Liberarse Del Narcisismo

DRA. LINDA MARTINEZ-LEWI

LIBERARSE DEL NARCISISMO En casa, en el trabajo y en las relaciones personales

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Para Reymundo Saldaña Martínez, siempre estás en mi corazón. Para Peter, mi marido, fuente de amor perpetuo, claridad intelectual y creatividad. Para David, mi hijo, manantial de compasión y de bondad. Para mi familia de origen, que me enseñó las lecciones de la supervivencia, la perseverancia y la transformación espolvoreadas con el humor sustentador y la duradera belleza de la música. A los grandes maestros espirituales que nos inspiran cada día para que abramos nuestro corazón y despertemos nuestra alma.


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Agradecimientos

Estoy enormemente agradecida a Mitch Horowitz, editor ejecutivo de Tarcher/Penguin (mis editores americanos), que mostró una profunda comprensión del significado y de la esencia del libro desde el principio, y que aportó su excelencia en el mundo editorial al proyecto con un entusiasmo irrefrenable. Mitch, que es un hombre con muchos dones y talentos, me guió generosamente por el camino con sabiduría y un respeto incomparable por la autora como persona. Un agradecimiento muy especial para Gabrielle Moss, editora asistente, por su inteligencia, su inestimable ayuda y su dedicación a la producción de un libro digno. Mi profunda gratitud a Paul Lapolla, mi agente, mentor y amigo, que guió el proceso y el moldeado del libro. Paul me ofreció listas con sugerencias intuitivas y una pericia profesional incomparable con un tacto y una amabilidad exquisitos y un genial sentido del humor.

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Prefacio

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n la actualidad vemos el gran alcance y la oscura garra del narcisista excesivo, esa elogiada criatura humana que reconstruye el mundo para colmar sus sueños de omnipotencia y sus delirios de grandeza. En el escenario de la vida son presidentes ejecutivos, líderes nacionales, políticos, estrellas del cine y la televisión, médicos, abogados, magnates de los medios y eruditos de la alta tecnología. Más cerca de nuestro hogar son nuestras esposas, amantes, madres, padres, hermanos, hijos, parientes políticos, jefes y amigos. En este libro me centro en el narcisista excesivo o de elevada intensidad. En el centro de su universo creado, el narcisista, un maestro de la creación de una imagen, perpetúa una ilusión de perfección y poder. Exuda un encanto tóxico. Los narcisistas excesivos famosos son especialmente intrigantes. Escenificando y vivificando este peculiar desorden de la personalidad tenemos secuencias de las vidas de Pablo Picasso («Yo Rey»), Armand Hammer (un manipulador despiadado), Ayn Rand (virtuoso obsesionado consigo mismo) y Frank Lloyd Wright (la creación perfecta de su madre). El narcisista excesivo camina a través de sus muchas geografías, conquistando nuevos territorios, multiplicando su control ilimitado sobre el mundo exterior y sobre las vidas de aquellos que entran en contacto con la suya. Sus emocionados seguidores se anticipan a sus estados de humor y sus movimientos, rogando por obtener una pala11


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bra o mirada favorable. Los escogidos habitan en su círculo dorado, cantando alabanzas a su grandeza. Mientras su público está encandilado, el supernarcisista sopesa el valor que tiene cada individuo para él. Juega con sus inclinaciones y debilidades. A pesar de los años que hace que le conoce, del duro trabajo que ha llevado a cabo, del amor que le ha expresado, de los sacrificios realizados, de la intimidad que cree haber compartido con él, eventualmente, el narcisista le pegará un hachazo en las rodillas, e incluso intentará destruirle si le percibe como un obstáculo en su febril camino en pos del poder, el control y la omnipotencia absolutas. La personalidad narcisista consiste en una estructura de la personalidad muy arraigada que lo más probable es que no cambie nunca. Ciertamente, los narcisistas excesivos no se presentarán voluntarios para someterse a terapia. Están preocupados por ascender hacia la cima del poder, amenazando a sus competidores, potenciando su imagen profesional y personal y ganando mucho dinero. El regalo del narcisista excesivo es una invitación grabada para que sea usted más auténtico, para que extienda sus músculos psicológicos y para buscar adquirir la conciencia espiritual. Más allá del narcisismo, apartados de las refriegas de los egos aguerridos, del ruidoso zumbido del egoísmo, del capricho por «tener siempre más» y del «ganar» a cualquier precio, nos encontramos con la paz en una realidad sin ilusiones vanas. La perspicacia carente de vida es una sucesión de imágenes chillona, una charada agotadora. En el interior de esta nueva realidad nos vemos forzados a buscar la verdad, a retirar las máscaras de los yo falso y a abrazar la fuerza cariñosa creativa siempre presente en el centro de nuestro ser.

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PRIMERA PARTE

EL GRAN ACTOR


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CAPÍTULO UNO

En el escenario central: eclipsando a todos los demás Era como un gallo que pensaba que el sol había salido para oírle cacarear.

