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ENSAYO PARA UNA HISTORIA NATURAL DEL SABER HUMANO
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EmTORES .
Título original: DIE RUCKSEITE DES SPIEGElS
Traducción de MANUEL VAZQUEZ
Portada de
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SANROMA
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Primera edición: Enero, 1980
©
R. Piper & Co. Verlag. München , 1973 © · 1974. PLAZA ~ JANES, S. A., Editores Virg-en de Guadalupe. 21-33 Esplugas de lJobregat (Barcelona) ISBN: 84-01-41167-X -
Depósito legal: B. 2.413 - 1980
GRAFICAS . GUADA, S. A. - Virgen de Guadalupe, 33 . Esplugas de Llobregat (Barcelona)
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Dedicado a m~s recuerdos y a mis amigos de J(onigsberg, sobre todo a ,Otto Koehler y ' a Eduard , Baumgarten. I
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~ROLEGÓMENOS EPISTEMOLÓGICOS Si el 0;0 no fuera adaptable a la luz solar, ;amás . podría. distinguir el Sol. GOETHE
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1.
ORDENACIÓN DE LAS TAREAS
La piedra angular del método científico es el postu( lado sobre la objetividad de la Naturaleza. (La pierre angulaire de la méthodescientifique est le postulat de l'objectivité de la nature.) Esto escribe JacquesMonod en su. famosa obra La casualidad y la necesidad (Le H asard .et la N ecessité.) Asimismo dice. que al ideario · fiiosófico existente antes de Descartes y Galileo todavía ~ le . faltaba la rigurosa censura establecida _por el postuladO" de la objetividad (il fallait encore l' austere censure posée par le postulat d'objectivité). Como resulta evidente, estas dos frases exponen dos postulados, de los cuales el primero concierne al objeto de la investigación mientras que el segundo se . orienta hacia el investigador. Naturalmente, si quere. mos dar algún sentido él nuestra indagatoria es preciso pres~poner ante todo · la existencia real de aqD:ello que. nos proponemos investigar. Pero, por otra parte, se le debe imponer· al investigador una exigencia cuya f definición no es ·sencilla ni .mucho menos. Si lo fuera, · yo no habría necesitado escribir este libro. A o/d ecir verdad, en . vez de esa exigencia se presupo• ne una tesis epistemológica que, si bien resulta evi. . dente . para quienes piensan biológicamente, no tiene ;p lena acogida entre los pensadores de orientación fi. ~osófica. Nos referimos a la hipótesis de que todo copocimiento humano estriba en · un ·proceso · de acción :.¡ recíproca en el que el· hombre como sistema viviente, :~· real, activo y también como sujeto cognoscitivo se 9
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aco~oda con las pecu liarid ades de un 'mun do exter no !
igua lmen te real que son el obje to de su cono cimi ento. El orige n de ambo s voca blos, «suje to» y «obje to», es muy singu lar y, en parte , equív oco. Esta amb igüe dad se expli ca cOn el hech o de que sus signi ficac iones se haya n troca do desd e el tiem po de los . esco lástic os. Incluso ' actu alme nte aún suele emp lears e en inglé s el «suje to» con la acep ción alem ana del térm ino obje to, por ejem plo, para desig nar un anim al o tina pers ona de labo rator io. En nues tro idiom a, segú n el Diccionario manu al de Filosofía, de Eisle r, el voca blo sujet o signifif:a el ser 'sens itivo e imaginativo, con raciocinio y volt1,ntad, en contr apos ición a los obje tos de ,la experiencia, el ente ndim iento y la acción. Subj etum es, segú n su tradu cció n litera l, «lo arroj ado abajo », en el senti do de un basa men to ', prim igeni o sobr e el cual se asien te nues tro mun do. Leib niz equi para el sujet o a tdine mem e, es decir , al alma mism a. , Todo cuan to poda mos apre nder , así como todo cuan to sepa mos sobr e la reali dad circu ndan te extra subje tiva, se fund a en las expe rienc ias de ese sujet o no men os que nues tros pens amie ntos y actos volit ivos. La cogn ición med itativ a del prop io ser que Desc artes de" finie ra con la expr esión cogito ergo -sum (pien so, luego exist o) sigue SIendo toda vía ,el 'men os dudo so entre , todo s esos elern en tos a pesa r , de las cons ecue ncias errón eas extra ídas de ella con un subje tivis mo idealista y a cuya refut ació n se dedi ca una parte muy consider able de este libro . , El cono cer, el pens ar y el quer er - , sin olvid ar ' la perc epció n que siem pre les prec ede- , son actividades., Resu lta sorp rend ente que la leng ua alem ana, habi tualmen te tan sutil respe cto a: la capta ción de los profu ndos nexQS psico lógic os, no haya sabid o enco ntrar una deno mina ción adec uada para el más activ o y actu al entre todo s los ,exis tente s en este mun do salvo la de «suje to», un parti cipio susta'n tivad o, ün parti cipio de preté rito ... ¡por añad idura pasiv o y del géne ro neut ro! Pero , ¿cóm o 's e expli ca que ahor a se :hag a deriv ar ' de la pala bra sujet o -fun dam ento , segú n su acep ción, de todo el sabe r, expe rienc ia y cono cimi ento - el adjetiv o calif icativ o «sub jetiv o» cuyo senti do es, tal com o lo expr esa el dicci onar io Grossen Broc khau s, parcial, preconcebido, dependient~ de valo res accidentales? .
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; También cabe preguntarse por qué se contrapone a esa :desvalorización de lo subjetivo el significado evidentemente complementario y de alta valoración que . nue!?tro lenguaje coloquial asigna a los términos objeti1{ (objetivo) · y sachlich cuyas significaciones son idénticas. La intrusión de tales evaluaciones en el lenguaje cOldquial evidencia la popularidad de ·una opinión claram:e nte definible aunque, sin duda, poco madurado . sobte la relación entre el sujeto cognoscitivo y el obl jeto: de su cognición. Para nosotros es fácilmente perceptible que en nuestro interior tienen lugar junto con las funciones del entendimiento para captar las inter- . depéndenciasmateriales externas, otros procesos donde se alternan müy diversas facetas del propio yo, superponiéndose en nues tra experiencia de los condicionamientos externos e internos. Cada uno de nosotros ~ . ha aprendido hasta cierto punto a cargar en cuenta y compensar los influjos que ejercen las circunstancias internas sobre nuestra cognición de los acontecimien- · tos exterpos. Por ejemplo, en un día invernal llego a ; casa tras un largo paseo y toco la mejilla a uno de , mis nietos. Primeramente creo percibir un estado fe. bril, pero no se me ocurre ni por un instante que el niño pueda hallarse enfermo, pues estoy familiarizado ' con los cambios en la percepción de cáloricidad,y tales variaciones responden aquÍ a la temperafuraespecífica de la mano reconocedora. ' . ....: Este incidente cotidiano ejemplifica óptimaITI~nt€i ' . tina función que .reviste una importancia fundaniéntal para nuestra cognición de la realidad extrasubjetiva. Ella pone «10 existente de por sÍ» al alcance de nuestra cognición, permitiéndole así introduCir en el cálculo procesos y estados dentro del ·sujeto experimentador. Siempre que logremos referir el origen de un fenómeno parcial en nuestra experiencía a procesos ' o est'ados «subjetivos» e internos y aislarlos de la realidad extrasubjetiva sometida a nuestra observación, : . habremos hecho avanzar nuestro conocimiento un pe~ queño 'paso hacia lo que existe independientemente , de nuestra cognición. Nuestra representación de la realidad «objetiva» está compuesta por esos pasos definidos. El mundo ·efectivo, subdivfdido en objetos y expuesto a nuestra contemplación, surge solamente ;:. '
