Pactar con el Muerto
En capítulos anteriores hemos visto paso a paso el proceso de preparación para llegar a este esperado momento, el de encontrar y pactar con un nfuiri para que acepte convertirse en nuestro aliado en el más allá. Hoy veremos como llevarnos un muerto del cementerio. Existen muchas formas de lograr que un nfuiri traa!e para nosotros, por las uenas o por las malas "mediante pacto o enga#os o a la fuer$a", total o parcialmente% es decir, como nfume que vive en la prenda, recie materia& menga ' y se funde con el mpungu para formar el n(isi, o como nfuiri o espíritu lire que solo acude cuando se le llama "o cuando le da la gana" y generalmente no se le da menga& sangre ', solo ofrendas et)reas, como el alcohol& aguardiente, chama ' y el humo de taaco e incienso.
En este capítulo veremos cómo pactar con un difunto reciente, que es la forma más sencilla de conseguir un aliado espiritual con el mínimo de peligro y experiencia, lo cual es ideal para los ngueyos novatos o pinos nuevos y para los ueyes sueltos o seguidores del camino del ru!o solitario, que no cuentan con el auxilio directo de un padrino ni de hermanos mayores.
*n nfuiri es un espíritu lire, es decir, la esencia espiritual de un difunto. El espíritu no es el alma, sino el cuerpo o recipiente espíritual que la contiene, y que en vida se le suele llamar aura, pues a!o determinadas condiciones o estados puede verse como una memrana de energía luminosa% como un espectro de colores, que rodea al cuerpo físico.
+odos los seres vivos poseen la capacidad de perciir el aura o espíritu de las cosas, pero a los humanos que nacemos y nos criamos dentro de la civili$ación nos atrofian este sexto sentido durante los primeros a#os de vida, fundamentalmente. El proceso completo culmina entre los - y los a#os, pero es en los primeros donde más se esfuer$an los padres y la sociedad en general para desviar la atención del ni#o de los aspectos espirituales y centrarla y fi!arla /nicamente en la realidad material. 0 diferencia de los ni#os de las culturas indígenas de 0frica, 0sia, 0ustralia y 0m)rica, a los infantes de las sociedades modernas y 1civili$adas1 se les convence de que los sue#os no son nada y no hay que recordarlos ni darles importancia, que los seres extra#os que percien solo son amigos imaginarios o monstruos producidos por el miedo y la imaginación, que no hay que guiarse por la intuición, sino por la ra$ón y que las voces e imágenes que sienten como a!enas son refle!os automáticos de la mente, cosas del ego y el suconsciente, nada real o importante. 2e ese modo, por convicción y falta de práctica, nuestra capacidad de perciir el plano espiritual de la realidad o sexto sentido se va atrofiando hasta volverse in/til, como los pies de aquellas pores ni#as que durante cientos de a#os en 3hina vendaan para evitar su crecimiento, por un simple ideal est)tico. Por eso es normal que las personas provenientes de culturas consideradas 1primitivas1 presenten más capacidades parapsicológicas que los haitantes de ciudades y culturas modernas.
4os nfuiris o espíritus lires reci)n desencarnados pertenecientes a personas que murieron en pa$, conscientes, que aceptaron la muerte y arreglaron sus asuntos terrenales antes de partir, solo permanecen en el cadáver o cerca de este durante un reve período de días, como máximo. 5i el difunto era una persona inteligente, equilirada y de elevado nivel intelectual, humano y6o espiritual, su espíritu puede ascender, llevándose consigo el alma, en los primeros días. 4os santo6as y grandes maestros espirituales pueden ascender inmediatamente, si así lo desean, pues en vida practican y dominan el via!e astral& hacer via!ar la consciencia fuera del cuerpo mediante la elevación voluntaria del aura. 4a /nica diferencia entre el via!e astral y la muerte es que durante el via!e astral, por muy le!os que via!e la consciencia, el aura siempre se mantiene
unida al cuerpo por un nexo energ)tico que algunos llaman hilo de plata, pues seme!a una fira de lu$ lanca, para los que pueden perciirlo ' y por ello tienen control asoluto sore su espíritu una ve$ muertos.