GEORGE ELIOT, ADAM BEDE1

Teníamos mucho en común. Yo le amaba y él se amaba. SHELLEY WINTERS2

Nunca sabemos cuándo o en qué circunstancias conoceremos a un

narcisista. Por accidente o designio nos lo acabaremos encontrando. Recuerdo una tarde con una reunión de trabajo/social cuyos anfitriones eran una pareja poderosa de la costa oeste de EE.UU. La ubicación era una extensa finca en una playa exclusiva del sur de California. La mansión era escenario frecuente de fiestas ilustres, reuniones de políticos y elegantes veladas. Me invitaron por ser una antigua asesora financiera de la pareja. Entre los invitados había un piloto de aviones

1. Eliot, G., Adam Bede en The Macmillan Dictionary of Quotations. Macmillan, Nueva York, 1989, p. 31. 2. www.aphids.com/cgi-bin/quotes.

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privados, un cirujano plástico, un juez de un tribunal superior, un director de cine y varios aduladores y bufones, todos ellos miembros del círculo íntimo de la pareja. Greg y Charlene, los decorosos anfitriones, me dieron la bienvenida en la puerta de acceso. La casa era suntuosa en cada uno de sus detalles, imitando las líneas arquitectónicas de una compleja tarta de boda. En su interior todo era elegante y prístino: preciosas antigüedades, cuberterías de plata, un impoluto diseño de interiores, unas fragantes orquídeas blancas flotando en jarrones de cristal de Baccarat, las mejores porcelanas y valiosos cuadros y esculturas contemporáneos. Al principio de la tarde, Charlene, la esposa y copropietaria del emporio financiero, se me presentó, acomodándose en el sofá donde estaba sentada. A partir de aquel momento no dejó de hablar de sí misma: sus triunfos en los negocios, sus adquisiciones materiales, sus innumerables viajes y excursiones, su lista de amigos importantes, su modisto y sus inteligentes y talentosos hijos. Durante los entremeses fríos y calientes, que incluían hojas de parra (procedentes de los viñedos de la finca) rellenas, los invitados fueron llevados a una prolongada visita a la bodega de Greg, una serie de espaciosas salas con la temperatura perfecta para proteger su valiosísima colección. Anunciaron la cena, y los invitados fueron acompañados a un comedor de techo alto con unas paredes de madera oscura. Al entrar, mi mirada se desplazó por las cuatro paredes del comedor. Muchos ojos me miraban: eran las inocentes caras de grandes animales salvajes. Se trataba de trofeos de caza: antílopes, ciervos, alces y búfalos. Seguro que los propietarios de la casa habían contratado los servicios del mejor taxidermista para conseguir ese espectacular efecto. Tuve que contenerme para no salir disparada de la sala. Sentía náuseas y me preguntaba cómo podía la gente ingerir alimentos en presencia de esas criaturas muertas fijadas a la pared en forma de un perverso tipo de crucifixión. Durante la cena, Charlene dijo, deliberadamente, para que todos los que estuvieran lo suficientemente cerca pudieran oírlo, que su finca estaba incluida en un programa anual especial para propiedades de especial belleza. Describió en detalle la reconstrucción que habían llevado a cabo tras adquirir la mansión. Volver a pintar la casa les había 16


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llevado más de tres años, y Charlene seguía sin estar satisfecha. Tenía a su disposición a un maestro pintor en caso de que quisiera realizar unos cambios rápidos. El mármol antiguo importado de canteras italianas tenía una importante presencia por toda la casa, dándole el aspecto de un mausoleo. Después de la cena, Charlene siguió con su interminable letanía de sí misma, mostrando un frío desdén por los que nunca llegarían a su altura. Todo lo que rodeaba a Charlene y a su círculo dorado era perfecto. Fuera de esas fronteras se encontraban los seres inferiores y lamentables, condenados a un aburrido infierno de mediocridad. En el interior de esa santificada esfera estaban los privilegiados, que la rodeaban y protegían como a un venerado miembro de la realeza. Cuando la interminable velada acabó y ya me había despedido, me sentí como un prisionero al que hubieran dejado en libertad. Mientras caminaba deprisa por el magnífico césped, abracé agradecida la clara noche estrellada y me di cuenta de que, durante todas esas horas, no me había preguntado, ni una sola vez, algo sobre mí. Este libro se centra en el narcisista excesivo, los maestros del encanto y los proveedores de magnetismo. Conocer a uno de estos individuos es una experiencia memorable, tanto si el encuentro es positivo, negativo o mixto. Los narcisistas seducen y persuaden con un tipo de magia especial. Mi objetivo es el de informar al lector, de forma que pueda identificar la personalidad narcisista y, en especial, a los narcisistas excesivos que hay en su vida y apreciar plenamente que estos individuos sufren un trastorno grave de la personalidad. No ser consciente y no estar informado de la psicopatología, los orígenes y las motivaciones inconscientes del trastorno narcisista de la personalidad es contraproducente y perjudicial para aquellos que, inocentemente, se relacionen con narcisistas. Para armarse con las herramientas estratégicas específicas que ofrecemos en este libro le proporcionará el enfoque psicológico y la confianza para aplicar en todos sus encuentros con un narcisista excesivo. En la primera parte, «El Gran Actor», vemos al narcisista en el escenario central, con el foco iluminándole plenamente. Esto queda ilustrado espectacularmente en escenas vívidas de la vida del icono 17


