Alianza Universidad
Michael Mann
Las fuentes del poder social, 11 El desarrollo de las clases y 10s Estados nacionales, 1760-1914
Alianza Editorial
Titulo original: The Sources of Social Power. Voltrme I I
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O Cambridge University Press, 1993 O Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid 1997 J. I. Luca de Tena, 15; telef. 393 88 88; 28027 Madrid
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ISBN: 84-206-2881 -6 (T. 11) ISBN: 84-206-2958-8 (O.C.) Dep6sito legal: M. 35.613-1997 Fotocomposici6n: EFCA, S. A. Paraue Industrial <
Lista de cuadros .............................................................................. Prefacio ............................................................................................ 1. Introducci6n ........................................................................... 2. Las relacioiles del poder ccon6mico e ideologico ............... 3. Una teoria del Estado modern0 ............................................ 4. La Revolucion Industrial y el liberalism0 del antiguo rPgimen en Gran Bretaiia, 1760- 1880 ...................................... 5. La Revolucion Americana y la institucionalizaci6n del lib e r a l i s m ~capitalista confederal ............................................ 6. La Revoluci6n Francesa y la nacion burguesa ..................... 7. Conclusi6n a 10s ,capitulos 4 a 6: la aparicion de las clases y las naciones .......................................................................... 8. Geopolitica y capitalism0 internacional .............................. 9. La lucha por Alemania: I. Prusia y el capitalismo nacional . . autor~tarlo............................................................................... 10. La lucha por Alemania: 11. Austria y la representation confederal ............................................................................... 11. El surgimiento del Estado moderno: I. Datos cuantitatiVOS
...........................................................................................
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El surgimiento del Estado moderno: 11. La autonomia del .. poder milltar ........................................................................... 13. El surgimiento del Estado moderno: 111. Burocratizacion .... 14. El surgimiento . . del Estado moderno: IV. La expansion de la esfera civil ........................................................................... 15. La resistible ascension de la clase obrera brithica, 1815-1880....... 16. La nacion de la clase media ................................................... 17. La lucha de clases durante la Segunda Revoluci6n Industrial, 1880-1914: I. Gran Bretaiia .......................................... 18. La lucha de clases durante la Segunda Revoluci6n Industrial, 1880-1914: 11. Anilisis comparado de 10s distintos . . movlmlentos obreros ............................................................. 19. La lucha de clases durante la Segunda Revoluci6n Industrial, 1880-1914: 111. El campesinado ................................... 20. Conclusiones te6ricas: Clases, Estados, naciones y las fuentes del poder social ......................................................... 21. Culminacion empirica en las trincheras: geopolitica, lucha de clases y Primera Guerra Mundial ............................. ApCndices. Cuadros adicionales sobre las finanzas y el empleo estatal ......................................................................................... indice analitico ................................................................................ 12.
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LISTA DE CUADROS
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Dos dimensiones del poder estatal .................................... Las redes de poder en 10s Estados del siglo XIX ............... La cuestion nacional: poder infraestructural central contra poder infraestructural local .................................... 4.1. Porcentaje de familias britanicas y de rentas familiares seg6n la clase social del cabeza de familia, 1688, 1759 y 1801-1803............................................................................. 4.2. Las relaciones de 10s Estados con las clases dominantes y el clero durante el siglo XVIII ........................................... 6.1. Porcentaje de las profesiones desempeiiadas por 10s revolucionarios franceses con anterioridad a 1789 .............. 6.2. Porcentaje de 10s conventionnels que publicaron obras culturales, sociales o cientificas .......................................... 6.3. Actividades culturales de 10s <
8.3.
1750-1913............................................................................. Nivel de desarrollo per cipita de la agricultura nacional, 1840-1910 ..................................................................... 9
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Industrializacion per cipita. 1750- 19 13 ............................ Porcentaje del p r o d u c t o nacional bruto correspondiente a1 comercio exterior de mercancias. 1825-1 910. en Gran Bretaiia. Francia. Alemania y Estados Unidos .. Porcentaje del comercio total entre grandes Estados. 1910 ...................................................................................... Gastos total de 10s Estados centrales y de todos 10s niveles de gobierno. 1760.1910. a precios corrientes .......... Tendencias del gasto per cipita de 10s Estados a precios constantes. 1780.1910. Estado central y todos 10s gobiernos ................................................................................. Porcentaje de 10s gastos gubernamentales en relacion con la renta o el product0 national. 1760-1910 ................ Porcentajes de 10s presupuestos asignados por todos 10s gobiernos a 10s gastos civiles y rnilitares. 1760-1910 ....... Aurnento del porcentaje en las partidas del gasto civil. 1870-1910 y su contribuci6n porcentual a1 presupuesto total del Estado en 1910 ..................................................... Porcentaje de 10s ingresos estatales correspondientes a 10s impuestos directos e indirectos y la propiedad del Estado. 1760-1910 ............................................................... Empleo estatal para Austria.Hungria. Francia. Gran Bretaiia. Prusia-Alemania y Estados Unidos. 1760-1910 .... Porcentaje de la mano de obra britinica por sectores. 1801-1881 ............................................................................. Alternativas obreras y campesinas a1 capitalism0 ............ Distribuci6n industrial de la mano de obra britinica ...... Afiliacion sindical como porcentaje de la rnano de obra civil no agricola. 1890- 1914 ................................................ Porcentaje d e la mano de o b r a civil n o agricola en huelga. 1891-1913 ............................................................... Porcentaje del electorado masculino que votaba a 10s partidos socialistas en las elecciones nacionales. 19061914 ...................................................................................... Trabajadores muertos en conflictos laborales. 18721914 ...................................................................................... Distribution de la mano de obra nacional por sectores .. La democracia d e partidos y la cuestion nacional en 10s Estados agrarios del siglo XIX ......................... . ............... Ernpleo estatal: Austria ......................................................
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Empleo estatal: Gran Bretaiia ............................................ Empleo estatal: Francia ....................................................... Empleo estatal: Prusia-Alemania ....................................... Empleo estatal: Estados Unidos ........................................ Ingreso estatal: Austria ....................................................... Ingreso estatal: Gran Bretafia ............................................. Ingreso estatal: Francia ....................................................... Ingreso estatal: Prusia ......................................................... Ingreso estatal y federal: Estados Unidos ......................... Ingreso federal: Estados Unidos ........................................ Ingreso estatal: Estados Unidos .........................................
PREFACIO
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El presente libro es el segundo de lo que pretendia ser un estudio en cuatro voliimenes de las fuentes del poder social. N o obstante. abarca s610 el 63 por 100 de lo prometido en el Volumen I, puesto que termina en 1914 y no en 1990 como entonces anuncii. En el Volumen I11 tratari el siglo xx (probablemente completo en el momento de su finalization). La conclusi6n te6rica de Las fuentes del poder social apareceri en el Volumen IV. Confio en que aquellos que han manifestado inter& p o r mis conclusiones lo conserven en ese momento. H e trabajado en la investigaci6n correspondiente a este volumen durante mPs de una dicada, desde mediados de 1.970, cuando creia que Las fuentes iba a ser una obra de dimensiones normales. C o n el paso de 10s aiios he aprovechado 10s trabajos, consejos y criticas de muchas personas. Roland Axtmann y Mark Stephens me ayudaron a reunir las estadisticas comparadas del capitulo 11, y Mark me ayud6 tambiin en el capitulo 5. Jill Stein colabor6 en la obtenci6n de datos sobre 10s revolucionarios franceses para el capitulo 6. La contribuci6n de Ann Kane fue esencial para el capitulo 19, entre otros, especialmente para el 16. Marjolein't Hart, John Hobson y John B. Legler me facilitaron datos inCditos para el capitulo 11. Joyce Appleby y
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Gary Nash me facilitaron el estudio de la Revoluci6n Americana; Ed Berenson y Ted Margadant hicieron lo propio en el caso de la Revoluci6n Francesa; James Cronin y Patrick Joyce, en la historia de la clase obrera britinica; y Kenneth Barkin y Geoff Eley, respecto a la historia de Alemania. Christopher Dandeker coment6 con generosidad el capitulo 12; Ronen Palan, 10s capitulos 3, 8 y 20; y Anthony Smith, el capitulo 7. John Stephens supuso una ayuda extraordinaria para 10s capitulos 18 y 19. Randall Collins y Bill Domhoff colaboraron con sus respuestas en arnbos vollirnenes. Me siento igualmente agradecido hacia un critic0 an6nimo del primer borrador de este libro. ~1 o ella me oblig6 con su critica a esclareceer algunas de mis ideas principales. D o y las gracias tambiCn a la Escuela de Economia y Ciencias Politicas de Londres (LSE) y a la Universidad de California en Los Angeles por haberme proporcionado ambientes de trabajo inestimables durante la illtima dicada. Ambas instituciones programaron una serie de seminarios cuyos excelentes anilisis me ayudaron a aclarar muchas ideas. El seminario ePautas de la Historia, de la LSE fue posible gracias a1 entusiasmo de Ernest Gellner y John A. Hall; 10s seminarios del Centro para la Teoria Social y la Historia Comparada de la Universidad de California dependieron especialmente de Bob Brenner y Perry Anderson. Mis secretarias, Yvonne Brown, en Londres, y KeSook Kim, Linda Kiang y Alisa Rabin, en Los Angeles, me trataron a mi y a mi obra mejor de lo que probablemente mereciarnos ambos. H e contraido la mayor deuda intelectual con John A. Hall, que durante muchos aiios me ha aportado una critica aguda y una afectuosa amistad. A Nicky H a r t y a nuestros hijos, Louise, Gareth y Laura les deb0 el amor y la perspectiva.
Capitulo 1 INTRODUCCI~N
Este volumen continua la historia del poder a travis del <
' Analizo solo el territorio continental, excluyendo a Irlanda, gobernado por Gran Bretafia durante este periodo. Despuis de dudarlo mucho decidi dar en este volurnen a la Gnica gran colonia europea el mismo tratarniento que a las restantes (salvo a 10s futuros Estados Unidos), es decir, analizarla sdlo en aquellos casos en que influye de modo decisivo en la metropoli imperial.
