Luis P. Martín, Los arquitectos de la República. Los masones y la política en España, 1900-1936 , Madrid, Marcial Pons Historia, 2007, 214p. Luis P. Martín, es catedrático de Historia y Civilización Civilización Española Contemporánea en la Universidad Blaise Pascal de Clermont Ferrand (Francia) y trabaja en el equipo de investigación del Centro de Estudios de Historia “Espacios y Cultura” (CHEC). Sus estudios sobre la masonería representan su principal labor de investigación: La masonería en Castilla y León en el siglo XIX (1996), Les franc-maçons dans la cité. Les cultures politiques de la franc-maçonnerie en Europe, XIXe-XXe siècles (2000) y (dir.) Las logias masónicas en la modernización de España (2003). También se ha interesado por otras facetas, como la sociología histórica o la cultura política, siendo co-autor de varios libros colectivos: Les sociabilités dans le monde hispanique. Formes, lieux et représentations (2000) e Institutions et représentations du politique. Espagne, France, Italie, XVVe-XXe siècle (2006). El interés de Luis P. Martin por el tema que atañe al libro, se funda en conversaciones con otros historiadores; Pedro Álvarez Lázaro, Leandro Álvarez Rey, Manuel de Paz, Françoise Randouyer y Pere Sánchez i Ferré, le ayudaron a reflexionar sobre la masonería contemporánea en España. Pierre-Yves Beaurepaire, Fulvio Conti y Joshua Adel ayudaron a mejorar los análisis interpretativos, metodológicos y comparativos.1 La metodología de análisis del texto, refiere al uso de archivos públicos como el Archivo General Gen eral de la Guerra Civil Española, en Salamanca; la Biblioteca Nacional de Madrid; la Fundación Simarro, de la Universidad Complutense en Madrid; así como la Hemeroteca Municipal, de Madrid. Entre los archivos privados, encontramos el Archivo del Gran Oriente Español, el de la Gran Logia Española y los archivos de las Grandes Logias Regionales y de la Gran Logia Unida. También cuenta con información de la prensa periódica y la producción hemerográfica masónica. El libro está compuesto por siete capítulos, una introducción, un apartado de consideraciones finales, anexos, fuentes, bibliografía e índices; índices; cuenta con 214 páginas. El objetivo del texto de Martín es explorar cómo la masonería y los masones establecieron una serie de producciones políticas, las causas que las provocaron y la manera de realizarlas. Además se trató de entender los espacios políticos mediante la comparación con los espacios masónicos y cómo fue su interacción durante la dictadura de Primo de Rivera, y las redes que se fundaron a partir de esta reciprocidad2. 1. La reconstrucción del espacio masónico (1900-1923). 1
Luis P. Martín, Los arquitectos de la República. Los masones y la política en España, 1900-1936, p. 21. Ibidem, p. 20.
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En 1896 las logias fueron acusadas de apoyar los movimientos de independencia española, centrados en los puertos de Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Estas imputaciones provocaron su clausura y generaron un sentimiento antimasónico en la región. Para el periodo de 1896 a 1900 las logias estuvieron a punto de desaparecer; los masones se dispersaron por el país, provocando que las relaciones en las redes masónicas se rompieran. A finales del siglo XIX, varias son las razones que suponen las acciones de clausura de las logias masónicas españolas, pero en general se basan en el incumplimiento de los objetivos masónicos, como la falta de sociabilidades culturales y espirituales en las logias y la deficiencia de la instrucción masónica, una crisis interna y un estancamiento dado por las leyes de asociación y sufragio universal de 1893, las cuales produjeron cambios en las sociabilidades políticas, lo que significó que las logias dejaron de ser atractivas . Estos motivos dieron paso a que en el siglo XX, las logias se reconstruyeran con base en un modelo que tuviera una menor militancia política. De esta manera, su patrón de comportamiento sería de tipo ideológico y político pero sin tener adscripción a facción alguna. Sus espacios de acción serían reducidos pero no débiles; además el Gran Oriente Español (GOE, de ahora en adelante), de gran presencia dentro de las logias, fomentaría movilizaciones que no permitirían la desaparición de la masonería. Esta forma apolítica de las logias españolas cambiaría en el transcurso del