Legendas Yorùbá. Por. M. I. Ogumefu, B.A. [Londres, 1929]. Londres. Prensa Sheldon. Avenida Northumberland, W.C. 2 p. III. Prólogo. En los tiempos modernos nosotros hemos empezado a prestar íntima atención a los viejos cuentos folclóricos, no inventados por un hombre, pero pertenecientes a los pueblos enteros; no escritos, pero contados de padres a hijos, y pasados de uno a otros, por centenares de años. Las leyendas e historias de hadas en este libro pertenecen al país Yorùbá del Sur Nigeria. Ellos relatan las aventuras de hombres y animales, y tratan de explicar los misterios de la Naturaleza, por qué las Mujeres tienen el Pelo Largo, Cómo el Leopardo obtuvo sus Manchas, y así en adelante. La mayoría de ellos incluye algunas canciones muy viejas, pero éstos no pueden aquí ser dados por completo.
Nosotros no debemos pensar que las historias son científicamente verdaderas; ellas crecieron fuera de la imaginación de las personas, y para los actuales, probado hechos nosotros debemos mirar en nuestros libros-texto. Nosotros leemos estos cuentos-folclóricos por su p. IV -originalidad y humor, por su simpatía con la Naturaleza, y porque nosotros encontramos en ellos las ideas e ideales, no sólo de un hombre, sino de la raza. Las leyendas expresan nociones primitivas del derecho y del mal, y en esto ellos caen bajo la nueva norma que la Cristiandad ha puesto para nuestras acciones. Como una regla, sin embargo, el malo es castigado y el bueno es premiado; y que, nosotros sentimos, que esto es como debería ser. ¡Nosotros podemos llorar a la muerte de la bribonesca Tortuga, pero nosotros sentimos que ella merece su destino! p. V Contenidos. Pág. I. El reino de los Yorùbá. = 1 II. Cómo las marcas tribales llegaron a ser usadas. = 2 III. Akiti el cazador. = 3 IV. Canciones de palo. = 5
V. Por qué las mujeres tienen el pelo largo. = 6 VI. Porqué el pueblo llora “Larga vida al Rey! " cuando el trueno sigue al relámpago. = 7 VII. El Olọfin y el ratón. = 9 VIII. El árbol Iroko. = 11 IX. El cazador y el demonio Polo, o, Orisa Oko. = 12 X. Morẹmi. = 14 XI. El murciélago. = 17 XII. El hombre-Leopardo. = 18 XIII. El pájaro-agua. - Pág. 20 XIV. Las hormigas y el tesoro. = 21 XV. Las voces de pájaros. = 26 XVI. Los tres magos. = 28 XVII. Isọkun y el bebe. = 31 XVIII. Los hermanos gemelos. = 33 XIX. Cómo el leopardo consiguió sus manchas. = 36 XX. Otra historia de leopardo y sus manchas. = 37 XXI. La cabeza. = 38 XXII. Ole y las hormigas. = 40 p. VI Pág. XXIII. La Boa-Constrictora. = 42 XXIV. Oluronbi. = 43 XXV. El personal de Oranyan. = 46 XXVI. El cofre del elefante. = 48 XXVII. El secreto de la cesta de pescar. = 49 XXVIII. Los diez orfebres. = 51 XXIX. La olla de cocina. = 55
XXX. El loro. = 56 XXXI. El agarrador de fantasmas. = 59 Historias de tortuga. XXXII. Tortuga y el Rey. = 65 XXXIII. Tortuga y Mr. Mosca. = 68 XXXIV. Erin y Erinomi (La tierra - y Agua-Elefantes). = 71 XXXV. Las tres muertes de la Tortuga. = 73 XXXVI. Tortuga y el gallo. = 75 XXXVII. Tortuga y cangrejo. = 76 XXXVIII. Tortuga y paloma. = 77 XXXIX. Tortuga y el árbol-látigo. = 80 XL. Tortuga y la lluvia. = 84 p. 1 Legendas Yoruba. I El reino de los Yoruba. EL Rey antiguo Oduduwa tenía una gran cantidad de nietos, y en su muerte él dividió entre ellos todas sus posesiones. Pero su nieto más joven, Oranyan, estaba en ese momento cazando lejos, y cuando él retornó a casa él entendió que sus hermanos y primos habían heredado el dinero del viejo Rey, ganado, cuentas de vidrio, telas nativas, y coronas, pero que a él nada le dejó excepto 21 pedazos de hierro, un gallo, y alguna tierra atada en un trapo.
En ese momento la tierra entera fue cubierta por el agua, sobre la superficie en que el pueblo vivió. El ingenioso Oranyan extendió en el agua sus pedazos de hierro, y sobre el hierro el puso el trozo de tela, y sobre la tela la tierra, y sobre la tierra el gallo. p. 2 El gallo escarbó con sus patas y esparció la tierra lejos y ancho, así que el océano fue en parte lleno e islas aparecieron por todas partes. Los pedazos de hierro se volvieron las riquezas minerales escondidas bajo la tierra. Ahora los hermanos de Oranyan y primos todos deseaban vivir en la tierra, y Oranyan se los permitió hacer así pero en el pago de tributo. Él se volvió así Rey de todo los Yorùbá, y fue rico y próspero a través de la herencia de su abuelo. Fin. II Cómo las marcas tribales llegaron a ser usadas. Un cierto Rey nombrado que Şango envió a 2 esclavos a un país distante en una misión importante. En el curso debido ellos volvieron, y él encontró que ese solo esclavo había logrado lo que le habían enviado que hiciera con éxito, mientras el otro no había logrado nada. El
p. 3 Rey premió al primero por consiguiente con altos honores, y ordenó sobre el segundo que recibiera 122 cortes de navaja de afeitar sobre su cuerpo. Éste fue un castigo severo, pero cuando las cicatrices sanaron, ellos dieron al esclavo una apariencia muy notable, que grandemente tomó la imaginación de las esposas del Rey. Şango decidió por consiguiente que los cortes deberían en el futuro ser dados, no como castigo, pero si como una señal de realeza, y él se puso en seguida en las manos de los marcadores. Sin embargo, él podría llevar sólo dos cortes, y así desde ese día 2 cortes en el brazo han sido la señal de realeza, y varios otros cortes vinieron a ser las marcas de las diferentes tribus. Fin. III Akiti El cazador. Un cazador famoso y luchador nombrado Akiti alardeó que él era más fuerte que cualquier otro hombre o animal. Él había superado fácilmente a un gigante, a un leopardo, a un león, a un lobo, y p. 4
a una boa-constrictora, y como nadie más se opuso a su demanda, él mismo se llamó “el Rey del bosque”. Dondequiera que él fue, él cantó su triunfante canción-lucha, y todos le temimos y le respetamos. Pero él se había olvidado del Elefante que es un animal muy sabio y sabe muchos encantos. Un día el Elefante lo desafió y declaró que él no tenía ningún derecho de llamarse el mismo “Rey”, como el Elefante él mismo fue monarca del bosque y no podría ser derrotado. Akiti acto seguido echó su lanza sobre su enemigo, pero debido al encanto del Elefante, el arma rebotó sobre su piel y no le hizo ningún daño. Akiti luego trató con su arco y flechas envenenadas, y su cuchillo-cazador, pero todavía sin ningún efecto. Sin embargo, el cazador también poseía un encanto, y usándolo, él se cambió el mismo en un león y voló sobre el Elefante, pero el Elefante lo echó fuera. Luego él se volvió una serpiente, pero él no podría tener éxito aplastando al Elefante de muerte. p. 5 En último, él se cambió el mismo en una mosca, y voló dentro de la batiente gran oreja del Elefante. Él fue derecho abajo adentro hasta que él llegó al corazón, y luego él se cambió el mismo de nuevo en un hombre y le cortó el corazón con su cuchillo-cazador. Por fin el Elefante cayó
muerto, y Akiti salió de su cuerpo triunfante, porque él era ahora sin cuestión “el Rey del bosque”. Fin. IV Hijos de palos. Un gran Rey envió a sus varios hijos para que gobernaran sobre diferentes partes de su reino, y todos estaban satisfechos pero uno, el más joven y más ambicioso, quién retornó a su padre después de algún tiempo con la queja que su territorio era mucho demasiado pequeño y sus súbditos demasiado pocos. El Rey estaba disgustado con su hijo, y envió para el un gran bulto de palos que él convirtió en seres humanos. “¡Allí tienes un poco más de súbditos para ti!” él dijo al sorprendido Príncipe. p. 6 ¡De ese tiempo la tribu fue famosa por esta su fuerza y estupidez, y fue conocida por el apodo de “los Hijos de palos”, o “Ọmọ igi!”. Fin. V Por qué las mujeres tienen el pelo largo
Dos mujeres peleadas, y una de ellas, salió clandestinamente por la noche y excavó un hoyo profundo en el medio del camino que guía a la casa de su enemiga al buen pueblo. Temprano en la siguiente mañana, cuando todos iban por el camino por agua con jarras equilibradas en sus cabezas, esta mujer cayó en el hoyo y clamó ruidosamente por ayuda. Sus amigos corrieron hacia ella y, asiéndola por el pelo, empezaron jalarla fuera del hoyo. Para su sorpresa, su pelo se estiró cuando ellos jalaron, y cuando ella estuvo segura en el camino, su pelo fue así tan largo como el brazo de un hombre. Esto la hizo a ella muy avergonzada, y ella corrió lejos y se escondió. Pero después de un rato ella comprendió que su pelo largo era bonito, y entonces ella se sintió p. 7 muy orgullosa y desdeñó a todas las mujeres pelicortas, abucheando a ellas. Cuando ellas vieron esto, ellas fueron consumidas por los celos, y empezaron a estar avergonzadas de su pelo corto. “Nosotros tenemos pelos de hombres”, ellos se dijeron entre si. “Cómo de bonito sería tener el pelo largo!”
Así una por una ellas se metieron en el hoyo, y sus amigos las halaron fueran por el pelo. Y de esta manera ellas, y todas las mujeres después de ellas, tuvieron el pelo largo. Fin. VI Porque el pueblo llora “largo vida al rey!” cuando el trueno sigue al relámpago. Rey Şango fue conocido con muchos mortales encantos, y él una vez pasó a descubrir una preparación por cual él podría atraer el relámpago. Él tontamente decidió probar el efecto del encanto por primera vez en su propio palacio, que estaba en el pie de una colina. p. 8 Ascendiendo la colina con sus cortesanos, el Rey empleó el encanto: una tormenta se levantó de repente, el palacio fue golpeado por el relámpago y quemando la tierra, junto con la familia entera de Şango. Superado por el pesar a haber perdido sus posesiones, y anteriormente todos sus hijos, el impetuoso Rey resolvió retirarse a una esquina de su reino y no gobernar más.