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las sociedades humanas. Max Weber respondi6 negativamente; segun 61, no cabia establecer <
>. cionadas, no podemos atribuir a ninguna de ellas la primacia ultima. 2. C o n todo, durante el siglo XIX,a medida que el poder militar quedaba subsumido en el uEstado moderno.., y el capitalismo continuaba revolucionando la economia, las fuentes de poder economico y politico comenzaron a predominar. Los actores decisivos de poder en la ipoca moderna fueron el capitalismo y sus clases, 10s Estados y las naciones; el primer0 aportando aun mayor difusi6n y ambigiiedad; 10s segundos ofreciendo una solucion autoritaria a la citada ambigiiedad. Pero, una v e t mis, en la medida en que ambos se encontraban intimamente relacionados, resulta imposible determinar la primacia ultima de uno de ellos. 3. Las relaciones ideol6gicas de poder se fueron debilitando a lo largo del periodo. La Europa medieval debio su estructura a1 cristianismo (como sostuve en el Volumen I); en 1760 las iglesias se encontraban en plena revoluci6n de 10s medios de comunicacidn discursiva. DespuCs d e este p e r i o d o n o s u r g i 6 n i n g Q n m o v i m i e n t o ideoldgico de poder comparable, pese a que las iglesias conservaron muchos de sus poderes y a que la alfabetizacion surti6 un efecto considerable. Las ideologias modernas mis importantes se han aplicado a las clases y las naciones. Segun una distincion que explicaremos mis adelante, el poder ideologico (salvo en raras coyunturas revolucionarias; vianse capitulos 6 y 7) fue en este periodo mis <
((trascendente., y contribuy6 a la aparici6n de 10s actores colectivos creados por el capitalismo, el militarism0 y 10s Estados. Vayamos ahora a las malas noticias o, mis bien, a unas noticias complicadas, a partir de las cuales podremos, de todos modos, elaborar una teoria mis rica y adecuada para hacer frente a la confusi6n de las sociedades humanas reales:
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1. Las cuatro fuentes del poder social no son como bolas de billar que siguen una trayectoria y cambian de direccion a1 chocar entre si, sin0 que se <>; es decir, sus interacciones alteran reciprocamente sus configuraciones internas y sus trayectorias externas. Los acontecimientos que analizo en estas piginas: la Revolucion Francesa, la casi hegemonia britinica, la aparici6n del nacionalismo o del socialismo, la politica de las clases medias o del campesinado, las causas y resultados de las guerras, etc., supusieron el desarrollo entrelazado de mis de una fuente de poder. Por mi parte, critic0 las teorias <> y monocausales, ya que las generalizaciones no pueden culminar en una simple afirmacion de <>. 2. Mis generalizaciones impuras y aproximadas tampoco son capaces de distinguir por c o i p l e t o entre el poder distributivo y colectivo de Parsons (1960: 199 a 225), aunque sus historias difieran. El poder distributivo es el poder del actor A sobre el actor B. Para que B adquiera mis poder distributivo, A debe perderlo en alguna medida. Pero el poder colectivo es el poder conjunto de A y B, que colaboran para explotar la naturaleza o a un tercer actor, C. Durante este periodo 10s poderes colectivos de Occidente crecieron de forma espectacular: el capitalismo comercial y, mis tarde, el industrial acrecentaron la conquista humana d e la naturaleza; la Revoluci6n Militar aumentd el poder de Occidente; el Estado modern0 promovi6 la aparici6n de un nuevo actor de poder colectivo: la naci6n. Aunque otras fuentes de poder social contribuyeron a producir estos desarrollos, del poder colectivo se debieron principal y estas tres <> respectivamente a las relaciones de poder economico, militar y politic0 (la <> del poder ideologic0 -la expansion de la alfabetizacion discursiva- fue menos <>). Los cambios en el poder distributivo fueron m i s complejos e <>. D e hecho, 10s crecientes poderes colectivos de 10s Estados redujeron el poder de las
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El desarrollo d e las clases y 10s Escados nacionales, 1760-1914
descendente de consecuencias internas y geopoliticas involuntarias, demasiado complejas para la comprensi6n cabal de 10s participantes o para su control por parte de unos Estados polimorfos. Convendria aprender la lecci6n de esta decadencia e institucionalizar el poder con objeto de no repetir tales acontecimientos. Lo que resta de este capitulo y 10s dos siguientes explican con mayor detalle mi modelo IEMP de poder. Repito aqui el consejo que di a1 lector a1 comenzar el Volumen I: si encuentra dificil la teoria sociolbgica, puede saltar directamente a1 primer capitulo narrativo, el numero 4. Cabe esperar que m i s tarde sienta ganas de regresar a la teoria.
El modelo I E M P de organizacidn delpoder En busca de nuestros objetivos, nos adentraremos en las organizaciones de poder con tres caracteristicas formales y cuatro sustanciales que determinan la estructura general de las sociedades:
1 . Como he apuntado antes, la organizacion supone la existencia de un poder colectivo y distributivo. La mayoria de las relaciones reales de poder -entre clases o entre un Estado y sus s6bditos- 10s comprenden a ambos, en combinaciones variables. 2. El poder puede ser extensivo o intensivo. El poder extensivo puede organizar grandes masas de poblaci6n en territorios extensos. El poder intensivo moviliza un alto !grad0 de avenencia entre quienes participan de 61. 3. El poder puede ser autoritario o difuso. El poder autoritario comprende las 6rdenes procedentes de la voluntad de u n actor (normalmente, una colectividad) y supone la obediencia consciente de 10s subordinados. Los ejemplos tipicos son las organizaciones de poder militar y politico. El poder difuso no manda directamente; se propaga de forma relativamente espontinea, inconsciente y descentralizada. Los sujetos se ven obligados a actuar de una forma determinada, pero no por orden de una persona u organizaci6n concreta. La forma tipica del poder difuso son las organizaciones de poder ideol6gico y econ6mico. El intercambio mercantil del capitalism0 constituye un buen ejemplo de ello. Esta forma de poder entraiia un grado considerable de imposici6n, aunque se trata de un hecho no personalizado, que suele parecer (
Cuando es eficaz, el ejercicio del poder combina el poder colectivo y distributivo, extensivo e intensivo, autoritario y difuso. D e ahi las escasas posibilidades de que una sola fuente de poder -por ejemplo, econ6mico o militar- sea capaz de determinar por si sola la estructura total de las sociedades. Debe unirse con otros recursos de poder, como en el caso de las dos determinaciones duales que identifico a lo largo de este periodo. Existen de hecho cuatro fuentes sustantivas de poder social: econbmica, ideol6gica, militar y politics.
1 . El poder ideoldgico procede de la necesidad humana de dotar a la vida de un significado ultimo, compartir normas y valores y participar en pricticas estkticas y rituales. El control de una ideologia que combine significados Gltimos, valores, normas, estktica y rituales brinda un poder social general. Las religiones constituyeron el ejemplo fundamental del Volumen I; en el presente volumen figuran junto a ideologias laicas como el liberalismo, el socialismo y el nacionalismo, las cuales, cada una a su modo, se esforzaron por resolver el problema del sentido de las clases y las naciones. Cada fuente del poder genera distintas formas de organizaci6n. El poder ideol6gico es predominantemente difuso, ordena a travks de la persuasi6n y pretende una participacibn ~cverdadera.. y < en el ritual. Se difunde de dos formas principales. Puede ser ((trascendente.. desde el punto de vista socioespacial, esto es, una ideologia puede difundirse directamente por las fronteras de las organizaciones de poder econ6mic0, militar y politico. Los seres humanos que pertenecen a diferentes Estados, clases, etc., afrontan problemas semejantes, para 10s que una ideologia puede ofrecer soluciones creibles. Entonces, el poder ideol6gico se extiende trascendentalmente para formar una nueva red de interacci6n social, caracteristica y poderosa. En segundo lugar, el poder ideol6gico puede consolidar una oiganizacion de poder ya existente, mediante el desarrollo de su amoral inmanente.. . La trascendencia es una forma de poder radicalmente aut6noma; la inmanencia reproduce y fortalece las relaciones de poder ya existentes. 2. El poder econdmico nace de la necesidad de extraer, transformar, distribuir y consumir 10s recursos de la Naturaleza. Resulta particularmente poderoso porque combina la colaboraci6n intensiva del trabajo cotidiano con 10s circuitos extensivos de la distribuci611, el intercambio y el consumo de bienes. Ello genera una combinaci6n estable de poder intensivo y extensivo, y normalmente tambiin de poder
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autoritario y difuso (el primer par se centra en la producci6n; el segundo, en el intercambio). En el volumen I he denominado a estas organizaciones de poder econ6mico <> 2. Los miembros de un grupo segmental provienen de distintas clases: una tribu, un linaje, una red clientelista, una localidad, una empresa industrial, etc. Los segmentos compiten entre si horizontalmente. Las clases, las secciones y 10s segmentos se cruzan y atentian mutuamente en las sociedades humanas. En el Volumen I he mostrado el frecuente predominio de 10s segmentos y las secciones sobre las clases. En general, estas Oltimas se 10s propietarios, 10s trabajadores y otros elemantuvieron <: mentos luchaban entre si, per0 solian hacerlo de forma semioculta, intensiva y limitada a un nivel cotidiano y local. La lucha rnis extensiva se entab16 entre 10s segmentos. Pero cuando las relaciones de clase comenzaron a predominar, alcanzamos un segundo estadio: el y otras < cas,. Las clases extensivas y asimitricas aparecieron, por lo general, antes: s610 10s propietarios estaban organizados extensivamente, mientras que 10s trabajadores se encontraban bloqueados en organiC o n bastante confusi6n,los tedricos americanos de las clases emplean el termino Nsegmento* para referirse a una parte de la clase, lo que recibe en Europa el nombre de ~fraccion*.Por mi parce, me atengo aqui a1 uso europeo y antropologico.
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zaciones seccionales y segrnentales. M i s tarde, en estructuras de clase extensivas y simitricas, las dos clases principales se organizaron en un irea socioespacial semejante. Por fin, llegamos a la <>.En el Occidente moderno, el poder militar es diferente. H a sido formalmente monopolizado y restringido por 10s Estados, si bien las elites militares han conservado una
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considerable autonomia dentro de aqutllos, y n o han dejado de influir en la sociedad, como tendremos ocasion de comprobar. 4 . El poder politico surge por la utilidad de una regulaci6n centralizada y territorial. E n definitiva, poder politico significa poder estatal. Su naturaleza es autoritaria, ya que imparte 6rdenes desde un centro. La organization del Estado es doble: desde el punto de vista interno, se encuentra ~territorialmentecentralizado,,; per0 cara a1 exterior, implica una geopolitics. Ambos planos influyen en el desarro110 social, particularmente en la Cpoca moderna. E n el capitulo 3 estableci una teoria del Estado moderno. La lucha por el control de las organizaciones de poder ideologico, economico, militar y politico constituye el drama m i s importante del desarrollo social. Las sociedades se estructuran, ante todo, mediante la interacci6n de 10s poderes ideologico, economico, militar y politico. Pero, dicho asi, se trata s610 de cuatro tipos ideales, y lo cierto es que n o existen en forma pura. Las organizaciones reales del poder 10s mezclan, porque 10s cuatro son necesarios entre si y para la existencia social. Una organizaci6n econornica, por ejemplo, requiere que algunos de sus miembros compartan normas y valores ideol6gicos. TambiCn necesita de una defensa militar y una regulaci6n estatal. D e esta forma, las organizaciones ideol6gicas, militares y politicas ayudan a estructurar las econ6micas, y viceversa. N o hay en las sociedades niveles o subsistemas autonomos que se desarrollen aisladamente, seglin su propia 16gica (adel mod0 de produccion feudal a1 mod0 de producci6n capitalists,, <>. Durante el periodo que nos ocupa, el Estado-naci6n y un concepto mis amplio de civilizacidn transnacional compitieron como unidades bisicas de pertenencia en Occidente. E n ese marco tambikn sufri6 una metamorfosis la aociedad*, el concepto bisico de la sociologia. Las fuentes de poder generan, pues, redes de relaciones de poder que se intersectan y se superponen a otras dinimicas y fronteras socioespaciales; esta interrelacion presenta consecuencias involuntarias para 10s actores de poder. Mi modelo IEMP no consiste en un sistema social dividido en cuatro -subsistemas%, <
analitica para comprender el desorden. Las cuatro fuentes del poder ofrecen medios concretos de organizaci6n, con capacidad potencial de brindar a 10s seres humanos la consecuci6n de sus objetivos. Pero 10s medios elegidos y sus posibles combinaciones dependerin de la interaccion permanente entre las configuraciones de poder hist6ricamente dadas y lo que aparece entre ellas y dentro de ellas. Las fuentes del poder social y las organizaciones que las incardinan son impuras y apromiscuas~.Se entretejen mutuamente en una compleja interacci6n de fuerzas institucionalizadas y fuerzas intersticiales emergentes.
