Trabajo práctico sobre el hipertextoDescripción completa
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La invención y desarrollo del hipertexto como símbolo de un nuevo estructuramiento político y social.Full description
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Paidós Comunicación
George P. Landow
Colección dirigida por José Manuel Pérez Tornero y Josep Lluís Fecé Últimos títulos publicados: 43. R. Barthes -La cámara lúcida 44. L. Gomis - Teoría del periodismo 45. A. Mattelart- La publicidad
46. E. Goffman- Los momentos y sus hombres 49. M. DiMaggio- Escribir para televisión 50. P. M. Lewis y J. Booth -El medio invisible 51. P. Weil- La com~:nicación global 52. J. M. F!och- Semiótica, marketing y comunicación 54. J. C. Pearsony otros- Comunicación y género 55. R. Ellis y A. McCiintock- Teoría y práctica de la comunicación humana 58. R. Debray - Vida y muerte de la imagen 59. C. Baylon y P. Fabre- La semántica 60. T. H. Qualter- Publicidad y democracia en la sociedad de masas 61. A. Pratkanis y E. Aronson -La era de la propaganda 62. E. Noelle-Neumarm -La espiral del silencio 63. V. Price- La opinión pública 66. M. Keene- Práctica de lafotografla de prensa 69. G. Durandin -La información, la desinfomación y la realidad 71. J. Brée- Los niños, el consumo y el marketing 77. M. McLuban- Comprender los medios de comunicación 79. J. Bryant y D. Zi!lroan -Los efectos de los medios de comunicación 82. T. A. van Dijk -Racismo y análisis crítico de los medios 83. A. Mucchielli- Psicologfa de la comunicación 88. P. J. Maarek- Marketing político y comunicación 90.1 Curran y otros (comps.)- Estudios culturales y comunicación 92. D. Tannen- Género y discurso 97. J. Lyons - Semántica lingiiística 99. A. Matte!art- La mundialización de la comunicación 100. E. McLuhan y F. Zinrone (comps.)- McLuhan escritos esenciales 101. J. B. Thompson- Los media y la modernidad 105. V. Nightingale- El estudio de las audiencias 109. R. Whitaker- El fin de laprivacidad 112. J. Langer- La televisión sensacionalista 120. J. Hartley- Los usos de la televisión 121. P. Pavis- El análisis de los espectáculos 122. N. Bou y X. Pérez -El tiempo del héroe 123. J. J. O'Donnell -Avatares de /apalabra 124. R. Barthes- La Torre Eiffel 125. R. Debray ·Introducción a la mediologfa 132. A. Mattelart ·Historia de la sociedad de la información 136. R. Barthes • Variaciones sobre la literatura 137. R. Barthes - Variaciones sobre la escritura 138. I. Moreno- Musas y nuevas tecnologías 143. C. Barker- Televisión, globalización e identidades culturales 144. M. Joly -La interpretación de la imagen 145. A. De Baecque (comp.)- La política de los autores 146, H. A. Giroux- Cine y entretenimiento 147. J. Gi!bert y E. Pearson- Cultura y polfticas de la música dance 148. T. Puig- La comunicación municipal cómplice con los ciudadanos 153. A. Mattelart y E. Neveu -Introducción a los estudios culturales 157. D. Hebdige ~ Subcultura 158. D. Buckingham. Educación en medios 160. J. V. Pavlik- El periodismo y los nuevos medios de comunicación 163. L. Manovich- El lenguaje de los nuevos medios de comunicación 164. K. Negus· Los géneros musicales y la cultura de las multinacionales 165. A. Mattelart y M. Mattelart -Historia de las teorías de la comunicación 166. M. Rodrigo Alsina -La construcción de la noticia 168. A. Mattelart ·Diversidad cultural y mundialización 170. M. McCombs -Estableciendo la agenda 171. J. Nachade- El actor de cine 172. F. Casetti y F. Di Chiro - Cómo analizar un film 173. A. Costa- Saber ver el cine 174. L. Tirard - Más lecciones de cine 175. H. Jenltins- Convergence Culture. La cultura de la convergencia de los medios de comunicación 177. P. O. Costa y otros- C6mo ganar unas elecciones 178. F. Pisani y D. Piotev ·La alquimia de las multitudes. Cómo Internet estó cambiando el mundo
Hipertexto 3.0 La teoría crítica y los nuevos medios en una época de globalización
Título original: Hypertext 3.0, Critica! Theory and New Media in an Era ofG!obalization, de George P. Landow Originalmente publicado en inglés por The Johns Hopkins University Press, MaryJand, Estados Unidos, en 2006 Traducción de Antonio José Antón Femández Cubierta de Idee
Para Ruth, siempre 1.0
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y e! tratamiento infonnático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
l. Hipertexto: una introducción ¿Un Derrida hipertextual? ¿Un Nelson postestructuralista?. Definición del hipertexto y su historia como concepto Lectores muy activos . . . . . . . . . . . Vannevar Bush y el Memex . . . . . . . . . . . Formas de enlace, sus usos y limitaciones. . . . Enlazar en los sistemas abiertos de hipermedia: Vannevar Bush se pasea por la Red . . . . . ¿Hipertexto sin enlaces? . . . . . . . . . . . . . El lugar del hipertexto en la historia de la tecnología de la información . . . . . . . . . ¿Interactivo o ergódico? . . . . . . . . Baudrillard, la binariedad y lo digital . Los libros también son tecnología. . . Analogías con la revolución de Gutenberg
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2. Hipertexto y teoría crítica . Apertura textual . . . . . . .
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El hipertexto y la intertextualidad . . . El hipertexto y la diversidad de voces . El hipertexto y el descentrar . . . . . . Hipertexto como rizoma . . . . El modelo no lineal de red en la teoria. crltic~ ~c-~ai ¿Causa o convergencia? ¿Influencia o confluencia?.
3. Reconfigurar el texto . Del texto al hipertexto . La web In Memoriam Nuevas formas de prosa discursiv~: ~s~rlt~r~ ~c~dé~lc~ yweblogs . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Problemas con la terminología: ¿qué es el objeto que leemos y qué es un texto en hipertexto? . . . Elementos visuales en el texto impreso . Texto animado . . . . . Texto extendido . . ........... Texto disperso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Transliteración hipertextual de la cultura del escriba Una tercera convergencia: hipertexto y las teorías de la edición académica Hipertexto, anotación erudit~; 1~ ~dlcló~ ~~dÚa ~l~~t;ó~i~a· El hipertexto y el problema de la estructura del texto . Argumentación, organización y retórica. Principios en el texto abierto. . . . . . . Finales en el texto abierto ........ Los límites del texto abierto . . . ...... . La categoría del texto, la categoría en el texto . . . . . El hipertexto y el descentrar: fundamentos filosóficos
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4. Reconfigurar al autor. . . . . . . . Erosión de la personalidad. . . . . . : : . . . . : : . Cómo difiere el autor impreso del autor de hipertexto. Presencia virtual . . . Escritura en colaboraciÓ~, ~u~;rí~ ~~ c~iabo~;ciÓ~ : . Ejemplos de colaboración en hipertexto.
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5. Reconfigurar la escritura. . . . . . . . . . . El problemático concepto de la desorientación . . . El concepto de desorientación en las humanidades .
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El amor por las posibilidades . . . . . . . . . . . . . . La retórica y la estilística de la escritura para el espacio electrónico, o ¿cómo deberíamos escribir hipertextos? . Hipertexto como escritura de co/lage . . . . . . . . ¿Es este hipertexto bueno? O cómo evaluar la calidad en hipermedia . . . .
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6. Reconfigurar la narrativa 271 Aproximaciones a la ficción hipertextual; algunas 271 consideraciones iniciales. . . . . . . . . . . . El hipertexto y la concepción aristotélica de la trama. 274 Cuasihipertextualidad en los textos impresos . . . 276 Respondiendo a Aristóteles: hipertexto y la trama no lineal . . . . . . . . . ........ . 278 Anticipaciones impresas de las narrativas multilineales en el espacio electrónico . . . . 280 Principios y finales en la narrativa. . . . . . . . . . . . 284 Afternoon, de Michael Joyce. . . . . . . . . . . . . . . 288 Suturar la narrativa, la sexualidad, el yo: Patchwork Girl de Shelley Jackson . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294 Quibbling: una narrativa rizomática feminista . . . . . 302 Mundos-relato y otras formas de narrativa hipertextual. 306 Videojuegos, hipertexto y narrativa . . . . . . . . . . . 311 Digitalizar el cine: cine interactivo versus cine multiplicado . 316 327 ¿Es posible la ficción hipertextual? . . 7. Reconfigurar la educación literaria . Amenazas y promesas . . . Reconfigurar al maestro . . . . . . . Reconfigurar al estudiante . . . . . Aprender la cultura de la disciplina . Estudiantes atípicos: estudiantes a distancia y lectores fuera de las instituciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los efectos de hipermedia en la enseñanza y el aprendizaje Reconfigurar las tareas y los métodos de evaluación Un ejercicio de hipertexto . . . . . . . . . . Redefinir la materia y los planes de estudio . . Crear la nueva escritura discursiva . . . . . . De Intermedia a la Red: pérdidas y ganancias. Plegarias atendidas o la política de la resistencia .
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¿Qué posibilidades tiene el hipertexto en la enseñanza? Redirigir el paradigma . . . . . . . . . . . . . . . .
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8. Política del hipertexto: ¿quién controla el texto?. ¿Puede el hipertexto conferir poder a alguien? ¿Tiene el hipertexto una lógica política? . . . . La marginación de la tecnología y la mistificación de la literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las políticas de determinadas tecnologías. . . . . . La tecnología como prótesis . . . . . . . . . . . . . . . . La visión política del hipertexto, o el mensaje del medio . Hipertexto y la literatura, crítica y teoría poscoloniales . . Infotecnologías, imperios, y descolonización . . . . . . . . El hipertexto como paradigma de la condición poscolonial. Formas de amnesia poscolonial . . . . . . . . . . . . . . . El hipertexto como paradigma en la teoría poscolonial . La política de acceso: ¿quién realiza enlaces?, ¿quién decide lo qu~J es enlazado?. . . . . . . . Slashdot: el lector como escritor y editor en un blog multiusuario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pornografía, juego y ley en Internet: vulnerabilidad e invulnerabilidad en el espacio electrónico . . . . . . Acceso al texto y a los derechos de autor (copyright). ¿Es el mundo hipertextual de Internet la anarquía o el reino del Gran Hermano? . . . . . .
Cuando escribí Hypertext 2.0 en 1997, el motivo era obvio: los últimos desarrollos en hardware y software desde la aparición de la primera versión del libro me llevaron a eliminar la mayor parte de las referencias a Intermedia, reemplazándolas por reflexiones acerca de la World Wide Web y otros sistemas de hipermedia (Storyspace, Microcosm, entornos basados en CD-ROM). Además, añadí un capítulo acerca de la escritura en el espacio electrónico que incluía ejemplos de la nueva ficción hipertextual. Desde la aparición 4e Hypertext 2. O se han producido numerosos avances que exigen una nueva versión. Estos cambios incluyen: 1) el enorme crecimiento de la Red y su utilización en la literatura, en los negocios y en la política; 2) el desarrollo de los weblogs, o blogs, como una forma ampliamente generalizada de escribir y leer hipertexto: la primera modalidad ampliamente generalizada de la Red que permite aproximarse a la visión de los primeros teóricos del hipertexto; 3) el rápido crecimiento del interés por los textos animados, usando Flash, ahora que muchos usuarios de la Red tienen una conexión de banda ancha que hace accesibles las aplicaciones con ficheros de tal magnitud; 4) la importancia creciente de nuestra comprensión de la condición poscolonial y la globalización; y 5) los primeros pasos hacia una teoría del cine digital (enHypertext 2.0 se
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discutía brevemente este tema poniendo el énfasis en ejemplos más que en sus implicaciones teóricas). Respecto a los debates más recientes acerca de la convergencia del hipertexto, la teoría crítica y la teoría editorial propongo considerar dos posibles puntos de convergencia adicionales; la cultura poscolonial y el cine interactivo. Quizá más importante, dado el tono optimista e incluso triunfalista de muchos escritores en hipermedia, ha sido el conocido auge de los «punto com», que Vmcent Mosco ha descrito en términos de su relación con el ciberespacio como mito cultural. En The Digital Sublime: Myth, Power, and Cyberspace (2004), explica «el extraordinario ciclo de auge y caída» (pág. 6) de la década de 1990 situándolo en el contexto de las nociones míticas del ciberespacio defendidas por Nicholas Negroponte y otros Impu!so:es de la «tecnomanía». (pág. 21 ). Según Mosco, el ciberespacio funcwno como uno de esos mitos culturales que, al ofrecer «historias que animan a individuos y sociedades, proporcionan senderos hacia la trascendencia que elevan a la gente por encima de la banalidad de la vida cotidiana. Ofrecen otra realidad, una realidad antaño caracterizada por la promesa de lo sublime» (pág. 3). Convencida por el ténnino de la Guerra Fría y la magia de las nuevas tecnologías, la gente aceptó la idea de que la historia, tal y como hasta entonces se conocía, estaba acabando, y ello, junto con el fin de la política tal y como la conocíamos, supondría a su vez el fin de las leyes promulgadas por la más sombría de las ciencias, la economía. Las restricciones impuestas en su momento por la escasez de recursos, de trabajo y de capital acabarían, o cuando menos se verían significativamente disueltas, Y una nueva economía del ciberespacio (una «economía en red>>) facilitaría en toda sociedad el crecimiento y, en último ténnino, su verdadero enriquecimiento. [... ) Lo que hizo de la explosión de las «punto com» un mito no es que fuera falsa, sino que pervivía sostenida por la creencia colectiva de que el ciberespacio estaba abríendo un nuevo mundo que iba más allá de lo que sabíamos acerca del espacio, el tiempo y la economía (pág. 4). Estos «mitos», afirma Mosco, apuntan «a un ansia por la comunidad prometida, por una democracia pública» (pág. 15). Como todos los mitos, hacen «social e intelectualmente tolerable lo que de otro modo sería vivido como una incoherencia» (pág. 29), impidiendo así que la gente perciba las realidades políticas y económicas (pág. 31) al enmascarar «las continuidades que sostienen el poder que observamos hoy en día,
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por ejemplo en el mercado global y en las empresas de alcance global como Microsoft o IBM». Los mitos del ciberespacio, que pretenden llevarnos hacia un futuro dorado en el que la geografía y la historia llegan a su fin, fomentan la «amnesia respecto a las viejas políticas y los mitos antiguos» (pág. 83). La solución de Mosco nos recuerda que durante los dos siglos pasados prácticamente cada desarrollo tecnológico -electricidad, telégrafo, teléfono, radio, televisión, televisión por cable, etc.- trajo consigo pretensiones míticas similares. Una de las pocas debilidades de su convincente aunque limitado análisis reside en su excesivo énfasis en la idea del mito como construcción social nacida de la necesidad de una comunidad, lo cual le impide preguntarse si alguno de esos mitos sobre el ciberespacio ha probado tener algún apoyo en los hechos. Así, aunque asegure en repetidas ocasiones al lector que «los mitos no son verdaderos o falsos, sino que están vivos o muertos» (pág. 3), en la práctica actúa siempre como si todas las afirmaciones acerca del ciberespacio fueran falsas. A diferencia de William J. Mitchell en Me++: The Cyborg Self and the Networked City (2003), Mosco nunca se plantea si algunas previsiones sobre el trabajo a distancia, las aplicaciones de Internet en los negocios o la educación con hipermedia se han mostrado acertadas. Después de todo, un gran número de empresas relacionadas con la informática (educativas, artísticas y comerciales) continúan prosperando. De hecho, desde que escribí la primera versión de Hipertexto* la situación de la informática en las humanidades y sobre todo en el arte y la cultura ha cambiado drásticamente. Cuando comencé a explicar la naturaleza y posibilidades de hipermedia, muchos de mis lectores apenas tenían acceso a la computación, pero cuando se publicó Hypertext 2. Oesto había cambiado. La situación ha cambiado drásticamente una vez más, de ahí que un libro como éste se encuentre situado en el seno de nuestra cultura, particularmente en las humanidades, de modo diferente a como sucedía hasta hace muy poco tiempo. Por ejemplo, cuando expliqué por primera vez las características de un documento dentro de un entorno de hipertexto contrastándolo con una página impresa, tenía que describir y explicar tres puntos: 1) cómo se usa un ordenador (incluso cómo se usan un ratón y los menús desplegables); 2) los efectos básicos de la tecnología de la información digital; y 3) las cualidades características del hipertexto mismo, así como la experiencia concreta de usarlo. Ello ya no es necesario y tampoco resulta adecuado. No se trata simplemente
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Barcelona, Paidós, 1995. (N. del E.)
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de que muchos de ustedes se hayan convertido en habilidosos usuarios de correos electrónicos, foros de discusión, Google y la World Wide Web. Igualmente importante es el hecho de que hayan probado numerosas aplicaciones digitales, géneros y medios que no toman la forma específica del hipertexto. Algunos de ellos, como los weblogs, muestran una 1mportante relación con hipermedia, pero otros, como los juegos de ordenador, sólo tienen unos cuantos puntos de convergencia con aquéL Sm embargo hay otros, de creciente importancia económica, educacional y cultural, como el texto animado, el texto presentado en formato PDF (Port~ble Docum~nt Formal, formato de documento portátil) y el vídeo y somdo reproducibles en tiempo real, apuntan en diversas direcciones, a menudo produciendo efectos que se diferencian profundamente de hipermedia. Quisiera subrayar que no me propongo evaluar los desarrollos no hipertextuales de la tecnología de la información digital en función de su semejanza con el hipertexto e hipermedia. Tampoco estoy interesado en presentar hipermedia como un concepto omniabarcador dentro del cual confluirían el resto de las formas digitales. Compararé, en todo caso, estos otros tipos de digitalidad con hipermedia, bajo el supuesto de que hacerlo nos ayudará a comprender los efectos y aplicaciones característicos de estos nuevos medios. La situación del postestructuralismo -en particular su estatus y populandad- ha cambiado notablemente desde la primera versión de Hipertexto, aunque quizás en un modo opuesto al del mismo hipermed!a. Mientras el hipertexto y otros medios digitales han experimentado un crecimiento enorme, el postestructuralismo y otras formas de teoría crítica han ,perdido su centralidad para casi todos, al parecer, excepto para los teoncos de los nuevos medios. Uno podría pretender ver un paralelismo entre la caída de las «punto com» y la pérdida general de estatus ac~démico de la teoría crítica, pero las páginas web, blogs, foros de discuswn y nuevos medios artísticos florecen pese a la bancarrota de numerosos negocios informáticos mal concebidos, muchos de los cuales nunca intentaron producir más que puro humo. No creo que este cambio en la situación disminuya el valor de uno de l~s te~as principales del presente libro: su uso del hipertexto y de la leona cntiCa de finales del siglo xx para arrojar luz sobre ambos simultáneamente. Como he afirmado repetidas veces en antetiores versiones de, este lib:o, los escritos de Roland Barthes, Jacques Derrida y otros teoncos cntlcos no provocaron el desarrollo de hipermedia ni coincidieron exactamente con éL Sin embargo, su aproximación a la textualidad
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resulta muy útil para comprender nuestra experiencia de hipermedia. Y viceversa. He tenido muchos estudiantes en mis clases de hipertexto y teoría literaria que me dijeron que encuentran los escritos de Barthes, Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze y Félix Guattari más fáciles de comprender tras la experiencia de leer y escribir hipertextos. Otros han coincidido en que tales teóricos, particularmente Derrida y Barthes, proporcionan herramientas útiles para pensar acerca del hipertexto. Quizás el desarrollo más importante en el mundo de hipermedia ha sido el inmediato desarrollo de los sistemas de escritura/lectura (semejantes a aquellos sistemas que, en otras palabras, anticiparon teóricos pioneros como Vannevar Bush y Theodor H. Nelson). Blogs, wikis y el Portal Maximizer diseñado por Active Navigation representan intentos de otorgar a la Red características propias del software de hipertexto desarrollado en la década de 1980, que es el que convirtió a los lectores en autores.
