Po P o e s í a s asiáticas puestas en verso castellano por el
C on d e d e No roña roña Edición de S a
n t i a g o
Fo r t u n o
p o está H i p e r ió n
(raspar María de Navas y Alvarez de las Asturias, Conde de Noroña, nació en Castellón Castelló n de la la Plana Plana en 1760 1760 y murió en Madrid Madr id en 1815 Siguió la la carrera militar y combatió en diversas guerras, alcanzando el grado de Teniente Tenie nte Gene Ge nera rall
También Tambi én rep re p re se n tó a España c o m o M inist in istro ro p le n ip o -
ten ciar io en en la la C or te de San Peter sbu rgo
Fue Fue tam bién m iem br o de la la
Real Academia y figura en su Catálogo de autoridad es Escri Es cribi bió ó obras ob ras de de teatro, numerosas Poesías (recopiladas en dos volúmenes en Madrid en 1799) y un largo poema, la O m n i í a d a , p u b lica d o tras tras su su mu erte (Mad (M adrid, rid, 1816 1816,, 2 vols ), en que q ue glosaba la seces sec esión ión de la rama española de los omeyas omey as fren te a su tro nc o de Damasco Dam asco Pe ro tal tal vez ve z lo más más destacado tic su labor poética sean estas Poesías Poesías asiáticas puestas puestas en verso cas- tellano, tellano, publicadas también postumamente (París, Didot, 1833). que representan un hito en el orientalismo literario español y cuya influencia puede rastr rastrear earse se y verificarse en autores y traductores tan notables notables com o Juan Juan Valera, E m ilio ili o Garcí G arcía a G ó m e z o F ed eric er ico o García Gar cía Lorca, Lor ca, entr en tre e otros. otros . El p ro fes or San tiago Fortu no, de la la U nive rsida d Jaumc Jaumc I de Castellón, autor de la presente edición, ha publicado con anterioridad una Antología po ética ética del del Co nde de N oroña (Mad rid, Cátedra Cátedra,, 1997 1997))
Ediciones Hiperión
POESIAS ASIÁTICAS puestas en verso castellano por el
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EDICIÓN DE SANTIAGO FORTUÑO
( D Hiperión
po p o e s ía H i p e r i ó n , 4 6 2 CONDE DE NOROÑ A P O E S ÍA ÍA S A S IÁ T I C A S
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poesía Hiperión Colección dirigida por Jesús Munárriz Diseño gráfico: Equipo 109 Cubierta: Dibujo de Eugène Delacroix (1832)
Esta obra ha sido publicada con la ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
O Copyright Santiago Fortuño, 2003 Derechos de edición reservados: EDICIONES HIPERIÓN S.L. Calle de Salustiano Olózaga, 14 · 28001 Madrid · Tfno.: 91 577 60 15 http://www.hiperion.com · c-mail:
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IMPRESO EN ESPAÑA · UNIÓN EUROPEA
LAS POESÍAS ASIÁTICAS D EL EL C O N D E D E N O R O Ñ A
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XVIII
E l sigl sigloo X V II m arc a el el com ienzo de los estudios estudios orientalis orientalistas tas en Europa. “Es sabido cómo el siglo XVII señaló en toda Europa el resurgir de los estudios orientalistas en general y de los los arábigos arábig os en pa rtic u lar” lar ” Existen testimo testimonios nios de la afición afición de algunos personajes occidentales por el conocimiento del exótic exóticoo O riente. En 16 1686 86,, el el joy ero C ha rdin pub lica su su Jou Jo u rna rn a l du Voyage Voyage du chevalier Chard Chardin in en Perse en el que presenta el carácter de diferencia y de otredad de lo oriental 2. El Conde de N o r o ñ a r e c o g ió e n sus Poesías asiáticas el estudio de este viajero Arabism o e Ilustración, Anejos del Boces XVIII3, 'José L. Soto Pérez, Arabismo Universidad de OviedoCátedra de Feijoo, 1985, p. 15. 2 “Est “E stee joy ero [ .. .] , que qu e se s e fue fue a Persia Pers ia para vender all allí su su s rel reloj ojes es,, su sus pulpulseras, sus collares y sus anillos[...] Conocía Ispahán mejor que París, y sobre todo, lo prefería. De modo que, al leerlo, el más limitado de los lectores hubo de comprender que había allí, muy lejos, en Asia, seres humanos que no eran inferiores a él en manera alguna, y cuya vida, sin embargo, difería crisis de la conc concien iencia cia euro europe peaa pr p r o f u n d a m e n t e d e la s u y a .” , P a u l H a z a r d , La crisis (16801715), Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 28.
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francés sobre las las lenguas árab e, pe persa rsa y turca tu rca 3. V einte años antes, sir Paul Rycaut, secretario inglés de embajada, había pu p u b lic li c a d o sus e x p e r ien ie n c ias ia s v iaje ia jerr a s a T u r q u í a , p a ís al q u e t a m bi b i é n lleg ll egóó G io v a n n i P a o lo M a r a ñ a , g e n o v é s , q u i e n , d e viaj vi ajee p o r E g ipto ip to,, s e ñ a ló sus c o s tum tu m b r e s y c u a lid li d a d e s espe es pecí cífi fica cas. s. Como señala el profesor Antonio Gallego Morell “el Oriente, a partir del siglo XVIII, deja de ser para los hombres europeos un peligro, e incluso una realidad, para convertirse en una nostalgia” 4, que con constituirá stituirá u n a característica característica rom án tica en el siglo siguiente. “Expansión, confrontación histórica, simpatía y clasificación” son, a decir de Edward W. Said, los cuatro elem entos que definen el el oriental orientalismo ismo del si siglo glo X V I I I 5. O riente se abre a los países no islámicos, lo que comporta un mayor conocimiento de lo extraño y exótico, captado en sintonía con los sentimientos y que posibilita conocer la idiosincrasia de sus pu p u e b los lo s in t e g r a n te s . E n ese á m b ito it o de a c e r c a m i e n t o y c u r ios io s idad situamos la traducción de las Poesías asiáticas del Conde de N o r o ñ a . “T h e w o r k c o n t a in s n o t o n ly t r a n s la t i o n s f r o m A r a b i c po p o e t r y ( inc in c lud lu d ing in g S p a n ish is h A rab ra b s) b u t also al so f r o m P e r s ian ia n a n d Turkish, and in them the Count of Noroña sees a passion and a fire that presage the Romantic Age” 6. Alberto Lista y Aragon (17751848), sevillano, en su artículo “Carácter de la poesía oriental” se preguntaba por qué el entendimiento humano es tan activo y emprendedor en Europa frente al carácter estacionario, contemplativo de los 3Poesías asiáticas, París, Im pre nta de Ju lio D idot M ayor, 18 1833 33,, pp. 2934. 2934. En nuestra edición, véase la Adición II, p. 81 D iezz ensayo ensayoss sobr sobree 4 “El orientali orientalism sm o literari literarioo en el el R om anticism o” , Die Literatura Española, Madrid, Revista de Occidente, 1973, p. 29. 5 Orientalismo, M ad rid , L ibertarias, 199 1990, 0, pp. 149153. 149153. Isl am and. the the arabs arabs in Spanish Spanis h Scholars Scholarschip chipss (Sixteenth (Sixteenth cen cen 6Jam es T. M onro e, Islam tury to the present), Leide L eide n, E. J . Brill, Brill, 1970, p. 61 y 62.
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pu p u e b lo s asiá as iáti ticc o s. T r a s a t r i b u i r l o , e n u n p r i m e r m o m e n t o , a la diferencia de climas de ambos continentes, continúa “o bi b i e n a l a a f ició ic iónn d e los lo s a s iáti iá ticc o s al r e p o s o , a l a m e d i t a c i ó n vaga y poética y a los placeres de la imaginación; cosas a que efectivamente ha debido convidarlos su territorio fértil, hermoso y al mismo tiempo sometido a un sol espléndido y ard ar d ien ie n te” 7. 7. En 1708, Simon Ockley negará la secular creencia de la superioridad del Occiden te respecto respecto al al O rie n te 8. Las tradu cciones del Corán p o r G eorge Sale, Sale, en Ing laterra, en 17 34 9, y la, parcial, francesa de las M i l y una noch noches es (17041717) por Antoine Galland (16461715) influirán, y no poco, en la litera tu ra o cc ide id e n tal1 ta l100. M en enció ciónn especial m erece esta e sta versión francesa de Galland (1704 1717) al popularizarla y poder mostrar a los escritores árabes que dicha colección de cuentos orientales había llegado a ser una obra cumbre literaria en Occidente. Estos relatos se ofrecieron, además, al público con dibujos y aparato gráfico orientales que favorecieron, aún más, su aproximación al ambiente asiático. Voltaire escribe, en 1741, Mah M ahoo m a o el fan fa n a tism ti sm o y los cuentos Za Z a dig di g o el destin destinoo en 1747. Destacados profesores e intelectuales europeos sienten curiosidad por la lengua y civilización árabes y se aplican a su conocimiento: M. d'Herbelot, el citado M. Galland, Mr. Pococke, profesor de la Universidad de Oxford, M. Reland, especialista en Utrecht y Mr. Ockley de ''Ensayo ''En sayoss literar literarios ios y crític críticos os,, II, Sevilla, CalvoRubio y Comp. 1844, p. 27. L a crisis crisis de la conc concie ienc ncia ia euro europe pea, a, Madrid, Alianza 8Cito por Paul Hazard, La Universidad, 1988, p. 27. Ara bistass españ españole oless del siglo siglo X I X , Madrid, 9Manuela Manzanares de Cirre, Arabista Instituto Hispano Arabe de Cultura, 1971, p. 36. árabe, Barcelona, Labor, 1968, p. 158. l0Ju a n V erne t, Literatura árabe II
la U niversidad niversidad de Cam bridge... bridge... 11 T am bié n el polaco Ja n Potocki (17611815) viaja por Oriente y presenta, sin éxito, un pl p l a n d e c o lon lo n i z a c i ó n d e A sia si a al z a r A le j a n d r o I. S u Man M anus uscñ cñto to encontrado en Zaragoza (1805) recoge imaginación y fantasía del cuento oriental. El Conde de Noroña cita, asimismo, en los estudios que acompañan a sus traducciones, el viaje de W illiam illiam Frank Fra nkclin clin a Siraz 12 y, en varias ocasiones, las opinioopin iones de Rewiski en su Mue M uestr straa de la poesía persa pers a . 13 Con la llegada de Napoleón a Egipto en 1797, “los árabes entran por primera vez en contacto masivo con la civilización europea” H. Las informaciones de algunos historiadores jesuítas franceses sobre China y sus escenas derivan en manifestaciones artísticas. “La diferencia entre las representaciones de Oriente que se hacía antes del último tercio del siglo XVIII y las posteriores a esta época (esto es, las que pertenecen a lo que llamo orientalismo moderno) estriba en que, en el último pe p e r io d o , el h o r i z o n t e d e las la s r e p r e s e n t a c i o n e s se a m p lió li ó m u c h o más. Es cierto cierto q ue, después de W illiam illiam Jo n es y de Anquetil Anque til Duperron, y tras la expedición de Napoleón a Egipto, Europa llegó a conocer Oriente de una manera más científica, a vivir en él con una autoridad y una disciplina que nunca había tenido antes [...] Del mismo modo, William Beckford, Byron, Goethe y Víctor Hugo reestructuraron Oriente por medio de 11“V iajar no fue todavía busca r imágenes d eslum brado ras, pas ear bajo cielos diversos una sensibilidad ávida de aprehender sus propias alteraciones. Fue, al menos, comparar las costumbres, los principios, las filosofías, las religiones, llegar al sentido de lo relativo, oponer, dudar. [...] Leer los relatos de viajes fue evadirse; fue pasar de la estabilidad de espíritu al movimiento”, P. Hazard, o. c., p.35. 12Poesías asiáticas, p.230 "Ibidem, pp. 229, 238, 241, 270. I4J . V er ne t, o. c., p. 167. 12
su arte y lograron que sus colores, sus luces y sus gentes fueran visibles a través de las imágenes, los ritmos y los motivos que ellos los utilizaron utilizaron p a ra describirl describirlos. os.”” 15 Ed w ard W. Lan e ayudó a difundir por Europa la diversidad egipcia en su tra ba b a j o d e r e c o p i l a c i ó n d e d a t o s y v ive iv e n c ias ia s e n A n account account o f maners and customs customs o f the the modem egyptian egyptianss ( 1 8 3 6 ) . 16 16
En la primera parte del siglo XIX continúa aún más, si cabe, esta recreación artística de lo oriental. John Nash, inspirado en la exótica India, reconstruye entre 1 8 1 8 y 1821 el Pabellón Real de Brighton, en Inglaterra. Goethe publica, en Di vánn occidental-oúental. L a Caravanier de Adrien de 1 8 1 9 , su Divá Sarrasin data de 1 8 1 1 17. Victor Hugo ( 1 8 0 2 - 1 8 8 5 ) escribe sus Orientales, obra que aparecerá en 1 8 2 9 y lord Byron ( 1 7 8 8 L a novia novia de A bydo by doss 1824) da a conocer Childe Harold (1812) y La (1813). E n 1 8 3 2 , Ferdinand Delacroix visita por vez primera Sevilla e impregnará sus cuadros de viveza oriental. Gustave Flaubert, en el orientalismo de sus novelas, contrapone “el escapismo de la fantasía sexual” y el colorido brillante a la gri sura del paisaje paisaje provinc iano francés francés.. 18 W ashing ton Irving, Irving, diplomático en España ( 1 8 2 6 - 2 9 ) , escribe los Cuentos de la Alha Al ham m bra br a y publica su Vida de Mahoma e n 1 8 5 0 . En España, en la mitad del siglo XVIII, se da el impulso y la aproximación a estas culturas asiáticas, propiciados por una serie de causas de índole filológica, cultural y política... 15E. W . S aid , o. c., pp. 4243. 16Sa 6S a id , o. c., p. 197 y ss. 17Do s v olúm enes . realism ismoo francés. Stendh Stendhal, al, Balzac, Flaube Flaubert, rt, /ζ ΐα , Prous Proust,t, 18H a rry Levin, E l real Barcelona, Laia, 1963, p. 334. “Con el tiempo, “la sexualidad oriental” se convirtió en una mercancía tan normalizada como cualquier otra en la cultura de masas, con el resultado de que los lectores y escritores podían obtenerla si lo deseaban sin necesidad de ir a Oriente”, Said, o. c., p. 232.
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Ayudó a este orientalismo la creación de cátedras, la apertura de centros, en donde se impartían clases de árabe y se traducían textos orientales, y la llegada de maronitas del Líbano y Siria, como el padre Farhat, que trajo a España manuscritos de Oriente Orie nte,, y Ju an Am on de San Ju an , que procedente de Alepo, llegó a ser escribiente de lenguas orientales de la Real Biblioteca Bibliotec a de M a d rid 19. Francisco Fran cisco Pérez Pé rez Bayer, Bay er, ca nó nigo nig o y pe p e r s o n a d e c o n f ia n z a d e C a r los lo s I I I , o c u p ó en V a le n c i a la c á t e d ra de Lengu L enguas as O rien tale s (174 5)20 5)20. M iguel igu el Casiri C asiri (17101791) estuvo al frente de la Real Biblioteca del Escorial desde 1748. Este sacerdote siromaronita, autor de la Biblioteca Arabic Ara bicoo His H ispa pana na Escuñ Es cuñale alens nsis is y traductor, entre otras obras, al latín del cuarto códice en árabe de la Colección Canónica Hispana, había sido formado al amparo del Vaticano que fomentaba, a la sazón, este tipo de estudios con una finalidad misionera. El Conde de Noroña en su Advertencia inicial a las Poesías asiáti cas cas ya se refiere a estos “poetas del Oriente, en quienes todo es calor y entusiasmo, y entre los cuales suenan con honor algunos Hispanos cuyas obras yacen sepultadas en el Escurial (sic)”. Entre los discípulos de Casiri, destaca el franciscano granad ino José B anq ueri quien en 17 1783 83,, al ingresar en la Real Academia de la Historia, pronuncia su Oración gratulatoña consistente en una defensa de la lengua árabe “la gran llave maestra que puede abrir la la pue rta que nos conduce a aquel jard ín o huerto casi cerrado, pero lleno de sazonados frutos útiles, de Ara bistass españ españole oless del siglo siglo X I X , Madrid, 19M anu ela M an zan are s de C irre, Arabista Instituto Hispano Arabe de Cultura, 1971, pp. 36 39. 20G loria M ora, "L iteratura anticuaría", en His H isto toña ña literaria literaria de Españ Es pañaa en el siglo XVIII, edic. de F. Aguilar Piñal, Madrid, Trotta. CSIC, 1996, pp. 904 905.
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am en ida d, de en encan cantos tos deliciosos deliciosos”” 21. El toled to ledan anoo C án ándid did o María Trigueros (17361798), autor de la Oración para estimular al estudio de la lengua hebrea (1773), acompañará al granadino Banqueri en la comisión de Antigüedades de esta Institución. Entre sus estudios epigráficos destaca la Explicación de una ins cripción hebrea que está en la puerta que llaman de la Campanilla en la Santa Patriarcal Iglesia de Sevilla 22.
En los Reales Estudios de San Isidro de Madrid se creará en 1770 la Cátedra de Arabe, con escasos resultados, lo que también se llevará a cabo en El Escorial, en 1786, por medio de los monjes jerónimos, gracias a las gestiones del ministro de Carlos III, el conde de Campomanes, “la eminencia gris”, discípulo de Casiri, quien también participó de esta manera en la consolidación del arabismo en España. Ambos tradujeron del árabe al castellano (1751) dos capítulos del Tratado de Agricultura del sevill sevillano ano Abu A bu Z ac ha ria E b n el A w w am 23. El franciscano P. Francisco Cañes, en 1787, publicó el Diccionario EspaTiol-LatinoEspaTiol-Lat ino Arábigo (1787), siendo, a su vez, el autor de la Gramática arábigo-
21 Cito p o r Jo sé Luis So to, o. c., p. 114. Este discurso constituye una defensa de la utilidad del árabe para conocer la lengua castellana, historia civi civill y liter ar ia y pe rson ajes ilustres, ibid., pp. 115120. Adviértase la resonancia de la obra de Pedro Soto de Rojas Paraíso cenado para muchos, jardines abiertos para pocos (1652). 22 Le ída en la Real A cad em ia Sevillana Sevillana de Buen as Le tras en 177 1772, 2, F. Aguilar Piñal, Un escritor ilustrado: Cándido María Trigueros, Madrid, CSIC, L a producció producciónn nove noveles lesca ca de don don Cándido Cándido 1987. También en Thomas Tchinda, La Mar M aría ía Triguero Trigueross (1 7 3 6 - 1 7 9 8 ) , tesis doctoral defendida en la Universidad de Zaragoza, 2002, p. 3536 y 7576, (inédita). 2îJosé L. Soto, o. c., p. 17. C ab rá el ho no r de la traduc ción e impresión de este este T ra ta d o al discípulo discípulo pred ilecto de C asiri, asiri, Fr. Jos é B anq ueri, en 18 1802 02,, ibid., p. 145. Asimismo, éste tradujo la Historia Histo ria Natu Na tura rall del árabe malagueño Ben Beitar, ibid., p. 128.
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español españolaa vulgar vulgar y literal, literal, con con un diccionaúo arábico-español arábico-español (1775) 24. Otro franciscano, Tomás Obicini, fue el autor de Thesaurus lin guae arabicae. Entre los profesores de árabe en el Real
Monasterio de San Lorenzo del Escorial destaca el jerónimo Patricio Patricio Jos é de la To rre , bibliotecario y catedrático de la lengua arábiga, quien, tras una estancia en Tánger, pensionado po p o r J o v e l lan la n o s , u l tim ti m ó e n 18 1805 05 l a rev re v isió is iónn d el Vocabulario caste llano arábigo de fray Pedro de Alcalá. Otros aspectos del mundo árabe también acapararon la atención del turolense Andrés Piquer y Arrufat (17111772) en su Discurso sobr sobree la medicina de los árabes árabes y de Mariano Pizzi en sus obras, la Gramática de la lengua arábiga erudita en metro castella no, el Diccionario de partícu par tículas las latino-hispano-arábig latino-his pano-arábigas as y Conocimiento de la paleografia de los árabes árabes antigua y modern moderna. a. El diplomático Ignacio Jo rd á n de Asso Asso y del Río escri escribió bió,, en 17 1782 82,, Bibliotheca Bibliothec a arabico-aragonensis 25. Este estudio del árabe, con el que los franciscanos promovían el apostolado de infieles, se entronca, en sus orígenes, con la tradición hispánica española del siglo XVI, tendente a conocer y esclarecer la evolución de la lengua castellana. Por otra pa p a r t e , e r a p a t r o c i n a d a p o r los lo s m o n a r c a s B o r b o n e s , q u ien ie n e s favorecían, de este modo, las raíces nacionalistas de la Iglesia española frente a la presión centraliza ce ntraliza do ra ro m a n a 26· E ntre los los jesuítas sobresalieron sobresalieron el p ad re Ju a n And rés con su trabajo De D e l orig rigen, prog progre reso so y estado estado actua ac tuall de la literatura y Cartas sobre la música de los árabes y el padre Esteban de Arteaga, otro m iemb ro de la la C om pa ñía de Jesús, quien, tras su su expulsi expulsión ón de Ib n A l-B l- B a ytar yt ar y et arabismo arabismo español español del del 24J . L. Ca rrillo y M .a Paz T or re s, Ibn X V I I I , Ayuntamiento de Benalmádena, 1982, pp. 2136. 25M . M an za na res , o. c., p. 38. 26J. L. Soto, o. c., p. 16. 16
España en 1767 por Carlos III, se trasladó a Bolonia y escri bi b i ó De D e la influenc infl uencia ia de los árabes sobre sobre el orig origen en de la poesía poe sía moder na (1791) así como otros trabajos sobre la música árabe. Otros eclesiásticos que contribuyeron al conocimiento y difusión del orientalismo fueron el padre Marcos Dobelio, que traduce a AbulFeda y el padre Manuel Lassala con su obra Fabulae Lokmani sapientis ex arabico sermone latinis versibus interpretata. El orientalismo de la época se manifiesta, asimismo, en la publicación de obras en las que, por medio del tema del viaje, q ue p a r a los ilustrado ilustra doss eq equiva uivale le a instru ins trucc cción ión 27, se acercan a Europa personajes y sus costumbres orientales: las Cartas persas (1721) de Montesquieu, las Lettres d ’une turque à Pans (1731) atribuidas a Poullain de SaintFoix, las Cartas (1774) 4) de Jo sé C ada lso, o se se estu dian aspectos culmarruecas (177 turales como el Discurs (1773) Dis cursoo sobre sobre la poesía poes ía de los orienta orie ntales les 28 (1773) de W illi illiam am Jon es, que el conde de N oro ñ a incluy incluye, e, como pó p ó r t i c o , a su t r a d u c c i ó n d e las la s Poesías asiáticas “thus being an early attempt to familiarize the Spanish public with Arabic po p o e t r y a n d p o e t i c s ” 29, l a t r a d u c c i ó n d e l a Descripción de E spañ sp añaa (1799 (17991800 1800)) de X erif Aledris Aledris,, cono cido p o r el N ub iense, 57 “V iaj ar e instruirse: instruirse: tal fue el afá n de los los ho m bre s del siglo siglo X V III, II I, un afán que muchos de ellos tuvieron la dicha de convertir en realidad. [...] Fueron muchos los españoles que pasaron los Pirineos o los mares, [...] los otros otros pa ra observar y ado ptar costumbres y m odos de p ensar nuevos”, nuevos”, J. L a España Españ a ilustra ilustrada da de la segun segunda da mitad del sigl sigloo X V I I I , México, FGE, Sarrailh, La 1957, p. 373. 28R. B enítez, e n “ Las R im as co m o orien tales” , Bécque Bécquer. r. Or Orig igen en y esté estétic ticaa de la Modernidad, Congreso de Literatura Española Contemporánea, Málaga, 1996,, p. 184 1996 184,, afirma: “Jo “Jo ne s es el p rim er euro pe o que estud ia la literatu ra árabe y persa y es un temprano difusor de los libros sagrados de la India.” 29Ja m es T . M on roe, o. c., p. 62.
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realizad a p or José A ntonio C ond e (17651 820)30 820)30y num erosas traducciones de poem as á ra b es .31 El tema oriental se manifiesta en otros poetas españoles dell si de siglo glo X V III, com o V icente G arcía de la H u e rta (17 34 34 1787) en Los (1772) o Jo sé Iglesias de Lo s bere berebe bere res. s. Egloga africana afric ana (1772) la Casa (17481791) en algunos de sus romances, como el que se inicia con el verso “En el anchuroso lago”. El caso de Alí Bey (cuyo verdadero nombre es Domingo Badía y Leblich) resulta curioso. Fue un aventurero barcelonés, que recorrió, con la ayuda de Godoy, el norte de Africa, disfrazado de musulmán, fingiendo ser príncipe abasí. Su obra Viajes, en francés (1814), se tradujo al castellano en 1836. En la primera parte del siglo XIX, se anima esta corriente o riental riental po r José An tonio C ond e al trad trad uc ir text textos os del griegriego, del árabe ( Ha H a d ith it h de la doncella Arcoya Arc oyana, na, K alil al ilaa y D imna im na)) y de la lengua persa ( His H isto tori riaa de K usta us tapp o Kustáse Kus tásebb Padi Pa dixa xa de He Helty lty)) así como fragmentos de un tratado de la poesía de los ára bes b es y p e r s a s . R e d a c t a , a s i m i s m o , e n 18 1800 5 , su o p ú s c u l o , c e n surado, Mem M emor oria ia sobre monedas arábigas arábig as de E s p a ñ a . 32 Llegan a Europa la colección de cuentos indios, persas, islámicos y L a s m il y una noches noches, en traducción francesa de egipcios La Antoine Galland, en 17041717 y las versiones de Los Lo s m il y ió n en un cuarto de de horas. Cuentos Cuent os tártaros en 1802 33. L a pu b lic ac ión la Imprenta Real de Madrid de la Ommíada del Conde de N o r o ñ a d a t a d e 1 81 816. 6. E n 1 8 2 0 , J o s é A. C o n d e e s c rib ri b ió 30 Obras cúmplelas de Menéndez Pelayo. Biblioteca de traductores españoles, I, pp. 362371. Biblioteca de tradu traducto ctores res espa españo ñole les, s, I, Obras Obras comple completas tas de Menénd Men éndez ez Pelayo, Pelayo, 31 Biblioteca Madrid, CSIC, 195253. Del Conde de Noroña se ocupa en el tomo III, pp. 411419. Biblioteca de tradu traducto ctores res españo españoles les, I, o. c., p. 369. 32 Biblioteca 33 2.a ó 3.a edic.
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His H isto toññ a de los árabes. árabes. Así como éste “pretendía encontrar en la
po p o e s í a a r á b i g a el o r i g e n d e los lo s r o m a n c e s ” 34, N o r o ñ a lo a t r i bu b u í a a la g a c e l a p e r s a 35: “Las reglas antedichas de esta oda (gacela) me han hecho nacer dos reflexiones. La primera que su construcción ha sido el origen de nuestros romances y letrillas. Los dos primeros versos han sido el modelo de los dos que sirven de preludio al cantar muchos romances. es. [.. [...] Los con conson sonantes antes en los los pares pare s se ven igualm igua lmente ente en nuestros romances, que luego se convirtieron en asonantes; porque nuestro delicado oído no podía sufrir aquel continuo igual martilleo.” Con Reina de Gr Grana anada da (1837), Martínez de la Rosa, autor, a su vez, del drama Aben Humeya Hum eya (1830), contribuye a la creación del mito de la Granada folklórica, cargado de ingredientes arábes. En 1857, Bécquer, en su leyenda E l caudillo caudillo de las manos rojas rojas recrea el ambiente indio y entre 1858 a 1861 publica sus Rim R imas as vinculadas a esta mism mis m a tradició trad iciónn ori o rien en tal3 ta l366. El Padre Pad re Arólas (18051849), en 1852, publica asimismo sus Poesías caballe caballeres resca cass y orienta orientales les y Poesías 1883 83 37. religiosas, oñentale oñentales, s, caba caballe lleres resca cass y amatoñ am atoñas as e n 18 Biblioteca de tradu traducto ctores res españ españole oless , I, p. 366. 34 Biblioteca 35 “D e la ga ze la y el d iván iv án ” , Poesías asiáticas , p. 238. 36Benítez, ibid., p. 178, invocando la autoridad de Robert Pageard. 37Poesías del'P. Arólas, Madrid, EspasaCalpe, S.A., 1958, pp. 63303. “Las Orientales, dechado de inspiración colorista, tal como nunca se vio en castellano, y que solamente podría encontrarse en las canciones persas y arábigas, cuyo espíritu reproduce, y cuyo lenguaje, abrasador como las arenas del desierto. [...] Conjunto, en fin, de cuadros sangrientos, lánguida morbidez y L a literatu literatura ra españo española la en el siglo siglo X I X , I, erotismo de serrallo”, F. Blanco García, La Madrid, Sáenz de Yubera Hermanos, 1896, pp. 188189.
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José Zorrilla (18171893) escribió sus composiciones a Granada: “Primera impresión de Granada” (1845) y, años más tarde, “A G ran ra n ad a en la cerem on onia ia de la la coro na nació ción” n” (188 9)38 9)38. D e 183 8366 data el “C anto de dell cruzad o” de Jos é de Esp ronced a y de 1833 “La cautiva”, poema que recoge los tópicos orientales y que culmina con la queja femenina: ¡Adiós, patria!, ¡adiós, amores! / La infeliz Zoraida ahora / sólo venganzas implora, / ya condenada a morir. N o soy so y y a d el c a s tel te l lan la n o / l a s u m i sa e n a m o r a d a . / Soy la cautiva cansa da / ya de dejarse dejarse op rim ir 39. A do lf F. vo n Schack S chack escribe en 18 1865 65 sus sus tres volúm volú m enes Poes Poesía ía y arte arte de los los árabe árabess en Españ Es pañaa y Sicilia en los que, siguiendo la ob ra de R ein h art ar t Doz y (18 49 49)4 )400, critica critica acrem ente la lab or de C asiri y C o n d e 41. Mariano Fortuny (18381874), tras su estancia en Marruecos en 1860, pinta, al año siguiente, su conocido cuadro La L a odalisca. odalisca. Federico de Madrazo posee otros cuadros con el mismo motivo y título. Si Manuela Manzanares de Cirre demuestra la existencia de un arabism o h ispano desde principios del siglo glo X V I I I 42, 38Jo s é Z o rrilla rril la.. Poesías, Madrid, EspasaCalpe, S. A., 1965, pp. 3838 y 247252, respectivamente. Poesías. s. E l estudiante estudiante de Salamanca , edic 39 Poesía edic.. de Jo sé M . D iez Ta bo ad a, Barcelona, Plaza y Jan és, 19 1984 84,, p. 282. Recherch rches es sur Vhistoire Vhistoire politique et littéra littéraire ire de l'Espagn l'Es pagnee penda pe ndant nt le Moyen Moy en Âge. 40 Reche Traductoress Españoles I , o. c., p. 367. Cito por Biblioteca de Traductore 41"L a Biblioteca Biblioteca de Casiri apena s m erece m ás fe fe que el libro de C onde " Schack, o. c., Madrid, Hiperión, 1988, p. 14. 42 Arabista Ara bistass españo españoles les del siglo X I X , Madrid, Instituto Hispano Arabe de Cultura, 1971, p. 36.
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James T. Monroe atribuye a la Institución Libre (1876) de Segunda Enseñanza el pleno desarrollo del arabismo, “This organization looked upon Arabic studies with a favourable eye” ey e” 43. Las trad tr aduc uccio cione ness de d e las las Poesías asiáticas (1833) del Conde de Noroña se inscriben, pues, en una época en la que en Europa se suscita un interés por el conocimiento e interés de lo oriental44. Las Poesías asiáticas dan a conocer no sólo su literatura, primordialmente, sino también acercan al Occidente la realidad vital y social de estos desconocidos pueblos exóticos. En estos poemas árabes, persas y turcos hallamos, entreverados, sus momentos líricos y religiosos con su historia y leyendas, tradiciones y costumbres, cultura y folklore...
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Gaspar María de Nava Alvarez de las Asturias es más conocido, literariamente, con el nombre de Conde de Noroña (1760181 (176 0181 6)45 6)45. En 18 1830 30,, don d on M an anue ue l Jo se f Q u in tan a nos ofrece de él una muy ceñida biografía: “Nació en Castellón de la
43Ja m es T . M onro e, o. c., p. 101. Véase de este libro, al respecto, el cap. pass im. IV, passim. Aproxim ación a una historia de la traducc traducción ión en 44Jo sé F. R uiz C asa no va e n Aproximación España, Madrid, Cátedra, 2000, escribe que el Conde de Noroña "ocupa un lugar propio en la traducción dieciochesca de la segunda mitad del siglo", p. p . 3 7 1 , a ñ a d i e n d o " E s u n a lá s tim ti m a q u e n o h a y a n v u e lto lt o a e d ita it a r s e (las Poesías asiáticas)", Ibidem, nota 125. 45 Este trab ajo am plía y actu aliza el estudio que realizam os en Conde de Noroña. Antología poética, poética, Madrid, Cátedra, Letras Hispánicas, 1997. Más, en concreto, aportamos nuevas referencias bibliográficas y el análisis literario de las Poesías asiáticas. Parte del mismo se dio a conocer, gracias al interés 21
Plana y murió en Madrid en 1816, de edad 56 años: siguió la carrera militar y diplomática: fue ministro plenipotenciario en Dresde, y también en San Petersburgo: ganó a los franceses en la guerra de la independencia la victoria del puente de San Payo Pa yo ” 46. C on oc ocem em os, ade m ás, que q ue el 11 11 de ene ro de 180 18000 se le concede, en Madrid, “Al Brigadier Conde de Noroña, de edad de 39 años, Coronel del Regimiento de Dragones de la Reina, la licencia para casarse con doña María O'Doile y M ar ina” in a” 47. El severo prece pr ece ptista neoclásico neoclásico cita, cita, a co ntin ua ción, el poema más mencionado de Noroña “Oda a la paz entre España y Francia en 1795”. El Conde de Noroña es reconocido sobradamente en cada una de estas tres facetas: como poeta, militar, y diplomático. Entre los numerosos hechos que jalonan su carrera militar destacan su relevante intervención, al mando de la división del Miño y de los voluntarios agregados, en la guerra de inde pe p e n d e n c i a d e G a lic li c ia fre fr e n te a los lo s fran fr ancc e ses: se s: “A p o n t e d e S a n Paio, pola que cruzámolo río Verdugo, deu o seu nome ao campo de batalla onde mariscal Ney, á cabeza de sete mil tro pa p a s f r a n c e sas sa s , foi fo i to t a l m e n t e d e r r o t a d o o 7 d e x u ñ o d e 18 1809 09,, mostrado por el profesor David T. Gies, por nuestro trabajo "Las Poesías asiá ticas del Conde de Noroña (Entre la Ilustración y el Romanticismo), Diec Diecioc iocho ho.. Hispanic Hisp anic Enlightenment, (25. (25.1) 1),, T h e U niversity o f V irginia, C harlottesvill harlottesville, e, VA ., spring, 2002, pp. 2538. Sobre la fecha del óbito del Conde de Noroña se Antología poéti señala tanto este año como 1815. Véase, al respecto, nuestra Antología ca, ca, p. 17. 46 Poesías sueltas castellanas desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros días, IV, Madrid, Imprenta de D. M. de Burgos, 1830, pp. 602607. 47Arch ivo G ene ral M ilitar ilitar de Segovia, Segovia, E xpe diente en la sign sign atura n174. n174. Como curiosidad, la edad de acceso al matrimonio de los hombres en España, según R. Rowland, en la segunda mitad del siglo XVIII estaba, en general, entre los 24 y 26 años. Cito por T. Tchinda, tesis cit., I, p. 175, nota 376. 22
po p o r u n h a f o r z a c o m p o s t a d e r u d o s e i n d i s c i p lin li n a d o s lab la b reg re g o s galegos baixo as ordes de Noroña, e protexidos por uns marines ingleses” 48 y la elegía ( que es tam b ién ié n cró nic a personal) person al) con m otivo otivo de la m uerte trág ica de su amigo Jos é Cadalso, en el frente de G ib ra lta r49 r49. Su H oja de Servi S ervicios cios en el el Archivo General Militar de Segovia contiene la relación de “Campañas y acciones de Guerra en que se ha hallado” y los distintos empleos desempeñados, que abarcan desde el 12 de noviem br b r e d e 17 1766 66,, c u a n d o es n o m b r a d o P a je d e l R e y , h a s t a a l c a n zar el grado de Teniente general el 10 de noviembre de 1809, pa p a s a n d o p o r las la s e scal sc alas as d e C a p i t á n d e D r a g o n e s de L u s ita it a n ia, ia , Teniente Coronel de Lusitania, Capitán de Granadas, Sargento Mayor, Coronel, Comandante del 3o Escuadrón, Teniente Coronel, Brigadier, Coronel de la Reina y Mariscal Galicia, ia, the the Switzerlan Switze rlandd o f Spain, 1909. Cito por 48An nette Μ . B. B. Meakin, Galic Galicia inédita. Diario de viaxe de Annette Meakin, traducción traducción de Rebeca Q uintáns, uintáns, PcrilloOleiros (A Coruña), Tambre, 1994, pp. 288 y 289. Así da cuenta del mismo hecho el Conde de Noroña al Marqués de Romana, en su parte oficial, publicado en el n.° 43 de la Gaceta del Gobierno, del día 7 de julio de 1809: "Con el fin de observar al enemigo y cubrir a Vigo salió con él toda la división y llegó a San Payo, cuyo puente estaba cortado pero formando prontamente, aunque con trabajo, uno de barcas, p o r d ire ir e c c ió n d e D . M a r t ín d e la C a r r e r a , p a s ó el río rí o , y al m ism is m o tie ti e m p o de concluir la operación toda su tropa, se acercó Ney [...] y habiendo colocado artillería por todas aquellas alturas, rompió el fuego a las nueve de la m añ an a del 7 (de (de junio), y se se fue avivand o ha sta las tres de la tarde , en cuya hora calló enteramente, y sus tropas unas se retiraron fuera del alcance y otras desfilaron desfilaron ha cia nue stra de recha. Los enemigos volvieron volvieron al día día siguiensiguiente 8, intentando vadear el río en la baxa marea y nuestros cañones los hicie L a guerra guerra de la Independe Independencia ncia de ron desistir", en Salustiano Pórtela Pazos, La Galicia, Santiago de Compostela, 1864, p. 193. 49 “Á la m uerte de dell C oron el D on Jo sep h Cadalso, C om anda nte de Esquadron del Regimiento de Caballería de Borbon” en Poesías del Conde de Noroña, tomo II, Madrid, por Vega y Compañía, 1800, pp. 190 201. 23
de C a m p o 50. E n el Archivo H istórico istórico N acion al se se encu entra, asimismo, el expediente personal de la carrera diplomática del Conde de Noroña: “Ministro Plenipotenciario cerca de la República Helvética en Io Diciembre de 1799; Idem Id em en Rusia en 8 Abril de 1802; Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos en 21 21 de M arzo ar zo de 1809 1809”” 51. La obra literaria conservada del Conde de Noroña, com pr p r e n d e , a d e m á s d e su t r a d u c c i ó n d e las la s Poesías asiáticas (París, 1833), sus Poesías (Madrid, 1799 y 1800) y el extensísimo po p o e m a Ommíada (Madrid, 1816). También se le atribuyen, aunque no impresas, dos comedias en prosa El hombre marcial y E l cortgo cortgo enred enredad ador or , una tragedia en verso, titulada M u d a n a el po em a m anu scrito A mis González 52 y el mi s amigos. amigos. Sobre la sociedad (1803 ) 53. En algunos testimonios de sus contemporáneos se celebra la labor literaria, en vida, del poeta castellonense: una oda, altisonante y patriótica, que le dedica su amigo don Angel de Saavedra, el Duque de Rivas, al ocupar Noroña el cargo de gobernador militar y político en Cádiz, en 1811: “ [...]¡Oh! si me fuera dado / El numen que en tu pecho se derrama, / Y el ardor desusado/ Con que tu heroica cítara se inflama, / ¡Cuál de la p a tria tri a mía m ía / Las haz añ as y el triunfo triunfo cantaría! [...] Pero tú, egregio Conde, / A quien Apolo la sagrada frente / Entre laurel esconde, / Canta los hechos de la hispana gente; 50 Ex ped iente en la sig na tura N 174 . 51Diplomacia 1799 , n.° 8, Legajo 3435 n.° 6. También se encuentra parte del expediente personal en el Archivo del Ministerio de Estado (Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Reg. 179Núm. 9674.) Valenciana na de los escr escrit itor ores es queflorecieron florecieron hasta nues *J. Pastor Fuster, Biblioteca Valencia tros tros días y de los los que aún viven. viven. Con adiciones adiciones y enmiendas a la de D . Vicen Vicente te Ximeno, Xim eno, Valencia, Ildefonso Mompié, 1830, p. 381. 53M. 2119 16 de la Biblioteca Biblioteca N acion al. 24
T riu n fa rá del olvido olvido / D e tu pecho y tu cítara el son ido ” 54. Por su parte, Luis Repiso Hurtado, presbítero y cura beneficiado de las iglesias de la ciudad de Lucena, le dedica una elogiosa décima de circunstancias “convidando al Teniente Coronel don Gaspar María de Nava, Capitán del Regimiento de Dragones de Lusitania, que se hallaba de Quartél en la villa de C abra , pa ra la Ju n ta pública de esta esta R eal Sociedad Socieda d del año 1785”: “La Sociedad te desea / Por el mérito que tienes, y si á Lucena no vienes / Desgracias nuestra Asamblea” y una anacre an acre ón tica “En elogi elogioo de su su trage trage dia La Isabél” 55 pues “Las Deidades conformes / Las coronas aprestan: / El luminoso N u m e n / C e d e su p r e s ide id e n c i a . / ¿ P u e s q u i é n a l t e r a el o r d e n ? / ¿Qué novedad es esta? / Que quando Nava canta / Hasta Apolo se afrenta”. El Conde de Noroña muestra una postura contradictoria acorde, por otra parte, con las preocupaciones cívicas del siglo ilustrado, respecto a las relaciones de la guerra y la paz. Si su condición de militar le anima a escribir algunos poemas, en los que alienta a los jóvenes a intervenir en la guerra, cuyas virtudes personales y sociales destaca (“El Lujo”, “Contra la corrupción del siglo”), en otros, propugna el pacifismo y aborrece las secuel secuelas as de la guer ra “Im preca ción co contra ntra la g ue rra” 56, alca nzando extremos de socarronería en sus irónicas “Odas al 54Poesías de don Angel de Saavedra Remirez de Baquedano, I, Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1820, pp. 121136. líricas, s, místicas y profanas, Córdoba, 1796, en la imprenta de don 55Poesías lírica Juan Rodríguez de la Torre, pp. 50, 85 y 86. (Biblioteca Nacional. V. E. Caja 373 (34) Respeto la ortografía del original. 56 Sala V alldau ra, J . M .a, .a, “L a poe sía c on trarre vo luc iona ria (17931795). (17931795). Forner, El Conde de Noroña y González del Castillo”, Revista de Literatura, Madrid, CSIC, 1995, pp. 477501.
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C oro ne nell del del R egim iento de la la Po sm a” 57, co n trafa ctu ra de lo los versos de Fray Luis de León en su “Canción de la vida solitaria” 58. La temática de la poesía del Conde de Noroña abarca una triple vertiente, en sintonía con la lírica dieciochesca: una primera, anacreóntica, con influencias de la poesía del Siglo de O r o 59 y de Meléndez Valdés, Valdés, principalm ente, seguida seguida de otra, ilustrada, y prerromántica, la tercera. El amplio poema inédito “A mis amigos. So bre la socied so ciedad ad ” , fechado fech ado en 18 1803 03 60 y atribuido a él, es una buena muestra de las preocupaciones sociales y humanitarias de la poesía cívica del siglo XVIII. El pr p r e s e n t e t r a b a j o se c e n t r a e n la l a b o r d e d ifu if u sió si ó n o r i e n t a l q u e llevó a cabo el Conde de Noroña y, más concretamente, en sus Poesías asiáticas.
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El Conde de Noroña escribió La L a Om Ommí míad adaa , un poema narrativo, muy extenso, de 15.640 versos, que fue publicado, po p o s t u m a m e n t e , e n do doss tom to m o s , e n t a m a ñ o d e o c t a v o , e n la Imprenta Real, en 1816. Consta de veinticuatro cantos, en sil 57 Poesías del Conde de Noroña, tomo I, Madrid, por Vega y Compañía, 1799, pp. 159164. 58 Conde de Noroña. Antología poética, pp. 6165. Destaca en el siglo XVIII la revalorización de autores clásicos castellanos, como Garcilaso y Fray Luis de León, según Jovellanos, “el prim ero y más re com end able entre todos” , cito cito p o r J . S a r r a i l h , o. c., p.158, nota 10. poesía del sigl sigloo ilustrado, ilustrado, Madrid, Alhambra, 1980, passim. pass im. 59J. Arce, La poesía 60 M an usc rito de la B N n° 2 1 19 1/6 . 26
vas. Su argumento trata de la figura de Abderramán y la separación de la monarquía árabeespañola del califato de Córdoba del trono de Bagdad. La introducción nos resume su contenido: La separación de la Monarquía árabeespañola, o del imperio Andalús, del dominio de los califas del Oriente fue uno de los grandes sucesos, que facilitaron la Conquista de España a los sucesores de Pelayo [...] El autor, viendo tratados ya por otros poetas casi todos los asuntos, que ofrece nuestra historia, ha querido poner sobre la escena uno en todo nuevo, y cuya grandeza no desdice de la trompa épica. El poema Ommíada está repleto de una densa e intermina ble b le s u c e s ión ió n d e a c c ion io n e s r e a les le s y fan fa n tás tá s tic ti c a s , c o n in ter te r v e n c i ó n divina y de extraordinarios héroes humanos, de escenas y relatos interpolados, con dinamismo y tempo narrativo rápido, pr p r o f u s a i m a g i n e r í a y o r i e n t a l s e n s u a l i d a d 61. L a a n títe tí tess is d e p e r sonajes y situaciones, las descripciones exuberantes y las com pa p a r a c i o n e s m ú ltip lt iple less , el léx lé x ico ic o a l t i s o n a n t e y los e p íte ít e tos to s ép épic icoo s conforman una obra de altos vuelos y con ánimo de parangonarse con los poemas épicos más sobresalientes. El argumento, en el que se fusiona lo verosímil histórico con lo sobrenatural, recoge el momento en el que la monarquía árabeespañola se desliga del poder oriental. Una dele61 La crí c rítt i ca ha si s ido do,, general generalmente, mente, dura con es es te poem a del del Conde de N o r o ñ a p o r su e v id e n te f a rr a g o s id a d . V é a n s e , e n tre tr e o t r o s , M . G . T ic k n o r , Historia Histori a de la literatu literatura ra española española , IV I V , Madrid, Rivadeneyra, 1856, p. 82, nota 32.5 y Leopoldo A. de Cueto, Poetas líricos del siglo XVIII, tomo LXI, Madrid, Atlas, 1952, p. CLXXII. 27
gación árabe de España ofrece el trono a Abderramán, lo que consigue no sin grandes dificultades. Sin embargo, su valentía supera todos los peligros y consigue el reino de Andalucía y su consiguiente separación del califato de Oriente. Más en particular, los cantos I y II narran las peripecias por encontrar en Africa a Abderramén (así aparece escrito su nombre), el destinado por Alá, y la solicitud de su intervención por derrocar el dominio de los Abasidas. El cruel asesinato de los Ommíadas, los Omeyas, centra el canto III. Abderramen va tras su padre desaparecido, quien se le presenta en una escena patética de ultratumba, y durante seis años vaga errante (canto IV). Zoraya, su amante, intenta retenerlo para arribar, posteriormente, a las costas de España (canto V). Adona, el espíritu de la noche, le tiende una estratagema marítima, pese a la cual llega a Sevill Sevilla, a, do nd e es favorecido favo recido p o r el .auxilio de d e E lam ira, una doncella, y el reconocimiento de su padre, el alcaide de la ciudad (canto VI). El siguiente canto expone la invitación que Adona hace al fiero Afrite, uno de los dos monstruos más temi bles bl es som so m e tid ti d o s a l “so “s o b e r b io Z a b b a n , a q u i e n el S u p r e m o Motor ha entregado las llaves del profundo infierno” para que acabe con la vida del Ommiadita. En el canto VIII aparece Gazaí, hijo de Numa y amado de Elamira, otro de los pretendientes al trono de España. Preocupado por el curso de los acontecimientos favorables al imperio de Abderramen, propone la liberación tanto de los Abasidas como de los califas de Oriente. Los cantos IX y X muestran la exhibición de ambos ejércitos en liza: los Abasidas bajo Yusefo enfrentados a Abderramen y sus aliados. Este se dirige hacia Córdoba (canto XI), donde consigue reducir a su Alcaide, Zobeir, quedando la ciudad de los Califas en manos de los Ommiaditas (canto XII). Airado Adona, interviene derramando la ponzoña de los celos 28
sobre Abenázar, quien libra una sangrienta batalla (canto XIII). En el siguiente canto, muy prolijo, Yosefo se dirige hacia Córdoba y vence a los Ommiaditas. El canto XV describe las luchas entre Abderramen y Ornara, con suerte alternante. Los Abasidas se establecen en Córdoba (canto XVI). El canto XVII es de expansión: la descripción del mundo, el canto del Ubi sunt? y el sueño de Abderramen en un lugar ameno constituyen un andclímax ante tanto espanto bélico. Tras observar Adona que Sierra Morena (los montes Marianos, en el poema) está ocupada por los Ommiaditas avisa a Yusefo del avance de éstos hacia Córdoba. Los sucesos se disparan: “Ni referir se pueden las heridas, / ni numerar los géneros de muertes. / Porque revueltos en su propia sangre [...] encima el moribundo del herido” (canto XVIII). En el siguiente canto, nuclear en la diégesis del relato, Abderramán invoca al Sempiterno Ser que en su lucha se abran las puertas de la imperial Toledo y así deberá “todo el Andalús reconocerme / por su única legítima cabeza”. Combate contra Yusefo en una durísima batalla, que acaba con la muerte de éste. La victoria es celebrada con fiestas de toros (canto XX) así como proclamada la venganza por Abderramen tras el conocimiento de la muerte de Zoraya (canto XXI), prorrumpiendo en una sentida elegía. Lucha contra Ornara, una vez que Adona ha comunicado a Almanzor, en Oriente, su victoria (canto XXII). Nuevos combates se suceden entre ambos bandos así como el asesinato de Elamira y el suicidio de Gazaí (canto XXIII). El último canto, repleto de una atmósfera de irrealidad, relata un triple triunfo de Abderramen con la intervención en ambos bandos de los espíritus Adona y Uriel, que adoptan personalidades usurpadas. Los versos “Ya para 29
siempre separó la Esbania / del trono de Bagdad y apellidarse / puede desde hoy Califa de Occidente” recogen el sentido de la Ommíada.
L as t r a d u c c i o n e s d e la s P o e s ía s
a s iá t ic a s
(1833).
Características y su valoración crítica. Las Poesías asiáticas puestas en verso castellano recogen un con ju j u n t o d e p o e m a s á r a b e s , p e r s a s y tur tu r c o s , “ ñ o res re s d e la p o e s ía asiática”, que, por casualidad, se encontró el Conde de N o r o ñ a , al c o n s u l t a r los lo s usos us os y c o s tum tu m b r e s o r ien ie n tale ta less , p o s ible ib lemente en la elaboración de la Ommíada 62. El manuscrito, donado por su familia, se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid con el número 4 1 3 1 63 y fue fue pub licad o en París P arís en 1 8 3 3 en la im p ren ta de Ju Julio lio D ido t M ay ayor or 64. Casi m edio sigl sigloo después 62“Siéndom e forzoso forzoso par a otra obra que estaba trabajan do , el consultar los usos y costumbres de los Orientales, encontré en mi camino estas flores de la poesía asiática, las que he ido recogiendo para formar un ramo y presentarle a los amigos de las Musas” (Advertencia de las Poesías asiáticas). “Tú, Musa, que la oculta causa sabes / de esta admirable acción, con voz sonora / publica publica las las belíg belígera erass hazañas / del renuevo de O m m ia generoso, generoso, / que logró logró separar la noble noble He speria speria / de dell árabe Califa Califa pa ra siem pre”, Ommíada, Canto I, Tomo I, Madrid, Imprenta Real, 1816. Biblioteca Valencia Valenciana na de los escr escrito itore ress que florecieron florecieron hasta nuestros nuestros días y de 63 E n Biblioteca los que que aún viven viven con con Adiciones Adicio nes y enmiendas á la de D . Vice Vicente nte Ximeno. Xim eno. Por D . Justo Jus to Pastor Fuster, Fuster, socio socio de de Mérito Mér ito de la Real Rea l Sociedad Económica de Valenc Valencia ia y su Reino, II I I , Valencia, I. y L. de Ildefonso Mompié, 1830, p. 382, encontramos, entre las obras del Conde de Noroña, esta información: “Varias poesías árabes traducidas del inglés, que posee manuscritas su familia” 64El texto de las Poesías asiáticas tiene esta dedicatoria: “[...] Carmina non firius firiu s / audita [...] / Virginibus puerisque canto ”, Horacio, Odas, III, I, I, w . 24. 24. 30
(1882) (1882),, la ob o b ra vio la luz luz en E spañ sp añaa en la Biblioteca B iblioteca U n iver iv ersa sal6 l655. Leopoldo Augusto de Cueto recoge también las Poesías asiáti cas, en 1952, en su vasta obra Poet Poetas as líri líriccos del del sig siglo lo X V I I I m. El Conde de Noroña traduce estos poemas árabes de la obra inglesa Speci 6)67 de J . D. Carlyle y de Specimen menss o f Arabian Ara bian Poet Poetry ry (179 6)67 algunas versiones latinas de W illiam illiam Jo n es (17461794) (17461794) en Poeseos Asiaticae Commentarii (1774), en un siglo en el que la proliferación indiscriminada de traducciones imponen unos determ inad os gustos gustos y tenden ten den cias 68. Ja m es Fitzm auriceK aurice K elly en “Noroña's Poesías asiáticas 69” expone las distintas fuentes (latinas e inglesa inglesas) s) de los los po em as árabe ára bess en los los estudios de Jo n es y Carlyle: “To what extent he knew Arabic, Persian and Turkish is doubtful. Some acquaintance with these languages is suggested by two or three phrases in the notes to the Poesías asiá ticas, but not by anything in the Poesías themselves. These, it is evident, are simple retranslations of translations published by British orientalists. The most we can say of them is that they rep re p rod ro d u ce the English E nglish an a n d L atin versions as literally literally possible” 70. N o r o ñ a r e a l i z a u n a t r a d u c c i ó n lib li b re d e los p o e m a s e n los q u e amplía, en reiteradas ocasiones, su mismo título. Así, el poema ára b e X X X III , “To his his favourit favouritee m istr istress ess”” en el libro libro de J . D. Carlyle, Noroña lo traduce por “A su favorita, viéndose en la Colección ión de los mejores mejores autores antiguos ant iguos y moderno modernos, s, nacionales y extranje 65 E n l a Colecc ros, LXXVII, Madrid, 1882. “ T o m o s I y I I , Biblioteca Biblioteca de Autores Españoles, Españoles, Madrid, Atlas, pp. CLXXI CLXXII y pp. 427498, respectivamente. fro fr o m the earli earlies estt time to the the extinction extinction o f the Khaliphal with some some acco accoun untt o 67 authors, C a m b r i d g e , M D C C X C V I . 68 F. A g u ilar ila r P iña l, Introducc Ediciones nes Jú ca r, Introducción ión al siglo siglo X V I I I , M adrid, Edicio 1991, pp. 147 y 198. 69Revue Hispanique, XVIII, 1908, pp. 439467. 70Fitzm auriceK elly, J ., ibid., p. 466.
