SERVICIO DE CATEQUESIS CENTRO SAN JUAN DE DIOS CIEMPOZUELOS
L A
VOCACIÓN DEL CATEQUISTA
El catequista es un cristiano llamado por Dios para este servicio. Ha de ejercerlo conforme al modelo que le ofrece Jesús, Maestro. Movido por el Espíritu lleva a cabo su tarea con una espiritualidad peculiar. Desde su vinculación a la Ilesia reali!a un acto eclesial que es, al mismo tiempo, un servicio a los "ombres, lo que le "ace estar constantemente abierto a sus o!os # preocupaciones. Llamado por Dios
$a vocación del catequista tiene su orien en un llamamiento de Dios a determinados cristianos a quienes %l quiere encomendar la tarea de catequi!ar. El catequista responde a una vocación, a una llamada.
$as causas inmediatas por las que, de "ec"o, se llea a ser catequista pueden ser diversas& respuesta a una invitación del sacerdote, toma de conciencia de que lo e'ie su condición de cre#ente, impacto producido por el testimonio de otro catequista, deseo de adquirir un compromiso en la reali!ación de la comunidad eclesial... Dios se vale de estas u otras circunstancias como mediaciones para manifestar su voluntad. (ero m)s Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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all) de las circunstancias inmediatas "a# siempre una iniciativa de Dios. $a vocación específica del catequista tiene su raí! en la vocación común del (ueblo de Dios llamado a trabajar al servicio del desinio salvador del (adre& *Dios quiere que todos los "ombres se salven # lleuen al conocimiento pleno de la verdad+ - m /,01. (or consiuiente, la vocación del catequista brota de su Bautismo #a que, por 2l, el cristiano se incorpora al (ueblo de Dios. En este campo común de la responsabilidad evaneli!adora de todo cristiano se inscribe el deber de todos de colaborar, seún la capacidad de cada uno, en la acción catequi!adora de la Ilesia& *$a solicitud por la catequesis, bajo la dirección de la leítima autoridad eclesi)stica, corresponde a todos los miembros de la Ilesia en la medida de cada uno+ 3D3- 4401.
3omo una concreción de esta solicitud por la catequesis, alunos son llamados a desempe5ar el servicio catequ2tico. Esta llamada a la tarea de la catequesis est) unida a la atracción producida por Dios en el cora!ón de un cristiano al descubrir en profundidad el Evanelio& *Hijo de "ombre, alim2ntate # s)ciate con este volumen que #o te do#. $o comí # fue, para mi boca, dulce como la miel+ E! 6,61. Es posible que, ante la tarea de catequizar, el catequista tenga conciencia de su incapacidad e insuficiencia. También la tuvieron los profetas & *7o me van a creer ni van a escuc"ar mi vo!+ E' 0,-1, decía Mois2s8 *7o s2 "ablar pues no so# m)s que un muc"ac"o+ Jr -,91, manifestaba Jeremías. Esta reacción natural sería lóica si el catequista tuviera que desarrollar con sus solas fuer!as la tarea que se le encomienda. :lvidaría en ese caso que, junto a la invitación a ser catequista, Dios da −a quien posee las cualidades suficientes a juicio de la autoridad de la glesia − la fuerza para responder ! superar, aun con alegr"a, las dificultades in#erentes al ejercicio de esta vocación . $er catequista es una gracia ! un don # no una función debida, en último t2rmino, a m2rito particular aluno, sino principalmente al misterio de la llamada de Dios. De a"í que la actitud del catequista respecto a la llamada del ;e5or, m)s que una decisión "ec"a sólo desde sí mismo, sea una respuesta de fe.
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Código de Derecho Canónico
Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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Es necesario que el catequista, para ejercer su tarea de educador en la fe, sea consciente de que el origen de su vocación a la catequesis es la gracia, el amor ! la libertad que viene de Dios, que ejer!a su tarea conforme a las e'iencias que le plantea ese orien, con libertad, enerosidad # alería # que sus relaciones con los cristianos a quienes catequi!a est2n imbuidas de la e'periencia del orien de ese llamamiento divino.
Esta llamada del %adre a la tarea de la catequesis se realiza a través de &risto en la glesia. %l invita a los que quiere a prolonar su propia acción catequi!adora& *7o me escoisteis vosotros a mí sino #o a vosotros+ Jn -<,-91.
P ARTÍCIPE
DE LA MISIÓN DE
ESÚS, M AESTRO J
El catequista, al aceptar la llamada del (adre, participa ! prolonga la misión de 'es(s , el primer evaneli!ador& *Jesús mismo, Evanelio de Dios, "a sido el primero # m)s rande evaneli!ador+ E7/ 41.
El catequista sigue e imita a 'es(s justamente como Maestro, catequista de sus discípulos, que les envía a su ve! a transmitir el Evanelio por todo el mundo& *Id # "aced discípulos a todas las entes+ Mt /=,->1.