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del arte mundial, Pablo Picasso, que personifica al narcisista excesivo en todo su esplendor. Para aclarar las distinciones diagnósticas entre el narcisista y otros trastornos de la personalidad, trazo las diferencias entre él, el trastorno límite de la personalidad y la personalidad antisocial. Presento una perspectiva histórica y social, explicando cómo el gran cambio en la psicopatología ha pasado de centrarse en las neurosis a hacerlo en los trastornos de la personalidad. Hoy día, la sociedad apoya el ascenso de los narcisistas excesivos, recompensándoles con un éxito económico extraordinario, un estatus y la adulación pública y privada. Los narcisistas dominan, en la actualidad, todos los ámbitos de la vida. Son nuestros presidentes ejecutivos, actores, políticos, líderes mundiales, médicos, abogados, jueces y empresarios. El narcisista excesivo emana grandes ilusiones vanas que alimentan sus sentimientos de superioridad y de una autoproclamación primordial. Cuando hablo del narcisista excesivo en masculino también me refiero a las narcisistas excesivas. Más recientemente, el mundo corteja a los narcisistas excesivos. Son muy premiados y envidiados y con frecuencia se les trata como a la realeza. Las interacciones del narcisista con los demás son superficiales y banales. Conserva a las personas en su círculo mientras le beneficien. Cuando se convierten en un inconveniente o le cuestan dinero, no quieren invertir en un negocio irreal que ha ideado, o se convierten en rivales, son despedidos sin aviso y desaparecen como si nunca hubieran existido. A pesar de esta profunda crueldad, el narcisista cree que es un ser humano honorable. Cegado por su fino encanto y su dinamismo contagioso, su círculo dorado de seguidores y aduladores le aplauden y complacen su más mínimo deseo y capricho. El narcisista excesivo no hace distinciones entre la imagen y el yo. Incapaz de enfrentarse a su mundo interior de dolor, errores, crueldades, traumas y sus propias ilusiones vanas, fabrica una imagen propia impecable. El narcisista excesivo escoge quién le servirá lealmente e incluso se sacrificará por él. Frecuentemente son físicamente atractivos, talentosos e inteligentes, o presentan una combinación de estas cualidades. El narcisista se siente expansivo y activado, rodeado de su grupo de fieles devotos. Sus horizontes son ilimitados, y la imagen meticulosamente pulida de sí mismos se ha convertido en una realidad viviente. 18


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En la segunda parte, «Tras la máscara perfecta», describo, mediante viñetas clínicas y anécdotas, los rasgos ocultos de la personalidad interna del narcisista. Mi objetivo es el de familiarizarle a usted, lector, con las herramientas necesarias para identificar a los narcisistas excesivos presentes en su vida y para comprender que se está enfrentando a un trastorno grave de la personalidad, y no a una excentricidad benigna del carácter. Aquí nos encontramos con el oscuro mundo inferior de su psique. El narcisista excesivo es un explotador por excelencia. He observado, dolorosamente, cómo ha manipulado, seducido y quemado habilidosamente a las mismas personas más de una vez. Esto atestigua sus dones de astucia y persuasión. No tener conciencia es una ventaja para él. Siempre hay un grupo central que rodea al narcisista excesivo y que nunca le abandonará sin importar el coste que esto tenga en sus vidas. El narcisista excesivo parece poseer un gen de la decepción. Puede hacer un trato con un narcisista, legalizarlo y acabar dándose cuenta de que, de repente, ha cambiado de opinión y que no cumplirá su compromiso. Una vez tome la decisión de modificar su camino, la cortina caerá bruscamente, las oficinas estarán cerradas, el dinero prestado no será devuelto. La decepción se convierte en un tipo de arte en las manos de un narcisista excesivo. Las mentiras y las ofuscaciones automáticas son parte de su repertorio permanente. Un retrato del ignominioso industrial y «filántropo» Armand Hammer muestra las implacables manipulaciones y traiciones que perpetró para conseguir sus ilusorias visiones de la gloria. El narcisista excesivo suele pasar sus años de niñez y los posteriores como el niño de oro, el escogido por delante de los demás. Generalmente, uno de los progenitores toma el mando y decide que un hijo concreto, que es hermoso, bello, talentoso o atlético, desempeñará ese papel. Él o ella representan la satisfacción de una necesidad de su progenitor. La madre y/o el padre viven a través de su hijo, que quieren que responda a sus privaciones psicológicas precoces. La vida de Frank Lloyd Wright, el gran arquitecto estadounidense, es un ejemplo perfecto de este patrón patológico. Un lazo dorado intacto unió a Wright y a su madre durante la mayor parte de su vida. Desde sus primeros años, la madre de Wright, Anna, le dijo, con palabras y 19