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pr p r e c i s ión ió n d e a l e j a r l a d e sí p o r los lo s furi fu rioo sos so s celo ce loss d e las la s d e m á s sultanas”. Los ocho versos del poema LVII “To a lady, who pr p r e t e n d e d a p a s s ion io n for fo r h i m i n h is o ld a g e ” se h a n t r a n s f o r mado, según la traducción personal de Noroña, en cuatro versos corto cortos, s, de exp resión resión desp d esp iada da y b u rl o n a 71. O tro tanto hemos de decir respecto de las notas a pie de página que, con gracia, amplían y aproximan al lector cuestiones sociológicas y estéticas estéticas de la cu ltura ltu ra o rie ri e n ta l72 l72. Son, pues, unas traducciones hechas, a decir de su autor, “en verso suelto porque para mí es el más generoso, según la expresión de Argensola, y porque en él se pueden trasladar todas las bellezas del original sin alterarlas en lo más mínimo. Sin embargo, para contentar a los que miran con ceño esta 71 M e di di ces ces que me ador ad oras as,, embustera embustera.. / A sí se halaga halaga juvenil juve nil d e s e o. / Di: te aborrezco, y te diré: lo creo, /que al viejo no hay ninguno que lo quiera. (Poesías asiáticas , p. 149) n El E l negro egro lunar. Los lunares en las mejillas principalmente los negros son muy estimados entre los orientales, como una perfección de la hermosura, y p o r eso es o los lo s c e l e b r a n los lo s p o e ta s ; c u y a i d e a p a r e c e s e r c o m ú n a t o d a s las la s n a c i o nes. Cicerón alaba en el libro primero De D e la naturaleza de los Dioses el lunar de Alceo. ¿Y qué nación de Europa ha dejado de tener en moda los lunares, haciendo las mujeres un estudio formal de sus magnitudes y colocación? Habiendo leído Tamerlán este dístico o estancia se enfadó mucho, creyendo que el poeta pretendía despreciar el valor de aquellas ciudades, cuando quería trocar todas sus riquezas por el lunar de la mejilla de su amado. Pero nuestro poeta replicó al que se lo dijo: ¿Acaso los regalos de Hafiz pueden empo brecer a Timur? Dando a entender que los poetas, no teniendo nada que dar, pu p u e d e n p r o d i g a r a m a n o s lle ll e n a s los lo s r e in o s e n sus su s v e rso rs o s , sin si n h a c e r la m e n o r injuria a sus soberanos poderosos. Tamerlán confesó que le agradaba más la respuesta del poeta que el panegírico más grande que le hubiese hecho en sus canciones. (Poesías persas, “Gacela II”, pp. 251 y 252, nota 4, que aclara los versos “Si aquel hermoso de Siraz me amara / Con una fe sencilla, / A toda Samarcanda y a Bokara / Al punto yo trocara / Por el negro lunar de su mejilla”.) 32
metrificación, he hecho con rima o con asonantes las posteriores; pero no he podido menos de dejar como estaban las pr p r i m e r a s ” 73 73. En 1840, Gómez Hermosilla, al que debemos la crítica más minuciosa y, también, la más severa de las Poesías del Conde de Noroña, no menciona siquiera las Poesías asiáticas a cuyo autor, sin embargo, estima como uno “de los más distinguidos de n uestros días” 71. M an ue l Jo sé Q u in ta n a 75 gu ard a el mismo silencio sobre los poemas asiáticos traducidos por el Conde de N o r o ñ a , a p e s a r d e la r e f e r e n c i a a su o d a “A l a p a z ” 76. Menéndez Pelayo, por su parte, valoró, en 1897, al “Conde de Noroña, más apreciable como traductor de poesías orientale taless que p o r las las suya suyass prop pr op ias” 77. A ju icio de F ern an do Láz aro Carreter “el verdadero espíritu oriental de los versos que traduce de una versión intermedia ha desaparecido; los poemillas asiáticos son, en su mayor parte, puras anacreónticas, que en
73A 3Adv dv erte nc ia. Ju icio io críti crítico co de los los principales principales poetas españ españole oless de la última últim a era era. Obra postuma de 74 Juic Don José Jo sé Gómez Hermosilla, que que saca á luz lu z Don Vice Vicent ntee Salvá, II , París, Librería de Don Vicente Salvá, 1840, XVIII. 75 “El sigl sigloo pasad o n o es conoc ido todo lo que m erece , ni au n ba jo el aspecto literario. La indignación excesiva de Moratín contra los autores de su tiempo y el desprecio con que Quintana trató a casi toda la producción de la anterior centuria, hicieron que cayese en la tentación de abrir nuevamente este proceso, y letras, ciencias y artes fueron envueltas en un común y general anatema”, en Francisco Aguilar Piñal, Un escritor literato: Cándido Mar M aría ía Triguero Trigueros, s, Madrid, GSIC, 1987, p.17. desdee la formación formac ión del leng lengua uaje je hasta nuestr nuestros os días. días. 76 Biblioteca de Autores Españoles, desd Obras completas del Excmo. Sr. D. Manuel José Quintana, Madrid, Rivadeneyra, 1852, p. 152. 77 C ito ito p o r Ju liá M artínez, E., “U n escritor escritor castell castellonense onense vist vistoo po r Sociedad Castel Castellon lonens ensee de Cultura , XXXIII, Menéndez y Pelayo”, Boletín de la Sociedad octubre diciem bre 19 1957 57,, pp. 3 17318. 7318.
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n ad a salen de los moldes del sigl siglo” o” 78 y co ntinú a: “Las Poesías asiáticas no son otra cosa que una manifestación más del afán po p o r c o n o c e r c o s t u m b r e s y g u sto st o s e x ó tic ti c o s, a v iva iv a d o , e n lo o r i e n tal, por la traducción francesa de las M i l y una noch noches es (17 04 poesías anacreón ana creón ticas orientales aderez adas 1 7 H ) ” 79 g on unas poesías de “el color y el ímpetu” y que representan, según Valbuena, “un paso hacia el reino de las sensaciones vivas y de los sentim ientos del rom an anticism ticism o” 80. Emilio García Gómez acometió, en 1930, la tarea de dar a conocer “esos deliciosos arabescos literarios, verdaderas A lham bras verbales, verbales, que son los poem as an da daluce luce s” 8I, deriva ción de la poesía arábigoandaluza de entre los siglos X y XIII. En su estudio destaca la oportunidad de la lírica oriental al colaborar en el intento de la recién nacida Generación poética del 27 en favor de la reivindicación de Góngora, de la imagen y la m etáfora, etáfo ra, de las las que tan in tensam ten sam en ente te está está n u tr id a 82. El traductor de E l colla menciona, collarr de de la paloma palom a o Libro del amor menciona, asimismo, la obra del Conde de Noroña como un escasísimo ejemplar habido de la poesía arábigoandaluza: “En cuanto a traducciones y trabajos [...], apenas teníamos más que la colección del Conde de Noroña, Poesías asiáticas (1883) (sic), retraducida del inglés y del latín, y pobre reflejo de la boga que la po p o e s í a o r i e n t a l a l c a n z ó e n el r o m a n t i c i s m o ” 83. Histo ria general general de las Literaturas Hispánica Hisp ánicas, s, IV, Barcelona, 78G 8G.. D íaz Pla ja, Historia edit. Barcelona, S. A., 1956, p. 65. 79 ibid., p. 66. Histori a de la Literatura Española, Españ ola, III, Barcelona, 80 A. V al bu en a P ra t, Historia Gustavo Gili, 1964, pp.144145, nota 1. 81 Poemas arabigoandaluces, Madrid, Colección Austral, EspasaCalpe, 1985, 8.a edic., p. 23. 82 ibid., p. 13. 83 ibid., pp. 59 y 60. Destacamos, de nuevo, el error en la fecha de la pu p u b lic li c a c ió n d e e s ta tr a d u c c i ó n .
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E n 197 9755, Ju a n L. Alborg co ntinúa con las valoraciones valoraciones lit liteerarias de Lázaro Garreter y Díaz Plaja sobre las Poesías asiáti cas y añade: “De hecho, estas anacreónticas orientales —admitámoslo— moslo— apo rtan, cua nd o m enos, aquí y all allá, á, elementos elementos “decorativos” de lejanía exótica, destellos de pasión y atisbos de novedad ambiental, que rompen el habitual paisaje de la bucólica neoc ne oclási lásica ca”” 84. Como hemos señalado, el Conde de Noroña lleva a cabo la traducción de las poesías árabes, casi en su totalidad, de la ob ra del filó filólo logo go c om parativista inglés inglés W illi illiam am Jo ne s (1746 (1746 1794) Poeseos Asiaticae Commentarii (1774), de Spec Specime imens ns o f Arabian 1796 96)) 85 del C anciller de Carlisl Carlislee y profesor de la Poetry (17 U niversidad niversidad de C am bridge, Josep h D. Carlyle Carlyle y de de The flowers (1801) 1) de Sam uel Rou sseau. En 19 1908 08,, Ja m es o f Persian Persian Literatur Literaturee (180 FitzmauriceKelly (18571923), catedrático de Oxford y Cambridge, al referirse a la citada aportación del hispanista W. Jo n es, concluye: concluye: “W ith three o r four exceptions, these these derive from Jo n es 's Poeseos Poeseos Asiat Asiatic icae ae C om m en tarii and C arlyle's arlyle's Specimen Spec imen s o f A rabi ra bian an Poetry. A few illustrat illustrations ions will will suf suffi fice ce to m ake this this clear” 86. Y va señ alando alan do,, a co ntin ua uació ción, n, las fuentes latinas e inglesas correspondientes de los poemas árabes en los citados estudios de Jones y Carlyle. Las Poesías asiáticas representan el contrapunto al clasicismo francés, del que tan imbuido estuvo el siglo XVIII español en la política, en los usos y costumbres y, también, en su lengua y lite ra tu ra 87. Así lo expo expone ne el C on de de N oroñ or oñ a en la siglo XV X V I I I , Madrid, Gredos, 1975, p. 434. 81 Historia de la Literatura Española, sig 85 Cam bridge, bri dge, Printed by Jo h n Bu Burg rges es,, M D C C X C V I. 86 F itzm auric eK elly, J ., art. cit., p. 441. 87 E n tre otros, son m uy ilum inado res los estudios de Je a n S arra ilh, La L a E spa sp a ña ilustr ilu strad adaa de la segunda m itad ita d del siglo X V I I I , México, FCE, 1957,
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Advertencia, que precede a los poemas orientales : “Me prometo que los amantes de la verdadera Poesía distinguirán estas composiciones llenas de fuego e imágenes pintorescas de las insulsas filosóficas rimadas que nos han venido de algún tiem po p o a c á d e a l len le n d e los P irin ir inee o s , v e n d i é n d o n o s l a s c o m o b u e n a mercancía. Los genios españoles que tanto han brillado por su fecunda y hermosa imaginación, deben abandonar esas gálicas frialdades y no desdeñarse de leer los Poetas del Oriente, en quienes todo es calor y entusiasmo, y entre los cuales suenan con honor algunos Hispanos cuyas obras yacen sepultadas en el Escorial”. En los versos que siguen a este preámbulo, dedicados “A mi esposa”, invita a ésta a interesarse por estas rimas a las que también describe: “De la Arabia y la Persia / A escuchar de sus Musas / Las gratas cantinelas: / Son como tú sencillas, / Son como tú halagüeñas; / Y están como tu pecho / De dulce fuego llenas.” E du ard o Ju liá, un unoo de los los pocos estud estudios iosos os de la ob ra de dell autor castellonense, pone en duda el papel relevante de N o r o ñ a c o m o i n n o v a d o r l i ter te r a r io: io : “ T e ó r i c a m e n t e , n o fue fu e u n pr p r e c u r s o r d e l R o m a n t ic i s m o , p e r o sí u n a r r e p e n t i d o d e lo n e o clásico: intentó evadirse de las «gálicas frialdades» y vislumbró el «calor y entusiasmo oriental»; sin embargo, en la práctica fracasó en cuanto al fondo porque le arrastró el prosaísmo de la forma. Planteó la cuestión métrica y la resolvió como no debiera, ya que se entregó a lo más manido de su tiempo. El orientalismo de los románticos no tuvo punto de contacto con el iniciado por Noroña. A pesar de su buena voluntad, no
J. A. Maravall, Estudios de la historia del pensamiento español del siglo XVIII, M adrid, M ond adori, 1991 y C. M artín Gaite, Usos amorosos del dieciocho en España, Barcelona, Anagrama, 1987. 36
consiguió reflejar con exactitud al original, en gran parte por haberse valido de versiones inglesas, y hasta algunas frances a s... s. ..”” 88 88 La influencia orientalista del Conde de Noroña se prolonga más allá de sus contemporáneos y alcanza a autores que innovaron la poesía española contemporánea. Al Conde de N o r o ñ a le c a b e el h o n o r d e h a b e r a p o r t a d o a l a L i t e r a t u r a Española la veta orientalista de amplia repercusión en el Romanticismo y de haber influido en algunos poetas españoles contemporáneos más representativos.
Las Po
e s ía s a s i á t i q i s e n
l a p o e sía e s p a ñ o la
Estudios recientes de Meñaca (1976) y Benítez (1994 y 1996), han rastreado las posibles influencias, explícitas o implícitas, de las traducciones de las Poesías asiáticas en las obras de Gustavo Adolfo Bécquer y de Federico García Lorca. En primer lugar, el sensualismo y la plasticidad imaginativa, características del arte oriental, se aprecian en ambos poetas andaluces, en cuyos versos percibimos, asimismo, el arraigo popular p o r su m iste is terr io, io , i r r a c i o n a l i d a d y d e n s i d a d e x p r e siv si v a . R ub én Beníte Benítez, z, tras tras afirm ar que “el “el Padre Ju a n Arólas Arólas y muchos poetas menores, se inician en el orientalismo imitando las traducciones de Noroña”, demuestra que “Bécquer debió con oc ocer er la ob ra de N o ro ñ a” 89. Pa ra ello ello expo ne las las con comitancias y analogías de algunos versos de poetas árabes con 88 art. cit., XXXIII, pp. 334335. Bécquer. Orige rigenn y estéti estética ca de la Modernidad, 89“Las R im as com o O rientales”, Bécquer. Congreso de Literatura Contemporánea, Málaga, 1996, p. 186.
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algunos de las Rim R imaa s del poeta sevillano. El profesor de la Universidad de California observa dicha influencia, mayor R im a s escritas entre 1858 y 1861 y afirma que el mente, en las Rim po p o e t a á r a b e E b n A l R u m i es “ l a f u e n te d e B y ron ro n e i n d i r e c t a m en ente te de B écq éc q ue r” 90. Este influjo influjo no consiste sólo sólo en la recre re cre ación de paisajes, ambientes y lugares, que propician el exotismo, o en la apropiación de imágenes consideradas como no características de la tradición clásicopetrarquista (la mujer es comparada con elementos de la naturaleza, con flores o elem en ento toss vegetales, ve getales, co conn joy jo y as u objetos obje tos precioso pre cioso s 91) sino en “reconocer y aceptar en el recinto de la propia sensibilidad la pr p r e s e n c i a d e u n e l e m e n to e n c o m ú n c o n esos es os p u e b los lo s d e O rie n te” 92, “u “unn a zon a de su su espíritu, espíritu, todav ía hoy desconocida desco nocida,, en la que la realidad de su vida y de sus emociones cotidianas se integra a su experiencia del arte y de la literatura hindú, ára be y p e r s a 93: [.[...] La obsesión o bsesión de Bécq B écque uerr p o r la go gota ta de rocío proviene pues de fechas muy tempranas, y deriva para mí de su lectura del po em a en la ob ra de N oro ña ” 94. En 1922, en una conferencia que Federico García Lorca pr p r o n u n c i ó s o b r e el C a n t e J o n d o , a f irm ir m a b a : “ (El c a n t e j o n d o ) es el único canto que en nuestro continente ha conservado en toda su pureza, tanto por su composición como por su estilo, las cualidades que lleva en sí el cante primitivo de los pueblos orientales. [...] Fue para mí, pues, de una gran emoción la lec90 ibid. y y p. p . 190 190.. Gnomo, Boletín Boletín de 91R u bé n B enítez en “B écque r: fortu na de u n sím sím il”, il”, E l Gnomo, Estudios becqueúanos, 3, 1994, pp. 15 21, amplía su estudio anterior aplicánas , passim. passim . dolo a ejemplos concretos entre la poesía oriental y las Rim as, R imas as como orientales”, art. cit., p. 198. 92 “Las Rim 93 “Béc qu er: fo rtu na de u n símil”, art. cit, p. 20 94 ibid., , p. 18. 38
tura de estas poesías asiádcas traducidas por don Gaspar María de Nava y publicadas en París en 1838 (sic), porque me evo caron in m ed ediatam iatam en te n uestros «jondísi «jondísimos» mos» p oem as” 95. El autor de Poema del cante cante jondo jon do (192122) conjuga el genuino cantar andaluz con los poemas orientales antiguos: “Cuando la copla nuestra llega a un extremo del dolor y del Amor, se hermana en expresión con los magníficos versos de poetas árabes y pers p ersas” as” 96. E n idénticos idén ticos térm inos, ino s, se exp resa ba ba,, p o r estos estos años, Manuel de Falla: “Admitida la siguiñya gitana como canción tipo del grupo de las de cante cante jondo jon do,, y antes de subrayar su valor desde un punto de vista puramente musical, declaramos que este canto andaluz es acaso el único europeo que conserva en toda su pureza, tanto por su estructura como por su estilo, las más altas cualidades inherentes al canto primitivo de los pu p u e b l o s o r i e n t a le s ” 97. G a r c í a L o r c a m e n c i o n a , d e los p o e m a s traducidos por Noroña, a tres de sus autores: Serage al Warak, Ibni Ziati, ambos árabes, y a Hafiz, persa. Con respecto a los pr p r i m e r o s , a ñ a d e q u e “ L o s m ism is m o s t e m a s d e l sacr sa crif ific icio io,, de dell Amor sin fin y del Vino aparecen expresados con el mismo espíritu en misteriosos poetas asiáticos” y “Pero donde la afinidad es evidente y se encuentran coincidencias nada raras es en las sublimes Gacelas amorosas de Hafiz, poeta nacional de Persia que cantó el vino, las hermosas mujeres, las piedras misteriosas y la infinita no ch chee azu l de Sira z” 98. 95
Obras completas, III, “Prosa. Conferencias”, Madrid, Aguilar, 1986, pp.
197 y 214. mibid., p. 211. 97 “El «C ante Jon do » (Canto primitiv primitivoo andaluz)”, andaluz)”, en E duard o M olina olina M anue uell de Falla Fa lla y el “Cante “Cante J ondo on do” ”, Universidad de Granada / Fajardo, Man Cátedra “M. de Falla”, 1976, pp. 212213. 98 ibid., p. 212.
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Marie de Meñaca, profesora de la Universidad de Nantes, encuentra en la obra lorquiana de Div D iván án del Tam Ta m arit ar it (1936) un influjo aún mayor de las Poesías asiáticas , la incorporación de la composición denominada gacela en la poesía española, a través del poeta andaluz: “En effet, quand Lorca emploie le mot «Gacela» il ne fait que se servir du mot employé par le Conde de Noroña dans sa traduction de 1833. Or, ce mot n’existe pas dans la langu e espagnole d ans cette c ette acception acc eption p o étiq ue ” 99. El mundo árabe y persa que recoge García Lorca de estos poetas es algo más que un mero paisaje o una acumulación de imágenes: “Mais surtout, Lorca découvre chez ces poètes persans et arabes une sensibilité devant la nature qui lui convient pa p a r f a i t e m e n t e t q u 'il 'i l fait fa it s ien ie n n e a u s s itô it ô t ” 10°. E l p o e t a lleg ll egaa a sintonizar con la sensibilidad oriental y logra captar una visión análoga ante la vida y el mundo circundante. Alcanza a expresar más que la mera escena costumbrista de la España pintoresca y romántica, que plasmara Víctor Hugo en sus Orientales: “C'est là l'Espagne pittoresque. L'odeur de sainteté que s'exhale de ses cités peuplées de vierges, de martyrs, et tout illustrée illust réess de leg le g en endd e s” ‘°1. Las Poesías asiáticas del Conde de Noroña constituyen un hito importante por las traducciones de las poesías árabes, persas y turcas, y, en no menos interés, por los estudios que contiene tien e 102. D esta es taca ca n , en e n tre ellos, ellos, el “Discu “Dis curso rso sobr so bree la poe p oesía sía de Div án del 99 “Les Poesías asiaticas, asiaticas, une sou rce po étiq ue de L or ca et de Diván Tamaña, Les langues néo-latines, n° 217, Paris, 1976, p. 123. m ibid bid., p. 115. 101E rn es t D up uy , Victor Hugo. Hu go. Son oeuv oeuvre re poétique, Paris, 15 rue de Cluny, 1901, p. 71. 102 “D iscurso sobr e la poes ía de los los orientale s escrito en inglés po r W. Jo ne s”, “Descripción “Descripción del jard ín de Irem , escrit escritaa en persa, po r T ohfe r al al Musalis”, “Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre 40
los los orientales orien tales escrito en e n inglés p o r W. W . J o n e s ” 103 y la Adición Ad ición II “Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre sob re la p rim ri m e ra ” 104. El discurso discu rso “La “L a poes po esía ía de los orien or ien tales tal es”” , pr p r ó l o g o d e las la s t r a d u c c i o n e s d e l c o n d e d e N o r o ñ a , es u n t r a t a do de poética y de sociología lírica asiática y una sucinta historia de la poesía y lengua orientales. Su autor, W. Jones (17 (1 7 46 179 1 79 4)l 4) l05, recalca rec alca la relació rela ciónn entr e ntree la belleza be lleza del d el paisaje, en el que se vive, y la poesía surgida de esta misma naturaleza: “Es una gran verdad que toda poesía recibe un adorno grandísimo de la belleza de la imágenes naturales; y así como las rosas de Sharon , la verdura del Carmelo, los vinos de Engaddi, y el rocío de Hermo Her monn son fuentes de muchas metáforas y comparaciones agradables en la poesía sagrada, así los olores del Yemen, el almizcle de Ad A d ram ra m ut , y las perlas de Ommán abastecen a los poetas árabes de una gran variedad de alusiones; y si la observación de Hermógenes es exacta, que lo que es delicioso a los sentidos produce lo bello cuando se describe, ¿dónde podemos hallar tanta belleza como en los poemas orientales que giran principalmente sobre los objetos más ama bles bl es d e la n a t u r a l e z a ? ” 106 p u e s , t a m b i é n a c a u s a de su clim cl im a , inmoderadamente caluroso, “los Asiáticos sobrepujan a los la primera”, “Sobre los siete autores de los poemas conocidos por el nombre de Al Moallacat”, “Noticia de Lebid”, “Sobre la conversión al Mahometismo”, “Sobre los poetas árabes” “Sobre los poetas persas"” “Historia de la lengua pe p e r s a ” , “N o tic ti c ia d e F e r d u s i"” i" ” y “ S o b r e los p o e tas ta s tu r c o s ” . 103 18 1833 33,, p p . 325 3 25.. 1Mibid., pp. 2934. 105“Es c ierto ierto que, desp ués de W illi illiam am Jo ne s y de A nq ue tilD up erro n, y tras la expedición de Napoleón a Egipto, Europa llegó a conocer Oriente de una manera más científica, a vivir en él con una autoridad y una disciplina que nunca antes había tenido”, E. W. Said, Oñentalismo, Madrid, Libertarias, 1990, pp. 42 y 43. IMp. 5.
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habitantes de nuestras regiones más frías en la viveza de su fantasía, y en e n la rique riq ueza za de su im ag agin inac ación ión ” 107, en u n len g ua ua je j e , ex expp r e siv si v o , f u e r te, te , s o n o r o 108 y el m á s c o p ioso io so q u i z á de dell m un do 109, “sing ularm ula rm en ente te ad a p tad ta d o p a ra la po esía” esía ” no. L a paz pa z constituye el ambiente más propicio para hacer germinar la riqueza poética del pueblo persa. Su contacto diario con el espectáculo de los cuerpos celestes, testigos de sus noches de sueño en las azoteas de sus casas, su psicología propensa a la flojedad, flojedad, el am o r al placer, su indolen ind olen cia y afe m in ac ió n 111 y su su rico lenguaje, infectado de la delicadeza de sus vidas y sentimientos, favorecen que “Persia ha producido más escritores de toda espec especie ie,, principalm ente p oetas, que tod a E u rop a ju n ta ” “2 “2.. Los turcos se han esforzado en pulir y enriquecer su lengua, a p a r t i r d e l a d e los p e r s a s y á r a b e s , e i m i t a r las la s c o m p o s icio ic ionn e s po p o é t ica ic a s d e los lo s p r im e r o s “ 3. E l e n say sa y o d e W . J o n e s co conn c luy lu y e con una exhortación al estudio de las lenguas orientales en las universidades, lo que proporcionaría la incorporación de nuevas literaturas que complementasen a la griega y latina. Las Poesías asiáticas proveerán “un nuevo repuesto de imágenes y símiles” símiles” 114 p a ra la poesía poe sía eu ro pe a, pue puess “La “L a sencillez sencillez y va valen lentía en la expresión, el uso frecuente de las imágenes y de las 107 ibid., p. 11. 108"Parecen pu es idó neos el leng uaje pérsico p a ra los los fuegos y am ores , el árabe para los poemas heroicos y la elocuencia; y el turco para los escritos morales”, “Adición II. Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre la primera”, pp. 3031. 109“A dv er ten te n cia” ci a” , p. 12 12.. uoibid., p. 13. 111 ibid., pp. 1719, passim. pass im. m ibid bid., p. 19. n3ibid., p.23. lHibid., p. 25. 42
comparaciones, la hipérbole casi continua, el estilo cortado y dramático, el desorden lírico que anuncia las conmociones de la imaginación; la osadía de los pensamientos siempre presentados bajo formas sensibles, y en los pasajes patéticos aquella ternura candorosa que se apodera del corazón; en fin, el lenguaje exento de pretensiones y de afectación de elegancia, y que nada calla ni dice por respeto a conveniencias sociales, son las prendas características de los libros poéticos de la escritura: lo son también de gran parte de las poesías árabes, persas e índicas, que hemos leído en traducciones hechas en las lenguas m ode rnas de E u ro p a” “5 “5..
Tem as de las Po
e s ía s a s iá t ic a s
En las Poesías asiáticas el Conde de Noroña recopila la traducción de una serie de composiciones poéticas que expresan los distintos sentimientos de la vida humana y plasman, predominantemente, la invitación al amor y al placer, la reflexión existencial y el aleccionamiento moralizante. Otros poemas se refieren a las distintas vicisitudes de la vida y a situaciones históricas concretas. Con respecto a los géneros poéticos más empleados por la poesía oriental primitiva, son la oda, “el más adaptable al carácter peculiar de su genio”, la elegía, la égloga, el apólogo apólo go o p a r á b o la .11 .116 la s m á s n u m e r o s a s , c o n c r e Las poesías árabes. — S o n las tamente setenta y tres, con una gran variedad de temas. Hay 115A 5A.. Lis L is ta, ta , art. cit., pp. 27 y 28. 116A 6A.. Lis L is ta, ta , ibid., p. 28.
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un primer grupo de poemas de asunto heterogéneo: al desierto de M ita ta (1 )11 )117; descrip des cripcion cion es de luga lu gares res (val (valle le de M azav az av an y Seruge que dan lugar a su autor a la evocación del paraíso (59 y 68), de u n jar d ín en prim av era que inv ita ita al hedon ismo (61) y de un sitio delicioso (69), un locus amoenus con atributos femeninos: Jardín ornado de semblante verde, / con dulces arro yuelos dividido, / al que matiza con frescor el viento / y palmas a manera de muchachas, / que sus tiernas gargantas con collares / de sus frutos lindísimos adornan. ju j u n t o a la p i n t u r a d el a m b i e n t e r o m á n t i c o (66) c o n sus c o m po p o n e n t e s típ tí p ico ic o s (roc (r ocas as,, n o c h e l ó b r e g a , tin ti n ieb ie b las la s , o s c u r o m a r , lechuza, soledad adusta...). Encontramos, asimismo, descripciones de situacion es — el am an te feliz eliz (2 (29) se se despide desp ide de su amada, al alba, tras una noche de amor,— y de personas, así, el de una muchacha (56) cuyo cuerpo es descrito, ordenada y po p o r m e n o r i z a d a m e n t e , e n u n ric ri c o a l a r d e d e c o m p a r a c i o n e s d e gran sensualidad: Delicada muchacha, refulgente, / de cuerpo enhiesto, pe p e c h o r e l e v a d o / c o m o l í q u id a p l a t a r e b r u ñ i d o . [...] Su cuello ornado en torno de collares/ al de hermosa gacela se parece [...] Sus cabellos, [...] cual los densos racimos de la palma. Su cintura un cordó n en lo lo delgado, delgado, / su pie rna como ramo de palmera. (57 y 67); 117 Señal Señal amos, ent e ntre re par p arén éntt esi es i s, l a numeración numeración de lo lo s poemas en Poesías asiáticas (1833), numeración que recogemos en el índice de nuestra edición.
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composiciones dedicadas a los sepulcros de Maan (2) y de Zayde (3); sobre la ruina de la extensa familia de los Barmecidas (15); a los verdaderos placeres (4), “grande es, pues, el número de los cantares que celebran el vino y los festines” ll8, pero sujetos a su inevitable fugacidad: Vino y festín sabroso, / y el dulce retozar de la camella, / que firme el suelo huella. [...] Muchachas agraciadas, / que en torno nos rodean, con vestidos / de oro y seda tejidos. [...] Abundancia y sosiego, / y el ay suave de la cuerda herida,, / ha da hace ce feliz feliz la vida. vid a. [...] Que cuanto vive está sujeto a muerte. La muerte es el tema de seis composiciones: de una dama (5), de un príncipe (63), de un hijo del visir (21), de Nedham al Molk (36), de su amada (43) y de unos jóvenes (62) a quienes “La hermosura vistiólos con un manto / de sabrosos placeres y alegría, alegría, / y el el va varon ron il esfuer esfuerzo zo superiores / los los hizo a los reveses de la suerte”, que “aniquilados bajo tierra yacen” a cuya tumba el amigo se acerca y “nadie le replica / sino el eco confuso de los montes”; a la batalla de Sehbal (6); poemas dedicados a una tribu (7), a una negra virtuosa (46), apología de las virtudes de una mujer de ese color pues “hay en un cuerpo, como almizcle oscuro, / la candidez del alcánfor más p u r o ” y a la f a v o r ita it a (28); u n a s á t ira ir a (8); (8); el c a n t o d e M a y s u m a (11); a la inauguración de Al Rashid y a la exaltación de su visir (14); recuerdos de un ausente (42); consuelo ante la soledad
neSchack, o. c., p. 107.
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en la tristeza (26); elogio a un principe (60) generoso, benéfico, justo, amoroso y dulce; sobre un tema ilustrado —A Dios, al Ser Supremo— (16 y 64), la contemplación de la venida de la primavera invita a recordar y a alabar; reflexiones acerca de las etapas de la vida —juventud y vejez— (10 y 39): si la cualidad pred om ina nte del jov en es su su valor, la entere za an te la adversidad es la del viejo. Poemas acerca del amor (40), expuesto en clave geométrica, sobre distintos animales (22), una fábula en la que fustiga la avaricia, ¡Maldito el manjar sea / que el apetito halaga, / si en el plato escondida / está nuestra desgracia. (25, 27 y 35), a las plantas, entre éstas la rosa, y un fruto (50, 51, 52, 53, 54 y 55) y a las virtudes del aliento de Azaura (72). La relación del vino y el amor de la muchacha son el motivo lírico de varios poemas (18, 19, 23 y 32.) Se da una curiosa transformación, por otra parte muy frecuente en estos poemas árabes, de los objetos con la persona amada: Ea, sus, la ancha copa / alarga a toda prisa, / el vino suyo suyo sol soloo / mi ansiosa ansiosa sed sed excita excita,, / po rqu e al ir a m ezclarlo / la escanciadora mía / le traslada el ardiente / color de su mejilla. (18) M i rostro rostro se se empalidece / cuando cuand o a Leyla Leyla miro atento, / y el de Leyla en el momento / con el rubor se enrojece, / como si la sangre ansiosa / de mi corazón huyera, / y a depo depositarse sitarse fue ra / en su mejilla mejilla preciosa. preciosa . (23 (23) 46
El amor reporta la pérdida de la libertad: Tendiste la red de amor, / en ella me has cautivado, [...] Tu mano preso me tiene, / cual ave que un niño cría, / que sufre fiera agonía / en tanto que él se entretiene. (32) Otro grupo lo conforman los poemas moralizantes: sobre la confianza (9), al capricho de la suerte (12), acerca de las vicisitudes de la vida (24), cercada de desengaños, Al cabo su fuente impura / muestra el más dulce placer / y la dicha de más dura / llega al cabo más segura / a vacilar o caer, a la fortuna (30) “tan sólo importuna al rico y al poderoso”, sobre la vida (31, 71 y 73), a la moderación en nuestros placeres (33) “pues en todo debe haber / orden, medida y asiento”, a la búsqueda de la serenidad y de la virtud, A mar de cocodrilos infestada / nuestra vida fugaz es sem ejante. [...] Si tú del sabio an helas el reposo, / gu árdate de obrar mal, / sé virtuoso. (73) a la incompatibilidad del orgullo y la gloria (34), sobre la necesidad de tomar consejo (38) con la adopción de un tono gnómico: C on sulta con otro tú / al ir a deliberar, / [...] Sólo Sólo el el rostro a la m ujer / la representa un cri cristal stal,, / mas dos dos la hac en descu brir / lo que en pos del del cuel cuello lo está está.. 47
y respecto a las ventajas de varia suerte que el viajar reporta (44):
El viajar anima al varón fuerte, / le adquiere honor, su dignidad mejora, / y es un tesoro en la contraria suerte. Finalmente, el tercer conjunto de poemas reúne composiciones de circunstancias (al mezclar el agua y el vino (47,48 y 49); el dedicado a una mujer que decía estar apasionada de un ho m bre en su vejez vejez (4 (41); a unos jóven es que m ostra ba bann estar enamorados (37); en el cumpleaños de un amigo (20) en el que se da un conceptuoso juego verbal: N a c i e n d o el l l a n to h u m e d e c i ó tus tu s ojos oj os,, / y r e ím o s e n torno de tu cuna. / ¡Ojalá rías al perder tus luces, / mereciendo te lloren en la tumba. (20) y a una dama que le reprendía (17).
Los poem as persas persas comprenden veintiséis gacelas y otros
dieci diecisé séis is po poem em as. Estos Estos con tienen elogi elogios os — a M a h o m a 119 (XI) (XI),, al rey (II), hiperbólicamente embellecido (IV), al aguerrido Barzú, que “Arbol es de fino acero, / y cual ramos de plátanos sus sus bra zo zos” s” (III) (III) y tam bién bié n de la gacela pers a (XVI)— ; los los consejos del rey moribundo al príncipe (XII) con las palabras finales de aquel:: Las raíces raíces son el el pueblo, / y el tronco tron co el rey, rey, considera con sidera / que de las raíces saca / el árbol toda su fuerza; 119 En est estos poemas persa persass seg segui uimos mos l a numeración numeraci ón romana, co como mo figur figuraa en la edición de Poesías asiáticas (1833).
la descripción de un valle (V) y de la evolución de la virginidad de la muchacha a su pérdida (XIV), análogo al epitalamio de Catulo; una invitación al vino en el huerto donde el triste ruiseñor lamenta, posado en la rosa, la ausencia del malhadado Asfendiar (I); un epinicio (VI) acompañado de notas del pr p r o p i o a u t o r q u e g u a r d a e n sus a p r e c i a c i o n e s las la s c o n v e n c ion io n e s neoclásicas; un epigrama (VII); una sátira (VIII), dos fábulas (IX y X) de orientación ética; la expresión del sentimiento ante una ausencia (XIII) y de carácter moralizante (XV) pues “Contra naturaleza / no hay trabajo que baste”. El Conde de Noroña introduce las gacelas de Hafiz, de sobrenombre Mohammed ShemsEddin, con una, escrita por él mismo, “con la misma estructura que las de Hafiz, en ala ba b a n z a d e este es te g r a n p o e t a d e S i r a z ” . El m a y o r n ú m e r o de estas es tas composiciones son exhortaciones al amor placentero (I) con la invocación del carpe diem, (IV, VIII) en las distintas estaciones (III, XVI, XVII, XXIII, XXX y XXXII), situaciones (XIV, XXV y XXXIII) y clases —hetero y homoerótico (II). Poemas en el desamor y en la ausencia (VII, X, XI, XII, XVIII, XIX, XX, XXI y XXII)— y de invitación a la libación del vino (V, VI, IX, XIII, XV, XXIV, XXIX y XXXIV): Levántate, copero, / la taza alarga con con jovial presteza, presteza, / po p o r q u e s e p u l tar ta r q u ier ie r o / el p e s a r y tris tr iste teza za.. (G a c e la IX) IX ) Aborrezco Aborr ezco el tris triste te claust claustro, ro, / odio el el hábito hábi to de monje. / ¿Adonde están los banquetes? / ¿El alegre vino adonde? (Gacela XI) Lascivo, audaz, beodo y descarado / en robar los placeres, ceres, lo confi confieso, eso, / lo soy en sum o grado g rado,, / mas si si hallas uno en la ciudad diverso / dedico al punto a su loor mi verso. (Gacela XVII) 49
¡Qué graciosos tu bozo y tus lunares! / Tus ojos y tus cejas ¡qué lucientes! / Tu prócera estatura ¡qué agrada ble! ( G a c e la X X V I ) Le siguen las descripciones de la persona amada de indistinto sexo (XXVI, XXVII, XXVIII, XXXI y XXXV.) La última gacela compendia los temas citados (XXXVI.) En los dos únicos poemas turcos traducidos se expone el gozo larvado por el dolor: Juguemos, bebamos, / que la primavera / se marcha al instante, / Nos huye lige ligera. ra. (“A (“A la prim av era ”) Mi alma el vergel de esta vida / contempló con faz atenta, / y no encontró rosa alguna / sin espina que la hiriera. (“Sobre los inciertos placeres de la vida”) El Conde de Noroña, que redacta la crónica fúnebre, inmedia ta y directa, d irecta, de su amigo Jo sé C ad adalso also I2 I20, intro du ce, al con suno con el autor de las Noches lúgubres lúgubres, la estética romántica 120 “Esta fue a las las nueve y m edia de la no ch e del 26 de feb rero de 17 1782 82 en la batería avanzada de cañones, llamada San Martín, frente de Gibraltar [...] Murió del casco de granada, que dró una batería del monte, llamada de Ulises [...] El casco le dio en la sien derecha y le llevó parte de la frente [...] Aunque le dijeron que se dirigía una granada al puesto donde estaba, despreció el aviso con ánimo sereno”, Poenas del Conde de Noroña, II, Madrid, p o r V e g a y C o m p a ñ í a , 1 80 800, 0, p p . 1 9 0 201 2 01.. H a b í a a p a r e c i d o c o n a n te r i o r i dad en el Correo de Madrid, 11 X I 178 1789. 9. 121 Véanse, entre otros, sus poemas “Retrato de la tristeza del doctor Y oun g”, “W erth er a su sepultura. sepultura. Im itación de uno s vers versos os ingl ingleses eses”, ”, “A “A Silvia” y la elegía “La noche triste”, Poesías del Conde de Noroña, II, Madrid, p o r V e g a y C o m p a ñ í a , 18 1800 00,, p p . 14 140, 0, 15 150, 0, 16 168 8 171 y 1 7 7 1 8 9 , r e s p e c tiv ti v a pri merr romántico “europeo” europeo” de Españ Esp aña, a, mente. Al respecto, R. Sebold, Cadalso: el prime Madrid, Gredos, 1974.
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en E spañ sp aña, a, a finales finales del sigl sigloo X V III II I 12‘, pu pues es “ ay ayud ud ó a afian af ianzar zar en la poesía castellana la moda sepulcral y el exotismo prerrománticos” l22. Las Poesías asiáticas , “de “ de d u lce lc e fueg fu egoo llena lle nas” s” 123 contribuyen, a su vez, a la consolidación del orientalismo romántico español. A decir de Noroña, la pasión, la viveza y la animación de las imágenes orientales deben sustituir a las “gálicas friald fr iald ad es” es ” 124, co com m o he hem m os ex expu puesto esto m ás a rrib rr ibaa (p. 36).
El poeta catalán Aribau escribió: “Distinguimos las poesías orientales por ciertos rasgos sublimes llenos de énfasis y exaltación, por un tránsito instantáneo de una idea a otra enteramente diferentes y hasta cierto punto inconexas, y por una valen va len tía y ex exag ager erac ación ión en sus m etá fora fo ras” s” 125. Se continúa, por tanto, en las Poesías asiáticas el espíritu ana creón tico — el “am or, vino y am istad son la tril trilogía ogía favorita ri ta ” 126— y, con re fin am ien to orien or iental, tal, las po poesías esías árab á rab es exh e xh i be b e n , p o r m e d i o d e la e x p r e s i ó n l a c ó n i c a y b r e v e a v eces ec es,, f r o n dosa e hipersensual las más, una temática universal y ahistó rica: el amor y la muerte, las veleidades de la fortuna, el tránsito del tiempo y la añoranza del mismo. En los poemas persas, con un destinatario indistinto, doncella o mancebo, confluyen la exaltación heroica del valor del guerrero, el amor alienador y fatal, enmarcado en una naturaleza idealizada, la 122J o h n P olt, ol t, Poesía del siglo XVIII, edición, introducción y notas de, Madrid, Clásicos Castalia, 1994, p.298. 123“ 3“A A m i es p o sa ”, v. 12 124“A d v er ten c ia” Europe peoo, 11, 1823, p. 337. 125B 5B.. C . A rib au , “ So bre la po esía o rien tal” , E l Euro Introducción ión a Melénde Melé ndezz Valdés Valdés,, Poesía Poesías, s, Madrid, Espasa 126P e d ro S alin as, Introducc Calpe S. A., Madrid, 1973, pp. XXXVII y XXXVIII.
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invitación al hedonismo con claros ecos de los poetas clásicos (Horacio y Catulo, principalmente), lo que también se advierte en las po poesías esías de p ro c ed en c ia tu rc a l27.
Santiago Fortuño Llorens
Universidad Jaume I de Castellón.
poética, Madrid, Cátedra, 127“Intro du cc ión ” a C on de de N oro ña . Antología poética, 1997, p. 58.
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N U E S T R A E D I C I Ó N
Para la presente edición de las Poesías asiáticas seguimos el texto, postu po stumo mo,, de la p rim ri m era er a edición edic ión,, pu publ blica icado do en la Im p ren re n ta de Jul J ulio io Didot Mayor, calle del Puente de Lodi, n° 6 de París, en 1833, que se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid, que hemos corregido y actualizado ortográficamente. Se mantiene también la grafía de los nombres propios tal como los los transcribe Noroña: No roña: Kh Khoras orasán án por p or Jorasán, Valadata por Wallada, etc., con ortografías procedentes del inglés, francés, o latín. Hemos conservado las notas a pie de página y comentarios del propio autor por la relevante aportación de datos y la personal valoración crítica del propio Conde de Noroña. También intercalamos entre los poemas los textos, ya comentados en nuestra Introducción (discurso, adiciones, noticia, juicios literarios), en la forma en que se hallan en la edición princ princeps eps.. También hemos cotejado el manuscrito 4131 de la Biblioteca Nac N acio iona nall que contiene cont iene el texto, text o, excluidas las tradu tra ducc ccio ione ness de las po poeesías persas y turcas.
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P O E S IA S A S IA T IC A S P U E S T A S E N V E R S O C A S TE T E L LA LA N O POR
D O N G A S P A R M A R I A D E NAVA CONDE DE NOROÑA .................. Carmina non prius
A u d it a ........ ............. ......... ......... ......... ........ ......... ......... ......... ......... Virginibus puerisque canta. Horatius
PARIS I M P R E N T A D E J U L IO IO D I D O T M A Y O R CALLE DEL PUENTE DE LODI Nfi 6
1833
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Aquella parte de la Arabia que nosotros llamamos Feliz, y los asiáticos conocen bajo el nombre de Yemen, me parece ser el único país del mundo en donde se puede colocar la escena de la poesía pastoral, porque ninguna nación hasta ahora puede competir con los árabes en la dulzura de su clima y en la sim pli p licc ida id a d d e sus co coss tum tu m b res. re s. H a y , p u es, es , al n o r te de dell I n d o s t á n u n valle llamado Casimir , el cual, según una relación escrita por uno de sus naturales, naturales, es es un perfecto perfecto jard ín, superabu sup erabu nda ndantem ntem ente fructífero y regado por un millón de riachuelos, pero cuando sus habitantes fueron subyugados por los ardides de un príncipe mogol, perdieron su felicidad con su libertad, y la Arabia retuvo su antiguo título sin rival que se lo disputase. No son estas fantasías de un poeta: las bellezas del Yemen están comprobadas por el unánime testimonio de todos los viajeros, por sus descripciones en todos los escritos asiáticos y por la naturaleza y situación del país mismo entre los once y doce grados de latitud septentrional, bajo un cielo sereno y con la influencia más favorable del sol. Está cercado, por un lado, de vastas rocas y desiertos, y defendido del otro por un mar tempestuoso, de suerte que pa p a r e c e h a b e r l e d e s tin ti n a d o la p r o v ide id e n c ia p a r a s er la m ás seg se g u r a y la más hermosa región del Oriente. 61
Sus ciudades principales son Sanaa, considerada comúnmente como su metrópoli, Z,ebid Z,ebid,, pueblo de comercio, situado en una llanura extensa cerca del mar de Ommán, y Adén, Ad én, rod ead o de agrad ables jard ine s y bosques, bosques, situado situado a lo los once grados del Ecuador y setenta y seis de las islas Fortunadas o Canarias, en donde los geógrafos asiáticos fijan su primer meridiano. Se debe observar que Adén Ad én en los dialectos orientales es precisamente la misma voz que Edén, nombre que damos nosotros al ja rd ín del paraíso , la cual tiene dos sentidos sentidos con una ligera diferencia en su pronunciación, según el primero significa morada estable, según el segundo deleite, blandura o tran quilidad. La voz Edén tiene probablemente uno de estos sentidos en el sagrado texto, aunque nosotros la usamos como un nombre propio. Debemos también observar aquí que el mismo Yemen toma su nombre de una palabra que significa verdura y feli fe lici cida dad d , porque en estos climas ardientes la frescura de la som br b r a y la f r ia ld a d de dell a g u a son so n ide id e a s i n s e p a r a b les le s d e l a feli fe licc ida id a d y ésta puede ser la razón de que las más de las naciones orientales estén de acuerdo en la tradición del delicioso terreno en que los primeros habitantes de la tierra fueron colocados des pu p u é s d e la c a ída íd a . L os a n tig ti g u o s d i e r o n el n o m b r e d e Eudaimon o Feliz a este país, trasladando la palabra Yemen, o más pro ba b a b l e m e n t e a lu d i e n d o a los p rec re c ios io s o s á r b o les le s de e s p e c e r ía y pl p l a n ta s b a lsá ls á m ica ic a s q u e c r e c e n e n él, y, sin h a b l a r p o é t i c a m e n te, perfuman realmente el aire. Es una verdad que toda poesía recibe un adorno grandísimo de la belleza de las imágenes naturales, y así como las rosas de Sharon, la verdura del Carmelo, los vinos de Engaddi, y el rocío de Herm He rmon on son fuentes de muchas metáforas y comparaciones agradables en la po p o e s í a s a g r a d a , así los o lore lo ress d e l Y e m e n , el alm al m izc iz c le de Adra Ad ram m ut, ut , y las perlas de Ommán abastecen a los poetas árabes 62
de una gran variedad de alusiones, y si la observación de Hermógenes es exacta, que lo que es delicioso a los sentidos pr p r o d u c e lo b ello el lo c u a n d o se d e s c r ibe ib e , ¿ d ó n d e p o d e m o s h a l la r tanta belleza como en los poemas orientales, que giran princi pa p a l m e n t e s o b r e los lo s o b jeto je toss m á s a m a b les le s d e la n a t u r a l e z a ? Prosiguiendo esta idea, hay una observación de Demetrio Phaléreo en su elegante tratado sobre el estilo, y es que no es fácil escribir sobre un asunto agradable de un modo desagradable, y que las expresiones hermosas nacen igualmente con las imágenes hermosas, por cuya razón dice: Na N a d a puede ser ser más má s agrabl agrablee que la poesía de Safo, que contie contiene ne descúpcion descúpciones es de jard ja rdin ines es y ban ba n quetes, de f o r e s y frutos, frut os, de fuente fue ntess y prader praderas, as, de ruis ruiseñ eñoores res y tórt tórtoolas, las, de amore amoress y gracias gracias; así cuando ella habla de un arroyo murmuran do blandament bla ndamentee entre las guijas, guij as, y el céf céfiro iro juga ju gand ndoo entre entre las hojas, hojas, cuyo cuyo rumor excita un sosegado sueño , sus versos fluyen sin trabajo algu-
no, y tan dulcemente como el riachuelo que describe. Quizá alteraré las palabras de Demetrio, porque le cito de memoria, pe p e r o éste és te es, e n g e n e r a l , el s e n tid ti d o d e su o b s e r v a c ión ió n , la cu cual al,, si no es más especiosa que exacta, nos induce a creer que los pu p u e b l o s d e O r i e n t e p u e d e n c o m p e t i r c o n los lo s d e E u r o p a e n las gracias de la dicción, así como también en la viveza de sus imágenes. No por esto estamos en la persuasión de que la poesía árabe sea solamente agradable por sus descripciones de objetos hermosos, sabiendo que los tenebrosos y terribles que pr p r o d u c e n el sub su b lim li m e c u a n d o e s tán tá n a p t a m e n t e d e scri sc rito toss s o n n o menos comunes en la Arabia Desierta y la Pétrea, y a la verdad nada hemos visto pintado con tanta frecuencia por los po p o e t a s d e esto es toss p a íse ís e s c o m o los lob lo b o s y leo le o n e s , p r e c ipic ip icio ioss y bo b o s q u e s , roc ro c a s y d e s ier ie r tos. to s. Si concedemos que los objetos naturales que los árabes tienen comúnmente a la vista son hermosos y sublimes, debemos 63
po p o r p r e c isió is iónn c o n f e s a r q u e sus c o m p a r a c i o n e s , m e t á f o r a s y a lele gorías lo son igualmente, porque una alegoría es un conjunto de metáforas, una metáfora un corto símil, y los más hermosos símiles están sacados de los objetos naturales. Es verdad que muchas de las figuras orientales son comunes a otras naciones, pero algunas de ellas reciben un carácter peculiar de las costumbres de los árabes, que moran en las llanuras y bosques, las cuales se perderían si ellos habitasen en las ciudades. Así, el rocío de la liberalidad y el olor de la reputación, metáforas usadas hasta del más bajo pueblo, son maravillosas en bo b o c a d e a q u e llo ll o s q u e n e c e s ita it a n t a n t o d e ser se r ref re f res re s c a d o s c o n los rocíos, y que complacen el sentido del olfato con los olores más suaves del mundo. Es también muy común en todos los países hacer frecuentes alusiones a la brillantez de los luminares celestes que dan su luz a todos, pero las metáforas de que éstos se valen tienen una belleza más, si consideramos que están hechas por una nación que pasa las más de las noches al raso, o en tiendas, y, por consiguiente, ven la luna y las estrellas en su más grande esplendor. Este modo de considerar sus figuras po p o é tic ti c a s p u e d e a m u c h a s d e ellas ell as p r e s ta r la s u n a g r a c i a q u e ciertamente no tendrían en nuestros idiomas, como cuando ellos comparan las frentes fren tes de sus queúdas a la mañana, sus rizos a la noch noche, e, sus rostr rostros os al sol sol,, a la luna y al ja z m ín , sus mejillas a rosas rosas y a f r u t a s maduras, sus dientes a perlas, grani gra nizo zo y copo coposs de niev nieve, e, sus ojo ojos a narcisos, su s u cabel cabello lo úza ú zadd o a escorpio escorpione ness negr negros os y a jacin ja cinto tos, s, sus labios a rubíes o a vino, vino, las form fo rm a s de su pecho pecho a granadas, y el colo color r de ellas a niev nieve, e, su talle al pino, pin o, y su estatura a la del cipr ciprés és,, la de la la pa p a lm a o a la jave ja veli lina na.. Muchas de estas comparaciones parecen
forzadas en nuestros idiomas, sin embargo, son ciertamente de gran delicadeza en el suyo y afectan de un modo particular sus ánimos. Sus símiles, pues, son, en general, muy exactos y 64
pi p i n t o r e s c o s c o m o a q u e l del azul de los ojos de un hermosa, derra mando lágrimas, a las violetas goteando con con el ro rocío cío; y aquel aque l de un gue rrero, avanzando a la cabeza de su ejército, a una águila surcando el aire y rompien rompiendo do las nubes con con sus alas.
