Migraciones o Movilidad Social Desterritorializada Jürgen Golte Instituto de Estudios Peruanos, Lima
[email protected] Introducción
tener en mente, fundamentalmente, que este concepto es formulado desde una sociedad que se entiende a sí misma como “sedentaria”. Vamos a regresar más adelante a la idea de sedentarismo subyacente en el enfoque de las ciencias sociales, especialmente especialmente en la antropología de los países andinos que empieza a tomar cuerpo en la década de 1950 y en la que “migración” se vuelve un concepto central en las décadas de 1970 y 1980. Ante todo hay que ser consciente que la población de los Andes tiene una larga tradición de movimientos migratorios estacionales entre ambientes ecológicos diversos que se remonta a los cazadores recolectores del Arcaico. Las formas trashumantes de aprovechar la diversidad ecológica de las vertientes andinas, tan pronunciada a diferencia de otras sociedades agrarias, ni siquiera dejaron de existir entre los campesinos andinos (todo lo contrario) y menos aún en la mayoría de las sociedades pastoriles de los Andes Centrales. Las únicas sociedades tempranas que podrían haber tenido una tendencia marcada hacia el sedentarismo en la fase del desarrollo agrícola tuvieron un desarrollo concomitante de un grupo numeroso de artesanos que trabajaron con insumos importados. Asimismo, las sociedades jerarquizadas en los valles irrigados de la costa no abandonaron sus hábitos de consumo que obligaron a que por lo menos una parte de sus miembros recorriesen amplios espacios entre la costa, la sierra y la selva; entre las fuentes de strombus ( pututu ( pututu)) y spondylus (mullu ( mullu)) en la costa ecuatoriana, las riquezas metalúrgicas y el hábitat de los grandes rebaños de camélidos en el sur, para proveerse de las materias primas para sus artesanos y especialistas en curandería. En este sentido, a partir de sus orígenes, el espacio andino se ha desarrollado en función de una migración constante (Murra 1975, Golte 1980, Núnez y Dillehay 1995). No es este el lugar para seguir desarrollando esta idea pormenorizadamente pormenorizadamente a lo largo de la historia, pero cabe señalar que la llegada l legada de los españoles no cambió esta situación ni para los invasores “migrantes” de ultramar, ni para la población aborigen q ue prontamente se vio involucrada en una economía forzosa, basada en una migración permanente de las regiones agrícolas a los centros mineros de Potosí, Caylloma, Huancavelica u otros; e incluso también hacia los centros urbanos para cumplir lo que se llam aba la “mita de plaza” – es es decir la migración estacional del campo a la ciudad para laborar allí en la edificación urbana (Assadourian 1982). Esto era solo la parte del movimietno migratorio forzado por las mismas instituciones coloniales. Había otros fenómenos migratorios como la arriería, los caravaneros llameros del sur e incluso también el trabajo en los cocales en la vertiente oriental de los Andes. Todo este panorama permite afirmar que la “migración” seguía siendo, tanto en las economías familiares como también en la misma construcción del movimiento de la fuerza de trabajo que creaba el plusproducto – adueñado adueñado por los habitantes de ciudades o los amos de ultramar a lo largo de toda la Colonia y la primera centuria después de la Independencia – la la médula del funcionamiento económico del espacio andino (Núñez del Prado 1958, Adams 1959, Montoya 1980, Orlove 1977, Morlon 1996). Cuando se habla de “migración” hay que
La territorialización forzada en el desarrollo cultural peruano: fronteras territoriales y fronteras culturales
1
Sentadas estas premisas, resulta imperioso comprender que el fenómeno que se observa especialmente en la segunda mitad del siglo XX es parte de una movilidad general en la larga duración. Sin embargo, y esto es lo que realmente r ealmente empieza a preocupar preocupar a los grupos sociales – a los cuales también pertenecen los antropólogos – la la segunda mitad del siglo XX es el escenario de un movimiento que se caracterizaría más por el hecho de que las migraciones franquean límites culturales y sociales que por el mero desplazamiento espacial de la población. La construcción de la sociedad colonial había separado cultural e ideológicamente el campo y la ciudad, una separación que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Las ciudades formaban el reducto de los descendientes de “migrantes”, se an del área mediterránea o del África, quienes se organizaban bajo patrones en gran parte derivados del patrón cultural mediterráneo. En ellas se hablaba castellano, en ellas se astentaban los grupos de poder y era entre ellas por donde mayoritariamente circulaban sus habitantes. Estos últimos se relacionaban selectivamente con otras sociedades, especialmente especialmente la española, pero por intermedio de la élite administrativa. De esta forma había para los pobladores urbanos una circulación entre los diversos espacios coloniales así como también con otras sociedades de ultramar (Águila Peralta 1997). Quizás la característica más sobresaliente de esta circulación era su carácter selectivo en cuanto a la adquisición y la incorporación de nuevos conocimientos. Estos no incluían los conocimientos de producción manufacturera manufacturera e industrial que se desarrollaban especialmente a lo largo los siglos XVI al XIX. Esto cambió recién en el siglo XIX, ya que las ciudades andinas recibieron en aquel entonces importantes contingentes de “migrantes europeos”, portadores de los conocimientos de su época, que fueron incorporados sin problema mayor y coadyuvaron a desarrollar una incipiente industrialización. La población no-urbana, mayoritariamente de origen precolombino, igualmente circulaba, como ya vimos, pero siempre en espeacios referidos a sus zonas de origen – o al menos asentadas en ella s en calidad de “forasteros”– (Flannery (Flannery et al. 1989, al. 1989, Flores Ochoa 1968, 1972, 1975, 1977, Flores Ochoa y Fries 1989, Fonseca 1966, 1972a, 1972b, 1973, Fonseca Martel y Mayer 1988, 1988, Fujii y Tomoeda 1981, Custred Custred 1974, 1974, 1977, 1977, 1981, Golte 1980, 1980, Harris al. 1986, Figueroa 1981, Camino 1982). A 1978, Sallnow 1987, Inamura 1981, Briggs et al. diferencia de sus pares urbanos, las poblaciones no-urbanas no migraban hacia el exterior y tenían poco contacto con el conocimiento desarrollado en el resto del mundo. En este sentido, si bien sus habitantes eran básicamente productores, estaban también separados de los conocimientos sobre el mundo productivo, manufacturero e industrial quedando, a diferencia de otras sociedades, desligadas del desarrollo de conocimientos que trasformaban las formas de producción especialmente especialmente en Europa. Es decir, los patrones de movilidad espacial seguían vigentes hasta el siglo XX y éstos no se percibían como problemáticos, ya que los desplazamientos no cuestionaban básicamente la división cultural de la población y la subordinación surgida con el orden colonial. A nivel ideológico hubo una continuidad en la percepción cultural de los estratos y grupos de la sociedad republicana, si bien había una diferencia importante en comparación con el régimen colonial. La división de la sociedad y las relaciones de poder reguladas mediante ella no tenían un sustento legal. A falta de un sustento legal de la subordinación se tenían que profundizar los elementos ideológicos necesarios para la exclusión. Formalmente todos los habitantes de la república eran ciudadanos. No es casual entonces entonces que durante el siglo XIX X IX y principios del XX se fijara una imagen cultural de lo que significaba ser “indio” y lo que significaba ser “urbano” (Méndez 1993). La imagen de lo “indio” quedaba especialmente estereotipada en la población
quechua-hablante quechua-hablante de la sierra central y sur, así como en sus atuendos y sus respectivas maneras de comportarse. Otros grupos que en la Colonia formaban legalmente parte del mismo grupo – especialmente especialmente la población campesina de la costa y sobre todo la costa norte – no no cabía dentro
2
Sentadas estas premisas, resulta imperioso comprender que el fenómeno que se observa especialmente en la segunda mitad del siglo XX es parte de una movilidad general en la larga duración. Sin embargo, y esto es lo que realmente r ealmente empieza a preocupar preocupar a los grupos sociales – a los cuales también pertenecen los antropólogos – la la segunda mitad del siglo XX es el escenario de un movimiento que se caracterizaría más por el hecho de que las migraciones franquean límites culturales y sociales que por el mero desplazamiento espacial de la población. La construcción de la sociedad colonial había separado cultural e ideológicamente el campo y la ciudad, una separación que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Las ciudades formaban el reducto de los descendientes de “migrantes”, se an del área mediterránea o del África, quienes se organizaban bajo patrones en gran parte derivados del patrón cultural mediterráneo. En ellas se hablaba castellano, en ellas se astentaban los grupos de poder y era entre ellas por donde mayoritariamente circulaban sus habitantes. Estos últimos se relacionaban selectivamente con otras sociedades, especialmente especialmente la española, pero por intermedio de la élite administrativa. De esta forma había para los pobladores urbanos una circulación entre los diversos espacios coloniales así como también con otras sociedades de ultramar (Águila Peralta 1997). Quizás la característica más sobresaliente de esta circulación era su carácter selectivo en cuanto a la adquisición y la incorporación de nuevos conocimientos. Estos no incluían los conocimientos de producción manufacturera manufacturera e industrial que se desarrollaban especialmente a lo largo los siglos XVI al XIX. Esto cambió recién en el siglo XIX, ya que las ciudades andinas recibieron en aquel entonces importantes contingentes de “migrantes europeos”, portadores de los conocimientos de su época, que fueron incorporados sin problema mayor y coadyuvaron a desarrollar una incipiente industrialización. La población no-urbana, mayoritariamente de origen precolombino, igualmente circulaba, como ya vimos, pero siempre en espeacios referidos a sus zonas de origen – o al menos asentadas en ella s en calidad de “forasteros”– (Flannery (Flannery et al. 1989, al. 1989, Flores Ochoa 1968, 1972, 1975, 1977, Flores Ochoa y Fries 1989, Fonseca 1966, 1972a, 1972b, 1973, Fonseca Martel y Mayer 1988, 1988, Fujii y Tomoeda 1981, Custred Custred 1974, 1974, 1977, 1977, 1981, Golte 1980, 1980, Harris al. 1986, Figueroa 1981, Camino 1982). A 1978, Sallnow 1987, Inamura 1981, Briggs et al. diferencia de sus pares urbanos, las poblaciones no-urbanas no migraban hacia el exterior y tenían poco contacto con el conocimiento desarrollado en el resto del mundo. En este sentido, si bien sus habitantes eran básicamente productores, estaban también separados de los conocimientos sobre el mundo productivo, manufacturero e industrial quedando, a diferencia de otras sociedades, desligadas del desarrollo de conocimientos que trasformaban las formas de producción especialmente especialmente en Europa. Es decir, los patrones de movilidad espacial seguían vigentes hasta el siglo XX y éstos no se percibían como problemáticos, ya que los desplazamientos no cuestionaban básicamente la división cultural de la población y la subordinación surgida con el orden colonial. A nivel ideológico hubo una continuidad en la percepción cultural de los estratos y grupos de la sociedad republicana, si bien había una diferencia importante en comparación con el régimen colonial. La división de la sociedad y las relaciones de poder reguladas mediante ella no tenían un sustento legal. A falta de un sustento legal de la subordinación se tenían que profundizar los elementos ideológicos necesarios para la exclusión. Formalmente todos los habitantes de la república eran ciudadanos. No es casual entonces entonces que durante el siglo XIX X IX y principios del XX se fijara una imagen cultural de lo que significaba ser “indio” y lo que significaba ser “urbano” (Méndez 1993). La imagen de lo “indio” quedaba especialmente estereotipada en la población
quechua-hablante quechua-hablante de la sierra central y sur, así como en sus atuendos y sus respectivas maneras de comportarse. Otros grupos que en la Colonia formaban legalmente parte del mismo grupo – especialmente especialmente la población campesina de la costa y sobre todo la costa norte – no no cabía dentro
2
de la nueva definición y de hecho estas regiones se “desindianizaban”. De esta forma, ya en el siglo XX los grupos en cuestión no eran percibidos como tales. A falta de una definición legal de las diferencias sociales, se ahondaban los elementos de un racismo latente en la categorización de los estratos de la sociedad. La categoría de “mestizo”, que en la colonia no tenía mayor importancia en la regulación de las relaciones de
poder, apareció con fuerza para diferenciar d iferenciar a las familias gobernantes de la población urbana de aquelllas otras de pocos recursos. Quizás de ahí resultó la acogida entusiasmada de los migrantes europeos del siglo XIX, que además se veía acompañada de discursos racistas. Ellos no tenían demasiados pruritos en relacionarse parentalmente con los antiguos grupos de poder de la sociedad, ya que la interrelación con ellos renovaba la imagen de una distancia “fisiológica” entre los grupos de poder y la población urbana subalterna – y más aún con la población campesina. campesina. La división espacial de las poblaciones de culturas diversas, entre gobernantes y subalternos, así como el manejo del poder en términos de culturalidades jerarquizadas, es lo que se empieza a desdibujar masivamente durante la segunda mitad del siglo XX (Matos Mar 1977). Este es básicamente el problema que se aborda en la literatura pertinente sobre el tema de la “migración” a partir de la segunda mitad del siglo XX. Y esta literatura significativamente lo primero que tematizó fue la migración de la población campesina a las ciudades (Mangin y Cohen 1965, Dobyns y Vázquez 1963, Jongkind 1974, Martínez 1961, 1980, 1984, Brougère 1986, 1992). No es casual entonces que todavía en los años sesenta se quisiera percibir a la nueva población limeña como “cinturones de miseria”, “barriadas” y “personas que en realidad no deberían estar en la ciudad porque afeaban los parques y jardines” de la Ciudad de los Reyes.
