La noción de subjetivema Kerbrat-Orecchioni, Catherine. 1986. De la subjetividad en el lenguaje. lenguaje . Buenos Aires: Hachette. (Ficha elaborada por María M. García Negroni para uso de los estudiantes de la cátedra cátedra Escritura y Prácticas Discursivas Universitarias, de la Universidad de San Andrés)
Cuando el sujeto de la enunciación se enfrenta con el problema de verbalizar un referente cualquiera, real o imaginario, y para hacerlo debe seleccionar ciertas unidades léxicas y sintácticas del repertorio de la lengua, se le presenta en general la opción entre dos tipos de formulaciones: a) Discursos más objetivos en los que se intenta borrar toda huella del enunciador individual b) Discursos más subjetivos en los que el enunciador asume explícitamente explícitamente su evaluación (por ej., Lo encuentro horrible) horrible) o se reconoce implícitamente como la fuente evaluativa de la afirmación (por ej., Es ej., Es horrible). horrible). Los subjetivemas son elementos léxicos (sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios) que pueden considerarse subjetivos. Sus rasgos semánticos son los siguientes: -evaluativo, que a su vez se divide en axiológico y no axiológico -afectivo -modalizador
El eje de oposición objetivo/subjetivo no es dicotómico, sino gradual. Las unidades léxicas de la lengua están ya cargadas de un peso más o menos grande de subjetividad. El adjetivo “bueno” involucra al hablante más fuertemente que el adjetivo “amarillo”. Un ejemplo de esta afir mación mación lo proporciona el ordenamiento de los siguientes adjetivos: “pequeño”, “amarillo”, “maravilloso”, “soltero”, “bueno”, sobre la base de un eje horizontal que va del polo objetivo al subjetivo. Objetivo soltero amarillo albañil / casa
Subjetivo pequeño
bueno
maravilloso genio / tapera
Sustantivos La mayor parte de los sustantivos afectivos y evaluativos son derivados de verbos o de adjetivos, razón por la cual el análisis de los términos como “amor”, “pretexto”, “acusación”, “belleza”, etc. hay que remitirlo al análisis de “amar”, “pretextar”, “acusar”, “bello”, etc. Hay, sin embargo, un cierto número de sustantivos no derivados que pueden clasificarse como axiológicos y que se subdividen en peyorativos (desvalorizantes) y elogiosos (valorizantes). Para nombrar a un individuo X puede decirse: X es un médico. médico. Enuncio aquí una propiedad objetiva del denotado fácilmente verificable. X es un genio. genio. / X es un imbécil.
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Los sustantivos genio e imbécil suman dos tipos de información: una descripción del denotado y un juicio evaluativo, de apreciación o depreciación, aplicado a ese denotado por el sujeto de la enunciación. En la medida en que hacen intervenir una evaluación de X que es solidaria con los sistemas de apreciación del sujeto de la enunciación y en la medida en que deben ser eliminados de un discurso con pretensiones de objetividad, estos términos, pueden considerarse como portadores de un rasgo semántico subjetivo. En ocasiones, el rasgo evaluativo tiene como soporte un elemento significante específico, como en el caso de los términos peyorativos formados por sufijación: -acho: ricacho, comunacho -ete: vejete, grupete -ucho: casucha, medicucho -astro: camastro, poetastro En otros casos, el rasgo axiológico se localiza en el significado de la unidad léxica: tapera – palacio (frente al más objetivo casa) Significado y significante no son impermeables, sino que se contaminan: una palabra de connotación vulgar tiende a vulgarizar el significado y, por consiguiente, el denotado. Así, términos estilísticamente “normales”, que designan realidades sexuales o escatológicas, tienden a ser percibidos como “vulgares”, en la medida en que la desvalorización que se confiere al contenido acaba extendiéndose al significante. En síntesis, el valor axiológico de un término puede ser más o menos estable o inestable. Hay términos que están claramente marcados por una connotación positiva o negativa, pero junto a ellos hay otros que solo reciben una connotación de este tipo en un dialecto, un sociolecto o un idiolecto particular. De este modo, cualquier término neutro puede axiologizarse: cualquier palabra, si se encuentra inserta en un co(n)texto apropiado o acompañada de significantes entonacionales y gráficos específicos, puede resultar investida por una connotación (des)valorizante inédita. Esta inestabilidad de los rasgos axiológicos se debe, sobre todo, a la diversidad de competencias ideológicas que reflejan.
