JULIACA Y EL 4 DE NOVIEMBRE DE 1965 [I] Fuente: APAZA QUISPE, Hugo. Temas históricos de Juliaca. Compendio histórico cultural. Juliaca: Edición del autor, 2001
SUMARIO: Visión panorámica. Juliaca y el centralismo. Amenazas y sesiones determinantes. Acuerdo del paro. Crónica del episodio. Alcalde encarcelado. Romerías y marchas de silencio. Escenas patéticas. Debates en el Congreso. El Periodismo.
LA DÉCADA que precedió a 1965 se caracterizó por una serie de fenómenos políticos, económicos, administrativos y climáticos que provocaron serias crisis que posibilitaron la ascensión y consolidación de una burguesía comercial y el debilitamiento del gamonalismo en el departamento de Puno. Juliaca, capital económica del departamento y con milenaria tradición histórica, por el tesonero trabajo de sus moradores, se había convertido c onvertido en un importante polo de atracción y progreso que florecía bajo la mirada celosa de otros pueblos estancados en su desarrollo. Este crecimiento trajo consigo también serios problemas para los citadinos de Juliaca, quienes en reiteradas oportunidades acudieron ante los organismos gubernamentales invocando atención a sus necesidades vitales; pero, por desidia de algunos funcionarios que mostraron clara indiferencia y adrede marginación, se provocó la indignación del pueblo calcetero que levantó su voz de protesta a través de un Paro Cívico, el mismo que fue brutalmente reprimido un 4 de noviembre de 1965. Esta masacre inolvidable, por la repercusión que trajo consigo, posteriormente fue sagazmente aprovechado por un reducido grupo, para capitalizarse políticamente pregonando argumentos “tawantisuyanos”, que llegaron a encandilar a muchas personas. En esta oportunidad ofrecemos un esfuerzo de aproximación objetiva, en base a documentos de la época de aquel suceso memorables, cuyo objetivo no es despertar rencores fútiles, sino, hacer comprender a la presente generación, de que sólo el trabajo perseverante y la lucha unificada y consecuente, puede hacer grande a un pueblo, y que adalides no son sino el resultado del entorno histórico en que se desenvuelven; así lo demostraron los Mártires de Juliaca 185 años después del grito libertario de Túpac Amaru II. Recordemos con reverencia aquella memorable lección cívica, a través del presente adelanto. 8.1 VISIÓN PANORÁMICA a) Contexto departamental
En nuestro departamento, durante el período que nos ocupa, la resistencia de los terratenientes era todavía fuerte; el sistema de feudalidad y servidumbre que reinaba en el campo, chocó con el desarrollo del capitalismo en el altiplano, que por todos los medios buscaba ampliar su mercado interno de consumo. Esta necesidad del desarrollo capitalista, obligó convertir en consumidores a las masas campesinas; es decir que se les organizó e instruyó para buscar y utilizar el dinero para alimentar, no a su familia, sino a los propietarios e intermediarios de negocios. La burguesía comercial en ascenso, al tener serias contradicciones con el sistema social en decadencia, apoyó e impulsó las luchas luc has campesinas a fin de que se mejore la situación de los comerciantes. La efervescencia de los movimientos campesinos de la mayoría de los departamentos, no había calado en Puno debido a que los dirigentes campesinos carecían de orientación ideológica y sólo atinaban a organizarse para hacer frente a su situación de servidumbre presente. Así, los campesinos se movían en medio de graves confusiones propiciados por grupos de tendencia demo-cristiana, por los partidos políticos en pugna, por las políticas asistencialistas y por la presencia de agentes del Cuerpo de Paz de la Alianza para el Progreso, éstos últimos desde octubre de 1962, realizaban arduas labores en todo el departamento a fin de que las corrientes socialistas no ingresen a Puno. La etapa que precedió a los sucesos del 65, fue la etapa de las “definiciones políticas en el departamento”. Quienes tenían el control político y administrativo de Puno, eran los representantes del gamonalismo regional centralizados e el Ciudad Lacustre; y, éstos, desde el último lustro de la década del 50 empezaron a sentir el acoso de los representantes de una burguesía comercial que carecían de intereses directos sobre la tierra. Esta situación, paulatina y desapercibidamente, iría acentuándose hasta adquirir relieves de violencia.
b) Contexto local No es cierto de que la “Perla del Altiplano” emergió como ciudad moderna, progresista y centro de atracción integral, a partir de los sucesos acaecidos el 4 de noviembre de 1965, como muchos equivocadamente así lo sostienen No olvidemos que Juliaca desde hace muchas décadas, por inevitables leyes históricas y sociales, se había constituido en capital comercial del altiplano, y ya había dado muestras de su adelanto y ventaja con respecto a otros pueblos del departamento; por eso en 1949 se decía que “Juliaca ha acelerado sus pulsaciones en los aspectos de su vida comercial, industrial, ornamental e institucional” y, que en la década del 50 se encontraba en un franco proceso de desarrollo integral. Al respecto el ciudadano Róger Cáceres, en 1951, decía que Juliaca “constituye hoy por hoy el máximo exponente del progreso puneño”; ratificado esta aseveración, el señor Héctor Romero matos, en el mismo año manifestaba que esta ciudad “viene siendo el centro u ombligo comercial del departamento de Puno”; años después, en 1955, el Prof. Mario Fernando Chevarría diría que “Juliaca… renace alrededor del progreso y marcha junto con él hasta llegar a ser lo que es hoy: una de las provincias más progresivas y adelantadas del Sur”.
En nuestro departamento, durante el período que nos ocupa, la resistencia de los terratenientes era todavía fuerte; el sistema de feudalidad y servidumbre que reinaba en el campo, chocó con el desarrollo del capitalismo en el altiplano, que por todos los medios buscaba ampliar su mercado interno de consumo. Esta necesidad del desarrollo capitalista, obligó convertir en consumidores a las masas campesinas; es decir que se les organizó e instruyó para buscar y utilizar el dinero para alimentar, no a su familia, sino a los propietarios e intermediarios de negocios. La burguesía comercial en ascenso, al tener serias contradicciones con el sistema social en decadencia, apoyó e impulsó las luchas luc has campesinas a fin de que se mejore la situación de los comerciantes. La efervescencia de los movimientos campesinos de la mayoría de los departamentos, no había calado en Puno debido a que los dirigentes campesinos carecían de orientación ideológica y sólo atinaban a organizarse para hacer frente a su situación de servidumbre presente. Así, los campesinos se movían en medio de graves confusiones propiciados por grupos de tendencia demo-cristiana, por los partidos políticos en pugna, por las políticas asistencialistas y por la presencia de agentes del Cuerpo de Paz de la Alianza para el Progreso, éstos últimos desde octubre de 1962, realizaban arduas labores en todo el departamento a fin de que las corrientes socialistas no ingresen a Puno. La etapa que precedió a los sucesos del 65, fue la etapa de las “definiciones políticas en el departamento”. Quienes tenían el control político y administrativo de Puno, eran los representantes del gamonalismo regional centralizados e el Ciudad Lacustre; y, éstos, desde el último lustro de la década del 50 empezaron a sentir el acoso de los representantes de una burguesía comercial que carecían de intereses directos sobre la tierra. Esta situación, paulatina y desapercibidamente, iría acentuándose hasta adquirir relieves de violencia.