No N o s o n esta es tass v e n taja ta jass las la s sola so lass q u e d i s f r u t a n los lo s n a t u r a l e s de la Arabia sobre los de los demás países. Ellos han conservado hasta el día de hoy los usos y costumbres de sus antecesores, que, según su propia confesión, se establecieron en la pr p r o v i n c i a d e Y e m e n c e r c a d e tre tr e s m il a ñ o s h a , n o h a b i e n d o sido subyugados por nación alguna hasta que el almirante de Selim Io hizo un desembarco en sus costas y exigió un tributo del pueblo de Aden. Los árabes, sin embargo, mantienen sólo un simulacro de fidelidad al sultán y obran en todas las ocasiones importantes con manifiesta desconfianza, fiándose en la velocidad de sus caballos y en la vasta extensión de sus bosques, en los cuales todo aquel que los quiere atacar se pone a pi p i q u e d e p e r e c e r . Así q u e yo t r a t o s o lam la m e n t e d e a q u e llo ll o s á r a bes b es q u e , c o m o los a n t igu ig u o s nómados, habitan constantemente ba b a j o t ien ie n d a s , y las t r a s m u d a n s e g ú n las la s e s tac ta c ion io n e s , p o r q u e los habitantes de las ciudades que trafican con los comerciantes de Europa en especerías, perfumes y café han perdido mucho de su antigua simplicidad al paso que los otros la han conservado ciertamente y, excepto cuando sus tribus están empeñadas en una guerra, consumen los días oteando sus ganados y camellos y cantando canciones nacionales que componen casi de repente y despreciando las suntuosas columnas y los edificios magníficos de las ciudades, cuando los comparan con los encantos naturales de su país y la frescura de sus tiendas. Así que pasan su vida en el más grande placer que se puede concebir, contemplando los objetos más deliciosos y gozando de una perpetua primavera. ¿5
El calor del sol, que debe ser intenso en un clima tan cerca de la línea, es sin embargo templado por la sombra de los árboles que se extienden sobre los valles y por el gran número de manantiales que brotan en medio de las montañas. De aquí es que casi todas las nociones de la feli fe licc ida id a d son tomadas de la frescu fre scura ra y verdura verdura, y es una máxima entre ellos que los tres objetos más encantadores de la naturaleza son un prado ve verd rdee, un claro anoyuelo y una mujer hermosa, y que la vista de estos tres objetos a un mismo tiempo produce el mayor deleite imagina ble. bl e. M a h o m a sup su p o a v e n irs ir s e t a n b i e n c o n l a m á x i m a d e sus p a i sanos que les pintó los placeres celestiales bajo la alegoría de fresca fre scass fuen fu ente tess , bosques verdes y muchachas de ojos negros , que esto significa literalmente en árabe la palabra hurís con que las designa, y en el capítulo de la Ma M a ñ a n a , hacia el fin del Alcorán, hace mención de un jardín llamado Irem Ir em , que no es menos celebrado por los poetas asiáticos que el de las Hespéúd Hesp éúdes es por los griegos. Fue plantado, como dicen, por un rey llamado Shedad, y fue visto una vez por un árabe que anduvo vagueando muy lejos en los desiertos en busca de un camello perdido. Fue pro ba b a b l e m e n t e u n n o m b r e i n v e n t a d o p o r el i m p o s to r c o m o tip ti p o de un estado de felicidad futuro. Está averiguado ya que en el genio de las naciones contribuye no poco su clima, por lo que, o sea que el inmoderado calor disponga a los pueblos orientales a una vida indolente, la cual les da mucho lugar para cultivar sus talentos, o sea que el sol tenga una influencia real en su imaginación (como quieren suponer que lo creían los antiguos, por haber hecho a Apolo Apo lo dios de la poesía), cualquiera que sea la causa, se ha notado siempre que los asiáticos sobre pu p u j a n a los lo s h a b i t a n t e s d e n u e s t r a s reg re g ion io n e s m á s fría fr íass e n la v iveiv eza de su fantasía y en la riqueza de su imaginación. Pasemos más adelante. Como los árabes son admiradores de la hermosura y se regocijan tanto con el ocio y descanso, 66
se hacen naturalmente susceptibles de aquella pasión que es el verdadero manantial y origen de la poesía agradable, y a la verdad hallamos que el amor tiene mucha mayor parte en sus po p o e m a s q u e e n las d e m á s p a s ion io n e s . P a r e c e s e r la q u e tie ti e n e siempre un grado más alto en su imaginación, y difícilmente se encuentra en su lengua una elegía, un panegírico y aun una sátira que no empiece con las quejas de un desgraciado o las exclamaciones de un desventurado amante. Algunas veces sucede sucede que jóvenes de un a tribu tribu están están en am orad os de m uc ha chas de otra tribu, y como frecuentemente se remueven de pr p r o n t o las la s t ien ie n d a s , los lo s a m a n t e s e s t á n a c a d a p a s o s e p a r a d o s durante el tiempo de su galanteo. De aquí es que la mayor pa p a r t e d e los lo s p o e m a s á r a b e s e m p i e z a n d e este es te m o d o : el a u t o r se lamenta de la pronta partida de su querida Hinda, Maia, Zeineb o Aza y describe su belleza, comparándola a un cervato retozón , qu e ju eg a entre en tre m atas aro m áticas. Sus amigos se se esfuerzan a animarle pero él rehúsa todo consuelo, él declara su resolución de visitar a su amada aunque para ir a la tribu tenga que atravesar un horroroso desierto o meterse dentro de una caverna de leones. Aquí, por lo común, hace una pintura del caballo o del camello sobre el cual determina ir, y de aquí pa p a s a c o n u n a fáci fá cill t r a s l a c ió n al p r i n c i p a l o b j e t o d e l p o e m a , y a sea el elogio de su tribu o ya una sátira de la timidez de sus amigos que han rehusado acompañarle en su expedición, aunque casi siempre la pieza gira enteramente sobre el amor. Pero no basta qu e u na nación tenga genio genio pa ra la poesía poesía,, si si no tiene tiene un rico y hermoso lenguaje, cuyas expresiones sean dignas de sus sentimientos. Los árabes, pues, tienen esta ventaja también en el más alto grado. Su lengua es expresiva, fuerte, sonora y la más copiosa del mundo; y como casi todas las tribus tienen muchas voces peculiares a cada una de ellas, los poetas, por conveniencia de la medida o, algunas veces, por su singular 67
be b e lle ll e z a , h a c e n uso us o d e t o d a s ellas; ell as; y c o m o se p o p u l a r i z a n los po p o e m a s , esta es tass p a l a b r a s se i n c o r p o r a n p o r g r a d o s e n el t o d o d e la lengua, como una multitud de pequeños manantiales que se ju j u n t a n e n u n m ism is m o c a u c e y, f o r m a n d o u n c a u d a los lo s o río rí o , e n t r a con rapidez en la mar. Si el argumento antecedente es de algún peso, debemos concluir que los árabes, estando continuamente familiarizados con los objetos más hermosos, gozando de una vida tranquila y agradable en un clima delicioso, siendo sumamente propensos a las pasiones más dulces, y teniendo las ventajas de un lenguaje singularmente adaptado para la poesía, deben ser naturalmente poetas excelentes, y más si sus usos y costumbres son favorables para el cultivo de aquel arte; y que ellos lo son en sumo grado no es dificultoso el probarlo. La pasión de los árabes a la poesía y el respeto que demuestran a los poetas, apenas lo creeríamos si no estuviéramos asegurados por escritores de grande autoridad. Los principales modvos entre ellos de regocijarse han sido formalmente, y lo son probablemente hasta el día de hoy, el nacimiento de un niño, el parto de un yegua, la llegada de un huésped y la aparición de un poeta en su tribu. Cuando un joven poeta ha compuesto un buen poema, todos los vecinos cumplimentan a su familia y la congratulan por tener un medio capaz de recordar sus acciones y recomendar sus virtudes a la posteridad. A pr p r inc in c i p i o s d el siglo sig lo s é p t im o , l a l e n g u a á r a b e h a b í a lle ll e g a d o al grado más alto de perfección por una especie de academia po p o é t i c a q u e a c o s t u m b r a b a a r e u n irs ir s e e n c ier ie r tos to s d e m p o s e n u n sitio llamado Ocadh, en donde cada poeta producía la mejor de sus composiciones y estaban todos seguros de hallar el aplauso que se merecían. Los más sobresalientes de todos estos poemas se copiaron en caracteres de oro sobre papel egipcio y 68
fueron colgados en el templo, por lo que se llamaron Moda Mo dahe heba bat t o dorados y Moa M oall llac acat at o suspensos. suspensos. Los poemas de esta especie los llaman caseidas o elegías, siete de los cuales han sido preservados en nuestras bibliotecas y considerados como lo más delicado de todo cuanto se ha escrito antes del tiempo de Mahoma. El cuarto de ellos, compuesto por Lebid, es puramente pastoral y enteramente como el Ale A lexi xiss de Virgilio, pero infinitamente más hermoso, porque es mucho más conforme a la naturaleza. El poeta empieza alabando los encantos de la hermosa Novar No varaa (palabra que en árabe significa cervato tímido), pe p e r o se e n c o leri le rizz a c o n t r a su a s p e r e z a , e n t r e t e j e a q u í u n a d e scripción de su potrocamello, al cual compara por su velocidad al ciervo perseguido por los galgos, y toma de aquí ocasión para referir en pos sus riquezas, calidades, liberalidad y valor, su noble nacimiento y la gloría de su tribu. La dicción de este po p o e m a es fácil fác il y sim si m p le y, sin si n e m b a r g o , e leg le g a n te, te , sus ve vers rsos os Huidos y musicales, y maravillosamente naturales sus afectos. Los escritores mahometanos cuentan una historia de este po p o e t a q u e m e r e c e refe re ferr irs ir s e a q u í. P a r e c e q u e e n t r e los lo s a n tig ti g u o s árabes acostumbraban los versificadores más eminentes colgar algunos dísticos escogidos en la puerta del templo de Meca, como un público desafío a sus hermanos, instándoles a res po p o n d e r a n t e s d e la p r ó x i m a c o n c u r r e n c i a e n Ocadh, a cuyo tiempo era de ley que todos los concurrentes a esta asamblea diesen su voto para decidir del mérito de cada una de ellas y dar alguna señal de distinción al autor de los versos más hermosos. Pero Lebid, de quien hablamos, y que era un terrible contrario de Mahoma, fijó un poema en la puerta que empezaba con un dístico en el que parecía ciertamente aludir a la nueva religión, cuyo sentido es el siguiente: ¿Acaso no son vanas todas las cosas que que no no vienen vi enen de Dios Di os?? ¿ T no no se desvanecerán desvanecerán todos los los 6c>
honores que él no confiere? Estos versos parecieron tan sublimes
que ninguno de los poetas se atrevió a responderle, hasta que Mahoma, que era poeta también, habiendo compuesto un capítulo de su Alcorán Alco rán (el segundo, pienso) colocó el principio de él al lado del dístico de Lebid, quien, luego que lo leyó, declaró que veía en él algo de divino, confesó su propia inferioridad, arrancó sus versos de la puerta y los hizo mil pedazos, y abrazó la religión de su competidor, a quien fue después extremadamente útil para responder a las sátiras de Amralkeis, que estuvo continuamente atacando las doctrinas de Mahoma. Los asiáticos añaden que su legislador confesaba, algún tiem po p o d e spu sp u é s, q u e n i n g ú n p o e t a p a g a n o h a b í a p r o d u c i d o u n d ísís tico tan noble como aquel de Lebid que acabamos de copiar. Hay muy pocas colecciones más de la antigua poesía árabe, pe p e r o l a m á s f a m o s a de ellas ell as es l a l l a m a d a Ha H a m a sa , y contiene un gran número de epigramas, odas y elegías compuestas en varias ocasiones. Ha sido compilada por Abu Temam, que al mismo tiempo era excelente poeta y acostumbraba decir que los hermosos afectos, entregados a la prosa son como piedras pr p r e c ios io s a s d e r r a m a d a s a l a v e n t u r a , y los q u e e s tán tá n c o n f ina in a d o s en la medida poética se asemejan a los braceletes y sartas de pe p e r las la s . C u a n d o l a reli re ligg ión ió n y l e n g u a j e d e M a h o m a se e x t e n d i e ron por la mayor parte del Asia y los países marítimos del Africa, se hizo moda entre los poetas de Persia, Siria, Egipto, Mauritania y hasta la Tartaria el escribir en árabe, y los versos más hermosos en este idioma compuestos por los ingenios más brillantes de estas naciones se pueden ver en una copia miscelánea intitulada Tatima, aunque muchos han sido copiados separadamente. Sería inútil gastar mucho tiempo en hablar de la poesía de los sirios, tártaros y africanos, puesto que los más de los argumentos propuestos ya a favor de la de 70
los árabes son del mismo peso respecto a las de los demás mahometanos, que no han hecho casi nada más que imitar su estilo y adoptar sus expresiones, por lo cual hablaré, con la br b r e v e d a d p o s ible ib le,, d e l g e n io y uso us o d e los lo s p e r s a s , tu r c o s e indios. El gran imperio que nosotros llamamos Persia es conocido po p o r sus n a t u r a l e s c o n el n o m b r e d e I r á n . C o m o la p a l a b r a Persia denota solamente una provincia particular, la antigua Parsis, está muy impropiamente aplicada por nosotros a todo el reino, pero para atenerme a la costumbre de nuestros geógrafos daré el nombre de Persia a aquel célebre país que está situado, por un lado entre los mares Caspio e Indo, y se extiende por el otro lado desde las montañas de Candahar o Paropamisus hasta la confluencia de los ríos Ciro y Araxes, conteniendo cerca de 30 grados de sur a norte y poco más de este a oeste. En tan vasta extensión de tierra debe haber por fuerza una gran variedad de climas. Las provincias meridionales son tan malsanas y ardientes como ásperas y desagradables las septentrionales, pero en las partes interiores del imperio el aire es suave y templado, y desde principios de mayo hasta septiem br b r e a p e n a s se ve u n a n u b e e n el ciel ci elo. o. L a s ing in g u l a r s e r e n i d a d de las noches de verano y el maravilloso esplendor de la luna y estrellas en este país convidan a los persas a dormir en las azoteas de sus casas, en donde no pueden menos de observar las figuras de las constelaciones y las varias apariencias de los cielos, y se puede, de algún modo, venir en conocimiento de esto por las continuas alusiones de sus poetas y retóricos a la be b e lle ll e z a d e los lo s c u e r p o s cele ce lest stes es.. L as p r o v inc in c ia s inte in terr ior io r e s de Persia abundan en frutos y flores de toda especie, y con la cultura conveniente pudiera ser el jardín del Asia; no están 71
ba b a ñ a d a s , a la v e r d a d , p o r n i n g ú n río rí o c o n s i d e r a b l e , p u e s el Tigris y el Eufrates, el Ciro y el Araxes, el Oxo y los cinco br b r a z o s de dell I n d o e s t á n e n las la s e x t r e m id a d e s d el r e in o , p e r o sus naturales, que tienen gran afición a la agricultura, han suplido aquel defecto con canales artificiales, los cuales templan suficientemente el ardor del suelo. Pero teniendo a la vista el modo con que suplen aquel defecto, he caído en un error común, representando el país, no como es en el día, sino como un siglo ha, pues la larga serie de guerras civiles y mortandades que han destruido las principales bellezas de Persia la han pr p r i v a d o d e sus m á s ind in d u s t rio ri o s o s h a b i ta n t e s . La misma diferencia de clima que afecta el aire y suelo de este extenso país forma una variedad en la figura y temperamento de sus naturales. En algunas provincias son muy morenos y de facciones ásperas, en otras son sumamente hermosos y bien hechos, en estotras nerviosos y robustos, pero el carácter general de la nación es aquella floj fl ojed edad ad , aquel amor al placer, aquella indolencia y afeminación que los hace fácil presa de todos los enjambres del poniente y norte que de tiempo en tiempo los invaden. Sin embargo, no están del todo faltos de coraje, y si no son naturalmente valientes, son dóciles a lo sumo y pueden con una buena disciplina hacerse soldados excelentes, pero la mayor parte de ellos, en los cortos intervalos de paz que pu p u e d e n g o z a r , c a e n s iem ie m p r e e n u n e s tad ta d o d e i n a c c i ó n y p a s a n su vida en un agradable, aunque estudioso retiro. Y ésta puede ser una de las razones por las cuales la Persia ha producido más escritores de toda especie, principalmente poetas, que toda la Europa junta, pues su método de vida les da tiempo para trabajar en aquellas artes que no podrían cultivar con ventaja sin la gran calma y serenidad de su ánimo. Hay un manuscrito en Oxford que contiene las vidas de ciento treinta y cinco 72
de los poetas más célebres, muchos de los cuales han dejado colecciones muy grandes de sus poemas, pero los versificadores y poetas medianos, si Horacio permite que algunos existan, son sin número en Persia. Esta delicadeza de sus vidas y sentimientos ha insensiblemente afectado su lenguaje, y le ha hecho tan suave que no hay ninguno tan rico en el mundo. Dícese que el estilo persa es ridiculamente hinchado y esta falta se atribuye al espíritu esclavizado de su nación, el cual está siempre pronto a engrandecer los objetos que le son superiores; hay malos escritores sin disputa en todo el país y los hay tantos en Asia como en las demás partes pero si quisiésemos tomar el trabajo de aprender la lengua persa, haríamos ver que aquellos que son generalmente estimados en Persia, no son, en manera alguna, esclavos en sus sentimientos, ni ridículos en sus expresiones, de lo cual es suficiente prueba el siguiente pasaje de una obra moral de Sadi intitulada Bostó Bo stónn o el Jard Ja rdín ín.. He H e oído oído decir decir que que el rey rey jVushirván, poco anles de m om , habló a su hijo Hormuz de esta manera: Sé guarda, hijo mío, del pobre y del desva desvalido lido y no te quieras quieras confinar en las cadenas de tu propia indolencia. Ning Ni ngun unoo puede vivir cómodam cómodamente ente en tu dominio, mientras tú no cuides sino de tu pecul pe culia iarr rep reposo oso y digas: digas: Est E stoo me basta. basta. E l sabio no aprueba que duerma el past pa stor or cuando el lo lobo está está sobre el aprisco. aprisco. Ve, hijo mío, mío , protege protege tu débil débi l indigente pueblo, pueblo, pues pu es enteram enterament entee es de él el rey rey desd desdee el momento momento que se ciñe ciñe la diadema. E l pueblo es la raíz ra íz y el re rey si árbol que que brota de de ella ella;; y el árbol, árbol, hijo hijo mío, saca de la raíz raí z toda toda su fue fu e r za. za .
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¿Acaso estos sencillos sentimientos no están expresados con magnífico lenguaje? ¿No son pues dignos de nuestros más ingeniosos escritores? ¿Y no envuelven una hermosa lección para un jov en rey? rey? Los Los poem as de Sadi, sin sin em bargo , son altam en ente estimados en Constantinopla y en Ispahán, aunque uno o dos siglos ha se han querido desterrar de Europa por extender con un activo resplandor la luz de la libertad y de la razón. Sería menester un tratado mucho más extenso para explicar con toda exactitud todas las bellezas del gran poema épico de Ferdusi compuesto en el siglo décimo. La colección entera de sus obras se llama Shanaméh y abraza toda la historia de Persia desde los tiempos más remotos hasta la invasión de los árabes en una serie de excelentes poemas; el más largo y regular de todos contiene una grande e interesante acción, a saber: La L a libertad de Persia por Ciro Ciro de la opre opre sión de Afrasiab, rey de la Tartana Transoxana, que siendo asistido p o r los e m p e r a d o r e s de la I n d i a y C h i n a , c o m o t a m b i é n p o r los demonios, gigantes y encantadores del Asia, llevó sus conquistas tan adelante y se hizo tan extremadamente formidable Il íada da , los caraca los persas. Este poema es más largo que la Ilía teres en él son varios y marcados, las figuras atrevidas y animadas y la dicción sonora y noble, elegante y llena de fuego. Una gran profusión de saber se ha desperdiciado por algunos críticos comparando con Homero a los poetas heroicos que le han sucedido, pero se necesita muy poco discernimiento para ver que ningún poeta posterior se puede justamente comparar a Homero: que el gran padre de la poesía y literatura griega tenía un ingenio demasiado abundante y comprensivo para dejar escapar a su observación ninguna de las partes más sobresalientes de la naturaleza; y los poetas que le han seguido no han hecho más que transcribir sus imágenes y dar un 74
nuevo vestido a sus pensamientos. Y así, por más elegancia y refinamiento que se haya puesto en las obras de los modernos, el espíritu e invención de Homero han continuado sin rival, po p o r c u y a s r a z o n e s esto es toyy m u y lejo le joss d e a s e g u r a r q u e el p o e t a d e Persia es igual al de Grecia, pero sí que hay una grande analogía en las obras de estos dos hombres extraordinarios. Ambos sacan sus imágenes de la naturaleza misma, sin tomarlas por reflexión, ni haciendo, al modo de los modernos, copia de la copia, y ambos poseen en eminente grado aquella invención rica y creadora que es la verdadera alma de la poesía. Como los persas tomaron los metros poéticos y la forma de sus poemas de los árabes, así los turcos, cuando llevaron sus armas a la Mesopotamia y a la Siria, tomaron los versos y el gusto de la poesía de los persas. Graecia Graecia capta fer fe r u m victorem victorem cepit cepit,, et artes intul int ulit it agre agreste ste Latio. Lat io.
Así como las composiciones griegas fueron los modelos de todos los escritores romanos, las persas fueron imitadas por los turcos, que pulieron y enriquecieron considerablemente su lengua, naturalmente estéril, con un gran número de voces sim ples pl es y c o m p u e s t a s q u e a d o p t a r o n d e l p e r s a y d el á r a b e . U n ingenioso literato, que últimamente ha traducido diez y seis odas de H a f i z con sabias ilustraciones, critica a los poetas turcos porque copian demasiado servilmente a los persas, pero ciertamente ellos no son más reprensibles que Horacio, que no sólo imita los metros y expresiones de los griegos, sino que muchas veces traslada casi literalmente los pasajes más brillantes de Alceo, Anacreonte y otros, como también de Píndaro, aunque menos que de los demás, porque la grandeza de sus números y la oscuridad de sus alusiones no eran, en 75
modo alguno, adaptables a la índole de la lengua latina, y esto se echa de ver en su oda od a a Ju lio A ntonio, en la qu e intentó acomodarse a las maneras de Píndaro para celebrar las victorias de Augusto. Pensemos lo que se quiera de esta objeción, es cierto que el imperio turco ha producido un gran número de poetas, algunos de los cuales de no pequeño mérito en su género. El ingenioso autor que se acaba de citar me ha asegurado que las sátiras turcas de Ruhi Bagdadí son muy nerviosas y picantes y me recitó el principio de una de ellas, que no parece desemejante de la m an era de Juv en al. Al principio principio del último siglo se publicó una obra en Constantinopla de los más hermosos versos de 549 poetas turcos, lo que prueba a lo menos que son singularmente apasionados a este arte, cualquiera que sea nuestra opinión de su mérito. Los descendientes de Tamerlán llevaron a la India la lengua y poesía de los persas, y los poetas indios hasta ahora com po p o n e n sus v erso er soss i m i t a n d o los d e aq aquu e llo ll o s. L as m e jor jo r e s d e sus obras que han llegado a mis manos son las de Huzeín, que vivía poco tiempo ha en Bcnarés con gran reputación por sus pr p r e n d a s y s a b e r y e r a c o n o c id o p o r los ingl in gles eses es q u e r e s idía id íann allí bajo el nombre del Filósofo. Sus poemas son elegantes y vivos y uno de ellos a la partida de sus amigos parecía muy bien en nuestra lengua, pero es demasiado largo para insertarle en este bosquejo. Los indios son muelles y voluptuosos pero astutos y disimulados, a lo menos para con los europeos, a quienes, a decir verdad, no han tenido gran razón estos últimos años de admirar por sus opuestas virtudes, pero ellos aman mucho la poesía que han aprendido de los persas y puede quizá, que antes de acabarse el siglo, sean tan apasionados de un arte más formidable que ahora (año 1773) están aprendiendo de los ingleses. 76
Puedo asegurar que al dar estos elogios a los escritores del Asia, no he tenido la idea de rebajar el mérito de los poemas griegos y latinos que han sido justamente admirados en todos los tiempos. Sin embargo, persuadido de que nuestra poesía europea ha subsistido demasiado tiempo en una perpetua repetición de las mismas imágenes y con una alusión incesante a las mismas fábulas, hace algunos años que me esfuerzo a inculcar esta verdad, que si los principales escritos de los asiáticos, que ahora reposan en nuestras públicas bibliotecas, fuesen impresos con el auxilio común de notas e ilustraciones, y las lenguas orientales se estudiasen en nuestras universidades donde todos los otros ramos de las ciencias se enseñan con perfección, se abriría un nuevo y ancho campo para la especulación, tendríamos más exactos conocimientos en la historia del entendimiento humano, estaríamos provistos de un nuevo repuesto de imágenes y símiles, y muchas excelentes composiciones verían la luz, las que podrían comentar los futuros literatos e imitar los futuros poetas.
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ADICIONES I Descripción del jardín de Irem, escrita en persa por Tohfer Al Musalis
A la pág. 10. Contaron que cuando Shedad, rey de Yemen, oyó la descripción del paraíso, dijo: En cuanto a mí no tengo necesidad del paraíso. Yo, yo mismo mismo h aré un paraíso p araíso cual jam ás ha ca bido en la mente de los hombres. Y mandó al punto a sus oficiales que buscasen un terreno para hacer un jardín; ellos le bu b u s c a r o n c o n a n s ia p o r t o d a s p a r tes te s , h a s t a q u e e n c o n t r a r o n p o r fin fi n u n o d e a ire ir e a g r a d a b l e y e lev le v a d o en los c o n f ine in e s d e la Siria. Entonces eligió ciento entre los principales de sus cortesanos para que recogiesen arquitectos y personas hábiles por toda la extensión de su terreno. Mandó también a los monarcas de Hind y Grecia y a los soberanos de Ormuz, etc., que le enviasen todo el oro, plata, perlas y piedras preciosas que se encontrasen en sus países. Al fin empezó su obra. Estaban colocados alternativamente un ladrillo de oro bermejo y otro de cándida plata, y fijadas en las junturas y divisiones perlas y piedras preciosas. Cuentan que diariamente cuarenta recuas de camellos, cargados hasta lo sumo, estaban empleados en este acarreo. Fabricaron un palacio de campo que tenía mil patios, y las paredes y los techos estaban formados con ladrillos de oro y plata, y en derredor dos mil habitaciones y mil vestíbulos. Todas sus paredes estaban igualmente matizadas de perlas, rubíes, esmeraldas, ametistes y otras piedras preciosas. Delante de cada habitación habían colocado árboles de plata y oro con las hojas de ametistes; en vez de 79
fruto colgaban de ellos racimos de perlas, y en el suelo esta ba b a n e s p a r c i d o s , al m o d o d e a r e n a , a lm izc iz c le, le , á m b a r y a z a f r á n . Entre un árbol de oro y otro de plata plantaron un árbol frutal, aquellos para el placer y éstos para el paladar. Para abreviar, en quinientos años llegó a su complemento, y le llamaron vergel de rosas del Ircm. Informado el descreído Shedacl de su conclusión, partió de su capital con la mayor pompa y esplendor, y comitiva y tro pa p a s n u m e r o s a s , c o n d ese es e o s d e v erle er le.. C u a n d o e s t a b a y a c e rca rc a , destacó doscientos mil jóv enes ene s escla esclavos vos,, que h ab ía traído traíd o con c on sigo desde Damasco, en cuatro divisiones, y los hizo apostar en cuatro espacios ya preparados fuera del jardín. El a caballo con sus cortesanos siguió el camino del jardín. Pero como quisisese poner al galope su caballo, le salió uno al encuentro con tan grandes gritos que Shedad se puso todo a temblar. Cuando le hubo contemplado, descubrió una persona de gran fiereza y de una figura majestuosa y le preguntó: ¿Qiiién eres tú? «Yo soy , le respondió, el ángel de la muerte, y vengo para apoderarme de tu alma impura». Shedad exclamó: «Permíteme, a lo menos, entrar en mi paraíso». El ángel de la muerte replicó: «No tengo orden para eso». Shedad, de miedo que le tuvo, se esforzó a apearse del caballo. Tenía un pie p ie e n el e s trib tr iboo y el o t r o casi ca si t o c a b a a t i e r r a , c u a n d o el a r r e b a t a d o r d e las la s a lm a s se llevó lle vó el esp es p írit ír ituu i m p u r o d e a q u e l m ise is e rable criminal y cayó muerto en tierra. Apareció, de repente, un fuego con el cual, habiendo sido quemados los esclavos con todo lo que había en la llanura, fueron reducidos a polvo, y aquel jardín de rosas se escondió de la vista de los hombres.
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II Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre la primera
A la página 12. La lengua persa (dice Chardin en su Viaje a Persia, tom.V, cap. 3.°) es la de la poesía y letras humanas y del pueblo en general, la turca la de los ejércitos y de la corte y el árabe el idioma de la religión y de las ciencias elevadas. Los persas dicen: «El persa es una lengua dulce, el árabe elocuente, el turco grave; las demás lenguas son una algarabía». Comparando estas lenguas con las vulgares de Europa se pu p u e d e a s e g u r a r q u e el p e r s a tie ti e n e r e la c i ó n c o n las l e n g u a s q u e vienen del latín, el turco con las que dimanan del esclavón, y el árabe con el griego. Hay un cuento para probar la antigüedad y diferencia de estas tres lenguas. Dicen que todas tres estaban en uso al mismo tiempo en el paraíso terrenal, que la serpiente que sedujo a nuestros primeros padres hablaba en árabe, que es la lengua elocuente, fuerte y persuasiva, que Adán y Eva hablaban el persa entre sí, que es un idioma dulce, lisonjero, insinuante, con el cual persuadió Eva como se sabe, y que el ángel Gabriel que los echó del paraíso se puso a hablar turco, porque habiéndoles mandado salir del paraíso en persa y después en árabe sin que nada hiciesen, se expresó en fin con los términos de esta lengua amenazante que los espantaron e hicieron obedecer. A lo cual añade W. Jones en sus Coméntanos latinos sobre la poesía asiática , cap. 1.°: «El persa tiene suavidad, el árabe abundancia y fuerza, el turco maravillosa dignidad: el primero halaga y deleita, el segundo transporta con más sublimidad y arre b a t a e n c ier ie r to m o d o c o n m á s e n e rgía rg ía,, el t e r c e r o es e lev le v a d o c o n 8i
elegancia y hermosura. Parecen, pues, idóneos el lenguaje pérsico para los fuegos y amores, el árabe para los poemas heroicos y la elocuencia y el turco para los escritos morales. El príncipe de todos los filósofos después del renacimiento de las letras, Verulamio, publicó un excelente tratado De D e las vanas van as pro p ro piedades de las lengu lenguas. as. Dice, pues, y con mucha verdad: De D e los los lenguajes de los pueblos se puede colegir sus costumbres e ingenios. L o que asegura este varón admirable de los idiomas de los Griegos y Romanos, esto es, que éstos excitaban el respeto con la exactitud de sus palab pal abra rass y aquellos deleitaban deleitaban con con la variedad de sus voce voces, s, se puede trasladar muy bien al lenguaje de los árabes y los persas, y sacar de ahí que los persas son más aptos para las artes y los árabes pa p a r a los n e g o cio ci o s, pues pu es las distinciones distinciones de las artes rtes,, dice, exigen copia de términos, términos, y los neg negoc ocios ios palab pal abra rass simples. Finalmente, vemos que éstos son graves y severos, aquellos lascivos, voluptuosos, disolutos por lo que redundan y se extienden en la composición, y los otros, por lo contrario, son breves, castos, puros, concisos, rara vez se derraman ni abusan de la abundancia de las pala br b r a s y m u c h a s c o n u n a sola so la vo vozz e x p r e s a n el s e n tid ti d o m á s c l a r a mente que con multitud de sentencias». Lo más admirable (prosigue Chardin) y digno de nota de estas lenguas, es que no se alteran y no han mudado nada ni respecto a los términos, ni a las frases, ni al giro de las expresiones, nada es nuevo ni viejo, ningún buen modo de hablar ha perdido su crédito. El Alcorán Alc orán,, por ejemplo, es hoy como ha mil años el modelo de la más pura, más concisa y más elocuente dicción. Los poetas persas que han escrito cuatrocientos o quinientos años ha son también en el día los maestros del lenguaje hermoso, y se aprende por ellos a hablar y a escribir. No se ve parecer que se encuentre estar mejor escrito, y no se le ocurre a nadie que puede embellecer la lengua 82
y perfeccionarla. Lo mismo, creo, sucede con el turco. Si se hace reflexión sobre los infinitos inconvenientes que nacen de las alteraciones continuas de las lenguas de nuestro país, se verá que estos pueblos del Oriente son muy prudentes y felices por haberse librado de un tan gran inconveniente como es la alteración de la cosa más importante del mundo, que es el lenguaje. La lengua árabe es, sobre todo, maravillosa en el número de vocablos diferentes. Dicen que se compone de 12.305.042 pa p a l a b r a s , y la h i s t o r i a h a b l a d e u n p r í n c i p e á r a b e , q u e t e n í a un diccionario tan grueso de esta lengua que necesitaba sesenta camellos para llevarle. La biblioteca mayor del Oriente del día está bien lejos de ser tan numerosa. Los libros que hablan de esta lengua dicen que ha sido tan copiosa que había mil sinónimos para decir camello, lo que se debe entender de todos los estados y posturas en que se le puede representar. Firu Sabad, autor persa, cuenta también que había mil palabras ára be b e s p a r a d e c ir u n a e s p a d a , lo q u e es m u c h o m á s m a rav ra v illo il loss o , pu p u e s q u e u n a espada no se puede concebir bajo tantas ideas diferentes como una bestia de cuatro pies. Añaden que había quinientos términos para decir león, cuatrocientos para significar la calamidad , doscientos para la leche, ochenta para la miel, no sé qué tantos para los dátiles y la pa p a lm a , y otras cien cosas, pa p a r t i c u l a r m e n t e d e a q u e lla ll a s q u e son so n las la s m á s a b u n d a n t e s y m á s comunes entre los árabes, para las cuales tienen más sinónimos que para las otras, sobre lo cual refieren este cuento: Un árabe, habiendo sabido que un gato tenía más de cien nom bre b ress , y n o h a b i é n d o l e v isto is to j a m á s , se i m a g in ó q u e e r a a l g u n a be b e s t i a n o b l e c o m o el leó le ó n y el c a b a llo ll o , p u e s se d e s ig n a b a c o n tantos vocablos. Los autores árabes y persas que cuentan estas maravillas, convienen en que no se pueden aprender todos los 83
términos de la lengua árabe sin milagro, y que ninguno, sino Mahoma, los ha sabido todos. En efecto, hay muchas cosas en esta lengua que tienen una fuerza singular, que no se pueden traducir ni hacer entender sino por circunlocución. Estos mismos autores añaden que la mayor parte de esta lengua ha pe p e r e c i d o y q u e n o se p u e d e y a c o n o c e r su r i q u e z a y h e r m o sura sino en los elogios de los antiguos escritores.
III Sobre los siete autores de los poemas conocidos por el nombre de Al-Moallacat
A la pá pág. g. 14. Los nombres de los siete poetas, autores del Moa M oall llac acat at y que forman la Pléyade antigua de la Arabia son Amralkeis, Tharafáh, Zoheir, Lebid, Antaráh, Amrú y Hareth. Así describe su mérito el célebre W. Jones: “Estos siete idilios, desemejantes en el género, merecen una alabanza igual. El poema de Amralkeis es suave, alegre, espléndido, vario, gracioso; el de Tharafáh audaz, enérgico, vehemente, entremezclado, no obstante, de cierta alegría; el de Zoheir agudo, severo, casto, lleno de preceptos morales y de sentencias gravísimas; el de Lebid blando, amoroso, puro, delicado y no desemejante de la segunda égloga de Virgilio, se queja del fausto y soberbia de su amiga, enumera sus riquezas como el Condón del Mantuano, y, en fin, pone en el cielo sus virtudes y la gloria de su tribu; el de Antaráh es elevado, amenazador, vibrante, magnífico, con mucha hermosura en las descripciones e imágenes; el de Amrú es vehemente y orgulloso; y el de Hareth, finalmente, lleno todo de sabiduría y
dignidad. Los poemas de Amrú y Hareth son, en cierto modo, oraciones contrarias entre sí, como aquellas de Esquines y Demóstenes; fueron hechas en cierto congreso de árabes reunido para hacer una alianza entre dos tribus. Dícese que Hareth Ben Elza lo pronunció, de repente, con vehementísimo ímpetu del ánimo, apoyado en su arco al estilo asiádco. Estos siete poemas escritos con primor y con notas ilustrativas están entre los manuscritos de Pococh en Oxford, número 164. En la misma colección, número 174, hay un manuscrito que contiene unos cuarenta poemas que han tenido el honor de ser suspendidos en el templo de Meca. Este volumen es un tesoro que no tiene precio, de la antigua literatura árabe. Monseñor Assemani, en su disertación sobre los Nesto Ne stonan nanos os de la Siña, dice que en la biblioteca del Vaticano se conservan entre los manuscritos de Pietro della Valle todas las obras de estos siete poetas. El mismo W. Jones ha traducido en inglés el Moa M oall llac acat at y lo ha publicado con el texto y notas. También han sido traducidos en latín con notas muy eruditas los Idil Id ilio ioss de Tarafáh y Zoheir, el primero por Reiske y el segundo por Warner.
IV Noticia de Lebid
A la pág. 14. Abu Aldl Lebid Ben Rabiat, natural de Yemen, es el más antiguo de los poetas árabes después del nacimiento del mahometismo, pues era aún idólatra cuando empezó a publicar Mahoma su ley. Después del hecho mulsumán no compuso
más que versos místicos, sin embargo le atribuyen un dístico al tiempo de morir que es más propio de un hombre de ingenio que de un devoto. Literalmente dice así: La L a nueva de la muerte muerte veré ve ré y o ahora. ahora. No N o es noved novedad ad,, por po r ciert iertoo, apetitosa. Ben B en Cassem cuenta como una tradición profética lo que decía
Mahoma: “La sentencia más hermosa que ha salido de la boca de los Arabes es la que Lebid pronunció cuando dijo: Illa Il la col col expresa m os as así: sehei ma Khala Allah batel 5 , que los españoles expresam Dio D ioss es tod todo y lo demás es nada. Lebid hizo su mansión ordinaria en la ciudad de Cufáh en donde murió de una edad muy avanzada que algunos hacen llegar a 140 años, el de Hégira 141.
V Sobre la conversión de Lebid al mahometismo
A la pág. 15. El pasaje que hizo tanto efecto en el ánimo de Lebid, es uno de los más hermosos del Alcorán Alc orán.. Vedle aquí: “Nada hay dudoso en este libro, es la norma del piadoso que cree en los misterios de la fe, que observa los tiempos señalados de la oración, que distribuye limosnas muchas más de las que le hemos pr p r e s c r i t o , q u e c r e e e n l a rev re v e l a c i ó n q u e te h a sido si do c o m u n i c a da a ti, y en la que ha sido comunicada a los profestas antes que a ti y que tiene firme seguridad de la vida futura: éstos son dirigidos por el señor y los prosperará. En cuanto a los incrédulos, amonésteles tú o no los amonestes, nunca creerán. Dios ha puesto un sello sobre sus corazones y oídos, oscuridad cubre 86
su vista y sufrirán un enorme castigo. Hay algunos que dicen creen en Dios y en el día final, pero, en realidad, no son creyentes. Se imaginan engañar a Dios y a los que creen en El, pe p e r o se e n g a ñ a n s o lam la m e n te a sí m ism is m o s y n o se a p e r c i b e n d e ello. Ellos son como aquel que enciende fuego, y cuando ha alumbrado todo lo que está alrededor de sí, cierra los ojos. Dios arrebata su luz y los deja en la oscuridad, ellos no verán. Ellos son sordos, mudos y ciegos, por eso no se arrepentirán. Como cuando una tormentosa nube pende de los cielos, cargada de oscuridad, relámpagos y rayos, ellos ponen sus dedos en sus oídos a causa del estrépito del trueno, del miedo de la muerte. Dios apremia entorno a los infieles, los relámpagos no cesan hasta quitarles la vista. Cuando son iluminados, caminan de aquí para allí; cuando sobreviene la oscuridad, inmóviles se quedan”.
VI Sobre los poetas árabes
A la pág. 16. El mismo W . Jo n es en el cap. 19 de sus sus Coméntanos latinos sobre la poesía asiática se explica así: “Lo que dice Cicerón de los po p o e t a s líri lí rico coss g rieg ri egoo s, se p u e d e a p lic li c a r m á s b i e n a los lo s asiá as iáti tico cos: s: Si se duplicase el tiempo de mi vida sólo para recorrerlos no sería sufi ciente. Esto lo encuentra sumamente cierto quien ve en
Herbelot los nombres de cerca de treinta autores que escribieron las vidas y poemas de los poetas árabes, entre los cuales se cuentan el príncipe ilustre Ebn al Abassí, y Almanzor rey de Hama, cuya obra dicen abraza diez volúmenes, y el célebre escritor Omadeddín al Isfahani que compuso, con elegante estilo, la historia de Saladino y un libro que no trata sino de 87
los poetas árabes, intitulado Khañdah o Mar M arga gañt ñta. a. A éstos se pu p u e d e a ñ a d i r Ebn Khacan que escribió copiosamente de los poetas árabes con un estilo muy hermoso, y cuya obra se intitula: Collares de oro de las suavidades de los poetas excelentes , y a Taalebi cuyo libro Tatima (cuya voz significa pupila y perla) contiene todo lo que hay de más gracioso, más elegante, más culto y más elevado en la poesía arábiga. Consta de cuatro volúmenes y de cuarenta capítulos, en los cuales trata abundantemente de las vidas y de las obras de los poetas ilustres que florecieron en Siria, Egipto, Mesopotamia, Caldea, Persia, Arabia, Tartaria y en las regiones transoxanas. “No es menos agradable la obra intitulada La L a dulzu du lzura ra del vino vino p o r S h e h a b e d d í n el N a v e g a . E ste st e lib li b r o es s e m e j a n te al Deipnosofanis Deipnos ofanis de Atheneo, pero, a mi entender, más agradable, más adornado, más curioso. Comprende veinte partes, del vino, las flores, el amor de la hermosura y las amenidades egipcias; todas la cuales se describen con varios y graciosos versos de los poetas árabes, tanto antiguos como modernos. Escribió otra obra que se intitula Los Lo s prados de los ce cerv rvat atos os, y com pr p r e n d e v erso er soss a m a tor to r ios io s , e x t r a c t a d o s d e v a rio ri o s p o e tas ta s . Y el mismo compuso dos volúmenes llenos de los más graciosos versos. De las antologías de los hudelitas, de Bether y Abú Teman, como muy conocidas, es excusado hablar en este lugar. “El libro Sefiuat, que Herbelot compara con el Ham H am asa as a , no le he visto ni citado en libro alguno ni en ninguna biblioteca. Muchas cosas, sin embargo, contiene de los poetas árabes la grande obra de Hagi Khalef, o Catil Chelebi, que se intitula K a sh f al Z anuni anuni Manifesta Manifestacio ciones nes del pensar , en la cual ilustremente se trata de todos los libros de los asiáticos y el libro admirable De D e la erudic erudición ión de los los árabes árabes, cuyo autor es Shehabeddín al No N o v e iri. ir i. O t r a s o b r a s d e e sta st a esp es p e cie ci e se c o n s e r v a n e n P arís ar ís,, Leyden, Oxford y demás bibliotecas de Europa.
“Es muy recomendada, por cierto, la obra histórica del muy culto escritor Ebni Khalican, no sólo por la elegancia y copia de las palabras, sino también por los versos de los más ilustres poetas con que la matiza. Y no sé si se debe anteponer a todos los escritores de vidas, pues es más copioso que N e p o t e , m á s e leg le g a n te q u e P l u t a r c o , m á s a g r a d a b l e q u e L a e r c io y es digno, ciertamente, este libro de ser traducido en todas las lenguas europeas. Sobre todo, prueban la infinita multitud de po p o e t a s á r a b e s a q u e lla ll a s d o s o b ras ra s , c o m p u e s t a s la u n a p o r Hegiaz y la otra por Safadi, las que constan ésta de treinta, aquella de cincuenta volúmenes. “Entre los antiguos árabes los poetas más celebrados fueron Dhú'l Remma, Nabega, Mohalhal, Molammés, Ferazdak y otros y sobre todos los autores de los siete idilios que se intitulan Moa M oalla llacat cat,, pues nada se puede hacer más delicado, más gracioso y más exquisito que estos poemas. “Entre los modernos sobresale en elegancia Abu'l Cassem, cuyo libro se llama Granos de oro, y no sin razón, pues nada pu p u e d e s e r m á s a g r a d a b l e y c u lto lt o . N o t ien ie n e m e n o s g r a c i a y sí más fuerza el elegante y florido poeta Ibno'l Faredh, digno de compararse con los antiguos. “El que desee ver los nombres de otros poetas árabes, lea la obra de Herbelot, que, aunque imperfecta, es muy agrada ble b le y e r u d i t a ” .
VII Sobre los poetas persas
A la pág. 19. Me parece que el mejor modo de dar a conocer los poetas pe p e r s a s es t r a s l a d a r el c a tálo tá logg o d e las la s o b r a s d e los m á s c e leb le b res re s
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que trae el m ismo W . Jo n es al fin fin de su Gramática persa , que es el siguiente: “El Shah Nameh , o colección de poemas heroicos sobre la antigua historia de Persia por Ferdusi.” De este poeta hablaré después largamente. “Las obras de Hafiz.” De éste trataré después extensamente al frente de sus traducciones. “Las obras de Sadi, que contienen el Gulistán o vergel de rosas, el Bostán Bost án o jardín y el Mol M olam amea eat t o rayos de luz. Estos dos pr p r i m e r o s e x c e len le n tes te s lib li b ros ro s son so n m u y c o m u n e s p e r o n o h e visto vi sto el último. Versan todos sobre asuntos morales y están escritos con toda la elegancia del lenguaje persa. “Las obras de Ahli que contienen: La poema. E l L a mágic ágicaa lícita lícita, poema. hach hachaa y la polilla, poema. —un libro de Elegas. — un libro de Odas. “Las obras de Ja m i qu e co ntienen, entre otras: otras: La L a cadena cadena de tres lib libro ros. s. Sema cue nto. o. La oro oro, po em a en tres Semann y Absal, Absal, cuent L a vida de hermosísimo imo poema. Los Alejandro. Alejandro. - Los Lo s amores amores de J o s e f y f ú l i c a , hermosís Lo s amor amores es de Leyla y Megenúm. - una colección de Odas. — La mansión de la pñmave pñm avera. ra. - E l talen talento to del nob noble. le. — L a s costum costumbre bress del justo ju sto.. “Un libro de Odas elegantes de Mir Khosrú.” “El Mes M esnn a w i, obra poética sobre diferentes asuntos de reli-
gión, gión, hist histori oria, a, m oral y polít polític ica, a, com puesta po r G eládedd in, po r sobrenombre Ru R u m i. Este poema es admirado altamente en Persia y, en realidad, merece esta admiración.” “Los poemas de Anravi que son citados por Sadi en su Gulistán, son muy estimados en el Oriente.” Añado, con gusto, lo que dice el orientalista francés A. L. Chezy. “La hermosa elegía sobre la prisión de Sandsar por los Ghoz, horda de los Turcomanos, dada por el sabio W i l Kirkpatñk en su primer volumen de su Miscelá Mis celánea nea asiática asiátic a, bajo el título de La L a s lágrimas de Khorassán , es la única pieza que se ha 90
traducido, hasta ahora, del rico Diván de este poeta. Murió el año 597 de la Hégira, 1200 de nuestra era. Se le puede mirar como el más animado de los poetas persas, y el género de sus escritos, consagrados las más veces al maligno epigrama, su estilo siempre elegante, pero, algunas veces, demasiado libre le dan una relación singular con el amable liberto de Verona.” “Las obras de Nezami que contienen seis poemas: Los secretos tos de los los amor amores es.. - Los siete siete rost rostro ros. s. —Lo — Loss amore amoress de de Cosrú Cosrúy Shirín. - L a vida vida cuento. o. E l teso de Alej Alejan andr dro. o. - Leyla Leyla y Megenún, cuent tesoro de los secre secretos tos.” “El Pednama, libro de sentencias morales muy semejante a
las de Theógenes, en griego, por Ferideddín Attar.” “Las obras de Catebi, que contienen cinco poemas: La L a unión unión de lo los do dos mar mares es.. - Los diez capí capítu tulo los. s. - Hermosura Hermosura y amor amor.. — E l con con quist quistado adorr y el tñun tñunfad fador. or. — Los amor amores es de B a h a ram ra m y Gule Gulend ndam am..
“Hay muchas otras historias y poemas, escritos en persa, pe p e r o las la s m á s n o m b r a d a s a q u í son so n las la s m á s c e le b r a d a s e n el Asia. Los poetas de segunda clase son Rudeki, que tradujo en verso las fábulas de Pilpai, Reshidi que escribió un arte poética intitulado: Los Lo s jard ja rdin ines es encantados encantados y Almedi que compuso un po p o e m a h e r o ic o d e las la s a c c io n e s de T a m e r l á n , sin si n h a c e r m e n ción de un gran número de poetas elegiacos y líricos que son muy conocidos en Europa.
VIII Historia de la lengua persa
A la pág. 20. N o m e p a r e c e f u e r a d e p r o p ó s ito it o el d a r a q u í a lgu lg u n o s extractos del discurso discurso del mismo W . Jo n es intitulado His H isto toññ a de 9i
la lengua persa y de las adiciones a él del orientalista inglés S. Rousseau en su obra Flores de la literatura persa por las noticias
curiosas que encierra sobre los poetas persas. Son las siguientes: “No tenemos nodcias exactas de la lengua persa hasta los reyes Sassanianos que florecieron desde el principio del tercer siglo hasta mediados del séptimo, en cuyo período se fundó una academia de física en Gandisapor, ciudad de Khorasán, la que, declinando gradualmente de su instituto primordial, se convirtió en un aula de poesía, retórica, lógica y ciencias abstractas. En este excelente seminario no pudo menos de refi narse extremadamente la lengua persa, y a la rusticidad de su antiguo idioma sucedió un dialecto puro y elegante, el cual hablándose constantemente en la corte de Beharan Gur en el año 351, adquirió el nombre de deri o de la corte, para distinguirle del pehlevi pehl evi o lengua de país. “Sin embargo, no parece que haya prevalecido enteramente este idioma más culto al uso del antiguo lenguaje, porque existen varias composiciones posteriores a Mahoma escritas en pe p e h lev le v i, p r o b a b le m e n t e d e o r d e n d e los lo s p r ín c i p e s sassanianos. N u s h i r v á n , d e n o m i n a d o el J u s t o , q u e r e i n a b a al fin d e l siglo sexto, habiendo oido a algunos viajeros que los monarcas indios tenían una colección de fábulas morales que guardaban con sumo cuidado en sus archivos, envió a la India su primer médico Barzuieh con orden de aprender la lengua sánscrita, y no volver sin una traducción de estas fábulas. Sus órdenes fueron puntualmente ejecutadas. Barzuieh aprendió la lengua indiana y habiendo adquirido, a gran precio, un ejemplar de este libro, le tradujo en el dialecto pehleviano, a los 140 años fue vertida esta obra del pehlevi pehl evi al árabe de orden de Almanzor, el segundo de los califas Abbasidas, y éste es el volumen que hemos visto en todas las lenguas de Europa, bajo el título de 92
Calila wa Demna o Fábulas de Pilpay. Hay un hermoso ejemplar
de la versión árabe en la biblioteca pública de Oxford, y si se encontrase la obra de Barzuieh podríamos recobrar una parte considerable del antiguo lenguaje persa, el mismo quizá que hablaban Temístocles y Jenofonte. “En el reinado de Nushirván, que protegía las artes y las ciencias en sus propios dominios, nació Mahoma, el cual, por la fuerza de su elocuencia y la ventura de sus armas, fundó un imperio poderoso y extendió su nueva religión desde los desiertos de la Arabia hasta las montañas de Tartaria y las orillas del Ganges, pero lo que pertenece más particularmente al objeto de este discurso es que afinó la lengua de su país y la llevó a tal grado de pureza y elegancia, que ningún escritor árabe, desde entonces acá, ha podido sobrepujarle. La batalla de Cadessia en el año 650 dio el último golpe a la monarquía pe p e r s a y t o d o el i m p e r i o d e I r á n c ay ayóó al i n s t a n t e b a j o el p o d e r de la primera dinastía mahometana que puso la silla de su imperio en Bagdad, en donde la lengua árabe se habló largo tiempo con la mayor perfección, pero la antigua literatura de Persia, que había sido promovida por la familia de Sassan, fue expresamente aniquilada por los inmediatos sucesores de Mahoma por una razón que conviene expresar. “Antes del periodo de que se habla aquí, los árabes (dice Mr. Richardoo en la disertación que precede al Diccionaúo Dicc ionaúo árabo-persa-inglés) confinados dentro de su península, no hacían figura en el teatro del Asia, y eran en política conocidos solamente por el desprecio con que los trataban las potencias griega y persa. Pero el entusiasmo e intrepidez de un hombre extraordinario cambiaron de repente la escena dando princi pio p io a r e v o luc lu c ion io n e s t a n r á p i d a s c o m o c o m p let le t a s . M a h o m a , c o n diversos medios, convirtió a su creencia o sujetó a su poder un 93
gran número de tribus árabes, pero no pudo dar impulsión alguna en los estados vecinos. Abubeker mostró el camino de la futura conquista, y su sucesor Ornar, en el corto espacio de cuatro años, logró extender el califato desde Egipto hasta las fronteras de la India. La Persia fue una de las más nobles adquisiciones de las armas mahometanas. La decisiva victoria de Cadessia, ya citada, puso su poderoso imperio bajo el yugo árabe, como la de Arbela lo había primeramente sujetado a Alejandro. Las consecuencias, sin embargo, de estas dos revoluciones nada tienen de semejantes: la conquista macedona pr p r o d u j o s o l a m e n te u n a m u d a n z a d e p r í n c i p e s e n l a c u a l la dinastía Cayana de los reyes de Persia cedió su puesto a los sucesores de los conquistadores griegos, en vez de que los ára bes b es t r a s t o r n a r o n r a d ic a l m e n t e t o d a s a q u e lla ll a s co cosa sass c a r a c te r í s t i cas que distinguen una nación de otra. El gobierno de los persas fue destruido, su religión proscrita, sus leyes holladas y sus transaciones civiles embrolladas por la forzada introducción de su calendario lunar en vez del solar, y su lenguaje, al que las leyes de la naturaleza preservan de una inmediata y absoluta aniquilación, se vio casi sumergido por una inundación de pa p a l a b r a s á r a b e s . L os a n t igu ig u o s g rieg ri egoo s y r o m a n o s t u v i e r o n ide id e a s más extensas de tolerancia que los árabes, por lo cual adopta ba b a n los dios di oses es d e tod to d a s las n a c io n e s q u e s u b y u g a b a n , c r e y e n do que todo pueblo, todo lugar tiene sus divinidades tutelares, a quienes tenían no poco cuidado de agradar, procurando igualmente evitarles toda ofensa. Por Arriano sabemos que Alejandro sacrificó a los dioses babilónicos y otras deidades asiáticas desconocidas entonces en la Grecia. Alejandro, sin embargo, persiguió la religión de los Magos, cuya razón no nos atrevemos a investigar. Los parsis de Surat en sus Ravaa Ra vaates tes o Colecciones de tradiciones condenan a Alejandro a las regio 94
nes infernales, no tanto por haber destruido el país de sus ante pa p a s a d o s c o m o p o r h a b e r a r r o j a d o a las la s lla ll a m a s los lo s noskes o secciones del Z eRd Avesta. Avesta . “En aquel tiempo que, por primera vez, se publicaba el Alcorán Alc orán en la Arabia, un mercader llamado Al Nedar ebn al Hareth, que precisamente volvía de un largo viaje, trajo consigo algunos romances persas sobre las aventuras de Rustán y Idfendiar, dos héroes antiguos de la Persia, los que interpretó a sus paisanos y éstos gustaron en extremo de ellos. El acostumbraba decir públicamente que las historias de los grifos y gigantes eran mucho más divertidas que las lecciones morales de Mahoma. Inmediatamente, se escribió una parte de un capítulo del Alcorán Alco rán para contener el progreso de semejantes opiniones. El capítulo es el 31, intitulado Lok L okm m an , y el pasaje el siguiente: “Hay un hombre que ha comprado una historia graciosa que puede seducir y apartar del camino de Dios a los hombres faltos de conocimiento y hacerlos reír hasta la burla, éstos recibirán un castigo afrentoso. Y cuando nuestros cantos resuenen en ellos, ellos desdeñosamente volverán la espalda, como si no los oyeran, como si hubiera sordera en sus oídos, p o r lo q u e les d e c l a r o u n ter te r r ibl ib l e c a s tig ti g o .” E l m e r c a d e r fue fu e severamente amonestado, sus cuentos fueron calificados de fábulas perniciosas, odiosas a Dios y a su Profeta, y Ornar, por una igual razón política determinó destruir todos los libros extranjeros que cayeran en sus manos. Así que la imprudente locuacidad de un viajero árabe, pretendiendo hacer competir sus leyendas con los preceptos del poderoso legislador, fue la causa de aquel entusiasmo de los Mahometanos, que les indu jo j o a q u e m a r l a f a m o s a b i b l io t e c a d e A l e j a n d r í a , e n c u y a d e s gracia se suponen quemados quinientos mil manuscritos, habiéndose distribuido como leña a los cuatro mil baños 95
pú p ú b lic li c o s e i g u a l m e n t e r e d u j e r o n a c e n iza iz a s t o d a s las m e m o r i a s del imperio persa. “Pasó mucho tiempo antes que los persas recobrasen del choque de su violenta revolución, y su lengua parece haber sido muy poco cultivada bajo los califas que dieron tan grande estímulo a la literatura de los árabes, pero cuando el poder de los Abbasidas empezó a declinar y a hacerse independientes muchos príncipes en las diferentes provincias de su imperio, las artes elegantes, y principalmente la poesía, revivieron en Persia, y apenas había un príncipe o gobernador que no tuviese en su séquito algunos poetas y literatos. La lengua pe p e r s a , p o r c o n s igu ig u ien ie n te, te , se res re s tab ta b lec le c ió e n el siglo sigl o d é c im o , p e r o era muy diferente del deri o pehlevi de los antiguos, estaba mezclada con las palabras del Alcorán Alcor án y con las expresiones de los poetas árabes, que los persas consideraban como sus maestros y afectaban imitarlos en las medidas poéticas y en el giro de sus versos. “Los poemas más antiguos de que yo tengo conocimiento son los de Ferdusi. Su lenguaje está muy adulterado por la mezcla con el árabe, y es de toda probabilidad que se acerca mucho al dilecto usado en Persia en tiempo de Mahoma, el cual es admirado por su extrema dulzura y del cual se dice que se hablará de aquel modo en los jardines del paraíso. De estas dos lenguas se formó el dialecto moderno de Persia, el cual, siendo hablado con la mayor pureza por los naturales del Pars o Farsistán, adquirió el nombre de parsi. “Casi al mismo tiempo que Ferdusi, el gran Abul Ola, alias Ala A lam m i por su ceguera, publicó sus excelentes odas en árabe, en las cuales hizo estudio de imitar los poetas anteriores a Mahoma. Este escritor tuvo una reputación tan extraordinaria, que varios persas de talento no común ambicionaron el apren 96
der el arte poética por un maestro tan capaz. Sus discípulos más ilustres fueron Feleki y Khakani, que no fue menos eminente por sus composiciones poéticas persas, que por sus conocimientos en todos los ramos de la matemática pura y mixta, con particularidad de la astronomía, prueba muy fuerte de que un poeta sublime puede hacerse maestro en cualquiera especie de ciencia que quiera profesar, pues una imaginación hermosa, un ingenio vivo y un estilo fácil y copioso no es posible que sean impedimento para adquirir una ciencia cualquiera, antes al contrario, le ayudarán necesariamente en sus estudios y le ah orra rán mu cho trabaj trabajo. o. Am bos poetas poetas fueron prote protegidos gidos po r Manucheher, príncipe de Shirván. “Parece que los príncipes de Oriente llevaron su afición a los hombres de talento hasta un exceso singular, hasta aprisionarlos cuando sospechaban que tenían intención de retirarse. Y si alguno de ellos lograba la felicidad de escaparse, solía seguir en pos del hombre de letras una embajada con presentes tes y disculpas disculpas y, y, a veces, veces, se se hac ía u na súplica súplica pe ren toria cu an do los medios más urbanos habían sido infructuosos. Estas súplicas, sin embargo, rara vez se concedían, especialmente cuando el poder del prícipe, adonde se refugiaban, era casi igual al de su competidor. Khahani, poeta muy célebre, pidió pe p e r m i s o p a r a r e t i r a r s e a l a o r d e n d e los de derv rvis ises es,, el s u ltá lt á n se la negó y él se huyó, pero siendo perseguido, fue alcanzado y pu p u e s t o e n p r isió is iónn , e n l a q u e p e r m a n e c i ó a lgu lg u n o s m eses es es.. Allí compuso una de sus más hermosas elegías, pero, al fin, fue pu p u e s t o e n l i b e r t a d y, a p o c o , o b tu v o el p e r m i s o p a r a p o n e r en ejecución su designio. “Parecía subsistir una rivalidad literaria entre los príncipes mahometanos que habían desmembrado el califato, considerando cada sultán, como un objeto de la mayor consecuencia, 97
el contar entre sus amigos a los más célebres poetas y filósofos de su siglo. No se perdonaba gasto para atraerlos a sus cortes ni se omitía atención alguna para fijar su residencia cerca de ellos. En comprobación del ejemplo de Khahani, ya referido, diremos que Mahmud, sultán de Ghazna, habiendo convidado algunos sujetos de conocidos talentos a la corte de su yerno el rey de Karezni, el célebre Avicena, que era de este número, rehu só el ir y se se retiró a la capital cap ital del sultán d e Jo rsá n. Mahmud mandó sacar una gran cantidad de copias del retrato de este grande médico y las distribuyó por toda la comarca con orden de descubrir su retiro. La fama de estas pesquisas lleg llegó, ó, al instan te, al sultán de Jo rsa n , el cual envió p o r él p ar a que visitase a un sobrino suyo que era su favorito, y cuya enfermedad había vuelto la cabeza a todos los facultativos. Avicena sospechó que había un amor oculto, y con la idea de que el hermoso objeto pudiera ser una de las señoritas del harem del rey, pidió al chambelán que le describiese todas las curiosidades del palacio mientras tomaba el pulso al príncipe. Al mentar una cierta habitación, percibió una emoción no común en el paciente, pero al nombre de la señorita que vivía en ella, se conmovió enteramente y le sacó de dudas. Lo demás es una perfecta copia de la famosa historia de Antíoco y Strato S trato nice. El prínc ipe logró la d icha que de desea seaba ba y el rey concibió un fuerte deseo de ver un médico de tan penetrante ingenio, le hizo venir y le conoció al momento que se le presentó por uno de los retratos que había recibido del sultán Mahmud, pero sus amenazas no pudieron conseguir que el rey de Jo rsán rs án se lo entregase; entregase; al con trario, le recom pen pensó só con riquezas y honores y le protegió todo el tiempo que quiso residir en su corte contra el poderoso resentimiento de aquel formidable monarca. 98
“En este siglo y el siguiente la lengua persa se mezcló enteramente con el árabe, no porque se desusase del todo aquel estilo puro de los antiguos, sino porque se hizo de moda entre los persas el intercalar frases y versos enteros árabes en sus po p o e m a s , n o c o m o cita ci tass sin si n o c o m o p a r te s i n t e g r a n t e s d e la s e n tencia. “Al concluirse el siglo onceno aparecieron tres patronos reales de la literatura persa, que son notables, no sólo por sus pr p r e n d a s y lib li b e r a lid li d a d , sin si n o p o r la s i n g u lar la r y n o i n t e r r u m p i d a armonía con que se distinguió su correspondencia. Estos fueron MalckShahJilabeddín, rey de Persia, Keder ben Ibrahim, sultán de los geznevidas, y Keder Kan, el Kakán o rey del T urq ue stán más allá allá de Jih ón . (La (La corte corte de este este príncipe príncipe era extraordinariamente espléndida. Guando salía en público iba pr p r e c e d i d o d e s e tec te c ien ie n tos to s c a b a lle ll e r o s c o n h a c h a s g u e r r e r a s de pl p l a t a y seg se g u ido id o d e o t r o s t a n t o s c o n m a z a s d e o ro.) ro .) M a n t u v o con sueldos muy considerables una academia literaria en su mismo palacio, la que consistía en cien hombres de la más alta reputación en el Oriente. El príncipe presidía frecuentemente los ejercicios del ingenio, en cuyas ocasiones tenía colocadas, a los lados del trono, cuatro grandes bacías llenas de oro y plata, que distribuía liberalmente entre aquellos más sobresalientes. (Amak, (Amak, llam llam ado tam bién Ab Abul ul Nasib al Bokhari, que era el jefe de los poetas, tenía a más de una pensión muy grande, una muchedumbre de esclavos y esclavas, con treinta caballos de regalo ricamente encaparazonados, con una comitiva, en pro po p o r c ió n , q u e le a c o m p a ñ a b a d o n d e q u i e r a q u e fues fu ese.) e.) “Al principio del siglo doce vivía Anvari, natural de Abiurd en el Khorasán, cuyas aventuras merecen referirse porque demuestran hasta qué alto grado de estimación estaban las artes agradables en el Asia en el tiempo que el saber comenzaba a 99
rielar en la Europa. Anvari, cuando joven, estaba sentado a la pu p u e r t a d e su co cole legg io, io , c u a n d o u n h o m b r e r ic a m e n te v e stid st idoo p a s ó delante de él en un hermoso caballo árabe con una numerosa comitiva. Habiendo preguntado quién era, se le dijo que un po p o e t a d e l a c o r te. te . C u a n d o A n v a r i refl re flee x ion io n ó s o b r e los h o n o r e s conferidos a la poesía, a la cual había sido inclinado desde niño, se aplicó con mucho más ardor que antes, y habiendo acabado un poema, se lo presentó al sultán, el cual era un príncipe de la dinastía Selsukiana, llamado Sansaz, muy apasionado de las artes agradables, aprobó la obra de Anvari a quien convidó con su palacio y lo elevó después a los primeros honores del estado. El hizo establecer en la corte otros muchos poetas, entre los cuales fueron Selman, Zehir y Reshidi, todos de ingenio y talento, pero eminente cada uno en diverso género. El pr p r i m e r o p o r l a d e lic li c a d e z a d e sus v erso er soss líri lí rico cos, s, el s e g u n d o p o r el fondo de moralidad en sus poemas y el tercero por la castidad de sus composiciones, virtud que sus predecesores y contemporáneos altamente despreciaron. En el mismo siglo floreció Nezzami ', otro poeta eminente y virtuoso. 1 Nezzami. Nezzami. M e parece parece del del caso caso extender extenderm m e al algo sobr sobree es es te gran poe poett a, pu p u e s d e b ió al c é l e b r e H a f iz el s ig u ien ie n te elo el o g io: io : “ L a p o e s ía d e N e z z a m i en todo el círculo de los antiguos poetas no tiene igual en la gracia y elegancia del lengua lengua je.” Aun que Jo ne s en su catálogo catálogo le atribuye sei seis obras, m uchos las hacen subir a nueve o diez. diez. Sir Jo h n Shore (hoy (hoy,, Lo rd Teignm outh) pr esidente que fue de la sociedad asiática en Calcuta, en un discurso pronunciado ante este sabio cuerpo en mayo de 1794, menciona una traducción en pr p r o s a d e c inc in c o p o e m a s d e N e z z a m i. E s te p o e t a es el a u t o r d e Scander Nameh, la historia de Alejandro Magno, el cual es uno de los más célebres romances del Oriente, y está escrito en una poesía admirable. A la gran cantidad de imaginación persa y fábula, el autor añadió muchos materiales históricos muy curiosos en varios aspectos, trabajando sobre éstos y otros muy enteramente diversos de las historias griegas y romanas, del héroe griego. Yo lo he au m en tado , dice él, él, con las las crónicas de los los judíos , cristianos cristianos y pehlevianos,
lo o
“Pero de todas las ciudades del imperio persa ninguna ha pr p r o d u c i d o p o e t a s t a n e x c e len le n tes te s c o m o S ira ir a z , a la c u a l j u s t a mente llama el barón de Revizki la Athenas de Persia. Sadi, he escogido de cada volumen los pasajes más curiosos, de cada cáscara he sacado la almendra y de todo he formado un tesoro en esta compilación.” Sir W. Ouseley posee varias copias hermosas de este romance, dos de las cuales son particularmente apreciables por una multitud de notas marginales y de otra especie que sirven grandemente para comprender la mente del autor. A esta obra, el sabio poseedor considera, por varias razones, como una memoria histórica de grande autenticidad y dice: “Yo no he adoptado esta opinión meramente porque Nezzami asegura en su introducción a su obra que la ha compilado de las mejores y más antiguas crónicas de los hebreos, griegos y pehlevianos, sino porque él desecha diestramente de su historia muchas de aquellas vanas tradiciones y frívolas ficciones que hasta el gran Ferdusi, el padre de la poesía persa, no tuvo escrúpulo en admitir en los Reyes, considerándol su Shah Nameh o Libro de los considerándolas as y condenán dolas como “cuentos que carecen de confirmación, en cuya vanidad la historia no es verdadera.” El poema histórico de Nezzami tal vez se le escapó al ingenioso {Relaciones nes y viajes viajes de la Ind I ndia, ia, etc., octavo. Amberes, 1610, Tegcira que dice {Relacio lib. I, cap. 22) “la vida y acciones de Alejandro son celebradas por los Persas como maravillosas y descritas en muchos libros tanto en prosa como en verso, etc.” Y que “todos los escritores convienen en afirmar que Alejandro no era hijo de Filipo.” Nezzami, describiendo una fiesta real, enumera varias suertes de instrumentos músicos peculiares a diferentes naciones, los cuales fueron reunidos allí y contribuyó su armonía a las delicias de aquel muy espléndido regocijo, asegurando que el griego que tocaba el órgano “arre ba b a tó los lo s s e n tid ti d o s d e to d o s los lo s q u e o y e r o n sus su s t o n o s .” Y o so s p e c h o q u e el Poema de Alejandro de Ju a n Lo renzo, an terior al sigl sigloo XV , es una tosca traducción del de Nezzami. En España no había entonces literatura sino la árabe, y pudiera haber llegado, con más facilidad que ahora, a las manos del antiguo poeta español. Quizá éste sería uno de los inocentes manuscritos que perecieron a manos del indiscreto celo del cardenal Cisneros. Sería de desear el hacer un cotejo entre las dos obras, pues de él pudiera resultar muchos conocimientos del origen de nuestra poesía y aun de nuestra lengua. Com o N ezzam i flor florec eciió en el sigl sigloo X II, en tiempo de Ju a n Lorenzo no debían ser sus obras de mucha antigüedad y, por consiguiente, andarían en manos de todos. IO I
natural de esta ciudad, floreció a fines del siglo doce y princi pio p ioss d el tre tr e c e , c u a n d o los a tab ta b e g s d e F a r s ist is t á n p r o t e g í a n e n su pr p r i n c i p a d o a los lite li tera rato toss , y g a stó st ó casi ca si t o d a su v i d a e n viaj vi ajes es,, pe p e r o n i n g u n o d e los q u e h a n t e n i d o el tie ti e m p o p o r suyo su yo d ejó ej ó en pos de sí frutos de tanto valor de su talento y sabiduría. “La misma ciudad ha tenido el honor de producir en el siglo catorce al poeta lírico más elegante del Asia, Mohammed ShemsEddin, conocido generalmente por el nombre de Hafiz. “No hay nada que dé una prueba más fuerte de la excelencia de la lengua persa que el no haberse corrompido con las invasiones de los tártaros que, a diferentes épocas y bajo diversos caudillos, se enseñorearon de la Persia. Pero los príncipes tártaros, y con especialidad Tamerlán o Timur, que fue pr p r o t e c t o r d e H a f iz, iz , e s tuv tu v iero ie ronn m u y lejo le joss d e d e s a l e n t a r las la s letr le traa s humanas, como los godos y los hunos, cuando llevaron sus armas a varías partes del mundo, porque ellos adoptaron no sólo la lengua, sino la religión del país conquistado, y promovieron las artes elegantes con bondad y magnificencia, tanto que no se puede encontrar una cosa igual en la historia antigua y moderna, y uno de ellos, que fundó el imperio mogol en el Indostán, introdujo la literatura persa en sus dominios, donde ha florecido hasta el día de hoy, y todas las cartas de los gobernadores indianos están escritas en la lengua, ya que no en el estilo, de Sadi. Los turcos mismos mejoraron su áspero lenguaje mezclándole con el persa, y Mohammed II, que tomó a Constantinopla a mediados del siglo quince, fue protector de los poetas persas; entre otros lo fue de Noraddín Jami, cuyo poema de Los Lo s amores amores de J o s e f y Zelica Zeli ca es una de las más delicadas composiciones de su lengua. Contiene cuatro mil dísticos y merece ser trasladado en todas las de Europa. “En el mismo siglo que Jami floreció un poeta llamado 1022 10
Catebi, que fue altamente honrado en la corte de Mirza Ibrahim, uno de los descendientes de Tamerlán. Herbelot cuenta una graciosa aventura de este escritor, que merece un lugar en este discurso, pero para comprenderla bien es preciso tener presente que los persas acostumbran finalizar sus coplas o dísticos con la misma palabra todo lo largo del po p o e m a , e n cu cuyy o caso ca so los lo s v erso er soss im p a r e s n o t i e n e n r i m a (al modo de los primitivos romances castellanos). Catebi, dice, habiendo compuesto una elegía cuyos dísticos acababan con la pa p a l a b r a gul, gul , la rosa rosa u otra flo fl o r , se la recitó al prícipe Ibrahim su pr p r o t e c t o r , q u i e n , d e lei le i t á n d o s e e n ella, el la, n o p u d o m e n o s d e i n t e rrumpirle diciendo: ¿De qué bosque este sonoro ruiseñor ha emprendi do su vuelo? O, sin metáfora: ¿En qué ciudad naciste ? A lo cual Catebi, sin detenerse, replicó con una copla de la misma medida y rima del poema, como si continuase leyendo la elegía: Como Attar vengo del vergel de Nishapor, pero yo soy sólo la espina de aquel aquel jardín, jardín , y Att A ttaa r la f l o r más má s hermosa hermosa de él. Attar es el célebre po p o e t a p e r s a , a u t o r d e l Pendnamá. Este dístico, aunque hecho de
repente, es igual a los demás en viveza y elegancia. El poema consta de treinta y cinco dísticos. El primero es éste: Otra vez aparece en en el bosque la rosa cercada de cien hojas, y es, es, como como el narciso, un objeto delicioso para los ojos perspicaces .”
