dan por una causa tienen en todos los casos una causa externa de que se den. En efecto, es debido a tal poder, que hay algo q uc dcpende de nosotros, pues nosotros tenemos, y no una causa externa, el control sobre las cosas que as! sedan. Por esta raz6n, las cosas que se dan de este modo no se dan sin causa, pues tienen su causa de parte de nosotros. El ser humano es, pues, principio y causa de las acciones que se dan a traves de el, 33 e, incluso, del mismo modo que la esencia de la esfera es dejarse ir cuesta abajo cuando rueda, la esencia del ser humano es esto: tener en sl mismo la causa de actuar de una manera determinada. Por ello, cada una de las demas cosas se sigue de las causas que desde fuera la circundan, pero el ser humano no, porque su esencia radica en tener e1 principia y la causa en si mismo, de manera que no necesariamente sigue a las cosas que desde fuera lo circundan. 33
SOBRE EL DESTINO XV
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En efecto, si para nosotros fuera el caso de que la selecci6n de las acciones que deben realizarse se hiciera en relaci6n con una sola meta, quizas hubiera habido una raz6n de que nuestras selecciones acerca de las mismas fueran similares. Pero dado que esto no es asi (pues elegimos las cosas que elegimos, a veces por algo bello, ocras veces por algo placentero, y orras por algo convenience, y no son las mismas las cosas que las producen), es posible que nosocros, movidos ahora h acia lo bello, prefiramos, de entre las cosas que nos circundan, a unas, y, por el contrario, a otras, cuando remitimos la selecci6n a lo placentero o lo convenience. Asi como no buscamos una causa distinta por la cual la tierra es movida hacia abajo conforme al peso que esca en ella, ni una por la cual el animal hace conforme al impulso lo que hace, en virtud de que concribuye desde sf mismo con es ta causa a que se den las cosas, siendo tal cosa su nacuraleza, del mismo modo no debe exigirse una causa discinca aparte del ser humano mismo, en el caso de las cosas que en las mismas circunstancias se producen por nosocros, a veces de una manera, y a veces de ocra. En efecto, la esencia del ser humano es esta: ser principia y causa de las acciones que se dan a traves de el. Sin embargo, noes verdad decir que incluso quienes deliberaron asienten a lo que aparece, y que, por esco, tambien siguen a la impresi6n del mismo modo que los demas animales. En efecto, no todo lo que aparece es una impresi6n. 34 La impresion se da simple y separadamente de la raz6n por las cosas que desde fuera nos afectan, de manera semejance a las accividades sensoriales (por lo cual, cambien, tiene fuerza sobre codo en 34
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SOBRE EL DESTINO XVI
ALEJANDRO DE AFRODISIA /;~OIS I
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los animales irracionales); en cambio, aparecen algunas cosas -a las cuales ya nadie Hamada impresiones- que reciben la causa de su aparecer, tanto a traves de la raz6n como de parte del razonarniento. En efecto, el que asiente a alguna de ellas debido al razonamiento que se da en la deliberaci6n, es el mismo causa para si mismo del asentimiento. XVI Sin embargo, a partir de lo que hemos dicho, se comprende que ni preservan lo que depende de nosotros, quienes afirman que todo se d a segun destino (pues no preservan esto sobre lo cual investigamos, al menos si se preserva segun aquellos que intentan ofrecer una explicaci6n de que, desde un principia, el hecho en cuesti6n no es posible), ni es verdadera la causa que ellos ofrecen de que se anule tal poder, puesto que no tiene nada de razonable. Ahora bien, quienes anulan el hecho de que exista algo que dependa de nosotros de esta manera, consecuentemente confunden y perturban, en la medida en que d epende de ellos, la vida de los seres humanos.'15 En decto, siendo las cosas como de hecho son (pues tan fuerte es la verdad y evidente el testimonio de las cosas que se dan, que ni siquiera es posible convencer a alguno de ellos de no hacer las cosas que hacen en la creencia de que tienen el poder tanto de hacerlas como de no hacerlas, y rnenos aun a alguna de las demas personas), si la opinion de ellos cobrara tal fuerza que todos los seres humanos creyeramos que no tenemos el control de nada y que seguimos siempre a las circunstancias, cediendo y asintiendo a elias, y que hacemos lo que hacemos por estar necesariamente obligados a hacerlo (pues no nos es posible, siendo tales las circunstancias, hacer algo
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SOBRE EL DESTINO XVI
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disrinto), y, asimismo, por el contrario, que no hacemos lo que no hacemos por el hecho de que no podemos oponernos :t las circunstancias que son de tal tipo, entonces 2que podrfa suceder sino que todos los seres humanos, debido a tal creencia, rehuirian a cuantas cosas sedan con algun esfuerzo y atencion, y elegirian, en cambia, los placeres faciles, puesto que necesariamente se dara lo que debe darse aun cuando ~.:llos no hicieran nada bello al respecto? Estando ellos asi dispuestos y siendo consecuentes con sus elecciones (pues ciertamente noes a causa de su creencia falsa sobre los hechos que estos seran distinros de como son), 2que otra cosa se dara sino cierto menosprecio de parte de todos por las cosas bellas (pues la adquisici6n y el cui dado de todas las cosas de ese tipo implica un trabajo constante) y la eleccion de las cosas malas que se dan con facilidad y placer? 2Cual seria el argumento de ellos en contra de aqudlos que llegaron a esto por creer en sus docrrinas? Pues si fueran a responsabilizarlos, dirian justificadamente contra ellos que no les era posible, siendo tales las circunsrancias, hacer algo distinto. 2Como seria razonable que los censuraran los que, gracias a cstas doctrinas, llegaron a ser sus maestros? Mas bien, ni cen~uras, ni castigos, ni exhortacion, ni honra, ni ninguna de esa dase de cosas conservara, segun ellos, su naturaleza propia, ~ino que cada una de elias, y tambien aquellas en las cuales se dan estas, sera algo que se da necesariamente. En efecto, en el caso del rap to de Helena, 2c6mo podria Alejandro, hijo de Priamo, al haberse equivocado, ser culpable? Y ~como podria Agamenon condenarse razonablemenre a si Ill ismo afirmando 'ni yo inismo lo niego'? 36 En efecto, hubiera 36
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XVII