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actos, que era un dios, y que se convertiría en el mejor arquitecto del mundo y que no podría equivocarse nunca. Siempre ambivalente con respecto a sus modos empalagosos y controladores, Wright permaneció emocionalmente ligado a Anna durante la mayor parte de su vida. Los progenitores de los narcisistas excesivos suelen ser también narcisistas. Sus hijos sufren un «abrazo frío», la pretensión de unos auténticos cuidados. El progenitor narcisista egocéntrico dirige el espectáculo, convirtiendo a su hijo en una marioneta aquiescente. Este progenitor bloquea el derecho de su hijo a convertirse en un individuo íntegro y distinto. Las trastornos narcisistas de la personalidad dan lugar a un yo ostentoso y falso en lugar de un yo auténtico y verdadero. Bajo las bravatas y la ostentación yace un vacío dominante. El narcisista excesivo vuelve constantemente hacia las recompensas del mundo exterior (elogios, adulación, posesiones materiales) para llenar el doloroso vacío interior. El narcisista proyecta una ira sin fondo y una envidia y una paranoia secretas. El ego del narcisista es quebradizo, vulnerable a lo que percibe como heridas y desaires psicológicos. Durante los años posteriores, el narcisista suele verse afectado por una desesperación enervante que le provoca desazón. El narcisista padece de un corazón endurecido y es incapaz de mostrar empatía. La falta de empatía es un rasgo característico de la personalidad para diagnosticar el trastorno narcisista de la personalidad. El narcisista excesivo activa una pseudoempatía muy bien pulida que resulta persuasiva para la mayoría de las personas. Me centro en la vida de la famosa filósofa y novelista Ayn Rand como ejemplo de una narcisista de elevada intensidad que llevó una vida obsesiva y carente de empatía. Ayn Rand decidía, con crueldad y un cálculo exquisito, qué y a quién quería. No se veía detenida en el campo de difundir su filosofía del objetivismo o satisfaciendo sus pasiones eróticas y sexuales. Desde el principio hasta el final, llevó una vida con el corazón endurecido, en esa fría oscuridad en la que el calor de la empatía no puede echar raíces. La verdadera empatía empieza en el núcleo: el corazón. Aquí presento la idea de que la antigua práctica hindú del hatha yoga puede liberar las energías bloqueadas en nuestro cuerpo y mente. El uso de unas técnicas respiratorias adecuadas y de una serie de posturas corporales 20


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favorece la buena salud y expande el centro del corazón, activando una sensación de paz y vitalidad. Otra fuente para desarrollar la empatía es tratando conscientemente con la verdad de nuestro sufrimiento. Seguir un camino espiritual nutre nuestras cualidades empáticas. Los que perseveren descubrirán una mayor transparencia en sí mismos y un amor más profundo por los demás. En la tercera parte, «El público que le adora», describo el círculo dorado de los seguidores y los devotos que crea el narcisista excesivo. En el interior del círculo hay un espacio sagrado reservado a miembros escogidos que creen que el narcisista es la fuente de la que fluyen sus identidades y sus sensaciones de valer la pena. Se describe un caso clásico de adoración a un mentor en la relación entre el genio de la arquitectura Frank Lloyd Wright y su trabajado círculo de admiradores. En su tempestuosa vida personal, Wright tuvo muchas esposas y amantes. Su última mujer, Olgivanna, se sacrificó para perpetuar la grandeza de Wright, invitando al mundo a adorarlo como si se tratara de un dios. Algunos narcisistas excesivos han acumulado, ganado o heredado grandes fortunas. Muchos de ellos usan el dinero y sus privilegios como cebo perfecto para arrastrar a los escogidos a su círculo interior. La riqueza es el bálsamo y el señuelo que atrae y conserva a los miembros potenciales y los antiguos de este grupo de elite. La parte fea de esta cómoda ecuación se revela en forma del sacrificio del yo y en el maltrato y las humillaciones que muchos miembros soportan a cambio de su privilegiado estatus. Muchos de los que viven o trabajan con un narcisista excesivo reconocen que están llevando su vida a través de la de otro. Han borrado su creatividad, impulsos e identidades por un tirano. Son falsificaciones con una forma de ser agradable diseñados para mantener a su amo lleno desde el punto de vista del narcisismo. Cuando llueven los últimos golpes y ha caído el telón de la desilusión, algunos seguidores exhaustos y angustiados cambian su papel de creyentes adoradores por el de enemigos íntimos. El la cuarta parte, «Respuesta al gran actor», aporto unas normas específicas de implicación que maximizarán todas sus interacciones con el narcisista excesivo. La fuente de su éxito consiste en ser 21


