Resúmen del texto: “Género, estereotipos y otras discriminaciones como puntos ciegos” de Ana María Bach Este texto corresponde a un capítulo del libro titulado Para una didáctica con perspectiva de género y tiene el propósito de proveer conocimientos básicos para avanzar en dicha propuesta.
Por tanto, en primer lugar la autora señala que para trazar una caracterización de género es necesario referirse al movimiento social y político del feminismo , haciendo un recorrido histórico. En consecuencia, expone ciertos momentos fundamentales en este recorrido: -
Se considera que la reivindicación más evidente por el lugar de las mujeres en la sociedad se observa con la Ilustración y la Revolución Francesa que rápidamente demostró que su lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad” no se aplicaba a todos los seres humanos. En este
momento es posible ubicar a Mary Wollstonecraft, Wollstonecraft, considerada un símbolo del feminismo por su obra Vindicación de los derechos de la mujer , declarándose contraria a la posición que difundía Rousseau sobre la naturaleza doméstica de esta. -
La primera revolución industrial de fines del siglo XVIII y la segunda iniciada en la década de 1870, provocaron una rápida aceleración del movimiento feminista , producto de los profundos cambios sociales. A partir de aquellos momentos, en Europa Occidental y Norteamérica el feminismo luchó por la igualdad de la mujer y su liberación. Nace así el
movimiento sufragista , que es considerada como la primera ola del feminismo . Posteriormente, las guerras mundiales, que incrementan considerablemente la participación de las mujeres en el trabajo, trabajo, alienta aún más la demanda respecto del del derecho de sufragio. -
Con la conquista del sufragio universal se consideró que el feminismo había terminado, pero habían otros derechos que las mujeres carecían. Así a partir de la década de 1960 surge la llamada segunda ola del feminismo y se produce un corpus de teoría feminista, en el que se considera como precursora a Simone de Beauvoir . En este contexto coexisten distintas corrientes feministas: la liberal (aboga sólo por cambios jurídicos), la socialista y
la marxista (que consideraba que la opresión de las mujeres está ligada al capitalismo como sistema que se beneficia materialmente de las mujeres), la radical (que afirma la hipótesis del patriarcado y el lema de que lo personal es político). -
En contra del feminismo blanco heterosexual de clase media se alza el Feminismo negro , que sostiene que las luchas por el fin al racismo y el sexismo estarían entrelazadas, siendo su principal representante bell hooks. Raza, clase y género se consideran un sistema
inextricable de opresión. Enfatiza el carácter múltiple y complejo de las diversas opresiones en contraste con los modelos aditivos, pues pueden afectar no sólo a las afroamericanas, sino a todos quienes son considerados otros y otras. A este movimiento también puede sumarse al de las Mujeres de color compuesto por mujeres chicanas (aunque no exclusivamente), que usan el lenguaje como herramienta de lucha, mezclando en su escritura diversos idiomas y dialectos. Entre las participante de este grupo destaca a
Gloria Andalzúa, Cherrie Moraga, Chela Sandoval.
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Aparece también el Ecofeminismo que fusiona los problemas ambientales y los feministas, observando la marginación de las mujeres y destrucción de la biodiversidad con fines puramente comerciales como características del patriarcado capitalista. Entre sus exponentes destacan Vandana Shiva y María Mies.
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En el espacio académico surge el análisis con perspectiva postcolonialistas, que se funda en los problemas de las colonias británicas liberadas. Destacan en este ámbito las teóricas
Gayatri Chakravorty Spivak y Chandra Mohanty . Esta mirada se caracteriza por defender un feminismo transnacional, sin fronteras. En este mismo ámbito aparece el descolonialismo, basado en los estudios culturales y en los estudios postcoloniales de Aníbal Quijano y Walter Mignolo, con el propósito de descolonizar el conocimiento. Entre sus principales teóricas se menciona a María Lugones, Francesca Gargallo, Linda Tuhiwai
Smith. Finalmente, se destaca la contribución teórica del postestructuralismo de Teresa Lauretis, Judith Butler y Luce Irigarya contra cualquier esencialismo. Utilizan técnicas deconstructivas y psicoanalíticas y son consideradas precursoras de la Teoría Queer. Por otra parte, el texto aborda la categoría de patriarcado por su preponderancia en las diferentes corrientes del movimiento feminista. En este se analiza el patriarcado como un principio que subyace a la opresión, subordinación y dominación de las mujeres. Esta hipótesis se observa en prácticamente todas las teorías feministas, aunque se la entienda en distintos sentidos y relaciones. La introducción del tema del patriarcado en el discurso del feminismo de la “segunda ola” data de la publicación de Política sexual de Kate Millet en 1969, quien distingue dos
principios: los varones dominan a las mujeres, y los varones mayores dominan a los más jóv enes. Respecto al patriarcado se han elaborado diferentes propuestas teóricas. El feminismo socialista elabora la teoría de
“sistema dual”
en la que el capitalismo y patriarcado son considerados
sistemas paralelos que se refuerzan y legitiman entre sí. Otra teoría de esta relación es la de Iris Marion Young que observa las limitaciones del anterior y propone un “sistema unificado”, considerando al sistema capitalista y al patriarcal indisolublemente unidos , por lo que el feminismo debe luchar contra ambos tomados en forma conjunta. En este sentido Ana María Bach advierte que: “Una teoría de la opresión de la mujer que sostenga que el capitalismo es esencialmente patriarcal podría cambiar la relación entre la práctica feminista y la lucha por transformar las instituciones y las relaciones capitalistas. Para Young, si nuestra marginalización y nuestra función como fuerza laboral secundaria han sido centrales para el desarrollo histórico y la existencia actual del capitalismo, entonces la lucha contra nuestra opresión y marginalización dentro de esta sociedad es, en sí misma, anticapitalista.” Ahora bien, existiría una dificultad para definir el patriarcado que radicaría en que es un sistema que atraviesa la historia, que se acomoda de acuerdo con distintas épocas y que sólo puede ser explicado con referencia a sí mismo. Sin embargo, resulta práctica la definición de Gerda Lerner: “Patriarcado, en su definición más amplia, es la manifestación y la institucionalización del
dominio masculino sobre las mujeres y los niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio masculino sobre las mujeres a la sociedad en general . Ello implica que los varones tienen el poder en todas las instituciones importantes de la sociedad y que se priva a las mujeres de acceder a él.
