Catherine Malabou COLECCIÓN .ARCHIVO FEMINISTA
Dirigida por Alejandra Castillo
Edición
y
traducción
Cristóbal Durán
y
Manuela Valdivia
>--<
u u µ:.¡ ,_¡ o
u
Palinodia
Índice Prefacio
Registro de propiedad intelectual: Nº 1 9 2 1 60 ISBN: 978-956-8438-29-6 Editorial Palinodia Teléfono: 664 1563 Mail:
[email protected] Diseño y diagramación: Paloma Castillo Mora Impresor: Salesianos Impresores S.A.
Santiago de Chile, junio 2010.
7
1. La muchedumbre
15
2. Los dos Moisés de Freud
37
3. Una diferencia de distancia
51
4. Un ojo al borde del discurso
69
5. La plasticidad en pena
85
Nota de los editores
101
Bibliografía de Catherine Malabou
105
La plasticidad o la forma de un nuevo materialismo La presente edición chilena de algunos de mis textos es un acontecimiento muy importante para mí, un acontecimiento que, espero, abrirá la vía a numerosos intercambios. Para presen tar al público latinoamericano mi trabajo sobre la plasticidad,
empezaré por indicar que dicho trabajo se inscribe esencialmente como una i:�1pues.t� uas CJ!fis;.ª'Lfllg§.c)ficas_�, que no han dejado de desarrollarse desde la segunda mitad del siglo XX. Para los pensadores de la deconstrucción de la metafísica, en par
ticular para J acques Derrida, la forma sólo puede significar la pre sencia y por ello no hay ningún porvenir más allá de la tradición filosófica hoy acabada. .s;=on la plast}cidad intento m�ar, _eor el a�-���.2. coincidencia 1contrario, que el concepto ��.J9_!.1:1�Y�lls � �ntre el surgimiento y la explosión de la presencia, abre la vía para ..
\
u�nue��2:!..e:i:�3-:!i�1:!12..J.'.2ªra l:1E:'.l:.EUeva �stit�ión s!.�l sujeto, if1Acia!l�Lª.!Íll ..!!1..4s._.�-cli���Lq� J
__
.
Imposibilidad de huir ahí donde la huida se impondría no obstan te como la única solución. Por la imposibilidad de huir en aquellos momentos en que una tensión extrema, un dolor, un malestar em pujan hacia un afuera que no existe. Algo que se constituye como imposibilidad de huir y como necesidad de huir de esa imposibili7
dad. ¿Qué es una salida, qué puede ser una salida ahí mismo donde no hay ningún afuera, ningún otro lugar? No se trata de cómo escapar de la clausura sino de cómo escapar en la clausura mis�.
Es precisamente en esos términos que Freud describe la pulsión, esa extraña excitación que no puede encontrar su descarga en el exterior del psiquismo y con la cual, como dice en Pulsión y destinos de pulsión, es imposible "acabar mediante acciones de huida". La
cuestión consiste entonces en saber cómo "eliminar" la fuerza cons tante de la pulsión. "Así se llega, dice Freud, a la formación de un intento de huida"1• Aquí hay que tomar en serio el verbo "que se
forma'', es kommt zu Bildung eines Fluchtversuches, literalmente "lo que llega a formación.", pues este verbo no sólo anuncia la tentativa
de huida, la constituye. La única salida_J!.osible a la imf!_osibilidad de huir es la_t!!!:!!IÍE!!!l;{lfiiJ1; La constitución de la clausura en una for ma que la transforma"'abre una manera de pasar, de evitar, de des plazar la prohibición del pasaje o de la transgresión. Esta estructura de la formación de un camino como salida a la ausencia de salida corresponde precisamente a la lógica o a la economía de la plastici dad. La Jtl�gisLdad _!!,esiggg�f.I!.tS?Eces ..�Lmgvimje11!2..sti:: S9� __
�!,2g��2:1Ei_s_?ijga,_::tli.Lrn.i§rn.2Aggg�_Qi.11gu11�§ajig;ot��..E9_�!1?1�.:Sara d�--���3;:���2-�-�:..!.�,Pl��!iS�.�:5!.J:t�ci::. E2�1kkJa�,,'.lP�Ei.S:iéf1�\Ü�
forf!l_l.Si�J�.�rid�d-ahL9gnd�E...2.!I2. fal�_abscl�t�i::Q!�:..kt
�as!�� ..e�.la f�.r����J�...�E,e_r,4�4_�f.4g1lge f�l�.t.()��-!��s�� �snci:: T�-��-- ��!�r����-1!1�_ h<:I:�i!�_\l_!J:}E1,ll1..cl2 c�g��2· _
Mucho más allá de una estética de la "forma bella'', este
uso de la plasticidad plantea una cuestión a la vez psíquica, ética y política, como posibilidad de la transformación en la ausencia de salida. La alteridad del otro, fundamento mismo de la ética, debería siempre venir desde afuera; el reencuentro con el otro y la respuesta a la intimación moral siempre deberían hacerse hacia afuera. ¿Pero cómo llegar al otro donde no hay afuera, cómo res-
ponder sin salir de sí? ¿Cómo puede la psique soportar esta pre sión constante de una llamada sin exterioridad y, para decirlo una vez más, sin trascendencia? ¿Cómo formar el camino, cómo ela borar una forma de huida hacia el otro en la clausura del mundo? ¿Cómo hacerlo en ausencia de todo mesianismo, de toda irrup ción de. lo totalmente otro? La intervención de la plasticidad en la filosofía contem poránea define una nueva comprensión de la libertad: la liber tad como intimación de la metamorfosis en un mundo cumplido y ya siempre realizado. El motivo de la metamorfosis deja de desig
nar una realidad sólo mitológica o ficticia para tomar. explícita-
. mente un sentido ontológico y político. De este modo, sigo la historia de la elaboración del concepto de plasticidad desde la filosofía de Hegel, donde encontré este concepto por primera vez, hasta la filosofía de Heidegger en la que la metamorfosis ya no designa sólo una posibilidad accidental o un recurso de la ficción, sino el movimiento mismo del ser, y hago esto antes de encontrar a Freud y a las neurociencias, donde la plasticidad caracteriza la transformabilidad estructural del cerebro, la mo dificación de las conexiones neuronales bajo el efecto de la expe riencia, de la educación, del medio, la flexibilidad y la adapta bilidad de un sistema cerrado. No se me dejará de objetar que la transformación al inte rior de un sistema cerrado fue descrita por Kafka en La metamor fosis, como una suerte de tragedia y de privación absoluta de li
bertad. En efecto, el insecto Samsa puede ser visto como un suje to que ya no puede modificarse a punta de modificación, y la "metamorfosis" puede nombrar paradójicamente la imposibilidad de la metamorfosis. Lo que Kafka muestra es efectivamente la avería de la modificación. Un estado que no puede, o que ya no
puede, modificarse. ¿Qué sería la metamorfosis de un ser privado para siempre de la posibilidad de metamorfosearse?
1 La represión, en Obras Completas, XIV(J914-16), Buenos Aires, Arnorrortu Edito res, 1 978, p. 1 50.
8
El mundo que la plasticidad describe, ¿no es un mundo recámara? ¿Un ,mundo enclaustrado, un juego de puertas que sólo 9
dan acceso a otras habitaciones y a otras puertas (de habitaciones) en el mundo?
pre un trastorno -tanto en el otro como en mí-, este no procede
A esta soledad, a esta rutina, a esta privación absoluta de alteridad
Si la aparición del rostro y su "epifanía" provocan siem de una transformación sino de una separación brusca y sin génesis.
de salida, Lévinas la denomina el "hay", del cual pre
"El rostro del Otro destruye en todo momento y desborda la
cisamente sólo es posible salir por la escotadura de la trascenden
imagen plástica que él me deja ( . . . )"7. Y esta destrucción no
cia, acto y afirmación de la existencia singular mediante la cual el
tiene proceso: " La experiencia absoluta no es develamiento sino
existente puede romper con el fondo permanente o con la "hipós
revelación: coincidencia de lo expresado y de aquél que expresa,
tasis" del existir. Al mismo tiempo, como también se me objetará,
manifestación, por eso mismo privilegiada del Otro, manifesta
mediante dicha ruptura el existente rompe también con la forma
ción de un rostro más allá de la forma. La forma que traiciona
y
y con la plasticidad.
incesantemente su manifestación -petrificándose en forma plás
El prójimo, escribe Lévinas, no es nunca quien "aparece
tica, p orque adecuada al M ismo- aliena la exterioridad del
plásticamente como una imagen, como un retrato", su belleza es
Otro"8. La forma, entonces, siempre sería derivada de la mirada
esta "presencia suprema que asiste a su propio aparecer, traspasan
de la huella, lo cual explica que sea tan fácil perforarla, deshacer
do su plasticidad de juventud"2, gracias a la cual resiste. La plastici
la o hacerla explotar.
dad permanece asignada al dominio de la escultura, pegada a su
¿Por qué entonces aferrarse a la plasticidad? Para concluir
función de incorporación o de figuración en general, función retra
1 quisiera regresar a la afirmación de Lévinas según la cual "la hue
sada, siempre más antigua que el rostro. El rostro, precisamente,
lla es inconvertible en formas". Al defender una concepción plds
no es plástico: por el contrario, no puede más que "perforar su
tíca de la alteridad, como forma del otro en la auténtica trascen dencia, defiendo al mismo tiempo la tesis de una convertibilidad
propia imagen plástica''3, "hace estallar la forma''4. Se mantiene mds
alld de la forma. Es pura huella: "Esta existencia abandonada por todos y por ella misma, huella de sí misma, impuesta a mí, me afecta en m i último refugio con una fuerza de asignación incomparable, imposible de convertir en formas que inmediatamente me darían alguna firmeza"5• Ahora bien, "la huella [es] inconvertible en for
absoluta. Esto quiere decir que no sostengo la idea de una incon vertibilidad de la huella. No hay inconvertible. La convertibilidad absoluta es la situación infranqueable deljuego del mundo: otra afir mación esencial de todo materialismo . Aquí dirigimos al pensa miento de la inconvertibilidad de la huella la misma crítica que
disruptiva, que permite escapar de su fascinación fantástica es el
Marx hacía del carácter inconvertible del oro. Si la huella es pen sada como absolutamente inconvertible, como absolutamente re
lugar de un divorcio entre
sistente al juego de los intercambios, de la circulación, de la eco
mas", declara en De otro modo que ser". El lugar de la trascendencia
cesariamente peifora
la forma y la huella. La trascendencia ne
la forma. El prójimo es un adiós a la forma, al
encolado plástico de y en la hipóstasis. 2 De
otro modo que ser o más alld de la esencia, tr. Antonio Pintor Ramos, Salamanca, Sígueme, 2003, p. 1 53. 3 Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guillot, Salamanca, Sígueme, 1 977, p . 1 72. 4 Jbíd., p. 2 1 1 . 5 D e otro modo que ser, op. cit., pp. 1 5 3 - 1 54.
6 lbíd.,
10
p. 1 54.
nomía de la presencia, ella se vuelve sustancial. Ya no es una hue lla sino un fetiche. Si la huella no j uega el j uego de su propia conversión, es decir, si en cierto sentido ella resiste a su borradu ra, precisamente si no es plástica, ella ya no es una huella. Trabajo 7 8
Totalidad e infinito, op. cit, p. 74. fbíd., p. 89.
11
para exhibir todos los procesos de transformación que están en el origen de la relación con la alteridad. Trabajo precisamente en este espacio de conversión de la huella que define el nuevo espacio de juego plástico de la transformación que libera de toda sacrali dad de la huella. En El Moisés de Miguel Ángel Freud relaciona la imposibi
Sin duda el riesgo de la metamorfosis kafkiana está siem pre presente. Pero ninguna promesa mesiánica nos librará de él. Quizá sólo una conversión plástica podrá, por un tiempo, prote gernos de ese riesgo.
lidad de huir con el arte plástico. Al esculpir a Moisés, Miguel Ángel precisamente da forma a esta imposibilidad, a la imposibi lidad de dar libre curso a su cólera ante la actitud idólatra de los hebreos. Él quisiera hacer pedazos las tablas de la ley, alzarse, gritar, vengarse. Pero por el contrario, Miguel Ángel decidió es culpirlo dominando su furia. "Nuestro Moisés no se pondrá de pie de golpe ni arrojará al suelo las Tablas. Lo que en él vemos no es el introito a una acción violenta, sino el resto de un movimien to trascurrido. En un ataque de cólera, quiso levantarse de golpe y cobrar venganza olvidado de las Tablas. Pero superó la tentación: ahora permanecerá sentado con furia domeñada ( . . . ) . " Y más ade lante: Miguel Ángel "ha introducido en la figura de Moisés algo nuevo, sobrehumano, y su imponente volumen físico, y el vigor de su desafiante musculatura, se convierten en el medio de expre sión corporal para el supremo logro psíquico asequible a un ser humano: sujetar su propia pasión en beneficio de una destina ción a la que se ha consagrado"9. Moisés no se enfurece, no se alza, no se aparta de las ta blas ni de su pueblo. Se mantiene, se queda sentado, pero esta posición, lejos de ser pasiva, traduce, según Freud, la más podero sa y profunda de las transformaciones: la posibilidad de alzarse por sobre su propia naturaleza y abrirse a lo otro de sí, mediante el gesto psíquico de esculpirse a sí mismo, es decir, mediante la remodelación de su identidad. La plasticidad ética es esta apertu ra a la forma del otro en sí mismo. 9 El Moisés
238.
de Miguel Ángel,
en
Obras Completas, XIII (1913-14), op. cit., pp. 237-
13 12
Un fenómeno tan enigmático como universal es el de la masa que surge de repente allí donde antes no había nada.Puede que ya se hubieran reunido unas cuantas personas, cinco, diez o doce, no más. Nada se había anunciado, nada se esperaba. Y de pronto todo se llena de gente. Por todos lados afluyen más, es como si las calles tuvieran una sola dirección. Muchos no saben qué ha ocurrido, no tienen nada que responder a ninguna pre gunta, pero sí prisa por llegar allí donde está la mayoría. En sus movimientos hay una determinación que se diferencia muy bien del modo como se manifiesta una curiosidad habitual. Se diría que el movimiento de unos contagia a los otros, pero no es solamente eso, hay algo más: tienen una meta, y esa meta está ahí antes de que hayan encontrado palabras para designarla: es la zona de mayor densidad, el lugar donde se ha congregado la mayoría de la gente1•
Estas frases, extraídas de las primeras páginas del libro de Élias Canetti, Masa y Poder, describen bastante bien lo que el título de nuestro coloquio, "La democracia por venir", me da in mediatamente a entender. Entiendo este título literalmente como "la muchedumbre va a llegar", la gente va a afluir, de aquí a un minuto, cinco minutos, una hora, x tiempo, el gran número ven drá, "la zona de mayor intensidad", la aglomeración, la masa. Y * "La foule", publicado originalmente en La démocratie a venir. Autour de ]acques Derrida, Marie-Louise Mallet (dir.), París, Galilée, 2006, pp. 1 53-166. 1 Élias Canetti, "Masa y poder", Obra completa l, tr. Juan José del Solar, Barcelona, De Bolsillo, 2005, "Masa abierta y masa cerrada", p. 12 (en adelante abreviado MP)
15
que puede ser representado -a saber, el pueblo- de la masa o de la muchedumbre, sino como lo que, en esta última, es lo más invisi ble, lo menos delegable, lo menos asignable a una identidad, en particular a una identidad nacional. Quien abra Masa y Poder no puede más que verse impactado por el carácter mundial de la inves
anticipo ese momento, real y fantaseado, en que esa constatación -banal y cargada de sentido- podría enunciarse así: "Y de pronto todo se llena de gente". Desde hace mucho tiempo que soñaba con hacer caminar juntos, al menos por un instante, a Canetti y a Derrida; su en
tigación que se lleva a cabo. Desde 1 928, fecha en la cual·comienza su obra, Canetti escribe: "Busco la masa en la historia, pero en la historia de todas las culturas, verdaderamente todas." Así es como Masa y Poder nos conduce a todas partes: a China, al medio oriente, a Australia, a Mongolia, a América del Sur, a Europa. Esta gira
cuentro siempre me ha parecido necesario. El momento ha llega do .. Y es a Baudelaire a quien pido presentarlos entre sí. Recuerdo que en un seminario Derrida leyó el poema de Baudelaire titula do "Las Muchedumbres": "No se le da a cualquiera tomar un baño de multitud: gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo
mundial, sin embargo, no obedece a ninguna filosofía de la histo ria. Su carácter aparentemente desordenado, tupido, a-teórico, tien de más bien, precisamente, a desolidarizar el motivo de la masa de toda atadura estrictamente nacional-espiritual. Hay masas, organi
puede darse un festín de vitalidad, a expensas del género huma no, aauel a ouien un hada le insniró f'n- m nm::i <=rmtn rlf'l rlis----- f'l -- o---_r ,
.J.
.L
-- --
----
---
--
-�
--�
---
fraz y de la máscara, el odio al domicilio y la pasión del viaje"2• Es 1 a este gusto por el travestismo y por la máscara, a ese nomadismo
zadas ciertamente según dispositivos estructurales, pero sin que es tos constituyan un universal. No puede haber filosofía trascenden
l del secreto que voy a consagrar lo esencial de mi ponencia.
¿Con qué fin? Quisiera, con Canetti y Derrida, intentar
explorar el frágil espacio de juego que se abre entre la muche
tal de la masa. ¿Cuál es el rasgo más sobresaliente entre los dispositivos
dumbre o la masa -empleo voluntariamente un término por otro
estructurales? Canetti y Freud están de acuerdo en este punto: el
pues ambos han sido propuestos para traducir el alemán Masse- y
levantamiento de la fobia del tocar. En la masa, en la muchedum
la democracia; al mostrar, justamente, como Baudelaire nos invi
bre, el individuo está libre de la "fobia del contacto" que regula de
ta a pensar, que la democracia es el secreto aristocrático de la masa -"no se le da ... "-, secreto que asegura, en el seno del gran núme
·
ordinario sus relaciones con los otros.
ro, la posibilidad de una separación que puede conferir a la de mocracia su poder. ¿Pero entonces por qué partir por la muchedumbre? La muchedumbre justamente permite a Canetti hacer la economía de una génesis de la democracia. Esta génesis es en efecto imposible. No hay en Masa y Poder ninguna teoría de tipo contractualista ni, por consiguiente, ninguna teoría de la representación. La masa no
Solamente inmerso en la masa puede el hombre liberarse de este temor a ser tocado. [... ]Para ello es necesaria la masadensa, en la que cada cuerpo se estrecha contra otro, densa también en su constitución psíquica, pues dentro de ella no se presta atención a quién es el que se "estrecha'' contra uno. En cuanto nos aban donamos a la masa, dejamos de temer su contacto. Llegados a esta situación ideal, todos somos iguales. Ninguna diferencia
es representable. A partir de eso, la democracia no se define, al
cuenta, ni siquiera la del sexo. Quienquiera que sea el que se
contrario de lo que afirma la filosofía política moderna, como lo
estreche contra uno, es idéntico a uno mismo. Lo sentimos
2
Charles Baudelaire, El Spleen de París. Pequeños poemas en prosa, Introducción, traducción y notas de Pablo Oyarzún R., Santiago de Chile, LOM, 2008, p. 33.
16
como nos sentimos a nosotros mismos. Y, de pronto, todo acon tece como dentro de un solo cuerpo. (MP, p. 30.)
17
Al mismo tiempo, entre Canetti y Freud, el divorcio es
titudes, Toni Negri opone precisamente multitud a "mob", a la
profundo, lo sabemos. Pues aunque ambos analizan el tocar tan
masa tal como se supone que Canetti la define: "Debemos oponer
particular de la muchedumbre, el tocar masivo podríamos decir,
[la multitud] a las masas y a la plebe. Masa y plebe con frecuencia
su punto de partida no es el mismo. Canetti escribe Masa y Poder
han sido palabras empleadas para nombrar una fuerza social irra
para denunciar explícitamente las insuficiencias del análisis freu
cional y pasiva, peligrosa y violenta, por la precisa razón de que
diano que contiene al problema de la muchedumbre en los lími
ella era fácilmente manipulable. [ . . . ] La multitud [ . . . ] es algo
tes de una psicología, cuyo punto de partida es necesariamente la
organizado"5• Ahora bien, me parece por el contrario que nada
psique individual. La ficción de la horda originaria no puede en
está más organizado que la masa tal como Canetti la describe y
gañarnos en este punto. Freud erró fundamentalmente frente al
que es más bien cierta relación de distancia aquello que, en el seno
fenómeno de la masa. En uno de sus escritos autobiográficos, La
mismo de la masa -distancia de la masa respecto a sí misma-,
antorcha al oído, Canetti confía la aversión que ha sentido, desde muy joven y "desde la primera p alabra" , hacia Psicología de las masas y análisis del yo3• Freud, tal como Le Bon y como Taine, se
asegura paradójicamente esa organización. Esta relación de dista11ci'.l; ��f1�C:��b ;;.�!l !.,"..":!E��.'1 laJ;si.sJ1'1Estad deja r:l�!!!.o �ra�ia. Estoy consciente, aquí, de hacer hablar al libro de Canetti.
ha "cerrado ante la masa", ella le es "extraña'' . "Veía masa en torno
De llevarlo quizá más lejos de lo que él va. Pues el autor nunca
a mí -continúa Canetti- pero también veía masa en mi interior
plantea claramente, partiendo de la masa, la cuestión de la demo
[.. . ] [y] en el ensayo de Freud echaba de menos sobre todo la
cracia. Pero este exceso de lectura, que, a mi parecer, esclarece un
aceptación del fenómeno"4.
texto que además es oscuro si se lo relega a una simple descripción
Ahora bien, el fenómeno que hay que reconocer y profun dizar es la muy particular relación que la masa ·establece con el
morfológica de las muchedumbres, permite precisamente una confrontación con el pensamiento de Derrida.
tocar. La masa levanta la fobia del contacto y la voltea, y es en este
Derrida mostró en Le Toucher, ]ean-Luc Nancy, que una pura
sentido que voy a orientar mi interpretación; pero dicho levanta
y simple abolición de la fobia del tocar era imposible, en cualquier
miento e inversión no produce, como se podría creer, una fusión
circunstancia que sea. Podemos deducir que lo que tiene lugar en el
p ura y simple, una suerte de tocar colectivo desinhibido, asumi
seno de la masa no escapa a la regla, que la masa está sometida a lo
do, sino por el contrario otra evitación del tocar, que evidente
que Derrida denomina la "ley del tacto": "un tacto que podría tocar
mente ya no es fóbica, sino política. Distancia del tocar en el tocar que sólo se produce en la masa, y de la cual el psiquismo indivi dual, en consecuencia, no tiene ninguna idea. Las lecturas de Canetti, según mi conocimiento, nunca han insistido sobre esta distancia; por el contrario ellas ven, en el concepto de masa, una suerte de bullicio informe que los ingleses denominan ''mob'', un conglomerado sin organización. En un número de la revista Mu!É. Canetti, La antorcha al oído: historia de una vida 1921-1931, tr. Juan José del Solar, Barcelona, Muchnik, 1 982, p. 1 52. 4 Ibíd., p. 1 53. 3
18
5Toni Negri, "Pour une définition ontologique de la multitude", Multitudes, nº 9, mayo-j unio 2002, "Philosophie politique des multitudes", p. 39. Véase también, en el mismo .número, Peter Pal Pelbart, "Pouvoir sur la vie, puissance de la vie". El autor declara lo siguiente: " Canetti nos recuerda que en la masa toda singularidad es abolida, que en ella reina la igualdad homogénea entre sus miembros (cada uno equivale a cualquier otro), que la densidad debe serle absoluta (nada puede interpo nerse entre sus miembros, nada puede abrir un intervalo en su medio), y, finalmen te, que en la masa predomina una dirección única que viene a cubrir rodas las direcciones individuales y privadas que serían la muerte de la masa. Homogénea, compacta, continua, unidireccional, la masa es todo lo contrario de la multitud heterogénea, dispersada, compleja, multidireccional. La economía paranoica de la masa y la lógica esquizo de la multitud están diametralmente opuestas, incluso si ellas se imbrican, corno lo advierten Deleuze y Guattari a propósito de la relación entre masa y j auría." (P. 33).
