J udaísmo y C ri sti sti ani smo -recopilacion– (por D.I.E)
A mi esposa Mary, Mary, lo mejor de mi
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A mi esposa Mary, Mary, lo mejor de mi
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Prologo
No se trata de un libro, ni de un estudio, ni de un manual o texto exhaustivo. ¡No!, ni mucho menos. Se trata simplemente, querido lector, de un deseo y un estímulo. El deseo o la intención de que cualquier persona, con inquietud i nquietud espiritual, se acerque a los pilares básicos de la religión judía, que conozca cuales son sus preceptos y mandatos, su concepción del mundo, de la divinidad o de la liturgia, de sus patriarcas y sobre todo intentar dar respuesta a preguntas tales como “¿de donde viene todo esto?”, “¿Cuáles son sus raíces?”. También mi anhelo es aproximarle a otro cimiento fundamental e indispensable: la aparición de Jesucristo, quién surgido de una minúscula parte del atlas mundial, pero con grandes ideas y hechos lo cambia todo, es por tanto, lo más grandioso del cristianismo. Judaísmo y cristianismo, mucho más que religión. Un mundo m undo que comenzó hace más de 3.500 3 .500 años y que perdura hasta nuestros días. Por su complejidad es difícil abarcarlo y analizarlo en su totalidad. Cada aspecto es fascinante y lo que se ha intentado explicar en una página, necesita libros enteros para ser comprendido. Cada tema es, sin dudas, una invitación a descubrir todo un mundo.
D.I.E , 7 de enero en ero de 2.008
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“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido no hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.”.
(Eclesiastés 1:9-11 )
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INTRODUCCION AL JUDAISMO El judaísmo es, sin dudas, una de las religiones más relevantes en la historia de la humanidad, sobre todo por su carácter de fundador del monoteísmo. Pero el judaísmo es mucho mas amplio: abarca, además de una religión, un pueblo y una nación. De su seno brotó el cristianismo. Una de sus características fundamentales, es que no esta centrado en un profeta o un salvador, sino en la idea de un pueblo elegido. El judaísmo, seguramente, sería inconcebible sin el pueblo hebreo, así como el cristianismo sería inconcebible sin Jesús, el budismo sin Buda o el islamismo sin Mahoma. Podríamos definir al judaísmo como la religión de los judíos, israelitas o hebreos –que son las tres denominaciones que recibe el pueblo judío como tal- a través de 40 siglos, pero que abarca tanto creencias, como costumbres y estilos de vida. El judaísmo es también una nación. Los judíos han reclamado para sí la posesión de una tierra histórica en común: la tierra de Israel. Según el libro de Génesis en la Biblia, Dios le prometió al primer patriarca Abraham en el primer pacto: “A tus hijos les daré la tierra de Israel como heredad” (Génesis 12:2-7). Posteriormente, este pacto fue ratificado por Moisés, quien conduciría al pueblo, después de la liberación de Egipto, a esa tierra, la tierra prometida. (Éxodo 3:17).
¿Qué significa ser Judío? Ser judío conlleva aceptar toda una tradición religioso-cultural como elemento esencial que determina el comportamiento y la razón de ser de todo un pueblo. En la formación del pueblo judío hay una intervención divina en la historia, aparece precisamente cuando Dios entrega la Torá (la palabra de Dios) al pueblo judío. Actualmente, la comunidad judía esta presente en muchos países: Estados Unidos (5.600.000 personas, aproximadamente), Israel (4.700.000), Francia (600.000), Rusia (450.000), Canadá (360.000), Ucrania (310.000), Gran Bretaña (300.000), Argentina (230.000) y Brasil (130.000), entre otras.
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EL JUDAISMO, UNA RELIGION DIFERENTE A TODAS Podemos empezar aclarando algunos conceptos. La Biblia se refiere a Abraham como ivrí (hebreo) y su nombre se entiende como “padre de una multitud” , probablemente por haber emigrado de la otra margen (oriental) del río Éufrates, ya que ivrí significa “de la otra margen”. Por otro lado, Israel fue el segundo nombre de Jacob, nieto de Abraham. Sus doce hijos y los descendientes de estos fueron conocidos como “los hijos de Israel”, o el pueblo o nación israelita. Por su parte, “judío” deriva de Judá, hijo de Israel (Jacob), la mas importante de las doce tribus. En la actualidad, el pueblo se denomina judío, su religión judaísmo, su lenguaje hebreo y su tierra Israel.
La gran familia Judía Este pueblo, Israel, inició su existencia como una familia cuyos orígenes se remontan a Abraham el Hebreo , que vivió hace aproximadamente 3.600 años. La fe monoteísta sostenida por Abraham y el “pacto con Dios”, establecido por él y reafirmado por sus descendientes, identificó a esta familia como adherentes a una fe singular. Es justamente este origen, consignado así en el Antiguo Testamento al aceptar la Torá y tomar posesión de la tierra prometida por Dios, lo que hace que los judíos siempre se hayan considerado en cualquier parte del mundo como integrantes de una vasta familia. La pertenencia a esta familia queda determinada por vía materna. El niño de toda mujer judía es considerado un miembro de la misma, justamente porque todos los judíos se consideran descendientes de esas doce familias. Pero también es posible convertirse al judaísmo, así el convertido o también llamado prosélito, se asocia con los hijos de Israel en la práctica religiosa. Hay que destacar que el judaísmo no es una religión étnica, puesto que incluye personas de distintas razas y pluralidad cultural. Los judíos se consideran emparentados entre sí tan profundamente que aunque algunos judíos se rebelen contra la fe, se siguen considerando judíos.
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El nacimiento de un culto diferente Actualmente, el monoteísmo supera los 2.000 millones de personas, repartidas entre tres grandes ramas: el judaísmo con 15 a 18 millones de personas, el cristianismo con 1.200 millones y el islamismo con 900 millones. Por tanto, el monoteísmo representa solo un tercio de la humanidad, frente a dos tercios que viven fuera de la representación mental a la que muchos de nosotros estamos habituados, según la cual un Dios Único es el Creador de todas las cosas y de los hombres, a los cuales ha enviado Profetas para revelarles la Ley a seguir. Esta Ley, ha sido puesta por escrito en un Libro revelado, y el hombre que la sigue gana el Paraíso, mientras que el que la obedece es arrojado al Infierno. Se puede decir que los tres monoteísmos (judaísmo, cristianismo e islamismo) tienen como mínimo este punto en común. Pero, ¿Cómo surge este culto que reúne hoy a más de 2.000 millones de personas en el mundo? El origen esta en el nacimiento del judaísmo y su culto a Yahvé. Moisés, líder de los hebreos esclavizados en Egipto, tuvo que huir al desierto de los madianitas por haber matado a un egipcio que asaltaba a un hebreo. En el desierto, Moisés se casa con la hija de un sacerdote llamado Jetró, de esa región, ver Éxodo 18:7-12. Es durante su estancia en el desierto, cuando se le aparece Yahvé a Moisés, y según Éxodo 3:13-15, antes de Moisés el dios de los hebreos no era Yahvé. Solo después de Moisés los hebreos comenzaron a identificar a Yahvé con su Dios. Entonces, si los hebreos, antes de que Moisés se encontrara con Dios y éste le revelara su nombre no adoraban a Yahvé, puesto que no lo conocían, ¿Qué religión tenían? ¿Y de donde aprendió Moisés el nombre de Yahvé? Los documentos bíblicos afirman que fue una iniciativa de Yahvé y los estudiosos de las religiones mantienen que las fuentes bíblicas dan cuenta de que este nombre fue usado antes de Moisés por grupos del desierto (los Madianitas y los Quenitas –según indican Caín fue padre de los Quenitas, adoradores de Yahvé-). Por tanto, todo parece indicar que Yahvé era el mismo dios que el Dios de Abraham, como también el Dios de Isaac y el dios de Jacob, el dios al que habían adorado los hebreos primitivos. Lo nuevo sería que ese Dios tiene ahora un nombre: Yahvé.
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Del Dios de un pueblo al Dios Universal ¿Cómo es posible que el dios de un pueblo poco numeroso, que no era relevante ni en el aspecto cultural ni en el político, se haya convertido en un dios universal? Pues, por ejemplo, los moabitas adoraban a Kemosh, los amonitas a Milkom, los asirios a Asur y los egipcios a Amón-Ra. Todos ellos tenían unas ciertas tareas específicas, como ocuparse de la guerra, de la paz, del bienestar, del rey, la fertilidad, el clima, etc. Las razones que hicieron que Yahvé se erigiera sobre los demás dioses son desconocidas, pero los investigadores creen que una de las causas fundamentales radica en que Yahvé es el único dios que no tiene parientes. Es decir, no es hijo de otro dios, ni tiene esposa ni descendencia, algo absolutamente común entre los dioses citados anteriormente. Por otra parte, el pueblo judío tenía conciencia desde un principio que Yahvé era creador del pueblo de Israel, pero no creador del mundo. La elaboración de la doctrina de la creación es muy posterior a la historia de la formación de Israel. Ésta se inicia en sus contactos con los cananeos y se perfecciona bajo el dominio de los imperios de Asiria y Babilonia. Si el Dios nacional crea el mundo, este debe ser también dios del mundo, dios de todos, no sólo de los judíos. Esta idea, tan simple como parece, propició un debate cuyas conclusiones perduran hasta nuestros días. Los judíos, al convertir en universal a su dios, que hasta el momento era, por así decirlo, sólo de ellos, se encontraron con una disyuntiva: ¿podían considerar que cualquier persona era hija de su dios? ¿O, por el contrario, debían poner algún tipo de restricción? Dentro de los judíos religiosos, había dos grupos mayoritarios: los representantes de la oficialidad y otros grupos destacados por su espiritualidad (los esenios, los seguidores de Jesús). Estos grupos espirituales crearon la doctrina de que para ser hijo de Dios, e incluso miembro del pueblo de Israel, no era necesario ser judío.
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LO COMUN Y LO SINGULAR DEL JUDAISMO Hay conceptos clave que sí son propios del judaísmo y que, de hecho, son los que lo diferencian del cristianismo y del islamismo. El desconocimiento de las similitudes y de las diferencias ha entrañado a lo largo de la historia el rechazo, la sospecha, la persecución y la violencia entre estas religiones. Deberíamos preguntarnos por qué los monoteísmos se excluyen recíprocamente cuando bien podrían incluirse o, al menos, respetarse.
La religión revelada La idea de un Dios único tiene, en el caso del judaísmo (y, por tanto, en el cristianismo y el islamismo), una característica muy particular. La idea de un Dios único no proviene de los hombres, sino de Dios mismo. El origen del hebraísmo esta en Abraham (siglos XIX-XVIII a.C.), y que su principal conformador es Moisés (siglo XII a.C.). Pero lo verdaderamente singular es que es Yahvé mismo quien se revela al hombre, es Dios quien sale al encuentro del ser humano y no éste el que lo busca. Se trata de una relación muy especial con El Que Es (Yahvé), que se aparece a Moisés y le revela la doctrina y la moral del hebraísmo.
La esperanza Mesiánica Si algo caracteriza de manera particular al pueblo judío es la esperanza que mantiene en el Mesías, de manera constante y profunda, desde los días del profeta Isaías. Pero ¿quién es el Mesías? Los judíos creen que es un descendiente de la casa de David, que llegará para redimir a la humanidad y establecer el reino de Dios en la Tierra. La palabra “Mesías” proviene del hebreo Mashiaj , que en griego equivale a Khristós y que significa “ungido”. Sería el instrumento humano de la voluntad divina y su misión establecer el reino de Dios en la Tierra caracterizado por la hermandad, la paz y la justicia. Los profetas fueron quienes dieron una definición más exacta del salvador del pueblo. De acuerdo con sus predicciones tendría que derrotar a los enemigos
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de Israel, restaurar la tierra, reconciliarlos con Dios e inaugurar un período permanente de armonía espiritual y física. Los siglos de persecución contra los judíos fueron los que mayor ímpetu dieron al mesianismo. En general, los sufrimientos se consideraron como presagio de la llegada del redentor. Así sucedió con las Cruzadas (1096), la epidemia de peste negra en Europa (siglo XIV), la expulsión de los judíos de España y Portugal (1492) y las matanzas en Polonia y Ucrania (1648). Del siglo XII en adelante la especulación y la creencia mesiánica se centraron en la literatura cabalística, que se verá más adelante.
El judaísmo y su relación con otras religiones Las dos religiones que más estrechamente se relacionan con el judaísmo son, sin lugar a dudas, el cristianismo y el islamismo. Aparentemente, estas tres religiones adoran al mismo Dios, el Dios de Abraham, un mesopotamio nacido unos diecisiete siglos antes de Cristo, que emigró de su pueblo natal (Ur) para establecerse en lo que ahora es Palestina, donde la Biblia dice que Dios le prometió tierra suficiente para crear una gran nación. Dos primogénitos, ambos hijos de Abraham, serían las cabezas de dos de esos grandes pueblos: árabes e israelitas. Ismael (“Dios oye”), el hijo primogénito de Abraham y de una esclava egipcia llamada Agar (“errante”), puede considerarse como el Padre de todos loa árabes y, por tanto, de todos los musulmanes. Isaac (“risa”), otro hijo de Abraham, primogénito de su esposa Sara (“ princesa”), puede considerarse como el Padre de todos los judíos. Josué (“ Jehová es salvación”), colaborador y sucesor de Moisés (“sacado de”, que como hemos dicho, liberó al pueblo hebreo cautivo en Egipto y lo condujo hacia la Tierra Prometida de Canaán), fue el que conquistó la Tierra Prometida, donde los judíos adoptaron posteriormente para su pueblo el nombre de Israel (“luchador con Dios”). En el año 70 de nuestra Era, un levantamiento de los judíos contra los romanos que dominaban la región, terminó con la destrucción del Templo de Jerusalén. Este acontecimiento dispersó (diaspora), a los judíos que llevaron su religión a otros pueblos del mundo. Pero otro grupo de judíos, que se habían reunido en torno a un carismático hombre de Nazaret, comenzaron a gestar una nueva religión, basada en uno de los acontecimientos más memorables de la antigua Palestina ocupada por los romanos: la muerte en la cruz a quien llamaban Jesús, el cual fue “ajusticiado” en la víspera de la Pascua judía del año 30.
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Pasaron varios siglos para que surgiera el islamismo. Se reconoce a Mahoma como fundador de esta religión, en el año 622 de nuestra era. Según la tradición musulmana, Mahoma fue animado por una aparición del arcángel Gabriel, quien prácticamente lo obligó a crear para su pueblo una religión basada en un solo Dios al que llamaron Alá. Esta nueva religión fue llamada islamismo, de Islam, que significa “sumisión” (a Dios). A sus seguidores se les llama musulmanes o mahometanos. Los musulmanes creen que Alá es el único y verdadero Dios. Creen en los profetas judíos y cristianos, incluyendo a Abraham, Moisés y Jesús. Pero no creen que Jesús sea el hijo de Dios, sino otro de los profetas que precedieron al verdadero profeta, es decir, a Mahoma, el elegido de Dios para transmitir al mundo sus enseñanzas. Por eso dicen los musulmanes que “solo Alá es Dios”, y que “solo Mahoma es su Profeta”. Estas tres religiones mayoritarias (judaísmo, cristianismo e islamismo) coinciden en rendir culto a un único Dios, al que consideran creador de todo el universo. Además, creen en la inmortalidad del alma humana y en el advenimiento del día del juicio final que premiará con el cielo a los rectos y justos o castigará con el infierno a los malvados. También comparten con el budismo la creencia de que un día llegará una era de paz y felicidad a la tierra que será instaurada, en el caso del judaísmo, por un descendiente del rey David; en el cristianismo, por Jesús; en el islamismo por un idea o Mahdi , y en el budismo por la Maitreya. Pero las diferencias son también relevantes. Una de las principales causas por las que el cristianismo se aleja del judaísmo es la aparición de Jesús de Nazaret, no solo por haberlo identificado como el Mesías, sino por haberlo considerado Hijo de Dios. Como dato curioso, el Islam es el único que claramente a establecido un nombre para Dios (Alá). El judaísmo, por el contrario, prefiere no pronunciar el nombre divino, por considerarlo demasiado sagrado, pero lo define con cuatro letras (tetragramatón) del alfabeto hebreo, que no tiene vocales. Las cuatro letras del tetragramatón han sido traducidas como “Yahvé”; otros las han traducido como “Jehová”. Tetragrámaton , las cuatro letras hebreas que definen el nombre de Dios, es una palabra formada por tres vocablos que vienen de tetra = cuatro; grama = letra; y atón = el Sol. Atón , el Sol, fue en realidad el primer dios monoteísta de los antiguos egipcios, con quienes los hebreos habían vivido antes de ser liberados por Moisés. Tetragrámaton significa, literalmente, “las cuatro letras de Dios”.
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Una relación poco cordial ¿Cómo es posible que tres religiones que tienen un pasado común y reconocen al mismo Dios, nos parezcan hoy tan radicalmente diferentes? La respuesta se encuentra, en gran parte, en que la coherencia de cada uno, sentida como la única verdad, excluye la coherencia del otro, y en que cada uno reclama una legitimidad que niega la del otro. El cristianismo se desmarcó del pensamiento judío tradicional poniendo el énfasis en la idea de la resurrección. Si el cristianismo, que surge trece siglos después del judaísmo, significó la ruptura y la aparición de una nueva religión, no podemos decir menos del islamismo. Éste aparece siete siglos después que el cristianismo y veinte después que el judaísmo. El Islam también defiende su legitimidad en la creencia de un libro único el Corán -, revelado a Mahoma por medio del arcángel Gabriel. Según el Islam es Mahoma el último profeta enviado por Dios para restablecer el verdadero monoteísmo. Para los musulmanes, hay varias razones que prueban la misión profética de Mahoma. Entre otras, mencionan la tesis de la falsificación de las Escrituras por parte del judaísmo y del cristianismo. ¿Por qué la Torá y el Evangelio serían falsos? Entre otras causas, porque ocultan la buena nueva de la venida de Mahoma y porque el Mensaje inicial ha sido diversificado en numerosas versiones como, por ejemplo, el Inyil (El Evangelio) que los cristianos han reproducido en cuatro libros (Mateo, Lucas, Marcos y Juan) donde, según los islamistas, abundan numerosas contradicciones, sin mencionar los evangelios apócrifos que se han dejado de lado.
¿Es imposible el acercamiento? Podemos poner ejemplos de manera anecdótica, así tenemos que el judío encuentra normal, explicable y justificable que Dios se aparezca a Moisés en el monte Sinaí, pero expresa una completa reserva frente a la idea de la resurrección de Jesús o de Mahoma a quien el arcángel Gabriel trasmite la palabra divina. De la misma forma, los musulmanes ven en el cristianismo una especie de triteísmo (a causa de la Trinidad), mientras que su actitud ante el Corán se aproxima quizá demasiado a la logolatría (es decir, a la veneración de la palabra). Con todo esto, parece que cada monoteísmo esta más inclinado a subrayar lo que le parece excesivo y consecuentemente irracional en el otro, en lugar de
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mirarse a sí mismo y evaluar cuanto de irracional puede haber en su propio credo. De esta manera, cada uno de ellos se atribuye una legitimidad que, evidentemente, no deja sitio al otro. Si Dios se ha revelado a uno de sus “fundadores” en concreto, es algo que jamás podrá probarse científicamente, quedando solo el camino de la confianza, el camino de la fe.
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LOS ORIGENES Para el pueblo judío su historia es una historia sagrada, que comienza con la elección del pueblo por parte de Dios –Yahvé– y por mediación de este pueblo Dios bendecirá a todas las naciones. La historia del pueblo judío esta en la Biblia hebrea, que coincide esencialmente con el Antiguo Testamento cristiano.
La etapa patriarcal Abraham (“ padre de multitud numerosa”) nombre que sustituyó al anterior Abram (“ padre de elevación”) considerado como el primero de los Patriarcas y el padre de los hebreos, fue originario de la ciudad de Ur de los caldeos, hoy ciudad desaparecida, pero que se ubicaría en la actual Irak. Su nacimiento se produjo hacia el siglo XV a.C. Murió en el territorio de Hebrón (Palestina), donde fue enterrado junto con su mujer Sara, Isaac, Jacob (Israel), Rebeca (esposa de Isaac) y Lea (esposa de Jacob, hijo de Rebeca e Isaac). Hay muchas pruebas y descubrimientos arqueológicos que refuerzan la posibilidad de comprender las historias referidas en la Biblia a la antigua Mesopotamia , sus formas de gobierno, sus lenguas, etc. Abraham y su familia emigraron, por mandamiento divino de Mesopotamia a Canaán (Génesis 12:1-3), según los eruditos sobre el año 2000 a.C. La Tierra de Canaán –o Judá, Palestina e Israel, como sucesivamente se la denominó- estaba enclavada en un sitio privilegiado. No hay pruebas para afirmar si esto ocurrió realmente, pero lo cierto es que coincide hacia esa época la migración de numerosos pueblos tribales desde el sur del Cáucaso hacia Europa Occidental. Según restos arqueológicos, era habitual en esa época la vida nómada, basado en la ganadería trashumante, tal como se describe la de Abraham. El personaje de Abraham es conocido por el relato del sacrificio de su hijo Isaac a Dios (Génesis, capitulo 22), estableciendo Dios una alianza con él, cuyo símbolo fue la circuncisión. Murió a la edad de 175 años y su tumba, lugar de peregrinación durante muchos siglos, se encuentra en la caverna de Macpelá, al este de Manré (Génesis 25:7-9).
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Las doce tribus Abraham tuvo al menos dos hijos: Ismael, de su esclava Agar, considerado el padre de los ismaelitas (beduinos nómadas), los árabes. Isaac, de su esposa Sara, estéril hasta avanzada edad. Padre de Esaú y Jacob (Israel). A estos hay que añadir otros seis con Cetura, una concubina, tras la muerte de Sara (Génesis 25:1-6). Así, Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob forman la línea de referencia del pueblo hebreo fiel a la alianza divina. Jacob recibió de Dios un nuevo nombre, Israel, y de sus doce hijos surgieron las doce tribus del pueblo judío, los descendientes de Israel: Aser, Benjamín, Dan, Gad, Isacar, José (leer preciosa historia a partir de Génesis 37), Judá, Leví, Neftalí, Rubén, Simeón y Zabulón, de madres diferentes: Lea, Raquel, Bilha y Zilpa (Génesis 35:22-26).
Rezo ante el muro de las lamentaciones en Jerusalén, lugar sagrado para los judíos.
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Moisés y el Éxodo Los hebreos permanecieron en Palestina hasta que llegó una temporada de sequía y el nieto de Abraham, Jacob –también llamado Israel- se trasladó a Egipto, pues la región del Nilo les aseguraría granos, pesca y caza. Esta se conoce como la primera diáspora del pueblo judío, a la que seguirán otras que marcarán su historia. Los descendientes de Jacob se convirtieron en esclavos de Egipto. Fue en esas circunstancias que el profeta Moisés recibió la señal divina de regresar a Canaán, la Tierra Prometida. Después de 400 años de esclavitud, los israelitas fueron conducidos a la libertad por Moisés alrededor de los siglos XIII-XII a.C. El Éxodo de Egipto dejó una marca imborrable en la memoria nacional del pueblo judío y pasó a ser el símbolo de la libertad y la redención. Año tras año, los judíos celebran Pésaj (Pascua), Shavuot (Pentecostés) y Sucot (La Fiesta de los Tabernáculos), para conmemorar los eventos ocurridos en ese tiempo. Después de la muerte de José surgió un rey que receló de la creciente fuerza de los hebreos (Éxodo 1:8-9), instituyendo una serie de medidas represivas y persecutorias llegando a ser esclavos de Faraón. Si consideramos el testimonio de la Biblia al nombrar Pitón y Ramesés (Éxodo 1:11) como ciudades construidas por los esclavos hebreos, el Faraón responsable bien pudo haber sido Ramsés II. Moisés, que era un hebreo traído a la casa real, huyó de Egipto a Madián, por matar a un egipcio en favor de un hebreo (Éxodo 2:11-15). En su exilio recibió el llamado de Dios para rescatar a los hijos de Israel de Egipto. Faraón rehusó satisfacer dicho mandato divino, pero después de diez plagas catastróficas sobre el país (Éxodo 7:17 – 12:36), se permitió a los esclavos salir de Egipto. Moisés es una figura monumental y carismática, cuya humanidad se pone claramente de manifiesto: es el líder militar, el legislador, el administrador público y el intermediario entre el pueblo y Dios. Moisés, además de fundar el pueblo de Israel, al promover la salida de los hebreos de Egipto, capitaneó el único levantamiento de esclavos que tuvo éxito en toda la historia de la humanidad. A estos esclavos los convirtió en sus propios dueños y les dio una legislación, una religión y una filosofía que les inmunizara contra la recaída en la esclavitud. No existen vestigios arqueológicos del Éxodo, ni siquiera en los monumentos egipcios.
