Psicología y educación.
Autor: Leliwa, Susana; Scangarello, Josefa Irene. ISBN: 978-987-591-718-7 Peso: 350 Páginas: 136 Categoría: Psicología
De modo claro y sencillo, ponen al lector en contacto con una relación indiscutible Psicología y Educación- y su aporte a los campos de desempeño docente, a la práctica docente. Al decir de las autoras, con nuestra escritura nos proponemos proponemos compartir, al estilo de un guión en construcción, las ideas más relevantes de esta relación, su origen, su necesario conocimiento para ser docentes. Se propone al aprendizaje como un proceso complejo abordando abordando algunas de las teorías psicológicas que intentan explicarlo, así como algunas conceptualizaciones conceptualizaciones sobre el desempeño del rol docente, la profesionalidad y la ética que la actividad docente implica. Hemos incorporado un nuevo capítulo referido a las investigaciones, a las producciones y a las nuevas denominaciones acerca del aprendizaje. Aquí ofrecemos otras miradas sobre el aprendizaje, otras investigaciones que dan por resultado las llamadas Neurociencias, en particular la Neurociencia Cognitiva. Esta mirada que nos da cuenta de cómo se originan los sentimientos y las emociones; que nos dice qué relación guardan con el cerebro. Pero también damos cuenta de otros tipos de aprendizajes mediados por algunas de las tecnologías de la información y la comunicación como el aprendizaje móvil, ubicuo, electrónico; cómo se construye un espacio virtual de aprendizaje (EVA). Y como tema esencial en estos días, abordamos abordamos las transformaciones transformaciones humanas en tiempos de cambio. Para favorecer el abordaje de esta relación, al finalizar f inalizar cada capítulo, ofrecen actividades que permiten ampliar, profundizar o interrogarse acerca del contenido del mismo. Las sugerencias de actividades que se proponen van desde la lectura de una novela, el visionado de un film o preguntas para ahondar sobre la cuestión. Se trata de una lectura recomendable para todos los interesados en la formación docente, tanto para aquellos ya formados, como los que están en proceso. http://www.editorialbrujas.com.ar/detalle.php?idlibro=723
“La Constitución Psíquica del Sujeto”
Llegar a ser un sujeto es el devenir sujeto, es decir, como ser biológico esta sujetado a una estructura anátomo-fisiológica, a un lenguaje, a redes sociales, pautas culturales y a una estructura psíquica individual. El ser humano no nace sujeto llega a serlo como resultado del proceso de socialización. Los aspectos antes mencionados son parte del ser del sujeto. El sujeto se constituye con el pasar del tiempo y con sus interacciones dinámicas con su entorno y su mundo interno. No es lo mismo hablar del sujeto que del individuo humano ya que al hablar de sujeto es referirse a un ser inserto en un mundo social. El individuo humano es un organismo vivo por lo cual satisface sus necesidades de orden biológico y esto conlleva a la satisfacción de esa necesidad lo cual se da en el interior del individuo, pero la gratificación de esa necesidad es exterior al mismo, siendo esto lo que hace que el individuo tenga relación con el mundo exterior y así los primeros meses de vida del bebé tiene necesidades biofisiológicas y para satisfacerlas depende de otro, o sea, su madre y otras cosas que lo lleva a la gratificación. El adulto es un sujeto con inconsciente y este actúa con el bebé con dos sistemas:
Pulsación primaria Y el que está regido por el Narcismo
Los tiempos de constitución psíquica se caracterizan de la siguiente forma:
Primer tiempo de la vida: montantes biológicos de las necesidades. Primer tiempo de la sexualidad: implantación de la pulsación, se constituye el
erotismo.
Segundo tiempo de la vida; primer tiempo del sujeto: instauración del yo (nuevo acto
psíquico).
Tercer tiempo de la vida: fundación de las instancias ideales y la conciencia moral.
El psiquismo infantil se estructura de excitaciones, posibilidades productivas y resimbolizantes. Los procesos secundarios son efectos de movimientos identificatorios y ligadores que se originan con las representaciones amoroso-narcistas. Nuestro psiquismo se estructura en relación con los otros, comenzando por nuestros padres. Los estudios que realizó Itard con Víctor, el niño que fue encontrado en unos bosques de Francia se basan en:
El hombre en estado natural es más inferior e indefenso que los animales. La superioridad moral, con el consiguiente desarrollo moral es lo que hace q ue el hombre este por encima de los demás animales. La infancia es cuando podemos aprender. Las ideas de todo hombre están relacionadas con sus necesidades. La enseñanza debe ser guiada por la medicina moderna.
Diferencia entre lengua y habla: la lengua son símbolos que se constituyen a partir de
códigos de significación según el contexto socio-cultural y el habla es el empleo de la lengua por parte de un sujeto particular que comunica la significación de un mensaje. La función de una madre no solo es dar a luz a un ser, ser madre es tener la capacidad de constituirse en un soporte vincular del mismo. Una madre o quien desempeñe su función debe tener la capacidad de satisfacer las necesidades del bebé, el cual pedirá la satisfacción de sus necesidades a través del llanto. La madre es quien conecta al niño al mundo, es quien le da unas pautas y principios para interactuar con el mismo y así se producirá el proceso de complejización psíquica. La complejización psíquica se puede ver a través de la función materna y paterna. La sexualidad existe desde el comienzo de nuestra vida, mediante el tiempo se desarrolla y cambia a través de los vínculos familiares. Hábitos en el cuidado y la actitud frente a las funciones expresan la concepción que tiene la sexualidad y el placer en general. El lenguaje se desarrolla según el medio ambiente en el cual el individuo se encuentra, desde el nacimiento comienza la adaptación del individuo a su entorno. En la asimilación el individuo adapta el medio ambiente a sí mismo y lo utiliza según lo concibe. Por otro lado la acomodación es donde el organismo se ajusta a las experiencias y por último la adaptación que se logra a partir de la combinación de la asimilación con la acomodación. La organización y la adaptación son dos edades distintas y estas son dos posibilidades de aprendizaje. Para el desarrollo psíquico de los niños el juego cumple un papel importante en su desarrollo. El periodo sensorio-motores hasta los dos años de edad de los niños y niñas; en esta etapa es donde los niños conocen el universo que los rodea a través de sus percepciones y movimientos. El reflejo de succión le permite conocer al mundo y conocerse así mismo. En el periodo pre-operacional el niño desarrolla el lenguaje y es una gran evolución cualitativa y esto sucede cuando finaliza el periodo sensorio-motor. Entre los cuatro, cinco y seis años, empieza a complejizarse y el juego simbólico o de imitación le permite al niño identificar que el juego del caballo es cuando está montado sobre un palo de escoba o la niña imitar a su mamá meciendo una muñeca. En el periodo de las operaciones concretas que es entre los 7 y los 11 años el niño comienza a realizar juegos respetando sus normas, esto le permite desarrollar la competitividad y también aprender a perder y a ganar.
Ahora en el periodo de las operaciones formales entre los 11 y los 15 años aparece la capacidad mental de pensamientos hipotéticos o imaginados, sobre algo. Aparecen los juegos de ingenio y de estrategia. El uno no es sin el otro; la madre o quien cumpla el rol materno tendrá un papel primordial y gracias a la madre podrá llegar a ser un sujeto de cultura. La madre es el primer vínculo del niño con el mundo exterior. El lenguaje simbólico es una capacidad específicamente humana. Amar, hablar, escribir, pintar, estudiar, jugar, resultan tratamientos simbólicos de la pulsión. Es lo mismo hablar de sociedad y comunidad que de lazo social y este es el fundamento de la constitución del sujeto. 1. 2. 3.