Este seuimiento e imitación de la persona de Jesús # de su ministerio constitu#e para el catequista el modelo determinante de toda su tarea. ?ecordemos aquí alunos pocos rasos de este maisterio de Jesús. a) $iguiendo a 'es(s, catequista de sus disc"pulos
Jesús ense5a a la muc"edumbre *por medio de par)bolas+ Mc 0,/1, pero a los discípulos les dedica *a solas+ Mc 0,-@1 una ense5an!a especial, m)s profunda, que conduce a la comprensión e interiori!ación de los misterios del ?eino& *A vosotros se os 2
Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi
Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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"a dado el misterio del ?eino de Dios, pero a los que est)n fuera todo se les presenta en par)bolas+ Mc 0,--1. *ediante esta catequesis, 'es(s introduce a sus disc"pulos en las diferentes dimensiones de la Buena +ueva & les ense5a a escuc"ar la (alabra viva de Dios, *la (alabra del ?eino+ Mt -6,->1, para que todos lleuen a ser realmente *discípulos de Dios+ Jn 9,0<1 # les e'plicita los misterios de ese ?eino8 les muestra el pecado de los "ombres, sus raíces profundas # la necesidad que tienen de convertirse radicalmente a Dios. $es ense5a tambi2n la justicia nueva, cu#as e'iencias aparecen resumidas en el ;ermón de la Monta5a Mt <,-B0=1. En el momento oportuno, cuando los discípulos se lo piden, Jesús les ense5a tambi2n a orar $c --,-B01. Cinalmente, comparte con ellos su propia misión ! les env"a a evangelizar , inici)ndoles en el compromiso misionero Mc 6,-08 $c -@,-1.
En una palabra, la catequesis de 'es(s a sus disc"pulos es una formación integral ! un modelo para todo catequista .
Adem)s, ense5a de una forma nueva, que cautiva # atrae& dotado de una "ondura reliiosa inefable, siempre que ense5a acerca el Dios vivo a los "ombres, proclamando sin rodeos su inmediate! # su soberanía absoluta8 su mensaje no es as2ptico sino provocador& anuncia una ran noticia # denuncia, al mismo tiempo, las actitudes torcidas8 invita a definirse, a tomar una opción8 comunica su mensaje en relación con la vida # los acontecimientos diarios, asumiendo las preocupaciones, o!os # esperan!as de los "ombres8 su lenuaje es sencillo, el corriente de todos los días8 transparenta una ran ternura por la ente, sobre todo por los m)s "umildes # los que m)s sufren8 su ense5an!a afronta el reto de la e'periencia& se ve respaldada por el testimonio de su vida, # por las obras que reali!a en favor de los que sufren # que son los sinos del ?eino $c 4,//1.
$iguiendo las #uellas de 'es(s, el catequista educa también en todas las dimensiones del Evangelio, # lo "ace con su misma pedaoía, apo#)ndose en el testimonio de su vida # en las obras de la comunidad cristiana, a quien representa. b) iviendo el misterio pascual de 'es(s Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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El catequista no puede olvidar que el misterio pascual es el contenido fundamental del Evangelio, el núcleo esencial del testimonio apostólico. $a muerte # la resurrección de Jesús son, por consiuiente, el centro del mensaje que transmite la catequesis # la fuente que nutre la vida espiritual del catequista. *7osotros anunciamos a un 3risto crucificado+ - 3o -,/61. (or lo tanto, el catequista "a de tener mu# presente que la transmisión del Evanelio pasa por la cru! # que 2l debe seuir a Jesús, carado con ella. ambi2n 2l "a de saber arrostrar el rec"a!o, la incomprensión, el sufrimiento # la persecución como alo in"erente al servicio del Evanelio& *Dic"osos ser2is cuando os injurien, os persian # dian con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa+ Mt <,--1. Este sufrimiento le vendr) al catequista −como le vino a Jesús − a consecuencia de su libertad de espíritu, insobornable ante la verdad de un mensaje que no quiere callar ni traicionar& *7o vende ni disimula jam)s la verdad por el deseo de aradar a los "ombres, de causar asombro, ni por oriinalidad ni deseo de aparentar. 7o rec"a!a nunca la verdad. 7o oscurece la verdad revelada por pere!a de buscarla, por comodidad o por miedo+ E7 4=1. El sufrimiento # la muerte no son, sin embaro, la última palabra para el que anuncia el Evanelio& *;epa con certe!a toda la casa de Israel que Dios "a constituido ;e5or # 3risto a este Jesús a quien vosotros "ab2is crucificado+ Hc" /,691. (or eso, junto a la cru!, el catequista −como (ablo− anuncia la resurrección& *Anunciaba a Jesús # la resurrección+ Hc" -4,-=1. 3omo a los discípulos de Emaús, la e'periencia de fe en el ?esucitado confiere al catequista una confian!a, una audacia, una pa! interior, una conciencia de la victoria de Dios sobre el pecado # la muerte tales que lo convierten en testimonio vivo del Evanelio que transmite. OVIDO M
POR EL
ESPÍRITU
El catequista est- constantemente abierto a la acción del Esp"ritu $anto , tanto a la que tiene luar en el cora!ón de los catequi!andos como a la que acontece en su propio interior. a) .bierto a la acción del Esp"ritu
El catequista reali!a su tarea convencido de esta verdad fundamental& *El Espíritu ;anto es el aente principal de la evaneli!ación+ E7 4<1. ;abe que su misión esencial, como catequista, consiste en trabajar por suscitar en los catequi!andos las actitudes necesarias para acoer esa acción divina& *$a catequesis desempe5a la función de disponer a los "ombres a acoer la acción del Espíritu ;anto+ D3 6 //1. El Espíritu ;anto, es el maestro interior que, m)s all) de la palabra del catequista, "ace comprender a los "ombres el sinificado "ondo del Evanelio& *%l es quien e'plica a los fieles el sentido profundo de las ense5an!as de Jesús # su misterio+ E7 4<1. 3