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sido razonable que fueran culpables, si Alejandro hubiera tenido el poder de desdenar las circunstancias de entonces, que lo invitaban al rapto, o Agamenon el de desdenar aquellas cosas que se reprocha en la creencia de haberse equivocado. Pero si desde hace mucho tiempo, o aun antes de eso, e incluso antes de que se diera el comienzo de estos sucesos, era verdadera cada una de estas cosas dichas mas arriba acerca de cada uno de estos sucesos, por los cuales, habiendolos hecho, se les reprende, ~como, aun asf, podrfan tener la culpa de los sucesos mismos? ~Como explicara alguien que tanto las virtudes como los vicios tambien dependen de nosotros? Porque, si es asf, a traves de nosotros, ~como serfa todavfa razonable que unos fueran objeto de alabanzas, y otros, de censuras? En efecto, esta doctrina no hace sino proveer una defensa a los malos. Pues en todo caso no vemos que nadie culpe al destino ni a la necesidad, ni de las acciones buenas ni de las bellas, pero si a los malos que alegan que son tales por aquel. Creyendo que incluso los filosofos lo afirman, 2c0m0 no correran ellos mismos hacia estas cosas con toda libertad, y como no exhortaran a elias? XVII ~Como preservarian quienes dicen semejantes cosas la providencia hacia los mortales que se dade parte de los dioses? En efecto, si las manifestaciones de los dioses, que se dice que se producen para ciertas personas, ocurren segun una causa antepuesta, de manera que, antes de que nazca cualquiera de ellos, es verdadero el hecho de que, de alguno, habra cierta proteccion por parte de los dioses, pero no de otro, 2como se justificaria Hamar a esto "providencia'' si se da, no por merito sino por una necesidad antepuesta? ~Como se preservarfa, ade-
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XVIII
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mas, la piedad hacia los dioses de quienes tienen fama de ser piadosos, puesto que, al actuar de esta manera, no dependia de ellos no hacerlo? Quienes tuvieran una ventaja sobre los demas, tambien ella provendria de los dioses, puesto que incluso los principios de estas ventajas estarian antepuestos antes de que ellos existan. Y ~como no anularian tambien la mantica cuando anulan su utilidad? 37 ~Que podria uno aprender, o de que podria uno prevenirse por haber aprendido de los profetas, si las t'micas cosas que nosotros podemos aprender y ellos revelar son tales, que el hecho de que aprendamos cada una de elias y de que las hagamos o no, seria necesario incluso antes de nuestro nacimiento, y si no esti bajo nuestro control atenernos a las predicciones de los dioses en virtud de que han sido antepuestas las causas de lo que llegara a ser por nosotros? XVIII En cierto modo, para cualquiera es facil comprender que esta doctrina es causa de perturbacion de toda la vida humana. Y de que es falsa, prueba suficiente es el hecho de que ni siquiera sus propios defensores son capaces de atenerse a las cosas que ellos mismos afirman. En efecto, as£ preservan en sus discursos lo libre y la autodeterminacion, como si nunca hubieran escuchado de otra persona alguna opinion de ese tipo: por una parte, intentan exhortar a algunas personas a hacer algo bajo el supuesto de que elias tienen el poder de hacerlo o no hacerlo, pudiendo, las personas que se persuadieron, gracias a los argumentos que reciben de ellos, elegir ciertas cosas cuyos opuestos elias habrian hecho aunque ellos hubieran permanecido callados; pero, por otra, castigan esto y reprenden a algunas personas, porque, segun ellos, no hacen lo
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XIX
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que deben. Sin embargo, incluso siguen escribiendo muchos libros y los dejan a la posteridad, 38 por los cuales pretenden educar a los j6venes, pero no en la creencia de que, debido a que eran tales sus circunstancias, han estado impedidos de no escribirlos, sino en la creencia de que depend{a de ellos escribir o no, eligiendo escribir por filantrop1a. XIX Habrian puesto fin a esta ambici6n en sus discursos, y concedido que lo que depende de nosotros es libre, autodeterminado y tiene el control sobre Ia elecci6n de opuestos y sobre la acci6n en las mismas circunstancias, si hubieran puesto atenci6n a las cosas en las cuales todos estan de acuerdo. Pues hay una ley que se considera justa por los hombres, tanto particulates como legisladores, y es esta: 'quienes involunrariamente han hecho algo de tal tipo, son dignos de merecer el perd6n' dado que el castigo se define, no en referenda al acto que se realiza, sino al modo de la acci6n; a esa ley ni ellos mismos ni nadie mas impugnan, en la creencia de que no es noble hacerlo. Sin embargo, quienes saben lo que est:in hacienda, pero, por hallarse en circunstancias en las cuales deben hallarse por necesidad, no tienen en s{ mismos el poder de hacer algo distinto de las cosas que hacen, en virtud de que su naturaleza es de tal tipo y de que por destino se hacen las casas que se hacen segun la naturaleza propia (como en el caso de las cosas pesadas que se arrojan es segun destino ser llevadas de arriba abajo, y, en el caso de las casas redondas, moverse por sl mismas en un plano inclinado, si son empujadas), ~por que sedan estos menos dignos de perd6n que quienes yerran ya sea por ignorancia o a la fuerza? En efecto, parecido a esto, es considerar justa castigar a un caballo porque no es un ser
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XIX
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humano, y, a cada uno de los demas animales, porque les ha tocado esta suerte y no una mejor. Sin embargo, ningun Falaris es tan cruel e insensato que, en alguno de los casos que se diode este modo, castigue al agente. 39 Ahora bien, ~en que casos son razonables los castigos? No en otros sino en aquellos que se dan a causa de su propia elecci6n malvada. En efecto, en los casos en que ellos mismos tienen el poder de elecci6n, dado que dejan de lado que el objetivo de las cosas que hacen es hacer lo noble y Ia ley, y que, pasandolos por alto en vista de ganancia o de algun placer, hacen cosas indignas, todos los hombres consideran que ellos merecen el castigo, dando su perd6n a quienes no yerran de esta manera. Ya es bora de que todos los malos que aprendieron esta doctrina desconcertante de parte de los fil6sofos, ensefien a sus maestros que tambien ellos son dignos de perd6n, no menos que quienes yen·an involuntariamente. Pues no hacen lo que hacen por algo externo que los obligue, tal que les fuera posible incluso precaverse de ello, pero no es posible que algo los libere de la naturaleza que esta en ellos, y nada hay digno de culpa, ni siquiera en las cosas en que yerran. Pero si nadie mas, ni siquiera los que detentan esta doctrina, perdonada a quien se disculpa de sus yerros diciendo algo que es falso, es manifiesto que ellos e igualmente todos los demas han crefdo que lo que depende de nosorros noes como ellos lo presentan cada vez que se ocupan del problema, sino del modo en que, a traves de sus actos, estos mismos y todos los seres humanos lo demuesti:an. Pues si hubieran creido que esto es asi, hubieran perdonado todas las cosas a los que yerran porque no tienen el poder de no hacer ninguna.
