CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA
Engels en la lucha por el marxismo revolucionario D.Z. Manuilsky Discurso pronunciado en la XXII sesión del VII Congreso de I.C. con ocasión del 40º aniversario de la muerte de Federico Engels 5 de agosto de 1935
El VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista se celebró en Moscú del 25 julio a 20 agosto 1935.
Contenido I Engels y su papel en la creación del socialismo científico II Engels, jefe del proletariado y maestro de la táctica proletaria III Nosotros continuaremos el trabajo de Engels
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA I Engels y su papel en la creación del socialismo científico Hace cuarenta años se produjo la muerte de Federico Engels, el más cercano compañero de armas de Carlos Marx, uno de los más grandes pensadores revolucionarios de la historia humana, organizador y líder del partido proletario internacional. Los nombres de Carlos Marx y Federico Engels quedarán para siempre en la memoria de los pueblos, como los nombres de dos grandes genios, de los creadores del socialismo científico y los fundadores del movimiento comunista internacional. Las actividades revolucionarias de Engels están inseparablemente ligadas a la vida y a las actividades de Marx. Hace cuarenta años, Lenin escribió: “Las leyendas de la antigüedad relatan diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones superan a todas las conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres.” (Lenin, Marx, Engels, Marxismo) El cuadragésimo aniversario de la muerte de Engels que hoy conmemoramos coincide con el cambio que se ha producido en el movimiento obrero mundial, con el giro –provocado por la influencia de la victoria del socialismo en la URSS y la crisis profunda del capitalismo– hacia el comunismo de las grandes masas de obreros socialdemócratas y sin partido, y con la bancarrota acelerada de la Segunda Internacional. La victoria del proletariado en la URSS y el crecimiento del movimiento comunista en todo el mundo son el resultado directo del hecho de que el Partido Bolchevique, el partido internacional de Lenin y Stalin, se ha mantenido fiel hasta el final a las enseñanzas de Marx y Engels. El colapso de la II Internacional, la derrota y la bancarrota de sus partidos, son las consecuencias, históricamente inevitables, de su abandono de las doctrinas de Marx y Engels, de su vulgarización y distorsión del marxismo. Millones de trabajadores – atrapados en las garras de la crisis, colgando en la horca, encarcelados en las mazmorras fascistas y yaciendo en las trincheras de las guerras imperialistas que estallan– ahora están pagando un alto precio por esa deserción. Los oportunistas de todos los colores, de la Segunda Internacional –Bernstein, Cunow, Kautsky, Vendervelde y otros de su tipo–, acusaron a Engels de todos los pecados mortales y se opusieron a Marx y Engels en su esfuerzo por “refutarlos”, con el verdadero objetivo despojar al marxismo de su espíritu revolucionario. No fue casual, era inevitable y absolutamente de acuerdo con las leyes del desarrollo, que los revisionistas de la II Internacional –que primero lucharon precisamente contra Engels 2
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA en todas las cuestiones fundamentales de la teoría y la práctica– pasaran a la posición de colaboración con la burguesía y se deslizaran gradualmente hacia el lodazal de la reacción. Desde el comienzo de sus actividades revolucionarias, Engels, junto a Marx, luchó por sentar las bases y desarrollar el socialismo científico en la esfera de la economía y las ciencias sociales, en la esfera de la filosofía y de las ciencias naturales; luchó por impregnar las mentes de las masas proletarias con el marxismo revolucionario, lo más ampliamente posible. En la lucha contra los “verdaderos socialistas” alemanes, aquellos sentimentales “sumos pontífices de la justicia humana y el derecho”, aquellos pomposos profetas de la “paz social” y la “paz entre los pueblos” en la sociedad capitalista, aquellos humanistas supinos y seudo-pacifistas, en lucha con ellos Engels infundió a las masas proletarias el odio implacable al enemigo de clase, llamó a la ruptura total con él y sus lacayos ideológicos, los clérigos, los abogados y los parlamentarios. Engels luchó con furia contra los lassalleanos, los “socialistas prusianos realistas” que lamían las botas de Bismarck, y su “superstición del Estado”, contra sus prejuicios idealistas y su vocinglería sobre los “derechos humanos en general”, y su “ley de hierro de los salarios” que negaba la necesidad de la lucha económica y la organización independiente de la clase obrera. Defendiendo y divulgando la economía política de Marx y poniendo énfasis en la relación inseparable que existe entre la lucha económica y la lucha política del proletariado, Engels expuso la naturaleza reformista del lassalleanismo, su adaptación al Estado burgués-junker y su traición a la revolución proletaria. En oposición al proudhonismo y al bakuninismo, esas dos tendencias pequeñoburguesas anarquistas, utopistas y reaccionarias en el movimiento obrero –que sustituyeron la lucha revolucionaria de masas con frases sonoras sobre la “ayuda mutua mediante la cooperación pacífica”, “la igualdad de clases”, “la destrucción de todos los Estados”–, Engels insistió en la necesidad de un partido político del proletariado, de una lucha política por la dictadura de la clase obrera. En lucha contra todas las teorías seudosocialistas y seudorrevolucionarias, basándose en el análisis de Marx sobre las relaciones económicas de la sociedad burguesa, Engels demostró la inevitabilidad del derrocamiento violento de la burguesía y el papel histórico universal del proletariado como sepulturero del capitalismo y creador del nuevo sistema socialista. Junto a Marx, Engels demostró que la lucha de clases debe conducir a la dictadura del proletariado como el Estado del periodo de transición del capitalismo al comunismo, demostró que el proletariado no puede triunfar en esta lucha sin la dirección de su propio partido político independiente. Engels combinó un genuino análisis científico –que penetraba en el mismo “corazón” de los fenómenos históricos, de los procesos económicos y políticos– con la ardiente pasión de un líder y maestro del proletariado que exhortaba a las masas 3
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA obreras a entrar en la lucha revolucionaria. El socialismo científico ilumina todo el pasado, el presente y el futuro de la sociedad humana, le muestra al proletariado lo que las clases explotadas y esclavizadas eran antes de él, lo que es ahora el proletariado y en lo que se convertirá. Por eso, Engels enseñó a los obreros: ¡a actuar de acuerdo con esta teoría revolucionaria, a luchar por la dictadura del proletariado, que su emancipación significará la emancipación de toda la humanidad, el fin de toda explotación, opresión y violencia! Esta idea de la unidad de la teoría revolucionaria y la acción revolucionaria recorre como un hilo conductor todas las obras científicas de Engels, todos sus artículos polémicos y sus directivas partidarias. En la esfera de la economía política, Engels formuló la ley inevitable de todas las sociedades explotadoras, según la cual: “Cada progreso de la producción es al mismo tiempo un retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es un nuevo elemento de opresión para la otra.” (Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, capítulo IX) Esta contradicción inherente a la sociedad explotadora encuentra su expresión más notable en el capitalismo. El vehículo vivo de esta contradicción es el proletariado, la clase