b) Contexto local No es cierto de que la “Perla del Altiplano” emergió como ciudad moderna, progresista y centro de atracción integral, a partir de los sucesos acaecidos el 4 de noviembre de 1965, como muchos equivocadamente así lo sostienen No olvidemos que Juliaca desde hace muchas décadas, por inevitables leyes históricas y sociales, se había constituido en capital comercial del altiplano, y ya había dado muestras de su adelanto y ventaja con respecto a otros pueblos del departamento; por eso en 1949 se decía que “Juliaca ha acelerado sus pulsaciones en los aspectos de su vida comercial, industrial, ornamental e institucional” y, que en la década del 50 se encontraba en un franco proceso de desarrollo integral. Al respecto el ciudadano Róger Cáceres, en 1951, decía que Juliaca “constituye hoy por hoy el máximo exponente del progreso puneño”; ratificado esta aseveración, el señor Héctor Romero matos, en el mismo año manifestaba que esta ciudad “viene siendo el centro u ombligo comercial del departamento de Puno”; años después, en 1955, el Prof. Mario Fernando Chevarría diría que “Juliaca… renace alrededor del progreso y marcha junto con él hasta llegar a ser lo que es hoy: una de las provincias más progresivas y adelantadas del Sur”.
A partir de 1940 el despegue de avance se acentúa, y por ello desde aquel año hasta 1963, la población se multiplica en casi un 400%, ubicándose así dentro de los núcleos urbanos que más ha crecido en el Sur de la República en aquellas dos décadas, constituyéndose de esta manera en la quinta ciudad c iudad en volumen de población de los seis departamentos del Sur. Juliaca se había constituido en una de las mejore ciudades, gracias al trabajo perseverante de su propios hijos a la labor desplegada por una burguesía comercial que paulatinamente ganaba más y mejores espacios. Pero este desarrollo traía consigo una serie de problemas, pues las necesidades se multiplicaban y el celo también se acentuaba; a esto se suma la indiferencia gubernamental, ya que Juliaca, como la gran mayoría de los pueblos del “Perú profundo”, estuvo (y está) marginado por los organismo estatales. La ciudad crecía, pero el apoyo estatal era ínfimo, por ello es que ya era tiempo de ascender a otros niveles de lucha, ya era hora de que del dominio económico se pasara al dominio político y con esto a los demás dominios. Alguien tenía que ocupar este vacío y los llamados ya estaban en la palestra. 8.2 CÁCERES - NATURALEZA - GREMIOS Fueron los hermanos Cáceres los abanderados de ser los exponentes de las aspiraciones políticas de Juliaca, quienes se lanzaron a la arena política preconizando: - Reforma Agraria - Jornada laboral de 8 horas - Voto de los analfabetos - Alfabetización - Escuelas - Descanso dominical - Corporación para Puno - Otros. Cabe indicar que no fueron ellos los únicos que iniciaron la organización de las masas rurales, sino que antes y/o a la par que ellos ya habían líderes abocados en esta tarea, tales como; Melchor Cutida, Dionisio Yucra, Tadeo Salinas, Telésforo Frizancho F rizancho Viandera, Eustaquio Rodríguez Aweranka, Julio Arce Catacora, Gregorio Larico. Elías Pacho Huanta, etc. todos estos dedicados básicamente a combatir los métodos de explotación practicados en las haciendas del departamento. Comprendiendo de que les aguardaba un promisorio futuro político, los Cáceres “tuvieron la precaución de vender sus tierras antes de comenzar a hacer campaña por la Reforma Agraria”, consolidaron su poder económico y empezaron a atraer hacia su lado a los líderes antes mencionados, quienes se sumaron a ellos apoyando la aprobación del proyecto de creación de la Corporación de Fomento y de Promoción Social y Económica de Puno -CORPUNO-, que el diputado Cáceres había planteado en su Cámara. La naturaleza misma también parecía estar a
favor de las pretensiones políticas de estos hermanos, ya que la situación de calamidad natural rural, conjugado con la cruel realidad del campesinado puneño y las medidas de emergencia adoptadas, propiciaron una coyuntura muy especial, que fue aprovechado para organizar gremialmente a los campesinos para que u situación prosperara. Y, es así que los hermanos Cáceres, al lado de connotados líderes campesinos en 1959 logran organizar el FRENTE SINDICAL CAMPESINO DE PUNO, y hasta abril de 1965 llegaron a formar 1184 sindicaros. Desde Radio “Sol de los Andes” (1962) se mantenía informado a las masas campesinas que empezaban a creer y seguir los planteamientos de éstas personas. Paradójicamente, las luchas campesinas y comuneras de entonces generaron el desarrollo urbano de algunas ciudades y especialmente de Juliaca, porque ellas se ofrecían como apropiados lugares de refugio y salvación para muchos campesinos. La elección de Róger Cáceres en 1956 a una diputación, marcó el inicio de una serie de triunfos políticos para él y sus hermanos, mientras Róger hacía labor parlamentaria, Néstor se encargó de influir en la población a través de contactos directos con la realidad rural y por medio del INSTITUTO DE PROMOCIÓN SOCIAL Y CULTURAL DEL ALTIPLANO, que él fundara para influir en el área urbana e intervenir directamente en asuntos locales, departamentales y nacionales con el lemas “Nuevos principios para una nueva época”. Esta institución logró tener protagónico rol para promocionar a las aspiraciones de la familia y con la c ual se aglutinó a algunos intelectuales y estudiosos de nuestro medio identificados con la problemática local. En 1963 Néstor Cáceres era el Presidente del Frente Sindical Campesino, Presidente del Comité de Defensa de los Intereses de Juliaca, Presidente del Instituto de Promoción Social y Cultural del Altiplano, candidato a una diputación por el departamento de Puno, etc. era pues, un personaje importante que trabajaba interesadamente en representación de una clase política. Su fuerza electoral lo ratificaron en junio de 1963, cuando Róger y Néstor Cáceres y Julio Arce Catacora, fueron ungidos por el voto popular para ser diputados. Más tarde, el 15 de diciembre de 1963, Luis Cáceres Velásquez, luego de desestimar la realización del FRENTE DE UNIFICACIÓN SAN ROMAN, consiguió también por votación la alcaldía de la provincia de San Román encabezando la LISTA INDEPENDIENTE DE TRABAJADORES Y CAMPESINOS. Desde entonces la labor de estos hermanos fue floreciente, pues es innegable que llegaron a tener prestigio y ascendencia pos su tesonera labor y, por haber conseguido múltiples beneficios para esta parte del Perú Andino. 