ANARCOFEMINISMO ANARCO FEMINISMO Y LOUISE LO UISE MICHEL M ARIAN LEIGHTON Con unas notas de SÉBASTIEN F AURE, CHARLES M AL ALAT ATO O, M ANUEL GONZÁLEZ PRADA y otros Y tres artículos de LOUISE MICHEL
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Fuentes: Para el artículo de de Marian Ma rian Leighton Leighton : Our Generation,
21, (Summer (Summ er 1990) 1990) pp. pp. 22-29, 22-29, Black B lack Rose Books, Montreal. OriO riginalmente se publicó en Black Rose, 1, (April 1974); Para las Protesta, 25 de febrero de 1924; para el notas de S. Faure: La Protesta obituario de C. Malato: La Revista Revista Blanca Blanca, 15 de enero de 1905; para el obituario de González Prada, el libro de Carlos M. Rama y Ángel J. Cappel Cappellet letti, ti, El anarqui anarquismo smo en América Am érica Latina Latina, Biblioteca Ayacu Ay acucho cho,, Venezue Venezuela, la, 1990, 1990, pág págs. s. 319-320; para el artí a rtículo culo de Louise Michel «El 18 de marzo»: La Revista Revista Blanca Blanca, 15 de junio de 1901, traducido por Fermín Salvochea; para el obituario de la redacción de Tierra y Libertad y y los artículos de L. Michel «La nueva Internacional» y «La proclamación de La Comuna»: Tierra y Libertad , 19 de enero de 1905. Edición: La Edición: La Congregaci Congregación ón [Anarquismo [Anarquismo en PDF]
Verónica ca Larraz Traducción: Veróni Portada y contraportada: contraportada: Reybum Ilustración de portada: Detalle de la pintura «Louise Michel
á Satory» de Jules G irardet irardet (Actualmente (Actualm ente en Saint-Denis, Saint-Denis, musée m usée d’art et d’histoire - Cliché I. Andréani)
Reb ellionem facere facere Aude!
Índice
ANARCOFEM ANARCOFEMINISM INISMO O Y LOUISE LOUISE MICH MICHEL EL ................. ......................... ............. ..... 5 Por Marian Marian Leighton
RECUERDOS Y NOTAS ACERCA DE LOUISE MICHEL .............16 Por Sébasti Sébastien en Faure
LOUIS LOUI SE MICH IC HEL .................................... ................. ...................................... ................................. .............. 25 Por Charl Ch arles es Malat Malato o
LUISA LUI SA MIC MICHE HEL L ....................................... ................... ....................................... ................................. .............. 30 30 Por Manuel Gonzál Gonz ález ez Prada
LUISA LUI SA MIC MICHE HEL L .................................... ................. ...................................... .................................... ................. 33 Por la redacci redacción ón de Tierra y Libertad Libertad
EL 18 1 8 DE MARZO MARZO .................................... ................. ....................................... ................................. ............. 37 Por Louise Michel
LA NUEVA N UEVA INTE IN TERNACIONAL RNACIONAL................... ...................................... .............................. ........... 43 Por Louise Michel
LA PROCLA ROC LAMA MACIÓN CIÓN DE LA COMUNA COMUNA .................................. ................................ .. 46 Por Louise Michel
ANARCOFEMINISMO ANARCOFEMINISMO Y LOUISE LOUISE MICHEL MICH EL Por Marian Leighton
LOUISE MICHEL FUE PROBABLEMENTE la portavoz portavoz m ás conocida conocida y popular popular del del social socialis ismo mo y del del anarco anarcosoc socialis ialismo mo durante durante los años 80 y 90 del siglo XIX, hasta su muerte en 1905. A través de su actividad como oradora en inglés inglés y francés franc és llegó llegó literalmente literalmente a cientos de miles de personas, iniciándolas en el socialismo. A su entierro acudió una inmensa cantidad de parisinos pobres y fue fu e el segund segu ndoo fune f uneral ral más multitud multitudinario inario en en la histo h istoria ria de FranFra ncia hasta la fecha, superado solamente por el de Victor Hugo. Todavía hoy —ya que su visión del mundo a menudo parece demasiado melodramática para la mente moderna, y porque los historiadores socialistas con frecuencia se dejan impresionar más por estudios extensos sobre nimiedades teóricas que por las verdaderas relaciones con la población oprimida—, es prácticamente desconocida. Como Com o muchas mu chas de sus sus homólogas homóloga s y contemporáneas, Louise Michel parecía más una monja devota que una «mujer emancipada», como se dice actualmen ac tualmente. te. Pauline Pauline Roland R oland (una comucom unera de 1848), Nathalie Lemel (combatiente con Michel en la Comuna de 1871) y Louise Michel, se identificaron seriamente con su causa ca usa y rechazaron rechazaron diferen diferenciar ciar su su vid v idaa pública pública de su vida privada. No era atípico, para tales revolucionarias de apariencia monjil m onjil,, la entrega entrega a la gente, la extrema degradación degradación física, física, el ascetismo ascetismo y moralis m oralism m o sexual sexual y unas vid v idas as tranquil tran quilas as y m odestas destas —a m enudo como c omo «solteron «solteronas»—. as»—. Las vid v idas as de de estas mum u jeres jeres estuvieron estuvieron marcad marcadas as no sólo sólo por el altru altruis ismo mo,, sino sino tambi tam bién én por la creencia de trascender una existencia «realista» hasta el |5
nivel de convertirse en un símbolo. Así, también mostraban un marcado desdén por el ejercicio del poder en el sentido político ordinario y exhibían una considerable propensión hacia las visiones que transportaran a un plano etéreo/inspirador, por el cual se obtenía una comprensión del significado puro de la revolución. revolu ción. En m uchos uchos casos, casos, su su ideal ideal consciente por la emula em ula-ción estaba basado en Juana de Arco, Jesucristo, o —como en el caso de Louise Michel— en las antiguas vírgenes guerreras y las druidas gaélicas que ayudaron a derrocar a los invasores romanos de las Galias con sus primitivos talentos físicos y su sabiduría sobrenatural. Aunque la tradición tradición radical masculina m asculina en la Francia Fra ncia del sisiglo XIX estuv estuvoo a menud menu do dom dominada inada en palabra, espíri espíritu tu y obra por un racionalism racionalism o extremo extremo que amputó am putó de raíz la influencia de la Iglesia en las vidas de los feligreses, las lideresas revolucionarias personificaron un nuevo tipo de sensibilidad, encam inada a ser espiritualm espiritualmente ente trascendente, trascendente, rayan ray ando do el el caráct cará cteer místico. Aunque estas mujeres también se adhirieron a la tradición materialista, racionalista y positivista que era considerada radical en aquel tiempo, la evidencia de sus vidas, manifiestos y escritos ponen nuevos elementos en juego, los cuales difieren sustancialmente de los temas dominantes en la tradición radical masculina. Esto ayuda a explicar la formación de las distintas variedades revolucionarias de hombres y mujeres y cuáles cuá les podrían podrían ser ser las implicacion implicaciones es estratégicas estratégicas e ideol ideológicas ógicas de estas diferentes imágenes de sí mismas.
De la iglesia a la comuna Las actividades radicales de Louise Michel no empezaron hasta que tenía tenía 41 años, durante durante la Comuna Com una de París de 18 1 871, 71 , a la que consideró consideró un punto pun to de inflexión en en su v ida. ida. Antes de este |6
momento histórico era otra simple institutriz , es decir, una maestra solterona de escuela primaria en París. Es verdad que ya se había involuc involucrado en los años 60, 60, pero pero por aquel entonces entonces tambié tam bién n cantaba ca ntaba hab h abitua itualmente lmente en el coro de su iglesia iglesia católic ca tólicaa local; hasta ha sta la Comuna, Com una, cuand cuandoo se convirt conv irtió ió en en una anticlerical anticlerical verbalmen verbalmente violen violenta ta,, como como la may mayooría de los demás demás comun omunero eros1 . Sin embarg em bargo, o, nunca fue literal o ideológica ideológ icamente mente dogmáti dogmática y su su cambio de opinión parecía completamente sincero y creíble. París supuso un gran cambio respecto al ambiente de su infancia en las provincias al norte de la capital. Nació como hija ilegíti ilegítim m a de una sirvienta en una fam f amili iliaa noble noble rural. rura l. Fue edueducada y criada como parte de la familia, un hecho nada inusual si el patriarca o su hijo estaban implicados en la paternidad del hijo de una sirvienta. Durante muchos años, la futura Louise Michel se llamó llam ó Louise Lou ise de de Mahis, el apellido apellido de la fam fa m ilia donde donde servía la madre de Louise, Marianne. Ella y su madre permanecieron necieron con los de de Mahis Mah is hast ha staa la muerte m uerte del del cabeza de fam fa m ilia lia y la venta v enta de de la la haciend hac ienda, a, moment m omentoo en el que la sirvienta sirvienta de toda toda la vida de la famili fam iliaa y su hija ilegítima ilegítima se mudaron a París París. Allí, Allí, la excep exc epcional cional educación de Louise en en música, m úsica, arte a rte y literatura le ayudó ayu dó a conseguir trabajo trabajo en la docencia, docencia, para para la m anutención de ambas.
1 «Louise Michel Michel presidía una reunión reunión de mujeres
tres v eces ec es a la semana en la grande rue d e la Chapelle. Chapelle. Allí A llí propuso “ la abolición inmediata de la religión r eligión organiza or ganizada da y su sustitución sustitución por una moralidad más severa” seve ra” que, que, para ella, ella, co nsistí nsistíaa en “tratar a to dos los demás y a uno mismo con justicia”. Durante las reuniones del club algunas mujeres mujere s subían al púlpito para denunciar al clero con co n violencia violenc ia retó re tó-rica. ric a. En En el club de Saint-Sulpice, Saint-Sulpice, Gabrielle, de dieciséis dieciséis años de edad, e dad, tronaba: “Tenemos que fusilar fusilar a los sacer dotes dote s […]. […]. Las mujeres mujeres se v e n per pe r judicadas jud icadas po r la co c o nfesión nfe sión […]. Por co c o nsiguiente, ns iguiente, insto inst o a todas las mujeres mujeres a apoder apode rarse arse de to dos los lo s sacerdotes sacerd otes y quemar sus feas tazas […]. […]. ¡Y ¡Y lo mismo hay que dec ir de las monjas!”». monjas!”». John Merriman, Masac Masa c re. re . Vida Vi da y muerte mue rte en e n la Comun Com una a de d e París P arís de 1 87 1 , Siglo Madrid, 201 7 [Todas [Todas las notas son son de La Cong Co ngre rega gacc ión ió n ]. XXI XX I, Madrid,
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Como maestra de escuela, vivió con otras profesoras tras abandonar aba ndonar el hogar de de su infanci infa ncia. a. Cuando Cuando se radi ra dica caliz lizó, ó, a pesar de sus diferencias ideológicas, continuó junto a su madre, cuidándola y preocupándose por ella hasta su muerte, que sucedió mientras Louise estaba en prisión en los años 80 del siglo XIX. Al morir su madre, las únicas compañeras de Louise fueron sus fieles amigas. Años más tarde vivió con otras jóvenes m ujeres ujeres como Marie Ferré, Ferré, la hermana herma na peq pequeña ueña del del cam c amarada arada y m ártir comunero com unero Théophile Théophile Ferré. Nunca Nu nca experimentó experimentó con ningún hombre una relación similar, tan íntima y afectuosa. Parece que idealizó idealizó por compl com pleto eto todas todas sus experiencias con hombres hom bres.. Su mus m usaa de inspiración inspiración poética poética durante la adolescencia fue Victor Hugo, quien a su vez la ensalzó e inmortalizó en un poema de homenaje. Ella disfrutó de relaciones similares con destacados destaca dos radicales y hombres hombres de de letras letras como com o Kropotkin Kropotkin y Henri Henri de Roc R ochefort. hefort. Resulta muy improbable que estos e stos contacto contactos, que eran eran la fuente de de much m uchaa de su energía creativa, se compl com pliicaran de algún modo por una relación física real. De hecho, muchos hombres de letras la idealizaron, tanto como com o ella a ellos. No N o sólo Victor Hugo escribió escribió poemas poema s sobre sobre su su valent va lentía, ía, sino sino tambi tam bién én los poetas poetas Verlaine Verlaine y Rimbaud. Rim baud. Resulta interesante señalar que, incluso un nacionalista de derechas como Maurice Barrès le tenía admiración, o al menos a lo que representa representaba ba en la historia francesa: «Es una santa; tiene el fue fuego go divino (la flamme)». Su ascetis a scetism m o sexual sexu al (para el cual hay ha y también también obvias razones razones sociales como com o la total inaccesibili inaccesibilidad dad a los antico an ticonce nceptivos, ptivos, y los tabúes sociales sobre la sexualidad femenina) la convirtió aún m ás en ángel de de bondad, bondad, la soeur de charité, que aún era un poI nclusoo deroso deroso símbolo en la m uy catól c atólica ica Francia del del siglo XIX. Inclus entre los hombres radicales anticlericales, su imagen de mujer altruista y asexual que desafió a todo y que estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo, era un ideal completa y verdaderamente loable. |8
Militancia, mística y martirio U na v ez que se declaró declaró la Comuna, Comuna, Louise Louise Michel Michel se encontró encontró como pez en el agua. Durante esos días fue literalmente incansable, normalmen norm almente te no iba a casa o no dormía dorm ía durante días días enteros. Iba a las reuniones de muchas organizaciones, trabajaba con todo el mun m undo, do, comprometién comprometiéndose dose a ayudar ayudar a otros, al tiemtiem po que tenía cuidado en no identificarse con ningún grupo en particular. particular. Habe Ha berr sido sido partidaria partidaria de una organización organiza ción concreta habría sido contrario a su estilo, a pesar de que su propia ideología en aquel momento era muy vaga e imprecisa, si se juzga en términos de desarrollo intelectual tradicional. Desd Desdee marzo m arzo a may m ayoo de de 1871 1871,, hasta que que la Comuna Comu na fue finalmente liquidada por las fuerzas de Versalles, Louise vivió constantemente bajo amenaza de muerte. A veces buscaba de forma consciente exponerse a las situaciones más extremas y peligrosas. Reunía a los heridos y los vendaba en el campo de batalla; pasó pasó bajo bajo el el fuego enemigo enemigo para rescata rescatarr un ga gato; to; tam ta m bién bién bajo los dis disparos paros leía a Ba Baude udelaire laire junto a una estudi estudiante; ante; tocó el armonio cerca de una barricada en una iglesia protestante en Neuilly. Una Un a noche noch e de de combate intenso, intenso, visitó visitó la tumba tum ba de de una u na antigua amiga am iga en en un cementeri cementerioo situa situado do en en unas una s colinas colinas a las afueafu eras de París. Más Má s tarde tarde describ describió ió vivam viv amente ente este este extraordi extra ordina narrio suceso en una un a carta a su compañero c ompañero com c omunero, unero, Théophile Théophile Ferré2. En el cementerio sintió la presencia de su amiga, como si 2 Théophile Théo phile Ferré Fer ré (1846-187 (1846-187 1), o ficinista ficinista y militante blanquista.
