Fenómenos Psíquicos por Ralph M. Lewis, F. R. C.
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1 Lectura para las Horas de Descanso
"A" AMORC
Lectura para las Horas de Descanso "LECTURAADAPTADA A SU GUSTO" es el propósito de esta Serie. Cada tema es presentado en forma concisa y sim~le. ~stá destinada a ?ar al lector la provechosa esencia del tema de su interes, en el. menor nUJ?ero posible de palabras. Si la librería que usted frecuenta no .tIene.estos libros a la venta usted puede -si así lo prefiere- hacer su pedido dl~ectamente a nosotros. Pídanos el más reciente Catálogo de Libros y Artlculos para Estudiantes (GS-67), el cual se le enviará gratis. SERIE "A" La Supervista o el Tercer Ojo ¿Es la glándula pineal un remanente de este órgano? ¿Dependen de él la sensitivídad psíquica y la percepci6n interna del hombre?
¿ Qué Ocurre Después de la
¿ Qué es el Poder Psíquico? Usted y cada mortal tienen acceso a esta fuerza C6smica. Deje que este pequeño libro le diga CÓmo despertarla y dirigirla.
El Arte de Crear Mentalmente Haga de sus pensamientos vas que se harán realidades.
Muerte? He aquí un tratamiento místico y cientifico de este gran fenómeno, que le fascinará.
Fenómenos Psíquicos Aprenda los principios básicos psicológicos fundamentales de la bola de cristal, la escritura automática y diferentes formas de buenaventura.
Haga Sus Propias Profecías Aprenda cómo ver el desarrollo del futuro, lógica e inteligentemente fuera del presente.
Consciencia Cósmica Aprenda cómo debe el hombre conocer el orden de este universo del cual es una parte.
Color-Su
SERIE "B"
Influencia Mística
¿ Cómo afecta su vida el color? ¿ Cuál es la ley mística de la atracción del color?
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La Autocuración He aquí el libro que le dirá CÓmo ayudar en el recibimiento y recobramiento de la salud con el uso de métodos de autocuraci6n establecidos hace mucho tiempo.
Psicología del Misticismo ¿Cuáles son los principios psicológicos que los místicos usan para alcanzar la iluminación cósmica y la relación con Dios?
El Arte Místico de la Respiración He aqul la revelación de las prácticas de respiración para vivificar la consciencia c6smica.
El Misterio de los Números ¿Existen números de poder inherente? ¿ Es cierto que números tales como el 3 y el 7 están relacionados con las ocultas fuerzas del universo?
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DE SUMINISTROS ROSACRUCES
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IMPRESO
EN E. U. A.
Fenómenos Psíquicos O
Hechos 'Y Fantasías por RALPH M. LEWIS, F. R.
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Desde temprano en la infancia hasta tarde en la vida nos gobiernan dos influencias mayores: una, los hechos, y la otra, las fantasías. Cuando pequeños, mientras aprendimos nuestro ABC -puramente un asunto positivo- estábamos, a la vez, inculcando leyendas en nuestra consciencia, cuentos de hadas y de Caperucita Roja. No es extraño que una niñita se crea una reina, y que, mientras esté en ese estado de irrealidad, asocie aquellas cosas que ha leído u oído, concernientes a una reina, como, por ejemplo, su cetro, su corona, su castillo. Bien podemos tolerar esta mezcla de hechos y fantasías en los niños, pero es una práctica peligrosa para los adultos y las personas de mente madura, porque les confunde su mundo. Vivimos en un mundo falso si vivimos una existencia de fantasía, y muchas veces es dolorosa la repentina realización de que nuestra existencia no ha sido nada más que una fantasía. El control de la fantasía está enteramente dentro de nuestra incumbencia. En fantasía podemos transformarnos en casi cualquier cosa que deseemos ser. Podemos soñar que estamos en paz cuando realmente estamos en una atmósfera o alrededores de inquietud, lucha y confusión. Por otra parte, los hechos tratan con actualidades, condiciones externas y circunstancias que pueden o no ser parte de nosotros, pero que tienen tanta existencia como nosotros. Los hechos acumulados