año de 1913; ya que se unirían al grupo político que exigía la democratización española. En ese mismo año se crea la Liga de Derechos del Hombre y se dan cambios en materia de reclutamiento al interior de las logias, ahora se buscará que sean pocos integrantes, pero escogidos. Al siguiente año, la unión del GOE con la Gran Logia Regional Simbólica Catalana Balear (GLRSCB), hace que los objetivos masónicos se unifiquen y se consigue una mayor expansión masónica. La politización masónica y la inclusión de su cuerpo doctrinal se verán en todos los niveles de la sociedad, desde la política hasta la Iglesia. El deslizamiento de la esfera privada de la masonería a la pública se generará por su intervención en la vida pública del país. Así, la masonería no sólo será de carácter político y público, sino que contará con programas culturales, sociales y económicos, que atraerán a intelectuales y profesionales de las clases medias. Acorde a esto, los espacios de acción se amplían, la política se hace accesible a la sociedad y se generan redes que ayudarán a fortalecer la masonería en todos los aspectos. Las logias eran verdaderos espacios de diálogo armonía entre las diferentes posturas políticas que se encontraban al seno de la masonería; este clima condujo a que se fraguaran diversos proyectos políticos. Para 1919, las logias mutarían una vez más; varias logias catalanas se separarían del GOE, y éste encabezaría una versión federal y democrática de masonería española, que fue establecida en 1922. 2. Expansión y progresión del Gran Oriente Español. 2
En 1889, el GOE, al crearse como obediencia transformó la masonería española; fue de corte centralista, patriota, anticlerical, reformista de lo social y poco reformadora al seno masónico. Y contó con el mayor número de logias y miembros. A partir de 1901 se propone entablar encuentros con la clase política en pos de intervenir en los asuntos del gobierno. Además se buscó crear más logias y para 1904, uno de los objetivos del GOE fue el de estar a favor de un Estado laico. Las rupturas entre republicanos radicales y reformistas no tardaron en aparecer dentro del GOE, debidas en gran parte a las formas en que se debía secularizar a la población y la forma de República que se buscaba. Estos problemas fueron hechos a un lado cuando en 1909 sucedió la Semana Trágica de Barcelona; momento que el GOE empleó para ejercer una crítica a la propia logia y la manera en que se estaban llevando a cabo las polémicas referentes a la creación de la República. La regeneración que se dio dentro del GOE puso a la masonería en un lugar donde se reconocía su perfil democrático y sus objetivos de formar hombres libres y la administración del bien común. Esto provocó que se generara una red política dentro de la misma logia, que tenían influencia en la esfera pública, buscando la implantación de los proyectos que se conformaban en la obediencia. En el contexto de la guerra de 1914 el GOE establecerá actividades dirigidas al estudio de cuestiones sociales; se dio a la tare de recomendar al gobierno acciones que generaran actitudes a favor de temas como la propiedad de la tierra, la secularización del Estado y los medios para asegurar la paz. Para 1917, la masonería se opondrá al sistema monárquico y buscará la implantación de un régimen democrático y social. Fue durante este mismo año en el que el monarca Alfonso XIII anuló los derechos civiles; la logia protesto frente a esta medida que atentaba contra los derechos ciudadanos. Para 1920 y con base en las acciones pasadas, la masonería se erigió como una entidad de clara función social. En 1923, dentro de una atmósfera de contradicciones dentro del GOE surgió el Gran Consejo General Simbólico, cuya afiliación partidista modelaría las prácticas políticas de las logias. 3. Geopolítica de la masonería española (1923-1936). En esta época encontramos a los masones imbuidos en la clase política del país que estaban en contra de Manuel Primo de Rivera. La ampliación de los espacios de acción de las logias, facilitarían a la masonería la proyección de diversas redes generadas desde las logias. Un ejemplo de esto lo vemos en los grupos masones de Barcelona, de tinte urbano e industrial, mientras que en Madrid, encontramos a la élite masónica. Esto condujo a la presencia inevitable de masones, así como su consecuente influencia en la política durante la Segunda República.