19
sin tocar, un contacto sin contacto"6 . Ahora bien, sin ninguna duda,
En el interior de la masa reina la igualdad Se trata de una igual
este contacto sin contacto es puesto en marcha en el tocar colectivo;
dad absoluta e indiscutible, que jamás es puesta en duda por la
es este contacto, una vez más el origen de la posibilidad demo
masa misma. Posee una importancia tan fundamental que casi se podría definir el estado de la masa como un estado de absoluta
crática. La democracia es el tacto de la masa.
igualdad. Una cabeza es una cabeza, un brazo es un brazo, las
¿Cómo comprenderlo? Para responder esta pregunta hay que
diferencias entre ellos carecen de importancia: Nos convertimos
ir directo al centro del fenómeno originario de la masa, directo a su acontecimiento, a su "instante", que, como también dice Canetti,
en masa por mor de esta igualdad y pasamos por alto todo cuanto
constituyen su principio. Este fenómeno, según Canetti, es la
todas las teorías igualitarias extraen su energía, en última instan
pueda alejamos de este objetivo. Todas las exigencias de justicia,
VV'ándlung, una palabra que los traductores vierten tanto por cambio,
cia, de esta experiencia de igualdad que cada cual conoce a su
como por transformación, o por modificación, como lo vemos en el
manera a partir de la masa. (MP, p. 88.)
siguiente extracto: "Lo que les sucede cuando se está en la masa es una modificación, tan radical como enie:mática." Y Canetti confiesa
Ahora bien, la democracia nace de la transformación de
que el misterio de esta VV'ándlung " [lo] persiguió la mayor parte de
esta igualdad masiva -que ignora todavía su propia capacidad afo
[su] vida". Esta modificación tiene que ser bien entendida. De he
rística- en igualdad distante. Entre una y otra se despliega el
cho, cuando Canetti declara: "Lo que les sucede [ . . . ] en la masa es
espacio de la metamorfosis. Paradójicamente, la distancia sólo se
una modificación'', quiere decir: "Lo que les sucede en la masa, es la
obtiene del movimiento de identificación con el otro, de la posi
modificación". La masa es la posibilidad misma del cambio. La sole
bilidad de ser todo el mundo sin ser nadie en particular. Baude
: dad, el aislamiento significan, para Canetti, la parálisis de lo metabó
laire definía esta posibilidad como el lugar mismo de la poesía:
lico, la incapacidad de transformarse. Con la masa viene la transfor
"El poeta goza del incomparable privilegio de poder ser, a su an
mación. Y la democracia misma nace de una ocurrencia de esta trans
tojo, él mismo y otro. Como esas almas errantes que buscan un
formación general, de cierto metabolismo de esta metabolé.
cuerpo, enrra, cuando quiere, en el personaje de cada cual. Para él
J
r
•
V
¿ Qué es lo que liga esta transformación en la transforma
solo, todo está vacante"7. Es precisamente esta vacancia en la iden
ción con la emergencia del tacto democrático? El lazo depende de
tificación con el otro, esta no-adhesión en la pertenencia al pue
una modalidad específica de la transformación, la metamorfosis,
blo, aquello que puede permitir regular la distancia entre cada
Verwandlung. Hay metamorfosis (Verwandlung) en la transforma ción (Wandlung), y ciertamente es de esta posibilidad metamórfi
uno, todos y cada uno, entre sí mismo y el otro en el espacio
ca que depende la posibilidad democrática. La democracia se ciñe
A partir de esto me propongo explorar el lazo que une
a cierta metamorfosis de la masa, es decir, a cierta metamorfosis
indisolublemente los motivos de la metamorfosis con el lazo so
de lo transformable, a cierta mutabilidad de lo mudable.
cial democrático. La confrontación Canetti-Derrida a propósito
democrático.
Lo que es cambio en la masa es la igualación, el hecho de
de este lazo se desplegará en tres momentos titulados respectiva
que todos se sienten iguales. Esta igualdad corresponde j ustamen
mente: la máscara y el poder; el secreto y la transformación; la
te al levantamiento de la fobia del contacto.
huida y la melancolía.
6
Jacques Derrida, Le Toucher, jean-Luc Nancy, Paris, Galilée, 1 998, p. 8 3.
20
7 El Spleen
de París. Pequeños poemas en prosa, ed. cit., p. 33.
21
El poder es entonces la fuerza que se toma su tiempo. No me parece abusivo caracterizar a partir de esto al poder Contrariamente a lo que se podría creer al abrir el libro de
como espaciamiento y temporalización de la fuerza, es decir, como
Canetti, no hay "masa" y "poder" en el sentido de dos entidades
espaciamiento y temporalización del atrape, de la sentencia final,
separadas . Sólo hay poder en relación con la masa, para y en la
del instante decisivo. No hay fuerza sin poder, sin la abertura de
masa, poder a la vez padecido y producido por ella. El poder, para
cierto horizonte de espera o de un terreno de juego en el seno de la
Canetti, no tiene esencia; en este sentido no "es" sino que consiste
fuerza misma. Horizonte que permite el nacimiento de toda suerte
en las diferentes figuras que toma su actualización. De ahí el he
de figuras que son precisamente posturas de poder y que ponen en
cho de que, lej o s de buscar una definición universal del poder,
escena, en sentido fuerte, a las relaciones de dominación. Ahora
Canetti proponga su análisis morfológico. Esta lógica morfológica
bien, es en la masa que esta economía del poder, esta violencia
evidentemente no es extraña a la temática de la metamorfosis. El
originaria de la estructura fuerza-poder, se pone a prueba de la
poder aparece como una suerte de reino de figuras talladas en la
manera más nítida. En efecto, el levantamiento de la fobia del con
masa, por ella, contra ella, toda ella entera. Canetti postula la
tacto corresponde a la transformación de la fuerza en poder. La
existencia de una diferencia entre poder [puissance} y fuerza {pouvo
fuerza es el contacto directo, el atrape, el hocico que se abre y se
ir}, que expone de manera muy simple.
cierra. Todo ser vivo le tiene fobia a eso. El horror del tocar se expli ca así en Canetti por la aprehensión que suscita la posibilidad de la
Confaerza se asocia la idea de algo que está cercano y presente.
captura y la entrada fatales. Ahora bien, desde que una masa se
( ... ) La diferencia entre fuerza y poder se puede ejemplificar de
forma, la fuerza se difiere, pues no puede haber captura inmediata
manera muy simple mediante la relación entre elgato y el ratón.
El ratón, una vez atrapado, se halla sometido a la fuerza del gato: este lo atrapó, lo mantiene apresado y acabará matándolo. Pero en cuanto empieza ajugar con él, surge un elemento nue vo. Lo suelta y le permite correr un trecho. No bien el ratón da
media vuelta y echa a correr, se sustrae a la fuerza del gato, pero no a su poder, pues este puede volver a atraparlo. Si deja que corra libremente, permite también que escape de su esfera de poder; pero en la medida en que está seguro de alcanzarlo, el
ratón sigue estando dentro de ella. El espacio que el gato domi na, los momentos de esperanza que concede al ratón, aunque bajo una atenta vigilancia, el hecho de no perder el interés por
él y su destrucción, todo junto -espacio, momentos de espe ranza, vigilancia e interés destructivo- podría ser considerado como la sustancia propiamente dicha del poder o, mejor, como
el poder mismo. (MP, p. 419).
de una masa, y es así que el poder aparece a la vez como límite y condición suprema de la fuerza. La masa se muestra entonces como el cuerpo mismo de la diferancia de la fuerza, un espacio de juego que se abre en la fuerza misma. En tanto confrontadas con el poder -sea éste el suyo propio o aquel que se encarna en otro, es algo que en el fondo no cambia nada-, la masa guarda igualmente el contac to con el contacto, pero se trata de un contacto entre el ratón y el hocico del gato. Un juego de contacto a distancia. Cuando todos se tocan en la masa, no se fusionan, sino que por el contrario gozan de la distancia del poder, todos son recíprocamente, unos para otros, ratón y gato. Ese es el cambio que tiene lugar, fundamentalmente, con la masa y en la masa. En esta distancia entre fuerza y poder se aloja, como anun cié, la posibilidad de la metamorfosis. Y, por consiguiente, la po sibilidad de la democracia. Más exactamente, la democracia no sólo supone una metamorfosis en el cambio, sino también una
22
23
metamorfosis de la metamorfosis. Pues todo poder implica meta
mutua que tiene lugar entre el cazador y su presa puede interpre
morfosis. No hay caza sin metamorfosis, no hay captura de un
tarse en dos sentidos contrarios, ligados indisolublemente. Por
animal por parte de otro sin que haya metamorfosis. Por ejemplo,
una parte, como un proceso de imitación; por la otra, como un
escribe Canetti, "la serie de metamorfosis que ligan al hombre
proceso de puesta a distancia infinita. La máscara permite ambos.
con los animales que se come es fuerte como una cadena. Sin metamorfosearse en animales, nunca habría aprendido a comér
La acción de la máscara está esencialmente dirigida hacia afaera,
selos" (MP, p. 5 13) . Entre dominante y dominado hay un doble
creando una figura. La máscara es intangible y establece una
Juego de transformación: la víctima busca entrar en un ciclo de metamorfosis de huida, busca transformarse en árbol, en muro, en otro animal. El verdugo y el demandante buscan como juego imitar a su presa8• Imitació n y disimulación son evidentemente condiciones fundamentales del poder. Estos juegos de imitación y de disimulación que operan
distancia entre ella y el observador. Puede, por ejemplo en un
baile, aproximarse al observador. Pero éste, por su parte, deberá
permanecer donde está. La rigidez de la forma se convierte también en rigidez de la distancia: que no cambie en absoluto es lo que en ella producefascinación. [ . . . J La máscara es separa _,..,;,!.,.
....... i.....1.v11,
........... ;i,, u.... ...1 p.. 1...-,....... d.J.....5ct.un
'c�n �,.....
r,....vritenido niisterioso, con el cual es impo......
...
sible entrar en relación de intimidad, se nos aproxima mucho;
en la naturaleza o en las formas más primitivas de la metamorfosis
pero, precisamente en esta proximidad, permanece separada de
revelan otro elemento, capital para mi análisis . Nada tiene de
forma nítida de nosotros. Amenaza con su secreto, que va cre
original el hecho de que haya relaciones metamórficas entre el cazador y la presa, que por un instante intercambien los roles; que se vuelvan asimilables, compatibles, podríamos decir. Efecti vamente esto es algo bien conocido. Lo que es más interesante en el análisis de Canetti es la p uesta en evidencia de otro proceso en este mismo proceso: en el seno del intercambio de identidad, hay creación de una defensa, aunque frágil, caduca e irrisoria, contra la identificación con el otro. La metamorfosis es a la vez mímica del otro y prohibición de esta misma mímica, creación de una distancia, de un límite para la identificación y el contacto. Es así que toda metamorfosis es, para Canetti,. constitución de una más cara. Todo animal, en este sentido, siempre es tótem de sí mismo; en el momento en que va a morir, en el momento en que va a ser comido, lleva la máscara de su propia no-comestibilidad, de su carácter rigurosamente inexpugnable; es esta máscara la que se deja ver en la agonía. Desde entonces, el proceso de metamorfosis 8
"La presa transformada requiere también que la caza se transforme." (MP, p. 494, modificada).
24
ciendo detrás de ella. (MP, p. 538, modificada.)
Hemos visto que en la masa la fobia del contacto era le vantada, pero que este levantamiento producía al mismo tiempo una nueva distancia. Esta distancia resulta, allí también, de una constitución de máscaras. La masa es el lugar de una mutua me tamorfosis -todos sus miembros se identifican unos con otros-
Y
de una separación enmascarada por la cual unos y otros se vuelven irreconocibles.
Canetti muestra que en la masa la máscara es a la vez máscara visible y máscara sonora. Máscara visible: en la masa, la máscara es el área que toma cada cual, área que definiría como "área del ser conjunto", el ros tro que uno se hace con los otros, aquellos que no se conoce, esa área comodín, máscara de la semejanza universal. Máscara sono ra: Canetti cuenta, en un relato de evocador título que ya he cita do, La antorcha al oído, que él había captado, mientras vivía al lado de un asilo, una similitud entre los gritos de los locos
Y
los
gritos de la muchedumbre en el estadio, en particular en los p ar25
tidos de fútbol. La máscara acústica es lo que justamente separa al
Desde entonces, contrariamente a ese tipo de orgamza
el grito de los hinchas son
ción, se podría denominar democracia a la forma-máscara atrapa
gritos que dicen otra cosa distinta del grito, es decir, otra cosa
da por el estar juntos que se define por la resistencia a toda volun
distinta de nada: expresan algo así corno una lengua extranjera en
tad de reconducir esta forma a algún rostro "verdadero" o a alguna
la lengua misma.
identidad natural. Resistencia, al mismo tiempo, a toda especie
grito del grito. El grito de los locos
y
En la masa, entonces, los individuos están todos meta
de prohibición de la transformación. La metamorfosis democráti
morfoseados en el sentido en que llevan una máscara que les per
ca es una figura particular del poder que no tolera ni su desfigura
mite a la vez volverse idénticos
ción ni su rigidización.
máscara a la vez visible
y
y
no idénticos a todos los demás,
audible, que habla y no habla la misma
lengua, extrañeza en lo mismo . A partir de eso, para Canetti,
muchos tipos de organizaciones políticas son posibles. La organi zación más violenta, que Canetti llama dictadura o potentado, es aquella que tiene por fin, de una u otra manera, desenmascarar a los individuos, tendiendo por ello mismo a aniquilar el poder para reducirlo a la fuerza. El potentado mantiene una lucha incesante contra las metamor fosis espontáneas e incontroladas. El medio del que se vale en esta lucha, el desenmascaramiento, se opone diametralmente al proce so de la metamorfosis (Verwand!ung) y puede designarse como antimetamorfosis (Entwand!ung). El proceso ya le es conocido al lector. Menelao intentó antimetamorfosear a Proteo, el anciano dios marino, no dejándose asustar por ninguna de las figuras mediante las que quería evadirse, sujetándolo firmemente hasta que volvió a ser Proteo. (MP, p. 541, modificada.)
Otro potentado: el sistema de castas, que Canetti define como sistema de "la metamorfosis prohibida":
El secreto y
mental La libert ad democrática aparece entonces funda s. Es en este sen mente ligada a la posibilidad de la metamorfosi elaire y D errida se tido que ella es poética. En este punto Baud arte de la meta encuentran. Baudelaire define la poesía como ese bre siendo a la vez morfosis que permite pasearse en la muchedum r aquí en Deuno mism o y otro. Ahor a bien, ¿cóm o no pensa
meure? Derrida escribe:
ra no es, No hay esencia ni sustancia de la literatura: la literatu ad de ella no existe, no se mantienefija [a demeure] en la identid (Inte . mismo sí a o una naturaleza o de un ser histórico idéntic acques si la rrumpo aquí un instante la cita para preguntar a J no-identi máscara no es precisamente la manera de ser de esta [demeurer] r" "residi dad.] Ella sólo se mantiene fija, siempre que reside allí designe la estabilidad esencial de un lugar; ella sólo re}, donde, y si "estar fijo" en alguna "intimación" [mise en demeu significa otra cosa9•
La separación de clases se lleva a cabo con el máximo rigor en el
sistema de castas. En éste la pertenencia a una casta excluye de
La democracia
y
la literatura, ambas consagradas a un
manera absoluta cualquier transformación social. El aislamien
destino metamórfico común, compartirían entonces, esencialmen
to de cada persona es total tanto hacia arriba corno hacia abajo.
te, el mismo secreto: nunca desenmascarar, nunca ser desenmas-
[ ..] Ni siquiera es posible, por lo tanto, acceder a otro . . . (MP, .
p.
26
545.).
' Demeure. Maurice Blanchot, París, Galilée, 1 998, p. 29.
27
¡
carado. La literatura, que "puede decirlo todo, aceptarlo todo, sufrirlo todo o simularlo todo"1º, no puede hacer todo esto más que a condición de abrigar en ella el secreto de esta mutabilidad. Si se convirtiese en "prueba, información, certidumbre o archivo, [ella perdería] su función". Se autodestruiría si se convirtiera en una tentativa de desenmascarar, o si perdiera sus máscaras. Derrida habla sin cesar de la masa. Ciertamente no lo hace como de aquella muchedumbre que invade las calles o los estadios. Pero lo hace a propósito de la proliferación, de la disemi nación, o de lo que llama, también en Demeure, la " bastardiza ción". Lo sabemos desde La tarjeta postal: "Desde el momento en que, en un instante, el primer trazo de una cana se divide y tiene que soportar la partición para identificarse, ya sólo hay tarjetas postales, trozos anónimos y sin domicilio fijo, sin destinatario
acredi�ado"11• ¿ Qué otra cosa es la tarjeta postal si no la misiva y la escritura democratizadas, la carta en pedazos, en efecto, que va desde no importa dónde a no importa donde, from anywhere to
anywhere? Y Derrida no ha dejado de mostrar que estos pedazos eran al mismo tiempo secretos, eran al mismo tiempo máscaras ' "cartas abiertas, pero cual criptas"12• La comunidad de la literatura y de la democracia -que . ciertamente Blanchot puso en evidencia frecuentemente- reside en la manera de llevar la máscara de todo ser en el estar j untos, en la manera de tocar sin tocar, en la cual la gente se deja tocar entre sí, entre ellos y en ellos, en un secreto desconocido para ellos, su máscara, su tarjeta postal. Esto es así, según una intimación "im posible", como la denomina Derrida, un "mantenerse secreto" en el corazón mismo de lo manifiesto y de lo público13. La poética de la democracia, el arte de la democracia se apoya entonces en la JO Jbíd.,
p
. 30. . . i1"E , ", La taryetapostal. De Sócrates a Freudy mds alfd, México, Siglo XXI, 200 1 , v10s p
5
;
11lbíd. 13 lbíd.
28
'1 1 ¡
!
de comprometerlo manera de llevar el secreto a la vista de todos, derlo mejor. en la más grande de las publicidades para escon cuándo voy a "Susp iro -escribe Derrida- por saber hasta ta encargado de dar vueltas de esta forma, como fantasma o profe "14 . ., que desconoce . una mis10n, pesadamente cargado con un secreto sma", lo es Y sabemos, después de Espectros de Marx, que el "fanta edumbre, en masa. pectral, nunca viene solo, sino siempre en much más que de [Los hombres] no están presentes unos para otros nidad no es más forma fantasmática, como espectros. La huma s. [ ...] Marx sólo que una colección o una serie de fantasma ue sabe que finge contarlos, hace como si los enumerase, porq No se puede ni aquí no se puede proceder a un censo. [ ...] ro mismo, nume clasificar ni contar al fantasma,éste es el núme e ni contar con pued roso, innumerable como el número; no se son incontables él ni contar por medio deél. [ ... ]Prolifera, y ya alías15 sus retoños, sus intereses, sus suplementos o plusv • • .
ibe a sí mism o Desde entonces, cuando Derrida se descr much edum bre, una como un fanta sma, se descr ibe como una en la espalda es la masa, una proliferac ión, y lo que así le pesa en su secreto, sin intimación de llevar todas las máscaras a la vez, la masa enmasca privilegiar una única . El fantasma es la máscara, rada, la masa de máscara, sin excepci ón. elaire el arte ¿Sin excepción? Recordemos que para Baud mun do, "no se le da de llevar la máscara no está dado para todo el a la altura del a cualquiera tomar un baño de mult itud" . Estar de todos. Aquí es gran número no es, según el poeta, la suerte n entre privile precis o abordar el temible problema de la relació lo siguiente: "Si el gio y democracia. En Espectros de Marx leemos se vuelve angustiofantasma se disemina por doquier, la pregu nta es Derrida, ]acques Derrida, tr. 14 "Circonfesión", en: Geoffrey Bennington y Jacqu p 263. . 994, 1 , Cátedra Madrid, ez, María Luisa Rodrígu i, Madrid, Editorial tr. José MiguelAlarcón y Cristina de Perett 15 Espectros de Marx, p Trotta, 1 9 9 5 , . 156.
29
sa: ¿por dónde empezar a censar a la progenie? De nuevo una
Ahora bien, esta es la paradoja: quien porta el secreto has
cuestión de cabeza. ¿A quién poner en cabeza entre todos aquellos
ta el punto de avalarlo, de olvidarlo, aquel que porta el arte de la
que tiene uno en la cabeza?"16. Lo que aquí aparece es la cuestión
metamorfosis en su perfección acaba por ya no poder transfor
del soberano. Canetti y Derrida muestran cómo la soberanía está
marse más. Está amenazado por el silencio, por la ruptura de la
justamente ligada al secreto . En dos sentidos contradictorios. En
máscara. Canetti declara: "El silencio aísla: quien calla, está más
la democracia, cada individuo es soberano porque cada individuo
solo que los que hablan. Así se le atribuye el poder del aislamien
está enmascarado, lleva su secreto. El secreto, en este sentido, es
to. Es el custodio de un tesoro y ese tesoro está dentro de él". (MP,
el límite absoluto de la masa, su negación. Quien tiene el arte del
p. 436.) Prosigo la lectura:
secreto, el poeta, o el político, penetra la identidad de los otros, lleva todas las máscaras. ¿Pero quién puede llevarlo a él, a su más
El silencio actúa contra la metamorfosis. Quien se ha retirado a
cara en él? ¿Quién puede penetrarlo?
su puesto de guardia interior no puede alejarse de él. El que calla puede disimular, aunque con rigidez. Podrá ponerse una máscara determinada, pero deberá limitarse a ella. Le estará ve
y
"El secreto -escribe Canetti- se halla en la médula misma
dada la fluidez de las metamorfosis, cuyas consecuencias son demasiado inciertas. Es imposible prever hasta dónde podemos llegar si nos abandonamos a ella. Callamos siempre que no de seamos metamorfosearnos. Al enmudecer desechamos todas las
del poder. El acto de acechar es, por naturaleza, secreto. El que
ocasiones que propicien la metamorfosis. Hablando se entreteje
acecha se esconde o se camufla y no se revela por movimiento algu
la trama de los hilos entre los hombres, el silencio lo paraliza
no. Toda criatura en acecho desaparece, se emboza en secreto como
todo. (MR p. 436.)
en otra piel y permanece largo tiempo protegido por ella." (J\1P, p. 430) El p oeta, el filósofo, el político son excepcionales justamente
Podemos preguntarnos entonces si el transportador, aquel
por saber disfrazarse tan bien con el secreto de los otros. Hasta el
a quien Lévi-Strauss denomina el trickster, el poeta, el político o el
punto de volverse secretos para sí mismos. Canetti continúa:
filósofo no están amenazados siempre de volverse aquello que son, si no acaban siempre por adherir a esta vacancia consigo mismo
[El soberano tiene] secretos incluso ante sí mismo. El carácter
de la que habla Baudelaire, si esta vacancia no compone final
consciente y activo del secreto se le escapa, yél se sentía impul
mente una máscara rígida, aquella del potentado, e incluso la del
sado hacia aquella forma pasiva del secreto que llevamos en las
tirano. De quien odia a la muchedumbre. En el fondo, ¿cómo
tinieblas de la propia caverna corporal, que conservamos allí donde nunca más podrá ser conocida y que finalmente olvida mos. "Es un derecho de los reyes no revelar sus secretos ante padres, madres, hermanos, mujeres y amigos." Así dice el Libro
de la corona, obra árabe que contiene muchas antiguas tradicio
nes de la corte de los sasánidas. (MP, p. 434-435.) 16
pensar la soledad en la democracia? ¿Cómo pensar conjuntamente soledad y democracia? ¿Cómo pretender aislarse y, al mismo tiem po, cómo no pretenderlo? Vuelvo a pensar en la isla de Capri, lugar de nacimiento de "Fe y saber" . ¿Cómo hacer para que el secreto no deserte del lugar común? De hecho, la capacidad metamórfica, única garantía de la
lbíd., p. 1 55-157.