¡Algunos de sus cortesanos estaban de acuerdo con él, y otros intentaron disuadirlo de su plan; pero Şango en su rabia ejecutó a ciento sesenta de ellos—ochenta quiénes habían discrepado con él, y ochenta quiénes había estado de acuerdo demasiado ávidamente! Entonces, acompañado por unos pocos amigos, él dejó el lugar y empezó en su larga jornada. Uno por uno sus amigos lo abandonaron en la vía, hasta que él se quedó solo, y en la desesperación él decidió acabar con su vida, lo que él hizo precipitadamente. Cuando ellos oyeron del hecho, sus pueblos vinieron a la mancha (lugar) y le dieron un entierro honorable, y él fue siempre después p. 9 rendido culto como el dios de trueno y relámpago. Así, entre todo el Yorubas, cuando las personas ven la llamarada de relámpago seguida por el rugido malhumorado del trueno, ellos recuerdan la rabia de Şango después de la destrucción de su palacio, y exclama: “Larga vida el Rey!” Fin. VII Los Olọfin y los ratones.
Un famoso Olọfin, o Rey Yoruba, fue encarcelado una vez por sus enemigos en una choza sin alguna puerta o tejadoabierto, y permitir morir de inanición. Como él se sentaba tristemente en la tierra, el Olọfin vio un pequeño ratón que corriendo a través de la choza. Él asió su cuchillo, exclamando: “en lugar de que muera de hambre, yo comeré este ratón!” ¿Pero un segundo pensamiento él guardó su cuchillo, diciendo: “Porqué debería yo matar el ratón? Yo tendré hambre después, sólo lo mismo”. p. 10 Para su sorpresa el ratón se dirigió a el en las siguiente palabras: “¡Noble Rey! ¡Saludos a usted por su generosidad! Usted ha salvado mi vida, y a cambio yo salvaré la suya”. El ratón desapareció dentro de un agujero en la tierra, y volvió algún tiempo después seguido por veinte o treinta ratones, todos cargaban granos de maíz, gari, y frutas pequeñas. Durante cinco días ellos lo alimentaron de esta manera, y en el sexto día la choza fue abierta por los aprehensores del Olọfin, que fueron asombrados por encontrarlo todavía vivo y en buena salud.
“Este Olọfin debe tener un encanto poderoso!” ellos declararon. “parece que él puede vivir sin comer o beber!” Por eso ellos le soltaron, le dieron una canoa-guerra, y le permitieron volver en libertad a su propio país. Fin. VIII El árbol Iroko. En el bosque hay un árbol gigante llamado por los Yorubas el “Iroko”, qué es rechazado por todas las personas, porque en él vive el espíritu de un hombre viejo que ronda por la noche con una pequeña antorcha y asusta a los viajeros. Cualquiera que ve al Iroko-hombre cara a cara va enfadado y rápidamente muere. Viendo las ramas espesas y el tronco poderoso de Iroko, los leñadores son a menudo tentados a cortar el árbol y hacer uso de la madera, pero esto es muy desafortunado, como esto provoca el disgusto del Iroko-hombre y trae el infortunio en el leñador y todos su familia. En cualquier casa cual contenga mobiliario hecho de Irokomadera, allí puede ser oído por la noche unos extraños ruidos de gemidos y crujidos; este es el espíritu del Iroko, encarcelado en la madera, quien anhela vagar alrededor de nuevo a través del bosque con su pequeña antorcha.
Fin. p. 12 IX Orisa Oko. Orişa Oko fue un cazador pobre, solitario salvo por su pífano y su perro. Si alguna vez él perdía su camino afuera en los campos o el bosque, él podría empezar a tocar alguna melodía lastimera en su pífano, y los sonidos llevarían a el perro fiel a su lado guiarlo casa. Él ganaba una pobre vida entrampando en sus red avesguinea sobre las tierras de ricos granjeros, pero debido a su solitaria vida y su hábito de silencio, él fue respetado como un hombre poseído de un secreto conocimiento cual él no cuidó para divulgar. Cuando los años pasaron, él envejeció demasiado para cazar, y subió su residencia en una cueva. Las personas ahora pensaron de el más misterioso que siempre, y vinieron a él para consejo sobre el futuro, así que en un corto tiempo él ganó gran renombre como un adivino. Desde lejos y cerca las personas vinieron a consultarlo a el, y de esta manera él manejó para vivir muy cómodamente. En aquellos días la brujería era castigada p. 13
-por la muerte, y esto se volvió costumbre en el país que cualquiera sospechado del mal arte debería ser arrastrado a la cueva de Orişa Oko. Si los adivinos lo encuentran a el inocente, él lo llevaba adelante por la mano, pero si él se juzgara culpable, su cabeza era cortada y tirada a la muchedumbre que esperaba por el demonio Polo que Orişa Oko mantuvo en la cueva. Esto siguió hasta la muerte del viejo cazador. Sus seguidores ahora desearon continuar la práctica, y así ellos escondieron en la cueva a un hombre muy fuerte para actuar como el demonio Polo. Cuando cualquiera acusado de brujería era traído a la cueva, su cabeza era normalmente cortada y tirada fuera como antes. Sin embargo, esto una vez pasado que un hombre muy alto y musculoso era sospechoso de artes mágicas, y sus acusadores tuvieron éxito en arrastrarlo a la cueva. Una muchedumbre grande esperó con avidez para aprender el resultado. Que fue su espanto por ver la cabeza del supuesto “demonio” que venia rodando fuera de la cueva, para el hombre fuerte hubo demostrado demasiado para él, y pronto reapareció ileso y triunfante. p. 14 Las personas estaban indignadas por aprender cómo ellos habían sido engañados, y desde ese día la cueva de Orişa Oko fue abandonada.
Fin. X Morẹmi. Un Noble de Ile-Ife tenía una esposa bonita y virtuosa nombrado Morẹmi, y un hijo joven guapo, Ela. El país de Ifes estaba en ese momento sujeto a las correrías feroces por una tribu llamada los Igbos que eran de una tal apariencia misteriosa en la batalla que los Ifes los pensaron no humano, pero una visita envió por los dioses en castigo por algo malo. En vano ellos ofrecieron sacrificios a los dioses; las correrías de estos seres extraños continuaron, y la tierra fue tirada en un estado de pánico. Ahora la heroica Morẹmi, deseando traer un fin a esta condición de asuntos, resolvió permitirse ser capturada durante una de las correrías, así que ella pudiera ser p. 15 llevada como una prisionera a la tierra de los Igbos y aprende todos sus secretos. Ofreciendo adiós a su marido y su hijo pequeño, ella fue a un cierto arroyo y prometió al dios del arroyo que, si su esfuerzo tuviera éxito, ella ofrecería a él el sacrificio más rico que ella podría permitirse el lujo de.
Como ella hubo planeado, ella fue capturada por los Igbos y llevada lejos para su capital como un prisionero. A causa de su belleza ella fue dada al Rey de los Igbos como una esclava; y a causa de su inteligencia y noble corazón ella pronto ganó el respeto de todos y levantó a una posición de importancia. Antes de que ella hubiera estado en el país mucho tiempo, ella hubo aprendido todos los secretos de sus enemigos. Ella encontró que ellos no eran dioses sino hombres ordinarios. Sobre hiendo a la batalla ellos llevaban extraños mantos de grama y fibra de bambú, y esto respondió a su apariencia antinatural. Ella también aprendió que debido a estos mantos de grama seca, ellos estaban muy asustados del fuego, y que si los Ifes fueran de prisa entre p 16 ellos con las antorchas encendidas, ellos podrían ser derrotados rápidamente. Tan rápido como fuera posible, ella escapó del palacio y del territorio de los Igbos y retornó a su propio pueblo. Su noticias fueron alegremente recibidas en Ile-Ife, y brevemente después los Igbos fueron derrotado absolutamente por el truco que Morẹmi había sugerido. Morẹmi ahora fue al arroyo e hizo un gran sacrificio de ovejas, aves, y bueyes; pero el dios del arroyo no estaba satisfecho y exigió la vida de su hijo.
Afligiéndose, Morẹmi fue obligado a consentir, y sacrificó el buen mozo muchacho Ela. Los Ifes lloraron por ver este espectáculo triste, y ellas prometieron ser sus hijos e hijas para siempre, recuperar su pérdida. ¡Pero lo! Ela cuando él acostado en la tierra fue sólo medio muerto, y cuando el pueblo hubo partido, él recuperó la conciencia y saltó. Haciendo una soga de grama, él subió al cielo, y esto es cierto que él algún día retornaría para segar los beneficios del sacrificio noble de su madre. Fin. p. 17 XI El Murciélago. EL Murciélago es mitad un pájaro y mitad un roedor, y vive parte en la tierra y parte en el aire, pero ambos ratas y pájaros le huyen, y esto es por qué: Las ratas, sus primos, estaban una vez luchando una gran batalla con los pájaros, y el Murciélago luchaba en medio con las ratas. Pero cuando él vio que los pájaros era probable que fueran victoriosos, él dejó las ratas y voló a el aire luchar en el lado de los pájaros.
Ambos las ratas y los pájaros se disgustaron por esta cobarde acción, así ellos cesaron la lucha entre si y todos se combinaron para atacar al Murciélago. desde ese día el han sido obligado a esconderse en lugares oscuros todo el día, y sólo va afuera por la tarde cuando sus enemigos no pueden verlo. Fin. p. 18 XII El Hombre -leopardo. Un extraño buen mozo una vez vino a un cierto pueblo y se paseó alrededor entre las personas en misterioso silencio. Todas las doncellas lo admiraron y desearon que él pudiera elegir a una de ellas para su novia. Pero él no dijo nada, y al fin se alejó dentro del bosque y desapareció de la vista. Un mes después el extraño vino de nuevo, y en este tiempo una de las doncellas cayó en enamorarse mucho de él que ella resolvió seguirlo dentro del bosque, así ella no podría llevar sobre si ser separada de él. Cuando el extraño miró atrás y la vio a ella venir detrás de él, él se detuvo, y le pidió que volviera a casa; pero ella no quería, y exclamó: “yo nunca le dejaré, y dondequiera que usted vaya, yo le seguiré”.