son la realización de nuestras experiencias. Podemos negar las cosas reales si queremos, podemos ignorarlas, pero persisten en su existencia. Con nuestra conducta podemos ser como la proverbial avestruz y enterrar nuestra cabeza en agujeros en la arena y rehusar tomar conocimiento de las cosas del mundo. Sin embargo, estas cosas, reconozcámoslo o no, cobran su parte en la influencia que tienen sobre nosotros. Es necesario, también, distinguir entre imaginación y fantasía. No son sinónimas. La fantasía supone existencia. La fantasía supone que algo está verdaderamente, en el presente o en el futuro, cuando puede no tener ninguna existencia. Por ejemplo, un individuo puede fantasear como muy importante. Puede fantasear en que todo lo que hace o dice atrae la atención de los demás o es de gran interés o preocupación para ellos. Verdadera y realmente, puede que nadie le preste alguna atención o tome conocimiento de él. La imaginación, por otra parte, consiste en la combinación del presente y del futuro. La imaginación funciona con cosas que ahora tienen una existencia, y que pueden ser percibidas, o con las que ya han sido experimentadas. La imaginación aumenta estas cosas, las proyecta dentro del futuro. Por ejemplo, un ingeniero puede pararse al borde de un gran pantano -pasando por alto su deplorable extensión- y observar las aguas turbias y los arbustos y pastos desagradables que crecen en el mismo. Puede mirar, también, las hordas de insectos que lo sobrevuelan, portadores de fiebres y gérmenes. Mientras percibe estas realidades puede imaginar, con su ojo mental, otra condición que surge de la presente, una transición que está tomando lugar. Puede ver dragas traidas por cuadrillas de hombres; canales de desecación que se construyen, y el agua
que se extrae de ese pantano. Puede ver que se sacan los pastos y se alzan diques y represas para evitar un futuro hundimiento de la tierra. Luego, con los ojos de su mente, puede ver ante él una tierra negra, rica y fértil, debajo de lo que ahora no son más que aguas turbias. Puede ver que esa tierra se cultiva y ver también cuadros sembrados de vegetales y hectáreas de ondulante grano. Puede ver el área sembrada de frutales y con granjas y pequeñas comunidades prósperas -todo esto en su imaginación, pero muy definidamente eslabonado con cosas que tienen existencia y que son probables. La imaginación emplea la razón, y la razón combina los elementos de las cosas que hemos experimentado en una forma nueva, en un orden nuevo. En la misma forma, la razón impulsa a la acción. La imaginación establece el ideal, y la razón toma el presente y lo pone en un orden o proceso a través del cual puede alcanzarse esa meta. Ahora bien, es aconsejable para nosotros considerar algunas de las fantasías del día: digamos algunas de las concepciones y prácticas de las gentes que son una combinación de hechos y fantasías. La gente que cree muchas de las cosas que hace o practica, se desilusionan con la vida porque no saben cómo distinguir el hecho de la fantasía. Empecemos con el destino. Hay millones de personas que son fatalistas. Esa es su filosofía del vivir. Están enteramente gobernados por ella, o, digamos, se someten enteramente a esa creencia. Un fatalista es uno que afirma que el curso total de su vida, es decir, todos los eventos de hoy y mañana, ya han sido marcados para él. Cada paso que tome no será el resultado de una decisión personal, sino que de una influencia o dirección que debe llevar, y que fue concebida aun
