R.·. L.·. Atenea Nº 67 Valle de Santiago
Solsticio de Verano
Antonio Núñez Marinkovic 1er. Grado.
Santiago, 18 de diciembre de 2013
A.·. L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
V.·. M.·. , QQ.·. HH.·. :
Prólogo
Al pensar en como desarrollar esta plancha respecto del solsticio de verano, pienso en la relación del Hombre con el Universo, y ese hombre que busca una explicación a su propia existencia en el espanto de su atisbo a un universo infinito. Pero como me dijera un QH al comentar mi primera plancha, debo buscar desarrollar la plancha desde la perspectiva de un masón. Entonces la pregunta muta a la de “qué es ser masón?”
Pregunta GRANDE por varias razones: es ese tipo de pregunta que nos hace detenernos y reflexionar antes de intentar responderla; es grande porque sin duda que tiene múltiples respuestas (en esta RL he disfrutado de diversas muestras de lo que es: una sinfonía de cuerdas resonando; un grupo de personas dedicadas a trabajar por sus congéneres en Aguila Sur; etc).
El masón, en su condición esencial de hombre, pero revestido de valores como el Humanismo, la Tolerancia y el Amor por sus congéneres, observa el universo y busca su lugar en él.
Como veremos más adelante, el Sol y pro lo tanto sus ciclos, han sido parte esencial de las diversas culturas humanas. Buscaré desarrollar este trabajo desde perspectivas que están fuera del la cultura occidental con el propósito de enriquecer nuestro conocimiento y entendimiento de la diversidad humana.
El Sol y su simbolismo De acuerdo al Diccionario de los Símbolos1, el simbolismo del sol es tan multivalente como rica es la realidad solar en contradicciones.
El Sol representa a dios o a alguna de sus manifestaciones: para los pigmeos semang2, los fueguinos y los bosquimanos el sol es el ojo de dios en la cultura aborigen de Australia se lo considera hijo del ser Creador (Grogoragally) los samoyedos 3 ven en el sol y la luna los ojos del Num (Cielo) en el Alto Egipto (Hermópolis) emergen ocho deidades de Un (océano primario e inmóvil – estado primordial del universo), las que crearon una flor de loto, que flotaba en las aguas de Nu, de la cual surgió el dios Sol, Ra. los aztecas se consideraban "el pueblo del Sol"; su deber consistía en hacer la guerra cósmica para dar al Sol su alimento. El bienestar y la supervivencia misma del universo dependía de las ofrendas de sangre y de corazones al Sol4 para los incas, después de Viracocha, Inti (el Sol), es el dios más importante ya que a él se deben todos los beneficios que hacen posible la agricultura5
en la India, el Sol personificado como Surya era un dios hindú, considerado maléfico por los drávidas del sur y benévolo por los munda de las zonas centrales los babilonios eran adoradores del Sol, y en la antigua Persia la adoración del Sol formaba parte del elaborado culto a Mitra, que más tarde se extendió por todo el Imperio romano. la diosa del Sol, Amaterasu, es la deidad más elevada del panteón sintoísta y tutelar de la casa imperial japonesa
El lugar del Sol en la concepción del Universo
El sol es fuente de la luz, del calor y de la vida. Sus rayos representan las influencias celestes o espirituales recibidas por la tierra. Pero también el sol puede quemar y matar: el sol engendra y devora a sus hijos, dicen los Upanishad6.
En las distintas culturas orientales, tiene una función ambivalente de psicopompo asesino 7 y de hierofante iniciático 8 : sale cada mañana y desciende cada noche al reino de los muertos; por consiguiente puede llevar consigo a hombres y, al ponerse, matarlos. Pero, por otra parte, puede al mismo tiempo guiar a las almas a través de las regiones infernales y volverlas a llevar al día siguiente, con la mañana a la luz9.