“Bonita doncella, usted lo sentirá”, contestó el extraño tristemente, así él se dio prisa adelante. Después de un rato él se detuvo de nuevo, y de una vez p. 19 Ellos entraron lejos en las profundidades del bosque, y en la longitud alcanzó un árbol al pie del cual allí tendida había una piel-leopardo. Estando de pie bajo el árbol, el extraño empezó a cantar una canción melancólica en cual él le dijo a ella que aunque a el le fue permitido una vez al mes vagar cerca en las villas y pueblos como un hombre, él era en la realidad un leopardo salvaje y podría rasgarla a ella en pedazos así de rápido como él recobrara su forma natural. Con estas palabras él se echó el mismo en la tierra, e inmediatamente se hizo un gruñido de leopardo y empezó a perseguir a la aterrada muchacha. Pero el miedo dio tal velocidad a sus pies que él no podía darla alcance a ella. Cuando él la persiguió a ella él cantó que él podría rasgarla en pequeños pedazos, y ella en otra canción contestó que él nunca la daría alcance a ella. p. 20 Por una gran distancia ellos corrieron, y luego la doncella de repente llegó a un río profundo pero estrecho, cual ella no podría cruzar. Esto parecía como si el leopardo la podría
atrapar después de todo. Pero un árbol que estaba de pie en el banco-río tomó piedad por ella y cayó a través del río, así que ella pudo cruzarlo. Por fin, casi exhausta, ella llegó al borde del bosque y alcanzó el pueblo en seguridad. El leopardo, defraudado de esta su presa, anduvo atrás furtivamente dentro del bosque, y el extraño buen mozo nunca fue visto de nuevo. Fin. XIII El pájaro-agua. El pájaro-agua siempre está de pie en una pierna, y esto es por qué: Un pájaro-agua una vez, en busca de comida, deglutió al Rey de los cangrejos, y la tribu entera de cangrejos fue así de enfurecida que ellos juraron que ellos tendrían su venganza. “Nosotros encontraremos este pájaro horrible”, ellos declararon, “y pellizcaremos estas sus piernas. Nosotros no fallaremos en encontrarlo, por sus piernas son luminosamente p. 21 rosa en color y sus plumas son rosa y blanco”.
Pero la rata-agua oyó por casualidad a los cangrejos planeando, y aceleró para decir al pájaro-agua. “¡Oh! Oh!” lloró el pájaro-agua. “¿Ellos pellizcarán mis bonitas piernas rosas, y luego que será de mí? Que cosa yo puedo hacer?” “Esto es muy simple”, contestó la rata-agua. “Si usted está de pie sobre una pierna, ellos pensarán que usted es alguna otra criatura”. El pájaro le agradeció y escondió una pierna. Cuando los cangrejos vinieron, ellos vieron, cuando ellos pensaron, un muy alto pájaro rosa con una pierna y un pico grande. “Nuestro enemigo tiene dos piernas”, ellos dijeron. “Esto no puede ser él”. Y ellos pasaron por. Fin. XIV Las hormigas y el tesoro. Había una vez un pobre hombre quien fue muy amable con los animales y pájaros. Sin embargo él tenía poco, él siempre ahorró unos granos de p. 22 maíz, o unos frijoles, para su loro, y él tenia el hábito de esparcir sobre la tierra todas las mañanas algunos trozos de
alimento para las hormigas trabajadoras, esperando que ellos podrían ser satisfechos con el maíz y se dejarían sus pocas posesiones intactas. Y por esto las hormigas fueron agradecían. En la misma villa allí vivió un avaro que obtuvo por astutos y deshonestos medios coleccionó una gran tienda de oro, cual él guardó seguramente atada a en la esquina de una pequeña choza. Él se sentaba afuera de esta choza todo el día y toda la noche, para que nadie pudiera robar su tesoro. Cuando él veía algún pájaro, él le tiraba una piedra a este, y él aplastaba cualquier hormiga que él encontraba caminando en la tierra, porque él detestaba cada criatura viviente y amaba su oro nada más. Como podría ser esperado, las hormigas no tenían amor por este avaro, y cuando él hubo matado un grande y mucho de su número, ellos empezaron a pensar cómo ellos podrían castigarlo por su crueldad. “Qué lástima esto es”, dijo el Rey de p. 23 -las hormigas, “que nuestro amigo es un hombre pobre, mientras nuestro enemigo es tan rico!”
Esto dio una idea a las hormigas. Ellos decidieron transferir el tesoro del avaro a la casa del hombre pobre. Para hacer esto ellos excavaron un gran túnel bajo la tierra. El fin del túnel estaba en la casa del hombre pobre, y el otro fin estaba en la choza del avaro. En la noche que el túnel fue completado, un gran enjambre de hormigas empezó llevando el tesoro del avaro dentro la casa del hombre pobre, y cuando la mañana vino y el hombre pobre vio el oro robado en montones en el suelo, él estaba alborozado, pensando que los dioses le habían enviado un premio durante sus años de trabajo humilde. Él puso todo el oro en una esquina de su choza y lo cubrió con telas nativas. Entretanto el avaro hubo descubierto que su tesoro había disminuido grandemente. Él estaba alarmado y no podría pensar cómo el oro podría desaparecer, porque él lo había guardado mirando todo el tiempo fuera de la choza. La próxima noche que las hormigas llevaron de nuevo p. 24 una gran porción del oro del avaro bajó por el túnel, y de nuevo el hombre pobre regocijó y el avaro estaba furioso al descubrir su pérdida.
En la tercera noche las hormigas laboraron largo de anhelan y tuvieron éxito quitando todo el resto del tesoro. “Los dioses me han de hecho enviado mucho oro!” lloró el hombre pobre, cuando él guardó su tesoro. Pero el avaro llamó juntos a su vecinos y relató que en tres noches consecutivas su tesoro duro-ganado había desaparecido lejos. Él declaró que nadie había entrado en la choza mas que él mismo, y por consiguiente que el oro debe haber sido removido por la brujería. Sin embargo, cuando la choza fue investigada, un agujero fue encontrado en la tierra, y ellos vieron que este agujero era la apertura de un túnel. Parecía claro que el tesoro había sido llevado abajo al túnel, y todos empezaron a cazar por el otro fin del túnel. ¡Por fin este fue descubierto en la choza del hombre pobre! Bajo las nativas. p. 25 -telas en la esquina ellos encontraron el tesoro perdido. El hombre pobre protestó en vano que él posiblemente no pudiera arrastrarse bajo un tal túnel pequeño, y él declaró que él no tenía ninguna noción cómo el oro tuvo en su choza. Pero el resto dijo que el debía tener algún encanto por cual él se hizo muy pequeño y se arrastró por la noche abajo el túnel en la choza del avaro.
Por esta ofensa ellos lo acallaron en una choza y cerraron firmemente la entrada. En el próximo día él sería quemado vivo. Cuando las hormigas vieron lo que había venido de su plan para ayudarlo, ellos estaban penosamente perplejos y preguntaron cómo ellos pudieran salvar a su amigo pobre de una tal muerte dolorosa. Allí parecía que nada ellos podían hacer sino el comer toda la choza dónde el prisionero fue confinado. Esto que ellos lograron después de algunas horas, y el hombre pobre fue asombrado por encontrarse estando de pie en un espacio abierto. Él corrió lejos dentro del bosque y nunca regresó. p. 26 Por la mañana las personas vieron que las hormigas habían estado en trabajo, por unos pocos tocones de la choza que permanecieron. ¡Ellos dijeron: “Los dioses han sacado el castigo fuera de nuestras manos! Las hormigas han devorado ambos la choza y al prisionero!” Y sólo las hormigas supieron que esto no era verdad. Fin. XV Las voces de pájaros.
Un Mago una vez pasó a través de una arboleda en el bosque dónde un gran numero pájaros marrones volaron de árbol en árbol para y llenaron el aire con canciones. Durante mucho tiempo él se sentaba y escuchaba, arrebatado por sus bonitas melodías, pero en al final él se puso muy celoso, porque él no podía cantar. Por fin él sintió que él debía por algunos medios u otros poseer las voces de estos pájaros cantando, así él los llamó todo juntos y dijo: “Esto me aflige que los dioses le han dado todas tales pobres, feas plumas marrones p. 27 -como de felices ustedes podrían ser si usted fueran brillantemente coloreados con rojo, azul, anaranjado, y verde!” Y los pájaros estaban de acuerdo que era una gran tristeza ser así feos. El mago sugirió entonces que por medio de sus encantos él podría dar a ellos todos plumas bonitas a cambio de sus voces —cual eran, después de todo, de muy poco uso para ellos, desde que nadie entraba en el bosque para oírlos. Los pájaros pensaron sobre sus palabras, y desearon mucho la belleza que él les prometió. Así ellos alocadamente
acordaron darle sus voces, que el mago puso a todas juntas en una calabaza grande. Él entonces usó sus encantos para convertir las deslustradas plumas marrones de los pájaros en la naranja y verde y rojo, y ellos estaban muy agradecidos. El mago se marchó rápidamente, y en cuanto él vino a un lugar abandonado él abrió la calabaza y deglutió su contenido. De ese día él tenía una voz sumamente dulce, y las personas vinieron de lejano y de cerca para escucharle sus canciones. p. 28 Pero los pájaros estaban satisfechos con sus plumas luminosas. Y esto es por qué los pájaros más bonitos son bastante incapaces cantar. Fin. XVI Los tres magos. Un Cierto Rey se había comprometido en una serie de guerras, durante cual él empleó a tres magos o medicinahombres para hacer encantos para él, para que él pudiera destruir a sus enemigos. Al final de la guerra estos tres magos vinieron al Rey y humildemente pidieron ser permitidos volver casa. El Rey se negó tontamente, y en esto los magos dijeron:
“Nosotros esperamos su permiso de cortesía, O Rey, pero nosotros podemos muy fácilmente partir sin él”. Entonces el primer mago cayó en la tierra y desapareció. El segundo tiró una pelota de hilo entrelazado en el aire, subió al hilo y desapareció p. 29 igualmente. El tercer mago, Elenre, seguía estando de pie. “Este es tu turno para desaparecer”, dijo el Rey, temblando con el enojo, “o yo lo mataré”. “Usted no puede dañarme”, contestó al mago. En esto el Rey ordenó que él fuera decapitado, pero la espada se partió en dos, y el brazo del ejecutor se marchitó. El Rey ordenó entonces que él fuera lanceado, pero la lanza se partió y se hizo inútil. Un intento fue hecho por triturar al mago con una piedra, pero esta rodó sobre su cuerpo como una ligera pelota de un niño. El Rey entonces envió hacia la esposa del mago y le pidió que revelara su encanto secreto. Por fin la mujer confesó que si ellos tomaran una hoja de césped del techo de paja de una casa, ellos podrían fácilmente cortar su cabeza con esto. Esto fue hecho, y la cabeza del mago rodó fuera y empalado para la mano del Rey. Esta no podría ser por cualquier
medios removida. Cuando la comida y bebida fueron traídos al p. 30 Rey, la cabeza consumió todo esto, así que el Rey pareciera probablemente morir. Los Magos fueron precipitadamente convocados desde todo el reino, pero la cabeza rió de todos sus encantos y permaneció rápida. Finalmente vino uno que se postró ante la cabeza y clamó: “¿Quién soy yo para oponerme a UD., gran Elenre? Yo sólo vine porque el Rey me lo ordenó”. A este, Elenre contestó: “Usted es más sabio que todo el resto!” y la cabeza cayó en seguida a la tierra, dónde se volvió un fluido río, que hasta el momento es llamado Odo Elenre o el río de Elenre. La esposa del mago fue cambiada igualmente en un río, pero porque ella lo había traicionado, Elenre ordenó al río no fluir, y este en cambio se hizo un estanque estancado. Fin. p. 31
XVII Isọkun y el bebé. Un Cierto Rey Dekun tenía una esposa nombrado Isọkun quien lo aburrió por no tener hijos a cuenta de había una gran infelicidad en el palacio. Un día Isọkun desapareció y estuvo ausente durante muchas semanas, y aunque la búsqueda fue hecha, ningún rastro de ella podía ser encontrado. La verdad fue esa Isọkun había partido para visitar los santuarios de todos los dioses, en la esperanza que uno de ellos le prometería un niño. Pero aunque ella viajó tan lejos como ancho, los dioses de todos los árboles y arroyos y piedras se negaron a sus oraciones. Cuando ella estaba acercándose por fin de nuevo a casa, ella descubrió a una mujer pobre dormida por el borde del camino con su bebé de dos días de edad. Isọkun robó al bebé y corrió al palacio dónde ella informó al Rey que ella había desaparecido en el orden de darle la alegre sorpresa de su hijo pequeño de el. Hubo gran regocijo en el palacio, p. 32 -sacrificios fueron hecho, y los tambores sonaron ruidosamente.