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cuanpo nos abstraemos de lo '«subjetivo» y lo acciden~ tal. Pues al fin y al cabo lo que nos hace creer en la t>' realidad de las cosas es, sin duda, esa constancia con que se manifiestan ciertas influencias externas -siempre ~imultáneamente y mostrando la misma asociación li normativa entre sí- en nuestra experiencia, a pesar de los diversos cambios de las facultades percepti~as y al estado interno de nuestro yo. Precisa,mente su inalterabilidad ante lo «subjetivo» y lo ac· " ciderital nos induce a ver tales grupos de fenómenos comq influencias ejercidas por una particularidad real , y exi:s tente con independencia de todo lo cognoscible, qu~ rosotros podemos reconocer justamente en sus propios modos de obrar, en sus «propiedades», como el objeto mismo. Por ello denomino a esa actividad abstractiva,«obj~tivar», y al acto cognitivo suscitado .~ por eUa, «objetiváción». '~ Se ha generalizado un error a este respecto entre t 1 - os filósofos de pensamiento no biológico, pues según 1 opinan ellos, nosotros estamos capacitados para li- 1 brarnos, mediante una mera «inclinación a la obje- l tividad», de todos los criterios, prejuicios y afectos i personales, subjetivos o unilaterales y remóntarnos al plano donde imperan los juicios y ,evaluaciones de validez universal. Para alcanzar este fin necl}sitamos la ¡~" penetración naturalista en los procesos cognitivos den- 1 tro del 'sujeto perceptor. El proceso de la cognición y 1 las propiedades del objeto del conocimiento sólo podrán ser investigables cuando ambas ' cosas se hagan simultáneamente. The ob ject of knowledge and the instrument oi knowledge cannot legitimately be sepa. rated, but must b? taken together ,as a whole (No es legítimo establecer una separación entre el 'objeto y el instrumento del conocimiento; se les debe abordar juntos como un Jodo homogéneo). Esto escribe P. W. , Bridgman en un artículo sobre la- actitud epistemoló. gica _de -Niels Bohr. Jamás podremos satisfacer ;'pIe- , namente el requisito de la objetividad formulado con ' tanto énfasis por Manad; ello sólo se'rá factible en la medida que" podamos discernir como 'naturalistas' la ' accÍón recíproca. ~ntre el sujeto investigador y el obje- . to de· su investigación. , El requisito formulado con tanta claridad por Bridg, man señala el , camino a toda ciéncia que persiga una h,',
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interpretación natural del hombre y de sus facultades cog~oscitivas. '¿Hasta dónde hemos , av~n~ado por es, camIno con nuestros modestos conOCImIentos actua- " les?' Intentaré demostrarlo en este libro. Es preciso 1, investigar el conocimiento humano tal como se ha .1 , hecho con otras facultades surgidas en el curso geneal@gico de la especie para su conservación: entendiéndolo cual función de un sistema real, formado por ~, vías I naturales y que mantiene una acción recíproca con un mundo externo igualmente real. La hipótesis -fundada en nuestras observacionesde qve el sujeto reconocedor y los objetos reconocidos se hallan sobre un mismo plano de realidad, entraña ' una 'segunda suposición implícita no menos importante. Estamos convencidos de que todo cuanto se reflej?: en nues~ra experiencia subjetiva mantiene ' la , " más : Íntima vinculación con procesos fisiológicos objetivamente investigables sobre los cuales se funda, '" e incluso se identifica con ellos de una forma misteriosa. Desde luego, no todos los filósofos , ni mucho menos comparten este concepto del llamado problernq «cuerpo-arma», pero a nosotros nos parece natural, pues cuando ' un profano anuncia que su amigo X está en~ trando en la habitación, no significa tan sólo el sujeto experimentador de éste ni tampoco su corporeidad objetivamente investigable, sino que se refiere con toda claridad al conjunto ,de ambas cosas. Por consiguiente, me parece un procedimiento palmario inves:, ' tigar no sólo esos procesos fisiológicos que, vistos opjetivamertte, aportan una información sobre el mundo exterior al sistema viviente del hombre y la almacenan 'allí, sino también ese acontecer subjetivo que experimentamos como ' conocimiento y saber deñtro de nosotros. Nuestra convicción sobre la unidad entre el sujeto viviente y el experimentador nos faculta para tratar la fisiología y la fenomenología como dos fuentes equiparables de nuestro saber. , , Una investigación fundada en tales premisas no ptie,. ,) de por menos que perseguir simultáneamente dos ob- " , jetivo~. 'Debe funq.amentar una teoría epistemológica . sobre el conocimiento biológico y antrbpogénico del ' . hombre y, al mismo tiempo, proyectar una imagen del ", ,,'; hombre concordante con dicha teoría. Esto impliéa ', ¡ un intento de convertir el espíritu en objeto de' .es., ,
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' cru:t inios ' riatu ralis tas, emp resa teme raria que much os filóso fos tal vez no conceptúeIl: como ,sacr ílega , pero sí , I ~l meno s, como una extra limit ación de las inves tigacio nes'n atura lista s, cual «biol ogism o» puro . A ello se pued e obje tar que el enfo car desd e un ángu lo yisua l natu ralis ta la cont extu ra de las func iones fisiológicas y sas efect os no meno scab a esas facu ltade s supe riore s qu~1 se fund an en aqué llas. Tam bién espe ro pode r demos trar a los antro pólo gos de tend encia s filosóficas, poco toler antes con la Biolo gía y la Antr opog enia, que las , cuali dade s espe cífic amen te hum anas y las facultades dél' hom bre adqu ieren un relie ve exce pcion al jus{¡'r a ment e cuan do se las cont emp la con los ojos del " natll ralís ta como prod ucto de un proc eso crea dor natural , . Este libro sirve a tal fin. Las aspir acion es a una cont empl ación natu ralis ta del sujet o ' cogn oscit ivo no pued en tene r ni much o menos corno únic os fund amen tos los qúe se deriv an del postu lado sobr e la obje tivac ión de nues tro cono cimI ento. Tam bién debe n atene rse de fonn a categ órica a las pond eraci ones empí ricas y, sobr e todo , éticas. Esta unid ad superindi~idual del cono cimi ento, el pode r y el quer er, cuya form ación resu lta de la capa cida d hum ana para acum ular el sabe r tradi ciona l, constítuy e la esen cia de lo que deno mina mos 'e l espír itu hum ano. Pero esta unid ad supr ema es y segu irá ,siendo un siste ma vivo, cime ntad o y erigi do sobr e las faculta des prim arias de los vivie ntes. Por muc ho que se , , eleve ,tal unid ad siste máti ca sobr e toda s las demá s cono cidas , entre nosotros~ no obst ante com parti rá con ellas un desti no inelu dible , ya que el ,espí ritu hum ano, como todo siste ma vivo, está expu esto -jun to con la cultu ra hum ana- o a pertu rbac iones . ,Amb os pued en enfer mar. Por cons,iguiente, no sólo 'es el inves tigad or, sino tamb ién el médi co, quie n debe exigi r -po r razones muy disti ntas aunq ue toda vía más apre mian tes-' la prom oció n de una imag en hum ana natu ralis ta. Osw ald Spen gler ,fue el prim ero en perc ibir que las civilizacibn~s se desm oron an y desin tegra n cuan do alcanz an el grad o evolu tivo de la cultu ra supe rior. Com o histo riado r creyó que la disol ución de, toda cultu ra supe rior -inc luid a la nues tra- es impu table a una '«lóg ica insos layab le del tiem po» y a un proc eso incon tenib le de enve jecim iento . Pero si no exam ina, como 14
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fmédiCO e investigador del comportamiento comparado, la decadencia sintomática -bastante más ostensible- de nuestra propia civilización, percibirá incluso en los niveles más bajos del saber contemporáneo, unas perturbaciones muy diversas cuya naturaleza patológica resulta evidente. No sólo es necesario por. esta razón investigar los síntomas de nuestra civilización, pues siempre hay es" peraq.za de encontrar las adecuadas posibilidades terapéuticas, sino también · porque así lo aconseja la metodología de toda investigación básica. Verdaderamente la perturbación patológica dista mucho de ser un impedimento para la exploración del sistema dañado por ella; es más, suele ser una clave · que nos ayuda a comprender el alcance de sus efectos. La historia ' de la Medicina nos ofrece múltiples ejemplos, y f.. uno de los métodos más corrientes y provechosos en Fisiología es la creación artificial de perturbaciones. En el planteamiento de este libro se ha dedicado un capítulo entero, el último, a la decadencia sintomática de nuestra civiHzación y .a las «enfermedades del espíritu humano». El hecho de que me haya visto obligado durante estos últimos años a revisar mis apreciaciones sobre la importancia de esos principios . "~ morbosos, pudiera ser un indicio del precipitado cambioperceptible en la actual Humanidad. Éllo ha- teni~ do como consecuencia la formación de un volumen . completo con ese solo capítulo. Ha contribuido a esta ! decisión de ampliar "la tarea emprendida por mi cuenta y riesgo el resonante e inesperado eco de un pequeño ensayo mío que titulé Los ocho"pecados mortales de .la Humal1idad civilizada * y con "el cual quise contribuir a las celebraciones para conmemorar el cumpleaños de miarriigo Eduard Baumgarten. .i t