Un aspecto interesante para los masones de la simbología del sol es que su radiación – luz – manifiesta las cosas, no solamente en cuanto las hace perceptibles, sino en cuanto representa la extensión del punto principal, en cuanto mide el espacio. Esta
relación entre la radiación solar y la geometría se expresa en Grecia por el simbolismo pitagórico, y está bellamente representada por Blake en el Anciano de los días10. La manifestación del Sol espiritual como centro inmóvil del cielo11 en el simbolismo védico, nos indica el vértice del hemiciclo evolutivo y, por consecuencia, el comienzo del declive, el punto de partida del hemiciclo involutivo. Este concepto será clave en el desarrollo de la simbología cíclica relacionada con el sol y sus pasos o puertas.
El Sol y sus ciclos en las culturas orientales
Buda asta tal punto se identificó al
uda con el sol que
mile
enart
intentó reducir la iograf a de h k amuni a una serie de alegor as solares: “ uda no ser a a un personaje histórico sino apenas una entidad un postulado un prete to para cristali ar en torno a s todo un conjunto de relatos míticos; y estos relatos, familiares a todas nuestras mitologías indoeuropeas, as como a la griega, germánica o irania, se aproximan a los extraordinarios lances del héroe solar penas nacido su madre
ah ma a semejante a los vapores
matinales, se eclipsa ante la magnificencia de su vástago. Prosigue su carrera, triunfa ante las tenebrosas huestes demoníacas, hace girar en el cenit la rueda del dharma 12, simple transposición de su disco de mil rayos. Pero pronto se dirige hacia su ocaso y desaparece en el occidente incendiado con sus últimos rayos como en una formidable hoguera”13.
En esta visión, la imagen solar de Buda y la rueda del dharma pueden expresar la alternancia Vida-Muerte-Renacimiento del ciclo solar diario y anual (solsticios). El sol cobra en este sentido simbolismo de resurrección e inmortalidad.
La tradición china, el Taoísmo El símbolo de Ying Yang, como el Taoísmo14, puede ser difícil de comprender para nosotros los occidentales, ya que la filosofía occidental tiene su base en la dualidad platónica 15 . En nuestro sistema dualístico existe el bien y el mal, lo correcto y lo equivocado, lo izquierdo y lo derecho, el cielo y el infierno, Jesús y Satanás. Por lo tanto, al discutir la filosofía, los occidentales tendemos a separar las cosas con un "o". Algo es o bueno o malvado. O moral o inmoral.
La filosofía oriental en su conjunto no es dualística. No hay Dios supremo, ni ningún mal final. Es un punto de vista mucho más orgánico del universo.
El Ying Yang no representa el bien y el mal. Un oriental nos diría que demasiada oscuridad es enceguecedora, pero lo mismo pasa si hay demasiada luz. Sin embargo, no interpretaría esto como ambigüedad moral, ya que no asocian la luz y la oscuridad con el bien y el mal. De hecho, en la filosofía oriental, el color blanco es la representación del mal, puesto que el blanco representa el vacío. Pero el blanco es también el color de la pureza, lo que es consistente con la naturaleza orgánica de la filosofía oriental.
La Luna es siempre Yin con respecto al sol, que es Yang, ya que éste irradia directamente su luz (principio activo), mientras que la luna refleja la del sol (principio pasivo). Esto tiene una implicancia simbólica en cuanto la luz es conocimiento, el sol representa el conocimiento intuitivo, inmediato; y la luna el conocimiento por reflejo, racional y especulativo. En consecuencia el sol y la luna corresponden al espíritu y al alma, así como a sus sedes: el corazón y el cerebro. Son la esencia y la sustancia, la forma y la materia – “su padre es el sol su madre es la luna”16.
El Solsticio de Verano en la tradición oriental
En el simbolismo chino, el solsticio de verano corresponde al trigrama li, al fuego, al sol y a la cabeza. El solsticio de invierno al trigrama k’an, al agua, al abismo y a los pies17.
El solsticio de verano es el origen de la decadencia del principio Yang y el de invierno el de su crecimiento. En el primer caso se trata de un movimiento descendente y en el segundo ascendente consistentes con la naturaleza luminosa y oscura de los trigramas.
De manera semejante, en la tradición hindú, el solsticio invernal abre la deva-yana (la vía de los dioses), y el solsticio estival la pitriyana (la vía de los ancestros), que corresponden a las puertas de los dioses y los hombres del simbolismo pitagórico18.