Agradecimientos
Puesto que mi primer contacto con la idea de hipertexto data de 1986 o 1987, cuando miembros del ya desaparecido Institute for Research in Information and Scholarship (IRIS) de la Universidad de Brown me reclutaron para el proyecto Intermedia, debo un agradecimiento especial a su fundador y director, William G. Shipp, a sus posteriores codirectores, Norman K. Meyrowitz y Marty J. Michel, y a mi amigo y colega Paul Kahn, que fue coordinador de proyectos mientras se creaban The Dickens Web y otros proyectos de Intermedia, y que fue el último director del instituto. Nicole Yankelovich, coordinadora de proyectos en el IRIS durante el desarrollo inicial y las diversas fases de aplicación de Intermedia, siempre demostró su disponibilidad, sus numerosos recursos y su buen humor, incluso en períodos de crisis, al igual que Julie Launhardt, coordinadora asistente de proyectos. En los años finales del proyecto, el último miembro incorporado, James H. Coombs, que creó muchas de las partes clave de la segunda fase de Intermedia, fue una ayuda inestimable. Jay Bolter me tentó a usar Storyspace, y le estoy muy agradecido a él, a Michael Joyce y a Mark Bernstein, de Eastgate Systems, por su continua asistencia. Tengo una deuda especial con mis asistentes, entusiastas y llenos de talento, que se graduaron o licenciaron entre 1987 y 1992; en particular
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con Randall Bass, David C. Cody, Shoshana M. Landow, Jan Lanestedt, Ho Lin, David Stevenson, Kathryn Stockton, Gary Weissman, Gene Yu y Marc Zbyszynski. Mis estudiantes de la Universidad de Brown, el University Scholars Program de la Universidad Nacional de Singapur (NUS) y la Facultad de Ciencia Informática de la NUS han contribuido con una caudal continuo de inspiración y deleite. El desarrollo de Intermedia se inició en parte gracias a becas y contratos de International Business Machines, Apple Computer y el Proyecto Annenberg/Corporation for Public Broadcasting, a quienes estoy muy agradecido por su apoyo. Una beca de la Mellan Foundation y otra del doctor Frank Rothman, rector de la Universidad de Brown, me permitieron transferir a Storyspace los materiales de Intermedia creados para los cursos de inglés y escritura creativa. La generosidad de Daniel Russell, y por extensión de Apple Computers, me permitieron continuar mi investigación en la década de 1990 tras el cierre de IRIS, cuando mi universidad se vio incapaz de ofrecer cierta asistencia o apoyo. Desde 2000, NUS ha creado los servidores web de Nueva York y el Sudeste asiático donde residen los descendientes más recientes de los materiales creados originalmente en Intermedia y Storyspace (las páginas Victorian, Postcolonial Literature and Culture y Cyberspace, Hypertext, and Critica! Theory), y en 2001-2002 fundó las plazas de investigadores de doctorado y posgrado --que crearon materiales para las páginas web-, incluyendo a Philip V. Allingham, Marjorie Bloy, Leong Yew, Tamara S. Wagner y John van Whye. También tengo que agradecer a los cientos de contribuyentes internacionales, especialmente a Philip V. Allingham, coeditor de Victorian Web, que compartió varios miles de documentos con los lectores de estos sitios. Me gustaría agradecer a Peyton Skipwith, de la Fine Art Society de Londres, y a Peter Nahum que me dieran autorización para incluir las imágenes y textos de sus catálogos, permitiéndome así crear las secciones de The Victorian Web sobre pintura y artes decorativas. Estoy especialmente agradecido a los autores de dos decenas de libros académicos descatalogados y a los contribuyentes de tantos otros textos sobre la época victoriana, que compartieron generosamente su trabajo con The Victorian Web, haciendo así posible la sección de libros de dicha página en la que se explora lo que está ocurriendo en la era digital con las formas del trabajo académico humanístico. Gracias también a los lectores de mis páginas web, responsables de sus 17 millones de visitas en marzo de 2002 (el 95 % de ellas en The Victorian Web ). Aloysius Tay Wee Kok, encargado de la tecnología informacional en el University Scholars Program, y su
AGRADECIMIENTOS
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equipo de técnicos han puesto a punto y mantenido los servidores tanto en Estados Unidos como en Singapur con la asistencia de Joseph Auiisi, de Macktez.com. También tengo una deuda de gratitud con muchos colegas y estudiantes que compartieron su trabajo conmigo: MarkAmerika, J. David Bolter, Alberto Cecchi, Robert Coover, Daniela Damelle, Cicero da Silva, Jay Dillemuth, Carolyn Guyer, Terence Harpold, Paul Kahn, Robert Kendall, David Kolb, Deena Larson, Gary Marchionini, Stuart Moulthrop y Marc Nanard me facilitaron borradores, prepublicaciones o versiones inéditas de su trabajo; y Cambridge University Press, Dynamic Diagrams, Eastgate Systems, MetaDesign West, PWS Publishing, Oxford University Press, Routledge y Voyager me han proporcionado versiones publicadas de sus ediciones electrónicas. Me gustaría agradecer también, por su consejo, ayuda y ánimo, a Irina Aristarkhova, David Balcom, Bruno Bassi, Gui Bonsiepe, George Bornstein, Katell Briatte, Leslie Carr, Laura Borras Castanyer, Hugh Davis, Marilyn Deegan, Emanuela del Monaco, Jacques Derrida, Umberto Eco, Markku Eskelinen, Susan Farrell, Niels Ole Fmnemann, Patrizia Ghislandi, Antoni J. Gómez-Bosquet, Diane Greco, Robert Grudin, Anna Gunder, Wendy Hall, E. W. B. Hess-Littich, Elaine Yee Lin Ho, Raine Koskimaa, Jean-Louis Lebrave, José Lebrero, Michael Ledgerwood, Gunnar Liestol, Peter Lunenfeld, Cathy Marshall, Graham McCulloch, Bernard Mcguirk, Tom Meyer, J. Hillis Miller, Andrew Morrison, Elli M y lonas, Patrizzia Nerozzi, Geoffrey Nunberg, Sutayut Osornprasop, Allesandro Pamini, Paolo Petta, Allen Renear, Massimo Riva, Peter Robinson, Lothar Roisteck, Luisella Romeo, James Rosenheim, Daniel Russell, Marco Santoro, Valentina Sestini, Ture Schwebs, Shih Choon Fong, Rosemary Michelle Simpson, Christine Tamblyn, JeffTaylor, Robert Trappl, Paul Tucker, Frank Turner, Gregory Ulmer, Andy van Dam, Karin Wenz, Rob Wittig y a los miembros de CHUG. Entre los numerosos estudiantes y demás personas que compartieron sus proyectos de hipermedia conmigo desde finales de la década de 1980, tengo que dar las gracias a Mark Amerika, Diego Bonilla, Don Bosco, Sarah Eron, Ian Flitman, Nicholas Friesner, Amanda Griscom, Jeremy Hight, Taro Ikai, Shelley Jackson, Ian M. Lyons, Abigail Newman, Nitin Sawhney, David Balcom, JeffPack, Ian Smith, Owen Strain, Noah Wardrip-Fruin, David Yun y Leni Zumas. . Cuando presenté la idea de la primera versión de este trabaJo a la Johns Hopkins University Press, Eric Halpern, entonces editor jefe, fue lo suficientemente abierto de miras como para entusiasmarse por un
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proyecto que editores y editoriales consideraron demasiado extraño 0 demasiado ininteligible. Aprecio enormemente el ánimo que recibí de él Yel ~poyo pam abordar la segunda versión que recibí de Douglas Armato YWt!hs Regier, entonces director de la editorial. Michael Lonegro, mi editor de 3. O, ha añ~did~ a mi relación con la editorial Johns Hopkins Um~erslty Press s~ mestJmable apoyo y consejo. Jim Johnston, jefe de dise@ Yproduccwn de la primera versión, y Glen Burris, el diseñador del libro, merecen agradecimiento por enfrentarse a algo nuevo de una forma nueva. Gracias también a Maria denBoer, que revisó esta versión por contribuir a toda la gracia, claridad y precisión que este libro pued~ poseer.
Final~ente me gust~ría agradecer a mis hijos, Shoshana y Noah, que ?a~ atendido durante anos a mi entusiasmo por los links, webs, lexias, Imagenes web y mapas de rastJeo local. La pericia técnica de Noah con la arquitectura informacional, los blogs y los innumembles detalles arcanos del h~rdware y el so_ftware hicieron posibles muchos de mis proyectos, y ademas Noah sigue mtroduciéndome en nuevas áreas de la cultura digital. MI ,mayor deuda, desde luego, es con mi mujer, Ruth, a la que este libro esta dedwado. Fue ella quien acuñó los títulos Hypertext 2. O e Hypertext 3. OY qmen me enseñó todo lo que sé sobre la compra a través de Internet. Con el propósito de ani~a?Ue en mis exploraciones de hipermedia, se ha convertido en un autentico miembro de los digerati (alguien que ha desgastado los caracteres de varios teclados editando una revista en el otro lado del mundo a tmvés de Internet y que me envía una cascada de correos electrónicos incluso cuando estamos en la misma habitación). De todas las deudas que he contraído al escribir este libro, la que más me complace reconocer es la que he contraído con ella.
1. Hipertexto: una introducción
¿Un Derrida hipertextual? ¿Un Nelson postestructuralista? Cuando los diseñadores de programas informáticos examinan las páginas de Glas o De la gramatología se encuentran con un Derrida digitalizado e hipertextual; y .cuando los teóricos literarios hojean Literary Machines se encuentran con un Nelson postestructuralista o deconstruccionista. Estos encuentros chocantes pueden darse porque durante las últimas décadas han ido convergiendo dos campos del saber, aparentemente sin conexión alguna: la teoría de la literatura y el hipertexto informático. Las declaraciones de los teóricos de la literatura y del hipertexto han ido convergiendo en un grado notable. Trabajando a menudo, aunque no siempre, con un completo desconocimiento del trabajo de los demás, los pensadores de ambos campos nos dan indicaciones que nos guían, en medio de los importantes cambios que están ocurriendo, hasta la episteme contemporánea. Me atrevería a decir que se está produciendo un cambio de paradigma en los escritos de Jacques Derrida y de Theodor Nelson, en los de Roland Barthes y de Andries van Dam. Supongo que al menos un nombre de cada pareja le resultará desconocido al lector. Los que trabajan en el campo de los ordenadores conocerán bien las ideas de Nelson y de Van Dam; y los que se dedican a la teoría cultural estarán familiarizados con las ideas de Derrida y de Barthes. 1
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·. Los cuatro, como otros muchos especialistas en hipertexto y teoría 'cultural, postulan que deben abandonarse los actuales sistemas concep. . ntuales .ba~ados en nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad ··Piy sustJtmrlos por las de multilinealidad, nodos, enlaces y redes. Casi todos ~~~ participantes en este cambio de paradigma, que marca una revolucwn en el pensamiento, consideran la escritura electrónica como una reacci??' directa a las ventajas e inconvenientes del libro impreso. Esta reaccwn tendrá profundas repercusiones en la literatura la enseñanza y la política. ' Los numerosos paralelismos entre el hipertexto y la teoría crítica presentan muchos puntos de interés, de los cuales el más importante tal v~z sea el he:ho de que la teoría crítica promete teorizar el hipertexto mientras que este promete encamar, y demostrar así, varios aspectos de la teoría, sobre todo los relativos a la textualidad, la narrativa y a los papeles o funciones de l~c:or y escritor. Con el hipertexto, la textualidad digital e Internet, los teoncos de la teoría crítica dispondrán, o disponen ya, de u? ~uevo laboratono donde poner a prueba sus ideas, 2 además de las bibliotecas conv~ncionales de textos impresos. Otro punto fundamental es que una expenencm de la lectura en hipertexto, o con hipertexto, esclarece muchas de las Ideas más significativas de la teoría crítica. Como subraya J. David Bolter al explicar cómo el hipertexto encama los concept~s postestructuralistas de texto abierto: «Lo que es antinatural en la letr~ !~presa se _vuelve natural en el ámbito electrónico, y muy pronto no hara m falta decirlo, porque podrá mostrarse» (Writing Space, pág. 143).
Definición del hipertexto y su historia como concepto En S/Z, Roland Barthes describe un ideal de textualidad que coincide exactamente con lo que se conoce como hipertexto electrónico, un texto co?Ipuesto de bloques de palabras (o de imágenes) electrónicamente umdos mediante múltiples trayectos, cadenas o recorridos en una textualidad abierta, eternamente inacabada y descrita con términos como enlace, nodo, red, trama y trayecto. Dice Barthes: «En este texto ideal ab~dan las redes [rése~ux] que interactúan entre sí sin que ninguna pueda Imponerse a lasde?Ias; este texto es una galaxia de significantes y no una estructura de s1gmficados; no tiene principio, es reversible; podemos acceder a ella por diversas vías, sin que ninguna de ellas pueda calificarse de principal; los códigos que moviliza se extienden hasta donde alcance la vista; son indeterminables[ ... ]; los sistemas de significados pueden
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imponerse a este texto absolutamente plural, pero su número nunca está limitado, ya que se basa en la infinidad del lenguaje» (págs. 5-6 de la traducción inglesa, págs. 11-12 de la edición francesa). Como Barthes, Michel Foucault concibe el texto en forma de redes y enlaces. En La arqueología del saber afirma que «las fronteras de un libro nunca están claramente definidas», ya que se encuentra «atrapado en un sistema de referencias a otros libros, otros textos, otras frases: es un nodo dentro de una red[ ... ], [una] red de referencias» (The Archeology ofKnowledge, pág. 23). Como todos los estructuralistas y postestructuralistas, Barthes y Foucault describen el texto, el mundo de las letras, y las relaciones de poder que implican, en términos que también pueden aplicarse al campo del hipertexto informático. Hipertexto, expresión acuñada por Theodor H. Nelson en la década de 1960, se refiere a un tipo de texto electrónico, a una tecnología informática radicalmente nueva y, al mismo tiempo, a un modo de edición. 3 Como él mismo explica: «Con hipertexto me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que se bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre sí por enlaces que forman diferentes itinerarios para el usuario» (Literary Machines, 012). El hipertexto, término que seguiremos utilizando a lo largo de esta obra, implica un texto compuesto por fragmentos de texto -lo que Barthes denomina lexias- y por los enlaces electrónicos que los conectan entre sí.4 La expresión hipermedia simplemente extiende la noción de texto hipertextual al incluir información visual y sonora, así como la animación y otras formas de información. 5 Puesto que el hipertexto, al poder conectar un pasaje de discurso verbal a imágenes, mapas, diagramas y sonido tan fácilmente como a otro fragmento verbal, expande la noción de texto más allá de lo meramente verbal, no haré la distinción entre hipertexto e hipermedia. Con hipertexto, pues, me referiré a un medio informático que relaciona información tanto verbal como no verbal. En esta red, emplearé los términos hipermedia e hipertexto de manera indistinta. Los enlaces electrónicos unen lexias tanto «externas» a una obra (por ejemplo, un comentario sobre ésta por otro autor o textos paralelos o comparativos) como «internas» y así crean un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor dicho, como multilineal o multisecuencial. Si bien los hábitos de lectura convencionales siguen siendo válidos dentro de cada lexía, una vez que se dejan atrás los oscuros límites de cualquier unidad de texto, entran en vigor nuevas reglas y experiencias.
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El típico artículo académico de humanidades o ciencias ilustra perfectamente las nociones subyacentes de hipertexto como texto que se lee secuencialmente. Por ejemplo, en el caso de un artículo sobre Ulises de James Joyce, uno va leyendo primero lo que convencionalmente se conoce como texto principal, y va encontrando números o símbolos que indican la presencia de notas a pie de página o al final de la obra; uno deja entonces el texto principal para leer dichas notas, que pueden contener una cita de un pasaje de Ulises que supuestamente apoya el argumento en cuestión, o bien datos sobre agradecimientos o discrepancias del autor con otros escritores, etc. Las notas también pueden contener información acerca de otras fuentes, influencias y paralelismos con otros textos literarios. En cada caso, el lector puede seguir la conexión y salirse por completo del primer artículo. Tras leer la nota, o mirarla y decidir que una lectura completa no procede por el momento, vuelve al texto principal y sigue leyendo hasta encontrar otra nota y volver a dejar el texto principal. Este tipo de lectura constituye la experiencia básica y el punto de partida del hipertexto. Imaginémonos que uno pueda simplemente tocar la página donde se encuentra el símbolo de la nota, referencia o anotación para hacer aparecer instantáneamente el contenido de la nota o incluso el texto completo, en este caso el Ulises entero, al que alude la nota. Los artículos académicos se sitúan en un campo de relaciones que, en su gran mayoría, permanecen ocultas en el caso de los textos impresos y que resultan relativamente dificiles de seguir por encontrarse fisicamente lejos de sus referencias. En cambio el hipertexto electrónico facilita muchísimo el seguimiento de las referencias individuales así como la navegación por todo el campo de interrelaciones, que también s~.vuelve muy evidente. Este cambio en la facilidad para orientarse en ese contexto y acceder a las referencias individuales afecta radicalmente a la experiencia de la lectura, pero también a la naturaleza de lo leído. Por ejemplo, si dicho articulo sobre Joyce se encontrara en un sistema de hipertexto que tuviese enlaces con todo el material citado pasaría a formar parte de un sistema mucho más extenso en el que la totalidad podría resultar más importante que el documento individual; el artículo se encontraría entonces mucho más entrelazado al contexto que su homólogo impreso. Como se ve, el hipertexto difumina las fronteras entre lector y escritor y con ello presenta otra cualidad del texto ideal de Barthes. A la luz de los cambios actuales en informática, la distinción de Barthes entre texto de lector y texto de escritor aparece, esencialmente, conio una distinción entre los textos basados en la tecnología de la imprenta y el hipertexto, ya que este último
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alcanza el objetivo de la obra literaria (o de la literatura como obra), que consiste en hacer del lector no un consumidor sino un productor del texto. Nuestra literatura se caracteriza por el despiadado divorcio qtie la institución literaria mantiene entre el productor del texto y su usuario, entre el propietario y el cliente. El lector se encuentra sumergido en una especie de ociosidad; es intransitivo e incluso serio: en vez de funcionar por sí mismo, en lugar de acceder a la magia del significante, al placer de la escritura, se le deja solamente la pobre libertad de aceptar o rechazar el texto: leer no es más que un referéndum. Frente al texto de escritor se encuentra su contrario, su homólogo negativo y reactivo: lo que puede ser leído pero no escrito: el. texto de lector. Cualquier texto de lector puede considerarse un texto clásico (SIZ. pág. 4). Comparemos la descripción que hacen los diseñadores de Intermedia -uno de los más avanzados sistemas de hipertexto desarrollados hasta la fecha- del lector activo que el hipertexto requiere y crea: A la vez herramienta para el escritor y medio para el lector, los documentos en hipertexto permiten a los escritores, o a grupos de autores, conectar datos entre sí, crear trayectos en un conjunto de material afín, anotar textos ya existentes y crear notas que remitan tanto a datos bibliográficos como al cuerpo del texto en cuestión. [... ]El lector puede pasearse por esos textos anotados, referidos y conectados de forma ordenada aunque no secuencial (pág. 17) 6 Para tener una idea de cómo el hipertexto produce un texto de lector de Barthes, examinemos cómo usted, lector de este libro, lo leería en una versión en hipertexto. En primer lugar, en vez de manejar un ejemplar impreso, lo estaría leyendo en una pantalla de ordenador (o ya lo ha leído, si consiguió la traslación a hipertexto de la primera versión inglesa de este libro que efectuó la Universidad Johns Hopkins). En !997las pantallas, que no tenían la movilidad y el tacto de los libros impresos, hacían la lectura un poco más difícil. A las personas que, como yo, suelen leer tumbadas en la cama o en el sofá, la pantalla puede parecerles algo menos práctica. En los últimos cuatro años, sin embargo, he trabajado con una serie de ordenadores portátiles cuya pantalla no parpadea y cuya portabilidad permite una lectura cómoda en muchas posturas. Desde luego, mi portátil Apple G4 todavía no me permite leer los documentos con el placentero tacto del libro impreso, pero desde que mi mujer y yo usamos un acceso inalámbrico, podemos leer materiales de Internet en
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cualquier lugar de la casa o sentados fuera, en el porche. Aunque generalmente estaba de acuerdo con quienes me decían que uno nunca puede leer grandes cantidades de texto en el ordenador, ahora creo más bien que con estas nuevas presentaciones prefiero leer los artículos académicos en mi portátil; tomar notas y copiar fragmentos de texto es desde luego más cómodo. Sin embargo, volviendo a la década de 1980, la lectura en Intermedia, el sistema de hipertexto con el que comencé a trabajar, ofrecía varias compensaciones importantes respecto a sus inconvenientes.? Al leer una versión de este libro en Intermedia, en Storyspace o en la World Wide Web, usted podría, por ejemplo, cambiar el tamaño e incluso el tipo de letra para hacer la lectura mucho más fácil. Aunque no podría hacer estos cambios de forma permanente para otros lectores, sí podría hacerlos cuando quisiera. Y, más importante aún, como estaría leyendo este hipertexto en una gran pantalla gráfica que muestra dos páginas a la vez, tendría la posibilidad de colocar varios textos uno aliado del otro. Así, al llegar a la primera nota del texto principal, al final del pasaje de S/Z antes citado, activaría el equivalente hipertextual de la referencia (tecla, símbolo de referencia) y ello haría aparecer la nota final. La nota en hipertexto difiere de varios modos de la nota en un libro impreso. En primer lugar, se relaciona directamente con el símbolo de re~erencia en vez de encontrarse en una lista numerada al final del texto pnnc1pal. En segundo lugar, una vez abierta y superpuesta al texto principal o bien colocada a un lado, la nota aparece como un documento independiente, aunque asociado, y no como una especie de texto subsidiario, secundario y ocasionalmente parásito. Aunque he convertido notas finales que c_o.ntienen información bibliográfica en citas de texto, la primera versión de Hipertexto tenía una nota que contenía la siguiente información: «Roland Barthes, S/Z, trad. Richard Miller (Nueva York, Hill and Wang, 1974), págs. 5-6». Una lexía hipertextual equivalente a esta nota podría incluir la misma información, o, con más probabilidad, el pasaje citado, un fragmento más largo o el capítulo entero o incluso el texto completo de la obra de Barthes. Además, en las diversas versiones hipertextuales de este libro, ese pasaje enlaza a su vez con otras afirmaciones de Barthes de cariz similar, con comentarios de expertos en Barthes y con pasajes de Derrida y Foucault que también están relacionados con esta noción de texto en red. Como lector, tiene que escoger entre volver a mi e::'posición, seguir alguna de las conexiones que sugiero a través de los enlaces o, usando otras funciones del sistema, buscar conexiones que no he sugerido. Leer en la World Wide Web produce este tipo de experiencia de lectura. La
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versatilidad del hipertexto, que se manifiesta en múltiples enlaces entre bloques individuales de texto, requier~ un lector a:tivo. . . . Además, un sistema completo de hipertexto, a d1ferenc~a de los libros y de algunas de las primeras aproximaciones al hipertexto actualmente disponibles (HyperCard, Guide y la actual World Wide Web, exceptuand? Jos blogs ), ofrece el mismo entorno tanto al escntor como al lector. As1, con sólo entrar en el programa de procesamiento de texto, o editor, como se Jo conoce, usted podría tomar notas o incluso rebatir por escrito mi interpretación. Aunque no podría modificar mi texto, sí podría escribir una réplica y luego unirla a mi documento. De ese modo, habrá leído este texto de lector de dos maneras imposibles con un libro: primero, usted mismo escogió la trayectoria de su lectura y, como todos. los lectores escogerán distintas trayectorias individuales, la versión hiperte~tual de este libro podría asumir formas muy diferentes, así como sugenr tal vez el valor de rutas alternativas y dedicar seguramente menos espacio en el texto principal a los pasajes citados. Por otro lado, a medida que lo leía, tal vez había empezado a tomar notas o a producir respuestas al texto, algunas de las cuales podrían muy bien presentarse en forma de textos que apoyen o contradigan las interpretaciones enunciadas en mis escritos.