que está privada de todos los medios de producción y que es, en consecuencia, la clase más revolucionaria de todas las clases explotadas que la historia ha conocido. Engels dijo: “Con la transformación creciente de la gran mayoría de la población en proletarios, el modo de producción capitalista da origen a la fuerza que, so pena de su propia destrucción, se ve obligada a llevar a cabo esta revolución.” (Engels, La revolución de la ciencia del señor Eugen Dühring (Anti-Dühring)) En una de sus primeras obras, Engels describió las condiciones de la clase obrera bajo el capitalismo de una manera que sorprende por su profunda veracidad. Han pasado más de noventa años desde que ese trabajo fuera escrito. Si se lee esta descripción a cualquier obrero en cualquier país capitalista, él se verá a sí mismo y verá el destino al que el capitalismo le condena, como si se reflejara en un espejo. “Cuando un individuo hace a otro individuo un daño tal que le causa la muerte, decimos que es un homicidio; si el autor obra premeditadamente, consideramos su acto como un crimen. Pero cuando la sociedad pone a centenares de proletarios en una situación tal que son necesariamente expuestos a una muerte prematura y anormal, a una muerte tan violenta como la muerte por la espada o por la bala; cuando quita a millares de seres humanos los medios de existencia indispensables, imponiéndoles otras condiciones de vida, de modo que les resulta imposible subsistir; cuando ella los obliga por el brazo poderoso de la ley a 4
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA permanecer en esa situación hasta que sobrevenga la muerte, que es la consecuencia inevitable de ello; cuando ella sabe demasiado bien que esos millares de seres humanos serán víctimas de esas condiciones de existencia, y sin embargo permite que subsistan, entonces lo que se comete es un crimen, muy parecido al cometido por un individuo, salvo que en este caso es más disimulado, más pérfido, un crimen contra el cual nadie puede defenderse, que no parece un crimen porque no se ve al asesino, porque el asesino es todo el mundo y nadie a la vez, porque la muerte de la víctima parece natural...” (Engels, La condición de la clase obrera en Inglaterra en 1844, cap. V) Bajo el capitalismo, las herramientas, las máquinas y la tierra se enfrentan al obrero como una fuerza ajena y hostil. La manifestación suprema de este antagonismo es la crisis periódica que sacude el sistema de explotación hasta los cimientos y revela a las clases dominantes su incapacidad para gobernar con la ayuda de las fuerzas que ellas mismas han creado, fuerzas que se desencadenan como elementos ciegos sobre el conjunto de la humanidad, devastan países, pueblos y aldeas florecientes y condenan a millones de personas al deterioro. Engels demostró que el desarrollo del proletariado, cuyas condiciones de vida le impulsan hacia la revolución social, y el desarrollo de las fuerzas productivas, que ya no caben en el marco de la sociedad capitalista, inevitablemente romperán este marco y conducirán a la revolución social. En relación con eso, Marx y Engels propusieron el “objetivo inmediato último” de derrocar el poder de la burguesía y establecer la dictadura del proletariado. Esta es la esencia del marxismo. En la lucha por el marxismo revolucionario y con la máxima claridad, Engels resolvió el problema de la interacción entre la economía y la política a lo largo de la historia del desarrollo social, y sobre esta base elaboró el problema de la naturaleza del Estado de las clases explotadoras. En un bosquejo brillante, también describió el contorno general de la construcción socialista. El profundo análisis de Engels que abarca toda la llamada “civilización”, es decir, la historia de las clases explotadoras y sus Estados, lleva a la conclusión de que la desaparición de las clases y del Estado es históricamente tan necesaria como lo fueron su auge y desarrollo hasta la actualidad. Engels escribió: “Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte positivamente en un obstáculo para la producción.” (Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, capítulo IX) Sabemos de los aullidos furiosos, del frenesí y de la rabia que esta proposición del marxismo –que las clases y el Estado deben desaparecer inevitablemente– ha suscitado y todavía suscita entre todos los defensores asalariados del sistema burgués y la 5
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA propiedad burguesa, y cómo estúpidamente no han podido entender esto todos los Bernsteins y Kautskys, que consideran al Estado burgués ligeramente barnizado y ligeramente reformado como el mayor logro del progreso humano. En su lucha contra los oportunistas socialdemócratas y contra los anarquistas, Engels puso en primer plano la cuestión de la dictadura del proletariado y, en particular, la cuestión de la diferencia radical entre el Estado de los explotadores y el Estado proletario. La doctrina marxista revolucionaria del Estado y la revolución y, en particular, los notables bosquejos de Engels sobre la cuestión de la democracia proletaria frente a la democracia burguesa, han sido brillantemente desarrollados en las obras de Lenin y Stalin. ¡Qué confirmación irrefutable de lo correcto de la doctrina marxista-leninista del Estado –como órgano de las clases explotadoras para mantener sometidas a las clases explotadas–, se obtiene precisamente en el momento actual, en medio del avance de la reacción y del fascismo en los países capitalistas! ¡Cuán vergonzosamente se han dispersado con los vientos las falsas historias de los filisteos socialdemócratas sobre el Estado como “expresión de los intereses comunes de la gente”, conciliando los intereses de las clases antagónicas, y situándose por encima de las clases! ¡Y qué confirmación se observa hoy en día, especialmente en los países fascistas, de lo que Engels dijo acerca de las fuerzas armadas del Estado: la policía, el ejército, las cárceles y los tribunales! Los landknechts fascistas del capital financiero, la Gestapo, los cuerpos de defensa de Hitler y Göering, las mazmorras fascistas, los campos de concentración y el cadalso – todo esto revela la naturaleza misma del Estado de los explotadores, que se ha despojado de los oropeles de la democracia burguesa, que pisotea los últimos restos de los derechos democráticos y de las libertades ganadas por los trabajadores durante largos años de lucha sangrienta. Y ante estos hechos inexorables, ¿qué dirán hoy los que, degradando y distorsionando el marxismo, repudiaron el camino de la revolución proletaria, y, junto con Noske y Severing, defendieron el Estado burgués contra los ataques de las masas revolucionarias? Oponiendo la dictadura del proletariado a la dictadura de la burguesía, Marx y Engels lucharon toda su vida por la creación de un partido que pudiera conducir a las masas a la toma del poder y a la instauración de la dictadura del proletariado. Después de la Comuna de París, todas las declaraciones de Engels sobre la cuestión de las tareas inmediatas y urgentes del proletariado en la revolución socialista se dirigieron hacia un punto, a saber, a aprovechar la experiencia de la Comuna de París, que se iba a ubicar en la base del programa de los nuevos partidos de masas del proletariado. Poco antes de su muerte, en el vigésimo aniversario de la Comuna de París, Engels escribió: “Últimamente, las palabras “dictadura del proletariado” han vuelto a sumir en santo terror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber qué cara tiene esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí la dictadura del proletariado!” (Engels, Introducción a La guerra civil en Francia).