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El arca de la alianza En esta época, el pueblo de Israel poseía un objeto que, para ellos, era el más sagrado y poderoso: el Arca de la Alianza. Era semejante a una caja rectangular de madera de acacia [1] cubierta de oro. En cada extremo tenía dos querubines enfrentados. En su interior se guardaban las dos tablas de piedra con los diez mandamientos que había recibido Moisés, el maná (alimento que comieron los judíos en sus años por el desierto) en un jarrón de oro y la vara de Aarón.
Representación ilustrativa del Arca
El Arca simbolizaba la presencia de Dios y era también un talismán en la batalla, como en la conquista de Jericó (Josué 6:6). El Arca permaneció en el tabernáculo, en Silo. Más adelante, el rey David transportó el Arca a Jerusalén y luego fue colocada en el templo de Salomón, pero desapareció cuando los babilonios invadieron Jerusalén en el año 587 a.C. [1] La Madera
de Acacia es muy dura, elástica y tenaz. De albura amarilla y duramen amarillo-verdoso oscuro. Muy duradera, por resistir bien a los cambios de humedad y a la pudrición. Densidad: 0,66 a 0,77. Por ser la Acacia un árbol de fácil desarrollo en terrenos áridos, se emplea en consolidación de diques, de arenas, dunas y vallados, y en la realización de pilotes, engranajes, clavijas y ebanistería.
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La revelación divina La Biblia relata la grandiosa revelación del Monte Sinaí, un sitio del que aún hoy se desconoce su ubicación geográfica exacta. Allí, el mismo Creador dictó los Diez Mandamientos ante el pueblo congregado y le entregó la Torá , o Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia. Las tribus de Israel erraron por el desierto bajo el liderazgo de Moisés durante 40 años. Por haberse negado a entrar a la tierra de Canaán, por temor a sus poderosos habitantes, fue condenada toda la generación que salió de Egipto a morir en el desierto. Solo a la nueva generación, que no conoció la esclavitud, le fue permitida la entrada a la tierra prometida. Moisés murió a los 120 años de edad, en la tierra de Moab (Deuteronomio 34) y las tribus conducidas por Josué se dirigieron a la conquista de Canaán. El Éxodo es celebrado mediante la festividad anual de Pascua durante la cual la historia vuelve a ser narrada y se come el pan ácimo (sin levadura) para recordar el cautiverio y la huida de Egipto. Un hecho importante es que en solo 40 años, el tiempo en que viajaron por el desierto del Sinaí, Moisés transmitió a los israelitas dos pilares del judaísmo: la idea de un Dios único y la preparación y obligación de cumplir los mandamientos divinos. La ley judía – la Torá-, cuyo núcleo fueron las tablas recibidas de Dios en el Sinaí abarcaba las creencias, la moral, los ritos y el ordenamiento civil del pueblo.
El tiempo de los jueces El establecimiento en Canaán fue, de alguna manera, una dura prueba que los hebreos debieron superar, entre otras cosas porque experimentaron la influencia del paganismo y los ataques de filisteos y moabitas. Así, el pueblo se agrupó en lideres conocidos como “jueces”, elegidos por sus capacidades políticas y militares. Ante la amenaza de los filisteos (un pueblo marítimo de Asia Menor que se estableció en la costa mediterránea del país), se hizo necesaria la reunificación de las doce tribus y se proclamó rey a Saúl (1 Samuel 9:17, siglo XI a.C.).
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Las interpretaciones extrabíblicas Varios investigadores, al estudiar la época de los patriarcas y la del Éxodo, comenzaron a preguntarse cómo era posible que en los escritos egipcios prácticamente no estuvieran presentes los hebreos, teniendo en cuenta que fueron sus esclavos, que sufrieron graves plagas y que sus esclavos se escaparon en masa a través del desierto. ¿Cómo es posible que Abraham y Moisés en particular, y el pueblo hebreo en general, no dejaran rastro alguno en el antiguo Egipto? Dos investigadores franceses llamados Roger y Messod Sabbah, lo investigaron, y plantearon la hipótesis de que tal vez Abraham habría sido en realidad el faraón Akenaton, y Moisés, uno de los generales del imperio egipcio. Lo primero que hicieron estos dos hermanos fue comparar los textos de la Biblia hebrea y aramea a partir de la exégesis de Rachi (1040-1105). Después, realizaron excavaciones en Egipto y estudiaron a fondo las pinturas murales que decoran las tumbas del Valle de los Reyes, donde descubrieron, escondidos entre los jeroglíficos, diversos símbolos de la lengua hebrea. Y poco a poco fueron uniendo los cabos del rompecabezas que les condujo a este excepcional hallazgo: que los judíos son de origen egipcio. Según Roger y Messod, el famoso Éxodo bíblico fue la expulsión de Egipto de los habitantes monoteístas de Aket-Atón. Ésta era la ciudad de Akenaton y de su mujer Nefertiti. Akenaton adoraba a un solo Dios. Le sucedió Tutankamon y, a este, el faraón Aï, que reinó del año 1331 al 1326 a.C. Estos investigadores suponen que fue precisamente este último faraón, politeísta acérrimo, el que dio orden de expulsar del país a los habitantes monoteístas de la ciudad de AketAton. Estos investigadores aseguran que los egipcios expulsados hacia Canaán, provincia situada a diez días de marcha desde el valle del Nilo, no se llamaban hebreos, sino yahuds (adoradores del faraón) y años después, fundaron el reino de Yahuda (Judea). Lo que los lleva a plantear una hipótesis tan arriesgada es que la Biblia, al hablar de Abraham, respeta el orden cronológico de la vida del faraón monoteísta y refleja su biografía en perfecta sintonía con la egiptología: desde el sacrificio de su hijo a la ruptura con el politeísmo, pasando por la destrucción de los ídolos o las intrigas entre sus esposas. Ellos creen que es sólo si pensamos en esta posibilidad de que los hebreos hayan sido, en realidad, egipcios monoteístas, podemos comprender el hecho de que no se hayan descubierto en los jeroglíficos egipcios testimonios de un pueblo que vivió 430 años en Egipto (210 como esclavo) bajo distintos faraones.
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Evidentemente, dentro del judaísmo esta hipótesis es completamente desechada, y en la Biblia nada da a entender que los hebreos tuvieran relación con el pueblo egipcio.
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LA ETAPA HISTORICA A medida que avanzamos en el tiempo, nos encontramos con hechos de los que si se puede dar cuenta a través de la investigación de distintas disciplinas, como la arqueología, la historia o la antropología. A la guerra con los filisteos, también se le sumaba la oposición de los cananitas. Este fue un largo proceso que culminó con la victoria decisiva de las fuerzas israelitas conducidas por Débora, una mujer juez. El Libro de los Jueces describe a los judíos en este período alternando entre el culto a un Dios verdadero y el paganismo.
El inicio de la monarquía El primer rey, Saúl (1020 a.C.), fue destronado por Samuel, al no cumplir las instrucciones divinas con respecto a la destrucción de los amalequitas, antiguos enemigos de Israel. Saúl desconoció este acto y Samuel ungió rey a David (1004 – 965 a.C.) en vida de Saúl. Jonatán, hijo de Saúl, que podría ser considerado como legitimo heredero al trono, reconoció el derecho a David, aceptando que dirigiera los destinos de Israel. El rey David es uno de los personajes más apasionantes de la historia judía. Convirtió a Israel en una importante potencia de la región, derrotando a los filisteos, creando alianzas con los reinos vecinos y consiguiendo que su autoridad fuera reconocida. La tradición bíblica describe a David como poeta y músico, administrador de talento, bravo soldado y hombre de gran calidad religiosa, cuyos versos aparecen en el Libro de los Salmos. Las acciones que más se recuerdan del rey David son la muerte de Goliat (1ª Samuel 17), la conquista de la ciudad de Jerusalén Jerusalén (2ª Samuel 5:6-10) y el episodio adultero de David y Betsabé (2ª Samuel 11).
El reinado de Salomón Salomón (965 – 930 a.C.), hijo de David, estableció firmemente a Jerusalén como centro del país. Las actividades constructoras de Salomón en Jerusalén fueron el palacio real y el magnífico Templo para exaltar la gloria de Dios, que pasó a ser el centro de la vida nacional y religiosa del país. Allí, se guardó durante 21
mucho tiempo el Arca de la Alianza, con las Tablas de la Ley en su interior. La Biblia atribuye a Salomón el Libro de los Proverbios Proverbios y el Cantar de los Cantares.
La construcción del gran Templo Una de las obras más importantes realizadas durante el reinado de Salomón fue, sin dudas, el Templo erigido en honor de Yahvé. Este Templo debía durar para siempre, así se decidió construirlo en piedra como símbolo de lo eterno e imperecedero. El monte Moriah ofrecía el espacio perfecto (2ª Crónicas 31). Sobre él, Abraham intentó sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 22:2). Salomón contrató al Rey de Tiro: Hiram para llevar a cabo su obra (1 Reyes 7:13-51), cuya capacidad de ingeniería era extraordinaria. Salomón exigía que todo el rectángulo, que incluía el Santo y el Santísimo, fuese construido de una sola pieza y sin columnas interiores para sostener las vigas. Eso no era fácil: tuvieron que trasladar desde el Líbano, por las costas del Mediterráneo, una gran cantidad de largas maderas con el propósito de cubrir el techo interior. El Templo tenía diferentes recintos. El Santo tendría 18 x 9 m de ancho y posiblemente 14 m de alto. Sus paredes eran bloques de piedra blanca engarzados perfectamente, su interior revestido con finas planchas de cedro y las paredes con tallas de querubines y guirnaldas en oro, plata y cobre. El Santísimo, otra de las habitaciones, era de forma cúbica y en el centro reposaba el Arca de la Alianza. Sus paredes, como residencia permanente del Arca, estaban totalmente laminadas en el más fino oro proveniente del país de Ofir. Ambas habitaciones estaban separadas por la típica cortina de hilo azul, además de dos inmensas puertas de cedro exquisitamente labradas. Siguiendo el mismo estilo, otro par de puertas estaban flanqueando la entrada del edificio, ladeadas por dos columnas en cobre de 9 m de alto con las inscripciones Jakim a la derecha (que significa “Que Jehová establezca”) y Boaz a la izquierda (que significa “con fuerza”).
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Reproducción Templo de Salomón
Las disensiones y la separación El reino construido por Saúl y David solo permaneció unido 70 años. Las injusticias cometidas al final del reinado de Salomón y el mal gobierno de su hijo Roboam provocaron el descontento del pueblo, ocasionando una división, cisma o ruptura. Así, el sector septentrional del reino se separó bajo la conducción de Jeroboam, y conformó el reino norte, Israel. El reino sur pasaba a ser, así, Judea, en el territorio de las tribus de Judá y Benjamín. De esta forma, existieron dos reinados hermanos hostiles: el meridional, conocido como Judá, que permaneció leal a la dinastía de David, y el septentrional, llamado Israel, que fue inestable a lo largo de su historia, estableciendo nuevos centros religiosos independientemente del Templo de Jerusalén, y volvió a introducir el culto del becerro de oro. El reino de Israel, con su capital Samaria, duró más de 200 años. Estaba formado por diez tribus, mandadas por Jeroboam, y tuvo 19 reyes. La primera capital fue Tirsa, pero con el tiempo fue sustituida por Samaria. En este reino predicaron los profetas Elías, Eliseo, Amós y Oseas. El reino del sur estaba constituido por dos tribus, su capital era Jerusalén. Este reino estableció alianzas políticas con otros pueblos para librarse de las potencias que le amenazaban, pero esta política les llevó al desastre. Algunos de los profetas fueron: Jeremías, Isaías, Sofonías y Ezequiel. El reino de Judea fue gobernado desde Jerusalén durante 400 años, también por 19 reyes de la casa de David. Ambos reinos sufrieron penurias por estar situados entre los dos grandes poderes de la época: Asiria al este y Egipto al sur. La expansión de los imperios asirio y babilonio llevó a que tanto Israel como Judea fueran conquistadas. El
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reino de Israel fue vencido por los asirios (722 a.C.). Más de cien años después, los babilonios, devastaron el reino de Judá con Nabucodonosor II al frente, destruyeron Jerusalén en el año 587 a.C. y deportaron a miles de judíos a Babilonia, diáspora por la cual desaparecieron diez de las doce tribus semitas. A partir de entonces, la región de Palestina padeció el vasallaje de diversos imperios.
La estrella de David, uno de los principales Símbolos del judaísmo.
Los profetas Los profetas eran pensadores religiosos y carismáticos individuos, que se les consideraba dotados de un don divino de revelación. Los profetas combatieron las religiones foráneas, particularmente el culto a Baal. Sus palabras han sido recogidas en el Tanaj (nombre hebreo para todos los libros de la Biblia, incluyendo el de los profetas). La palabra profeta viene del griego prophetes , y significa “el que habla en pro”. Como “voceros” de la divinidad, no escogían su profesión sino que eran elegidos –en contra de su voluntad- para transmitir el mensaje divino. Las fuentes bíblicas mencionan dos categorías de profetas. Por un lado los profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Por otro, los profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdias, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
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Es importante aclarar que, en el judaísmo, la función del profeta no se restringió a los varones. De hecho, en los textos bíblicos, aparecen profetisas como Miriam o Débora.
El retorno de Babilonia a Sión En 538 a.C. volvió la esperanza, cuando los medos conquistaron Babilonia. Ciro, el nuevo gobernante, se embarcó en una política de restauración y reconstrucción. A los judíos les fue concedida la autorización de regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo. Los judíos que regresaron sufrieron la hostilidad de los colonos que los asirios habían asentado en Samaria después de conquistar a Israel, estos pobladores fueron conocidos como samaritanos. En el año 515 a.C. el Templo de Jerusalén fue reconstruido, pero el esplendor de antaño no regresó. En 458 a.C. un segundo grupo de judíos babilonios llegó a la ciudad bajo la conducción de Esdras, un sacerdote de los judíos de Babilonia. Durante los siguientes cuatro siglos, los judíos conocieron diversos grados de autonomía bajo el dominio persa (538 – 333 a.C.) y posteriormente el helenístico, ptolomaico y seléucida (333 – 63 a.C.). Toda esta restauración religiosa y política es considerada como el verdadero origen de la unidad espiritual del pueblo judío y su gran artífice fue Esdras, que fue enviado por el rey persa Artajerjes II a Jerusalen (Esdras 7). Esdras alentó la esperanza, predicada por los profetas, en un Mesías que instauraría el reino de Dios.
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CRISTIANISMO, EL PRIMER CISMA DEL JUDAISMO La bonanza no duró mucho más y en el año 333 a.C., la ciudad fue conquistada por Alejandro Magno, el grande , que doblegó al imperio persa en la batalla de Issos, pasando Israel a formar parte del imperio de Oriente Medio. Con la muerte de Alejandro, el imperio macedonio se dividió en tres reinados y toda Jerusalén se encontró durante cien años bajo la tutela de los egipcios talmitas y luego bajo el reinado sirio seleuki. En esta época, el rey Antíoco IV Epifanes (163 – 175 a.C.) llegó a declarar a Jerusalén como una “polis” griega llamada “Antioquia de Jerusalén”. Durante el periodo helenístico, los gobernantes seléucidas con sede en Siria prohibieron la práctica del judaísmo y profanaron el Templo, en un esfuerzo por imponer su cultura y costumbres a toda la población. Como reacción al helenismo, surgió un gran movimiento de rebelión, esta revuelta fue dirigida por Matatías y, después de su muerte, por su hijo, Judá (Yehuda), conocido como el Macabeo. Así se consiguió un estado hebreo completamente soberano por un periodo de ochenta años.
El Periodo Romano Los romanos reemplazaron a los seléucidas como la principal potencia de la región, otorgando al rey hasmoneo Hircano II una ilimitada autoridad dependiente del gobernador romano de Damasco. Los judíos no aceptaron gustosamente el nuevo régimen y en los años siguientes las insurrecciones fueron frecuentes. De este modo, al general Pompeyo no le costó demasiado tomar la ciudad de Jerusalén en el año 63 a.C. A partir de ese momento, Israel entró a formar parte de la provincia romana de Siria. En el año 37 a.C., Herodes, hijo de un asesor del rey Hircano II y casado con su hija, fue designado por los romanos rey de Judea, convirtiéndose en uno de los más poderosos monarcas de la parte oriental del imperio romano. Herodes inició un programa de construcción que incluyó la ciudad de Cesárea y las fortalezas de Herodión y Masada. También convirtió el Templo en uno de los más maravillosos edificios de su tiempo.
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La aparición de Jesús Jesús nace en Belén (Mateo 2:1, ver también profecía de Miqueas 5:2) como judío y es circuncidado de acuerdo a la Torá al octavo día, hijo de José y María. Inició su predicación después de la muerte de Juan el Bautista. Su popularidad aumentó en función de sus palabras nuevas, sencillas y explicitas. Su propuesta, sus dotes de sanador y sus milagros lo llevan a entrar en Jerusalén, apoyado por sus discípulos, para festejar el Pésaj –la Pascua- probablemente en el año 30 de nuestra era. Esta predicación resulta complicada de aceptar y entender por fariseos (estos judíos eran los más rigurosos y observantes de la Ley, pero hicieron de la piedad un puro formalismo y dieron menos importancia a la actitud del corazón que al acto exterior. Los fariseos defienden la doctrina de la predestinación, creen en la inmortalidad del alma y en la resurrección corporal) y saduceos (partido opuesto al de los fariseos, compuesto por personas de elevada instrucción, influyentes y poderosas, ellos niegan la resurrección afirmando que el alma muere junto con el cuerpo, también niegan la existencia de los ángeles y de los demonios, también niegan la predestinación, a la que oponen el libre albedrío). En vísperas de Pésaj realiza una cena con sus discípulos. De ahí en adelante comienza la tragedia. Detenido, es condenado a muerte y crucificado. Sus seguidores defienden que resucitó tres días después de su muerte, que era el Mesías, el hijo de Dios, que muere por la salvación de los hombres, y finalmente que volvería en un tiempo para juzgar a la humanidad. La ética y la moral son características fundamentales del mensaje de Jesús que, desde un principio, no se aleja de los preceptos judíos: respeta las leyes judías, celebra la Pascua hebrea, bendice el pan sin levadura, etc. “No he venido a abolir la Ley y los Profetas” (Mateo 5:17). Jesús rompe el separatismo ritual comiendo con pecadores y publicanos (subalternos encargados de cobrar los impuestos, tenían que pagarse a sí mismos por ello cobraban sumas abusivas), cura en Shabat , permite la ingestión de alimentos prohibidos y plantea rotundamente que lo viejo y lo nuevo no pueden mezclarse. Su doctrina renovadora terminará necesariamente en cisma, frente a la Torá.
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¿Por qué los judíos no son cristianos? Es evidente que el cristianismo emerge del judaísmo, y que sus líderes fueron judíos, como sus primeros seguidores y su culto. Todo ello podría haber sido motivo de confraternidad. El problema surgió cuando un grupo de judíos (Jesús con sus apóstoles) se declaró como único depositario de la Alianza con Dios. El cristianismo se desmarca del pensamiento judío con dos ideas que sigue siendo objetadas por los judíos: la idea de resurrección (rechazada por los saduceos, aunque admitida por los fariseos) y la idea que la Torá había sido superada por el Nuevo Testamento. Al principio las diferencias no eran tantas, pero el hecho de que los judíos rechazaran la nueva noción mesiánica acerca del “hijo de Dios”, desconcertó a los cristianos, que basaban su fe en las Escrituras judías, y por lo tanto esperaban persuadir precisamente a los hijos de Israel. La división entre las dos religiones fue proclamada por un judío, Pablo o Saúl de Tarso, que se pronunció en contra de la observancia de la Ley que estipulaba el judaísmo, y estableció que la verdadera salvación venía exclusivamente de la fe en Jesús como Mesías. Pablo fue discípulo del gran talmudista Rabí Gamliel, e inició su carrera oponiéndose activamente a los primeros cristianos. En incidente dramático en el camino a Damasco (Hechos 9), Pablo se convirtió al cristianismo y fue uno de sus principales líderes. Sus enseñanzas están registradas en sus Epístolas que forman, prácticamente, la segunda parte del Nuevo Testamento. Entre ellas encontramos que Jesús fue el Mesías o Cristo preanunciado por los profetas de la Biblia y esperado por los judíos. Él también es el hijo de Dios y es esencialmente lo mismo que su Padre. También explica que el hombre es malvado y pecador, y que toda la humanidad esta condenada debido al pecado de Adán. Pero según el punto de vista judío, Jesús no pudo haber sido el Mesías. Los profetas predijeron un mundo de paz y amor después de la llegada del Mesías y esto, dicen, no existe en la actualidad. Más aún, cualquier discusión del Mesías como “hijo de Dios” es, para ellos, totalmente inaceptable, porque en las palabras de las Escrituras, los profetas nunca dicen que él va a ser algo más que un líder y maestro extraordinario. El judío se niega a aceptar la hipótesis de que las principales profecías concernientes al Mesías serán cumplidas solamente en una “segunda venida”. Él espera que el Mesías complete su misión en su primer intento. Por lo tanto, el judío cree que el Mesías está aún por llegar.
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También los judíos indican que el cristianismo enseña que Jesús fue también Dios en forma humana, pero esta idea hace a Dios muy pequeño, disminuyendo Su unidad y Su divinidad. En esencia, hay dos enseñanzas cristianas que el judío nunca podrá aceptar. El cristianismo enseña que Dios asumió la forma humana en Jesús y que la Torá ya no tenía tanta importancia. Por lo tanto, al rechazar al cristianismo, el judaísmo no considera que rechaza nada que necesitara espiritualmente. Para ellos, no había nada en todas las enseñanzas de Jesús que hubieran agregado un ápice a la fuerza de la Torá. El judío siempre consideró que su Torá le proporcionaba una relación única con Dios. Todo lo que él vio en el cristianismo parecía contradecir esta relación. Es por esta razón que, a lo largo de los siglos, el judío ha considerado imposible aceptar las enseñanzas del cristianismo.
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UNA HISTORIA DE DIÁSPORAS A pesar de que una pequeña fracción de los judíos decidió convertirse al cristianismo, los judíos asentados en Israel, que eran mayoría, siguieron enfrentándose a los intentos de romanizar la región. Las fricciones y los enfrentamientos fueron creciendo, hasta que en el año 66 estalló “la gran rebelión” de los judíos contra los romanos.
La gran rebelión Cuando el dominio romano se convirtió en intolerable, los judíos se lanzaron a la revuelta en los últimos días del imperio de Nerón, que concluyó con la destrucción de Jerusalén (70 d.C.) y la caída de la última fortaleza de los judíos en Masada (73 d.C.). En el año 70 el Segundo Templo se convirtió en ruinas. La destrucción total de Jerusalén y del Templo fue catastrófica para el pueblo judío. El mismo Jesús predijo la destrucción del Templo (Mateo 24:1-2, Marcos 13:1-2 y Lucas 21:5-6). Según el historiador judío Flavio Josefo, cientos de miles de judíos perecieron en el asedio a Jerusalén y muchos miles fueron vendidos como esclavos. Judea fue llamada Palestina , y Jerusalén, Aelia Capitolina. Aunque el Templo fue destruido y Jerusalén quemada hasta los cimientos, el judaísmo siguió su camino. El ente judicial y legislativo supremo, el Sanedrín , fue reconstituido en Yavne y posteriormente en Tiberíades. La comunidad, sin dudas, estaba diezmada, pero poco a poco la vida institucional y comunitaria se renovó, los sacerdotes fueron reemplazados por rabinos y la sinagoga pasó a ser el centro de cada comunidad judía, como lo evidencian las ruinas de sinagogas encontradas en Capernaúm, Korazín, Baram, Gamla, Betsaida y otros lugares (ver Ayes sobre las ciudades impenitentes en Mateo 11:20-24 y Lucas 10:13-16).
La Diáspora Judía Uno de los pueblos que ha vivido más intensamente los procesos migratorios ha sido, por antonomasia, el pueblo judío. De hecho, es algo que los caracteriza y que, aún hoy, puede percibirse en su filosofía de vida.
