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Resp:. Log:. Simb:. Hermes Trismegisto N.33 Jurisdiccionada a la muy Resp:. Gran:. Log:. Del Estado de Hidalgo. V:.M:. Q:. H:. 1er Vig:. Q:. H:. 2do Vig:. QQ:. HH:. Todos El Mercurio filosófico. Comenzare por definir lo que de manera concreta representa en la Alquimia el mercurio, es un metal líquido que también se desplaza con rapidez y que es difícil de agarrar. El mercurio filosófico es el principio femenino, húmedo y pasivo, opuesto al azufre (masculino, seco y activo), con el que ha de interactuar y finalmente unirse para obtener la Gran Obra. Al comienzo comienzo del Rito de nuestra Iniciación Masónica somos conducidos conducidos por un hermano a una pequeña y oscura estancia llamada el Cuarto de Reflexiones, dentro de la cual permanecemos encerrados durante un período de tiempo indeterminado, y antes de entrar por primera vez en el Templo. Los objetos y las imágenes que se ofrecen a su vista tienen un sentido simbólico y deben incitarlo a la meditación y al renacimiento. Pero lógicamente, nadie podrá hacer ese trabajo por nosotros, razón por la cual somos abandonados a nuestra suerte, recogidos en la soledad y el silencio, encerrados en fin, en nuestra particular Cámara de Reflexión y una vez allí morir a la condición profana. Ese acto o gesto interno de negación y muerte a un mundo y a una personalidad ficticia se vive simbólicamente como un “regreso al útero” materno, es d ecir, a un plano de concentración extrema donde reflexionamos sobre el sentido de nuestra existencia, sobre quién somos en verdad. En realidad, el cuarto de reflexiones es lo mismo que el horno alquímico, símbolos de la conciencia Herméticamente cerrada a las influencias externas y en donde, amparados en la íntima y generativa oscuridad, se lleva a cabo un proceso de cocción, fermentación, destilación, sublimación y finalmente transmutación de lo espeso en lo sutil, de lo terrestre en lo celeste. Este proceso, como sabemos, es el vivido por la semilla en su eclosión vertical hacia los espacios aéreos, o por el gusano de seda, que después de un tiempo encerrado en el capullo sale de él transmutado en mariposa, en un ser completamente otro, pasando de lo que repta a lo que vuela. Esto que decimos está claramente ejemplificado por los diversos objetos, inscripciones e imágenes simbólicas presentes en la Cámara. Allí, depositados sobre una mesa, encontramos tres pequeños recipientes que contienen Azufre, Mercurio y Sal, los tres principios Herméticos que simbolizan el espíritu, el alma y el cuerpo, respectivamente, lo cual nos sugiere la idea de
que la Gran Obra Iniciática incumbe al ser humano considerado en su totalidad y no tan sólo en un aspecto o modalidad de ésta; una jarra con agua y al lado un trozo de pan, símbolos del agua de vida y del alimento espiritual que restituyen el recuerdo y fortalecen al candidato después de sufrir la primera muerte Iniciática, expresada a su vez por el cráneo y las tibias cruzadas. Este es el estado que la Alquimia denomina NIGREDO, o “negro más negro que el negro” que señala la descomposición de la personalidad. Pero esta descomposición o putrefacción contiene ya el germen del nuevo nacimiento. En este sentido, nos dice la t radición que “cuando la noche es más obscura es porque pronto amanecerá y saldrá la luz” Así, pues, sólo cuando el postulante sepa comprender o asimilar en sí mismo el mensaje de todos estos símbolos que se ofrecen a su meditación, habrá superado satisfactoriamente la prueba de la Tierra, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y estará, por tanto, preparado para llamar a las Puertas del Templo. Una vasija de sal y una de azufre se hallan además sobre la mesa, junto con el pan y el agua. Aunque la primera sea habitualmente conocida como condimento, su asociación simbólica con el segundo no deja de parecer algo extraña y misteriosa. ¿Qué significan, pues, estos dos nuevos elementos, esta nueva pareja hermética que se une a la anterior? Se trata de un nuevo tema de meditación que se presenta al candidato, sobre los medios y elementos con los cuales debe prepararse para una nueva Vida alumbrada por la Verdad y hecha activa y fecunda con la práctica de la Virtud, a la que se refieren el Azufre y la Sal en su acepción más elevada. Como tal, indica el primero la Energía Activa, que se hace la Fuerza Universal, el principio creador y la electricidad vital que producen y animan todo crecimiento, expansión, independencia e irradiación. Mientras la segunda es el principio atractivo que constituye el magnetismo vital, la fuerza conservadora y fecunda que inclina a la estabilidad y produce toda maduración, la capacidad asimilativa que tiende hacia la cristalización, el principio de resistencia y la reacción centrípeta que se opone a la acción activa de la fuerza centrífuga. En conclusión nuestra conciencia debe tener Inevitablemente estos tres principios. El FUEGO es el Azufre de la Alquimia; el Mercurio es el Espíritu de la Alquimia y la Sal es la maestría de la Alquimia. Para desarrollar los valores del ser y utilizar sabiamente nuestras energías creadoras, necesitamos inevitablemente de una sustancia donde la Sal, el Azufre y el Mercurio se hallen totalmente puros y perfectos, porque la impureza y la imperfección de los compuestos se vuelven a encontrar en el producto. Es por lo que es preciso cuidar nuestra sal es decir nuestro organismo físico, nuestro mercurio o sea nuestra semilla y nuestro fuego que habita en cada uno de nuestros átomos y no cansarnos de ello. Fraternalmente Jesús Joaquín Olvera Navedo. Compañero Masón Es cuanto V:. M:.