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George P. Landow
H,permedia
Hipertexto
P. Quéau, Lo virtual 2. G. P. Landow, Hipertexto 1,.
La convergencia de la teoria cútica contemPoránea Y la tecnología Bibliotscs Dariel Cosio Yillegas
Inventario 2007
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Barcelona-Buenos Aires-México
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Título original: Hipertext. The convergence of contemporary critical theory and technology Publicado en inglés por The Joh¡s Hopkins University Press
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Traducción de Patrick Ducher !É
Cubierta de Mario Eskenazi
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l*x,53 4 Para Sbosbana, Serena Y Moali' I
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1." edición, 1995
Quedan rigurosemcntc prohibidas, si¡ la autorización cscrita dc los titul¿¡cs dcl «Copyriglrt», bajo las s¿ocioncs establecidas en las lcyes, la rcproducción totd o parcid de csta obr¡ por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografh y d tretamicnto inforrrático, y l¿ distribución dc eicmplares de dla mcdirntc dquilet o préstemo públicos.
@ t992 by The Johns Hopkins University Press, @ de todas las ediciones en castellano
Ediciones Paidós lbérica, S.A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires
ISBN: 84-4%-0186-6 Depósito legal: B. 40.27 4-L995
Baltimore y Londres
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Impreso en Gráfiques 92,5.A., Torrassa, 108 - Sant Adria de Besós (Barcelona) Impreso en España - Printed in Spain +
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Sumario
1:
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Agradecimientos
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1, El hipertexto
y la teoría
c¡ítica' - -' Ne1son posestructura:
¿Un berrida hipertextual? ¿Un lista? Definición del hipertexto y su historia como concepto.
Otras convergencias: intertextualidad, diversidad de
2.
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). Reconfigurar
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al autor
Erosión de laPersonalidad
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Reconfigutar eI texto. Del texto al hipertexto problemas de ierminol ogia: ¿Qué es el objeto que leemos? ¿Qué es el texto en hiPertexto? ' : Texto verbal Y texto no verbal . Transliteración hipertextual de la c-ultura del escriba o el manuscrito electrónico Argumentación, organización y retórica ' Principios y finales en el texto abierto' ' tor láit., d.l texto abierto . La categoría del texto, la categoría en el texto El hipeltexto y eI descentrar; Íundamentos filosóficos .
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1,4
Y el Memex . ' ' Texto virtual, autores virtuales e informática literaria El mod.lo no lineal de red en la teoría crítica actual' o confluencia? ' ¿Causa o convergencia? ¿Influencia Gutenberg de revolución ' la con Ánalogías
TextodisPerso
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HIPERTEJCTO
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Cómo escribo este libro. Presencia
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Escritura en colaboración, autoría en colaboración Ejemplos de escritura en colaboración con Intermedia
L24
4. Reconfigutatlanarrativa .
El hipertexto y la concepción aristotélica de trama Principios y finales en la narrativa Afte,rnoon, de MichaelJoyce: la experiencia del lector como autor
Agradecimientos
LL3
virtual.
l3L DL 140
.
L43
t,.; i.;
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153
Amenazas y promesas
L5) L57
Recontigurar aI estudiante.
Reconfigurar el momento de estuüar . : . . y de evaluación los métodos Reconfilurar las tareas . Intermedia Ejemplos de estudio en colaboración con Redefinir la materiay los planes de estudio iQué posibilidades tiene el hipertexto en la enseñanza?
6.
-
La política del hipertexto: ¿Quién controla el texto?. Oraciones hechas realidad, o la política de la resistencia Lamarginación de la tecnologíay el misterio de la lite'
ratura. Las políticas de determinadas tecnologías El hipertexto y la política de la lectura La visión política del hipertexto, o el mensaje del medio
-7.
L84
20L 203
20) 205 2LO
218 221,
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Condusión abierta o fin de la ttansmisión
251
.nalítico.
Qoisiera agradecer al personal, tanto actual como antiguo, del Institute for Research in Information and Scholarship (IRIS) de la Universidad Brown, y sobre todo a su director y fundador: Villiam G. Ship p y a los actuales codirectores: Norman K. M.yrowitz y Marty j. tUi.frel Nicole Yankelovich, coordinadora de ptoy..io en el IRIS en las fases tempranas de desarrollo y de aPliiación de Intermedia, y Paul D. Kahn, coordinador de proyecto durante Dickens Veb y otros proyectos posteriores de Interme= dia, hicieron gala de una gran inventiva, amabilidad y buen humor, incluso á 1o. t ro*.t tos de crisis, y Io mismo puede decirse de Julie Launhardt, la asistenta coordinadora de proyecto. Tood VÁderDoes y Larry Larrivee, ingenieros de las instalaciones del IRIS, aseguraron el buen funcionamiento del equipo (bar&ttare y
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La política del acceso. Acieso al texto y derechos de autor (Copyright)
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160 165 168
243
279
softusare) en circunstancias de continuos cambios. A partir de 1988, cuando el Departamento de Servicios
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Infor-
máticos de la Universidad Brown asumió la responsabilidad del Iaboratorio de fntermedia, fue gracias a 7a Tabor de Steve Andrade, Chris Chung y Vic Nair que pudimos aplicar Intermedta ala enseñan z^ y a la investigación. Estoy especialmente agradecido a mis. ayudantes de investigación, licenciados o no, por su gran enr; tuslasmo, y en partivular a Randall Bass, David C. Cody, Kathryn ,,,rStockton, Shoshana M. Landow y Gary §Teissman, así como a ,.:.mis estudiantes de Ia Universidad Brov¡n. El desarrollo de Inter,,.media fue parcialmente financiado con aportaciones y contratos i' de International Business Machines, de Apple Computer y de la "..-t
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HIPERTE}CTO
Annenb erg/Corporation for Public Broadcasting Project, y les agtadezco este apoyo. Asimismo, expreso mi gratitud a muchos colegas y estudiantes que compartieron conmigo sus trabaios: Stuart Moulthrop, que me prestó su versión en Storyspace de <
, y J. David Bolter, Robert Coover, Terence Harpold, Paul D. Kahn y G"ry Marchionini, que me dejaron ver los borradores o las primeras versiones de sus escritos. También quisiera dar las gracias a '§üilliam Crossgrove, Shelia Emerson, §7illiam Keach, Neil Lazarus, J. Hillis Miller, Elli Mylof,iás, Allen Renear, Ellen Rooney, Gregory Ulmer y a los miembros del CHUG, por sus conseios y estímulo. También debo mucho al personal de la editorial Johns Hopkins lJniversity Press, y sobre todo a Eric Halpern, eI director de edición, que fue lo bastante abierto para entusiasmarse por un proyecto que otros directores de edición en otras editoriales encontraron demasiado'extaño o incluso ininteligible. Anne §íhitmore, mi asistenta de edición, sabe cuánto debo a su tara combi nación de conocimientos, rigor y escepticismo y quisiera dejar bien claro 9ü€, si este libro tiene algún tipo de gracia, claridad o precisión, es en gran parte gracias a ella. Jim Johnston y Glen Burris, de diseño y producción, tienen el mérito de haberse atrevido a emprender algo'nuevo de un modo distinto. y, firrdro.rr"r., he de agradecer el apoyo y el estímulo de *i .tposa Ruth y de mis hijos, a quienes dedico este libro., Durante años, han escuchado, con entusiasmo y comprensión, mis apasionados alegatos sobre nexos, trama§, lexias, §fleb Views y otros artilugios de seguimiento. De todos los agradecimientos que la escritura de este libro ha motivado, éste es el que más me complace expresar.
1.
El hipertexto y la teoria crítica El problema de la causalidad. No siempre resulta fácl, determinar lo que provocó determinado cambio dado en una ciencia. qué apareció ¿Qué hizo posible tal o cual descubrimiento? ¿Por teoría? Esaquella o esta surgió dónde se concepto nuevo? ¿De hay Print no que ya muy resulrar gmbarazosas ms pfeguntas suelen La difianálisis. el fund-amentar cipio, t.,odológicos en1os eug
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cultad es aún rnayor en el caso de cambios generales que afectan a toda una ciencia. Y más aún crrando se producen diversos cambios relacionados enrre sí. Pero la dificultad máxima se da en el caso de las ciencias empíricas: por un lado, el papel de los instrumentos, técnicas, instituciones, acontecimiéntos, intereses e ideología resulta muy evidente, pero no se sabe cómo funcíona realmente una articulación de cornposición tan complelay variada. lvftcnel- Fouclu¡-r Tbe Ord'er of Tbings
posestructuralista? ¿un Derrida hipertextual? ¿un Nelson Cuando los diseñadores de programas informáticos examinan las páginas de Glas o de Of Giammatology (De la gramgtología), y, cuanse encuentran con un Derrida ügtal:r;ado e hipertextual; encuentran se Machine-§, Literary do los teóricos literarios hoiean con un Nelbon posestrucruralista o desconstruccionista. Estos encuentros .h".átes pueden darse porque durante las últimas décadas han ido .on r.tgiendo dos campos del saber, apafentemente sin conexión ulgun a: la teoría de la literatur a t¡ el hipertexto informático. Las d-eclaraciones de los teóricos en literaturl y del frip.*.rto han'ido convergiendo en un grado no-table. Trabaiandá menudo, aunque tto ti.-Pfe, en completo desconocimiento ^ de otros, los unos i.nt"dores de ambos campos nos dan indicaciones que nos goát, en medio de los importantes cambios que están oCurriendó, hast a el episteme contemPoráneo' Me atrevería a decir que se está Produciendo un cambio de paradiry" en los escritos á"Ju.q.res berri d^y de Theodor I'{elso{r, y los de Roland Barthes y á. Andries van Dam. Supongo que aI menos un nom-
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EL HTPERTEXTo Y 1A TEoRÍA
I{IPERTE)CTO
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bre de cadapareja Ie resultará desconocido aI lector. Los que trabajanen el .r*pt de los ordenadores conocerán bien las ideas de Náko¡ y de ,r* Du*; y los que se dedican a la teoría cultural estarán ti*U"rtados .ot l"t íd."t de Derri d^ y de Barthes'' Los / qtatro, como otros muchos especialistas en hipertexto y teoría cult ( t,rr"l, iorurl* que deben abandonarse los actuales sistemas con) ..oarr¿esbasadó, .t nociones como centro, margen, ierarquía y li\ "áfi¿ad y sustiruirlos por otras de multilinealidad, nodos, nexos y i ,.d.r. Cái todos los iarticipantes en este cambio d9 paradigma, I nr. marca una revolrr.iAt, .t a pensamiento,-consideran la escrit r." electrónica como una reacción directa a las ventaias e inconi venientes del libro impreso. Esta reacción tendrá profundas re; percusiones en la literatur a, laenseñan za y la política. - Los ngmerosos paralelismos entre el hipertexto y la teoú a ctí. tica presentan *rr.iot puntos de interés, de los cuales el más importante tal vez sea el hecho de que Ia teoría crítica promete tey, así, de, orir^rel hipertexto mientras que éite promete encarnar a texrelativos los todo tobt. te-oría, la de i ;;Jt"r rráo, asPectos Itr"lid.d, narrativa y a los papeles o funciones de lector y escritor. Con el Lripertexto, ios teóricis de Ia cútica dispondrán, o disponuevo laboratorio donde poner- a prueba sus ideas, nen ya, d. "t, además de las bibliotecas convencionales de textos impresos. í Otro punto fundamental es que una experiencia de la lectura en )hipertexto, o con hipertexto, esclarece muchas de las ideas más (sisniticatiás de la táría crítica. Como 1o subrayaJ. David Bolter lJ".*plicar cómo el hipertexto encarna los conclPto¡ posestmcturulirius de texto abierto: <
Definición del hipertexto y su historia como Goncepto
,
En S/Z,Roland Barthes describe un ideal de textualidad que coincide exactamente con lo que se conoce como hipertexto elecde palabras (o de imáge; rónico, un texto compuesto de bloques i n.s) electrónicamentá unidos en múltiples trayectos, cadenas o y ,' recorridos en una textualidad abierta, eternamente inacabad^ y trayecto, trarna red, nodo, nexo, como descrita con términos
<
Dice Barthes:
L5
cnfr¡ce
texto ideal, abundan las redes (réseaux)'i
que actúan entre sí sin que ninguna pueda imponerse "ltj:-TU::l estructura de(; este texto es una galaxia de significantes y no una vías de acces?llT Gificados; no tiJne principio, p.to sí diversas \
q[e nirrgorr; de ellas^pred, ."1ifi.ttse d-e principal; los-'ódblos o.r. *o.rilira se e*ti"nden hasta donde alcance la uista; !-93. Pde-
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texto absolutamente plural, ñ"t9 su número nunca está limi(cursiva en ;;á;, ," n". está basrdo J' h infínidad del lenguajo>
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ComoBrrtho,,pffir"""..il'gsgg"ibe.,el..texto-en-f,'ormade
que <>, y2 que se en-
libros, otros una red de refey posestructuralistas, -";.".#;.? Co,,,o todos los estructuralistas de la literatutd, Y v Foucault describen el texto, el mundo a. poder y categoría qu9 implican, en términos que a orros
L§ü.],-, " rrii"pado en un sisrema de referencias es un todo dentro de r¡na red"' ' +rni."r*, otras frases:
§á ffiil; il;;:í""o ;r"rbi¿"
áa blr"rqxtllxformático' n".d; áfti.rÁ d.^mpo en los "' u.rr¡á+
eerÉ:,"-Jelr{-§elson Hpglexto, eipr.qion textó electrónico, una tecno. de tipo un a .ñ".r_Gnta, se f"fi"r. <
,
' ;;;fi"r Í., meior en una pantalla , gue permite que el lectorconelijaÍ" y q*g ,.popular, se ttat^ de una se. i.t.ru.tiá-d"l.rr"rdo conectados "".iAn enti..;l8ol l."lt: 1".-1"::i ', rie de bloqrr., de texto para el usuario>>.' El hiptrtexto, término itinerarios áf;;; q,r. ,.gui;;;r utilizando
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lo largo de esta obra, implica un texque Barthes denomina to comp.r.rá á. fragmentos de t.*to -1o sí' La exlexias-y 1,rr rr"""t Étectrónicos que los conectan entre hisimpl.emente e- xtiende la noción de texto a
;;¿" i;[n*rd,ia i"r*6 de información. Puesto que el hipertexto, al poder conectar un p".ui; i. di,*rso verb I a imágenes' -4-11', *-*:*:¿ 1a io .vá¡bal, .expande :Lffi".tri;.:ilrt."re como , árto ft"[m.t verbal, no haré la disnoción d.
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Pues' -' d;:* tanto I :;:: lE:::::-lf"":-:* :;,?::!3,i?::"' información relaciona qrr. Iete*re ;;r *É¿i" informáti.o I
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I{IPERTEXTO
verbal como no verbal. Los nexos electrónicos unen lexias tanto <> a una obra, por ejemplo un comentario de ésta por otro autor, o textos paralelos o comparativos, como internas y así crean un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor di.t o, como multilineal o muliisecuencial. Si bien los hábitos de ¡{L.t:ura convencionales siguen válídos dentro de cada lexia, una { \r, que se dejan atrás los oscuros límites de cualquier unidad de fexto, entran en ügor nuevas reglas y experiencias. \ artículo académico de humanísticas o de ciencias - El típico 'filustra perfectamente las nociones subyacentes de hipertexto j como texto que se lee secuencialmente. Por ejemplo, en el caso de i un artículo sobre Ulises de James Joyce, uno va leyendo primero í 1o que convencionalmente se conoce como texto principal y se va \i.. encontrando números o símbolos que indican la presencia de nopie de págrnao páginao al. alfinal de¡a entonces eI el textmal de la obra; uno uno-deja Ias, a ple \ ¡"r,a para gu€ pueden principal cita notas, contener una leer dichas ,,'/ro , V\, de un pasaje deUlises que supuestamente apoya el argumento en ''/ j cuestión, o bien datos sobre. agradecimientos o discrepancias del autorcon otros escritores, etc. Las notas tarnbién pueden contener información acerca de otras fuentes, influencias y paralelisirnos con otros textos literarios. En cada caso, el lector puede se;guir la conexión y salirse por completo del primer artículo. Tras Ieer la nota, o mirarla y decidir que una lectura completa no procede por el momento, vuelve al texto principal y sigue leyendo , hasta encontrar otra nota y volver a dejar el texto principal. Este i tipo de lectura constituye la experiencia básica y el pqnto de par:tida del hipertexto. Imaginémonos que uno pueda simplemente -.locar la página donde se encuentra el símbolo de la nota, referencia o anotación para hacer aparecer instantáneamente el contenido de la nota o incluso el texto completo, en este caso Ulises entero, aI que alude la nota. Los artículos académicos se sitúan en un campo de relaciones que, en su gran mayoría, perrnanecen ocultas en el caso de los textos impresos y relativamente difíciles de seguir por encontrarse físicamente lejos de sus referencias. En cambio, el hipertexto electrónico facilita muchísimo el seguimiento de las referencias índividuales así como la navegación por todo el campo de interrelaciones, que también se vuelve muy evi( d.nt.. Este cambío en la facilidad pmaorientarse en ese contexto { y "...der a las referencias individuales 1[g_cj1 :l*:41g9-n!e* _tanto
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tA TEoRfA cnÍuce
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experiencia de la lectura como la n-aturaLeza de 1o leído. Por la -ffif6A ¿i¿Uó;itl;üó l-6;ré ¡óyó. r! ántó nrtaiá-en un sistema de hipertexto que tuviese nexos con todo el material citado , pas?' ría aior*u, p".t" de un sistema mucho más extenso, en el que Ja totalidad poáría resultar más importante que el documento indi,id,r¿t el artículo se encontraría ánton.es mucho más entrela2ado a[ contexto que su homólogo impreso Como ,. ,., el.!rrnS$e.X.J.9 difumina las fron!-gtas e.nlre lector y Barthes. ¿,escltor y con ello 1ii"sát, otra calidad del texto ideal de de distinción la 1; luz'de 1o, .rirbios actuales en informática, iÁ 'Barthes entre texto de lector y texto de escritor coincide con la distinción entre los textos basados en la tecnología de la imprentay elhipertexto, ya que este último alcanza
''
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el objetivo de la obra literaria (o de la literatura como obra), que .orrrirt. en hacer del lector, no un consumidor sryo-un productor del texto. Nuesffa literatura se caracteríza por el despiadado divorcio que la institución literaria mantiene entre el productor del texto y su usuario, entre el propietario y el cliente. El lector se encuentra sumergido ...rrr, .tpicie de ociosídad, es intransitivo' e incluso serzor á ,r., de funciánar por sí mismo, en lugar de acce;;;;1"; agia delsignificante, alós placeres de la escritura, se 1o á.i"ráfo .o"o la poble [bertad de acéptar o rechazar eltexto: leer no es más que un referéndum. Frente al texto de escritor, se enpuecuentra rr, áorrarurio, su homólogo negativo y reactivo: to que de tei
.
Comparemos la descripción que hacen los diseñadores de Intermedi", ,rro ie los más iu*ruáos sistemas de hipertexto desa.i"U"¿"s hasta la fecha, del lector activo que el hipertexto requiere y crea:
'
Alavezherramienta Para el escritor y medio patael lector, los documentos en hipertexio permiten a los escritores, o a grupos de autores, conectaidatos entre sí, crear trayectos en un conjunto de material afín, anotar textos ya existentes y crear notls que remitan ranto a datos bibliográficos como al cuerpo del texto en cuestí6n... Et lector Pqede pasearse pof esos textos anotados, referidos y conectados de forma ordenada aunque no secuencial."
