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Las salamancas de Lorenza. Magia, hechicería y curanderismo en el Tucumán colonial
Judith Farberman
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ÍNDICE Agradecimienos Inroducci!n Ca"íulo I. El mundo de Lorenza -
El río y el monte
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La ciudad y los pueblos
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Feudatarios y tributarios
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Caciques, alcaldes, pobleros y curas Una vasta familia
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ecindad, intrusi!n y mesti"a#es
Ca"íulo II. #ueces legos y se$ores de indios -
La #usta desi$ualdad
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La hechicería como delito
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Justicia capitular, poder local e imperio de la costumbre
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%iempo de hechiceros& #usticia capitular y control social
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'etrato colectivo de los notables santia$ue(os
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)ensamiento m*$ico y +naturalista Fiscales y defensores en los procesos contra hechiceras
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.entencias
Ca"íulo III. De en%ermedades y mueres mágicas -
/cho e#emplos breves a modo de introducci!n
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0ui2nes son los hechiceros3
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íctimas pr!4imas y víctimas remotas íctimas ne$adas y víctimas confesas
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5e síntomas, enfermedades y accidentes e4traordinarios
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Los adivinos y curanderos como intermediarios
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7echicería y alteridad
Ca"íulo I&. Las salamancas de Lorenza -
Las hechiceras de %uama
-
El demonio in$resa a la escena
-
8upay en la salamanca
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.alamancas que nave$an en tres mares
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'ituales colectivos
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El monte demoni"ado
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Entre los 9ndes y el Chaco
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Las salamancas mesti"as
Ca"íulo &. M'dicos del mone -
:arcos 9"uela y sus mu#eres
-
Francisca la .ampedrina y )ascuala 9so$asta
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7echicería y medicina
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El saber y la $racia
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Los ;accidentes naturales; entre la medicina indí$ena y la medicina tradicional
-
E"ílogo (I)LA( 9?) 9rchivo ?eneral de la )rovincia de .antia$o del Estero 9?< 9rchivo ?eneral de la
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9 'oberto, con profundo amor
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Agradecimienos 9unque comenc2 a investi$ar sobre la hechicería colonial en 1DD, este libro es tributario de un traba#o mayor, cuyos resultados condensa mi tesis doctoral defendida en Atalia en 1DD :e corresponde pues a$radecer en primer lu$ar a quienes tuvieron que ver con aquel proyecto de lar$o aliento& Juan Carlos ?arava$lia, mi maestro, y Jos2 Carlos Chiaramonte, director del Anstituto 'avi$nani, un lu$ar de traba#o que fue mi se$unda casa entre 1DG y 1DD1 :i re$reso a la 9r$entina me permiti! reanudar y consolidar los vínculos con otros cole$as y ami$os que no puedo de#ar de mencionar Jor$e ?elman, 'aHl FradIin, .ilvia 'atto, 'aHl :andrini y .usana @ianchi se encuentran entre ellos, brind*ndome siempre su apoyo y acompa(amiento 5e la misma manera 9nahí @allent, )atricia @errotar*n, Lila Caimari =a quien todavía e4tra(o>, embellece mi vida cada día )ara la escritura de al$unos capítulos acudí a la ayuda de especialistas Los comentarios de Estela a :arcelina Jarma, que $enerosamente me re$al!, de otra manera inconse$uible, la secci!n santia$ue(a de su biblioteca Un reconocimiento especial le debo a dos queridas ami$as que $ustosamente me acompa(aron en mis itinerarios por .antia$o y el noroeste Con ?abriela Farr*n y 'aquel ?il :ontero compartimos breves pero densas e4periencias de via#e, que nunca se borrar*n de mi memoria Espero que ambas puedan reconocer al$una huella de esos hermosos días en este libro )or fin, vaya mi $ratitud hacia cuatro personas a las que siento particularmente cercanas 9 mi madre, ilma %orre$iani por su apoyo incondicional en cualquier tarea que emprenda =y en particular la escritura de este libro>, por su fortale"a y su $enerosidad a toda prueba 9 mi amado compa(ero de dos d2cadas, 'oberto 5i .tefano, y a .ilvio, nuestra me#or obra 9 'o4ana @oi4ad!s, mi ami$a antrop!lo$a que si$ui! desde el primer momento el proceso de escritura de este libro Ella me ayud! a pensarlo, convers! conmi$o muchas de las ideas que en 2l aparecen y, entre mate y mate, me $ui! $enerosamente por senderos m*s familiares para los antrop!lo$os que para los historiadores .u ayuda fue preciosa y fundamental en todo sentido y me permiti! acercarme efectivamente al m*s declamado que real traba#o interdisciplinario :e resta decir que no habría podido encarar esta investi$aci!n sin la ayuda material de diferentes instituciones 9$rade"co al C/
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haberle prestado un marco institucional a los sucesivos proyectos de investi$aci!n a partir de los cuales fue creciendo este libro a la Fundaci!n 9ntorchas que, en plena crisis de 6MM6, me otor$! un subsidio de emer$encia para encarar la publicaci!n de este traba#o
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+Esta perversa canalla Ode los hechicerosPfue siempre muy v*lida entre las naciones de esta $obernaci!n del %ucum*n y aHn con estar hoy casi todos estin$uidos, no obstante quedan vesti$ios de lo que sería en la $entilidad, pues hay todavía no pocos que despu2s de haber abra"ado la ley de Cristo profesan estrecha familiaridad con el demonio, con cuyo ma$isterio salen eminentes en el arte m*$ico unos para transformarse en varias fieras, para ven$arse en tal fi$ura de su enemi$o, otros para acometer enormes maleficios en despiques de su odio rabioso y don se sabe cundir m*s este conta$io es en los pueblos de .antia$o del Estero, cuyo teniente $eneral don 9lonso de 9lfaro no ha muchos a(os que persi$ui! a muchos y conden! a varios al bracero para que las llamas abrasasen esta peste y se purificase el aire de tan fatal conta$io )edro Lo"ano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán @uenos 9ires, 1G, p BM O1G-P
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Inroducci!n Una noche de enero de 1G6D, Francisco de :illa y 9ndr2s de 8urita salieron de paseo por el 1
campo %enían intenci!n de +dar mHsica #untos pero la repentina de 9ndr2s dio por tierra conlalos planes para aquella velada 9l día si$uiente, 8uritadesaparici!n se #ustific! frente a su ami$o .e había apartado por miedo, +me ha pasado un caso $rande, le e4plic! )or curiosidad, había in$resado al rancho donde la india Luisa vivía con su hi#a 9ntuca, en el pueblo santia$ue(o de )itambal* Era ya muy tarde y sin embar$o no hall! en la casa +sino las camas tendidas y la ausencia de las dos mu#eres .e escondi! entonces en un rinc!n, dispuesto a esperarlas pero fue s!lo +al cuarto del alba que las vio re$resar 9mbas estaban desnudas y lo Hnico que 8urita alcan"! a oír fue un reproche que la hi#a le diri$i! a la madre& +que para qu2 iban todas las noches tan le#os a cansarse Esas palabras consi$uieron que 9ndr2s de 8urita huyera del rancho con la velocidad del viento 9l parecer, no s!lo nuestro curioso mHsico se dedicaba a espiar a las dos indias 5on Joseph Landriel, de 9tamisqui, había escuchado inquietantes conversaciones entre Luisavecino y 9ntuca +)or hacertambi2n da(o a la se(ora Clara, hemos de matar a su marido, privadas le había oído decir a la madre 9 las pocas horas, vio a las dos mu#eres desnudarse y partir hacia el río hasta que +deba#o de la barranca se metieron Landriel se decidi! a se$uirlas pero tambi2n en 2l el miedo pudo m*s y opt! por el re$reso a su casa 0)or qu2 dos mu#eres solas despertaban tanto temor3 05!nde se suponía que pasaban sus noches3 0ue relaci!n $uardaba su desaparici!n tras las barrancas, la desnude" y la muerte anunciada del vecino3 Entre los campesinos santia$ue(os la celebraci!n de c!nclaves nocturnos en el cora"!n del monte parecía ser un secreto a voces )ero ni 8urita ni Landriel osaron ponerle un nombre a aquellas reuniones QQQ La historia de Luisa de )itambal* sur$e de un proceso #udicial iniciado contra ella en 1G6D en tiempos coloniales :*s precisamente, estar*n en el centro de nuestra atenci!n los su#etos sospechosos de producir da(o, conducidos por ello a los estrados #udiciales 9sí entonces, nuestro acceso al reino de la ma$ia y de sus practicantes se debe a la #udiciali"aci!n de ciertos episodios que, como el de Luisa de )itambal*, nos han lle$ado en un relato escrito a varias voces .e$uramente, el enlace entre hechicería y fuente #udicial le evoca al lector los ya innumerables estudios e4istentes sobre la Anquisici!n y sus perse$uidos 7ace muchos a(os que la historio$rafía europea ha renovado su aborda#e sobre aquellos vie#os e4pedientes& ya no se limita a pre$untarse por los inquisidores, m*s bien a$u"a su mirada etno$r*fica y se dispone a escuchar a los acusados con el mismo espíritu y la misma atenci!n que el antrop!lo$o le dedica a sus informantes En este sentido, Carlo ?in"bur$ es uno de los autores m*s representativos del 1
9?), %rib, 1M, MN O1G6DP
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+nuevo paradi$ma en el estudio hist!rico de la bru#ería6 Con admirable maestría, el historiador italiano consi$ui! demostrar que las creencias m*$icas populares se mantuvieron durante mucho tiempo +como una cultura de al$Hn modo alternativa frente a la ortodo4ia reli$iosa B Ese mundo folcl!rico, verdadera alteridad para el inquisidor, podía ser descubierto con el au4ilio de aquellas confesiones que por su contenido inverosímil habían sido antes de#adas de lado por la investi$aci!n hist!rica .in embar$o, resultaba insoslayable que los reos no podían sustraerse ni a las presiones físicas y psicol!$icas e#ercidas por los inquisidores para obtener sus testimonios, ni a la fuer"a y coherencia de su demonolo$ía 5esde esta perspectiva, se comprende que ?in"bur$ recono"ca en el estereotipo del sabbat europeo, componente central de las ca"as de bru#as de los si$los RA y RAA, una +formaci!n cultural de compromiso& el híbrido resultado de un conflicto entre cultura folIl!rica y cultura docta La clave de lectura aportada por Carlo ?in"bur$ no pas! desapercibida para quienes se ocuparon de la +bastarda hi#a americana de la Anquisici!n europea En este sentido, )ierre 5uviols encontr! en el bello estudio de ?in"bur$ sobre los benandanti friulanos un adecuado modelo te!rico y metodol!$ico para abordar los procesos andinos de e4tirpaci!n de idolatrías del si$lo RAA /b#eto de I benandanti era reconstruir el proceso de demoni"aci!n de un ancestral comple#o de creencias y N
rituales campesinos li$ados la fertilidad la tierrael de Lalos descripci!n a$rarios, que benandanti ori$inariamente suponían la alucha entre dosdebandos, bru#os y eldedetales los ritos , había sido $radualmente alo#ada en el estereotipo del sabbat %an rotundo había sido el 24ito de los inquisidores que hasta los mismos benandanti terminaron por apropiarse del sabbat y confesaron su participaci!n en los diab!licos c!nclaves 5e manera an*lo$a, en 9m2rica tambi2n había tenido lu$ar un proceso de demoni"aci!n de las reli$iones nativas y la actividad de los e4tirpadores tenía que ver en ello )or un lado, los cl2ri$os cat!licos lle$aban a estas costas car$ando con sus propias coordenadas teol!$icas por el otro, su misi!n era erradicar aquellos residuos de las anti$uas creencias que se obstinaban en perdurar en las comunidades indí$enas, prote$idas por la acci!n mancomunada de caciques, chamanes y campesinos El ob#eto del clero era +e4tirpar la +idolatría, vale decir el pecado de rendirle culto a una criatura como si fuese 5ios La idea de que el pacto diab!lico presidía esas acciones cultuales y la identificaci!n del id!latra con el hechicero hicieron que la persecuci!n reli$iosa de los indios y la inquisitorial fueran, con todas sus diferencias, comparablesG )or fin, del mismo modo que los procesos de e4tirpaci!n, tambi2n los inquisidores de los tres tribunales del .anto /ficio abiertos en 9m2rica tuvieron que prestarse a un sin$ular +duelo de ima$inarios en sus intentos de #u"$ar la hechicería 9unque desde muy temprano se les priv! de #urisdicci!n sobre la poblaci!n indí$ena, lo cierto es que los indios siempre aparecen entreverados en los relatos de hombres y mu#eres, espa(oles y de castas, involucrados en episodios de maleficio, ma$ia amorosa o curanderismo 9sí es que la alteridad cultural se abre paso tambi2n en el m*s especiali"ado de los tribunales reli$iosos& lo hace irrumpiendo con sus recetas y con sus hierbas, con sus con#uros, su materia m2dica y sus apro4imaciones peculiares a lo sa$rado y a lo diab!licoD 6
)ier )aolo ia""o, Introducción a la Antropología Histórica, Lima, )ontificia Universidad Cat!lica del )erH, 6MMB, pp 1D-6BD B Carlo ?in"bur$, +FolIlore, ma$ia, reli$ione Storia d`Italia, vol A, +A caratteri ori$inali, %orino, 1DG6, pp NMB-NGN La traducci!n es nuestra =JF> Carlo ?in"bur$, Storia notturna !na deci"ra#ione del sabba , Einaudi, %urín, 1DD, pRRA =La traducci!n es nuestra> )ierre 5uviols, $ultura andina y represión Procesos y %isitas de idolatrías y &ec&icerías $a'atambo, siglo ()II , Centro de estudios rurales andinos @artolom2 de las Casas, Cusco, 1D Es 5uviols quien llama a la E4tirpaci!n +la hi#a bastarda de la Anquisici!n N Carlo ?in"bur$, I benandanti Stregoneria e culti agrari tra $inquecento e Seicento, %urín, Einaudi, 1DDD =1ed 1DNN> G
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9unque e4tremadamente escueto, este rodeo historio$r*fico nos ha ale#ado un poco de la santia$ue(a Luisa y de sus salamancas Es hora de que re$resemos a ella, puntuali"ando las principales diferencias que separan a nuestra hechicera y a sus #ueces de los su#etos reci2n evocados En primer lu$ar, divide las a$uas el tipo de tribunal que se ocup! de los reos de .antia$o del Estero y .an :i$uel de %ucum*n Fue la #usticia capitular, civil y le$a, la que reco$i! denuncias, promovi! sumarias $enerales y recepcion! las eventuales querellas de los vecinos )or ese mismo motivo, los #ueces privile$iaron una faceta del delito de hechicería que no era la que m*s preocupaba al .anto /ficio o a la E4tirpaci!n y que concernía a los aspectos estrictamente criminales de las causas En este sentido, la enfermedad o la muerte de una persona atribuida a accidente e4traordinario, lo cual #ustificaba la clasificaci!n del e4pediente como proceso por hechicería, era un delito fronteri"o con el homicidio En se$undo lu$ar, tuvo consecuencias relevantes la relativa le#anía de nuestras cabeceras capitulares respecto de las principales capitales virreinales Esta situaci!n perif2rica hi"o posible una administraci!n queque $o"!por de e4traordinaria autonomía y que se 5e $ui!este m*s modo, por el sentido comHn de de sus#usticia a$entes los corpus le$ales en vi$encia procedimientos como la tortura Sle$ales y permitidos pero raramente utili"ados por la #usticia inquisitorial o civil de otras #urisdicciones =y tanto menos por la E4tirpaci!n>-, sentencias tan poco frecuentes como la pena capital y ale$atos del todo inconsultos son normales en estas fronteras del imperio colonial espa(ol )or Hltimo, sobresale en al$unos de los procesos #udiciales que hemos de utili"ar un estereotipo particular, al que habremos de prestarle especial atenci!n& se trata de la ya mencionada salamanca En traba#os referidos a otras re$iones hemos hallado descripciones que presentan llamativas seme#an"as con las que atesoran nuestros procesos .in embar$o, dos cuestiones destacan a las salamancas de .antia$o& la pluricentenaria perduraci!n de la creencia hasta nuestros días y su confi$uraci!n mesti"a 1M El primer se(alamiento nos invita a reali"ar un an*lisis del estereotipo en la lar$a duraci!n, atento a las sucesivas resi$nificaciones que a lo lar$o de si$los lo fueron vaciando de al$unos de sus componentes ori$inarios y en particular de su contenido 2tnico En cuanto a la se$unda dimensi!n del an*lisis, la referencia es a una problem*tica estrictamente colonial -la de los procesos de mesti"a#e- y e4i$e un profundo conocimiento del conte4to local QQQ 9dem*s de la asistencia a salamancas, a Luisa de )itambal* se le achacaban la muerte de dos criadas mulatas Scon las que había re(ido poco tiempo antes- y la enfermedad de los hi#os de su amo .e$Hn los testi$os, si estos Hltimos habían lo$rado escapar a una muerte se$ura, había sido $racias a las oportunas amena"as del padre, que for"aron a la hechicera a reparar prestamente el da(o %ambi2n una tercera mu#er presa +del mesmo mal de hechi"os fue considerada víctima 1D 'uth @ehar, +@ru#ería se4ual, colonialismo y poderes femeninos /piniones del .anto /ficio de la Anquisici!n en :24ico En& 9sunci!n Lavrin =coordinadora>, Se-ualidad y matrimonio en la Am.rica &ispánica Siglos ()I/()III , :24ico, ?ri#albo, 1DD, pp1DG-61D :aría Emma :annarelli , +Anquisici!n y mu#eres& las hechiceras en el )erH durante el si$lo RAA Re%ista Andina 1&B, Lima, 1D pp 11-1 Laura LeTis, Hall o" mirrors Po0er, 0itc&cra"t, and caste in colonial 1e-ico , 5urham, 5uIe University )ress, 6MMB ?on"alo 9$uirre @eltr*n, 1edicina y magia 2l proceso de aculturación en la estructura colonial , :24ico, Anstituto
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de Luisa Frente a la mirada at!nita de al$unos pobladores, la maleficiada había echado por la boca una misteriosa bolsita .e trataba de un dispositivo m*$ico = encanto> que llevaba la firma de Luisa& en efecto, la tale$a había sido cerrada con una cinta ne$ra que la india, desafiando la repu$nancia de los asistentes, había hurtado en un velorio Esta breve narraci!n resume bien al$unos elementos recurrentes en las cosmovisiones que reconocen un orden m*$ico de causalidad El resentimiento y el eno#o como motor del da(o, la capacidad del hechicero para repararlo, la utili"aci!n de encantos que se introducen en el or$anismo de la víctima, la transmisi!n hereditaria de los poderes y saberes m*$icos, el consenso acerca de la eficacia de la ma$ia son todos elementos que responden a una l!$ica en buena medida universal En otras palabras, la ma$ia confi$ura una estructura de pensamiento y, en el interior del pensamiento m*$ico, la hechicería o la bru#ería pueden ser consideradas causas socialmente relevantes para e4plicar el infortunio o el fracaso personal o colectivo Este mismo car*cter estructural de la ma$ia nos sirve como prete4to para acometer la aventura de nave$ar entre pasado y presente :encionamos ya la vi$encia que mantiene el estereotipo de la salamanca pues bien, tambi2n el modo peculiar de concebir salud y enfermedad tiene profundas m*$icasdebamos en nuestra re$i!n 5ealaquí que,prehisp*nico aunque el nHcleo de nuestro an*lisis abarque el raíces si$lo RAAA, remontarnos período y alcan"ar los umbrales de nuestro presente para ofrecer e4plicaciones m*s completas y satisfactorias En con$ruencia con lo dicho, nuestro corpus documental principal consiste en un con#unto de veinte procesos contra hechiceros #u"$ados en .antia$o del Estero y .an :i$uel de %ucum*n, pero tambi2n ser*n contempladas cr!nicas tempranas del si$lo RA y material etno$r*fico, sobresaliendo en este sentido el aportado por la 2ncuesta 4acional de 5olclore de 1D61 .omos conscientes de que estos Hltimos re$istros nos est*n hablando de la cultura campesina del si$lo pasado, y que 2sta es conservadora pero no inm!vil que pueblan nuestros 11
Utili"o el t2rmino si$uiendo a Laura de :ello e .ou"a en, 2l diablo en la tierra de Santa $ru#, :adrid, 9lian"a 9m2rica, 1DDB 11 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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procesos16 5esprovistas de su escenario, las atractivas =y a menudo truculentas> historias contenidas en los e4pedientes #udiciales podrían haber transcurrido casi en cualquier parte ya que, como hemos dicho, la hechicería es un componente estructural de mHltiples sociedades )or el contrario, acercarse a las bru#as desde +su mundo1B, que obviamente no se limitaba a la ma$ia sino que abarcaba la vida material, las relaciones con los vecinos, las peque(as cosas de todos los días, contribuye a enriquecer desde una disposici!n nueva y diferente nuestra e4periencia de ese mundo En otras palabras, el conflicto que se plantea sobre estas hechiceras nos abre una suerte de ventana desde la cual observar su conte4to desde una perspectiva microhist!rica QQQ Esta obra est* estructurada en cinco capítulos 9compa(ante y $uía del lector en cada uno de ellos ser* la india Loren"a, rea principal del m*s fascinante de los procesos de nuestro corpus y que nos pareci! un acto de #usticia invocar tambi2n en el título del libro El capítulo A es conte4tual y propone un recorrido por el territorio que cobi#ara a nuestras hechiceras coloniales Est* concebido no s!lo como un itinerario $eo$r*fico sino tambi2n como una e4ploraci!n de la carto$rafía social de la campa(a de .antia$o, y en particular de sus pueblos de indios, comunidades de la que provienen la mayor parte de las reas procesadas por hechicería El capítulo AA est* dedicado a los #ueces, promotores fiscales y defensores que actuaron en las causas La situaci!n de +di*lo$o de los procesos nos impone pre$untarnos por ambos interlocutores 5e aquí que crey2ramos imprescindible reconstruir el perfil y las trayectorias de quienes modelaron, a#ustaron y tambi2n escucharon y creyeron en las respuestas de acusados y testi$os
)or ese motivo es que los libros que Carlos ?arc2s y 9licia )oderti han dedicado a esta problem*tica -y que son los Hnicos e4istentes para nuestra re$i!n- resultan por dem*s insatisfactorios& los episodios que estos autores narran carecen de densidad por su desconte4tuali"aci!n Carlos ?arc2s, 6ru'as y adi%inos en Tucumán Ju#uy, Universidad
La referencia es al c2lebre libro de Julio Caro @aro#a, *as bru'as y su mundo !n estudio antropológico de la sociedad en una .poca oscura , :adrid, 9lian"a, 1DDB =1ed 1DN1> 16 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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populares ib2ricas, que autores de la talla de Cervantes y Juan 'ui" de 9larc!n volcaron a la literatura en el si$lo RAA es parte de nuestra e4ploraci!n
1
9rlette Far$e, *a atracción del arc&i%o alencia, Edicions 9lfons El :a$n*nim, 1DD1, p1N 1B
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Ca"íulo *. El mundo de Lorenza En 1GN1 la india Loren"a fue acusada de quebrantar la salud de una de sus vecinas por medio de la hechicería Un velo" proceso #udicial, que comprometi! a una decena de mu#eres y a un hombre, se inici! en la ciudad de .antia$o del Estero, convocando a una multitud de declarantes y curiosos En las p*$inas que si$uen nos detendremos lar$amente sobre este proceso y sus alcances por ahora, queremos acercar al lector al conte4to en el que Loren"a transcurri! sus días El conte4to remite, en primer lu$ar, a un espacio $eo$r*fico socialmente construido En este sentido, el mundo de Loren"a tiene una dimensi!n territorial considerable, m*s all* de que el escenario inmediato de su historia sea el peque(o pueblo de indios de %uama 5ado que la movilidad es al$o cotidiano para ella, la ciudad de .antia$o del Estero, el río .alado, las sierras de .umampa y ?uasay*n, las planicies de .an :i$uel de %ucum*n - lu$ares al$unos a varias le$uas de camino- inte$ran tambi2n su $eo$rafía
1
Cfr los artículos reunidos de Carlos . 9ssadourian reunidos en 2l sistema de la economía colonial 2l mercado interior Regiones y espacio económico, :24ico,
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La planicie santia$ue(a est* surcada por dos ríos que via#eros y cronistas paran$onaron con el , los vesti$ios de anti$uos asentamientos arrasados por el río, son los mudos testimonios de esa historia marcada por el 24odo 9l$unas crecientes fueron decididamente memorables, como la que provocara la destrucci!n parcial de la ciudad de .antia$o del Estero en 1NGB, la que uni! los dos cursos entre 1GNM y 1GGM achicando la planicie entrerriana o la que for"! el desvío del cauce del río 5ulce en 166, postrando durante a(os los distritos cerealeros de Loreto, 9tamisqui y .alavina, otrora el cora"!n f2rtil de la re$i!n )or fin, otra consecuencia notable de la a$ricultura de ba(ados -que sobrevivi! al período colonial y fue relevante a lo lar$o del todo el si$lo RAR- es el estímulo de mantener indivisas las tierras beneficiadas por la inundaci!n La propiedad mancomunada, que se materiali"aba en un abi$arrado con#unto de parientes y dependientes compartiendo =y a veces disput*ndose> cosechas y traba#o, es otro ras$o típico de este paisa#e social y recordaba la estructura patrimonial de la comunidad indí$ena santia$ue(a y andina La dia$onal fluvial deline! tambi2n el tra"ado de los caminos, autori"ando o impidiendo estacionalmente su transitabilidad La arteria m*s importante era el +camino de la Costa, que 1N
Los citados se encuentran entre los testimonios espa(oles m*s tempranos y conocidos El primero pertenece a la etapa e4ploratoria del
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corría a lo lar$o del río 5ulce, uniendo las ciudades de .antia$o del Estero y .an :i$uel de %ucum*n1 .olamente en dos tramos se apartaba el camino del río& al atravesar la ruta del )alomar -doce le$uas pr*cticamente despobladas- y en la +travesía de 9mbar$asta, desierto salino que se iniciaba en 9yuncha para concluir treinta le$uas m*s adelante, en El 'emanso )or el contrario, entre /ratorio, en el e4tremo sur, y la ciudad, se encontraban, $racias al beneficio de los ba(ados, +muchas poblaciones y +la costa de este 'ío por una banda y otra es poblado hasta .antia$o1D 9unque menos transitados, dos caminos bordeaban tambi2n las costas del .alado, sobre ambas orillas )odemos ima$inar esta red de caminos en los a(os de Loren"a recorrida por mieleros y mercaderes, aquellos visitantes de las poblaciones de la frontera todavía populosas y relativamente din*micas Cada río est* ce(ido por sus caminos 9 la ve", el paso de los caminantes depende estrechamente de la buena voluntad de los ríos )ocos via#eros habrían osado partir en verano, con el calor insoportable, las lluvias y los dilatados esteros que impiden el paso 5urante el invierno los desafíos no son menos duros& la aride" y escase" de pastos, las represas vacías, poca a$ua y e4tremadamente salobre 'eci2n en mar"o y abril podían marchar tra#inantes y carretas para emprender en me#ores condiciones sus prolon$adas travesías Una Hltima nota acerca de los ríos andan vestidos como la $ente del )irH, aqu2llos que traba#aban para los se(ores de la precaria ciudad de Esteco en el profundo Chaco +andan cubiertos con unos plumeros de avestruces => y ellas con unos peque(os lien"os de poco m*s de un palmo, así en tiempo de calor como de frío61 no s!lo vestían las ropas del salva#e, tambi2n hablaban otras len$uas, e4tra(as e incomprensibles, y no eran labradores, o al menos no se destacaban como tales )ara profundi"ar las diferencias, a fines del si$lo RAA el Chaco emer$i! como frontera b2lica y convirti! a los pueblos del río .alado en precarias murallas de contenci!n La centuria si$uiente de#! como le$ado la militari"aci!n de los hombres de esa "ona =e4tendida lue$o a toda la #urisdicci!n>, la frustrante e4periencia #esuita de reducir a abipones y mocovíes y una serie de entradas e4ploratorias que no lo$raron de todos modos poner fin a las incursiones de los bárbaros 9l mismo tiempo, los pobladores de una banda y de otra te#ieron relaciones no menos ambi$uas, que oscilaban entre la pa" y la $uerra y que, como veremos en los capítulos sucesivos, tocaban tambi2n el mundo de las pr*cticas m*$icas 'íos, sal, crecientes, caminos y fronteras son referencias esenciales en el mundo de Loren"a En cuanto al monte, era su paisa#e habitual porque para entonces cubría la mayor parte de la 1
/restes 5i Lullo, $aminos y derroteros &istóricos en Santiago del 2stero , .antia$o del Estero, 1DD 5errotero de postas, caminos y le$uas desde @uenos 9ires a )otosí O1GP, citado en /restes 5i Lullo, $aminos op cit, p 6M La mesopotamia tiene unos cien Iil!metros de ancho En el pasado, como puede apreciarse en el mapa dieciochesco del padre Cama$no, las a$uas del 5ulce y el .alado confluían en la reducci!n de 9bipones, al sur de la actual provincia 61 9lonso de @ar"ana, +Carta al )adre Juan .ebasti*n O1DP :arcos Jim2ne" de la Espada, Relaciones geográ"icas de Indias, tomo AA, :adrid, 9tlas, 1DN, G-GD 1D
1N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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superficie de la actual provincia de .antia$o del Estero uebracho, al$arrobo, cha(ar, mistol y brea son al$unas de las especies m*s relevantes del bosque chaque(o típico 9llí donde el a$ua escaseaba crecían el atamisqui y el cha$uar y cact*ceas como el quimil y el card!n, mientras que el #ume abundaba en los est2riles salitrales 5e todas estas especies se sirvieron secularmente los pobladores de .antia$o ya fuera para construir sus viviendas, alimentarse, curarse u obtener al$Hn dinero a trav2s del mercadeo En este cuadro, es f*cil ima$inar las consecuencias de la de$radaci!n del bosque, ocasionada por la actividad obra#era de los si$los RAR y RR %odo un abanico de recursos y actividades econ!micas, vitales para la subsistencia de la poblaci!n campesina, desapareci! con ella olveremos al monte y a sus connotaciones m*$ico reli$iosas m*s de una ve" a lo lar$o de este libro 9hora quisi2ramos rescatar otros si$nificados, arrai$ados en la vida material de los pobladores de .antia$o Corresponde apuntar que la recolecci!n era la actividad econ!mica fundamental de las comunidades mesopot*micas antes de la lle$ada de los espa(oles, tanto por la abundancia de las especies ve$etales como por el car*cter e4tremadamente aleatorio de la a$ricultura aluvional66 Este 2nfasis en la recolecci!n redobl! su importancia durante el período colonial, compensando la apropiaci!n encomendil de la producci!n y del traba#o indí$enas .in dudas, al$arroba era el m*s importante de los dones del monte, queque las funcionarios ordenan"as de 9breu ylade 9lfaro re$lamentaban su reco#o, desinteres*ndose de al la punto condena y eclesi*sticos hicieron de las borracheras de alo#a, indisolublemente asociadas al tiempo de la recolecci!n6B La relevancia de la al$arroba en la dieta indí$ena si$ui! aumentando durante los si$los RAAA y RAR, al tiempo que su consumo se $enerali"aba al con#unto de la poblaci!n rural Entre diciembre y enero, durante el t!rrido verano, peque(os $rupos de hombres y mu#eres se internaban en el monte para reco$er las nutritivas vainas, y permanecían allí reunidos durante varios días 9dem*s de la alo#a, la al$arroba podía consumirse cruda y entera o ba#o la forma de harina, por lo $eneral amasada como patai, una especie de panecillo dulce y duro Una venta#a adicional del fruto era que podía almacenarse durante varios meses en las pir%as campesinas, ale#ando el fantasma del hambre cuando las cosechas eran insuficientes 5e aquí que la al$arroba fuera #u"$ada por al$unos observadores como el alimento de los m*s pobres =o de los indolentes> que por tener a su alcance este +man* del cielo no necesitaban sudar en los rastro#os )ero no s!lo de maí", pescado y al$arroba vivían los pobladores rurales en los tiempos de Loren"a Los dos primeros apenas si permitían la subsistencia de la familia mientras que la Hltima carecía de valor mercantil y se destinaba e4clusivamente al autoconsumo )ara hacerse de al$unos reales, los campesinos podían vender su traba#o como peones y carreteros y otros tres productos del monte& la miel, la cera y la cochinilla Eran bienes que los comerciantes codiciaban y que resultaban especialmente valiosos en tiempos en que el a"Hcar era difícil de conse$uir, la iluminaci!n y la piedad consumían $randes cantidades de velas y los ponchos y fra"adas se te(ían con colorantes naturales .!lo era necesario esperar la estaci!n oportuna y #untar el cora#e para internarse en el monte, donde los recursos solían disputarse con los hostiles indios del Chaco %ambi2n ellos apreciaban la miel y la cera y, al i$ual que los +cristianos, la mercadeaban Cinco variedades de miel y dos de cera se reco$ían en la estaci!n de las lluvias Los mieleros se internaban en el monte en peque(os $rupos, a pie o a caballo, establecían su real o fi#aban un lu$ar de reuni!n en un sitio ya conocido 9llí pernoctarían varias noches, por lo que era necesario car$ar con al$unos víveres& charqui, harina y a$ua potable )or la ma(ana, los mieleros emprendían la marcha por separado, munidos de sus c&i"les, sus odres de cuero y sus hachas La e4periencia les se(alaba los *rboles m*s indicados y de ellos, hiriendo profundamente los troncos, e4traían el dulce n2ctar o las preciadas libras de cera blanca o ne$ra :iel y cera eran abundantes en tiempos de lluvia, mientras que la cochinilla se reco$ía en períodos de sequía, se apisonaba en un plato y se la 66
Cfr 9na :aría Lorandi y 5elia :a$da Lovera, +Economía y patr!n de asentamiento en la provincia de .antia$o del Estero, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, tomo RA,1DG6, pp1GB-1D1 6B
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modelaba como un pan 6 Lue$o se secaba al sol y se vendía a los mercaderes que circulaban por los pueblos o bien se empleaba en la te4tilería dom2stica 'esta decir que los mieleros podían traba#ar para sí o bien conchabarse con comerciantes en este sentido, nuestras fuentes sorprenden por lo variado del contin$ente que se internaba en el monte y que solía incluir a los mismos abipones chaque(os, ;b*rbaros enemi$os y montaraces e4pertos Una se$unda noci!n importante se desprende de esta r*pida descripci!n& hasta tanto no se or$ani"! la e4plotaci!n mercantil de la madera, el monte era uno de los pocos lu$ares de indiscutible uso comHn
Entre ríos y el9monte diseminadas mediadosfrustradas, del si$lo RA m*s de aldeaslos indí$enas partir se de hallaban 1B, y despu2s de dosa tentativas la ciudad de cuarenta .antia$o del Estero se sum! a aquellas poblaciones ori$inarias y, tanto desde la una como desde las otras, se poblaron las chacras, las estancias, las haciendas y los potreros que conformaron el mundo a$rario de los espa(oles La poblaci!n pro$resivamente m*s e4i$ua, la densa ve$etaci!n del monte y la e4trema aride" del secano pusieron freno al avance hispano en la re$i!n, a la ve" que incentivaron el poblamiento de otras cabeceras cercanas como C!rdoba y .an :i$uel de %ucum*n )or fin, la presi!n de las etnias chaque(as sobre la frontera del .alado termin! de delimitar un territorio cuyos confines fueron las dos reducciones #esuíticas para abipones y mocovíes, los pueblos de indios fronteri"os y, desde fines del período colonial, los precarios fortines sur$idos de aqu2llos %odas las poblaciones enumeradas fueron or$ani"adas administrativamente en curatos 6y doctrinas de indios, #urisdicciones superpuestas con funciones a la ve" civiles y eclesi*sticas 9 mediados del si$lo RAAA y bordeando el 'ío 5ulce, se distin$uían de norte a sur los curatos 'ectoral =la ciudad y sus alrededores>, de %uama, de .oconcho y de .alavina, mientras que la frontera comprendía otros dos, el .alado y ?ua(a$asta )or Hltimo, parte de la sierra del sur de .antia$o =comple#os de .umampa y ?uasay*n> conformaba el curato de .umampa Eran todas #urisdicciones dilatadas =.oconcho, la m*s peque(a, ocupaba ocho le$uas cuadradas>, desiertas en amplios tramos, salpicadas de pueblos de indios y de estancias de espa(oles El censo de Carlos AAA de 1GG puede proveernos una idea m*s precisa de las dimensiones, la estructura socio2tnica y la distribuci!n de la poblaci!n de .antia$o En principio, vivían en la #urisdicci!n unas 1MM almas en nHmeros redondos, una poblaci!n al$o menor que la de .an :i$uel de %ucum*n =6MMMM> pero muy distante de aqu2lla de la docta C!rdoba =MMMM> 5e la comparaci!n con las dem*s cabeceras tucumanas sobresalen otros dos ras$os diferenciales& la abrumadora mayoría de poblaci!n rural =apenas el 11W vivía en la ciudad> y el consistente porcenta#e de +naturales =casi un tercio y s!lo superado por Ju#uy y La 'io#a, en t2rminos absolutos y relativos> En un informe al consulado, Josep de Aramain afirmaba que +es eventual su Cosecha, pues siendo el a(o muy lluvioso se helaban dichas pencas Ode la $ranaP y no se reco$e dicho fruto; 9?<, AR, -N- La descripci!n del aprovechamiento de los recursos del monte se basa en Loren"o Fa"io, 1emori descripti%a de la pro%incia de Santiago del Estero, @uenos 9ires, 1 6 Los curatos inte$raban parroquias, destinadas a la atenci!n reli$iosa de espa(oles y castas En el mismo territorio, coe4istían con las Hltimas las doctrinas, que se ocupaban e4clusivamente los indios 9malia ?rama#o de :artíne" :oreno, +/r$ani"aci!n y r2$imen eclesi*stico de la i$lesia de .antia$o del Estero, 4ue%as Propuestas, D, Universidad Cat!lica de .antia$o del Estero, #unio de 1DD1, pp G-6 24
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La distribuci!n demo$r*fica favorecía con claridad a los curatos del río 5ulce, que concentraban pr*cticamente las tres cuartas partes de la poblaci!n %al reparto desi$ual Sen especial entre los curatos del 5ulce y del .alado- tenía fundamentos m*s hist!ricos que $eo$r*ficos, dado que las condiciones ecol!$icas de la frontera chaque(a eran seme#antes a las de la re$i!n ba(ada por el río 5ulce /tras evidentes disparidades marcaban el reparto socio2tnico .i$uiendo los datos del censo, m*s del NMW de los indios moraban en los +pin$Xes curatos de .oconcho y en los del .alado en tanto que las castas tenían un peso relevante en %uama y ?ua(a$asta =casi la mitad de la poblaci!n> y dominaban decididamente en .alavina y en el distrito serrano de .umampa =casi el DMW> En el e4tremo del espectro, los considerados espa(oles s!lo tenían un peso demo$r*fico si$nificativo en la ciudad =donde constituían un cuarto de la poblaci!n> y en los curatos de %uama y del .alado =6B y 6W respectivamente> )or supuesto que no podemos considerar literalmente la rí$ida clasificaci!n del censo de 1GG y a sus estrate$ias En este sentido, el .alado se revela, como todas las fronteras, un espacio propicio para la aventura del blanqueamiento social, un canal de ascenso posible, eventualmente acompa(ado de pro$reso econ!mico, en esta sociedad pi$mentocr*tica militari"aci!n la cate$oría "ona contribuía la la movilidad, pero a la que ve" los espa(oles del curato delLa.alado entraban de en la inferiora de +$ente fronteri"a la $rilla censal no rescata, como sí lo hacen otras fuentes Lo mismo puede decirse de las abultadas castas, ese dudoso continente en el que se filtraban los +indios libres, los esclavos liberados o fu$itivos y todos los su#etos de incierta clasificaci!n 2tnica Los censos o los padrones de indios nos muestran una $rilla otras fuentes, como los procesos #udiciales, nos permiten ima$inar el movimiento de los su#etos cautivos en ella, complicando la ta4onomía colonial 9parecen, por e#emplo, una diversidad de indios, ahora comprendidos en nuevas cate$orías que han reempla"ado las 2tnico-lin$Xísticas del pasado y que diferencian a los tributarios de los libres, a ambos de los +b*rbaros o +salva#es y a todos ellos de otros su#etos de filiaci!n andina como los +collas 6N .ale a la lu" la comple#idad del mundo espa(ol, en un conte4to de e4pansi!n de su sector m*s pobre, casi obli$ado a mesti"arse y #untarse con $entes de inferior calidad 2tnica .e vislumbran relaciones verticales que se reproducen en diferentes niveles, entre el encomendero y los indios, entre los cabos militares y los soldados, entre propietarios y a$re$ados o criados, entre +protectores y su +$ente de servicio son tambi2n estas fuentes las que nos franquean el acceso al mundo de las relaciones hori"ontales, entrete#idas en la misma trama y que tienen en las redes de parentesco su estructura m*s visible El movimiento que imprime la vida cotidiana hace confluir a espa(oles, indios, ne$ros y castas en los mismos espacios& las pla"as pHblicas, las i$lesias, las pulperías, las casas particulares y las atahonas Las relaciones entre estos actores alternan la familiaridad paternalista con la violencia, especialmente en la ciudad, donde esta amal$ama es m*s evidente Antentemos por un momento ima$inarla en los tiempos de Loren"a )or su poblaci!n, .antia$o del Estero es poco m*s $rande que una aldea recordemos que en 1GG apenas si reunía 1GGN habitantes, quinientos de los cuales or$ullosos espa(oles, pero no m*s de un veintena %ecinos sobresalientes %iene la planta en damero de las ciudades hispanas y, como es habitual, sobre la pla"a central asoman la i$lesia matri" -varias veces reconstruida despu2s de atravesar cat*strofes de a$ua y de fue$o- y el Cabildo, sedes del poder reli$ioso y temporal y de la política locales )oco distantes, se hallan los conventos de franciscanos, dominicos y mercedarios, las casas de los vecinos principales y el cole$io #esuita
6N
En las primeras cr!nicas se hacen e4haustivos listados de naciones indí$enas Esta tendencia se desdibu#a en los testimonios posteriores que tienden a subsumir a las diferentes etnias en un Hnico colectivo Slos indios- o a clasificarlas de acuerdo a cate$orías culturales =civili"adosYcristianos vs .alva#esYid!latras> y lue$o fiscales =tributariosYlibresYforasteros> La vo" colla no aparece en las ta4onomías coloniales sino en boca de indios de pueblo 1D http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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Una modesta red de acequias provee de a$ua a esta ciudad que arde en verano y muere de sed en invierno .u mantenimiento, a car$o de los indios que cumplen mita, es una de las cuestiones que m*s preocupa a los cabildantes y un ar$umento reiterativo en numerosas actas capitulares En ella llenan sus c*ntaros a diario las esclavas y las indias de servicio y se surten las chacras inmediatas Los traba#os diarios, como en todas las ciudades barrocas, acompa(an y pautan una rutina apoyada en los tiempos de la A$lesia, que or$ani"a las estaciones se$Hn los períodos del a(o litHr$ico =adviento, cuaresma, pascua> y las semanas y los días de acuerdo al calendario de las funciones reli$iosas Esta monotonía apenas si se rompe en ocasi!n de al$unas fiestas y celebraciones e4traordinarias, como la navidad, el día del .anto )atrono o la #ura y proclamaci!n de un nuevo monarca, capa" 2sta Hltima de ameritar cinco corridas de toros y +tres comedias de bastidores con dos mutaciones en cada una de ellas 6G La fiesta no de#a de prever +dar refresco para todo el vecindario noble las tres noches de comedias e incluso prestar a quienes no les fuera posible +por sus cortos medios la indumentaria ele$ante que la celebraci!n e4i$e %ransitados los espacios pHblicos urbanos, in$resemos ahora en la intimidad de los ho$ares santia$ue(os Las viviendas principales son de te#a y ladrillo, tienen por lo menos dos patios y ocupan los solares cercanos la pla"a indias En sus yambientes las familias espa(olas conviven con una multitud de $entes de aservicio, criadas libres, y tambi2n al$unos esclavos dom2sticos En ri$or, los esclavos son una rare"a fuera de la ciudad En 1GG medio millar =el GW del total> est* re$istrado en .antia$o del Estero, aunque es dable suponer que la mayor parte de ellos viva en las rancherías ane4as a los conventos =sobre las que tendremos ocasi!n de re$resar cuando in$resemos en la parte específicamente m*$ica de este libro> Las familias importantes ocupan sobre todo a las indias y a los muchachos que sustraen de sus encomiendas o que m*s y menos libremente se ponen ba#o su protecci!n, y los alo#an +en su casa y compa(ía Este personal dom2stico no est* confinado a la cocina& acompa(a a las se(oras a la misa y a re"ar el rosario, mantiene con ellas conversaciones que involucran a todo el pueblo chico y, trat*ndose de mu#eres, te#e sus ponchos o sus fa#as en beneficio de la due(a de casa )or supuesto que no todas son rosas y, como lo recuerdan las visitas de desa$ravio hechas a los indios encomendados, el trato familiar incluye $olpes y casti$os e#emplares /tras personas de servicio viven por su cuenta, en las afueras de la ciudad Este el mundo de los artesanos, de los dependientes de pulperías, de los que comercian alimentos en sus propias casas y abastecen a +los re$atones que compran para vender 6 En los arrabales se e4tienden tambi2n las chacras en las que crecen la parra, los *rboles frutales, el al$od!n e incluso al$o de tri$o, todo favorecido con el rie$o de la acequia 6D 9l$unas vacas lecheras, un par de bueyes y el infaltable reba(o de cabras u ove#as completan la economía dom2stica de esta plebe entre rural y urbana %odos estos habitantes m*s estables son frecuentados adem*s por numerosos transeHntes .antia$o es de hecho una ciudad importante en la ruta a )otosí, destino o paso de fleteros y carretas, de mercaderes y misioneros que abultan el tr*fico estacional Los ne$ocios de los encomenderos y las mitas indí$enas promueven un constante flu#o de personas de los pueblos de indios a la ciudad y tambi2n los tratos y conchabos de la poblaci!n campesina& el movimiento es incesante, trat*ndose de estos circuitos m*s acotados )or Hltimo, la ciudad recibe tambi2n a al$unos itinerantes especiali"ados como los m2dicos, curanderos y adivinos que tendr*n m*s adelante una parte destacada en nuestro relato 5e#emos ahora la ciudad, los arrabales, las chacras y prosi$amos hacia el sur, bordeando el camino que acompa(a el río 5ulce Estamos en 1GN1 y a unas cinco le$uas de .antia$o encontramos el primer pueblo de indios& %uama Como una r2plica en miniatura de la ciudad, la capilla y la pla"a or$ani"an el espacio recreado por la política alfariana de reducciones 6G 6
9?), %rib G, GD, 1G 9?), %rib , BMG, 1G
6D
$onsulado de 6uenos Aires Actas y documentos @uenos 9ires, Zraft, 1DG, tomo A, p B6G 6M
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indí$enasBM 9mbas son el lu$ar privile$iado de la sociabilidad& allí se reHnen los indios reducidos y los moradores de las aldeas y para#es vecinos para compartir el ocio y las funciones reli$iosas Los domin$os y los días de fiesta concurren a su i$lesia matri" los tributarios de :ano$asta, .umamao, 9la$astine, %ilin$o y )itambal*, cuyas capillas son visitadas m*s espor*dicamente por los doctrineros mantenidos por los feudatarios sin duda, asisten tambi2n a la misa los muchos indios libres y mesti"os de todas las castas que habitan los alrededores En esas ocasiones, al$unos #ue$os estrictamente masculinos como las carreras de caballos y las partidas de naipes se acompa(an de apuestas, chan"as y libaciones de alo#a )or Hltimo, la pla"a es tambi2n el espacio de la autoridad )odemos suponer que el cabildo de indios, que hasta donde sabemos se reHne e4clusivamente para desi$nar los nuevos alcaldes, sesiona en este espacio pHblico 5el mismo modo, el rollo que se al"a en el centro de la pla"a recuerda a los moradores de %uama la #usticia que, por mano del alcalde, del mismo encomendero o de su sirviente, les toca a los trans$resores El pueblo de %uama, al i$ual que casi todos los dem*s, est* circundado por el monte Los ranchos de los tributarios =en este caso, poco menos de un centenar> se encuentran dispersos en la campa(a, prote$idos por al$arrobos, cha(ares y mistoles )odemos ima$inarlos muy similares los quedetodavía construyendo en las rurales& paredes de embarrado,a puertas tabla o hoy cuerosey si$uen mobiliario mínimo 0u2 m*s"onas se necesita cuando la vida entera transcurre fuera de la casa3 En efecto, la preparaci!n de los alimentos, las comidas diarias y aHn el sue(o durante los veranos interminables y abrasadores tienen lu$ar a cielo abierto %ambi2n la ocupaci!n dom2stica por e4celencia, el hilado y la producci!n de ponchos y fra"adas, se hace en el e4terior, ba#o las ramadas que prote$en del sol a las te#edoras B1 Como ya veremos, la te#eduría dom2stica es profesi!n universal en .antia$o, tanto entre las espa(olas como en los pueblos de indios, y son h*biles en ella las mu#eres de todas las edades 5e aquí que los reba(os de ove#as, los telares de palo, los peines y palas de te#er, los hilos de al$od!n y la lana est2n siempre presentes en los inventarios post mortem de aquellas pocas mu#eres que pudieron permitirse el lu#o de distribuir sus bienes si$uiendo las formalidades le$ales 9dem*s de los ranchos, s!lo al$unos claros interrumpen el paisa#e boscoso& son los rastro'os y los cercos situados en las cercanías del río, en los que se cultiva el maí", el "apallo y el tri$o )oco despu2s del proceso contra Loren"a, en 1GN, el capricho de las crecientes del 5ulce ha convertido a las anti$uas sementeras de %uama en +un arenal fuerte y est2ril )ero desde mucho antes el maí" se siembra en tierras liti$iosas, las de ilistompo, que pertenecieron a una comunidad ya e4tin$uida, y que un vecino reclama con prepotencia, invadiendo las chacras +que estaban cuasi en estado de rendir frutos con +toda especie de $anados B6 Conflictos como 2ste no son infrecuentes, ya que los pueblos de indios se hallan literalmente rodeados por las propiedades espa(olas 9unque la le$islaci!n local prohibía su vecindad inmediata con chacras y estancias, el hambre de tierras, especialmente donde se dependía tan estrechamente del rie$o, solía $anarle a la leyBB Como resultado, al$unos conflictos entre indios y vecinos son seculares y terminan por dirimirse ante la #usticia, como ocurri! con el mencionado conflicto por la estancia de ilistompo, que impuls! a los curacas de %uama a elevar sus reclamos a la misma 9udiencia de Charcas BM
Las ordenan"as de 9lfaro de 1N11-16 procuraron implantar en el 'ío de la )lata, )ara$uay y %ucum*n una política an*lo$a a la del virrey %oledo en el )erH Entre sus directivas fundamentales se contaban la abolici!n del servicio personal y su reempla"o por un tributo, la formaci!n de reducciones o pueblos de indios allí donde se hubieran disuelto y la or$ani"aci!n del sistema de mitas =turnos> que permitía el acceso a la mano obra indí$ena de sectores no encomenderos B1 El te#ido es una actividad que tambi2n ocupa a los varones, por lo menos hasta fines del si$lo RAA Las fuentes posteriores identifican esta fase con traba#o femenino, en todos los casos .obre la producci!n te4til en los pueblos de indios, cfr Juan Carlos ?arava$lia, +Los te4tiles de la tierra en el conte4to colonial ríoplatense& una revoluci!n industrial fallida3, Anuario I2HS , 1, %andil, 1DN B6 9<@, EC, 9diciones, , 1GN El liti$io se resolvi! en 1GG1, por se$unda ve", a favor de los indios BB Las ordenan"as de 9lfaro no permitían poblar chacras a menos de una le$ua del pueblo de indios, ampliando la distancia a tres le$uas para las estancias de $anado mayor 61 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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9le#2monos de %uama y visitemos ahora las estancias de las inmediaciones 9 escasa distancia, en el para#e de .anta 'osa, se encuentran las tierras de los Concha y las de los Castillo Estas familias residen en la "ona por lo menos desde el si$lo RAA y, a #u"$ar por la profusi!n de detalles que aportar*n al$unos de sus miembros en el proceso contra Loren"a, tienen estrecha comunicaci!n con los indios del pueblo 0u2 encontraríamos en las estancias de los Castillo o de los Concha3 )robablemente, viviendas, instalaciones y cultivos poco diferentes de los de %uama o cualquier otro pueblo de indios del 5ulce B Un modesto con#unto de testamentos acompa(ados de inventarios de bienes nos permiten ima$inar este escenario rural con mayor precisi!n En todos ellos fueron listados rastro#os de tri$o, semillas, morteros, atahonas y muy pocos animales, e4cepci!n hecha de las ove#as Las parcelas, cuando est*n en propiedad privada, son peque(as y rara ve" superan la le$ua cuadrada entre las instalaciones principales se destacan los percheles para el tri$o y las pir%as o dep!sitos de al$arroba B %ambi2n en otras cosas comien"an a parecerse en el si$lo RAAA el mundo a$rario indí$ena y el espa(ol en la costa del río 5ulce Con se$uridad en las campa(as se escucha hablar casi e4clusivamente el quic&ua %ampoco la dependencia es una condici!n privativa de los indios de encomienda porque tambi2n son dependientes los criados y agregados que por todas partes se BN
+arriman a los propietarios espa(oles o mesti"os del mismo modo, como de en los breve veremos, en ambas estructuras a$rarias, las relaciones de parentesco or$ani"an el traba#o miembros y las formas de convivencia Las fiestas y el traba#o tambi2n son *mbitos de confluencia en los que provisoriamente se derrumban las fronteras ima$inarias de la repHblica de los indios a nos referimos a las celebraciones que tienen lu$ar en la pla"a de la i$lesia otras fiestas similares se ofrecen en las casas particulares, por lo $eneral celebrando al$Hn santo La +bulla suele prolon$arse hasta entrada la noche y reHne una +$ran #unta de $ente de campo, de las condiciones m*s diversas En estos fandan$os rurales se comien"a por cantar las letanías para de#ar lu$ar de inmediato al baile y al canto acompa(ados de arpa y $uitarra, los mismos instrumentos empleados en las misas =y en las salamancas> BG Un tercer tipo de fiesta de campo es la que culmina las mingas, prestaciones de traba#o solidario para la reali"aci!n de al$una actividad e4traordinaria =la construcci!n de un cerco, por e#emplo>, retribuidas con un convite re$ado, al i$ual que los fandan$os, con abundante alo#a .i$amos nuestro itinerario hacia el sur, siempre costeando el río 5ulce /tros pueblos de indios, mucho m*s peque(os que el de %uama S:ano$asta, )itambal*, .umamao, 9la$astine, %ilin$o, %ipiro- se alternan con para#es de nombre espa(ol o mi4to que casi nos ahorran la descripci!n del paisa#e -@arrancas, )o"o erde, Jumi )o"o- diri$i2ndonos hacia el oriente, la "ona de anti$uos derrames del río 5ulce, comien"a a confundirse con la llanura aluvional del .alado 9llí tambi2n el paisa#e se disimula en el monte, cobi#ando otros pueblos de indios S:atar*, ?ua(a$asta, Lasco, uquili$uala, :opa- y al$unas estancias )ero las distancias que separan B
.abemos a partir de referencias dispersas que en los pueblos de indios se cosechan maí" y tri$o pero no sabemos con claridad hasta qu2 punto el se$undo se había incorporado a la dieta indí$ena El tri$o suele sembrarse en las sementeras comunitarias para pa$ar el tributo Los habitantes de los pueblos de indios cuentan con animales de tiro =si traba#an con sus propios bueyes, se les descuenta del tributo> y, sobre todo en el .alado, son propietarios de caballos, a los que identifican con sus propias marcas La adopci!n de las ove#as en los pueblos de indios tambi2n est* ampliamente documentada y son los ni(os quienes pastorean el $anado menor 35 Un e#emplo de 1GGD en 9?), %rib11, DBG 9unque se trata de la herencia de vecino bastante acaudalado S posee die" esclavos y un capital de BMMM pesos- la estancia de media le$ua de e4tensi!n en el )ara#e de Aslas, curato de %uama apenas alo#a cuatro vacas lecheras y seis bueyes :ucho m*s relevantes son en este inventario las ove#as, los cereales y las instalaciones relacionadas con su cultivo =percheles, rastro#os sembrados, una atahona> 36
Judith Farberman,;Familia, ciclo de vida y economía dom2stica El caso de .alavina, .antia$o del Estero, 11D; 6oletín del Instituto Ra%ignani,16, Facultad de Filosofía y Letras, U@9, 1DDN, ppBB-D BG 9?), %rib 1M, GD6 =1G> 66 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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estas poblaciones son mayores, al i$ual que la dimensi!n de los campos para el $anado, al$unos pertenecientes a propietarios ausentistas, que suelen alber$ar varios cientos de animales :*s le#os de la ciudad y de las rutas principales y m*s cerca de la frontera de $uerra, el .alado se recorta como una "ona de transici!n entre el %ucum*n ya sometido y el Chaco rebelde y a$reste En esta frontera, los vínculos de dependencia no pasan tanto por las dificultades de acceso a la tierra como por la necesidad de protecci!n que impone la dura vida militar Los censos de esta subre$i!n son mapas elocuentes de ambas cosas El desaho$o que supone una poblaci!n m*s reducida se advierte en la ausencia de a$re$ados e4traparentales, que reducen las dimensiones del $rupo dom2stico& la militari"aci!n, en las altas relaciones de masculinidad y en la condici!n de soldado de la mayoría de los habitantes Un e#emplo r*pido nos lo proporciona un padr!n del curato de ?ua(a$asta Spueblo de indios y doctrina, m*s tarde devenido en fortín- de 1M B Lo primero que impacta es la decidida mayoría masculina, que alcan"a al GMW En se$undo lu$ar, el cura que reali"! el censo clasific! a la poblaci!n en tres $rupos& indios naturales, espa(oles y soldados el tercero tiene un peso aplastante, ya que de los BN varones, nada menos que B6N son re$istrados en la cate$oría de soldado .in embar$o, no obstante que pobres se(alamos la costa del 5ulce indios y la frontera del .alado, los medios de vidalos decontrastes los habitantes de laentre campa(a santia$ue(a, o no, son sustancialmente los mismos Los curas de ?ua(a$asta y de 9sin$asta =cerca de .alavina, sobre el río 5ulce> nos de#aron sus descripciones y vale la pena -con la cautela que imponen los comentarios siempre pesimistas de un clero que invariablemente #u"$a escasa su con$ruareproducir al$unos pasa#es )ara el primero, dentro de las +cortas las facultades de estos individuos sobresalen +las labran"as del maí" => que siendo el a(o favorable re$ularmente cosechan, siendo 2ste el sustento y mantenimiento de sus familias Entre febrero y #ulio, prosi$ue el cura de ?ua(a$asta, sus feli$reses se ocupan de reco$er cera y miel, desafiando mil peli$ros )ero esta actividad no la reali"an con el mismo provecho +todos los individuos de este padr!n, sino aquellos pudientes que tienen mediana conveniencia de hacer=> susno conchabos por sery unas distancias muysedesmedidas y ries$o delcabal$ar @*rbaro yinfiel obstante de conpeones, este peli$ro ries$o de la vida, arro#an en bosques escondidos a su traba#o de melear por ser 2ste un medio Htil y necesario para vestirse, vestir a sus familias y mantener decentemente
0u2 sucede en el m*s poblado río 5ulce, si$uiendo el testimonio del p*rroco de 9sin$asta3 )or empe"ar, se$Hn el padr!n por 2l levantado, una cuarta parte de los ho$ares del curato reco$ían dependientes, agregados en su mayor parte .in embar$o, como hemos afirmado en otra parte, la acumulaci!n de agregados y criados no se traduce necesariamente en hol$ura material En efecto, el eclesi*stico anot! que +a e4cepci!n de tres o cuatro individuos que mantienen haciendas de animales de al$una consideraci!n, lo siembran dem*s decon estaescase", feli$resía es $ente quedesesus mantiene tri$o y maí", que como para elpobre, sustento familiasdeenlasel cosechas a(o y de de la de al$arroba, que suelen producir al$o abundante estos lu$ares
)ara ultimar nuestra comparaci!n, mencionemos que las muchas mu#eres de 9sin$asta y las escasas de ?ua(a$asta se ocupan de id2nticas tareas )ara el p*rroco del 5ulce, los te4tiles constituyen el primer rubro de comercio del curato, se$uido de las mulas y la $rana en palabras del cura de ?ua(a$asta +el mu#erío de ambos estados => se entretiene con sus maniobras, como son ponchos y sobrecamas que 2stas hacen, en sus empe(os con los mercaderes de afuera
9rchivo del 9r"obispado de C!rdoba, Le$ 6M, e4p 1 O1MP 6B
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conocimos hasta aquí .umampa y 9mbar$asta son estribaciones del sistema serrano cordob2s mientras que ?uasay*n es parte de un cord!n independiente y m*s alto La "ona comprendida entre ?uasay*n y .umampa es la m*s *rida de .antia$o& adem*s de la ausencia de lluvias, los niveles de evaporaci!n son e4tremadamente altos .!lo el flanco oriental de las sierras presenta un tapi" ve$etal m*s tupido y es capa" de concentrar una mayor humedad En cuanto a la ve$etaci!n, no difiere demasiado de la que cubre las planicies& quebrachos y al$arrobos conviven con $uayacales, cebiles y yuchanes, #umes, #arillas y cactus, como en otras "onas del bosque chaque(o 9 pesar de las limitaciones ecol!$icas la poblaci!n indí$ena de la sierra no es irrelevante, al menos hasta principios del si$lo RAA El e#emplo me#or conocido es el de la encomienda de :aqui#ata, en plena sierra de ?uasay*n, que en su momento de au$e lle$a a aportarle a su feudatario una amplísima variedad de bienes& te4tiles de todo tipo, miel, maí", cebil, tri$o, brea, a(ilBD .in embar$o, a fines de ese mismo si$lo, s!lo se re$istraban en el Hnico curato serrano +estancias de espa(oles, que todas ellas ser*n catorce , podría ser una herencia en el lar$o pla"o de esta situaci!n )rocuremos concluir nuestro itinerario con una primera síntesis .i en el primer apartado describimos un paisa#e $eo$r*fico dilatado y a$reste en el que el monte y los ríos, a la ve" que constituyen las principales fuentes de recursos, separan y ale#an a los hombres, en las Hltimas p*$inas reconstruimos una carto$rafía social que presenta una apariencia abi$arrada En el 5ulce, una red de familias, parientes y a$re$ados se api(a en los menudos rastro#os cultivables en el .alado, la presi!n por el acceso a la tierra es menor pero, en compensaci!n, la atracci!n de los recursos del monte movili"a una consistente circulaci!n de mieleros y comerciantes dispuestos a recorrer lar$as distancias para apropiarse de las valiosas cera, miel, al$arroba y cochinilla Entre la trama hori"ontal del parentesco y la vertical de la dependencia Smilitari"ada o solidaria- vive este campesinado multicolor en el si$lo RAAA )or Hltimo, las sierras del sur de .antia$o se nos aparecen como un espacio l*bilmente controlado por las autoridades locales, mesti"ado socialmente y por cierto mar$inal en el conte4to que presentamos Empu(emos ahora la lupa para in$resar de lleno en el mundo de los pueblos de indios, estructura de la que procede la mayor parte de los supuestos hechiceros Cuatro problemas ser*n el foco de nuestra atenci!n& los cambios que en el marco de las encomiendas se producen en la vinculaci!n indios Y feudatarios, el sistema de $obierno 2tnico, las estructuras familiares y la relaci!n de los miembros del pueblo con vecinos y transeHntes 5eudatarios y tributarios