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antes de su nacimiento. Consiguientemente, el fatalista mira su vida como si fuera una especie de pista de palitroque y por eso simplemente rueda hacia adelante, movido por poderes más allá de su control. El resultado, al fin de la pista, puede ser alto o bajo; él se resigna a lo que quiera que sea. El verdadero fatalista, como regla, no es un estudiante, pues, ¿para qué va a estudiar? ¿Por qué deberá inquirir dentro de la naturaleza de su propio ser o existencia, o del fenómeno del universo? Nada sacaría con saber de las leyes de la naturaleza, porque no podría esperar cambiar su vida, ni emplear estos poderes para cambiar lo que le rodea o lo que le proporcionan las condiciones que desea, pues, como fatalista, sus anhelos o deseos no tienen espacio en su vida. No es nada más que un títere para recibir lo que venga y estar sujeto a las veleidades, fantasías y caprichos de un poder más allá de sí mismo. Un fatalista, asimismo, carece de ambición. ¿Para qué va a aspirar a cualquier cosa? Sus aspiraciones pueden estar en oposición a lo que ya ha sido planeado para él; por lo tanto, no puede esperar realizarlas. Lo que es más, un fatalista no tiene iniciativa. Esto es suficiente para el lado fantasioso del tema. Razonemos, ahora, un poco. Si el fatalismo fuera cósmicamente cierto, entonces Dios sería injusto. Sería inútil para un hombre tratar de recurrir mediante el rezo o cualquier otro medio de comunión con Dios. ¿Para qué apelar, para qué tener esperanza de intercesión? ¿Para qué pedir sabiduría divina? Todo eso sería inútil. El hombre sólo tendría que resignarse a cualquier cosa que ocurriese. Todos los métodos mediante los cuales esperó consuelo divino, consejo e intercesión, serían inútiles. Tenemos, sin embargo, en oposición a las fantasías del fatalismo, los hechos de nuestra existencia y
naturaleza. El hombre tiene la habilidad de razonar. Él puede evaluar y valorizar las cosas del mundo que le rodea. Puede nombrar y juzgar algunas cosas como buenas y otras como malas. Estas cosas pueden ser puramente nociones de su mente, pero al depender de esas nociones puede hacer su vida feliz o atormentada. El hombre puede -y sabemos que lo hace- alterar sus alrededores. Si el hombre es puramente un producto del destino, ¿por qué se le otorga la habilidad de pensar, analizar y percibir? ¿Por qué tiene hasta consciencia del todo? ¿De qué le sirve? Aun más importante es el hecho que al hombre se le ha dado voluntad, volición, el derecho a elegir un curso de acción. Si sólo hay un curso de acción abierto al hombre -aquel que ha sido decretado por adelantado¿por qué se le ha dado la facultad de selección, de cambio? Sabemos que esto es posible, y sabemos que muchos hombres han cambiado el curso de sus vidas mediante sus propias decisiones. Consiguientemente, estas -la existencia de la voluntad y la existencia de la razón- desaprueban un destino absoluto. Una de las más fantásticas y quizás una de las prácticas y conceptos más antiguos del hombre -que aún tienen influencia muy profunda sobre su vidaes aquella de la adivinación, pronosticación o lectura de la fortuna. Quizás nadie sepa cuándo comenzó la creencia en la pronosticación del futuro. Puede haber ocurrido cuando el hombre tuvo, por primera vez, conceptos escatológicos, es decir, cuando empezó a considerar la finalidad de las cosas, qué ocurre después de la vida, qué pasa en la muerte, y si el mundo tiene una existencia permanente o transitoria. Sin embargo, el hombre siempre ha estado consciente de su seguridad desde que ha tenido la habilidad de razonar y pensar
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de sí mismo en relación a otras cosas. Sus experiencias fueron de dos clases: aquellas que él recordaba del pasado y aquellas que tenía en el presente. El futuro, por otra parte, fue siempre una serie de sorpresas y estas sorpresas han sido muchas veces desastrosas para el hombre. Han ocurrido cosas que muchas veces no anticipó o no buscó, las que lo sorprendieron desprevenido. A veces fueron oportunidades las que logró y de las que sacó el máximo; otras fueron calamidades. Esta inseguridad dejó al hombre preocupado. Él tenía la esperanza de conocer el futuro. Si pudiese, no más que por