2 U n largo siglo revoltrcionario?
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Este volumen presenta una evidente discontinuidad respecto a1 I, donde abarqut 10.000 aiios de experiencia social de la humanidad y 5.000 de historia civilizada en todo el mundo, mientras que aqui abordari apenas 154 aiios, y ello en el nlicleo de una linica civilizaci6n: la Europa occidental y su principal vistago colonial de raza blanca. Muchas de las cuestiones de amplio alcance tratadas en el Volumen I caen fuera del imbito de Cste. N o podrC desarrollar (salvo en formas muy limitadas) uno de sus temas principales: la dialtctica entre 10s imperios de dominacion y las civilizaciones con mtiltiples actores de poder, puesto que esta civilization en concreto es meramente un ejemplo dc las liltimas. E n este volumen sustituyo lo macro por lo micro. Existen buenas razones para reducir el objetivo. La civilizaci6n occidental, ademis de transformar el planeta, ha transmitido una riqueza documental que permite una description mis sustanciosa, capaz de vincular las macroestructuras a 10s grupos con poder de decision y a las agencias humanas individuales. Por otra parte, ensayo tambiin un anilisis m i s comparativo. A este respecto, deb0 aclarar que n o soy por principio enemigo de este tip0 de anilisis, aunque algunos reseiiadores del Volumen I lo hayan supuesto. Cuanto m i s numerosos son 10s casos cercanos en el tiempo de la historia universal, mayores serin tambitn las posibilidades de comparaci6n. Siempre que no perdamos de vista que 10s cinco casos que estudio fueron <, o ,y n o <
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general dependi6 ante todo de una revoluci6n singular, normalmente de tipo econ6mico. Estamos ante una explicaci6n mucho mis simple que la de mi modelo IEMP: no cuatro, sino una sola fuente fundamental de poder; n o una interacci6n ni una metamorfosis impura e intersticial, sin0 un sistema dialkctic0 Onico. 2Es Otil ese modelo de revoluci6n Gnica? En el curso de unos setenta aiios, primer0 en Gran Bretaiia, de 1780 a 1850, y despuCs en AmCrica y Europa occidental, durante 10s setenta siguientes, tuvo lugar lo que habitualmente se reconoce como el cambio revolucionario mis trascendente de la historia humana: la Revoluci6n Industrial. Este hecho transform6 el poder de 10s seres humanos sobre la naturaleza y sobre sus propios cuerpos, la localizaci6n y densidad de 10s asentamientos humanos, el paisaje y 10s recursos naturales de la Tierra. Durante el siglo xx tales transformaciones se extendieron por el mundo. H o y vivimos en una sociedad global. N o se trata de una sociedad unitaria, de una comunidad ideol6gica o de un Estado, sino de una Onica red de poder, influida por todo tip0 de perturbaciones: derrocamiento de imperios, migraciones masivas, transporte de todo tip0 de materiales y mensajes, y, finalmente, amenazas contra el ecosistema y la atm6sfera planetaria. Una gran parte de las teorias hist6ricas y sociol6gicas consideran tales cambios <
Inrroduccion
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afectivo (es decir, con carga emocional) a lo neutral e instrumental, de lo especifico de una relacion concreta a lo difuso a travCs de numerosas relaciones. Las relaciones preindustriales se habrian regido por las primeras caracteristicas; las sociedades industriales, por las Oltimas. Mis tarde, 10s fantasmas de Comte y Marx reaparecian en 'la distinci6n establecida por Foucault (1974, 1979) entre una era clisica y una era burguesa, cada cual dominada por su propia <
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fueron procesos distintos que tuvieron lugar en tiernpos diferentes, sobre todo en 10s paises m i s adelantados. Gran Bretaiia poseia ya una econornia predorninanternente capitalista rnucho antes de la Revoluci6n Industrial. E n la dicada de 1770 Adam Smith aplic6 su teoria del capitalism0 de rnercado a una econornia esencialrnente agraria, a1 parecer sin percibir la revolucion industrial que se avecinaba. Si la escuela capitalista esti en lo cierto, debernos fechar la transforrnacion revolucionaria inglesa a partir del siglo XVIII o incluso del XVII. Pero si lo esti la escuela industrial, podernos conservar la fecha de cornienzos del siglo XIX. N o obstante, si arnbas tienen raz6n en parte, tuvo que haber mis de un proceso revolucionario, y entonces deberernos desenmaraiiar su entrelazarniento. En realidad, puede que las transforrnaciones economicas fueran aGn rnis cornplicadas. Algunos historiadores econ6rnicos minimizan la importancia de la (prirnera) Revoluci6n Industrial, m i e n t r a s q u e o t r o s p o n e n e l i n f a s i s e n u n a <
carnbio para la experiencia hurnana (Hart, de proxima aparicion). La rnisrna aceleracion se produjo en todas las forrnas de movilidad colectiva. D e 1760 a 1914 las estadisticas sobre la cornunicaci6n de rnensajes y el transporte de bienes, sobre el product0 bruto nacional, la renta per cipita y la capacidad rnortifera de las arrnas rnuestran un despegue que supera todos 10s ritmos historicos conocidos. El crecimiento de la rnovilizaci6n del poder colectivo, lo que Durkheirn llamo la <
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necesitaba quizis unos cincuenta trabajadores con sus familias, unas cuantas bestias, un taller y un par de vehiculos de suministro. La producci6n de energia ya no necesitaba la movilizaci6n concentrada, extensiva y coercitiva. Se hallaba difundida por la sociedad civil, transformando la organizaci6n de poder colectivo. Esta civilizaci6n era capaz de dominar el mundo por si sola. Bairoch (1982) ha reunido varias estadisticas hist6ricas de producci6n (que analizark en el capitulo 8). En 1750 Europa y AmCrica del Norte abarcaban alrededor del 25 por 100 de la producci6n industrial del mundo; hacia 1913, alcanzaban el 90 por 100 (quizis algo menos, ya que las estadisticas minimizan la producci6n de las economias no monetarias). La industria se encontraba lista para transformarse en superioridad militar. Unos cuantos contingentes europeos, relativamente pequeiios, de tropas y flotas podian intimidar continentes y repartirse el mundo. S610 Jap6n, el interior de China y 10s paises inaccesibles y poco atractivos se libraron de 10s imperios europeos y sus colonos blancos. Entonces, el este de Asia reaccion6 y se uni6 a esta selecta banda de saqueadores de la Tierra. Como afirman las teorias dicot6micas, el poder colectivo occidental experiment6 una revoluci6n. Mejor6 la organizaci6n cualitativa de las sociedades para movilizar la capacidad humana y explotar la naturaleza, per0 tambiin para explotar a otras sociedades menos desarrolladas. Su extraordinaria densidad social permiti6 la participaci6n en la misma .a esta revoluci6n del poder colectivo. Veian en ella el carnbio hacia una sociedad rnis rica, mis sana y mejor en todos 10s aspectos, que aumentaria la felicidad humana y la moralidad social. Pocos dudaban de que 10s europeos estaban dando un salto cualitativo en la organization de la sociedad, tanto en las colonias como en la madre patria. Por muy grande que sea nuestro escepticismo actual, incluso nuestra alarma por dicho ccprogreso.,, no podemos ignorar que durante el largo siglo XIX muy pocos lo p u s i e r ~ nen duda. El carnbio se produjo en un tiempo tan breve ya que algunas de las transformaciones mis profundas tuvieron lugar en el curso de la vida de una persona. Algo muy distinto a lo que hemos visto en la mayoria de 10s cambios estructurales descritos en el Volumen I. Por ejemplo, la aparici6n de las relaciones sociales capitalistas en Europa occidental habia requerido siglos, y aunque la poblaci6n experiment6 en su carne algunas de sus consecuencias (por ejemplo, la sustituci6n
de las corveas por rentas en metilico o el cercamiento forzoso de las tierras), es dudoso que alguien comprendiera 10s macrocambios que estaban en marcha. Por el contrario, 10s macroprocesos del siglo XIX fueron identificados por participantes reflexivos; de ahi la aparici6n de las propias teorias dicot6micas, que en realidad constituian s61o versiones relativamente cientificas de las ideologias contemporineas de la modernizacion. Pero la autoconsciencia y la reflexi6n se alimentan a si mismas. Si 10s actores sociales se dan cuenta de las transformaciones estructurales en curso, puede que intenten resistirse a ellas. Pero si, como en este caso, las transformaciones acentuan 10s poderes colectivos, es mis probable que intenten embridar la modernizacion conforme a sus intereses. Sus posibilidades de lograrlo dependen del poder distributivo que tengan. Una mirada superficial podria concluir que tambiCn el poder distributivo experiment6 una transformaci6n a comienzos de este per i o d ~ Las . clases y las naciones, actores relativamente noveles en las luchas por el poder, generaron 10s acontecimientos sociopoliticos que denominamos urevoluciones... En el Volumen I demostrC que la organizaci6n de clase y de naci6n era una rareza en las sociedades agrarias. Pero como observaron Marx y Weber, entre otros, la lucha nacional y de clase se convirti6 ahora en un hecho decisivo para el desarrollo social. El poder distributivo, como el colectivo, se desplaz6 desde el particularismo hacia el universalismo. Curiosamente, sin embargo, 10s resultados no fueron revolucionarios. Tomemos, por ejemplo, el caso de Gran Bretaiia, la primera naci6n industrial. Gran parte de las relaciones britinicas de poder distributivo propias de 1760 subsistian en 1914 y subsisten en la actualidad. Y en 10s casos en que han cambiado, la transici6n se encontraba en marcha mucho antes de 1760. El protestantismo de Estado se introdujo gracias a Enrique VIII, se consolid6 gracias a la Guerra Civil y acab6 por ser casi secular durante el siglo xvrII y la primera parte del XIX. La monarquia constitucional se institucionaliz6 en 1688; desde entonces, a lo largo de 10s siglos XVIII,XIX y XX,10s poderes monirquicos han sufrido una fuerte erosibn, aunque ello no ha evitado la confirmaci6n de su dignidad simb6lica. La agricultura y el comercio se transformaron pronto en actividades capitalistas; la industria fue moldeada por las instituciones comerciales del siglo XVIII y las clases modernas han sido absorbidas por ese capitalismo. La C i mara de 10s Lores, las dos universidades antiguas, las escuelas piibli-
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cas, la City,la guardia de palacio, 10s clubes londinenses, la clase burocritica, todo ello sobrevive dentro del poder como una mezcla del siglo XIX con todos 10s siglos preterites. En realidad, se produjeron tambikn autknticos desplazamientos de poder -el auge de la clase media y de la clase obrera, la expansion de la democracia de partidos, el nacionalismo popular y el Estado asistencial-, pero la tendencia general no fue tanto la transformaci6n cualitativa que defienden las teorias dicot6micas como 10s cambios graduales, que demostraron la inmensa capacidad de adaptaci6n de 10s regimenes gobernantes. Acaso Gran Bretaiia, en muchos sentidos el pais mis conservador de Europa, constituya un elemento extremo; pero encontramos pautas semejantes en otros lugares. En el mapa religiose europeo, establecido ya en 1648, no volvieron a registrarse alteraciones significativas. La religion cristiana qued6 pricticamente secularizada desde entonces. Es verdad que hub0 dos grandes derrocamientos de monarquias a1 comienzo de nuestro periodo, pero las revoluciones americana y francesa tuvieron lugar antes de la industrializacion de esos paises, y (como veremos) la Revolution Francesa necesito todo un siglo para conseguir unos cambios bastante mis modestos que los que habia prometido en un principio; la Constituci6n de 10s revolucionarios americanos, por su parte, no tard6 en convertirse en una fuerza conservadora para las posteriores relaciones de poder distributivo. En otros lugares, el capitalismo y la industria resultaron desestabilizadores, pero rara vez derrocaron a1 antiguo regimen; solo hub0 dos revoluciones sociopoliticas, en Francia y Rusia, en comparaci6n con la multitud de revoluciones fracasadas y de reformas limitadas de otros paises. El antiguo regimen y el nuevo capital normalmente se fundieron en una clase gobernante moderna durante el siglo XIX;despues hicieron concesiones de ciudadania, que contribuyeron tambiin a domesticar en gran parte a las clases medias, a la clase obrera y a1 campesinado. La continuidad result6 aun mayor en el Jap6n, el principal pais capitalista fuera de Occidente. Quizis haya sido demasiado selective y haya subestimado algunos desplazamientos autinticos del poder distributivo. Pero el argumento opuesto, que defiende la transformaci6n -especialmente en el sentido dialictico marxiano de 10s opuestos que chocan en una <>social y politics- no parece viable. Esto parece igualmente cierto para el poder distribuido geopoliticamente. Los Estados se hicieron nacionales, pero siguieron creciendo y decayendo, en tanto que algunos, muy pocos, continuaban
