LIBRES PARA AMAR La palabra “libre” evoca todo tipo de imágenes… desde la de un ni ño corriendo desnudo por una pradera llena de flores, hasta la de la puerta abierta de la celda de una prisión. Pensamos en personas que son libres porque no tienen responsabilidades que las aten a nada, o porque dicen lo que piensan sin represión alguna… Libre
es aquel que toma sus propias decisiones que tiene libertad al obrar. Entonces, ¿qué
quiere decir ser libre para amar? La mayoría de parejas empiezan su relación con un amor espontáneo, romántico, que satisface necesidades profundas en su ser. Las emociones son fuertes, hay una mezcla de deseo, de éxtasis, de necesidad… pero al pasar de los años, esa eferve scencia disminuye, dando lugar a un afecto mucho más sólido y maduro. Eso, en el caso de que seamos libres para amar. La persona que disfruta de esa libertad, decide buscar el bienestar del otro por encima del suyo propio, decide cuidarle, animarle, protegerle, consolarle, servirle y acompañarle, porque sabe que eso hace feliz a la otra persona. Un matrimonio donde los dos esposos son libres para amar y expresan su amor amor de esta manera, será muy feliz, y podrá mostrar al mundo la belleza del plan de Dios. No obstante, si pudiéramos hacer una encuesta escucharíamos que muchos describen su relación como “nos aguantamos mutuamente” “no es fácil, pero hay que soportar” “ella tiene un carácter difícil…” “somos muy diferentes” “por lo menos seguimos juntos” “no sé si me quiere, espero que sí!” “parece que nunca está content o” “no peleamos, pero tampoco diría que somos felices”…
A estos tipos de matrimonios les aconsejamos que hagan un esfuerzo por amarse, por hacer cosas juntos, por salir más, dedicarse más tiempo, más intimidad… pero la verdad es que
muchas veces, uno de ellos no es libre para amar, quizás ninguno de los dos lo sean. Déjeme que le explique a qué me refiero. “Según las estadísticas 7 de cada 10 niños en este país ha sufrido algún tipo de violencia psicológica o física por parte de sus progenitores. Los niños maltratados sufren serias consecuencias físicas, emocionales, cognitivas y sociales. Tienen menos habilidades sociales, poseen baja autoestima y experimentan dificultades escolares. Generan vínculos afectivos inestables. Experimentan dificultad para hacer amigos. Son agresivos o retraídos entre otros” (Sacado del v ideo: Familia Real Araucanía – You Tube)
¿Qué pasa con esos niños cuando llegan a ser adultos? En nuestra sociedad, actuamos como si el hecho de crecer en edad y estatura fuera la cura de todos los traumas. Los adultos no solemos compartir a cerca de las situaciones de abuso o violencia que sufrimos de niños. En realidad, los escondemos como una vergüenza que nadie debe saber… como si hubiera sido
nuestra culpa el haberlos sufrido. No obstante, esas consecuencias que mencionábamos anteriormente, el tener menos habilidades sociales, baja autoestima, dificultad en concentrarnos, vínculos afectivos inestables, agresividad o fuerte timidez e inseguridad, siguen formando parte de nuestros más íntimos sentimientos, actitudes y reacciones. Llevamos todo eso a nuestras relaciones más íntimas y nos encontramos que una vez ha pasado la efervescencia del “enamoramiento” (o antes) esa niña abusada empieza a aparecer
de nuevo. Se siente ofendida o rechazada fácilmente, tiene baja autoestima, se siente insegura, le cuesta darse totalmente, tiene temores, le cuesta expresar lo que siente, le cuesta sentirse amada, tiene dificultad para disfrutar de los ratos de intimidad, se siente confusa, culpable, llena de vergüenza… Todos esos sentimientos y dificultades se manifiestan en un carácter egocéntrico, controlador o depresivo… llevan a todo tipo de conflictos en la relación de pareja y muchas veces acaban con el matrimonio. En los mejores casos “nos aguantamos”
La persona que ha sufrido algún tipo de maltrato o abuso, queda atrapada en ese trauma y no puede ser libre para amar con el amor que hemos descrito anteriormente, que busca el bienestar de los demás por encima del suyo propio. ¿Te identificas con lo que acabas de leer? ¿Te gustaría ser libre para amar de verdad? Busca el que Dios pueda sanarte, busca ayuda de alguien que pueda ayudarte a encontrar la sanidad de tu alma. Jesus dijo: “El ladron no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:1 0
Si el ladrón de nuestras almas te ha robado felicidad, dignidad, la libertad de amar, hoy es el día que dejes de permitirlo. Jesús vino a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos.(Luc. 4:18) Ve a Jesús y pídele que te sane, que te libere y te de vida en abundancia, para que puedas ser libre para amar. Es un proceso de nueva vida que puedes empezar hoy.