La experiencia Starbucks Para mí, leer éste libro fue demasiado desesperante. En verdad me era m uy difícil sentarme e intentar disfrutarlo. Las anécdotas sí me parecían muy interesantes, pero todo el tiempo las leía como esperando la siguiente y la siguiente, sin concentrarme realmente en los párrafos intermedios, se me hacían interminables. Además siento que el autor fue muy repetitivo, aunque intentó dividir la llamada “experiencia Starbucks” Starbucks” en varios capítulos, capítul os, siento que no se podía hablar de ellos por separado, y terminaba mencionando lo mismo que se había mencionado en páginas anteriores, lo cual me terminaba por revolver. Considero que durante el texto, alaban demasiado a la empresa de los delantales verdes. Tal vez sea porque no me gusta el café, o tal vez porque a ve ces me parece que la gente va ahí solo para demostrar una posición social, por lo menos aquí en México, pero siempre he sentido algo de rechazo. Para mí, lo que nos quiso dar a e ntender el autor no es nada nuevo. En primera porque muchas empresas tienen la misma ideología impresa en sus manuales y gr abada en sus videos de bienvenida al nuevo empleado. En segunda, porque sea el que se a el trabajo que obtengamos (y nos lo digan o no) siempre deberíamos dar lo mejor de nosotros, sobre todo al tratar con clientes, ya que en ese momento somos r epresentantes de toda una organización. Nuestra actitud será determinante en si el cliente regresa o no, en si se concreta el negocio, e n si va a recomendarlo ampliamente con sus conocidos. Para mí es algo tan trivial y tan importante que no debería haber necesidad de enseñarse en los libros, todos deberíamos traerlo pe rfectamente implantado en nuestras mentes, o por lo menos apre ndido a lo largo de nuestra experiencia de vida. Claro que no es así, a mucha m ucha gente se le olvida, pero es algo que de verdad no entiendo. Como en el hecho de llegar por ejemplo a comprar boletos del metro, y que la persona que nos atiende casi nos aviente el cambio, descargando todas sus frustraciones con nosotros, o que en las cafeterías de nuestro querido instituto, nos den un trato peor que a delincuentes en el reclusorio. Me pongo a pensar en que todo trabajo es complicado, sobre todo en el trato humano. Y además no somos perfectos, podemos llegar a perder los estribos. Pero considero que si es algo que nos toca hacer todos los días, deberíamos buscar la mejor manera de pasarla bien.
Pero por supuesto, también está la otra cara de la moneda, de toda esa gente que piensa que por estar pagando un servicio, tiene derecho no de exigir un buen servicio, sino de faltar al respeto a empleados y trabajadores para asegurarlo. Como lo mencioné anteriormente, las anécdotas fueron para mí lo re almente importante, sobre todo porque son buenos ejemplos de que la vida laboral no debe ser tan cuadrada como sucede en prácticamente todas las empresas. Todo debería girar en torno a lo humano, ya que finalmente somos los humanos los que nos beneficiamos de un negocio o de una actividad, y somos humanos los que hacemos lo necesario para ello. En lugar de ello, pareciera que las empresas son máquinas, y que los trabajadores son circuitos, engranes o motores, que al t ener algún problema, se pueden desechar. Pero al leer dichas anécdotas, todo parece tan per fecto, y realmente sabemos que por más influencia o dominio tengamos sobre los demás, las personas siempre harán lo que se dicten a sí mismas. Siempre habrá opiniones diferentes, o habrá quien opine lo contrario solo por molestar, o quien todo el tiempo diga que sí a todo. Y no por eso estoy resignado o estoy conforme con estas situaciones, al contrario, todos deberíamos ver siempre por mejorar estos aspectos, y llegar a que cada día de trabajo sea toda una exper iencia.