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ALEJANDRO DE AFRODISIA 20
SOBRE EL DESTINO XXI
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XX Ahora bien, lo dicho hasta aquf tambien basta para demostrar que es posible aplicar a algo el termino "lo que depende de nosotros", y que no existe nada que se de sin causa debido a este poder, por el hecho de que el ser humano sea el causante de las cosas que se dan de este modo, siendo el el principio de las cosas que se dan por el. Suficientemente se hubieran convencido tambien los que intentan argumentar en contra de ello, si hubieran perseverado, aunque sea por poco tiempo, en realizar todas las cosas que hacen creyendo estar en lo cierto acerca de lo que dicen, habiendo confiado en que ninguna de las cosas que se dan por alguien se dan como si tambien tuviera el poder de no hacerla en ese momento. En efecto, para quien esti convencido de esto, no es posible que censurar a alguien, alabar a alguien, aconsejar a alguien, exhortar a alguien, implorar a los dioses, reconocerles algun favor acerca de algo, o cualquiera de las otras acciones que deben hacerse, sean cosas hechas de manera razonable por quienes estan convencidos de que tienen el poder de no hacer cada una de las cosas que hacen. Ahora bien, sin estas cosas, la vida de los humanos es insoportable y, para empezar, ni siquiera es propia de humanos. 40 XXI Tampoco dejemos sin examinar esto: si alguien supusiera que el que exista algo que dependa de nosotros, como nosotros lo pensamos y la naturaleza de los hechos lo atestigua, en nada es mas verdadero que el que todo se de por necesidad y segun destino, sino que cada una de estas opciones es, en igual medida, o digna de creencia o no evidente, ~a cual opinion es inas seguro y menos peligroso para los seres humanos atenerse, y cual falsedad es preferible? ~Acaso, dandose las cosas segun
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
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destino, suponer que no se dan de ese modo sino que nosotros tenemos el control de hacer algo 0 de no hacerlo, o, mas bien, habiendo algo que tambien depende de nosotros (de la manera en que hemos dicho), creer que es falso y que todas las cosas que se dan por nosotros segun nuestro poder se dan necesariamente? 41 0 es claro que, dan dose todas las cosas segun destino, los que se convencen a sf mismos de tener el poder sobre ciertas cosas de hacerlas o no, no se equivocarfan respecto de esa creencia en nada de lo que hacen, por el hecho de que ni siquiera desde un principia tenfan poder sobre alguna de las cosas que sedan por ellos. Por consiguiente, el riesgo de equivocarse en esto se queda en las palabras. Pero si, en todo caso, vamos a atenernos a que, habiendo algo que tambien depende de nosotros y no dandose todas las cosas por necesidad, no tenemos el control de nada, dejaremos de lado muchas de las cosas que hubieramos debido hacer, ya sea a causa de haber deliberado acerca de ellas, ya sea a causa de haber sufrido animosamente las penas asociadas a las acciones, habiendonos vuelto mas perezosos respecto de hacer algo mediante nosotros mismos, a causa de la creencia de que lo debido se darfa, aunque nosotros no hagamos nada respecto de lo que debe de hacerse. Siendo asf las cosas, es evidente que es preferible para los fil6sofos elegir el camino menos peligroso y conducir hacia ei a los demas. XXII Habiendo ya considerado estas cosas, es igualmente importante considerar que quienes alegan las cosas dichas por aquellos acerca del destino, tambien vean si la fuerza que tienen es tal que serfa razonable, debido a su afinidad con la verdad, desdeiiar de esta forma incluso los hechos evidences.
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SOBRE EL DESTINO XXII
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXII
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En lo que a nosotros respecta, Ia exposici6n de estos asuntos s6lo se extended. en Ia medida en que sea uti! para los objetivos que nos hemos fijadoY Afirman, ciertamente, que este cosmos, siendo uno y conteniendo en si mismo a todos los seres, y siendo administrado por una naturaleza viviente, racional y pensante, lieva a cabo Ia administraci6n eterna de los seres, que avanza segt'm una cierta concatenaci6n y seriaci6n, siendo causas las cosas que se dan primero, de las que se dan despues, y, en este sentido, estando unidas todas las cosas entre elias. Ni hay nada en el que se de de modo que alguna otra cosa no lo siga necesariamente y este en contacto con el como con una causa, ni, a su vez, ninguna de las cosas que sobreviene es capaz de liberarse de las cosas que la han precedido, de forma que no siga a ninguna de elias, como si no estuviera unida a elias. Por el contrario, a toda cosa que se da le sigue alguna otra, atada esta a aquella por necesidad como a su causa, y todo lo que se da tiene algo que le precede, con lo cual est:i enganchado como con su causa. De las cosas que se dan en cl cosmos, nada es ni se da sin causa, debido al hecho de que, de las cosas que se dan en el, no hay ninguna que este liberada o separada de todas las cosas que le han precedido. En efecto, el cosmos se despedazaria y se dividiria, y dejaria de permanecer siempre uno, administrado segun un ordenamiento y una unica seriaci6n, si alguien introdujera un movimiento sin causa, el cual seria introducido si todos los seres y todas las cosas que se dan no tuvieran determinadas causas que los precedieran y a las cuales siguen por necesidad. Afirman que lo que se da sin causa es semejante a, e igualmente imposible que lo que se da a partir del no ser, y que, siendo
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXIII
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de tal tipo la admistraci6n del todo, esta se da desde siempre y para siempre, activa e incesantemente. 43 Habiendo cierta diferenciaci6n entre las causas, a! hablar de Ia cual se refieren como a un 'enjambre' de causas, unas siendo desencadenantes, otras coadyuvantes, otras constitutivas, otras cohesivas, y otras de otro tipo 44 (en efecto, no se debe alargar el discurso presentando todas las cosas que dicen, sino indicar el espiritu de su doctrina acerca del destino); siendo pues numerosas las causas, ellos afirman que es cierto, de todas elias por igual, que es imposible que, siendo las mismas todas las circunstancias en torno tanto a Ia causa como a aquello para lo cual es causa, en un caso el efecto no ocurra de este modo pero, en otro, si. 45 En efecto, si esto sucediera, habria un movimiento sin causa. Ellos afirman que el destino mismo, esto es, Ia naturaleza y Ia raz6n de acuerdo con Ia cual se administra el todo, es dios y que csta presente en todos los seres yen todas las cosas que se dan, y que, de este modo, usa a Ia naturaleza propia de todos los seres para Ia organizaci6n del todo. 46 Tales, en pocas palabras, Ia doctrina que ellos tienen acerca del destino. XXIII La falsedad de estas afirmaciones no requiere de ningun argumento o refutaci6n externa, sino que puede captarse por si misma. En efecto, NUe refutaci6n mas clara hay de un discurso, que el hecho de que nose a justa a aquellas cosas acerca de las cuales habla? En rodo caso, la primera afirmaci6n de que rodos los seres son causa de determinados seres que se dan despues de ellos, y, en este sentido, esos hechos son continuos entre si en virtud de que los segundos esran enganchados con los primeros, lo cual ellos postulan como esencia del desti-
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SOBRE EL DESTINO XXIII
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXIV
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las casas que se dan despues tengan por necesidad como causa algunas de las antecedentes. 48 Pero hay, de las casas que se dan, algunas tales, que tienen una causa, pero ciertamente no propia ni principal, sino, como solemos decir, accidental. En efecto, el resoro encontrado por el que cava con vistas a plantar, tiene el cavar como causa, pero ni propia ni por si misma. Pues las casas que son causa en sentido estricto, tienen lo causado como algo que se sigue, o solo por necesidad, como ellos piensan, o las mas de las veces. En cambia, las casas que son causa accidental raramente resultan ser causa de las casas causadas. De manera que se sigue que quienes hablan de esta manera, tanto afirman que nada se da sin causa como rescatan que algunas casas se den por azar y espontaneamente, y tambien que exista en los hechos y no solo de palabra lo que depende de nosotros y lo contingente. XXV Pues,