Se trata de una época en la l a cual, bajo el presidente Fernando Belaúnde Terry, se quería construir un muro a lo largo de la pista que unía el nuevo aeropuerto “Jorge Chávez” co n los barrios de la gente “decente” para que el grupo social que viajaba en aviones no tuviera que ver el
espectáculo de los migrantes advenedizos que habían conquistado los terrenos en las inmediaciones de la ruta. La antropología misma prefería estudiar a los habitantes andinos en sus habitats campesinos. Si bien en estos estudios aparecía la migración y su impacto sobre las aldeas, por lo general ellos estaban concentrados en el territorio aldeano (Blum 1995, Brush al. 1982, Salm 1981a, 1981b, 1973, Celestino 1972, Degregori y Golte 1973, Fuenzalida et al. 1982, Grondin 1978, Cotlear 1984). Es recién a partir de la Reforma Agraria de Juan Velasco Alvarado y los cambios que ella trajo aparejados para el grupo cultural que se creía dueño nato del poder en el país que los “nuevos limeños”, con características culturales diversas, fueron percibidos ya ya no como una población población subalterna fácilmente excluible excluible y supeditable, supeditable, sino como como una amenaza al orden acostumbrado (Husson 1993). Es recién entonces cuando la percepción de los problemas del país ya no se planteaba en términos de una oposición entre campo “indígena”, “atrasado” y “tradicional” versus ciudad “moderna”. Significativamente el gobierno del General Velasco Alvarado cambió el nombre de las “comunidades indígenas” por el de “comunidades campesinas” (Matos Mar y Mejía 1980,
Caballero 1980, 1983). Ya a principios de la década de 1980 la visión había cambiado. El equipo del Instituto de Estudios Peruanos, bajo la dirección de José Matos Mar, produjo una expresión popular y crisis del Estado. Estado. El nuevo rostro del Perú de este sentimiento. El volumen Desborde volumen Desborde popular en la década de 1980 (Matos 1980 (Matos Mar 1984) se convirtió en un bestseller y en uno de los pocos libros de las ciencias sociales que alcanzaron un público más amplio. La sociedad letrada de Lima buscaba una interpretación y un discurso de su sentimiento generalizado de verse cercada por los subalternos de antaño, quienes ya no encontraba en ella a los “señores naturales ” del pasado (Alber 1990, 1990, 1999, Osterling 1980, 1983, Cotlear Cotlear et al . 1987). En este contexto resulta significativo el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Una de sus conclusiones fue que ambos bandos beligerantes, el Estado por
3
medio de su ejército y el Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso, parecían tener una agenda oculta. Las víctimas de la guerra de los años ochenta eran ante todo los “indios”, es
decir la población analfabeta quechua-hablante o asháninka. Su sobrerepresentación entre las víctimas genera la impresión de que entre los beligerantes, mas allá de sus enunciados y propósitos declarados, existía una percepción inconsciente y común de que estas poblaciones constituían la verdadera amenaza. De este modo la guerra resultaba ser un remedo del siglo XVI al convertir a los campesinos con orígenes precolombinos en la amenaza oculta para ambos bandos (Degregori 2010). Por cierto que esta percepción y los cambios reales en las conciencias tanto de la gemte urbana (étnicamente criolla) como de la no urbana (migrante e hijos de migrantes) han cambiado profundamente el ámbito político del país. Si bien el cambio de la “República Aristocrática” de los primeros decenios del siglo XX a la situación política de hoy ha sido un proceso de erosión paulatina – en el que los gobernantes de facto o los aspirantes a ser
gobernantes democráticamente elegidos han tenido que recurrir cada vez más a lo que se ha llamado “populismo” para estabilizar el sistema del ejercicio de poder o para poder captar el voto popular – los años noventa han significado un vuelco importante en la larga historia política del país (Cotler 1968 , 1978, 1994, 1995, Balbi 1991, 1997, Blondet 1995, Cameron 1991, Grompone 1990, 1991a, 1991b, 1991c, Durand 1994, Degregori et al. 1986, Degregori 1989 , 1990, 1993, 1994, 1996, Dietz 1998, Franco 1990, 1991a, , 1991b, Fuenzalida Vollmar 1991, Parodi 1986, 1993, Pásara 1988, Villarán 1992, 1998). Ya la elección del candidato Alberto Fujimori frente al escritor urbano criollo Mario Vargas Llosa, tenía, por un lado, tintes étnicos y, por el otro, también el agregado de que Fujimori ganó con un discurso que apelaba a los valores de los nuevos grupos urbanos, se aliaba con iglesias protestantes y por lo menos en su primer equipo de gobierno había una clara preponder ancia de “empresarios informales” (Golte 1990, 1993). De hecho su elección tuvo como efecto una marginación de la clase política habitual de origen criollo. Si bien la elección posterior de Alejandro Toledo ha significado un regreso parcial de los antiguos grupos de poder, éstos tenían que valerse del ardid de presentarse detrás de un candidato de origen andino. Esto deja claro que en el comportamiento electoral de los diversos grupos de la sociedad se manifestaba un componente étnico-cultural – como se apreció de manera explícita en el calificativo empleado por el padre de la principal opositora, quien se refirió a Toledo como “auquénido de Harvard”, contribuyendo de este modo al debacle
de la popularidad Lourdes Flores. El desencanto masivo posterior de las poblaciones andinas y migrantes, que habían sido los electores principales de Toledo, se ha debido especialmente al hecho de que la población “migrante” lo consideró suyo por sus rasgos físi cos, su historia y sus
promesas, y se sintió burlada al darse cuenta de que su política de hecho no les favorecía. A ello contribuyó el hecho de que que en las culturas orales campesinas, y las derivadas de ellas, la promesa verbal tiene un valor casi contractual, y Alejandro Toledo defraudó a sus electores especialmente en éste aspecto. Tanto en Bolivia como en el Ecuador se dieron paralelamente virajes parecidos: hubo una irrupción clara de gente que en estos casos incluso se organizó en agrupaciones políticas de afiliación étnica, y los últimos decenios han sido marcados por acontecimientos políticos en los cuales confrontaciones étnicas y reclamos de los nuevos grupos urbanos han tenido una presencia muy visible (Burgwal 1995). No es casual tampoco que en los años noventa – cuando con Fujimori se había elegido a un presidente hijo de “migrantes asiáticos” que amenazaba a las clases medias burocráticas de origen urbano en sus propios fueros – que el fenómeno de la inmigración de origen chino y japonés se volviera una segunda temática en el campo de las investigacio nes sobre “migración”. También en este caso el motivo para que las ciencias sociales hubieran fijado su mirada en este sector de la población resulta menos el resultado de un efectivo desplazamiento espacial que el de una movilidad social en asenso que amenazaba posiciones de poder a las cuales se habían
4
habituado los grupos de poder criollos en la sociedad urbana (Morimoto 1991, 1999, Lausent 1991, Yanaguida y Rodríguez de Alisal 1992, Fukumoto Sato 1997, Roca Torres 1997, Sakuda 1999, Thorndike 1996, Watanabe et al. 1999, Derpich 1999). La desterritorialización cultural y territorial de las poblaciones peruanas
La tendencia a relacionar a cada grupo cultural con su zona de origen, así como la proclividad de verlo como desigual o subalterno, favorecía el no cuestionamiento del orden jerárquico a nivel de la percepción (Webster 1971, 1973, Urrutia 1992, Tomoeda y Flores Ochoa 1992, Stein 1975, Starn 1991, 1992, Patch 1973). Los desplazamientos del siglo XX de facto desbordaban la capacidad de absorción de las ciudades administrativas criollas con su incipiente industrialización. El hecho de que la gente siguiera desplazándose a las ciudades y continuara estableciéndose en ellas con intenciones de permanencia – así como también el desarrollo de una vida indepe ndiente del “Estado” y su conrrespondiente “informalidad” en términos de éste (Breman 1985, Tokman 1978 , 1991, Toledo 1991) – había llegado a convencer a la antigua población urbana que las condiciones habían cambiado (Wallace 1984). Con el antecedente de que la Reforma Agraria había negado a los antiguos dueños de latifundios su condición de ser los que por derecho recibían rentas de sus “ pongos” o siervos, la posibilidad de un cambio radical del orden habitual parecía verosímil. De repente los habitantes antiguos se veían cercados por los inmigrantes del campo que se dedicaban a negocios diversos y que invadían el centro mismo de la ciudad (Seligmann 1998). La clase media asentada, de acuerdo con su capacidad adquisitiva, huía de estas zonas hacia los barrios del sur – Lince, San Isidro, Miraflores – y cuando estos a su vez se veían cercados por el sur por otros barrios advenedizos, la fuga interna de las clases medias se orientaba hacia el este y los nuevos barrios de San Borja, Surco y La Molina. A esto contribuían la violencia interna y la bancarrota del Estado peruano durante la segunda mitad de la década de 1980. Es este ambiente de cambio de las percepciones de la sociedad urbana en general el que creaba las condiciones para que las ciencias sociales viraran su interés, que hasta entonces se había centrado en amplia medida en el campo y sus habitantes, hacia la “migración” que parecía estar en la raíz de la nueva situación percibida. Y si bien existía igualmente una migración masiva hacia la vertiente oriental de los Andes, ésta no suscitó el mismo interés que alcanzaba la conversión de las ciudades por los “migrantes”
(Preston 1969, Skar 1994, Brush 1980, Pino Díaz 1972, Fioravanti 1974). Algo inadvertido para las ciencias sociales de entonces – que habían empezado a estudiar a la “migración”, los “nuevos limeños” y las formas de organización de su economía y sociedad – fue el hecho de que los “limeños antiguos” también masivamente empezaban a
emigrar hacia los EEUU, el Canadá, Australia, Europa y algunos a países como Chile o Argentina, en los cuales parecía haber más estabilidad para el modo de vida que acostumbraban tener. Este desplazamiento mayormente de las clases medias urbanas hacia el exterior tuvo tal magnitud que hoy se estima que el 10 % de la población peruana vive fuera del territorio del país. Quizás no sea casual que Teófilo Altamirano, él mismo oriundo del sur andino – y uno de los primeros en fijar su mirada en la migración hacia la ciudad de Lima, con su tesis doctoral presentada en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en otros trabajos (Altamirano 1983, 1984, 1985, 1988a) – haya sido también uno de los primeros que volteó su mirada a los se fueron hacia tierras norteñas (Altamirano 1988b, 1990, 1996). Vemos entonces que el Perú de la segunda mitad del siglo XX es una sociedad altamente móvil no sólo en el sentido espacial, sino sobre todo en relación a la movilidad en la jerarquía de poder – que se había creado en la Colonia y que se había reformulado en la primera centuria de la República – y sus respectivas percepciones a nivel ideológico (Golte y Adams 1987, Golte 1995, 1999, 2000).
