RANKE Y EL HISTORICISMO ALEMÁN En este trabajo nos proponemos exponer el contexto histórico, social y filosófico que caracterizó la aparición de la llamada corriente historicista, también conocida como escuela científica alemana. Expondremos sus principales principios teóricos y metodológicos, su concepción de la historia y de sus actores. Para este propósito nos basaremos en dos personajes representativos de dicha corriente, Guillermo von Humboldt y su alumno Leopoldo van Ranke, considerado como el máximo exponente del historicismo. Finalmente analizaremos las principales contribuciones del historicismo al quehacer del historiador, así como las criticas más comunes de que ha sido objeto. Los historiadores alemanes de principios del siglo XIX tenían dos problemas fundamentales sobre la orientación que deberían de tomar sus trabajos, por una parte aspiraban a contribuir contribuir a la unificación política política alemana, ya que dicha nación era un caos de estados, ciudades libres y feudos, por la otra, se pretendía modernizar al país pero sin correr los riesgos revolucionarios que habían sufrido otras naciones después de la Revolución Francesa (Fontana 2001: 164). El camino que los historiadores tomaron para enfrentar estos problemas fue muy claro: el nacionalismo. Desde un punto de vista filosófico estos historiadores tenían otro objetivo: convertir a la historia en una ciencia verdadera . De hecho, su movimiento movimiento fue una reacción contra los filósofos (Hegel en particular) que sin fuentes verdaderas y con la selección de unos cuantos hechos parecían confirmar sus ideas, haciendo interpretaciones del pasado. Los historiadores decidieron definir y delimitar su campo de trabajo, a la manera de las ciencias naturales (Vázquez 1973: 127). Había que conseguir una verdad científica, de validez universal. Se puede decir que los precursores de esta escuela, o quienes fueron los primeros en plantear los problemas que después otros desarrollarían, fueron los profesores de la Universidad Alemana de Gotinga (en 1737), quienes afirmaron que los hechos no son la historia misma, sino que precisamente era la tarea del historiador ordenar la masa caótica de los materiales históricos. Tenían claro que
era necesario ir más allá de las biografías de los reyes o de la cronologías de los reinos, las guerras y la batallas; sostenían que cualquier tipo de trabajo histórico implica una selección, y sostenían que la perspectiva del historiador define los diferentes aspectos de su verdad . No obstante, estos pioneros fueron a la vez modernos y conservadores: modernos por equilibrar el análisis político y social con la narración de los hechos, conservadores por no integrar a sus narraciones la información demográfica, económica y geográfica que tenían a su alcance (Corcuera 1997: 115-116). De Gotinga el núcleo de la corriente historiográfica pasó a Berlín, donde la corriente comienza a ser conocida como historicismo . Un rasgo que la define es su rechazo del universalismo de la Ilustración, rechazando la construcción apriorística del mundo, la comprensión de los acontecimientos no se consigue con la filosofía especulativa, sino con la investigación histórica (Fontana 2001: 167; Corcuera 1997: 117). La historia no había de ocuparse de estadios de desarrollo social ni de “siglos”, sino de las naciones consideradas orgánicamente, los hechos que estudiase el historiador habían de analizarse individualmente, en el contexto nacional, sin buscar leyes o regularidades generales que los explicasen (Fontana 2001: 167). El pionero de estas ideas fue Guillermo von Humboldt, quien en su afán de lograr una historia científica reunió el método de la crítica filológica y una rama del pensamiento romántico fundada por él mismo, la ideología histórica . La crítica filológica consistía en un análisis formal de la fuente para decidir las partes utilizables, una crítica de la fuente para encontrar los hilos del pensamiento del autor que nos daría la clave de su interpretación y quitarle los datos parciales. La ideóloga histórica consistía en ver la historia como un proceso movido por grandes ideas, detrás de cada transformación histórica había un movimiento ideológico, veía en las grandes personalidades la representación viva de las ideas (Vázquez 1973: 128). Así, Humboldt estableció los tres ejes teóricos de la historiografía alemana durante el siglo XIX: a) la naturaleza del pensamiento histórico , diferenciando los