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plenamente consciente de sus propios asuntos psicológicos centrales. Sentirse seguro en su interior y asentado psicológicamente es esencial. Permanezca atento, en este momento, al asunto que tiene en mente. Honre sus valores morales y éticos. Hay normas para tratar con el jefe o con la sala de juntas. Sea más astuto que el narcisista excesivo tomando la iniciativa, defendiéndose sin estar a la defensiva y tenga siempre un plan B, C y D preparados. En el último capítulo, «Más allá del narcisismo», invito al lector a viajar a otro país, a una tranquila amplitud que coloca la vida en una perspectiva más clara y sencilla. Construiremos juntos un puente que le transportará más allá del frenesí dirigido por el ego del mundo narcisista. Aquí podrá aprender a estar más quieto y tranquilo en su interior. Un método consiste en la práctica de la meditación. Aporto recomendaciones específicas para iniciar la práctica de la meditación. Se anima a los que abran esta puerta a desprenderse de su ego, eliminar las falsas máscaras y vivir de manera auténtica. Más allá del narcisismo no hay fronteras. Sabiendo esto experimentamos que somos fragmentos vivos únicos de un todo que evoluciona y es dinámico y beatífico. En numerosas conversaciones, cuando describo los rasgos del carácter de un narcisista excesivo a mis amigos y conocidos, oigo frecuentemente: «¡Oh, Dios mío! Así era mi ex-novio. Lo mejor que hice fue dejar a ese bastardo egoísta y embustero» o «Ésa es mi mentirosa y exigente ex-mujer, hasta en el último detalle» o «Acabas de describir a mi suegra, una egocéntrica. No hay nada lo suficientemente bueno para ella» o «Esa basura de dos caras. Todos pensaban que caminaba sobre el agua. Mientras duró nuestro matrimonio nunca perdió ni una oportunidad para tener un enredo, un romance o una aventura de una noche. Cuando acabé enfermando y ya no lo pude tolerar le pedí el divorcio. Escogí a los abogados equivocados y acabé completamente arruinada económicamente. Sólo puedo agradecer que ese terrible hombre haya salido de mi vida.» Para sobrevivir y medrar, todos necesitamos un narcisismo sano. Se trata de una sensación positiva de nuestra propia valía. Una persona con un narcisismo sano tiene una sensación firme y realista de sí misma. Respetándonos y cuidándonos, reconocemos que somos 22


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unos seres humanos únicos y valiosos. Podemos amar a los demás sólo si poseemos un amor propio saludable. Al tener compasión por nosotros mismos aprendemos a perdonarnos los errores pequeños y grandes. Cuando titubeamos y fallamos como seres imperfectos que somos, el narcisismo sano nos permite reconocer nuestros caprichos sin estar a la defensiva y a llevar a cabo los cambios necesarios en nuestro comportamiento y actitudes. Nos conduce con una sensación de esperanza y optimismo. Los que poseen la cualidad de un amor propio equilibrado también poseen unos cimientos espontáneos de humor que es capaz, simultáneamente, de ver tanto la cruda realidad como la cómica absurdidad de la vida. Debería señalarse que muchos grandes triunfadores no tienen una personalidad narcisista. Son inteligentes, talentosos y están motivados: cuentan con el impulso para ser lo mejor posible. Son capaces de aportar amor e intimidad a sus esposas, compañeros, hijos, familiares y amigos. Tienen una forma de ser modesta a pesar de sus grandes logros y las opiniones exaltadas de los demás. Saben y aceptan que son seres humanos imperfectos. Junto con su talento y sus muchos logros, estas personas irradian calidez, conciencia y amabilidad. El narcisismo insano o patológico sigue un camino distinto. El narcisista es engañoso y manipulador en todas sus relaciones. El sine qua non del narcisismo patológico es un egocentrismo obsesivo combinado con la incapacidad de experimentar una verdadera empatía para con los demás. La palabra narcisismo procede del mito de Narciso. En esta antigua historia, la ninfa Eco se enamora del hermoso y joven Narciso. Al enfadarse mucho cuando Narciso no le corresponde, Eco pide a Afrodita, la diosa del amor, poder vengarse haciendo que Narciso sea víctima de un amor no correspondido. Un día, mientras pasea por el bosque, Narciso se arrodilla al lado de un estanque para beber. Al mirar en las claras aguas ve a un joven tan hermoso que se enamora perdidamente de él. Se obsesiona tanto con esta aparición que no puede comer ni beber. Muere de inanición, sin darse cuenta de que la ninfa que buscaba era su propio reflejo en el agua.