Directorio General para la Catequesis
Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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El catequista sabe que es portador de una sabidur"a que viene de Dios. *7o es la sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo+ - 3o /,91, no es la sabiduría de la modernidad, que "o# se pone como criterio del verdadero proreso, sino la del Evanelio. Es la sabiduría que nos comunica el Espíritu& *A nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu que todo lo sondea, "asta las profundidades de Dios. 7osotros no "emos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las racias que Dios nos "a otorado+ - 3o /,-@B-/1. El catequista "a de ser sensible a una acción del Espíritu que no es uniforme en relación a los miembros de su rupo catequ2tico, sino que es una acción diferenciada, es un *llamamiento que −Dios− dirie a cada uno+ 3 0 6<1. (uede actuar como llamada, promesa, perdón, corrección, pa!, sentido, apo#o, presencia, purificación, e'iencia, consuelo... El catequista "a de tratar de captar el car)cter individuali!ado de esa acción divina # a#udar al catequi!ando a descubrirla en sí mismo. (ara ello #a de saber dotar a todo el proceso de catequización de un clima religioso ! de oración favorecedor del encuentro del #ombre con Dios. Dic"o proceso se convertir) así *en un proceso sinfónico en el que, dentro de la educación en una misma fe eclesial, cada uno encuentre el cauce de una respuesta personal # oriinal+ 33< -@>1. 3onsiuientemente, la realidad de esta acción del Espíritu en medio del rupo catequ2tico oblia a desarrollar una actitud de respeto "acia los catequi!andos, actitud que debe ser una cierta prolonación del mismo respeto de la acción divina en los "ombres& *respeto a la situación reliiosa # espiritual de la persona que se evaneli!a8 respeto a su ritmo, que no se puede for!ar demasiado8 respeto a su conciencia # a sus convicciones, que no "a# que atropellar+ E7 4>1. Este respeto "a de referirse, incluso, a la comunidad catequ2tica como tal, cu#o ritmo de crecimiento # maduración se mueve, como vemos, por un factor que desborda el empe5o del propio catequista. Dic"o de otro modo, el catequista tendr) en cuenta que la catequesis es servicio, no dominio. Educar en la fe es posibilitar el crecimiento de una semilla −el don de la fe− depositada por el Espíritu en el cora!ón del "ombre. El catequista est) al servicio de ese crecimiento. ?espeta la vocación cristiana concreta a la que Dios llama a cada uno. na catequesis en la que todos se ajustasen, de un modo for!ado, al molde de su catequista sería una mala catequesis& *7o es que pretendamos dominar ense5orearnos de1 vuestra fe, sino contribuir a vuestro o!o+ / 3o -,/01. En resumen, el aspecto de conversión # de luc"a que todo proceso catequi!ador encierra −principalmente con adultos # jóvenes # que cada ve! se descarta menos con los ni5os − tiene luar, en último t2rmino, en la soledad del encuentro de cada cristiano con Dios. El catequista es sólo un mediador de ese encuentro. 7o es 2l quien da directamente la fe sino el que facilita, con su palabra catequi!adora, el don de Dios # la respuesta del "ombre& *7i el que planta ni el que riea es alo, sino Dios que "ace crecer+ - 3o 6,41. ;e puede ser un e'celente catequista # verse incapa! de evitar las resistencias e, incluso, la neativa del "ombre a las e'iencias de la invitación divina. *$a catequesis, que es crecimiento en la fe # maduración de la vida cristiana "acia la plenitud, es por
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Exhortación apostólica Catechesi Tradendae La Catequesis de la Comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España, ho y.
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consiuiente una obra del Espíritu ;anto, obra que sólo %l puede suscitar # alimentar en la Ilesia+ 3 4/1. b) La espiritualidad del catequista
El catequista descubre la acción del Esp"ritu $anto no sólo en el catequizando sino dentro de s" mismo , como fuente de la espiritualidad e'iida por su tarea. $a propia e'periencia cristiana del catequista desempe5a una función decisiva en su tarea catequi!adora. *En el fondo, F"a# otra forma de comunicar el Evanelio que no sea la de transmitir a otro la propia e'periencia de feG+ E7 091. El testimonio de fe del catequista ! su palabra evangelizadora forman una unidad estrec#a en orden a la eficacia real de la catequesis. En el fondo del catequi!ado late la preunta acerca de la autenticidad de la fe del catequista. *)cita o a randes ritos, pero siempre con fuer!a, se nos preunta& F3re2is verdaderamente en lo que anunci)isG Fivís lo que cre2isG F(redic)is verdaderamente lo que vivísG Ho# m)s que nunca el testimonio de vida se "a convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la evaneli!ación+ E7 491. oda espiritualidad cristiana se sustenta, en último t2rmino, en las virtudes teoloales& *El apostolado se ejercita en la fe, en la esperan!a # en la caridad, que derrama el Espíritu ;anto en los cora!ones de todos los miembros de la Ilesia+ AA 9 61.