Dirigió la defensa de los cañones de la Guardia Guardia Nacional Nacional que sirviero n co mo prete pre text xtoo para el levantamient levantamientoo del de l 18 1 8 de marzo 1 87 1 y propuso prop uso marchar inmediatame inmediatament ntee después después sobre sobre V ersalles, do nde se enco ntraban la Asamblea Nacio Nacional nal y el gobierno de A dolphe Thiers. Thiers. Fue miembro del Comité de Vigilancia de Montmartre junto a Louise Michel, Michel, Paule Paule Minck, Minck, etc., etc ., y ocupó ocupó otro s c argos durante la Comuna. Comuna. El 24 de may o, dio su co nsentimi nsentimiento ento para la ejec ución de rehenes, re henes,
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las difer diferencias encias entre la vida y la muerte m uerte ya no tuvieran sentid sentido, o, como si hubiera percibido la intemporalidad de un momento en el cual pasado, presente y futuro estuvieran unidos. Había experimentado la vida en otro plano. Sólo en otra ocasión documentó una experiencia transcendente similar y fue a una edad edad m uy avanz av anzada, ada, tras haber sido sido alcan alc anza zada da por la bala bala de de un un asesino y creer que estaba descansando en su lecho de muerte. La mística revolucionaria de Louise Michel no debería ser considerada como atípica entre otras lideresas de la Comuna. Louise, Louise, poeta poeta y novelista novelista tremendamente tremendam ente im im ag aginativa inativa por dederecho propi propio, o, y profundamente profundam ente im im pregnada pregnada en en la fantasma fa ntasmagogoría de la tradición romántica francesa, era más consciente de vivir viv ir a través de cierta cierta imagen ima gen o m ística ística que que muchas muchas otras mum u jeres jeres.. Pero incluso aquí uno no puede puede dejarse dejarse llevar y repr repres esenentarla como una «farsante» o una «chiflada»; su mística fue su vida y su su inspi inspiración. ración. Otras comuneras com uneras crearon imáge imá genes nes sim sim ilares. Leemos sobre mujeres fieras, vestidas con el tradicional atuendo revolucionario francés lleno de bandas rojas, poniéndose en pie para lanza lan zarr un discurso discurso enfureci enfurecido do en los clubes clu bes políticos; sobre Beatrix Excoffon 3, enfrentándose con determinación al enemigo, m archand archando con una bandera bandera roja para ayudar a las personas heridas en el campo de batalla. entre los cuales está el arzobispo de París París Geor Georges ges Darbo Darboyy . El El 2 de septiembre fue fue condenad condenado a muerte y ejecutado en el c ampo de Satory. 3 Béatrix éatr ix Œuv rie, señora de Ex Ex coffon coffon (184 (1 849-?) 9-?),, comunera comunera y militante anticlerical anticle rical.. A partir del 18 1 8 de marzo, milita en el Comité de Mujeres para la V igilancia igilancia del barrio bar rio de Montmartre Montmartre y se convie c onvierte rte en v icepre icepre-sidenta del «Club de la Boule-Noire», Boule-Noire», manifestando manifestando un anticleric alismo lismo muy v irulento. El 3 de abril, encabeza una manifestac manifestación ión de mujeres mujeres c uyo uy o objetivo es marc har hacia Versalles Versalles para para detener detener el derramamiento derramamiento de sangre, sangre, pero al final final co nvence nv ence a las congregadas c ongregadas de que lo mejor mejo r que pueden hac er es socorrer socorrer a los heridos. A la caíd caída de la Comuna es conf co nfin inada ada en Satory . El El 13 de octubre de 187 1 , el co nsejo de guerra guerra la condenó condenó a la deporta depo rtaci ción ón,, pena que le será co nmutada por 1 0 años año s de prisi pr isión ón,, pero fue liberada liberada el 26 de sep tiembre tiembre de 187 8 por «buena conducta». co nducta».
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Durante la la confusi confu sión ón de de la la Semana Sangrienta, en m ayo ay o de 1871, que terminó con la masacre de los miembros de la Comuna a manos de las tropas de Versalles de la Tercera Repú blica, blica, Marianne Michel fue arrestad arrestadaa tras haber estado estado a punto de ser asesinada de un tiro en lugar de su hija. Louise se apresuró al centro de detención detención y salvó sa lvó a su madre madre en el último ú ltimo m omento. A esto le siguieron dos procesos judiciales antes de que finalmente finalm ente fuera sentenciada sentenciada al exilio en Nueva Nuev a Caledonia, Caledonia, por su papel en la Comuna de París.
La llama de la anarquía Toda su vida posterior al exilio, a la edad de 41 años, hasta su muerte a los 75, estuv estuvoo profundamente profundam ente influida influida por su participación ticipación en la Comu C omuna. na. Después Después de de esas esas vivencias v ivencias creyó que ella ella misma repres representaba entaba la revolución social y se comportó en consecuencia, viviendo viviendo sie siem m pre pre con una carencia m aterial absoluta, con lo poco que podían prestarle viejas amistades o lo que podía podía ga ganar nar con sus charlas y escritos escritos,, la mayoría ma yoría de los cuales cua les regaló. Su ideología, ideología , vagamente vagamente descr descrita ita como anarquismo anarquismo,, fue f ue desa desarrollada en gran medida durante sus años de exilio. Una vez más, declaró siempre que su creencia en el anarquismo fue el resultado de sus experiencias políticas personales. La relación de Louise Louise Michel Michel con con su ideología ideolog ía fue completa; no podría hab haber soportado ninguna hipocresía en su vida personal ni ningún compromiso con prácticas políticas que no fueran las suyas. En ciertos aspectos, la particular relación de Louise Michel con su ideología ideología influyó influy ó en la la esencia misma m isma de ésta. ésta. Si bien no toleraba de ninguna manera los grupos y medidas políticas reformistas —rechazó la candidatura de un grupo de mujeres para presentarse a un cargo político porque creía que la reforma electoral no pod podría ría promover promov er ni ayud ayu dar a hacer hac er la verdadera verdadera revolución— era, a pesar de ello, sólo dogmática en el sentido de creer | 11
que el «sueño», el nuevo mundo, la revolución social, no debían ponerse jamás en peligro. La destrucción del orden antiguo se debe completar para permitir la construcción total del nuevo. Por otro lado, no le interesaban las oscuras discusiones teóricas y sus implicaciones para su ideario. Su anarquismo era radical, pero a causa del énfasis en los principios de descentralización, antiestatismo y antiautoritarism rism o, no fue f ue nunca nu nca intele intelectua ctualme lmente nte dogm dogmát ático; ico; hasta el punto que se expuso a un levan lev antam tamiento iento popular popular con co n implicac implicacio ion nes radicales inesperadas. Al igual que durante la Comuna, Louise Michel no hizo distinciones entre su vida, sus necesidades y emociones, emociones, y las la s vidas, las necesidade necesidadess y emociones emo ciones de de aquellos oprimidos a su alrededor, a quienes ayudaba. En política, la identificación de uno mismo con sus creencias es intelectualmente compatible sólo con una ideología que afirme la unidad de los medios con los fines. Así, tras la Comuna, Michel creía que ninguna estructura política dominante o jerárquica jerárquica como medio medio podría podría ser compatible, compatible, incluso durante durante un periodo periodo de crisis o de de transición, tra nsición, con un fin totalm totalmente ente liberador y revolucionario. Su propio concepto de una teoría política legítima para la revolución sólo podía ser de tipo no dogmático. La teoría tenía sus raíces en situaciones históricas y sólo podría ayudar genuinamente en el nacimiento de una re volución si emergía em ergía y evolucionaba en una rebel rebelión ión creada y perpetuada por el pueblo. Muchas de las incompatibilidades históricas, y la incomprensión de la conciencia radical de las mujeres por parte de las ideologías radicales de los hombres, tienen su origen en la base m ism ism a de las políti políticas cas feministas: lo «personal «personal es polí polítitico» y lo «político «político es persona personal». l». De alguna algun a man m anera era,, siem siem pre que un hombre intenta comprender esta realidad, la expone de dos formas: como puro egoísmo, o como simple martirio. Aunque m uchas uch as mujeres mujeres socialist socialistas as como com o Louis Lou isee Michel no n o se concentraron en la innovación y desarrollo de la teoría como una | 12
prioridad principal de su propio derecho, sus contribuciones fueron menos m enos reconocidas, reconocidas, pero pero igualmente igualm ente valios v aliosas: as: en partiparticular aquella devoción y servicio a las necesidades de la gente real a su alrededor. Su actitud hacia sus propias creencias fue tal, que su modo de expresar su activismo activismo se orientó más má s a m o verse con c on —fluir con— los elementos m ás positi positivos vos y ampl am plios ios de la corriente corriente revolucionaria, revoluc ionaria, que que a mantener m antener una un a separación separación ideológica a fin de frenar, dirigir, o de cualquier otra manera, m anipular esta esta corrient corriente. e. Así, Así, la Revolución Rev olución creó c reó estas estas organizaciones, za ciones, en lugar lug ar de de la tendencia tendencia contraria contraria dom domin inante ante de de hacer ha cer que las organizaciones intentaran crear la Revolución.
Declaración de Louise Michel «Me convertí en anarquista cuando nos exiliaron a Nueva Caledonia por nuestras actividades en la Comuna de París. En los barcos del Estado, nos enviaron con condenas dolorosas y difamatorias, a las que fuimos por completo indiferentes; y ya que obedecíamos a nuestras conciencias, habríamos sido crim inales si nos hubiéramos hubiéram os comportado com portado de de un modo m odo diferent diferentee a como lo hicimos: más bien, nos reprochábamos no haber sido más rebeldes; la tristeza en ciertas circunstancias es traición. »Para hacer que nos arrepintiéramos por haber luchado por la libertad, libertad, y para para protegerse contra con tra tan ta n “grandes “gra ndes delincuentes delincuentes”” como nosotros, siempre nos ponían en jaulas como a leones o tigres. »Dura »Du rante nte cuatro cuatro meses meses en el el barco, no pudimos pudimos ver nad nadaa m ás que cielo y agua, y ocasionalmente el velamen de algún barco, como el ala de un pájaro, en el horizonte —y esa sensación de monotonía era alarmante—. Allí teníamos todo el tiempo del mundo para pensar, impulsados por el suave ritmo de las olas, que se elevaban infinitamente en la distancia o desaparecían todas a la vez en las profundidades inmensas, el estridente | 13
silbido silbido del viento v iento en las la s velas, vela s, el gemido del del buque bajo ba jo el oleaje oleaje; allí estábamos, estábam os, a merced merced de de los elem elem entos y con la Ide I deaa magn m agnifiificada. »¡Y bien! La intensidad al contrastar las cosas, los sucesos, los hombres… Al haber visto a nuestros amigos y amigas en la Comuna Com una tiran tira ndo enérgicament enérgicamentee sus vid v idas as por la borda, borda, tan íntegros y tan ta n aterrados aterrados de de no ser ser aptos para sus tareas, yo y o m e conc on vencí pronto pronto de que las pers personas onas honesta honestass en el poder poder serán serán tan inútiles en él como com o son dañ dañinas inas las deshonesta deshonestas, s, y que es impoim posible que la libertad se alíe jamás con ningún tipo de poder. »Sentí que una revolución que formara cualquier tipo de gobierno sería algo contradictorio, que no abriría de ninguna manera las puertas al progreso, y que las instituciones del pasado, que parecían esfumarse, en realidad, habían permanecido bajo nombres cambiados. Forjadas en las cadenas del viejo mundo, estas instituciones formaron un único bloque que debía desaparecer esaparecer compl com pletamente etamente para para dejar dejar paso a un nuevo m undo, feliz y libre, bajo los cielos. »Vi que las leyes de la atracción, que sin cesar llevan incontables mundos hacia nuevos soles entre las dos eternidades del pasado y del futuro, también presiden los destinos de los seres humanos en un progreso eterno que los atrae hacia un ideal verdadero, verdadero, siempre siempre cambi cam biante ante y en crecimiento. Por ello, ello, soy una anarquista, anarquista, porque sólo sólo la anarquía ana rquía conlleva con lleva la la felicidad de de la humanidad. Y trabajo por el objetivo supremo, la idea más elevada eleva da que la raciona racionalidad lidad humana humana puede puede compren comprender: der: la la anarna rquía. »Respecto a cuándo sucederá esto, los progresos, aún desconocid conoc idos, os, continuarán. continua rán. ¿No ¿N o es de conocim conoc imiento iento general que lo lo que es una utopía para una o dos generaciones, se hará realidad para la tercera generación? »Sólo la anarquía puede brindar conciencia ética al ser humano, ya que únicamente ella puede hacerle totalmente libre. | 14
La anarquía significa la completa liberación de las hordas de esclavizados y por ello, de su verdadera humanidad. »Para todo ser humano que participe en el poder, el Estado es como el hueso que se da al perro, y por esta razón defenderá el poder del Estado. »Si el poder nos hace agresivos, egoístas y crueles, la servidumbre es igualmente degradante; la anarquía significará el final de la horrible miseria en la que la raza humana ha languidecido decido siem siempre pre;; sólo la anarquía anarquía no se converti con vertirá rá en una reanureanu dación del antiguo sufrimiento. Cada vez más, atrae los corazones atemperados en la batalla por la verdad y la justicia. »Para luchar contra la desesperación, la humanidad desea vivir viv ir y adherirse adherirse a la anarquía, con la que que debe debe compr com prometers ometersee para salir del abismo; esta lucha es la dureza que ha surgido bajo las rocas; cualq cua lquier uier otra idea idea es como ruinas y hierbajos hierbajos arrancados arranc ados.. Debemos Debemos luchar lucha r no sólo con coraje, sino también con lógica. Es hora de que el verdadero ideal, que es superior y más hermoso que todas las ficciones que le han precedido, sea mostrado de forma suficientemente precisa para que las masas desheredadas no sigan derramando su sangre por falsas quimeras. »Por esto soy anarquista».