luchando por el liderazgo durante varios siglos. Francia y Gran Bretaiia se enfrentaron sin descanso desde la Edad Media hasta este per i o d ~Las . novedades fueron el ixito de Prusia, la aparicion de 10s Estados Unidos y la decadencia de Austria. La Revoluci6n Industrial (Tilly, 1990: 45 a 47) fren6 la tendencia a la concentraci6n del poder en unas cuantas potencias que se habia manifestado desde el siglo XVI, favoreci6 a1 Estado-nacion en detriment0 del imperio multinacional y privilegi6 a 10s Estados que contaban con economias mas grandes. Veremos, no obstante, que estas tendencias dependieron tambiin de relaciones de poder no econ6micas. La sorprendente continuidad del poder distributivo tiene una excepci6n importante. Las relaciones de podex- entre el hombre y la mujer experimentaron durante este periodo una transformaci6n r i pida, que si podriamos calificar de revolucionaria. En otro lugar (1988) he descrito con brevedad el final del <>, su sustituy la posterior aparici6n de unas relaciocion por el <> nes mis igualitarias entre 10s gkneros. El indicador mis sencillo es la longevidad. Desde 10s mis remotos tiempos prehist6ricos hasta finales del siglo XIX,10s hombres vivieron mis que las mujeres, unos cinco aiios mis en un arco vital de entre treinta y cuarenta y cinco. Luego, la desigualdad se invirti6: las mujeres viven ahora cinco aiios mis que 10s hombres en un arco vital de setenta aiios, y la diferencia sigue agrandindose (Hart, 1990). Por mi parte, he abandonado la intenci6n inicial de analizar en este volumen las relaciones de ginero, cuya historia se esti reescribiendo en este momento gracias a la investigaci6n feminista. N o es Pste, pues, el momento de intentar una gran sintesis, aunque formulare algunos comentarios sobre las conexiones entre genero, clase y naci6n durante el periodo. Sin embargo, cabe afirmar que, exceptuando el ginero, el poder distributivo evoluciono en el periodo menos de lo que sugiere la tradici6n teorica. Las clases y 10s Estados-naci6n no revolucionaron la estratificacion social. N o han faltado sociologos e historiadores que lo apuntaran. Asi, Moore (1973) argumenta que las antiguas pautas de posesi6n de la tierra afectaron mis a1 desarrollo politico que el capitalismo industrial. Rokkan (1970) distingue dos revoluciones, la nacional y la industrial, cada una de las cuales genero dos escisiones politicas. La revolucion nacional comport6 conflictos entre el centro y la periferia, y entre el Estado y la Iglesia; la Revoluci6n Industrial produjo conflictos entre la agricultura y la industria, 10s propietarios y 10s trabajadores. Rokkan descifra la dicotomia revolucionaria como una combina-
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ci6n compleja de cuatro luchas, en las que las antiguas consignan 10s parimetros de las nuevas. Lipset (1985) Cree que las variaciones que presentan 10s movimientos obreros del siglo xx se debieron a la presencia o ausencia de un feudalism0 previoy Corrigan y Sayer destacan la supervivencia de la clase gobernante britinica; su csupuesta sensatez, moderaci611, pragmatismo, hostilidad hacia la ideologia, y su capacidad para "salir del paso sin saber c6mo", sus argucias y excentricidades. (1985: 192 y ss.). Mayer (1981) argumenta que 10s antiguos regimenes europeos no fueron liquidados por el industrialismo: s610 se pusieron en peligro de muerte tras perpetrar la Primera Guerra Mundial, reaccionar exageradamente ante el socialismo y abrazar el fascismo. Estos autores establecen dos puntos. Primero, la importancia de la tradici6n. N i el capitalism0 ni el industrialismo acabaron con todo; por el contrario, se moldearon segtin formas antiguas. En segundo lugar, estos estudiosos trascienden la economia y aiiaden a 10s modos de producci6n y a las clases sociales diversas relaciones de poder politico, militar, geopolitico e ideol6gico. Sus argumentaciones resultan con frecuencia acertadas. Algunos de 10s capitulos que veremos a continuaci6n se apoyan en ellas, especialmente en las de Rokkan, que percibi6 la significaci6n de las luchas nacionales y de clase. N o obstante, hub0 cambios en las relaciones de poder distributivo. En primer lugar, el antiguo regimen no podia limitarse a ignorar o reprimir a las clases y las naciones. Para sobrevivir, debia llegar a un compromiso (Wuthnow, 1989: 111; Rueschemeyer, Stephens y Stephens, 1992). Pero las luchas nacionales tambitn se entrelazaron con las clases, modificando con ello a todos 10s actores de poder, no sistemitica o >, sin0 por vias complejas que a menudo surtian efectos involuntarios. En segundo lugar, las tradicionales organizaciones de poder rivales de las clases y las naciones -segmentsles o seccionales y transnacionales o local-regionales- no fueron eliminadas sin0 transformadas. Las redes flexibles, controladas por notables del antiguo regimen, se convirtieron en partidos politicos clientelistas, mis accesibles a la capacidad de maniobra de 10s notables, que mantuvieron a raya a 10s partidos de clase. Las fuerzas armadas se consolidaron, pasando de ser confederaciones mis flexibles de regimientos, <
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poder de movilizaci6n local-regional para organizar el poder descentralizado contra el Estado-naci6n. Todas estas organizaciones transformaron las relaciones de 10s regimenes con las masas. En resumen, la transformacibn econ6mica no fue Gnica sino mtiltiple; el poder colectivo experiment6 una revoluci6n; la mayor parte de las formas de poder distributivo experimentaron alteraciones, per0 no revoluciones; 10s tradicionales actores de poder dominantes sobrevivieron mejor de lo esperado; y los actores de poder fueron conscientes de las transformaciones estructurales, pese a la extrema complejidad de las mismas. El panorama resultante tiene consecuencias para una teoria del cambio social. El cambio social: estrategias, entrelazamientos impuros y consecuencias involuntarias A comienzos del period0 tuvieron lugar tres revoluciones que sorprendieron a sus protagonistas. La Revoluci6n Industrial britinica, iniciada por la <
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minos, m i s o menos acordes con el gobierno monirquico, el gobierno de la ley, el liberalism0 econ6mic0, la democracia o el nacionalismo. Las estrategias semiconscientes, de caricter a un tiempo integrador y represivo, dieron lugar a una enorme variedad de pautas de desarrollo no revolucionarias. En consecuencia, las formas tradicionales ni se reprodujeron ni se derrocaron por completo. Fueron modificadas o ampliadas conforme a1 resultado de 10s enfrentamientos entre las ((derivas-estrategias del regimen. y las derivas-estrategias de las naciones y clases emergentes. entiendo aqui la alianza de 10s actores dominantes de Por <> poder ideolbgico, econ6mico y militar, coordinados por 10s gobernantes del Estado. Estos Qltimos, como veremos en el capitulo 3, comprendian tanto a 10s <> (en el hentido weberianoj como a las <>: para la libertad individual -1ibertad personal, libertad de palabra, pensamiento y religibn, derecho a la propiedad privada, a firmar contratos legales, y derecho a la justicia-*. Los britinicos conquistaron su ciudadania civil durante u n <
parlamentos soberanos, a lo largo de un siglo, desde la Great Reform Act de 1832 hasta las Franchise Acts de 1918 y 1928. La tercera fase,
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realizada durante el siglo XX, corresponde a la consecuci6n de la ciudadania <
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del territorio nacional y acabaron -por -politizarlos. Las clases, en vez de enfrentarse unas a otras en el context0 de la sociedad civil, como habia sido tradicional, invirtieron su renovado vigor en hacer politics. Superada esta fase <>, aparecieron otros estimulos para la naci6n enjaulada: la disputas por 10s cargos p6blicos, 10s aranceles, 10s ferrocarriles y las escuelas. El proceso de transformaci6n de 10s Estados en ~ s t a d o snacionales, primero, y en Estados-nacibn, despuis, enjaul6 a las clases y, sin quererlo, las <
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Turner (1990) ha criticado con raz6n el olvido de la dimension Ctnica y religiosa en mi ensayo de 1988. Intento remediarlo ahora tomindome en serio la cuesti6n nacional. TambiCn ha criticado mi knfasis en la estrategia de la clase gobernante en decrimento de la estrategia de las clases bajas. En este volumen tendre en cuenta las dos, per0 continuark subrayando la primera.
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movimiento -por lo demis, generalizado e incuestionable- en favor del Estado-naci6n centralizado. Los regimenes compitieron, progresaron y perecieron seg6n las luchas locales de poder nacional y de clase, las alianzas diplomiticas, las guerras, la rivalidad econ6mica internacional y las reivindicaciones ideologicas que cundieron por todo Occidente. A medida que crecian las potencias, lo hacia tambiin el <> de las estrategias de su rigimen; cuando las primeras decayeron arrastraron a las segundas en su caida. La estrategia afortunada de una potencia puede modificar la industrializaci6n subsiguiente. La monarquia semiautoritaria de Alemania y la centralizaci6n estadounidense fueron, en parte, el resultado de la guerra. DespuCs consolidaron la Segunda Revoluci6n Industrial, la gran empresa capitalists y la regulaci6n estatal del desarrollo economico. Finalmente, 10s <
Bairoch, P. 1982: *International industrialization levels from 1750 to 1980.. En journal of European Economic History, 1 1 . Barbalet, J. 1988: Citizenship. Milton Keynes: Open University Press. Corrigan, P., y D. Sayer. 1985: The Great Arch. Oxford: Blackwell. Foucault, M. 1974: The Order of Things. Nueva York: Pantheon. - 1979. Discipline and Punish. Londres: Allen Lane. [Ed. cast.: Vigilar y castigar. Madrid, Siglo X X I , 1996.1
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Giddens, A. 1982: Profiles and Critiques in Social Theory. Londres: Macmillan. - 1985: The Nation-State and Violence. Cambridge: Polity Press. Hart, N. 1990: *Female vitality and the history of human health.. Ponencia presentada en el Tercer Congreso de la European Society for Medical Sociology, Marburg. -: Life Chances and Longevity. Londres: Macmillan en prensa. Landes, D. 1969: T h e Unbound Prometheus: Technological Change and Industrial Development in Western Europe from 1750 to the Present. Cambridge: Cambridge University Press. Lipset, S. M. 1985: #Radicalism or reformism: the sources of working-class politics,,. En Consensus and Conflict: Essays in Political Sociology. New Brunswick, N. J.: Transaction Books. McKeown, T. 1976: T h e Modern Rise of Population. Nueva York: Academic Press. Mann, M. 1986: T h e Sources of Social Power. ~ o lI ,. A History of Power from the Beginning t o A.D. 1760. Cambridge: Cambridge University Press. [Ed. cast.: Las fuentes delpoder social, I. Madrid, Alianza Editorial, 1991.1 - 1988: -Ruling class strategies and citizenship*. En M. Mann States, W a r and Capitalism. Oxford: Blackwell. Marshall, T.H. 1963: Sociology at the Crossroads and Other Essays. Londres: Heinemann. Mayer, A. J. 1981: T h e Persistence of t h e O l d Regime. Londres: Croom Helm. Moore, B. Jr. 1973: Social Origins of Dictatorship and Democracy. Harmondsworth: Penguin Books. [Ed. cast.: Los origenes sociales de la dictadura y la democracia. Barcelona, Ed. 62, 1991.1 Parsons, T. 1960: <.The distribution of power in American society.. . En Parson's, T., Structure and Process in Modern Societies. Nueva York: Free Press. Rokkan, S. 1970: Cities, Elections, Parties: Approaches t o the Comparative Study of the Processes of Development. Oslo: Universitets forlaget. Rueschemeyer, D., E. Stephens, y J. Stephens. 1992: Capitalist Development and Democracy. Chicago: University of Chicago Press. Tilly, C. 1990: Coercion, Capital and European States, A D 990-1990. Oxford: Blackwell. [Ed. cast.: Coleccion, capital y los Estados europeos, 990-1990. Madrid, Alianza Editorial, 1992.1 Turner, B. S. 1986: Citizenship and Capitalism. Londres: Allen & Unwin. - 1990: -Outline of a theory of citizenship*, en Sociology 24. Wrigley, E. A. y R. S. Schofield. 1981: The Population History of England, 1541-1871. Londres: Arnold. Wuthnow, R. 1989: Communities of Discourse. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Capitulo 2 LAS RELACIONES DEL PODER ECONOMICOE
IDEOLOGICO
D u r a n t e el siglo XVIII fue u n hecho convencional -y continQa siindolo desde entonces- distinguir entre dos esferas fundamentales d e la actividad social: <
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autores del siglo X V I I I enfrentados a lo que les parecia despotismo; como ha vuelto a serlo una vez mis cuando 10s disidentes soviiticos, chinos y del Este de Europa quisieron movilizar las fuerzas descentralizadas de la sociedad civil contra la represi6n estatal. Sin embargo, 10s Estados no son tan diferentes del resto de la vida social como estas ideologias sugieren. En el Volumen I demostrt que las sociedades civiles comenzaron a crecer entrelazadas con 10s Estados modernos. En iste demostrari que durante el largo siglo XIX la sociedad civil se convirti6 en la provincia del Estado-naci6n de mod0 mis sustancial, aunque en absoluto completo. Este hecho, que tuvo consecuencias para las relaciones de poder, tanto econ6micas como ideolbgicas, constituiri el tema central del capitulo que nos ocupa. D e mod0 que tanto en iste como en el nOmero 3 se cuestionari con frecuencia la separaci6n que sugieren sus titulos.