Características del Desarrollo Evolutivo en el Sujeto de Aprendizaje Relación con la práctica docente
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Características del Desarrollo Evolutivo en el Sujeto de Aprendizaje
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ADOLESCENCIA Por adolescencia solemos entender la etapa que se extiende desde los 12/13 años hasta aproximadamente el final de la segunda década de la vida (18/19 años). Se trata de una etapa de transición en la que ya no se es niño, pero tampoco adulto. Pero debemos tener bien claro que no se trata de una etapa biológicamente delimitada, sino producto de la cultura occidental de fines del siglo XX y lo que va del XXI. Algunas notas de identidad del adolescente occidental son: están aún dentro del sistema escolar o en algún otro contexto de aprendizaje profesional los que deciden no estudiar están a la búsqueda de un empleo estable dependen aún de sus padres, generalmente viven con ellos pertenecen a una cultura propia (propios hábitos, modas, estilos de vida, valores) Estos rasgos identificatorios nos hacen notar que este tipo de adolescencia no ha existido siempre, es decir, no siempre tuvo dichas características. En la antigüedad y hasta aproximadamente el siglo XIX, los niños se incorporaban al mundo laboral entre los 7 años y el comienzo de la pubertad (10/11 años en las mujeres, 12/13 años en los varones), pocos eran los que estudiaban por encima de los 10/12 años. No existía una cultura adolescente como en la ac tualidad, ni la adolescencia era vista como una etapa particular del desarrollo. Los finales del siglo XIX marcan en Occidente un momento de cambios, producto de la Revolución Industrial. Con la industrialización comienza a hacerse importante la capacitación, la formación y el estudio para importantes masas de la población. Esta situación se consolidó durante todo el siglo XX y lo que va del actual, permitiendo el surgimiento de la etapa adolescente tal cual la conocemos en la actualidad, con sus propios hábitos y problemas. Una diferencia importante que debemos hacer es entre los conceptos de pubertad y adolescencia. Por pubertad se entiende el período biológico durante el cual se da el conjunto de cambios físicos que en la segunda década de la vida transforma al cuerpo de infantil en adulto con capacidad para la reproducción. Mientras que por adolescencia, como ya dijimos arriba, entendemos al período psicosociológico que se prolonga varios años y se caracteriza por la transición entre la infancia y la adultez. Es decir, la pubertad es un f enómeno que afecta a todos los seres humanos, de todas las culturas, mientras que la adolescencia, no es necesariamente universal ni tiene las mismas características en todos los contextos culturales. Los cambios físicos de la pubertad ocurren, en promedio, desde los 12/13 años hasta los 16/18 años en los varones, y desde los 10/11 años hasta los 14/16 años en las chicas. Volviendo a la adolescencia, el tema vital más importante en la personalidad del adolescente es el desarrollo del yo y de la identidad personal. Si bien el concepto del yo y de la autoestima se
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desarrollan gradualmente durante toda la vida, es en la adolescencia cuando se comienza a tejer el propio relato personal y ese relato constituye el discurso fundamentador de la identidad personal. Saberse individuo distinto a los demás, conocer propias posibilidades, talento y sentirse valioso como persona que avanza hacia un futuro son algunas de las notas características que deben lograrse en esta etapa. Conseguir esta identidad propia es una tarea ardua en la adolescencia, debido a los cambios psicofísicos y a la presión social (los amigos o la pandilla) que el adolescente experimenta. La identidad se compone de varios elementos: autodefinición de la persona ante otras personas, ante el medio social y ante los valores diferenciación personal inconfundible autenticidad del individuo correspondencia de lo efectivamente desarrollado con lo embrionariamente presagiado en el plan genético del individuo Así constituida, la identidad es de naturaleza psicosocial y contiene importantes elementos de naturaleza cognitiva: el adolescente se observa y se juzga a sí mismo a la luz de cómo percibe que lo juzgan los demás se compara con los demás y se contrasta con el patrón de algunos criterios de valor para él significativos
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Todos estos juicios pueden permanecer implícitos, no siempre conscientes, y s on juicios con inevitables connotaciones afectivas, que dan lugar en el adolescente a una identidad exaltada y dolorosa, pero nunca afectivamente neutra. La identidad del individuo resulta de la sedimentación de todas las pasadas identificaciones que con otras personas vivió el adolescente en su vida infantil, pero no se reduce sólo a eso, sino que dichas identificaciones no sólo quedan integradas, sino también trascendidas hacia un proyecto de vida. El concepto de sí mismo es quizás el elemento central de los que integran la identidad personal. Dicho concepto no es un concepto simple, es un conjunto de conceptos, juicios descriptivos y valorativos que el sujeto hace acerca de sí. Dicho conjunto se refiere a uno mismo bajo distintos aspectos: el propio cuerpo: el sí mismo corporal
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El adolescente percibe su cuerpo como extraño, cambiado y con nuevos impulsos y sensaciones. el propio comportamiento y la propia situación: el sí mismo psíquico
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El adolescente se percibe a sí mismo como diferente a lo que fue, nota cambiadas sus ideas, metas y pensamientos. las relaciones sociales: el sí mismo social Percibe que los demás no lo ven como antes y necesita hacer un esfuerzo más activo y diferente, para obtener respuestas que lo orienten. Ante esta situación, el adolescente necesita formar "la identidad del Yo adolescente" configurado por la integración del "Yo corporal", el "Yo psicológico" y el "Yo social", lo que le va a permitir expandirse como persona capaz de intimidades no ya grupales sino personales, en la pareja, en la tarea social y en su soledad. Autoestima La autoestima influye mucho sobre el comportamiento de la persona y si bien, como dijimos más arriba, la misma se desarrolla gradualmente durante toda la vida, es en la adolescencia cuando se comienza a formar nuestra visión de cuánto creemos que valemos. Las personas solemos comportarnos según cómo nos vemos y la autoestima que tengamos. Y a la vez nuestro comportamiento suele confirmar la imagen que de nosotros tenemos; es un círculo cerrado que no hace más que reforzar nuestras actitudes y puntos de vista básicos. Cuando la imagen que tenga de sí sea positiva y posea además suficiente autoestima, el adolescente se sentirá capaz y se mostrará confiado; por ello s e comportará de manera que todo lo que haga reafirme el sentido de su propia valía. Lo contrario sucede con quien tenga imagen negativa de sí y baja autoestima. Y demás está decir que en el mundo escolar, una autoestima fuerte en el adolescente fomenta el aprendizaje, es por eso que en mi opinión es tan importante para los docentes no ser procíclicos, es decir, no contribuir con reprimendas exageradas a dañar la autoestima de aquellos alumnos que la tienen baja, como tampoco ayudar a elevar aún más la de aquellos que la tienen muy alta para la escasa experiencia que poseen en determinados temas de la vida. Papel de la familia en la etapa adolescente La familia es uno de los más importantes contextos en los que se produce el desarrollo humano. Cuando el sistema familiar es flexible (cambia según las necesidades evolutivas de sus miembros), existe comunicación y diálogo, armonía para la convivencia, es contenedor y al mismo tiempo permite
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la individualización de sus integrantes, decimos que la familia crece y es por excelencia el ámbito de desarrollo de sus miembros. Durante la adolescencia de los hijos, toda la familia es profundamente afectada por esta crisis natural y evolutiva; por eso se suele decir que toda la familia entra en la adolescencia. Durante esta etapa, la familia debe cambiar fundamentalmente el modo de comunicación. La comunicación debe dejar de ser complementaria para pasar a ser concordante, el padre debe dialogar con el hijo adolescente como un igual, capaz de entender razones y asumir responsabilidades familiares frente a dificultades que no debe desconocer. En particular, la familia durante la adolescencia debe contener, poner límites e instrumentar o enseñar a su hijo. Contener significa acompañar con amor sin ahogar, ayudar a pensar, a analizar los acontecimientos sin imponer o desvalorizar, aceptar su crecimiento, ayudándolo a emprender vuelos cada vez más altos con la seguridad y la prudencia que proporciona el sentirse querido. Ponerle límites le hace bien al adolescente, a ninguno de ellos les gustan los límites, pero más los dañan su ausencia. Finalmente, por el lado de la enseñanza, es en el seno familiar donde se aprenden valores como el esfuerzo, la convivencia y la solidaridad ante el dolor de otros. Se aprende a vivir y a dar sentido a la vida. La familia debe ocuparse de esta tarea y ser ejemplificante en las conductas y actitudes cotidianas. ADULTEZ Entre los estudiosos del tema existe acuerdo unánime al considerar que la edad adulta se define en términos de roles sociales que las personas adultas desempeñan. La edad adulta constituye un período muy extenso dentro del ciclo vital, dividido generalmente en etapas: adultez temprana: desde los 18 hasta los 30/40 años aprox. adultez media: desde los 30/40 hasta los 45/65 años aprox. adultez tardía: desde los 45/65 años en adelante Adultez temprana Muchos caracterizan a la juventud o adultez temprana como el período que va desde los 18 años (cuando se es legalmente adulto) hasta el momento en que el joven encuentra empleo y asume sus roles familiares: funda una familia, tiene hijos. Pero la juventud, a diferencia de la pubertad, es exclusivamente social y responde a factores sociales y culturales, no biológicos, ya que por ejemplo en los últimos años, debido a razones de estudio y/o penuria económica, muchísimos jóvenes permanecen en el domicilio de sus padres más allá de los 20 años de edad, lo que implica que varios de ellos conserven aún características de adolescentes. Se trata de una fase de importantes cambios s ociales en los ámbitos de la vida profesional y fami liar, cambios que se resumirían en la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de una serie de tareas como la elección de un c ompañero/a, comienzo de una ocupación, aprendizaje en la convivencia marital, paternidad y cuidado de los hijos, gobierno y dirección del hogar, adquisición de responsabilidades cívicas, localización de un grupo de pertenencia, entre las principales. Erikson dice que el adulto joven se mueve entre la intimidad y el aislamiento, es decir, es una etapa en que la persona está dispuesta a fundar su identidad con la de otros; está preparado para la intimidad, es decir, tiene la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas y de desarrollar la fuerza necesaria para cumplir con tales compromisos, aún cuando impliquen sacrificios significativos. La afiliación y el amor son las virtudes o fortalezas que Erikson asocia a esta etapa. Adultez media Esta etapa es un período especialmente propenso para echar la vista atrás y ver que ha sido de los sueños, ilusiones y proyectos anteriores; es una época en que se advierte un cierto declive físico y en la que la satisfacción matrimonial alcanza los niveles más bajos. Se trata también de una etapa de gran productividad, especialmente en la esfera intelectual y artística, y es en definitiva el período en el que se consigue la plena autorrealización. Bee y Michell hablan de dos cambios importantes durante esta etapa: uno de características físicas que conducen a decisivas modificaciones en la cognición y percepción otros más psicosociales que acontecen con los roles sexuales e incluyen al climaterio y a la variación de las demandas de hijos que prácticamente se encuentran ya al comienzo de su etapa adulta. Por ejemplo, el cambio por el lado sexual conduce a manifestaciones más afiliativas y afectivas en los hombres, incorporando características femeninas a su personalidad, mientras que las mujeres aparecen como más agresivas y asertivas. Erikson habla de que en esta etapa la persona atraviesa el conflicto entre generatividad y estancamiento, donde la generatividad implica el dar lo más auténtico, lo propio, aquello que ha pasado por la propia experiencia y se manifiesta en los hijos, los valores, el trabajo y la relación con los demás. Cuando tal enriquecimiento falta por completo, tiene lugar un sentimiento de estancamiento y empobrecimiento personal, llevando a invalidez física o psicológica.
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En esta etapa aparece el balance personal y un reajuste de expectativas y sueños, teniendo en cuenta las posibilidades del contexto. Surge el dolor por lo no realizado, una preocupación por la necesidad de sentirse joven, lo que puede llevar en algunos casos a la "crisis de la mitad de la vida". Adultez tardía Es el último período antes de la senectud, durante el cual la persona experimenta el declinar del propio cuerpo y el paso al status de viejo. En la actualidad esta etapa iría desde los 65 años, cuando comienza el retiro de la vida productiva hasta los 75 años aproximadamente. Erikson caracteriza a esta etapa por la seguridad y el amor posnarcisista del yo, la aceptación del propio ciclo de vida como algo irrenunciable e insustituible, y en general por lucha entre la integridad del propio yo frente a la desesperación. La integridad del yo implica una integridad emocional que permite la participación por consentimiento así como la aceptación de la responsabilidad del liderazgo. El renunciamiento y la sabiduría serían las dos fortalezas y virtudes más importantes asociadas a esta etapa de la vida. Entre las tareas más características de esta fase encontramos: el ajuste al declive físico el ajuse al retiro y a la reducción de ingresos el ajuste a la muerte del cónyuge el establecimiento de una afiliación explícita con el propio grupo de edad la adopción de roles de una manera flexible el establecimiento de condiciones de vida cómoda Pero más allá de las diferentes etapas de la adultez señaladas (temprana, media y tardía), los adultos de la actualidad ya no son como los de hace algunas décadas atrás , pudiendo diferenciarse claramente entre los adultos tradicionales (hijos del siglo XIX) y las dos categorías más actuales de "adultos inseguros" y "adultos adolescentes". Entre sus características representativas encontramos: adultos tradicionales: son conservadores, niegan los cambios, tratan de educar como los educaron y pueden caer en el autoritarismo, son padres predecibles y por lo tanto sus hijos saben qué se espera de ellos y pueden identificarse o rebelarse ante este adulto. adultos inseguros: no quieren ser rígidos, pero no quieren dejar de poner límites, manifiestan fuertes contradicciones, se cuestionan lo que hacen, buscan ayuda en profesionales y libros, dialogan con sus hijos y buscan la estabilidad. adultos adolescentes: son adultos por edad pero no se responsabilizan por las nuevas generaciones, se sumergen en la cultura adolescente, se niegan a poner límites, discuten con sus hijos al mismo nivel, aunque a favor tienen que pueden mantener una buena comunicación. 30. 31. Relación con la práctica docente En mi caso, con cuatro años consecutivos de experiencia docente como profesor de dos materias (Economía y Formulación de Proyectos, ambas en 2° Polimodal) en dos colegios de Mendoza (uno privado de clase media y otro estatal urbano-marginal), encuentro que la adolescencia, al igual que en mis épocas de estudiante secuandario (hace 15 años aprox), sigue siendo muy profunda en el alumnado, es decir, noto que continúan muy acentuados sus rasgos de personas bastante alejadas de la adultez joven. Visualizo que sigue siendo tan difícil como entonces, o quizás más, el enseñar materias que impliquen una relación directa con el mundo de los adultos, como por ejemplo las mías que se relacionan con el sistema económico y los negocios, o Sociología o Tecnología de Gestión o Teoría y Gestión de las Organizaciones, etc., atribuyendo dicha dificultad a que el alumno de hoy ve cada vez más alejado dicho mundo, en especial por sus expectativas de seguir estudiando una vez egresado del nivel medio, es decir, el fenómeno social actual de adolescencia prolongada por razones de estudio. Por el contrario, noto que esta despreocupación por el mundo en el cual se van a insertar en un futuro no muy lejano contrasta con sus ansias por vivir emociones típicas del mundo de los adultos en otros aspectos de la vida (como las relaciones de pareja y el sexo por ejemplo) para los cuales quizás no están lo suficientemente maduros. Es decir, quieren quemar etapas en algunos aspectos de la vida como los últimos mencionados, que generalmente no pasan por la enseñanza escolar, mientras que los veo profundamente despreocupados por otros, que sí se estudian en la escuela. Noto también que el adolescente posmoderno de hoy valora mucho a los profesores que los escuchan y dialogan con ellos en un cierto pie de igualdad, aunque ello nos implique (profesores) a veces alejarnos un poco de los c ontenidos de las materias para charlar temas de la vida. No les gusta el profesor distante, que da clases tipo magistrales y que está alejado humanamente del alumno. También percibo que los adolescentes de 15/16/17 años valoran mucho el sentir que el profesor pone límites; si bien no les gusta el estilo militar, tampoco les agrada el profesor demagogo (a la larga no lo terminan valorando) porque no se hace respetar. Son muy concientes de su i nmadurez, y cuando
pueden lo expresan, es por eso que res petan los límites impuestos a nivel autoridad escolar, pero con diálogo, no al estilo escuela tradicional (antiguo). Se aburren sobremanera con las explicaciones largas de los temas, por ejemplo aquellas que duran 30’ o más sin interrupciones. Quieren conceptos cortos, en los cuales puedan depositar
su atención tipo zapping de TV, ésta es quizás la única oportunidad que le dan a materias tan del mundo de los adultos como las mías. Es por eso que busco que mis materias te nga mucha parte práctica, y del tipo grupal, a los fines de que las tareas puedan realizarse de forma más entretenida y así evito las explicaciones largas y el dictado de apuntes, que los aburre (los mando directamente a las fotocopias para que lean la teoría). Están muy metidos en el mundo de la música y del espectáculo en general (incluyendo el fútbol espectáculo), lo sensorial los atrae mucho, muchos admiran sobremanera a determinados artistas (generalmente músicos), aunque no sé si se identifican totalmente con ellos, pero sin dudas se dejan influenciar. No advierto que sean chicos con grandes ideales (pacifismo, ecología, desarrollo igualitario, etc.), al menos el idealismo del tipo militante, ni que estén muy preocupados por el futuro a largo plazo; sin embargo, en temas sociales, percibo que se interesan por cuestiones que ven cercanas como las drogas, el sida, la infidelidad en la pareja, etc. Finalmente presiento también que sus padres (seguramente en su mayoría adultos posmodernos del tipo inseguros o adolescentes) no les ponen muchos límites, aunque en general advierto que se preocupan por inculcar en sus hijos la importancia de la escuela para un futuro mejor, aunque muchos chicos ya no lo creen demasiado. Creo que esta última debe ser una de las razones más importantes para que el 52% de los chicos me ndocinos entre 15 y 24 años estén actualmente afuera del sistema escolar. BIBLIOGRAFÍA 32. Material preparado por la cátedra Sujetos del Aprendizaje, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, Mendoza.