5
Los movimientos migratorios de todos los grupos tenían una serie de elementos en común, no solo entre sí, sino también con otros grupos de la misma región y otras partes del mundo. Es común a todos los grupos movilizados que se reubiquen según criterios de optimización desarrollados por ellos en su lugar de origen, así como también según criterios basados en redes personales y de parentesco que unen entre sí a los mismos reubicados y a estos con aquellos que han permanecido en los respectivos lugares de origen (dond fuere, en la montaña, en la ciudad, en Europa o en Estados Unidos). Es igualmente común entre quienes dejan sus lugares de origen que las motivaciones para el desplazamiento sean heterogéneas. Si bien en muchos casos hay problemas económicos percibidos en los lugares de procedencia y un deseo de mejorar las condiciones económicas, los factores culturales son de una importancia capital tanto para entender los movimientos como para interpretar las estrategias adoptadas en los lugares de llegada. Junto con estos movimientos que surgían a partir de decisiones individuales y colectivas tomadas en condiciones relativamente pacíficas, en la década de 1980 se aprecian otros tipos de traslados, esta vez forzados, causados por los avatares de la guerra interna en el Perú que se llegaron a conocer como “desplazamientos”. Es probable que los desplazados de la confrontación entre el movimiento de Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas en muchos casos tuvieran semejanzas con aquellos pertenecientes a la “migración pacífica”, pero recibieron otro tipo de tratamiento por parte de la percepción de las ciencias sociales así como también por las instituciones que trataron de apoyarlos en sus lugares de llegada – al igual que por el hostigamiento de las poblaciones de acogida que en muchos casos equiparaba a los refugiados con los beligerantes (Coral Cordero 1995, Huamantinco Cisneros 1990, Kirk 1991). Es común que la amplia mayoría de la gente que migra evalúe su performance en los lugares de llegada en función de algunos de los valores culturales establecidos en los lugares de origen – mientras que deja de lado otros valores que considera secundarios. Esto vale no sólo para los campesinos y habitantes de aldeas y pequeñas ciudades provenientes de los Andes (que por lo general extrañan el medio ambiente y el clima de sus lugares de origen), sino también para los peruanos de clase media que se desplazan hacia el exterior. De esta forma es posible ver a peruanos de clase media de origen urbano, que se han desplazado a los Estados Unidos de manera legal o ilegal, trabajar en oficios que nunca hubieran ejercido en sus lugares de procedencia. El hecho mismo de que estos oficios les permitan adquirir signos signos de riqueza exterior – que para su parentela limeña son signos de éxito y afluencia – les permite dejar de lado los criterios selectivos que habrían utilizado en su hábitat original. Es un signo claro que también en el caso de los migrantes, quienes en la sociedad norteamericana por lo general se integran a una población subalterna y despreciada, muchas veces ejerciendo profesiones que los norteamericanos asentados rechazan, perciban su migración como ascenso porque en un aspecto importante de los términos culturales de los grupos sociales de los cuales provienen. Es que en cada caso, tanto entre los migrantes que provienen de las aldeas andinas como entre aquellos oriundos de las clases medias criollas, se mantiene una vinculación familiar y grupal estrecha entre los migrantes del mismo origen en el lugar de llegada y se establecen vínculos importantes con aquellos que se quedaron en los lugares de procedencia (Lomnitz 1977, 1994, Long 1980). Estas redes sociales locales y supraregionales no son sólo un signo de añoranza y confraternidad, sino que por lo general cumplen una función importante para la autoestima y la elaboración de identidades, junto con las funciones que cumplen en la organización de la economía y de la reproducción de las unidades domésticas pertenecientes a ellas. Es comprensible entonces que las redes mantengan las características de las relaciones sociales en los lugares de origen, traten de emular los ciclos festivos de éstos y veneren a santos de los pueblos de procedencia. Claro que todo ello no consiste simplemente en una repetición ciega de pautas adquiridas, sino en una reinterpretación que incluye parámetros adquiridos en el nuevo ambiente. Pero incluso estas reinterpretaciones son reelaboradas grupalmente, y
6
muchas veces, especialmente cuando hay cierta afluencia económica, los nuevos hábitos y las adquisiciones culturales son retrasladadas al lugar de origen (Altamirano et al. 1997, Mossbrucker 1991, Chávez 1995). En el norte de Tailandia encontramos aldeas de las cuales han emigrado fuertes contingentes de mujeres hacia Europa, especialmente a Suiza, y donde se han casado con suizos. Hoy en estas aldeas, gracias a las remesas y visitas periódicas de las migrantes y sus cónyuges, las casas tailandesas de la región adquieren un aspecto de las casas típicas de los Alpes. De la misma forma encontramos en la aldea de Sacsa, al norte de Jauja, cuyos habitantes han migrado tanto a la montaña como a Lima, un buen número de casas construidas al estilo de las mansiones de las clases medias limeñas sin que esta arquitectura sea particularmente funcional en ese sitio. En este ejemplo resulta visible que el intercambio de conocimientos, de deseos, de utopías, y por ende el cambio de cultura es una obra colectiva. Y son las redes de personas de orígenes comunes las que – y a través de las cuales – permiten a los individuos redefinir y reelaborar sus identidades. Por lo general las redes de parientes, u otras, de ésta índole son muy estrechas, porque tienen no sólo una función en la definición individual de cada migrante, sino porque constituyen la base principal de interacción en los lugares de llegada, así como también el canal hacia el cual los remanentes están orientando sus vidas y la de sus hijos, de los cuales se asume que van a seguir a los migrantes pioneros (Chávez 1995). Ahora bien, los ejemplos de Tailandia y de Sacsa también muestran que la reelaboración de cultura no es un proceso que ocurre sólo al interior del grupo, sino que los lugares en los cuales están presentes, y en los cuales interactúan con gente de orígenes y orientaciones culturales diversas frente a situaciones y necesidades novedosas, tienen una importancia significativa. Pero a pesar de esto, frente a la infinidad de ofertas culturales del espacio extragrupal, existe un proceso selectivo. La selección está guiada en un gran número de casos por el azar (las mujeres tailandesas se casaron con suizos y no con norteamericanos) pero, por otro lado, también por la intencionalidad y los valores inherentes al ámbito cultural de socialización de los migrantes. Esto no deja de ser un punto de vital importancia, ya que en muchos casos los migrantes se tienen que enfrentar con situaciones y exigencias nuevas que deben solucionar. Especialmente en el caso de los migrantes que provienen de aldeas campesinas, con una división de trabajo casi inexistente, el desarrollo en las ciudades, con su división de trabajo necesariamente muy avanzada y también las ofertas culturales altamente diferenciadas, la población migrante no reacciona con una adaptación simple al ambiente, sino con una inserción de acuerdo con la selectividad que se va desarrollando en el grupo de referencia de origen común. Las estrategias materiales e intelectuales de inserción en los lugares de reubicación son por lo tanto personales así como también socializadas al interior del grupo de referencia, gracias a la coherencia y la confianza mutua, que en casi todos los casos es mayor que la confianza frente a otros grupos con rasgos culturales diferentes y frente a otras personas. Casi siempre este tipo de grupos crea espacios de comunicación intensa e igualmente formas de comunicación a distancia. Estos espacios pueden ser clubes y asociaciones, muchas veces con locales propios, así como también fiestas, procesiones u otras (Giorgis 1998). En muchos casos no son eventos, sino actividades que congregan a la gente. En Lima parece ser el fútbol un elemento que permite congregar a personas en campeonatos entre equipos aldeanos; y, por otro lado, el ejercicio de la música tanto en sus variantes regionales originales como en las derivadas de ellas – tal es el caso de la música chicha, que congregan especialmente a los jóvenes migrantes (Llorens 1983, Borras 1998, Turino 1991, 1993, Hurtado Suárez 1995, Núñez Rebaza 1990, Timaná 1993). En Berlín, por ejemplo, los migrantes de origen vietnamita se reúnen todos los domingos en un mismo parque público, donde se encuentran miles de personas, muchas veces con sus cónyuges alemanes, haciendo piqueniques, charlando, formando subgrupos, riéndose y sin duda alguna intercambiando información. En el caso ya mencionado de las
7
tailandesas casadas con suizos se ve que el camino “exitoso” emprendido – por razones desconocidas – por las primeras hizo escuela. Se trata de aldeas, en las cuales el matrimonio con
foráneos ya se especializó hacia una de las tantas naciones europeas. Esta comunicación intensa al interior de redes de parientes, que permiten la comunicación muy amplia y también íntima y pormenorizada, además de propiciar los escenarios para la incorporación de nuevos migrantes, imprime a estos procesos una velocidad de adaptación y creación cultural así como la formación de una coherencia grupal que no se daría si la migración constituyese exclusivamente una experiencia individual (Yamada Fukusaki 1993, Golte y Adams 1987, Roberts 1995). Sin embargo, tal como se crea una cohesión muy grande y una interacción intensa en las redes sociales gracias a la cultura de origen compartida, esta misma es también causa posibles de rupturas. Primeramente, en cualquier grupo social cuyos miembros migran, existen rupturas, hábitos de exclusión y subordinación ya previamente en funcionamiento que se trasladan con el bagaje cultural al nuevo hábitat (Mendoza García 1995, Alberti y Sánchez 1974). De esta forma existen conflictos de larga data que pueden seguir ejerciendo su influencia en los lugares de llegada, pero igualmente estos conflictos pueden amainarse frente a la necesidad de cohesionarse como grupo frente al nuevo escenario. Más frecuentes quizás sean aquellos conflictos que se manifiestan debido a que en ciudades con millones de habitanes (como Lima) los frenos que pueden operar en una aldea para el desarrollo de conflictos interfamiliares pierden operabilidad. Un caso patético es el surgimiento de un gran grupo de jóvenes solteras con hijos de relaciones que en una aldea por lo general hubieran terminado en una componenda entre las familias involucradas. En la sociedad urbana el tipo de presión familiar es fácilmente eludible con los resultados mencionados. Pero más frecuente aún son aquellos conflictos que se sucitan debido a que los grupos familiares en la ciudad pueden correr suertes diversas, los unos logran cierto grado de bienestar y de acumulación, los otros se van pauperizando. Si bien por lo normal ricos y pobres siguen interactuando en las agrupaciones, los mismos incentivos para la acumulación, y la necesidad de ella en el nuevo contexto económico, crean distancias y conflictos; y los menos afortunados abogan selectivamente por una aplicación de una economía de redistribución, a la cual se cierran los que logran acumular riqueza. Es interesante observar, especialmente en el caso de migrantes provenientes de la sierra central y sur, que los conflictos latentes entre ricos y pobres al interior de una misma red de migrantes, en la mayoría de los casos estén cubiertos por el manto de un costumbrismo realzado; o por la esperanza, en muchos casos cumplida, de que la fuerza de trabajo subre munerado de los “sobrinos” del dueño de un taller reciba el apoyo de éste una vez que se quiera independizar. Parecería que el surgimiento de una infinidad de comunidades religiosas “evangelistas”
(es decir aquellas se establecen en el campo, pero especialmente en las ciudades) está relacionado con las rupturas que se originan en el proceso de migración. Si bien la adhesión a una red de migrantes que se origina en el mismo sitio de origen es ventajosa en la mayoría de los casos, en otros esta agrupación no satisface las necesidades específicas que surgen de las aspiraciones de un migrante y de su familia. En estos casos, el hacerse miembro de una comunidad religiosa que comparte con las sociedades aldeanas la densidad de las relaciones sociales y el control mutuo de preceptos morales claramente definidos – al mismo tiempo que se desliga en aspectos importantes de la herencia cultural y el entorno social de origen – parece ser un canal para satisfacer las necesidades de identificación y de participación en grupos de “hermanos” (Ströbele-Gregor 1992 , 1993, Marzal 1988, Paerregaard 1994, 1997, Skar 1987). La reorganización de los principios organizativos del lugar de origen en función de las jerarquías en los lugares de llegada
8
Uno de los puntos más subrayados en la mayoría de los estudios sobre migrantes andinos durante la década de 1980 es el éxito de su traslado a las ciudades. Ello tenía una serie de condicionamientos históricos: la política del Estado peruano ahuyentaba el capital transnacional a partir del gobierno de Velasco Alvarado; el financiamiento del Estado por la emisión constante de dinero creaba un ambiente inflacionario también constante; la guerra civil que se desarrollaba en el país en la década del ochenta y la falta de divisas, creaban una situación de una demanda no atendida desde el mercado mundial. En la brecha abierta se podía desarrollar una serie de actividades productivas dirigidas al mercado no atendido, que tenían un éxito asegurado. En este sentido, la política del Estado abrió un espacio para que los migrantes que iban adquiriendo capacidades de producción, maquinaria simple y los conocimientos necesarios se convirtieran en empresarios incipientes, los que en muchos casos ingresaban a los ámbitos de la producción y el comercio. En muchas oportunidades se creaba un lazo productivo con el lugar de origen en función de la economía urbana, una reorganización de la utilización de los recursos locales a partir de la experiencia de los migrantes en la ciudad (Matos Mar 1986). Pero el éxito más estable, a la larga, estaba vinculado con la creación de barrios en la ciudad que lejos de ser “cinturones de miseria”, como vaticinaban los observadores externos,