30
igualdad, es siempre susceptible de volverse contra sí misma. Es 31
decir, que aquel que sabe portar todas las máscaras es siempre susceptible de acabar por cambiarse a sí mismo, por confundirse con su propia máscara. Ese es el dolor común al escritor y al hom bre político. Canetti muestra que este dolor es una forma de me lancolía. Melancolía de descubrirse semejante consigo, de ya no poder transformarse más. Por esto, el poder poético se vuelve a convertir en fuerza. La metamorfosis, diría Proust, se vuelve un simple pastiche. La melancolía se inicia -escribe Canetti- cuando la serie de metamorfosis [. . .] terminan y consideramos que todas son in útiles. En ella nosotros mismos hemos sido alcanzados y apresa
[. . . ] el dios polimorfo, en las últimas, debe retomar su aspecto normal, su primera figura, para no abandonarlas. Así Quirón advenía a Peleo: aunque Tetis se haga fuego, agua o bestia salva je, el héroe no debe soltarla antes de haberla visto retomar su antigua forma, su archaia morphé17.
La melancolía de ser sí mismo es el límite del "devenir como todo el mundo", el límite de ese "devenir imperceptible" del que habla Deleuze. Y de pronto todo se llena de gente. ¿Sa bremos formar p arte de este mundo, volvernos como todo el mundo, fundirnos en la diferancia, dar el cambio en el descala bro? ¿O nos paralizaremos en el estado de excepción melancólica?
dos. Ya no podemos escapar ni seguir metamorfoseándonos;
Derrida no ha dejado de plantear estas cuestiones, dejando co
todo lo que intentamos ha sido en balde.Nos sentimos a mer
rrer, en todos sus textos, una serie infinita de metamorfosis, hasta
ced del destino y nosotros mismos nos vemos como una presa.
el punto de confesar su amor de j uventud por los gusanos de
(MP, p. 5 0 1 .)
seda. Por todas partes, transformaciones, cambios, máscaras, se cretos disimulados. El mensajero antiguo por ejemplo: "Me ase
La huida ya no es posible .
mejo a un mensajero de la antigüedad, un corredor, [ . . . ] y corro,
Aparece entonces un afecto político depresivo: la melanco
corro para llevarle una noticia que debe permanecer secreta"18•
lía del sí mismo en la muchedumbre, el descalabro de la fluidez y la
Con la misma figura, Derrida cita a Sartre a propósito del corre
finta. Détienne y Vernant, en su célebre libro Las artimañas de la
dor de Maratón: "Se ha dicho que el corredor de Maratón estaba
inteligencia. La Metis en la Grecia Antigua, analizan también el des calabro de la metamorfosis en términos de Stimmung política, de
muerto una hora antes de llegar a Atenas. Él estaba m uerto y
fenómeno patológico del poder. La metamorfosis, según explican
Grecia'' 19. También está el marrano, está Artaud, está el animal, por supuesto. "El animal que luego estoy si(gui)endo": " . . . Mis
los autores, es el único modo de ser posible frente a realidades fluc
todavía corría; corría muerto, anunciaba muerto la victoria de
tuantes, móviles, polimorfas. Los vagos, los tentáculos, la muche dumbre. Es así que hay dos dioses con metamorfosis, que imponen su poder a través de sus transformaciones: volverse más fluidos que la fluidez misma. Sea como sea, en sus combates, estos dioses siem pre terminan por agotar su potencial metamórfico. Cuando el ciclo está terminado, vuelven a ser ellos mismos. La serie de transformaciones -escriben los autores- no puede continuar indefinidamente. Ellas constituyen un ciclo de for mas que, llegado a su término, vuelve a su punto de partida.
32
17 Marce! Détienne y Jean-Pierre Vernant, Les Ruses. de !'intel!igence. La Métis des Crees, París, Flammarion, 1 974, p. 1 1 1 . [Hay versión en castellano: Las Artimañas de la Inteligencia. La Metis en la Grecia Antigua, traducción de Antonio Piñero, Madrid, Taurus, 1 988.J En otra perspectiva, se puede remitir al interesante libro de Alain Ehrenberg consagrado a la depresión como enfermedad política contemporá nea, La Fatigue d'etre soi. Depression et société, París, Odile Jacob, 2000. El autor escribe lo siguiente: "Si la melancolía era lo propio del hombre excepcional, la depresión es la manifestación de la democratización de la excepción. " (P. 276.) 1 8 "Circonfesión", ed. cit., p. 262. 19 Jean-Paul Sartre, "Écrire pour son époque", Les Temps modernes, nº 33, junio 1 948; citado por 1' Derrida, '"Il courait mort': salut, salut. Note pour un courrier aux Temps Modernes'; Les Temps modernes, nº 587, marzo-abril-mayo 1 996, p. 22.
33
figuras animales se acumulan, ganan en insistencia y en visibili
sentatividad. Quizá aquí se abre una ontología morfológica. En
dad, ellas se agitan, hormigueando, se movilizan y se motivan,
tre sus dos bordes extremos, la fluidez metamórfica y la parálisis,
ellas se mueven y se alborotan más, a medida que mis textos se
lo que se da a pensar es la hospitalidad. Con toda su vitalidad, y
vuelven más visiblemente autobiográficos, más frecuentemente
toda su melancolía. Mediante esta comunicación más figura!, más
anunciados en primera persona''2º. Al mismo tiempo, Derrida no
esquemática, en el sentido fuerte de la palabra, que temática, qui
dej a de decir que esta primera persona se cuaja, anula el poder de
se, con Canetti y con Derrida, intentar esclarecer un nuevo im
su propia plasticidad, se encierra, se retira de la muchedumbre,
pulso del pensamiento político, que trabaja para mostrar que la
se paraliza. La parálisis, ¿no es justamente esa máscara definitiva
masa no tiene ningún fundamento fuera de sí misma. Que el ser
que inscribe la ausencia de figura en el rostro?
conjunto, que Derrida denomina también el "ser estrecho", nece sariamente tiene que esquematizarse.
Me habría visto casi al perder la cara, incapaz de mirar en el cristal el espanto de la verdad, la disimetría de una vida carica turesca, el ojo izquierdo que.ya no pestañea y que te fija insen sible en el respiro de unAugenblick; la boca dice lo verdadero al revés, desafiando los diagnósticos y pronósticos, la desfigura
Insistiendo tanto en la fluidez como en los límites de la metamorfosis política, intenté mostrar que la cohesión social, por una parte, y los incidentes, las rupturas de metamorfosis, por otra, tienen el mismo origen. Que la masa y la solidez están ins
ción te recuerda que no habitas tu rostro porque tienes muchos
critas como dos modos de ser de la densidad. Que los solitarios de
lugares, tienes más lugares de lo necesario, y la transgresión
excepción o los solitarios de exclusión o de "desafiliación", por
misma siempre viola un lugar, una línea infranqueable, se adue
utilizar un término de Roben Castel, son los dos rostros opuestos
ña, castiga, paraliza inmediatamente, la topología es y ya no es
de una misma realidad. En su libro titulado precisamente Las
una figura, y si se trata de una desfiguración, ese es el tropo que
metamorfosis de la cuestión social Robert Castel escribe:
acabo de moler a palos por haber violado los lugares, todos, los lugares sagrados, los lugares de culto, los lugares de los muertos,
Es imposible establecer un cordón sanitario entre quienes sa
los lugares de la retórica, los lugares de habitación, todo lo que venero21
len a flote y quienes caen, por una razón de fondo: no es que
• • •
haya un "ín"y un "out'', sino un continuum de posiciones que coexisten en un mismo conjunto y "se contaminan" recíproca
No hay compulsión democrática -violación de todos los
mente. [ . . J No hay nadie que esté fuera de la sociedad sino
lugares, rompimiento de todas las cerraduras- sin castigo. La pa
un conjunto de posiciones cuyas relaciones con su centro son
rálisis es el castigo de la muchedumbre contra su propia distan
más o menos laxas22.
.
cia. En el espacio de esta extraña reflexividad se aloja la posibili Y de pronto todo se llena de gente. Muchedumbres mun
dad de otro acercamiento al lazo social. ¿Cuál? El que consiste en pensar la democracia por venir
diales. Tres millones de personas en Roma en la cumbre de Géno
en términos de figuración y no de representabilidad o de repre-
va. Afluentes sociales. Copa mundial de fútbol en Corea. En el corazón más negro de este mundo, donde no hay ni adentro ni
20
" L' animai que done j e suis", en Marie-Louise Mallet (dir. ) , L'animal autobiographique. Autour deJacques Derrida, París, Galilée, 1 999, p. 285. 21 "Circonfesión", ed. cit., p. 1 9 5 .
34
22
Las metamorfosis de la cuestión social, trad. Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 1 997, pp. 446-447.
35
afuera, sino agujeros en el seno mismo de los cristales de densi dad, viene la promesa de la democracia, la promesa de aquello
Los dos Moisés de Freud*
que llamaría la democracia figurante.
Con este titulo no se trata de fijar una dualidad, aún menos una oposición, entre dos figuras de Moisés presentes en el pensa miento de Freud. Simplemente esperamos indicar cierta plastici dad del poder (Macht), es decir, de la masculinidad y de la paterni dad, en la manera en que Freud bosqueja esta figura en dos ocasio nes. Una primera vez, en El Moisés de MiguelÁngel, y otra, en Moisés y la religión monoteísta1• Ambos textos parecen no cruzarse nunca.
En el segundo no hay ningún recordatorio del primero; Freud sim plemente evoca sus "dos ensayos sobre Moisés", sin establecer un verdadero vínculo entre ambos2• El destrozo de las tablas, en el momento en que Moisés descubre la escena de idolatría de su pue blo, es apenas evocado en la obra de 1 939 y no constituye el objeto de ningún comentario particular. Simplemente se recuerda que "la exposición bíblica'' de los "rasgos" imputados a Moisés da cuenta de un temperamento violento y apasionado: "El profeta [ . ] se . .
describe como colérico, irascible; presa de indignación, da muerte al brutal capataz que maltrata a un trabajador judío, tal como en su enojo por la apostasía del pueblo hace pedazos las Tablas de la Ley que recibiera de Dios en el monte Sinaí"3• Aquello que es objeto de * "Les deux Mo'ise de Freud", publicado originalmente en Cliniques méditerranéennes, 74, 2006, pp. 79-88. 1 El Moisés de Miguel Ángel, en Obras Completas, XIII (1913-14), Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1 978, pp. 21 3-242, y Moisés y la religión monoteísta, en Obras Completas, XXIII (1937-39), ed. cit., pp. 1 - 1 32. 2 Moisés y la religión monoteísta, p. 52. 3 Ibíd., p. 3 1 .
37
toda la atención de Freud en su primer ensayo es silenciado en el segundo, a saber, que Miguel Ángel deja ver y permite pensar en un "Moisés totalmente distinto" al de la tradición. La pregunta que
ficación de toda la historia del j udaísmo, y también entonces a la
modificación de ciertas tesis de Moisés y la religión monoteísta, entre algunas de las más fimdamentales? Freud, por cierto, no evita la
nos plantearemos es entonces, legítimamente, qué es lo que consti
cuestión: "En este punto se nos objetará: Pero este no es el Moisés
tuye en términos pre<;Ísos el objeto de dicha atención. ¿ Qué es
de la Biblia, quien realmente se encolerizó y arrojó de sí las Ta
exactamente lo que Freud ve en la estatua de Moisés y de lo cual
blas, de modo que se hicieron pedazos. Sería un Moisés muy di
después ya no vuelve a hablar?
ferente, un Moisés de la sensibilidad del artista, quien así se ha
La respuesta parece clara: en la representación del patriar ca elaborada por Miguel Ángel, Moisés justamente se abstiene de
bría tomado la licencia de enmendar el texto sagrado y falsificar el
destrozar las tablas, refrena su violencia, domina sus pasiones y
carácter del divino varón. ¿Tenemos derecho a atribuirle a Miguel Ángel esa libertad, acaso no muy distante de un sacrilegio5?"
así aparece como el exacto contrario de su retrato bíblico. Eviden
En efecto, es forzoso constatar que la separación y la trans
temente, se podrá decir que esta versión renacentista del profeta
gresión son considerables: a la luz de esta interpretación de la
no interesa en absoluto al análisis llevado a cabo en el texto de
escultura, finalmente no sabemos si las tablas fueron o no des truidas. El Moisés de Miguel Ángel está definitivamente fij ado
1 939, se dirá que además en el primer ensayo se trata más de entender el gesto de Miguel Ángel que aquel de Moisés. Pero esta
en el suspenso de su cólera, como lo atestiguan estas dos declara
última conclusión no hace más que acentuar nuestro aprieto y
ciones sorprendentes y conmovedoras por su belleza: " [
nos insta primero a inclinarnos a interrogar esta ambivalencia de
Moisés no puede estar a punto de levantarse de golpe; tiene que
la figura mosaica, colérica y violenta por una parte, capaz de con
poder permanecer en majestuosa calma [ . . ] . Este Moisés que
. . .
] este
.
tenerse, por otra, y en la cual el destino de la ley queda suspendi
consideramos no puede ser la figuración del varón arrebatado por
do entre ambas.
la cólera, el que baja del Sinaí, halla a su pueblo en apostasía y
Si en efecto es cierto que el análisis de 1 9 1 4 se refiere más
arroja al suelo las Tablas, que se hacen pedazos. En efecto, bien
a la significación de la escultura de Moisés que al Moisés históri
recuerdo mi desilusión cuando en anteriores visitas a S an Pietro
co, queda j ustamente por preguntarse cómo y porqué, si las de ducciones de Freud son j ustas -Miguel Ángel esculpe a Moisés
in V incoli me situaba frente a la estatua con la expectativa de ver cómo se erguiría de un salto sobre el pie levantado, arrojaría las
en ei momento en que éste renuncia a destrozar las tablas y con
Tablas al suelo y descargaría su cólera. Y nada de eso ocurría; en
sigue dominar su cólera-, Freud puede dar crédito simbólico a
cambio, la p iedra se volvía cada vez más rígida, de ella fluía como
este Moisés inhibido4, a este Moisés "que no se levantará" . ¿Cómo
una santa paz casi oprimente, y yo no podía menos que sentir: lo
Freud puede, en efecto, acreditar esta versión falsificadora, conce
ahí figurado es capaz de permanecer así, inmutable; este Moisés
derle tanta significación, es decir, tanta imposición inconsciente?
estará eternamente así sentado y así colérico"6 •
¿ Qué increíble poder de remodelación concede aquí al escultor,
Este es el otro pasaje: " [ . . ] Nuestro Moisés no se pondrá
que lo lleva a modificar el relato bíblico, hasta llegar a una modi-
de pie de golpe ni arrojará al suelo las Tablas. Lo que en él vemos
4 El
5 E/Moisés de Migue/Ángel, op. cit., p. 235. 6 Jbíd., p. 226.
término "inhibición" aparece en la p. 223 de El Moisés de Miguel Ángel, donde Freud habla de "movimiento inhibido". 38
.
39
no es el introito a una acción violenta, sino el resto de un movi
concierne a la identificación de Julio II con Moisés mismo, es
miento trascurrido. En un ataque de cólera, quiso levantarse de
decir, con un padre fundador, identificación que implica que el
golpe y cobrar venganza olvidado de las Tablas. Pero superó la
primero afirme su omnipotencia forzando al segundo a permane
tentación: ahora permanecerá sentado con furia domeñada, con
cer sentado. Freud afirma en efecto que: " Uulio II] era un hombre
una mezcla de dolor y desprecio. Tampoco arrojará las Tablas de
de acción; se podía indicar su meta: aspiraba a la unificación de
suerte que se despedacen contra la piedra, ya que justamente por
Italia bajo el dominio del papado. " Miguel Ángel, ligado perso
causa de ellas enfrenó su cólera, dominó su pasión para rescatar
nalmente al Papa, habría querido así mostrar esta identificación . . .
las . Cuando se entregó a su indignación apasionada, no pudo
a la vez denunciándola y pintándose a sí mismo, conteniendo su
menos que descuidar las Tablas, apartar la mano que las sostenía.
furia contra el hombre demasiado ambicioso, bajo los rasgos de
Entonces empezaron a deslizarse, corrieron peligro de destruirse.
Moisés.
Esto le hizo recapacitar. Recordó su misión y por ella renunció a
El otro nivel de esta segunda comprensión concierne a la
la satisfacción de su afecto. Su mano retrocedió y rescató las Ta-
contaminación cristiana del judaísmo. Moisés estaría representa
blas que caían antes que pudieran hacerlo. En esa postura perse
do sobre la tumba papal como aquel que encarna valores cristia
vera, y así lo ha figurado Miguel Ángel como guardián del monu
nos de sumisión, los cuales son al mismo tiempo valores de sumi
mento funerario"7•
sión a la Iglesia. De esta manera, Miguel Ángel habría manifesta
Es sabido que mientras más examina Freud la estatua y
do cierto devenir cristiano del judaísmo: este último, caracteriza
los análisis que proponen los historiadores del arte, más se inclina
do en Moisés y la religión monoteísta como "religión del padre'', se
por esta interpretación de un Moisés que, finalmente, no se le
muda así insidiosamente en "religión del hij o" .
vantará. Al menos tres comprensiones de esta conclusión son po
La tercera comprensión, que privilegiaremos aquí, como
sibles. La primera sería, de cierta manera, puramente "psicológi
lo anunciamos anteriormente, concierne a cierta ambivalencia del
ca" o incluso "psico-estética'' . Freud recuerda que la estatua de
poder en Freud, a cierta plasticidad, es decir, a una real aptitud
Moisés debía formar parte "del monumento funerario de Julio II
para la transformación y para la metamorfosis del concepto de
j unto a otras tres o cinco figuras sedentes"8• Destinado a no ser
poder. En esta flexibilidad conceptual del poder hemos optado
más que una figura entre otras, Moisés habría sido reducido a "un
por situar nuestro análisis de la trans-sexualidad. Ciertamente,
rasgo de carácter" (que, precisamente, no era suyo), a la encarna
no para decir que habría en Freud algo así como un Moisés "mas
ción edificante de una cualidad moral. La segunda comprensión,
culino" (aquel, violento e inflexible, de Moisés y la religión mono
mucho más interesante y profunda, consistiría, a partir de la toma
teísta), y otro, "femenino" (aquel, aparentemente sumiso, de Mi
en cuenta de la destinación de la estatua -un grupo de tres o
guel Ángel) . Ello no tendría ningún sentido. Nos apoyaremos
cinco estatuas en una tumba papal-, en considerar que Miguel
más bien en la definición de la "trans-sexualidad" propuesta por
Ángel cumple una evidente cristianización de Moisés. Y esto es
Claire Nahon para plantear el problema de otro modo: "La trans
así en dos niveles: el primero, también puramente "psicológico",
sexualidad, al revelar la inanidad de las biparticiones estrictas, desestabiliza las semej anzas -las desgarra-, deshace los dualis
7fbíd., p. 234. 8 Jbíd.
40
mos, hace vacilar toda representación adquirida del sexo y de sus diferencias [ . . . ] . Valiéndose de la alteridad, parcelando las identi41
dades, la trans-sexualidad se despliega en la distancia y en el pasa
sería entonces la poderosa huella de lo totalmente otro en el inte
je, situándose entre los sexos, entre las sexualidades ."
rior de la identidad judía, la que se presenta justamente como reli
Entre las sexualidades: este "entre" podría j ustamente ser
gión de lo totalmente otro, como adoración de un dios para siem
comprendido aquí como lo que separa al poder de sí mismo, como
pre invisible. Sáid concluye: " [ . . . ] la identidad no puede concebir
distancia entre la fuerza y su propia fuerza. No es que un Moisés
se ni funcionar como si fuera algo puro; no puede constituirse ni
sea más fuerte o más poderoso que el otro. Las dos actitudes -una
siquiera imaginarse sin la represión de esa radical fractura o carencia
histórica, de aquel que destruye las tablas, y la otra, artística, de
originarias. [ . . ] Moisés fue un Egipcio y, por tanto, siempre estu
aquel que renuncia a ellas- poseen igual vigor. En ningún mo
vo fuera de la identidad dentro de la cual tantos han permanecido,
mento el Moisés de Miguel Ángel se presentó como débil. Pero se
sufrido y, tal vez, incluso triunfado"10.
.
trata de dos poderes radicalmente extraños entre sí, no desiguales
Toda la cuestión se convierte entonces en saber cómo una
en cantidad, sino imposibles de sintetizar por el hecho de su alte
tradición se acomoda a esta alteridad fundadora de la identidad.
ridad. Hay tanta fuerza en el gesto de la destrucción de las tablas
Esta alteridad sólo puede comprometer a la tradición en una serie
como en aquel del dominio de sí mismo, pero la significación de
de modificaciones, desplazamientos (veremos la importancia de
esta fuerza no es idéntica. Y, más allá de la relación j udaísmo
este término en Freud), transformaciones . . . sin nunca poder bo
cristianismo, esta alteridad, esta extrañeza tiene precisamente un
rrarla. En el fondo, para Freud, la alteridad de la identidad consi
sentido en lo referente a la definición fteudiana de la alteridad y de
go misma, al intentar ser negada, no hace más que repetir e inten
la extranjeridad. Esta alteridad de la alteridad, esta extranjeridad
sificar aquello mismo que intenta ocultar. Y es muy interesante
de la extranjeridad, encamadas por los dos Moisés, hacen señas,
ver cómo Said establece un paralelo entre la relación de los judíos
como también lo hemos anunciado, hacia una plasticidad de lo
con Moisés y la relac;ión actual entre Israel y Palestina. Muy inte
masculino y de la paternidad. Hay, si se quiere, dos figuras del
resante es también el paralelo establecido entre el origen egipcio
padre que corresponden a estos dos Moisés. No se trata, enton
de Moisés y la dimensión "no-europea" del psicoanálisis freudia
ces, de lo masculino y lo femenino, sino de lo masculino y lo
no, que debe, también, cubrir la fisura fundadora y a la vez crítica
masculino, que acaban por vacilar al desdoblarse de esta manera.
de su identidad.
