Ted Andrews
MANUAL DEL SANADOR VIBRACIO VIBRACI ONAL Guía para principiantes sob so b r e l a c u r a c i ó n en er g ét étii c a de uno mismo y de otros
Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradición...) Tradición...) y gustosamente lo complaceremos. Puede consultar nuestro catálogo en www.edicion www.edicionesobelisco.com esobelisco.com
Colección Nueva conciencia
M ANUAL DEL SANADOR VIBRACIONAL Ted Andrews
1.ª edición: abril de 2013 Título original: The Healer’s Manual Traducción: Pablo Ripollés Corrección: Sara Moreno Diseño de cubierta: Enrique Iborra © 1993 y 2006, Ted Ted Andrews Original publicado por Llewellyn Lle wellyn Publications, Woodbury, W oodbury, MN 55125, USA www.llewellyn.com (Reservados todos los derechos) © 2013, Ediciones Obelisco, S. L. (Reservados los derechos para la presente edición) Edita: Ediciones Obelisco S. L. Pere IV, 78 (Edif. Pedro IV) 3.ª planta 5.ª puerta 08005 Barcelona - España Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23 E-mail:
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Impreso en España en los talleres gráficos de Romanyà/Valls Romanyà/Valls S. A. Verdaguer erdaguer,, 1 - 08786 Capellades (Barcelona) Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimien consen timiento to por p or escrito e scrito del edito editor. r. Diríjase Diríjase a CEDRO CEDRO (Centro Español Español de Derechos Derechos Reprográficos, Reprográficos, www.ced www .cedro. ro.org) org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Índice
INTRODUCCIÓN: «Médico, cúrate a ti mismo» .................................
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PRIMERA P ARTE: La curación holística y la esencia del ser humano ... Capítulo 1 Salud holística ..................................................... Capítulo 2 El significado oculto del cuerpo ........................... Capítulo 3 Los remedios vibracionales y el sistema energético humano ........................................
15 17 29 65
SEGUNDA P ARTE: Sanación vibracional por el sentido del tacto ....... 83 Capítulo 4 Toque etérico ...................................................... 85 Capítulo 5 El milagro de los meridianos ............................... 105 TERCERA P ARTE: Sanación vibracional por el sentido de la vista ...... 131 Capítulo 6 Significado y poder del color ............................... 133 Capítulo 7 Cromoterapia sencilla.......................................... 151 CUARTA P ARTE: Sanación vibracional por el sentido del oído .......... 165 Capítulo 8 Principios de la sanación sónica ........................... 167 Capítulo 9 Entonación y sanación en grupo ......................... 181
Q UINTA P ARTE: Sanación vibracional por el sentido del grupo ........ 197 Capítulo 10 El poder de los elixires de flores y gemas............ 199 Capítulo 11 Cómo preparar y usar elixires terapéuticos......... 213 SEXTA P ARTE: Sanación vibracional por el sentido del olfato ........... 227 Capítulo 12 Maravillas del incienso y los aceites esenciales.... 229 Capítulo 13 Fragancias terapéuticas comunes y sus usos ....... 239 EPÍLOGO: Cómo hacerse un sanador responsable ............................ Apéndice A La perplejidad del dolor ..................................... Apéndice B Sanación vibracional a distancia ......................... Apéndice C Desequilibrios de salud y sus remedios vibracionales .............................................