8.3 JULIACA Y EL CENTRALISMO PUNEÑO Debido a que en la ciudad de Puno se encontraba el centro administrativo y político del Departamento, los pedidos y reclamos de las necesidades de las demás provincias, tenían que realizarse primero en esa capital; pero, fundamentalmente por razones políticas, Juliaca no era atendido como deseaba, de ahí que la protesta contra los funcionarios públicos de Puno fue unánime. Los funcionarios de Puno no pudieron esconder sus intenciones de favoritismo hacía la capital departamental y su desdén para con Juliaca; esta práctica chauvinista se manifestó de
múltiples maneras, sino, veamos algunos ejemplos que ilustran la controversia e irritación social de 1965: - Los estudios realizados por los organismos nacionales e internacionales señalaron a Juliaca como el lugar adecuado para ubicar el Parque Industrial. Pero, unos días antes de la fecha que nos ocupa la Corpuno había decidido “estudiar” nuevamente su ubicación con la intención de instalarlo en Puno. - El Aeropuerto era una de las aspiraciones más importantes de los vecinos de Puno. Se pretendía instalar un Aeropuerto allí donde técnicamente era imposible. - Se pretendió construir la carretera Puno- Cabanillas, para su posterior asfaltado, cuando ya existía uno que pasaba por Juliaca. - Existía una abierta oposición a que en Juliaca funcione Cooperación Popular. - Se pusieron obstáculos para que en Juliaca funcione una Filial de la UNSA de Arequipa. 8.4 AMENAZAS, ACUSACIONES, MITINES Y SESIONES DETERMINANTES Esta situación de adrede postergación, obligó a tener que levantar la voz de protesta, y es así que el Sr. Víctor Arfinengo, en enero de 1963, a través del Radioperiódico “La Voz de Juliaca”, instó a la población para que inicie una huelga general: “Es público i notorio que la ciudadanía de Juliaca está cansada i abochornada por el desprecio i la indiferencia de los funcionarios públicos en dar solución a los problemas vitales”. Este vecino con justificada razón se preguntaba: ¿Debemos segur en pusilánime espera mendigando favores? ¿Enviar comisiones a Lima para que regresen repletos de promesas? ¡¡Ese es el camino errado…!! ¡¡Unamos nuestras fuerzas i en una sola i clamorosa voz exijamos con valentía… como un solo hombre iniciemos una huelga general de protesta!! Este el camino patriótico para conseguir resultados efectivos y rápidos. Debido a que 1963 fue un año electoral, n pudo concretizarse aquel llamado. Las discordias ya encendidas y ante la permanente marginación, los amantes de esta tierra calcetera, se vieron obligados a tramar una serie de amenazas, a fin de que sus requerimientos sean atendidos. La amenaza que causó gran impacto fue el anuncio de dividir el Departamento de Puno. En efecto, en el Diario Noticias de Puno, el día 11 de mayo de 1964, se publicó las declaraciones de doña Natividad Soto Ruelas (más conocida como Naty Soto), juliaqueña residente en Arequipa, difundiendo la idea de creación de un nuevo departamento cuya capital sería Juliaca. Esta noticia causó suma inquietud en la Ciudad Lacustre, en donde se calificó la propuesta
como una afrenta a la integridad departamental. Quien encabezó la campaña del supuesto desagravio a Puno, fue su Alcalde Remigio Cabala, quien envió un telegrama al Municipio de San Román pidiéndole que se pronunciara en cabildo abierto sobre este intento de fraccionamiento, a lo cual el Municipio sanromino no le dio la i mportancia que se le pretendía dar al asunto. Debido a que en Juliaca no se realizó la consulta en Cabildo Abierto, en Puno se hizo creer de que la idea divisionista estaba siendo avalada por las autoridades ediles de Juliaca; e incluso se realizó un mitin en la ciudad de Puno, en donde se acusó a las autoridades municipales y parlamentarios juliaqueños de divisionistas; allí se pronunciaron por la defensa de la integridad del departamento y declararon como DÍA DE LA UNIDAD E INTEGRIDAD DEL DEPARTAMENTO EL 23 DE MAYO DE TODOS LOS AÑOS. Ante la belicosa actitud de Puno, el Concejo, los barrios y demás entidades representativas de Juliaca, se pronunciaron en defensa de sus legítimos intereses y condenaron a quienes aprovechándose de una opinión libre dada en Arequipa, querían convertirse a defensores de la unidad departamental; incluso se anunció un mitin de respuesta y rechazo a las acusaciones puneñistas para el día 26 de mayo, la misma que no llegó a concretizarse por haberse decretado Duelo Nacional por 7 días, debido a la tragedia acaecida en el Estadio Nacional (Lima) el 25 de mayo de 1964. El Concejo calcetero, a fines de junio de 1964 envió una Comisión de Concejales a Puno, y en el local de la Prefectura se entrevistaron con su Alcalde y el Prefecto Departamental don Gustavo Salcedo Sánchez. Para mejor ilustración de esta parte del episodio, lecturemos el manifiesto que emitió el Alcalde de San Román el 1º de julio de 1964, que en su parte pertinente dice: “Los concejales en su mayoría nos constituimos ayer en Puno y logramos en la Prefectura entrevistarnos solamente con el Prefecto y el Alcalde de esa ciudad. Nuestro planteamiento fue tajante y definitivo, perseguíamos la unidad de todos los codepartamentos y no permitíamos la división. Que nos extrañabamos del egoísmo de unos cuantos dirigente puneños encabezados por un Alcalde que pretendía cercenar a Juliaca de una de sus máximas conquistas como era el establecimiento de la Central Mayor de Cooperación Popular, de la que el grupo puneño quiere que no se instale en esta ciudad sinó en Puno. Referente a la Filial de la Universidad, que tampoco permitiríamos que se ofendiera o se pretendiera alguna