Comentarios Finales
He preferido llamar así a las palabras finales de esta plancha; llamarlas conclusiones hubiera sido una pretensión desmedida.
Este ha sido un trabajo apasionante, por cuanto me ha llevado por los caminos misteriosos, al menos para mi, de los pensamientos de pueblos orientales que interpretaron la realidad de maneras diversas y a mi juicio más holísticas que los de nuestra cultura occidental. A pesar de esta diversidad, se hace apreciable que hay notables puntos de encuentros.
El sol y la luz; los ciclos descendentes y ascendentes; la alternancia, la unión estática del Yin y Yang (el damero?); todos simbolismos potentes que han surgido en la elaboración de este trabajo.
Como humilde aprendiz, espero poder adentrarme en los misterios místicos en el futuro y siento que este ha sido un interesante atisbo.
S.·. F.·. U.·.
Notas: Diccionario de los Símbolos – Jean Chevalier/Alain Gheerbrant, Editorial Herder 1991 2 Los semang, menraq o sakai son un pueblo de cazadores-recolectores nómadas que habitan en los bosques húmedos tropicales de la península Malaya, especialmente en los estados de Kelantan, Kedah, Pahang, Terengganu, y Perak, en Malasia 3 El territorio samoyedo se extiende desde el mar Blanco hasta el mar de Láptev, a lo largo de las costas árticas de la Rusia europea, incluyendo el sur de Nueva Zembla, la península de Yamal, las bocas del río Ob y del río Yenisei hasta la península de Taimyr en el extremo norte de Siberia 4 Jacques Soustelle, El universo de los aztecas. FCE, 1982. 5 http://filosofiaesplugues.blogspot.com/2009/07/culto-al-sol.html 1
Upanishad designa a cada uno de los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre el siglo VII a. C. y principios del siglo XX d. C. 7 Psicopompo es un ser que en las mitologías o religiones tiene el papel de conducir las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno 8 Un hierofante o gerofante es un rango dentro de los sacerdotes de la antigua religión griega, concretamente el sumo sacerdote del culto de Eleusis en el Ática así como los de otros cultos mistéricos. Se le consideraba un intérprete de los misterios sagrados y era el encargado de instruir a los iniciados en dichos misterios 9 Traité d’historie des religions, Paris 1954 10 El anciano de los días es una ilustración realizada por el escritor y pintor romántico William Blake para el frontispicio de su poema Europa, una profecía (1794) 11 Cenit y Nadir 12 El dharma chakra (o "rueda del darma") es un símbolo que representa al dharma (‘ley’ o ‘religión’), en el hinduismo, el budismo y el jainismo 13 A. Foucher, Buda, Grijalbo, Barcelona, 1963 14 El taoísmo es un sistema filosófico chino basado primordialmente en el Tao Te King que la tradición atribuye al filósofo chino Lao Tsé. Sus enseñanzas parten del concepto de unidad absoluta y al mismo tiempo mutable denominado Tao, que conforma la realidad suprema y el principio cosmológico y ontológico de todas las cosas 15 Se llama dualismo a la doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo. Se acentúa en Platón, con los dos mundos: el mundo inteligible de las ideas, eterno, inmutable y necesario, y el mundo sensible de la materia, temporal, mudable y corruptible (alma encerrada en un cuerpo) 16 La Tabla de Esmeralda es un texto breve, de carácter críptico, atribuido al mítico Hermes Trismegisto, cuyo propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones 6
17
“Ambos autores - Proclo y Porfirio - concuerdan en atribuir a Numenio la determinación de los puntos extremos del cielo: el trópico de invierno, bajo el signo de Capricornio, y el trópico de verano, bajo el de Cáncer, y en definir, evidentemente siguiendo a Numenio y según los ‘teólogos’ que éste cita y que le han servido de guías, Cáncer y Capricornio como las dos puertas del cielo. Sea para descender a la generación, sea para remontarse a Dios, las almas debían, pues, necesariamente franquear una de ellas”. René Guénon. 18