La /E del catequista se alimenta con la sustancia viva del Evangelio #a que su misión consiste en transmitir los aspectos fundamentales del misterio cristiano, constitutivos de lo que es común a todo cre#ente. $a tarea del catequista se circunscribe a iniciar en lo esencial de la fe, en lo que es necesario para fundamentarla. 3onstru#e, por tanto, su espiritualidad sobre las certe!as sólidas 3 9@1 del Evanelio. ;u "ori!onte espiritual normal no es el del teóloo, situado en las fronteras de la investiación # de las cuestiones teolóicas abiertas a la e'ploración. ;u vida cristiana se nutre de los acontecimientos salvíficos decisivos −sentido # clave de toda la Escritura− # enunciados en el ;ímbolo8 de los valores evan2licos m)s fundamentales, tal como aparecen en las ienaventuran!as # en el ;ermón del Monte8 de las actitudes sub#acentes al (adre 7uestro, confiuradoras de toda oración cristiana cf. 33 /6-1. $a meditación asidua de estas realidades b)sicas de la fe proporciona a la espiritualidad del catequista la solide! de la simplicidad del Evanelio, el o!o profundo de una uena 7oticia incesantemente rumiada. ?adicado en lo nuclear común, el catequista −servidor de la unidad de la confesión de fe cf. 33 4-1− es un incansable buscador de la unidad E7 441, #a que su tarea le "ace constantemente centrarse en lo que une a todo cristiano m)s que en lo que lo separa.
La E$%E0+1 del catequista, como virtud que le #ace superar los obst-culos ! dificultades in#erentes a su tarea catequizadora , le lleva a asumir # dar sentido al sufrimiento provocado por& las malas disposiciones o limitaciones de los cristianos que no responden al Evanelio como 2l desearía8 su propia falta de fe, creadora de una distancia dolorosa entre el Evanelio que anuncia # su vivencia real8 los contrasinos de 6
Decreto Apostolicam Actuositatem Sobre el apostolado de los
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la comunidad cristiana que contradicen el Evanelio que transmite8 las condiciones pobres −# a menudo insuficientes − en las que "a de reali!ar su tarea8 la oposición o indiferencia de los que deberían apo#arle # el rec"a!o o persecución de los que se cierran a la uena 7ueva del ?eino8 la oposición o el descr2dito de la reliiosidad por una parte de la sociedad que "a cambiado su escala de valores8 la oposición causada o bien por la neación de la fe o bien por la indiferencia en el mundo cultural de "o#. $a fuer!a que sostiene la esperan!a del catequista viene del mismo Dios& *Esto# contento en las debilidades, ultrajes e infortunios, persecuciones # anustias, sufridas por 3risto8 pues cuando so# d2bil, entonces so# fuerte+ / 3o -/,-@1. Esta fuer!a de Dios en nosotros es confian!a en la palabra de 3risto que nos dice que el ?eino de Dios es semilla que crece de modo imperceptible Mc 0,/9B/=1, semilla de mosta!a que se desarrolla "asta convertirse en )rbol # peque5a cantidad de levadura que transforma toda la masa $c -6,-=B/-1. asada en la fuer!a de Dios, la esperanza comunica al catequista una energ"a interior que se manifiesta en la alegr"a "ntima de saberse ministro del Evangelio # de ser considerado dino de padecer por su causa. Es precisamente esta alería, este o!o que confiere el Espíritu a <,//1, el distintivo aut2ntico del catequista # la prueba de que la uena 7oticia que anuncia "a invadido su cora!ón Jn -<,--1. *:jal) que el mundo pueda percibir la uena 7ueva no a trav2s de evaneli!adores tristes # desalentados, impacientes o ansiosos, sino a trav2s de ministros del Evanelio cu#a vida irradia el fervor de quienes "an recibido la alería de 3risto+ E7 =@1.
El *20 del catequista se dirige preferentemente #acia sus catequizandos a los que ama con un amor entra5able. *FDe qu2 amor se trataG Muc"o m)s que el de un pedaoo8 es el amor de un padre8 m)s aún, el de una madre. al es el amor que el ;e5or espera de cada predicador del Evanelio, de cada constructor de la Ilesia+ E7 4>1. El catequista confía en las posibilidades de todos # cada uno de los catequi!andos. Es un amor paciente, sabedor de que madurar en la fe e'ie tiempo. ;abe esperar, por tanto, con paciencia a que madure la semilla de la fe # no se frustra al no percibir inmediatamente los frutos. &onoce a los catequizandos, se alegra ! sufre con ellos, ! comparte sus problemas ! preocupaciones. El catequista procura que *su aceptación incondicional respecto de cada catecúmeno constitu#a un sino importante de la ratuidad del amor de Dios+ 33 ---1.
El amor a la glesia configura, de manera particular, la espiritualidad del catequista . *3omo 3risto amó a la Ilesia # se entreó por ella+ Ef <,/<1, el catequista es sostenido en su tarea catequi!adora por ese mismo amor. ;e siente vinculado a su Ilesia particular −# a trav2s de ella a la Ilesia universal − por una relación cordial # llena de confian!a. ;u misión únicamente tiene sentido en el seno de la Ilesia # desde la Ilesia. Esta vinculación eclesial la concreta el catequista en el amor a su comunidad cristiana en la que est) inserto # en la que la Ilesia se "ace visible # cercana. $a espiritualidad del catequista se nutre en la contemplación. 3on una actitud de sencille!, como un *pobre de espíritu+ Mt <,61, el catequista penetra −con el cora!ón abierto− en el misterio divino& *7adie conoce al (adre sino el Hijo # aqu2l a quien el Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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Hijo se lo quiera revelar+ $c -@,//1.