Comparten los mismos medios de vida, hablan quichua como casi todos los pobladores rurales, andan descal"os y con +ropa de indio como otros muchos en la campa(aV 0u2 distin$ue a la $ente de casta tributaria del resto de sus vecinos plebeyos3 9 mediados del si$lo RAAA, la diferencia esencial entre unos y otros si$ue siendo la adscripci!n a una encomienda En otras palabras, los indios de %uama, .oconcho, )itambal* y otros pueblos que mencionamos tienen un amo a quien por cesi!n real le deben un tributo y al$unos servicios Esta relaci!n formal de dependencia, con un feudatario o con un administrador que recauda en nombre de la Corona, es BD
'aHl Ledesma, 1aqui'ata, .antia$o del Estero, Universidad , 2l Tucumán colonial y $&arcas, @uenos 9ires, Facultad de Filosofía y Letras, U@9,1DDG, tomo AA, ppGB-16 M 'aHl Ledesma, 1aqui'ata, cit 6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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uno entre los componentes que hacen del pueblo de indios una corporaci!n específica )ero 0cu*l es el contenido concreto del vínculo a mediados del si$lo RAAA y desde una perspectiva local3 Es necesario hacer al$o de historia para poder apreciar las transformaciones que fueron modificando las relaciones entre los indios y sus se(ores La distribuci!n de encomiendas comien"a #unto con la fundaci!n de .antia$o del Estero 9l$unas de ellas cobran merecida fama por su abultada poblaci!n, como .oconcho y :ano$asta, repartimientos tan apetecibles que sirven de recompensa a los primeros $obernadores del %ucum*n )or ser m*s tardío el proceso de conquista de estas le#anas fronteras, la instituci!n de la encomienda se impone en su estilo m*s brutal en el mismo momento en que es cuestionada en el )erH, de#ando lu$ar a formas alternativas de apropiaci!n de la ener$ía indí$ena En efecto, los indí$enas de las encomiendas tucumanenses entre$an al feudatario su ser%icio personal , vale decir traba'o 9 fines del si$lo RA el traba#o de los indios repartidos se traduce en un amplio abanico de bienes )or e#emplo, en .oconcho y :ano$asta el $obernador ?on"alo de 9breu obtiene de sus encomendados ropa y lien"os de al$od!n, alpar$atas, calcetas, costales de cha$uar, tri$o, maí", $allinas, palomas, tocino, manteca,dom2stico velas, miely ylapescado en se lossustancia días de cuaresma mita que todo elloperdices, sin contar los fletes, el servicio en traba#os pHblicos en la ciudad y que implica la participaci!n de todos los miembros del $rupo encomendado1 La pr*ctica de este sistema de e4plotaci!n se acompa(a de crueles maltratos, denunciados en2r$icamente por al$unos eclesi*sticos piadosos Entre los principales responsables, se(alan ellos a los pobleros, a$entes del encomendero e intermediarios entre el mundo indí$ena y el espa(ol Estos persona#es, sobre los que volveremos en breve, suelen vivir en las aldeas indí$enas y cometen contra sus habitantes todo tipo de tropelías y ve#aciones, entre las que abundan los a"otes, las violaciones, la falta de respeto a la di$nidad de los caciques y la e4plotaci!n descarnada del traba#o de hombres, mu#eres, ni(os y ancianos6 'eci2n en el si$lo RAA el visitador 9lfaro procurar*, con 24ito dispar, cambiar este estado de cosas y suprimir el ser%icio personal .e$Hn lo demuestran investi$aciones puntuales, los resultados de la aplicaci!n de sus ordenan"as dependieron estrechamente de la capacidad y las posibilidades con que contaron los $rupos encomendados para hacerlas valer B En este sentido, el %ucum*n colonial considerado como con#unto ofrece inmensos contrastes y el caso de .antia$o del Estero se destaca por la relativa perduraci!n del sistema de pueblos de indios En efecto, al$unas de estas reducciones mantuvieron una base demo$r*fica m*s o menos consistente, conservaron su patrimonio territorial y sus autoridades y hasta consi$uieron me#orar, siempre en t2rminos relativos, sus condiciones de vida en el conte4to colonial %ales pro$resos se e4presan en la fle4ibili"aci!n de las relaciones con los feudatarios, mucho menos evidente en otras #urisdicciones del %ucum*n La %isita que el oidor 9ntonio :artíne" Lu#*n de ar$as reali"! entre 1ND6 y 1NDB a las encomiendas de la $obernaci!n nos advierte sobre estos cambios Lo hace adem*s enun doble re$istro, que reco$e la vo" colectiva de los indios y la individual de los encomenderos 9 pesar 1
Carta de Francisco 9r2valo @rice(o, @iblioteca 6 Cfr Carlos :ayo, ;Los pobleros del %ucum*n colonial Contribuci!n al estudio de los mayordomos y administradores de encomienda en 9m2rica;, Re%ista de Historia de Am.rica , , :24ico, 1DG, pp 6GG B Cfr .ilvia )alomeque, +El mundo indí$ena .i$los RA-RAAA Enrique %andeter =director de tomo>, 4ue%a Historia Argentina *a sociedad colonial , @uenos 9ires, .udamericana, 6MMM, ppG-1 En la visita se transcribe la síntesis de la declaraci!n de varios indios, que responden a un cuestionario fi#o En un se$undo momento, el encomendero tenía derecho a hacer su descar$o por escrito er de mi autoría +Feudatarios y tributarios a fines del si$lo RAA La visita de Lu#*n de ar$as a .antia$o del Estero =1NDB> Judith Farberman y 'aquel ?il :ontero, =comps>, *os pueblos de indios del Tucumán colonial Per%i%encia y desestructuración, @ernal, Universidad
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de su frialdad administrativa, la %isita nos acerca la perspectiva de los actores como pocas otras fuentes al fin de cuentas, suponía una oportunidad e4cepcional para la poblaci!n ba#o encomienda y al mismo tiempo una amena"a que se cernía sobre los feudatarios menos escrupulosos, para quienes s!lo quedaba la posibilidad del descar$o En t2rminos m*s concretos, Lu#*n de ar$as debía $aranti"ar que a su partida las cuentas entre encomenderos e indios se encontraran saldadas, que los eventuales abusos fueran casti$ados y que se ase$urara la atenci!n reli$iosa de los tributarios y sus familias a trav2s del mantenimiento de capilla y doctrinero 9sí pues, el día 6M de setiembre de 1NDB el anciano oidor se ha instalado en .oconcho con la orden de recibir a los indios de las diferentes encomiendas de .antia$o y, de ser necesario, desagra%iarlos 9 modo de e#emplo, acompa(emos a Lu#*n de ar$as en sus conversaciones con los tributarios de %uama, lle$ados hasta .oconcho para cumplir con la %isita La encomienda es en aquellos tiempos una de las m*s nutridas pese a que el padr!n s!lo re$istra a unas cuarenta familias .e$Hn el feudatario don Josep de Casares, %uama es el fruto de sus m2ritos personales pues fue 2l quien cre! un pueblo donde antes +había die" o doce indios y estos metidos en el monte sin forma de reducci!n y con la i$lesia sin alha#ar N e invirti! dinero en reco$er a los indios de su encomienda dispersos .an :i$uel de %ucum*n .in embar$o, le#os de a$radecer al feudatario, los hombres de en %uama han concurrido a .oconcho para que#arse y reclamar toda suerte de deudas Los car$os son muy precisos y, en ri$or, no se encuentran entre los m*s $raves que Lu#*n de ar$as ha tenido que escuchar en su esfor"ado recorrido .e$Hn los indios, el encomendero se habría servido de tres mu#eres y de dos muchachos en su casa de .antia$o, no habría compartido la mitad de la cosecha de las tierras de comunidad y, sobre todo, habría empleado a los tributarios en fletes y cosechas, +alquil*ndolos a otros vecinos Estos Hltimos servicios, se$Hn reconocían los indios, habían sido pa$ados pero no por ello de#aban de ser +contra la voluntad de los declarantes Josep de Casares protest! airadamente frente al visitador, refrendando sus dichos a trav2s de la comparencia de testi$os .in embar$o, sus afirmaciones m*s que contradecir complementaban las de los declarantes indí$enas .i no había compartido la cosecha obtenida en las sementeras del pueblo Sar$ument! Casares- era porque en el traba#o de sembrar descontaban sus indios el tributo En cuanto los fletes, 0por qu2 ra"ones se que#aban sus tributarios de arrear los $anados de su ami$o Ledesma cuando +todos los a(os los indios del pueblo ayudaban desde allí hasta esta dha ciudad a los que venían con tropa y en esto tenían sus conveniencias y vacas3 En otras palabras, si en al$o coincidieron feudatarios y tributarios en sus declaraciones plet!ricas de verdades a medias, fue en la vi$encia efectiva del tributo Ssustanciado en el traba#o a$rario en sementeras del pueblo- y en la e4istencia de un pa$o suplementario, que retribuía servicios que escapaban a su esfera Sel caso de los fletes y el traba#o a$rario en campos de otros vecinos- 0u2 reclamaban entonces los indios3 El haber servido contra su %oluntad , coercitivamente, a los ami$os del encomendero cuando otros vecinos estaban dispuestos a pa$ar me#or por los mismos servicios 9l$o similar est* ocurriendo con los bienes que se producen en los pueblos de encomienda 9unque los feudatarios pa$uen por la miel y la cera que se reco$en en el .alado o por la demasía del hilado, Lu#*n escuchar* de los indios que +tienen por violencia estas compras y deber* intervenir para ase$urar la libertad de sus tratos con mercaderes que les ofrecen el doble y m*s finalmente, tambi2n puede encuadrarse en esta tendencia +ne$ociadora de los tributarios la $esti!n del patrimonio territorial del pueblo de indios, e4presada en ventas,
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arrendamientos o pr2stamos de las sementeras comunitarias %odas estas pr*cticas, que los espa(oles calificaron propias de $ente +ladina =en el sentido de astuta>, no enriquecieron ni mucho menos a los moradores de los pueblos pero apuntalaron las estructuras comunitarias y e4plican buena medida su prolon$ada perduraci!n La %isita, como ya di#imos, es de fines del si$lo RAA Las tendencias que en ella podemos advertir - de una parte una clase encomendil cada ve" m*s escu*lida =al$unas encomiendas son francamente ínfimas>, de la otra, una adaptaci!n relativamente e4itosa de los indios a los mercados de bienes y mano de obra- se robustecen a lo lar$o del si$lo RAAA Esto no si$nifica que los encomenderos care"can de poder a nivel local Ssi$uen ocupando los car$os m*s importantes en el cabildo, son comerciantes de al$Hn peso-, son los vínculos entre feudatarios y tributarios los que se han aflo#ado en beneficio de los se$undos .in embar$o, no todos los miembros del pueblo de indios se han favorecido por i$ual .on los varones adultos los que $o"an de la nueva situaci!n, aqu2llos que se$Hn las ordenan"as deben tributar En contraste, las mu#eres solas y los m*s #!venes =muchachos> si$uen sometidos a un dominio se(orial m*s directo ayamos nuevamente a %uama, ahora en tiempos del proceso contra Loren"a para aclarar la cuesti!n En 1GN1 la encomienda pertenece a do(a Josefa Corbal*n, viuda de don Josep L!pe" de elasco, miembro de un influyente y a(e#o lina#e santia$ue(o 5on Josep es evocado varias veces en las declaraciones de los indios, como tambi2n 'oque L!pe" de elasco, su hermano Los L!pe" de elasco poseían en comHn la estancia de .an Jos2, en 9mbar$asta, donde viven tambi2n al$unos de los pobladores de %uama, sustraídos de la encomienda 05e qui2nes se trata3 , que han pasado allí unos cuantos a(os, y su prole Es notable que, de todas formas, a pesar de que se trata de una distancia considerable, las indias no han perdido el contacto con su pueblo de ori$en& Josefa acompa(a a sus hi#os a la doctrina cada semana mientras que ?abriela acaba de re$resar a %uama para residir allí, tal ve" en coincidencia con la muerte de elasco 9unque el #uicio se produce precisamente en el momento en que la encomienda cambia de manos, es de destacar que Josefa Corbal*n -o en su lu$ar un administrador o el hermano e hi#os del difunto- pr*cticamente no interviene ni es mencionada en las declaraciones .olamente en una ocasi!n aparece la encomendera& enviando a trav2s del alcalde indí$ena un remedio casero para la india supuestamente da(ada por Loren"a, cumpliendo a la letra su funci!n de +buena feudataria 'esumiendo& a mediados del si$lo RAAA la autoridad y el control parecen no estar ya depositadas en encomenderos o pobleros .alvo en el caso de las mu#eres solteras o viudas y de los muchachos sustraídos de las encomiendas, los pueblos parecen $obernarse con relativa autonomía 0u2 papel #u$aron las autoridades indí$enas Sun se$undo elemento que diferencia a los indios de los pueblos del resto de los moradores de la campa(a de .antia$o- en la $esti!n comunitaria3 0 qu2 hay de los espa(oles con atribuciones y autoridad que residen en los pueblos de indios3 Estas cuestiones ser*n ob#eto de an*lisis del si$uiente apartado $aciques, alcaldes, pobleros y curas
+%ienen caciques, aunque mal obedecidos, es +$ente de poca ra"!n y obediencia a sus caciquesG 7e aquí la ima$en que los conquistadores del si$lo RA se formaron de los sistemas políticos de las comunidades mesopot*micas Las concibieron como be&etrías, a$rupaciones inestables, an!micas y fra$mentarias Como otras muchas, tal representaci!n se for#! a partir del cote#o de las modestas comunidades tucumanenses con los poderosos se(oríos andinos La estructura de poder la4a Sque prevaleci! en todo el noroeste ar$entino-, era por cierto una G
/rdenan"as de 9breu =1GN> 'oberto Levillier, obernación del Tucumán Papeles de gobernadores
en el siglo RA, :adrid, 1D6M, tomo AA, pp B6-
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confi$uraci!n que ale#aba a estos $rupos fronteri"os de los peruanos, y fue interpretada en t2rminos de inferioridad cultural, casi de salva#ismo, por los reci2n lle$ados En verdad Sm*s all* de que la discusi!n continHe abierta- en las tierras tucumanas estuvieron ausentes los $randes se(oríos territoriales que e4i$ían una considerable concentraci!n del poder en la fi$ura de los curacas Las comunidades eran numerosas pero la entidad demo$r*fica de cada una fue $eneralmente peque(a y la funci!n principal de los caciques locales se limitaba a fra$uar alian"as con otros $rupos y mediar en casos de conflicto 5e consecuencia, los conquistadores espa(oles no encontraron en ellos un interlocutor v*lido durante la primera ocupaci!n colonial y encararon brutalmente y con escasas mediaciones la e4plotaci!n de los indios Como articuladores inter2tnicos el papel de los caciques fue irrelevante y mar$inal y por ende no tuvo compensaci!n al$una )obres como los dem*s en un universo en el que las diferencias sociales tendían a ser mínimas y la poblaci!n vivía al borde de la subsistencia, los Hnicos privile$ios de que $o"aron los curacas tucumanos fueron el título de don y la e4enci!n de tributo, s!lo transmisible al primo$2nito La debilidad del sistema de autoridades se transform! adem*s en un reempla"arse !ptimo prete4to para le$itimar de los $rupos indí$enas 0C!mo puede el servicio personal la porsobree4plotaci!n un tributo Sle cuestionaban los vecinos de .antia$o al visitador Francisco de 9lfaro en 1N16- si no e4iste el +orden para tributar que s!lo un cacique poderoso lo$raría hacer respetar entre su $ente3 .i los curacas no eran capaces de su#etar a sus indios, de mantenerlos unidos en comunidad =la +huida a los montes es un leit moti% de los documentos de principios del si$lo RAA>, tanto menos lo serían para recaudar tributos y para obli$ar al traba#o a sus subordinados El servicio personal si$nificaba una e4acci!n inmediata - y por lo tanto se$ura- que no de#aba mar$en para la ne$ociaci!n de quienes estaban sometidos a 2l .in embar$o, el visitador 9lfaro si$ui! adelante con la prohibici!n del servicio personal, replicando como marco #urídico para el %ucum*n el introducido por el virrey %oledo en los pueblos de indios peruanos En este sentido, las ordenan"as apuntan a la instauraci!n, tambi2n en las fronteras del imperio, de un sistema colonial indirecto, con sus nuevas autoridades indí$enas -los alcaldes y los re$idores- 9l i$ual que en el )erH, tambi2n en la le$islaci!n re$ional estos caciques, que tal como di#imos difícilmente podían ser calificados de +tiranos como lo habían sido sus hom!lo$os andinos, quedan rele$ados en el papel de intermediarios inter2tnicos Es si$nificativo que s!lo se los mencione en tres ordenan"as, dos veces encar$*ndolos de distribuir la mita y una ve" colaborando con los alcaldes en la tarea de supervisar +que ten$an particular cuidado que toda la comunidad sal$a a matar la lan$osta )or lo dem*s, en la ordenan"a G6 se especifica que +el $obierno de los pueblos de los indios est* a car$o de los alcaldes y re$idores de indios en cuanto a lo universal, de#ando a los caciques el repartimiento de mitas y respeto que se les ha de tener D En contraste, ocho ordenan"as est*n dedicadas a los alcaldes y tres de ellas hacen referencia al cabildo indí$ena, que ellos inte$raban #unto a los re$idores En este nuevo esquema, el alcalde se ocuparía de que los indios +vayan entrando en pulicía, e#erciendo atribuciones de #usticia y de $obierno 9l i$ual que los caciques, los alcaldes $o"aban de la e4enci!n de tributo =con la diferencia de que, en este caso, ello re$ía mientras e#ercieran el car$o> y eran ele$idos por el cabildo de indios en presencia del cura 7asta aquí la le$islaci!n 0u2 sabemos acerca de la puesta en pr*ctica del +sistema colonial indirecto en nuestra re$i!n3 9l parecer los cabildos indí$enas se limitaron a la elecci!n de los alcaldes, una operaci!n que se demuestra a menudo manipulada por doctrineros y feudatarios 5e todos modos, - aHn con sus autoridades d2biles o s!lo formales- los pueblos santia$ue(os si$uen siendo por su autonomía relativamente e4cepcionales en el conte4to tucumano @asta D
.ilvia )alomeque, +Las sociedades cit 'oberto Levillier, $orrespondencia de la ciudad de 6uenos Aires con los reyes de 2spa7a, tomo AA =1N1-1NB>, :adrid, 1D1, pp 6G-BB6 6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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pensar en C!rdoba, Catamarca, .alta y amplias "onas de La 'io#a donde ya a fines del si$lo RAA alcaldes y caciques brillaban por su ausencia, como tambi2n la estructura de los pueblos de indios que debían $obernar 5ecíamos entonces que en los pueblos de indios de .antia$o del Estero sí se desi$naron alcaldes, incluso hasta el si$lo RAR, y eran uno o dos de acuerdo a la entidad demo$r*fica de la casta tributaria 9unque de manera ambi$ua, estos funcionarios apuntalaron una estructura política Sporque a diferencia de los caciques lo$raban ser +obedecidos- que tendi! a simplificarse con el paso del tiempo 0En qu2 consiste la simplificaci!n3 y el disciplinamiento de la mano de obra La se$unda corresponde a la recaudaci!n del tributo, en la que no pocos caciques sostuvieron ser ineficaces, dele$ando pro$resivamente en manos de los alcaldes el in$rato traba#o1 )or Hltimo, y en consonancia con lo que dictaban las ordenan"as de 9lfaro, los alcaldes tendrían atribuciones #udiciales y serían los encar$ados de controlar la concurrencia de los indios a la doctrina y a las funciones reli$iosas, actividades estas Hltimas que daban sentido al +vivir en comunidad Los pobleros indí$enas est*n presentes desde los inicios del sistema de encomienda en la re$i!n 9sí, en los repartimientos reales de .oconcho y :ano$asta uno o dos tributarios colaboran con los administradores en +hacer traba#ar a los indios a cambio de participar de los +aprovechamientos de la encomienda6 un si$lo despu2s, el ya mencionado visitador Lu#*n de ar$as se encuentra con un panorama similar en al$unos pueblos del río .alado Con un a$re$ado& son los alcaldes quienes se desempe(an oficiando de $uardianes en la siembra de las sementeras comunitarias, cuidando que las mu#eres +asistan con puntualidad al hilado y supervisando la labor de siete +indios te#edores, a quienes +apremian en la entre$a de las pie"as B
M
)or supuesto que estamos limit*ndonos al reconocimiento que de los curacas tenían las autoridades espa(olas, soslayando que las relaciones de poder bien podían ser diversas en el interior de la comunidad 1 9l$unos e#emplos En 1GBB el administrador de :atar* consi$ue a duras penas y en presencia del mand!n y del alcalde unas +veinte libras de cera ne$ra en concepto de tributo La distancia y la +nin$una obediencia Oque tienen los indiosP aHn a su p*rroco han complicado la recaudaci!n, 9?), 9?, G En 1GN1 el administrador de :ano$asta renuncia por +no poder su#etar a los indios, que llevan dos a(os de atraso en el pa$o de tributos, 9?), 9?, 11 En 1G las que#as arrecian desde la administraci!n colonial =9?), 9?, B1D>, reiter*ndose en los mismos t2rminos en las 9ctas capitulares, el 1NN1MB +habiendo corrido la maior parte de esta dilata #urisdicci!n en los dos meses #unio y #ulio e inmediatos con el motivo de recaudar los reales tributos que son tan $ravosos al e#ercicio de su car$o por la total falta de eficacia y responsabilidad de los caciques y mandones de los indios que lo adeudan, Actas $apitulares, tomo , pp N1-N1N 6 @iblioteca
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)ara ilustrar la e4periencia de los +alcaldes recaudadores de tributos y de los +alcaldes au4iliares del cura podemos e4hibir un breve e#emplo de principios del si$lo RAR, correspondiente a nuestro ya familiar pueblo de .oconcho Fue entonces que la mu#er de uno de estos funcionarios indí$enas se propuso demostrar la inocencia de su marido, preso por un hecho de san$re %ras convocar a varios testi$os, la india .imona )a$o les solicit! que avalaran si el alcalde +ha sido e4i$ente en el cobro de los reales tributos, que si ha sido el Hnico OqueP su#etaba este pueblo; 0En qu2 se e4presaba esa su#eci!n3 Como depuso uno de los declarantes -que se presenta como vecino del pueblo- +su selo traía oprimidos los indios que de antes estaban tan rela#ados 9 partir de la prisi!n del alcalde, lamentaba, +se ha reconocido la falta que hace por que en el día est*n los indios sin subordinaci!n nin$una, dispersos, sin $uardar comunidad en los actos 5octrinales de los domin$os; Este hombre que conse$uía efectivamente recaudar el tributo Sal$o m*s bien e4cepcional en .antia$o - y servía de valioso au4iliar a la A$lesia, se$Hn nos dice otro testi$o es premiado por su eficiencia y durante cuatro a(os sucesivos es reele$ido +por empe(os del cura de la parroquia )or Hltimo, las funciones #udiciales del alcalde indí$ena quedan bien demostradas en el proceso que en 1GN1 tuvo lu$ar contra Loren"a, india de %uama y $uía del lector en este itinerario por el reino de pr*cticas efecto, como quien tendremos la oportunidad de anali"ar con m*s m*slasadelante, esm*$icas el alcaldeEn Josep :artíne" denuncia frente al cabildo de .antia$o del detalle Estero las supuestas fechorías hechiceriles de dos indias de su comunidad .in embar$o, antes de dele$ar el caso, :artíne" procura hacer #usticia por su cuenta y haciendo uso de su vara 9sí es que lo encontramos reprendiendo a las reas y obli$*ndolas ba#o amena"a a sanar a la víctima, una criada suya 'eci2n cuando los intentos terap2uticos de las presuntas hechiceras demuestran se escasa eficacia, el alcalde lleva la denuncia a los +#ueces de la ciudad Loren"a misma narr! estos sucesos, transmiti2ndonos al$unos indicios acerca de la rivalidad entre las autoridades indí$enas de su pueblo En este sentido, no es casual que perse$uida por la #usticia indí$ena la india tratara de refu$iarse en el rancho de su curaca .in embar$o, tampoco 2ste habría de defenderla y, por el contrario, termin! por confirmar ante la #usticia capitular la mala fama de la acusada QQQ Las autoridades indí$enas del pueblo de indios debían compartir su poder con otras fi$uras que procedían del mundo hispano En la etapa m*s temprana de la encomienda, uno de los persona#es paradi$m*ticos es el poblero, en el cual los encomenderos dele$an el control del traba#o )oco antes nos referimos a los pobleros indí$enas pero, en ri$or, la fi$ura dominante de los si$los RA y RAA es la del espa(ol pobre, con frecuencia un pariente del feudatario, que traba#a a cambio de un salario o de la apropiaci!n de una parte de los +provechos de la encomienda 9unque no est*n autori"ados a residir entre los indios, suelen hacerlo de hecho, perturbando la vida comunitaria con la imposici!n de durísimos ritmos de traba#o de los que ni siquiera ni(os y ancianos quedan e4imidos Una de las im*$enes m*s reiteradas es la del reparto cotidiano de al$od!n y de lana entre las mu#eres para ser hilados con la tecnolo$ía tradicional .e$Hn advierte un eclesi*stico con *nimo de hacer #usticia, me#or es para las indias que +esta on"a Ode al$od!n o de lanaP haya de venir muy
9?), %rib1, 11G O1M1P La recaudaci!n tributaria fue siempre muy problem*tica en .antia$o, salvo cuando los encomenderos +descontaban el tributo directamente en servicios )ero cuando el pueblo queda en +cabe"a de la corona, la recaudaci!n es realmente difícil 7e aquí al$unos e#emplos En 1GBB el administrador de :atar* consi$ue a duras penas y en presencia del mand!n y del alcalde unas +veinte libras de cera ne$ra en concepto de tributo La distancia y la +nin$una obediencia Oque tienen los indiosP aHn a su p*rroco, dice, han complicado la recaudaci!n, 9?), 9?, G En 1GN1 el administrador de :ano$asta renuncia por +no poder su#etar a los indios, que llevan dos a(os de atraso en el pa$o de tributos, 9?), 9?, 11 En 1G las que#as arrecian desde la administraci!n colonial =9?), 9?, B1D>, reiter*ndose en los mismos t2rminos en las 9ctas capitulares, el 1NN1MB +habiendo corrido la maior parte de esta dilata #urisdicci!n en los dos meses #unio y #ulio e inmediatos con el motivo de recaudar los reales tributos que son tan $ravosos al e#ercicio de su car$o por la total falta de eficacia y responsabilidad de los caciques y mandones de los indios que lo adeudan, Actas $apitulares, tomo , pp N1-N1N
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limpia y #usta porque si al$o desto falta sus miserables carnes, despu2s de mal cubiertas, quedan de los a"otes maceradas y su#etas al suplemento que ha faltado N , tambi2n est*n presentes en la formaci!n de los padrones de tributarios )or lo tanto ser*n ellos =y secundariamente los cabos de las compa(ías militares> los encar$ados de dirimir conflictos destinados a presentarse cada ve" con mayor frecuencia a lo lar$o del si$lo RAAA y que enfrentan a encomenderos decididos a aumentar de cualquier modo el nHmero de tributarios ba#o su control con mu#eres y hombres que reclaman la libertad de sus descendientes y la suya propia invocando ser hi#osY hi#as naturales de espa(oles o estar alistados como soldados Los sacerdotes recuerdan todos esos datos y adem*s los tienen anotados en sus libros& pueden responder, como de hecho lo hacen, por las historias de los padres y de los abuelos de estos aspirantes al ascenso social =o, por lo menos, reacios al descensoV>D N
+'elaci!n del padre Juan Rimene" sobre los casti$os de los pobleros a los indios del %ucum*n =1NMG> Citado en 'icardo 'odrí$ue" :olas, *os sometidos de la conquista Argentina, 6oli%ia, Paraguay @uenos 9ires, CE9L, 1D, p6M1 G +5escripci!n de 1 curatos del %ucum*n =1ND6> En 9 Larrouy, 3ocumentos del Arc&i%o eneral de Indias para la &istoria del Tucumán, tomo I, 89:8/8;<< @uenos 9ires, 'osso, 1D6B Un e#emplo lo proporciona el cura de :atar*, que reclama con 24ito cuatro a(os de sínodo al hi#o del encomendero 5ice el sacerdote haberse mantenido durante ese tiempo +a mis e4pensas, haciendo deudas como al presente me compelen a su pa$a con e#ecuci!n ante mi superior como para mantener las crecidas obli$aciones y car$a de padres pobres y via#es
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)or Hltimo, adem*s de ser los conocedores de quienes +quedan afuera de la casta tributaria, los doctrineros tienen una si$nificativa in#erencia en la vida política de los de +adentro Cierto es que las mismas ordenan"as locales les otor$aban ciertas prerro$ativas 9lfaro había dispuesto que la elecci!n de los alcaldes quedara en manos del cabildo indí$ena pero 2sta debía hacerse +en presencia del cura )ero, previsiblemente, la intervenci!n del sacerdote podía ir m*s all* del papel de veedor que se le asi$naba y hacerse e4tensiva al nombramiento de un mand!n, a la propuesta de un alcalde o a la restituci!n de la le$itimidad de un caciqueNM Ansertos en lo íntimo de la vida comunitaria, conocedores de la fama de cada cual, al$unos sacerdotes terminaron por convertirse en una suerte de representantes políticos de los tributarios En ese marco se comprende que un $rupo de caciques de la frontera con el Chaco proteste por la +falta y ausencia de nro Cura )ropietario don Clemente Jere" y que no s!lo e4tra(en +la $rande falta y per#uicio a la doctrina del .anta Evan$elio sino tambi2n la protecci!n que el eclesi*stico les brindaba frente al abuso de cabos militares y encomenderos 5e los primeros, dicen los caciques, +nos han mandado y tratado en la forma que ellos han querido por lo que muchos de nuestros indios osan perdernos el respeto de los se$undos, que los ocupan +en tiempo de celebrar nras fiestas de ntros patrones y titulares de nras parroquias =V> sacando del pueblo los indios de lo cual se se$uido anual la pocadedevoci!n a la i$lesia santos y per#uicio+en espiritual delhaprecepto confesary yrespeto comul$ar, am2ny de perturbarlos tiempoaldecumplimiento cuaresma y N1 semana santa sac*ndonos a via#es )or lo dem*s, el nombre del cura Clemente Jere" asoma varias veces m*s en nuestros vie#os papeles, confirmando su activa participaci!n en los asuntos comunitarios& lo encontramos, por e#emplo, conchabando indios para melear en el monte y celebrando un matrimonio entre un indio tributario y una mesti"a descarriada que tiene en dep!sitoN6 5e todo lo dicho podría concluirse que en los pueblos de indios se precisa de autoridades e4ternas a falta de predicamento y le$itimidad de las 2tnicas e internas .in embar$o, un sistema de autoridades propio no parece a$re$ar demasiado a estas comunidades que, le#os de necesitarlo -como afirmaron los cronistas tempranos, los encomenderos y los funcionarioslo$raron subsistir con relativa autonomía 9 nuestro parecer, la contenci!n de las redes de parentesco, refor"adas por intercambios matrimoniales directos y a m*s lar$o pla"o, fue una de las bases esenciales en la reproducci!n de los pueblos de indios mesopot*micos !na %asta "amilia Como en toda la campa(a de .antia$o, los #efes de familia de los pueblos de indios est*n unidos entre sí por la"os m*s o menos pr!4imos de alian"a y parentesco En ri$or, el parentesco era el andamia#e ori$inario de las comunidades indí$enas, de las naciones que sometieron los primeros espa(oles La fusi!n de parcialidades y la a$re$aci!n de encomiendas complicaron pro$resivamente esa estructura ori$inaria, en un #ue$o en que las decisiones 2tnicas y los simples arre$los administrativos de los funcionarios coloniales crearon nuevas entidades D
Casos de este tipo hemos encontrado en abundancia en el archivo provincial Anteresante es, por e#emplo, la historia de :aría 9ntonia Corbal*n, espa(ola pobre for"ada por su preco" orfandad a casarse con un indio de +mediana forma del pueblo de %uama, que +por no hallarse en padrones vivía en posesi!n de su libertad desde inmemorial tiempo 'eclamados los hi#os de :aría 9ntonia por el nuevo titular de la encomienda, se convoca al cura don Luis de %re#o, que reali"ara tantos a(os atr*s el despare#o matrimonio y dice recordar +la mucha compasi!n y reparo del que una se(ora por la pobre"a se casase con tal su#eto 9sí tambi2n certifico que los hi#os de esta dha suplicante no los he matriculado )or indios, antes sí los he casado como a soldados 9?), %rib, 61G O1GGP NM La sucesi!n al cacica"$o se$uía la línea de la primo$enitura masculina 5e no e4istir heredero, se ele$ía al pariente m*s cercano =un sobrino> o bien, al menos formalmente, se suprimía la parcialidad En casos de un curaca Hnico sin sucesor, se desi$naba un mand!n 9quí sí encontramos casos de manipulaci!n, m*s all* de que los mandones sean por lo $eneral parientes muy cercanos del cacique difunto N1 9?), 9?, 1, BB, 1G6N N6 9?), %rib 16, DGN, 1GD1
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territoriales y comunitariasNB Los resultados comunes a ambos procedimientos fueron la reducci!n del nHmero de pueblos =los m*s $randes se +devoraron a los peque(os> y la ampliaci!n $radual de los nHcleos familiares de originarios .in embar$o, desafiando las fusiones voluntarias o impuestas, la trama del parentesco si$ue confi$ur*ndose como principio ordenador, incluso tan tardíamente como a principios del si$lo RAR Lo comprobamos si$uiendo los padrones de indios en los que se re$istran casi todos los apellidos Sapenas un pu(ado para cada pueblo- y se e4plicitan los vínculos parentales entre los sucesivos #efes de familia Este +mapa peculiar que ofrecen los censos nos permite ver, por e#emplo, que en la %uama de fines de 1GN - producto de por lo menos tres fusiones de anti$uas parcialidades- los .oto, los 'old*n, los :artíne", los Caraba#al y los /rosco se reparten como familias principales del pueblo las #efaturas de ho$ar es muy probable que los vecinos +libres =vale decir, los que m*s all* de su etnía no pertenecen a la casta tributaria y suelen agregarse al pueblo de indios> compartan esos mismos apellidos que tan poco nos dicen sobre la calidad 2tnica de sus portadores 5e hecho, muchos de ellos han sido heredados de vie#os encomenderos o due(os de esclavos, o adquiridos a trav2s de la uni!n con forasteros Esta cercanía que imprime el parentesco tiene su correlato residencial, y las nuevas familias que se constituyen condeelvida matrimonio levantan ranchos no le#os de los de sus padres y, cuando la ba#a esperan"a lo permite, de sus sus abuelos a di#imos que este patr!n familiarYterritorial no es privativo de %uama ni de las reducciones indí$enas Es casi un universal de las sociedades campesinas y, sin e4a$erar, podríamos afirmar que toda la campa(a de .antia$o es un archipi2la$o de islas de parentesco que se consolidan con las alian"as nupciales y se deshacen con la dispersi!n de las mi$raciones definitivas :atrimonio y mi$raciones son, precisamente, los dos mecanismos principales que suman y restan miembros al pueblo de indios, re$ulando de esta suerte el acceso a la tierra re$ada sobre la cual los tributarios tienen derechos inalienables )or eso, podemos hipoteti"ar que tanto el matrimonio como las mi$raciones son asuntos de inter2s familiarYcomunitario y que, por lo menos los primeros, se deciden colectivamente 5e ello nos hablan sobradamente los intercambios entre hermanos y los que se resuelvenN en dos o tres $eneraciones, creando relaciones de alian"a y reciprocidad entre parcialidades El matrimonio puede ser una buena ocasi!n para ampliar la familia pero tambi2n un paso estrat2$ico para probar suerte en otro sitio En efecto, uno de los datos m*s llamativos de los mencionados padrones de poblaci!n del si$lo RAAA es el peso consistente de los mi$rantes y, entre ellos, de hombres casados con mu#eres que ni los alcaldes ni el cacique conocen porque nunca han pisado la reducci!n N )odemos pensar a aqu2llos que se casan fuera del pueblo en dos sentidos contradictorios& o bien se han liberado de las re$las que impone el parentesco, y de las decisiones que tanto estructuran el campo de la alian"a, o bien se encuentran entre los m*s pobres en parientes y est*n, en cierto sentido, condenados a partir 5e todos modos, tambi2n las mi$raciones, y especialmente las masculinas, son un fen!meno que e4cede lar$amente el pueblo de indios 9l$unos mi$rantes abandonan definitivamente sus lu$ares de ori$en y los amanuenses los consideran +ausentes perdidos otros s!lo se ale#an por el tiempo que duran los arreos, las cosechas o los +mandados del encomendero Las mu#eres, por el contrario, conforman el sector m*s estable de los poblados rurales, imprimiendo en la NB
Las fusiones administrativas, en los casos en que los pueblos contaran con un e4i$uo nHmero de habitantes, estaban re$lamentadas por las ordenan"as de 9lfaro .obre uniones decididas por los mismos pueblos cfr Judith Farberman, +Feudatarios y tributarios cit N Cfr Judith Farberman, +Los matrimonios de .oconcho Endo$amia, tierra y comunidad en tres pueblos de indios de .antia$o del Estero 1GM-1MD 1emoria Americana 1M, Facultad de Filosofía y Letras, .ecci!n Etnohistoria, Universidad de @uenos 9ires, pp B-NN N Los ausentes constituían del 1 al BMW de la poblaci!n empadronada Esto no si$nifica que todos los ausentes fueran definitivos Especialmente desde fines del si$lo RAAA, la mi$raci!n estacional se convertir* en habitual en los pueblos de indios BB http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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demo$rafía y la sociedad santia$ue(as una impronta peculiar y visible en la lar$a duraci!n Es que, en un conte4to en el cual el hombre escasea y la mu#er abunda, el matrimonio no puede ser una re$la universal Esto e4plica, aunque s!lo en parte, que un tercio de los ho$ares de %uama ten$an por #efe a una mu#er soltera o viuda, que mantiene a su prole a fuer"a de hilar o te#er o $racias a la solidaridad familiar 9sí, los pueblos de indios comparten la estructura socio demo$r*fica propia de las tierras de emi$raci!n, estructura que tender* a hacerse m*s nítida cuando las oportunidades de traba#o asalariado en el ascendiente litoral se multipliquen en la se$unda mitad del si$lo RAAA La soledad femenina, atenuada por la protecci!n de una densa red de parientes, es un dato comHn en la re$i!n, que otor$a a las mu#eres indí$enas una importancia productiva insoslayable de los mi$rantes mientras dure su ausencia En el otro e4tremo del espectro, los miembros de familias pobres en parientes ser*n candidatos a la emi$raci!n definitiva y el matrimonio e4o$*mico una oportunidad para empe"ar otra vida Esta fuerte estructuraci!n del campo de la alian"a que las fuentes de fines del si$lo RAAA nos permiten advertir, invita a evaluar procesos de cambio que hasta el momento s!lo hemos apuntado sumariamente .i pensamos que en el si$lo RAA los encomenderos santia$ue(os eran acusados de impedir los casamientos de sus indios mientras que a fines del RAAA las comunidades parecen haber aprendido =0o recobrado3> una efica" estrate$ia de reproducci!n, no podemos sino sorprendernos frente a esta situaci!n de autarquía )odría ser 2sta la punta del iceber$ de un con#unto de cambios silenciosos y si$nificativos que sumados e4plicarían la relativa perduraci!n de los pueblos de indios santia$ue(os, que s!lo se desestructuraron completamente cuando la revoluci!n de independencia los de#! sin tierras y entidad 2tnica, en un proceso de indiferenciaci!n en el que todos eran llamados a concebirse como ciudadanos )ero todo esto era todavía remoto en los tiempos de Loren"a, cuando el sistema de encomienda y la vi$encia de las castas todavía dominaban en las comunidades santia$ue(as Intrusión, %ecindad y mesti#a'es
9 este punto de nuestro itinerario el lector sabe bien que los pueblos de indios dieciochescos son un continente que s!lo parcialmente se a#usta a su nombre )ensados en sus orí$enes como estructuras que prote$ieran la reproducci!n social y comunitaria preservando a los indí$enas del contacto +nocivo con blancos y mesti"os, las reducciones no alcan"aron esos ob#etivos en nin$una parte y fueron desbordadas por el mesti"a#e, las mi$raciones y el crecimiento de la poblaci!n forastera )ara anali"ar el problema es necesario re$resar una ve" m*s al modelo de la repHblica de los indios Como es sabido, las ordenan"as alfarianas se ocupaban con insistencia de la se$re$aci!n residencial, aHn en los casos en que las reducciones se construyeran en el interior de las estructuras a$rarias espa(olas 5e hecho, la le$islaci!n local viene precedida de una fuerte denuncia pobleros que +eldedemonio introducido esta tierra y que pordesus funciones,contra como los vimos ya, residen manera ha permanente en en la aldea indí$ena 9sí, la reducci!n hacia adentro, 9lfaro dispone limitar al m*4imo los contactos inter2tnicos ordenando B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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que +en pueblos de indios no est2n ni residan nin$Hn espa(ol ni mesti"o, ne$ro ni mulato so pena de cien pesos al espa(ol y a los dem*s cien a"otes NN La prohibici!n re$ía para los mismos encomenderos y sus familias, y aHn para los criados y parientes de los curas, como di#imos antes, los Hnicos espa(oles habilitados para convivir con los tributarios )ero el oidor de Charcas cuidaba los intereses de los indios tambi2n de la reducci!n hacia afuera En las ordenan"as BB y B, por e#emplo, se disponía $uardar una prudente distancia entre las tierras de los indios, las chacras Sque, con e4cepci!n de las ya pobladas, no podrían estar a menos de media le$ua- y las estancias, que debían hallarse a tres le$uas como mínimo Es un dato conocido que los límites territoriales de los pueblos de indios Spor otro lado bastante difusos- no fueron respetados por sus vecinos m*s poderosos NG Como contrapartida, y como e4pusimos antes, no fueron pocos los individuos o familias que abandonaron, por la fuer"a o de su voluntad, los pueblos de indios para instalarse en las estancias espa(olas o en las casas de la ciudad 9l$unos de estos individuos o familias mantuvieron los la"os que los unían al pueblo de ori$en, si$uieron tributando y hasta fi$uraban como +presentes en los censos /tros muchos, sin embar$o, pasaron a en$rosar la fran#a de los +indios libres, sin raíces ni parientes en el pueblo de ori$en 0C!mo pasaba un indio de encomienda a ser +libre de amos y tributos3 9l i$ual que en otras re$iones del imperio espa(ol, no e4istía un Hnico camino )or otra parte, la consecuci!n de esta libertad no suponía autom*ticamente me#ores condiciones de vida para quien se emancipaba, especialmente hacia fines de la era colonial, cuando el la"o que unía a tributarios y feudatarios se aflo#! visiblemente y estar adscripto a un pueblo de indios permitía el acceso a las apetecidas tierras de re$adío )arad!#icamente, la libertad #urídica solía ser una consecuencia a mediano pla"o de las pr*cticas abusivas de los encomenderos En este sentido, el hi#o o el nieto de una india crecida en la estancia del feudatario o en una casa de espa(oles tenía buenas posibilidades de emanciparse al lle$ar a la adulte" Cancelado de la memoria del cacique o del cura, ine4istente en los padrones de indios, sus orí$enes se perdían en el misterio, a veces con la connivencia del estanciero o vecino que lo cobi#aba la paternidad dudosa, habitual en un conte4to en que los hi#os naturales eran tantos como los habidos en el seno del matrimonio, podía eri$irse en una ra"!n efica" en caso de eventuales cuestionamientos 9unque los archivos atesoren unas cuantas historias de indios que recurren a la #usticia para librarse de la su#eci!n encomendil, lo cierto es que no fue 2ste el camino m*s transitado :*s bien, podemos pensar en un proceso de emancipaci!n silencioso e inasible, que s!lo raramente $ener! reclamos se(oriales y demostraciones de filiaci!n indí$enas 0C!mo aprehender ese proceso3 Las actas de matrimonio y los padrones de indios nos ofrecen al$unas pistas& las primeras, en particular, nos revelan que la mayor parte de los indios e indias se casaban con mu#eres y hombres, tambi2n indios, de la misma doctrina N .in embar$o, contrastando las actas de matrimonio con los padrones, constatamos que una parte importante de estos c!nyu$es no pertenece a la casta tributaria .on aquellos su#etos re$istrados por el amanuense como NN
/rdenan"as de 9lfaro, cit, <6, p BMB Una e4cepci!n a la re$la era el período dedicado a la siembra y a la cosecha en las sementeras comunitarias, +los días de co$er el al$arroba y los de recaudar tributos NG En las ordenan"as no se especificaban las dimensiones de la tierra que correspondía a cada pueblo En la pr*ctica, se tendi! a tomar como patr!n la suerte de estancia pero tampoco esto, a #u"$ar por los conflictos que se suceden, implic! una precisi!n mayor en la definici!n de los límites Cfr sobre este punto Carlos 5ía" de 'ementería, +Fundaci!n de pueblos de indios en la $obernaci!n del %ucum*n =si$los RAA y RAAA> Re%ista de Historia del 3erec&o, , 1DM, pp 1-161 68 9?<, RAAA, 1G-6-1 y 5ocumentos 5iversos, le$a#o BB respectivamente Los re$istros parroquiales m*s tempranos de .antia$o del Estero =fuera de la ciudad> son los de la parroquia de .oconcho =lue$o 9tamisqui> y abarca el período 1GB-11 Fueron microfilmados por la Universidad de Utah y se encuentran en los Centros de 7istoria Familiar de la A$lesia de Jesucristo del .2ptimo 5ía ba#o los nHmeros 1M6B y 1M6BN B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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+soldados en el caso de los varones y como +cholas, +chinas o +libres en el de las mu#eres .oldados, cholas y libres pertenecen a esta cate$oría, que suponemos en crecimiento a lo lar$o del si$lo RAAA, de mesti"os e indios libres .e trata de $entes que con frecuencia viven en el mismo pueblo, usufructuando tierras como agregados, a partir de acuerdos con las autoridades 2tnicas 5esde esta perspectiva, para un indio o una india libre, el matrimonio con un tributario o con una mu#er hi#a de tributarios era una buena oportunidad ya que, aunque suponía la adscripci!n de la descendencia a la casta tributaria, $aranti"aba el $oce de las tierras re$adas sin necesidad de agregarse al pueblo de indios Estos soldados y cholas, entonces, constituyen una parte de la vecindad del pueblo de indios que, en ri$or, se inte$ra a 2l a trav2s del matrimonio y hasta puede terminar por confundirse en ella En efecto, estas uniones con forasteros y forasteras tampoco parecen de#adas al a"ar ya que son siempre las mismas familias las que in$resan al pueblo, cautivas tambi2n ellas de la fuerte estructuraci!n del mapa de la alian"a al que antes hemos hecho referencia Los amanuenses que levantaron los padrones nos presentan el t2rmino soldado pr*cticamente como sin!nimo de +indio libre en efecto, como hemos dicho ya, bastaba con acreditar la pertenencia a una compa(ía militar para demostrar la e4enci!n de tributar )ero e4isten tambi2n otros sentidos y connotaciones, m*s ale#ados de la armonía que permite ima$inar esta difusi!n de alian"as conyu$ales, y que contradicen la identidad soldado-indio libreND Los fronteri"os del mundo espa(ol Sque suelen manifestarse cuando su superioridad en t2rminos 2tnicos es puesta en duda- , los espa(oles pobres, tambi2n son soldados, m*s all* de su oficio u ocupaci!n apenas si cuentan con ese e4pediente para recordar su calidad 2tnica, defender su filiaci!n o la condici!n de sus hi#os GM Es decir que, en principio, la cate$oría de soldado no tiene un contenido 2tnico sino una dimensi!n #urídica ya que el soldado es, ante todo, un hombre libre tambi2n una connotaci!n social& es un hombre pobre, que forma parte de una vasta poblaci!n flotante, militari"ada por necesidad y no por profesi!n 9unque desde la conquista en adelante no faltan ocasiones para +estar sobre las armas, lo cierto es que las emer$encias que imponen las incursiones de abipones y mocovíes, la preparaci!n de las entradas ofensivas al Chaco o la custodia de los fortines han fortalecido las dependencias militares y las relaciones con los indios adscriptos a los pueblos se han vuelto m*s ríspidas y hostiles a lo lar$o del si$lo RAAA Lo detectamos claramente en dos situaciones& cuando los mismos indios tributarios son obli$ados a tomar las armas, y por ello se encuentran sometidos a autoridades militares de mayor #erarquía, y cuando, absorbidos por el mundo libre de las castas, los pueblos de indios se reducen a su mínima e4presi!n Lo primero es lo que ocurre en las doctrinas del .alado y de :atar*, en las puertas del Chaco 9quí los pueblos de indios se han convertido pr*cticamente en barreras de contenci!n y al$unos de ellos, como el de Lasco o el de nquili$uala, han sido completamente destruidos por los $uaycurHes 5e modo que, los pobladores del .alado, desde fines del si$lo RAA, bien que con al$unas interrupciones, viven de $uerra en $uerra En este proceso de militari"aci!n de la frontera, los indios de los pueblos encarnan uno de los eslabones m*s d2biles adem*s de ser presa, como ya vimos, de la arbitrariedad de los soldados libres ND
Un e#emplo de 1GG ya revisado y que abona lo que venimos diciendo Una mu#er espa(ola, compelida por su pobre"a a casarse con un tributario de %uama, defiende el derecho de sus hi#os mesti"os a no fi$urar en los padrones de indios El cura de %uama convocado por la mu#er, certifica que a +los hi#os de esta dha suplicante no los he matriculado por indios, antes sí los he casado como a soldados =subrayado nuestro> 9?), %rib, 61G GM 9sí le ocurri! a 9lonso 5ías 9$uilar, tachado de indio no obstante su padre, que tambi2n se llamaba 9lonso, fuera +hombre espa(ol o tenido por tal, militando en servicio de .u :a$estad como los dem*s mo"os pobres de que se componen las compa(ías militares 0Cu*l era el ori$en de la confusi!n3 5e una parte, 9lonso había contraído matrimonio en se$undas nupcias con una india del pueblo de Lasco, en el río .alado, del otro, como #ocosamente lo relata un testi$o, $ustaba nuestro hombre de andar descal"o como un indio La advertencia del compa(ero de armas fue +si and*is descal"o os querr*n pedir por de encomienda y así cal"aos, 9?), %rib, N, 1G BN http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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.in embar$o, a fines del si$lo RAAA, y ya declarado el fracaso de la política reduccional, el panorama fronteri"o ha variado en un punto, porque los tributarios de los pueblos de indios del .alado son reconocidos, ahora formalmente, como soldados, asumiendo aquella car$a de la que estaban te!ricamente e4entos En efecto, sabemos por e#emplo que los caciques de :atar* y ?ua(a$asta han obtenido y renovado para sus indios nada menos que la e4enci!n del tributo a cambio de sus prestaciones militares ahora que la totalidad de la poblaci!n masculina est* compuesta por soldados, la autoridad de los caciques parece haberse fortalecido Cabe pensar que no era poco la condonaci!n de un tributo que, cuando se hace efectivo, se abona en cera ne$ra y blanca, el +don m*s valioso del monte chaque(o y una de las principales e4portaciones santia$ue(as 9 la se$unda situaci!n podemos apro4imarnos m*s elocuentemente a trav2s de un e#emplo puntual, provisto por la querella que don 7ilario Carpio, mand!n de .alavina, inicia contra el oficial Clemente 5ía"G1 En palabras de don 7ilario, 5ía" se había presentado en su rancho con una comitiva de soldados dici2ndole +que tenía comisi!n de este Cabildo para pe$arle fue$o a su casa y que saliera desterrado fuera de su pueblo con su familia y lo dem*s de su pobre"a; Carpio respondi! y soldadosa la queafrenta acudiendo a la #usticia capitular y denunciando en2r$icamente a ;los oficiales +se hallan un*nimes, di$o los que viven en nuestro )ueblo, vienen solo a chuparnos la san$re no contentos de hallarse usufructuando de lo me#orcillo de nuestro terreno, lo cual nos es tan per#udicial, que nos tienen quitado todas nuestras conveniencias
+Lo me#orcillo del terreno incluye para Carpio el sitio en el que ha levantado su pobre rancho G6 En efecto, lo que 5ía" le reclama al mand!n es que traslade su casa ;que es en un rinc!n solitario; dentro del pueblo )retensi!n a la que Carpio ;respondi! con rabiosa Ara que aunque s!lo lo mande el 'ey no había de mudarse de allí, por ser perteneciente aquel sitio a su terreno; El debe aleerse en un conte4to& en el a(o de esta 1GN, el que pueblo de episodio .alavina#udicial est* pronto desaparecer a el censo $eneral de disputa, 1GG re$istraba de de losindios B1D habitantes del curato, un DMW pertenecía a las castas )or poco cr2dito que le demos a estas clasificaciones, lo cierto es que en ese me"clado universo el pueblo de indios de .alavina y sede de la doctrina, apenas si reunía doscientas personas de casta tributaria 9 diferencia de lo que ocurre con otros curatos de .antia$o =como el de .oconcho, al que ya hemos mencionado>, nacido como pueblos de indios, .alavina crece como una poblaci!n criolla y libreGB sin embar$o, la peque(a comunidad indí$ena es percibida por lo menos por sus autoridades y por los vecinos como una suerte de enclave 2tnico en un mar mesti"o En el discurso de Carpio, los soldados de .alavina son +los otros& los intrusos, los enemi$os y usurpadores %ambi2n el cura coincide en la apreciaci!n de la alteridad, pero su opini!n es la inversa&G+los Hnicos Andios que había medio Christianos eran dos y a estos se los llev! 5ios;, sostiene esta ima$en de los tributarios del pueblo se repite en otras fuentes en asociaci!n con un nuevo atributo& la irreverencia íctima del descaro y de la irreverencia de los indios de .alavina ha sido un mercader, persona#e tan intruso y a la ve" tan familiar como los soldados a mencionamos a los comerciantes como miembros estables del desfile de transeHntes que recorren los pueblos rurales 9$re$uemos ahora que las autoridades locales dicen perse$uir a estos tratantes Slas Actas del $abildo documentan la intenci!n- pero su política conoce de hi#os y entenados ya G1
9?), %rib B, 1N O1GNP 9?), %rib, B, 1B, sYf GB Es un caso muy similar al del curato de Chiquili$asta, en la #urisdicci!n de .an :i$uel de %ucum*n, que ha estudiado Estela
BG http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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que en el ne$ocio se encuentran involucrados hombres que actHan como a$entes de los capitularesG .in duda, los mercaderes no siempre son mal recibidos en los pueblos de indios 9unque el mecanismo de la deudaGN encadene por i$ual a mieleros y te#edoras, estos su#etos si$uen siendo los principales clientes y proveedores de nuestro campesinado indí$ena .in embar$o, otros mercaderes pueden entrar en colisi!n con autoridades en2r$icas, como el belicoso 9le#o Carpio, alcalde de .alavina, hi#o de caciques y padre de nuestro ya familiar 7ilario El enfrentamiento se produce con )ablo %royti(o quien, autori"ado por el cura del partido, se encuentra en el pueblo ;en cobran"a de al$unas acreencias;GG La intromisi!n subleva a Carpio, a tal punto que lo amena"a con un cuchillo, tren"*ndose en una pelea cuerpo a cuerpo en presencia de varias personas Las palabras que los testi$os ponen en boca del curaca y del alcalde suenan desafiantes y verosímiles El primero habría replicado a los vecinos y transeHntes presentes que +ahora sabría el Cabildo y el cura, con cuia licencia había entrado en este pueblo el dicho dn )ablo, que sin licencia de ellos no podía entrar nadie a tratar por si quedaba al$una duda, el se$undo, antes del incidente habría advertido al mercader que +2l era el hi#o del curaca y que tenía facultad para despo#arlo y que para eso tenía indios 0Es e4cepcional la audacia de los Carpio3 El Hltimo e#emplo que vamos a aportar, y que nos lo provee el pueblo de %uama, podría llevarnos a ima$inar que no
Una de las modalidades a trav2s de las cuales se hace este comercio es la de la compa7ía Un comerciante de condici!n acomodada aporta el capital =en efectos> mientras que su a$ente provee su traba#o personal, costea los via#es, las cabal$aduras y los peones Un e#emplo de la compa(ía 9r$a(ara" S %royti(o, que termina mal en 9?), %rib 1M, BM O1GDBP GN El mismo %royti(o se presenta ante el Cabildo como +a$ente y recaudador de los fiados que tenía hechos en la #urisdicci!n del río .alado y 5ulce 9?), %rib, 1M, BM O1GDBP GG 9?),%rib 1M, 1 O1GGP G 9?), %rib 1, 166, O1MP B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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idea de una desestructuraci!n completa y verti$inosa :*s bien, acerc*ndonos hacia el final de las comunidades indí$enas institucionali"adas, podríamos hipoteti"ar una cierta consolidaci!n de su estructura Como en la mayor parte de los procesos coloniales, 2sta result! de un #ue$o de transacciones, adaptaciones y renuncias de los actores Scolectivos e individuales- involucrados
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Ca"íulo II. #ueces legos y se$ores de indios En su primera declaraci!n, Loren"a sostuvo que el alcalde indí$ena de su pueblo la había amena"ado con mandarla a quemar +sin dar parte a los #ueces de la ciudad 9 la violencia de aquellas palabras, habría ella retrucado +que si estaba tan creído => ella ocurriría a dichos JuecesGD 0ui2nes eran los #ueces en cuesti!n3 .e trataba de los alcaldes ordinarios del cabildo de .antia$o del Estero que, entre otras funciones, se ocupaban de asuntos de #usticia civil y criminal en primera instancia ui"*s Loren"a esperaba de los notables santia$ue(os una intervenci!n oportuna que limitara las atribuciones #udiciales del alcalde de %uama .i 2sas fueron realmente sus e4pectativas, como veremos, le#os estuvieron de cumplirse Los +#ueces de la ciudad iniciaron contra ella un proceso de oficio que termin! por colocarla en el centro de una tena" persecuci!n En este capítulo hemos de ocuparnos de esos #ueces y de la #usticia criminal de estos tribunales le$os del si$lo RAAA En la medida en que lo m*s rico de nuestro corpus documental proviene de procesos #udiciales, de fuentes +dialo$adas, es imprescindible pre$untarse por qui2nes formaron los interro$atorios, pensaron y mandaron escribir autos, decidieron tan delicadas como la aplicaci!n de tormentos o la sentencia a lalos pena capital y, de uncuestiones modo u otro, influyeron sobre las respuestas de las reas :*s all* de que la cultura #urídica de los notables santia$ue(os fuera, como ya veremos, bastante sumaria, lo cierto es que estos hombres estaban familiari"ados con los procedimientos penales hispanos y que compartían con sus doctos cole$as de los tribunales superiores una misma concepci!n del delito, de las penas correspondientes y del sentido de lo #usto Esa matri", que mantuvo su vi$encia mientras duraron las monarquías absolutas y que s!lo bien entrado el si$lo RAAA comen"aría a evidenciar las primeras $rietas, era la que hacía de la #usticia de anti$uo r2$imen un sistema en el que lo laico y lo reli$ioso, el 5erecho y la %eolo$ía, solían confundirse Era a la ve" una estructura permeada por la costumbre local, m*s invocada que la normativa en este mundo chico en que la cultura era predominantemente oral y en que los doctores en 5erecho y los asesores letrados brillaban por su ausencia )or otro lado, e4istían efectivamente disposiciones le$ales que consideraban a la hechicería un delito y prescribían su persecuci!n El repaso de esta le$islaci!n ser* el ob#eto de la se$unda parte 'ecordemos que los casos que nos proponemos e4plorar revisten una comple#idad particular, dado que los indios $o"aban de un status prote$ido en referencia a estos crímenes en particular La hechicería se encontraba en la frontera con otros delitos, típicos del momento de trasplante reli$ioso, como la idolatría y la apostasía la mayor parte de las reas de .antia$o, conviene anticiparlo, eran indias 9unque en la pr*ctica no verificamos nin$una contemplaci!n especial por parte de los tribunales capitulares santia$ue(os, sí emer$en de sus discursos im*$enes de los indios como estamento =o nación> que es de inter2s e4aminar )or Hltimo, nos ocuparemos de los +vecinos sobresalientes de .antia$o que e#ercieron como #ueces y de c!mo llevaron adelante los procesos contra hechiceras amos a detenernos en sus carreras, y sobre todo en la ar$umentaci!n de los promotores fiscales y defensores, en el intento de esclarecer cu*les pruebas fueron consideradas decisivas para demostrar su culpabilidad y a qu2 sentencias arribaron !na 'usticia muy autónoma
Como es sabido, en la 9m2rica hispana las instancias superiores de la #usticia estaban a car$o de audiencias y virreyes 9mbas instituciones controlaban territorios desmesuradamente vastos& baste pensar que hasta fines del si$lo RAAAA, la audiencia de Charcas era el Hnico tribunal GD
9?), %rib 1B, 1MN6 O1GN1P M
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letrado que servía al territorio hoy ar$entino, para$uayo y boliviano, enmarcado en el $i$antesco virreinato del )erHM )oco se necesita para ima$inar las redobladas dificultades pr*cticas que $eneraban las inmensas distancias, las esperas interminables de los e4pedientes, las demoras en la comunicaci!n con otras autoridades #udiciales Las consecuencias de tal estado de cosas fueron dobles )or un lado, muchas leyes directamente no se cumplían por no adecuarse o #u"$arse contradictorias con las necesidades de la re$i!n =el c2lebre +se obedece pero no se cumple )or otro lado, tendi! a afirmarse una pr*ctica en la cual tanto el $obierno como la administraci!n de #usticia quedaban repartidos en una multiplicidad de poderes locales Esta din*mica fue posible $racias a la operatividad de un t*cito consenso colonial que, en Hltima instancia, e4plica c!mo el mastod!ntico imperio se mantuvo en pie durante tres si$los 1 9firmar la preponderancia de los poderes locales, especialmente cuando nos ale#amos de los $randes centros econ!micos y políticos coloniales, conlleva dos presupuestos En primer t2rmino, la e4istencia de una autonomía relativa que aumentaba de hecho el poder de aquellas autoridades En se$undo t2rmino, y como consecuencia de lo anterior, un mayor prota$onismo de la costumbre, habitante de los vacíos le$ales, que no podía menos que florecer y resistir por mucho tiempo allí donde los micropoderes y las redes sociales eran decisivas 6 La instituci!n capitular, representante del poder local,lasera al mismo tiempo baluarte ob#eto de la costumbre conspicua y fue precisamente 2sta la que recepcion! denuncias penales porelhechicería de nuestro inter2s 0 el car*cter estamental al que aludimos en referencia a la sociedad y a la #usticia de 9nti$uo '2$imen3 El modelo fue trasladado a las colonias y el trato diferencial que recibieron los espa(oles respecto de los indios, ne$ros y castas se refle#! tanto en la le$islaci!n de aplicaci!n $eneral como en las estrictamente locales +ordenan"as de buen $obierno 9l i$ual que en la península, con frecuencia los espa(oles solían reparar sus yerros con dinero mientras los plebeyos, en particular los de inferior calidad 2tnica, sufrían los a"otes, el destierro o la muerteB /bviamente, eran espa(oles los su#etos que actuaban como #ueces, promotores fiscales o defensores en los cabildos& a este peque(o $rupo le tocaba #u"$ar una si$nificativa minoría de sospechosos, cuyo denominador comHn solía ser con mucha frecuencia la san$re indí$ena, ne$ra o me"clada /tras consecuencias del modelo operaban en la pr*ctica Los denunciantes, querellantes y testi$os tambi2n eran valorados por su calidad 2tnica y, en el interior de la cate$oría de espa(ol, por su inclusi!n entre las +familias principales En ri$or, dones y do(as, capitanes, maestres de campo y alf2reces constituían cerca de la mitad de los elencos de testi$os M
7ubo una audiencia en @uenos 9ires entre 1NN1 y 1NG6, cuando fue e4tin$uida olvi! a reponerse en 1GB, e4i$ida por la fundaci!n del virreinato del 'ío de la )lata 1 5iana L Ceballos ?!me", +?obernar las Andias )or una historia social de la normali"aci!n, Ius $omune, RR, 1DD, pp11-61 8acarías :outouIias, +?obierno y sociedad en el %ucum[n y el 'ío de la )lata, 1M-1MM, Enrique %andeter =director de tomo>, 4ue%a Historia Argentina *a sociedad colonial @uenos 9ires, .udamericana, 6MMM, pp B-11 6 íctor %au 9n"o*te$ui, +El trasfondo consuetudinario del derecho indiano, 2l poder de la costumbre 2studios sobre el derec&o consuetudinario en Am.rica &ispana &asta la emancipación, @uenos 9ires,