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EL I¡IPERTE¡
HIPERTEXTO
otras funciones del sistema o buscar conexiones nuevas' La """'J tüdad del hiperrexto, que se manifiesta en múltiples conexiones -rt un lector activo' ' entre bloques i"¿i"i¿"i"t d" texto, .t.g. d6¿"cia de nrp"rffif; Además, un sistema completo a. hiper- 1o, libro, y á. algunas de las primeras aproximaciones al
Para tener una idea de cómo el hipertexto produce un texto de lector de Barthes, examinemos cómo Vd., lector de este libro, lo leería en una versión en hipertexto. En primer lugar, en vez de manejar un ejemplar impreso, lo estaría leyendo en una pantallade ordenador. Las pantallas acruales, que no tienen la movilidad y tacto de los libros impresos, hacen la lectura un poco más difícil. A las
personas 9u€, como yo, suelen leer tumbadas en la cama o en el sofá, la pantalla puede parecerles algo menos práctica. Por otro lado, la lectura en Intermedia, el sistema de hipertexto con el que (irabajo, ofrece varias compensaciones importantes. Al I.er üa TVersión de este libro en Intermedia, Vd. podría, por ejemplo, carr-(biar el tamaño e incluso el típo de letra parahacer la lectura mucho !"ar fácil. Aunque no podríi h".", est; cambios de formá p€nfrá' Lente paraotros lecto^res, sí podría hacerlos cuando quisierá. , Y, más importante aún, como estaría leyendo este hipertexto , en una gran pantalla gráfica que muestra dos páginas atavez,tendría la posibilidad de colocar varios textos unos al lado de otros. Así, al llegar a la prímera nota del texto principal, al fhal del pasaje de S/Z mteriormente citado, activaría eL equivalente hipertextual de la referencia (tecla, símbolo de referencia) y ello haría aparecer Ia nota final. La nota en hipertexto difiere de varios modos de la nota en un libro impreso. En primer lugar, se relaciona directamente con el símbolo de referencia en vez de encontrarse en trna lista nrimera da al final del texto principal. En segundo lugar, una vez abierta y superpuesta al texto principal o bien colocada a un lado, la nota aparece como un documento indepen-, diente, aunque asociado, y tro como una especie de texto subsi-i diario, secundario y eventualmente parásito. La nota en cuestión contiene la información siguiente: <>.Lalextahipertextual equivalente a esta nota podría incluir la misma información o, con más probabilidad, el pasaje citado, un fragrnento más largo o todo el capírulo o incluso el texto íntegro de la obra de Barthes. Además, este pasaje podría servir a su vez de nexo con otras declaraciones de Barthes al respecto, con comentarios de estudiantes suyos o con pasajes de Derrida o de Foucault acerca del mismo concepto de texto en red. Como lector, tendría Vd. que escoger entre volver a mi exposición, seguir algrrna de las conexiones sugeridas por los nexos, utiTtzar
L9
tBonÍe cnÍtlce
mismo entorno tanto .r.rito, .o*o al lector. Así, con simple^i mente entraf en el programa de procesamiento de texto, o editor, por+:" como se 1o .orro..l VJ. pod ria tomar notas o incluso rebatir '' escriro mi interpreiaciórr. A.rrrqre no podría modificar mi texto, a mi documensí podría .r.ribi, una contestación y 1u!8o- unirla ;;:Á;i h abráleído este texto de lecior dé dos maneras imposibles frqysglgga de su t oÁ libro:- prgsro, Vd
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-mis-mo--es-c-ogiila
lectura y,
.o*-oiffiáárll" tlr"iá, .r.og.*en aistint^ uryé;tórias
asumir ;ffiúd.r, la versión hipertextual de este librqel podría rutas de valor fo*6 muy diferentes, uri .o*o sugerir td- vez e1 el texto
alternativas y dedicar seguramente rnenos espacio Por otro lado, talvez había empe;t"rrt^l , fár pasaies citJdos. zado. ao*r. ,r'otut a producir respuestas al texto a medida gue " en forlo l.iu, ulguru, de las .id., podrían muy bjen presentarse enuninterpretaciones las ma deteito, que apoyen o contradigan ** e'i-t.'. Ü="tza'' , , r' i:"*'l I f,;*; ciadas en mis escritos. "'''
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Otras convergenc¡as: intertextualidad, diversidad de voces y el descentrar
DerridaComo Barthes, Foucault y Mikhail Bakhtin,'Jacques tram-a.@'!11: ¡¡iliz.aconstantemánte términos colno nexo Qiaison), L la hipertex-( claman que (s'y tissent))r PoI ied. (réseau) y entretejer lec- = *J¿"á¡ ;;r; dif.í.r,.iá. Ea¡ües, qrr. insiste eo e-l ¡extoladeinterr' ,r, rá fi"*ulidaá,D.rrid r"f"*iie aprrt ta textsd, " i; di;ii".io" entre 1o intemó v 1o ;*it"t &A;..tfi;.9rga.ryá¡; toda claridad exrerno a un i#á;r¿- Er.. énfasis aparece con "Platón" no de el ;;d" .tr-, que <
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o. En francés en el original' T'
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HIPERTEXTO
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iü9T1 grieggr, Ozl)..o' De hecho, lo que Derrida describe aquí Á concide con los actuales sistg.mas de hipárr-exto en los que el l..tá.. ^{{actrygrlsqsgpa49-ggglQs§suh¡l&}ier,üavéc;ffi
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áig^, y, así, uno no se olvida de é1 con los dientes>>;'estos dientes, según aclata Ulmer, se refieren a las comillas, corch:tes, paréntesisl cuando se cita un texto (colocándolo entre comillas), el efectol \ es el mismo que liberarse de un contexto limitativo» (58). Esta búsqued a a cíegas por parte de Derrida de un medio per:a subrayar su reconocimiento de cómo opera el texto en un fit y al cabo, es un acérrimo defensor de la m.dio impreso -d escritura frente ala oralidad- ilustra la posición, o tal vez el dilema, del pensador que trabaja con letra impresa y percibe sus carencias pero que no puede, pese a su brillantez' encontrar un camino fuera de sumentalité."r Según demuestra la-experiencia con hipertexto, Detrida tantea hacia ufr nuevo tipo de texto-: 1o des..ib., 1o alaba, pero sólo puede presentarlo en términos de los recursos asociadás con un modo particular de escribir, en este caso las marcas de punüuación. Como nos lo recuerdan los marxistas, el pensamientá se deriva de las fuerzas y modos de producción, aunqlue, como veremos; pocos marxistas se enfrentan al más importante modo de prodücción literaria, el que depende de las kcnologías de escritura e impresión. De este énfasis de Derridu .t la discontinuidad proüene el concepto de hipertexto como un extenso montaje,-lo que en-offo lugar áenominé metatexto ylo que l.{elson llama .>. De h"lho, Derrida emplea la palab ta montaje Para el cine, que ve como un rival o *u alternátiva alaletra impresa. Ulmer destaca que <<1a pizca o huella proporciona la "lingifistica" Para el encola-itu uso que hace Derrida de montaje en el áo/montaie>> (267),y Speecb and Pbenomena: <
.,r
hacer intervenir diccionarios con andisiJ n o.fóiiigiá"" i'-f Puede correctan las palabras aisladas con símiles,
á.r. derivado, y .órrtrarios.
Una vez más,lo que Derrida y otros teóricos críticos expresan como r'tna reivindicación lingiiística, aparentemente des cabeilada, resulta )'describir precisamentJ la nueva^dirr,n*i.a de la lecn¡ra y de la escriJtura en el medio electrónico, más viftual que físico. Derrida reconoce acertadamente (con antelación, cabría decir) que una nueva forma de texto más ríca, más libre, más fiel a nuestra experiencia potencial, y talvez auna experiencia real aún desconocida, depende de unidades discretas dJlectura. Como lo explica, en 1o- que QregoSy Ulmer considera ,8 también exíste <<1a posiU"mau¿ de omisión o adición de citas, que pertenece a l" estrircrura de cualquier marca, oral o escrita, Y gue constituye toda marca escrita, *i., y fuera de cualquier horizonte semiolingüstico de comunicación... Todo signo, Íingriistico o no, oral o'es.rito, puede ser citado, puesto entre comillas>>. La $nli.".ión de esta-facultad para ser; citado, o aPaftado, se manifiesta en el hecho, clave para.l hip.r-i texto, de que, como añade Derrida, ..de este modo, iuede alejarsei de cualquier contexto dado y engendrar una infinia"¿ d. .ont.*-! tos nuevos de una forma absolutamente ilimitado>.e Como Barthes, Derrida concibe un texto compuesto de unidades discretas de lectura. La concepción de textJ de Derrida se relaciona con su <>, eue podría traspasar los límites de ta filosofía. Gregory Útr.r r"Urry", ..El órgano de este episteme filosófico es l, Loáu, h boca qu; muerde, mastica, cata... el primer paso de la descomposición es el ,rrordisco» (57). legidar que describe el texto .o*t ,ko muy próximo a las lexias de-Barthes, explica en Glas que <>,o que Ulmer irad,rce "rtu por <
*1. Los números entre paréntesis indican siempre timo texto citado. T. *'. En francés en el originai. T.
HIPERTE)ffo Y I-A TEoRfA
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"1. Mentalidad;
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(en francés en el original). T.
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HIPERTE)ffO
'1 El hipertexto,
con acierto una implicación fundamental de la intertextualidad del hipertexto (y d. los hipermedios): esta aperrura, esra Iiberación para crear y percibir interconexiones se produce realmente.
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Sin embargo, aunque la intertextualidad del hipertexto parezca á.Uilir.r áiq,ri.. ,.drrccionismo, histórico u otro, de ningún Á"4" impide á lor inreresados leer la obra en términos del autor y á. U ,ruái.ión. Las experiencias hastala fecha con llyperCard hipertexto, sugieren que- el hipertexto no nece)¡ otros sistemas de á"ri"*.rrte desvía Ia átención de dichos enfoques. Pero 1o más inttt.t"t re del hipertexto no es que td- vez pueda encarnar ciertas reivindicuciorrei de la crítica "rt*.t,rralista o posestructuralistar'i sino que proporciona un medio excelente de ponerlas a prueba'
El hipertexto y la intertextualidad sistema fundamentalmente intertextual, presenta una capacidad para enfatizar la intertextualidad de la que carece el texto encuadernado en un libro. Como vimos, los artículos académicos y los libros ofrecen un ejemplo obvio de hipertexruali-dad explícita en un medio no electrónico. A la inversa, cualquier obra de literatura, corno las que se suelen enseñar en la universidad y que arbiffariamente denominaré <, para simplificar y ,lig.rurla discusión, ofrece un ejemplo de hipertexto implícito en un medio no electrónico. Tomemos, una vez más, ell,Jlisás deJoyce como ejemplo. Si examinamos, pongamos por caso, el pasaje de Nausica en que Bloom contempla-^ G.rry McDow.ll ." t" pluyu, , s€ lrotá que el texto de Joyce < o < (éstos son los términos que solemos emplear) a muchos otros textos, o fenóme' .r.o, q,r. p,r.den tratarse como textos: los anuncios y árti."l"r i. revistas femeninas que impregnan los pensamientos de Gerty, h.chos acerca del Dublín de entonces y de la Iglesia catílicay hasta j el pasaje de Nausica en la Odisea o cualquierinformacíón ielacioI nada con otros pasajes de la novela. Una presenración en hiper;¡ texto de la novela .ot..turía este pasaie ,o i¿lo con la clase de ma..," i'" terial mencionado sino también con otras obras de Joyce, con i..irr,¡"mentarios, crític*r y rrrriantes r.*r,r"l"* El k;"*.*ro permite ';..,j'.-,;+"hacer más explícito, aunque no necesariamente intruso, el iraterial ' afín que el lector culto prred" percibir alrededor de la obra. , -.-.li l;':-i Thars Ygtg* sugiere que la hipertextualidad, <, áirri.tt. la atención de la túada constituida poi el auror, la obra y la radii lción hacia otra formada por el t.*á, el discurro y l" cultora. De este modo,la<>.1' Morgan. describe
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imaginarla experiencia de leer y escribir en esta rrr.uu fo*U de texto, convenáría prestar atención a 1o que Mikpolifónica, f-rrif grkhtin ha escrito acerca de la novela dialogística, ;;; ";; multiplicidad de voces, eue según é1 <>-l2 La des},;ñt.U"', se convi efta del I¡p.iO" de Bakhtin de la forma literaria polifónica presenta las ,"""16 de Dostoievsky como una ficción hipertextual en la que las voces individuales asumen la forma de lexias. Si bien Derrida ilumina la hipertextualidad desde el punto d. ürt" del .> o <
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bien, La vozri.-p." es 1a q,.,1 .-*? d. 1a experiencia combinaáá.i enfoque del mom.rito, de la lexia que-uno está leyendo-y de de la narrativa en perpetua forrnación según el propio 6ayecto lectura.
24
HIPERTEXTO
El hipertexto Y el descentrar por una red de textos, desplaza constantemente el centro, y por 1o tanto el enfoque o principio organizador de su investigación y experiencia. En otras pa,labras, el hipertexto proporciona un sistema que puede centrarse luna y otra vez y cuyo centro de atención provisional depende del , f lector, gue se convierte así en un verdadero lector activo, en un Iisentido nuevo de la palabra. Una de las catacterísticas fundamen't"Ies del hipertexto es estar compuesto de cuerpos de textos conectados, aunque sin eje primario de organización. En otras palabras, el met?texto o-*gggjg]-qo-. de Cgqgp.rrtos, el ente que se cono.. .6ñáffi;"bi" ó tá"lo .t éi i*po de la ímpreni",gurece de centro. Aunque esta ausencia de centro pueda crear proA medida que el lector
se mueve
d1'. bÉñáá iéctor y al escritor, también significa que cualquier usua'!:,\t' rio del,hipertexio hace de sus intereses propios el eje oigarizador "' (o centro) de su investigación del momento. El hipertexto se exuJ; \ i perimenta como un sistema que se puede descentrar y recentrar , hasta el intinito, en parte porque transforma cualquier documento que tenga más de un nexo en un centro pasaiero, en un directorio con el que orientarse y decidir adónde ir a continuación. La cultura occidental imaginó estas entradas casi mágicas a rrna realidad en forma de red mucho antes de la aparición de las ' tecnologías inform áticas. La tipol ogíabíblica, que tan importante papel desempeñó en la cultura inglesa en los siglos )§rr y xD(, corlcebía la historia en forma de tipos y sombras de Cristo y de la providencia divina.la Así, Moisés, que existe por sí mismo, también existe como Cristo, quien cumple y complet4 el significado del profeta. Como lo demuestran innumerables sermones, octavillas y comentarios del siglo )§rI y de la época victoriana, cualquier persona, acontecimiento o fenómeno servía de ventana mágica en l, .o-pleja semiótica de los designios divinos para la salvación del hombre, Al igual que el tipo bíblico, que permite a los acontecimientos y fenómenos significativos participar simultáneamente de varias realidades o niveles de realidad, la ¡lexia indiüdual aporta irremediablemente un camino en la ..d d. torr.*iones. Dado gue, en los Estados Unidos, el protestantismo evangélico preserva y difunde estas tradiciones de exégesis bíblica, no sorprende demasiado descubrir que una de las primeras aplicaciones
EL HIPERTEIcTo Y
rn tPonfe cÚuc¿'
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exedel hiperrexto ha tenido que ver con la Biblia y la tradición gética.r5 "- -No sólo las 1exias obran
de forma muy parecida a los tipos, pulltos en sino que se conüerten también en Aleph borgesiallos, ya Qu!, desde la el espacio qrr. a*ii.rr.r, todos los demás puntos, ver todo o*ilio" dá*i"Áie que cada Lrno propotiiona, se puede cerca, a muy caso io demás, si bien .ro ii-rltáneamente, en todo disqrre ,rro o do, sdtos de distancia, sobre todo en los sistemas A diferenDonen de una .ii.l.rrr. funcián de búsqueda de texto' iodo q-ueverlo il;;ilÑ.pU ¿"Jorge Luis Borges, gño no tiene bodega con Ia desde un único lrrgár, ii tr*po.o t r*barse en una *o.hil, debajo ¿l U cabeia." El documento en hipertexto se vuelve,un AlePh viajero. de DeEsta .rpr.id^d tiene una relación obvia con las ideas de vista rrida, que insir,. .r, le.llggsidgd dr.- camb,ia¡ ds punlg§ <>, el ;{#;;;-pirt-ir, ha desempeñado proceso o proceái*i.rrro-que llama descentr ar ejemplot dice: Por Xo-prp.l i*portunte en el cambio intelectual. como ciencia cuando se dio un <<1a etno 1ogíarOi. p"¿o aparecer efi consedescentrar: en el momento en que la cultura europea Y, dislocó, se conceptos, ;;;;;, h historia de lu *.tufíiica-y desus de considerarse ,. J.lO'de su locus, se vio obligadá *leiar no implica queaunsí misma como i..,r]tora de referencia>r.'7 Derrida en ."rrrro i.rt.l..ioJ o ideológico-sea malo ya que-, .oT9 explica dicho he ..No un preguntu á. Serge Doubróvsky: respr-resr a ^ podríamos salir adelante sin centro' ;; rro fruy, ."rriro rri qr.,función, oo un ente; una realidad, sí, iár^mí, .i cen6o es una absolutamente indispensable>> Q7 L) ' ;;;; r ,En;; fu"ción. Y ésta es su todor lo, sistemas de hipertexto el lector puede escoger princique este Lo propio centro de investigación y experíencia' ., qrr. .1 l".tot no queda encerrado ii""ig*fi." "" la prácñcuzaciíio jerarquía.Las experiencias con á.rr,rá de ningun, orguni una seIrr.r*.dia ráelro qú. paralos que prefieren organizar Keats a sión por autores y moverse, pongamos por caso,. de de Tennyson, el sistema puede ,.pr.r..rt1 el iradicional enfoque asmuchos en útil siempre, ..*tráo en 11 autor, y que-aún resulta p...ár. Éo, á.ro lado, n;aáa.qUg. a lector atabaiar así, y los que ez áei", g.t. talizaciones por peúodo' desean irrrr"rt-igat f, "¿i¿
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HIPERTEXTO
pueden organizar sus sesiones en función de dichos períodos, valiéndose de los artículos sobre el romanticismo o la época vicroríana como puntos de partida o puntos intermedios, mientras que otros lectores pueden partir de nociones críticas o ideológiáas, por ejemplo, el femínismo o la novela victoriana. En la práitica, los usuarios suelen utiliz ar la mateúa desarrollada en la Úniversidad Bro§/n a modo de sistema centrado en el texto y enfocarse en obras indiüduales, y, si bien empiezan la sesión entrando en el sistema en busca de información acerca de un autor dado, tienden a dedicar más tiempo a las lexias sobre textos específicos y pasando de un poema a otro (<> de Swinblrne y .rL^ Belle Dame Sans Mercb> de Keats u obras sobre Ulises de Joyce, Tennyson y Soyinka) o de un poema a texros de información (< a la que dábian enfrentarse los trabajadores en todos los campos, Bush se dio cuenta de que el número de publicaciones ya habia <> (17-18). Añadía: < (29).