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RECUERDOS ECUERDOS Y NOTAS NOTAS ACERCA DE LOUISE LOUISE MICHEL MICHEL Por Sébastien Faure
SON YA A NCIA NCIA NOS NOS y comienzan a desaparecer, los militantes que han ha n conocido conocido —lo que se denom denomin inaa conocid conocido— o— a Louise Louise Michel. Los jóvenes que han salido de la guerra para entrar en las organizaciones llamadas de «lucha de clases» no pudieron acercarse a esta esta mujer verd v erdader aderam amente ente excepcional excepcional por el corazón coraz ón y el espí espírit ritu, u, quien, desd desdee la Comuna Comu na hasta su m uerte, uerte, encarnó encarnó magníficamente el espíritu de rebeldía y de libertad. Esta circunstancia puede, únicamente, explicar si no excusar el caso de ese modesto y valeroso anónimo quien, en L’Humani L’Humanitté le ha consagrado un artículo del cual, lo menos que se puede decir, es que insulta gravemente la memoria de la mujer que pretende pretende glorificar. glorifica r. ¿La revolución rusa? ¡Oh! Sí, Louise la hubiera aclamado y amado am ado tant tan to como nosotros nosotros mismos mismos la hemos hemos aclamado aclamado y amaam ado. De lo que se infiere que ella, como todos los verdaderos re volucionarios voluciona rios,, hubiera hubiera execrado y combatid com batidoo la Dictadura Dictadura que ha matado paulatinamente esa gloriosa revolución. Para defender defender contra las hordas v ersalles ersallesca cass la Comuna Comuna ag agoonizante, Louise Michel empuñó voluntariamente las armas, luchó luch ó y af afron rontó tó la muerte en las filas de los los insurrectos de aqueaqu ella inolvidable época. Pero, si victoriosa y convertida en go bierno bierno estable estable,, la Comuna Com una se hubiese hubiese rodeado rodeado de un ejército ejército reclutado recluta do lega legalmen lmente te y por la fuerza, fuerza, y destina destinado do a dom domar ar y mam asacrar al proletariado, es con los obreros en revuelta y contra ese ejército que Louise hubiese combatido. He aquí lo que es permitido afirmar —y para ello invoco el testimonio de todos los militantes que han conocido verdade| 16 16
ramente a Louise Michel—, pretender lo contrario es cínica y odiosamente desfigurar la verdad. Disfraza Disfra zarr a Louise Louise Michel Michel con el grotesco grotesco uniforme uniforme con el que se pavonean pavonea n las amaz ama zonas del del Partido Partido Comunista, Com unista, es ultrajar a nuestra Louise. Digo nuestra Louise, pues es enteramente nuestra; y si, por la noción no ción revoluciona rev olucionaria ria que que ella ha desarrollado, desarrollado, pertenec pertenecee a la vasta va sta y noble noble famili familiaa de de los rebeld rebeldes es,, es es a los anarqui ana rquistas stas a quiequienes ofrendó lo mejor de su corazón, lo más puro de su pensamiento y lo más recio de su acción. Le horrorizaban horroriza ban los jefes jefes y le disgustaba disgustaba la autoridad. autoridad. Su m odestia era tal que llegaba hasta el olvido de sí misma. Su júbilo mayor era encontrarse en medio de sus compañeros, perdida en la muchedumbre de los obscuros, absolutamente inadvertida, y sólo se la aper a percibía cibía en la primera fila f ila cuando cua ndo se se trataba de ofrendar su persona, de afrontar el peligro, de arrastrar a los deshered desheredados ados por la ruta roja de la la insurrección, insurrección , como com o en 18 1 883 en la explanada de los Inválidos, como en 1871 durante la Comuna; mu na; o cuan cua ndo con Pouget y los camaradas anarquist a narquistas as abría las panaderías para distribuir el pan a los sin trabajo ham brientos brientos4; o como el 1º de Mayo de 1890, en Vienne, donde, en compañía de Tennevin 5, Pierre Martin 6 y los libertarios vienEl 9 de marzo de 1 883, en una manifestació manifestación n encabezada por Michel, ch el, enarbolando enarbolando por primera vez una bander b anderaa negra, negra , y Émile Pouget, los obrer ob reros os sin trabajo trab ajo asaltaron asaltaron v arias rias panaderías panad erías.. Estos sucesos sucesos le costaron seis años de cárcel a Louise y ocho a Pouget, pero fuero fueron n liberados po r una amnistía amnistía a los tres meses. 5 A lex andre andre Tennevin Tennevin (184 (1 848-1908 8-1908), ), tipógrafo, tipógrafo, period pe riodista ista y militante anarquista. anarqu ista. Del Del círc ulo de Pouget, Mich Micheel y Faure, c on el que q ue trabajó trab ajó Jo urnal al du d u Pe uple up le . en Le Journ 6 Pierre Martin (1 856-1916), Bo ssu (el 856-1916), apodado Le Bo (el joro joro ba bado), do), obrer o breroo tex til, fotógrafo ambulante, militante anarquista, antimil antimilitarista itarista y pacif pac ifista. ista. Permaneció Permaneció en e n acti act ivo durante más de 45 años. Estuv o invoinvolucrado en el llamado llamado «Proc «Proc eso de los 66» o «Proc «Proceso eso de los anarquistas de Ly on» de 1 883. 883. Fue miembro de la Fédé ration ration Com Communis munis-te révolutionnaire y de Le Libe Lib e rtaire rta ire . Encarcelado en numerosas oc asiones, asiones, en un interrogat interrogatorio orio afirma: afirma: «soy un anarquista teó rico, rico , 4
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neses, ella invadía las fábricas y decía a los obreros del textil a quienes los patrones reducían a la miseria: Tomad, esto es v uestro. uestro. V osotro osotro s habéis fabricado fabricado estos tejidos; os pertenec per tenecen. en. Os Os los han robado. rob ado. ¡Recup ¡Recuperadlos! eradlos!
O un poco antes antes7 , en El Havre, después de haber sufrido las balas, que casi acaban a caban con su su vida, vida, de de un obrero obrero fanatizado fana tizado por las miserables calumnias que sobre ella se tejían, encontró, aunque au nque gravemente herida herida y cubierta cubierta de sangre, sang re, energías para defender efender a Lucas, Luca s, su su agresor a gresor,, contra el furor de de la multi mu ltitud tud y, y, a continuación, contra sus jueces; Louise Michel se condujo en todas las circunstancias como anarquista. He sido amigo íntimo de esta militante admirable. Hemos conversado juntos en más de cien reuniones. Durante cerca de tres mese m esess hemos recorrido recorrido juntos este este país, país, de norte a sur y de este este a oeste. oeste. Era E ra menes m enester ter escuc escucharla harla llamar a la revuelta a los deshered desheredados, ados, sublevarlos subleva rlos contra todas las la s fuerza fu erzass de opresi opresión ón y de m iseri iseria, a, fustigar el espí espírit ritu u de dominación dominac ión de los gobe g oberrnantes y la explotación de los capitalistas, predicar la extirpación, hasta en sus raíces más profundas, de todos los gérmenes de servilismo y de indigencia. no uno de esos que tiran bombas». bo mbas». Durante Durante la 1 ª Guerra Guerra Mundial Mundial,, partic ipa en la edició edic ión n y distr ibució ibución n de un Llamamiento Llamamiento inte rnaciornac ional a fav fav or de la paz y se muestra co ntrario al Manif Manifiesto iesto de los 1 6. Pierre Martin no aprobaba el ilegalismo, que otros consideraban legítimo, porque po rque no const co nstitu ituía ía un «fac «facto torr de liberac ión so c ial». Tras su muerte , Faure Faure dijo de él: «En «En un c uerpo pequeño peq ueño y de apariencia enfermiza, enfermiza, una v oluntad de hierro y una energía indomable. indomable. En un env oltorio oltorio algo torpe debi de bido do a su joro jo roba, ba, un u n cereb c erebro ro exc epciona pcionalmen lmen-te lúcido lúcido y una conci co ncien enci ciaa de rara belleza» b elleza» que po seía «en un grado ex cep ce pcional, cional, esa elocuencia elocuencia que del corazón sube a lo s labios lab ios del que habla y de sus labios pasa pasa direc directamente tamente al co razón de quienes le ese scuchan» (Ce Qu’il faut dire , 1 2 de agosto agosto de 1 916). 7 El 22 de enero de 1 888, 888, un monárquico llamado Pierre Pierre Lucas, le le dispara do s tiros tiro s en e n la la cabeza. Uno Uno bala le le perforó la oreja, pero la otra quedó alojada en su cráneo el resto de su v ida. ida.
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Siempre, siempre, habló ella como una anarquista, sin restricción tricción de ninguna clase. Jamás he visto confundirse y completarse tan apasionadam ente el odio odio y el amor: am or: odio a la autoridad autoridad y amor a la libertad, libertad, odio a los poderosos, a los amos, a los jefes, y amor a los débiles, a los oprimidos y a sus iguales los pobres. Su corazón esta ba tan tan vibrante de ternura y de devoción devoción por las vícti v íctim m as de la Autoridad Autoridad y del del Capi Ca pital tal que, a pesar pesar de su su excepcional excepcional bondad y de de una piedad piedad que parecía parecía rechazar rechaza r todo todo sentimiento sentimiento contrario a la indulgencia indulgencia y el perd perdón, ón, encontraba, para señalar señalar a los verdugos del del pueblo pueblo que trabaja, y subleva sublevarr a éste éste contra sus tiranos, incomparables acentos. Ella no hubiera hubiera consentid consentido jamás jam ás en est estrechar rechar su m ano con la de los pseudo-revolucionarios, quienes pretender libertar a los proletarios proletarios y hacer ha cer su felicidad calumni calumniand andoo bajamente, bajam ente, encarc ca rcela eland ndo, o, proscribiendo y asesinando asesinando a cualqu cualquiera iera que no acepacepte sin exa examen su tesis y no se someta ciegamente a sus decisiones decisiones. Pensamiento, corazón, voluntad, brazo, conciencia. Louise Michel pertenecía toda íntegra a la revolución social, a esa re volución que, aniquilando aniquilando todas todas las instituciones instituciones de opres opresión ión política política y de explotación capitalista, capitalista, convertirá en fec f ecund undaa realidad el sueño acariciado por los anarquistas de todos los tiempos: el Hombre libre sobre la Tierra libre. Esta revolución es la única que conciben los anarquistas. Louise Michel le ofrendó su vida. Imitémosla. Nadi Na diee quizás quizá s —más que Louise Michel— Michel— ha tenid tenidoo que sufrir el asalto de la calumnia en lo que esta tiene de más abyecto. Como es costumbre corriente en el mundo burgués, se intentó al principio presentarla al público como una muchacha perdida. Luego, no habiendo logrado atribuirle un solo amante, se le imputaron pasiones inconfesables y costumbres que constituían un culto a Lesbos. | 19 19
O tros la pintaron pintaron como com o un u n marima m arimacho cho sed sediento iento de pill pillaje aje y sangre. Por m ucho tiem tiem po se la conoció únicamente únicam ente bajo el epíte epíteto to de «petrolera» 8, y cuando se quería, aun entre el pueblo engañado, proferir la peor injuria contra una mujer, se lanzaba esta invectiva: «¡Anda, pues, Louise Michel!». Se pod podría ría efectuar efectua r una copiosa copiosa cosecha con los variados ultrajes con los cuales fue empapada. Louise no experi ex perim m entó jamás la necesid necesidad ad de justifica justificarse; rse; no cedió nunca al deseo de destruir la leyenda que el odio de los unos y la ignorancia de los otros habían logrado acreditar en las míseras míseras masas ma sas que que ella ella am a m aba, así a sí como com o en los med m edios ios burgueses que detestaba. Los m ás indulge indulgentes se complacía complacían n en tratarla de loca loca y hacían hacían seguir segu ir su nombre nom bre de de las chanzas ch anzas más groseras o los m ás pérfid pérfidoos sarcasmos. Louise dejaba hablar, se encogía de hombros y un día le oí dirigir estas palabras a camaradas que deseaban infligir a sus detractores la corrección que habrían merecido: Perdonadles, amigos míos; no saben sabe n lo que dicen. d icen. Se Se les ha amotinado amo tinado contra nosotros; nosotros; si conoc c onocie iesen sen nuestras nuestras idea ide as, las c omom partirían y nos amarían.
