La Metamorfosis de la Pubertad Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan a la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. La pulsión sexual era entonces predominantemente auto erótica, ahora halla al objeto sexual. La nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos. La pulsión pulsión sexual se pone al servicio de la función de reproducción. El primado de las zonas genitales y el placer previo. Esencial del proceso de la pubertad: crecimiento manifiesto de los genitales externos y el desarrollo de los genitales internos que ha avanzado hasta poder ofrecer productos genésicos, o recibirlos, para la gestación de un nuevo ser. Este aparato marcha mediante estímulos que pueden alcanzarse por tres caminos: desde el mundo exterior, por excitación de las zonas erógenas y desde la vida anímica. Por los tres caminos se provoca un estado de "excitación sexual". La tensión sexual. El estado de excitación sexual presenta el carácter de una tensión. La tensión producida por los procesos sexuales va acompañada de placer; en las zonas erógenas recae un importante papel en la introducción de la excitación sexual. Mecanismo de placer previo. Placer provocado por la excitación de las zonas erógenas y el producido por el vaciamiento de las sustancias sexuales. El primero, es el placer previo que es lo mismo que podía ofrecer, aunque en escala reducida, la pulsión sexual infantil. El placer final es nuevo, depende de condiciones que sólo se instalan con la pubertad. Nueva función de las zonas erógenas: empleadas para posibilitar, por medio del placer previo que ellas ganan como en la vida infantil, la producción del placer de satisfacción mayor. Peligros del placer previo
La relación del placer previo con la vida sexual infantil, se mantiene por el papel patógeno, debido a que dentro del mecanismo del placer previo hay un peligro para o hacia el logro de la meta sexual normal, esto se presenta en cualquier proceso sexual preparatorio, donde el placer previo resulta ser más grande que la tensión. Falta entonces la fuerza pulsional para que el proceso sexual siga adelante, la acción preparatoria remplaza a la meta sexual normal. (Mecanismo de muchas perversiones).
El fracaso de la función del mecanismo sexual por culpa del placer previo se evita, esto por que en la vida infantil se prefigura de algún modo que predominan de las zonas
genitales. En la segunda mitad de la infancia (8 años hasta la
pubertad), las zonas genitales se comportan de manera similar a época de la madurez. Pasan a ser la sede de excitación y alteraciones preparatorias cuando se siente alguna clase de placer por la satisfacción de otras zonas erógenas, sin embargo este efecto sigue careciendo de fin. Debido a esto en la niñez se produce junto a l placer de satisfacción, cierto monto de tensión sexual. Las exteriorizaciones infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones en la vida sexual normal, sino el de su conformación normal. El problema de la excitaciòn sexual
No ha quedado claro el origen y la naturaleza de la tensión sexual, que a raíz de la satisfacción de las zonas erógenas se producen al mismo tiempo que el placer. Lo más obvio seria decir que la tensión resulta del placer mismo, pero esta idea queda invalidada ya que el placer máximo en unión con los productos genésicos, no producen tensión alguna, al contrario suprime toda tensión. Por lo tanto placer y tensión sexual solo se relacionan de manera indirecta. Papel de las sustancias sexuales
Hay una fuerte vinculación entre la tensión sexual con los productos sexuales. Esto a través de la explicación de las poluciones nocturnas, pues aquí la tensión sexual logra crear un atajo alucinatorio en sustitución del acto. Lo explica en el mismo sentido el agotamiento del mecanismo sexual (cuando las reservas de semen se agotan es imposible ejecutar el acto), este fracasa. No logra provocar placer alguno. Así nos enteramos de que la tensión sexual es fundamental para la excitación de las zonas erógenas. Con lo anterior se crea una hipótesis: la acumulación de materiales sexuales crea y sostiene la tensión sexual, ello se debe a que la presión de estos productos sobre la pared de sus receptáculos estimulan un centro espinal; el estado de este es percibido por un centro superior, surgiendo así a la conciencia, la sensación de tensión. Si la excitación de las zonas erógenas aumenta la tensión se debe a una
prefigurada conexión anatómica con tales centros, elevan la excitación y cuando la tensión es suficiente permite seguir el acto sexual, pero cuando no lo es incitan la producción de las sustancias genésicas. A pesar de esto hay puntos débiles ante tal hipótesis: radica en que no toma encuentra tres situaciones; niños, mujeres y hombres castrados, ya que en estos casos no se puede hablar de acumulación de productos sexuales. Apreciaciòn de las partes sexuales internas
Las observaciones de hombres castrados parecen corroborar que la excitación sexual es independiente de la producción de sustancias genésicas. Ya que lo obvio sería que hubiese pérdida de su libido. Pues la pérdida de glándulas genésicas no tiene mayor influencia sobre la conducta anímica del individuo. Teorìa quìmica