Lectores muy activos Cuando uno piensa en la historia de la literatura antigua y de la cultura popular reciente, la figura del lector-escritor no parece en absoluto nueva, especialmente desde que la teoría de la cultura clásica y neoclásica urgió a los autores neófitos a aprender su oficio leyendo a los maestros e intentando conscientemente escribir como ellos. Cualquier alumno de licenciatura sabrá que Virgilio leyó y reescribió conscientemente a Homero, que Dante leyó y reescribió tanto a Homero cómo a Virgilio, y que Milton continuó esta tradición. Este tipo de lectura activa aparece a lo largo de los últimos dos siglos. Hasta el punto de que Jane Eyre representa una lectura particularmente activa de Orgullo y prejuicio, del mismo modo que Norte y sur y Aurora Leigh constituyen lecturas Y reescrituras similares de los dos textos anteriores. De hecho, las cuatro obras podrían haberse titulado Orgullo y prejuicio, y las cuatro muestran a mujeres de una clase social y económica supuestamente inferior disciplinando a sus maridos; en las versiones victorianas de este mismo argumento el hombre no sólo tiene que disculparse por sus faltas sino que
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tiene que sufrir un castigo mayor: bancarrota, lesiones graves, ceguera o una combinación de todo ello. Los estudiosos de la literatura están muy acostumbrados a las cadenas de lecturas activas que producen tales reescrituras. Es lo que llamamos una tradición. También, de acuerdo con Harold Bloom, lo llamamos angustia de las influencias, el autor más antiguo retando al novel. Los lectores de Aurora Leigh, como decía, reconocen que el poema narrativo de Elizabeth Barrett Browning confirma la existencia de una tradición literaria femenina a la vez que reta a sus creadoras, las predecesoras de la poetisa, a obtener un puesto en esa tradición. Esta lectura activa y dinámica ha sido muy popular en el caso de los autores poscoloniales y postimperiales. Así, Ancho mar de los Sargazos de Jean Rhys ofrece una lectura caribeña muy diferente de Jane Eyre, ya que cuenta la historia casi completamente desde el punto de vista de Bertha. En Jack Maggs, de Peter Carey, nos encontramos al imperio contraatacando, en una novela narrada desde el privilegiado punto de vista del personaje de Magwitch; en esta versión, que incluye a un novelista de tipo dickensiano, .el convicto fugado no muere aliado de Pip: al percatarse de la espantosa persona en que se ha convertido el personaje de Pip, Maggs vuelve a la riqueza, a la paternidad y a la fama que había obtenido en Australia. ¡Chúpate ésa, Dickens! Dada la historia de la alta cultura, no nos sorprende encontrar esas reescrituras y lecturas activas, ya que tales aproximaciones aparecen también en la llamada ficción de género, como las historias de detectives y la ciencia-ficción. En El caso de Jane Eyre, de Japser Fforde, por ejemplo, nos enteramos de cómo la novela de Bronte recibió su final feliz. Todos los ejemplos de este tipo de lectura activa tan lejana pertenecen a los mayores logros de la industria cultural: tras ser pub licitados por grandes empresas comerciales ganan premios prestigiosos y rápidamente obtienen también un puesto en el canon literario al ser enseñados en las universidades. Hay sin embargo un gran número de lectores activos que son menos pub licitados por las autoridades editoriales y académicas. La creciente generalización de las tecnologías de bajo coste (primero mimeógrafos y fotocopiadoras, y después la autoedición e Internet) permitió la creación de textos autoeditados que reescribían los mundos de ficción de la industria del espectáculo, como por ejemplo Star Trek, que primero apareció en libros, televisión y cine. La lectura activa de las series de ciencia-ficción más populares, como explica Constance Penley, ha existido desde mediados de la década de 1970:
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La mayor parte de los escritores y lectores comenzaron en el mundo de la afición <> a Star Trek, y muchos están aún relacionados con .él, incluso aunque realicen sus numerosas actividades en lo que se denomina <> o s/ashjandom. La barra [slash] entre K(irk) y S(pock) actúa como un código entre aquellos que compran por correo fanzines amateurs (o zines) en los que las historias, poemas e ilustraciones en ellos publicados presentan una relación homosexual entre dos personajes. Tal designación contrasta por ejemplo con la de <> (sin la barra oblicua en medio), que alude a las historias de aventuras basadas en el universo ficticio de Star Trek, o con la de <>, que se refiere a las historias con escenas sexuales sólo de carácter heterosexual, como por ejemplo la establecida entre el capitán Kirk y la teniente Uhura, o entre Spock y la enfermera Chape!. Otras parejas mediáticas han sido <> [slashed] en los fanzines; tal es el caso de Starsky y Hutch (S/H) [... ]o de Crockett y Tubbs de Corrupción en Miami (pág. 137). Según Penley, la mayor parte de estos textos autopublicados son obra de mujeres, y estas lectoras-escritoras «se enorgullecen de haber creado un género único, híbrido, que une ingeniosamente romance, pornografía, ciencia-ficción utópica y un espacio social adecuado en el que las mujeres pueden manipular los productos de consumo de la cultura de masas para poner en escena un debate popular sobre cuestiones referentes a la tecnología, la fantasía y la vida cotidiana» (pág. 137). Como cabría esperar, el desarrollo de la World Widé Web ha estimulado aún más esta lectura, y uno puede encontrar muchas obras realizadas por lectores que quieren escribir sus versiones de los materiales publicados comercialmente. La producción de los lectores activos y su propia presencia rebate las criticas a la tecnología de la información digital según las cuales ésta no puede mostrar ningún ejemplo de democratización cultural. Que uno prefiera éste u otros tipos de democratización es otra cuestión. Los lectores activos (o lectores-escritores) tendían a pasar inadvertidos por diversas razones. En primer lugar, aunque algunos fanzines tienen una difusión tan amplia como las primeras novelas publicadas por autores de prestigio, representan una cultura underground que los medios de comunicación de masas y las instituciones culturales ignoran. Otra razón por la que sus continuaciones y reescrituras de textos reciben poca atención deriva de algunas de las características obvias de la cultura impresa: como la lectura activa que Carey efectúa de la novela de Dickens, estos textos underground, incluso aquellos que aparecen en Internet, adoptan la forma de obras diferentes separadas en el tiempo y
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el espacio de los textos que ellos reescriben. Las obras de Internet, sin embargo, aparecen en un contexto muy diferente de aquel en que surgen los libros impresos. Cualquiera que tropiece con cualquiera de estos textos podrá fácilmente encontrarlos ligados a una web personal o comunitaria que contenga biografías del propietario del sitio, explicaciones de su mundo imaginario y listas de enlaces [links] a relatos similares. En otras palabras, el vínculo hace inmediatamente visible la comunidad virtual creada por esos lectores activos. ¿Cómo se relaciona tal escritura-lectura activa con el lector de hipertexto? En primer lugar, los lectores centrados en el texto impreso encuentran un texto supuestamente diferenciado y acabado; la respuesta del lector -escribir un texto nuevo- demuestra que este tipo de lectores acepta tal escritura pero no quiere aceptar sus limitaciones. Esta lectura activa es la que caracteriza a los lectores de blogs: toman un texto existente y le añaden contenido, pero puesto que escriben en un entorno informático conectado en red, el blog comentado, mediante el uso de TrackBack puede enlazar al texto del lector activo, incorporándolo a la discusión en curso. 8 Como los blogs, hasta el momento sistemas atípicos de hipertexto que permiten a los lectores añadir sus propios enlaces y materiales (Intermedia, Storyspace en el entorno de autor) o incluso páginas web que solicitan contribuciones del lector, constituyen modalidades de escritura en las que los lectores pueden adoptar el papel de autores. Todas estas formas de lectura activa difieren de la experiencia del lector de hipertexto en los sistemas de «sólo lectura», cuya escritura no consiste en la adición de textos nuevos sino en el establecimiento del orden de lectura de una serie de textos dados. Los lectores de largos corpus de hipermedio informacional crean el documento que leen a partir de las elecciones informadas que hacen. Puede parecer que esto rara vez es cierto respecto de los lectores de hipertextos de ficción que tal vez ignoran adónde llevan determinados enlaces. Sin embargo, creo que las mejores hiperficciones permiten al lector deducir suficiente información básica -a veces, como en afternoon de Michael Joyce, volviendo sobre sus pasos- para tomar decisiones informadas (y por tanto creativas) cuando llegan a los enlaces. Además, por mucho poder que los lectores tengan para elegir sus propios caminos a través de un hipertexto, nunca obtienen el mismo grado de poder --o no tienen que emplear tanto esfuerzo-- que aquellos que escriben sus textos en respuesta a los de otros.
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Vannevar Bush y el Memex
Los especialistas en hipertexto hacen remontar el concepto a un artículo pionero de Vannevar Bush, en un número de 1945 del Afiantic Monthly, sobre la necesidad de máquinas de procesamiento de información mecánicamente conectadas para ayudar a los estudiosos y ejecutivos frente a lo que se estaba convirtiendo en una explosión de la información. Estupefacto por la «creciente montaña de investigación» a la que debían enfrentarse los trabajadores en todos los campos, Bush se dio cuenta de que el número de publicaciones ya había «crecido mucho más allá de nuestra capacidad de aprovechar realmente la información acumulada. El conjunto de la experiencia humana está creciendo a un ritmo prodigioso, pero los medios que empleamos para desplazamos por este laberinto hasta llegar al punto importante del momento son los mismos que utilizábamos en la época de las carabelas» (págs. 17-18). Y añadía: «Puede que haya millones de grandes ideas, tantos como relatos de las experiencias en que se basan, todo ello archivado en estructuras de piedra de aceptable arquitectura; pero si el estudioso sólo consigue acceder a uno de ellos tras una semana de investigación diligente, muy probablemente no podrá mantener sus síntesis al día» (pág. 29). Según Bush, el problema más importante reside en lo que llamó «la cuestión de la elección», la recuperación de la información, y el motivo principal por el que aquellos que necesitan información no pueden encontrarla se debe a los inadecuados medios de almacenar, ordenar y etiquetar la información: Nuestra ineptitud para acceder a un dato archivado se debe en gran parte a la artificialidad de los sistemas de indexación. Cuando se almacenan datos de cualquier tipo, se ordenan alfabética o numéricamente, y la información sólo puede ser recuperada remontando su pista de subclase en subclase. Dicha información sólo puede estar en un sitio, a menos que se utilicen sistemas dobles; necesitamos normas acerca del trayecto que hay que seguir para localizarla, pero las normas molestan. Además, después de encontrar un dato, hay que salir del sistema para volver a entrar luego siguiendo otro trayecto (pág. 31). Como señala Ted Nelson, uno de los discípulos más destacados de Bush: «No hay nada malo en categorizar. No obstante, por naturaleza es algo pasajero: los sistemas de categorías sólo tienen media vida; al cabo de unos años, empiezan a parecer bastante estúpidos [... ].Las referencias
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del estilo 'Magno, Alejandro' tienen cierto carácter universal» (Literary Machines, pág. 2/49). Según apuntan Bush y Nelson, uno de los puntos fuertes del hipertexto reside en que permite a los usuarios localizar, crear y seguir múltiples estructuras conceptuales en el mismo cuerpo de información. En términos generales, describe los medios tecnológicos que permiten desarrollar el concepto derridiano del descentrar. Frente a la rigidez y dificultad de acceso producidas por los actuales medios de gestión de la información basados en la impresión y en otros archivos físicos, necesitamos un medio que se amolde mejor a la manera de trabajar de la mente. Después de describir los medios de almacenar y clasificar el saber de su época, Bush se queja: «La mente humana no funciona así» («As We May Think», pág. 31), sino por asociación. «Sujetando» un hecho o una idea, «la mente salta instantáneamente al dato siguiente, que le es sugerido por asociación de ideas, siguiendo alguna intrincada trama de caminos conformada por las células del cerebro» (pág. 32). Para liberarnos de la reclusión en sistemas de clasificación inadecuados y permitirnos seguir nuestra tendencia natural a «la selección por asociación, y no mediante índices», Bush propone un dispositivo, el «Memex», capaz de llevar a cabo, de la manera más eficiente y parecida a la mente humana, la manipulación de hechos reales y ficticios. Según explica, «Un Memex es un dispositivo en el que una persona guarda sus libros, archivos y comunicaciones, dotado de mecanismos que permiten la consulta con gran rapidez y flexibilidad. Es un accesorio personal y ampliado de su propia memoria» (pág. 32). Dado que escribía antes de los tiempos del ordenador digital (la idea c[d Memex se le ocurrió por primera vez a mediados de la década de 1930), Bush concebía su dispositivo como una especie de mesa con superficies translúcidas, palancas y motores preparada para una búsqueda rápida de archivos microforma. Además de buscar y recuperar información, el Memex también permitiría a! lector «añadir notas y comentarios en los márgenes, valiéndose de un posible tipo de fotografía seca; e incluso podría hacerlo con un sistema de agujas, como en los telégrafos que se ven hoy en día en las salas de espera de las estaciones de ferrocarril, igual que si tuviera la página física delante de él» (pág. 33). De este aspecto crucial del Memex concebido por Bush, dos cosas llaman la atención: primero, Bush está convencido de la necesidad de anotar, durante la lectura, los pensamientos transitorios y las reacciones al texto. Con este énfasis, lo que hace Bush es redefinir el concepto de lectura como un proceso activo que
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implica escritura. Y, segundo, la referencia a! lector ~erspica~ y activo, · puede anotar un texto «igual que si tuviera la pagma física deJanque . . . · ¡ te de él», atestigua la necesidad de concebir un texto mas virtua. que físico. Uno de los elementos más cunosos acerca de la proposJCI~n de Bush es cómo utiliza las limitaciones de una forma de texto para 1de~r una tecnología nueva, y cómo ésta nos lleva a su vez a una concepcwn totalmente nueva del texto. Las «características esenciales del Memex» son su capacidad para recuperar la información y anotarla, pero también su sistema de «ind~xa ción por asociación» --que los actuales sistemas de hipertexto deno~man enlace-, «cuya idea básica es la capacidad que tiene cualqmer articulo para seleccionar, inmediata y automáticamente, otro artículo distinto» (pág. 34). Bush nos hace una descripción de cómo los lectores crearían «trayectos infinitos» con esos enlaces: Al elaborar un trayecto, el usuario primero le da un nombre, luego introduce dicho nombre en su libro de códigos y lo transcribe en el teclado. Delante de él están los dos artículos que han de unirse proyectados en dos superficies de visionado adyacentes. Debajo de ellos hay unos espacios para códigos en blanco y un puntero para señalarlos. El usuario sólo tiene que tocar una tecla y los dos artículos se unen. En cada espacio destinado a códigos consta el código pertinente del texto asociado. También en el espacio para códigos, pero sin que se vea, hay una serie de puntos que serán leídos por una célula fotoeléctrica; éstos indican, con su posición relativa, el número de índice del otro artículo. Más adelante, cada vez que se visione uno de los artículos, el otro podrá ser recuperado simplemente apretando un botón que se encuentra debajo del correspondiente código (pág. 34). La increíblemente premonitoria descripción que hace Bush de cómo el usuario del Memex crea y luego sigue trayectos sólo puede equipararse a su reconocimiento crucial de que estos trayectos mismos constituyen una nueva forma de textualidad e incluso de escritura. Como él mismo explica: «Cuando se han unido numerosos artículos. para f?rmarun.trayecto [ ... ] es exactamente como si se hubiesen reumdo artJCu!os físicos desde fuentes muy distantes y se hubiesen encuadernado juntos para formar un libro nuevo». Y añade: «De hecho, va incluso más lejos, ya que cada artículo puede estar unido en numerosos trayectos a la vez» (pág. 34); y, así, cada bloque de texto, imagen u otra información puede formar parte de varios libros.
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Ahora está claro que estos nuevos libros del Memex son el nuevo libro o una versión adicional del nuevo libro, y, como ellos, los conJuntos de tr~yectos, o redes, pueden compartirse. Bush sugiere, una vez más con gran acierto, que «aparecerán enciclopedias completamente drferentes, hechas a la medida, con una malla compuesta de trayectos asocral!vos, listas para ser introducidas en el Memex y ampliadas» (pág. 35). Otro aspecto importante es que los lectores-escritores pueden compartrr conjuntos de documentos y utilizarlos en otros campo~. . . Bush, como ingeniero interesado en las mnovacrones técmcas, aporta el ejemplo de un usuario de Memex que estudiara por qué el pequeño arco turco parecía superior al arco largo inglés en las escaramuzas de las cruzadas. En su Memex drspone de docenas de libros y artículos posiblemente pertinentes. Primero examina una enciclopedia y encuentra un artículo interesante aunque demasiado esquemático; lo deja proyectado. A continuación, en una obra de historia encuentra otro artículo relevante y une ambos. Y así sigue, construye;do un trayecto con muchos artículos. De vez en cuando inserta un comentario propio unido al itinerario principal o bien a un trayecto secundario. Cuando resulta evidente que las propiedades elásticas del material tenían mucho que ver con el arco, se desvía por una rama lateral que lo lleva a manuales sobre elasticidad y tablas de constantes fi~icas. Añade una página de análisis propio. De este modo, elabora en medio del laberinto de material disponible un recorrido en función de sus intereses (págs. 34-35). Además, Bush añade que, a diferencia de los trayectos mentales, los del Memex del investigador «no se esfuman», así que, cuando al cabo de unos años se reúna con un amigo para hablar «de los modos en que la gente se opone a las innovaciones, aunque. sean de vita~ interés» (pág. 35), podrá reproducir los trayectos que creo para mvestlgar un tema o problema y aplicarlos a otro. . La idea del Memex, a la que Bush dirigió su atención de forma mtermitente durante treinta años, influyó en Nelson, Douglas Englebart, Andries van Dam y otros pioneros del hipertexto, incluido el grupo del Institute for Research in Information and Scholarship (IRIS) de la Universidad de Brown, que creó Intermedia. En «As We May Think» y «Memex Revisited», Bush propone el con?ep:o de bloques de te~to unidos con enlaces y también introduce los termmos enlace, conexzon, trayectos y trama para describir su nueva concepción de la textualidad.
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La descripción que hace Bush del Memex contiene otras concepciones básicas, e incluso radicales, de la textualidad. En primer lugar, requiere una reconfiguración radical de la práctica de la lectura y de la escritura, en la que ambas actividades se acercan mucho más de lo que es posible con el libro impreso. En segundo lugar, a pesar del hecho de que concibiera el Memex antes del advenimiento de la informática digital, Bush intuyó que era necesario algo como la textualidad virtual para los cambios que propugnaba. En tercer lugar, su reconfiguración del texto introduce tres elementos completamente nuevos: los índices por asociación (o enlaces), los trayectos entre dichos enlaces y los conjuntos o tramas de trayectos. Estos elementos nuevos generan a su vez una clase de texto flexible, hecho a la medida, abierto a las demandas del lector y, posiblemente, vulnerable a ellas. También generan la noción de una textualidad múltiple, ya que, en el mundo del Memex, la palabra texto designa: a) las unidades individuales de lectura que tradicionalmente constituyen la «obra»; b) dichas obras enteras; e) conjuntos de documentos creados con trayectos; y, quizá, d) los mismos trayectos sin documentos acompañantes. Tal vez lo más interesante para alguien que considere la relación de las ideas de Bush con la crítica contemporánea y la teoría cultural es que este ingeniero empezó rechazando algunas de las premisas fundamentales de la tecnología de la información que han ido dominando (y algunos incluso dirían creando) cada vez más el pensamiento occidental desde Gutenberg. Además, Bush deseaba sustituir los métodos esencialmente lineales que habían contribuido al triunfo del capitalismo y del industrialismo por algo que, en esencia, son máquinas poéticas; máquinas que trabajaran por analogía y asociación, máquinas que capturaran la brillantez anárquica de la imaginación humana. Todo ello da la impresión de que Bush consideraba que la ciencia y la poesía obran básicamente de la misma manera.