“En el siglo dieciséis y diecisiete, bajo la familia de Sefi, la lengua persa empezó a perder su antigua pureza y a tomar algunos términos de la turca, que era la de la corte. Puede servir de muestra del dialecto moderno la Vida de Nadar-Shah , que se escribi escribió, ó, poco h a en e n pe rsa y traduje yo (W. Jones), p rim ero en francés y después en inglés. Consiste en una mezcla de pe p e r s a , á r a b e y a lgu lg u n a s p o c a s v o ces ce s tur tu r c a s.
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IX Noticia de Ferdusi
A la pág. 21. Abul Casse Cas sem m M unsuril unsuril Ferdus Ferdusii fue fue hhij ijoo de A hm ed5 al Ferdusi, uno de los principales habitantes de la ciudad de Sar, en la provincia de Tus, del reino de Khorasán. Cuando nació, su padre vio en sueños a su hijo que tenía la cara vuelta al occidente, y que, elevando la voz, el eco resonaba por todos los cuartos de la casa. Cuando Ahmed se despertó, acudió a Rusbuddein, famoso intérprete, para que le explicase esta visión. El intérprete le dio la siguiente explicación: Que la fama de su hijo y sus talentos poéticos darían que hablar a todo el universo. La interpretación del sueño era muy natural, la poesía era en aquella era el principal camino para el adelantamiento, y la versificación sonora la materia ordinaria de las conversaciones. Ferdusi recibió los primeros rudimentos de su educación de los mejores maestros del lugar de su nacimiento. Su memoria, cuando muchacho, era vasta, su aplicación ardiente, y la primera chispa de aquel ardor, que después derramó con un esplendor inimitable, fue percibida por el poeta Assadi, que animó a su pupilo y fomentó su vehemente inclinación a penetrar en los períodos más remotos de la historia. La corte de Mahmude, sultán de Gazna, era la morada de las musas. El era uno de los monarcas más cabales que se habían sentado jamás en el trono persa, su propio gusto le impelió a dar una grande protección a los literatos, amaba con pa p a r t i c u l a r i d a d l a p o e s ía y la h isto is torr ia. ia . Su b i b l iot io t e c a c o n t e n í a los anales más auténticos del imperio persa y una historia com pl p l e t a r e c o p i l a d a e n el r e in a d o d e Y e sde sd e sird si rd p o r los lo s m á s j u i 104
ciosos historiadores de Persia. Se había formado de orden de Yesdesird una nota de todas las narraciones, de todas las producciones que habían dado materia a cada una de las relaciones, y sobre ellas estaban compuestos los anales del reino. Cuando Saadvekas, general de Ornar, saqueó el palacio de este monarca persa, se apoderó de este manuscrito y se lo presentó a Ornar. El califa mandó hacer una traducción, el traductor escogió algunos pasajes que le parecieron excelentes, y los puso a los pies de Ornar, quien reprobó parte de esta obra po p o r t r a t a r de c ier ie r tos to s a s u n t o s m u n d a n o s q u e e s t a b a n p r o h i b i dos por el profeta. La obra, pues, quedó entre las cosas del bo b o t í n , lo q u e h izo iz o q u e le c u p ies ie s e e n s u e r te a u n A b isin is inio io,, q u e la llevó como un presente a su príncipe. Esta historia fue traducida de orden del rey en la lengua abisinia, y así fueron preservados los anales antiguos de Persia del mandato de Ornar, que destruyó la biblioteca pública, temeroso de los entretenidos y romancescos cuentos que caracterizan estos escritos asiáticos. La historia así preservada penetró, al instante, en el Indostán, y su fama se extendió hasta el Khorasán. Yacub Lais, de la familia real, deseó, con ansia, una copia de este manuscrito, del cual, luego que llegó a Khorasán, encargó la traducción a Abú Mansur, que juntó cuatro de los principales historiadores, a saber, Mansur de Umro, Shashpur de Zeistán, Mahu de N i s h a p u r y S u lm á n de T u s , los q u e a ñ a d ie r o n e ilu il u s tra tr a r o n esta es ta inestimable obra. A cada uno de ellos se le señaló una parte diferente. Hurferose, descendiente de Nurshirván, se vio precisado a abandonar su país natal, y, presentándose al sultán Mahmud con la historia de Persia, fue tratado magníficamente. Cuando Mahmud hubo leído esta obra, deseó tener los anales de la Persia y las hazañas de sus héroes en una serie de 1055 10
po p o e m a s h e r o ico ic o s . A F e r d u s i le v ino in o al p e n s a m i e n t o el c o m p o ner estos anales imperiales, comunicó su intención a Mohammed Leskery, que estaba en Tus, y de quien era pa p a r i e n t e , m o s t r á n d o l e su i n t e r i o r d e s c o n f i a n z a d e s e r c a p a z d e tan ardua empresa, y cuánto sentía la falta de materiales y libros que pudieran ayudarle en esta tentativa. Su amigo, enamorado del asunto, le aseguró la inmortalidad y le manifestó que podía, desde luego, suministrarle ciertos manuscritos que serían tal vez esenciales para el complemento de sus poemas. Reveló su proyecto al sheik Mohammed Mashuk, gran sacerdote de Tus, y el pidió su bendición. Su petición fue otorgada y aseguró aseguró al jove jo ve n p oeta la fam a y ho no r que le esperab an. Así Así animado, compuso las guerras de Feridún y Zohak. La fama divulgó esta historia, y el pueblo se agolpó a la mansión del po p o e t a p a r a o írle ír le r e c i t a r sus v erso er sos. s. A l i n s t a n t e sup su p o A b u Mansur Afsagién, gobernador de Tus, el eminente ingenio de Ferdusi, deseó conocerle y, encantado de la muestra de su talento, le animó a seguir, prometiéndole presentarle al rey y decir a éste que para fomentar su habilidad debía remunerarle, porque sólo los soberanos del Asia podían dispensar los honores que son dignos de los talentos, y Ferdusi prosiguió su obra con la misma maestría. Cuando murió su patrón, cuyo elogio cantó elegantemente, Arselan Haris fue nombrado sucesor de Abú Mansur Afsagién en el gobierno de Tus, quien recibió orden del sultán de enviar a Ferdusi a su servicio a Gazna, y el sultán, impaciente de ver al hombre de quien había oído tan desmesuradas alabanzas, repitió su instancia en una carta al gobernador de Tus, mandándole que le enviase a Ferdusi luego que la recibiese. En un sueño, la imaginación le representó a Ferdusi un jo j o v e n m o n a r c a s e n t a d o e n el t r o n o , i l u m i n a n d o el u n ive iv e r s o y io 6
que le miraba con sonrisa cariñosa. Comunicó a un amigo la visión, y éste la interpretó diciendo que el monarca era el sultán Mahmud. Arselán Haris, en cumplimiento de sus órdenes, informó a Ferdusi de la intención del príncipe. Nuestro poeta, intimidado, no se atrevía a ir a Gazna porque preveía los celos que causaría a los poetas de la corte, pero acordándose de su sueño y mirándole como un agüero favorable, dejó a Tus no sin sentimiento. La fama, a su arribo, hizo tal pintura de su ingenio y habilidad poética que Usuri Ferroki y Assudi formaron una trama contra él para impedir su introducción. Ferdusi tenía un amigo al servicio del sultán llamado Mahik, a quien dio parte de su llegada y del motivo. Todas las tardes consultaba con Mahik el medio que era preciso adoptar para frustrar las maquinaciones de Unsuri y su cábala. A pocos días de su llegada, el sultán, como tenía costumbre, escuchó las producciones de los po p o e t a s . U n s u r i r e c itó it ó la v i c to r ia d e R u s t á n s o b r e S o h r a b , la que aprobó el príncipe sobremanera. En este tiempo, compuso Ferdusi el poema de las acciones de Rustán y Asfendiar. Contento de su obra, se la enseñó a su amigo y éste le antici pó p ó los lo s elog el ogio ioss q u e d e b í a r e c i b ir p o r ella el la al c o m p a r a r l a c o n la de Unsuri. Mahik la presentó al sultán. Complacido el prínci pe p e , p r e g u n t ó p o r el a u t o r . M a h i k le d ijo ij o s e r F e r d u s i y q u e t e n í a grandes deseos de ser presentado al sultán en cumplimiento de las órdenes de Mahmud. Ferdusi fue presentado por sus amigos y cantó en su alabanza algunos elegantes versos. El rey mandó a Unsuri ejecutar su plan, pero éste, conociendo su insuficiencia, pretextó que su continua asistencia al servicio del sultán no le dejaba lugar bastante para una tan grande empresa, y, tomando las manos de Ferdusi, habló de él como del único ingenio capaz de llenar los deseos de su 1077 10
amo. El sultán, volviéndose entonces a Ferdusi, exclamó: “¿Eres tú acaso aquel que ha llenado de esplendor la corte de Gazna?” Desde este momento, el sultán dio al poeta las mayores pruebas de confianza. Ferdusi leía todas las mañanas a Mahmud las producciones del día antecedente. Solía decir Mahmud que, cuando se sentía indispuesto o apesadumbrado, sólo los versos de Ferdusi podían aliviarle. Mandó, en una ocasión, pagar a Ferdusi mil dineros (cada dinero casi dos pesos fuertes) por otros tantos dísticos, pero él los rehusó porque esperaba recibir en un pagamento solo el importe de todos sus trabajos, dinero por dístico. Todos los poetas de Gazna com po p o n í a n , a p o r f ía, ía , p a n e g íri ír i c o s e n lo o r d el a u t o r d el Shah Nameh. El visir de Mahmud, Khasa Hussin Meymundi, era enemigo secreto de Ferdusi, pero los esfuerzos de este poderoso y de otros envidiosos cortesanos, para irritar al sultán contra el po p o e t a , f u e r o n inf in f ruc ru c tuo tu o s o s , y F e r d u s i sigui sig uióó d i s f r u t a n d o la p r o tección de Mahmud. Luego que finalizó Ferdusi sus poemas, se empezaron a hacer copias de ellos y a ser celebrados en todas las ciudades del imperio. Los príncipes de los países vecinos le ofrecieron varios presentes pero él los rehusó todos constantemente, porque juzgaba que el pacto que había hecho con Mahmud, respecto a sus poemas, era una recompensa pro po p o r c i o n a d a . Rustán, hijo de FakirudDowla Dilemy, prometió quinientos dineros de oro al que le llevase una copia del poema de las acciones de Rustán y Asfediar, y envió mil dineros de oro a nuestro poeta, convidándole en los términos más expresivos a pa p a s a r u n a t e m p o r a d a e n su c a p ita it a l. “ T o d o s los n o b les le s y p e r sonajes distinguidos de este país, decía el príncipe, os esperarán en palacio; mayor honor que éste no creo poder haceros.” Al momento se hizo público en Gazna este convite, y el visir 1088 10
dio parte de él a Mahmud diciéndole que como Rustán y los demás jefes que habían solicitado a Ferdusi, eran enemigos de S. M. y de la misma secta que el poeta, aquellos presentes eran un manifiesto insulto suyo. Los cortesanos poéticos, cada uno po p o r su p a r t e a ñ a d i ó u n a in f r u c t u o s a c a lu m n i a . Ello El loss insi in sist stía íann en que siendo Ferdusi de la secta de Alí debía ser reprobado po p o r los o tro tr o s , y q u e s ien ie n d o S. M . de l a d e C h a r y a r y le e r a esto es to altamente indecoroso, pero por entonces las intrigas de sus rivales no tuvieron el deseado efecto. Los amigos y enemigos de Ferdusi empezaron a formar cábalas, y siempre que se encontraban mezclados en una sociedad, el asunto de la conversación era, por lo regular, el mérito de nuestro poeta y muchas veces la causa de una formal altercación, tanto que ni aun la presencia del sultán podía moderar sus disputas. En una de éstas, en lo más acalorado de la discusión, Mahmud mandó a Ferdusi que se presentase con los versos que había com pu p u e s t o a q u e l d ía p a r a q u e su m é r i t o se d e c idie id iess e p o r sus p r o pia p iass p r o d u c c i o n e s . E r a n p a r t e d e la h i s t o r i a d e R u s t á n y Uskabús. Cuando Ferdusi los recitó, fueron seguidos de una aclamación general. El sultán, en recompensa, le otorgó todo lo que recibía Rustán de las provincias de Kabul y Zabul. Ferdusi, a los setenta años de edad, el día 25 de Ysfendarmuz, último mes del año persa (febrero), en el 374 de la Hégira, concluyó sus poemas heroicos, los cuales constan de ciento veinte mil versos, y, presentándolos al sultán, pidió su recompensa. Mahmud mandó pagar el importe estipulado y encargó al visir el cumplimiento de sus mandatos. “Ciertamente, dijo el sultán, merece Ferdusi cualquiera recom pe p e n s a ; j a m á s la f a m a h a p r e s e n t a d o al m u n d o u n p o e t a t a n sublime y nunca he leído yo una versificación tan hermosa, e igualmente grande ha sido su trabajo.” 1099 10
El visir Hussin Meymundi, en vez de enviar los sesenta mil dineros de oro por uno de los esclavos del sultán, le dio, en talegos sellados, otras tantas monedas pequeñas de plata. Ferdusi iba a bañarse en el momento de su arribo. Cuando abrió los talegos, su imaginación le presentó toda la indignidad que el sultán había usado con él, dio inmediatamente veinte mil al bañero, veinte mil al frutero que le esperaba y veinte mil al esclavo que llevó las monedas. El poeta, consolándose a sí propio con los laureles de la inmortalidad, y con la esperanza del paraíso que le aseguraba la conciencia de una vida bie b ienn e m p l e a d a , d e s c r ita it a p o r él m a r a v i llo ll o s a m e n te : “ Y o h e e scri sc rito para la fama, dijo al esclavo, no para adquirir riquezas.” El esclavo repitió toda la historia al sultán, quien se irritó de la insolencia del visir y reprobó su conducta. “Esta acción, exclamó el sultán, no sólo ha irritado al poeta, sino que todo el género humano reprobará esta sórdida parsimonia injuriosa a mi fama. Yo te mandé que le enviases dineros de oro, y tú ba b a j a m e n t e los h a s t r o c a d o e n o t r a s m o n e d a s d e p l a t a . ” A lo cual, el ministro replicó: “Cualquiera cosa que es dada por V. M. imprime un honor en la persona que se da. Es una insolencia en Ferdusi el tratar con desprecio un regalo del sultán; el presente más leve de tales manos es un trofeo que debiera recibirse con orgullo. Su conducta manifiesta una disposición a faltar a aquel respeto que tan eminentemente se debe a V. M.” Esta y otras varias insinuaciones respecto a la diferencia de secta, en la cual el ministro pretendía sondear el motivo de la conducta de Ferdusi, provocaron al monarca de Gazna. “El pie p ie d e l e lef le f a n te, te , d ijo ij o el i r r i t a d o p r ín c i p e , d a r á al r e b e l d e u n a lección de obediencia.” Supo, al instante, Ferdusi la indignación del sultán, y, a la mañana siguiente, espió la entrada del ja j a r d í n , a l a r m a d o d e las la s c o n s e c u e n c ias ia s q u e t e n í a m u c h a r a z ó n no
de temer, y se arrojó a los pies de Mahmud, exclamando con el tono más afectuoso: ¡Perdón, ilustre soberano! No soy yo culpado, las representaciones de mis enemigos son otras tantas violaciones de la verdad, y han sido fabricadas para exasperar a V. M. contra mí. No he cometido desobediencia alguna, he recibido vuestro agradable regalo con la mayor humildad y lo he estimado como el más distinguido honor. Lo he distribuido entre aquellos que siempre me están pidiendo. Muchos deso be b e d i e n t e s h a y e n e s ta m o n a r q u í a , p e r o yo n o soy so y d e ese n ú m e ro, muy al contrario, soy un súbdito muy humilde. He oído la sentencia de V. M., pero ¿qué gloria puede dar a un monarca el privar de su existencia a un miserable? Permitidme implorar la revocación de este decreto y volvedme a la vida.” El sultán, conmovido por esta afectuosa súplica, revocó la sentencia. Ferdusi volvió a su habitación y rompió algunos hermosos poemas que tenía intención de presentar al sultán como complemento de su Shah Naméh. Probablemente eran en elogio de Mahmud. Los arrojó, con indignación, a las llamas. Ferdusi, anhelando el dejar un teatro en donde todos los objetos que se le ponían delante le recordaban las mortificaciones que había sufrido, escribió una invectiva sumamente noble y animada y se la entregó a Ayaze, cerrada y sellada, pi p i d i é n d o l e q u e se l a p r e s e n t a s e al s u ltá lt á n v e inte in te d ías ía s d e spu sp u é s d e su partida, en el momento que le viese de mejor humor. Ayaze la recibió, y cumpliendo exactamente lo que deseaba Ferdusi, a quien reverenciaba como padre, se la entregó al sultán. En esta sátira no estaban intimidados por el poder del sultán los exaltados sentimientos del poeta. Convencido de haber merecido los más altos honores que puede conferir un monarca e irritado de ver premiado así el trabajo de toda su vida, no es extraño que su imaginación estallase con la sátira más amarga. III III
La puerta de la Fortuna treinta años hacía que se presentaba a los ojos de Ferdusi, pero cuando las desagradables intrigas de la corte la cerraron, el templo de la Fama abrió sus batientes al po p o e ta. ta . E ste st e c o n t r a tie ti e m p o se le h izo iz o m a y o r p o r la p a s ión ió n q u e tenía a su única hermana, habiendo sido un estímulo para su ingenio la mira de colocarla en una situación elevada. “Ferdusi, dice Mudjemunovader, escribió inspirado; lee sus obras y encontrarás todas las producciones de los demás escritores faltas de imaginación. Ferdusi vuela en un generoso caballo cuando los demás poetas se levantan apenas sobre la superfici superficiee de la tie rra ” . “C on el tiemp o, dice el elegan te Jam Ja m i, el nombre de Mahmud se cubrirá de ignonimia.” Ferdusi, el día mismo que entregó su escrito a Ayaze, se huyó a pie de Gazna. Sus amigos supieron que no tenía medio alguno para subsistir, desearon darle algún dinero, pero el temor de la cólera de Mahmud impidió la ejecución de sus deseos. El fiel Ayaze arrostró las consecuencias y proveyó secretamente a Ferdusi de lo que necesitaba para la continuación de su viaje. Esta noticia se derramó por Asia, los nobles y los sabios desaprobaron la conducta del sultán. Cuando Ferdusi se acercaba al Kohistán, el jefe de aquella provincia, N a z a r M u llic ll ickk M o t a s h e m , s ú b d i t o d e M a h m u d y f a v o rito ri to d e aquel príncipe, salió al encuentro del poeta, el cual se alarmó pe p e r o fue fu e r e c i b id o c o n h o n o r . E l j e f e d e K o h i s tá n , h a b i é n d o s e informado de que el poeta pretendía trasmitir a la posteridad una narración satírica de la conducta del sultán y que se dirigía a Dilemy, hizo ver a Ferdusi cuán indecoroso era el reprender a Mahmud y cuán poco digno de su superior talento injuriar a su príncipe. “Yo quiero serviros y hacer prueba de mi habilidad.” En seguida dio a Ferdusi algunos miles de rupias y le suplicó que diese al olvido su indignación y rompiese su 1 1 2
sátira. Motashem trató al poeta con distinción, le dio una habitación en su palacio palacio y escribió escribió a M ah m u d lo sig sigui uien ente te:: “Ferdusi es un criado antiguo de V. M. que le ha servido por espacio de treinta y seis años. Cuando lo despedisteis, no reci bió b ió la r e c o m p e n s a a d e c u a d a a sus tra tr a b a j o s , y esto es toss tra tr a b a j o s los hizo en cumplimiento de las órdenes de V. M. Seguramente esto no hace honor a la dignidad imperial.” Mahmud recibió esta carta y, alarmado con la idea de ser retratado por la posteridad con desagradables colores, empezó a arrepentirse de la pasión que había concebido por las insinuaciones de su ministro. Los amigos del poeta, luego que apercibieron la mudanza del ánimo del sultán, aprovechando este favorable momento, encarecieron el mérito y grande habilidad del fugitivo y trabajaron sobre los temores del príncipe, asegurándole que el tratamiento que había recibido Ferdusi del visir tal vez sería imputado al sultán por la posteridad, lo que podría quedar fijo en la memoria de todos los pu p u e b l o s , d e t o d a s las la s n a c io n e s . “ ¿ Q p é v a le, le , d e c ía n , la m e z quina consideración de sesenta mil dineros ni todo un tesoro entero con el deshonor que espera al príncipe?” La sátira era ya pública en Gazna y se había extendido por todo el país en derredor. El visir, pues, fue reprendido severamente por haber sido la causa de este incidente. Ferdusi, temiendo el desagrado del sultán y las maquinaciones del ministro, precipitó su marcha a Mazinderán. Allí corrigió el Sha Naméh y escribió un panegírico al sultán Hassum ul Mullá Kabús, jefe del país, que era también poeta y había escrito un poema heroico en su propio idioma. Cuando el jefe de Mazinderán se informó de la llegada de Ferdusi y que había estado al servicio de Mahmud, vio ser éste el poeta que se había huido de la corte de Gazna por la 113
relación que se había esparcido por el Asia, y le manifestó cuán difícil le sería permanecer en aquel país, adonde se extendía la autoridad del sultán, pero como mostró desear leer sus poemas, el inmortal bardo se quedó algún tiempo con él. El El jefe jefe de M azin de rán estaba en can tado con la obra, pero temiendo la indignación del sultán y sintiendo desagradarle, dio al poeta un presente cuantioso y la orden de buscar asilo en otro país, previniéndole que fuese cauto y no revelase el retiro que escogiese. Ferdusi se puso, al instante, en camino pa p a r a B a g d a d e n d o n d e , a su a r r i b o , l a r e f lex le x ión ió n de sus d e s gracias y la necesidad en que se hallaba de huir de su país natal en la más avanzada edad de su vida le llenaban todos los momentos de amargura. Anduvo algún tiempo muy melancólico, sin encontrar un amigo que diese consuelo a su abatido espíritu. Pasaba las horas solo y temiendo la cólera del sultán, cuando felizmente se encontró en Bagdad con un comerciante que se llegó a él y le reconoció con alegría y abrió en par sus puertas al poeta, cuya salud se había deteriorado con tantas fatigas. En poco tiempo recobró su acostumbrada fuerza y espíritu. El comerciante aseguró a Ferdusi que, si publicaba sus poemas, recibiría toda suerte de distinciones. “No os inquietéis, dijo el generoso comerciante, informaré al visir de vuestro mérito, habilidad y desgracias. Es también aficionado a las musas e interesará al califa a favor vuestro.” Ferdusi, que poseía también el árabe, escribió en esta lengua un panegírico del visir, el cual tuvo el honor de pr p r e s e n t á r s e le . L o s c a b a lle ll e r o s d e B a g d a d , e n c a n t a d o s d e e sta st a muestra de su habilidad y admirados de tanta indignación contra este anciano, manifestaron ardientemente sus sentimientos en favor suyo. Se le destinó un alojamiento en el pa p a l a c i o d e l visi vi sir, r, y éste és te le a s e g u r ó q u e , e n la p r i m e r a o c a s ión ió n , 114
le presentaría al califa. “Vuestra reputación, dijo el visir, es tan difícil ocultarse como los rayos del sol.” Cuando Ferdusi fue presentado al califa, puso mil versos a sus pies. El califa le mandó dar sesenta mil dineros (que era la suma prometida po p o r M a h m u d ) e n r e c o m p e n s a , d i c i e n d o c o n e n t u s i a s m o al visir: “Ferdusi es el asombro poético del Asia, su talento excede a cuantos he conocido en el mundo.” El sultán Mahmud, después de un largo periodo que le tuvo entretenido en guerras y negocios graves, se acordó de Ferdusi e hizo que procurasen averiguar su paradero. Los cortesanos le informaron que el poeta estaba en Bagdad, honrado con la pr p r o t e c c i ó n d e l cali ca lifa fa y c o n u n a s u p e r a b u n d a n t e f o r tu n a . El sulsu ltán mandó prender a Ferdusi y escribió al príncipe de Bagdad que se lo enviase inmediatamente a Gazna, amenazándole que, en caso de desobediencia a su mandato, “el pie del elefante destruiría su dignidad real.” Khadim Abasí, incapaz de oponerse al sultán un punto, y resuelto, al mismo tiempo, a libertar al poeta que había buscado su protección, y viendo que era una acción que podría entonces en Persia cubrirle de ignominia, juntó a sus magnates, y después de muchas consultas, respondió al sultán: “Que Ferdusi se había presentado él mismo en Bagdad, en donde le había recibido con todas aquellas muestras de honor y respeto que eran debidas a un hom br b r e t a n e m i n e n t e . H e e s t a d o t a n e n c a n t a d o , d e c ía, ía , c o n la armonía de sus metros y su universal saber, que no es mi ingenio capaz de describir la elegancia de su poesía. Y aunque deseaba que la corte de Bagdad se honrase con la presencia de tan ilustre huésped, se ha separado de mí y se ha ido a Yemen.” Apenas Khadim Abasí, por el unánime consejo de la nobleza, tomó esta resolución, buscó a Ferdusi y le suplicó que tuviese siempre presente la idea de la indignación de Mahmud,
aconsejándole que se fuese a Yemen, cuyos príncipes eran dignos de su amistad y sabían apreciar el mérito eminente. Ferdusi, informado de las causas que motivaban el consejo de Khadim Abasí, accedió a su proposición. El príncipe le dio quinientos dineros para los gastos del viaje. Se despidieron tiernamente, costándole a Khadim Abasí mucha repugnancia el que este hombre venerable se separase de su lado. A Tus y no a la Arabia se había encaminado Ferdusi cuando la cólera de Mahmud se convirtió en piedad o en deseos de desviar las futuras consecuencias de la indignación del po p o e t a , m a n d a n d o llev ll evar arle le a T u s los s e s e n ta m il d ine in e ros ro s . U n día, paseándose en el mercado de la plaza el anciano venera ble b le,, a l i r u n m u c h a c h o a r e p e tir ti r le u n v ers er s o suyo su yo,, se d e sm a y ó y, llevado a su casa, expiró el año de nuestra era 1021, sin proferir una sola palabra. Guando el pueblo le conducía al sepulcro, llegó a Tus el presente del sultán, fue presentado a la hija de Ferdusi, la cual, contra el parecer de su tía, rehusó aceptarle y dio la siguie siguiente nte mem orable respuest respuesta: a: “ Q ue como su pad re, durante su vida, no había recibido el presente, parecía mal que ella tomase lo que su padre había rehusado.” La hija de nuestro poeta construyó una famosa escalera de piedra sobre la orilla del río, que ha pocos años se veía aún desde Tus, en honor de su padre, que en los últimos de su vida había formado esta idea para la comodidad de sus queridos ciudadanos. N a s i r K h i s r o e , c é leb le b re m é d i c o , r e f iere ie re q u e el a ñ o 4 3 3 d e la Hégira, cuando estuvo en Tus, observó un edificio público magnífico, y, habiendo preguntado, se le dijo que había sido construido de orden del sultán Mahmud en honra y memoria de Ferdusi con los sesenta mil dineros que rehusó su hija. Cerca de este edificio, estaba el jardín en donde fue sepultado el Homero de la Persia.
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X Sobre los poetas turcos
A la pág. 24. El libro que se cita en esta página se intitula ^u^detul Esaar o Flor de las poesías , en el cual no sólo se contiene lo más selecto de quinientos cuarenta poetas turcos, sino las obras enteras de otros nueve célebres escritores. Abdul Lufti, en su libro intitulado Teskieretus, hace mención de trescientos poetas turcos que vivieron desde el tiempo del sultán Morad, que subió al tron o el añ añoo 761 de la H ég ira (de J.G . 13 1359 59)) ha sta el del sulsultán Solimán I, esto es, hasta el año 958 de la era mahometana. Los poetas turcos más celebres son Baki, Effendi, Esi, Mesihi, Kasiri. Los sabios añaden a Misri, cuyas poesías se resienten de nuestro Evangelio y celebran la encarnación de Jesucristo. Floreció en tiempos de Acmet II, y sus versos le pu p u s i e r o n a p i q u e d e p e r d e r l a v ida id a . C a n t e m i r , e n el t o m o I V de su Histo Hi storia ria otomana, ha impreso algunas muestras de las poesías de Misri y cuenta su vida. Citaremos, con elogio, entre los po p o e t a s m o d e r n o s , c o n l a a u t o r i d a d d e l s a b io J e n i s c h , a l p o e t a N a b i E ffe ff e n d i y el D i v á n o c a n c i o n e r o d e R a g i b B a c h á , o r n a mento de la ciencia de los turcos.
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ADVERTENCIA
Siéndome forzoso para otra obra que estaba trabajando ', el consultar los usos y costumbres de los orientales, encontré en mi camino estas flores de la poesía asiática, las que he ido recogiendo para formar un ramo y presentarlo a los amigos de las musas. En este mi trabajo he procurado mostrarlas cuales son, de suerte que, aunque en diverso traje, no las desconozcan sus paisanos, pues conservan su tono nacional y sus maneras. En ninguna de las traducciones se echará de ver mejor que en las gacelas u odas de Hafiz, en las que, en casi todas las que la tienen, he retenido la repetición de la palabra. Verdad es que esto sólo se puede hacer en castellano, en donde los romances de todos metros facilitan estas repeticiones, que entre nosotros es una gracia, y en las demás lenguas europeas una dificultad casi invencible a causa de la precisión de la rima. Al principio hice mis traducciones en verso suelto porque para mí es el más generoso, según la expresión de Argensola, y porque en él se pueden trasladar todas las bellezas del original sin alterarlas en lo más mínimo. Sin embargo, para contentar a los que miran con ceño esta metrificación, he hecho con rima o consonante las posteriores, pero no he podi po dido do menos me nos de de deja jarr como estab es taban an las prim pr imer eras as.. M e prom pr omet etoo que los amantes de la verdadera poesía distinguirán estas composiciones llenas de fuego e imágenes pintorescas de las insulsas filosóficas prosas rimadas que nos han venido de algún tiempo acá de allende de los Pirineos vendiéndonoslas como buena mercancía. Los genios españoles, que tanto han brillado por su fecunda y hermosa imaginación, deben abandonar esas gálicas frialdades y no desdeñarse de leer los poetas del Oriente, en quienes todo es calor y entusiasmo, y entre los cuales suenan con honor algunos hispanos cuyas obras yacen sepultadas en el Escurial.
1 Ommíada (1816). 118
A M I ESPOSA. ESPOSA .
Mitad del alma mía, ahora que la guerra con sus gritos de Europa a los cisnes ahuyenta, ven conmigo a los campos de la Arabia y la Persia a escuchar de sus musas las gratas cantinelas. Son como tú sencillas, son como tú halagüeñas, y están como tu pecho de dulce fuego llenas. Y no porque se expliquen en otro idioma temas que sus nativas gracias su colorido pierdan. Las musas orientales son tu imagen perfecta, tú con cualquiera traje parece par ecess siempre siem pre bella. En tu precioso seno acógelas risueña, como el olmo recibe la desmedrada yedra, par p araa qu quee se despliegue despli eguenn con tu arrimo, florezcan, y de amenos vergeles pomp po mpos osoo ad ador orno no sean.
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P O E S ÍA S Á R A B E S
AL A L D E S I E R T O D E M I T A T A por po r Lebid ben Rabi Ra biat at al A m a n 2
Ya Mitata no existe, derrocadas sus casas, templos y su muro hermoso, sólo ruinas se ven, piedras gastadas, y un desierto extendido y pavoroso. Los cauces del Riana, ya cegados, ningún vestigio de su forma ofrecen, como en piedra carácteres grabados que al rigor de la edad desaparecen. ¡Cuántos años corrieron desde el día que tus lindas muchachas recatadas admitieron gustosas la fe mía, y fueron sus promesas aceptadas! ¡Cuántas veces rocío regalado pr p r i m a v e r a v e r tió ti ó s o b r e t u fren fr ente te!! ¡Y cuántas el tonante cielo el prado pu p u lsó ls ó c o n g rue ru e so r á p i d o t o r r e n te ,
Lebid. Es uno de los siete poetas que escribieron los idilios llamados 2 Moallacat, Moa llacat, el único mulsumán y el más antiguo de los poetas árabes después del nacimiento del mahometismo, pues era aún idólatra cuando Mahoma empezó a publicar su ley. Era natural de Yemen e hizo su mansión ordinaria en la ciudad de Cufáh, en donde murió de una edad muy avanzada, que algunos hacen llegar a ciento cuarenta años, el de la Hégira 141.
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lanzando de las nubes tenebrosas de la tarde, la noche y la mañana, repitiendo en las rocas cavernosas su voz el trueno con porfía insana! Sobre el antes lozano verde suelo las ramas de la ortiga agora ondean, y en la margen del río sin recelo el avestruz y antílope vaguean. La gacela de grandes ojos mora aquí con sus hijuelos, les demuestra el uso de su planta voladora, y en su anchuroso campo los adiestra. A veces la corriente procelosa edificios descubre destruidos, como la pluma en mano artificiosa escritos restituye ya perdidos. O cual diest diestro ro p u n z ó n 3, que derram an do el glasto por las manos delicadas, con finísimas tintas va marcando en la nieve las venas azuladas.
0 cual die diest stro ro punzón. punz ón. Tienen las mujeres árabes la costumbre de hacer 3 unas picaduras ligerísimas sobre las venas de las manos y brazos, y frotar sobre las incisiones un polvo azul, extraído de la yerba llamada glasto, para darles una apariencia más brillante, las que renuevan luego que empiezan a bo b o r r a r s e .
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Me paro a preguntar: ¡Oh cuán ociosas son todas mis palabras y cuestiones! No N o h a y p e ñ a s q u e m e e s c u c h e n a m o r o s a s , y el viento desvanece mis razones. Piso su campo abierto y espacioso como antes, cuando toda mi alegría en él estaba, y ¡ay! renuevo ansioso aquel amargo desgraciado día en que ellas al primer albor partieron, y en que las de su tribu presurosas en sus fuertes camellos las siguieron cubiertas de sombrillas envidiosas4. Y veo del bastón pender en torno espesos redoblados velamentos, de variado color, con rico adorno, siempre agitados por lascivos vientos. La suelta cabra del riscoso Tuda con ojo atento las observa y mira, la antílope del Veyra absorta y muda, sus dulces gracias y belleza admira.
Sombrillas envidiosas. Las mujeres en el Oriente, cuando viajan en sus 4 camellos, llevan unos grandes quitasoles, de los que penden en derredor estofas de algodón de varios colores, con las que ocultan el rostro y todo el cuer po p o , c o m o se d e s c u b r e e n la e s t a n c ia sig si g u ien ie n te. te .
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Sus huellas sigo yo por los senosos tornos que forman los cortados ríos, y vapores espesos5vagorosos las arrebatan de los ojos míos. Cuanto memoria a mi constante pecho renueva del Novar No varaa, ya ha pasado, mas todavía no, no se han deshecho los lazos ñrmes con que estuve atado.
5 Y vapores vapores espesos. espesos. El vapor de que se habla aquí, se llama serab por los árabes. Es casi lo mismo (y probablemente procede de una causa semejante) que aquellas neblinas, que a veces se levantan sobre la superficie de un río, una tarde de verano después de un día caluroso. Son muy frecuentes en las llanuras ardientes de la Arabia y cuando se ven, a cierta distancia, parecen un anchuroso lago, pero según se va acercando el sediento caminante, pe p e r c ib e su e n g a ñ o . E n la p o e s ía á r a b e el serab es el emblema común de una esperanza frustrada. frustrada. 126
A L S E P U L C R O D E M A Á N por Hassán al Asady Asady
Acercaos a do Maán reposa, amigos, y decid de esta manera: La nube matinal sus dulces riegos derrame sobre tan augusta huesa. Oh tumba de Maán, tú eres, de todas cuantas hay en el mundo, la primera que ha sido destinada para lecho de la alma angelical beneficiencia. Oh tumba de Maán, ¿cómo ocultaste la liberalidad del que con ella hinchó los anchos mares otro tiempo, y ocupó los confines de la tierra? Esta dulce virtud, cierto, en ti cupo. Mas, ¿de qué suerte? Sin aliento, muerta. Porque a estar viva, en torno tú estallaras, hecha pedazos mil de puro opresa. Este joven por su alma generosa logra después de muerto vida nueva, cual prado que después de la avenida con naciente verdura se hermosea.
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Pero muerto Maán, murió igualmente la generosidad más halagüeña, y su eminente cima derrocada cayó en el polvo con horror deshecha.
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A L S E P U L C R O D E Z A T D E por A b d al M alee ale e al H a ñ t h i6
¡Felices los que yacen en la tumba! ¡Oh cuánta envidia de su suerte tengo, pu p u e s c o n Z a y d e d ivi iv i d e n las la s tin ti n ieb ie b las la s que giran en los tristes cementerios! Perdíle cuando en torno me cercaron con rabia ardiente mis contrarios fieros, siendo la firme y única esperanza que a mi fiel corazón prestaba aliento. Quedéme como aquel que, desarmado po p o r el im p u lso ls o d el v elo el o z a c e r o , siente que el brazo vengador redobla sobre él los golpes con ardiente anhelo. Visito su mansión y hasta la hartura del pesar más amargo me alimento, y de una angustia tan cruel e insana que me devora con ardor el pecho.
RA RA b d al M alee ale e era natural de la Arabia Feliz. No se sabe con exactitud el Ha masa sa tiempo en que floreció, pero esta composición está tomada del Hama (colección miscelánea hecha el segundo siglo de la Hégira de varios poemas que entonces se juz ga ba n com o antiguos antiguos)) y así así es proba ble que el auto r fues fuesee anterior al mahometismo.
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Conmigo vuelve mi anhelar continuo, arraigado en el alma, y con el riego de mis acerbas lágrimas, y el aire de mis ayes ardientes toma aumento. Todo con Zayde fue, nada ha quedado en derredor de sí, sino el recuerdo de sus cuantiosos liberales dones, y sus heroicos virtuosos hechos. Mudo silencio en su sepulcro reina, mas parece que en él repite el eco: ¡Qué elocuente orador! Callando excede al más sublime cultivado ingenio.
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L O S V E R D A D E R O S P L A C E R E S
Vino y festín sabroso7 y el dulce retozar de la camella, quee firme el suelo qu suelo h u e lla 8, a la que el amo ansioso recuesta en lo interior del bosque umbroso; muchachas agraciadas, que en torno nos rodean, con vestidos de oro y seda tejidos, y las frentes veladas9 cual ebúrneas estatuas delicadas; abundancia y sosiego, y el ¡ay! suave de la cuerda herida hacen feliz la vida;
7Esta hermosa composición está tomada del libro Ham H am asa, as a, y es una de aquellas en que es preciso que el lector se traslade a las costumbres y usos árabes para comprenderla en toda su fuerza, y entonces verá que no cede a las celebradas de los griegos y latinos. camella, a, que firm fir m e el suelo suelo huella, huella, es aquí la joven adu lta 8 La camell lta y en tregada ya al amor, y la imagen está sacada del aprecio y particular cuidado que en la Arabia se tiene a esta especie de animales por su conocida utilidad. fien tes vela veladdas. as. Este uso no es difícil de comprender para los espa9 T las fientes ñoles y portugueses, pero no puedo menos de admirar la comparación siguiente, pues hace ver que así como a las estatuas de marfil, por temor de que se manchen, les ponen una gasa finísima, que las preserva, sin ocultar sus perfecciones, así van las muchachas veladas, esto es, preservadas, pero no cubiertas sus gracias y hermosura. 13 1
y el hombre sigue ciego de la fortuna el inconstante juego. El caso adverso y fuerte y la dicha apacible y la riqueza y la amarga pobreza tienen la misma suerte: que cuanto vive está sujeto a muerte.
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A L A M U E R T E D E S U D A M A por po r A b u Sahet al H edhily edh ily
Si después de la muerte todavía se encuentran nuestras voces dolorosas, y bajo las elevadas duras losas abrasa al pecho el fuego que solía, pr p r o s i g a el eco ec o d e l a a n g u s t i a m ía, ía , y las verdes colinas, que envidiosas dividen nuestras tumbas silenciosas, le aumenten y repitan a porfía p a r a q u e sea se a al p u n t o c o n d u c id o a Leyla en alas del piadoso viento, hiriendo con amor su tierno oído. Así tendré al morir este contento, que aunque me halle ya a polvo reducido, se goce Leyla con mi triste acento.
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A L A B A T A L L A D E S E H B A L por po r Ja J a a fer fe r ben ben A b l a 10
¡Ah, valle de Sehbal, absorto viste cómo contra nosotros se agitaron varones y mujeres, y tú oíste cuántas injurias éstas abortaron! Haced vuestra elección, dicen los vanos. Solamente tenéis dos condiciones: o que opriman cadenas vuestras manos, o agudas lanzas vuestros corazones. Les replicamos: Estas, atrevidos, p a r a v o sotr so troo s e n l a lid li d r a b ios io s a , y levantarse nunca los vencidos logren de su caída vergonzosa. ¿Y quién sabe si acaso nos espera en la pugna la muerte destructora, si ha de ser nuestra vida duradera, o cuándo de su fin será la hora? 10Este poe m a y el el siguiente siguiente se se ha n to m ad o am bos del Ham Ha m asa, asa , y son un curioso ejemplo de la animosidad que prevalecía entre varias familias ára be b e s, y d e l r e n c o r c o n q u e , u n a v e z r e ñ id a s , m u t u a m e n t e se p e r s e g u ía n . El progreso rápido de Mahoma se debió, en gran parte, sin duda, a estas desuniones; estando las tribus separadas e incapaces de formar una confederación para oponerse a él, las atacó separadamente y las sujetó con facilidad. La antítesis que contienen la segunda y última estancia de este poema ha sido muy celebrada por los comentadores árabes.
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Y en pos todo su campo recorrimos con pie firme, sus filas deshaciendo, y rojo el suelo con la sangre vimos, que iba la espada en derredor vertiendo. Ya veis nuestra elección bien pronunciada, gritamos, pues dejó el combate fiero en nuestra mano el pomo de la espada, en vuestro corazón el duro acero.
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A U N A T R I B U A N T E S A M I G A A L R O M P E R UNA CONTRA OTRA por po r A l Fadhe Fa dhell ibn al Abas. Ab as.
Amigos, poco a poco. ¿A dónde os guía vuestra loca pasión desenfrenada? No N o h a g á is q u e v u e lva lv a a v e r la luz lu z de dell d í a la discordia, que estaba sepultada. ¿Cómo queréis, decidnos, que os honremos, oyendo de vosotros tanta injuria? ¿Cómo dejaros sin lesión podremos después de maltratarnos con tal furia? Contened vuestro labio, no ensañados denostéis nuestra tribu esclarecida, y marchad, no con pies arrebatados, mas cual antes, con orden y medida. En verdad, Dios lo sabe, no os amamos, que así pensamos todos de consuno, mas tampoco nosotros nos quejamos de que no nos améis de modo alguno. Que a cada cual su libertad el cielo p a r a q u e r e r u o d i a r h a c o n c e d i d o , y el hombre, en tanto que lo sufre el suelo, aborreciendo está y aborrecido.
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S Á TI T I R A SA C CA AD A D E L I J B R O D E L O S A M O R E S D E A j Y TA TA R T A B L A "
Abandona ya el amor de las muchachuelas blandas, y a las vírgenes hermosas déjalas en paz, Amar Am ara. a. Que no es tu mano la que al enemigo rechaza, ni eres tú fuerte jinete el día de la batalla. No N o d esee es eess c o n a h í n c o po p o n e r los lo s ojos oj os e n Abla Ab la,, pu p u e s s o l a m e n t e v ería er íass del fiero león las garras. No N o las ni, las
q u i e r e q u e se le a c e r q u e n espadas aún intactas, por más que metan ruido, no conocidas lanzas.
" Así Así se e xplica Jo n es en sus Comentarios latinos sobre la poesía asiática : “Solamente he visto el volumen XIV de este libro. Nada hay de elocuente y magnífico que me parezca faltar en él, y es, a la verdad, tan delicado en su estilo, tan vario, tan remontado, que no tengo reparo en contarle entre los poemas perfectisimos. El héroe ilustre que en él se alaba, es el mismo Antar que compuso el quinto de los poemas llamados Moallacat, Moa llacat, y Abl A blaa fue un a hermosísim hermosísim a hija hija de un rey, rey, a quien él am ó con pasión. pasión. Esta ad m ira A bla en vituperio de Am A m ara ar a , que ble b le s á t ir a d ice ic e q u e la c a n t ó u n a e sc lav la v a d e Abla también la quería."
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Porque Ab A b la es una gacela que sólo el león la caza, con ojuelos adormidos, pe p e r o a r d ie n t e s c o m o b ras ra s a s . Tú te entregas a tu amor con sobrada confianza, y clamores y querellas p o r t o d a s p a r t e s d e r r a m a s . Deja, pues, de perseguirla, po p o r q u e a n o , t u v ita it a l p l a n t a con el vaso de la muerte será por An A n tar ta r regada. Firme siempre detrás de ella sin duda para agradarla tus vestidos rozagantes de armaduras sobrecargas. Las muchachas al mirarte dan alegres risotadas, y en los valles y collados repite eco su algazara. Por el día, por la noche, a la tarde y la mañana, te has hecho fábula y mofa de todos cuantos te tratan.
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Con un manto hacia nosotras te acercas con grave marcha, y nosotras nos reímos tonteando por tu causa. Si otra vez vienes, acaso saldrá, derramando rabia, el león, a quien los fuertes leones del valle acatan. No N o q u e d a n d o m á s d e t o d a esa tu vana arrogancia que el desprecio que tú llevas y el odio que en todos causas. Abatido y humillado te verá Ab A b la , y las muchachas tan lindas como graciosas que continuo la acompañan. Pues An A n tar, ta r, el gran guerrero, león es cuando se enfada, y más que es la mar profunda tiene generosa el alma. No N o s o t r a s a s e m e jam ja m o s a flores tiernas y blancas fragantes cual violetas, esplendentes como caltas.