se convertían en barrios bien construidos, con casas espaciosas de material noble, que muchas veces también albergaban un pequeño taller. La lentitud de su proceso de crecimiento, que frecuentemente abarcaba de una a dos generaciones, causó que no fuera percibido como algo espectacular, y tampoco hubiera sido investigado apropiadamente, con excepción de algunos estudios – precisamente porque la investigación antropológica se dirigía más a procesos de una duración más corta. Pero cualquiera que haya visto el inicio de lo que actualmente se llaman los “conos”, y pueda apreciar su actividad acelerada, se acordará cómo la gente invadía cada vez más terrenos en los alrededores de la ciudad, levantaba unas casuchas de esteras y empezaba a luchar por el derecho de ocupar el sitio, por la titulación, por los servicios de agua y electricidad, la construcción de pistas, etc. En fin, todos estos procesos iniciales de construcción de barrios han sido documentados en una serie de estudios, pero falta aún una investigación de lo que hoy constituye más del 70 % de la ciudad a base de formas de la construcción paulatina, el añadido de cien ladrillos al mes y la labor constante de los habitantes que de esta forma creaban una base adecuada para el crecimiento de sus familias y su bienestar, basándose por lo general en la ayuda mutua entre individuos que pertenecían a las redes de parientes y paisanos de los dueños de la construcción (Lobo 1984). Lo que vale para la vivienda de los migrantes provenientes de los Andes Centrales merece ser mencionado también para la educación. Es cierto que mucha gente migraba desde el campo a la ciudad, o desde la pequeña ciudad a las grandes, buscando oportunidades para educarse. En este proceso existía como trasfondo una reacción a las ideologías impartidas desde los niveles superiores hacia los inferiores que postulaban que las diferencias sociales se basaban en una diferencia de conocimientos. De acuerdo con esto, en amplias zonas del campo había una avidez muy grande de superar el estado de postración y dependencia por medio de la adquisición de conocimientos en escuelas, colegios, academias y universidades. La proliferación de academias y universidades en la ciudad de Lima (pero también en otras ciudades mayores) en las últimas tres décadas ha sido extraordinaria. En muchos casos se pueden observar saltos entre una condición de analfabetismo y el acceso a la educación superior y universitaria de una generación a otra. Estos cambios permiten por lo menos que la gente se desenvuelva con mas conocimiento en el mundo urbano y mas allá de él. Sin embargo, la selectividad en la adquisición de conocimientos nuevamente muestra la fuerte influencia de las culturas de origen. Mientras los descendientes de campesinos se dirigen claramente a la adquisición de conocimientos relacionados con el mundo productivo (ingeniería, informática, etc.), los descendientes de la pequeña burguesía de las ciudades provincianas se dirigen mayormente al estudio del derecho y profesiones liberales afines. El hecho de que la mayoría
9
de las universidades, especialmente las academias y las instituciones de aprendizaje de idiomas, enseñen en turnos de día y en turnos de noche es un vivo testimonio de la preocupación muy profunda de la gente migrante y de sus hijos para con su educación. Es cierto que la antropología ha estado en buena medida ausente en el estudio de este fenómeno, y los conocimientos sobre la dinámica cultural a partir de esta masiva participación en centros de educación son prácticamente nulos. Esto es una limitación seria para el conocimiento de la dinámica de las generaciones de hijos y nietos de migrantes. No sólo porque los centros de educación son formalmente instituciones de traspaso de conocimientos – y por ende uno de los vehículos principales en el cambio cultural intergeneracional de las poblaciones migrantes – sino también porque la ruptura generacional necesaria entre las generaciones de migrantes pioneros, con una socialización preponderantemente influenciada por los hábitos y los conocimientos propios del mundo rural, parece canalizarse especialmente por medio de culturas juveniles desarrolladas en ámbitos educativos. No existen aún estudios que permitirían entender cabalmente la dinámica que surge a partir de estos ámbitos que están claramente diferenciados de los familiares y de las redes de parentesco y de paisanaje. Gracias a estos ambientes marcadamente diferentes al ámbito familiar, ellos resultan verdaderos espacios de redefiniciones intergeneracionales mayores. Ahora bien, es cierto que el universo educacativo del Perú y especialmente el de Lima se encuentra altamente diferenciado. Las colonias de inmigrantes provenientes de una serie de países como Francia, Suiza, Alemania, Italia, Gran Bretaña, la China, pero también la población judía, los cristianos de diversas iglesias tanto evangélicas como católicas, mantienen colegios “étnicos” y en alguno s casos incluso universidades “étnicas”. Hay un sinnúmero de instituciones de educación privada con criterios diversos de énfasis en la educación y sabemos muy poco sobre la influencia sobre el devenir de los jóvenes que se educan en ellas (Merino 1999). Por cierto, a partir de estas instituciones también se forman redes interpersonales que en muchos casos marcan la posibilidad de acceder al mercado laboral en vista de la ausencia de un mercado de trabajo plenamente constituido. El pragmatismo en la reorganización cultural lingüística y de conocimientos
Es especialmente en la selectividad frente a las instituciones de educación donde resulta muy visible que las nuevas generaciones de hijos de migrantes provenientes del campo abandonan con gran rapidez el bagaje cultural que les permitiría regresar a ocupaciones propiamente campesinas. Incluso el aprendizaje de la lengua de los padres o de los abuelos, es decir las diferentes variantes del quechua y el aymara, es abandonado en aras del aprendizaje del castellano y muchas veces del inglés (Myers 1973, Steckbauer 1997). En dos decenios, por ejemplo, el Instituto Cultural Peruano Norteamericano, que se dedica a la enseñanza del inglés norteamericano, como otras tantas academias, se ha convertido en un centro en el cual diariamente miles de jóvenes tratan de adquirir esta lengua. En esto hay una predilección marcada por el inglés entre los migrantes de origen centroandino, mientras la institución similar en la cual se aprende francés atrae más a los descendientes de la población urbana antigua. En la proliferación de institutos que enseñan idiomas queda visible que la reorientación cultural de los migrantes de origen campesino está dirigida hacia una inserción en una sociedad global. No se orienta, por ejemplo, a emular la cultura urbana criolla, sino que construye con una decisión muy marcada una cultura urbana propia que, en lo que a conocimientos respecta, trata de buscar muy pragmáticamente posibilidades de ejercicio profesional en una cultura urbana de rasgos transnacionales, por un lado, y de culturas propias de las redes interpersonales creadas a partir de los orígenes campesinos, por el otro. Si bien les corresponde a las instituciones de educación un lugar prominente, hay otros ámbitos, especialmente laborales, que igualmente influencian el desarrollo de nuevos hábitos y
10
conocimientos de los advenedizos y sus hijos. Tampoco la influencia de estos ámbitos – por ejemplo las instituciones armadas, la policía, pero también el trabajo en las grandes cadenas de supermercados, que imponen visiblemente pautas de conducta diferenciadas a quienes trabajan en ellos – ha sido estudiada. Esto vale no solamente para las instituciones o los negocios grandes formalmente constituidos, sino que también es visible en los mercadillos que abundan, especialmente aquellos en los cuales se venden artefactos eléctricos, ropa, zapatos y una amplia gama de cintas de video, discos de programas de computación y películas DVD. El trabajo en estos sitios resulta en una uniformización de los estilos del personal vendedor, que difiere marcadamente de los que se pueden observar, por ejemplo, en un mercado de productos alimenticios. Es decir, también allí se están construyendo nuevos hábitos de cultura urbana, y no queda todavía muy claro el peso de la reorientación de quienes laboran en estos sitios en la cultura urbana que se va desarrollando. En buena cuenta, si bien la “migración” ha sido el punto de partida del desarrollo de una antropología urbana en el Perú, ésta se ha quedado en una serie de temas – particularmente los de la relación cultural entre campo y ciudad – y no ha sabido encarar los fenómenos de
transculturación que se producen a partir de los primeros pasos y de las primeras generacionees de migrantes para comprender cabalmente el desarrollo contemporáneo de las culturas urbanas. Traspaso de fronteras locales, regionales y nacionales
Ahora bien, el traslado de personas en el interior de los países y mas allá de sus fronteras en los últimos decenios no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una reorganización de las sociedades mundiales que se inició a más tardar con la revolución industrial. Con ella hubo un cambio fundamental en el crecimiento de la población mundial, a la par que aumentos de la productividad tanto en el ámbito urbano como también rural. Como consecuencia de estos cambios se produjo una primera ola de migración en el interior mismo de los países que se industrializaban del campo a las ciudades; y al mismo tiempo una migración masiva de poblaciones que no podían ser absorbidas por los mercados de trabajo de los países que se venían industrializando hacia los EEUU, el Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, Chile, Argentina, Uruguay y el Brasil. También llegaron contingentes menores al Perú, Ecuador y Bolivia. Lo interesante en esta migración es que los migrantes llegaron a sus regiones de destino con el espíritu emprendedor y los conocimientos de sus países de origen para construir sociedades similares a las de sus respectivos lugares procedencia. En algunos casos marginaron o eliminaron las poblaciones previamente existentes para este fin; en otros, como en África del Sur, supieron supeditarse a las poblaciones aborígenes. En el caso de los países andinos, especialmente, se aliaron con los descendientes de los invasores mediterráneos del siglo XVI, y se ubicaron en el esquema de la supeditación de las poblaciones aborígenes que se había formado en el período colonial. Si bien la migración de los países industrializados hacia estos destinos nunca terminó, en las últimas décadas ha descendido a cifras mínimas. En una serie de casos hubo una migración secundaria a partir del establecimiento de nuevas formas de producción en el contexto de un mundo que se veía supeditado progresivamente a los países industrializados. En este proceso migratorio se ubica, por ejemplo, el traslado de habitantes chinos al Perú y a otras naciones (Rodríguez Pastor 1989a, 1989b, Lausent 1983) que, así como posteriormente sus pares japoneses, fueron enganchados por los dueños de empresas (Roca Torres 1997) para que sirvieran de mano de obra barata en una producción destinada al mercado mundial – especialmente en las plantaciones de azúcar y algodón, la explotación del guano y del salitre, o la construcción de los ferrocarriles en el caso peruano. También esta migración, al principio por enganche, continúa hasta hoy como lo
11
demuestra, por ejemplo, el caso de la migración de chinos por medio de redes de paisanos y familares. Recién en la segunda mitad del siglo XX es cuando se produce masivamente el fenómeno de migración inversa: de los países subordinados a los industrializados y definitivamente más ricos. Hemos visto esto en el caso de las clases medias empobrecidas peruanas. Y son cada vez más no sólo ellos, sino también los grupos provenientes de los ámbitos rurales peruanos – que anteriormente se dirigían más a la montaña y a las ciudades costeñas – los que van engrosando las filas de los que se van para buscar una inserción en sociedades de mayor afluencia económica. En este sentido, hay con ritmo creciente, no sólo al interior de los estados sino también entre ellos, una especie de desterritorialización de los grupos que comparten sus orígenes, sus raíces culturales, sus lenguas y sus costumbres. Se distribuyen por los diversos continentes de acuerdo con sus deseos y utopías, pero también de acuerdo con las posibilidades que se les ofrece en el mercado de trabajo. Por cierto que esta desterritorialización ha sido coadyuvada enormemente por el avance en los medios de transporte y en las comunicaciones. Y si bien los países de mayores ingresos tratan de frenar el ingreso de personas de los países más pobres, parecería que estas barreras no pueden ser efectivas, ya que los migrantes sureños encuentran aliados entre las poblaciones que los acogen y que gustosamente reciben mano de obra barata. Esto resulta cierto más aún cuando esta mano de obra es calificada y en los países de destino se aprecia una falta de este tipo de calificación. El movimiento de personas mas allá de los confines de los espacios originales de sus grupos culturales, y la consecuente desterritorialización no sólo de aldeas campesinas sino de estados, es parte de una reorganización liberal de las relaciones entre los países que, después de la desaparición de la URSS, se ha tildado de “globalización” o “mundialización” (Beck 1998).