Entretanto la madre real despertó y descubrió que su bebé había sido robado. Ella corrió dentro del pueblo distraída, e insistió en investigar en cada casa, pero sin éxito. Por fin ella vino al palacio e insistió en entrar allí también, que fue posible en ese momento porque todos estaban celebrando la llegada del heredero del Rey. Todo este tiempo el bebé lloró con hambre, y cuando Isọkun no pudo alimentarlo, ella inventó otras razones para el llanto y buscó en vano pacificarlo, sin despertar sospecha. Movida por los lamentos, la madre entró y cogió al bebé en su pecho dónde estuvo en seguida satisfecho. En unos momentos la decepción fue un hecho claro, la madre partió con su niño, e Isọkun, avergonzada y temiendo el enojo del Rey, huyó del palacio y nunca volvió. Fin. p. 33 XVIII Los hermanos gemelos. ¡Un Cierto Rey de Yoruba, Ajaka, tenía una esposa favorita de quien él era muy aficionado; pero, ay para sus esperanzas! ella dio el nacimiento a gemelos.
En ese momento esta era la costumbre universal de destruir a los gemelos inmediatamente del nacimiento, y la madre con ellos. Pero el Rey no tenía el corazón para poner esta cruel ley en ejecución, y él en secreto encargó a uno de su nobles para dirigir la madre real y sus bebés a un lugar remoto dónde ellos podrían vivir en seguridad. Aquí los hermanos gemelos crecieron a la masculinidad, y se amaron entre si grandemente. Ellos eran inseparables, y ninguno de ellos tenía cualquier placer excepto en la compañía del otro. Cuando un hermano empezaba a hablar, el otro completaba su frase, tan armonioso eran sus pensamientos e inclinaciones. Su madre, antes de que ella muriera, les informó de su nacimiento real, y desde este p. 34 -momento ellos gastaron el tiempo vanamente lamentando su destierro, y deseando que la ley del país que había hecho esto posible para ellos reinar. Por fin ellos recibieron las noticias que el Rey su padre estaba muerto, no dejando ningún heredero, y esto le parecía a los hermanos que uno de ellos debía ir a la capital y debía exigir el trono. ¿Pero qué? Para establecer este punto ellos decidieron lanzar piedras, y el que hiciera el tiro más largo debía exigir el trono, y
después enviar por su hermano para compartir en su esplendor. El sorteo cayó sobre el más joven de los gemelos, y él puso fuera de la capital, anunciándose el mismo como el hijo del Olọfin, y pronto se hizo Rey con el consentimiento de todo el pueblo. Lo más pronto posible él envió por su hermano que de aquí en adelante vivió con él en el palacio y se trató con honor y distinción. ¡Pero ay! los celos empezaron a superar sus afectos fraternales, y un día cuando él caminó con el Rey por el lado del p. 35 el río, él empujó a su hermano de repente en el agua dónde él se ahogó. Él entonces repartió en el palacio que su hermano estaba cansado de su reinado, y había dejado el país, deseando que él reinara en su lugar. El Rey había ciertamente desaparecido, y cuando ninguna sospecha cayó sobre el hermano gemelo, él fue hecho Rey y así realizó su secreta ambición. Algún tiempo después, pasando que pasó por la misma mancha dónde su hermano había sido ahogado, él vio a un pez subir a la superficie del agua y empieza a cantar:
“Su hermano quedó aquí, Su hermano quedó aquí”. El Rey tuvo mucho miedo. Él tomó una piedra afilada y mató el pez. Pero otro día cuando él pasó por la mancha, asistido por sus nobles y escuderos por el paraguas real hecho de las pieles de animales raros, el propio río se levantó en ondas y cantó: “Su hermano quedó aquí, Su hermano quedó aquí”. p. 36 En asombro los cortesanos se detuvieron para escuchar. Sus sospechas fueron levantadas, y cuando ellos miraron dentro del agua ellos encontraron el cuerpo del Rey. Así el secreto de su desaparición fue descubierto, y el mal hermano fue rechazado en el horror por su pueblo. En esta desgracia él tomó veneno y así murió. Fin. XIX Cómo el leopardo consiguió sus manchas.
Una vez el Leopardo estaba coloreado como un león, y él no tenía las marcas oscuras; pero él era seguido por Akiti, el renombrado cazador, y temió que él pudiera ser matado. Para evitar esto él comió las raíces de una cierta planta mágica que tenía el efecto de hacerlo invulnerable a cualquiera de las armas del cazador. Pronto después Akiti lo vio a él cuando se resbaló a través de la densa maleza del bosque, pero aunque él disparó sus flechas envenenadas, el Leopardo escapó. p. 37 Pero dónde cada flecha lo golpeó, allí aparecía una marca oscura, y ahora, aunque los cazadores todavía lo siguen, él es raramente cogido, pero su cuerpo es cubierto con las marcas de las flechas, así que cuando él va entre los árboles él se mira exactamente como la mezcla del sol y la sombra. Fin. XX Otra historia de las manchas de leopardo. Según otra historia, el Leopardo una vez tenía una piel muy oscura. Él estaba asechando un día en un bonito complejo, cuando él notó una pequeña choza en cual una señora estaba tomando su baño.
Rondando y rodando la choza el Leopardo caminó, esperando por una oportunidad para saltar en la choza y asir a su víctima, porque él tenia hambre. Pero cuando él pasó la apertura de la choza, la señora lo vio, y, profiriendo un grito p. 38 -de terror, ella tiró a él su esponja vegetal que estaba lleno de jabón. “Ella lo tiró a él y él huyó, Pero a este día el Leopardo todavía Está moteado con jabón desde pie a cabeza!” Fin. XXI La cabeza. Allí estaba un cierto país dónde los habitantes tenían cabezas pero ningún cuerpo. Las Cabezas se mueven alrededor saltando a lo largo de la tierra, pero ellos nunca iban muy lejos. Una de las Cabezas deseó ver el mundo, así que él partió una mañana en secreto. Cuando él hubo ido alguna distancia, él vio a una vieja mujer que miraba fuera de la puerta de una choza, y él le preguntó si ella podría amablemente prestarle un cuerpo.
La vieja mujer de buena gana le prestó el cuerpo de su esclavo, y la Cabeza le agradeció y siguió su vía. Después él descubrió a un hombre joven durmiendo bajo un árbol, y le preguntó si él p. 39 -podría amablemente prestarle un par de brazos, como él parecía no estar usándolos. El hombre joven estaba de acuerdo, y la Cabeza le agradeció y siguió su vía. Más tarde todavía él alcanzó un banco-río dónde pescadores sentados cantaban y remaban su cónico afilada red. La Cabeza preguntó si cualquiera de ellos podría prestarle un par de piernas, como todos ellos estaban sentados sea y no caminando. Uno de los pescadores estaba de acuerdo, y la Cabeza le agradeció y siguió su vía. Pero ahora él tenía piernas, brazos, y un cuerpo, y así parecía como cualquier otro hombre. Por la tarde él alcanzó un pueblo y vio a doncellas que bailaban mientras los espectadores tiraban monedas a aquéllos por ellos favorecidos. La Cabeza tiró todas sus monedas a una de las bailarinas, y ella así admiró su forma de buen mozo que ella consintió casarse con el e ir a vivir con él en su propio país.
El próximo día ellos partieron, pero cuando ellos vinieron al banco-río, el extraño se quitó sus piernas y las devolvió al pescador. Después ellos alcanzaron el hombre p. 40 joven, quien todavía estaba durmiendo bajo el árbol, y a él la Cabeza devolvió sus brazos. Finalmente ellos vinieron a la cabaña dónde la vieja mujer de pie mirando, y aquí el extraño dejó su cuerpo. Cuando la novia vio que su marido era meramente una Cabeza, ella estaba llena de horror, y corrió lejos tan rápido como ella pudiese ir. Ahora que la Cabeza no tenía ningún cuerpo, brazos, ni piernas, él no podría darla alcance a ella, y así que la perdió para siempre. Fin. XXII Olé y las hormigas. Había un cierto hombre perezoso y desagradable quien todos llamamos “Olè”, o “Perezoso.” Le gustaba ganar por el trabajo de otros, y también era muy inquisitivo sobre los asuntos de otras personas.