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En efecto, vemos que en muchos casos lo mismo es causa tanto de las cosas que se dan primero como de las que se dan despues. En todo caso, de ponerse de pie y de caminar, la causa es la misma, pues ponerse de pie no es causa de caminar, sino que de ambas cosas es causa el que se pone de pie y camina, esto es, su elecci6n. Y vemos tambien que tanto de la noche como del d1a, porque tienen cierto arden entre ellos, la causa es una y la misma, y asimismo del cambia de las estaciones. En efecto, el invierno no es causa del verano sino que de este y de aquel es causa el movimiento y la revoluci6n del cuerpo divino, as{ como la inclinaci6n conforme a la ecl1ptica, moviendose de acuerdo con la cual el sol es causa de todas las cosas antes mencionadas por igual. Ciertamente no es porque la noche no es causa del d1a o el inverno del verano ni tam poco porque estas cosas no se entrelazan entre elias a la manera de una cadena, que ell as se den sin causa, y, si las cosas no se dan de este modo, tampoco se despedazari la unidad del cosmos y de todas las cosas que se dan y existen en el. Pues bastan los seres divinos y la revoluci6n de estos para asegurar la continuidad de las cosas que se dan en el cosmos. 50 Pero tampoco caminar carece de causa porque no tenga su causa en ponerse de pie. Por consiguiente, no recae en la cadena de causas que ellos afirman la responsabilidad de que nada se de sin causa. As£ como los movimientos y los tiempos tienen una causa (pero ciertamente el movimiento no tiene como causa el movimiento anterior, ni el tiempo, el tiempo anterior), as{ tam bien tienen una los hechos que sedan en ellos y a traves de ellos. En efecto, existe una causa de la continuidad de las cosas, por medio de la cual el cosmos es uno y eterno, administrado
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siempre segun lo mismo y de Ia misma manera. Es preciso buscar y no dejar de !ado esta causa, pero no hay necesidad de suponer que es tal que lo mas reciente se da a partir de lo mas antiguo, como vemos que se da en el caso de Ia generaci6n de los animales Y Tambien es razonable decir que existe un principia en las causas que ya no tiene otro principia y otra causa que le sea anterior. En efecto, no es el caso de que, si todas las cosas que se dan tienen causa, ya por eso tambien existen necesariamente causas de todo, pues no todos los seres se generan. En efecto, 2c6mo no seria absurdo decir que las causas y su cadena y concatenaci6n avanzan al infinito de manera que no exista ni una primera ni una ultima? Decir que no existe una causa primera es eliminar Ia causa, y, eliminado el principia, necesariamente tambien se elimina lo que viene despues de el. Asimismo, segun esta doctrina, se eliminaria incluso Ia ciencia, si efectivamente Ia ciencia es principalmente el conocimiento de las causas primeras, y si no existe, segun ellos, lo primero en las causas.52 De Ia misma manera, no toda infracci6n del orden elimina las cosas en las cuales se da el orden. Pues noes imposible que algunas cosas se den incluso contra Ia ordenanza de un rey, y no por eso se vuelven absolutamente destructivas del reino. Asimismo, no es el caso de que, si algo semejante se da en el cosmos, ya por eso se disuelve absolutamente Ia felicidad que hay en el cosmos, como tampoco Ia pereza ocasional de los servidores disuelve Ia de una casa y la de su dueiio. 53 XXVI No es absurdo polemizar sobre las cosas que ellos polemizan en torno a! hecho de que lo que depende de noso-
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SOBRE EL DESTINO XXVI
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXVI
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tros sea tal como se ha creido en la preconcepci6n comun de los seres humanos. En cambia, ~como · no serfa completamente absurdo el hecho de que quienes se aferran a ideas polemicas, como si estas fueran aceptadas por todos, eliminen lo que es tan evidente, y declaren que la vida humana es un juego de sombras y de nifios, y que incluso peleen por estas ideas polemicas contra sf mismos? En efecto, tampoco el que no puede solucionar algunos de los argumentos de Zenon contra el movimiento ya por eso debe eliminar el movimiento, pues Ia evidencia del hecho es una condici6n mas suficiente para el asentimiento, que toda conviccion que elimina el hecho mediante argumentos. No estarfa mal, quiza, que tambien nosotros, discutiendo sobre las cosas sobre las que ellos polemizan, examinemos como son aquellas en que su osadia a! sostenerlas es mayor. En efecto, parece que quiza no sean demasiado diffciles de refutar. Una de las casas sobre las que ellos polemizan es la siguiente: "Si dependen de nosotros aquellas casas de cuyos contraries tambien somas capaces, y en tales casas -afirman- se dan las alabanzas y las censuras, las exhortaciones y las disuasiones, los castigos y las recompensas, entonces, ni ser sabio ni tener las virtudes depended. de quienes las tienen, porque ya no pueden recibir los vicios opuestos a las virtudes, y asimismo tam poco los vicios dependerin de los viciosos, pues tampoco depende de estos el ya no ser viciosos. Ahora bien, es absurdo no decir que las virtudes y los vicios dependen de nosotros y no decir que las alabanzas y las censuras se dan en estos casos. Por tanto, lo que depende de nosotros no es de este tipo". 54
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SOBRE EL DESTINO XXVII
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XXVII A estos, habiendoles concedido que las virtudes y los vicios no pueden perderse, quiza podriamos decir, de manera mas facilmente captable, que las disposiciones dependen de quienes las tienen, en la medida en que antes de haberlas adquirido dependia de ellos tam bien no adquirirlas. 55 En efecto, quienes tienen las virtudes, habiendo elegido lo mejor para si mismos en vez de descuidarlo, se han vuelto causa de la adquisici6n de las virtudes, y de manera semejante los que tienen los vicios. El mismo argumento se aplica tambien en las artes. En efecto, cada uno de los artesanos, antes de tener el arte, tenia tambien el poder de no volverse artesano, pero habiendose vuelto uno, ya no tendra el control de no haberse vuelto uno ni de no serlo, En efecto, las generaciones de tales cosas dependen de nosotros y, por eso, no es iguallo verdadero en las cosas que van a ser, las que son y las que se han dado, porque noes posible que lo que es y lo que se ha dado no sea o no se haya dado, pero lo que va a ser admire darse y no darse. Por eso, antes de que determinada persona tuviera la virtud, era verdadero admitir tambietl que no se volviera de tal tipo, pero del que se vuelve de tal tipo, habh~ndose vuelto de tal tipo, es verdadero decir que se volvi6 de ese tipo. Por consiguiente, si el sabio fuera tal de nacimiento, y si, ademas, de las otras cosas que le fueron dadas por naturaleza, hubiera adquirido de ellas ser sabio, no dependeria de el en absoluto ser asi, como tampoco depende de el ser bipedo o racional. 56 Ademas, tam poco seria alabado por ser asi, sino que uno se admiraria de que el tuviera de parte de la naturaleza divina un don tan grande. En efecto, asi como, de entre aquellos que estan sanos, alabamos a quienes, siendo debiles por 51
SOBRE EL DESTINO XXVII
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naturaleza, son sanos debido al cuidado de sf mismos (porque son precavidos respecto de sf mismos, gracias a lo cual no se enferman), y, en cambio, a los que son sanos por naturaleza, y no se enferman sin esfuerzo ni preocupaciones, ya no los alabamos sino que los felicitamos porque tienen sin esfuerzo aquello que tambien es deseable para los otros, aunque les venga con diflcultad; del mismo modo e incluso en mayor grado, hariamos eso en el caso de las virtudes, si por naturaleza estuvieran presentes en ciertas personas, lo cual hacemos ciertamente en el caso de los dioses. 57 Ya que esto es imposible para nosotros, y es preciso no pedicle nada imposible a Ia naturaleza (pues ella es Ia medida de lo posible y de lo imposible: en efecto, Ia virtud es la perfeccion y la cima de la naturaleza propia de cada uno, yes imposible que algo sea imperfecto estando en Ia perfeccion, pero lo que se da es imperfecto por el mero hecho de darse), tampoco es posible que el ser humano tenga naturalmente la virtud. 58 Por cierto, Ia naturaleza no contribuye con el en nada para Ia adquisicion de Ia virtud, aunque eJ tiene de parte de ella una capacidad y una aptitud para recibirla, las cuales ninguno de los demas animales tiene. Por esta capacidad, el hombre se distingue por naturaleza de los demas animales, aunque sea dejado atras por muchos animales en las ventajas corporales. Por consiguiente, si tuvieramos de parte de Ia naturaleza Ia capacidad de recibir las virtudes de manera que tam bien Ia adquirieramos progresando y perfeccionandonos, como de hecho adquirimos Ia capacidad de caminar y de que nos crezcan los dientes, Ia barba y cualquiera otra de las cosas que nos sobrevienen por naturaleza, de esa manera no dependerian de nosotros las vir52
ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXVII
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tudes, como tampoco depende de nosotros ninguna de las casas antes mencionadas. Dado que no las adquirimos de esta manera (en efecto, si fueran as{ como las otras capacidades, y tanto la sabiduria como la virtud fueran congenitas a los seres humanos, entonces, as{ como les tocan las demas capacidades naturales, asi tambien todos, o al menos muchos, tendriamos de parte de ella no solo la capacidad de recibir las virtudes, sino tambien las virtudes mismas, y asimismo tampoco se necesitada en absoluto ni de alabanzas ni de censuras ni de nada por el estilo con respecto a las virtudes y a los vicios, porque tienen, de su adquisici6n, una causa y una raz6n de ser mas divinas), dado pues que ese noes el caso (en efecto, vemos que no todos ni la mayoria tienen las virtudes, lo cual es signo de las cosas que sedan de acuerdo con la naturaleza, pero debe bastarnos que las haya adquirido al menos una persona que, mediante el ejercicio y el aprendizaje, muestre la ventaja natural de los seres humanos respecto de los demas animales, supliendo esa persona por sf misma aquello de lo cual necesariamente carecemos por naturaleza), por ello depende de nosotros la adquisici6n de las virtudes y no son inutiles ni vanas ni las alabanzas ni las censuras ni las exhortaciones hacia lo mejor, ni la educaci6n mediante las buenas costumbres de acuerdo con las !eyes. En efecto, ninguna de las propiedades que determinados seres poseen por naturaleza puede alterarse por una costumbre (tampoco lo pesado se arrojara hacia arriba tantas veces como para que se acostumbre a subir de acuerdo con su propia naturaleza), pero los caracteres de los humanos si se vuelven tales o cuales mediante las costumbres. Y en el caso de las cosas que tenemos por naturaleza, habiendo adquirido primero las
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SOBRE EL DESTINO XXVIII
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disposiciones de esa manera, actuamos de acuerdo con ellas (en efecto, no porque vemos muchas veces poseemos la disposici6n visual, sino porque la tenemos, en esa medida vemos). Pero en el caso de las cosas que no tenemos por naturaleza, adquirimos disposiciones a partir de actividades. En efecto, nadie se volveria carpintero de otro modo mas que ejerciendo muchas veces las actividades del carpintero de acuerdo con las instrucciones del maestro. Por consiguiente, ya que tambien las virtudes las poseemos de este modo, pues tambien nos volvemos temperantes llevando a cabo las actividades relativas a la temperancia, no las tendriamos por naturaleza. XXVIII Quienes afirman que somos y nos volvemos de determinado tipo por necesidad y no nos dejan el poder de hacer o no hacer aquellas cosas a traves de las cuales podrlamos volvernos tales, y que, por esto, ni a los que se han vuelto malos ni a los que se han vuelto buenos les es posible no hacer estas cosas que por hacerlas se vuelven tales,
SOBRE EL DESTINO XXIX
ALEJANDRO DE AFRODISIA 0001
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no son sabios, son igualmente precipitados, 61 ~como no seria el ser humano el mas patetico de todos los animales, teniendo al vicio y a la precipitaci6n como cosas connaturales que le han sido asignadas por azar? Pero tenemos que dejar de lado por ahora el examen de las paradojas que se hallan en sus doctrinas, por medio de las cuales pierden consonancia con la verdad, 62 y retornar al punto de donde nos desviamos. XXIX Mostramos que ser de determinado tipo depende de la persona prudente de esta forma: porque ella misma es responsable de esa disposici6n y de su adquisici6n, en virtud de que tuvo tambien antes el poder de no volverse de ese tipo. Por consiguiente, no depende de ella ya no poseer esa disposici6n (del mismo modo en que detenerse ya no depende de quien se avent6 desde las alturas, aunque si tuvo el poder de haberse aventado o no), pero si depende de ella tambien no realizar algunos de los actos que realiza y para los cuales tiene la disposici6n de realizarlos. En efecto, si bien es sumamente razonable la tesis de que la persona prudente realice los actos que van de acuerdo con la raz6n y la prudencia, en primer lugar, algunos de los actos realizados por ella no son de ese tipo ni definidamente ni hasta un pun to determinado, sino que todas las cosas que se dan en ese sentido tienen un cierto rango de variaci6n, y el que en elias sea muy pequefio no anula lo que uno se ha fijado como meta. 63 En segundo lugar, la persona prudente no hace necesariamente nada de lo que elige, sino que actua en el supuesto de que tiene bajo su control hacer o no hacer alguna de esas cosas. 64 Pues en alguna ocasi6n podria parecerle razonable, para mostrar la libertad de sus actos, no realizar en tal ocasi6n lo que se realizaria por ella de modo razonable, si 55
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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SOBRE EL DESTINO XXX
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un adivino le hubiera predicho que ella iba a hacer esto mismo por necesidad. 65 Ciertamente esto lo sospechan tambien quienes dicen ser adivinos al no predecir nada de tal clase a quienes son capaces de refutarlos, evitando asf una refutaci6n inmediata. Mas bien, asf como se cuidan de no definir los tiempos de las cosas que ellos predicen que habran de darse, por ser esto facilmente refutable, asf tambien evitan decir y vaticinar algo a quienes son capaces de hacer inmediatamente lo opuesto de lo vaticinado. XXX Afirmar que es razonable que los dioses tengan conocimiento anticipado de las cosas futuras (pues es absurdo afirmar que ellos ignoran alguna de las cosas futuras) y, bajo ese supuesto, intentar probar por medio de ello la tesis de que todo se da por necesidad y segun destino, no es ni correcto ni razonable. 66 En efecto, si la naturaleza de los hechos diera cabida a esto, serfa sumamente razonable que nadie mas que los dioses conociera las cosas que van a darse. Pero cuando ella es incapaz de admitir esta clase de predicci6n y pron6stico, ya no es razonable ni siquiera que los dioses conozcan algo imposible. En efecto, las cosas imposibles retienen, por su propia naturaleza, ese mismo caracter ante los dioses. 67 Pues es imposible, incluso para los dioses, tanto hacer que la diagonal sea conmensurable con el lado como que sea el caso de que dos por dos sean cinco, o bien que no se de algo que se ha dado. De hecho, para empezar, en el caso de las cosas que son imposibles de este modo, los dioses ni siquiera desean hacerlas, pues la dificultad se halla en sus formulaciones mismas. De modo similar, incluso les es imposible saber por anticipado si lo que tiene en su pro pia naturaleza la capacidad de darse o no, es tal,
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXX
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que o bien necesariamente se dad., o bien no se dad. de ese modo. En efecto, si el pron6stico que hacemos sobre elias antes de que se den elimina en elias lo contingente, es maniflesto que, si esto se conservara, seria imposible su pron6stico. Que tambien, segun elios, esto sea as{, es manifiesto por el hecho de que, suponiendo que los dioses pronostican las cosas que van a darse, prueban con base en esto que esas cosas se dan por necesidad, en la creencia de que, si no se dieran de ese modo, no serian pronosticadas. Pero si, segun ellos, la necesidad se sigue del pron6stico y de la predicci6n de los dioses, pero no existiera en las cosas que se dan, entonces, segun ellos, ni siquiera los dioses pronosticarian las cosas que van a darse. Por consiguiente, tambien ellos retienen la misma incapacidad para los dioses, al menos si debe decirse que obedece a una incapacidad y debilidad no ser capaces de cosas imposibles. Ciertamente no es debido a la predicci6n que ellos atribuyen a lo divino un mayor poder, sino es debido a que presuponen este mayor poder de dios, que postulan semejante naturaleza de las cosas, hablando de manera que no se sigue de, ni es consistente en nada con como se dan los hechos y las cosas evidentes. En efecto, usando esta tesis, sera posible demostrar que todo lo imposible es posible en virtud de que es razonable que los dioses no lo ignoren, pues, presuponiendo alguien que es absurdo que los dioses no conozcan cuanto mide lo ilimitado, puede aiiadir que es posible conocer cuanto mide lo ilimitado, y, si este es el caso, que es posible que lo ilimitado este compuesto de ciertas medidas definidas. Pues, si no fuera ese el caso, ni siquiera los dioses sabrfan cuanto mide.