Esta interrelación intensiva no sólo se referiría al movimiento de mercancías y de personas, sino a todos los ámbitos de la existencia humana. En este sentido, la culturalidad de grupos que anteriormente estaban localizados en una región – con formas de producción que habían elaborado a lo largo de los siglos y sus conocimientos concomitantes, su religiosidad, su lengua y sus formas de relaciones sociales y de poder – ha sido abierta y se ha inaugurado una fase de reorganización cultural en todos los aspectos, incluso el político. Especialmente los sistemas de poder que no se condicen con el nuevo orden económico, cultural y político se ven amenazados en formas múltiples. Ello se debe, por un lado, al hecho de que los países en los cuales hay más recursos económicos imponen condiciones a los de menores recursos, y los logran imponer por presiones financieras y directamente políticas; por el otro lado, países como el Perú, que mantenían tradicionalmente una desigualdad social basada en una jerarquización cultural, se desestabilizan debido a que la desterritorialización y la imposibilidad creciente de imponer una subalternidad cultural a las mayorías no se condicen con las formas políticas y económicas que se tratan de generalizar en el ámbito mundial. Hace varias décadas Henri Favre, en un estudio sobre las haciendas de Huancavelica, observó que eran los hacendados quienes abogaban más por la continuidad cultural de las poblaciones serviles, y eran ellos mismo quienes no querían que se aprendiese el castellano y que se establecieran escuelas y colegios para sus dependientes (Favre et al. 1967, Favre 1977, 1988, 1991). Esta observación vale como punto de referencia para lo que está pasando en las repúblicas andinas, en sus grandes ciudades y cada vez más también en las provincias (Macassi 1998, 1999). La desterritorialización de las culturas, entendida en el sentido amplio aquí expuesto, tal fue expresada ya en Desborde popular , socava el sistema político que tenía como su mayor recurso la jerarquización y la subordinación aceptadas en los sistemas culturales que convivían en el espacio de los estados. Esta situación era comparable a lo que Bourdieu (1988) escribe sobre la “distinción” como base de la jerarquización social : si bien es cierto que a diferencia de lo que ocurre en la cultura francesa, la situación en los países andinos era más
12
compleja y se basaba más bien en culturas diversas, en las que los unos se habían habituado a su “superioridad” y los otros a su “subalternidad”. La discusión sobre los factores de expulsión y de atracción
Al comienzo de las investigaciones sobre la “migración” hubo una discusión amplia sobre los factores causantes de que las personas dejaran un lugar para afincarse en otro. Esta discusión estaba en cierto modo ligada a la idea de que la movilidad espacial, y por ende la movilidad social – como lo hemos esbozado – no era tan deseable y era mejor que cada uno se quedese en su sitio. Por lo tanto hubo sendos estudios sobre las causas de expulsión ( push) de los lugares de origen y de atracción de los lugares de llegada ( pull ) (Altamirano1985). Con la generalización del ideario neo-liberal, sin embargo, la movilidad espacial y la reubicación en otras zonas parecerían ser una consecuencia más del avance de relaciones mercantiles dentro y más allá de las fronteras del Estado. No obstante, habría que insistir frente a modelos economicistas simples, que los factores mencionados siempre se vinculan con maneras de comprender el mundo y de optimizar su situación en términos de la culturalidad propia de las personas en movimiento. Ahora, esta aseveración hace más difícil hablar en líneas generales sobre estos factores y habría que investigar en cada caso cuáles serían los factores que impulsan o frenan la movilidad (Paerregaard 1998). No hay que olvidarse, pues, de que existen grandes contingentes de personas que no se reubican en el espacio, se quedan en sus pueblos y sus regiones y, asimismo, hay otros que migran, pero regresan posteriormente a los sitios de los cuales salieron. En los pueblos andinos, pero también en las ciudades, la movilidad de la población crea una serie de problemas no previstos. En los pueblos campesinos, por ejemplo, el éxodo de grupos etarios completos ha creado serios problemas en la organización de la producción y en la organización social. Faltan de repente los jóvenes adultos masculinos para el trabajo con la chaquitaclla. La división de trabajo habitual que existía entre hombres y mujeres se resquebraja, debido a que en muchos casos hay una migración más fuerte de los hombres que dejan a las mujeres a cargo de labores que usualmente eran prerrogativa de ellos (Radcliffe 1985, 1992, 1993, Skar 1993, Valle 1992). Lo mismo vale para la organización social de las aldeas con su sistema complejo de cargos, ya que sencillamente no existe la cantidad de jóvenes necesarios para mantener un sistema de cargos (Collins 1985, 1988). En las ciudades, especialmente en el campo académico, y en el de profesiones que requieren una calificación elevada, resulta que los más capacitados han abandonado sus sociedades de origen para afincarse allí donde puedan recibir una mayor remuneración por sus servicios. Esta problemática se presenta especialmente en la migración transnacional y tiene una solución difícil mientras los niveles de bienestar entre las diversas partes del mundo, y también entre los países, presenten diferencias tan marcadas. Con esto se plantea el interrogante acerca de la relación entre movilidad espacial y desarrollo. En términos generales, hay que suponer que la migración contribuye a un aumento general de la productividad social, ya que la gente deja regiones en las cuales su trabajo tiene una productividad relativamente baja para trasladarse a otras regiones en las cuales la productividad es mas alta, y por lo tanto la migración contribuiría a una elevación del bienestar general. Pero el interrogante mayor surge de la propia culturalidad de la gente que migra. Una definición de “cultura”, entre otras, contempla los conocimientos acumulados que se han estructurado sistemáticamente y que han permitido la reproducción de una población en un hábitat dado. Estos conocimientos son diversos, así como las culturas mismas. La migración ha creado nuevas posibilidades de interacción entre indviduos con una culturalidad específica y con conocimientos nuevos provenientes de otros ámbitos de desarrollos culturales. Esto es particularmente cierto para los procesos de urbanización que se generan en buena parte de los
13
procesos migratorios. No se trata simplemente del traslado de personas de un sitio a otro, sino del traslado de personas con cierto tipo de conocimientos y hábitos a otros lugares en los cuales según sus propios criterios ellas puedan contribuir a un bienestar avanzado. En el caso concreto de los campesinos andinos que se han trasladado a las ciudades y han creado las bases de su existencia en ellas, se ha combinado de una manera particular una ética muy exacerbada del trabajo y de la planificación con conocimientos sobre la organización social en la solución de los problemas económicos y existenciales, así como también – ponderando el caso limeño – con conocimientos desarrollados en otras latitudes sobre técnicas de producción y de intermediación (Adams y Valdivia 1991, Valdivia 1993). Hay una serie de ejemplos que muestran que esta combinación ha resultado en el desarrollo de nuevas ramas y formas de producción y de intermediación (Grompone 1985, 1990, 1991a, 1991b, 1991c, Steinhauf 1991a, 1991b, 1992, Huber 1997, 2002, Huber y Steinhauf 1995, Villarán 1992, 1998, Valdeavellano 1991, Visser 1996, Tavara 1994, Ponce Monteza 1994). Entre estos estudios destacan aqeullos dedicados al caso de la industria de calzado en Trujillo (Rosner 1995, Méndez 1988, Ponce et al. 1990, Ponce y Coronel-Zegarra 1993, Tavara 1993, Equipo de Investigación Sectorial 1994, Contreras 1986). Los casos del Valle del Mantaro y Huancayo tienen otros matices por la importancia fundamental y directa de la minería a gran escala (Long y Roberts 2001, Cadena 1988). Aun más diferente resulta la evolución del Cusco que, a pesar de tener una inmigración importante y de su crecimiento económico alrededor del turismo, quedó socialmente más estacionario (Calvo Calvo 1991, 1995, Fernández Baca y Nieto Degregori 1997). Lo mismo vale para el traslado de poblaciones europeas y asiáticas al Perú, y también a otros estados sudamericanos. Es decir, la presencia de personas y grupos de orígenes culturales diversos ha abierto caminos de desarrollo que en los esquemas de reproducción instalados en un sitio dado no estaban previstos (Bonfiglio 1986, 1993, Böhm 1988, Trachtenberg-Siederer 1987, Ortiz Sotelo 1998, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología 1986, Portocarrero Maisch 1993). Sin duda alguna la movilidad espacial de grupos de orígenes culturales diversos abre espacios productivos, y permite una combinación más efectiva entre los conocimientos de orígenes diversos y por ende la posibilidad de la creación de nuevas culturas, especialmente urbanas (Whitehead 1989, Hannerz 1996). La antropología en los países andinos ha asumido el reto de comprender estos procesos de manera muy incipiente. Es que su desarrollo como una ciencia que se preocupaba casi exclusivamente de poblaciones aldeanas de campesinos agricultores y pastores limitó a los miembros de la comunidad científica en la creación de instrumentos que les posibilitarían la comprensión de los procesos culturales en las grandes aglomeraciones urbanas y en las interrelaciones transnacionales. Vemos por otro lado que sociedades multiculturales, como por ejemplo las de Singapur, Nueva York, Londres etc., en las que en buena medida se concentran migrantes provenientes de ambientes muy diversos, son capaces de enfrentar los retos del presente y del futuro. Así que estos ejemplos, que los hay no solamente en el presente sino también en la antigüedad, son muestras de que la movilidad espacial y la interrelación entre esquemas culturales diversos pueden contribuir significativamente al bienestar no sólo de sus respectivas poblaciones sino de espacios sociales más amplios. El ocaso de los paradigmas de la migración “campo-ciudad”
La década de 1990 trajo aparejada cambios abruptos para la sociedad peruana. Estos tuvieron causales múltiples y no se dejan reducir a los cambios introducidos por Alberto Fujimori. Para las ciencias s ociales el fin de la percepción bipolar del mundo y su futuro “capitalismo vs. socialismo” y un avance importante de lo que se ha llamado “neo-liberalismo” ha sido un viraje importante, ya que el discurso neo-liberal en amplia medida las desautoriza en lo que respecta a su calidad instrumental. Este decenio significó para los estudios de “migración campo -ciudad”
14
una reducción importante que culminó, durante el primer decenio del siglo XXI, en su virtual desaparición. Habría que preguntarse porqué el tema de las migraciones perdió el interés que había suscitado anteriormente. Si bien en la primera década del siglo XXI se elaboraron una serie de estudios sobre “migración”, por lo general quedaron como tésis inéditas o cómo tratados particulares, especialmente desde una perspectiva psicológica y sociológica . Una explicación hipotética podría ser que con la desaparición del “socialismo” como una opción política bajo la
influencia del discurso neo-liberal, los migrantes se convirtieron en clientes de un mercado controlado por los sectores sociales que están vinculados con aquellos que sintieron una amenaza potencial a su supremacía a partir de las reformas de Velasco Alvarado. En este sentido la percepción de los advenedizos – y su presencia – habría cambiado de una condición de amenaza cultural y política a la de un grupo que constituía una clientela diversifiada en el mercado. Su exclusión generalizada en este contexto ya no hubiera tenido sentido. Es interesante que, bajo estas circunstancias, los discursos de exclusión de la población de orígen andino no desparecieron. Es sorprendente cómo en el momento de las elecciones presidenciales del año 2011, especialmente en el contexto de la segunda vuelta, los discursos de exclusión cultural, étnica y política reaparecieron con bastante nitidez tanto en las páginas de redes sociales como también en las cartas de los lectores de periódicos. En este caso, sin embargo, no alcanzaron el ámbito académico, ya que hubieran implicado una identificación con la candidatura de Keiko Fujimori que hubiera resultado “políticamente incorrecta” debido a la identificación de su candidatura con el gobierno de su padre (Alberto Fujimori) – asociado con una serie de violaciones de los derechos humanos y a actos de compra de voluntades políticas y mediáticas por Vladimiro Montesinos. La exclusión política en su caso impedía que los intelectuales pudieran propalar discursos que sí aparecían de manera bastante nítida en las redes sociales y en las cartas de lectores en los periódicos. El voto a favor de ella deja percibir que en este caso el mundo académico resultaba parcializado con un candidato que en el discurso, al igual que Keiko Fujimori, se declaraba promotor de una política de inclusión y de distribución más equitativa de los recursos. A diferencia de ella, sin embargo, se declaraba en su programa como vinculado a discursos de izquierda. Lo último, no obstante, no impidió que personajes vinculados anteriormente a discursos neo-liberales y actitudes de exclusión étnica participaran activamente en política a favor de este candidato. “Migración” según el enfoque que caracterizaba a los estudioss de los años ochenta del siglo XX pasó a ser un tema que se trataba todavía en algunos trabajos, por lo general con un enfoque particularizado y específico, pero de hecho dejó de ser una temática tratada centralmente en la antropología (Alagón Mora 2005, Arellano y Burgos 2010, Barker 2005, Condoria Apaza 2008, Diez Hurtado 2003, Herschkovicz Lampl 2008, La Cruz Bonilla 2010, Lozano Fernández 2006, Matos Mar 2004, Odegaard 2006, Yamada Fukusaki 2010). En este sentido los estudios de memoria y de violencia desplazaron la temática anterior. Sin embargo, bajo la influencia de los cambios políticos y probablemente también por una oferta de trabajo de gran magnitud para llevar a cabo estudios de los años de la violencia interna y memoria – especialmente después del inicio de la “Comisión de la Verdad y Reconciliación”– tanto los estudios que se originaban directamente en la información recogida por la Comisión como también por ONGs que trabajaban en el área de las zonas afectadas por la guerra interna ocuparon a la amplia mayoría de los antropólogos y condujeron a publicaciones que trataban de reconstruir y explicar este fenómeno. El libro Qué difícil es ser Dios (Degregori 2010) no sólo es el resultado más logrado de esta tendencia por la experiencia del autor acerca de los personajes que desarrollaron el conflicto, sino también por su participación central en la Comisión. Más allá de este estudio hubo otros que, por lo general, no tuvieron la misma amplitud de expectro (Bracamonte et al. 2003, Cavero Carrasco y Cavero Carrasco 2007, Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) 2004, Hamann 2003, Youngers 2003).