Este tipo de nfuiris, a los que se suele llamar espíritus de lu$, pues su energía es muy pura y luminosa y suelen ascender y fundirse con la 7uente muy rápidamente, son de escasa utilidad en el mundo de la ru!ería. 2e!an el cuerpo demasiado aprisa, con lo cual es difícil contactarlos antes de que asciendan y muy poco, por no decir nada, tenemos los vivos para ofrecerles y ganarnos su apoyo. +ampoco son fáciles de enga#ar, aunque no imposile, pero no vale la pena ensuciar el (arma de ese modo para otener tan pocos eneficios, pues ien saido es que este tipo de espíritus no son muy poderosos o, me!or dicho, su poder es poco práctico para los asuntos del plano terrenal, salvo para las sanaciones.
4o más conveniente es elegir nfuiris de personas que murieron sin darse cuenta, sin estar preparadas, de forma violenta, de!ando muchos asuntos inconclusos en este mundo y que, preferilemente, en vida hayan sido poco
inteligentes, y más ien impulsivos y violentos que reflexivos, o seres atormentados por la culpa, el dolor, el sufrimiento y6o los trastornos mentales. 5uicidas, criminales, militares caídos en comate, víctimas de asesinato, dementes, ni#os, personas que murieron de forma horrile, o tan s/ita que a/n no lo entienden, son el tipo de difuntos que deemos uscar en las esquelas f/neres de los periódicos. 4a energía de estos nfuiris no es muy luminosa y ligera, como la de los espíritus de lu$, sino más ien oscura y densa, por eso les cuesta ascender y tienden a quedarse más tiempo !unto a sus restos, principalmente, pero tami)n pueden rondar los lugares y personas que les resultan familiares o les osesionan.
2eemos actuar con rapide$ y reali$ar el contacto antes de las tres primeras semanas despu)s de la defunción. +engan en cuenta que, una ve$ que localicemos al nfuiri y el cementerio donde ha sido enterrado, hay que estudiar la forma de acceder al campo santo de noche y reali$ar las sesiones o rituales de contacto& ver el capítulo anterior ' que sean necesarias hasta que contactemos con la entidad y logremos convencerla de pactar con nosotros. 4o me!or es enterarse antes del entierro y poder asistir al velatorio, donde tendremos la oportunidad de estar cerca del muerto durante un uen rato y concentrarnos en su energía sin llamar la atención. El ideal es presenciar la muerte de la persona, pues entre la víctima y el testigo& o causante ' de la muerte se crea un intenso vínculo espiritual "por eso muchos guerreros, sore todo en la antig8edad, se comían el cora$ón de sus víctimas o le arrancaan el cuero caelludo, las ore!as, dientes, etc, inmediatamente despu)s de matarlos", pero eso es cada ve$ más difícil, a no ser que estemos en una guerra o situación violenta y6o peligrosa.
Muchos ru!os experimentados, locali$an personas que serían nfumes perfectos, cuando vienen a consultarse con ellos y 1les echan el o!o1. 5e apropian de su somra o rastro y los traa!an para que mueran pronto y del modo más adecuado. 9tros prefieren causar la muerte de sus enemigos y convertirlos en sus nfumes esclavos, como castigo y vengan$a. 2eemos rondar al muerto, averiguar sore su vida y muerte, sus gustos y asuntos pendientes, elementos que nos servirán para negociar el pacto. Es conveniente conocer a alguien que traa!e en el cementerio para poder orar con tranquilidad y, llegado el momento, nos ayude a exhumar el cuerpo para llevarnos los restos que necesitemos. :o es imprescindile llevarnos la (riyuma& cráneo ' y6o (ongome& huesos ' para tener al muerto% asta con una matari& piedra ' y noto& tierra ' de la tuma, o con una prenda& anillo, cadena, $apato, etc '. ;ncluso podemos llevarnos o capturar un muerto sin tomar materia alguna, tan solo haciendo que el
nfuiri penetre en una otella y cerrándola. 3laro que eso hay que saer hacerlo. Por eso lo me!or para un primerizo& que otiene su primer nfume ' es llevarse la (riyuma y huesos de piernas y ra$os, y al menos una mano, pues sus huesos peque#os son muy uenos para montar ma(utos, mpa(as y otras prendas peque#as.