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Pablo Picasso: «yo Rey» Picasso. La enunciación de su nombre evoca imágenes fundamentales de ese hombre y su arte. Los dos son inseparables. Tanto si estaba trabajando de forma frenética en su estudio en su último cuadro (frecuentemente de mujeres con las que estaba iniciando, teniendo o finalizando una aventura), de vacaciones con su familia y con una amante cerca, o en una corrida de toros, posando vestido de blanco, fascinado con el antiguo y sangriento espectáculo, Picasso acaparaba todas las miradas. Controlaba los guiones de las vidas de sus actores (esposas, amantes, novias, hijos, socios, enemigos) de forma tan sencilla y deliberada como creaba sus cuadros, dibujos, bocetos y obras en cerámica. Cuando Picasso estaba presente, salía el sol y la multitud se agolpaba. Era carnaval, una fiesta: una celebración bulliciosa. Junto con la luz de su talento, Picasso cosechó una oscuridad violenta implacable para con los demás en forma de un abandono emocional, una decepción crónica, un sadismo sexual, una frialdad psicológica y una dura venganza hiriente. La mayor obra maestra de Pablo consistía en «ser Picasso». Incluso cuando tenía sólo dieciocho años, este famoso narcisista ya estaba expresando abiertamente su hinchada presunción. Antes de dejar a sus padres y amigos para irse a París, para cumplir sus sueños de grandeza artística, Picasso mostró un autorretrato «con la inscripción Yo Rey».3 Fue un incidente, de entre numerosas escenas en la vida de Picasso, en el que ensalzó su creencia en su naturaleza superior, de semidiós. Pablo era conocido por coleccionar amantes, como si estuviera recogiendo flores fragantes y exóticas para un ramo festivo. Durante sus noventa y un años de vida, Picasso produjo decenas de miles de obras de arte y tuvo dos esposas, cuatro hijos y numerosas amantes. Françoise Gilot, una talentosa estudiante de arte, fue, probablemente, su amante, musa y compañera artística favorita. Françoise creció con un padre que era difícil, exigente y que se sentía muy decepcionado porque no hubiera sido un chico. Le hizo llevar a cabo gestas físicas que la asustaban (subir y bajar colinas y nadar gran-

3. Huffington, A.: Pablo Picasso: Creator and Destroyer. Avon, Nueva York, 1996, p. 48.

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des distancias a una velocidad cada vez mayor). Françoise reemplazó su miedo extremo por ira y resentimiento. Aprendió a amar la seducción del peligro, y esto incluyó su decisión de compartir su vida con Picasso. Era tanto un reto como una emoción peligrosa. Françoise conoció al maestro cuando tenía veintiún años y él sesenta y uno. Joven, inocente y seducida por su talento y su fuerza dinámica, Françoise empezó a verse con Picasso, aunque éste seguía casado con Olga Khokhlova (pese a estar separado de ella), su primera mujer, que había sido bailarina. Olga se había convertido en una paria para Picasso, despotricando obsesivamente y espiando constantemente a su esposo, del que estaba separado, y a su última amante. Después de haber vivido separados durante algún tiempo, Françoise ya no pudo resistirse a Picasso. Se fue a vivir con él y acabaron teniendo dos hijos: Claude y Paloma. En su biografía íntima y reveladora, Mi vida con Picasso, Françoise cita sus palabras de desaprobación hacia las mujeres: «Para mí sólo hay dos tipos de mujeres: diosas y felpudos».4 Gilot replica: «Y siempre que pensaba que me estaba sintiendo demasiado como una diosa, hacía todo lo que podía para convertirme en un felpudo».5 En sus relaciones personales con las mujeres, Picasso insistía que él, y sólo él, era la corriente central de su deseo. Se deleitaba orquestando unas situaciones crueles y psicológicamente perniciosas en las que las mujeres competían por su atención y se peleaban por él. En una ocasión, Picasso instigó y fue testigo de un pelea física entre su voraz y joven amante Marie-Thérèse Walter y Dora Maar, su novia del momento. Al igual que cualquier narcisista clásico, Picasso era capaz de deshacerse de las mujeres que ya no le servían. Pablo dio con una solución para tratar a sus antiguas esposas: «Cada vez que cambio de esposa debería quemar a la anterior... Así no estarían para complicarme la existencia».6 Con Picasso, los más cercanos a él tenían que estar especialmente bien preparados y siempre listos para el combate. Le encantaba idear 4. Gilot, F. y Lake, C.: Life with Picasso. Anchor, Nueva York, 1989, p. 84. (Trad. cast.: Mi vida con Picasso. Editorial Bruguera, Barcelona, 1973.) 5. Ibíd. 6. Ibíd., p. 349.