Una vez él vio que las hormigas habían empezado construyendo un pilar en el complejo de su casa. Pero aunque las hormigas destruyeron p. 41 todas las plantas en el complejo, y despojaron todos los árboles, Olè podría no tomarse problemas para matarlos, o para estropear su pilar. En cambio, él pensó a él: “Cuando las hormigas hayan hecho este pilar muy alto, yo me sentaré en la cima de él, y entonces yo podré ver a todos mis vecinos que están haciendo sin dejar mi complejo”. Este pensamiento le agradó, y él se alegraba que las hormigas pulularon en su complejo. Cada día el pilar creció mas alto, y por fin las hormigas cesaron su edificio y empezaron de nuevo en otra parte. Olè subió entonces arriba del pilar y gastó el día entero en observar lo que sus vecinos hacían, y riéndose de su actividad. “Aquí sentado yo como un gran Jefe, Y yo veo todas las cosas!” -cantaba Olè. Pero mientras él se sentaba en el pilar, las hormigas empezaron a demoler su casa y todo lo que esta contenía, y
en un corto tiempo no había nada de toda su comida y posesiones. Olè así se volvió el hazmerreír de la villa, y todos quien lo vio p. 42 -gritó: “Ku ijoko!” o “Saludos a usted en su sentada!” Pronto después él murió, y esto no es conocido hasta el momento si él se murió de vergüenza o de pereza. Fin. XXIII La Boa-constrictora. Ogunfunminire, el famoso cazador, vivió a una tan grande edad que él no era en más capaz de entrar en el bosque y cazar el ciervo y el leopardo. La vida no tenía otro placer para él que cazando, así que él fue a un mago y pidió algún encanto que le permitiría que continuara su ocupación. El mago le dio dos ollas, cada uno conteniendo un encanto. Todos los días Ogunfunminire zambulló su cabeza en la primera olla y en seguida se transformó en una boaconstrictora en cual forma él se deslizó dentro del bosque y
cazó el contenido de su corazón. Por la noche él volvió y zambulló p. 43 -su cabeza en la segunda olla, y así se hizo un hombre de nuevo. Esto siguió durante mucho tiempo sin el conocimiento de la familia del cazador viejo, pero cuando por fin ellos se arriesgaron a descubrir el secreto, ellos estaban llenos con el horror, y su hijo en una rabia dio puntapiés a las ollas y las volcó a ambas. Ogunfunminire estaba en ese momento cazando en el bosque, y cuando él retornó a su casa y encontró las ollas mágicas volcadas y vacía, él estaba lleno con el desmayo, porque él no tenía ningún medios de recobrar su forma humana. Durante algunos días la boa-constrictora se deslizó cerca de la casa, buscando unas gotas del encanto, pero en vano, y por fin él desapareció en el bosque y nunca se vio de nuevo por su familia. Fin. XXIV Oluronbi. En una cierta villa ningún niño hubo nacido durante muchos años, y las personas estaban grandemente apenadas.
p. 44 Por fin todas las mujeres de la villa entraron juntos en el bosque, al árbol mágico, el Iroko, e imploraron al espíritu del árbol para ayudarlos. El Iroko-hombre preguntó qué regalos ellos traerían si él consintiera ayudarlos, y las mujeres le prometieron ávidamente maíz, ñames, fruta, cabras, y ovejas; pero Oluronbi, la esposa joven de un tallista-madera, prometió traerle su primer niño. En debido curso los niños vinieron a la villa, y el más bonito de todos los niños fue el nacido a Oluronbi. Ella y su marido amaron tan grandemente a su niño que ellos no podrían consentir dejarlo a Iroko-hombre. Las otras mujeres tomaron sus regalos prometidos de maíz, ñames, fruta, cabras, y ovejas; pero Oluronbi no tomó nada para propiciar el árbol. ¡Ay! un día como Oluronbi paso a través del bosque, el Iroko-hombre la asió y la cambió en un pájaro castaño pequeño que se sentaba en las ramas del árbol y melancólicamente cantaba: p. 45 “Uno prometió una oveja, Uno prometió una cabra,
Uno prometió la fruta, Pero Oluronbi prometió a su niño”. Cuando el tallista-madera oyó la canción del pájaro, él comprendió lo que había pasado, e intentó encontrar algunos medios de recobrar a su esposa. Después de pensar durante muchos días, él empezó a tallar una gran muñeca de madera, como un niño real en tamaño y apariencia, y con una pequeña cadena de oro le rodeó su cuello. Cubriéndolo con una bonita tela nativa, él lo acostó al pie del árbol. El Iroko-hombre pensó que éste era el niño de Oluronbi, así que él transformó el pequeño pájaro una vez más en una mujer y levantó al niño en sus las ramas. Oluronbi alegremente volvió a casa, y tuvo el cuidado para nunca desviarse de nuevo en el bosque. Fin. XXV El cetro de Oranyan. Oranyan, un valiente y bélico Rey, fundó la ciudad de Ọyọ. Como fue necesario para él llevar una expedición a una parte distante de su reino, él dejó a su hijo encargado de la capital durante su ausencia. Pero el Rey estuvo lejos para un tal largo período que él pensó, El y sus soldados debe de haber perecido, y por fin las
personas hicieron a el hijo el Rey, y durante algún tiempo él los gobernó sabiamente y alegremente. Sin embargo, Oranyan no estaba muerto, y después de muchos retrasos y penalidades él de nuevo llegó cerca de Ọyọ con sus pocos seguidores supervivientes. Cuando él se acercó a la ciudad él fue sobresaltado por oír las notas de la trompeta Kakaki cual es sonado exclusivamente para el Rey. Sintiendo efectivamente que nadie pudiera ser consciente de su retorno, él le preguntó a un hombre que trabaja en p. 47 los campos para quien la trompeta estaba siendo sonada. “Para el Rey”, contestó al hombre. “Sí, pero cual Rey?” le preguntado el extraño viajeroestropeado. “¿Usted no sabe que el hijo de Oranyan es el Rey, y gobierna sobre nosotros sabiamente y bien? Su padre fue matado hace muchos meses en batalla”. Deseando la felicidad de su hijo más que la suya propia, el viejo Rey desanduvo sus pasos, y fijo con sus pocos amigos en humilde retiro en una remota parte del país. Sólo en la
muerte de Oranyan fue su presencia hecha conocida a su hijo. El Príncipe joven, ahora el Rey, afligido en el noble sacrificio de su padre, erigió un obelisco encima de la mancha dónde él murió, y el monumento. cual es conocido como el cetro de Oranyan y todavía es visto. Fin. p. 48 XXVI El tronco del elefante. Ahora es una cuestión de conocimiento general que el Elefante tiene un tronco largo, que él usa en ambos como una nariz y como una clase de mano—un muy útil tronco de hecho. Pero él estaba una vez sin él, y tenía un muy ordinario hocico corto como otros animales. El elefante fue siempre inquisitivo y fue olfateando sobre el bosque, acechando en los secretos de los otros animales. Un día él se encontró con un oscuro agujero en la tierra, y en este agujero él palpó con su nariz, para ver lo que estaba allí. Él en seguida lamentó su curiosidad, por una gran serpiente, que vivía en el agujero, lo asió por la nariz e intentó tragarlo. En esto, el Elefante hizo un gran alboroto, y su esposa vino presurosamente a su ayuda. Ella asió su cola y tiró y tiró, y el
Elefante también tiró y tiró, pero la serpiente no podría salir fuera. p. 49 Y como resultado, la nariz del Elefante fue arrastrada afuera dentro del largo tronco que él todavía tiene. Al principio él estaba avergonzado de aparecer en el bosque, a causa de su tronco, pero ahora los otros animales lo envidian. Un día el mono, cual imita a todos, miró hacia abajo en el mismo agujero, pensando esto podría ser bueno tener un tronco largo para poder girar los árboles con su nariz. Pero la gran serpiente que vivía en el agujero lo tragó, y desde entonces nadie más ha intentado imitar el Elefante. Fin. XXVII El secreto de las cestos-pesca. Por un cierto río un pescador pobre puso una fila de estacas, y en cada estaca fue atado un cesto en cual él esperaba entrampar la pesca cuando ellos nadaran río abajo. Pero su suerte fue muy mala, y cada p. 50
-tarde, cuando él fue de cesto en cesto en su canoa, él fue defraudado por encontrar ninguna pesca, o sólo unos muy pocos y pequeños, había sido atrapadas. Esto lo puso muy triste, y el fue obligado a vivir frugalmente. Un día él encontró a un extraño acostado dormido en el banco-río. En lugar de matar al extraño, el pescador le habló amablemente, y lo invitó a compartir su comida de la tarde. El extraño parecía muy contento y comió y bebió, pero no habló ninguna palabra en absoluto, El pescador pensó: “Él habla otro idioma”. Absolutamente de repente el extraño desapareció, y sólo los restos de la comida convencieron al pescador que él no había estado soñando. La próxima tarde cuando él fue a vaciar sus cestos, él fue asombrado por encontrarlos inundados en peces. Él no podría responder de su fortuna buena, y su sorpresa era aun mayor cuando la misma cosa ocurrió el próximo día. En el tercer día p. 51 -los cestos estaban de nuevo bastante llenas, y cuando el pescador vino al último cesto él vio que contenía un solo monstruoso pez. “Usted no me conoce?” dijo el pez.