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA Solo el Partido Bolchevique, ya en 1903, incluía en su programa la exigencia de la dictadura del proletariado. Después de citar lo que Marx y Engels dijeron sobre la experiencia de la Comuna de París, Lenin, en 1917, escribió: “Al revisar el programa de nuestro Partido es absolutamente necesario tener en cuenta el consejo de Marx y Engels a fin de acercarse a la verdad, restablecer el marxismo, purgarlo de las distorsiones, y dirigir más correctamente la lucha de la clase obrera por su emancipación.” (Lenin: El Estado y la revolución) Los bolcheviques solos, dirigidos por Lenin y Stalin, complementaron la rica experiencia de la Comuna de París con la experiencia de las dos revoluciones rusas, plantearon la creación de un Estado del “tipo de la Comuna” como el objetivo inmediato de la revolución proletaria, y tuvieron éxito al dirigir a las amplias masas del proletariado y el campesinado más pobres hacia la destrucción de Estado burgués y el establecimiento de la dictadura del proletariado en la forma de Soviets. Engels dijo que la lucha de clase del proletariado asumirá sus dimensiones más amplias cuando el proletariado tome el poder y, mediante su dictadura, se ponga a trabajar para cambiar radicalmente todas las relaciones productivas. Hoy, en una sexta parte del globo, en lucha revolucionaria irreconciliable, en el gran laboratorio del trabajo y el pensamiento socialista, bajo la dirección de Lenin y Stalin, el marxismo creador asume día a día sus dimensiones histórico-universales. El proletariado victorioso está haciendo realidad la época de la que Engels dijo: “El proletariado toma el poder político, y, por medio de él, convierte en propiedad pública los medios sociales de producción, que se le escapan de las manos a la burguesía. Con este acto, redime los medios de producción de la condición de capital que hasta allí tenían y da a su carácter social plena libertad para imponerse. A partir de ahora es ya posible una producción social con arreglo a un plan trazado de antemano.” (Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico) Los bolcheviques hicieron eso. Expropiaron a los capitalistas y a los terratenientes, removieron los grilletes del capital que aprisionaban a las fuerzas productivas materiales y a la mayor fuerza creadora de la historia, el proletariado, y en lugar de la anarquía capitalista establecieron el plan socialista. Engels escribió: “La apropiación social de los medios de producción elimina no sólo la actual inhibición artificial de la producción, sino también el positivo despilfarro y la destrucción de fuerzas productivas y productos que son hoy día compañeros inevitables de la producción y alcanzan su punto culminante en las crisis. Esa apropiación social pone además a disposición de la comunidad una masa de medios de producción y de productos al eliminar el insensato desperdicio del lujo 7
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA de las clases actualmente dominantes y de sus representantes políticos.” (Engels, La revolución de la ciencia del señor Eugen Dühring (AntiDühring)) Los bolcheviques hicieron eso. Como resultado de la reconstrucción socialista de la economía nacional, las crisis y el desempleo han sido abolidos para siempre en la tierra del proletariado victorioso; las clases explotadoras y parasitarias han sido liquidadas y no hay lugar para el desperdicio insensato de los productos. El sistema socialista tiene el dominio indivisible en el país. Engels habló de un sistema de organización de la producción en el que nadie será capaz de poner sobre los hombros de los otros, su participación en el trabajo productivo, y en el que, por otra parte, el trabajo productivo, en lugar de ser un medio para el sometimiento de los hombres, se convertirá en un medio para su emancipación. (Ibíd.) Los bolcheviques hicieron eso. En lugar de una maldición, como lo era bajo el capitalismo, el trabajo en el país del socialismo se ha convertido en una cuestión de honor, gloria y heroísmo; en la gran escuela de la competencia socialista están surgiendo nuevas formas de trabajo colectivo. Los bolcheviques están poniendo en práctica los esbozos geniales de Marx y Engels sobre la necesidad de suprimir la oposición entre la ciudad y el campo, sobre la distribución planificada de las fuerzas productivas, sobre la creación de las condiciones previas para el desarrollo en todos los aspectos, mental y físico, de los hombres y las mujeres. Pero los bolcheviques del Partido y sin partido están poniendo en práctica concreta estos esbozos asombrosamente proféticos, enriqueciéndolos con las ideas creadoras de las mentes más brillantes de los tiempos modernos, de Lenin y Stalin, y las están nutriendo con la experiencia viva de la experiencia revolucionaria de las masas. Engels dijo que aquellos cuya misión será arrasar con la sociedad explotadora y levantar la sociedad socialista sin clases, poseerán un poder excepcional de previsión teórica y voluntad de hierro. ¡Fue a nuestro Partido, al Partido de los bolcheviques dirigido por Lenin y Stalin, al que Engels, con su mirada penetrante, vio a través del velo de las décadas venideras! Habló de los millones que han construido el socialismo en el país de la dictadura del proletariado. Esto significa el ingreso en la arena histórica de aquellos que lograrán el gran objetivo trazado por Marx y Engels en todo el mundo.
II Engels, jefe del proletariado y maestro de la táctica proletaria Engels no sólo fue el gran teórico del proletariado. Al igual que Marx, era ante todo un revolucionario. Como en el caso de Marx, el verdadero elemento de Engels era ante todo la lucha – la lucha persistente, consecuente y apasionada por el comunismo. 8
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA La primera mitad de los años cuarenta. El joven Engels extiende sus alas. Abandona el ambiente filisteo prusiano-cristiano y se abre un camino por sí mismo hacia el socialismo proletario. Conoce a Marx, con quien establece una unión combativa – el gran vínculo de unión entre los dos genios del comunismo proletario. Juntos, organizaron y dirigieron la Liga Comunista, y juntos elaboraron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, el primer documento programático del comunismo internacional. La revolución de 1848. Engels es uno de los editores de la Neue Rheinische Zeitung, en la que, junto con Marx, apoya a la extrema izquierda de la Democracia, denunciando sin piedad sus vacilaciones, y defiende los intereses particulares del proletariado en la revolución burguesa. Los años sesenta. Toma forma el primer partido del proletariado internacional – la Primera Internacional–, y Engels, junto con Marx, toma una parte muy activa en su trabajo. La doctrina de Marx y Engels obtiene su victoria decisiva sobre todos sus rivales en la Primer Internacional. La Comuna de París marca el inicio de una nueva época en la historia de la humanidad. Surgen nuevas tareas: la transición a la creación de partidos proletarios de masas en los diferentes países, en el desarrollo de los cuales Engels ejerce una influencia decisiva. Ya en 1846, Engels, con sólo veintiséis años de edad, formuló las tareas de los comunistas con claridad asombrosa: “(1) Consecución de los intereses del proletariado en oposición a los de la burguesía, (2) Hacer esto a través de la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes, (3) No reconocer otro medio de lograr estos objetivos que no sea una revolución democrática por la fuerza.” (Correspondencia de Carlos Marx y Federico Engels) Muchos años después, Engels dijo: “Queremos la destrucción de las clases. ¿Cuáles son los medios para lograr esto? La dominación política del proletariado... Pero el acto supremo de la política es la revolución. Los que reconocen esto deben esforzarse por los medios y las acciones políticas que preparen la revolución, tal como educar a los obreros para la revolución, sin los cuales los trabajadores serán siempre engañados por los Favre* y los Pyats **, al día siguiente de la batalla. La política que se debe seguir es la política de los obreros. Se debe formar un partido independiente, con su propio objetivo y su propia política, no como un apéndice de algunos partidos burgueses.” (Engels, Discurso en la Conferencia de Londres de la Primera Internacional. Ver La Internacional Comunista nº. 21, noviembre de 1934, p. 812) * Jules Favre, francés, abogado republicano burgués, se convirtió
