20 8
HACiA unA PedA PedAgOgíA gOgíA PeRveRtidA Pe RveRtidA CoNFERENCIA: RENÉ SCHÉRER INTERLoCUToRES: MANUEL ASENSI, UTE META BAUER Y MARTHA RoSLER MoDERACIóN: JUAN DE NIEVES
Ja ns Vams a iniciar ahra la última de las sesines que ns han reunid aquí durante ests días para debatir sbre el muse y sus psibles estrategias educativas. Un tema espins, ya que la transmisin de cncimient y las herramientas cn las que el muse cuenta para ell, cnstituyen sin duda el mtiv undamental de la institucin muse y de sus d ierentes actuacines. Pensems que la “expsicin” es sl una de ellas, per n la única que las i nstitucines museísticas manejan. Se trata quizá de cuestinar si ls mdels de prgramas educativs que aplicams en nuestrs centrs, sin duda tds ells bien intencinads, n están perpetuand alguns valres, ciertamente dudss, que las prpias institucines educativas pr excelencia (la escuela, la universidad, etc.) han generad tradicinalmente. Muy a menud, desde el muse, tenems la sensacin de actuar cm caja de resnancia de un sistema educativ herid y escasamente revisad. El muse, pr tant, n debería ni pdr ía cnvertirse en esa escuela dgmática y tan a menud sustentada en la desigualdad. Esty segur de que a partir de las intervencines de ls cnerenciantes y pnentes que ns acmpañarán después pdrems sacar n cnclusines inmediatas, per sí algunas cnsideracines de enrme utilidad para el muse. Es un verdader placer pder cntar hy cn la presencia de René Schérer, presr emérit de Filsía de la Universidad Universidad París VIII-Sai nt Dennis, cuys estudis se han centrad en la pedaggía desde un psicinamient radical. Cm tds ustedes saben, el títul de esta mesa está tmad de un de sus librs más leíds,Emile perverti, publicad en Francia en 1974 y elizmente, aunque sea alg tarde (diez añs después), en España baj el títul de La pedagogía pervertida. Cm tds saben, tma cm punt de partida el Emilio, de Russeau, la bra undadra de la pedaggía ccidental. N me vy a extender ahra en ls cntenids radicales de René S chérer, prque además en la mesa cntams cn una vz much más autrizada que la mía, a saber, la de Manuel Asensi, a quien también vy a presentar de inmediat. Per permítanme antes leerles un breve párra perteneciente al epílg de este ascinante y, desde mi punt de vista, reveladr libr. El epígrae lleva pr títul Contra la secta de los maestros y los pedagogos pedagogos. Me gustaría que escucharan cn atencin: ¡Bonito aspecto el de nue stros pedagogos!, de ahora en adelante ya sólo es posible el aislamiento absoluto de todas las prácticas pedagógicas en curso. ¡Abajo la escuela! Sea; pero esto todavía no signifca gran cosa y viene a ser lo mismo si vamos a otra parte para que nos enseñen la misma cosa con otros medios. Tanto más cuanto que la escuela aporta la ventaja inaudita, en la civilización, de disponer, uera del ámbito amiliar, de grupos innumerables de niños. Lo que hay que extirpar es el vicio pedagógico .
2 09
Manuel Asensi acmpañará a René Schérer tras su cnerencia y llevarán a cab u n diálg entre ambs que cnstituirá un debate previ al que después tendrá lugar cn el rest de ls pnentes. Manuel Asensi es catedrátic de Tería de la Literatura en la Universidad de Valencia, de manera que cre que su presencia en esta mesa está avalada en primer lugar pr su cndicin de dcente, y clar, también pr su cncimient prund de la bra de René Schérer. Per al mism tiemp pr su vi nculacin a la institucin museística, ya que dirige el prgrama de estudis independientes del MACBA. Un prgrama que nace cn la vluntad de cmprender el arte, el cuer p y el trabaj educativ cm una manera precisa de i ntervencin scial. Y me retir de la mesa y ced la palabra a René Schérer.
Ré Schérr Me sient muy hnrad de hablar ante ustedes. Imprvisaré algunas palabras sbre el tema que se me prpus: la inancia, en u n marc tant educativ cm estétic. Para ell calizaré mi atencin en ls petas , a la manera de mi amig Gilles Deleuze, allecid recientemente, dentr del curs de su lsía. Emplearé algunas rmulas péticas, cm las cuatr que él utiliz en una célebre cnerencia para explicar la lsía de I mmanuel Kant. Y utilizaré ds rmulas péticas para desarrllar mi refexin sbre la inancia. La primera la he tmad de Rilke, en una traduccin muy respetada. Crrespnde a un text en alemán, que muestra a un niñ en una cnstelacin. Es una rmula enigmática, per extremadamente bella a mi parecer, y muy evcadra. Sitúa la cuestin del niñ en un interrgante, en una prblemática; es decir, ns invita a decir que el niñ n es alg evidente, abslutamente natural, sin que existe etern amente. Per subsiste un interrgante: ¿quién es? Este es el pr imer punt, la primera rmula, que desarrllarems en nuestra refexin. La segunda va en el mism sentid, y me parece igualmente muy interesante. Se trata de una rmula de Carl Spitteler, autr que n td el mund tiene la suerte de cn cer tant cm a Rilke, aunque haya sid premi Nbel en 1919. Este escritr tuv su mment de glria en esa épca, a nales del sigl XIX, y es cncid pr un públic muy variad; pr ejempl, escribi un libr titulad Imago que di a Freud la idea del títul de su primera rúbrica p sicanalítica, llamada asimism Imago. N resumiré el sentid del libr, per sí diré, sencillamente, que es la base de una refexin para un análisis de sí mism. Carl Spitteler también ha sid un reerente para Walter Walter Benjamin, que habla enrmemente enrmemente de él en sus cartas, en particular en sus cartas de juventud, guiad en su educacin pr ls grandes pemas épics que escribi Spitteler a nales del sigl XIX. A sí pues, es un autr mens cncid y de mens valr que Rainer Maria Rilke, per que dej csas interesantes. Vuelv a la rmula de la que hablaba. La refexin sbre sí mism es una e specie de autanálisis y de meditacin sbre su prpia inancia, vista desde el i nterir. De ahí que utilice esa expresin: una vista desde el interir, un pensamient del interir. N hay inancia, la inancia es u na creacin del adult. Esta expresin hace pensar en la pesía, que es también una creacin, una ccin. La inancia n sn pues necesariamente ls niñs que se ven, que tenems delante de ls js, sin que es igualmente un mism. Es decir, mirand desde el interir se establece una unin entre el niñ y nstrs, distinguiend l que pertenece a la niñez y l que pertenece al adult. Así, la cuestin de la inancia e s también la cuestin del adult. ¿En qué mment dejams
210
de ser niñs? Est es l que muy prbablemente interes a Freud en la bra de Carl Spitteler, esta idea de semejanza psitiva, que ha sid desarrllada pr Freud: esta prblemática de la separacin entre el estad de inancia y el estad adult, que ns parece tan evidente, está cdic ada pr las leyes, pr td el pens amient existente sbre la inancia. ¿Dejams de ser niñs? ¿Empezams a ser adults? Y ¿dejams de ser adults? ¿El adult es el estad nal de la in ancia? Es un asunt muy imprtante prque, cm verems lueg en la cnclusin, en esas ds rmulas se ve cn certeza que pdems dudar undamentalmente de la existencia de un estad adult; y, al mism tiemp, también se puede pner en duda que el estad adult sea el nal de la in ancia. Ests ds temas sn ls que cnst ituyen nuestra prblemática. L resum brevemente. Vams a desarrllar la siguiente cuestin: ¿existe el niñ? Nuestra respuesta es que n: el n iñ n existe. Crrelativamente, est quiere decir que tampc existen ls adults. A mi parecer, este es el pri mer pensamient que puede sugerir la rmula de Carl Spitteler. Repit, pues. En la rmula de Rilke, el niñ se ns muestra. E ste “muestra” está evidentemente en presente, per es también una eventualidad, una psibilidad. Se puede traducir también pr el utur: “mstrará, dirá l que es”. De esta manera también se puede hablar del niñ. Más adelante insistiré en esta rmula de R ilke. Insistiré también en alg que n aparece en las lenguas cm el rancés el españl, que atribuyen al niñ un géner; n un sex sin un géner: el masculin. En rancés, la palabra niñ es masculina y englba también el emenin; se puede decir “un ni ñ” para designar a una niñ a. El españl tiene tras psibilidades, ya que se dice de md dierente el niñ en masculin y en emenin. El alemán l dice de tra manera: en neutr; el niñ es una palabra neutra (das Kind ). Idea ésta muy imprtante, en la medida en que las primeras rientacines educativas relativas al niñ cnsisten en atribuirle un sex e identicarl querer estructurarl, cm se dice en cierts lenguajes educativs, que siguen el psicanálisis y que tienen su rigen en el prpi Freud. El niñ va a ser estr ucturad según una identidad. Esta idea de estructurar al niñ s egún una identidad sexual se crrespnde también cn las palabras de Spitteler que hablan de ccin, de alg abricad. En rancés, piens en el títul que se le di hace añs a un libr:La abricación de los machos , que insiste en el hech de que la atribucin del sex masculin pr la sciedad, la viril idad, era bjet de una incesante abricacin de la pedaggía. Así pues, aunque la palabra “niñ” n ha dad lugar en A lemania a indicacines particularmente rientadas en el sentid de la neutralidad sexual , ni a críticas a la abricacin de machs, si se piensa un pc en el sentid de la lengua, esta atribucin del neutr al niñ n está desprvista de interés. La neutralidad ns hace ver que el neutr n es necesariamente una ineriridad, n es una ausencia. Es más bien una especie de indecisin, es decir que el niñ n pertenece necesariamente al masculin al emenin. Y se ve, si se refexina en este sentid, que ls métds educativs y las cstumbres educativas, el habitus latin la cstumbre educativa tradicinal va precisamente en el sentid de la separacin de sexs, de la abricacin de una identidad sexual. Quizá la in ancia sea justamente el estad que está más allá, que n es inerir a la identidad sin más bien al cntrari, prque esta neutralidad va más allá de la separacin, que es, a menud, decisiva y excluyente. La separacin crea exclusines,
211
