Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y DERECHO ESCUELA DE DERECHO
TRABAJO MOLOGRÁFICO PRESIDIDO POR:
TEMA
: EL REGIMEN DE PROPIEDAD – POSECION EN EL PERIODO INCAICO
CURSO
: HISTORIA DEL DERECHO PERUANO
HUARAZ
2014
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PERÚ
Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo
A los huérfanos y abandonados, por una patria justa.
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INTRODUCCIÓN A lo largo de la historia peruana, el tema de la tenencia de la tierra en el mundo andino prehispánico y especialmente, en el Estado Inca, ha concitado numerosas discusiones que se han cristalizado en una serie de investigaciones y publicaciones sobre el tema. La hipótesis consiste en que la forma de acceder a la tierra en el mundo andino, se hacía a través del derecho de uso de ella, que tenía un carácter andino universal y se adquiría al momento de nacer dentro de un ayllu o comunidad; siendo este derecho reconocido, administrado y confirmado por el curaca a cargo y por el propio Inca en función, y donde su ejercicio estaba vinculado al uso de la fuerza de trabajo con el fin de satisfacer las necesidades de subsistencia, rituales o religiosas del habitante de los Andes. Haremos un recorrido de similares características con respecto a la visión y mentalidad andinas propuesta por los investigadores contemporáneos. Los objetivos que a lo largo de este trabajo nos hemos comprometido seguir son: en primer lugar, analizar las nociones de propiedad descritas y aplicadas tanto por los cronistas como por los funcionarios de la administración española con respecto al mundo andino y en especial, al Estado Inca. El acceso a la tierra y a la mano de obra en los Andes, no hubiese sido posible sin los principios de organización; basados en los lazos de parentesco, la reciprocidad, la redistribución y en la utilización de la energía humana a t ravés del trabajo. La idea de que la tierra carecía de valor si no hubiese alguien quien pudiera trabajarla, estuvo presente en la mentalidad andina; es por eso que se puede afirmar, que aquel que manejaba a la gente, podía controlar las tierras. El hombre andino estuvo y está intrínsecamente vinculado a su medio natural y por ende dependiente de él; así como sus semejantes que de manera conjunta se unen a través de los lazos de parentesco para aprovechar los recursos que le permiten su subsistencia. Uno nacía con el derecho de usar la tierra, puesto que nacía dentro de una organización ya sea una unidad familiar, un ayllu, etc. Es más, el hecho de subsistir, era el derecho universal en el mundo andino; y la única manera de hacerla efectiva, era a través del derecho de usar la tierra.
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INDICE 1. Caratula…………………………………………………………………. 1 2. Dedicatoria……………………………………………………………… 2 3. Introducción…………………………………………………………….. 3 4. Índice…………………………………………………………………… 4 5. Capítulo I………..………………………………………………….… ...5 5.1. La Propiedad Privada en los Incas………………………...…..5 5.1.1. Tierras del Inca o del Estado. 5.1.2. Tierras Privadas de los Incas. 5.1.3. Tierras de los Huacas. 5.1.4. Tierras de los Hatun Runas.
6. Capítulo II………….……………………………………………….... 10 6.1. Estructura de la Propiedad y Posesión de la Tierra...…….10 6.1.1. Formas de Propiedad. 6.1.2. Enclaves Ecológicos. 6.1.3. El Usufructo de Tierras. 6.1.4. Distribución de la Cosecha. 6.1.5. El Patrimonio del Inca y de los Curacas. 6.1.6. La Tierra como Remuneración a Servicios Prestados.