acción en contra de este importante Centro de Estudios Superiores, ya que en aras de la unidad, invocamos el espíritu de comprensión de las autoridades puneñas para que dejando a un lado egoísmos mezquinos, con ejemplar civismo, permitieran el progreso de esta provincia. El Alcalde de Puno, Remigio Cabala, aceptó que en reunión de Cabildo Abierto del sábado no se ofendería a provincias, ni a instituciones, ni se atacará a la Filial de la Universidad. En cuanto a Cooperación Popular, mostró claramente el egoísmo propio de mentalidad escasa y falto de amplitud de espíritu, su recalcitrante posición de que se instalaran las oficinas en Puno y no en Juliaca; hizo esta declaración pese a la amenaza de que si Puno persiste en pedir el traslado de Cooperación Popular, vendría el rompimiento entre ambas provincias y dándose lugar quizás a la iniciativa oficial separatista, justificado por la negativa y el absurdo egoísmo, repito y repetiré siempre de quienes están labrando la desgracia de la Ciudad del Lago, que además de estar encerrada geográficamente por una cadena de montañas, de encuentra dentro de un círculo de gentes conservadoras (...) que no permiten que surjan nuevas generaciones de
hombres de lucha y que egoístamente matan a quien es más que ellos, porque quiere ser siempre los caciques del movimiento de desarrollo a que están llamadas las ciudades”. De esta manera se creó un clima tenso entre ambos pueblos hermanos. La petulancia puneña les hacía decir que Juliaca era un simple “chupeqato y embarcadero de ganado”, a lo cual el ingenio calcetero supo responder diciendo “Mientras Puno danza, Juliaca avanza”. El 3 de diciembre del mismo año, ocurrió otro episodio que atizó discordias. Aquel día, con motivo de la discusión del pliego de Educación en el Presupuesto General de la República, el diputado por Puno, Dn Fernando Manrique, se opuso tenazmente para que la Filial de la UNSA tenga una partida económica para su funcionamiento y calificó de “puñalada artera” la actitud de Arequipa al hacer funcionar una filial en Juliaca. En enero de 1965, la Corpuno acusó al Municipio de San Román de malversación de fondos, pues el préstamo para adoquinar las calles, terminación de la remodelación de la Plaza de Armas y expropiar inmuebles para construir un Centro Cívico, los había utilizado para comprar 60 hectáreas de la Hacienda Taparachi para el Parque Industrial. La situación de encono alcanzó sus más altos relieves a fines de octubre y los primeros días de noviembre de 1965, siendo su clímax el memorables 4 de noviembre de aquel año. En aquellas fechas ambas ciudades celebraban sus efemérides: - El 24 de octubre, Juliaca conmemoraba su 39º aniversario de haberse inaugurado como capital de provincia; y - El 4 de noviembre, Puno recordaba su 297º aniversario de haberse eregido como capital de provincia y que desde entonces habíase iniciado su desarrollo como ciudad. En la noche del 24 de octubre de 1965, en el salo Municipal de San Román, en sesión solemne por aniversario, en donde se encontraba como invitado especial, el Alcalde de Arequipa Ulrico Neisser, se hizo una evaluación acerca de la situación de Juliaca y se confesó que en esa echa jubilar no se pudo entregar al pueblo obras por indiferencia gubernamental, “ni la Corpuno ha inaugurado obra alguna” se denunció; por ello el Alcalde sanromino, habría tomado una drástica medida que volvió a causar gran preocupación en Puno, pues se dice que ratificó la temible amenaza de que San Román y otras provincias se separarían de Puno. A su turno, llevado tal vez por la emoción, o por el halago, el Alcalde arequipeño afirmó que “Arequipa los recibiría con los brazos abiertos” y como testimonio de su afecto, en ese mismo momento entregó al Alcalde juliaqueño un pequeño trozo rectangular de sillar mistiano; este gesto fue unánimemente aplaudido por la concurrencia. De aquella reunión se originaron dos versiones que nuevamente atribularon a las autoridades de Puno: 1º Que San Román se anexaría a Arequipa; y
2º Que San Román se separaría del departamento de Puno para conformar otro con las provincias del norte y esta se llamaría “Collao”. Ambas posibilidades no eran infundadas, pues había razones de orden político, geográfico e histórico que apoyaban estas versiones. Si bien es cierto que la anexión a Arequipa era difícil, la otra tesis sí podría efectuarse, pues si observamos el mapa político del Departamento de Puno, el espacio geográfico que ocupa la provincia de San Román, está en un ubicación que sí hace preocupar a la integridad departamental; y, lo que es más, su población históricamente ha demostrado tener un espíritu independentista y que la mayoría de sus pretensiones se han coronado con éxito. 8.5 ACUERDO DEL PARO Los reclamos persistentes de Juliaca, en octubre de 1965, básicamente se centraba en lo siguiente: - Ampliación y mejoramiento de los servicios de agua potable, desagüe y electricidad; - Construcción de un camal, mercado y hospital; - Pavimentación de la carretera Juliaca-Puno; - Parque Industrial; - Mejoramiento del Aeropuerto; - Canalización y drenaje de los riachuelos que atravesaban la Ciudad; - Instalación de una Beneficencia Pública; - Renuncia de los directivos de la Corpuno, etc. Al ver que las demandas de Juliaca no eran atendidas, los vecinos encabezados por su Alcalde, vieron por conveniente tomar acciones de protesta severas. Por ello en reunión del día 28 de octubre de 1965, las autoridades edilicias, dirigentes de las fuerzas vivas y demás vecinos interesados en el progreso de Juliaca, acordaron realizar un paro general de 24 horas. Debido a la magnitud de la determinación, las autoridades y dirigentes gremiales, se declararon en sesión permanente y decidieron consultar esta medida al pueblo en un Cabildo Abierto que se realizó el día 29. Allí la decisión unánimemente fue confirmada y se fijó la paralización para el día 4 de noviembre, al mismo tiempo que se formó un COMITÉ DE HUELGA integrado por los vecinos Víctor Zaférson Macedo, Angel Aragonés y Natividad Soto Ruelas.