Anstituto de 7istoria del 5erecho, 6MM1, ppM-1 La cita es de la p*$ina B .in embar$o, como anticipamos, los indios confi$uraban un estamento prote$ido desde el punto de vista #urídico y, en determinadas cuestiones, los tribunales superiores solían fallar en su favor imos ya al$unos e#emplos de comunidades que obtienen tierras, de tributarios que $anan su libertad, de caciques cuyos reclamos son oídos en el capítulo anterior .i por el contrario, tenían menos fortuna en las instancias inferiores era, como ya veremos, porque sus #ueces solían ser los mismos encomenderos, hombres tan ambiciosos como poco doctos Un e#emplo cordob2s nos muestra con meridiana claridad hasta qu2 punto los indios sabían de la inutilidad de acudir a la #usticia capitular Cuando nuestro ya conocido Lu#*n de ar$as pre$unt! a los indios de don 9lonso 9lfonso y don Crist!bal Funes por qu2 motivos +si el encomendero no les ha pa$ado ni dado de vestir porque no han ocurrido al $obernador y a las #usticias obtuvo como respuesta de uno de ellos +que conoce que no ha de conse$uir #usticia y lo ha de saber el encomendero y en este lu$ar se ayudan todos los espa(oles y no ay quien favore"ca a los indios y del otro +que de miedo de no alcan"arla, por la poca #usticia que acostumbran con los pobres indios 9<@ EC 1ND, 6 C!rdoba, f 661-661 vta 1 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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convocados por los fiscales, en procedimientos en los cuales el cr2dito del declarante formaba una pruebas decisiva Llevadas a nuestro conte4to, la dupla #usticia estamental de base pi$mentocr*tica Y #usticia local nos hace pensar en una distancia social contradictoria con la conti$Xidad que imponen las relaciones personales y cotidianas en un mundo Scomo e4plicamos en el capítulo anterior- a la ve" $rande =en e4tensi!n $eo$r*fica> y peque(o =por su sociabilidad densa> En efecto, contra lo que puedan decir las apariencias, las reas, los testi$os y los #ueces tenían mucho en comHn )or empe"ar Sy aquí no nos diferenciamos de los episodios de bru#omanía europeos- compartían un mismo y reverencial temor =las reas son siempre +temidas y respetadas> acerca de la eficacia de las pr*cticas m*$icas otra certe"a tambi2n& la cate$oría simult*nea de pecado y delito en que la actividad hechiceril se encuadraba *a &ec&icería como delito
En el sistema penal de anti$uo r2$imen las fronteras entre delito y pecado son muy borrosas Es cierto que al$unos constituyen delitose4istir =homicidios en determinadas circunstancias, por pecados e#emplo>noasí como pueden delitosperpetrados no pecaminosos =aqu2llos cometidos sin intencionalidad> .in embar$o, en el caso de la hechicería la identificaci!n no de#aba lu$ar a dudas .e trataba de un delito contra la fe, de un hecho malo por su propia naturale"a, de una ofensa a 5ios )or este motivo, el .anto /ficio solía ocuparse m*s habitualmente que las instituciones civiles de este peculiar delito-pecado 0C!mo es tratado el delito de hechicería en la le$islaci!n3 En el derecho castellano, tanto las Partidas como la 4ue%a Recopilación reco$en unas pocas disposiciones En el c!di$o alfonsino la hechicería es condenada en tanto que superstición, por lo que comparte esa cate$oría con
otras pr*cticas fronteri"as& la adivinaci!n, el au$urio, la interpretaci!n de los sue(os, la ma$ia amorosa y determinados procedimientos m*$ico-terap2uticos entre otras %enemos aquí un primer elemento de confusi!n que habr* de refle#arse parcialmente en la pr*ctica penal& adivinos, a$oreros o sorteros, hechiceros entran todos en un mismo saco Las Partidas indicaban tambi2n las penas que los delincuentes debían recibir 9 los adivinos y practicantes de la ma$ia ne$ra se les prohibía vivir en los reinos y, si se obstinaban en utili"ar sus m2todos, incurrían en pena de muerte )or el contrario, si la intenci!n del ma$o era buena y sus oficios servían para +sacar demonios de los cuerpos de los hombres, o para desli$ar a los que fuesen marido e mu#er que no pudiesen convenir o para desatar nubes, que echase $rani"o o nieve porque no corrompiese los frutos o para matar lan$osta o pul$!n merecía 2ste +$alard!n por ello 7echiceros y adivinos eran #u"$ados pHblicamente, la prueba testimonial o la confesi!n eran suficientes para condenarlos, a a"otes si se trataba de hombres, a la humillaci!n pHblica si eran mu#eres En cuanto a la Anquisici!n peninsular, reci2n a partir del se$undo tercio del si$lo RA redobl! sus esfuer"os para controlar los delitos de los +cristianos vie#os N La normativa que sirvi! de referencia al tribunal del .anto /ficio emanaba de bulas papales,
+El testimonio, por tanto, no vale en ra"!n de la verosimilitud de lo que testimonia, sino por la credibilidad de quien lo da o por la naturale"a sa$rada de su forma =v$el #uramento>, 9ntonio :anuel 7espanha, +.abios y rHsticos La dulce violencia de la ra"!n #urídica *a gracia del derec&o 2conomía de la cultura en la 2dad 1oderna , :adrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1DDB, pp 1G-NM =cita a p 6D> 5e todas formas, como la hechicería podía implicar da(os +reales a las vidas y propiedades de las personas, se la asociaba f*cilmente con fi$uras penales, como el homicidio, da(os $raves, robos, etc La Anquisici!n hispana tuvo que luchar a bra"o partido para que los tribunales pHblicos le dele$aran el tratamiento e4clusivo de los casos de hechicería y s!lo lo lo$r! plenamente en el cora"!n de Castilla 9$rade"co a Fabi*n Campa$ne que me facilit! esta informaci!n N @artolom2 @ennasar, Storia dell=Inquisi#ione spagnola, :ilano, 'i""oli, 1DD 6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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concilios y sínodos pero mucha m*s fortuna y publicidad tuvo su cristali"aci!n en una buena cantidad de tratados antisupersticiosos, elaborados por te!lo$os hispanos La instalaci!n del r2$imen colonial en Andias aviv! con su problem*tico transplante reli$ioso la persecuci!n de las actividades m*$icas la hechicería indí$ena Sr!tulo que, #unto al de idolatría, superstici!n, apostasía y otros se aplic! a buena parte de las pr*cticas reli$iosas prehisp*nicas- fue considerada un delito a e4tirpar, de#ando en un se$undo plano a la hechicería europea, que tambi2n lle$! a nuestras costas #unto a sus portadores espa(oles .in embar$o, en la le$islaci!n indiana esta cuesti!n medular aparece poco representada G Es en los c*nones de los Concilios limenses y en la producci!n de manuales, confesionarios y catecismos li$ada a 2stos y a las campa(as de e4tirpaci!n, donde la informaci!n sobre nuestro tema es m*s $enerosa 9ntes de presentarla, es preciso e4plicitar al$unos conceptos relacionados con la hechicería e historiar sus cambios de si$nificaci!n a la ve" reli$iosa y #urídica )or empe"ar, recordemos que el escolasticismo medieval había proporcionado a los espa(oles un completo aparato conceptual que clasificaba los distintos tipos de des%íos de la religión %erdadera 9sí, la apostasía era
un pecado de los rene$aban de laque fe cristiana re$resabandebida a sus idolatría eraque rituales y creencias anti$uas, la bauti"ados el culto de ídolos, distraía lay adoraci!n tan s!lo al 5ios verdadero y la superstición tenía lu$ar cuando se le rendía a 5ios un culto inapropiado Finalmente, la bru'ería implicaba la apostasía y la renuncia a 5ios, mientras que la &ec&icería se acercaba m*s a la superstici!n, en tanto que se limitaba a la manipulaci!n de dispositivos m*$icos sin presuponer obli$adamente un vínculo con el diablo En la pr*ctica de la persecuci!n, sin embar$o, las diferencias entre bru#ería y hechicería y entre 2stas y la superstici!n tendieron a cancelarse )or lo tanto, todas las cate$orías de desviaci!n e4plicitadas S así como su asociaci!n con pr*cticas culturales tales como borracheras, bailes y ritos funerarios entre otras- entraron a formar parte de un mismo comple#o, que nos e4i$e rastrear en el derecho can!nico y en al$unas de las obras principales en las que 2ste se inspir!, las disposiciones relativas a todas ellas unifican en el si$lo RA, tal como se desprende de las obras de autores centrales de la 2poca, como el espa(ol )edro Ciruelo y quienes lo si$uieron m*s tarde en la conceptuali"aci!n de los problemas americanos& los #esuitas Jos2 de 9costa y, en el si$lo RAA, Jos2 )ablo de 9rria$a D Esta asimilaci!n e4plica tambi2n un cambio de actitud frente a las sociedades indí$enas& la supuesta i$norancia de la verdadera reli$i!n Sque había inspirado las m*s $radualistas políticas de evan$eli"aci!n y conversi!n tempranas de#a lu$ar a una interpretaci!n en la cual +la idolatría se había hecho sin!nima del culto diab!lico DM Es esta resi$nificaci!n la que sirve de conte4to a las campa(as de e4tirpaci!n de idolatrías y tambi2n al tercer concilio limense En este esquema Sque reposaba en la constataci!n de que el tiempo
Idolatría y superstición se
G
)ero no ausente, claro est* Una ley de 16B imponía a los funcionarios reales la represi!n de las
idolatrías, li$adas en la mirada espa(ola, y como en breve se ver*, a la hechicería .e$uimos en la definici!n de las cate$orías y de las transformaciones de su contenido a proporcion! se$Hn ?riffiths +la referencia mod2lica sobre el tema en el si$lo RA, *a $ru#cit, pGB Jos2 de 9costa distin$ui! te!ricamente idolatría y superstici!n en su Historia 4atural pero a lo lar$o del te4to utili"! los t2rminos de manera casi intercambiable 9rria$a, el principal ide!lo$o de la e4tirpaci!n, se bas! en $ran medida en las ideas de 9costa .obre estos dos Hltimos autores, cfr, adem*s del citado ?riffiths, )ierre 5uviols, *a destrucción de las religiones andinas durante la conquista y la colonia, :24ico, Universidad
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transcurrido y los esfuer"os reali"ados por la A$lesia no habían bastado para convertir a los indios y disuadirlos de sus anti$uas creencias y pr*cticas reli$iosas- es que se produce una nueva identificaci!n& la del id!latra como hechicero )ara los #esuitas, los hechiceros no eran sino ministros de la idolatría y con ello la #ustificaci!n de las campa(as de e4tirpaci!n quedaba completamente #ustificada 0En qu2 se basaba esta identificaci!n3 En un proceso contradictorio de demoni"aci!n y devaluaci!n de las pr*cticas rituales indí$enas, percibidas como idol*tricas 5e aquí que el hechicero fuera con mucha frecuencia el especialista reli$ioso indí$ena, aquel su#eto que los c*nones de los concilios calificaban de dogmati#ador )asemos, ahora sí, a e4aminar las disposiciones de los concilios limenses El primero de ellos, celebrado en 11, se ocupa de nuestro ob#eto de inter2s en las constituciones B y 6N, que ordenan respectivamente la destrucci!n y quema de ídolos y santuarios indí$enas =y la prescripci!n de construir i$lesias sobre las ruinas> y el casti$o de sus sacerdotes 9dem*s, se sanciona a los espa(oles que acuden a +hechiceros indí$enas olveremos sobre el tema en el pr!4imo capítulo pero interesa resaltar desde ahora la preocupaci!n de las di$nidades eclesi*sticas por estos cruces culturales, capaces de en$endrar pr*cticas m*$icas y terap2uticas híbridas %ales contactos S en al$Hn modo íntimos que nos su$iere, por e#emplo, la visita de la se(ora espa(ola a la celestina o a laaunque curandera indí$enas =0haylosal$o m*s de íntimo que lae enfermedad o el amor3>desdibu#aban sea provisoriamente confines las castas invertían las relaciones de poder $enerando de esta suerte nuevos desafíos para las autoridades coloniales en la medida en que en el si$lo RAA +nos hallamos muy le#os de las síntesis claras y ordenadas que en pleno si$lo RA se nos ofrecían de las idolatrías prehisp*nicas D1 El se$undo concilio de Lima se reHne en 1NG En relaci!n con el problema que nos ata(e, su novedad fundamental es la nueva embestida contra la 2lite m*$ico reli$iosa de +hechiceros y +do$mati"adores Los curas de indios han descubierto que pr*cticas formalmente cristianas Sla procesi!n del Corpus Christi, por e#emplo- enmascaran otras anti$uas y arduas de desterrar por lo que el Concilio abunda en disposiciones antiidol*tricas como destrucci!n de templos e ídolos y de apachetas, control del culto a los muertos y de las celebraciones Smuchas condenadas por su implicaci!n demoníaca-, casti$os para quienes no baste la persuasi!n del sacerdote )or fin, el tercer concilio de 16 y 1B le dedica s!lo un p*rrafo al encarcelamiento de los hechiceros )ara 5uviols esto refle#a la vi$encia de una tradici!n de incredulidad respecto a la idolatría de los indios, siempre en tensi!n con miradas m*s pesimistas +los indios destas provincias Opor .antia$o del EsteroP es $ente humilde, id!latras de idolatrías no intrincadas Entran bien en las cosas de nuestra .anta Fe Cat!licaD 'eli$iones simples, en definitiva, que el personal eclesi*stico cancelaría sin dificultades D1
Carmen @ernand y .er$e ?ru"inIi, *a idolatría cit 1BG 9dem*s de que se consideraban v*lidas las constituciones que al respecto se habían sancionado en el .e$undo Concilio 'ecordamos tambi2n que el $on"esionario para curas de indios es atribuido a Josep de 9costa, inspirador de la política e4tirpadora, al i$ual que $atecismo por sermones DB )uesto que, como sostienen @ernand y ?ru"insIi en su interpretaci!n de Cie"a de Le!n, +las behetrías no son en realidad sociedades id!latras e incluso +no tienen creencia nin$una por su d2bil =inferior> estructura política *a idolatríacit, pB1 D6
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Compartieran o no los participantes de los sínodos la opini!n de .otelo de
La relaci!n que los padres sinodales establecieron entre &ec&icería indí$ena, borracheras y recolecci!n, tres pr*cticas que retornan asociadas en documentos locales m*s tardíos, resulta si$nificativa )or cierto, volvemos a encontrarlas unidas en las alarmadas descripciones de las $artas Anuas #esuíticas y tambi2n en las desesperadas confesiones de las reas de nuestros procesos olveremos lar$amente sobre el tema, por ahora interesa destacar que, aHn trat*ndose de +idolatrías no intrincadas los ritos a$rarios li$ados a la recolecci!n de al$arroba habían completado su proceso de demoni"aci!n La borrachera era sin!nimo de descontrol =el incesto y la muerte eran sus efectos> pero tambi2n se reconocía en aqu2lla pr*ctica la supervivencia de un ritual anti$uo =+ori$en de idolatrías> relacionado con los ciclos de recolecci!n
?usticia capitular, poder local e imperio de la costumbre
Como ya anticipamos, la mayoría de los procesos contra hechiceras que vamos a e4aminar fueron conducidos de o"icio por las autoridades capitulares de .antia$o del Estero /tros dos casos, que $uardan relaci!n con los episodios de .antia$o e involucran persona#es de la red santia$ue(a, fueron #u"$ados en el cabildo de .an :i$uel de %ucum*n, instituci!n que tambi2n desple$! una discreta actividad antihechiceril Esta intervenci!n e4clusiva de labien #usticia local no era un hecho obli$adoa5ado el delito-pecado que nos ocupa, las denuncias podrían haber sido canali"adas trav2s del personal DN eclesi*stico o del familiar del .anto /ficio de la #urisdicci!n %ambi2n e4istía la posibilidad de apelar a la 9udiencia de Charcas .in embar$o, con una sola e4cepci!n, los procesos que D
+'elaci!n de las provincias de %ucum*n que dio )edro .otelo de , 'oberto Levillier, 4ue%a $rónica de la conquista del Tucumán , tomo AAA, Colecci!n de )ublicaciones 7ist!ricas de la @iblioteca del Con$reso 9r$entino, arsovia, 1D6, ppB6-BB6 La +simplicidad reli$iosa de los indios no conmovi! de todos modos al $obernador Juan 'amíre" de ela"co que, en el mismo a(o en que .otelo escribía su Relación mand! a quemar, se$Hn sus propias palabras, a cuarenta hechiceros Juan 'amíre" de ela"co, +Carta al 'ey =1N> En 'icardo Jaimes Freyre, 2l Tucumán colonial , Coni, @uenos 9ires, 1D1, p1M D Jos2 : 9rancibia, http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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lle$aron a sustanciarse no conocieron instancias superiores ni #ueces distintos de los vecinos santia$ue(os y tucumanos El hecho de que se tratara de hechicería criminal Sa las acusadas se les atribuyen enfermedades y muertes producto de maleficio- e4plica en buena medida las ra"ones de la actuaci!n del cabildo así como el enfoque de los #ueces, menos interesados en su connotaci!n de pecado contra la fe En los cabildos indianos se ocupaban de administrar #usticia los dos alcaldes ordinarios y los alcaldes de 7ermandad 9 los primeros les correspondía #u"$ar causas civiles y criminales que se produ#eran en la ciudad, mientras que la campa(a era la #urisdicci!n de los se$undos .in embar$o, a pesar de que la mayoría de los episodios de persecuci!n de hechiceras tuvieron lu$ar en *reas rurales, solamente en un caso estos Hltimos funcionarios tuvieron actuaci!n DG Como anticipamos, los alcaldes ordinarios estaban habilitados para #u"$ar en primera instancia asuntos civiles y criminales, con apelaci!n al $obernador o a la 9udiencia 9 diferencia de otros oficios conce#iles como el de re$idor o el de alf2re", la alcaldía de primero o se$undo voto no podía venderse, impidiendo el acceso al cuerpo capitular a miembros de los sectores subordinados de la 2lite .u e#ercicio quedaba de consecuencia reservado para el selecto $rupo de +todos losnobles vecinos feudatarios quey son hi#os descendientes de conquistadores y personas y aquellos quey moradores por derecho leyes sonydi$nos de e#ercer el empleo D 9dem*s de la hidal$uía, se e4i$ían otros requisitos que no siempre fueron cumplidos, tales como la obli$aci!n de saber leer y escribir, de no tener deudas con el fisco ni e#ercer oficios vilesDD Los alcaldes duraban un a(o en sus funciones y no podían ser reele$idos inmediatamente =ley del hueco> ni presentar a sus parientes directos para el car$o El nombre del candidato era propuesto por los re$idores y alcaldes salientes el primer día de enero y, tras la votaci!n y aceptaci!n de los nuevos capitulares, se hacía entre$a de la vara, símbolo de la administraci!n de #usticia, a sus flamantes beneficiarios 9unque no era un car$o rentado, el vecino que lo e#ercía se hacía de un interesante caudal de poder y presti$io, en buena medida por las funciones #udiciales que le tocaba desempe(ar 1MM Los cabildos no s!lo representaban al poder local por la calidad y presti$io de sus miembros constituían tambi2n los reinos de la costumbre y de las pr*cticas locales Las invocaciones consuetudinarias de la instituci!n municipal son numerosas y pueden rastrearse tanto en el rico ceremonial como en la elecci!n y e#ercicio de los oficios, en la multiplicidad de sus funciones y en las obli$aciones de los vecinos hacia la instituci!n 9unque la costumbre no sea la antítesis de la ley, lo cierto es que el car*cter le$o de los capitulares contribuy! a colocarla en un lu$ar de privile$io .e convirti! tambi2n en la base de una l!$ica de acci!n diferente, que no tard! en DN
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entrar en conflicto con la de otras instituciones& las disputas, s!lo aparentemente banales, con $obernadores y audiencias dan testimonio de ello )odemos pensar que la costumbre y el conocimiento de la realidad local por un lado, y el desplie$ue rutinario del derecho de forma, constituían el capital m*s importante entre quienes formaron los tribunales le$os que nos toca considerar En este sentido, la santia$ue(a pueda qui"*s considerarse un caso paradi$m*tico de +#usticia perif2rica, en los t2rminos en que la define :anuel 9ntonio 7espanha 'ecordemos las refle4iones del historiador portu$u2s acerca de la +alteridad #urídica de las sociedades tradicionales y la contraposici!n de la #usticia aut!noma de municipios y se(oríos con aqu2lla impartida desde los tribunales centrales y re$ida por el derecho culto La primera, dominante durante si$los, dificult! la transici!n hacia un derecho t2cnico que trope"aba con la deficiente cultura #urídica de los ma$istrados locales, formados en la costumbre y en los valores consensuados en el seno de sus comunidades de pertenencia Esta representaci!n sin mediaciones transformaba el car*cter de los conflictos #udiciales& toda la comunidad se sentía involucrada en ellos, cancelando las fronteras entre el derecho, la moral y la costumbre +En tanto que tradici!n difundida entre la comunidad local, propa$ada por bando, materiali"aba la tradici!n colectiva sobre lo #usto y lo in#usto& era pues en principio, un derecho intensamente y conocido por todos aplicaci!n no requería entonces estudios acad2micos sino vivido m*s bien sentido comHn y un.ucierto conocimiento del 1M1 derecho practicado Creemos que la e4tensi!n de la cita queda #ustificada al e4presar de manera efica" una manera particular de administrar y de entender la #usticia, que se a#usta muy bien al conte4to de nuestra peque(a ciudad cabecera )ero adem*s, como se di#o antes, la hechicería es un delito que permite observar me#or el car*cter rHstico de los tribunales santia$ue(os, ya que todos los participantes del episodio #udicial creían por i$ual en la eficacia del arte La diversidad cultural y social no impedía el consenso en torno a la e4istencia de causalidades m*$icas mal intencionadas, de da(os m*$icos eamos ahora m*s concretamente las ra"ones que nos permiten hablar de una #usticia aut2nticamente le$a •
9nte todo, la ausencia casi total de asesoramiento letrado Claro que 0hasta qu2 punto podemos reconocer aquí una peculiaridad santia$ue(a3 En ri$or, s!lo a partir de 1G se dispone la obli$atoriedad para los #ueces inferiores de consultar con los superiores las sentencias que condenaban a pena capital, aflictivas o de ver$Xen"a, así como la aplicaci!n de tormentos1M6 .in embar$o, desde mucho tiempo antes la asesoría letrada era habitual en al$unos tribunales coloniales a tal punto que, se$Hn %amar 7er"o$, en la #urisdicci!n de la audiencia de uito +la #usticia aparentemente le$a era, en la pr*ctica, letrada )odemos suponer que tambi2n en C!rdoba o @uenos 9ires la consulta de oidores y doctores en leyes fue relativamente frecuente, no obstante la biblio$rafía disponible se concentre en el período posterior a la 'eal /rdenan"a de Antendentes, vale decir, en un conte4to de mayor profesionali"aci!n de los elencos #udiciales1MB
1M1
7espanha, 9ntonio, cit, p 9belardo Leva$$i, Historia del derec&o penal argentino, @uenos 9ires, )errot, 1DG, pBB 1MB íctor %au 9n"o*te$ui, +/rdenes normativos y pr*cticas socio-#urídicas La #usticia , 4ue%a Historia de la 4ación Argentina %omo AA, )eríodo espa(ol =1NMM-11M>, @uenos 9ires, )laneta 9<7, 1DDD, pp6B-B1N 'icardo 8orraquín @ecH, *a organi#acióncit, pB Los estudios locales que conocemos se ocupan del período posterior a la 'eal /rdenan"an de Antendentes Entre otros traba#os, ver 'am!n )edro an"i Ferreira, +La sociedad se defiende La asesoría letrada en la #urisprudencia penal cordobesa del si$lo RAAA, :arcela 9spell de an"i Ferreira y 'am!n )edro an"i Ferreira, *as Indias Sociedad y 3erec&o, C!rdoba, 9tenea, 1DD pp1B-1N /svaldo @arreneche, 3entro de la *ey, todo *a 'usticia criminal de 6uenos Aires en la etapa "ormati%a del sistema penal moderno de la Argentina , La )lata, Ediciones 9l :ar$en, 6MM1, An2s Elena .an#ur#o de 5riollet, 1uy ilustre cabildo, 'usticia y regimiento 2l cabildo de 1endo#a en el siglo ()III 2studio institucional :endo"a, Universidad
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En se$undo lu$ar, tampoco los escribanos reempla"aron informalmente al personal to$ado Es sabido que quienes e#ercían oficios de pluma, verdaderos intermediarios entre la cultura escrita de los #ueces y la oral de la mayor parte de la poblaci!n, solían hacer las veces de asesores, apoy*ndose en su pericia t2cnica 1M .in embar$o, resulta si$nificativo que en .antia$o ni siquiera encontremos a los escribanos rubricando los autos, invariablemente firmados frente a testi$os1M En tercer lu$ar, sorprende la utili"aci!n bastante liberal de la tortura en los procesos contra hechiceras de .antia$o 9unque el uso de la tortura era perfectamente le$al en el sistema penal de 9nti$uo '2$imen, su aplicaci!n parece haber sido poco frecuente, al menos en las #urisdicciones @uenos 9ires, C!rdoba, .an :i$uel de %ucum*n y uito %ampoco el .anto /ficio espa(ol ni sus filiales americanas lo emplearon a menudo, y especialmente en relaci!n con el delito que nos compete )or el contrario, en nuestra cabecera, el tormento s!lo aparece en asociaci!n con la hechicería y m*s raramente en relaci!n con otros delitos tambi2n considerados $raves, como el homicidio o el incesto %odos los fiscales que intervinieron en los procesos santia$ue(os =no así en los de .an :i$uel de %ucum*n> e4i$ieron que se aplicara tormento las hechicería, reas y, por lopor menos en siete el pedido aco$ido favorablemente %al ve" a la tratarse de casos, un delito por fue sus características muy arduo de probar, amerit! para los fiscales un auto de tormento que $aranti"ara a cualquier costo la confesi!n de las reas 1MN 9sí, en cinco casos de la muestra las reas fueron condenadas a declarar amarradas al potro y en otros dos ba#o el ri$or del sue7o espa7ol , un m2todo crudelísimo y en desuso a mediados del si$lo RAAA1MG El dolor hacía que las reas respondieran lo que el #ue" quería oír y qui"*s mucho m*s& no s!lo se ad#udicaban la autoría de los maleficios que les atribuían, al$unas de las mu#eres lle$aron a describir con detalle c!mo y de qui2nes habían aprendido el arte, sin e4cluir al mismo 5emonio
En fin, no obstante las reservas que e4plicitamos, estas tres cuestiones hacen a la realidad de una #usticia primitiva, caracteri"ada por la no intervenci!n de letrados La consecuencia m*s evidente de esta #usticia aut2nticamente le$a es que la batalla #udicial plasmada en nuestros e4pedientes se construye e4clusivamente sobre las declaraciones de testi$os y reas, leídas a trav2s de la lente del sentido comHn, del +leal saber y entender del fiscal y el defensor
1G 1M %amar 7er"o$, 1ediación, arc&i%os y e'ercicio *os escribanos de Cuito siglo ()IIB , FranIfurt, ittorio Zlostermann FranIfurt am :ain, 1DDN 1M el tormento le es aplicado a una mu#er esclava en 1G1N En .an :i$uel de %ucum*n, solamente en uno de los ocho procesos que reco$imos =fechado en 1N> se tortura a la rea en sede #udicial 1MG Consistía en col$ar a la rea del techo y quemarle los pies con un ladrillo caliente, reaviv*ndola de tanto en tanto con salpicaduras de a$ua bendita http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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penal& el proceso inquisitivo1M 'ecordamos aquí al$unos de sus componentes b*sicos& la e4istencia de tres momentos procesales Sel sumarial, el plenario y la sentencia- , la acumulaci!n secreta de elementos de prueba contra el reo, la persecuci!n tena" de su confesi!n y el amplio uso de la escritura Es cierto que se$uir esta +secuencia de actos tipificados que implicaba la prosecuci!n de un #uicio penal no requería de una $ran pericia t2cnica 9Hn así, importa destacar que los eventuales alcaldes Scomo casi todos los vecinos principales convocados por ellos- tienen cierta familiaridad con el procedimiento #udicial, incluso cuando viven de actividades tan a#enas como el comercio, la producci!n rural o la administraci!n de encomiendas %ambi2n la plebe urbana y rural est* al tanto de la actividad de la #usticia en la medida en que participa como testi$o, o simplemente como espectadora, en momentos clave del proceso& el arresto del reo, el embar$o de sus bienes, la bHsqueda de elementos de prueba y la e#ecuci!n suelen efectuarse frente al pHblico 1MD 0C!mo se iniciaban estos peculiares procesos criminales3 E4istían tres posibilidades& una denuncia penal, una querella de parte o una investi$aci!n promovida por el teniente de $obernador o los mismos capitulares 9nticipemos que, salvo en un caso, los procesos santia$ue(os fueron de o"icio y que pocas veces conocemos a los denunciantes En dos ocasiones, en 1G1dey sumarias 1G6M, fue$enerales la percepci!n de unadel suerte de +epidemia hechiceril la que motiv!fechadas la instrucci!n por parte teniente de $obernador con su obsesiva bHsqueda de testi$os Una ve" que la denuncia lle$aba al cabildo o que se decidía emprender una investi$aci!n de oficio, era necesario redactar el auto cabe"a de proceso Sen el que se describían sucintamente el delito y sus circunstancias-, y se instruía la sumaria informaci!n )ara ello, se convocaba a los testi$os y, eventualmente, se procuraba obtener una primera confesi!n del sospechoso, quien Sen teoría- i$noraba las causas de su detenci!n En un se$undo momento, el promotor fiscal y el defensor se ocupaban de la interpretaci!n del caso a trav2s de sucesivos ale$atos Cuando los acusados eran indios, sus representantes l!$icos eran los protectores de naturales, nombrados por el cabildo .in embar$o, dado que tampoco 2stos eran funcionarios de tiempo completo, con frecuencia no podían hacerse car$o de su obli$aci!n y debían ser reempla"ados por otro vecino 5e hecho, tan s!lo en uno de los die" procesos que lo requerían hallamos al protector de indios asumiendo la defensa En cuanto a los fiscales, cualquier vecino podía desempe(ar la funci!n, perteneciera o no al cuerpo capitular )or cierto, los candidatos no abundaban en la peque(a ciudad de .antia$o del Estero y, como en breve veremos, la rotaci!n termin! por ser escasa, alentando qui"*s una suerte de +especiali"aci!n en este tipo de casos El tercer momento, el de la sentencia, est* poco representado en la muestra )or diversas ra"ones -e4travío de la Hltima parte del e4pediente, fu$a de los reos, muerte de los reos ba#o tortura- lo cierto es que solamente la contamos en siete casos, contenidos en apenas cuatro e4pedientes ale destacar, de todos modos, que la pena capital fue pedida por los fiscales en la mayoría de los #uicios y que por dos veces se la aplic! efectivamente, revelando una sorprendente y temeraria autonomía de la #usticia ordinaria 1M
)or otra parte id2ntico al que utili"aba el .anto /ficio Una descripci!n pormenori"ada de los procedimientos en los citados volHmenes de %om*s y aliente y 9lessi .obre el m2todo del .anto /ficio, cfr :L de las Cuevas %orresano, +Anquisici!n y hechicería Los procesos inquisitoriales de hechicería en el %ribunal de %oledo durante la primera mitad del si$lo RAAA Anales toledanos, 1B, 5iputaci!n )rovincial, %oledo, 1DM, pp 6-D1 1MD .obre la divul$aci!n de los conocimientos relativos a la administraci!n de #usticia e4iste un amplio consenso )or e#emplo, %amar 7er"o$ refiere que +los vecinos de uito sabían contar con $ran lu#o de detalles, por e#emplo, los destierros y enfrentamientos Sse$uidos por procesos le$ales- de las personas principales de la ciudad Esto se vincula a la publicidad de la #usticia =mediante bandos y pre$ones, por e#emplo> y a la participaci!n del pHblico en su implementaci!n %amar 7er"o$, *a administración como un "enómeno social> la 'usticia penal de la ciudad de Cuito 8@98;9
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Tiempo de &ec&iceros ?usticia capitular y control social
La persecuci!n de la hechicería en nuestra #urisdicci!n fue discontinua y dependiente de las decisiones políticas, de la actuaci!n y celo de determinados funcionarios a mencionamos la 11M quema masiva de hechiceros indí$enas enentiempos de 'amíre" de elasco )ues bien, el si$lo RAAA tambi2n tuvo su $ran perse$uidor el teniente de $obernador don 9lonso de 9lfaro La mitad de los procesos de la muestra que poseemos se deben a su obsesi!n, que lo hi"o promotor de dos campa(as antihechiceriles de cierto alcance en 1G1 y 1G6M 111 Coherente hasta el final de sus días, 9lfaro no de#! de ver hechiceras ni siquiera en su lecho de muerte
0)ura ima$inaci!n del funcionario3 Con se$uridad, las actividades m*$icas eran parte del paisa#e en .antia$o del Estero Los servicios de las curanderas eran imprescindibles allí donde los m2dicos estaban ausentes y las celestinas no podían sino prosperar en esta demo$rafía de pocos hombres y muchas mu#eres %ambi2n las reuniones en las salamancas del monte estaban en boca de todos, suscitando una me"cla de morbosa curiosidad y temor %olerancia, necesidad y no poca inquietud se con#u$aban para que las actividades m*$icas -terap2uticas, da(inas o amorosas-se(alan fueran el de cadae4cepcional día en la ciudad campo En consecuencia, procesos el pan momento en quey en la el +normalidad se rompe, en nuestros que las habituales resoluciones e4tra#udiciales de los conflictos de#an paso a las #udiciales %ales interrupciones en la monotonía de una vida aldeana impre$nada de creencias m*$icas permiten relevar ritmos y frecuencias particulares En el cuadro A encontrar* el lector una primera síntesis de nuestros datos, que le permitir* formarse una periodi"aci!n apro4imada de las persecuciones #udiciales CU95'/ A 9(o Contenido del e4pediente Jue" Fiscal 5efensor 'eos 1G1
Confesi!n, ale$atos fiscal y la defensa
1G1
Confesi!n, ratificaci!n de testi$os, comparencia de nuevos testi$os 9le$atos del fiscal y la defensa Confesi!n ba#o tortura .entencia Confesi!n ba#o tormento .entencia
1G1116 1G6M
del Capn Juan 5on Juan de Capn )edro :a$dalena de 9n$el )ere" %re#o Rere" Calder!n .umamao
Confesi!n, ratificaci!n de testi$os, nueva ronda de testi$os 9le$atos del fiscal y la defensa Confesi!n
de 9ssiayn ?re$orio Juare" aviano
5on Juan de Capn @altasar de Juana )asteles %re#o los 'eies
Fco de Luna :atías 5on Juan de Lucrecia y Cardenas Fernande" de %re#o Fi$ueroa 9lonso de :atías 9$ustín Rimene" Francisca la 9lfaro, Fernande" de de ?u"m*n sampedrina lu$arteniente Fi$ueroa y #usticia
11M
9lonso de 9lfaro fue teniente de $obernador de .antia$o del Estero entre 1G1B y 1G6N 5esde 1G6N hasta su muerte, en 1G6, se desempe(! como $obernador interino del %ucum*n
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1G6111B
1G61
1G6
1G6N 1G6
1G6D 1GB1 1GB6
1GN1
ba#o tormento y ratificaci!n Confesi!n, sumaria, ale$atos del fiscal y la defensa, sentencia Confesi!n 9le$atos del fiscal y la defensa )etici!n del encomendero .entencia Cabe"a de proceso, sumaria, confesi!n, testi$os de la defensa
mayor @ernardo 5ie$o 9ntonio de 5omin$ue" Fi$ueroa
Capn 5n 5ie$o @ernardo 5omin$ue" 9ntonio de Fi$ueroa Capn 5 9$ustín 'odri$o Rimene" de Lope" ?u"m*n Caballero 5enuncia y sumaria ----------------------informaci!n .entencia .umaria, confesi!n, :tre de Cap 5 ale$atos del fiscal y la Campo 5 Jp 9$ustín defensa 5e 9$uirre, Rimene" lu$arteniente de $obernador uerella .umaria 5on 9ntonio ------------informaci!n .entencia de 8urita 5enuncia del querellante 9ndr2s de -------------9ntonio de /lleta Casta(ares .olicitud del alcalde de 9lcalde de Cap Fco primer voto pidiendo la 7ermandad @ernardo de investi$aci!n .umaria, Francisco de .osa confesiones de los reos, la @arreda ale$atos del fiscal y del
Capit*n ?erardo :a$dalena de @ra"uerY 9ntonio )ere" )alavecino Cpn ?erardo 9na de los @ra"uer :anantiales Cap Francisco 9ntonia, parda de la e$a esclava y su hi#a .imona ----------------Loren"o .alvatierra, protector naturales
:aría, india de )ascuala 9so$asta de
de
------------------
Luisa de )itambal* -----------------)ascuala de 9so$asta 5on )edro :artín :aldonado .acrist*n de ?ua(a$asta .u hi#a 9na 9ntonio
defensor E4pediente incompleto Cabe"a de proceso 9$ustín de :anuel del Francisco de )a" .umaria Confesi!n de las .alvatierra Casta(o reas
Lluschon Loren"a )ancha %uama
y de
?abriela, Josefa, /lalla, :arcos, :encia y sus hi#as y nietas
La conclusi!n m*s evidente que se e4trae del cuadro es la si$nificativa actividad antihechiceril del período 1G1-1GB6 .in embar$o, aHn considerando estos diecisiete a(os como una primera etapa, es preciso distin$uir dos actitudes diferentes de las autoridades hacia los sospechosos& •
)or un lado, tenemos las mencionadas dos campa(as de don 9lonso de 9lfaro, teniente $obernador de .antia$o del Estero Estos son, por el momento, los Hnicos intentos sistem*ticos de persecuci!n de actividades m*$icas que conocemos para el si$lo RAAA11 .abemos que los tres primeros procesos de 1G1 estaban precedidos por una sumaria general , que no ha lle$ado hasta nosotros, y que involucraba por lo menos a una india m*s, de nombre Elvira 11 En el mismo sentido, la causa de 1G6M contra la
11B
Ju"$ada en .an :i$uel de %ucum*n .olicitada por la #usticia de .antia$o del Estero ui"*s podríamos a$re$ar una campa(a m*s, que tuvo lu$ar en 1GG1 y afect! a la #urisdicci!n de La 'io#a .in embar$o, dado que s!lo ha lle$ado hasta nosotros la sumaria $eneral, i$noramos cu*l fue la resoluci!n final de la causa 11 Es Juana )asteles quien cita a Elvira, presa #unto a ella en la 'eal C*rcel 11
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mulata Francisca la .ampedrina tambi2n form! parte de una suerte de ra##ia, dado que el mismo 9lfaro manifiesta en el e4pediente tener +suficiente noticia de estar implicadas muchas personas que se hallan hoy en la c*rcel pHblica de esta ciudad presas por el mandamiento de prisi!n que result! de dha sumaria $eneral =subrayado nuestro JF>11N )or Hltimo, en 1G61 una campa(a de similares características tenía lu$ar en .an :i$uel de %ucum*n y a nuestro #uicio, se trata de un desprendimiento de la que el a(o anterior afectara la #urisdicci!n santia$ue(a %ambi2n allí se instruye una sumaria $eneral contra seis mu#eres =aunque s!lo conservamos dos procesos> y una carta de don 9lonso de 9lfaro incluida en el e4pediente da cuenta de su estrecha colaboraci!n con las autoridades tucumanas 9unque no todos los e4pedientes se encuentren completos, podemos advertir el dominio de una línea dura e infle4ible hacia los sospechosos de hechicería en .antia$o del Estero @asta pensar que tres de las cuatro reas de estos procesos declaran ba#o tortura y una de ellas es sentenciada a la pena capital •
En contraste, a partir de 1G6N =no casualmente el a(o de la muerte de 9lonso de 9lfaro> la actitud de los tribunales refle#a m*s incredulidad que temor En este marco deben comprenderse la denuncia contra :aría Sacusada por 9lfaro en sus delirios febriles de mantenerlo enfermoy la)ascuala querella que don 9ntonio de primerenvoto en 1G6, promueve contra de 9so$asta en de esa/lleta, fecha alcalde y nuevamente 1GB1 .e$Hn /lleta, su salud había sido afectada por obra de la india, que en 1G6 había fu$ado de la c*rcel refu$i*ndose en sa$rado, sin siquiera cuidarse de $uardar el destierro impuesto por la #usticia Las nuevas denuncias de /lleta cayeron sin embar$o en saco roto, no obstante el presti$io de los testi$os que apoyaban al querellante, yerno del alcalde ordinario en funciones La misma la4itud encontramos en la sentencia de destierro decidida por el #ue" para casti$ar a Luisa de )itambal* y en la absoluci!n de :aría, a quien los testi$os de la sumaria pudieron tachar, a lo sumo, de +$rande borracha )or Hltimo, tampoco en el Hnico +caso de hermandad de la muestra parecen aplicarse tormentos, si bien es revelador que sea el durísimo ?re$orio Ju*re" aviano, #ue" de la desdichada Juana )asteles, quien promueva este proceso
9dem*s de la fi$ura clave de 9lonso de 9lfaro inspirando las persecuciones, puede advertirse que el modo de conducir los procesos le debe bastante a la eventual composici!n de los tribunales que, como puede observarse, combina unos pocos nombres En este sentido, las actuaciones de los vecinos don Juan de %re#o y de don :atías Fern*nde" de Fi$ueroa se acomodaron muy bien a la beli$erancia de 9lfaro 9$ustín Rim2ne" de ?u"m*n, fiscal en los procesos contra 9na y )ascuala, no fue menos infle4ible que %re#o pero, a diferencia de sus antecesores, el alcalde 'odri$o Lope" Caballero y el teniente de $obernador Josep de 9$uirre, parece haberse comportado con mayor cautela Lo dicho es particularmente evidente en el e4tenso #uicio de 1G6 contra )ascuala 9so$asta
9?), %rib, BB 'ecord! en uno de sus ale$atos +la infinidad de causas que de la naturale"a de la presente hay en el archivo se$uidas y casti$adas las delincuentes pHblicamente hace cerca de cuarenta a(os por las reales #usticias, 9?%, %rib 1B, 1M, f1MM 11G
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involucrados emplee este t2rmino Los ecos de los hechos de 1G1 y 1G6M volvían a cernirse sobre la ciudad pero esta ve" las denuncias provinieron del interior de los pueblos de indios y de las des$arradas voces de las acusadas En conclusi!n, podemos diferenciar tres momentos& los dos primeros se vinculan a las políticas de las autoridades locales Sprofundamente hostiles a las actividades m*$icas primero m*s bien indiferentes despu2s- mientras que el tercero parece tratarse de un episodio aislado, que tra#o apare#adas insospechadas consecuencias )ero esta e4plicaci!n s!lo ser* parcial si se car$a en las autoridades coloniales todo el peso del control social Como e4presamos en la primera parte de este capítulo, ni el teniente $obernador ni los alcaldes estaban solos en la tarea de mantener el orden Los vecinos principales, sus s2quitos, la $ente de servicio que moraba en sus casas, los conocidos y alle$ados de reos y víctimas, cooperaban solidariamente y participaban en la persecuci!n de diferentes maneras La circulaci!n de rumores Scimientos de la p+blica fama del sospechoso-, las eventuales denuncias o la descripci!n pormenori"ada de los hechos reales o ima$inarios que nutrían las informaciones sumarias tenían un peso por dem*s si$nificativo y le otor$aban al pHblico un papel determinante en el proceso 9Hn m*s, la presi!n social podía servir de disparador de las persecuciones 5on 9lonso de 9lfaro mismo, al instruir la sumaria $eneral encabe"aba el proceso contray las mulatas sampedrinas, sostuvo interpretar el +comHn que clamor de tantos maleficiados $ravemente per#udicados11 9l$unas muertes misteriosas y simult*neas, un pu(ado de vecinos indispuestos que acudían sin 24ito a la misma curandera, el dia$n!stico intencionado de un m2dico de paso eran todos elementos capaces de despertar ese +comHn clamor que circulaba velo" y conta$ioso 5e modo que las declaraciones de los testi$os permiten iluminar la otra cara de las persecuciones, la del control social 0u2 encontramos en este con#unto de dichos y rumores que volcados por escrito se acumulan en las sumarias y proporcionan ar$umentos a los fiscales3 •
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Una lar$a memoria que da cuenta de anti$uos cruces entre la sospechosa y la #usticia La comunidad conserva el recuerdo de aquellas personas que en el pasado fueron desterradas por hechiceras o atormentadas por la misma causa )or e#emplo, dos de las tres mu#eres que comparecen en 1G1 eran tenidas por reincidentes 9 una de ellas, :a$dalena de .umamao, ni siquiera se le ad#udicaban crímenes concretos& la habían apresado preventivamente debido a la +pHblica fama conquistada muchos a(os atr*s al$o similar le ocurri! en 1GN1 a la desafortunada ?abriela, denunciada como hechicera y salamanquera en la confesi!n ba#o tormento de Loren"a .!lo por su mala fama, cimentada muchos a(os atr*s =se la acusaba de ;asimplar; a su c!nyu$e>, la pobre india fue sentenciada a la humillaci!n pHblica La fuer"a del parentesco %rat*ndose de un arte que se aprende, 0qu2 me#ores discípulas de las hechiceras que sus propias hi#as3 Los testi$os suelen tener bien presentes los +antecedentes familiares de ciertas sospechosas sin necesidad de acudir a la memoria, se daba por supuesto que las hi#as de las acusadas estaban li$adas a ellas como c!mplices y aprendices del arte 5e cualquier modo, este vínculo parece ser m*s si$nificativo para los testi$os que para el tribunal& aunque en cuatro de los casos presentados las hi#as de las reas son involucradas por los declarantes, hasta donde sabemos, no se les tom! nin$una declaraci!n 11D
11
9?), %rib , BB O1G6MP La herencia de las capacidades m*$icas es otra creencia que une a 2lites y plebeyos, espa(oles e indí$enas El capítulo R del citad Tratado de las supersticiones y &ec&icerías de Fray :artín de Casta(e$a =16D> lleva por título +c!mo se puede heredar la familiaridad del demonio Casta(e$a, con todo, no establece una causalidad obli$ada& +si la madre hereda la hi#a o la sobrina familiaridad diab!lica, no fue sin su propio consentimiento verdadero o interpretativo, y este consentimiento interpretativo es no contradecir realmente donde ve que hay sospecha de mal =pD>
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El recuerdo de crímenes remotos y nunca aclarados En $eneral, las averi$uaciones de las autoridades son disparadas por muertes recientes y de vecinos principales .in embar$o, al descansar la consistencia de la prueba en la acumulaci!n de delitos m*$icos, es frecuente la rememoraci!n de episodios del pasado, de afrentas perpetradas contra personas de las m*s variadas condiciones, siempre Htiles para apuntalar evidencias y aHn para fundar sentencias si la rea admitiera el delito en su confesi!n 16M )or Hltimo, los testi$os aportan mHltiples hip!tesis Conocen al dedillo las desavenencias entre vecinos, los amores furtivos y contrariados, los minHsculos tratos comerciales que concluyeron mal 5e aquí que )ascuala de 9so$asta se vea me"clada por los declarantes en cuestiones s!lo aparentemente triviales& las hi#as de @ravo de 8amora le vendieron un rebo"o ro#o en lu$ar de uno verde, su comadre Francisca no le cosi! en el pla"o prometido las man$as de una camisa, la pobre 9n$elina se cas! con un +ami$o suyo / que se considerara un dato relevante el liti$io por unas ena$uas, como el que enemist! para siempre a :a$dalena de %ucum*n y a su cu(ada, o el hurto de unas cintas En fin, son estos peque(os y $randes conflictos de la vida aldeana los que encienden los motores del maleficio& el resentimiento y la envidia
Las declaraciones de los testi$os son, #unto a las confesiones ba#o tormento, los casi e4clusivos materiales que utili"a el promotor fiscal para edificar sus ale$atos y formar los cuestionarios 9hora bien, 0de d!nde provienen esos testi$os3 a mencionamos que nuestros datos no est*n completos =faltan las sumarias $enerales> pero los #u"$amos suficientes para concluir que la sociedad en su con#unto est* representada en los testimonios que aportan las pruebas .obre GN testi$os que declaran =11 de los cuales convocados por la defensa>, poco menos de la mitad son tenidos por espa(oles Casi todos ellos son distin$uidos con el calificativo de +don =o do(a> o bien con $rados militares de diferente #erarquía =capit*n y alf2re" son los m*s frecuentes> )ero los otros B declarantes son indios =1> o, m*s en $eneral, +$ente de ba#a esfera, con predominio de mesti"os y mulatos 9unque la calificaci!n y descalificaci!n de los testi$os se cuenten entre los principales ar$umentos de los ale$atos del fiscal y la defensa, lo cierto es que la sustancia de las declaraciones Santecedentes, hechos, fama e hip!tesis- se basa en dichos y rumores que atraviesan las fronteras sociales El fiscal, y en ocasiones el eventual #ue", no hace m*s que poner por escrito la vo" de un sentido comHn colectivo, e4presi!n de una cultura oral, difusa e híbrida Retrato colecti%o de los notables santiague7os
Los vecinos principales que accedían al car$o de alcaldes lo$raban una posici!n de indiscutible presti$io que el dinero no podía comprar 5e aquí que en el listado de #ueces e4puesto en el cuadro A encontremos al$unos de los apellidos m*s tradicionales de la ciudad que, como era previsible, relaciones de parentesco mHltiple entrela"aran a los vecinos principales y a los miembros de los elencos capitulares 161 Citemos al$unos e#emplos Los alcaldes 9ndr2s de Casta(ares y 9$ustín de .alvatierra est*n estrechamente li$ados a la familia que durante d2cadas he$emoni"a el cabildo de .antia$o del Estero& los L!pe" de elasco166 los .alvatierra =Loren"o y 9$ustín, padre e hi#o 16M
9sí, el fiscal :anuel del Casta(o pide la pena de muerte para Loren"a .u fundamento es el crimen de Juana Colla, tía de Loren"a, muchos a(os antes del proceso Loren"a había confesado este crimen ba#o tormento 161 La informaci!n $eneal!$ica se basa fundamentalmente en /restes 5i Lullo, AntecedentesD cit 9ndr2s Fi$ueroa, *ina'es santiague7os , C!rdoba, Librería 5ante, 1D6G 9lberto @ravo de 8amora, +Los )a" y Fi$ueroa en .antia$o del Estero, ms 6MM6 y en datos e4tractados por nosotros de material in2dito del 9rchivo ?eneral de la )rovincia 166 9ndr2s de Casta(ares est* casado con 5o(a :aría L!pe" de elasco y 9$ustín de .alvatierra con .ebastiana L!pe" de elasco, hi#a de Josep http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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respectivamente> se vinculan a trav2s de la alian"a con el alcalde 'odri$o L!pe" Caballero -c!nyu$e de 'osalía .alvatierra- y con Francisco de Luna y C*rdenas =cu(ado de Loren"o> 9 posteriori de los procesos que consideramos, tambi2n el fiscal :anuel del Casta(o habr* de emparentarse con don 9$ustín de .alvatierra, convirti2ndose en su yerno La misma relaci!n uni! a don 9n$el )ere" de 9ssiayn, alcalde en 1G1 y en 1GB1, con 9ntonio de /lleta, quien ces! en el desempe(o del car$o por la enfermedad que supuestamente le acarreara un maleficio de )ascuala 9so$asta ]stos son s!lo al$unos de los parentescos, los que saltan a la vista en posesi!n de datos bastante escasos Con se$uridad, una pesquisa $eneal!$ica nos mostraría, como por otra parte ocurre en casi todas las peque(as ciudades coloniales, una red de densidad muy considerable )or supuesto que entre los notables no se te#en tan s!lo relaciones de parentesco Los ne$ocios entre ellos, tan a menudo apoyados en los vínculos de san$re y de alian"a, tambi2n aparecen en nuestras fuentes 9sí 'oque L!pe" de elasco Sque no es #ue" de nin$uno de los procesos de este corpus pero que indudablemente constituye un nodo fundamental de la red santia$ue(a- es el mayor acreedor de 9n$el )2re" de 9ssiayn 16B el fiador es nada menos que don Juan de %re#o, dos veces fiscal y una ve" defensor en los procesos que estamos considerando %ambi2n don Francisco de9ssiayn& la e$a,en el 1GB defensor de 9na en 1G6, se encuentra indirectamente con los )2re" de lo encontramos entre los deudores de don 9ntonio vinculado de /lleta, 16 denunciante de )ascuala 9so$asta y alcalde ordinario en 1G6 .ocios y parientes, entonces %ampoco en la descripci!n de las ocupaciones y trayectorias +profesionalesy honoríficas de los #ueces encontraremos $randes sorpresas .alvando el caso de @ernardo de Fi$ueroa, disponemos de al$o de informaci!n sobre todos ellos y 2sta es bastante homo$2nea& todos ostentan al$Hn $rado militar =maestre de campo $eneral, capit*n de $uerra, etc>, cinco son feudatarios y por lo menos seis de ellos hicieron carrera en el cabildo y en la administraci!n %res lle$aron a ser tenientes de $obernador y 9lonso de 9lfaro, como se di#o antes, termin! sus días como $obernador interino )or Hltimo, con e4cepci!n de este Hltimo y de 'odri$o L!pe" Caballero, que eran peninsulares, los dem*s pertenecían a familias ya arrai$adas en .antia$o En cuanto a los medios de vida de estos hombres, las noticias son m*s escasas pero se$uramente el comercio y la producci!n a$raria no les resultaban actividades a#enas 9l$unas noticias sueltas& 9ntonio 8urita era propietario de la estancia de 9lbi$asta, 9lonso de 9lfaro era un comerciante importante con muchos contactos en Charcas, 9$ustín de .alvatierra era propietario de una estancia de una le$ua y media en iterbo, etc Entre los alcaldes, por lo tanto, encontramos a la +primera línea de los vecinos principales 0)uede decirse lo mismo de quienes oficiaron de fiscales y defensores3 En nuestro breve listado encontramos al$unos persona#es presti$iosos pero tambi2n otros bastante oscuros a mencionamos el caso de don Juan de %re#o, sin lu$ar a dudas un vecino principal 16 .u perfil es id2ntico al que consideramos típico de los alcaldes y, de hecho, alcan"! ese car$o en 1GMD tras desempe(arse como alcalde de la .anta 7ermandad y defensor de :enores %re#o, hi#o de encomendero, $o"! adem*s 2l mismo de una encomienda bastante importante, la de .aba$asta .u $iro era considerable, como lo atesti$uan los poderes que concedi! a mercaderes de .an :i$uel de %ucum*n, .antia$o y La )a" Era poseedor de tierras en
9?), %rib D, G16, 1G1 9?), %rib 11, N, 1GB 16 /restes 5i Lullo, Antecedentescit, p6G y 9?), %rib 1DG, BMG O1NNMP %rib N, 6 O1NGDP %rib N, BGB O1GM6P %rib G, GB O1GBDP 16N /restes 5i Lullo, Antecedentes cit, p G6-GB y materiales del 9?), %rib N bis, N1 O1GNNP %rib , 6D1 O1GNNP %rib G6, BMD O1GGP y del 9<@, EC, 1B O1GG1P 16
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:anuel en el momento de casarse )or el contrario ella, viuda de un primer matrimonio, había in$resado por bienes +la cantidad de DMMM pesos sin que entrase en esto las le$ítimas paternas de mis cuatro hi#os En el mismo e4pediente se habla tambi2n de acreencias de Casta(o en )otosí )or fin, sabemos que nuestro hombre hi"o ne$ocios convenientes y dudosos con los bienes de los #esuitas e4pulsos y que continu! con 24ito su cursus &onorum alcan"ando las posiciones de alcalde de se$undo voto y teniente de $obernador )or fin, entre los defensores, el Hnico que parece descollar es el padre de 9$ustín de .alvatierra, 5on Loren"o Fue 2l quien se ocup! de la defensa de )ascuala 9so$asta, en e#ercicio del protectorado de naturales .e$uiría lue$o desempe(ando otros car$os i$ualmente relevantes =procurador $eneral, mayordomo del 7ospital y %esorero de la .anta Cru"ada> hasta el a(o de su muerte, en 1GB 5e los restantes miembros de los tribunales pr*cticamente no tenemos noticias Ancluso de quienes se desempe(aron como fiscales o defensores dos y tres veces, como :atías Fern*nde" de Fi$ueroa =cuya vacilante cali$rafía nos su$iere un muy ba#o nivel de instrucci!n> y 9$ustín Rim2ne" de ?u"m*n, sabemos demasiado 0u2 ra"ones impulsarían a los alcaldes a ele$irlos3 5ado que las actas capitulares s!lo se conservan desde 1G6G, i$noramos si se desempe(aban como miembros del cabildo En todo caso, no parece ser lo habitual en los procesos posteriores atribunales esa fecha )rovisoriamente, y en que funci!n deuna la repetici!n mismos nombres en los le$os, podríamos pensar e4isti! valoraci!ndedelos la e4periencia adquirida en procesos anteriores La f!rmula empleada en el momento de la desi$naci!n de fiscales y defensores e4presa en pocas palabras lo que se esperaba de ellos 5e los primeros, personas esco$idas por su +entera ciencia para el dho oficio, se atendía +la acusaci!n que deban, d*ndose para ellas los autos y sumaria que se ha fulminado precediendo el debido #uramento En tales #uramentos los fiscales e4ponían su ba$a#e esencial& usarían +el dho oficio se$Hn su leal saber y entender y que en lo que i$norase se$Hn ministran los autos se valdr* y pre$untar* a personas de toda inteli$encia16G Los defensores se comprometían +a usar y e#ercer bien y fielmente el oficio y a hacer +todas las defensas que le son permitidas vali2ndose del mismo instrumento que el fiscal -el sentido comHn- y consultando las dudas con personas autori"adas Fieles a las f!rmulas del #uramentos, fiscales y defensores redactaron sus ale$atos y +dialo$aron a trav2s de ellos .in temor a equivocarnos, podemos pensar estos procesos como una suerte de duelo entre actores su#etos a recitar un libreto Las voces de una comunidad est*n inscriptas en aqu2l aunados por la creencia en la eficacia de las pr*cticas m*$icas, actores y espectadores participan del +teatro #udicial 5e las líneas ar$umentales de ese libreto hablaremos en lo que si$ue, así como del concepto de prueba que nos remite a un sentido de lo imposible ya e4tempor*neo y a#eno a los vientos ilustrados que desde el setecientos comen"aban a soplar en la península 16 Pensamiento mágico y EnaturalistaF 5iscales y de"ensores en los procesos contra &ec&iceras
Las batallas le$ales contra las sospechosas de practicar la hechicería nacían de hechos reales y empíricamente verificables& la enfermedad o la muerte de una o varias personas Lo que cambiaba el car*cter del caso era la relaci!n de causa-efecto que se(alaban los testi$os y 16G
La f!rmula est* e4traída del proceso contra )ascuala 9so$asta de 1G6 pero se repite con pocas modificaciones en los dem*s 9?), %rib D, GMB 16 Fabi*n Campa$ne retoma la e4presi!n de Lucien Febvre que identific! en las posiciones que rehusaban la e4istencia del sabbat los orí$enes de un nuevo sentido cristiano de lo imposible La cristali"aci!n de 2ste se vincula al nuevo paradi$ma científico matem*tico y lue$o a las versiones ilustradas que, aHn admitiendo la e4istencia de un orden sobrenatural y otro preternatural, los redu#eron a una posibilidad e4cepcional 9hora resultaba e4tremadamente difícil probar un mila$ro pero tambi2n la intervenci!n del demonio Fabi*n Campa$ne, Homo $at&olicus, cit especialmente cap AR N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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fiscales entre esos hechos y la acci!n intencionada de su#etos a quienes se les atribuían capacidades m*$icas +La situaci!n m*$ica es un fen!meno de consenso ha afirmado Levi .trauss resumiendo una opini!n casi un*nime entre los antrop!lo$os @ien se a#usta la sentencia tambi2n a nuestro caso& la creencia compartida en la realidad de un orden de causalidad m*$ico, el conocimiento de un historial de desencuentros entre víctima y hechicero y la ;mala fama; de este Hltimo basada en atributos personales o antecedentes familiares via#aban en alas del rumor y terminaban por cristali"ar en una denuncia yYo investi$aci!n de oficio 16D )ocos dudaban de la eficacia de las artes m*$icas en el mundo de Loren"a y la cadena que enhebraba la enfermedad o la muerte inesperadas al maleficio resultaba obvia y evidente para todos Junto a las ra"ones orientadas a demostrar el ori$en preternatural de la enfermedad o la muerte, los fiscales es$rimían otras consideraciones, Htiles para sostener cualquier acusaci!n de car*cter criminal1BM La e4cepcionalidad de los testi$os, la concordancia de las pruebas, la reincidencia en el delito y la inconsistencia =o la evidencia> de la confesi!n participan de este restrin$ido repertorio de ar$umentos $en2ricos hasta aquí parece lle$ar el va$o ba$a#e #urídico de los notables, al$unas cuestiones b*sicas&unbastan dosla testi$os contestes para perse$uido contar con una pruebalimitado plena, laa fama constituye solamente indicio, confesi!n Sel ob#etivo por el proceso penal- la prueba de las pruebas )or supuesto que los defensores disponían de respuestas i$ualmente $en2ricas para oponer en la contienda La ausencia de confesi!n, la descalificaci!n de los testi$os, la escase" o insuficiencia de las pruebas y la miserabilidad o rusticidad de la acusada =y de la +naci!n india en $eneral> est*n presentes pr*cticamente en todos sus ale$atos En contraste, en ciertas intervenciones de los defensores ?erardo @ra"uer, Francisco de )a" y su sucesor Francisco 9ntonio de 8uasnavar advertimos atisbos de una l!$ica contrapuesta al pensamiento m*$ico de los fiscales y sus testi$os y que podríamos definir como +naturalista Estos defensores se inclinaron por el ori$en natural de las dolencias, por las limitaciones y la inevitabilidad del curanderismo y ar$uyeron que la i$norancia de la $ente de campo tendía a ver la ma$ia por todas partes Esta perspectiva, al$o m*s afín a la que en el si$lo RAAA se iba imponiendo en Europa y tambi2n en Espa(a, no es de todos modos, ni remotamente, la que predomina en los procesos 1B1 olvamos pues a los procesos y observemos a nuestros rHsticos #ueces en acci!n Estamos en 1G6 y al capit*n don 9$ustín Rim2ne" de ?u"m*n le toca acusar a la parda 9ntonia del maleficio de varias personas El fiscal no duda en utili"ar tres ar$umentos, dos de los cuales muy remanidos En primer lu$ar, recuerda los antecedentes familiares de la rea, +la prueba que se tiene de la familia de dha 9ntta, de madre y hermana de encantadoras hechiceras 9punta lue$o a los testi$os que convalidaban su mala "ama y crímenes anteriores& +se halla la dha 9ntonia con multiplicidad de sus testi$os que contestan contra ella de su fama y opini!n, indicios y vehemencias de casos y sucesos que la han puesto criminalmente por pHblica 16D
Claude L2vi .trauss, +El hechicero y su ma$ia, Antropología 2structural , 9ltaya, @arcelona, 1DD, p1DN 1BM 7emos preferido utili"ar el t2rmino ;preternatural; para indicar un orden de causalidad a#eno al natural y vinculado a lo diab!lico )ara un an*lisis hist!rico de este orden de causalidad, Fabi*n Campa$ne, Homo cat&olicusD cit 1B1
Entre quienes se inclinan por posturas m*s acordes a los tiempos de la Alustraci!n se encuentra el padre @enito Fei#oo El cuestionamiento, que ya no se remite como en los autores de la primera mitad del si$lo RA al $anon 2piscopi, apunta a la rare"a de los hechos atribuidos a las bru#as
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malefactora de cinco muertes, tan feroces que no han escapado personas sa$radas =se la acusaba de haber maleficiado a un sacerdote> )or Hltimo, destaca el car*cter diab!lico de la supuesta actividad de 9ntonia, calific*ndola de +apoderada del demonio que como tal era inducida +al da(o de los ministros sa$rados1B6 Como puede observarse en el cuadro A, al$unos a(os antes Rim2ne" de ?u"m*n había representado a Francisca, la mulata sampedrina 1BB %ambi2n en aquella oportunidad se había aferrado a tres ar$umentos centrales& la ausencia de confesi!n de culpabilidad, la calidad de curandera de la acusada y el escaso cr2dito que debía otor$arse a la %o# com+n 5ado que sin duda al$una la mulata sampedrina era frecuentada en su calidad de m.dica por $entes de todos los ran$os, Rim2ne" de ?u"m*n adu#o que +aplicarse a curar es piedad christiana y 2sta comunmente se halla en las mu#eres con remedios caseros, que fueron los que e4ercit! mi parte esto no tenía nada de diab!lico, claro est* Finalmente, +lo que a la idea del promotor fiscal se le ofrece de bien probado y a favor de mi parte lo est* el que no hay circunstancia que la condene sino generales %oces que sea hechicera solamente por que lo han oído, sin dar ra"!n concluyente
En otras palabras, la fama por sí sola no bastaba como prueba y los rumores no debían ser tomados muy en serio Estos ar$umentos de Rim2ne" de ?u"m*n, en contra y a favor de las acusadas, no tienen nada de sofisticado y se reiteran una y otra ve" en los autos contenidos en los procesos La fama S en la que colaboraban los antecedentes familiares y personales y a la que nuestro hombre acudi! en su doble papel - es sin duda una de las consideraciones a las que se apela con mayor frecuencia1B