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA en ministro después del 4 de septiembre 1870, la mano derecha de Thiers en la represión de la Comuna de París. ** Félix Pyat, francés, pequeñoburgués radical. Y fue a estos objetivos a los que Engels dedicó medio siglo de lucha. Los rasgos distintivos de Engels como un político de la clase obrera fueron formulados claramente por Lenin, de la siguiente manera: “…La más profunda comprensión de los objetivos revolucionarios fundamentales del proletariado, y una definición inusualmente flexible de determinados problemas de táctica, desde el punto de vista de esos objetivos revolucionarios, y sin la más mínima concesión al oportunismo y a la fraseología revolucionaria.” (Lenin, Marx, Engels, Marxismo) Ahora quiero tratar en detalle el tema de Engels como el maestro de la táctica proletaria. Nuestros Partidos, los líderes de nuestras secciones, pueden aprender algo de los brillantes ejemplos del arte de la táctica que dio el gran capitán proletario. Del rico tesoro de proposiciones tácticas que Engels elaboró y aplicó en el curso de sus actividades prácticas, voy a tratar sólo unas pocas que directamente se refieren a la tarea central del VII Congreso, a saber, la tarea de preparar y organizar a la clase obrera y a los trabajadores para las batallas decisivas. No pocas personas en tiempos de Engels, y no pocos en la actualidad, conciben la revolución proletaria no dialécticamente sino mecánicamente. Sostienen que revolucionarios “puros”, coherentes y con consciencia de clase están en un campo, mientras que en el otro campo está una masa reaccionaria; que no puede haber ningún cambio en las correlaciones de fuerzas entre las clases, porque todas las clases han adoptado de una vez sus posiciones prescritas en el esquema revolucionario; que no hay capas intermedias vacilantes, porque todas han sido incluidas de antemano en la categoría de la reacción; que no hay vanguardia ni reservas, porque todas representan una masa revolucionaria; que no hay masas que apenas se están acercando a la revolución, porque todas han sido, previamente, incluidas en el campo de la vanguardia revolucionaria; que no hay etapas en el desarrollo de la lucha revolucionaria, porque de algún modo enigmático, las masas han sido transformadas en la clase suprema “de la última y decisiva batalla”; que el Partido revolucionario no necesita llevar a cabo el trabajo diario de educar y preparar a las masas para la lucha, porque las masas sólo están esperando la señal para lanzarse a la batalla bajo la dirección de los líderes archirrevolucionarios; que la preparación organizativa con el fin de acelerar el crecimiento del movimiento es superfluo, dicen, porque la espontaneidad del movimiento está trabajando a nuestro favor. Este es el tipo de personas que Engels tenía en mente cuando ridiculizó el siguiente esquema de desarrollo de la revolución: “Todos los partidos oficiales unidos en un grupo aquí, todos los socialistas en una columna allá – la gran batalla decisiva. La victoria en toda la línea de un solo golpe. En la vida real las cosas no suceden de manera tan simple. En la vida real... la revolución comienza al revés, con la gran mayoría del pueblo y también de los 10
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA partidos oficiales ubicándose juntos contra el gobierno, que de este modo es aislado y derrocado; y es sólo después de que estos partidos oficiales, cuya existencia aún es posible, han logrado recíprocamente y con éxito la destrucción del otro, que tiene lugar la gran división y con ello la posibilidad de nuestro dominio. Si... quisiéramos comenzar directamente con el acto final de la revolución, estaríamos miserablemente mal.” (Correspondencia de Carlos Marx y Federico Engels) Esta brillante proposición de Engels sobre el progreso y el desarrollo de la revolución fue sorprendente y plenamente desarrollada aún más por Lenin, más de treinta años después. Él escribió: “Imaginar que la revolución social es concebible sin las revueltas de las naciones pequeñas en las colonias y en Europa, sin los estallidos revolucionarios de una parte de la pequeña burguesía con todos sus prejuicios, sin el movimiento de las masas proletarias y semiproletarias sin consciencia de clase contra la opresión de los terratenientes, la iglesia, la monarquía, las naciones extranjeras, etc. – imaginar eso significa repudiar la revolución social. Sólo aquellos que se imaginan que en un lado se alineará un ejército y dirá: “Estamos por el socialismo”, y en el otro lado otro ejército dirá: “Estamos por el imperialismo”, y que así será la revolución social... “Quien espere una revolución social “pura” nunca vivirá para verla. Tal persona pregona la revolución sin entender lo que es la revolución.” (Lenin, Obras Escogidas, t. V) Y más adelante dice: “La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que una explosión de la lucha de masas de parte de todos y cada uno de los elementos oprimidos y descontentos. Sectores de la pequeña burguesía y de los obreros atrasados participarán inevitablemente en ella –sin esa participación la lucha de masas sería imposible, sin esa participación ninguna revolución es posible– e inevitablemente también traerán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades y errores. Pero objetivamente atacarán al capital, y la vanguardia consciente de la revolución, el proletariado avanzado, expresando esta verdad objetiva de una lucha de masas heterogénea y discordante, abigarrada y aparentemente incoherente, será capaz de unirla y dirigirla, de tomar el poder, de apoderarse de los bancos, de expropiar los trusts (odiados por todos, aunque por razones diferentes) y de introducir otras medidas dictatoriales que en su conjunto significarán el derrocamiento de la burguesía y la victoria del socialismo, que, sin embargo, no significará “purgar” inmediatamente la escoria pequeño burguesa.” (Ibíd.) Estas palabras muy profundas de Engels y Lenin contienen los elementos fundamentales de la respuesta a la cuestión de cómo podemos luchar hoy exitosamente 11
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA contra la ofensiva del capital, el fascismo y la amenaza de la guerra. Señalan la necesidad de que el partido proletario tenga una política correcta hacia las masas de su propia clase y hacia sus aliados, y señalan la tarea de crear un amplio frente popular de lucha, la necesidad y la capacidad de tomar ventaja de los antagonismos internacionales con el objetivo de fortalecer la posición del proletariado. Toda nuestra experiencia ha confirmado más de una vez el hecho de que el partido que empieza con concepciones vulgares e ingenuas de la revolución es incapaz de desempeñar el papel de organizador y líder de la revolución. No hay nada más peligroso para un partido combatiente y vivo, que fórmulas inventadas, sin vida y prefabricadas, porque ocultan la variedad colorida y viva de las condiciones y formas de lucha. Es un error pensar que la revolución se desarrollará en línea recta como el vuelo de una flecha, que no habrá obstáculos e interrupciones, ni retrocesos con el fin de saltar más adelante, en el proceso de maduración revolucionaria. Es un error pensar que la táctica del partido revolucionario debe basarse no en la correlación de fuerzas entre las clases existentes, sino en cómo nos gustarían que fuesen esa correlación. Es erróneo pensar que en el proceso de preparación de la revolución, así como en el proceso de su desarrollo, es suficiente para el partido proletario depender completamente de las fuerzas de la vanguardia y que no hay necesidad de basarse en la mayoría de la clase obrera. Es un error pensar que haciendo caso omiso de otras fuerzas de clase y absteniéndose de tratar de ganar a las clases vacilantes hacia el lado de la revolución, al menos temporalmente, el partido proletario puede crear la clara situación de “clase contra clase”. Es un error pensar que es posible prepararse para la revolución y llevarla a cabo sin tomar ventaja de los antagonismos en el campo del enemigo, sin compromisos temporales y parciales con otras clases y grupos que se van revolucionarizando y sus organizaciones políticas. En 1889, en una carta a la socialista danesa Trier, Engels recomienda utilizar a los otros partidos en interés de la clase obrera, que, “... Se debe apoyar temporalmente a otros partidos y medidas que permitan una ventaja directa para el proletariado o que representen un paso adelante en la dirección del desarrollo económico y la libertad política...” “Pero”, Engels añade: “yo estoy a favor de esta opción sólo si la ventaja directa resultante para nosotros o para el desarrollo histórico del país en el camino de la revolución económica y política, es incuestionable y vale la pena luchar por él. Otra condición obligatoria es que el carácter de clase proletario del Partido no esté en cuestión. Eso para mí es el límite absoluto.” (La cursiva es mía – D.Z.M. Bolchevique nº 21, 1932, p. 84) Reforzar el carácter de clase del Partido, elevar la conciencia de clase del proletariado, elevar su capacidad de lucha, fortalecer sus posiciones, debilitar la posición del enemigo de clase – tales son los criterios que Engels consideró esenciales para decidir la cuestión de si tal o cual compromiso era admisible.