Los días previos el Comité de Huelga y los moradores, con ahínco organizaron el Paro y por todos los medios se comunicó al país entero la drástica determinación; incluso, el municipio confeccionó un “Manifiesto a la Nación”, en donde se explicaban las razones de la medida adoptada y con ella se enarbolaba oficialmente la bandera del separatismo. Como estaba muy cerca el día jubilar de la ciudad lacustre, las autoridades de Puno, se alarmaron por la consecuencias que acarrearía la medida, por ello es que hicieron invocaciones para que se suspenda el Paro, pero al no ser oídos optaron por pedir ayuda policial argumentando que el Paro estaba siendo preparado por “elementos comunistas”. En un esfuerzo por evitar la huelga, el jefe de la Comandancia de Armas, el Tnte. Crnl. Jefe de la 43 Comandancia de la G.C. y el Subprefecto de la provincia de San Román, lograron una reunión entre el Prefecto Departamental, el alcalde de Pun o y el Jefe de la 13 Comandancia de la G.C. de Puno, con el Alcalde de Juliaca, los regidores, el Comité de Paro y el periodismo calcetero; esta sesión se llevó a cabo en la localidad de Paucarcolla la tarde del 2 de noviembre. Allí, se logró comprometer al Prefecto Departamental a fin de que propicie una reunión con los señores Ministros de Estado que al día siguiente arribarían a Puno. El 1 de noviembre, de Lima fueron enviados a Juliaca un centenar de Guardias de Asalto; y, el Prefecto del departamento, en tono firme advirtió que las “autoridades del Gobierno reprimirán severa y drásticamente, los disturbios que pudieron perturbar los festejos del 297 aniversario de la fundación española de Puno”. AL respecto, el corresponsal de Juliaca del periódico “El Sol” del Cusco, enviaba su reporte en los términos siguientes: “Existe una verdadera tensión política en esta capital de provincia. Cerca de un centenar de policías de asalto procedentes de Lima ya están en esta ciudad para controlar cualquier brote de violencia”. 8.6 CRÓNICA DEL EPISODIO a) Día 3: el desaire En la víspera del Paro cundía la tensión y los medios de comunicación de Lima y la región prestaron mayor atención al suceso que se avecindaba. En horas de la mañana de aquel día, arribó a Juliaca el Ministro de Gobierno y Policía, Javier Alva Orlandini, acompañado de altos funcionarios gubernamentales. Una Comisión de vecinos de Juliaca fueron al Aeropuerto para entregarle algunos documentos, exponer sus quejas y esperar respuestas afirmativas. Sin embargo, el Ministro no recibió el petitorio y “dijo no conocer los problemas de esa localidad y que su viaje obedecía concretamente a una invitación que le formularon para inaugurar obras en Puno” e invocó al Alcalde de San Román “para que persuadiera al pueblo, a fin de que no adopten actitudes violentas”; y, a insistencia de la delegación juliaqueña, el Ministro prometió dialogar en horas de la tarde con mayor tranquilidad. Dicho esto, la Comitiva Ministerial abordando los vehículos
que les aguardaban se dirigieron a Azángaro, en donde el Ministro fue declarado “Huésped Ilustre” al mismo tiempo que recibió un enérgico discurso de su Alcalde Mauro Paredes. Ante la ausencia de la delegación oficialista, las autoridades políticas anunciaron que a las 16.00 horas se realizaría una reunión de “Alto Nivel” para evitar la huelga que tiene proyectada el pueblo juliaqueño. Cuando la Comitiva Ministerial emprendió el retorno de Azángaro, cometieron un gravísimo error que encolerizó a la población de Juliaca; pues en una actitud repudiable, atravesaron la ciudad por un camino inhabitual, faltando así a su promesa de diálogo. Esta conducta del Ministro atizó la ira calcetera, y esa misma noche, se ratificó el Paro general. Así se echaron las bases de un Paro total y con grandes repercusiones. Las dos emisoras, Radio “Juliaca” y “Sol de los Andes”, fueron los principales voceros del mensaje de protesta. Fue Radio “El Sol de los Andes”, la que con mayor fuerza y contundencia llamaba a la lucha e incitaba a la rebeldía.
b) Día 4: la masacre El paro se inició a las cero horas del día 4 de noviembre de 1965. “Una carga de dinamita rubricó el comienzo de una explosiva violencia”. Aproximadamente a la 1.00 de la madrugada se realizó una última reunión de coordinación, la misma que concluyó con la intervención de la Sra. Naty Soto, quien arengó a la gente “a luchar hasta el final”. Juliaca amaneció con el cielo nublado, con las carreteras y el ferrocarril bloqueados y, desde el comienzo la paralización era total. Los medios de seguridad fueron extremas; la policía y el ejército se apostaron en lugares estratégicos con armas ligeras y pesadas. El periodismo que seguía de cerca este suceso llegó a escribir: “JULIACA, prácticamente está en pie de guerra”. A eso de las 6.30 de la mañana ocurrió el primer choque entre pobladores y policías, en la Av. Manuel Nuñez Butrón, cerca al hospital general. Alas 10.45 a.m. era cada vez más creciente la protesta popular. Mientras el grueso de los manifestantes ocupaban las principales calles, otro grupo de huelguistas, sacaban algunas rieles y durmientes del ferrocarril al observarse movimientos de trenes. Las autoridades de Puno, teniendo pleno conocimiento de que en Juliaca el paro era total, cometieron la imprudencia de enviar vehículos pertenecientes a la UNTA y a la Corpuno; estos carros formaban parte del convoy que iban al encuentro del Presidente de la Cámara de Diputados, Ministros y demás funcionarios del régimen invitados a los festejos de Puno. Los vehículos fueron interceptados por los huelguistas, a eso de la 1.10 p.m. y éstos provocativamente se introdujeron “violentamente entre los numerosos ciudadanos que
estaban ubicados en la carretera, casi prácticamente atropellándolos”, pero más pudo la fuerza de los pobladores que impidieron el avance de los vehículos, ante esto, los ocupantes de los carros se mostraron sumamente beligerantes, “En uno de estos vehículos (de la Corpuno) se encontraba el Teniente del Ejército José Yale Morales, que sacó su revólver para amedrentar a la turba”; esa temeraria actitud provocó que alguien lanzara una piedra e hiriera al militar quien de inmediato fue conducido a la Clínica Americana para su tratamiento. Los huelguistas apedrearon a los vehículos e incluso volcaron e incendiaron dos de ellos. La policía trató de impedir el ataque, sin ningún éxito, pues el ánimo de los huelguistas pudo más y sólo la naturaleza vitó que las demás unidades sufrieran igual suerte; ya que en esos momentos se desató una lluvia torrencial y la gente tuvo que guarecerse. Aprovechando que el espacio estaba libre “del Cuartel de Juliaca salieron tractores que procedieron a derribar las barricadas” al mismo tiempo que arribaron más efectivos policiales. Entre las 2 y 3 de la tarde “estalló el polvorín”. Esa actitud de “limpiar” la vía, fue lo que provocó una ira de mayúscula en la población, pues en “ese momento volvió la gente y la policía abrió fuego”, y de esta manera se empezó a reprimir violentamente a la población civil que apresuradamente se dispersó en diversas direcciones. En esos primeros choques desequilibrados cayeron varios heridos y los