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4. El Gran Oriente Español y la dictadura. Durante la dictadura de Primo de Rivera los masones tendrán tres actuaciones frente a su poder: oposición efectiva, auto neutralidad táctica y búsqueda de un reconocimiento para desarrollar sus actividades. Esto significará tensiones entre los integrantes de las logias con el gobierno, y también con los mismos opositores a la dictadura. La disyuntiva masónica hasta 1930, fue que se presentaban como una asociación apolítica, cuyos miembros actuaban políticamente. Esta dualidad presentada al interior de las logias representó quejas respecto a la dirigencia masónica, ya que unos exigían que fuera más combativa, mientras que otros pedían que se descentralizara. La dictadura provocó cambios en el GOE. Uno de ellos fue que la logia tuvo que ser opositora al régimen de manera ideológica y táctica. Para ello, en 1925 su sede se trasladó a Sevilla, fuera del foco de atención política que representaba Madrid; esto ayudó a tener más privacidad y discreción, ya que la política era más relajada en la provincia. El GOE tenía prestigio entre las clases medias, además contaba con una editorial propia, locales y relaciones estrechas con asociaciones culturales, políticas y sociales. Parecía que la masonería no se encontraría metida en problemas con la dictadura. Esto fue desmentido rápidamente, dado el aumento en las detenciones de integrantes de las logias, a pesar de la llamada tolerancia que el Directorio practicaba con los masones. Estas acciones contra las logias produjeron cambios en las actividades dentro de la esfera pública. Pero también se dieron debates internos, que denotaron las diferencias entre apartidistas y reformadores. De esta manera se hicieron llamados a que el GOE no interviniera en la política, dado el principio apolítico de la masonería. Pero esta declaración chocaba con el otro principio que la fundaba: el mantenimiento de los Derechos del hombre y los pueblos, que ayudaba a declarar como válida cualquier acción en contra de la dictadura, ya que el gobierno anulaba los derechos de opinión y de reunión. A pesar de que no existió una definición exacta de la manera en que la masonería actuaría frente a la dictadura, no se debe olvidar que es una asociación política por naturaleza. Dada la fortaleza de la dictadura en la sociedad, la masonería atrajo a intelectuales, opositores y militares a sus filas. Esto engendró un aumento en las actividades contra la dictadura, al mismo tiempo que las redes de información y resistencia se extendieron. El GOE fungió como defensor judicial y brindó asistencia a los integrantes encarcelados; pero también se tornó creadora de cuadros políticos que serán de utilidad en la Segunda República. De esta manera, los centros de sociabilidad fungen como lugares de conspiración, que guiarán a la división de los masones, ya que algunos optaban por la 4
politización general y otros por mantener el contexto complotista. Otros más pedían que la masonería se recogiera en la misión de erradicar las injusticias sociales y allanar el camino a la democracia mediante la educación y emancipación del hombre. Las tensiones al interior de la logia no se hicieron esperar, así como el descontento entre aquellos integrantes que buscaban en la masonería relaciones sociales o políticas y que veían como las logias se convertían en centros de acogida de opositores a la dictadura, convirtiendo a los masones en políticos o dejando que las acciones políticas permearan la organización masónica. 5. La Gran logia española. Una masonería periférica. La masonería española siempre buscó su unidad, a través de la unión o fusión de obediencias. Esto llevó a vislumbrar las diversas interpretaciones que los diversos cuerpos masones y sus integrantes tenían acerca de lo que es y lo que debería hacer la masonería, cómo debía administrarse y organizarse. Esta multiplicidad de opiniones explica la dificultad que conllevó la tan deseada unidad nacional masónica. Como ya se ha visto, los dos cuerpos más importantes que luchaban por la hegemonía de obediencia masónica eran el GOE y la Gran Logia Española (GLE) –otra logia que luchaba por este poder fue la Gran Logia Regional Catalana Balear (GLRCB), ambas encarnaban dos facciones con actitudes muy diferentes de manejo de la masonería: Al GOE se le acusaba de ser un cuerpo centralista madrileño, mientras que la GLE optó por mantener una posición moderada ante la dictadura de Primo de Rivera. Para 1920 la GLRCB y el GOE, tuvieron problemas que llevaron a la desacreditación de la GLRCB como objeto de obediencia, permitiendo que la GLE se posicionara como la única obediencia regular y nacional. Para 1921 se constituyó como la única obediencia española admitida en el mundo masónico. La GLE contenía un gran dinamismo internacional, además contaba con una enorme influencia en la periferia española, lo que significó la ampliación de sus redes sociales y políticas. Respecto a su representación frente a la dictadura, la logia actuaba con mesura y prudencia para evitar persecuciones de sus integrantes y clausuras de logias. En 1924, tanto la GLE como el GOE dejaron a un lado sus diferencias y firmaron un pacto para demostrar a la dictadura y los demás opositores, que la masonería española estaba unida ante un enemigo común. A pesar de este pacto, los papeles que ambas logias jugaban ante el Directorio eran diferentes. La GLE mantenía una neutralidad política ante la dictadura, lo cual significaba una politización de la logia, puesto que se le seguía la corriente al gobierno; mientras que el GOE mantuvo un papel opositor. Fue esta tibieza en la dirigencia ante la represión de Primo de Rivera, que la GLE comenzó a perder poder y terminó por ceder su posición de obediencia al GOE. Acorde a la doctrina de la GLE, el objetivo de la masonería es mejorar la condición humana, guiar a una revolución universal que construirá una sociedad 5