Elpoder econdmico: el capitalismo y las clases En 1760 el capitalismo comenz6 a dominar las relaciones del poder econ6mico en Occidente. Siguiendo a Marx, defino este sistema econ6mico en 10s siguientes tCrminos: 1. Produccidn de mercannbs. Los factores de la producci6n, entre ellos el trabajo, no se consideran fines en si mismos, sino Onicamente medios, a 10s que se asigna un valor de cambio y son intercambiables entre si. El capitalismo es, pues, una forma difusa de poder econ6mic0, salvo en una de sus caracteristicas: la necesidad de la garantia autoritaria de: 2. La propiedad privada y exclusiva de los medios de produccidn. Los medios de producci6n, inchyendo la fuerza de trabajo, pertenecen s610 y Onicamente a una clase de capitalistas privados. 3. El trabajo es ulibre~,pero esti separado de los medios de produccidn. Los trabajadores son libres de vender su fuerza de trabajo o abandonar su puesto si lo consideran conveniente, sin prohibiciones autoritarias; cobran un salario libremente negociado per0 carecen de derechos de propiedad directos sobre la plusvalia. Marx sostuvo con raz6n que el capitalismo habia revolucionado las ~ f u e r z a sproductivas>>de la sociedad; esto es, el poder econ6mico colectivo. Se trata de la afirmaci6n mis evidente de ((primacia Oltima~
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en 10s tiempos modernos para este mod0 de producci6n. Pero Marx sostuvo tambiin que las ~relacionesde producci6ns del capitalismo -el poder econ6mico distributivo- tenian la misma capacidad de revolucionar la sociedad. La plusvalia se obtenia ahora por ((medias puramente econ6micos>>,a travts de la produccidn y lor mercados, sin necesidad de la ayuda de organizaciones de poder ideolbgico, militar y politico. Su contraposici6n del capitalismo a 10s anteriores modos de producci6n ha encontrado eco en muchos autores (Poulantzas, 1975: 19; Anderson, 1979: 403; Giddens, 1985: 181; Brenner, 1987: 227, 231, 299). Yo no estoy de acuerdo. Marx sostuvo tambiin que la producci6n de mercancias difunde las mismas relaciones en toda el area de implantaci6n capitalista. Si asi fuera, la lucha de clases econ6mica resultaria ((pura,, extensiva y politics, transnational y, en definitiva, simitrica y dialictica, como rara vez ha ocurrido en la historia (aunque Marx no lleg6 a admitir totalmente este Oltimo punto). A su parecer, el enfrentamiento entre las clases constituia el motor del desarrollo modern0 y generaba sus propias luchas ideolbgicas, politicas y militares. Sus formas vendrian determinadas aen Oltima instancian por la dialictica de clase del mod0 de producci6n capitalista. El proceso culminaria por fin -segOn las esperanzas y, en ocasiones, 10s augurios de Marx- en el derrocamientd del capitalismo por un proletariado revolucionario que estableceria el socialismo y el comunismo. N o cabe duda de que algo fa116 en su teoria. Sobrevalor6 las tendencias revolucionarias del proletariado, como habia sobrevalorado antes las de la burpesia. Incluso cuando las revoluciones rozaron el ixito, lo hicieron por razones muy distintas a la mera lucha de clases. Exager6 las contradicciones econ6micas del capitalismo e ignorci las relaciones de poder ideol6gic0, militar, politico y geopolitico. Todo ello es bien sabido, per0 las demoliciones convencionales de la obra de Marx enturbian nuestra comprensi6n del punto exacto en que se halla su equivocaci6n y nos impiden perfeccionar su teoria. Aunque la historia no sea ((la historia de la lucha de clases,,, las clases existen efectivamente y compiten con otros actores de poder por la voluntad humana. En este momento de retraimiento marxiano y nihilism0 posmoderno, hay historiadores decididos a abandonar por completo el estudio de las clases (por ejemplo, Joyce, 1991), lo que equivale a tirar a1 niiio con el agua de la baiiera. Necesitamos precisar nuestras concepciones sobre las clases y sus rivales de poder.
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A1 describir a 10s carnpesinos franceses, Marx fue rn6s explicit0 sobre las clases: Cuando millones de familias viven en condiciones econ6micas de existencia que separan su mod0 de vida, sus intereses y su cultura de 10s de las restantes clases, y las sitiian en una oposici6n hostil hacia istas, aquellas forman una clase. Cuando exisce una interconexi6n meramente local entre estos campesinos, dueiios de minifundios, y la identidad de sus intereses n o genera entre ellos ninguna comunidad, ningGn lazo nacional y ninguna organizaci6n politics, no forman una clase. Son, consiguientemente, incapaces de defender por si mismos sus intereses de clase. [I 968, 170 a 171.]
E n el capitulo 19 demostrark que Marx tenia una idea err6nea de 10s <
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clase. Y a la inversa, la ainterconexi6n rnerarnente local,, de 10s carnpesinos, que les irnpedia actuar (se supone que subjetivarnente) corno clase, es de hecho econ6mica. Marx no dijo nada sobre la oposici6n entre 10s aspectos econ6micos e ideol6gicos de la clase. Lo que hizo fue distinguir dos condiciones previas y predominanternerite econ6micas para la formaci6n de una clase: la <
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2. Oposicidn. La percepci6n de que 10s capitalistas y sus gerentes constituyen el enemigo permanente de 10s trabajadores. La identidad y la oposici6n sumadas pueden generar el conflicto, per0 Cste puede no ser extensivo si se limita a1 lugar de trabajo, a la actividad o a la comunidad local sin generalizarse a clases enteras. D e este modo se legitima un conflicto seccional, no de clase. 3. Totalidad. La aceptaci6n d e 10s d o s primeros elementos como caracteristicas definitorias de (1) la situaci6n social total de 10s trabajadores y (2) del conjunto de la sociedad. La suma de (1) aiiade intensidad a la conciencia de conflicto seccional, y la de (2) convierte la conciencia seccional en un conflicto de clase extensivo. 4. Altemativa. La concepci6n de unas relaciones de poder alternativas a las del capitalismo. Esto reforzari el conflicto de clase extensivo y politico y legitimari la lucha revolucionaria.
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AnalizarC ahora en quC medida muestran las clases emergentes estos componentes de la conciencia de clase. Es probable que la mayor parte de 10s individuos sientan con mayor intensidad el primer0 que el segundo, y Cstos m i s que el tercero y el cuarto. Pero es raro que movilicen resueltamente a nadie. TambiCn somos miembros de familias, de comunidades y lugares de trabajo interclasistas; de iglesias y otras asociaciones voluntarias, de naciones, etc. La mayoria de estas identidades aportan confusi6n a1 sentido estricto de clase, y algunas se le oponen. Las sociedades son confusos campos de batalla, en 10s que lucha por nuestra conciencia toda una multitud de redes de poder. En las sociedades modernas, la clase es s610 una de las principales formas de la identidad de 10s sujetos. Pero 10s individuos con circunstancias econ6micas similares se ven influidos tambiCn por otras identidades. S610 unos pocos experimentarin que su vida e s d dominada por la identidad de clase, de religibn, de naci6n o de cualquier otro tipo. Cuando en capitulos posteriores describa la <
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econ6micamente heterogCneos. El conflicto de clase surgi6 en sociedades con relaciones entre 10s poderes ideol6gic0, militar y politico, que, a su vez, lo moldearon. Tales cosas suelen aducirse para explicar la falra de solidaridad de clase; por ejemplo, por la influencia de la religion. Pero las redes n o econ6micas tambiCn generan solidaridad de clase. La indiferencia de Marx hacia el poder ideol6gic0, militar y politico no es so10 un desprecio por 10s fenomenos externos a1 capitalismo y a las clases. Pero sus organizaciones contribuyeron a transf o r m a r a c t o r e s e c o n 6 m i c o s m u y dispares, a m e n u d o c o n concepciones opuestas sobre identidades e intereses, en clases relativamente cohesionadas. Las clases que proponemos aqui aparecieron en el entrelazamiento de 10s distintos desarrollos de las fuentes del poder social. La *purezap de las clases modernas, aunque bastante desarrollada en tirminos historicos, s610 ha sido partial. Veremos que 10s Estados, en especial 10s ~siados-naci6nen desarrollo, tuvieron una enorme capacidad estmcturadora en el desarro110 de la sociedad civil y sus clases. N i siquiera la politica revolucionaria surge sin mis del conflicto entre las clases ya existentes en la sociedad civil. Los actores de clase de la Revoluci6n Francesa apenas existian antes de ella. Los crearon sus proprios procesos de poder; en parte, porque 10s ide610gos militantes movilizaron 10s sentimientos de clase, per0 sobre todo porque fueron inconscientemente estimulados por las relaciones de poder politico. Los Estados tambiin son impuros; contienen tantos factores econ6micos como politicos. Poseen propiedades, gastan y recaudan. En el siglo XVIII 10s derechos a disfmtar de cargos p6blicos, monopolies y privilegios fiscales proporcionaron recompensas econ6micas y generaron una politica facciosa y segmental. Los partidos ~integrados, se enfrentaron a 10s *excluidos~,y 10s de la ((torte, a 10s del *paism. Los partidos ~ i n t e gradosn procedian de las familias terratenientes, las oligarquias comerciales o las profesiones aliadas con la corona, mientras que 10s partidos de -excluidos>, se formaban entre las facciones descontentas de esos mismos gmpos, liderando a la pequeiia burguesia. Asi pues, la politica de facci6n se mezcl6 con las luchas seccionales y de clase, generadas por la transici6n del capitalismo del comercio y de la tierra a1 capitalismo industrial. Los sintegrados~,la baja nobleza terrateniente y la oligarquia comercial, formaron una clase del antiguo rigimen; 10s *excluidos~~ y las distintas fracciones y estratos se consolidaron dentro de un movimiento pequeiio burgu5s mis amplio. N o se trat6, pues, de una mera lucha de clases; en ciertos casos, se debi6 so-