Formas de enlace, sus usos y limitaciones Antes de mostrar algunas de las maneras en que esta nueva tecnología de la información comparte ideas cruciales con la teoría crítica contemporánea y tiene interés para ella, examinaré con más detalle el vínculo o enlace; esto es, el elemento que el hipertexto añade a la escritura y la lectura. 9 La forma más sencilla y básica de enlace es el enlace unidireccional de lexía a lexía (fig. 1). Aunque este tipo de vínculo tiene
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Enlace unidireccional de lexia a lexia
Ventajas: sencillo, requiere poca planificación. Desventaja: desorienta cuando se usa con documentos largos, ya que los lectores no saben adónde conduce el enlace; mejor aprovechado en el caso de lexias breves o en sistemas que usan metáfora de carta.
Enlace bidireccional de lexias
Ventaja: como permite a los lectores volver sobre sus pasos, crea un sencillo pero efectivo modo de orientarse. Es particularmente útil cuando llegamos a lexias que sólo tienen uno o dos enlaces de salida.
Enlace de hilo (palabra o frase) hasta la lexia
Ventajas: 1) permite a los lectores orientarse de un modo sencillo; 2) soporta lexias más largas; 3) sugiere diversos tipos de anotación y enlace. Desventaja: desorienta cuando se usa con documentos largos, ya que los lectores no saben adónde conduce el enlace; mejor aprovechado en el caso de lexias breves o en sistemas que usan la metáfora de las tarjetas. FIGURA
l. Tres formas de enlace.
HIPERTEXTO: UNA INTRODUCCIÓN
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la ventaja de requerir poca planificación, desorienta cuando es usado en documentos más largos, ya que los lectores no saben adónde lleva el enlace situado en el documento al que han accedido. Se usa más a menudo, por tanto, para lexias breves o en sistemas que usan metáforas de las tarjetas. El siguiente nivel de complejidad es el del enlace bidireccional de dos lexias con una tercera: resulta idéntico a la primera forma, excepto en que incluye la posiblidad de volver sobre los propios pasos (o saltar). Su ventaja yace en el hecho de que, al permitir a los lectores seguir sus propias marcas, crea un simple pero efectivo sentido de la orientación. Este enlace parece particularmente útil cuando un lector llega a una lexia que sólo tiene uno o dos enlaces, o cuando encuentra algo, por ejemplo una definición del glosario o una imagen, que no quiere consultar en ese momento. La tercera forma de enlace, enlazar un hilo [string] --esto es, una palabra o frase- a una lexia completa, tiene tres ventajas. En primer lugar, constituye un medio sencillo de orientar a los lectores, articulando lo que podemos llamar una retórica básica de partida (fig. 1). Cuando los lectores ven un enlace adjuntado a un término, por ejemplo «arminianismo» o «Derrida», obtienen una idea intuitiva de que tal enlace les llevará a información relacionada de algún modo obvio con esos nombres. En segundo lugar, puesto que el enlace de hilo a lexia proporciona a los lectores una herramienta sencilla que les ayuda a navegar a través del espacio informacional, permite utilizar lexias más largas. Además, como uno puede abandonar la lexia en puntos diferentes, se puede leer cómodamente a lo largo de textos más largos. En tercer lugar, este modo de enlazar también plantea formas distintas de anotar y enlazar, ya que la posibilidad de adjuntar enlaces a diversas frases, partes de imágenes y elementos similares permite al autorindicar destinos diferentes para el mismo enlace. Uno puede, por ejemplo, usar iconos o frases para indicar que el lector puede ir a otra lexia de texto, a una segunda lexia que contiene ilustraciones, información bibliográfica, definiciones, argumentaciones contrarias, etc. Las dificultades con los enlaces de hilo a lexia, la forma más característica de enlazar en los documentos de la World Wide Web, surgen en la lexia de destinación. Los lectores pueden estar desorientados cuando navegan por documentos largos, y de ahí que el enlace de hilo a lexia funcione mejor con las lexias de llegada breves. La cuarta forma de enlace interviene cuando se hace el enlace juntando un hilo con una lexia completa de carácter bidireccional. (La mayor parte de los documentos
el mismo procedimiento para establecer los enlaces. Además crearía también una clase de documentos que no se encuentran en el texto impreso, algunos de los cuales serían primeramente visuales o jeroglíficos. Uno de ellos podría ser un mapa de conceptos que mostrara, entre otras cosas, usos del vocablo débordement en «Living On» Y otras o~ras de Derrida en las que aparece dicho concepto, así como su relact~n con una amplia gama de contextos y disciplinas, desde la cartografta y la histología hasta la etimología y la historia militar fran~esa. Los ststemas de hipermedia actuales, incluidos los navegadores mas populares ?e la World Wide Web, permiten establecer enlaces mteract!vos con vtd~o, música y animación así como diccionarios, textos, cronogr~mas ~ g~afi cos estáticos. En el futuro estos enlaces tomarán formas mas dmamiCas y seguirlos activará cierto procedimiento, por ejemplo, una búsqueda en un diccionario francés de sinónimos o un segmmtento determmado por el lector de la palabra débordement que se. habrá creado una v.ez que esté completado mi documento y que estana dtspomble mmedmtamente. . Esta breve descripción de cómo iría produciendo el texto si estuviese trabajando en algo semejante a un entorno de hipertexto puede choc~r a algunos lectores, puesto que sugiere que he sacnficado en c1erta med~~a el control del autor cediendo algo al lector. El acto de escnb1r tamb1en ha cambiado en cie~o sentido. El hipertexto electrónico y las discusiones contemporáneas de la teoría crítica, sobre todo las de. los postestructuralistas tienen muchos puntos de convergencia, pero hay un aspecto en que difie;en: el tono. Mientras que la mayoría de los escritores sobre te.oría, con la destacada excepción de Derrida, son un modelo de solemmdad, desilusión extrema y valientes sacrificios de posiciones humanistas, ~uie nes escriben sobre hipertexto resultan más bien abiertamente festivos, Mientras que términos como muerte, desaparición: pérdida Y.otra~ ~x presiones de agotamiento y empobrecimiento salp:can la teona cntJca, un glosario de libertad, energía y poderío caractenza los escntos s?bre hipertextualidad. Estas diferencias de ton? p.ueden .deberse a las d¡stmtas tradiciones intelectuales, nacionales y dJsc1plmanas de las que surgen. Pero sugiero que se deben más bien a que los críticos teóricos, como he intentado mostrar, continuamente se enfrentan a las l!mJtacwnes -y, de hecho, al agotamiento- de la cultura de la imprenta. Escnben desde una toma de conciencia de las limitaciones y carencias, desde la taciturna nostalgia, a menudo prematura, debida a l.as pérdidas que produjo Y seguirá produciendo su desilusión. En camb1o, qme_nes escnben sobre hipertexto, emocionados por el porvemr de la textualidad, del saber Yde
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la escritura, se regocijan ante las posibilidades. Otra forma de explicar estos tonos y disposiciones opuestas es que la mayoría de los que escriben sobre teoría crítica, por muy brillantemente que teoricen acerca de una muy deseada nueva textualidad, escriben no obstante desde la experiencia cotidiana y exclusiva de algo antiguo. Por otro lado, muchos de los que escriben sobre hipertexto ya han tenido alguna experiencia, por muy anticipada y parcial que sea, de los sistemas de hipertexto, y escriben, por lo tanto, con la ventaja de una experiencia distinta. La mayoría de los postestructuralistas escriben al crepúsculo de un anhelado día aún por venir; la mayoría de los escritores de hipertexto escriben sobre muchas de las mismas cosas, pero al alba.
Presencia virtual Gran parte de las características del hipertexto se deben a que se crea una presencia virtual de todos los autores que han contribuido al sistema con sus propios escritos. Los especialistas en informática recurren a una analogía del campo de la óptica cuando hablan de «máquinas virtuales» creadas por un sistema operativo, que proporcionan a usuarios individuales la ilusión de compartir un sistema en el sentido de trabajar con sus propias máquinas individuales. En el primer capítulo, al hablar de la textualidad electrónica, señalé otro tipo de existencia <
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participantes pero también como lectores que escogen su propio trayecto por el sistema.
Escritura en colaboración, autoría en colaboración La presencia virtual de otros textos y autores representa una enorme contribución a las nuevas y radicales concepciones hipertextuales de autoría, derechos de autor y colaboración. En un entorno hipertextual, todos los textos son escritos en colaboración, y ello de dos maneras. El primer elemento de la colaboración aparece al compararse los papeles de escritor y lector, ya que el lector activo colabora necesariamente con el autor para producir un texto a través de las opciones que escoge. E! segundo aspecto de esta colaboración se manifiesta cuando se compara al escritor con otros escritores, es decir, el que está escribiendo ahora con la presencia virtual de todos los escritores «en el sistema» que escribieron antes y cuyos escritos todavía permanecen. },,a,palab~a cglc;b'?~C:Siq¡¡, _ . >, S()f111ey~_la.suge¡.e#ci~, ~ntre
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Los sistemas de hipertexto en red como la World Wide Web, Hyper-G, Sepia e Intermedia presentan un cuarto tipo de trabajo en colaboración que combina diversos aspectos de los primeros. Al destacar la presencia de otros textos y de su interacción cooperativa, las redes de hipertexto hacen que las modificaciones introducidas participen de los modelos por versiones Y de la cadena de montaje. Unase;¡:insta!adoenuna redde enlac~seiss!t-óllic()s, el dpqumento deja de ser tal docume.nto individualy ii~¡t~~¡(i~ti~ eJ1rel!!sión .son otros documentos en un grado que el libro .o la obra i!llprt~sa !JOPJlede nipodrá alcanzar nunca. De este cambio crucial ~~-~~-f~rrna en que un texto existe en relación con otros, se desprenden dos !'Ti.!J.Si.Pi()s,ql.!~ 'l: S.U Y'i.:Z:
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cación como iniciativas de grupo. Las actuales investigaciones científicas, que requieren los esfuerzos cooperativos de numerosos especialistas a menudo en campos distintos, presentan ciertos parecidos con el sistema medieval de gremios en el que aprendices, oficiales y maestros trabajaban en un complejo proyecto común. No obstante, «la colaboración difiere según que la sustancia de la investigación sea una ciencia teórica, como las matemáticas, o empírica, como la biología o la psicología. Las primeras se distinguen por la colaboración entre iguales, con una mínima división del trabajo, mientras que las últimas se caracterizan por un intercambio de servicios más explícito y una mayor división del trabajo» (Galegher, Egido y Kraut, pág. 151 ). Tanto la financiación de la investigación científica, de la que dependen la mayoría de los proyectos, como la institución en la que se lleva a cabo y los costes para formar nuevos miembros de la disciplina favorecen las iniciativas en grupo, con las consiguientes nociones de autoría en grupo. 9 En general, las disciplinas científicas adoptan un criterio inclusivo respecto a la autoría: suele figurar como autor de artículos científicos cualquiera que haya hecho una contribución importante a la obtención de los resultados; ello incluye a veces a los técnicos especializados y a las personas que han desarrollado los procedimientos necesarios para proseguir una línea de investigación; de un modo parecido, pueden recibir el mérito de la autoría personas asociadas a unos laboratorios cuando la realización de un proyecto dado y la publicación de sus resultados dependen estrechamente de su labor. El licenciado en ciencias suele recibir un apoyo y evaluación constantes durante sus investigaciones para la tesis, y, cuando su proyecto produce frutos y aparece en forma de uno o varios artículos publicados, es frecuente que el tutor conste como coautor. No sucede lo mismo en las disciplinas humanísticas, donde la investigación doctoral se apoya fundamentalmente en la ayuda profesora! y no en la investigación institucional, como ocurre en ciencias. Aunque el tutor de un estudiante de lengua o de historia del arte a menudo trabaja de una manera muy parecida a la del tutor del estudiante de fisica, química o biología, el reconocimiento explícito del trabajo en colaboración rara vez se produce. Incluso cuando un profesor facilita al estudiante un proyecto de investigación suficientemente preciso, asesoría constante y acceso a documentación clave que dicho profesor haya podido descubrir o reunir, el estudiante no suele incluirlo como coautor. Las marcadas difere.ncia~e~tre los co!l¡;epto~ de.. aut()fÍS, en..Jas discipljg¡is cÍen!Ífkas yhufuaÍlÍstíyas qeJl1J1t)S(faU.\[l validez~~ l~(JbServa ción de Michel Foucaultsegún la cual «la función de autor depende de
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los sj~temas legal e institucional que rodean, determinan y articulan el dominio del discurso; no obra de manera umforme en todos los discursos, ni en cualquier momento; en cualquier cultura dada, se define no mediante la atribución espontánea del texto a su creador, sino a través de serie de procedimientos precisos y complejos; no se refiere, pura y shnplemente, a un individuo real» («What Is anAuthor?, pág. 131). Una de' las razones de estas diferencias conceptuales acerca de la autoría y de la propiedad intelectual entre las disciplinas humanísticas y científicas se debe a las diferentes condiciones de financiación, con las distintas políticas institucionales que ello implica. Otra razón colateral es que las humanidades, que tradicionalmente aplican un enfoque histórico a las áreas que investigan, consideran verdades eternas sus propios supuestos respecto a la autoría, la propiedad intelectual, la creatividad y la originalidad. 10 En particular, los estudios e instituciones de letras, como los departamentos de inglés, todavía se sumergen en el resplandor crepuscular del Romanticismo y, sin ningún sentido crítico, exaltan hasta el absurdo los modelos románticos de creatividad y originalidad. Tenemos un ejemplo al alcance de la mano en el prefacio de la reciente investigación de Li~a Ed~y Andrea Lunsford sobre escritura en colaboración, cuya produccion, según descubrieron,' implicó «actos de carácter subversivo y liberatorio»: «Empezamos a colaborar a pesar de las sinceras advertencias de amigos y colegas, incluidas las de Edward P. J. Corbett, en cuyo honor escribimos en colaboración por primera vez. Sabíamos que nuestra colaboración suponía un desafío a las tradicionales convenciones de investigación humanística. Y así se lo dijeron aAndrea sus colegas de la Universidad de la Columbia Británica, cuando se negaron a considerar para su promoción las obras de las que era coautora o a las que había contribuido» (págs. ix-x). !ld~.y . Lil!lSf()rd, cuyo interés en el tema creció debido a «la diferencia ~~tre nuestra experiencia personal como coautoras y las respuestas de muchos amigos y colegas nuestros» (pág. 5), situaron la escritura en colaboración en diversos contextos: unas prácticas en los ámbitos empresarial y académico, la historia de las teorías sobre el individualismo creativo y la propiedad literaria en la reciente cultura occidental, la teoría crítica contemporánea, sobre todo según Bajtin, Barthes y Foucault, así como análisis feministas de algunos de esos contextos. J?n¡dujero11 l!l1a a111plja gamade P!Uebas en su co.nvincente argumenta¿¡g¿d~ qu~ «el o'ñíuip~esente ráéionalsupuesto de que la escritura es un acto necesaria _ii:lhérentemente solitario e individual» (pág. 5) confirma una tradicional ehboración patriarcal de la autoría y de la autoridad. Tras argumentar en
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contra de «las teorías psicológicas de la personalidad unitaria» (pág. 132) y otras nociones afines de individualismo aislado, Ede y Lunsford reivindican una concepción más bajtiniana de la personalidad y, en sus propios términos, un modo de colaboración más dialógico que jerárquico. Volveré a sus ideas más adelante al considerar el papel del hipertexto en el aprendizaje en colaboración; ahora quisiera señalar que, como han venido afirmando numerosos eruditos desde McLuhan y Eisenstein hasta Ede y Lunsford, la tec11ología ge) libroy las actitudes que ésta propug¡¡a son los principales responsables del mantenimiento de nociones exagerá; das de individualidad del autor, de unicidad y de propiedad que a menud9 falsifican drásticamente la concepción de las contribuciones originalt;s en humanidades y proporcionan una imagen distorsionada de la investigación. En cambio, las ciencias siguen un criterio inclusivo y bastante expansible de la autoría y de la consiguiente propiedad literaria. 11 Las ciencias humanísticas optan por un criterio mucho más restringido que ensalza la individualidad, la separación y la unicidad, dando a menudo una visión muy distorsionada de la relación entre un texto y los que lo precedieron. Ninguno de estos dos criterios resulta correcto a primera vista. Ambas concepciones son obviamente construcciones sociales y ambas han demostrado en alguna que otra ocasión que pueden distorsionar las verdaderas condiciones del trabajo intelectual realizado en un campo dado. Inslt1Pe'1clÍentemen.te de los factores político, económi.co o. diªci· plinario quehayanpodido favorecer el mantenimiento de una noci!)n de autoría no cooperativa en las ciencias humanísticas, la tecnología de la imprenta también ha contribuido a-l" modelo de texto separad(}_y único como producto -y, por lo tanto, propiedad- de un individuo: el autor. El hipertexto lo cambia todo, en gran parte porque acaba C()n el aislamiento del texto individual característico del libro. Como hªn señalago McLuhan y otros investigadores de la influencia cultural de la imprenta, las nociones modernas de propiedad intelectual se deben ta11lo a la organización y financiación de la producción de libros como a ~a uniformidad e inalterabilidad que caracterizan al libro impreso. J. David Bolter explica que la tecnología misma del libro creó nuevas nociones de autoría y de edición: Como la impresión de un libro es una tarea laboriosa y costosa, pocos lectores tienen la oportunidad de convertirse en autores publicados. Un autor es un individuo cuyas palabras se copian fielmente y se envían por el mundo de las letras, donde los lectores no son sino el público de dichas
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palabras. La distinción no importaba tanto en la edad del manuscrito cuando la «publicación>> era menos significativa y las notas y añadido~ del lector gozaban de la misma categoría que el texto en sí. Cualquier lector podía decidirse a dar el paso y convertirse en autor: sólo tenía que sentarse y escribir un tratado u ordenar sus notas para que otros pudieran leerlas. Una vez escrito el tratado, no había diferencia entre él y las obras de otros autores «publicados>>, salvo las obras más famosas, que existían en varios ejemplares (Writing Space, págs. 148-149). I¡¡;u;~}IJ;:i; unlibro requiere una inversión considerable de capital y tra!Jajo y la necesidad de proteger esta inversión contribuye a las nociones de propiedad intelectual. Pero estas nociones no podrían existir si no fuéra por el aislamiento físico permanente del texto impreso. Así como la necesidad de financiar la impresión de los libros llevó a una búsqueda de públicos cada vez más amplios, lo que, a su vez, facilitó el triunfo q~ªnitivo de la expresión vernácula y de la ortografia normalizada, el carácter permanente del texto aislado hizo posible la idea de que cada autor produce algo único que se puede identificar como propiedad suya. Las necesidades del mercado, al menos tal como las conciben las editoriales, refuerzan los peores efectos de esas nociones de autoría, tanto en los libros populares como en los especializados. Alleen Pace Nilsen menciona que, si bien Nancy Mitford y su marido escribieron juntos el éxito de ventas titulado High Cost ofDeath, sólo consta el nombre de ella, ya que el editor insistió en que la inclusión de varios nombres de autor mermaría las ventas. Otra solución muy común es la relacionada con el uso de seudónimos: Perry O'Shaunessy es el nombre artístico de Pam y Mary O'Shaunessy, creado cuando sus editores no permitían la autoría a cuatro manos, y John Case, «autor» de The Genesis Code, «es en realidad el equipo marido-mujer compuesto por Jim y Carolyn Hougan». 12 En otro caso, para hacer más comercial un libro, un editor sustituyó el nombre del autor principal de un importante manual de psiquiatría por el de un prestigioso colaborador que ni siquiera había tocado el libro (citado por Ede y Lunsford, págs. 3-4). Estoy seguro de que todos los autores conocen casos parecidos de falsificación de la autoría cuando podía traducirse en un buen negocio para los editores. Yo también sé de uno: hace unos años, en el curso de una práctica de escritura en colaboración con tres licenciados, obtuvimos un manuscrito susceptible de ser publicado; y nos pusimos de acuerdo sobre la colocación de nuestros nombres en la portada. Cuando finalmente salió publicado el libro, los tres licenciados . habían obtenido puestos docentes y cabía esperar que la aparición del
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libro les ayudara en su carrera profesional. Desgraciadamente, el editor insistió en mencionar sólo el nombre del primer colaborador en todos los comunicados, anuncios y catálogos. Algo así por supuesto no tiene consecuencias tan graves como eliminar de la portada los nombres de algunos redactores, pero sí supuso una clara discriminación para los otros dos autores, que habían dedicado la misma cantidad de trabajo, Yademás transmite un mensaje muy claro a los humanistas neófitos sobre el valor que asigna la cultura a la colaboración y la coopera~ión. ., Aun cuando las actitudes actuales hac1a la autona y la colaborac10n en humanidades no se deban del todo, ni tal vez siquiera en una parte significativa, a la tecnología de la imprenta, acabará modificándolas el paso al hipertexto, con su énfasis en ciertos elementos del~ colaboración. Como Tora K. Bikson y J. D. Eveland señalan en relac10n con otras obras que no son de humanidades, «el entorno electrónico es un cont~xto rico donde apenas se puede distinguir entre llevar a cabo un trabajo y compartirlo» (pág. 286). Ya que nos damos cuenta de las nuevas posibilidades que estos cambios han abierto, lo menos que podemos hacer es aprovechar las prestaciones características de estas nuevas tecnologías informáticas. Una faceta relevante de los sistemas de hipertexto en red es que producen unas nociones de autoría, de propiedad intelectual ~ de creatividad claramente diferenciadas de las asocmdas a la tecnolog1a del hbro, El hiperte~to 1J19difica nuestra concepción de la autoría y del a creativídad.(u origi11alidad), al distanciarse de las restricciones qu~ i~p.one la tecnología encuadernada. Tendrá repercusiones sobre las d1sc1plmas culturales e intelectuales tan importantes como los cambios que se dieron en la tecnología de la memoria cultural con la aparición de la escritura y, luego, de la imprenta (véanse Bolter, McLuhan y Eisenstein).