arrestados ascendían a no menos de 18, dentro de éstos se encontraba el burgomaestre Luis Cáceres Velásquez, quien a viva fuerza fue introducido en un vehículo conjuntamente con otros “cabecillas”. Aproximadamente a las 4.20 p.m. la población en pie de lucha, llegó a converger en la Plaza Bolognesi. Así, la Comisaría policial estaba rodeada y era víctima de la enardecida población. La policía no intervino hasta que alguien lanzó una botella con gasolina que impactó en un “Land Rover” de la Guardia Civil que estaba estacionado en la puerta de la Comisaría, al mismo tiempo que otro vehículo policial era apedreado. Ante la gravedad de la situación, los policías abandonaron su recinto y el encuentro con la población civil fue inevitable; los policías salieron con ametralladoras ligeras y metralletas, e inmisericordemente arremetieron contra la muchedumbre que pedía justicia, atención a sus demandas y libertad de su alcalde. Los tiros no fueron al aire. A partir de entonces el panorama fue escalofriante. Un testigo presencial de aquellos hechos, llegó a describir las escenas de la siguiente manera: “El ruido de las ráfagas y los disparos de fusil se mezclaban con lo gritos, l os insultos, el rebotar de las piedras”. Habían heridos que se retorcían sobre el pavimento y los jardines de la plaza Bolognesi, guardias que avanzaban disparando desde el suelo. “Era de día, pero uno podía sentir la luz brillante de las ametralladoras”. “las enfermeras llegaron con las ambulancias”. “Las había de blanco, las que venían del Hospital de Juliaca y de la Clínica Americana, junto con los médicos de la Unidad de Salud”, “también las había de verde, las voluntarias de la Cruz Roja, apenas adolescentes... una de ella... con su rostro moreno de muchacha inocente... vi que estaba llorando... la chica se limpió
la cara con el revés de una mano y siguió ayudando a los heridos”. Luego de media hora la Plaza Bolognesi fue tomado por la Policía de Asalto, gracias a la oportuna intervención de los refuerzos provenientes de la Guardia Republicana y el Ejército. Mas tarde la represión se intensificó pues “la policía ingresó luego a la ciudad lanzando bombas lacrimógenas”. Las balas y las bombas lacrimógenas reventaban por doquier y la población sólo atinaba a defenderse con su cuerpo y con gritos de protesta. Hombre y mujeres se enfrentaron sin temor a las balas y varas policíacas. La población civil que era dispersada, rápidamente se reagrupaban para frenar la arremetida militar, pero, menos pudo la fuerza desarmada, que sólo atinó a retroceder y defenderse de la masacre en marcha. En el fragor de este ataque policial, los heridos caían, lo detenidos eran brutalmente golpeados y los últimos baluartes de resistencia eran asaltados sin misericordia. El edificio Cáceres, donde se habían refugiado algunas personas, fue violentamente tomado por el aparato represivo y en su interior la masare continuó, y allí fue mortalmente herido el estudiante cornejino Santiago Madani López. Radio “El Sol de los Andes” también fue ocupado y silenciado po la fuerza, y sus bravos periodistas-agitadores, a fin de no caer e manos de la represión tuvieron que huir por los techos de las viviendas vecinas. Los detenidos fueron conducidos a la Comisaría, a donde los grupo de manifestantes concurrieron a exigir su inmediata libertad y de donde fueron violentamente dispersados. Por fin, la ciudad fue “controlada” en horas de la noche, gracias a la coordinada acción del Ejército, Guardia Civil, Guardia Republicana y la PIP, esto sólo a fuerza de las armas y la violencia. A estas alturas dos camiones del Ejército recorrían la ciudad con altavoces avisando a la población permanecer n sus domicilios. Perifoneaban diciendo: “¡Quédense en sus casas... no salgan a las calles... las Fuerzas Armadas repelerán con toda energía cualquier agresión!”. ¿Quién dirigía las operaciones y daba órdenes e instrucciones para que se arremetiera tan cruelmente aun pueblo que sólo protestaba clamando justicia? El responsable fue sin duda el Ministro Javier Alva Orlandini, quien en el noche del 4 de noviembre despachaba desde la Comandancia de la Guardia Civil, desde ahí daba instrucciones e hizo suspender las garantías constitucionales por 30 días. En cambio, el coronel Manuel Corrales Tello, Director General de la Guardia Civil, fue quien dirigió personalmente las operaciones. Arrestados el Alcalde, los integrantes del Comité de Huelga y muchos otros dirigentes, la población se reorganizó y logró constituir un COMITÉ CÍVICO presidido por el vecino Mario Traversa. Dicho Comité, alentado por la efervescencia popular, se pronunció por la continuación del paro hasta que todos sus dirigentes salieran en libertad. “Juliaca no se rinde”, sentenció el Comité que había pasado a la clandestinidad.
Juntamente con el alcalde fueron detenidos, y luego remitidos a la Tercer Zona Judicial de Policía (Arequipa), los siguientes vecinos: Víctor Záferson, Jorge Monzón, Fredy Zuñiga, Alfonso Calatayú, Andrés Miranda, Sixto Záferson, Luis Arfinengo, Sergio Dávila, Mauro Catacora, Adrián Huamán, J. Aragón Núñez, Luis Cervantes Ticona y Angel Argonés.
c) Día 5: Juliaca no se rinde El día 5 Juliaca amaneció en silencio y con las calles y plaza ocupadas por las fuerzas militares. Efectivos de la Guardia de Asalto de Lima y Arequipa, al lado de miembros del Ejército de Juliaca y los “Rangers de la División de Pomata”, patrullaban las calles en carros y con las metralletas en mano. Ocupaba militarmente, Juliaca seguía empeñada con obstinación en un Paro General que sólo concluiría, según anuncio del Comité de Huelga, cuando los detenidos recobren su libertad y que las tropas armadas se retiren de Juliaca. El día 5, también el comercio no abrió sus puertas y las oficinas estatales tampoco atendieron. En la mañana, grupos de personas se reunieron en los alrededores de la ciudad, portando banderas peruanas con crespones negros. A las 12 del día, estas asambleas, fueron disueltos por la policía y el ejército. Debido a que Radio Juliaca tenía una reorientación política diferente a la de los hermanos Cáceres, esta emisora reinició sus transmisiones sólo para “pasar boletines oficiales” e informaba versiones y acciones efectuadas por las autoridades oficiales.
d) Un rumor alarmante El día 5 un rumor alarmante circuló por la ciudad, y los medios de información daban amplia cobertura a esta versión, por existir un temor persistente de una insurrección de mayores proporciones. En la mañana del 5, por todo lado se oía que algunos dirigentes salieron “secretamente” de la ciudad, a pedir ayuda campesina y éstos estaban alistándose para ingresar a la ciudad. Los despachos noticiosos al respecto informaban: “Se teme que esta madrugada se inicie un choque armado sin precedentes en los anales del departamento de Puno, cuando cientos de campesinos que se hallan en los alrededores de Juliaca, irrumpen la ciudad para tomarla por asalto”. “Se ha informado que las Fuerzas de orden, están aguardando pacientemente la invasión”, y “Han sido colocados estratégicamente armas pesadas, ya que se cree que lo campesinos tengan también esta clase de armamento”.