fenómenos de la naturaleza de los de la historia, estos últimos incluyen los actos humanos que son únicos e irrepetibles y se caracterizan por su intencionalidad y voluntariedad; b) el carácter del poder político, del Estado y de la sociedad , la historia debe centrarse en los conflictos entre los grandes poderes y por ello debe favorecerse un método que privilegie los documentos diplomáticos; c) el interés, y también la preocupación por el futuro de la cultura europea , la historia es concebida como un drama donde las luchas y los conflictos entre hombres, naciones o grupos sociales llegan a ser considerados auténticos elementos de la realidad histórica, al final, después de que pase “todo lo que tiene que pasar”, Humboldt tiene la certidumbre de que terminarán por imponerse y lograrán triunfar la belleza, la verdad y la justicia, representadas en la cultura europea (Corcuera 1997:117, 121). Las conclusiones de Humboldt fueron retomadas por Ranke y le sirvieron como punto de partida de su actividad como historiador. Ranke es considerado el fundador del historicismo propiamente dicho, y sería el divulgador de los nuevos métodos científicos de la historia. Según Josefina Vázquez (1973: 164-165) el historicismo considera como objeto de la historia la vida humana en su totalidad y multiplicidad, los conceptos abstractos de la filosofía no son adecuados para comprender las realidades concretas de la historia. La tarea del historiador no es la búsqueda de leyes y principios, sino comprender hasta donde sea posible, la infinita variedad de formas históricas inmersas en los acontecimientos. Otro rasgo característico del historicismo es que combate los planteamientos iusnaturalistas que suponían la existencia de principios legales comunes para todo el mundo, y defiende la peculiaridad individual e histórica de las leyes de cada pueblo (Fontana 2001: 167). Estas son las características de la escuela historiográfica que Ranke contribuyó a difundir. En su primer libro Historias de los pueblos románicos y germánicos de 1494 a 1514 en 1824, presenta en su apéndice una “Crítica a los historiadores modernos”, dirigida contra la filosofía histórica de la Ilustración, pues
Ranke se empeñó en separar la historiografía de la especulación filosófica y convertirla en una “ciencia” (Fontana 2001: 168; Vázquez 1973: 164). Entre las obras más importantes de Ranke destacan: Historia de los papas, Historia alemana del tiempo de la Reforma, Nuevos libros de la historia de Prusia,
y la Historia Universal . En ellos encontramos los que Sonia Corcuera (1997: 126-130) llama el método de Rake: En primer lugar es necesario reunir las fuentes , es decir, los documentos, las obras o los materiales diversos que informan al historiador, Ranke distingue entre las fuentes manuscritas no publicadas y el material publicado. El primero de estos hacían saltar de gozo a Ranke, en el prólogo de la Historia de los papas, declara la importancia de las fuentes escritas no publicadas para su trabajo: [Esta] empresa... si bien puede resultar fallida, ni siquiera podría haberse intentado de no haber tenido ocasión de utilizar una fuentes desconocidas hasta el momento... ¡qué alegría, ante la inseguridad que ofrece la mayoría de las obras impresas de historia moderna, tropezar con tanto testimonio inédito (Ranke 1997: 7). Historia de Francia, Historia de Inglaterra
El siguiente paso es seleccionar las fuentes , pues la investigación debe descansar en el empleo de fuentes estrictamente contemporáneas a los acontecimientos narrados. Una vez seleccionadas las fuentes se procede al análisis del contenido y su interpretación , para encontrar la manera más provechosa de leer ese material, para después comunicar lo que sabe o cree saber. Finalmente se realiza el paso más importante, la explicación , aquí hay que considerar que Ranke estaba convencido de que los hechos se manifiestan por sí solos, pero a final de cuentas lo que verdaderamente sucedió era aquello que tenía significado histórico de acuerdo con las fuentes y los testigos. Al lado de su metodología, se encuentran ciertas características que distinguen el trabajo de Ranke como historiador (Fontana 2001: 169), las cuales enunciaremos y analizaremos a continuación: Su visión de la historia tiene un fundamento teológico, donde Dios hacia de primer motor que articula las piezas de una sociedad disuelta en individuos y de un universo fragmentado en pueblo, asumiendo la función que el progreso ejercía para los ilustrados.
La actividad de los hombres se canaliza a través de las naciones que son el componente fundamental de la sociedad: cada una de ellas es distinta y peculiar, de manara que las generalizaciones no sirven: cada país tiene su propia política. Sus libros hablan siempre de los estados y de las relaciones que se establecen entre e los por medio de la diplomacia y la guerra. La explicación histórica se integra a partir de hechos que orientan la historia hacia una meta o fin optimista que debe alcanzarse en tres etapas que tratan sucesivamente de los pueblos, las naciones y de Europa. La explicación rankeana de la historia se apoya en la noción de reconciliación, pues al final todos los conflictos que se habían presentado como tragedia terminan por resolverse de una manera feliz (Corcuera 1997: 133, 135). No obstante, a pesar de tener una visión optimista de la historia, también tenía una visión conservadora, ya que veía con buenos ojos los cambios que se habían dado en el pasado y que habían desembocado en la formación de los Estados-nación, pero no aceptaba que esa dinámica continuara en el futuro, más bien anhelaba que el mundo se mantuviera como él lo conocía. Su rechazo a los cambios en el futuro es uno de sus puntos más débiles, pues supondría que entiende a la historia como un proceso que habría llegado a su fin (Corcuera 1997: 136). Para Ranke, el impulso que pone en marcha el proceso histórico, es la rivalidad de las naciones que se enfrentan por la posesión de territorios o por la supremacía política. Esta rivalidad hace posible la formación de las grandes potencias, llamadas también los grandes poderes en la historia (Corcuera 1997: 137). Naturalmente, el historicismo e incluso el propio Ranke no escaparon a la crítica. Josefina Vázquez (1973: 128-129) se queja de que bajo los postulados generales de Ranke se empezaron a cobijar los cazadores de documentos inéditos y los nuevos analistas que apelando a una historia “sin interpretación”, empezaron a invadir las bibliotecas con pequeñas y superespecializadas monografías sin sentido alguno. En cuanto al historicismo lo critica por pretender