7. Capítulo III…………………………………………………………...... 12 7.1. La Territorialidad Discontinua.…………..……………………12 8. Conclusión.……………………………………………………………. 14 9. Bibliografía…………………………………………………………….. 15
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CAPÍTULO I LA PROPIEDAD PRIVADA EN LOS INCAS Hablar sobre la propiedad privada en el mundo andino, es referirse en primer lugar a la nobleza incaica, cuyo poder se basaba en la obtención de la tierra, tal como lo plantea María Rostworowski, quien divide a la tierra, en: Tierras del Inca o del Estado, Tierras
privadas del Inca, Tierras de los Huacas y Tierras de los Hatun Runas o gente común. 1. Tierras del Inca o del Estado: Esta designación comprende, en primer lugar, a las tierras del Estado en general situadas en todo el Tahuantinsuyo; en segundo lugar las tierras de los ayllus reales y de las panacas ubicadas en los contornos de la capital y, por último, a las tierras adjudicadas a un determinado soberano en calidad de propiedad privada, cuyos productos eran las rentas personales del Inca a diferencia de los ingresos estatales. La falta de dinero era reemplazada por la fuerza del trabajo empleada en tierras de quienes debían recibir un tributo, podía ser del Inca, un señor étnico o una huaca. A través de documentos de archivos sabemos que todo curaca tenía chacras designadas según la función que desempeñaba, y que eran cultivadas por mita entre los habitantes locales. Cuando se efectuó la dominación cuzqueña, una de las primeras medidas adoptadas fue la designación de tierras estatales en las que trabajaba gente local por turnos, y era obligación del curaca proveer mano de obra necesaria y vigilar su cultivo. Visitantes enviados desde el Cuzco aparecían regularmente y ordenaban el almacenamiento de los productos, decidiendo si debían ser enviados a la capital o a los centros administrativos. A medida que el Estado inca se extendió sus necesidades también fueron en aumento, tuvo que encararse el problema de una mayor producción agrícola y por lo tanto de mayores tierras. Una primera medida fue incrementar las tierras designadas al Inca.
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo La presencia inca en una provincia consistía en señalar en cada guaranga y en sus pachacas las tierras para el Inca y cultivadas por gente del lugar.
Cuando Tupac Yupanqui conquistó la región de Cochabamba se atribuyó “c iertas chacras”, y procedió a una primera designación de mitimaes para cuidar de las fronteras. Con el advenimiento de Huayna Capac, el I nca ordenó el traslado masivo de pobladores, aproximadamente catorce mil mitimaes, para intensificar la agricultura en tierras estatales. Tal fue la solución hallada por los incas para incrementar la producción agrícola y obtener de ese modo mayores ingresos. El gobierno sufría constantes presiones para aumentar sus bienes de subsistencia para mantener el engranaje de tan dilatado Estado. Las tierras estatales podían ser trabajadas de muy diversas maneras. Cuando se trataba de pequeñas parcelas, situadas en cada ayllu de un curacazgo, los Hatun runa cuidaban de ellas. Al aumentar su volumen y transformarse en una producción en gran escala faltó, por lo general, mano de obra local, y esa carencia fue suplida por el traslado masivo de una población de mitimaes para las faenas agrícolas. En las haciendas privadas de los soberanos se mantuvo la fuerza de trabajo ya mencionada, además de un número más o menos grande de yanas. Hay referencias de que en ciertos valles costeños, como por ejemplo Piura, toda la tierra pertenecía al señor étnico, quién a su vez la repartía entre los hombres del común a
“manera de arrendamiento”. En com pensación, los runas, quedaban obligados a entregar parte de las cosechas a su señor.
2. Tierras privadas de los Incas: Eran las tierras de los ayllus reales y de las panacas que se hallaban en los alrededores de la capital. Pachacutec Inca Yupanqui después de su triunfo sobre los chancas dispuso despoblar el contorno del Cuzco para proceder a una nueva distribución de las tierras, seguramente para premiar a quién le había ayudado en la guerra. Sin embargo, esta distribución de tierras dejaba a los soberanos supeditados tan solo a los bienes de sus propias panacas, sin una hacienda particular. Es posible que el establecimiento de la propiedad privada correspondiera solo a los últimos soberanos, debido a la limitada expansión anterior del curacazgo del Cuzco. Estas haciendas comprendían tierras de cultivo y también pastos donde se criaban los rebaños de un Inca.