Ejemplos de colaboración en hipertexto Eltral:Jajo cooperativo en hipertexto se presenta de muchas formas, unacde lascualesilustra el principio de que casi inevitablemente se trabaja en colaboración cada vez que se crea un document? en. un ~is tema de hipertexto que contiene a varios autores. Descubn la mevltable naturaleza cooperativa de la autoría en hipermed1a en los tiempos de Intermedia. Una vez, mientras estaba conectando material para el archivo general (o directorio) de la obra El país del agua, de Graham Swift, vi a Nicole Yankelovitch, coordinadora de proyectos en el IRIS,
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preparando documentación para un curso sobre control de armamento y desarme 1mpart1do por R1chard Smoke, del Center for Fore1gn Pohcy Development de la Universidad de Brown. Esta documentación, creada por alguien de una asignatura que no tenía nada que ver con la mía y para unas clases totalmente distintas, llenó una gran laguna en el proyecto en que estaba trabajando. Aunque mis coautores y yo habíamos elaborado materiales sobre tecnología que incluían documentos gráficos y de texto sobre canales y ferrocarriles, para anexar al apartado de ciencias y tecnología del directorio de El país del agua, no teníamos los conocimientos necesarios para realizar un trabajo similar sobre la tecnología nuclear y los movimientos antinucleares, dos temas que desempeñan un papel significativo en la novela de Swift. Tras crear una breve introducción al terna de El país del agua y el desarme nuclear, la conecté primero con la sección de ciencia y tecnología del directorio de El país del agua, y luego con la cronología que servía de directorio del curso sobre armas nucleares. Un documento corto y unos cuantos enlaces permiten a los estudiantes de una visión introductoria a la literatura inglesa explorar materiales creados para otra asignatura. Y, recíprocamente, los alumnos que cursan esa asignatura pueden encontrar material representativo de los efectos en la ficción contemporánea de los temas estudiados en el curso de ciencias políticas. Así, el hipertexto fomenta el trabajo en colaboración al mismo tiempo que facilita los enfoques interdisciplinarios, haciendo que los materiales elaborados por especialistas en distintos campos trabajen juntos, es decir, colaboren. Este tipo de colaboración por enlace se da paralelamente en la World Wide Web. Cada vez que un estudiante o miembro de una facultad de otra institución ha añadido uno de sus documentos a The Victorian Web -por ejemplo, algún texto sobre la caracterización de raza, clase y género en Jane Eyre-, automáticamente se une a un debate acerca de esos temas. De modo similar, la traducción de Phyl Gilford de los Diarios de Pepys en un weblog, a la que hicimos referencia en el capítulo anterior, ejemplifica otro enfoque más de la colaboración en Internet. Aquí, el punto importante es que !gs t;nlacesctelhipertexto facilitan a\ltQ!11Micall1~ntela colaboraciÓI). La en que el material sobre control de arinamentos se combinó con los de la asignatura de lengua es un ejemplo típico de cómo la facilidad de interconexión que caracteriza al hipertexto transforma documentos producidos independientemente en obras cooperativas y a los autores que trabajan a solas en autores que escriben en colaboración. Considerado desde el punto de vista de quien lo preparó, el material sobre el control de armamentos existe como parte
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de un cuerpo discreto de documentos. Desde el punto de vista del lector, su categoría cambia: nada más aparecer en un entorno hipertextual, todos los documentos pasan a existir como partes de un sistema mucho mayor y en relación con todo el material existente en el sistema. f>J . ~~~bJ.~.,;r tntyeptos electrónicos entre los bloques de texto, los enlaces actuahzan 1~ interrelaciones potenciales, Si el hipertexto como herramienta pedagógi~a convierte al profesor de un' líder ell una especie de tutor o compañero, el hipertexto como medio de escritura transforma al escritor en editor. y colaborador. El hipertexto, como el cine, el vídeo o la ópera, implica trabajo en equipo.
5. Reconfigurar la escritura
El problemático concepto de la desorientación
Puesto que e.scri)Jir,e!J lliperrpediaimplica encontrar medios para evitas queJos lectorescítigari en la confusión y el desánimo cuando se enfrentan al texto en el espacio electrónico, examinemos pues esta noción de desorientación antes de considerar algunos de los métodos usados para su elusión. Por muy crucial que la desorientación pueda parecer para las discusiones acerca de la autoría hipertextual, este término sigue siendo ignorado e inadecuadamente definido. Tal aseveración tal vez parezca extraña habida cuenta de que los escritores de este campo, desde Jeff Q<)l}k\in, han proporcionado afirmaciones precisas sobre lo que quieren decir éon lo que el propio Conklin llamó el problema de la desorientación. De acuerdo con su planteamiento inicial de la cuestión,J¡t d_t;§9,D~nt
ía
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HIPER TEXTO 3.Q
dentro del texto, o bien hacerlo después» (pág. 38). Kenneth Utting y Nicole Yankelovich, que apuntaron de modo similar que «hipermedia [ ... ]es potencialmente capaz de desconcertar y confundir drásticamente a escritores y lectores, a profesores y alumnos», citan la definición de Conklin de la desorientación como «la tendencia a perder el sentido de la localización y la dirección en un documento no lineal» (pág. 58), y en su ejemplo de tres aspectos que provocan desorientación, mencion(\n«la confusión acerca.de..adónde ir o, habiendo decidido un destino, aceíX;a de cómo llegar», así como.!~ dS!.~()rient¡Ición en el sentido qe no cono~a. «loslímites del espacio informacional» (pág. 61) que uno está explorando. Tres puntos llaman la atención en el planteamiento anterior. Primero, eJ CQncept() de(iesorientación se relaciona estrechamente con la tende~ da a usar metáforas espaciales, geográficas y de viaje para describir el modo en que los usuarios experimentan el hipertexto. Tales usos son obviamente apropiados para las definiciones de diccionario del vocablo desorientar. En inglés, el American Heritage Dictionary y el Webster's Collegiate Dictionary no recogen el término desorientación, pero según el primero, desorientar es «perder el sentido de la dirección o localización, como sucede al alejarse de un entorno familiar», y el Webster ofrece tres definiciones de desorientar: 1) «perder el sentido de la orientación: desplazarse desde la posición o relación normal»; 2) «perder el sentido del tiempo, del espacio o de la identidad»; y 3) «confundir». En general, los autores que escriben sobre hipertexto parecen usar la acepción confUndir, y específicamente, perder el sentido de la orientación cuando usan el término; y su uso deriva de la aplicación vulgar de las metáforas espaciales para describir la conducta del lector en un entorno de hipertexto. Así, en «The Art ofNavigating through Hypertext», Jakob Nielsen apunta la formulación usual de que «uno de los mayores problemas de aplicabilidad en lo que respecta al hipertexto es el riesgo de desorientación del usuario al navegar por el espacio informacional. Por ejemplo, nuestros estudios mostraron que el 56 % de los lectores de un documento escrito en uno de los sistemas comerciales de hipertexto más populares estaban de acuerdo total o parcialmente con la afirmación "Me he encontrado a menudo desconcertado acerca de dónde me encontraba"» (pág. 298). Nielsen cree que «el auténtico hipertexto debería hacer sentir a los usuarios que pueden moverse libremente a través de la información conforme a sus propias necesidades» (pág. 298). En segundo lugar, como han planteado Conklin y otros escritores de este campo,
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alqis.~i}Q de la tecnología informacional. En otras palabras, los conceptos r~lacionados de desorientación y confusión parecen, en sí mismos, no tener relación alguna con los materiales, con el contenido del sistema hipertextual. Sin embargo, sabemos que los lectores a menudo experimenúln confusión y desorientación simplemente porque no logran aprehender la lógica o incluso el sentido de un argumento particular. Incluso si los trabajos de Kant, Einstein y Heidegger apareciesen en el más sofisticado sistema de hipertexto y recuperación de información, todavía desorientarían a muchos lectores. Aunque Conklin y otros estudiosos del hipertexto no hayan definido de manera ingenua o incompleta lo que entienden por desorientación, su restricción del término a la desorientación generada por el propio sistema en la práctica no toma en cuenta gran parte de la experiencia de la lectura actual, ni tampoco sus implicaciones para los autores de hipertexto. Tal cuestión está relacionada con el tercer aspecto de la noción de desorientación. En tercer lugar, ladesorientación, como ponen de manifiesto las observaciones precedentes, es concebida por estos autores como algo debi~tador e inhabilitante, en otras palabras, como algo que bloquea la finalización de una tarea que hemos preparado para nosotros mismos o que otros han preparado para nosotros. La desorientación, además, se presenta como un problema tan ingente, tan monolítico que estos autores prestan poca o ninguna atención a cómo se hace frente a esta experiencia en la actualidad. ¿Es realmente un factor debilitador, y por tanto los usuarios de sistemas hipertextuales simplemente se rinden o fracasan en cualesquiera tareas que hayan emprendido cuando se sienten desorientados? Como veremos, l~~,!;!~,ll~()S, ~~P~rt()S d()l sistema hipertextual no siempre encuentran la experiencia de la desorientación como algo especialmente estresante, ni aún menos como algo paralizante. El papel que desempeña la desorientación en literatura sugiere algunas razones por las que éste pueda ser el caso. Los lectores de literatura de hecho suelen describir la experiencia que aquí presentamos como desorientación como una experiencia placentera, incluso excitante, y algunas formas de literatura, particularmente las que enfatizan la alegoria o la experimentación estilística o narrativa, tienen como efecto principal la desorientación del lector. Aunque el tipo de desorientación agradable que uno encuentra en La divina comedia de Dante, El anillo y el libro de Browning y La tierra baldía de Eliot deriva de lo que hemos llamado el contenido y no de la tecnología de la información que lo presenta, este efecto tiene un importante paralelismo con el detectado en ciertas formas de hipertexto: aquellos materiales que el neófito o el lector inex-
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perto considera confusos y molestos son para los lectores más expertos fuente de placer. El concepto de desorientación en las humanidades
Las razones por las que individuos especializados en humanida. des y disciplinas tecnológicas contemplan la desorientación de manera radicalmente diferente se hacen especialmente claras en tres áreas:. las teorías estéticas de la desorientación, las concepciones del modernismo y el posmodernismo como movimientos culturales, y las concepciones relacionadas con la ficción hipertextual. La afumación clásica del valor positivo de la desorientación cognitiva y de otras clases de desorientación en el campo de la estética aparecei en Man's Rage for Chaos: Biology, Behavior, and the Arts (1967) Morse Peckham, donde argumenta que «el arte no ofrece orden sino oportunidad para experimentar más desorden que cualquier otro artefacto humano, y[ ... ] por lo tanto, la experiencia artística se caracteriza[.:.] por la desorientación» (pág. 41 ). Según Peckham, «el cometido del artista es crear ocasiones para la desorientación, y el del perceptor, experimentarlas. La marca distintiva de la transacción del perceptor con la obra de arte es la discontinuidad de la experiencia, no la continuidad; el desorden, no el orden; la perturbación emocional, no la catarsis emocional, incluso cuando las obras tienen un cierre cadencia!» (pág. 254). Los seres humanos desean tan «apasionadamente un mundo predecible y ordenado» que «sólo en ciertas situaciones protegidas; caracterizadas por los altos muros del aislamiento psíquico» pueden permitirse percibir la discontinuidad entre «expectativa o resolución u orientación, e información [... ],la interacción con el entorno que en realidad se produce.[ ... ] El arte ofrece precisamente este tipo de experiencia» (pág. 313). Peckham afirma finalmente que el arte es «un mecanismo adaptativo» que refuerza nuestra habilidad para sobrevivir: El arte es un ensayo de aquellas situaciones reales en las que es vital para nuestra supervivencia resistir la tensión cognitiva, rechazar el consuelo de la validación por congruencia afectiva cuando tal validación es inapro· piada debido a que están en juego demasiados i,ntereses vitales; el arte es el refuerzo de la capacidad para soportar la desorientación de modo que un problema real y significativo pueda emerger. Arte es la exposición a las tensiones y problemas de un mundo falso de modo que los hombres
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puedan soportar exponerse a las tensiones y problemas del mundo real (pág. 314). El enfoque positivo de Peckham acerca de la desorientación estética, que parece surgir de las artes y literatura de la modernidad, nos la presenta claramente como una cuestión de libertad y desarrollo humano. Estudiosos de la literatura y el arte han subrayado desde hace tiempo la importancia de la desorientación en la modernidad y en la posmodernidad. Como las obras de los cubistas, expresionistas y otros movimientos del arte del siglo xx, el Ulises de Joyce, La tierra baldía de T. S. Eliot y El ruido y laforia de William Faulkner -por citar tres clásicos de la literatura moderna- hacen de la desorientación una experiencia estética central. De modo similar, como han apuntado recientes investigadores sobre la ficción posmoderna, se caracterizan por una serie de cualidades que producen desorientación cognitiva: «contradicción, discontinuidad, azar», «incertidumbre epistemológica irreductible» y «extrañamiento cognitivo» (McHale, págs. 7, 11 y 59). Estas actitudes, que los estudiosos de la cultura del siglo pasado consideraron positivas de manera casi unánime, aparecen también en los debates acerca de la ficción hipertextual. Robert Coover, por ejemplo, deja muy claras las relaciones que existen entre desorientación, hipertexto y tradiciones de vanguardia cuando describe el modo en que la ficción hipertextual promete desarrollar las frmciones liberadoras de la tradición experimental en la ficción. 1 Además subraya el efecto que tiene esta libertad que tanto desorienta sobre los propios escritores. Cuando argumenta acerca del conservadurismo de los estudiosos de la escritura, afirma que convencerles para que tengan en cuenta formas alternativas o innovadoras es más difícil que imponerles la castidad como estilo de vida. Pero de pronto, al enfrentarse con el hiperespacio, no tienen elección: todas las estructuras agradables han sido borradas. O se improvisa, o nada. Algunos reconstruyen desesperadamente las antiguas estructuras, otros simplemente se pierden, otros van a la deriva, sin rumbo, la mayoría se zambullen sin miedo en este nuevo campo, sin preguntarse siquiera cuán profundo (infinitamente profundo) es, admitiendo, incluso mientras continúan remando por mero placer, que este área nueva es sin lugar a dudas -excitante, provocadora, aunque a menudo frustrante, un medio para la creación de nuevas narrativas, un espacio potencialmente revolucionario, · con el poder, exactamente como se ha anunciado, de transformar el arte de la ficción («End ofBooks>>, pág. 24).
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Michael Joyce describe las cualidades potencialmente desorientado. ras de la ficción hipertextual en términos que elogian el necesario activismo de los lectores: «Los hipertextos constructivos requieren capacidad para actuar: para crear, para cambiar y recuperar encueptros particulares dentro del cuerpo desarrollado del conocimiento. Estos encuentros [...] están mantenidos como versiones, esto es, como rastros, senderos, webs cuadernos de notas, etc.; pero son versiones de aquello en lo que se está~ convirtiendo, una estructura para lo que no existe aún» (Of Two Minds pág. 42). En la misma línea, Stuart Moulthrop relaciona, como Roberi Coover, la experiencia de la búsqueda de disonancias y la desorientación que caracteriza a la experiencia del lector en hipertexto como algo potencialmente liberador. «En un mundo donde las "variables globales" del poder y el conocimiento tienden a orientarse hacia un orden del mundo singular, hegemónico, se va haciendo cada vez más dificil saltar fuera del "sistema". Y como Thomas Pynchon nos recuerda: "Vivir dentro del sistema es como viajar a Jo largo del país en un autobús conducido por un maníaco suicida" (Gravity's Rainbow, pág. 412)» («Beyond the Electronic Book», pág. 76). Dado que muchos usuarios especializados en humanidades, igual que aquellos específicamente implicados en la ficción hipertextual, asocian la experiencia general de la desorientación con la experiencia estética de la vanguardia, liberadora y culturalmente consagrada, no debería sorprender que traten la cuestión de la desorientación de modo muy diferente a como lo hacen casi todos los que la tienen en cuenta en disciplinas técnicas.
El amor por las posibilidades En experimentos que Paul Kahn y yo llevamos a cabo en 1991 los estudiantes que experimentaron con hipertexto mostraron un gusto por lo azaroso de la navegación virtual que está reñido con las actitudes actuales hacia los efectos de desorientación que provoca el hipertexto. Por ejemplo, un usuario explicó que al «hacer clic accidentalmente» en un determinado enlace encontró que había tomado un «delicioso desvÍo», puesto que le proporcionó una solución para uno de los problemas que entraña la recuperación de información: «Aunque creo que este error tiene su análogo en la tecnología del ·libro, se trataría del improbable acto de estar en la sección errónea de:Ja bibliot(;lca, la fila errónea de libros, el estante erróneo, cogiendo eHibro-.erróneo, y abriéndolo mágicamente por la página correcta».