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Ab A b la descuella entre todas como del Ban a lta r a m a 12, B an la alta
que la alba luna corona, y el sol matutino halaga. Tú eres el más despreciable de cuantos yeguas cabalgan, y entre los mismos avaros de una codicia extremada. Sin razón y con descaro quieres obtener sus gracias, siendo más vil vil que los los p e r r o s 13 que en los muladares ladran. Muérete, pues, de tristeza, o vive lleno de infamia, que no hay ninguno que borre esta mi sátira amarga. Ba n es el árbol que los griegos y nosotros llamamos Mirabolano Mirab olano y los lati12 Ban nos Glans unguentaria. Algunos pretenden que este árbol se parece al mirto y que su fruto es del grosor de una avellana, pero otros dicen que se asemeja al tamariz y que se saca de su fruto, llamado Guez al ban, Habalbân o Habulb Hab ulbán, án, aquel aceite o bálsamo conocido con el nombre de benjuí. Este árbol crece en el Yemen o Arabia Feliz, y principalmente en el territorio de Mahara, en donde no se halla otra suerte de árboles ni de granos, lo que no impide que haya ganados muy numerosos de carneros y camellos que se mantienen con las hojas de este arbusto. El que quiera instruirse más a fondo pu p u e d e c o n s u l ta r e n c u a l q u i e r d i c c i o n a r io d e h i s to r ia n a t u r a l los lo s a r tíc tí c u lo s de Muri ngú. Ban, Ba n, Benjuí, Hobus Ho bus Mirabolano Mirab olano y Muringú. u Más vil que los peños. Los mahometanos tienen horror a los perros, pues los cuentan entre los animales inmundos y así cualquiera que los toca tiene que purificarse. Pero por este pasaje se ve que este horror de los orientales A ntar ar floreció mucho antes de él. es anterior al mahometismo, pues Ant
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D E S U S A M I G O S Y D E L A C O N F I A N Z A Q UE U E D E B E N T EN EN ER E N É L por po r M esk es k in al Daram Da ramyy
De fieles compañeros rodeado, sus arcanos en mí hallan abrigo, pe p e r o a n i n g u n o d e ellos ell os j a m á s d igo ig o el secreto que el otro me ha fiado. Siempre en mi corazón hay preparado un seguro lugar para un amigo, y nadie de él consigue ser testigo, tan oculto está a todos, tan cerrado. Se alejaron de mí, se dividieron cada cual a terreno diferente, y al partir su pensar me transmitieron. No N o t i e n e n q u e t e m e r s e g u r a m e n t e , pu p u e s a g u a r d a r t a n r ica ic a j o y a d ier ie r o n a un peñón que desmaya al más valiente.
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D E L A J U V E N T U D Y L A V E J E Z por po r Nabeg Na begat at ben ben J a i d 14
N o h a y b ien ie n e n l a j u v e n t u d si le falta aquel valor que conserva su esplendor con toda su plenitud. Ni N i se e n c u e n t r a e n l a v ejez ej ez si no tiene pecho fuerte que arrostre la adversa suerte con generosa altivez.
14 H a h a bi b i d o va v a ri ri o s p oe o e ta ta s ár á r a be b e s co c o n el n o m b re r e d e Jíabegal. El autor d esto estoss versos versos era descen diente de la la fam ilia ilia de Jaid . M ur ió el añ o 40 de la Hégira, de 120 de edad. Tendría 80 a la promulgación del islamismo y, sin embargo, se convirtió, al instante, a la nueva fe.
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C AN A N TO T O D E M A Y S U N A 15
El grosero vestido, del color mismo que le dio natura, y sin arte tejido, me causa más dulzura que la veste con rica bordadura. La tienda construida de toscas pieles, y del raudo viento con silbos combatida, me da mayor contento que el palacio de firme fundamento. Los jumentos cargados de sencillas jamugas, que ligeros
15 May M aysu suna na era hija de la tribu de Calab, la cual, según Abulfeda, era notable por la pureza de su dialecto y por el número de poetas que había pr p r o d u c id o . E s tu v o c a s a d a , c u a n d o m u y jo j o v e n , c o n el c a lifa li fa M o a v ia , p e r o e sta st a eminente situación de ningún modo se avenía con la inclinación de Maysuna, y en medio de la pompa y esplendor de la corte de Damasco sus p i r a b a p o r los lo s sim si m p les le s p la c e r e s d e su d e s ie r to n a ta l. Esta pasión dio origen a las presentes sencillas estancias, que ella tenía gran placer en cantar cuando podía, a solas, entregarse libremente a la melancolía. Ella fue desgraciadamente oída un día por Moavia, que, como era natural, se ofendió no poco con este descubrimiento de los afectos de su mujer y, en castigo de su falta, mandó que dejase la corte. Maysuna obedeció al instante, y llevándose consigo su hijo Yezid, se retiró al Yemen y no volvió a Damasco hasta después de la muerte de Moavia, cuando Yezid subió al trono.
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corren, y alborozados, me son más lisonjeros que ebúrneos carros con caballos fieros. El ladrar penetrante del can alerto, si acercarse vido acaso un caminante, halaga más mi oído que de la trompa bélica el sonido. Su familia inocente, libre, aunque pobre, sin cultura alguna, siempre un afecto ardiente excitará en Maysuna, más que tú, infiel, con toda tu fortuna.
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A L C A P R I C H O D E L A S U E R T E por po r el imán imá n Shafay Sha fay M oham oh amm m ed ben ben Idri Id riss 16
No N o s iem ie m p r e l a s u e r te b u e n a es al vigor consiguiente, que roe el buitre valiente el cadáver con la arena. Ni N i la f o r t u n a c r u e l siempre en el flaco se ocupa, que la débil mosca chupa en regio plato la miel.
16 Shafay, el fundador de una de las cuatro sectas ortodoxas, en que están divididos los mahometanos, era discípulo de Malek ben Ans y maestro de Ahmed ben Hambal, cada uno de los cuales, juntamente con él, fundó una secta, las que se distinguen por el nombre que han tomado derivado del de su fundador. La cuarta secta es la de Abu Hanifa. Ésta se diferencia considerablemente de las otras en los dogmas, porque mientras los malekitas, shafaytas y hambalitas están constantemente adictos a la tradición en sus interpretaciones del Alcorán, los hanifitas se consideran con la libertad de hacer uso de la razón cuando hay alguna dificultad. La reputación de Shafay no fue adquirida solamente por sus escritos teológicos. Publicó muchos poemas, que fueron muy celebrados. Esta muestra pa p a r e c e h e c h a p a r a r e c o m e n d a r la d o c t r i n a del de l f a tali ta liss m o , q u e h a sido si do s iem ie m pr p r e f a v o r e c id a p o r los o r to d o x o s m a h o m e ta n o s .
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LA L A M A N Z A N A po p o r A b u N a v a s 17
A trechos azucena pa p a r e c e la m a n z a n a , anémone por partes, o flor de la granada, como co mo cuando am or jun ta, después de ausencia larga, el rostro del amante a la faz de su amada.
17 Hassan Has san ben ben Abdelaoval ben ben As A s i al H akem ak emii nació en Basora el año de la Hég. A bu-N -Nav avas as (Padre de los cabellos) por 145, de J . C. 762 762.. Fue so breno m brado Abu dos tufos de pelo que le caían sobre los hombros. Salió de su país para esta ble b lecc e r s e e n C u f á e n d o n d e e s tuv tu v o p o c o tie ti e m p o p o r q u e el c alif al ifaa H a r ú n al Rashid le quiso tener en Bagdad, cerca de su persona y le dio una habita A b u M assa as sabb y Rehaschi, otros dos excelención en su palacio juntamente con Ab tes poetas. M urió el año H . 19 195, 5, de J . C. 810. En tiemp o de H erbe lot, había en la biblioteca del rey de Francia un Diván o colección de sus poesías al número 1166.
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A L A I N A U G U R A C I Ó N D E A L R A S H I D Y E X A L T A C I Ó N D E J A H Y A , S U V IS IR por po r Isaac Isa ac al M u s e l y 18
El sol con languidez desconhortado en la noche escondió su lumbre pura, mas aparece Har H arán án,, y ya animado sus rayos va esparciendo con dulzura. Y el mundo en torno mírase adornado con un manto de célica hermosura, po p o r q u e s o b r e él Har H arán án el cetro tiene y Ja J a h y a con su brazo le sostiene.
Isaac al M usely use ly es considerado por los orientales como el músico más 18 célebre que ha florecido en el mundo. Nació en Persia, pero habiendo residido casi siempre en Musel, se supone generalmente que es natural de aquel pu p u e b lo . M a h a d i, p a d r e d e H a r ú n al R a s h i d , h a b i e n d o o íd o c a s u a l m e n t e c a n Mu sely ly una de sus composiciones, acompañada por el laúd, quedó tar a A l Muse tan encantado de su habilidad que se le llevó a Bagdad y le hizo el primer use ly con aplauso general músico de la corte, empleo que desempeñó A l M usely durante el reinado de cinco califas consecutivos de la casa de Abbas, a saber, Mahadi, Hadi, Harún, Amín y Mamún.
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Harún, que era apasionadamente amante de la música, no podía menos us elyy , el cual acompañaba al califa en de estar encantado del talento de A l M usel todas sus partidas de regocijo y se le representaba como otro Timoteo, capaz de excitar o aplacar, a su grado, las pasiones de su dueño con los sones de su laúd. Ebn Khalicán cuenta el siguiente notable ejemplo del efecto de su poder músico sobre el califa. Habiéndose querellado Al Rashid con su favorita Meridáh, la dejó en la desesperación con la resolución de no volverla a ver más. Ella, afligidísima, no sabía cómo hacer la reconciliación, pero el visir Jaafer, que había sido siempre amigo de Meridáh, buscó a A l M usely use ly y le dio una canción compuesta al propósito, y le suplicó que la cantase ante el caliuse ly obedeció y fue tal el fa con todo el patético de que era capaz. A l M usely po p o d e r d e su e je c u c ió n q u e H a r ú n , d ic ie n d o a D io s a su p e n a , fue fu e p r e c i p i t a damente a la presencia de Meridáh y, echándose a sí toda la culpa de la querella, suplicó a su querida que le perdonase su indiscreción y que sepultase en un eterno olvido cuanto había pasado. El historiador añade (porque tal es siempre la catástrofe en la historia oriental cuando termina felizmente) que la señorita, gozosa con esta repentina mudanza en la disposición del califa, mandó dar diez mil diremes a Mus ely. Y Harún, no menos contento de la reconJaafer y otros tantos a A l Musely. ciliación que la señorita, dobló el presente a cada uno. Mos tatras, as, miscelánea árabe en prosa y verso, Esta pieza está tomada del Mostatr pu p u b l i c a d a p o r M o h a m m e d b e n A h m e d el a ñ o 8 0 0 d e la H é g i r a .
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SO S O B R E L A R U I N A D E L O S B A R M E C I D A S
Familia de Barm.e Bar m.eeel9, mientras el hado no abatió tu eminencia prodigiosa, túvote el mundo por su dulce esposa, mas, faltándole tú, viudo ha quedado.
19 La fami fa mill ia de Barmec Barmec era una de la s más il ilust us tres res del del O rient riente, e, descen des cendía de los antiguos reyes de Persia y poseyó inmensas propiedades en varios pa íse ís e s . S u s in d iv id u o s e s t a b a n m u y c o n s id e r a d o s p o r el f a v o r q u e d i s f r u ta b a n d e la c o r te d e B a g d a d , e n d o n d e , p o r m u c h o s a ñ o s , l le n a r o n los lo s m á s altos empleos del estado con aprobación general. El primero de esta familia, que se distinguió en Bagdad, fue Yahía (Jahya) ben Khaled, sujeto dotado de todas las virtudes y talentos que pueden hac er un c arácter com pleto. pleto. T uvo cuatro hij hijos: os: Fadhel, Jaa fer, Mohammed y Muza, ninguno de los cuales se mostró indigno de tal padre. El califa Mahadi eligió a Yahía por ayo de su hijo Harún al Rashid y, cuando Harún sucedió en el califato, nombró a Yahía su gran visir, a cuyo acontecimiento alude la precedente composición. Gozó Yahía, algunos años, esta dignidad, y cuando, por sus achaques, se vio obligado a hacer dimisión de ella, ella, el califa califa se se la con firió a su hijo segu nd o Ja af er . Las habili habilidades dades de Ja af er pu dieran ser un ado rno en cualquiera situasituación. A más de sus virtudes heredadas, tenía la gracia de ser el más célebre escritor y más elocuente orador de su siglo, y mientras tuvo este empleo, des ple p legg ó , a u n tie ti e m p o , t o d a la e x a c tit ti t u d d e u n h o m b r e d e n e g o c ios io s y las la s ide id e a s grandiosas de un estadista. Los brillant brillantes es talentos talentos de Ja af er le hicieron hicieron tan agrad able a su dueñ o, que se le consideraba más como un compañero que como ministro suyo, por lo que Harún resolvió que los negocios del estado no le privasen ya más del pl p l a c e r q u e le r e s u lta lt a b a d e la s o c ie d a d d e J a a f e r , y, e n c o n s e c u e n c i a , le h izo iz o dejar su puesto y nombró a su hermano Fadhel, hombre de las costumbres más severas, gran visir en su lugar. Durante diecisiete años, los dos hermanos fueron los todopoderosos en Bag dad y en toda la extensión extens ión del imperio, imperio, pero, com o frecuentem ente sucede en el Oriente, su autoridad fue trastornada en un momento y toda su casa envuelta en la ruina.
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La desgracia y maltrato de los Barmecidas echaron una mancha eterna sobre la memoria de Al Rashid, y las causas a las cuales comúnmente se atri bu b u y e n s o n t a n v a g a s y r o m a n c e s c a s q u e a p e n a s n o s p o d e m o s i m a g i n a r q u e un príncipe como H arú n hubiese hubiese jam ás pensado, p or tales tales motiv motivos, os, com eter semejantes enormidades. La razón de su desgracia, más generalmente reci bid b id a , es l a sig si g u ien ie n te: te : El califa tenía una hermana, llama Abassa, de la que estaba apasionadamente enamorado, y cuya compañía prefería a todo, menos a la conversación sación de Jaa fer. D e bu en a ga na h ub iera reu nido estos estos dos dos placeres lleva llevanndo consigo a Ja a fe r en sus visit visitas as a A bassa, per o las las leyes leyes del h aré n, que pr p r o h i b í a n se in tr o d u je s e n a d ie e n él s ino in o a q u e llo ll o s q u e tu v ie s e n u n a r e la c ió n pr p r ó x im a , lo im p o s ib ilit il itaa r o n y se vio vi o p r e c i s a d o a e s t a r a u s e n te o d e su h e r m an a o de su su favorit favorito. o. E nco ntró, al fin, fin, el medio que desea ba para po de r gozar, a un tiempo, la sociedad de dos personas que le eran tan queridas. Este Este er a el casar a Ja af er con Abassa. E n efect efecto, o, casól casólos, os, pe ro con la expresa condición condición de que nun ca pu dieran junta rse sino sino en presencia suya s uya.. Sus entrevistas, sin embargo, fueron muy frecuentes y, no pudiendo ser ninguno de ellos insensible a las amables cualidades que el otro poseía, se engendró en ellos un mutuo afecto. Cegados por su pasión, olvidaron el precepto del califa y las consecuencias de su trato fueron, al punto, manifiestas. Abassa dio a luz un niño que envió secretamente a educar a Meca. Estuvo su amor, algún tiempo, oculto a Al Rashid, pero, habiéndolo descubierto el califa, dio riendas a su enojo y determinó tomar la más severa venganza. En consecuencia de esta cruel resolución, mandó inmediatamente d ar la m uerte a Ja afe r y privar a toda la progenie progenie de Barm ec de sus sus posesiones y ponerlos en prisión. Estas órdenes fueron obedecidas. Jaafer fue decapitado en la antecámera de la habitación real sin que pudiese obtener una audiencia del implacable Harún, y su padre y hermanos perecieron en diferentes encierros. Algunas de las palabras consolatorias que Yahía dirigía en prisión a su desgraciada familia familia han sido sido preservadas preservadas po r Ben Jon ah : "Pod er y riqueza, decía el venerable anciano, no fueron sino un depósito que la fortuna nos confió; nosotros debemos agradecer el haber gozado de estos dones tanto tiempo y debemos consolamos de su pérdida por la reflexión de que nuestra suerte será a los demás un perpetuo ejemplo de su instabilidad." La caída de la casa de los Barmecidas fue considerada como una calamidad general; se habían granjeado el aprecio de todos por su benignidad, sus prendas y sus virtudes, y, según un escritor oriental, ellos tuvieron la sin gular felicid fel icidad ad de ser amados amados en la plenitud plen itud de su poder poder como como en su vida privada, y de ser alabados mucho más má s después de de su desgracia desgracia y ruina que que cuando estaban en la cima de su prosperidad.
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E L A D I Ó S 2 0 de Abu Mohammed
Hasta que en la mar undosa el grito de leva oí, la fuerza no conocí de su mirada amorosa. Vuela hacia mí desolada y llorando se retira. Abre sus labios y espira la voz antes de formada. Quiere beberme el aliento y entre mis brazos se arroja pa p a r a e s t r e c h a r m e , c u a l h o j a que en derredor ciñe el viento. Mas se para, y un gemido lleno de amargura da, y en pos exclama: ¡Ojalá no te hubiera conocido! A bu Mohammed, Mohamm ed, músico de 20 Esta herm osa piececita fue ca ntad a po r Abu Bagdad, ante el califa Watbek, como una muestra de su talento músico, e hizo tal efecto en el califa que inmediatamente mostró su aprobación arrojándole él mismo un manto sobre los hombros y mandándole dar cien mil derhemes. W athek era el nono calif califaa de la casa de Abbás, hijo hijo de M otassem, otassem, el m ás jo j o v e n d e los lo s d e H a r ú n al R a s h id . S u c e d ió a su p a d r e A . H . 22 2277 , y m u r ió a los cinco años.
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A S U D A M A , Q U E L E R E P R E N D Í A P O R S U P R O D I G A L I D A D por po r A b ú Tema Te mann H abib ab ib 21
Confiesa, pues he quedado p o r l ibe ib e ral ra l y e s p len le n d e n t e en tan miserable estado, que siempre arrolla el torrente lo más noble y encumbrado.
A bú Teman es tenido por el más excelente de todos los poetas árabes y 21 Abú es sensible no poder dar una muestra más adecuada de su talento. Nació cerca de Damasco A.H. 190, y fue educado en Egipto, pero la mayor parte de su vida la pasó en Bagdad bajo la protección de los califas Abbasidas. Los regalos que recibió de estos príncipes y el respeto con que fue tratado por ellos son tan exorbitantes que apenas se puede dar crédito a las relaciones de los historiadores. Por un solo poema, que presentó a uno de ellos, fue remunerado con cinco mil monedas de oro, asegurándole que este favor pecuniario era infinitamente inferior a lo que merecía; y por recitar una elegía a la muerte de un grande personaje se dijo que no podía asegu A b ú Teman. rarse que había muerto el que era celebrado por Ab Este poeta murió en Mosul antes de los cuarenta años. Su temprana muerte había sido ya predicha por un escritor contemporáneo en estas pala br b r a s : “ E l a lm a d e T e m a n c o n s u m irá ir á t a n p r o n t o su c u e r p o c o m o la h o ja de la cimitarra destruye su vaina.” Ab A b ú Teman Tem an es el compilador de la colección intitulada Hamasa Ham asa..
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D E L V INO IN O T UNA UN A M U C H A C H A por A b d al Salam Salam ben Ragban Ragban 22
Ea, sus, la ancha copa alarga a toda prisa, el vino suyo solo mi ansiosa sed excita, po p o r q u e al i r a m e z c lar la r lo la escanciadora mía le traslada el ardiente color de su mejilla.
21 A b d al Salam Sala m fue un poeta más conocido por su habilidad que por su moral. Podemos formar una idea de sus composiciones por el sobrenombre D ik al Gin, Gallo Gallo de los los Genios Genios malos. que adquirió entre sus contemporáneos, Dik Murió el año de la Hég. 236, de cerca de 80 años de edad.
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A UNA UN A M U C H A C H A L L O R A N D O por Eb Ebn n al R u m i23 i23
Cual la viola del huerto, cuyas suaves hojas br b r i l l a n c o n el roc ro c ío que derrama la aurora, pa p a r e c e la flo fl o r m í a cuando a la angustia brotan de sus ojos azules mil perlas deliciosas.
23Ebn al Rum i es tenido por los escritores árabes por uno de sus más excelentes poetas. Nació en Siria y pasó la mayor parte del tiempo en Emera, en donde murió el año de la Hégira 283. A l R u m i se ejercitó con éxito en todas las especies de poesía, no mereciendo menos elogios por haber sido el autor favorito del célebre Avicena, que empleó gran parte de sus horas vacantes en escribir un comentario sobre las obras de Ebn al Rumi.
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A U N A M I G O E L D Í A D E S U C U M P L E A Ñ O S
N a c i e n d o el l l a n t o h u m e d e c i ó tus tu s ojos oj os,, y reímos en torno de tu cuna. ¡Ojalá rías al perder las luces, mereciendo te lloren en la tumba!
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A L V I S IR A B U L C A S E M A L A M U E R T E D E U N H I J O S U Y O por po r A l i ben ben A h m ed ben ben M a n s u r 24
Perdiste un hijo de virtud colmado, otro lleno de vicios te ha quedado: te hace doble infeliz la adversa suerte con esta vida, con aquella muerte.
u Ali ben Ahmed se distinguió tanto en prosa como en verso, y es autor de una obra histórica de gran reputación, que aún existe. Pero, principalmente, sobresalió en la sátira y gustaba de hacer uso de este peligroso talento, que ninguno se escapaba de sus tiros. Murió en Bagdad el año de la Hégira 302. El sujeto a quien se dirige este epigrama es Cassim Obid Alláh, que fue sucesivamente visir de Motadhed y de Moctafi su hijo, XVI y XVII califas de la casa de Abbás, el último de los cuales debió su exaltación al trono a la actividad de Obid Alláh. Este visir murió a.H. 294, habiendo tenido a su cargo la dirección principal de los negocios de Bagdad cerca de quince años. El empleo de visir parecía ser hereditario en la familia de Obid Alláh; su hijo Hosein llenó aquel puesto bajo Moctader, sucesor de Moctafi y su hijo Mohammed bajo Kaher, que sucedió a Moctader. Con ellos acabó la autoridad de gran visir. Después de la muerte de Kaher, el califa Radhí creó un nuevo empleo, al que dio el título de Emir al Omra, esto es, comandante de los comandantes, al que revistió con todo el poder sustancial del estado. N o es fáci fá cill d e c ir c u á l d e los lo s d o s h ijo ij o s m e n c io n a d o s es el in d ic a d o e n esto es toss versos de Ben Ahmed. Si hemos de juzgar por sus caracteres, el sarcasmo se pu p u e d e a p l i c a r a a m b o s c o n to d a p r o p i e d a d , p o r q u e H o s e i n fue fu e c o n d e n a d o a sufrir un castigo por su impiedad en el reinado de Radhí y Mohammed era el ministro favorito de Kaher, que parece haber sido el mayor monstruo que jam ás ha tenido el calif califat ato. o.
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A U N A G A T A 25 Q UE U E FU FU E M U E R T A A L I R A R O B A R U N P A L O M A R por po r Ibn Ib n a l A l a f al a l N ahaw ah awan any. y.
Oh gata, te partiste con prestísima planta pa p a r a n o v o lve lv e r m á s ante quien te adoraba. Tus idas y venidas ¡qué de sustos me daban! Y mientras, tú sin miedo corrías por la casa. 25La causa de esta esta extra ña com posición posición y su verd ade ro objeto objeto se cuentan con variedad. Algunos dicen que no significa otra cosa que lo que aparece, y que efectivamente fue hecha a la muerte de una gata favorita. Otros nos aseguran que el poeta lamenta aquí las desgracias de Abdalla ebn Motez, que subió al califato por un tumulto popular el año de la Hégira 296, y habiendo gozado su dignidad tan sólo un día, fue muerto por su rival Moctader. Como no se atrevía a manifestar su dolor respecto a Abdalla, inventó, según estos autores, la presente alegoría, en la cual la suerte de Abdalla está representada bajo la de la gata. Pero la opinión más generalmente recibida es que estos versos los com pu p u s o a u n a m ig o suy su y o , c u y o n o m b r e se ig n o r a , q u e , así as í c o m o A b d a lla ll a , d e b ió su ruina a la temeraria recompensa de una pasión caprichosa. Este jov en estaba en am orad o de u na esclava esclava favorita favorita del visi visirr Al Alí ben Iza y era igualmente correspondido de ella. Su amor estuvo oculto algún tiem po p o , p e r o h a b ie n d o s ido id o d e s g r a c i a d a m e n t e s o r p r e n d id o s j u n t o s los lo s d o s a m a n tes por el celoso visir, los sacrificó a ambos sobre la marcha a su furor. El autor de esta composición nació en Naharvan, pero vivió principalm ente en B agdad, donde expiró el año de la H égira 318, a la la avanz ada edad de cien años.
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Al palomar derecha vas al fin; y agarbada acechas los pichones, que anhela tu garganta. Tus astutos contrarios todos tus pasos marcan, que de la cazadora pr p r e t e n d e n h a c e r c a z a . Pero tú no desistes, pu p u e s q u isie is ierr a s c o n a n s ia a todas las palomas, al aspirar, tragarlas. Tiernos pichones buscas, y muerte cruel hallas; ¡contentáraste, necia, con tu vianda ordinaria! ¡Maldito el manjar sea que el apetito halaga si en el plato escondida está nuestra desgracia!
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A U N A M U C H A C H A Q U E S E S O N R O J A B A CUANDO LA MIRABAN por po r el califa R a d h i B illá il láhh 26
Mi rostro se empalidece cuando a Leyla miro atento, y el de Leyla en el momento con el rubor se enrojece. Como si la sangre ansiosa de mi corazón huyera y a depositarse fuera en su mejilla preciosa.
26Radhí Billáh, hijo de Moctader, fue el vigésimo califa de la casa de Abbás y el último de los que poseyeron un poder formal. A pesar de sus faltas políticas, es tenido generalmente por hombre de talento y estas composiciones demuestran que no le faltaba ingenio poético.
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SOB RE LA S VICISITUD VICISI TUD ES D E LA VIDA 27 por po r el mismo.
Al cabo su fuente impura muestra el más dulce placer y la dicha de más dura llega al cabo mal segura a vacilar o caer. Vosotros, los que pisáis el campo de la esperanza, ¿qué mies sabrosa aguardáis? ¿Y cómo, decidme, halláis en su risa confianza? Otros jóvenes creyeron que jamás desvanecido fuera el gozo que eligieron, hasta que envuelto lo vieron en la sombra del olvido. ¿Y cómo ha de conocer, cuando se halla en su vigor, el hombre su frágil ser? ¡Ay! los años le harán ver que él es hijo del dolor. 27 Esta Est a composici composición ón es es particularmente particularmente intere interesant santee por la la situ situaci ación ón de de su su autor, al que si le faltó prudencia para prever y vigor para desembarazarse de sus desgracias, a lo menos parece haber tenido sensibilidad para sentirlas y genio para expresarlas.
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A U N A T Ó R T O L A por po r Serag Seragee al Wara Wa rak k
La tórtola, que el sueño con sus quejas me quita, como yo el pecho tiene ardiendo en llamas vivas. Ella su amor lamenta, yo oculto mi fatiga, pe p e r o el s e c r e to ¡ay triste! tri ste! mi llanto patentiza. Que entre los dos la angustia se encuentra dividida, de ella son los suspiros, las lágrimas son mías.
S O L ED ED A D E N L A T R I S T E Z A de un poeta de Bagdad.
Tórtolas y palomas que en los frondosos ramos de la selva Eracina os estáis lamentando, viudedad os aqueja. Mas unís vuestros llantos, que a estar, como yo, solas murierais de contado.
A U N A S T Ó R T O L A S , E N LA L A A U S EN E N C IA IA D E U N O S A M I G O S
Tórtolas solitarias de la Eracina selva, ¿por quién vuestros gemidos, p o r q u i é n s o n v u e s tra tr a s q u e jas ja s ? También a nuestros pechos despedaza la pena, y lágrimas los ojos derraman de tristeza. Dios las culpas castiga con angustias acerbas. ¡Ay, de nuestros amigos lamentamos la ausencia! Vuestra dicha anhelamos, anhelad, pues, la nuestra: que sólo con el triste el triste se consuela.
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A S U F A V O R I T A , V I É N D O S E E N L A P R E C I S I O N D E A L E J A R L A D E S Í P O R L O S F U R I O S O S C E L O S D E L A S D E M Á S S U L T A N A S por po r S a i f Addau Ad daulet let,, sultán sultá n de Alepo Alep o 28
¡Cuál con ojos celosos acechando están todos mis gestos y miradas! Veo tu pecho de pavor temblando y en mi alma tus angustias retratadas. En vano nuestro amor con dolo infando pr p r o c u r a n d e s t r u i r d e s e s p e r a d a s. Su mirar mismo mi temor despierta, y hácenme estar en continuada alerta. Por eso quiero separarte ansioso de mis brazos a tierra tan distante, y en mi triste retiro silencioso conservarte mi amor siempre constante. Qpe el ausentarse a veces es forzoso no haya ausencia mayor en adelante, y el dividirse de su amante tierna p o r m ied ie d o d e u n a d ivis iv isió iónn e t e r n a .
S a if Addaul Addaulet et fue uno de los príncipes que erigieron una soberanía inde28 p e n d ie n t e s o b r e las la s r u in a s d e l cali ca lifa fato to.. E r a d e s c e n d ie n te d e la c a s a de Hamadán, originaria de la Arabia, cuya familia se estableció en Siria en el reinado del califa Moctafi, en donde se hizo, al instante, demasiado poderosa para ser dirigida por el débil gobierno de Bagdad. Elmacin refiere así la causa que dio asu nto a esta com posición posición de S aif Add aulet: aulet: H abie nd o el
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E L A M A N T E F E L IZ IZ por po r S a i f Adda Ad daule ulet t
Oh noche, tu dulzura no olvidaré jamás, pues me has mostrado a dó se extiende la alegría pura. Se acostó, me acosté, y a nuestro lado se acostó el tierno amor, hasta que el sueño fue por la blanca aurora disipado, y con amargo ceño díjele adiós a mi querido dueño.
sultán concebido una pasión por una princesa de sangre real, dio muestras tan públicas de la preferencia con que la trataba, que se alarmaron las damas del harén y determinaron deshacerse del objeto de sus celos por medio de un veneno. Saif Addaulet descubrió su designio y determinó precaverlo, transportando a la princesa a un castillo a alguna distancia de Alepo, y mientras ella quedaba en esta soledad, le dirigió estos versos.
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A L A F O R T U M por po r el sultán sultá n Shems She ms a l M a a l i Cabie Ca biess 29
Dile al que se halla quejoso del proceder de fortuna, que ella tan sólo importuna al rico y al poderoso. Mira al cadáver nadar sobre la llanura undosa, y estarse la perla hermosa en lo profundo del mar. Cuando los bravosos vientos de sus cuevas se desatan, no combaten ni maltratan sino árboles corpulentos. 29 La hist histori oriaa puede presentar present ar poc pocos os prí pr í ncipe ncipess tan tan am ables ables y tan tan desgra desg raciados como Shems al Maali Cabies. Se le pinta dotado de todas las virtudes y buen as cualidades. cualidades. E ran universalmente celebradas su piedad, justicia, justicia, generosidad y humanidad. No era menos insigne en las facultades intelectuales. tuales. Su ingen io era, a la la vez, pe ne tran te, sólido sólido y brillante y se se distinguía, distinguía, igualmente, como orador, como filósofo y como poeta. En tal estimación se tenían sus escritos, que las más curiosas producciones de su pluma han sido pr p r e s e r v a d a s c o m o m o d e lo s d e p e r f e c c i ó n y h e m o s o íd o d e c i r q u e u n f a m o so visi visirr de Persia jam ás abrió desp acho alguno de Shem s al M aali sin sin exclaexclamar: "¡Esto está escrito con una pluma del pájaro celeste!" Shems al Maali subió al trono de Georgia después de la muerte de su hermano, a.H. 366, y durante un reinado de 35 años hizo felices a los georgianos por su administración. Su ruina, al fin, fue ocasionada por un desgraciado rasgo de generosidad.
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¡Y cuántos hay que verdean! ¡Cuántos secos y agostados! Y a los de fruto cargados únicamente apedrean. Con refulgente arrebol miles de astros resplandecen, y sólo eclipses padecen la blanca luna y el sol.
En una refriega entre Movid Addaulet y Faker Addaulet, dos príncipes rivales de la casa de Boviáh, el último fue vencido por su hermano y, con dificultad, escapó a Georgia, en donde Shems al Maali le dio un asilo. Movid Addaulet consideró la bondad tenida con su hermano como un insulto hecho a él y resolvió vengarse. Invadió la Georgia con un numeroso ejército y obligó a Faker Addaulet y a Shems al Maali a refugiarse en las montañas de Khorasán. Por espacio de tres años, los desterrados príncipes llevaron una vida errante e infeliz, cercados del peligro y fatigados por la necesidad, pero, al fin de este periodo murió Movid Addaulet, y Faker Addaulet empuñó, sin oposición, el cetro de Persia. Shems al Maali esperaba, como era natural, participar de la buena fortuna de su amigo y estaba persuadido de que no sólo recobraría el trono de Georgia, sino de que se amontonarían sobre él cuantos favores pudiese dis pe p e n s a r el m o n a r c a p e r s a . S e e n g a ñ ó , p o r q u e F a k e r A d d a u le t, c o n u n a i n g r a titud sin igual, se negó a restituirle sus dominios hereditarios, y el desgraciado Shems al M aali, incapaz de reclama reclama rlos po r las las arm as, qued ó otros otros catorce años más en su destierro. Al fin, pues, Faker Addaulet murió y Shems al Maali fue convidado, por aclamación general de sus súbditos, a volver a Georgia y a tomar, otra vez, las riendas del gobierno. Aceptó su invitación y desde el momento que se sentó en el trono, se aplicó, con la misma actividad que antes, a fomentar la prosperidad del reino. Pero los georgianos no eran ya a propósito para tener un soberano semejante. D ura nte su larga ausencia se hab ían introdu introdu cido mil abusos en todos todos lo los ramos del estado, los cuales, los poderosos, que medran en ellos, no querían verlos corregidos. Shems al Maali, sin embargo, determinó hacer una
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reforma, cualquiera que pudiese ser el resultado. La empresa fue fatal para él porque muchos de los principales del reino, disgustados de su severidad, se conspiraron, al fin, para privarle de su soberanía y, aprovechándose de la ausencia de su hijo, se arrojaron sobre él, de improviso, y, desde su tienda, le trasladaron a una prisión. Después de haber asegurado a Shems al Maali, enviaron mensajeros a Manuseher informándole de lo que habían hecho y ofreciéndole el trono bajo la condición de que aprobaría la deposición de su pa p a d r e e je c u t a d a p o r ellos ell os.. E l jo v e n p r í n c i p e h izo iz o c o m o q u e a c c e d ía a su p r o po p o s ic ió n y, al m o m e n to , f ue p r o c l a m a d o s o b e r a n o d e G e o r g ia . P e r o Manuseher, apenas tomó posesión del trono, voló a la prisión de su padre, y, postrándose ante el anciano monarca, le protestó que sólo había aceptado la corona con el fin de reservarla para su padre, en cuyas manos la restituía entonces, y en cuya defensa estaba pronto a sacrificar su vida. Shems al Maali quedó encantado de la conducta de su hijo, pero rehusó su oferta, diciendo que él había ya cumplido con el mundo y sólo deseaba permanecer tranquilo en su actual retiro, en donde pensaba dedicar los pocos años que le restaban, al servicio de Dios. Manuseher prometió a su padre pro po p o r c io n a r le c u a n t a s c o m o d i d a d e s d e s e a s e , e i n m e d i a t a m e n t e d io las la s ó r d e n e s a este fin. Pero los conspirados, que habían destronado a Shems al Maali, temiendo tanto sus talentos como odiaban sus virtudes, determinaron poner fin a sus temores con su muerte. Hicieron muchas tentativas para persuadir a Manuseher que cometiese tan horrible atentado, pero quedando sin efecto todas sus solicitudes, solicitudes, resolvieron h ac erlo p o r sí m ismos. N o fue diferido mucho tiempo este asesinato, y fue acompañado del agravante crimen de una inútil crueldad. Habiéndose apoderado del castillo en donde Shems al Maali había fijado su retiro, destecharon el cuarto donde residía, le quitaron los vestidos y todas las cosas necesarias y dejaron perecer de frío al anciano monarca sobre el pavimento. Después de la pintura que se acaba de hacer del carácter de Shems al Maali está casi por demás añadir que fue protector de la literatura. Su corte abundó de hombres de ingenio de todas las partes del Oriente, entre los cuales merece mencionarse, particularmente, el célebre Avicena, que vivió muchos años bajo su protección. Los presentes versos parecen haber sido compuestos durante el destierro de Shems al Maali en el Khorasán.
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SOBRELA VIDA
Son los hombres cual hato que gozoso el pasto busca al alba en la pradera, do oculto aguarda el lobo cauteloso, y es el lobo voraz la muerte fiera. Aquel tras éste se apresura ansioso, el uno en pos del otro se acelera, y todos, de esta suerte caminando, el mundo van al último dejando.
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A U N A M U C H A C H A
Tendiste la red de amor, en ella me has cautivado, y a mi corazón cuitado abandonaste al dolor. Tu mano preso me tiene cual ave que un niño cría, que sufre ñera agonía en tanto que él se entretiene. El, si reflexión tuviera, la tratara con cariño, y ella, si valor, del niño con prestas alas huyera.
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A L A M O D E R A C I Ó N E N N U E S T R O S P L A C E R E S por po r A b u al Cassim ebn ebn Tab Ta b ataba 30
Está en gozar el placer, mas la precipitación de la ardorosa pasión suele el bien en mal volver, pu p u e s e n t o d o d e b e h a b e r orden, medida y asiento. El aceite, que alimento da a la llama, si arrojado es con golpe inmoderado, la sofoca en un momento.
Tabataba compuso estos versos sobre Alí ben Abu Taleb y Fátima, her30 mana de Mahoma. Nació en Ispahán, pero pasó la parte principal de su vida en Egipto, en donde fue nombrado jefe de los sherifes, esto es, de los descendientes del profeta, dignidad de la más alta veneración entre los musulmanes. Murió el a. H. 418 con la reputación de ser uno de los más excelentes poetas de su tiempo.
IN I N C O M P A T I B I L I D A D D E L O R G U L L O Y LA VERD ADER A GLORI GLORIA A por po r A b u al O la 31
Gloria ilustre y altivez dos cosas contrarias son, con la misma oposición que juventud y vejez. Pues ésta crece a porfía cuando aquella desalienta, como la noche se aumenta al paso que mengua el día.
Abu Ab u al Ola ha sido tenido siempre por uno de los más excelentes poe31 tas árabes. Nació ciego, o a lo menos perdió la vista en una edad muy tierna, pero no le sirvió de impedimento para el estudio de la literatura. Para pr p r o s e g u ir sus su s e s tu d ios io s c o n m á s v e n ta j a , se tra tr a s la d ó d e M a a r a , l u g a r d e su nacimiento, a Bagdad, en donde consumió algunos meses en oír las lecciones de diferentes profesores de la Academia de aquella ciudad y en conversar con los sabios que acudían allí de todas las partes del Oriente. Después de esta corta mansión en la capital, se volvió a su cabaña nativa, la que no quiso dejar ya más. Pero a pesar de las dificultades que le había puesto la naturaleza y las pocas ventajas que había recibido de la educación "llegó a saber en vida, según Abulfeda, que su fama se extendía desde la oculta aldea en que vivía hasta los últimos confines del globo." Abu al Ola murió en M aa ra el año 449, a los 86 de edad , se ensayó en todas las las especie especiess de poe sía y con éxito en todas ellas. Parece que no fue escrupuloso en la elección de asuntos pues muchas de sus composiciones parecen dirigidas a poner en ridículo la religión.
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D E U N A P A L O M A por po r A b u al Ola
Un collar negro tiene mi paloma, y tan corto el pico, que echar fuera no puede los sollozos. Se irrita, y con las ansias hincha su cuello hermoso, tanto, que el collar queda al vivo impulso roto.
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A L A M U E R T E D E N E D H A M A L M O L K 32 por po r Shebal She bal Adda Ad daul ulet et
Era Nedham Al Molke perla pura, de lo más noble por Allah formada. Brilló, y no siendo, cual debió, estimada, a su concha volvióla con dulzura.
i2Nedham en árabe significa un hilo de perlas. Durante los reinados de los tres Selsúcidas o reyes pastores de Persia, Togrul, Alp Arslan y Malee Shah, fue gran visir Nedham al Molk, y mientras estos tres príncipes consumieron los años en continuas guerras, gobernó el estado con absoluto poder e hizo br b r illa il la r su re lig li g ió n , su c ie n c ia y su j u s tic ti c i a , p e r o a los lo s 93 a ñ o s d e e d a d y 30 de la más admirable administración, fue derrocado de su puesto por las intrigas de una mujer y asesinado por un fanático. El resto de la vida de Malee, que tan injustamente le trató, fue corto e ignominioso.
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A U N O S JÓ J Ó V E N E S Q U E M O S T R A B A N E S T A R E N A M O R A D O S D E E L L A Y D E S U S C O M P A Ñ E R A S por po r V alad al adat ataa 33
Nu N u e s tra tr a s tím tí m ida id a s m i r a d a s vuestro corazón hirieron, y con las vuestras osadas nuestras mejillas bañadas en pura sangre se vieron. Troquemos herida a herida. Pero no, que la esculpida en la faz se desvanece, y con mil angustias crece la que en el pecho se anida.
33 C a s i r i , e n su Biblioteca Hispano-Escurialense, da la siguiente noticia del carácter de Valadata. “V aladata, hija de d e M oha m m ed al M ostakñ Bil Billáh, calicalifa de España, nació nació en C órdob a. N o fue fue m enos herm osa que entendida. entendida. Se Se entregó enteramente al estudio de la retórica y la poesía. Cultivaba la amistad de los poetas más insignes de su siglo y se deleitaba infinito en frecuentar su trato. Tuvo mucha sal y gracia en escribir, como lo da a entender este epigrama.” Almostaki fue el último califa de la casa de Ommia que tuvo alguna autoridad en España.
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S O B R E L A N E C E S ID I D A D D E T O M A R C O NS N S E JO JO
Consulta con otro tú al ir a deliberar, que ocultas no están a dos la justicia y la verdad. Sólo el rostro a la mujer le representa un cristal, mas dos le hacen descubrir lo que en pos del cuello está.
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D E L A J U V E N T U D E N S U V E J E Z por po r E b n a l R abia ab ia
Huyó de mí con paso presuroso la fresca juventud, y me he quedado como al impulso del invierno helado sin su lozana pompa el bosque hojoso. Le rogué prolongase su manida con lágrimas ardientes y gemidos, mas, los ojos cerrando y los oídos, apresuró inflexible su partida. Aunque de mí se aleja con presura, yo haré vuelva su edad ante mi mente. Hablaré de aquel tiempo, y, cual presente, mi pecho bañará con su dulzura.
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S O BR BR E E L A M O R , por po r A b u A l í el Matem Ma temátic áticoo 34
Cuantas veo me gustan, dividirme no puedo, a todas las adoro, a ninguna prefiero. El círculo son ellas, mi corazón el centro, y los radios iguales el amor que les tengo.
A b u A l í floreció en Egipto por el año 530 y fue igualmente celebrado 34 Ab como matemático que como poeta. En esta composición parece haber reunido estos dos discordantes caracteres.
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A U N A M U J E R Q U E D E C Í A E S T A R A P A S I O N A D A D E É L E N S U V E J E Z por po r el califa A l M okto ok tojy jy L i a m ñ l t a h 35
Me dices que me adoras, embustera. Así se halaga al juvenil deseo. Di: te aborrezco, y te diré: lo creo, que al viejo no hay ninguno que lo quiera.
ok tojyy fue el califa XXXI de la casa de Abbás y el único que pose35 A l M oktoj yó alguna autoridad real después del reinado de Radhi. Murió el año de la Hég. 555, habiendo disfrutado 24 el califato.
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R E C U E R D O S D E U N A U S E N T E , por po r E b n al F ared ar edhh 36
¿Un relámpago activo resplandece coloreando el valle, o su semblante al aire Leila Lei la sin su velo ofrece? ¿Arde el ghada37 con fuego relumbrante, po p o r q u e e s tá allí all í Solima, o una llama sus vivos ojos lanzan devorante? ¿El aura con el nardo se embalsama, y la esencia de Hager Hage r , o el blando aliento d e A z a la linda en torno se derrama? ¡Ay mí! Supiera yo si halla contento Solima en frecuentar el valle umbroso donde llora el amante su tormento. Si resuena con eco temeroso en el Lalcío Lalc ío el trueno, y si le inunda el torrente de lluvia proceloso,
36A Ebn ai Faredh es un o de los los m ás célebres po etas árabes. E ra origioriginario de Hamad, en Siria, pero nació en El Cairo el año de la Hég. 577 y murió el 632. Dejó, a más de un Diván o colección de canciones, un poema intitulado Taiah, en alabanza de los sofís o religiosos musulmanes. 37 Ghada, árbol semejante al tamariz. Crece en los arenales y desiertos.
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si otra vez la agua del A z i b fecunda be b e b e r é , c u a n d o r a s g u e el d e n s o ve velo lo de la noche la aurora rubicunda, si enhiestos sobre el arenisco suelo los collados verdean, si los días que en ellos disfruté volverá el cielo, si en las colinas plácidas sombrías del Tuda y el Nas N ased ed el fuego ardiente de amor se canta, y duras agonías, si del amante, en el Cadema ausente, allá en Salay se acuerdan los pastores diciendo: ¿Qué hizo de él amor potente? Si los mirtos se ríen con sus flores y en la región de Ha H a g iaz ia z esparce ufano el loto su ramaje y sus olores, si el humilde taray crece lozano, y lejos de los hondos carrizales duermen los ojos del destino insano, si son con ojos bajos aún leales las muchachas de Ali A lisa sa,, o los rodean con impudencia y giros desiguales, si en Rakim Ra kimar areín eín aún se pompean los ciervos, y en sus huertos abundosos sin miedo de monteros travesean, 181
si a Noa N oam m a en sus bosques frescoumbrosos retozar con las vírgenes ligera veré otra vez, ¡oh bosques deliciosos!, si existe del Daris Da risaa en la ribera aquel almez sombroso que regado con mis lágrimas fue sobremanera, si está el valle de Amer Am eraa cultivado en mi ausencia, y si es por los amantes del modo que solía frecuentado, si al Caaba 38 se ace rca n anhelan anh elantes tes los jovencillos árabes, que han sido con alma pura en mi amistad constantes, si d es ce n d er3 er 39 del Ara A rafa fat t erguido se ve, los ritos nuestros desplegando, al de caldeos escuadrón lucido, si se van las camellas atropando en la áspera angostura convecina, sus blancas torrecillas agitando, si Solima saluda la divina p i e d r a 40, d o n d e u n a m o r j u r ó m e e te r n o y la toca su mano peregrina, 38 Caaba, el templo cuadrado de Meca. 39 Si descender. En esta estancia, la anterior y subsiguiente hace relación el po p o e t a a las la s p e r e g r in a c io n e s al s a n t u a r i o d e M e c a . 40 La divina piedra. Es una piedra cuadrada negra, embebida en el muro Zem zém , a la cual besan con mucha devoexterior del Caaba, sobre el pozo Zemzém ción todos los peregrinos después de beber las aguas de éste.
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mis amigos quizá tendrán un tierno recuerdo en Meca de mi bien amado, y aplacarán así su fuego interno. Yo espero que al amante despechado vuelvan aquellas noches deliciosas de alegre trisca, de risueño agrado, que se alejen las ansias congojosas, que viva el que de amor se encuentra herido, y en dulce soledad mil amorosas expresiones le halaguen el oído.
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A L A M U E R T E D E S U A M A D A por po r Ibn Ib n i /¡ja /¡ jahh
El visitar la tumba de mi amada me daban mis amigos por consuelo, mas yo les repliqué: ¿Tiene ella acaso otro sepulcro que mi amante pecho?
S O B R E E L V IA IA JA JA R
Mira la tierra, mira el firmamento, en la primera su quietud advierte, en este su continuo movimiento. El viajar anima al varón fuerte, le adquiere honor, su dignidad mejora, y es un tesoro en la contraria suerte. Si a un árbol fuese dado a cualquier hora cambiar de asiento, remudar de tierra, ni sentiría la aguzada sierra, ni los golpes de la hacha cortadora.
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D E L H U E R T O . A D I S T I G E R por po r M oha oh a m m ed A bdal bd alla la a l D a w i
¿Acaso no te agrada, Distiger, aquel huerto semejante a collares de perlas deliciosas, o a seda rozagante, o a la veste pintada? En él voltean por el aura pura, cual blancas y encarnadas mariposas, las hojas de las rosas que en torno esparce el viento con dulzura.
A U N A N E G R A V I R T U O S A por po r E b n Calanis Cala nis al E skan sk ande deññ
Una negra es más blanca muchas veces p o r sus c o s t u m b r e s q u e las b lan la n c a s m ism is m a s , y hay en un cuerpo, como almizcle oscuro, la candidez del alcanfor más puro. Entonces se asemeja su tez a la pupila de los ojos, que negra nos parece y es una luz que viva resplandece. 185
A L M E Z C L A R E L A G U A C O N E L V INO IN O por p or E h n i 7 Fiadh
Mientras la dulce flauta y la cítara oímos, levántate y nos trae, lleno de regocijo, aquel vaso, a quien, viendo tan cercado de amigos, la alma alegría dice: Sus, que va a ser unido, como lo anuncia el canto y tan graves testigos, con la hija de las nubes el hijo del racimo.
A U N A M U C H A C H A Q U E E S T A B A T R I S T E , A L I R A M E Z C L A R E L V INO IN O C O N E L A G U A del libro Heliaro'l Comeit
Hoy es día de gozo, que en lazo estrecho se unen el hijo de las uvas y la hija de las nubes. Fuera, fuera cuidados, que se halla mal la dulce copa en manos de aquella que de tristeza cubre su semblante, y recata los dientes que relucen más que las perlas mismas con blanquísimo lustre.
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E L VIN VI N O
Rojo antes de mezclarse, be b e r m e j o c u a n d o m ixto ix to,, teniendo los colores de anémone y narciso. Puro, copia del rostro de la alegría el brillo; con agua, del amante el color decaído41.
41 Esta Esta composición composición y la las seis sigui siguient entes es están extractadas extractadas del del lib libro ro intit intituu Looress de los los poetas en la hermosu hermosura ra de los símiles, compuesto por Ebn Abi lado Loore Hagelá, Hagelá , de quien es la octava.
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E L N A R C I S O
¿No le ves, al doblarle con blando soplo el aura, cual azafrán, que sobre bl b l a n c o a l c a n f o r d e sca sc a n sa? sa ? ¡Ay! te muestra bien claro con su hermosura varia cómo la luz y el fuego dulcemente se cansan.
LA L A R O S A por p or E b n i '1 '1 M o t e z z
La efusión de las nubes el tierno vergel riega, a su impulso la rosa sacude el sueño, y muestra su faz cual rubí ardiente sobre esmeralda tersa, que encima por adorno un ramo de oro lleva.
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LA L A R O S A por po r E b n i 'l M o tez te z z
Cuando la tierra ostenta su matizada veste ¿cría una flor acaso cual la rosa esplendente, cuyo aroma suave es tan puro, que un leve almizcle por sus hojas derramarse parece, y su color el mismo que mi muchacha tiene cuando alegre me acoge en sus brazos ardientes?
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LA L A L L U V I A Y L A S F L O R E S por p or E b n T a m im
Entramos en el huerto en aquel punto mismo que esmaltaba su veste con perlas de rocío. Y entonces de los dedos de sus ramos, anillos de flores olorosas caerse en tierra vimos.
LA L A F L O R D E L A L M E N D R O po p o r E b n T amim am im
Eres, flor del almendro, en llegar la primera, y eres para nosotros de las flores la reina, pu p u e s log lo g ras ra s d e f o r t u n a que te envíe a la tierra a esparcir en su boca la risa placentera. 191
L A S F L O R E S por po r E b n i A l í Hagelah Hagel ah
Ea, vamos, ¿no miras la primavera alegre y las graciosas ñores que en torno de ella vienen? ¿El narciso y magarza que ambos a dos parecen, él, ojos brilladores, ella, cándidos dientes? ¿El jazmín un amante decaído y ausente? ¿La anémone una niña con bombicina veste? ¿La aroma, cuya esencia en derredor trasciende? ¿La viola alimentada con la lluvia celeste? ¿La murta, como el vello que en la mejilla crece del cervato, engruesado con yerba fresca y verde? ¿Y la rosa, cercada de su ejército fuerte, que, en olor y hermosura, a todas juntas vence?
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D E S C R I P C I Ó N D E UNA UN A M U C H A C H A . Frag Fragm mento ento del Moallaka Moa llakahh de Amralkeis Amralkeis
Delicada muchacha, refulgente, de cuerpo enhiesto, pecho relevado, como líquida líquida p la ta 42 rebruñido. rebruñido. Se aparta y vuelve su apacible rostro mirando tiernamente, como suele la recelosa m ad re del ce rv a to 43. Su cuello ornado en torno de collares al de he rm osa g ac ela 44 se parece cuando ufana pompea por el prado. Sus cabellos, adorno de sus hombros, son negros, son negrísimos y espesos cual cua l los los densos racim rac im os de la p alm a 45 45.
42 Como líquida plata, pudiera decirse espejo, cristal o cosa semejante, pero ésta es la expresión del original. L a madre del cerv cervaato. to. Compara los lánguidos ojos de la muchacha por la 43 La ternísima mirada de la cervata. 44 Gacela. Todo el que haya visto el hermoso animal, la gacela, percibirá la elegancia y suavidad de esta comparación. 45 Cual los densos racimos de la palma. De la misma comparación se sirvió Salomón, y los griegos comparaban, muy a menudo, los rizos entretejidos y negros a los racimos de las uvas.
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Su cintura un cordon en lo delgado, su pierna como ramo de palmera, regado de continuo por el agua. Esclarece las sombras de la noche cual la sagrada lámpara esplendente de oculto vigilante solitario. Su faz faz como la per la ro jib lan ca ,46 alimentada en aguas cristalinas no turbadas jamás de viajantes.
46 La perla ro rojiblanca. Es mucho más hermosa la perla mezclada de rojo que cuando es enteramente blanca.
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D E S C R I P C I Ó N D E UNA UN A M U C H A C H A . Fra Frag gmento ento de un poem poema de Caab E h Coheir Coheir
¡Ay! Soada se fue; lleno de angusda dejó mi corazón, de amor herido, y con terribles vínculos atado que no hay manera alguna de romperlos. Creí ver en Soada la mañana, que de nosotros se ausentó ligera. Un cervatillo con la voz aguda, con faz modesta y con renegros ojos. Cuando se sonreía demostraba unos dientes espléndidos, al modo de un vaso de cristal, en donde el vino con agua dulcemente está templado. Agua de fuente en escondido valle, helada, pura, limpia, y por el viento de suerte acariciada, que sus auras todas sus impurezas disiparon, sobre la cual blanquísimas ampollas del rocío rocío n oc turn o resp re sp lan de ce n4 n477.
47 Nó tese esta bellísim bellísim a co m pa rac ión del agu a.
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D E L O S A M A N T E S . Fragmento del poema Bordah 48 de Scherfeddin al Bossm.
¿Se imagina el amante que encubierto pu p u e d e t e n e r su a m o r , c u a n d o p a t e n t e lo pone el llanto acerbo que derrama, y de su corazón el fuego activo? Si acaso tú no amases, ¿llorarías sobre los edificios derrocados, y el sueño te alejaran los recuerdos del Ba B a n florido, y del collado hermoso? ¿Cómo negarlo puedes, cuando en contra tienes unos testigos tan veraces en el palor del rostro, y el torrente que se desprende de tus tristes ojos?
Bordah, poema en alabanza de Mahoma por el cual se vanagloriaba el 48 autor haber sido curado en sueños. Todos los consonantes de este poema acaban en M, que es la primara letra del nombre del profeta. Véase aquí de dónde provienen nuestros acrósticos. Si se examinase con ciudado, se hallaría, tal vez, que las fuentes de nuestra poesía son absolutamente arábigas y sería ocupación, por cierto digna de una pluma versada en la literatura oriental, el poner en claro este punto de nuestra historia literaria. Esta obra es muy estimada de los Musulmanes, tanto que aprenden de memoria y citan sus versos como otras tantas sentencias. Muchos la han parafraseado y comentado, y se halla gran número de versiones persas y turcas, tanto en pr p r o s a c o m o e n v e r s o , y el e r u d ito it o J u a n U r i la h a tr a d u c id o e le g a n t e m e n te en latín y ha sido impresa en León de Francia.
1966 19
D E S C R I P C I Ó N D E L V A L L E D E M A V A Z Á N por po r A b u 'I H asse as senn A l í E bnv' bn v'll Husse Hu ssein in
Cuando te hagan mención de los placeres del almo paraíso, tú el hermoso valle de Ma M a v a z á n al punto busca: encontrarás un valle que disipa las penas enojosas, un retiro que de todo negocio te liberta, y un fragante jardín, do es el murmullo de las fuentes más dulce que la lira y los acordes tonos de la flauta, y do cantan las aves entre frutos a perlas y rubíes semejantes. ¡Cuán dulce este retiro me sería, si no echase de menos mis amigos que allá en Dar D arvi vizq zqfrá fránn están ausentes!
1977 19
E LO L O G IO I O D E U N P R I N C IP IP E Fragmento de una elegí elegíaa de A r a b s h a h 49
Hizo llover los dones de su diestra y la benevolencia vertió, como la espesa lluvia que el nordeste envía, a fin de que los árboles frondosos que a sus orillas la justicia tiene reverdezcan regados con las aguas de largueza y amor, y que las flores del rosal de su imperio con las gotas de su inmensa dulzura reverdezcan.