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo Es sorprendente que las Coyas o reinas tuviesen acceso a la propiedad privada. Lo
interesante es que los bienes de la Coya los heredaron de sus “sobrinos” y no la panaca de su marido. Muy poco es lo que se sabe aún sobre el sistema de la herencia en el mundo andino. Podemos decir que la distribución de las tierras estatales y su tenencia siguieron el mismo modelo que las poseídas por los señores étnicos; la diferencia consistía en tener una distribución a nivel del Tahuantinsuyo. En cuanto a las tierras privadas que se situaban en las cercanías del Cuzco, a la muerte del soberano pasaban a propiedad de la momia real, pero en realidad permanecían en manos de su correspondiente panaca. Las tierras reclamadas por las mujeres pertenecientes a panacas del tiempo Inca, como las de Beatriz Coya en su calidad de hija de Sayri Tupac es otro testimonio de éste régimen de propiedad. En su testimonio se hace referencia a las propiedades de:
Wiraqocha en: Caquia y Jaquijahuana (Huchuy Qosqo).
Pachakuteq: tomó las tierras de Tambo en el valle de Urubamba y Pisaq; otras investigaciones, también indican a Machu Picchu, como parte de su propiedad.
Tupac Yupanqui: tenía por propiedades a Chinchero, Wayllabamba y Urcos.
Wayna Cápac a su vez era propietario del valle de Yucar y de Quispi Wanqa.
Wascar: tomó para él Calca y Muyna.
Referente a la demarcación urbanística realizada por Pachacutec en el Qosqo, también es pertinente hacer referencia a la repartición de Kanchas a los principales miembros de la nobleza qosqoruna y los curacas. Pachacutec, decidió despoblar dos leguas en el contorno del Qosqo. En esta forma podrían tener todas sus chacras y sementeras. Luego mandó llamar a los señores orejones y a los principales curacas de la comarca, y estando todos reunidos, los llevó al lugar donde tenía pintadas y reproducidas las tierras vecinas. Entre los moradores del mismo Qosqo repartió las tierras recientemente despobladas, hecho que contentó a los ciudadanos. A grandes voces agradecieron la merced conferida por el Inca, llamándolo "Hijo del Sol".
3. Tierras de los huacas: Era una costumbre establecida desde tiempos muy antiguos en el ámbito andino que cada huaca por pequeña que fuese tuviera aunque sea un pedazo de tierra, cuyo usufructo sirviese para las ofrendas, y sobre todo para la preparación de bebidas para los asistentes a las celebraciones de sus ritos y fiestas. Encontramos en los testimonios todo un sistema de tenencia de la tierra aplicado a los ídolos menores, similar pero ampliado para las huacas importantes con la diferencia de que estas últimas
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo tenían haciendas más dilatadas, incluso en distintos lugares y valles, tal era el caso de Pachacamac. Pachacamac recibía el “tributo” de toda la costa y era junto con el santuario del Sol, en el lago Titicaca, los dos templos más importantes del Tahuantinsuyo. La gran influencia religiosa de Pachacamac permitió que el templo perdurase a través del tiempo, y su famoso oráculo debió de contribuir a su fama. Las noticias acera de tierras otorgadas a las huacas explican la orden dada por los Incas de designar tierras para el Sol, y este mandato no debió causar sorpresa por ser una costumbre andina. Se repetía para con el culto el mismo modelo mostrado en las tierras de los curacas y posteriormente en las del Estado. Naturalmente que dichas chacras podían ser mayores o menores, según las circunstancias, pero el principio era el mismo. En general, las tierras de las huacas eran trabajadas por la gente local; sin embargo, las tierras de algunos dioses principales y también las del Sol podían poseer mitimaes y yanas para cultivar sus campos en el caso de que fuesen extendidos. Un gobernante cuzqueño podía gratificar a una huaca con nuevas dotaciones de tierras y de servidumbre, como reconocimiento de servicios prestados. Un ejemplo es la huaca de Copacabana que goza de numerosos servidores de la categoría de mitimaes.
