La Presencia Africana en nuestra Identidad Dina V. Picotti C. En medio del proceso globalizante en el que actualmente nos encontramos, se advierte ms que nunca la necesidad de afianzar pol!ticas regionales de integraci"n que permitan interactuar con ma#ores posibilidades. Pero la fortuna de las mismas depender no s"lo de los acuerdos que se obtengan # realicen en los diversos aspectos, a$n en el orden cultural, sino del reconocimiento reconocim iento # reuni"n de nuestro su%eto &ist"rico, porque es lo que permitir discernir necesidades # posibilidades con respecto a s! mismo # al conte'to mundial en el que se %uega. Esta tarea #a &ab!a sido avizorada por los Libertadores en el momento de organizaci"n de nuestros pa!ses, advirtiendo l$cidamente sobre la necesidad de lograr instituciones acordes con su propia realidad, para poder desplegarla # cumplir el protagonismo que les toca en la &istoria universal, vista en su plenitud como la &istoria de todos los pueblos. (ientras el actual proceso de globalizaci"n, que se desarrolla como e'tensi"n planetaria de la racionalidad racional idad filos"fico)cient!fico)t*cnica, filos"fico)cient!fico)t*cnica, tiende a organizar el mundo s"lo desde *sta, nivelando o bien englobando las diferencias, diferencias, cuando para ser %ustos con toda la &istoria &abr!a que pensar en # tender &acia una ecumene, es d. a la convivencia de pueblos # culturas. Por consiguiente, el reconocimiento reconocimiento # la reuni"n de nuestro su%eto &ist"rico, constitu!do constitu!do por los diferentes pueblos # culturas que &an convivido en nuestros pa!ses, requiere una l"gica # en general una actitud adecuadas, es d. una inteligibilidad # racional racionalidad idad que se constru#a constru#an na trav*s de la misma tarea de reconocimiento, en relaci"n de su%eto a su%eto, para poder comprender # valorar desde ellos, # una voluntad de tal, que si realmente opera deber traducirse en una organizaci"n pol!tica acorde .
En el configurarse de la identidad &ist"rico)cultural americana a trav*s de un largo # comple%o proceso &ist"rico, en el que conflu#eron # se mestizaron grupos &umanos precolombinos con otros advenidos a partir de la conquista # civilizaci"n, el aporte africano llegado principalmente con la esclavitud, alcanza un peso # significancia a$n no bastante conocidos # valorados, sea en la conciencia com$n de la poblaci"n, como en la intelectual # pol!tica. La presencia africana en Am*rica procede casi e'clusivamente de la deportaci"n de esclavos desde diversas regiones del Africa negra, sobre todo occidental, por los europeos a sus colonias americanas, como fuerza de traba%o para la obtenci"n de productos bsicos que movilizaron su sistema mercantil. +n porcenta%e !nfimo, que #a estaba en Europa, vino ms o menos libremente con los conquistadores # colonizadores europeos, por e%.desde Espaa, o bien por s! mismos desde Africa, sea en *poca precolombina, como posteriormente- tal es el caso de los coboverdianos llegados al !o de la Plata despu*s de la primera guerra mundial # en etapas sucesivas, # de los que fueron inmigrando ms o menos individualmente en *poca ms reciente. Desde principios del s. /VI &asta la abolici"n de la esclavitud a fines del s./I/, fueron tra!dos ms de 01.111.111, aunque no se disponga de datos suficientes para saberlo con ma#or precisi"n. El 213 fue destinado a las colonias europeas del Caribe # 4rasil en funci"n de seis producciones fundamentales5 az$car, caf*, tabaco, algod"n, arroz # miner!a, si bien la magnitud de la trata &a#a sido tal que miles de ellos fueron empleados ms all de estas actividades, permeando todas las sociedades americanas, desde (*'ico &asta la zona andina # el !o de la Plata, regiones donde aun &o# se pueden registrar en no escaso poprcenta%e sus descendientes, criollos # mestizos, afroamericanos. En Argentina, aunque la presenccia africana no alcanza la proporci"n que tuvo # tiene en otras zonas de Am*rica, donde las plantaciones # las minas requirieron una cuantiosa mano de obra esclava,