e) Alcalde calcetero encarcelado En plena acción represiva, el burgomaestre calcetero fue arrestado por la policía de asalto y conducido a la ciudad de Puno, sindicándole como el propulsor de esta medida de lucha. El periodismo capitalino, que seguí de cerca estos sucesos informaba que cuando se los detuvo fue conducido a empellones, y cuando la gente quiso rescatarlo “la policía cargó contra la gente. Al mismo tiempo, Luis Cáceres era duramente vapuleado. Un golpe de vara le dio en el rostro y sus anteojos volaron por el aire, hechos pedazos. Un oficial de alta graduación le dio un puntapié. Fue llevado así, en medio de golpes, hasta un Land Rover de la Guardia Civil”. “El Alcalde de Juliaca, Luis Cáceres Velásquez, fue detenido ayer (4 de Nov.) por orden del Ministro de gobierno que se halla en Puno, fue conducido hoy (5 de Nov.) a Arequipa y puesto a disposición de la Zona Judicial de Policía, junto con otras once personas”. El día jueves 11 de noviembre, el burgomaestre calcetero, de la Segunda Comisaría “fue trasladado a la Cárcel Central de Varones de Arequipa (Av. Siglo XX) al habérsele encontrado culpable. El Juez Instructor, Comandante Félix Olivares, dcitó orden de detención definitiva”. Ante la alarmante situación, llegaron también a Juliaca los diputados Róger y Néstor Cáceres. En casi media hora de permanencia en el Aeropuerto, fueron noticiados de lo que ocurría, y luego de dar algunas recomendaciones Róger Cáceres decidió regresar a Arequipa a realizar gestione relacionados con su hermano detenido; en cambio, Néstor Cáceres, haciéndose acompañar por un efectivo de la PIP, decidió quedarse en Juliaca para recoger un informe cierto en el terreno de los sucesos. Así, observamos que, cuando una autoridad recoge los anhelos y necesidades de su pueblo, sabe que tiene que enfrentarse, no sólo con sus ocasionales oponentes, sino contra el mismo orden jurídico-social imperante. Recoger las reivindicaciones más sentidas de una población, y luchar por ellas consecuentemente, tiene pues un precio muy alto, pero que vale la pena asumirlas con valentía. f) El desagravio El día lunes 15 de noviembre de 1965 el pueblo de Juliaca levantó el Paro General, debido a la liberación del Alcalde, de los integrantes del Comité de Paro y de los señores periodistas detenidos. El día 17 se llegó a aprobar el Proyecto de Ley de Amnistía en la Cámara de Diputados. El día 20 don Luis Cáceres Velásquez viajó a Lima, dos días después lo hizo una Comisión Municipal; toda esta comitiva el día 24 logró entrevistarse con el Presidente de la República, a quien expusieron los motivos de la huelga. El Alcalde juliaqueño, por su parte, también logró otra entrevista con el Presidente Fernando Belaúnde el día 3 de diciembre, y al día siguiente el Gobierno restableció las Garantías Constitucionales y el retorno del Estado de Derecho en la Provincia de San Román. Los primeros días d diciembre se anunciaba en Juliaca la llegada de su Alcalde, e
inmediatamente se preparó una apoteósica recepción. El día 5 de diciembre el pueblo calcetero se volcó al Aeropuerto a recibir a su burgomaestre. Fue multitudinario el recibimiento que se le tributó a Luis Cáceres Velásquez, quien vino acompañado de su hermano Róger, del periodista Juan Ramírez Lazo y otros personajes que participaron activamente en estas jornadas de lucha. El encuentro del Alcalde con su pueblo fue grandemente emotivo, hombres y mujeres con lágrimas le dieron el abrazo de bienvenida. El Alcalde hizo su ingreso triunfal, a la ciudad, en hombros del pueblo y se llevó a cabo una manifestación apoteósica en la Plaza de Armas. El programa de recepción duró más de cuatro horas, desde las 11.30 a.m. hasta las 4.00 p.m. que incluyó una misa. Acto seguido se realizó una concurrida Sesión Solemne en el local del Municipio, y allí fueron declarados hijos predilectos Luis Cáceres, Víctor Záferson, Mario Traversa Rivera, Angel Aragonés, y Natividad Soto; el periodista Juan Ramírez Lazo fue declarado Huésped Ilustre. 8.6 CRÓNICA DEL EPISODIO a) Día 3: el desaire En la víspera del Paro cundía la tensión y los medios de comunicación de Lima y la región prestaron mayor atención al suceso que se avecindaba. En horas de la mañana de aquel día, arribó a Juliaca el Ministro de Gobierno y Policía, Javier Alva Orlandini, acompañado de altos funcionarios gubernamentales. Una Comisión de vecinos de Juliaca fueron al Aeropuerto para entregarle algunos documentos, exponer sus quejas y esperar respuestas afirmativas. Sin embargo, el Ministro no recibió el petitorio y “dijo no conocer los problemas de esa localidad y que su viaje obedecía concretamente a una invitación que le formularon para inaugurar obras en Puno” e invocó al Alcalde de San Román “para que persuadiera al pueblo, a fin de que no adopten actitudes violentas”; y, a insistencia de la delegación juliaqueña, el Ministro prometió dialogar en horas de la tarde con mayor tranquilidad. Dicho esto, la Comitiva Ministerial abordando los vehículos que les aguardaban se dirigieron a Azángaro, en donde el Ministro fue declarado “Huésped Ilustre” al mismo tiempo que recibió un enérgico discurso de su Alcalde Mauro Paredes. Ante la ausencia de la delegación oficialista, las autoridades políticas anunciaron que a las 16.00 horas se realizaría una reunión de “Alto Nivel” para evitar la huelga que tiene proyectada el pueblo juliaqueño. Cuando la Comitiva Ministerial emprendió el retorno de Azángaro, cometieron un gravísimo error que encolerizó a la población de Juliaca; pues en una actitud repudiable, atravesaron la ciudad por un camino inhabitual, faltando así a su promesa de diálogo. Esta conducta del Ministro atizó la ira calcetera, y esa misma noche, se ratificó el Paro general. Así se echaron las bases de un Paro total y con grandes repercusiones. Las dos emisoras, Radio “Juliaca” y “Sol de los Andes”, fueron los principales voceros del
mensaje de protesta. Fue Radio “El Sol de los Andes”, la que con mayor fuerza y contundencia llamaba a la lucha e incitaba a la rebeldía.
b) Día 4: la masacre El paro se inició a las cero horas del día 4 de noviembre de 1965. “Una carga de dinamita rubricó el comienzo de una explosiva violencia”. Aproximadamente a la 1.00 de la madrugada se realizó una última reunión de coordinación, la misma que concluyó con la intervención de la Sra. Naty Soto, quien arengó a la gente “a luchar hasta el final”. Juliaca amaneció con el cielo nublado, con las carreteras y el ferrocarril bloqueados y, desde el comienzo la paralización era total. Los medios de seguridad fueron extremas; la policía y el ejército se apostaron en lugares estratégicos con armas ligeras y pesadas. El periodismo que seguía de cerca este suceso llegó a escribir: “JULIACA, prácticamente está en pie de guerra”. A eso de las 6.30 de la mañana ocurrió el primer choque entre pobladores y policías, en la Av. Manuel Nuñez Butrón, cerca al hospital general. Alas 10.45 a.m. era cada vez más creciente la protesta popular. Mientras el grueso de los manifestantes ocupaban las principales calles, otro grupo de huelguistas, sacaban algunas rieles y durmientes del ferrocarril al observarse movimientos de trenes. Las autoridades de Puno, teniendo pleno conocimiento de que en Juliaca el paro era total, cometieron la imprudencia de enviar vehículos pertenecientes a la UNTA y a la Corpuno; estos carros formaban parte del convoy que iban al encuentro del Presidente de la Cámara de Diputados, Ministros y demás funcionarios del régimen invitados a los festejos de Puno. Los vehículos fueron interceptados por los huelguistas, a eso de la 1.10 p.m. y éstos provocativamente se introdujeron “violentamente entre los numerosos ciudadanos que estaban ubicados en la carretera, casi prácticamente atropellándolos”, pero más pudo la fuerza de los pobladores que impidieron el avance de los vehículos, ante esto, los ocupantes de los carros se mostraron sumamente beligerantes, “En uno de estos vehículos (de la Corpuno) se encontraba el Teniente del Ejército José Yale Morales, que sacó su revólver para amedrentar a la turba”; esa temeraria actitud provocó que alguien lanzara una piedra e hiriera al militar quien de inmediato fue conducido a la Clínica Americana para su tratamiento. Los huelguistas apedrearon a los vehículos e incluso volcaron e incendiaron dos de ellos. La policía trató de impedir el ataque, sin ningún éxito, pues el ánimo de los huelguistas pudo más y sólo la naturaleza vitó que las demás unidades sufrieran igual suerte; ya que en esos momentos se desató una lluvia torrencial y la gente tuvo que guarecerse. Aprovechando que el espacio estaba libre “del Cuartel de Juliaca salieron tractores que procedieron a derribar las barricadas” al mismo tiempo que arribaron más efectivos policiales.