un momento, sacar el velo y mirar hacia adelante y prepararse a sí mismo, podría ver lo que estaba por venir, lo que era inminente, sea para aprovecharlo o para evitarlo. Por miles de años, el hombre ha proyectado modos y métodos para satisfacer su creencia en la predicción del futuro. Tenemos información de que los antiguos babilonios recurrían al grotesco método de leer las sinuosidades o dobleces del hígado de una oveja. Los sacerdotes de Marduk, Enlil y de Ishtar, cuando la ocasión lo requería, hacían con toda solemnidad matar una oveja, y luego era estudiado seriamente el hígado, mientras aún estaba caliente. Sus dobleces naturales, para esos sacerdotes, auguraban la señal de un evento por ocurrir en el futuro, cercano o distante. Lo que es más, arqueólogos y asiriólogos han recobrado de las ruinas de algunos de los templos y ciudades, moldes de arcilla de esos hígados, especialmente aquellos que presagiaban algún futuro que era favorable; en esa forma eran preservados el hígado y sus presagios. Las estrellas, más tarde, se convirtieron en el siguiente, y más duradero método de adivinar el futuro. La honda impresión que tuvieron los cuerpos Cósmicos en
los babilonios, aSIrlOS, sumerios y akkadianos, puede ser fácilmente comprendida por aquellos que hoy visitan la Mesopotamia o los grandes desiertos del Iraq, conocidos, hace miles de años, como las llanuras de Shinar. Cuando nos detenemos en estos vastos silencios, en la noche, mirando hacia arriba la negra cúpula del cielo, parecen estar suspendidas de esa bóveda en hilos de plata, temblorosos y brillantes puntos de luz, casi irreales. ¡Tan cerca de la tierra parecen estar los cielos! Con poco más que distraer su atención en la noche, esos pueblos antiguos deben haber mirado por largo tiempo el fenómeno de arriba. Su fantasía era descontrolada, y en los ojos de su mente estos diversos cuerpos Cósmicos asumieron formas que estaban relacionadas con los humanos o con animales que conocían, y algunas de estas parecían, para las mentes primitivas de esa gente, una combinación de ambas formas, humana y animal. Ellos creían que todos estos cuerpos Cósmicos eran parte de alguna gran familia, cada una con su propia influencia, sus propias debilidades, hábitos y características, no muy diferentes al hombre. Se creía que esos dioses tenían influencia sobre la vida de las gentes; y, dependiendo de su temperamento personal o de sus virtudes, eran o una buena o una mala influencia. Por consiguiente, la conjunción de esos planetas y estrellas, a la vez que la época del año, fue desarrollando un sistema de adivinación. Encontramos por lo tanto a la astronomía combinada con las extravagancias de la astrología. Supongamos que el futuro está establecido para cada uno de nosotros. Si creemos en la adivinación o en la buenaventura, debemos también ser fatalistas. Si no lo somos, no nos importaría mirar hacia adelante. No habría nada que mirar hacia adelante, excepto lo que
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el hombre hizo por sí mismo. De modo que si es cierto que hay un futuro, ¿no sería muchas veces 'desastroso mirarlo y ver así, en lo lejano, tragedia, mala fortuna, dolor, tristeza, depresión? Tales eventos presagiados compensarían cualquier ventaja mediante el conocimiento de las oportunidades que yacen en el futuro. No tendría valor decir que podríamos escapar a las cosas del futuro que no fueran favorables si pudiéramos ver hacia adelante, pues si el futuro está establecido, si es definido, si tiene existencia, no podemos escapar. Es nuestro. Tenemos que enfrentarlo. ¿Por qué, entonces, saber siquiera sobre el mismo, si no podemos escapar? ¿Por qué no esperar hasta que llegue? Si, como algunos dicen, podemos cambiar el futuro, entonces no es el futuro. Si yace dentro de nuestro poder el crear o hacer el futuro, entonces nosotros somos el futuro; y no existe aparte de nosotros y lo que hacemos hoy determina