Autor: Lic. Sebastián Laza (economista y docente) TRABAJO REALIZADO PARA LA CÁTEDRA "TEORÍA DE LA EDUCACIÓN", DEL CICLO DE PROFESORADO PARA PROFESIONALES, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO, MENDOZA, ARGENTINA Mayo de 2005 Leer más: http://www.monografias.com/trabajos28/sujetos-aprendizaje/sujetosaprendizaje.shtml#ixzz4vDZ0ZUvH
La adolescencia se presenta como un tema abierto a la investigación y objeto de preocupación para padres, educadores e instituciones públicas. Hay diversas ciencias que se ocupan de su estudio desde enfoques diferentes y en ocasiones contradictorios. En este artículo se ensaya una clasificación de los distintos rasgos y teorías que definen la adolescencia y se propone un concepto funcional de adolescencia de carácter universal e histórico-cultural. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22362014000100002
CONSTITUCIÓN DEL SUJETO PSÍQUICO Sujeto sujetado a: una estructura psicológica: individual, producto de su historia de vida un orden social: normas y pautas culturales de la vida en sociedad un orden biológico: estructuras anatomo-fisiológicas Constitución del Sujeto Es un complejo proceso donde el sujeto se relaciona con los otros Nacimiento (y aún antes para algunos autores, a través del deseo de los padres- expectativas,
maneras de nominarlo, cómo lo esperan y alojan) Se encuentra con el Otro (figura significativa) que ejerce la FUNCIÓN MATERNA Que satisface sus necesidades básicas pero además un PLUS: el DESEO, que introduce subjetividad, a través del contacto, caricias, olores, etc Infancia…los padres son los Otros significativos
Primero hay un vínculo simbiótico con la madre FUNCIÓN MATERNA Después se introduce el padre como tercero que propicia la separación-individuación. FUNCIÓN PATERNA Eso le da autonomía para vincularse con otros (entorno familiar y luego extrafamiliar (maestros, amigos) MECANISMOS INCONSCIENTES EN LOS VÍNCULOS PEDAGÓGICOS Transferencia: Si un docente se ha identificado con padres protectores podría establecer vínculos de dependencia con sus alumnos o de excesiva protección. O bien un alumno transferir a los docentes sentimientos ligados a su familia. Identificación: mecanismo inconsciente por el cual el Sujeto incorpora cualidades o características de otro y se transforma total o parcialmente según aquel. Identificación primaria: con los padres Identificación secundaria: amigos maestros, colegas, etc. Sublimación: encauzar la energía de los impulsos sexuales hacia fines socialmente valorados: la investigación científica, la producción artística, etc Por eso es importante que las propuestas de la escuela sea creativa e innovadora. Estructura del aparato psíquico Primeria teoría:
Segunda teoría: Mecanismos de defensa del yo: Proyección: proceso mediante el cual el Sujeto deposita en el otro deseos, sentimientos propios, incluso rechazados como tales Negación: El Sujeto niega un deseo que le pertenece. Idealización: Consiste en elevar a la perfección las cualidades y el valor de otra persona.
La construcción del conocimiento según Piaget Conocimiento: Es construido por el Sujeto a través de su interacción con el mundo. Factores que influyen en el desarrollo intelectual Maduración Aspectos biológicos, genéticamente determinados Transmisión social aprendido en la interacción con los demás Actividad capacidad de actuar, explorar, poner a prueba, manipular para aprender Equilibración compensaciones activas del sujeto como respuesta a perturbaciones externas (ej. Cuando el niño se enfrenta con un problema, es una situación de desequilibrio y hay una búsqueda de solución) Funciones invariantes Tendencia a la organización: a organizar los procesos de pensamiento en estructuras psicológicas, conformadas por ESQUEMAS Tendencia a la Adaptación: Proceso orientado en 2 direcciones Asimilación: incorporación de información nueva, estímulos comprensibles con lo que el sujeto ya sabe, con esquemas ya construidos Acomodación: para responder a una situación nueva hay que modificar los esquemas existentes. Desarrollo Intelectual: Se produce por sucesivos estados de equilibrio, desequilibrio y reequilibrio permanente Según Piaget el desarrollo mental tiene 4 etapas 1) Pensamiento sensorio motriz (0 a 2 años) 2) Pensamiento pre-operacional (2 a 7 años aprox.) Va desde los simples reflejos, a los hábitos adquiridos Importancia: Poder representar algo: un objeto, un suceso ausentes. 3) Pensamiento operacional concreto (7 a 11 años aprox.) Corresponde al período de la escolaridad primaria El niño se da cuenta de que aunque los objetos se trasforman pueden conservar características básicas Comprende que las modificaciones son reversibles
Reconoce que el mundo físico tiene estabilidad
4) Pensamiento operacional formal (11 a 15 años aprox.) Hay en egocentrismo adolescente (propias ideas y actitudes) y creen que los demás coinciden con sus pensamientos. La educación es el proceso mediante el cual se instaura el principio de realidad, aprenda a ejercer su propio dominio Comprender mejor lo que hacen y piensan los alumnos y nosotros mismos teniendo en cuenta los aspectos conscientes o inconscientes que están detrás de la conducta humana. La equilibración: es un proceso de autorregulación entre adaptación y acomodación, entre la resistencia al cambio y la necesidad del mismo. Aportes de Piaget a la educación La capacidad de aprender de un niño depende del nivel de desarrollo cognitivo alcanzado.