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA Estas tácticas son profundamente hostiles a la política de colaboración de clases entre el proletariado y la burguesía de seguida por la socialdemocracia internacional, porque esa política le quita al partido su carácter de clase, fortalece la posición de la burguesía y debilita y desmoraliza al proletariado. Estas tácticas revolucionarias no tienen nada en común con la política del “mal menor”, con votar por Hindenburg, con la formación de un bloque con Bruening; porque, al seguir la política del “mal menor”, la socialdemocracia entregó a la burguesía una posición proletaria tras otra, preparó el terreno para el fascismo, y preparó la derrota del proletariado. Treinta años más tarde, sobre la base de la experiencia de las tres revoluciones rusas, Lenin amplió esta idea de Engels, y enseñó a los jóvenes partidos comunistas, tácticas flexibles y móviles que les permitieran superar su enfermedad “izquierdista” y continuar la lucha por el derrocamiento de la burguesía de una manera verdaderamente bolchevique. Él escribió: “Hacer la guerra para derrumbar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los enemigos, a los acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es esto acaso algo infinitamente ridículo?... Obtener la victoria sobre un adversario más poderoso únicamente es posible poniendo en tensión todas las fuerzas y utilizando obligatoriamente con solicitud, minucia, prudencia y habilidad, la menor “grieta” entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o diferentes categorías burguesas en el interior de cada país; hay que aprovechar igualmente las menores posibilidades de obtener un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprenda esto no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico contemporáneo, en general.” (Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo) Camaradas, al reflexionar sobre estas palabras de Engels y Lenin, aplicadas a nuestra época, a la política que nuestro Congreso está señalando para el siguiente periodo, se entenderá que estas tácticas, probadas por la experiencia de todo el movimiento obrero del mundo durante muchas décadas, crean ahora para la Internacional Comunista, para todas sus secciones, grandes oportunidades para salir del periodo de agitación-propaganda de nuestro desarrollo y convertirse en poderosos factores en toda la vida política contemporánea de los diferentes países y en todo el mundo. Pero es precisamente porque estamos entrando en el amplio camino de la gran política de masas, porque nos estamos preparando para contar no en cientos de miles sino en millones, porque estamos empezando a poner bajo nuestra influencia aquellas capas que hasta ayer estaban en las filas de la socialdemocracia o bien se encontraban fuera de la política por completo, debido a esto, las secciones de la Internacional Comunista deben estar especialmente alertas ante las posibles distorsiones oportunistas 13
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA y derechistas de nuestra política de masas, distorsiones que retardan el crecimiento de nuestra influencia entre la masas y el crecimiento de la capacidad de lucha del proletariado, y con ello retrasan la maduración de las condiciones para la revolución proletaria. Y aquí una vez más debemos recurrir a Engels, nuestro maestro, y recordar la lucha que libró contra el oportunismo, la lucha implacable e indomable a la que dedicó medio siglo de su vida como un luchador político. Engels vio precisamente que, bajo diferentes disfraces, el pequeño burgués intenta atrincherarse en el movimiento obrero, debilitándolo y desorganizándolo. Con certera puntería e inimitable sarcasmo, Marx y Engels arrancaron la máscara de la cara de este filisteo, expusieron las muecas filisteas debajo de la máscara de gratuita y natural afabilidad. Este filisteo siente que tiene el derecho a realizar cualquier acto infame porque se considera “honestamente” infame. Engels escribió: “Incluso la estupidez se convierte en virtud porque es la prueba irrefutable de la firmeza de convicción. Cada motivo oculto está basado en la convicción de honestidad intrínseca, y cuanto más decididamente trama algún tipo de engaño o alguna pequeña mezquindad, tanto más simple y franco parece ser.” Este es un filisteo “...una cloaca en la que se mezclan de manera monstruosa todas las contradicciones de la filosofía, la democracia y todo tipo de fraseología.” (Archivo Marx y Engels, Libro V) Defendiendo el marxismo revolucionario, Engels atacó ferozmente a los reformistas alemanes, los posibilistas franceses, los fabianos británicos y los ultraizquierdistas. Al mismo tiempo, con firmeza y paciencia excepcionales, criticó y corrigió los errores oportunistas de los líderes de los partidos proletarios, como Wilhelm Liebknecht y Bebel, Lafargue y Guesde. Esta lucha incansable contra el oportunismo, y en particular contra la conciliación con el oportunismo, hizo que algunos de los líderes que fueron criticados por Engels lo llamaran “el hombre más rudo en Europa”. Todos debemos aprender de Engels a ser apasionadamente “rudos” en interés del Partido, en aras de la revolución. Nadie fue tan vehemente en unir a la vanguardia de la clase obrera en las filas de un partido obrero unido como lo fue Engels. Quería hacer todo lo que queremos hacer hoy. Pero él sabía y vio que la unidad no basada en principios debilitaría a la clase obrera. ¿De qué sirve ser un partido de masas del proletariado si sirve de lazo que lo arrastra a la colaboración con la burguesía? En 1882, saludó la escisión en el partido obrero de Francia, que se apartó de Mallone y Bruse, que habían abandonado la lucha de clases, habían sacrificado el carácter de clase proletario del movimiento y habían hecho la ruptura inevitable.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA “Mucho mejor”, dijo. “La unidad es una cosa excelente, siempre que sea posible, pero hay cosas que son más importantes que la unidad.” Creo que es necesario recordar estas palabras de Engels, precisamente en este momento, cuando aquí en este Congreso estamos enarbolando la bandera de la unidad política de la clase obrera internacional. Mediante el informe del camarada Dimitrov, el Congreso ha subrayado con mucha fuerza su voluntad de luchar por un partido obrero unido en cada país, por un partido mundial de la clase obrera. Pero este partido sólo puede crearse sobre la base de la unidad de principios y no sobre la base de un bloque podrido entre los elementos pequeñoburgueses y proletarios según el modelo de la Segunda Internacional. Recordaríamos a los miles, decenas y centenas de miles de obreros socialdemócratas que se consideran seguidores y discípulos de Marx y Engels, que nosotros y ellos estaríamos cometiendo un crimen contra nuestra clase si repetimos esa “unidad” ficticia que condujo a la catástrofe del 4 de agosto de 1914, al bloque entre un sector de la clase obrera y la burguesía, y que, en último análisis, facilitó la victoria del fascismo. ¡La clase obrera no necesita la unidad de ese tipo! Queremos la unidad por la que nuestro maestro Federico Engels luchó toda su vida; haremos todos los esfuerzos posibles por lograr esa unidad, y lo vamos a lograr. Pero esta unidad sólo la puede lograr un Partido que se gana la confianza de las masas con sus acciones, un Partido que supera el esquematismo y la vulgarización en su aproximación al movimiento de masas. Es por ese Partido por el que Engels luchó. Él criticó despiadadamente la pasividad y la inactividad como las formas más perniciosas de oportunismo. En su correspondencia con los líderes de la clase obrera no se cansó de repetir: el Partido debe actuar bajo cualquier circunstancia. Debe participar en el conjunto de la vida política del país y aprovechar todos los eventos en la política interna y exterior para intervenir activamente; debe estar siempre con las masas, en cualquier lugar; debe lanzar en el momento oportuno verdaderas consignas combativas que deben emanar de las masas mismas, y debe lanzar nuevas consignas cuando el movimiento crezca. Esta es la principal norma táctica del partido proletario, sobre el que Engels insistió. El partido que existe en el círculo estrecho y cerrado de sus seguidores inmediatos, que se sitúa fuera de las cosas que preocupan al pueblo, que no capta las cosas que interesan a las masas en un momento dado, que no es capaz de traducir las exigencias y los deseos del pueblo en consignas claras e inteligibles, ese partido no puede tomar el liderazgo de los movimientos de masas. Engels fue particularmente duro en sus ataques a los que fallaron en estar presentes en los momentos decisivos de la lucha de masas. En relación con esto, Engels dijo abiertamente que el Partido que se pierde un momento decisivo, que no intervenga, estará muerto y enterrado por algún tiempo.