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Algunas de las respuestas obtenidas fueron desconcertantemente inesperadas y por tal razón potencialmente bastante válidas para cualquiera que estudie el diseño, implementación y aplicación educativa del hipertexto. En dos casos, programadores muy experimentados tuvieron más dificultades con ciertos aspectos de las tareas de recuperación de información de las que tuvieron los menos experimentados. Podría parecer que sus expectativas acerca de los sistemas y mecanismos de recuperación de información constituyeron un estorbo más que una ayuda en sus exploraciones. Acostumbrados a usar los mecanismos de búsqueda de textos completos en otros tipos de sistemas informáticos, uno de estos estudiantes empleó cerca de quince minutos en su búsqueda en Intermedia -la versión usada no tenía las posteriores herramientas de búsqueda- y después abandonó la tarea asignada, asumiendo que no había otros métodos para localizar la información. En contraste, un usuario relativamente menos sofisticado resolvió el primer problema, la localizacion de obras de determinados autores, en cuestión de minutos. Tal y como explicó: «Encontré esas referencias al abrir el documento de críticos citados en el archivo bibliográfico de la carpeta Dickens [ ... ].Tiempo total: 6 minutos». Otro respondió de manera similar: «Resolví la primera cuestión [usando el sistema de carpetas de Intermedia]. Puesto que las carpetas estaban bien etiquetadas, encontrar la carpeta "Bibliografia" me resultó fácil y rápido, y después abrí el documento "Críticos citados". Allí encontré los nombres de los tres autores en cuestión. Puesto que la web estaba ya comenzada, pude activar las marcas de enlace y ver todos los documentos de destino conectados a un autor determinado (si la página web estaba bien enlazada). Así, me aproximé a la web desde un ángulo extraño, desde las carpetas de documentos actuales, pero es el método que me pareció más fácil y rápido para este menester. Esa misma información podía encontrarse en el panorama bibliográfico. [ ... ] Si por alguna razón no hubiese pasado por el panorama de la época victoriana, nunca habría emprendido la búsqueda de la información bibliográfica. Pero encontré la información, a pesar de los (escasos) intentos de organización del sistema. Me sentí tan cómodo con la visión del icono del documento de Macintosh que sentí que ahí no había ninguna "violación", ya que Intermedia no representa ninguna estructura que haya sido violada; los documentos parecen autónomos o insertos en la red» (MF). Esta narración del estudiante restablece de manera contundente el lugar común de que la gente que quiere encontrar información la encuentra, ya sea gracias a lo que saben acerca de esa información, o bien
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a través de los mecanismos de búsqueda de los sistemas informáticos. En otras palabras, la orientación por contenido parece caraz de solucionar problemas potenciales de desorientación causados por el disei!o del sistema considerado aisladamente. En este caso, algunos usuarios con experiencia en informática tendieron a concebir la tarea propuesta como un medio para comprobar sus capacidades, mientras que aquellos que eran expertos en contenidos, o que tomaron la aproximación de un experto en contenido, concibieron la tarea en términos que hicieron de la información deseada el centro de la tarea. Una lección importante tanto para los diseñadores de software de hipertexto como para aquellos que enseñan o escriben con hipertexto aparece en los problemas encontrados por los estudiantes con mayores conocimientos de informática. Al confiar demasiado en las características del sistema, implícitamente adoptaron la suposición de que el sistema, más que el autor, hace la mayor parte del trabajo. Al hacerlo, tendieron a ignorar los dispositivos estilísticos y de otras clases que había creado el autor a fin de hacer la búsqueda rápida y sencilla para una mayoría de usuarios. También notamos que una preferencia por la navegación así como por la inclusión de la noción de la «desorientación» puede crear resultados desconcertantes para los diseñadores de hipertexto, aparte del hecho de que los teóricos del hipertexto a menudo elogian esta aproximación para vagar a través de una base de datos. Por ejemplo, una usuaria criticó uno de los sistemas precisamente porque resultó que era «más difícil desorientarse en el modo positivo que Intermedia y Storyspace tienden a promover. Encontré que algunos enlaces continuamente me llevaban a encrucijadas o panoramas en lugar de a otros documentos. Por esta razón no me sentí tanto como un lector activo. Dispositivos de orientación como éstos explicaban y categorizaban enlaces en vez de permitirme hacer mis propias conexiones y categorías» (AM). Para aquellos que consideran la desorientación como una cualidad negativa, estos comentarios pueden parecer misteriosos, puesto que las cualidades aparentemente negativas aparecen como un elogio. De hecho, esta estudiante menciona específicamente «el modo positivo» en que Intermedia y Storyspace crean un cierto sentido de la desorientación, que ella toma por una condición que confiere poder a los usuarios de hipertexto puesto que los coloca en un rol activo; un papel particularmente apropiado para este nuevo medio de información. · Las reacciones de estos estudiantes-evaluadores nos sugieren seis puntos acerca de la desorientación del lector. En primer lugar, aunque
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constituya un problema potencialmente significativo en algunos sistemas, las concepciones acerca de la misma pueden surgir de una falta de experiencia con los sistemas de hipertexto, en concreto al intentar aplicar la lectura y los protocolos de recuperación de información propios de la tecnología del libro a este nuevo medio. En segundo lugar, lo que un lector experimenta como desorientación, otro puede encontrarlo placentero. En tercer término, la desorientación tiene connotaciones bien diferentes en los documentos escritos y en los basados en lo tecnológico como algo opuesto a las disciplinas literarias. La concepción de la desorientación basada en la tecnología se halla relacionada con una concepción de la educación que está básicamente limitada a la información factual. Los asunciones literarias o humanísticas sobre la desorientación parecen estar relacionadas con una concepción de la educación en la cual los estudiantes aprenden a manejar complejos problemas de interpretación. Cuarto, la desorientación -permítaseme subrayar este punto de nuevo- surge tanto en el acto normal de lectura de material difícil como en sistemas pobremente diseñados. El conocimiento del contenido, como algunos de nuestros evaluadores demuestran, debe ser considerado como parte de cualquier solución a las cuestiones de la desorientación generada por el sistema o permitida por éste. Quinto, dado que en el futuro próximo las tecnologías del libro y la electrónica existirán juntas, en algunas aplicaciones suplementándose, en otras en directa competencia, los diseñadores de sistemas de hipertexto continuarán encontrándose en una situación sumamente difícil. Los sistemas que diseñan encontrarán casi con seguridad una variedad heterogénea de usuarios: algunos seguirán intentando leer conforme a las reglas de los libros impresos, mientras que otros, cada vez más sofisticados en los medios electrónicos, considerarán las cualidades específicas de la lectura y exploración de hipertexto, incluida la ocasional «desorientación», como cualidades placenteras y deseables. Sexto -y más importante-, la escritura, al menos como diseño de sistema, como software, evita las formas menos agradables de desorientación. J:>rJ~<;mgscles~rrollarporlotanto una retórica y estilística de la ·· escritura hip~rtextuaL ·
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La retórica y la estilística de la escritura para el espacio electrónico, o ¿cómo deberíamos escribir hipertextos? Enlazar, por sí mismo, no es suficiente. El autor de hipermedia no puede darse cuenta del enorme potencial del medio simplemente enlazando un pasaje o imagen con otros. El acto de conectar un texto a otro es incapaz de proporcionarnos todos Jos beneficios esperados de hipermedia e incluso puede alienar al usuario. Aunque expuesto de forma somera, tal reconocimiento dificilmente sorprenderá, puesto que autores de ensayos, poemas, narraciones y libros impresos no esperan escribir meramente anudando unas frases y párrafos con otros sin la asistencia de dispositivos estilísticos y convenciones retóricas. Si para comunicar de manera efectiva los autores de hipermedia deben emplear dispositivos adaptados a su medio, entonces se plantean dos cuestiones. Primero, ¿cuáles son las características definitorias o cualidades del hipertexto como medio de lectura y escritura? Segundo, ¿hasta qué punto dependen del hardware y software específico? ¿Qué efecto producen, por ejemplo, la presencia o ausencia de color, el tamaño del monitor y la velocidad de nuestro ordenador a la hora de leer el hipertexto? Aquí planteamos también algunas cuestiones menos inmediatamente derivadas del hardware. Asumiendo que escribir afirmaciones, oraciones y párrafos no cambiará en algún modo fundamental-y esto, lo admito, puede ser una asunción demasiado importante para hacerla en este momento-, ¿qué nuevas formas de organización, retórica y estructura debemos desarrollar para comunicar efectivamente en el espacio electrónico? En otras palabras, si el hipertextu requiere una nueva retórica y una nueva estilística, ¿en qué consisten y cómo se relacionan, si lo hacen de algún modo, cuestiones como la velocidad del sistema y otras semejantes? Para comenzar, veamos una vez más la naturaleza del medio. Acabo de escribir que «el hipertexto cambia el modo en que los textos existen y el modo en que Jos leemos», y en capítulos anteriores hemos observado muchos ejemplos de tal diferencia de la textualidad quirográfica e impresa. Sea o no cierto que la palabra digital produce un tipo secundario o nuevo de oralidad, muchos de los dispositivos requeridos por el hipertexto aparecen en el discurso oral, justo como lo hacen en sus versiones escritas o dialectos. Muchos de estos dispositivos a los que me gustaría dirigir nuestra atención pertenecen a una categoría única: anuncian un cambio de dirección y a menudo también proporcionan alguna indicación de cuál será esa nueva dirección. Por ejemplo, palabras y expresiones
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corno en contraste, sin embargo y por otro lado dan un avance de algo a lectores y público, es decir, una instancia o aserción se está convirtiendo en lo contrario de lo que había sido antes. Por ejemplo anuncia un desplazamiento de categoría a la vez que el discurso con frecuencia cambia de una afirmación general o abstracta a ejemplos de la misma. Los tefminos causales o temporales, como porque o después, preparan de modo similar a los lectores para ciertos cambios de dirección intelectual. En otras palabras, en la comunicación oral y escrita son los medios que nos preparan para las rupturas dentro de un flujo lineal de lenguajec.llªY ~J~!le,E~PLslª"qal t1sarei.té1111ino lineal dado que, como ya hemos vistoal analizar la narración de hipertexto, toda la experiencia de escu¿j]ar~ leer en cualquier medio es en un sentido importante de carácter fíneaf, unidireccional. Así, aunque los lectores -o, para ser preciso, las fecÍ;tras- toman diferentes caminos a través de afternoon, Patchwork Girl o Quibbling, cada camino -caqa exp~riencia de lectura- toma la <;;; forma de. una secuencia. Es~! texto el que es multisecuencial,no una Jéctril'á particular del mismo. S~brayo este punto obvio porque el probí'ema de' c<Ímo prepararse para el cambio de dirección (y las aperturas y cierres son también cambios) ha existido desde los comienzos del lenguaje humano. Ptl~§t()_quehip~rtexto e hipert;1edia se definen principalmente por el enlac'e, disp()sitiyode escrit.U.ta que ofrece cambios potenciales de direcCión, la retórica y la estilística de esta nueva tecnología de la información generalmente implica tal cambio: un cambio potencial o real de lugar, r~lación o dirección. Antes de determinar qué técnicas se acomodan mejor tal cambio, debemos advertir que todas ellas intentan responder a una serie de cuestiones relacionadas: primero, ¿qué debe uno hacer para orientar a Jos lectores y ayudarles a leer de manera eficiente y agradable? Segundo, ¿cómo puede ayudarse a los lectores a seguir las huellas en su sendero de lectura? Tercero, ¿cómo podemos dar forma a esa lectura de un documento al que llevan los enlaces? Y por último, ¿cómo podemos ayudar a Jos lectores que han entrado en un nuevo documento para que se sientan cómodos? Utilizando la analogía de un viaje, podemos decir que el primer problema concierne a la información de orientación necesaria para encontrar el lugar propio dentro de un cuerpo de textos interconectados. El.segundo tiene que ver con la información de navegación necesaria para encontrar el camino propio a través de los diversos materiales. El tercero está relacionado con la información de salida o partida y el cuarto con la información de llegada o entrada. En cada caso, los crea·->'-'
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dores de materiales hipermedia deben decidir qué necesitan saber los lectores al final de un enlace de hipermedia para poder usar aquello que encuentran. Aquí la cuestión general versa sobre la interpretación. Más específicamente, para que los visitantes puedan ver este nuevo tipo de texto de forma agradable, cómoda y eficiente, ¿cuánta interpretación debe introducir el autor-diseñador en el sistema al enlazar los senderos de información y los documentos al final de los enlaces? Desafortunadamente, ninguna analogía registra la realidad con precisión total. La navegación, el arte de controlar el movimiento de un avión o embarcación, presupone un mundo espacial, pero el hipertexto no se experimenta completamente de ese modo. En la navegación, recordemos, uno debe determinar su propia posición espacial en relación con puntos de tierra firme o con indicaciones astrales y entonces decidir una manera de moverse hacia el objetivo, que está fuera de nuestro campo de visión, a cierta distancia espacial. Puesto que lleva tiempo moverse a lo largo de dicha distancia, también experimentamos esa distancia corno tiempo: nuestro barco está a tantas millas náuticas y por tanto a ciertos días y horas del propio objetivo. El lector de El paraiw perdido, por ejemplo, experimenta corno igualmente cerradas las partes enlazadas de Homero y Virgilio a las que aluden la sección de apertura del poema y las líneas enlazadas en la siguiente página o en el siguiente libro (véase fig. 12). A causa de que el enlace hipertextual requiere aproximadamente la misma cantidad de tiempo para ser atravesado, todos los textos enlazados se perciben corno si estuvieran a la misma «distancia» del punto de partrda. Así, mientras que la navegación presupone que uno se encuentra en el centro de un mundo espacial en el que los iterns deseados se encuentran a distancias variables respecto a la propia localización, el hipertexto (y otras formas de textualidad direccionable, digital) presupone un mundo experiencia! en el que el objetivo es siempre potencial pero a un salto o enlace de distancia.
ÜBSERVACIONES GENERALES
Hipermedia como medio transmite la fuerte impresión de que sus enlaces implican relaciones coherentes, determinadas y, sobre todo, útiles. De lo cual se sigue que la auténtica existencia de los enlaces condiciOna al lector de modo que espera relaciones determinadas e importantes entre los materiales enlazados. Una de las presuposiciones características del hipertexto, especialmente cuando se destina a usos educativos, es que
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Jos materiales enlazados activan hábitos de p:nsarniento ~elacional en el lector. Tal énfasis intrínseco en la mterconexron (o cone?llvrdad) propor.ona un medio poderoso para enseñar pensamiento cntJco sofistrcado, c~rticularmente el que construye análisis rnulticausales y diferentes tipos ~e datos relacionados. Pero puesto que los sistemas de hipermedia predisponen a los usuarios a esperar relaciones significativas entre lexias, y aquellos enlaces que no satisfagan esas expectativas t.ienden a parecer especialmente incoherentes y carentes de srgmficacron. Cuando los usuarios siguen enlaces y encuentran materiales que no parecen poseer una relación significativa con el documento en que se originó la ruta de enlace, se sienten confundidos y ofendidos. En los materiales de lectura disponibles en la Red, los retrasos con que se encuentran los usuarros tienden a exagerar este efecto, proporcionando así otra razón para evitar los gráficos de consumo de tiempo o elementos semejantes siempre que sea posible si uno desea incluir a un público que no posea conexión a Internet de alta velocidad.
MEDIOS PARA LA ORIENTACIÓN DEL LECTOR GENERADOS POR EL SISTEMA
Los dispositivos de orientación permiten a los lectores: 1) determinar su localización presente; 2) tener alguna idea de la relación que existe entre dicha localización y otros materiales; 3) volver a su punto de partida; y 4) explorar materiales que no están directamente enlazados con aquellos en los que se encuentran. La presentación gráfica de la información que expresa la útil pero limitada metáfora del escritorio constituye un medio especialmente efectivo para la orientación del lector en los sistemas que la usan, pero los navegadores de la World Wide Web, en los que los riesgos de desorientación son especialmente graves, no lo hacen. Desde luego, la ventana de «Mostrar localización» [Show Location] en lE, Firefox, Safari, Netscape y otros navegadores de HTML proporciona la dirección exacta de una lexía, y como he escrito hace poco, seguir un enlace al ensayo de un estudiante sobre Patchwork Girl, por ejemplo a la «identidad trenzada» de Lars Hubrich, produciría la siguiente información en la ventana de localización: . Tal información no sólo aparece en una forma desalentadora para la mayor parte de los lectores, sino que falla a la hora de ser realmente útil en dos aspectos: primero, la necesidad de crear directorios de nombres breves a menudo hace que el archivo resulte incomprensible para todo usuario excepto para la persona
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que mantiene la página web y, segundo, proporciona una información realmente pequeña acerca de la relación de esta lexia particular con el espacio informacional que habita. Un medio que permite proporcionar los beneficios de la presentación gráfica en una estructura de carpetas toma la forma de los applets de Java, como los creados por Dynamic Diagrams para la página web de lB.M (fig. 13), que genera una imagen animada tridimensional de una localización de lexía individual dentro de una estructura de archivos. Donde tales soluciones de software no son posibles, los autores han empleado
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dos opciones. Una implica organizar un sitio entero de acuerdo con lo que es esenc~almente una estructura de carpetas y luego aclarar .esa organización. As1, por ejemplo, Art-Crzmes deSusan Farrell, una pagma que contiene graffiti de todo el mundo, presenta su información en términos de país, ciudad y detalles adicionales sobre cada ciudad. Desde luego, esta bella página, que proporciona un archivo visual, intrínsecamente tiene poco de hipertextual y por tanto no puede servir como ejemplo para otras clases de páginas web.
CoNTINUAR (TRAS) EL RASTRO: ¿DÓNDE HE ESTADO? ¿QUÉ LEí?
FIGURA 13. Una panorámica de The Victorian Web. Este mapa fue creado por Dynamic Diagrams MAPA desde el punto de vista privilegiado de esta página principal (mapa principal del sitio o panorámica [main sitemap, overview]). En esta captura de pantalla, un usuario ha activado una ventana emergente que muestra la URL y el título de «Las artes en la Gran Breta:ña victoriana», una panorámica de s_egundo nivel. Moviendo el cursor más allá del nivel superior, los usuarios pueden tainbién obtener los títulos de las lexias enlazadas a ésta y a otras panorámicas. Si se hace doble clic en el icono de cualquier lexia, ésta se abre (copyright: 1996 Dynamic Diagrams. Reproducido con permiso).
Además de ayudar a los lectores a discernir su localización general dentro de un espacio informacional en cualquier momento, los sistemas también tienen que proporcionar algunos medios para informarles de dónde vienen así como un medio que les permita volver. Entre otras funciones, el mapa de ruta [Roadmap] en Storyspace proporciona una lista secuencial de las lexias que uno ha visitado y ofrece un medio algo engorroso de volver a cualquiera de ellas. Los navegadores también tienen medios para proporcionar el historial de lectura: llevando el cursor al menú de «Ir» o <
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páginas web que leen, no compensan, ya que no existen historiales de lectura a largo plazo en los cuerpos muy grandes y complejos, como los que uno encuentra en la Red.
TABLAS DE CONTENIDO DINÁMICAS Y ESTÁT!CAS
En los documentos de hipertexto generalmente aparece la tabla de contenidos, un dispositivo transferido directamente del diseño del libro, a menudo con muy buenos resultados. Los lectores de materiales disponibles en la Red la encontrarán con bastante frecuencia, ya que muchas pantallas de entrada y de títulos consisten esencialmente en tablas de contenidos enlazadas. Yo mismo las he usado, sobre todo cuando creo versiones de hipertexto de materiales impresos, tema que discutiré en profundidad en una sección posterior. La versión de la World Wide Web del capítulo inicial de la primera versión de este libro, por ejemplo, emplea dos pantallas de contenidos, una para el volumen entero y una segunda para el segundo capítulo, la única ahora disponible en la Red. Aunque tal tabla de contenidos proporciona un medio conocido y a menudo efectivo de presentar la organización de una obra, en su forma estática a menudo enfatiza el elemento del libro electrónico en detrimento de su hipertextualidad. DynaText, de Electronic Book Technologies, que tiene una pantalla de tablas dinámicas de contenidos generada automáticamente, ofrece una versión mucho más poderosa de este dispositivo. DynaText usa el texto en la forma de SGML, una versión antigua mucho más rica y poderosa del HTML de la Red. Puesto que SGML requiere que uno comience y finalice cada título de capítulo, encabezado de sección y demás estructuras del texto con etiquetas [markup] específicas, DynaText emplea esta información para producir una pantalla de contenidos generada automáticamente, que los autores y diseñadores pueden ajustar de modo que aparezca en un lugar particular de la pantalla. En Hypertext in Hypertext, la edición electrónica de la primera versión de este libro, esa sección de contenidos aparecía a la izquierda del texto principal. La tabla de contenidos electrónica difiere en muchos aspectos de las versiones estáticas que se encuentran en el libro impreso y en la Red. Primero, haciendo clic en un icono cerca del título de un capítulo aparecen enseguida los encabezados de sección del nivel inmediatamente inferior, y haciendo clic en ellos a su vez se despliegan los subtítulos, y así sucesivamente. En esencia, esta tabla de contenidos dinámica actúa
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en gran medida como el texto extendido nelsoniano. Puesto que añadí subdivisiones adicionales a prácticamente cada sección en vez de ajustar la lectura en un entorno electrónico, esta característica permitió que Hypertext in Hypertext desplegara tanto la organización original del libro como los elementos añadidos en la medida en que los lectores los necesitaran. El segundo punto en el que la pantalla de contenidos dinámicos de DynaText difiere de las tablas estáticas es que haciendo clic en cualquier sección inmediatamente surge la sección relevante en la ventana de texto situada a la derecha del título de sección (fig. 14). Y por último, dado que los diseñadores de este sistema combinaron dicha característica con su motor de búsqueda de texto completo, los resultados de una búsqueda aparecen tanto en la pantalla de contenidos como en el texto mismo. Si buscamos «Derrida» veremos que este nombre aparece 74 veces en todo el libro, 43 en el primer capítulo y 5 en la primera sección de dicho capítulo. Este listado dinámico se muestra especialmente valioso cuando una página web de DynaText se configura como un libro electrónico, puesto que siguiendo un enlace de un punto del texto a otro, el texto de destino reemplazará al de partida. El sistema funciona tan rápido --casi instantáneamente- que sin el listado de contenidos en un lado, los lectores se desorientan. La tablas de contenidos, sean estáticas o dinámicas, ciertamente tienen sus usos, en especial cuando se hipertextualiza material originalmente concebido para su presentación impresa. Las tablas estáticas enlazadas son ya habituales en HTML, pero se pueden crear algunos de los efectos de la forma DynaText usando códigos de HTML, colocando los contenidos a la izquierda y el texto a la derecha.