mientras que el neutr, al cntrari, crea inclusines. La neutralidad sexual del niñ hay que leerla y cmprenderla en el sentid de una inclusin que es prgresiva en la evlucin individual, en la rgánica individual, mientras que scialmente se transrma en exclusines dierenciales. La neutralidad del niñ n suprime la rientacin en un sentid emenin masculin; es l que pdría llamarse una disyu ncin incluyente, en lugar de ser una di syuncin excluyente, cm se ve recuentemente en el desarrll del pensamient educativ. Termin aquí la primera parte de mi presentacin, que ha cnsistid en es clarecer un pc l que pdrían ser alguns de ls pensamients sugerids pr las rmulas de Rilke y de Spitteler. En la segu nda parte desarrllaré este asu nt partiend también de esas rmulas, y cmenzaré pr la de Rilke. Rilke sitúa al n iñ en una cnstelacin. Esta palabra, “cnstelacin”, puede ser también bjet de refexin en la lengua alemana. Se p dría entender, según el pensamient de Rilke, cm una magni cacin, pdríams decir una “sublimacin”, si esta palabra n uera demasiad equívca en el camp psicanalític, ya que la sublimacin psicanalítica designa un enmen particular: el de la desexualizacin. N es éste en abslut el pensamient de Rilke. N se trata, pues, de un prblema de sexualizacin de desexualizacin, sin de que en esta cnstelacin hay magnicacines, que n sn, prpiamente habland, sublimacines. Es una magnicacin de la in ancia. En la cnstelacin hay una especie de ser cn un cuerp; tr mund que se maniesta en la tierra per cn rigen celeste. Se vlverá sbre este mism pensamient más tarde, casi simultáneamente, en Doktor Faustus , un libr en el que Thmas Mann habla del mism md de la inancia: cm una especie de emanacin de rigen celeste, que se irradia en la cara y en el cmprtamient del niñ. Pdems cnservar esta expresin: el niñ pertenece a una cnstelacin. A mi parecer, es la prueba de que, de una manera u tra, hay en la aparicin del niñ alg que evca péticamente una especie de existencia, entre cmillas, “extraterrestre”. Hay que pner esta palabra entre cmillas, prque se piensa en seguida en ET en ls marcians, en seres extraterrestres mnstruss. N se trata de est, sin de ir más allá de nuestra pedaggía sbre la in ancia; ns quedaríams en el lad del niñ mism, tal y cm l ven las persnas que establecen una especie de relacin cn l n human, l extrardinari, l mnstrus, y l ven en general cm prpiedades imaginativas, extravagantes, de la imaginacin in antil. Esta expresin tiene raíces much más prundas, y muestra justamente que hay, en el niñ y alrededr del n iñ, alg que surge de una cnstelacin; que el n iñ n está saturad satisech pr las persnas que l rdean, pr el cnjunt de las i nstitucines humanas que l rdean. La inancia, desde el pu nt de vista institucinal, tiene indudablemente cm cnstelacin exclusivamente a la amilia, l que se pdría ll amar el persnal educativ aprpiad. Esta cnstelacin, pr tr lad, n es ja, sin que ha variad histricamente. El niñ ha est ad siempre rdead pr persnas que l tienen a su carg. Así, se puede decir que el niñ tiene cm cnstelacin el cnjunt institucinal que l rdea, es decir ls miembrs de la amilia: la pareja, el educadr, bien, hy en día, el asistente scial, el juez, el plicía que se cupa de él. E n n, la i nancia está permanentemente determinada pr las reerencias institucinales que van a permitir situarla, cualicarla y hacerla entrar en la categría de la segmentariedad que en ese mment la encuadra en ls marcs institucinales dentr de ls que se sitúa el niñ. La cnstelacin de Rilke es precisamente alg que ns lleva más allá de esta segmenta-
212
riedad. Y, para emplear la lgica de Deleuze, y diría que a la segmentariedad privativa y excluyente, determinante, la sustituye el desper tar de nuestr mund, una rma de mvimient que ha arrastrad al niñ. A la rigidez de la segmentariedad la sustituye el fuj mlecular, es decir, el mvimient, la fuidez de las psibilidades que están destinadas a despertar l que existe en estad latente, a veces cmpletamente ahgad, y de l que, en cnsecuencia, n tenems una cnciencia clara. Esta cnstelacin lleva justamente a rmper cn un ciert marc determinista para llevarns a tr camp: el del mvimient fuid. El últim punt sbre esta refexin me cnduce a la palabra “mvimient”. Esta palabra será la tercera reerencia; sin cita, ya que n teng cita para hablar de este camp pétic, per se pdr ía encntrar. El tercer reerente es Charles Furier, autr cuyas terías se rigen, cm saben, pr la idea de mvimient, entendid cm atraccin pasinal. La bra de Furier ha cmenzad a ser cncida justamente pr u n libr titulad La teoría de los cuatro movimientos. Entre ess cuatr mvimients está el mvimient de atraccin, que está dirigid pr el mvimient material de las atraccines siderales. Per, aparte de est, se puede decir que ess cuatr mvimients se identican cn el mvimient material, tal y cm l veía New tn. Tales mvimients sn de dierente géner, según ls d ierentes reins de la creacin: el animal, también el inrgánic, y el mvimient esencial, que sirve, segú n el lenguaje que él utiliza, de pivte, es decir de centr, y que se encuentra en tdas partes analgicamente. Este es el mvimient pasinal. Estams en el centr mism de la cnstelacin a la que pertenece el niñ y en trn al que gira. Este centr est á cnstituid pr el ejercici de sus pasines, de las pasines puestas en libertad, puestas en mvimient. La civilizacin, según el lenguaje de Fur ier, es la que ha cnstituid, alrededr del niñ, uns marcs que renan el mvimient, que han blquead este mvimient pasinal, inclus cm principi educativ. Se puede decir que ess marcs se han dedicad a rientar y blquear el mvimient pasinal cuand la educacin, tal y cm la entiende Furier, se dedica pr el cntrari a des cubrir ls dispsitivs que permitan el desarrll del mvimient pasinal, de acuerd cn l que va a ser la cnstitucin de un nuev rden scial. Así pues, n es psible cncebir una educacin y una pedaggía inantil sin pensar al mism tiemp en la transrmacin cmpleta de un rden scial, ya que tdas las institucines educativas se aanan al cntrari en i nmvilizar la expansin del mvimient pasinal. De este md lleg a esta cnclusin que cncierne a la vez a la inancia y a ls estudis pedaggics. Para seguir desarrlland esta tería, me apyaré en una reerencia que escgeré entre ls autres cntempránes, en un extract de un text que ha sid traducid, cre, a tdas las lenguas, y recientemente al rancés. Se trata de Pier Pal Paslini. La bra, que es la última que escribi (n sé si la public él mism en 1975), se llamaLas cartas luteranas. La palabra “luteranas” se reere a esta herejía, a esta refexin herética. Éste ha sid siempre un punt cmún del géner de Paslini, es decir, partir del empirism herétic, de la experiencia herética; en su creacin cinematgráca también es un tema sbre el que ha es crit Paslini. En Las cartas luteranas , es decir, las cartas heréticas, desarrlla alg que n es del td una tería, sin una especie de visin pedaggica, ya que, en la ccin, dir ige sus cartas a u n muchach jven al que da uns cnsejs para llevar adelante su vida, para abrirse pas en la existencia. Me qued sl cn l que permite jar las ideas y ref exinar de md muy intens sbre la ncin de educacin, la educacin psible.
213
Paslini distingue tres educacines, y hace esta pregunta al muchach, del que n recuerd el nmbre: ¿Quiénes sn tus educadres? ¿Quiénes sn tus verdaders educadres? Y distingue tres educacines: la primera, que es la más despreciable, la más inexistente y la más imptente, es la que viene de ls padres y educadres prpiamente dichs. L que se llama educacin es, en primer lugar, esta educacin articial, que tiene pquísima imprtancia para él y que e s precisamente la educacin que imparten ls adults. La segunda, que es más imprtante y quizá esencial, es la educacin que viene de ls cmpañers. (Es interesante ver aquí una crrespndencia invluntaria, ya que n se hablarn, cn Furier). Esta educacin es muy imprtante para el niñ. Per hay una tercera, según Paslini, que es la más imprtante y quizá la única. Es la que él llama, de manera bastante enigmática, per que invita a la refexin, la educacin de las csas. La educacin de las csas es la ún ica imprtante para el niñ. ¿Qué entiende Paslini pr “csas”? La palabra debe dejarse, tant en italian cm en rancés y en tdas las lenguas, dentr de su indeterminacin. La educacin de las csas es la que es impartida pr l que el niñ des cubre, l que él ve a su alrededr. Es l que está cnstituid pr el mund material y el mund s cial y sus transrmacines y accidentes; actualmente se diría la vilencia de las csas. Pr mi temperament creativ, y cn la edad, rente a la vilencia de las csas sería más bien partidari de prteger a ls niñs, per cn reservas, prque piens que es igual mente un errr querer prteger al niñ de la vilencia de las csas: sería privarl de l que es más imprtante y, además, histricamente más esencial en su rmacin. Est es l que quiere decir Paslini: se haga l que se haga, es decir, sean cuales sean ls dispsitivs pedaggics que rdean al ni ñ, la pedaggía, basada en dispsitivs utpics y llamada cada vez más al racas, lleva a la civilizacin cntempránea a prteger al niñ cntra la educacin de las csas. Piens que se debe hacer u na primera refexin pedaggica crítica, tant psitiva cm negativa, sbre ests antasmas idelgics de la prteccin. El niñ n debe ser prtegid; n debe ser puest en cntact eectivamente cn vilencias que resultarían destructras, per, pr tra parte, n debe ser situad tampc exclusivamente en un lugar lugares que l prtejan articial mente cntra las csas, cntra la educacin de las csas, inclus cntra la vilencia de las csas. Las refexines actuales de la educacin van en cntra de estas prpuestas. Actualmente se intentan aumentar ls dispsitivs pedaggics de prteccin, ls d ispsitivs pedaggics de educacin en lugares cerrads, situads al margen ar ticialmente de un mund de ls adults, presentads cm más mens hsti les hacia el niñ, sbre td en el camp sexual. En l que Furier llamaba la civilizacin, l que se pdría llamar, en un lenguaje más aprpiad a nuestr pensamient cntempráne y que y tm prestad de Michel Fucault, “el lenguaje de ls dispsitivs institucinales”, hay una rientacin que se pne justamente a esas rientacines hacia las que ns dirigen las rmulas reerencias que acab de enunciar. Así pues, en resu men y para terminar, he dad en esta intervencin algunas reerencias que ns permiten jar nuestra atencin y nuestra refexin sbre la i nancia y la rientacin educativa pedaggica. Hacerse preguntas sbre la inancia es n cnsiderarla cm un dat abslutamente estable y ver que, en denitiva, esta categría estricta y rígida que se llama el ni ñ, vist cm la inancia del adult, n existe (cm tampc existe el adult mism). L que h ay sn simplemente dispsitivs de pder. Dispsi-
214
tivs que tienden a mdelar alg que llamarems el niñ, vist cm la in ancia del adult. La única psibilidad, pr tra parte, es la que tenderá a sustituir ess dispsitivs de pder pr l que en nuestr lenguaje se pdrían llamar ls aspects pasinales. Ess aspects pasinales n sn necesariamente clectivs, es decir n interesan al adult al mund adult, a la inancia de un n iñ aislad, sin que hay que situarls en el medi cnstituid pr la i nancia misma y en el medi que la rdea s cialmente; el medi de un niñ, el medi en el que ha nacid y en el que se ha desarrllad. Además de esta sustitucin de ls disp sitivs de pder pr ls aspects pasinales, existe la educacin de las csas, es decir, dar la psibilidad al niñ de entrar en cntact cn las csas, de intervenir en esas csas. En cnclusin, actualmente td el mund es cnsciente de que la educacin del ni ñ escapa ttalmente a la sciedad adulta, cnvulsa y sin psibilidad de u n dmini cmpletamente utpic, que tiende, a pesar de td, a cnservar l que es estric tamente impsible de realizar. Emple aquí la palabra “utpic” en un sentid negativ, prque se pdría sustituir pr tra rma de utpía que va en cntra de esta tendencia. N hems de bstinarns en e sta utpía pedaggica que n lleva a nada. Hems de cnsiderarla a partir justamente de esta reprblematizacin de la inancia, tal y cm ns prpnen, en ámbits exterires a la pedaggía especializ ada, las persnas que están en cntact, que han est ad en cntact, cn una inancia “mantenida”, que han sabid hacerse niñs. Entre ells están Paslini, Rilke, Spitteler, tds ls petas tds ls que han abiert ls js a l que pdría caracterizar la inancia; en denitiva, ls que han sabid escapar a una visin ttalmente negativa de la psibilidad de abrirse a un camp de enriquecimient pasinal. Manuel Asensi, al que pas la palabra, me recrdaba ayer y me mstraba un pasaje de Prust de A la sombra de las muchachas en or en el que h ace reerencia precisamente a esta “inancia cns ervada”. L que Deleuze llamará “hacerse n iñ”. Para cncluir, diré que el verdader prblema n es para el niñ hacerse adult, sin para el adult hacerse niñ.
