COLEGIO SHIRAYURI SHIRAYURI DEPARTAMENTO DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN PROFESORA: PROFESORA: Alicia Cordero Correa
LECTURA MENSUAL
“LA CASA DE ASTERIÓN” (JORGE LUIS BORGES)
Y “EL MITO DEL MINOTAURO”
CURSO: 7° BÁSICO “B” 2017
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LA CASA DE ASTERIÓN (Jorge Luis Borges) la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. Apolodoro: Biblioteca, ,
!" que me acusan de soberbia, # tal $ez de misantrop%a, # tal $ez de locura. &ales acusaciones (que #o castigar" a su debido tiempo) son irrisorias. 's $erdad que no salgo de mi casa, pero tambi"n es $erdad que sus puertas (cu#o nmero es ininito)* est+n abiertas d%a # noche a los hombres # tambi"n a los animales. ue entre el que quiera. -o hallar+ pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero s% la quietud # la soledad. Asimismo hallar+ una casa como no ha# otra en la az de la &ierra. (ienten los que declaran que en 'gipto ha# una parecida.) /asta mis detractores admiten que no ha# un solo mueble en la casa. 0tra especie rid%cula es que #o, Asterión, so# un prisionero. 12epetir" que no ha# una puerta cerrada, a3adir" que no ha# una cerradura4 5or lo dem+s, algn atardecer he pisado la calle6 si antes de la noche $ol$%, lo hice por el temor que me inundieron las caras de la plebe, caras descoloridas # aplanadas, como la mano abierta. 7a se hab%a puesto el !ol, pero el des$alido llanto de un ni3o # las toscas plegarias de la gre# dijeron que me hab%an reconocido. La gente oraba, hu%a, se prosternaba6 unos se encaramaban al estilóbato del templo de las /achas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. -o en $ano ue una reina mi madre6 no puedo conundirme con el $ulgo6 aunque mi modestia lo quiera. 'l hecho es que so# nico. -o me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres6 como el ilósoo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas # tri$iales minucias no tienen cabida en mi esp%ritu, que est+ capacitado para lo grande6 jam+s he retenido la dierencia entre una letra # otra. 8ierta impaciencia generosa no ha consentido que #o aprendiera a leer. A $eces lo deploro porque las noches # los d%as son largos. 8laro que no me altan distracciones. !emejante al carnero que $a a embestir, corro por las galer%as de piedra hasta rodar al suelo, mareado. e agazapo a la sombra de un aljibe o a la $uelta de un corredor # juego a que me buscan. /a# azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados # la respiración poderosa. (A $eces me duermo realmente, a $eces ha cambiado el color del d%a cuando he abierto los ojos). 5ero de tantos juegos el que preiero es el de otro Asterión. 9injo que $iene a $isitarme # que #o le muestro la casa. 8on grandes re$erencias le digo: Ahora $ol$emos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien dec%a #o que te gustar%a la canaleta o Ahora $er+s una cisterna que se llenó de arena o 7a $er+s cómo el sótano se biurca. A $eces me equi$oco # nos re%mos buenamente los dos. -o sólo he imaginado esos juegos6 tambi"n he meditado sobre la casa. &odas las partes de la casa est+n muchas $eces, cualquier lugar es otro lugar. -o ha# un aljibe, un patio, un abre$adero, un pesebre6 son catorce (son ininitos) los pesebres, abre$aderos, patios, aljibes. La casa es del tama3o del mundo6 mejor dicho, es el mundo.
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!in embargo, a uerza de atigar patios con un aljibe # pol$orientas galer%as de piedra gris he alcanzado la calle # he $isto el templo de las /achas # el mar. 'so no lo entend% hasta que una $isión de la noche me re$eló que tambi"n son catorce (son ininitos) los mares # los templos. &odo est+ muchas $eces, catorce $eces, pero dos cosas ha# en el mundo que parecen estar una sola $ez: arriba, el intrincado !ol6 abajo, Asterión. uiz+ #o he creado las estrellas # el !ol # la enorme casa, pero #a no me acuerdo. 8ada nue$e a3os entran en la casa nue$e hombres para que #o los libere de todo mal. 0igo sus pasos o su $oz en el ondo de las galer%as de piedra # corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. no tras otro caen sin que #o me ensangriente las manos. ;onde ca#eron, quedan, # los cad+$eres a#udan a distinguir una galer%a de las otras. gnoro qui"nes son, pero s" que uno de ellos proetizó, en la hora de su muerte, que, alguna $ez llegar%a mi redentor. ;esde entonces no me duele la soledad, porque s" que $i$e mi redentor # al in se le$antar+ sobre el pol$o. !i mi o%do alcanzara todos los rumores del mundo, #o percibir%a sus pasos. 0jal+ me lle$e a un lugar con menos galer%as # menos puertas. 18ómo ser+ mi redentor4, me pregunto. 1!er+ un toro o un hombre4 1!er+ tal $ez un toro con cara de hombre4 10 ser+ como #o4 'l !ol de la ma3ana re$erberó en la espada de bronce. 7a no quedaba ni un $estigio de sangre. <1Lo creer+s, Ariadna4