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* Publicado por esta editorial en su colección «Rotativa». (N. de Zos E . )
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2. ACTITUD EPISTEMOLÓGICA DEL INVESTIGADOR NATURALISTA O ,DEL .«REALISMO HIPOTÉTICO» Para los investigadores naturalistas, el hombre es un ser que debe sus cualidades y facultades, incluida su elevada capacidad cognoscitiva, a la evolución, a . esa genesis cuya 'duración se mide por eones yen cuyo curso todos los organismos se avienen con los · .,' antecedentes de .la realidad y -como solemos decir-, terminan adaptándose a ella. Este acontecimiento an" tropogénico es una etapa del cpnocimiento, pues cada «adaptación» a un determinado antecedente de la realidad externa significa que el sistema orgánico ha asi. milado una medida de «información sobre» ella. 'Asimismo en el desarrollo de la constitución física, ; "en la -morfogénesis, surgen imágenes del mundo exte? 'rior: las aletas y las formas motoras de' los peces se . originan -con las propiedades hidrodinámicas deÍ agua, , propiedad que ésta posee tanto si se agitan o no se , . agitan aletas en su medio. El ojo es, como lo percibía acertadamente Goethe, un reflejo del Sol y de "las pro. piedades físicas inherentes a la luz, ' lo cual sucede ¡ tanto si hay ojos para verlo como si no. Asimismo el t<·comportamiento del animal o el hombre, en la medi, "da de su adaptación al medio ambiente, es ·una ima.••gen de éste. L,a organización de los órganos sensoria. les y del sistema nervioso central pone al ser en con~ :i! diciones de percibir ciertas -características del mundo ;:i externo, reveladoras ' para él, y darles la debida répli. i
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: ; _ : 2 - La otra cara del espejo '
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'm¡ ca .J nducente a su propia conservación. Así lo ejem- • plific, ~ la primitiva re?cción evasiva del animálculo i : llamado paramecio cuando se enfrenta con algúnobs- ; .: tácu}ü:, primero retrocede un pequeño trecho y luego : ' sigue nadando hacia delante en otra dirección elegida : al azar, es decir, «sabe» -en sentido literal- algo' «obj~tivo» sobre el mundo exterior. Objicere significa ' ' contraponerse, El objeto es lo que se opone a nuestra maraha adelante, esa barrera infra]Jqueable contra la cuaq trop:zamos. Todo cuanto s,abe el param~cio sobre el objeto es que su presenCIa no le permIte pro* , gresar en la dir~cción seguida hasta entonces. Este ' «conOcimiento» resiste todas las críticas que podamos fo.rmular . desde el ángulo visual ,de nuestro concepto del , mundo; un mundo; mucho más complejo y rico ; en detalles. Sin duda nOsotros podríamos recomendar ; al animálculo unas direcciones rriás convenientes que , esa elegida de forma errática, pero lo que él «sabe» " es absolutamente cierto. '¡La marcha en línea recta ya ' no es posible! Todo cuanto sabemos nosotros, los hombres, sobre el mundo real debemos agradecérselo a los dispositivos de formaCión antropogénica para recoger datos de hechos reveladores" dispositivos muy superior.es ,por su complejidad a los que suscitan la huida instintiva del paramecio, pero que se basan en icJ~nticosprin* cipios. Nada de ,cuanto interese a las Ciencias Natu- ¡ rales puede llegar hasta ,nuestra percepción por ca- J ,minos que no sean ése. ' , , Cabe inferir, pu(!s~ de Ul1:a conciusión semejante, que podemos distanciarnos de los derro~erosseguidos has* :~ ta .ahora por los teorizantes 'epistemologicos para juz- :¡ gar las , capacidades humanas conducen!es al reconÜ* i cimiento ,de ,la realidad . , Por, cuanto se refiere a nuestra esperanza de cOPlprender ,el ' sentido y los valores postdmeros ' de este mundo" somos muy humildes. Sin embargo, mantenemos con inquebrantable resolución el parecer de que todo cuanto nos transmite nuestro ' ' dispósitivo 'perceptor responde a los antecedentes rea- " les , 4el mundo ' extrasubjetivo. Esta actitud epistemológica tiene su origen en lacert~dumbre de que nuestro propio dispositivo perceptor es un elemento de la realidad genuina que ha recibido su formá actual mediante' el acuerdo con las cosas rea.. '"
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les y la adaptación a ellas. En esa certidumbre estriba nuestra convicción de que todo cuanto nos comunica : . ~ ' nuestro dispositivo perceptor sobre la realidad externa ,responde a algo real. Los «anteojos» de nuestras ¡ , ' formas rac~ocinadoras y perceptivas tales como la cau~alidad y la sustantividad, el espacio y el' tiempo, i '. son:Junciones de una organización neurosensitiva cuya , , finalidad es servir a la conservación de la especie. ASÍ, '; pue~, mediante esos anteojos no vemos, como suponen ,_ ' los :' trascendentalistas, una deformación imprevisible . del :«ser de por sí~> donde no es perceptible la menor analogía y tampoco ninguna «relación de imágenes» " conl ' l~ rea~idad, sino una imagen genuina de és~a.' á~nque, sImplIficada de una forma en extremo utIlItana. No~' otros sólo desarrollamos para esas facetas de ~< lo existente por medios propios» un «órgano» al cual poder referirnos en materia de conservación y cuyo funcionamiento fue tan vital para nuestra especie que ~ el perfeccionamiento de tan 'singular dispositivo del conocimiento originó una considerable presión selectiva. , A este respecto la función de nuestro dispositivo perceptor guarda ,cierta semejanza con lo que sabe un rudimentario cazador de focas o ballenas sobre el comportamiento de su presa, es decir, sólo lo que puede reportarle un beneficio. Ahora bien, ese escaso saber que nos procura la organización de nuestros órganos sensoriales y de nuestro sistema nervioso ha evidenciado su eficacia desde fechas inmemoriales. Podemos confiar en él, pero sin olvidar sus limitaciones. Evidentemente debemos suponer que «lo existente por medios propios» tiene otras muchas facetas cuya importancia para nosotros, que en realidad somos bárbaros cazadores de 'ballenas, no es vital. No poseemos «ningún ' órgano» para percibirlas porque nuestra especie no tuvo necesidad 'de adaptarse a ellas . durante su desarrollo. Sin duda alguna, hacemos oídos sordos a muchas «longitudes de onda» para las que no está sintonizado nuestro «aparato receptor», y además no sabemos ni podemos saber cuál es su núme, '"ro. Somos «mezqu~nos» en los sen:tidos literal y me, ' tafórico de la palabra. : Yo soy investigador naturalÍsta y médico. Hace ,va . tiempo que percibí claramente que el científico ,natú.; ' ralista debe conocer, en aras de la objetividad, los t
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mecanismos fisiológicos Y psicológicos que proporcio- I nan .experiencia al ser humano. Debe conocérlos por ( : la misma razón que el biólogo necesita conocer per- ¡ •. fectamente su microscopio y el alcance ,óptico del ·.mismó. Es · necesario hacerlo así para precaverse contr~ el ':' posible error de atribuir una propiedad consustancial · al objeto bajo observación cuando, en reali- dad ello obedece solamente a las limitaciones mecáIiicas del instrumento, como, por ejemplo, los limbos de hermosos colores espectrográficos con que un ob- ; ; . jetivo ' poco acromatizado rodea todo cuanto se ol?ser- ';. . va y con sus propios adornos lo hace pasar por uno r , de los: minúsculos seres investigados. Como es sabido, Goethb cometió .un error análogo al no conceptuar las · :.calidades del color como productos de nuestro aparato perceptor sino como propiedades físicas inherentes a la luz. En el párrafo dedicado a la persistencia del color trataremos circunstanciadamente este asunto. Como ya he dicho, "allá por los años treinta, eIl: mi juventud, me instruí acerca de las tesis expuestas conc.i samepte aquí sobre la relación existente entre el sujeto reconocedor y .la realidad explorada. Enton.. . ces mi maestro Karl Bühler me alentó a analizarla, '. pero no dándola simplemente por supuesta, sino con. ceptuándola cual patrimonio de todo el pensamiento científico. Estoy convencido desde aquellos díqs hasta hoy,. y otros opinan lo mismo. Por ejemplo, Karl Pop- per escribe con notable simplicidad · en · su obra The Logic 01 Scientific Discovery: .