haber alcanzado la objetivización de la historia y haber asegurado la imparcialidad del historiador, porque sus verdades estaban comprobadas, sin duda para nadie. Sobre este punto considero conveniente mencionar la aclaración que hace Josep Fontana (2001: 168) sobre las críticas al método de Ranke. Según este autor, la confusión se deriva de una frase del prólogo de Historias de los pueblos románicos y germánicos de 1494 a 1514 , donde el joven Ranke, haciendo un ejercicio de modestia, decía que aunque la historia tiene “la misión de juzgar el pasado y de instruir el presente en beneficio del porvenir”, su libro no aspiraba a tanto, sino que se contentaba con “mostrar las cosas tal y como pasaron”. Esta frase –“Er will bloss zeigen wie es eigentlich gewesen”- (según Fontana) fue sacada de su contexto injustificadamente e interpretada como una declaración metodológica, siendo desde entonces repetida por los ejércitos de historiadores académicos que creyeron que legitimaba su incapacidad, moral o intelectual, de pensar por cuenta propia. Dejando a un lado que el propio Ranke declaró que la misión de la historia “no consiste tanto en reunir y recabar hechos como en entenderlos y explicarlos”, su obra desmiente el mito del “wie es eigentlich gewesen”. Sin embargo, las críticas al método rankeano son válidas en mayor medida para sus sucesores, ya que estos se abocaron a sus grandes recetas para conseguir “datos verdaderos”. La historia debía ser escrita sólo con documentos de primera mano, es decir, “los más puros y más inmediatos documentos”. No obstante, estos discípulos carecían de una característica que fue lo que hizo grande a Ranke como historiador: estaba naturalmente dotado de gran agudeza psicológica, con la cual pudo beneficiar a sus materiales (Vázquez 1973: 133). Corcuera centra su crítica en la concepción de la historia y la tarea del historiador, afirma que para Ranke la misión del historiador consiste en desentrañar las grandes tendencias de los siglos. De esta manera la historia, aparentemente caótica en un primer momento, pronto adquiere significación y se vuelve tangible. Sin embargo, (para Corcuera) esta concepción explicativa adolece ce ciertas limitaciones: a) El historiador no puede definir las fuerzas que operan en la historia, se limita a contemplarlas y a desarrollar una simpatía por su existencia
y un interés por sus personajes, b) No puede aspirar a la total certidumbre sobre su significado último, pues sólo la sensibilidad religiosa es capaz de alcanzar esa reflexión (Corcuera 1997: 138). Además de las críticas metodológicas, Ranke ha recibido críticas ideológicas, como la de Fontana en el sentido de que no entiende las naciones más que en el seno de los estados, era contrario a las ideas contemporáneas de nación, ya se basaran en criterios étnicos y culturales, o en la voluntad de los ciudadanos. Ranke pensaba que el acontecimiento más importante de su tiempo había sido la “renovación y el nuevo desarrollo de las nacionalidades”, que se apoyaban en la conciencia de identidad nacional, lo que exigía que se educara a las ciudadanos con una clase de historia que no había de hablar de progreso, de monos de subsistencia o de lucha de clases, sino sólo de pueblos, en el sentido de colectividades humanas interclasistas fundamentadas en el sentimiento de la nacionalidad compartida (Fontana 2001: 170). Naturalmente que esta crítica es hecha desde una perspectiva contemporánea. A pesar de las críticas, una de las mayores aportaciones de Ranke a la historiografía moderna es su aún utilizado método de crítica de fuentes, algo por lo que es más conocido que por el manejo comprometido del pasado, que lo llevó a entender la historia como la memoria viva de la humanidad, otra contribución muy importante para los historiadores contemporáneos.
Bibliografía: CORCUERA DE MANCERA,
Sonia. “La historia como crítica y como ciencia” en Voces y silencios en la historia, siglos XIX y XX , Fondo de Cultura Económica, México, 1997, pp. 113-123. FONTANA, Josep. “Historicismo y nacionalismo” en La historia de los hombres , Crítica, Barcelona, 2001, pp. 165-180. RANKE, Leopold von. Historia de los papas , Fondo de Cultura Económica, México, 1997. , Fondo de Cultura ________ Pueblos y estados en la historia moderna Económica, México, 1986. VÁZQUEZ DE KNAUTH, Josefina. “La historia científica y la escuela alemana” en Historia de la historiografía , SEP/SETENTAS, México, 1973, pp. 127-136. _________ “El historicismo” en Historia de la historiografía , SEP/SETENTAS, México, 1973, pp. 127-136.