49 Arabsha Ara bshahh es el célebre autor de la Histori His toriaa de Tim Ti m ur a la cual, por su levantado esti estilo e ingeniosa invención, invención, no d ud a W. Jo ne s e n co locarla locarla entre los poemas épicos.
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D E S C R I P C I Ó N D E U N J A R D Í N por po r Arabs Ar abshah hah
Cuando llega la dulce primavera y el cervato fugaz ha desplegado todas sus fuerzas ya, cuando el arribo de las rosas el céfiro en los huertos con su lascivo aliento anuncia, ríen con murmullo suave los arroyos, las ramas con respeto se doblegan, y al vergel concurrimos, que enamora con sus bellezas a natura misma, las elevadas nubes, que lo entoldan, p o r d o q u i e r a d e r r a m a n sus r a u d a l e s , pe p e r o en él su c r ista is tall h e r m o s a s p e r las la s esparce sobre el bombacino suelo, d o nd e las las copas son com o r u b íe s50 s50, los dientes dientes ja s p e s 51 con graciosa risa, risa, ojos ojos cual p la ta 52 vivos vivos amorosos, y ram as que al pasar, pequeñ os n u m o s53 s53 con impulso travieso nos arrojan. Sus aves en los troncos o volando cantan sonoras, y al bajar trasciende su cuerpo a almizcle, y se enrarece el aura
Rubíe s... Rosas. 50 Rubíes... Jaspes Jas pes... ... Tulipas. Plata... Narcisos. Numo Nu mos.. s.... Gotas.
cuando por sus colinas atraviesa. Este es el paraíso donde luce con todo su esplendor la luna mía, y el el ja rd ín de dell Edén, do nd ndee co n gusto gusto la inmensa eternidad hace su asiento. ¡Oh, cuánto de alegría en él se encuentra y cuántos ésta regocijos causa! Pues no se ve en su seno más que abrazos, bes b esoo s, c a ric ri c ias ia s , r e b o s a d a s c o p a s , canto amoroso, plácido sosiego. Si vinieran aquí los solitarios pe p e r d e r í a n su o lor, lo r, y d e sus su s v o tos to s les quedaría sólo la pobreza. Vamos, muchacho, dame (pues no es tiempo de tristezas) el vaso de alegría. Desliemos en él con su templanza los adversos acasos de la suerte, y dame vino y agua, todo junto, y vigor varonil y lindo rostro. No N o d iga ig a s n a d a d e esto es to a los lo s c e n sore so ress que, preñados de orgullo, se figuran con enfático tono alucinarnos, y ninguna expresión se te deslice que a la nuestra amistad en algo ofenda.
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A L A M U E R T E D E U N O S J Ó V E N E S , de Ebn Arabshah
¿Dó están aquellos jóvenes dichosos llenos de dignidad y de prudencia, como el libro sagrado relucientes, cuya modestia ruboró la luna, y sacó de sus límites los mares? El viento de la muerte dispersólos, como dispersa el céfiro la arena. ¿Dónde los jovencillos, y dó aquellos gozo del corazón y luz suave? Cuando ellos demostraron a la tierra su faz hermosa sin estorbo alguno, el orbe relumbró, cual si saliese de un tenebroso encapotado velo, y brillaron también con su presencia los cervatillos de encendidos ojos, y las cabrillas que a las hurís vencen. La hermosura vistiólos con un manto de sabrosos placeres y alegría, y el varonil esfuerzo superiores los hizo a los reveses de la suerte. Do ellos estaban se encontraba el gozo. Fueron ojos del rostro de la tierra, y lumbre de los ojos, y jardines de los prados, y flores de los huertos. Cuando gozaban de su fuerza y brío y la liviana juventud ardía 201
en la flor de su edad, cuando Fortuna les presentaba sus hermosos dones, Flétele aquí el copero de la muerte, con el vaso mortífero en la mano; riega con él los huertos de su vida, y a todos a la nada los reduce. Quedan anchos palacios convertidos en sepulcros angostos; en su copa suministra la muerte a sus amigos, opresos de dolor, ajenjo amargo; rasgan sus vestiduras, y sus pechos golpean crudamente de tristeza. Si valieran los dones, si los votos acaso fueran útiles, no hay duda, ellos los redimieran, conservaran y custodiaran con afán cuidoso. Mas yacen bajo tierra, perecieron las ciencias y delicias, se apacienta en ellos el gusano de la muerte, y cruel los devora, cual si fueran reses al sacrificio destinadas. Aniquilados bajo tierra yacen, y hasta el juicio final allí reposan. El amigo se acerca para hablarles, de continuo visita su sepulcro, llora y se queja con acerba angustia cabe la tumba do el olvido mora, mancha su rostro, semejante a perlas, con polvo, y clama, y nadie le replica sino el eco confuso de los montes.
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A L A M U E R T E D E U N P R Í N C I P E por p or A b u Beer a l D any an y
Después que nos dejaste, no reposa en su cerco la luna, ni se rie en la mitad del día el sol brillante. Sus ropas despedazan por tu causa las lluvias y los vientos, y repiten tu conocido nombre retronando. El relámpago rasga su alba veste, el mediodía cúbrese de rayos, y las estrella forman en el cielo una triste y llorosa compañía. La lechuza repite con son ronco su lúgubre lamento, y le responden las aves melancólicas que el aire con estrépito cruzan, cual si hubieran sus consortes perdido, y detestasen todo concurso alegre y numeroso.
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D E L S E R S U P R E M O , C O N T E M P L A N D O LA L A V EN E N ID ID A D E L A P R I M A V E R A
¿No percibes el aura deliciosa y su fragante aliento, que ora gime, ora exhala su olor, como la cierva cuando recobra su perdido hijuelo? Los nublados en lluvia se deshacen, la inconsolable tortolilla llora, agítanse las ramas y se quejan, la roja aurora brilla, resplandece la blanca camamila, y se disipan con truenos y relámpagos las nubes. Viene el verano derramando gracias, y la pintada rosa las anuncia. Para ti todo, y por tu bien es hecho, incrédulo mortal, y todo, todo a Dios recuerda, y sírvele, y le alaba, y tributa loor, y cada cosa es un signo que muestra su potencia.
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D E S C R I P C I Ó N D E U N A N U B E Y U N A L L U V I A extractada del libro Hamasa
Estuve desvelado, pues la noche la prolongó una nube refulgente pr p r e ñ a d a d e r e lá m p a g o s acti ac tivo vos, s, y dividió los aires, aumentando su densa oscuridad a cada instante. N u b e t ú m id a , o s c u r a , q u e a l a t i e r r a estéril hasta entonces e infecunda le dio fertilidad en su camino. Murmuraba la serie de las nubes, cuando por el desierto atravesaba, como a veces murmuran los camellos. Cual la cumbre del Líbano se erguía la blanca cima de la espesa nube, y como él era en torno dilatada. Vientos suaves de Had venidos H adra ram m ut venidos este nublado horrible dispersaron. Cayó una lluvia tenue gota a gota, dejando una agua cristalina y pura, como de leche virginal formada, y regó las raíces ya resecas p o r la a r id e z d e l tie ti e m p o , y p o r las m a t a s saladas y espinosas que, creciendo en derredor, su jugo consumían. Así la hórrida nube con dulzura fue el agua descargando, como suele el camello, agobiado por el peso y lleno de fatiga, recostarse con gran dificultad sobre la arena. 2055 20
D E S C R I P C I Ó N P A T É T I C A 54 por po r un poeta árabe árabe antiguo antiguo
En los horrendos antros de las rocas pe p e n e t r o , a d o n d e el a v e s tru tr u z se o c u lta lt a y las fantasmas, y los trasgos silban. Y en una noche lóbrega, cargada de espesas nieblas, cual las negras sombras del Seyan, apiñadas y tenaces, los paso mientras en sopor profundo mis compañeros yacen por el suelo, como los ramos de khirió 55 cargado carg ados. s. A pesar de cercarme las tinieblas como un oscuro mar, y una espantosa, inmensurable soledad adusta, en la que marcha el conductor a tientas, lúgubremente la lechuza canta y el caminante atónito se asombra.
Mo allak akat at d e Tarafah como 54 E sto s vers v ersos os los trae tr ae Reioke en sus notas al Moall de un autor antiguo. 55Khiúó es, en árabe, el fruto de la planta llamada Palma Christi. 20 6
D E S C R I P C I Ó N D E U N A M U C H A C H A
Lo juro por el arco de sus cejas, p o r su g r a c ios io s a u n i ó n , p o r los lo s a r p o n e s con que su hechizo en derredor esparce. Por la molicie de su lindo cuerpo, p o r su a g u d o m i r a r y a l b o r b r i l l a n t e de su frente, y lo negro de su crencha. Por su gracioso ceño con que espanta el sueño de mis ojos, y obra siempre sin razón contra mí, vede o conceda. Po r las las ardientes ardien tes víb v íb o ras5 ra s566, que lan za n sus rizos empapados de veneno p a r a m a t a r los p é r f ido id o s a m a n te s . Por las rosas, que esmaltan sus mejillas, el mirto de su bozo, los risueños rubíes, y las perlas de sus dientes. Por su olor agradable, por su acento, que cual gotas de miel y leche sale con desliz delicioso de su boca. Víboras. El original dice escorpiones, y de la misma similitud usaron los 56 griegos llamando a los cabellos rizados de los muchachos scorpius, pero me pa p a r e c e q u e , sin si n q u i t a r f u e r z a a lg u n a n i a l t e r a r la i m a g e n , h e p o d id o s u s titu ti tu ir la palabra víboras como más adecuada a nuestros oídos.
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Por su cuello y el ramo delicado en que enhiesto reposa, y las granadas que firmes en su pecho se mantienen ora la espalda con impulso leve se agite, y ora su quietud recobre con un balance y ademán donoso. Por su tacto, a la seda semejante, po p o r su h á lito li to sua su a v ísim ís im o , y p o r c u a n ta s especies de hermosura en sí reúne. Por su índole benévola, y la pura expresión de su lengua, por su ilustre nacimiento y alteza poderosa. Que el precioso perfume del almizcle no es otro que su olor, y que el aliento del aura con su aliento se embalsama. Que el sol al verla su hermosura esconde, y a vista de sus luces aparece deforme, opaca la esplendente luna.
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D E S C R I P C I Ó N D E L V A L L E S E R U G E po p o r
Es mi suelo natal Seruge, donde tantas veces vagué, país ameno, de todos los placeres abundante. Sus manantiales son fuentes divinas, sus campiñas praderas deliciosas, sus casas y edificios resplandecen cual estrellas o signos del zodíaco. No N o s r e c r e a c o n su a u r a p e r f u m a d a , y su vista esplendente, y con las flores que esmaltan sus bellísimas colinas cuando se encuentran libres de las nieves. Todos cuantos le ven, dicen: Seruge es la misma mansión del paraíso.
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D E S C R I P C I Ó N D E U N S I T I O D E L I C I O S O por po r D hafe ha ferr el Hadd Ha ddad ad..
¡Cuán plácida la vida aquí te fuera, donde verías sin sentir entrarse en lo hondo de tu pecho la alegría! Jardín ornado de semblante verde, con dulces arroyuelos dividido, al que matiza con frescor el viento, y palmas a manera de muchachas, que sus tiernas gargantas con collares de sus frutos lindísimos adornan.
D E S C R I P C I Ó N D E U N J A R D Í N por po r A b u Dhah Dh aher er ben ben al Khiru Kh iruzi. zi.
El jardín, adornado de rocío, en donde cual estrellas relucientes resplandecen las flores, primavera lo vistió por su mano de una ropa br b r i l l a n t e , y c o n m il g o tas ta s m a tiz ti z a d a . Sus anémones son en parte como los mantos verdes que sus lados cubren, y en parte cual los ojos, cuyos párpados con el acerbo llanto se enrojecen. 210
SO BR E LA V ID A
Oh corazón, lejos, lejos de esta vida trabajosa huye del cielo mudable los vaivenes y zozobras. Los negocios de esta vida al sensato nada importan; alerta vive, y despierto, evita toda congoja. Y en el mar de la tristeza no como el buzo te escondas humedecidos los ojos en pos la nacárea concha.
E L A L IE I E N T O D E A L ^A ^A U R A po p o r E b n a l Faredh. Faredh.
Al despuntar el día un céfiro fragante envía Alzaura. Su delicado aliento el ánimo restaura. Y, disperso en el aura, A ámbar trasciende en derredor el viento. 211
S O B R E L A VIDA VID A
A mar de cocodrilos infestada nuestra vida fugaz es semejante. Los sabios la ven ir apresurada con sereno semblante echados a la orilla. Pues no debe en tal grado ser amada que al débil corazón cause mancilla. Si tú del sabio anhelas el reposo, guárdate de obrar mal, sé virtuoso.
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P O E S ÍA S P E R S A S
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I. Introducción del poema p oema de R ustá us tánn y A sfend sfe ndiar iar
El vino generoso be b e b a m o s , q u e e s tá el m o n t e p e r f u m a d o con almizcle oloroso, de rayadas tulipas el collado y jacintos cubierto, y de rosas bellísimas el huerto. El huerto do lamenta el ruiseñor sonoro, y a la rosa el blando sueño ahuyenta; él se ríe en la noche tenebrosa, y ella se estrecha y ata con el viento fugaz y lluvia grata. Percibo el dulce ambiente que viene de la nube, y veo en tanto al ruiseñor doliente. ¿Qué será? Sin embargo para el llanto 215
en el huerto, y gorjea, y sentado en la rosa se recrea. ¿Qué será lo que dice el triste ruiseñor? ¿Y qué en la rosa inquiere el infelice, aspirando su esencia deliciosa? Espera la mañana, y la cantiga le oirás persiana. De Asfendiar malhadado llora el duro catástrofe, diciendo: Me lo han arrebatado; ya la canción del ruiseñor entiendo que cantarse solía p o r n u e s tro tr o s a s c e n d i e n t e s a lgú lg ú n d ía. ía .
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II. II . Elogio de Mahmud, Mahmud , rey de Persia Persia
Ma M a hm ud, ud , dominador y rey potente,
a cuyas aguas a beber se acercan el lobo y el cordero mano a mano, a quien los reyes sin cesar alaban desde Cashmir hasta Catay fragante. Cuando la madre con su leche baña la boca al niño, que en la cuna mece, al punto el nombre de M a h m u d pronu pronu ncia. En los festines liberal y franco, en la guerra león y altiva sierpe, po p o r su m u n i f i c ien ie n c i a el o r b e t o d o a un vergel de verano le asemeja. El aire lleno de humedad se mira, el suelo con mil flores matizado, y a las nubes con mano sabia en torno esparcir su rocío de manera que del huerto de Irem la tierra es copia.
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II I I I . B a r zú saliendo saliendo al combate com bate 57
Apercibe Barzú los diez jinetes y lleno de ira, cual león hambriento, sale osado, y la túnica radiante se viste, y ciñe el tahalí dorado. Coloca el casco griego en su cabeza, y las saetas de la aljaba extrae. Ya sobre el lomo del caballo salta, ya se mueve y enhiesta como un monte, ya cual nube de invierno se apresura, alta el asta, y espada diamantina. Dijeras: ¿Es la lumbre, el día, el cielo? ¿O algún turbión de lluvias veraniegas? Dijeras: Arbol es de fino acero, y cual ramos de plátano sus brazos.
57 Ést És t e y los dos dos fragment fragmentos os si si guien guiente tess est e stán án tradu t raduci cidos dos en el el mismo mis mo número de versos que el original, y aun de sílabas, pues son endecasílabos todos los de los poemas que contiene el Sha-Naméh.
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IV. IV . Descrip Descripción ción del rey Feridú Feridún n
Dijo el emperador: Nunca vio el puro verano, ni verá rey semejante. Estío alegre sus jardines gozan, la tierra de ámbar es, de oro las piedras. Es su palacio y su morada un cielo, un paraíso su risueño rostro. Su morada es más alta que los montes, más ancho que los huertos su palacio. Cuando llegué a su alcázar suntuoso, su mente consultaba las estrellas. Halléle entre leones y elefantes, siendo escabelo de su planta el orbe. Un elefante, pie del trono de oro; con crines de diamantes los leones. A aquel excelso rey llegué gozoso y vi el solio formado de turquesas, y en él el rey brillante cual la luna, con corona esplendente de rubíes, la crencha de alcanfor, de rosa el rostro, pa p a z e n su c o r a z ó n , m iel ie l e n su len le n g u a .
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V. Descñpción de un valle
Mira allí la llanura verdirroja que hinche de gozo al corazón valiente, llena de aguas, de bosques, de jardines, morada de famosos héroes digna; tierra cual seda, con almizcle el aura, agua de rosas sus vergeles riega, se dobla el lirio por su mismo peso, el bosque a rosa en derredor trasciende. El faisán se pompea entre las flores, y en el ciprés el ruiseñor discanta. N u n c a m a r c h i tos to s sus p en enss iles il es,, s iem ie m p r e serán del bosque del Edén imagen. En el prado y colinas reclinadas verás doncellas, cual las hadas lindas. Aquí, M a ñ i z a , de Afrasiab hermana, com o so soll el el ja rd ín en fuego enciende. Sitara , su segunda, como reina radiante en gloria, en medio de sus ninfas; orna este llano tan amable joven, y su rostro al jazmín y rosa vence. En denso velo turcas mil la cercan con cuerpo cual ciprés, crencha de almizcle, su faz con rosas, con sopor sus ojos, y con vino aromático sus labios. Si fuéramos nosotros a aquel bosque y un día le cercáramos en torno, po p o d r í a m o s p r e n d e r a l g u n a s n infa in fas, s, y presentarlas al ilustre Ciro. 220
VI. Victoria de Samo
Cuando en su trono de marfil, radiante con azuladas piedras y rubíes, y ceñida a su frente la corona Samo vio al grande rey, besó la tierra y aceleró los pasos. Manuq Ma nuquer ueroo en pie le recibió; bajo su solio mandóle en pos sentar al lado suyo. Hízole con anhelo mil preguntas sobre sus compañeros, sus acciones, y los fieros gigantes de la Hircania, y el héroe satisfizo de esta suerte: Seas siempre feliz, oh rey, y nunca tu corazón alteren los malvados. A la ciudad llegué de los gigantes, mas ¡qué gigantes! Son más atrevidos que sañosos leones desenvueltos, que prestísimos árabes bridones y que guerreros persas animosos. Sus huestes, que secsaras 58 llam an an,, tigres deseosos de guerra, las componen. Apenas el rumor de mi venida pe p e n e t r ó e n la c i u d a d , q u e e n l o q u e c i e r o n , y, recorriendo con furor las calles,
Que secsaras llaman. Secsar o kaysar, título de soberano de Salm o Salmo. 58 Es lo mismo que si dijéramos tropas cesáreas, tropas reales. Véase Herbelot en la palabra Feridún y su crítica en el suplemento de la Biblioteca Biblioteca orien orienta tal.l. 2 21
de agudos alaridos las llenaban. Pero sus huestes, anublando el día, unas en los collados se apostaron y se esparcieron por los valles otras. Se apoderó el temor de mis legiones y a mi rostro salió mi interna angustia po p o r v e r q u e n o los g o lpes lp es r e p e t i d o s de mi nudosa clava conseguían mover a mis soldados al combate. Pero golpeé tanto sus cabezas que volví feos sus hermosos rostros, y a la postre salí con mis intentos. Kerkavi, nieto del monarca Salmo, y de Zpha Zp har r por madre descendiente, ante las haces como lobo andaba, y un ciprés parecía en la estatura. Los más valientes de sus tropas eran, comparados con él, mísero polvo. Al ver la espesa nube que formaban las huestes enemigas, el soldado tiñó de tetra amarillez el rostro. Entonces con un golpe de mi clava abríme paso en las contrarias filas. Cual elefante acometió violento mi bridón, y la tierra fue agitada, como cuando al Egipto inunda el Nilo. Recobraron el ánimo mis tropas y todos emprendieron la batalla. Kerkavi oyó mi voz, y el ruido horrendo de mi clava, de cascos hendidora, y vino a mí ganoso de pelea, 222
a manera de indómito elefante un retorcido lazo volteando. Cuando lo vi acercarse de esta suerte conocí mi peligro, y al momento tom é el arco c a y a n o 59, y en la cuerd cu erd a apoyé las saetas emplumadas, de álamo fuerte con ferrada punta. Cual águilas volaron, y encendieron con su violenta rapidez el aire. C reí que el alm ó fa r60 r60 ha bía n ro to que cubre su cabeza bajo el casco, pe p e r o lo vi la n z a r s e i m p e tuo tu o s o en medio del espeso torbellino como un ebrio elefante desbocado, vibrando con ardor la índica espada, y hasta los altos montes parecióme que al fuerte impulso de pavor temblaron. Se iba llegando así, pero dudoso. Yo tranquilo sus pasos contemplaba, mas cuando junto a mí miré al guerrero, de encima del bridón alargué el brazo y con la mano así su talabarte cayano, arco real, fuerte, perfecto. Véase Herbelot en la palabra 59 Arco cayano Cayán. 60 El almófar. Es una especie de redecilla o casquete que se ponía a raíz de la cabeza, bajo el casco, para que éste no la dañase.
Se advierten en este solo trozo cuatro comparaciones del elefante, pero en la primera es simplemente un elefante, en la segunda un elefante indómito, en la tercera ebrio y en la cuarta furioso, de modo que va creciendo la idea del estado del elefante en cada una de las comparaciones, de que resulta una belleza en vez de un defecto.
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po p o r d o se c iñe iñ e al c u e r p o . C o n v iole io lenn c ia, ia , cual león, arranquéle de la silla, cual furioso elefante contra derra con rabia le arrojé, y en pos la aguda espada le escondí dentro del cuerpo. Apenas expiró, todas sus huestes dieron la espalda al campo de batalla. Valles y cerros, montes y llanuras sus deshechas cohortes recibieron. Doce mil caballeros y peones quedaron extendidos en el campo. Trescientos mil mandaba el rey ilustre, y jinete y guerrero. Mas ¿qué pueden los malvados que envidian tu fortuna contra los que defienden tu corona? dijo, y el rey, absorto y satisfecho, ensalzó hasta la luna sus acciones, que así afirmaban su potente solio y arrojaban del mundo los perversos, y en pos hizo traer el dulce vino y preparar banquetes, celebrando con placer bullicioso la victoria.
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V IL E P I G R A M A D E F E R D U S I al ver que el sultán Mahmud no premiaba el trabajo que había tenido en componer el Shah-Naméh de orden suya.
Es Mahmud Zabelí mar generoso, ni fondo ni ribera en él se advierte; sumergíme en su seno y no hallé perlas; no es la culpa del mar, es de mi suerte.
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VIII. SÁTIRA DE FERDUSI contra el sultán Mahmud por haberle enviado un regalo mezquino en vez del cuantioso que le había ofrecido por el Shah-Naméh.
¿Has visto de este rey Mahmud mezquino la generosidad que te esperabas? Tiempo es de hablar, a la verdad se debe el tributo del habla, y fuera crimen el ocultarla ahora, no mostrando al mundo tan torpísima miseria. N a d a h a y c o m o él t a n vil, p u e s n o c o n o c e ni religión, ni leyes ni costumbres. Falto de entendimiento, y con un alma a la beneficiencia en todo opuesta, el hijo de u n esc lav o 61, au n q u e consiga de poderosos príncipes ser padre, no puede producir ilustres obras. Elevar de la nada a los malvados es lo mismo que echar polvo a los ojos, el hilo destorcerse de la vida, o criar culebrones en el seno. El árbol que de suyo fuere amargo, aunque en el paraíso lo coloques a la ribera de eternales aguas y lo riegues con miel y leche pura, al fin su natural vendrá a mostrarse Sebectighin, padre de Mah M ahm m ud , fue esclavo de Alpteghini, que en el reina 61 N ugii Samará mandó el ejército persa. do de Nug
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y dará frutos en extremo acerbos. Si a la corneja tenebrosa quitas un huevo, y bajo del pavón lo pones, del pavón, que en el cielo se pompea, y cuando sale el pollo, con los granos de los higos celestes le alimenta; si de la fuente Sensabil el agua le da siempre a beber, y sobre el huevo Gabriel arroja su hálito suave, al fin y al cabo el huevo una corneja pr p r o d u c i r á t a n sólo só lo,, h a c ie n d o i n ú til ti l todo el trabajo del pavón celeste. Si tomas una víbora del campo y la haces reposar entre las rosas, en cuanto se la antoja la complaces y la fuente inmortal haces que beba, no lograrás hacerla amiga tuya y al fin te lanzará su atroz veneno. Si un pollo de lechuza un hortelano coge, y de noche en rosas lo reclina, y a la mañana en medio de jacintos, el día que sus alas mover pueda volará a los rincones solitarios. Con muy justa razón dijo el profeta: a la naturaleza vuelve todo. Si al lado de una tienda de ámbar pasas, a ámbar trasciende luego tu vestido, y si vas a la fragua de un herrero, te llenarás el rostro de tizones. No N o es d e m a r a v i lla ll a r q u e se p r o d u z c a la maldad de los pechos pervertidos: 227
nadie la oscuridad quita a la noche. Del malo la virtud jamás se espere. El etiope no es blanco por lavarse. Oh tú, dominador de tantos pueblos, si en ti hubiera un carácter apacible, la vía de la ciencia conocieras y cuanta dignidad la poesía alcanzó por los usos de los reyes y las antiguas cándidas costumbres, no así tú destruyeras mi fortuna, y apreciaras mis obras de otro modo. Oh rey Mahmud, expugnador osado, ya que a mí no me temas, a Dios teme. ¿Por qué excitaste mi mordaz ingenio? ¡Qué! ¿esta espada sangrienta no te espanta?
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IX . L A G O T A D E A G U A . Fábula por S a d i 62
Bajaba, de las nubes desprendida, una gota a la mar, estremecida. ¡Cuánta agua! exclama. ¡Qué extensión! Soy nada con esta enorme masa comparada. En tanto que ella con rubor se encoge, una concha en su seno la recoge, la abriga, la alimenta de tal suerte, que en una hermosa perla se convierte, y ora brilla en la frente de un rey puesta. ¡Tal premio consiguió por ser modesta!
Sadi nació en 1175. Sus principales obras son el Gulistán, el Bostán y el 62 Molam Mo lameat eat (véase adición VII) y un Diván Divá n de poesías varias. Se le atribuyen, sin embargo, catorce o quince más y M. Le Bruyn, que visitó su tumba en 1705, nos asegura que allí supo que existían veinte volúmenes, en arábigo, compuestas por él. El Gulistán, traducido en latín por el sabio Gentío, se pu p u b l ic ó p o r p r i m e r a v ez e n folio fo lio,, e n A m s t e r d a m , a ñ o 1 6 51 51,, y e n 12.° el 1655, en alemán, por Oleario, en Schleswig, en folio, el 1654, con láminas, y en francés, por M***, en París, el 1737 en 12.°. Del Bostán hay algunas tra Miscelán ea asiática, asiática, y en francés en los Viajes d e ducciones en inglés en la Miscelánea Mo lameat eat es muy raro. No hay nada traducido de él, y muy poco Chardin. El Molam libro de las impurezas, del Diván. Se le atribuye una obra obscena titulada E l libro de la que parece se arrepintió en la edad madura y por la que, según las noticias que hay de ella, se puede decir de él como de Petronio, "que escri bió b ió las la s c o s a s m á s im p u r a s c o n el le n g u a je m á s p u r o ." E l p r i m e r v o lu m e n d e las obras de Sadi fue impreso en Calcuta en folio, año de 1791, con un prelibro de de las facio inglés por H. Harringtan, en el cual se da por auténtico E l libro impurezas. En cuanto a su retrato y tumba, véase la Noticia Notic ia de H afiz af iz..
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X. X . L A G R E D A O L O R O S A . Fábula por Sadi
Al entrar al baño un día me puso un hombre en la mano una greda, que tenía un aro m a so b er an o 63. Toméla y díjele: ¿Estás de almizcle o ámbar formada? Que me encantas por demás con tu esencia delicada. Tosco terrón antes era, repuso, mas tuve yo la rosa por compañera y este grato olor me dio. Así cual parezco ser, tan sólo un barro sería muy despreciable, a no haber tenido tal compañía.
Una greda, que tenía un aroma. El original ghili khoshbui, una especie de 63 greda untosa que los persas perfuman con esencia de rosas, y de la que usan en los baño s en vez de jab ón .
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X I . E L O G I O A M A H O M A al púncipio del Bostón de Sadi
El cual, ilustremente conducido, montó encima del éter una noche, a do llegar los ángeles no pueden, y tanto en este divinal viaje se adelantó, que donde Gabriel posa no quiso detenerse, pero dijo el señor del mecano templo al ángel: Oh tú, que los oráculos conduces, acércate hacia mí. ¿Por qué, si logras po p o s e e r m i a m i s t a d , p o n e s u n f r e n o a nuestros cordialísimos coloquios? No N o p u e d o i r a d e la n t e , r e s p o n d ióle ió le;; donde cesa la fuerza de mis plumas, allí me quedo yo. Si me elevara un poco más, mis alas derritiera el brillo refulgente de tu gloria.
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X I I . C O N S E J O S D E N U S H I R V Á N 64 M O R I B U N D O A S U H I J O O R M U Z Extracto del Bostán de Sadi
Cuando vio el rey Nushirván su postrer hora ya cerca, llamó a su hijo Ormuz al lecho, y le habló de esta manera: Del pobre, del infelice sé, hijo, guarda, y no pretendas confinarte en las pesadas cadenas de tu indolencia. N a d i e e n tu d o m i n io p u e d e gozar de abundancia, mientras tú cuides de tu reposo, diciendo: Esto me contenta. N i el sab sa b io n u n c a a p r o b a r que el pastor tranquilo duerma
61 Nushirv Nus hirván án Ben Cobad, Cobad, llamado por los árabes Ktsra y por los persas Kosru, es Cosroes I, hijo de Cobades, su predecesor, rey de la cuarta dinastía de Persia, llamada de los Sasádinas o de Cosroes. Reinaba en Persia bajo el im perio de Ju stino I. Pasa en tre los los orientales orientales por el m odelo de los grand es J a m i y otros muchos autores le reyes a causa de sus virtudes. Sadi, Hafiz , Ja celebran y citan sus sentencias, y algunos, en vez de Nushirván, le dan el nombre de Mis M is-Re Revá ván, n, que quiere decir alma confitada en miel o alma generosa. También le llaman Anushirván.
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en tanto que el lobo astuto el redil con ansia cerca. Hijo, ve, al mísero pueblo con tu protección alienta, que es de él el rey desde el punto que se ciñe la diadema. Las raíces son el pueblo, y el tronco el rey; considera que de las raíces saca el árbol todas sus fuerzas.
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X I I I . A U N A A U S E N C I A , por po r Gelaleddín Gelaleddín B a lki lk i
¡Salve, Amor, tú que el pecho con suavidad abrasas, tú, que nuestras dolencias del corazón arrancas, oh, todo nuestro auxilio, remedio y confianza, tú, médico y maestro de nuestro cuerpo y alma! Por el amor la tierra a ser un cielo pasa, salta ligero el monte y al momento se para. Si pudiera mi labio unirlo al de mi amada, pr p r o d u c i r í a a c e n tos to s cual la sonora flauta. El que de su querida compañera se aparta, aunque cien lenguas tenga al punto pierde el habla.
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Cuando se va la rosa y el hielo al vergel aja, las dulces cantinelas del ruiseñor se acaban. Pues ¿cómo en parte alguna pu p u e d o g o z a r d e c a lm a , si en parte alguna brilla la luz de mi muchacha? Que el amante privado de ver lo que bien ama es semejante al ave que libertad le falta.
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X I V . F R A G M E N T O 65 D E L P O E M A D E J A M I IN I N T I T U L A D O “M E S N Ú N Y L E T L A ”
La virgen bajo el velo defendida de las miradas del amor profano es a una tierna rosa parecida que no ha su tierno cáliz desplegado. En toda su pureza crece a la sombra del vergel amigo y contra todo ultraje tiene abrigo. Mas cuando ya descubre el rojo seno y los besos recibe del ruiseñor inicuo, separada de la rama materna, y a yerbas despreciables asociada, al primer pasajero en las públicas plazas se ve expuesta y por manos impuras marchitada, de suerte que es en vano bu b u s c a r e n ella el la n i la e s e n c ia p u r a , ni la primera cándida frescura. 65 Este p asaje de Ja m i se en cu en tra con aq uel del graciosísimo Epitalamio de Catulo, que saben de memoria todos los hombres de buen gusto, y que haría creer que lo había imitado si la literatura latina hubiera p e n e t r a d o e n P e rs ia . C o p io , p u e s , los lo s v e rso rs o s la tin ti n o s p a r a q u e se p a lp e la identidad de los pensamientos: “ Ut f lo s in septis secr secret etus us nascitur hortis hortis / ignotus pecori, nullo contusus aratro, / quem mulcent aurae, firmat sol, educat imber , / multi mu lti illum pueri, multae opta optave vere re pue llae llae.. / Idem cum tenui carptus carptus defloruit defloruit ungu ungui.i. / Nu N u lli illum pueri, nullae opta optave vere re pue llae. llae. / Sic virg virgoo dum intacta manet , tum cara cara suis. suis. Sed / cum castum amisit ami sit polluto cor cor pore pore florem flor em,, / nec nec pueris pueri s jucu ju cund ndaa manet, nec nec cara cara puellis.
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X V . D E L A M A L A Í N D O L E
En un pecho enemigo nunca la amistad nace, y en derredor la acacia espinas duras trae. De su contrario el sabio no espera fe constante, que de yerbas amargas no brotan las suaves. Para formar alfombras no usó de cañas nadie; contra naturaleza no hay trabajo que baste. Así de aquel que tiene un maligno carácter no se esperen más frutos que perfidias y fraudes.
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ODA DE FERDUSI, traducida con la misma medida de versos, números y conson consonan antes, tes, para pa ra dar una idea idea de la gacela gacela persa
Si una noche en tu pecho reposara, el alto empíreo con mi sien tocara, rompiera al sagitario sus saetas, la corona a la luna arrebatara, me subiera veloz al nono cielo, y al orbe con soberbio pie pisara. Entonces si tuviera tu hermosura, o en tu lugar entonces me encontrara, p a r a los sin si n f a v o r f u e r a p iad ia d o s o , be b e n i g n o c o n los tris tr iste tess m e m o s t r a r a .
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NOTICIA DE HAFIZ
Mohammed ShemsEddim (por sobrenombre Hafiz, que es ba b a j o el c u a l se le c o n o c e , esto es to es, el m e m o rio ri o s o ) n a c ió e n S ira ir a z , capital del Farsistán, la antigua Persia, al principio del siglo octavo de la Hégira, y floreció principalmente bajo los reyes Mudhaferianos, en cuyo tiempo los herederos del sultán Shah Shegi dividieron la Persia en cuatro reinos, a saber: Siraz, Kerman, Yezdi e Ispahán, de cuyos príncipes continuamente se hace mención en los escritos de Hafiz, y no siempre para alabarlos, sino según cada uno fue justo o injusto apreciador de sus versos. Consta muy poco del género privado de vida de este autor; sin embargo, parece averiguado que Hafiz no era de baja extracción y que recibió la más excelente educación, que estaba versado en todas las ciencias, con particularidad en la jurisp rud en encia, cia, y a un que fue fue del ord en de aquellos aquellos que llallam a n ulemas , tanto por vivos pasajes de su Diván, como por habérsele dado el título de sheich, con el cual no se condecora ba b a sin si n o a u n i n t é r p r e t e d e las s a g r a d a s let le t ras ra s o a u n s u p e r i o r de un convento. Parece por sus escritos que, en sus últimos años, abrazó la vida monástica. Algunos suponen que fue superior o prelado de un orden religioso, pero no está suficientemente probado. Lo que sí es cierto es que dio públicamente lecciones de religión y leyes en una academia fundada p o r H a g iK i K o v a m , v isir is ir d e l s u ltá lt á n Ile Il e k h a m i, m u y c o n o c ido id o p o r su liberalidad y protector de nuestro poeta, quien le alaba muchas veces en sus obras. En sus vacaciones ilustró con glosas suyas un comentario intitulado Tessiri-Küschaf, y con notas marginales otra obra que se llama Sulkialkie ; éstas últimas 2 39
existen en el día. Si mereció elogios por sus conocimientos en la jurisprudencia y los dogmas de la fe, mucho mayores los consiguió ciertamente por la hermosura de sus versos, cuya celebridad se extendió tan rápidamente por toda la Persia y los reinos más lejanos que muchos reyes y príncipes, encendidos en el deseo de gozar de la facundia de este varón, procuraron atraérsele con todo género de promesas, y otros, también, aunque ausente, le colmaron de regalos.Y como no anhelaba otra cosa que a entregarse al ocio de las letras, despreció la protección de los monarcas y se dedicó enteramente a la poesía, y, ya sea por pasión a la libertad y quietud, o ya por desprecio de los honores y riquezas, o ya, finalmente, por amor al pa p a t r i o suel su eloo , n o q u iso is o m o v e r s e d e S ira ir a z e n t o d a su v ida id a , sino si no sólo una vez cuando fue a ver al rey de Yedi, de cuyo viaje se arrepintió inmediatamente porque se vio engañado en sus esperanzas, casi lo mismo que Theócrito cuando fue a ver a Hierón, tirano de Sicilia, y, después de haberle celebrado, volvió sin recompensa y escarmentado. A Hafiz le fue mayor su pe p e s a d u m b r e p o r v e r q u e el r e y d e O r m u z , sin si n v e r le n i c o n o cerle, y sólo por su fama le había enviado un magnífico regalo. Y para compararle aún más con el poeta siciliano, así como éste en todo el idilio XVI da en cara a Hierón su ánimo ingrato, aquel reprende, en muchos lugares, la mezquindad del rey de Yezdi y con particularidad en uno, de este modo: “El “El rey rey de de O rm uz, que jam ás me vio vio, me h a colmado de pre sentes, y el monarca de Yezdi, a quien vi y cuyo nombre ensalcé hasta los cielos, nunca me recompensó con don alguno.” Hace también mención del rey Avis como de un ingrato y desacordado de los versos con que le había elogiado. Muy de otra manera siente de ShaMansor , que fue uno de los más poderosos príncipes Mudhaferianos, a quien dedica una 2400 24
gacela entera, en la cual publica y ensalza los excelentes dotes de alma y cuerpo de tan gran monarca. Y no con menos entusiasmo alaba la clemencia y mansedumbre de su rey ShahShegi, que sucediendo al duro y rígido imperio de su madre, administró el reino de Persia con suma suavidad y moderación de ánimo. Sin embargo, no sirviendo de nada la benevolencia de tantos príncipes, experimentó Hafiz la común y desgraciada suerte de todos los poetas, por lo que se queja de esta suerte: “Casi siempre la dura miseria es compañera de la virtud, a nadie pe p e o r q u e a m í h a t r a t a d o l a f o r t u n a . ” C a r g a al vici vi cioo d e su siglo sig lo la culpa de su pobreza, y se lamenta de la bajeza o impudencia de los hombres ignorantes de su pueblo, que equiparaban sus ingeniosos versos a las bagatelas y simplezas de los misera ble b less v e r s ific if icaa d o res re s , y n o d u d a b a n p r e f e r i r los lo s d e éstos; ésto s; así q u e , llamando por metáfora oro puro a sus poemas, y, fingido a los versos de los charlatanes y corrilleros, habla así de sus com po p o sic si c ion io n es: es : “ E s c o n d e , H a f i z , t u o r o d e esto es toss b a n q u e r o s q u e t ieie nen por buenas monedas las adulteradas.” Tuvo muchas reyertas con los monjes y ascéticos de su religión y fue mordido por ellos con un diente envidioso, pero él se vengó amarguísimamente de sus injurias y atacó, a cada pa p a s o , su h ip o c r e s ía y f ing in g id a s a n t i d a d . Estuvo casado, probablemente, los últimos años de su vida con una mujer muy amable, cuya muerte lamenta en muchos de sus versos. En una de sus gacelas, hecha a este asunto, hay el pasaje siguiente: “Feliz con tal mujer, esperaba tenerla a mi lado hasta el fin de mi vida, pero mis deseos eran superiores a mi poder. Digna de un estado más dichoso que el de vivir en mi compañía, voló a la sociedad de los seres celestes de donde traía su origen.” 241
Sin embargo de su afición al bello sexo, es acusado de otra, en descrédito de la naturaleza humana. Gomo el cantor teya no tuvo su Batilo y el poeta mantuano su Alexis, así al sonoro Siraziano se le supone tener su muchacho. Muchas de sus odas casi verifican esta conjetura, pero observa Revizki que se saca también de ellas que, bajo el nombre de muchacho o copero, entiende Hafiz personas de toda edad y sexo, como son el rey, los ministros, sus amigos y su mujer misma; y con esta alegoría y la del vino y juegos amorosos impetra, alaba, congratula y se queja. Tuvo una amistad muy estrecha con Ahmed Namaki al Giami, de quien hace mención en la gacela IV de su Diván. Fue recibido, benigna y magníficamente, por Tamerlán, aunque reprendido porque no había hecho mención alguna de él en sus versos. Hafiz murió el año de la Hégira 791, que casi corresponde al 1388 de la era cristiana. Se le enterró en cierto oratorio llamado Mosela, cuya situación él mismo alaba a cada paso en sus versos, al que añadió, a su costa, un nuevo ornato, largo tiempo después, Mohammed Mimai, preceptor del sultán Baber, el cual, para honrar los manes del poeta, erigió allí un monumento magnífico. Este es del que habla Koempfer, el moderno, y la tumba de Sadi la describe William Frankclin en su viaje a Siraz, cuyo pasaje copio con gusto, tanto para dar una idea del aprecio en que los persas tienen a sus poetas, como para confirmar los honores que en todos los tiempos y en todas las naciones adquieren los verdaderos, cuyas coronas son tan merecedoras del respeto y la admiración de la posteridad como aquellas que, teñidas en sangre, dejan las más veces una memoria funesta de sus irreparables estragos. Siendo a los ojos filósofos más dignas de visitarse las tumbas de 242
Homero, de Hafiz y de Sadi que las de Aquiles, Alejandro y César. Dice así, pues, en el capítulo VIII: “El sepulcro de Hafiz, uno de los más famosos poetas persas, de quien se admiran, con razón, las obras, está situado a dos millas nordeste de la ciudad de Siraz del lado de la puerta de ShahMirza. El kán Hamzah Kerim hizo construir, cerca de este sepulcro, una sala con habitaciones contiguas y no perdonó medio para hacerle agradable. Está colocado en medio de uunn jard ja rd ín herm oso. En frente de estas estas habitaciones, habitaciones, se encuentra un grande receptáculo de piedra, en medio del cual corre una fuente. Muchos cipreses de una hermosura rara, y cuyo extremo grosor anuncia su antigüedad, esparcen su som b r a e n este es te j a r d í n . B a jo el foll fo llaj aje, e, o s c u r o y m e lan la n c ó lic li c o , d e estos árboles fúnebres se apercibe el sepulcro de Sh.ems-Ed.din H a f i z en mármol blanco de Tauris. Tiene ocho pies de largo y cuatro de ancho, fue construido de orden de Kerim kân para revestir y cubrir el verdadero sarcófago. En lo alto y a los lados de este monumento están grabados, en soberbios caracteres nustalik, pasajes escogidos de las obras de este poeta. En la primavera y el verano, los habitantes de Siraz van a visitar este sepulcro, se entretienen en fumar, jugar al ajedrez y otros juegos. Leen allí, a menudo, las obras mismas de este poeta, que goza entre ellos de tanta reputación que ninguna otra le es comparable. Llevan el entusiasmo hasta la adoración, no hablando jamás de él sino en los términos más pomposos. Guardan sobre su sepulcro un hermoso ejemplar de sus obras p a r a m o s t r a r l e y h a c e r l e l e e r a a q u e llo ll o s q u e v i e n e n a v isit is itaa rle rl e . La juventud más distinguida de la ciudad se junta aquí y demuestra un profundo respeto por la memoria de su poeta favorito, haciendo en su honor abundantes libaciones de ese excelente vino de Siraz, hasta en Europa conocido. Cerca del 243
ja j a r d í n s e r p e n t e a el r i a c h u e l o Rokna Ro knaba bad, d, tan celebrado por H a f i z . En el día es un pequeño arroyo que toma su nacimiento en las montañas, al nordeste. Su agua, dulce y clara, merece la reputación que goza. En efecto, los persas modernos hacen gran caso de ella y le atribuyen calidades medicinales. El célebre bosque de Mos M osel ela, a, celebrado también por H a f i z , estaba situado a un cuarto de milla oeste del sepulcro. En el día, no conserva vestigio alguno de los agrados y bellezas que se creen encontrar leyendo los versos de H a f i z . A la verdad, su situación verdaderamente deliciosa prueba que era una mansión bien agradable, pero ahora todos los alrededores están desnudos y estériles. Un poco al norte del sepulcro d e H a f i z se ve un magnífico edificio, llamado por los persas H e ftft - T u n , los siete cuerpos. Sobre las puertas del salón principal están los retratos en pie de H a f i z y Sadi. El primero está vestido tido a la antigu a u sanza persa y tie tiene ne u na tez tez fresca fresca como como un a rosa y unos bigotes muy largos. Sadi tiene la figura de un anciano con una larga barba blanca y un vestido de religioso, esto es, una veste flotante, lleva en la derecha un pequeño bastón de marfil encorvado y, en la otra, un gran incensario. A un cuarto de milla de He H e ftft - T u n , y siempre sobre la misma línea, se halla el jardín Dil D ilku kush shá, á, reg regocijo ijo del corazón y, a una milla, se ve el sepulcro de Sadi, al pie de las montañas que limitan el territorio de Siraz de lado de nordeste. Este es un gran edificio cuadrado, a cuya extremidad se han hecho dos gabinetes contra la pared de la parte interior. El que está a la derecha, contiene la tumba de Sadi en piedra, larga de seis pies y ancha de dos y medio, precisamente en la misma forma que fue enterrado. A los lados, han grabado diversas sentencias en antiguos caracteres niskhi, relativas a este poeta y sus obras. Sadi florecía en el siglo trece y sus escritos gozan 244 24 4
aún de una gran reputación entre los orientales, tanto por su mérito literario como por los excelentes preceptos que contienen. El sepulcro tiene una cubierta de madera en negro y oro, sobre la cual han grabado una oda de Sadi en caracteres modernos nustalik. Levantando esta cobertura, se ve la tumba de piedra que encierra el cuerpo de este poeta. Los hombres pia p iadd o s o s q u e v i e n e n a v i s i ta r l a e s p a r c e n flo fl o res re s s o b r e e lla ll a y dejan allí rosarios y otros instrumentos de piedad. Encima del sepulcro han colocado un ejemplar de las obras de Sadi muy bi b i e n e scri sc rito to.. L a s m u r a l l a s e s t á n c a r g a d a s d e in s c r i p c ion io n e s p e r sianas, grabadas en diferentes épocas por aquellos que han ido a rendir sus deberes al difunto.” A la muerte de H a f i z , algunos celosos mahometanos de nota en Siraz se opusieron al entierro del poeta según sus ritos, alegando que no había sido verdadero musulmán por haber violado con sus excesos las leyes del Alcorán. Sus amigos y pa p a r tid ti d a r i o s d e f e n d i e r o n su c a r á c t e r reli re ligg ioso io so y q u e e r a d ign ig n o del debido enterramiento. Y, al fin, se convino en abrir sus obras y formar la decisión sobre los primeros dísticos que ocurriesen, los cuales fueron los siguientes: “No queráis volver los pies atrás en las exequias de Hafiz Ha fiz',', aunque ha estado sumido en el pecado, entrará en el cielo.” La conciencia de estos descontentos devotos se tranquilizó con esta prueba imaginaria de la fe del poeta y permitieron que fuese enterrado, sin ninguna ulterior dificultad, en Mosel Mo sela, a, cerca de Siraz. Después de su muerte, Seid Caseem Envari hizo un Diván o colección de sus gacelas que contiene unas 569, intitulado Div D ivaa n i Khoséh H a f i z Shir Sh iraz azii , el cual ha tenido diferentes comen2455 24
tadores turcos. Los más respetables son Feridún y Sudi. Ambos afirman los principios koránicos de Ha H a fiz fi z . El primero osa probar por sus comentarios, durante toda la serie de los poemas, que sus más lascivos versos no son más que alegorías religiosas, inculcando místicamente el verdadero mahometismo. Y ha prevalecido tanto esta opinión que el lenguaje de H a f i z es apellidado por los musulmanes Lessan Lessa n Gaib , el lenguaje del misteño.
Jamás se podrá hacer un juicio exacto de un poeta extran je j e r o p o r la tra tr a d u c c i ó n d e sus o b r a s , y m á s si la le n g u a d el o r i ginal y la religión y usos del país del poeta están infinitamente distantes del idioma, creencia y costumbres del traductor. En la traducción desaparecen todos los primores que estriban sobre la propiedad de las palabras, sobre sus sonidos imitativos y sobre el giro de las expresiones. Sólo quedan las imágenes y pensamientos y, aunque el traductor los matice con el más fino colorido, ya es otro, ya no es el traje del original. También desaparece en la traducción el género de poesía en que están compuestas sus obras y hasta el mecanismo del verso, en el que suele haber un mérito peculiar. Las alusiones que hace el poeta no siempre se pueden verter en otro lengua po p o r q u e s o n b e lle ll e z a s loca lo cale les, s, q u e n o t i e n e n f u e r z a a l g u n a e n el pa p a ís e n q u e n o h a y i d e a a l g u n a d e ellas, ell as, c o m o son so n las c e r e monias de la religión, los usos interiores, las costumbres de la sociedad, los árboles, plantas, flores, montañas, valles, ríos, etc. Sin embargo de todo esto, por los esqueletos que se nos presentan de las obras de Hafiz Ha fiz·,·, se ve que es un poeta sumamente ingenioso y que derrama a manos llenas las gracias en sus escritos, y muy semejante a Anacreonte y a Horacio, aunque más al primero, pues a veces parece que le copia, sin dejar por esto de mostrar, de cuando en cuando, cierto entusiasmo que 246
le acerca al segundo y una sátira aguda que casi le identifica con él. Los orientalistas convienen en que su lenguaje es puro, castizo y, quizá, el menos corrompido del antiguo persa, colocándole a la par de Ferdusi y Sadi, tanto por esta circunstancia como por su mérito literario. Y observa, con mucha razón, el reverendo Hindley, que, dando tantas noticias curiosas acerca de los usos y costumbres las pocas gacelas que se han publicado con razonables comentarios, el mundo literario desea con ansia la publicación de todas ellas en la misma forma, pues ciertamente serán una mina abundantísima de la que podrán extraer muchas materias nuevas y curiosas no solamente el historiador oriental, sino también el filologista y el filósofo.
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D E LA GACELA Y EL EL DIVAN DIVAN
Bonas in partes, lec lector tor, accip accipias ias ve velim lim sic ista tibi rependet brevitas gratiam.
Los árabes y los persas tienen, como los griegos y latinos, sus versos compuestos de determinado número de pies, y éstos de sílabas largas y breves, de que nace una gran variedad de metros que aplican oportunamente al asunto de que tratan. Tienen, a más, la rima como las poesías de las lenguas modernas de Europa, que probablemente han tomado de ellos. Al que quiera instruirse más a fondo, le remito al cap. II de los Comentados latinos sobre la poesía asiática de W. Jones. La gacela persa es una especie de oda anacreóntica sumamente graciosa, cuyo nombre ha tomado del animal que les sirve de comparación para celebrar una hermosura como es, entre nosotros, la paloma. Las leyes de este poemita son las siguientes: Ia. Que los dos versos primeros sean consonantes entre sí y después todos los pares, o que los dos versos primeros acaben con la misma palabra y ésta se repita en el final de todos los pares. 2a. Que cada dístico o beit esté como separado y tenga un sentido diferente. Esta regla no es tan general que no se vean muchas odas en las que dos o tres dísticos estén enlazados con una misma idea. 3a. Que no debe constar de menos de cinco beit o dísticos, ni de más de trece. Otros autores acortan este último número y otros le alargan, pero sigo la opinión de Revizky, que tradujo sus gacelas por el Diván comentado por Sudi, quien debía de saberlo mejor que los modernos comentadores europeos. Y 4a. Que en el último dístico, que llaman Shahi-beit, dístico real, se debe nombrar el poeta, el cual nunca deja de alabarse a la manera de Horacio. 249
Las reglas antedichas de esta oda me han hecho nacer dos reflexiones. La primera, que su construcción ha sido el origen de nuestros romances y letrillas. Los dos primeros versos han sido el modelo de los dos que sirven de preludio al cantar muchos romances y del tema o norte de nuestras letrillas. Los consonantes en los pares se ven igualmente en nuestros primeros romances, que luego se convirtieron en asonantes porque nuestro delicado oído no podía sufrir aquel continuo igual martilleo. Y nuestras letrillas repiten la misma palabra al final de cada estancia, lo mismo que la oda persiana. La segunda reflexión ha sido el origen y naturaleza de esta oda. Parece haber sido, en sus principios, una canción bacanal p a r a e n t o n a r e n los fest fe stin ines es.. E l n ú m e r o d e d ísti ís tico cos, s, q u e n o ba b a j a de c inc in c o y n o p a s a d e t r e c e , d e b í a t e n e r a l g u n a a lus lu s ión ió n misteriosa, aplicada al número de convidados, semejante a lo que nosotros decimos que para ser un convite agradable, los concurrentes no han de ser menos que las Gracias ni más que las Musas. Supuesto esto, parece que el convidado más inmediato a derecha o izquierda del que le daba, proponía el tema cantando el primer dístico pareado, al cual seguían por su orden los demás, bebiendo en una taza un trago a cada copla hasta cerrar los brindis el amo o rey del convite, sellándolo con su nombre. El desorden o inconexión de los dísticos es análogo a la naturaleza de las composiciones báquicas. Así que el objeto de la gacela es la alegre naturaleza derramando flores, derramando vino. Los dogmas que se inculcan son los de la voluptuosidad filosófica, concluyendo que, siendo tan corta la vida humana, no debemos dejar escapar ninguna de sus flores sin que sea contemplada y gozada por nosotros. Observo tam bié b ié n q u e las la s o d a s q u e n o e s t á n p u r a m e n t e d e d i c a d a s a l a m o r lo están a la venida de la primavera, no al verano, no al otoño, 250
no al invierno, de que deduzco que eran, propiamente, himnos primaverales. Esto me ha hecho nacer la reflexión siguiente: Hafiz era mirado como un sospechoso en la religión por los buenos musulmanes, tanto que no querían darle sepultura. Tal vez seguiría, ocultamente, la primitiva religión persa del culto del sol bajo el nombre de Mithra, y sus gacelas a la primavera son otros tantos himnos consagrados al sol en el equinoccio, en cuyo tiempo se celebra la gran fiesta de Neuruz en Persia a la renovación del año, que era la mayor de aquella religión. Me confirma esta idea la naturaleza misma de la oda, en la que pa p a r e c e q u e c a d a d ísti ís ticc o e s tá h e c h o p a r a c a n t a r s e s e p a r a d a mente por persona distinta y el ser de un número determinado, no menos de cinco ni más de trece, cuyos números con cuerdan con los de los Mistagogos, por los cuales designaban ya el sol y los cuatro signos cardinales del zodíaco, ya estos mismos con la luna, ya los siete planetas, ya la Ogdoada mitríaca, compuesta de los siete cielos planetarios y el éter o cielo de las fijas, ya las nueve esferas, presididas por nueve ángeles o las nueve musas según los griegos, ya los diez miles de años que componen el gran periodo de la regeneración del sol, ya este mismo periodo con el sol, ya los doce signos, ya estos mismos signos con el sol. Pasado este número trece, no es tan fácil hacer estas aplicaciones y, sobre todo, al sol o Mithra, objeto del culto, y de estas gacelas o himnos primaverales. Quizá bajo esta hipótesis se podrán explicar muchos pa p a s a jes je s s u m a m e n t e o s c u r o s d e sus g acel ac elas as y e x t r a e r m u c h o s materiales curiosos para los mitólogos, como el reverendo Hanley sabiamente presume. Si Anacreonte tomó la alegría de sus odas de la gacela persa o si Hafiz enriqueció su lenguaje nativo imitando al bardo de 251
Teya, no es fácil decidirlo. La semejanza de afectos es frecuentemente maravillosa y se puede decir muy bien de ambos que no escribieron tanto para el entendimiento como para el corazón. Div D iván án se llama una colección de poesías por orden alfabético, pero al revés de las que pudiéramos hacer nosotros, pues se guían para formarla por la última letra en que acaba el pr p r i m e r v e rso rs o d e c a d a p o e s í a , y, c o m o e s c r i b e n d e d e r e c h a a izquierda, a nuestra vista se presentan en el orden nuestro, esto es, todas las iniciales a la izquierda. El manuscrito célebre que se conserva en la biblioteca de Chetam, del Div D iván án de H a f i z , contiene seiscientas diez gacelas. Whal y otros producen tres más, pero Men M enin insk skyy en su Gramática y Rev R eviz izky ky en su Mue M uest stra ra de la poesía persa no le dan más que quinientas sesenta y nueve, y éstas son las mismas que recapituló po p o c o d e s p u é s de la m u e r t e d el p o e t a S e id C a s s e m E n v a r i y han sido sabiamente comentadas por el turco Sudi, que son autores de excepción. Así que todas las otras pueden ser supuestas o de los otros poetas que también lograron el sobrenombre de H a f i z (aunque a éste se le conozca bajo este nom br b r e p o r ex excc e len le n c ia.) ia .) A l n u e s tro tr o le b a s t a el n o p e q u e ñ o n ú m e ro que compuso, sin tener necesidad de vestirse de joyas ajenas para tener un eterno renombre. Lo mismo digo de los otros beit o dísticos que tienen de aumento las gacelas en otros manuscritos que el comentado por Sudi: siempre deben leerse con desconfianza. La gacela XV en mi traducción, y VII en el manuscrito de Chetam (que no está en el de Sudi) no tiene, a mi entender, el espíritu de H a f i z , ni aquel colorido poético que hasta en su mismo desorden se descubre.