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SOBRE EL DESTINO XXXI
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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Sin embargo, puesto que pronosticar las cosas que van a darse es tener conocimiento de que tipo son tales cosas (pues pronosticar es distinto de hacer), es evidente que quien pronostica las cosas contingentes, las pronosticara como tales. En efecto, no es pron6stico decir que lo contingente se dara como si fuera a darse necesariamente, de manera que tambien los dioses pronosticarfan las cosas contingences como contingentes, de lo cual no necesariamente se seguira por tal pron6stico lo necesario. Asf tambien escuchamos a los que predicen. En efecto, los que predicen, al mismo tiempo que aconsejan a alguien elegir y hacer lo que se debe, no hablan acerca de las cosas que predicen como si fueran a darse necesariamente. Sin embargo, en general, si afirman que todo es posible para los dioses, entonces, aunque en ese caso lo imposible sera posible para ellos, ciertamente no se admitira que, mediante el pron6stico que hacen los dioses de las cosas que van a darse, todas las cosas que se dan, se dan necesariamente. Pero si reconocen que las cosas imposibles tambien son tales para los dioses, en primer lugar deben ellos mostrar que ese tipo de pron6stico es posible, para enseguida, de este modo, atribuirlo a los dioses. En efecto, no es ni claro ni de acuerdo con los hechos que los dioses realicen ese tipo de pron6stico acerca de las cosas que se van a dar. Nosotros, por tanto, no eliminamos ni la mantica ni el pron6stico de los dioses al decir que los hechos de la naturaleza se dan del modo en que ellos los predicen, XXXI pero tampoco privamos a los seres humanos de la utilidad de la mantica, Ia cual se da en virtud de que alguien sea capaz incluso de precaverse de algo, siendo que no se habrfa precavido si dios
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXXI
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no le hubiera aconsejado. 68 Ellos, por su parte, celebrando la mantica, y diciendo que esta solo se preserva en su propio discurso, y utilizando esta como indicio de que todo se da segun destino, 69 ademas de no decir nada verdadero, osan incluso decir acerca de los dioses ciertas cosas absurdas y totalmente ajenas a ellos. En efecto, ~como no serian absurdas las cosas que ellos dicen acerca de los dioses? Algunos objetan en contra de ellos por que, entonces, si todas las cosas que se dan, se dan necesariamente, los vaticinios por parte de los dioses resultan semejantes a consejos, como si los que los escucharon pudieran, por causa de lo que escucharon, haberse precavido de algo y hacerlo. Y asimismo ellos aducen el oraculo que se le dio a Layo por el cual Apolo le habla acerca de que no debe engendrar hijos:
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Ellos aflrman, como lo pregonan sus escritos, que el no da su oraculo como sino supiera que no sera obedecido (pues hade saberlo mas que cualquiera), sino porque sabe que, sino hubiera vaticinado nada semejante, nada se hubiera dado de las cosas que se dieron en la peripecia de Layo y Edipo. Pues ni hubiera Layo dejado exposito, como lo hizo, al hijo que le nacio, ni hubiera sido recogido el niiio por el boyero, ni tampoco hubiera sido dado en adopcion al corintio Polibo, ni, habiendose hecho hombre y habiendose encontrado a Layo en el camino, desconociendolo y siendo el desconocido , lo hubiera matado. En efecto, nunca habria desconocido a sus padres a! grado de matar al uno y de desposar a Ia otra, si hubiera sido criado en
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casa allado de ellos como hijo. Entonces, para que todas estas cosas se preservaran y se cumpliera el drama del destino, dios indujo, mediante el oraculo, una impresion en Layo de que podia precaverse de lo dicho, y cuando, embriagado, engendro a un hijo, dejo exposito a su hijo nacido para destruirlo , y este abandono se volvi6 causa de los mitos impios. Entonces, si alguien dice estas cosas ~como puede o bien preservar Ia mantica, o bien enseiiar concepciones piadosas acerca de los dioses, o bien mostrar que la mantica tiene alguna utilidad? En efecto, se considera que Ia mantica es prediccion de las cosas que van a darse, pero ellos hacen de Apolo el productor de las cosas que predice. Pues lo que nose hubiera dado asf, si dios no lo hubiera predicho de este modo, y es por eso que asf lo predijo, para que se dieran las cosas que dependen de ellos, ~como eso no seria obra de quien predice pero no indicacion de las cosas futuras? Sin embargo, si es preciso que los dioses tengan alguna ventaja sobre los demas adivinos, al punto de que incluso ayudan a que se den las cosas del futuro, entonces es razonable que contribuyan a que se de algo bueno (pues incluso los poetas continuamente celebran de los dioses aquello de que 'son dadores de cosas buenas').7 1 En todo caso, de acuerdo con las cosas que dicen, en nada Apolo coopera con Layo para ningun bien, sino que se enfrenta con ely hace todo para que ninguna de las mas impfas y mas sacrilegas cosas se alejen de su casa. Habiendo escuchado lo cual, ~quit~n no diria que la Hamada por los epicureos 'improvidencia' es mas sagrada que semejante providencia? 72 ~Como son consistentes entre sf, por una parte, decir que el destino es dios, esto es, que, para Ia preservacion del cosmos
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SOBRE EL DESTINO XXXII
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de sus consecuencias, que apoyar tales absurdos a causa de los fundamentos. Pero ellos tambien creen facilmente en las cosas mas absurdas, y no tardan en decir que hay ciertas causas de que elias se dan conforme a la raz6n. XXXII Pero basta de tales asuntos (pues es suficiente en cada caso revelar lo absurdo de la doctrina). Pienso que ha sido puesto suficientemente de manifiesto en que sentido depende de la persona prudente ser prudente, aunque no pueda no ser prudence. En efecto, no es porque ahara, cuando es prudente, dependa de el ser tal (pues tambien estaria bajo su control el no ser prudente ahara), sino porque, antes de volverse tal, asi como tuvo el poder de ser tal, tambien tenia el poder de no valverse tal, raz6n antes mencionada por la cual hemos dicho que la persona contribuy6 consigo misma para volverse tal. En el caso de los dioses, ya no depende de ellos ser de determinado tipo (lo cual, por cierto, tam bien se hallaba entre las objeciones que ellos formulaban), porque el ser tales se halla en su propia naturaleza, y nada de lo que existe de este modo depende de uno. Por esta raz6n, las casas buenas que ellos tienen son honorables y sumamente afortunadas y alga superior a los bienes que son objeto de elogio, porque, para empezar, la naturaleza de los dioses no es susceptible de admitir lo que es menos bueno. A nosotros, en cambia, se nos elogia por la posesi6n de las virtudes, porque, siendo nuestra naturaleza susceptible de admitir tambien lo pear, no vacilamos en realizar las casas buenas, siendo que las casas malas parecen darse sin trabajo ni esfuerzos, mientras que las virtuosas sedan con penas, esfuerzos y muchos trabajos. Ciertamente, incluso la persona prudence posee tambien, respecto de las acciones particulares, el poder 62
SOBRE EL DESTINO XXXIII