mayor e4cepci!n , para Francisco )a", el defensora sus de Loren"a y )ancha, no debía creerse en las +ra"ones de $ente inferior quede habían colocado defendidas en tan penosa situaci!n En palabras de )a", los indí$enas +no dan medida a sus ra"ones, sino que por sus enemistades, $ru(imientos y cuentos =que nunca faltan entre esta calidad de $ente> tiran a la ven$an"a porque para esto, es muy cruel la naci!n india1BN En estos ale$atos, como di#imos repetidos hasta el cansancio por fiscales y defensores, nos topamos con dos de los m*s importantes eslabones que unían a la sociedad con sus autoridades #udiciales& la fama y el rumor o +vo" comHn1BG En ri$or, se trataba de dos caras de una misma moneda La mala fama de las sospechosas consta invariablemente en todos los autos firmados por los promotores fiscales )ero a la hora de defender a las reas, ese indicio de culpabilidad se trocaba en la confusi!n de +dires y va$as voces 1B La connotaci!n era ahora fuertemente ne$ativa& en el vul$o, el $entío, los rHsticos de la campa(a, la $ente de ba#a esfera, se identificaba la usina de rumores in#ustos e infundados 1B6
9?), %rib 1M, GMD O1G6P 9?), %rib , BB O1G6MP 1B La fama conformaba una prueba semiplena, que autori"aba la prisi!n +preventiva del reo pero no su condena 1B 9?), %rib 1, 11, O1G1P 1BN 9?), %rib 1B, 1M6 O1GN1P Como contrapartida de esta visi!n que sostiene la naturale"a perversa de la +naci!n india+ encontramos el ar$umento de la +i$norancia y +pusilanimidad El defensor de :artín .acrist*n lle$! a sostener que a +dhos indios, por ser de sobrada i$norancia, los favorecen todas las leyes así eclesi*sticas como reales con especiales encar$os que hace los supremos le$isladores y para que sean atendidos y #u"$ados con toda equidad y #usticia 9?), %rib 1, 1M O1GB6P 1BG %amar 7er"o$, *a administracióncit, pp6-6G 1B 5efensa de don Loren"o de .alvatierra 9?), %rib D, G6M O1G6P 1BB
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07asta qu2 punto fue efica" el ar$umento de la +mala fama en los procesos que consideramos3 5epende del costado que se analice )or un lado, la mala fama podía producir arrestos sin hechos criminosos que ale$ar Contamos con un solo caso para ilustrarlo, el de :a$dalena de .umamao de 1G1, cuya resoluci!n i$noramos 'ecordemos que la mala fama creaba una presunci!n de culpabilidad y que, sobre todo en situaciones de crisis, +#ustificando su actuaci!n a base de la fama y nada m*s, los #ueces pudieron emprender campa(as para ^limpiar la tierra de delincuentes_1BD .in embar$o, difícilmente podía la #usticia, aHn aqu2lla +aut2nticamente le$a, lle$ar muy le#os si se basaba s!lo en la "ama de hechicera 5e hecho, los dem*s procesos no pivotean e4clusivamente en torno de la reputaci!n anti$ua de la acusada& hay muertes y enfermedades que se consideran debidas a da(o preternatural, pruebas materiales =dispositivos m*$icos> e hipot2ticas cadenas causales que las e4plican =la m*s comHn eslabona una discusi!n o ri(a entre la rea y sus presunta víctima, enfermedad o muerte de la supuesta víctima, y, ocasionalmente, fu$a de la sospechosa> 0Cu*les eran las pruebas materiales en un proceso contra hechiceras3 a se di#o, al i$ual que las otras, al$unas de ellas evocaban historias de resentimiento y ven$an"a )or e#emplo, la india )ascuala 9so$asta, se$Hn decían varios testi$os, había re(ido con una mu#er por unas cintas En el momentolaen que esta hallarse enferma contuvo e4traordinarios vomitando mesma cintavecina sobre +result! que redund! el pleito nadie dudas en la accidentes ranchería dey 1M quien era la responsable mucho menos cuando la misma )ascuala, ba#o la amena"a de ser denunciada a la #usticia, consi$ui! a trav2s de sus pr*cticas medicinales que la enferma recuperase su +estado sano y bueno Una prueba similar e4puso el tucumano don 5ie$o 5omín$ue" para acusar a 9na de los :anantiales La india había recibido tabaco de mala $ana, en retribuci!n por unos capones que le había vendido a una vecina La mu#er que la estaf!, se$Hn los testi$os y el fiscal, tuvo que pa$ar por ello Cuando e4puls! tabaco por la boca $ener! una prueba material tan contundente para 5omín$ue" como irrelevante para el defensor ;naturalista; @ra"uer 11 En el pr!4imo capítulo nos detendremos en aquella creencia, aHn hoy muy arrai$ada entre los pobladores rurales, que entiende que las hechiceras son capaces de introducir insectos y animales =$atos, serpientes, sapos, hormi$as> en los cuerpos de sus víctimas 9sí, unos polvos disimulados con malicia en las comidas pueden devenir en insectos y reptiles que recuperan su forma ori$inal en el vientre del maleficiado .!lo el arte de la misma hechicera puede e4pulsar la causa del mal En esos t2rminos lo sostuvieron los testi$os contrarios a Loren"a y )ancha en 1GN1, en declaraciones que habremos de retomar varias veces a lo lar$o de este libro Un nutrido $rupo de curiosos decía haber presenciado el monstruoso parto de la enferma :aría 9ntonia quien, por las +partes ocultas había e4pelido varias ara(as y un pescado Las ara(as habrían corrido a refu$iarse ba#o la falda de Loren"a mientras que el pescado había terminado oculto entre sus pechos .in embar$o, la valide" de estas primeras +evidencias fue ne$ada por la l!$ica naturalista del defensor Francisco de )a" +era suficiente prueba dar un pescado vivo fuera de su natural y una ara(a tan monstruosa, que por lo e4tra(o de ella, se debía tener por fiera, aunque para criar esto, no le es dificultoso a el 5ivino hacedor y sí imposible al que indican autoras de la supuesta maldad y que no era ni es nin$Hn río caudaloso el )echo o seno de la Andia, ni monte espeso, la sombra de su pollera se debe entender es falso cuanto dicen los contrarios =de mis partes> declarantes 16 Este hombre, que desde(aba las +supersticiones y sostenía estar +hasta la muerte en la creencia de lo que 5ios y nuestra .anta madre A$lesia nos ense(a => y que lo dem*s que no es de fe no lo creo ni creer2, interpretaba que sus defendidas eran víctimas de un complot urdido por toda la comunidad de %uama y liderado por el alcalde indí$ena y denunciante En su opini!n, tales 1BD
%amar 7er"o$, *a administración cit, p6N 9?), %ribD, 1D O1GP, fG 9?%, .J, @, ca#a 6, e4p1 O1G61P, fB 16 9?), %rib 1B, 1M6, fBB O1GN1P 1M 11
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afirmaciones eran simplemente falsas, al i$ual que la e4tra(a enfermedad de :aría 9ntonia 'e$resando a las pruebas materiales, la tercera, afanosamente perse$uida, era el dispositivo m*$ico construido por la hechicera, normalmente oculto e inaccesible 5on 9ntonio de /lleta denunci! en 1GB1 a )ascuala 9so$asta y a una de sus ami$as por tenerlo enfermo $racias al encanto enterrado ba#o el suelo de su rancho Consistía en +un retrato o fi$ura de cera, que asimesmo deshicieron y desataron ambas por sus propias manos para mi soltura o desencanto1 %ambi2n Loren"a y )ancha fueron re$istradas e4haustivamente antes de iniciar las sesiones de tormento Ancluso se procur! au4ilio eclesi*stico para persuadirlas de que entre$aran los encantos que, se$Hn autori"ados testi$os, impedían la recuperaci!n de :aría 9ntonia Loren"a, a$otada por las torturas, prometi! que +los entre$aría a la tardecita .i realmente había construido al$uno de estos dispositivos, característicos de la hechicería empírica y la ma$ia simp*tica, lo cierto es que se los llev! con ella )or el contrario, a )ancha, su compa(era de des$racia, le confiscaron unos misteriosos polvillos que $uardaba en un atadito cosido a su falda y que supuestamente le permitían mantenerse en silencio 5e todos modos, las pruebas m*s frecuentes que invocaban los fiscales eran las declaraciones de los testi$os y, de ser posible, la prueba perfecta& la confesi!n 5ado el tipo de delito que tratamos, cabe pre$untarse qu2 peso tenía el hecho de que todos los declarantes estuvieran contestes en la mala fama de la sospechosa y en que sus víctimas no habían muerto de +accidentes naturales )ues bien, a #u"$ar por los casos de la muestra, estas coincidencias de opini!n podían tener un peso determinante Le#os de resultar increíbles, fueron las declaraciones testificales las que condu#eron al potro del tormento a Juana )asteles, a Lucrecia y a Francisca la 1B
Fray :artín de Casta(e$a le dedica el capítulo RAA a los saludadores, aclarando ya desde el título que +no son hechiceros El autor del Tratado de las supersticiones sostiene que estos persona#es tenían una virtud natural, la de sanar a hombres y animales de la rabia La capacidad era e4plicable en la medida en que +se puede ra"onablemente presumir que los cuerpos humanos son capaces de recebir tales virtudes naturales como al$unos otros animales, se$Hn diversas comple4iones, por ra"!n de la cual comple4i!n, o se$Hn su temperamento podría tener al$uno tal propiedad natural, oculta a los entendimientos humanos, que pareciese mira$loso en comparaci!n de los otros hombres La virtud de los saludadores estaría en el aliento, la saliva y el tacto .us obras son positivas ya que +dan salud y sanan de al$unas pon"o(as, y unos m*s que otros, y unos de una manera y otros de otra, pDG En opini!n de Fabi*n Campa$ne, este pasa#e de Casta(e$a Sque se contradice por completo con otros capítulos del Tratado- es e#emplar de un mecanismo de +naturali"aci!n, en la medida en que +se busca recha"ar las fuer"as ocultas& la e4plicaci!n est* en la naturale"a y no en causas sobrenaturales, Tratado cit, pDD 1 9?), %ribD, G6M O1GB1P NM http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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sampedrina en parte, tambi2n a Loren"a y a )ancha en 1GN1Como hemos de ver en el pr!4imo capítulo, las revelaciones aportadas por los testi$os se refor"aban por su adecuaci!n a determinados estereotipos Una mu#er madura, india o de color, sola, de mal car*cter o al$o misteriosa atraía f*cilmente la sospecha de sus vecinos y vecinas %ambi2n la libertad se4ual de ciertas mu#eres aparece relacionada con mucha frecuencia a la actividad hechiceril, abonando un perfil bastante definido y muy similar al de la bru#a europea 9 diferencia de otros delitos, la confesi!n de 2ste, por lo menos atendiendo a nuestro corpus, solamente pudo lo$rarse a trav2s de la intervenci!n del tormento 1 5el mismo modo, las inconsistencias de la confesi!n, su contradicci!n con las deposiciones de la sumaria fueron tambi2n aprovechadas por los fiscales sin marcar diferencia con cualquier otro proceso penal, se$uido indistintamente por le$os o doctos )ero sin dudas, la prueba irrefutable era la confesi!n +verdadera, la que solía obtenerse ba#o tortura, en la que se escuchaba lo que se quería escuchar y mucho m*s aHn 1N El contenido de las confesiones de Juana )asteles, Francisca la .ampedrina, Loren"a y )ancha ser* anali"ado en los capítulos si$uientes )or ahora basta anticipar que, superada esta instancia de reconocimiento de la culpabilidad, la Hnica #ustificaci!n a la que podían apelar los defensores era que el miedo había apresurado la confesi!n 9sí pareci! entenderlo el Capit*n @altasar de los 'eyes quien, tras redactar su r2plica al fiscal, renunci! a su tarea A$noramos cu*l fue la actitud del defensor de Francisca la sampedrina pero sí sabemos que nuestro solitario +ilustrado Francisco de )a" tambi2n se hi"o a un lado, ale$ando hallarse enfermo y temer que +por dicha mi i$norancia care"can dhas 'eas de la Justicia que les pueda favorecer Es que, una ve" confesado el delito, era muy difícil volver atr*s El proceso contra la sampedrina est* incompleto pero conocemos bien como terminaron Juana )asteles, Loren"a y )ancha .i las dos Hltimas eludieron la pena capital solicitada por el fiscal don :anuel Casta(o fue porque la brutalidad de los tormentos se$! antes sus vidas Sentencias
Como se di#o ya, tan s!lo en siete de los casos reco$idos contamos con una sentencia La pena capital le fue aplicada a Juana )asteles en 1G1 mientras que Loren"a, )ancha y :arcos 9"uela fallecieron durante el proceso Estas muertes en la prisi!n del cabildo, que se$Hn podemos especular anticipaban la sentencia, fueron interpretadas por los #ueces como pruebas palmarias de la culpabilidad y tambi2n de la potencia de los reos El destierro afect! a dos indias santia$ue(as, Lucrecia y Luisa de )itambal*, contra quienes no se hallaron pruebas suficientes %ambi2n las supuestas c!mplices de Loren"a y )ancha, ?abriela, :encia, Juana y :aría =estas Hltimas, no casualmente, hi#as de :encia>, recibieron esta condena, que se sumaba a la humillante orden de salir de la prisi!n +cada una de por sí caballeras en un burro de albarda con un pre$onero para que en altas e inteli$ibles voces vaya publicando el delito para que así conste de su notoriedad, yendo emplumadas, con una traquilla de la barba al pecho para que sean conocidas por la cara y no la escondan 1G
1
La Hnica e4cepci!n que conocemos se halla en el proceso contra :artín .acrist*n, indio de ?ua(a$asta, que se reconoce culpable inmediatamente =9?), %rib1, 1M, O1GB6P %raba#aremos sobre su caso en el pr!4imo capítulo 1N Las confesiones así obtenidas s!lo eran v*lidas a partir de su ratificaci!n, 6 horas despu2s de la sesi!n de tormentos 1G 9?), %rib 1B, 1M, O1GN1P, f61 N1 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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)or fin, las dos indias tucumanas :a$dalena y 9na de los :anantiales quedaron libres, como tambi2n :aría, la mu#er que 9lonso de 9lfaro veía en sus delirios febriles 5el con#unto de personas que Loren"a denunci! en su confesi!n, seis fueron sobreseídas, cuatro por su buena reputaci!n y las dos restantes Slas nietas adolescentes de 9"uela y :encia- por +no resultar del proceso delito que les pueda condenar 0)uede concluirse de esta síntesis que primaron, como afirma una historiadora del derecho estudiando los e4pedientes cordobeses contra los especialistas de la ma$ia, +criterios de beni$nidad en la resoluci!n de los casos, comprensi!n de la +escasa instrucci!n de las m2dicas ambulantes y de la rude"a de quienes testificaron3 1 fuera en 1GN1 introducido por la acusada en ausencia de fuertes ;su$erencias; del #ue" Esto no si$nifica ni mucho menos que la confesi!n de la india haya sido espont*nea la intervenci!n del tormento no nos autori"a a suponer tal cosa .implemente la rea, en este caso Loren"a, busc! con desesperaci!n aliviar su car$a y repartirla con otros Lo llamativo es que su versi!n ;pseudo bru#eril; no termin! de prosperar y que el tribunal, aHn inquiriendo a las personas involucradas por la rea, continu! aferrado al esquema de la hechicería En efecto, la inquietud que hasta el Hltimo momento desvel! al #ue" y a los notables por 2l convocados fue la de recuperar los atadillos que Loren"a y )ancha ocultaban entre sus ropas para ;desactivar; el maleficio Cabe recordar que, no obstante la manualística antisupersticiosa espa(ola se inscribi! a partir de 16N =un a(o despu2s de que estallara en en una tradici!n cr2dula, m*s dispuesta al compromiso con la demonolo$ía moderna imperante en el resto de Europa, los inquisidores no necesariamente actuaron en consecuencia1D Lo mismo puede decirse de los procesos de e4tirpaci!n de idolatrías& en 1
:arcela 9spell de an"i Ferreira, +Los sue(os de los *n$eles :a$ia y derecho en C!rdoba del %ucum*n, si$lo RAAA En :arcela 9spell de an"i Ferreira y 'am!n )edro an"i Ferreira, *as Indias Sociedad y 3erec&o, C!rdoba, 9tenea, 1DD pp -1B1 1D Como es sabido, la ca"a de bru#as no adquiri! $ran intensidad en territorio espa(ol y el .anto /ficio mantuvo una actitud de escepticismo frente a la realidad de la bru#ería La misma demonolo$ía espa(ola era moderada aunque parte de la manualística antisupersticiosa peninsular, especialmente a comien"os del si$lo RAA, hasta 1NBM apro4imadamente, estuviera permeada por la propa$aci!n en el *mbito europeo del estereotipo del sabbat 9sí, mientras en .antia$o del Estero se #u"$aba a las reas por hechiceras, en la N6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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palabras de ?riffiths, a la postre +los e4tirpadores espa(oles de la reli$i!n nativa no andaban en busca del 5iablo ni +otor$aron poder a los practicantes reli$iosos nativos asoci*ndolos con el diabolismo, precisamente porque devaluaron su posici!n social y se ne$aron a reconocer la e4istencia de una aut2ntica presencia diab!lica 1M Lo que nos interesa destacar como balance es que, qui"*s debido al peso de esta tradici!n de incredulidad frente a la realidad de la bru#ería, estos espa(oles de tercera o cuarta $eneraci!n se$uían remiti2ndose a la ima$en del hechicero individual, en la que sí creían firmemente, aHn bien entrado el si$lo RAAA Una ima$en que fue incorporando otros elementos, de los m*s variados orí$enes, que complicaron tanto las pr*cticas hechiceriles realmente e4istentes como sus representaciones
metr!poli se discutía la conveniencia de quitar de los c!di$os penales ese delito Cfr Fabi*n Campa$ne,
Homo cat&olicus, &omo supertitiosus cit, especialmente el capítulo 1M
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Ca"íulo III. De en%ermedades y mueres mágicas c&o e'emplos bre%es a modo de introducción
A .an :i$uel de %ucum*n, 1G6 Las indias :a$dalena y 9na de los :anantiales son acusadas de haber maleficiado a sus feudatarios, entre otras varias personas El arresto de ambas se inserta en el marco de una campa(a sistem*tica de persecuci!n que, sin embar$o, parece haber de#ado pocas huellas en .an :i$uel En efecto, al poco tiempo las mu#eres fueron liberadas por el #ue" e incluso el encomendero de 9na intercedi! personalmente por ella para recobrar lo antes posible sus servicios11 .antia$o del Estero, 1G6D Luisa, india de )itambal*, afronta la querella criminal de un vecino que le achaca la muerte de su hermano 9unque varios testi$os acreditan la +fama pHblica de la hechicera, el #ue" apenas si sentencia el destierro de la rea, una pena liviana 16 AA Francisca por la .ampedrina, esclava nacida ciudad de .antia$o del Estero, procesada hechicera en mulata 1G6 .in embar$o, tantoenlasla deposiciones de los testi$os como es la confesi!n de la rea descubren otro rostro de las pr*cticas m*$icas, a menudo confundida con la hechicería& el curanderismo Junto a su madre, Francisca desple$aba sus actividades terap2uticas itinerantes a lo lar$o del río 5ulce y fue en el pueblo de indios de )itambal* donde las sorprendi! la #usticia1B La historia de )ascuala 9so$asta, una india procesada tres a(os despu2s, tiene puntos de contacto con la de la .ampedrina 'esidente en la ciudad desde su matrimonio con un esclavo de la /rden de la :erced, )ascuala prescribía medicinas y efectuaba curaciones dentro y fuera de la ranchería :ientras el fiscal y el defensor dialo$aban *speramente en sus ale$atos, )ascuala huy! hacia el convento y se refu$i! en sa$rado .u sentencia definitiva qued! sin resolverse, a mitad de camino entre la 9udiencia de Charcas y el cabildo de .antia$o del Estero1 AAA 1G6 El influyente vecino santia$ue(o don 9ntonio de /lleta presenta una querella criminal contra una mulata de nombre :aría y la ya citada )ascuala 9so$asta, sindicadas como +pHblicas hechiceras y famosas encantadoras El querellante, enfermo incurable, lleva consi$o las pruebas materiales del maleficio, consideradas sin embar$o insuficientes para iniciar el proceso Los dispositivos m*$icos, que estaban enterrados, fueron entre$ados a las dos mu#eres que prestamente deshicieron el encanto 1 A ayan por Hltimo dos episodios santia$ue(os que involucran a varias indias del pueblo de %uama %res de ellas sobresalen en el con#unto& Juana )asteles, procesada en 1G1 y acusada de varias muertes por maleficio y Loren"a y )ancha, denunciadas en 1GN1 por el alcalde indí$ena Estas mu#eres declararon ba#o tormento y confesaron participar de e4tra(os c!nclaves en los que aprendían el mal arte Loren"a y )ancha le dieron un nombre a ese m*$ico espacio& lo llamaron salamanca Los discursos que las reas emitieron mientras las torturaban est*n pla$ados de motivos demonol!$icos europeos que, en cualquier caso, no ocultan completamente la persistencia de rituales y pr*cticas colectivas li$adas al ciclo de la recolecci!n que hundían sus raíces en el mundo simb!lico y reli$ioso prehisp*nico 11
9?%, 9J, Ca#a 1, e4p 6D, 1G6 y 9?%, 9J, Ca#a 6, e4p1, 1G6 9?), %rib 1M, MN, 1G6D
16 1B 1
9?), %rib, BB, 1G6 9?),%rib D, GMB, 1G6 1 9?), %rib D, G6M, 1GB1 N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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QQQ Estos ocho episodios, que describimos apretadamente y nos se$uir*n convocando, fueron clasificados #udicialmente ba#o el r!tulo de &ec&icería y por lo menos tres mediaciones que nos distancian de la palabra de los actores La primera es la del idioma -casi todas los reas declararon en quichua y sus declaraciones fueron traducidas por int2rpretes-, la se$unda, el uso de la escritura -que acomoda al$unos pasa#es del discurso a un muy rudimentario len$ua#e t2cnico le$al-, la tercera, la aplicaci!n de tormentos =o la amena"a de aplicarlos> que nos ale#a de manera insalvable de cualquier pretensi!n de espontaneidad de los discursos Con todo, de la hechicería que en las confesiones de las reas se nie$a o se admite practicar, pueden esbo"arse diferentes si$nificados, desde un simple medio de vida hasta una estrate$ia de resistencia o, lisa y llanamente, una falsa acusaci!n )or el contrario, las diferencias se diluyen cuando se atiende a la perspectiva de quienes denuncian, persi$uen o atesti$uan contra las reas )ara todos ellos e4iste una Hnica hechicera& la autora de un da7o =y por consi$uiente potencialmente capa" de anularlo> La complicidad con el demonio, que campea tanto en los cuestionarios propuestos a las reas como en al$unas de las confesiones reco$idas, tambi2 est* presente pero ocupa el modesto lu$ar de un marco te!rico con escasas consecuencias pr*cticas La uniformidad a la que nos referimos se vuelca adem*s en un estereotipo de acusado del que en breve hablaremos En ri$or, el m*s obvio de los denominadores comunes entre las acusadas es su alteridad cultural respecto de quienes las #u"$an en el cabildo 9 lo lar$o de este capítulo iremos a#ustando esta 1N
Cfr Laura de :ello e .ou"a, 2l diablo cit y 5iana Lu" Ceballos ?!me", Hec&iceríaD cit 9mbas autoras enfati"an el contenido transcultural de la hechicería empírica afroamericana .obre la ma$ia y sus relaciones con la ciencia y la reli$i!n e4isten mHltiples traba#os antropol!$icos Una selecci!n de los +cl*sicos fue recopilada por Ernesto de :artino en 1agia y ci%ili#ación, @uenos 9ires, El 9teneo, 1DN %ampoco podemos de#ar de mencionar el bellísimo libro de @ronislaT :alinoTsIi, 1agia, ciencia y religión, )laneta, @arcelona, 1D O1DP y el te4to de referencia obli$ada de E Evans )richtard, 6ru'ería, magia y oráculo entre los a#ande , @arcelona, 9na$rama, 1DGN )or Hltimo, una postura revisionista de las posiciones cl*sicas se encuentra en los libros de .tanley %ambiah, $ulture, t&oug&t and social action Cambrid$e, 7arvard University )ress , 1D y 1agic, science, religion and t&e scope o" rationality, Cambrid$e, Cambrid$e University )ress, 6MM6
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primera definici!n que, no obstante, aceptaremos provisoriamente como punto de partida )ensadas en esos t2rminos, estas discontinuas persecuciones podrían interpretarse como un mecanismo m*s de vi$ilancia y control social de los sectores subalternos .in de#ar de serlo, lo cierto es que la empresa entra(aba una serie de ries$os adicionales para los perse$uidores ya que, aunque la ma$ia opere si$uiendo l!$icas en cierto sentido previsibles y universales, parte de las t2cnicas, rituales e insumos resultaban a#enos y e4tra(os para quienes se consideraban sus víctimas 5e aquí la difundida presencia de intermediarios culturales que intervienen en las tareas de dia$n!stico y eventualmente colaboran con la #usticia entre$ando al culpable En este capítulo, consideraremos una ve" m*s el con#unto de la muestra pero deteni2ndonos en las declaraciones de los testi$os y especialmente en las confesiones de los reos 5e#ando transitoriamente de lado los diferentes rostros que las actividades m*$icas podían asumir, y que retomaremos en los dos capítulos si$uientes, nos concentraremos aquí en los denominadores comunes y las re$ularidades que emer$en del an*lisis de la documentaci!n #udicial /r$ani"amos nuestra e4posici!n en cinco partes& la primera se propone definir el perfil del reo acusado de practicar la hechicería y la se$undo intenta hacer lo propio atendiendo al universo de las presuntas víctimas En la tercera parte nos pre$untamos por las condiciones que convertían a una dolencia enpreternatural un mal +e4traordinario una muerte en hecho +sobrenatural o, m*s precisamente, 9dem*s de olaa recurrencia de un determinados síntomas que se conectaban causalmente y de un historial de conflictos y desaveniencias entre el hechicero y su víctima, encontramos que un tercer su#eto, por lo $eneral un curandero o un adivino, podía colaborar dia$nosticando maleficios e identificando al responsable 5e estos mediadores o contrabru#os nos ocupamos en el cuarto apartado )or Hltimo, cerramos el capítulo retornando a nuestro punto de partida 07asta qu2 punto pueden pensarse estos procesos como +un duelo entre ima$inarios1G3
En el capítulo anterior hicimos una primera presentaci!n de nuestro corpus documental olveremos ahora sobre 2l, con el ob#eto de delinear con tra"os m*s finos un retrato del acusado de practicar la hechicería, retrato que, a este punto, no ha de sorprender al lector atento )ara confeccionar el cuadro que si$ue, tuvimos en cuenta solamente los e4pedientes en los que constan las confesiones de los reos 9 los procesos santia$ue(os ya mencionados en el capítulo anterior, sumamos otros cuatro que fueron #u"$ados por el cabildo de .an :i$uel de %ucum*n /b#eto de su inclusi!n es su vínculo estrecho con al$unos episodios de .antia$o, am2n de la intenci!n de enriquecer el an*lisis a trav2s del cote#o comparativo Lu$ar a(o
y 'eo
%uc, 1N Luisa ?on"*le" %uc,1N
An2s
.$o 1G1
:a$dalena de .umamao
.$o 1G1
Juana )asteles
Etnia y edad condici!n
Estado civil
/cupaci!n
Andia de encomiend a
NM
casada
+vive de hacer ollas
M
soltera
N
0viuda3
+.!lo con hilar a trueque de al$arroba se mantiene
viuda
+hilar, te#er y hacer ollas
:enci!n curanderos adivinos )ablo, adivino
de o indio
:2dico& 5on Juan ar$as :achuca
+indio curandero del .alado, +indios de 9maicha, :aría, esclava comadrona
1G
La e4presi!n hace referencia al bello libro de 5iana Lu" Ceballos ?!me" Hec&icería cit NN
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.$o 1G1 Lucrecia %uc 1G1 Clara
Andia Andia de encomiend a
.$o 1G6M
.oltera casada
%e#edora
+te#e lien"o y fa#as
Francisca la :ulata .ampedrina libre %uc 1G61 :a$dalena Andia de encomiend a .$o 1G6 9ntonia )arda esclava .$o 1G6 )ascuala Andia 9so$asta
6M
.oltera
M
iuda
6
.oltera
.$o 1GB6
DM
:artín .acrist*n 9na 9ntonio Lluschon
.$o 1GN1
Loren"a )ancha :arcos :encia
?abriela Lucía Juana Jere" Josefa Juliana
Andio de encomiend a Andia de encomiend a Andio de encomiend a Andia de encomiend a Andia de encomiend a 8ambo libre Andia de encomiend a Andia de encomiend a Andia de encomiend a Andia de encomiend a Andia de encomiend a Andia de encomiend
#oven Casada
BM y casada tanto s NM 0soltero3
+se ha mantenido sirviendo a varias personas +vive con el mantenimiento :aría que le han dado los padres m2dica =mercedarios> .acrist*n =+de lo que se ha mantenido>
Castillo,
+se ha mantenido como 5ios le ha ayudado
M
iuda
+hilar, te#er y hacer ollas
M
iuda
+hilar, te#er y hacer ollas
M
Casado
M
Casada
+hace platos y peines para te#er y cura a los que le da el viento +te#er e hilar
M
Casada
7acer ollas, cestos e hilados
M
iuda
+se mantiene con sus hilados haciendo cestos y ollas
BM
.oltera
+hacer tipas, ollas, te#er e hilar
6M
Casada
+se mantiene con su marido en te#er, coser e hilar
1N
.oltera
+te#er ponchos y lien"o y hacer puntos de enca#e
.oltera
+su abuela mantiene
.oltera
+sabe te#er e hilar y reci2n est* aprendiendo a coser menudito +su abuelo la mantiene .e ha e#ercitado en coser y te#er para otros apercibiendo de estos el importe de su traba#o para mantenerse
a Andia de 1N encomiend a :aría Andia de 1 Casilda encomiend a %uc 1GNN )ascuala de Andia de 9maicha encomiend a :ar$arita
iudo
+Andio corredor que vive hacia los Choromoros =adivino> )ardo 5omin$o, m2dico
:encia
:arcos m2dico
9"uela,
la
1 El dato m*s imponente, y hasta cierto punto previsible, es que las mu#eres se imponen
abrumadoramente entre los su#etosLluschon acusadosy .olamente tres hombres en nuestro listado, :artín .acrist*n, 9ntonio :arcos 9"uela El Hltimohallamos es el "ambo al que Loren"a denunci! en su primera confesi!n ba#o tormento y, como veremos m*s adelante, su NG http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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perfil se a#usta me#or al de un curandero ue se identifique a la hechicería como una actividad femenina no es novedoso y la literatura sobre Anquisici!n demuestra que tanto en Europa como en 9m2rica las mu#eres dominaban ampliamente entre los acusados de hechicería y bru#ería Como es bien sabido, una antiquísima tradici!n mis!$ina de ori$en bíblico respaldaba la desconfian"a hacia las mu#eres por su presunta inclinaci!n hacia el mal y por las creencias en poderes sobrenaturales que se presumían inherentes a su se4o 1 9dem*s, la Anquisici!n solía perse$uir delitos vinculados con actividades típicamente femeninas, como la ma$ia amatoria y el curanderismo .in embar$o, el cuadro cambia radicalmente cuando se #u"$a a la hechicería como un delito m*s estrictamente reli$ioso, tal como lo hicieron los e4tirpadores de idolatrías en los 9ndes En tal caso, los +hechiceros S a menudo los chamanes indí$enas apa(ados por sus caciques- son sobre todo de se4o masculino1D Los procesos tucumanos que nos ocupan se colocan en una situaci!n intermedia entre estos dos modelos 6 .in embar$o, los curanderos y adivinos que a menudo intervienen en estos casos son hombres, adem*s de forasteros En la penHltima columna del cuadro re$istramos las referencias, $eneralmente escuetas, con las que contamos sobre estos persona#es que casi furtivamente atraviesan los porque discursos reaslosy que testi$os .u papel, como enque breve profundi"aremos, es central sondeellos corroboran las sospechas se ciernen sobre la presunta hechicera )or supuesto que tambi2n hay +m2dicas mu#eres, pero son precisamente 2stas las que, a diferencia de sus cole$as varones, suelen resbalar en hechiceras B Como se anticip!, las indias predominan en el universo de las reas =6MY66>, se$uidas de le#os por las ne$ras o mulatas El dato no es irrelevante dado que en el si$lo RAAA la poblaci!n santia$ue(a y tucumana considerada indí$ena era minoritaria en relaci!n con la de +castas 9delantemos adem*s una distinci!n importante& todas las indias santia$ue(as procesadas pertenecen o han pertenecido a pueblos de indios =aunque no siempre residan en ellos> mientras que, salvo Luisa ?on"*le" y )ascuala de 9maicha, las tucumanas est*n encomendadas pero han perdido por completo el contacto con sus comunidades de ori$en En ri$or, esas mu#eres forman parte del mundo dom2stico de sus amos y adem*s suelen ser querelladas criminalmente por ellos 5ebemos tambi2n resaltar que dos de las tres mu#eres de color que aparecen en los procesos restantes est*n muy li$adas al mundo indí$ena de la mesopotamia santia$ue(a La ne$ra An2s había nacido y crecido en .antia$o del Estero y en su confesi!n acusa de complicidad a una comadre suya, india de :atar* la .ampedrina, mulata curandera que habr* de retornar una y otra ve" a lo lar$o de las p*$inas de este libro, es un persona#e itinerante pero tiene uno de sus centros de operaciones en el pueblo de indios de )itambal* a esta altura, no le e4tra(ar* al lector que estas tres mu#eres de san$re africana se e4presen en quichua :u#eres e indias casi todas, casi todas ba#o el r2$imen de encomienda o el vínculo de la esclavitud 0)uede decirse que las aunaba la pertenencia a ese vasto continente de la +$ente de servicio3 .in duda la cate$oría valía para las esclavas An2s y 9ntonia y para las tres indias tucumanas Clara, :a$dalena y 9na de los :anantiales .in embar$o, no todas las mu#eres encomendadas podían considerarse estrictamente de condici!n servil .i nos detenemos en la se4ta columna del cuadro A, que detalla la ocupaci!n declarada de las reas, notaremos que s!lo a dos de las mu#eres de .an :i$uel se les pre$unt! por sus medios de vida
er por e#emplo, el capítulo +)or qu2 destos ministros diab!licos hay m*s mu#eres que hombres del
Tratado de supersticiones y &ec&icerías ya citado de Fray :artín de Casta(e$a 1D
paradi$ma mis!$ino europeo trasladado a los 9ndes, su hip!tesis no puede ser sostenida por la evidencia documental =.ilverblatt, *una, sol y bru'as cit, especialmente pp 11 a 1>
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9so$asta, que vivía en la ranchería de los mercedarios desde su casamiento con un esclavo Las dem*s podían o no vivir en sus pueblos pero no habían perdido el contacto con ellos y disfrutaban de una situaci!n de relativa autonomía ya que se mantenían por su cuenta $racias a la te4tilería dom2stica, el pastoreo, la alfarería y otras actividades subsidiarias Ancluso las muchachas m*s #!venes de entre las reas =Juliana, :ar$arita y :aría Casilda> estaban aprendiendo el oficio de sus mayores y, en apariencia, s!lo muy eventualmente servían a sus amos En resumen, salvo en el caso de la esclavitud y de la servidumbre dom2stica, y tal como hemos observado en el capítulo A, el vínculo de dependencia hacia el encomendero no era irreversible )rueba de ello es que el mundo de las hechiceras y de los curanderos supone una amplia movilidad espacial =espont*nea como +requisito ocupacional o for"ada por las fu$as> y con ella el cambio frecuente de patrones y protectores La autonomía econ!mica de buena parte de estas mu#eres S especialmente de las santia$ue(as de los pueblos de indios- se relaciona tambi2n con otro dato que presentamos en la tabla y que consiste en la primacía de las solteras y viudas sobre las casadas .i descontamos de la lista a la desdichada ?abriela, acusada de +asimplar a su marido, y a )ascuala desus 9so$asta, con un esclavo y de +esposa a es medias los o#os de #ueces ycasada de la sociedad colonial, la al$Hn fi$ura modo que predomina la de lafrente mu#era sola y que se mantiene por sus medios En el primer capítulo afirmamos que esta situaci!n no era para nada e4cepcional en .antia$o del Estero, donde las #efaturas de familia femeninas alcan"aban a un tercio de los ho$ares como mínimo y el traba#o te4til era el centro de la economía dom2stica En todo caso, la ausencia de su#eci!n S a un encomendero, a un amo, de un padre o a un marido- implicaba potenciar aquella peli$rosidad esencial a la condici!n femenina N .obre la edad de las presuntas hechiceras tambi2n es necesario emprender un an*lisis m*s
pormenori"ado, ya que nada sería m*s en$a(oso que un promedio 5e un lado, tenemos un $rupo de seis #!venes, cuatro indias, una mulata y una parda Las indias declararon en el proceso de %uama y todas fueron absueltas Josefa y Juliana, denunciadas por Loren"a en su confesi!n ba#o tormento, fueron consideradas por la totalidad de los testi$os +mu#eres de buena fama y su inclusi!n entre las c!mplices de la salamanca fue leída como una demostraci!n del rencor y del resentimiento de la +verdadera culpable :ar$arita y :aría Casilda, las nietas de :arcos y de :encia, cayeron en la redada solamente por sus la"os familiares y por el hecho de vivir =y fu$ar> #unto a sus malfamados abuelos 5espu2s de sus confesiones, las muchachas fueron tenidas por inocentes y entre$adas en adopci!n a una familia principal .uprimidas pues estas cuatro #!venes, que decididamente escapan al perfil típico, nos quedan Francisca y 9ntonia, mulata y parda respectivamente 9mbas fueron apresadas #unto a sus madres - #u"$adas tambi2n como hechiceras y reputadas como sus maestras en el arte- y car$aban con el esti$ma de la voracidad se4ual, tan habitual en las mu#eres de color y tan estrechamente asociado a la hechicería, aHn en nuestros días En contraste, las restantes mu#eres son de edad madura =entre M y M a(os> 2ste parece ser el estereotipo dominante y el que atra#o las sospechas m*s intensas de los vecinos y los #ueces )or cierto coincidía con el perfil europeo pero debe recordarse que tambi2n se habían adscripto a aquella fran#a etaria a los indios e indias que mayores resistencias habían opuesto para convertirse a la reli$i!n cat!lica1NM Los hechiceros +vie#os que mand! a quemar 'amíre" de elasco a fines del si$lo RA y las +vie#as sacerdotisas de las misiones del Chaco en el si$lo RAAA qui"*s hayan aportado a la construcci!n sint2tica de un perfil de especialista m*$ico que, por ser familiar a indios y espa(oles, sum! un importante 1NM
9quí intervienen dos atributos relacionados de la condici!n de +vie#o )or una parte, el mayor conservadurismo y, de consecuencia, menor receptividad frente a la nueva reli$i!n )or la otra, el papel central que las +vie#as cumplían en los rituales tradicionales er @eatri" itar, +Las mu#eres chaque(as en las reducciones fronteri"as del %ucum*n& entre la tradici!n y el cambio =si$lo RAAA> Anuario I2HS 1N, %andil, 6MMM
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consenso en el pasado Las +amistades ilícitas y la liviandad se4ual les son ad#udicadas indistintamente tanto a las mu#eres #!venes como a las mayores, así como la m*cula de ladronas La hechicera es una mu#er caprichosa, envidiosa de lo a#eno y que e4i$e ser complacida en todas sus demandas Es la que amena"a a los que +le me"quinan al$una cosa, la que perturba la armonía comunitaria sembrando la discordia con sus chismes malevolentes, es, en fin, el estereotipo de la mala vecina, +temida y respetada por su potencia y temperamento irascible Un esquema diferente se presenta en los casos a pedido de parte, #u"$ados en su mayoría en .an :i$uel de %ucum*n 9quí los conflictos no son comunitarios sino puramente dom2sticos y los testi$os pueden adscribirse m*s claramente al s2quito del querellante En resumen, los perfiles parecen bastante nítidos m*s all* de las variantes que imponen los diferentes conte4tos Sdom2stico o comunitario =el pueblo de indios, la ranchería de esclavos>- %ambi2n los episodios m*$icos que dan ori$en a los procesos trasuntan al$unas re$ularidades en su din*mica, en los supuestos m!viles del da(o y en las relaciones sociales que unían a las hipot2ticas hechiceras con sus presuntas víctimas 5e ello nos ocuparemos en lo que si$ue )íctimas pró-imas y %íctimas remotas )íctimas negadas y %íctimas con"esas
Como se(alamos en el capítulo anterior, los procesos por hechicería se iniciaban a pedido de parte o bien de oficio )or lo $eneral, los Hltimos eran promovidos por la denuncia de un particular o por iniciativa del cabildo o del teniente de $obernador En el Hltimo caso, se prete4taba que la multiplicaci!n de +accidentes e4traordinarios y muertes sospechosas habían avivado el celo de los alcaldes promoviendo la investi$aci!n )ero en los dos procedimientos, en definitiva conectados puesto que un vecino influyente podía promover un proceso de oficio, las autoridades #udiciales conse$uían acumular en las sumarias víctimas de todas las condiciones, rescatando del olvido remotos episodios Las querellas criminales suelen distin$uirse por contar con una víctima principal, normalmente el encomendero o propietario de la rea Un pariente de la presunta víctima es quien suele iniciar las acciones le$ales, como lo demuestra la mitad de los e4pedientes de .an :i$uel de %ucum*n 9sí por e#emplo, An2s y Clara forman parte del servicio de sus presuntos damnificados e incluso Asabel /lloscos, la Hnica mesti"a de la muestra, tiene una relaci!n de dependencia con la se(ora Ceballos :orales, su acusadora El caso de Luisa ?on"*le", en cambio, se a#usta parcialmente a este modelo& aunque el proceso es iniciado por la madre de su encomendero, la comunidad de 9conqui#a, a la que la india pertenece, acompa(a la acusaci!n, apropi*ndosela En todo caso, lo que estos cuatro episodios tienen en comHn es la identificaci!n de una víctima reciente, inte$rante de la 2lite local Este car*cter dom2stico del pleito tiene sus consecuencias, en la medida en que la acusaci!n es encarada por el querellante, que es adem*s quien movili"a a los testi$os .on procesos en los cuales lo privado y lo pHblico se confunden por completo o, m*s precisamente, en los que el proceso pHblico es la culminaci!n de una investi$aci!n privada pree4istente 5e hecho, antes de presentarse en el cabildo, los querellantes han iniciado sus averi$uaciones y consideran casi probadas susba#o sospechas procedimiento que previa se obtiene la confesi!n e4tra#udicial tormento Es de lasi$uiendo ne$ra An2seste o que se +comprueban, intervenci!n de un adivino, los delitos de Luisa ?on"*le" En la morada de do(a Josefa 'om*n, donde vive la india GM http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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Clara, lle$a incluso a prepararse una representaci!n casi teatral a la que concurren unos cuantos vecinos que comprueban con sus propios sentidos c!mo las sobrinas de la querellante deliran y nombran a la hechicera cada ve" que 2sta es conducida al dormitorio Una ve" ensayada la escena, se invita a la #usticia capitular de .an :i$uel a presenciar un acto del que ya se conoce la eficacia 9 la inversa, el pleito dom2stico puede resolverse de modo intempestivo, con s!lo retirar la querella En la historia de )ascuala de 9maicha, acusada por el propietario de una hacienda colindante con el pueblo de indios de enfermar a sus esclavas, entrevemos una ne$ociaci!n con el encomendero, que lo$ra del ofendido el perd!n de la afrenta m*$ica +mirando la caridad que 5ios manda se perdone al enemi$o Los procesos de oficio, que son la mayoría, responden a una din*mica diferente )or lo $eneral desconocemos al denunciante y, tal como comprobamos en el capítulo anterior, la investi$aci!n del cabildo proclama como intenci!n +calmar la inquietud colectiva =y la de sus propios miembros>, especialmente cuando se trata de campa(as sistem*ticas como las de don 9lonso de 9lfaro En $eneral, en estos procesos, y especialmente en los que contaban con sumarias $enerales, no puede identificarse una víctima principal Lo característico es la pro$resiva multiplicaci!n de los per#udicados y una cierta va$uedad en la descripci!n de los ;accidentes; que los afectaron 5e todos modos, los dos procedimientos comparten una l!$ica acumulativa 5ado que la opini!n colectiva es decisiva en la construcci!n de la fi$ura de la hechicera, la suma de enfermedades y muertes, pero sobre todo de disputas, entredichos o intervenciones terap2uticas fallidas o e4itosas, es la que con mayor fuer"a habr* de probar el delito a que la rea puede ne$ar al$unos de los da(os que se le endil$an, pero le resultar* muy arduo defenderse si los car$os llueven sobre ella, al$o que ocurre en la mayor parte de los procesos @asta admitir una sola muerte m*$ica para que la sentencia a la pena capital quede #ustificada y esto es lo que $eneralmente sucede cuando se arriba a la instancia de la confesi!n ba#o tormento .i, en cambio, se habla de enfermedades de ori$en preternatural, la hechicera ser* for"ada a deshacer el encanto y devolverle pHblicamente la salud al doliente Los resultados de sus operaciones ser*n indistintos para la acusada& su 24ito o su fracaso habr*n de #u$arle fatalmente en contra 0u2 vínculos relacionan a la hechicera y a sus víctimas3 En la muestra queda cubierto todo el espectro& la hechicera no s!lo es capa" de a$redir a sus se(ores o a sus amas, tambi2n sus seme#antes 2tnicos y sociales y aun sus parientes pueden convertirse en el blanco del maleficio 7e aquí el detalle El umbral m*s distante que la ma$ia de la hechicera alcan"a al sector de notables del pueblo o de la ciudad 'e$istramos en este nivel por lo menos tres tipos de relaciones En primer lu$ar, el par amoYesclava o encomenderoYindia de servicio, equivalentes cuando la rea convive con su querellante En esta relaci!n vertical, la india de servicio o la esclava ser* la primera sospechosa& conoce la intimidad de sus se(ores, manipula sus prendas de vestir, elabora los alimentos de la familia adem*s, muchas de estas mu#eres son el espe#o de la mala conciencia de los vecinos .i todos ellos coinciden en que el m!vil del maleficio es la ven$an"a, es porque saben que el maltrato cotidiano puede invitar a la ofendida =con sobradas ra"ones> a tomarse revancha Un se$undo ne4o es el que une a las curanderas o m2dicas con sus pacientes .obre ellas volveremos en el Hltimo capítulo, pero ya podemos adelantar que las clientelas de estas especialistas #untan sin distinciones a se(ores y plebeyos Es una relaci!n opuesta a la que antes describimos porque son los notables quienes solicitan sus servicios a las +hechiceras, se entre$an a sus manos y a sus remedios, les imploran alivio para sus dolencias 9unque la amena"a y la denuncia puedan suceder al rue$o, lo característico es la inversi!n de las relaciones de poder que dura el tiempo de las curaciones
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)or Hltimo, un tercer $rupo de notables del todo particular es el personal eclesi*stico /cho casos encontramos representados en la muestra, pero ata(en a cuatro reos& a Juana )asteles se le car$an las muertes del p*rroco de %uama y del titular de la catedral de .antia$o del Estero de )ascuala 9so$asta se dice que se$! la vida de un fraile mercedario y caus! la enfermedad de otro a la mulata 9ntonia se le atribuye el deceso de dos franciscanos que la habían reprendido por su conducta disipada En cuanto a :artín .acrist*n, indio de ?ua(a$asta, merece un comentario aparte 9dem*s de ser uno de los e4cepcionales reos varones, este hombre ya anciano confes! ser hechicero sin mediaci!n de tormentos y se autoad#udic! la muerte del cura @ravo de 8amora y el maleficio del entonces responsable de la doctrina En ambos casos sostuvo haber hecho #usticia& aquellos sacerdotes lo habían despo#ado de sus nietos .in embar$o, :artín reconoci! tambi2n que aquel episodio era ya a$ua pasada y que estaba dispuesto a sanar al doctrinero enfermo 1N1 )ara los #ueces, el maleficio de un ministro sa$rado era una prueba contundente de la osadía del hechicero y a la ve" del car*cter diab!lico de su actividad , la denunciaba +por celos de un ami$o suyo0/ no eran acaso conocidas por todos sus amistades ilícitas con el difunto indio %om*s3 )or fin, quedaba aHn un tercer umbral que la hechicera era capa" de atravesar& el del parentesco Es si$nificativo que a casi todas las acusadas se les atribuyan víctimas en ese estrecho círculo, el m*s íntimo de todos y, como referimos en el primer capítulo, el andamia#e mismo de la sociedad campesina 1N1
+El da(o que había hecho al dho se(or Cura don A$nacio 'amíre" =V>era s!lo porque padeciese y que ya de su parte lo desataba 9?), %rib 1, 1M O1GB6P f D vta G6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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El maleficio del marido o del amante es citado en por lo menos cinco casos, dos de ellos mortales Juana )asteles y la india )ancha, eran sospechosas de haber eliminado a sus consortes sirvi2ndose del arte )ancha lo ne$! hasta el final, pero Juana termin! por reconocer ba#o tormento que había en$a(ado a su c!nyu$e haciendo pasar por medicina un mortal bebedi"o a base de esti2rcol de $allina Como resultado, el indio +ech! la p!stuma y muri! mas no merecía una me#or suerte aquel que la +martiri"aba y maltrataba Como sostiene 'uth @ehar, la ma$ia amorosa podía ser un medio del cual valerse para revertir las relaciones de poder en el interior de la sociedad conyu$al y tal ve" Juana )asteles había de verdad recurrido a un veneno para liberarse de tan $ravosa su#eci!n )ero e4istían ven$an"as aHn peores que la muerte como la p2rdida de la ra"!n y con ella de la di$nidad masculina La ya mencionada india ?abriela, involucrada por Loren"a en su confesi!n en 1GN1, no tenía otro antecedente sospechoso que la locura evidente de su marido Chucico En %uama se sostenía que muchos a(os antes del proceso ?abriela había de#ado a su esposo +sonso, andando por las calles pHblicamente, bailando y cantando y haciendo otros disparates 9quella ve" fue el encomendero quien intervino en lu$ar de la #usticia, obli$ando a la india a curar pHblicamente a su marido El previsible fracaso se tradu#o en a"otes y humillaci!n, que instalaron en la comunidad de %uama la fama de hechicera de ?abriela Un se$undo e#emplo encontramos la historia dee4plicarse )ascuala 9so$asta, de quien se decía que había ;asimplado; a suloesposo aparece la sospecha de emplear el arte contra el propio hi#o1N6 :*s bien, los hi#os, y especialmente las hi#as mu#eres, eran percibidas como las naturales sucesoras de sus madres hechiceras y, como hemos dicho ya, estos antecedentes se multiplican en los procesos )or Hltimo, la muestra nos ofrece al$unos e#emplos en los que la actividad hechiceril conta$ia a todo un clan familiar En el Hltimo capítulo habremos de detenernos lar$amente en la historia del m2dico :arcos 9"uela y de sus mu#eres hechiceras )or ahora, vale la pena evocar otro episodio que tuvo por prota$onistas a la india :a$dalena, su hi#a Loren"a y su marido =muerto antes de iniciarse el proceso> 1NB La sospechosa principal del $rupo es :a$dalena, a quien se le acumula el da(o de su propia cu(ada y los maleficios de una de sus vecinas y de su amo, el capit*n don Francisco de /lea La hi#a Loren"a, que por estar casada con un soldado siempre ausente acompa(a a sus padres a todas partes, es a su ve" buscada por las autoridades de .antia$o del Estero .e la acusa del encanto de una china, sirvienta de un vecino de aquella ciudad, que delirantemente la nombra y creía verla +volando por el cuarto En cuanto al i$noto marido de :a$dalena no se lee a lo lar$o del proceso nin$Hn car$o concreto en su contra .in embar$o, las sucesivas fu$as de la familia lo habían convertido tambi2n a 2l en hechicero arios pasa#es del e4pediente nos permiten ima$inar la an$ustiosa premura de aquellas partidas Es de noche y :a$dalena acaba de lle$ar al potrero de 9lderete, m*s precisamente al rancho del ;sastre co#o;, donde la esperan su esposo y su hi#a Entonces el sastre, testi$o del proceso, escucha el di*lo$o entre los c!nyu$es& +malas noticias corren, ll2vame aunque sea que me muera escondida en un bosque, suplica :a$dalena El marido accede al pedido y un nuevo testi$o nos permite reencontrar a la familia a la bHsqueda de un nuevo refu$io Esta ve", los pr!fu$os han sido esti$mati"ados con si$nos visibles& sus cabelleras han sido cortadas para que todos cono"can el delito 9l decir de un testi$o, +se fueron la mesma noche y reco$ieron a escondidas sus caballos y se huyeron habiendo estado con prete4to de enfermas y trasquilados 1N6
]sta era la versi!n que la nuera y la encomendera de Clara habían hecho circular El hi#o de Clara, que se cuenta entre los testi$os del proceso, acept! a medias tal hip!tesis 1NB 9?%, .ecci!n Judicial, Ca#a 6, e4p 1 O1G61P GB http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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marido y mu'er y &i'os =it*lica nuestra, JF> 5espu2s de una escala en el pueblo de 9namopila,
donde :a$dalena reco$e a su sobrinas, el $rupo huye hacia Choromoros y es en aquel para#e donde lo perdemos de vista hasta que se produce el arresto de la rea principal En síntesis, como el lector ya sabe, el mundo de Loren"a descansa sobre las relaciones de parentesco 5e aquí que no s!lo la hechicera sino tambi2n sus parientes =y especialmente las hi#as mu#eres> fueran probables aprendi"as En sentido opuesto, traspasar ese Hltimo umbral suponía la afrenta y la vulneraci!n de los fundamentos sociales En esta clave puede comprenderse la desesperaci!n de la ya mencionada Luisa ?on"*le", la india de 9conqui#a, que se sinti! +entre$ada por sus parientes S qui"*s en mayor medida que por su querellante - a las autoridades #udiciales- La fuer"a del parentesco podía promover intensas solidaridades pero tambi2n volverse contra la sospechosa, proporcionando la prueba m*s contundente de su desver$Xen"a y falta de escrHpulos 3e síntomas, en"ermedades y accidentes e-traordinarios
El si$nificado de la enfermedad y la5e muerte no puede de unade teoría $eneral del infortunio culturalmente construida tal suerte, cadadesvincularse sociedad dispondr* un con#unto de creencias etiol!$icas para e4plicarlas, que pueden remitir o no a un orden natural )odría pensarse que en un r2$imen demo$r*fico anti$uo, dominado por la alta natalidad y la alta mortalidad, enfermar y abandonar este mundo antes de alcan"ar una edad avan"ada era al$o tan natural como la vida misma .in embar$o, aHn en aquellos conte4tos en los que enfermedad y muerte son hechos cotidianos, ciertas manifestaciones patol!$icas se resisten a ser naturali"adas, por frecuentes y reiteradas que pare"can )or el contrario, se las interpreta como hechos an!malos y perversos, como acontecimientos impulsados por a$entes a$resivos y envidiosos o debidos al quebrantamiento de tabHes En este hori"onte, las actividades m*$icas no pueden sino adquirir un prota$onismo especial en su doble funci!n protectora y a$resiva 5e aquí que los actores de los procesos ha$an referencia de modo permanente a un doble orden de causalidad& el natural y, con mucha m*s frecuencia, el preternatural =aunque ellos lo llamen accidente e-traordinario o simplemente &ec&i#o o da7o> .i la enfermedad o la muerte obedecían a causas naturales, s!lo cabía la resi$naci!n y, como hemos visto ya, ese ar$umento fue el caballito de batalla de al$unos defensores y tambi2n de parte de las reas )robando que sus presuntas víctimas habían muerto +de empacho o tabardillo, atravesadas por la cornada de un buey o al caer de un caballo, invocando remedios equivocados o ;mala pra4is; del curandero, las reas lo$rarían ale#arse del peli$roso terreno de los accidentes e-traordinarios y de su causalidad m*$ica Ama$inemos ahora que por una epidemia o por simple a"ar la poblaci!n de una aldea o de la ciudad es brutalmente a"otada por la enfermedad y la muerte / que un persona#e renombrado es sorprendido por un deceso repentino )or su car*cter an!malo e impredecible, y en el conte4to de una sociedad que cree en el poder de los hechiceros, esos acontecimientos tender*n a e4plicarse en t2rminos de intervenciones personales y s!lo raramente como hechos naturales1N En otras palabras, e4isten muertes y patolo$ías con autor =o, m*s frecuentemente, autora> Adentificarlo y neutrali"arlo permitía solucionar un problema individual pero tambi2n restablecer la armonía colectiva& de aquí el car*cter p+blico de los dia$n!sticos, curaciones y, eventualmente, casti$os del hechicero 1N
+En una cultura primitiva el a$ente físico del infortunio no es tan si$nificativo como la intervenci!n personal a la que puede atribuirse Los efectos son los mismos en el mundo entero -sequía, hambre, epidemia, parto, enfermedad - )ero cada cultura conoce una serie de leyes que $obierna el modo en que acaecen estos desastres Los vínculos principales entre las personas y las des$racias son vínculos personales 5e modo que nuestra enumeraci!n de poderes ha de proceder clasificando todas las clases de intervenci!n personal en la suerte de los dem*s :ary 5ou$las, Pure#a y peligro !n análisis de los conceptos de contaminación y tab+ :adrid, .i$lo RRA, 1DGB, p 1B G http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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5e#ando de lado la l!$ica de la acumulaci!n y de la notabilidad de la víctima, los procesos nos muestran tres manifestaciones ampliamente aceptadas de accidente e-traordinario& la p2rdida =definitiva o transitoria> de la ra"!n, la eliminaci!n de ob#etos a#enos al cuerpo =huesos de animales, cabellos, espinas, lanas> y determinadas parasitosis En modo al$uno el dia$n!stico preternatural de estos síntomas es sorprendente 5esde el pensamiento m*$ico, las claves e4plicativas y el contenido simb!lico de estas manifestaciones de la enfermedad resultan casi universales y pueden adscribirse a dos teorías ampliamente difundidas a escala planetaria& la p2rdida del alma -o en sentido opuesto, la posesi!n por un espíritu- y la de introducci!n de ob#etos pat!$enos en el or$anismo En el Hltimo capítulo volveremos sobre ello por el momento nos contentamos con presentar el problema e ilustrarlo con al$unos e#emplos 9l delinear el perfil de las víctimas de hechicería hicimos referencia a los +maridos asimplados por sus mu#eres hechiceras .e suponía que, una ve" apartados los hombres de sus funciones tutoriales, estas virtuales +viudas de los vivos podían $o"ar de su libertad .in embar$o, tambi2n hallamos en los procesos otros e#emplos de p2rdida de la ra"!n que carecen de connotaciones se4uales y que m*s se aseme#an al fen!meno de la posesi!n Es el caso de las ya mencionadas sobrinas adolescentes de do(a Josefa 'om*n, que nombraban en sus delirios a la 1N hecho de pobre Clara,eluna de las de lam*s casa 9 los de todos los testi$os, el india mismo nombre pronunciar eracriadas la prueba firme de o#os la intervenci!n m*$ica de la Le#os de .an :i$uel de %ucum*n, donde lan$uidecían aquellas dos muchachas, la china :aría 9ntonia acusaba hist2ricamente a las indias Loren"a y )ancha de haberle provocado la par*lisis temporaria de sus bra"os y piernas 1NN 9Hn en los momentos en que perdía el habla, prose$uía con su denuncia a trav2s de ademanes elocuentes esta Hltima escena transcurría en un escenario muy distinto del que se describi! en primer lu$ar& el drama de la china se representaba en el rancho del alcalde del pueblo de indios de %uama no obstante, las mu#eres que presenciaron tales hechos, indias todas ellas, tambi2n #u"$aron infalible la lapidaria sentencia de la enferma
0u2 m*s tenían en comHn estos dos episodios3 En principio, el car*cter pHblico de las demostraciones de las enfermasY acusadoras 9l$unas p*$inas atr*s describimos la puesta en escena montada para el proceso contra Clara con cierto detalle 5estaquemos ahora que, una ve" rodeadas por los notables y los servidores de la casa, las #!venes hechi"adas lo$raron transmitir vi$orosamente a los espectadores la particular e4periencia de dominaci!n que suele acompa(ar las afecciones psíquicas1NG En el mismo sentido, tambi2n :aría 9ntonia contar* con escenario y pHblico propios para representar un drama que, para des$racia de los mHltiples reos del proceso de 1GN1, se prolon$aría a lo lar$o de demasiados actos En se$undo lu$ar, la clasificaci!n que se hi"o de ambos accidentes e4traordinarios apunt! a la hechicería y no a la posesi!n demoníaca 5e consecuencia, fue requerida aquí la intervenci!n de la misma malefactora -en ambos casos identificada por las dolientes- y no la de un e4orcista 1N La interpretaci!n de uno de los testi$os, en referencia a Loren"a, fue que en todo caso era la hechicera quien precisaba de un e4orcista ya que +solamente teniendo al demonio oculto en al$una manera en su cuerpo pudiera preceder los desatinos que este declarante a visto a hecho; 1N
9?%, .J, 6, G, 1G1 9?), %rib 1B, 1MN6, 1GN1 1NG 'escatamos este concepto de Ernesto 5i :artino, estudioso de la ma$ia lucana a mediados del si$lo RR .e$Hn el antrop!lo$o italiano +en esta concepci!n m*$ica de la enfermedad como encanto o +cosa hecha el tipo de síntoma, la etiolo$ía de la enfermedad, el dia$n!stico y la terapia entendida en el sentido de la medicina científica tiene una importancia del todo secundaria )or el contrario, en primer plano se encuentra el +sentirse actuado o +dominado por la fuer"a oculta de la enfermedad y por el deseo de ser liberado de tal dominaci!n Ernesto 5e :artino, Sud e magia, Feltrinelli, 6MM1 O1`ed 1DDP, p B1 =la traducci!n es nuestra, JF> 1N Lo mismo vale para el episodio antes referido de la criada hechi"ada por Loren"a, la hi#a de la india :a$dalena de %ucum*n que veía a su malefactora volando por el cuarto 5esde .antia$o del Estero se manda a buscar a la presunta culpable contando como prueba fehaciente del da(o las visiones y palabras de la enferma 1NN
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La se$unda manifestaci!n de accidente sobrenatural -y la que con mayor frecuencia acusan las víctimas de las hechiceras- consiste en la e4pulsi!n de residuos corporales ins!litos Como veremos m*s adelante, esto tambi2n se relaciona con el tipo de procedimiento terap2utico =aplicado indistintamente a enfermedades naturales y a accidentes e4traordinarios> que privile$ia m2todos tales como las pur$as, las san$rías, las sobadas =masa#es> y los vomitivos En este sentido, los problemas de la ya mencionada :aría 9ntonia habían comen"ado cuando ech! por la boca +un pedacito que al parecer es damasco y un peda"o de $ueso de costilla de cabrito, dos pedacitos peque(os de $ueso y dos hilitos colorados de lana El v!mito le había sido provocado por su encomendera, que le dio a beber un +breba#e de porotillos para aliviarla de lo que inicialmente parecía una ;natural; indi$esti!n Fue la e4hibici!n pHblica de los residuos la que afian"! la hip!tesis del ori$en preternatural de la enfermedad, hip!tesis que todos los presentes terminaron por corroborar a la lu" de los acontecimientos posteriores Un e#emplo similar, esta ve" concerniente al mundo de los espa(oles, nos lo ofrece el proceso contra la ne$ra An2s de .an :i$uel de %ucum*n .u amo y querellante padece síntomas seme#antes a los de :aría 9ntonia, ya que tambi2n su cuerpo produce un con#unto de pruebas inequívocas El proceso se inicia cuandoendos indios deldeservicio del+$uesesitos querellante=>que e4ponen frente al tribunal capitular los restos reco$idos la bacinilla su se(or& parecían ser de sapo y asimismo => unos palos de yerba otras inmundicias, botones de a"ahar q no se pudo determinar lo que eran1ND .alvo por la menci!n de los =probables> huesos de sapo, es de notar que la Hnica característica e4traordinaria que acomuna a todos estos ob#etos es el hecho de, parafraseando a :ary 5ou$las, encontrarse fuera de lu$ar ;connotando contaminaci!n y peli$ro; indicios sobre la autoría del da(o En este sentido, una mesti"a peruana que +a fuer"a de 9$nus 5ei y reliquias que le dieron a beber arro#! por la boca unos líos de tabaco atados con cinta colorada, reconoci! en el acto la ven$an"a de 9na de los :anantiales 1GM El episodio le mentaba una discusi!n en torno al pa$o de unos capones, que la peruana había e4i$ido que se le pa$aran en lana y no en tabaco 5e aquí que todos leyeran en sus síntomas un mensa#e de advertencia con marca de autor 9l$o similar habr* sentido la india ?er!nima cuando e4puls! por la boca las cintas moradas que antes le había ne$ado a su ami$a )ascuala 9so$asta& 0qui2n m*s, desde su l!$ica, podía ser la autora del maleficio31G1 )or Hltimo, un tercer con#unto de ob#etos remite a la ma$ia repu$nante y a los insumos que en el ima$inario colectivo la hechicera atesoraba en su botica Cabellos, ara(as, hormi$as y sapos formaban parte de los residuos que el maleficiado echaba y que, por lo tanto, se presumía que habían in$resado antes a su cuerpo %ambi2n en este caso los e#emplos se multiplican S constituyendo adem*s pruebas fehacientes del hechi"o- y aparecer*n una y otra ve" a lo lar$o de este libro 5e momento, ele$imos el proceso contra Luisa de )itambal* para acercarnos a esta variante del arte1G6 Entre otros car$os, se le endil$an a Luisa la muerte de dos mulatas esclavas y la enfermedad =y posterior recuperaci!n de la salud> de los tres hi#os de un vecino del pueblo %ambi2n se hacen pesar sobre ella =y secundariamente sobre su hi#a 9ntuca> las penurias de una tal 9na Jim2ne" quien +enferma de maleficio, entre otras sabandi#as que arro#! por la boca, ech! una tale$uita de una cinta ne$ra atada con hilo colorado en la cual hallaron un quirquincho Los episodios, 1ND