Ú nicamente nica mente se se defendía defendía de de ser ser loca cua c uando ndo el m inisterio inisterio pú blico blico solicitaba solicitaba en su favor fav or la indulgencia indulgencia de los jueces, relarelacionando sus sus palabras palabras y sus actos a una inclinación inclinación que rayase ray ase 8 «Sobre las petroleras circula circulan n las las más locas loc as ley endas. No
hubo petroleras: las mujeres lucharon como leonas; pero sólo me vi a mí misma gritando: ¡Fuego! ¡Fuego ante esos monstruos!». En Louise Michel, La Co LaMalatesta, a, Madrid, 2014 2 014,, pág. 220. 220. Y Co muna mu na de París , LaMalatest más adelante adelante (pág. 267 ): «En «En cuanto al incendio incendio de París, París, sí, he participad tic ipadoo en él; quer q uería ía elevar una barr b arrera era de llamas llamas contra los invasores invasores de Versalles V ersalles.. No No tengo cómplic cómplices, es, he obrado por mi pro pia cuenta». c uenta».
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en la inconsciencia. inconsciencia. Reivind R eivindicaba icaba entonces, con impresionante impresionante firmeza, firm eza, la entera respon responsabi sabilidad lidad de lo que que había dicho dicho o hecho. hec ho. No la atemorizaba ni la prisión ni el peligro de muerte al que se expuso tan intrépidamente durante la Comuna. Su desprecio por el dinero era inimaginable. Un hecho entre mil: U n domingo doming o debíam debíamos os dar dar una u na conferencia c onferencia pública pública en LevaLevallois-Perret. Louise me invitó a comer en su casa, con el propósito de de dirigirnos dirigirnos juntos a la reunión reu nión que debía debía verificarse por por la tarde. La víspera había h abía obtenido obtenido doscientos francos. francos. Yo lo sabía. Acepté Acepté su invitación y fui. Las doce, doce, doce y cuarto, cua rto, doce y m edia, edia, y todavía todav ía nada na da se había ha bía preparado preparado para almorz a lmorzar. ar. Ent Entro a la cocina y pregunto a Charlotte 9, una camarada que velaba por ella, si íbamos a comer o no. Charlotte terminó por confesarme que de los doscientos francos recibidos la víspera sólo quedaban dos «sous» 1 0. Luisa Luisa habí ha bíaa recibid recibidoo por por la m añana aña na la visita visita de de camara cam arad das necesi necesitados tados y se había despoj despojado ado por ellos ellos.. He aquí otro hecho: Durante Dura nte la gira g ira de tres meses de de la que ya y a hablé, hablé, Matha 1 1 era nuestro tesorero. Cada día, en la puerta de Louise y en la mía 9 Charlotte Charlott e Vauvelle Va uvelle,, nacida nacida alrededo alrededorr del año 187 187 2
en París, fue una amiga, ac ompañante om pañante y co mpañera de Louise Lou ise Michel Miche l desde 1895 hasta hasta la muerte de ésta. 1 0 Monedas Monedas de poco v alor. 1 1 Louis Lo uis A rmand Matha (1861-19 (1 861-1930), 30), militante militante anarquista de formaRé v o lte , después ción autodidáctica. Estuvo Estuvo con co n Jean Grav Gravee en La Rév Pe inard rd y más tarde en L’En-de L’En-d e h o rs, el co n Émile Émile Pouget en Le Père Peina periódico per iódico anarcoindivid anarcoindividual ualista ista fundado fundado por Zo d’Axa. Fue uno de los encausados enc ausados en el llamado Proce Pro ceso so de los treinta. treinta. Participó Participó co n Constant Martin y Sébastie Sébastien n Faure en la c reación reación de Le Libertaire, del cual será administrador administrad or hasta 1 911. También También fue el o rganizador de la gira de conferencias conferencias de Faure Faure y Louise Michel Michel y , cuando c uando ésta é sta murió, fue parte del co mité organizador de sus ex equias. Faure dijo de Matha: «De «De una activid activ idad ad desbor dante, un coraje ex cepcional, ce pcional, una sangre sangre fría y una presencia de ánimo notables notables,, y de un vigor poco c omún, él
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había un desfile de mujeres cargadas de niños, de ancianos en la indigencia, de locatarios amenazados de desalojo, de desocupados, de enfermos, de inválidos, de camaradas necesitados. Sólo detuv detuvimo imoss nuestra liber liberalidad alidad cuando cuando nuestro nuestro encarga enca rgado do de las finanzas vino a advertirnos que éstas estaban agotadas. Louise estaba estaba tan dichosa de de haber aliviado a algunos algu nos infortunados y tan afligida de no poder aliviarlos más, que cuando Matha vino a darnos la fatídica advertencia: «Deteneos, ya no queda nada», na da», no n o apenaba apenaba a Louise Louise el haberl ha berloo dado todo, ni pensaba saba en ello; ello ; sino en no poseer ya nada para para seguir seguir distribuyendo distribuyendo.. Louise Michel amaba am aba a los animale anima les: s: era a los perros perros y ga gatos tos errantes errantes a quienes quienes abría su mod m odes esta ta morada; m orada; cuant cu antoo más m ás extenuados nua dos,, enflaquecidos, llenos de barro estaba estaban, n, con más m ás plac placer er los adoptaba. Hace unos veinticinco veinticinco años fuimos fuim os a las provincias provincias y Louise llevó un u n gato gra grande, nde, buen bueno: o: pelado pelado,, viejo, tuer tuerto, to, con una un a enorme cabeza. Tenía necesidad de cuidados y ella no quiso dejarlo en casa. Pusimos Pusimos a este viajero via jero en un gran cesto y algunas algunas veces, veces, en la tribuna tribuna de las salas sa las en las la s que habláb ha blábamos, amos, los maullidos maullidos de este felino felino se mezclaban m ezclaban con la voz del del orador. orador. Cuando Cua ndo esos esos mau m aulli lli-dos llegaban a oídos del auditorio, éste reía y nosotros tam bién. bién. Era famili fam iliar ar y regocijante. regocijante. Una Un a vez, v ez, volviendo volviendo al hotel hotel a medianoc medianoche, he, y estando estando Louise un tanto engripada, hice subir a su habitación una taza de leche muy azucarada con una dosis bastante fuerte de ron. Fatigada, ga da, Louise Louise se había ha bía acostado y estando la leche lec he caliente la dej dejó cerca del del lecho al alcance alcan ce de la m ano, pensando pensando beberl beberlaa cuancua ndo se hubiese enfriado un poco. Yo estaba en el cuarto vecino. Súbitamente, Súbitam ente, hacia hacia las dos o tres de la madrugada m adrugada fui fu i despertadespertado por un extraño alboroto. Procedía de la habitación de Louise. co nfiaba nfiaba en mí y y o conf co nfiab iabaa en él tan completamente c ompletamente que nada nos hacía retroc eder» ( La V o ix lib l ibee rtaire rta ire , 1 de marzo de 193 0).
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Louise se había adormecido sin beber la leche; pero el gato no malg m algas astó tó el tiempo. Se había tragado tragado todo el contenido de la taza y estaba embriagado. Era él el que daba saltos desordenados a través del cuarto. Louise Michel no era hermosa 1 2; prescindiendo de la frente, que era magnífica, y los ojos, que eran muy expresivos, el rostro era más bien feo. Pero, cuando se presentaba en la tribuna, su inspiración era tan feliz, se expresaba con convic con vicción ción tan seduc seductora, tora, su mími m ímica ca era tan apasionada, apasionada, sus acentos tan tan arre a rrebatador batadores es y su voz tan sonora y tan penetrante, que su faz, reflejando su llama interior que la devoraba, se transformaba soberbiamente. Sus ojos brill brillaban aban entonces con respl resplandor andor extraordinario; extraordinario; todos todos sus rasgos adquirían adquirían expresi expresión ón tan anima a nimada da y tan ta n mó m óvil, que parecían transfigurados e iluminados. Devenía hermosa. Louise Michel hablaba admirablemente. Su elocuencia era una amalgama am algama de poes poesía, ía, sentim sentim entalismo entalismo y energía. energía. Tenía, en grado máximo, el don de emocionar y de arrastrar; ejercía so bre la m ultitud ultitud una verdadera verdadera fascinación. fa scinación. Su frase fra se era era llena, llena, armonios arm oniosa, a, sim sim ple ple y límpid límpida. a. Sus imágenes imá genes eran de una un a varie va rie-dad y riqueza sorprendentes; eran casi todas desprendidas de los espectáculos terroríficos o encantadores de la naturaleza. En la lírica, Louise alcanzaba las cumbres más elevadas. Sobresalía al dejar hablar a su corazón; lo abría, cada cual podía leer en él; lo entregaba a todos y he visto asambleas enteras sacudidas por una un a emoción emoción tan irresisti irresistible, ble, que lloraban lloraba n, sollozaban, amaEscribe Federica Fede rica Montseny Montseny en un texto incluido incluido en el libro y a citado de LaMalatesta: « Los Los caric ca ricaaturistas, turistas, los periodist periodistas as burgueses, burgue ses, le sacaron e l sobrenombre sobrenombre de La Laide fea—. En En unos mome m omentos ntos La ide —la fea—. en que el arma principal para el combate con la vida, en la mujer, eran los atract atr actiivos vo s físicos, físicos, calificarl calificarlaa a una de fea fea era el peo r ultraje y la mejor manera de ce rrarle to das las puertas» (pág. (pág. 339). 12
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ban, acariciaban, aca riciaban, golpeaban, golpeaban, luchaban, lucha ban, desafiaban desafiaban la muerte m uerte con esta incomparable apóstol de la Revolución. En elocuencia, sólo dos mujeres he conocido que se le puedan comparar: Nelly Roussel 1 3 y Séverine 1 4. Louise Michel amó am ó y fue amada am ada.. Se Se conocier con ocieron on en las horas trágicas de la Comuna. Él fue uno de los que cayeron heroicam ente, ente, afrontando af rontando a los mercenarios que que estrangu estrangula laron ron el m o vimie vim iento nto comuna com unali lista sta de 1871 1871.. El corazón de Louise permaneció, hasta el último latido, fiel a aquel que soñó hacerla compañera de su vida. Muerto él, ella sólo tuvo una pasión: la revolución social; un ideal: Bienestar y Libertad para todos. Nelly Nelly Roussel (187 (187 8-1922) 8-1922),, fue una librepensadora, francmasona, rancmaso na, feminista, feminista , antinatalista, antinat alista, neomalthusiana neomalthusiana y escritora libertaria libertaria franc franc esa. Fue una de las primeras mujeres en Europa que reclamaron rec lamaron pú blic bl icam amen ente te e l der de r echo ec ho de las la s muje mu jerr es a disp di spoo ner de d e su s u cue c uerp rpoo y pro pr o mov er una po lítica lítica de co ntrol ntrol de la natalidad. En 1 902, 90 2, fue fue la primer primera en dec lararse lararse a fav fav or de d e la anticoncepció anticoncepción, n, lo que provo pr ovocó có la primer p rimeraa gran hostilidad host ilidad c ontra ontra las feministas. Hizo Hizo hincapié hinca pié en la impo rtancia de d e la educ ación ac ión sexual sexual de las niñas. Su ob jetiv o princip principal: disociar disociar la maternidad de la la sexualida sexualidad. d. No No era una cuestión cue stión de promov pro mov er el amor libre, co mo querían querían creer sus opo nentes (incluy (incluy endo las feministas), sino sino de rec lamar el derecho dere cho de las mujeres dentro de la parepa re ja, cas c asad adaa o no, no , al plac pl ac er y la ex presión pr esión de su sex ualidad ualid ad sin e l emb e mbaarazo no deseado. 1 4 Carolin Carolinee Rémy, conocida co nocida por su nom de plume Sév Sév erine (1 (1 8551 929), escritora escr itora y periodista libertaria y feminista feminista france francesa. sa. Fue Fue la primera periodist periodistaa que vivió vivió de su trabajo trab ajo y también la primera que Cri du Peupl Peu plee , tras la dirigió un periódico perió dico,, Le Cri la muerte de Jules V allès en 1 885. También estuvo c ompromet omprometida ida en la lucha luc ha por el e l derecho al v o to de d e las muje muj e res. res . Izquierdista Izq uierdista inc ondicional, ondicio nal, apo a po y ó v arias ar ias c ausa au sass anarquistas, anarqu istas, incluyendo incluyendo las de Clément Duval, A uguste V aillant y la de A scaso, Durruti y Jover, Jov er, y en 1927 participó participó en los intent intentos os de salvar a Sacc Sacc o y V anzetti. nzetti. Apoyó Apoyó la la Rev Rev oluci olución ón rusa de 1917 y e n 1921 1 921 se afi afilió lió al Partido co munista Francé Francés, s, que abandonó dos años después al v erse o bligada bligada a esc oger oger entre el partido y la Liga Liga de los Derechos ch os del de l Homb Hombre. re. Pronu Pro nunció nció el elogio elogio fúnebre en el entierro de Louise Michel. 13
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LOUISE LOUISE MICHEL Por Charles Malato
EN EL MOMENT MOMENTO O EN QUE ESCRIBO ESCRIBO, recibo la noticia de que Louise Michel acaba de morir. Todos estamos condenados a morir por la Naturaleza, y no tienen los revolucionarios que ostentar sus lamentaciones cuando cua ndo la la muerte, m uerte, que nada respe respeta, ta, siega siega sus fil f ilas. as. Pero Pero cuancua ndo se trata de una militante cual Luisa Michel, de quien la vida ha sido una perpetua abnegación, es permitido el lamentarse sin esconder sus quejas. Louise Michel, que hasta sus adversarios (cuenta muchos adversarios, pero pero creo ningún ningú n enemigo) enem igo) acaba a cabaron ron por admiraradmirarla, quedará delante del historiador como la encarnación más admirable de una época batalladora y sentimental. No quiero decir con esto que los luchadores de aquella época no tenían, como com o los militantes militantes de de hoy, sus razonam razona m ientos, ientos, sus sus teorías teorías y su dogmatismo, sino porque rebosando de pasión heroica, vivían mucho más por el corazón que por el cerebro. Hoy es precisam ente lo contrario, y «anarquist «an arquista», a», que antes significaba significaba ante todo un hombre de acción, tiende más y más a significar un hombre de hondas discusiones, al menos en Francia. Louise Michel, que tenía el concepto sintético de un mundo mejor, idealizado por su mente de poeta, no se ha detenido a buscar los pequeños pequeños detalle detalless de tal m undo que podemos podemos sólo sólo vislumbrar en grandes líneas, a través de las nieblas nieblas y las borrascas de nuestra tan inarmónica sociedad. Nadie ha sido menos dogmático, menos intolerante. Verdaderamente libertaria, ella admitía para los otros el derecho de no sentir y pensar com o ella ella en cualq cua lquier uier cuestión. cuestión. Toda su fuerza fu erza intransigente, intransigente, la | 25