¿Y SI PUDIESES TENER CUALQUIER COSA? LA VISUALIZACIÓN
WEB
DE INTERMEDIA Y OTRAS PARCIALMENTE SIMILARES
La característica más importante de Intermedia que se encuentra ausente en los sistemas actuales, especialmente en los navegadores web, es su mapa de seguimiento dinámico generado por el sistema, cuya idea básica se desarrolló en tres etapas. La primera, el mapa de seguimiento global [Global Tracking Map ], proporcionaba información gráfica acerca de todos los enlaces y documentos en un cuerpo particular de documentos enlazados. Haciendo clic dos veces en el icono asignado a un. cuerpo particular de hipertexto, como Context32, Armas Nucleares o Biología, simultáneamente se activaba esa web de hipertexto -esto es,
Undcrslandlng and Mlsundorstandln¡¡ Jaequcs Derrida Jeao·MIChel R~balé
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·~i _J>"""'".,'"~'"",.'~"'~""~'·--"""'"""'"'"-~~
FIGURA 14. La tabla dinámica de contenidos en DynaText, de Electronic Book Technologies. Este sistema, que combina las características de un libro electrónico con enlaces de hipertexto, genera automáticamente una tabla de contenidos enlazada y reconfigurable a partir de los códigos SGML usados para marcar elementos de un texto, como los títulos de capítulo y sección. En este ejemplo de Hypertext in Hypertext, llevando el cursor a los signos + situados a la izquierda de los items de la tabla de contenidos inmediatamente se mostraban los títulos de las diversas subsecciones. Al hacer clic en el título de subsección aparecía enseguida la sección pertinente en el panel derecho. La tabla de contenidos también reforzó las funciones de recuperación de textos completos de DynaText: en este caso, después de que un lector haya tecleado <> de Jean-Michel Rabaté, que pertenece a The Johns Hopkins Guide to Literary Theory and Criticism.
la abría- y se generaba un documento en el que los iconos que representaban cada uno de los documentos en red estaban unidos por líneas que representaban todos los enlaces entre documentos. Este mapa de seguimiento global, que funcionó sólo durante las primeras etapas del
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desarrollo de Intermedia, demostró inmediatamente que tal dispositivo era virtualmente inútil excepto para los grupos de documentos o páginas web más pequeños. (Aunque imágenes de él hayan aparecido en artículos sobre hipertexto, el mapa de seguimiento global nunca se aplicó a usos educativos y nunca formó parte de las versiones comercializadas de Intermedia.) Vale la pena recordar este intento fallido porque, según la literatura infonnática, parece reaparecer una y otra vez como solución a los problemas de orientación en la Red. IRIS desarrolló después el mapa de seguimiento local, un hipergrafo dinámico cuyos iconos representaban los destinos de todos los enlaces en el documento en cuestión. Abriendo una lexía nueva o activando una abierta previamente, esta herramienta gráfica de navegación se transformaba, al tiempo que infonnaba a los lectores de adónde les llevarían los enlaces en la nueva lexía. Este hipergrafo dinámico, que en buena medida conseguía evitar la desorientación, resultó aún más útil en su tercera y definitiva versión, la visualización web [ Web Vzew], que incorporaba dos características adicionales: una representación gráfica de la historia de lectura y la transfonnación de los iconos en enlaces. Haciendo doble clic en cualquier icono de la visualización web se abría el documento que representaba, añadiendo así otro modo de encontrar el camino a través de las páginas web. (Para visualizar ilustraciones de dicho proceso, véanse Utting y Yankelovich.) Aunque esta característica funcionó bien a la hora de orientar al lector, funcionó incluso mejor cuando se combinó con los mapas de conceptos generados por el autor, como las visiones de conjunto (sitemaps) que empleé en sistemas tales como Intermedia, InterleafWorld View, Storyspace, Microcosm, MacWeb y la World Wide Web. Una fonna básica de estas visiones de conjunto enmarca un concepto único (época victoriana, darwinismo, cuestiones de género) o entidad (Norte y sur de Gaskell, Dickens) con una serie de conceptos adicionales (relaciones literarias, contexto cultural, trasfondo económico), a cada uno de los cuales enlazaban muchos documentos. Mientras que la visualización web presentaba todos los documentos adjuntados a la visión de conjunto completa, la visión de conjunto tiene una organización jerárquica pero no revela la naturaleza o número de documentos enlazados a cada bloque. Intermedia proporcionaba dos modos de obtener esta infonnación: un menú que seguía los enlaces desde una marca de enlace particular activaba la visualización web (véase fig. 8). Haciendo clic en up enlace detenninado y por tanto activándolo se oscurecían todos los enlaces adjuntados a ese bloque en la visualización web. Así, al actuar
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de manera conjunta, los documentos individuales y la visualización web continuamente informaban al lector de que la información estaba a un salto del texto activado. Esta combinación de materiales generados por autores y características del sistema ejemplifica bien el modo en que los autores de hipertexto emplean Jo que son esencialmente dispositivos estilísticos y retóricos para complementar el diseño del sistema y trabajar en conjunción con éL Las características de este sistema que ya está no disponible solucionaron el problema básico de orientar a los lectores. Desafortunadamente ' Jos navegadores actuales causan mucha desorientación porque no proporcionan ninguna vista de conjunto de Jos materiales y tampoco indican a Jos lectores adónde les van a llevar Jos enlaces. El uso de directorios [sitemaps ], documentos de HTML que listan o muestran gráficamente los destinos de los enlaces, ha contribuido en gran medida a la manejabilidad de las páginas web, y hoy día muchos sitios ya los incluyen (véase Kahn y Krzysztof, Mapping Websites). Varios sistemas usados en investigación y disponibles comercialmente han incluido funciones parcialmente análogas a la visualización web de Intermedia. Una versión para investigación del sistema Microcosm de la Universidad de Southampton, por ejemplo, tiene algo muy parecido al mapa de seguimiento local, pero que no se implementó en la versión comercializada, y Storyspace, un sistema disponible comercialmente, tiene su Roadmap, que tiene muchas de las funciones de la visualización web (fig. 15). Igual que la visualización web, Roadmap graba el camino de lecturas del usuario, muestra las lexias enlazadas y permite abrirlas; pero a diferencia de la visualización web, el dispositivo de Storyspace muestra en una lista todos los enlaces que llevan a la lexia actual. Desafortunadamente, Roadmap, que toma la forma de un menú que contiene listas en scroll, carece de la calidad dinámica de la visualización web, puesto que no funciona de continuo y tiene que ser abierto desde un menú o a través de una combinación de teclas para cada documento individual. El hipergrafo dinámico de Intermedia resultó tan válido como medio de experimentación y navegación que espero que alguien desarrolle una aplicación equivalente como parte integrante de los navegadores de la World Wide Web más usados, o bien como una ampliación que sea compatible con ellos. Ciertos pasos se han dado ya en esa dirección. El Hyper-Tree de la Universidad de Heidelberg, por ejemplo, ofrece representaciones gráficas de la estructura de archivos de los servidores individuales, pero, desafortunadamente, al igual que el primer intento de
FIGURA 15. El mapa de ruta [Roadmap] de Storyspace. El Roadmap (arriba a la izquierda) representa un análogo estático a la visualización web de lntennedia. En la parte central superior de Roadmap aparece un historial de lectura, e inmediatamente debajo, las primeras líneas de la lexia actualmente activa. Como en la visualización web, Roadmap infonna a los lectores de las posibles lexias de destino y permite a los lectores abrirlas directamente, pero a diferencia de la herramienta de Intermedia, que muestra sólo las lexias de destino, Roadmap muestra todos los enlaces que llevan al lugar actual y todos los que salen de él. Desafortunadamente, mientras que la visualización web siempre permaneció a la vista y reconfiguró automáticamente así mismo cada vez que se abría un nuevo documento, Roadmap aparece solamente a petición del usuario y debe abrir cada documento separadamente.
Intermedia para mostrar el grafo de enlaces, proporciona demasiada información, de manera que resulta poco práctico. El navegador Touchgraph de Google (fig. 16), que es más selectivo, recurre a los resultados de búsqueda de Google para trazar lo que toma como las conexiones más populares entre la lexia (o el sitio web completo) cuya URL proporciona el usuario y otras lexias dentro o fuera del sitio web, produciendo resultados muy diferentes de un sitemap o de un panorama de la página. El Touchgraph del sitemap «Religion in England», de The Victorian Web (fig. 16), contiene solamente algunos documentos de las decenas de archivos sobre religión, como «High Church: Tractarianism» y «The Broad Church Party», pero omite quizás el documento más importante, y.con más enlaces, de toda la Victorian Web, el ensayo sobre la Iglesia de Inglaterra. Curiosamente, muestra una conexión estrecha entre religión y arte británico, y de forma inesperada, Lewis Carroll tiene mayor presencia. Este diagrama contiene también lexias exteriores a la página web, y
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si bien la aparición del Artcyclopedia sobre D. G. Rossetti es previsible, puesto que los prerrafaelitas aparecen en repetidas ocasiones, me intriga la presencia del «Virtual Tour ofBrasenose College». Un Touchgraph similar dedicado a Charlotte Bronte, que es mucho más denso, incluye un número sustancial de sitios externos obvios sobre las hermanas Bronte, Derbyshire y otras escritoras, pero estoy subyugado por la presencia (ocupando el cuadrante superior izquierdo del diagrama) de una amplia selección de materiales sobre el renacimiento de Harlem, entre ellos el Red Hot Jazz Archive. El Touchgraph de The Víctorian Web, que es demasiado denso para ser reproducido de manera eficaz, hace muchas conexiones obvias a sitios externos pero también a algunos bastante inesperados. El hecho de que aparezcan tantas conexiones inesperadas en estos diagramas los hace fascinantes, y puedo apreciar cierto valor en su inclusión de unas cuantas capturas de pantalla para mostrar a los lectores algunas conexiones interesantes o en sus enlaces a la página de Touchgraph, de modo que puedan explorarlos por sí mismos. El enfoque de Touchgraph muestra, sin embargo, sus deficiencias para nuestro objetivo de trazar un mapa de un sitio web de acuerdo con la popularidad (las lexias más visitadas y enlazadas): el diagrama resultante omite una de las características más valiosas de hipermedia, su capacidad para admitir aproximaciones individuales, incluso idiosincrásicas, a la información.
DISPOSITIVOS DE ORIENTACIÓN CREADOS POR EL AUTOR: PANORAMAS
Como muestran Roadmap y la visualización web, los lectores necesitan funciones de previsualización organizadas eficazmente -lo que Mark Bernstein llama airlocks- que les muestren lo que está a un salto de distancia. En la sección siguiente sugeriré técnicas retóricas o de estilo que pueden emplear los autores de hipertexto en ausencia de tales herramientas de software. Sistemas de hipertexto como Microcosm, Storyspace e Intermedia proporcionan numerosos medios para ayudar a orientarse al lector; otros proporcionan una pequeña asistencia incorporada para solucionar problemas básicos de orientación. Pero cualquiera que sea el sistema que empleen los autores, debería usar documentos de panorama [overview] o de pasarela [gateway], que son dispositivos completamente bajo su control. Los directorios web o los panorama~, que pueden adoptar múltiples formas, son documentos creados por el autor (en tanto opuestos a los generados por el sistema) que sirven de directorios para ayudar a navegar por los materiales. Los panoramas
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ayudan a los lectores a conseguir un acceso adecuado a los materiales disponibles en muchos documentos o a un tema amplio que recorra las diversas disciplinas. Los panoramas o directorios adoptan seis formas, la primera de las cuales es un mapa de conceptos gráfico que sugiere que varias ideas se relacionan con algún fenómeno central o influyen en él. Este centro, el tema del panorama, puede ser un autor (Tennyson, Darwin), un término cronológico o de un período (el siglo XIX, la era victoriana), una idea o movimiento (realismo, feminismo) u otro concepto (tipología bíblica, cyborg). El mensaje implicado y a menudo reforzado de tales disposiciones es simplemente que cualquier idea que el lector se haga del centro de su investigación existe dentro de un campo perteneciente a otros fenómenos, que pueden relacionarse con él en términos causales o no. Tal presentación gráfica de materiales representa una idea en germen u objetivos secretos de los materiales de hipermedia, es decir, que uno llegará a comprender cualquier fenómeno particular relacionándolo con otros contextos. Estos tipos de lexias de panorama, que he usado desde los primeros días de Intermedia, tienen un valor especial para la World Wide Web, la cual tiende hacia una forma plana de hipertexto. Su énfasis en las aproximaciones múltiples proporciona una forma de romper con el formato de página asumido que limita la Red pero también de crear lo que Paul Kahn ha denominado un «documento de encrucijada», un punto al que el lector puede volver repetidamente y antes de partir hacia nuevas direcciones. Las diversas páginas web que mantengo usan diferentes tipos de panoramas. The Victorian Web ro
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17. Dos panoramas de Internet. Estos ejemplos muestran dos aproximaciones diferentes a la creación de lexias de panorama para Internet. El de la izquierda, el panorama para Norte y sur de Elizabeth Gaskell en The Victorian Web, representa la última versión de los panoramas de estilo Intermedia, que resaltan que los lectores pueden acercarse a un tema desde múltiples puntos de vista. El panorama de A. S. Byatt, en cambio, presenta una apro~imación similar de ca~ácter n? jerárqu~co al organizar la inf?nna~~ón, disponiendo los titules enlazados en senes de lmeas honzontales. Esta aproxtmacton a la creación de panoramas con documentos (de texto) HTML tiene numerosas ventajas respecto a los mapas de imágenes: 1) el panorama basado en texto se carga (se abre) más rápidamente que los mapas de imagen basados en el servidor; 2) puesto que Internet Explorer, Safari, Netscape y otros navegadores web almacenan las imágenes en caché, constmir panoramas diferentes con los mismos elementos crea documentos que se cargan muy rápido; 3) tales panoramas se modifican fácilmente añadiendo o quitando combinaciones de iconos y enlaces individuales; 4) estos panoramas tienen la ventaja de emplear los mismos archivos para los panoramas e iconos situados a pie de página, reduciendo así el espacio de almacenaje y el tiempo de acceso. FIGURA
cionarán con navegadores antiguos que no tienen una elevada capacidad gráfica, lo cual resulta vital cuando gran parte de nuestro público potencial no dispone del tipo de acceso o equipamiento necesarios para manejar imágenes grandes. Además se pueden crear modelos estándar para todos los panoramas contenidos en una página web, produciendo así una cierta consistencia visual, y hasta se pueden modificar fácilmente los elementos apropiados. En el panorama de Gaskell, por ejemplo, «Obras» reemplaza a «Otras obras», y en los panoramas de otros textos aparecen iconos distintos, entre los que figuran iconos para temas, bibliografía, materiales asociados de Internet, etcétera. Kon-Tiki Interactive de Gunnar Liestol, que abordaré en detalle más adelante, rodea una imagen del globo terráqueo con siete imágenes cir-
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culares, en cada una de las cuales se muestra una animación de Thor Heyerdahl y seis de sus expediciones (fig. 18). No todos los panoramas que desean evitar la jerarquía o la linealidad han de utilizar este tipo de formato circular. En contraste con los panoramas de Liest0l y de la Victorian Web, los pertenecientes a la sección hipertextual de The Cyberspace Web y todos los materiales de la web sobre literatura poscolonial no subrayan la centralidad. En vez de ello, si tomamos el panorama de A. S. Byatt como ejemplo, encontraremos el tema del documento encima de tres hileras de cuatro iconos cuadrados cada una (véase fig. 17). Esta colocación, que evita también la linealidad de una tabla de contenidos tiene la ventaja de permitir emplear algunos de los iconos utilizados eti los panoramas y en el pie de cada pantalla.
FIGURA 18. Kon- Tiki Interactive de Gunnar Liest0l: panorama de la introducción. Este panorama interactivo rodea una imagen del globo terráqueo con siete imágenes circulares, que representan a Thor Heyerdahl y seis de sus expédiciones. Estas imágenes funcionan como iconos, previsualizaciones y panoramas conceptuales. Haciendo clic en cualquiera de ellas se detienen el sonido y la animación y se abre una entrevista sobre el tema que representa. (Usado con permiso de la editorial Gyldendal.)
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Las cronologías constituyen otra forma de mapa del sitio o panorama, que uno puede crear fácilmente usando tablas de dos columnas en HTML. ofrecen un medio de organizar materiales de manera clara e incluso cursos enteros provistos de una orientación cronológica importante. Todo cronograma con enlaces funciona de hecho como un panorama para los materiales que acoge. Aunque los cronogramas proporcionan un medio de organización particularmente adecuado a los autores, cabe recordar que pueden simplificar relaciones complejas y hacer bien poco para incentivar el interés de un lector no familiarizado con el tema. Las imágenes de objetos naturales, como la fotografía de una celda 0 mapas, proporcionan un tipo de mapa de conceptos de comprensión intuitiva que los autores pueden aplicar fácilmente. Adjuntar enlaces a etiquetas en diagramas técnicos proporciona de manera similar un modo obvio de enriquecer la tecnología informacional convencionaL Estos tipos de panoramas, sin embargo, ejemplifican en ocasiones un uso perfecto de los mapas visuales de Internet Quizás mi favorito sea un mapa de Italia que muestra las principales web italianas: haciendo clic en el pequeño cuadrado que representa una ciudad determinada, un enlace te lleva a su página web. Si hipermedia se caracteriza por la conectividad, para desplegar su potencial deben emplearse dispositivos que subrayen esa cualidad. Listas, tablas de contenidos e índices, aunque tengan todavía nn uso importante, no trabajan de esta manera, pero uno puede desear usarlos junto a otros tipos de dispositivos de organización gráfica, como hace el elegante CDROM de Kon-Tiki Interactive, que complementa su panorama circular con un contorno interactivo. Moviendo el cursor hacia sus elementos individuales, es decir hacia los pertenecientes al mismo Kon-Tiki, se despliega una lista de once items (figs. 19-20). Al convertir los documentos de texto originalmente creados para la tecnología del libro en presentaciones de hipermedia, a veces puede utilizarse el documento mismo como su propio panorama. Cualquier documento en un sistema hipermedia que contenga varios enlaces en esencia sirve como mapa del sitio puesto que, una vez abierto, proporciona el centro inmediato y el punto de referencia para el siguiente acto de exploración del lector. El autor de materiales educativos, particularmente los relacionados con textos literarios o los que ponen un enfasis principal en los detalles de un texto, puede por lo tanto querer aprovechar esta característica de hipermedia. La sección séptima de In Memoriam (véase fig. 9) muestra un breve documento de texto que funciona como su propio panorama o mapa del sitio en una página web de Storyspace,
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FIGURA 20. Panorama de Kon-Tiki. Eligiendo cualquier ítem de este panorama inFIGURA 19. La función de ayuda en el CD-ROM de Kon-Tiki. Si se mueve el cursor hacia el escudo se detienen el sonido y el vídeo y al mismo tiempo aparece en pantalla
teractivo se despliega un sublistado de items. (Usado con permiso de la editorial Gyldendal.)
un menú de opciones. (Usado con permiso de la editorial Gyldendal.)
y cada sección de la versión profusamente anotada de HTML de «Hudsou 's Statue» de Carlyle funciona de la mi~ma manera. Debemos tener la precaución de no exigir demasiado a este tipo de documento de texto pesadamente enlazado en la Red, que tiene pocos dispositivos de orientación, dado que el texto enlazado solo no siempre proporciona indicaciones demasiado claras de adónde llevan sus enlaces al lector. En una presentación académica o crítica del texto, como la del weblog del Diario de Samuel Pepys o la de «Hudson's Statue», donde los enlaces claramente llevan a anotaciones y comentarios, estas lexias pesadamente enlazadas pueden funcionar de este modo, en gran parte porque la naturaleza del documento indica la clase de enlaces que se adjuntarán al mismo. En cambio, algunas pantallas de inicio pesadamente enlazadas que se encuentran en sitios personales de la Red, aunque pueden resultar entretenidas, a menudo presentan un aspecto caótico. Cualquiera que sea el panorama o directorio de sitio local que elijamos, debemos acomodar -e impulsar- distintos tipos de lectura de
hipertexto, facilitando tantas como sea conveniente para cada tema, y uno debería también esperar que las lexias individuales, sobre todo en los hipertextos de información, enlazarán a panoramas múltiples. Así, un· ensayo que compara cuestiones femeninas en El país del agua de Graham Swift y Posesión de A. S. Byatt enlazará con el documento de relaciones literarias asignado a cada obra, pero también a los concernientes a temas, cuestiones de género y técnicas literarias. Estrechamente relacionados con los panoramas y directorios están esos documentos que sirven de pasarelas entre recorridos o grupos de materiales en disciplinas separadas. Las lexias de pasarela son particularmente útiles en Internet cuando un enlace lleva al lector desde la web actual a otra. La forma más común de estas pasarelas aparece en los documentos separados que contienen listas de enlaces a otras páginas web. Otro ejemplo de tallexia transicional es la breve introducción de The Victorian Web al Programa de Investigadores Universitarios (USP) de la National University of Singapore, que becó a numerosos investigadores de posgrado cuyo trabajo aparece en el sitio. Para identificar su trabajo, los iconos que representan el USP
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aparecen a lo largo de The Victorian Web. En vez de enlazar estos iconos directamente al sitio del USP, lo cual podría confundir a los lectores -que se preguntarían «¿Por qué estoy leyendo acerca de Singapur?»--, los he enlazado a una lexia que describe el USP y su papel en el mantenimiento del sitio; los enlaces dentro de esa lexia llevan entonces a cualquiera que quiera saber más acerca del USP a su página oficial. Incluso dentro de una sección pequeña de un sitio web, como la formada por materiales sobre un único autor, concepto o acontecimiento, tales lexias transicionales introductorias se muestran útiles. Por ejemplo, cuando se crean enlaces desde un icono o encabezamiento temático de la relación de un autor con otros escritores, se puede enlazar a un directorio local listando· todos los ensayos importantes, o bien establecer antes enlaces con una introducción general; esta última opción funciona muy bien a la hora de introducir relaciones complejas no evidentes desde un mapa del sitio, o bien cuando se desea señalar una concentración especial de materiales en un área concreta.