9?%, .ecci!n Judicial, Ca#a 6, e4p 11 =1GMB> 9?%, Ca#a 1, e4p 6D =1G61> 9?), %ribD, GMB =1G6> 1G6 9?), %rib 1M, MN =1G6D> 1GM 1G1
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interpretaban los testi$os, se vinculaban secuencialmente entre sí y era la cinta ne$ra la que proporcionaba la clave de la serie En efecto, el la"o su#etaba las tren"as de la difunta patrona de las mulatas y Luisa había tenido la osadía de hurtarlo en el velorio, donde fue descubierta y reprendida por una de sus futuras víctimas La ven$an"a m*$ica se hi"o sentir de inmediato& se$Hn el propietario de la criada +en esos días cay! enferma dha mulata de que muri! en breve tiempo la comida la cara de $usanos y del mesmo achaque en breve tiempo muri! otra mulatilla su esclava .in embar$o, la desver$Xen"a de Luisa no se detuvo allí y pocos días despu2s tambi2n los tres hi#os del testi$o caían enfermos La acumulaci!n de accidentes e4traordinarios que afectaban su vida dom2stica no le de#! a don L*"aro Cardoso m*s dudas Fue así que se aperson! en el rancho que compartían Luisa y 9ntuca y les di#o +que aunque claramente sabía que ellas le habían muerto a sus dos mulatas les perdonaba y lo de#aba para 5ios, pero sino desatasen a dhos sus hi#os porque tambi2n sabía efectivamente que ellas los tenían maleficiados, se lo habían de pa$ar
Las amena"as surtieron efecto y todos los enfermos recuperaron la salud elelda(o habitual intermediario entre la víctima ydeelLuisa +pHblico& o curandero que e identifica al malefactor %al ve" en este caso en particular la se$uidilla de +accidentes e4traordinarios primero y la aparici!n de la cinta despu2s, lo volvieran superfluo En tercer lu$ar, la noci!n de despido de un ob#eto e4tra(o introducido por a$encias personales responde a una concepci!n particular y muy arcaica de la etiolo$ía de las enfermedades, que es de base cham*nica1G La cura, que consiste habitualmente en la succi!n de la parte afectada, tiene por ob#etivo sustraer el ob#eto pat!$eno -manifestaci!n material y visible del mal- que el cham*n habr* de e4hibir como demostraci!n de su eficacia .in embar$o, como el lector habr* podido advertir, la operatoria m*$ica de ;poner el mal; a trav2s de operaciones rituales ne$ativas resultaba familiar a la totalidad de los actores de nuestro drama y no solamente a los descendientes m*s cercanos de aquellos chamanes andinos y chaque(os =retornaremos sobre el tema en el capítulo > En el mismo sentido, todos por i$ual habr*n de confiar en la eficacia terap2utica debida a las pr*cticas del hechicero o de su te!rico anta$onista el curandero olviendo a los síntomas de accidente e4traordinario, nos queda por desarrollar el Hltimo que nuestro corpus reco$e y que a$rupa diversas formas de parasitosis .i$uiendo la racionalidad apenas descripta, la emer$encia de +$usanos podía ser interpretada como la e4pulsi!n del mal y, en efecto, así lo entendieron al$unos de nuestros conocidos persona#es La cu(ada de :a$dalena, la india tucumana que nos convoc! al$unas p*$inas atr*s, afirmaba que la disputa por unas ena$uas de ru*n termin! derivando en maleficio La prueba era que +habiendo enfermado despu2s de esto Ola pelea por las ena$uasP esta declarante, un m2dico que anduvo por 1GB 1G
:ary 5ou$las, Pure#a y peligro,cit p 1N La biblio$rafía sobre el tema es interminable
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esta #urisdicci!n llamado :i$uel la cur! y la hi"o echar $usanos;=subrayado nuestro, JF> 1G %ambi2n un notable de la ciudad y paciente de la mulata Francisca la .ampedrina, despu2s de echar por la mano una +multitud de $usanos y $racias a la pericia de la curandera, +empe"! a e4perimentar sanidad1GN )ero con mayor frecuencia los pululantes $usanos anunciaban la enfermedad y no su e4pulsi!n 9sí, cuando do(a Josefa de 9lfaro encontr! su cama repleta +toda de sabandi#as al modo de mariposas pero no lo eran, que hasta la cabe"a tenía llena como asimesmo todo el pabell!n de forma que esto le dur! continuamente y hall! lue$o +en la camisa o ena$uas blancas dos $usanos e4tra(os por criarse sino solo en los campos dha laya de $usanos no dud! de la e4istencia de un maleficio1GG /bviamente, nin$uno de los lu$ares en los que estos episodios transcurren permiten suponer aceptables condiciones sanitarias e hi$i2nicas Como todavía ocurre hoy en las "onas pobres, las parasitosis d2rmicas con se$uridad eran muy comunes En todo caso, y una ve" m*s, eran los conflictos dom2sticos, la +personali"aci!nde los a$entes pat!$enos y la noci!n de que 2stos eran +introducidos por los malefactores los que despertaban las sospechas =o me#or dicho las certe"as> de las víctimas al$o m*s aHn, que nos remite a una simbolo$ía universal, los $usanos +pertenecen al reino de la tumba, #unto con la muerte y el caos 1G )roducen miedo y alarma porque etapa previa la descomposici!n, son de la +re$resi!n inicial y larvaria En lase(alan lecturala de Josefa dea9lfaro o de la cu(ada :a$dalena,o fase los $usanos 1GD representaban una advertencia& el anticipo de una muerte inminente Las víctimas de :artín .acrist*n tambi2n demostraron el ori$en preternatural de sus padecimientos mediante la evidencia de los $usanos .e$Hn el cacique de ?ua(a$asta, que declar! como testi$o, +sabe Oque leP quit! la vida dho Andio con el referido arte a Loren"o ?ua"o por envidia que tuvo de haberle quitado al referido :artín la sacristía y d*dosela a Loren"o, el cual muri! echando $usanos por la boca y cuerpo 1M había m*s& este episodio demostraba c!mo el hechi"o podía crear un vínculo físico entre víctima y victimario /tro hombre al que :artín confes! tener efectivamente maleficiado y echando +sabandi#as por la boca había sido tratado mediante la quema de esos residuos he aquí que la espalda de :artín, +lastimada como si le hubieren hecho con ti"ones de fue$o, padecía los efectos de la cura del hechi"ado Estas son las manifestaciones m*s frecuentes de +accidente e4traordinario que se describen y denuncian en los procesos E4ceptuando el caso de :artín .acrist*n, sabemos de ellas a trav2s de las declaraciones de las supuestas víctimas o de quienes les creyeron, considerando a los enfermos casi +infalibles en sus autodia$n!sticos Ancluso quienes perdían la ra"!n eran creíbles cuando se trataba de identificar al a$ente del da(o .in embar$o, como anticipamos, otros persona#es adem*s de los mismos enfermos, podían revestir un papel de primer orden en la +ca"a de hechiceros 9divinos y m2dicos, como veremos en adelante, podían complicar notablemente la situaci!n procesal de la sierva irreverente, la vecina poco $rata o la mu#er licenciosa *os intermediarios> adi%inos y curanderos
uien puede infli$ir un da(o ser* tambi2n capa" de repararlo El a4ioma #ustifica la bHsqueda del hechicero y se e4presa en amena"as y e4i$encias de curaci!n tantas veces devenidas en sHplica Esta l!$ica, que ya hemos detectado en al$unos de los episodios descriptos y que volveremos a encontrar una y otra ve" en los pr!4imos capítulos, es universal y los #esuitas, 1G
9?%, .J, Ca#a 6, e4p1O1G61P 9?), %rib , BB O1G6MP 1GG 9?), %rib 1M, GMD, O1G6P 1G :ary 5ou$las, Pure#a, p M 1GD Jean Chevalier, 9lain ?heerbrant, 3iccionario de los símbolos, @arcelona, 7erder, 1DN, p G 1M 9?), %rib 1, 1M O1GB6P, f N vta 1GN
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verdaderos etn!$rafos coloniales, la identificaron en sus mono$rafías chaque(as El padre 5obri"hoffer, por e#emplo, se escandali"aba frente a la credulidad de los abipones y a su absoluta falta de piedad hacia los sospechados como hechiceros En un pasa#e de su bella cr!nica, el i$naciano relata la historia de un hombre que muere herido por una lan"a 9 pesar de la causa evidente del deceso, se convoca a un cham*n para esclarecerla El especialista no duda en dia$nosticar maleficio y en atribuírselo a una anciana +c2lebre por sus artificios, que pocos días antes le había ne$ado un mel!n al difunto Entonces +los *nimos de todos se enardecen en contra de la vie#a y 0qu2 no tientan y buscan para ven$ar el crimen3 La vi en la pla"a, rode*ndola una terrible multitud como una rueda, con $olpes en todo el cuerpo, y como la creyese delirante, poco falt! para que me acercara a hablarle )ero los abipones presentes me di#eron& +Cuídate padre de diri$ir una sola palabra a esta buena mu#er con este círculo que formamos se morir* la vie#a que apur! la muerte del #oven 11
Este tipo de persecuciones, así como la c!lera colectiva que desataban, eran #u"$adas por 5obri"hoffer como propias de b*rbaros y salva#es .in embar$o, ya hemos comprobado que no era necesario vivir entre los abipones para toparse con situaciones, l!$icas de pensamiento y creencias similares En ri$or, en todas las sociedades donde las pr*cticas m*$icas ocupan un lu$ar relevante, los contrabru#os o ma$os blancos aparecen necesariamente en escena contrarrestando funcionalmente el poder de los hechiceros Los mismos espa(oles tenían su tradici!n de ma$os blancos, encar$ados de actividades i$uales a las descriptas en los procesos& adivinar, curar, buscar ob#etos perdidos y descubrir hechiceros Los poderes de estos su#etos despertaban temor en sus comunidades de ori$en pero los presti$iaban a su paso por las aldeas vecinas, de aquí su incansable movilidad espacial y su $enerali"ada condici!n de forasteros Una o#eada a la muestra nos permite a(adir al$unas otras precisiones& así como la mayor parte de las reas hechiceras son indias, los contrabru#os suelen ser hombres y mesti"os )or supuesto que 2sta es una re$la que, como ya veremos, reconoce e4cepciones )ero aHn haciendo la salvedad, su car*cter de bisa$ras culturales no se presta a dudas Curanderos y adivinos va$an como fantasmas en los relatos que los procesos nos permiten reconstruir 9l ser forasteros se sabe poco de ellos y s!lo contamos con mayor informaci!n cuando son involucrados como testi$os o au4iliares de la #usticia
ciudad 5elune4amen los orines de dos de sus pacientes,del el empírico dedu#o de la C!rdoba e4istencia de da7o de .e$Hn su dia$n!stico, la causante maleficiosantafecino era :aría :urua, criada y celestina, que habría me"clado polvos de sapo en el pan y en el asado de su víctima 9"evedo declar! personalmente frente a las autoridades capitulares cordobesas por lo que nos enteramos de que se ocupaba en traba#os +de carpintería, alba(ilería y curandero y que este Hltimo oficio lo había aprendido de muy #oven cuando +sirvi! de pa#e a un hombre de Espa(a cuyo nombre i$nora y que se e#ercitaba en leer de un Libro que trataba de esas cosas Es 2sta es la Hnica referencia libresca que encontramos en nuestros documentos, m*s all* de que 9"evedo, por ser analfabeto, no tuviera m*s que un contacto mediati"ado con esa literatura especiali"ada de su se(or )arad!#icamente, su denuncia termin! por volverse contra 2l, al punto que fue sentenciado a una condena de seis meses por curar sin permiso del )rotomedicato y del tribunal del .anto /ficio 9dem*s, la declaraci!n de la criada denunciada descubri! las 11
:artín 5obri"hoffer, Historia de los Abipones, cit p 661 9rchivo )rovincial de C!rdoba, Criminal, 66, 1M
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verdaderas ra"ones de 9"evedo para inculparla& una disputa con su marido le había llevado a +vociferar en aquel partido haber la dha :aria maleficiado a varias personas El corpus nos reserva otros varios e#emplos de interpretaci!n de da(o por uroscopía en realidad, parece tratarse del m2todo m*s usado En todo caso, lo interesante es que tambi2n otras formas de dia$n!stico, la adivinaci!n entre ellas, mantenían su le$itimidad en la identificaci!n del da(o m*$ico En nuestro corpus hallamos tres adivinos, todos ellos indí$enas y requeridos todos por una clientela hispana ale la pena rescatar dos historias que les conciernen, ambas ocurridas en las campa(as de .an :i$uel de %ucum*n El primero de estos persona#es, Juan Corredor, es convocado por do(a Josefa 'om*n, patrona de la india Clara, a quien el lector ya conoce 1B 9$obiada por una se$uidilla de des$racias familiares -entre las que sobresalían los delirios de sus sobrinas- do(a Josefa había terminado por car$arle a su criada todas las culpas, emprendiendo en su contra una verdadera campa(a difamatoria Clara sabía acerca de la consulta que había corroborado las sospechas =o m*s bien las certe"as> de su se(ora& +habiendo idoy 5o(a Josefa 'om*n a losenChoromoros, indio le adivino y habiendo mandado hacer chicha encerrado a dicho indio un aposento co$i! le dioadeunbeber, pre$unt! a dicho indio que si su marido estaba enhechi"ado y que respondi! dicho indio que sí y asimismo pre$unt! = > si sus hi#as estaban tambi2n enhechi"adas y respondi! que sí y pre$unt*ndole que si esta declarante los había enhechi"ado di#o dicho indio que sí
creía a pies #untillas en las palabras que una embria$ue" de contenido +2tnico tradicional suscitaba en Juan Corredor 1 El e#emplo m*s temprano del indio )ablo Sde quien primero el #ue" eclesi*stico y lue$o las autoridades capitulares se habían servido para probar los hechi"os de Luisa ?on"*le"- aporta qui"*s mayor lu" acerca de estos eni$m*ticos su#etos, desnudando el importante papel que desempe(aban =o habían desempe(ado en un pasado cercano> en sus propias comunidades 1N La ?on"*le", india del casi e4tinto pueblo de 9conqui#a, había sido querellada por su se(ora por maleficiar al hi#o del encomendero inutili"*ndole una pierna uien la había sindicado como hechicera era el citado indio )ablo quien, en presencia de varios testi$os espa(oles, tuvo que +demostrar sus afirmaciones hallando el encanto o dispositivo m*$ico que mantenía enferma a la víctima el encanto result! adoptar la forma de un sapo, que Luisa habría enterrado en su rancho y ba#o su propia cama .e$Hn consta en la sumaria, s!lo uno de los testi$os presenci! todos los pasos del procedimiento =el adivino, $olpeando el suelo con un bast!n, locali"! el encanto> mientras que los hueco de fuera la cama, cav! y pidi! una tale$a envolver dem*s deba#o esperaron del rancho )ero todos di#eronpara a una vo" queelhabían visto con sus propios o#os al batracio de la pata amarrada y concordaron en que 5ie$o @a"*n había me#orado 1B
9?%, ca#a 6, e4p G O1G1P .obre +hechiceros pobres, indí$enas o de color consultados por espa(oles, ver Estensoro Fuchs, +la construcci!n, p 1D El autor enfati"a el hecho de que en los e4pedientes por 2l anali"ados +no he detectado nin$Hn caso en que un hechicero ten$a una clientela e4clusivamente constituida por miembros de su propio $rupo La diversidad parece m*s bien marcar las relaciones .!lo que aquí Juan Corredor no es identificado como +hechicero sino como +adivinoy descubridor de hechiceros 1 En el *rea andina los hechicerosYadivinosYm2dicos tambi2n utili"aban la chicha para predecir el porvenir La utili"aci!n de este alucin!$eno se difundi! despu2s de la conquista de#ando presumir, en opini!n de %hierry .ai$nes +cierto resur$imiento del chamanismo .ai$nes, %hierry, +@orracheras andinas 0)or qu2 los indios ebrios hablan en espa(ol3, Re%ista Andina , G-1, Lima, #ulio 1DD, pa$s B16 =La cita a p 1MM> 1N 9?%, .ecci!n #udicial, ca#a1, e4p D O1NP 1
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notablemente una ve" que el adivino quem! los hilos y arro#! el sapo a la corriente del río , si$ue con la amena"a del hechicero =por parte de la misma víctima o de un pariente cercano que actHa en su nombre> y culmina con el alivio del enfermo, como resultado de lala acci!n reparadora del hechicero temeroso El consenso en tornointerpretado de esta cadena causal le$itima racionalidad m*$ica E#emplos de lo dicho abundan en la muestra pero nos limitaremos a re$resar al proceso contra la parda 9ntonia de .antia$o del Estero, que data de 1G6 1G Las mHltiples acusaciones que se le hacen provienen casi todas de los miembros de una prominente familia santia$ue(a& los 7errera1 5on Francisco, su madre 'osa Concha y su mu#er 9na 2le" participan como testi$os en la sumaria y pretenden demostrar que, cuanto menos uno de los varios achaques que sufre 9na, se debe a da7o La prueba reposa en tres ar$umentos El primero de ellos es que otras dos mu#eres de la ciudad, que tambi2n tienen relaci!n con la rea, sufren de un mal id2ntico& do(a Josefa de 9lfaro =la misma que había echado los $usanos> y la india lule Catalina tambi2n conocen el +penoso achaque de +vaciarse por la vía de la orina sin sentir La se$unda prueba se apoya i$ualmente sobre el principio de analo$ía Catalina ha lo$rado curarse aspirando unos +vahos que le ha suministrado la mulata Felipilla, una esclava que +cura con remedios caseros 9ntonia le ha transmitido a do(a Josefa de 9lfaro el feli" resultado que los vahos han operado sobre el mal de Catalina, pero le ha me"quinado la soluci!n, prete4tando que +ya no le sería provechoso el dho vaho por no ser ya tiempo Cuando finalmente, y por su insistencia, la se(ora recibe el remedio, no obtiene nin$Hn efecto positivo, lo que interpreta como una se(al inequívoca de hechi"o En tercer lu$ar, la familia de 7errera est* al corriente de los motivos de resentimiento que 9ntonia podría abri$ar En efecto, la mulata ha convivido por un tiempo con Josefa de 9lfaro, que nunca le tuvo confian"a, ha discutido con la india lule Catalina por el reparto de los frutos de una huerta que sembraron a medias y, sobre todo, odia mortalmente a 9na 2le" por haberle arrebatado a su e4 amante y patr!n, don Francisco de 7errera 5e este modo, el matrimonio ha interrumpido una +amistad ilícita que llevaba m*s de un a(o y 9ntonia no ha sabido disimular su rabia y su envidia 5e acuerdo al testimonio de 'osa Concha, madre de don Francisco de 7errera, +la tal =9ntonia> di#o que bien podía casarse dho Franco de 7errera, que poco $o"aría a su mu#er, y que esto se lo contaron a esta declarante varias personas y en particular una mu#er de :atías Fern*nde" de Fi$ueroa y sus hi#as
La elocuencia del da(o no requería ulteriores demostraciones )oco despu2s de la boda, la novia siente que +sus partes las tiene amorti$uadas, de suerte que no siente sean sus carnes 1G
9?), %rib 1M, GMD O1G6P )ara complicar m*s la situaci!n de la rea, di$amos que su madre se encontraba en prisi!n acusada por hechicera mientras que una hermana había sido +quemada en la ho$uera en el pasado por confesar varios crímenes m*$icos %odos los testi$os que declaran tienen presentes estos funestos antecedentes familiares 1
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Conminado por 'osa, interviene entonces el infeli" marido .e$Hn declar! do(a 'osa Concha, +le di#eron al dho su hi#o que co$iese a la dha mulata 9ntonia y la casti$ase )odemos intuir que los curanderos tuvieron su parte en aquel conse#o que, por otra parte, don Felipe tom! muy en cuenta 9medrentada por la $olpi"a, al$o habría hecho 9ntonia porque 9na 2le" consi$ui! efectivamente me#orar %al como ase$ur! frente al tribunal +ha sentido al$Hn alivio en lo que toca a vaciarse y ha sido la causa haberla casti$ado dho su marido y desde entonces ha sentido me#oría El e4pediente se interrumpe aquí, por lo que i$noramos qu2 suerte corri! la mulata 9ntonia La pintura que procuramos hacer del mundo en que 9ntonia te#e sus relaciones se plasma en un paisa#e social que a esta altura resultar* familiar para el lector y que entreme"cla y confunde a los actores en la intimidad de su comensalismo cultural :as, re$resando a nuestro planteo inicial, si al$o tienen en comHn las reas procesadas por hechiceras es su alteridad respecto de quienes las #u"$an o las querellan 0C!mo se con#u$an ambas cosas3 Con este desarrollo a modo de epílo$o, nos disponemos a cerrar este capítulo Hec&icería y alteridad
5e una parte los vecinos principales de .antia$o del Estero o .an :i$uel de %ucum*n de la otra, las mu#eres o mulatas, +otros culturales y $en2ricos la rusticidad de nuestros #ueces, indias la situaci!n es ensusbuena medida an*lo$a a la que .alvando enfrentaba a los doctos inquisidores lime(os o novohispanos con las reas de hechicería espa(olas, mesti"as o mulatas, o a los e4tirpadores con los +id!latras indí$enas .in embar$o, sería un desacierto enfati"ar e4cesivamente la alteridad y la distancia que se e4tendía entre estos vecinos y las acusadas En principio, porque los procesos #udiciales refle#an sobre todo la cara conflictiva de las relaciones en el conte4to de una sociedad colonial ya madura y surcada por pro$resivas hibridaciones En el primer capítulo observamos que la multi2tnica poblaci!n de campa(a habla en quichua de manera uniforme los mismos procesos nos han dado prueba de que es en esa len$ua que se e4presan tambi2n las reas mulatas En cuanto a la ciudad, que es poco m*s que una aldea, se diferencia escasamente de las dilatadas "onas rurales y sus notables son por lo $eneral ínfimos se(ores de pocos tributarios En el si$lo RAAA, aquellos indios e indias que no forman parte de su *mbito dom2stico son se$uidos por los feudatarios desde cerca, ahora que los pobleros de encomienda se han vuelto una rare"a entre las dos improbables repHblicas de indios y espa(oles, una vasta poblaci!n m!vil ha ido desbordando la $rilla y comple#i"ando el paisa#e social La hibridaci!n cultural es un proceso insoslayable y avan"ado en el si$lo RAAA En cierto sentido, la distancia entre las diferentes castas se ha acortado En este conte4to si$nado por me"clas y mutuos pr2stamos culturales, la hechicería representa un campo de hibridaci!n privile$iado, hibridaci!n que se produce con escaso conflicto porque reposa sobre c!di$os universalmente reconocidos El len$ua#e de la envidia, el desconcierto o el temor frente al infortunio personal, la creencia en los usos ne$ativos de la ma$ia son inteli$ibles para todos, sin importar el color ni la condici!n social 5esde esta perspectiva, era tan coherente que se me"claran tradiciones culturales para potenciar los efectos de rituales, con#uros o encantos =pensemos en las fi$uras de cera de )ascuala 9so$asta para da(ar a don /lleta> como que se acudiera indistintamente a un curandero mesti"o o a un adivino indí$ena Claro que, si un atributo dividía de manera abismal a acusadores =ya fueran los querellantes o los alcaldes que ordenaban las investi$aciones de oficio> y acusadas, era el poder que estos Hltimos estaban en condiciones de e#ercer para que las presuntas hechiceras fueran apresadas, atormentadas y #u"$adas Como vimos en el capítulo anterior, ese poder era en las fronteras del imperio mayor aHn que en las re$iones nucleares, dada la autonomía que la distancia y la posici!n perif2rica de la re$i!n otor$aban a las #usticias locales Con todo, lo dicho no debe hacernos olvidar que detr*s de la 2lite querellante actuar una=tal plebe tambi2n participa del proceso 9unque raramente tomesuele la iniciativa ve"acusadora, lo ha$a que a trav2s de
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denuncias, pero 2stas suelen ser an!nimas>, es un actor dispuesto a hablar toda ve" que es convocado ui"*s, m*s que una oposici!n radical entre alteridades, el con#unto de relaciones entre los diversos actores involucrados pueda e4plicarse me#or en t2rminos de mesti"a#es .in perder completamente su identidad 2tnica, lo cierto es que nuestros actores, como por otra parte la mayoría de las poblaciones americanas del .etecientos, participaban de una multiforme cultura mesti"a 'ecuperando a Jacques )oloni .imard, +el mesti"a#e no implica necesariamente relaciones armoniosas ni tampoco borra la #erarquía y los pre#uicios sociales que tienen lu$ar en una sociedad en un momento dado pero indudablemente trastoca el andamia#e social, reorden*ndolo se$Hn criterios que, en las pr*cticas, se revelan cada ve" m*s confusos1D 9sí, los fiscales podían tener discursos muy bien armados sobre los ardides de la +naci!n india o la vile"a de la ;$ente inferior; pero lo cierto es que esas mismas perturbadoras personas participaban intensamente de espacios relacionales multi2tnicos, vulnerando la pretendida ri$ide" de la sociedad de castas lluminan muy bien estos aspectos las declaraciones de los testi$os, en particular de aqu2llos de se4o femenino La cercanía y aHn la intimidad de los la"os entre esta rHstica 2lite y su proteica plebe asoman en las conversaciones que refieren las testi$os, en los chismes, en los conse#os m2dicos, en los intercambios y transacciones de todo tipo Como es natural en las sociedades en las que domina el mesti"a#e, los mediadores culturales atraviesan la mayor parte de los procesos 1DM a nos referimos a los curanderos y adivinos, a menudo forasteros y siempre m!viles, interponi2ndose entre la hechicera y la comunidad =ya se trate del pueblo de indios, la villa rural o la ciudad que ;clama #usticia; frente a la a$resi!n de los hechiceros> Estos mediadores tambi2n aparecen en un plano ima$inario& en el pr!4imo capítulo veremos que raramente las hechiceras reciben sus insumos directamente del demonio =m*s all* de la apariencia que 2ste adopte> y que, si$nificativamente, las diab!licas salamancas tienen sus porteros e introductores, $eneralmente mesti"os o por lo menos ;vestidos a lo espa(ol; Lo dicho hasta ahora evoca intensamente la caracteri"aci!n que :ary 5ou$las ha aportado sobre el paradi$ma de sociedad que ;cree en la bru#ería; 1D1 La antrop!lo$a brit*nica ha sostenido que son ;la contracci!n y sobre todo la confusi!n de los la"os sociales los que acompa(an el síndrome de la bru#ería 1D6 Cuando las barreras sociales se confunden =y tal ve" el acelerado proceso de mesti"a#e conducía a ello> una oportuna eliminaci!n del peli$ro =interno o e4terno> que representa el hechicero permite redefinir, aunque m*s no sea temporalmente, los límites )or un tiempo ser* posible contar con la certe"a de que los buenos est*n de un lado y los malos del otro Es cierto que unas decenas de procesos contra hechiceros -y no todos i$ualmente severos en el casti$o de las reas- no nos habilitan a afirmar la e4istencia de una obsesi!n colectiva acerca de la potencia de los maleficios )ero no es menos cierto que las ofensas m*$icas podían resarcirse en terrenos e4tra#udiciales que, con se$uridad, fue aquel el camino con mayor frecuencia transitado
1D
Jacques )oloni .imard, +'edes y mesti"a#e )ropuestas para el an*lisis de la sociedad colonial ?uillaume @occara y .ylvia ?alindo =eds >, *ógica mesti#a en Am.rica, %emuco, Universidad de La Frontera, 6MMM, pp11B-1B 1DM 'affaele :oro, +:obilit[ e \passeurs culturels Al caso dell\9merica coloniale spa$nola En @erta 9res y .er$e ?ru"insIi, 2ntre dos mundos cit, pp 1D-1G 1D1 :ary 5ou$las, Símbolos naturales 2-ploraciones en cosmología, :adrid, 9lian"a, 1DGB 1D6 :ary 5ou$las, Símbolos, cit, p 1B6 B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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Ca"íulo I&. Las salamancas de Lorenza En su se$unda confesi!n ba#o tormento, acusada de haber maleficiado en complicidad con otra india a una china de su pueblo de %uama, Loren"a admiti! participar en salamancas .e$Hn sus palabras, allí había aprendido el arte y tambi2n le habían sido ofrecidos en ese lu$ar los in$redientes que precisaba para preparar los encantos Es probable que la declaraci!n de Loren"a no tomara al #ue" por sorpresa a e4istía una leyenda hispana de la salamanca, que la literatura barroca del si$lo RAA había reco$ido en obras c2lebres Ancluso en el len$ua#e comHn el t2rmino salamanca o infiernillo evocaba a un tiempo ma$ia, aprendi"a#e y pacto diab!lico La ciudad universitaria espa(ola, su mítica cueva y sus estudiantes habían atravesado el oc2ano para lle$ar a una remota aldea indí$ena de las fronteras del imperio espa(ol 9$re$uemos que, adem*s del oc2ano, la salamanca ha conse$uido atravesar los si$los, manteni2ndose en la cultura folcl!rica de .antia$o del Estero y, en $eneral, de todo el noroeste ar$entino :ostrando llamativas seme#an"as con las salamancas de Loren"a, la literatura folcl!rica las describe como espacios mágicos (por lo general cuevas) donde el iniciado aprende el arte que le interesa (domar, bailar, tocar la guitarra, curar, maleficiar etc.) siguiendo las lecciones del Zupay (el Demonio).
En este capítulo, no obstante habremos de aludir a las tres salamancas =la de la leyenda espa(ola, la colonial y las folcl!ricas actuales>, privile$iaremos el estereotipo que emer$e de las confesiones de las reas de los procesos del si$lo RAAA 9 nuestro #uicio, 2ste es un producto mesti"o y como tal nos invita a buscar sus raíces en una historia mucho m*s lar$a, que involucra un espacio $eo$r*fico tambi2n m*s vasto 5e consecuencia, nos propone la consulta de una m*s amplia selecci!n de fuentes, que no se a$ota en los procesos contra hechiceros Nuestra hipótesis, anticipada brevemente en el capítulo anterior y en la introducción, es que si bien no faltan en el estereotipo algunos clásicos motivos demonológicos europeos, en las salamancas mestizas dicha demonología tiene un papel visible pero subordinado. Las salamancas de Lorenza estarían representando la resignificación de rituales ligados a una cosmovisión indígena antigua, cuyos atributos originarios conocemos sólo aproximadamente. Proponemos al lector una exploración en tres direcciones, que apuntan al reconocimiento de algunos antiguos componentes indígenas del estereotipo. La primera de ellas anuda los rituales de la salamanca a la celebración de las juntas y borracheras, tan deploradas por las autoridades civiles y el personal eclesiástico durante el período colonial. La aloja que se bebía, recordamos, tenía como base la algarroba ( prosopis alba), componente esencial de la dieta indígena y campesina desde tiempos prehispánicos, por lo cual los rituales nos remiten a los ciclos de recolección de esas dulces vainas. La segunda dirección se refiere al consumo de alucinógenos (cebil, coro y chamico aparecen mencionados en los procesos), el medio m*s directo del que los
ancestros de Loren"a se habían servido para comunicar con el mundo sobrenatural )or Hltimo, habremos de apuntar a la vinculaci!n cultural pluricentenaria entre los habitantes del %ucum*n y el Chaco Las referencias chaque(as sobreabundan en los procesos, su$iriendo fluidos intercambios inter2tnicos que se manifiestan tambi2n en el campo de la ma$ia 9ntes de emprender el derrotero analítico que anunciamos, es preciso presentar con cierto detalle las historias contenidas en los dos procesos #udiciales, que se mantienen como el sost2n documental m*s importante de este capítulo 9unque varias veces apelamos a ellos a lo lar$o de este libro, en lo que si$ue trataremos de incorporar al rompecabe"as las pie"as que el lector aHn no conoce, las m*s fascinantes y a la ve" las m*s eni$m*ticas Claro que estos dos casos, aHn con la e4cepcionalidad que comportan por introducir un modelo de actividad m*$ica colectiva =m*s cercano al bru#eril que al hechiceril>, si$uen presentando ras$os comunes con otros ya e4puestos en el capítulo anterior En al$una medida, los episodios de 1G1 y 1GN1 dan cuenta de todos y cada uno de los diversos si$nificados que las actividades m*$icas podían revestir
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*as &ec&iceras de Tuama
Los dos procesos que han de ocuparnos se inician en nuestro ya familiar pueblo de indios de %uama, sobre el río 5ulce 9dem*s del entorno, los la"os de san$re probablemente unieran entre sí a dos de las tres reas principales& tenemos indicios para suponer que Juana )asteles era la madre de )ancha, compa(era de Loren"a en el arte )or otra parte, la multiplicaci!n de las relaciones de parentesco entre presuntas hechiceras es un dato sobresaliente en el proceso de 1GN1 que, #ustamente y como anali"aremos en el pr!4imo capítulo, culmina con la persecuci!n de una entera familia Como en todos los casos hasta ahora e4puestos, el disparador de los dos procesos es el maleficio .in embar$o, si a Juana )asteles se le endil$aban, para comen"ar, cuatro víctimas ya difuntas, Loren"a y )ancha eran acusadas de mantener en su enfermedad a la criada del alcalde indí$ena, la china :aría 9ntonia 9unque no declare en nin$Hn momento, un hecho central de este episodio es que la víctima no abandona #am*s el centro de la escena erbalmente o a trav2s de muecas y $estos, en una se$uidilla de teatrales actuaciones, :aría 9ntonia sell! la suerte de sus supuestas malefactoras y de otras muchas personas que sucesivamente fueron comprometidas en las posteriores confesiones de las reas /tra diferencia fundamental que separa a los dos procesos ata(e al procedimiento penal El m*s temprano es parte de la ofensiva de don 9lonso de 9lfaro, a la que hicimos referencia en el capítulo AA Esto e4plica la $enerosa acumulaci!n de car$os contra la rea, reco$idos en la sumaria $eneral a partir de una puntillosa bHsqueda de testi$os )or el contrario, el proceso de 1GN1 cuenta inicialmente con una sola víctima =las dem*s habr*n de sumarse en las sucesivas declaraciones de las reas> y se inicia con la denuncia del alcalde del pueblo de indios, don Josep :artíne" 0)or qu2 el alcalde traslad! el caso a la #usticia capitular3 %al ve" porque las amena"as que lan"! contra Loren"a y )ancha, y las curaciones que les orden! reali"ar pHblicamente, no alcan"aron para devolverle la salud a su criada .in embar$o, tampoco podemos descartar la e4pectativa de :artíne" =y qui"*s tambi2n la de buena parte de su comunidad> de utili"ar a la #usticia espa(ola para dirimir conflictos internos que nos resultan mucho m*s opacos1DB a vimos en un e#emplo anterior =el de Luisa ?on"*le", del pueblo de 9conqui#a> que tambi2n en los pueblos de indios se perse$uían hechiceros y que los caciques se servían de adivinos para identificarlos y casti$arlos 9unque no podemos m*s que especular sobre el asunto, tal ve" la in#erencia de los capitulares le permitía a :artíne" le$itimarse frente a los suyos En todo caso, a diferencia de cuanto ocurre con la )asteles, el episodio de 1GN1 nace como un asunto interno a la comunidad indí$ena y principia por remitir a las interpretaciones etiol!$icas de los miembros de aqu2lla Las tres mu#eres que inicialmente son acusadas entraban en el perfil típico de hechicera que delineamos en el capítulo anterior Juana y )ancha tenían alrededor de M a(os y Loren"a, M %odas eran viudas, se mantenían por sus propios medios =como las dem*s, eran h*biles en el telar, la alfarería y la cestería> y de las dos primeras se sospechaba que habían ultimado a sus maridos con arte m*$ico Juana )asteles, adem*s, había tenido un roce con la #usticia que le había valido una breve estancia en la c*rcel y de )ancha se suponía que había heredado el arte de su madre =qui"*s la misma Juana )asteles>, a#usticiada por hechicera 9caso porque Loren"a no entraba en la cate$oría de las reincidentes o de quienes llevaban el arte en la san$re, el alcalde :artíne" se encar$! de construir a partir de una historia reciente un persona#e indeseable para proponer a las autoridades En efecto, :artíne" había discutido violentamente con Loren"a un mes antes de denunciarla como hechicera Fue a raí" del robo de una ove#a, que uno de los hi#os de la india le había hecho a una vecina Convocado por el cacique de %uama, el alcalde se había encontrado en el deber de reprender a la madre dici2ndole +que la mala crian"a que le había dado a su hi#o era causa para que hurtase 1D En la ar$umentaci!n de :artíne", este primer 1DB
El descubrimiento de una hechicera creaba adem*s una situaci!n de peli$ro para quien lo sacaba a la lu" )uede pensarse que :artíne" busc! protecci!n personal en la #usticia capitular 1D 9?), %rib1B, 1M6, O1GN1P http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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enfrentamiento había encendido en la india deseos de ven$an"a cuyas nefastas consecuencias había pa$ado la criada1D 9l$o se anticip! ya sobre las presuntas víctimas 5i$amos que desde el momento en que el tormento se utili"a para apresurar las confesiones, y como es habitual en estos procesos, nuevos maleficios y nuevos c!mplices aparecen por doquier )ero empecemos por aqu2llas inicialmente re$istradas y sus respectivos dia$n!sticos de causalidad preternatural .obre Juana pesaban dos acusaciones recientes y dos anti$uas las primeras le endil$aban el maleficio de dos eclesi*sticos =que habían muerto>, las se$undas, la enfermedad de un indio y la eliminaci!n de su marido 9unque no contamos con la sumaria $eneral que acompa(aba el proceso, en el e4pediente de 1G1 constan las declaraciones adicionales de dos alf2reces espa(oles aportados por el fiscal y de cinco testi$os indí$enas presentados por la defensa, adem*s de las respectivas ratificaciones Los testimonios de los alf2reces coincidían en la p2sima fama de la india y le car$aban entre dos y tres muertes Con toda se$uridad, la del indio de la ranchería Uno de los testi$os había visto al hombre con sus propios o#os& +estaba loco y lo amarraban por la barri$a como a tal, por que no se huyese y que en sus desvaríos oy! decir a 1DN
dho indio, que aquí viene Juanavíctima )asteles a matarme, quítenmela .in embar$o, provisoriamente, esta primera lo$r! recuperar su salud y qui"*s por eso lacuanto cosa nomenos pas! a mayores En efecto, )edro Asla si$ui! las instrucciones de +un indio curandero del .alado que le recomend! que +amena"ase a dha india y habi2ndolo hecho así, bien san! En se$undo lu$ar, los testi$os sabían de la muerte reciente del licenciado )ereira, cl2ri$o presbítero de la ciudad de .antia$o Los dos alf2reces conocían el altercado acerca de la propiedad de unos corderos que el cura y Juana )asteles habían tenido unos días antes )ereira había comentado la pelea con sus vecinos y les había e4presado sus temores& +venía receloso de haber tenido la dha ri(a por su fama y mala opini!n Finalmente, sobre la muerte del p*rroco de %uama y del marido de Juana, los declarantes s!lo habían +oído decir En cuanto a los testi$os de la defensa, poco colaboraron en limpiar la fama de Juana )asteles Los cinco indios que testimoniaron apenas se limitaron a desconocer que se le atribuyeran a la rea crímenes recientes 1DG 9 Loren"a y a )ancha, como ya sabemos, se las culpaba de la enfermedad de la criada del alcalde En los capítulos anteriores nos detuvimos sobre los e4tra(os síntomas y las lecturas de que fueron ob#eto por parte de los miembros de la comunidad y lue$o de los #ueces La hincha"!n del vientre, los v!mitos de cabellos, lanas y huesos, el +parto del pescado =y posteriormente del sapo>, la mude" y la par*lisis de las e4tremidades de :aría 9ntonia eran acontecimientos lo suficientemente inquietantes como para ser naturali"ados %ambi2n relatamos que fue la misma enferma quien pHblicamente proclam! a Loren"a autora de sus dolencias y, por ende, capa" de desatar el da(o Los intentos terap2uticos de la india S efectuados ba#o la amena"a del alcalde- no se tradu#eron en nin$una me#oría duradera y fue qui"*s en el transcurso de la curaci!n que el nombre de )ancha fue mencionado por primera ve" 9 partir del momento en que :aría 9ntonia proclam! que su mal +entre las dos lo habían hecho, Loren"a y )ancha se vieron obli$adas a traba#ar #untas 5e las varias sesiones terap2uticas que se sucedieron, s!lo una m*s se desarroll! en %uama, puertas adentro del rancho del alcalde Los resultados de los masa#es de Loren"a y de las intervenciones de )ancha, que amarr! con su fa#a las caderas de la enferma hasta hacerla san$rar, tuvieron resultados aceptables pero el alivio dur! apenas unas pocas horas 9l cabo de pocos días, :aría 9ntonia 1D
En efecto, el episodio se vincula con otro inmediatamente posterior& un día despu2s, la criada :aría 9ntonia había sorprendido a la sospechosa en su rancho, hur$ando y +trase$ando todos sus trastecitos, hasta los que se hallaban en una petaca Una ve" m*s Loren"a fue amonestada e interro$ada por sus movimientos equívocos, primero por la China, lue$o por el mismo alcalde a la semana si$uiente, la criada ya estaba pa$ando por la lealtad a su protector& un +crudelísimo mal de cora"!n e intenso +desvarío se apoder! de ella, obli$ando a :artíne" a tomar cartas en el asunto 1DN 1DG 9?), %rib 1, 11 O1G1P .!lo uno de ellos afirm! que la reputaci!n de hechicera +de dos meses a esta parte, la ha oído vul$armente N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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retorn! a su mude" +sin poder comer ni beber a$ua y que s!lo come y bebe cuando habla En el interín, las presuntas hechiceras habían fu$ado a la ciudad de .antia$o donde volvi! a sorprenderlas el alcalde, ya decidido a entre$arlas a +los #ueces de la ciudad En adelante, los episodios m*$icos habrían de producirse en otros escenarios y frente a nuevos testi$os La c*rcel del cabildo se abri! para Loren"a y )ancha la morada del alcalde de primer voto hosped! hasta el final del proceso a la criada enferma fue precisamente en esta Hltima donde +varias personas de e4cepci!n presenciaron hechos e4traordinarios y muy similares a los que unos días antes habían tenido lu$ar en %uama Estos sucesos, vistos ahora por o#os autori"ados y creíbles desde la perspectiva del tribunal, imprimieron un vira#e decisivo al proceso Los autos de tormento no se harían esperar y a las primeras confesiones de Loren"a y )ancha S que aludían a enfermedades naturales y culpas a#enas S se$uirían otras, por cierto inverosímiles, pero indudablemente ricas en nuevos si$nificados LLL
En su primera confesi!n Juana )asteles ne$! todos los car$os Le había acumulado in#ustamente la muerte del indio de lahabía ranchería - )or otra maridouna había fallecido por causas naturales y hasta pa$ado- sostuvo con un puerco para parte, que le su oficiaran misa En cuanto al p*rroco de %uama, había muerto encontr*ndose ella ausente en el %ucum*n y el licenciado )ereira, que había estado en el pueblo hacía poco, +despu2s de haber hecho una confesi!n pas! de lar$o, dici2ndole a esta declarante que por ir de prisa no le visitaba y una víctima +miserable e indefensa de +las voces que en el $entío son centella, no consi$ui! torcer su suerte En definitiva, replic! el fiscal don Juan de %re#o, todos los testi$os habían coincidido en la +opini!n de hechicera de la rea , .an Francisco q esto me ha$an se(ores, .anta @*rbara que sois mi devota>, los cordeles se tensaban y el #ue" conse$uía que Juana se ad#udicase una nueva muerte m*$ica )or eso, las pre$untas se limitaron a precisar la informaci!n sobre los supuestos crímenes %ratemos de ima$inar por un momento a Juana en el l!bre$o calabo"o del cabildo .e encuentra tendida sobre unas tablas, casi desnuda =+de#*ndola solo para la decencia con que pudiese cubrir las partes ba#as>, aprisionada por veinticuatro cordeles que se le hunden en las carnes 9l$unos días antes le han cortado las tren"as, humillante anticipo de lo que vendría La transcripci!n de las invocaciones a los santos y de sus dolientes $emidos nos permite concebir su intenso sufrimiento es en este cuadro pavoroso que Juana admite haber cometido siete maleficios, tres de ellos mortales Los difuntos eclesi*sticos, tan importantes al inicio del proceso, no fueron siquiera mentados en estas confesiones y el #ue" tampoco hi"o referencia a ellos como si, asombrado por las novedades, los hubiera olvidado
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)ero Juana no se limit! a citar a sus víctimas y a e4plicar las ra"ones =si esto fuera posible> de su comportamiento %oda una cadena de hechiceras c!mplices, maestros terrenales y demoníacos y contrahechiceros desfil! en su des$arrado discurso 9l i$ual que en las salamancas de Loren"a y de )ancha, y como veremos con detenimiento m*s adelante, las l!$icas mesti"as se adivinan detr*s de los diab!licos chivatos europeos que conviven con las borracheras rituales de alo#a y con el demonio en su doble fi$ura de indio y de espa(ol Comencemos por ocuparnos de las víctimas que la )asteles, for"ada por la tortura, reconoci! como propias %odas ellas eran indí$enas La primera, Juan del %ucum*n, había enloquecido despu2s de in$erir una comida contaminada con ;polvos de hierba; %ambi2n una tal Elvira fue encantada por Juana, que di#o emplear la misma sustancia disuelta en leche contrahechiceros que aparecen en un discurso que entrevera especialistas m*$icos de valles y monte1D %ras que el #ue" ordenara +la tercera vuelta en el la$arto del bra"o i"quierdo, Juana confes! la muerte de su marido, que ya los primeros testi$os le endil$aban, y de otras dos víctimas& el mencionado )edro Asla Sa quien habría ultimado para +hacer prueba de unos polvos yuimsa, ver el efectoy el indio uimsa, del+por pueblo ?uaipe, sobre el río que .alado Con Juana sostuvo haber tenidoori$inario una disputa unadeternera y una lechera no quiso pa$ar por lo cual lo había matado con unos +polvos sacados de las piedras disueltos en chicha pasada 7acia el final de su confesi!n, Juana )asteles a(adi! otros dos nombres a la lista ya abultada de sus damnificados :uchos a(os atr*s, le había puesto a su propia abuela +el vientre de mu#er pre(ada y 2se había sido uno de sus primeros +traba#os como hechicera Un indio de 9nchaspa lo$r! curar a la anciana e identific! a la #oven Juana como malefactora, lo que le vali! unos cuantos a"otes y la confiscaci!n de sus insumos m*$icos )or fin, la víctima m*s reciente de Juana había sido A$nacia, india de :atar* +que est* al presente enferma del vientre El maleficio provocado por la +bebida de hierbas de atamisque y semilla molida de chamico que le dio en chicha a beber, indic! Juana, habría de remediarse proporcionando semillas de cebil a la enferma 9l parecer, el #ue" no manifest! inter2s por conocer los nombres de los hipot2ticos c!mplices y maestros de la rea .in embar$o, la )asteles mencion! a por lo menos cuatro hechiceros de su amistad, todos ellos indios de la frontera chaque(a :aría, esposa del sacrist*n de :atar*, era su aliada y comadre, así como tambi2n la difunta +mu#er del rio#anoque vivía en el mismo pueblo 9 esta Hltima le atribuía Juana el maleficio de +una hi#a de don Cosme, cacique del pueblo de :opa )or fin, Juan, el tercer hechicero, era el hi#o y maestro de :aría en el +mal arte .e$Hn la rea, 2l mismo le había contado que +con maleficio mat! a la dha su madre 1DD Anterrumpimos el relato aquí para retomarlo m*s adelante y en cone4i!n con las salamancas de Loren"a y )ancha )or ahora, puntualicemos muy brevemente tres cuestiones que en breve habremos de profundi"ar La primera se refiere al intercambio de insumos y saberes relacionados con la ma$ia con indios de filiaci!n chaque(a Los que Juana )asteles menciona en su confesi!n pertenecían a pueblos de encomienda del 'ío .alado, "ona a la que tambi2n nos remiten otros procesos de la muestra 9unque se trate de conte4tos y de etnias diferentes, es difícil no evocar en este punto el profundo desprecio que las vie#as abiponas y lules, identificadas como pertinaces hechiceras, despertaban en los sacerdotes #esuitas de las misiones 1D
Los amaichas participaron de las rebeliones calchaquíes y fueron derrotados al t2rmino de la campa(a de 1ND Encomendados en )edro @a"*n 'amíre" de elasco, estuvieron asentados en la estancia de su encomendero, situada precisamente en %uama, hasta 1NM Lue$o fueron reducidos en un pueblo de indios en la llanura tucumana que se caracteri"! por la fortale"a de los la"os comunitarios, refle#ada en una lar$uísima perduraci!n =la comunidad se mantiene todavía hoy, preservando sus tierras> 1DD :atar* y :opa eran dos pueblos de indios situados sobre las riveras del río .alado, en las puertas del Chaco .us habitantes eran de filiaci!n chaque(a y una parcialidad de los matares mantuvo su residencia por mucho tiempo al oriente del río, en territorio +$entil http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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del si$lo RAAA6MM .e trata de alucin!$enos de antiquísimo consumo en el noroeste ar$entino, ob#eto de fluido intercambio entre las poblaciones selv*ticas y andinas, que permiten asociar los rituales salamanqueros con otros que hunden sus raíces en la noche de los tiempos 6M6 %ercero& notemos la e4istencia de tipos y #erarquías que atraviesan esta amplia +red hechiceril La distinci!n de maestros y discípulos, de etapas de +e4perimentaci!n y aprendi"a#e, de hechiceros y contrahechiceros como los +indios m2dicos de 9maicha QQQ La defensa que Loren"a hi"o de sí misma a lo lar$o del primer interro$atorio no consisti! ni mucho menos en +ne$arlo todo, como es$rimi! el promotor fiscal En realidad, y como era esperable, Loren"a fue modificando su discurso en la medida en que comprobaba la escasa fortuna de mal sus de declaraciones precedentes .u natural primeraUna estrate$ia a demostrar que las causas del :aría 9ntonia eran de orden semanaapunt! antes de que la enfermedad de la china se manifestara, e4plic! Loren"a, habían estado #untas en el 'ío .alado con sus propios o#os había visto c!mo :aría 9ntonia, que atravesaba su período menstrual, se mo#aba los pies en el río )or esta causa, dia$nostic!, a la china +se le arrebat! la san$re e hi"o mil desatinos y le dio mal de cora"!n La se$unda línea ar$umental era parcialmente contradictoria con la anterior y presentaba la e4tra(a enfermedad de :aría 9ntonia como un mero en$a(o, en el que el alcalde había cooperado .in embar$o, tampoco pudo Loren"a perseverar demasiado en esa tesitura y se vio for"ada a aceptar un tercer dia$n!stico& sí había da(o, pero la autora del mismo era )ancha y no ella 5e un momento a otro, Loren"a parecía haber olvidado la hip!tesis del +fraude para introducir a la +verdadera culpable& la tía de la víctima 0C!mo fundament! la $rave acusaci!n3 En principios y acontecimientos ya familiares para el lector )ara empe"ar, la enferma había nombrado a la hechicera .e$Hn Loren"a, despu2s de vomitar huesos y lanas, :aría 9ntonia +di#o que su tía )ancha le había puesto aquel $ueso y se había retirado eno#ada En se$undo lu$ar, en el episodio posterior de la e4pulsi!n de las ara(as y el pescado que describimos en el capítulo anterior, la enferma habría ido m*s all*, pidi2ndole a Loren"a que convocara a su tía para que 2sta le restituyera la salud )or Hltimo, el intento de fu$a de )ancha por temor de ser involucrada en el da(o, tambi2n era propuesto como indicio de su culpabilidad 0u2 le quedaba a )ancha para es$rimir en su favor3 Ella declar! a continuaci!n de Loren"a, y no podía sino encontrarse a la defensiva frente a este cuadro de situaci!n cerrado y, a su modo, coherente 5escribi! a su delatora $uardando siempre un obstinado silencio y se present! a si misma resistiendo, no sin cierta resi$naci!n, a las imputaciones de su sobrina :aría 9ntonia& +ue te he de hacer si no s2 nada, mi se(ora Una nueva fase del proceso estaba por comen"ar 5e ahora en m*s, los interro$atorios habrían de consistir en una violenta +profundi"aci!n de las declaraciones de las reas y los ar$umentos m*$icos y diab!licos habrían de prevalecer sobre los dem*s 2l demonio ingresa a la escena
6MM
@eatri" itar,+Las mu#eres chaque(as cit Es un t!pico universal se$Hn el cual el salva#e es dual, diab!lico y divino a un tiempo .us poderes m*$icos van de la mano de su e4otismo er :ichael %aussi$, S&amanism, $olonialism and t&e Mild 1an A Study in $olonialism, Terror and Healing , Chica$o, University of Chica$o )ress, 1DN 6M6 Jos2 9ntonio )2re" ?oll*n e An2s ?ordillo, +ilca Uturuncu 7acia una arqueolo$ía del uso de alucin!$enos en las sociedades prehisp*nicas de los 9ndes del .ur $uicuilco, 1&1, pp DD- 1M, 1DD 6M1
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En el proceso de 1G1 el demonio in$resa a la escena de la mano del #ue" .in embar$o, como veremos en este apartado, a lo lar$o de la confesi!n de Juana )asteles se ir* liberando parcial o totalmente de la concepci!n europea )or supuesto que las reas s!lo habr*n de invocarlo cuando la presi!n se vuelva para ellas insoportable, es decir ba#o el ri$or de los tormentos no obstante, a #u"$ar por las descripciones que en breve presentaremos al lector, no todas las respuestas pueden suponerse su$eridas o dictadas por el tribunal capitular El diablo mete la cola desde el primer interro$atorio Una sutile"a teol!$ica interrumpía el tono f*ctico del cuestionario& se quería saber de Juana +si ha tenido pacto con el demonio implícito o e-plícito y +si es hechicera, de quien lo aprendi! 6MB La acusada se limit! a ne$ar rotundamente& +di#o JesHs, :aría y Joseph, que en su vida desde muy criatura no ha tenido pacto con el demonio en nin$una forma y +que no es hechicera y que no lo ha aprendido de nadie Considerando el con#unto de la muestra, podemos afirmar que la pre$unta que se le hi"o a Juana )asteles no era demasiado habitual en los cuestionarios6M
La noci!n de pacto implícito o secreto fue el aporte que sum! .anto %om*s a la noci!n a$ustiniana del trato con el demonio arios si$los m*s tarde, la manualística antisupersticiosa reco$i! la distinci!n& :artín de Casta(e$a y :artín del 'ío, entre otros autores, la e4plicitaron en sus obras )ara aquel entonces, la idea de pacto t*cito formaba parte del sentido comHn teol!$ico La que nos interesa destacar es que el pacto implícito suponía la demoni"aci!n de todas las pr*cticas supersticiosas, incluyendo aqu2llas no cultuales como la adivinaci!n, la hechicería, los amuletos y las vanas observancias Fabi*n Campa$ne, Homo cat&olicus cit, pND 6M La menci!n del pacto diab!lico aparece tambi2n en el cuestionario de Luisa ?on"*le" de 1N =+fu2sele pre$untado si al$una ve" ha hablado con el diablo, en el de :a$dalena de .umamao 1G1 =no consta el cuestionario pero sí la respuesta +di4o que nunca ha tenido pacto con el 5emonio y que no lo conoce ni le ha visto en nin$una forma> y en el de Francisca la .ampedrinas 1G6M =+Fue pre$untada si sabe que es $rave delito el ser hechicera y comunicar con el demonio> 6M
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de la víctima había sido lo$rada $racias a que +el demonio le dio una hormi$a y que con ella le refre$! los bra"os y la vald! Como di#imos antes, estas declaraciones imprimieron un nuevo cambio de rumbo en el proceso 9 partir de aquí, las pre$untas de#aron de apoyarse en los dichos de los testi$os, los supuestos teol!$icos del #ue" le otor$aron un nuevo tono al cuestionario, y Loren"a perdi! toda vía de escapatoria posible Fue en ese conte4to que el #ue" .alvatierra quiso saber c!mo había lo$rado )ancha in$resar al cuarto de la enferma por el techo a pesar de sus pies en$rillados, c!mo habían conse$uido ambas mu#eres liberarse de sus li$aduras y recorrer las die" y ocho le$uas que separaban a la ciudad de Las @arrancas dos veces en la en la misma noche En t2rminos similares se le e4i$ieron precisiones a )ancha pero, una ve" m*s, ya contaba el #ue" con la base provista por las declaraciones de Loren"a para construir su interro$atorio .in duda al$una, .alvatierra estaba ahora su$iriendo las respuestas, que for"osamente ya no podrían circunscribirse al plano de lo natural Con se$uridad, el episodio traía a su memoria la ima$en de los %uelos nocturnos que las ac!litas del 5emonio reali"aban para trasladarse a sus aquelarres6MD En este sentido, puede pensarse que tanto Loren"a como )ancha contentaron sus e4pectativas& la allí primera reconoci! liberada delas prisi!n por el sudemonio c!mplice quien +la llev! las @arrancas y de volvieron a estaser Ciudad, que condu#o la se$unda fue am*s all*, atinando a decir de Loren"a que +sinti! que volaba se$Hn el ruydo que hi"o %al ve" creyeron los #ueces que, si volando se diri$ían las bru#as hispanas al aquelarre, de la misma manera habrían de hacerlo estas mu#eres para concurrir a las salamancas del monte la situada en las cercanías de %uama, era s!lo una entre muchas En las pre$untas que si$uieron, las actividades que tenían lu$ar en aquel m*$ico espacio ocuparían el centro de la escena )ero si hasta ese momento las reas se habían limitado a hacerse car$o de las acusaciones y a verbali"ar las su$erencias del alcalde ordinario, en las descripciones de las salamancas creemos reconocer nítidamente una dimensi!n nueva y oculta del mundo de Loren"a y de los habitantes del pueblo de indios a no hay respuestas dictadas, la desesperaci!n que ti(e las declaraciones de la india nos allana, no obstante, el camino hacia su refu$io m*$ico Era esperable que Loren"a y )ancha reconocieran en las confesiones ba#o tormento lo que antes habían ne$ado& que el maleficio de la criada era obra de las dos .in embar$o, la confesi!n ;inverosímil; de Loren"a, modelada en buena medida por las pre$untas del #ue", ha transitado hasta aquí por dos momentos En el primero, cuando se describe la introducci!n de ob#etos en el cuerpo de la enferma =huesos de cabra, pescado, lana, simbol y totora>, el discurso de Loren"a remite a la ve" al mundo dom2stico del pueblo de indios y a las pr*cticas cham*nicas Ancluso las hormi$as, aunque recibidas de manos de un demonio todavía informe, se inte$raban perfectamente a su hori"onte cultural por su vinculaci!n con la producci!n alfarera 61MEl 6MD
El +vuelo nocturno es un componente típico del estereotipo del sabbat europeo Estos vuelos podían
comprometer el cuerpo o s!lo el espíritu y en al$unas de las confesiones reco$idas suponían la utili"aci!n de un$Xentos para hacer posible los traslados nocturnos al sabbat %ambi2n puede relacionarse con este pasa#e de la confesi!n una característica que parece ser ori$inal del estereotipo hispano de bru#ería y que es la capacidad de la bru#a para entrar y salir de habitaciones herm2ticamente cerradas Esta capacidad se relaciona con la posibilidad de metamorfosearse en aves En opini!n de Fabi*n Campa$ne, la pre$unta del #ue" relativa al in$reso de la rea en la habitaci!n cerrada podría refle#ar esta concepci!n particularmente castellana de la bru#a Fabi*n Campa$ne, comunicaci!n personal 61M ale la pena reproducir esta hermosa cita de /restes 5i Lullo para esclarecer la relaci!n entre las hormi$as y la actividad alfarera en la cultura campesina del si$lo RR +=> entre dichas pr*cticas sup2rstites hay una que llaman pintorescamente en quichua deturpado ^ashpasorIona_, que si$nifica salir en busca de tierra Consiste en la bHsqueda de ciertos hormi$ueros, cuyas hormi$as, llamadas ^manqueras_, e4traen del fondo de la tierra una arcilla pura, la me#or para fabricar ollas =manqa, en quichua> => desde le#os, sobre el suelo, es posible advertir un afloramiento en forma de montículo de tierra ro#i"a la cual, despu2s de reco$ida en *r$anas de cuero y transportada, era cernida concien"udamente para desembara"arla de al$Hn resto de arenisca .!lo despu2s de esta proli#a operaci!n quedaba en condiciones de ser amasada para la confecci!n de esas hermosas tina#as y cacharros que son D1 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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se$undo momento comien"a cuando, aprovechando la afirmaci!n de Loren"a de que ;el demonio le dio una hormi$a;, el #ue" intenta conducir la e4plicaci!n de la rea a sus propias coordenadas teol!$icas :*s concretamente, la hip!tesis del +vuelo nocturno y su aceptaci!n, introducen el tramo del proceso en que los discursos de las dos partes pr*cticamente se entrela"an sin embar$o, una ve" aceptada la intervenci!n diab!lica, el discurso del #ue" parece retroceder a no habla ni su$iere s!lo escucha es entonces cuando aparecen las salamancas, confi$uraciones híbridas, a mitad de camino entre el sabbat europeo y los anti$uos rituales vinculados a la recolecci!n de la al$arroba que nos ocupar*n m*s adelante olvamos ahora a las apariencias mHltiples del demonio, ese $ran maestro del en$a(o y prota$onista principal de la teolo$ía barroca En las confesiones =obtenidas ba#o tormento, salvo en el proceso de 1GB6 contra :artín .acrist*n> se describen tres, a saber& El chivato Juana )asteles y Loren"a identifican al diablo en la fi$ura del chivato, ima$en cl*sica de la demonolo$ía europea611 9mbas di#eron sostener un di*lo$o con estos chivatos, adem*s de recibir de ellos insumos para matar )ero Juana )asteles lle$a a m*s y sella su alian"a con el ♦
sabbat le besa el rabo, arro#ando previamente el demonio acto quelleva parece calcadoaldel rosario y en la un cru" que col$adas cuello 616 & .in embar$o, al$o desli"a Juana en sus confesiones que aparta a este chivato del temible macho cabrío representado en la icono$rafía del sabbat En efecto, esta apariencia del demonio permite a los iniciados en el mal arte esconder sus verdaderas intenciones frente a los dem*s Como todas las mu#eres campesinas crían cabras, el chivato rosillo al que sirve lealmente Juana )asteles no se diferencia de los otros del $anado dom2stico salvo por su insistencia en rondar a los potenciales hechiceros para tentarlos 9sí fue que, cuando la abuela de Juana comen"! a sospechar y le pre$unt! a su nieta +que qu2 chivato era aquel rosillo que nunca se le apartaba, la muchacha respondi! +q no sabía => que sería de al$unas cabras y se huy! dho chivato