¿ Cómo caracterizar esta masculinidad dual o esta trans-sexuali dad de Moisés?
Pero existe otra extrañeza. Una no geográfica, que manifies ta precisamente la estatua de Miguel Ángel. Ciertamente, lo hemos
En ambos casos, Moisés es un extranjero. Moisés y la religión
evocado, sería posible poner en perspectiva la tesis del Moisés egip
monoteísta sostiene la tesis, como sabemos, de que Moisés era egip
cio con la de un Moisés cristiano. Otra vez más, no es esta pista la
cio. Uno de los comentarios más potentes de esta tesis, según noso
que seguiremos. Privilegiaremos más bien la pista de una extranje
tros, es el de Edward Sáid en Freud y los no europeos9. Said intenta
ría de Moisés consigo mismo, de una extranjería que habita el cora
restituir todas las paradojas de Moisés como aquél que es a la vez un
zón de la identidad imposible del "outsider-insider", de una ex
"outsider" y un "insider": extranjero a la tradición que funda y de la
tranjería que atormenta el poder de quien extrae justamente toda
cual forma parte en el más alto grado. El origen árabe de Moisés
su fuerza del hecho de estar a la vez afuera y adentro. De una ex-
9 Edward
10
42
Sa!d, Freudy los no europeos, Barcelona, Global Rhythm, 2006.
Jbíd., p. 80.
43
tranj ería que entonces viene a redoblar, repetir, y complicar a la primera. En Moisés y la religión monoteísta, Freud presenta un Moi sés fuerte en su debilidad de extranjero: su falta de pronunciación, su carácter colérico y orgulloso, que le provienen de su origen egip cio, le permiten también ser la "sobresaliente figura paterna"11, aquel que vale por Dios, que está constantemente identificado con él, "el gran hombre"12, "el gran jefe"13• Dicho de otro modo, el exotismo del origen mosaico aparece en el texto de 1 939 como la marca paradójica de un aumento de poder viril y paternal, como si venir de otra parte fuese el reflejo exacto de la trascendencia divina, como si dicha marca confiriese a esta trascendencia la única visibilidad que le está permitida. Por otro lado, es luego de haber desarrollado todos los atributos de dicha fuerza que Freud establece el famoso paralelo entre la historia de un pueblo y la psique individual, mostrando que el complejo de Edipo repite a su manera la identificación ambivalente de un pueblo con su legislador, con su padre, con su dios. Aquí, por supuesto, la temática del asesinato del padre es fundamental, la que permite establecer el cruce entre el asesinato de dios y el asesinato simbólico del padre en el desarrollo psíqui co individual: "los seres humanos han sabido siempre -de aquella particular manera- que antaño poseyeron un padre primordial y lo mataron"14. Freud analiza extensamente esta asimilación entre ambos asesinatos e insiste en el asesinato de Moisés por parte del pueblo judío: "El destino [había aproximado] al pueblo j udío la gran hazaña y el crimen atroz del tiempo primordial, el parrici dio, dándole la ocasión de repetirlo él mismo en la persona de Moisés, una sobresaliente figura paterna" 1 5• La religión procede a la vez de este asesinato y de su nega-
1 1 Moisés y
1 2 Ibíd.,
1 3 Ibíd.,
1 4 Jbíd.,
15 Ibíd.,
44
la religión monoteista, op. cit., p. 85. p. 1 03. p. 27. p. 97. p. 8 5 .
ción, del arrepentimiento de ese asesinato y de su represión; ese j uego entre el acto ("el actuar", como escribe Freud) y su oculta miento que precisamente repite el juego del afuera y del adentro de la identidad. Tenemos entonces a ese Moisés poderoso, venido desde otra parte pero fundador del aquí, del adentro, figura em blemática del padre, cuya fuerza inaudita da lugar a una tradi ción de modificaciones, de confesiones y desaprobaciones, y cuya muerte confirma para siempre su grandeza. Pero gracias a Miguel Ángel también tenemos un Moisés que reprime este poder, que más precisamente extrae su poder de la represión de su poder. Él no se levantará, no destruirá las ta blas. Esta extranjería del poder consigo mismo se deja leer, en el texto de Freud, en todo el juego del cuerpo de la estatua, en todo un juego de desplazamiento entre la derecha y la izquierda, como si el poder se desplazara físicamente, como si Moisés, en cierto sentido, cambiara de carne, cambiara de sexo sin dej ar de ser Moisés, es decir, sin dejar de ser vigorosamente masculino. Freud va a extraer la conclusión de que Moisés no se levantará observan do la posición de las manos -derecha e izquierda-, la posición de las tablas -el borde derecho-, el sentido de la ondulación de los rizos de la barba. Tomemos un ejemplo. Freud escribe: "Los pro cesos atinentes a la mano y a las Tablas se compaginan en la si guiente unidad: al comienzo, cuando la figura estaba sentada y quieta, tenía las Tablas correctamente colocadas bajo el brazo de recho. La mano derecha las sostenía por sus bordes inferiores, y la saliencia dirigida hacia adelante le servía de asidero. Esta facilidad para tenerlas explica, sin más, por qué las Tablas estaban inverti das. Sobreviene luego el momento en que la calma es p erturbada por el alboroto. Moisés volvió entonces la cabeza, y cuando hubo visto la escena, el pie se aprontó para levantarse de un golpe, la mano dejó de asir las Tablas y pasó a la barba, hacia la izquierda y arriba, como para dar algún quehacer en el cuerpo propio a su fogosi
dad [nosotros subrayamos] . Las Tablas quedaron entonces confia das a la presión del brazo, que debía apretarlas contra el tórax. 45
Pero esta retención no bastó, ellas empezaron a deslizarse hacia
supuesto, particularmente la siguiente: ¿Y si los j udíos no lo ma
adelante y abajo [ , . .] . Para prevenir esto retrocede la mano dere cha y abandona la barba [ . .]" 16.
¿Un padre que renuncia a su violencia y a su agresividad, un pa
Es entonces en el cuerpo donde directamente tiene lugar
dre, si se quiere, que sublima su rol de padre? ¿ Un padre que se
.
la transformación de Moisés, quien, una vez más, sin dejar de ser
taron? ¿Pues por qué matar a un padre que renuncia a su cólera?
vuelve extraño a su rol al querer desempeñarlo mejor?
el mismo hombre se vuelve "totalmente distinto" . En Moisés y la
El acto de Miguel Ángel está presentado en efecto como
religión monoteísta, Freud insiste largamente en los procesos de
una sublimación, en el sentido banal del término: llevar a algo o
modificación y de desplazamiento que operan en la tradición y
alguien más alto que a sí mismo, elevarlo. Reprimiendo su cólera,
para esclarecer este punto toma el ejemplo de una escritura falsi
Moisés se coloca sobre sí mismo, sobre su violencia: "Pero Miguel
ficada y de un texto censurado. Declara: " Con la desfiguración de
Ángel ha situado en el monumento funerario del Papa un Moisés
un texto pasa algo parecido a lo que ocurre con un asesinato: la
diferente, superior al Moisés histórico o tradicional. Ha retrabaja
dificultad no reside en perpetrar el hecho, sino en eliminar sus
do el motivo del quebrantamiento de las Tablas de la Ley; no deja
huellas. Habría que dar a la palabra Entstellung el doble sentido a
que la cólera de Moisés las destruya, sino que apacigua esa cólera, o
que tiene derecho, por más que hoy no se lo emplee. No sólo
al menos le inhibe el camino de la acción, por la amenaza de que
debiera significar 'alterar en su manifestación' , sino, también, 'po
pudieran hacerse pedazos. Así ha introducido en la figura de Moi
ner en un lugar diverso', 'desplazar a otra parte'. Así, en muchos
sés algo nuevo, sobrehumano, y su imponente volumen físico, y el
casos de desfiguración-dislocación de textos podemos esperar que,
vigor de su desafiante musculatura, se convierten en el medio de
empero, hallaremos escondido en alguna parte lo sofocado y des
expresión corporal para el supremo logro psíquico asequible a un
mentido, si bien modificado y arrancado del contexto. Y no siem
ser humano: sujetar su propia pasión en beneficio de una destina
pre será fácil discernirlo" 17.
ción a la que se ha consagrado, y subordinándose a ella" 18•
En el Moisés de Miguel Ángel, también se trata de una
Esta elevación psíquica de Moisés corresponde a la trans
transformación-deformación, pero lejos de ser aquella del asesina
ferencia de su poder, a la deformación de su identidad, a la
to de Moisés, ella corresponde a la posibilidad de su no-asesinato,
refundición de su cuerpo, de su fuerza, de su historia. Freud
del carácter "no sucedido" de su asesinato, para retomar una fór
está fascinado por la libertad de dicha interpretación. Y si nos
mula de Inhibición, síntoma y angustia. En cierto sentido, es Mi
preguntamos, en el fondo, cuál es la verdadera razón de esta
guel Ángel quien comete el crimen, quien da muerte a Moisés
fascinación se puede p ensar que en la estatua divisa otra ima
una segunda vez deformando e interpretando muy libremente su
gen del padre, un padre resucitado, sentado sobre su propia
historia. Pero curiosamente, este dar muerte simbólica, ligada a la
tumba, que, eternamente contenido, ya no puede morir, ya no
"profunda remodelación" de la verdad histórica, desemboca en la
p uede ser asesinado. Este padre transgredido, infiel a su pro
presentación de un Moisés perdonado. Si, en efecto, Moisés no
pia imagen, ¿no hace rondar sobre el psicoanálisis la sombra
destruyó las tablas, si . . . Todas las conj eturas son posibles, y por
de un padre cuyo poder se sostendría en la imposibilidad de ser asesinado? Y de hecho, ¿no es dicho padre -el Moisés de
16
El Moisés de MiguelÁngel, op. cit., p. 232. religión monoteísta, op. cit., p. 42.
17 Moisés y la
46
18
El Moisés de Migue/Ángel, op. cit., pp. 237-238.
47
M iguel Ángel- finalmente más fiel al monoteísmo j udío que
así, en todo lo posible, capaz de producir y de gozar" 19• Esta
el presentado en Moisés y la religión monoteísta? El dios j udío
"formación" no impide que el analista "respete la especificidad
es un dios viviente. El judaísmo no es un pensamiento de la
del paciente, no procura remodelarlo según sus ideales persona
m uerte de D ios. Y esta posibilidad de un cumplimiento j u
les - los del médico"2º. Este extraño modelado respetuoso de la
daico de la figura de Moisés p o r parte de Miguel Ángel es
identidad, esta cirugía plástica psíquica, ¿no apelan para poder
vertiginosa, como si en cierto sentido Freud reparase de ante
funcionar a dos figuras del padre, uno muerto y otro que no
mano el ultraje de sus tesis (la tesis de los judíos deicidas que
consigue morir? ¿Uno que decide, otro que esculpe anulándose
acomp aña a la de los musulmanes deicidas) . Dar muerte a
a sí mismo, permaneciendo sentado? Este descalabro entre dos
M oisés en la piedra para que no muera, elevarlo psíquicamen
lógicas, que permite poner en escena la figura masculina del
te para que se vuelva lo que es, cumple su identidad destinán
analista entre dos versiones de Moisés, quizá sería fundamental
dolo a ser irreconocible por siempre, otro por siempre.
para comprender el fenómeno de la trans-sexualidad.
¿!:'Jo es eso admitir al mismo tiempo que existe un porvenir del Edipo? ¿ Otra historia posible con el padre? ¿Con la ley? ¿ Qué tendría que ver con lo que, en el dios muerto, resiste para siempre a la muerte de dios, y con ello a la muerte del padre? ¿ Qué resiste también a lo religioso? Esta idea de un padre que no es inmortal sino que se encuentra en la imposibilidad de morir, lo cual no es lo mismo, nos parece una ilustración -apenas bosquej ada, y a pesar de todo nítida- del psicoanalista, tanto de su estatuto como de su tarea. Este padre extraño a sí mismo sería quien, baj o la figura del analista, se le aparece al paciente en la transferencia. Freud con fiesa, al inicio de su ensayo El Moisés de Miguel Ángel, que está más fascinado por la escultura que por las otras artes. Y en "Psi coanálisis" y "Teoría de la libido", compara el trabajo del psicoa nalista con el trabajo del escultor. Hay que advertir que este trabajo siempre es presentado como un trabajo de modificación
del sujeto hacia lo mejor. La escultura es siempre para Freud del orden de una deformación que mejora, de un embellecimiento, de una remodelación hacia lo mejor que, al mismo tiempo, no trasviste al modelo. Ocurre lo mismo con el psicoanálisis. Se trata, a partir de lo que el paciente es, de darle "la mejor forma ción que admitan sus disposiciones y capacidades y haciéndolo
48
19
Dos artículos de enciclopedia: "Psicoanálisis" y "Teoría de la libido", en Obras Completas, XVIII (1920-22), ed. cit., p. 246. 'º lbíd., p. 247.
49
Es imposible fijar el estatuto ontológico de la estructura y eso, hablando propiamente, es lo fascinante de la estructura. Aun cuando la mirada es por excelencia captación crítica, revelación y producción de diferencias, esta mirada -pues una estructura es siempre de alguna manera una mirada- inmoviliza, captura y paraliza a la diferencia más fundamental, la diferencia ontológica. Entiéndase por ello: el ente, el ser y su diferencia. La es tructura no es ninguno de los tres: ella no es un ente, es imposi ble encontrar en el mundo algo corno una estructura; al mismo tiempo, ella no es el ser, el ser no es una estructura. Sin duda y paradójicamente, la no-entidad de la estructura es todavía dema siado cósica como para poder, así como el ser y con él, mantenerse en retirada. Ni en el mundo ni fuera del mundo, la estructura tampoco es una diferencia, ella es más bien un híbrido, una suer te de monstruo óntico-ontológico. Y más aún cuando lo que aca bo de enunciar puede perfectamente invertirse. Es decir, el ente, el ser y su diferencia: la estructura dice los tres a la vez. No hay dificultad alguna en describir un ente en términos de estructura. Incluso no importa cual, sea "Dios, mesa o WC.", según la céle bre afirmación de Michel Serres1 . Tampoco hay dificultad en des* "Une différence d'écart", publicado originalmente en Revue Philosophique de la France et de l'étranger, n°4, 2002, pp. 403-416. 1 Quien cita a La Fontaine (Fdbulas, IX, 6, 4), el que a su vez se inspira en Horacio (Sdtiras, I, 8, 1 ) . Cf. Michel Serres: "Y entonces, dado un contenido cultural -Dios, mesa o WC. un análisis es estructural (y sólo estructural) sólo cuando aparece ese contenido como modelo" (Hermes 1. La comunicación, Barcelona,Anthropos, 1 996, p . 36) . -
51
cribir la estructura misma como un ente, Dios, mesa o WC. La
la sociología (el término, recordémoslo, es establecido por Dur
estructura está estructurada a imagen y semej anza de lo que ella
kheim en Las reglas del método sociológico, de 1 8 95), ni mucho
misma estructura. Es así como la presenta Lévi-Strauss, por ana
menos de la lingüística. El término Struktur aparece ya desde sus
logía, como una nomenclatura o como un juego. En El pensa
primeros escritos dedicados a la lógica, especialmente en los Neu
miento salvaje, por ejemplo, toma el fútbol, dándole así a la es
ere Forschungen über Logili2 de 1 9 1 2. La lógica es definida como la
tructura el tiempo de una comparación, el rostro de un ente in
ciencia de las estructuras o de las formas válidas de significación.
tramundano.
Y la primera de estas formas o estructuras es la estructura del
Por otra parte, ¿es tan ilegítimo pensar al ser mismo si no
juicio. Heidegger muestra, en su curso de 1 925- 1 926 titulado
verdaderamente como estructura, al menos como origen mismo
Logik. Die Frage nach der Wahrheit, que la tarea de la lógica tradi
de toda estructura, como unidad originariamente sintética? ¿Qué
cional, es decir, aristotélica, consiste en desprender la estructura
es la síntesis a priori, este "empalme" que Heidegger denomina
fundamental del logos (Grundstruktur des Logos), la estructura de
Kant y el problema de la metafísica� sino
la predicación. Heidegger la caracteriza también como "Als-Struk
una estructura? Finalmente, en cuanto a la diferencia -sea que se
tur·", estructura del "en tanto que"3. Por cierto, en Ser y tiempo la
la piense como Heidegger hace, como un "entre dos" más origina
"estructura'' está separada de esta acepción lógica, de la que sin
rio que lo que ella diferencia, o como Lévi-Strauss, como una "dis
embargo proviene. Sin duda, Heidegger no fue indiferente a la
tancia significativa''-, ¿ella no exige el recurso a la estructura como
fortuna que el concepto de estructura comenzaba a experimentar
su condición esencial de inteligibilidad, es decir, de hecho, como
en las ciencias humanas. No pudo ignorar tampoco el adveni
lo que revela su modo de ser?
miento y luego el triunfo del estructuralismo, aunque ello se haya
"síntesis
ontológica"
en
Aquí quisiera interrogar el irreductible mestizaje ontoló
debido a su amistad con Lacan. Lo cierto es que Heidegger jamás
gico del concepto de estructura, mostrando que quizás, en el fon
habló ni se dio el trabajo de precisar su propia comprensión de la
do, este concepto nunca ha designado otra cosa más que la impo
estructura en relación con aquella de los "estructuralistas". Sólo
sibilidad de repartir simplemente entre el ser y el ente, de repartir
una veintena de años separan la publicación de Ser y tiempo de
simplemente, al mismo tiempo, entre la analítica existencial y las
aquella de las primeras obras de Lévi-Strauss: 1 948 para La vida
ciencias humanas . Intentaré poner en evidencia el carácter onto
familiar y social de los Indios Nambikwara, 1 949 para Las estructu ras fundamentales del parentesco. En cuanto a la Antropología es tructural, sabemos que agrupa textos que se escalonan de 1 945 a
lógicamente híbrido del concepto de estructura creando otro cru zamiento , produciendo otra hibridación bajo la forma de una confrontación entre Heidegger y Lévi-Strauss. Se trata, en efecto,
1 954. Sin embargo, no hay ninguna relación entre los dos auto
de un extraño acoplamiento y no sé si es preciso o no reconocerlo
res, ningún intercambio. Es apasionante poner en evidencia con
como monstruoso o contranatural. Para darle lugar, me apoyaré
posterioridad lo que, extrañamente, no puede aparecer sino como
en cierta tradición filosófica francesa que ha descubierto a ambos
puntos de pasaj e -incluso si éstos son al mismo tiempo puntos de
autores de manera conjunta.
ruptura- entre el concepto heideggeriano y el concepto estructu-
En Ser y tiempo, como sabemos, Heidegger hace un uso constante del concepto de estructura. ¿De dónde viene éste? Cier tamente Heidegger no lo toma prestado ni de la psicología ni de 52
2
3
Gesamtausgabe, Francfort, Klostermann, 1 975 sq., t. l . GA 2 1 , § 1 2 .
53
ralista de estructura. Quisiera dedicarme aquí a dicha puesta en
ra, anterior a la lógica, del Verhalten, del "comportamiento" (...)" 6 .
evidencia. Mi discurso intentará respetar, a medida que lo sitúa,
Este comportamiento -es decir, el conjunto de todos los compor
su propio imperativo metodológico: mantenerse en el entre-dos
tamientos de la vida humana- se hizo posible gracias al carácter
del "círculo hermenéutico" y del "bricolage".
"aperiente" , pre-lógico, que caracteriza a la estructura ontológica
La presencia de la "estructura" en el léxico de Ser y tiempo
del Dasein.
no es, evidentemente, ni marginal ni adventicia. La estructura ata
Los § 3 9-41 de Ser y tiempo van a precisar esta significa
ñe a lo esencial, es decir, al ser. Más exactamente, a ese ente que
ción ontológica sacando a la luz, en tres momentos, la unidad de
tiene una comprensión de su ser, el Dasein. El Dasein, por otro
los existenciales. Primer nombre dado a esta unidad: el estar-en
lado, no es más que una estructura. El § 39 se titula "La pregunta
el-mundo. Segundo nombre: el cuidado, "fenómeno unitario"
por la totalidad originaria del todo estructural del Dasein" (die
vuelto de algún modo visible por el primero7. Y finalmente, el
Ganzheit des Strukturganzen des Daseinsf Lo que se comprende en
cuidado se ve él mismo conducido hacia una última unidad, la
dos niveles que coinciden y se interpenetran. En primer lugar, cuan
temporeidad. "En la primera determinación de esta trama estruc
do presenta en el § 9 la tarea y la intención de la analítica existen
tural, se hizo ver que, con respecto a la articulación de esta estruc
cial, Heidegger muestra que ésta no tiene por objeto estudiar ónti
tura (gegliederte Struktur), era necesario llevar aún más atrás la pre
camente el comportamiento individual sino explicitar temáticamen
gunta ontológica, hasta poner al descubierto la unidad integra
te la "estructura ontológica del Dasein'' . En segundo lugar, al de
dora de esta m ultiplicidad estructural (Strukturmannigfaltigkeit) .
terminar esta última como "estructura de existencia (Existenzstruk
La unidad originaria de la estructura es la temporeidad"8.
tur), Heidegger saca a la luz en el mismo parágrafo esas "categorías"
Sea la estructura ontológica del Dasein como estructura
de existencia que son los "existenciales". Ahora bien, los existencia
de existencia, o bien la estructura como unidad o articulación de
les son ellos mismos estructuras; estas estructuras, dice Heidegger,
estructuras, es decir, de existenciales o modos de ser fundamenta
están "fuertemente marcadas" en la medida en que ellas son preci
les, ¿por qué todo el recorrido de Ser y tiempo se orienta según la
samente "determinaciones ontológicas"5. Los existenciales, enten
puesta en evidencia de una unidad estructural siempre más eleva
didos como estructuras o "momentos estructurales'', características
da, verdaderamente originaria? Este movimiento obedece, entre
fundamentales del Dasein, son la existencialidad, la facticidad y la
otros motivos, a la necesidad de desviar la estructura de esta signi
condición de arrojado (caída) . ¿ Qué relación hay entre la compre nsión existencial y la comprensión lógica de la estructura? En su curso de 1 925-1 926, Heidegger mostró que la estructura del "en tanto que", la estruc tura de la predicación que Aristóteles tiene por fundamental, en
ficación de la cual Heidegger dice que es su significación óntica.
realidad no es originaria. Ella remite a un "zócalo significante ( . . . ) anterior a la discursividad del lenguaje. [Ella] pertenece a la esfe4 Sein und Zeit, GA 2. L traducció n española utilizada aquí es de Jorge Eduardo � vera, SerY tzempo, Sannago de Chile, Editorial Universitaria, 1 997, p. 203 y ss. Jbíd., § 9, p. 69.
;u
54
Esta significación óntica es la de ensamblaje, agenciamiento, ar
mazón, composición e incluso máquina. El Dasein es un todo, no un agregado ni un ensamblaje: el 6
Jean Fran"ois Courtine, '"Les recherches logiques' de Martin Heidegger, de la théorie du jugemend . la verité del' etre", en Heidegger 1919-1929. De l'herméneutique de lafacticité a la metaphysique du Dasein, París, Vrin, 1 996, pp. 7-3 1 ; p. 25. El curso de 1 925-1 926, publicado bajo el título Logik. Die Frage nache der Wt:ihrheit, consti tuye el t. 2 1 de la GA. 7 Ser y tiempo, § 1 2 . 8 Jbíd., § 65, p . 344.