reservaba reservaba para la batalla, para el momento mom ento crítico crítico en en que no se trata de discutir, sino de vencer a toda costa o morir. Nació Na ció en la antig a ntigua ua provinc provincia ia de Champag Champagne ne en el año a ño 1830, es decir, en el momento de la gran explosión romántica que revolucionó el arte y las letras, por el derribamiento de las vie jas reglas y fórmulas. fórmu las. Ella misma, m isma, como si hubie hubiese se resp respirado irado en el aire algo alg o de este soplo poderoso, quedó marcada perpetuamente, a través de su vida de de revolucionaria, revolucionaria, como una gran artis artista ta román romántica tica,, amante del color, ritmo y belleza del gesto. Ha sido música, componiendo a veces piezas extrañas, dibujante de rasgos varoniles, ha sido también poeta, y en todos estos ramos, siempre ha tenido una incontestable originalidad. Sin embargo, de sus poesías, las más notables, no son a mi parecer sus versos, sino sus baladas y leyendas, a las cuales añadía un color y un sentimiento admirables y, sobre todo, su poesía más sublime fue su vida misma. Institutriz en el barrio parisiense de Batignolles hacia finales del segundo imperio, Louise Michel llegó por la poesía al republicanismo. Ferviente admiradora de Victor Hugo, a quien dirigió sus primeros versos, ella vislumbró en la república el ideal ideal de libertad, libertad, igualdad igu aldad y fraternidad fraternidad humanas. humanas. Luego, Luego, cuan cu an-do la república, organizada por los profesionales de la política, se presentó como la simple continuación del régimen imperial, quedando fiel a su noble ideal, Louise Michel tuvo que llamarl llam arloo anarquía. Del entusiasmo poético, Louise Michel llegó a la actividad de la lucha. luc ha. Se ligó con los revoluciona revolucionarios, rios, principalm principalmente ente blanblan quistas, conspirando contra el Im I m perio. perio. Luego estalló la guer g uerrra, la derrota de los ejércitos franceses, y el 4 de Septiembre, que derribó el trono de Napoleón I I I . Durante el sitio de París, la institutriz institutriz redoblaba redoblaba su activid activ idad: ad: sin abandona a bandonarr a sus discípudiscípulas, es al mismo tiempo ambulancière. Y cuando las traiciones de los gobernantes y de los cobardes generales hubieron pro| 26
vocad voca do la la revolución de la Commune, al lado del pueblo, Louise Michel se transforma en combatiente. Con el 61º batallón federado, de Montmartre, ella está en todas partes donde la lucha es más encarnizada: en Issy, les Moulineaux, Clamart, Neuilly; cuando entran en París los hombres del 61°, diseminados y cansad can sados, os, ella ella sale de de nuevo nuev o con c on otro batalló bata llón, n, pasando, en los dos meses de sitio, solamente tres días en París. En fin, cuando, merced a las indicaciones del picador Ducatel 1 5, entran los versalleses versalleses en la capit ca pital al —un ejército de de ciento c iento treinta mil asesinos, emborrachados de sangre—, entra también Louise Michel, que, con dos Compañeros solamente, defiende una barricada en Clichy. Presa por los guardias nacionales traidores, traidores, llam lla m ados «del «del orden», orden», Louise Lou ise Michel esca escapa. pa. Pero se le informa que los bandidos, es decir, los soldados, valientemente se han apoderado de... su madre, siendo defensores de la familia. Inmediatamente va a constituirse prisionera para que se liberte a la pobre vieja. No fue condenada a muerte en un momento en que los go bernantes, bernantes, generales y soldad soldados os habían convert conv ertid idoo París en un m atadero. Creo que que fue su audacia mis m isma ma la que la la salvó. Se la m andó deportada deportada a la Nueva Nueva Caledonia, Caledonia, donde estuvo estuvo siete años, a ños, dando dando continuam continua m ente pruebas pruebas de de un indomabl indoma blee carácter cará cter hacia los guardachusma y de una abnegación sin límites hacia sus compañeros. Al mismo tiempo, había vuelto a sus antiguas funciones de institutriz; enseñaba a los niños de deportados y de colonos, y enseñaba también a los canacos. Sentía hacia estos «salvajes» desposeídos de su suelo por los hipócritas y brutales «civilizadores» una inmensa y fraternal conmiseración. Hubiera querido ir a los sitios más inaccesibles de la isla neocaledonia a abrir escuelas para los pequeños indí1 5 Jules
Duc Ducatel atel (1 (1 830-18 830 -1895), 95), militar y después desp ués funcio nario francés, francé s, co nocido por haber haber ayudado ayudado a las fuerzas v ersallesas a inv estigar la capital el 21 de mayo de 1871, señalándoles que nadie vigilaba el Pont-du-Jour. Tras Tras la v ictor ict oria ia recibió recibió honores del gobierno. gobierno. En En 1 87 7 perdió su empleo empleo al ser acusado de ro bo.
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genas, exponiéndose a que la hiciesen desaparecer los agentes del gobierno, y, sobre todo, los misioneros. Vuelta a Francia con la la amnistía, amnistía, no des descan cansó. só. «Los revolucionarios —decía el convencional Saint-Just— no pueden esperar descanso, sino en la tumba.» Escritora, conferenciante, profesora fue la antes agitadora revolucionaria. Cuando en Marzo de 1883 intentan los anarquistas despertar a la masa de los desheredados para quienes la república no ha sido sido otra cosa que una una cruel ironía, ironía , Louise Lou ise Michel, Michel, en la Plaz Plazaa de los Inválidos, marcha al frente de los manifestantes, llevando la bandera bandera negra, Unos hambrientos hambrientos empieza empiezan n a tomar toma r panes en las las pan panaderías, aderías, pero pero los dispers dispersan an la caballer caba llería ía y la polipolicía republicana. ¡Es permitido solamente en la Bolsa robar! Luisa es condenada a seis seis años añ os de detención detención y diez de vigilanci v igilancia. a. Tres años después se la indulta, y entonces es necesario emplear plear la fuerza para arrancarla de de su calabozo, porque porque rechaza rechaz a esta gracia, mientras no estén libres todos los otros sentenciados. Por lo demás, pronto se ve condenada por delito de pala bra en el miti m itin n del Chateau d’ Eau. Ea u. Libertada otra vez, Louise publica novelas y continúa sus conferencias. En una, celebrada en el Havre, un cierto Lucas, fana fa natizad tizadoo por los curas, cura s, le disp dispara ara dos tiros de de revólver, revólv er, hiriéndola en la cabeza, lo que no impide a nuestra compañera defenderle e ir a la Cour d’Assises 1 6 a pedir que se le absuelva, lo que se hace. En la víspera del 1º de Mayo de 1890, Louise Michel es arrestada en Saint-Etienne, donde ha pronunciado un discurso, y el Ministerio Constans 1 7 prueba prueba a secuestrarla secuestrarla como loca. ¡Loca por querer justicia y libertad!
1 6 En
Francia, Franc ia, es el órgano ór gano jurisdicci jurisdiccional onal penal encargado de los lo s delitos más grav grav es. 1 7 Ernest Constans (1833 (1 833-19 -1913). 13). Fue ministro del interior interior entre entr e 1 889 y 1 890 89 0 , en e n el e l gob go b ier ie r no de Pierr Pie rree Tira Ti rard rd..
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Salida Salida de la cárcel cá rcel entonces, nuestra nuestra amiga amiga se marcha marcha a Londres. En la monárquica Inglaterra encuentra la hospitalidad. Por cierto, cierto, el orden orden capi ca pitalis talista ta es tan atroz a troz en I nglaterra como com o en los demás sitios, pero allá pueden vivir los proscriptos más libres que en otras partes. Mucha Muc hass veces ha vuelto nuestra nuestra amiga a Francia a hacer hacer propaganda, sola o asistida de compañeros. Ha hecho propaganda hasta el último día de sus fuerzas y de su vida en favor de las ideas de justicia universal por las cuales había combatido. Ha hablado por la libertad hasta el momento en que su pecho, cansado, no pudo emitir más su voz. ¡Que tal vida sea un ejemplo para la generación presente y las del porvenir!
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LUISA MICHEL Por Manuel González Prada
SI LOS HOMBRES VALEN por lo que de sí mismos conceden a los demás, muy pocos de nuestros semejantes pueden valer tanto como la virgen roja o la buena Luisa; su existencia se resume en dos palabras: abnegación y sacrificio. Casi octogenaria, recién salida de una penosa convalecencia, cuando había llegado la hora de reposar algo en la vida antes de ir a descansar eternamente en el sepulcro, realiza un esfuerzo supremo y sale a recorrer el sur de Francia en una gira de conferencias. con ferencias. Atacada Atac ada por una grave g rave enfermedad, enfermedad, como como lo había sido en Tolón el año pasado, no resiste y muere en Marsella a principios de enero. «Se va —según Lucien Desca ves— ag agotada, otada, arruinada, exangüe, exangüe, con la la piel piel colada a los huesos, como un perro errante, habiendo dado más que cien millonarios empobrecidos a fuerza de liberalidades, habiendo dado toda su existencia a los desgraciados. Indiferente a sus propios y continuos infortunios, insensible a las privaciones, a la fatiga, al frío, a los ayunos, no devuelve a la tierra más que un esqueleto, demasiado tiempo ambulante para no tener en fin derecho al reposo». Con ella se desvanece la manifestación más pura del espíritu revolucionario en el alma alm a femenina fem enina:: repres representaba entaba en el mom o vimient vim ientoo social de Francia Fran cia lo que G eorges Sand en la novela, Madame Madam e Ackermann en la poesí poesía, a, Rosa R osa Bonheur en en la pintura, pintura, Clémence Royer en la ciencia. Pascal se esfuma en un lejano claroscuro, sin fragilidades de sexo, tan consagrado a meditar en Dios que no se da tiempo de amar a las mujeres; Luisa Michel se diseña en una cercana reverberación de incendios, sin debilidades de mujer, tan henchida del amor a la Humanidad que en su corazón no deja deja siti sitioo para la exclusiva ternura ternura de un | 30
hombre. hom bre. Ama Am a las muchedumbr m uchedumbres, es, o lo que da da lo mismo, mism o, la desdesgracia, pues quien dice pueblo dice desgraciados. Sin hijos, no conociendo las vulgares y depresivas faenas de la maternidad, aparece a nuestros ojos con toda «la fría majestad de la mujer estéril». Por la serenidad serenidad ante el peligro peligro y la mue m uerte, rte, Luisa Luisa Michel Michel nos recuerda a las mujeres romanas nacidas en el seno de las familias estoicas; por esa misma serenidad y el menosprecio de todos los bienes, sin excluir la propia dicha ni la salud, nos hace pensar en las mujeres de los primeros siglos cristianos. De las estoicas se distingue por el amor a todos los seres o la caridad en su interpretación más generosa; de las cristianas, por su desinterés en la práctica del bien, pues no considera los buenos actos como letras de cambio pagaderas en el otro mundo. La estoica estoica romana roma na se revela ante el Conse Consejo jo de de guerra que la juzga por su compl com plicid icidad ad en la Comu C omuna na de París. París. Encarándos Encará ndosee a sus jueces (o verdugos) les fulmina estas palabras donde se siente revivir el orgullo y la grandeza de las almas antiguas: «Yo no quiero ser defendida, y acepto la responsabilidad de todos mis actos. Lo que yo reclamo de vosotros es el campo de Satory donde mis hermanos han caído ya. Puesto que todo corazón que late por la libertad, sólo tiene derecho a un poco de plomo, dadme mi parte. Si no sois unos cobardes, ¡matadme!». La cristiana de los primeros siglos se descubre en cien historias muy conocidas y recordadas a menudo. Refiramos una sola. sola. En un u n día día de invierno, dos dos amigos am igos la la encuentran encu entran casi exánime, tiritando, irrisoriamente abrigada con una ropa viejísima y tan leve, que parecía buscada expresamente para viajar en la zona z ona tórrida. tórrida. Compad Com padecid ecidos os ambos am bos,, la obligan obligan a entrar en en un almacén, le ruegan aceptar el obsequio de un vestido más propio de la estación. Después de mil evasivas, ella concluye por ceder, con una condición: que le permitan llevarse la ropa vieja. Naturalm Na turalmen ente, te, los dos dos amigos am igos no le le oponen oponen ninguna difidifi| 31
cultad. Al día siguiente, Luisa Michel tirita bajo los mismos trapos viejos de la víspera: ha regalado la ropa nueva. La que am a m a tanto ta nto (pues de de su inmensa ternura no excluye excluye ni ni a los animales), deja de amar a un solo ser, no se quiere a sí misma. Hubo santo que llegó a lastimarse de su cuerpo, a demandarle perdón por lo mucho que le había martirizado con las penitencias. Ignoramos si Luisa Michel, al verse como hecha ch a de raíces, no sintió piedad de su miseria ni tuvo un arranque de ira contra sus enemigos y sus perseguidores. Porque esta mujer había sido befada, escarnecida, encarcelada, deportada a Nueva Caledonia y herida por un hombre, quizá por uno de aquellos mismos desheredados que ella ama ba y defend defendía. ía. Sin Sin embargo, no pierd pierdee la fe ni la espe esperanza ranza y sigue luchando por esa muchedumbre que en Versalles, al distinguirla entre un pelotón de soldados, la escarnece, le tira lodo, la escupe y la amenaza de muerte. En resumen, Luisa Michel nos ofrece el tipo de la mujer batalladora y revolucionaria, sobrepuesta a los instintos del sexo y a las superst supersticione icioness de la religión. religión. Practicando el generoso generoso precepto de vivir para los demás, no es una supermujer a lo Nietzsche, sino la mujer mu jer fuerte fuerte, conforme a la Biblia de la Humanidad. La llamaríamos una especie de San Juan de la Cruz femenino, una cristiana sin Cristo.