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cepos y trampas que hicieran que los demás se sintieran pequeños e inadecuados. Gilot señala que, para ganarse el respeto de Picasso, se tenía que interpretar el papel del rival digno «porque para Picasso la vida era siempre un juego que se jugaba estando todo permitido».7 Viendo a las muchas personas a las que Picasso engañaba y humillaba, Françoise sobrevivió a sus artimañas: «Así, aprendí muy pronto que no importaba lo mucho que uno apreciara a Pablo. La única forma de conservar su respeto consistía en estar preparado para lo peor y emprender acciones antes de que él lo hiciera».8 Durante las relaciones amorosas complejas y los juegos sádicos y emocionalmente perjudiciales, Picasso decía a cada una de las mujeres que quería estar única y exclusivamente con ellas y luego se daba la vuelta y contaba la misma mentira a otra fémina. Simultáneamente, pintaba a cada mujer en un tema y estilo que mostraban si estaba ascendiendo o cayendo con respecto a su ardor sexual y romántico. Picasso diseñaba capas de intriga y crueldad contra las mujeres para infligirles dolor y demostrarles su control absoluto sobre ellas, de forma muy parecida a las altivas piruetas de un matador durante un pase de muleta triunfante ante un toro que se está desangrando. Con toda su devoción por el arte de Pablo y por su vida y sus hijos, Françoise acabó dándose cuenta de que su maestro era incapaz de mostrar verdadera empatía y ternura: «y luego, gradualmente, me di cuenta de que el calor humano es algo que nunca obtendría de Pablo».9 Cuando Françoise dio claras indicaciones de que su separación de Picasso era inminente, se burló de ella, diciéndole que nunca sería reconocida ni valorada como individuo, sino que sólo sería vista como una persona unida a un hombre portentoso y talentoso. Echó leña al fuego: «Incluso aunque creas que gustas a la gente, sólo se tratará de un tipo de curiosidad que tendrán por una persona cuya vida ha tocado la mía de forma tan íntima… Para ti la realidad se ha acabado… Si intentas dar un paso fuera de mi realidad te encaminarás de cabeza al desierto».10 7. Ibíd., p. 142. 8. Ibíd., p. 142. 9. Ibíd., p. 335. 10. Ibíd., p. 355.

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Picasso no había acabado. Ideó una exquisita venganza propia para Françoise. La convenció de que ambos estaban destinados a volver a estar juntos. Insistió en que Françoise obtuviera el divorcio de su marido, Luc Simon, prometiéndole que se casaría con ella y que reconocería a Claude y Paloma. Françoise así lo hizo, creyendo que volvería a estar con Pablo. Obtuvo el divorcio y esperó. Una mañana, mientras leía un periódico, vio que Pablo se había casado precipitadamente con Jacqueline Roque. La sacudida y la traición de ese ignominioso acto eran atroces, pero Françoise sobrevivió. Al final, la mujer que seguía erguida y triunfante era Françoise Gilot. Era ella la que había roto la relación con el maestro, y era ella la que siguió hacia delante como artista y como mujer independiente. Marina Picasso, nieta del artista, habla con franqueza de los profundos efectos de la crueldad y la negligencia de su abuelo para con ella. La vida de todos los demás debía quedar en el aire (sus actividades, sentimientos, pensamientos, palabras), a merced de los vientos oscilantes de los estados de humor, caprichos, vanidades, pasiones, impulsividades y perversidades del momento de Picasso. Cada uno de los familiares cercanos de Marina fue abandonado herido, aplastado o, eventualmente, destruido por este hombre. Marina observa: «Nadie de mi familia consiguió escapar nunca del dominio de este genio».11 Su padre, Paulo (hijo de Pablo), alcohólico crónico, pasó sus días rogando desventuradamente sustento para poder llevar comida a la mesa de su familia. Fue cautivo, durante toda su vida, de los predecibles castigos de vergüenza y degradación. Picasso nunca dejaba pasar la oportunidad para, de palabra o no, hacer saber a su hijo lo inútil y fracasado que era y siempre sería. Incapaz de separarse psicológicamente de Picasso y activar su individualidad, Paulo permaneció ligado a su padre como un bebé mamando del frío pecho sin leche de su madre. Al final Paulo se ahogó en el alcohol que había usado durante tanto tiempo para librarse del dolor de no ser querido. La dulce pero mortal inconsciencia que buscaba acabó por consumirle.

11. Picasso, M., en colaboración con Valentin, L.: Picasso, My Grandfather. Riverhead, Nueva York, 2001, p. 5. (Trad. cast.: Picasso, mi abuelo. Debolsillo, Barcelona, 2003.)