“De hecho no, Sr. Pez. Yo nunca lo he visto antes!” declaró al pescador, casi perturbando la canoa en su asombro. “Ha usted olvidado el extraño quien usted trató tan cortésmente?” siguió el pez. “Este era yo, y yo soy el Rey de la pesca. Yo estoy agradecido de su bondad y pienso premiarlo”. Entonces el pez saltó dentro del río con una gran salpicadura. Pero en la vida después los cestos-pesca estaban llenos todas las tardes, y el pescador se hizo rico y próspero. Fin. XXVIII Los diez orfebres. Un Orfebre en un pueblo pequeño tenía diez hijos, a todos de quienes él enseñó su comercio. En tiempo ellos se volvieron hábiles los artesanos, p. 52 -y cuando el hombre viejo estaba muriendo, él llamó a los diez alrededor de él y se dirigió a ellos así: “Mis hijos, en esta pequeña villa no hay bastante trabajo ciertamente para diez orfebres. Yo por consiguiente he decidido que el mas hábil de ustedes permanecerá aquí en
mi lugar, mientras el resto debe ir fuera dentro del mundo y debe buscar sus fortunas en otra parte”. ¿En esto todos los hijos exclamaron que el plan era bueno, pero quién iba a decir cual de ellos era el mas hábil? El hombre viejo sonrió y contestó: “Yo también he pensado en esto. Yo le permitiré a todos un mes en cual para hacer algún artículo de oro, y al final de ese tiempo yo juzgaré cual ha sido el mas hábilmente ejecutado”. Los diez hijos inmediatamente se pusieron a trabajar para formar algún artículo, y todos desplegaron gran industria durante el espacio asignado de tiempo. Al final del mes ellos vinieron a su padre, así él acostado muriendo en la tierra, y ubicados ante él los artículos que ellos habían hecho. p. 53 Uno había hecho una cadena de fino oro, cual cada eslabón era una perfecta forma de un elefante; otro había hecho un cuchillo, bellamente ornamentó; otro un pequeño cofre; otro un anillo que representa las serpientes enrolladas juntas, con balanzas brillantes; otro una olla-agua de forma agradable; y así sucesivamente. El hombre viejo sonrió con placer por ver lo que la industria de sus hijos había logrado, pero cuando él contó los artículos ante él, él encontró que había sólo nueve. Cuando él encontró
que uno de sus hijos no había producido nada, él se encolerizó, especialmente cuando esto probó que fue el mayor hijo, quien él había secretamente pensado ser el más hábil de sus hermanos. Después de reprochar amargamente a este hijo, cuyo nombre era Ayó, por su pereza, el padre se preparó para dar su decisión en el trabajo de los otros hermanos; pero Ayó de repente caminó adelante y le pidió que esperara por otra hora antes de hacer su elección. “Entretanto, Padre”, dijo él, “permítenos sentarnos alrededor del fuego todo juntos durante la última vez, tostando maíz y contando historias”. p. 54 Esto era cómo la familia pasaba su tiempo en la estación lluviosa, y todos consintieron alegremente. Cuando ellos se sentaron en la tierra, el padre tomó una muy madura oreja de maíz cual ponía cerca de él. ¡Que fue su asombro cuando él intentó escoger los granos para descubrir que eran hechos de oro! Para esto fue que Ayó había hecho, y él había preparado un pequeño truco para probar la perfección de su trabajo. Así de hábil había sido esto ejecutado que todos habían sido engañados, pensando que esto era una real oreja de maíz, y estaban en cuenta el padre y los nueve hermanos todos estaban de acuerdo el trabajo de Ayó era ciertamente el mejor.
Así Ayó tomó el lugar de su padre, y el resto partió en las diferentes direcciones para buscar su fortuna. Fin. p. 55 XXIX La Olla-cocción. Un Hombre trajo a casa una vez para su esposa una muy vieja olla-cocción, y le dijo a ella que la usara todos los días al preparar la comida de la tarde. La mujer no estaba contenta en la idea de usar una tal vasija tan golpeada, y temió que sus amigos podrían ridiculizarla, pero ella no se atrevió a desobedecer a su marido, y empezó a usar la olla cuando él lo exigió. Poco ella hizo la suposición que la olla era mágica, y tenía la virtud de volver las cenizas del fuego, en cual descansó, en oro. Todas las noches el marido arrastraba afuera, cuando todos estaban dormidos en las chozas alrededor del complejo, y reunía juntas estas cenizas doradas, que él guardaba en lugar seguro lejos. Un día un hombre joven en la villa estaba a punto de salir fuera en una jornada; él vino a la mujer mientras su marido estaba ausente, y pidió un favor de ella. El dijo que
p. 56 -él había tomado una idea para su vieja olla-cocción, y podría darle una fina nueva a cambio de esta. La mujer dudó, pero ella estaba avergonzada de la vieja olla fea, y se alegró de una excusa para librarse de ella. Cuando su marido encontró lo que ella había hecho, él estaba muy enfadado, y le pegó ruidosamente; pero ya era ahora demasiado tarde para recuperar la olla, cuando el hombre joven ya estaba lejos en el bosque. ¡Naturalmente él no había obtenido la olla sin saber su secreto, porque él había observado las acciones del hombre que tan misteriosamente coleccionó las cenizas todas las noches; y se dice que desde ese día el hombre joven gastó su vida cocinando, y así ganó el nombre de “Tajada”, o “Comida!”. Fin. XXX El loro. Había un loro gris que era conocido de hablar y tener el hábito de corregir a alguien que no dijera la verdad. p. 57 El loro era el animal doméstico de una falsa mujer, y ella encontró el hábito del pájaro tan inoportuno, que ella a lo largo decidió librarse de él.
Un día que un vecino que pasaba por su casa, y la mujer llamó a él desde el umbral a venir y ver el bonito loro domesticado que ella pensó dárselo como un presente. El hombre le preguntó por qué ella deseó partir con tan bonito un pájaro, y a este la mujer contestó: “Porque come en gran cantidad, y yo soy pobre”. El loro clamó. “Ella miente!” El vecino no tomó aviso, agradeció a la mujer, y volvió a casa con el pájaro en su hombro. Cuando él llegó a su casa, su esposa le preguntó donde él había encontrado el pájaro. “Cuando yo pasé por el bosque, este voló abajo y emperchó en mi hombro”, contestó el hombre, pero el loro clamó rápidamente: “Él miente!” El hombre pronto descubrió que torpe era tener un tal animal doméstico amante de la verdad, y él p. 58 -fue a menudo tentado para retorcer el cuello del pájaro. Pasó que este hombre era ímprobo, y robó una gran cantidad de artículos que él enterró en un agujero profundo, desconocido por alguien. Él podría haber estado bastante seguro pero para el maravilloso loro.
Cuando los robos fueron descubiertos, una búsqueda fue hecha en la casa del hombre, pero nada fue encontrado allí. Los buscadores fueron obligados a considerar por consiguiente que él era inocente. Cuando ellos salieron, ellos le dijeron: “Usted está seguro que usted no ha robado estas cosas?” “Yo estoy seguro!” dijo el hombre indignadamente; pero el loro clamó: “Él miente!” El hombre fue enfurecido así que él asió el pájaro y le torció su cuello, pero la sospecha de los buscadores fue despertada, y en el futuro ellos descubrieron el agujero, cual fue marcado con una pequeña estaca, y todos los artículos robados fueron encontrados. Si no hubiera sido por el loro verdadero, el secreto nunca se habría revelado. Fin. p. 59 XXXI El atrapa-fantasma. Rey Abipa tomó una idea de remover su corte entera a una nueva capital, y para este propósito él decidió construir un pueblo en una cierta colina que lo agradó.
Sus nobles, sin embargo, no deseaban el cambio para nada, y algunos de ellos se encontraron para hacer un plan cual se podría volver al Rey fuera de su proyecto. Ellos estaban de acuerdo en enviar a ciertos esclavos de apariencia repulsiva que ellos poseían, a frecuentar la colina después a manera de fantasmas, así que el Rey podría tener miedo a construir su capital allí. Uno noble envió uno con joroba, otro un albino, otro un leproso, y un cuarto un enano. ¡Cuando los mensajeros del Rey llegaron para inspeccionar la colina, ellos vieron estas apariciones extrañas que brincando cerca con antorchas en sus manos, y gritando con una voz: “Ko si aye! Ko si aye!” (Ningún cuarto! Ningún cuarto!). p. 60 Ellos volvieron en terror al Rey, y le dijeron que la colina era frecuentada por los fantasmas. Sin embargo, uno de los consejeros reales sospechó de un plan, y aconsejó al Rey para enviar cazadores a la colina a capturar “los fantasmas”. El Rey tomó este consejo, y los cazadores volvieron con los supuestos “fantasmas”, quiénes fueron, es claro, en un abyecto terror al ser descubiertos. En lugar de matarlos, sin embargo, el Rey los mantuvo ocultos e invitó a todos su nobles a un banquete. Cuando ellos habían festejado
alegremente, él envió alrededor a cada noble una calabaza de cerveza por las manos de un esclavo. ¡Lo que fue el desmayo de los cuatro nobles rebeldes por recibir la calabaza, una de su jorobado, otra de su albino, y los otras de las manos del leproso y el enano! Obviamente el plan había sido descubierto, y todos los cuatro nobles esperaron ser puestos a la muerte por oponer al Rey; pero el sabio p. 61 Abipa no dijo ninguna palabra sobre la materia, y el banquete acabó en el silencio. Pronto después la corte se mudó al nuevo pueblo sin oposición cualquiera, y de aquí en adelante el Rey era conocido como “el atrapa-Fantasma”. Fin. p. 62 p. 63 Historias de Tortugas. p. 64 p. 65
XXXII La tortuga y el rey. Un año el Elefante había hecho mucho daño, tumbando los árboles, bebiendo el agua en un tiempo de escasez, y comiendo las primeras cosechas tiernas de los campos. Los cazadores del Rey intentaron en vano destruirlo, pero el Elefante conocía muchos encantos, y siempre escapó de sus trampas. Por fin el Rey ofreció la mano de su hija en matrimonio a cualquiera quien podría librar al país de la peste. La tortuga fue al palacio y ofreció coger el Elefante, y entonces hizo sus preparaciones. Fuera del pueblo un hoyo grande excavó, y encima de este una plataforma delgada cubierta con telas aterciopeladas y piel-leopardo, como un trono. Entonces la Tortuga se puso afuera dentro del bosque, acompañado por esclavos y tambores. El elefante fue muy sorprendido por ver p. 66 su pequeño amigo Tortuga montado en tal estado, y sospechó una trampa; pero la Tortuga dijo que el viejo Rey estaba muerto y que las personas todas deseaban al Elefante para
gobernar sobre de ellos, porque él era el más grande de todos los animales. Cuando él oyó esto, el Elefante se sintió adulado, y estaba de acuerdo en acompañar a la Tortuga al pueblo. Pero cuando él siguió sobre la plataforma para ser coronado el Rey, la madera cedió bajo él, y él chocó abajo en el hoyo y fue matado rápidamente por los cazadores del Rey. Todas las personas se regocijaron, y alabaron la destreza de Tortuga que fue al palacio para recibir a su novia. Pero el Rey se negó a dar su hija a una tal criatura tan insignificante, y la Tortuga determinó para tener una venganza. Cuando las nuevas cosechas estaban justas a madurar, él llamó a todos los ratones-campo y duendes juntos, y les pidió comer y llevar el maíz lejos. Ellos estaban solamente muy agradados con la idea, y los granjeros en dolor encontraron los campos bastante desnudos. Ahora había una perspectiva de hambre en p. 67 la tierra, y el Rey ofreció el mismo premio como antes a cualquiera que libraría el país de las pestes. La tortuga una vez más aparecía en el palacio y ofreció su ayuda. El Rey estaba bastante ávido para aceptarlo, pero la Tortuga cautamente se negó a hacer algo hasta que la Princesa se hiciera su novia.