2esde luego, hay que darse prisa por pactar con el muerto, pero podemos esperar a que se pudra ien la carne para sacar los huesos con más facilidad. 0unque si tenemos tiempo para hacerlo y las condiciones apropiadas en el munanso, lo más indicado es trocear el cuerpo y llevarnos cae$a, ra$os y piernas, o el cuerpo entero, no vaya a ser que pase algo y perdamos al nfume, pues, pese a que hayamos pactado con )l, un familiar puede darle misas para elevar su alma o el propio espíritu puede extraviarse, vagando en la oscuridad antes de que lo fundamentemos en su recipiente y le ense#emos a orientarse en el plano astral. Es como entrenar una paloma mensa!era% al principio existe el peligro de que no encuentre el camino de vuelta. 4os nuevos tatas que est)n uscando un nfume para fundamentar su primera nganga, deen tra$ar sore la tuma su firma y la patipema correspondiente al tratado de levantar o pactar con el muerto de su regla y munanso, pero si se trata de un uey suelto que recorre el camino del ru!o solitario, a/n no tiene más firma que el cuatro viento ásico que vimos en el capítulo < http=66palomontenegro.logspot.com.es6>?@6?<6ueyA sueltoA
?@6?-6ueyAsueltoA-Aa(undiA(unansoAhaciendo.html.
En el centro del cuatro vientos colocaremos un papel de estra$a con el nomre completo y fecha de nacimiento y muerte del difunto escrito con grafito negro, o con tinta china sore piel de chivo "hemra si es mu!er y macho si es un homre. 4as ru!as deen uscar un nfume hemra y los ru!os uno macho. :o es oligatorio, pero es más conveniente que ru!o y nfume sean del mismo sexo pues el mpungu con el que se fundirá el nfume para crear el n(isi o nganga principal de un ru!o o ru!a, suele ser el ángel de la guarda de su mismo sexo. 2e modo que las mu!eres tienen n(isis como Madre de 0gua, 3hola Bengue, :gonda :(isi o 3entella, mientras que los homres tienen como n(isi principal a 5araanda, 5iete Cayos, 3uatro Dientos, +iemla +ierra, etc.", o escrito sore la foto del difunto. +ami)n vale la esquela del periódico o algo suyo, si tenemos la suerte de poseer alguna prenda suya, documento firmado, etc.
Este papel, foto, piel, prenda o rastro representa al quinto elemento, el Espíritu, y le muestra al nfuiri cuál es su lugar y papel en el orden del mundo. 4os nfuiris no tiene o!os y percien muy poco del plano terrenal, apenas las cosas que le son familiares, como su nomre o rastro, los elementos puros e intensos, como el alcohol, el fuego, los olores fuertes del taaco, incienso, fula& pólvora ', a$ufre, etc, y los saores picantes de a!íes& chiles ' y pimientas. +ami)n percien los contrastes fuertes, como el color lanco resaltando sore el negro, o la lu$ rillando en la oscuridad% por eso se traa!a de noche con los muertos, con velas, ropas y tra$os lancos.
El nfuiri reconoce en la forma del cuatro vientos, un símolo humano, no de la naturale$a y comprende que están tratando de comunicarse con )l% que no está solo en esa terrorífica y negra soledad que le rodea, y presta toda su atención a lo que sucede en ese círculo, alrededor de la lu$ de la vela lanca que encenderemos sore el papel o rastro, en el centro del cuatro vientos. Por las mismas ra$ones, el ru!o6a dee vestir de lanco y, sore todo si es de piel oscura, pintarse manos y rostro con ti$a lanca. 0 diferencia de la percepción visual, que es muy escasa, los nfuiris escuchan astante ien, si se les hala en determinada frecuencia, que es ese tono íntimo, de ritmo hipnótico que se entrecorta de ve$ en cuando con voces más fuertes o firmes, característico de los ru!os afroamericanos y chamanes de 0sia y 0ustralia. 5on muy sensiles a los camios de ritmo, por lo que podemos apoyar y reafirmar nuestras comunicaciones mediante la percusión de tamores y otros instrumentos y o!etos. 0 los nfumes se les acostumra, por asociación, a que un ritmo rápido y violento corresponde a la guerra, a traa!os de ataque y defensa, mientras que otro más suave y cadencioso, anuncia oras de magia ro!a o sexual. 3omo a un perro, se le familiari$a con determinados silidos, nomres y otros sonidos para indicar acciones o elementos muy precisos y lo que se espera del nfume. 5i entiende y oedece correctamente, se le premia con cosas que le gustan, como el taaco, el alcohol y la sangre "en ese orden de importancia", de lo contrario no les den nada, o solo gritos, amena$as, golpes de machete sore el caldero e incluso fuego "tami)n en ese orden, seg/n la gravedad del asunto".