El aprendizaje comienza a partir de un estado de desequilibrio, por lo tanto la enseñanza debe propiciar situaciones desafiantes, a través de problemas. La clave es plantear situaciones con una adecuada distancia cognitiva (entre el problema y las posibilidades del alumno) Una actividad demasiado fácil, no desequilibra. Una actividad demasiado difícil produce un estado total de incomprensión. VIGOTSKY: ESCUELA SOCIO-HISTÓRICA CULTURAL Las funciones psíquicas superiores tienen un origen social. Nacen de las interacciones en el proceso de comunicación entre las personas. Las funciones psicológicas humanas difieren de las de los procesos psicológicos de otros animales porque están culturalmente mediados, se desarrollan históricamente y surgen de la actividad práctica.” Culturalmente mediados: la idea fundamental es que los seres humanos viven en un ambiente transformado por los artefactos Las funciones psicológicas superiores que reconocemos en un adulto tienen un proceso de constitución durante su desarrollo vital. La unidad básica del estudio de los procesos psicológicos es la Actividad práctica. Vigotsky dio a los signos -y entre ellos al lenguajeun papel fundamental en el origen y desarrollo de las formas complejas de la psiquis.
IDEAS CENTRALES EN LA OBRA DE VIGOTSKY Sujeto y cultura son categorias indisociables El sujeto es capaz de trabajar y eso lo diferencia de otras especies Trabajo como intercambio de energia entre el hombre y el medio natural La cultura opera en el sujeto/niño biológico transformándolo en sujeto culturalmente humano, a través de la mediación de herramientas psicológicas o semióticas donde el lenguaje es su máximo exponente Zona de desarrollo próximo(ZDP): La distancia en el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado atravez de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o de un par más capaz. https://prezi.com/bsnk1oenal19/constitucion-del-sujeto-psiquico/
Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo Silvia Bleichmar
Quizás no nos vendría mal a nosotros, psicoanalistas, echar un vistazo a la historia de la alquimia, y tomar nota de su transcurrir - que conoció s u acmé en los siglos XIV y XVII –; no para extraer conclusiones apresuradas, sino al menos para reflejarnos con nuestras angustias y esperanzas en un fenómeno que tiñó todo el pensamiento de su época (y que se sostiene aún en los márgenes de la historia de la filosofía, ya que los últimos textos herméticos están fechados, no en el 1600 como sería lógico pensar, sino a mediados de este siglo. Ese intento de espiritualizar la materia y lograr su transmutación, surgido en los comienzos mismos de la civilización, presente en China, Egipto y Grecia, ligado a la metalurgia y a los misterios de las artes, tiene su origen en las cofradías de fundidores que guardaban el secreto del manejo del fuego y el t rabajo del metal, y devinieron a partir de ello “sacerdotes del fuego eterno”, casta de hombres dedicados a los rituales teúrgicos.
Un oficio surgido de una práctica empírica, que no se c ontenta con la aplicación tecnológica y busca alcanzar los principios mismos que rigen la materia a cuya transformación se aboca, no deja de ser insinuante para quienes consideramos al psicoanálisis como un métier encabalgado entre el arte y la ciencia, cuyos niveles de teorización abarcan desde construcciones capaces de dar cuenta de ordenes de generalización mayor que definen universos de objetos y fenómenos, hasta fantasías más o menos compartidas que intentan ocupar el rango de teoría, pasando por reglas de trabajo, axiomas éticos intraoficio, y regulación de ingreso al mundo de su práctica, al menos durante algún tiempo. Si las Instituciones Psicoanalíticas – oficiales, con mayúscula, como ellas mismas se autorizaron - fueron el organismo que tuvo a su cargo el impartir la formación y definir los modos de acceso al conocimiento específico, no podemos dejar de hacer extensiva una pregunta formulada a la alquimia durante años: ¿cómo llegaron a escribirse tantos tratados sobre una ciencia que, en su esencia más íntima, deseaba permanecer secreta? – en el caso del psicoanálisis, si no secreta, restringida a los oficiantes – y, luego, ¿bajo qué condiciones esta extensa literatura, que llegó a formar bibliotecas enteras y a esparcirse por los sectores cultos de toda la sociedad, fue archivada, desapareció, y no volvió a ser parte nunca del patrimonio científico de la humanidad? Si la alquimia, que había desarrollado en el s iglo XIV la pasión, y en el siglo XV una verdadera manía que arrastró a toda Europa, ve el comienzo de su declinación en el siglo XVI y culmina su decadencia en el XVII, no contribuyó a ello sólo el racionalismo pragmático ni el surgimiento de nuevos descubrimientos (es de hacer notar que Newton(1642-1727), al decir de Keynes, guardaba mucho del espíritu de “aquellos que mil años antes comenzaron a edificar nu estro patrimonio intelectual”) sino fundamentalmente el hecho de que la alquimia no pudo desmantelar de su propio interior los componentes que impedían su pasaje a otro estatuto. La publicación de antologías que hacían accesibles a todo el mundo los secretos del arte alquímico, en el siglo XVI permitió que sus opositores pudieran profundizar sus críticas y aprovecharse de sus enseñanzas más fructíferas, sin que la mayoría de los alquimistas pudieran dar el paso que los inscribiera definitivamente en el mundo de la modernidad. Muy pocos de ellos, lograron pasar a investigaciones más fructíferas; posiblemente uno de los más conocidos en la posteridad, Paracelso, obvió los aspectos más filosóficos para buscar la práctica del arte sobre la materia, se interesó en la
búsqueda de nuevos remedios a partir de los descubrimientos de la alquimia, haciendo progresar los núcleos de verdad que la alquimia había arrastrado en su movimiento. Los trabajos de Lavoisier dieron surgimiento a la química moderna y mediante un emb ate frontal a la alquimia, la redujeron cada vez más a una cosmología despojada de su fecundidad inicial. La metafísica de los alquimistas ocultó una técnica que recién se hizo comprensible en el si glo XX, y que fue desechada con la hojarasca que ocultaba su fecundidad. Tal vez su mayor problema consistió en l a alianza entre técnica (método) y metafísica, lo cual obstaculizó un procesamiento realmente científico que pudiera reinscribir la técnica. Quisiera que el lector reciba, a esta altura del transcurrir del texto, una dimensión clara de la pretensión metafórica y no de equivalencia que tiene este relato. Sabemos que el psicoanálisis es “un arte” – oficio- y “una ciencia” – conjunto de enunciados de cierta validez para operar sobre los fenómenos de un universo circunscripto, pero su práctica pone en juego algo que lo coloca en una situación muy particular, y es el hecho de que la materialidad sobre la cual trabaja, aquella de la representación y el fantasma, corre constantemente el riesgo de devenir teorización explicativa de carácter universal. Y es desde esta pretensión de universalidad que los psicoanalistas han emplazado las teorías que los seres humanos forjan, sus fantasías, como parte de la teoría general, confundidas con el “corpus” central de su
pensamiento, lo cual torna vulnerables sus formulaciones y fáciles de derribar. Porque la patina del tiempo, en épocas de cambio acelerado, tanto en la ciencia como en lo que respecta a la hi storia de las ideas, produce giros totalmente discrepantes respecto del tiempo cronológico en el cual los objetos están instalados, y las transformaciones sufridas en los últimos años son de tal magnitud que textos relativamente recientes parecerían haber perdido vigencia y enmohecerse a una velocidad desconcertante para muchos. Sin embargo, el proceso de envejecimiento y conservación de enunciados no es parejo; al igual que ocurre con los seres humanos, las teorías pueden volverse más sabias con el tiempo y seguir siendo un referente para nuevas vidas que se abren, o mos trar su irreductible estupidez - estupidez que, enmascarada de ingenuidad o misterio, parecía en épocas de juventud guardar secretos de g oces maravillosos que al no consumarse dejaron entrever la hoquedad de base. Conocemos los destinos que ha tenido la transmisión psicoanalítica, salvo excepciones, en los últimos 50 años: Al igual que la escritura de la alquimia, con una inversión de la lógica habitual, plenos de efugios y pasajes incongruentes para quien no conozca las condiciones de enunciación, la escritura psicoanalítica