4. Tierras de los Hatun Runas: Cada ayllu poseía sus propias tierras de cultivo, sus pastos y también sus aguas. Los cronistas informan que todo hombre del común poseía u tupu de tierra, y con cada nuevo hijo le era aumentada su parcela. Sin embargo el tupu como medida de área tenía una extensión relativa, pues se contemplaba la calidad del terreno y el tiempo necesario para su descanso. Dicho en otras palabras, se trataba de una medida relativa que variaba en su extensión, pero era suficiente para la alimentación de una pareja. Los miembros de los ayllus conocían sus linderos y por lo general sus hitos eran cerros, ríos, quebradas y a veces acequias. Refiriéndonos a los Centros Arqueológicos como Machu Picchu y Choquequiraw, estos lugares fueron reclamados por Sayri Tupac como propiedades de sus antepasados los Yupanqui, y en éstas tierras se encuentran estos dos importantes Complejos Arqueológicos. Recordemos que cada Sapa Inca, desde Pachacuteq debía obtener a fuerza de conquistas tierras de su propiedad y del Estado para su manutención y que estas, posterior a su muerte servían para mantener a su panaca y su cuerpo momificado. Gran cantidad de personas usufructuaban dichas propiedades y se veían beneficiadas de manera directa o indirecta.
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo Sayri Tupac, pedía todas las tierras ubicadas en el Valle del Apurímac, río abajo del Puente del Apurímac hasta la confluencia del río Aucapampamayu, sobre una banda de ocho leguas de largo por cuatro de ancho, sin embargo, el acuerdo con el virrey la Gasca, nunca llegaría a ser cumplido, así Sayri Túpac nunca llegaría a recuperar las tierras de sus ancestros. Sobre las tierras estatales, es confirmado en una información secreta hecha para el Consejo de Indias por el Licenciado Joan de Obando. En dicha información se decía que los Incas tenían sus tierras en cada provincia, trabajadas por los naturales de la región, lo cual era considerado como un tributo. Todo lo cosechado en dichos campos era depositado en los almacenes estatales. La antigua costumbre de cada curacazgo erar separar una parte de sus tierras para el Inca y que sea cultivada por la comunidad confirma lo expresado anteriormente. Consecuentemente, lo que verificaban los curacas era repartir derechos de usufructo de tierras. Lo que quiere decir que el suelo pertenecía al ayllu, pero lo sembrado y cosechado correspondía al beneficiado durante el reparto de lotes. Finalmente, con la información descrita anteriormente, podemos afirmar, que existía la propiedad privada en el Incanato, perteneciente al líder de cada Panaca, sirviendo esta propiedad para la manutención de todos los integrantes de cada panaca.
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CAPÍTULO II ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD Y POSESIÓN DE LA TIERRA 1. Formas de propiedad: a) Bienes inmuebles (tierras, casas, caminos, etc.). b) Objetos domésticos, herramientas y armas. c) Alimentos, ganados. d) Económicos, usufructo. La propiedad principal que se podía tener era la tierra ya que con ella se podía producir, crear edificios sobre ella, etc. La repartición de las tierras en un principio era un problema pero fue solucionado dándole prioridad a las tierras del ayllu que eran las que producían y las restantes eran del estado en sí.
2. Enclaves ecológicos: El modo en como los pueblos se basaban para abastecerse de los productos de los cuales carecían, se logró mediante la creación de enclaves en lugares relativamente cercanos donde si se produjera el producto en cuestión y posteriormente su transporta a la ciudad que los requería, esto se hacía mediante convenios, por la violencia o por decretos del estado.
3. El usufructo de tierras: En cuanto al reparto de tierras hay una contradicción, porque se dice que este se podía tanto heredar como conceder por el lapso de 1 año. En fin los curacas repartían las tierras según convenía, y que todo lo producido en dicha tierra le favorecía al beneficiario.
4. Distribución de la cosecha: Los productos eran distribuidos de la siguiente manera, ofrendas, regalos, semillas, trueque, y el excedente era almacenado en las pirguas. En estas se colocaban los productos deshidratados como el chuño y el maíz. Y las carnes eran colgadas para su secado.