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA A menudo, en la práctica, la pasividad y la inactividad, enmascaradas con frases de “izquierda”, se esconden jugando a las conspiraciones, jugando a ser organizaciones exclusivamente clandestinas, y degeneran en carbonarismo, lo cual es ajeno al espíritu del partido del proletariado. Por otro lado, el cretinismo parlamentario, la adaptación a la legalidad burguesa a toda costa, negando la importancia de las formas ilegales de organización, y el miedo a la violencia, también paralizan la capacidad de lucha de la clase obrera. Engels luchó contra las manifestaciones de ambas formas de pasividad. Enseñó a los partidos proletarios a tomar todas las ventajas posibles de la legalidad burguesa, con el propósito de unir a las fuerzas de la clase obrera, de prepararlas para la lucha por la dictadura del proletariado, transformando la legalidad burguesa en un arma de la lucha contra la burguesía. Denunció las tácticas conspirativas blanquistas-bakuninistas que la policía internacional utiliza contra las organizaciones obreras, e instó a la necesidad de una vigilancia especial en lo que se refiere a los espías y provocadores que se han infiltrado en las organizaciones obreras. Al mismo tiempo, no escatimó ataques contra los socialdemócratas, serviles al gobierno, que sostuvieron que el partido obrero no era un partido de la violencia revolucionaria. “Atacar la violencia”, escribió con indignación, “como algo que es inadmisible, cuando se sabe que, en último análisis, no conseguiremos nada sin violencia...” (Archivo Marx y Engels, vol. I (VI)). Engels insistió en que los revolucionarios proletarios deben ser capaces de utilizar todas las formas de lucha contra el enemigo de clase. Bajo la dirección de Lenin y Stalin, el Partido bolchevique aplicó estos principios de Engels en el curso de veinticinco años de gran experiencia, combinando las formas legales e ilegales de trabajo, que como se sabe constituyen la base de las decisiones sobre organización del II Congreso de la Internacional Comunista. ¿Nuestras Secciones han utilizado al máximo estos principios? No, no lo han hecho. Muchos camaradas están convencidos de que bajo el terror fascista no hay lugar para asideros “legales”, para manifestaciones públicas del movimiento obrero, para desarrollar una amplia lucha de masas. Pero el fascismo se ve obligado a crear una base de masas, a crear sus organizaciones de masas, a recurrir a la demagogia social. Por lo tanto, es deber de los comunistas penetrar las organizaciones fascistas de masas, utilizar la demagogia social fascista contra la dictadura fascista y así socavar la base de masas del fascismo. Será imposible abrirnos paso hacia las masas en estas condiciones, a menos que realicemos un trabajo cotidiano y sistemático en las organizaciones de masas fascistas y a menos que combinemos los métodos de trabajo legales con los ilegales. Al mismo tiempo, es un error pensar que no necesitamos organizaciones ilegales en los países donde el movimiento obrero es legal. La persecución de los empleadores en todos los países nos obliga a establecer núcleos secretos en las fábricas, ilegalmente. El crecimiento de la amenaza del fascismo obliga a los Partidos Comunistas “legales” a adoptar medidas en preparación para la posible transición a una posición ilegal, con el 16
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA fin de evitar repetir el error cometido por los Partidos Comunistas italiano y alemán. Debemos recordar que el movimiento de frente único “legalizó” espontáneamente a los Partidos Comunistas perseguidos, que la lucha de masas trae a la superficie a las organizaciones más clandestinas. Una de las variedades del esquematismo y la vulgarización contra la que luchó Engels es la aplicación mecánica de las proposiciones tácticas fundamentales, sin tener en cuenta las circunstancias particulares de cada país individual. Somos el partido mundial del proletariado, el partido construido sobre la base de una verdadera unidad política y organizativa, un partido que resume y generaliza la experiencia del movimiento obrero mundial, un partido que sigue verdaderamente una táctica internacional basada en la unidad de intereses del proletariado internacional. Pero esta táctica internacional no excluye las diferencias creadas por las características específicas del desarrollo de cada país. La internacionalización de la experiencia del movimiento obrero mundial no significa hacer estereotipos igualmente aplicables al movimiento obrero en cualquier país. Aquellos que piensan que basta con tener en el bolsillo unas cuantas fórmulas ya hechas, para aplicarlas al movimiento obrero mundial en su conjunto, no internacionalizan el movimiento obrero, sino que lo paralizan y obstaculizan su desarrollo. Engels era un ejemplo clásico del auténtico líder internacional que conocía a la perfección el secreto de combinar adecuadamente el carácter internacional de nuestro movimiento comunista con la capacidad de tomar en cuenta sus características nacionales específicas. Él estaba estrechamente relacionado con el movimiento obrero alemán; estaba excelentemente informado de todos los detalles del movimiento obrero francés; desde 1844 tomó parte muy activa en las luchas del proletariado británico; hizo un profundo estudio del movimiento obrero norteamericano (él mismo viajó a través del océano); estaba excepcionalmente bien informados sobre las condiciones y el progreso de la lucha proletaria en Italia y en los Pirineos; estaba muy interesado en el movimiento revolucionario en Rusia, en los países eslavos de Occidente y en los países eslavos del Sur . Es precisamente este conocimiento profundo de las condiciones en diversos países lo que capacitó adecuadamente a Engels para dirigir los partidos obreros de esos países, y para ser un verdadero líder y organizador de la Internacional proletaria. “La emancipación del campesino italiano”, le escribió a Bovio, “no se llevará a cabo en la forma en que se realizará la emancipación de los obreros de las fábricas inglesas, pero cuanto más ambos utilicen las formas correspondientes a sus respectivas condiciones, tanto más las cosas corresponderán al fondo de la cuestión.” Tales son los principales principios tácticos de Engels a la luz de nuestra gran época, a la luz de las tareas que enfrenta nuestro Congreso.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA Engels nos enseñó que, al definir nuestra táctica, debemos enfocar los procesos revolucionarios fundamentales en la vida de los pueblos no con esquemas absolutos, ni con estándares prefabricados, sino basándonos en un estudio profundo de la disposición de las fuerzas de clase en cada país individual, en cada momento dado. Él nos enseñó a tener en cuenta la situación de cada clase por separado, de cada uno de sus grupos, a estudiar todos los antagonismos de clase y los métodos por los cuales el proletariado puede tomar ventaja de ellos, e indefectiblemente tener en cuenta la situación internacional en su conjunto. Engels nos enseñó a ser un Partido activo y combativo, tanto cuando la marea del movimiento obrero está en flujo como cuando se encuentra temporalmente en reflujo, y ser capaz de encontrar la cuestión particular que afecta profundamente a las masas y permite al Partido ampliar y fortalecer sus contactos con la clase obrera y los demás trabajadores. Nos enseñó a unirnos a un movimiento no sólo después de que éste haya empezado, sino a prepararlo, organizarlo y –ganando la confianza de las masas– a dirigirlo. Nos instó a responder a cada evento que estimule a las masas, a desarrollar grandes movimientos en batallas decisivas y así transformar el Partido en una fuerza que gane prestigio entre todos los trabajadores y aumente su confianza en su propia fuerza. Engels nos enseñó a no ser presumidos en el momento de la victoria y a no perder el ánimo en el momento de la derrota temporal. Nos enseñó a no tener miedo de empezar desde el principio si somos derrotados, sino a empezar con la firme convicción de que debemos lograr la victoria en el segundo intento. Engels nos enseñó a seguir una política de masas que corresponda a los intereses fundamentales de las más amplias masas del pueblo trabajador, que ayude a unir a las masas de campesinos y trabajadores de los pueblos en torno al proletariado. En la situación actual, esto significa, en primer lugar, la creación de un frente popular contra el fascismo en los países capitalistas, y un frente de los pueblos contra la guerra en el ámbito internacional. Engels nos enseñó a hacer una sobria valoración de la situación, a no avanzar antes de que las masas se hayan incorporado al movimiento, pero al mismo tiempo a no ir a la zaga de las masas; a no adaptar nuestras tácticas en función de los sectores más atrasados de las masas; a ser capaces de hacer avanzar a estas masas, por medio de una acción decidida y rápida, a consolidar cada éxito del movimiento y tomar este éxito como el punto de partida para nuevos éxitos. Engels nos enseñó a luchar por cada centímetro de terreno ganado por la clase obrera, a aprovechar todas las contradicciones en el campo del enemigo, a no sacrificar el carácter de clase del Partido y el objetivo de fortalecer al proletariado, a estar en toda organización en que se encuentren las masas obreras, y a utilizar las formas de lucha legales e ilegales, que, en las condiciones actuales, significa el fortalecimiento de las organizaciones ilegales mediante la ampliación de su influencia legal entre las masas y la ampliación de esa influencia a través del fortalecimiento de las organizaciones ilegales. 18
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Estamos viviendo y luchando en una situación incomparablemente más complicada que la que existía en el tiempo de Engels. Pero el rico legado táctico de Engels todavía conserva su importancia en esta nueva situación. Los comunistas utilizarán este legado durante un largo tiempo todavía, y aplicarán los principios de Engels de una manera bolchevique. ¿Esto quiere decir que estos principios son suficientes para los fines de la determinación de nuestras tácticas? Por supuesto que no. Debido a las condiciones históricas, Engels, al igual que Marx, no pudo crear, y no creó, una ciencia completa de la estrategia y la táctica del proletariado revolucionario. Pero en la base de esta ciencia creada por los genios de Lenin y Stalin se encuentran las notables ideas de estrategia y táctica que los grandes fundadores del comunismo desarrollaron y aplicaron en la medida máxima en que fueron capaces de hacerlo.