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Sin embargo, el pueblo judío ha sabido reinterpretar este permanente peregrinar en un objetivo: el regreso a la Tierra Prometida como símbolo de renacimiento, tanto nacional como espiritual a través de siglos de dispersión. El término “diáspora” proviene del griego y significa “diseminación”. La primera gran diáspora se produjo en 586 a.C., cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, sitió y conquistó Jerusalén y destruyó el Templo de Salomón. La mayor parte de la población fue llevada al exilio en Babilonia y otros permanecieron en Samaria. Babilonia era una nación con una economía próspera y tierras muy fértiles, que permitió a los inmigrantes participar en la vida del imperio y organizar su propia comunidad. En 538 a.C. cuando los persas conquistaron Babilonia, el rey Ciro se encontró con un imperio que dominaba numerosas nacionalidades y adoptó una política de conciliación y tolerancia. Ciro permitió a los judíos el retorno a Judea y la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Sin embargo, gran parte de los exiliados decidió permanecer en Babilonia, contribuyendo, desde la distancia, con la reconstrucción de su tierra natal. Ellos querían participar activamente en una sociedad más amplia, donde estaban ya asentados, pero al mismo tiempo no deseaban perder las raíces culturales y religiosas que los constituían como miembros de un pueblo específico. Para dar respuesta a esta gran cantidad de gente, los rabinos –lideres espirituales de este pueblo- formularon una serie de leyes indispensables para el equilibrio de esta interacción cultural, social y étnica. Al conjunto de leyes humanitarias y morales se le denominó Talmud.
El período rabínico La destrucción del Segundo Templo en el año 70, la transformación de Jerusalén en la pagana Aelia Capitolina y el debilitamiento de la diáspora judía en el imperio romano, suponían la existencia de una verdadera crisis judía. A esto se le sumaría la conversión al cristianismo del emperador Constantino en el año 312 y la subsiguiente cristianización del imperio romano. A partir de ese momento, el judío pasó a ser, en el imperio, un ciudadano de segunda clase y se le atribuyó denominaciones despectivas como “secta” y llamando a las sinagogas “cavernas de ladrones”, parecía que la elección divina había abandonado al “Israel carnal” para apoyarse en el “Israel espiritual” (los cristianos). Pero resulta que estos momentos de crisis son también momentos de gran creación judía. Así vemos la importancia de la Sinagoga y la Academia Rabínica, 31
como centro de la vida judía. Este activismo intelectual y religioso en épocas de crisis fue acompañado por una fuerte carga de responsabilidad comunitaria por parte de sus líderes más representativos: los jajamin (los sabios).
El judaísmo en la Edad Media La cultura judía vivió, durante la Edad Media, el desarrollo de dos grandes ramas en Europa: - Los sefarditas (o sefardíes) siguieron la tendencia babilónica y recibieron la influencia de los musulmanes con los que convivieron en España. - Los ashkenazis, asentados en Francia y Alemania, adoptaron la línea palestina y mantuvieron estrecho contacto con la cultura cristiana. De los ashkenazis, además, surgieron dos corrientes místicas: la cábala (siglos XII y XIII), relacionada con el esoterismo; y el hasidismo, que preconizaba la fe piadosa. Aunque también hay otras comunidades minoritarias, como la de los judíos indios, los kurdos de Irak, los judíos “bukharan” de Asia Central y los judíos etíopes. Los ashkenazitas y los sefarditas comparten una herencia y un destino histórico común y han dejado huellas profundas el uno al otro. Uno de los hitos más importantes entre los ashkenazis fue la fundación del moderno Estado de Israel. El término “ashkenazi” proviene del nombre dado en la Edad Media a los judíos del norte de Francia y Alemania. El término “sefardita” procede de Sefarad , como llamaban a España los judíos españoles en su idioma, el ladino. La expresión de “sefardita”, incluye también hoy a los que proceden del Norte de África (Maruecos, Túnez) o Medio Oriente (Yemen, Siria). Con la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 y las persecuciones antijudías del emperador Adriano, aumentó el flujo migratorio. Los judíos se establecieron en Mérida, Toledo, Granada y Sevilla. Sin embargo, su estancia en la Península Ibérica nunca fue tranquila. Así, siglos después de la dominación romana, sufrieron las invasiones de los bárbaros. La constante hostilidad, la persecución compulsiva y las conversiones forzadas bajo el dominio visigodo sólo cesaron cuando en 711 los musulmanes conquistaron la Península. Pero los buenos tiempos no duraron siempre. El año 1391 marcó una fecha clave en la historia del judaísmo español; se produjeron una serie de atroces
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persecuciones en varias ciudades de dominio cristiano, con lo que se inició la era de la intolerancia que culminaría, un siglo después, con la expulsión de los judíos. Para escapar al clima de terror, algunos judíos abrazaron fingidamente el cristianismo. A estos se les llamó “nuevos conversos” o “marranos”, pero su situación se fue deteriorando y terminaron por convertirse en uno de los principales objetivos de la Inquisición. En 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, se hizo público el Edicto de Expulsión de los Judíos de España, por el cual en un plazo de cuatro meses tenían que abandonar el país. Así, mas de 250.000 exiliados se diseminaron por la cuenca del Mediterráneo, principalmente por el vasto imperio turco, en busca de un nuevo hogar. A principios del siglo XX, a través del colonialismo europeo, las ideas antisemitas tradicionales se extendieron a los países del norte de África y de Asia. Durante la Segunda Guerra Mundial, las persecuciones nazis y las masacres en los campos de exterminio provocaron una ola migratoria de cientos de miles de judíos.
El período moderno: la idea de nación y el sionismo El retorno a Sión ha constituido el leit motiv de la existencia de los judíos en la diáspora. “Sionismo” se deriva de la palabra Sión, antigua fortaleza de Jerusalén. Como concepto moderno fue acuñado en 1890 para designar al movimiento nacional-político que aspiraba a la creación de un Estado judío. La destrucción, por segunda vez, del Templo, hizo que las ansias de regresar a Jerusalén –corazón del pueblo judío- pasaran a regir la vida de los hebreos en todas las latitudes. La construcción del Estado de Israel representó la cristalización de una parte de las aspiraciones judías. Sin embargo, la continua confrontación bélica con el mundo árabe, iniciada a partir del surgimiento del Estado, es una de las razones que han imposibilitado el cumplimiento total de los objetivos del sionismo. Actualmente, numerosos núcleos judíos se encuentran diseminados por el orbe a pesar de que la existencia de un Estado judío moderno es ahora una realidad consumada.
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Vista de Jerusalén desde el Monte de los Olivos
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Columna de Absalón (ver 2ª Samuel 18:18)
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Fortaleza en Masada, construcción de Herodes.
Muro de las lamentaciones, único vestigio del Segundo Templo.
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LA DOCTRINA Estamos acostumbrados a que las religiones tengan una doctrina específica, unos libros donde esta contenido todo el saber, las prácticas y preceptos por las que se rigen. Pero el judaísmo carece de doctrina, sin embargo hay ciertos textos considerados canónicos, y su influencia es aceptada por todos los miembros del pueblo judío. Los principales son el Tanaj (denominado Antiguo Testamento por el cristianismo), y el Talmud. En el judaísmo se considera parte esencial, el estudio de las Escrituras y al conjunto total de las leyes y costumbres que rigen la vida del judío, se le llama halajá. Es un término que proviene de la raíz hebrea haloj , que quiere decir caminar, camino o senda. La halajá es, por tanto, la que va mostrando el camino o senda a seguir al judío. Pero además de esta halajá , existen interpretaciones de la ley y si esto fuera poco hay judíos que observan más que otros las leyes y costumbres. Las mitsvot o preceptos son el tema y contenido de la halajá . Hay dos tipos de preceptos: por un lado los que se refieren a los rituales, tales como las tefilín (filacterias) y los corbanot (los sacrificios) y, por el otro lado, los preceptos éticos o de comportamiento y que tienen que ver con el comportamiento de la persona en sus relaciones con los demás. La primera fuente de la halajá es el Antiguo Testamento (Tanaj), comenzando por la Torá (Pentateuco) y complementado por los Profetas (Nebiim) y los Libros Poéticos. Esta fuente se denomina Torá o Ley escrita y está, a su vez, complementada por la Torá o Ley oral. Según la tradición judía, la Ley fue dada por Dios a Moisés en el Monte Sinaí. La costumbre aceptada era que lo escrito no debía memorizarse y que lo oral no debía transcribirse, pero en el año 200, Rabí Iehuda Hanasí optó por transcribir la Ley Oral ante el peligro que se perdiera por lo profuso de su contenido. Así vio la luz la llamada Mishná , que contiene seis tratados. Simplifiquemos que es cada cosa. Tanáj es, básicamente, el canon de las Escrituras de los judíos, también es el nombre en hebreo del conjunto de libros que los cristianos llaman el Antiguo Testamento, pero que los judíos consideran revelación única. Los libros sagrados en la Biblia pueden dividirse en tres categorías: la Torá , los Profetas y las Escrituras. Ésta es la razón por la cual llaman a la Biblia “TaNaJ”: La “T” es por Torá (los cinco libros de Moisés, o Pentateuco); la “N” es por Neviim (los Profetas); y la “J” es por Ketuvim (las Escrituras –la letra jaf en hebreo puede sonar como j o como k).
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La Trilogía Las tres partes en que está dividida la Biblia no son, para el pueblo judío, casuales. Corresponden a tres niveles de santidad. El Templo estaba dividido en tres áreas, cada una más sagrada que la que le precedía. Primero estaba el patio externo, que contenía el altar en el que se ofrecían los sacrificios. Luego estaba el santuario, en el que estaba el candelabro (menoráh), el altar del incienso y la mesa con los panes. Finalmente, estaba el Kodesh Hakodashim , considerado como el lugar más santo del Templo, en el que se encontraba sólo el Arca de la Alianza, que contenía las Tablas de la Ley, que Moisés recibió en el Monte Sinaí. Muchas cosas en la Torá se relacionan con el número tres: hay tres divisiones en la Biblia, la Torá fue dada a los hijos de los tres patriarcas –Abraham, Isaac y Jacob- a través de tres hijos –Moisés, Aarón y Miriam-. Además, fue dada en el tercer mes, y los judíos se prepararon tres días para recibirla. El número tres es muy especial: Adán tuvo tres hijos, y toda la humanidad descendió de su tercer hijo, Set; Moisés también fue el tercero; Leví, el padre de los sacerdotes, fue el tercer hijo de Jacob; hay tres rezos cada día y tanto Israel como los ángeles santifican a Dios mediante una alabanza triple: “Santo, Santo, Santo” (Isaías 6:3 y Apocalipsis 4:8).
Plano general del Templo
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Los 24 libros del Tanáj La primera sección, la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), consiste en los cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La segunda sección consta de varios libros conocidos como los Profetas (los doce profetas se toma como un solo libro) y se agrupan en tres partes: - Los primeros profetas: Josué, Jueces, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes y 2 Reyes. - Profetas posteriores: Isaías, Jeremías y Ezequiel. - Los doce profetas: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. Las Escrituras están compuestas por doce libros y también son llamadas Ketuvim y se pueden agrupar también en tres bloques: - Libros Emet: . Tehilim (Salmos), literatura poética. . Mishlei (Proverbios), máximas y sabiduría. . Iyov (Job) se trata el problema de la maldad. - Los cinco rollos ( Meguillot): . Shir Hashirim (Cantar de los cantares), canto alegórico entre Dios y su pueblo. . Ruth , historia narrativa y social. . Elijá (Lamentaciones), canto por la destrucción del Templo. . Koheleth (Eclesiastés), reflexión sobre las vanidades. . Esther , historia de la fiesta de Purim o fiestas de las suertes. - Otros escritos sacros: . Daniel , relato del exilio babilónico. . Ezrá (Esdras), sobre el retorno del exilio. . Nejemiá (Nehemías), reconstrucción de los muros de Jerusalén. . Divehi Halanim I y II (1 y 2 de Crónicas), relata la historia de la monarquía desde David hasta el decreto de Ciro de Persia. Podemos decir que los libros de la Biblia cubren tres períodos de la historia judía: El primero es el período anterior a que los judíos entraran en la Tierra Sagrada (los cinco libros de Moisés); el segundo relata el tiempo en el cual los judíos vivieron en la Tierra Sagrada hasta el exilio babilónico (los Profetas); y el tercero es el período del exilio y la subsiguiente reconstrucción del Templo (Ketuvim). 39
La Torá Oral, La Mishná y La Guemará - La Torá oral, contiene básicamente explicaciones e indicaciones de cómo ejecutar todo lo prescrito en la Torá escrita. La Torá oral, fue transmitida intacta de generación en generación hasta que, finalmente, se recopiló en el Talmud. - La Mishná, explica las 613 mitzvot o preceptos que figuran en la Torá , decretos y leyes de los sabios (reunidos por Rabí Iehuda Hanasí en el año 170). - La Guemará , son comentarios y discusiones sobre la Mishná escritos por los rabinos llamados Amoraim , y que, junto a ella, conforma el Talmud.
El aporte de Maimónides Maimónides nació en Córdoba en el año 1135 y murió en El Cairo en 1204, es el filósofo y teólogo judío más importante de la Edad Media. Unió la ciencia aristotélica con la religión. En su Guía de perplejos intentó dar una explicación racional a la doctrina judaica. Su aporte más significativo fue resumir la fe judaica en trece artículos, una especie de catecismo hebreo: . Dios es creador y providencia del mundo. . Dios es uno y único. . Dios es espíritu y no puede ser representado bajo ninguna forma. . Dios es eterno. . A Dios solo debemos dirigir nuestros rezos. . Todas las palabras de los profetas de Israel son verdaderas. . Moisés fue el mayor de todos los profetas. . La ley, fue dada por Dios a Moisés. . Ningún hombre puede modificarla ni modificarla. . Dios conoce todos los pensamientos y acciones de los hombres. . Dios recompensa a quienes cumplen sus mandamientos y castiga a quienes los transgreden. . Dios enviará al Mesías anunciado por los profetas. . Dios hará que los muertos vuelvan otra vez a la vida.
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LA CONCEPCIÓN DEL TIEMPO El pueblo judío se rige por su propio calendario, es decir, cuentan los días, los meses y los años de una manera distinta al calendario gregoriano, que es el que usamos habitualmente. Conociendo el calendario judío podemos entender la historia, la identidad y valores de este pueblo. Con ayunos, con fiestas, con oraciones, los judíos reviven su devenir como pueblo, lo que constituye su esencia. El calendario cristiano comienza desde el nacimiento de Jesucristo, que es el año 3760 del calendario hebreo. Debemos tener en cuenta que el año nuevo judío, en general, comienza en el mes de septiembre. Así, en septiembre de 2006 comienza el año judío 5767; en septiembre de 2008, el 5768, etc. Sólo un acontecimiento pudo servir para ser el principio de la historia: el principio de la historia misma. El judaísmo tradicional determinó que contaría los años del calendario bajo una escala universal desde la creación del universo. Pero exactamente, ¿Cuántos años tiene la Tierra? Ni siquiera hoy se sabe. El único método para los sabios fue contar los años de acuerdo con la cuenta literal de la creación, escrita en la Biblia. Pero esto representa un problema, pues los judíos con sus diásporas y siempre en minoría, no podían ignorar la manera mediante la cual el resto del mundo contaba el tiempo, porque era la base de la vida diaria del ser humano. El resultado fue que el pueblo judío terminara rigiéndose por dos calendarios. Pero el judaísmo tradicional nunca pudo adaptarse a los términos que indican que la línea divisoria de la historia comenzó con el nacimiento de Jesucristo, y es por eso que no usa los términos a.C. y d.C. para marcar las fechas, sino que dicen: “antes de la era común” (a.e.c) y “de la era común” (e.c). Los judíos ortodoxos celebran Rosh Hashaná (el comienzo del año), en el día en que la Torá considera que fue la creación del hombre, de acuerdo con su cálculo literal, el primer día del mes hebreo Tishrei , que generalmente cae a finales de septiembre.
Los principios del calendario La diferencia más importante con el calendario gregoriano es que el calendario judío se calcula de acuerdo a dos ciclos, el lunar y el solar, mientras que el gregoriano es solamente solar, y tiene 365 días cada año y el año lunar es 11 días más corto que el año solar, por tanto tiene 354 días. 41
Muchas de las fiestas religiosas judías coinciden con el inicio de las estaciones. La Pascua debe celebrarse con la primera siembra, al inicio de la primavera. Sucot , que es la fiesta de los Tabernáculos o las Cabañas, debe ser en otoño. Entonces, si el calendario lunar pierde más de un mes cada tres años solares, las festividades se irían desplazando, y cada año caerían en una época diferente del año. Eso es lo que ocurre con las fechas del calendario musulmán, que solamente es lunar, y sus días particulares como el mes de ayuno llamado Ramadán , caen a veces en la primavera, a veces en verano, etc. Pero los maestros del Talmud encontraron una solución para esto, insertando periódicamente en el calendario un mes extra, logrando así que las fechas coincidan. Hay, pues, dos “tipos” de año: simple o bisiesto. Si tiene doce meses es simple, y si tiene trece meses (se agrega Adar II), el año es bisiesto. Entre las consideraciones que se establecieron para formar este calendario destaca el hecho de que el Día del Juicio, Yom Kipur , no debe caer en viernes ni en domingo, de modo que no interfiera con el cuidado del Sábado, que constituye el día más sagrado.
Los nombres de los meses En la Biblia los meses son llamados según un orden numérico: el primer mes (Nisán), el tercer mes (Sivan), el séptimo mes (Tishrei). Fue sólo después del exilio que los meses comenzaron a ser llamados por su nombre, de origen babilónico, traídos por los inmigrantes de Babel. Mencionaremos algunos de ellos, que destacan por las fiestas que celebran: TISHREI (Etanim o Tisri… mes séptimo = Octubre) Es el inicio del año e indica el comienzo de la creación divina. En este mes se festeja el Año Nuevo judío o Rosh Hashaná , así como el Día del Perdón o del Juicio, que es Yom Kipur (Levítico 16:29-31), y la fiesta de los Tabernáculos o Sucot , en la que se recuerda la recolección de frutos (Éxodo 23:16; Levítico 23:34; Deuteronomio 16:13). Aunque es en Thisrei cuando comienza el año, es el séptimo mes, ya que los judíos se rigen por el mandato bíblico que indica que la Pascua debe celebrarse en primavera (Nisán) y que este será el primer mes.
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KISLEV (Quisleu … mes noveno = Diciembre, Zacarías 7:1) En este mes se conmemora Janucá, fiesta en la que se festeja la rebelión de los judíos contra el rey Antíoco que intentaba destruir su religión y forzarlos a adoptar la fe griega (ver libro de Daniel, capitulo 11). ADAR ( Adar … mes duodécimo = Marzo, Esther 3:7) En año bisiesto se convierte en dos meses: Adar I y Adar II, con 30 y 29 días respectivamente. En este mes se celebra Purim (la suerte), que es una fiesta de regocijo en la que se expresa alegría por el rescate de los judíos de Persia, del exterminio por el primer ministro Amán. NISÁN ( Abib … mes primero = Abril, Éxodo 23:15; Nehemías 2:1) Es el mes en que se festeja la Pascua judía, fecha considerada como el aniversario de la liberación de la esclavitud en Egipto.
Las semanas y la importancia del Shabat Los judíos ortodoxos cuentan las semanas de Shabat a Shabat. El Shabat se considera como la corona de la semana. Tengamos en cuenta que el Día del Perdón o Yom Kipur, es el único día que tiene más santidad que el Shabat. Podríamos equipararlo al domingo de los cristianos o al viernes de los musulmanes. Todos los fines de semana dan lugar al Shabat. De hecho, los días no tienen nombres, sólo números, y todos éstos anticipan la llegada del séptimo día, la llegada del Shabat , que significa “el lugar en el tiempo”. El viernes, por su proximidad al Shabat , pierde su identidad; es simplemente érev Shabat , el límite antes del Shabat. Al final del Shabat , los judíos experimentan un descenso en su espiritualidad a causa de la salida del Shabat.
Los días: un tiempo sin relojes En el concepto judío del tiempo, el día empieza con la puesta de sol (la aparición de las estrellas), seguido de la mañana (el amanecer). Lo que acabamos de mencionar, en realidad, ya figura en la Torá de la siguiente manera: “Y fue la noche y la mañana el primer día”.
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Por esta razón, el Shabat empieza el viernes en la noche y termina con la aparición de las estrellas el sábado en la noche. Además, el atardecer es un momento muy particular para los judíos. Cuando Pablo les dice a los Efesios (4:26): “Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”, es interpretado como que no se debe empezar el día enojado. El hecho de que el día comienza a la noche es, en la tradición judaica, una metáfora de la vida misma. La vida empieza con la oscuridad del vientre materno, después se enfrenta al resplandor de la luz y eventualmente finaliza con la oscuridad de la tumba, lo que precede a un nuevo amanecer en el mundo venidero.
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EL ALFABETO HEBREO Y LA CÁBALA El hebreo es una lengua semítica adoptada originariamente por los ibri, o israelitas, cuando tomaron posesión de la tierra de Canaán, al oeste del río Jordán, en Palestina. También se le ha llamado cananeo y judío. El hebreo bíblico, la lengua en la que se escribió la mayor parte del Antiguo Testamento, fue una lengua viva, al menos desde el siglo XII hasta el siglo II a.C. Los fragmentos más antiguos de la Torá o Pentateuco, datan del año 1300 a.C. El alfabeto hebreo se llama Alefbet y nos indica los nombres de sus primeras dos letras. El alfabeto hebreo original constaba únicamente de consonantes, 22 caracteres consonánticos, sin vocales, y las que llamamos equivocadamente vocales (como la Alef , por ejemplo), son en realidad letras mudas, es decir, como la letra hache y se escribe de derecha a izquierda. En los libros escolares de escritura y en la poesía se emplean los signos de los masoretas, que son puntos y rayas para indicar las vocales. La vocalización hebrea es externa a las letras, y se efectúa con una puntuación que se coloca debajo, arriba o al costado de ellas. El hebreo se convirtió en el lenguaje de la vida religiosa judía, pero se aisló del habla cotidiana. El arameo se adoptó como lenguaje literario de los judíos y como idioma oficial del Cercano Oriente. Con la conquista musulmana del Imperio Persa, el árabe reemplazó al arameo como idioma vernáculo. Durante siglos, los judíos de la diáspora hablaron idiomas vernáculos distintos al hebreo; sin embargo, como lengua sacra, el hebreo permaneció como elemento inmutable y esencial del judaísmo.
Las Sagradas Escrituras y La Cábala Los textos hebreos canonizados se consideran, evidentemente, como la palabra de Dios. Pero para algunos, son algo más. Allí, dicen, se esconde todo el saber al que el hombre puede aspirar. Estamos hablando de los cabalistas. La cábala, es la tradición esotérica del judaísmo. La expresión “cábala” significa “tradición”; “esotérico” significa “escondido”. La cábala es la expresión de un movimiento espiritual que se funda en la constante interiorización del significado de la Torá. En la Biblia se supone que están todas las respuestas. Los cabalistas pensaron que debía existir una clave para desentrañar el saber oculto. Se presupone, pues, que oculto en los textos sagrados está el Conocimiento Total. 45
Así, la cábala se convierte en un medio para el saber absoluto, siendo cuestión aplicarlo correctamente a las Escrituras para responder a cualquier interrogante que pudiera plantearse por cerebro humano alguno. Para los cabalistas, cada palabra asume un valor particular en relación consigo mismo y con el contexto (versículo, capítulo, etc.) en el que se sitúe. En resumen, ni una sola letra puede ser alterada y no todas las palabras tienen el mismo peso. La función de la cábala, entonces, es ofrecer un modelo cuasimatemático para la interpretación de las Sagradas Escrituras.
El nacimiento de una filosofía La cábala nace en el sur de Francia y al este de España, en la zona de Cataluña. Surge como una filosofía bastante humanista, muy ligada con el misticismo. No es una forma de brujería, el brujo intenta manipular la realidad, el místico se ocupa de lo oculto en su sentido simbólico. Hacia el año 1180 aparece el primer escrito cabalístico, el Sepher ha Bahir (El libro de la Claridad), aunque habría que esperar unos años para que se escribiera el libro más importante de la cábala, el Zohar. Hasta principios del siglo XIV, los escritos de la cábala en España eran de una intelectualidad muy elevada, incluso más complejos que el Talmud. El viraje hacia la magia se empezó a detectar hacia finales del siglo XIV en España. Y esto fue así porque en el año 1391 se produjeron una serie de asedios y agresiones contra los judíos de España, un siglo antes de la expulsión. La persecución a que fueron sometidos, derivó en el surgimiento de una tendencia cabalística más mágica y menos contemplativa, llamada cábala Maasit , la cábala relacionada con la magia. Es entonces cuando surge el uso de las kmeot , los amuletos. Ya en el siglo XIV, después de las masacres de 1391, el uso de los amuletos se extendió. Fue una tragedia de tal magnitud que la gente empezó a portar masivamente amuletos para protegerse contra el mal de ojo. El tiempo de lo contemplativo y filosófico, había quedado atrás. Por último hay que mencionar la estrecha relación que se ha establecido entre la cábala y el Tarot. Cada letra del alfabeto cabalístico tiene un número, un color, muchos símbolos, y se le atribuye una carta del Tarot.