2esde el primer encuentro con un nfuiri hay que empe$ar a educarle. Cesulta irónico, pero alguien que acaa de morir es como un e) reci)n nacido y hay que ense#arle todo otra ve$, pues en el mundo de los muertos o plano astral, las leyes y percepciones son muy distintas a las del mundo material. 3onectar amos mundos es la tarea del ru!o, su arte mayor. Primero tiene que entrenar al nfuiri y convertirlo en nfume, antes de fundirlo con el mpungu y otener un verdadero n(isi que le sea verdaderamente /til en amos planos de la realidad, extrayendo conocimientos y secretos del más allá, y eneficios materiales y logros terrenales del mundo de los vivos. 3uando encendemos la vela y nos concentramos, como explicamos en el capítulo anterior, llega un momento en que sentimos la presencia del nfuiri, y es ahí cuando tenemos que empe$ar a halarle o cantarle, marcando un ritmo suave e hipnótico, para atraerlo y que entienda que la cosa es con )l. 2eemos intercalar mucho su nomre, se#alando el centro del cuatro viento y luego ir presentando los cuatro elementos uno a uno, mediante ofrendas simólicas de cada uno= humo de taaco en el norte, 0ire% aguardiente ca#a en el oeste, 0gua% unas gotas de nuestra sangre en el sur, +ierra% y encender fula en el este, 7uego.
3uando huela el taaco, sentirá un ligero placer pues le es familiar, como si estuviera vivo de nuevo. 0unque no fuera fumador en vida, el fuerte olor del taaco le transmitirá sensación de humanidad y lo atraerá, hipnoti$ando con sus volutas, tomando consciencia del elemento aire en que se mueve. Ese olor "o me!or dicho, la energía de ese olor", le guiará entre la oscuridad de la muerte hacia el mundo de los vivos. *n olor que tami)n lleva parte de nuestra saliva y olor ucal. Entonces rociamos la atmósfera con un chorro de aguardiente que pulveri$aremos con nuestra oca, para que cuando descura este nuevo placer, lo asocie siempre con nosotros, como el humo del taaco. El aguardiente& los paleros preferimos el aguardiente de ca#a, pero en realidad sirve cualquier alcohol fuerte ', con su fuerte olor y saor expandirán la sensación de vida, como una lu$ al final de un t/nel oscuro. 4a atención del nfuiri es total y ahora aprovechamos para sorprenderlo con un nuevo e insospechado golpe de efecto= la menga, la sangre humana fresca, reci)n rotada de nuestra carne. Esta sustancia misteriosa es el vehículo de la vida por excelencia, cargada de energía vital y espiritual ultra concentrada. 4a sangre es la vida misma. El nfuiri la huele y enloquece, la pruea y experimenta un suidón tremendo% un calor que es como volver a la vida. 2e hecho, lo que realmente sucede no es que la pruee, ya que los espíritus no tiene oca, ni estómago, sino que penetra en ella, le sirve de cuerpo y durante unos instantes está realmente vivo, y percie la vida a trav)s de nuestros sentidos.
Es imprescindile que la primera menga que pruebe el nfuiri sea la nuestra, y que ese momento trascendental vaya acompa#ado de dos elementos que para siempre asociará con el due#o de esa sangre= el metal y el fuego% el mele& cuchillo, machete, etc ' y la fula& pólvora, candela '. El mele para que nunca olvide que para otener la menga hace falta el cuchillo& deemos usar siempre el mismo cuchillo consagrado ' cuyo due#o somos nosotros. Es decir, que la menga, la vida, nos la dee a nosotros, su amigo y enefactor, su aliado en el plano terrenal. Pero inmediatamente despu)s de darle nuestra menga, haremos estallar un montoncito de fula sore su tuma, !unto a su nomre, en el centro del círculo. 4o haremos con el puro de taaco encendido, para que entienda que todos esos elementos maravillosos los dominamos nosotros y podemos usarlos tanto para ien, como para mal. 4a explosión de la fula tiene el efecto de un corrienta$o en el enfuiri, como un cortocircuito entre energía espiritual y energía vital, que resulta estimulante, pero tami)n desagradale.