Como proveedores de las sustancias utili"adas para la factura de los hechi"os, los chivatos se valen siempre de intermediarios La india tucumana de nombre Juanita, maestra de la )asteles, es la que recibe los polvos del chivato y se los confía a su iniciada, que al principio parece hallarse en un $ran desconcierto En efecto, en el relato de la )asteles, Juanita aparece como una suerte de int2rprete que decodifica para su discípula los mensa#es de la demonolo$ía europea& la envidia de las alfareras modernas 2l "olNlore de Santiago del 2stero 1aterial para su estudio y ensayos de interpretaciónB, Universidad 'obert :uchambled, Historia del 3iablo Siglos (II/(( , :24ico, Fondo de Cultura Econ!mica, 6MMM y para el caso novohispano la ya citada obra de Fernando Cervantes sobre el custodio de la cueva de Chilo2, ?on"alo 'o#as Flores, Reyes sobre la tierra 6ru'ería y c&amanismo en una cultura insular $&ilo. entre los siglos ()III y (( , .antia$o de Chile, Universidad 9ndr2s @ello, 6MM6, p1B 616 Es Juanita quien da la orden& ;le di4o se le lle$ase a el, le besase el rabo y queri2ndolo no e4ecutar no permitio ni convirti! se le lle$ase dando muchos brincos y tirones entonces revolvi! su maestra dha Juana y le reconoci! en el cuello una cru" y le di4o para =qu2> trais esto, q por esto no convence y le cort! y arro#o dha cru" y entonces se le paro dho chivato y lle$o esta confesante a besarle el rabo, como su maestra le advirti! )re$unt*dole que si le besaría hincada, a que le di4o que sentada lo podía hacer, como así lo e#ecut! y entonces le di#o la dha su maestra, ya no es menester otras cosas toma estos polvos q ia sab2is y si quer2is hacer prueba de estos polvos y ver el efecto; 9?), %rib 1B, 1,11 =1G1> D6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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ella es quien le advierte que arro#e el rosario y quien le ordena ami$arse con el demonio a trav2s del !sculo infame En el caso de Loren"a, los dos chivatos se encuentran en el interior de la salamanca y los cabellos que le proporcionan lle$an a manos de la india +en un papel!n y a trav2s de un intermediario típico& un mesti"o ;, es tentado por el indio cordob2s illacarne a acercarse al demonio para conse$uir unos ;yerbados para enamorar; 5espu2s de entre$ar un caballo como pa$o por la intermediaci!n, la cita se produce efectivamente en el 'ío %ercero, m*s precisamente en ;un lu$ar que hacía una isleta; Fue allí que ;estando los dos #untos sali! un chivato con una bolsa col$ada por el pecho; al que, muerto de miedo, se acerc! el in$enuo Lluschon 9lentado por illacarne, nuestro indio sustra#o de la bolsa del chivato un pu(adito de hierbas ;que tenían virtud para contrastar las voluntades de las mu#eres y tenerlas a su voluntad; Lamentablemente, el desenlace result! decepcionante para el pobre 9ntonio 7abía perdido su caballo a manos de illacarne porcordob2s unos yuyos quemuy demostraron ;no ser provecho hacer operaci!n al$una; El pícaro indio sabía bien e4plotar losdetemores y lani tentaci!n que para muchos si$nificaba el encuentro con el demonio .in embar$o, por lo menos esa ve" el en$a(o le cost! caro& Lluschon lo persi$ui! hasta encontrarlo, le propin! una buena pali"a y recuper! su caballo .i$ui!, sin embar$o, insistiendo un tiempo m*s con los yuyos m*$icos En su confesi!n relata que adquiri! unos cuantos de un mulato a cambio de un ce(idor, hasta que, convencido de su inutilidad, termin! por arro#arlos al río 61B El víbor!n %ambi2n )ancha, socia de la des$raciada Loren"a, confes! participar en una salamanca En ella el demonio se le presenta ba#o la forma de +un vibor!n que le sacaba la len$ua y que le propone un pacto& +que le diese su san$re )ancha sostuvo haberse ne$ado a sellar tal trato en vista de la oposici!n de su marido, que la llev! de re$reso a su casa para impedírselo %ambi2n aquí el contacto con el demonio est* mediati"ado Es una mu#er $orda, al parecer la portera de la salamanca, quien le franquea a )ancha el paso hacia el espacio m*$ico y le entre$a los polvos, hilos colorados y cabellos que el vibor!n a su ve" le procura 9 pesar del lu$ar destacado que la serpiente ocupa en las representaciones europeas del demonio, esta nueva apariencia podría dar lu$ar a un si$nificado m*s abierto, ya que remite a un motivo de cierta difusi!n en la icono$rafía reli$iosa indí$ena61 5e cualquier modo, la entre$a de la san$re y las leyendas folcl!ricas li$adas al vibor!n, sobre las que oportunamente retornaremos, conducen nuevamente al esquema demonol!$ico europeo61 ♦
♦
Los hombres
)or fin, la descripci!n que cuatro predomina lasdi#eron confesiones a un demonio con forma humana .i$nificativamente, de lasenreas en sus remite confesiones =siempre apremiadas por el tormento> que ese hombre tenía la apariencia de un espa(ol eamos para comen"ar dos e#emplos a#enos a los casos que ocupan el centro de nuestra atenci!n& a la ne$ra An2s, a cuyo proceso nos hemos referido en los capítulos precedentes, el diablo se le presenta +en tra#e de espa(ol, tiene ;pacto con ella; y se le aparece toda ve" que lo invoca Francisca, la mulata sampedrina, que el lector tambi2n conoce, ha lo$rado aHn m*s de este demonio +en forma de hombre& le fue presentado por un pardo m2dico y hechicero y a partir de entonces #am*s se 61B
9?), %rib 1, 1M, O1GB6P La serpiente aparece como motivo en la cer*mica 9verías, producci!n de las sociedades a$rícolas de .antia$o del Estero durante el período prehisp*nico
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aparta de su lado 9dem*s de proporcionarle raíces, polvos, hierbas y champis 61N para curar y matar, mantiene con ella relaciones se4uales, i$ual que las bru#as del sabbat europeo )or fin, nuestra Loren"a dice hablar en la salamanca de %uama con un +hombre muy feo, que parece espa(ol pero qui"*s no sea 2ste m*s que el portero de la salamanca y uno m*s de los que +concertan allí el hacer da(o a todos los que pudiesen 7asta aquí, las representaciones del demonio se a#ustan a las descripciones m*s cl*sicas y conocidas .in embar$o, Juana )asteles evoca en su confesi!n de 1G1 una e4periencia muy diferente a nos hemos detenido en un pasa#e de la misma que incluye hasta el estereotipo del !sculo infame :as se da el caso de que el demonio se le presenta a nuestra Juana ba#o tres apariencias 9dem*s de aquel chivato rosillo, la )asteles dice ser visitada por un espa(ol, que le ense(a +a hacer encantos y a matar y le proporciona sus insumos 0En qu2 consistían3 En dos piedras %acanquí , dispositivos m*$icos típicamente andinos, una para matar y la otra para ser amada61G )or Hltimo, el demonio re$resa a visitarla una ve" m*s y la sorprende reco$iendo le(a en el monte .in embar$o, su semblan"a es ahora la de un indio muy cordial +9quí ando por ense(ar a que seais hechicera, le dice ami$ablemente, mientras le entre$a un atado de coro Sun alucin!$eno utili"ado desde antes de la lle$ada de los espa(oles- que ella le recibe Esta tercera versi!n del por demonio, sobreeclesi*stico la que volveremos, parece los chamanes satani"ados el discurso =especialmente en coincidir el #esuíticome#or de lascon Cartas 9nuas del si$lo RAA> que con las im*$enes puramente europeas En resumen& estas mu#eres aportan por lo $eneral representaciones europeas del demonio, se refieren a acciones en las que domina ampliamente la ense(an"a de las artes m*$icas =es por aprender que se reali"a el pacto> en tanto que, de manera subordinada, aparecen otras actividades =mantener relaciones se4uales, conducir volando o sea, las características de las bru#as del aquelarre> Una se$unda cuesti!n remite a la $enerali"ada presencia de intermediarios Snormalmente mesti"os- entre la hechicera y el demonio Como aut2nticos articuladores culturales, estos su#etos entre$an esas sustancias de los tres reinos que, con funciones ceremoniales, terap2uticas y hechiceriles venían utili"*ndose en la re$i!n desde tiempos inmemoriales )or Hltimo, el demonio indí$ena de Juana )asteles se nos presenta como una suerte de ne4o entre los rituales del pasado prehisp*nico y la hechicería colonial En otro pasa#e de su confesi!n, sobre el que volveremos en breve, Juana nos habla de una dan"a #unto a otros hechiceros, en la que este demonio indí$ena participa tambi2n )ara nuestra des$racia, la descripci!n de la ceremonia se concluye aquí ya que el #ue", evidentemente desorientado por el relato de una escena para 2l incomprensible, le orden! al amanuense que interrumpiera la transcripci!n 9sí nos quedamos sin saber aquellas +otras m*s circunstancias, que por no ser esenciales ni de Htil no se refieren QQQ Los ale$atos del fiscal y la sentencia del proceso de 1G1 se encuentran por completo despo#ados de los elementos demonol!$icos que Juana )asteles fue for"ada a introducir en sus 61N
Cole!ptero utili"ado para hechi"ar .e dice que quien lo consume =se lo administra machacado a polvo> pierde la ra"!n En los procesos el champi aparece tres veces como insumo de los encantos y tambi2n se habla de 2l en la 2ncuesta 4acional de 5olclore .e$Hn una versi!n reco$ida en La Ce#a ;el champi es un animalito da(ino para los te#idos pero come los huevos que ponen la lan$osta, esto est* probado y no admite discusi!n .e caracteri"a por su condici!n de hacerse el muerto en cuanto lo a$arran, se les dice a los hip!critas, $eneralmente; 2ncuesta de Santiago del 2stero , carpeta 6NM 61G :ar$arita ?entile reco$e las definiciones de vacanquí =o huacanquí> contenidas en 9lborno", ?on"*le" 7ol$uín y Cabello @alboa que en todos los casos remiten a dispositivos m*$icos indí$enas del *rea andina Salud, dinero y amor 2nsayo sobre amuletos andinos actuales , @uenos 9ires, Casimiro uir!s editor, 1DD )or nuestra parte, reproducimos un p*rrafo del Tercero $atecismo y e-posición de la doctrina cristiana por sermones para que los curas y otros ministros prediquen y ense7en a los indios y a las demás personas> con"orme a lo que se pro%eyó en el Santo $oncilio Pro%incial de *ima el a7o pasado de 89O, Lima, 1GGB donde, refiri2ndose a los sacerdotes indí$enas se afirma que +traen los
huacanquis que les dan los hechiceros para alcan"ar sus malos deseos de mu#eres p 6M-1 D http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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confesiones Los delitos que finalmente se consideraron +probados, y que le valieron a la rea el $arrote y la ho$uera, fueron la muerte de su marido, la de )edro Asla de la ranchería de .an Francisco y la de ?uin"a, el indio de ?uaipe Es probable que la manifestaci!n de culpabilidad m*s convincente para el tribunal fuera la curaci!n efectiva de la india A$nacia, que se lo$r! aplicando al pie de la letra la receta indicada por la hechicera %ampoco corri! el #ue" a buscar a las supuestas c!mplices de la )asteles 9sí es que, aunque lo ;deseable; era que la rea confesara encuentros cercanos con el demonio, !sculos infames y terroríficos aquelarres, la preocupaci!n concreta del tribunal era el da(o que una serie de actos simples y puramente empíricos era capa" de movili"ar Ansistimos, una l!$ica primaria, adosada qui"*s a estereotipos m*s comple#os S como el del sabbat - pero conocidos superficialmente, $uiaba a los le$os #ueces con los que confesaron tratar Loren"a y )ancha habría cambiado en al$Hn modo la suerte de las hechiceras porque ambas murieron antes de que se redactara la sentencia .in embar$o, y muy si$nificativamente, el Hltimo $esto que el #ue" le dedic! a la rea frente su s2quito de notables fue el re$istro de sus vestidos& buscaba el encanto que, se suponía, impedía la recuperaci!n de :aría 9ntonia En cambio, como habitualmente lo hacían los inquisidores de la bru#omanía europea, sí se mandaron las compa(eras la salamanca, las en supuestas c!mplices inau$urabaaunllamar terceratiempo del proceso,deque recuperaremos el pr!4imo capítuloCon ello, se upay en la salamanca
El demonio ya ha hecho su irrupci!n en los procesos de Loren"a y Juana )asteles, aunque no sepamos a ciencia cierta si las reas lo llamaron 8upay, tal como hoy se lo conoce 7a lle$ado el momento de describir una de sus moradas, la salamanca, de la que el lector dispone hasta ahora de escuetas noticias Comencemos reproduciendo por e4tenso los relatos que Loren"a y )ancha nos de#aron de tres de ellas, reservando para despu2s la narraci!n de Juana )asteles 9nte todo, retomemos el cuestionario de la se$unda confesi!n allí donde lo habíamos de#ado 'ecordamos que entonces el #ue" .alvatierra le pre$unt! a Loren"a por su fu$a de la c*rcel y termin! orientando su respuesta hacia el vuelo nocturno La india le confirm! que, en efecto, aquella noche +vino )ancha de la prisi!n en que estaban y sac! a esta de la suia y la llevo a las barrancas y de allí volvieron a esta Ciudad, que las condu#o el 5emonio y que fueron a llamar a sus compa(eras para matar a esta y que fueron a buscar a :arcos 9"uela y a la hi#a de la )ancha, llamada Josepha que estaba en %uama, para que entre estos matasen a :aría 9ntonia y asimesmo fueron a buscar a ?rabriela mu#er de Chucico y le hablaron y a dos sobrinas del 9lcalde Joseph :artine", la una llamada /lalla y la otra Juliana, y otra Luci y que todas estas dentraron a la salamanca y concertaron allí el hacer da(o a todos los que pudiesen y todos estos que lleva nominados son hechiceros;
Esa primera salamanca situada cerca de %uama, a la que concurren Loren"a y )ancha con su numerosa comitiva +se llama @rea )ampa, que tiene un #arillar o monte espeso y que hablan con un hombre que parece espa(ol, muy feo y con la cara muy peluda y que 2ste les ense(a que con tierra o hormi$a y otra cualquiera cosa que les pida les dar* para que maten o ha$an da(o
.in embar$o, cuando un día despu2s Loren"a ratific! su declaraci!n, ne$! haber participado #unto a aquellos hechiceros =y vecinos suyos> en la salamanca de @rea )ampa .!lo )ancha la habría visitado, afirm! En cambio, confes! haber frecuentado una se$unda salamanca en el pasado, aqu2lla dondedonde había su aprendido el arte .e una trataba de laque, situada en 9mbar$asta, no casualmente el para#e encomendero tenía estancia por cierto, habría de ser
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una especie de se$unda residencia para los indios de la encomienda de %uama .ostuvo entonces Loren"a que ;en otra salamanca aprendi!, en el para#e de 9mbar$asta, en una quebradita que est* en una 9$uadita #unto de ella => y que la Ense(! un mesti"o llamado Juan Joseph ivas, y en esa ocasi!n dentr! un hi#o de este llamado Joseph ivas, y que entonces vinieron dos vestidos a lo espa(ol, muy $randes eran los 5emonios, y dos Chivatos, los que eran de color el uno pardo y el otro ne$ro, los cuales hablaron con Juan Joseph ivas y le di#o a esta 5eclarante que => la llevaban para 9prender el 9rte, y que a Juan Joseph ivas le dieron los dos 5emonios cabellos en un papel!n y ivas se los dio a esta 5eclarante para que con ellos matase y que de estos cabellos le dio a su tía para que muriese, los que dio en 9$ua, y lo restante de los Cabellos que quedaron quiso echar y el dho ivas le di#o que no los echase, que se los diese para d*rselos a su 5ue(o, los que esta 5eclarante se los entre$!, que eran de color pardo
)or Hltimo, la ima$en de la tercer salamanca es aportada por )ancha )or desmayarse apenas la preparaban para el tormento, )ancha efectu! casi todas sus declaraciones sin ser sometida a estas crueles pr*cticas 61 En un principio, la india refut! las afirmaciones de Loren"a, ne$ando su participaci!n en la salamanca de @rea )ampa de la cual, por otra parte, decía i$norar la e4istencia %ucum*n y lle$ado a dho para#e dice que le propusieron, que ya que estaba allí que aprendiese, que como se había de saber, tan le#os de su tierra
La persuasi!n tuvo sus frutos y )ancha termin! por in$resar a la salamanca 9llí recibi! instrucciones de una mu#er $orda que le advirti! +que aunque viese cualquiera cosas no tuviese miedo ni nombrase el nombre de JesHs, :aría y Jph por que se perdería y no sabría donde estaba, que vio mucha $ente todos en cueros y 2sta tambi2n, que antes de entrar se desnudaron y vieron un vivor!n que sacaba la Len$ua viendo a todos, y que este le dio a la mu#er un papel con unos polvos, el que estaba liado con hilo colorado y cabellos y le encar$! a esta declarante dha mu#er que aquellos )olvos era para el efecto de matar, d*ndoles en comida o bebida, y que había baile y canto, con 9rpa y ?uitarra y que dha mu#er le di#o a esta declarante, que aquel vivor!n pedía le diese de su san$re a lo que esta declarante no quiso y que entonces, eno#ado el vivor!n se suspendi! como que se sentaba, y dha mu#er di4o al vivor!n no sea que de miedo nos descubra y si yo te traer2 la san$re de all*, y que entonces se salieron y esta declarante, y que nunca le dio su san$re, por que su marido no le di! Lu$ar;
9l parecer, las recomendaciones del marido no alcan"aron ya que )ancha entr! por se$unda ve" a esa misma salamanca y reanud! sus conversaciones con la mu#er $orda que poco tiempo antes la había tentado En aquella ocasi!n ;hubo tambi2n baile y => le dio la referida mu#er cinco ataditos de Jume fresco porque no se le secase por vivir le#os y que estaban amarrados con hilo colorado y cabellos y que estos eran para matar a los que le me"quinaban al$una cosa y que entonces la tra#o su marido a %uama;
9 nuestro entender la rique"a de estos p*rrafos compensa sobradamente la e4tensi!n de estas citas 5ifícil ser* hallar en otras fuentes coloniales una descripci!n de la salamanca tan detallada y completa 0u2 fueron obtenidas ba#o tormento =o, como en el caso de )ancha, ba#o la amena"a de aplicarlo3> 0ue por su contenido bi"arro son inverosímiles3 En t2rminos de 61
En la interpretaci!n del alcalde .alvatierra, )ancha deliberadamente se quedaba dormida y resistía el dolor $racias a un dispositivo m*$ico que ocultaba entre sus ropas DN http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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nuestra propia cosmovisi!n todo eso es verdad, mas no lo es pensado en su conte4to, ya que esas palabras sonaban verosímiles para quienes las escuchaban El lado m*s oscuro del mundo de Loren"a, el que se resiste a nuestro entendimiento, se ilumina con el resplandor intenso que alimentan su dolor y su miedo QQQ El con#unto de confesiones que transcribimos le aportaron al #ue" .alvatierra un importante caudal de informaci!n +cierta y muy valiosa para la prosecuci!n del proceso penal En primer t2rmino, le confirmaba la sociedad de las dos indias en el maleficio de :aría 9ntonia Los cabellos, los hilos y los polvos m*$icos que les servían de insumos eran obtenidos en *mbitos de los que ambas mancomunadamente participaban, a la manera de distintas filiales de un mismo club )ero a la ve", esas mismas sustancias circulaban entre otras muchas personas, como tambi2n las instrucciones acerca de c!mo emplearlas para producir el efecto deseado, al$o de verdad peli$roso En se$undo lu$ar, el #ue" se había enterado de la e4istencia de salamancas, asociaciones de hechiceros que se reunían en lu$ares $eo$r*ficos bien concretos, en las que el arte podía aprenderse con la participaci!n del mismísimo demonio =en sus diferentes representaciones #unto a sus intermediarios mesti"os> En ri$or,del de #ue", las tres en el proceso, s!lo lay primera de @rea )ampa concentr! la atenci!n ya que que se se describen suponía que de ella participaban personas que f*cilmente podían rastrearse en funci!n de la cercanía $eo$r*fica =Lucía, ?abriela, Juliana y /laya eran de %uama mientras que Josefa y :arcos 9"uela vivían no muy le#os> o por las relaciones de parentesco y vecindad que las unían con las reas En tercer lu$ar, .alvatierra disponía ahora de un listado de hechiceros, que permitía esperar en una nueva posibilidad de curaci!n para :aría 9ntonia Es que, a este punto, la sucesi!n de terapias fallidas había terminado por convencer al tribunal de que ni Loren"a ni )ancha eran capaces de remediar el mal que habían provocado E4istía sin embar$o una persona que tal ve" sí era competente .e trataba del "ambo :arcos 9"uela, el maestro o caporal de hechiceras, el hechicero fino y el Hnico hombre mencionado entre los ac!litos de la salamanca de @rea )ampa 5e todos modos, antes de convocar a :arcos y despu2s de la confesi!n de las reas, una nueva intervenci!n terap2utica de Loren"a y )ancha tuvo lu$ar en la c*rcel Esta ve" asistieron testi$os aHn m*s autori"ados que los anteriores, +varios sacerdotes de la Compa(ía de Jhs, .an Francisco y Cl2ri$os y $ente noble de esta repHblica que observaron con estupor c!mo :aría 9ntonia perdía una ve" m*s el habla, +el uso y mane#o de piernas y bra"os y el natural mantenimiento de comer y beber 9unque la enferma pareci! recuperarse cuando Loren"a le frot! las manos y los pies y sopl! en su oídos, el alivio apenas si dur! una hora El Hltimo acto de este drama nos muestra a :aría 9ntonia con los bra"os cru"ados sobre el pecho, acusando por se(as a Loren"a Este +paro4ismo =tal el t2rmino que utili"a el alcalde .alvatierra> se alterna con momentos de lucide" en los que la enferma hace pHblicas sus visiones frente a los sacerdotes que intentan ofrecerle la e4trema unci!n +Cuando le da dicho paro4ismo, se le representa dicha Loren"a, dice el fiscal de :aría 9ntonia 9 #uicio de los presentes, el sufrimiento de la china es e4tremo +Causa compasi!n a la repHblica y reclama de la Justicia que se +conten$an seme#antes e4cesos intolerables a la 'eal Jurisdicci!n QQQ Como el lector ya sabe, Loren"a y )ancha murieron antes de que el proceso concluyera %res de los testi$os que asistieron a la Hltima curaci!n coincidieron en que las dos mu#eres afrontaron de diverso talante el tr*$ico destino que les a$uardaba +la )ancha se halla al parecer contrita pero => que la Loren"a ha estado sumamente remisa, con el cora"!n empedernido, sin hacer el menor aprecio de las palabras de los sacerdotes que le e4plican en su len$ua, en$a(*ndolos con irrisi!n, diciendo que les entre$ar* el encanto, haci2ndolos andar de aquí para allí sin que #am*s hayan podido conse$uir de que entre$ue
DG http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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Loren"a es rebelde, no respeta las sotanas, apla"a la entre$a de los encantos que mantienen enferma a :aría 9ntonia 61D 5os días despu2s de su Hltima confesi!n, moría en la c*rcel de la ciudad de .antia$o llev*ndose sus secretos a la tumba 5e inmediato, su cuerpo fue e4hibido en el rollo de la pla"a +donde pHblicamente todo el vecindario la vea El proceso se$uía para )ancha, pero por poco tiempo El fiscal pidi! para ella la pena capital por la muerte confesada del indio :elchor 9dem*s, frente a la renuncia de Francisco de )a", se desi$n! un nuevo defensor que apel! en su Hnico ale$ato al arrepentimiento postrero de la india Fue inHtil& el 6 de noviembre, tres meses despu2s de iniciado el proceso, tambi2n la presunta c!mplice moría en su celda, replicando el final de Loren"a El #ue" .alvatierra, sin embar$o, tenía todavía mucho por hacer :aría 9ntonia lo se$uía reclamando desde su interminable a$onía %al ve" :arcos 9"uela podría terminar el traba#o que Loren"a y )ancha habían de#ado incompleto La historia de ese "ambo, un poco m2dico, un poco hechicero, nos acompa(ar* en el pr!4imo capítulo Salamancas que na%egan en tres mares
Las tres descripciones queseLoren"a y )ancha de#aronhispana de las ysalamancas del monte componentes b*sicos que reconocen en la leyenda que perduraron en las contienen versiones folcl!ricas actuales En este apartado queremos nave$ar en esos tres mares, proponiendo un #ue$o con el espacio y el tiempo y apelando a una m*s amplia selecci!n de fuentes El primero y m*s importante de los componentes comunes de las tres salamancas es la concepci!n de un espacio m*$ico que se ofrece como un lu$ar de aprendi"a#e reservado a un con#unto de selectos iniciados 5e aquí que los pobladores rurales del presente llamen estudiantes a aquellos pocos que por sus habilidades e4traordinarias o sus modos refinados son sospechosos de participar en salamancas 66M a e4pusimos al$unas de las e4presiones en que esa misma noci!n se encarna en el discurso de las desdichadas reas de %uama& en la primera salamanca =la de @rea )ampa> Loren"a había aprendido de aquel espa(ol muy feo =0el portero de la salamanca3> a da(ar ;con tierra o hormi$a; mientras que en la se$unda, adem*s de una invitaci!n formal +para aprender el arte, había recibido los cabellos de manos de un mesti"o intermediario Este primer contenido del estereotipo tambi2n es esencial en la leyenda espa(ola que, se$Hn la mayor parte de los estudiosos, se encuentra en los orí$enes de la versi!n folcl!rica 661 Como es sabido, los relatos orales sobre la cueva de .alamanca -el lu$ar donde se aprendían los conocimientos prohibidos que la Universidad no ense(aba- inspiraron, entre otras obras menos conocidas, una comedia del novohispano Juan 'ui" de 9larc!n y un entrem2s de Cervantes, así como una demoledora refutaci!n de la e4istencia del espacio m*$ico por parte de @enito 61D
Lo que .alvatierra no ha terminado de advertir es que Loren"a ha lle$ado al límite de sus
posibilidades )or eso se sorprende de que +teniendo el ladrillo caliente en los pies no ha hecho el menor aprecio, como si tal ladrillo caliente tuviese sueltos los pies sobre 2l Las pocas respuestas que obtiene de la india $uardan escasa relaci!n con las pre$untas, son incoherentes +Las criaturas le est*n refrescando con a$ua el ladrillo por aba#o, +que le quitasen el plato que estaba con a$ua bendita sobre el cepo que quería pasearse, que el demonio +dentrase con ella y que se pasease, susurra febrilmente Loren"a 5errotado, el #ue" ordena tender a la india en el suelo, donde de inmediato se queda dormida .us Hltimas palabras se diri$ieron al #esuita que intentaba sacarla de su sue(o, ech*ndole a$ua bendita en el rostro& +que se quitase, que no la tocase con las manos sucias de pescado 66M Los e#emplos documentales de las versiones folcl!ricas de la salamanca est*n e4traídos fundamentalmente de la 2ncuesta 4acional de 5olclore de 1D61, cuyos ori$inales obran en el Anstituto
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Jer!nimo Fei#oo666 5eten$*monos brevemente en esos te4tos y veamos de qu2 tipo de aprendi"a#e se trataba 5os de los prota$onistas de la comedia de 9larc!n -el anciano estudiante Enrico y el mítico :arqu2s de illena- dicen haberse iniciado como m*$icos en Atalia, de la mano de :erlín ;un 66B
eminente en las ciencias 5e de re$reso a Castilla, el marqu2s inte$ra a le la relatan corte y que allí entra en conocimiento devar!n; la e4istencia la cueva de .alamanca Losse cortesanos en un espacio subterr*neo, de dimensiones s!lo aparentemente reducidas, una cabe"a de bronce colocada sobre una c*tedra le ense(a ciencias ocultas a siete discípulos 9cicateado por la curiosidad y por su propio inter2s, el :arqu2s parte a la bHsqueda de la cueva hasta encontrarla Comprueba entonces la veraciedad de los rumores, incluido el de la cabe"a met*lica parlante El padre Fei#oo le dedica en el Teatro crítico uni%ersal unos cuantos p*rrafos a la cueva de .alamanca =y tambi2n a su similar de %oledo> y varias p*$inas m*s a su le$endario estudiante, el :arqu2s de illena El ilustrado benedictino critica por cr2dulas las versiones que sobre la cueva aportan :artín del 'ío y Francisco de %orreblanca, que coincidían en caracteri"arla como un ;aula diab!lica; =aunque con maestro humano> pero que disentían en el car*cter pHblico o secreto =respectivamente> de las lecciones por los a(os de 1BB6, ciento y veinte y dos a(os despu2s de fundada la universidad; ueda por rese(ar que tanto en 9larc!n como en Cervantes aparece otro ras$o del aprendi"a#e de las salamancas que nos interesa especialmente& la apropiaci!n del conocimiento como por arte de ma$ia 5ie$o, el $al*n de la comedia, sostiene que en las cuevas el iniciado ;oye humildes rudimentos de las ciencias que i$nora, y da en su casa, de las que sabe, claros documentos; %ambi2n el m*$ico del entrem2s cervantino afirma que en la cueva se aprende sin esfuer"o, al punto que ;el estudiante m*s burdo, ciencias de su pecho arranca; En resumen, y volviendo al punto que nos importa destacar, en las cuevas de .alamanca, al i$ual que en aqu2llas, en muchos sentidos remotísimas, salamancas de %uama, el ob#etivo era, val$a la redundancia, aprender m*$icamente el ;arte m*$ico; .in embar$o, una $ran diferencia resalta entre las seme#an"as& los estudiantes salmantinos, no importa si reales o ima$inarios, accedían a una variante culta y libresca de la ma$ia a se enunciaron las disciplinas que el sacrist*n impartía en la cueva se$Hn el informe del hermano de Fei#oo %ambi2n el Enrico alarconiano su ciencia era la vanos quiromancia, la astrolo$ía +y quita, con $usto mayor, ni$romancía,sostiene la que enque virtud de caracteres a la naturale"a el poder y en$a(a, al 66 menos cuando no la imita la ni$romancia es la ma$ia culta por e4celencia por lo que se le 666
Juan 'ui" de 9larc!n, *a cue%a de la salamanca, TTTcohari"onaeduYspanishYcomediaYalarconYcuevsalahtml, 6MM6> @enito Jer!nimo Fei#oo =1NGN1GN>, Teatro crítico uni%ersal %omo s2ptimo, discurso s2ptimo, donde discute con :artín del 'ío, de la tradici!n +cr2dula =TTT filosofiaor$Yb#fYb#fYGMGhtm, 6MM6> :i$uel de Cervantes, 2ntrem.s de la cue%a de la salamanca =1NMM> =TTTcohari"onaeduYspanishYcomediaYcervantesYcuesal1Yhtml 6MD6> 66B :erlín a su ve" participa de lo diab!lico 9dem*s de ser hi#o de un demonio, su nacimiento no es producto de una relaci!n se4ual sino de la introducci!n mec*nica del ;semen viril que pierden los que con enus se sue(an; 66 La ni$romancia es una forma de ma$ia demoníaca y ritual que circula en Europa /ccidental desde el si$lo RA .e suponía que su ob#etivo no era adorar el demonio sino aprovecharse de sus conocimientos, invirtiendo la relaci!n de fuer"as característica del sabbat Fabi*n Campa$ne, +El lar$o via#e cit, pp RRR-RRR DD http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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a#usta muy bien la ima$en de los +dos libros abiertos de 9rte :*$ica que, se$Hn la relaci!n del padre Juan de 5ios transcripta por Fei#oo, descansaban sobre la mesa del :arqu2s de illena En contraste, la ma$ia que se aprende en las salamancas del monte, como no podía ser de otro modo en una sociedad campesina e iletrada, es eminentemente pr*ctica no obstante, no cualquiera puede acceder a aquellas aulas En su versi!n folcl!rica, la cualidad m*s importante que define al salamanquero es el cora#e, imprescindible para atravesar pruebas tan e4tremas como rene$ar de la reli$i!n cat!lica, soportar el contacto con animales repu$nantes y pon"o(osos =ampala$uas, ara(as, sapos> y sobre todo pactar con el 8upay, hoy despo#ado de su ambi$Xedad primitiva, a trav2s de la entre$a de la san$re =o del alma, que es lo mismo> 66 )or eso, el salamanquero despierta miedo y a la ve" abierta admiraci!n entre sus vecinos
+tentados e$resen de esa escuela +santos o +santas Ensula trono narrativa folcl!rica el 8upay preside la salamanca =se$Hncomo al$unas versiones sentado en de ampala$uas>, adoptando las formas m*s diversas )uede presentarse como un apuesto #oven, como un chivo, un perro ne$ro, un "orro, un sapo, un vibor!n o un p*#aro como un ser Hnico o bien como una pluralidad de +demonios 7asta aquí los procesos dieciochescos, la leyenda hispana y la narrativa folcl!rica parecen fundirse en un re$istro Hnico El aprendi"a#e, la intervenci!n de un demonio multiforme y la indudable osadía de los ac!litos de las salamancas atraviesan el oc2ano y los si$los En cierto sentido, las tres versiones son eslabones de una misma cadena sin embar$o, la coincidencia de al$unos componentes del estereotipo y el nombre hispano no lo e4plican todo @a#o formas similares, ba#o una misma denominaci!n, pueden ocultarse contenidos diferentes )ara acercarnos a ellos habremos de convocar una ve" m*s a nuestra Juana )asteles 9unque la india no habla de salamancas, su lacerante discurso las evoca intensamente )ero evoca tambi2n al$o m*s, ausente en la leyenda hispana, desaparecido de la versi!n folcl!rica 9 este cuarto eslab!n de la cadena, que obli$a a adentrarse en un pasado mucho m*s remoto, nos referiremos en lo que si$ue Rituales colecti%os 66
La mayoría de los testimonios sobre la salamanca reunidos en la 2ncuesta 4acional de 5olclore de 1D61 se(ala que la cualidad m*s importante del iniciado es el cora#e )or e#emplo, la informante Loren"a de .alvatierra de Le"canos le transmiti! al maestro encuestador que ;all* solo entran las personas cora#udas que tienen tratados con el +maldito =5iablo> y por consi$uiente no creen en 5ios ni en la vir$en El cobarde no debe entrar; 2ncuesta de Santiago del 2stero , carpeta B Entran ;s!lo los valientes y de espíritu fuerte; ya que de tener miedo ;no consi$ue su ob#eto; Las citas que podríamos transcribir son incontables e id2nticas a las que sostienen los pobladores actuales 66N , por supuesto, que tambi2n se leen en al$unos pasa#es de la encuesta El maestro de 9bre$u sostenía que la $ente de campo $uarda ; mayores respetos a las supuestas bru#as; = 2ncuesta de Santiago del 2stero, carpeta >, otro de Fern*nde" dice de la salamanca que es ;una sociedad respetada y temible; =carpeta 6D6> y un tercero de :aderas hace un retrato de las bru#as como mu#eres ;muy temidas y respetadas, nadie les nie$a nada por temor a sus maleficios => son $ente hura(a, nunca mira a la cara, son poco comunicativas y huyen del trato de los dem*s; =carpeta B6> 66G 9sí nos fue referido por Elpidio 7errera, mHsico de 9tamisqui =.antia$o del Estero> en una conversaci!n que sostuvimos en abril de 6MM1 1MM http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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.in duda al$una, las salamancas del proceso de 1GN1 representan *mbitos de participaci!n multi2tnica 9unque las supuestas compa(eras de Loren"a fueran todas ellas indias, el in$reso a @rea )ampa le había sido mostrado a nuestra hechicera por +un hombre que parece espa(ol y la de 9mbar$asta por Josep ivas, el mesti"o de quien se hace notar la vestimenta hispana 5el mismo modo, tampoco la +$ran cantidad de $ente atraída por la mHsica de la salamanca de Los .auces =que describe )ancha> remite a una sociabilidad ritual e4clusivamente indí$ena :*s bien, parece tratarse de un ale$re fandan$o campesino que, para ameni"ar la reuni!n o disimular sus fines, convoca a los salamanqueros .in embar$o, 2sta se$uía siendo una sociedad de castas y por al$o Loren"a y )ancha aluden específicamente a la vestimenta de los su#etos que participan del espacio m*$ico Lo si$nificativo es, precisamente, +el efecto de i$ualdad que produce la salamanca y que se e4presa, por e#emplo, en la e4i$encia de in$resar desnudo en ella =+todos en cueros> 9l$o similar vale para las diferencias de $2nero& no s!lo la sociedad patriarcal se desdibu#a en la salamanca =hombres y mu#eres participan casi como i$uales>, sino que con sus aprendi"a#es las mu#eres pueden tomar revancha y ven$arse de los hombres que las ofenden =como Juana )asteles decía haberlo hecho> El orden de la salamanca, entonces, desafía al tradicional aunque no lo invierta completamente& en definitiva, Loren"a entra al monte $uiada por su un maestro mesti"o yo :arcos 9"uela, si es que realmente era reconocido por las hechiceras como caporal, era un hombre 9dem*s de este peculiar +efecto de i$ualdad, otros dos atributos clave vienen a refor"ar la sociabilidad de los miembros de la salamanca& el car*cter festivo y el ses$o secreto En efecto, recordemos que )ancha manifiesta que en Los .auces ;había baile y canto, con 9rpa y ?uitarra; y que la convencieron para que se uniera a los dem*s dici2ndole ;que ya que estaba allí que aprendiese, que como se había de saber, tan le#os de su tierra; En el mismo sentid, cuando ya en el interior de la salamanca ella le ne$! su san$re al vibor!n que se la requería eno#ado, la mu#er $orda que la $uiara hasta allí ;di4o al vibor!n& no sea que de miedo nos descubra; Un evento festivo y secreto .e a#usta muy bien al lu$ar en el que se encontraban las salamancas y sobre todo la al$arroba, el cha(ar, el mistol y otros productos de recolecci!n fundamentales en la dieta indí$ena y campesina En se$undo t2rmino, porque durante la 2poca colonial y hasta que se or$ani"! la e4plotaci!n comercial de la madera, el monte era uno los pocos lu$ares de indiscutido uso comHn Las 66
5estaquemos que en las declaraciones de las reas no se habla de cuevas o cavernas, a diferencia de lo que se describe en las versiones elaboradas sobre la tradici!n oral y en las espa(olas )or e#emplo, si$uiendo a @ernardo Canal Fei#oo la salamanca, al i$ual que en la obra de 'ui" de 9larc!n, +es una cueva o un remanso, le#os de todo, hasta del ruido, @ernardo Canal Fei#oo, 2nsayo sobre la e-presión popular artística en Santiago del 2stero , Compa(ía Ampresora 9r$entina, @uenos 9ires, 1DB, p N La fi$uraci!n de la cueva se repite tambi2n en los diccionarios folcl!ricos ya citados 5i Lullo en 2l "olNlorecit, p 1G, describe la salamanca como +un lu$ar oculto entre los bre(ales, de difícil acceso, cuya entrada conduce a una cueva amplia y l!bre$a 1M1 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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fuentes que describen las e4pediciones en busca de al$arroba, ocasiones de fiesta campesina, son numerosísimas y pueden rastrearse a lo lar$o de un e4tenso arco temporal que parte de los primeros testimonios de la conquista =por no hablar de la abundante evidencia arqueol!$ica> y lle$a hasta hace unos cincuenta a(os atr*s 66D )romediando el si$lo RAAA, las incursiones, ya muy ries$osas, connotaban desde actividades econ!micas corrientes hasta el abandono de los pueblos rurales -de indios o de espa(oles- y de la vida +civili"ada, ya que allí moraban ;sin tierras ni a$uas; todos aqu2llos que se apartaban de la ley, am2n de los ind!mitos +indios $entiles )or todo esto, los bosques eran espacios temidos y buena parte de los persona#es míticos del folclore santia$ue(o =el alma mula, el condenado, el duende, el sachayo#, etc> va$a por sus espesuras6BM )ero adem*s, y qui"*s sobre todo, el monte había sido desde mucho tiempo atr*s un lu$ar de culto& en este sentido, la salamanca puede pensarse en t2rminos de continuidad =aunque con nuevos si$nificados> de los rituales anti$uos6B1 09 qu2 rituales nos referimos3 :*s específicamente a aqu2llos que los cronistas de la se$unda mitad del si$lo RA, sobre todo los eclesi*sticos, censuraron como +#untas y borracheras y describieron en t2rminos similares para el vastísimo territorio que se e4tendía por lo menos desde el )erH hasta C!rdoba del %ucum*n y desde los 9ndesdehasta el Chaco de al$arroba estas libaciones rituales concluían las actividades recolecci!n, y aEnla los ve"montes celebraban los eventos comunitarios m*s importantes& la menarca de las #!venes, los nacimientos y tambi2n la muerte .ervían adem*s para trabar alian"as políticas o consolidar las ya establecidas, un acontecimiento fundamental trat*ndose de $rupos con cacica"$os d2biles que necesitaban de peri!dicos refuer"os 6B6 Como hemos dicho ya, los funcionarios coloniales y el personal eclesi*stico demoni"aron estas #untas sin medias tintas, vincul*ndolas al ocio, la violencia y la promiscuidad se4ual 5el mismo modo, conociendo el contenido reli$ioso de los rituales, los sacerdotes solían internarse en el tiempo de la al$arroba a predicar y bauti"ar En breve volveremos sobre el asunto por ahora nos alcan"a con establecer una primera cone4i!n entre los rituales li$ados al ciclo de la recolecci!n y la confesi!n de Juana )asteles En efecto, en las palabras de la india podemos entrever una especie +protosalamanca, a nuestro entender un puente entre aquellos rituales anti$uos y las salamancas coloniales a di#imos antes que la )asteles no utili"a el t2rmino salamanca en cambio, al i$ual que en las fuentes administrativas y eclesi*sticas, las e4presiones que aparecen son las mismas de funcionarios y sacerdotes, 'unta y borrac&era En un pasa#e de su confesi!n ba#o tormento, Juana hace referencia a una fiesta que tuvo lu$ar en su propia casa y que con$re$! a varios de sus ami$os hechiceros, todos ellos indí$enas .i$nificativamente, este *$ape en el que se bebe alo#a hasta perder los sentidos es reali"ado en coincidencia con la recolecci!n de la al$arroba +:aria, mu#er del sacrist*n del pueblo de :atar*, su comadre, suele comunicar de dicho arte y es hechicera, cuya comunicaci!n con otros m*s la tiene en su casa de esta confesante, en donde 66D
%ambi2n la evidencia arqueol!$ica corrobora la importancia de la recolecci!n en la economía de las comunidades indí$enas de los ríos 5ulce y .alado para el período prehisp*nico Cfr al respecto 9na :aría Lorandi y 5elia :a$da Lovera, +Economía y patr!n de asentamientoV cit y la reciente compilaci!n de Carlos 9schero, :9 Zorstan#e y ) uoto, 2n los tres reinos Prácticas de recolección en el cono Sur de Am.rica , Universidad
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se suelen 'untar por tiempo de algarroba y en dic&as 'untas y borrac&eras se les aparece el demonio en "igura de indio y puesto un cuchillo bailan, co$iendo brasas en las rocas =la it*lica
es nuestra, JF>
0u2 encontramos aquí3 9l i$ual que en @rea )ampa o en Los .auces, tambi2n los aliados de Juana )asteles se reHnen para intercambiar conocimientos, para ;comunicar; y aprender =y como se ver* lue$o, tambi2n para bailar> .in embar$o, el e4tra(o ritual que escuetamente se describe parece encontrarse a mitad de camino entre las anti$uas #untas y los fandan$os rurales de Los .auces 7asta el demonio, al que ya nos referimos, aparece representado con una ima$en no europea& este indio que bebe su chicha rodeado de especialistas m*$icos de la frontera con el Chaco recuerda me#or a un cham*n $uaycurH =o andino> que al chivato o al vibor!n de las salamancas de Loren"a y )ancha 6BB En el mismo sentido, la menci!n de las brasas que los su#etos con$re$ados toman entre sus manos remite a la $enerali"ada insensibilidad de los chamanes frente al dolor y el calor del fue$o 6B& si los sacerdotes #esuitas hubieran presenciado esta escena en sus misiones volantes, no habrían dudado en caracteri"arla como una +#unta de hechiceros )or Hltimo, la ya mencionada aparici!n de tres especies alucin!$enas a lo lar$o del proceso =y, aparentemente, el coro le es suministrado a Juana )asteles por este mismo persona#e demoníaco>, m*s all* de que pudieran utili"arse con fines terap2uticos, apunta en la misma direcci!n Las relaciones entre los bailes en el monte y las #untas de hechiceros no se a$otan en esta cita La misma Juana )asteles, refiri2ndose a su #uvenil iniciaci!n ba#o la tutela de Juanita de %ucum*n, relata que fue aqu2lla quien le +Vense(! a bailar en Chiquili$asta, donde hubo un arpa en casa de Lasarte, donde solía estar un 'ivadeneyra ue Juanita, india del dicho 'ivadeneyra, me ense(! llev*ndome al monte, donde me dio una piedra vacanquí y a la primera confesi!n que hice la ech2 y me di#o que esa piedra la tuviese para cuando los hombres no me quisiesen y asimismo me di#o que si quería aprender a coser me sacaría un chivato no quise )or lo cual no aprendí ni s2 coser me di#o que me ense(aría a tocar $uitarra no quise
9unque no la llama salamanca, tambi2n en Chiquili$asta, #urisdicci!n del %ucum*n, Juana aprende =o aspira a aprender> una serie de habilidades que, como se ve, no son necesariamente antisociales 5ice recibir unas piedras m*$icas, por cierto muy andinas, y tambi2n propuestas que tienen el sabor de un pacto con el diablo =al punto que, despu2s de confesarse con un sacerdote #esuita, opta por deshacerse de la piedra> y las actividades m*$icas una asociaci!n que, a #u"$ar por los procesos, parecía plena de sentido para #ueces, fiscales y testi$os6B 6BB
Los documentos in2ditos cordobeses anali"ados y citados por 9ndr2s La$uens e Asabel Castro /la(eta en los te4tos ya citados resultan un t2rmino de comparaci!n qui"*s m*s adecuado que las $artas Anuas :encionemos brevemente al proceso criminal llevado adelante contra el poblero de uilino de 1N6M La pre$unta diri$ida a los testi$os e4presa +si saben que los indios de uilino hacen muchas borracheras, #unt*ndose todos para ello y hacen en ellas muchas idolatrías& que una india en cuero se pone un pelle#o de ti$uere encima y andan los indios e indias alrededor della dan"ando y cantando al uso anti$uo y llamando al demonio Una declarante que afirma haber visto la #unta a$re$a que a esta india cubierta con la piel de #a$uar la besan +en el trasero los indios 6B Esta capacidad cham*nica est* difundida a nivel planetario si bien no encontramos citas específicas para la re$i!n tucumano chaque(a Cfr :ircea Eliade, 2l c&amanismoD cit, pp NM-N1 6NM-6N 6B )or e#emplo, la india )ascuala confes! que su ami$a Juana Flores +por ella se le declar! y revel! no solamente haber encantado a dho alcalde sin otras circunstancias que una #unta que tenían sobre el río en cierto para#e para aprender a bailar y que con esta ciencia cierta tiene confesado El promotor fiscal interpret! el pasa#e diciendo que +es cosa cierta que en esta ciudad que se han se$uido y fenecido pHblicamente muchas hechiceras, y que estas se$Hn el arte diab!lico ense(aron, pues confiesa la dha )ascuala haber sitio para aprender a bailar, con que tuvo mucho andado tambi2n para matar, que de ello 1MB http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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2l monte demoni#ado
5e modo que las #untas y borracheras del monte, el cuarto anillo en la cadena de las salamancas, habían recorrido un lar$o camino cuando se inician nuestros procesos #udiciales Es evidente que el si$nificado de las salamancas del si$lo RAAA ya no era el de las +#untas de los primeros tiempos posteriores a la conquista, y que el con#unto de sus participantes se había tornado a la ve" m*s diversificado y e4clusivo& ahora se trataba de un espacio de +iniciados de diversa condici!n socio2tnica, obli$ados a ocultar celosamente sus pr*cticas Es que, aunque el tiempo de la al$arroba mantuviera su lu$ar decisivo en la reproducci!n material de esta sociedad campesina, qui"*s su contenido reli$ioso se había diluido ya para la mayor parte de los pobladores La dominaci!n colonial no s!lo le había e4propiado al monte su car*cter sa$rado había terminado por demoni"arlo En contraste, para una selecta minoría esos rituales persistían pero habían mutado su si$nificado ori$inal, del que tal ve" sobreviviera un va$o recuerdo )ens*ndolo desde esa minoría, la de los asistentes salamancas y $uardianes de lay memoria, el cambio fundamental como residíaenenlas el contenido adelaslos ritos %anto en las #untas borracheras de los al$arrobales salamancas del monte se sellaba una alian"a, pero si en las primeras el ob#eto era, parafraseando a .ai$nes, ase$urar los fundamentos identitarios 6BN, en las se$undas, tal como había e4presado Loren"a, los participantes +concertaban allí el hacer da(o a todos los que pudiesen 5os nHcleos de creenciasYrituales se habían superpuesto, y la situaci!n colonial tenía mucho que ver en eso& de una parte, los rituales de la recolecci!n, vinculados ori$inariamente a la identidad 2tnica, y de la otra, la hechicería Como es bien conocido, el len$ua#e ritual funciona como un poderoso dispositivo mnem!nico6BG ?eneraci!n tras $eneraci!n, las ceremonias li$adas a la recolecci!n habían permitido transferir una memoria compartida en sosciedades indí$enas en las que el culto a los antepasados había constituido un elemento central 6B Esa vie#a historia había devenido, tambi2n para los salamanqueros, ;la memoria de la idolatría y la hechicería;6BD QQQ Un ritual que preserva la memoria a la ve" que se(ala el pasa#e de una condici!n a otraV a se ha dicho que la embria$ue" colectiva había celebrado a los antepasados y a aqu2llos por venir, que estaba li$ada al culto a los muertos y a la incorporaci!n de nuevos miembros 9unque constre(ido en un calendario estipulado por la administraci!n colonial, el tiempo de la al$arroba se había preservado durante mucho tiempo como el tiempo de la libertad y qui"*s, como ha manifestado :ar$arita 9rana, como ;una de las Hltimas manifestaciones de una actividad comunitaria prehisp*nica6M El marco conceptual que ofrece íctor %urner, y que retoma la teoría de an ?ennep sobre los ritos de pasa#e, puede resultarnos de utilidad para interpretar me#or las pr*cticas de nuestros iniciados en el arte 'ecordemos que an ?ennep distin$ue tres fases sucesivas en dichos ritos& la separaci!n =que suele concretarse con el ale#amiento del individuo que, por e#emplo, debe clama y vocea esta des$raciada repHblica %ambi2n el episodio de 1G6D relativo a Luisa de )itambal*, que narramos en la introducci!n, viene al caso en esta nota 6BN %hierry .ai$nes, ;0)or qu2 los indiosV3 cit , pDG 6BG )aul Connerton, Ho0 Societies Remember,Cambrid$e, Cambrid$e University )ress, 1DD 6B Jos2 9ntonio )2re" ?oll*n, ;El #a$uar en llamas; En :yriam %arra$!, *os pueblos originarios y la conquista, 4ue%a Historia Argentina, @uenos 9ires, .udamericana, 6MMM, pp 66D-6N 6BD :ichael %aussi$, S&amanismD cit, pp BNN-BD6 6M :aría :ar$arita 9rana, +El tiempo de la al$arroba En, Carlos 9schero, :9 Zorstan#e y ) uoto, 3e los tres reinos cit, p 6MM 1M http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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cambiar su vivienda>, la liminalidad o estado intermedio de transici!n, y la a$re$aci!n, que supone la incorporaci!n del individuo como miembro pleno de su comunidad 5e esas tres fases, la intermedia es por su car*cter ambi$uo la m*s peli$rosa, ya que el su#eto liminal escapa al sistema de clasificaciones de la sociedad íctor %urner ha introducido el concepto de communitas para e4plicar ciertos aspectos de los fen!menos liminales .e trata de un modelo de interacci!n humana ;sin estructuras o rudimentariamente estructurada y relativamente indiferenciada, de individuos i$uales que se someten a la autoridad $en2rica de los ancianos que controlan el ritual;61 En otras palabras, la communitas se encuentra en las antípodas del sistema de status El lector habr* comprendido ya por qu2 este concepto resulta particularmente f2rtil para pensar las salamancas 9 comen"ar por lo m*s evidente& el *mbito en que las ;#untas; se celebran, el monte, que es típicamente liminal 'ecuperando ahora a an ?ennep, notemos que el tr*nsito por esa "ona de todos y de nadie, por esos ;territorios salva#es;, coloca a los su#etos transeHntes en una situaci!n tal que se encuentran +suspendidos entre dos mundos 66 En se$undo lu$ar, sobresale el atributo de la homo$eneidad o ausencia de #erarquías, que es como decir ausencia de estructura y el in$reso a la salamanca, lo recordamos, produce un ;efecto de i$ualdad; 9 diferencia otrosinferior supuestos participantes, Loren"a, )anchaconsi$o o Juanatodos eran de de calidadde2tnica y de se4o femenino Llevaban loscondici!n esti$masservil, de la alteridad pero 2stos tendían a diluirse cuando despo#adas de sus ropas se unían a los dem*s en el interior de la salamanca 9llí, y esto tambi2n se con#u$a a la perfecci!n con el concepto de communitas, las iniciadas aprenden un arte que, a la ve" que las une de manera indiferenciada al resto de los estudiantes, las separa de modo insalvable de una sociedad colonial que ha demoni"ado un con#unto de pr*cticas rituales que en un tiempo habían sido ampliamente incluyentes ue este pasa#e a un nuevo status comporta sus sacrificios, bien lo saben los su#etos liminales, que tambi2n lo son los salamanqueros En los ritos de pasa#e, los ne!fitos suelen soportar pruebas y humillaciones que ;representan en parte una destrucci!n del status previo y en parte una miti$aci!n de su esencia, con el fin de prepararles para hacer frente a las nuevas responsabilidades y reprimirles de antemano para impedir que abusen de sus nuevos privile$ios;6B La destrucci!n del status previo era entre los salamanqueros del monte el repudio de la cru", que en esta sociedad colonial definía al$o tan trascendente como la misma condici!n de ser social 0/ no era el hecho de ser ;cristianos; lo que diferenciaba a los moradores de los pueblos de los salva#es del monte chaque(o y aHn de los ne!fitos de las reducciones3 prueba que Juana, Loren"a o )ancha mencionan en las descripciones El contacto con alima(as, un leit moti% de las narraciones folcl!ricas y de la icono$rafía actual que representa a las salamancas, no est* todavía presente en los relatos de las hechiceras del si$lo RAAA Finalmente, los que fueron tentados e$resan de las aulas de las salamancas como e4pertos en el arte La fase de la a$re$aci!n, entonces, supone la inte$raci!n ya no a la sociedad en su 61
íctor %urner, 2l proceso ritual 2structura y antiestructura :adrid, %aurus, 1D, p1M .e$Hn 9rnold an ?ennep +Entre los pueblos semicivili"ados se encuentra esta misma instituci!n Ose refiere a las "onas neutrasP de la "ona, pero sus confines est*n mucho menos definidos por el hecho de que los territorios ya ocupados son al mismo tiempo poco numerosos y est*n escasamente poblados Estas "onas est*n constituidas, habitualmente, por un desierto, un *rea pantanosa y sobre todo por un bosque vir$en que puede atravesarse y en donde se puede ca"ar con toda libertad 5ado el car*cter ambivalente de la noci!n de lo sa$rado, los dos territorios ocupados son sacros para aqu2llos que viven en la "ona pero por otra parte la "ona es sa$rada para los habitantes de los dos territorios uien pase de uno a otro se encuentra por ende, desde un punto de vista material y m*$ico reli$ioso, por un período m*s o menos prolon$ado, en una situaci!n particular, en el sentido en que est* suspendido entre dos mundos Es esta la situaci!n que desi$no con el t2rmino de mar$en I riti di passaggio %urín, @ollati @orin$hieri, 6MMM, p 1N =La traducci!n es nuestra, JF> 6B íctor %urner, 2l proceso ritual cit 11M 66
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con#unto =puesto que con 2sta se cortaron los la"os al rene$ar del cristianismo> sino al círculo secreto de los que +concertan el hacer da(o a todos los que pudiesen, de los que anidan allí donde no hay estructuras 7ermanados en el desafío, los hechiceros no abandonan la cate$oría de su#etos liminales, de seres típicamente ambi$uos =0no son acaso capaces de da(ar y de curar3>, parafraseando a :ary 5ou$las, de habitantes de los intersticios 6 7an cortado los la"os no s!lo con la comunidad indí$ena sino tambi2n con la multi2tnica sociedad colonial que la contenía, apropi*ndose de las cate$orías europeas, del mismísimo demonio y soberano de las salamancas QQQ Lo dicho hasta ahora no a$ota sin embar$o la cuesti!n de la hechicería 7emos especulado sobre las confesiones de las salamanqueras, obtenidas por otra parte en las particulares y penosas condiciones que conocemos )ero sobre este punto hay una superposici!n de perspectivas que, alternativamente, se acercan y se distancian, y que remiten a por lo menos otros tres sentidos diferentes )or empe"ar, y ya hemos abundado lo suficiente sobre este punto en el capítulo anterior, la e4plicaci!n m*$ica de la etiolo$ía de al$unas enfermedades era familiar a todos los actores& indios, ne$ros, mesti"os y espa(oles Como hemos visto ya, este concepto de la hechicería como actividad es a#eno a cualquier proceso de aculturaci!n o difusi!n lisa y llanamente, se trata de una estructura .e$Hn la racionalidad m*$ica, e4isten personas que, dotadas de una particular potencia o a trav2s de mecanismos empíricos aprendidos, son capaces de da(ar a otras =y en consecuencia de desatar el maleficio> El m!vil de estos da(os tambi2n responde a un len$ua#e universal& el de la envidia, el resentimiento, los celos, el amor no correspondido En se$undo lu$ar, e4iste una identificaci!n entre los especialistas reli$iosos indí$enas y los hechiceros, que bien pudo terminar instal*ndose en las mismas sociedades indí$enas, especialmente a trav2s del canal evan$eli"ador 6 Esta identificaci!n aparece con evidencia en la documentaci!n #esuítica, que retomaremos para defender nuestro ar$umento, y en particular en las varias veces mencionadas cartas anuas del si$lo RAA referidas a las actividades misioneras en el %ucum*n 6N Una y otra ve", las cartas reiteran la ima$en de un demonio que insti$a a los indios a emborracharse, manifest*ndose ba#o diversas apariencias& como un +homo ne$ro, un ser +vestido de blanco de pies a cabe"a, +en fi$ura de un indio desnudo y con unos cuernos horribles, como +un venado con disformes cuernos y ore#as o un anciano +con barba muy lar$a, con o#os horribles6G )ero adem*s de esta pr*ctica del beber, ciertamente real y consustanciada con la vida reli$iosa de las sociedades indí$enas locales, el diablo invita a los $entiles a sumarse a toda suerte de actos +abominables, que evidentemente los sacerdotes e4trapolan desde otros re$istros, y que incluyen desde la circuncisi!n hasta la c!pula con el demonio y la sodomía 6 Los sacerdotes indí$enas #ue$an un papel prota$!nico en este cuadro tenebroso& son los ministros del demonio y su principal ocupaci!n es predicar contra la inmortalidad del alma, la reli$i!n cat!lica y la labor misionera de los padres de la Compa(ía 6
:ary 5ou$las, Pure#acit p 1BN Fernando Cervantes T&e 3e%il cit , caps A y AA 6N Los e#emplos est*n tomadas de cartas anuas publicadas en las si$uientes recopilaciones& $artas anuas 6
de la pro%incia del Paraguay, $&ile y Tucumán, de la $ompa7ía de ?es+s 8@89/8@;B 3ocumentos para la Historia Argentina %omo RR, A$lesia @uenos 9ires, )euser, Facultad de Filosofía y Letras,
1D6D Ernesto J9 :aeder =comp> $artas anuas de la pro%incia del Paraguay 8@;/8@: , FECAC, @uenos 9ires, 1D :aría Florencia 9mi$!, +Carta anua de la provincia del )ara$uay, a(os 1NB-, 1emoria Americana $uadernos de 2tno&istoria, 1M, @uenos 9ires, 6MM1, pp1GD-6BB 6G Ernesto :aeder, =comp>, cit, pp BG-BD 6 Ernesto :aeder, =comp>, cit, pp BG 1MN http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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)or Hltimo, se los identifica sin ambi$Xedades como hechiceros, cumpliendo con por lo menos tres funciones que, haciendo abstracci!n de la lente demoni"ante de los i$nacianos, si$uen aportando datos acerca de la base cham*nica de las reli$iones que se deseaba combatir 6D La primera de esas funciones es la terap2utica En una de las cartas, el ;hechicero; aparece prestando sus servicios m2dicos y e4i$i2ndole a su paciente, una india de .antia$o del Estero, que renuncie a la fe para compensarlo por ellos Como era previsible, el cham*n fracasa en sus curaciones y termina por mostrar su verdadero rostro cuando se presenta #unto a +otros demonios en fi$ura de hombrecillos, que se entretuvieron lascivamente con la enferma que no recibi! salud ni otra pa$a )or supuesto que la fe termina por imponerse en el relato, que se concluye de manera edificante& la india confiesa su pecado y muere arrepentida 6M Una se$unda funci!n es la de or*culo .e$Hn el provincial Francisco *"que" %ru#illo, los #esuitas +hallaron tambi2n muchos hechiceros muy perniciosos, que con#urando a sus casas al demonio =que ellos llaman Cachanchi$> en$a(an miserablemente al pueblo con los or*culos que desde ellos sensiblemente les responde61 9 cambio de sacrificios y ofrendas, que incluyen mu#eres vír$enes +con las cuales vive muy torpemente, el ;hechicero; predice el 24ito +en sus ne$ocios y sementeras66 )or fin, los ;hechiceros; cumplen con tareas m*s específicamente vinculadas al sacerdocio En los alles Calchaquíes los padres dicen encontrarlos +adorando sacríle$os al demonio, quien si$uiendo consultan frecuentes los hechiceros, que que respetan como sacerdotes deidad tana impía torpes a enus, tan sin freno no respetan a se4o, ni parecidos parentescoa 6B por la naturale"a m*s res$uardado Como era previsible, el marco de la ceremonia es la promiscua y ubicua 'unta en la que los indios +beben lar$o y se calientan, al tiempo que los hechiceros entre muchachas livianas que se afeitan a adornan a su usan"a les dan mHsica para los convidados apacibles, ofreciendo #untamente inmundos sacrificios al demonio cuya defensa imploran para el res$uardo de sus sementeras 6 En conclusi!n, y abstrayendo las barrocas fantasías #esuitas, los ;sacerdotes hechiceros; y ministros del demonio son tambi2n los m2dicos, los or*culos y los celebrantes de vie#os rituales que muy arduo parece erradicar
La biblio$rafía sobre la reli$i!n en el anti$uo %ucum*n prehisp*nico es muy escasa 'emitimos al cl*sico artículo de 9lberto 'e4 ?on"*le", 9lberto, + cit, pB 61 3ocumentos para la Historiacit p BD 66 3ocumentoscit, p BD 6B +9nnuas del a(o B cit p1D 6 +9nnuas del a(o B cit p 1D 6 9lonso de @ar"ana, +Carta al )adre Juan .ebasti*n O1DP, cit, pp GD-M 6N Tercero $atecismo y e-posición de la doctrina cristiana por sermones para que los curas y otros ministros prediquen y ense7en a los indios y a las demás personas> con"orme a lo que se pro%eyó en el Santo $oncilio Pro%incial de *ima el a7o pasado de 89O Lima, 1GGB, p 166
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discurso que no debe haber caído en saco roto especialmente allí donde, como en el %ucum*n colonial, los pueblos de indios tenían una estructura política relativamente d2bil sin embar$o, en sus confesiones ba#o tormento, Loren"a, )ancha y Juana )asteles habían hablado de salamancas y #untas, m*s cercanas al modelo bru#eril que al hechiceril y, por lo tanto, mucho m*s inquietantes Era 2sta una tercera acepci!n, que cabal$aba entre la hechicería criminal individual y el desafío social y reli$ioso colectivo a di#imos que, del e4amen de los procesos, parece evidente que los tribunales no creyeron demasiado en la peli$rosidad de la escuela de hechiceros, aferrados como se hallaban al esquema de la hechicería individual Las #untas demoni"adas se fundieron, se$Hn nuestra hip!tesis, con las salamancas hispanas, dando a lu" un producto híbrido 5iversos actores colaboraron en la conformaci!n del estereotipo nuevo& indí$enas de diferentes filiaciones, eclesi*sticos, funcionarios coloniales Con el tiempo, como dan a pensar las descripciones de Loren"a y )ancha, y sobre todo las versiones folcl!ricas, los componentes hispanos acabaron por imponerse en el con#unto )ero fue el final de un lar$o proceso, que supuso mHltiples síntesis Entre ellas, la me"cla de elementos andinos y chaque(os de la que los procesos ofrecen abundante prueba 2ntre los Andes y el $&aco