Mal Ass Buen, cn la intencin de hacer que René pueda desar rllar un pc más algunas de las cuestines que ha plantead, y vy en principi a tratar de situar su intervencin dentr del marc de este clqui. Después, quizá, pdrems tratar de plantear algunas cuestines, en cas de que el públic interesad quiera participar. Vy a decir antes alg muy breve. N cre que la presencia de René Schérer necesite ninguna justicacin en el cntext de este clqui, per sí que me gustaría reerirme a tres cuatr cuestines que enunci a manera de títul, las cuales pdrían servi r para sacar algunas cnsecuencias de l que René Schérer ha plantead desde una ptica exclusivamente lsca. Llama la atencin que entre es que pdríams cnsiderar el pensamient radical desde ls añs 70 hasta nstrs, incluyend td l que tiene que ver cn la tería queer, etc., n ha habid jamás la intencin de plantearse la prblemática de la sexualidad del niñ, y undamentalmente de la relacin sexual entre el adult y el niñ. Tant es así que hace un tiemp, en una cnerencia de Judith Butler, alguien entre el públic le pregunt sbre esta cuestin, sbre el prblema de la sexualidad en el niñ, y ella respndi de manera bastante clara diciend que n hablaba para nada de esa cuestin, que hablaba única y exclusivamente de la cuestin de la sexualidad del adult. Buen, est se puede pensar que tiene que ver también cn el prblema de una
215
cierta legalidad y de una penalizacin en relacin cn l que se pdría interpretar cm una incitacin a hablar sbre ell. Y, en este sentid, se pdría cmprbar. Pr ell hay que valrar el trabaj de René Schérer, prque ya en ls añs 70, y cincidiend cn l que estaba siend el trabaj ptente de Gilles Deleuze, Félix Guattari, Michel Fucault y Jacques Derrida, y me atrevería a decir que es el ú nic que trata de tematizar de una manera explícita, intempestiva y radical este tema. Est se demuestra en La pedagogía pervertida, un libr de u na lectura abslutamente gzsa prque n está escrit en ninguna clave digams ensayística cannica: es un libr que es una pardia, es cmic, y realmente prvca hilaridad en el lectr. En segund lugar, y cre que una de las cuestines undamentales que ha expuest René, que pdems desprender de la lectura de su trabaj, es la medida en que sus planteamients aectan de una manera muy directa a l que se puede mstrar y a l que n se puede mstrar en las representacines ílmicas, ar tísticas, literarias, etc. Me cntaba Manl Brja que recientemente en Burdes hub una expsicin de tgraía cntempránea que ue censurada prque en ella aparecían niñs , y ha habid denuncias legales en trn a esta cuestin. Pr tant, l que él i ndica señala un límite dentr de l que es mstrable n en el plan de la expsicin del tratamient. En tercer lugar, es necesari establecer una cierta mdicacin del términ pedaggía para pder situar el planteamient de Schérer dentr del ámbit del muse. Y para ell, resulta interesante recuperar el sentid etimlgic de la palabra pedaggía. Un sentid etimlgic que literalmente signica acmpañar a alguien en un camin, y además hacerl a pie. En este sentid, el act pr el cual u n espectadr entra en una serie de salas en el muse y hace un recrrid a veces acmpañad pr un guía se parece más a l que etimlgicamente supne la palabra pedaggía que el estatism prpi de l que representa una escuela, inclus l que nstrs estams haciend aquí. Y esty bastante srprendid de que gente que trabaja en un muse de arte cntempráne haya celebrad, imagin que pr mtivs estrictamente inraestructurales, un act de este tip en una sala cm ésta, que permite pcas alegrías en cuant al intercambi de ls espacis. Ayer estábams René y y en la catedral y ns encntrams cn una pequeña estatua de un mnaguill, y ayer pr la nche estaba prpniend y, medi en brma medi en seri, que trajérams esa estatua para clcarla aquí sbre la mesa. En n, sería una manera de rmper esta in mvilidad en cuant a la presentacin de las csas. En ese sentid, cre es pertinente plantearse esta cuestin, que además es el títul de tr libr de René Schérer, traducible cmIr con. El últim asunt sería qué puede supner, y cm pdems imaginar, la intrduccin de la dimensin del dese de una manera explícita, y en el sentid en el que Schérer apuntaba dentr del marc de la expsicin y dentr de las d istintas actividades del muse. En el cntext del muse se pueden hacer bastantes más csas que la mera expsicin, se pueden expner, y util iz el sentid etimlgic, csas que habitualmente n se expnen. Así es que, siguiend cn las transrmacines del espaci de expsicin vams a hablar sbre algunas de las csas que ha plantead René. Y cre que pdems cntinuar un rat al mens, para pasar a cntinuacin a expner l que pdría ser una refexin a partir de la cuestin de la pedaggía cm acmpañamient, especialmente dentr del camp del muse. Psiblemente una de las cuestines que hay planteadas es la manera en que la expsicin de René aecta muy directamente a aquell que se puede mstrar y a l que n se puede mstrar.
216
Públco Muchas gracias pr la cnerencia. Me ha parecid muy interesante, y de hech la cuestin de la educacin me parece und amental, aunque se haya pstergad al últim día. Me gustaría preguntarle a René si en cierta rma la t raduccin pdría ser un dispsitiv educativ. Es decir, si la traduccin realmente se cnvierte en u n dispsitiv y qué uerzas de pder pueden activarse y relacinarse cn él, si realmente es tal di spsitiv educativ. Ré Schérr Para mí sería muy diícil respnder a esa pregunta, prque n sy un especialista en cuestines prácticas en el ámbit de ls muses. L únic que pued decir, per que es extern a esta cuestin (aunque quizá le pueda resultar de interés... pertenece al ámbit anecdtic) es que hace uns 20 añs, precisamente en la épca en que apareci la primera edicin de La pedagogía pervertida, tras la lectura del libr me invit el directr de la Kunsthalle de Basilea, Jean-Christphe Ammann, amig de Harald Szeemann. En aquella casin había estad viend una expsicin rgan izada pr Szeemann, muy cncida, sbre el Arte Ttal, una expsicin que tenía muchas bras desde principis del sigl XIX, tdas tratand esa idea. Ammann había rganizad una pequeña expsicin, muy interesante, que di lugar a un catálg, dnde se reunían las bras del tgra Phil ippe vn Leuven. En la primera edicin de La pedagogía pervertid a aparecía una tgraía de este autr. Él estaba allí representad junt a trs autres mens cncids, cm Vn Kupher, el autr de un minucis resc cerca del Vann (un lugar utpic a principis del sigl XIX en Suiza). El resc se retir de su lugar riginal. Era sbre persnajes antástics que celebraban la desnudez y la hmsexualidad. Se trataba de un templ que el artista h abía dedicad a la celebracin de una rma de ertism mnisexual. Pr tr lad, también estaba presente una bra sbre la que escribí, relacinada cn la inancia. E ra una bra de un autr pc cncid per muy interesante, ott Meyer-Amden. Esta bra cnsistía en una serie de dibujs y acuarelas dedicadas al relinat de Berna, dnde él había sid educad. Él n era huéran, si mplemente iba a ese hspici para recibir educacin. Había muy pcs artículs sbre Meyer-Amden, en Suiza alg más, y era el autr de una imprtante bra escrita, rmada pr su crresp ndencia cn oskar Schlemmer, alg más cncid debid a su bra en Berlín. También se escribía cn Kandinsk y. Hay que decir que su bra participa del nacimient de la abstraccin. Si n se ha vist, es muy diícil de describir, aunque pued decir que cnsistía en viñetas de p equeñ tamañ que representaban la vida ctidiana de ls niñs en el ranat de Berna. Se incluían muchas representacines de niñs desnuds y eran visines, e s el términ que el autr utilizaba, de la vida ctidiana en el i nternad, cn ls drmitris, las duchas, la sala de estudis, etc. También hay uns dibujs muy imprtantes, sbre ls que escribí un cmentari publicad en Francia en el añ 2000. Ests d ibujs sn muy representativs e interesantes, y ls describ para darle una idea de qué sn: se trata de una leccin de dibuj dentr de u na sala de estudi. Vems a tds ls interns sentads en sus pupitres. La vista se da desde la mesa del presr, el espectadr está cm si uera el presr, y l que se ve en el dibuj sn ls alumns sentads en sus pupitres dibujand un mdel, un mdel que n se ve per que se adivina: una antigüedad, una cpia en yes de u na escultura clásica. Vems las ds las de pupitres, y en mitad de ellas un alumn de pie que está desnudándse. Aparecen ls pantalnes en el suel y se mantiene de pie delante de la es cultura que ls demás dibujan. Cm tdas las bras de ott Meyer, n se trata de una rma realista en el sentid rdi-
217
nari del términ, sin que el tratamient es de un tip muy especial. Ls que hayan vist sus bras l pdrán entender, ls que n las hayan vist es prbable que n. Es un estil que recuerda a oskar Schlemmer, per que n es exactamente el mism. Una especie de estili zacin gemétrica en ls desnuds de oskar Schlemmer, l que en alemán se denmina achnaven, y ns recuerda al sigl V I. Y hice un cmentari al respect, y esta presentacin pdría s er muy interesante para un cmentari artístic sbre la práctica, qué práctica se pdría realizar. Sería muy interesante un cmentari artístic pedaggic sbre este dibuj, ya que el ni ñ n está sl desnud, sin que está siend además muy prvcadr, y así l cncibi el autr. El niñ, prvcand, parece estar diciend: estáis dibujando un yeso muerto, por qué no me dibujáis a mí, que estoy desnudo y vivo. Quier plantear esta pregunta abierta al públic: pr qué n se prpne a ls niñs en las clases, pues tds es tarán de acuerd en que se trata de cuerps admirables, pr qué n les prpnems que se dibujen ls uns a ls trs. Ésa es la pregunta que y plante: pedaggica antipedaggicamente, teniend en cuenta la pedaggía pervertida.
eL MuSeO y eL PASeO inteRRuMPidO MANUEL ASENSI PÉREZ 1) La paradoja del museo: preservación y congelación
Del mism md que René Schérer ha utilizad las reerencias péticas de Spitteler y Rilke para desar rllar su refexin sbre la in ancia, y emplearé ejempls de la llamada cultura “ppular” para guiar mi refexin sbre el muse. Hay una rase que determina la interpretacin alegrica de una película cm Toy Story 2 , aquella en la que la madre de Andy, al descubrir que a su juguete avrit se le ha desclgad un braz, arma: “I’m srry, my dear, but yu knw, tys dn’t last rever’” [“L sient, cariñ, per ya sabes, ls juguetes n duran eternamente”]. ¿Y qué es l que dura eternamente? Las vidas humanas desde lueg n, quizá es l más delicad, per las bras de arte tampc: también éstas pueden resultar mutiladas, inclus eliminadas pr algún Fahrenheit pr alguna guerra civil. ¿Cuál es la razn pr la que emple la película Toy Story 2 para hablar de las bras de arte y de ls muses? La primera razn se debe a que es la prpia película la que tematiza la cuestin del muse cm reugi para aquells juguetes ya desechads pr su am y cuy destin es el cub de basura la venta. La segunda razn es que esa película es una alegría, entre tras csas, de la relacin entre la bra de ar te y el muse. Y es esta interpretacin alegrica la que guiará mi refexin sbre el muse cm antipedaggía. Ciertamente en la película se h abla de un muse de juguetes y n de un muse de “bras de arte”, per al margen de que un juguete puede ser prduct de un act poiético, de una tejné poietiké, debe quedar clar que la situacin de un juguete y la de una “bra de arte” en u n muse guardan demasiadas semejanzas, si quiera pr el hech de que ambas se han cnvertid en mercancías. Pr l demás, la crisis de la ncin de “bra de arte” ns pne al abrig de algun as sspechas que pdrían recaer sbre la refexin que ya he cmenzad a expnerles.
218
Hay un mment en la vida de ls juguetes de Toy Story 2 en el que se encuentran ante la tesitura de tmar una decisin: seguir inmerss en el curs vital de uns acntecimients que tarde tempran les cnducirán al cub de la basura y el lvid, apartarse de la crriente vital cnvir tiéndse en muñecs de un muse para tda la eternidad. El azar hace que a Wdy se le rmpa un braz, l cual prvca que Andy le rechace cm juguete que le va a acmpañar al campament de veran, y le relegue a las estanterías plvrientas de ls juguetes lvidads. El lvid, la represin, la expurgacin, la destruccin amenazan a td archiv, y el muse, cm archiv de las bras de arte, n escapa a esa amenaza. L ha dich Derrida: “n habría mal de archiv sin la amenaza de esa pulsin de muerte; de agresin y de destruccin. A hra bien, esta amenaza es innita, arrastra la lgica de la nitud y ls simples límites áctics, la estética trascendental, las cndicines espaci-temprales de la cnservacin”.103 A este respect, vale la pena recrdar tra película, La hora de los valientes (Antni Mercer, 1998), en la que la amenaza de la destruccin a causa del bmbarde ascista sbre Madrid pende sbre las bras de arte del Muse del Prad. El gbiern de la República tma la decisin de trasladarlas a Valencia, y hay esa escena sublime en la que uns trabajadres del muse sacan el cuadr Las Meninas de Velázquez para embalarl cn vistas al viaje. Tds ls que están en el pasill en el mment en que esa bra pasa pr allí se la quedan mirand, extasiads, cnscientes del peligr de muerte que también rnda a un bjet pr tds cnsiderad cm bell. Cm también escribe Derrida: “el mal de arch iv está rzand el mal radical”.104 1.1) Primer término de la paradoja
El muse realiza una uncin paradjica y hasta aprética, y el primer términ de esa apría es la de preservar en la medida de l psible una bra de su pérdida, destruccin desguracin a sabiendas de que la accin crrsiva del tiemp n puede ser detenida. Es l que hiz el gbiern de la República cuand en vísperas de la derrta decidi trasladarse de Madrid y cn él las bras de arte del Prad. La gura del celadr llamad Manuel (representad pr Gabin Dieg en la película de Antni Mercer) se cnvierte en el símbl de esa preservacin cuand en medi de un bmbarde advierte que el autrretrat de Gya ha sid lvidad y decide llevársel cn él y deenderl hasta la muerte. De hech, al nal de la película es u silad al igual que ls usilads de tr cuadr de Gya tras haber devuelt el cuadr a su siti. L que se preserva en el cas de las bras de arte es u na materialidad, un arteact (diría Mukarvsky), per una materialidad que cntiene junt a l ptencialmente bell y l sublime un arma de cmbate, , si querems ser más preciss , alg que puede ser un arma de cmbate. La gente de Madrid pensaba que n era mala idea vender las bras de arte a un país que, a cambi, prprcinara tanques, metralletas y diner. Al igual que cualquier ser-para-la-muerte, también el juguete-para-la-muerte que es Wdy anticipa, a través de sus sueñs y antasías, el día en que s erá arrjad a la tumba-cub de basura dnde será tragad pr las arenas mvedizas de ls rests de juguetes que yacen en una sa cmún. otr azar le lleva a quedar desprtegid en medi de un mercadill amiliar al aire libre, dnde un desaprensiv capitalista, 103 Jacques Derrida, Mal de archivo , Valladlid, Trtta, 1997, p. 27 (edicin riginal, París, Galilée, 1995). 104 Ibíd ., p. 27.