249 253 255 261
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................. 267 Í NDICE ANALÍTICO ........................................................................... 271
I n tr od u cci ón
MÉDICO, CÚRATE A TI MISMO
Todo el mundo puede curar. Cualquiera puede aprender a administrar energías que aceleran y facilitan el proceso curativo. Es algo factible desde el punto de vista físico, emocional, mental y espiritual. ¡La esencia humana es maravillosa! Su capacidad de rejuvenecer y regenerarse no tiene más límite que nuestra propia conciencia. La cantidad de energía que tenemos a nuestra disposición para que se manifieste en nuestras vidas y las cambie –tanto física como espiritualmente– es enorme; sólo está limitada por nuestra capacidad de profesar más amor a los demás y a nosotros mismos. Actualmente existen muchos métodos de sanación y medicina, muchas opiniones diferentes sobre cuál es el mejor. Lo cierto es que el único método bueno es aquel que funcione para ti. Cada uno de nosotros es único. Todos tenemos un sistema energético individual y exclusivo, así que el hecho de generalizar y agrupar en una sola categoría todos los síntomas y todos los problemas junto con sus respectivas causas y remedios nos hace un flaco favor a todos. Parte de nuestra responsabilidad como individuos humanos creativos es encontrar el método o la combinación de métodos que funciona mejor para cada uno de nosotros. Eso requiere tiempo y estudio; algo que en nuestra actual sociedad es muy poco frecuente ya. Siempre me sorprende lo ignorantes que son las personas en general sobre su cuerpo y su fisiología. En el pasado, la mayor parte de la gente cedió la responsabilidad del conocimiento de sí misma a determinados individuos, como son nuestros 9
médicos actuales. Los médicos no son dioses; saben más sobre el cuerpo humano en general que la mayoría de los individuos, pero el caso es que sobre tu propio cuerpo nadie sabe más que tú. Por desgracia, pocos lo admiten o prestan atención a las señales íntimas que les envían sus cuerpos. Hemos llegado a un punto en esta sociedad (debido al alza de los costes de la asistencia médica, entre otras cosas) en el que es necesario que volvamos a asumir más responsabilidad en el cuidado de nuestro cuerpo. A la entrada de las antiguas escuelas mistéricas –esos centros superiores de estudio, sanación y espiritualidad– sólo había un precepto: «Conócete a ti mismo». La clave de todo aprendizaje, de todo equilibrio en todos los ámbitos de la vida, estriba en ese axioma que, si bien es muy simple, plantea tremendas dificultades para algunos. La mayoría de la gente es reacia a encontrar tiempo para conocerse a sí misma, y por tanto cede a otros esa responsabilidad junto con el poder que conlleva. La gente contrata a profesionales para que la estudien en su lugar. Es comparable a contratar a alguien para que coma por ti, para que vaya al cuarto de baño en tu lugar, etcétera. En teoría suena muy bien, pero en la práctica es imposible. Toda sanación viene de dentro. Nuestro cuerpo tiene una tremenda capacidad de recuperar la salud. Sí, es cierto que a causa de la genética y de cosas tales como el karma puede haber una mayor predisposición o tendencia a padecer cierto tipo de problemas. La medicina ortodoxa puede servir de catalizador para corregir el problema, pero no siempre corregirá la causa. La medicina moderna sigue sin estar segura de cómo se manifiestan las diversas enfermedades. ¿Por qué afectan a unas personas y no a otras? ¿Qué hace que algunos individuos sean propensos a sufrir determinadas dolencias y otros desequilibrios? Palabras tales como virus, bacterias y constitución debilitada no son verdaderas explicaciones. Los virus y las bacterias nos rodean todo el tiempo, así que ¿por qué no estamos enfermos constantemente? Este libro no es ningún manual pensado para reemplazar la medicina ortodoxa. Los métodos que describo en él no son de ningún modo preceptivos; simplemente, son ejemplos de terapias probadas que usaron otros en el pasado, y las usaron junto con tratamientos médicos ortodoxos, en lugar de éstos o en diversas combinaciones intermedias. Todos estos tratamientos, tradicionales o no, ¡funcionan y son viables! 10
Hay ocasiones en las que el enfoque médico ortodoxo (incluida la cirugía) es muy necesario para restablecer el equilibrio y la salud. Sin embargo, considerarlo como el único tratamiento posible es negar que en nuestro universo opere una fuente de curación divina. Es lo mismo que decir que tal fuerza es estrecha de miras y parcial con respecto a la humanidad. Implica que la curación sólo puede obtenerse a través de ciertos individuos especiales. Como mínimo, este manual debería proporcionar al lector –al que esté dispuesto a hacer un pequeño esfuerzo– la oportunidad de experimentar la aptitud terapéutica innata que reside dentro de todos nosotros, sin excepción. Demostrará que podemos participar activamente en la curación de nuestros cuerpos al abrirnos a nuestras percepciones, al expandir nuestros conocimientos y al volver a asumir nuestra responsabilidad. Todos podemos aliviar nuestros dolores y achaques. Todos podemos favorecer los tratamientos médicos ortodoxos y, de paso, equilibrarnos a todos los niveles. ¡La salud está a nuestro alcance! Las técnicas descritas en este libro son sólo directrices generales. Han sido empleadas por muchos terapeutas a lo largo de la historia. Son talentos aprendidos; no tienes que tener un «don» para poder utilizarlos. Son métodos simples y prácticos que no requieren una gran formación