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LOS RITOS Las fiestas más importantes, la liturgia, son una parte fundamental de cualquier religión. En el caso del judaísmo, esta ritualidad es especialmente rica, porque las prácticas hebreas son de dos clases: ceremoniales y éticas. Las festividades judías, se manifiestan en costumbres y prácticas tradicionales y no tradicionales, y dejan su huella en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Las festividades, en todo caso, están destinadas a subrayar sus ideales de justicia, de rectitud, y mostrando compasión hacia los demás. Como hemos dicho, el séptimo día de la semana judía, el Shabat o sábado, es uno de los días que más se respeta. En general, los judíos más observantes asisten a la sinagoga para la lectura de la Torá y hacer sus oraciones. Pero, además de dedicar muchas horas a comidas familiares festivas y a servicios religiosos en la sinagoga, se abstienen de viajar, trabajar o emplear artefactos eléctricos.
Rosh Hashaná, un nuevo año Esta festividad tiene dos significados: es el primer día de un año nuevo y es el día del juicio, día de introspección. En el calendario judío, cae al comenzar el mes de Tishrei , generalmente en el mes de septiembre del calendario gregoriano. Este mes también es llamado el séptimo mes (contando desde Nisán) o mes poderoso. Su símbolo es la balanza. El origen de Rosh Hashaná es bíblico, y lo encontramos en Levítico 23:23-25 (fiesta de las trompetas o shofar –hecho de cuerno de carnero, para recordar el intento de sacrificio de Isaac, Génesis 22:13-). Las principales costumbres de Rosh Hashaná incluyen el toque del shofar. En el centro de las oraciones se encuentran tres bendiciones que se recitan en la oración de Mussaf: maljuiot , zijronot y shofarot. Por último, mencionaremos el Tashlij , una oración que se recita el primer día después del mediodía, que se pronuncia a orillas de un lago, mar o fuente y es una petición para que los pecados sean perdonados y se cumplan las palabras de los profetas.
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Yom Kipur, el día de la expiación Yom Kipur es, sin dudas, el día más sagrado de la religión judía. Es un día de perdón y expiación de los pecados entre el ser humano y Dios, y entre el ser humano y el prójimo. En este día esta prohibido: comer y beber, lavarse, friccionarse el cuerpo con aceite, calzarse zapatos de cuero y mantener relaciones conyugales. Como vemos, el hombre esta obligado a desligarse totalmente de su vida cotidiana y consagrar todas sus fuerzas para purificarse y retornar a Dios. Se acostumbra a vestir en este día ropa blanca (llamada kitel) y se recita la oración de “Izcor”, por cada una de las almas de los seres queridos y también por las almas caídas en el Holocausto y en las luchas de Israel.
Sucot, la fiesta de la recolección También conocida como Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos, celebra la cosecha y el fin de la parte principal del año agrícola. La fecha en que se festeja está entre el 15 y el 21 de Tishrei y normalmente coincide con el mes de octubre del calendario gregoriano. En general, este festejo llega cinco días después de Yom Kipur. Se la conoce también como las “fiestas de peregrinación”. En Sucot , los judíos conmemoran el Éxodo de Egipto (siglo XIII a.C.) y agradecen las abundantes cosechas. La fiesta de Sucot representa: -la unión del pueblo, la cabaña recuerda un pasado en común, cuando el pueblo judío estaba en el desierto. -la alegría, producto de la abundante cosecha y del esfuerzo espiritual. -la preocupación por los pobres y necesitados, se enfatiza la idea de igualdad social y caridad. -paz, bienestar y tranquilidad para todos los pueblos de la Tierra. Después del día de fiesta, Sucot continúa a un nivel menor de santidad, como lo ordena la Torá (Levítico 23:36).
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Janucá: La fiesta de las luminarias Se celebra en diciembre y también se conoce como fiesta de la dedicación. Comienza el día 25 de Kislev y dura hasta el día 3 de Tevet , es decir, 8 días. Conmemora un hito en la historia del pueblo hebreo, el triunfo de los judíos, dirigidos por los Macabeos, sobre los gobernantes griegos (164 a.C.), anulándose los decretos de Antíoco IV sobre los judíos que les prohibían cuidar el Shabat , la circuncisión, etc. Durante la fiesta de Janucá se siguen tres preceptos fundamentales: encender las velas, que significa la expansión de los milagros; pronunciar Halel y Al Anisim, que son oraciones de agradecimiento.
Purim, la fiesta de las suertes Se celebra a fines de febrero o principios de marzo (el día 14 de Adar , cuando comienza la primavera), para conmemorar el que los judíos fueran liberados en Persia, durante el siglo V a.C., de Amán y su atentado de genocidio. Es una fiesta de diversión, las escuelas no funcionan, las celebraciones públicas abundan, los periódicos publican notas jocosas, niños y adultos se disfrazan y la festiva lectura del Rollo de Ester se acompaña con el sonido de matracas cada vez que se pronuncia el nombre de Amán. La fiesta se realiza porque a fines del siglo V a.C., Amán pensó en aniquilar a los judíos el 13 de Adar con el permiso del rey de Persia, y sucedió lo contrario. Su pensamiento lo llevó a su propia destrucción: en ese mismo día los judíos pelearon contra sus enemigos y realizaron el 14 de Adar un día de fiesta y banquete. La fiesta lleva el nombre del “pur”, que es el sorteo que realizó Amán para fijar en que mes debería exterminar a los judíos. Una de las características de Purim es el llamado ayuno de Ester , en recuerdo al ayuno que duró tres días, durante el cual Ester llamó a todos los judíos de Shusan a unirse a ella y a sus doncellas. Después del ayuno llega el banquete de Purim , en el cual se debe beber vino hasta estar un poco alegre de más. El motivo de esto es que el vino fue la fuente del cambio: un banquete trajo consigo la elección de Ester como reina, y otro banquete fue el que causó la derrota de Amán.
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La pascua judía, Pésaj Esta fiesta fue instituida como conmemoración de que Israel fuera liberado del cautiverio en Egipto, por eso se la conoce también como la festividad del Éxodo (siglo XIII a.C.) y de la redención de la esclavitud. Es la mayor y más antigua festividad judía. Se celebra el 14 de Nisán del calendario judío y suele caer a finales de marzo o principios de abril, en primavera. Los ritos de Pésaj comienzan mucho antes de la festividad, cuando las familias empiezan a limpiar sus hogares y las tiendas para quitar cualquier cosa que contenga levadura, como está prescrito en la Torá (Éxodo 12:15-20). La víspera de Pésaj se lleva a cabo un séder que incluye la lectura de la Hagadá , un elaborado relato de la esclavitud y el Éxodo de Egipto. Toda la familia se reúne para el séder y disfruta de la matzá , el pan ácimo. Pésaj probablemente se encuentre en el segundo lugar después de Yom Kipur en la observancia tradicional. También hay que mencionar que, menos de una semana después, se manifiestan ritos tradicionales de duelo público en el Día en Recuerdo de los Caídos en las Guerras de Israel, y también a los muertos durante el Holocausto nazi.
Shavuot, la fiesta de las semanas Esta festividad cae siete semanas después de Pésaj (6 de Siván). La Torá (Deuteronomio 16:10), la describe como la fiesta de las semanas (Shavuot , en hebreo). Shavuot es observada entre los ortodoxos con un estudio religioso maratónico, y en Jerusalén, con una convocación masiva a la oración junto al Muro de las Lamentaciones. Shavuot es una fiesta eminentemente agrícola, pero también marca un tiempo, el de la entrega de la Torá. Durante el día de Shavuot se lee, antes de la Torá , el libro de Rut, que acontece en la época de la cosecha de trigo. Se acostumbra a tomar comidas lácteas y se adornan las sinagogas y las casas con plantas.
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LOS SÍMBOLOS JUDAICOS Muchos objetos y símbolos del judaísmo están relacionados con las festividades que hemos visto, encontrándose también en los hogares seculares. Veamos algunos de ellos:
Kipá Se utiliza principalmente por los varones, ya que de acuerdo con la tradición, para permanecer en la sinagoga hay que cubrirse la cabeza con un solideo o kipá. Básicamente, tienen un objetivo: cubrir la cabeza en señal de reverencia y sumisión a Dios; también recuerda las limitaciones que tiene el ser humano: no es eterno ni omnipotente, manteniendo así un comportamiento digno. El judío debe cubrirse la cabeza al entrar a la sinagoga, al estudiar, al rezar, al visitar un cementerio judío o en su propio hogar cuando recita alguna plegaria. Para el judío ortodoxo la kipá es de uso continuo. La kipá no se encuentra en fuentes bíblicas ni talmúdicas. Sólo esta como antecedente la mitznefet (turbante) que el sumo sacerdote debía colocarse sobre la cabeza.
Kipá
Maguén David Llamado también Estrella de David, es el símbolo judío por excelencia. Consiste en dos triángulos entrelazados que forman una estrella de seis puntas, sin embargo, la estrella original está formada por seis triángulos superpuestos dando como resultado doce puntas que representan las doce tribus del pueblo judío, los hijos de Jacob, el patriarca. 51
A pesar de todo, la estrella de David no se menciona en el Talmud. Se encontró por primera vez grabado en la tumba de un judío, en el sur de Italia, datada en el siglo III de la era común. Maguén David significa “escudo de David” y posteriormente fue llamado “Sello de Salomón” y utilizado muchas veces por cristianos. La primera vez que se la identificó como símbolo judaico fue en 1354, cuando el emblema apareció en la bandera de la floreciente comunidad judía de Praga. Ya en el siglo XVII fue utilizado en los barrios judíos de Viena para distinguir la población judía de la cristiana. Sólo en el siglo XIX el Maguén David se convierte definitivamente como símbolo general judío, decorando sinagogas y objetos sagrados. En la época del nazismo, a partir de 1934, los judíos fueron obligados a llevar este símbolo, cosido sobre la manga de la ropa en color amarillo, para distinguirlos y señalarlos como judíos. Con la creación del Estado de Israel, se adoptó el Maguén David en la bandera.
Bandera de Israel
Menorá Consiste en un candelabro de siete brazos y es uno de los símbolos más antiguos del judaísmo. La primera constancia de su existencia la encontramos en Éxodo 25:31-39. Este candelabro o Menorá fue realizado en el desierto, estuvo en el tabernáculo, luego llevado al santuario de Silo y mas tarde se trasladó al templo de Jerusalén construido por el Rey Salomón. En el libro de Reyes 7:49 se relata que había otros nueve candeleros más. La Menorá reaparece en épocas del Segundo Templo (530 a.C.). Después de su destrucción a manos de Tito (año 70 de la era común), la Menorá fue sustraída junto a todos los utensilios. Un relieve de la misma aparece en el friso del Arco de Tito en Roma.
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Se le atribuyen diferentes simbolismos como los siete días de la creación, el árbol de la vida, etc. Está prohibido hacer una réplica exacta de la que había en el Templo de Jerusalén.
Menorá
Mezuza Es el símbolo que identifica una casa judía. Se trata de un pequeño tubo o cajita de material variado que contiene en su interior diferentes oraciones. Esta lámina con la oración dentro de la caja se coloca en el dintel de la puerta de entrada de los hogares y locales judíos. La Mezuza forma parte de un precepto recogido en la Biblia, en Deuteronomio 6:9.
Mezuza
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Talit Es un manto de plegaria que se coloca el judío para cumplir con el precepto numero 15 de Tzitzit: “Y se colocarán el talit por sobre sus vestiduras”. Existe el talit gadol (grande), que se utiliza para la plegaria matutina y el talit katan (pequeño) que es el que se lleva en contacto con el cuerpo. Es generalmente largo y amplio para que el judío pueda envolverse con él o cubrirse la cabeza, logrando así apartarse de los asuntos mundanos y concentrarse más en su plegaria. Un dato curioso es que si se debe acudir al lavabo durante el servicio, se quitará el talit antes de entrar dejándolo fuera.
Los flecos del talit representan los 613 mandamientos encontrados en la Toráh o Ley de Moisés (Números 15:37-40).Tiene bordados símbolos religiosos y escrituras en hebreo.
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Tefilín (o filacterias) Son dos cubos de cuero que contienen cuatro fragmentos de la Torá y una cuerda o cinta de cuero negra para sujetarlos, uno en el brazo izquierdo y otro en la cabeza. Uno de sus propósitos consiste en ayudar al hombre a someter su mente o intelecto, y su corazón o impulsos, a Dios. Es por ello que los tefilín se colocan en la cabeza (sede de la actividad intelectual) y sobre el brazo, frente al corazón (sede de las pasiones e impulsos). Los tefilín consagran todo el ser al servicio de Dios, por lo tanto es muy importante que todo varón judío desde los trece años en adelante se lo coloque cada día de la semana. Los tefilín se revisan cada siete años para constatar que siguen siendo aptos y no se han estropeado o borrado las letras. Lo ideal sería realizar con ellos la plegaria matutina, recitar el Shemá Israel y quitarlos.
Tefilín
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Torá Es, sin lugar a dudas, el objeto más sagrado del judaísmo: el Séfer Torá. Contiene el relato desde la creación del mundo hasta la muerte de Moisés. Sin embargo, no es cualquier libro que reproduzca los contenidos del Antiguo Testamento. Para ser sagrada debe estar hecha según unas leyes especiales. La forma antigua de la Torá , un rollo de trozos de piel soportado por dos ejes en los que se va girando para su lectura, se mantiene en las sinagogas. Hoy, la Torá todavía se realiza manualmente, tanto en la preparación de la piel como en su escritura, de la cual está establecido cuánta distancia debe haber entre cada línea, entre cada palabra y entre cada letra. Algunas de ellas son: - La creación del pergamino Solo se pueden usar pieles de animales kasher , es decir, criados y sacrificados de una manera especial. Entre los animales que se pueden usar están: la oveja, cabra, vaca, buey, cordero, ciervo y pato. No se pueden usar pieles de caballo, mula, león, camello y demás animales que no se permite comer. La preparación de la piel para convertirla en pergamino no puede ser realizada por cualquier persona. Antes de comenzar el proceso, se deben santificar especialmente, y mientras se esta trabajando, se deben repetir las siguientes palabras: leshem kedushat Séfer Torá (por la santidad de los Rollos de la Torá). - El corte de sección Una Torá común se escribe en aproximadamente cincuenta secciones. Actualmente, cuestan alrededor e 80 € cada una, lo que significa que un Séfer Torá completo no cuesta menos de 4.000 €. - El diseño de las columnas La mayoría de los Séfer Torá poseen 42 líneas por columna. Cada línea tiene aproximadamente 30 espacios de ancho. En un Séfer Torá no hay comillas, puntos, comas ni vocales, sólo letras. - Los párrafos La Torá está dividida en párrafos llamados parashiot. En total hay 674 párrafos, de los cuales 295 son abiertos y 379 son cerrados.
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- Cosiendo la Torá Las secciones se cosen juntas con 12 puntadas, que recuerda las doce tribus que forma la nación de Israel. - Las letras El alfabeto ( Alef-Bet) especial de un Séfer Torá se llama “escritura asiria”. El hecho de omitir una pequeña parte, incluso un pequeño punto de una letra puede hacer que todo el libro sea no kasher , es decir, que no se pueda utilizar en la sinagoga. Las letras en el Séfer Torá son casi todas del mismo tamaño. La tinta debe ser de color negro azabache. La pluma más indicada para escribir es una especie de junco llamada kane , pero al ser muy complicado escribir con este tipo de pluma, la mayoría de los escribas utilizan la pluma de un ganso o de un pavo. - Los rodillos Los rodillos que se usan para sostener y enrollar toda la Torá tienen como función evitar que se toquen los pergaminos, algo que está prohibido. Para señalar el texto al leer la Torá , como no se puede tocar el pergamino, se utiliza una varilla en cuyo extremo hay una mano con el índice señalando, en madera, plata u otro material (llamada Iad). El Séfer Torá se lee durante todo el año en la sinagoga. Es un honor ser llamado a leer la Torá , y es una costumbre tan antigua que se encuentra incluso mencionada en el libro de Nehemías capítulo 8. La funda con que se cubre la Torá , se llama Meil. Algunas costumbres curiosas relacionadas con la Torá son: - Donar un Séfer Torá. - En las sinagogas conservadoras o reformistas las mujeres también son llamadas a leer una aliá (porción de lectura). Esto es rechazado por el judaísmo ortodoxo. - Si alguna vez se cayera un Séfer Torá , todos los que se encuentran en la habitación tendrían que ayunar.
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Séfer Torá
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LOS RITOS DEL CICLO DE LA VIDA Los ritos de vida, llamados también de pasaje (porque se pasa de un estado a otro) son: el rito del casamiento, los ritos del nacimiento, los del crecimiento y los de la muerte. Si hablamos de celebración de casamiento debemos mencionar el divorcio. En el judaísmo tradicional no basta el divorcio civil para finalizar la unión matrimonial sino que es necesario que un tribunal rabínico otorgue un certificado por el cual libera a la mujer del hombre y ella pueda volver a casarse.
El nacimiento Cuando nace una mujer, se desarrolla el Simjat Bat , que consiste en llevarla a la sinagoga y se le asigna el nombre que llevará. Cuando nace un niño es más complejo. A los ocho días de nacido se cumple el Brit Milá , también llamado “pacto de circuncisión”, porque es un pacto de pertenencia. Consiste en cortar el prepucio del miembro viril, como está escrito en el primer libro de la Torá (Génesis 17:10-12). El hecho de no cumplir este precepto se ve como una grave trasgresión. Ya en la antigüedad era visto el Arel (no circunciso) como una vergüenza para Israel. Moel se llama el especialista que la ejecuta y sandak la persona que sostiene al niño en sus brazos durante la operación, sentado en una silla especial que se denomina Kise shel Eliahu (silla del profeta Elías). Este precepto ha sido cumplido por el pueblo judío aun en los peores momentos de su existencia. Muchas veces se prohibió a los judíos practicarlo y muchos pagaron hasta con sus vidas por hacerlo. Aún en las condiciones infrahumanas de los días del holocausto, el judío trató de cumplir con este precepto que es uno de los tres grandes pactos del pueblo judío con Dios. Cuando se cumple un mes y un día de nacido, el bebé, si es primogénito, deberá pasar por otro rito: el Pidion Haben , el “rescate del hijo” primogénito. Según la Biblia, el primer hijo de la madre, cuando es varón, debe ser consagrado a Dios (Éxodo 13:2).
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El Bar y el Bat Mitzvá Cuando los varones cumplen 13 años, llega el momento en que deben comenzar a cumplir todos los preceptos. Este rito iniciático se llama Bar Mitzvá que significa “hijo del mandamiento”, pero el término denota “sujeto al mandamiento” u “obligado a cumplirlo”. El joven se prepara con anticipación para este evento trascendental en su vida y la de su familia con un maestro especial que le enseña la lectura de la Torá, las bendiciones y a colocarse los tefilín (filacterias) y el talit. En los tiempos modernos se realiza también a las niñas la ceremonia de Bat Mitzvá , equivalente femenino del Bar Mitzvá. En este caso se pone especial énfasis en las virtudes de las mujeres ejemplares de la historia judía comenzando por las matriarcas bíblicas (Sara, esposa de Abraham; Rebeca, esposa de Isaac; Raquel y Lea, esposas de Jacob), pasando por otras mujeres relevantes como Jana, madre del último juez de Samuel y llegando a las grandes mujeres judías del siglo XX como Golda Meir (que fue primera vista del Gobierno de Israel) o Ana Frank. Esta costumbre esta en relación directa con el avance de los derechos de la mujer y su protagonismo en estos tiempos. Entre los judíos ortodoxos esta costumbre es rechazada.
El matrimonio Un hombre está en condiciones de casarse a parir de los 18 años. El compromiso o tnaim es un precontrato matrimonial que da rango oficial al noviazgo y se considera un deshonor romper el compromiso. En el judaísmo, el casamiento, llamado jatuná , es el vínculo que da origen a la familia. En tiempos bíblicos la poligamia estaba aceptada y permitida. El patriarca, Jacob, por ejemplo, tenía dos esposas. También grandes figuras como los reyes de Israel, el rey David por ejemplo, tuvieron varias mujeres, pero desde la Edad Media queda establecida la monogamia en el judaísmo. En el judaísmo existe, además, un documento que se llama ketubá en el cual están redactados y especificados los deberes de los contrayentes. El casamiento en el judaísmo es un acto público. Se requiere que haya un mínimo de diez personas. La ceremonia la realiza un rabino bajo una Jupá , que es como un palio nupcial de tela. En el momento central de la ceremonia, el novio coloca un anillo en el dedo de la novia y recita una bendición. Al final de la ceremonia se rompe una copa de vidrio para cumplir con el juramento de generaciones cuyo sentido es recordar la destrucción de Jerusalén y del Templo. 60
Por otro lado, las separaciones es una realidad y el divorcio está contemplado en el judaísmo. El vínculo del casamiento puede ser roto bien por desavenencias en el matrimonio o porque no haya descendencia después de 10 años. El Séfer Kritut , libro o documento de divorcio, es entregado a la esposa en una ceremonia presenciada por diez testigos. Por supuesto, el judaísmo no fomenta el divorcio.
Los rituales de la muerte En el judaísmo existió siempre la idea de la muerte, de que el hombre no es inmortal (“… de la tierra vienes y a la tierra retornarás…”). Está prohibida la cremación o la incineración. La costumbre de guardar duelo por familiares directos y cercanos nos remonta a tiempos de los patriarcas. En el Génesis se relata como Abraham se levantó de su duelo al morir su esposa Sara y fue a ocuparse de conseguir un lugar donde enterrarla. Fue a ver a Efrén Tzohar Hajiti para que le vendiera una meará (cueva que será luego el panteón de los patriarcas en la ciudad de Hebrón). Así, el primer patriarca del pueblo judío señaló a sus descendientes la forma de actuar cuando sucede la muerte de un familiar directo. En los cementerios judíos no se hacen monumentos funerarios y sólo se pone en el lugar del enterramiento una losa, llamada matzevá. Previo al entierro, y como recuerdo de la costumbre de tiempos antiguos en que los deudos solían desgarrar sus ropas como expresión de dolor por el fallecimiento ocurrido, se ejecuta hoy la keria (“rotura”), un tajo que se hace en la ropa exterior de los familiares más cercanos. Exhibir al muerto se considera deshonroso y falto de respeto. Las flores o coronas de flores que en ocasiones se envían para honrar al fallecido (principalmente por personas no judías) son generalmente aceptadas, pero según los preceptos judíos no se las debe colocar sobre el cajón ni llevar al cementerio, sino que deben ser colocadas en una sala próxima al lugar del velatorio. Acompañar al consejo fúnebre (levaiá) y llevar al muerto a su última morada es un deber tan sagrado que incluso permite, en algunos casos, interrumpir el cumplimiento de otros preceptos religiosos. La preparación del cuerpo del difunto es una de las tareas más importantes antes del entierro. La tahará consiste en lavar el cuerpo y luego verter sobre él un flujo de agua en símbolo de purificación.
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Después de la tahará se viste al difunto con los tajrijim (mortajas blancas) y, si es un hombre, se coloca sobre los tajrijim el talit (manto de oraciones). Al pie de la tumba, el hijo o algún familiar cercano (varón) pronuncia el kadish , que es una plegaria especial para esta ocasión. Antes de salir del cementerio, los avelim , (enlutados) deben recibir el primer consuelo, como símbolo del comienzo del período del shiva , es decir, de duelo. A la salida del cementerio les espera todavía un ritual: debe procederse al lavado de mano (Netilat Iadaim). La Torá relata el duelo de Jacob cuando cree que su amado hijo José fue despedazado, o el duelo de todo el pueblo cuando mueren Aarón el sacerdote y Moisés en el desierto, rumbo a la tierra prometida. Según lo establece la Torá, es un deber guardar shivá (duelo) por un padre o madre, hermana o hermano, hijo o hija, esposo o esposa. Durante la shivá el doliente acostumbra a estar en la casa sentado en el suelo o en los bancos bajos, sin afeitarse ni perfumarse. Otra de las costumbres entre los familiares es que durante la shivá no se usan los tefilín o filacterias el primer día de duelo, ni se estudia la Torá. Lo que se acostumbra es permanecer en casa, donde se reciben a los amigos hasta completar el Minian (diez personas) para recitar las oraciones y recitar el kadish. Al cabo de treinta días vuelven a reunirse para la azkara (recordación) o sheloshim , junto a la tumba, sobre la cual ya se colocó una lápida fúnebre con el nombre del difunto, es decir, una matzevá. El máximo período de duelo es de un año.