El trabajo y la experiencia en extirpación de testículos y ovarios de animales y elevando la importancia de una acumulación de los productos celulares genésicos. La influencia de lo sexual no debe atribuirse a la contribución de las glándulas genésicas, sino a sus tejidos intersticiales: glándulas de la pubertad. Estas producen ciertas sustancias químicas que, recogidas por el flujo sanguíneo cargan tensión sexual a determinados sectores de SNC. La Teoría de la Libido La producción, aumento o disminución, su distribución y desplazamiento de la libido yoica, está destinada a ofrecernos la posibilidad de explicar los fenomenos psicosexuales observados. Esta solo se vuelve comodamente accesible al estudio analitico cuando ha encontrado empleo psiquico en la investidura de objetos sexuales, vale decir cuando se ha convertido en libido de objeto. La vemos concentrarse en objetos, fijarse a ellos o bien abandonarlos, pasar de unos a otros y, a partir de estas posiciones, guiar el quehacer sexual del individuo, el cual lleva a la satisfacción, o sea, a la extinción parcial y temporaria de la libido. Podemos conocer, encuanto a los destinos de la libido de objeto, que es quitada de los objetos se mantiene fluctuante en particulares estados de tension y, por ultimo, es recogida en el interior del yo, con lo cual se convierte de nuevo en libido yoica. La libido narcisista o libido yoica se nos aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura libidinal
narcisista del yo, como el estado originario realizado en la primera infancia, que es solo ocultado por los envios posteriores de la libido, pero se conserva en el fondo tras ellos. La separación entre las mociones pulsionales sexuales y las otras, y por consiguiente la restricción del concepto de libido a las primeras, encuentra un fuerte apoyo en la hipótesis, de un quimismo particular de la función sexual. DIFERENCIAS ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER La activación auto erótica de las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una diferencia entre los sexos como la que se establece después de la pubertad. Zonas rectoras en el hombre y en la mujer En la niña la zona erógena rectora se sitúa en el clítoris, y por lo tanto homóloga a la zona genital masculina, el glande. La pubertad, que en el varón parejado aquel gran empuje a la libido, se caracteriza para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta a la sexualidad del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo represión. El refuerzo de las inhibiciones sexuales, creado por esta represión que sobrevive a la mujer en la pubertad, proporciona después un estímulo a la libido del hombre, que se ve forzada a intensificar sus operaciones; y junto con la latitud de su libido aumenta su sobrestimación sexual. Cuando por fin el acto sexual es permitido, el clítoris mismo es excitado, y sobre él recae el papel de retransmitir esa excitación a las partes femeninas vecinas. Durante ese lapso la joven es anestésica; esta puede ser duradera cuando la zona del clítoris se rehúsa a ceder su excitabilidad. Y después de estas ocasiones erógenas de la anestesia vienen a sumarse las psíquicas, igualmente condicionadas por represión. En este cambio de la zona erógena rectora, así como la oleada represiva de la pubertad, se elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular la histeria. EL HALLAZGO DE OBJETO Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, y en el varón impute del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual, penetrar en la cavidad del cuerpo que excite la zona genital. Objeto sexual del período de latencia En este período la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable en la elección de objeto. A lo largo de todo el período de latencia el niño aprende a amar a otras personas que satisfacen sus necesidades. Lo hace siguiendo el modelo de sus vínculos de lactante. Angustia infantil
La angustia de los niños es la expresión de su añoranza de la persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia. Al estado de angustia tienden únicamente niños de pulsión sexual prematuramente desarrollada o suscitada por los mimos excesivos. En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer su libido, la muda en angustia. La barrera del incesto Lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas a quienes desde su infancia ama. Pero con el tiempo aparece la barrera del incesto que tiene sobre todo una exigencia cultural de la sociedad, y por los adolescentes echan mano a todos los recursos para aflojar los lazos que mantiene con su familia. Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación. Y por esto la moción sexual del niño hacia sus progenitores ya se encuentra diferenciada por la atracción del sexo opuesto: la del varón hacia su madre y la de la niña hacia su padre. Efectos posteriores de la elección infantil de objeto La elección de objeto en general, produce un apuntalamiento a estos modelos; el varón persigue la imagen mnémica de la madre, tal como gobierna en el desde el principio de su infancia. La inclinación infantil hacia los padres es sin duda la más importante de las sendas que marcan después el camino a la elección de objeto.
Equipo: Arriaga Mondragón Andrea - Covarrubias Juárez Sandra Angélica - León Anguiano Cecilia - León Arciga María Yunuén - Pérez Sánchez Alejandra – Rosales Martínez Gilberto