55
estar-en-el-mundo, afirma Heidegger, "es una estructura originaria Y constantemente total". Por cierto, hay que insistir en el carácter relacional y no sustancial de los momentos co-originarios constitu
tivos de la totalidad: cada uno toma sentido sólo en y por su rela ción con los otros. Esto no impide que esta relación se despliegue sin nunca quebrarse, desunirse ni espaciarse, al contrario de lo que
logía- cuando enuncia este segundo significado. "El ser del Da sein, precisa Heidegger, no ha de ser deducido de una idea del hombre" y la estructura aquí buscada no puede, en ningún caso, resultar de una indagación "centrada en el ente interior al mun do" 13. Hay que recordar que, para Heidegger, "la analítica exis tencial del Dasein está antes de toda psicología, de toda antropo
"¿Será posible captar en su totalidad este todo estructural
logía y, a fortiori, de toda biología'' 14• Sin embargo, y es esto lo que inquieta, Heidegger afirma
( . . . ) del Dasein?". La respuesta es clara: "Negativamente dicho: la
muy claramente en otras partes, que ninguna de esas ciencias, ni
totalidad del todo estructural no puede ser alcanzada fenoménica
siquiera la lógica, movilizan directamente la significación óntica
mente por medio de un ensamblaje de elementos (durch ein Zu
de la estructura, simple ensamblaj e o acumulación de piezas y
sammenbauen der Elernente). Este ensan1blaj e requeriría un plano arquitectónico (Bauplan) "10• De la misma manera que en su Sche lling (1 936) distingue dos significados del concepto de sistema, uno
pedazos. En el §
"auténtico" -"un ensamble interior, que le da a la cosa su base y
Dilthey menciona la "psicología como ciencia del espíritu" y de
apoyo"- y otro "inauténtico" -"un mero amontonamiento
Scheler su "interpretación fenomenológica de la personalidad".
(Geschiebe) exterior"11-, en Ser y tiempo el filósofo distingue dos
Dice: "Las investigaciones de W Dilthey están animadas por la
significados de la estructura, que coinciden casi término a término
constante pregunta por la "vida''. Dilthey intenta comprender las
con aquellos del sistema. Por una pa. te, la estructura como "una
"vivencias" de esta vida en su contexto estructural y evolutivo par
mirada completa que atraviesa este todo en busca de un fenómeno
tiendo del todo de esta misma vida''. Heidegger agrega que la
originariamente unitario, que está presente en el todo y que funda
"psicología como ciencia del espíritu (de Dilthey)" renuncia a
ontológicamente cada uno de los momentos de la estructura en su
orientarse hacia elementos, átomos psíquicos y se niega a hacer de
posibilidad estructural"12• Y por otra, la estructura como simple
la vida del alma un agregado de pedazos, apuntando más bien al
plano, como marco, como dispositivo destinado a ser concretado o
"'todo de la vida' y las 'formas' que ella toma''. Vemos claramente
rellenado por un ensamblaje o un montón de piezas separables.
que es la estructura en el sentido de enteridad, de un todo articu
según Heidegger puede ocurrir en un ensamblaje9•
10
titulado "Delimitación de la analítica del
Dasein frente a la antropología, la psicología y la biología'', Hei degger da cuenta de los trabaj os de Dilthey y de Scheler. D e
Se advierte que Heidegger hace implícitamente referencia
lado, la que es requerida aquí, no la yuxtaposición. Lo mismo vale
a las ciencias humanas -en particular a la antropología y la etno-
para Scheler: la persona, para él, se presenta como "ejecutora de actos intencionales enlazados por la unidad de un s entido" 15.
9
En los seminarios de Zollikon, Heidegger recuerda que la analítica existencial, tal como la analítica trascendental kantiana, no consisten en una disolución o descom posición de un todo en sus elementos. Ellas, por el contrario, intentan descubrir una unidad originaria, llamada justamente unidad estructural. 10 Ser y tiempo, § 39, p. 204. 11 Martín Heidegger, Schelling y la libertad humana, tr. Alberto Rosales, Caracas, Monte Avila Editores, 1 996, p . 32. GA 42 (45). 12 Ser y tiempo, p. 204.
56
Entonces tampoco hay ensamblaje. En cuanto a la biología, ¿ella no da también a los conceptos de "forma'' o de "estructura" de lo vivo el sentido de "totalidad organizada'', irreductible a una suma 13
Jbíd., p. 204.
14 Jbíd., p. 70. 1 5 Jbíd., p. 73.
57
o a una compilación? Heidegger evidentemente lo reconoce cuando
gica de la estructuraº Esto no se debe a que ellas hagan un mal uso
cita a von Uexküll en Los conceptos fundamentales de la metafisica:
del términoº Es así por ejemplo, que si el "aparato conceptual,
" El organismo (como "forma" animal permanente o estructura)
quizás desmañado y tosco" de la etnología puede "contribuir po
no sólo preserva su unidad específica, sino que se la da primor
sitivamente a un genuino realzamiento de las estructuras ontoló
dialmente"16º
gicas de los fenómenos", es porque la etnología "se mueve ya e o ) o
Entonces, ¿por qué Heidegger descarta el sentido óntico
e n determinados conceptos previos e interpretaciones acerca de la
de la estructura y lo remite a campos de investigación o de cues
existencia humana en general"17º Entonces, si la etnología es in
tionamiento en los cuales, por otra parte, reconoce que dicho sen
capaz, tal como las otras ciencias o saberes regionales, de poner en
tido está ausente?
evidencia de manera satisfactoria la totalidad del Dasein, su cons
Propondré esta respuesta: el sentido óntico de la estructura no tiene sentido algunoº No se le ocurre a nadieº Ni a los filósofos,
titución de ser como un todo estructurado, no es porque ella haga
ni a los biólogos, antropólogos o etnólogosº A nadieº Incluso tam
un concepto de estructura derivado, de una comprensión de la
poco al hombre de la calleº Ciertamente, existe un sentido vago,
estructura como ensamblaj e, sino porque ella permanecería ciega
corriente, de la palabra "estructura" º Pero todo el mundo entien
al zócalo ontológico de la nociónº
uso, implícita o explícitamente, bajo ese nombre o bajo otro, de
de la estructura, incluso vagamente, como la totalidad o la uni
A partir de lo anterior, si toda estructura, incluso "entita
dad articuladas en un todoº Quien compra un automóvil al que
tiva" , remite siempre a una unidad originariamente sintética, si la
se le alaba, quizás por un abuso conceptual, su "estructura" -bien
estructura no tiene sentido óntico, ¿por qué querer diferenciar su
se trate del chasís o del tipo de material del vehículo- no entien
sentido? ¿Por qué hacer funcionar una diferencia fáctica, más fác
de j amás con la palabra "estructura" un simple agregado de áto
tica que el hecho de ser-ahí, puesto que incluso para el Dasein
mosº En seguida piensa en la idea aproximada de una orgarnza
más preocupado, el más caído, el menos resuelto, nunca nada es
ción, de un ritmo, de una síntesisº
un simple ensamblaje, nada, salvo justamente lo que no es nada?
¿Qué rol j uega entonces, en el pensamiento de Heidegger,
¿Por qué querer intentar des-solidarizar la significación auténtica
este sentido óntico o derivado que, de cierta manera, no existe y
de la estructura de un falso amigo o más bien de un falso enemigo
no sirve para nada?
que nada le opone?
Pues no sirve de nadaº Heidegger muestra que si las cien
Una vez más, ¿de qué sirve en Ser y tiempo esta estructura
Cias antes enumeradas no pueden dar lugar a una comprensión
finta-falsa-facticia que es el ensamblaj e, que está perdida en el
auténtica del Dasein, que si su insuficiencia j ustifica la elabora
texto al modo de un significante flotante? Digamos provisional
ción de una analítica existencial, es porque ellas no perciben las
mente: ella esperaº
bases ontológicas que sin embargo son las suyasº Dicho de otro
En este punto de mi análisis llega el momento de volver
modo, porque ellas, sin saberlo, requieren la significación ontoló-
me hacia Lévi-Straussº En el momento de la redacción de su tra
16
Les conceptsfandamentaux de la métaphysiqueº Monde-finitude-solitude, rrºfr Daniel Panis, París, Gallimard, 1 992, pº 343º (Existe traducción al castellano: Los conceptos fimdamentales de la metaflsicaº Mundo-finitud-soledad, Madrid, Alianza, 2007) º Véa se también CA 29-30, pº 328º
58
bajo sobre el parentesco, Lévi-Strauss tiene relación con dos con cepciones muy precisas de la noción de estructura: una que sentó 1 7 Sery
tiempo, § 1 1 , pº 76º
59
cátedra en su disciplina, la noción de estructura social desarrolla
cesidad y acontecimiento, como búsqueda del punto de impacto
da por los antropólogos anglosajones y especialmente por Radcli
entre la forma y el fenómeno22.
ffe-Brown; la otra, cuyo descubrimiento es para él reciente, pro
Es inútil insistir más en la evidente solidaridad de los ele
viene de la lingüística y la descubre a través de la enseñanza de
mentos que forman la estructura. Me dedicaré más bien a aislar la
Jakobson y de la lectura de Saussure y Trubetzkoy. La originali
manera en la que Lévi-Strauss piensa la articulación que preside a
dad del recorrido de Lévi-Strauss consiste en el lazo que establece
esta solidaridad. Al confrontar la comprensión heideggeriana de
entre las dos concepciones, lo que al mismo tiempo le permite
la Gliederung con aquella de la articulación estructural intentaré
elaborar una aproximación totalmente nueva del concepto.
dar cuenta de la significación óntico facticia de la estructura que
¿Es preciso recordar que en Lévi-Strauss, quizás más clara
duerme, suspendida, en Ser y tiempo. En Heidegger se trata de
mente que en cualquier otro, la estructura no designa nunca un
pensar a la vez la diferencia e-diferencia entre los existenciales- y la
simple ensamblaje d e elementos? En primer lugar porque como
definición inductiva, fundada en la comparación y la abstracción
unidad, es decir el fenómeno originario que permite desplegarse a los diferentes momemos. La G!iederung es así inseparable de la Struktur, ella aparece en cierto sentido como su sinónimo. Enten demos, en la Gliederung, a la vez el todo y la diferencia de los
de los elementos comunes. ( . . . ) O bien el término de estructura
miembros. Por este hecho, y sea lo que diga Heidegger, la articu
social no tiene sentido, o bien este sentido mismo posee ya una
lación tiene que entenderse aquí en un sentido cuasi fisiológico .
estructura"18. El término estructura es él mismo una unidad
0
La determinación propiamente estructuralista de la articulación
una totalidad articulada. En segundo lugar, porque la estructura
en cuanto tal -si compromete también una relación necesaria
"no se puede aprehender directamente en la realidad concreta''19.
mente complementaria entre unidad y diferencia- nada debe, lo
Al no ser intramundana, la estructura no puede ser asimilada en
sabemos, a la metáfora de los miembros o del conjunto de miem
tonces a un plan de montaje. En tercer lugar, porque las relacio
bros. La articulación es un concepto ofrecido por la lingüística al
nes entre los diferentes términos de una estructura no son "fron
estructuralismo. Si se trata aquí también de designar un tipo de
teras rígidas" sino "umbrales" que prohíben toda parcelación
0
relación entre los términos que haga primar la existencia misma
lo dice la Antropología estructural "desde un punto de vista es tructuralista ( . . . ) , l a noción de estructura no depende de una
dislocación20. En un texto dedicado al p ensamiento de Lévi
de los términos, dicha relación, para ser sistemática, no descansa
Strauss, Jean Pouillon caracteriza la estructura en los siguientes
en ningún fenómeno unitario. Lo elemental en lingüística, lo ele
términos: un "sistema de diferencias que no conduce ni a su sim
mental de la estructura social o de las estructuras de parentesco es
ple yuxtaposición ni a su borradura artificial"21 . Finalmente, por
la distancia. La lengua es un sistema, es decir, una totalidad arti
que ella se mantiene como un punto de equilibrio, tal como afir
culada, pero esta articulación no es otra cosa que la determina
ma Lévi-Strauss al comienzo de El pensamiento salvaje, entre ne-
ción regulada de espaciamientos entre unidades distintivas o s1g nificantes23.
:: Lévi-Strauss, Antropología estructural, Paidós, Barcelona, 1 987, p . 300.
!bid, p. 324. 20 !bid, p. 3 17. 21 El texto de Jean Pouillon 'TOeuvre de Claude Lévi-Strauss'', aparecido en Les Temps modernes, julio 1 956, está citado en Antropología estructural, ed. cit. p. 349.
60
22Lévi-Strauss, Elpensamiento salvaje, México, Fondo de Cultura Económica, 1964. 23 Como lo declara Saussure: "En latín articulus significa 'miembro, parte, subdivi sión en una serie de cosas'; en el lenguaje, la articulación puede designar o bien la subdivisión de la cadena hablada en sílabas, o bien la subdivisión de la cadena de
61
Lévi-Strauss hace de la distancia un concepto fundamental
no es más que una distancia. Hay distancia, es todo, "esta distan
del método estructuralista. Citemos dos casos en los que aparece
cia, como dice Foucault en Las palabras y las cosas, ínfima pero ' ' en este invencible, que reside en e1 y'"27 . po d emos citar tamb'ien,
este término en la Antropología estructural: en primer lugar, "llama
'
mos cultura a todo conjunto etnográfico que desde el punto de
punto, la Lógica del sentido de Deleuze. "El sentido resulta efecti
vista de la prospección presenta, con relación a otros conjuntos,
vamente producido por [la] circulación [circulación entre las dis
distancias significativas (. . . ) El objeto último de las investigaciones
tancias, hecha posible por la distancias mismas] (. . . ) . En una
estructurales (es el conjunto de) las constantes ligadas a estas distan
palabra, el sentido es siempre un efecto. No solamente un efecto
cias . . "24. En segundo lugar, "como en lingüística, el objeto propio
en el sentido causal; sino un efecto en el sentido de "efecto ópti
.
de la etnología lo constituyen estas distancias diferenciales"25.
co", "efecto sonoro" o, mejor aún, efecto de superficie, efecto de
Todo el asunto consiste entonces en saber si diferencia y dis tancia tienen la misma significación, si Heidegger habría podido ha blar tanto de distancia ontológica como de diferencia ontológica. Se trata de medir la diferencia o la distancia entre la diferencia y la distancia. M e parece que Heidegger nunca habría podido em
posición, efecto de lenguaje"28• Lo que Heidegger, precisamente,
plear el término "distancia'' para designar la diferencia entre los
cial no tiene morada ontológica, es ontológicamente híbrida o
existenciales. Ciertamente, en Das Wesen der Sprache (1 957- 1 95 8) ,
monstruosa. Fuera de la vecindad, también está fuera de la diferen
al momento de caracterizar el "rasgo aperiente" que signa l a "ve
cia aun cuando opera como diferencia pura, es decir, para retomar
cindad" entre poesía y filosofía, emplea el término "distancia'' (Au
un término de Saussure, como diferencia "inmotivada''.
jamás diría del sentido del ser. . . Así, sustituyendo la distancia a la diferencia, el estructura lismo tiende a invalidar, de alguna manera, la diferencia ontológica considerada como su basamento inadvertido. La distancia diferen
seinander). Poesía y filosofía, declara H eidegger, "se distancian una
Ahora es posible volver a nuestro ensamblaje en espera, al
de otra con toda amplitud"26• Pero esta distancia no es de la mis
falso amigo o falso enemigo de la estructura concebida como pie
ma naturaleza de aquella o aquellas que forman y regulan los in
za montada. Todo sucede como si, por esta finta o este falso senti
tervalos entre los elementos de la lengua o las relaciones entre
do, H eidegger conjugara por adelantado aquello en lo que la dife
parientes al interior del círculo social. Tales elementos, tanto para
rencia se iba a convertir: una pura distancia, una distancia pura y
el lingüista como para el etnólogo, no son propiamente hablan
simple. Ciertamente, he insistido sobre este punto: el sistema de
do, "vecinos"; el juego ontológico de su proximidad y de su aleja
las distancias diferenciales no es, para el estructuralismo, un mar
miento no está en cuestión. Simplemente porque una distancia
co formal donde vienen a acumularse o a amontonarse elementos.
significaciones en unidades significativas; esté sentido es el que los alemanes dan a su gegliederte Sprache" {Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, 1 97 1 , p . 52) . 24Antropología estructural, p. 3 1 6. Hemos optado por modificar el término escogido por el traductor al español para la palabra francesa écart, prefiriendo el término "distancia'' a "variación", para favorecer la comprensión del texto que aquí presen tamos. {N de los T) 25 lbíd, p. 343. 26 Martin Heidegger, Le déploiement de laparole enAcheminement vers laparo le, tr.fr. Fran<;:ois F édier, París, Gallimard, 1 976, p. 1 80 . Existe versión al castellano: De camino al habla, tr. Yves Zimmermann, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1 990.
62
Sin embargo, parece que Heidegger se defiende por adelantado contra cierta interpretación de la diferencia, inadmisible para él, que hace de la diferencia una distancia y confunde así el rasgo donante del ser y del ente. Sin cesar, en los textos posteriores a Ser 27 Michel Foucault, Laspalabras)' las cosas, tr. Elsa Cecilia Frost, Buenos Aires, Siglo XXI, 1 968, p. 333, modificada {N de los T). 28 Gilles Deleuze, Lógica del sentido, tr. Miguel Morey, Barcelona, Paidós, 1 994, pp. 88-89.
63
y tiempo, Heidegger se ensaña contra la lingüística denunciándola
como un factor de instrumentalización del lenguaje . Sin cesar, denunciará la significación mecánica, maquínica, que según él las ciencias humanas confieren al hombre, a su mundo y a su decir. El ensamblaje, la estructura pensada como construcción formal y cáscara vacía, pese a no corresponder a ningún referente real, no por ello deja de tener un rol: de cierta manera, sirve a Heidegger como escudo anticipatorio opuesto al porvenir estructural de la diferencia. Hay que notar, en efecto, que en Francia, autores corno Deleuze, Foucault y Derrida, por no citar más que a ellos, leen a Heidegger e interpretan la diferencia ontológica con la ayuda de los útiles hermenéuticos elaborados por el estructuralismo, espe cialmente con la ayuda del concepto de distancia. La "diferancia" nació precisamente del encuentro entre diferencia y distancia. Espaciamiento y temporalización son más originarios que la dife rencia entre el ser y el ente. ¿Heidegger habrá presentido que de alguna manera le era preciso garantizar la estructura contra el estructuralismo, proteger la estructura contra sí misma, devaluar la distancia reduciéndola al vacío intersticial, a la nada intervalar que separa sin más los átomos de un agregado? Siempre que para él la articulación, Gliederung, no sea un distanciamiento. Conviene, por supuesto, reconducir este pensamiento de la articulación al fenómeno verdaderamente unita rio que precede a su unidad: la temporalidad. Se me podría objetar, en efecto, que la significación óntica de la estructura, sin duda al guna, tiene un sentido en Heidegger, desde que está ha gobernado, según él, la comprensión metafísica del tiempo como tiempo cos mológico, pura sucesión de ahoras nivelados. Además, Heidegger precisa en el curso de 1 925-1 926, Logik, y contra dicha compren sión, que el tiempo no opera (fungiert) rahmenmassig -como un marco-, sino más bien y justamente, strukturméissig, como una es tructura, unidad desplegada y articulada de los éxtasis29• D e to29 GA 2 1 , p. 409.
64
dos modos, sería posible inquietar, a la vez, este concepto de meta física del tiempo como simple ensamblaje o marco, mostrando que éste no corresponde quizás tampoco a nada, que jamás el tiempo ha sido comprendido así, y que, como dice Derrida, quizás no hay tiempo vulgar o lo que es lo mismo, "¿y si no hubiera otro concepto . del tiempo que e1 que Het"degger d enomma 'vu1gar'?"30 . ·
Ahora hay que ver, en cambio, que si la distancia confun de e inquieta la diferencia ontológica, es también y precisamente por el hecho de su propio alcance ontológico. Sea lo que diga Lévi-Strauss, quien en particular en las páginas que abren Tristes
Trópicos desmarca explícitamente su camino de pensamiento y de experiencia de aquel de la filosofía y de la metafísica, la determi nación propiamente estructuralista de la estructura tiene un al cance existe�cial indiscutible. Como he señalado al comienzo de este texto, las cosas pueden perfectamente invertirse. Despojar a la estructura de significación ontológica es un gesto cuyo sentido es ontológico. La comprensión estructuralista de la estructura es apertura de una cierta mirada sobre la finitud que radicaliza el ser-para la-muerte. Ella lo exhibe -no vacilo en usar esta fórmula- como una moneda de cambio. Quizás no es suficiente afirmar que el Dasein es un todo estructurado. Hay que mostrar todavía que la relación que une este todo con los otros, es decir, con los otros Dasein, está ella misma estructurada. Estructurada por el inter cambio, en efecto, o por aquello que Lévi-Strauss llama la· comu. nicación. Las distancias diferenciales hacen posible, en una co munidad, una economía en el seno de la cual cada término no existe, de un modo u otro, sino en función de su intercambiabili dad. Ser finito es ser intercambiable, es decir, poder y deber cir cular. "En toda sociedad, declara Lévi-Strauss, la comunicación opera en tres niveles diferentes por lo menos: comunicación de mujeres; comunicación de bienes y servicios; comunicación de 30 Jacques
Derrida, Aporías, tr. Cristina de Peretti, Barcelona, Paidós, 1 998, P· 33.