El Rey fue así obligado a consentir al matrimonio, y cuando hubo tenido lugar, Tortuga, cumplió a su palabra, llamó todos los ratones y duendes juntos y les mostró una plataforma cargada con los delicados bocados de comida. Él entonces se dirigió a ellos como sigue: “El pueblo son así apenados por el daño que usted haz hecho, que ellos han preparado esta fiesta para usted, y ellos prometen hacer el mismo dos veces todos los años, antes de las cosechas de la primera y segundas cosecha, si usted están de acuerdo en no tocar el maíz en los campos”. Las pequeñas criaturas todas consintieron, y marcharon en una gran muchedumbre a la plataforma, que ellos pronto clarearon. p. 68 El Rey y su pueblo no estaban muy contentas al oír hablar de este arreglo, pero ellos tuvieron tanto miedo de Tortuga que ellos no podrían quejarse, y después los ratones y duendes nunca preocuparon de nuevo al país. Fin. XXXIII La Tortuga y Sr. Mosca. Una vez la Tortuga y su familia cayeron en los tiempos duros y no tenían nada que comer, pero ellos notaron que su vecino,
Sr. Mosca, parecía ser muy próspero y festejaba todas las noches. La Tortuga estaba curiosa de saber cómo él obtuvo así tanto mucho dinero, y después de mirarlo durante algunos días él descubrió que el Sr. Mosca volaba todas las mañanas temprano lejos con un gran saco vacío en su espalda, y volvía por la tarde con el saco lleno, y después su esposa preparaba una fiesta. Una mañana Tortuga escondió en el saco p. 69 y esperó a ver lo que podría pasar. Pronto Sr. Mosca salió de su casa, alzó el saco, y voló lejos. Él descendió por fin en el lugar-mercado de un pueblo grande dónde los tambores estaban pegando los tonos del baile, y las doncellas estaban bailando ante una muchedumbre de personas. El Sr. Mosca puso su saco en la tierra, y la Tortuga le vio parado al lado de uno de los tambores. Cuando las personas tiraron dinero, Sr. Mosca recogió las monedas y los escondió en su saco, y por tarde él había coleccionado una gran cantidad. Entonces él tomó el saco de nuevo y voló a casa. La Tortuga rápidamente salió fuera y tomó la mayoría del dinero con él, así que el pobre Sr. Mosca fue sorprendido por encontrar el saco casi vacío.
Esto pasó varias veces, hasta un día cuando él puso el dinero en el saco Sr. Mosca cogió vista de Tortuga escondiéndolo dentro de este. Él estaba muy enfadado con el truco, y yendo al tambor le preguntó si él hubiera perdido cualquier dinero. p. 70 “Sí”, dijo el tambor. “Durante algunos días yo he estado perdiendo las monedas”. “Mira dentro de este saco”, contestó el Sr. Mosca, “y usted verá al ladrón sentado entre el dinero que él ha robado”. El tambor miró furtivamente dentro del saco y vio a la Tortuga. “Cómo el ladrón será castigado?” él lloró enojadamente. “Sólo lace al saco”, dijo el Sr. Mosca, “y entonces pegue sobre él como si fuera un tambor”. Así el tambor ató el saco y pegó en él hasta que la Tortuga fue negra y azul, y esto es porqué su parte de atrás esta cubierta con moretones. Entonces Sr. Mosca recogió el saco, y voló alto a en el aire y lo dejó caer. Por casualidad el saco se cayó justo afuera de la casa de Tortuga, y los vecinos vinieron decirle a Nyanribo, su esposa, que alguien había dejado un presente fuera de la
puerta. Pero cuando ella abrió el saco en la presencia de una muchedumbre de personas, ella encontró sólo a Tortuga dentro, más muerto que vivo. Entonces Sr. p. 71 Mosca hizo una canción y narró la historia entera, y los tambores también tocaron esto, y la Tortuga y Nyanribo estaban tan avergonzados que ellos dejaron el lugar y fueron a vivir en otro pueblo. Fin. XXXIV Erin y Erinomi. (La Tierra - y Elefantes-Agua). La Tortuga siempre estaba aficionado a hacer la travesura entre las personas indemnes. Un día cuando él caminaba a lo largo del banco-río él vino al Elefante y le dijo: “El Hipopótamo está alardeando que usted es sólo un débil, y que usted no tiene la fuerza para arrancar un leño del río”. “Eso es falso!” lloró el Elefante, y para demostrar su fuerza él permitió a la Tortuga atar una soga fuerte a su tronco y atar el otro fin a un leño en el río. La Tortuga fue payaso a el agua reteniendo la soga, y dijo al Hipopótamo:
“El Elefante está alardeando de su p. 72 fuerza, y él declara que usted es un débil y no podría tirar abajo un árbol”. “Eso es falso!” lloró el Hipopótamo. “Yo puedo tirar abajo cualquier árbol”. La Tortuga entonces dijo que él había atado su soga a un árbol, y ataría el otro fin al cuerno de Hipopótamo. Esto es lo que él hizo, y los dos animales empezaron a tirar, uno en cada fin de la soga. El elefante tiró y tiró, y el Hipopótamo tiró y tiró, y nadie dio tregua. Después de algún tiempo Hipopótamo descansó, y el Elefante vino abajo al agua para saciar su sed, y entonces ellos vieron el truco que había sido jugado a ellos. Resoplando con enojo, ellos empezaron a buscar la Tortuga traviesa, pero para este tiempo él estaba, usted puede estar seguro, muy lejos. Fin. p. 73 XXXV Las tres muertes de Tortuga.
La Tortuga tenía muchas enemigas, y ellos planearon juntos para matarlo. Una noche cuando la Tortuga estaba dormida en su choza, ellos pusieron fuego a esta, y cuando ellos vieron las llamas brincando, ellos dijeron entre si: “Él no puede escapar. Él se morirá”. Pero la Tortuga se introdujo en su cáscara y estuvo intacta por el fuego, y por la mañana sus enemigos fueron asombrados por verle caminar alrededor como de costumbre. Pronto ellos hicieron otro plan y tiraron la Tortuga dentro de un estanque de agua. “El estanque es profundo. Él se ahogará”, dijeron sus enemigos entre si. Pero la Tortuga se había introducido en su cáscara y estaba segura, y al mediodía el sol brilló furiosamente y secó el estanque. Esa tarde la Tortuga caminó la villa como si nada hubiera pasado, y sus enemigos fueron sorprendidos. p. 74
El próximo día ellos hicieron a un tercer esfuerzo por matarlo. Ellos hicieron un agujero profundo en la tierra y enterraron la Tortuga, y este tiempo ellos estaban bastante seguros él no podría escapar. Para marcar el lugar, ellos pusieron una estaca de bambú en la tierra. Entretanto un hombre que estaba pasando vio la estaca de bambú, y pensando, “Alguien ha enterrado un tesoro aquí!” Él llamó a sus amigos, y ellos empezaron a excavar, pero todos ellos encontraron fue la Tortuga rápido dormido dentro de su cáscara. La tortuga recorrió la villa de nuevo, pareciendo muy feliz, y sus enemigos estaban llenos con el asombro. “Él tiene un encanto, y nosotros nunca podremos matarlo”, ellos dijeron entre si, y desde ese día ellos le dejaron en paz. Fin. p. 75 XXXVI La Tortuga y el Gallo. Un día Tortuga y Nyanribo se sintieron muy hambrientos, pero ellos no podrían permitirse el lujo de comprar la comida, y mientras ellos estaban discutiendo lo que podría hacerse, la Tortuga oyó un gallo cantando, y esto dio una idea. Él fue al gallo y dijo:
“Yo he venido a advertirlo. Yo oí al granjero pidiéndole a su esposa que prepare el pollo para la cena mañana”. En esto todas las aves estaban en gran dolor y se preguntaron cual de ellos sería matado. La tortuga contestó: “Yo oí que la esposa del granjero dice que ella matará al primero de ustedes qué ella oiga cantando o cloqueando por la mañana”. Naturalmente las aves decidieron estar completamente calladas. Muy temprano en la mañana Tortuga fue arrastrándose entre las aves y robó todos los huevos de los nidos, tomándolos p. 76 uno por uno a su casa; pero el gallo tuvo miedo a cantar y las gallinas tuvieron miedo a cloquear, y cuando la esposa del granjero vino a coleccionar los huevos, ella encontró que todos ellos habían sido robado. ¡En esto ella voló en una rabia, y mató todas las aves en lugar de una, y mientras el granjero y su esposa tenían una fiesta de pollo, la Tortuga y Nyanribo invitaron a sus amigos a una fiesta de huevos!
Fin. XXXVII La Tortuga y Cangrejo. Todos sabemos que la Tortuga y Cangrejo son enemigos. Una mañana en la costa ellos decidieron luchar para ver cual era el más fuerte, pero, como ambos de ellos están protegidos por una cáscara dura, ninguno podría tener éxito en dañar el otro. Finalmente ellos vinieron a un acuerdo que ellos eran iguales en la fuerza. “Nosotros así nos protegemos bien por nuestro p. 77 corazas”, dijo la Tortuga, “que nadie puede dañarnos”. “Y así”, dijo el Cangrejo, “nosotros somos las criaturas más fuertes en el mundo”. Pero en este momento un muchacho pasó y los recogió a ambos. La tortuga fue hervida en una olla y su cáscara fue hecha en ornamentos, mientras el Cangrejo fue cocinado en un estofado para la cena del muchacho. Desde ese día los descendientes de los dos jactancioso han estado siempre
avergonzados de encontrarse, y por eso que ellos siempre huyen entre si. Fin. XXXVIII La Tortuga y Paloma. La Tortuga y Paloma a menudo se vieron andando juntos, pero desgraciadamente la Tortuga trató a su amiga bastante mal, y a menudo jugó trucos a él. La Paloma nunca se quejó, y siguió la vía con todo en un buen-humor. Una vez la Tortuga vino a él y dijo: p. 78 “Yo estoy hiendo a una jornada de-día para visitar a mis primos; usted vendrá conmigo?” La paloma estaba de acuerdo en acompañarlo, y ellos fueron. Cuando ellos habían ido alguna poca distancia ellos vinieron a un río, y la Paloma fue obligada tomar la Tortuga en su parte de atrás y volar por con él. Pronto después ellos llegaron a la casa de los primos de Tortuga. La tortuga dejó a su amiga estar de pie en la puerta mientras él fue dentro y saludó a sus parientes. Ellos habían preparado una fiesta para él, y ellos todos empezaron a comer juntos.