III Nosotros continuaremos el trabajo de Engels Nosotros, los comunistas somos los continuadores de la obra de Engels. La grande e invencible fuerza de las doctrinas revolucionarias que él y Marx crearon reside en que vive y se desarrolla junto con el proletariado combatiente, que se enriquece con sus nuevas experiencias y se tiempla en la lucha contra sus enemigos. Los dirigentes de la II Internacional fueron incapaces de desarrollar el marxismo. Ellos no lo aceptaron como la doctrina de Marx y Engels, como una guía para la acción revolucionaria del proletariado, como la doctrina de la necesidad de preparar a las masas para el derrocamiento violento de la dominación de la burguesía y la abolición de las clases en general. Algunos de los líderes de la II Internacional revisaron el marxismo, “complementándolo” con la afirmación de que el desarrollo del capitalismo no va acompañado de la intensificación de los antagonismos de clase, sino, por el contrario, de su disminución. Otros, si bien admitían de palabra la veracidad de los postulados fundamentales del marxismo, transformaron esos postulados en un dogma que justificaba la conciliación con las realidades del capitalismo y justificaba el apoyo a las prácticas reformistas. Estas personas se llamaban a sí mismos marxistas, pero mutilaban el marxismo, vulgarizándolo y vaciándolo de su esencia revolucionaria. De este modo, la teoría y la práctica de la II Internacional reproducía más y más la mentalidad pequeñoburguesa y vulgar contra la que luchó Engels toda su vida. Los líderes e ideólogos de la Segunda Internacional no son los continuadores de la obra de Engels, sino de la obra de sus enemigos. Engels nos dejó a mediados de los años noventa. Este fue exactamente el momento en que Lenin –cuyo nombre se ha convertido en estrella guía para todo el proletariado internacional– comenzó su trabajo revolucionario.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA Marx y Engels vivieron, trabajaron y lucharon en la época premonopolista del capitalismo, cuando, en general, el desarrollo de la sociedad burguesa estaba siguiendo una línea ascendente; en la época de las guerras nacionales y la consumación de las revoluciones burguesas de Europa occidental; en la época en que Inglaterra aún tenía la supremacía mundial en el comercio y la industria, y cuando el proletariado alemán seguía siendo la vanguardia del proletariado mundial; en la época en que el movimiento obrero recién estaba tomando forma como movimiento político independiente, y cuando los partidos proletarios apenas se estaban formando. Esa época proporcionó a Marx y Engels todos los elementos necesarios para pertrechar al proletariado con el arma poderosa de la teoría revolucionaria. Pero Marx y Engels nunca reclamaron haber pronosticado la ruta exacta de la revolución proletaria, nunca prescribieron reglas tácticas precisas para ella, ni decían tener respuestas para problemas que eran insolubles en las condiciones de su época. Engels, que dedicó páginas brillantes al desarrollo del socialismo, de la utopía en ciencia, más de una vez ridiculizó a aquellos que, abandonando el terreno de la ciencia, trataron de decir cosas sabias sobre la “arquitectura de la sociedad del futuro”. Más de una vez escribió que él, tranquilamente, dejaba eso a la “gente de la sociedad del futuro, que en todo caso no será más estúpida de lo que somos nosotros”. En cuanto a la crítica de Marx del capitalismo, Engels escribió que “los resultados de esta crítica también contienen el embrión de las llamadas soluciones, en la medida en que estas últimas son absolutamente posibles en el momento actual”. Esto, por supuesto, también se aplica íntegramente a las obras de Engels. Y estas brillantes ideas, en bocetos, en embriones, que los pedantes y filisteos de la II Internacional pasan por alto en su ceguera, fueron desarrolladas y transformadas en una doctrina armoniosa por los grandes bolcheviques Lenin y Stalin. Lenin no consideraba al marxismo como un dogma, sino como una guía para la acción revolucionaria. Ya a fines del siglo pasado, en relación con la lucha en torno a la cuestión del programa del Partido, Lenin escribió: “No consideramos la teoría marxista como algo completo e inviolable, por el contrario, estamos convencidos de que sólo puso la piedra angular de la ciencia que los socialistas deben seguir desarrollando en todas direcciones, si no quieren quedarse rezagados en la vida.” El gigantesco crecimiento de los monopolios capitalistas ya estaba predicho en “El capital”. En las últimas obras de Engels (por ejemplo, en el esbozo de su trabajo sobre la Bolsa de Valores), ya hay intentos de caracterizar una serie de nuevos fenómenos en la economía del capitalismo. Pero Engels murió antes de que pudiera estudiar las características particulares de la fase imperialista del capitalismo, que ya estaba comenzando en los años noventa.
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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA El capitalismo monopolista en descomposición; la intensificación sin precedentes de todas las contradicciones capitalistas; la crisis general del capitalismo, punto de partida de lo que fue la Guerra Mundial de 1914-18, y la victoria de la Revolución de Octubre, que marcó el comienzo de una nueva época en la historia de la humanidad; la construcción socialista y la victoria del socialismo en la URSS: son los nuevos factores que Engels no pudo ni podía haber advertido, son los nuevos factores que los marxistas tenían que generalizar teóricamente y así armar al proletariado revolucionario para su lucha futura. En su entrevista con la delegación de los obreros norteamericanos, Stalin, en unas pocas páginas, hizo una caracterización condensada de la contribución que hizo Lenin al tesoro del marxismo. Estas pocas páginas condensadas deben ser leídas y releídas, son equivalentes a varios volúmenes. En ellas Stalin hace un resumen del contenido de la etapa leninista en el desarrollo del marxismo: el análisis del imperialismo como la última fase del capitalismo; el desarrollo del núcleo del marxismo, es decir, la doctrina de la dictadura del proletariado; el desarrollo de la cuestión de las formas y métodos de la construcción socialista en el período de la dictadura del proletariado; la creación de un sistema armónico de la hegemonía del proletariado; el desarrollo de la cuestión nacional y colonial como la cuestión de las reservas de la revolución proletaria; la creación de la doctrina del Partido. A Lenin pertenece el mérito de haber definido la posición de los comunistas ante las guerras imperialistas, una posición que él resumió en la consigna “transformar la guerra imperialista en guerra civil”. Y esto debe ser del todo destacado debido a que se han hecho intentos por hacer que parezca que el fundador de esta consigna fue Engels Esto no es cierto, camaradas. Engels hizo demasiados servicios al movimiento obrero mundial, que es innecesario atribuirle lo que nunca dijo. Engels no vivió en la época del imperialismo; él tuvo que fijar las posiciones del socialismo internacional, principalmente, en lo que se refiere a las guerras nacionales. Si los bolcheviques hubieran abordado las obras de Engels, de los años noventa, de una manera dogmática, no habrían sido capaces de desarrollar la posición marxista sobre la cuestión de las guerras imperialistas en la forma que Lenin lo hizo. Lenin, y solo Lenin, estableció lo que había de nuevo en principio y la única línea correcta en la cuestión de la naturaleza de la guerra imperialista, así como sobre la cuestión de la posición que el proletariado debe adoptar al respecto. Y es precisamente porque honramos la memoria de nuestro gran maestro Engels que nos oponemos a que se le convierta en un icono, nos oponemos a silenciar o pasar por alto la verdad histórica. La obra de Lenin, que elevó el marxismo a una nueva etapa, es continuada en todas las direcciones por Stalin. En las obras, los discursos y todas las actividades de Stalin y del Partido bolchevique internacional que dirige, la teoría marxista-leninista de la que Engels fue uno de los fundadores, vive, crece y se enriquece. Stalin desarrolló el marxismo en una de las cuestiones fundamentales de nuestra época, en la cuestión de la construcción del socialismo en un solo país. Los bolcheviques no aferraron a las viejas fórmulas de Engels, que eran adecuadas para una etapa 21