académica. Este libro es un manual de autoayuda: no es la panacea universal ni te proporcionará el elixir de la eterna juventud, pero te mostrará que eres capaz de controlar y sanar muchos más aspectos de tu vida de los que puedas imaginar. El saber popular afirma que la salud lo es todo. Por desgracia, no solemos apreciarla hasta el momento en que la perdemos. Piensa en cuántas veces te has prometido a ti mismo mejorar o cambiar de costumbres; sin duda, hiciste la mayor parte de esas promesas cuando estabas enfermo o «abrumado» por algo. Sin embargo, en cuanto empezamos a sentirnos mejor lo olvidamos o dejamos que vaya a peor. Ignoramos el hecho de que nuestro cuerpo se ha rebelado con una enfermedad para llamar nuestra atención. Restablecer la salud y el equilibrio requiere esfuerzo. Sí, es cierto que nuestro organismo tiene una capacidad innata de recuperación; pero esa capacidad puede disminuir con los años, sobre todo si no hacemos nada para ayudar a que se conserve. El cuerpo humano no lo puede hacer todo 11
él solo; si no le ayudamos, podemos encontrarnos metidos en crisis de salud que requieran curas cada vez más radicales, hasta que finalmente ya sólo seamos capaces de aliviar los síntomas, no de curarnos. El hecho de trabajar con las tradiciones de sanación vibracional cumple muchas funciones. Abre nuestra conciencia a la capacidad de operar en algo más que el mero plano físico. Demuestra tangiblemente que podemos efectuar cambios en nuestros estados orgánicos mediante el uso apropiado de técnicas holísticas. Nos enseña lo que necesitamos saber de nosotros mismos, lo que debemos cambiar y lo que podemos controlar en nuestro cuerpo. El planteamiento moderno de la medicina está metido en un círculo vicioso. Cuando se nos presenta un problema de salud, por lo general se trata del síntoma de algo mayor; pero sólo tratamos el síntoma. Así que éste desaparece; pero luego vuelve a aparecer, de modo que lo volvemos a tratar, y así empieza el ciclo. No habrá escapatoria de esta trampa mientras sigamos considerando la salud en términos puramente físicos, y mientras sigamos tratando la enfermedad con simples píldoras que sólo alivian las molestias corporales. Para recuperar de verdad la salud no existen las purgas de Benito. Sí, hay cosas que podemos hacer para aliviar las molestias del moqueo nasal, por ejemplo; pero no curarán lo que te hace propenso a moquear. Debemos empezar a darnos cuenta de que ese moqueo es un medio del organismo para eliminar toxinas; forma parte del proceso natural de limpieza. Si tomamos un remedio contra el moqueo, lo que hacemos es impedir que el cuerpo expulse las toxinas, de modo que éstas se irán acumulando hasta que alcancen un punto crítico y desencadenen un problema peor. Es esencial que empecemos a reconocer las fuerzas que operan tras la enfermedad, sus verdaderas causas. Aprender sobre ellas, y sobre la profunda influencia que ejercen en nuestro bienestar físico, es uno de los principales objetivos de todas las artes terapéuticas. No se trata sólo de tener fe en la eficacia de las técnicas, sino de que éstas se basen en la realidad física y operen de acuerdo con las leyes naturales del universo. La sanación, tal como se concibe en este manual, incluye localizar y eliminar los bloqueos energéticos dondequiera que se produzcan, sean o no de carácter físico. Para eso hace falta ser más conscientes y entender mejor la naturaleza metafísica del organismo humano y su sistema ener12
gético. Si la energía está bloqueada en algunas partes (sobre todo si es durante períodos prolongados) y abusamos de nuestro cuerpo, se producen disfunciones. Este libro te enseñará formas sencillas de restablecer el flujo natural de energía en el área que está bloqueada o presenta cualquier disfunción. Hay muchas maneras de conseguirlo; unas requieren más estudio y formación que otras, pero las técnicas recogidas en este libro las puede usar todo el mundo –incluso quienes no saben nada de metafísica– para experimentar la capacidad de curar, aunque sólo sea un dolor de cabeza. No son complicadas ni mágicas; las comprenderás fácilmente. Una vez que lo experimentes, tu vida ya nunca será la misma. Todo el mundo adquiere más significado; todos los pensamientos, todas las palabras y todos los hechos cobran más importancia, pues la interacción con lo físico se hace concreta y comprensible. Empezarás a darte cuenta de que controlas gran parte de lo que experimentas como «mal-estar» y mala salud. Comprobarás que surgen alternativas, te darás cuenta de que la vida y la energía operan en todos los planos y dimensiones, tanto dentro de ti como a tu alrededor. Algo que todos debemos aprender es que en nuestro interior arde una chispa divina. Estamos aquí para aprender que la vida en principio debe ir bien, para aprender a conseguir que vaya bien. La gente recibe respuesta a sus oraciones, se cura de una enfermedad y entonces exclama: «¡Ha ocurrido algo extraordinario!». Lo cierto es que las plegarias tienen que ser respondidas. Los milagros ocurren, la sanación ocurre. ¡Lo extraordinario sería que no ocurrieran! Cuando éramos niños, no conocíamos los límites: todo era posible. Pues bien; necesitamos recuperar la chispa de la vida, necesitamos ver el mundo con ojos nuevos, como si lo hiciéramos por primera vez. Todavía quedan aventura, magia y alegría para nosotros en la existencia. Es mi esperanza y deseo como autor que este libro te ayude a experimentar un resurgimiento de la salud, el color y la luz en tu vida, ¡para que puedas entonces convertirte en un faro para los demás!