219
pseedr de una tienda de juguetes, l rba cn el n de cnvertirl en una mercancía que le dará pingües benecis. En es, el juguete es también cm la bra de ar te, pues ambs sn susceptibles de cnvertirse en valisas mercancías. El lme establece la equivalencia entre el muse y el mercantilism. Si Wdy puede llegar hasta un muse es prque uns japneses están muy interesads en reun ir un cnjunt de juguetes que, durante la épca de la televisin en blanc y neg r, rmaban un equip de persnajes de un pblad vaquer. Es decir, prque es un juguete muy valis, uera de circulacin, ya pasad de mda, ya n desead pr ls n iñs, inencntrable en las tiendas de juguetes. En trs términs, pdríams decir si n crrer grandes riesgs que Wdy está a punt de cnvertirse en una bra de arte precisamente pr estar uera de circulacin y haber alcanzad un estatut apragmátic, un estatut digams “estétic”. 1.2) Segundo término de l a paradoja
Ya en casa de Al , el vaquerit será restaurad, su braz derech vlverá a su siti, recibirá un pulid y quedará cm nuev a pesar de que el viej especialista indica que habrá que andarse cn cuidad, prque si se le maltrata vlverá a estrpearse. Es precisamente entnces cuand debe tmar una decisin: vlver cn sus amigs a c asa de Andy para tener alegrías y surir penas, para surir ls desaires de su dueñ, marcharse a un muse dnde vivirá tras un cristal, será intcable y gzará del nirvana del aburrimient. A su amig Buzz Lightyear, que ha acudid para liberarl y le cnmina a vlver de nuev a casa, Wdy le resp nde: “¿Hasta cuánd? Un nuev desgarrn y Andy se lvidará de mí, ¿y qué hag entnces? ¡Dímel!”. Así, en un primer mment decide irse al muse japnés para estar tda la eternidad tras una vitrina expuest a las miradas de ls visitantes. Y aquí tenems el segund términ de la paradja: el muse cnvierte la bra en un bjet para el cnsum e stétic, para la cntemplacin. Ha sid Gadamer, en su mnumental bra Warheil und Methode (1960), quien ha indicad la cmplicidad entre el muse y la cnciencia estética, entendida ésta al md kantian-schillerian, es deci r, cm pensamient del arte que ve en éste alg que está más allá del bien y del mal, u n text n reerencial, un sujet prductr de placer y belleza, un placer esencialmente estétic. De acuerd cn Gadamer, la institucin s cial que crrespnde a la cnciencia estética y que la encarna del md más plen es el muse. El muse es alg muy distint de l que eran en trs tiemps las cleccines principescas privadas de bras de ar te, que se rganizaban siempre undándse en eleccines precisas de gust. El muse es más bien una “cleccin de cleccines”, que inclus en el criteri histric-crnlgic de su rdenamient desvela la universalidad misticada de la cnciencia estética. Es cribe Gadamer: “el muse es la cleccin de tales cleccines [las antiguas, basadas en u na eleccin de gust], y encuentra signicativamente su pereccin en el hech de escnder el rigen prpi de estas recleccines, sea a través del rerdenamient histric del td, sea a t ravés de una ampliacin que alargue su ámbit”.105 En este sentid, el muse en tant archiv de la memria n se limita a asegurar la integridad ísica de las bras y de su s sprtes, sin que t ambién se arrga el derech y la cmpetencia hermenéutics. Cm dice Derrida: “tienen el pder de i nterpretar ls archivs”.106 Sl que esa interpretacin es previa en la medida en que el cuadr 105 Hans-Gerg Gadamer, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977, p. 116. 106 Derrida, p. cit., p. 10.
220
el bjet artístic de que se trate es puest ahí para su “cntemplacin”. L únic que te permite la dispsicin espacial del cuadr clgad en la pared , iluminad de una rma n siempre adecuada, ubicad más allá de la línea que prhí be el pas s pena de que el guardia de s eguridad llame tu atencin, es adptar una actitud estética, cntemplativa, apragmática, uera de la circu lacin, erudita, histricista, estudisa de las bellas artes de la histria del arte. Rem Guideri, entre trs, ha establecid el víncul entre esteticism, etichism y mercantilism al a rmar que el enmen museal está acmpañad pr una expansin del etichism: “nace de ls etichisms ‘parelels’, y n nece sariamente cmplementaris entre sí, de nuestr md de asumir y de surir, de ‘amar’, de cdiciar ls bjets, de deambular alrededr de ell”.107 Se abre aquí una línea de análisis en trn a la relacin entre “bra de arte”, mercancía, etichism y espectralidad que y n vy a seguir aquí prque mi refexin marcha en tra direccin, per que Derrida ha arntad en su Spectres de Marx.108 2) El polisistema y la uerza ilocutiva real del arte
La pregunta que hag después de cnstatar alg sucientemente cncid es: ¿qué se puede hacer cn esa paradja prpia del muse cnsistente en preservar la integridad de la bra de arte y, a la vez, cndenarla al stracism de la neutralidad estética? ¿Qué actitud se puede adptar ante la apría de dar la vida y dar la muerte? o, cm se pregunta el prpi Guideri: “¿cuál es el ‘us’ de las csas destinadas al muse?”. Entiend, además, que la respuesta ha de estar basada en el hech indecidible que representa la apría museística, que se tratará de cntestar sbre la base de un vací. Ya ha pasad much tiemp desde que Adrn escribiera que “el arte es alg scial, sbre td pr su psicin a la sciedad, psicin que adquiere sl cuand se hace autnm [...]. Td l que sea estéticamente pur, que se halle estructurad pr su prpia ley inmanente, está haciend una crítica muda, está denunciand el rebajamient que supne un estad de csas que se mueve en la direccin de una ttal sciedad de intercambis”.109 Le pdríams decir a Adrn, aprvechándns de que n está aquí: ¿de qué ns sirve una crítica muda? Está clar que Adrn n está habland del muse, per Sartre subray cn razn que “el principi de l’art pour l’art que desde Baudelaire había prevalecid en Francia ue recibid cn gust pr la burguesía prque veía en él una rma de neutralizacin”.110 Dich de tr md: el muse tiene cm uncin legitimar la autnmía del bjet estétic y cn ell hacer autnm en segund grad l que en algunas bras de arte se presenta cm estructuracin estética. El muse puede redblar la autnmía de l autnm, la esteticidad de l estétic. Tenían razn ls estructuralistas y ls semitics, para quienes la bra literaria carece de reerente y n l necesita en abslut para signicar. Tenían razn ls seguidres de la estética de la recepcin, cm Iser, que aseguraban que ls acts perrmativs de una bra literaria y artística sn allids. Nada que bjetar. La uerza ilcutiva de las palabras mediante las que una de las prstitutas del venter nmbra caballer a Dn Quijte 107 Rem Guideri, El museo y sus etiches (crónica de lo neutro y de la aureola) , Madrid, Tecns, cleccin Metrplis, 1997, p. 57 (el text riginal rancés es de 1992). 108 Jacques Derrida, Spectres de Marx, París, Galilée, 1993. 109 Thedr W. Adrn, Teoría estética, Madrid, Taurus, 1980, p. 296 de la reimpresin de 1992 (edicin riginal alemana de 1970). 110 Jean Paul Sartre, Qu’est-ce que la littérature, París, Gallimard, 1948.
221
(“Dis haga a vuestra merced muy venturs caballer y le dé ventura en lides”)111 n cnsiguen nmbrarl caballer debid a que sn prnunciadas en un cntext ngid y n seri. N hace alta invcar aquí la decnstr uccin derridiana de la psicin “habla/escritura” que le lleva a armar que la repeticin esencial del sign cmprmete la distincin entre sign eectiv y sign ctici.112 Si las palabras de la dama crtesana deben su cndicin de p sibilidad a la misma causa que hace psible que esas palabras nmbren de verdad caballer a alguien en un cntext seri, es decir, al hech de pder ser repetidas en ausencia de quien las prnuncia, entnces está clar pr qué n se puede mantener la psicin entre u n sign cn reerente y un sign cn reerente imaginari. N hace alta nmbrar el argument demanian según el que la distincin entre dierentes tips de text n se debe a la presencia ausencia de un reerente sin al md retric de su utilizacin.113 Tampc vale la pena demrarse en las críticas eministas queer de la semitica y el estruct uralism, especialmente en las bras de Mnique Wittig y Judith Butler. Per sí resulta cnveniente detenerse en la siguiente cnsideracin: aunque una bra de arte n tenga un reerente necesari (para signi car), aunque ls acts perrmativs que se realicen en su plan del cntenid, en su “histria”, carezcan de uerza ilcutiva “eectiva”, su manera de “representar” la realidad es “real” pr el hech de que da a ver el mund de un determinad md idelgic y se cnvierte, pr ell mism, en un percept a través del cual un sujet percibe la “realidad”.114 A dierencia de Deleuze y Guattari, n ve la psibilidad de separar ls cncepts de percept y de aect, pr much que en la lsía predmine más el cncept y en el arte más el percept y el aect.115 Es una separacin pedaggica que, en la realidad, jamás se maniesta en su pureza, pues ls tres, en distints grads y medidas, se dan cnjuntamente en la lsía, en la ciencia y en el arte. Pr cnsiguiente, la uerza i lcutiva de una bra de arte reside en prprcinar un ltr perceptiv-idelgic del mund que reuerza desmiente las bases perceptiv-idelgicas que ya psee el individu. Quier decir cn ell que el sujet es bmbardead ininterrumpidamente pr una multiplicidad de percepts-idelgics del mund de diversa índle semitica desde su nacimient hasta su muerte y quién sabe si más allá. Un va a la escuela a la universidad, ve la televisin, lee el peridic, ls suplements culturales, navega en Internet, escucha mur muracines, le cmunican secrets, hjea 111 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la M ancha, 1, 3, p. 93 de la edicin de Madrid, Clásics Castalia, 1987. 112 Jacques Derrida, La voz y el enómeno, Valencia, Pre-Texts, 1985 (la edicin riginal rancesa es de 1965). 113 Paul de Man, Alegorías de la lectura, Barcelna, Lumen, p. 283 (la edicin riginal inglesa es de 1979). 114 N pretend utilizar aquí un cncept de “realidad” ingenu. La “realidad” puede quedar identicada cn aquell que Marx y Engels describen cm bjet de su estudi en La ideología alemana : “Las premisas de que partims […] sn ls individus reales, su accin y sus cndicines materiales de vida, tant aquellas cn que se ha encntrad cm las engendradas pr su prpia accin. Estas premisas pueden cmprbarse, cnsiguientemente, pr la vía puramente empírica”, según la traduccin de Wencesla Rces en Barcelna, Grijalb, 1970, p. 19. Para mí n cabe duda de que esa ncin de “realidad” sprta perectamente las maniestacines kantianas, lacanianas derridianas. Cuand Derrida escribi aquella rase, tan mal interpretada, según la cual “n hay uera-del-text” [ Il n’y a pas de hors-texte ], en abslut se estaba reriend a que td sea un text verbal de cualquier tip, sin a que n hay experiencia empírica que n esté mediada pr una marca, huella gramática (véase De la grammatologie , París, Minuit, 1967), l cual había sid ya la base de su crítica al pensamient semitic de Husserl en La voz y el enómeno, p. cit. 115 Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es flosoía? , Barcelna, Anagrama, 1993 (la edicin riginal rancesa es de 1991).