GLEAMWARE
Aparte de describir algunas soluciones de software efectivas para suplir las necesidades del autor de hipertexto, permítaseme proponer algo así como una lista de deseos. Los usuarios de informática a menudo se refieren a tales promesas de proyectos como vaporware, término con el que quieren decir que un producto o proyecto de desarrollo que alguien ha presentado como ya existente está de hecho más cerca de la realidad que un plan o promesa. Vayamos incluso ni~s lejos: de la promesa al deseo [wish]. Cuando era mucho más joven, recuerdo que oí una expresión que aludía al tiempo en que alguien «era sólo un brillo» [gleam] en los ojos de sus progenitores. Hablemos entonces de gleamware o wishware. Un ejemplo de gleamware podrían ser los directorios y documentos de encrucijada semiautomáticamente generados en HTML que permitirian a los autores-lectores en la Red producir tales documentos intermediarios combinando búsquedas complejas con plantillas sofisticadas. En el momento en que escribo, ningún navegador de Internet tiene el enlace «uno a varios», que considero tan crucial para crear un hipertexto completamente múltiple. Por lo tanto, para traducir los materiales creados originalmente en sistemas que poseen tal enlace o para emularlos, los autores se ven obligados a emplear una enorme cantidad de tiempo y
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esfuerzo creando manualmente -y manteniendo- menús de enlace. Las implicaciones de tal dificultad se harán claras cuando veamos que los enlaces múltiples que requerían de veinte a treinta minutos para ser creados en un panorama de Intermedia o Storyspace -y menos de la mitad de ese tiempo en Microcosm, usando sus sofisticadas opciones de enlace generalizado- puede llevar bastantes días cuando se traducen tales materiales a Internet: uno debe ir a través del subconjunto de documentos que enlazarán al panorama y crear manualmente enlaces separados para las relaciones literarias, temas, materiales biográficos y demás. Incluso si disponemos de una versión anterior de nuestros propios mate!iales en otro entorno de software para acordamos de los posibles enlaces, todavía nos llevará horas de trabajo repetitivo, de ahí que los autores tiendan a evitarlo al máximo y por tanto produzcan un hipertexto relativamente plano. Así pues, aquí presento mis dos propuestas de gleamware, la p!imera de las cuales puede existir ya como una herramienta de investigación propiedad de algunas grandes empresas en la industria de la informática. Imaginemos que el Spotlight de un Macintosh OS 10.4 o una herramienta de búsqueda comercialmente disponible como On Location se combina con algo de programación C y un juego completo de plantillas de manera que pudiésemos generar, con un gasto mínimo de tiempo y esfuerzo, un subpanorama titulado, por ejemplo, «Temas políticos en Dickens» simplemente activando un menú y tecleando «Dickens», «temas» y «política». Una versión aún mejor -de la cual he hablado en extenso desde los últimos años del proyecto Intermedia- implica representaciones gráficas automáticamente generadas de literatura y otras relaciones complejas. En este ejemplo de gleamware, uno simplemente elegiría de un menú una opción de relaciones literarias (o similar) y nuestro sistema de autoría (¿o lectura?) combinaria un motor gráfico, herramientas de búsqueda, índices de resultados, glosarios, cronologías y listas de sinónimos para producir automáticamente el tipo de mapas conceptuales que creó Paul Kahn en la primera Dickens Web: usando listas de sinónimos y cronologías, este generador de mapas de relaciones --démosle un nombre apropiadamente banal-- coloca a los autores o textos cronológicamente anteriores hacia el final de un eje elegido; los anteriores pueden aparecer, por ejemplo, a la izquierda, arriba o, en una representación tridimensional, más allá. Los autores o textos que considero más importantes --en virtud de algún canon cultural (Shakespeare ), de su relación con el autor enlazado (Hallam con Tennyson, cada uno de los Browning con el otro) o de la cantidad de comentarios disponibles- podrían aparecer más grandes o
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en colores más brillantes. Ésta es la idea. Llevemos ahora el brillo un paso más allá: si se pueden producir tales documentos lo suficientemente rápido, algo que probablemente asumen los índices preexistentes, tales documentos podrán existir sólo en forma dinámica: se crearán cada vez que alguien siguió un enlace desde un panorama, y por lo tanto serán siempre actuales, siempre actualizables.
DISPOSITIVOS DE ORIENTACIÓN CREADOS POR EL AUTOR: MARCAR LOS LÍMITES
En ausencia de tales herramientes, ¿qué tipos de técnicas pueden usarse para asistir a los lectores? Un dispositivo especialmente importante para estos materiales creados en HTML implica usar indicaciones} visuales de la identidad, localización y relaciones de una lexía. Estas señales pueden tomar la forma de iconos de encabezamiento, esquemas de color, texturas del fondo, iconos enlazados que aparecen al pie de las:. lexias, o todo ello combinado. Tales dispositivos desempeñan un papel crucial en la Red, dop.de los lectores pueden llegar a cualquier documento por medio de un motor de búsqueda, entrando en lo que podría ser el medio de una secuencia planeada o grupo de documentos. Sin tal dispositivo incluso los lectores que encuentren que una lexía particular de llegada conoce sus necesidades y gustos se ven frustrados porque no pueden determinar convenientemente si dicha lexía forma parte de una estructura mayor. Uno de los dispositivos más usados es el icono de encabezado, que imnediatamente informa al lector de que una lexía pertenece a una página o subpágina web particular. Por ejemplo, en The Victorian Web un elemento de encabezado azul y blanco aparece imnediatamente después de las líneas que proporcionan el título y el autor. A la izquierda dé este icono, que mide 1 cm de alto y 18 cm de ancho, aparece una imagen negra y blanca de la reina Victoria seguida de las palabras «The Victorian Web» y una línea blanca extendiéndose a lo largo del resto del encabezado. Usando un editor, por ejemplo Dreamweaver o BBEdit, que permita realizar fácilmente cambios globales --esto es, cambiar todas las apariciones de una palabra o frase en un conjunto de documentos en lugar de cambiar cada una de ellas por separado--, insertar tales elementos será algo muy fácil de hacer. Mientras que The Victorian Web eJ;llplea un único icono de encabezado, algunas de las páginas web que mantengo, como la de la literatura poscolonial, usa una diferente para cada división principal o subpágina web. Esta segunda web tiene secciones separadas para la
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literatura anglófona de Gran Bretaña, el subcontinente indio, África, Australia y Nueva Zelanda, y por lo tanto emplea diferentes encabezados además de otros dispositivos en cada sección. De modo similar, Museum de Adam Kenney, una versión web de las antologías de ficción como El Decamerón, se organiza alrededor de series de narradores individuales y usa una imagen situada en el centro superior de cada lexía para identificar diferentes arcos narrativos. Otros dispositivos incluyen esquemas de color y texturas de fondo, que combinados con los iconos al pie se convierten en un medio eficaz para orientar al lector, ya que indican los límites permeables de la lexía y las unidades más grandes a las que pertenece. Por ejemplo, un ensayo de The Victorian Web que compara a los estafadores del ferrocarril en The Way We Live Now de Trollope y «Hudson's Statue» de Carlyle tiene cinco iconos al pie, uno para el panorama principal sobre la era victoriana, seguido de los cuatro asignados a Trollope y su novela, y a Carlyle y su texto (fig. 21). Los tres primeros iconos denotan una especificidad creciente, indicando así que el documento contribuye a la página web como un todo, tanto a aquellos materiales que tienen que ver con Trollope como a aquellos que tienen alguna relación con su novela. En cambio, los cinco iconos tomados en conjunto indican que la lexía en cuestión participa simultáneamente de dos directorios o subpáginas web. Estos iconos sirven entonces para orientar a los lectores ya que establecen claramente cómo la lexía en la que se encuentran se relaciona con una o varias categorías mayores. En otras palabras, adjuntar enlaces a los iconos hace que sean dispositivos tanto de navegación como de orientación. En cierto sentido estos dispositivos marcan los límites de uno o varios grupos o categorías a los que la lexía pertenece o con los que se asocia, pero su función más importante no estriba tanto en delimitar un borde o margen de un documento como en indicar sus relaciones o pertenencia a una o varias subpáginas web. El resultado de estas estructuras de dispositivos, por lo tanto, es que orientan a los lectores que se encuentran en una lexía particular al indicarles sus relaciones con otras lexias, su lugar (intelectual) dentro de una página web. Esta combinación de encabezamientos, esquemas de color e iconos enlazados al pie funciona especialmente bien en conjuntos grandes o particularmente complejos de lexias interconectadas, como las creadas por los participantes en seminarios o departamentos. La página Cyberspace and Critica! Theory, por ejemplo, contiene no sólo materiales del curso Yenlaces a los numerosos sitios web externos a la Universidad de Brown sino también una selección de proyectos elaborados por estudiantes indi-
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l. Los tres primeros iconos indican una especificidad creciente: Al moverse
de izquierda a derecha uno se mueve hacia abajo en la estructura
del directorio. 2. En contraste, los cinco iconos indican que el documento presente participa simultáneamente en dos subpáginas web o directorios. Documento actual (donde se discuten ambos trabajos)
FtGURA 21. Iconos al pie en documentos de Internet. Este ejemplo de The Victorian Web muestra cómo los iconos enlazados al final de una lexia pueden indicar su participación simultánea en numerosas subpáginas web o conjuntos de documentos, de este modo orientando al lector. ·
viduales, algunos con más de un centenar de lexias y elementos gráficos. En esta situación tales identificaciones y esquemas de límites se muestran particularmente útiles porque informan a los lectores de que han llegado a un conjunto de documentos concreto. Seguir un enlace desde la sección impresa del panorama de tecnología de la información lleva a Trends of Anarchy and Hierarchy: Comparing the Cultural Repercussions ofPrint and Digital Media de Amanda Griscom, su traducción a la World Wide Web de una tesis que compara las guerras de panfletos en Inglaterra o la prensa periódica que les sucedió con la situación actual de Internet. En contraste con el trasfondo negro y el texto blanco y amarillo del panorama de Infotech, Trends of Anarchy enfrenta al lector con un fondo amarillo pálido, texto negro y un encabezado de color pastel claro que anuncia
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el título y el autor del trabajo completo. Como muchas contribuciones estudiantiles al ciberespacio, ésta contiene un enlace al panorama de la página web sólo en su página de contenidos; las otras lexias contienen únicamente iconos al pie que enlazan con los contenidos, la página siguiente y las obras citadas. Dado que el lector puede entrar a diversas partes de esta sub página web desde varios encabezamientos de panorama que aluden a los debates acerca de McLuhan, la cultura escrita, los media en el siglo xrx, etcétera, e! lector necesita conocer la especificidad -así como el ámbito entero- de esta subpágina web. Para concluir esta sección, debo subrayar que en Internet los límites y márgenes de estos documentos de hipertexto, caso de tenerlos, tienen que ser entendidos claramente sólo como ficciones, como una convención acordada, puesto que los enlaces y motores de búsqueda fácilmente cruzan los márgenes propuestos. El grafo de encabezado, por ejemplo, anuncia la existencia de una página web (o su sección principal) al tiempo que implícitamente proclama sus fronteras -sólo los documentos que contienen ese encabezamiento pertenecen a esta web--, pero en Internet estas afirmaciones son como mucho provisionales o, en el peor de los casos, una ficción obvia, puesto que los enlaces a o desde las lexias en cualquier sitio hacen de cualquier afirmación de fronteras un gesto, un deseo o esperanza, especialmente cuando, como sucede en cualquier red (o página web) grande y compleja, los documentos no poseen la afinidad proporcionada por la función de autor, puesto que han sido producidos por más de un autor o entidad. En conjuntos de lexias creadas por un único autor se pueden trazar los límites --en caso de que existieran- más fácilmente que en páginas web que recurren extensivamente a pasajes anotados y a imágenes creadas por otros y que también enlazan con otros sitios. Sin embargo, necesitamos tales clasificaciones para poder leer. Pero el cnrce de tales (no) márgenes textuales es una de las características de la hipertextualidad, una cualidad completamente análoga al modo en que los enlaces nos permiten emplear una estructura de carpetas y a la vez no estar constreñidos a ella.
ESTE TEXTO ES RECIENTE
:Los lectores de hipermedia necesitan alguna indicación de dónde pueden encontrar enlaces y, una vez los han encontrado, del lugar adonde ]es llevan tales enlaces; por último, después haber llegado a la nueva lexia, necesitan alguna justificación de por qué han sido llevados allí.
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Todas estas cuestiones muestran el grado en que los sistemas específi. cos, los autores o ambos trabajando juntos requieren un lector activo , incluso agresivo. Al examinar una serie de soluciones al primer problema -cómo indicar la presencia de texto reciente (o enlazado)- seguiré mi procedimiento habitual: comenzaré inspeccionando los medios más empleados para hacerlo y luego sugeriré los diversos modos en que Jos autores pueden escribir con y contra sus sistemas. Como siempre, un tema importante será sugerir cómo los autores de la World Wide Web pueden beneficiarse de enseñanzas proporcionadas por otras formas .de hipermedia. Al examinar algunos de los modos en que los sistemas existentes de hipertextos señalan la presencia de texto enlazado o de imágenes, comenzaré con los ejemplos menos exitosos y procederé después con los mejores. Comencemos con Intermedia, aunque esta vez porque su solución, aunque clara e inequívoca, resultó demasiado intrusiva en términos visuales. Todas las versiones de este sistema emplearon una marca de enlace que tenía la forma de un pequeño rectángulo horizontal en cuyo interior aparece una flecha. Este icono aparece automáticamente encima y a la izquierda de cualquier sección de texto enlazado y no podía ser desplazado; en los documentos de gráficos, sin embargo, los autores podían colocarlo donde querian. Como muchos elementos de Intermedia, la marca de enlace trabajaba en convergencia con otras características del sistema. Haciendo clic en ella, por ejemplo, se remarcaban los iconos que representaban las lexias de destino en la visualización web, y al ir hacia el menú principal, los lectores podían conocer tanto la extensión del ancla (la extensión del texto enlazado) como la descripción del ancla (la etiqueta que el autor adjuntaba a la misma). Desafortunadamente, al colocar el icono en la parte superior el texto resultaba demasiado intrusivo, puesto que distorsionaba la lectura del documento --el espacio entre líneas-, un efecto particularmente molesto cuando se sitúan enlaces en un texto impreso, por ejemplo, en un poema de Tennyson. Los navegadores de Internet ofrecen una solución bastante mejor al problema de cómo informar a los lectores acerca de la localización de los enlaces. Como es bien sabido, los navegadores suelen indicar la presencia de enlaces con color y texto subrayado: Mosiac y Netscape establecieron la convención de que el texto no enlazado apareciese en blanco sobre fondo gris claro, los textos subrayados en azul indicaban la presencia de un enlace, y los subrayados en magenta un enlace que se había seguido antes. Evidentemente, estoy describiendo la versión estándar, en otras palabras, la que uno recibe cuando ni el lector ni el
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autor personalizan estos elementos; los autores pueden elegir esquemas de color completamente diferentes o hacer que el texto normal y el enlazado tengan el mrsmo color, empleando así sólo el texto subrayado para indicar la presencia de un enlace. Aunque la aproximación convencional de HTML parece menos intrusiva visualmente que la molesta marca de enlace que emplea Intermedia su manera de señalar la presencia de enlace, como la del anterior sistema' produce una heterogénea mezcolanza visual en el texto alfanumérico: Lo cierto es que enlaces y colores están siempre presentes, y para ciertos propósitos su presencia resulta demasiado molesta. Aunque molesten en el texto escrito, tales marcas permanentes de presencia de enlace a veces funcionan bien con los elementos gráficos, puesto que un contorno coloreado no siempre es una intrusión en un icono como puede serlo la combinación de color y subrayado en el texto. Muchos sitios intensamente gráficos, sin embargo, emplean las opciones de HTML que permiten a l~s autores desactivar tal variación de color, de manera que no proporCionan nmguna prsta vrsual de la localización de los enlaces, puesto que saben que en los navegadores actuales, cuando se mueve el cursor sobre un enlace, se convierte en la imagen de una mano. Como los que usan la Red se han vuelto más sofisticados, los diseñadores asumen cada vez más que c~ando los ,usuarios se encuentren ante una pantalla sin ningún enlace obvw, moveran sus cursores por encima de las imágenes y elementos de pantalla que saben que suelen servir como anclas de enlace. Por contraste, los primeros sitios web a menudo usaban iconos enlazados y, asumrendo que los lectores tal vez no supieran qué hacer, añadían texto enlazado, normalmente en letra muy pequeña, inmediatamente debajo de ellos. Drcho ~e otro modo, un público cada vez más preparado ya no encuentra desonentadora la ausencia de pistas obvias. A diferencia del HTML básico y de Intermedia, Microcosm, como muchos otros sistemas de hipertexto, no muestra permanentemente indicaciOnes de los enlaces. Como ya hemos observado cuando examinamos el amplio surtido de tipos de enlace de Microcosm, este sistema invita a los lectores activos, incluso agresivos, a interrogar al texto que les salea! encuentro (véase «Formas de enlace», cap. 1). Esta concepción, que evr:a toda posrbrhdad de cuadrar visualmente la apariencia de los textos hteranos, aparece en el modo en que se proporciona información acerca de la presencia y extensión del material enlazado. Al mantenerse la estimulación del lector activo de Microcosm, los usuarios que llegan a una palabra o frase que creen puede servir como un ancla de enlace henen muchas opciones: pueden hacer doble clic en él, realizar la ac-
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HIPERTEXTO 3.0
ción equivalente eligiendo «Seguir enlace» [Follow Link] de un menú, informarse acerca de la extensión del enlace de un menú, o crear sus propios enlaces con la función «Computar enlaces». [Compute Links ]. Para muchas aplicaciones, concretamente las educaciOnales e mforma, cionales, el acercamiento de Microcosm se me antoja maravillosamente apropiado para el medio. Mi única sugerencia sería que conviene seguir Hypercard y Storyspace y hacer que una simple combinación de teclas muestre la presencia y extensión de los enlaces creados por el autor. El uso por Storyspace de los marcos que rodean el texto reciente cuando Jos lectores mantienen apretadas simultáneamente las teclas de opción y Apple (o comando) muestra una característica particularmente ~aliosa y que me gustaría ver emulada tanto en Microcosm como en vtsuahzadores de HTML. Cambiar el cursor de una flecha a una mano para mdtcar que Jos lectores han encontrado áreas recientes en un documento tiene muchas ventajas, aunque en ciertos casos todavía provoca que los lectores vayan a tientas a lo largo de la pantalla, y en Jos documentos de t~~to grandes omitir cualquier marca de enlaces existentes crea confus~on; las indicaciones transitorias de enlaces que los lectores pueden actlvar mediante operaciones simples, como por ejemplo una combinación de teclas, podría ser útil como característica adicional.
ESCLUSAS DE AIRE, FUNCIONES DE PREVISUALIZACIÓN Y LA RETÓRICA DE PARTIDA
Todos Jos dispositivos basados en sistemas que acabamos de exponer constituyen la primera parte, y la más simple, de cualquier retórica de partida, puesto que informan a Jos lectores de que pueden salir de una corriente de texto hacia otro Jugar. No es sorprendente que la mayor parte de los lectores no se sientan cómodos saltando al limbo. Aunque .. gran parte de la narrativa y la poesía hipertex~ales JUega con el fa~tor~¡ sorpresa y de desorientación como efectos estétlcos deseados, otros tlpos de escritura hipertextual requieren algún modo de dar a los lectores una idea de Jo que Jos enlaces harán. Tales funciones de previsualización, que Mark Bemstein ha llamado «esclusas de aire», sirven para informar y cerciorar a los lectores, y cuando Jos sistemas no proporcionan información adecuada, Jos autores deben encontrar sus propios medios para obtenerla. La convención adoptada en HTML que hemos comentado antes sobre el cambio de color de las anclas que indican los enlaces seguidos constituye un soporte de sistema
RECONFIGURAR LA ESCRITURA
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notable. Cuando se mueve el cursor sobre el texto reciente (un ancla), la mayor parte de los navegadores web muestran también la URL de destino, aunque desafortunadamente no el título, en un panel situado al final de la ventana del visualizador, si bien esta característica no parece funcionar con documentos que usan marcos.3 La cuestión es que los lectores necesitan una idea general de qué pueden esperar antes de lanzarse ellos mismos al espacio electrónico. Es decir, se trata de ayudarles haciendo que el texto actúe como su propia previsualización: formular afirmaciones o plantear preguntas que proporcionen ocasiones obvias de seguir los enlaces. Por ejemplo, cuando un ensayo de Graham Swift o Salman Rushdie añade enlaces a términos como «Primera Guerra Mundial» o «narradores autorreflexivos», los lectores que los siguen deberían encontrar material sobre dichos temas. Por añadidura, siempre que sea posible debe facilitarse información específica acerca del destino de un enlace llamando directamente la atención sobre él, tal como se hace cuando se crean enlaces al pie del sitio basados en texto o en iconos. Otro uso preciso del texto al especificar un destino de enlace toma la forma de direcciones específicas. Por ejemplo, en The Victorian Web, a la que los autores-estudiantes contribuyen presentando interpretaciones diferentes del mismo tema, por ejemplo, los disturbios obreros en Norte y sur o las cuestiones de género en Grandes esperanzas, he añadido anotaciones de ese hecho, actuando como un editor. Así, al final de los ensayos que citan y resumen diversas opiniones contemporáneas acerca de las huelgas y la agitación sindical, he añadido «Seguir otro punto de vista contemporáneo», dispositivo que debería ser usado en escasas ocasiones, además de listas de materiales relacionados que son especiahnente útiles cuando se facilitan información bibliográfic~ y documentos sobre el mismo tema. Estos enlaces cuidadosos resultan especialmente importantes a la hora de escribir hipertexto para Internet, ya que los navegadores actuales carecen del enlace de uno a varios (véase fig. 3), y no parece que vayan a incorporarlos hasta dentro de una década. Esta carencia aparentemente menor tiene consecuencias devastadoras para los autores, que tienen que crear manualmente los menús de enlace que otros sistemas generan de manera automática. Sin los enlaces de uno a varios, los lectores y escritores perderían la crucial función de previsualización que aquéllos proporcionan. Considero que el hecho de que se recuerden las diversas posibilidades de ramificación crea un modo diferente de pensamiento acerca del texto y de lectura del que provoca encontrar series de enlaces uno a uno diseminados a lo largo de un texto.