el mañana. Ahora bien; hay ciertos sistemas de adivinación que son científicamente correctos y apropiados. Por ejemplo, podemos determinar las causas cíclicas del fenómeno del mañana. Si arroj amos una piedra al aire, teniendo un conocimiento de la ley de la gravedad, la que existe ahora igual que en el futuro, podemos predecir precisamente que la piedra volverá a la superficie de la tierra. Podemos predecir, también, la llegada de un eclipse, porque esas leyes nos son conocidas y tienen existencia continua. No son pasado, ni presente, ni futuro; son siempre. Por lo tanto, no es verdaderamente predicción, sino que meramente la declaración de una ley y sus efectos, que son omnipresentes. Las cosas que no tienen existencia en el ahora, tampoco tienen existencia en el fu turo, porque lo que sea que ha de ser mañana debe tener sus raíces en el presente. Otra creencia y práctica fantástica y sin embargo
fundada en algunas leyes fisiológicas y psicológicas muy fundamentales, es esa de la escritura automática. La escritura automática es la práctica o el fenómeno de la escritura por varios métodos, sin volición, sin el esfuerzo de escribir; en otras palabras, sin la intención consciente de escribir lo que se escribe. Esta manía de la escritura automática -que eso es lo que es ya que tiene estallidos de popularidad en diferentes épocas- se extendió en los Estados Unidos, primeramente, en 1850, y era muy destacada entre los años 1850 y 1860, como asimismo a comienzos de este siglo. La escritura automática puede llevarse a cabo en un estado de trance, cuando la persona no tiene consciencia de nada, y también en un estado normal de vigilia. La mayoría de la escritura automática se lleva a cabo cuando la persona está perfectamente consciente de sus alrededores y de lo que está haciendo. En realidad, es capaz de mantener una conversación mientras simultáneamente su mano se está deslizando sobre el papel sosteniendo una lapicera o un lápiz y escribiendo mensajes crípticos. Puede estar leyendo un libro o mirando alrededor de la habitación, lo que parece no interferir con la escritura automática debido al hecho de que la persona no controla su escritura, y, asimismo, porque no está familiarizada con el texto de la misma, que le parece una extraña comunicación. La idea prevaleciente entre muchas de las personas es que algo exterior, que es el resultado de algún poder o intervención sobrenatural que por el momento ha dominado su consciencia, ha tomado posesión de ella. En consecuencia, muchas personas se encuentran inclinadas a creer que la escritura automática es el resultado del espiritismo, un alma desencamada con la esperanza de expresarse en una forma física a través del medio de la persona viviente.
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La forma más baja de escritura automática es aquella en que la persona sabe qué es lo que va a escribir; el texto no es una sorpresa para ella, pero tiene el impulso incontrolable de sentarse y escribir, y no lo puede resistir, y mira las palabras fluir de su lápiz. La mano y el brazo del escritor automático son casi insensibles. Es decir, funcionan como un mecanismo, sin ninguna sensación de percepción. En verdad, no están totalmente dormidos; pueden sentir el dolor, pero parecen aparte de sí, como si fuesen algún agregado mecánico puesto en su cuerpo y motivado por algún poder más allá de él. El texto de la escritura automática es, como he dicho, en su mayor parte extraño al escritor, críptico, enigmático y a veces casi ininteligible. Otras veces se lee bastante bien y, sin embargo, puede ser de una naturaleza que la persona no recuerde haber oído o leído. Pueden escribirse nombres, de los cuales la persona dice no haber tenido conocimiento previo. Pueden relatarse incidentes de los que nunca ha tenido experiencia personal. Lo que es de particular importancia, desde el punto de vista psicológico, es que ningún practicante