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Primera Parte
LA CURACIÓN HOLÍSTICA Y LA ESENCIA DEL SER HUMANO La persona se restablece cuando se cansa de estar enferma. L AO-TSÉ, Dào Dé Jing
C a pí tu l o 1
SALUD HOLÍSTICA
La salud es el equilibrio ideal entre todas las partes importantes de nuestro ser (cuerpo, mente y alma) en conjunción con nuestro entorno y con todo lo que encontramos. La palabra holístico deriva del griego holos, «íntegro», «completo».1 La sanación es integridad, pero no como la expresamos y experimentamos en el mundo físico. Abarca toda nuestra esencia: física, emocional, mental y espiritual. Ignorar cualquiera de esos aspectos es privarse uno mismo de la salud. Todos los caminos de desarrollo espiritual nos instan a escudriñar en nuestro interior, y lo mismo debemos hacer en todo lo relacionado con la salud. ¡Toda curación viene de dentro! El cuerpo se cura solo; pero también podemos iniciar el proceso desde fuera, poniendo en marcha el proceso curativo. Sin embargo, antes de que la sanación tenga lugar han de cumplirse ciertos requisitos previos:
El individuo debe conocer sus patrones de salud básicos, incluyendo sus puntos fuertes y débiles.
Debemos empezar a conocer nuestro cuerpo y sus respuestas a las influencias externas, sus principales puntos fuertes y débiles, lo que pode1. El holismo es la doctrina filosófica que propugna que cada realidad es un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. (N. del T.) 17
mos manejar y lo que no. Las manifestaciones del mal-estar se producen la mayoría de las veces en partes del cuerpo debilitadas. Esa debilidad puede ser el resultado del estrés o incluso de una propensión genética del individuo. Ser propenso no es lo mismo que «estar destinado a enfermar». Disponemos de libre albedrío; y, aun cuando tengamos una zona corporal débil desde el punto de vista biológico, eso no significa que se vayan a manifestar el mal-estar o la enfermedad. Si somos conscientes de esas debilidades y propensiones, podremos tomar medidas para fortalecernos y protegernos del desequilibrio. A pesar del papel que juega la genética en la formación de los patrones de salud básicos, seguimos teniendo una tremenda capacidad de efectuar cambios en dichos patrones. Debemos llegar a entender cómo operan todos los aspectos de nuestro organismo.
El individuo debe aprender a ver todas las afecciones físicas como síntomas.
Todo desequilibrio físico, todo mal-estar y toda enfermedad no es más que un síntoma. Hay algo más –ya sea una pauta emocional o mental, el estrés, etcétera– que ha promovido e instigado el síntoma físico. Con frecuencia ignoramos por completo nuestros desequilibrios y nuestras pautas negativas hasta que nos causan problemas. En la mayoría de los casos, el mal-estar físico es una «llamada de atención» que nos hace el cuerpo. Es la forma que tiene de decirnos que algo ha dejado de estar en equilibrio.
El individuo debe asumir su responsabilidad y buscar alternativas que afecten a todo su ser.