65
rnensa3es. En consecuencia, el estudio del sistema de parentesco,
episteme moderna y en su aguda punta estructuralista lo que él
del sistema económico y del sistema lingüístico ofrece ciertas ana
denomina, de manera extremadamente inquietante, una "analí
logías. Los tres dependen del mismo método: difieren solamente
tica de la finitud"32.
por el nivel estratégico en que cada uno se coloca, en el seno de un
A lo largo de todo este artículo , perseguí ese punto donde, de la estruc una vez destruida la barrera de la significación facticia o pue tura corno ensamblaje, analítica existencial y estructuralism
universo común. Se podría inclusive agregar que las reglas de pa rentesco y de matrimonio definen un cuarto tipo de comunica ción: la de los genes y de los fenotipos. La cultura no consiste solamente, entonces, en formas de comunicación que le son pro pias (corno el lenguaje) , sino también -y tal vez sobre todo- en "reglas" aplicables a toda clase de "juegos de comunicación", ya se desarrollen éstos en el plano de la naturaleza o de la cultura"31 • Uno siempre se podrá mostrar escandalizado por tales afir maciones, clasificarlas sin más entre las banalidades y los delirios ónticos producidos por las ciencias humanas. Sólo queda que el estructuralismo exhiba de alguna manera, aunque sea pese a él, algo así como una duplicación, un reverso de la diferencia ontoló gica. D uplicación y reverso que no son ni ónticos ni ontológicos, siendo los dos a la vez. Esta duplicación, este reverso, son aquellos de la distancia, distancia pensada a fin de cuentas -ahí reside la originalidad del pensamiento de Lévi-Strauss en relación con la lingüística- como norma de abertura, nebulosa de hábitos y de intercambios (los bienes, las palabras, las mujeres) cuya persis tencia está asegurada por dispositivos energéticos estables. Se puede, con pleno derecho, considerar que el estructu ralismo, en este sentido, empuja al límite a la analítica del Dasein al levantar la censura que distancia o que diferencia la distancia de la diferencia y arroja al Dasein, quizás más violentamente que la
Geworfenheit, en la economía de mercado existencial, cuyo movi miento perpetuo ni siquiera es abolido por la irremplazabilidad ante la muerte. Foucault no se equivocó respecto a esto, en el capítulo de conclusión de su obra Las palabras y las cosas, al ver en la
ntación, y den ser realmente confrontados, provocando, esta confro eración precisamente su deconstrucción. Por una parte, la consid puede seguir estructuralista de la articulación y de la distancia no ología, a estando circunscrita, como lo dice Derrida en De la gramat " " I e1 1 al" , "segun los límites de una "ciencia óntica u onto og1a reg10n na poten modelo de las preguntas heideggerianas, tal corno funcio tura es temente desde el comienzo de Sein und Zeit'53 . La "estruc n y porque tructuralista" se ve, por el hecho de esta confrontació . En cam ella híbrida la diferencia, ontológicamente desenclavada icación y su bio, conducida hacia (y no reconducida a) su signif finitud", la alcance ontológico, es decir hacia una "analítica de la incluso "estructura estruturalista" pierde la ambición positivista, ,
científica, que Lévi-Strauss pretendió conferirle. la ¿ Qué estructuras elementales del parentesco hay entre cia Y la analítica existencial y el estruct uralism o, entre la diferen
estructura, distancia? Es demasiado tarde para preguntárselo . La es siempre Y consagrada a la hibridación, es finita. La estructura que un fin necesariamente finita. Pero sabemos desde Heidegger
lidad, lo es una imposi ble posibi lidad. Y una impos ible posibi prohibi sabem os desde Lévi-S trauss, es otro nomb re para una respon ción. ¿Con qué fin finaliza la estructura? ¿Es preciso, para
de la fini der a dicha pregunta, desplegar dos analíticas distintas ición del tud? ¿Mantener que la diferencia ontológica y la prohib ensam incesto acaban cada una por su lado? ¿Resulta vano querer
rio, se blarlas como en una construcción formal? ¿O por el contra Laspalabras y las cosas, ed. cit., p. 302 y ss. . Siglo XXI, Derrida, De la gramatología, tr. Osear del Barco, Buenos Aires, . . 29 p. , 1 7 19
32 Foucau!t,
3 1 Antropología estructural pp. 3 1 7-3 1 8 .
66
•
33 Jacques
.
67
dan la una a la otra fundamentalmente al intercambiar sus ense ñanzas? En su totalidad estructurada y según todas las sutilezas
"Un ojo al borde del discurso"*
de su articulación, la cuestión no termina.
"Si examinamos la etimología, nos damos cuenta de que, para designar la visión orientada, la lengua francesa recurre a la palabra
regard, cuya raíz no designa primitivamente el acto de ver, sino más bien la espera, el cuidado, la guardia, la consideración, la salvaguardia, por influjo de esta insistencia que expresa el prefijo
de reiteración o de inversión. Regarder (mirar) es un movimiento
que pretende volver a tomar bajo guardia o custodia''. Jean Starobinski1
Me propongo hablar de un extraño estado de la visión:
la visión del pensamiento. ¿ Qué es ver un pensamiento? ¿Ver ve nir un pensamiento? ¿Asistir a su emergencia, al momento en el cual no es sino una promesa, un plan, un esbozo que ya tiene la fuerza suficiente para vivir? ¿ Qué es ver antes de escribir, cuan do el pensamiento totalmente nuevo se deja captar sensible mente y sensualmente como un cuerpo? ¿ Cómo aproximarse a este extraño estado de la visión, semi-carnal, semi-inteligible, que preside los tormentos de la obra e instala la presencia sus pendida del texto en el espacio? Aquí mi interés estará centrado en el esquema del discur so, esquema que hay que entender según el significado célebre
* " ' U n oeil au bord du discours"', p ublicado originalmente en Études phénoménologiques, 3 1-32, t. XVI, Louvain La Neuve, 2000, pp. 209-222. 1 Jean Starobinski, El ojo vivo, tr. Julián Mateo Mallorca, Valladolid, cuatro. edicio nes, 2002, p. 1 0 .
68
69
que Kant le asignó: un "procedimiento universal de la imagina
desde entonces, encerrada en los límites del discurso y de la escri
ción para suministrar a un concepto su propia imagen"2º
tura, sin un verdadero afuera? ¿Cómo se figura el pensamiento
Quisiera explorar, en efecto, el o los procesos por los cua les un pensamiento, una idea, un motivo intelectual, se dejan
cuando lo figurable y lo pensable, para ser distintos entre sí, no por ello dejan de ser coalescentes?3º
figurar antes de ser definitivamente puestos en formaº Pero qui
Es necesario suponer que existe -tomo prestada esta bella
siera explorarlos, y eso es lo que constituye el segundo objeto del
fórmula del libro de Jean-Frani;:ois Lyotard, Discurso, Figura- "un
presente estudio, a partir de una fractura operada a lo largo de
ojo al borde del discurso" º Este ojo no es el mío ni el vuestro, no
todo el siglo XX filosófico por pensadores que precisamente han
es el ojo de un sujeto, en este caso, el de un sujeto que se vería
puesto en cuestión una determinada concepción de la relación
pensar. Se trata del oj o del discurso mismo, de este dispositivo
entre la idea y lo sensible, entre la idealización y la escritura, o
óptico que el lenguaje, en su estructura, hace llegar hasta su bor
entre el concepto y el textoº
de con el fin de que el hablar haga nacer la visibilidad de aquello
Filósofos franceses como Lyotard, Deleuze, Derrida, Lévi nas, escritores como Blanchot, por no citar más que a ellos, han
de que se hablaº El ojo que bordea el discurso ciertamente ve otra cosa que discurso, pero esta "otra cosa'' no es posible sino a partir
puesto en el centro de su trabajo la cuestión del espacio y del tiempo del pensamiento, y por ende, de la sensibilidad de la idea,
de una función del discursoº Otra manera de decir que el lengua je abre y funda aquello de lo cual, demasiado a menudo, se cree
redefiniendo completamente la noción de visibilidad intelectuaL Según la tradición filosófica, ver el pensamiento designa el acto
que él deriva: la referencialidadº Una mirada está originariamente inscrita en la palabra que destina uno al otro el decir y el verº Así
mismo de la contemplación en el sentido platónico de la theoria: la idea, por definición, es lo que se deja ver como una imagen, eidos, y el alma es el ojo que la aprehende, es decir, que la recibe sin nunca inventarla, crearla ni formarlaº En efecto la concepción
tradicional del pensamiento define la visibilidad de éste a partir de su trascendencia: la Idea es visible porque ella viene de otra parte y se impone al espíritu como un fenómeno que le es preciso acoger, interiorizar, hacer suyoº ¿Qué será de la posibilidad de ver el pensamiento cuando esta concepción de la trascendencia, que implica que el objeto
ideal le sea dado al intelecto desde fuera como su referente abso luto, se ve radicalmente puesta en cuestión? ¿Qué ocurre cuando
la visibilidad del pensamiento ya no está ontológicamente garan tizada por la trascendencia del objeto y cuando la visión se ve, 2 Immanuel Kant, Crítica de la razónpura, te Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 1 998, po 1 84º
70
como lo afirma Lyotard: "El lenguaj e no es un medio homogé neo, sino que escinde porque exterioriza lo sensible en un cara a cara''4º La distancia que separa y acerca a la vez al lenguaje de aque llo de lo que habla no es, pues, una distancia anterior al lenguaje, no es la distancia pre-lingüística que regularía, fuera del lenguaje y sin él, la relación de la palabra con la cosaº Esta distancia se da con o
el lenguaje, desde el origenº "El mundo es una función del lenguaje
e o º), todá habla constituye lo que designa en mundo, en objeto espeso que hay que sintetizar, en símbolo por descifrar''5º Desde luego, no es que el lenguaje tenga el poder de ha3 Cf Coalescencia: del latín coalescere, "crecer con"º Soldadura de dos superficies de tejidos en contacto (por ejemplo las paredes de una llaga) º Estado de partículas líquidas en suspensión reunidas en gotitas más grandesº Contracción de dos o más elementos fónicos en uno soloº 4 Jean-Frarn;ois Lyotard, Discurso, Figura, te Josep Elías y Carlota Hesse, Barcelona, Gustavo Gili, 1 979, pº 32° 5 Ibíd, pº 96º
71
cer existir las cosas. Su carácter demiúrgico no es de ese orden.
curso, en el sentido de la trascendencia evocada anteriormente,
Comienza más bien por hacerlas desaparecer, ya que hablar revela
no deja de ser cierto que ella pese a todo constituye, en el discur
la posibilidad de nombrar las cosas en su ausencia y al mismo
so, lo otro del discurso, "una exterioridad que [el discurso] no
tiempo nombrar la ausencia misma. Hablar es perder. Pero poder
puede interiorizar como significación"8. Esta exterioridad que cons
perder es también, en este caso, poder ver; poder ver lo que se
tituye el espesor mismo de lo figura! es la extensión sensible, opa
pierde, poder decir que se lo ve. La "función-mundo" del discurso
ca, donde el pensamiento, en efecto, se forma. Lo figura! nunca se
que asegura la constancia y la posible evanescencia del mundo
da como un simple significante, como el reflejo sensible de la
mismo es precisamente aquello que Lyotard entiende por esta
idealidad. Él es, en su dependencia misma, autónomo en relación
"distancia donde se instala el ojo en el borde del discurso"6•
con el discurso en la medida en que sólo es otro modo de ser de
Antes de convertirse en problema - ¿qué es ver un pensa miento? ¿Cómo se anuncia sensiblemente?- todavía es necesario dar otros elementos de análisis. Conviene notar en principio que si el ojo que se instala al borde del discurso viene del discurso, ver un pensamiento designaría necesariamente una de las maneras en las que el lenguaje se ve y se esquematiza a sí mismo. La cuestión se convierte entonces en saber cómo -y se comprende todo el sentido del título escogido por Lyotard, Discurso, Figura- el len guaje puede hacerse a la vez discurso y figura, cómo puede desdo blarse en espacio lingüístico y en espacio figura!. Porque, insiste Lyotard, se trata de un desdoblamiento. Desde las primeras líneas de su libro, muestra que reconocer la presencia de un ojo en el discurso no significa en absoluto que "lo dado [sea] un texto", es decir, que el mundo sea un libro, reduc tible a unidades lingüísticas que no habría más que descifrar. No. Afirmar que el lenguaje hace visible eso mismo a lo que se refiere implica -ahí reside la función de este ojo extraño- que una hete rogeneidad esté dada de manera irreductible, que se puede lla mar, si se quiere, una diferencia de naturaleza entre el discurso y la figura, entre el decir y la forma. Hay una necesaria manifesta
la idea. Hay entonces una violencia originaria operando en el len guaje, que provoca la escisión irremisible, en el lenguaje mismo, entre discurso y figura, entre el sentido y lo sensible, entre idea y carne. Por consiguiente, cuando se pregunta lo que puede significar "ver un pensamiento'', nos vemos conducidos a interrogar esta dis torsión entre lo decible y lo visible abierta como un desgarrón en la orilla del lenguaje y a sondear el poder de este ojo, que es lengua y mirada a la vez, sin ser una más que la otra. Ver un pensamiento surgir, estar al borde de la creación, mirar la figura de una nueva idea necesariamente viene a redoblar el espectáculo originario del lenguaje, a abrir dos veces el ojo intentando j ustamente localizar el ojo del discurso, intentado darle forma, la forma de un estilo, de una escritura, de un volumen. Es así que el arte en general, dice Lyotard, pasa "del interior del discurso a la figura"9• "La figura artís tica, añade Lyotard, es una deformación que impone otra forma a la disposición de las unidades lingüísticas ." Lyotard muestra que esta otra forma se declina al infinito en la pintura, la ficción, la poesía; pura energía "que pliega, que arruga el texto y lo convierte en una
10• obra, una diferencia ( . . . )"
ción espacial del lenguaje, pero éste, dice Lyotard, "no puede ( . . . )
Si nos mantenemos en el juego de la idea en la escritura,
incorporarla sin estremecerse"7• Si la figura no está fuera del dis-
preguntaremos ahora cómo el pensamiento puede figurar su pro8
6
lbíd, pp. 137-138. 7 lbíd., p. 32.
72
lbíd.
9 !bid. !O
lbíd., p. 33.
73
pía mirada al considerarse a sí mismo. Deleuze, en Diferencia y
fascinado, puede decirse que no percibe ningún objeto real, nm
repetición, presenta esta figuración como una puesta en escena, es decir, como una dramatización: el esquema, dice en términos sus
guna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la
tanciales, es una "dramatización de la Idea" cuya meta es "especi ficarla" y "encarnarla" 1 1 .
realidad sino al medio indeterminado de la fascinación" 12• Ver un pensamiento, de alguna manera quiere decir ver, figurar la ausencia, puesto que un pensamiento, dice Blanchot,
hay una distorsión irreductible en el lenguaje, entre discurso y
"nos remite ( . . . ) a la ausencia como afirmación de sí misma''13• La idea, el proceso mismo del pensamiento no consiste entonces,
figura, hay una distorsión irreductible entre el pensamiento y su
quizás, en otra cosa sino en esta materialización fascinante de la
forma. Es decir que entre los dos no hay ni especulación ni re
ausencia que da la impresión de que, cuando se piensa, alguien
flexión. Hay, por el contrario, ruptura de estaño, ruptura de re
está allí, que el ojo, al borde del discurso, ve la figura de alguien:
flexividad, hasta tal p unto que el pensamiento, cuando se deja
" Cuando estoy solo, no estoy solo, pero en este presente ya vuelvo
ver, s e revela siempre irreconocible, incognoscible, tomando la
a mí bajo la forma de Alguien. Alguien está allí, donde estoy solo.
forma de un extranjero cuya figura, aunque visible, no es un refle
Estoy solo porque pertenezco a ese tiempo muerto que no es mi
jo inmediatamente identificable. De ahí la angustia que suscita
tiempo, ni el tuyo, ni el tiempo común, sino el tiempo de Al
siempre y necesariamente la escritura.
guien. Alguien es lo que todavía está presente cuando no hay
Ver un pensamiento es especificarlo en l o figural. Así como
Ver un pensamiento es, a pesar de todo, hacer la prueba
nadie"14. La idealización se impone como presencia, de la soledad
de un juego de espej os. Pero se trata de un espejo donde se des plaza rápidamente la relación entre el observador y lo observado.
en la soledad. Lo que vería el ojo al borde del discurso sería la
Blanchot, en El espacio literario, caracteriza este desplazamiento
estar cautivada por sí misma, y exclusivamente por sí misma. Al
esencia misma de la soledad, a saber, la soledad fascinada por
como una entrada en el reino de lafascinación. Es cierto que cuando
mismo tiempo, esta presencia, este alguien, son figuras paradóji
el pensamiento se dej a ver, es el ojo del discurso quien, entre
cas del anonimato o de la impersonalidad. Ver el pensamiento
palabra y figura, se entrevé a sí mismo, pues se refleja. Pero preci samente, dice Blanchot, "cuando nuestra propia mirada'' se capta
como alguien, es ver la ausencia en persona, es decir, no ver a
"en espejo", entonces "la visión no termina'', "lo que se ve se apo dera de la vista y la hace interminable, ( . . . ) la mirada se inmovi
liza en luz, [y] la luz es el resplandor absoluto de un ojo que no se ve, y que, sin embargo, no deja de ver'', precisamente porque se trata de "nuestra propia mirada en espejo". Este medio entre nues tro oj o y aquello que ve, es decir, todavía, entre nuestro ojo y nuestro ojo, es precisamente aquel de la fascinación. "Alguien está
Gilles l:'.eleuze, Diferencia J'. repetición, tr. María Silvia Delpy y Hugo Beccacece, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2002, p. 328. Se trata, precisa el autor, de una "pura p uesta en escena sin autor, sin actores y sin sujeto". 11
74
nadie, tocar los límites de lo figurable. A partir de esto, esta disimetría especulativa, donde el ojo no es remitido a algo, salvo a su propio espejismo, es decir, a la imposibilidad misma de la figura -a la caricatura, diría Lévinas-, esa disimetría, pues, provoca una inversión entre quien ve y lo visto . En el fondo, ¿quién nos garantiza que no es la idea quien nos mira en el momento mismo que la creemos ver? ¿Podríamos escribir sin sentirnos observados? Podríamos llamar "superyó" a 12 Maurice Blanchot, El espacio literario, tr. Anna Poca, Barcelona, Paidós, 1 994, p . 26. 13 Jbíd., p. 24. 14 Jbíd., p. 25. 75
esta función inquisidora del pensamiento. ¿Cómo podríamos te
Habría mucho que decir de este momento anterior al su
ner ideas sin satisfacer las exigencias del ideal del yo? Podríamos
jeto, de estos limbos de la identidad a los cuales la idea nos ata
entonces asignarle una función psíquica a este poder escrutador
fijándonos. ¿Cómo no pensar en la infancia? Ver un pensamiento,
de la idea, gracias al cual el ojo del discurso se vuelca, de alguna
¿no es siempre sentirse infantilizado por él, es decir, sentirse des
manera, contra su sujeto. Pero no es seguro que esta escena de
enmascarado como aquello que jamás se ha dejado de ser, un niño?
espionaj e se deje traducir tan fácilmente, esto por la razón esen
Y la idea, ¿no tiene siempre los ojos de nuestra madre? Blanchot:
cial de que ella desconstituye al sujeto en lugar de construirlo,
"Tal vez el poder de la figura materna obtenga su resplandor del
introduciendo en el bucle narcisista lo cortante de una navaja que
poder mismo de la fascinación, y podría decirse que si la Madre
amenaza con reventarle los ojos.
ejerce esa atracción fascinante es porque aparece cuando el niño
La idea fija y por consiguiente desconstituye al sujeto. ¿Qué
vive por completo bajo la mirada de la fascinación, porque con
quiere decir esto? ¿Podríamos creer que la pregunta con la que se
centra en ella todos los poderes del encantamiento. La madre es
partió, "¿qué es ver un pensamiento?", implica analizar el proceso
fascinante porque el niño está fascinado, y también porque rodas
de un devenir, describir el movimiento de maduración de un pen
las impresiones de la primera edad tienen algo fijo que depende
samiento, indisociable de su figurabilidad? En realidad, todo ocu
de la fascinación"16.
rre como si el pensamiento, incluso en estado incipiente, fuese siem
El autor recuerda inmediatamente el lazo que une la fasci
pre más maduro que nosotros -es por eso que nos fija- y que tuvie
nación de la infancia y la fascinación de la escritura: no por ser
ra además el poder de deformarnos, de desfigurarnos a medida que
maternal, el rostro de la idea deja de ser impersonal: ''Alguien está
creemos modelarlo. Escrutados por la idea, nos defenderíamos ante
fascinado, y hablando con exactitud, no ve eso que ve, pero eso lo
ella, encontrando por la actividad misma de pensar o de crear, una
toca en una proximidad inmediata, se apodera de él y lo acapara,
suerte de estado liminar, embrionario, pre-subjetivo. En Diferencia
aunque lo deje absolutamente a distancia. La fascinación está fun
y repetición, Deleuze afirma: "Y es verdad que toda Idea hace de
damentalmente ligada a la presencia neutra, impersonal, el Uno
nosotros larvas que han parido la identidad del Yo como la seme
indeterminado, el inmenso Alguien sin figura''17.
janza del yo. Lo que expresamos mal cuando se habla de regresión,
La figura de la madre en la idea es siempre la fotografía de
de fijación o de detención del desarrollo. Pues no estamos fijados a
una ausencia. Como mi madre, la idea me mira a partir de la posi
un estado o a un momento, sino siempre fijados a una Idea como
bilidad de su desaparición misma. Sin duda, siempre tenemos tan
por el resplandor de una mirada, siempre fijados al movimiento en
to miedo a perder una idea como a perder a nuestra madre.
vías de hacerse" 15. La mirada fija de la idea no sería entonces sólo
Quizás también porque, como una madre, la idea siem
una mirada sino que enteramente un proceso de fijación, una vista
pre corre el riesgo de ser decepcionada. Y una vez que nos senti
captada en el devenir de aquel que piensa, vista que lo paralizaría
mos tan cruelmente fijados por ella, al punto de regresar, de re
momentáneamente en una identidad sin remitirle al mismo tiem
caer en la infancia, ¿no es acaso porque tenemos miedo de decep
po la imagen de sí mismo, es decir, sin darle la posibilidad de decir
cionar a nuestra idea, como tuvimos miedo de decepcionar a nues-
yo o Yo y menos todavía la posibilidad de decir superyó. 1 5 Diferencia y repetición, ed. cit., pp. 329-330. 76
1 6 M. Blanchot, El espacio literario, ed. cit, p. 27. 1 7 Jbíd. (Modificamos la palabra "figura'' que en la traducción aparece como "ros tro". N. de los T.).
77
tra madre? Un pasaje de En busca del tiempo perdido me viene a la
do él ya lo sabe todo?". Pregunta que manifiesta que si Dios me
memoria. El héroe está en Venecia con su madre. Ella lo espera en
mira, yo no lo veo mirarme, y es por eso que me confieso ante él,
el hotel y lo ve venir desde el balcón cuando él vuelve de pasear.
aquello por lo cual, en efecto, soy y sigo siendo un niño. Todo
Su rostro ansioso aparece detrás de las balaustradas de mármol
proceso de imaginación de la escritura tomaría así la forma de esta
"de diversos colores", como enmarcado por una ventana, o más
figuración enceguecida, de una figuración ciega que no ve aquello
precisamente por una ojiva. Y el héroe, viendo así a su madre
que la fija al sentirse desnudada por una mirada. Toda confesión
verlo, se siente reconducido a la infancia, es decir, también a la
supone que el Otro, que alguien sepa ya lo que voy a decir y que
imposibilidad de escribir. En los ojos de su madre hay ternura y
él me empuje, de alguna manera por la espalda, a decirlo sin que
decepción a la vez. "En cuanto yo la llamaba desde la góndola me
yo pueda darme vuelta. La idea me miraría por detrás, de espal
enviaba, desde el fondo de su corazón, su amor, que no se detenía
das. Toda conciencia, lo sabemos desde Hegel, está justamente
sino allí donde ya no encontraba materia para sostenerlo, en la
constituida y desconstituida a la vez por esta vista a tergo. Com
superficie de su mirada apasionada que acercaba a mí lo más po
prendemos entonces por qué Blanchot habla del escritor como de
sible ( . . . )"18. Decepción: "Lo mismo diré de [la ventana] de nues
Orfeo, es decir, como de aquel que no debe darse vuelta. En la
tro hotel, delante de cuyas balaustradas me esperaba mi madre
noche de los infiernos, la imposibilidad de darse vuelta, hace la
mirando el canal con una paciencia que quizá no hubiera tenido
"distancia sensible" . Al mismo tiempo, Orfeo es aquel que no
en Combray, donde, poniendo en mí esperanzas que después no
puede no darse vuelta. Esencialmente falible, él cede precisamen
se realizaron, no quería hacerme ver cuánto me quería. Ahora se
te a la tentación de querer ver lo que le fascina, de querer figurar el
daba cuenta de que su frialdad aparente no hubiera conseguido
oj o que lo ve, de querer enfrentarlo y muere por esa debilidad
nada, y el cariño que me prodigaba era como esos alimentos pro
especular.
hibidos que ya no se les niegan a los enfermos cuando es seguro que ya no pueden curarse" 19.