15
Palabras finales: La migración internacional como nueva temática en los estudios de migración
La apertura del Perú al mercado mundial y la inserción de migrantes peruanos en América del Norte, Japón y Europa sustituyó en cierto grado la concentración en los estudios dedicados a la migración del campo a la ciudad en el primer decenio del siglo XXI. Nuevamente inaugurado por los estudios de Teófilo Altamirano, el carácter de las investigaciones se dirigió, por un lado, hacia la situación de los migrantes en los países diversos en los que habitan (Altamirano 2000, Altamirano 2007) y, por el otro, hacia a las remesas y su impacto para la economía peruana y en especial para las familias que se quedaron en el país (Altamirano 2006, Altamirano 2007, Altamirano 2009). El número de peruanos en el exterior alcanza alrededor del 10 % de la población peruana, y la mitad de los migrantes viven en los países de llegada de forma ilegal. Sus ingresos son comparables a los ingresos de la totalidad de peruanos que permanecen en el país. Si bien la investigación en la Universidad Católica ha sido la más cuantiosa, también los investigadores de otras universidades y de instituciones del Estado produjeron un caudal de estudios importante. En esto probablemente importaba la magnitud del fenómeno en cuanto al número de migrantes (Organización Internacional Para las Migraciones 2008, 2009) y en cuanto a la importancia de las remesas (Terry y Wilson 2005) para las cuentas nacionales y la distribución de riqueza en el país. Es que la población migrante se originaba al interior de todos los grupos sociales, entre el campesinado como entre los pastores (Berg y Paerregaard 2005, Gilvonio Pérez 2009), y también entre las poblaciones urbanas de los estratos medios y medios altos – de forma que Altamirano incluso habla de una “fuga de cerebros” (Altamirano 2006). Por lo general, sin embargo, se puede asumir que la mayoría de los migrantes a Italia, España y también a Chile se originan entre poblaciones urbanas (Castro Collins 2007, Chicoma Bazán 2010, Germaná et al. 2005, Godard y Sandoval 2006, Panfichi 2007, Solimano 2008, Torres Zorilla 2006, Yépez de Castillo y Herrera 2007). “Migración”, consecuentemente, no ha dejado de ser un tema de la antropología peruana, pero los motivos por los cuales los antropólogos se dedican a la temática y el enfoque que le imprimen han sufrido cambios fundamentales en las últimas tres décadas. Bibliografía
Adams, Richard N. 1959 A Community in the Andes: Problems and Progress in Muquiyauyo. Seattle: Washington University Press. Adams, Norma y Néstor Valdivia 1991 Los otros empresarios. Ética de migrantes y formación de empresas en Lima. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Águila Peralta, Alicia del 1997 Callejones y mansiones: Espacios de opinión pública y redes sociales y políticas en la Lima del 900. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Alagón Mora, Cony 2005 La comunidad campesina como fuente de recursos para la inserción urbana: el caso de los migrantes de la comunidad campesina de Qollana Wasaq en la Ciudad del Cusco . Tesis de Maestría. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Alber, Erdmute 1990 Und wer zieht nach Huayopampa? Mobilität und Strukturwandel in einem peruanischen Andendorf . Saabrücken y Fort Lauderdale: Breitenbach Publishers.
16
1999 Migración o movilidad en Huayopampa. Nuevos temas y tendencias en la discusión sobre la comunidad campesina en los Andes. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Alberti, Giorgio y Rodrigo Sánchez 1974 Poder y conflicto social en el valle del Mantaro. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Altamirano, Teófilo 1983 “Migración y estrategias de supervivencia de origen rural entre los campesinos de la ciudad”. Antropológica 1 (1): 127-158. 1984 Presencia Andina en Lima Metropolitana. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1985 Migrantes campesinos en la ciudad: Aproximaciones teóricas para su estudio. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1988a Cultura andina y pobreza urbana. Aymaras en Lima metropolitana . Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1988b Identidad y crisis: Inmigrantes peruanos en EEUU de Norteamérica. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1990 Los que se fueron: peruanos en Estados Unidos. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1996 Migración: el fenómeno del siglo. Peruanos en Europa, Japón, Australia. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 2006 Remesas y nueva “ fuga de cerebros”: Impactos transnacionales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 2007 Aula Magna: migraciones internacionales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 2009 Migración, remesas y desarrollo en tiempos de crisis. Lima: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)-Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)- Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y Antropológicas. Altamirano, Teófilo, Lane Ryo Hirabayashi y Xavier Albó 1997 Migrants, Regional Identities and Latin American Cities. Arlington: American Anthropological Association. Arellano, Rolando y David Burgos 2010 Ciudad de los Reyes, de los Chavez, de los Quispe.... Lima: Planeta. Assadourian, Carlos S. 1982 El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Balbi, Carmen Rosa 1991 “Modernidad y progreso en el mundo informal ”. Pretextos 2: 121-135. Balbi, Carmen Rosa (ed.) 1997 Lima: Aspiraciones, reconocimiento y ciudadanía en los noventa. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Barker, Carolyn 2005 Desarrollo rural y migración en comunidades rurales de Huancavelica. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Beck, Ulrich 1998 Was ist Globalisierung? Francfort del Meno: Suhrkamp. Berg, Ulla y Karsten Paerregaard 2005 El 5to suyo: transnacionalidad y formaciones diaspóricas en la migración peruana. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Blondet, Cecilia
17
1995 “El movimiento de mujeres en el Perú ”. En: Julio Cotler (ed.), 1995, 103-134. Blum, Volkmar 1995 Campesinos y teóricos agrarios. Pequeña agricultura en los Andes del sur del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Bonfiglio, Giovanni 1986 “Introducción al estudio de la inmigración europea en el Perú ”. Apuntes 18: 93-127. 1993 Los italianos en la sociedad peruana: una visión histórica. Lima: SAYWA-Asociación Italianos del Perú. Borras, Gerard 1998 “‘Los de arriba y los de abaj o’: Espaces de musiques dans la capitale péruvienne (19401990)”. Histoire et Sociétés de l'Amérique Latine 8: 187-197. Bourdieu, Pierre 1988 La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus. Böhm, Günter 1988 “Inmigración de judíos de habla alemana a Chile y Perú durante el siglo XIX ”. Jahrbuch für Geschichte, Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 25: 455-493. Bracamonte, Jorge, Beatriz Duda, Gonzalo Portocarrero (comps.) 2003 Para no olvidar: testimonios sobre la violencia política en el Perú. Lima: Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. Breman, Jan 1985 “A Dualistic Labour System? A Critique of the ‘Informal Sector ’ Concept”. En: R. Bromley (ed.), Planning for Small Enterprises in Third World Cities. Oxford: Pergamon Press, 43-64. Briggs, Lucy T., Domingo Llanque Chana, Tristan Platt, Claude Auroi, Benjamin S. Orlove, Xavier Albó, Luis Gallegos, Jean Pierre Jacob, Ernesto More, Louis Necker y Rodrigo Montoya 1986 Identidades andinas y lógicas del campesinado. Lima-Ginebra: Mosca Azul-Institute Universitaire d'Etudes du Développement. Brougère, Anne-Marie 1986 “Transformaciones sociales y movilidad de las poblaciones en una comunidad de NorYauyos”. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 15 (1-2): 133-158. 1992 ¿Y porqué no quedarse en Laraos? Migración y retorno en una comunidad altoandina. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Brush, Stephen B. 1973 Subsistence Strategies and Vertical Ecology in an Andean Community: Uchucmarca . Ph. D. Dissertation. Madison: University of Wisconsin. 1980 “Peru's invisible migrants: a case study of inter-Andean migration ”. En: B. S. Orlove y G. Custred (eds.), Land and Power in Latin America: Agrarian Economies and Social Processes in the Andes. Nueva York: Holmes & Meier, 211-258. Burgwal, Gerrit 1995 Struggle of the Poor: Neighborhood Organization and Clientelist Practice in a Quito Squatter Settlement . Amsterdam: CEDLA. Caballero, José María 1980 Agricultura, reforma agraria y pobreza campesina. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1983 “Agricultura peruana: economía campesina y campesinado. Balance de la investigación reciente y patrón de evolución”. En: J. Iguíñiz (ed.), La cuestión rural en el Perú. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 261-332. Cadena, Marisol de la 1988 Comuneros en Huancayo: migración campesina a ciudades serranas . Lima: Instituto
18
de Estudios Peruanos (IEP). Calvo Calvo, Rossano 1991 Cusco: Sociedad y cultura (siglos XIX-XX). Cusco: Editorial Andina. 1995 “Percepción andina de los símbolos nacionales en el contexto social y cultural del Cusco”. Márgenes. Encuentro y Debate 8 (13-14): 163-169. Cameron, Maxwell A. 1991 “Political Parties and the Worker-Employer Cleavage: The Impact of the Informal Sector ”. Bulletin of Latin American Research 10 (3): 293-313. Camino, Alejandro 1982 “Tiempo y espacio en la estrategia de subsistencia andina: Un caso en las vertientes orientales sud-peruanas ”. Senri Ethnological Studies 10: 11-33. Castro Collins, Jacqueline 2007 Migración transnacional . Tesis de Licenciatura-Facultad de Ciencias Sociales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Cavero Carrasco, Ranulfo y Mario Rómulo Cavero Carrasco 2007 Retablo de Memorias. Indígenas e indigenismo en Ayacucho. Ayacucho: Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Celestino, Olinda 1972 Migración y cambio estructural: La comunidad de Lampian. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Chávez, Arturo 1995 “Migración de retorno y modernización ”. Debate Agrario 21: 59-84. Chicoma Bazán, Maria Fernanda 2010 Factores que influyen en las expectativas de retorno permanente de los emigrantes peruanos residentes en la provincia de Santiago de Chile en los últimos 20 años. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Collins, Jane Lou 1985 “Migration and the Life Cycle of Households in Southern Peru ”. Urban Anthropology 14 (4): 279-299. 1988 Unseasonal Migrations: the Effects of Rural Labor Scarcity in Peru. Princeton: Princeton University Press. Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) 2004 Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima: Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Condori Apaza, Marisol 2008 La migración puneña en Huancayo. Huancayo: Universidad Alas Peruanas. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC) 1986 Seminario sobre Poblaciones Inmigrantes. Tomo 1. Lima: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC). Contreras, Irma 1986 Proyecto de Investigación: La pequeña industria del calzado en El Porvenir . Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo. Coral Cordero, Isabel 1995 “Desplazamiento por violencia política en el Perú, 1980- 1992”. En: Instituto de Defensa Legal (ed.), Desplazados. Lima: Instituto de Defensa Legal (IDL), 73-121. Cotlear, Daniel 1984 “Desigualdad, derechos de propiedad y migración en las comunidades andinas: un estudio de caso de siete comunidades campesinas de la Sierra Sur ”. Revista Andina 2 (2): 435-486. Cotlear, Daniel, Héctor Martínez, Janina León y José Portugal (eds.)
19
1987 Perú: la población migrante. Lima: Asociación Multidisciplinaria de Investigación y Docencia en Población. Cotler, Julio 1968 “La mecánica de la dominación interna y del cambio social en el Perú ”. En: J. A. Salazar Bondy, A. Escobar, J. Matos Mar, J. Bravo Bresani y J. Cotler (eds.), Perú Problema. Lima: Moncloa, 153-197. 1978 Clases, estado y nación en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1994 Política y sociedad en el Perú. Cambios y continuidades. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Cotler, Julio (ed.) 1995 Perú 1964-1994: Economía, sociedad y política . Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Custred, Glynn 1974 “Llameros y comercio interregional ”. En: G. Alberti y E. Mayer (eds.), Reciprocidad e intercambio en los Andes peruanos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 252289. 1977 “Las punas de los Andes Centrales ”. En: J. Flores Ochoa (ed.), 1977, 55-86. 1981 “Parentesco, subsistencia y economía en zonas de puna ”. En: E. Mayer y R. Bolton (eds.), Parentesco y matrimonio en los Andes. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 539-568. Degregori, Carlos Iván 1989 Qué difícil es ser Dios. Ideología y violencia política en Sendero Luminoso. Lima: El Zorro de Abajo. 1990 Ayacucho 1969-1979, El surgimiento de Sendero Luminoso. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1993 “Identidad étnica. Movimientos sociales y participación política en el Perú ”. En: Adrianzén et al. (ed.), Democrácia, etnicidad y violencia política en los países andinos. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA)-Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 113-136. 1994 “Dimensión cultural de la experiencia migratoria ”. Páginas 19 (130): 18-35. 2010 Qué difícil es ser Dios. El partido comunista del Perú - Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999. (Obras Escogidas I). Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Degregori, Carlos Iván (ed.) 1996 Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Degregori, Carlos Iván y Jürgen Golte 1973 Dependencia y desintegración estructural en la comunidad de Pacaraos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Degregori, Carlos Iván, Nicolás Lynch y Cecilia Blondet 1986 Conquistadores de un nuevo mundo. De invasores a ciudadanos en San Martín de Porres. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Derpich, Wilma 1999 El otro lado azul: 150 años de inmigración china al Perú. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Dietz, Henry A. 1998 Urban Poverty, Political Participation, and the State: Lima 1970-1990. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press. Diez Hurtado, Alejandro 2003 Los desplazados en el Perú. Lima: Comité Internacional de la Cruz Roja.