de la escritura automática -no importa cuan insistente pueda ser en afirmar que otros poderes, seres o inteligencias están trabajando a través de él- ha dado algún mensaje que contenga una fórmula científica, una doctrina filosófica o un hecho que no haya sido revelado al hombre. En otras palabras, si en ese método hay inteligencia trabajando a través del hombre, esa inteligencia, aparentemente, no está poseída de ninguna sabiduría no conocida todavía por el hombre o no suficientemente común. Los psicólogos explican el fenómeno de la escritura automática como el resultado de impresiones medio
formadas, liberadas de la mente subjetiva y que por acción refleja actúan sobre los nervios motores del brazo y mano, al grado de que las impresiones forman palabras o frases escritas. En otras palabras, hay muchas cosas que percibimos con nuestr?s sentidos periferales: es decir, las oímos o las vemos sm que nuestro ser este completamente consciente de ellas en el momez:to. Por ejemplo, podemos estar conversando con alguien por teléfono y al mismo tiempo miramos por la ventana y observamos lo que ocurre en la calle, y nos med~o formamos impresiones acerca de lo que vemos, mientras que a la vez escuchamos la conversación en el t;léfono. Estas impresiones medio formadas, pasan a traves y son registradas en la mente subconsciente, pe~o no tienen asiento definido en la memoria. Por lo mismo es que, seguidamente, las olvidamos; nunca las recordamos. Sin embargo, bajo ciertas condiciones pueden ser restauradas y tomar forma en la mente consciente, y nos sorprenden. Parecen nuevas, diferentes. Son lo que los psicólogos llaman desperdicios de. su~ñ?, .es decir, las ideas desorganizadas, irregulares, índísciplinadas de la mente. La escritura automática, aunque parezca fantástico, tiene-un valor terapéutico. Las personas poseídas de convulsiones histéricas, que son incapaces de articular, pueden, a través de la escritura automática, revelar las nociones subjetivas de sus mentes, las cuales, al .ser analizadas por los psiquiatras, dan a veces una pista para la causa del estado mental del in~i,:iduo. ~ebe tomarse en cuenta que la escritura automática no tiene como seguidores solamente a los retardados o ? ~os neuróticos o a aquellos inclinados a la s~perstIclO,n. Muchas personas inteligentes que la practican estan fascinadas por el fenómeno. Algunos son solamente
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• sensacionalistas y otros son sinceros en su creencia de que una fuerza divina trabaja a través de ellos, y no hacen ninguna tentativa para una investigación científica del fenómeno. Hace algunos años, un prominente senador de un estado norteamericano del Este, era, por así decido, un adicto a la escritura automática y se dedicaba a esa tarea varias veces al día. Era un individuo muy inteligente; en consecuencia, trató de analizar cuidadosamente los resultados de su escritura. Encontró que la mayoría de sus escritos eran en forma de ensayo, de una página o dos, usualmente controvertibles, es decir, polémicos en su naturaleza, y descubrió que objetivamente él discutía esos escritos. Lo que es más, dijo que se indignaba ante las expresiones, como si alguien diferente a él estuviese escribiendo las cosas en la hoja de papel, solamente para discutir con él o para oponerse a sus puntos de vista. Dijo que eran sobre varios tópicos y definitivamente opiniones que él ordinariamente no mantendría y a las cuales no accedería. Mantuvo una relación diaria de sus escritos, los que constituían una lectura bastante interesante. A veces la continuidad no era completa y se rompían en la mitad de un pensamiento. Aparentemente, el senador no era un estudiante de psicología, porque dijo que la única explicación que podía dar de esos escritos, pese a que estaba indeciso de aceptada, era que provenían de una influencia o poder, humanos quizás, pero por el momento más allá de la tierra. Psicológicamente similar, pero sin embargo diferente en el procedimiento, es la práctica de mirar el cristal. Consiste esto en enfocar la vista sobre la profundidad de un objeto, por un cierto espacio de tiempo, con el propósito de producir imágenes visuales en esa pro-
