La idea de destino en José Ortega y Gasset Tratemos en primer lugar de situar la idea de destino tal y como la entiende Ortega, si no, nos exponemos a caer en el discurso equívoco que surge inevitablemente cuando no se fija el asunto del que se trata. El destino está íntimamente relacionado con el hombre, con la vida humana, algo que no debemos olvidar. o estamos tratando del destino como una entidad abstracta que rige el curso del cosmo cosmos, s, sino sino del destino destino del hombr hombre. e. ! no se entien entienda da con esto que el hombre en general tiene un destino. o existe el hombre hombre sino los hombres, cada uno de nosotros. El destino es, por tanto, algo que tiene íntima relaci"n con lo que somos. #ada uno de nosotros tenemos un destino $nico e intransferible, un %destino concreto& que nos constituye en lo más íntimo de nuestro ser. Esto no es "bice para que podamos hablar del destino de un pueblo, pues los hombres viven en comunidad, comparten su vida. 'na comunidad no es una mera agregaci"n de individuos, sino una estructura social en la que cada hombre convive(. )a con*vivencia es algo que toca al hombre en lo profundo de su vida y que, que, por lo tanto, afecta a su destino. +hora que hemos circunscrito circunscrito el ámbito ámbito del destino, destino, veamos en qu consiste- para ello tenemos que intentar desentraar, con Ortega, la vida humana. #on el prop"sito de llevar a cabo esta tarea, acudamos a otro concepto clave del pensamiento orteguiano. Este concepto es el de circunstancia. )a circ circun unst stan anci ciaa en una una prim primer eraa apro aproxi xima maci ci"n "n pode podemo moss cifr cifrar arla la en, en, valg valgaa la redundancia, las circunstancias que nos rodean. )as circunstancias que nos envuelven van desde desde el medio medio geográ geográfic fico o hasta hasta las costum costumbre bress que asumim asumimos/ os/ círculo círculo social, social, dialecto, tradiciones, teorías científicas y filos"ficas, etc. Este sentido previo y más o menos menos coloquial coloquial de circunstanci circunstancias as no muestra, sin embargo, embargo, su conexi"n conexi"n íntima con el hombre. ! es que la circunstancia forma parte inextirpable de lo que yo soy. !o no soy una cosa que casualmente ha ido a parar a unas circunstancias concretas, como podría parecer a una mirada tosca, sino que yo no soy nada sin unas circunstancias que me determinen. El hombre es un ser que es en la medida en que elige, no es una cosa está estáti tica ca sino sino un proy proyec ecto to de vida vida en medio edio de unos unos queh quehac acer eres es,, en medi medio o de posibilidades. Esas posibilidades son su circunstancia y, sin ellas, el hombre no es nada. Es esencial de la vida humana el estar volcada hacia el futuro, hacia lo que puede ser, hacia lo que quiere ser. ! este futuro no son sino las posibilidades concretas en las que le inscribe su circunstancia. +hora bien, como su circunstancia es suya propia, el futuro que se le abre no es uno cualquiera sino el que le está destinado. )legamos por fin a la idea de destino. El destino es aquello a lo que estamos, en cierto sentido, abocados. Es importante precisar en qu sentido decimos esto. Estar abocados a un destino expresa la inexorabilidad que envuelve al destino. 0ero esta inexorabilidad no es el absoluto determinismo, porque precisamente aquello que nos aboca a nuestro destino destino,, nuestra nuestra circun circunstan stancia, cia, no es algo algo caracte caracteri1a ri1ado do por la rigide rigide11 de las leyes leyes ideale ideales, s, sino sino que son posibi posibilit litant antes es y como como tales, tales, consti constitut tutiva ivamen mente te abierta abiertas. s. )a 1
2e este modo, s"lo podría hablarse de un destino de la humanidad en la medida en que se diera efectivamente una vida com$n entre todos los hombres del mundo, es decir, en la medida en que hubiera un proyecto compartido a escala mundial de vida. 1
posibilidad esencial que nos marca nuestra circunstancia, a saber/ nuestro destino, podemos siempre aceptarla o recha1arla. 0or tanto, somos libres ante l. Es inexorable en tanto que no podemos elegir nuestro destino, pero no lo es en la medida en que podemos elegir cumplir o no nuestro destino. 0odemos elegir estar o no a la altura de nuestro destino. Este primer sentido de libertad que no permite aceptar o recha1ar nuestro destino y que podríamos denominar libertad negativa, se ve enriquecido si profundi1amos más a$n en la relaci"n que guarda el hombre con su destino. #ada uno de nosotros no s"lo estamos unidos a nuestro destino por ser ste la direcci"n en la que nuestra circunstancia nos lan1a, sino que además nos vemos impelidos por nuestro destino a hacernos cargo de l. os jugamos quines somos en la afirmaci"n o negaci"n de nuestro destino. 3er el que somos, es decir, aceptar y afirmar nuestro destino, es infinitamente distinto de dejarnos ser, de abandonar el tim"n de nuestra vida y no apostar con todo por nuestro destino. El destino no s"lo es el proyecto de vida que marca nuestra circunstancia, sino que es el proyecto más autntico de vida. os va la vida, pues, en saber leer nuestra circunstancia y en tener los arrestos de aceptar el camino que nos marca. 0or lo tanto, la libertad no es mera indeterminaci"n 4rasgo puramente negativo5, sino que es un positivo hacernos cargo de lo que se nos ha puesto en nuestras manos. El destino se ha revelado, pues, como un momento esencial de la vida humana sustentado en la circunstancia y codificador de la libertad.
José Ramón Hernández Mateos
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