La fatalidad y lo fantástico en Una
flor amari amari lla , de
Julio Cortázar.
Una flor amarilla relata la historia de un hombre que entra a un bar donde conoce al que supuestamente es el único mortal de la tierra. Este le cuenta la historia de cómo conoció a Luc, un niño que no solo se parecía a él físicamente sino que estaba repitiendo paso a paso todos los acontecimientos de su vida, manejado inexorablemente por un destino que desconocía. El hombre se acerca a él y se vuelve amigo de la familia para poder descubrir más, pero un día el niño enferma y, bajo circunstancias misteriosas que podrían implicar un asesinato, muere. El hombre se alegra infinitamente pues ya nadie repetirá su patética vida y cree terminado el ciclo, pero al toparse con una hermosa flor amarilla se da cuenta cu enta que ya nadie como él podrá volver a maravillarse en algo como eso.
En 1980, el autor de este cuento, dio una serie de clases en la Universidad de Berkley dentro de las cuales la lección número tres se enfocó exactamente a los temas que trataremos:
La tercera sesión, “ El cuento fantástico II: la fatalidad ”, Cortázar comenta cómo la fatalidad es una de las formas en que lo fantástico se manifiesta en la literatura. Para ello, revisa históricamente ese concepto desde la forma griega ananké, ananké, que quiere decir que hay ciertos destinos humanos que son imposibles de cambiar, hasta cómo se encuentra presente en todas las cosmogonías cosmogonías y en todas las religiones y cómo llega a nuestros días. (Haya de la Torre, 2014)
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Lo fantástico Primero que nada debemos analizar si verdaderamente este cuento puede clasificarse dentro del género fantástico, para esto Todoróv dio 3 lineamientos básicos:
Lo fantástico exige el cumplimiento de tres condiciones. En primer lugar, es necesario que el texto obligue al lector a considerar el mundo de los personajes como un mundo de personas reales, y a vacilar entre una explicación natural y una explicación sobrenatural de los acontecimientos evocados. (Todoróv, 1981: 24)
A pesar de que el narrador de primera cuenta cree en lo que el borracho le está diciendo, pues el mismo estado de embriaguez le otorga cierto grado de verosimilitud, pero tanto el cantinero como los otros clientes se burlan abiertamente del homb re.
Luego, esta vacilación puede ser también sentida por un personaje de tal modo, el papel del lector está, por así decirlo, confiado a un personaje y, al mismo tiempo la vacilación está representada, se convierte en uno de los temas de la obra; en el caso de una lectura ingenua, el lector real se identifica con el personaje. (Todoróv, 1981: 24)
El narrador llega a cuestionarle ciertos aspectos de su relato, como por ejemplo: “ Yo me daba cuenta, pero opiné que en la infancia todos tenemos enfermedades típicas a plazo fijo, y que casi todos nos rompemos alguna cosa jugando al fútbol.” Incluso el hombre que cuenta la historia dice haber sentido duda sobre su propia hipótesis: “Creo que ya se lo dije, fue una especie de seguridad total, sin palabras. Era eso y se acabó. Pero después empezaron las dudas, porque en esos casos uno se trata de imbécil o toma tranquilizantes. “Finalmente, es importante que el lector adopte una determinada actitud frente al texto: deberá rechazar tanto la interpretación alegórica como la interpretación “poética” (Todoróv, 1981: 24)
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Este es el punto más subjetivo, pues es imposible saber cuál será la interpretación de cada lector. Pero bien, es de esperarse que la figura de la inmortalidad como es planteada en el relato sea tomada como una creación literaria únicamente, y que no tiene una carga poética.
Cortazar agrega a estos lineamientos la noción del tiempo:
Lo fantástico lo centramos en los juegos del tiempo, la noción del tiempo como algo mucho más rico, variado y complejo que la noción habitual y utilitaria del tiempo que todo estamos obligados a tener (Cortázar, 2013: 71)
Este aspecto es más que evidente en el relato, el mundo se plantea como una serie de repeticiones de los mismo avatares uno tras otro, las vidas son las mismas solo se alteran ciertas circunstancias. Se manejan dos tiempos: el tiempo general, de la tierra y de los acontecimientos históricos y el tiempo individual que comienza con el nacimiento de una persona y termina con su muerte, pero vuelve a repetirse una y otra vez en diferentes cuerpos y épocas.