a hemos llamado la atenci!n sobre los frecuentes despla"amientos y la amplitud del mundo de relaciones de las hechiceras y salamanqueras que nos han acompa(ado Como anticipamos, las referencias $eo$r*ficas que con mayor frecuencia se reiteran en nuestro corpus apuntan hacia el borde chaque(o del río .alado por el este y hacia el piedemonte y los valles tucumanos por el oeste , no casualmente, los para#es mencionados suelen ser pueblos de indios Es allí donde las acusadas consultan y visitan a +sus comadres, maestros, aliados y condiscípulos en el arte 'epasemos muy brevemente al$unos e#emplos, comen"ando por los casos santia$ue(os La primera cuesti!n a destacar es que, tal como hemos visto, las reas principales de los procesos o bien proceden de comunidades de la "ona del río 5ulce, o bien viven en la ciudad %uama, )itambal* y .umamao aparecen citados en varias ocasiones y los dos primeros se destacan como centros si$nificativos de actividades m*$icas =que la salamanca de @rea )ampa y el +consultorio m2dico de la parda Francisca nos sirvan de ilustraci!n> .in embar$o, tambi2n las mu#eres procesadas por el cabildo de .an :i$uel de %ucum*n nos hacen volver la mirada hacia .antia$o del Estero y sus pueblos de indios& recordemos que la ne$ra An2s y la india :a$dalena eran oriundas de allí y que la primera confiesa ba#o tormento su complicidad con una matar*, se$Hn ella la verdadera culpable /tras indicaciones espaciales vertidas por las mu#eres tucumanas nos trasladan a las reducciones del curato de :arapa =9conqui#a, 9nchacpa, %ocpo, Escaba, Eldete, ?astona> y especialmente a un pueblo de indios específico, sobre el que habremos de detenernos en breve& 9maicha )or lo tanto, la +comunicaci!n con especialistas m*$icos de otras re$iones parece ser muy estrecha y fluida Como el lector recordar*, Juana )asteles confiesa sus relaciones, al$unas de ellas m*s que peli$rosas, con moradores de los pueblos de indios de la frontera del .alado Un indio de ?uaipe, el desafortunado uimsa, se había convertido en su víctima por no pa$arle una ternera y una vaca lechera, al i$ual que A$nacia de :atar*, enferma al momento del #uicio )or otra parte, entre sus socios hechiceros fi$uraban su comadre :aría =+mu#er del sacrist*n del pueblo de :atar*> y el indio Juan, maestro de su madre +la 'io#ana y al mismo tiempo su homicida 5e La 'io#ana, a su ve", Juana sostuvo que había maleficiado mortalmente +a una hi#a de don Cosme, cacique de :opa %ampoco faltan referencias chaque(as en el proceso de 1GN1 :arcos 9"uela, el +caporal de la salamanca de habilidades @rea )ampa, afirm!+viendo en su curar confesi!n, no hemos abordado, yhaber aprendido sus m2dicas a otrosque en aHn el para#e de Anquili$uala; m*s precisamente, si$uiendo las ense(an"as del cacique de Anquili$uala )or Hltimo, el e4pediente 1M http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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incompleto que concierne al anciano :artín, a su hi#a 9na y a 9ntonio Lluschon es el Hnico que reco$e un episodio de hechicería iniciado en el .alado Los tres sospechosos eran oriundos de ?uani$asta, pueblo recreado a partir de la fusi!n de tres unidades& %atin$asta, :ea#a y ?uaipe Como se recordar*, s!lo :artín se confes! culpable, reconociendo el hechi"o mortal de dos indios del pueblo y dos sacerdotes .in embar$o, :artín sostuvo haber aprendido el arte le#os de su pueblo del .alado .in ambi$Xedades afirm! ;que porque le reputan y tienen todos por hechicero es por los da(os que ha hecho, y que lo es desde bien mo"o, que lo ense(! un mulato de C!rdoba llamado @artolo6G; Un tercer con#unto de referencias $eo$r*ficas nos conduce hacia Chiquili$asta y 9maicha, en la #urisdicci!n de .an :i$uel de %ucum*n6 Es en el primer para#e donde Juana dice haber aprendido el arte si$uiendo las ense(an"as de Juanita, en un tramo de su confesi!n que ya hemos comentado )ero sobre todo es 9maicha el sitio donde los especialistas m*$icos, tanto los que hacen el bien como los que hacen el mal, suelen confluir 'ecordemos que los indios +m2dicos de ese pueblo le salvan la vida a dos de las víctimas de la )asteles a$re$uemos ahora que tal es el lu$ar de ori$en de la tucumana )ascuala, acusada de hechi"ar con espinas de quimili a varios pobladores +todos comarcanos 6D 9unque el querellante sea un hacendado que vive cercamodos, del pueblo, evidentemente +los parientes sumanChiquili$asta a la denunciacomo que, de todos es retirada poco despu2s de iniciadodeel9maicha proceso 6NMse %anto 9maicha constituyen lu$ares relevantes del pasado indí$ena y colonial de la re$i!n El primer para#e, cuya historia ha reconstruido puntillosamente Estela
9?), %rib 1, 1M, O1GB6P 'emitimos al traba#o ya citado de Estela , 2l Tucumán cit, tomo AA, 616N 6D 9?%, .ecci!n Judicial, Ca#a N, e4pediente 6 =1GNN> 6NM %ambi2n se menciona el pueblo de 9maicha en el proceso contra :a$dalena, la india tucumana acusada por su encomendera de varios maleficios
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a$ricultores andinos #unto con ca"adores recolectores chaque(os6N6 Ese doble ori$en es tambi2n manifiesto en la composici!n de los pueblos de indios de la mesopotamia La toponimia de al$unos de ellos =como tambi2n los apellidos indí$enas de sus habitantes> denota su ori$en andino6NB mientras que, especialmente a orillas del río .alado, otro con#unto de etnias re$istraba una filiaci!n chaque(a )or lo menos para el caso de los mataraes, sabemos con certe"a que los contactos con $rupos no sometidos nunca se interrumpieron6N En esta cadena de relaciones e intercambios inter2tnicos, un tipo de producto descollaba por su valor reli$ioso y simb!lico entre los que circulaban en los tiempos previos a la dominaci!n hispana& los ve$etales psicoactivos o alucin!$enos, especialmente el cebil = anadenant&era colubrinaB Los traba#os recientes de Jos2 9ntonio )2re" ?oll*n e An2s ?ordillo han revalori"ado el papel que el uso y la circulaci!n del cebil tuvo en las reli$iones prehisp*nicas de nuestra re$i!n, convirtiendo al actual noroeste ar$entino en un +e#e articulador de los intercambios de bienes materiales y simb!licos con las reli$iones vecinas situadas al occidente pues, adem*s de abastecerlas de los ve$etales psicotr!picos que crecían en sus bosques, difundi! entre ellas el conocimiento y la e4periencia referidos al uso de las sustancias alucin!$enas en el conte4to reli$ioso que había acumulado a lo lar$o de su desarrollo hist!rico 6N
ye4istencia en el contacto de +ruta las tierras ba#as orientales Los han lle$ado postulardel la de una del cebil, que conectaba lasmismos tierras autores altas andinas y las allanuras oriente a trav2s de un sistema de caravanas de llamas que transportaba adem*s otros bienes tales como herramientas y productos de metal, plumas, pieles, piedras semipreciosas y maderas tropicales El cebil crece en "onas de entre MM y 6MM metros de altura sobre el nivel del mar, demarcando un vasto territorio que se e4tiende entre las yun$as del borde andino oriental y el sector serrano del parque chaque(o )or ende, cubre tambi2n una an$osta fran#a del piedemonte tucumano y la transici!n hacia la re$i!n de monte, en la actual provincia de .antia$o del Estero Era en ese medio donde se reco$ían las semillas que, una ve" disecadas y machacadas, se consumían ritualmente, aspirando el polvo a trav2s de una suerte de c*nula o fum*ndolo en pipas de piedra, hueso o cer*mica Como ya di#imos, la evidencia arqueol!$ica sobre el consumo prehisp*nico de alucin!$enos es copiosa y da cuenta de un radio de dispersi!n sumamente amplio .i$uiendo a )2re" ?oll*n, los equipos compuestos por pipas, tabletas y recipientes contenedores de sustancias psicoactivas que los arqu2olo$os han e4humado est*n asociados indisolublemente con el culto solar y la fi$ura del #a$uar, central en el pensamiento reli$ioso andino Lo notable es que tambi2n los traba#os etnol!$icos han rescatado el lu$ar relevante que el cebil si$ue manteniendo, por lo menos entre los matacos y otras etnias chaque(as, cuyos chamanes lo utili"an con fines terap2uticos y medicinales 6NN 6N6
Jos2 9ntonio )2re" ?oll*n, +El #a$uar ; cit p 6B La terminaci!n ;$asta; de varios pueblos de indios de .antia$o del Estero remite al ori$en dia$uita del
6NB
asentamiento 6N Los mataraes, de indudable filiaci!n chaque(a, fueron percibidos como +civili"ados a medias y prontos para +el retiro a los montes por sus encomenderos y administradores En ri$or, una de las parcialidades matar* había sido trasladada desde el interior del Chaco hasta las orillas del río .alado para su reducci!n y encomienda Un memorial #esuita de 1N re$istra que los contactos entre las dos parcialidades se encontraban temporalmente interrumpidos en esos a(os El )adre )edro /rdu(a decía haber confesado a un indio de la encomienda de don Felipe 9r$a(ara" quien +pre$untadole si les seria f*cil entrar a los padres por ay a los abipones me di4o que a$ora no era facil porque ay ai en el dicho pueblo de :athala una parcialidad de $ente que se vinieron al .alado por aver tenido enfados con sus mismos parientes y lle$aron a tomar las armas unos contra otros y los que quedaron alla estaran como quatro #ornadas de :ala y hasta a$ora no han hecho las amistades y con esta $ente es forsoso encontrar primero para yr a los abipones 9'.A, )araquariae 11, f1 O1NDP
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Lamentablemente, la informaci!n escrita sobre consumo de alucin!$enos es mucho menos $enerosa para el período colonial Entre los principales referentes para nuestra re$i!n se destacan los historiadores #esuitas Lo"ano y 5obri"hoffer, que documentaron el uso del cebil para los lule santia$ue(os y los abipones del Chaco respectivamente, enfati"ando en la +privaci!n del #uicio que su inhalaci!n producía en el $rupo de los ancianos =chamanes> en el primer caso y de toda la comunidad en el se$undo /tra menci!n interesante, aunque no est2 referida al consumo reli$ioso del cebil y del coro -un ve$etal de la especie nicotiana del que tambi2n se sostienen los efectos alucin!$enos- nos la proporciona un estudio de Juan )ablo Ferreiro sobre la encomienda santia$ue(a de :aqui#ata, a principios del si$lo RAA 'evisando las cuentas de la administraci!n, Ferreiro descubre que el cebil fi$uraba entre aquellos rubros que el encomendero, sin demasiado 24ito por cierto, e4i$ía como tributo a sus indios6NG .in embar$o, el conte4to en que aparece resulta especialmente si$nificativo, dado que la )asteles lo recibe de aquel persona#e diab!lico al que identificamos como a un posible cham*n El lector ya conoce la cita pero no est* dem*s recuperarla ahora& el indio que la intercepta mientras reco$e le(a y le propone ense(arle el arte +le dio coro i le recibi! esta confesante y llev! a su casa Es sobre todo esta Hltima menci!n la que podría proporcionar un nuevo elemento de prueba a nuestra hip!tesis sobre la salamanca como resi$nificaci!n de anti$uos rituales indí$enas En todo caso, la +comunicaci!n con los especialistas m*$icos de espacios al mismo tiempo distantes en t2rminos $eo$r*ficos y familiares en t2rminos de acceso a recursos, nos habla de circuitos específicos, que inicialmente habrían sido indí$enas ui"*s, esos mismos circuitos se$uían vi$entes en los tiempos de Loren"a pero, al i$ual que sus salamancas y que los pueblos de indios de la se$unda mitad del setecientos habían desvaído su ori$inario contenido 2tnico Unos y otros habían terminado por devenir espacios mesti"os *as salamancas mesti#as
El mesti"a#e como proceso tiende pensarse +de aba#o hacia arriba, es decir en t2rminos de hispani"aci!n de los sectores subalternos de inferior +calidad 2tnica dentro de los par*metros del sistema colonial En este sentido, mesti"a#e resulta casi equiparable a deculturaci!n, a p2rdida de identidad 2tnica, a adaptaci!n irreversible a la cultura he$em!nica Andudablemente, el camino del ascenso social circulaba en esa direcci!n y en al$unos planos, en particular en el reli$ioso, no e4istía -en los límites de lo aceptado- un camino alternativo a la inte$raci!n 9unque las me"clas y los sincretismos compliquen creencias y rituales, la din*mica del mesti"a#e se produce en un conte4to $eneral de occidentali#aciónQ@O 6NN
)astor 9renas, +El \cebil\ o el \*rbol de la ciencia del bien y del mal, Parodiana, G, 1-6, 1DD6, pp 1M1-11 9lfred :etrau4, +EstudiosV cit 6NG Juan )ablo Ferreiro, +:aqui#ataV, c it .e$Hn Ferreiro el encomendero e4i$ía 1M fane$as de cebil en cuatro a(os pero el administrador declara la recolecci!n de solamente una fane$a, en el a(o 1NMB Es de destacar que el cebil se reco$e f*cilmente en la "ona serrana de ?uasay*n, donde estaba locali"ada la encomienda 111 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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.i pensamos los mesti"a#es en el conte4to tucumano, lo dicho vale doblemente 9quí no podía sino propiciarse aHn m*s la hispani"aci!n, ya que nos encontramos frente a comunidades peque(as, altamente desestructuradas como consecuencia de la política de repartos y del r2$imen de e4plotaci!n de la mano de obra, y con estructuras políticas d2biles 0u2 mar$en de reproducci!n material y cultural podían tener estos $rupos humanos cuyos miembros habían nacido o se habían criado en las casas y estancias de sus encomenderos3
%omamos el concepto en el sentido en que lo enuncia .er$e ?ru"insIi, vale decir +una empresa multiforme que conduce a Europa /ccidental a se$uir los pasos de Castilla y conquistar las almas, los cuerpos y los territorios del Cu"co C@LC 1D, los artículos contenidos en el libro compilado por la misma autora 2l Tucumán colonial cit, .ilvia )alomeque, +El mundo indí$ena; y el volumen colectivo compilado por 'aquel ?il :ontero y por nosotros, *os pueblos de indios cit 6GM
Es un proceso similar al que Estela y valori"a especialmente los +fra$mentos ne$ros que desde su mirada sobresalen en el estereotipo El diablo ne$ro y la centralidad de la dan"a en las actividades salamanqueras son sus elementos de prueba En este sentido, +errantes y clandestinas, invisibles y s!lo audibles en la mHsica, nolu$ares de la subterraneidad de lo +ne$ro en los circuitos mesopot*micos, las salamancas son de las escasas e4presiones culturales donde lo +ne$ro es nombrado => .obre lo ne$ro pesa una doble ne$aci!n Es lo m*s subterr*neo, no tiene siquiera la materialidad de los huesos y de las tina#as de los +indios muertos 9flora s!lo en la inmaterialidad de la mHsica, su intan$ible e inasible fluencia Indios muertos, negros in%isibles *a identidad santiague7a en Argentina , %esis de doctorado in2dita, Universidad de @rasilia, 5epartamento de 9ntropolo$ía, 1DDD, p 61M 116 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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)ostulamos en este capítulo la confluencia de dos tradiciones troncales diferentes& una indí$ena y anclada en una anti$ua e4periencia reli$iosa - que fue cambiando de contenido como efecto de la desestructuraci!n de las sociedades indí$enas- y otra de ori$en mi4to =la hechicería en sus diversas acepciones, al$unas de las cuales comunes a espa(oles e indí$enas>, que vino a confundirse con la primera 9$re$uemos que, en la formaci!n de este estereotipo mesti"o, en la medida que incorpora +fra$mentos de una tradici!n y de la otra imprimi2ndole ese contenido particular, intervienen de un lado el atributo diab!lico y del otro, la pro$resiva difuminaci!n de la identidad 2tnica En otras palabras, estamos hablando de pr*cticas indí$enas que se mesti"an al e4tenderse socialmente y que, al mismo tiempo, cambian su si$nificado =y por todo eso son mesti"as> ayamos a lo primero Como afirmamos antes, el demonio, ba#o sus representaciones europeas y en la fi$ura de los sacerdotes indí$enas e4ecrados por el personal eclesi*stico, se instal! en las sociedades indí$enas a trav2s de la pr2dica evan$eli"adora 9unque conocemos muy imprecisamente las vicisitudes del adoctrinamiento reli$ioso en nuestra re$i!n, lo cierto es que las confesiones de las presuntas hechiceras nos permiten adivinar la eficacia de esa parte del mensa#e evan$eli"ador Cuanto menos, lo$ramos comprobar la apropiaci!n que hacen las reas, como presumiblemente restodel de :al, la poblaci!n, esesantos, esquema y maniqueo que tan radicalmente separaba alel@ien y a 5ios de y los delbinario demonio Esto es parte del proceso bien descripto por %aussi$ caracteri"ado por la internali"aci!n de los conceptos de :al absoluto y de 5iablo y su inte$raci!n a una cosmolo$ía que no operaba desde ese tipo de dicotomías 7asta el 8upay andino, que termin! por ocupar el trono de la salamanca, había sido +moralmente neutro al$una ve"6G6 .i por sus fines la hechicería se encontraba indudablemente del lado del :al, se entendía que el demonio tenía que ver con ella .in embar$o, y como vimos ya, tal asociaci!n resultaba parad!#icamente m*s si$nificativa para las reas, por hallarse adoctrinadas en ese sentido, que para quienes las #u"$aban )or lo dem*s, los diversos insumos para los hechi"os, las piedras vacanquí, las t2cnicas que e4i$ía el dominio del arte eran, en su mayor parte, los tradicionales indí$enas de historia plurisecular El se$undo elemento, la difuminaci!n de pr*cticas que habían tenido un preciso contenido 2tnico =de formaci!n de alian"as políticas, celebraci!n de hechos comunitarios vitales o recreaci!n de los vínculos comunitarios> se relaciona a la ve" con una ampliaci!n del círculo de participantes de los rituales salamanqueros y con una restricci!n basada en las intenciones trans$resoras que animaban a aquellos iniciados La ampliaci!n se refiere a la salamanca como *mbito multi2tnico o, me#or dicho, como un espacio en que las fronteras 2tnicas se desdibu#an 'ecordemos que en las salamancas de Loren"a y )ancha hay un demonio europeo, un intermediario mesti"o y muchos =imposible saber cu*ntos> participantes i$ualados por su ab#uraci!n del cristianismo y su pasa'e a la cate$oría de hechiceros 5e ello deriva la e4clusividad de los salamanqueros& la solidaridad y colaboraci!n entre sus miembros =que puede, se$Hn los e#emplos, ser traicionada y suspendida en cualquier momento> pasa por la a$resi!n a la comunidad 9unque cada hechicero e#ecuta su ven$an"a personal, el conocimiento del arte recibido ha sido $enerado colectivamente& en la salamanca se intercambian saberes e insumos que ponen en contacto tradiciones diferentes, re$iones distantes y #erarquías marcadas por la e4periencia y la ine4periencia y las condiciones de maestrosYhechiceros finos y discípulosYaprendices :as en este capítulo nos hemos referido a los tres mares en los que nave$an estas salamancas y es menester incorporar los dos restantes 5e la leyenda hispana, es el nHcleo del aprendi"a#e y del pacto con el 5iablo lo que puede considerarse asociado al estereotipo colonial )or lo dem*s, como ya di#imos, las cuevas remiten a la ma$ia de 2lite, contenida en fant*sticos libros y que evoca, sobre todo, la ni$romancia .e trata entonces de una ma$ia distante de los saberes pr*cticos de los que anhelan apropiarse los campesinos indí$enas y mesti"os que nos han ocupado a lo lar$o de estas p*$inas 6G6
:ichael %aussi$, T&e 3e%il and $ommodity 5etis&ism in Sout& America Chapel 7ill, Universidad de Carolina del
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.i$nificativamente, las salamancas folcl!ricas representan un nuevo híbrido, m*s parecido al estereotipo europeo que al que describen las hechiceras del monte )ara concluir este capítulo, recuperaremos la interpretaci!n formulada por 7ebe essuri, deteni2ndonos brevemente en dos cuestiones& la de los a$entes m*$icos y la del lu$ar del 5emonio6GB En cuanto al primer punto, essuri encuentra que en el ima$inario de la poblaci!n rural de .antia$o del Estero =ella se refiere concretamente a una localidad situada en la "ona de rie$o del río 5ulce> tanto hombres como mu#eres pueden ser a$entes de actividades m*$icas En ambos casos, 2stas se adquieren por aprendi"a#e y se e#ercen como poderes personales .in embar$o, el $2nero divide ahora las a$uas de modo aHn m*s terminante y si las mu#eres e$resan como bru'as de las salamancas =y como tales son capaces de troncar la vida de sus víctimas u ocasionarles $ravísimas enfermedades> los hombres, en su condici!n de estudiantes o magiqueros, est*n asociados m*s bien a la +travesura y a la +picardía Como anta(o, a la bru#a se le atribuyen los sufrimientos y las des$racias ine4plicables, las sequías, la impotencia masculina y la p2rdida de la ra"!n, sin distin$uir con claridad las fronteras entre curanderismo y hechicería y que eran los estudiantes quienes tendían a monopoli"ar las pr*cticas m*$icas 0ui2nes son estos estudiantes que se$Hn los pobladores entrevistados por essuri habían eclipsado a las bru#as3 Lo interesante es que se trata de su#etos que se valen de libros de magia a los que deben su saber 9unque la fi$ura del estudiante comparte muchos ras$os con otros persona#es de la mitolo$ía local, se diferencia de su comunidad de ori$en por no encontrarse su ciencia enrai"ada en ella En otras palabras, su saber es de ori$en libresco Si$ual que el de los estudiantes de la cueva salmantina- y las molestias que ocasiona para divertirse a costa de sus vecinos forman parte de su aprendi"a#e @uena parte del +24ito de los estudiantes se vincula a las transformaciones recientes del a$ro y la sociedad rural de .antia$o, así como a la de$radaci!n del +honor masculino, problemas contempor*neos que quedan fuera del alcance de nuestro estudio En todo caso, lo que deseamos resaltar es que se trata de su#etos que cumplen la misma funci!n que en un tiempo había tenido las hechiceras, cual es la de minimi"ar el conflicto social, reprimido por temor a la ma$ia y a sus a$entes En cuanto al 8upay, en la cosmolo$ía actual si$ue presidiendo la salamanca y e4i$iendo la fidelidad de sus ac!litos a trav2s de aquellos pactos ya familiares para el lector ContinHa manifest*ndose ba#o diversas apariencias y relacion*ndose con quienes son capaces de mantener el secreto )ero he aquí que si Loren"a, )ancha o Juana recibían saberes =$eneralmente antisociales> e insumos de aquellos chivatos, hombres o indios, en la sociedad capitalista el 8upay colma a sus ac!litos de rique"as .on los ricos los primeros sospechosos de +tener pacto y no s!lo las curanderas, los talentos musicales y los bailarines seductores El mito de 2l "amiliar , li$ado al desarrollo de la industria a"ucarera tucumana, que atra#o in$entes flu#os de traba#adores santia$ue(os que lo difundieron en su tierra, queda así estrechamente emparentado con las tradiciones folcl!ricas locales a las que hemos hecho referencia antes 6G Una diferencia 6GB
Estamos utili"ando dos artículos de 7ebe essuri, +@ru#as y estudiantes de ma$ia en una comunidad rural, Re%ista *atinoamericana de Sociología, GM&B, @uenos aires, 1DGM, pp B- y +9spectos del catolicismo popular de .antia$o del Estero Ensayo en cate$orías sociales y morales, Am.rica *atina, 16, 'ío de Janeiro, 1DG1, pp M-NG Es importante tambi2n destacar la v*lida tesis de Carolina .a$anias, *a salamanca en el imaginario popular de Santiago del 2stero , TTTacilbupercomarYtesissa$aniashtm, 6YNY6MMB 6G El 5amiliar suele ser descripto como un perro ne$ro, una de las apariencias del diablo, que beneficia al due(o del in$enio a"ucarero con rique"as materiales Como tributo, su socio debe entre$arle a sus traba#adores, los pobres braceros Cfr entre otras versiones, la reco$ida por F2li4 Coluccio y :arta Coluccio, 2l diabloD cit, pp D6-D 11 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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esencial, sin embar$o, separa a este demonio del que ya conocemos En palabras de essuri +el familiar de los in$enios a"ucareros da rique"a material y suerte a su socio terrenal
6G
7ebe essuri, +9spectos del catolicismo cit, p 6 11
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$apítulo ) 1.dicos del monte
En el capítulo anterior de#amos a la china :aría 9ntonia debati2ndose entre la vida y la muerte Loren"a y )ancha habían fracasado en sus curaciones y un nuevo persona#e vendría a completar la tarea inconclusa& el "ambo :arcos 9"uela Como el lector recordar*, :arcos era el Hnico hombre de la diab!lica #unta de @rea )ampa y el #ue" .alvatierra había identificado en 2l al +maestro o caporal de hechiceras 5ada aquella #erarquía superior, #ueces y pHblico le e4i$ieron perentoriamente que curara de una ve" a la enferma, no importaba el ori$en diab!lico o santo de su ciencia a sabemos que Loren"a había sido la primera en denunciar a 9"uela como hechicero en su confesi!n ba#o tortura y que el #ue" había creído a pies #untillas en sus palabras %ambi2n los testi$os espa(oles, convocados en esta se$unda parte del proceso, compartían esa perspectiva y, aun m*s, le endil$aban actividades hechiceriles a la esposa, hi#as y nietas del "ambo .in embar$o, otros actores del proceso Stodos ellos indí$enas- no se hallaron contestes y, al i$ual que )ancha, di#eron del "ambo +que es m2dico que cura hechi"os y no ha oído decir hai$a hecho da(o a nadie 0Era :arcos un m2dico o reparador de da(os o bien un hechicero capa" de producirlos3 0/ encarnaba simult*neamente los dos papeles3 Como e4presamos en capítulos anteriores, en los conte4tos en los que la ma$ia y la medicina tienden a conver$er, el curandero representa una fi$ura ambi$ua 5esde esta l!$ica, para el #ue" y +sus testi$os, :arcos 9"uela podía operar potencialmente como un hacedor de enfermedades, ni m*s ni menos que Loren"a o )ancha, que tambi2n habían sido interpeladas para que curaran a la víctima desactivando el maleficio En cambio, para quienes m*s habitualmente solicitaban sus servicios, y tal como el mismo 9"uela sostuvo en su autodefensa, los saberes m2dicos remitían a los poderes numinosos y a una e4periencia terap2utica que se transmitía por imitaci!n y aprendi"a#e, es decir, +viendo curar a otros )or ser acordes a la 2tica comunitaria, los conocimientos de 9"uela y su poder eran opuestos a los de las salamanqueras En este capítulo nuestra atenci!n habr* de concentrarse en los +m2dicos y en sus pr*cticas, m*$icas o no Como le ocurriera a :arcos 9"uela, los curanderos podían f*cilmente resbalar en hechiceros así como crearlos a partir de sus dia$n!sticos 5e este modo, en los procesos suelen aparecer #u$ando dos papeles diferentes& entre$ando al culpable =a veces solicitados por los querellantes o las autoridades #udiciales> u ocupando el lu$ar del reo 9 los circunstanciales +entre$adores nos hemos referido en el capítulo AAA, al detenernos en los intermediarios culturales En 2ste, en cambio, ser*n prota$onistas los m*s desafortunados de entre los m2dicos, aqu2llos que el tribunal #u"$! como hechiceros Una ve" m*s, nuestro ob#eto de estudio nos invita a nave$ar entre el pasado y el presente En efecto, el dia$n!stico, la etiolo$ía y las terapias que fra$mentariamente se describen en los documentos anti$uos no le resultarían sorprendentes al +m2dico rural de nuestros días .!lo su incipiente rivalidad con la medicina occidental =v*lida s!lo para al$unas enfermedades, ya que un consenso $enerali"ado entre los campesinos admite que los síndromes culturales no son competencia del m2dico profesional> y la incorporaci!n a la botica tradicional de f*rmacos comerciales separan a :arcos de sus herederos y herederas actuales La ambivalencia del ori$en de su saber se si$ue manteniendo y le impone al curandero aclarar bien los tantos 0o no es en la salamanca donde, se$Hn si$uen afirmando los campesinos santia$ue(os, los curanderos Sy sobre todo las m2dicas- adquieren sabiduría y potencia3 9l i$ual que el capítulo anterior, 2ste se estructura a partir de problemas que iremos entrete#iendo en lay urdimbre los episodios coloniales ya familiares lector La entre hechicería medicina,detema ya tratado tan$encialmente, ser*para el elprimero de relaci!n ellos y encontrar* su carnadura en tres e#emplos& el de :arcos 9"uela, el de Francisca la .ampedrina y 11N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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el de )ascuala 9so$asta Estos casos nos resultan apropiados para ilustrar la confusi!n capa" de resumir en una sola cate$oría pr*cticas m*$icas con fines te!ricamente opuestos El se$undo nHcleo problem*tico se detiene en la aparente antinomia entre el car*cter aprendido o innato =el poder o la $racia> del m2dico ma$o %ambi2n en este punto procuraremos contemplar tanto las perspectivas de los su#etos involucrados como hechiceros =que coinciden con las de sus defensores> como la de sus detractores y acusadores )or fin, el tercer nHcleo atiende a los dia$n!sticos, etiolo$ías y terapias propuestas por los m2dicos del monte En este apartado, por su contenido m*s descriptivo, nos valdremos de una selecci!n de fuentes m*s amplia y no desde(aremos el material folcl!rico que aporte lu" sobre el si$nificado de al$unas de las pr*cticas terap2uticas Aniciaremos nuestro relato allí donde lo habíamos de#ado El se$undo tiempo del proceso de 1GN1, ya difuntas Loren"a y )ancha, est* por inau$urarse La confesi!n que Loren"a vertiera ba#o tormento ha apresurado la bHsqueda de sus c!mplices de @rea )ampa y ya se encuentran esperando en la prisi!n las indias Lucía, ?abriela, Josefa y Juliana La captura de :arcos 9"uela lle$aría m*s tarde y es aquí que invitamos al lector a se$uirnos en una historia que comien"a en los alrededores de %ilin$o, no muy distante del pueblo de indios de %uama 1arcos A#uela y sus mu'eres
Cuando Loren"a mencion! al "ambo :arcos 9"uela, 2ste era apenas uno m*s entre los participantes de la salamanca de @rea )ampa 9l parecer, fue )ancha la que en su impotencia aport! la informaci!n que catapult! al "ambo a la posici!n de +caporal de la salamanca& +:arcos 9"uela le había dicho Oa Loren"aP que la había de sanar a :aría 9ntonia sostuvo la india en su confesi!n Esas palabras no querían ser acusatorias Como ya di#imos, )ancha había aseverado que 9"uela era tenido por m2dico, y no por hechicero .in embar$o, el #ue" fue haciendo una lectura diferente de los hechos, que se enriqueci! con nuevos detalles a partir de los testimonios reco$idos en la se$unda sumaria 0En qu2 consistieron las transformaciones que afectaron la +fama de :arcos 9"uela3 La primera est* presente en el auto donde .alvatierra volc! sus propias conclusiones acerca del reo 9unque nin$uno de los testi$os convocados hasta el momento había declarado en su contra, para el alcalde +:arcos 9"uela, mulato de avan"ada edad es uno de los &ec&iceros "inos que residen en esta 'urisdicción y
al mismo tiempo declararon Loren"a y Francisca, indias comprendidas reas en ellos, era incapa" el sanar a :aría Francisca China enferma de hechi"o por no alcan#ar la ciencia de ellas a la de 1arcos A#uelaF =it*lica nuestra, JF>
Una promoci!n desafortunada para :arcos& de la hori"ontal hermandad salamanquera en que Loren"a lo había colocado, había ascendido a maestro de hechiceras %al ve" el hecho de ser el Hnico hombre delcondici!n c!nclave de dem2dico, @rea )ampa la los interpretaci!n de .alvatierra en cualquier caso, su avaladae4plique por todos declarantes indí$enas, se había trocado en la de +hechicero fino En se$undo lu$ar, y una ve" que hi"o oír su vo" un nuevo $rupo de testi$os, no solamente 9"uela qued! complicado en el maleficio .u mu#er, tres de sus hi#as, su entenada y sus dos nietas Sdesconocidas todas ellas para Loren"a- fueron tambi2n involucradas en el caso 9sí, el N de noviembre de 1GN1, el "ambo fue llevado #unto a +otras mu#eres hasta el cabildo y dos días despu2s se le +ordenaba con hala$o que curara a la China +En menos del tiempo del que se puede $astar en re"ar tres credos el m2dico lo$r! que la enferma recuperara el habla y la movilidad y que su vientre se deshinchara )ero este alivio no se prolon$! m*s que +cuatro o seis días, el tiempo suficiente para que :arcos 9"uela fu$ara de la c*rcel y re$resara a su rancho de %ilin$o
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9 diferencia del proceso contra Loren"a y )ancha, la nueva sumaria que escuetamente mencionamos convoc! e4clusivamente a testi$os espa(oles Estos vecinos di#eron conocer bien al acusado y tambi2n a su e4tensa familia El hecho m*s contundente, y que se anticip! ya, es que nin$uno de ellos vio en el "ambo a un m2dico m*s bien lo recordaban como un hombre +de mucha fama por el e#ercicio de hechicero, por lo cual los se(ores #ueces lo han desterrado de varias partes de esta )rovincia 9Hn su eventual protector don Felipe de 7errera, que alo#aba como a$re$ados en su estancia a :arcos, su esposa, un hi#o y dos de sus nietas, tenía mala opini!n del anciano de quien sostenía que +han sido así sus hi#os como 2l y familia muy temidos por este pernicioso oficio Lo cierto es que la familia de :arcos acumulaba toda una historia de mi$raciones espont*neas pero tambi2n de fu$as y destierros Los datos que nos aportan los testi$os y los mismos acusados nos hablan de un itinerario circular que se inicia en la estancia de Los .auces, cercana al pueblo de indios de %ilin$o, marca etapas en una se$unda estancia =la de Loren"o .uare", de donde son e4pulsados> en 9lbi$asta, una tercera en La )unta de :aqui#ata =en la estancia de don 5omin$o Rere", encomendero de la mu#er de :arcos> para concluirse nuevamente en Los .auces En al$unas de estas escalas, :arcos y su mu#er :encia habían visto nacer a sus hi#os en otras losprotectores habían de#ado partir casarsee4tensa o para Shi#as, prestar yernos, servicios a encomenderos o eventuales 5e aquí quepara la familia nietos y entenados de 9"uela- estuviera diseminada en las campa(as de .antia$o, %ucum*n, Catamarca y .alta 5e las mu#eres de 9"uela, depusieron frente al #ue" :encia, Juana Rere" =hi#a de :encia y entenada de 9"uela> y las nietas :ar$arita y :aría Casilda 9dem*s, el alcalde mand! a buscar Shasta donde sabemos sin 24ito- a :a$dalena y %eresa, residentes en la sierra santia$ue(a, y a )olonia y Juana, entenadas de un hi#o ya fallecido y moradoras en Los 7orcones =.alta> %odas ellas participaban de la +mala fama -que les había costado tres destierros- pero solamente contra :encia y :a$dalena lo$r! la #usticia reunir acusaciones concretas Los car$os que se presentaron contra ellas eran típicos por unir en una misma cadena causal la a$resi!n de la víctima y el resentimiento y da(o m*$ico del hechicero 9sí, :encia, de M a(os de edad, fue acusada por un vecino de %asi$asta de haber ven$ado m*$icamente en 2l +una pendencia con un hi#o de :arcos 9"uela La madre había tenido la osadía de enfrentar al a$resor del muchacho& +volver*s el a(o que viene a darle otra pu(alada, que yo te ver2, lo desafi! )ocos días despu2s, el vecino se descubri! ba#o el bra"o una dolorosa herida, en la que anidaba un par de $ruesos $usanos ro#os 5e inmediato, sali! a buscar a quien, a su #uicio, era la indudable malefactora
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salamanca en que aprendi!, como tambi2n en la que concurría con Loren"a, )ancha, ?abriela, Lucía, Juliana, /laya, sus &i'as de .l y demás "amilia =it*lica nuestra> El corte#o infernal de Loren"a había incorporado nuevos miembros en el relato de .alvatierra, pero nadie en la familia de 9"uela supo So quiso- hablar de salamancas 0.obre qu2 versaron, pues, los cuestionarios de las dos reas cuyo Hnico pecado consistía en estar emparentadas con :arcos y :encia3 9dem*s de interro$arlas sobre su asistencia a salamancas, las pre$untas apuntaban a precisar el paradero de las otras hermanas y a conocer las ra"ones de la fu$a de :arcos y sus actividades m*$icas )ero :aría y Juana Rere" se habían emancipado de su familia hacía muchos a(os y poco le aportaron al #ue" y la Hnica facilidad que se le ofrece es la liberaci!n de su mano sana Los pies si$uen en$rillados durante la intervenci!n y un par de circunstanciales ayudantes le acercan las hierbas y las brasas para preparar sus sahumerios Frente al m2dico, sentada en una silla, se encuentra :aría 9ntonia en derredor, un pHblico variopinto encabe"ado por el alcalde .alvatierra hace escuchar sus !rdenes, atemori"ado y sorprendido por un espect*culo a la ve" penoso y cautivante En primer lu$ar, el ;coro; le e4i$e a :arcos que le devuelva el habla a la enferma el "ambo lo intenta, poniendo a disposici!n de la china los saberes m*$icos que encierran su aliento y su tacto Le toca la cabe"a, el rostro y los bra"os me"cla en sus manos simbol, chilca y saliva y presiona las qui#adas de la enferma .u paciente reacciona
6GN
La observaci!n remite directamente a las salamancas 'ecordemos que, tal como afirma Jos2 Luis ?rosso, +el salamanquero recibe el don de la velocidad %ambi2n por eso aprende +como por arte de ma$ia er del autor citado Indios muertoD cit, p 6MM 11D http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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+unas veces qued*ndose como muerta, otras tembl*ndole todo el cuerpo y con mayor fuer"a y violencia el bra"o derecho que se le sacudía como si al$una mano lo e#ecutaba y que a esto improvisamente se le cru"aron los bra"os a la dicha india en el pecho de ella misma y quedaron fi#os en 2l
En su confesi!n el "ambo tuvo que e4plicarle al #ue" los motivos por los cuales +esta enferma tuviese tanta variedad de accidentes y $estos Era la decimocuarta pre$unta del cuestionario y 2l ensay! una respuesta de m2dico Cuando la paciente tiembla +es se(al que ha de sanar y en cuanto a los temblores, los provoca 2l mismo con sus sahumerios En cambio, +del encru"amiento de los bra"os y piernas solo 5ios sabr* c!mo lo hace, porque 2l no lo sabe ui"*s ten$a mal de cora#ón, con#etura El caso es que la china recobra el uso de la palabra 9y, JesHs e4clama, y pretende que 9"uela termine su traba#o& +s*name la pierna que ten$o amortecida %anto poder ha acumulado la doliente, que ella misma se ofrece a interceder frente al alcalde para liberar a su m2dico de los $rillos )ero a :arcos no le hace falta, +así ando bien, replica, y prosi$ue con su tarea +%e sanar2 de manera que no volver*s a enfermar ni del aire, promete, al tiempo que le proporciona un bebedi"o de a$ua tibia, chilca y miel de trompeta El resultado es el esperado& :aría 9ntonia e4pulsa por la boca +una sorti#a de cabellos enredaditos, #usto cuando la mano de 9"uela se desli"a deba#o de su poncho6GG .in embar$o, aHn faltaba al$o m*s puesto que +le di#o la enferma por dos veces le hiciera echar la a$u#a que con los cabellos le había puesto 9hora es el alcalde quien se une al pedido de :aría 9ntonia, y qui"*s tambi2n los testi$os alucinados que presencian el acto terap2utico .in embar$o, :arcos 9"uela decide posponer la cura& +al salir el lucero se la haría echar Ola a$u#aP con aquella misma a$ua En el ínterin, le encar$a a sus eventuales au4iliares que quemen al sapo 0Con qu2 ob#eto3 pre$unt! m*s tarde .alvatierra +)or causa de que para qu2 motivo salía del cuerpo de la $ente y que con qu2 licencia andaba dentro de la $ente fue la respuesta del "ambo Empero, tambi2n tratamiento se revel! inefica"se9lelahinch! medianoche del díala si$uiente, la enferma qued! sineste habla por en2sima ve" y adem*s un pie =0fue te#ita que le arro#aron las nietas de :arcos3> .alvatierra, que ya había perdido la paciencia, le endil$! el desarre$lo al pobre :arcos y lo conmin! a terminar su tarea de una ve" por todas& +di$a con qu2 arte o ciencia e#ecuta esto y porque no la sana de el todo para siempre como así lo tiene prometido entreteni2ndose solo en hacer irrisi!n de la 'eal Justicia, escandali"ando a todo el vecindario, dando motivo para que hablen
.e$Hn 9"uela el motivo de su fracaso era que le habían faltado in$redientes para preparar sus medicinas Cuando le entre$aran la miel de trompeta y la salva#ina 6G que había pedido, completaría su tarea +mediante 3iosF
La misma testi$o =Juana Casta(ares> afirm! despu2s que la cura le sent! tan bien a :aría Francisca +que de allí se sali! la dha enferma y se vino muy ale$re, sola como un trompo 6G La salva#ina es una planta conocida tambi2n como +cabello del monte 16M http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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le mat! el rayo ui"*s se trataba de una se(al, advirti!, de +al$Hn casti$o determinado por la :adre 5ivina en 2l, por sus tan atroces delitos que en el t2rmino de su vida habr* e#ecutado para que así no quedase oculto entre tinieblas sino que fuese notorio a todo el vecindario )ero adem*s, un dato ulterior corroboraba la hip!tesis del fiscal La china al fin se había repuesto por completo +La :a$estad 5ivina sus altos #uicios dio y pronunci! su definitiva sentencia de#ando del todo sana a :aría 9ntonia, sostuvo 5e tal modo, el deceso de :arcos se convertía en una prueba palmaria de su culpa y tambi2n de su poder En el capítulo AA hablamos de las sentencias que recibieron las mu#eres de 9"uela efectivamente alcan"adas por la #usticia& el desfile por la ciudad a lomo de asnos, con la cabe"a en alto +para que todo el mundo las viera, se$uido del destierro .olamente :ar$arita y :aría Casilda, las nietas de 1 y 1N a(os, escaparon al casti$o porque +por sus dichos mismos se ha visto la suma inocencia Las muchachas fueron separadas de su abuela y entre$adas +cada una de sí en Casa donde las eduquen, ense(en en los misterios de nuestra .anta Fe Cat!lica, den buen e#emplo, las manten$an y vistan 5esde la estancia de Los .auces, un reba(o de treinta cabras y ove#as, patrimonio de la anciana :encia, lle$ando a la ciudad de .antia$o Juntoya un +seis libras de hiloyde varios colores, una cu(a, dosest* peines de te4er, una pala de lo mesmo loro hablador otras menudencias inte$ra el modesto le$ado que de su abuela est* por recibir :aría Casilda 5rancisca la Sampedrina y Pascuala Asogasta
El lector ha conocido ya a Francisca, la mulata que en compa(ía de su madre merodeaba la costa del 'ío 5ulce +curando a las encantadas En 1G6M, #unto a otras mu#eres cuyos procesos no se han conservado, Francisca cay! en las redes de don 9lonso de 9lfaro y fue embestida por un alud de car$os que incluían actividades hechiceriles, m2dicas y celestinescas %ambi2n de )ascuala, india de 9so$asta y residente en la ranchería de los mercedarios de la ciudad, hemos aportado al$unas noticias en los capítulos anteriores Entre otros crímenes, se le achacaba el de haber +asimplado a su marido, hecho comprobado por la apatía con la que el esclavo toleraba las cotidianas y mHltiples infidelidades matrimoniales de su mu#er 5os veces denunciada a la #usticia, en 1G6 y 1GB1, )ascuala pudo beneficiarse de los vientos de incredulidad que por esos a(os soplaban en la instituci!n capitular de .antia$o del Estero 9sí, si en la primera ocasi!n hasta se lle$! a solicitar asesoramiento letrado a Charcas =desde donde se recomend! su soltura>, en la se$unda, la acusaci!n fue directamente desestimada por el alcalde, no obstante las presiones del presti$ioso denunciante 5e cualquier modo, )ascuala ya había tomado sus precauciones y, mientras el proceso de 1G6 avan"aba, huy! de la c*rcel y se refu$i! en sa$rado 9mbas reas sobresalen en el con#unto de la muestra por pertenecer al ínfimo $rupo de muchachas #!venes& nin$una de las dos contaba con m*s de 6 a(os cuando fue procesada )ascuala y Francisca, adem*s, car$aban con la mala fama de sus pro$enitoras Como ya se di#o, Francisca se hacía acompa(ar por su madre en su vida itinerante, mientras que la de )ascuala había sido lan"ada por hechicera de la estancia de su encomendero en el pasado .in embar$o, lo m*s importante que nuestras dos #!venes tenían en comHn era su e#ercicio de contrabru#as y curanderas 9 diferencia de :arcos, su fama y su presti$io estaban en directa relaci!n con el descr2dito a#eno, una verdadera arma de doble filo ya que sus halla"$os y curaciones solían rematar desenmascarando a un ;hechicero; invariablemente pobre y cercano =cuando no perteneciente al *mbito dom2stico de su presunta víctima> 9l$unos de los testi$os de las dos sumarias habían sido pacientes de las reas a esta altura, no le sorprender* al m*s lector hallar en ellina#es listadosantia$ue(os de clientes deFrancisca, estas m2dicas del monte a conspicuos miembros de los presti$iosos por e#emplo, había atendido a don 9ndr2s 5orado y a su madre do(a Loren"a @ravo de 8amora, se(ora de anti$uo abolen$o 161 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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5orado se había curado por obra del m*$ico tacto de la curandera quien, de todas formas, no de#! de se(alar al a$ente del maleficio& el mulato 9ntonio, del servicio de la familia 5e al$o similar había intentado Francisca convencer a do(a Loren"a, y tambi2n a otros vecinos que habían acudido a sus servicios 5e manera que la itinerante sampedrina sembraba la discordia por donde pasaba y ya había quien comen"aba a considerar in#usto el padecimiento de los denunciados a los que por ;las voces de su fama ocurrían a solicitarlos ; mientras ;la dha Francisca con desaho$o y libertad anda en el e#ercicio que fue pHblico y notorio; .i Francisca representaba la típica intermediaria m!vil, )ascuala se hallaba en el e4tremo opuesto .u mundo era el de la ranchería de esclavos y m*s en $eneral el *mbito urbano, una suerte de microcosmos que el proceso nos permite reconocer sumariamente 9 diferencia del pueblo de indios o de las aldeas rurales, en la ranchería todos hablan espa(ol =de hecho )ascuala es en este proceso una de las pocas declarantes que precisan int2rprete> y, por encontrarse en la ciudad, nos permite ima$inar un +comensalismo cultural mucho m*s ostensible que en los *mbitos que frecuentamos en los capítulos anteriores La ranchería aparece como un centro de sociabilidad muy importante para la +$ente de servicio y de consecuencia como una usina de rumores Las encar$adas de vehiculi"arlos son las criadas indias y las esclavas de color, que su$erían a sus amos que los muchas nombresdedelaslaspresuntas posibles víctimas, autoras de sus achaques +e4tra(os 5e tal manera, no asombra pacientes y detractores de )ascuala 6GD fueran tambi2n sus vecinos m*s inmediatos 0u2 sabemos de las curaciones de )ascuala3 Los testi$os las consideraron como la prueba de sus destre"as en el mal arte y, del mismo modo que en el caso de Francisca, pobres y ricos las habían e4perimentado por i$ual La india había conse$uido sanar efectivamente a por lo menos cinco personas que, se$Hn presumieron los testi$os, ella misma había hechi"ado La medicina que les propuso parece haber sido siempre id2ntica& orinar al rescoldo del fue$o y comer de la tierra re$ada, conservando en una tale$a el material sobrante .i$uiendo esas indicaciones se había repuesto su cu(ada :ar$arita, m*s all* de que los remedios de +un m2dico que pas! por esta ciudad con un lote de ne$ros contribuyeran en la me#oría %ambi2n un indio del pueblo de :opa, al que una e4tra(a enfermedad estaba +secando en pie, se había beneficiado de la misma su$erencia y 2ste no tenía cuentas pendientes con la hechicera, por lo que se suponía que el conse#o era desinteresado Finalmente, )ascuala tambi2n había aliviado las dolencias de dos persona#es de la noble"a local& do(a Loren"a de 9r$a(ara" y el ya varias veces citado alcalde /lleta, en su desesperaci!n, la habían solicitado Es interesante recuperar un episodio que la une a este Hltimo persona#e en 1GBM e ilustra hasta qu2 punto la situaci!n terap2utica revierte las relaciones de poder En el momento de la confesi!n, )ascuala reconoce que es verdad que +ha sido dos veces llamada de la casa de dho alcalde O/lletaP con amena"as dici2ndole que le sanase )ero el tono perentorio del alcalde se diluye al$unas fo#as m*s adelante cuando se relata la visita que, en su nombre, una curandera le hace a la india en la c*rcel En esa oportunidad, )ascuala recibe la oferta de ser liberada ;de las prisiones que la oprimen y de nin$Hn casti$o si le revelase la contra de mi mal Odel de /lletaP para que perfectamente sanase Era el mundo al rev2s& a /lleta no parece quedarle otro camino que el soborno mientras la india prisionera #ue$a con la salud de su cancerbero Finalmente persuadida por la curandera, )ascuala le indica masa#es con unos polvos de +plumas ne$ras de c!ndor que, de m*s est* decir, los vecinos santia$ue(os le procuran no sin dificultad, removiendo cielo y tierra El alcalde /lleta de#! una declaraci!n en la que e4plicaba los efectos 6GD
Entre los muertos de la ranchería se anotaban los ne$ros 9ndr2s y Leonor, la parda :ariana y uno de los padres mercedarios, Fray Francisco Ravier a estos muertos, cuyo nombre encontramos en boca de todos los testi$os, se le sumaba todo un s2quito de encantados entre los que fi$uraban personas muy cercanas a la rea, como su cu(ada :ar$arita y su marido baste decir que por lo menos cuatro notables de la ciudad entraban en el listado así como tambi2n unas cuantas personas de su servicio 166 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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ben2ficos de ese tratamiento& +el día si$uiente empec2 a despedir unos polvos ne$ros muy parecidos a los mesmos con que me refre$aron 9sí, el resultado obtenido era al mismo tiempo la prueba del maleficio& a los o#os del alcalde )ascuala se había valido de un tratamiento que hoy llamaríamos homeop*tico La curandera sabía la f!rmula de la curaci!n porque ella misma habría introducido antes en su or$anismo la semilla del mal QQQ Francisca la .ampedrina confes! por lo menos dos veces, la se$unda ba#o tormento Comen"! ne$ando todos los car$os, incluso el de curar =;no sabe curar ni ha curado a don icente @ravo ni a otro nin$uno> )arad!#icamente, aqu2l habría de ser el principal ar$umento de su defensor =+aplicarse a curar es piedad cristiana y 2sta comHnmente se halla en las mu#eres con remedios caseros> )ero para des$racia de Francisca, esta ve" el #ue" de la causa y promotor de la persecuci!n era el infle4ible don 9lonso de 9lfaro, que con premura orden! preparar el potro 9 las declaraciones obtenidas durante el tormento nos referimos en el capítulo anterior, por lo que no habremos de ahondar nuevamente en ellas 'ecordemos tan s!lo que Francisca se reconoci! principiante en el arte y discípula de dos maestros& uno humano =el pardo 5omin$o que +andaba de m2dicocomo en .an :i$uel y otro demoníaco que=presumimos le proporcionaba y hierbas para matardey%ucum*n> unos inmundos animalillos; que +raíces, se trata polvos de los ;champis;> 9simismo, en esa #ornada infausta procur! la .ampedrina descar$ar en otras dos mu#eres por lo menos una parte de las culpas que se le achacaban )or ser principiante, sostuvo, no ;comunicaba; con nadie pero sabía de los delitos m*$icos de otras mu#eres& An2s Rimene" e Asabel, que en aquel momento compartían la celda con Francisca, +eran del mismo arte 6M En cuanto a )ascuala, replic! a todos los car$os con nuevas acusaciones .e$Hn ella, la india 9na, el ne$ro :allo Lutero y la mesti"a Juana Flores habían sido los responsables de los crímenes y las curaciones fallidas que a ella se le achacaban A$noramos si tales denuncias prosperaron en todo caso, la india decía fundamentarlas en la intimidad y +mui estrecha comunicaci!n que había tenido con por lo menos las dos mu#eres Ellas le habían contado sus cuitas en toda confian"a& la india 9na había muerto a una pare#a de ne$ros por haber sido descubierta en el robo de un ovillo de hilo Juana Flores se había ven$ado del alcalde /lleta por haberle destruido la $uitarra a un ami$o +que la acompa(aba en el paseo de la noche )or lo tanto, la rea terminaba por reconocer que, si bien no era hechicera, compartía los peli$rosos secretos de aquellas peli$rosas mu#eres 7ay dos citas muy si$nificativas al respecto La primera la introduce la misma )ascuala en su confesi!n En relaci!n con el hechi"o del alcalde /lleta y la intervenci!n de Juana Flores en el mismo, su$iri! que +por ella se le declar! y revel! no solamente haber encantado a dho alcalde sin otras circunstancias que una 'unta que tenían sobre el río en cierto para'e para aprender a bailar y que con esta ciencia cierta tiene confesado =it*lica nuestra, JF>
9unque el pasa#e podía parecer inocente, el promotor fiscal interpret! Sal i$ual que otros muchos funcionarios coloniales y representantes eclesi*sticos lo habían hecho mucho antes- que detr*s del baile se ocultaban actividades poco santas +Es cosa cierta que en esta ciudad que se han se$uido y fenecido pHblicamente muchas hechiceras, y que estas se$Hn el arte diab!lico ense(aron, pues confiesa la dha )ascuala haber sitio para aprender a bailar, con que tuvo mucho andado tambi2n para matar, que de ello clama y vocea esta des$raciada repHblica 6M
.e$Hn una de las testi$os, Francisca sí tenía por lo menos una discípula aprendi" de celestina 9sí, ratific! haber visto c!mo +una mulata hi#a de Casalo => estaba partiendo un $ato ne$ro por el lomo para sacarle el cora"!n y de esto hacer el encanto en la "orma que la d&a mulata 5rancisca le &abía ense7ado para atraer a Antonio allardo a su amistad que antes la tuvo y porque la de#aba y se casaba con otra y asimesmo sabe => como dhos polvos dio tambi2n la dha Francisca parda a .imona Juare" para que diese a otro =cursiva nuestra, JF> 5escubiertas por la testi$o, las +alumnas de Francisca habían intentado utili"ar esos mismos polvos con ella para silenciarla 16B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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9 la lu" de los episodios que anali"amos en el capítulo anterior, resulta transparente que el fiscal consideraba a las 'untas como espacios privile$iados para la ense(an"a del arte, en otras palabras, que estaba pensando en salamancas %ambi2n el se$undo testimonio contenido en el proceso, que pertenece a la declaraci!n de la mesti"a 'osa, las evoca vivamente En su relato, la testi$o recuerda una invitaci!n de )ascuala a #untar le(a a en el interior del monte, ambas en compa(ía de sus hi#as peque(as, la supuesta hechicera +se hi"o invisible 9sustada por la repentina desaparici!n, 'osa le pidi! e4plicaciones a la hi#a de la india quien le respondi! +que saldr*, que así suele hacerlo en efecto, )ascuala reapareci! un lar$o rato despu2s, +muy ale$re y risue(a, prete4tando haber esco$ido otra senda 0Estaría acaso de re$reso de las sospechosas #untas3 Cru"ando estos datos con otros pertenecientes a nuestro corpus, nos atrevemos a afirmar que los temores y sospechas de 'osa arrai$aban en esa convicci!n QQQ 7asta donde sabemos la historia de )ascuala 9so$asta se concluy! m*s feli"mente que la de Francisca 5os veces fue absuelta por la #usticia, adem*s de prote$ida por los mercedarios que tan bien conocían sus esc*ndalos Es pensable que,econ!mico am2n de laque relativa blandura del tribunal santia$ue(o característica de ese período, el valor )ascuala revestía para los reli$iosos haya contribuido a aliviarla del peso de las mHltiples denuncias que la incriminaban En cuanto a la sentencia de Francisca, si es que se arrib! a ella, no ha lle$ado hasta nosotros .in embar$o, ya sabemos que una ve" que el reo admitía su culpabilidad, retroceder resultaba casi imposible, y mucho m*s en los tiempos de 9lfaro Es altamente probable, entonces, que el proceso de 1G6M haya puesto fin a los incansables pere$rina#es de la sampedrina Hec&icería y medicina
En el mundo de Loren"a no e4istía una ortodo4ia en materia m2dica y, por el contrario, dominaba un aut2ntico pluralismo 61 Entre los especialistas terap2uticos circulaban adivinos y yerbateros, +doctores y callaTayas de las yun$as, comadronas y +m2dicos de encantos, cada uno con su tradici!n =o me#or dicho, su me"cla de tradiciones> a cuestas 9l$unos de estos su#etos pueden pensarse como operadores carism*ticos =y por ende dotados de poder> y otros como simples empíricos pero, en cualquier caso, lo m*$ico entra siempre en el arte de los m2dicos del monte Anterviene en el dia$n!stico - ya que el da(o o maleficio se considera como posible =aunque no Hnica> causa de enfermedad- y penetra tambi2n la terap2utica, en la medida en que las sustancias ele$idas para curar actHan m*s por su valor místico que por sus principios activos, al i$ual que los con#uros y la quiropra4is =frie$as y masa#es> que suelen acompa(arlas 5e consecuencia, la obtenci!n de la salud depende estrechamente de la +eficacia simb!lica de la cura o, en otras palabras, de las respuestas culturalmente satisfactorias que el curandero sea capa" de ofrecerle al paciente66 La ubicua presencia de la ma$ia en las interpretaciones de la enfermedad y de las pr*cticas m2dicas nos conduce a la relaci!n que ahora queremos e4plorar )ara ello es necesario re$resar sobre un punto ya esbo"ado en el capítulo precedente, cual es la identidad ori$inaria entre las fi$uras del especialista reli$ioso =cham*n>, el m2dico y el hechicero en las sociedades indí$enas tucumano-chaque(as )*$inas atr*s nos servimos de la documentaci!n producida por los 61
)or supuesto esta característica no es privativa de nuestra re$i!n ni en $eneral de las sociedades coloniales perif2ricas %ambi2n en Espa(a, como sostiene Fabi*n Campa$ne, nos encontramos le#os del +monopolio del saber m2dico Cfr Fabi*n Campa$ne, +Cultura popular y saber m2dico en la Espa(a de los 9ustrias en :aría Estela ?on"*le" de Fauve =coord>, 1edicina y sociedad> curar y sanar en la 2spa7a de los siglos (III y al ()I , @uenos 9ires, Facultad de Filosofía y Letras U@9, 1DDN, pp1D-6M 66 Los sistemas m2dicos indí$enas y tradicionales suponen una concepci!n holista de la salud y la enfermedad ueda comprometido lo físico y lo psíquico, entidades no divisibles, por lo que la terapia tambi2n involucra necesariamente ambas dimensiones 16 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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#esuitas para el %ucum*n del si$lo RAA y en menor medida para el Chaco del RAAA que, no obstante su intenci!n de diaboli"ar las reli$iones nativas en el primer caso y de banali"arlas en el se$undo, apuntaban a la mencionada triple funci!n del cham*n, que abreva de una misma fuente& su contacto inmediato con lo sa$rado6B 9hora bien, quien dispone de poder puede usarlo como me#or le pare"ca Es por eso que, como observaba 5obri"hoffer, al m2dicoYhechicero abip!n los miembros de su comunidad +le temen y veneran al mismo tiempo, consider*ndolo autor de las enfermedades y de la salud 6 La misma ambi$Xedad anunciada por el #esuita definía tambi2n a al$unos presti$iosos especialistas m*$icos incaicos, en particular a los laicas, comascas y yatiris a un tiempo bru#os y sanadores6
La investi$aci!n etno$r*fica ha relevado la vi$encia de tal identidad de funciones en aquellos conte4tos en los que la medicina tradicional si$ue siendo he$em!nica El estudio monumental de :ario )olia :econi sobre el norte andino del )erH demuestra hasta qu2 punto en el sistema m2dico andino el maestro curandero si$ue siendo el cham*n, que se distin$ue del hombre comHn por su capacidad divinatoria, por haber recibido la $racia de interpretar y +ver el ori$en del mal, la forma de curarlo y su evoluci!n futura, descifrando los si$nos que el sanpedro les propone en un estado alterno de conciencia :*s cerca de nuestra re$i!n, tambi2n las investi$aciones sobre comunidades indí$enas del Chaco ar$entino han revelado la centralidad que la visi!n mística del cham*n, ayudada en esa re$i!n por el consumo de cebil, tiene en la actividad terap2utica Cfr :ario )olia :econi, E3espierta, remedio, cuentaF> adi%inos y m.dicos del Ande , Lima, )ontificia Universidad Cat!lica, 1DDN, 6 vols y 9lfred :etrau4, +EstudiosV cit 6 :artín 5obri"hoffer Historia de los Abipones cit, p66 6 Luis .e$$iaro, 1edicina indígena de Am.rica , @uenos 9ires, EU5E@9, 1DG1, pp 1G y si$s :anuel 'i$oberto )aredes, 1itos, supersticiones y super%i%encias populares en 6oli%ia, La )a", 1D6M 16 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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reiterando en t2rminos similares los dichos de )ancha, 9"uela +es hechicero pero no para &acer da7o sino para curar con el título de m2dico =it*lica nuestra, JF> 9"uela, por su parte, no de#aría de insistir sobre esta dimensi!n 2tica de su actividad& era la ir$en quien lo inspiraba y si lo$raba al$Hn 24ito era +mediante 5ios6N El +título de m2dico qui"*s se refle#ara tambi2n en el honorable apodo con el que se lo conocía& +maestro6G y se interro$aba a la pobre :encia sobre +donde est*n 2stos La anciana desde(! la se$unda parte de la pre$unta y s!lo respondi! a la primera, que interpret! en un sentido muy diferente al que le daba el #ue" En efecto, respondi! la mu#er, a :arcos +le decían maestro porque hacía platos de palo satisfi"o las e4pectativas y fantasías del alcalde cuando +di#o que el ti$re lo mordi! en el para#e de :opa en el río .alado, viniendo en compa(ía de don :artín de Ledesma que venía de $eneral en el tercio Como si no hubiera alcan"ado la lucha del +maestro con el ti$re en las espesuras del monte, :arcos habría de morir +atravesado por un rayo 5i$no final para un hi#o de .an .antia$o 6 En síntesis, la ses$ada informaci!n que anali"amos nos permitiría suponer que el anciano 9"uela era valorado como m2dico y como maestro =curandero m*s que artesano> entre sus pares, y a la ve" tenido por hechicero y maestro de hechiceros por los #ueces y testi$os espa(oles .e$uramente todos ellos reconocían su poder, que se manifestaba en si$nos e4ternos y visibles =el bra"o valdado> y sobre todo en la eficacia de sus actos terap2uticos
Es la misma reivindicaci!n de los curanderos actuales er ?raciela %orres, +Curanderismo y bru#ería en el *rea de la selva tucumano oranense en Fernando )a$2s Larraya, Programa de in%estigaciones sobre epidemiología psiquiátrica 3ocumenta laboris 8:O8/8:O@ , tomo A, 1D6, :aría Cristina @ianchetti, +9ntropolo$ía del *rea de la puna, en Fernando )a$2s Larraya, Programacit, tomo A, pp 6G-6GD 6G En el norte del )erH el curandero es llamado +maestro A$noramos sin embar$o si ese t2rmino era usado para desi$nar a los m2dicos en el si$lo RAAA y en nuestra re$i!n Cfr :ario )olia :econi, +5espiertaop cit, tomo A, p 6 .antia$o =.an .antia$o para los pobladores rurales> es el patrono de los curanderos Una creencia lar$amente difundida en los 9ndes sostiene que quienes sufrieron la descar$a de un rayo y sobrevivieron est*n destinados al oficio de curandero 16N http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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voluntarias 0.e lo había desterrado por hechicero3 %al cosa afirmaron los testi$os espa(oles, no obstante la atribuci!n de las ofensas m*$icas involucraba a su mu#er e hi#as :arcos retruc! esos dichos ;aunque en varias ocasiones lo prendieron los #ueces y a"otaron fue diciendo que era ladr!n pero que esto no se lo pudieron #ustificar nunca resultara sospechoso 9Hn sin entrar en consideraci!n de sus poderes y saberes m2dicos, el "ambo cal"aba perfectamente en el indeseable estereotipo de habitante de los m*r$enes )ero si :arcos 9"uela fue, tal como hemos visto, ob#eto de #uicios positivos y ne$ativos, )ascuala y Francisca fueron inequívocamente tachadas de hechiceras 9unque a ambas se les reconocieron curaciones e4itosas, hasta los pacientes beneficiados entendían que ponerse en sus manos era #u$ar con fue$o 0)or qu2 motivos entonces se entre$aban a ellas3 )ascuala y Francisca ofrecen dos respuestas diferentes a esta pre$unta, en buena medida condicionadas por los conte4tos en que efectuaban sus curaciones En principio, )ascuala aparece siempre obli$ada a curar En los relatos contenidos en el proceso, sus pr*cticas terap2uticas s!lo tienen lu$ar ba#o las amena"as y las presiones de los dolientes o sus alle$ados 5e hecho, a diferencia de :arcos y de Francisca, )ascuala es solicitada e4clusivamente por quienes consideran haber sido hechi"ados por ella 9unque uno de los testi$os sostuvo haber recibido de )ascuala una su$erencia terap2utica que le había resultado de utilidad sin que mediaran ri(as o resentimientos, lo cierto es que la india de 9so$asta tendía a intervenir para endere"ar sus propios entuertos m*$icos )or lo dem*s, como se di#o antes, en contraste con la variedad de t2cnicas dia$n!sticas y terap2uticas y de remedios propuestos por los curanderos, )ascuala parece prescribir siempre la misma medicina a sus víctimasYpacientes& beber de la propia orina 6D 5e modo que el 24ito de )ascuala como m2dica refrendaba su fama de hechicera, una fama que alimentaban sus conductas de mala vecina En efecto, se$Hn los testi$os, la india de 9so$asta era un verdadero paradi$ma de reciprocidad ne$ativa 9provech*ndose del temor que con se$uridad inspiraba entre sus conocidos, )ascuala tenía pretensiones que por cierto no se condecían con su status social& era arro$ante, caprichosa y e4i$ente 5esde esta l!$ica se entendía, por e#emplo, el maleficio de Josefa, india de servicio de un vecino de la ciudad, que había ofendido a )ascuala al proponerle trocar carne por maí" Como la india consider! que el trato no era #usto +rabiosa le dio dho peda"o de carne y desde que lo comi! OJosefaP empe"! a padecer