fraternal, tolerante y justa. Además, este corpus doctrinal se cimentaba en el racionalismo, donde el libre pensamiento y el método científico guiarán a la consecución de verdades morales, políticas, sociales y científicas; también rechazará todo dogma político o religioso. En cuanto a la Declaración de principios, que constituía la doctrina política de la GLE, tenemos que se consagraba a los derechos y libertades naturales, políticas y sociales; además se delimita el Estado laico: separación de la Iglesia y el Estado, matrimonio civil, divorcio, secularización de la enseñanza, beneficencia y cementerios, abolición de la pena de muerte, federalismo político en un Estado unificador, etc. Como se puede observar, estos principios indican la razón por la cual la GLE mantuvo una política de prudencia ante el Directorio, como estrategia de conservación. Con estas disposiciones, la logia quería acoger a individuos de ideas liberales y progresivas, en pos de estructurar la opinión y crear reflexión a las ideas y doctrinas que pudiesen ayudar a concretar el proyecto político que se deseaba a futuro. La democracia entonces, se conseguiría a través de la separación de las esferas religiosa y pública, además de educar y culturizar a la sociedad. Para 1929, Primo de Rivera proyectará una nueva Constitución, empujando a la GLE a tomar partido en la política, dirigiendo su apoyo a la izquierda. Mantuvo además la petición del reconocimiento de las libertades y derechos de los ciudadanos, la separación de la Iglesia y el Estado, la enseñanza laica y la proclamación de la soberanía popular. 6. El patrimonio republicano del Gran Oriente Español. El GOE se identifica con el gobierno republicano después de la caída de la dictadura porque considera que la construcción de la República es su patrimonio, dado que el nuevo régimen se fundaba en la soberanía nacional, el Estado de Derecho y las virtudes civiles. A pesar de estas declaraciones, serían los sectores que tuvieron menor movilización contra la dictadura los que marcarían las pautas futuras, por no haber perdido de vista los ideales de apartidismo, fraternidad e ideales democráticos. Durante la segunda República fue que los masones encontraron lugar en todos los niveles políticos del nuevo gobierno. Esta politización de la masonería generaría incidencia en la vida de las logias. A pesar de esto, para 1931 las aguas en las que navegaba la masonería se calmaría, pudiendo retornar por un breve momento a atender los asuntos de carácter meramente masónicos, como lo eran la secularización de la sociedad y el laicismo escolar. Gracias a la entrada de varios masones en la política o de políticos en la masonería, las logias se convirtieron en los intermediarios entre la sociedad y el gobierno para la realización de ciertas propuestas civiles como la condición de los obreros y las mujeres o el problema de la tierra. Otra cuestión que se atendió, fue la educación laica, debido a la participación constante de los masones en proyectos
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educativos. Esta influencia entre ambas partes muestra la capacidad de las redes masónicas para influenciar no sólo en el ámbito político. Lo negativo de la politización de la masonería radicó en que se enfrentaron a un encuadramiento político y a luchas al interior de las logias entre los masones miembros de diversas facciones políticas. Además, estos grupos se separarían de las logias, creando vacíos que no volverán a llenarse, debilitando la injerencia del GOE en la obediencia masónica. Es por estas acciones que entre los años de 1931 y 1932 se inició una campaña de regeneración, encarnada contra los políticos masones, a fin de removerlos de las instancias superiores, ya que limitaban las acciones de los demás dirigentes masónicos y su proceder se inclinó hacia el abandono de los trabajos masónicos por aquellos de corte sociopolíticos, así como la realización de prácticas ajenas a la masonería, como el compadrazgo, el favoritismo político, favores, enchufes, etc. Esto significó que cuando se accedía a la masonería se entraba en un círculo de poder y sus redes. Además de limpiar la casa de políticos, el GOE creó redes con el objetivo de defender las ideas republicanas. Un ejemplo de ello fue la aprobación de la Ley de congregaciones religiosas –que buscaba la concordia y la paz, garantizando los derechos de libertad religiosa y protegiendo al Estado-, gracias a los votos a favor emitidos por los masones socialistas y radicales socialistas. También se pidió al Estado que volviera a fijar su atención en los problemas sociales, petición que no