Es menester primeramente permanecer en el silencio de la presencia de Dios, o"rle #ablar largo tiempo, para #ablar luego de 3l a los #ombres. (uesto que es propio del catequista transmitir or)nicamente el Evanelio, su oración entra5ar) −normalmente− un elemento de meditación, en el que el conocimiento sea fuente de e'periencia cristiana. Esta oración meditativa deber) ser alimentada por una cultura bíblicoBteolóica sólida. $a oración del catequista estar) imbuida de espíritu litúrico. ;u tarea de ser iniciador en la lituria de la comunidad la ejercer) desde unas actitudes celebrativas que su espiritualidad "a de cultivar. Debe saber encontrarse a gusto en la fiesta, en la asamblea lit(rgica, en las celebraciones sacramentales, especialmente en la celebración de la Eucarist"a. DENTRO
DE LA
IGLESIA
$a vocación del catequista tiene una profunda dimensión eclesial. (or un lado, est) entroncado en una tradición viva que le "a precedido. Es sólo un eslabón en una cadena de catequistas que, a lo laro de las eneraciones, "an ido transmitiendo el Evanelio. (or otro lado, el catequista est) inserto en una comunidad cristiana concreta #, como miembro activo de ella, desarrolla un acto eclesial, fundamental para la vida de la Ilesia. Esta doble faceta −tradicional # comunitaria − de la dimensión eclesial de su vocación es decisiva en la confiuración de su identidad como catequista. a) Entroncado en una tradición viva
$a tarea que reali!a el catequista participa de la propia misión de Jesús # se remonta a la Ilesia apostólica. En realidad, *el mensaje evaneli!ador de la Ilesia, "o# # siempre, es el mensaje de la predicación de Jesús # de los Apóstoles+ 33 /-1.
El catequista es, por tanto, testigo ! eslabón de una tradición que 4deriva de los apóstoles5 D4 =1. uien catequi!a transmite el Evanelio que, a su ve!, "a recibido& *:s transmití lo que a mi ve! recibí+ - 3o -<,61. *$a predicación apostólica... se "a de conservar por transmisión continua "asta el fin de los tiempos+ D =1. Ha# en ella ciertas constantes, inalterables al paso del tiempo, que confiuran toda la misión de la Ilesia #, por tanto, la catequesis cf. 33 /-1. El catequista "a de conformar su acción educadora con estas constantes si no quiere e'ponerse a *correr en vano+ a /,/1. Hacemos nuestra la sensibilidad de Juan (ablo II al recordarnos el respeto con que "emos de tratar el Evanelio recibido& 4Todo catequista deber"a poder aplicar a s" mismo la misteriosa frase de 'es(s6 7*i doctrina no es m"a sino del que me #a enviado85 Jn 4,-91.
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Constitución dogmática Dei Verbum Sobre la divina revelación
Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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u2 contacto asiduo con la (alabra de Dios transmitida por el Maisterio de la Ilesia, qu2 familiaridad profunda con 3risto # con el (adre, qu2 espíritu de oración, qu2 despeo de sí mismo "a de tener el catequista para poder decir *mi doctrina no es mía+ 3 91. $a acción catequi!adora de los apóstoles es uno de los pilares sobre los que crecen las primeras comunidades cristinas& *Acudían asiduamente a la ense5an!a de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan # a las oraciones+ Hc" /,0/1. *;e encuentra aquí, sin duda aluna, la imaen permanente de una Ilesia que, racias a la ense5an!a de los Apóstoles, nace # se nutre continuamente de la (alabra del ;e5or, la celebra en el sacrificio eucarístico # da testimonio al mundo con el sino de la caridad+ 3 -@1. (ero pronto los apóstoles comparten con otros su ministerio. Asocian a otros discípulos en su tarea de catequi!ar. Incluso simples cristianos, dispersados por la persecución Hc" =,01, van por todas partes transmitiendo el Evanelio. 3on ellos la cadena ininterrumpida de los catequistas empie!a a e'tenderse. $a Ilesia continúa esta misión de ense5ar de los Apóstoles # de sus primeros colaboradores. En los silos III # I, :bispos # (astores, los de ma#or prestiio, consideran como parte esencial de su ministerio episcopal ense5ar de palabra o escribir tratados catequ2ticos cf. 3 -/1. inculan directamente a su ministerio la acción catequi!adora de sus Ilesias para encau!ar mejor, así, su crecimiento # consolidación. Es la 2poca del catecumenado, 2poca luminosa # punto de referencia constante para los catequistas de todos los tiempos. En esta sucesión ininterrumpida de catequistas a lo laro de los silos, la catequesis saca siempre nuevas enerías de los concilios, con los que la fiura del catequista se fortalece. El 3oncilio aticano II est) impulsando, una verdadera renovación catequ2tica en nuestros días. Aunque, como es sabido, no elaboró un documento que tratase e'plícitamente sobre la catequesis, sentó −sin embaro− las bases para una renovación profunda de la misma. $os randes documentos conciliares sobre la divina revelación D1, sobre la Ilesia $1, sobre la sarada lituria ;31 # sobre la Ilesia en el mundo contempor)neo ;1 establecen los fundamentos de esa renovación # dibujan implícitamente la fiura de un nuevo tipo de catequista. b) nserto en la comunidad cristiana
Adem)s de saberse entroncado en una tradición viva, el catequista ve confiurada su identidad por su inserción en la comunidad eclesial. +o es un evangelizador aislado, que act(a por libre. Es como un -rbol arraigado en el terreno firme de la comunidad cristiana. ;ólo desde esa vinculación su acción podr) producir fruto. Al catequi!ar actúa como portavo! de la Ilesia, transmitiendo la fe que ella cree, celebra # vive& *3uando el m)s "umilde catequista K...L reúne su peque5a comunidad, aun cuando se encuentre solo, ejerce un acto de Ilesia # su esto se enla!a mediante relaciones institucionales ciertamente, pero tambi2n mediante vínculos invisibles # raíces escondidas del orden de la racia, a la actividad evaneli!adora de toda la Ilesia+ E7 9@1.