EL HIPERTExTo
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ll'amó <<1a según Bush, el problema principal reside en 1o que la r..op"i"ción de la información, y la cuestión de la "i"..i6">r, razínprimaria por la que los que frecesitan información no pueJ; áontrarla', ,. d.b. a los inadecuados medios de almacenar, ordenar y etiquetar la información: Nuestra ineptitud para acceder a un dato archivado se debe Cuando en gran p"*. a ü artifi.i¿i¿"¿ de los sistemas de índices. o nualfabética se.ordenan cualquier de ; í;";nan datos !ipo, remonrec-uperada ser puede sóló méricam;;, y h informaciór, irrdo t,, firi"'ae subclase en subclrte. Só1o puede esil en un sitio, a *.iror que se utilice sistemas dobles; hacen fa.lta normas acerca d;i;;d;o qrr. hay gue seguir para localizarla,-pero.las hay : ¡ormas ,oo}.rt"rr. Aiemár, á"tp.rá ¿. encongar un dato, traotro siguiendo luego '1 ;;;;J.del sistem ^paravolverá .tttut , yecto (r 1).
como 1o señala Ted Nelson, uno de los discípulos más destaobstante; cados de Brrsh: <
ciárto carácter universab> (Literary Macbines, 2/ 49) por los Frente , ülisi¿ ., v dificultaá de acceso producidas en la imactuales medios á. g"riión de la información basados que se medio presión u otros "r.ñ.irro. físicos, necesitamos un Despué: d' \t amolde meior a la manera de tiabaiar d9 la mente. de su épo[r;rrbi;l;" medios de almacenar y clasificar el saber (ttAs tü7e asír, funciona .u, grrrh se queja: <> un hecho al dato siguiente, que 1e es ,1Á;",..1u *".i" ,^ttu instantáneamente ,,r"g*i¿o por uro.ir.ión de ideas, siguiendo alguna intrincada tra,ma de .u-iro, conformada por las células del cerebro>> o2). "'- p;r-;ü[erarnos de los clntinamientos de inadecuados sistetendencia natu*r, -;¡ a. clasificación y permitirnos seguir nuestra índices>>, Bush selección por asociación, y no mediante de ".¿a propone un ái;;;rt iro, .l <> , c^paz de llevar a cabo, humana,la mente la a patecidá una man.r, *ái eficiente y más *""ip"lu.iórr-á. hechos rául.r y de ficción- Según explica: <Ün libros' Memex es un dispositivo en el que una persona guarda sus
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HIPERTEXTO
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pue{en organizar sus sesiones en función de dichos períodos, valiéndose de los artículos sobre el rornanticismo o la época victoriana como puntos de partida o puntos intermedios, mientras que offos lectores .pleden partir dá nociones críticas o ideológicas, por eiemplo, el feminismo o la novela victori ana. En la práctica, los usuarios suelen utiliz ar la mateúa desarrollada en h Úniversidad Bro'u/n a modo de sistema centrado en el texto y enfocarse en obras indiüduales, y, si bien empiezan la sesión entrando en el sistema en busca de información acerca de un autor dado, tienden a dedicar más tiempo a las lexias sobre textos específicos y p":."!9" d.Il poema a orro (..Laus Veneris>> de swinbirne y < de Keats u obras sobre [Jlises de joyc., Tennyson y soyinka) o de un poema a textos de información (<
lo que llamó <<1a cuestián de la elec.ión>r, la t.1,-rp".ación de la información, y la razínprimaria por la que los que necesitan información no pueSegún Bush, el problema principal reside en
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Nuestra ineptitud para acceder a un dato archivado se debe en gran parre a ü artifiii¿i¿"¿ de los sistemas de índices. Cuando ," á-"..nan datos de cualquier tipo, se ordenan alfabética o numéricamente, y la información sólo puede ser recuperada remontando su pista-de subclase en subclase. Só1o Plede esjy en un sitio, a *.rro, que se utilice sistemas dobles; hacen falta normas ,.ér." d.l trry.cto que hay que seguir pata localizarla,-pero-las de encontrar un dato, hay I.r norrnas *ol.rt"rr. Ademár, á"tp.rés que salir del sistem a paravolver a entrar luego siguiendo otro tra: i yecto (r 1).
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Como 1o señala Ted Nelson, uno de los discípulos más desta.ii' I i;t t¡.' cados de Bush: < (Literary Machines,2/49)' .ll:' 'ir'i Frente a la rigid ez y dificultad de acceso producidas por los :l¡i actuales medios á. g.riión de la información basados en la im'i.' presión u otros tr.hirro. físicos, ¡ecesitamos un medio que se ii,' l:.'' tt ^molde meior a la manera de trabaiat de la mente. Después de :l: d.r.ribir tÁ medios de almacenar y clasificar el saber de su épo(ttAs 1ü7e .i:..' ca, Bush se queja: <> un hecho o una .tr: al dato siguiente, qu9 le es i ii;á, <.1a ment. sdtá instantáneamente 7:.' ',,.r"gáiao por asociación de ideas, siguiendo alguna intrincaáaffai*r'd. .Áirto. conformada por las cé}ulas del cerebro>t 02) ' i!..: iir':
Vannevar Bush y el Memex
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os e-specialistas-en hipertexto hacen remontar el concepto a un artículo pionero de vannevar Bush, en un número de rg+i det
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miento de información mecánicamente conect-adas para ^yudu ^ los estudiosos y ejecutivos frente a lo que se estaba convirtiendo en una explosión de la información.lt Estupefa$o por la < a la que a.birn ..ri..rrt"rse los trabajadores en todos los campos, Bush se dio cuenta de que el número de publicaciones ya había <> (17-18). Añadía: <
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HIPERTD(TO
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EL HIPERTD(TO Y LC. TEORÍA CNTTCA
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archivos y comunicaciones, dotado de mecanismos que permiten la consulta con gran rupíáezy flexibilidad. Es un accesorio íntimo y ampliado de su memoria> O2). Escribiendo antes de los tiempos del ordenador digital (la idea del Memex le vino por primera -,'',,,' i., ^mediados de los años treinta), Bush concebía su dispositivo como una especie de mesa con superficies translúcidas, palancas y motores para una búsqueda rápida de archivos en forma de microfilmes. ' Además de busc ar y recuperar información, el Memex también permitiría al lector < (3r. De este aspecto crucial del Memex concebido por Bush, dos cosas llaman la atención: primero, Bush está convencido de Ia ne¡ cesidad de anotar, duraáte la lectura, los pensamientos transito,i¿\i rios y las reacciones al texto. Con este énfasis, 1o que hace Bush es "-l', redefinir el concepto de lectura como un proceso activo que im-, ' plica escritura. Y, segundo, Ia referencia al lector perspicazy acti' vo, que puede anotar un texto <, atestigua la necesidad de concebir un texto más virtual que físico. Una de la cosas más curiosas acerca de la proposición de Bush es cómo utlhzalas limitaciones de una forma de texto para iáear una tecn olog¡anLleva, y cémo ésta nos lleva, a su vez, alJrta concePción totalmente nueva del texto. Las < no son solamente su capacidad para recuperar la información y anotarla, sino también su sistema de <<índice por asociació»>, que los actuales siste* ii' ,rr", de hipertexto denomin an flexo, <
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de ellos, hay unos espacios paru códigos en blanco Y !F puntero p^r^d.rigrrár1os. El,is,rario iólo tiene que tocar una tecla y los dos
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posición relativa, el número de índice del o6o artículo' Más adelantá, cada vez que se visione uno de los artículos, el otro podrá ser recuperado con simplemente ^pretar un botón sitrr"dá debaio del correspondiente código 04)'
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unidos. En cada e,sPacio P?\" códigos "r.oentran el código pertinente del texto asociado. También en el es-
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La increíblemente premonitoria descripción que hace Bush de cómo el usuario deiMemex crea y luego sigue trayectos sólo prr.d. equipararse a.su reconocimiento crucial de que estos tra-
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yectos mlsmos constituyen una nueva forma de textualidad e in*"' llrrro de escritura. Como é1 mismo 1o explica: <> ui i: "ruculo (3,5) y, así, ctáabloque de texto, imagen u otra información puei:, de form ar parte de varios libros' :' i,,i' l:'t Ahora está claro que estos nuevos libros dgl Mgmex son eI los tr ' ,rr* tiUro, o ,,, ,r.rJión más del nuerio libro, y, como"ellos, i. suBush compartirse. pueden uamaq, I !;"i"ri;, i. trayectos, o giere, una vez ,rrá, .on gran acierio: <
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y automáticamente, otro artículo>> (34). Bush nos hace una descripción de cómo los lectores crearían <>'con
Brrrh, como cas, aporta el eiemplo de un usuario de Memex
técni-
esos nexos:
que estu diarupor qué el pequeño arco turco parecía superior. al u..o largo irr*r .r, hr "r""i^*,rras de las Cruzadas. En su Memex, dirporrJde docenas de libros y artículos posiblemente pertinentes. Primero, examina una enciclopedia, encuentra un artículo interesanr. urrrri.re demasiado esquemático; 1o deja proyectado.
Al elaborar un trayecto, el usuario primero le da un nombre, luego introduce dicho nombre en su libro de códigos y 1o teclea en el teclado. Delante de él están los dos artículos que han de unirse proyectados en dos superficies de visionado adyacentes. Debajo !'tt'
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HIPERTEXTO
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A-continuación, en una obra de historia, encuentra otro artículo relevante y une ambos. Y así sigue, construyendo un trayecto con muchos artículos. De vez en cuando, inserta un comeniario propio, unido al itinerario principal o bien a un uayecro secund;rio. Cuando resulta evidente que las propiedades eiásticas del material tenían mucho que ver con el á..o, se desvía por una rama lateral- que 10 lleva a manuales sobre elasticidad y táblus de consrantes fisicas. Añade ury página de análisis propio. De este modo, elabora en medio del laberinto de materii disponible un recorrido en función de sus intereses (34-3».
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Además, Bush añade gue, a diferencia de los mayectos mental'es, los del Memex del investigador <>, así gue, cuando al cabo de unos años se reúna con un amigo patat.Étu. <> (3j),podrá reproducir los trayecros que creó paru investigar un tema o problema y aplicarlos a otro. La idea de Memex, a la que Bush dirigióiu atención de forma intermitente durante treinta años, influyó en Nelson, en Douglas Englebart, en Andries van Dam y en orros pioneros del hiperáxto, induido el glupo del Institut. for R.search in Informution und Scholarship* (IRIS) de la Universidad Brown, que creó Intermedía. En <> y <>, Bush propone el concepto de bloques de texto unidos con nexos y trmui¿n introduce los términos nexos, conexión, trayectos y trama pata describir su nueva_c_oncepción de la textuali iad.n tá d.r.¡f,"ion qrr. hace Bush del Memex contiene otras concepciones básicas, e incluso radicales, de la rextualidad. En prim., i.rgrr, requiere una reconfiguración radical d9 Ia práctica áe h le.t,i'r, y d; la escrirura, en la gue ambas actividades se acercan entre sí mucho más de lo es posible con el libro impreso. En segundo lugar, a pesar del -quehecho de que concibiera el M.*.* anres-del adráimi.iro de la informática digital, Bush intuyó que era necesario algo como la textualidad virtr¡al paralos cambios que propugn aba.É., t"r..r lugar, su reconfiguracíón del texto introduie ties elementos cornpletamente nuevos: los índices por asociació, (o nexos), los trayectos entre dichos nexos ylos conjuntos o ramas de t.uy..ios. Estás e'e-
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gue, en esencia, son máquinas poéticas; máquinas que traba"lgo jarun por analogia y asociación, máquinas que capturaran la bri\la¡tez anárquica de la imaginación humana. Todo ello da la impresíón de que Bush consíderaba que la cienci a y la poesía obran básicamente de la misma manera.
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mentos nuevos generan a su vez una clase de;1-eño flexible, hecho a la medida, abierto a las demandas del lector il'posiblemente, vulnerable a ellas. También generan la noción de una textualidad múltiple, ya que, en el mundo del Memex, la palabru texto desig- i na: a) las unidades indiüduales de lectura que tradicionalm."r. constituyen la <; b) díchas obras enreras; c) conjuntos de documentos creados con ffayectos; y, quiz á, d) los mismos trayectos sin documentos acompañantes. Talvez lo más interesante para alguien que considere Ia relación de las ideas de Bush con la crítica contemporánea y la teoría cultural es que este ingeniero empezó rechazando algunas de las ptemisas fundamentales de la tecnología de la información que han ido dominando (y algunos incluso dirían creando) cada vez más el pensamiento occidental desde Gutenberg. Además, Bush deseaba sustituir los métodos esencialmente lineales que habían
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Texto virtual, autores virtuales e informát¡ca literaria Los efectos característicos de la informática sobre las disciplinas humanísticas se deben al hecho de que la información se almacena en forma de códigos electróni.or, en vez de marcas físicas sobre una superficie física. Desde la invención de la escritura y de la imprenta, la tecnología de la información se ha enfocado en el problema de g-r94t."y luego pr-o!3g?r, unos rg.g!,s_l_lo§ 1r_9rb_a19g e-státiSgl" y- pefmsqg¡le5, Como innumerables aütóres vienén [iócla-
mado desde los inicios de la escritura, estos registros fij.*o*s-con qq§13:jl.t-r"_e.Igp9 por muy brevemente que sea, ya "y..gJ-e."spacio, que pérmiten a una persona compartir información con otras, en üstintos lugares y momentos. La imp¡p-nta añade el elemento absolutamente crucial de las múltiplei copias simultáneas de un mismo texto; esta multiplicidad, que preserva un rexto diseminando copias individualé§'d¿ ésre, permite a lectores separados
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EL HIPERTEXTO Y I.A TEORÍA CNÍTICE
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en el tiempo y el espacio referirse a la misma información.2o Como
han demostrado Elizabeth Eisenstein, Marshall Mcluhan, \ü7illiam M. Ivins, J. David Bo1ter y otros investigadores de la historia de los efectos culturales de la imprenta, el ínvento de Gutenberg produjo en las disciplinas humanísticas lo que hoy en día \ entendemos por erudición y crítica. Una vez liberados de su tarea I principal, que consistía en preservar la información en forma de 1 fragil.s manuscritos que se deterioraban con el uso, los eruditos, ',, ttabajando ahora con libros, pudieron desarrollar nuevas nociolnes de erudición, originalidad y de propiedad intelectual. Aunque el texto fijo múltiple producido por la tecnología de la ímprenk ha tenido tremendos efectos sobre las concepciones modernas de literatura, educación e investigación, todavía enfrenta, como lo enfatizan Bush y Nelson, al investigador con el problema fundamental de un sistema de recuperación de la infor-
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, mación basado en manifestaciones físicas del texto; es decir, el ali macenamiento de la información en un formato lineal fijo dificul.. I I ta su recuperaclon. Este problema puede expresarse de dos maneras. En primer lugar, que ninguna qdenación d. 1"§fo".qpg*-s"ió.p puede resultar conveniente a"todoJE?TiéTá-ñGitárr, y, eri segundo lugar, aunque ambas ordenaciones, jerárquic y lineal, facilitan la información según *1g* criterio de orden, éste no siempre coincide con las necesidades de sus usuarios individuales. A 1o largo de varios siglos, Ios escribanos, eruditos, editores y otros fabricantes de libros han inventado una gama de dispositivos para aumentar la rapidez de lo que hoy en día llamamos procesamiento y recuperación de la información. La cultura del manuscrito presenció progresivamente la invención de las páginas individuales, capítulos, párrafos y espacio entre palabras. La tecnología del libro se realzó con la paginación, los índices y las bibliogra{ías, Estos ingenios han hecho la erudición, si no siempre fácl, o cómod a, al menos, posible. EI procesamiento electrónico de texto representa el cambio más importante en la tecnología de la información desde el desarrollo del libro impreso. Conlleva la promesa (o la atTrenaza) de producir cambios en nuestra cultura, sobre todo en la literatura, la educación, la crítica y la erudición, al menos tan radicales como los producidos por los tipos móviles de Gutenberg.
El procesamiento de texto informarizad,o nos proporciona
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34
HIPERTEXTO
ejemplos sugieren que a menudo esrá confundido acerca de los medios que la ernplean. Los punros fuertes y débiles del plantgamiento de Baudrillard aparecen en sus comentarios ,."i., de la digitalización del saber y de la información. Baudrillard percibe con acierto que el paso de 1o táctil a lo digital representa un acontecimiento esencial en el mundo contemporáneo, pero luego se equivoca en cuanto a sus implicaciones, á, mejor &.ho, sót hs percibe parcialmenre. Según Zl, h &gitñzación implica una oposición binaria: <> (simulations, 1 1j). Baudrillard postula esta equivalencia, que equivocadamente considera axiomática, en su declaración de que (L45). Llega a Ia conclusión de que el hecho primario acerca de lo digital es su relación con <>, ya que < (
101 ).
Es cierto que la digitalización implica un estado binario, sobre todo en los niveles más básicos del código de máquina y en los más elevados de los lenguajes de programación. Perá de áste hecho no se puede extrapolar ingenuamente, como hace Baudrillard, un sisterya entero de pensamiento o episteme. Por supuesto, Baudrillard puede rener razón en parre; talvezha p.r.ibido una conexión clave entre el modelo estímulo/respuesta y to digital. Sin embargo, el hecho del hipertexto demuirtru *"y cl^íamente que lo digital no nos confina necesariamente en un mundo lineal ni en uno de oposiciones binarias. A diferencia de Derrida, que enfatiza el papel del libro, de la escritura y de las tecnologías de la escritura, Baudrillard nunca considera el texto verbal, cuya ausencia se prolonga en toda su argumentación, y reconstiruye a su manera 1o que a todas luces no esperaba. Sugiero que parre de la dificultal t.óri.a de Baudrillard se debe a que pasa por alto los textos verbales digitñzados y se desvía demasiado fácilmente, a partir del hecho á. la codificación digital, en dos direcciorr.rt (1) hacia el rnodelo esrímui: .,
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EL HTPERTD(To
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lolrespuesta y el modelo y/o; y (2) hacia otros medios no alfanuméricls (distintos de Ia escritura) como la fotografía,la radio y Ia televisión. Curiosamente, cuando Baudrillard enfatiza con acierto el papel de 1o digital en el mundo posmoderno, suele tomar sus eiemplos de áigítalízación de unos medios que se basan en tecnologíai analógicas y no ügitales, sobre todo en la época en que es.ríb., y las áf.r"rr.ias .ntre las características e implicaciones de son importantes. Mientras que el almacenamiento analó^-b6 gico de inforÁación sonora y visual requiere un procesamiento iir,."l, la tecnología digital suprime la necesidad de -secuencia al directo á cu"lquier bit particular .de inforposibilitar el "..iro mación. Cuando se desea encon6ar determinado pasaje de una sonata de Bach grabada en una cinta, hay que recorrerla secuencialment., ,rt qre los aparatos modernos permiten pas ar tápídamente de uná pieza musical a otra. En cambio, cuando se quiere localizar ,rtt putr¡e dado en una grabación digital, se puede acceder instantáneamente a dicho pasaie, marcarlo para futuras reférencias y manipularlo .o*o sería imposible hacerlo con la tecnolog íi analógi.*; po. ejemplo, se puede volver a escuchar inshntáneamente una pieza sin tener que rebobinar nada. Al concentr"rrJ en los medios alfanuméricos y al confundir, según parece, las tecnologías analógica y digital,.Baudrillard gierdj|" oportroidad de ,".oro.er el hecho de qu-e 1o digital también tiene i por.rrcial para ímpedir; bloquear y rodearla condición lineal y bin"ri", y s,istituirla por la multiplicidad,- por una verdade,^ uáí-dad y áctivación del lector y la posibilidad- Pgra é1 de desviarse .r, ,rriirs redes. Baudrillard ha descrito un hilo principal o constituyente de la realidad contemporánea que, potencialmente, entra .. .orflicto con la realidad multilineal e hipertextual. Además del hipertexto, varios aspectos de la informática en las humanidades sá derivan de Ia virtualidad del texto. En primer lugar, la facilidad con que se puede manipular símbolo.s alfanu*Zri.o, da lugar a un pro..r*iento de texto más sencillo. A su ár,l^.orrro&dad del^procesamiento de texto f.aclhta mucho Ia publicación erudita tradicional, es decir, la creación de textos fiá.dignos y, en principio, doctos, a partir,de manuscritos o libros publlcados, i,rsio .t, iI momento en que la noción misma de texio aislado, unitario y unilateral tal vez esté cambiando e incluso desapareciendo.