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bre todo a la politica econ6mica del Estado. La <> s610 se hizo extensiva y politica cuando las luchas por el poder politico y el poder econ6mico se entrelazaron. Alli donde la lucha politica entre las facciones fue mis dCbil, como en Alemania (o Japbn), no hubo revoluci6n, las politicas de clase fueron m6s endebles y el feudalism0 deriv6 hacia el capitalismo con pocos conflictos de clase. Lo mismo puede decirse, aunque en menor medida, respecto a las relaciones del poder ideol6gico con el ~ o d e militar. r Marx pensaba que las clases crean su ~ r o p i aideologia y articulan su propia prictica y sus propios intereses. Es posible que reciban la ayuda de intelectuales como 61 mismo, per0 entonces se trata s6lo de estructurar una ideologia ya inmanente a una clase constituida. Esta idea plantea dos problemas: en primer lugar, como en otras teorias <. de la accion (por ejemplo, la economia neoclisica, la teoria del intercambio, la teoria de la election racional), no es evidente que 10s intereses puedan estimular por si mismos el tipo de accion que Marx planteaba. < E n 10s intereses del sujeto trabajador entra siempre exponerse a1 poder de su empresario o del Estado creando un sindicato, levantando barricadas o atacando a 10s cosacos? Las clases existen, per0 comparten normas y pasiones que pueden impulsarlas tanto a1 sacrificio como a la temeraridad o la crueldad. ~ o d oello ' las ayuda a superar la diversidad econ6mica de sus miembros y generar un comportamiento colectivo apasionado. La ideologia de las clases puede ser inmanente y trascendente. En segundo lugar, tanto como la ideologia importan 10s ide6logos. Los del siglo XVIII,laicos o religiosos, crearon medios de comunicaci6n que trascendian las distintas quejas de 10s segmentos pequeiio burgueses, las fracciones de clase, 10s contribuyentes, 10s desprovistos de un cargo p6blico lucrativo, etc. Periodistas, dueiios de cafCs y maestros, entre otros, movilizaron la conciencia de clase. U n siglo m i s tarde, la dependencia de la clase media de la educaci6n estatal la ayud6 a transformar su propia conciencia nacional y de clase (vCase el capitulo 16). TambiCn Engels creia que algunos tipos de poder militar estimulan la conciencia de clase; el reclutamiento masivo del ejCrcito p m siano podia formar revolucionarios. Por mi parte, creo lo contrario; en este period0 10s ejCrcitos ejercieron una disciplina segmental efectiva sobre las clases subordinadas, que contribuy6 a la supervivencia de 10s regimenes y de las clases dominantes. Existieron, sin embargo, otras organizaciones de poder militar -la guerra de guerrillas y 10s
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geopolitics se entrelazara tambitn con las clases. Es corriente analizar el influjo de la lucha de clases sobre la geopolitica (por ejemplo, en' la teoria del imperialismo social que examinart en el capitulo 12), per0 no lo es tanto, pese a su necesidad, estudiar el efecto contrario (como han hecho Skocpol, 1979 y Maier, 1981). El hecho de que el capitalismo y la industria capitalista lleven la etiqueta made in Britain, y de que la casi hegemonia de Gran Bretafia provocara la oposici6n de Francia, Alemania y otros paises, reorganiz6 la naturaleza de la lucha de clases. Lo mismo podriamos decir de la actual hegemonia americana. La historia de la lucha de clases y la historia de la geopolitica no pueden contarse por separado. Por mi parte, puedo afirmar, pecando de inmodesto, que no se habia abordado a gran escala antes de este volumen. Pero no s610 la lucha de clases, sino las concepciones mismas de .inter&** y <
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nia decimon6nica dividirt este concepto en protecci6n ccselectiva, y protecci6n <
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plo, el laissez-faire o el proteccionismo- n o es el resultado de un cilculo ((pure,, del interis econ6mico. En la realidad, las definiciones de interis se encuentran influidas por cuestiones territoriales, por el sentido de identidad nacional y por la geopolitica, en la misma medida en que esta Gltima se ve influida por el interis econ6mico. Y ambas sufren el influjo de las ideologias. N o existe ninguna estrategia en si misma econ6micamente superior a sus principales rivales. La elecci6n o la derivaci6n dependen, por lo general, del entrelazamiento de la Innenpolitk con la Aussenpolitik, y de ambas con las redes del poder ideol6gic0, econ6mic0, militar y politico. E n 10s Gltimos capitu10s entretejeri la historia de la aparici6n de las clases y 10s Esradosnacibn, extensivos, politicos y tambiCn ((impuros.. .
Las relaciones delpoder ideologic0 C o m o indiqui en el capitulo 1, creo que la importancia del poder ideol6gico disminuy6 durante este periodo, aunque, desde luego, n o por ello careci6 de significaci6n. E n 10s capitulos 4 a 7 tratari el poder ideol6gico como parte esencial y aut6noma del auge de las naciones y las clases burguesas, especialmente influyente en la organizac i 6 n d e s u s p a s i o n e s . E n 10s c a p i t u l o s 1 6 y 2 0 c o n t i n u a r i la argumentaci6n durante todo el siglo XIX a1 describir la importancia de las instituciones educativas del Estado para el progreso de la clase media y examinar la ideologia nacionalista. E n el capitulo 15 disting u i r i las principales formas de ideologia socialista entre la clase obrera y 10s movimientos campesinos del largo siglo XIX;y en 10s capitulos 17 a 19 trazari sus desarrollos. N o he intentado, sin embargo, examinar en profundidad la autonomia potencial de estas Gltimas ideologias en el presente volumen, ya que es tarea reservada a1 tercero, donde tratari las ideologias socialistas y nacionalistas del siglo xx. El anilisis que abordari a continuaci6n se concentra en periodos anteriores. EmpezarC por establecer dos cuestiones previas respecto( a1 poder ideol6gico en 1760. E n primer lugar, a1 igual que cualquier otro de 10s principales aspectos de la sociedad civil, la economia capitalista y sus clases y redes de poder ideol6gico se movieron siempre entre el marco nacional y el transnacional. Por una parte, Europa --cada vez mis, ((Occidente-- constituia una comunidad normativa, cuyas ideologias se difundian intersticial y ((trascendentalmente~por 10s Esta-
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dos. Por otra parte, 10s Estados levantaban barreras contra el libre fluir de 10s mensajes (mucho m i s eficaces cuando las comunidades lingiiisticas coincidian con las fronteras estatales). D e este modo, durante todo el periodo, lo nacional tendia a consolidarse a expensas de 10 trasnacional, sin que por ello desapareciera esta Gltima faceta. En segundo lugar, la expansi6n revolucionaria de 10s medios de comunicaci6n discursiva durante el siglo XVIII hizo posible que el poder ideo16gico desempeiiara un papel en alguna medida aut6nomo. Europa habia constituido una comunidad ideol6gica durante mil aiios. Valores, normas, ritos e ideas estiticas se difundieron a lo largo y ancho del continente. Habia sido incluso una sola ectimene cristiana hasta la escisi6n entre cat6licos y protestantes. Hemos visto que, pese a su pirdida de poder en el plano estatal, las iglesias se atrincheraron en el imbito familiar y local-regional, especialmente en el campo. El poder hist6rico del cristianismo, ahora en decadencia partial, habia dejado una herencia importante: unos medios de comunicaci6n intersticiales, n o dominados por una sola organizaci6n de poder. Dado que gran parte de la alfabetizaci6n dependia del patrocinio de las iglesias, todos 10s esfuerzos del Estado y el capitalism0 por controlarla resultaron in6tiles. A1 difundir estas ideologias por sus colonias, 10s europeos cambiaron el concept0 de ((cristiano- por el de ((blancon, y el de ((Europa* por el de ((Occidente,,. Pero incluso en el propio Occidente las fronteras nacionales se mostraron incapaces de contener la difusi6n de 10s mensajes ideol6gicos. E n tirminos comparativos, semejante autonomia del poder ideol6gico resulta ins6lita; ni Jap6n ni China presentan nada comparable a comienzos de la Cpoca moderna. Ser occidental significaba participar en una organizaci6n parcialmente trascendente de poder ideol6gic0, intersticial respecto a otras organizaciones de poder. Ello significa tambiin que el panorama internacional n o carecia de normas, como suelen argumentar 10s realistas. Cuando 10s te6ricos subrayan la ripida difusi6n de las ideologias durante este periodo lo hacen para sostener la ((autonomia de las ideas, en la sociedad (por ejemplo, Bendix, 1978). Yo estoy en desacuerdo, pero no pretend0 oponer a ese (cidealismo* un ((materialismo- que reduzca las ideas a su base social. Mi posici6n es la de un ((materialismo organizativo-. Las ideologias son intentos de afrontar 10s problemas sociales reales, pero se difunden a travks de medios especificos de comunicaci6n cuyas caracteristicas pueden transformar 10s mensajes ideol6gicos y, p o r tanto, otorgar un poder ideol6gico aut6nomo.