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA diferente, que quedó atrás hace mucho tiempo. Bajo el liderazgo de Stalin, los bolcheviques derrotaron completamente a los trotskistas y zinovievistas que trataron de utilizar esas fórmulas en su lucha contra la revolución proletaria. Lenin demostró que, bajo las condiciones del imperialismo, la victoria del socialismo era posible en un solo país, debido al desarrollo capitalista, desigual y espasmódico. Stalin defendió y desarrolló esta teoría y la puso en práctica. En la XV Conferencia del PCUS, Stalin dijo: “…Lo que en los años cuarenta del siglo pasado, en las condiciones del capitalismo premonopolista, Engels consideraba irrealizable e imposible para un solo país, ha pasado a ser realizable y posible en nuestro país en las condiciones del imperialismo. Por supuesto, si Engels viviera no se aferraría a la vieja fórmula, sino, más bien, al contrario, aplaudiría sin reservas nuestra revolución, diciendo: “¡Al diablo todas las viejas fórmulas!, ¡viva la revolución victoriosa en la URSS.” Ni en la “Crítica del Programa de Gotha”, ni en las obras de Engels, ni en “El Estado y la Revolución” de Lenin, fueron planteados los problemas concretos de la primera fase del comunismo, que Stalin planteó y resolvió con la mayor audacia y profundidad. Empezamos a construir el socialismo en un país pobre y en ruinas que había heredado de la burguesía un bajo nivel técnico-económico, en un país rodeado por los países capitalistas. Más aún, comenzamos a construir el socialismo por primera vez en la historia de la humanidad. Y Stalin, desarrollando aún más la doctrina de Marx, Engels y Lenin, la puso creadoramente en práctica viva; elaboró por primera vez y de manera concreta un plan único y profundamente meditado para la ofensiva socialista en nuestro país; desarrolló el problema de la industrialización socialista como la condición para la victoria del socialismo en la URSS; desarrolló el problema de la agricultura colectiva como el camino a la reforma socialista de los campesinos bajo la dirección del proletariado; resolvió el problema de las etapas y los métodos de la abolición de los elementos capitalistas (desde la política de restricción de esos elementos hasta la política de liquidación de los kulaks como clase); resolvió el problema de la organización del trabajo en las condiciones de la construcción del socialismo y en la lucha contra el igualitarismo pequeñoburgués; planteó el problema de las condiciones y formas para la abolición de las supervivencias del capitalismo en las mentes de los hombres y para la construcción de una nueva cultura socialista. Stalin demostró que la construcción del socialismo significaba, en primer lugar, el fortalecimiento de la dictadura del proletariado, y que el fortalecimiento de la dictadura del proletariado, y los éxitos en la construcción socialista, permiten que la democracia proletaria florezca plenamente. Los bolcheviques, dirigidos por Stalin, convirtieron todas estas proposiciones teóricas de Stalin realidad concreta. 22
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA
Las obras y discursos de Stalin, sus informes ante los congresos del Partido, su discurso en la Conferencia de agraristas marxistas, sus famosas “Seis Condiciones”, sus nuevas reglas para las granjas colectivas, sus propuestas de modificaciones de la Constitución soviética, su discurso sobre las nuevas personas que han llegado a dominar la técnica – en resumen, cada pronunciamiento que Stalin hace, no sólo es un hito en el camino de la construcción socialista en la URSS, también es un punto de referencia en el enriquecimiento y profundización de la teoría marxista-leninista. Estas obras son el material de donde los obreros avanzados de todos los países adquieren y están adquiriendo sus conocimientos. Stalin ofrece el ejemplo de la política del Estado proletario, que está construyendo la sociedad socialista sin clases en las condiciones de cerco capitalista. Stalin elabora los principios de la política del partido proletario mundial –la Internacional Comunista– en medio de las condiciones de la crisis general del capitalismo y de la lucha entre los dos sistemas, es decir, el capitalismo y el socialismo. Basándose en la experiencia de la Revolución China, Stalin resolvió el problema de los caminos concretos por los cuales los movimientos revolucionarios nacionales se desarrollan en revolución soviética. Stalin ha elevado la doctrina de Marx, Engels y Lenin sobre el período de transición del capitalismo al socialismo, a una nueva etapa. Lenin y Stalin no se limitaron a ciertos esbozos de Marx y Engels sobre los problemas de estrategia y táctica. En sus “Fundamentos del Leninismo”, el manual de los revolucionarios proletarios de todo el mundo, Stalin escribió que solamente: “Una estrategia coherente y una táctica bien elaborada de la lucha del proletariado sólo pudieron trazarse en el período siguiente, en el período de las acciones abiertas del proletariado, en el período de la revolución proletaria, cuando la cuestión del derrocamiento de la burguesía pasó a ser una cuestión de la actividad práctica inmediata, cuando la cuestión de las reservas del proletariado (estrategia) pasó a ser una de las cuestiones más palpitantes, cuando todas las formas de lucha y de organización –tanto parlamentarias como extraparlamentarias (táctica)– se revelaron con toda nitidez.” El mérito de Lenin y Stalin radica en que no se limitaron a la restauración de ciertas proposiciones tácticas de Marx y Engels, sino que las desarrollaron aún más y crearon la estrategia y la táctica del leninismo – la ciencia completa de la dirección de la lucha revolucionaria del proletariado.
***** Han pasado cuarenta años desde la muerte de Federico Engels. ¡Qué grande y largo camino ha recorrido el movimiento obrero mundial, toda la humanidad, durante esos años. En lugar del viejo despotismo zarista tenemos el gran país que está construyendo el socialismo. La antigua Muralla China se derrumba, la población china de 400 millones ha sido puesta en movimiento. La bandera de la revolución soviética 23
CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA está flameando sobre seis provincias de China, habitadas por cientos de millones de personas. Influenciado por los éxitos del socialismo en la URSS, un poderoso movimiento hacia el socialismo se está dando entre los trabajadores de todo el mundo capitalista. La burguesía de los países capitalistas está devastando ciudades y países enteros, está abriendo las mazmorras medievales para los pueblos esclavizados, está sembrando una tormenta de odio e ira entre todos los oprimidos. La Primera Internacional de Marx y Engels ya no existe más y la Segunda Internacional se deshace como un pedazo de tela podrida. Pero los trabajadores se unen más y más estrechamente en torno a la Tercera Internacional, Comunista, la Internacional de Marx, Engels, Lenin y Stalin, la Internacional del socialismo victorioso en la URSS, la Internacional de la revolución proletaria mundial. “Creo”, escribió Engels en 1874, “que la próxima International –después de que los escritos de Marx hayan tenido algunos años de influencia– será directamente Comunista y proclamará abiertamente nuestros principios.” (La cursiva es mía DZM) (Correspondencia de Carlos Marx y Federico Engels) Esta Internacional Comunista está representada en esta sala. Abarca más de tres veintenas de países, cuenta con millones de seguidores que están bajo la influencia de los Partidos Comunistas en todas las naciones y razas de todas las partes del mundo. La doctrina de Marx y Engels rige indiscutida en más de la sexta parte del globo, respaldada por un Estado poderoso, por una economía socialista con una riqueza con un valor de miles de millones, que está respaldada por un país de ciento setenta millones de habitantes. En todos los países esta doctrina está rompiendo las cadenas de los esclavos, a fin de poder abarcar a todo el mundo. Armados con esta doctrina, los comunistas, a pesar del terror, la tortura y la persecución, están organizando y uniendo a los proletarios, los trabajadores, los esclavos coloniales para la lucha, y los conducen a la victoria. La Internacional Comunista se ha convertido en la estrella guía de la humanidad y el ancla de salvación de la pobreza, el fascismo y la guerra. ¡Viva la Internacional Comunista, el grande e invencible Partido de Marx, Engels, Lenin y Stalin!
Fuente: D. Z. Manuilsky, Engels in the Struggle for Revolutionary Marxism, 1935. Publicado en revolutionarydemocracy.org Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Facundo Borges.
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