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The thing in itself is l:lnknawable. We can only know itsappearances which are be ~nderstood (as poin.. ted· out by Kant) as resulting from the thing in itself, and fr01rl our own perceiving apparatus. Thus the .appearances result from a kind of interaction between the things in thems_elves and ourselves. (La cosa en sí . es incognoscible~ Solamente logramos distinguir . sus . .~ apariencias ,q ue [según señala Kant] deben interpre- .~ tarsec~mo resultantes de la cosa misina y de nuestro ! dispositivo perceptor. Así pues, tales apariencias obedecen 'a una especie de interacción entre las cosas en . sí y nosotros~)
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Dof:iald Campbell lo ha especificado de una manera : ': muy convincente en su ensayo Evolutionary Epistemo. ~' logy indicando que para comprender el dispositivo per.' ceptof ' o como lo denomino yO,. el dispositivo con, ceptivo ,del mundoJ. es necesario un conocimiento de : su arl!tecedencia antropogénica. También ,se le debe a , Carnpbell la denominación de «realismo hipotético» f: para I,' esa forma de la te9ría epistemológíca. Y ello 1;; cont~; 'con la aquiescencia expresa de un personaje tan impor,tante como Max Planck, que me testimonió por .; escritp su gran satisfacción al comprobar que dos per: sonas, como él y yo, partiendo de bases inductivas tan : diferentes, habíamos llegado a una opinión ' unánime .' sobre la relación entre' los mundos fenoménico y real.
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REALISMO .HIPOTéTICO E IDEALISMO TRASCENDENTAL
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Coincidiendo casi con aquella . fecha ya distante, do ,el· destino. dispuso que · Eduard. Baumgarten y '. fuéramos co.nvocados . para ocupar la cátedra de '. ariuel . Kant como últimos sucesores .suyos en ,,'~berg, exterioricé una opinión . que po.dría inqu- . a ,erro.r sise 'la relaciona co.n la frase de Karl PopciÍada- ·ant~riorrnente. Entonces creí po.sible equi. ·tOque. PoPper. deri~minaba « disposi~ivo percep"''' ' ' ,,"'' '. y' yo. «díspositivo. co.nceptivü del mundo.» co.n el "', ""L'1.I.,,"'.{.,"'r,'·T'n· . .' kantjano. de .apriórismo. '. ' : ])esgr~ciadainente, .esta opinión es errónea. El idea.' . '0' ·trascendentalkantiano .no recono.ce ninguna re. " analÓgica,' dltrelacós-a en .sí :'-:"'para cuya desig, . ~ sé . emplea ::(jasl. siempre ;. el- número ' singularlá ·fonna,' po.r : cuyo medIO se manifiestan nuestro.s · - 'a prio.rfsticosy-, c·a tegorías ·. del pensar en tr~ éxperiencia~ Para 'K ant, la vivencia no es una agen ' de Ja realidad, no.1o es siquiera aunque apa~ ,.."3 desfigurad,a ',y ' simplifi<;'a da.. Pue's él sabe sobra~ :~q.jL,lJ."".I.: t~. que ~as ' e~tructtiáls del ' sujeto .experimen ta. y }lO las . dél objetó · explqrado¡ . determinan hls ;;.,.,..'......... . ~.. de todo. cuan~o nos. sea posible experimentar, . no reconpce . que el . mécanismo delperceiving . esté relacionado' con la" . realidad~ , . . . l'lo.Vj,J••q'
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aJ,guien dudara)o más ntíriimo -escribe en :' el ' ,' (§ 11) de s.u . obra Crítica de la razón. pur¿~ . ... . .
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de que, ninguno de los dos (a saber, los conceptos es- i pacid¡ y tiempo) son las cosas en sí, sino meramente ~ , la de'l erminación complementaria de su relación con }" lo físico, me preguntaría cómo nos sería posible ave~ ~, ;, rigUá:~lo posteriormente anticipándon()s ' a todo ' contac. ~ , lo con las cosas, esto es, antes de que no.s fueran cono .. t ·. cid(ls;i y el saber cómo se debería ' conceptua:la~, lo ¡, cual ,~e relaciona en este caso con el ,espaclo y et§: tiempb ~ . ¡' ,~ J •
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una Ij~spuesta científica a ese interrogante era en prin- ;f j cipio , ~mposible. El hecho de que las formas concep- :'~ , tuale§1y las categorías del pensar no se constituyen X. .-co~o supusieran los empíricos, por ejemp.lo Hume i : y otros- mediante las ' experiencias individl.;tales, le l ~' paredó Una prueba irrefutable, con lo cual cabía afir- ~, : mar ¡que todas ellas estaban «condicionadas por el ~ ; pensamiento», y de , resultas no «sobrevenían» en el ~:: sentido estricto ' de la palabra, sino que se daban a ¡ .:
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La respuesta a este interrogante, refrendada por los hecho:s de la evolución -con cuya tesis está familiarizado nuy día cualquier biólogo- no fue asequible para. el ,gran pen~ador. La respu~sta reza aSÍ:
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La 'organización de los. órganos sensoriales y los ~ . nervios que permite el- desenvolvimiento del ser en el ' :. , mundp, se .ajusta y adapta en un plano antropogénico ; : a esa ,coyuntura real que se nO.s ofrece ostensiblemente f ' como ' espacio ' fenoménico. Por consiguiente, es sin ~, duda ,«apriorística» para el individuo, ya que está pre. ~ . sente antes d,e cada experiencia, y ' por cierto debe es.. !: larlo para pqsibilitar tal experienciq.. Ahora bien,.como 1:: , su función . se halla sujeta a condiciones históricas 'f .' pero no del pensamiento~ puede , haber también ' otras'! ' . ,soluciones: por ejemplo, elparamecio sale del atolla. %.:. , dero con un «concepto espacial» unidimensional" si se .i '. me permite tal expresión. No podemos saber ,cuánt '. son las dúnensiones del «espacio en sí». ,
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.1. ,La investigación fisiológica ha mostrado "cuáles ' son,"~ , los mecanis~os cieI?-tíficos que se pueden investigar y ,~. ~
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! sionérl «euclidiano». Erich von Holst ha investigado
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las cap~cidades de lo.s órganos sen-o ! . sonaks y del sIstema nerVIOso que medIante los datos I ' ' . i ,. sensqriales proporcionados por las retinas, así como l ' las qor;n~nicaciones s?bre orientacibnes y. enfoqu~s f¡ trans,mltldas por los oJos, calculan la magnItud y dlSli tanci:a de objetos perceptibles y, . consecuentemente, . nos permiten apreciar la profundidad del espacio vi'1. siblel En forma similar nos ilustran las comunicado, nes ~e los corpúsculos .táctiles y de la llamada «sensi; bilid~d-sonda» que nos informan sobre las correspon- . • . dientes posiciones de nuestro cuerpo y sus miembros ;. respbcto a otra zona sensorial en una representación " gráfica , del espacio, El laberinto de ,nuestro oído ínter: no con su utrículo y sus . conductos ordenados en tres ; planos verticáles consecutivos nos comunica dónde .~ . está la parte superior y en qué dirección nos veI:"emos · sometidos a la aceleración giratoria. P~réceme 'abstru, .SO el suponer que todos estos órganos cuyas capaci; dades. sirven evidentemente a la conservación de la : especie y se acomodan ' con los antecedentes, sean aje- · :, nos a nuestro concepto apriorístico del espacio. Creo •. mucho más lógico que ' estriben en la forma concep· tu al del espacio tridimensional «euclidiano~1 e incluso que . sean hasta cierto punto esa misma forma concepi tua!. Según sabemos por los matemáticos, son conce:: bibles .otras modalidades supradimensionales del .es; pacio·. Asimismo, los físicos y teorizantes de'la relati' vidad nos demuestran que hay por lo menos cuatro dimensiones del espacio. Pero .nosotros sólo · podemos «comprobarlo» en una versión más simple, es decir, la que nos permite nuestra peculiar organización de ·los órganos sensoriales y del sistema nervioso . .Lo que he demostrado aquí sobre los nexos existen" tes' entre el dispositivo fisiológico ,para la percepción . del espacio ' y el espacio fenoménico del hombre, es : i~. también aplicable, mutatis . 1!lutandis, ' a la relación en~ ; (~.tre todas nuestras formas congén:itas de experiencia y { .•. ..los antecedentes '-hechos perceptibles mediante ellasO !: ;' pe la realidad extrasubjetiva. 'Por ejernp'lo, ello 'e s tan t ::. yáljdo para la forma conceptual del tiempo como para i :J ¡la del espacio. Aquí el fisiólogo también conoce mecatr rnismos que- regulan, como «relojes intern<;>s» ' el curso