sin embargo es ms numerosa # amplia de lo que suele pensarse, # es posible registrarla en todos los mbitos de la vida. La presencia africana en Am*rica Latina, # dentro de ella en la regi"n que &o# nos ocupa implicada por el 6(ercosur7, &a sido registrada # e'plorada por investigadores de las ciencias sociales, literatos, artistas, etc. # la poblaci"n, quienes &an proporcionado toda clase de datos, referencias # consideraciones cr!ticas, concientes a la vez de lo muc&o que queda por inquirir # sobre todo por apreciar de modo adecuado. Los estudios afroamericanos # africanos en general requieren, sin embargo, todav!a a%ustes # precisiones en las perspectivas que adoptan, en tanto deudores de una larga &istoria de distorsi"n, %unto con aquella actitud te"rico)prctica #a mencionada. +na doble preocupaci"n &a de conducir a esta tarea5 la necesidad de responder a la &istoricidad de las cosas # del &ombre en su diversa # constante configuraci"n, # en este conte'to la de apropiarse del valioso aporte del Africa negra a la &istoria de nuestros pa!ses. El mismo se verifica en cada uno de los aspectos de *sta5 en la poblaci"n, en el lengua%e, las artes, la religi"n, en la organizaci"n pol!tica, econ"mica, militar, en las costumbres. Dados los l!mites de mi posible contribuci"n a esta mesa, me referir* s"lo, # de manera sucinta, a algunos aspectos # cuestiones. Entre ellos es importante para ubicarse adecuadamente, comenzar considerando el &ec&o de la marginaci"n # deculturaci"n, resistencia # creatividad. La esclavitud real de los africanos en Am*rica no conclu#e, como observa 8.Carrera Damas , con el acto %ur!dico de abolici"n, sino que perdura &asta el presente en forma de conflictos # tensiones sociales, en la discriminaci"n refinada # encubierta de un no reconocimiento # asunci"n de su presencia # en general de una no adecuada valoraci"n. El sistema de esclavitud racializ" profundamente las relaciones de
producci"n, agregando un conflicto nuevo a las contradicciones # alienaciones #a e'istentes5 el antagonismo racial, el negro mercanc!a, # una forma complementaria de alienaci"n, la asimilaci"n pura # simple del colonizado, la desaparici"n de su propio ser, su zombificaci"n5 la p*rdida no s"lo de la libertad de vida # traba%o, esto es, del propio articularse, sino tambi*n de la memoria colectiva # del imaginario, a trav*s de los cuales los pueblos transmiten # recrean de generaci"n en generaci"n sus e'periencias # modos singulares de ser. Los esclavos reaccionaron de m$ltiples maneras, ms o menos activas o pasivas. 9uienes sobrevivieron a las penas f!sicas # morales del e'ceso de traba%o, a las malas condiciones de vida # a una deculturaci"n producida a trav*s de los ms diversos mecanismos, en parte &u#eron de las plantaciones, buscando refugio en las montaas o en las selvas para preservar en lo posible su libertad e identidad, constitut#endo comunidades cimarronas que se autoabastec!an # defend!an. A esta primera forma cabe tambi*n integrar el intento de e'esclavos de retornar a su tierra de origen o a la de sus antepasados, desde las primeras d*cadas del s./I/5 no s"lo fue importante este movimiento migratorio por el n$mero de los que retornaban sino por la influencia pol!tica # cultural que e%ercieron en Africa, si bien fueron tambi*n manipulados por esclavistas # abolicionistas en la medida # forma de sus diferentes intereses # posibilidades. Pero en su ma#or parte resistieron en las mismas colonias intentando preservarse en medio de la &egemon!a de *stas, permerarlas de sus propios valores # reelaborar con &eroica creatividad nuevos modos de sentir, pensar, actuar, es decir operando como verdadera matriz cultural en la construcci"n de nuestra identidad. Aunque tambi*n cabe observar que no todo pudo ser con%urado. :unto a los fen"menos positivos de creatividad, tambi*n se observaron otras conductas, como el t!o)tomismo, el miedo # la verg;enza de ser negros, la in&ibici"n # el dualismo culturales, la imitaci"n # la ambivalencia, etc. que a$n
caracterizan a muc&os negros # mulatos en nuestras sociedades- miseria espiritual creada por la esclavitud, la colonizaci"n # el imperialismo, como un estigma de la indebida relaci"n del &ombre con el &ombre, de sistemas pol!ticos inadecuados e in%ustos, que terminan por involucrar a sus autores # sostenedores, porque cuanto acaece a algunos miembros de la comunidad repercute necesariamente sobre toda ella5 no es posible constituir sanamente nuestro su%eto &ist"rico sin el reconocimiento de todos sus miembros.