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NOTA
Las catorce gacelas primeras son las primeras del Diván Divá n de Hafiz, perte pe rtene necie ciente ntess a la letr le traa alif, según el orden que les da el barón de Revizky en su traducción latina, pero en el manuscrito de la biblioteca de Ghetam tienen el siguiente: 1.a, 5.a,11.a, 8.a, 6., 2.a, 13.a, 18.a, 14.a, 16.a, 3.a, 12.a, 10.a y 4.a. La 15.a es la 7.a de la letra alif, según el manuscrito de Ghetam. Todas las demás están arregladas según el mismo manuscrito. La 1.a, la 16.a de la ba; ba; la 17.a, la 34.a de la ta; ta; la 18.a, la 52.a de la ta; la 19.a, la 62.a de la ta; ta; la 20.a, la 110.a de la dal; la 21.a, la 119.a de la dal; la 22.a, la 129.a de la dal; la 23.a, la 157.a de la dal·, la 24.a, la 13.a de la ra; la 25.a, la 4.a de la sin; la 26.a, la 3.a de la shin; la 27.a, la 4.a de la shin; la 28.a, la 2.a de la zad; la 29.a, la 12.a de la lam; la 30.a, la 26.a de la mim; la 31.a, la 47.a de la mim; la 32.a, la 5.ade 5.ade la nun; la 33.a, la 11.a de la vau; la 34.a, la 11.a de la ha; ha; la 35.a, la 6.a de la ya y a y la 36.a, la 55.a de la ya y a .
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GACELA PERSA C O N L A M I S M A E S T R U C T U R A Q UE UE L A S D E H A F I Z E N A LA L A BA BA N NZ Z A D E E S T E G R AN A N P O ET E T A D E S IR IR A Z
La alba deshace la tiniebla fría y la rosa derrama la alegría. El ruiseñor, en torno revolando, la saluda con dulce melodía. ¿Pues cómo, escanciadora, en este tiempo tienes la taza matinal vacía? Tómala y llena, y en su centro vea tu mejilla copiada, ánima mía. Den al licor tus ojos nuevo brillo, y olor la aroma que tu boca envía. La copa hierva con bullente vino, y se aumenten los brindis a porfía celebrando a la luz de la mañana al que alabarla con ardor solía, al gran poeta de Siraz, al dulce Hafiz, honor del alma poesía. Cántale, y goza de este tiempo, Nava; mira que vuela, y ¡ay! no torna el día.
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MOHAMMED SHEMSEDDIN, ALIAS HAFIZ
GACELA I
Vierte el vino, muchacho, vamos, ea, dame la taza, porque dentro siente el pecho al fiero amor, de quien idea formé tan inocente. El olor de d e u n a g o ta 66, qu quee el m ás leve viento desprende del cabello undoso, ¡ay, cuánta sangre arranca y cuánta bebe el corazón ansioso!
E l olor olor de de una gota. gota. Se debe entender de almizcle, que es con lo que 66 ungen o perfuman los orientales sus cabellos. El almizcle se forma de unos tumores o vejiguillas de sangre que todos los años aparecen en el lomo de las cabras o ciervas chinas llamadas de almizcle (muskim), así que dice literalmente el poeta: El olor de una vejiguilla, que sólo contiene una gota de sangre almizcle, con la que se han ungido sus cabellos y que el céfiro separa y desvanece con facilidad. ¡Cuánta sangre ha hecho destilar de estos mismos cabellos perfumados en el corazón de los amantes! Esto es, una sola gota de sangre corrompida ha oprimido toda la sangre del corazón, un leve olor, que disipa con facilidad el viento, ha excitado tanto amor y tantos deseos.
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M an ch a el el tap e te67 te67 con purpú reo vino vino,, si al sabio d ir e c to r68 r68 así le agrad agr ada, a, que el viajero sabe del camino, el tiempo y la posada. Mas, ¿cómo podrá estar mi alma tranquila entre el joven gentil y la muchacha, si mu y en breve m e dirá dir á la esq e sq u ila6 ila 69: 67 Mancha el tapete. Los musulmanes son escrupulosamente observantes de la limpieza en materia de religión, de suerte que no pueden arrodillarse para hacer sus preces en ningún paraje inmundo; así que los ricos, si por precisión o gusto van a algún campo o bosque, llevan consigo un tapete o alfom br b r illa il la l la m a d o sesadhe, y sobre él se sientan, arrodillan y postran, lo que hacen también los pobres sobre la orilla del manto o del vestido. Estos tapetes, por su uso, pertenecen a los muebles sagrados, así que es la mayor prueba de inmoderación el profanarlos de cualquier modo que sea, como en el caso pr p r e s e n te el m a n c h a r l o s d e v ino in o . 68Si al sabio director. El original dice Peñ-Mughan. Mugh, en persa, significa mago, sabio, y Peri-Mughan el más sabio o superior de los adoradores del fuego o sacerdote de los Guebros, pero cuando los mahometanos llevaron con sus armas su religión a la Persia, usaron de este epíteto como una expresión de desprecio para designar los príncipes de las iglesias cristianas. Y, en adelante, por dérision para distinguir los amos de las tabernas, baños y caravanse ras o m esones d e las las caravana s. Estos pa tron es no sólo sólo son los los jefes de la crápula y la gula, sino que ejercen el vil oficio de lenones de muchachos, y aun los crían para prostituirlos, a los cuales llaman Mugh-pece, polluelos de los magos, aprendices, novicios. A lo que se debe añadir que el trato con los viajantes, y con las gentes que concurren a sus casas, les hace adquirir conocimientos y modales nada comunes, y así estos pueblos voluptuosos los tienen en grande estimación, como que son los dispensadores y maestros del pl p l a c e r , a q u ie n e s , c o m o tale ta les, s, d e b e n c o n s u l ta r e n e s ta m a t e r i a . C o n e stas st as d o s notas está bien claro este beit, dístico o estancia. Es como si dijera: Si el maestro del placer te manda que para tenerle ultrajes lo más sagrado, hazlo, porque él, como tal experto, sabe cuándo se debe pasar adelante o detenerse, a fin de poder completamente disfrutarle. 69Si muy en breve me dirá la esquila. Esta metáfora está tomada de las cuadrillas
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Toma el fardo, despacha. Por mar hinchado voy, pronto a sumirme en negra noche, cuando ya debiera, cansado de naufragios, divertirme sereno en la ribera. Ciego en mi e r r o r 70 prosigo prosigo sin sin cordu cor du ra, en las calles me mofa el pueblo y grita, y en las mesas descubro la locura, que mi interior agita. Si el el coraz cor azón ón , H afiz, la pa z te p i d e 71, y tú, con ansia, conseguirla quieres, únete a los que adoras y despide los mundanos placeres.
de peregrinos que llaman caravanas, los que, cuando reposan en medio del campo, se levantan y empiezan a cargar los camellos al son de un esquilón, que les avisa ser ya hora de partir. Tal vez será un residuo de los modismos y alusion alusiones es o riental rientales es introducido s en n ues tra lengua aquella frase frase vulgar con que se expresa que uno se está muriendo: Está haciendo el paquete, la cual tiene mucha conexión con la metáfora de Hafiz. El pensamiento de esta estancia Ma turoo propior desin desinee j u n e n es igual al de Horacio en la oda XV del libro III. Matur / inter ludere virgines. 70 Ciego en mi error. También en esta estancia coincide Hafiz con Horacio Epodos: Heu H eu me per urbem urbem,, nam pudet en los siguientes versos de la oda XI de los Epodos: tanti malí / fabu fa bula la quanta fili fi li;; / conviv convivior iorum um et poen poenite itet,t, / in queis amantem et languor et siknlium / arguit et latere / petitus petitu s imo spiritu spiritus. s. el corazón, Η , la paz te pide. Los que pretenden encontrar alusiones 71 Si el místicas en todas las poesías de Hafiz, porque creen que un soíi musulmán (que equivale a un monje o fraile cristiano) no puede escribir báquicamente, encuentran en estas últimas estrofas un arrepentimiento de sus deslices
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GACELA II
Si aquel hermoso de S ira z 72 me am ara con una fe sencilla, a toda S am arca nd a73 y a B ok ara74 ara74 al punto yo trocara po p o r el n e g r o l u n a r 75 d e su m ejill ej illa. a. pa p a s a d o s , y e n la p o s t r e r a u n a a b n e g a c ió n d e l m u n d o y u n a c o n v e r s ió n a D ios, io s, pe p e r o q u ie n le a c o n c u id a d o lo r e s t a n te d e la o d a y r e p a r e las la s d e m á s q u e fo r Div án o colección, verán que siempre, siempre su alma estuvo absorman su Diván bid b id a e n los p lac la c e re s , y q u e e n e s ta ú l tim ti m a e s ta n c ia lo q u e d e s e a el p o e ta es dedicarse exclusivamente a su amor, despreciando por él los demás placeres del mundo. Siraz■ Esta ciudad es la patria de nuestro poeta, en la provincia de 72 Farsistán. Es de las más agradables de Persia, situada en una llanura rodeada de montañas y a orillas de un río, aunque no bien construida; tiene mezquitas muy hermosas y una universidad de gran reputación. Sus bazares están pro p ro v isto is toss d e m e r c a d e r ía s . L a r e d itú it ú a n infi in finn ito it o su f á b r ic a d e b o tell te llaa s d e cris cr ista tall y la la de destilar agua de rosas. rosas. Sus jard ine s, p rincipalm ente el del rey, se se con ceptúan por los más ricos del Oriente. Los cercan espesas hileras de cipreses, naranjos, limoneros, granados y rosales. Siraz es notable, según la relación de los viajeros, por sus ingeniosos poetas, hermosas mujeres y excelentes vinos. 13Samarcanda. La capital de la Tartaria usbeca era una ciudad célebre por su riqueza y la resi residencia dencia im im perial perial del del famoso T im ur o Tam erlán. Está situasituada en un valle abundante en frutas, sus edificios son de piedra, regularmente construidos, mantiene un seminario de literatura musulmana y tiene para su defensa una fuerte ciudadela. 74 Bokara. Este es un pueblo rico sobre el Oxo o Fihun, que desemboca en el mar Caspio, dividiendo la Persia de la Tartaria. Las numerosas caravanas que pasan por él, y el tráfico que producen, le hacen singularmente opulento. Sus edificios son unos de barro y otros de piedra, y sus aguas malsanas. Bokara es patria del célebre visir y médico Avicena, y no Córdoba, como vulgarmente se cree. 75E l negro negro lunar. lunar. Los lunares en las mejillas, principalmente los negros, son
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El vino todo, escanciador, apura, que allá en el Paraíso ni del del M o se la76 la76 enc on trarás la oscura sombra, ni la verdura que riega el el R o k n a b a d 77 con dulce ri riso.
muy estimados entre los orientales, como una perfección de hermosura, y p o r eso es o los lo s c e le b r a n los lo s p o e ta s , c u y a id e a p a r e c e se r c o m ú n a to d a s las la s naciones. Cicerón alaba en el libro primero De D e la naturaleza de los dios dioses es el lunar de Alceo. ¿Y qué nación de Europa ha dejado de tener en moda los lunares, haciendo las mujeres un estudio formal de sus magnitudes y colocación? Habiendo leído Tamerlán este dístico o estancia, se enfadó mucho, creyendo que el poeta pretendía despreciar el valor de aquellas ciudades cuando quería trocar todas sus riquezas por el lunar de la mejilla de su amado. Pero nuestro poeta replicó al que se lo dijo: ¿Acaso los regalos de Hafiz pueden em empo pobr brec ecer er a Timur? Timu r? Dando a entender que los poetas, no teniendo nada que dar, pueden prodigar, a manos llenas, los reinos en sus versos, sin hacer la menor injuria a sus soberanos poseedores. Tamerlán confesó que le agradaba más la respuesta del poeta que el panegírico más grande que le hubiese hecho en sus canciones. Mo sela.. Era, en tiempo de Hafiz, un bosque delicioso, en una situación 76 Mosela sumamente agradable y pintoresca, en donde, después de su muerte, construyó una capilla y un monumento Mohammed Mimai, preceptor del sultán Baber, conquistador de Persia. Rokn abad. Es el nombre de un riachuelo sumamente claro que baña la 77 Roknabad. capilla llamada Mosela, cerca de Siraz, adonde los poetas y filósofos de aquella ciudad acuden para reposar y componer sus obras, el cual no es menos celebrado por sus escritos que el Iliso y Cefiso de los atenienses. Hay una gacela de Hafiz, en honor de su ciudad patria, que empieza así: "¡Salve, Siraz, deliciosamente situada! ¡El cielo quiera preservarte de ruina! ¡El Todopoderoso defienda tu riachuelo Roknabad! ¡Con sus aguas logremos la vida de Khezr!" (sabio que bebió, según dicen los romances, en la fuente de la inm ortalidad). ortalidad). " La aura, perfum ada de ám bar, transp ira entre entre Jafer ab ad y Mosela. Ve a Siraz, y allí verás el superabundante sagrado ingenio de sus habitantes, pues todos están dotados de perfectas virtudes. ¿Para qué traer a Siraz el azúcar de Egipto, cuando es infinitamente mayor la dulzura de nuestras muchachas?"
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Éstos, que traen todo alborotado con sus lascivos fuegos, han de mi alma la paz arrebatado como despoja o sa d o 78 la mesa el turco en los marciales juegos. Para ostentar mi amigo su hermosura mi amor no necesita, ¿ni a qué ningún afeite o compostura? Su preciosa figura po p o r sí sola so la p l a c e r y a s o m b r o ex excc ita it a . Trata sólo de amor, de canto y vino, y no quieras del hado los los arcano arca no s s a b e r 79; na nadie die adivino, adiv ino, ni, con estro divino, a ser de sus enigmas ha llegado. Despoja osad sado. El original dice: ¡Ay! ¡A y! que estos Lula Lu lass lascivos, lascivos, blandos, excitadores excitadores 78 Despoja de alborotos en la ciudad, del mismo modo han arrebatado la paz de mi corazón que los turcos el Khani-yegma. Lulos son unos habitantes de la Persia llamados así porque para expresar su alegría gritan lulú, loló; son muy hermosos, dotados de grandes ojos negros, y al mismo tiempo crueles. Por traslación, dan los poetas este nombre a las muchachas y muchachos lindos, principalmente si son desdeñosos. Esta alusión, que en el mismo país sería una gracia, en la traducción sería insignificante y por eso la he suprimido. Khani-yegma, que significa despo jo j o d e la m e s a , y c u y a e x p r e s ión ió n c o n se rvo rv o , es u n b á r b a r o ins in s titu ti tu to tu r c o p a r a mantener en la milicia el espíritu de robar. En días señalados, en los patios de ciertos palacios, están colocados en el suelo mil o más platos llenos de arroz cocido, y, dada la señal, se avanzan otros tantos soldados para arrebatar los pla p lato toss c o n l a m is m a v iole io lenn c ia q u e se a p o d e r a n del de l b o tín tí n e n em igo ig o . arcanos saber. saber. Semejante a ésta es la expresión de 79 Y no quieras del hado los arcanos Horacio en la Oda XI del Libro I. Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi que ..... vina liques.... tibi/ finem D i dede dedeñn ñnt t .....
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Cuán claro veo yo que si imprudente C élic él icaa 80 co ntem nte m plara pla ra del Josef mío la beldad creciente, al punto, ciegamente, el velo del pudor despedazara. Aprecia los avisos que te he dado, mi dulce bien gracioso, pu p u e s t o d o j o v e n d e b o n d a d d o t a d o escucha con agrado del anciano el consejo provechoso. Hablaste mal de mí; no, es increíble. ¡Ay mí! Bien has hablado, que palabras de hiel, voz irascible, que salgan no es posible po p o r u n l a b io d e r o s a e n m iel ie l b a ñ a d o . T u s versos versos en g a rfa ste 81, H afiz, ca no ro, ro , cual perlas del Oriente. Entona el canto con tu boca de oro, que el pu ro etéreo c o ro 82 derrama sobre ti su luz fulgente. Célic licaa y Josef. Célica es el nombre de la mujer de Putifar, según el sura 80 Cé o capítulo del A lcorán, q ue contiene la historia historia de Jose f, el el cual sobrep uja en elegancia a todos los demás del libro del profeta. Sobre la pasión de Célica J o s e f y y ha escr escrii t o el céle cé lebr bree poeta persa N o ra d ín jam i un poem a intit intitul ulado ado Jo Célica, que pasa por el más fino y acendrado en su género. La hermosura de Josef es tan celebrada entre los orientales que sus poetas dan este nombre a sus hermosos, como nosotros, a los nuestros, el de Adonis y Narciso. 81 Tus versos engarfaste. Es expresión puramente oriental. A los versos llaenga fadas.. man perlas y a una composición en verso, perlas engafadas 82 Etéreo coro. Las Pléyades.
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GACELA IIP3
Vuelve la ju v e n tu d 84 y la her m osu ra al año nuevo la estación florida, y el el ruiseñor a n u n c ia 85 con dulzura de la fragante rosa la venida.
83 É sta es un a od a al esti estilo lo de las de P índ aro , e n la q ue el po eta, con su acalorada imaginación, pasa, sin transiciones, de un pensamiento a otro. El sentido es éste: ya llegó la primavera, los campos reverdecen, saluda, pues, Céfiro, a mis amigos y dales la enhorabuena por el arribo de la estación florida. rida. ¡Ojalá ¡Ojalá que m i am ado me saludase saludase de tan bu ena gana!, gana!, le ad oraría hasta hast a be b e s a rle rl e los lo s p ies ie s . N o te m o q u e se r í a n d e m í los lo s c e n s o re s a l v e r m i lo c u r a , ellos son los primeros a olvidar su religión, en medio de los placeres. No quiero mendigar nada de la Fortuna, es falaz; ni riquezas ni soberbios palacios. Sólo quiero, oh amado mío, que reines en mi corazón. Pero, ¡ay! que no soy fel feliiz co m o m e juz ga ba . V eo no sé qué de aciago en tu cabello y veo que, con tus ojos, quieres aumentar los males del que está tan rendido a ti. ¿Qué has de hacer, Hafiz? Entregarte al vino y regocijo, pero no poniendo la religión por delante como los hipócritas. Vuelvee la juvent juv entud. ud. Los poetas de todos los países y de todos los siglos 84 Vuelv han celebrado la vuelta de la primavera. Esta primera estancia de Hafiz se p a r e c e a a q u e l p r i n c i p i o d e u n a d e las la s p o e s ías ía s d e G u a r i n i e n el Pastor Fido, 0 primavera, gioventú gioventú del anno / bella madre di fio fi o ri, ri , / d'erbe novell novellee et et di nove novelle lle amori! ruiseñor anuncia. anuncia. Como en el Asia se deleitan los ruiseñores, de una 85 Y el ruiseñor manera increíble, con el olor de las rosas y continuamente revuelan sobre ellas, hasta que embriagados con la suavidad de su esencia, que en aquellos pa p a íse ís e s es t r a c e n d e n t a l a lo s u m o , a f lo jan ja n las la s a las la s y se c a e n , y c o m o c u a n d o florecen las rosas es cuando suelen cantar estas aves en sus arbustos con más melodía, dicen en el Oriente que el ruiseñor está enamorado de la rosa, de cuya fábula usan constantemente los poetas, llamándose a sí propios ruiseñores y rosas a sus queridas. Con esta advertencia se pueden comprender muchas de las alusiones que, a cada paso, se encuentran en nuestro poeta.
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Aura, si mueves la ala presurosa po p o r el a m e n o p r a d o r e n a c i e n t e , al cipr ciprés, és, a la albaca alb aca y a la r o s a 86 saluda de mi parte tiernamente. Si mi gracioso escanciador de vino una expresión igual a mí me hiciera, de la casa do mora de contino el um bra l co n mis cejas cejas yo b a r ri e r a 87. Estos, que al vernos retozar beodos, sueltan con mofa la maligna risa, toda su religión, sus votos todos sum ergen en la c o p a 88 a toda pris prisa. a. Huye del templo de falaz Fortuna, no implores a sus puertas el sustento, que a todos a que lleguen importuna, y a todos los degüella en el momento.
86 A l cip ciprés, rés, a la albaca albaca y a la rosa rosa.. Designa con estas flores a sus amigos, aunque, por otra parte, parece que saluda a los árboles, plantas y flores porque ha llegado su tiempo. cejassy o barri barrier era. a. Es una salutación por postración, como 87E l umbral con mis ceja usan los asiáticos y también nuestros cartujos, en prueba de agradecimiento del placer que le causa una tan cariñosa expresión. El original dice que barre rá las puertas de la taberna. La casa donde mora de continuo el escanciador de vino es la taberna. 88 Sumergen en la copa. El original dice que gastan su religión en el deseo de las cosas de la taberna.
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Si h a de hacerse la alcoba p o str im er a8 a899 con dos puños de tierra solamente, ¿a qué fin elevar hasta la esfera ricos palacios con afán ardiente? R ein a en Egipto lun a c a n a n e a 90, en torno de su tierra resplandece, rompe ya tu prisión infame y fea, el trono es tuyo, el reino te lo ofrece. N o sé q u é y o d e s c u b r o d e o m i n o s o 91 en tu crencha de fino almizcle ungida, que el céfiro la agita presuroso, y está toda revuelta y esparcida. Sobre tu frente cual la luna clara descansa el a rc o ,92 como el ám ba r puro, 89 Si ha de hacerse la alcoba postrimera. Alude a la ceremonia de los mahometanos en sus funerales de tomar un puñado de tierra en cada mano y arrojarlo sobre el cadáver ya en la fosa, antes de cubrirle con la losa sepulcral. Conviene el poeta con aquellos versos de Horacio de la oda XVIII del secandaa marmora/ marm ora/ loca locass sub ipsum funu fu nus. s. E t sepulc sepulchri hri / inme inmemo mor, r, struis libro II. T u secand domos. Lu na canane cananea. a. Los 90 Luna Los asiát asiátiicos llam llam an al patriarca Jo sef luna luna de C an aá n y dicen que fue el más hermoso de los mortales. En esta estancia el poeta llama Jo se f a su querido y Egipto Egipto a su prop io co razón, le convida a re inar en él y aplica aplica m etafóricam ente a este este pensam iento la historia historia de Ja co b, que desde la cárcel subió casi al trono de Egipto. D e ominoso ominoso en tu cren crench chaa. En todas las naciones antiguas, principalmente 91 De las orientales, se ha tenido por mal agüero la demasiada descomposición del cabello. El poeta saca de esta circunstancia, que advierte en su amado, un pr p r e s a g io fu n e s t o d e su a m o r . 92 Descansa el arco arco.. El original dice: Sobre tu luna (frente) mueves el chocan (mazo curvo de un juego de bolas) de ámbar puro para darme un golpe a mí que estoy aturdido con el dolor.
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y contra un tierno corazón dispara, que se halla ya rendido, el golpe duro. Bebe, Hafiz, cuanto quieras, los placeres disfruta, y goza sin ningún quebranto, pe p e r o n o a u d a z h i p ó c r i t a a d u lte lt e r e s las las pa lab ras del Libro L ibro s ac ro sa n to 93.
Libro sacro sacrosan santo to.. En el original el Alcorán. Al-corán Al-co rán significa el libro. L o 83 Bibli a. Así que decir Alcorán, entre los Mahometanos, o Biblia, Bibli a, mismo significa Biblia. entre los cristianos, es decir el libro y, por antonomasia, el mejor de los libros, el libro sacrosanto.
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GACELA IV
Lléga Llé gate, te, o h so s o fi9 fi 94, y este vaso m ira, ira , espejo cristalino donde el dulce placer se ve y admira del rubicundo vino. El ve velo lo de sco rrer de lo fu tu ro 95 a los ebrios es dado; no es éste, no, negocio para el puro asceta macerado. Prender con red y cauteloso engaño al enka 96 es v an o inte in tenn to; to ; retira ya la tuya, pues hogaño sólo cogerá viento.
94 Sofi. Significa monje, anacoreta, varón dedicado a la vida penitente y contemplativa. Esta denominación viene igualmente de la voz griega sofos, que significa sabio, y de la arábiga s a f que quiere decir lana , porque los sufis llevan vestidos de lana. velo desconer de lo futu fu turo ro.. Algunos comentadores pretenden que este 95 E l velo arcano, oculto con el velo del hado (que es propiamente la expresión del original) se debe entender del amor, pues sus secretos sólo los descubren los lascivos y crapulosos. 96Enka. Es una ave fabulosa, única en su especie, de la cual todos hablan y na die la ha visto, visto, y, dicen, ha bita e n el m aravilloso aravilloso m on te C a f (hoy (hoy día, Cáucaso), m ora da de todos los los gigantes gigantes,, duen des, trasgos trasgos y m agas de la mitología árabopersa. En realidad, es el fénix oriental, la imagen de lo más raro y casi imposible.
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Goza del bien presente con prudencia, po p o r q u e A d á n , c o n f iad ia d o en el bien que esperaba de la ciencia, del Edén fue arrojado. Bebe uno que otro vaso en el banquete del mundo y te retira, pu p u e s q u ie n p l a c e r e sta st a b le se p r o m e t e , ciertamente delira. Pasó la verde edad; la única rosa que te resta recoge, y antes de ajarse, la virtud preciosa con tierno amor acoge. Ansia la copa Hafiz; céfiro blando bu b u s c a a G i a m i 97 c o r r i e n d o , y mi cariño le recuerda cuando veas que está bebiendo.
Busc a a Giami. La traducción de este dístico debe ser así: H a fiz fi z ansia la 97 Busca copa copa de vino vino.. March M archa, a, céfi céfiro ro,, y saluda de mi parle al doctor doctor La-Copa. Porque juega el poeta con la palabra Giam, que significa copa y es el nombre de la patria de su amigo Nozamo. En castellano, se pudiera decir al doctor de Cuba, p o r que Cuba es el nombre de un país y de una vasija de vino. Pero, de todos modos, se puede asegurar que es intraducibie como todos los equívocos, a menos de una paráfrasis graciosa. Yo he procurado hacer una que se acer La-C opa y a la copa de vino es saluque al sentido, pues saludar al nombrado La-Copa darlos con un solo saludo, así que saludando a Giami cuando está bebiendo se consigue el mismo fin de saludarlos a un tiempo. Hasta aquí he llegado yo para quitar un equívoco que nunca suena bien en una oda castellana y conservar la idea original. Otro, tal vez, dará un paso más.
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GACELA V
A no noche che nu nuestro estro su p er io r98 r98, saliendo saliendo del templo sacrosanto, a la casa del vino fue corriendo. ¡Ah! ¿qué senda entre tanto nos queda que seguir, hermanos míos, con tales no esperados extravíos? ¿Cómo, ¡ay! tristes discípulos, tendremos virtud bastante fuerte, y hacia ha cia la M e c a 99 el rostro volveremos cuando el suyo convierte hacia do bulle el vino y gozo infando nuestro padre y maestro venerando? Vamos, pues, convencidos do derrama sus placeres el vino, nuestroo supe superi rior or.. Los orientalistas dicen que estas tres primeras 98 Anoche nuestr estancias hacen alusión a cierto apólogo muy estimado entre los orientales, pe p e r o su s ign ig n ific if icaa c ión ió n es m u y s e n c illa il la,, p u e s se r e d u c e a: S i a q u e llo ll o s q u e d e b e n ser norma de los demás se entregan a los placeres, ¿qué deberemos hacer nosotros sus discípulos? Entregarnos también. ¡Tal vez está decretado así desde ab aetemo\ Esta es una de las sátiras del poeta contra la hipocresía de los sufis, y se sirve de estos versos como de preludio y disculpa para cantar, en pos, sus amorosos deseos. Sin embargo, si se suprimiesen, quedaría, a mi ver, una oda regular y de las más bellas de este autor. hacia la Meca. Meca . Es precepto de la ley de Mahoma el volver, al tiempo 99 T hacia de la oración, el rostro hacia la Meca, porque está allí el Gaaba o templo cuadrado, fabricado por Ismael, hijo de Abraham y de Agar, cuyo santuario es el objeto de sus famosas peregrinaciones.
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y encendamos el pecho con su llama. ¡Quizá nuestro destino es gozar el deleite con agrado, y está desde abeterno decretado! El aura con sus juegos descompuso tu c r e n c h a 100 deliciosa, deliciosa, y al punto nieblas en mis ojos puso. Ni N i o t r o p r e m i o , o t r a c o sa ja j a m á s m i p o b r e p e c h o h a c o n s e g u ido id o de estar de tu cabello suspendido. La quietud cual en red nudosa asida hizo un breve momento en mi sensible corazón manida. Tú ante el lascivo viento tus fragantes cabellos deslazaste, y al punto la quietud de mí ahuyentaste. Si pudiera sentir la mente humana el placer que del nudo de tu crencha en el pecho ansioso mana, el sabio más ceñudo la austeridad y juicio perdería, y tan dulces cadenas ansiaría.
E l aura... aura. .. descom descompus pusoo tu crench crencha. a. Es preciso no olvidar que, entre los orien100 tales, se tiene a mal agüero el que el viento descomponga el cabello de sus muchachas o muchachos. Y a esto alude esta estrofa.
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Tu labio nos mostró con tono sabio en qué la gracia estaba, y vertióla al decirlo el mismo labio. Mi pecho la aspiraba, y desde entonces mi sonora lira gracias produce y blando amor respira. Mi abrasador suspiro, entre la oscura vigilia derramado, no ablanda ¡ay! ese corazón de dura roca alpestre formado, y mi pecho la noche toda siente consumirse con fuego activo ardiente. Como dardos, Hafiz, van tus gemidos d erec er echh os a los cie c ielo lo s,1 s, 101 pu p u e s t ú q u isie is iera rass v e r los lo s c o n d o lid li d o s. ¡Qué inútiles anhelos! Calla, sufre, no arrojes dardos tales, que pueden ellos aumentar tus males.
101 Derech Derechos os a los ciel cielos os.. Aquí los cielos se entiende su amada o amado, y teme que el dirigirle sus suspiros sólo sirva para aumentar su desdén.
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GACELA VI
Dulce copero del bullente vino el vaso en torno con su llama alumbra, y ya que el hado mi deseo halaga músico canta. Vimos el rostro del gracioso joven dentro del cáliz retratado al vivo. ¡Oh qué infelices los que el gusto ignoran del grato brindis! ¡Y, oh, o h, cu á n he herm rm osos oso s 102 los los ojuelos ebrios ebrio s de mi tirano vencedor parecen! Por eso yo a la beodez con ansia la rienda aflojo. Darán placeres los de esbelta talla, h asta as ta qu quee en tre ellos ellos el ciprés pa re z c a 103 que como pino cimbreante y recto sabe mecerse.
l02T, oh, cuán hermosos. La embriaguez en los ojos de los objetos amados, p o r l a d u lce lc e la n g u id e z q u e c a u s a n , h a sido si do s ie m p re a l a b a d a d e los lo s p o e tas ta s . Por eso, dice Catulo, casi con las mismas palabras que nuestro poeta, en su pu eri ebrios ebrios oce ocello lloss / illo purpureo purpureo ore suaviata suaviata.. cantinela 43, v. 11. E t dulcis pueri 103 E l cipr ciprés és parezca. Los poetas persas comparan, frecuentemente, los muchachos, por su gracia y estatura, al pino y al ciprés, de cuyo símil usó también en la égloga VII, v. 68, P. Virgilio Marón y después de él infinitos, de esta manera: Fraxinus in silvis cedat tibi, pinus in hortis.
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Si el pecho que arde con amante fuego no muere nunca, ni su ardor se acaba, sin duda el libro de la vida tiene mi nombre escrito. D ud o que el d í a 104 qu quee el sepulcro sepulcro arroje su oscura presa, preferido sea el pan acerbo del asceta al rojo vino riente. Si tú, suave céñro, atraviesas de mis amigos el vergel fragante, ante el que adoro como nuncio mío muéstrate ledo. Diles no quieran destruir mi imagen de su alma tierna, que por sí aquel día vendrá en que borre nuestro nombre el tiempo de la memoria. La mar del cielo, por do va girando cual presta nave la esplendente luna, se encuentra henchida de los ricos dones de H ag iK i K o v am o 10 105. 104 Dudo que el día. día. Aunque, a primera vista, parece que el poeta se burla del día de la resurrección, bien reflexionado se ve que su mofa recae sobre los hipócritas, cuya fingida austeridad no cree sea de más valor que el desorden y embriaguez de aquellos que, más por el placer que por malignidad, se han entregado a estos vicios. 105 Hagi-Covamo, Hagi-Cov amo, o HagiCovam Eddin fue visir de Hazam Elkani y de su hijo Sheich Avis, sultanes de Persia en tiempo de Hafiz y otro Mecenas por su liberalidad y conocida protección para con los literatos. Como a tal le alaba frecuentemente nuestro poeta en sus canciones.
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Oh Hafiz, derrama relumbrantes perlas de los tus ojos al llorar tus cuitas, quizá de cebo servirán, y el ave vendrá a las redes.
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GACELA VII
A m i cerv ce rvato ato , céfiro 106, con co n b lan la n d o acento dile que, de amor herido, el monte, el valle, el bosque fatigando iré tras él perdido. ¿El que en torn o d er ram ra m a la d ulzura ulz ura 107 (¡el cielo con amor vele en su vida!) del que hacer de ella su manjar procura de este modo se olvida? ¿Oh rosa, tu hermosura y esplendente follaje te envanece de manera que por el ruiseñor, de amor demente, no preguntas siquiera?
106 Céfiro, con blando acento dile. El céfiro es el constante mensajero del amor entre los poetas persas, como se ha visto en la gacela anterior, cuya idea es ba b a s t a n t e c o m ú n e n los e u r o p e o s . A sí M e n a g e : Les jeunes jeu nes zéph zé phir irs, s,// fidèles fidè les messa gers des amoureux désirs. D enam amaa la dulzura. El poeta, en la primera estancia, compara a su 107 Den a m a d o a u n cervato, en la segunda a un mercader de azúcar o confitero por la dulzura de su voz y sus gracias, y en la tercera a un ruiseñor, comparación común entre los poetas orientales cuando a sus amados y amadas los com p a r a n c o n las la s rosa ro sa s. L a p r i m e r a y t e r c e r a e s ta n c ia n o o f r e c e n d ific if icuu lta lt a d e n su traducción. La segunda, trasladada literalmente dice: ¿El mercader de azú car (viva muchos años) así se olvida del papagayo que se mantiene de azúcar ? Esta voz papagayo papagayo nunca sonaría bien en la poesía castellana, por lo que he traducido el pensamiento, no la imagen.
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¿Por qué en rostros brillantes cual la luna, cuerpos esbeltos y renegros ojos no podemos hallar señal alguna de amorosos antojos? N o v e o e n ti l u n a r , eres er es h e r m o s o cuanto lo puedes ser; mas deseara que constancia y amor en tu precioso semblante se encontrara. Para el ave sagaz redes nudosas y astutos lazos son desprecio y risa; al sabio con acciones virtuosas se caza más aprisa. ¿Q ué m uc ucho ho qu quee Z o ráh rá h 108 bailes gracios graciosos os m u ev evaa en el cielo 109 co conn festivo en can ca n to, to , si de los dulces versos amorosos de Hafiz usa en el canto?
£omh. Es el planeta Venus, el patrono, según los orientales, de los 108 músicos y cantores. m Mueva en el cielo. El original dice: excite al Mesías a la danza. No es, en realidad, falta de respeto al Mesías, cuya suma santidad reconocen los musulmanes. Aquí quiere decir que sus versos son capaces de hacer bailar hasta lo más grave y majestuoso, hasta el Mesías. Pero yo he mudado la comparación, sin apartarme de la idea, siguiendo el ejemplo del sabio Rewizki, para no ofender los oídos delicados.
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GACELA VIII
Desde que halló el amante esperanza halagüeña en tu semblante, se ceban mil en tus lunares bellos y caen en la red de tus cabellos. Cuanto sea el tormento de estar lejos de ti sólo un momento, díganlo aquellos que acogió la tierra allá en Kerbela110 co conn san s angr grien ienta ta gu erra. erra . Si al amor y bebida mi muchacho se entrega sin medida, diré adiós al pudor con frente osada y huirá mi templanza despechada. L len em os este d í a 111, que lo es de los placeres y alegría. 110Kerbela. Campos de Asia, en la Persia, al lado del Eufrates, en donde fue muerto el imán Husein, hijo de Alí y nieto de Mahoma, peleando contra el ejército de Yesid, hijo de Moavia, que le disputaba el califato. Sudi, intérprete turco de las obras de Hafiz, dice que, en sus días, se veían, en aquel sitio, el sepulcro de Husein y los de los setenta varones que perecieron con él, y añade que murieron de sed, a cuyo tormento parece que alude el poeta. 111 Llenemos este este día. Este pensamiento es de todos los poetas báquicos. G ocem os el tiem tiem po de los los placeres, esto esto es, es, de la la juv en tud que pasa m uy aprisa. En los cinco días da a entender el poeta el completo del poco tiem po p o q u e f a lta lt a p a r a a c a b a r s e .
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Si cinco más me añades, ¿qué más quiero? Gocé mi tiempo con sabor entero. Hafiz, si tan dichoso eres que un beso des en su pie hermoso m, pu p u e d e s d e c ir q u e e n u n o y o t r o m u n d o un honor has logrado sin segundo.
Un beso des en su pie. Los orientales llaman su rey a su amante, y bajo 112 esta alusión está concebido este pensamiento, cuya explicación se debe tener pr p r e s e n t e e n o tr a s o d a s e n q u e se h a c e ig u a l u so d e e ste st e e p íte ít e to y sus su s a t r i bu b u t o s .
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GACELA IX
Levántate, copero, la taza alarga con jovial presteza, po p o r q u e s e p u l t a r q u ie r o el pesar y tristeza de nuestra edad presente, en medio del licor rojo bullente. Añade vino a vino, y hagan los brindis olvidar los males que nos trae el destino, po p o r q u e m u c h o s m o r t a l e s p o r n o a c o r d a r s e d e esto es to no alejaron de sí su hado funesto. El ancho vaso lleno todo de vino, pon sobre mi palma, y agotado en el seno enloquézcase el alma, que así del hombro al suelo ca e rá ese ese m an to de co color lor de d e cielo U3.
113 Man M anto to de colo colorr de cie cielo. lo. Parece que era de ese color el manto o hábito de los sufis o monjes musulmanes, cuya profesión había abrazado Hafiz, tan en contra de su voluntad como lo demuestran, muy a menudo, sus canciones. Aunque en el fondo se ve que habla mal y se burla solamente de los hipócritas que, bajo el manto de la virtud, ocultan una conducta desarreglada.
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Murmuren mis acciones enhorabuena ancianos y prudentes y rían los varones. Para mí indiferentes fueron siempre los vanos renombres que apetecen los humanos. Si el humo caldeado que del volcán arrojo de mi pecho, al suyo duro, helado, llegase, ¡ay! o deshecho al punto se quedara, o como yo suspiros exhalara. A ninguno confío el venturoso singular secreto que guarda el pecho mío, pu p u e s n o h a l lo a saz sa z d isc is c reto re to al que en puro oro bebe, ni al de la humilde silenciosa plebe. Sumamente contento estoy con el dominio de la hermosa que supo con violento impulso y con graciosa astucia aprisionarme, y en pos del alma la quietud robarme. N o los a lto lt o s cip ci p rese re sess que de ornamento sirven a los prados y coronan las mieses 279
serán más alabados cuando aquel se presente de form fo rm a a r g é n te a 114, recto y em e m inen te. H afiz af iz,, sufre c o n stan st an te 115 tus agudos pesares noche y día, así verás delante la anhelada alegría, y tu gusto cumplido antes de lo que te hayas prometido.
114 De form fo rmaa argé argént ntea ea.. Los poetas antiguos, con especialidad los griegos, llaman una cosa de plata por excelencia. Así, Homero dice: Tetis la de pies de plata. plata . Y en nuestras expresiones vulgares, hay ciertos rezagos de los idiotismos orientales. Tal es el decir, para expresar que una muchacha es hermoro. Ni los pinos son de oro, ni los cipreses de plata, sa, que es un pino de oro. pe p e r o las d o s a lus lu s ion io n e s s o n s u m a m e n t e a d a p t a d a s y p o é tic ti c a s p a r a e x p r e s a r el pr p r e c io y f o r m a d e l a p e r s o n a c o m p a r a d a . 1,5 Stifre constante. H oracio d a este este m ismo ismo con consej sejoo al fin fin de la oda XX IV , Dur um, sed levius levius f i t patientia patien tia / quidquid quidq uid corrig rriger eree est nefa nefas. s. del libro I. Durum,
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GACELA X
No N o s s e p a r a m o s 116, ¡ay! ¡ay! y al p u n t o vist vi stee mi corazón con ansias afligido. ¿Cuándo hará y cómo mi fortuna triste que sea mi viaje fenecido? ¡En cuántas partes los contrarios cielos desterrado me hicieron ir vagando! Sin duda de mi amor tuvieron celos, nuestro trato dulcísimo envidiando. Las plantas pla ntas b añ a ré 117 con abu nd ndosa osass lágrimas derramadas de alegría del mortal que tus luces deliciosas me conceda adorar como solía. 116 Nos N os separa separamos mos.. Ésta es una oda de despedida que envió Hafiz a su amada o amado cuando partió a la corte del rey de Yezdi. Yezdi era, en otro tiempo, una ciudad ilustre, capital de la provincia del mismo nombre y residencia de sus reyes, a tres días de Siraz, en medio de Ispahán y Kermán, a igual distancia de las dos. 117 Las La s plantas plan tas baña bañaré. ré. Este dístico o estancia es imposible traducirle con las alusiones del original. Suena así literalmente: Con la aspersión de mis pestañas, que están al modo de tus cabellos, anejaré oro a los pies del que me proporcione saludar te. te. Aquí hay un cúmulo de ideas y alusiones que es preciso desembrollar para entender bien este pensamiento, sumamente oscuro. Primero, la aspersión de las pestañas, esto es, el derramamiento de las lágrimas la compara a las monedas que se arrojan al pueblo en los bautismos y festividades en señal de alegría, porque estas lágrimas las vierte de sumo gozo. Segundo, dice que esta moneda no es de un valor despreciable como la que se arroja al pue bl b l o , s in o d e g r a n d e e s tim ti m a , d e o r o , c o n lo q u e e x p r e s a su p u r o y e x c e siv si v o
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Mis votos voto s 118 son p o r ti, tú alza al instan ins tan te también las palmas a la inmensa idea. Le pido que tu fe guarde constante, y que benigna nuestro amparo sea. Si se halla el mundo contra mí irritado o alguna injuria contra ti fomenta, debe estar nuestro pecho sosegado, que el Ju ez suprem o v engará esa esa afrenta. afrenta. Lo juro por ti misma, si a mi frente asestar mil y mil espadas viera, de este tu corazón mi amor ardiente todo el el orbe arra nc ar jam ás p udiera. Mi ánima ansiosa y présaga me dice que pronto llegará de verte el día. ¡Oh día para mí dulce y felice, colmo de mis deseos y alegría!
gozo, y que de esta preciosa moneda, o de estas lágrimas de oro están cargadas las pestañas de sus ojos, como los cabellos de su amada, porque los orientales acostumbran entretejer los cabellos de los muchachos y de las vírgenes con hilos y dijes de oro, y así dice que arrojará oro, esto es, bañará con lágrimas de un gozo puro los pies del que le procure tamaño bien. Pensamiento sumamente sencillo en sí, y que hacen sumamente difícil las alusiones a costumbres y adornos orientales, que nunca se pueden expresar con claridad en una lengua europea. M i s voto votoss son. son. Parece que éste es propiamente el adiós de la despedida, 118 y la estancia siguiente la imprecación contra los que piensen atentar a sus votos.
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Cuando Hafiz con su pluma deliciosa retrata tus mejillas encendidas, se ru r u b o ra n las las hojas h ojas 119 de la rosa, de las del libro encantador vencidas.
Se ruboran las hojas. Aunque hay aquí un equívoco que, en rigor, no se 119 debe permitir en una obra de buen gusto, sin embargo, me parece bastantemente bien manejado y que se le puede disimular de buena gana.
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G AC A C EL EL A X I m
Aquí moran las virtudes, en mí vicios y pasiones. ¡Cuán diferentes caminos! ¿Y cómo han de unirse? ¿Adonde? ¿La beodez y abstinencia quién las vio jamás acordes? ¿Ni entonar con dulces flautas santos himnos? ¿Cuándo? ¿Adonde? Aborrezco el triste claustro, odio el hábito de monje. ¿Adonde están los banquetes? ¿El alegre vino adonde? Pasó Pa só el tiem ti em p o de delicio licioso so 121 de mis felices amores. ¿Adonde están los cariños? ¿Las blandas quejas adonde?
120Esta oda es la expresión de u n m onje que, en la a uste ridad del clausclaustro, se recuerda de los placeres del mundo, y así está llena de interrogaciones y de la repetición del adverbio adonde, porque no sabe adonde encontrar tranquilidad para su corazón. 121Pasó el tiempo delicioso. Parece que copió los siguientes versos de Horacio, Quo fug fu g it, it , Venus, Venus, heu, quove quove color color decens? decens? / quo motus? Quid libro IV, oda XIII. Quo habes illius, illius / quae quae spirabat amore amores, s, / quae me surpuerat mihi.
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V a n tras la l a luz de m i am a m ad o 122 mis émulos. Reflexionen ¿dónde está su mecha extinta, el hacha de mi sol adonde? S ien ie n d o a lco lc o h o l de d e mis ojos 123 el polvo polv o q u e a tu u m b ral ra l co coge genn 124, donde tú estás estoy yo; si te mudas 125, dime adonde.
122 Van tras la luz de mi amado. Nótese esta hermosa oriental alegoría para decir que sus émulos intentan, en vano, conseguir los favores de su amado por la gran distancia que hay entre ellos. Ellos quieren arrebatar la luz, y son mechas apagadas, él es sol y está sumamente elevado para poder alcanzarle. Alcoho l de mis ojos. jos. La voz cohol, del original, está trasladada a nuestra 123 Alcohol lengua con el artículo al, formando de las dos una sola voz y significando lo mismo. Esto me hace ver que no es exacta la traducción latina de esta voz hecha por Revizky, pues collyrium, colirio en castellano, no es absolutamente lo mismo que alcohol, aunque ambos se componen del estibio o antimonio. El primero, es un medicamento para curar los ojos, que regularmente se disuelve en agua, y el segundo, es el mismo antimonio reducido a polvo azul oscuro, con el cual, por medio de un pincel, las asiáticas y nuestras antiguas españolas daban ciertas sombras alrededor de los ojos que los hacían aparecer más grandes y más hermosos. 124E l polvo que a tu umbral umbr al cog cogen en.. Esta metáfora está tomada del modo oriental de saludar a los príncipes y grandes señores, que siempre es por postración poniendo la frente en tierra, por lo cual para decir saludar, venerar, Postrar la f a z en el polvo de los los pies. usan frecuentemente de esta frase: Postrar 125 Si te mudas. C om o el polvo del um bral de la casa de su am ado , al al tiempo de postrarse en él, le sirve de alcohol para sus ojos (de tan inestima ble b le p r e c i o es to d o lo su y o , h a s t a lo m á s vil, vi l, q u e es el p o lv o del de l u m b r a l ) n o quiere d es am pa rar su hab itación, y así así le dice dice que estará siempre con él él y que, si llega el caso de partir, le diga adonde para no desampararle un pu p u n t o . H e p u e s to , c o n g u s to , tre tr e s n o t a s a u n solo so lo d ísti ís ticc o p o r q u e d e s e o q u e todos entiendan bien las bellezas que encierra.
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Guarte, no mires su barba. Anima mía, te expones, po p o r q u e es h o y o e n el c a m ino in o . ¿Dó vas tan aprisa? ¿Adonde? Ni N i c o n s t a n c i a n i p a c i e n c i a pid p idáá is a H a fiz fi z . ¡ V a n a s voc voces! es! ¿Dónde hay paciencia y constancia? ¿Y tranquilo sueño adonde?
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GACELA XII
¿Quién hará que mis ruegos fervorosos pe p e n e t r e n el o ído íd o de los los qu quee cer c erca cann a m i re r e y 126 ansiosos, po p o r q u e al fin fi n c o n m o v id o de su regio carácter se revista y no intente arrojarme de su vista? Contra el maligno embate y la impostura de mi émulo malvado a m i n um en me acojo 127 y su du lzura, lzu ra, quee el astro aq qu aque ue l d o rad ra d o 128 que el cielo enciende con su lumbre bella será el amapro de esta oscura estrella. ¿Qué bulla, ruido o confusión es ésta que tú ahora excitaste mostrando tu figura hermosa enhiesta? ¡A cuántos aterraste con un tiro no más! ¿Cuál el secreto de tanta muerte y triunfo tan completo?
m A mi re rey. Llama rey a su amado y espera que, por la generosidad pro p i a d e su c a r á c t e r , n o le s e p a r e d e su v ista is ta.. 127A m i num numen en me me acojo. Aquí le llama su dios y se acoge a su amparo para que le defienda de sus enemigo. 128Astro aquel dorado. Aquí llama a su querido estrella de primer tamaño , y a sí propio, por humildad, estrella oscura, pequeña.
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Cuando esas tus mejillas con brillantes colores sonrosean se enciende el corazón de los amantes. ¿Y de que todos sean así abrasados con dolor insano, qué utilidades sacas inhumano? Si tus renegras cejas con un fiero movimiento imperioso decretaron cruel mi fin postrero, teme el giro engañoso de tus luces, y evita la atroz pena a qu e tu culpa en enorm orm e 129 te con de dena. na. Con los prestigios de tus dulces ojos el corazón doliente sangre espumante brota. Los despojos ve, joven excelente, de tu victoria, y mira de qué suerte conduces tus esclavos a la muerte. Las horas de la noche silenciosa las gasto yo esperando que el aura matutina con graciosa risa, y acento blando me traiga alguna nueva, que al sediento corazón refrigere, y le dé aliento.
129 Tu culpa enorme. Tal es condenar a muerte a quien no lo merece, a un inocente, quizás porque tus ojos te engañaron. Así, no te fies de ellos, está alerta contra su falacia.
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Si el corazón de Hafiz de sangre hinchado, se encuentra comprimido p o r v erse er se d e tus tu s o jos jo s s e p a r a d o , ¿cuál será su latido, su dulce agitación, cuando sus brazos te estrechen otra vez con tiernos lazos?
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GACE GA CELA LA X III m
El corazón doliente del pecho se me escapa arrebatado. Vosotros, que la mente tranquila mantenéis, el tan guardado secreto haced no sea ¡ay! propalado en pública asamblea. En la playa arenosa nuestra nave encalló, siendo impelida de tempestad rabiosa. Viento sopla al revés, y la querida tierra le dará abrigo, y el ver el rostro de su caro amigo. 130 Esta Esta es es una de aqu a quel elll as odas o das más verdaderamente ver daderamente báqui báq uicas cas,, hechas hechas en en medio del confuso estruendo de los brindis. Figúrese el lector que son trece los convidados, todos poetas, y el principal, un monje, y que se ponen a brindar uno en pos de otro, y no extrañará que, según su genio, cada uno diga una cosa diversa, aunque todas análogas al objeto del convite, ni que el primero y el segundo hablen de su amor ya secreto, ya contrariado, que el tercero aconseje aprovechar el buen día que proporciona la fortuna, que el cuarto, quinto, sexto y séptimo se extiendan en alabanzas del vino, que el octavo, más severo, diga una sentencia alusiva a la amistad que los une, que el noveno exprese que no está en su mano el dejar de entregarse a los placeres, que el décimo se dirija al poderoso pidiendo su favor, que el undécimo haga un elogio de la lengua en que están improvisando, que el duodécimo vuelva al amor y que el monje, al fin, se disculpe de su obrar voluptuoso, cerrando así todos los brindis. Yo creo que si en un convite con los mismos datos se compusiese una oda, tal vez no saldría de otro modo. Y ve aquí en lo que yo encuentro la perfección de estas composiciones, en que están estrictamente adaptadas al canto báquico de los banquetes.
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Diez días de contento a nadie la Fortuna ha concedido, que su favor es viento, y así disfruta con placer cumplido el momento presente, que ¿quién está seguro del siguiente? En la espesa enramada, do con la vid la rosa se pompea, esta noche pasada cantó así el ruiseñor: Ea, sus, ca, que el albor matutino os brinda, amigos, con el fresco vino. A qu quella ella á spera sp era c o s a 131 p o r n u e s tro tr o g r a n L e g i s l a d o r 132 l l a m a d a , a fin de hacerla odiosa, madre de los perversos, más me agrada y más mi sed provoca que el dulce beso de virgínea boca. Es el vaso de vino aquu el espejo aq esp ejo de A lejan le jan d ro 133, don do n d e escrito está el destino. cosa.. El vino. 131 Aspera cosa Legislador. dor. Mahoma. Así llamaba al vino. 132 Legisla 133Espqo de Alejandro. De este espejo dice Sudi, comentador turco de Hafiz: "Es fama que Darío, disputando el reino con Alejandro por medio de las armas, hizo uso de un espejo maravilloso que volvía contra su contrario sus pr p r o p i a s t r e t a s y a s tuc tu c ias ia s , y c u e n t a n q u e se a tu v o a su v o to to d o el tie ti e m p o que con él rechazó de sí las insidias de Alejandro. Lo que sabido por este
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Consúltale y verás cuál te responde, y hace ver de qué suerte subió Darío y tuvo infausta muerte. Si te oprime la impía po p o b r e z a , a r r o j a su t e n a z c u i d a d o con vino y alegría, que el infeliz con ellos, aunque el hado se le muestre importuno pu p u e d e lle ll e g a r a s e r o t r o C a r u n o . Si quieres ser dichoso en uno y otro mundo, esta sentencia aprende cuidadoso, que en dos letras no más está su ciencia: Trata afable a tu amigo y con circunspección a tu enemigo. No N o m e fue fu e c o n c e d i d o en ca de la virtud hacer parada, ni el que sea extendido mi nombre con honor. Si no te agrada el mirarme entregado al vino y al placer, enmienda el hado.
pr p r ín c i p e , c o n s u ltó lt ó a los lo s filó fi lóso sofo foss y s a b ios io s q u e lle ll e v a b a c o n s ig o , e x c itá it á n d o le s a pe p e n s a r a lg ú n a rtif rt ific icio io c o n el c u a l, e n c u a l q u i e r a t ie m p o , p u d i e s e v e r p o r sí mismo el estado de los negocios del rey Darío, a cuyo mandato, accediendo los filósofos de Alejandría, erigieron sobre una grandísima columna un espe jo j o m á g ic o e n el c u a l v e ía c u a n t o p a s a b a e n los lo s sie si e te c lim li m a s d e l m u n d o .
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Tú que eres soberano de las gracias l34, pues todas van a una a posar en tu mano po p o r t u m i s m a b e n é f i c a f o r t u n a , que te muestres te pido favorable con este desvalido. Los muchachos hermosos cuando el lenguaje pérsico modulan son dulces, son graciosos, y el placer sus acentos estimulan. Mas tú corre, copero, y da estas nuevas al asceta austero. No N o seas sea s i n c o n s t a n t e , que de celos cual haz de rama hojosa te abrasará al instante aquel joven ilustre, cuya hermosa pa p a l m a t a l fue fu e g o a n i d a que como cera el pedernal liquida. Este manto de grado no se lo puso Hafiz, ni por su culpa fue con vino manchado. Oh superior purísimo, disculpa nuestro obrar voluptuoso merezca de tu pecho bondadoso.
Soberano de las gracias. El mismo Sudi dice que esta estancia se dirige a 134 Kavan-eddin Hasen. Pudiera ser también al objeto de su amor, y entonces la oda tendría más unidad.
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GACELA XIV
Muchacha, el claro brillo de la luna es el reflejo de tu linda barba, y en ese hoyuelo con placer se anidan los lascivos anhelos y las gracias. ¿C uá nd o h a rá Dios 135 se cum pla m i deseo de ver a un tiempo al aire desatadas de tus cabellos las ondosas trenzas y mi ánimo cobrar su antigua calma? Para verte mejor, para adorarte m i alm a a los los labios se asom ó 136 co conn ansia. Está suspensa en ellos, de ti sola pe p e n d e se v u e lva lv a , o q u e d e l t o d o salg sa lga. a. Mi corazón enfermo desfallece, sépalo aquella que el dolor me causa. 135 ¿Cuándo hará Dios? Aquí hay una figura retórica peculiar a los Istifham.i-inkia.ri kia.ri (interrogación por negación) porque la Orientales, llamada Istifham.i-in respuesta a esta pregunta es: “Nunca, por no ser posible que yo vea desatados tus cabellos y que mi ánimo se recoja, esto es, que no se excite con amorosos deseos.” los labios labios se asomó. asomó. Hipérbole del asombro que causó la vista de la 136 A los hermosura. De su voluntad depende el que se vuelva el alma, esto es, que se tranquilice, o que salga del todo, esto es, que muera el amante, según el afecto que excite con su buena o mala correspondencia. No es desemejante de esto aquello de Platón sobre el muchacho Agathón: Besando y o a Agathón, sentí el alma en los labios, la pobrecilla vino como queriendo pasar adelante.