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LUISA MICHEL Por la redacción de Tierra y Libe Lib ertad
C AMA A MARADA RADA S: Acaba de de cumpl cum plir ir su destino estino entre entre nosotros nosotros una de las las mujere m ujeress más enérgicas que han contribuido con su espíritu a la emancipación de los obreros. Ha muerto Luisa Michel. Lejos de ella para tributarle el último homenaje personal que merecen los que nos rinden su último aliento, desde aquí, desde este centro de España, uno de los trozos de la tierra más predilectos predilectos de ella, si es que qu e pudo sentir sentir predilecc predilección ión la que qu e amó por igual a todos los desheredados del mundo, alzamos nuestra voz para participaros participaros tan doloros dolorosaa nueva. nueva . Esa mujer, esa mujer que ya no se cuenta entre nosotros, esa esa mujer, m ujer, la la única, ú nica, acaso, a caso, que podí podíaa ocupar oc upar por entero entero el capítulo final de las mujeres de la Revolución que Michelet ensalzara, za ra, tributando tributando un homena hom enaje je a todas todas las que que trabajaron por la reivindicación de los derechos derechos del hombre, hom bre, ha muerto muerto en el hosh ospital de Oasis (Marsella), indicándonos con su ya incierta mirada el cam ca m ino que que debe debem m os prosegui proseguir. r. Uno de sus últimos últim os tra bajos sigue a estas estas líneas, líneas, y puede puede asegurarse que la idea idea que en ellas ellas se contiene, ha sido sido tambié tam bién n el último últim o deseo de su desdesgarrado corazón. Ha predicado la verdad con la ejemplaridad de su conducta, desmintiendo con ella las infames calumnias de la canalla cristiana, de la canalla burguesa y de toda la ruindad entronizada por el régimen subsistente. Hija necesaria de la humanidad doliente, obra divina de la inocencia engañada, la sociedad le negó un padre que velara por | 33
ella ella y la revoluc revolución ión y la Naturaleza Na turaleza le hicieron hicieron madre m adre y hermaherma na de todos los desheredados del mundo. La virtud educativa de la rebelión consciente, la hizo buena y amable, am able, consiguiendo consiguiendo lo que que pudo ser ser un m al para los hom bres, bres, para el el género humano. hum ano. Pudiend Pudiendoo trabajar trabajar para para remediar remediar su desigualación, trabajó por la igualación de todos. Mujer para para las ternuras filiales, filiales, para la compasión com pasión a las gengentes, mujer para perdonar a sus mismos asesinos, fue hombre para defender las ideas y como aquellas, sus antecesoras de la Revolución, Rev olución, tuvo la abnega abnegación ción de una Lucile, Lucile, la obstina obstinación ción de una Legros que derribó la Bastilla, de una Corday, de una Théroigne que enajenó su razón por la patria. Luisa Michel ha sido profesora, poetisa, historiadora, hom bre y defens defensora ora heroica heroica de de la Commune. Ha sid sidoo el más má s valios va liosoo periodista que ha tenido la causa de los últimos. Con las armas arm as en la la mano m ano tuv tuvoo que defende defenderr la primera primera re volución social seriamente seriamente veri v erificada. ficada. Vencida la Commune y procesada la gran heroína, la única respuesta que dio al sexto consejo con sejo de de guer gu erra, ra, el 16 16 de de diciembre diciembre de 18 1871, fueron fu eron estas grangra ndes palabras: «Yo quería oponer una barrera de llamas a los invasores de Versalles». La defensa de la Commune de París le valió diez años en el destierro; amnistiada después, su obra de revolución y de vindicación dicac ión de los ho h ombres la llevó llevó al libro, a la prensa, prensa, al escena esc enario, rio, a la cátedra, al mitin, y por dar pan a los desheredados ham brientos brientos,, fue fu e condenada condenada de nuevo. La juzgó el jurado. Sentenciada a morir por todos los odios de sus múltiples enemigos, triunfó sobre la muerte por el fin que la animó toda su vida. La revolución ha sido como el ángel de su guarda. La reacción y la tibieza de los desheredados sin cultura la han llevado al sepulcro. Ha muerto predicando. | 34
Sus armas han sido su pluma, su palabra, su acción. Si el enemigo hubiera tenido nada más que una cabeza, Luisa Michel, como com o todas todas las mujeres mu jeres generosas de esa esa Rusia, R usia, que ha de nacer dentro de poco, hubiera intentado cortarla como Vera Zassulitsh, como com o Sofía Peruscay Perusca y a, como co mo Jessa Jessa Helfmann Helfm ann,, co como esas liberadoras de los siervos, como esos brazos providenciales, les, que a modo m odo de de inesperados auxilios, au xilios, em em pujan y derrumb derrumban an los obstáculos que se oponen al progreso. Ha tenido tenido que qu e morir dos dos veces, v eces, porque porque era demasiado dem asiado grangran de para morir una. Diríase que dispuesta a morir en el Abril pasado, se incorporó a la vida de nuevo para adherirse a la segunda Internacional que ha nacido hace poco. Su palabra final ha sido para ella. Si hubiera un cielo, cielo, nuestras nuestras oraciones serían serían m ás escuc escuchahadas que ningunas ninguna s para aviv av ivarla. arla. Pero como com o no lo hay, ha y, el ejemejemplo de su vida es bastante fuerte para que alguien lo siga y no se olvide de su nombre. Datos biográficos Luisa Michel nació en Vroncourt-la-C Vroncou rt-la-Côte, ôte, departam departamento ento de Haute-Marne el 29 de mayo de 1830. Era hija de una u na doncella doncella engañad enga ñadaa por un hombre hom bre de eleva eleva-da posición. Luisa se hizo institutriz y llegó a ser maestra de niñas. Su intervención intervención en la Commune es demasiado conocida para consignarla aquí. El 18 de Marzo, vestida de hombre, tomó parte en aquella memorable jornada. Deportada a Nueva Caledonia por el gobierno de Versalles, sufrió nueve años el destierro, hasta que la ley de amnistía de 1880, le permitió volver a Francia. | 35
Tres años después, 1883, fue condenada a seis años de reclusión y a diez de vigilancia por la policía, con motivo de los sucesos del 9 de Marzo. Fue indultada en 18 1 886. Suf Sufrió rió desp después ués una prisión prisión de cuatro cu atro meses y al año siguiente se retiró a Londres. Hace poco volvió a Francia. Como escritora, ha dejado numerosas e interesantes obras. El Libro Libro del día día del del año (1872), lo publicó para socorrer a su madre y es una de sus mejores obras. Ha escrito también La miseria, La hija del pueblo pueblo, dos dramas, Nadine Nadine y El gallo gallo rojo. En su primera época hizo poesías llenas de misticismos, por cierto. Sus Memorias, traducidas por un compañero español, verán en breve breve la luz pública. pública.
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EL 18 DE MARZO Por Louise Michel
H AN A N PASA PAS A DO TREI T REIN N TA A Ñ OS desde aquel memorable día, desde el 18 de de Marzo Marzo del 71. Al amanecer amanecer las las campan campanas tocaban tocaba n a arre bato, y sin sin sentir apenas apenas la tierra tierra que hollábamos hollábam os bajo nuestra nuestra plan planta, ta, subimos subim os precipi precipitadam tadamente ente a las alturas altu ras de Montmartre Montm artre,, en cuya cima se hallaba todo un ejército formado en orden de combate. com bate. No esperábamo esperábamoss poder poder v olver de allí aun au n cuan cu ando do todo París se hubiera levantado. Ya los soldados se ocupaban en enganchar a los cañones que tenía en ese lugar la guardia nacional los caballos que habían traído aquella misma noche de Batignolles. ¡Y, cosa admirable!, las mujeres, de cuya presencia ninguno nos habíamos dado cuenta, interponiéndose entre nosotros y la tropa se lanzaron sobre los cañones, en tanto que los soldados permanecían inmóviles. En el momento que el general Lecomte dio la orden de hacer fuego sobre la multitud, un subalterno (Verdaguerre) dio un paso al frente, frente, y, ahogan ah ogand do la la voz de aquél con la suya, suya , grig ritó: «Culatas arriba». Y a él fue a quien obedecieron los soldados, que fraternizaron con el pueblo; entonces el sol brillante de la primavera prima vera pareci parecióó iluminar amoroso amoroso a la libertad, libertad, a la gra g rannde y victoriosa libertad, cuya conquista creíamos haber realizado para siempre 1 8. 1 8 «En
Montmartre Montmart re el general Lecomte avanzó avanzó pretendie pretendiendo ndo hac erse co n las riendas riendas de la situació situación. n. Por tres v eces ces ordenó a sus tropas tro pas disparar, parar , pero no lo hicie hic ieron. ron. Una Una mujer desafió a los soldados: solda dos: “¿Vais “¿V ais a disparar contra nosotros? ¿Contra vuestros hermanos? ¿Contra nuestros nuestr os maridos? maridos? ¿Cont ¿Contra ra nuestr nuestros os hijos?”. hijos?”. Otra los insultó , reco re co rdándoles dándo les su derrota der rota a manos de lo s prusianos. Lecomt Lec omtee amenazó con
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En vez v ez de esto esto sobrevino sobrevino la catástrofe ca tástrofe.. Más se acercaba acerca ba a los cien mil, que a los veinte mil declarados oficialmente, el número de los cadáveres que fueron enterrados en todas partes, en los fosos de la ciudad, bajo el pavimento de las plazas y calles, o quema quem ados en los cuarteles, cuarteles, en la Plaza de de la Concordia Concordia y en otros lugares. Los que descansan bajo la vía pública suelen aparecer de cuando en cuando, encontrándose, al hacerse las excavaciones, esqueletos enteros envueltos en restos de uniformes de guardias nacionales; pero las cenizas de los otros han sido esparcidas por el viento sobre toda la superficie del planeta 1 9. fusilar usilar a cualquiera que se negara a disparar, preguntando a sus soldados dado s si “se iban a rendir rend ir a aquella aque lla escoria” esc oria”.. Louise Louise Michel reco re corda rdabba que un suboficial dejó las filas, filas, “situándose “situándose frente a su compañía y gritando, más más alto que Lecomte: Leco mte: ‘¡D ‘¡Dad la v uelta a v uestros fusiles!’. usiles!’. Los soldado sold adoss obedecieron obedecieron […] […] y c on aque aqu ello se había hec ho la revolurev olución”». John Merriman, op. cit ., . , pág. pág. 7 4. 1 9 «El «El número de comuner comuneros os que perecier per ecieron on a manos de las fuerzas fuerzas v e rsal rs allesa lesass e s to davía daví a objeto obje to de deb de b ate. Los Lo s informe infor mess co c o nser ns ervv ado ad o res re s acusan ac usan a los co muneros de asesin ase sinato ato en masa, estimando que 66 o tal v e z 68 rehe re hene ness fue fueron ron ases as esina inados. dos. Los Lo s v ersal ers alle lese ses, s, po r su s u par p arte te,, eje e je-cutaron sumariamente, sumariamente, sin un juicio juicio real, hasta hasta 17 .000 per sonas, cifra ofrec ida por el infor informe me oficial oficial del gobierno . El Consejo Munic Munic ipal pagó por ese número de enterramientos enterramiento s después de la la Semana Semana Sangrienta. Sin embar go, algunas algunas estimacio est imacione ness han elevado e levado el número hasta 35.0 00 muertos. […] Cuando Cuando los periódicos periódicos pretendieron pretendieron publicar las listas de los ejecutados por orden orde n de los tribunales t ribunales militares, militares, se les dijo que eso no era er a posible posib le porque po rque no existía existía un registro oficial oficial de aquellos co nsense jos jo s de gue gu e rra. rr a. Mucha Muc hass person per sonas as simpl sim plem emee nte nt e des d esap apar arec ec ier ie r o n co c o mo v ícti íc tima mass anónimas. anónim as. Cuando Cuan do lo s cuerpo cu erposs de los lo s comunero com uneross q ue había ha bían n sido ejecutados ejecutados pudieron pudieron ser identificados, identificados, las auto ridades se negaron durante dur ante cuatro meses a permitir permitir que sus familias familias pusieran flores o c ualquier ualquier otra co sa en sus tumbas. tumbas. Un estudio estudio posterior llev ado a cabo por miembros del consej co nsejoo municipal de París llegó a la conclusión improbable de más de 1 00 .000 traba trab ajadores jadores muer mue rtos, prision prisionero eross o huido s. Esa Esa estimac ión podría ser más elevada, pero de lo que no cabe c abe duda es de que la clase o brer bre ra parisina parisina se v io considerab considerable lemente mente mermada. mermada. A l c ompaomp arar el censo de 1 872 con el de 1 866, 866, la mitad de los los 24.000 24.0 00 zapatero zapateross habían desaparecido, desaparecido, así co mo 1 0.000 0.000 de los 30.00 30 .00 0 sastres, 6.00 0