5. El patrimonio del inca y de los curacas:
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo El patrimonio del inca, era el que había ganado a lo largo de su gobierno, dado que la herencia, era de la siguiente manera, al fallecer el inca, la panaca heredaba todo las propiedades, excepto el hijo heredero ya que este solo heredaba el cargo. Y en cuanto a los curacas estos recibían tierras por parte del estado conjuntamente con joyas, ganado, hombres etc., esto con la finalidad de mantener su lealtad.
6. La tierra como remuneración a servicios prestados: En la costa la tierra podía reemplazar al dinero como retribución por un servicio otorgado. Cuando un curaca necesitaba de mayor fuerza de trabajo para realizar obras especiales, como la limpieza de ciertos canales hidráulicos o el desagüe de una laguna pesquera, solicitaba la colaboración del curaca vecino y a cambio le facilitaba temporalmente, y a título de retribución, el uso de ciertas tierras. Este préstamo eventual es muy significativo
y no debe confundirse con los “archipiélagos” o enclaves. Respecto a la naturaleza de la propiedad del suelo, se considera al Incario como un sistema colectivista socialista, donde se llega a advertir determinadas huellas de propiedad individual que fue detenida por la aplicación del sistema incaico, y la "cuasi propiedad", consistente en donaciones, era una excepción”. Una Sociedad colectiva así erigida lleva a considerar, jurídicamente, una propiedad colectiva bastante vigorizada. Atilo SIVIRICH afirma que siendo los incas tradicionalmente colectivistas, no tuvieron el menor concepto de la propiedad privada en lo referido a bienes inmuebles. Por ello, según él, los incas sólo tuvieron un Derecho Público; no tuvieron conocimiento del Derecho Privado. Al desconocer la propiedad privada, afirma que no existían las instituciones del derecho privado relativas a personas, obligaciones, contratos, etcétera. Pero hay otros autores como Jorge Basadre, que admite un derecho privado y comercial bastante empobrecido. Parte del hecho que si bien la propiedad inmobiliaria no podía ser, al menos mayoritariamente, objeto de venta, luego, cuando se produce una relativa "asimilación" de las tierras a los bienes muebles, haciéndose ella intercambiable, el Derecho de cosas (reales), obligaciones y sucesiones, cobra relevancia.
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CAPÍTULO III LA TERRITORIALIDAD DISCONTÍNUA El concepto de territorialidad en el ámbito andino tuvo sus particularidades que se manifiesta en diversos documentos. En algunos documentos se halla información sobre la tenencia dispersa y discontinua de las tierras de los ayllus o de las pachacas, interfiriendo las chacras de unos ayllus en tierras de otros y en un mismo microclima sin explicación alguna a la situación. El sistema agrícola tradicional tiene la preocupación de minimizar los riesgos, y por lo tanto trata de obtener seguridad en el abastecimiento de alimentos. Esa preocupación no solo se
expresaba en términos de verticalidad, sino en términos genéricos de “diversificación”. Así primaría un sentido de horizontalidad en la distribución anual de tierras a las familias campesinas que de ese modo tendrían acceso a diferentes tipos de suelos y de cultivos. Eso explicaría la territorialidad discontinua. Se podría comparar el desarrollo agrícola andino frente al de Europa. El conocimiento del acero y del hierro permitió mejorar notoriamente las herramientas y conseguir así la especialización de los cultivos. En el Perú prehispánico los artefactos de labranza permanecieron rudimentarios, en la sierra se roturaba la tierra con la chaqui taclla, arado de pie, mientras en la costa se empleó la pala llamada llampa. Los hombres andinos con sus escasos utensilios necesitaron de mucho ingenio para vencer las dificultades ambientales, y mostraron poseer bastante inventiva. Esta afirmación está demostrada en los esfuerzos actuales para revivir la antigua tecnología prehispánica con el fin de aplicarla a la moderna agricultura. En las fragosas quebradas se construyeron andenes irrigados por todo un sistema de canales acuíferos, que no solo impedían la erosión de los suelos sino que aumentaban y