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del tiempo, lo cual nosotros de una' fomia fenoménica. R~visten singular interés para el investigador , en . , busca de objetividad, ,las capaciqades de esas cualida , des !i nherentes a ciertos antecedentes del medio am.~ , biente. Cuando 'observamos un objeto determinado, porl ejerbplo una cuartilla, bajo las más diversas iluminaciones y veino$.',sieinpre elmismo color «blanco», con ~ lo cual laslongi~tides deo'ridareflejadas por ' ellapue~~ den',l diferir 'rnuchósegúIi :e l :c()lorde la luz proyectada~ , ello obedece', á la función d~ . un aparato fisiológico muy' complicado, ql:i~~,:mediante- 1ailum.ipación 'coloreada y; elcolorreflejad()éálcrila ~ uila , propiedad constante di inhdrenté ', alóbjeto que ,n.osotros denominamos color~ . de la materia observada. ,'" i Otros mecanismos n'eutales nos permiten reconoc_eF: la :forma ,de ,un 'objet.O en ' ~l , espacio aunque lo obser.~ :vemos desde , diversds "ángulos, si bien la imagen ,pro- _ yectada 'a: ,'nue~_tra_ ~et~ná .adopta mu! distintas J0In?-a~j~ ,Unos terceros ~mec~lsmos ,nos facultan para perclblr~ h{:: :igualdadentre Jos',:,tamaños de un objeto .colocado I , a >:diversas ,dí$t'ancras :;al,lIl ' cuando , Út dilatación de l a , i~agen ' én "la.':iétin:a',,' se,a : 4.ffen~nte _paracada ' 'caso, 'y: ~ sucesiváni~~~~. .:~()r 'e s? :'m ismotodas las facultades: fisiológicasresul~t~s "del1lámado ' fenómeno de cons.. tlLncia tÍ(~iieri. ::' uri :, ~ará~terepistem,ológico muy intere-; sante, pueS ~óriestiicianienteanálogas a laya citada: propiedad " d~ já 'objetivación." consciente e intelectiva.' A~í como "el j:ndj:viduó .eni11i ejemplo anterior ' tierie Ptesent~ '; l~: ~, ieinpeia.tuiáde ,la ' mano perceptora y, p6r con~igui~~tef ' redud~ ' ,:'la percepción ,' «subjetiva»'-: de «calentl.trª-» a ';una 'medida ' más «objetiva» , la':' percepciónqúe ' ,«hace constante» el color del ob.;/ jeto prescinde ¡guaIrUente' de ,la momentánea ilumi~ ; nación al. objeto. Estos procesos, ' presentes en nuestra: percepción. , y ' 'a f)sgltitamente inaccesIbles a la obser- '. v~ción de n.ue~tro ' : p~opio'ser se asemejan también a ' lél , ' abstr~,d6it ti ,opjetivación 'consciente-s en ' que¡ tal , 'como ésta~,:"no$ -permiten' reconocer ciertos anteceden-" tes de nuestro!' mc;xlio ',ambiente 'como ({cosaS>; u ob~ ; jetos. La ,adapiación-'d eyarios mecanisrnqs fisiológi- : cos a esafac~~ad específica,' refuerza nuestro conven-! ciniientosóore -la realidad del mundo externo; No com~~ prendo :t;Q.ede ponerse en duda ,que tras los fe~
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nómenos revelados de fonna unánime por tantos dispositivos funcionan?o ih?ependie~temen~e ' entre sí " ~' por num~rosos testIgos ~Iables ~ I?lparclales, se o~u~ ,,' tan él! todas luces las mIsmas realIdades extraSUb]etl:1'.vas. Tal como solía decir el filósofo friburgués Szilasi i, ' que, :con. su 'escaso dominio del idioma alemán, lo 1" expresaba con grandeza lapidaria: " , 11 ' -G;ibt es nicht eiri Ding an sich, gibt es vi ele Ding1'1~(J,.~ s.iche. (No ha:y urúi cosa en sÍ, hay muchas cosas en
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" El ajuste de los muy ' diversos 'dispositivos fisiolo.. :gicos ~ que nos permiten a nosotros, los hombres, .per, cibirel·:m undo en torno nuestro, es equiparable al de ; esOS otros que« aportan noticias» sobre cada detalle "relevante del medio ' ambiente entre las distintas esipedes animales. Como es 'natural, esos «dispositivos ' : conceptivos del mundo»se diferencian mucho entre j :,sí en , las múltiples' formas animales. No sólo porque ~ , cada una de ellas ' se distinga claramente de las demás tras la culminación ' del desarrollo, sino t~mbién por' que l~s diversas formas ' ap.i.males se «interesan» por -unas ' facetas -muy ; ~istintas> de la realidad extrasub::jetiva.. La constari¿ja ', del color es ' importante para la ' ao'eja obrera, pues .ésta neéesita reconocer cierta flor :; mediante el color constante e inherente del objeto. ,':P,a ra los gatos, habiüuid9S a cazar en la penuD;1bra, el . color no tiene ningúD.· valor'informativo y sólo necesi.: tan agudeza visuakparáp~rCibir el .moviIIÚento. La le:chuza- debe · captár,... acúsiicam.ente . .el furtivo desliza;"iniento de un ratón> etc. " .. . - -Precisamente esa formidable diversidad de los dis: positivós conceptivos del mundo hace resaltar un he, cho dé 'profundo significado: mientras sus comunica, dones se refieran -al mismo' antecedente del medio am>biente, jamás habrá 'c ontradicción entre ellos. Asimis' mo, la ya mencionada huida impulsiva del paramecio · ' 'representa, como se ha .diCho, un · an(ecedente «obje¡tivo» del mundo externo que se manifiesta también . ;': de la misma forma en nuestro mundo' conceptual cuya , enorme ' diferencia no admite comparaciones. . .<.. Un caso ' comparable donde la máS simple y primiti:. va reacción normativa de los animales se acomoda evi:;: ~eritemente a la realidad extrasubj~tíva .tal como · lo },hace el dispositivo perceptor del hombre, mucho más 27
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selecto, tqncierne a la capacidad para desarrollar reacl '11 'ciones condicionadas que indudablemente se mani~ ¡ festaron' ,ya con bastante anterioridad en la ontogenia ; de los a~1Ímales .e interesa asimismo a la categoría es~ pecíficamente' humana de la causalidad. Una y otra:: son ' ciefi!n ibles como adaptaciones al hecho de que en todo prbceso de transformismo los acontecimientos mantienen cierto orden temporal por cuyo medio el organismo puede evaluar los signos futuros en función de algurtos pretéritos, conceptuados como fiables. De", beré voJver sobre este punto más adelante, en otro; contexto I referente a las analogías de ·la reacción y la' causalidad condicionadas (pág. 153 Y siguientes). i La concordancia entre las representaciones del mun~t do extetno transmitidas por los múltiples dispositi~ vos perceptores de los distintos animales, requiere una aclaración. Sería abstruso pretender encontrar otra que no sea ésta: todas esas formas posibles de la experiencia con sus múltiples modificaciones se refie:r~n .a la misma realidad extrasubjetiva. .;.~Si los partícipes en este . debate -dije en cierta ocasión, ya avanzada la noche, durante una «asamblea 'nocturna» de la Sociedadkaniiana en el «Párkhote1», •de Konigsberg- opinan unánimemente que aquí" hay ahora cinco copas de vino sobr.e la mesa, me parece incomprensible que alguien ·' busque caminos tortuosos para explicar la inalterable presencia «copa de vino» existente en número de cinco. ' El Iieokantiano consecuente replicaría a estas ' reflexiones que el conocimiento de los hechos físicos junto' con la aceptación de'su realidad es premisa para forjar ciertos conceptos sobre el mecanismo percerh tivo del mundo cuya presuposición es igualmentefí·i sica y real. .Pero tanto la una como la otra pertenecen: al «mundo conceptuado. físicamente», el cual, según! opina el .~dealismo trascendental; no es, ni mucho IDej: nos 1 una unagen del mundo/por lo que nuestra preten sión de d~m?strar la ~~ ' mediante la otra se asemej~ al procedImIento de Munchhaus~n, que sale del parJ tano' tirando de su propia c~leta. .' I Ese argumento .no es conVIncente. MedIante una rei presentación didáctica simplificada se puede dar l~ impresión de que el primer paso del proceder natural ~ista estriba en el supuesto de la realidad física. Cuan!