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LA MESA JUDÍA: LA COMIDA KASHER Lo que un judío puede o no comer está claramente señalado por la ley judía. Estas leyes dan como resultado la existencia de la comida kasher , es decir, la que está aprobada para el consumo. En Israel por ejemplo, estas leyes tienen rango nacional. Toda institución oficial o gubernamental tiene cocina kasher. Pero ¿de donde viene esta ley? La primera fuente bíblica está en Génesis 2:16 (“… de todo árbol del huerto podrás comer …”). En esta primera fuente bíblica no existe ninguna mención de otra índole (animal). Las limitaciones que son impuestas a la dieta de un judío las encontramos, entonces, en los textos subsiguientes de la Torá, en Deuteronomio capitulo 14. El texto detalla los animales permitidos y los animales que están prohibidos. Los peces también tienen sus indicaciones, igual que las aves. Incluso los animales permitidos tienen restricciones (Deuteronomio 14:21). Y también esta prohibido ingerir sangre (Levítico 19:26). Los animales tienen que ser sacrificados de una manera especial, no pueden estar enfermos ni defectuosos, ni estar muertos antes de ser sacrificados. Si no reúnen todas estas condiciones son Treifá , es decir, no es apto para el consumo de un judío. En los comercios donde se vende comida kasher , debe estar a la vista el certificado de kashrut otorgado por el rabinato superior de cada comunidad judía. Sobre los frutos de la tierra todos pueden comerse. En cuanto a los frutos de los árboles sólo podrán ser comidos al quinto año de ser plantados. Antes el fruto es considerado orlá , no apto para el consumo. También nos encontramos con leyes que rigen cómo utilizar la vajilla y los utensilios de cocina. Existen dos juegos de vajilla: uno para lácteos y otro para carnes. Dos fregaderos separados para lavarlas y una nevera para cada uno de de estos tipos de alimentos. Se extreman las precauciones con respecto a las normas de kashrut cuando se prepara la casa para la festividad de Pésaj.
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“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
(Juan 20:29)
“Estoy tratando aquí de prevenir a cualquiera para que no diga la necedad que la gente dice a menudo respecto de Él: ‘Estoy dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro de moral, pero no acepto sus aseveraciones de ser Dios.’ Eso es lo que no debemos decir. Un hombre que fuese meramente hombre y dijera las cosas que dijo Jesús, no sería un gran maestro de moral. Podría ser un lunático o bien podría ser un demonio infernal. Le corresponde a usted hacer su elección. Si este hombre fue, y es, el Hijo de Dios; o si es un demente o algo peor”.
C.S. Lewis
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INTRODUCCION AL CRISTIANISMO Hace más de dos mil años, en una remota procuración romana situada al sur de Palestina llamada Judea, un hombre, judío itinerante, llamado Jesús de Nazaret, predicó una serie de pensamientos espirituales que se convirtieron en las palabras con más poder e influencia jamás pronunciadas. Este hombre fue considerado por sus discípulos (y por muchos más) el Mesías (del hebreo mesiah; ungido), o el Cristo (del griego khristós; ungido) que anunciaría el reino de Dios en la tierra. Tras su muerte en la cruz, sus seguidores, llamados cristianos (Hechos 11:26) proclamaron su milagrosa resurrección. Sus adeptos se multiplicaron y en el siglo IV la religión que profesaban fue adoptada (y tal vez “adaptada”) por el poderoso Imperio Romano. Se inició como un movimiento mesiánico en el seno del judaísmo, inspirado y centrado en la persona de Jesús de Nazaret. El hecho de que su fundador fuese crucificado por los romanos y repudiado por el pueblo judío, no impidió que sus discípulos extendiesen su palabra por todo el mundo anunciándola como religión revelada por Dios. Para el cristianismo sólo hay un Dios que aparece como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, otorgando a los hombres diez mandamientos a través del profeta Moisés (como hemos visto en la Torá hebrea o Antiguo Testamento) pero indicando alguno más en el Nuevo Testamento (Lucas 10:27). Del judaísmo ha conservado las Sagradas Escrituras (Antiguo Testamento), el monoteísmo y la creencia en un Mesías. Aunque lo conciben de manera distinta, para el cristianismo Jesús, el Mesías, es la encarnación de Dios mismo y el liberador de toda la humanidad, no sólo de Israel. Mucho se ha escrito y se ha dicho, se escribirá y se dirá acerca del cristianismo, unas veces a favor y otras en contra. A través de los tiempos, y desde diferentes puntos de vista, grandes historiadores, filósofos, teólogos y estudiosos, han dedicado su saber a este tema. Este apartado se propone hacer un ligero repaso, con seriedad, de la historia del cristianismo. Si una elemental educación nos exige respetar las convicciones de los demás, también la objetividad nos prohíbe desfigurar los hechos.
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LA VIDA DE JESUS En los evangelios de Mateo 1:18-25 y Lucas 2:1-7 se relata el nacimiento de Jesús. Es el inicio de una historia que hoy, más de dos mil años después, todavía genera fuertes pasiones e inquietudes. No es necesario estar encuadrado en las filas del cristianismo para aceptar que la figura de Jesucristo despierta un interés mayúsculo. Puede resultar curioso saber que nos estamos refiriendo a una persona que vivió poco más de treinta años, que no dejó nada escrito por sí mismo, que al parecer nunca se alejó demasiado de su tierra natal, y del que se dispone de muy escasos detalles biográficos (seguramente porque su propósito nada tenía que ver con todo esto).
Pruebas de vida y evangelios Ante la mencionada ausencia de datos, algunos investigadores cuestionan la existencia de Jesús. Sin embargo, la ciencia histórica rechaza de plano cualquier tipo de duda al respecto. Prácticamente nadie discute la veracidad de un hecho: la muerte de Jesús en la cruz que, además de estar atestiguada en el Nuevo Testamento, también fue confirmada por el historiador judío Flavio Josefo entre los años 93-94 y por el escritor romano Publio Cornelio Tácito hacia los años 116117, entre muchos otros que nada tenían que ver con su entorno: Flavio Josefo: “Apareció en este tiempo Jesús, un hombre sabio. Fue autor de hechos sorprendentes; maestro de personas que reciben la verdad con placer. Muchos, tanto judíos como griegos, le siguieron. Algunos de nuestros hombres más eminentes le acusaron ante Pilato. Este lo condenó a la cruz. Sin embargo, quienes antes lo habían amado, no dejaron de quererlo. Y hasta hoy, la tribu de los cristianos, no ha desaparecido”. Publio Cornelio Tácito: “Cristo había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo, no sólo en Judea, origen del mal, sino también por la ciudad de Roma, lugar en el que de todas partes confluyen y dónde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas”. A través de los evangelios conocemos muchos de los elementos que formaban parte del ambiente de la época. Trascienden los nombres de personajes 66
importantes e influyentes. Quedan reflejadas las condiciones de vida que se dieron en el entorno de Palestina, se mencionan los grupos religiosos y sus normas, se detallan desde pequeñas aldeas a grandes ciudades… Toda esta precisión y complejidad confiere a sus autores un alto grado de credibilidad, consideración que también es aplicable a los demás escritores del Nuevo Testamento. De hecho, al cristianismo se le tiene por una religión fundamentalmente histórica, cuyos pilares se levantan sobre sucesos históricos. Y, claro está, el más importante de aquellos sucesos reside en la vida de Jesús. Podríamos hablar ahora sobre los rollos del Mar Muerto hallados entre los años 1947 y 1956 en once cuevas situadas en un lugar denominado Chirbet Qumtán, en las proximidades de la ribera del Mar Muerto, al sur de la probable ciudad de Jericó, que llegaron a ser calificados como el descubrimiento arqueológico más grande del siglo XX. Sus textos escritos en arameo, hebreo y griego contienen partes del Antiguo Testamento, fragmentos del libro de Isaías, salmos, comentarios y otra literatura de carácter religioso. Según las pruebas realizadas, los manuscritos de Qumrán fueron redactados uno o dos siglos antes de los tiempos de Jesucristo. Pero basarnos meramente en estos escritos supondría solamente entrar de lleno en el terreno de la hipótesis y de la polémica. El hombre que estuvo predicando unos tres años y que obtuvo el fervor de una masa de gente considerable, murió prácticamente sólo, abandonado y vilipendiado por todo aquél que se acercó a contemplar su ejecución. De alguna manera, la escena del Gólgota que tanto nos conmueve representó, en aquellos momentos, la consumación del fracaso de la obra de Jesús. Pero es precisamente esta lógica sensación de fracaso la que puede reforzar aún más la veracidad de los relatos expuestos en los Evangelios puesto que ¿quién que estuviera interesado en propagar el mensaje de Jesús se habría inventado semejante desenlace?
La doctrina de Jesús Hay que destacar que, según se desprende de los Evangelios, Jesús nunca hizo ostentación de su poder con el fin de atraerse la admiración de los demás y, así, conquistar su fervor. Además, él incluso llegó a temer que su ministerio pudiera verse comprometido por la excitación que originaban aquellos sucesos extraordinarios. Un ejemplo de esto lo tenemos en Mateo 9:27-31 (… Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa…). Jesús maravilló a sus discípulos por razones mucho más profundas y sustanciales. Lo que realmente les cautivó fue la enorme bondad que transmitía y, sobre todo, porque… Dios estaba con Él (Hechos 10:37). 67
Los discípulos que estuvieron más cerca y por más tiempo con Jesús –los que le oyeron con mayor frecuencia- quedaron fascinados por la elocuencia, la concreción, la simplicidad y también, la gravedad de sus palabras: “ Acercándose uno de los escribas (…), le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús contestó: El primero es: “Oye, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos.” (Marcos 12:28-31). Resumiendo, la vida del Jesús histórico transcurrió por los senderos de la humildad, la compasión y el amor absoluto hacia el prójimo. No es de extrañar que su figura continúe suscitando un enorme interés.
Esquema sintético de Jerusalén
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PRIMEROS PASOS DEL CRISTIANISMO Tras la muerte de Jesús se registra el acontecimiento central del cristianismo: la resurrección. Este suceso marca la frontera definitiva entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. La cruz parecía el final, pero no fue así. Sus discípulos lo vieron después de morir (Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-18; Lucas 24:36-49; Juan 20:19-23). Había resucitado. La certeza de que Jesús seguía con vida transformó a un puñado de desconsolados seguidores de un líder asesinado y desacreditado en uno de los grupos más dinámicos de la historia de la humanidad. Ninguno de ellos había tenido facilidad de palabra, pero todos rezumaban elocuencia. Partiendo de una pequeña habitación de Jerusalén, difundieron su mensaje con fervor. Las palabras y signos de Jesús despertaban la admiración de la gente. Sus enseñanzas eran fáciles de recordar porque hablaban de situaciones concretas y cotidianas de la vida. Además, hace 2.000 años la escritura era una práctica muy cara y muy pocos sabían leer y escribir. Por ello, la relación que Jesús establece con sus discípulos implica la memorización de sus palabras y enseñanzas. Así pues, los primeros pasos del cristianismo se encuentran en los discípulos, quienes fueron enviados a transmitir el mensaje del Hijo de Dios habiendo sido testigos de sus enseñanzas, sus palabras y sus signos. Apenas transcurridos diez años desde la crucifixión, los seguidores de Jesús se encontraron ante un gran dilema: ¿Qué hacer con los paganos que deseaban convertirse a la nueva fe? Acabado de brotar, el incipiente árbol del Nazareno ya comenzaba a dividirse en dos ramas. ¿Bastaba con que los convertidos aceptasen a Cristo como el Mesías, tal y como sostenía Pablo de Tarso, apóstol de los gentiles, o debían ser circuncidados y someterse a la ley de Moisés, como defendía desde Jerusalén el apóstol Santiago, convencido de que los cristianos eran los auténticos judíos? La disputa la resolvió el apóstol Pedro en el “primer concilio” cristiano, convocado en el año 49 en la misma Jerusalén, donde Pedro, con la ayuda del apóstol Bernabé, dio la razón a Pablo (Hechos 11:1-18). Las puertas de la primitiva Iglesia quedaban totalmente abiertas a los no judíos. El cristianismo podía expandirse como la nueva religión universal. En el año 57 d.C., estalló una fuerte rebelión contra Roma que inflamó el nacionalismo judío. Tras trece años de tensa relación, los rebeldes fueron severamente derrotados por las tropas de Tito, hijo del emperador Vespasiano, que arrasó Jerusalén. Con la destrucción del templo se desencadenó una nueva situación dentro del judaísmo que afectó a las comunidades cristianas. Al desaparecer el templo y la clase sacerdotal, el judaísmo se replegó en torno a la ley y nació una nueva ortodoxia conducida por los fariseos, cuya intolerancia 69
acrecentó las tensiones entre la iglesia cristiana y la sinagoga judía hasta llegar a una abierta ruptura. Habían desaparecido ya los ímpetus iniciales y resultaba difícil vivir el evangelio. La tentación de acomodarse al mundo era grande y la perseverancia difícil. La desaparición de los apóstoles que habían conocido a Jesús es otra característica fundamental de esta etapa. Nacen así diversas tradiciones vinculadas a los principales apóstoles de la primera generación (Pedro, Santiago, Juan y Pablo), y relacionadas con las diversas áreas de implantación del cristianismo. La tradición de Pedro tenía su centro en Antioquia, la de Santiago en Jerusalén, la de Juan en Transjordania y la de Pablo, que era la más extendida, en las regiones de Asía Menor, Grecia y Roma. En esta época el cristianismo había llegado también a Egipto y otros lugares donde florecieron otras tradiciones vinculadas a otros apóstoles (Tomás). Estos datos dan una idea de la complejidad y diversidad del cristianismo en esta época.
Las persecuciones Jesús ya había pronosticado que el camino de sus seguidores, al igual que el suyo, no sería fácil. Hay que leer el libro de Mateo 10:16-22 para entender esto. Se puede afirmar que el gran perseguidor de los cristianos fue, sin dudas, Roma. Cayo Seutonio (70-140 d.C.), erudito y escritor romano, sitúa sobre el año 50 la primera represión hacia los cristianos por parte del emperador Claudio (10 a.C. -54 d.C.) al expulsar a los judíos de Roma por alborotar en nombre de “Chresto”. Nerón (37-68 d.C.) en el año 64 culpó a los cristianos del incendio de Roma y se acuñó el famoso y trágico grito de “¡Los cristianos al león!”. Las cuatro siguientes persecuciones van desde el año 94 hasta el 180 y promovidas por Domiciano, Trajano, Antonio Pio y Marco Aurelio, pero mas bien los castigos eran infligidos no por el mero hecho de ser cristianos, sino por no obedecer las leyes impuestas. Tras dos siglos de persecuciones, el cristianismo, lejos de desaparecer, había crecido y se había extendido por todas las capas sociales, poniendo en peligro la religión tradicional romana. En el año 202, el emperador Septimio Severo prohibió toda manifestación religiosa de judíos y cristianos. Promulgó un decreto por el que todo el mundo debía rendir culto al “Sol invicto”. Muchos fueron sacrificados bajo terribles torturas, pero para los cristianos el martirio era causa de bienaventuranza:
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“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros” (Mateo 5:11-12).
El emperador Decio tomó el poder en el año 249 y anhelaba aniquilar totalmente al cristianismo puesto que lo consideraba un peligro para el imperio romano tradicional. Más radical sería el emperador Valeriano, en los años 257 y 258 persiguió a los cristianos allí donde se encontraran. Y la última y más cruenta de todas las persecuciones fue la que emprendió Diocleciano en el año 303. Fue Galerio en el año 311 d.C. quien promulgó un edicto concediendo cierta tolerancia a los distintos cultos que existían en el imperio. De esta forma, el cristianismo dejaba de ser una “secta ilegal”.
El edicto de Milán El paso de la tolerancia a la plena libertad religiosa se produjo con rapidez y su principal responsable fue el emperador Constantino que, junto con Licinio, elaboró el “Edicto de Milán” en el año 313 d.C.: “Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse el arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos sancionado que, tanto todos los demás, cuanto los cristianos, conserven la fe y observancia de su secta y religión (…) Que a los cristianos y a todos los demás se conceda libre facultad de seguir la religión que a bien tengan; a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio. Así, pues, hemos promulgado con saludable y rectísimo criterio ésta nuestra voluntad, para que a ninguno se niegue en absoluto licencia de seguir o elegir la observancia y religión cristiana. Antes bien sea lícito a cada uno dedicar su alma a aquella religión que estimare conveniente”.
Las leyes que discriminaban a los cristianos quedaron abolidas y la iglesia fue reconocida por el poder civil, inaugurando así una nueva era en la historia del cristianismo.
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La Vía Dolorosa I. Jesús es condenado a mu erte. II. Jesús es cargado con la Cruz. III. Jesús cae por primera vez. IV. Jesús encuentra a María, su madre. V. Simón el Cireneo ayuda a Jesú s a cargar la Cruz. VI. La Verónica enjuga el rostro de Jesús. VII. Jesús cae por segunda vez. VIII. Jesús encuentra las mujeres d e Jerusalén. IX. Jesús cae por tercera vez. X. Jesús es despojado de sus vestiduras. XI. Jesús es clavado en la Cruz. XII. Jesús muere en la Cruz. XIII. Jesús es bajado de la Cruz. XIV. Jesús es puesto en el sepulcro.
El recorrido actual del Vía Crucis (en rojo). Las estaciones X-XIV se encuentran al interior de la Basílica del S. Sepulcro. El número XV indica el lugar de la Resurrección.
El Vía Crucis atraviesa el valle que separa dos colinas, oriental y occidental, sobre las cuales está construida la ciudad de Jerusalén. En primer plano, a la izquierda, la iglesia armeno-católica construida sobre el lugar de la iglesia medieval de "Santa María del Espasmo".
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Arcos de época romana forman parte de un ingreso monumental a un edificio considerado desde tiempo como el pretorio (Fortaleza Antonia). Los restos han sido englobados en una iglesia dedicada a Jesús, ridiculizado y coronado de espinas por los soldados (Juan 19:1). Sobre el lugar del Pretorio, donde Jesús fue juzgado por Pilatos (Mateo 27:2), no hay una convergencia de opiniones entre los estudiosos.
En los subterráneos del convento de las religiosas de "Notre Dame de Sion" hay una g ran cisterna dividida en dos partes por una fila de arcos. Aprovechando el bajo nivel del agu a, se ha podido fotografiar la segunda cisterna, normalmente invisible para los v isitantes.
Cubre la cisterna un pavimento realizado con grandes bloques de piedra. Después del descubrimiento en 1859, el pavimento fue considerado parte de la herodiana Fortaleza Antonia y vinculada con el "lithostrotos" del evangelio (Juan 19:13). "Lithostrotos" significa "pavimento de piedra".
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Cuando salía de la ciudad a través de una puerta, se dice que Jesús tropezó e cayó. El libro de los Hebreos recuerda la salida de Jesús a través de una puerta (Hebreos 13:12). El nombre de "Judiciaria" dada por los peregrinos no posee fundamento histórico.
Dos calles importantes de Jerusalén se encuentran en este punto. De frente al elegante pórtico de época turca, los arqueólogos han encontrado algunas piedras de una calle del tiempo de Jesús. Aquí fue puesto en el pasado el encuentro con el Cireneo, mientras hoy se recuerda la primera caída.
En este cruce de caminos se colocó el episodio del Cireneo, obligado por los soldados a portar el patíbulo de Cristo detrás de Él (Lucas 23:26).
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En el recorrido hacia el Calvario Jesús encuentra un grupo de mujeres que lloraban por Él. (Lucas 23:28).
Entre las puertas del monasterio etíope y del patriarcado copto, una cruz diseñada sobre un fragmento de columna recuerda la tercera y última caída de Jesús.
Vista de la Basílica del Santo Sepulcro desde el patio del monasterio etíope. A la izquierda de la foto se ve la cúpula de la capilla de Santa Elena (en la parte baja) y de la capilla de Melquisedek sobre el Calvario (en la parte alta). Al centro, con la cruz, la cúpula del Catholicon.
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EL CAMINO HACIA LA UNIDAD Como hemos visto el Edicto de Milán fue uno de los hechos más decisivos en la historia del cristianismo, promulgado por los co-emperadores Constantino (Occidente) y Licinio (Oriente). El número de cristianos iba creciendo día a día. Ante esta realidad, Constantino otorgó grandes privilegios a la Iglesia, asegurándose de esta manera que pudiera ser fácilmente dirigida por la “autoridad pública”. Mientras, los seguidores de Cristo querían creer que el motivo principal se debió a la “conversión” de Constantino. Se afirma que antes de la batalla del Puente Milvio (año 312) a Constantino se le apareció una cruz de fuego en el cielo con las palabras in hoc signo vinces (con este signo vencerás). Esta es la versión que le gustaba relatar al propio emperador y que mantuvo hasta el fin de sus días. Otra cosa es la real “conversión” de Constantino, ya que no consintió en ser bautizado hasta los últimos días de su vida, y siguió rindiendo culto al dios del sol mitraísta. El nuevo comino que se abría para el cristianismo tampoco seria cómodo. Cierto que ya quedaba atrás la fuerte hostilidad del imperio romano, pero empezaron a surgir serias discrepancias doctrinales en el seno de la Iglesia que enturbiarían la recién estrenada libertad. El apóstol Pablo ya había profetizado: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:29-30). Y a los corintios le aconsejaba: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, si no que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1ª Corintios 1:10). No iba desencaminado el apóstol Pablo.
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Crismón, más usualmente admitido es la representación del monograma de Cristo XP. Consiste en las letras griegas X ( ji) y P (ro), abreviatura de XP(ISTOS), Cristo, sobrepuestas . El cristograma empezó a aparecer en las monedas romanas después del Edicto de Milán (313), con el que Constantino establecía la libertad de culto para los
cristianos .
Los sabelianos (215 d.C.) Sabelio fue un maestro de Roma y líder de la escuela de pensamiento “modalistic monarchian” con respecto a la divinidad (“monarquia” que sugiere la primacía del Padre). Fue excomulgado por Calixto, obispo de Roma entre el 217 y 222 d.C. Sabelio argumentaba que Dios es una “Persona” que se proyecta a Sí mismo en tres “maneras”: como Padre, Hijo y Espíritu. Las formas modernas de sabelianismo son sostenidas por los Unitarios y los Pentecostales.
La llegada del arrianismo Una de las primeras controversias que surgieron en el seno de la nueva etapa del cristianismo, nació a raíz de la aceptación simultánea de entender a Jesús como Dios y Hombre a la vez. Arrio (256-336), era un teólogo de Alejandría que afirmaba que Jesucristo no era el verdadero Dios, sino la primera criatura creada por Dios. Jesucristo era sólo un hombre. En definitiva, cuestionaba la divinidad de Cristo. Con el fin de atajar definitivamente la herejía arriana, Constantino convocó en el año 325 en Nicea el Primer Concilio Ecuménico (universal). Una forma moderna de esta posición es sostenida por los llamados Testigos de Jehová.
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La relevancia de Constantinopla Una de las decisiones geo-políticas más importantes llevadas a cabo por Constantino, fue la de trasladar, en el año 330, la capitalidad del imperio romano hacia una “nueva Roma”. La ciudad de Bizancio, en la zona más oriental del Mediterráneo, fue la elegida, pasando a llamarse Constantinopla (actual Estambul) en honor del emperador. Esto propició una mayor división de la Iglesia. La Iglesia de Roma, de habla latina, en Occidente, y la Iglesia de Constantinopla, de habla griega, en Oriente.
Los Macedonios Macedonio, patriarca de Constantinopla y seguidor de la doctrina semiarriana, negó la divinidad del Espíritu Santo. Esta nueva herejía se divulgó rápidamente pasando a llamarse macedonios sus adeptos. Teodosio I el Grande (346-395), convocó en el año 381, el II Concilio Ecuménico (llamado I de Constantinopla) y fue emplazado para reafirmar la verdadera doctrina de la deidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo en una sola persona), en contraposición de la herejía de Macedonio quien, no sólo rechazaba la divinidad de la Tercera Persona, sino que además afirmaba que el Espíritu Santo estaba al servicio de Dios Padre y del Hijo de Dios. Por unanimidad, fue rechazada y condenada la herejía.
Dámaso: un supuesto diseñador de la Iglesia Dámaso (305-384) obispo de Roma, se impuso trabajar para conseguir la unión de los cristianos consciente del creciente alejamiento entre las dos Iglesias de Oriente y Occidente. Para ello, infatigablemente, celebró asambleas y mantuvo diálogos con cristianos de todas partes. Su labor fue finalmente reconocida por los obispos de ambas Iglesias. A Dámaso también se debe la versión oficial de la Biblia Católica. Encargó a su secretario Jerónimo (345-419), doctor de la Iglesia, escritor y gran erudito, la traducción al latín de los textos bíblicos que estaban escritos en griego y hebreo. La Biblia traducida se difundió con el distintivo de Verus et Vulgata Editio (Edición verdadera traducida para el vulgo), siendo conocida como “La Vulgata”.
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Monaquismo En esta época era más fácil ser cristiano que no serlo, circunstancia que para los seguidores de Cristo, en su casi cuatro siglo de existencias, resultaba absolutamente novedosa. Los cristianos más comprometidos empezaron a darse cuenta que esta situación estaba relajando el grado de exigencia que imponía la conducta cristiana y era preciso huir del mundo acomodaticio en que vivían y buscar otros métodos de disciplina más auténticos. Esto condujo a que cristianos de diferentes orígenes iniciaran una vida ascética. Este estilo de vida, fue conocido como monaquismo y sus practicantes fueron llamados monjes (del griego, monachó , solitario). El más representativo fue Pacomio (290-346) que fundó en Tabbensi, al norte de Egipto, un grupo de monjes para vivir en comunidad y redactó la reglas monásticas más antiguas que se conocen.