222
revistas de mda cientícas, va al cine, asiste a bautizs, bdas y entierrs, escucha a ls padres ls hijs, lee nvelas visita ls muses. De tds ess lugares recibe percepts-idelgías que cnrman su visin del mund más mens cherente, más mens hmgénea. En est, la literatura y el arte n se dierencian en nada de trs sistemas, sn sistemas que rman parte del plisistema general que impne cnsignas.116 En l que cambian es en su md de rganizacin retrica y semitica. Pdems decir que tds ess percepts-idelgías cnstituyen tda una estética trascendental en relacin cn el md cm el sujet piensa, ve y entiende el mund que le rdea. Pr tant, quienes arman el carácter “ctici” de la bra de arte están en l ciert si pr ell entienden que realidad semitica y realidad enménica nunca cinciden. Per entnces, siguiend esa misma lgica, se van a ver bligads a recncer que esa alta de cincidencia entre una realidad semitica y una realidad enménica n es privativa del sign artístic, sin de td sign (recuérdese, pr ejempl, a este respect la crítica denitiva de Jakbsn a la ncin de “realism artístic” y su cntinuacin en ls trabajs del Gr up M a prpsit del sign icnic).117 Quienes, pr tra parte, deenden el carácter “real” de la bra de ar te aciertan en cuant a que el eect perrmativ de dicha bra es, en eect, real, per debería n admitir que la cnusin de la realidad semitica y la realidad enménica es l que Althusser y Paul de Man han denminad “idelgía”. N tenían razn Etienne Balibar y Pierre Machery cuand escribían que “la literatura [añadams: el arte] n es [...] ccin, sin más bien producción de fcciones , mejr: producción de eectos de fcción ”.118 La rmula es más bien la siguiente: el arte es una ccin, est es, una dermacin de la realidad enménica (una idelgía), que prduce eects de realidad. Al hablar de “eects de realidad” quier decir que el espectadr lectr adquiere una percepcin del mund que en muchs cass le cnducirá a actuar de un md determi nad en el mund empíric. Y es clar que la actuacin queda autmáticamente ligada a la dimensin ética y plítica. Mirems el Quijte: unas bras cticias, idelgicas, dermantes, cm sn ls librs de caballerías, tienen en Alns Quijan el eect perrmativ de hacer de él un Dn Quijte que se lanza al mund a cmprtarse cm un Amadís de Gaula y a ver en ls mlins de vient al gigante Briare. Mirems Toy Story 2 : el descubrimient que Wdy hace del prgrama de televisin en el que él salía cm estrella principal junt a la vaquerita, Perdign y el Miner, es un cnstruct s emitic, idelgic, dermante, que crea en él el eect de querer ir al muse, eect rerzad pr el reciente rechaz de Andy. La dama crtesana que aguantándse la r isa y ciñéndle la espada a Dn Quijte le dice: “Dis haga a vuestra merced muy venturs caballer y le dé ventura en lides”, está pr supuest emitiend una rase que ni se adecua a la csa que describe ni cntiene una uerza ilcutiva real, per apela a Dn Quijte de tal md que éste, sintiéndse ya caballer, prcede a cmprtarse cm tal y a liberar a un muchach que estaba siend aztad pr un labradr. Así, la rase del prlg en el que Miguel de Cervantes declara que su libr “es una invectiva cntra ls librs de caballerías”,119 ha de ser leída literalmente, pues al 116 “En la escuela sl se dan cnsignas” es una rase de Deleuze. 117 Grup M, Tratado del signo visual (para una retórica de la imagen) , Madrid, Cátedra, 1992. 118 Etienne Balibar y Pierre Machery, “Sbre la literatura cm rma idelgica”, en Althusser et al., Para una crítica del etichismo literario , Madrid, Aka1, 1975, p. 38. (la edicin riginal rancesa es de 1974). 119 Miguel de Cervantes, p. cit., p. 57.
223
margen de que esté n real mente en cntra de la idelgía prgresista del naciente capitalism, al margen de que cnstantemente sabtee la psicin entre realidad y ccin, l que su libr cuenta es el prblema del eect perrmativ real de la ccin. Un análisis semejante puede encntrarse en Prust cu and se reere a la manera en que Elstir infuy en su md de ver las csas. 3) El museo como antipedagogía
Y es aquí dnde enlaz cn la tería del muse cm pedaggía pervertida para decir que el muse puede situarse en abierta cntradiccin cn ls mdels generales pedaggics. Tda práctica museística, sus actividades culturales, sus expsicines, etc., presupne una determinada manera de cncebir qué es el arte. El muse se sitúa respect a l expuest en psicin metalingüística, hermenéutica. En este sentid, es un perceptidelgía que se superpne y enmarca el percept-idelgía de la bra de arte. Del mism md que Benjamin armaba en “El autr cm prductr” que una bra de arte n puede mantener una psicin revlucinaria a mens que cambien las cndicines materiales de su circulacin, un muse que n cambie las cndicines materiales en las que da a ver y representa la bra de arte, n tendrá jamás una capacidad revlucinaria. De ahí que tenga en su man la psibilidad de adptar una determinada tería y práctica interpretativa. L cmún es que predmine una rma de expsicin representativa, cuand n meramente psitivista, que presupne un diálg entre la bra y el espectadr, diálg que puede llegar a ser mayéutic y, pr tant, pedaggic; prprcinadr de cnsignas crrelat de ls mdels esclares e institucinales. Una muestra de ell l prprcina Mareile Behmer: “El trabaj cn un g ran númer de alumns de primera enseñanza demuestra que en esta edad ls niñs están escasamente mtivads para cuparse de bras de arte”,120 escribe. Ell se debe a que las prácticas museísticas de las que habla pretenden ser una cntinuacin prlngacin de ls planes de estudi y de las asignaturas de las escuelas y universidades. Ahra bien, si cmprendems que el muse es un percept-idelgía, una cnstruccin semitica que dbla, cita, niega, transrma, derma el material expuest; si el muse psee, él también, un eect perrmativ y real sbre el espectadr; si el muse debe adptar un actitud “crítica” cn capacidad de intervencin s cial anti-sistémica, entnces debe pner en uncinamient un mdel expsitiv de ruptura en cuant a la relacin entre el espectadr y la bra de ar te. Ese mdel expsitiv de ruptura puede ser identicad cn una práctica decnstr uctiva , cm mejr diría y, cm una práctica de sabtaje. Y pdría realizar accines cm las siguientes: a) Agudizar, cartgraar las cntradiccines entre las dierentes visines-percepts del mund cnstruids en las bras expuestas y el rest de ls sistemas. b) Presentar una genealgía-gentextual de la bra (en el sentid n ietzschean-ucaltian). o dich de tra manera: intrducir la di mensin tempral, histrica, en la expsicin. c) Practicar lecturas aberrantes que subviertan el derech de mirada (le droit du regard del que habla Derrida). d) Pner en circulacin aquell que Brecht denminaba, a prpsit del teatr épic, “eects de extrañamient”. 120 Museos de Alemania occidental , Barcelna, Publicacins de la Universitat de Barcelna, 1981, p. 26.
224
LA deSinStRuMentALizACión deL COnOCiMientO ENTREVISTA A MARTHA RoSLER [Pr expres dese de la artista, se ha cambiad el text de su intervencin pr esta entrevista] Sph Wrh La Martha Rosler Library puede cnsiderarse cm una bibliteca cmpletamente uncinal y, a la vez, ser un pryect de bibliteca. Est encajaría perectamente cn su trabaj, ya que, tal y cm mencin en una cnversacin cn Benjamin Buchlh, “cada csa que he hech siempre la he cnsiderad cm si, tdas y cada una de las csas que he mstrad al públic se las he recid cm una prpuesta de trabaj”. Así que empecems pr su ncin de “Cm-Si”. Marha Roslr Tiene que ver cn mi idea de señuel, que viene a ser alg que hace cm si tuviese una uncin, per que en realidad se trata de u na especie de reclam, una prpuesta que invita a ls espectadres a que s ean ells quienes den rma al sentid de la bra inclus a la misma bra en sí. SW Sin embarg, a menud trata el cncept de “Cm-Si” junt a la idea de delgadez –tra de sus palabras clave– en la que la cnstruccin ha de ser l sucientemente delgada cm para deshacerse en las csturas. Evidentemente, td est tiene que ver cn la rma en la que el artist a lleva a cab la bra si el espectadr el usuari ha de interactuar cn la misma de rma cnstructiva. MR Si una bra e stá demasiad lgrada es demasiad autnma cnsigue ejercer una autridad sbre el espectadr, un a idea que prviene del expresinism abstract. Al intrducir la aleatriedad y el sarcasm, Duchamp di cn u n md técnic de eludir esa idea de una bra que smete al espectadr, que l hace desaparecer l “devra”, cm suel decir. Si una bra es “delgada”, su situacin de prpuesta salta más a la vista… y las prpuestas pueden invalidarse mdi carse. SW La estructura “Cm-Si” se presta a ell prque es un “Cm-Si” cnsciente que uncina cm un mecanism de dble enque: l imaginar i pr una parte y la parte cnsciente pr tra. Al tener que desempeñar una tarea de carácter práctic, l cnsciente acaba pr impnerse, aunque acabe pr reractarse de algún md a t ravés de la lente de l imaginari. MR Además, es evidente que ls prcess incnscientes es tán en cntinu uncinamient, invlucrándte, pidiéndte que cada vez haya más parte de ti trabajand en la prpuesta, ya que ésta se cnstruye a través de l imaginari. L legué a esa cnclusin much antes de que irnizaran cn ella prgramas cm Hollywood 90210 , en ls que “Cm-Si” suele signicar “l que quieras” cm rma de reducir la autpryeccin. Prbablemente pdría cntagiarme de tal eect reductr, es más, preer mstrar las csas cm pryects de sueñs sugerencias sbre ls que la gente pueda pryectarse, leer, en lugar de situacines en las que la bra de arte es tan rme, que “es l que es”, pr decirl de alguna manera.
225
SW ¿Cm encaja td es en la heterdxia que siempre ha caracterizad su trabaj, la idea de que n existe una ú nica uente de cncimient, de que n existe u na sla línea de trabaj? MR Pr decirl de una rma rmántica, me cnsider la típica guerrillera callejera, siempre buscand asestar un glpe antes de agacharme tras u na barricada para lueg vlver a asestar tr más. N ve qué hay de mal en una línea de prduccin cnsistente, es una desviacin. Mstrar mi creencia en la uerza de la rma, el hech de que vuelv a ls mntajes en cntra de la guerra de ls 60 para hacer arte en cntra de la guerra hy día, es u na manera de decir que existen rmas de expresin que cnllevan signicads útiles, aunque n cre que est cubra tdas las direccines, tds ls tips de prpuestas rmas de aprximarse al mism asunt. Cre que es imprtante evitar las expectativas, ya que de l cntrari tan sl se cnvertirá en alg más que prcede de la man, la mente el j del ar tista. Es vacía la rma de cualquier csa distinta a una característica cualquiera de carácter raticadr para la que l que cuenta sn las variacines, per que n cnl leva mensaje imprtante especíc algun. SW Siempre se relacina la heterdxia cn la cuestin de ls destinataris. ¿Acas n tiene que ver su heterdxia cn el hech de tener u n dble bjetiv? MR Cm a tants trs, me gustaría dirigirme tant a ls i niciads cm a ls que n l están, y además n hacerl sin señalar a ls n in iciads que n hay más de aquell que es visible ante ls js, sus js desar mads. Pr l tant, las bras siempre resultan ser alg enigmátic. Para las persnas del mund del arte, ese element enigmátic cnsiste en la rma en la que se i nvca a la cultura de masas u trs elements n estétics. N quier decir que la cultu ra de masas sea antiestética, sin que rece tra psibilidad de evcar elements más allá del ámbit de l puramente estétic a avr de alg cmpletamente distint. La heterdxia ns enreda cn mensajes, canales y receptres cnfict ivs, y para ell necesit evitar que la bra llegue a parecer una bra maestra, ya que de l cntrari hablará demasiad acerca de su prpia rma. SW Pues para aprtar un pc de cultura de masas, recrdems l que Dlly Partn dij una vez: “¡Tener este aspec t tan chapucer sale car!”. MR Ls señuels suelen estar muy bien hechs, ¿verdad? A veces ls errres sn manieristas en el sentid de que n tienen pr qué n estar hechs apsta. Cn errres n me reer a alg que curre pr casualidad pr accidente, sin a alg cm sería distrsinar el snid de una pieza cncida de música pp, hacerla snar cm si la grabadra estuviese estrpeada, aunque en realidad haya una man que la manipula; n me reer a rmas chapuceras de intererir en aquell que se e spera, sin a pájars que distraen la atencin del nid al ngi r que tienen un ala herida, haciend así que el cazadr se dirija a tr lugar. Rer iéndse al públic, n al cazadr, es una rma de hacerl dirigirse a alguna parte sin pnerles una pistla en la rente, insinuand que está desarrllándse alg distint haciéndles mirar a tr lad. Se trata de una táctica muy cncida entre ls artistas: aparentar ser simplista, in sensat desprecupad. Dicha estrategia rebaja la temperatura de la respuesta emcinal del públic y
226
ls tranquiliza al asegura rles que n estás intentand “antarte un tant”. La clave de un buen eect cmic, en especial del cmpnente n verbal del humr burd, sn ls batacazs, per si sabes alg de técnica e scénica sabrás que hace alta mucha habilidad para caerte de cul y n partirte alg.