)6
HIPERTE)§O
En segundo lugar, esta misrna facilidad para cortar, copiar y manipular el texto permite formas diferentes de coru-posición eru-
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dita, en las que las notas del investigador y la información original existen en una mayor proximidad experimental. Según Michael Fleim, a medida que la texrualidad electrónica vayaliberando la escritura de las limitaciones de la tecnol ogtadel papel impreso, <(enormes cantidades de informaciín, y más textos todavía, se volverán aócesibles inmediatamente bajo la superficie electrónica del escrito... Conectando un pequeño ordenador con un teléfono, un profesional podrá leer "libros" que a su vez se abren sobre un extenso riar de bases de datos que sistemizart todo el saber hurnanorr.B La facilidad de manejo del texto erudito, que se debe ala capacidad de los ordenadores pñaexaminar bases áe dator con gran velocidad, permite la búsqueda de textos completos, concordancias dinámicas e impresás, y otras clases de procesamientos que permiten a los erud,itos.en humanidades plantearse nuevos tipos de preguntas. Además, a medida que uno escribe, < (161). En tercer lugar, el texto virtual, cuya apariencia y forma pueden ser modificados según convenga al lector, mmbién tiene el potencial de añadir un elemento completamente nuevo: el nexo electrónico o ürtual que reconfigura el texto tal y como 1o conocemos los que hemos crecido junto a los libros. Es la facultad de \conexión electrónica lo que crea el hipertexto, una textualidad icompuesta de bloques y nexos que permiten multiplicar los mayectos de lectura. Como Fleim sostiene, el procesamiento de texto electrónico ineütablemente produce nexos, y éstos desplazan el texto, al lectot y ú escritor hacia otro espacio de escritura:
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Las características distintivas de la formr¡lación del pensarnien-
to en el marco psíquico del procesamiento de texto coinciden con la autom atízactín del manejo de la información y producen una conexión sin precedente entre los textos. Con "conexión" no me refiero a alguna vaga conexión física como la de libros individuales compartiendo un espacio ffsico en la bibüoteca.Lapalabra "texto' proüene de la palabra latina para tejído y ha llegado a tener una tremenda exactitud de sentido en el caso del procesamiento de texto. En el meüo elecmónico,la conexión es interactiva, es decir que los textos pueden ser convocados instantáneamente en un mismo marco psíquico ( 160-
161 ).
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Hrpenrnffo Y r¡. tponfe ctÍrrce
37
La pfesencia de múltiples trayectos de lectura, que perturba el equilibrio enue lector yiscritor y que crea así el texto de lector d. Éarthes, también crea un texto que existe con una independencia mucho menor respecto a los comentarios, anaTog¡as y tradicione's que el texto impreso, Este tipo de demo qatización no sólo redrri.la separación ierárquica entre el llamado texto principal y las anotu.iorr.r, que ahora existen como textos independi"*.r, unidades de leclura o lexias, sino que también difumina las fronteras entre textos individuales. De este modo, la conexión electrónica reconfigUra nuestra experiencia tanto del autor como de la propiedad intelectual, y ello promete afectat, a su vez, nuestfas noclones tanto de autor (y de autoridad) de los textos que
estudiamos como de nosotros mismos como autores. Además, estos cambios se producen en. un entorno electrónico, el docuverso nelsoniano, en el que Ia publicación cambia de sentíjo. El hipertexto, mucho más que cualquier otro sistema informático, pro*.t. convertir la publicación en una cuestión de acceso a ;g""; red electrónica. Por el momento, los eruditos seguirán depJrrdi.rrdo del libro, y es de prever que las meioras continuas en autoedición e impr.ríá hsei pro'ooóurán una última floración del texto como o§eto físico. No obstante, estos textos físicos serán prád".iaos (o meior dicho, reproducidos) a p^rtir de textos elecirónicos;y, a*.did" que los láctores se vayan acostumbrando a la .o*odiáá¿ ¿. los t.xtos electrónicamente conectados, el libro, ahora definido tanto como herramienta del erudito como producto acabado suyo, irá perdiendo su papel prepondefante en la investigación humanística.
El modelo no lineal de red en la teorÍa crítica actual Las discgsiones y diseños de hipertexto comparten con }a teotla ctítica contemporánea un énfasis en el paradigma o modelo de red. Como mínimo, cuatro significados de red aparecen en las descripciones y proyectos de sistémas de hipertexto, actuales y fu: t rro".^En ptitá". lrg"r, cuando se transfieren textos impresos al hipertexto^, toman la formu de bloques, nodos 9 lexias unidos en ,n^ r.d de nexos y trayectos. Red, en este sentido, se refiere a una t'i especie de equivd"ntá electrónico del texto impreso conectado
38
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HIPERTEXTO
electrónicamente. En segundo lugar, cualquier conjunto de lexias, tanto si se deben al autor del texto verbal como a un tercero que haya reunido textos de varios autores, toma la forma de una red; en algunos sistemas, se llamattama a cualquier conjunto de documentos, cuyos límites cambiantes los convierten, de ulg", modo, en el equivalente hípertextual de una obra. En tercer lugar, el término red tartbién se refiere a un sisterna electrónico que implica ordenadores adicionales así como cables y conexiones físicas que permiten compartir información enre máquinas individuales, estaciones de trabajo o terminales de lectura-escritura. Estas redes pueden tomar la forma de las actuales redes de ámbito local (LAN),* como Ethernet, que conecta conjuntos de máquinas denuo de una institución o parte de ésta, como departamentos o unidades administrativas.'o También hay redes de gran ámbito (§üAN)"' qr. conectan distintas instituciones geográfícamente muy alejadas. Las primeras versiones de redes de gran ámbito, tanto nacionales como internacionales, incluyen JANET (en el Reino Unido), ARPANET (en los EE. UU.), el National Research and Education Nenvork (NREN) ,o' y BITNET, eue conecta universidades y centros de investigación en América del Norte, Europa, Israel, Australia, NuevaZelanda y Jap6n." Estas redes, que hasta el momento se han utilizado prirrcip"lmente paruel correo electrónico y púa transferir archivos particulares, también han servido de infraestructura a boletines de noticias como Humanist. Para que estas redes puedan soportar el hipertexto, hacen f.alta equipos más potentes que puedan transferir con mucha rapidez grandes cantidades de información. La cuarta acepción de red, en cuanto a hipertexto, se acerca mucho al sentido que se le da en la teoría cútica. Red, en su sentido más completo, se refiere a la totalidad de los términos para los cuales no hay término y que son representados por otros términos hasta que surja a1,go mejor o que u,no de ellos logre abarcar el sentido más amplio y La mayor difusión: <, <> y, de hecho, <>, tanto en sentido alfanumérico como derridano. Las futuras redes de gran LAN: Local Area Nenvork. T. "1: WAN: §üide Area Nerwo¡k. T.
*2. Red Nacional de Investigación y Educación. T.
EL HTPERTEXTo Y
tA TEoRfA cnÍtIce
39
ámbito necesarias para un hipertexto interinstitucional, a gran esca\a y a distancia, mat eríalizarán los actuales mundos de la información, incluida la literatura. Dicho de otro modo, Para obtener información haúfaltatener acceso a algÉn tramo de la red. Para publicar en el mundo hipertextual, hará falta tener acceso, aunque sea de forma limitada, alrna red. La analogía, modelo o paradigma de red, esencial en el hipertexto, aparece en todos los escritos teóricos estructuralistas y po§e§tructurdittr.. EI modelo de red y sus componentes rechazan la li'nealidad en forma y explicación, y ello a rnenudo en aplicaciones inesperadas. Bastará t¡n solo ejemplo de este pensamiento no lineal. Aunque los expertos en narrativa casi siempre han subrayado la linea[áad esencial de la naración, recientemente, los críticos han empezado a encontrarla no lineal. Barbara Flerrnstein Smiü, por ejemplo, sostiene que <> .En-Tbe arder of Thingr sostiene que su proyecto implica rechazatlas <> que tienen ocupados a sus contemporáneos; proclarna que..hay que reconstruir el sistema general de pensamiento cuya red, en su aspecto positivo, hace posible la interacción de opiniones simultáneas y aparentemente iontrrdictorias. Es esta red Ia que define las condiciones que hacen posible un problema o una controversia y sostiene la historicidaá del saber>>.27 ParaFoucault, el orden es, en parte, ..lu ley in-
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terna, Ia red ocult»> (xx); según é1, una <> es aquel fenómeno <> (127) una amplta gama de taxonomías, observaciones, interpretaciones, categorías y normas de observación a menudo contradictorias. . La descripción de red que hace Heinz Pagels enTbe Dreams of Reason (Los sueños de la razón) sugiere por qué la red seduce tanto a los que sospechan de los modelos jerárquicos o lineales. Según é1, <." Además, como Pagels también explica, la red funciona en varias ciencias físicas como un poderoso modelo teórico capaz de describir una gama de fenómenos de muy distintas escalas espaciales y temporales y, así, de ofrecer un programa de investigación. El modelo de red ha cautivado la imaginación de la gente en campos tan diversos como la inmunología, la evolución y el cerebro.
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Et sistema inmunológico, como el evolutivo, es un poderoso sistema de reconocimiento de patrones con capacidad pña aprender y rec'ordar. Esta característica del sistema inmunológico ha sugerido a varias personas que un modelo informático dinámico que simulara el sistema inmunológico también podría aprender y recordar... El sístema evolutivo obra en una escala de tiempo de cientos de miles de años, el inmunológico en cuestión de dírr y el cerebro, en milisegundos. Si descubriésemos cómo el sistema inmunológico reconoce y destruye los antígenos, tal vez ello nos podría enseñar cómo las redes nerviosas reconocen y destruyen ideas. Después de todo, tanto el sistema inmunológico como el sistema nervioso están constituidos por miles de millones de células altamente especialízadas que se excitan y se inhiben unas a otras, y ambos aprenden y tienen memoria (134-85).
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El modelo de red también ha inspirado el movimiento conexionista en inform ática, que recurre a una áipotética arquitectura nerviosa para el diseño en red>> de máquinas radicalmente diferentes. Los conexionistas sugieren que > aporta > (L25). Los conexionistas también proponen una <
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plemente localizado en 4grt, memoria electrónica ni en "it'gYt *i.ioirrterruptor. Para lJs con.xionistas, la representación del saber," dirtiibuye enre las fuerzas de las conexiones [¡los nexos !1, entre unidades» ( L26) C"*o lo demuestra Pagels, la ciencia contemporánea y La teoría crítica proponen teorías convergentes acerca d9l penlamiento hudel pensami.áto basadas en el paradigma de red. áÁ" -- v ¿.f*rrrdo i.rry Eagleton y otror teóricos marxistas, que a menudo recurren ,1 p"r.rI*cn¡ialismo, mmbién se valen del modelo o imagen á. ,"d.r! En carrrbio,los marxistas más ortodoxos, que tienen un in;;¿;;..ro.r"l (o un convencimiento sincero) en la narrativa o la metanarrativa lineal tienden a recurrit a ted y a trama principalpamente paracaracter aat laequivocación. Pierre Machery podría al ;;;ráro fuera de lugar siguiendo a Barthes, Derri d^y Foucault situar la"s novel^r dentro de una red de relaciones con otros escritos. §;ñ Machery, <<1a novela¡e sitúa inicialmente en una red de libros qol srrrtitoy.nia complejid.ad de las relaciones reales de las gue, de siÉ..ho, estáconstiuidt .i^lq.ri.r mundo?. Sit' embargo, su frase poseslos de lamayoya de ñ;r; áeia bien claro gue, , dif.r.r,cia panügtructuralis,r, o posmod.*irtrr, que emplean la red como de una situación abierta y n; restrictiva, percibe la red como ma .¿*";; confina y limita: <>-10 só1o entonces empieza a parecerse a un mundo Fredric Jamáson, gue en The Political Unconscious ataca a y de ..tt1Althusser pár crear impresiones de < y-explíma ininterrumpida de i.nóm"nos>>, considera, frecuente Por error." .iiu*."te, Ios Lodelos en red como el asiento del anejemplo, cuando en Marxism and'Form critica <> de la tradición liberal, en aco-ntecimiento individual a expensas de la red de relaciones el medio que tiene el liberalis;;;;il¿f;".de esrar inmersori.r [:gl. a conclusiones, de otro mo para <>." Aquí, el modelo de red representa *, .o*pleta y uá..,ruda puesta en contexto, Suprimida pot ulggna escuela de pensamiento que no es la marxista, pero las sociedades premarir. ráo resulta ,r...ruri a para describir *irrrr. Jameson repite .rt. putaügma en su capítulo sobre Her-
42
HrpERTExro
bert Marcuse, cuando explica que
<> como la aparieácia ilusoria que enfiIascata <4a realidad de la üda sociab>, que <> (2g6).
¿Gausa o convergenc¡a? ¿lnfluencia o confluencia?
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¿Adónde lleva la relación de la inform ática,y d.l hipertexro en particular, con la teoría de literatura de las irlr o .rárro últimas décadas? En la conferencia de mayo de 1990 en el Elvetham Hall sobre Ia tecnolog¡ay el fururo de lainvest ígaciónhumanís tíca, J. Hillis Miller sugirió: <r.'Ningun pasaje tiene una prioridad particular sobre los demás, en el ientido de ser más importante o de ser el <>.3a Así mismo, proponer <
EL HTPERTExTo Y
le rBonfe cnfuce
4)
tado fragmento de un ensayo crítico que contiene a su vez ufla cita de oito ensayo, como un portador alberga un parásito>>. Prosiguiendo con la analogía microbiológica, Miller pasa a explicar qüe ,.el "ejemplo" es un fragmento parecido a esas minúsculas partículas de ulgUnu sustancia que se introducen en un diminuto irbo de ensayo y se investigan con ciertas técnicas de química analítica. Se puede llegar muy lejos, u obtener mucho de un pequeño fragmento de texto: nos gUía de contexto en contexto, que se amplí* h"rtu abarcat, como medios necesarios, toda la familia de lenguas indoeuropeas, toda Ia literatura y el pensamiento con..pto"l en estas lenguas y todas las permutaciones de nuestras estiricturas sociales dá economías domésticas, receptoras y dadoras de regalosrr.'5
así, Miller subraya que el <> (Litera'ry Theory, L9-n0i. Por supuesto, dicho cambio arrollador tiene muchos componentes, Pero hay un tema que aparece tanto en escrito§ sobre ñip.ne*to (y el Memex) como en la teoría cdtica contemporánea,* Las limitáciones de la cultura impresa, d. Ia cultura del libro. Bush y Barthes, Nelson y Derrida, así como todos los teóri,cos de estos campos, quizásorprendentemente entrelazados, empiezancon el deseo dá [berarnos de las limitaciones de 1o impre,o. Ert. proyecto común requiere que uno reconozca primero eI enorme poá.t del libro, ya que, sólo cuando hayamos tomado concienáa de la manera en que ha formado e informado nuesffas vidas, podremos intentar escapar de algunas de sus limitaciones. En este contexto, las explicaciones de Claude Lévi-Sffauss del pensamienro iletrado ,nib, Sauage Mind (El pensarniento saluaji) y en sus tratados sobre mitolo gía aparecen, en parte, como ,i.ri.rrios de descentrar la cultura del libro, de demostrar los confinamientos de nuestra cultura literaria saliéndose de ella, por muy superfici"l y brevemente que sea. Al enfatizar medios de co-
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EL HIPERTEXTO Y LA TEORfA CNÍNCE
45
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municación electrónicos aulque no informáticos, como la radio, la tglgvjriól y el cine, Baudrillard, Derrida, l.un FranEois Lyotatd, Mcluhan y otros se pronuncian iguahánte en .""rru de la futura importancia de la tecnologsa dela información b"r"d" .r, la impresión, coincidiendo , *.rrrdo con los que pi.nrÁ en que uno! medios de comunicación análogos con rárid^o, movimiento e información visual remodel arám ru&crlmenre nuestras expectativas de la cultura y naturalezahumanas. Entre los principales críticos y teóricos de la crítica, Derrida destaca como-el quá mejor adviei. l, importun.iu á.üa tecnología de la información autónom", b^rráa en sisremas digiáes más que analógicos. Como señala, < (Of Grammatology, 86). Por lo tanro, como lo señalu [il*.r, > (App lied Grammatology, L31 . según Derrida, .d, forma del "libro" está pasando por un período de agitación general, y, mientas su formu prr".i cada vez menos natural.,. y su historia, menos transparentel h forma de libro por sí sola nopuede zanjar... la cuestión de aquello, fro..ro, de escritura que, al cuestionar en la prácticaesta foimu, há de desmantelarlo>. El problema, adery{s, i.*- reconoce Derrida, es que <> la forma del Iibro <> (Dissemination LI¿ diseminación), 3) en el pensamiento occi dental. A Derrida, siempre deseoso de rocarlo rádo, .1lo ,o le parece urta razón suficiente para no tocar el libro y su reivindi.u.iór, comienza con la cadena de expresiones que aparecen más o menos corno título al principio de Disserninatlon: Hors Livres: fuera de Iibro, Hors d'Oeuvre: entremés, Extratexto, prelimin* r,i" de li-
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bro, Adorno y Prefacio>>. Lo hace con gustoya gu€, como anunció en Of Grammatology, <>. (8) En una conversación conmigo, Ulmer mencionó que, puesto que la unidad de Derrida equivale al nexo, La gramatología "t..1 ,, u.,. y la ciencia de conectat y, po. lo tanto, el arte y la cienci-a del "' hipertexro.sT Uno podría añadir que Derrida también describe la diieminación como una descripción del hipertexto: <> (Disserninatiort, 42), J
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Analogfas con ta revoluc¡Ón de Gutenberg Si nos encontramos realmente en un período de fundamenta-
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les cambios tecnológicos y culturales análogos a la revolución de Gutenberg, entonces ha llegado el momento de preguntarnos qué podemos áprender del pasado; en particular, qué-podemos pleáecir ,..r.á del futuro al comprender Ia < de una tecnología dada o de un conjunto de tecnologías. Según A1vi1 Kernan, .{u "lógica" de una tecnología, de una idea o de una institución es su tenJencia a conformar, en un limitado número de formas o direcciones, todo aquello en que incidenr>." La obra de Kernan y de orros como Rogei Chartiei y Eisenstein;.,"que han estudiado las complejas rranslciones desdela cultura del manuscrito hacia la de lu imprlnh, sugiere mes lecciones claras o normas para cualquiera que presienta similares transicionesEn primer lugar, estas transiciones toman mucho tiempo; en todo .uio, mucho más tiempo del que los primeros estudios sobre el paso de la cultura del manuscrito a la de la imprenta podían 11e-
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HIPERTE)(TO
varnos a suPoner. Estudiosos de la tecnología y de la práctica de la lectura señalan varios cientos de años de cÁbior y u.Lmodaciones graduales, durante los cuales prevalecieron distinias prácticas de la lectura, formas de publicación y concepciones de lu literatura. según Kernan, no fue hasta principios del siglo xvrrr que la tecnología de la imprenta <> (9). ¿Cuánto tardaráIa inform átiia,y sobre todo el hipertexto, p^la operar cambios parecidos? Uno i. pr.g.rrr^ cuánto tardará el paso al lenguaje electrónico en volverse omnipresente en la cultura.Y ¿con qué medios, apaños culturales provisionales y demás intervendrá y creará un iuadro más .or,frrro, aunque culturalmente más interesante? La segunda norma importante es que el estudio de las relaciones entre tecnología y literatura junto con otros aspectos de las humanidades no produce necesariamente una lectJra mecánica la cultura, como temían Jameson y otros. Como Kernan deja - _de bien claro, la comprensión á. h lógiiade una tecnología no permite hacer predicciones, ya que en condiciones dif.r.rites ]a *irma tecnología puede producir efectos diferentes e incluso contrarios. Así, J. Daüd Bolter y otros historiadores de la escrirura han señalado gue, al principio, la escritura, gue servía los intereses del clero y de la monalguía al registrar leyes y acontecimientos, parecía puramente elitista, e incluso hierática; más rarde, *ádid, " que iba progresando hacia abajo en la escala social y económica, empezó parecer democtatizante e incluso anárquica. En gran I medida, los libros impresos tuvieron efectos igualmenre dife"renciados, aunque los factores dem ocratizarttes taidaron mucho menos en imponerse a los hieráticos: unos cuantos siglos, talvez décadas, ¡en lugar de milenios! Así mismo, como Marie Elizabeth Ducreux y Roger Chartier han demostrado, tanto el material imprero .o*ó los t"nuscritos "
fueron utilizados como instrum.rrtor
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una aculturación reli-
giosa controlada por la autoridad, pero en ciertas circunstancias ngrmitierorr la resistencia de una fe recha zaday llegaron a ser un último y secreto recurso en contra de la convetriórr-forroso>. Los libros de horas, los contratos matrimoniales y los llamados libros evangélicos encamaban <
EL HTPERTD(To
v Le rponfa cnÍuce
47
co, ceremonial y eclesiástico del libro u otro material impreso y.la. l.ct.rru privada, personal e interio tizadarr?e El mismo Kernan insiste en que <>(55), que entran en juego, o prevalecen, sólo en determinadas condiCiorr"r económicas, políticas o tecnológicas. Latefcera lección o norma que puede derivarse de Ia obra de Keman y de otros historiadores de las relaciones entre las diversas prácii."t de la lectura, las tecnologías de la información y la crliot", es que las transformaciones tienen contextos e implicaciones políticos. Las consideraciones sobre hipertexto, teoría ctítica y litgrltura han de tener en cuenta lo que Jameson llama <> . (Political U nconscious, 20) .