No implica que las mujeres no tengan ningún tipo de poder o que se las haya privado totalmente de sus derechos, influencias y recursos. Una de las tareas que supone un mayor desafío a la Historia de las mujeres es rastrear con precisión las diferentes formas y modos en que aparece históricamente el patriarcado, los giros y los cambios en su estructura y en sus funciones, y las adaptaciones que realiza ante las presiones y demandas femeninas.” (La creación del patriarcado,
1990) Absorbiendo las críticas que se le han formulado, el patriarcado puede entenderse como un
sistema dinámico que cambia en distintos ámbitos históricos y que, por tanto, atraviesa las culturas a lo lago de la historia . (…) El núcleo que lo caracteriza es la opresión a las mujeres , aunque dicha opresión adopte ropajes específicos en cada cultura. La diferencia sexual es más profunda que la de clase y raza, por lo que solucionar las diferencias de clase no valdría como su superación. Respecto a la noción de género, destaca la crítica que ha realizado la antropóloga Marta Lamas al binarismo en que se ha caído la teoría feminista al oponer sexo a género como natural/cultural. Aunque fue una diferenciación útil durante las primeros momentos del desarrollo teórico, esta oposición asume que los seres humanos simbolizan un material básico que sería natural e independiente (la diferencia corporal), a través de las construcciones culturales de géneros hombre/mujer. Sin embargo, aunque la biología muestra que los seres humanos vendrían en dos sexos, serían muchas más las combinaciones que resultan de las cinco áreas fisiológicas de las que depende, en términos generales, lo que se ha denominado “sexo biológico”: genes, hormonas,
gónadas, órganos reproductivos internos y órganos reproductivos externos (genitales). En este sentido, si se considerara la multitud de posibilidades que pueden dar lugar las combinaciones de estas cinco áreas fisiológicas, veríamos que la dicotomía hombre/mujer (como diferencia sexual,
corporal, material) es, más que una realidad biológica, una realidad simbólica o cultural. En el mismo sentido, son relevantes también respecto a la categoría de género las reflexiones de
Judith Butler, puesto que desestabilizó no sólo el concepto de género, sino el de sexo, al considerarlos social e históricamente configurados y no dependientes de una base material (o corporal) natural que sería independiente de la situación sociocultural. Esto quiere decir que,
aunque exista materialmente un cuerpo o sexo, no tendríamos accedo directo a él, sino a través de una intermediación del imaginario social: discursos, prácticas y normas. En consecuencia, para Butler el género es una apariencia de sustancia o materia que se construye a través de la
repetición de actos a lo largo del tiempo (por ejemplo: a través de la interpretación de una ecografía, la asignación de un sexo por el doctor, la determinación de nombre de acuerdo a un género por los padres, la determinación de colores para vestir, juguetes, actividades, etc.). A partir de estas consideraciones teóricas se sustenta la teoría Queer (de lo no recto, lo raro) que estudia a los sujetos cuya existencia no se adapta a la dicotomía hombre/mujer y encarnan combinaciones marginales de las diferencias fisiológicas y culturales (trans, intersexuales, travestis, e tc.) Por último, la autora destaca la noción de interseccionalidad, pues contribuye a analizar la realidad de diferentes mujeres no desde una adición de opresiones (sexismo, homofobia,
clasismo, xenofobia, racismo, etc.), sino de acuerdo a cómo se encarnan, se vuelven corpóreas, son versátiles, están entrelazadas y son casi inseparables analíticamente. Trata la situación en la
que un tipo de discriminación interactúa con dos o más grupos de discriminación y crea una situación única. Es una herramienta analítica útil para estudiar y comprender cómo la categoría de género se cruza con otras identidades y cómo los distintos cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio, tal como lo es estar en los márgenes o en el centro.