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Una teoria del Estado modrrno
Capitulo 3 U N A T E O R ~ ADEL ESTADO M O D E R N 0
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sentativa*, que durante este period0 conduciri de la monarquia autocritica a la democracia de partidos, y una constante ccnacional*, que iri desde el Estado-naci6n centralizado a un rigimen mis o menos confederal. De un mod0 rnis general, cristalizan tambiCn como un patriarcado que regula las relaciones familiares y de gCnero. Finalmente, examinari la posibilidad de detectar relaciones jerirquicas entre dichas cristalizaciones, para conocer si una o rnis de ellas pueden determinar en ultima instancia el caricter global del Estado. Cinco teorias del Estado
En el capitulo 1 ha quedado establecida la distinci6n entre el poder politico y el poder militar. En el Estado moderno, sin embargo, ambos se fusionan debido a la monopolizaci6n formal de 10s medios de la fuerza militar. Este hecho no destruy6 la autonomia organizativa del poder militar, como se veri en 10s capitulos 12 y 21, simplemente la recondujo a travis de organizaciones formalmente estatales. Por eso analizari en este capitulo el poder militar en el marco de un examen rnis amplio que abarca tambiin el poder politico. Pasari revista a cinco teorias actuales del Estado y a 10s conceptos politicos de Max Weber, para luego exponer en tres fases mi propia teoria. Comenzari por una definici6n ccinstitucionalm del Estado, tratando de especificar las numerosas particularidades institucionales de 10s Estados modernos, aunque luego intentari simplificar esta complejidad mediante un anilisis de tip0 *funcional**capaz de ofrecer una visi6n polimorfa de las funciones del Estado. Comenzari afirmando que 10s Estados modernos (ccristalizan~(en el irea que abarca este volumen) en varias formas. Atendiendo a las otras tres fuentes del poder social, cristalizan en formas ideol6gico-morales, capitalistas y militaristas. Atendiendo a sus propias luchas politicas, cristalizan en puntos variables dentro de dos constantes, una constante ccrepre-
Por lo general, suelen considerarse tres teorias sobre el Estado: la teoria de las clases, la teoria pluralista y la teoria elitista (denominada a veces estatismo o gerencialismo) (Alford y Friedland, 1985). Dado que el elitism0 es similar a la teoria realista de las relaciones internacionales, analizari ambas a1 mismo tiempo. N o obstante, he dividido las teorias elitistas en dos, cada una de las cuales presenta una concepci6n diferente de la autonomia del Estado. Las denomino ccelitismo autinticom y eeestatismo institucional~.Afiado, ademis, una quinta teoria, implicita en muchos estudios empiricos, que yo denomino ccteoria del embrollo*. De todas he tomado pristamos, en especial del estatismo institucional. Gran parte de las teorias de las clases son mamistas. Marx tendia a reducir el Estado a las relaciones econ6micas de poder. Los Estados serian, pues, funcionales respecto a las clases y 10s modos de producci6n. El Estado moderno se habria creado en dos estadios de la lucha de clases politica: la que tuvo lugar entre 10s sefiores feudales y la burguesia capitalista, y la que enfrent6 despuis a ista con el proletariado. Aplicada a 10s Estados modernos de Occidente, la teoria de las clases ha tenido la virtud de demostrar que aquillos son fundamentalmente capitalistas. Los cinco Estados que estudiari aqui eran ya capitalistas, o se encontraban en camino de serlo, en el largo siglo XIX. Pero el defect0 de la teoria consiste en considerar que esta propiedad fundamental es la dnica. En realidad, ciertos escritos de Marx dejan entrever la existencia de otros poderes insertos en el Estado. En el capitulo 9 analizari las limitadas autonomias que Marx reconoci6 a1 ccEstado bonapartistam. Los marxistas consideran que el Estado moderno tiene s610 una autonomia relativa porque, en ultima instancia, sirve a la acumulaci6n de capital y la regulaci6n de clase, y
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aunque suelen aiiadir ccoyunturas* y <(contingencias hist6ricas*, raramente las teorizan, se limitan a aiiadirlas empiricamente (como en la historia de 10s Estados modernos de Wolfe, 1977). Aunque el reconocimiento de la contingencia indica una sensibilidad mis empirica que el mero concept0 de clase, no llega a transformar la teoria. Son muchos 10s marxistas que rechazan la acusaci6n de reduccionismo econcirnico, per0 la tendencia 10s traiciona a la hora de definir el Estado. Poulantzas (1978: 18 a 22), Jessop (1982) y Offe y Ronge (1982: 1 y 2) sostienen que 10s Estados s610 pueden definirse en relaci6n con formas especificas de producci6n; el uEstado capitalistan y el <
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primiendo, en determinados momentos, a ciertos capitalistas cuyos intereses seccionales frustran 10s del capital en tirminos generales (sobre este punto se ha discutido mucho; para las revisiones viase Jessop, 1977, 1982). Tales funciones ~requierenbun fuerte desarrollo de lo que Althusser (1971: 123 a 73) llam6 aaparatos represivos e ideol6gicos del Estado*: policia, agencias asistenciales, educacibn, medios de comunicaci6n de masas, etc. El Estado no es un actor, sino el lugar donde se organizan las clases y Ias (cfracciones* o ((segmentosn de clase (Zeitlin, 1980, 1984). En realidad, el Estado es a1 mismo tiempo un lugar y un actor. Las teorias de las clases que conservan un mayor optimismo subrayan que el capitalism0 atin conlleva contradicciones y luchas .de . clase, que se politizan y se desplazan a1 Estado mismo, como c
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10s capitulos 8 y 21. En las civilizaciones con multiples actores de poder, como la europea o la occidental moderna, las relaciones geopoliticas se producen en el marco de una civilizacibn mis amplia, que comprende normas y redes de poder transnacionales y transgubernamentales. Los realistas y 10s te6ricos de la interdependencia comparten tambikn u n curioso prejuicio, es decir, se plantean hasta quC punto se muestran benignas las normas pacificas de caricter internacional- Los teoricos de la interdependencia ven en las normas contemporineas de cooperaci6n el reflejo de una coincidencia de intereses materiales plurales; 10s realistas ven en ellas cilculos generalizados de 10s intereses estatales. Pero n o todas las ideologias o normas transnacionales y transgubernamentales han de ser positivas ni reflejar intereses materiales pacificamente expresados en 10s mercados. Tambikn pueden encarnar la represi6n de clase y otros intereses propios de un actor de poder: declarar la guerra en nombre de ideales superiores e incluso idealizarla. Las solidaridades normativas pueden conducir a1 desorden. gste n o es necesariamente el resultado de la ausencia de un rCgimen internacional, sin0 a menudo el efecto de su presencia. Pero 10s realistas prefieren eludir el problema. Por ejemplo, en la narracion hist6rica de Morgenthau, 10s periodos de calma, 10s equilibrios racionalistas de las potencias o las hegemonias se ven bruscamente sacudidos por interregnos violentos, como 10s acaecidos de 1772 a 1815 o de 1914 a 1945. Sin embargo, Morgenthau no se molesta en explicar10s. Puesto que previamente ha descrito las ideologias como meras legitimaciones o ((disfraces* de 10s intereses, carece de conceptos te6ricos para interpretar aquellos periodos en q u e la diplomacia y la guerra se hallan, ellas mismas, profundamente arraigadas en ideologias revolucionarias o reaccionarias de caricter violento (1978: 92 a 103, 226 a 228). Por mi parte, demuestro que 10s cilculos de inter& siempre se encuentran influidos por el entramado que forman las fuentes del poder social, y siempre conllevan normas -unas veces pacificas, otras violentas- que emanan de complicados vinculos con las KOmunidades imaginadas* de clase y naci6n. El realism0 y el elitism0 autkntico tienden tambidn a defender, con el pluralismo y el mamismo, la existencia de un Estado cohesivo y sistkmico, esta vez en la forma de un solo actor de elite. Krasner ha sostenido que la autonomia de la elite estatal es mayor en la politica exterior que en la interior, y que se encuentra relativamente <> de las clases nacionales y de 10s grupos de presi6n. El Estado consiste
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en Nun conjunto de roles e instituciones que poseen sus propios mecanismos, impulsos y esferas de accibn, distintos a 10s intereses de cualquier otro grupo concrete* (1978: 10 y 11). M i s adelante, en este mismo volumen, empleari, a1 examinar la conclusi6n de Krasner, su metifora del aaislamiento*. Los estadistas tambikn personifican las distintas identidades sociales que emanan de lugares diferentes a1 Estado, por eso, tampoco ellos son cohesivos. En cuanto a1 primer punto, como afirma Jessop (1990), 10s recursos del Estado central raramente se adecuan a sus ambiciosos proyectos estatistas. Las elites estatales necesitan aliarse con grupos poderosos que estin ((afuera., en la sociedad. Pero no suele tratarse de una alianza entre grupos completamente distintos. Laumann y Knoke (1987) demuestran que en la Amkrica contemporinea las redes formadas por organizaciones mliltiples penetran la divisi6n formal entre Estado y sociedad. Los actores del Estado son tambikn ((civiles,, y poseen una identidad social. Domhoff (1990: 107 a 157) demuestra que 10s modernos ((estadistasv norteamericanos proceden del mundo de 10s grandes negocios y de las grandes firmas dedicadas a1 derecho de sociedades. Forman, en realidad, un ((partido* que ((representaw mis a una fracci6n internacional de la clase capitalista que a 10s Estados Unidos. Todos 10s te6ricos de las clases subrayan la identidad y 10s intereses de clase dominante de 10s estadistas. Como soci6logo convencido de que las identidades sociales n o pueden reducirse a la clase, ampliarC su linea argumentativa en este volumen. Aunque coincido con Krasner en que 10s estadistas del siglo XIX se encontraban bastante aislados, tanto de las clases populares como de las dominantes, n o creo que lo estuvieran del todo ya que ellos mismos poseian una identidad social. Todos eran hombres de raza blanca, procedentes en su mayor parte del antiguo rCgimen y de las comunidades lingiiisticas y religiosas dominantes. Este conjunto de identidades sociales tuvo importancia para su conducta en materia de politica exterior, desde el momento en que 10s impulsaba a compartir o rechazar 10s valores de otros actores de poder, nacionales o internacionales, y, con ello, a aumentar unas veces y reducir otras la violencia internacional. Respecto a1 segundo punto, pocos Estados resultaron ser actcres unitarios. Keohane y N y e (1977: 34) cuestionan afirmaciones como ((10s Estados actlian conforme a su propio inter&* preguntando (qquk significa propio y cuil es ese interCs?*. Las elites estatales no son singulares sino plurales, como reconocen incluso algunos autores
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estatistas moderados. Tilly (1990: 33 a 34) acepta que tan ilegitima es, en d t i m a instancia, la reificaci6n del Estado como, i l mismo lo dice, su propio descuido de las clases sociales. Se trata de simplificaciones pragmiticas y heuristicas, afirma. Skocpol reconoce que 10s poderes y la cohesi6n de la elite son variables. Las Constituciones tambiin tienen su importancia; las democriticas prohiben las autonomias de elite que permiten las autoritarias. Su anilisis (1979) de las primeras revoluciones modernas cifra con bastante raz6n la autonomia del Estad0 en 10s poderes de las monarquias absolutas. En el periodo que analizo aqui, el poder de las monarquias se aproximaba rnis a la noci6n de autonomia estatal de 10s elitistas autinticos, aunque ni entonces ni nunca ha sido absoluta. Pero el trabajo en colaboraci6n rnis reciente de Skocpol (Weir y Skocpol, 1985) sobre 10s programas de bienestar social del siglo xx localiza la autonomia de las elites en 10s bur6cratas especializados; una forma de autonomia menor y rnis subrepticia. En el anilisis de las <
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tatales en la autonomia de todos 10s actores politicos. Federalismo, partidos, presencia o ausencia de un gabinete de gobierno y otros muchos aspectos de lo que llamamos la aconstituci6n~de 10s Estados estructuran las relaciones de poder en formas muy distintas. Laumann y Knoke (1987) ofrecen una aproximaci6n institucional rnis empirica. Buscan las pautas de interacci6n entre 10s distintos departamentos del Estado y 10s grupos de presibn, concluyendo que el Estado norteamericano contemporineo esti formado por redes <>complejas. Estamos, pues, ante un <
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,oimpone limites a1 Estado, las elites disfrutan de una cierta autoornia. Laumann y Knoke (1987) se acercan a las cuatro teorias que acab6 de examinar. Dahl ha modificado su anterior pluralismo reconociendo que el poder concentrado del capitalismo corporativo esti poniendo en peligro la democracia. Cualquier persona con sentido empirico -Dahl, Domhoff, Offe o Skocpol- entiende que las tres escuelas dicen cosas muy vilidas sobre el Estado: que es a la vez actor y lugar; que ese lugar tiene muchas mansiones y distintos grados de autonomia y cohesibn, aunque tambiin responde a las presiones de 10s capitalistas, a las de otros grandes actores de poder y a las necesidades mis generales que expresa la sociedad. Pero gran parte del trabajo empirico sobre la administraci6n estatal no destaca ninguno de 10s actores que tratan estas teorias, ya sea la elite estatal, 10s intereses del capital o 10s del conjunto de la sociedad. Los Estados presentan una apariencia cabtica, irrational, con mtiltiples autonomias ministeriales, presionadas de forma erritica e intermitente por 10s capitalistas, per0 tambiin por otros grupos de poder. A1 microscopio, se c
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Muchos soci6logos mirarin mi teoria con desdin. Est6n convencidos de que la vida social responde a un orden y a unos modelos. Es evidente que unos Estados se encuentran mis ordenados que otros, pero < n o es verdad que existe una cierta l6gica en 10s errores garrafales del Estado, asi como en sus estrategias? N o cabe duda de que 10s Estados occidentales son fundamentalmente c
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que elaborarla. Una aproximaci6n institucional tiende a multiplicar la complejidad de la organizaci6n, como en el caso d e Laumann y Knoke (que emplean unos datos mucho mis complejos de aquellos a 10s que yo puedo aspirar para el estudio de 10s Estados hist6ricos). Por tanto, en la segunda fase, trato de sim~lificarla ~roliferaci6ninstitucional sirvikndome de mi teoria polimorfa de las ecristalizaciones estatales de nivel superior,. Los conceptos politicos de Weber: un ana'lisis institucional Weber fue ante todo un te6rico del desarrollo hist6rico de las instituciones sociales. Comenz6 su anllisis del Estado distinguiendo tres fases de desarrollo institucional, caracterizadas por 10s ttrminos <>,~ E s t a d o ny aEstado moderno.. En la primera fase, existia el poder politico per0 no el Estado. U n a ~organizaci6ndirigentem se llamari apolitica>>en la medida en que su s de un irea territoexistencia y su orden estCn siempre ~ a l v a ~ u a r d a d odentro rial mediante la amenaza y el empleo de la fuerza fisica por parte de 10s dirigentes administrativos.