Predicciones Si la tecnolog
ía dela imprenta cambió radicalmente el mun-
do tal y como lo expone Kernan de formatan:r convinceqte, ¿cuáles serán los efectoi d. una transición paralela de la ímprenta al hipertexto informático? Aunque los cambios asociados con el puro de la imprenta ala tecnología electrónica td.uez no presenien ningún paralelismo con los asociados al paso del manuscrito a la impret tr, lrt descripciones de los cambios más recientes en la t..t ología del texto alfanumérico pueden sugerirnos campos de investigación.
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EL HIPERT¡>mo Y 1A TEoRÍA
HIPERTEXTO
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mente asociados con las realidades de la imprenta>> (PrintingTecbnolog1t,4). Si la hipertextualidad y los sistemas informáticos afines llegan a tener efectos tan generuhzaáos, ¿cuáles serán? Nelson, Miller y casi todos que escriben sobre hipertexto consideran que esta tecnología es esencialmente democratizante y gue, por 1o tanto, mantiene algún tipo de existencia liberada y descentralizaáa. Kernan cita numerosos casos específicos de cómo la tecnología <. Por ejemplo, <. La tecnología de la imprenta así mismo redefiníí d, público de la literatura al convertirlo
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de un pequeño grupo de oyentes o lectores de manuscritos... a un
grupo de lectores... que compraban libros para leer en la intimidad de su casa. La imprenta también hizo que la literatura resultata, por prim eta vez, objetivamente real y, por lo tanto, subjetivamente concebible como hecho universal, en grandes bibliotecas de libros impresos que contenían grandes colecciones de escritos mundiales.. La imprenta también reordenó la relación de las letras con otros agentes sociales, por ejemplo, liberando al escritor de la necesidad de un patrocinador y la consiguiente servidumbre a la riqueza; desafiando y reduciendo el control de la autoridad sobre los escritos mediante la censura estatal y promoviendo una ley sobre propiedad intelecmal que entregaba al autor la propiedad de sus propios escritos (PrintingTecbnology,4-5).
Los nexos electrónicos desplazan los límites entre un texto y otro, entre escritor y lector y entre profesor y estudiante. Como
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vefemos a continuación, también tienen efectos radicale, ,ot" nuestra experiencia de escritor, texto y obra, a los que redefine' Tan básicos y radicales son estos efectos qare nos fuerzan a cons;; q;. *rr.hrs de nuestras actitudes e iáeas -4t queridas y fre.tr"or., hacia la literatura no son sino el resultado de determinaque das tecnologías de la información I d. la memoria cultural, idee proporcioniron el entorno adecuado paru dichas actitudes .r. Érru tecnologí a,la del libro impreso y sus parientes más cercaioi q"" in.LryE lL página impresa o Te.c*_o graflada,y engendra y unicidad del escritor del texto cierras no.iorrás de prJpied ^d físicamente aislado ir.Ll hipertexto hace insostenibles. En otras de nuestros suf"l"btut, el hipert"*io an.la en l.a historia muchos del éter de la abs;;;, -a, dif"t didos, haciéndolos descender tracción y parecer meras consecuencias de una tecnologia daáa, un tiemPo y lugar dados' arraigaá, "" posibl.t otot plantearyientos, el hiperrexto tiene Ñ h"..r mucho .r, .oáún con ulgrrnol de los principales planteamientos óon .1 énfasis de de las teorías literaria y sárniol ógica,y tobr" iodo de texto Barthes ñ.riidu en el descentiar y con Iu .o...pción de á. l..tor frente al de .r.ritor. De hecho, el hipertexto supone una y encaúiación casi emb atazosaÍnente literal de ambos conceptos' interesany su ello, a Su vez, plantea nuevas cuestiones sobre éstos (o inscripción)' te combinación de presciencia y relación histórica
Uno de los cambios más importantes se refier e ala tealización del poder demo $atlzarnte de la nueva tecnología de Ia información. Durante el paso de la cultura del manuscrito a la de la letra impresa desapareció <
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2.
Reconfi$urar el texto
Del texto al hiPertexto Aunque en el funrro leiano, o no tan lejano, todos los textos individualei estarán conectados electrónicamente formando así metatextos y merametatextos de un género sólo parcialmente imaginable hoy eldí d,y¡han aparecido formas de hipertexto de mucho menor Existen yui.rntliteraciones al hipertexto de poesía, de fic"lcance. ción y de otras materias originalmente concebidas para la -tecnologia dál[bro. La forma más sencilla y ti*it"ia de esta transliteración y luego añraf,r.r.*, el texto lineal, con su orden e inalterabilidad,u otros textos, ha, , modo de apéndices, críticas, variantes.textuales ráno1ógi.*.rr-t. anteriores o posteriores.'En estos casos' el texto riginafque conserva so formá andgua, se-convierte en un eie fijo cual irradian los textos conectados, y ello modifica la experiencia del lectot de este original texto en un nuevo contexto. Se han publicado rácopilacione§ dídácticas de textos clásicos en hipert.rito basadas .t, ,rt único texto, original'mente creado parusu difusión impresa, como eje ininterrumpido alrededor del '.rr"1 se articul*t .o*.ntarios y anotaciones' Paul Delany, de la Universidad Simon Fraser, por ejemplo, utilizí eL sistema Hypercard de Apple para ttr.ru.tibir al hipertexto-y -aTpliar el Joseph And.reus.r áá Hánry Fielding; en la Universidad Brown, qmpleamos de un modo similar el sist.ma Intermedia para presentar his2 torias cortas de Kipling y de Lawrence''
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HIPERTEXTO
hipertextual unos materiales originalmente concebidos para la tecnología del libro dividiéndolos en lexias discretas, sobre todo cuando contienen elementos multilineales que requieren la clase de lectura multisecuencial asociada con el hipertexto. Un ejemplo de este tipo de hipertexto ha aparecido en CD Word: Tbe Interictiue Bible L-ibrary,r'que un equipo del Dallas Theological seminary*lha creado con una versión mejo rudade Guide. Esta recopilación hipertextual de la Biblia, destinada más bien al <. Del mismo modo, al ser más bien concisos, los poemas de
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Biblioteca Bíblica Interactiva. T. Seminario Teológico de Dallas. T.
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R.ECONFIGURAR EL TD(TO
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se prestan muy bien avnarecopilación similar en hipertexto. de estos dos eiemplos áe rcalízaciones en hiperdiferencia A texto, que respaldan el estudio con nexos electrónicos entre múltiples textos paralelos, Iru Memoriam, otra recopilacíón, esta \¡ez en Intermedia, creada en Ia Universidad Brown, se vale de los nexos electrónicos pataelaborar un mapa de las alusiones y refereninter e intratexcias del texto, tanto internas como externas -su rualidad-5 y, así,las mateúaliza. EI In Mernoriam de Tennyson, radicalmente experímental, ilUstra pertectamente la validez áel comentario de Beniamin: <<1a historia del arte presenta épocas críticas en las que cierta forma de arte aspira a efectos que sólo podrán ser collseguidos plenamente con un cambio de patrón técnico, es decir, con una nueva forma artíEticarr.u Otra manifestación de este principio aParece en la Iiteratura pictórica victoriana, sobre todo en Tennyson y Ruskin, que antiiipr., en muchísimos detalles las técnicas del -cine.? Así áo*o la literatura pictórica anticipa un medio futuro (el cine) uti|1ganáo la narrativa paraestructu rur la descripción, In Memoriam ¡ anticipa la hipertextualidad electrónica desafiando precisamente i la narratirra yia forma literaria basada en ella. Convencido de que i''r ' la nliiááio" ¿1.g íaca, que inexorablemente conduce él "mFú;d; a lector y doliente'del pesar a la consolación, falsifica la experiencia real, el poeta elaboró un poema compuesto de 13 L fragmentos paraexpresar el flujo y reflujo de las emociones Y, en particular, la manera en que, irracionalmente, Surgen rebrotes de pesar mucho tiempo después de la supuesta recuperación del doliente. La muerte de Henry Hallam en t$3 hizo que Tennyson cuestionara su fe en la naturaleza, en Dios y en Ia poesía. In Memoriam revela que Tennyson, que se había dado cuenta de que unas composiciones breves encarnaban mejor las emociones ' transitorias que seguían emb argándolo mucho tiempo después de: su pérdida, rech az6 Ia elegía y la narrativa convencionales :: porqué ambas presentab an al.lector una versión demasiado uni, ficada, y, pof lo tanto, demasiado simplifi cada, de sentimientos . como el.pesar y la resignación. Creando una poesía no lineal de fragmentos, Tennyson g¡ía al lector de In Memoriam del pesar y Ia desesperación a Ia espe tanza y la fe pasando por la duda; pero con cada paso irrumpen emociones persistentes y opuestas, y ,' uno encuentra duda en medio de la fe, y dolor con Ia resolución.
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de In Memoriam lntenta captar la organaaciónno lineal del poema estableciendo nexos entre secciones,
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por ejemplo, entre la 7 ylallg,la2yla)9 o los poemas de Naüdad que se evocan unos a otros a lo largo de todo el poema (Fig. 1). Y, más importante todavía, gracias a las capacidades de Intermedia, el lector puede remontar de sección en sección siguiendo varias docenas de leitmotiu que forman un hilo en todo el poema. Trubajartdo con la sección 7, por ejemplo, los lectores que desean
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En lugar de la :rarna elegíaca de <>, <>, In Memoriam ofrece fragmentos entrelazados con docenas de imágenes y motivos e informados por un igual número de resoludiones, principales y secundarias, de las que la más famosa es la secció n 95, con su representación del encuentro de Tennyson con el espíritu de Hallam, experiencia cumbre y maravillosamente ambigua y mística. Además, otras secciones como la7 y la L19 ola28,la78 yla L04, se remiten unas a otras de diversos modos. La protohipertextualidad de In Mernoriam atomiza y dispersa al Tennyson hombre. No se 1o percibe en ningún momento, excepto td,vez en el epílogo, que aparece a continuación y fuera del poema en sí. El verdadero Tennyson, el hombre que existió, con sus creencias y temores, no puede extrapolarse de las secciones individuales del poema, ya que cada una de ellas presenta a Tennyson sólo en un momento dado. Recorriendo estas secciones individuales, el lector experimenta una versión "lgo ideabzada de los momentos de pesar o'de restablecimiento de Tennyson. Así, In Memoriam cumple la definición de Paul Valery de la poesía como máquina que reproduce emociones. También coincide con otra observación que hizo Beniamin en una comparación del pintor con el camarógrafo: <> («§lork of ArD>, 233-234). Aunque refiriéndose a otro medio de expresión, Benjamin c^pra parte del sentido en que el hipertexto, comparado con el texto, parece atomizado al mismo tiempo que transmite una de las principales cualidades del poema no lineal y secuen-
RECONFIGURAR EL TD(TO
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moverse por el poema siguiendo una secuencia lineal pueden hacerlo poi medio de los nexos entre las secciones anteriores y poster^iores; también pueden consultar cualquier palabra en un ^diccionario electrónicamente conectado o seguir nexos hasta lectufas alternativas, críticas (e incluso una comparación de la sec.iá" 7 con la tt9) o discusiones de las relaciones internas del nexos señalados al lado de f""*u. Además, la activación de losmaflo o culpable hace apareprlrbtrt como oscuro, casa, puertas, La selección de materiales. de tipor de varios i., ,rr^ selección los nexos asotodos ma.no genera instantáneamente un menú con ciados a esta palabra, que incluyen un directorio gráfico de las principales im,ágenes áe In Memoriam, trÍt comentario crítico so[;" h irrug.n ci-tada y, lo más importante, una lista sistemática de cada.r.ro á. 1o, ,rsos de la palabia en el poema iunto con la frase en que aparece; la elección de cualquiera de los elementos del *"rr,i prórro., la aparición del documento conectado, de una visión gán"r"l de la imaginería, de un comentario o del texto compl.tJd. Ia secció, qrré contiene ese uso concreto áe mano. Gracias a las capacidades de Intermediapara crear.nexos en (o bloque ambas direccion.r y conecmrlos con cualquier pasaje I si- \ -:-. áe texto) de la obrá, el lector puede desplazarse pof el poema i guiendo distintos ejes. Aunque latramadelnMemoriam conten- .! más arnba,material i ;;;;o las oras obrur "r, tip.ttextosucitadas principal radica '1 diferencia altern-ativas, de referenciay lecturas .f é*pl.o á" 1o, trayectos de nexos, que permiten org anizar.l i- .-. 1 "" poema por medio de ,L ,"d de leitmotii y sácciones que se remi- I i. ten unos a otros.s Aunque estos nexos los hayamos creado mis colaboradores, estudi"rrtá, y Hcenciados, Y Yo, representan una cla-:- tl ,. d. nexos obietivos que también h"Lriu, póaiao establecerse I con gna completa función de búsqtreda de texto. En este y otlos aspectos, }a versión con Intermedia de In Memoriam representa una forrna adaptable de hipertexto. Aparte de la adaptación de un texto cuya versión impresa ya lo divide en seccionás análogas a las lexias, uno puede imponer sus propias divisiones a una obra, como hace Barthes con <> solo, o incluso de éste en S/Z de Barthes.' O6a versión electrónica que realiza gran parte del potencial del hipertexto para las variantes es Fotking Patbs: I
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HrpERTExro
RECONFIGURAR EL TEXTO
An lruteraction oftg Jo_rge Luis Borges (lgg7),o d. Stuart Moulth_ rop, una adaptación de
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Problémas de terminolog!ía: ¿Qué es el obieto que leemos? ¿Qué es el texto en hiPertexto? Como las primeras ftases de este capítulo deben de haber sugerido, escribir sobre hipertexto en un medio impreso plantea ináediatamente problemas de terminología muy parecidos a los que Barthes, Dérrida y otros se encontfaron al intentar describir úrr" t."tualidad ni representada por el carácter físico del libro impreso ni limitada poiél. Ya qr. él hipertexto cambia radicalmen-1/ ie lar experiencias que leer, esuibir y texto suponen, ¿cómo pY.-\ de uno emplear, sin inducir a errores, estos términos tan cargados { de las impúcaciones de la imprent a, p^rareferirse al material electrónico? Todavía seguimos leyend o de acuetdo con la tecnología de la impresión y seguimos orientando hacia la publicación impresa toáo lo que escribimos, pero ya emp,i eaan a vislumbrarse las prime.r, -*if.staciones de tip.tt.*trrulidud y a percibir algunos aspectos de sus posibles porvenires. A.menos que se emplee con sumo cuidado, 1á terminol ogíaestrechamente asociada con la tecnología de la imprenta puede inducir ala confusión. Bastarán dos ejemplos. Úro d. 1o, problemas con que nos enfrentamos surge a la hora de dar un nombre al objeto que leemos. El libro, por supuesto, es aquel obieto con el que leemos el productg -d" la tecnología de Ia imprenta. En nuestra cultura,la palabra li_bro puede ) muy distintas: eI objeto _.1 sí, 91 texto y la l desifrar tr., "rriidades *rrrif.ttación de una tecnología áaáa. Llamar <> a la máquiná con la que leemos el hipertexto induciría a error, ya que está máquina .ot lu que se lee (y se escribe y se llevan a cabo ótrur operaciones como mandar y recibir correo) no constítuye en sí un [Lro, es decir, un texto: no coineide ni con el texto virtual ni con su. encarnación física. ( Surgen problemas adicionales ya que el hipetexto iryp_l**-L no sólo selecciona su recorrido.d. Iec- \ J) lector más activo, uno' que)rtunidad de leer como un escritor; es \ que ree puede asumir ra /.jf,rnción de urrio, y añadir nexos u otros textos al que está leyen-z I d". Así. el uso del término lector, como hacen algunos sistemas ).. f :-,o^o -^-^6 -1 -------i^ ^^-^ parece apro" usuario, tampoco en sus mensajes al informáticos piado.t'
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,plementos gráficos como ilustraciones, mapas, organigramas, esquemas y üsionT generales, algunos de loslqab, ", i ío elisten en el imedio impreso. En el futuro,habúmás @el$x"r*rdo, poi la conexión de secciones aisladas de obr^ i"ai"iduales, aunque la noción de obra individual y discreta se está volviendo cada vez - más débit e insostenible en ál *"r.o de esta tecnología informática, como ya había ocurrido en el contexto d. g."; pr*. de Ia teoría crítica conremporánea. Estas obras inclufen pl.ri, y ficción hipertextuales, i. h, que hablar¿ más adelante, y el equivalente_hipe*extual de las obias críticas y erudii;;;;¿rrr. una de las _primeras obras en esre nuevo medio, y J.rd. luego la-primera con Intermedia, fue ra de BarryJ. Fishman; ..Th. §7orks of Graham swift:4 Hyp"rrext Thesis>> ríésil,;ü;,;s doctorar de la Universidad Brorñ sobre el noveü;;;ú;irá"t.; .-orrr.-p oráneo. La tesis de Fishman se compone de sesenta y dos lexias, de las cuales cincuenra y cinco son do^.r*.ntos de ,.*r" y ;i;;., esqueTrr o fotografías dígrtñzados. Los cincuenra y.irr.á documentos de texto que creó, .ór un tarnaño de media págnahash tres pági-. nas a un solo espacio, contienen discusio".r ¿JUS r.ir p.i"cipales obras publicadas d¡ svrift, las crític-., qr. recibieron, correspon_ dencia con el novelista y ensayos sobr.',.*"r, técnicas y ras reraciones intertextuales en cada uno de sus libror'y.. .i .t";""ro de su obra. Aunque Fishman creó su recopitación ér, hip.rt.*ro como un conjunto de documentos relativamente autóno*o, estableció nexos con varias docenas de documentos presentes en el ,irt.*r, - que incluyen desde escritos de profesores i. ut *.rro, ,i., d.pur_ tamentos hasta comentarios de Ltro, estudiantes.
ffiH'"T1:l?ltT'i:#:[HT.Hil
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uaminos Divergenres: *L. Las obras de Grahamuna interacción ygún Jorge Luis Borges. T. swift: una resis rri!.rá*r" ar.T. t
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6A
HrpERTExro
Una solución ha sido llamar ese lugar cle lectura-escritura una analogíacon lf estacíón de ffabtajodel inlor :1?9'-99 9:rge*u¡r, genrero; esta expresión suele referirse a máquinas reladvamente potentes, a menudo conectadas _en y .o, mucha más potenI.dlt cia de cálculo, memori a y capacidades griifiru"-q".'"1^;rdenador personal." sF embargo, y, qr. estaciói d.e trabajoparece sugerir que estos objetos sólo existinán en el lugar d. ;;;í;i";esultarán útiles sólo en ocupaciones remunerrd""r, esta expresión también resulta confusa. Aun así, recurriré a ella i.,0., en cuando, aunque sóIo sea poJque parece más cercana-a lo que el hipertexto requie_ que cualquiera de los oros términos ,.rg..id; :e ha;; la fecha. Estos problemas de terminorgeía;p;;n, como ya resuha evi_ dente, pg.q,r,. los papeles de t.?r"ii .r.ritor cambian tanto en la , i tecnología hipe.t."t,.rul que nuestro vocabulario l*,ry poco qué ofrecer. "orri"rrrl.il" comoquie-ra qu9 se denomine ese lugar de lectura-escritura, no debe concebirse la máquina que .rrro.Lp leaú parutrabajar (y divertirse) en hipertexto árrro una máquina aislada, como el or_ denador p"*orul de hoy en día. ilúñ de e[o, er «objeto con que se lee>> debe concebirse como una enmadañü;; iü: ca, alhiperdocumento, ya que es el medio que tienen el lector y el escritor individuales para ctnectarse y participar en .i Á,rrdo de los nexos y docu-.rrio, hipertextuales. se plantea offo problema símilar de terminología la palabra tuxtor qre tantas veces h. .Ápl.uJo yu"* respecto a .r,, obra. Más que cualquieiotro término crave d.átu exposici ón, textoha dejado de cerlirse a una única parabra.al oirtir simurtáneamente en dos mundos distintos ,'"b"r.i;ig"ifi.rdos contradictorios Fry y: p^rl emplearlo, debe encontrarse el"rnodo d. .itu. ü .orfu_ sión. cuando intento explicar 3lg"lo^".rf..ros de ra diferen cia, a menudo me veo obligaáo d^í d.fi"i.i;es nuevas y antiguas poco precisas o me descubr ^o uúJtzando er vieio ,Zrñú" con un sentido en esencia anacrónico. por ejemplo, **do explico que los sistemas de hipertexto permiten'.orr^".tur un pasaje <> el <..exto>> con otfos pagajes tanto <> el <> como < de é1, me veo enfreniado'precisamente , * anacronismo de este tipo. La clase de rexro que p.rmite habrrr,;;;;;'á".or...t"mente que sea, de interiores y exteriores perten... , l, imprenta, mientras que aquí estamos consider".dJrra forma de textuari-
REcoNFIGURAR EL
6L
TP(To
dad ürtual electrónica en la cual esto§ términos, Y4 sospechosos, re5Jr* más problemáticos y confusos todaü a.l)nasolución ha sido' utilizar teio como u.na ábreviatura anacrónica de los términos entre corchetes en la expresión siguiente: <>.'