Debemos estar dispuestos a ampliar nuestra perspectiva y a poner en práctica las alternativas necesarias para restablecer la salud y el equilibrio a todos los niveles. Esas alternativas no siempre serán rápidas y sencillas; pero, si se ponen en práctica como es debido, suelen ser muy eficaces para eliminar tanto los síntomas como sus causas. 18
Siempre hay alternativas. Existen muchos métodos de sanación, muchas terapias y muchos remedios. Cada uno de nosotros debe encontrar el método o la combinación de métodos que más convenga a su sistema energético, físico y no físico. A veces deberás recurrir a varias modalidades distintas para encontrar una síntesis que sea eficaz exclusivamente para ti. El factor más importante es encontrar la combinación de métodos más beneficiosa en el momento en el que la necesitemos. Para descubrir las alternativas que son útiles para ti, primero has de considerar todos los aspectos de tu ser. Tus emociones, tus pautas mentales y tus perspectivas espirituales son tan importantes para tu salud como el estado físico de los diversos sistemas, aparatos, tejidos y órganos del cuerpo. Ya sea tu intención seguir sano, dejar de estar enfermo o mejorar en términos de salud y energía, debes implicar todo tu ser en el proceso: tanto el físico como el sutil.
El individuo debe emplear su sentido común para mantener una salud equilibrada.
Muchos de quienes se aventuran a seguir los caminos espirituales tienen tendencia a ignorar lo material. Es un error muy común pensar que si llevas una vida espiritual, todo lo físico se resolverá automáticamente. Lo cierto es que hay que cuidar ambos aspectos. Todas las escrituras sagradas antiguas hablan del cuerpo como de un templo. Pues bien: ese templo necesita cuidados. Por muy espirituales que sean tus pensamientos, si no cuidas como es debido tu templo físico te acabará dando problemas. Esos cuidados deberían incluir como mínimo: a . Una dieta adecuada b. Ejercicio físico apropiado c . Descansar las horas necesarias d . Respirar bien
Da igual que seas la persona mejor dotada y más espiritual del mundo: si no cuidas esos cuatro aspectos de tu vida diaria, la enfermedad se manifestará en tu organismo. 19
Conciencia metafísica de la salud
Somos seres multidimensionales. Operamos simultáneamente en las dimensiones física, emocional, mental y espiritual. Para tener buena salud de verdad, debemos empezar a saber cómo interactúan todas estas dimensiones y cómo afectan a nuestros patrones globales de salud. Metafísico significa «más allá de lo físico». Implica una causalidad que trasciende lo material. Los seres humanos tenemos tendencia a contemplarnos desde una perspectiva muy limitada. Estamos revestidos de carne; tal vez hablemos del alma o el espíritu, pero somos criaturas físicas. Pensamos, sentimos, actuamos y reaccionamos desde nuestra conciencia física, pero somos algo más que simples seres materiales. Esos pensamientos y sentimientos, si bien no son palpablemente físicos, afectan al estado físico y a la perspectiva material. Son una dimensión de nuestra esencia que afecta profundamente a nuestro bienestar corporal. En la mayoría de los casos, el mal-estar tiene una base metafísica. No suele originarse en el cuerpo físico o en el entorno. Las cosas del entorno material a las que casi siempre achacamos el mal-estar (virus, bacterias, etcétera) están alrededor de nosotros todo el tiempo; son nuestros aspectos metafísicos los que nos hacen propensos a manifestar un problema. Las emociones, actitudes y pensamientos desequilibrados agotan nuestras energías físicas y nuestra inmunidad natural, de modo que tenemos más probabilidades de «pescar un catarro» o desarrollar otra dolencia. Aun cuando la enfermedad derive de la falta de ejercicio o de una dieta pobre, habría que explorar las causas emocionales y mentales de esos hábitos. En el antiguo misticismo hebreo conocido como la cábala se asignaban nombres específicos a las maneras en las que Dios se manifiesta y trabaja en el universo y a través de la humanidad. Operando en el corazón del universo –en el corazón del Árbol de la Vida– está el divino nombre Jehová Eloá va Daath, que se puede traducir como «Dios manifestado en la esfera de la mente». En el corazón de nuestras vidas, en el corazón de nuestra salud y bienestar, está la mente. Lo que pensamos pone en marcha la energía para lo que experimentaremos, especialmente en lo relacionado con la salud. Dentro de cada uno de nosotros está el nivel del subconsciente, que responde literalmente como un niño a todos nuestros pensamientos y expresiones. Este nivel también interviene en el mantenimiento de nuestra 20