Entre las 2 y 3 de la tarde “estalló el polvorín”. Esa actitud de “limpiar” la vía, fue lo que provocó una ira de mayúscula en la población, pues en “ese momento volvió la gente y la policía abrió fuego”, y de esta manera se empezó a reprimir violentamente a la población civil que apresuradamente se dispersó en diversas direcciones. En esos primeros choques desequilibrados cayeron varios heridos y los arrestados ascendían a no menos de 18, dentro de éstos se encontraba el burgomaestre Luis Cáceres Velásquez, quien a viva fuerza fue introducido en un vehículo conjuntamente con otros “cabecillas”. Aproximadamente a las 4.20 p.m. la población en pie de lucha, llegó a converger en la Plaza Bolognesi. Así, la Comisaría policial estaba rodeada y era víctima de la enardecida población. La policía no intervino hasta que alguien lanzó una botella con gasolina que impactó en un “Land Rover” de la Guardia Civil que estaba estacionado en la puerta de la Comisaría, al mismo tiempo que otro vehículo policial era apedreado. Ante la gravedad de la situación, los policías abandonaron su recinto y el encuentro con la población civil fue inevitable; los policías salieron con ametralladoras ligeras y metralletas, e inmisericordemente arremetieron contra la muchedumbre que pedía justicia, atención a sus demandas y libertad de su alcalde. Los tiros no fueron al aire. A partir de entonces el panorama fue escalofriante. Un testigo presencial de aquellos hechos, llegó a describir las escenas de la siguiente manera: “El ruido de las ráfagas y los disparos de fusil se mezclaban con lo gritos, los insultos, el rebotar de las piedras”. Habían heridos que se retorcían sobre el pavimento y los jardines de la plaza Bolognesi, guardias que avanzaban disparando desde el suelo. “Era de día, pero uno podía sentir la luz brillante de las ametralladoras”. “las enfermeras llegaron con las ambulancias”. “Las había de blanco, las que venían del Hospital de Juliaca y de la Clínica Americana, junto con los médicos de la Unidad de Salud”, “también las había de verde, las voluntarias de la Cruz Roja, apenas adolescentes... una de ella... con su rostro moreno de muchacha inocente... vi que estaba llorando... la chica se limpió la cara con el revés de una mano y siguió ayudando a los heridos”. Luego de media hora la Plaza Bolognesi fue tomado por la Policía de Asalto, g racias a la oportuna intervención de los refuerzos provenientes de la Guardia Republicana y el Ejército. Mas tarde la represión se intensificó pues “la policía ingresó luego a la ciudad lanzando bombas lacrimógenas”. Las balas y las bombas lacrimógenas reventaban por doquier y la población sólo atinaba a defenderse con su cuerpo y con gritos de protesta. Hombre y mujeres se enfrentaron sin temor a las balas y varas policíacas. La población civil que era dispersada, rápidamente se reagrupaban para frenar la arremetida militar, pero, menos pudo la fuerza desarmada, que sólo atinó a retroceder y defenderse de la masacre en marcha.
En el fragor de este ataque policial, los heridos caían, lo detenidos eran brutalmente golpeados y los últimos baluartes de resistencia eran asaltados sin misericordia. El edificio Cáceres, donde se habían refugiado algunas personas, fue violentamente tomado por el aparato represivo y en su interior la masare continuó, y allí fue mortalmente herido el estudiante cornejino Santiago Madani López. Radio “El Sol de los Andes” también fue ocupado y silenciado po la fuerza, y sus bravos periodistas-agitadores, a fin de no caer e manos de la represión tuvieron que huir por los techos de las viviendas vecinas. Los detenidos fueron conducidos a la Comisaría, a donde los grupo de manifestantes concurrieron a exigir su inmediata libertad y de donde fueron violentamente dispersados. Por fin, la ciudad fue “controlada” en horas de la noche, gracias a la coordinada acción del Ejército, Guardia Civil, Guardia Republicana y la PIP, esto sólo a fuerza de las armas y la violencia. A estas alturas dos camiones del Ejército recorrían la ciudad con altavoces avisando a la población permanecer n sus domicilios. Perifoneaban diciendo: “¡Quédense en sus casas... no salgan a las calles... las Fuerzas Armadas repelerán con toda energía cualquier agresión!”. ¿Quién dirigía las operaciones y daba órdenes e instrucciones para que se arremetiera tan cruelmente aun pueblo que sólo protestaba clamando justicia? El responsable fue sin duda el Ministro Javier Alva Orlandini, quien en el noche del 4 de noviembre despachaba desde la Comandancia de la Guardia Civil, desde ahí daba instrucciones e hizo suspender las garantías constitucionales por 30 días. En cambio, el coronel Manuel Corrales Tello, Director General de la Guardia Civil, fue quien dirigió personalmente las operaciones. Arrestados el Alcalde, los integrantes del Comité de Huelga y muchos otros dirigentes, la población se reorganizó y logró constituir un COMITÉ CÍVICO presidido por el vecino Mario Traversa. Dicho Comité, alentado por la efervescencia popular, se pronunció por la continuación del paro hasta que todos sus dirigentes salieran en libertad. “Juliaca no se rinde”, sentenció el Comité que había pasado a la clandestinidad. Juntamente con el alcalde fueron detenidos, y luego remitidos a la Tercer Zona Judicial de Policía (Arequipa), los siguientes vecinos: Víctor Záferson, Jorge Monzón, Fredy Zuñiga, Alfonso Calatayú, Andrés Miranda, Sixto Záferson, Luis Arfinengo, Sergio Dávila, Mauro Catacora, Adrián Huamán, J. Aragón Núñez, Luis Cervantes Ticona y Angel Argonés.
c) Día 5: Juliaca no se rinde El día 5 Juliaca amaneció en silencio y con las calles y plaza ocupadas por las fuerzas militares. Efectivos de la Guardia de Asalto de Lima y Arequipa, al lado de miembros del Ejército de Juliaca y los “Rangers de la División de Pomata”, patrullaban las calles en carros y con las metralletas en mano.