Texto verbal
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texto no verbal
El problema de la denominación del' > en el medio
.orlleva la cuestión implícita de lo gue debe abarcar áiifr^ p^1ubru. Esta cuestión, a su Yez,_nos oblíga ? reconocer qrr. .1 hip.*.ra ,..orrfigura el texto de un modo fundamental parecían indicar a primera vista. A ñ" 1o, .r^.*os electrónicoi n9incluye una ptopotiión de informalafuerza, l, hd.;;."i"¿i¿ad ;¿;;; ,r.rl[*ucho mayor gre 1, impránt a;lamisma facilidad,
hip.ri.iir"l
añadirse este material fomenta su inclusión. Dicho de otro-rrrodo, el hipertexto materializa Ia reivindicación de Derrida de una nueva fo.*" de escritura ieroglífi y por 1o ¿" *. p".áu .rritar algunos de los problemas implícit9t, y de sus tanto ineütables, de |o"s sistemus d..tcritura occidentales vielementos de versiones impr.sas. Derrida reclama la inclusión ,,.rul., en la ácritura como un medio-de escapar-a las limitaciones postulados de de la linealidad. Comentando esta éxigencia de los D.rridr, G*g;ry Uher explica q,r. ! gramatología.<> a.rrrrro iritánio, durrnt. los cual.i a la linealidad. *"i. todo aquello que_ <> (Applied Grammato-
en comparación, con que
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logy,8). Derrida, que-reclama una nueva escritura pictogúfica
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HIPERTE)(TO
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como salida al «logocentrismo>>, ha visto su petición en gran parte satisfecha en el hiperrexto. Por otra p?rrg, el lripertexro incluye los multimeüos ya que, con la misma facilidad, puede conectar enre sí tanto pasajes de texto verbal como información no verbal. Además, ya que la informátic a digltaliza tanto los símbolos alfanuméricos iomo las imágenes, el hipertexto electrónico puede, en teoría, integrar ambos. En la práctica, los populares procesadores de texto como Microsoft §7ord ofrecen cada vez más a menudo la posibilidad de incluir material gráfico en documentos de texto. Los nexos, que permiten remitir al lector a u.na imagen desde cualquier punto del texto, hacen aún más fácll, esta integración de información verbal y visual. i Además de la cantidad y diversidad crecientes de información r alfabética y no verbal incluida en los documentos, el hipertexto -i*pr.ru. ; aporta elementos visuales que no existen en una obr, ' Tal vez el más básico de todos sea el cusBr, una flecha, lir.u o cualquier otro elemento gráfico parpáf,eante, que represenra la presencia del lector-escritor en el texto. EI cursor, que el usuario - desplaza desde el teclado apretando las teclas marcadas con una flecha o con dispositivos como el <> o la bola de rastreo, proporciona una entrometida imagen móvil de la presencia del Iector en el texto. Desde esta posición, el lector prr.d. modificar el texto: con el ratón, puede situarse el cursor en medio de una palabru, por ejemplo, entre la p y la o de por. Apretando un botón del ratón, se inserta una bamavertical parpadeárrt.; apretando las teclas de retroceso o de borrar r. s,.rpiirn" l^ p, al teclear, se van insertando caracteres en este punto. En un libro, podemos recorrer la págna impresa con el dedo, pero esta intrusión permane,icerá pat^ siempre aigna al texto. Podemos hacer una marca en la {página, pero nuestra intrusión no altera paru nada el texto. El cursor, que añade la presencia, actividad y movimiento del lector, se compleh, en la mayoría de los actualés sistemas de hipertexto, con un símbolo que indica la existencia de material conectado . Pata indicar la presencia de uno o más nexos, Intermedia colo ca aJ, principio del pasaje una marca que consiste en un pequeño rectángulo horizontal con una flecha en su interior. El HypelCard de Apple soporta una amplia ga',,ade símbolos gráficos (<
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rísticos de este program a, CD Vord,basado en una ampliación de Guide, emplea una ingeniosa combinación de cursores de diferentes'formas para indicar el material conectado. Por ejemplo, si el cursor se transforma en una flecha horizontal al siruarse encima de una palabra, quiere decir que hay un botón de referencia,y, al lr:t, apretar el botón del ratón, aparecerá el texto conectado. El miq- .i í '; mo procedimiento en la prime ru página, estando el cursor encima f { de la palabra Biblias, hace aparecer una lista de las abreviaruras de g ? = las versiones incluidas de las Escrituras. Luego, d situarse encima i; § de RS% el cursor se convierte en una crucecita que señala ún §i' botón de sustitución. A1 apretar de nuevo el botón del ratón, : * aparece la mención <. Todos estos l'n+ dispositivos gráficos recuerdan al lector que está procesando y manipulando una nueva clase de texto, en la que los elementos gráticos desempeñan un papel importante. Hry un segundo componente visual importante en los sistemas de hipertexto que se valen de dispositivos, estáticos o dinámicos, pate- orientar al lector en su navegación por el hiperes-
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pacio. HyperCard ofrece un dispositivo estático, como Io es iambién la visión general grát{íca de Intermedia, de Ia cual hablaremos más adelante, Por otro lado, Storyspace e Intermedia disponen de mapas dinámicos de conceptos. Intermedia genefa avtomáticamente §üeb View, un mapa de conceptos dinámico que proporciona información al lector mediante iconos rotulados, culror docrr-entos .> el texto gue se está leyendo. Al iniciar por ejemplo, la Ia sesión, el lector elige una trama hipertextual la literarura inde bien otra de ln Memoriam o áe§7ole Soyinka o si¡g¿11do el cursor encima del icoglesa a partir del siglo xvrrr pulsando dos veces seguidas'el rro .r.ogido y abreil documento primero el icono y selecciona la opción ratón, o bien activa < del menú de Irrt.t*"dia. Una vez que ha abierto §7eb View, el lector puede colocarlo a un lado de la pantalla (por convención, ala derecha). Ahora el lector puede trabaiat con documentos individuales y a su lado el mapa de seguimiento, que se irá agrualtzando. Cada vez que el lector abre un documento o activa uno previamente abiemo, §üeb View se actualb^y, de este modo, proporciona información acerca de adónde se puede ir a continuación. Al seleccionar cualquier icono de §feb View se abre eI ' documento representado por dicho icono. Web View también
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HIPERTEXTO
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do cronológico (el siglo )§rrr o el posmodernismo), una idea o movimiento (tipología bíblica, desconstrucción). De un modo típicamente hipertextual, la visión general implica que cualquier idea que el lector escoia como c€ntro de su investigación existe en el marco de otros fenómenos, que pueden tener o no con él una relación causal. Otro tipo de visión general de conceptos se vale de flechas que recuerdan los vectores de fuerzas paraindicar las líneas de influencias o las relaciones causales. Por ejemplo, en las <> (Fig. J), se muestran con flechas las relaciones de Dickens con escritores que influyeron en é1, aquellos en quienes él influyó, así como los que compartían influencias mutuas con é1. Este tipo de visión general gráfíca resulta particularmente útil para presentar de form a claralas relaciones históricas. Imágenes de objetos como fotografías de una célula o de la luna pueden constituir un tercer tipo de visión general gráfica así como los mapas y los gráficos técnicos. , Arnque el §7eb View de Intermedia cumple con éxito su fun, ción de informar al,lector, funciona aún mejor cuando se lo como. OV por Overview; <>. T.
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RECONFIGURAR EL TEXTO
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bina con archivos de visión general realízados por el autor o con otras formas de carto grafia intelectual. §7eb View presenta una imagen no jerárquica de todos los documentos conectados a la visión general (o a cualquier documento activado). En cambio, la visión general presenta una otganízación jerárquica, pero sin revelar la naturalezay número de documentos asociados a cada señal de nexo. Intermedia ofrece dos formas de conseguir esta información: el §íeb View y un menú que se activa siguiendo los nexos señalados con un símbolo. Al activat un nexo particular, se oscurecen todos los demás nexos unidos a ese bloque del §7eb Vieur. Así, trabajando juntos, los docurnentos individuales y §7eb View informan constantemente al lector de la información que hay un paso más allá del texto actual. Esta combinación de recursos generados por el autor y por Intermedia es un buen ejemplo de la r manera en que los autores de hipertexto emplean retóricamente \ dispositivos visuales patac.ompletar el diseño del sistema y traba- I jar con é1 sinérgicamente.'a i
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Esta descripción de los elementos visuales del hipertexto nos recuerda que la imprenta también recurre a más información visual de tá que nor*ul*.rrte se tiene en cuen ta: ésta no se limi,tL, como podría'pensarse en u.n principio,'a los ejemplos obvios como ilustraciones, mapas, esquemas, organigramas y gtáficos." Incluso sin más elementos visuales explícitos adicionales el texto - impreso contiene ya una buena cantídad de información visual apúte del código alfanumérico.,' Los componentes visuales de las tecnologías de la escritura y de la imprenta incluyen el espaciado entre palabras, Ia división en párcaf.os, los diversos tipos y tamaños de letras, una compaginación diferente para indicar pasajes citados de otras obras yla asignación de lugares específicos, a pie de páginao al final de un capítulo o del documento, a los materiales de referencia (notas). A pesar de su considerable presencia en el texto impreso, los elementos visuales denden a ser dejados de lado por los escritores contemporáneos cuando consideranla naturaleza del texto en la era electrónica. Como cualquier otro cambio, la expansión de la es-
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RECONFIGURAR EL TEXTO
HIPERTEXTO
I critura de un sistema de lenguaje verbal a otro que abarque inforvisual en forma de símbolos, elei mación no verbal
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-información representativos o cualquier otra información, sonido induido- se ha enfrentado a una fuerte oposición, y a menudo la de los sectores más inesperados y, en concreto, de los que ya emplean el ordenador pata escribir. F{asta los que abogan por el cambio, encuentran a veces la experiencia del cambio, y de su defensa, tan agotadora en la etapa siguiente que se resisten, aunque ésta resulte implícita en los cambios que ellos mismos han propugnado. Esta resistencia se manifiesta de forma muy clara en el comen-tario muy frecuente de que los escritores no deberían pr.o.úp"tse por la comp agínaciín o Ia autoedición y que deberían dejar estas actividades al editor. Se nos dice que los escritores, académicos u otros, no diseñan bien; y aunque 1o hicieran, prosigue la argumentación, estas actividades son una pérdida de tiempo para ellos. Esta recomendación, que recientemente se ha ffansformado en mandato, debería inducirnos a preguntar por qué. ¿Y si se nos dijese: <? Como mínimo, deberíamos preguntarnos por qué se ha incluido esta capacidad de hacer algo; y, si practicásemos con ella, nos daríamos cuenta de que bortai y, dadas la curiosidad y perversidad humanas, que en determinadas circunstancias pueden significar 1o mismo, con toda seguridad nos veríamos tántados a ,r1ilizrrla. Así, ¡una c^pacidad se convenkía en un placer culpable! Cualquiera con un poco de interés por el diseño que haya examinado, incluso por casualidad, los productos de las ediciones comerciales o universitarias habrá notado la gran cantidad de libros pésima y deticientemente diseñados. A pesar de la labor ejemplar - de diseñadores como P. J. Conkwright y Richard Eckersley, mu-, chas editoriales siguen produciendo libros feos de ver, con márgenes estrechos, letras demasiado pequeñas o bastas patauna distribución dada y ningún sentido estético de la página. Se suelen invocar las limitaciones económicas como único determinante de la situación, aunque un buen diseño no tiene por qué producir un producto final más costoso, sobre todo en 1a era de la comp aglnación por ordenador. En varios casos de los que tengo constancia, los editores encargaron el diseño a principiantes que confesaron no tener ni formación ni experiencia en diseño gráfico. Al haber
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tenido la suerte de que mis libros pasaran por las manos de artistas de primer orden mucho más a menudo que por las de diseñadores ineptos, no hago estas observaciones en tono de queja, sino como una preparación a la averiguación de por qué se les dice a los' escritores que no se tomen molestias por el aspecto üsual de sus escritos y de por qué aceptan tan dócilmente esta recomendación. En parte se debe a que este mandato implica obviamente . cuestiones de categoría y poderi y, en concreto, implica una in- \¿-, ¡ decir, una construcción social- de terpretación específica -es los conceptos de escritor y de escritura. Según estos conceptos, el papel y la función del escritor se limitan a escribft.La escritura, a -, Ésu vez, se concibe exclusivamente como una manera de registrar (o crear) ideas mediante el lenguaje. Superficialmente, este enfoque parece bastante neutro y evidente, y ello ya debería indicarnos que se ha establecido hast a tal punto que ha llegado a abarcar prerriisas culturales que bien se merecen un examen. ^ Este mandato de., basado en la concepción puramente verbal de la escritura, implica obviamente 1o siguiente: primero, gue sólo la información verbal tiene valor, al menos para 'á1 escritor escritor y patael lector como lector;'u y, segundo, "o*o que la información visual tiene menos valor. El manejo de estos ti: pos de información despreciados o con menos valor (e incluso, ¿se merece el material visual la calificación de <?), de algún modo rebaja la categoúa del escritor, y 1o hace menos escritor. El tema de Ia categoría vuelve a manifestarse al considerar otro motivo del mandato de <, también unido a las nociones de división del trabajo, de prestigio y de posición. En general, se cree que los autores no deberían preocuparse por temas que incumben al impresor. Aunque turbado por ésta exclusión, acepté esta argumentación hasta enterarme de gue, hasta hace relativamente poco (digamos, los años J0),los escritores sokan aparecer por la imprenta de la Oxford University Press,o mientras sus obras se eskban comPaginando, y que se les permitía dar opiniones y consejos, algo que ahora se nos dice que no es asunto nuestro, que está por debajo de nosotros, etc. El motivo rnás evidente p?ra cbnvencer a los escritores de renunciar a las capacidades que les proporcionan sus herramientas de escri-.:
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tura también abarcala idea de que éstos no tienen la pericia, ni los conocimientos paru producir un buen diseño. Para apoyar esta argumentación se esgrimen un sinfín de artículos repletos de tipos y tamaños de letra antiestéticos, escritos por estudiantes y usuarios principiantes de Macintosh; y lo aceptamos demasiado fácilmente sin más infórmación. El hecho de que los principiantes en cualquier campo de actividad obtengan resultados de relativamente pobre calidad nunca puede justificar que abandonen dicha actividad. Si así fuera, acensejaríamos del mismo modo a los estudiantes que abandqnaran inmediatamente sus esfuerzos en redacción creativa y discursiva, en dibujo y filosofía, y en matemáticas y química. Y si no damos este consejo es porque creemos que las facultades implicadas en estas actividades son importantes, a diferencia, según parece, de las relacionadas con el aspecto visual. Por supuesto, también está el hecho de que Ia enseñanzatíene que ver con nuestro sustento y nuestra categotíaprofesional. La cuestión que se plantea es, pues, ¿por qué es menos importante la información visual? El hecho mismo d. qo. muchos usuarios investigan con elementos gráficos de texto en sus ordenadores demuestra el placer evidente que obtienen manejando efectos visuales. A su vez, este placer sugiere que, al prohibir los recursos visuales al escritor, se le prohíbe también una fuente dE placer al parecer inocente, algo de lo que uno debe prescindir si pretende ser un escritor de verdad o un lector decente. La rnayoúa de nuestros prejtricios contra la inclusión de iñformación visual proviene de la tecnología de la imprenta. Examinando la historia de la escritura, se ve en seguida que tiene una largaconexión con la información üsual, por no hablar del origen de muchos alfabetos en jeroglÍficos ni de otras formas de escritura originalmente gráficas. Los manuscritos medievales presentan .rrr, .ipecie de cámbinación hipertexrual de tamaños de letra, márgenes, ilustraciones y otros embellecimientos del texto, con la ca[grafía y otras adici<¡nes pictóricas.
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RECONFIGURAR EL TD(TO
que nos resultan familiares, sino gu€, además, tienen otros efectos áu.ho más generaler, ,rro de los cuales es añadir una especie de aleatoriedad al texto del lector. Otro es que el escritor, como veremos, pierde cierto control básico sobre su texto y, más específicament^e, sobre los extremos
variabilidad no sólo militan contra los modos de argumentación
y los límites. IJn tercero es que el
texto parece fragmentar o atomizar sus componentes (en lexias o bloques de texto), y que estas unidades de lectura asumen una
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vida propia al volversé más autónom as ya que dependen menos--de loqu. Iot precede y los sigue en sucesión lineal. Co-prruf,o .o, ei texto ,AV como existe en la tecnología áe la impr.ritu, el hipertexto emplea diversas combinaciones de atomir^Lión y dispersión. A diferencia de Ia inalterabilidad espacial d.el texto r.prodrrcido con la tecnología del libro, el texto electrónico ,i.*pr" present a vattantes, ya que ningún estado ni versión es definitivo; siempre puede ser cambiado. Comparado con el texto impreso, la fórmá electrónica parece. relativamente dinámiy otraq, ca, ya que siempre permite la cortección, la actualtzación *oáifi.rciones-similur.r. Incluso sin los nexos, el texto electrónico abandona la inalterabilidad característica del texto impreso, que tantas repercusiones ha tenido en la cultura occidenal. Sin inalterabilidad, no puede haber texto unitario; El hiperrexro, due añade un segundo tipo_fundarnental de variación, &rp.rr" y átomiza aitnmás el texto. Los nexos electrónicos permitán a 1o, ,rr.rurios recorrer distintos trayectos de lectura conjunto dado delexias o bloques de texto. Esta prestación "rr,i. del hipertlxto, de la que surge su característica e-squiva de la linealidaá, tiene .i..ror ob.riot á i*pottantes sobre la concepción de l" t.*trrulidad y de las estru.t rrát retóricas. Al explicar su modo de proced.r.., S/Z,Barthes declara: «$ f-artir de ahora "estrellarerios", el texto, Sepafando, a }a maneia de un pequeño terremoio, lo, bloqrr", de significados de los qu.e l-a lectura sólo percibe la lir, ,rrp.rfi.ie, imp.I.eptiblemente soldada por el movimiento de trr frrt.s, el flui¿á ¿ir."rso de lanauación yla"naturalidad" del lenguaje ordinario. El significante mayor será troceado en una serieáe breves fragmentos contiguos, que llamaremos lexias,ya qqe -* rxrrüaües dé \..tota» (\]\ . lot r$\I) ttarnática t¡ apasionata ',,,, ;...' giul,:qu. parezcadesde el punto de vista de la pP¡entt 1'jT:t::1 h... de su método en S/2,-desc¡ibe con preciü;;";ra en que un intento de ír más allá de la imprenta ha'!