salud. Toma nuestros pensamientos, sentimientos y expresiones y los pone en marcha para que puedan manifestarse. Cuando hacemos declaraciones como «cojo dos resfriados cada invierno», ese aspecto de la mente empieza a trabajar con nuestra energía física; así, cuando se aproxime el invierno, seremos más propensos a resfriarnos esas dos veces. Nuestros pensamientos, sentimientos y palabras se convierten en profecías que por su propia naturaleza contribuyen a cumplirse, a menudo haciéndose reales dentro del propio cuerpo físico. El subconsciente controla buena parte de lo que se manifiesta en nuestros cuerpos y en el entorno. Responde literalmente a todos nuestros pensamientos, sentimientos y expresiones. Si les dices a tus amigos que has «perdido cuatro kilos» ese niño interior tuyo, tu subconsciente, aguzará los oídos: «¿Perdido? ¿Cómo que se han perdido?». Tu subconsciente se impondrá inmediatamente la tarea de recuperar esos cuatro kilos que perdiste; y si puede te echará encima algunos más, no vaya a ser que los pierdas también. Si estamos gritando y criticando constantemente a nuestro niño interior, no es de extrañar que nuestras vidas no vayan bien. Ninguno de nosotros quiere tener cerca a alguien que no para de criticarte. ¿Estás dispuesto a gritarle al niño que vive dentro de ti, o a quererlo y a cuidar de él? En eso consiste la responsabilidad en la sanación. La salud está en nuestras manos: es nuestra elección. Algunos dirán que no pueden evitar sentir y pensar sobre sí mismos de la manera en que lo hacen. Se quejarán de que eso es lo que han experimentado toda su vida. Y es triste; pero más triste aún es preferir seguir con esas pautas, cuando lo cierto es que podemos cambiarlas. No podemos cambiar el pasado, pero nuestro futuro –sobre todo en lo que a salud se refiere– está cobrando forma a cada instante en función de nuestros pensamientos y sentimientos actuales. Si cambiamos lo que imaginamos, cambiaremos nuestro mundo. Cuando empieces a trabajar con las energías terapéuticas, te resultará cada vez más evidente que la mayoría de las veces el desequilibrio surge de alguna expresión de desamor hacia nosotros mismos. Es fácil reconocer esas expresiones cuando las buscas. Nos reñimos y nos criticamos. Nos decimos que estamos demasiado gordos, o demasiado delgados; que somos demasiado viejos, o demasiado jóvenes; o demasiado bajos, demasiado altos, etcétera. Bebemos alcohol o tomamos drogas. No hacemos suficiente ejercicio. No comemos bien. Nos echamos la culpa de todo. 21
Nos comparamos constantemente con los demás. No tomamos las decisiones que debemos tomar. Constantemente nos recreamos en los errores pasados. Asumimos que no somos lo bastante buenos para hacer las cosas que nos gustaría hacer. Debemos empezar a darnos cuenta de que cada uno es el único responsable de sus pensamientos y sentimientos, y el único que sufrirá las consecuencias; ya sean buenas, malas o regulares. Si seguimos concentrándonos sólo en lo negativo, crearemos un desequilibrio dentro de nuestro ser emocional y mental, que luego se trasformará a su vez en un desequilibrio del cuerpo físico. Mientras en su mayoría los médicos ortodoxos tratan principalmente el aspecto físico, el sanador tratará todos los aspectos de la energía de la persona. Un verdadero sanador se esforzará en corregir el síntoma físico junto con su causa subyacente, metafísica. El sanador es alguien que aprende a sintonizar con las fuerzas curativas vitales –físicas y espirituales– a fin de convertirse en un conductor de la energía terapéutica. La capacidad de conducir esa energía terapéutica es algo que se aprende, la puede desarrollar cualquiera que desee aumentar su propio bienestar. El grado de conducción es lo que determina el grado de curación que se produce. (Véase el cuadro sobre las agencias curativas de orden natural y espiritual en la página siguiente). Un aspecto inherente a la sanación es comprender que, para que ocurra, el individuo receptor de las energías terapéuticas debe desear curarse. Por desgracia, mucha gente disfruta estando enferma: disfruta de la atención que recibe; disfruta de tener una excusa para hacer –o no hacer– ciertas cosas; disfruta de tener algo a lo que echarle la culpa de su propia sensación de fracaso: «Si no estuviera tan enfermo, haría esto, aquello y lo de más allá», etcétera. Para muchos, estar enfermos es un medio para darse por vencidos sin tener que admitir públicamente sus supuestos fracasos ni hacerles frente. La sociedad acepta las enfermedades como legítima excusa. Por esa razón se dice que el cáncer es una forma aceptable de suicidio. Podemos manifestarlo sin tener que soportar el estigma asociado a los suicidas. De hecho, esos individuos pueden abandonar el mundo dando toda la impresión de ser unos nobles luchadores que hacen frente a la muerte hasta el final. Para algunos, no es más que una manera de librarse de la responsabilidad. 22
Por otra parte, la enfermedad puede manifestarse por otras razones, así que debemos ser cuidadosos y no apresurarnos a sacar conclusiones o a hacer acusaciones. Cada caso es único, así que la forma de sufrir de una persona no es ni más ni menos importante que la de otras. Lo que importa es descubrir las causas de lo que está creando el desequilibrio físico.