Además de agregar un nuevo lineamiento, Cortázar propone una nueva subdivisión del género: la extrema de lo fantástico:
Ese momento en que lo fantástico y lo real se mezclan de una manera que ya no es posible distinguirlos; ya no se trata de una irrupción donde los elementos de la realidad se mantienen y hay solamente un fenómeno inexplicable que se produce sino una transformación total: lo real pasa a ser fantástico y por lo tanto lo fantástico pasa a ser real simultáneamente sin que podamos conocer exactamente cuál corresponde a uno de los elementos y cuál al otro. (…) esta modalidad podríamos llamarla extrema de lo fantástico, ahí donde los límites entre lo real y lo fantástico cesan de valer y las dos cosas se interfusionan. (Cortázar, 2013: 74)
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Así La flor amarilla podría clasificarse dentro de esta nueva subdivisión. La supuesta inmortalidad, y luego mortalidad, de un hombre no solo irrumpe en la vida de este para después desvancerse. Es un fenómeno que supuestamente abarca a toda la humanidad desde principios de los tiempos. Lo fantástico se extiende hasta permear cada acción posible de cada ser humano sobre la faz de la tierra, quitándoles toda posibilidad de libre albedrío, sumergiéndolos a todos en la tragedia del destino, la fatalidad.
La fatalidad: Para iniciar su cátedra sobre este tema, Cortázar abre con una leyenda árabe:
En el inicio de la historia, aparece el jardinero del sultán paseándose por los rosales. De pronto ve a la Muerte que le hace un gesto de amenaza. El jardinero va donde el sultán y le dice: “Señor, acabo de ver a la Muerte que me ha amenazado.” El sultán que aprecia mucho a su sirviente, lo conforta. Le prestará su mejor caballo para huir a la ciudad de Samarcanda y así escapar. El jardinero huye, y el Sultán sale al jardín. Al encontrar a la Muerte, le pregunta por qué amenazó a su sirviente. La Muerte le contesta: “No le hice un gesto de amenaza. Hice un gesto de sorpresa al verlo aquí porque teníamos una cita esta noche en Samarcanda”. (Cueto Caballero, 2014)
Desde las tragedias griegas la literatura ha estado colmada de relatos sobre lo inevitable del destino. De como fuerzas superiores a nosotros, o podríamos llamarlas fantásticas, rigen sobre los acontecimientos de nuestras vidas sin que tenga poder alguno el libre albedrío. Cortázar al respecto dice:
Lo que algunos llaman fatalidad y otros llaman destino, esa noción que viene desde la memoria más ancestral de los hombres de cómo ciertos procesos de cumplen fatalmente,
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irrevocablemente, a pesar de todos los esfuerzos que pueda hacer el que está incluido en ese ciclo. (Cortázar, 2013: 71-72)
Y es lo ancestral de este término lo que vuelve al relato tan fascinante. Muchas formas de predestinación han sido exploradas ya, desde el arte por supuesto, hasta la ciencia y la filosofía con corrientes como el determinismo. Pero centrándonos más en el ámbito artístico, las tragedias griegas imponen cierto modelo sobre estos relatos:
El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino inexorable, que determina la vida de los mortales; Este concepto es especialmente relevante en la tragedia griega, en que el personaje principal o héroe se levanta contra los dioses o contra la sociedad incurriendo en un defecto de carácter o pasión (la palabra "pathos" o pasión significaba también enfermedad para los griegos) denominado hybris (en griego antiguo ὕϐρις u orgullo impío contra los dioses o las normas sociales) y es castigado con el fin habitual de toda tragedia: muerte o locura.
Así, el hombre intenta romper con el círculo vicioso de la repetición al examinar de cerca a quien sigue sus pasos, e implícitamente al terminar con su vida. Esto al principio le causa gran felicidad, pero finalmente lo lleva a un estado deplorable de locura, en donde se encuentra con el narrador.
La fuerza de la fatalidad es tanta para el personaje, que a pesar de saber que su vida está regida por una serie de patrones jamás se dispone a buscar cuales son estos, probablemente por miedo a conocer su futuro, y se limita simplemente a intentar interrumpir esta repetición. De la misma manera el narrador parece creer por completo la historia, pero jamás se menciona que haga algo para conocer las fuerzas que dominan sus acciones. Ambos hombres parecen sumidos por el miedo y la negación.
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FUENTES:
Cortázar, J. Clases de literatura Berkley, 1980. Buenos Aires: 2013
Cueto Caballero, A. Cortázar habla. Publicado: 9 de marzo de 2014. Recuperado: 12 de mayo de 2014. http://www.larepublica.pe/columnistas/lecturas/cortazar-habla-09-03-2014
Haya de la Torre, J. A. Maestro cronopio: las clases de julio Cortázar. Publicado: 13 de abril de 2014. Recuperado: 9 de mayo de 2014. https://redaccion.lamula.pe/2014/04/13/maestrocronopio-las-clases-de-julio-cortazar/joseagustin.haya/
Todoróv, T. Introducción a la literatura fantástica. México D.F: 1981
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