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RECONFIGURAR EL TE}CTO
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RECONFIGURAR EL TEXTO
HIPERTE}CTO
Transliteración hipertextual de la cultura del escriba o-el manuscrito electrónico El hipertexto fragmenta, dispersa o
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RECONFIGURAR EL TEXTO
Estos flujos ininterrumpidos de caracteres alfabéticos requerían una gran habilidad incluso para dominarlos fonéticamente. Ya que el descifrar estos textos ?rrror".ía la lectura en voz alta, casi todos los lectores experimentaban I;r;;;;;; sólo como agotadoras sesiones de decodificación sino también como una especie de acruación en público. El hecho mismo de que este texto que hubiésemos leído hace oTl q"it ientos años existía en forma de manuscriro también implica gre, pa,rallegar a leerlo, habríamos tenido que tener acceso un- obieto raro e incluso único.. . siempre que hlbi¿r.mos sabi"do de su existencia- y hecho un incómoáo, ."ro y a menudo peligroso Y"j. p^raverlo. Tras tener acceso al manuscrito, tendríimos que habernos acercado a él de una forma muy dif.r.rá de nuestro actual enfoque desenvuelto hacia el libro iripr.ro. Con toda probabilidad, nos habríamos tomado este .rr.rr.^rrtro .o*o una rara y privilegiada opgrtunidad, y también nos habríamos acerc ado all experiencia de la lectura de este objeto único con un conjunto de suplrestos muy distintos de los del erudiro moderno. Cor¡o Fjlizabeth'Ei§enstein ha demostrado, la primera función del estudioso en una cultura del manuscrito consistía simplemente en preservar el texto,-que corría un doble peligro de degradarse con cada lectura: cadavez que se manejaba físicamenre á fragil objeto, su longevidad disminuía, y, cadavez que se copiab" .i-"rr,rr"rito para preservar y transmidr el texto, el escribíente inevitablementi introducía alguna desviación textual. , Así, incluso sin tomar en cuenta la presencia ajena y añ,aüda de .gmp_^sinación, los índices, las ,.fJr.n.ias, los títjos y o,ro, |.a ar.¡ilugios de Ia tecnología del libro, el encuenrro y posterior lectura de un manuscrito supory" un conjunto de .rpÉri.ncias muy distinto del qr¡9 hoy en día damot por sentado ü¿ d. i*p;;tante resulta el hecho de gue, mientias el significad-o mismo de l"s ediciones eruditas se debé , su publicacíórfen comparativamenre grandes cantidades, cada **ri.rito de los texro, á. platón, virgilio y san Agustín existía como objeto único. No se sabe q"¿ ";;sió1 particular de los textos de dichos aurores manejab, Él .rr"rrtual lector. El presentar la historia y, una relacián de texros creados en una cultura del man,rscritó en los término" a. i."i" unitario propios de la erudición moderna novela y falsifica sus relaciones intertextuales.
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Las ediciones eruditas modernas combinan tanto la unicidad como la multiplicidad, pero de modos muy dístintos. Una edición moderna de Platón, Viigilio o san Agustín ernpíeza presuponiendo la existencia de un texto único y unitarío, pero ello se debe a su capacidad para diseminar este texto en una gran cantidad de ejemplares idénticos. En cambio, cada manuscrito antiguo o medievál, que enc arnaba sólo una de muchas variantes potenciales de .>, existía como obieto único. Los investigadores que intentan determinar, no ulgrm texto maestro probablemente mítico y seguramente perdido hace mucho, sino la manera en que los lectorei individuales se encontraban con Platón, Virgilio o san Agustín en una cultura del manuscrito, necesitan una nueva conce"pción de texto. De hecho, tenemos que renunciar al concep]o i d. t.*to unitario y sustituirlo por nociones de texto diEBerso. En' otras palabras, tenemos que hacer algo que han hecho algunos historiadores de arte que trab aian en similares problemas medievales: tomar la noción de tipo único encarnado en un-obieto único y sustituirla por una noción de conjunto complejo de variantqs. Poi ejemplo, al intentar determinar los antecedentes temáticos, iconoiógilos y compositivos de las Madonnas de martil de princi' pios del"sigloxrv, dobert Suck ale y otros especialistas en el esdlo lort.rurro É"t abandonado las derivaciones lineales y la noción de tipo unitario.-En su.lugar, insisten en que los escultores escogían como punto de partidu r., <> entre varios conjuntos de formas básicás.t' Parece necesario algún tipo de cambio en las actitudes básicas hacia las creaciones de la cultura del manuscrito. La capacidad del hipertexto para conectar todas las_versiones o variantes de un texto particular puede ofrecer un medio de restablecer el equilibrio enire la unicidad y la variabilidad de los textos de antes de Ia imprenta. Por supuestó, incl-uso en presentaciones hipertextuales, tanto las convenciones modernas de la imprenta .rro el aparuto académico seguirán intentando recre at la _experiencia de hallarse ante esos textos, y nada puede devolver la unicidad ni la consecuente aura del manuscrito único. Sin embatgo, el hipertexto brinda Ia posibilidad de presentar el texto como un ."*po disperso de variantes y no como una entidad falsamente unitaria. Lás pantallas de alta resolución y otros avances tecnológicos.deberían permitir algún dtalapresentación de todos los maiuscritos individuales. Una familiarización con los sistemas de hi' I
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pertexto podría en sí cambiar lo bastante los supuestos acerca de 1a textualidad como pataliberar de algunos de sus prejuicios a los investigadores de textos anteriores a la imprenta.
Arglumentación, organ¡zación y retórica La conexión electrónica, que otorga al lector un papel mucho libro, presenra d§rrror efectos importantes. Considerados alalszde una literatura vinculada a la tecnollgía del libro, estos efecros parecen dañinos y peligrosos, como de hecho deben ser para una hegemonía culmral básada, como la nuestra, en una tecnología diierente de la memoria cultural. En concreto, la retórica lineal numeratía de <>, tan conveniente pata la impr.rrt^, seguirá apareciendo dentro de los bloques de textos individuales pero no podrá 5s¡ u¡iliz ada paru estructurar argumentos en un *"áio q,r. anima a recorrer caminos diferentes en vez de seguir uno lin¿al Este alejamiento de la linealidad puede parec., ,ri cambio clave, y lo_ es, pero conviene tener presente qr. ,o supone un abandono .de 1o natural. Tom McArthur nos recuerd a: <>.rs Sus convenciones acerca de Ia estructura de los libros cambiaron radicalmente con el advenimiento de la imprenta, que fomentó la ordenación alfabética, procedimiento qr.,. r,rr." rrit., habíacuajado. ¿Por qué? más activo de lo que es posible con el
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Una razón debe de ser que la gente ya se habíaacostumbrado, lo largo de dernasiados siglos, ál material ordenado por temas. Este material se parecía muchísimo a la organizaciói < del trabaio escrito ... La alfabetización también debía de resulta¡ ofensiva parlla visión global escolástica de las cosas. Debió de parecer una ordenación peñersa, incoherente y hasta desprovirt" d" a
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sentido a unos individuos interesados en nítidos marcos que contuvieran rodo el saber. Ciertamente,la alÍabetización plantea problemas de fragmentación, no tan obvios cuando se trata de listas de palabras pero graves cuando se trata de listas de temas Q6-77).
Las saludables observaciones de McArthur, que nos recuerda que siempre consideramos naturales las construcciones sociales áe nuestro mundo, también sugieren que, desde eI punto de vista de los escolásticot, el paso del manuscrito aI libro impreso y lue' go al hipertexto representa una fragmentación cada vez mayor' irli.t t.rt el lector disponga de medios de orden ación, temáticos u¡ tr.o, culturalmente áoh.-t.t tes, la fragmentación del documentol que una fragmentaen hipertexto no i*pli.u la cl"s. d" "Itropía Algunas de imprenta. .i¿r, .i*i}", ,rporrdría en el mundo de }a SuS prestacionás como búsqueda de -texto, nexos automáticos, agenres y porenciales filtros conceptualeg, ofrecen la capacidad de .árrr.*á, Iu, ventajas de la hiperiextualidad mientras protege ?1 lector de los .f.cto, negativos d.} abandono de la linealidad'
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Principios y finales en el texto abierto Los conceptos (y experiencias) de empe zat y telqinar ímplican linealidad. ¿Q"é lesiucede en un tipo de textualidad no regiá; p;ir.ipalmeirü po. la linealidad? Sipr.s.rponemos eug la hilugar de una f"*""r"¿i¿"¿ preienta secuencias múltiples enuna respuesta a áusencia total de linealidad y secuencia, entonces, esta pregunta es que tiene múltiples- principi":_y_f1a19s en lugar d. ,rio át". Basándonos en la obra de Edward §ü. Said sobre orígenes y comienzos, el hipertexto ofsece al menos dos clases distintas de comienzos. La primera se refiere a la lexia individrr.l, y Cada I r"g." da aun conjunto de éstas que forman un metatexto. por sí erige se vez que una feunión de materiales hipertextuales por solu,tien porque ocupa todo un sistema bien Pllque existe, muy brerremente que sea, dentro de un marco, el lector tiene que .-p.r". a leer en algún punto, y, par? é1, este punto es un comiánro. Refiriéndosü loimpr.so, Said dice que <
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: chas entradas «principalesrr, de hech o, tarLtas como nexos hay,a i entre pasajes mediante los cuales se puede llegar a las lexias ináividuales (que, desde nuestro punto de vista, -se con'rierten en el equivalente de una obra)? Saiá nos ayu da a rerponder al afirmar
que < (5). por lo tanto, ! en il;;¿;;;os ,Ce Said, incluso un texto atomizado pued. ;;Árir de comienzo siempre que el l"gT del nexo, o punto * prrrida, asuma la función de primer eslabón de una cadena o de primer paso en un trayecto. s.gun Said: <
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(Literary Macbines,2/6t, 48). Aquí, como en otras muchas ocasiones, la concepción de textualidad de Bakhtin anticipa el hipertexto . CarylEmerson, sll ffaductor y editor, explica que <
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El hipertexto difumina los límites del metatexto, y no se le pue--r den aplicar las nociones convencionales de conclusión y de producto acabado; su novedad misma dificulta su definición y descripción con la antigua terminología, ya que se deriva de distintas tecnologías de la enseñ anza y de la información y conlleva implicaciones ocultas inadecuadas parael hipenexto. Particularmente inaplicables resultan las nociones afínes de conclusión y de producto; acabado. Como lo reconoce Derrida,una forma de textualidad qqe va más allá de la imprenta <>.'0 Lamateria hipertextual, que por definición es abierta, expansible e incompleta, replantea estas nociones. Si se pasa al formato hipertextual una obra convencionalmente considerada completa, por ejemplo, Ulises, ésta se vuelve en el acto <. Las conexiones electrónicas, 9ue enfatizan el establecimiento de nexos, expanden instantáneamente un texto al proporcionar grandes cantidades de puntos de amarre donde atar otros textos . La inalterabilidad y aislamiento físico de la tecnología del libro, que permiten la estandaización y una relatívafactJidad de reproducción, a la fuerza cienanestas posibilidades. El hipertexto las abre.
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Los limites del texto
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El hipertexto redefine no sólo los comienzos y los finales deí texto, sino también sus límites, sus bordes, por así decir. El hipertexto nos brinda un medio de escapat de 1o que Gérard Genette llama < que la idealización del autor, es decir <
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fetichismo de la obra, concebida como objeto cemado, completo y absoluto>>.21 A] put"t del texto físico al viitual, de la imprenta al I,/r!. hipertexto, los límites se desvanecen desvanecimiánto que tanto se esfue rua Detrida en conseguir-el en sus publicaciones imPresas- I no se puede seguir dependiendo de concepciones o supuestos de dentro o fuera. Corno 1o explica Derridá, ..mantener fuera 1o externo... es el gesto inauguraláe la "lógica'i en sí, o del "sentido" común, siempre que concuerde con la identidad de lo que esi ser lo que es, lo externo está fuera y lo interno, dentro. El -i ''i l.\ i. escribir debe volver a sér lo que nunca hubiese debido dejar de ser: ,:'---.- ' i lrn accesorio, un accidente, un exceso>> (Dz'ssemination, l2g). Stn linealidad ni fronteras claras entre lo de dentro y lo de fuera, entre la ausencia y la presencia y entre uno y los demás, cambiará la filosofía. Recurriendo a un rexto de Platón como ejemplo, Derrid-a, gue úabaja en el mundo de la imprent ufirmá.oi p..rcien^, de nuevá .. su sicia < (1j0). Derrida va más lejos aún y, con una afornrnada mezcla de paciencia y,humor, explica que al descubrir que los textos no tienln, en realidad, ni interior ni exterior, no selor reduce a una masa amorfa: <> ( 1 3 0 ) . 11 otro iigno de la toma de conciencia, por parre de Derrida, de las limitaciones y restricciones de las actltudls contemporáneas, q*" surgeu. en asociación con el libro impreso, r.,r-. i ' pertextual de la textualidad y del significado; es su enfoque hienfoq,r. qrrá sigue dudando de la existencia de <, puesto que reconoce que ..el "exterior" clásico del sistema no puede asumir yala forma de una especie de extratexto capaz de detener la concatenación de la .r.ritor"» (5).
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Así, el hipertexto crea un texto abierto, con límites abiertos, un texto que no puede mantener fuera a otros textos y gue, por lo ¡¡ tanto, encarna el texto de Derrida en el que se difuminan áodos ¡|L-I los límites que forman el borde movedizo de lo que solía llamarse texto, de lo que antes creíamos que el mundo poáí^ identificar, es decir, los supuestos comienzo y final de una obra, la unidad de una recopilación, el título, los márgenes, las firmas, el dominio de las referencias fuera del marco, etc.>>. El hipertexto sufre 1o que Derrida describe como <> («Living O»>, 83). En los sistemas de hipertexto, los nexos dentro y fuera de un texto conexiones intra y extratextuales entre elementos del -las incluidas)- se vuelven equivalentes, acercando í texto (imágenes así los textos entre ellos y difumin anáo'.rr lí-ites. Consideremos i los nexos hipertexruales en e1 caso de Milton: sus diversas descripciones de sí mismo como profeta o poera inspirado en Paradise Lost y sus citas del Génesis J:15 aportan ejemplos obvios. En cambio, las relaciones extra e intertextuales se ilustran con nexos entre un pasaje particular en el que Milton menciona la profe 9ía y sus otros escritos, en versos o en prosa, que recalcan puntos similares u obviamente relevantes, así como textos bíblicos, comentarios de todas las épocas, declaraciones poéticas de otros autores 'semejantes o contiarias y comentarios eipecializados. Del mismo modo, las citas de Milton del texto bíblico en que un hombre es mordido por una serpiente cuando le aplastaba la cabeza con el talón, conectan evidentemente con el pasaje bíblico y sus interpretaciones tradicionales y también con otras alusiones literarias y comentarios especializados sobre todos estos temas. Los nexos hipertextuales simplemente aceleran el proceso usual de establecer relaciones y aportan un medio gráfico para estas transacciones, si es que se puede utilizar la palabra <> para referirse a un procedimiento tan radicalmente transformador. La rapidez con que podemos movernos entre pasajes y puntos en unos conjuntos de textos cambia tanto nuestra manera de leer como de escribir, del mismo modo que la tremend a rupidez y capacidad de calculo de los grandes ordenadores cambiaron varios campos científicos al permitir investigaciones que antes requerían demasiado tiempo o riesgos. Uno de estos cambios proviene del hecho de que los nexos permiten al lector moverse corr
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la misma facilidad entre puntos dentro y fuera de un texto. Una I livez que uno puede *orr-.rr. con la misma facilidad entre, por 't ejemplo, el principio de Paradise Lost y un pasaje del Libro !2, ¡( miles de línear ..már allár>, y entre está principio y cierro texto : francés anterior o un modemo coment"rio *' entonces, en "rudito, un sentido importante, la individualidad de los textos, que la cul. tura de la imprenta creó, cambia radicalmente y, talrr.i, d., apai t¡"c.. Se pod ría argamentar gue, de hecho, todo io qrr. esta cone' xión hipertextual hace es encarnar la forma en que uno experimenta d.e hecho el texto durante la lecrura; pero, incluso así, el acto de leer se ha acercado muchísimo, de algun modo, a una encarnación electrónica del texto y por ello su naturalezaha Lsmpezado a cambiar. Estas observaciones sobre hipertexto sugieren que los ordena, dores nos acercan todavía más a una cultura en la que ciertos as:r :pectos tienen más en común con una cultura de tradición oral de 1o v lqrr. incluso rlü7alterJ. Orrg está dispuesro a admitir. En orality I] and f Literaqt que los ordenadores nos han llevado a lo que llama ^fir:Íl,u t un <> que tiene <> con el estadio oral primario, anterior a la escritura, < (116). De t hecho, los sistemas de hipertexto, que ubican todos los textos en I una tram, dg relaciones, producen un efecto muy distinto, ya que I permiten la lectura y el pensamiento no secuenciales. Uno de los efectos principales de esta lectura no secuencial, el 'i', debilitamiento de los lí-it.r áel texto, puqde concebirse o como la I , corrección del aislamiento artificial de un texto respecro a todos ,: sus contextos o como la violación de tura de las principales catacterística¡ del libro. S:g"t O.g, la escritura y l, impr.riO" producen el efecto de una declaración oral discreta e indlpendieits 1l
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Al aislar un pensamiento en una superficie escrita, independientemente de cualquier interlocutor, y al hacer la decl"t"iiór, oral más autónoma e'indiferente . .o^lirier ataque, la escritura presenta el habla y el pensamiento como desprendídos de todo 1o demás, como algo independiente, completo. La imprenta también ubica el habla y el pensamiento en una superficie separada de todo lo demás, pero va rnás iláy sugierela áutosuficiencia (132). Yahemos observado la forma en que el hipertexto sugiere integración en lugar de autosuficiencia. Otro posible resultado del hipertexto tal vez pueda resultar desconceftante. Como Org destaca,los libros, a diferencia de sus autores, no pueden ser puestos en entredicho.
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El autor podría ser puesto en enuedicho si se pudiese llegar hasta é1, pero no se lo puede alcanzar en ningún líbro. No hay forma directa de refutar uñ texto. Incluso después de una total y devastadora refutación, sigue diciendo exactamente lo mismo que A antes. Esta es una de las razones por la cual la frase > equivale popularmente a <>. Es también una taz6n por la cual ha habido quemas de libros. Un texto que afirme algo que todo el mundo sabe que es falso seguirá proclamando la falsedad mienmas exista (79).
hipertexto sitúa el texto en un campo de otros textos, ¿podrá una obra individual cualquiera, a la que otra se haya referido, seguir hablando con la mism a fuerua? Podemos imaginarnos presentaciones hipertextuales de libros (o equivalentes) en las que el lec.tor podrá disponer de todas las críticas y comentarios sob rc 7a' obra, que entonces pasará a existir como parte de un complejo diálogo en vez de ser la encarnación de una voz que habla contiúadas de otros bloques, destruye el aislamiento físico del texto, i.'.,. Al permitir tanto las anotacio- 1 nes a un texto individual como su conexíón con otros textos, po- L siblemente contradictorios, destruye r.rna de las caracterirti.r, ,. "'''' más básícas del texto impreso: su separación y su unicidad de voz. -, Siempre que se ubica un texto dentro de uná red de textos, s. lo "' obliga a existir como parte de un complejo diálogo. Los nexos del así como las actitudes que suscita.