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de no hacerlas, y los dioses tambien poseen ese poder, si en verdad para ellos algunas acciones relativas a lo contingente tam bien pudieran ser de otro modo. En efecto, ni Apolo esta privado del poder de vaticinar o no para la misma persona, ni Asclepio del de ayudar o no. En todo caso, casi todos los seres humanos se refugian en el en aquellos casos en que mas se manifiesta, confiando en que el se entrega mas a quienes buscan con fervor que el sea su medico que a quienes no lo hacen. XXXIII Decir que se equivocaron quienes no piensan que preservar la actividad de los seres vivos segun impulso ya es preservar tambien lo que depende de nosotros (en virtud de que todo lo que es segun impulso depende de quienes ejercen el impulso); y, por esa raz6n, preguntar si acaso no es una actividad lo que depende de nosotros; y, suponiendo esto, preguntar nuevamente si acaso no parece que, de las actividades, algunas son segun impulso mientras que otras no; y, suponiendo lo cual, aiiadir a esto que lo que depende de nosotros no es algo que, si bien se cuenta entre las actividades, noes segun impulso; y, siendo esto concedido, suponer, ademas, que todo lo que se da segun impulso depende de quienes actuan de ese modo (puesto que lo que depende de nosotros no se cuenta entre las actividades que sedan de otro modo); y decir que, por esto, segun ellos, se preserva lo que depende de nosotros, entendido como aquello que puede darse o no debido a nosotros (puesto que tambien las cosas que se dan de ese modo estan en las que se dan segun impulso), 73 ~como no es todo esto propio de quienes desconocen por completo aquellas cosas de las que hablan? 63
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En efecto, si se ha concedido que lo que depende de nosotros esta en las actividades que son segun impulso, no por esa tesis ya es el caso de que toda actividad segun impulso depende de nosouos, pues, de las actividades que son segun impulso, dependen de nosotros solo aquellas que se realizan segun un impulso racional. Sin embargo, racional es el impulso que se da en los asuntos que requieren deliberacion y eleccion, esto es, el impulso de los seres humanos cada vez que este se da en dichas circunstancias. En efecto, las actividades de los demas animales que son segun impulso no son de este tipo, porque, en su caso, no existe tambien el poder de no realizar Ia actividad segun impulso. Por esta razon, lo que depende de nosotros esta en las actividades segun impulso, pero ciertamente no por ello toda actividad que se da segun impulso, contiene a lo que depende de nosotros.74 XXXIV 2Como no sed. propio de quienes ignoran las cosas que se dan por ellos mismos, haber usado Ia verdad misma de las cosas que se dan, la cual eliminan mediante su doctrina, para la confirmaci6n de la doctrina que la elimina? En efecto, habiendo presupuesto que cada una de las cosas que se constituyen por naturaleza es tal cual es segun destino, yen Ia creencia de que son lo mismo lo que es por naturaleza y lo que es segun destino, afiaden la tesis de que "por tanto, los animales percibiran y tendran un impulso segun destino, y mientras que algunos de ellos solo actuaran, otros ejerceran acciones racionales, y mientras que algunos acruaran erroneamente, otros, en cambio, actuad.n correctamente. En efecto, estas cosas se dan en ellos naturalmente, y manteniendose tanto las acciones erroneas como las correctas, y no eliminandose tales naturale-
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SOBRE EL DESTINO XXXJV
ALEJANDRO DE AFRODISIA 206
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zas y cualidades, tambien se mantienen tanto las alabanzas y las censuras como los castigos y los honores. En efecto, estas cosas tienen tal secuencia y tal orden". 75 Ademas, que estas cosas se den en este sentido, ciertamente nose sigue de lo que dicen quienes transforman en destino y necesidad la naturaleza y las cosas que se dan naturalmente. En efecto, que los animales que actuan y son racionales, tengan por naturaleza ser capaces de actuar tanto err6nea como correctamente (en virtud de no hacer necesariamente ninguna de las dos cosas), es correcto, y lo es en ese sentido. Ciertamenre no se infiere a partir de lo que dicen quienes afirman que hacemos por necesidad todo lo que hacemos, que algunos de los que actuan racionalmente lo hagan correctamenre, y otros, incorrectamente. Y hacemos todo por necesidad segun quienes, dadas ciertas circunstancias, es imposible que nosotros no actuemos, y las cosas que siempre nos circundaran por necesidad son aquellas por las cuales actuamos. En efecto, nadie dice que quien hace cualquier cosa agradable actua correctamente, y tampoco que quien realiza cualquier cosa de clase inferior actua err6neamente; sin embargo, si alguien, teniendo de algun modo el poder de hacer las peores cosas, elige y hace las mejores, decimos que este actua correctamente. En todo caso, si alguien hizo estas mismas cosas por azar, ya no decimos que haya actuado correctamente, en la creencia de que no se tiene el discernimiento de actuar correctamente solo a partir de lo que se ha hecho, sino mas bien, a partir de la disposici6n y de la capacidad por la cual se actua. Y el mismo argumento se aplica al caso de las acciones err6neas. 65
SOBRE EL DESTINO XXXV
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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Sin embargo, en el caso de aquellos en quienes se anula el poder de hacer ciertas cosas opuestas a las que se hacen par causa de las circunstancias, y en nada contribuyen ellos al hecho de que los rodeen las circunstancias por las cuales acttian, ~como podria alguien todavia decir que estos 0 actuan err6nea o correctamente? En efecto, Ia misma persona no tiene el poder ni de que exista aquella disposici6n a partir de Ia cual, dandose estas determinadas circunstancias, se de un impulso de hacer estas determinadas cosas, ni de que las circunstancias sean de tal tipo. En efecto, por esta raz6n, ninguna de estas cosas se dice de los animales irracionales. Entonces, llevado este animal a actuar por cierta disposici6n y ciertas circunstancias, y no teniendo ei mismo control de que su actuar no sea de un modo determinado, ya no podria decirse que actua ni incorrecta ni correctamente, respecto de las cosas que se hicieron de ese modo. Dado que alabanzas y censuras, castigos y honras radican en las acciones err6neas o en las correctas, como incluso ellos mismos lo afirman, es evidente que, eliminadas estas, se eliminaria tambien cada uno de aquellos. Actuar correctamente no se dida en sentido propio en el caso de los dioses, sino en un sentido igual a decir que hacen casas buenas, al menos si en quienes se da el actuar correctamente, tambien se da el actuar err6neamente. Pero lo divino no es suceptible de admitir acciones err6neas. En efecto, por esto, tampoco alabamos a los dioses, porque son superiores a las alabanzas y a las acciones correctas a las cuales se dirigen las alabanzas. XXXV Tampoco dejemos de lado aquel argumento por el cual confian que son capaces de demostrar uno de los supuestos que se han hecho manifiestos de su doctrina. En efecto,
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SOBRE EL DESTINO XXXVI
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SOBRE EL DESTINO XXXVI