Los Apolinaristas (361-381 d.C.) El obispo de Laodicea, Apolinario, afirmaba que Jesús era divino hasta el punto de que no podía ser verdaderamente humano al mismo tiempo. Como consecuencia, Jesús no tenía una voluntad humana y no participó en el proceso del pensamiento humano. Tampoco fue tentado realmente. Esta posición llevó a la adoración de la carne de Jesús en la visión de la transubstanciación de la Cena del Señor.
El nestorianismo (428-451 d.C.) Nestorio, obispo de Constantinopla, afirmaba que Jesucristo tenía dos personalidades distintas, una divina y la otra humana y que de la virgen María únicamente había nacido la persona humana, que fue la que sufrió pasión y muerte. La naturaleza divina, el Verbo, venía directamente del Padre. Cirilo (374-444), obispo de Alejandría le conminó a retractarse solicitando al emperador Teodosio II el Joven (401-450), que interviniera para poner fin a esa herejía. Así fue como en el año 431 se convocó el Concilio de Efeso (III Ecuménico), presidido por el propio Cirilo y el obispo de Efeso, llamado Memnon. En definitiva, reconocieron como impías y heréticas las enseñanzas de Nestorio y le condenaron al destierro en un oasis de Egipto. 79
Las diferencias entre Constantinopla y Alejandría propiciaron un serio distanciamiento en el seno de la Iglesia Oriental.
Monofisismo (440 d.C.) Para contrarrestar los efectos del Nestorianismo, emergió con fuerza una nueva doctrina, que cayó en el error opuesto. Su fórmula era la siguiente: una sola naturaleza, la divina; Jesucristo es Dios verdadero pero no es un hombre como nosotros puesto que en él la naturaleza humana se ha “disuelto” en la divina. Fue Eutiques (387-454), superior de un monasterio de Constantinopla, quien formuló abiertamente esta tesis llamada monofisismo. La emperatriz Pulqueria, que había heredado el imperio tras la muerte de su hermano Teodosio II el Joven, junto con su esposo el emperador Marciano, convocaron en Calcedonia, en el año 451, el IV Concilio Ecuménico presidido por el obispo Anatoli de Constantinopla, condenando la herejía de Eutiques, que también fue condenado al destierro en Egipto. También en este concilio se introdujo la denominación “ortodoxo” (del griego, ortho , correcto y doxa , doctrina).
Monotelismo (580 d.C.) Doctrina que admitía las dos naturalezas –la humana y la divina- , pero una sola voluntad –la divina-. Esta nueva herejía fue apoyada por el emperador Heraclio (575-641). El emperador Constantino IV (648-685) convocó en el año 680 el VI Concilio Ecuménico, III de Constantinopla, declarando anatema la doctrina monotelita y sus máximos representantes fueron acusados de herejes. Las relaciones entre Bizancio y Roma eran cada vez más tirantes y distantes.
Las invasiones Tribus germanas penetraron desde la zona escandinava en varias direcciones: los sajones se desplazaron hacia el mar del Norte tomando la provincia romana de Britania y fundando Inglaterra, los francos siguiendo el Rin se aposentaron en las Galias y fundaron Francia y los godos que recorrieron el 80
Danubio fueron los que jugaron un papel decisivo en la caída del imperio de Occidente. Los godos se dividieron en dos grupos: los visigodos en Occidente y los ostrogodos en Oriente, siendo estos últimos los primeros “bárbaros” en convertirse al cristianismo. Alarico (370-410), rey de los visigodos, saqueó Roma en el año 410 y posteriormente Odoacro (434-493) depuso al último emperador Rómulo Augusto en el año 746 y asumió el título de rey de Italia. Este acontecimiento, según la mayoría de los historiadores, marca el fin del imperio romano de Occidente. Mientras, Atila, al frente de un pueblo mongol llamado los hunos, arrasaba todo lo que encontraba a su paso en su camino hacia Occidente.
Iconoclastia La palabra icono proviene del griego eicon (presencia) y manifiesta la hipostasis (sustancia, esencia o naturaleza) de lo que representa. Así pues, el icono es una imagen cuya contemplación nos lleva al prototipo que representa y al mismo tiempo testifica su presencia. León III el Isáurico (675-741) ordenó en el año 726 quitar de las Iglesias todas las representaciones plásticas de ángeles y santos, de Jesucristo y de la Virgen María. Por ello quienes las veneraban incurrían en el error de los nestorianos. Este fue el inicio de la iconoclastia o destrucción de las imágenes. La reacción de una gran parte de la Iglesia Oriental y la totalidad de la Occidental fue enérgica y como respuesta, el emperador haciendo uso del “cesaropapismo” (el estado es responsable de la religión y por tanto el emperador es la cabeza de la cristiandad), desató terribles persecuciones contra los partidarios de la veneración de las imágenes. A instancias del Papa Adriano I (795), la emperatriz Irene (752-803), que veneraba en secreto las imágenes, accedió a convocar un nuevo Concilio Ecuménico, el VII y último que celebró la Iglesia ortodoxa universal antes del gran cisma del año 1054. Este Concilio Ecuménico, II de Nicea, formuló veintidós reglas canónicas y estableció el culto a las imágenes reivindicando que “la veneración de los santos iconos implica su disposición junto con la honorabilísima y vivificante cruz del Señor dentro de las Iglesias para que los fieles eleven sus mentes y corazones hacia el Señor Dios, la Madre de Dios, y todos los santos en ellos representados”.
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Carlomagno Magnus (Carlos el Grande) era hijo de Carlomagno (742-814), en latín Carolus Magnus Pipino el Breve (714-768), primer rey de Francia de la dinastía carolingia. A instancias del Papa Adriano I, en el año 773 se enfrentó y derrotó a los lombardos, pueblo germánico que había invadido Italia en el año 568, coronándose rey de los lombardos y anexionando sus territorios a su reino. Años más tardes cedió estos territorios al papado dando origen a los Estados Pontificios. Su gran entendimiento y colaboración con el papado tuvo finalmente su recompensa y en la navidad del año 800 fue coronado y consagrado emperador de los romanos por el Papa León III (750-816). Las conquistas de Carlomagno hicieron realidad el sueño de la unión tras haber derrotado a los sajones, obligándoles a abrazar la fe cristiana. Con ello toda Europa Central quedaba unida a la cristiandad, al tiempo que Italia pasaba también a formar parte del imperio y el papado quedaba bajo su dominio. De esta manera Carlomagno fue el creador del sacro imperio romano-germánico que duró mil años, hasta los días de Napoleón.
Cisma de Oriente Aparte de las obvias diferencias entre Occidente y Oriente (idiomas, ritos, costumbres…), en la base del cisma podemos destacar el conflicto existente entre los patriarcas. Teóricamente todo los obispos eran iguales, sin embargo, en la práctica era el obispo de Roma el que ostentaba la supremacía, y esto era motivo de enojo para los patriarcas Orientales. Otro de los motivos de la separación debe buscarse en la relación entre Iglesia y Estado. En Oriente era el emperador el que controlaba la Iglesia, respondiendo al concepto de “cesaropapismo”. Por el contrario, en Occidente, la religión se había desarrollado de manera independiente de las estructuras políticas. Las controversias doctrinales también aportaron su grano de arena en el cisma. Mientras la Iglesia oriental continuaba con la tradición griega y sus intereses tendían a lo espiritual, abstracto y metafísico, la occidental se decantaba por aspectos más pragmáticos y se preocupaba más de la naturaleza del hombre que de la de Cristo. Por otra parte la Iglesia occidental celebró en Toledo, en el año 589, otro concilio, no ecuménico. Por ello las Iglesias orientales reaccionaron condenando a
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las occidentales de tomar decisiones sin discusión previa o sin celebrar un concilio ecuménico. Otro asunto que colaboró en el distanciamiento entre Oriente y Occidente fue el relacionado con el celibato del clero, obligatorio en Occidente pero no en Oriente. Otra diferencia estriba en que el clero Occidental puede elegir entre afeitarse o no, mientras sus colegas de Oriente deben llevar barba por fuerza. Hay que señalar también el uso del griego en una parte del imperio o del latín en la otra para la celebración del culto. Además de estos conflictos a lo largo de los siglos entre Oriente y Occidente hubo dos últimos acontecimientos que prendieron más mecha. El primero, regía la sede romana el Papa Nicolás I (820-867) y era patriarca de Constantinopla el obispo Ignacio. En la fiesta de Epifanía del año 857 negó públicamente la Sagrada Comunión a un tío del emperador Miguel III (839-867) que vivía licenciosamente con su propia nuera. Ello motivó su destierro acusado de haber traicionado la confianza del emperador. El último suceso definitivo, regía la sede romana el Papa León IX (10021054). El patriarcado de Constantinopla estaba en manos de Miguel Cerulario (1000-1058). León IX quiso solucionar los continuos roces y conflictos y envió una delegación a Constantinopla encabezada por el monje Humberto, su consejero. Pero al parecer no estuvo afortunado en la elección del mediador, cuya aversión hacia lo bizantino era manifiesta. Se presentó en Constantinopla dispuesto a proclamar la autoridad pontificia, pero en ningún caso a dialogar. Redactó una bula conminatoria, con un lenguaje nada diplomático y, sin entrevistarse con el patriarca, la depositó sobre el altar de la Iglesia y se volvió a Roma, tras haber lanzado excomuniones a todos los jerarcas bizantinos. El patriarca le devolvió la moneda excomulgando, a su vez, al Papa y a sus legados y rompiendo toda relación con Roma. Corría el año 1054 cuando ocurrieron estos hechos que propiciaron el cisma que todavía hoy rompe la unidad de la Iglesia.
La Biblia, compuesta por el Antiguo y Nuevo Testamento, libro sagrado del cristianismo.
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LAS CRUZADAS Entre los siglos XI y XIII, un gran número de personas de toda condición se lanzaron voluntariamente desde Europa Occidental hacia lo que hoy conocemos como Oriente Próximo para reconquistar los “Santos Lugares”. A las ocho expediciones religioso-militares que, contra el mundo musulmán, se llevaron a cabo entre los años 1096 y 1270, se las conoce como “Las Cruzadas”. No profundizaremos mucho en este apartado, pues las cruzadas sólo obedecieron al deseo de arrebatar a los musulmanes la ciudad de Jerusalén, el Santo Sepulcro y otros lugares sagrados de Palestina. Se trataría, pues, de recobrar para la fe cristiana las tierras donde había nacido Jesucristo. La “cruz” contra la “media luna”. Otra versión obedece a los deseos de expansión y de los intereses comerciales: aduciendo motivos políticos, la nobleza feudal habría convencido al papado para organizar las expediciones y defender su hegemonía sobre las monarquías y las las Iglesias de Oriente. Lo cierto es que al término de las cruzadas, la cristiandad oriental continuó bajo el dominio d ominio musulmán y las nuevas vías de comercio que se abrieron costaron cos taron la muerte de millones de personas. Resumiendo mucho los antecedentes, el 27 de noviembre de 1095, el Papa Urbano II se dirigió a una enorme multitud e instó a los fieles a tomar las armas contra los turcos. En su intervención prometió la remisión de los pecados a todos aquellos que fuesen en peregrinación armada a Palestina e intentaran la conquista de los Santos Lugares: “… Quienes lucharon antes en guerras privadas entre fieles, que combatan ahora contra los infieles y alcancen la victoria en una guerra que ya debía haber comenzado; que quienes hasta ayer fueron bandidos se hagan soldados; que los que antes combatieron a sus hermanos luchen contra los bárbaros… “. (Urbano II. Concilio de Clermont-Ferrand).
Fueron muchos, y no sólo guerreros, los que al grito de “¡Dios lo quiere!” se hicieron coser en su pecho una cruz roja de tela como símbolo. La más importante de las ocho cruzadas, fue la primera y la única que consiguió sus objetivos. Las demás no tuvieron las mismas motivaciones ni por supuesto los mismos logros. La historia nos las presenta más bien como fracasos. De esta primera cruzada cabe destacar el extracto de un texto de Ibn alAttir, cronista de la época, después que el ejercito cruzado tomara Nicea, Antioquia y por último Jerusalén:
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“A la población de la Ciudad Santa, los cristianos la pasaron a cuchillo y estuvieron matando musulmanes durante una semana. En la mezquita al-Aqsa mataron a 60.000 personas. A los judíos los reunieron y encerraron en su sinagoga y allí los quemaron vivos”.
- Primera Cruzada (1096-1100) - Segunda Cruzada (1147-1149) - Tercera Cruzada (1189-1192) - Cuarta Cruzada (1202-1204) - Quinta Cruzada (1217-1221) - Sexta Cruzada (1227-1229) - Séptima Cruzada (1248-1254) - Octava Cruzada (1270). En todo este proceso destacaron numerosos Papas que hicieron llamamientos a la Europa cristiana para liberar Jerusalén, por ejemplo el Papa Gregorio VIII, Honorio III, Gregorio IX, Inocencio III y IV. También destacaron muchos oficiales del ejército, nobles y reyes como Raimundo de Saint Pilles, Hugo de Vermandois, Godofredo de Bouillon, Bohemundo de Tarento, Roberto de Flandes, Roberto de Normandía, Esteban de Blois, Pedro el Ermitaño, Luis VII rey de Francia, Conrado III emperador alemán, Federico I Barbarroja, Felipe II Augusto, Ricardo I Corazón de León, Teobaldo de Champaña, Bonifacio de Montferrato, Balduino de Flandes, Enrique VI, Juan Briennes de Francia, el rey Andrés de Hungria, Leopoldo VI de Austria, Luis IX y su ambicioso hermano Carlos de Anjou. Pero la historia siempre se repetía: los sitiadores pasaban a ser sitiados. Los cristianos, enfrentados entre sí por el reparto de poderes, sucumbieron ante el ataque sultán. Aprovechando una situación de recelos y rencillas, el “Santo Sepulcro” pasó definitivamente a manos de los musulmanes.
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LA INQUISICIÓN “Baluarte de la Iglesia, pilar de la verdad, guardián de la fe, tesoro de religión, defensa contra herejes, luz contra los engaños del enemigo, y piedra de toque de la pura doctrina”. Así definía fray Luis de Granada la Inquisición, un tribunal eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Todavía mucha gente aún no logra entender como, durante más de tres siglos, millares de personas pudieron ser ajusticiadas o castigadas por motivos de creencias o discrepancias con la Iglesia.
Orígenes Algunos historiadores señalan que un decreto dictado por el Papa Lucio III en el año 1184 debe considerarse como el documento fundacional de la Inquisición. Dicho decreto aconsejaba a los obispos buscar posibles herejes y absolverlos o castigarlos. A inicios del siglo XIII empezaron a circular por Occidente opiniones que contradecían ciertas enseñanzas impartidas por la Iglesia. Estas opiniones cuestionaban, por ejemplo, los dogmas que la Iglesia explicaba acerca de la Inmaculada Concepción y el culto a los santos. Sus propagadores afirmaban que el camino hacia la salvación se hallaba, más bien, practicando la humildad, la castidad, el ascetismo y la pureza, virtudes que el clero no contemplaba. Esta “herejía” que se inició en Francia se extendió rápidamente y sus seguidores pasaron a llamarse cátaros, albigenses, valdenses, etc. Dependiendo del nombre del líder o de la región de procedencia. Hay que resaltar la actuación del Papa Inocencio III: en el año 1208 organizó una cruzada contra los albigenses en el sur de Francia. Los cruzados saquearon la ciudad de Beziers y pasaron a cuchillo a 60.000 habitantes, sin respetar ancianos, mujeres o niños. Los soldados antes de la matanza preguntaron a los prelados cómo distinguirían a los católicos de los herejes y la respuesta fue tajante: Dios ya los distinguiría en el cielo.
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La inquisición española Básicamente, la estructura social en la Península Ibérica a mediados del siglo XV, estaba compuesta por los reyes y nobles, el pueblo, el clero, los moros y los judíos. Los reyes y nobles ostentaban el poder y eran los que poseían las tierras. El pueblo, inculto e iletrado, cultivaba las tierras de los señores feudales como esclavos. El clero, que dependía de Roma y estaba muy bien jerarquizado, poseía las bibliotecas y en sus manos estaba el saber. Los moros retrocedían hacia Granada mientras los cristianos iban conquistando sus territorios. Los judíos ejercían toda clase de oficios, eran letrados, buenos comerciantes y disfrutaban de una buena posición económica. Las crisis económicas y las grandes epidemias de peste que azotaron Europa en el siglo XV, motivaron un descenso muy importante en la demografía, excepto entre la población judía. Esto fue así, seguramente, porque los judíos mantenían un régimen de aseo muy diferente a los cristianos. La realidad fue que los únicos que conservaron su posición fueron los judíos ejerciendo oficios de prestamistas y arrendatarios, profesiones que la iglesia prohibía a los cristianos. Esta situación no era del agrado de la nobleza que les acusó de deslealtad a la corona, de ser un colectivo sin nación propia y, lo más grave, pertenecer a un pueblo que había sido el causante de la muerte de Jesucristo. Estos razonamientos y la intolerancia cristiana alimentaron el antisemitismo. Esta delicada situación favoreció la aparición de los conversos, judíos que abrazaron la fe cristiana, también llamados “marranos”. Estos conversos, gracia a su habilidad y capacidad de adaptarse a los nuevos oficios, fueron escalando posiciones en la corte de España, despertando, aún más, la envidia de los cristianos. En 1478 fueron descubiertos en Sevilla conversos que celebraban ceremonias religiosas extrañas al cristianismo. Alonso de Hojeda, prior dominico de Sevilla, advirtió a la corona del peligro que suponían los falsos conversos y solicitó a los Reyes Católicos medidas contra los herejes. Este informe iba avalado por Pedro González de Mendoza, arzobispo de Sevilla y por Tomás de Torquemada, prior de un convento dominico de Segovia y confesor de la Reina Isabel, el cual añadió que también en Castilla los conversos practicaban sus ritos judíos en secreto. Fernando e Isabel, enviaron instrucciones a Roma para obtener la bula de institución que les permitieran crear la Inquisición , exigiendo su total control y que no dependiera del Papa como era norma en la Inquisición Medieval. En
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noviembre de 1478 el Papa Sixto IV otorgó a los Reyes Católicos la bula necesaria que se ajustaba a sus deseos. Dos dominicos, fray Miguel Morillo y fray Juan de San Martín fueron nombrados primeros inquisidores, instalándose en Sevilla en 1480. Sus pesquisas les llevaron a detectar un grupo de herejes, entre ellos había sacerdotes, priores de conventos y magistrados. El tribunal condenó a seis hombres y seis mujeres a la hoguera y sus numerosos bienes fueron confiscados, circunstancia que beneficiaba a los Reyes Católicos puesto que se estaba preparando el último ataque contra Granada. A raíz de este acontecimiento, se desató un verdadero pánico entre la comunidad judía. Las denuncias contra ellos eran tan numerosas como las precipitadas conversiones o las huidas a Portugal.
Tomás de Torquemada Tomás de Torquemada fue nombrado Inquisidor General en octubre de 1483. Aplico gran rigor y severidad en la persecución de los herejes, estableciendo nuevas normas que convirtieron al Tribunal en una institución con fama de terrible. Nacido en Valladolid en 1420, ingreso muy joven en los dominicos. Fue prior del monasterio de Santa Cruz de Segovia y desde 1474 confesor de los Reyes Católicos. Estableció tribunales en Valladolid, Sevilla, Jaén, Ávila, Córdoba y Villa Real. Según algunos historiadores, durante sus catorce años de mandato (14831498), 8.800 personas fueron quemadas y 9.654 fueron castigadas de diferentes formas. A su muerte, ocurrida en 26 de septiembre de 1498 en Ávila, la mayoría del pueblo lo consideraba como el personaje que había sembrado el terror amparado por la corona.
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El castillo de la Inquisición en Triana (Sevilla) y la Torre del Oro. Aguafuerte de Meunier (1665-68)
El tribunal Los miembros que eran escogidos para integrar un tribunal y los auxiliares que cooperaban eran seglares. De esta manera, la Iglesia no asumía como propias las condenas que los procesos de la Inquisición dictaron. El tribunal tenía plena competencia sobre los siguientes delitos: - Contra la fe y la religión: herejía, apostasía, judaísmo, etc. - Contra la moral y las buenas costumbres: bigamia, posesión, etc. - Contra la dignidad del sacerdocio: celebrar misa sin estar ordenado, hacerse pasar por religioso, etc. - Contra el Santo Oficio: toda actividad que entorpeciera la labor del tribunal. Estos tribunales eran financiados por la corona, pero aparte se “autofinanciaban” a través de bienes confiscados a los acusados que no se contabilizaban. Esto motivó un gran interés en buscar herejes entre los conversos que dispusieran de cuantiosas fortunas. El uso de la tortura para hacer confesar a los acusados era común en los procedimientos del tribunal. Los más usados (que no describiremos para no turbar al lector) eran: la garrucha, el potro, la pera, el agua, el garrote, el “sambenito”, y otras muchas no menos inhumanas. El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los judíos de España. La salida se tendría que efectuar antes del 2 de agosto y con la
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prohibición explícita de llevarse oro ni plata. Millares de judíos se vieron forzados a abandonar el país o bien renegar de su religión y convenir en ser bautizados. A principios del siglo XVIII la Inquisición empezó a dejar de tener efectividad siendo sustituida en 1823 por el Tribunal de la Fe que desapareció en 1835. En la actualidad el Santo Oficio es una congregación de la Curia romana que tiene por objeto revisar todo lo que se edita y publica para aconsejar a los fieles su conveniencia o no. Algunos personajes que fueron afectados por la Inquisición fueron: Fray Luis de León, que en 1573, a causa de su traducción y comentarios del “Cantar de los Cantares”, fue procesado y encarcelado durante cinco años, pronunciando la célebre frase “como decíamos ayer...” al recuperar su cátedra en la Universidad de Salamanca. También sufrieron procesos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz por sus reformas de la orden carmelitana. También tenemos grandes glorias de las letras como Tirso de Molina, Fernando de Rojas, Cervantes, Góngora, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Quevedo y otros más, fueron investigados en su día.
El bautismo por inmersión en la edad adulta es la norma bíblica. Del griego “baptizo”= sumergir, zambullir. (leer Romanos 6:4 y Colosenses 2:12)
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Cristo Crucificado. Lienzo de Diego Velásquez. Museo del Prado, Madrid.
La Ultima Cena, de Leonardo da Vinci 91
REFORMA Y FRAGMENTACIÓN Para la Iglesia Católica la situación actual del cristianismo es como un gran árbol con un tronco central –la Iglesia Católica, Apostólica y Romana- y dos grandes ramas equivocadas: la Iglesia Ortodoxa de Oriente y el Luteranismo o Protestantismo. Desde el punto de vista de la Iglesia Ortodoxa, su doctrina es la verdadera depositaria de la ortodoxia cristiana y los luteranos afirman que Roma erró su camino y el cristianismo fue purificado por la reforma protestante con la Biblia como único referente. Vamos, pues, a centrarnos en la Reforma que originó el Protestantismo.
Antecedentes La poderosa Iglesia Católica había dominado, desde el siglo V hasta el XVI, la mayor parte de Europa, pero apenas unas décadas más tarde ya no existía una sola liturgia ni una sola teología ni una sola Iglesia, sino gran variedad de ellas. ¿Qué razones motivaron tan drástico cambio? Según estudiosos del tema, la enfermedad más grave de la Iglesia era el propio papado. Podemos citar unas palabras de Maquiavelo (1459-1527), político, filósofo e historiador italiano de la época, que resume la condición en que se hallaba la Iglesia Romana a principios del siglo XVI: “Si la religión del cristianismo se hubiera conservado según las reglas del Fundador, el estado y el dominio de la cristiandad disfrutarían ahora de mayor unidad y felicidad. Y no puede haber mayor prueba de su decadencia que el hecho de que mientras más cerca está la gente de la Iglesia Romana, la cabeza de su religión, menos religiosa es”.