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hipertexto, que tienden a afectar las funciones de autor y de lector, también modífican los límites del texto individual. Los nexos electrónicos cambian radicalmente la experiencia del texto al cambiar su relación espacial y temporal con otros textos. Leyendo una versión hipertextual de Great Expectations (Grand,es esperanza.s), de Dickens, o de Wastekn¿ (La tierra baldta) de Eliot, por ejemplo, uno puede seguir nexos hasta textos precedentes, lecturas altemativas, críticas, etc. Segufu un nexo elecüónico hasta r,rra imagen, digamos, de un desierto o de un yermo en un poema de Tennyson, Browning Syrrburne no toma más tiempo 9 que seguir rrn nexo entre un pasaje al principio del poema y otro al final. Por lo tanto, el lector percibe los textos fuera dd, Vasteland y el pasaje en la obra como equidistantes del pasaje inicial. Por ello, el hipertexto difumina la distinción entre 1o que está <> y 1o que está <> de un texto. También hace que todos los textos conectados con un bloque de texto colaboren con dicho texto. La categoria del
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texto, la categoria en el texto
Alvin Kernan afirma que la <> (Printing Technologlt, L52); es muy probable que el hipertexto extenderá aún más el proceso
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de desmitificación. Kernan defiende de forma convincente que en los tiempos de Pope <> (Lfi). Cualquier meüo de información que fomente la rápida diseminación de los textos y un fácil acceso a ellos desmitifi cará cadavez más los textos individuales. Pero el hipertexto presenta otro efecto potencial para la desmitificación: haciendo perrneables las fronteras del texto (ahora considerado como lexia individual), se suprime parte de su independencia y unicidad. Keman añade además: <
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su mayor parte en idiomas vernáculos, vulgarizaron aún más las letras ampliando su ámbito desde un puñado de textos venerables escritos en idiomas antiguos y sólo comprensibles para una elite hasta un cuerpo de escritos contemporáneos en idioma local que podían comprender todos los que sabían lee»> (L53-154). ¿Se verán así profanadas las versiones electrónicas de la Biblia corno CD'Vord, gue en esencia parecen demo cratízarla? Podría ocurrir de dos mutét"t. Primero, al proporcionar a cualquier lector algunos procedimientos propios de los investigadores, la Biblia electrónica podría desmitificar un texto que reviste un poder de talismán para una gran parte de su público En segundo lugar aunque más fundamental todavía, está eI hecho mismo de que esta Biblia hipertextual, al fomentarla presencia de múItiples versiones, socava potencialmenrc 7a fe en la posibilidad de un texto único y unitario. Desde luego, e1 precedente victoriano de la pérdida de fe en la doctrina de la inspiración verbal de las escrituras parece sugerir que el hipertexto podría tener un efecto paralelo (Landow, Victorian Types, 54-56). En la Inglaterra victoriana, el abandono gen erñzado de la creencia de que todas y cada una de las palabras {e la Biblia, incluso en su traducción inglesa, estaban divinamente inspiradas se debió a una gran variedad de causas, incluyendo la influencia del criticismo alemán, los enfoques racionales británicos independientes como los del obispo Colenso, y los descubrimientos en geología, filología y (más tarde) biología.'Por ejemplo, el descubrimiento de que los hebreos no tenían un idioma único, como hasta entonces presumían muchos creyentes, sobre todo evangélicos, debilitílafe en gran parte porque los creyentes tomaron conciencia de una multiplicidad donde hasta entonces habían supuesto la unicidad. EI descubrimiento de múltiples inanuscritos de las Escrituras tuvo muchos efectos paralelos. El hipertexto, que enfatizala multiplicidad, podría provocar crisis pareóidas en las creencias. Aunque Ia principal fuerza moúiz dela página impresa sea r¡.n empuje lineal que cautiva al lector y lo obliga a seguir.leyendo como si tuviese que leerlo todo, se han desarrollado formas especiabzadas de texto que utilizan códigos secundarios para presentar una información difícil o imposible de incluir en un texto lineal. Las notas, finales o a pie de página, que constituyen una de
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nal, requieren algún tipo de código, como un núr'nero superíndice o enrre paréntesis, para indicar al lector que deje de leer 10 que convencionalmente se denomina texto principal o cuerpo del texro, y que pase a leer un fragmento de texto añadido o periférico motivado por el pasaie del texto principal. Tanto en la edición académica como en la prosa erudita, estas divisiones del texto se rigen de acuerdo con jerarquías de categoríay poder. La letra más pequeña, en la que aparecen las notas fiy a pie de págin a, así como su ubicación fuera del centro de "alár atención normal del lector, dejan bien claro que estos escritos son subsiüarios, dependientes, menos importantes. En la edición ^ca' démica, estos y otros códigos tipográficos deian bien claro que los esfuerzos del investigador, Pot muy extensos y costosos que hayan resultado, son obviamente menos importantes que los escritos publicados, ya que éstos aparecen en el texto principal. En el discurso erudito y crítico que emplea la anotación, estas convenciones también establecen la importancia del argumento dominante respecto a las fuentes del autor, sus partidarios y adver, sarios, e incluso la obra de ticción o poética objeto de la crítica. En hipertexto las anotaciones se experimentan de una forma ! i.\ , muy distinta. En primer lugar, 1os nexos electrónicos destruyen .r, J acto la oposición binaria simple entre texto y notas en la que se basan las rél"ciones de categoría propias del libro impreso. Al seguii un nexo, el lector puede encontrarse con otro pasaje del mismo texto o con otro al que alude. El nexo también puede conducir a otras obras del mismo autor o a una gama de críticas, variantes textuales, etc. La asignación al texto y a'las notas de lo que Tom \lolfe llama distintos <> (statuspberes) se vuelve muy difícil, y estas jerarquías del texto tienden a desmoronarse rápidamente. Los ná*os hipertextuales colocan el texto actual en el centro de un universo textual y, de este modo, crean un nuevo tipo de jerarquía, en la que el poder del centro domina la infinita periferia. Peró como en el hipertexto este centro es siempre pasajero, virdicho de otro modo, aparece con la mera tual y cambiante -o, Iectura de un pasaje en partisul¿¡- nunca titaniza los otros aspectos de Ia red como ocume con el texto impreso Perfectamente consciente de que las obligaciones pokticas de un texto hacen que el lector lea de un determinado modo, Bart-
hes también manipula las relaciones políticas del texto de una manera muy intereiante. Por eiemplo, el procedimiento completo o la.orrioo.ción áeS/Z sirve de comentario al problema de la jerarquí a y alas relaciones políticas entre las partes del texto eru- ' dito estándar. A modo de juego, Barthes crea su propia versión de un complejo sistema de notas a pie de página. Como Derrida en Glas,.r." úna obra o metatexto que el lécior acostumbrado a leer libros encuentra corrosivamente diferente o que considera, en contadas ocasiones, como un comentario ingeniosamente pode- , roso sobre la forma en que los libros operan, es decir, la forma en que obligan al lector a ver relaciones entre diferentes secciones_y, por lo tanto, a respaldar ciertas asociaciones de palabras dotadas en cierto formato y no en otro. á. pod.r -En y valor por aparecer otras palabras, Barthes habla de las notas a pie de página y S/Z resulta-ser una crítica de las relaciones de poder entre las -', distintur partes del texto. En una nota final o a pie de página, r-ecordémoilo, lu porción de texto convencionalmente conocida como texto priniipal reviste , Par^ el autor y el lector, un valor superior orulq,riera de sus partes complementarias que incluyen " dedicatorias, etc., y que suelen adoptar la forma irorr., prefació, de dispositivos diseñados para facilitar la recuperación de la información. Estos dispositivos, que suelen derivarse directamente de la tecnología de ú imprenta, sólo pueden oPerar en textos fijos, repetibles y físicamente aislados. Presentan grandes ventai§ y p.i-ii.n distintos modos de lectura: por eiemplo, n9 hace f.alta iub.. de mernoria dónde se encuentra un pasaie determinado' cuando se dispone de recursos como títulos de capítulo, índices de contenidos y alfabéticos. Por lo tanto, el sistema de referencias tiene muchísimo valor como medio de orientar allector en su recorrido y de ayudarlo a recuperar inform aci6¡. p.ró dlo ii.ne cosres qu¿, como la mayoría de los que pleg el lector, se han convertido en parte de nuestra experiencia de la lectura hasta el punto que ya ni reparamos en ellos. Nos los enseña Barthes. Como casi iodos los teóricos de la crítica de finales del siglo >or, sobresale viendo lo ínvisible, insuflándolo con esPeranzit deque el condensado iluminaúlas sombras de aquello en que los demás, durante mucho tiempo, no repararon y que creyeron que no existía. iQué implica una nota a pie de página? ¿Y cómo lá manipula o eüta Barthes? Unida al aislamiento físico de cada ,
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texto, la división entre texro principal y nota a pie de página establece la importanciaprimari, _¿a t!"rá princijd ,"rÉ;" ; textos, incluso cuando una reflexión dll t"mi ,.r.1" "rr* en el acto_que dicha relación, de hecho, no^rirr^ puede existir. Tómese un artículo erudito del tipá qr. nosorros, profesores, todos escribimos. Deseamos escribii un artícrlo ,obr. ,lgur, pecto de la sección de Nausica del [Jlises deJoyce, un rexro que "rincluso según la más burda medición cuanri átií^pur... má, importante, más poderoso gue una nota nuestr" qrrÁ identifique el origen de una expresión de G.rry McDowell ., L" revisra i.*.nina de la fpo.r. La novela de Jáyce exisre, y siempre existirán en más ejemplares que nuestro artículo y, por..llo, p,itli^li^n ^"" co y una reputación más ext_ensos... aunque reconor.o q,rá éstas son nociones problemáticas basadas en ciértas ideologíasino obstante, la mayoría de nosotros, o así lo espero, accede a"ellus ya que son los valores según los cuales trabajr*or. Al menos de for*, ostensible. Incluso los desconstruccionistas privilegian el texto,,la. gran obra. Sin embargo, una vez que se ha empezado a escribir el artículo, las convenCíones de la imprent a rapidamente cuestionan estos §uPuestos ya qu€ cualquier elemento del texto principal resulta claramente más importánte que cualquier.l.*.rio frr.iu de é1. El texto físicamente aislado y définido .r muy ari..r",;;;;, ;-; 9"g explaya, oculta obvias conexion.s dá agradecifi.*"r y calificaciones. cuando se introduce a otros .s.ritor., .r-*n textó, suelen aparecer como sombras atenuad as y a menudo distorsionadas de sí mismos. Ello en parre es neces irio yague, después Je todo, uno no puede reproducir en su artículo tá4" a i.xt" o libro de otro autor. Parte dé esta atenuación proviene de una inexactitud,-negligencia o descarada mal" f. poiparre del autor. De todos modos, dicha atenuación formu p".á di mensaje de l, impr.ni, y supone una implicación que no puede eludirse, o en todá .uro, no desde el advenimiento del hipJrtexro, el cual,'al projor.ionar un modo alternativo de textua[áad, pone al descubi"rá diferencias que ya dejan de ser ineütables olnvisibles. AI escribir para la_imprenta, cuando indico el número de págjna dg * pasaje de Joyce que cito o menciono, e incluso si incfuyo dicho pasaje en mi texto o en una nota, éste pasa urorni, " claramente menos en mi artículo- una posicién subsidiaria
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y comparativamente inferior respecto a mis palabras, que, al fin y al cabo, aparecen en el llamado texto principal. ¿Qué pasaúa si el artículo se escribiese en hipertexto? Suponiendo que se esté trabajando en un entorno hipertextual completamente desarrollado , se empezaría activando Ia novela deJoyce y abriendo, en un lado de la pantalla del monitor, el o los pasajes en cuestión. A condnuacién, se reda ctaríael comentario pero, llegado al punto en que normalmente se citaría aJoyce, se procedería de un modo tohlmente distinto. Se crearía u.n nexo electrónico entre el texto propio y uno o más pasajes del texto de Joyce. Al mismo tiempo, se podrían conectar pasajes del texto propio con otros aspectos de ese mismo texto, con escritos de terceros o incluso con textos propios anteriores. FIan ocurrido varias cosas, cosas que no coir.tpot den a lo que esperábamos. En primer lugar, los nexos en- f " tre los pasajes de Joyce y mi comentario hacen que se establezca una relación muy distinta y mucho más tenue con el llamado texto original de la que se daría en el mundo de los textos físicamen- :.i ü te aislados. En segundo lugar, tan pronto como uno ata más de un 3,* bloque de texto o lexia a un mismo amarre (o nodo, marca de nexo), se destruye cualquier posibilidad de jerarquía bipartita en- i tre la nota y el texto principal. En el hipertexto, el texto principal ,ri es aquel que se está leyendo en este momento. Se da, pues, una doble revalorización: con la disolución de esta jerarquía, cualquier texto conectado adquiere una importancia que td'vez nunca hubiese alcanzado de otro modo. Según Bakhtin, el artículo erudito, que cita o contiene declaraciones hechas por terceros, <> es un ejemplo de relación dialogística enüe discursos directamente significantes dentro de los límites de un único contexto... Ello no supone un choque entre dos autoridades sem ánticas definitivas, sino uno objetivado (tramado) entre dos posiciones representadas y totalmente subordinadas a la autoridad superior y ultima del autor. En estas circunstancias, el contexto de lógica única no se' desmorona ni se debilita>> (Pro' blems,188). Intentando eludir las exigencias, la lógica, de la erudición impresa, el mismo Ba}ütin adopta un enfoque de Ia cita:, ción de otros autores más característicos del hipertexto o de la ':rtecnglogía posterior al libro que del libro lolpl:to.. De acuerdo cita a otros i;,1 con -Emerson, su editor y traductor, cuando Bakhtin
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críticos, <<1o hace a conciencia, y deja que su voz se oiga plenamente. Compren-de que e_l ma¡co siempie sigue .n pod.-, dll qrr" lo elabora y que Ia posibilidad de citar-" t."áro, pri"Jrru"r, "" raravilegio ofensivo. Así, las noras a pie de página de Bakhtin *.rrj. siryeg paralimitar el debaie d.sacreáitando a orro, o bien confiriéndole una autoridád exclusiva. Pueden identific ar, expandir o ilustrar, pero nunca atribuyen rango al cuerpo del táxto, y, así, su naturaleza es más próxima a la dé un glosario marginj que no ala de una nota de una autoridad>> (rcocyrr). l'Derrida también menciona las relaciones de categoúa que re.:.:..r, y fragmenran los textos, pero, a diferencia aá nurtÉes, se dedica más a las oposiciorr", .ritre prefacio y texro principal y otros textos. Reconociendo la categoría que corresponde a lrs diferentes parte-s de un texto, Derrida .*á*irru lu *rn.ra en que cada una de ellas se asocia con el poder o la categoría. Al discutir la introducción de la Lógica de Hágel,lpo, .¡.-pio, Derrida señala que el prefacio debe distinguirsá del a inirod)cción. según Hegel, no tienen ni la misma funcion ni la misma dignidad (bissemination, L7). La nueva, o verdadera, textualidadáe Derrida (que q" h. dejado de equip arar a la hipeftexrualidad) represenra <
El hipertexto y el descentrar; fundamentos fitosóficos Se tiende a pensar en el texto desde la posición de la lexia que se considera. Acostumbrados leer páginas impresas en pup"l, 1 tendémos a concebir el texro desde il p,rrrto d" ürt, d.l j..to. que-experimenta dicha páginao pasaje, y esta parte del texto asume posición central. Sin emburgo, á rrip..texto vuelve muy -la problem ático dicho supuesto de p*i.iór, c.ntral. En carnbio, et texto conectado, la nota, existe como el otro.texto y lleva a una concepción (y vivencia) del texto como otro. En hipertexto, la nota, comentario o apéndice puede ser , . cualquier texro conecrado y por ello la posición de .ualqui., l"xia en un hipertexto se parec e ala det sábio en la época riictoriana. como el sabio, digamos carlyle, Thoreau o Ruskin, la lexia está fuera, descentrada y, adernás, desafía. Dicho de ot.o modo,
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el hipertexto prospera en la marginalidad, como el sabio. Desde esta marginalidad esencíal., a la que acota con un uso certero y agresivo de los pronombres púa énfrentar sus intereses y opirriorr.r con los del lector, define su posición discursiva o punto de üsta. El hipertexto insiste en que 1o marginal tiene mucho que ofre cer y no sólo porque redefine el centro al no entregar la centralidad a ninguna lexia, que sólo la ocupa mientras está a la vista del lector. En hipertexto, el centro, así como la bellezay la relevancia, . se encuentran en Ia mente del que contempla. Como los quincs -' ; -' minutos de fama del hombre moderno de Andy §7arhol, en hipertexto el centro sólo existe como objeto de evanescencia- Corño cabe esperar de un medio de comunicación que cambia nuestras relaciones con Ia información, los pensamientos y nosoffos mismos de una forma tan drástica, la evanescencia de este centro (en migración perpetua) es más una premisa que un motivo de queja o de burla. Es simplemente la condición según la cual, o en la cual, pensamos,..oTrrlicamos o registramos pensamientos y expreslones en el dominio hipertextual. '
Esta disolución hipertextual del centro, que hace que este medio resulte en potencia tan democrático, también 1o convierte en un modelo de sociedad de convefsaciones en la que ninguna conversación, ninguna disciplina o doctrina domine o fundamente las otras. Es un ejemplo de lo que Richard Rorty denomina ..fiIosofía edificante>>, cuyo objeto consiste en <(mantener la conversación en movimiento en lugar de buscar una verdad obietiv»>. Es una forma de filosofía que sólo cobra sentido cuando protesta contra los intentos para terminar la conversación con proposiciones de alcance universal, recurriendo a la hipóstasis de un privilegiado conjunto de descripciones. El peligro que pretende prevenir el discurso edifican'te es que una terminología dada, una particular forma de verse a sí mismo lleve a pensar erróneamente que, a partir de entonces, cualquier discurso puede o debe ser norrnal. El estancamiento resultante de la cultura supondría, para los filósofos edificantes, la deshumatización de los seres humanos (Philosophy,377).
El hipertexto, que tiene incorporado un prejuicio
con tta la
hipóstasis y probablemente también contra las descripciones pri-
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vilegiadas, encarna el enfoque filosófico que prec onizaRorty. Las experiencias básicas de rexto, de inforrnación y de controi, que 4esplazan los límites del poder del auto. h*.i. ál l..ror, .I^borrn estos modelos suqlmTte posmodernos y antijerárquicos de información, rexro, filoso fía i sociedad
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3,
Reconfigurar al autor
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II 4,
Erosión de la personalidad El hipertexto, como la teoríacrítica contemp oránea,reconfigual autor de var-ias manefas evidentes. Primero, la ra -reescribefigura del escritor en hipertexto se acerca ala del lector, aunque no se funda completamente con ella; las funciones del escritor y de1 lector se enffelazan más estrechamente que en cualquier otro rngmento. Esta transformación y casi fusión áe los p^p.l.t es el último paso de la convergencia entre dos actividades antes muy diferenciadas. Aunque hoy en día se presuma que todos los qrre saben leer también saben escribir, no siempre ha sido el caso, y los historiadores de Ia lecura señalan que durante varios milenios mucha gente que sabía leer no podía siquiera escribir su nombre. Hoy en día, iuando consideramos la lecturaylaescritura, séguramente las concebimos como procesos en serie o procedimientos realizados de forma intermitente por una misma persona: primero se lee, luego se escribe y se vuelve a leer. El hipertexto, que crea un lector activo y )"- i\ hasta entrometido; contribuye ala consumación de esta convergeni ¡'l i'i cia entre ambas actiüdades; pero, al hacerlo, invade las prerrogati- .r.i;i '. "j vas del escritqr, quitándole algunas para otorgárselas al lector. t; Una señal clata de esta transferencia de competencias se mai'j nifiesta en las posibilidades, para el usuario, de escoger su propio camino por el metatexto, de anotar textos escritos por otros y dq crear nexos entre documentos propios o ajenos. El hipertexto no permite que se modifique un texto producido por un tercero aun.:
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