se vio afectada por esta modalidad en la segunda mitad del siglo, y bajo la influencia ejercida fundamentalmente bajo por la pluma de Lacan. Ello daba cuenta, más allá de la comodidad con la cual el autor se sintiera instalado en su función de maestro para ejercer el poder, del supuesto afán de crear una fortaleza conceptual, agigantando de hecho el poder que genera la exclusión de quienes no manejan las claves. Intento que produjo, paradójicamente, el mayor fenómeno que haya conocido el psicoanálisis, en lo que respecta a la circulación ideológica de enunciados vacíos, de repeticiones monótonas, de ecolalias diferidas, de convalidación de mercachifles e ignorantes. Porque si, como había ocurrido con la alquimia, la verdadera significación de una palabra o de una frase en su escritura – o aún en su enseñanza oral – sólo podía descubrirse seccionando y recomponiéndola, como se suele hacer en los retruécanos y en los anagramas, o como hacemos habitualmente en la práctica analítica, al verse despojado de asociación, muchos de estos retruécanos se tomaron por enunciados científicos, con una degradación de la metáfora a axioma, dando lugar a pastiches e intentos de ingenio más patéticos e irritantes que divertidos... Del lado de la Institución Oficial - denominada así hasta hace algunos años, ya que hoy el psicoanálisis ha devenido un conjunto no sólo de teorías que coexisten sino de organizaciones que pelean el espacio no ya de poder pero sí de transferencia, de validación y de generación de recursos magros, donde no hay centro ni periferia, sólo minifundios que se caracterizan por la imposibilidad de generar riqueza ni monetaria ni científica –, y al menos en la Argentina, la ausencia de garantías laborales ha minado las reglas que sostenían si no su pres tigio al menos su poder. Ello la ha sometido a un proceso de revisión – o de lisa y llana transgresión, operando bajo cuerda contratos que no se reconocen públicamente – tanto de sus requisitos de admisión como de sus modos de transmisión, donde la democratización parecería deberse lisa y llanamente una búsqueda desesperada de mercado, de nuevas fuentes para dar trabajo a sus miembros, al verse en una situación que bien puede ser definida con la frase con la cual el Papa Juan XXII en 1317 lanzó anatema contra los monjes alquimistas: “Prometen lo que no pueden producir...”, vale decir: exigen una transferencia de recursos materiales y morales que no se ven en condiciones de retribuir ni económicamente ni con reconocimiento social fuera de su propio recinto. La fecundidad de un campo de conocimiento se revela por su capacidad no sólo de abrirse a tareas practicas inéditas, sino por su posibilidad de incidencia en pensar las cuestiones anticipándose a las mutaciones y catástrofes que la realidad en la cual se despliega le impone. Se debate hoy en el interior del psicoanálisis si las dificultades para ejercer la práctica son efecto de mutaciones en la subjetividad, o de nuevas condiciones de circulación social que obstaculizan el conjunto de las prácticas liberales, de las cuales el psicoanálisis forma parte. Más allá de que en ambos órdenes de realidad pueda haber cambios, es necesario ejercer algunas diferenciaciones que permitan articular ciertos ejes ordenadores capaces de posibilitar no sólo la búsqueda de respuestas sino, en principio, la formulación de preguntas. Cambios en la subjetividad. Es posible, a condición de que los ubiquemos en la intersección de dos ejes que tienen en sus extremos polaridades que determinan diferencias y co njunciones: por una parte, el que está marcado por la producción de subjetividad, el otro, por la producción psíquica. Diferenciar entre condiciones de producción de subjetividad y condiciones de constitución psíquica puede definirse en los siguientes términos: la constitución del psiquismo está dada por variables cuya permanencia trascienden
ciertos modelos sociales e históricos, y que pueden ser cercadas en el campo específico conceptual de pertenencia. La producción de subjetividad, por su parte, incluye todos aquellos aspectos que hacen a la construcción social del sujeto, en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las variables sociales que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares desde el punto de vista de la historia política. El ejemplo privilegiado que nos permitirá ubicar ambos ejes lo constituye el concepto “complejo de Edipo”,
tal como fue teorizado en la obra freudiana y retomado a partir del estructuralismo psicoanalítico. ¿Qué vigencia tiene este articulador fundamental en la actualidad, cuando la familia tal como la hemos conocido a lo largo de los siglos XIX y XX (respecto a este último en su primera mitad) está en vías de mutación, no sólo por las formas sociales que toman los acoplamientos sino por la aparición de aquello que he denominado, hace ya algunos años, “el estallido de la contigüidad biológica”?
Bajo su forma tan difundida como banalizada, este complejo, que consiste en el amor por el progenitor del sexo opuesto y por el odio al del mismo sexo, puede ser derribado en su carácter de organizador general del psiquismo a partir de las nuevas fo rmas de procreación y crianza, dado que asistimos a nuevos modelos que si bien no necesariamente estarían en vías de generalizarse, dan cuenta de la posibilidad de falsación de la novela edípica tal cual fue construida en tanto ya asistimos a nuevos modos de acceso a la producción psíquica en sujetos que no provienen de un modelo con diferencia sexual masculino/femenino, sino que pueden ser no sólo criados sino hasta engendrados en el interior de alianzas de distinto orden: femenino/femenino, masculino/masculino, femenino/espermatozoide donado /masculino, masculino/óvulos-vientre prestados/masculino, femenino/espermatozoide donado/ femenino; femenino/probeta/masculino, femenino/vientre prestado/masculino, masculino/óvulo donado/ femenino... en fin, un conjunto de combinaciones posibles que inciden, por supuesto, en la fantasmática particular de progenitores e hijos. Es acá donde se torna necesario revisar el modo con el cual el eje “producción psíquica” se ve recubierto por el eje “producción de subjetividad”. Las variables para la producción del psiquismo han sido plegadas
en psicoanálisis a los fantasmas singulares de los sujetos que acerca de ellas fantasmatizan: se han tomado entonces como referentes conceptuales, superpuestos y bajo un mismo rubro, conceptos de diverso orden y fantasías más o menos compartidas por sujetos singulares, sin que ellos necesariamente tomen el nivel de universalidad que se les atribuye. Del lado de los conceptos, de las teorías psicoanalíticas, podemos situar la formulación de los modelos tópicos, los conceptos de pulsión, represión, defensa, la formalización del inconciente como objeto científico que da cuenta de un existente real (su “descubrimiento”, dice Freud, y no su invención). Del lado de las teorizaciones de los sujetos,
fantasmáticas: la escena primaria, la vagina dentada, la teoría cloacal, la castración... Su posible universalidad (siempre dentro de un universo restringido) no le da sin embargo categoría de teoría general, y sin embargo, los psicoanalistas han tendido a operar de ese modo: tomar un fantasma aparecido en el curso de un análisis, para darle un estatuto universal. El hecho de que en la familia monógama, heterosexual, con rasgos de patriarcado más o menos acentuados, el complejo de Edipo se caracterice por ciertas variables: adherencia primaria de la relación madre-hijo y concomitantemente ejercicio de la función de corte por parte del padre, amor por el progenitor del sexo opuesto, rivalidad con el progenitor del mismo sexo, lleva a una impregnación de los elementos de constitución psíquica en el marco de aquellos de la producción subjetiva. Y ello en los siguientes términos: si se despojara totalmente de sus elementos histórico-sociales a la crianza de los primeros tiempos, lo que quedaría es la asimetría insoslayable entre el adulto y el niño, asimetría que se caracteriza por la disparidad de saber y poder, y por la discrepancia de posibilidades y estructuras entre uno y otro . La fetalización (biológica) obliga al cuidado precoz por parte del adulto provisto de sexualidad no sólo genital sino inconciente, que lleva a la prematuración (psíquica) a través de la parasitación simbólica y sexual que el adulto ejerce. En este sentido, y más allá de la mamá, el papá, lo homo, lo hétero, lo que es antropológico, universal en la