Las resonancias del lengua%e La e'istencia de una proporci"n importante de africanos en la poblaci"n americana debi" refle%arse no s"lo en sus rasgos f!sicos sino tambi*n culturales. +no de los aspectos bsicos para rastrear una cultura es siempre el lengua%e. >o s"lo por la e'istencia de vocablos de determinado origen # composici"n, sino por el modo de articularse, que indica la configuraci"n misma de aqu*lla. =i bien se &a dic&o que el esclavo africano no logr" cimarronear ciertos aspectos de la vida americana, como la lengua de sus amos, salvo el caso de los dialectos criollos, sin embargo es innegable su gran influencia sobre el espaol # el portugu*s, en el Caribe sobre el franc*s, el ingl*s # el &oland*s, no s"lo por el aporte de un porcenta%e no despreciable de vocablos # modismos, sino tambi*n de estructuras ms bsicas, como por e%.la forma de nominar # el sentido mismo de la palabra. De all! que los ling;istas se orienten ms &acia ellas que a verificar relaciones ms superficiales como la conservaci"n de vocablos.
otorga el &ablante cuando crea una palabra)semen formando una imagen. Lo que constitu#e una lengua no es el tesoro de vocablos, sino el modo, 6?untu7, de utilizarlos, que es fuerza independiente, una categor!a fundamental del pensamiento africano . As! &an podido surgir en el mundo afroamericano lenguas mi'tas como el criollo, surinam, papiamento en el Caribe, mal llamadas dialectos, es decir variaciones o degeneraciones del espaol, franc*s, ingl*s, &oland*s, cu#o vocabulario procede preferentemente de palabras europeas # en parte africanas, pero la sinta'is sigue las reglas de la gramtica africana- si se considera que la esencia de una lengua no reside en el vocabulario sino en la estructura gramatical, &abr entonces que considerarlas lenguas neoafricanas # no indogermnicas recientes. En el espaol &ablado en Argentina se &a registrado un porcenta%e apreciable de vocablos, e'presiones # modos de &ablar de procedencia africana. >.@rtiz @derigo pudo reunir ms de 11 dicciones que proceden de diversas lenguas africanas, sobre todo del poderoso tronco lingu!stico bant$ # del congol*s. (encionaremos algunos e%emplos5 la palabra 6tango7, que denomina a nuestra danza ms famosa, proceder!a seg$n este investigador de una transformaci"n del vocablo 6=&ang"7, dios del trueno # de las tempestades en la mitolog!a #oruba del Africa occidental- apo#ar!a esta interpretaci"n entre otras razones el &ec&o de que en Argentina, como en otros pa!ses americanos, el tambor llevaba este nombre, de que =&ang" sea el dueo de los membran"fonos # que voces pertenecientes a la misma palabra diseminadas por toda Africa designaran tambores, ritmos # el mismo acto de danzar. Palabras # e'presiones como 6tata7, 6fulo de rabia7, 6mucama7, 6milonga7, 6criollo7, 6marote7 # tantas otras mencionadas tambi*n por .o%as, a pesar de no inclinarse a reconocer los aportes africanos, son de este indudable origen. Al afirmar que los afroamericanos mantuvieron la esencia de sus lenguas, nos referimos tambi*n, sobre todo, a la presencia de su sentido de la
palabra, que adems se acercaba ms al que las culturas ind!genas le otorgaban. Ella reviste para el africano una importancia # rol fundamentales5 semen, fuerza vital que activa el curso de las cosas, las transforma # se transforma el &ombre al pronunciarla- por ello toda palabra es de acci"n, comprometida, ninguna es inofensiva. +n fluir especial es la risa- en la poes!a neoafricana aparece frecuentemente en la figura de un r!o que rompe cadenas, libera.., fuerza especial que a menudo permiti" al esclavo dominar sus vicisitudes. Entre estas consideraciones cabe &acer alguna, que tambi*n nos alcanza, en relaci"n con la escritura. Ba sido discutida la importancia de *sta para