Ha llegado el momento clave en el que el nfuiri comprenderá lo que se espera de )l y de lo que es capa$. Pondremos , -, ó montoncitos de fula en fila en una de las líneas de la cru$ de ti$a, empe$ando en el orde del circulo y terminando en el centro del cuatro vientos, !usto sore su rastro o nomre, donde antes explotamos la primera fula% sitio que ya el nfuiri asocia con su propia entidad. Entonces le mostramos un nsusu vivo& un gallo ien vital ' en una mano, y el mele en la otra, con el puro encendido en la oca, y hacemos gestos se#alando el nsusu con el mele, mientras le explicamos& hay que aprender a halar con el taaco en la oca ' que si quiere más menga, tiene que traa!ar para nosotros, irse con nosotros y reconocernos y oedecernos como su amo. 3omo los muertos no tienen vo$ para halar, ni manos para escriir, le explicamos que tiene que firmar el pacto con su poder espiritual, impidiendo que la fula prenda en el montoncito del centro. Para ello colocamos una guira peque#a sore ese montoncito para que entienda que dee protegerla. Entonces, retiramos, la guira y acercamos el puro con la oca hasta el primer montoncito de fula, en el orde del cuatro vientos, hasta que estalla, y con )l todos los demás en cadena. 3uando el humo de la explosión se aparta y nos de!a ver, si el /ltimo montoncito de fula, en el centro del cuatro vientos, está intacto, significa que el nfuiri ha comprendido, ha descuierto su poder y proalemente haya aceptado el pacto. Entonces cumplimos nuestra palara, y matamos el nsusu de inmediato, con el mele, de!ando correr la menga, la tintorera sore el cuatro vientos, en su tuma. Mientras matamos, cantamos= menga va correr y va corriendo mira como corre la tintorera menga va correr y va corriendo mira como corre Farilongo 9 ien= sangre, difunto, sangre sangre, difunto, sangre 9 podemos crear nuestro propio canto o reciirlo por inspiración% lo importante es que siempre sea el mismo, para que las entidades sepan que es la hora de comer.
Es fundamental que cumplamos nuestras promesas a ra!atala, porque nuestros actos son el lengua!e que usamos con los espíritus. 5i le ense#amos al nfume que si traa!a hay menga, y luego no le damos la menga, o nos retrasamos en dársela, el nfume no comprende, se confunde y6o se enfada y hace lo que le da la gana, igual que nosotros. G es que los nfumes aprenden de sus amos por imitación y repetición, en constante toma y daca. 5i se rompe este sistema, la comunicación se corta. Ga astante difícil es la magia, como para que encima nos demos el lu!o de ser pere$osos o chapuceros. *na ve$ que el animal exhala su /ltimo aliento y estira la pata, la menga de!a de poseer vitalidad y el nfuiri regresa su atención hacia nosotros, como un perro mira a su amo esperando que le lance otro hueso. Es el momento de la confirmación. 4e repetimos el trato en vo$ alta y luego repetimos el ritual de los montoncitos de fula. 5i el resultado es el mismo, podemos estar un ? seguros de que el pacto es firme. 4a tercera y definitiva confirmación del pacto con el nfume& llamamos nfume al nfuiri que se acostumra a la menga, materia que lo vuelve denso y pesado como espíritu, anclándolo al mundo terrenal e impidiendole ascender hacia la 7uente o 4u$ ' será una ve$ tengamos sus restos o rastro en el munanso y le demos menga por tercera ve$. En la ru!ería todo tiene su porqu), y si usted no lo sae, ya puede poseer mil ngangas y mil esqueletos que la magia no camina. Hasta el próximo capítulo y que :sami acutare.