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Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo mejoraban las áreas cultivables. Aún existen miles de andenes no utilizados, mudos testigos del esfuerzo del hombre andino por incrementar las tierras laborables. En las elevadas tierras, alrededor del lago Titicaca, los indígenas idearon la creación de camellones, llamados waru-waru que cubren más de 82.000 hectáreas. La variedad de esos elevados campos es impresionante considerándolo la cronología de sus orígenes y de las culturas que los forjaron. Se estoma que el sistema se inició en el 1000 a.c. y permitió unir una economía de pastoreo de camélidos junto con el cultivo de tubérculos. Los waru-waru consisten en largas hileras de camellones entre los cuales se cultivan y protegen las variedades de plantas adaptadas a la gran altura. Otro sistema impresionante son las qocha, usadas también en la puna a 3800 metros de altura y en una planicie. Son depresiones o lagunillas d forma regular que almacenan el agua de lluvia y venían a ser chacras hundidas. En estos estanques se practica una agricultura de secano y tienen una dimensión que varía desde pequeñas qochas hasta las que almacenan 3800 metros cúbicos. Poseen un canal de desagüe por donde manejan las aguas. Las qocha siguen siendo utilizadas por los campesinos y en ellas cultivan la mayoría de sus alimentos, su conservación no solo sirve para humedecer los suelos sino para abrevar los animales y para uso doméstico. Existe toda una tecnología apropiada para el uso de las qocha. En la costa diversos sistemas hidráulicos permitían cultivar los deltas de los valles y parte de los desiertos adyacentes. Para conseguir esos adelantos técnicos los indígenas hicieron gala de profundos conocimientos de hidráulica, obtenidos gracias a la observación y a la aplicación de soluciones a los problemas que se les presentaron. En el sistema hidráulico
costeño no podemos omitir el régimen de “hoyas” y su tradicional agricultura que aumentaba las áreas agrícolas en zonas de desierto empleando el agua que afloraba de la capa del subsuelo. Con todos estos conocimientos lograron, a pesar de la carencia de herramientas sofisticadas, mayor producción alimenticia de la que se obtiene en la actualidad. Las áreas cultivadas eran más extensas y se aprovechaban hasta las tierras más próximas a los precipicios; un mayor trabajo y una especial dedicación compensaban la falta de herramientas. Los cronistas no hallaron poblaciones hambrientas o mal nutridas porque en aquel entonces la agricultura gozaba de todo el apoyo y el esfuerzo de la fuerza de trabajo. Es el motivo por el que hoy existe una revalorización de la tecnología andina, de la cual las generaciones presentes y futuras tenemos mucho que aprender.
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CONCLUSIÓN Consideramos importante recalcar que la cuestión de posesión o propiedad en el periodo Incaico, por sí misma es un término que aplicado a los incas resulta bastante delicado. En general, la idea de propiedad como la facultad de poseer del hombre es una idea occidental, pues a partir del imperio inca y su cosmovisión general podemos concluir que la pertenencia de la tierra a la comunidad sucede a la inversa que en Europa (el feudalismo, puntualmente). La comunidad pertenece a la tierra. Para abordar ésta idea tomamos en cuenta la distribución de la tierra. Según Sergio Bagú las tres partes en que se dividía el imperio tenían la intención de que los que ahí vivieran
tuvieran bastante para sembrar, y “cuando la gente del pueblo o provincia crecía en número, quitaban las tierras del Sol y del Inca para sus vasallos” De esa forma, en comparación del feudo, la tierra siempre era considerada como un bien de todos y para todos. Considerando los incrementos y detrimentos de la población para una nueva redistribución de la misma. En este sentido, la comunidad existe porque la tierra es un regalo para el linaje, donde la comunidad que la trabaja es la que la posee.
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BIBLIOGRAFÍA
De la Vega, G. (S/F). C o m e n t a r i o s
Bagú. S (1992). E c o n o m ía
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. R e al e s d e l o s I n c a s
de la So ciedad Colo nial Peru ana .