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El catequista, por tanto, deber) poseer una viva conciencia de pertenencia a la Ilesia #a que la catequesis no puede reali!arse si no es a partir de una sintonía # comunión profundas con ella cf. 33 -6=1. En una 2poca como la nuestra, en la que *no faltan cristianos # aun rupos o movimientos que K...L llean a perder o a debilitar e'cesivamente el afecto eclesial # la comunicación real con la Ilesia concreta de la que forman parte+ D = 661, el catequista desempe5a en este punto un papel decisivo& *Es imposible una verdadera renovación de la catequesis sin un sentido eclesial sano, como es mu# difícil recuperar el aut2ntico sentido eclesial sin la catequesis+ 33 -6=1. Este sentido eclesial es vivido # alimentado, de ordinario, por el catequista en una comunidad cristiana inmediata parroquia, comunidad eclesial de base...1. En la comunidad inmediata los cristianos nacen a la fe de la Ilesia # van nutri2ndose en ella. En la comunidad cristiana inmediata el Espíritu suscita carismas # servicios diferentes #, entre ellos, el servicio de la catequesis. El "ori!onte # la meta de todo catequista es convertir al catequi!ando en un miembro activo # responsable de la comunidad cristiana. En unos tiempos en los que *la función educadora de la familia cristiana se "a debilitado notablemente # "a aumentado sobremanera la influencia disreadora del ambiente+ D 601, la catequesis #a de fomentar el sentido comunitario de la fe ! #a de crear espacios comunitarios de talla #umana donde poder educar ! vivir una fe personalizada. Esta tarea se reali!ar) mejor si se fomenta en el catequista la conciencia de pertenencia al rupo de catequistas, que "a de constituir en la comunidad cristiana un verdadero ermen de vida eclesial. 7o pocos catequistas encuentran, de ordinario, en el rupo de catequistas −seún su propia confesión− la realidad m)s profunda de la vida de la Ilesia # de su misión. El testimonio de unión fraterna que dic"o rupo manifieste es, por otra parte, un factor decisivo en la tarea catequi!adora de la comunidad. En resumen, el sentido eclesial del catequista −confiurador de su identidad − est), así, abierto # vinculado tanto a la glesia universal ! particular como a la comunidad cristiana inmediata ! al grupo de catequistas con los que act(a. ;olamente estando enrai!ado en la misión de Jesús # de los Doce, # entroncado en la tradición # vida de la Ilesia, el catequista producir) fruto abundante en un mundo que, "o# m)s que nunca, necesita a Dios. L A
SERVICIO DE LOS HOMBRES
Hombre de Ilesia # en vinculación cordial con ella, el catequista est) abierto a los problemas del "ombre de nuestro tiempo # de nuestra sociedad, así como a la persona concreta del catequi!ando a quien sirve. a) .pertura del catequista a lo #umano 8
Testigos del Dios vivo. Reflexión sobre la misión e identidad de la I glesia en nuestra sociedad
Ser Catequista Norka C. Risso Espinoza
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El catequista no es un ser aislado que transmite una tradición muerta. (ara transmitir el Evanelio, que es interpelación actual al "ombre, necesita estar abierto a los problemas # deseos del "ombre # del entorno social en que vive. Esta apertura a lo "umano es una e'iencia del Espíritu #a que es %l *quien "ace discernir los sinos de los tiempos −sinos de Dios− que la evaneli!ación descubre # valori!a en el interior de la "istoria+ E7 4<1. Enrai!ado en su ambiente, el catequista comparte *los o!os # las esperan!as, las triste!as # las anustias de los "ombres de nuestro tiempo+ ; -1 # se compromete con ellos. (recisamente es esta sensibilidad para lo "umano la que "ace que su palabra catequi!adora pueda ec"ar raíces en los intereses profundos del "ombre e iluminar las situaciones "umanas m)s acuciantes, promoviendo una respuesta viva al Evanelio. ;u propio testimonio de compromiso social, compatible con su dedicación a la catequesis, tiene −ante los catequi!andos− un valor educativo mu# importante. A veces, sin embaro, el catequista puede verse tentado por la sospec"a de si su servicio catequi!ador es un verdadero compromiso con los "ombres # si su puesto, sobre todo siendo laico, no estar) en asumir e'clusivamente responsabilidades sociales directas, sin tener que dedicar su tiempo a la tarea de educar la fe, que queda en el )mbito intraeclesial. (udiera parecerle que otros aentes evaneli!adores, ínteramente comprometidos en la promoción de la justicia, sirven a la causa del Evanelio mejor que 2l. 7o debe caer en esa tentación #a que la tarea catequética es profundamente #umanizadora. Da a conocer # vincula a Jesucristo, que es la afirmación del "ombre. ransmite el Evanelio, que es un mensaje que encierra un sentido profundo para la vida # responde a los deseos m)s "ondos del cora!ón "umano. Inicia en el compromiso social 33 >/1, abriendo al cristiano a *las consecuencias sociales de las e'iencias evan2licas+ 3 />1. ;in la catequesis que 2l imparte, los militantes cristianos no podrían desarrollar en el mundo una acción comprometida realmente evan2lica. (or otra parte, junto a esta dimensión social, la catequesis colabora a una inserción m)s "umana del cristiano en la trama de lo cotidiano. 3entrado como est) el Evanelio en el amor, con los innumerables aspectos de esta dimensión cristiana fundamental - 3o -6,-B-61, la vida evan2lica en la que inicia el catequista proporciona una "onda densidad "umana en la vida diaria. Es obvio que para desarrollar todo ello se necesita que el catequista sea un *e'perto en "umanidad+ (ablo I, en la :71, asumiendo la solicitud fundamental de la Ilesia por el "ombre, que tanto inculca Juan (ablo II cf. J A7 (A$: II, 3arta enc. Redemptor hominis K?HL -61. b) .l servicio de la maduración personal de la fe
$a acción catequ2tica es un servicio, # un servicio educativo a unos "ombres concretos. El catequista reali!a su tarea atento no sólo al mensaje del Evanelio sino al "ombre a quien catequi!a.