20
Dobyns, Henry F. y Mario C. Vázquez (eds.) 1963 Migración e integración en el Perú. Lima: Ed. Estudios Andinos. Durand, Francisco 1994 Business and Politics in Peru: The State and the National Bourgeoisie. Boulder-San Francisco-Oxford: Westview Press. Equipo de Investigación Sectorial (CIEPD)-MINKA 1994 Conglomerado de calzado en Trujillo-Perú. Una nueva perspectiva de la pequeña empresa. Lima: Editorial PAMIS-COPEME. Favre, Henri 1977 “The Dynamics of Indian Peasant Society and Migration to Coastal Plantations in Central Peru”. En: K. Duncan y I. Rutledge (eds.), Land and Labour in Latin America: Essays on the Development of Agrarian Capitalism in the 19 th and 20th Centuries. Cambridge: Cambridge University Press, 253-267. 1988 “Capitalismo y etnicidad: la política indigenista en el Perú ”. En: Indianidad, etnocidio e indigenismo en América Latina. México: Instituto Indigenista Interamericano- 113127. 1991 “Reforma Agraria y etnicidad en el Perú durante el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968 - 1980) ”. Cuadernos Americanos 6 (30): 23-49. Favre, Henry, Claude Collin Delavaud y José Matos Mar 1967 La hacienda en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Fernández Baca, Inés y Luís Nieto Degregori 1997 Nosotros los cusqueños: Visión de progreso del poblador urbano del Cusco. Cusco: Centro de Educación y Comunicación Guaman Poma de Ayala. Figueroa, Adolfo 1981 La economía campesina de la Sierra del Perú. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Fioravanti, Eduardo 1974 Latifundio y sindicalismo agrario en el Perú. El caso de los valles de La Convención y Lares (1958-1964). Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Flannery, Kent V., Joyce Marcus y Robert G. Reynolds 1989 The Flocks of the Wamani: A Study of Llama Herders on the Punas of Ayacucho, Peru. Nueva York: Academic Press. Flores Ochoa, Jorge A. 1968 Los pastores de Paratía. Una introducción a su estudio. México: Instituto Indigenista Americano. 1972 “Some of the Other Reasons why People Migrate ”. Kroeber Anthropological Society Papers 45-46: 40-54. 1975 “Sociedad y cultura en la puna alta de los Andes ”. América Indígena 35(2): 297-319. Flores Ochoa, Jorge A. (ed.) 1977 Pastores de puna: Uywamichiq punarunakuna. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Flores Ochoa, Jorge y Ana María Fries 1989 Puna, Qheswa, Yunga: El hombre y su medio en Q'ero. Lima: Fondo Editorial del Banco Central de Reserva del Perú. Fonseca, César 1966 “La comunidad de Cauri y la quebrada de Chaupiwaranga ”. Cuadernos de Investigación 1: 22-33. 1972a “La economía vertical y la economía de mercado en las comunidades alteñas del Perú ”. En: J. V. Murra (ed.), Visita de la provincia de León de Huánuco en 1562, Iñigo Ortiz de Zúñiga, visitador . Huánuco: Universidad Nacional Hermilio Valdizán, 317-338.
21
1972b Sistemas económicos en las comunidades campesinas del Perú. Tesis Doctoral. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 1973 Sistemas económicos andinos. Lima: Biblioteca Andina. Fonseca Martel, César y Enrique Mayer 1988 Comunidad y producción en la agricultura andina. Lima: FOMICIENCIAS. Franco, Carlos 1990 “Los grupos de poder económico en el Perú ”. Socialismo y Participación 49: 113-20. Franco, Carlos 1991a “Exploraciones en ‘otra modernidad’: de la migración a la plebe urbana”. En: H. Urbano (ed.), Modernidad en los Andes. Cusco: Centro Bartolomé de las Casas (CBC), 189227. Franco, Carlos 1991b Imágenes de la sociedad peruana: la “otra” modernidad . Lima: Centro de Estudios Para el Desarrollo y la Participación (CEDEP). Fuenzalida, Fernando, Teresa Valiente, José Luís Villarán, Jürgen Golte, Carlos Iván Degregori y Juvenal Casaverde 1982 El desafío de Huayopampa. Comuneros y empresarios. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Fuenzalida Vollmar, Fernando 1991 “Sociedad informal, pluralismo étnico y Estado ”. En: A. Toledo y A. Chanlat (eds.), Las otras caras de la sociedad informal. Una visión multidisciplinaria. Lima: ESANIDE-Ecole des Hautes Études Commerciales (HEC), 155-176. Fujii, Tatsuiko y Hiroyasu Tomoeda 1981 “Chacra, laime y auquénidos: explotación ambiental de una comunidad andina ”. En: S. Masuda (ed.), Estudios etnográficos del Perú Meridional . Tokio: Universidad de Tokio, 33-63. Fukumoto Sato, Mary Nancy 1997 Hacia un nuevo sol: japoneses y sus descendientes en el Perú; historia, cultura e identidad . Lima: Asociación Peruano-Japonesa del Perú. Germaná, César, Max Meneses, Ivonne Valencia, Rosario Collatón y Dunia Samamé 2005 La migración internacional: el caso peruano. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Gilvonio Pérez, José Manuel 2009 Construcción social de comunidad y migración internacional en Usibamba: un estudio sobre el impacto de procesos de globalización en los Andes Centrales del Perú. Wageningen: Universiteit van Wageningen. Giorgis, Marta 1998 “Y hasta los santos se trajeron ”. Cuarto Intermedio 50: 44-83. Godard, Henri y Godofredo Sandoval (eds.) 2006 Migración transnacional a Europa. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Golte, Jürgen 1980 La racionalidad de la organización andina. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1990 “Mundos en conflicto ”. Revista Sí 174: 22-3. 1993 “Las contradicciones culturales y la política en el Perú ”. Ideéle 63-64: 40-1. 1995 “ Nuevos actores y culturas antiguas ”. En: J. Cotler (ed.), 1995, 135-148. 1999 “Campo y ciudad: los intereses cambiantes de los antropólogos ”. Lima. [m.i.] 2000 “Redes étnicas y globalización ”. En: J. Gotilla Villegas y G. Illatarco Peñarrieta (eds.), XIII Reunión anual de Etnología: identidades, globalización o etnocidio 1999. La Paz: Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF), 405-423
22
Golte, Jürgen y Norma Adams 1987 Los caballos de Troya de los Invasores. Estrategias campesinas en la conquista de la Gran Lima. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Grompone, Romeo 1985 Talleristas y vendedores ambulantes en Lima. Lima: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO). 1990 “Las lecturas políticas de la informalidad ”. En: A. Bustamente et al., De marginales a informales. Lima: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO), 33-67. 1991a El velero en el viento: Política y sociedad en Lima. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1991b “Fujimori: razones y desconciertos ”. En: C. I. Degregori y R. Grompone (eds.), Elecciones 1990: Demonios y redentores en el nuevo Perú. Una tragedia en dos vueltas. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 21-67. 1991c “Iniciativas populares en Lima: nuevos espacios y límites ”. En: A. Toledo y A. Chanlat (eds.), Las otras caras de la sociedad informal. Una visión multidisciplinaria. Lima: ESAN-IDE-Ecole des Hautes Études Commerciales (HEC), 221-273. Grondin, Marcelo 1978 Comunidad andina: explotación calculada. Un estudio sobre la organización comunal de Muquiyauyo-Perú. Santo Domingo: Secretaría de Estado de Agricultura de la República Dominicana. Hamann, Marita et al. (eds.) 2003 Batallas por la memoria: antagonismos de la promesa peruana. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. Hannerz, Ulf 1996 Transnational Connections. Nueva York-Londres: Routledge. Harris, Olivia 1978 “El parentesco y la economía vertical en el ayllu Laymi (norte de Potosí) ”. Avances 1: 51-64. Herschkovicz Lampl, Stephanie 2008 Análisis psicosocial del fenómeno de migración en una muestra de jóvenes estudiantes y profesionales de Lima-Perú. Tesis de Licenciatura-Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Huamantinco Cisneros, Francisco 1990 Los refugiados internos en el Perú: un estudio de aproximación en dos asentamientos humanos de Lima. Lima: Ed. Comercio Exterior. Huber, Ludwig 1997 Etnicidad y economía en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Huber, Ludwig 2002 Consumo, cultura e identidad en el mundo globalizado. Estudios de caso en los Andes. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Huber, Ludwig y Andreas Steinhauf 1995 El rostro de los empresarios. Argumentos 25: 14-5. Hurtado Suárez, Wilfredo 1995 Chicha peruana: Música de los nuevos migrantes. Lima: ECO. Husson, Patrick 1993 “Democracia vs. totalitarismo: el impacto político de la ‘masificación’ de la sociedad peruana contemporánea”. En: AA.VV., Democracia, etnicidad y violencia política en los países andinos. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA)-Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 245-265. Inamura, Tetsuya
23
1981 “Adaptación ambiental de los pastores altoandinos en el sur del Perú. Simbiosis económico-social con los agricultores ”. En: S. Masuda (ed.), Estudios etnográficos del Perú Meridional . Tokio: Universidad de Tokio, 64-84. Jongkind, Fred 1974 “A Reappraisal of the Role of Regional Associations in Lima, Peru: An Epistemological Perspective”. Comparative Studies in Society and History 16 (4): 471-482. Kirk, Robin 1991 The Decade of Chaqwa: Peru ’ s Internal Refugees. Washington: United States Committee for Refugees. La Cruz Bonilla, Juan 2010 Unicachi: ¿el rugido aymara continúa? Tesis de Licenciatura-Facultad de Ciencias Sociales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Lausent, Isabelle 1983 Pequeña propiedad, poder y economía de mercado: Acos. Valle de Chancay. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1991 Pasado y presente de la comunidad japonesa en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Llorens, José Antonio 1983 Música popular en Lima. Criollos y andinos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Lobo, Susan Bloom 1984 Tengo casa propia: Organización social en las barriadas de Lima . Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Lomnitz, Larissa 1977 Networks and Marginality: Life in a Mexican Shantytown. Nueva York: Academic Press. 1994 Redes sociales, cultura y poder: ensayos de antropología latinoamericana. México: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)-Miguel Angel Porrúa. Long, Norman 1980 “Empresarios comerciales y parentesco en la sierra peruana ”. En: E. Mayer y R. Bolton (eds.), Parentesco y matrimonio en los Andes. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 619-655. Long, Norman y Bryan Roberts 2001 Mineros, campesinos y empresarios en la sierra central del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Lozano Fernández, Marco Aurelio 2006 Parentesco y movilidad en las estrategias campesinas de las familias aymaras del Alto Tambopata. Tésis de Bachiller-Facultad de Ciencias Sociales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Macassi, Sandro 1998 “Padres e hijos frente a la pantalla: Un estudio de recepción televisiva en Lima”. Allpanchis 30 (51): 109-123. 1999 “Jóvenes y cultura política masiva. Vivencias ciudadanas desde los informativos ”. En: A. Panfichi y M. Valcárcel (eds.), Juventud: sociedad y cultura. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 351-392. Mangin, William P. y Jerome Cohen 1965 “Cultural and Psychological Characteristics of Mountain Migrants to Lima/Peru ”. Sociologus, Neue Folge 14 (1): 81-88. Martínez, Héctor 1961 Las migraciones altiplánicas y la colonización del Tambopata. Lima: Plan Nacional de
24
Integración de la Población Aborigen. 1980 Migraciones internas en el Perú: aproximación crítica y bibliografía. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1984 Antropología y movimientos migratorios. Lima: Consejo Nacional de Población. Marzal, Manuel 1988 Los caminos religiosos de los inmigrantes de la gran Lima. El caso de El Agustino. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Matos Mar, José 1977 Las barriadas de Lima, 1957 . (2a ed. Aumentada). Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1984 Desborde popular y crisis del estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). 1986 Taquile en Lima: siete familias cuentan. Lima: Fondo Nacional para la Promoción de la Cultura, UNESCO-Banco Internacional del Perú. 2004 Desborde Popular y crisis del Estado: veinte años después. Lima: Fondo editorial del Congreso del Perú. Matos Mar, José y José Manuel Mejía 1980 Reforma Agraria: logros y contradicciones. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Mendoza García, Rosa 1995 “‘Siempre me lo dicen ’: Mandato generacional y movilidad social en hijos de migrantes”. En: E. González Cueva, R. Mendoza García, M. Santos Anaya, Ciudad de jóvenes: Imágenes y cultura. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 41-70. Merino, Francisco 1999 “La familia y la construcción de la cultura del trabajo en jóvenes limeños: el caso de un grupo de estudiantes de computación e informática de tres institutos superiores tecnológicos”. En: A. Panfichi y M. Valcárcel (eds.), Juventud: sociedad y cultura. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 49-92. Méndez, Marina 1988 La pequeña industria en el distrito El Porvenir-Trujillo. Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo. Méndez, Cecilia 1993 Incas sí, indios no. Apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Montoya, Rodrigo 1980 Capitalismo y no-capitalismo en el Perú. Un estudio histórico de su articulación en un eje regional . Lima: Mosca Azul. Morimoto, Amelia 1991 Población de origen japonés en el Perú: perfil actual . Lima: Comisión Conmemorativa del 90° Aniversario de la Inmigración Japonesa al Perú. 1999 Los japoneses y sus descendientes en el Perú. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Morlon, Pierre (ed.) 1996 Comprender la agricultura campesina en los Andes Centrales. Perú Bolivia. Lima: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas (CBC)-Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Mossbrucker, Harald 1991 Dorfstruktur und Migration in Peru. Eine vergleichende Fallstudie aus dem Department Lima. Saarbrücken-Fort Lauderdale: Breitenbach Publishers. Murra, John V.