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do se intenta, por ejemplo, elucidar las facultades " ~.~ par~ recibir el color, se comienza geI1eralmente con I ~ la naturaleza física de la luz y con el continuo de las longitudes de onda; sólo entonces se pasa a los pro-
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had'~ donde se orienta aquí al 'estudioso no concuerda it en ~bsoluto con el camino que ha emprendido la inves~j~ación naturallsta. Como siempre, esta parte de 11 la e~periencia subjetiva, es decir, la percepción natu~ii ral ~e los colores, y desde ahí prosigue hacia el cono, cimi~nto de todos los colores contenidos en el especi tro i ~olar, lo cuales factible descomponiendo la luz ~ del' [sol mediante un prisma. Sin el mecanismo fisiológitb que distribuye el continuo cuantitativo de va. rías I ilongi tudes de onda en bandas de diversa percep· tibilidad, 16s físicos no habrían descubierto nunca la '" conexión existente entre las longitudes de onda y el ángulo formado por la lúz al refractarse en el prisma. : Cuando el físico, el investigador de lo extrasubjetivo, ¡ :, acaoó comprendiéndolo así, le llegó otra vez el turno l. al investigador del sujeto reconocible : Wilhem Ost. wald, fisiólogo especializado en la ' percepción, invenf§ ' tó el aparato para compensar la constancia del color ,y descubrió su importancia para la conservación de la ;¡ especie. Asimismo hizo patente la contradicción entre ( las teorías del color de Newton y Goethe presentán_dala como un problema ficticio. Es ta galería del conocimiento por donde avanzó paso a paso nuestro ·saber sobre la luz y sobre nuestra I, percepción de la luz para activar una mediante la otra y viceversa, ejemplifica cabalmente la marcha del investigador naturalista, objetivo que intenta ajustarse al postulado . de Bridgman (página 12). Debo ' hacer constar que este proceder no se parece al del legendario trapispndista (titar de la propia coleta se utiliza aquí para simbolizar el círculo vicioso), sino , al de un . concienzudo caminante que va poníendocon gran apIo;. mo un pie tras otro. ,Entre los pasos de cada píe' se ,origina una relación de activación recíproca que se denomina en las Ciencias Naturales «principio de elucidación ' mutua» (principie of mutual ' elucidation). . .Si dirigimos una vez la mirada hacia . nuestro dispo" sitivo perceptor del mundo y una segunda vez hacia f!
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las coA s que él retrata bien o mal según los casos, 'J y si o1:h enemos ambas veces como resultado, pese a las dderentes direcciones de nuestras miradas, arrojar lu~ I¡ sobre uno y otras, se dará un hecho que sólo podrá ser explicable mediante la aceptación del realismo hi~otético, es decir, la aceptación de que todo , conocirhiento estriba en la acción recíproca entre el' sujeto ' reconocedor y el objeto reconocido y que la ; propor¡tionalidad de ambos es real. Efectivamente, ' sólo ella nos habilita para adjudicar a esa aceptación ; el caráJ~ter de hipótesis, la cual, co·m o es sabido, ad- } .qUirirál¡ legitimidad 's olamente si una investjgación ul- :l terior :c onsigue hacerla ' más probable. Cuando quiera , que uJill pequeño incremento del saber sobre nuestro ;{ disposlbvo perceptor del mundo requiera una nueva [¡ e ínfima corrección de la imagen con ,que él ha repre- ¡t sentado la realidad extrasubjetiva, e inversamente " cua1?do quiera que un pequeño progreso de nuestro saber sobre lo existente de por sí nos ponga en condiciones de formular una nueva crítica acerca de nuestro perceiving apparatus, se acrecentará nuestro dere- l cho a "'dar por cierta nuestra teoría epistemológica, \ cuya naturalidad no se debe confundir con la irige- f¡ nuidad. ,¡ I
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EL IDEALISMO COMO R':MORA DE 'LA 'INVESTIGACIÓN
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Según la ' definición c,o nvencional, el idealismo es esa , doctrina epistemológica en , la que se asevera que ·: el mundo externo no existe independientemente ' de , toda conciencia, sino tan sólo como objeto de la po:: sible experiencia. N o se incluye en este concepto el .' idealismo crítico o trascendental de ImmanueY~ant, ; quien, como es -sabido, admite una realidad existente de por sí allende toda experiencia posible. Nada de cuanto quiero decir aquÍ sobré la acción entorpecedora del idealismo se refiere a Kant. Su tesis sobre lo ab¡ solutamente incognoscible de la' cosa en sí no ha iro",pedido a nadie hasta ahora el reflexionar sobre la : ,relación entre los ' mundos, fenoménico y real. Yo , qui, siera incluso ' 'e xteriorizar esta herética sospecha. El propio Kant, menos consecuente pero mucho más razonable que los neokantiano~, no llegó a dar por cierta en lo profundo de su gran corazón, la inconexión elltre ambos mundos. Si no fuera así, ,¿cómo sería posible que el cielo estrellado sobre su cabeza (perteneciente, exclusivamente, según 'esa, hipótesis, «al concepto de , un mundo .físico», indiferente ante los ' valores) des1, pertara en él una , admiración siempre renovada, tal L 'como la ley moral inherente a él~ , Al hoinbre sin preparación filosófica se le antoja t :completamente absurdo creer que los objetos cotidiai'; nos de nuestro medio ambiente sólo cobran realidad " '~ ! mediante nuestra experimentación. Cualquier persona <;
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1'1 •• ., ~i sana cref(i que los muebles de su dormItOrIo s~gulr~ ::" estando presentes cuando ella se ausente. El lnvestl- '. gador naturalista, conocedor de la evolución, cree fir- > memente; I en la realidad del mundo externo: como , es. natural , nuestro Sol ha brillado durante muchos : eones antes de que hubiera ojos para verlo. Todo cuan- ; to se ocul~a tras nuestra forma conceptual del espacio .' o el axiotna de la conservación que se hace practicable J m~diant~ I! nuestra ~te~oría de la causalid~d,. ~xiste qUIZá des~e la eternIdad sea cual fuere .el SIgnIficado L deeternitlad. El imaginar · que toda esa grandeza y : : tal vez infinidad sólo cobra realidad por _su media. ción, de ~odo que el efímero ser humano pueda ob- . servar aigo de ello, le parece al asociado de la Na- ~ turaleza sólo .abstruso; :sino descaradamente bias- \ femo, por lo' cual ,elcasociado de la Naturaleza» puede '; ser tanto Un campesino como ·un biólogo. . ' 't .A la ~.vista· de estos hechos; resulta sobremanera sor.. '~ prendente .que durante: largos· siglos los hombres más :.: juiciosos, yparticularmerite .todos los grandes filóso-' i: .fos, .capitaneados por Platón, hayan sido unos idea- r listas corivencidos en el sentido estricto que . se de- ;: fineinás amba.. . . [ A . todos: nosotros, especialmente a los alemanes, se i nos ha· inculcado deSde la· niñez, con cada palabra de l nu~stros maestros y nuestros grandes poetas, un cri- ~~ terio platónico "'e idealista tan radical, qúe hoy nos D parece lo natural. . Pero si alguna vez nos asombra- ~. mos seriamente de ellÓ, en el acto nos asalta esta t. pregunta~ ¿Cuáles pueden haber sido las razones que .~ inc;lujeron ' a tantos. hombres empeñados seriamente t~ en la persecución del conocimiento, a invertir la rela- \ ción entre los mundos fenoménico y real? i Yo quisiera hacer aquí una tentativa para desen- }; trañar el orig'e n de semejante paradoja. El descubri- i miento delpropio yo, el comienzo de la reflexión, debe ~ i haber sido un acontecimiento histórico determinativo ~. en los anales del' pensamlento . humano. No en vaDo ' se ha. definido al hombre como a un ser raciocinador. La revelación de que el propio hámbre es un espejO t donde se refleja y se reproduce la realidad causó lógicamente honda repercusión entre las restantes . fun- ¡ ciones del conocimiento humano: todas sin excepción .' ascendieron a un pla~o: sup.erior de la integració~ :." .