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prototipo de hechicera y ella misma había lle$ado a reconocer en su confesi!n haber mantenido trato ilícito con una de sus presuntas víctimas, a pesar de ser casada Ese hecho, sin embar$o, no era el m*s escandaloso a nos referimos a aquel e4tra(o episodio que concernía a su marido no tenían cuentas pendientes con los vecinos -que i$noraban su pasado y antecedentes familiares- en otras palabras, no car$aban con el fardo de la ;mala fama; no obstante, Francisca lo$r! poner un*nimemente en su contra hasta a los beneficiarios de sus curaciones En parte, el hecho se e4plica por la coincidencia de su pasa#e por .antia$o con la campa(a antihechiceril de don 9lonso de 9lfaro .in embar$o, a nuestro #uicio, lo decisivo reside en las violentas discordias que la sampedrina había sembrado en su breve estadía Es que los dia$n!sticos de la mulata conver$ían en advertirles a los dolientes que el enemi$o estaba al acecho en su propia casa, en el rancho m*s pr!4imo, en el círculo m*s íntimo El enrarecido clima de sospecha y paranoia colectiva que se$uramente reinaba cuando las ra##ias ordenadas por 9lfaro de 1G1 y 1G6M se volvía m*s irrespirable frente a la circulaci!n verti$inosa de las denuncias de la hiperactiva sampedrina Los testi$os relatan situaciones de si$ue siendo el componente m*s importante del estereotipo bru#eril en .antia$o del Estero 7ebe essuri, +@ru#as y estudiantes, cit 6D1 Julian )itt 'ivers, +7onor cit p ND 6D6 %ambi2n Francisca la sampedrina había reconocido recibir del demonio aquellos +inmundos animalillos El uso m*$ico de los champis est* documentado tambi2n en la 2ncuesta 4acional de 5olclore de 8:Q8 )or e#emplo, reco$e el maestro de .an Jos2, +para hacer demente a una persona que nos hi"o al$una ofensa, se hace secar al sol despu2s de muerto a un champi o $uitarra, se lo reduce a polvo y se echa en licor y se da a beber 2ncuesta, carpeta 66
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$ran violencia, como la que la enfrent! con la india Asabel de )itambal* .e$Hn parece, Francisca se había dado cita en el pueblo de indios con su paciente don icente @ravo para ;descubrir; a la culpable en presencia del enfermo no le bast! el $olpe de escena& la sampedrina orden! a Asabel que curara pHblicamente al vecino, mandato al que la acusada respondi! con a$resiones físicas Frente a la vista de todos, las dos mu#eres se tren"aron en una pelea cuerpo a cuerpo y lle$aron a atacarse con palos y ti"ones 9unque finalmente Francisca tom! en sus manos la curaci!n, Asabel termin! por hacerle compa(ía en la c*rcel del cabildo QQQ a conocemos la opini!n que de los tres persona#es que nos ocuparon tenían los testi$os :encionamos tambi2n que tan s!lo :arcos 9"uela se identific! a si mismo como m2dico, actividad que, en definitiva, no ale#aba demasiado las sospechas de las autoridades sobre 2l curar y enfermar podían ser dos caras de una misma moneda, sino tambi2n por la incomodidad y perturbaci!n $eneradas por sus mudan"as constantes En el mismo sentido, doblemente equívocas resultaban 2stas trat*ndose de la sampedrina, esa mu#er que, como si fuera un hombre, andaba por todas partes 0)or qu2 motivos era perturbadora la movilidad espacial3 En t2rminos $enerales, porque representaba un desafío a un ima$inario colonial que ne$aba el cambio y se proponía =sin lo$rarlo> el control social :i$rar podía adquirir el si$nificado de romper con los propios orí$enes raciales y $eneal!$icos, con instituciones basilares como el matrimonio y la familia En todo caso, las sospechas te(ían las ra"ones de la mudan"a 0hasta qu2 punto era realmente espont*nea la mi$raci!n3 0/ acaso se escapaba de la #usticia, de los amos eventuales, del $rupo de parentesco3 En Hltima instancia, la +condici!n de libertad, contradictoria con la $rilla colonial, acomunaba a los mi$rantes y buena parte de los curanderos pertenecían a esa ;microsociedad paralela;6DB En el campo de la salud a estos reparos se unían otros no menos amena"antes 5ada la la4itud de las fronteras que separaban a la curaci!n del da(o y al remedio del veneno 0qu2 mayor poder que el derivado de la acumulaci!n, difusi!n y mi4tura de farmacopeas, rituales y t2cnicas dia$n!sticas, sumadas y qui"*s potenciadas en su eficacia para curar y enfermar3 .i$uiendo a 'affaele :oro, podríamos pensar en estos curanderos como en +portadores culturales pero tambi2n como en verdaderos productores de cultura Los saberes de hechiceros y curanderos, transmitidos oralmente y adquiridos en los caminos, se a#ustan en efecto muy bien a la definici!n de :oro y allí est*n para recordarlo las +comadres de Juana )asteles en :atar*, el +pardo que andaba de m2dico en %ucum*n y le ense(! a la sampedrina o el cacique maestro de uquili$uala que le mostr! a :arcos c!mo curar +a los que les da el viento En síntesis, el acervo híbrido del curandero y la ambivalencia de su conducta =para curar a uno descubre a otro y aHn le transfiere la enfermedad> lo vuelve atractivo =0qui2n puede en la peque(a comunidad rural o en esa modesta aldea que era la ciudad permanecer indiferente frente a estos su#etos tocados por diversas tradiciones3> y a la ve" antisocial, peli$roso y a#eno ale la pena cerrar esta secci!n con un e#emplo tomado de un e4pediente no incluido en la muestra por sustanciarse fuera de nuestra re$i!n, en .an .alvador de Ju#uy 6D .i nos detendremos en 2l, ahora y m*s adelante, es por la rique"a de las descripciones de dia$n!sticos y terapias y por la participaci!n en el episodio de dos miembros del $rupo tal ve" m*s c2lebre y especiali"ado de curanderos itinerantes& el de los callaTayas El proceso #u#e(o tiene lu$ar en 1G y se inicia por el presunto maleficio de un reli$ioso franciscano Los hechi"os son atribuidos a una sirvienta, una tal )ascuala Cisneros, que habría actuado en colaboraci!n con otras criadas, tambi2n encarceladas por la #usticia capitular
6DB
.on conceptos tomados de 'affaele :oro, +:obilit[V cit pp 1D-1G 9<@, EC, 1G, GB
6D
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En el tratamiento del franciscano intervienen dos m2dicos S el esclavo )edro ?uebe y la mesti"a 9ndrea Calder!n -llamada si$nificativamente +.atan*s y asimilada a las +maleficiadoras en la car*ctula del proceso6D- Una tercera especialista y colaboradora de 9ndrea S:aría :ontiberoses la Hnica declarante que requiere de int2rprete +por ser de las partes del )erH y por usar mucho de la len$ua quichua Los tres curanderos se reconocen como tales frente al #ue" y funcionan como una verdadera +#unta m2dica, capa" de tener en vilo a toda la vecindad durante los siete días que dura la primera fase del tratamiento 9lo#ados en casa de una vecina principal y convocados por ella, los tres especialistas dia$nostican a trav2s del +pulso, san$re, orina y aspecto del enfermo, lo alivian a fuer"a de vomitivos, pur$antes y san$rías y consi$uen de#arlo +sano y bueno por unos quince días Es durante ese breve par2ntesis de bienestar que arriban a la casa de la vecina los + indios de las yungas que siempre suelen venir a esta ciudad a vender varias cosas y entre 2stas mucha contrayerba, abillas, coro y otras cosas que ellos dicen que son contra hechi"os=it*lica nuestra, JF> 9sí es que la due(a de casa los invita tambi2n a ellos a opinar e intervenir como ya sabemos, esta medicina mesti"a no desde(a nin$una tradici!n 9Hn m*s& entre las hierbas que ?uebe y 9ndrea han utili"ado, tambi2n se cuentan las que mercadean los indios de las yungas Una ve" que in$resan al aposento, visitantes se .e$Hn compadecen del enfermo y a la ve" celebran las destre"as de 9ndrea .atan*slos y )edro ?uebe un testi$o +estos dichos indios lue$o que vieron a dho ') que est* allí en la casa en pie se admiraron de verlo tan desfi$urado y di#eron& pobre hermano de Jesucristo, qu2 mal lo habían puesto y qu2 bien que lo han curado, que no le han de#ado nada del maleficio que le habían hecho
Como se desprende de la cita, las palabras de los reci2n lle$ados convalidaban el dia$n!stico anterior acerca de los orí$enes preternaturales de la dolencia y le$itimaban el arte de los curanderos que hasta ese momento habían actuado 9ntes de marcharse, uno de ellos e4tra#o de +la bolsa en que llevaba sus menudencias a vender y buscando en ella sac! una raí" y le dio al dho reli$ioso dici2ndole \toma, que con esto te librareis de que vuelva a hacerte da(o \ y con esto se fueron dhos indios Los +indios de las yun$as que acaban de presentarse no son otros que los callahuayas, curanderos itinerantes, vendedores de amuletos, herbolarios =y eventualmente hechiceros> cuyos orí$enes se pierden en la noche de los tiempos 6DN Los callaTayas transmitían su saber de padres a hi#os y hablaban entre ellos un dialecto propio, herencia de un pasado en el que constituían una casta diferencial y privile$iada por el Anca 7asta no hace mucho tiempo, estos amantes de los caminos se$uían lle$ando a .antia$o del Estero, donde se los conocía como +yun$ue(os o +collas /restes 5i Lullo ha re$istrado en pleno si$lo RR su presencia en las aldeas rurales, donde siempre conse$uían clientes para sus remedios, y los describe vestidos con un atuendo particular& poncho corto, o#otas y sombrero de pa(o de alas anchas, +la alfor#a llena de yuyos medicinales y en la mano diestra un lar$o bast!n a modo de b*culo 6DG En todo caso, la consulta de los míticos curanderos itinerantes en la ciudad de .an .alvador si$ue refor"ando la idea de la pluralidad y convivencia de diferentes tradiciones terap2uticas )ara concluir con la historia del franciscano hechi"ado, resta decir que desde el Cabildo se reali"! una nueva ;convocatoria m2dica; Un vecino puso al #ue" al corriente de una importante novedad, que lo incit! a suspender la causa por unos días&
6D
El título del e4pediente es +Juicio se$uido en .an .alvador de Ju#uy contra la maleficiadora )ascuala Cisneros, Francisca < y varias otras por denuncia que contra ellas hace la de igual o"icio 9ndrea .atan*s =it*lica nuestra> 6DN ?ustavo /tero, *a piedra mágica )ida y costumbres de los indios calla&uayas de 6oli%ia , :24ico, 1D1 :anuel 'i$oberto )aredes, 1itos, supersticionescit66N 6DG /restes 5i Lullo, 2l "olclore de Santiago del 2stero 1edicina y alimentación, .antia$o del Estero, 1D, pp 6D-BM 1BM http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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+=> había lle$ado a esta dha ciudad un mulato de .antia$o de Lestero, con fama de $ran curador de maleficios y que 2ste había prometido en presencia del dho A$nacio de 9r$a(ara" y de 5on Juan %om*s )ere" que dentro de cuatro días daría sano de dho maleficio que padece a dho ') 6D
Un nuevo curandero era invitado, y esta ve" por las autoridades capitulares, a probar suerte devolvi2ndole la salud al enfermo )or des$racia, el optimismo les dur! poco El mulato santia$ue(o revel! prestamente ser un estafador ya +que s!lo se endere"aban sus falacias a que le fuesen contribuyendo con lo que 2l pedía, como así sucedi! no s!lo con dho ') sino tambi2n con varias personas de esta dha ciudad 9l hombre no le movía la piedad cristiana sino s!lo el dinero, lo que entraba en conflicto con una economía moral que compartían 2lite y plebeyos 9sí el curanderismo, ya de por si al$o sospechoso, lo era mucho m*s por encontrarse por completo despo#ado de su declamada dimensi!n 2tica Con un ar$umento seme#ante, la rea principal y dos de los testi$os habían descalificado los saberes m2dicos del esclavo ?uebe, que m*s de una ve" se había ofrecido a curar a cambio de plata contante y sonante En todo caso, lo que aquí tenemos es una nueva representaci!n del curandero Sla del farsante- m*s vinculada a las tradiciones ilustradas y menos temerosa frente a los alcances de la presumible potencia del especialista Esta ima$en, contradictoria en este caso con el intento de contrataci!n de los servicios del curandero, es la que habr* de prevalecer en los procesos y denuncias presentadas al .anto /ficio desde fines del si$lo RAAA 2l saber y la gracia
0Es la capacidad de curar al$o que se aprende3 0/ bien se trata de un don +revelado o innato3 09ctuaban con#untamente potencia, e4perimentaci!n y aprendi"a#e3 Como ya di#imos, si al$o distin$ue a los m2dicos del monte es la pluralidad, atributo que le permitía al empírico, al herbolario y al operador carism*tico convivir perfectamente y sin contradicciones )ero adem*s, tambi2n lo aprendido, el saber , es en definitiva una de las formas del poder En otras palabras, estos saberes no sistem*ticos, acumulados como estratos $eol!$icos en le$uas de camino y atravesados indí$enas, y espa(olas de cada curandero un su#eto e4cepcional por y portradiciones ello potente m*s all*africanas de los orí$enes de sushacían conocimientos 9ntes de entrar en tema, es necesario reconocer que los documentos que utili"amos no son los me#ores para inda$ar sobre las fuentes del poder de los m2dicos del monte )or encontrarse a menudo en el centro de las sospechas, el curandero tratar* de demostrar que su ciencia es e4clusivamente empírica, mientras que el #ue" ha de traba#ar en la direcci!n opuesta 9sí nos lo demuestra con evidencia la historia de :arcos 9"uela que hemos de retomar una ve" m*s Como recordaremos, 2l no se present! inicialmente como m2dico sino como un artesano +que tiene el oficio de hacer redes y peines para te#er , qui"*s imitando la litur$ia de la misaBMM .e trataba entonces de un arte aprendido, pero no en las salamancas 9sí, en sus primeras declaraciones, 9"uela procur! mantenerse en el plano de lo natural y atribuy! el 24ito =parcial> de sus curaciones a las +frie$as o masa#es que personalmente había e#ecutado en el vientre y 6D
9<@, EC, 1G, f, 6 Entendemos que se trata del +mal de aire o bru#ería que, todavía hoy, se cura sahumando al enfermo El sahumado era tambi2n una t2cnica indí$ena su acompa(amiento con invocaciones a la ir$en es lo que potenciaría sus efectos 6DD BMM
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las qui#adas de la china y el factor determinante de la voluntad de 5ios y de la ir$en para e4plicar los lo$ros m2dicos Los medicamentos =a$ua de chilca y de #arilla, miel de trompeta, salva#ina y otros> habían sido esco$idos por revelar su utilidad en episodios anteriores 9unque actuaban +naturalmente sobre el or$anismo =por e#emplo como vomitivos, haciendo e4pulsar a la enferma los cuerpos e4tra(os que Loren"a y )ancha le había +puesto>, su dosificaci!n y posolo$ía tenían un componente m*$ico En este re$istro deben pensarse las promesas de 9"uela de completar su traba#o cuando saliera el lucero, así como el uso del a$ua bendita en las curaciones %ambi2n para e4plicar sus fracasos :arcos aludi! a un problema estrictamente farmac2utico .i finalmente, y despu2s de tantos intentos y promesas de me#oría, había Estaba fallado en eracondiciones +porque es poco el medicamento ha pedido y le han faltado in$redientes de sanar a la enfermaque en caso de obtener la miel de trompeta y la salva#ina que había encar$ado, pero siempre +mediante 5ios ue quedara bien claro& no era 2l el artífice de los siempre provisorios mila$ros :aría 9ntonia había recobrado el habla cuando +en nombre de 5ios y de la ir$en le refre$! con sus manos y recuper! sus movimientos cuando 2l +desde la c*rcel le pidi! a 5ios sanase a la referida :aría 9ntonia y le soltase la pierna, porque le tenía l*stima de verla de aquella suerte el 5ios de 9"uela, al i$ual que 2l mismo, era compasivo y +aunque este declarante es un pobre, 5ios le oy! sus sHplicas y que lo dem*s que e4presa la pre$unta son efectos y demostraci!n para desatarse el cuerpo, que 2l no hace otra cosa al$una En otras palabras, :arcos, al i$ual que los curanderos actuales, se presentaba como un instrumento de 5ios y de la ir$en y a ellos les atribuía tanto las complicaciones de la enfermedad de :aría 9ntonia como aquellos síntomas =por e#emplo, el entrecru"amiento de bra"os> que no conse$uía e4plicar en t2rminos +naturales Con se$uridad, el "ambo buscaba a trav2s de su discurso apartarse del lu$ar en que el #ue" trataba colocarlo& el de ;caporal de las salamancas; )or encontrarse en el o#o de la tormenta, :arcos no tenía otra opci!n que situarse en las antípodas acercando sus 24itos m2dicos al mila$ro y su fi$ura a la de un santo 9unque inducida por la tortura, la confesi!n de Francisca puede leerse como la contracara de la de :arcos 9"uela Cuando ya tenía muy poco que perder, la sampedrina reconoci! haber aprendido el arte +con un pardo llamado 5omin$o que andaba de m2dico y que 2ste es hechicero El pardo la había convencido para que se iniciara en su ambivalente oficio y, al i$ual que en las salamancas, constituía el eslab!n mesti"o que la unía al $ran maestro de los hechiceros& el 5emonio a hablamos de la representaci!n que Francisca hace del 5emonio en el capítulo anterior basta recordar en 2ste que la mulata lo present! como su compa(ía permanente, como la fi$ura que la aconse#aba y le proporcionaba hierbas y champis para sus hechi"os .in embar$o, tambi2n aquí, y m*s all* del poder diab!lico, el aprendi"a#e y la e4perimentaci!n personales est*n siempre presentes En efecto, Francisca se reconocía como una +principiante en el arte e incluso sostenía haber hecho un uso e4perimental de los temibles champis como etapa de su instrucci!n .e los había administrado a un perro que +habi2ndolo comido se le hinch! la barri$a => y muri! de ello BM1
En efecto, el final de la d2cimotercera pre$unta afirmaba que 9"uela +empe"! a soplar y echar por la cara el aliento para restituirle el habla a :aría 9ntonia .e le pedía que +di$a que si$nificaba esto La pre$unta 1N, referida a la misma intervenci!n terap2utica, inquiría +que virtud tiene el dho :arcos con el tacto Es probable que el #ue" tuviera en mente la ima$en del saludador espa(ol, a cuya saliva se le atribuían capacidades curativas 1B6 http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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QQQ :arcos 9"uela y Francisca la .ampedrina fueron interro$ados como reos en sus procesos respectivos El adivino )ablo, con quien el lector tuvo un fu$a" contacto en el capítulo AAA, no se encontraba ba#o la misma presi!n y hasta se dio el lu#o de referirse con cierto or$ullo a sus actividades m2dicas y oraculares BM6 'ecordemos que este indio del pueblo de 9conqui#a había sido invitado por las autoridades #udiciales a dar su veredicto acerca de un supuesto da(o y que con su oportuna intervenci!n había lo$rado $anarse la confian"a de todos los presentes y había roto el encanto al deshacerse de 2l .i nuevamente traemos a colaci!n a este persona#e, es porque continHa m*s fielmente que sus menos afortunados cole$as a los m2dicos andinos tradicionales 9unque aHn desde su posici!n venta#osa )ablo no se e4playa demasiado en la descripci!n de sus actividades, varios indicios nos permiten corroborar la persistencia del anti$uo sistema m2dico En este sentido, el dato m*s importante reside en la conver$encia en una misma persona de las fi$uras delm2dico y del adivino, que enm*ntica los documentos coloniales separado es #ustamente la capacidad del curandero andinosuelen la quepresentarse le confierepor su especificidad, en la medida en que supone un contacto m*s inmediato con el mundo numinoso En otras palabras, quien es capa" de %er no es un simple herbolario para %er es necesario que el aprendi"a#e -tambi2n imprescindible- se con#u$ue con una peculiar potencia La investi$aci!n etno$r*fica es la que mayores detalles ha aportado sobre estos chamanes, poniendo de relieve el papel del consumo de alucin!$enos y de los rituales vinculados a 2ste en la producci!n de las visiones 9sí sabemos que el sanpedro = cactus tric&ocereus> y las mis&as =diversas especies psicotr!picas del $2nero brugmansiae> le posibilitan al maestro de la costa norperuana locali"ar d!nde se alo#a e4actamente la enfermedad y prescribir las medicinas que la curan así como identificar al eventual malero o bru#o< Es le$ítimo pre$untarse, conociendo las e4periencias etno$r*ficas andinas y tambi2n chaque(as, si la in$esta de alucin!$enos desempe(aba al$Hn papel en el arte adivinatorio de )ablo El lector ya sabe que nos encontramos sobre la +ruta del cebil y que tanto 2ste como el chamico y el coro aparecen citados en los procesos con usos terap2uticos .in embar$o, y como era previsible, el adivino nada dice al respecto ni tampoco se lo pre$unta el #ue"& s!lo podemos con#eturarlo La se$unda cuesti!n que nos interesa, tambi2n vinculada a la capacidad oracular, ata(e a su car*cter innato Cuando a )ablo se le requiri! que e4plicara +donde aprendi! su saber, 2l respondi! +que nin$una persona le ha ense(ado y que desde muy ni(o ha tenido esta ciencia La $racia se le había anunciado +desde el vientre de su madre, donde había hablado antes de nacer BM / sea que ni la ir$en ni el 5emonio, los inspiradores de nuestros curanderos ya familiares, habían intervenido en ello )or Hltimo, )ablo nos advierte hasta qu2 punto el don de la adivinaci!n confería presti$io dentro y fuera de su comunidad .e recordar* que los caciques de su pueblo de 9conqui#a le habían confiado a )ablo la bHsqueda de hechiceros en el pasado =para a#usticiarlos posteriormente> y hete aquí que ahora tambi2n las autoridades capitulares reclamaban sus servicios En otras palabras, nuestro adivino había acumulado un considerable poder que, al menos en un tiempo =muy convulsionado, ya que coincide con las BM6
9?%, .ecci!n #udicial, ca#a1, e4p D O1NP Esto no si$nifica, sostiene :ario )olia :econi, que cualquiera es capa" de +ver en virtud =en estados alternos de conciencia> s!lo estos operadores carism*ticos son est*n en condiciones de enfrentar y mane#ar ritualmente las fuer"as míticas que provocaron la enfermedad BM Esta creencia, manifiesta en el folIlore mediterr*neo y en re$iones perif2ricas de Europa mantiene su vi$encia hasta la actualidad y se vincula con una milenaria tradici!n cham*nica .u presencia en 9m2rica podría ser antiquísima, incluso muy anterior a la conquista europea En los 9ndes peruanos, se presume que los ni(os que hablan o lloran en el vientre materno ser*n adivinos y se atribuye el hecho a la in$esti!n de sanpedro durante el embara"o de la mu#er =)olia :econi, cit volAA, pN 9$rade"co a Fabi*n Campa$ne por la informaci!n que me proporcion! sobre este punto BMB
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desnaturali"aciones posteriores a las rebeliones calchaquíes>, se había traducido en autoridad política 5e los tres e#emplos que relatamos, solamente en este Hltimo se asume la capacidad de curar como una $racia inherente a la potencia personal Una ra"!n resulta obvia y ostensible y ata(e a la relaci!n de fuer"as propia de la situaci!n #udicial& a diferencia de :arcos y de Francisca, )ablo no es el reo del proceso, no declara ba#o tormento ni corre ries$o al$uno .in embar$o, e4isten tambi2n otros motivos que se vinculan con el momento en que los tres #uicios tienen lu$ar y sobre todo con los escenarios en que se producen los episodios de hechicería 'ecordemos que )ablo actHa en 1N, Francisca en 1G6 y :arcos en 1GN1, un arco temporal lo suficientemente e4tenso para que las tareas ori$inariamente desempe(adas por un Hnico especialista se repartieran entre diferentes operadores, mesti"os en buena medida, o por lo menos dotados de saberes mesti"os La descripci!n de los escenarios completa lo que acabamos de decir& no es casual que la funci!n m*ntica y la terap2utica tradicionales se unan en aquel su#eto que desempe(a un papel definido en un conte4to comunitario, es decir, en un pueblo de indios Francisca y :arcos, en cambio, eran portadores de ;fra$mentos culturales; de procedencias m*s variadas y dispersas 9 al$unos de estos fra$mentos, que han terminado por conformar el mosaico de laenvi$ente coherente, nos referiremos lo que medicina si$ue tradicional inte$r*ndose en una l!$ica a su modo *os accidentes naturales entre la medicina indígena y la medicina tradicional
9unque en nuestra re$i!n el curanderismo fuera la medicina he$em!nica, sus operadores no conformaban nada parecido a una corporaci!n .in embar$o, es posible vislumbrar en la comprensi!n de las enfermedades una matri" compartida o +sentido comHn que se$uramente e4cedía el *mbito +profesional La informaci!n que las fuentes #udiciales aportan sobre esta cuesti!n crucial es bastante parca y, como por otra parte ocurre en la mayor parte de los estudios sobre la medicina popular del pasado, s!lo resulta inteli$ible a la lu" de la evidencia etno$r*fica y folcl!rica Como afirmamos en el capítulo AAA, la primera y m*s abarcadora clasificaci!n de las enfermedades Sen buena medida universal en las medicinas precientíficas - atendía al ori$en natural o preternatural de las mismas =da(o> a sabemos que esclarecer el tipo de causalidad era fundamental en un proceso por hechicería y que la estrate$ia m*s frecuentemente adoptada por reos y defensores consistía en +naturali"ar el ori$en de las patolo$ías atribuidas a a$encia personalBM En este sentido, los prota$onistas de los procesos se pronuncian sobre unas cuantas enfermedades consideradas +naturales tales como el empacho, el tabardillo, el +mal de cora"!n, el pasmo o la hidropesía %odos estos nombres, aHn en uso, apelaban en ri$or a los síntomas, del mismo modo en que todavía hoy la medicina tradicional concibe las enfermedades La +naturali"aci!n de presuntos da(os por parte de los reos abunda en los procesos, pero preferimos invocar los casos que el lector me#or conoce )or e#emplo, uno de los diversos dia$n!sticos que proponen Loren"a y lue$o :arcos 9"uela para e4plicar los temblores, la par*lisis y la mude" de :aría 9ntonia es el del +mal de cora"!n 0En qu2 consistía tal patolo$ía3 La denominaci!n era por dem*s imprecisa ya que abarcaba desde ciertas enfermedades bronquiales hasta la epilepsia y casi cualquier tipo de trastorno nervioso BMN 9l$o similar vale para el tabardillo, aplicable hoy al tifus e4antem*tico pero con un si$nificado mucho m*s amplio en el pasado BMG )or dar un e#emplo, retornemos a 9ndrea .atan*s, una de las BM
Esta estrate$ia es se$uida por los reos tambi2n en los procesos europeos, por lo menos desde la se$unda mitad del si$lo RAA 9sí lo nota Carlo ?in"bur$ en I benandanti cit BMN /restes 5i Lullo, *a medicina popularD cit BMG 7e aquí los síntomas del tabardillo se$Hn un m2dico interviniente en la epidemia en Chancay =)erH>& +se sabían por informe de los mismos enfermos, que pre$untados de sus interiores molestias, decían sentir 1B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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curanderas que actHan en el proceso #u#e(o del que nos servimos unas p*$inas atr*s, que había comen"ado por dia$nosticar que +el accidente =V> era empacho con tabardillo BM .e recordar*n los síntomas mHltiples de aquel +accidente padecido por un reli$ioso mercedario, entre otros, el de +asarse en calenturas :*s adelante la curandera confes! que había preferido ocultar el verdadero ori$en de la patolo$ía Sque no era otro que el maleficio- +porque no lo supiese el enfermo y le causase melancolía =y se$uramente tambi2n para que la hipot2tica hechicera no ven$ara en ella el descubrimiento> Es claro que esta clasificaci!n de las patolo$ías era de ori$en europeo, al i$ual que su nomenclatura Los t2rminos que escuchamos de los labios de nuestros rHsticos m2dicos del monte =si es que los decían en espa(ol, cosa que i$noramos> son los mismos que empleaban los doctores titulados, toda una rare"a en nuestra re$i!n tambi2n los principios fundamentales, que para todos ellos re$ían la salud y la enfermedad, eran sustancialmente id2nticos, sin que pueda esto ad#udicarse a simple imitaci!n o adaptaci!n Como es sabido, la medicina europea del si$lo RAAA se$uía ri$i2ndose fundamentalmente por la teoría hipocr*tico S $al2nica podemos suponer que, entre otros notables espa(oles, nuestros BMD
familiares #ueces la %ulgata de esaladoctrina 9sí por en uno de los procesos de la muestra Sel conocían iniciado en 1G6 contra parda 9ntoniaunoe#emplo, de los testi$os sostiene acerca del e4amen urosc!pico de varias presuntas víctimas de la hechicera +que reconocía se$Hn los cuatro humores del cuerpo no haber inmutaci!n en nin$uno de ellos B1M El testi$o citado era 9ntonio de 9ra$!n, sar$ento mayor que +entendía del arte de la medicina =m*s adelante se lo califica sin amba$es de curandero> y que, por no obtener informaci!n de los orines de los dolientes, apoyaba la hip!tesis del da(o para e4plicar la patolo$ía La teoría de la fisiolo$ía humoral se basaba en la asociaci!n de los cuatro fluidos del cuerpo S flema, san$re, bilis amarilla y ne$ra- con otras tantas cualidades Scaliente, frío, seco y hHmedo- 5e esta suerte, las enfermedades eran concebidas como la p2rdida de equilibrio entre cada humor y su cualidad y el restablecimiento de la salud como la consecuci!n de un nuevo equilibrio, posible de alcan"ar e4pulsando el humor acumulado mediante medicinas dotadas de las cualidades contrarias Un te4to m2dico de 1GGN =y reimpreso como e4tracto en 11> B11 nos dolor mas o menos vehemente en la cabe"a& con$o#a de *nimo, con sensible opresi!n sobre el cora"!n y sobre todo el pecho& an$ustia y desconsuelo en la re$i!n del est!ma$o y dolores lancinantes, aunque remisos, en las articulaciones& la sed era ine4tin$uible, el desvelo casi permanente, las orinas ro#as, y las heces ventrales siempre biliosas )or la anterior observaci!n de los si$nos dia$n!sticos del mal, pude reducirlo en su principio a la clase de aquellas fiebres continuas a$udas, que conocieron los anti$uos con el nombre de @ilioso-pHtridas o Causos y el vul$o los titula con el sobre nombre de %abardillos o Chabalon$os Estas fiebres al paso de su aumento manifestaban su car*cter, ya inflamatorio, ya pHtridomali$no, y se encaminaban a producir perniciosos síntomas, si muy al principio, con los au4ilios oportunos, no se les desarmaba la intenci!n => 5el mismo modo, cuanto era mayor el estra$o que producía la enfermedad, o partes deletereas de su causa sobre los humores o fluidos de los cuerpos, es decir, sobre la cohesi!n, equilibrio y natural fi$ura de las diversas mol2culas o partecillas de que esos fluidos o humores se componen, tanto mas era de temer el mali$no aparato de la fiebre pHtrida, sobre la natural constituci!n de los humores, cuya terminaci!n en uno y otro casi era funesta 9dvi2rtase la descripci!n de los síntomas y la e4plicaci!n basada en la teoría humoralista, aHn a principios del si$lo RAR @altasar de illalobos, 1.todo de curar tabardillos y descripción de la "iebre epid.mica que por los a7os de 8;:@ y :; a"ligió %arias poblaciones del partido de $&ancay escrito por orden de este superior gobierno y Real acuerdo de 'usticia por el 3octor 3on 6altasar de )illalobos Lima, 1MM
9$rade"co a 'aquel ?il :ontero que me facilit! estas fichas BM 9<@, EC, 1G, GB BMD Jos2 @abini, Historia de la medicina, @arcelona, ?edisa, 1DM B1M 9?), %rib 1M, GMD O1G6P B11 7asta 1GM por lo menos, cuando se difunden las teorías microbianas, el modelo $al2nico continuaba siendo el que me#or conse$uía e4plicar la fisiolo$ía del or$anismo en t2rminos de sistema Entre los si$los RAA y RAR las dificultades para elaborar una e4plicaci!n racional fisiol!$ica-etiol!$ica son evidentes 1B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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proporciona una interesante ilustraci!n de este modo de concebir las enfermedades y de curarlas si$uiendo los principios $al2nicos& ;?aleno, para curar la intemperie fría del est!ma$o, aconse#a que se aplique al vientre un chiquillo desnudo, carnoso y sano 9 este e#emplo muchos tienen en uso aplicar, cachorrillos, pichones y poner reda(os de carnero en las enfermedades de vientre y est!ma$o En el dolor de costado mandan poner los m2dicos con buen suceso un $ato ne$ro abierto por el espina"o y con ra"!n porque el $ato abunda de un calor penetrante, resolutivo y muy espirituoso, y siendo ne$ro es como los dem*s animales de seme#ante piel cuyo color abundan de mayores e4crementos, teniendo sus humores m*s defecados, m*s puros sus espíritus y producen efectos m*s saludables 9sí son el carnero, vaca, $allina y dem*s animales usuales ne$ros ;B16
Como se lee en esta lar$a cita, se entendía que el +frío del est!ma$o y del +dolor de costado =pulmonía> podía revertirse $racias a la calide" aportada por los diferente animales su$eridos como medicina La temperatura derivaba en parte del color, a su ve" relacionado con una supuesta mayor eliminaci!n de e4crementos En consecuencia, el remedio consistía en corre$ir el e4ceso -en este caso de frío- compensando, en este caso con animales -de cualidad c*lida- /tra forma típica, esta ve" para eliminar los humores e4cedentes, consistía en el uso de terapias e4pulsivas 5e aquí que san$rías, pur$antes y vomitivos se(alaran habitualmente el camino de re$reso al estado de equilibrio 9l mismo esquema pueden remitirse las creencias sobre los efectos positivos de la sudoraci!n& +los que sudan a tiempo rara ve" e4perimentan cosa adversa a su robuste" y si les co$e al$Hn accidente se restablecen a poca costa, sostenía un hombre de vasta cultura m2dica como el #esuita Jos2 .*nche" Labrador )or el contrario, a(adía, +los que no sudan o sudan con dificultad, se abra"an interiormenteB1B 9hora bien, la teoría humoral y la ta4onomía de enfermedades y remedios se$Hn sus cualidades intrínsecas de frío y caliente =no así de hHmedo y seco> parece no ser privativa del mundo occidental .e$Hn al$unos autores, entre los que sobresale L!pe" 9ustin, e4isti! tambi2n un sistema humoral ori$inario de 9m2rica, basado al i$ual que el hipocr*tico en la noci!n de equilibrio Los tres fluidos vitales propios del mundo andino -aire, san$re y $rasa- corresponden a los cuatro humores de 7ip!crates y ?aleno, en tanto que las cate$orías de caliente y frío inte$raban un con#unto de conceptos de dualidad fundamentales en las cosmovisiones de muchas sociedades nativas americanasB1 9Hn m*s, la ausencia en las clasificaciones de hHmedo y seco apoyaría la hip!tesis de un desarrollo independiente de las teorías europeas en la 9m2rica prehispana Los estudiosos de la medicina prehisp*nica se han basado en dos tipos de evidencias& la etno$r*fica =en particular la de los sistemas IallaTaya y m*nticoYcuranderil del norte peruano, ya sumariamente comentados> y la hist!rica, proveniente de las cr!nicas tempranas 9ustin 9lchon ha recuperado 2sta Hltima en ?uam*n )oma - que sostenía la creencia incaica en el balance humoral con moderaci!n de la dieta ya la conducta como base de la saludy ?arcila"o de la e$a =en referencia a las clasificaciones de frío y calor>, autores que se refieren tambi2n a las pur$as y san$rías como m2todos v*lidos para restaurar el balance biol!$ico 5e modo que nuestra medicina mesti"a parece haber ido ensamblando nociones que no eran, en definitiva, e4tra(as entre sí %ales nociones si$uen ri$iendo la medicina tradicional, por lo que todavía hoy mantienen su valide" las palabras de )aolo :ante$a""a, el m2dico italiano que B16
9ntonio )2re" de Escobar, 2-tracto de los a%isos m.dicos populares y dom.sticos con la &istoria de todos los contagios y su preser%ación que compuso el 3r 3on Antonio P.re# de 2scobar, m.dico de la "amilia Real, e-aminado del Real Tribunal del Protomedicato de 1adrid, impreso el a7o de 8;;@ y e-tractado el a7o de 8O8O :adrid, 11 9$rade"co a 'aquel ?il :ontero por haber puesto a mi disposici!n este te4to conservado en el 9rchivo , Saberes andinos $iencia y tecnología en 6oli%ia, 2cuador y Per+, Lima, AE), 1DD, pp 1N-BN Este te4to nos ha permitido reco$er la discusi!n 1BN http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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recorriera varias provincias ar$entinas a mediados del si$lo RAR Con $ran eficacia resumía :ante$a""a ;.i dese*is conocer las enfermedades de Entre 'íos, estudiad conmi$o la doctrina m2dica y los m2dicos del país %odas las enfermedades son producidas por una causa =V> pero puede variar se$Hn los casos y precisamente debe ser calor, frío, pasmo, aire, flato o mal de o#o /s desafío a que encontr2is un mal que escape a una u otras de estas seis vías =V> El calor es el fue$o =V> es la inflamaci!n con todo el corte#o de sus hi#os y desinencias en ito =V> 7ay un enfermo con pulso tenso, piel ardiente, sed insaciable& su enfermedad es calor, no hay error posible 7ay en cambio otro enfermo que est* d2bil, con el pulso escaso, la piel fría& est* atacado de frío y su afecci!n es diametralmente opuesta a la precedente B1;
5e las seis ;causas; que :ante$a""a enumera, s!lo una -el flato- se encuentra ausente en la medicina tradicional del 9, mientras que el aire y el mal de o#o =da(o> entrarían en la cate$oría de preternaturales, que anali"aremos m*s adelante El se$undo dato que aporta :ante$a""a y que nos interesa destacar aquí se refiere a las terapias adecuadas para con#urar las patolo$ías clasificadas ;Las enfermedades de calor se curan con remedios fríos, así como las enfermedades frías se curan con sustancias c*lidas %odo lo que no es caliente ni frío es cordial =V> .ustancias frescas son el sebo, la $rasa de $allina, las de vaca, de carnero y cerdo, las bebidas mucila$inosas, las verduras, el a$uardiente, el vino catal*n y la cerve"a .on c*lidas el a$uardiente con anís, el vino dulce de :*la$a, las $rasas de i$uana, de vi"cacha y de comadre#a El espíritu de $inebra es cordial;B1N
La e4tensi!n de las citas viene a cuento porque es sobre este andamia#e conceptual que todavía hoy se estructura la medicina tradicional de nuestra re$i!n y porque tambi2n en nuestros procesos dieciochescos sur$e al$una =escasa> informaci!n acerca de la difusi!n de este aborda#e de la enfermedad y del restablecimiento de la salud entre los m2dicos del monte B1G En ri$or, el Hnico curandero que se refiere en primera persona a la cualidad c*lida o fría de las patolo$ías naturales y a respectivos sus remedios es el adivino )ablo El lector recordar* que, adem*s de sus capacidades m*nticas, el indio de 9conqui#a decía saber curar tanto las enfermedades naturales como las debidas a da(o Anterro$ado por el #ue" afirm! que de las primeras ;reconoce si es frío o calor y que cura con hierbas y raíces y las sana 9unque sean otras voces las que hablan por ellas, )ascuala de 9so$asta y su tocaya #u#e(a )ascuala 9#os tambi2n e4plicaban las fallas en la medicaci!n de los pacientes a partir de los errores de dia$n!stico respecto de la frialdad o la calide" de las enfermedades .e$Hn el desesperado alcalde /lleta, )ascuala de 9so$asta había reconocido que haberse equivocado al confundir su mal con ;frío o pasmo;, recomendando para contrarrestarlo remedios c*lidos El efecto previsible fue que la san$re ;le subi! a la cabe"a caus*ndole desvarío; En cuanto a la esclava )ascuala 9#os, es creíble que haya desacreditado a ?uebe y a 9ndrea .atan*s, los curanderos que la habían acusado, criticando los remedios ;sumamente c*lidos y mordientes; que ellos le habían suministrado al reli$ioso enfermo )ara )ascuala, las misteriosas hormi$as que el doliente había e4pelido y que confirmaban el ori$en preternatural de su mal eran en realidad ;al$unas lombrices que con la acrimonia del medicamento de la bebida lle$aron a irritarse y e4pelerse Estos pocos p*rrafos bastan para vislumbrar una misma matri" de pensamiento en materia de medicina folcl!rica ue esta matri" tenía una aceptaci!n bastante amplia, que podía remitirse a B1
)aolo :ante$a""a, $artas m.dicas sobre la Am.rica 1eridiona Traducción de la edición de 1ilán 8O9O/8O@
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un ;sentido comHn; de la salud y la enfermedad, nos lo puede corroborar un Hltimo e4pediente #udicial que no incluimos en la muestra por referirse a la #urisdicci!n de C!rdoba y m*s específicamente al curanderismo como delito El proceso data de 1G y su reo es 'oque La :ar, un mulato que desempe(a mHltiples oficios, entre ellos el de curandero 9 pesar de no $o"ar de muy buena fama =se le achacan robos de $anado y hasta una violaci!n>, 'oque La :ar había obtenido la recomendaci!n del cura p*rroco de 'ío Cuarto =que acredita con una carta que entre$a a las autoridades #udiciales> para oficiar como m2dico atendiendo a las víctimas de la ;peste; 0)or qu2 se lo #u"$a, entonces, cuando es reconocida la casi ine4istencia de facultativos y personal autori"ado por el protomedicato en las campa(as cordobesas3 El motivo reside en que los remedios que aplicados a uno de los oficiales que custodian la frontera eran ;contrarios a la ra"!n; )ara curar un resfrío, 'oque La :ar había untado al enfermo con una me"cla de sebo y totora quemada Cuando al día si$uiente el paciente despert! atormentado por ;una fiebre ardientísima;, el mulato intent! compensar el calor utili"ando como medicamento ;unas ho#as muy verdes mo#adas en a$ua fría puestas en las espaldas estando el cuerpo sudando; .in embar$o, el curandero entr! en contradicci!n por la noche, cuando remat! su traba#o cubriendo la cabe"a del doliente con unas bayetas calientes y acompa(! el procedimiento con sahumerios de palos de yerba El ar$umento proporcionado por el fiscal para e4plicar el deceso del paciente y la ;mala pra4is; del mulato apunt! al hecho de ;haberse constipado todos los poros con dhas ho#as mo#adas en a$ua; 9 su #uicio, las bayetas y los sahumerios habían complicado aHn m*s las cosas por causar el ;desacierto de un rebato de san$re que instant*neamente se verific! por la mucha que fluy! dho enfermo por las narices y desde esta hora fue por $rados aument*ndose la enfermedad hasta que e4pir!; )ara el fiscal, este tipo de pr*ctica entraba en la amplia $ama de ;supersticiones que dicen se vale para el efecto pero, si$no de los tiempos, en este caso eran pensadas como fruto de la ne$li$encia o la i$norancia 5e m*s est* decir que 'oque la :ar, a diferencia de sus desdichadas cole$as de .antia$o y %ucum*n, no sufri! tormento al$uno y que el demonio no fue siquiera mentado en interro$atorios y ale$atos 4ue%amente el da7o y otros accidentes e-traordinariosB
Las enfermedades o accidentes ;naturales;, como acabamos de comprobar, eran pasibles de curaci!n en la medida en que el m2dico lo$rara restablecer el equilibrio mediante la medicina apropiada )ero como hemos visto en detalle en el capítulo AAA, esta etiolo$ía monocausal -que atribuía las dolencias físicas a la intervenci!n de a$entes físicos o biol!$icos- convivía con otras e4plicaciones en las que destacaban las a$encias personales =ya sean divinas, sobrenaturales o humanas> En la literatura antropol!$ica e4iste un cierto consenso en se(alar la infracci!n de tabHes, la introducci!n de un ob#eto pat!$eno, la hechicería y la p2rdida del alma o aliento vital como las etiolo$ías folcl!ricas m*s frecuentes en las sociedades primitivas no occidentales B1 %ambi2n la posesi!n es considerada a la hora de e4plicar determinadas patolo$ías psiqui*tricas )or fin, ya m*s específicamente para nuestra re$i!n =si bien se trata de síndromes culturales comunes a toda el *rea andina>, a las ya mencionadas suele a$re$arse la teoría de la emanaci!n de +malos aires =por e#emplo, la llamada +pilladura, que consiste en el soplo de los $ases mali$nos irradiados por el cad*ver de los difuntos>B1D 9 lo lar$o de este libro hemos traído a colaci!n numerosos e#emplos en que al$unas de estas teorías causales aparecen amal$amadas 5e otras, como el +susto, que podría encuadrarse entre los males que implican la p2rdida del alma, o la +pilladura y +aiIadura, bien estudiadas para B1
Cfr entre otros autores Charles C 7u$hes, +:edical Care& Ethnomedicine En 9 Lehmann James :yers, 1agic cit pp 6M- 6 ?on"alo 9$uirre @eltr*n, 1edicina y magia cit, p 1DG y 666 y Luis 1edicina indígena cit .e$$iaro, B1D :aría Cristina @ianchetti, +9ntropolo$íaV ?raciela %orres, +Curanderismo y bru#ería cit <2stor 7omero )lama, 2studio antropológico, cit , pp1 y si$s 1B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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la puna #u#e(a, conocemos solamente e#emplos etno$r*ficos B6M Es posible que el t2rmino remitiera a la teoría de la emanaci!n, tal como hoy se la si$ue entendiendo& la transmisi!n del poder ne$ativo de determinados lu$ares, plantas o animales a trav2s del viento o del aire por evocaci!n del hechicero 5e cualquier modo, la combinaci!n que prevalece en los procesos es la que enla"a hechicería e +introducci!n del ob#eto pat!$eno en el cuerpo de la víctima B61 5esde esta l!$ica se comprende que la petici!n de los enfermos =tantas veces rayana en la e4i$encia, como comprobamos en las imperativas !rdenes del alcalde /lleta o de la china :aría 9ntonia> consista en la +e4tracci!n del mal En las p*$inas precedentes hemos visto a hechiceras y curanderos empe(*ndose en la misma tarea de e4tirpar el cuerpo e4tra(o que representa materialmente la enfermedad Los m2todos que unas y otros emplearon eran similares se recordar*, por e#emplo, que tanto Loren"a y )ancha como :arcos 9"uela le aplicaron a :aría 9ntonia masa#es en el vientre, movidos por una misma intenci!n& que la enferma e4pulsara los diferentes ob#etos que los testi$os recordaron como pruebas palpables del da(o Shormi$as, huesesillos, lanas, cabellos- sentido el reclamo la china le hiciera al infortunado :arcos - +que %ambi2n por qu2 noadquiere le habíapleno echado la abu#a que con que aquello Ouna sorti#a de cabellosP le había puesto Esta concepci!n de la enfermedad, anti$ua como el mundo, $o"aba de un consenso tan amplio como la ta4onomía de patolo$ías +naturales que describimos en el apartado anterior @aste recordar que el alcalde /lleta se había e4presado en t2rminos casi id2nticos a los de :aría 9ntonia al recriminarle a su maleficiadora haber introducido en su cuerpo +la dolencia, ansias y aflicciones que pade"co )robablemente, la e4pulsi!n de los polvillos ne$ros con que le habían refre$ado el vientre, el pecho y la espalda le produ#era al alcalde al$Hn alivio ya que 0qu2 podía representar aquello sino la materiali"aci!n del da(o y la a$resi!n3 Estos dos son s!lo al$unos e#emplos de con#unci!n entre la teoría de la penetraci!n del ob#eto pat!$eno y la hechicería .abemos tambi2n de los supuestos medios de los que el hechicero se valía para introducir la semilla del mal& m*s de una ve" escuchamos a las reas confesar ba#o tormento haber esparcido polvos de sapo, de víbora o de $ato disecados en la comida o la bebida de sus víctimas o bien Scomo reconocieron Loren"a y )ancha- haber +puesto por la boca o por +las partes ara(as y sapos =posteriormente e4pelidos en toda su inte$ridad> .in embar$o, un hechicero realmente poderoso podía da(ar sin necesidad de apelar a alimentos, breba#es o +recados malosB66 En este sentido, la ma$ia simp*tica y el da(o por im*$enes tambi2n se encuentran muy bien representados en la muestra a supimos del sapo con las patas liadas que mantenía en la invalide" al encomendero de Luisa ?on"*le" y del retrato de cera y el sapo +de e4traordinaria fi$ura que )ascuala de 9so$asta y su socia eventual habían enterrado para impedir que el alcalde /lleta recuperara la salud /tros dos casos, de los que hemos hablado menos, describen un da(o sin$ular que perfora los rostros de las víctimas con espinas de quimili y qui4ca luroB6B 9sí, la ne$ra An2s confes! cuando le interro$aron por un da(o de su autoría que +tenia los encantos => dentro de un au#ero tapado con un trapo de baieta ?uiadas por ella y a la vista de varios testi$os, las autoridades e4tra#eron del hoyo un sapo que +avia de dar el otro dia espinas y otras cosas con las que tiene hecho el encanto a dho su amo en B6M
%ambi2n para .antia$o del Estero, tal como lo demuestra Jos2 Luis ?rosso en Indios muertos cit p 11G B61 Como ya se di#o, este ras$o es típico de los sistemas cham*nicos )ara favorecer la comparaci!n, a los ya mencionados e#emplos chaque(os pueden a$re$arse los que proporciona el comple#o reli$ioso S m2dico mapuche Cfr el an*lisis de :aría .ilvia 5i Liscia en Saberes, terapias y prácticas m.dicas en Argentina =1GM- 1D1M>, capA B66 .e refiere al encanto que el hechicero fuer"a a su víctima a aceptar haci2ndolo pasar por un re$alo B6B 9?%, .ecci!n Judicial, Ca#a 6, e4p11 O1GMBP y 9?%, .ecci!n Judicial, Ca#a N, e4p 6 O1GNNP 1BD http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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efecto, re$istrando el vientre del animal se encontraron +catorce espinas de qu4ica luro como en la len$ua llaman unos pelotoncillos de tanacu unas flores y unos tres cabellos del dho enfermo Las espinas de quimili de )ascuala, en cambio, habían dado en otro dispositivo& una tale$a que imitaba el martiri"ado rostro de la enferma Finalmente, el encanto podía ser puramente metaf!rico, como las espinas de quimili que habían sellado los labios de :aría 9ntonia 9quí estaban ausentes las im*$enes de cera, los retratos o los sapos .!lo quien creía en la eficacia de la ma$ia podía interpretar el si$nificado y la funci!n del muestrario de ob#etos de apariencia inocente, como los que )ancha le entre$! obli$ada al #ue" .alvatierra, poco antes de su muerte 9quellos encantos consistían en +un alfiler con un cabello, con que le tenía prendida o cosida la len$ua, para que no hablase y dos pedasos de sapallo hecho ore#ones amarrados con un hilo el que servía para enco$erle las manos al pecho quedando inm!vil y un carboncito molido para enco$erle los pies
.e$Hn el #ue", el efecto fue inmediato ya que presto la hechicera, con s!lo e4ponerlos, +le solt! las manos y pies Oa :aría 9ntoniaP y le hi"o hablar en mi presencia; QQQ Como ya sabemos, todo da(o presupone una operaci!n ritual ne$ativa a car$o del hechicero )or lo tanto, el su#eto m*s indicado para deshacerlo ser* el mismo hechicero =y es por ello que se los amena"a para que curen a sus presuntas víctimas> o en su defecto =por ne$ativa o fracaso del hechicero> su anta$onista el curandero B6 En ambos casos, el sentido de la curaci!n responde, al i$ual que la comprensi!n de la enfermedad, a una l!$ica que se pierde en la noche de los tiempos y que consiste en la e4pulsi!n Y e4tirpaci!n del mal =de manera mec*nica o a trav2s de vomitivos, san$rías o pur$antesB6> o bien en la destrucci!n del dispositivo m*$ico, celosamente oculto ba#o la tierra o el a$ua El ob#etivo es, como en las enfermedades naturales, restablecer el equilibrio, el +orden natural de las cosas 0)uede resultar m*s apropiada para e#emplificar dicho aquella #ustificaci!n :arcos le proporcion! #ue" sobre los motivos que lo lo habían impulsado quemar elque sapo parido9"uela por la china3 =+con qu2allicencia andaba adentro de la $ente> 5eshacer los da(os no siempre era tarea f*cil y a veces resultaba necesario sumar fuer"as para neutrali"ar la acci!n perniciosa del hechicero he aquí que nos topamos con las sin$ulares +#untas m2dicas que potencian y confrontan saberes y farmacopeas mesti"os Un hechicero dotado de mayor potencia podía ser convocado en caso de fracasar el responsable directo del da(o )or eso :arcos 9"uela había sido mandado a llamar& la +ciencia de Loren"a y )ancha era considerada inferior a sus saberes de +hechicero fino Con se$uridad, de no haber muerto antes las reas, el proceso de 1GN1 nos habría de#ado la ima$en de los tres salamanqueros operando a la ve" para devolverle la salud a la enferma a comprobamos que en el mundo de Loren"a la ciencia de la salud era aditiva y no conocía contradicciones ni e4clusiones B6
9Hn si estamos de#ando de lado las capacidades oraculares y de dia$n!stico del curandero, sobre las que hemos hablado p*$inas atr*s 9dem*s de la adivinaci!n, el an*lisis de la orina y el pulso permitían al curandero pronunciarse sobre el ori$en natural o e4traordinario de la dolencia 9unque contamos con varios e#emplos, particularmente detallado es el que nos proporciona el ya citado proceso #u#e(o de 1G =9<@, EC, 1G, GB> La curandera 9ndrea .atan*s sostuvo reconocer maleficios porque +patentemente se muestra en la orina la persona o personas que le han hecho el da(o, advirtiendo que en la san$re la ima$en se presenta +m*s clara y vivamente Claro est* que las visiones y la interpretaci!n de los orines no estaban al alcance de cualquiera B6 El procedimiento si$ue vi$ente aHn en una amplia re$i!n y se lo conoce como +limpia Consiste en +liberar a la persona de los conta$ios adquiridos o inducidos m*$icamente .e efectHa por medio del traslado del ente pat!$eno inmaterial del cuerpo del paciente a los artes que puedan absorberlo, )olia :econi, 3espierta remedio cit, tomo AA, p ND 1M http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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o ne$ativos =introduciendo la enfermedad a trav2s del mismo cuerpo e4tra(o> La duplicidad de los anti$uos chamanes y la revitali"aci!n de aquel *mbito de aprendi"a#e en lo profundo del monte -demoni"ado salamanca y considerado escuela de m2dicas y hechiceros en porlalacolonia culturacomo folcl!ricapodrían confi$urarsimult*neamente eslabones de una misma cadena, ma$ia al fin, te(ida del color cambiante del lente a trav2s del cual cada actor la observara
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2pílogo
7echiceros y m2dicos aprenden en la salamanca sus oficios, opuestos por sus fines, unidos en el comHn uso de la ma$ia , renie$an de 5ios, se codean con las ampala$uas y las ara(as y necesitan imprescindiblemente de la cualidad del cora#e para in$resar a la salamanca La barrera 2tica no es infranqueable porque en definitiva el curandero tambi2n termina por +conversar con los diablosB6G e investirse del poder demoníaco para cumplir con su misi!n terap2utica )or una senda alternativa, el relato folcl!rico nos ha reconducido a la ori$inaria neutralidad moral del poder característica del período prehispano 0)ero de qu2 poder se trata3 Como hemos comprobado, del que deriva de un saber pr*ctico, del dominio de un determinado arte Ello le reporta al iniciado un beneficio individual pero tambi2n reconocimiento social 9sí, el mHsico diestro o el bailarín e4perto tendr*n el poder de cautivar a las mu#eres, el hechicero lo$rar* $anarse el miedo pero tambi2n el respeto de sus vecinos y el curandero la $ratitud y reverencia de sus alle$ados En todos los casos, la admiraci!n comporta los ries$os de la ambivalencia 5e un lado, implica una cuota de desconfian"a derivada de los orí$enes siempre misteriosos del saberYpoder ya que, como es sabido, el dominio de un arte puede despertar cualquier sentimiento menos la indiferencia 5el otro, la envidia de esa mayoría que por sus limitaciones personales queda e4cluido del acceso al saberYpoder Los su#etos que se internan en la salamanca, esa escuela sin libros, van detr*s de una oportunidad de aprendi"a#e capa" de acercar tanto aquello que se ama y desea como lo que aterrori"a o repu$na En cualquier caso, el aprendi"a#e es su contenido central mientras que el pacto resulta el instrumento a trav2s del cual, sin esfuer"o pero a costa de $raves renunciamientos, se alcan"a el anhelado poder del conocimiento En el noroeste ar$entino la leyenda de la salamanca se acompa(a de otros relatos que tambi2n cuentan con el demonio como prota$onista a rese(amos brevemente el mito de el "amiliar , a los que podríamos a(adir otros de amplia difusi!n como el de la estancia diabólica, el del toro #upay y el del runa uturuncoQO .in embar$o, estas narraciones comparten un contenido ausente en la leyenda de la salamanca y ni siquiera esbo"ado en nuestras fuentes dieciochescas& el diablo ya no proporciona saberes y destre"as a quienes con 2l pactan, sino rique"as materiales Esta diferencia sustancial, que 7ebe essuri ya había advertido en sus traba#os, podría e4plicarse en los t2rminos en que %aussi$ interpreta narraciones similares, vinculando mediante el pacto con el 5iablo a los beneficiarios directos del sistema de e4plotaci!n capitalista .e trata en tal caso de un pacto que termina por condenar al propietario& la ruina, la esterilidad y la muerte -casti$os derivados de la violaci!n de las elementales re$las de reciprocidad y equidad rectoras de la economía moral precapitalista- le a"otar*n ine4orablemente B6D )or m*s de una ra"!n el diablo de las salamancas de Loren"a se ale#a de estos demonios asociados a la acumulaci!n de rique"a Las hechiceras de %uama nos advierten que la envidia y la voluntad de hacer da(o pueden circular por carriles diferentes& para ellas la rique"a consiste B6N
2ncuesta, .antia$o del Estero, carpeta B1 :a$dalena 'appi, 6 de mayo de @ane$as, esc BM 2ncuesta, .antia$o del Estero, carpeta 166 @enita E de Flores, Frías, esc 6 B6 Cfr ?riselda @arale y 'aHl
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en dominar un conocimiento, que es a la ve" fuente de poder )or supuesto que la realidad material y el paisa#e social del mundo de Loren"a, enrai"ado en una $rilla en que etnicidad y parentesco aHn estructuran las relaciones sociales, tienen que ver en esto 9sí es que, en las confesiones de Loren"a, )ancha o Juana, la apropiaci!n del discurso europeo acerca del demonio apuntaría en otra direcci!n que vinculamos hipot2ticamente a la resi$nificaci!n de anti$uas pr*cticas cultuales En el capítulo A con#eturamos que las 'untas y borrac&eras del tiempo de la al$arroba, fiestas asimiladas a la bestialidad y al salva#ismo por los observadores coloniales, conformaban el antecedente remoto de la salamanca 9l adue(arse del discurso demonista europeo, los participantes de los m!viles c!nclaves del monte le otor$aban un nuevo contenido a sus pr*cticas, convirtiendo en poder el +bestialismo salva#e de las borracheras comunitarias , en un proceso simult*neo, preservando la memoria de una comunidad cada ve" m*s fra$mentada y limitada en sus posibilidades de e4istencia Entendemos que la fi$ura del cham*n indí$ena #u$! un papel central tanto en el proceso de demoni"aci!n como en la continuidad de los rituales Lamentablemente, se trata de uno de los eslabones menos conocidos de esta cadena, por lo que para desvelar su papel tuvimos que echar mano de fuentes de diversa proveniencia, en particular de las etno$rafías #esuíticas sobre el Chaco indí$ena, como se di#o ya,espa(oles es el sacerdote y líder en y político en esey asistema reli$iosoEldecham*n +idolatrías no intrincadas que los identificaron el %ucum*n, la ve" el paradi$ma del salva#ismo, como lo describieron los #esuitas en sus $artas Anuas )ero adem*s, el cham*n resumía en su persona al curandero y al hechicero, diaboli"ados primero y de$radados despu2s por el dominio hispano olviendo a las salamancas, la relaci!n con el chamanismo reside en que, de al$Hn modo, sus participantes continHan a los líderes reli$iosos en ciertas funciones Entre ellas, la de comunicar con lo sobrenatural =demonios m*s que dioses>, condici!n de la que emanan las capacidades terap2uticas de esos intermediarios En este plano se abren nuevos interro$antes que no podemos develar por ahora =pero tampoco i$norar> y que se refieren a la utili"aci!n plurifuncional de las especies alucin!$enas La literatura etno$r*fica y arqueol!$ica ha coincidido en el peso crucial que 2stas han tenido en una y otra funci!n cham*nica, ya que ambas requieren de la %isión para ser eficaces .i bien sobre la base de nuestra evidencia no es posible ase$urar que el cebil, el coro o el chamico se consumían en las 'untas descriptas en los procesos, no parece descabellado especular con la idea .u centralidad durante el período prehisp*nico, así como su consumo actual por parte de los chamanesYm2dicos del *rea chaque(a, nos autori"an a proponerla cautelosamente como hip!tesis )or otra parte, el chamanismo y las visiones provocadas a trav2s del consumo del cebil tambi2n han de#ado sus rastros en el patrimonio folcl!rico local En la misma leyenda de la salamanca resulta tentador relacionar la capacidad metam!rfica de los asistentes y la transformaci!n cham*nica /tra narraci!n folcl!rica, sin embar$o, e4presa con mayor elocuencia esa relaci!n& la del runa uturunNo .e trata de un +indio ti$re y +bru#o que +al envolverse en un cuero quedaba instant*neamente transformado en este fero" felino BBM arios autores, ponderando el peso que la ima$en del #a$uar ha tenido en la cosmovisi!n prehisp*nica, han coincidido en que este relato folcl!rico describe un caso de transformaci!n cham*nica BB1 9$re$uemos que, completando la demoni"aci!n de los líderes reli$iosos indí$enas, la metamorfosis del indio en ti$re tendr* lu$ar con la colaboraci!n del demonio 7asta aquí los componentes indí$enas de la hechicería y la medicina santia$ue(as )ero como se ha dicho ya, la salamanca es un estereotipo mesti"o como tambi2n lo es la medicina de los curanderos itinerantes )or lo tanto, la continuidad entre los rituales del tiempo de la al$arroba y su demoni"aci!n son s!lo una parte del problema la otra consiste en la ampliaci!n de diversas pr*cticas indí$enas hacia sectores sociales m*s amplios, con la consi$uiente p2rdida de su BBM 2ncuesta
, .antia$o del Estero, carpeta 161 Carlos J Filippini .an =Anformante& ?re$orio 9lmara"> BB1 Entre ellos Jos2 9ntonio )2re" ?oll*n e An2s ?ordillo en +'eli$i!n y alucin!$enos cit, p B 1B http://slidepdf.com/reader/full/las-salamancas-de-lorenza-judith-farberman
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ori$inario si$nificado 2tnico 'ecordemos que, a diferencia de las #untas de Juana )asteles -la india que quería aprender a ser hechicera pero tambi2n a coser y a tocar la $uitarra- las salamancas de Loren"a, )ancha y :arcos 9"uela no convocan tan s!lo a los habitantes de %uama, que por cierto es un pueblo de indios en el que abundan los +soldados y +cholas mesti"os En la nueva comunidad, que como los fandan$os campesinos ve cambiar su concurrencia en cada encuentro, la cohesi!n pasa por el af*n de tomarse revancha, que anima a los salamanqueros cuando aprenden los secretos de la hechicería 7emos sostenido que la potencia de los encantos, al i$ual que la de los remedios, deriva entre otras cosas de la superposici!n de tradiciones .i las indias tienen un conocimiento centenario de las hierbas, las piedras y los insectos, el pacto diab!lico lle$ado con los espa(oles ser* capa" de refor"ar su eficacia La salamanca diluía las #erarquías de $2nero, ra"a y clase, estructurantes de la sociedad colonial Como el mesti"a#e, en el cora"!n del monte predominaba la confusi!n de los la"os sociales, caían las barreras que separaban a los de +adentro =del pueblo de indios, por e#emplo> y a los de +afuera Una nueva comunidad, en buena medida basada en ob#etivos antisociales, se proponía, pero el in$reso estaba reservado a un restrin$ido $rupo de iniciados 0)ertenecían todos los que su#etos por las autoridades hechiceros a esa reducida )or supuesto no sindicados ya hemos revisado los mHltiplescomo y diversos si$nificados que la secta3 hechicería podía revestir, y que no e4cluían la aventura individual .i las salamancas han ocupado tanto espacio en este libro y en sus conclusiones, aun cuando s!lo unas pocas de las acusadas se refirieron a ellas, es por su car*cter de encruci#adas capaces de #untar el pasado y el presente, lo individual y lo colectivo, lo universal de la ma$ia y sus variantes locales
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