Después del gran Cisma, la Iglesia estuvo gobernada por papas de relevante mérito y gran predisposición hacia su cargo, pero con Pablo II (Papa 1464-1471) se inició un cierto estancamiento y con su sucesor, Sixto IV, empezó el desastre. Fue una lástima que en una época tan esplendorosa como fue el Renacimiento a principios de la Edad Moderna, los dirigentes de la Iglesia no estuvieran a la altura de las circunstancias. Estos papas fueron hombres egoístas, débiles, carentes de moral, sin sentido de la responsabilidad y profundamente contagiados de los vicios de su tiempo. Para no extendernos, ya que el tema daría mucho de sí, ofreceremos algunas pinceladas sobre algunos de ellos:
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- Sixto IV (Papa 1471-1484). Protegió a una horda de sobrinos miserables y rapaces en una medida sin precedentes. Gastó grandes sumas de dinero construyendo la Capilla Sextina erigida en su honor, aunque, por lo menos, tuvo el acierto de encargar su decoración a Miguel Ángel. - Alejandro VI (Papa 1492-1503). Debía la tiara a su condición de ser sobrino de Calixto III. Descaradamente admitía tener hijos ilegítimos a los que concedía títulos y riquezas, exhibió a una de sus múltiples y jóvenes amantes en el mismo Vaticano y presidió, con todo boato, la boda de su hija Lucrecia Borgia estando acusado de mantener relaciones incestuosas con ella. Su hijo César, celebró una fiesta en el Vaticano en la que cincuenta prostitutas bailaron desnudas terminando en una gran orgía con los invitados. - Julio II (Papa 1503-1513), el terrible. Fue más devoto de la guerra, la política y el arte que de sus deberes eclesiásticos. También alcanzó la tiara por ser sobrino de Sixto IV. Al menos, encargó a Rafael la decoración del Vaticano. - León X (Papa 1513-1521). Elegido por motivos puramente políticos, tuvo que ser consagrado sacerdote y obispo antes de entronizarlo. Una importante fuente de ingresos para el papado fue la venta de indulgencias que los fieles adquirían a cualquier precio para alcanzar el perdón de los pecados. Otro saneado negocio fue la venta de oficios y cargos eclesiásticos al mejor postor. Era frecuente ver a jóvenes incultos o sin grandes luces, o personajes acaudalados que eran erigidos obispos con sus correspondientes rentas. Otra fuente de ingresos nos la describe el historiador Will Durant: “Toda persona que recibía nombramiento eclesiástico tenía que remitir a la Curia papal (oficina administrativa del papado) la mitad de los ingresos de su puesto por el primer año (anata), y después, anualmente, la décima parte (diezmo). El nuevo arzobispo tenía que pagar al Papa una suma sustancial por el palio, una banda blanca de lana que servía de confirmación e insignia a su autoridad. Al morir un cardenal, arzobispo, obispo o abad, sus posesiones personales volvían al papado. Por todo juicio a favor que otorgaba, la Curia esperaba un regalo como reconocimiento y a veces el regalo determinaba el juicio que se dictaba”.
Ante tales ejemplos, la corrupción e inmoralidad se hizo extensible a todo el resto de la jerarquía eclesiástica. Todo esto justificaba las protestas que culminarían con un movimiento de reforma.
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Primeros intentos reformistas Día a día iba creciendo un fuerte rechazo a la corrupción del clero católico y, al mismo tiempo, había una disposición de regreso a la tan olvidada Biblia. John Wiclef (1330-1384), era un sacerdote católico y profesor de teología en Oxford, hizo públicas sus doctrinas reformistas de oposición a la propiedad eclesiástica, a las indulgencias y a las prebendas. Cuestionó el sacramento de la confesión y el dogma de la transubstanciación (conversión del pan y el vino que se usan en la misa en el cuerpo y la sangre de Jesucristo). En cierta ocasión Wiclef declaró lo siguiente: “¡Cuánto quisiera que toda Iglesia parroquial de este país tuviera una buena Biblia y buenas explicaciones del Evangelio, y que los sacerdotes las estudiaran bien, y de veras enseñaran el Evangelio y los mandatos de Dios a la gente!”.
Para ello dedicó los últimos años de su vida a traducir la Biblia del latín al inglés, pero 31 años después de su muerte, en el Concilio de Constanza (1415), se le condenó como hereje, exhumando y quemando su cadáver. Jan Hus (1369-1415), teólogo y rector de la Universidad de Praga, negó la autoridad del Papa, denunciando la corrupción de la Iglesia y recomendando leer la Biblia. Fue condenado y excomulgado en 1410 respondiendo que “rebelarse contra un Papa que se equivoca es obedecer a Cristo”. Por todo esto fue sometido a juicio en el Concilio de Constanza y condenado como hereje. Sin conseguir que se retractara, fue quemado en la hoguera. En España hay que señalar al cardenal Cisneros (1436-1517) que purgó los monasterios, redujo la influencia del Papa, fundó la humanista Universidad de Alcalá e impulsó los estudios bíblicos. Un ejemplo muy valioso es la obra de Desiderio Erasmo (1467-1536) conocido como Erasmo de Rótterdam. Con su nueva filosofía de la reforma rechazó las concepciones puramente formularias y vacías de espíritu y atacó la religión concebida como un ritual y una continua mecánica observancia de ceremonias. Sus palabras fueron una constante denuncia de lo irracional y la superstición: “Besamos los zapatos de los santos y aun sus pañuelos sucios, y dejamos descuidados sus libros, que son sus más santas y eficaces reliquias”.
Defendía un cristianismo simplificado. Trataba de recuperar, mediante el estudio de la Biblia, la pureza original del Nuevo Testamento. 94
Sin olvidar estos primeros intentos de cambio, los estudiosos señalan como el comienzo de la Reforma Protestante el 31 de octubre de 1517, cuando el monje agustino Martín Lutero colgó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del castillo de Wittenberg, en el estado alemán de Sajonia.
Martín Lutero y la Reforma Este monje agustino nació en el año 1483 en Eisleben en el seno de una familia humilde. En el año 1510 viajó a Roma para tratar asuntos internos de su comunidad, viaje que marcaría para siempre su antagonismo hacia la Iglesia Romana. Como buen asceta que era, hizo el camino a pie y por las noches se acogía a la hospitalidad de los conventos. Pero a medida que iba avanzando hacia el Sur observó que la sobriedad de los conventos de iba vistiendo de un mayor confort, luego con un lujo innecesario y más tarde con una insultante opulencia. Calmó su indignación con la esperanza de que su denuncia encontraría eco ante la autoridad romana. Pero lo que presenció allí era todavía peor. Roma era un estercolero con calles sucias y malolientes y entre tanta inmundicia, se alzaban los palacios de los nobles, antros de ostentación, intrigas, derroche, vicio y libertinaje. Lo más grave era que la misma corte pontificia formaba parte de aquel vergonzoso caos. Lutero no fue ni tan siquiera recibido por aquellos personajes inaccesibles. Escandalizado y herido en lo más íntimo de sus sentimientos y fe cristiana, emprendió el viaje de regreso desolado por la contemplación de tan increíble fraude. En mayo de 1515 se le designó para desempeñar funciones de vicario de distrito, convirtiéndose en la segunda autoridad alemana de la congregación Agustina. Desde su punto de vista, la salvación no se podía alcanzar mediante obras sino por medio de una firme y convencida fe en ella. Para Lutero, la liturgia y los sacramentos, pasaban a ser meras manifestaciones externas de valor secundario frente al papel fundamental del diálogo directo e íntimo entre el creyente y Dios. A principios del siglo XVI Lutero ya se había convertido en un personaje notable. Atacó en sus sermones la práctica que fomentaba la distribución y venta de indulgencias en Alemania. Consideraba inadmisible que una vulgar y despreciable operación de trueque pudiera brindar la remisión de unos pecados que ofendieron la misericordia divina. Lutero no entró en conflicto con la autoridad eclesiástica hasta que en 1517 el príncipe Alberto de Brandemburgo, arzobispo de Magdeburgo, ocupó también 95
los cargos de arzobispo de Maguncia y primado de Alemania. Los sobornos que había tenido que pagar a la Curia romana para alcanzar estos títulos fueron muy elevados y el príncipe había quedado endeudado con la gran banca de los Fugger. El Papa León X (1475-1521), para obtener fondos para la reconstrucción de la basílica de San Pedro de Roma, promulgó una indulgencia destinada a los que contribuyesen con su aportación, y el arzobispo de Maguncia fue el encargado de llevar a cabo esta misión en Alemania. La oportunidad era única. La venta de aquellas indulgencias podían resolver su situación económica y decidió “repartir” los ingresos: la mitad de los fondos irían a Roma y la otra mitad a sus banqueros. El fraile dominico Johannes Tetzel fue el elegido por Alberto de Brandemburgo para la venta de indulgencias. Este hombre de escasa talla intelectual, pero de gran energía y usando un lenguaje emotivo y popular, vendía su mercancía con gran éxito. La oración pro indulgencia que promulgaba Tetzel era realmente ultrajante: “Pon tu dinero en la bandeja, abre las puertas perladas y entra sin chistar”. Lutero, viendo en este negocio un abuso cruel y blasfemo, colgó sus famosas 95 tesis con el nombre Disputa para que se aclare el poder de las indulgencias , en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Se trataba de un manifiesto donde se condenaba el bochornoso negocio de las bulas e indulgencias y se atacaba el proceder de la autoridad romana y del Papa. A pesar de los ataques e intentos de conciliación que recibió por parte de la Iglesia, Lutero se mantuvo firme con estas palabras: “La suerte está echada; yo desprecio el furor y el favor de Roma, no quiero reconciliación ni comunión con ellos en toda la eternidad”.
El Papa León X, queriendo atajar rápidamente el nacimiento de una nueva herejía, conminó a Lutero a retractarse ante el cardenal Cayetano, que residía en Ausburgo. Cayetano, le emplazó solemnemente a que repitiera con él el texto siguiente: “Me retracto de mis errores y prometo no volver a caer en ellos; jamás volveré a turbar la paz de la Iglesia”.
Lutero no sólo se negó sino que defendió sus creencias sin ceder en un solo punto. El cardenal se ofendió y se enzarzaron en una disputa a gritos jamás vista. Lo que más hizo enfurecer a Cayetano fue que Lutero, volviéndole la espalda, le dejó con la palabra en la boca y se retiró sin solicitar la gracia de su permiso.
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En el año 1520, el Papa publicó la bula Exurge Domine condenando las doctrinas de Lutero como heréticas, prohibiéndole predicar y ordenando la quema de sus libros. Como desafío, Lutero quemó públicamente la bula papal por lo que fue excomulgado. Posteriormente, Lutero fue llamado a la Dieta (asamblea) de Worms. Allí fue sometido a juicio por el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico Carlos V, católico firme. Cuando de nuevo se ejerció presión para que se retractara, Lutero replicó: “A menos que se me convenza con las Escrituras y la razón pura, no puedo retractarme de nada, ni me retractaré: puesto que ir contra la conciencia no es justo ni seguro. Dios me ayude. Amén”.
El emperador lo declaró fuera de la ley. Sin embargo, el elector Federico de Sajonia, seguidor de su doctrina, le ofreció protección en su castillo de Wartburgo. Tanto había arraigado la doctrina de Lutero que, en el año 1526, el emperador concedió a cada estado alemán el derecho a escoger su propia forma de religión, la luterana o la romana. Cuando tres años más tarde, y presionado por Roma, el emperador revocó aquella decisión, la mayoría de los príncipes alemanes protestaron enérgicamente, de ahí viene a llamarse “protestantes” a los seguidores de la Reforma de Martín Lutero. Por otro lado, Lutero siempre afirmó que los clérigos, frailes y monjas no sólo podían casarse a pesar de los votos, sino que estaban obligados a ello. Para dar ejemplo, en 1525, él mismo se casó con Catalina de Bora, una religiosa con la que tuvo cinco hijos. En 1530, el emperador trató de conciliar las diferencias entre católicos y protestantes convocando la Dieta de Ausburgo. Por parte de los luteranos, el humanista Felipe Melanchton, presentó un documento muy conciliatorio basándose en las enseñanzas de Lutero, pero la Iglesia Romana lo rechazó, siendo, a partir de entonces, imposible la armonía entre ambos. Lutero nunca pretendió la liberación de toda la cristiandad oprimida por el papado, sino la sola independencia de la fe alemana. Pero la gran obra de Lutero, fue sin duda su traducción de la Biblia al alemán. Antiguo y Nuevo Testamento quedaron vertidos en un lenguaje comprensible para el pueblo alemán, única finalidad que el teólogo se había propuesto. Enfermo y agobiado de penosos achaques, le sorprendió la muerte en su pueblo natal, Eisleben, a las tres de la madrugada del día 18 de febrero de 1546.
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Martín Lutero (1483-1546)
Fragmentación de la reforma La renovación teológica de la Reforma no acabó con Lutero. Algunos de sus seguidores revisaron profundamente sus bases doctrinales y con nuevas interpretaciones, se escindieron del Luteranismo. Veamos las más representativas:
Zwinglio En Suiza, el sacerdote Ulrico Zwinglio (1484-1531) provocó a partir del año 1520 un nuevo movimiento de apostasía. Más osado que Lutero, eliminó todo aspecto del catolicismo que no estuviese fundamentado claramente en las Escrituras: la misa, el celibato del clero, las festividades, los santos y la música religiosa. 98
La gran discrepancia con Lutero radicaba en la doctrina del sacramento del altar. Lutero aunque negaba la transubstanciación del pan y del vino en el sacramento de la Eucaristía, sí afirmaba tajantemente la presencia de Cristo en la misa. Para el racionalista Zwinglio esto era una superstición. Sostenía que la declaración de Jesús se tenía que tomar en sentido metafórico y su lectura era que el pan es una representación del cuerpo de Cristo. El enfrentamiento entre la tendencia protestante zwingliana y la tendencia católica, desembocó en una guerra civil. En el año 1531, el la batalla de Kappel, murió Zwinglio. En la subsiguiente paz se reconoció la igualdad de derechos de ambas religiones.
Ulrico Zwinglio (1484-1531)
Calvino Su doctrina reformadora rebasó ampliamente las fronteras de Suiza. Juan Calvino (1509-1564) nació en Noyon cerca de París, sacerdote católico incansable estudioso de la Biblia, creyó haber encontrado evidentes contradicciones entre las Sagradas Escrituras y la teología católica. En 1534 abandonó Francia, que no toleraba a los no católicos, y se estableció en Ginebra. Allí instaló una especie de república teocrática que él mismo rigió. En 99
su obra Institutio christianae religionis , publicada en 1536, expuso su doctrina de la predestinación, por la cual Dios es el soberano absoluto, cuya voluntad determina y rige sobre todo. Calvino resume así su doctrina: “Aseguramos que por consejo eterno e inmutable Dios ha determinado de una vez por todas tanto a quienes admitiría en la salvación como a quienes condenaría a la destrucción. Afirmamos que este consejo, en lo que se refiere a los escogidos, se funda en Su misericordia gratuita, prescindiendo totalmente del mérito humano; pero que para los que dedica a la condenación la puerta de la vida está cerrada por un juicio justo e irreprensible, pero incomprensible”.
Es curioso que este incansable estudioso de la Biblia no reparara en que su doctrina hace referencia a la acepción de personas, práctica que es totalmente desechada según las Escrituras tanto en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 10:17; 2ª Crónicas 19:7) como en el Nuevo Testamento (Lucas 20:21; Hechos 10:34; Romanos 2:11; Efesios 6:9). Por otra parte, la doctrina de Calvino deja sin sentido la gran comisión que podemos leer en el libro de Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Cabe preguntarse lo siguiente: ¿Para que predicar y hacer discípulos a todas las naciones si, según Calvino, la persona ya está determinada y predestinada por consejo inmutable de Dios? Terriblemente intransigente y dictatorial, castigaba severamente a cuantos se oponían o se mostraban reacios a aceptar su doctrina. La lista de víctimas, sería interminable. Basta recordar la horrible muerte en la hoguera del médico español Miguel Server, que había osado polemizar con él. Pronto el calvinismo llegó a Francia, donde los “hugonotes” (protestantes calvinistas franceses) fueron duramente perseguidos por los católicos. En los Países Bajos los calvinistas establecieron la Iglesia Holandesa Reformada. En Escocia, la Iglesia Presbiteriana. Si Lutero fue quién inició la Reforma, Calvino fue quién ejerció el mayor desarrollo y expansión de la doctrina reformista.
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Juan Calvino (1509-1564)
La reforma inglesa El rompimiento formal de Inglaterra con el catolicismo romano vino de la mano de su rey Enrique VIII (1509-1547) y por motivos mundanos. Este rey despótico estaba casado con Catalina, hija de los Reyes Católicos y concibió la idea de casarse con su amante Ana Bolena y hacerla reina, pero el Papa Clemente VII (1478-1534) cumplió con su deber y declaró inválido el nuevo matrimonio con Ana Bolena y excomulgó al rey. Ante ello Enrique VIII declaró ante el parlamento en el año 1534 que la iglesia inglesa quedaba separada de la romana católica y substituyó la jurisdicción papal por la supremacía del rey. Así de sencilla fue la ruptura. Hay que destacar un gran personaje que fue Tomás Moro (1478-1535), una de las figuras más nobles de toda la historia inglesa. Hombre de gran cultura y humanista de fama europea. En su libro Utopía, palabra usada para describir un proyecto inalcanzable, nos muestra el estado ideal del hombre en una república imaginaria. Tomás Moro, se negó rotundamente a abjurar del catolicismo y reconocer la supremacía eclesiástica del rey, así como asistir a la coronación de Ana Bolena. 101
Acusado de alta traición por el propio rey, fue juzgado, condenado a muerte y decapitado. Durante el reinado de Isabel I de Inglaterra (1533-1603) la iglesia Anglicana se hizo protestante. Abolió la autoridad papal, el celibato del clero, la confesión y otras prácticas católicas, pero los puritanos exigían reformas más completas e insistían en que los asuntos eclesiásticos estuvieran a cargo de ancianos locales (presbíteros). Muchos disidentes huyeron a América del Norte desarrollando con mayor libertad sus propias iglesias, como los Cuáqueros, Metodistas, Ejército de Salvación, Bautista, Pentecostal y Congregacional. Las consecuencias de la Reforma y sus tres principales corrientes (luterana, calvinista y anglicana), fueron la formación de un movimiento de profunda renovación espiritual. Una gran parte de Europa se había separado de la Iglesia y totalmente católicas sólo seguían siendo Italia y España. Jamás la Iglesia de Roma había sufrido una pérdida tan grande. ¿Cómo pudo ocurrir una escisión de tales proporciones en tan pocos decenios? Esta es una pregunta que se plantean historiadores de todas las tendencias. Las respuestas son múltiples.
Una fe repartida Después de dos mil años de desencuentro, el cristianismo queda dividido en la siguiente forma: Católicos - Latinos (1.034 millones). Reconocen al Papa como sucesor del apóstol Pedro que, como cabeza de la Iglesia, ejerce funciones de guía (sin embargo esta enseñanza contradice las Escrituras como podemos leer, por ejemplo, en Efesios 2:20 “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…”). También dan especial relieve al papel mediador de María como madre de Dios y sin pecado concebida –dogma de la Inmaculada Concepción- (pero Jesucristo mismo da más importancia a otros aspectos, pues en Lucas 11:27-28 dice: “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y Jesús dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.”). 102
El mayor número de católicos se concentra actualmente en Latinoamérica (350 millones), seguida de Europa (303 millones), África (112 millones), Asia (102 millones), Norteamérica (74 millones) y Oceanía (8,3 millones). - Uniatas (16 millones). Son las iglesias de Oriente en comunión con Roma. Se agrupan en cinco grandes tradiciones: alejandrina, antioquena, Armenia, caldea y bizantina. Iglesias Orientales - Ortodoxos (200 millones). Orientales de tradición bizantina a partir del Cisma de 1054, cuando Roma y Constantinopla se separaron. Reconocen como primacía honorífica al patriarcado de Constantinopla. - Nestorianos (4 millones). Seguidores de Nestorio que consideran que María es sólo madre de Cristo como persona humana y niegan que fuera madre de Dios. Doctrina condenada en el Concilio de Efeso. Tuvo gran expansión en Asia Central, China e India. - Monofisítas (25 millones). Seguidores de Eutiques que reconocen en Cristo una única naturaleza divina, negando la humana. Doctrina condenada en el Concilio de Calcedonia. Se difundió por Egipto, Siria y Armenia. Protestantes - Luteranos (61 millones). Seguidores de Martín Lutero. La Federación Luterana Mundial, creada en 1947, agrupa unas 147 iglesias de distinto tipo. - Calvinistas (50 millones). Inspiradas en Juan Calvino, lograron difundirse con la expansión colonial anglosajona por Estados Unidos, Canadá y Australia. - Anglicanos (70 millones). Es la Iglesia nacional de Inglaterra. Esta dividida en tres ramas: High Church, Low Church y Broad Church, que guardan fidelidad al arzobispo de Canterbury. En Estados Unidos se llama Iglesia Episcopal. - Metodistas (50 millones). Escindidos de los anglicanos y fundada por los hermanos John y Charles Wesley, iniciando grandes mítines dirigidos al proletariado. Se llaman metodistas por su énfasis en la piedad interior, la devoción 103
y la santificación personal. Su doctrina, esencialmente, es anglicana y anticalvinista y se puede resumir en esto: ¿Crees en Jesucristo? ¿Crees que tus pecados han sido perdonados? ¡Estas salvado! - Pentecostales (200 millones). Surgieron de los metodistas, principalmente entre la comunidad negra y los inmigrantes europeos de Estados Unidos. Muy difundidos entre los sectores sociales más pobres. El movimiento Pentecostal como tal tuvo sus comienzos al principio del siglo XX cuando un grupo de estudiantes bíblicos del Colegio Bíblico Betel en Topeka, Kansas (USA) bajo la dirección de Charles F. Parham, un predicador, llegaron a la conclusión que el "Bautismo en el Espíritu Santo" era una experiencia 'posterior' a la salvación y que era esta experiencia la que marcaba el poder de Dios como ocurrió el día de Pentecostés en el aposento alto (Hechos 2). Creían en lo que se denominaba "una segunda gracia" y algunos según se cuenta habían hablado en "lenguas" en algunas ocasiones pero nada de forma permanente o verificable. Las Iglesias Pentecostales son aquellas que se caracterizan por la creencia en la permanencia de los dones espirituales, particularmente los nueve dones mencionados en 1ª Corintios 12. El distintivo principal de las Iglesias Pentecostales ha sido la creencia en lo que se denomina "El bautismo en el Espíritu Santo" experiencia que debe de ir acompañada del "hablar en lenguas", no necesariamente como un don de lenguas sino como 'evidencia inicial' que verifica que la persona ha recibido verdaderamente dicho bautismo. Se enseña que la persona debe hablar en lenguas "al menos una vez" y aunque nunca más vuelva hablar en lenguas, esa experiencia inicial es la marca de haber sido bautizado "en el" Espíritu Santo. Lo cierto es que este fenómeno se regó por toda la nación y muchas personas hablaban en lenguas. Muchos de estos creyentes se vieron en la obligación de comenzar a reunirse con aquellos que creían como ellos ya que las denominaciones históricas no aprobaban tal movimiento de dones y lenguas pues se desviaba de la fe e interpretación histórica sobre los dones espirituales de los cuales particularmente "las lenguas" se consideraba un don del pasado el cual tuvo un tiempo de cumplimiento durante la era del establecimiento del Cristianismo mas no necesario después de esto. - Baptistas (38 millones). Es una de las mayores iglesias evangélicas nacida a finales del siglo XVII en Ámsterdam, pero concentrada después en Estados Unidos. Basada en el mandamiento del Bautismo de los adultos por inmersión, la Biblia como autoridad universal y la libertad teológica. Rechaza las formas eclesiásticas y defiende la separación de Iglesia y Estado. Los bautistas enfatizan la necesidad de una fe personal y genuina en Jesucristo para obtener la salvación, ponen especial énfasis en el principio 104
neotestamentario de la salvación sólo por Gracia por medio de la fe (aunque consideran que la creencia auténtica conlleva un compromiso inherente con las buenas obras, consecuencia y no causa de la salvación) y en la Gracia Divina para alcanzar la salvación. Además, hacen hincapié en la entrega personal del fiel a Cristo y en su aceptación como Salvador Personal del creyente. - Adventistas (5 millones). Escindidos de los baptistas, forman unos cincuenta grupos, siendo uno de los más activos el de los Adventistas del Séptimo Día. La expresión “Advenimiento” (del latín adventus) hace referencia a la segunda venida de Cristo, anunciada en la Biblia en reiteradas ocasiones. Los Adventistas del Séptimo Día creen en el sábado, como el verdadero día de reposo. Entre sus mayores partidarios se encontraban James y Ellen White y Joseph Bates. Otras iglesias cristianas - Iglesia Valdense (50.000). Fundada entre los siglos XII y XIII por el comerciante Pedro Valdo, los valdenses fueron declarados como herejes junto a los cátaros, en el Concilio de Pavía. - Menonitas (1,3 millones). Sólo administran el bautismo a las personas adultas y predican la separación entre la comunidad cristiana y el resto de la comunidad civil. De fuerte carácter pacifista, está localizada en Estados Unidos. Grupos o sectas de raíz cristiana - Mormones (1,5 millones). De fuerte carácter visionario, milenarista y de gran exigencia moral. Está localizado en el estado norteamericano de Utah. Proviene del fundador José Smith y afirman que Jesús es el primer espíritu creado y que es un dios más del completo panteón de dioses del que disponen. Algunas visiones y visitas de seres celestiales sucedieron mas adelante, en las cuales afirmó haber recibido instrucciones para restaurar la verdadera Iglesia de Jesucristo. Esta Iglesia, de acuerdo con su doctrina, había desaparecido siglos atrás en medio de una gran apostasía y la invasión de Jerusalén. La primera visión habría ocurrido cuando, siendo un joven de catorce años, decidió preguntarle a
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Dios cuál era la iglesia verdadera. En su autobiografía, José Smith describe la visita de dos seres divinos con las siguientes palabras: “Vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente sobre mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí (…). Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire sobre mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es m i H i j o A mad o: ¡Escúchal o! " ( José Smith, Historia 1:16-17).