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dicha revelación, se hizo posible " la objetivación que, como ya se menciona en la página :1'3, es una premisa de cualquier ciencia. • ,. , Tra1s ese descubrimiento, el ' mayor de cuantos hi: : c~er~ jel hon;bre a 1.6 largo de sU' h~s~oria intelectual, ; :' SlgUIO el mas formIdable y catas trafIco de todos los ,t errores:: la actitud dubitativa ante la realidad del munfl~: do externo. Tal vez fuera precisamente la grandiosi' : dadd~l descubrimjento, el trastorno causado por él, I ~ lo que hiciese duda'r a nuestros antepasados de la evi:~ denci~ ' suprema. Cogito ergo sum (pienso, luego existo). ¡:Ahí sí hay certeza! (1) *. Pero, ¿quién puede ~" saber, quién puede demostrar que el abigarrado mun~ , do ' ante nuestra vista es asimismo realidad? Los sueños pueden ser igualmente abigarrados y ricos en def talles hasta , el punto de aparentar una realidad convincente para el soñante. ¿No será acaso el mundo un simple sueño? '~ ' Unas consideraciones semejantes asaltarían proba, blemente con fuerza al hombre que estaba despertando "entre las penumbras crepusculares de un realismo irreflexivo «animal». És comprensible que quien afron11," tara tales duda~ se desentendiera del mundo externo ~ para concentrar exclusivamente su interés en ese mundo interno' recién descubierto: Así lo hicieron casi todos los filósofos de la Grecia antigua y, por lo tanto, las Ciencias Naturales de aquel tiempo, que habían empezado a germinar con prometedora impetuosidad, s~ agostaron. Si la mirada dirigida hacia dentro atisbaba inmediatamente las verdádes más impenetrables y , mientras tanto la mirada orientada hacia fuera en.; treveía si acaso las leyes de una quimera, ' un mero sueño, ¿quién' desearía ocuparse en la soporífera y la- ' t boriosa investigación de ese mundo externo que parel cía todavía tan poco atractivo en muchos de sus as.. pectos? , A$Í se constituyó una ciencia 'dedicada casi exclu.. : ' sivamente al 'sujeto 'humano, junto con los cánones de sus it:ttuiciories, ,pensamientos y sentimientos. La , ' prim?cÍa conferida a esos procesos, entre los cuales :
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cuen da par~dójica, es decir , se conf undi ó la imag en ~ con la p6ali dad: se érey erpn {eale s las imág enes de : las cosa s Iconc ebid as por nues't ro perc eivin g appa ratus ¡. y,si n emb argo , se catal ogar on las cosa s reale s como ~; somb ras' ': pasa jeras ~ impe rfect as de ideas impe rece- ;¡ deI$ls y ¡perfe ctas. ldea lia sunt realia ante iem; lo ge. ! néric o e~ reali dad. con prefe renc ia sobr e la cosa espe- " cia}. La I ~ddea del perro », satir izad a con tanto ingen io . por Chi.~ stian Morg enste rn, repre senta para los idea- .'. lista s algo exist ente de por sí, Y cons ecue ntem ente le .corre sp0n de una reali dad supe rior a laqu e mere ce . . cual quie t perr o vivie nte o inclu so la .tota lidad de los '. . . . perro s vivie ntes. Yo creo que se debe busc ar la expli cació n de esta ¡ para dójiiba circu nstan cia en . un a;ntr opom orfis mo del ; . proc eso crea dor:. por ejem plo, cuan do un carp inter o .~ hace una mesa , surg e verd ader amen te la idea «mesa» : ante s de que se mate rialic e en una mesa real y, por .': cons iguie nte, es más perfe cta que ésta, pues ' entre ¡ otras cosa s carec e de nudo s que segu rame nte son para el artes ano tan ~«imprevisibles» como un resba lón ac- . ciden tal de la garlo pa. Asim ismo la idea es más du- ~\ rade ra que el mueb le tang ible porq ue mien tras éste .~ . -sea devo rado por la carc oma o sucu mba a la acció n j destr uctiv a de los niño s, aqué lla enco ntrar á una nuev a .l " . ..' mate rializ ación en la comp ostur a: de la mesa vieja o ¡j\~ . , .- la cons trucc ión de una nuev a. . Ahor a bien, el perro , como uria gran may oría de ~ las cosa s exist entes en nUes tro Universo, no debe su f que he- ( . ~ '. prf~encia a ' la plan ifica ción hum ana. La idea . , . ,, ' mos forja do de él en la' men te es una abstr acció n, y [: " noso tros, valié ndon os de nues tros órga nos senso ria- ' '" les y del siste ma nerv ioso, la relac iona mos con los : ' num eros os per~os reale s que hem os 'cono cido por ex- { . : .; ~riericia. Noso tros apen as perc ibim os yaco nsci en- ' ,/ .. tem:e!)te la incre íble para doja cons isten te ' en tene r' es :; : ~:' _:j» )?~:ei 'elem ento real un.a· iptag en de aq~ello que ", ,,,._., r~álm.ente su . imag en. É.ntre todo s los pueb los .. de es . '~¡0,': .,($t~ •.:Tierr .a,. noso tros,. los ..ale1D:an~s, somo s quien ,:.}::,';: ;.' más" nos hem os deja do influ ir ' por ',e l lrl:ealismo plató se' atr~ . ~':>:,: nico ,~ ·T odo lo tran~itorio es tan sólo un símil , as, 'y nadi e ' (: :>..>viq,:a clecir el más emin ente qe nues tros poet , ,.' . ti ' . . ::~> . , le:C~D,tr~dijo (2). fr'· · .. Hoy 'día aún no se ha supe rado defin.. itivame.nté:.' ~l. ·,,'~;:·t 4:: . ."