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El brillante sol de Picasso, ubicado en el centro, quemaba a los demás de forma cruel. Su antigua mujer y bailarina, Olga, contaba sus días como inválida física y emocional, explorando desesperadamente el pasado en busca de días más felices, cuando era la mujer de Picasso. Emilienne, nuera de Picasso y reacia madre de Marina y Pablito, infundió en su imaginación fantasías descaradas sobre el deseo de Picasso por seducirla. Cada respiración iba unida a Picasso. Emilienne, la madre adolescente promiscua, fue incapaz de proporcionar nada parecido a la protección y el cariño a sus hijos. Pablito (el hermano de Marina), dejado de lado y no querido por su padre, su madre y su abuelo, se aferró a Marina durante tanto tiempo como pudo. Acabó por terminar con su corta vida bebiendo lejía y desangrándose. Marina, la superviviente, pasó mucho tiempo buscando, sin éxito, el cariño y la aprobación de su abuelo. La imagen de infancia es la de una golfilla cogiendo la mano de su hermano Pablito mientras estaban de pie ante las intricadas y sólidas verjas del ultimísimo castillo de Picasso. La expresión es de una complicidad y tristeza prematuras. Incluso a la más tierna edad, Marina comprendió que no era bienvenida. Marina triunfó frente a lo que llama el virus Picasso para convertirse en una persona humanitaria que ayudaba a huérfanos hambrientos y necesitados.12 Las personas narcisistas suelen ser muy exitosas e innovadoras en su vida profesional. Éste era el caso de Pablo Picasso. Combinando un talento nato y un enorme empuje, Picasso transformó el rostro del arte moderno. En su vida personal explotó y abusó de las mujeres que tenía a su alrededor y abandonó a sus hijos. En último término fue el poder que obtuvo y la adulación del mundo, por los que se moría, lo que le importaba tanto como su necesidad de crear. Casi al final de su vida, Picasso pintó un autorretrato que nos cuenta todo sobre ese hombre narcisista y vengativo. En ese cuadro, el artista se ha desprendido de su última máscara. «Era la cara de una angustia congelada y del horror primordial… Era el horror que había pintado y la angustia que había

12. El virus Picasso hace referencia al efecto autodestructor que Picasso tenía sobre todos aquellos que estaban cerca de él: familia, esposas, amigos, etc. Véase ibíd., p. 31.

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causado y que, en su propia angustia, seguía provocando».13 Debajo de la adoración, la fama y el talento, se contempla el rostro espantoso y distorsionado de un loco desesperado.

Haciendo distinciones En este libro me centro en el narcisista excesivo, el individuo omnipotente, ostentoso y frecuentemente carismático con una ambición desmesurada y un orgullo desmedido palpable. Juega a la vida, en lugar de vivirla. La altura y la anchura de su pila de fichas de juego y de sus grandes ganancias son todo lo que importa. Mostrar una compasión o preocupación falsas por los otros supone una inteligente actuación que el narcisista excesivo usa para convencer a los demás para que jueguen a su juego. La mayoría de las personas son engañadas o seducidas por las embriagadoras promesas del narcisista. Éste, que frecuentemente tiene mucho éxito económico, junto con los privilegios de la abundancia material, se convierte en un objeto de deseo para aquellos que viven en circunstancias más simples y aburridas. Muchas personas quedan tan sorprendidas por el estatus económico y social del narcisista que se convierten en adoradores voluntarios. Tanto si duerme con él como si cree ser miembro de su círculo cercano, el único objetivo de su relación con usted siempre está relacionado con su beneficio y con las recompensas que fluyen desde usted solamente para él. El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSMIV-TR) [Manual diagnóstico y estadístico de problemas mentales], publicado por la American Psychiatric Association, es una guía profesional usada por los médicos para diagnosticar una amplia variedad de problemas mentales. Es una herramienta diagnóstica completa con ciertas limitaciones. El DSM-IV-TR tiene un carácter descriptivo. Los diagnósticos se basan, especialmente, en el listado de síntomas concretos y de comportamientos patológicos en lugar de centrarse en asuntos psicodinámicos patológicos del inconsciente relacionados con todo el

13. Huffington, A.: Pablo Picasso: Creator and Destroyer, op. cit., p. 465.

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espectro de la vida, empezando por la más tierna infancia. No trata sobre el núcleo psíquico interno de estos individuos. El DSM-IV-TR esboza rasgos del carácter y comportamientos para diagnosticar que una persona tiene un trastorno narcisista de la personalidad:14 Un patrón dominante de ostentación (en su fantasía o comportamiento), la necesidad de admiración, la falta de empatía, que se inicia al principio de su edad adulta y que está presente en variedad de contextos, tal y como se indica mediante cinco (o más) de los siguientes puntos: 1. Tiene un sentido ostentoso de su propia importancia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera el reconocimiento como superior sin unos logros proporcionales). 2. Se preocupa por fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o un amor ideal ilimitados. 3. Cree que es «especial» y único y que sólo puede ser comprendido por, o debería asociarse con, otras personas (o instituciones) especiales o de elevado estatus. 4. Necesita una admiración excesiva. 5. Tiene un sentido del derecho o unas expectativas poco razonables de recibir un tratamiento especialmente favorable o de que sus expectativas se cumplan de forma automática. 6. Es un explotador en las relaciones interpersonales, es decir, se aprovecha de otros para conseguir sus propios fines. 7. Carece de empatía: no quiere reconocer o identificarse con los sentimientos y las necesidades de los demás. 8. Suele tener envidia de los demás o cree que los demás le tienen envidia. 14. American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 4.ª ed., DSM-IV-TR, Washington, D.C., 2000, p. 717.

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Liberarse Del Narcisismo

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