Podemos afirmar que la tentativa de ver el pensamiento desemboca en la figuración de un secreto. No podríamos escribir
La idea nos fija duramente, con la crueldad de un amor
sino a partir de un momento en el cual aquello que se posee como
decepcionado, crueldad sin la cual, sin embargo, sería imposible
más propio -sus propias ideas, sus propios proyectos, etc. -de
escribir. Pues es imposible pensar sin sentirse desprovisto, es de
hecho se vuelve secreto, secreto para sí mismo. Secreto significa
cir, sin ser puesto al desnudo por una mirada. Y este arrebato,
etimológicamente, hay que recordarlo, "separado", "retirado", "es
esta captura del yo que lo despoja, depende también del hecho de
condido de la vista'' . El secreto del ojo al borde del discurso, ese
que el sujeto niño no ve verdaderamente aquello que lo mira, al
secreto que guarda celosamente dándole su forma, sería entonces
sentirse mirado por aquello mismo que intenta ver y figurar. En
lo que está, a la vez, más cerca y más lejos de aquel que intenta ver
tonces, el principio de toda escritura, tanto de su idealidad como
el pensamiento o verse pensar. Derrida dedicó análisis esenciales a
de su figurabilidad, sería la confesión, cuya forma y paradoja Agustín
esta problemática del secreto. Según él, el escritor o el pensador
pensó tan poderosamente: "¿Por qué confesarme ante Dios cuan-
serían acarreados, puestos en movimiento, en curso, por el secreto
1 8 Marce!
Proust, En busca del tiempo perdido, V. 6 "La fugitiva", tr. Pedro Salinas y Consuelo Berges, Madrid, Alianza, 1 998. 1 ' Ibíd.
78
de su propio trabajo, desconocido e incognoscible para ellos. Escribir siempre correspondería entonces a divulgar y guardar a la vez este secreto. A divulgarlo, puesto que no se puede 79
escribir sino bajo su dictado. A guardarlo, puesto que esta divul
otro, del Otro. Derrida pregunta " ¿ Cómo puede otro ver en mí,
gación no lo agota, no es susceptible de agotar el misterio de este
en lo más secreto de mí, sin que yo mismo vea ahí y sin que yo
ojo que mira y que uno no ve. Mientras más se divulga el secreto,
p ueda verlo en mí? Y si el secreto de mí en cuanto que no se
vuelto manifiesto, más se guarda, al modo en el que un criminal o
entrega más que al otro, a cualquier/radicalmente otro, a Dios, si
un sospechoso se sienten a salvo en la multitud, es decir, en la
se quiere, es un secreto sobre el que no reflexionaré jamás, que no
publicidad.
viviré ni conoceré, ni me reapropiaré nunca como mío, ¿ qué sen
Esta paradoja inherente al secreto, paradoja de hecho bien
tido tiene decir que es "mi" secreto?"21• En efecto, si el ojo me
conocida, según la cual nunca se está mejor escondido que por lo
inquiere con su mirada sin que yo p ueda enfrentarlo, mi pensa
visible, suscita inevitablemente una cuestión ética: aquella de la
miento no me pertenece, no es mío. Al mismo tiempo, porque no
responsabilidad. Volvamos a empezar desde el imposible cara a
es mío, porque pertenece al Otro, debo guardarlo como el mío,
cara entre el ojo al borde del discurso, que mira, y aquel que
en cierto modo como un tesoro en tránsito, como si fuera preciso
intenta mirarlo con el fin de ver el pensamiento. Entre ellos, pues,
que yo lo devuelva antes de partir, que yo lo entregue al Otro, es
no hay especulación, no hay reflexión. No veo nada. Sin embar
decir, que yo lo haga público. Ahí está mi responsabilidad.
go, es de esta no-visión, de esta imprevisión, podríamos decir, que
Para terminar, y nuevamente, ¿qué es ver un pensamien
nace la responsabilidad, es decir, la posibilidad de responder en
to? ¿Cómo llamar a este embrión de forma, que existe sin existir,
sentido propio. Guardar y divulgar un secreto, es siempre res
que comienza a vivir y que lo escruta todo disimulándose? Como
ponder: responderle divulgándolo, responderle precisamente guar
sabemos, Lévinas llamó rostro a esta extraña presencia de la ausen
dándolo como secreto. Intentar ver el pensamiento conduciría
cia o del Otro. El significado que le da a este concepto permite
siempre a ver -en su invisibilidad misma- la estructura de la res
reunir los dos ejes que he desprendido a propósito de la visión del
ponsabilidad. Analizando la estructura de la compasión, Derrida
pensamiento. Por una parte, es el ser hablante, en tanto que pien
declara: " [Un ojo] me mira y yo no lo veo, y con esta mirada que
sa, quien ve lo que piensa a partir de un ojo al borde del discurso.
me contempla se inicia mi responsabilidad. Entonces se instaura,
Para Lévinas, como para Lyotard, el discurso hace ver y luego de
en efecto, o se descubre el "ello me mira/concierne", lo que me
ese mismo modo se deja ver: "Mejor que la comprensión, el dis
hace decir "es mi problema, mi quehacer" - que serán, sin embar
curso pone en relación con aquello que sigue siendo esencialmente trascendente", leemos en Totalidad e infinito22• El discurso saca al
go, las mías [mis decisiones} y que deberé asumir solo"2º. "Eso me mira" , pues. Esta mirada que me mira sin que yo
pensamiento fuera de sí permitiéndole de esa manera verse a sí
sepa lo que ella ve, en el momento mismo en el que yo intento
mismo. Al mismo tiempo, tirándolo fuera, el discurso se separa
verla, esta mirada es la mirada de la idea, en el doble sentido del
del pensamiento de modo absoluto, cava entre él y lo que figura
genitivo. Idea mirada e idea que mira. Esta mirada de la idea me . hace responsable de ella en el momento mismo en el que me
la distancia de una diferencia irreductible: "La diferencia absolu ta, inconcebible en términos de lógica formal, sólo se instaura por
irresponsabiliza, pues este ojo no es el mío sino siempre aquel de 20Jacques Derrida, Dar la muerte, tr. Cristina de Peretti y Paco Vidarte, Barcelona, Paidós, 2006, pp. 1 03-104.
80
2 1 Ibíd, p. 1 04. 22 Emmanuel Lévinas, Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guilliot Salamanca, Sígue me, 2002, p. 208.
81
el lenguaje. El lenguaje lleva a cabo una relación entre los térmi
nificado de la forma. Para Lyotard, el rostro tal como lo define
nos que rompen la unidad de un género"23. El pensamiento se ve
Lévinas carece de forma, aparece como puro acontecimiento sin
entonces él mismo corno otro; por esta razón alcanza a ponerse a
contorno y finalmente sin materialidad. Lévinas mismo lo dice en
distancia de sí mismo, corno si se objetivara. Pero a medida que se
Totalidad
separa así de sí mismo, se pierde. Su propia epifanía o manifesta ción, es rostro. Su rostro, pero también de ese modo y necesaria mente un rostro que lo inquiere con su mirada, que no es más el suyo, sino aquel del otro, aquel del Otro. El rostro aparece, y sin embargo no se le puede captar. Se manifiesta, y sin embargo, prohíbe el cara a cara y la simetría. Es fenómeno (sic), y sin em
e
infinito, "el rostro ( . . . ) perfora la forma que, sin em
bargo, lo delimita''25. El rostro hace "estallar la forma'', es decir, los contornos mismos de la figura y de la cara, que sin embargo tenemos por sinónimos del rostro. Si es justamente el rostro aquello que ve el ojo del discurso cuando intenta mirar el pensamiento, entonces puede suceder que no vea nada y que todo pensamiento termine por desvanecerse. Como dice Lyotard al comienzo de
bargo desborda toda imagen. Se niega a ser poseído. Escapa a mi
Discurso, Figura, "Querer hacerse partidario del evento, el encar
visión, y sin embargo me mira y me llama a la más alta responsa
gado del evento, es todavía un engaño ético. Pertenece a la dona
bilidad. "Pero el Otro, absolutamente otro -Otro- [llama] a la
ción despojarnos, no podemos encargarnos del despojamiento" .
responsabilidad"24. Esta estructura de visiblidad-invisibilidad,
En otros términos, no querer figurar, no querer tomar al Otro
concluye Lévinas, es la estructura misma de la ética. Para plantear
bajo una forma corresponde también a fallarle.
mi cuestión, partí del desdoblamiento entre discurso y figura.
¿El ojo que ve al pensamiento ve una figura o un rostro?
Llegué a comprender su proximidad y su distancia en el seno del
Partiendo de una única cuestión, desarrollándola por sí misma,
rostro. La respuesta a la pregunta de partida podría ser clara a
fui conducida a plantear esta diferencia aparentemente irreconci
partir de ahora: lo que ve el ojo del discurso, lo que él ve del
liable entre los dos conceptos, si se trata aún de conceptos. El ojo
pensamiento es una cierta figura, es decir, un rostro. Una figura
del pensamiento, ¿ve una forma o no puede ver algo sino a partir
compleja, que examina y mira con insistencia hasta desfigurar,
de la explosión de toda forma?
que es alguien y que no es nadie, que soy yo y que es el otro, que
No he hablado de lo que podría llamar, pretenciosamen
es secreto y que es público, que se retira (a los infiernos, por ejem
te, mi propio pensamiento. Y no hablaré de él. No lo evoco sino
plo) y que sin embargo está en el mundo. Que llama a la respon
a propósito de la conclusión y en dos palabras. Trabaj o sobre un
sabilidad. Figura como rostro de la alteridad. Pero, me pregunta
concepto que es el de plasticidad, que dice a la vez la formación de
ría para concluir, ¿figura y rostro designan lo mismo? He pasado
la figura y la explosión de toda forma. ¿No es a él a quien habría
de uno a otro -discurso-figura, discurso-rostro- como si se llama
que recurrir para intentar pensar en conjunto figura y rostro, para
ran el uno al otro. Sin embargo, Lyotard enseguida desmarca,
intentar ver el pensamiento captándose a sí mismo? La cuestión
desde el comienzo de su libro, el concepto de figura de aquel de
está abierta, no respondo a ella, sin duda es demasiado temprano
rostro. Por su parte, Lévinas se toma el cuidado de distinguir ri
para eso. Apenas comienzo a poder mirarme pensar.
gurosamente entre figura y rostro. Lo que está en j uego es el sig23 Ibíd. 24 Ibíd., p. 2 1 0. 82
25 Ibíd., p. 2 1 1 . 83
La plasticidad en pena*
El trabajo de Georges Didi-Huberman y el mío comparten actualmente una misma preocupación: responder a la llamada de un motivo, un motivo extrañamente insistenle, aquel de la plastici dad. Me propongo caracterizar esta insistencia como un síntoma conceptual Hoy están presentes los signos de que la plasticidad pide acceder al concepto. Dicho de otro modo, pide acceder al estatuto de condición de inteligibilidad. Quisiera señalar o advertir ese mo mento crítico en que un simple predicado -"plástico"-, de simples sustantivos -"la plástica'', "el plástico" o "el explosivo plástico [plas
tic}''-, está de alguna manera en espera de estructura [en soujfrance de structure}, exigiendo de la impronta genérica la "idad" de la "plasti cidad", que sella su comunidad, transformándose en punta, en es tilete ofensivo susceptible de forzar la puerta del pensamiento. En la medida en que la plasticidad designa todo aquello que se relacio na con la emergencia de la forma en general, es extremadamente * "La plasticité en souffrance", publicado originalmente en Sociétés & Représentations, nº 20, Octubre 2005, pp. 3 1 -39. El texto llevaba el siguiente encabezado: "El presente texto procede de una intervención en el seminario de GeOFges Didi Huberman en la Escuela práctica de Altos Estudios (1 998-1999) consagrada a la obra de Julius von S chlosser, Histoire du portrait en cire (Macula, 1997), y de una reflexión · global sobre los formatos, tal como las actitudes "neo" nos permiten imaginarlos. Aquí intento confrontar mis propias reflexiones sobre la plasticidad con aquellas desarrolladas por Schlosser sobre el moldeado y en particular sobre la materia de los exvotos en cera que reproducen un miembro enfermo, y que se cuelgan en las iglesias para implorar la sanación. ¿De qué depende la cualidad pldstica de un material, de un síntoma, de un sufrimiento? ¿Qué dice la forma, sustituto y huella de un augurio? ¿En qué se convierte la huella de un pensamiento, y por consiguiente, qué es lo que se juega en la inteligibilidad de esas formas?
85
interesante asistir a la emergencia de la forma de la plasticidad mis ma, a su metamorfosis en concepto.
Quisiera mostrar por mi parte que la plasticidad tiene siempre, originariamente, un valor temporal. Por otro lado, el
Es de Georges Didi-Huberman de quien tomaré prestada,
proceso plástico quizá no es más que el doble movimiento del
para caracterizar esta emergencia, la temática particularmente es
porvenir orgdnico del tiempo y del porvenir temporal de lo orgdnico.
clarecedora de la "situación votiva'', aunque permitiéndome despla
Ahora bien, precisamente este doble movimiento es aquello que,
zar y extender un poco sus contornos. Recuerdo
según mi parecer, hoy pide ser reconocido conceptualmente, es
un
punto impor
tante de su reflexión sobre la cera. La plasticidad de la cera no le
este doble movimiento que consagra al concepto.
viene a ésta únicamente de su poder tanto de recibir como de dar la
D esde luego no empleo al azar la expresión "consagra al
forma, de su doble virtud de maleabilidad y de información, sino
concepto" . Quisiera poner en evidencia el hecho de que aquello
de su aptitud para dar testimonio del síntoma, lo que evidente
que tiene lugar con la cera no es sino una manifestación particu
mente es el caso cuando se miran los exvotos anatómicos. Didi
lar, una modalidad que abisma lo que tiene lugar con la plastici
Huberman desplaza de este modo la definición tradicional de la
dad. En efecto, todo sucede como si la plasticidad misma estuviese
plasticidad. La cera no sólo es la porta-impronta o la formación de
en situación votiva. Como si ella, por un fabuloso moldeado de su
improntas: ella es capaz de hacer ver la impronta, no la impronta de
p ropio síntoma, diese a leer su deseo de ser precisamente otra
algo de lo que ella no sería más que el mimo o el doble, como se la
cosa que un j uego de moldeado, su deseo de sanar como concepto
considera habitualmente, sino la pura abertura de la impronta o de
y, a este respecto, decir el tiempo. La plasticidad se constituiría,
la huella; en este caso, la pura escritura del sufrimiento:
de este modo, enteramente en exvoto de su porvenir e incluso , quién sabe, del porvenir a secas.
El exvoto anatómico se presenta como un fragmento cercado a partir de los recortes del síntoma mismo. Su grandeza natural reviste frecuentemente el significado de una supervivencia o de una imitación de prorocolos de impronta; el órgano enfermo está, todo lo posible, directamente moldeado para ser consagrado con mayor precisión e intensidad aurática1.
Esta apelación al concepto, o esta sintomatología, tienen evidentemente toda una historia. Desglosaré tres momentos esen ciales de ella, que permiten bosquejar la genealogía de una crisis. El primero se j uega en la lengua. Los otros dos, en la historia de la filosofía. Uno en Hegel, otro en la filosofía contemporánea. Lo que evidentemente no implica, sobre todo, que el destino de la
La plasticidad de la cera depende entonces de su posibili
plasticidad sea exclusivamente filosófico.
dad inherente no sólo para moldear sino también para consagrar,
Primer momento entonces: la lengua. Hay que señalar
es decir -es j ustamente a eso a lo que denomino trazado o escritu
primero que los significados corrientes de la plasticidad no han
ra- la posibilidad inherente de revelar lo que sin embargo es invi
dejado y no dejan de evolucionar, lo que de por sí ya es sintomá
sible, la inscripción del tiempo en el síntoma, e incluso la entera
tico. Permítanme recordar estos significados. "Plassein" en griego
inscripción del síntoma como economía temporal, pura articula
significa modelar. To plastes designa al modelador, to plasma de
ción entre un estado de hecho, pasado o presente, y la espera
signa al objeto modelado. La "plástica'' significa el arte de la ela
abnegada de un porvenir, transformación o sanación.
boración de las formas, en p articular la escultura; ella también
1
Las citas de Georges Didi-Huberman están extraídas de las notas de su seminario.
86
nombra el equilibrio y la belleza de las formas. El adjetivo "plás tico" tiene dos significados opuestos: por una parte, "susceptible 87
de cambiar de forma", maleable; se llama plásticas a la cera, la greda, la arcilla; por otra parte, "susceptible de dar la forma" , como las artes plásticas o la cirugía plástica. Generalmente se de nomina plástico al soporte susceptible de conservar la forma que se le imprime. En este sentido, plástico se opone a elástico, a viscoso y también, incluso, a polimorfo. El sustantivo "plasticidad" designa el carácter de lo que es plástico, es decir, de aquello que es susceptible tanto de recibir como de dar la forma. Este registro del modelado excede el estric to marco estético, pues la plasticidad también designa la forma ción por parte de la cultura o la educación (se habla de plastici dad del lacta11te, del niño, de la plasticidad del cerebro). De n1a nera general, la plasticidad caracteriza la facultad de adaptación, como dan testimonio de ello las expresiones de plasticidad ani mal o de plasticidad de lo vivo. Finalmente, la plasticidad desig na, en histología, la capacidad que poseen los tejidos para regene rarse luego de haber sido lesionados, los procesos de cicatrización y curación. Ahora llego a los significados más recientes: el plástico y el explosivo plástico. El "plástico" es una materia de síntesis sus ceptible de tomar diversas formas y propiedades siguiendo los usos para los cuales está destinado. El plástico remite así al susti tuto, a la imitación o al Ersatz. Finalmente, el "explosivo plásti co", de donde provienen "hacer explotar" [plastiquage} y "explo tar" [plastiquer}, es una sustancia explosiva a base de nitrogliceri na y nitrocelulosa capaz de suscitar violentas detonaciones. Se imponen algunas observaciones. En primer lugar, pa rece que la plasticidad es ella misma plástica; su modo de ser es idéntico a sus significados. Caracterizando la recepción y la dona ción de forma, ella misma evoluciona y toma nuevas formas desde el suelo griego del arte hasta el no man's land de la materia plásti ca y del terrorismo. En segundo lugar, se puede advertir que la plasticidad de la plasticidad la sitúa en los extremos: de un lado, la figura sensible que es la toma de forma (la escultura o los obje88
tos de plástico) ; del otro, el aniquilamiento de toda forma (la explosión, el explosivo plástico) . Tercera y última observación: este entre-dos de la toma de forma y de la explosión está inscrito en la historia misma de la palabra "plasticidad". En efecto, esta palabra sólo aparece en la lengua -lo que explica el orden de mi exposi
ción- después del sustantivo y el adjetivo "plástico" . "Plastici dad" entra en la lengua francesa en 1 78 5 ; lo mismo ocurre en alemán: Plaztizitdt aparece "en la época de Goethe" (17 49- 1 832) .
La palabra "plasticidad" está situada entonces histórica mente entre el modelado escultórico y la deflagración. Ese es el pri mer rasgo del síntoma conceptual cuya genealogía bosquejo aquí.
. · ,.¡ ,.!'' 1 1 f. and ose P1asnc1uau ape.ia por primera vez a1... concepto] trans�orm en "plastic-idad", en un momento determinado de la historia. La "
.
•
'
__
"-idad" siempre dice el "como tal" ; plasticidad significa el como tal de lo que es plástico y la marca del como tal es siempre una marca conceptual. Desde entonces se puede considerar esta "-idad"
como el primer moldeado del exvoto: allí es donde pende, donde demanda concepto. Ahora bien, lo que demanda concepto es aque llo que de ese modo hace sus votos, j ustamente el doble movi
miento, contradictorio y sin embargo absolutamente indisocia ble, de la toma de forma y del aniquilamiento de la forma. El segundo momento de mi genealogía sintomática con cierne al destino filosófico de la plasticidad. El síntoma concep tual encuentra en cierto sentido su cera espiritual en un momen to determinado de la historia de la filosofía, que por supuesto
corresponde a la emergencia de la palabra "plasticidad" en la len gua, a inicios del siglo XIX. En la filosofía de Hegel encontré el primer intento de conceptualización de la plasticidad. Con He
gel, la plasticidad se acerca por primera vez a lo esencial. Con ella efectivamente se inscriben en lo esencial, es decir, en el corazón mismo de la esencia, aquellos predicados que hasta ese momento
no le estaban reservados: la donación y la toma de forma, la capa cidad del sustituto (materia plástica antes de tiempo) para trans formarse y reformarse, para fabricar y finalmente para explotar.
89
A partir de esto desglosaré cuatro breves líneas de análisis: a) La plasticidad aparece en muchos lugares del corpus hegeliano. Luego de haber recogido y analizado todos los casos, descubrí que Hegel cumplía la plasticidad de la plasticidad lle vando a cabo un desplazamiento de su campo de aplicación. La desaloja efectivamente de su tierra natal, el arte, para vincularla a
la subjetividad nunca es pasiva; esa es la afirmación dominante de la filosofía de Hegel. Ella no es, dice, "una instancia fij a y sólida", sino una instancia pldstica. En cierto sentido, ella efectivamente recibe sus predicados, recibe su forma, como una cera, como una bola de greda: ella es esto, esto y también después es aquello . . . Pero ella participa fundamental y paradójicamente de esta recepción y,
dad y no sólo la escultura, por ejemplo, la que es denominada
en este sentido, conjura la pasividad. Ella es espontánea en su re ceptividad misma. Hegel va a mostrar que la subjetividad da forma a aquello mismo que recibe. La subjetividad, y por consiguiente
plástica, y los dos sentidos de la plasticidad, recepción y dona
toda identidad, toda individualidad es siempre a la vez receptiva y
ción de forma, se encuentran entonces investidos de un significa
donadora de su propia forma.
un lugar problemático que hasta entonces, en la historia de la filosofía, nunca fue suyo, la subjetividad. Es en efecto la subjetivi
do radicalmente nuevo que anticipa los significados posteriores.
b) Es en este punto -y esta es la segunda línea de análi
La aplicación de la plasticidad a la subjetividad se pone
sis- que interviene el valor temporal de la plasticidad. ¿ Qué signi
claramente en evidencia, y ese es además el caso fundamental de
fica el hecho de que la subjetividad sea receptiva y donadora de
la plasticidad en la obra de Hegel, en el Prefacio de la Fenomeno
forma? Hay que volver a la temática de la situación votiva. El
logía del espíritu: " . . . sólo conseguiría ser plástica aquella exposi
sujeto hace en cierta medida voto de forma, él llama -a la vez
ción filosófica que excluyese estrictamente [ . . ] la forma de la re
anticip ándolos y precipitándolos- a sus determinaciones, sus
lación habitual [ . . . ] entre las partes de una proposición"2•
modos de ser, sus posiciones o posturas; llama a todo aquello que,
.