la conservaci"n # progreso de una cultura. C.L*vi =trauss termin" negndole una relaci"n directa, puesto que *pocas de grandes avances como el neol!tico, sin embargo no la tuvieron. =i adems se tiene en cuenta su otro rol ms trascendente de nombramiento # comunicaci"n, entendi*ndose tambi*n por escritura signos pintados, incisos, raspados o impresos, se deber incluir el lengua%e de los tambores, ms adecuado al tipo t"nico de las lenguas africanas que una escritura alfab*tica, que requerir!a un comple%o sistema de acentos, consonantes # otras marcas para indicar no s"lo las tonalidades sino los matices. El lengua%e del tambor no es una especie de alfabeto (orse , sino reproducci"n directa # natural de la palabra, comprensible para los iniciados, dirigida a los o!dos en una l"gica correspondiente de la palabra # la escuc&a, en lugar de la contemplaci"n sensible)inteligible occidental- &abr!a que tenerlo mu# en cuenta cuando se &abla de la inteligibilidad entre nosotros, porque se acerca ms a la ind!gena # la refuerza. El tambor no conserva s"lo ritmo # melod!a como la escritura en versos, sino adems el con%unto mel"dico)r!tmico de las palabras. Llama a los oris&as en la santer!a cubana, convoca a los loas en el vud$ &aitiano, imparte "rdenes entre los igos en Cuba # gracias a *l se conservan a$n all! # en otros sitios restos de lenguas africanas- perviven con fuerza en las 6llamadas7
afrourugua#as # &an venido a formar parte de nuestro lengua%e en Am*rica, con el vigor que le imprimieron sus importadores africanos5 cual elocuente escritura conservaron, recrearon # contin$an nombrando # convocando, acompaaron las gestas patrias, fueron pregoneros oficiales # transmiten &o# un particular sentido a las manifestaciones populares, por su tradici"n de ser el lengua%e ms e'presivo de los esclavos # de los ciudadanos sin voz. El sentido de la impronta africana Estos # otros e%emplos, que se pueden registrar en los ms diversos aspectos, revelan una cultura arm"nica, que permite, adems, acomodarse a situaciones nuevas- una l"gica vital, de alteridad # comunicaci"n, que se e'presa a trav*s de un genio vigoroso # sensible, capaz de asumir lo real en la comple%idad de sus formas, en su incesante despliegue, como la polimetr!a # la polirritmia de su m$sica, de coprotagonizarlo # celebrarlo con el canto # la danza, de convocarlo con la fuerza de su palabra. =on rasgos que apuestan al sentido de los seres # de la vida, # que, &abiendo pasado a formar parte constitutiva de nuestra identidad, debieran ser conocidos # valorados, %ustamente en una *poca de globalizaci"n instrumentadora. Dina V.Picotti C. 4uenos Aires, .l22
El aporte del Africa negra, llegado principalmente a trav*s de la esclavitud, a la configuraci"n de la identidad &ist"rico cultural americana, no &a sido a$n suficien) temente asumido # valorado, a pesar de que los estudios especializados en las diver) sas reas regionales # culturales se &an ido incrementando # afinando. Por ello las presentes consideraciones, en los l!mites del espacio disponible, se orientan a refle) 'ionar acerca de la amplitud # sentido de tal aporte, sobre la base
de los datos que proporcionan tales investigaciones # de la propia e'periencia, # concentrndose en el caso de Argentina, donde suele negarse la presencia africana. Dina V.Picotti C. Doctora en filosof!a +niv.de (unic&. Docente en +niversidades nacionales # privadas de Argentina. Ba sido Decana de la Facultad de Filosof!a # Letras de la +niversidad de (or"n # Directora de su Instituto de Pensamiento Latinaomericano- actual coordinadora de la (aestr!a en Ciencias =ociales de la +niversidad >acional de La (atanza. Es investigadora en temas de filosof!a contempornea, filosof!a de la &istoria # de cultura latinoamericana