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Esta atención al "ombre empie!a por conocer a los cristianos de su rupo catequ2tico& conocer su modo de ser, sus circunstancias personales, sus e'periencias "umanas m)s profundas, su entorno familiar, el ambiente # medio en que viven... u2 importante es para un catequista conocer, por ejemplo, cómo "a tenido luar en concreto el despertar reliioso de un ni5o en la familia, despertar que −por desracia− no siempre se da "o#N cf. 3 ->,0/1 u2 importante, iualmente, es estar atento a los interroantes concretos # a las e'periencias "ondas del joven o adulto de su rupoN En esta misma línea es fundamental que el catequista conozca no sólo el presente del cristiano sino también su pasado, para poder integrarlo en el proceso de la catequización. El catequista "a de procurar que todo ese pasado −rico # ambiuo− sea tenido en cuenta por el cristiano para discernirlo, purificarlo, asumirlo # reorani!arlo a la lu! del Evanelio. El servicio educativo del catequista no se detiene en las personas aisladas. Educa tambi2n la relación concreta que se va estableciendo entre ellas, es decir, la vivencia comunitaria del rupo catequ2tico. El catequista "a de conocer la din)mica concreta de su rupo, las tensiones que suren, cómo va madurando, los momentos dinami!adores, la situación de cada miembro en la din)mica rupal. ;u función como catequista es facilitar que esa vivencia comunitaria va#a creciendo # madurando, movida por ese motor vitali!ador que es el amor fraterno. El servicio educativo que presta el catequista no "a de ser considerado aisladamente sino en vinculación con la acción educadora de aquellas personas que tambi2n ejercen su influencia en los mismos sujetos que 2l. Ha de saber, por tanto, situar su acción catequi!adora dentro de la m)s amplia tarea de la educación "umana # cristiana de aqu2llos a quienes catequi!a. Esto le llevar) a relacionarse con esos educadores& padres, maestros, profesores de reliión, responsables de movimientos, sacerdotes... LOS
CAUCES Y SIGNOS DE LA VOCACIÓN DEL CATEQUISTA
$a vocación del catequista, como decíamos m)s arriba, llea a trav2s de caminos ordinarios, con ocasión de circunstancias mu# diversas. A"ora queremos determinar los cauces # sinos a trav2s de los cuales toma cuerpo esa llamada& las necesidades de catequi!ación que tiene la Ilesia, el llamamiento interior para asumir esta tarea reistrado en un cierta inclinación por ella1 unido a unas cualidades requeridas, el llamamiento personal de la autoridad eclesial que, previo discernimiento, confiere la misión de catequi!ar. a) Las necesidades de catequización
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Dios llama a la tarea de catequi!ar a trav2s de la imprescindible necesidad de catequi!ación que tiene toda comunidad cristiana. En efecto, tanto el primer anuncio del Evanelio como la catequesis est)n al servicio de un mensaje que no sure, primariamente, de las necesidades interiores del ser reliioso del "ombre sino que viene de Dios. Es el mismo Evanelio, ratuitamente ofrecido por Dios, el que pide ser comunicado # profundi!ado. En las circunstancias actuales esta necesidad es muc"o ma#or, incluso −diríamos− apremiante # concierne no sólo a los ni5os # jóvenes sino tambi2n a los adultos. En un mundo proresivamente seculari!ado, que no ofrece apo#os a la fe # a la vida cristiana, son muc"os los cristianos necesitados de una fundamentación de su fe mediante un proceso catequ2tico de formación cristiana interal. *na minoría de edad cristiana # eclesial no puede soportar las embestidas de una sociedad crecientemente seculari!ada+ Juan (ablo II en ranada, =/1. 3onforme a una nueva sensibilidad que est) apareciendo en la sociedad, verdadero *sino de los tiempos+, queremos destacar tambi2n la necesidad de una catequesis para los deficientes tanto psíquicos como sensoriales cieos o sordos1. $a Ilesia tiene la responsabilidad de educar en la fe a tantos # tantos minusv)lidos bauti!ados # de proporcionarles una catequesis adecuada a su situación. $as comunidades cristianas "an de saber interar en su seno a estos "ermanos en la fe, incorpor)ndolos a la din)mica normal de la vida eclesial, sin "acer de ellos alo aparte. Adem)s debe ser un estímulo el "ec"o de que el anuncio del Evanelio a los desvalidos es arantía de que el ?eino de Dios #a est) presente en la comunidad. Este llamamiento de la Ilesia para intensificar la catequesis, en sus diversas modalidades, como *primer objetivo+ # *prioridad+ insosla#able en nuestro que"acer pastoral, reclama la necesidad de diversos tipos de catequistas& de adultos, de jóvenes, de ni5os, de la tercera edad, de deficientes, de novios en orden al matrimonio, de padres en orden al bautismo de sus "ijos, de emirantes, de marinados... En este sentido la llamada de la Ilesia no es sólo una llamada en2rica a ser catequista sino que −de acuerdo a la inclinación # aptitud de cada uno − se dirie a desarrollar diversos tipos de catequistas. Esta apremiante necesidad de catequi!ar e'ie, sin duda, un ran número de catequistas. $o reconocemos. (ero un ran número de catequistas no satisfar) convenientemente a las necesidades de la evaneli!ación en el mundo actual si no est)n encuadrados, animados # diriidos por catequistas dedicados de una manera estable a este servicio # dotados de una ran preparación. Ante este conjunto de necesidades, el ideal sería que cada comunidad cristiana pudiera suscitar # formar sus propios catequistas, respondiendo así a sus propias necesidades de catequi!ación. 