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Y vosotros, amigos, sed más cautos, que no son diferentes nuestras almas. Al pasar los umbrales de mi puerta la refulgente túnica levanta, que está empapado el pavimento en sangre de víctimas a ti sacriñcadas. De mirar tu mejilla y poner freno al ardiente deseo, ¿qué se saca? ¿No vale más que nadie ante tus ojos se jacte osado de virtud tan rara? Mi fortuna dormida quizá el sueño arrojará de sí, porque bañada se verá de la luz que tus brillantes ojos en torno sin cesar derraman. Algunas flores de tus siempre frescas mejillas haz que el céfiro nos traiga, así podremos aspirar la esencia que ese tu encantador vergel exhala... Este es de H afiz af iz 137 el anh ela nte nt e voto. v oto. Oyelo y di que sí, mi dulce amada: Que a mí me toque en suerte aquel almíbar que tu labio destila y amor labra. Éste es de Hafiz. Antecedían a este dístico otros cuatro tan sumamente 137 inconexos que me ha parecido suprimirlos para no echar a perder esta hermosa cantinela. Pero para satisfacer la curiosidad de los que quisieran verla íntegra, cual la compuso su autor, traslado aquí este trozo: Gozad de los ba b a n q u e t e s la r g o tie ti e m p o , / v o s o tro tr o s , c o m e n s a le s del de l m o n a r c a ; / q u e yo nunca, infelice, vi en sus días / mi pobre copa de licor colmada. Dirás a los
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GACELA XV
Un músico esta noche mi oído regalaba con amorosos tonos de su canora flauta. Sentí al punto al oírle en mi pecho mil ansias, tal impresión me hacían sus dulces consonancias. Un copero, con frente como el diciembre blanca, y con rizos cual soles, a mi lado se hallaba. Al verme trastornado, vino con abundancia vertió en mi copa. Absorto a una acción tan hidalga
de Yezdi de mi parte, / céfiro amigo, "Cerquen las desgracias / a los que ingratos con vosotros vosotros sean, sean, / cual bolas de ckocán*, que nunca paran." Aunque me hallo muy lejos de vosotros / mi ansiosa voluntad está cercana, / de vuestro rey escla esclavo vo ser deseo, deseo, / y que logréi logréiss eterna ilustre ilustre fama. / O h rey, rey, astro astro luciente luciente y poderoso, / te pido con mil ruegos esta esta gracia, / que pe p e r m ita it a s q u e selle se lle c o n m i f r e n t e / los lo s cele ce less tes te s u m b r a le s d e tu a lc á z a r . arco. Tal vez del nom* Chocan. Véase en la gacela III la nota Descansa el arco br b r e d e e ste st e m a z o y d e su u so h a p r o v e n i d o n u e s t r o v e r b o chocar.
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grité: De mi existencia tú me alivias la carga cuando así con el vino me rebosas la taza. Líbrete Dios del fiero pe p e s a r d e l a i n c o n s t a n c ia , y en uno y otro mundo te dé dichas colmadas. Cuando Hafiz está alegre, ¿qué le importan tiaras, n i K a u s, n i Kis K is 138, n i Persi Pe rsias as?? Poco menos que nada.
138 Persia.
Kaus y Kis Kis. Kaus y Kis fueron dos antiguos poderosos reyes de la
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G A C E L A X V I 139
Velada la cabeza de rosas la alba sale. El brindis matudno al punto, al punto dadme. El rocío en el rostro de la tulipa cae. Llegad el vaso, el vaso, Compañeros amables.
139 En est es t a oda cele ce lebra bra el el poeta la venida venida de l a primaver primavera, a, en cuy c uyoo tiemtiem po p o , s e g ú n su d o c tr i n a , es p r e c is o e n tr e g a r s e a l a m o r , a l v in o y a los lo s p la c e r e s de los festines. La escena es, al amanecer, al frente de una taberna, fonda o casa de festín, cuya puerta está cerrada. En lo interior, los camaradas, y en lo exterior, dos, uno que anuncia el momento del amanecer, y otro que hace la aplicación de las ideas que éste produce. Las cinco primeras coplas se cantan alternadas, la sexta parece un dúo, a cuyos acentos se abre la puerta de la sala, en donde aparecen los compañeros, y Hafiz, en las dos últimas, convida tanto a los enamorados como a los sabios a entregarse a la voluptuosidad, siendo hasta en el amor a su Batilo semejante al lírico de Teya. En esta oda se ve claramente lo que expuse hablando de las gacelas en general. Que las de esta naturaleza son himnos al sol, al equinoccio de la pr p r i m a v e r a , y el c o p e r o , h e r m o s o c o m o u n á n g e l, es el sol, so l, y los b e so s q u e , dice, sorben de su faz, es el goce de su luz y de sus benignas influencias. Dirige esta última imprecación a los que padecen en amor, esto es, a los que han carecido, durante el invierno, del amoroso aspecto del sol, porque el sol es el amor del mundo, y a los sabios, esto es, a los iniciados en los misterios del culto del sol, a quienes dice que alegren el semblante y que gocen del copero que derrama su luz.
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Un divinal ambiente en el jardín se esparce, Bebed el vino puro con anhelo incensante. Su trono de esmeralda la rosa extiende al aire. Venga el licor que brilla cual rubí centellante. En la sala encerrados están aún, aún no salen. Oh tú, portero, al punto ambos batientes abre. En estación tan dulce es raro, extravagante, que el templo de los brindis pa p a t e n t e n o se h alle al le.. Tú, que en amor padeces, la copa al labio trae. Y vosotros, oh sabios, alegrando el semblante, con Hafiz, sorbed besos más que el vino suaves de la faz del copero, hermoso como un ángel.
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GACELA XVII
Hora las trenzas la temprana rosa adorna, hora la diestra ocupa el vaso, y al lado de la hermosa virgen hora contemplo con desprecio de los monarcas el orgullo necio. Quita la tea trémula al instante. ¿De qué sus tibias luces esta noche, que su candor brillante depositó la luna en la rosada fresca mejilla de mi dulce amada? Lejos de este mi umbral los deliciosos aromas, y los bálsamos de Siria, que olores mil preciosos ha derramado en derredor aquella ungida crencha de mi joven bella. No N o el g r a t o j u g o d e l a h e s p e r i a c a ñ a ni otra azúcar suavísima me alabes con elocuencia extraña, que el labio de mi niña con dulzura un panal vierte de la miel más pura. Los vinos, a los otros prohibidos po p o r la s e v e r a ley, ley , son so n a m is fieles amigos concedidos, 300
y si estás tú presente, oh lumbre mía, disculpa encontrará nuestra osadía. Mas si la suerte con rigor me mira, y robando mi amor, de mí tu rostro con desdén se retira, bu b u s c a r é los l u g a r e s e s c o n d ido id o s p a r a a r r o j a r e n ellos ell os m is g e m ido id o s . ¿Para qué de la fama resonante los falsos y pomposos atractivos me pones tú delante? N a d a m e m u e v e n los lo s r e n o m b r e s h u e c o s ni del aplauso popular los ecos. A mí sólo el cantor me causa agrado, el tono de la cítara sonora, el ver apresurado correr el vaso en torno, y con excesos coger del labio virginal los besos. Lascivo, audaz, beodo y descarado en robar los placeres, lo confieso, lo soy en sumo grado, mas si hallas uno en la ciudad diverso dedico al punto a su loor mi verso. Guárdate empero de contar al duro superior mis deslices inocentes, aunque no es él muy puro, 301
pu p u e s a m e n u d o c o n lic li c o r suav su avee se suele perturbar su rostro grave. Hafiz, el vino y ansias amorosas interrumpiólas la estación helada, mas hora que las rosas con purpurado resplandor parecen, los años otra vez rejuvenecen.
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GACELA XVIII
Céfiro, si la estancia de mi amiga atraviesas, de sus fragantes rizos arrebata la esencia. ¡Ah! si tú me trajeres de su albo pecho nuevas, mi corazón bañaras de una dulzura inmensa. Pero si la fortuna este placer te niega, al menos trae el polvo que en su estancia revuela. ¡Qué infeliz soy en tanto que deseo su vuelta! ¿Cuándo, ¡ay! ante mis ojos veré su imagen bella? Mi corazón doliente como el sauce retiembla con la ansia de mi amiga, cual pino hermosa y recta. Aunque ella no me amara, el orbe de la tierra 303
trocara por un solo cabello cab ello de su c r e n c h a 140. ¿De qué sirve que el dulce Hafiz un alma tenga tan libre, si su esclavo es forzoso que sea?
Cabello de su crencha. A cualquiera parecerá, al leer estos versos, que 140 tu, Hafiz tuvo presente estos otros de Horacio en la oda X I I del libro II. Num. tu, quae tenuit dives Achaemenes / aut pinguis Phrygiae Migdonias opes / permutare velis velis crine Lilymniae / plenas plen as aut au t Arabura A rabura domo domos? s?
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GAC ELA X I X 141
Cuando por el oriente de la copa con majestad se eleva el sol del vino, en el jardín del rostro del copero mil tulipas arrojan dulces brillos. El aura perfumada con la esencia que sube de su plácido recinto, sobre el rosado pecho esparce en torno sus cabellos oscuros cual jacintos. Cuando nos dividió la noche amarga fue con tantos lamentos y suspiros que para retratar este momento no bastan, no, mil plumas, mil escritos. Con la firme paciencia que el Profeta N o é vio vi o d e s a ta r s e los lo s ab abis ism m o s, se obtendrán nuestros férvidos deseos, nuestras angustias hallarán alivio. La esperanza que abrigas en tu pecho n a d a a islad isl adaa vale va le 142, darle da rle au auxilio xilio 141Es preciso adv ertir que H afiz h ab la en tod a la o da consigo m ismo, y que se queja de la ausencia de su Batilo. 142 Nada Na da aislada vale vale.. Quiere decir que de nada sirve su esperanza aislada, que necesita que su amado le auxilie con otra tal de su parte, porque si no, es un delirio creer que se logren sus deseos.
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es menester a fin de que se logre, que empresa sin auxilios es delirio. N o o c u p e t u d ese es e o l a a v a r icia ic ia ni la fortuna te fascine el juicio. Con poco el hombre vive, y ese poco lograrlo puede sin trabajo asiduo. La aura que sobre tu sepulcro juega, Hafiz, traiga el aroma de sus rizos, con ella cobrará tu polvo vida y volverá a tu voz el verso extinto.
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GACELA XX
Lloro y lamento sin cesar tu ausencia, ¿mas de qué sirve mi anhelar continuo si a tus oídos Céfiro rehúsa llevar mis ayes? La noche, el día en la aflicción consumo. Algún alivio conseguir debiera, mas de ti lejos, ¿cómo estar tranquila el alma puede? Tan sólo puedo suspirar en vano, que es mi tormento tan cruel que ansiara que mi enemigo más atroz se viera cual yo me veo. Desde que el eco de mi voz no escuchas está en la pena el corazón sumido y a los mis ojos ardorosas fuentes de sangre envía. Cuando suspiros por tu ausencia lanza mi pobre pecho, gotas mil de sangre a cada golpe de mis ojos brotan rápidamente. En tu partida meditando siempre Hafiz ausente trastornado yace. ¿Cuándo tu risa deliciosa aliento dará a tu esclavo? 307
GACELA XXI
N a d a p o d r á a r r a n c a r d e l a l m a m í a de mi joven gentil la imagen grata, ni la memoria del ciprés pomposo de mi pecho jamás será borrada. No N o l o g r a r á n el h a d o e n f u r e c ido id o , ni la fortuna con rigor voltaria que la miel de tus rojos labios sea de mi sediento corazón borrada. Enredado en tu negra ondosa crencha está mi corazón desde la infancia. Hasta la muerte unión tan agradable no será ni deshecha, ni bonada. Arrebatarme las pasiones fieras lo pueden todo con ardientes ansias; sólo no pueden de mi amante pecho esta agradable llama ver borrada. Mi violenta pasión con tal impulso ha sido impresa en lo interior del alma, que aunque mi cuello dividido sea, ja j a m á s e s ta i m p r e s i ó n s e r á bonada. Si en sus amores mi alma mostró exceso, es preciso no obstante disculparla; 3088 30
está enferma, la fiebre que la agita quisiera ¡ay triste! al punto ver tonada. El que no quiera como Hafiz mirarse lleno de frenesí, de angustia amarga, hasta la idea del hermoso sexo tenga del débil corazón borrada.
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GACELA XXII
Rosa que el bel semblante de mi bien no traslada, no vale nada. Primavera radiante sin vino purpurado no causa agrado.
Bosque en sendas tortuoso, ja j a r d í n c o n a n c h u r o s a s calles hojosas, sin el cantar sabroso del ruiseñor penado no dan agrado.
Ciprés que el aire mece, flor, del campo ornamento, que ondea el viento, sin la faz que parece tulipán tulipán jaspeado, no dan agrado.
Labio cual miel fragante, índole deliciosa como la rosa, sin la trisca incesante y el beso enamorado no dan agrado. 310
Vinos con dulce esencia, vergeles olorosos son deliciosos, pe p e r o sin si n l a p r e s e n c i a de mi dueño adorado no dan agrado.
Encantos y primores del arte y de natura en la pintura, sin los vivos colores de aquel rostro extremado no dan agrado.
¿Y qué es, Hafiz, tu vida? M on ed a de no n a d a l43, que sólo echada en la fiesta lucida al pueblo alborozado produce agra agrado do..
Moned Mo nedaa de no nada. Alude al uso que tienen los orientales de arrojar 143 grandes puñados de una pequeña moneda, llamada nisar, al populacho en las grandes fiestas y en otras ocasiones de regocijo, como casamientos, procesiones u otras cosas semejantes. Y el pueblo ansioso extiende sus mantos, y vestidos para recoger las que caen. Hay algunos, tan económicos, que hacen anticipadamente provisión de esta mala moneda para semejantes casos. ¿Quién puede dudar que hemos tomado semejante costumbre de los orientales en los bautismos y funciones públicas? En esta estancia final, hace ver el poeta que su vida ha sido tan triste y contrariada (tal vez, por sus pasiones) que sólo causa agrado la relación de sus sucesos cuando los canta en medio de la bulla y alborozo.
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GACELA XXIII
Ahora que al jardín vuelve la rosa con nueva vida, con recientes gracias, la viola, acatándola cual reina, po p o n e su faz fa z d e b a jo d e sus p lan la n t a s . Al compás del adufe y de la lira be b e b e d el b r i n d i s m a t i n a l la taz ta z a , y a las muchachas las cervices besa al compás del adufe y de la flauta. D e Z e rd u s ti14 ti144 ren ue va el sacro sacro rito rito en medio de la plácida enramada, h o ra qu quee el fuego de N em ro d 145 las las hojas del jaspeado tulipán abrasa. Del jov jo v en con aliento de M es ías1 ía s1446 y mejilla brillante cual la plata toma la copa, y la terrible historia de Ade y Th em u d e 147 del oído ap arta .
Zerdusti. Zerdusti. Es Zoroastres, el primero que introdujo en el Oriente la ado. ración del fuego. 145 Nemrod. Uno de los principales adoradores del fuego. aliento to de Mesías. Denota un espíritu leve, suave, que puede resuci146E l alien tar un muerto. A de y Temude. Ad y Themud son los nombres de dos tribus antiguas de 147 Ade la Arabia, las cuales perecieron, desgraciadamente, según dice el Alcorán, p o r n o h a b e r h e c h o c aso as o d e las la s a m o n e s t a c io n e s del de l p r o f e t a S a lela le la..
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Cuando vienen las rosas y los lirios, el orbe como el fresco Edén se para. ¿Por qué la eternidad al contemplarle, fijar en él no quiere su morada? Cuando la rosa por el éter puro, cual Salom Sa lom ón ligera se en c ara ar a m a H8, el ave matinal sus dulces tonos con el ace nto de D a v id 149 discanta. No N o estés es tés e n t a n t o q u e las la s ros ro s a s b r i l l a n 150 sin lira, sin amigo, sin amada, que el tiempo de las flores delicioso en un momento imperceptible pasa. Un ancho vaso con herviente vino pa p a r a b r i n d a r a E m e d e d ín 151 a l a r g a a este este m o d ern er n o A sa f15 f152, cuyo pru p ru d e n te consejo el mismo Salomón tomara.
148 Cual Salomón ligera se encarama. Fingen los asiáticos que Salomón tenía un tapiz tan maravilloso que, puesto sobre él, caminaba por el aire. 149E l acen acento to de de David. Dav id. Los asiáticos estiman y alaban mucho los versos y la lira de David. 150 En tanto que las rosas búllan. Parece este pensamiento copiado de estos tan célebres e imitados versos de Ausonio en su idilio de las rosas: Ver erat et blando, etc. Collig Collige, e, virgo virgo,, rosas, rosas, dum du m f l o s novus, et nova pubes, pube s, / el memor esto aevum de properare tuum. 153Emededín. Emededín Mahmud era un visir de Persia, de grandes virtudes. A este este mode modern rnoo Asaf. As af. Asaf, si se ha de creer a los asiáticos, fue visir o 152 ministro de Salomón, cuyo nombre se antepone a uno que otro salmo.
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En este tiempo suyo la alegría sea perpetua y pura en nuestras almas, y llene todo el cerco de la tierra cual densa sombra su condigna fama. Venga vino a dos manos, vengan copas, que el hervoroso Hafiz nunca se cansa de pedirlo a los cielos y confía que benignos le otorguen esta gracia.
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GACELA XXIV
Ea, copero, el vaso lleno de vino dame, un vaso, y otro, y otro de vino puro trae. El remedio de todos los amorosos males, y la gran medicina del viejo débil trae. El rojo sol es vino, la blanca luna cáliz, en medio de la luna el sol ardiente trae. Aquel líquido fuego a mano llena esparce, aquel fuego, te digo, que es como el agua, trae. Pues la rosa esplendente tan pronto se deshace, un vino que parezca agua de rosa trae.
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Y a q u e no oigo el susu su surro rro 153 del ruiseñor amante, pa p a r a e x c ita it a r el r u ido id o copas y copas trae. A fin de que la suerte tristeza no nos cause, la cítara y la flauta de tanto en tanto trae. Pues gozo sólo en sueños sus abrazos suaves, aquella poción dulce que infunde sueño, trae. Si ebrio estoy, ¿qué remedio? p a r a q u e al p u n t o a c a b e ' de perder el sentido, un ancho vaso trae. Y otro, y otro, y mil otros a Hafiz luego, al instante, y sea permitido o no n o lo s e a 154, trae. 153 Ya que no oigo el susurro. Esta estancia es sumamente imitativa en el original. El primer verso es éste: Gulguli bulbul ar remaned roast. La palabra gulgul se aplica igualmente al ruiseñor ( bulbul) y a la botella. Significa voz, clamor y ruido, y designa perfectamente el estrépito que hace el vino cuando se derrama, de repente, de una botella. Estas bellezas no se pueden traducir; a lo más se pueden imitar algo para dar una idea, aunque débil. 154 Y sea permitido permi tido o no no lo sea. sea. Como hombre abandonado a los placeres, pa p a r e c e el p o e t a d e s p r e c i a r a q u í l a d o c t r i n a d e su p r o f e t a q u e p r o h i b e el u so del vino.
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GACELA XXV
Sufrí de amor la angustia, y también de la ausencia el veneno he sufrido, mas por quién, no lo inquieras. Por el mundo he vagado, y al fin una halagüeña muchacha yo he elegido, mas quién es, no lo inquieras. El raudal de mis ojos ba b a ñ a sus d u lce lc e s h u e lla ll a s, pe p e r o el m o d o y la c a u s a del llanto no lo inquieras. Palabras de su boca oí anoche, y en ellas lo que su pecho amante me expresó no lo inquieras. ¿Me provoca tu labio y mi secreto anhela? Besé, sí, un labio ardiente, pe p e r o c u á l, no lo inquieras. En mi triste cabaña solo y ausente de ella, 317
un tormento me aflige, que por Dios no lo inquieras. ¡Ay! Yo Hafiz he llegado en la amorosa senda a un punto que, te ruego, te ruego no lo inquieras.
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GACELA XXVI
Todas tus formas, ¡ay, qué delicadas! Donde estás tú, ¡qué sitio tan suave! Mi corazón de puro gozo llenas con tu trato melifluo y agradable. Como las hojas tiernas de la rosa tienes blando y dulcísimo carácter, y eres como el ciprés del paraíso en todos los sentidos agradable. Tu desdén y caprichos, ¡qué halagüeños! ¡Qpé graciosos tu bozo y tus lunares! Tus ojos y tus cejas, ¡qué lucientes! Tu prócera estatura, ¡qué agradable! Se matiza el vergel de mis ideas de pinturas y adornos al mirarte, y cual tu crencha el corazón exhala un olor de jazmines agradable. En la vía de amor es imposible evitar el torrente de los ayes, pe p e r o el a p o y o d e tu p u r o afec af ecto to me lo hará delicioso y agradable. Ante tus ojos brilladores muero,
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mas este amargo temeroso instante una sonrisa de tus dulces labios es capaz de volvérmelo agradable. Aunque buscarte en medio del desierto muestra dificultad y riesgos grandes, entrar en lo más hondo en busca tuya p a r a el m íse ís e r o H a f i z s e r á agradable.
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GACELA XXVII
Ese íd o lo 155 de ricas joy as lleno y de marmóreo corazón dotado, me tiene absorto, de mí mismo ajeno, y me ha la fuerza y la razón robado. Con su activo mirar, con su alba frente, con su hechicera angélica hermosura, con su brillo cual luna refulgente y con su veste rozagante y pura arde mi pecho con amor violento, y mi alma con su fuego está inflamada, y hierve y bulle en hórrido fermento cual vasija entre brasas colocada. ¡Oh, si en mis brazos estrechar pudiera su cuerpo, cual le ciñe su vestido! ¡Como la túnica interior quisiera estar mi corazón con ella unido! Al fin mis huesos se verán un día a polvo reducidos en la fosa,
155 Ese ídolo. Contempla, al principio, a su querida como un ídolo, cargado d e joyas y ad ornos brillantes, brillantes, y a él com o su a do rad or, y, si sin apa rtarse del todo de esta metáfora, explica el ardor de su pasión y sus deseos.
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mas ma s no p o d rá jam ás el alm a m ía 156 b o r r a r u n a p a s i ó n t a n p o d e r o s a . Su alto pecho, sus hombros extendidos a mis ojos ansiosos se ofrecieron, y juicio y religión y alma y sentidos al punto, en el momento destruyeron. Ya no tienes, Hafiz, otro cuidado que su melifluo labio delicioso, su labio, cual rubí, todo abrasado, su labio, cual lo anhelas, amoroso.
El alma mía. Los antiguos persas creían que el alma era capaz de exis156 tir por sí sola, separada del cuerpo, y que retenía sus amores y afecciones después de la disolución de la forma humana. Y como ellos sostenían que todas las almas y los elementos de todo cuerpo, cualquiera que fuese, eran increados, coexistentes, y coeternos con la divinidad, la inmortalidad del alma, pr p r e c is a m e n te , d e b í a s e r u n o d e sus su s d o g m a s .
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GACELA XXVIII
Llega, que siento el aura que tu rostro acaricia, y en mi pecho la imagen que imprime tu mejilla. Las gracias que atribuyen a las celestes ninfas l57, p o r p r o t o t i p o t i e n e n tu brillante mejilla. Su almizcle de tu crencha hurta la cabra china, la agua de rosa extrae su olor de tu mejilla. El su la se
ciprés a tu talla erguida copa inclina, rosa avergonzada abate a tu mejilla.
Pálido el jazmín queda cuando tu albor admira,
A las cele celest stes es ninfas. Éstas son las hurís o vírgenes de ojos negros que 157 Mahoma promete en el paraíso a los bienaventurados.
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vierte el argován 158 san sa n g r e mirando tu mqilla. Con rubor en las ondas el sol se precipita, y la luna contempla absorta tu mqilla. Agua inmortal los dulces versos de Hafiz destilan; como sangre su pecho cuando ve tu mejilla.
158 E l argová argován. n. Es el árbol de Judas, que se cubre enteramente de flores de color de púrpura antes de arrojar sus hojas. Se llama así porque se supone que este traidor se ahorcó en él después de haber vendido a su divino maestro. Que el árbol, en consecuencia, fue bañado con su sangre, de la cual quedaron teñidas sus flores, conservando, hasta el día de hoy, este mismo color p a r a p e r p e t u a m e m o r i a d e l h o r r i b le fin fi n d e a q u e l m a lv a d o .
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GACELA XXIX
Trae, copero, vino, que ya las rosas brotan, y rompamos los votos sobre lechos de rosas. Al vergel descendamos con algazara y broma, como los ruiseñores a los nidos de rosas. En su seno apuremos dulces fragantes copas, que el placer corre al punto a la voz de las rosas. Con rosas brilla el huerto, y pues nos huyen prontas, bu b u s c a u n a m igo ig o , el v ino in o y el palacio de rosas. Hafiz, las rosas ansias cual ruiseñor, y adoras hasta el polvo que pisa el guarda de las rosas.
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GACELA XXX
Llegó la rosa, amigos, vengan, vengan los juegos, esto mismo aconsejan los venerandos viejos. N o h a y t r i s t e z a h o r a e n n a d i e , pe p e r o ¡ay! ¡ay! q u e v u e l a el t i e m p o l59, pu p u e s b e b a m o s c o n a n s ia, ia , más que el tapiz manchemos. Dulce aura es, da gozo, mas yo apurar prefiero el rojo vino al lado de un semblante halagüeño. Venga la lira, adversa es la suerte a los buenos. Para evitar su angustia, ¿por qué no enloquecemos? ¡Cómo brilla la rosa! A g u a y vin v inoo 160, qu q u e el fue f uego go 159Pero ¡ay! que vuela el tiempo. Los poetas de todas las naciones, principalmente los voluptuosos, aconsejan a los hombres que se aprovechen del momento presente. El carpe diem de Horacio es su máxima favorita. Ag ua y vino. vino. Los asiáticos, así como los antiguos griegos y romanos, no 160 Agua be b e b e n v ino in o a b s o l u ta m e n t e p u r o , sin si n o q u e le a ñ a d e n u n a p e q u e ñ a p o r c ió n d e agua para diluirle, tal vez porque no han sabido clarificarle como nosotros.
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de amor, que me consume quiero apagar con ellos. Hafiz, ruiseñor eres. ¿Pues cómo tú al aspecto de las rosas pudieras mantenerte en silencio?
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GACELA XXXIm
Juegos de amor suaves, edad fresca y lozana, vino cual rubí ardiente, convites, camaradas, apuradores todos de rebosadas tazas. Escanciador de boca cual la miel, y con gracia indecible en el canto, amigo, amigo de alma, y en banquetes y brindis de fama acreditada. Joven cándida y pura cuaa l las e ter cu te r n a s a g u a s 162, robando los sentidos con su hermosura y talla, y émula de la luna cuando más llena y clara. 161 En esta oda el p oe ta nos q uiere p ersu ad ir de que las las tres cosas que hacen agradable la vida son la amada, el amigo y la botella, cuya idea repite con graciosas variaciones. 162 Cual las eternas aguas. Aquí, según el original, no parece que alude a las aguas del paraíso, sino a la fuente fue nte de la inmortalidad que estaba en el monte Caf o Gáucaso, cuyas aguas, al que las bebía le hacían inmortal y de cuyas maravillas están llenos todos los romances orientales.
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Si tú para festines alegre como la alta cumbre del paraíso, y en medio de él sembradas rosas cual las del huerto donde la paz descansa; compañeros amables de una unión extremada, y en fiestas ingeniosos, amigos, fieles guardas de secretos y socios de bulla y algazara; zumo rosado, seco, de vigor, mas de grata sensación, presentado en relumbrantes tazas, y h ac er b o c a 163 con rojos rojos labios de una muchacha; miradas de doncellas más agudas que espadas, cabellos esplendentes de hermosas aún intactas T hacer boca boca.. Acostumbran los Asiáticos en sus bebidas comer, de cuan163 do en cuando, algunas golosinas para hacer parecer más sabrosos los vinos, así como nosotros usamos de queso, salchichón, anchoas, etc., cuya verdadera expresión es hacer boca. El poeta, al uso de su país, quiere hacerla con una cosa dulce, y no encuentra otra que lo sea más que los rojos labios de una muchacha.
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extendidos con arte como lazos de caza. pa p a s a r h o r a s e n t e r a s oyendo dulces hablas cual las de Hafiz sonoro o las lecciones sabias H a g i Kovan , del orbe d e Ha consuelo y luminaria; éstas, sí, son delicias, y aquel a quien no agradan, da muestras de mal gusto y en no querer gozarlas, cuando le brindan ellas, que es un cuerpo sin alma.
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GACELA XXXII
El verano y la rosa el gozo excitan, hacen se olviden los austeros votos, y arranca el ansia de raíz del pecho el mirar de la alegre rosa el rostro. Vino el céfiro, el cáliz de la rosa d esco es com m pu puso so,, ju g a n d o , co conn sus sus soplos 164, y ella ella po r ir en pos despedaza da dejó la veste que la cubre en torno. Al impulso del céfiro travieso vi de la rosa los cabellos de oro, y reclinar los suyos el jacinto en la faz del jazmín con dulce apoyo. De su apacible risa, cual esposa, la tierna rosa se engalana sólo, y el corazón y el sexo en el momento nos trastorna su aspecto delicioso.
164 Descompuso jugando con sus soplo soplos. s. La misma idea y espíritu se ven en Hafiz en los siguientes versos del Pervirgilio Pervirgilio de Venus: M an e virgines papi pa pilla llass solvit umenti peplo / ipsa ipsa ju ss it mane, mane, ut udae virg virgin ines es nubant rosa rosae / fus ae prius de eru eruor ore, e, deque deque amoris osculis osculis , / deque deque gemmis, dequ dequee fla m m is, is , deque deque solis purp pu rpuu ris, / cras ruborum qui latebat veste veste tectus ignea ignea / unica m anto an to nodo nodo non pude pu debit bit solvere.
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Del ruiseñor amante se oye el canto, y el rebullir del colorín sonoro, po p o r q u e l a r o s a e n t a n felic fe licee d ía la d u ra cárcel de la ang ustia 165 h a roto. Corazón, la verdad es clara y pura cual la agua cristalina del arroyo, y la justicia y libertad tan rectas cual los cipreses del vergel hermoso. Por eso Hafiz se burla con el vaso de cuanto de fortuna fingen otros mientras su canto el músico modula y sus sentencias amplifica el docto.
Cárcel de la angustia. Entiende el poeta: el invierno ha roto su cárcel, ha sali155 do a luz con la venida de la primavera.
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GACELA XXXIII
Músico, con voz dulce entona un aire nuevo, pid p id e p a r a a l e g r a r n o s un vino fresco, fresco. fr esco. Huye los ojos linces, sea tu amor tu juego, y un beso a cada lance húrtale fresco, fresco. f resco. Sin el brindis, ¿qué vale el mejor alimento? Para alargar la vida venga uno fresco, fresco. fre sco. A rgen rg en típed típ ed o 16 166jo v en , encantador copero, el vaso dadme, y otro be b e b a m o s fresco, fresco. Angel del alma mía, p a r a m i f r e n te y c u e r p o
Argentí Argentíped pedo. o. El original dice Simi-Sak, sim, plata, s ak, pie. Éste es el 166 mismo epíteto que da Homero a Tetis y me parece que no se puede traducir de otro modo en castellano, conservando toda su fuerza.
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haz vistosos adornos con olor fresco, fresco. fresco . Céfiro, cuando vayas de mi hada al aposento, de Hafiz di susurrando el canto fresco, fres co, fresco. fres co.
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GACELA XXXIV
Trae vino, que es fiesta y estación de las rosas. ¿Quién está en este tiempo sin licor en la copa? Mi corazón se encoge con la templanza hipócrita; pa p a r a q u e se d ila il a te, te , de vino el vaso colma. El que ayer predicaba al joven con faz torva, hoy ya beodo al aire su austeridad arroja. Rosas hurta estos días, y las nocturnas horas con hermosas muchachas deleites de amor goza. ¡Ay, la rosa ha partido! ¿Y os estaréis ahora sin flauta, amiga y vino sumidos en congojas? Bien sabéis cuánto el brindis nuestra fiesta alboroza 335
cuando en el vino el rostro del copero se copia. Si a la lira unir quieres tu voz, músico, entona estas al festín regio de Hafiz dulces estrofas.
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GACELA XXXV
Aura, cual mi muchacho en derredor trasciendes, de él has arrebatado tu virtud suaveoliente. Guarte, ¿por qué la mano p a r a r o b a r e x tien ti endd e s? ¿Qué tienes que ver, aura, con su crencha esplendente? Rosa, ¿con su albo rostro a competir te atreves? El es blando y melifluo, tú, espinosa y agreste. ¿Qué tú, fragante albaca, con su bozo naciente? Tú luego te marchitas; él, lozano florece. A vista de sus ojos, Na N a r c iso is o , ¿ q u é p r e ten te n d e s ? Son voluptuosos, ebrios, tú, lánguido y doliente. ¡Oh, ciprés, tú en el huerto cuán hermoso pareces, 337
po p o r q u e la t a l l a e s b e lta lt a de mi muchacho tienes! ¡Oh, ánima! si aún pudieras elegir libremente, ¿elegirías cosa que este mi amor no fuese? Si no puedes un día de Hafiz estar ausente, ¿por qué, dime, a sus brazos al momento no vienes?
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GACELA XXXVI
Copero, ven aprisa, que está lleno de vino el vaso cristalino del fresco tulipán. Cobra la alegre risa, desarruga la ceja, los escrúpulos deja que royéndote están. Caprichos ni desdenes ocupen tu memoria. Lee la antigua historia, verás con gran terror sin corona las sienes de César arrogante, sin diadema brillante a C iro 157 ve venc nced edor or.. N o seas se as i n d o len le n te. te . ¿No ves enloquecida con la estación garrida Ciro o K i , como le llama Hafiz en esta estancia, esto es, monarca, es Ki 167 Cosrú, el tercero de la familia Cayana. Fue mirado por los asiáticos como el gran modelo de la gloria militar. Dícese que derrotó al tirano Afrasiab, invasor de la Persia 550 años antes del nacimiento de Cristo, en una decisiva batalla en las montañas de Media. Esta guerra es el asunto del muy cele b r a d o p o e m a h e r o ic o d e F e r d u s i. L o s h is to r ia d o r e s g r ieg ie g o s h a c e n a C i r o f u n dador del imperio persa, pero muchos suponen que es el mismo Coresh n om om b r a d o p o r Isaías, y el Cosrú de los persas.
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el ave matinal? Goza el tiempo presente, que, en torno a ti girando, tu frente amenazando está el sueño eternal. ¡Qué gracia y señorío, pl p l a n t a d e p r i m a v e r a , muestras, si lisonjera la aura te hace mover! •Jamás el soplo frío del arrugado invierno reseque el tallo tierno, que empiece en ti a crecer! ¿Quién de Fortuna fía? ¿ni en su risa engañosa? ¿ni un momento reposa en su frágil favor? ¡Ay de quien se creía hallar en ella amparo, que le cuesta bien caro su desgraciado error! Me brindarán mañana con las las h u r í s 168y fue nte de C u te r 169 trasparente, Hur ís. Las ninfas celestes. 168 Hurís. 169 Cuter. Es uno de los ríos del paraíso, que, a más de las excelentes calidades comunes a los otros ríos de este jardín, tiene la de que el que una vez be b e b e sus su s a g u a s , a p a g a p a r a s i e m p r e su se d , esto es to es, e x tin ti n g u e e n te r a m e n te todos sus deseos mundanos.
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que adornan el Edén. Mas la joven lozana cual la luna brillante, y la copa espumante gocemos hoy también. No N o s r e c u e r d a a m o r o s o el m atu at u tin o am b ien ie n te 170 la mañana esplendente de nuestra juventud. Muchacho, presuroso trae un vino tan hecho que refrigere el pecho, que ahuyente la inquietud. No N o el p o m p o s o o r n a m e n t o admires de la rosa, ni a su color preciosa tanta alabanza des. Que en un instante el viento su veste hoja por hoja deshace, esparce, arroja con mofa a nuestros pies. Con el licor más puro a H a tem te m 171 T i genero so El matutino ambiente. E n el original, hay u n jue go en tre las 170 las palabras seba (ambiente de la mañana) y sebi ( juven tud). Dice: "L a un a re cu erd a la otra." Hat em Ti. Ti . E ra un jefe 1,1 Hatem jefe á rabe que vivi vivióó m uy poco an tes de de la prom ulgación del mahometismo. Ha sido célebre en el Oriente por su generosidad,
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tanto que hasta el día de hoy el mayor elogio que se puede dar a un hom br b r e g e n e r o s o es d e c i r q u e es t a n l ib e r a l c o m o H a t e m T i. H a t e m e r a t a m bié b ié n p o e t a , p e r o sus su s ta le n to s se e je r c i t a r o n p r i n c i p a l m e n t e e n r e c o m e n d a r su virtud favorita. Un autor árabe, citado por Pocock {Spec. Hist. Arab), descri be b e así as í é n f a tic ti c a m e n te el c a r á c t e r d e este es te a u to r : "S us p o e m a s e x p r e s a n los encantos de la beneficencia, y su práctica evidencia que ha escrito según su corazón." Los ejemplos de la generosidad de Hatem, referidos por los historiadores riadores orienta orientales les,, son innum innum erables. erables. Y o pon dré uno sol solo pa ra da r un a idea ba b a s t a n te v iva iv a d e las la s c o s tu m b r e s á r a b e s . E l e m p e r a d o r d e C o n s t a n tin ti n o p l a , habiendo oído hablar mucho de la liberalidad de Hatem, resolvió hacer una pr p r u e b a . C o n e ste st e fin, fi n, d e s p a c h ó u n o d e sus su s c o r te s a n o s a p e d ir le u n c a b a llo ll o pa p a r tic ti c u l a r , q u e s a b ía q u e el p r ín c ip e á r a b e e s t im a b a m á s q u e to d a s sus su s dem ás posesiones posesiones junta s. El ofic oficia iall lle llegó gó a la habitación de H atem , en un a oscura tempestuosa noche, en la sazón que todos los caballos estaban a pastar en las praderías. Le recibió del modo conveniente a la dignidad de un enviado imperial, y le trató aquella noche con una no común hospitalidad. Al día siguiente, el oficial hizo presente a Hatem su mensaje de parte del emperador. Hatem se mostró afligido y le dijo: "Si ayer me hubieseis informado de vuestra comisión, hubiera, al momento, complacido al emperador, pe p e r o el c a b a llo ll o q u e b u s c á is n o e x iste is te y a . H a b i e n d o sid si d o s o r p r e n d i d o p o r vuestra súbita venida, y no teniendo otra cosa para regalaros, le mandé matar y os lo hice servir anoche por cena." (Es de advertir que los árabes pr p r e f ie r e n la c a r n e d e c a b a llo ll o a t o d o o t r o a lim li m e n to .) H a t e m m a n d ó i n m e d i a tamente que le trajesen los caballos más hermosos y se los entregó al enviado para que se los regalase al emperador. El príncipe no pudo menos de admirar esta muestra de la generosidad de Hatem y de confesar que ciertamente merecía el título del más liberal de los hombres. Después de la muerte de Hatem, los árabes, a quienes él gobernaba, rehusaron abrazar el islamismo. Por esta desobediencia, Mahoma los condenó a la muerte, excepto a la hija de Hatem, a la que reservó, en consideración a la memoria de su padre. Esta generosa mujer, viendo a los ejecutores prontos a cumplir el cruel mandato, se arrojó a los pies del Profeta, y le suplicó o que le quitase también la vida o que concediese el perdón a sus paisanos. Mahoma, movido de unos afectos tan nobles, revocó el decreto que había pronunciado y así, por amor de la hija de Hatem, consiguió el p e r d ó n t o d a la tr ib u .
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br b r i n d e m o s c u a l p r e c ios io s o tesoro singular, y n u n c a el libro 172 oscuro oscu ro en donde están sentados los pechos menguados dejemos desdoblar. El vino que derrama su color encendido so el argován florido también con viva acción comunica su llama a la faz de mi amado, y en pos precipitado le enciende el corazón. Ya empiezan su concierto los alegres cantores de los, bosques y flores con garganta veloz. ¡Cuál unen con acierto de la arpa la armonía con la alma melodía de la flauta y la voz! 1,2Nunca el libro...dejemos desdoblar. Prescindiendo Prescindiendo de otro juego de palabras Ti , me parece extender algo más este que hay en el original sobre la voz Ti, p e n s a m i e n t o e n p r o s a p a r a m a y o r c la r id a d , p u e s p o r m á s q u e h e t r a b a ja d o , no creo que tenga en el verso la suficiente, tal es la oscuridad del original. Q uiere decir pues: pues: "Bebam os a la salud salud de est este hom bre generoso, pero aqu ellos mezquinos que no tienen espíritu para ofrecer una copa a sus amigos, bó b ó r r e n s e d e n u e s t r a lista lis ta.. J a m á s d e s d o b le m o s el lib li b r o q u e c o n tie ti e n e las la s d e los no m bres de éstos, éstos, jam ás las las leamos." leamos."
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Trae el sofá, inclinada tiene el ciprés su frente ante ti, cual sirviente al ver a su señor. Y tam bién bié n re a lz a d a 173 la caña siempre hojosa su túnica vistosa con verde ceñidor. El sentido enajena, Hafiz, tu dulce canto que excede en el encanto a todos cuantos hay. Y tu fama resuena desde des de R o m 17 174, luz del m u n d o , y desde Ri fecundo h asta as ta M ers y C a t a y 175. Rea lzada da su túnica. túnica. Esta es una expresión sumamente elegante, que no 173 Realza pu p u e d e m e n o s d e e c h a r d e v e r t o d o l e c t o r d e b u e n g u s to , a m é n d e su c o lo rido, que es en extremo hermoso y de la personificación, que es, a un tiem po p o , n u e v a y s u b lim li m e . D ice ic e el p o e ta : " L o s m á s a m a b l e s y g r a c io s o s a d o r n o s dell jard ín están en pie de pie com o escl esclavo avos, s, agua rda nd o el m om ento de darte gusto, el ciprés te inclina la cabeza en señal de obediencia y la caña tien ya ceñida su veste a la cintura para estar más lista en tu servicio." Anacreonte, el Hafiz de los griegos, en la oda IV, tiene cabalmente un pasaje muy her pue r alte cinctus cinctus de Horacio es una imamoso que expresa la misma idea y el puer gen que encontramos, a cada paso, en las historias sagrada y profana. Ro m y R i. R om es la antigua Natolia de los Romanos, aquellas provin174 Rom cias turcas, separadas de Constantinopla por el Bosforo Tracio, que produ jo j o a lg u n a s d e las la s m á s b r illa il la n te s l u m i n a r ia s d e d e l a l i t e r a t u r a a n tig ti g u a . R i es una ciudad también famosa por haber dado nacimiento a varios grandes hombres. Está situada en la parte más septentrional del Irac pérsico o Cuhistán, la cual era la antigua Partha. M erss y Catay. Catay. El Egipto y la China. 175 Mer
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POESÍAS TURCAS
A L A P R I M A V E R A por po r M esih es ihi.i.
¿Al ruiseñor no escuchas decir con dulce trino: la primavera vino? La primavera forma en todos los vergeles mil vistosos doseles. Sus flores argentadas el almendro lozano en torno esparce con profusa mano. Jugue Jug uemo moss , bebamos, que la pñmavera se marcha al instante, nos huye ligera.
Otra vez los jardines, los prados, los alcores se revisten de flores. Su pabellón brillante, de agradarnos ansiosas, desarrollan las rosas. ¿Quién sabe si nosotros gozaremos la vida cuando se acabe la estación florida? Juguem Jugu emos, os, bebamos, bebamos, etc. tc.
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¡Cuál de su centro lanza el boscaje de rosas mil luces deliciosas! ¡Y cómo las tulipas que en derredor florecen activas resplandecen! Animo, compañeros, que ya el tiempo ha llegado a los risueños gustos dedicado. Juguem Jug uemos, os, bebamo bebamos, s, etc. tc.
En la copa del lirio el rocío pendiente da una luz esplendente. Las gotas por el aura atraviesan gozosas y paran en las rosas. Si buscas los placeres con un gusto cumplido a mí sólo, a mí sólo presta oído. Juguemo Jugu emos, s, bebam bebamos, os, etc. tc.
Son las frescas mejillas de las niñas hermosas azucenas y rosas. Y gotas de rocío las perlas relucientes que llevan por pendientes. Y así no creas necio que sea de gran dura de estas tiernas muchachas la hermosura. Juguem Jugu emos, os, bebam bebamos, os, etc. tc. 348
De anémones, tulipas, de rosas y jazmines se llenan los jardines. Y los rayos solares, la blanda lluvia, el viento les dan color y aliento. Tú, cual varón prudente, goza con alegría rodeado de amigos este día. Juguem Jugu emos, os, bebamos, bebamos, etc. tc.
Ya ha pasado aquel tiempo en que estaba tendida la yerba dolorida, y el cáliz de la rosa se veía reclinado en su seno agostado, pu p u e s h o r a las c o lin li n a s y las rosas enhiestas están de flores por doquier cubiertas. Juguem Jug uemos, os, bebamos, bebamos, etc. tc.
Al aurora las nubes vierten con mil amores pe p e r las la s s o b r e las la s flor fl ores es.. Y cual tártaro almizcle en derredor se siente trascender el ambiente. No N o seas sea s p e r e z o s o , ni te apegues a vida que pasa cual las flores de corrida. Juguemo Jugu emos, s, bebamos, bebamos, etc. tc. 349
Los rosales al aire, cuando su olor derraman, de tal suerte embalsaman que, aún antes que el rocío toque la tierra ansiosa, se vuelve agua de rosa, y el éter los nublados como toldos extiende y los jardines del calor defiende. Juguem Jug uemos, os, bebamo bebamos, s, etc. tc.
¡Qué destrozos causaron los vientos otoñales en los tiernos rosales! Mas ya el rey de la tierra con equidad derrama en derredor su llama. Y al bebedor, en tanto que la áurea lumbre crece, la vid su jugo delicioso ofrece. Juguem Jugu emos, os, bebam bebamos, os, etc. tc.
Con mi canto este valle espero que algún día logrará nombradla. Convidados, muchachas, esta halagüeña idea pr p r u e b a d e m i a m o r sea. sea . ¡Ay! tú, ruiseñor, eres, Mes M esih ihi,i, cuando posas Entre niñas purpúreas como rosas. 3500 35
Juguem Jug uemos, os, bebamos bebamos,, que la púmavera se marcha al instante, nos huye ligera.
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S O B R E L O S IN I N C I E R T O S P L A C E R E S D E L A V ID A
¿Hay estado que esté libre de la horrorosa tristeza? ¿A quién no roba la sangre de la mejilla la pena? Mi alma el vergel de esta vida contempló con faz atenta, y no encontró rosa alguna sin espina que la hiriera. ¡Cuántos años he vagado en torno de las tabernas, y no he gustado yo vino que no cause borrachera!
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FIN DE LAS POESÍAS ASIÁTICAS
INDICE
Página
LAS POESÍAS ASIÁTICAS DEL CONDE DE NOROÑA El orientalismo orientalismo europe o y en E spa ña en el sigl sigloo X V III N u e s t r a e d ic ió n Bibliografía
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P O E S Í A S A S I Á T IC IC A S Discurso sobre la poesía de los orientales escrito en inglés p o r W . J o n e s
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A
d i c io n e s
I. D escripción del del jar d ín de Irem , escrit escritaa en persa p o r T o h f e r al M u s a lis li s II. Sobre las lenguas árabe, persa y turca, y con particularidad sobre la p la p r i m e r a III. Sobre los siete autores de los poemas conocidos p o r el n o m b r e de A l M o a l la c a t IV . N oticia de Lebid V. Sobre la conversión de Lebid al m ahom etism etism o V I. Sob re los poetas árabe s V II. So bre los los poetas persas V III. H istoria de la lengua persa IX . N oticia de Ferdusi X . So bre los los poe tas turcos Advertencia A m i esposa
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POESÍAS ÁRABES A l desi desier erto to de M ita it a ta po r Lebid ben R ab iat al Am ari A l sepu sepulc lcro ro de M a á n po r H assán al Asady A l sepu sepulc lcro ro de %ayde ayde po r Abd al M alee alee al H arithi Los verd verdad ader eros os placeres placeres A la muerte muerte de su dama po r Abu Sahet al He dhily A la batalla de Sehbal po r Jaa fer ben Abla Una tribu antes amiga al romper una contra otra po p o r A l F a d h e l i b n al A b a s Sátira sacada del libro de los amores de Antary Abla De sus amigos amigos y de la confianza que que debe debenn tener tener en él p o r M e s k in a l D a r a m y De la juve ju vent ntud ud y la vejez vejez por Nabegat ben Ja id Canto de Maysuna A l capr capric icho ho de la suerte suerte por el imán Shafay M o h a m m e d b d b e n I d r is La L a manzan man zanaa po r A bu Navas A la inaugur inauguració aciónn de A l Rash Ra shid id y exaltación exaltación de J de Jah ahya ya,, su visir p o r I s a a c al M u s e ly Sobre la ruina de los Barmecidas El adiós de Abu M oham m ed A su dama, que le repren reprendía día por su prodigalidad por Abú T em an H abib Del D el vino vino y una muchacha po r Abd al Salam Salam ben R agban A una muchacha muchacha llorando llorando po r Ebn al R um i A un amigo amigo el día de su cumpleañ cumpleaños os A l visir Ab A b u l Casem Casem a la muerte muerte de un hijo hijo suyo p o r Ali Al i b e n A h m e d b e n M a n s u r A una gata que que f m muerta al ir a robar robar un palomar palom ar p o r I b n al A l a f a l N a h a r v a n y A una muchacha muchacha que que se sonro sonrojab jabaa cuando cuando la miraban p o r el c a lifa li fa R a d h i B illá il láhh Sobre las vicisitudes de la vida po r el m ismo A una tórto tórtola la po r Serage al W arak Soledad en la tristeza de un poe ta de Bag dad A unas tórto tórtolas las,, en la ausen ausencia cia de unos amigos amigos A su favorita, favor ita, viénd viéndos osee en la precisió precisiónn de alejar alejarla la de s í por po r los los jurioso jur iososs celo celoss de las demás sultanas po r Sa if A ddau let, sultán sultán de Alepo
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1 23 127 1 29 131 133 134 136 137 141 14 2 143 145 146 147 149 151 15 2 1 53 1 54 155 156 157 159 1600 16 161 16 2 163 1644 16
E l aman amante te fe liz po r Sa if A ddau let A la fort fo rtun unaa p o r el sultán Shem s al M aali Cab ies Sobre la vida A una muchacha A la moder moderació aciónn en nuestro nuestross placeres placeres p o r A b u al C a s s im e b n T a b a t a b a Incompatibilida Incom patibilidadd del orgu orgullo llo y la verda verdade dera ra gloria po r A bu al O la De una palom pa lomaa por Abu al O la A la muerte muerte de Nedha N edham m al M o lk po r Shebal A ddaulet A unos jóvenes que que mostraban mostraban estar estar enamorad enamorados os de ella ella y de sus compañ compañeras eras por V aladata Sobre la necesidad de tomar consejo De la juve ju vent ntud ud en su veje vejezz po r E bn al R abia Sobre el amor po r Ab u Alí Alí el M atem ático A una mujer que que decí decíaa estar apasionada apasionada de él en su vejez vejez p o r el c a lifa li fa A l M o k to f y L ia m r ilt il t a h Recuerdo Recuerdoss de un ausente ausente po r Eb n al Fare dh A la muerte muerte de su amada po r Ibni Ziati Sobre el viajar Del D el huer huerto to.. A Distiger po r M oham m ed Abdalla Abdalla a l Daw i A una negri negrita ta virtuosa virtuosa po r Eb n Ca lanis al Eska nderi i’l Fiadh A l mezclar el agua agua con con el vino vino p o r E hn i’l A una muchacha que que estab estabaa trist triste, e, al ir a mezclar el vino con con el agua agua del libro H elia ro ’l C om eit El vino El narciso La L a rosa rosa po r E bn i’l i’l M otezz La L a rosa rosa po r E bn i’l i’l M otezz La L a lluvia y las flores flo res po r Ebn T am im La L a flo fl o r del almendr almendroo por Ebn Tam im Las La s flore flo ress po r Ebn i Alí Alí H age lah Descripció Descripciónn de una muchacha muchacha F ragm ento del M oallakah de Am ralkeis ralkeis Descripción Descripción de una muchacha muchacha Fragm ento de un poem a de C aab E h Zo heir De D e los amantes Fra gm ento del po em a Bo rdah de Scherfeddín al Bossi Bossiri ri
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16 5 1666 16 1699 16 1700 17 171 17 2 1 73 1744 17 17 5 176 17 7 1788 17 179 180 1844 18 1844 18 18 5 1 85 1866 18 18 7 188 189 18 9 1900 19 191 191 19 2 1 93 195 1 96
Descrip Descripció ciónn del valle valle de M avaz av azán án po r A bu ’l Alí E bn i’l i’l H ussein Elogio de un príncipe Fragm ento de un a elegí elegíaa de A rabshah Descrip Descripció ciónn de un jard ja rdín ín po r A rabshah A la muerte muerte de unos jóvenes de Eb n A rabshah A la muerte muerte de un príncipe por Abu Beer al D any Del D el ser supre supremo mo,, contemp contemplan lando do la venida venida de la primavera prim avera Descrip Descripción ción de una nube nube y una lluvia extractada del libro libro H am asa Descrip Descripción ción patética po r un poeta árabe antiguo ant iguo Descrip Descripción ción de una muchacha muchacha Descripc Descripción ión del valle Seruge po r H ariri Descrip Descripción ción de un sitio delic delicio ioso so po r D hafer alH alH a d d a d Descrip Descripción ción de un jard ja rdín ín por Abu Dhaher ben al Khiruzi Sobre la vida El aliento de Alzaura po r Ebn al Fa redh Sobre la vida
197 1 98 1 99 201 2033 20 20 4 2055 20 2066 20 2077 20 2099 20 210 210 211 21 1 212
POESÍAS PERSAS F
r a g m e n t o s
d e l
S
h a h
-N
a m é h
d e
F
e r d u s i
I. Introduc Introducción ción del poema de Rustá Ru stánn y Asfendia Asf endiar r II. II . Elogio Elogio de M a h m u d rey rey de Persia Persia II I I I . B arzú ar zú saliend saliendoo al combate combate I V Descripc Descripción ión del rey Feridún V. Descripción de un valle VI. Victoria de Samo Sam o VII. Epigrama de Ferdusi al ver que el sultán Mahmud no premiaba el trabajo que había tenido en componer el Shah-Naméh de orden suya VIII. Sátira de Ferdusi contra el sultán Mahmud por po r habe haberle rle envia enviado do un reg regalo mezquino en vez del cuant cuantios iosoo que le había ofrecido por el Shah-Naméh IX I X . L a gota de agua. agua. Fá bula por Sadi X. X . La greda greda olor oloros osa. a. Fáb ula po r Sadi X I . Elogio Elogio a M ahom ah omaa al princ ipio del Bo stán de Sadi X I I . Conse onsejo joss de Nushirv Nus hirván án moribund moribundoo a su hijo hijo Orm Ormuz uz E xtracto del Bostán de Sad i
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21 5 215 2177 21 218 219 2 20 221 2255 22
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Balki X I I I . A una ausenc ausencia, ia, po r G elaleddín Balki X I V . Fragm Fragmento ento del poema de J a m i intitulado Mesnúny Le Mesnúny Leyla yla” ” XV X V . De la mala índole índole Oda de Ferdud, traducida con la misma medida de versos, números y conson consonante antes, s, para par a dar una u na idea de la gacela persa N
o t ic ia
D
e
l a
d e
H
g a c e l a
e l
2388 23 23 9 239 2499 24
a f iz y
234 2366 23 2377 23
d iv á n
Gacela persa con la misma estructura que las de Hafiz en alabanza de este gran poeta de Siraz Mohammed ShemsEddin, alias Hafiz Gacela I Gacela Gacela I I Gacela III Gacela Gacela I V Gacela V Gacela VI Gacela VII Gacela VIII Gacela Gacela I X Gacela X Gace Gacela la X I Gacel acelaa X I I Gacela cela X I I I Gacela cela X I V Gace Gacela la X V Gacela X V I Gacela cela X V I I Gacela X V I I I Gace Gacela la X I X Gace Gacela la X X Gacela X X I Gacela X X I I Gacela X X I I I Gacela X X I V Gacela X X V
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254 25 5 255 2 58 2622 26 2666 26 268 271 274 276 278 281 284 2877 28 290 294 2 96 2 98 3000 30 3033 30 3055 30 3077 30 3088 30 3100 31 3122 31 3155 31 3177 31
Gacela X X V I Gacela X X V I I Gacela XXVIII Gacela X X I X Gacela X X X Gacela X X X I Gacela X X X I I Gacela XXXIII Gacela X X X I V Gacela X X X V Gacela XXXVI
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POESÍAS TURCAS A la primavera por M esihi Sobre los inciertos placeres de la vida
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·. Esta Esta nueva nueva edjc íón tl elas ela s POE POESí iS Æ ÀTKAS ÀTKAS pucçia$ pucçia$en Wfso Wf so Gaste] ste] lati lat i ó :
Í p r ’ÍOSfcpffl!& ÍOSfcpffl!& jÍE:;Ñ jÍE:;ÑMJ.:C J.:COSDÍi^E Íi^E:j NorúSí, preparada. por Santiago Fortu For tuitito, o, siíjo si íjo Coftíf>üe oftíf>üe$ta $ta,,
ímiagueLidflíHtipresayBnffi^ff^í en -ta Comunidad: Aulónomade: Madnd Mad nd po r cuenta de .EDIC .EDICION IONES ES liiPERl(5N:dywnte:laprimaverii liiPERl(5N:dywnte:laprimaverii y el verano del año MftlfJi, EX ORIENTE ORIENTE I W