Ejemplos de modos curativos de orden natural y espiritual Modos naturales
Modos espirituales
Medicinas Masaje Manipulación (por ej. método Rolf) Ejercicios físicos correctores Psicoterapia Quiropráctica Hierbas medicinales Cirugía Acupuntura y digitopuntura Homeopatía Dieta Medicina radiónica Método Trager Reiki Terapia de polaridad Renacimiento Ejercicio (yoga, tai-chi, etcétera) Toque etérico/terapéutico Aromaterapia Cromoterapia y fototerapia Sonido Terapia vitamínica Esencias florales Otros
Oración Meditación Visualización creativa Realización personal Ángeles/guías de sanación Invocaciones Bendiciones espirituales Trabajo del sueño Terapia regresiva Fe Afirmaciones Otros
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Hay muchas razones para que las personas se pongan en situación de manifestar una dolencia, de crear una enfermedad:
toxinas acumuladas procedentes de fuentes
externas (es decir, contaminantes, etcétera). La razón o razones de cada persona son únicas, y parte de la responsabilidad del sanador consiste en ayudar a descubrir las pautas que desencadenaron el desequilibrio físico. El cuerpo físico tiene por naturaleza la capacidad de mantener un estado interno estable y equilibrado dentro de ciertos límites o parámetros. Esto es lo que se denomina homeostasis. Nos encarnamos bajo diversas condiciones para poner a prueba esta homeostasis, así como para desarrollar nuestra capacidad de mantenerla. Por eso encontramos tantas pruebas y tantos cambios en la vida. Al aprender a fluir con los ritmos de nuestra vida al tiempo que mantenemos el equilibrio, nuestras energías crecen. En cambio, cuando nos abstenemos de experimentar la vida y sus cambios –para bien o para mal– creamos estrés, que se interiorizará. Ese estrés interiorizado es la principal causa de toda enfermedad. Todo mal-estar tiene un aspecto positivo: es un indicador de la parte del cuerpo en la que hemos perdido el equilibrio o del área de la vida en la que experimentamos tensión. Nos ayuda a reconocer las energías negativas que estamos cultivando en otros niveles de nuestro ser. En el proceso curativo holístico, descubriremos la causa y sus lecciones inherentes para devolver el equilibrio al organismo. Si no logramos averiguar la causa, sólo podremos aliviar los síntomas; en tal caso, esas energías corporales desequilibradas buscarán otra válvula de escape. La enfermedad se volverá a manifestar, quizá de otra manera o en otra parte, y por lo general con más intensidad. 24
Los productos farmacéuticos modernos están orientados a los síntomas. Actúan rápida y poderosamente para eliminar los síntomas y toda señal del verdadero mal-estar en el cuerpo. Proporcionan alivio superficial, pero no son la «purga de Benito»; sólo alivian temporalmente las molestias de la enfermedad. Descargan al individuo de la necesidad de responsabilizarse de sí mismo y sacar tiempo para corregir la causa. Esto puede crearnos problemas en el futuro, pues de ese modo hacemos caso omiso de las señales de advertencia de que estamos interiorizando estrés. Donde mejor podemos verlo es en el modo de tratar los resfriados que se emplea en la sociedad occidental. El moqueo nasal es incómodo y molesto, qué duda cabe; pero es también una forma de librarse de las toxinas que tiene el organismo. Si tomamos medicamentos para detener el moqueo, no dejamos que el cuerpo se purgue. Le estamos impidiendo expulsar las toxinas. De vez en cuando, el cuerpo pasa por lo que se denomina una crisis terapéutica. Estas crisis suelen ocurrir justo cuando el individuo se está esforzando conscientemente en reorganizar su salud. Por ejemplo, es muy posible que si iniciamos un programa de ejercicio físico, un régimen de comidas adecuado, etcétera, al cabo de unas semanas contraigamos la gripe o algo similar. Ése es el origen de la crisis terapéutica, un proceso para purgar el cuerpo y fortalecerlo. Tu organismo está respondiendo a tus esfuerzos por estar más sano. Las cosas a las que estamos expuestos, junto con nuestros malos hábitos, crean toxinas en nuestro cuerpo. Estas toxinas se depositan en el organismo como el fango en el lecho de un río. Cuando nos esforzamos en recobrar la salud, ese fango se remueve y sube a la superficie; pero así podemos separarlo con la criba para quedarnos más animados y llenos de energía que antes. Por desgracia, mucha gente utiliza esto como excusa para dejar de esforzarse. Necesitamos verlo como una señal de que nuestros esfuerzos están siendo recompensados y de que nuestro cuerpo responde. Sí, es verdad que es difícil al principio; pero, si dejamos que siga su curso, nos hará más fuertes. Las crisis terapéuticas ocurren cada vez que el organismo necesita purgarse. El cuerpo escogerá un momento en el que sepa que tiene suficiente vitalidad para soportar la conmoción. Las crisis terapéuticas suelen producirse cuando la persona se siente mejor, y cuando 25