fundidad. De esta suerte, uno puede producir esas imágenes al concentrar la vista sobre un cristal, un espejo negro o sobre un profundo charco de agua. Los que lo ejercen declaran que, usualmente, toma por lo menos cinco minutos, y ponen énfasis en la importancia del período de tiempo, cuya razón explicaremos más adelante. También declaran que el objeto usado -el medio- sea un cristal o un espejo negro, debe ser mantenido a distancia de la vista, como cuando leemos un libro. Después del período de concentración, alrededor de unos cuatro a cinco minutos, aparentemente se hace, gradualmente, en el cristal, si es eso lo que se está buscando, lo que parecería ser algo como una neblina lechosa. La neblina se mueve, girando, y continúa desarrollándose hasta que eventualmente obscurece toda la bola de cristal y más aún, hasta que dejamos de estar conscientes a ninguna otra cosa que no sea esa neblina. Si continuamos la concentración en ese punto, empiezan a aparecer imágenes y finalmente nada queda ante nuestros ojos que no sea la escena. Ahora bien; estas escenas no son nada más que paisajes u objetos sin movimiento, pero pueden moverse, pueden ser como lo que veríamos en una pantalla de cine: gente moviéndose, animales; hasta podríamos ver palabras. Se vuelven muy reales. No parece que estuviéramos fuera de la escena sino que dentro de ella. Tenemos las mismas reacciones emocionales que tendríamos si estuviéramos participando en el evento que se desarrolla ante nuestros ojos. Es necesario, según nos dicen los que practican el mirar el cristal, que uno tenga soledad. Entendemos por qué eso es necesario. Dicen también que hay que evitar la somnolencia, pues si uno se queda dormido, naturalmente no tendría consciencia de lo que acontece. Ahora bien: ¿cuál es la causa de este fenómeno?
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Francamente, es el resultado de un estado subjetivo en el que se pone el observador del cristal. Al enfocar intensamente su atención visual sobre un objeto, por un periodo de tiempo, consigue dos cosas: permite ser sensitivo solamente a las impresiones visuales, justamente a las cosas que ve. Por medio de la concentración visual solamente, subordina inmediatamente todas sus otras facultades. Prácticamente no oye, ni gusta, ni siente, ni huele nada. Tiene consciencia solamente de una cosa -aquello sobre lo que está concentrando su mirada. Luego, si esa intensa observación visual es mantenida por un período de tiempo sin que parpadeen los ojos, sin mover la cabeza o sin variar el objeto sobre el que el individuo se está concentrando, se produce lo que psicológicamente se conoce como fatiga ocular. El nervio óptico se paraliza temporariamente, y deja de registrar más impresiones. En otras palabras, dejamos de ver, y cuando esto sucede es cuando la neblina empieza a formarse; es decir, cuando todas las cosas alrededor del observador del cristal, como él mismo dice, empiezan a desaparecer. Él está perdiendo temporariamente la posesión de su sentido de la vista y debido a que ya ha suprimido sus otras cuatro facultades periferales, está prácticamente en un estado subjetivo. Su consciencia objetiva entera está casi dormida, y es entonces cuando las impresiones del subjetivo fluyen libremente, espontáneas, desorganizadas, sin el control de la voluntad. Ellas forman varias escenas, impresiones o imágenes, y esas imágenes que él cree que ve en la bola de cristal o en cualquier otro medio que esté usando, realmente están formándose dentro de su propia mente, y no en el cristal en sí. La persona no se ha colocado a sí misma en un correcto estado psíquico para genuinos fenómenos psíquicos.