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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SOBRE EL DESTINO XXXVI
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXXVII
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ley que tuviera a quienes se atienen a ella, si es necesario decir que se atienen a ella quienes necesariamente la siguen, y que nose atienen a ella quienes esd.n impedidos de hacerlo por alguna necesidad, de manera que serfa mucho mas verdaderamente comprendida la inferencia "si el destino es tal, no existe la ley". Anulada la ley, y con ella el error y el acierto, se anularfan, como tambien ellos mismos comprendian, a traves de su inferencia 16gica, virtud y maldad, y se anularfa que en los hombres haya algo vergonzoso y algo noble, y encomiable o censurable, y digno de honra o de castigo. Por tanto, nada permanece de las cosas establecidas por un argumento propuesto con tanto arte y, habiendo comenzado desde las mas basicas, se deducira de ellas la inferencia anterior, Ia cual ellos dicen que se sigue de la postura de quienes intentan anular que lo que depende de nosotros sea algo, como si reconocidamente ellos lo conservaran por el hecho de que, adelantindose, atribuyen la causa de anularlo a otros, y pensando que escapan de los problemas en virtud de que no creen estar sujetos a ellos. Pues sino existen honras ni castigos, tampoco alabanzas ni censuras, y si no existen estas, tampoco aciertos ni errores; y si no existen estos, tampoco virtud ni vicio; y si no existen estos, dicen que ni siquiera dioses. Ahora bien, lo primero, a saber, que no hay ni honras ni castigos se sigue de que todo se de segun destino, como se ha mostrado. Por lo tanto, tambien lo ultimo, lo cual es absurdo e imposible. Por tanto, hay que anular que todo se da segun destino, de lo cual esto se sigue. XXXVII Consideremos tambien si acaso el argumento propuesto a conrinuaci6n de este no tiene consecuencias nece-
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ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO XXXVII
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sarias similares. El argumento reza asi: "No es el caso de que todas las cosas sean segun destino, pero la administracion del cosmos este obstaculizada o impedida. 80 Pero no hay cosmos, si tampoco esto es el caso; ni hay dioses, si tampoco hay cosmos. Y si hay dioses, los dioses son buenos, pero, si esto es el caso, existe Ia virtud y, si existe Ia virtud, existe la prudencia, 8 1 y, si esto es el caso, existe conocimiento de lo que debe de hacerse y de lo que no debe de hacerse. Ahara bien, las acciones correctas deben de hacerse, mientras que las acciones incorrectas no deben de hacerse. Por consiguiente, no es el caso que todo se de segun destino pero no existan ni la accion correcta ni Ia inCOITecta. Ahora bien, las correctas son nobles, y las incorrectas, vergonzosas, y las nobles merecen el elogio, mientras que las malas, la censura. Por lo tanto, noes el caso que todas las casas sean segun destino pero no existan ni casas elogiables ni casas censurables. Pero, si esto es asi, existen elogios y censuras. Ahara bien, honramos las cosas que elogiamos, y castigamos las que censuramos, y quien honra, recompensa, y quien castiga, corrige. Por lo tanto , noes el caso que todo se de segun destino pero no exista ni recompensar ni corregir". Ciertamente, es manifiesto que tambien este argumento, que proviene de la misma palestra, podria, por ser falso, refutarse mediante las mismas premisas. En efecto, en primer Iugar ~quien podria compaginar sin reservas que algunas cosas se dan por necesidad, y otras, contingentemente, y que, de estas, algunas sean segun naturaleza, otras conformes tanto a Ia eleccion como a Ia razon, otras segun impulso, y otras mas, por azar y esponra.neamente, con la tesis de que "no es el caso de que todas las cosas sean segun destino, pero la administra-
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SOBRE EL DESTINO XXXVII
ci6n del cosmos este obstaculizada o impedida''? Pero todas las demas cosas se eliminan por el destino. Por consiguiente, la administraci6n del cosmos no quedaria ni obstaculizada ni impedida. Pero, aun cuando se compaginara esto con que el cosmos existe, y con que, existiendo el cosmos, tambien los dioses (aunque para Epicuro estos sean externos), y con que los dioses son buenos (y tambien el hecho de que hay virtud se siguiria de que hay dioses), ~c6mo se seguiria, de Ia existencia de la virtud de los dioses, que exista la prudencia? En efecto, ~cui! es la necesidad de esa inferencia? Pues si lo que se presupone fuera Ia existencia de la virtud de los humanos, de esto se seguirfa que tambien la prudencia existe. Pero, dado que a partir de las premisas se supuso la existencia de la virtud de los dioses, ~c6mo la prudencia, siendo ella una virtud propia de los humanos, aun asf se seguiria de la virtud de los dioses? En efecto, no es posible decir que las virtudes de los humanos y las de los dioses son las mismas. Pues rampoco es correcto decir que las perfecciones y virtudes de seres que estin tan apartados los unos de los otros por naturaleza, son las mismas, ni tienen nada razonable en sf mismos los argumentos que se enuncian de su parte acerca de elias. Sin embargo, Ia prudencia es virtud del ser humano, Ia cual, como ellos sostienen, es conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 82 En efecto, en aquellos casos en los cuales es posible que se haga algo que es tambien una de las cosas que no debe hacerse, en ellos tiene lugar el conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 83 Ahora bien, si todas las cosas que sedan son segun destino, es inutil el conocimiento de las cosas que deben 73
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SOBRE EL DESTINO XXXIX
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II
SOBRE EL DESTINO XXXIX
ALEJANDRO DE AFRODISIA
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los dioses, sabiendonos agradecidos con ellos por ciertas cosas buenas que ya hemos experimentado por su obra, y pidiendoles otras dado que ellos tienen el control de darnoslas o no. Estaremos agradecidos tanto con vosotros como con gobernantes semejantes a vosotros, dado que vosotros realizais estas cosas para nosotros de Ia manera en que os lleva a realizarlas Ia elecci6n que os es propia, haciendo las cosas que haceis, por optar por lo que es mejor y por reflexionar sobre su selecci6n, 85 pero sin seguir ciertas causas antepuestas, a las cuales es necesario seguir a donde sea que elias conduzcan. Tambien tomaremos cuidado de Ia virtud dado que nosotros mismos tenemos el control de volvernos mejores o peores. En efecto, alguien tiene control unicamente de aquellas cosas sobre las cuales tiene tambien el poder de no hacerlas. A lo largo de todo mi discurso, intente mostraros que solo pareceremos estar haciendo razonablemente todas las demas cosas que hacemos en Ia vida si explicamos sus causas siguiendo Ia doctrina de Arist6teles acerca de elias.
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SOBRE EL DESTINO
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NOTAS AL TEXTO GR1EGO
SOBRE EL DESTINO
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SOBRE EL DESTINO
NOTAS AL TEXTO GRIEGO
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