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De esa época acá han transcurrido treinta años, y aunque algunos pretendan decir que la libertad se halla más lejos que nunc nu ncaa de nosotros, nosotros, el hecho hecho es que se encuentra encuentra mucho más má s cerca; tanto que, los que la combaten, han tenido que apelar al recurso extremo de sembrar el germen del odio entre los revolucionarios, olvidando que llegará un día en que este sentimiento mismo servirá de estímulo para despertar el deseo de vengan venga nza contra contra el enemi enemiggo comú común n, ese ese monstr monstruo uoso so pasado pasado que, resistiéndose a morir, se ve, sin embargo, agonizar sumergido en la sangre de sus víctimas. Lo que mata m atará rá a la viej v iejaa sociedad sociedad son son sus crímenes, los cuacu ales se hacen tanto mayores cuanto más cerca se halla del borde del abismo. Así como no es posible que nos contentemos con volver volv er a las condiciones condiciones del antiguo a ntiguo hombre hom bre de las cavernas, cav ernas, tampoco puede suponerse que el de nuestros días se conforme con seguir viviendo en medio de la iniquidad, la injusticia y la prostitución. Los asesinatos, los saqueos y las espantosas matanzas tanza s que hoy tienen tienen lugar en China C hina 20 en nombre de la civilide 20.00 20 .000 0 carpinte carpinteros ros y ebanist ebanistas y 1.500 1.500 de 8.500 trabajador es del bro br o nce nc e , c o n c ifras sólo só lo un po c o meno me noss llam ll amat ativ iv as e ntr nt r e font fo ntan anee ro s, techadores y otros oficios oficios de los que que sali salieron eron muchos muchos comuneros militantes. militantes. Mucho después d e la Comuna, Comuna, los industriales y los lo s pequeño s empre empr esarios sarios se quejaban de la esc asez de artesano ar tesanoss y trabajatrabajadores ex pertos. Max Max ime V uillaum uillaumee dio en el clavo cuando, c uando, al tratar de ev e v aluar el número de v íctimas de lo s versall ve rsalleses, eses, inquiría: inquiría: “¿Quién “¿Quién pue de saber saberlo?”. Louise Michel se preguntaba: “Pero, ¿de cuántos de los que estaban allí allí no no sabemos sabemo s nada? De v ez en cuando la tierra v omita sus cadáv ca dáv eres”. eres”. París París se había ha bía conver c onvertid tidoo “en “ en un inmenso matadero matadero y […] […] nunca sabremos los nombre s ni el número número de v íctimas”. Esto Esto sigue siendo cierto ho y día». John John Merriman, Merriman, op. cit ., . , págs págs.. 37 33-37 37 5. 20 Se refiere al llamado Levantamiento de los bóxers, o «Levantamiento Y ihétuá ihétuán» n» (liter (literalme almente nte,, «los puños p uños rectos rec tos y armonioso s»). Fue un mov imient imientoo inic iniciado iado en nov iembre de 1 899 y finaliza inalizado do el 7 de septiembr sept iembree de 1 901, surgido surgido en China contra co ntra la influenc influencia ia foránea for ánea en el co mercio, la política, la religión religión y la tecno logía de los últimos años del siglo siglo XIX. XIX. En agosto de 1 900, cerca cerca de 230 extranjeros, extr anjeros, miles de c hinos hinos cristianos, cristianos, un número desco desconocido nocido (entre (entre 50.000 y
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zación, za ción, cubiertas cubiertas bajo el manto m anto de un mil m ilitar itar y clerical clerical lega legali lissmo, no serían ya posibles en Europa sin que todas las naciones se levantaran presa del espanto y el horror; ni guerras parecidas a la del del Transvaal Transvaa l 21 podrían estallar entre nosotros si nos fuera dado ver los miles de muertos de una y otra parte que cubren las lejanas montañas africanas lanzando una maldición sobre la tierra entera. Jamás, después de tan horrible y dura lección, hubie hu biera ra podido podido la rapacidad rapacidad capit ca pitalista alista renovar renov ar atrocid atroc idades ades semejantes. ¡He dicho dicho que el término de la jornada se aproxima! aproxim a! Por eso los Abdul Hamid 22 del mundo tiemblan en medio de sus locuras criminales y sanguinarias, sangu inarias, y al a l sentir sentir que que les falta el terreno terreno bajo sus pies pies,, se ven obligados obligados a refrenar su crueld c rueldad. ad. El hombre no ha sid sidoo hecho hech o para ser ser víctima v íctima ni verd v erdugo, ugo, ni para arrastrar una existencia de odios, desesperación y continua miseria; si tales males nos afligen, se debe a la estupidez y co bardía bardía universal. ¿Acaso los monstr m onstruos, uos, que los héroes héroes legendarios del porvenir tendrán que exterminar, no son la guerra, la miseria, la opresión y la ignorancia? El verdadero ideal se presenta ante nuestra vista en forma más clara y distinta que hace ha ce treinta años, y a todos y cada c ada uno u no corresponde, corresponde, realizand realizan do cada cual su misión, el echar las bases de estos nuevos tiempos durante los que, por muchas sorpresas que nos reserven los años, la marcha m archa va encaminada encaminada hacia h acia una meta m eta que ya no es es un un misterio, y que no es posible desconocer. Con la vista fija en la 1 00 .000) .000) de rebel reb eldes, des, sus simpatizantes simpatizantes y o tros chinos chinos habían muermuer to en e n la rev uelta y su repre sión. (Wik (Wikipedia) ipedia).. 21 A lusión a la segunda guerr a de los bóe b óerres (11 de oc tubre de 1 899-31 de may o de 1 902), que tuvo lugar lugar entre entre el imperio imperio británi británico co y los co lonos de o rigen rigen neerla neer landés ndés (los (los afrikáneres) y c uyo resultado resultado fue la ex tinción de las dos do s repúbli rep úblicas cas independi independien entes tes que los bóeres b óeres habían hab ían fundado a mediado med iadoss del de l siglo siglo XIX: el Estado Estado Libre de Orange y la República públic a de Transv aal. (Wiki (Wikiped pedia) ia) 22 Abdul Ab dul Hamid Hamid II (1842-1918) (1842-1918),, a quien la prensa europea y ame ricana apodó apo dó «el «e l gran asesino» y «el Sultán Sultán sangriento». sangriento». Responsable Responsable de las llamadas masac res c ontra ra los armenio arm enios. s. (W (Wikipedia ikipedia)) res hamidianas hamidianas cont
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estrella de redención, avancemos hacia adelante sin temor; los días de la indecisión y la duda tocan a su término. Verdad es que nos queda mucho que aprender respecto a la extensión, grandeza, hermosura y alcance de la obra; ¿pero por ventura las gigantescas columnas que el antiguo Egipto transportaba de un lugar a otro por medio de los firmes brazos de millones de esclavos, no se hubieran podido mover si los encargados de ejecutar ese trabajo hubiesen sido hombres libres? ¿Será empresa demasiado difícil el crear en torno de la cuna de una humanidad libre el ancho y amplio espacio que se necesita para el natural desarrollo de la justicia, la verdad, la ciencia, el arte y las maravil marav illas las,, a que darán darán nacimiento nacimiento una nueva concepción de la libertad y de lo verdadero? El 18 de de Marzo Marz o que que vimos hace treint treintaa años, fue fu e mag m agnífico; nífico; en el primer mom m omento ento conmovió conm ovió a todas todas las naciones. nac iones. El nuevo nuevo 1 8 de Marzo Marz o será será el de de todos todos los los hombres hom bres conscientes, cuy c uyoo número es ya considerable; el de todos los espíritus nobles y ele vad va dos, el de todo todo corazón coraz ón generoso generoso que lata en el pecho pecho de la humanidad; y todos estos combinados esfuerzos, clamando por la libertad, concluirán por despertar la tierra. El 18 de de Marzo, Ma rzo, la la aurora au rora de la Commune fue espléndida, y más todavía su crepúsculo, en Mayo, en la grandeza de la muerte. Lass debilidades La debilidades y los errores que la Commune pudo com c omeeter deben ser perdonados ante la fiereza y majestad de la caída; ante an te ese desp desprecio recio de la vida que constituye constituy e uno de los fac f actores tores más importantes en todo combate por la libertad. El sentimiento predominante, después de la victoria del 18 de Marzo, era de alegría por haber conseguido la deliberación, de verdadera satisfacción por haber alcanzado libertades en que asentar asenta r una grande gra nde y noble no ble república. república. El E l Manifiesto del del Comité Com ité Central se expresaba en estos términos: Ciudadanos: El pueblo de d e París ha sacudido sacudido el yugo y ugo que pesa ba b a sobr so bree él. é l. Con Co n la tran tr anqq uilid uil idad ad c arac ar ac terí te ríst stic icaa de d e lo l o s que q ue tien ti enen en co nscienci nscienciaa de su propia fuerza fuerza,, la ciudad ha esperado sin temotemo -
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res ni prov pro v ocacio ocacione ness y con calma c alma y seren ser enidad idad el ataqu ataq ue indigno indigno de de los que prete pr etendían ndían asesinar asesinar a la república repúb lica.. Pero esta v ez nuestro s hermanos del de l ejércit ejército se han negado a po ner la mano sobre el arca santa de la libertad.
Pronto, sin embargo, los soldados, embriagados con la calumnia y el alcohol, obedecieron las órdenes de Versalles, que les mandaba exterminar. Esta, como siempre, es la eterna historia de la discip disciplina lina que convierte conv ierte a los hom h ombres bres en máquina má quinass, haciendo que asesinen tan inconscientemente a sus semejantes, como la piedra tritura el grano en el molino. Digo y repito que el hombre no ha nac n acid idoo para arrastrar a rrastrar una una existencia en que dominen el crimen y el dolor, y es necesario que todos comprendan bien esto, viendo viendo el porqué porqué de una u na parte nos negamos a torturar y de la otra a ser torturados. Bien sa bemos bemos que por todo todoss lados no se ven más m ás que muestr m uestras as de las infam infa m ias más m ás terribles terribles;; pero es necesario que rehusemos rehusem os tomar tomar parte en su realización. Esa es la clave del problema. El 18 de Marzo del mundo entero será como un majestuoso y brill brillante ante sol elevá elevándos ndosee en todo todo su apogeo sobre sobre virginales alturas, y entonces los nuevos nuev os tiempos tiempos de de paz y de ventura v entura emem pezarán para la humanidad.