EL MITO DEL MINOTAURO !e cuenta que 5asiae, esposa del re# de 8reta = inos< incurrió en la ira de 5oseidón # "ste, como castigo, la condenó a dar a luz a un hijo deorme: el inotauro, el cual ten%a un enorme cuerpo de hombre # cabeza de toro. 5ara esconder al >monstruo?, inos ordenó al amoso arquitecto ;"dalo que constru#era un laberinto, una construcción tremendamente complicada de la que mu# pocos consegu%an salir. 'scondió all% al inotauro. 8ada luna nue$a era imprescindible sacriicar un hombre para que el inotauro pudiera alimentarse, pues subsist%a gracias a la carne humana. 8uando este deseo no le era concedido, sembraba el terror # la muerte entre los habitantes de la región. 'l re# inos ten%a otro hijo, Androgeo. ientras "ste se encontraba en Atenas para participar en di$ersos juegos deporti$os de los que hab%a resultado $encedor, ue asesinado por atenienses. inos, al enterarse de la tr+gica noticia, juró $engarse6 reunió a su ej"rcito # se dirigió luego a Atenas que, al no estar preparada para semejante ataque, tu$o pronto que capitular # negociar la paz. 'l re# cretense recibió a los embajadores atenienses, les se3aló que hab%an matado a su hijo e indicó que las condiciones para la paz. Atenas en$iar%a cada nue$e a3os siete jó$enes # siete doncellas a 8reta, para que < con su $ida< pagaran la de su hijo allecido. Los embajadores se sintieron presos del terror cuando el re# a3adió que los jó$enes ser%an orecidos al inotauro.
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5ero no les quedaba otra alternati$a m+s que la de aceptar tal di%cil condición. &an sólo tu$ieron una nica concesión: si uno de los jó$enes consegu%a el triuno sobre el inotauro, la ciudad se librar%a del atroz tributo. ;os $eces Atenas hab%a pagado #a el terrible precio6 pues dos $eces una na$e de origen ateniense e impulsada por $elas negras hab%a conducido, como se indicaba, a siete doncellas # siete jó$enes para que se dirigieran as% al atal destino que les esperaba. !in embargo, cuando llegó el d%a en que se sortear%a los nombres de las pró@imas $%ctimas, &eseo, nico hijo del re# de Atenas = 'geo< propuso embarcarse como parte del tributo, arriesgando su propia $ida con tal de librar a la ciudad de aquella horrible carga. 5or tanto, al d%a siguiente, "l # sus compa3eros embarcaron # &eseo prometió a su padre que cambiar%a por $elas blancas las negras $elas de la embarcación, una $ez que hubiera derrotado al monstruo. 'l contingente llegó a 8reta # los en$iados deb%an permanecer custodiados en un sitio situado en las aueras de la ciudad hasta el momento de ser lle$ados al laberinto. 'sta prisión reser$ada a las $%ctimas de los sacriicios estaba rodeada por un parque que colindaba con el jard%n en que las dos hijas de inos < 9edra # Ariadna< sol%an pasearse La ama del $alor # de la belleza de &eseo hab%a llegado a o%dos de las dos doncellas, la ma#or de las cuales =Ariadna< deseaba er$ientemente conocer # a#udar al jo$en ateniense. 8uando consiguió $erlo, le oreció un o$illo de hilo # le indicó que "ste representaba su sal$ación # la de sus compa3eros #a que deber%an atar un cabo a la entrada del laberinto #, a medida que penetraban en "l, deb%an de$anarlo regularmente. na $ez muerto el inotauro, podr%an enrollarlo # encontrar as% el camino a la salida. Adem+s, sacó de entre los pliegues de su $estido un pu3al # se lo entregó a &eseo. Le maniestó que estaba arriesgando su $ida por "l, pues si su padre se llegaba a enterar de su a#uda, se enurecer%a con ella. As% que le pidió que, en caso de $encer a la bestia, la lle$ara con "l. Al d%a siguiente, el jo$en ateniense ue conducido junto a sus compa3eros al laberinto #, sin ser $isto, ató el o$illo al muro # dejó que el hilo se uera de$anando poco a poco. Adentro, el monstruo esperaba hambriento. &eseo a$anzaba decidido. 8uando se encontró rente al terrible inotauro, apro$echó el momento en que "ste se abalanzó sobre "l # hundió su pu3al en el cuerpo de la bestia. na $ez concretada su misión, sólo restaba desandar el camino, siguiendo el hilo que le hab%a entregado Ariadna # salir del laberinto. /ab%a sal$ado a su ciudad
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'n el momento de partir, &eseo < a escondidas< condujo a bordo de la embarcación a Ariadna # tambi"n a su bella hermana. ;urante el $iaje, la na$e ancló en la isla de -assos para reugiarse de una uriosa tempestad #, cuando los $ientos se calmaron, no pudieron encontrar a Ariadna, a pesar de haberla buscado por todas partes. &eseo continuó $iaje hacia Atenas # pero ol$idó cambiar las $elas del barco como hab%a prometido a su padre. Cste cre#ó que su hijo hab%a muerto en su encuentro con el inotauro, no pudo soportar su dolor # se arrojó, desde una torre alta, al mar que ho# lle$a su nombre: 'geo.
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