constitución psíquica, es esta asimetría y el hecho de que todas las culturas deben ejercer algún tipo de pautación que impida la apropiación del cuerpo del niño por parte del adulto como objeto de goce. Es a esta implantación sexual y a esta pautación, que llamaremos Edipo, tanto en la función estructurante que posee como a los efectos residuales, fantasmáticos, que conducen al llamado “Complejo”, vale decir nudo psíquico problemático que torna insoslayable el conflicto en razón de que el deseo nace atravesado por su imposibilidad. Despojado así de sus rasgos históricos, el Edipo no conserva ya nada del mito originario, lo cual no quiere decir que no sea fantasmatizado por cada uno de sus protagonistas bajo los modos dominantes de las formaciones sociales en juego. De tal modo, en razón de que la fantasía es un producto mixto, y que estas teorías que los seres humanos forjan sobre su existencia y orígenes son del orden de la intersección entre el inconciente y el yo, inevitablemente se ven atravesados por elementos ideológicos intervinientes en la producción de subjetividad, y no sólo por variables constitutivas de la constitución psíquica. Bajo la misma óptica, podemos abordar la cuestión de la castración: la diferencia, la alteridad, lo inquietante, ha constituido un modelo privilegiado a partir de la diferencia de los sexos, en razón de que es ésta la que pone en juego dos aspectos centrales del ser humano: por un lado la inquietante extrañeza del otro (teorizada por Freud en la relación del niño varón con la madre, la niña con el padre), y por otra – mérito de Lacan haberlo puesto de relieve – porque pone en primer plano la imposibilidad de la completud en términos existenciales, vale decir, el carácter siempre fallido de la supuesta plenitud del ser. Y no deja
de ser sintomático que los psicoanalistas sigamos discutiendo la universalidad de la envidia al pene, o de la envidia al pecho y sus dominancias, cuando ambas dan cuenta de modos de tematización e intentos de resolución singulares – más allá de su generalidad estadística en el interior de ciertas sociedades – de los modos de relación con el objeto. Sin embargo, y escuchando atentamente a nuestros pacientes, es evidente que la mujer adulta actual, aquella que no siente que tenga limitaciones tan graves en su vida laboral o familiar por el hecho de ser mujer, la que ha asistido a la destitución de esa imaginería que captura al hombre en las redes mismas del dominio que ejerce, no desea tener un pene para orinar, sino más bien no depender de un pene de otro para poder gozar, y este goce no se obtiene con un pene adherido al cuerpo sino, precisamente, con uno capaz de ocupar temporariamente la vagina. Del mismo modo, cada vez más vemos aparecer en los niños varones que atendemos – y tal vez como efecto de un cambio cada vez más marcado en las relaciones entre sexos – el temor a ser penetrados violatoriamente como un fantasma mucho más angustioso y frecuente que la angustia de perder el pene. Que se llame a ambos con la cómoda denominación de “envidia del pene” – cuando lo que está en juego es el deseo voraz de apropiarse de un objeto de goce – o “angustia de castración” no es sino e fecto de una extensión abusiva de este último fantasma devenido categoría conceptual. Se sostiene también esta dificultad para encontrar el modo específico de operancia fantasmática en el interior de la clínica, en la idea de un inconciente que permanece tal cual, cuya “indestructibilidad” es
considerada no como permanencia fijada de vivencias sino como almacenamiento de fantasías que nunca son retranscriptas, y que constituyen la esencia última del psiquismo. Esta concepción ingenua que atraviesa gran parte del psicoanálisis, imagina un pequeño perverso polimorfo en nuestro interior, homúnculo natural recubierto por la cultura, presto a resurgir o a ser descubierto detrás de las mascaradas con las cuales se ha ido disfrazando a lo largo de la vida. Si algo de verdad se puede rescatar de esto, es el hecho de que lo infantil no es destructible, ni hay maduración que pueda con ello, pero no permanece igual y no podrán nunca convencerme que en cada copa de champagne que ingiero está el deseo nunca abandonado de volver a mamar del pecho de mi madre. Más bien, ese pecho ha sido el prerrequisito que me permite hoy disfrutar el champagne, como también la lectura, el beso y, por supuesto, se halla al borde de una nostalgia que sólo en el límite puede ser considerada de carácter oral erógeno. Volviendo así a estos dos fantasmas privilegiados de l a constitución subjetiva, Edipo y castración, así como otros conceptos que a ellos se añaden (la función del padre, la metáfora paterna), han quedado de tal modo adheridos a la ideología de preeminencia fálica de la modernidad, que son fácilmente destituibles a partir de las nuevas formas de subjetivación con las cuales se recomponen hoy las relaciones de género, vale decir los modos básicos con los cuales las culturas pautan las relaciones de poder a partir de la lógica binaria de repartición de funciones. Se corre entonces el riesgo de que el concepto quede adherido a su ideologización, y que los descubrimientos del psicoanálisis se pierdan con los modos históricos con los cuales e l siglo ha dado cuenta de los recubrimientos ideativo-ideológicos que posibilitan la inscripción del psiquismo a nivel de la subjetividad social (vale decir política e histórica). Que esto no nos lleve a confundir lo social histórico y político con el hecho de que no hay subjetividad que no se inscriba en el marco de lo social, vale decir de las relaciones con el otro humano que la produce, pero es la intención misma de este texto dar cuenta no sólo de sus articulaciones sino de sus especificidades. Situaciones inéditas nos obligan a ser muy cuidadosos en el deslinde de estos aspectos: he tenido oportunidad de recibir en mi consultorio a un niño efecto de una gestación de probeta, respecto del cual el padre declara: "Comparto la paternidad con el médico". Una niña es traída a consulta en razón de que su madre, separada del padre y en vías de formar una pareja homosexual, nota la aparición de una serie de síntomas que dan cuenta en su hija de la presencia perturbante del enigma cuya respuesta no sólo no sabe cómo formular sino que la confronta a tener que hacerse cargo a través de la verbalización de la asunción pública de su nueva situación. La madre de un niñito que ha gestado a partir de una donación de óvulo fecundado por su propio marido, siente que ha comenzado a amarlo profundamente cuando su hijo ya había transcurrido un año de vida, y recién ahora puede reconocer el extrañamiento que tuvo de llevar un bebé en su vientre cuya genética no le pertenecía... Qué consecuencias tendrán estas vicisitudes para la futura identidad de estos niños, para la constitución psíquica, es algo que debemos explorar. Pero sabemos que lo real de su engendramiento no ingresará sino atravesado por el imaginario parental, y tampoco se inscribirá sino en el engarce singular e histórico que propicien los enigmas que sus propias condiciones de nacimiento y vida imponen. La niña cuya madre ha hecho una elección homosexual, se preguntará sin duda antes de qué modo se anudó el deseo de la madre por su padre respecto a su propio engendramiento, mucho antes de tener que preocuparse por su propio deseo por los hombres, cuya resolución estará determinada por una pluricausalidad en la cual todos los autores tendrán alguna participación, y en la cual su propia metábola singular dará la palabra definitiva. Ocurre del mismo modo con los otras situaciones cuya complejidad se plantea como mayor en razón de que viene a irrumpir en simbolizaciones anudadas que nos permitían respuestas fáciles, pero en las cuales la generalidad no terminaba nunca de abarcar la singularidad que constituye al sujeto. No podemos por otra parte dejar de señalar que los enigmas no se constituyen, en la infancia, respecto a una supuesta realidad sustancial, sino a sus complejos entramados deseantes respecto al engendramiento. Ningún niño tiene curiosidad por saber cómo era el quirófano en el cual la madre alumbró; ningún niño erotiza el metal ni queda fijado a él porque sea el material que constituye la pinza