tiene tiempo libre (es asombrosa la cantidad de personas que se ponen enfermas durante las vacaciones). Si hacemos un esfuerzo seguido y consciente para mejorar, sin embargo, nuestro organismo eliminará las toxinas y los desechos de una manera natural y sin el trastorno que supone una crisis terapéutica. También existe un fenómeno que podríamos denominar crisis de malestar, que tiene lugar cuando el cuerpo está saturado de toxinas, mucosidad y productos de desecho. La crisis puede producirse de muchas formas. Seguramente habremos ignorado todas las señales previas de advertencia; ¡siempre las hay! Además, puede que hayamos abusado de nuestro cuerpo a base de no dormir lo suficiente, de comer mal, de hacer poco o ningún ejercicio, etcétera. El organismo se va bloqueando hasta que llega un punto en el que los gérmenes empiezan a multiplicarse; la toxicidad del cuerpo aumenta y ataca las partes más débiles. La enfermedad aparece cuando la fortaleza y la vitalidad corporales están en su punto más bajo. La crisis de mal-estar se pone en marcha como un medio para salvarte la vida. Es una purga forzosa, una limpieza sumamente enérgica porque hay daños manifiestos en los órganos, lesiones cancerosas, venenos en la sangre o cualquier otra condición traumática. Una enfermedad de ese tipo puede durar semanas, incluso meses; dependerá en gran medida de la cantidad de tiempo que llevemos omitiendo el mantenimiento apropiado del cuerpo. No es nada raro que las crisis de mal-estar se desencadenen cuando el tiempo se hace más frío. Cuando el cuerpo físico se enfría, todo en él se contrae. En esencia, eso nos obliga a realizar una eliminación de las toxinas. Las crisis como éstas suelen hacer guardar cama al individuo para que se dedique a la autoevaluación y el autoexamen. Por esa razón los infartos de miocardio y las manifestaciones de cáncer, por ejemplo, suelen causar un cambio drástico en el estilo de vida. La crisis nos obliga a admitir y reevaluar las cosas. Los antiguos sanadores reconocían la importancia de tratar a la persona por entero, no sólo sus síntomas. Sabían lo importante que es prestar atención a todo, conocer la fisiología del organismo, para así ser capaces de usar métodos que promuevan sus funciones naturales. Conocían la importancia del desarrollo espiritual del individuo para el proceso curativo. El mal-estar a cualquier nivel nos da la oportunidad de aprender y alcanzar así un estado 26
de conciencia y consciencia superior. El proceso que usamos para curarnos refleja nuestra capacidad de adoptar nuevas perspectivas. El budismo zen tiene un maravilloso poema en tres versos que lo refleja a la perfección: Corto leña. Saco agua del pozo. Ésta es mi magia. En este poema se reconoce de manera intrínseca que en el mundo material todo es un milagro. Es magia, porque nuestra esencia es espiritual aunque se manifieste a través de un cuerpo físico. Y si podemos manifestar algo tan espléndido como es el cuerpo humano, sin duda seremos capaces de manifestar un poco de buena salud, abundancia, prosperidad y satisfacción en nuestras vidas. Un antiguo axioma oculto afirma que «Toda la energía sigue al pensamiento». Allí donde dirigimos nuestros pensamientos es donde la energía empezará a manifestarse. Si cambiamos lo que imaginamos, estaremos cambiando el mundo. Debemos empezar a fijarnos en las infinitas posibilidades, recompensas y bendiciones que nos depara la vida, y no en lo limitados que somos. Cuando aprendamos a hacerlo, descubriremos que no tenemos por qué estar a merced de las circunstancias o de nuestros cuerpos. Podemos traer luz, energía y salud a nuestra vida y a la de todos aquéllos a quienes toquemos. Y eso, precisamente, es lo que significa convertirse en sanador.
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