25
1975 Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Myers, Sara K. 1973 Language Shift among Migrants to Lima, Peru. Chicago: University of Chicago. Núñez, Lautaro y Tom Dillehay 1995 Movilidad giratoria, armonía social y desarrollo en los Andes meridionales. Patrones de tráfico e interacción económica. Antofagasta: Universidad Católica del Norte. Núñez del Prado, Oscar 1958 “El hombre y la familia: su matrimonio y organización político -social en Q´ero”. Revista Universitaria 114: 9-31. Núñez Rebaza, Lucy 1990 Los dansaq. Lima: Museo Nacional de la Cultura Peruana. Odegaard, Cecilie 2006 A Quest for Progess: Migration, Work and Gender in the Peruvian Andes. Bergen: University of Bergen. Organizanización Internacional para las Migraciones (OIM) 2008 Perú: estadísticas de la migración internacional de peruanos. Lima: Organización Internacional para las Migraciones (OIM)-Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). 2009 Perú: migración internacional en las familias peruanas y perfil del peruano retornante. Lima: Organización Internacional para las Migraciones (OIM)-Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Orlove, Benjamin S. 1977 Alpacas, Sheep, and Men: The Wool Export Economy and Regional Society in Southern Peru. Nueva York: Academic Press. Ortiz Sotelo, Jorge 1998 Los Kisic de Cibaca en el Perú. Lima: Enserfin. Osterling, Jorge P. 1980 De campesinos a profesionales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 1983 “Patrones de migración en la comunidad de Huayopampa: perspectivas para la investigación”. En: J. Iguíñiz (ed.), La cuestión rural en el Perú. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 41-47. Paerregaard, Karsten 1994 “Conversion, Migration, and Social Identity: The Spread of Protestantism in the Peruvian Andes ”. Ethnos 59 (3-4): 168-186. 1997 Linking Separate Worlds: Urban Migrants and Rural Lives in Peru. Oxford-Nueva York: Berg. 1998 “The Dark Side of the Moon: Conceptual and Methodological Problems in Studying Rural and Urban Worlds in Peru ”. American Anthropologist 100 (2): 397-408. Panfichi, Aldo (ed.) 2007 Aula Magna: migraciones internacionales. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Parodi, Jorge 1986 “Ser obrero es algo relativo ...”. Obreros, Clasismo y Política. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Parodi, Jorge (ed.) 1993 Los pobres, la ciudad y la política. Lima: Centro de Estudios de Democracia y Sociedad (CEDYS). Pásara, Luis
26
1988 “La ‘libanización’ en democracia ”. En: L. Pasara y J. Parodi (eds.), Democracia, sociedad y gobierno en el Perú. Lima: Centro de Estudios de Democracia y Sociedad (CEDYS), 17-52. Patch, Richard W. 1973 La Parada. Un estudio de clases y asimilación. Lima: Mosca Azul. Pino Díaz, Fermín del 1972 “Migración y adaptación: el caso de los serranos en el Departamento selvático de Madre de Dios, Perú”. Atti del XL Congresso Internazionale degli Americanisti, RomaGenova-1972. T 3, 499-510. Ponce, Ramón, Oscar Grados M. y Miguel Casalino G. 1990 Grupos de eficiencia en la rama de calzado en el distrito de El Porvenir en la provincia de Trujillo. Lima. [Mimeo] Ponce, Ramón y Alfredo Coronel-Zegarra 1993 Informe final. Diagnóstico de las necesidades de capacitación de la pequeña empresa de calzado de El Porvenir, Trujillo, La Libertad . Lima. [Mimeo] Ponce Monteza, Carlos Ramón 1994 Gamarra. Formación, estructura y perspectivas. Lima: Fundación Friedrich Ebert. Portocarrero Maisch, Gonzalo (ed.) 1993 Los nuevos limeños: sueños, fervores y caminos en el mundo popular . Lima: Casa de Estudios del Socialismo (SUR)-Talleres de Fotografía Social (TAFOS). Preston, David A. 1969 “Rural emigration in Andean America ”. Human Organization 28 (4): 279-286. Radcliffe, Sarah 1985 “Migración femenina de comunidades campesinas ”. Allpanchis 15 (25): 81-119. 1992 “Spontaneous Population Decentralization in Peru ”. En: A. Morris y S. Lowder (eds.), Decentralization in Latin America: An Evaluation. Nueva York: Praeger, 39-58. 1993 “The Role of Gender in Peasant Migration: Conceptual Issues from the Peruvian Andes”. En: J. H. Momsen y V. Kinnaird (eds.), Different Places, Different Voices. Londres-Nueva York: Routledge, 278-287. Roberts, Bryan R. 1995 The Making of Citizens: Cities of Peasants Revisited . Londres-Nueva York: Edward Arnold-Halstead Press. Roca Torres, Luis 1997 Nichoujin: japoneses bajo el sol de Lambayeque. Lima: Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Rodríguez Pastor, Humberto 1989a Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900): migración, agricultura, mentalidad y explotación. Lima: Instituto de Apoyo Agrario. 1989b “El inmigrante chino en el mercado laboral peruano ”. HISLA 13-14: 93-147. Rosner, Waltraud 1995 “De migrantes a creadores de un distrito industrial: El caso de los pequeños productores de calzado en El Porvenir, Trujillo, Perú ”. Espacio y Desarrollo 5 (7): 5-42. Sakuda, Alejandro 1999 El futuro era el Perú: cien años o más de inmigración japonesa. Lima: Empresa de Servicios Integrados en Comunicación Social (ESICOS). Sallnow, Michael J. 1987 Pilgrims of the Andes: Regional Cults in Cusco. Washington: Smithsonian Institution Press. Salm, Martin 1981a “Bauer und Grundherr in Peru. Klassenkampf und Kapitalismus in Peru ”. Peripherie 5-
27
6: 144-155. 1981b Bauern und Grundherr in Maco (Peru), zwei Entwicklungswege. Dissertation Dr. Phil. Berlín: Freie Universität Berlin. Seligmann, Linda 1998 “Transforming Urban Enterprises: Survival Politics and the Movements of Market Women in Peru in the Age of Neoliberalism ”. En: L. Phillips (ed.), The Third Wave of Modernization in Latin America: Cultural Perspectives on Neoliberalism. Wilmington: Scholarly Resources, 65-82. Skar, Harald O. 1987 “Quest for a New Convenant: the Israelita Movement in Peru ”. En: H. O. Skar y F. Salomon (eds.), Natives and Neighbours in South America: Anthropological Essays. Gotemburgo: Göteborgs Etnografiska Museum, 233-266. Skar, Sarah Lund 1993 “The Gendered Dynamics of Quechua Colonisation: Relations of Centre and Periphery in Peru”. En: G. Buijs (ed.), Migrant Women: Crossing Boundaries and Changing Identities. Oxford-Providence-R.I: Berg, 21-33. 1994 Lives Together-Worlds Apart: Quechua Colonization in Jungle and City. Oslo: Scandinavian University Press. Solimano, Andrés (ed.) 2008 Migraciones Internacionales en América Latina: Booms, crisis y desarrollo. México: Fondo de Cultura Económica (FCE). Starn, Orin 1991 “Missing the Revolution: Anthropologists and the War in Peru ”. Cultural Anthropology 6 (1): 63-91. 1992 “‘Antropología Andina’, ‘Andinismo’ y Sendero Luminoso ”. Allpanchis 39: 15-71. Steckbauer, Sonja M. 1997 “El español como ‘lingua franca’ de los inmigrantes indígenas en Lima ”. En: K. Zimmermann y C. (eds.), Lenguaje y comunicación intercultural en el mundo hispánico. Francfort del Meno-Madrid: Vervuert-Iberoamericana, 147-168. Stein, William W. 1975 “Outside contact and cultural stability in a Peruvian highland village ”. En: I. A. Brady y B. L. Isaac (eds.), A reader in culture change. Nueva York: John Wiley and Sons. Steinhauf, Andreas 1991a “Diferenciación de comunidades y diferenciación de colonia de emigrantes: ‘El caso de Quinches ’”. Anthropologica 9: 153-168. 1991b “Diferenciación étnica y redes de larga distancia entre migrantes andinos: El caso de Sanka y Colcha ”. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 20 (1): 93-114. 1992 Interaktionsnetze als Entwicklungsstrategie. Zur Dynamik sozialer Netzwerke im informellen Sektor Perus. Münster: Lit-Verlag. Ströbele-Gregor, Juliana 1992 “Las comunidades religiosas fundamentalistas en Bolivia: sobre el éxito misionero de los Adventistas del Séptimo Día ”. Allpanchis 23 (40): 219-253. 1993 Búsqueda de seguridad y de formas propias de afirmación de la identidad social aymara urbana. Cuenca: Solotextos. Tavara, José L. 1993 “La economía política de los distritos industriales. El caso de El Porvenir ”. Pretextos 5: 141-63. 1994 Cooperando para competir. Redes de producción en la pequeña industria peruana . Lima: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO). Terry, Donald F. y Steve Wilson (eds.)
28
2005 Remesas de inmigrantes: moneda de cambio económico y social . Washington: Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Thorndike, Guillermo 1996 Los imperios del sol: una historia de los japoneses en el Perú. Lima: Ed. Brasa. Timaná, Ruth 1993 “Arte e identidad: Los grupos de zampoñas en Lima ”. En: G. Portocarrero Maisch (ed.), 1993, 205-226. Tokman, Victor E. 1978 “An Exploration into the Nature of Informal-Formal Sector Relationships ”. World Development 6 (9-10): 1065-1075. 1991 “El sector informal: quince años después”. En: A. Toledo y A. Chanlat (eds.), Las otras caras de la sociedad informal. Una visión multidisciplinaria. Lima: ESAN-IDE-Ecole des Hautes Études Commerciales (HEC), 37-70. Toledo, Alejandro 1991 “La economía informal: ‘amortiguadora’ de la crisis peruana ”. En: A. Toledo y A. Chanlat (eds.), Las otras caras de la sociedad informal. Una visión multidisciplinaria. Lima: ESAN-IDE-Ecole des Hautes Études Commerciales (HEC), 71-131. Tomoeda, Hirosayu y Jorge A. Flores Ochoa (eds.) 1992 El Qosqo: Antropología de la ciudad . Cusco: Ministerio de Educación del Japón-Centro de Estudios Andinos. Torres Zorilla, Jorge Augusto 2006 Remesas e impactos económicos en el Perú. Lima: CENTRUM-Centro de Negocios de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trachtenberg-Siederer, León 1987 La inmigración judía al Perú, 1848-1948: una historia documentada de los judíos de habla alemana. Lima: Autor. Turino, Thomas 1991 “The State and Andean Musical Production in Peru ”. En: G. Urban y J. Sherzer (eds.), Nation-States and Indians in Latin America. Austin: University of Texas Press, 259285. 1993 Moving Away from Silence: Music of the Peruvian Altiplano and the Experience of Urban Migration. Chicago: University of Chicago Press. Urrutia, Jaime 1992 “Antropología y comunidades: historia de una amor (casi) eterno ”. Debate Agrario 14: 1-16. Valdeavellano, Rocío 1991 “El microindustrial y sus agremiaciones”. En: AA.VV., La otra cara de la luna. Nuevos actores sociales en el Perú. Lima: Centro de Estudios de Democracia y Sociedad (CEDYS). Valdivia, Néstor 1993 “Modernidad y valores empresariales: el caso de los pequeños industriales de Lima ”. En: Portocarrero Maisch (ed.), 1993, 69-94. Valle, Delma del 1992 Migración y empleo femenino. Lima: ADEC-ATC, Asociación Laboral para el Desarrollo. Villarán, Fernando 1992 El nuevo desarrollo. La pequeña industria en el Perú. Lima: Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (ONUDI)-Pequeña Empresa Tecnología y Sociedad (PEMTEC). 1998 Riqueza popular. Pasión y gloria de la pequeña empresa. Lima: Ed. del Congreso del
29