del fórceps porque sea el primer objeto extraño que tocó su cabeza fuera del vientre materno. En este sentido, un "niño de probeta" que tuve ocasión de entrevistar no estaba preocupado por la constitución particular del vidrio, sino abocado a encontrar respuesta - en forma desplazada y sintomal - acerca de por qué su madre no había podido engendrarlo en su propio cuerpo, y por que su padre no tenía espermatozoides suficientemente potentes para darle origen de modo natural. Estamos asistiendo, desde otras perspectivas, a algo del o rden de la eclosión fenomenal que se produjo hacia fines de la Edad Media cuando se pasó “del mundo cerrado al infinito universo”. Se abrió allí una revolución científica y filosófica, que llevó a la destrucción del Cosmos, vale decir la desaparición, en el campo de los conceptos filosófica y c ientíficamente válidos de la concepción del mun do como un todo finito, cerrado y jerárquicamente ordenado (un todo en el que la jerarquía axiológica determinaba la jerarquía y estructura del ser, elevándose desde la tierra oscura, pesada e imperfecta hasta la mayor perfección de los astros y esferas celestes. Esta fue la revolución del siglo XVII, la historia de la destrucción del Cosmos y de la infinitización del universo. Es indudable que a partir de ese momento los hombres - al menos un sector importante de la humanidad comenzaron a pensar de un modo diferente, pero ello respecto a los contenidos, no a las formas mismas del pensamiento. Mudaron los enlaces y se generaron nuevos modos de representación de sí mismo y del mundo, sin que la lógica sufriera grandes alteraciones, ni la pulsión epistemofílica que ponía en marcha el deseo de fracturar los círculos del Cosmos y de expulsar a la Tierra, lugar del martirio de Cristo, del centro del Universo, estuviera menos o más compelida que hasta entonces. De igual modo, hoy asistimos a u n movimiento fenomenal por el cual muchos preconceptos estallan, muchos modos de ordenamiento de la vida social toman un nuevo carácter. En este sentido, es que la alquimia psicoanalítica ha devenido insuficiente, y debe dar paso a nuevos modos de articulación entre “arte y ciencia”. Debo confesar que me produce un cierto escozor el modo con el cual algunos enuncian el fin del mundo que conocimos como advenimiento del Apocalipsis: “los jóvenes de hoy ya no se comprometen en el amor, ‘se ha estrechado el pre conciente’ y hay una patología de la acción que da
cuenta de una nueva tópica... La violencia infantil pone de relieve que la humanidad ha perdido todo referente, y que se han quebrado los enlaces con los objetos que sostienen la libido...” ¡¿?! No entiendo
cómo emplazar estas afirmaciones ante el fin de un siglo en el cual hemos atravesado Auschwitz e Hiroshima, en el cual hace sólo dos décadas la Argentina fue territorio del terrorismo de Estado y gran parte de la población quedó inerme, cuando no sometida a la complicidad silenciosa, del saqueo de bienes, vidas e hijos de las víctimas, y que culmina tanto con nuevos modos de violencia infantil así como con una toma de conciencia colectiva respecto a la solidaridad y la justicia antes no conocida. ¿Dónde están quienes levantan el dedo acusador y se rasgan las vestiduras acusando cuando se hacen en las manifestaciones por Bullacio, Bru, María Soledad, La noche de los Lápices? ¿Dónde, cuando pese a l a dificultad y a la falta de perspectivas, se realizan festivales de cine independiente en los cuales el promedio de edad no es mayor, en un 70 %, a los 30 años? ¿ Dónde están mis colegas que se quejan de la desidia adolescente cuando en los bares se lee poesía y en los festivales de rock los niños de 17 años bailan de la mano de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo o comparten un poema con Sting o con Fito Paez? Y, sí, hay allí un poco de mariguana, y un mucho de cerveza, y tal vez una que otra parejita de lesbianas, pero eso no permite hablar de un estrechamiento del preconciente, ni de una ausencia de identidad, ni de una falta de metas, ni de una pérdida de los referentes de la subjetividad, salvo para quienes encuentran hoy un mundo que, como ha ocurrido siempre con todas las generaciones luego de cierto tiempo de transcurrir por el mundo, y en particular con un mundo tan cambiante, se sienten un tanto ajenos, un tanto viejos, algo desconcertados, un poco tristes, bastante enojados. La memoria, como el preconciente, se expande o contrae de acuerdo a las relaciones entre los sistemas psíquicos; y ésta es el producto de un complejo interjuego entre lo social y lo singular, entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo, Cambios en la subjetividad a partir de nuevas condiciones sociales indudablemente se están dando, pero ellos no invalidan los descubrimientos psicoanalíticos. Nos emplazan más bien a avanzar en la demarcación de los paradigmas más fecundos y en la valentía para despojarnos de las hipótesis adventicias acumuladas a lo largo del s iglo, si es que confiamos en la herencia teórica que todavía podemos poner en marcha. El psicoanálisis no sólo no ha agotado la fecundidad de sus posibilidades de explicación y transformación, sino que constituye el relicto, en medio de la masificación y la eficiencia uniformante (como las manifestaciones de los jóvenes, sus espacios de poesía y de música), de un espacio y de un conjunto de enunciados en los cuales la singularidad humana, sus pasiones y motivaciones libidinales – no puramente autoconservativas – siguen teniendo una función e intentan la no reducción de la subjetividad a la maquinaria que tanto la produce como la constriñe Es necesario separar, tanto de los enunciados freudianos como de las grandes escuelas post-freudianas que han inaugurado conocimientos a lo largo del s iglo, aquellos núcleos duros de verdad de las impregnaciones socio-culturales y de las importaciones de otros campos científicos que ya no se sostienen. En ese sentido, debemos rediscutir los universales de la constitución psíquica y restituir a aquellos determinantes que sólo son corroborables histórica o geográficamente, su valor de operadores restringidos para abarcar un campo de fenómenos posibles, al intercambio con otros estudiosos del campo de la constitución de la subjetividad: antropólogos, cientistas sociales, educadores.
Tenemos a nuestro favor el ejercicio de una práctica que no sólo abre un campo fecundo en sus posibilidades respecto a generar transformaciones productivas en los tiempos de constitución del psiquismo y en el alivio del malestar psíquico, sino que genera un espacio privilegiado para la exploración de las premisas de la misma en el marco de las grandes propuestas antropológico-filosóficas que intentan cercarla. Pero ello obliga a una depuración de enunciados, separando aquellos de orden permanente de su circunstancialidad histórica: Edipo, castración, envidia del pene, vagina dentada, escena primaria como engendramiento de bebés, retorno al seno materno, fantasmas que dan cuenta de un modo con el cual los seres humanos teorizan sus orígenes; esa inquietante cuestión que hace a la alteridad en su carácter más radical, como hecho fundante en la proveniencia del otro humano. Pero también como resultantes del ensamblaje con el cual los modos históricos, que forman parte de la producción de subjetividad, se enraízan en el procesamiento ideativo haciendo impacto en la estructuración psíquica y ofreciéndole su materialidad para articularse en la vida social.
http://www.silviableichmar.com/articulos/articulo8.htm Filosofía María Zambrano (1904-1991) La insatisfacción y el objeto del deseo El dilema entre pasión y razón. El anhelo de la vida y la imposibilidad de que el objeto del deseo desaparezca. La intuición filosófica, poética y cristiana de la filósofa española
Satisfacción e insatisfacción laboral
Para muchas personas el trabajo aporta sentido a sus vidas, aumenta su autoestima, sienten que su labor es útil a los demás y encuentran un reconocimiento social. A través del trabajo, también se relacionan con otras personas y tienen la oportunidad de hacer amigos. En algunos casos, supone una fuente de satisfacciones donde las personas encuentran cubiertas sus expectativas o deseos de prosperar y a través del cual logran independencia económica. Sin embargo, en otros muchos casos, es una fuente continua de insatisfaccionesdonde los trabajadores ven mermadas sus posibilidades de expansión o sus deseos profesionales, se encuentran ante un horario incompatible con la vida familiar, unas condiciones desfavorables o un trato hostil por compañeros o jefes. Es decir, una serie de aspectos o características que hace que las personas se sientan insatisfechas profesionalmente. https://www.lechepuleva.es/nutricion-y-bienestar/la-insatisfaccion-laboral