“Usted no le pedirá a su amigo que coma con nosotros?” dicho a los primos; pero la Tortuga estaba tan codicioso que él no deseó la Paloma para compartir la fiesta, y contestó: “Mi amigo es un compañero tonto, él no comerá en la casa de un extraño, y él es tan tímido que él se niega a entrar”. Después de algún tiempo Tortuga expresó un adiós a sus primos, diciendo, “Saludos a ustedes en su hospitalidad”, y salió de la casa. Pero Paloma, quien estaba ambos se cansado y hambriento, había oído sus palabras p. 79 y determinado a pagarle por una vez. Cuando ellos alcanzaron el banco-río, él subió a la Tortuga una vez más en su parte de atrás; cuando él había volado a través de media-vía, él permitió a la Tortuga caerse en el río. Pero, por casualidad, en lugar de caer en el agua, él aterrizó en la parte de atrás de un cocodrilo que estaba flotando en la superficie, y cuando el cocodrilo subió al banco, la Tortuga descendió rápidamente y huyó lejos. La paloma vio lo que había pasado, y que Tortuga había alcanzado la tierra seguramente; así que él voló delante de él hasta que él viniera a un campo dónde un caballo muerto había quedado.
Para engañar una vez más la Tortuga, la Paloma cortó la cabeza del caballo y la pegó en la tierra, como si creciera allí como una planta. Cuando la Tortuga alcanzó el campo y vio la cabeza del caballo, él se marchó directo hacia Rey del país y le dijo que él conoció un lugar dónde las cabezas de caballos crecen como las plantas. “Si esto es verdad”, dijo el Rey, “yo quiero p. 80 premiarlo con un gran tesoro; pero si es falso, usted debe morir”. El Rey y una gran muchedumbre de personas acompañaron a la Tortuga al campo, pero entretanto la Paloma había quitado la cabeza. La tortuga corrió alrededor buscando, pero en vano, y él fue condenado a morir. Un gran fuego fue hecho, y la Tortuga fue tirada dentro en él. Pero ahora la Paloma se arrepintió del truco que ella había hecho, y rápidamente llamó todos los pájaros del aire juntos. Ellos vinieron como un viento, pegando fuera el fuego con sus alas, y así que rescatar a la Tortuga. Cuando la Paloma había explicado este truco, el Rey perdonó la Tortuga, y les permitió a los dos amigos partir en seguridad.
Fin. XXXIX La Tortuga y el Árbol-látigo. Había una hambre en la tierra, y todos anhelábamos comida. Cada día Tortuga entró en el bosque para ver si él pudiera p. 81 encontrar algo para comer, pero por las tardes él vino a casa descorazonado con sólo unas pocas hierbas y nuez-granos secas para su familia. Un día, cuando él caminó a través de un bosque, él vio dos árboles cerrados juntos—un árbol pequeño enano y un árbol grande con el follaje espeso y ramas extendidas. “Qué clase de árbol es usted?” él preguntó al árbol pequeño. “Yo soy el árbol-Corte”, fue la respuesta. “Bien, árbol-Corte, qué usted puede producir?” preguntó la Tortuga. Y en las palabras el pequeño árbol ondeó sus ramas y dejó de caer comida en la tierra. La tortuga comió hasta que nada permaneció, y entonces se volvió al árbol alto y guapo. “Y qué árbol es usted?” él preguntó, pensando que un tal espléndido árbol debe producir la fruta rica. El árbol le dijo
que su nombre era el árbol-Látigo, a lo qué Tortuga contestó: “árbol-Látigo, qué usted puede producir?” A estas palabras el árbol-Látigo dobló su p. 82 ramas y golpeó a la Tortuga hasta que él llorara por misericordia. Cuando la paliza cesó, la Tortuga fue a casa, pero, siendo de una naturaleza codiciosa, él no dijo nada de los dos árboles, y le mostró a su esposa sólo unas pocas pobres nueces que él había encontrado. Después él fue todos los días al árbol-Corte y festejó para satisfacer su corazón. Mientras su familia y todo el pueblo, incluso al Rey, se pusieron delgadas y exiguas, la Tortuga parecía diariamente más gorda y más próspera, hasta Nyanribo, su esposa, empezó a sospechar. Un día Nyanribo resolvió seguirlo dentro del bosque, y grande fue su sorpresa cuando ella vio a su marido estar de pie bajo el árbol pequeño y dice: “Árbol, haga su deber!” Las ramas ondearon, y los bocados ricos cayeron a la tierra. Nyanribo clamó en el asombro y reprochó a su marido para su codicia. Ella corrió atrás al pueblo y volvió con la familia entera de niños y primos. Ella estaba de pie bajo el árbolCorte y dijo: “Árbol, haga su deber!” p. 83
Cuando la comida cayó, ellos todos compartieron la fiesta. Pero la Tortuga rencorosa estaba disgustada, y exclamó: “Yo deseo que usted podría estar de pie bajo el otro árbol y recibiría su premio apropiado!” Oyendo esto, ellos todos fueron a estar de pie bajo el árbolLátigo, y Nyanribo lloró de nuevo: “Árbol, haga su deber!” ¡Ay! Las ramas empezaron a pegarles a todos solidamente hasta que ellos murieron. La Tortuga estaba alarmada en esto y apresuradamente volvió a su casa, pero los vecinos notaron pronto que su esposa y familia estaban ausentes, y el Rey pidió que la Tortuga respondiera de su desaparición. La Tortuga por consiguiente llevó al Rey y todos los nobles y las personas por el bosque, y cuando ellos llegaron bajo el árbol-Corte él clamó: “Árbol, haga su deber!” y, como antes, una fiesta apareció, qué las personas hambrientas devoraron pronto. Tortuga entonces les pedió a ellos que se pararan debajo del otro árbol, y esto ellos hicieron p. 84
ávidos. El Rey fue el que clamó: “Árbol, haga su deber!” y las ramas empezaron a pegar todos aquéllos que debajo estaban de pie hasta que ellos clamaron por el dolor. En una gran rabia las personas cazaron la Tortuga, deseando matarlo; pero él se escondió dentro de su cáscara, en un lugar secreto, y ellos no podrían dañarlo. Él se quedó en la ocultación hasta que el Rey se murió y un nuevo Rey fue encontrado, y entonces él pensó estar seguro para aparecer en el pueblo. Pero siempre que él oye las dos palabras “Corte” y “Látigo”, él se esconde en su cáscara, pensando en peligro. Fin. XL La tortuga y la lluvia. ¡La Tortuga y una Nube hicieron una vez el siguiente acuerdo: Siempre que la Tortuga deseara mucho el tiempo fino, él estará de pie fuera de su casa y llamará: “Paso! Paso!” y entonces la Nube rodaría lejos p. 85 y permitiria al sol brillar. Y cuando la Tortuga desee la lluvia, él era llamará: “Caiga! Caiga!” y la lluvia vertería abajo. En pago por este servicio, la Tortuga iba a poner en la tierra cada tiempo un cierto número de cauris.
La tortuga estaba encantada con este arreglo, y al principio él puso la suma de dinero debidamente en la tierra cada vez que él pidió a la Nube fino o mojado tiempo. Un día, la ocasión de un matrimonio de un Jefe, el cielo estaba muy nublado, y esto parecía como para llover probablemente. La tortuga oyó al Jefe quejándose: “Nosotros hemos prometido un gran trato de mucho dinero a los tambores, pero si llueve nadie vendrá a ver a las doncellas bailar a mi boda!” La tortuga fue al Jefe y le dijo: “Si usted me dará una cierta suma, yo retendría fuera a las nubes sobre mi dura parte de atrás y allí no habría la lluvia”. El Jefe prontamente estuvo de acuerdo para pagar a la Tortuga de los cauris exigidos, y la Tortuga estaba de pie en la parte de atrás de su choza y llamó a la Nube: “Paso! paso!” La Nube p. 86 rodó atrás, el sol brilló brillantemente, y la boda tuvo lugar con mucho regocijo. Pero la Tortuga no puso dinero sobre la tierra, y en cambio, él guardó la cantidad entera para él. El próximo día un hombre vino a la casa de Tortuga y le ofreció mucho dinero si él podría causar caer la lluvia.
“Para”, él dijo, “mis estacas-pesca están demasiado altas, pero si llueve el río subirá y los peces entrarán en mis cestos”. “Muy bien”, contestó la Tortuga. “Yo tiraré una lanza en las nubes, y la lluvia se caerá”. ¡Entonces él estaba de pie en la parte de atrás de su casa dónde él no podría ser visto, y llamó a la Nube: “Caiga! Caiga!” Empezó a verter con lluvia. Pero de nuevo él descuidó en poner el dinero sobre la tierra y lo guardó todo para él. Pronto, de esta manera, él creció como rico y famoso, y casi cada día alguien pedía el fino o el lluvioso tiempo. Él guardó muchas bolsas de cauris en su casa y no dio nada a la Nube. p. 87 Cuando dos personas le pidieron la lluvia y solana en el mismo día, la Tortuga pretendió que él tenía creciente cansancio con retener las nubes en su parte de atrás, y así la lluvia cayó. Pero después de algún tiempo, viendo cómo la Tortuga se volvió rica, la Nube trabajadora estaba enfadada y decidió castigarlo.
¡Una día Tortuga deseó partir en una jornada con su familia, así que él estaba de pie fuera de su casa y llamó: “Paso! Paso!” Permita el sol brillar en mi jornada!” Pero en cuanto él hubiera partido, la Nube rodó atrás de nuevo y la lluvia vertió abajo en torrentes, causando un gran diluvio en que se ahogaron Tortuga y todos sus familia. Fin. Impreso en Gran Bretaña Billing e hijos LTD., Guildford y Esher. Este es el final.