SW Es me recuerda una cnversacin que tuve hace pc cn u na jven cnservadra de un muse, que decía que hy día ls artis tas que n manejan el víde cn maestría deberían abstenerse de hacer vídes y dedicar se a tra csa. Esa a rmacin me srprendi muchísim, así que le pregunté: “¿Y qué pasa cn Martha Rsler?”, a l que me respndi que es se p día hacer en un mment anterir de la histria del medi, per que hy día ya n. MR Buen, es una a rmacin lgica. En la rmacin de td medi nuev existe un períd de experimentacin abierta en el que cada gest resulta asmbrs y cnstituye una declaracin de mdestia pr parte de un artista que arma: “Dis, n teng ni idea de l que esty haciend, a l mejr puedes ayudarme”. Est se acepta durante un tiemp, per lueg el medi cntinúa creciend hasta desarrllar valres de prduccin más alts. Td est es ciert sl si quieres que l sea. P uedes aceptarl cm el desarrll natural de ls acntecimients. Jean-Luc Gd ard es el mejr ejempl de alguien que simplemente dij: “Crees que tenems que dejar de investigar ls medis de prduccin de sentid a través del cine, pues y cre que e s más bien td l cntrari. L que tenems que hacer es parar y vlver a empezar”, que es precisamente l que él hiz en ls sesenta y sigue haciend de algún md. Así que se puede tener pr un lad esa relacin de carácter puramente instru mental cn el medi, que cnsiste en decir: “Pdems hacerl mejr, así que mans a la bra”. o bien se puede deci r: “¿Pr qué tendría yo que aceptar ls términs en ls que tú denes el medi y el mment de maestría, cm se supone que sea?”. Me gustaría denir el cmentari de esa jven cnservadra cm prundamente académic, cn l que quier decir que se puede tratar de alguien que piensa que siente que tiene una l ista de criteris sbre cm se supne que alg debe ser.
227
SW Imagin que el desaí que plantea a la jerarquía adminis trativa es más ácil de cntrlar que la amenaza que representa en sentid epistemlgic. Es en ese sentid en el que ve su heterdxia mens psible de alcanzar para una disciplina académica que puede tratar de disciplinar u na práctica que vuela en tra direc cin. Td est dirige las preguntas a su relacin cn el cncimient que su bibliteca hace destacar. Usted tiene la capacidad de alcanzar un grad alt de abstraccin gracias a esa rma en la que se intrduce en su medi, en su bra. ¿Trabaja usted hacia la abstraccin a partir de la abstraccin? Pdems cncebir la bra cm, pr ejempl, una prpuesta, y hablar de las cuestines que suscita, per a la vez es usted una artista que crea una bra rica en singularidad. MR Más bien pobre en singularidad. Cn est me reer a alg cncret que n es despreciarme a mí misma, se trata de una rma de recrdar a la gente que aún quier que la bra sea mdesta en su rma de creacin direccin. Aunque cualquiera pdría decir que n hay mdestia alguna en miles de librs en miles de artículs a la venta en un mercadill imprvisad que n pretenden centrarse en un tema camp cncret. SW Sin embarg en su bra está presente una dimensin cgnitiva uerte, pr muy “delgada” que pueda ser. ¿Cm utili za su bibliteca? MR Buen, n la utiliz para trabajar sin para aprender, para inspirarme, para seguir líneas de pensamient. Es ciert que n resultaría rar en mí encntrarme leyend alg y “tener una idea”, una idea acerca de l mism para l que cgí ls librs. Es decir, si quier encntrar alg sbre la trtura, es prque esty pensand cm cmunicar alg sbre la trtura que se encuentra a mi alcance. Así que busc una especie de puntal de cncimient que me ayude a pensar acerca de l que pdría crear, inclus cuand nada queda refejad en la bra. Ser capaz de leer debates sbre distints aspects, ya sean racinales pétics, abre un camin; ver cm las palabras denen, rdean diseñan un camp que me interesa me ayuda a intrducirme en él y “hacer alg”.
SW Td est muestra un punt de vista muy interesante cn relacin a su pstura crítica respect a la academia, entendida cm cnjunt de institucines actuales y cm iniciativa terica.
SW Su bra jamás tiene aspect didáctic, a pesar de que a veces se malinterpreta cm tal. N es ácil decir qué es exactamente l esencial siquiera después de un examen prund, ni cn una actitud abierta.
MR Debería empezar pr armar que manteng la misma pstura respect a la academia que manteng cn la mayría de las tras in stitucines, cincidiend cn Brecha: ¿pr qué tendríams que querer que ns premiasen las i nstitucines que despreciams y cntra las que luchams? Diría que ui u na recluta pc dispuesta a hacer l que quiere el mund académic. En alguns aspects, nací para enseñar, per n necesariamente dentr de las estructu ras de una institucin académica, aunque haya estad en una u tra desde que era estudiante. Ya era presra en mi épca de estudiante a mediads de ls 70, y jamás he dejad de serl, y me he sentid hrrrizada al verme dentr de una institucin cn varis puests d centes. Aunque de tds mds, nunca me ha hech sentir cmda ni ha dejad de ser descncertante, en general n pr la parte de mis cmpañers, sin pr la parte admin istrativa, que me teme pr mi negativa a rendirles cuentas y pr el cntenid ptencialmente plític de mi bra.
MR N pretend parecer misterisa en abslut, sin más bien abrir una esp ecie de huec en el que el espectadr cree el signicad. Armaría est inclus acerca de las csas que sn ttalmente evidentes, cm un mntaje que muestra una persna herida en una guerra cncida, en un espaci dméstic cncid. Dada la cantidad y diversidad de csas que se han escrit acerca de Bringing The War Home [Traer la guerra a casa] a l larg de ls añs, s e puede bservar cn claridad que el espect adr cuenta cn un enrme espaci para determinar de qué trata, l que para mí resulta cr ucial. Nunca quier dar una respuesta, sl quier… encgerme de hmbrs, ya que este gest de indierencia se sitúa en la misma línea que la cuestin de la heterdxia al decir “n me vy a quedar much tiemp, ni tú tampc. Aquí sms muchs, h agams alg a partir de ell, aún mejr, ¿pr qué n haces tú alg a partir de ell? Puedes creer que has rmulad alg den itiv per mejr piénsatel tra vez, pr avr”.
228
SW Así que encntrams una especie de i nvitacin abierta a emular y, pr cnsiguiente, a recmpner y reinventar. Igual que curre en esas raras casines en las que se sale del cine cn ganas de hacer una película. MR He dich muy a menud que el equivalente al típic “Mi hij pdría pintar es” es una respuesta que agradezc. Es abslutamente antástic, prque l que quier que la gente piense es: “Yo sería capaz de hacerl”. “Clar que serías capaz, ¡hazl, pr avr!” N esty sla en ell, en tda esa tería relacinada cn hacer que ls medis y ls vídes de baj cste n hagan parecer que ls medis de prduccin están l bastante enrarecids cm para ir pr delante de ti. Recuerd haber mantenid una cnversacin cuand era adlescente cn el peta David Antin, al que ya se le había caíd el pel. En aquells tiemps nadie iba calv pr ahí sin dar una explicacin, y él armaba que cuand se le empez a c aer el pel ls médics le dijern: “Buen, l que tienes es alopecia parcial ”. ¿Y qué signica es? Signi ca calvicie parcial. Sin embarg, cuand ya se le cay td, le dijern: “Ah, n, el diagnstic n era crrect, se trataba de alopecia total ”. Pr supuest, la cnversacin trataba sbre marcs lingüístics. Cuand quieres hacer que alg parezca implicar ciert grad de cncimient, le pnes un nmbre críptic. Es s e me qued grabad, prque es justamente l que siempre he evitad hacer. Cuand intent explicar alg en mis escrits discu rsivs, trat de ser bastante clara. Per en mi bra en general trat de n ser tan clara cm para hacerte cerrar el libr, decir “Vale” y largarte. La prpaganda plítica vale hasta en ls mntajes en cntra de la guerra, así que i ntent cn tdas mis uerzas que exista un margen que pertenezca a ls espectadres. Tienen el espaci necesari para intrducirse en la bra para crear así un signicad y llevarl a la vida, inclus si l hacen decnstruyend mi bra y rechazándla. SW Si pasams de esa idea al espaci de la bibliteca, ns encntrams cn que es un espaci cnceptual del mism tip, en el que hay diversidad suciente cm para que la gente pueda encntrar ese huec y curisea r hasta abrirl. MR El únic aspect de la bibliteca cn el que nunca había cntad es que la gente pdría verla cm un retrat mío, prbablemente la interpretacin menos interesante que se puede hacer. ¿Pr qué verla cm una creacin simblica? ¿Pr qué n verla cm una biblioteca, cn librs de disti nts rígenes, llets y tras csas? Prque al cntrari, la has abstraíd hasta tal ex trem que ya n rece nada. Pr l tant, me hrrriza la idea de la bibliteca cm retrat y cincid cn usted en la medida en que, literalmente, nunca se me había currid que nadie la pudiese ver cm alg más que l que usted acaba de describir, y que en lugar de ell acudieran al retrat, l que implica que n tienen que verl cm invitacin abierta a alg, sin sl cm ruinas, cm alg que les revelará la histria de Martha Rsler si l cnsiguen descirar. ¡N, n, n, n, para nada! Hay que mirar a través DEL artis ta, DE ESTE artis ta, para bservar las claves de la labr de UN artista. SW Hablems de la bibliteca en sí. Cualquier eurpe que echase un vistaz pr las estanterías de las seccines de lsía ciencias sciales se srprendería cn el impact que han tenid la lsía y la tería crítica eurpeas en usted, y p r la escasa representacin de aquell que –al mens desde una perspec tiva eurpea– parece desta-
229
car en el pensamient estadunidense. ¿Dnde están Nelsn Gdman, Richard Rrty y Arthur Dant?
MR ¿N le parece que sy el típic prduct estadunidense de ls 70, cu and padecíams la sílis? Al alcanzar la mayría de edad allá pr ls 60, era habitual darse cuenta en seguida de que las repuestas más interesantes a td tip de preguntas, desde las de ccina a las de tería crítica, n prcedían de Estads Unids. La excepcin undamental eran el rck and rll y la música lk, que prcedían de la tradicin ppular, la cual era muy imprtante para mí aunque me interesase muchísim pr la música clásica, el element eurpe. La tería rancesa y la alemana que se estaban traduciend en el mment ns abriern td un abanic de munds nuevs, aunque tuviésems ls js vendads a la vez. Estábams atrapads en la Guerra Fría y el pensamient crític era básicamente tabú. Fue entnces cuand recibims esas inyeccines prcedentes de tds lads que cambiarn td. Es ciert que hay lss estadunidenses interesantes, per las tradicines nrteamericanas cm el pragmatism n resultaban atrayentes prque n dejaban lugar algun a la resistencia. Parecían, al mens entnces, inclinarse hacia el acmdamient, así que una vez que surgi la resistencia abierta a las tradicines eurpeas la histria cambi pr cmplet. Cn el tiemp descubrí las nuevas crrientes de la scilgía crítica que habían sur gid en Nrteamérica, empezand pr C. Wright Mills en la década de ls 50, Chri stpher Lasch y Alvin Guldner, así cm alguns prcedentes de la lingüística, cm Nam Chmsky. Según iba transcurriend la década, ls scilgs crítics e inclus ls terics de arte y de literatura se uern intrduciend en el marxism; leyern a Sart re, a Heidegger y a la Escuela de Frank urt. Sin embarg, una vez que des cubrías l que ells habían leíd, y que la Escuela de Frankurt se traduj pr n a nales de la década de ls 60, ¿pr qué n leer a Marcuse, a Adrn, a Hrkheimer y a Benjamin? En resumen, ¿pr qué leer a Susan Sntag cuand puedes leer a Rland Barthes y a Walter Benjamin e ir así directamente al gran? SW ¿Qué me dice de Hannah A rendt, que era emigrante e inmigrante a la vez y que inyectaba tda esa tradicin eurpea en la que se había rmad direct amente en ls círculs intelectuales nrteamericans en ls que se mvía? MR Cm en 2006 hubiera sid su centésim cumpleañs, es tuve seis meses leyend su bra, l que me llev a hacer varis descubrimients de much interés para mí. Sin embarg, había un prblema cn Arendt en ls 60, cuand es taba viva y escribiend en Estads Unids: estaba en cntra de la revlucin estudiantil y en cntra de la Declaracin Universal de ls Derechs Humans, l cual resu ltaba incngruente en aquella épca, aunque su pensamient acerca de esta c uestin ha acabad dand rma al trabaj de Agamben sbre la nuda vida, reabriend la cuestin de que el cncept de la inherencia de ls derechs humans pueda cnsiderarse una idea incngruente. Leí La banalidad del Mal pc después de que se publicase y quedé ascinada. Sus bras Los orígenes del totalitarismo y Sobre la revolución, que criticaban el mvimient estudiantil, me resultarn más diíciles. Así que leíams a Hannah Arendt, aunque n resultaba ni emcinante ni inspiradra ni cnvincente, si s e cmparaba cn Rsa Luxemburg. Era muy diícil leer a alguien que reñía a ls estudiantes que prtestaban pr las ideas y estrategias que ella pens aba que seguíams.