tuvo éxito. Para 1933, la actuación política de algunos masones provocará actitudes hostiles hacia la masonería en general por parte de la derecha reaccionaria y nacionalista, así como por algunos grupos militares. La lucha de la masonería contra los nacionalismos había comenzado. En 1934, la purga continuaría en el GOE, permitiendo la entrada a nuevos miembros; la logia entonces seguirá luchando por un Estado más laico y republicano, una sociedad más secularizada y reformista en lo social. Además se inclinará por la izquierda republicana socialista, mientras que los radicales y reformistas liberales perderán toda clase de influencia dentro de la masonería. En ese mismo año, las logias serían reprimidas y sus integrantes detenidos. Como medida de prevención, se paralizaron sus actividades políticas, reforzando las “tenidas” de instrucción, culturales, científicas y artísticas. La guerra civil llevó al desbaratamiento de las actividades del GOE; la represión hacia los masones por parte de los sublevados mantuvo a la masonería con actividades muy limitadas y dentro del espacio geográfico correspondiente a Madrid, Cataluña y la zona levantina. 7. Intervenir y movilizar. La Gran Logia Española durante la Segunda República. Las rivalidades entre la GLE con sede en Barcelona y el GOE, fincado en Madrid, muestran que los espacios masónicos son volubles; esto es, el espacio geográfico que ocupen las logias incidirá en la masonería ejercida en esa zona y en su relación con
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otras. Las crisis, expansiones de sus redes o fusiones de las logias y sus afiliados incurrirán en los cambios de obediencia. Los diferentes objetivos tanto de la GLE como del GOE, también afectarían en la decisión de sus integrantes de ingreso a una logia u otra. Por ejemplo, el GOE contaba con un grupo de influencia política, mientras que la GLE tenía pocos enlaces en esa cúpula. El poderío del GOE, se manifestó en la posesión de más talleres y miembros en el gobierno; la masonería fue vista como una institución a la que se deseaba acceder por ambición política o personal y no por motivos masónicos. La pertenencia a la logia fue secundaria frente a la política y esto produjo que se dictaran discursos excitando a los masones políticos a ser fieles a los principios masónicos y a proteger los ideales de la República. A diferencia de la dictadura, durante la segunda República los marcos de expresión política se ampliaron. La masonería se convirtió en uno de esos campos de acción, en donde ambas partes ejercerían influencia la una en la otra. La GLE solicitó entonces apoyo a la separación de la Iglesia y del Estado, la supresión de las órdenes religiosas, incautación de sus bienes y la anulación de subvenciones públicas; todo esto como parte de la obediencia que los diputados masones debían a la masonería. La GLE también pretendió ampliar sus redes, mediante la difusión de su Declaración de Principios, a través de la creación de instituciones para-masónicas y de la difusión de los ideales en individuos no masones que fuesen de moral depurada e intelecto claro. También se apoyó en conferencias y publicaciones. Todo esto demostraba la capacidad de la masonería de establecer redes o insertarse en ellas. A partir de 1933, con la llegada de Hitler al poder en Alemania, en las logias se efectuaría una movilización para hacer frente a los nacionalismos, declarando que las alianzas de masones con los gobiernos de derecha constituía un delito masónico. Las logias se verían dañadas por la instauración del fascismo en Europa. En el año de 1936, la GLE apoya al Frente Popular, ayudando a su victoria. De nuevo, los pleitos entre los masones por la politización de la logia desgastarían su actividad e influencia política y social, lo que la llevarían a su final disolución.
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La obra de Martín nos remite al conocimiento y exploración de la masonería en España durante el primer tercio del siglo XX y la forma en que este modo de sociabilidad se insertó en la política de entonces, a tal grado que se consideraron como los arquitectos de la República. El libro se presenta al lector de una manera un tanto incompleta, dado que Martín nos introduce a la vida de los masones en España sin dar muchas referencias a la organización jerárquica de la masonería o el contexto general de la nación. El lector tendrá que buscar ciertos nombres, lugares y asociaciones en otra lectura o lugar, para poder entender el texto a la perfección. Esta característica hace que el texto sea un tanto lento y complicado, lo cual es una pena, porque el contenido que nos presenta el autor es de un cariz informativo sumamente interesante. Si no fuera por esta pequeña falla, se leería sin un solo problema y de manera agradable. Referente al contenido, la estructura del texto se nos muestra fácil de seguir. La redacción está consignada de manera cronológica, lo que permite apreciar la evolución de la masonería en cuanto a sociabilidad, así como su introducción al ámbito político, además de la creación, transformación y ampliación de las redes masónicas, las cuales que apuntalarán el proyecto de nación republicano tan ansiado por los masones.
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