3omo esto no es siempre posible, corresponde a la Ilesia particular la tarea de orani!ar una adecuada pastoral de catequistas, mediante la que se susciten vocaciones, se les forme de manera adecuada, se les distribu#a con equilibrio, se les atienda con esmero # se les otorue el debido reconocimiento eclesial. b) La atracción por la catequesis ! las cualidades requeridas para su ejercicio
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oda la comunidad cristiana, particularmente sus pastores, es responsable frente a esta urente necesidad de catequi!ación. El cristiano que percibe esta necesidad se siente, muc"as veces, personalmente interpelado en su interior para comprometerse en la tarea de catequi!ar. A trav2s de esta inclinación, unida a las cualidades indispensables # a la aceptación de los pastores de la Ilesia, es Dios mismo quien llama. Fu2 cualidades b)sicas son 2stasG :bviamente "ablamos aquí de las cualidades previas a la formación, es decir, de aquellas disposiciones b)sicas sobre las que cristali!ar)n m)s tarde las disposiciones propiamente catequ2ticas # que −como metas de dic"a formación− m)s adelante describiremos. (ara discernir una aut2ntica vocación los responsables de la comunidad eclesial tendr)n en cuenta si se dan estas disposiciones& ajo el punto de vista de su condición de cre#ente, el candidato debe "aber "ec"o la opción cristiana de fondo, estar iniciado en lo m)s elemental de la fe # vida cristianas, vivir en comunión cordial con la Ilesia # cumplir sus mandamientos, # estar dispuesto a llevar adelante el proceso de madure! cristiana # eclesial. n "ombre o una mujer que est)n aún indecisos respecto a su opción cristiana, que inoran lo m)s elemental de la fe, que tienen criterios o valores opuestos a los del Evanelio # no est)n dispuestos a renunciar a ellos, que no practican o que sienten despeo respecto a la Ilesia, no pueden aspirar a ser catequistas. ajo el punto de vista de la motivación por la que el candidato quiere ser catequista, debe aceptar la tarea de catequi!ar precisamente como una tarea fundada en su condición de cristiano # al servicio de la edificación de la Ilesia # de su misión. uien quisiera asumir esta tarea por alcan!ar una sinificación social, por af)n de protaonismo, por tener una ocupación con la que llenar el tiempo, por encontrar una actividad donde adquirir amios... sin que apare!ca para nada como motivo el servicio al Evanelio # a la Ilesia, no puede ser catequista. ajo el punto de vista de sus cualidades "umanas, el candidato debe o!ar de una cierta madure! # equilibrio, particularmente con una capacidad para la relación # el di)loo # con la suficiente apertura al mundo. Habr) de saber trabajar en rupo # colaborar con otros catequistas # educadores. Hablando en eneral, parece necesario que el candidato "a#a alcan!ado la ma#oría de edad, aunque −e'cepcionalmente− puede darse tal madure! en quienes se acercan a ella. $os responsables de la comunidad cristiana "abr)n de discernir o probar la autenticidad # verdad de las cualidades # motivaciones que impulsan al candidato a ofrecerse para este servicio. Es necesario que se den desde el principio, siquiera de una forma erminal, pero con las suficientes arantías de que a trav2s de un proceso de formación podr)n desarrollarse. $a capacidad de someterse a 2l # los loros que se va#an adquiriendo son tambi2n caminos por los que llea la vocación al catequista. c) La misión conferida al catequista
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El catequista, para ejercer su servicio en nombre de la Ilesia, "abr) de recibir una misión o encaro oficial de la autoridad eclesial, previo discernimiento de sus cualidades # de la formación recibida. (ara este discernimiento la autoridad contar), de ordinario, con el juicio del rupo de catequistas # de alunos miembros de la comunidad. RESUMIENDO
PARA REFLEXIONAR
F(or qu2 so# catequistaG F3ómo so# servidor fiel de la (alabraG F3u)les son los rasos m)s sinificativos que me confiuranG FEn qui2n se apo#a la rande!a de mi calidad de catequista, de testio del ?eino, de ministro de la Ilesia, de aente salvaciónG
Norka C. Risso Espinoza Centro San Juan de Dios – Ciempozuelos
http://pastoralsanitaria.blogspot.com.es/
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