Las partes de una proposición, sobrentendiendo con ello
en una palabra, forma su historia. El sujeto, originariamente, hace
una proposición lógica o filosófica, son el sujeto o sustancia, la có
votos de porvenir y al hacer esto, modela lo que propiamente
pula y el predicado o accidente. La filosofía siempre se ha dado por
constituye su horizonte de espera.
tarea el p ensar, a través de la proposición, el acto mismo de la pre
La plasticidad caracteriza precisamente la relación que el su jeto mantiene con el accidente, es decir, con lo que le sucede. Hegel j uega con los dos significados de la palabra accidente: el predicado
dicación, es decir, el acto que consiste en atribuir predicados a una sustancia. Ahora bien, Hegel estima que este pensamiento de la o acabamiento. En efecto, dice, los filósofos siempre han considera
lógico, accidente de una sustancia, y el predicado cronológico, el acontecimiento. De este modo, la plasticidad enuncia el lugar más
do que el sujeto era una instancia pasiva que recibía desde afuera
sensible, lo vivo, de la subjetividad, la relación que ésta última trama
sus accidentes o sus predicados. Por ejemplo, en una p roposición como "Dios es el ser", precisamente el ejemplo que Hegel toma en
con el acontecimiento. Esta relación constituye e n cierta manera el moldeado votivo del porvenir, esa forma abstracta de la proyección que
ese prefacio, el ser, según la concepción ordinaria, sería atribuido a
se vuelca al porvenir y se sustituye a lo que aproxima el tiempo de una
Dios, quien no haría más que recibirlo pasivamente. Precisamente,
espera. Ese tiempo sería hacer los votos, el dispositivo de exposición
predicación todavía no ha encontrado su verdadero cumplimiento
2 G.W F. Hegel, Fenomenología del espíritu, tr. Manuel Jiménez Redondo, Valencia, Pre-textos, 2006, p. 1 66. (Modificamos la palabra "proposición" que en la traduc . ción figura como "oración". N de los T).
90
al acontecimiento, a la suerte o a la sorpresa. c) Desde que se reserva al tiempo un sitio aparte en el sistema filosófico, no hay necesidad de tratarlo en una Estética 91
trascendental como por ejemplo lo hace Kant. El tiempo no tiene
pre califique de "orgánico" al desarrollo, es decir, al devenir de la
necesidad de una sala de exposiciones que le estuviese reservada
subjetividad.
especialmente a él. Ciertamente, Hegel habla muy temáticamen
d) Este intercambio de lo temporal y lo orgánico, tanto
te del tiempo en la Filosofía de la naturaleza de la Enciclopedia de
fusional como dialéctico, o dialécticamente fusional, apunta ha
las ciencias filosóficas, que constituye propiamente su Sistema. Pero
cia la cuestión de la sustitución y del reemplazo, problemas plan
esta exposición del tiempo, contrariamente a lo que han afirmado
teados también por el exvoto. Problemas que conducen a tomar
todos los intérpretes de Hegel, comenzando por Heidegger, no
en consideración los significados de la plasticidad como materia
agota en modo alguno el pensamiento hegeliano de la temporali
de síntesis y como materia explosiva.
dad. Ella no es más que una modalidad, es decir, allí también una
Mostré que la plasticidad sólo podía consagrarse al con
forma. Si la temporalidad surge con y como la plasticidad del
cepto o manifestar los síntomas de esta situación votiva en cierto
sujeto, entonces la temporalidad trabaja en todas partes del Siste
momento de la historia, historia de la lengua e historia de la filo-
ma, sin un lugar reservado, hostiga al sistema sin jamás abstraerse
sofia (sin duda se podría mostrar que también ocurre así en la
de él. La plasticidad caracteriza justamente ese lugar en que el
historia del arte) . Era necesario para esto que tanto el pensamien
tiempo se incorpora subjetivamente en los votos de porvenir. Ella
to de la subjetividad como también el pensamiento del tiempo,
siempre tiene, en sentido fuerte, una vocación temporal. La plasti
hubiesen alcanzado cierto grado de maduración. Que ellos sean
cidad es el cuerpo del tiempo o el tiempo convertido en cuerpo.
suficientemente maduros como para que esta proposición funda
El cuerpo del tiempo es también, por supuesto, el cuerpo
mental sea aceptada, y por ende aceptable, proposición que da
del suj eto. Didi-Huberman declara, a propósito del exvoto ana
todo su sentido a lo que dije del cuerpo del tiempo y del cuerpo
tómico: "Lo que el donador modela en la cera es primero aquello
del sujeto, según lo cual el surgimiento de una forma, es decir, de
que sufre y aquello en lo que quiere ser transformado, curado,
un accidente o de un modo de ser, es al mismo tiempo el surgi
convertido." O también: "Lo que se deposita en los santuarios
miento de la posibilidad de aniquilación de dicha misma forma.
por gratitud votiva es siempre un objeto que fue afectado por un
Como si la toma de forma y la donación de la forma -operación
acontecimiento soberano, por un síntoma: desgracia padecida o
plástka- fuesen originariamente contemporáneas de la explosión
conversión súbita de la desgracia en milagro, de la enfermedad en
de la forma, de la operación de hacer explotar [plastiquage}.
sanación, etc." Yo diría, para radicalizar estos bellos análisis, que,
Hegel, por otra parte, compara el desarrollo del suj eto
cuando el donador sufriente modela en la cera la impronta de su
con el movimiento de un proyectil en un texto titulado Sobre las
mal, no hace más que repetir la situación originaria de toda sub
maneras de tratar científicamente el derecho natura/3:
j etividad en cuanto ella siempre está en espera de porvenir y en cuanto ella ofrece su propio cuerpo a la inscripción de lo que
Lo mismo que el proyectil (Bombe) da un tirón hasta culminar,
sucede: tantas heridas y traumatismos, pero también esperanzas
pero luego descansa en este [punto culminante] durante un momento, o bien, igual que el metal calentado no se ablanda
de transformaciones, de cambios o de sanaciones. A cambio, esta
como la cera, sino que mana de una vez en la fundición y se
ofrenda del cuerpo del sujeto es lo que da cuerpo al tiempo mis mo. Lo orgánico y lo temporal se encuentran en esa pura abertura
patética. Lo que explica en particular el hecho de que Hegel siem92
advertirá además en este extracto que Hegel concede al meml en fusión un valor plástico superior a aquel de la cera.
3 Se
93
queda en ella [ . . . ] posee así también la creciente individuali
De cierta manera, podría detenerme en esto, al mostrar
dad, tanto la alegría de aquel salto, como una duración del goce
que con Hegel y con la interpretación actual que nos permite
de su nueva forma, hasta que paso a paso se abre a lo negativo
proponer de su filosofía la plasticidad definitivamente accedió al
para sucumbir también de repente y tajantemente4.
Es claro, en la lectura de este pasaje, que el surgimiento
concepto y que sus votos fueron cumplidos. En cambio, el cum Y
la explosión de la forma están originaria e indisolublemente liga
dos. En este sentido, Hegel habría anticipado la existencia del explosivo plástico. Para él no se trata sólo de decir que toda forma nueva, cuando aparece, provoca la desaparición de otra más anti gua. Sino que sin lugar a dudas la nueva forma misma surge como posibilidad de su autodestrucción. Ahora bien, ¿qué es esta con temporaneidad de la formación y de la explosión, que siega a la forma en su origen, si no otro nombre de la reemplazabilidad? La forma no se forma más que como p osibilidad de ser reemplazada. Ella sólo tendría identidad si ésta fuese reemplazable, sustituible,
relevable. Se habrá reconocido en el adjetivo "relevable", la tra ducción que Jacques Derrida propone para el concepto hegeliano de Aujhebung, palabra-guía del proceso dialéctico, que significa a la vez supresión y conservación. Todas las formas que el sujeto reclama para dar su cuer po al tiempo, todas sus devociones con el porvenir, todos los accidentes de su plástica, tanto orgánica como psíquica, se ins criben originariamente en una lógica de la sustitución, y es tam bién esto lo que hace p osible a la situación votiva en su princi pio. No hay más que sustituto : una forma por otra, una sana ción por una enfermedad, una pierna de cera por una pierna real, un pasado por un presente, un síntoma o un porvenir por otro. Y de este modo toda la vida no sería más que una serie de deflagraciones consagradas a la forma, y formas consagradas a la deflagración. Este diferimiento, nacido de la sustitución, sería precisamente lo que hace pasar el tiempo. 4Traducción castellana de Dalmacio Negro Pavón, Madrid, Aguilar, 1 979, PP· 1 1 31 14.
94
plimiento de la plasticidad permitiría también y al mismo tiem po operar la cirugía plástica del texto hegeliano, que, leído como una filosofía del reemplazamiento, aparecería con una luz total mente nueva, que le permitiría escapar a la lectura esterilizante que han propuesto muchos exégetas contemporáneos. Sin embargo, queda un problema. Aparté este problema cuestionando mi propio recorrido. Al proponer una interpreta ción de la filosofía hegeliana como filosofía del reemplazamiento o en términos más generales como una filosofía de la plasticidad, en todos los sentidos que recordé aquí, utilicé cierto número de herramientas de lectura, de conceptos y de análisis contemporá neos, es decir, leí a Hegel desde su posteridad y desde nuestra actualidad filosófica. No es esto lo que se vuelve un problema. Hegel mismo decía que no se puede más que filosofar con su tiempo, que toda verdadera interpretación siempre se hace en el presente, en lo vivo de una época. Pero, en este caso, los instru mentos contemporáneos de lectura que utilicé están extraídos de pensamientos que, precisamente, se sitúan en el espacio de una confrontación crítica, incluso agonística, con el hegelianismo; más aún, pensamientos que rechazan conceder a la plasticidad la ca pacidad de decir a la vez la promesa, el surgimiento y la desapari ción, el sufrimiento y el tiempo; en una palabra, el porvenir. La plasticidad, concepto o no, estaría originariamente en retardo so bre el porvenir. Con esto, me refiero tanto al pensamiento de Derrida como al de Lévinas, quienes proponen, cada uno a su manera, una eco nomía conceptual donde se anudan la cuestión del tiempo, del sufrimiento y del reemplazamiento, en calidad de suplemento en Derrida y de la sustitución en Lévinas. Evidentemente sin entrar en detalle en estos pensamientos, me limitaré a caracterizarlos 95
como pensamientos no pldsticos del sustituto. En Resistencias del psi
de la forma, la plasticidad aparece como una instancia demasiado
coandlisis, D errida recuerda el "principio" de la desconstrucción,
sintética, demasiado integrativa, demasiado "cicatrizante": sería
que es j ustamente el de la reemplazabilidad originaria: "La hue
ya, en virtud misma de su nombre, una curación para el sufri
lla, la escritura, la marca, está en el corazón de lo presente, en el
miento que está encargada de expresar.
origen de la presencia, un movimiento de envío al otro, a lo otro
El sufrimiento no sería plástico. Eso es también lo que
[ . . . ] no procede de una actividad [ . . . ] ni de una pasividad [ . . . J .
afirma Lévinas al analizar la exigencia de responsabilidad. Ser res
Por todas estas razones, no deriva de una estética, ni de una ana
ponsable es ser susceptible de responder por el otro, de hacer
lítica, ni de una dialéctica trascendental"5. Y se podría agregar: ni
j usticia a sus votos, a su sufrimiento, y responder por él es ser
de una dialéctica a secas. Derrida se dedicará a mostrar en lo que
capaz de sustituirse a él. Esta sustitución, sin embargo, no es una
sigue de dicho texto que esa operación de la huella por definición
manera de tomar su sitio, de figurarse el sitio de uno en su sitio,
escapa al sistema hegeliano. Al mismo tiempo, ella escapa tam
no es revestir su máscara ni fabricar su moldeado. El rostro del
bién a la plasticidad, es decir, esencialmente, a la lógica de la for
otro empieza ahí donde cesa la posibilidad misma del modelado
ma, entendiéndose con eso a la donación, la recepción o la ani
y del trabajo sobre la forma. El rostro siempre desborda los con
quilación de la forma, de lo explosivo o de la materia de síntesis.
tornos de la plasticidad. Lévinas lo dice explícitamente, en nume
En efecto, si hay suplemento es porque no hay nunca, originaria
rosas ocasiones: el rostro excede su plasticidad. En Totalidad e
mente, forma. El sustituto está antes de la forma,
la cera o el
infinito, muestra que el rostro "hace estallar la forma''; "bajo la
concepto siempre están de cierta manera en retardo sobre él, a la
forma - dice - las cosas se ocultan"7. El rostro debe "perforar su
manera de suplementos del suplemento. Derrida asimila la forma en general con la identidad, con lo ya constituido, con la presen
propia imagen plástica''8• De la misma manera, en De otro modo que ser, Lévinas escribe que el Otro nunca "aparecía plásticamente
cia a sí, en una palabra, precisamente, con la subjetividad. Toda
como una imagen, como un retrato"9• El Otro se manifiesta antes
subjetividad es por principio asimilable al "principio de presencia
de toda forma, como una piel que resiste a toda información, es
a sí en la unidad de la conciencia''6. La subjetividad y la empresa
decir, a toda identidad o subjetividad sólidas. "El aparecer queda
y
de formación que le es inherente siempre serían secundarias en
traspasado por la joven epifanía, por la belleza, incluso esencial,
relación con la huella, con el puro trazado del tiempo, trazado
del rostro, pero también por esta j uventud como algo ya pasado
que, según D errida, nunca tomaría cuerpo o figura, que nunca se
en la j uventud; piel a jirones, huella de sí misma, forma ambigua
reuniría consigo mismo como lo hace, por ejemplo, una estatua o
de una presencia suprema que asiste a su propio aparecer, traspa
un exvoto, a menos de que se muestre que precisamente la estatua
sando su plasticidad de juventud [ . . ] ". La plasticidad, es decir,
o el exvoto no son plásticos.
el contorno y la plenitud de ser identificables, enmascararía siem
Si hay sufrimiento, si hay síntoma, es porque la informa
.
pre la desnudez, la pobreza que, en el Otro, hacen votos y se
ción y su aniquilación no pueden reunirse en un mismo concep to. Dado que tiene en sí misma todos los significados del trabajo 5 Resistencias delpsicoanálisis, tr. Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 1 997, p. 47. 6 lbíd. , p. 48.
96
7 Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guillot, Salamanca, Sígueme, 1 977, p. 2 1 1 ; p. 206 8 lbíd., p . 1 72. 9 De otro modo que ser o más allá de la esencia, tr. Antonio Pintor Ramos, Salamanca, Sígueme, 2003, p. 1 53.
97
inscriben como síntomas, huellas puras. "Esta existencia abando
votos de plasticidad, como si ésta continuase demandando re
nada por todos
paración? ¿ Cómo moldearemos esta demanda
y
por ella misma, huella de sí misma, impuesta a
mí, me afecta en mi último refugio con una fuerza de asignación
estamos dando?
y
qué forma le
incomparable, imposible de convertir en formas que inmediata mente me darían alguna firmeza''10. La plasticidad es la forma tras la cual el Yo se protege
y
de ese modo resiste a su desnudez, a su
fragilidad. Siempre conviene, entonces, dejar aparecer la no-plas ticidad del rostro para descubrir la p asividad irreductiblemente resistente de su exvoto, por la cual me llama formalizarse.
y
me incumbe sin
D ejo aquí estos elementos de análisis, que merecerían largos desarrollos,
y
vuelvo al síntoma conceptual, planteando
algunas cuestiones para terminar. Nos encontramos en una ex traña situación. Por un lado, la plasticidad insiste en ser recono cida conceptualmente. Por otro, este reconocimiento le está ne gado . N ecesidad de una relectura de la filosofía hegeliana; apa rición de nuevos objetos, de nuevas formas de arte, toma en consideración, en genética, en biología animal, en teoría del ce rebro, de la plasticidad de las sinapsis, de la plasticidad de los genes, de la plasticidad auto-poiética 1 1 . La plasticidad insiste en el corazón de nuestra actualidad. Al mismo tiempo,
y
por
otra parte, la época resiste a la plasticidad asimilándola definiti vamente a la solidificación de la alteridad, a su plastificación en una instancia fija. El último rasgo de la sintomatología que aquí bosquejé sería esta situación paradój ica de un motivo que apela al corazón mismo de una época que no lo escucha o que finge no escucharlo . Mi pregunta es entonces: ¿ Qué debemos hacer quie nes sabemos que lo que buscamos no es un regreso a la subjeti vidad
y
lü Jbíd ,
pp. 1 53-154.
a sus formas fijas, sino que escuchamos en otra parte los
11 Nombro muy rápidamente, y por no citar más que a ellos, los trabajos del
americano Donald Holding Hebb, The Organization ofBehaviour, ]. Wileys and So ns, 1 949, y de Francisco Varela, Autonomie et connaissance. Essaí sur le vivant, París, Ed. du Seuíl, 1 989. 98
99
Nota de los editores
Los textos aquí reunidos fueron publicados entre los años 2000 y 2006, y corresponden a artículos aparecidos en revistas consagradas a las Humanidades y a las Ciencias Sociales. Excep tuando "La muchedumbre", leído en el coloquio de Cerisy dedi cado a Jacques Derrida y la democracia en el año 2002, bajo el título "Foule et forme chez Élias Canetti", los restantes trabajos están sometidos al formato de artículo. Pese a lo específico de sus temáticas, determinadas y circunscritas a convocatorias o invita ciones, estos trabajos están recorridos por preocupaciones comu nes. Es preciso tener a la vista que Catherine Malabou se concen tra en un proyecto bien preciso, en una lectura de algunos puntos de la filosofía moderna y contemporánea a partir de la noción de "plasticidad", noción a la cual dicha investigación ha intentado otorgar un estatuto conceptual. La lectura de la plasticidad ha supuesto una confronta ción con la dialéctica hegeliana, pero también y particularmente con la destrucción de la historia de la metafísica llevada adelante por Heidegger y con la deconstrucción de la metafísica de la presencia adscrita al pensamiento de Derrida. Hegel sería quien puede advertir la doble dirección que supone la movilidad perpe tua de la autotransformación conceptual y quien mostraría que el concepto es, a la vez, receptivo y espontáneo, activo y pasivo. Pensar la diferencia inscrita en este despliegue sería pensar la plas ticidad. Es esta dimensión de lectura de la dialéctica la que se 101
pone a prueba desde L'avenir de Hegel, libro publicado en 1 99 5 y
tivamente un retraso, no en relación con alguna otra cosa diferen
que es el resultado de la investigación de Malabou para obtener
te de ella, sino más bien un retraso respecto a ella misma, un
su doctorado en filosofía. La dialéctica haría coincidir una tempo
desfase irremediable entre su vigor metafísico y la ruina provoca
ralidad en la cual todo estaría cumplido y en donde todo estaría
da por su propia deconstrucción"3.
por venir. La plasticidad, en este sentido, tendría la paradójica
Estos ensayos están entonces acompañados por la inquie
forma de un porvenir en la clausura1 • Siguiendo esta línea, lo que
tud de un trazado de una plástica también destructora, pues no
tendría que ser evaluado a partir de la plasticidad sería todo el
hay otras formas más que gracias a la caída de las formas que las
destino del pensamiento occidental, inscrito a partir del posicio
vuelve a encontrar, siempre distintas4. Quizá haya que leer aquí
namiento de unas formas (conceptos, argumentos , operadores y operaciones), intuyendo las líneas que trazan su deposición. Mala
estos textos incitando esa espera que no hace más que dejar de
bou transita entonces por las transformaciones, las mutaciones y
como la conversión de lo que siempre ha estado pensado por no
las metamorfosis que sostienen toda forma y que impiden salir de
sotros, pero sin llegar a estarlo de una vez por todas.
(no) llegar, y que lo hace en pena, inscribiendo su plasticidad
ella, sin por ello dejar de destruir toda forma. No es esta una filosofía de la alteridad, pues la plasticidad es siempre la convertibilidad absoluta entre forma y forma, cierto soportar o aguantar la dilación o dilatación. De esta manera, "el cumplimiento de la tradición filosófica se dobla de una extenua ción del afuera'2. Confrontando de esta manera a la dialéctica, con la destrucción y la deconstrucción de la metafísica se tiene que recurrir a una convertibilidad que comunique sus mutuas exigen cias. Una especie de metamorfosis que haría imposible distinguir entre lo totalmente otro y la inmanencia pura, y que llevaría a la presencia más allá de sí, pero sin salir de sí. Lo que entonces abri ría la plasticidad sería la exigencia de pensar la posibilidad de acoger lo que viene en el punto mismo en que lo que viene pueda ser postulado en absoluta flexibilidad de una estructura previa. La forma tiene que persistir entonces más allá de la presencia, pero gracias a la dilatación especulativa, a su donación en retirada -que hace que siempre llegue otra cosa que eso que llega- y al trazo que depone toda presencia en una archi-escritura o en diffe
rance. Malabou puede decir: "La plasticidad parecía sufrir defini1 L'avenir de Hegel, plasticité, temporalité, dialectique. París, Vrin, 1 996, p. 25 5 . 2 lbíd., p. 254. 1 02
3 Laplasticité au soir de l'écríture. Dialectique, destruction, déconstruction. París, Éditions Léo Scheer, 2005, p. 38. Cito la traducción: La plasticidad en el atardecer de la escritura, tr. Joana Maso y Javier Bassas. Madrid, Ellago Ediciones, 2008, p. 32. 4 Véase a este respecto la consideración hecha por Malabou de una plasticidad que incluso aniquila para vaticinar el agotamiento de las formas, sin por ello abandonar su transformación. Ontologie de l'accident : Essai sur la plasticité destructrice. París, Éditions Léo Scheer, 2009, p. 53.
1 03
Bibliografía de Catherine Malabou
Catherine Malabou ha publicado cerca de un centenar de artículos y ensayos en diversas revistas y volúmenes colectivos . Aquí sólo consignamos sus libros, algunos d e los cuales. han sido traducidos a varios idiomas.
- L'avenír de Hegel: plastícíté, temporalíté, díalectíque. París, Vrin, 1 996.
- La contre-allée. París, La Quinzaine littéraire-Louis Vuitton, 1 999. (Escrito con Jacques Derrida) .
- Plastícíté (Catherine Malabou, dir.). París, Éditions Léo Scheer, 2000.
- Le change Heidegger: du fantastique en phílosophie. París, Éditions Léo Scheer, 2004.
- Que faíre de notre cerveau? París, Bayard, 2004. (Exis te versión en castellano: ¿ Qué hacer con nuestro cerebro?, traducción de Enrique Ruiz Gírela. Barcelona, Arena Libros, 2 007) .
- La Plastícíté au soír de l'écríture. Díalectique, destructíon, déconstructíon. París, Éditions Léo Scheer, 200 5 . (Existe versión en castellano: La plasticidad en el atardecer de la escritura, traducción de Joana Maso y Javier Bassas. Ma drid, Ellago Ediciones, 2008) .
- Les nouveaux blessés, de Freud a la neurologíe: penser les traumatísmes contemporaíns. París, Bayard, 2007.
105
- Ontologie de l'accident: Essai sur la plasticité destructrice. París, Éditions Léo Scheer, 2009.
- Changer de dijférence: le féminin et la question philosophi que, París, Galilée, 200 9 . - La chambre du milieu: De Hegel aux neurosciences. París, Hermann, 20 1 0 .
- Sois mon corps: Une lecture contemporaine de la domina tion et de la servitude chez Hegel. París, Bayard, 20 1 0 . (Es crito con Judith B utler) . Además, se le han dedicado numerosos artículos en pu blicaciones filosóficas, e incluso un capítulo completo de un libro que estudia algunos aspectos de su obra: Jean-Paul Martinon, On
Futurity: Malabou, Nancy and Derrida (Palgrave Macmillan, 2007) .
1 06