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' imp¿dimento opuesto. a todo esfuerzo intelectual humano, resultante de la- confianza en la experiencia iriI trínseca y al recelo ante todo lo externo. Hasta fechas 1 muy reCientes ' todos los filósofos relevantes fueron ~" ideaIístas. La moderna investigación nació con Gali' I~,' leo : ~in recibir ninguna ayuda sustancial de la Filosofíá, desligada de los nuevos gérmenes y sin tener siquiera corno fundamento una revivificación de la - fenecida investigación naturalista antigua. No le in- , ~ teresó lo que habían sacado a luz las ciencias filosó,~~, , fkas, y éstas, por su parte, desestimaron ostensible" mente la nueva ciencia natural. Con ellos se consumó la disociación de las «Facultades». . , C~ando tiene lugar una disociación cultural '--:dice C. P. Snow en su libro The two cultu res-, todas las fuer.zas soéiales se aúnan no para hacerla menos rígida, sino más todavía. (Once a cultural divide gets '~ , established, ,all the social torces operate to make it not less rigid, but more so.) Una de esas fuerzas 'sociales es el menosprecio recÍpr9co. Por ejemplo, mi colega de Konigsberg, el neokantiano Kurt Leider, definió categóricamente todas D, las ciencias naturales como el cenit de la necedad dog~ mática, mientras que mi maestro, Oscar Heinroth, catalogaba toda la filosofía como un func.ionamiento patológico en el vacío de las aptitudes c011-feridas al hombre para conocer la Naturaleza. Incluso aquellos filósofos e investigadores natura"listas que no piensan tan mal unos de otros y tal vez lleguen al extremo de respetarse mutuamente, no ' peran recibir de la' facultad opuesta ninguna plus vaJ lía intelectual aproveéhable para su propio ' trabajo. 1 Por consiguiente, no se creen obligados siquiera a do'; ,cumentarse permanentemente sobre 'lo que ocurre en la otra facultad. ', , Así se alzó un muro divisorio ' que frenó el progre.. so del , conocimiento , humano, 'precisamente eh -la' ,dif rección más necesaria" es decir, la ' señaládá '~'-pór, Bridgman alreclatnar ' una investigación objeÜvª ~ de i'" la acción recíprocá ' entre sujeto reconocedory~l objeto del reconocimiento. ASÍ, pues,. las relacionés ~á \!L~' turales entre, el hombre y; el mundo ,donde éste ",Yiv.e, :H 'np .,interesaron a nadie y permanecieron inexploradas ~;f ,dtirarite ' largo tiempo. ' " ,'
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La Psicología tuvo una página gloriosa en su his- ~! Jria, pues "me ella partieron las primeras tentativas ~. ,ara derrib~t el pernicioso muro interpuesto entre las :!, iencias na~thrales y las filosóficas. Ahí se distinguie- :r on los · psid~logos experimentales que exploraron ese ~ amino, .aunque infortunadamente con escasos medios ~ '?r .falta d~ 1 conócimientos ~uficientes sobre ~l evolu,ionlsmo. En el campo estnctamente naturahsta, fue Ilax Planckl ! quien figuró entre 'los primeros que se .~ Lventuraron a abrir brecha desde la más básica de as ciencias:¡¡naturales, la Física) hacia la más básica ;' le todas l~, ~ disciplinas filosóficas, la Epistemología. :~ ~l estaba j a totalmente familiadzado con el ideario ;; cantiano ·cUando promovió una acción revolucionaria,. : t saber, el :tratar la categoría de la causalidad -que, ; ;egún opina el idealismo trascendental, es apriorísti- · ? :a y necesaria para el raciocinio- como una hipótesis !i :oncebida por el hombre. Allá donde éste no -consi- fl ~uiera clasificar los hechos comprobados ~xperimen- ~1 :almente, él. ,la descartaba para sustituirla con el cál- ;¡ :ulo de prQbabilidades. Es muy posible que sin sus ! profundos conocimientos kantianos no habría logra- ~ jo abrir esa brecha que en el campo epistemológico es , t,a n subversiva por lo , menos cqmo en el físico. Las consecuencias epistemológicas que extrajera Max Planck, corresponden exactamente, según sus propias ¡l declaraciones, a los conceptos de realismo hipotético "¡; representados aquí y sustentados por otros muchos :, grandes físieos entre 'los que se incluye, como ya he~ )i mo~ -dicho, Brtdgman. ' .~ ,. ,Últimamente ' algunos pensadores parecen haber perforado el inmenso muro en la dirección inversa, es decir, desde la Filosofía hacia la investigación naturalista~ También hoy día hay f,ilósofos «,auténtiCos» que ' entienden el concepto «objetivar» tal como los inyestigadores naturalistas, y analizaron a los seres humanos desde el mismo ángulo visual que éstos. " i, Entre ellos figura Karl Popper con sus dos obras The t Logic ofScientif~c Discovery y Objective Knowledge ; , .Y, también quiero citar a Donald Campbell y' su libro ~ ~volutiont¿lry Epist'emology, y :a Walter Robert Corti ~; cuy~, 'a portación es la 'Genetische Philosophie. ' Yó mismo he comprendido en , las postrimerías de " mi vida que s,e puede y se debe investigar la, cultura ~·i
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Ir" el e~píritu humanos mediante. la metodología y el ; ;')lanteah"liento de 'las ciencias naturales. La exclusión 'e tod~ elemento cultural en mi área de intereses '. ebe Üi terpretarse cúal una actitud respetuosa ante 'a tra~ifcional separación entre facultades, pues en mi 'u ventwd me interesaron sierripre otros aspectos de o espiritual. Así pues, como ya he dicho,' , reconocí :. n feclias tempran'as la necesidad de la «teoría episi' emolqgica cOIÍlomecanismo informativo», máxime 'uandq ; en los procedimientos investigadores es más ' lecesal;io todavía conocer las limitaciones del propio :l ispositivo perceptor que en otras ranlas de la BiolOgía. , , Por consiguiente, aun cuando yo haya adoptado relexivaihente' en ' fechas tempranas una orientación pistemológica, y aun . cuando ' haya percibido que el 'lombre también tiene normas ingénitas de compor':amientoaccesibles a los planteamientos y la meto:;ólogía de la investigación naturalista, mi espíritu , alizador vaciló ante esas propiedades.' y capacidaes específicamente humanas que se funden en el lano cultural. Finalmente fue el médico dentro de mí quien se . :ebeló contra esa coartación (3). El . desmoronamien-' b progresivo ,de nuestra cultura tiene una naturaleza "lltológica tan evidente, presenta con tanta claridad os síntomas inherentes a una enfermedad de la men"e humana, que se .hace ineludible, categóricamente, 'a exploración de cultura 'Y espíritu meciiante los mé.odos de la ciencia médica. Todo experimento para '. establecer la función de un sistema 'general entregaidó al desorden, tiene como premisa el examen de su ; uncionamiento estructural. La ' esperanza de reorga~ ln izar el sistema sin una comprensión causal tanto de (s us funciones normales como de' sus trastornos, es ¡ínfima. No obstante, según se ha dicho anteriormen:te, la ,perturbación suele indicarnos el camino' para ¡comprender la causalidad de la función normal, sana~ ; , La mayor parte pe los trastornos y perturbaciones ;mentales que ponen en entredicho la permanencia de ¡nuestra: civilización, se relacionan con el comporta,miento ético -y ,moral del ser humano. Para encon- · lt;d:tr los antídotos apropiados necesitamos examinar, el plano naturalista las causas de esas manifesta-
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ciones patológicas, lo cual requiere la ruptura muro entre las cienCias naturales y filosóficas en lu~t donde ambos campos se resisten denodadamen: te: 'Como es sabido, los científicos naturalistas " la f0rmulación de juicios críticos, mientras que el q:t ro campo los filósofos se dejan influir -respe a t0das las 'cuestiones ' de orden filosófico-por , criterio idealizador de todo lo explicable mediante cursos naturalistas adquiere ipso facto un . valor . . . U.'~. ferep:te, ASÍ, ambos campos consolidan el mU~9 justamente allí donde más urge derribarlo. la ~*cción filosófica se conceptúa como u:q.a , " mía ¡proclamar esta verdad elemental: el hombre, semejanza de los demás seres, ha adquirido por antt0pogénica unas modalidade,s de comportamien establecidas hereditariamente. En el lado opuesto tropieza con la incomprensión y el desprecio disimulado de muchos científicos naturalistas uno inicia su investigación, corno lo requiere el lisis del compo~tamíento,coil observaciones y des cion~s . en vez de limitarse a la definición na:! y la metodología experimental que son lo «exacto» y '«científico» según el criterio en boga. ninguno de esos pensadores se le ocurre que JV'~~u~~'~;ilI! hes ·Kepler e Isaac Newton descubrieron las leyes T'~r."' ... toras del firmamento sobre nuestras cabezas sin , cer experimentos, fundándose en la observación y descripción. Todavía se les pasa menos por el p saniiento que esos métodos tan modestos podrían velar quizás otra ley que, aun siendo menos acceSI c:t l experimento que la de la gravitación, en naso mismos, impera sobre nuestra conducta ética y Así, pues, la senda hacia el conocimiento de sí mism sigue obstruida sólidamente para. el hombre. Y pocos, demasiado pocos, se afanan por salvar el táculo_ 'Sin duda su número crece paulatinamente como su voluntarioso quehacer, con la convicción que bienestar de la Humanidad depende de su ~L.~''''_l to.. Aunque la verdad triunfará incuestiona ~n última inst.ancia¡ .parece lícito hacerse esta inq tante pregunta:. ¿Lo hará a tiempo? oHoy día el realista aún mira hacia fuera sin p b~r 'consc~entemente que 'es un -espejo. Hoy el .L',.............L.I.~,-.a"" ta sig~e mirando' ÚIlÍcamente en el espejo y vuelve J.\..
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ald;a al mundo externo !'reaJ. Las visuales de'los dos i~~ideI{ ver que el espejo tiene un reverso sin re'. flexivldad, una cara que lo alinea con las cosas reales reflejadas por él. Verdaderamente, el mecanismo fi'. siológ~fo cuya ~al?acidad reside en el :e~onocimi~nto , del m J!lndo autentIco, no es ' menos autentIco que este . ..El pr~sente libro está dedicado al reverso del espejo. 'i! ' .
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