[ ~ s t ya las dos citas siguientes estin tomadas de Weber 1978: I, 54 a 56; la cursiva es suya.] D e mod0 que el poder politico es esencialmente territorial, y lo impone fisicamente un grupo dirigente especializado (lo que implica tambitn centralizado). El aEstado>>surge luego, en la segunda fase: U n a organizaci6n politica preceptiva, continuamente operativa, puede llamarse <
Esta definici6n institucional del Estado ha encontrado una aprobaci6n mayoritaria (MacIver, 1926: 22; Eisenstadt, 1969: 5; Tilly, 1975: 27; Rueschemeyer y Evans, 1985: 47; Poggi, 1990, capitulos 1 y 2). Por mi parte, coincido .con Giddens (1985: 18) en una objeci6n. Son muchos 10s Estados hist6ricos que no ~monopolizaron*10s medios de la fuerza fisica; incluso en 10s Estados modernos estos medios han sido pricticamente aut6nomos respecto a1 (resto del) Estado.
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Mi propia definicibn, aunque muy influida por Weber, parte de aflojar 10s lazos que unen el poder politico con el poder militar: 1. El Estado es un conjunto diferenciado de instituciones y personal que 2. implica una centralidad, en el sentido de que la relaciones politicas irradian desde el centro y hacia el centro, para abarcar 3. una demarcaci6n territorial sobre la que ese Estado ejerce 4. en alguna medida, una capacidad de establecer normas autoritarias y vinculantes, respaldadas por alg6n tip0 de fuerza fisica organizada. Se trata de una definici6n institucional, no funcional, del Estado, donde no se menciona q u t es lo que Cste hace. Es cierto que emplea la fuerza, per0 s610 como medio para respaldar unas normas cuyo contenido concreto no se define. Entre las teorias que he considerado aqui, s610 la marxista y algunas de tip0 realista especifican las funciones del Estado, bien porque reproduzca las relaciones sociales necesarias para 10s modos predominantes de producci6n (marxismo), bien porque aspire a satisfacer las necesidades de seguridad territorial (rea10s Estados se encargan de otras muchas funciones. l i s m ~ ) Pero . Aunque las de clase y seguridad resulten innegables, podemos hablar tambiin de arbitrio de disputas, redistribuci6n de recursos entre las regiones, 10s grupos de edad y otros grupos de interts, sacralizaci6n de ciertas instituciones y secularizaci6n de otras, entre otros muchos cometidos. N o obstante, la gran variedad de Estados con funciones en distintos grados de compromiso, dificulta la definici6n del Estado conforme a sus funciones. M l s adelante pasark a un anilisis funcional con el objetivo de identificar las distintas cristalizaciones funcionales. D e mi definici611, cabe extraer cuatro caracteristicas de las instituciones politicas, que cornparten todos 10s Estados: '
1. El Estado esti centralizado territorialmente. N o maneja, sin embargo, el mismo recurso respecto a1 poder ideol6gic0, econ6mico y militar. D e hecho, ha de congratularse con estos recursos que se encuentran fuera de 61. Su fuente de poder caracteristica reside en que 61 y s610 61 se encuentra intrinsecamente centralizado en un territorio delimitado sobre el que impone sus poderes vinculantes. 2. El Estado presenta dos dualidades: es, a1 mismo tiempo, un lugar, unas personas, un centro y un territorio. El poder politico es
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.cistaw, por estar ejercido en su centro por instituciones e indivic! - o s pertenecientes a la elite; per0 simultineamente esti compuesto cle relaciones de <> entre personas e instituciones, tanto en el centro como en la totalidad de 10s territorios. Por esa raz6n, cristalizari tanto en formas esencialmente generadas por la sociedad exterior a 61, como en formas intrinsecas a sus propios procesos politicos. 3. Las instituciones estatales son muy variadas y realizan distintas funciones para 10s distintos intereses de 10s grupos localizados dentro de su territorio. Cualquiera que Sean su grado de centralism0 y su racionalidad privada, el Estado es tambiin impuro, pues las diferentes partes de su cuerpo politico estin abiertas a la penetraci6n de diversas redes de poder. Asi se explica que el Estado necesite que su unidad, incluso su consistencia, no sean definitivas. Lo contrario s610 podria darse si la sociedad presentara una unidad y una consistencia idinticas, no en mi modelo de sociedad compuesta por redes de poder superpuestas y cruzadas. 4. La definici6n del Estado como territorio delimitado entre ese Essugiere un ulterior conjunto de relaciones <> tad0 y otros Estados; naturalmente, me refieio a la geopolitica. A lo largo de su obra, en especial a1 tratar del Estado imperial alemin, Weber hace hincapii en que la geopolitica ayuda a configurar la politica interior. Collins (1986: 145) afirma que, para Weber, <
traci6n (encarnando lo que Weber llama <),como nunca antes habia ocurrido. Tilly (1990: 103 a 116) describe acertadamente el fen6meno como gobierno <> han penetrado en el Estado moderno. El Estado se ha convertido en un Estado-nacidn, que representa tambiin el sentido de comunidad que abrigan sus ciudadanos y subraya la peculiaridad de sus intereses exteriores respecto a 10s ciudadanos de otros Estados. Aunque para Weber el problema de la <>,es decir, la burocracia centralizada bajo una sola autoridad. Vetamos un famoso pirrafo:
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Me extender6 en estos puntos despuis de e x ~ l i c a rla tercera fase de Weber, el <
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La variedad monocritica de la burocracia es capaz de lograr, desde u n punto de vista exclusivamente tecnico, el mayor grado de eficacia, y en este sentido resulta el rnedio mis racional de ejercer la autoridad sobre 10s seres hurnanos. Supera a cualquier otra forma en precisi6n y estabilidad, en el rigor de su disciplina y en fiabilidad. Esto proporciona a 10s responsables de la organizaci6n una gran posibilidad de calcular 10s resultados ... El desarrollo de las rnodernas forrnas de organizaci6n en todos 10s carnpos es identico a1 desarro110 y continua extensi6n de la administraci6n burocritica ... Su evoluci6n se encuentra, por tomar el caso mis Ilamativo, en las raices del Estado occidental moderno ... La adrninistracibn de una sociedad de masas lo hace cornpletamente imprescindible en la actualidad. Lo tinico que cabe elegir en el terreno de la adrninistracibn es la burocracia o el diletantismo [1978: I, 223.1 Weber piensa que la burocratizaci6n domina Occidente. Aunque veia en el Estado alemin un pionero de la burocracia, se esforz6 por demostrar que 10s dos Estados supuestamente menos burocratizados -la Rusia zarista y 10s Estados Unidos confederales y gobernados por 10s partidos- tampoco se habian librado de su imperio. Las autoridades politicas se encontraban subordinadas a la burocracia en TOdas partes. U n rkgimen democritico, a1 centralizar la responsabilidad, fomenta la burocracia monocritica. Weber lamentaba su <
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bertad "individualista"?~~, y tambiin: < < i Q u podemos i oponer a semejante maquinaria para salvar a una parte de la humanidad de esta parcelaci6n del alma, de esta dominaci6n total del ideal burocritico de la vida?. (1978: 11, 1403; Beetham, 1985: 81). E n cierto modo, sin embargo, Weber parece haber comprendido la debilidad de su argumentaci6n. Reflexion6 entonces si es la modernizaci6n lo que aumenta el poder de la burocracia (sin explicar el significado de la repentina cursiva), per0 lleg6 a la siguiente conclusi6n categ6rica: ((El poder de una burocracia hecha y derecha es siempre grande; en condiciones normales, inmenso. El politico avezado se encuentra siempre frente a1 bur6crata cualificado como el diletante ante el experto* (1978: 11, 969 a 1003, citado de la pig. 991; existe un excelente comentario de Beetham, 1985: 67 a 72). Pero Weber se equivocaba gravemente a1 ratificar inesperadamente esta teoria elitista de la burocracia; en realidad, 10s bur6cratas han dominado pocas veces 10s Estados modernos, y las administraciones del Estado tampoco han sido siempre monocriticas (vCase capitulo 13). Se pueden aducir objeciones concepruales y empiricas. Curiosamente, las objeciones empiricas se encuentran en la disecci6n que llev6 a cab0 Weber de su propio Estado imperial alemin, donde n o se limit6 a identificar una burocracia poderosa, sino tres instituciones politicas distintas: la burocracia, u n ejecutivo politico dual (el kiiser y el canciller) y 10s partidos (especialmente el de 10s Junkers). Cuando Weber habla de ccpartidos* no se refiere exclusivamente a 10s grupos politicos que compiten en las elecciones, sino a cualquier grupo colectivamente organizado que intente adquirir poder, incluidas las facciones de la corte, 10s ministerios y 10s altos mandos. C o m o muestra el capitulo 9, afirm6 en momentos distintos la dominaci6n de cada uno de estos tres actores sobre el Kaisemeich. Nbtese, sin embargo, que 10s partidos son distintos a 10s otros dos actores. La burocracia y el ejecutivo son compatibles con el autCntico elitismo, per0 el poder h e 10s partidos procedi de una relaci6n de dos direcciones entre el centro y el territorio: 10s Junkers formaban una clase ((exterior, a1 Estado, perteneciente a la sociedad civil, per0 estaban atrincherados en el ejercito y otras instituciones estatales decisivas. Weber concedi6 una gran importancia a 10s pauidos en su obra; Cstos, y n o la burocracia o el ejecutivo, componian el tercer actor de su modelo tripartito de estratificaci6n social, junto con las clases y 10s grupos de estatus. k u n q u e Weber n o elabor6 una teoria completa del Estado mo-
Una teoria del Estado rnoderno
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derno, sus ideas sobre la materia se distinguen claramente de las que acabamos d e ver. Nunca fue un reduccionista; a1 contrario que 10s defensores del marxismo y el pluralismo, vio que 10s Estados poseen sus propios poderes. Y a1 contrario que 10s del realism0 y e1,elitismo autkntico, n o localiz6 esos poderes s61o en una elite central, ni 10s consider6 necesariamente cohesivos. C o m o muchos otros escritores modernos, Laumann y Knoke (1987: 380) han considerado a Weber un realista elitista y han criticado el hecho de que n o reconociera la borrosa frontera que se levanta entre lo p6blico y lo privado. Pero precisamente es esto lo que constituye el n6cleo de su anilisis de 10s partidos. El poder politico era a1 mismo tiempo un recurso centralizado, una relaci6n de dos direcciones entre el centro y 10s territorios y una relaci6n entre 10s Estados. Weber n o molde6 estos elementos institucionales en una teoria del Estado. Nosotros, sin embargo, remediando esta trascendente confusi6n conceptual, estamos en condiciones de hacerlo. Las puntualizaciones de Weber confunden dos concepciones de la fuerza estatal, que en la cita que acabamos de ver llamaba c(poder>>y ccpenetraci6n>>.Weber acierta cuando sostiene que la burocracia aumenta la penetracibn, per0 se equivoca cuando afirma que simplemente aumenta el poder, porque esti confundiendo. el poder colectivo infraestructural y el poder distributivo desp6tico. El primero es el que subrayan las teorias de las instituciones estatales; el segundo, las del elitismo autCntico. El poder despdtico se refiere a1 poder distributivo de las elites estatales sobre la sociedad civil. Procede de un variado abanico de acciones que las elites estatales emprenden a1 margen de la negociaci6n habitual con los grupos de la sociedad civil, y del hecho de que so10 el Estado se encuentre intrinsecamente organizado en funci6n del territorio y cumpla funciones sociales que requieren esta forma de organizaci6n y que 10s actores del poder ideol6gic0, ec0n6mico y militar, organizados sobre bases distintas, n o pueden realizar. Los actores que se localizan fundamentalmente dentro del Estado poseen u n cierto espacio donde operan con intimidad, cuyo grado varia segGn la habilidad de 10s actores de la sociedad civil para organizarse centralmente mediante asambleas representativas, partidos politicos formales, facciones cortesanas, etc. De mod0 alternativo, Cstos pueden retener poderes iie la politics central (que analizari m L adelante) o eludir 10s del Estado reforzando las relaciones transnacionales en el exterior. U n Estado con poder desp6tico se convierte tanto en un actor