230
SW Arendt ue imprtante pr el papel tan undamental que desempeñ al llevar la bra de Walter Benjamin a ls lec tres anglparlantes. Sin su ensay intrductri, tan perspicaz y elegante, a la bra de Benjamin Iluminaciones, en el que cntextualizaba de dnde prcedía ese meterit, el trabaj de este autr n se hubiera cncid. MR Es verdad. Al principi n me interesaba pr esta gente, per ese ensay me cnvenci. Hice mi primera incursin en la Escuela de Frankurt a través de Marcuse, al que n entendí hasta que leí a Benjamin. Leí Eros y Civilización a principis de ls 60. En aquella épca estaba también Henri Leebvre, que escr ibía básicamente acerca de tra rma de banalidad: la banalidad de la vida ctidiana, la prisin de la vida ctidiana. Aquell que trajern ls eurpes y que ls nrteamericans n tenían era un tip cncret de hermenéutica. Es decir, la idea de que hay una rma de leer un text más allá de la pragmática de la lectura, leyéndl en cntra de sí mism y leyéndl según distints niveles de signicad que inundan inclus aquells que se dentan. Estas ideas n se cncían en el ámbit de la lsía estadunidense en abslut; la rma en que la lsía cmún del lenguaje había llegad a nstrs era más bien td l cntrari: una especie de min imalism, pr el cual n hay nada más allá de l que se bserva a simple vista, csa que cnstituye una instrumentalizacin del lenguaje. El element crucial en ls 60 ue la desinstrumentalizacin del cncimient. SW ¿Y ls ds vectres de esa desinstrumentalizacin uern la Escuela de Frankurt y Henri Leebvre? MR Exact. Alguien me di una edicin en rústica de La vida cotidiana en el mundo moderno a principis de ls 70 y me destrz la vida. ¡L odiaba! Es cnstituy para mí un de ess cambis paradigmátics: Es terrible, ¡td est es abslutamente ciert! Existía una perspect iva que n se centraba en la rma en la que las ins titucines ns manipulan a través de símbls, texts e intervencines plíticas, sin más bien en la rma en que las vidas que prtagnizams cdican distintas rmas de dminacin. Parecía una tería de la dminacin más sutil que la variante de la Escuela de Frankurt; u na tería según la cual existían prcedimients invluntaris que uncinaban de rma cntinua. Había un prblema cn la tería de la dminacin de la Escuela de Frank urt, y es que ls bjetivs que elegían pr l general eran ls misms que cualquiera hubiera elegid, en particular ls medis de cmunicacin. Leebvre ue much más allá, después de td era un surrealista. SW Per también era un marxista al igual que l eran, a su md, ls terics de la Escuela de Frankurt, hech que cnstituía su denminadr cmún. Sé que usted particip después en el seminar i de David Harvey sbre la lectura de El capital , per ¿cuánd ley a Marx pr primera vez? MR Marx me llev a ells, en cier t md, a pesar de que ells s e presentarn pr la misma épca. Hace pc se me c urri, al cntemplar la guerra actual, que l que me hiz tan radical ue entender l que signicaba decir que Vietnam n ue un accidente, sin una actividad plítica. Cuand me vin ese pensamient tan incmprensible y cmprendí que había terías sbre la histria y la plítica, td cambi. Primer me vlví radical, lueg más mens marxista, aunque seguía la trayectria de gran parte
231
de la Nueva Izquierda, que estaba a punt de empezar cn un cncept de demcracia participativa para pasar lueg a una rma más teórica de cmprender l que estaba sucediend, en lugar de pensar ú nicamente que td iría bien cn sl alzar ls brazs y celebrar reunines. Resultaba diícil n ser marxista hegelian una vez que se publicarn ls primers manuscrits, dada la rma en la que se hace reerencia a la agencia persnal y a cncepts cm el de ser genéric, que eran ttalmente ajens al materialism histric. Td est parecía mstrar una rma de separarse del dgma mecanicista. El origen de la amilia, la propiedad privada y el Estado y alguns del rest de hits cuasi-antrplgics de Marx y Engels encajaban muy bien cn el eminism, ya que las eministas también investigaban el rigen de la dminacin en la vida diaria, aspects que ls marxistas clásics habían dejad de tratar.
SW Se están empezand a ver cn claridad ls pilares principales punts cardinales de la bibliteca y, pr supuest, el eminism ue un element undamental: ¿cuáles uern ls primers texts eministas que cnsiguiern hacerse un siti en la bibliteca? MR Notes rom the First Year [Apuntes del primer añ], que n era un libr ni much mens, sin una serie de llets que se uern recpiland cn ese títul, y a la que sigui Notes rom the Second Year [Apuntes del segund añ] y unas cuantas recpilacines y texts terics: Sisterhood Is Powerul [La hermandad (entre hermanas) es pdersa], de Shulamith Firestne, pr ejempl. El nal de ls añs 60 ue u na épca de auteducacin y de agitacin gracias a peridics y panfets clandestins, muchs de ells bra de mujeres, y es pr es que mi educacin dej de ser eurpea y se vlvi estadunidense. Alrededr de 1967, mujeres de td el país –las mujeres de la Nueva Izquierda– cmenzarn a escribir inrmes detallads en ls que se hacían recmendacines sbre temas cncrets. Y ya había tratad la presin de las mujeres cuand estudiaba en la universidad: había tenid una presra, de rigen suiz, que armaba que habría u na revlucin cuand las mujeres abandnasen sus privilegis. Pr supuest, en aquella épca me sentí muy avergnzada, ya que cm mujer judía –cndicin en la que se te recuerda cntinuamente que eres inerir– n me sentía privilegiada en abslut. Aunque lueg entendí l que quería decir. La emancipacin requería librarse de las d iversas restriccines que prprcinaban ciert grad de cmdidad. SW En el sentid de que la gente se encuentra a gu st en su prpia presin, pr muy dur que resulte escucharl. Hablems de una generacin anterir de eministas, ¿qué me dice del papel de alguien cm Simne de Beauvir? MR Si hub un libr, ese ue El segundo sexo. Supus un impuls al mvimient, que empez su prpia vida. Las mujeres escribían artículs y tras mujeres ls leían en peridics cm O our Backs [Fuera de nuestras espaldas], y panfets que ellas mismas imprimían, que cstaban 20 céntims y que se repartían en lugares cm Grundwrks Bkstre, un clectiv radical de San Dieg. SW Era un mment vertigins, en el que el radicalism negr tenía también much pder.
232
MR Ese ue el primer mvimient en el que me i nvlucré, repartiend llets de CoRE cuand estaba en el ins titut. A muchas de nstras, las eministas y activistas que estábams en cntra de la guerra, se ns impartiern cncimients slids de la lucha pr ls derechs civiles que, pr supuest, precedi a tds ls mvimients en cntra de la guerra, ls estudiantiles y ls eministas. El mvimient pr ls derechs civiles l cambi td en Estads Unids. SW Eectivamente cambi el espectr de visibilidad, eliminand l que Jaques Rancière llama las líneas de d ivisin de l perceptible. Las vces que habían sid sl un ruid se cnvirtiern de repente en un discurs. Pr supuest, la literatura también tiene que ver cn el hech de que l que antes era invisible, apenas visible, inaudible escasamente audible, cmenzase a verse (u írse) cn claridad. En ese sentid, la nvela y la pesía de su bibliteca n tienen un carácter mens plític. MR Mis amigs petas se han encargad de decir: “¡n hay mucha pesía en tu bibliteca!”. Sin embarg, la pesía ue muy imprtante para mí hace tiemp. Recuerd que cuand tenía quince añs algu ien me di un ejemplar de Aullido de Allen Ginsberg –de hech aún está en la bibliteca– que, al abrir el panrama de la pesía cntempránea y la literatura beat , cambi mi visin del mund. En ls 60, me parecía que td l que sucedía en ls Estads Unids se caracterizaba pr el mied a ls cmunistas y pr la espera de la bmba atmica, y l dig tal y cm l sient. Tda nuestra vida giraba alrededr del terrr, y n alrededr de abrirns pas a través de cualquier bstácul. Cn la excepcin de ls petas, que eran nrteamericans. SW Si echams un vistaz a la seccin de nvela, parece just armar que muchs de ls texts rmativs prceden del mdernism de mediads de sigl, y se centran en la ruptura de las cnvencines literarias. MR Thmas Pynchn tuv un gran pes en el desarrll de mi cndicin de lectra adlescente, clar que también l tuviern Catch-22 y Mad Magazine, y William Burrughs. La idea de interrgar a tu prpi text la aprendí de Dstyevsky y Thmas Mann. En primer lugar vin Salinger, retratand la disidencia adlescente incipiente cn su El guardián entre el centeno, y un pc después Gertrude Stein, en especial Ser americanos, y Jyce, en cncret su Ulises: he aquí alguien que manipulaba el estil si n parar en lugar de limitarse a cntar una histria. Sin embarg, ue en la bra de Jseph Cnrad dnde me encntré pr primera vez esa tendencia a destacar el e stil –el lenguaje se presenta cm lenguaje–, y en Herman Melville, la i nterrupcin subversin de la nvela a través de la lsía.
233
smbra maligna, el Poltergeist , el Doppelganger , el mnstru de Frankenstein, la smbra del incnsciente. Había tenid que dejar de leer ciencia-ccin prque estaba muy mal escrita. El Golem, además de tratar la cuestin reerente a la lcalizacin del mal, trata de la tentacin de cnvertirse en un demiurg, acerca del i ntent del rabin de hacer l que hiz Dis, crear una persna a partir de u n pedaz de barr, una especie de Doppelganger de sí mism, que resulta, pr supuest, allid. Plantea la cues tin de qué es l que el artis ta puede hacer en realidad. ¿Puede de verdad el artista crear alg que vive, errarán tdas sus bras en el intent de imitar la realidad? La pregunta me ascina, aunque cre que la respuesta de Jyce ue que s e trataba de la pregunta equivcada… en su evlucin desde El retrato del artista adolescente hasta Ulises, se pasa de la narrativa del primer a la liberacin de la literatura, cm iluminacin a través de la experimentacin del lenguaje, en el segund.
SW La bibliteca empez desarrllándse de rma natural y rgánica y se ue rdenand en cnsnancia cn la di stribucin arquitectnica de su casa, razn pr la que alguns de ls librs se encuentran en una cmpañía inversímil. Si se pudiera refejar el espaci en un espej de algu na manera, ideas que de tr md se verían disparatadas cbran sentid gracias a ls encuentrs casuales que s e prducen, es decir, se prducen grups cnceptuales gracias a cntingencias espaciales. MR Nunca me sentaba en una sla habitacin, sin en muchas habitacines y esquinas distintas, l que cnlleva un cmplej prblema de rganizacin debid a las diversas repeticines del mism md de rganizacin seleccines aleatrias basadas en csas que cre que me gustar ía mirar. Pr l tant, cm la bibliteca se ha id mviend de un siti para tr, he intentad crear un cnjunt. N quier que sea cm una partida de old Maid122 , en la que sabes que has vist ds bras del mism autr del mism tema en ds sitis dist ints y tienes que juntarlas. De n ser así, dejas el principi human de la rganizacin en mans de un principi numéric aleatri. SW De ahí la aventura casi quijtesca de rdenar la bibliteca de manera satisactria… cuestines heterdxas pr excelencia. Para un biblitecari, tales cuestines btienen su respuesta inclus antes de que s e rmulen al tratarse de un md de rdenar rtdx, preestablecid. Sin embarg usted se vuelve a enrentar a la disputa clásica. Pr usar una metára relacinada cn la jardinería, se puede armar que, cm jardinera, ha pdid bser var que hay alg en su bibliteca que se ha descuidad, pr l que tiene que pdar sin parar, y reintrducir un “tr y”.