Adjetivos objetivos soltero/casado; macho/hembra; rojo/blanco; cuadrado/redondo
Adjetivos
no axiológicos grande, lejano, caliente
evaluativos axiológicos bueno, lindo, correcto
subjetivos afectivos desgarrador, patético, maravilloso
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Existen varias categorías de adjetivos subjetivos. Adjetivos subjetivos evaluativos no axiológicos Se trata de adjetivos que, sin enunciar un juicio de valor ni un compromiso afectivo del locutor, implican una evaluación cualitativa o cuantitativa del objeto denotado por el sustantivo que modifican y cuyo uso se basa, por ello, en una doble norma: 1) interna al objeto al que se le atribuye la cualidad 2) específica del sujeto de la enunciación
Por consiguiente, el uso de un adjetivo evaluativo no axiológico es relativo a la idea que el locutor se hace de la norma de evaluación para una categoría de objetos. Por esta razón se los considera subjetivos. Así, por ejemplo, Esta casa es grande. debe parafrasearse como: Esta casa es más grande de lo que indica la norma habitual para una casa según la idea que yo tengo de ella (fundada en mi experiencia personal de distintas casas) Son evaluativos no axiológicos los adjetivos grande/pequeño, pesado/liviano, alto/bajo. También pertenecen a esta clase los adjetivos que indican temperatura (caliente/frío/tibio) y precio (caro/barato). El adjetivo importante es un adjetivo sumamente representativo del conjunto de los evaluativos, porque decir que un objeto es “importante” equivale a suponer una o más escalas de tamaño implícitas en las cuales el valor acordado al objeto es superior al que se le reconocer a otros objetos sobreentendidos o al valor medio. Adjetivos subjetivos evaluativos axiológicos Al igual que en el caso de los adjetivos evaluativos no axiológicos, el empleo de estos adjetivos implica una doble norma: 1) una norma referida a la clase del objeto al que se le atribuye la propiedad (las modalidades de lo bello varían, por ejemplo, según la naturaleza del objeto). 2) una norma referida al sujeto de la enunciación y relativa a sus sistemas de evaluación (ética, estética, etc.)
Pero además, a diferencia de los no axiológicos, los evaluativos axiológicos aplican al objeto denotado por el sustantivo al que modifican un juicio de valor, positivo o negativo. Por este motivo, son doblemente subjetivos: 1) su uso varía según la naturaleza particular del sujeto de la enunciación, cuya competencia ideológica reflejan, 2) manifiestan una toma de posición a favor o en contra por parte del locutor respecto del objeto denotado. Esto determina que tengan un índice de subjetividad muy alto, más alto que los evaluativos no axiológicos, que solo son evaluativos en relación con (1), ya que es más fácil llegar a un consenso sobre la norma de tamaño o de precio de un objeto dado que sobre la norma que permite calificarlo de “bello” o de “útil”. Por ello, este tipo de adjetivos se eliminan cuidadosamente de los
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enunciados con pretensiones científicas, que permiten, en cambio evaluativos no axiológicos como “grande” o “frío”. Adjetivos subjetivos afectivos Estos adjetivos enuncian, además de una propiedad del objeto, una reacción emocional del sujeto de la enunciación frente a ese objeto. Implican un compromiso afectivo del locutor. Ejemplo: Fue una escena desgarradora. Por ello están severamente proscriptos de ciertos tipos de discurso que pretenden objetividad. En un manual de estilística normativa para futuros oficiales de la policía (Lambert, 1970), se lee: El estilo procesal excluye todo rasgo de sentimiento o de emoción. Expresiones como la pobre víctima, un espectáculo lamentable, el cruel asesino, una escena horripilante deben pues, desterrarse absolutamente por no tener nada en común con este estilo, que se caracteriza, por el contrario, por el carácter estrictamente intelectual de las constataciones. En tanto representa el polo objetivo del lenguaje, el estilo procesal debe eliminar toda huella de la enunciación. Otro ejemplo de estilo objetivo lo constituye el enunciado lexicográfico: la definición del diccionario excluye los adjetivos afectivos. El valor afectivo puede ser inherente al adjetivo o, por el contrario, derivar de un significante prosódico, tipográfico o sintáctico particular. Así, por ejemplo, el anteponer el adjetivo lo carga a menudo de afectividad: el pobre hombre / la vieja casa. Compárense, en este sentido, los dos empleos de pobre en La pobre casa de una mujer pobre. Si el segundo pobre denota condición socioeconómica, el primer pobre connota actitud de piedad hacia la casa por parte del sujeto de la enunciación. Los adjetivos afectivos y los axiológicos no coinciden pero se intersectan, ya que algunos términos (como por ejemplo, admirable, despreciable, excitante, irritante, etc.) deben admitirse simultáneamente en las dos categorías. Son los axiológicos-afectivos.
Adverbios Forman parte de la categoría de los modalizadores, es decir, de procedimientos significantes que indican el grado de adhesión (fuerte o mitigada), incertidumbre o rechazo del sujeto de la enunciación frente a los contenidos por él enunciados. Se los puede clasificar según los siguientes criterios: Modalizadores de la enunciación o del enunciado
1. Los modalizadores de la enunciación remiten a la actitud del sujeto de la enunciación respecto de su decir (enunciación) y del interlocutor. Francamente, no sé si vendré mañana. Sinceramente, estuviste mal el otro día.
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2. Los modalizadores del enunciado remiten a la actitud del sujeto de la enunciación respecto de lo dicho (enunciado) Lamentablemente, Juan no lo sabe. Felizmente, el examen resultó exitoso. Modalizadores que implican un juicio sobre la verdad o la realidad
1. Juicio sobre la verdad: quizás, probablemente, sin duda, ciertamente, seguramente, con seguridad , etc. Quizás pueda recuperarse pronto. Ciertamente, el razonamiento es adecuado. En principio, la situación no parece complicada. 2. Juicio sobre la realidad: realmente, en efecto, de hecho, efectivamente, verdaderamente, etc. De hecho, el análisis demostró que estaba equivocado. Efectivamente, el avión llegó con retraso. Otros modalizadores: -comillas de distanciamiento La conquista del “desierto” constituye un hecho central en la historia argentina. -giros atributivos del tipo es verdad/es cierto/ es probable/ es dudoso / es discutible que + Verbo