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LA NUEVA INTERNACIONAL Por Louise Michel
¡Q UÉ EXTRAÑA la que narran los cronistas, EXT RAÑA Y PAVOROSA PAVOROSA HISTORIA HISTORIA la de la actual guerra que se libra en el Extremo Oriente! Esa historia provoca en nuestra mente los lejanos recuerdos de las antiguas leyendas… Así la narración narrac ión de las las naves na ves rusas que zozobran zoz obran y se hunden, ya accidentalmente, ya combatiendo, reculando siempre detrás de las japonesas, nos recuerdan a La Invencible que, bajo Felip Felipee I I de España, vio sus naves, verdaderas ciudades flotantes, deshacerse y sumergirse con furia contra los barcos enemigos, arrastrando por la tempestad sus despojos contra los escollos y las rocas ingentes de Holanda y Escocia. Los relatos que se se nos n os ofrecen of recen de de las la s bata batallas llas en en tierra tierra firme firm e, nos refieren lúgubres escenas de un espanto formidable. Cientos, miles, centenares de miles de sacrificados al Moloch de la guerra, caen allá lejos, en los abismos, en el hielo, bajo el ham bre y la peste peste,, sobre sobre el fango fang o sangriento, cua c uando ndo no tienen tienen la dich dichaa de aca a cabar bar en un momento m omento bajo el ebrio ebrio y bárbaro bárba ro empuje empuje de un bayonetazo. Pero a esos innumerables soldados muertos en la batalla, desaparecidos entre las olas con sus naves, van a substituirlos siempre otros nuevos, arrancados al laborioso hormiguero de la inmensa Rusia. Allí van con nuevas armas a ser nuevas víctimas, que desaparecerán sucesivamente en el combate. Allá, en aquella especie de carnicería humana que no se sacia, continúa su obra funesta la guerra, día y noche, degollando a los hombres hom bres de de una y otra otra pa patria. En nombre del zar za r, el padre padre de los padres, va siempre nueva carne de cañón, carne de matadero | 43
atravesando la Manchuria, en trenes atestados de hombres, en trenes que se suceden sin descanso, atestados de nuevas víctimas para el sacrificio de la gran batalla. Parece como si el grano surja más lozano y hermoso de la tierra tierra empapada empapada de sangre, baña bañad da por el sudor sudor hum h umano, ano, m ás fértil que que el sudor animal. anim al. En E n efecto, por por orden orden de sus patronos, de sus dueños, que prevén un periodo horroroso de hambre, los soldados rusos siembran el grano por donde pasan los soldados de la tierra conquistada, sirviéndose de los habitantes del país como bestias bestias de tiro en vez de de bueyes y mulas, m ulas, cuy c uyaa carne se comen. A los horror h orrores es lejanos lejanos de la la guerra correspond corresponden en las luchas lucha s intestinas, en el propio corazón del imperio. Un judío polaco, salvado de un naufragio, refería que hacía dos semanas que habían recibido en Polonia la orden de reunirse en Varsovia, para estar prontos para salir hacia Port Arthur. Se sabía demasiado que no teníamos ninguna simpatía por Rusia, sobre todo nosotros los hebreos, que no habíamos deseado la guerra ni habíamos querido por ella abandonar a nuestras familias sin esperanza de volver a verlas. Tendríamos que escapar de algún modo. Así tomamos puerto en la embarcación en que naufragamos. Ignoro si mis demás compañeros se han salvado; pero estoy seguro que todos han preferido perecer en las aguas a volver a ocupar su puesto puesto en Varso Va rsovia via.. La historia de este judío, es un complemento de los particulares horrores de que tenemos noticia han ocurrido en el pasado mes; de la huelga de las mujeres de los prisioneros políticos polacos, siem siem pre en en Polonia, en las las prisi prisiones ones de de Kalisz. Kalisz. La huelhu elga se decidió en la cárcel central, poniéndose en práctica enseguid gu ida. a. El gobernador gobernador hizo alguna algu nass concesiones a los presos presos que retiró luego, protestaron los burlados, y entonces uno de ellos fue ferozmente azotado azota do.. Surgió un tumulto, tumulto, y enseguida enseguida penepenetraron en la prisión diez y siete oficiales con un escuadrón de soldados todos borrachos. Los prisioneros fueron hallados al | 44
día siguiente con los miembros rotos por los golpes, desfigurados por los bayonetazos y los latigazos de sus verdugos. Del mismo modo, en Mayo de 1871, los soldados del ejército de Versalles, ebrios de vino y de alcohol, entraron en París. Y es que las costumbres de esos esos alumnos alum nos de la escuela del crimen no han variado. Uno de los últimos y fantásticos relatos de esta tremenda guerra, nos muestra a los japoneses valiéndose de una treta digna de la astucia y fantasía de Lady Macbeth. Se trataba de pasar un río. Delante de los rusos, los japoneses, aglomerados, se cubrieron de césped, enmascarándose por completo con la hierba, pudiendo pasar así sin ser descubiertos. El número de japonese japonesess pasó disi disim m ulado. ¡Ah! ¡Cuánta ¡Cu ántass hojas verd v erdes es serí serían an necesarias para tapar, si se quisiera ocultar, ese río de sangre que se lleva derramado hasta la fecha! Y todo todo esto parece parece que se des desconoce conoce aún a ún por la la m ayoría ay oría de los europeos. Se escuchan sólo a los obreros, a los revolucionarios, a los socialistas y a los libertarios libertarios que eleva elevan n su voz contra el enemigo de la propia unión y de la paz humana. Este es el momento de gritar: ¡No más ejército! Con este grito la Internacional Antimilitarista puede abarcar todo el mundo.
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LA PROCLAMACIÓN P ROCLAMACIÓN DE LA COMUNA Por Louise Michel
L A PROCLAMACIÓN fue espléndida; no era aquePROCLAMA CIÓN DE LA COMUNA fue lla fiesta del poder, sino la pompa del sacrificio; sentíase a los elegidos dispuestos para la muerte. La tarde del del 28 de de Marzo, Ma rzo, con un sol claro, cla ro, que recordaba el alba del 18, el 7 Germinal del 79 de la República, el pueblo de París, que el 26 había elegido su Comuna, inauguró su entrada en el Ayuntamiento. Un océano humano, bajo las armas, bajo las bayonetas apretadas como las espigas del campo, los clarines rasgando el aire, los tambores sonando sordamente, y entre todos el inimitable ruido de los dos grandes tambores de Montmartre, los que la noche de la entrada de los prusianos y en la mañana del 18 de marz m arzoo sacaron sacaron del sueño sueño a los parisienses, parisienses, con sus palillos espectra espectrales de puño puñoss de acer acero, desperta despertaban extrañas extrañas sonor so noridade idadess. Esta vez las campanas de alarma estaban mudas. El sordo rugido de los cañones saludaba saludaba a interva intervalos los regulares regulares a la Re volución, y tambi tam bién én las bayonetas, bay onetas, inclinándose inclinándose ante las rojas rojas banderas banderas que, hacinadas, ha cinadas, rodeaban rodeaban el busto de de la Rep R epúbli ública. ca. En lo más m ás alto una inmensa inm ensa bandera bandera roja. roja. Los batallones de Montmartre, Belleville y La Chapelle, tienen sus banderas coronadas por el gorro frigio; se las tomaría por secciones del 93. En sus filas se ven soldados de todas armas, de infantería, de marina, artilleros y zuavos. Las bayonetas, cada vez más apretadas, se desbordan en las calles circundantes; circundantes; la plaz plazaa está está llena, llena, la impresión impresión es exactaexa ctamente la de un campo de trigo. ¿Cuál será la cosecha? París entero está en pie, el cañón suena de vez en cuando. En un u n estrado estrado se concentra con centran n los indiv indiv iduos iduos del del Comité Com ité Central Central; enfrente están los de la Comuna, todos con la banda roja. | 446 6
Pocas palabras en en los intervalos que que marca m arcan n los cañones. ca ñones. El comité Central declara expirado su mando y entrega sus poderes a la Comuna Com una.. Se hace hac e el el llam llamam amient ientoo nombre tras nombre nom bre;; un grito enorme resuena: ¡Viva la Comuna! Los tambores ensordecen, la artillería conmueve el suelo. «En nombre del pueblo» —dice Ranvier 23— «la Comuna C omuna esestá proclamada». Todo fue grandioso en aquel prólogo de la Comuna cuya apoteosis debía ser la muerte. Nad Na da de discursos discursos,, un u n inmenso grito, uno sólo: sólo: ¡Viva la Comuna! Todos los músicos tocan La Marsellesa y el Canto de la Partid tida. Un U n huracán huracá n de voces forma acompañamient acom pañamiento. o. Un grupo g rupo de de ancianos baja la cabeza hasta el suelo; dijérase dijérase que oyen a los muertos por la libertad, libertad, son los escapados de junio, de diciembre; algunos de cabellos completamente blancos son de 1830. Si un poder cualquiera podía hacer algo, este poder hubiera sido la Comuna, compuesta de hombres de inteligencia, de valor, de increíble honradez, que la víspera o mucho tiempo antes, habían dado pruebas incontestables de abnegación y de energía. El poder, esto es innegable, los aniquiló y no dejándoles implacable voluntad sino para el sacrificio, supieron todos morir heroicamente. Es que el poder está maldito, razón por la que yo soy anarquista. Gabriel Ra Ranv nvier ier (1828-187 9). «En «En Bellev Bellev ille, ille, el guardia nacional nacional anticlerical anticle rical G. G. Ranvier , hijo de un zapater o y oficinista oficinista,, […] era c ono cido co mo “El “El cristo de Bellevill Bellevillee”, céle cé lebre bre por brindar brindar por po r el cambio político con jarabe jarabe y no co n v ino; era un orado r frecuente frecue nte en los almacenes de los quartiers populaires , y había pasado un tiempo tiempo en en prisión prisión por su su participación en el intento intento de insurrección del 3 1 de o c tubre. tub re. Co Co mo ot o tros de antecedent ante cedentes es similares, esta est aba decidid de cididoo a qu que París señalara el camino c amino en la lucha por una república justa». John Merriman, op. cit .,., pág. 88. 23
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La noche misma del 28 de marzo, la Comuna celebró su primera sesión, inaugurada por una medida digna de la grandeza de aquel día; se tomó la resolución, a fin de cortar toda cuesti cu estión ón personal, personal, en el mom m omento ento en que los individuos individuos debían debían entrar en las masas revolucionarias, de que los manifiestos no debían llevar más firma que ésta: La Comuna Com una. En esta primera primera sesión, sesión, algunos, algu nos, que que se ahogaban ahoga ban en la cálicá lida atmósfera a tmósfera de una revolución, no quisier quisieron on ir más má s allá; hubo dimisiones inmediatas. Estas dimisiones ocasionaban elecciones complementarias; Versalles Versalles pudo pudo aprovechar aprovecha r el tiempo tiempo que París perd perdía ía en torno de las urnas. He aquí la primera declaración hecha en la primera sesión de la Comuna: «Ciudadanos: «Ciudadanos: Nuestra comuna está co nstituida. nstituida. –el v oto del 26 de marzo sanciona la la República República v ictoriosa. ictor iosa. Un poder v ilmente ilmente opre opr esor os había c ogido por el cuello; c uello; de bíai b íaiss en legít le gítima ima defen de fensa sa rec re c hazar ha zar un go g o bier bi erno no que qu e que q uerí ríaa des d es-honraros imponiéndoos imponiéndoos un rey . En la ac tualidad, tualidad, los cr c riminales iminales a quienes ni aún habéis habé is querido perseguir, per seguir, abusan de vuest v uestra ra magnanimidad magnanimidad para p ara organizar or ganizar a las puertas pue rtas de la ciudad un foc foc o de c onspir onspiraci ación ón monárquic a, in v o c an la guer gu erra ra c ivil, iv il, hac ha c en entr en trar ar e n juego jue go to das la co c o r rupciones, rupcio nes, aceptan ace ptan todas todas las las complici complicidad dades, es, hasta se han atrev atre v ido a mendime ndigar el apoy o del extranjero. Ape A pela lamos mos por po r esos mane ma nejos jos execrab exe crablle s al juic io de la Francia Fra ncia y del mundo. Ciudadanos, iudadano s, nos acab áis de dar institucio institucione ness que q ue desafían to das las tentativ tentativ as. Sois dueños dueño s de v uestros uestros destinos; fuerte co n vuestro vuestro apoyo, la represe rep resent ntació ación n que acabáis de establec establecer, er, v a a repar r eparar ar lo s desasde sastres causados por el poder c aído. La industria comprometida, el trabajo suspendido, las transac ciones ciones c omercia omerciales les paralizadas, v an a rec ibir un impulso v igor igo r o so. so .
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Hoy mismo se tendrá la esperada de cisión sobre sobr e los alquileres; mañana mañana las referentes referentes a los lo s v encimientos. Todos los serv icios cios públic públicos os serán restablec idos y simplif simplificados. La guardia nacional nacio nal,, en lo sucesi suce sivo vo la única únic a fuerza armada ar mada de la población, població n, va v a a ser reorgani reor ganizada zada inmediatamente. inmediatamente. Tales Tales serán nuestros primeros ac tos. Los elegido s del pueblo pueb lo no le piden pide n para asegurar el triunfo de la República, Repúblic a, sino que le sostenga la la co nfianza nfianza de los c iudadan iudadanos. os. Por lo que a ellos respecta c umplirán umplirán su deber. La comuna de París París,, 28 de marzo marzo de 1 87 1 ».
Lo cumpli cum plieron, eron, en efecto, ocupándos ocupán dosee de de todas las seguridades des de la vida para la la multitud. multitud. Pero, ¡ay! ¡a y!,, la prim prim era seguridad hubiera sido vencer definitivamente la reacción. Mientras la confianz conf ianzaa renacía rena cía en París, los ratones raton es de Versalles agujereaban la quilla del navío. Todavía hubo algunas discusiones por motivos varios. En los primeros días se formaron comisiones que, sin em bargo, no eran defini definitiv tivas; as; según según sus aptitu aptitude des, s, los m iembr iembros os de una comisión pasaban a otra. La Comu C omuna na se componía de una m ayoría ayoría ardiente ardientem m ente re volucionaria voluciona ria y una m inoría inoría socialist socialista, a, que razonaba razona ba en ocasiooc asiones, demasiado para el tiempo que corría, semejantes en que siem siem pre iban a parar para r a las mismas misma s conclusiones, en en el temor temo r de adoptar medidas despóticas e injustas. Un mismo amor a la Revolución hizo idéntico su destino. «La mayoría también sabe morir», exclamó algunas semanas más tarde Ferré abrazando el cadáver de Delescluze 24. «Que ocurra lo que quiera», —decían los miembros de la Com una un a y los guard gu ardias ias naciona nacionales—, les—, «nuestra sangre sangre marc m arcaará profundamente la etapa». 24 Louis Charles Charles Delescluze Delescluze (180 (1 809-18 9-1871), 71), fue fue
un líder rev olucionario oluc ionario francés, rancé s, periodista pe riodista y co mandante de la Comuna de París. París. Y a había había participado en e n la révolution de Juillet de 1830 y en la de 1848. Juillet de
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Y la marcó, marcó, es cierto, cierto, y tan tan profu profunda ndamen mente te que la tierra tierra quedó saturada; abrió en ella abismos que sería difícil franquear, como la roja sangre de las rojas flores de las colinas.
FIN DEL TOMO
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