MR Esa histria me result especialmente interesante pr su relacin cn el Glem, que era también un Doppelganger . Había leíd mucha ciencia-ccin de más jven, y me encant encntrar alg en ls texts literaris que ya había encntrad en ella antes: la
MR Sbre td prque n se me da bien rganizar csas. Hay demasiadas tangentes pr las que irse que resultan evidentes. Pr ejempl ¿van ls librs sbre la explracin del oeste american cn ls librs de ts de indis, van cn ls librs sbre la histria de la explracin, cm ls de la navegacin alrededr del mund? Pr supuest td est resulta en van, ya que tds ls d ías, cuand cntempl cm la rdené la última vez, dig: “Espera un mment”. Mi rden es ttalmente situacinal. Cuand alg n cabe en un estante determinad y la seccin tendría que extenderse al siguiente, cambi el rden. Inclus a pesar de que sé que ls librs n sn punts y aparte al nal de un estante…
121 N. del T.: vcabl alemán que se reere al dble antasmagric de una persna viva.
122 N. del T.: Jueg de cartas en el que se van rmand parejas hasta dejar sla a una reina.
SW Cnrad escribi un relat crt maravills y enigmátic llamad El copartícipe secreto, que trata de un Doppelganger121, l que n queda lejs de su cncept de “Cm-Si”.
234
Ja ns Muchas gracias, Martha. Pid al rest de ls pnentes que pr avr suban a la mesa para cmenzar el debate, ya que tendrems muy pc tiemp para discutir. Harems l que pdams. Cre que deberíams dar la palabra al públic para que planteara las cuestines relacinadas cn el tema que ns cupa hy. Quizás sería interesante aludir antes a ds cuestines. Una de ellas, cn respect a la pedaggía cm un intent de hmgeneizar ls espacis, un i ntent pr buscar un cnsens, en lugar del desacuerd. Y cre que ése es un punt muy interesante en relacin cn ls muses. Después, quizás, también pdría desarrllarse la cuestin de si l pedaggic es más cmplicad de llevar dentr del espaci del muse, de si es más cherente lcalizarl desde una d imensin pública, desde la esera pública. Públco Buenas tardes. Teng un pc la necesidad de hacer reerencia a intervencines que se han reali zad cn anteriridad. Me gustaría insistir en la dimensin vivencial prpiciada desde ls departaments de educacin. Es decir, nuestr públic es en gran medida un públic cautiv, que viene bligad y, en una imprtante prprcin, prcede del sistema reglad de educacin. Entnces tenems la siguiente dicultad undamental: crear un lenguaje. A veces, la realidad institucinal de nuestra experiencia es tremendamente básica. A veces jugams cn un imprtante analabetism visual. Ésta es la realidad scilgica. otr terren es el del discurs cial entre las institucines museísticas. Me explic: en la institucin museística h ay resistencias, y una de esas resistencias sms ls departaments de educacin. Cre que ls departaments de educacin sn ls subalterns de la institucin museística. En g ran medida tenems que hacer una labr ímprba para justicar y que n se rivlice desde la institucin el trat ctidian cn el ciudadan de a pie. El ciudadan de a pie n crea pinin. Sí crean pinin, en cambi, el crític, el artista, ls medis de cmunicacin. Entnces estams cmpletamente desvalids. Prque n se puede cmpetir cn ciertas ctas de pder. Fijas en que hay prtcls muy básics que establecen que ls departaments de educacin tienen que participar en el prces de cnceptualizacin de cualquier narrativa expsitiva. A mí me gustaría... pr avr, que alcen la man las direccines de muse aquí presentes que aceptan esa participacin. N existen. Habl desde la práctica. Si y tuviera una varita mágica, le pedi ría a tdas las dire ccines museísticas que asumieran un cmprmis sincer y que a par tir de ahra hubiera realmente un intent de cperacin auténtica cn ls departaments de educacin, que sms ls interlcutres ante la sciedad, ls que le tmams el puls cntinuamente, y vems que la mayr parte de la sciedad n sabe leer visualmente. Es alg que tenems aún que cnstruir. Me encantaría que, rente al silenci sepulcral que recibi mi pregunta en tra sesin, las csas se cntestaran. En cnclusin, me encantaría que ADACE hiciera un cmprmis públic y scial de que la educacin va a tener prtagnism. Pr últim, enlazand cn la intervencin de Antni Muntadas y su idea de que la bra hable en sí misma, y diría que es es una gran mentira, cn perdn. La bra habla pr sí misma cuand tienes reerencias culturales mínimas para pder hacerla hablar. Ja ns Muchas gracias pr tu intervencin. os rgaría más brevedad, prque si n, n tendrems prtunidad de réplica. Ute quiere hacer algún cmentari.
235
u Ma Bar Esty de acuerd cntig. Cre que ls muses sn también espacis públics accesibles y deberían ser tan accesibles cm la educacin en general. Per desde mi prpia perspectiva, teng que decir que más bien he aprendid de l que n he entendid, y que ahra, cnrntada a veces cn estudiantes en América, ve que quieren saber antes de leer un text pr qué tienen que leerl y qué es l crucial en el mism. Teng una resistencia enrme a es. He vist, pr ejempl, en la televisin pública alemana, cre que puede ser simila r en España, una vez cuand tenía 14 añs... nstrs n tuvims televisin hasta que tuve 12... vi una película de Fassbinder en la televisin que me irrit pr cmplet. Después, cn 14 también, me metí a escndidas en el cine y vi El decamerón y Salò de Paslini, y me mlest, per también me chc en cierta manera inesperada. Cuand tenía 12 ui pr primera vez al muse cn el clegi y vi algunas pintu ras de Picass que me irr itarn pr cmplet, y ue esa irritacin, esa alta de entendimient, esa cnrntacin cn alg que de algún md me mlestaba per que al mism tiemp me ascinaba hasta ciert punt, la razn pr la que esty hy aquí. Y n prveng de una amilia cn rmacin artística, y l mism respect a la televisin, ls media, etc. Así que y cnaría en las persnas nrmales y crrientes, prque y también sy una persna nrmal y crriente. Cnaría en su habilidad para entender. Y a l que sí que me png cn rmeza es a cnvertir la cmunicacin en mainstream. Esty de acuerd cntig. Cre que ls directres de muse y la gente cn esta autridad deberían básicamente buscar rmas clabrativas cn ls artistas, cn la gente invlucrada en sus expsicines, para debatir cm éstas pueden ser cmunicadas. Per n cre en esas entidades separadas, y experiment a menud que existe una pedaggía museística cn una idea cmpletamente dierente a la que tienen ls artistas, y además también existe una administracin museística que tiene una idea cmpletamente dierente. Cre que tenems que empezar a dialgar, n ya sbre cm cmunicams la expsicin, sin sbre cm ns cmunicams entre tds cn el públic. Marha Roslr Viniend también del cntext american, resulta que sy miembr del Cmité de Educacin del Whitney Museum y miembr del Cmité Ase sr del Departament de Educacin del Museum Mdern Art de Nueva Yrk. Allí, en América, en Estads Unids, el muse es vist, pr encima de td, cm una institucin educativa, cm un instrument perect para la integracin. Est es debid a la cultura del espec tácul, que tiene ds cnsecuencias. Una es la megaexpsicin, que atrae una cantidad enrme de gente. Y tra es hacer eliz a ls visitantes teniend texts explicativs y mments en ls que la gente se sienta dentr de la experiencia a través de las audi-guías y demás, ya sabéis, la muselgía típica de ls estudis museístics, en la que hay una pintu ra hlandesa de bdegn del sigl XV I y, junta a ésta, una vitrina cn un cántar. Así que hay este tip de literalizacin y banalizacin del signicad al que Ute se reería cn exactitud. N hay mments para un encuentr, si me atrev a decirl así, un encuentr auténtic cn la bra de arte. Ahra bien, en el Whitney había antes seminaris cn ls artistas y seminaris para ls artistas , cn muy buena asistencia, y había una uncin educativa para la cmunidad artística, per ls cancelarn pr un tip de rs de cleccinistas camufads. Y, de hech, igual que el Museum Cntemprary Art en Ls Angeles, su project-room y una de sus series de pryects se llaman oPV, que signica oerta Pública de Venta, que es un términ que tiene que ver cn la idea de cmprar accines de cmpañías que
236
acaban de salir a blsa, y es la misma ncin que se debati hace uns días: la de que td el mund, pr la cmpra de accines y demás, es miembr, y en cierta manera tiene derech a cmprar una pequeña parte del cncimient dentr del muse. Así que y te diría que tengas cu idad cn l que deseas respect a la suave integracin del departament de educacin y sus actividades en el fuj de la gran maquinaria de signicad que ls muses supuestamente sn. Habl realmente en seri aquí, y l ve desde dentr en ests ds cass. Sin embarg, deb decir que el departament de educacin del Museum Mdern Art parece ser el respnsable de la llegada de un gran simpsi, para la medida de Nueva Yrk, sbre eminism, que en el mund del arte es un tema dejad de lad y que reg resa a este espaci gracias al departament de educacin, que está patrcinand un cnjunt de mesas de debate reales cn a rtistas e investigadres. Pr tant, el prblema cn América es pr supuest la lsía del pragmatism, que es que td, en esencia, ha de ser pre-digerid y pre-traducid para que el encuentr cn la bra n sea un encuentr que te mleste, ¿sabes? Y y tuve la misma experiencia que tú, Ute, veng de una amilia que amaba el arte, per que n tenía ni idea de l que era el ar te. Cuand tenía 14 añs ui al MMA, y estaba cmpletamente annadada pr csas que nunca antes había vist ni pensad, y también pr una película. Pr últim, y acab cn est, en la Bienal del W hitney había un pequeñ libr desplegable de clrear para ls niñs pequeñs que quisieran ir a la Bienal. El tema principal de la Bienal era la decadencia, así que clcar sus pequeñs dibujs de cnejits y demás era un desaí interesante. Me merece td el respet la gente que dirige el departament de educacin allí, per hay cierta lgica de traduccin e integracin que es mrticante pr cmplet.
Joh Brl Martha Rsler está creand u na bra de arte cn ess events que ella cnstruye, per a la vez también refexinand sbre la expsicin de arte y la pedaggía artística. Ella misma ha insistid en que est es una rma de pedaggía. Entnces me interes esa idea, vlviend a Schérer y a la crítica de la p edaggía... la recuperacin de la uerza pética de la juventud, de la niñez, una pedaggía estética en vez de una pedaggía sbre el arte, prque u na pedaggía es en sí misma estética, una rma estética de hacer las csas. u Ma Bar Esty cmpletamente de acuerd. L que es muy diíci l de cmunicar es que ves el caparazn, al muse cm caparazn, per n ves qué material cntiene, y muy a menud l que está en ls librs, las pelícu las que han estad allí, las dierentes películas que ls muestran a la cmunidad, haciéndls accesibles a la gente, en lugar de esperar que la gente venga a ti... haz también de puente. Cre que este tip de puente, cm dirían ls americans, es bastante crucial, prque ya existe una rntera entre las institucines que albergan este cnci mient que a veces hace que sea much más ácil salir que entrar. Cre que Francia es un ejempl muy interesante: hay artistas trabajand dentr de clegis. Ayer hablé cn Benjamin Buchlh, y me cnt que había u n pryect abuls de Michael Asher, un artista a merican que trabaj tres añs cn el departament de educacin del LACMA. Benjamin Buchlh cntaba que Michael Asher descubri que en la cmunidad metrplitana de Ls Angeles se hablan 98 idimas, y le pregunt al departament de educacin: ¿cómo os dirigís a esta gente, en qué idioma? Así que
237
empezarn a traducir td a ls 98 idimas. Después, el siguiente pas era Michael Asher cn ls niñs , vlviend a mntar la expsicin. Y de repente ls cnservadres se rebelarn, n querían aceptar es, y después la administracin del muse, diciend que n pdían tcar las pinturas y demás. Cre que si ns tmams la educacin en el muse en seri, tenems que rmper algunas barreras que están entre el públic y el directr del muse y ls servicis de educacin.
Públco N es una pregunta. E s más una respuesta y u na aclaracin. Y cre que las críticas que Martha realiza de las prácticas educativas en ls muses sn crrectas, per el mayr desaí es que n pdems pensar el muse uera de la educacin. Td l que Ute ha cmentad de la imprtancia de estar junts es verdader, per pr tr lad en ests días hems escuchad a histriadres, crítics, directres y curadres, per a ningún educadr. Cre que es siempre imprtante elabrar y plantear la presencia de la educacin en ls muses, prque all í es dnde tiene que estar. N sé c uál va a ser el utur del ar te, per sí que para ls muses n va a haber utur sin educacin. Ja ns Tienes razn, n hems tenid un educadr de muse en la mesa, per hems tenid un relevante ls de la pedaggía, que es alguien que ha plantead cuestines en trn a ls lí mites de la educacin, aunque n necesariamente desde la estructura museística. L sient, per pr prblemas de tiemp tenems que acabar.
238
239 48
f. 48 Prorama l cro 10.000 rancos de recompensa (El museo de arte contemporáneo vivo o muerto) clbrao
la S Aoo Machao Baa la ursa iracoal Aalca, l 15 al 18 cmbr 2006.