Lo concreto del asunto es que después de numerosos experimentos llevados a cabo por investigadores psíquicos, prácticamente no hay casos registrados de dos personas que al concentrarse simultáneamente sobre la bola de cristal hayan visto la misma imagen. Las impresiones o escenas son el resultado de, primero, memorias perdidas -algo que experimentamos años atrás y que hizo muy poca impresión sobre nosotros en aquel momento o que recordamos por unos pocos días o semanas y luego olvidamos enteramente y hemos sido incapaces de recordar. Aquello vuelve de lo subjetivo a la frontera de la consciencia objetiva y nos parece nuevo o diferente. Están luego las impresiones inconscientes que hemos explicado antes, cosas que vemos y oímos y de las cuales estamos apenas conscientes, y que parcialmente se registran y pasan a lo subconsciente y son retenidas allí. Tercero, las causas más comunes de estas imágenes visuales son las proyecciones telepáticas. Con bastante frecuencia, quien se encuentra en ese estado fronterizo de consciencia puede recibir un mensaje telepático o una impresión mental de otro al mirar a través del cristal. El que transmite la impresión puede no estar consciente de haberlo hecho. Puede que haya estado, en ese momento, bastante agitado emocionalmente y haya, por un segundo o dos, mantenido en la mente alguna palabra o escena y luego la haya libertado; en aquel momento, el observador del cristal es quien la recibe. Que esto es así ha sido probado como realidad por medio de las investigaciones psíquicas. Hace algunos años, una mujer originó muchos comentarios en los círculos ocultistas y científicos debido a la asombrosa precisión de las escenas, imágenes y mensajes en sus cristales. Era muy sincera en sus prácticas. No ofrecía ninguna explicación en cuanto a cómo
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ocurrían. Los investigadores físicos opinaban que sus experiencias eran telepáticas, y trataron de probado. Sin que la observadora del cristal lo supiese, arreglaron con una mujer en Inglaterra, que tenía bastante éxito con la telepatía, que a cierta hora transmitiese un mensaje a aquella. El día planeado se le pidió a la observadora que realizara su usual procedimiento de mirar al cristal en presencia de los investigadores. Como nunca había estado en Inglaterra, no sabía nada del experimento. A la terminación de la reunión la operadora, ante la sorpresa de los investigadores, no recibió el mensaje pero describió correctamente a la mujer, su apariencia física, vestido, la pieza en que se encontraba y hasta la silla en que estaba sentada. Los investigadores comprobaron la historia y encontraron que la mujer estaba vestida en esa forma, se encontraba a esa hora en una habitación como la descripta y había estado sentada en la silla indicada. La escena había sido transmitida más fuertemente que el mensaje. El mirar el cristal ha sido un método usado entre los aborígenes con el propósito de la adivinación. Cuando habían perdido algo de gran importancia para ellos, los polinesios acostumbraban ir a un lugar solitario, junto a alguna quieta y profunda laguna, y sentados en una rama miraban intensamente hacia el fondo del agua, por períodos de un minuto por vez. Las imágenes que se formaban en la profundidad de la laguna les revelaban, por inferencia, dónde podría encontrarse el artículo perdido o de dónde podrían derivar información relativa al lugar en que podrían localizar el objeto. No tenemos información en cuanto al éxito de esas adivinaciones o con respecto a las explicaciones dadas por los polinesios de si por ese medio encontraban o no lo perdido. 16
Los Rosacruces
lo inyitan ... a compartir con ellos su útil conocimiento, que hace la vida más disfrutable y libre de muchas de las dudas y confusiones que acosan al promedio de los hombres y mujeres de hoy. Los Rosacruces son una fraternidad no sectaria, dedicada a una investigación de los altos principios de la vida como están expresados en el hombre y en la naturaleza. Los llamados misterios de la vida y de la muerte, las desigualdades entre la gente, el propósito de nuestra vida aquí, son aclarados por las razonables enseñanzas Rosacruces. Las viejas verdades expuestas por los Rosacruces proveen a hombres y mujeres de ese útil conocimiento de los principios Cósmicos que les hace posible dominar sus vidas en vez de violentadas con los años. Usted se asombrará de sus propias potencialidades y de las oportunidades concedidas a- usted para que realice sus más caras esperanzas y sueños. No se requiere cambio en sus asuntos personales o sociales. Escriba hoy solicitando el libro gratis EL DOMINIO DE LA VIDA, que explica qué y quiénes son los Rosacruces y además cómo pueden ellos ayudarle en su vida. Dirija su carta a: ESCRIBANO L.H.D.
Los
ROSACRUCES (AMORC)
San José, California 95191, E.U.A.