No podemos dejar de comentar que estas palabras de José Smith parecen un completo plagio de las Escrituras, como se puede comprobar en Mateo 17:5, Marcos 9:7 o Lucas 9:35: “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”.
José Smith (1805-1844)
- Testigos de Jehová (3 millones). Grupo fundado en 1878 por Charles Taze Russell y promovido por el juez Joseph Franklin Rutherford. De influencias adventistas, afirman que Jesús es un dios poderoso pero no el Dios Todopoderoso. Basan sus creencias en la Biblia, usando para ello preferentemente la Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras (edición publicada por la propia organización) aunque también aceptan y citan otras traducciones bíblicas. Para la interpretación y estudio emplean las publicaciones editadas por las 106
diferentes sociedades que los representan legalmente (denominadas comúnmente de forma simplista como "sociedad Watchtower"), cuyos ejemplos más conocidos son las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, que también distribuyen públicamente . Creen que el reino de Dios, en manos de Jesucristo, citando de una de sus publicaciones, "que nuestro planeta existirá para siempre y se convertirá en un paraíso, donde podrán vivir eternamente todas las personas —las que estén vivas y las que resuciten— que actúen en armonía con el propósito de Jehová". Rechazan las doctrinas del Concilio de Nicea (y posteriores), como la "Santísima Trinidad" y la consustancialidad de Jesucristo con Dios. También consideran la espera de un próximo fin del mundo como uno de los aspectos centrales de su doctrina. Otro asunto por el que se han visto envueltos en polémicas es su rechazo absoluto a las transfusiones de sangre.
Charles Taze Russell (1852–1916), dio inicio al grupo anteriormente conocido como "Estudiantes de la Biblia".
Joseph Franklin Rutherford (1869-1942), segundo presidente de la Sociedad Watch Tower
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PAPAS Y PAPADO Cabeza de la Iglesia, Patriarca Universal, Rector de la Iglesia Universal, Vicario de Cristo, Vicario de Dios, Siervo de los Siervos de Dios, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolitano de la Provincia de Roma, Soberano de la Ciudad del Vaticano, Romano Pontífice, Santo Padre, Sumo Pontífice, Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro. Estos son algunos de los títulos que, en el seno de la Iglesia Católica, se han otorgado a la persona que tiene la plenitud del poder legislativo, judicial y administrativo. Tanto ostentoso nombramiento contrasta con las Escrituras al leer en el libro de Mateo 23:9-11, lo siguiente: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo”.
Con toda probabilidad, este personaje que hoy llamamos “Papa" sea una de las personalidades más conocidas del mundo, pero quizás, una gran mayoría desconozca la agitada historia del papado. Los 265 personajes que se han sucedido desde Pedro hasta Benedicto XVI forman una cadena que, ni invasiones, ni gobiernos contrarios y ni siquiera los 36 antipapas que se enfrentaron a ella, jamás lograron romper a lo largo de los siglos. En dos mil años de papado ha acontecido de todo: muchos papas han merecido ser mencionados y recordados, otros han mostrado lamentables defectos. Algunos de ellos, llamados a ser roca sobre la que construir la Iglesia, a veces han sido piedras quebradizas y de tropiezo; depositarios de las llaves del reino de los cielos, alguna vez las han usado para forzar cerraduras terrenas; encargados de confirmar a sus hermanos en la fe con el testimonio de su ejemplo, en ocasiones les han desorientado y hasta indignado con sus escándalos.
Los orígenes Jesús dijo al apóstol Pedro: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. (Mateo 16:18-19). 108
Según este pasaje del evangelio de Mateo, Jesucristo no sólo instituyó la Iglesia, sino que -bajo la óptica católica- al poner a Pedro al frente de ella, también la jerarquizó. Pero, ante esto, el lector merece también una segunda opinión, pues las palabras de Jesucristo siempre iban más allá de lo personal, iban a lo espiritual: Por un lado, cuando Jesucristo se refiere en este pasaje de Mateo a “esta roca”, se esta refiriendo a Él mismo (se puede comprobar al leer Efesios 2:20, como vimos anteriormente). Por otro lado cuando dice: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos…” en Mateo 28:18 leemos que toda potestad le es dada a Jesucristo tanto en la tierra como en los cielos, por tanto las llaves representan la autoridad para abrir la puerta del reino, la Iglesia. Pedro empleó esta autoridad que el Señor le dio cuando predicó el evangelio a los judíos (Hechos 2:14-36) y a los gentiles (Hechos 10). Y, por último, al indicar: “… y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” , Jesús no dijo esto solamente a Pedro, sino también a todos los apóstoles (Mateo 18:18-20). Terminado este inciso, los apóstoles, siguiendo las instrucciones de Jesucristo, fueron creando congregaciones en su labor de expansión de la nueva doctrina y al frente de ellas nombraban ancianos (Hechos 14:23) cuya capacidad y espiritualidad les daba acceso a impartir las enseñanzas a otros cristianos. En un principio, a los sucesores de Pedro se les llamaba simplemente obispos (Hechos 20:28) y el título de “Papa” no se utilizó hasta el siglo XI, cuando Gregorio VII (Papa 1073-1085), ordenó que su uso se aplicara exclusivamente a los sucesores de Pedro. Esta denominación, carente de contenido bíblico, parece ser de origen griego ( pappas = padre). Otras versiones defienden su procedencia de un acróstico derivado del latín (“Pa-ter Pa-trum”). Otra versión nos dice que el significado de la palabra “Papa” corresponde a las iniciales de cuatro palabras latinas ( “Petri Apostoli Potestatem Accipiens” = el que recibe la potestad del apóstol Pedro). Una versión más es la que corresponde a la unión de las dos primeras sílabas de estas palabras latinas (“Pater Pastor” = padre y pastor).
Simón-Pedro Nació en Betsaida (Galilea) y su verdadero nombre era Simón. Establecido en Capernaúm con su familia, se dedicó, junto con su hermano Andrés, al oficio de pescador en el lago Genesaret.
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Ambos hermanos eran seguidores de las predicas de Juan el Bautista y éste les llevó ante Jesús quién le otorgó a Simón el sobrenombre de Pedro (del latín Petrus y del griego Pétros , forma masculina de la versión griega del vocablo arameo Cefas , roca o piedra; Juan 1:42). Pronto fue llamado por Jesús, junto a su hermano Andrés, para ser uno de sus discípulos permanentes: “Venid en pos de mi, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). De carácter indeciso pero impetuoso y temerario. A pesar de su fidelidad y firmeza de fe, a Pedro, desde su visión mundana, le resultaban inconcebibles los padecimientos de Cristo y si bien fue el único que intentó defender con su espada al Maestro al ser prendido en el huerto de Getsemaní (Juan 18:10), pocas horas después lo negó tres veces y lo abandonó durante su pasión y muerte (Juan 18:2527). Su labor apostólica le llevó a predicar el Evangelio en Galacia, Bitinia y Capadocia. Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesárea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres. En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En este edificio pequeño se encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba "Petrus Eni" (Pedro está aquí). Asimismo, se encontró un lugar donde debería encontrarse la tumba pero no se halló nada. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de Pedro. En 1968, el 26 de junio, Pablo VI anunció oficialmente que, según los estudios científicos realizados, había la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol...
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Breve cronología de los Papas Un breve resumen histórico por épocas sería el siguiente, siempre según la Iglesia Católica: Desde los orígenes a Gregorio Magno de Pedro (33-64 o 67) a Gregorio Magno (590-604). Es la era de los Grandes Padres de la Iglesia. Es la época de las persecuciones y también los años constitutivos de la liturgia y el paso de las celebraciones de las casas a las basílicas. La Iglesia en la Edad Media desde Sabiniano (604-606) a Bonifacio VIII (1294-1303). Abarca este período siete siglos de un largo proceso medieval donde surge el Islam y se produce la ruptura entre las Iglesias de Oriente y Occidente. Fueron siglos de esplendor y también de ruina y llanto. Las grandes crisis del papado desde Benedicto XI (1302-1304) a Inocencio VIII (1482-1492). La conducta privada de los papas y clérigos de estos años hace que muchos fieles alimenten anhelos de cambio y reforma. Reforma y Contrarreforma desde Alejandro VII (1492-1503) a Inocencio XII (1691-1700). La época más mundana de la historia de la Iglesia, en la que se convierte en una mera administradora de lo divino y lo humano. Hace su aparición Lutero y con él una Reforma que abre un abanico de nuevas manifestaciones del cristianismo. De la Ilustración a la Restauración desde Clemente XI (1700-1721) a Gregorio XVI (1831-1846). Tiempo de ruptura con todo un sistema de valores y creencias. Esta época está marcada muy significativamente por la Revolución Francesa. La Iglesia en el mundo moderno desde Pío IX (1846-1878) a Pío XII (19391958). Con las ideas de la Revolución Francesa nace el mundo liberal, el olvido de las verdades supremas, el alejamiento de Dios. Se acomoda en el mundo el pragmatismo, el ateísmo, la lucha de clases. Encontramos a una Iglesia que lucha 111
contra el avance de la modernidad, pero al mismo tiempo introduce cambios en su liturgia y en los estudios bíblicos. La Iglesia del Concilio Vaticano II desde Juan XXIII (1958-1963) a Benedicto XVI (2005). Con Juan XXIII y su Concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia se abre al mundo moderno. Los papas salen de su encierro en el Vaticano y viajan fuera de sus murallas.
Juan Pablo I y las extrañas circunstancias que rodearon su muerte Tres largas e injustificadas horas transcurrieron entre el hallazgo del cadáver del Papa Juan Pablo I y la difusión del siguiente comunicado oficial del Vaticano: “Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las cinco y media, el secretario particular del Papa, no habiendo encontrado al Santo Padre en la capilla, como de costumbre, le ha buscado en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El médico, Dr. Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio”.
La repentina muerte del Papa Juan Pablo I, cuyo pontificado duró sólo 33 días, sorprendió a todo el mundo. Albino Luciani (1912-1978), Juan Pablo I, fue elegido Papa el 28 de agosto de 1978 tras la muerte de su antecesor Pablo VI (1897-1978), en el curso de un cónclave de una duración sorprendentemente breve. Al ser elegido supremo pontífice, adoptó el nombre de Juan Pablo en homenaje a sus dos inmediatos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI, convirtiéndose en el primer Papa en adoptar un nombre doble. Murió el 29 de septiembre tras un mandato que sólo duró 33 días. Varias son las circunstancias que han llevado a gran número de estudiosos e historiadores a recelar de la veracidad del comunicado oficial. En principio, según este comunicado, el Papa murió de un infarto agudo de miocardio, sin embargo, la forma en que se encontró el cadáver no responde al cuadro típico del infarto, la plácida postura en la cama con unas hojas de papel en las manos, como si aún leyera, no denotan la lucha con la muerte que un infarto agudo produce. 112
Jesús López Saez, escritor e investigador del asunto, nos dice en uno de sus libros: “Aunque oficialmente se negó, un benedictino que trabajaba el la Secretaría de Estado dio a conocer a un amigo, el mismo día de la muerte, que hubo autopsia. Por ella se supo que murió por la ingestión de una dosis excesiva de un medicamento vasodilatador, que en la tarde anterior habría recetado por teléfono su médico personal en Venecia. Tras quince años de silencio, el Dr. Da Ros declaró que aquella tarde no le había recetado nada”. Continúa Jesús López… “El 14 de mayo de 1989 la llamada persona de Roma (para nosotros el Cardenal Pironio) envía un informe a Camilo Bassotto, amigo personal del Papa Luciani y testigo presencial de la fuente veneciana. El informe va firmado, pero debe publicarse sin firma: el puesto que ocupa el misterioso comunicante no le permite otra cosa. Según dicho informe, Juan Pablo I tenía un programa de cambios y había tomado decisiones importantes, incluso arriesgadas: terminar con los negocios vaticanos, cortar la relación del Banco Vaticano con el Banco Ambrosiano, destituir al presidente del Banco Vaticano y hacer frente a la masonería y a la mafia”. Para el Vaticano la muerte de Juan Pablo I es un caso cerrado desde el 29 de septiembre de 1978. Para otros muchos es un caso que continúa abierto.
El poder papal En el capítulo 3 de la constitución Pastor Aeternus se declara que el papa posee jurisdicción ordinaria, inmediata y episcopal sobre todos los fieles: “Enseñamos, además, y declaramos que, por disposición de Dios, la iglesia de Roma tiene autoridad ordinaria suprema sobre todas las demás iglesias, y que la jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdadera jurisdicción episcopal, es inmediata en su carácter” (Enchiridion, n. 1827).
En virtud de su oficio como supremo maestro de la Iglesia y guía de los fieles, al Papa le corresponde el control último de todos los departamentos de la Iglesia, determinar lo que debe ser creído por los fieles y adoptar las medidas necesarias para la preservación y propagación de la fe. Al Papa también le corresponde la administración de los bienes de la Iglesia y puede decretar el pago de impuestos por parte del clero o de los fieles para el logro de finalidades eclesiales. La Iglesia nos dice que el Papa, en cuanto a representante de Cristo y Vicario de Dios y con el magisterio del Espíritu Santo que le transmite la inhabilidad, gobierna siempre según la razón, nunca arbitraria ni caprichosamente. 113
Para llevar a cabo tal función, existe la Santa Sede, una compleja trama administrativa que, siempre bajo la supervisión del Papa, se ocupa de las distintas tareas que incumben al gobierno de la Iglesia.
Santa Sede Del latín santae sedes (santa silla). Término derivado de la entronización de todos los obispos de Roma. La Santa Sede, órgano de gobierno de la Iglesia católica, ubicada actualmente en el Vaticano, está sujeta al Derecho Internacional y posee embajadores oficiales llamados nuncios en la mayor parte de las naciones del mundo y correspondientemente éstas tienen embajadores en la Santa Sede. La Curia Romana, (del latín curia; local del senado y de otras asambleas), es el brazo ejecutivo del gobierno oficial de la Santa Sede. Al frente de cada organismo está un cardenal, llamado prefecto, con su correspondiente personal subordinado eclesiástico y administrativo.
El Vaticano Oficial y jurídicamente llamado “Estado de la Ciudad del Vaticano”, es el territorio físico sobre el que la Santa Sede ejerce su gobierno. Se constituyó en 1929 mediante el Tratado de Letrán suscrito entre el Papa Pío XI y Mussolini. Situado en una de las siete colinas de Roma, llamada Vaticana, es el estado independiente más pequeño del mundo, pues sólo abarca un recinto amurallado de 0,44 Km2. Su población, funcionarios eclesiásticos y civiles, no supera los mil habitantes. Este territorio constituido por tierras pantanosas e inhóspitas y situado al oeste del río Tíber, era conocido en la antigüedad como el Ager Vaticanus (campos del vaticano). Algunos historiadores aseguran que la palabra Vaticano proviene del latín vates (poeta), y que antiguamente existía una colina denominada Vaticano en la que pululaban una serie de poetas, adivinadores y magos que predecían el destino de quienes pasaban por allí. Como órgano oficial publica diariamente en italiano el periódico “L’Osservatore romano” fundado en 1861. Su economía se mantiene a través de las contribuciones, llamadas el Penique de San Pedro , de los católicos romanos de todo el mundo, la venta de recuerdos, entradas a museos y las divisas que deja el turismo (más de diez millones de visitantes al año). Hoy en día esos recursos son administrados por el Instituto de Obras Religiosas (popularmente Banco del Vaticano), reestructurado a raíz de los 114
escándalos financieros originados por la quiebra del Banco Ambrosiano en el año 1982. Se le atribuyen reservas de más de 11.000 millones de dólares, participación en muchos otros bancos y empresas, e innumerables propiedades inmuebles en todo el mundo. La cantidad de tesoros artísticos que alberga en sus palacios e iglesias es incalculable. En arquitectura destaca la colosal Basílica de San Pedro. A su lado se hallan los Palacios Vaticanos, en los que se encuentra la célebre Capilla Sextina, decorada con frescos de Miguel Ángel, Boticelli, Perugino y otros artistas del Renacimiento. También son importantes las estancias de Rafael, llamadas así por las pinturas murales del artista. Merece mención especial la Biblioteca Vaticana, en la que se conserva una colección de antiguos manuscritos y más de un millón de volúmenes. A pesar de que el Estado del Vaticano carezca de recursos naturales, no posea ejercito (aunque dispone de la Guardia Suiza), ni industria, ni agricultura, su poder y su presencia se extienden por todo el planeta ejerciendo su autoridad sobre más de mil millones de personas.
La Santa Sede. Desde dicho lugar el Papa gobierna los destinos de la religión católica. No cabe error, su infalibilidad parece ser absoluta.
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Elección de los Papas A lo largo de los veinte siglos de papado, las formas de su elección han sido variadas. En los primeros siglos, unas veces mediante nombramiento directo y otras mediante elección. Posteriormente el cargo se otorgaba por intereses de poder, político o económico e incluso por simonía (compra de cargos eclesiásticos, en referencia a Simón el Mago que ofreció dinero a los apóstoles para que le dieran el don de conferir el Espíritu Santo, Hechos 8:9-24). Actualmente, la elección de un Papa se hace a través de un Cónclave (del latín con clave; lo que se abre con llave, habitación pequeña). La constitución Romano pontifici eligendo de Pablo VI prevé tres modos posibles de elección: 1) por aclamación , cuando los electores, como inspirados por el Espíritu Santo, libre y espontáneamente proclaman a uno por unanimidad y en voz alta. 2) por compromiso , cuando, en circunstancias especiales, los cardenales electores confían a un número determinado de ellos el poder de elegir. 3) por votación , es la forma más ordinaria y exige para la elección los dos tercios más uno de los votos. Después de cada votación se queman las papeletas y el humo sale por una chimenea de la Capilla Sextina. Si el humo es negro, significa que aún no ha sido elegido el nuevo Papa. El humo blanco es la señal clara e inequívoca de que ya hay nuevo Papa. Inmediatamente uno de los cardenales le pregunta al elegido si acepta el nombramiento, y después de la respuesta, si es afirmativa, el electo escoge el nombre que quiere llevar como Papa. El primer cardenal del orden de los diáconos sale al balcón central de la Basílica de San Pedro y dice en latín Annuntio vobis gaudium mágnum: habemus papam (les anuncio un gran gozo: tenemos Papa). A continuación sale al balcón el nuevo Papa e imparte su bendición urbi et orbe (a Roma y al Mundo). Con este acto comienza a ser la autoridad suprema de la Iglesia y tiene derecho a las insignias propias de un Papa: la sotana blanca, la banda de seda blanca adornada con el escudo Papal, el solideo blanco en la cabeza, el anillo del pescador, el pectoral (un crucifijo de oro), la capa roja, las sandalias color vino y la tiara.
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La Papisa Juana Los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en 822 en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia, era hija de un monje. Según algunos cronistas tardíos, su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores llegados del país de los anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y tuvo la oportunidad de poder estudiar, lo cual estaba vedado a las mujeres de la época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en religión como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus ( Juan el Inglés). Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la muchacha de seguir a un amante estudiante. En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época. En primer lugar, visitó Constantinopla, en donde conoció a la anciana emperatriz Teodora. Pasó también por Atenas, para obtener algunas precisiones sobre la medicina del rabino Isaac Israeli. De regreso en Germania, se trasladó al Regnum Francorum (Reino de los francos), la corte del rey Carlos el Calvo. Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII . Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y parió en público. Según Jean de Mailly, Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto. Siempre según la leyenda, la suplantación de Juana obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los papas electos. Un eclesiástico estaba encargado de examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Además, las procesiones, para alejar los recuerdos dolorosos, evitaron en lo sucesivo pasar por la iglesia de San Clemente, lugar del parto, en el trayecto del Vaticano a Letrán. Este rito habría perdurado hasta la elección de León X en el año 1513. La Iglesia niega, hoy día, que esta ceremonia tan poco digna se haya realizado nunca.
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LA NAVIDAD O LA “MANZANA” DE ADAN Y EVA La Navidad (latín: nativitas , 'nacimiento') celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén. Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana; y el 7 de enero en otras Iglesias Ortodoxas. Pero igual que el Antiguo Testamento no especifica que fruto prohibido comieron Adán y Eva en el jardín del Edén (Génesis 3:6) en el Nuevo Testamento tampoco hallamos una fecha exacta para celebrar el nacimiento de Jesucristo (Mateo 1:18-25; Lucas 2:1-7). Entonces, ¿Cómo se incorporan estas ideas tan arraigadas en el imaginario universal? Centrándonos en la Navidad, la fecha del 25 de diciembre es convencional: apareció en un calendario de Roma en el 326, y no se fijó definitivamente hasta el 354, con el Papa Liberio, coincidiendo con las ancestrales celebraciones del solsticio de invierno, que llega el 21 de diciembre. En aquel tiempo, todas las culturas celebraban los días que, de improviso, dejaban de acortarse; el Sol, que parecía invertir su ruta para “renacer”, preludiando una nueva estación.
Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del "Natalis Solis Invicti " o "Nacimiento del Sol invicto". Asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y que los romanos llamaron bruma; cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a.C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro festival romano llamado Saturnalia , en honor a Saturno, duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizan para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta. Aún en el año 274, el emperador Aureliano eligió el 25 de diciembre para consagrar un nuevo templo al sol invicto, o al dios indoiraní Mitra, “vencedor de las tinieblas”, muy apreciado en ambientes militares. Los egipcios festejaban el 25 de diciembre el nacimiento del dios halcon Horus, hijo de Osiris y Isis. Horus nació de la virgen Isis, cuya imagen de Isis amamantando a Horus, se tomó, para representar a la Virgen María y el 118
niño Jesús. Horus venció a las tinieblas destronando a su tio Seth y vengando así a su padre.
Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa. Los mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli , que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. "Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas."
El 25 de diciembre, comenzó a ser aceptado por toda la Iglesia a partir del siglo IV. En el 425, el emperador Teodosio codificó sus ritos, en el 506 se hizo fiesta de precepto y en el 529 también fiesta civil. Desde el siglo XII es la fiesta más popular del Occidente cristiano. Aunque para algunos historiadores la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera (entre abril y mayo), y para otros, siguiendo el relato de Lucas 2:8, que indica que la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas, es poco probable que este acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno. Seguramente Cristo tenía (y tiene) en su mente muchos y mejores planes para todos nosotros, empeñados en poner fecha a su nacimiento antes de tomar su sana enseñanza, su sufrimiento tanto en su vida como en su muerte y sobre todo venciendo a la muerte, resucitando, dejando esperanza de vida eterna para todo aquel que le acepte y siga sus mandamientos. Con cierta inquietud podemos recordar las palabras de Jesús en el libro de Mateo: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:8-9).
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INDICE
Prólogo………………………………………………………………….. 3 INTRODUCCION AL JUDAISMO…………………………….…… 5
Que significa ser Judío. El Judaísmo, una religión diferente a todas………………………….. 6 La gran familia judía. El nacimiento de un culto diferente. Del Dios de un pueblo al Dios universal. Lo común y lo singular del judaísmo…………………………………. 9 La religión revelada. La esperanza mesiánica. El judaísmo y su relación con otras religiones. Una relación poco cordial. ¿Es imposible el acercamiento? Los Orígenes……………………………………………………………. 14 La etapa patriarcal. Las doce tribus. Moisés y el Éxodo. El arca de la alianza. La revelación divina. El tiempo de los jueces. Las interpretaciones extrabíblicas. La etapa histórica………………………………………………………. 21 El inicio de la monarquía. El reinado de Salomón. La construcción del gran templo. Las disensiones y la separación. Los profetas. El retorno de Babilonia a Sión. Cristianismo, el primer cisma del judaísmo…………………………. 26 El período romano. La aparición de Jesús. ¿Por qué los judíos no son cristianos?
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Una historia de diásporas……………………………………………… 30 La gran rebelión. La diáspora judía. El período rabínico. El judaísmo en la Edad Media. El período moderno: la idea de nación y el sionismo. La Doctrina………………………………………………………………. 37 La trilogía. Los 24 libros del Tanáj. La Torá oral, la Mishná y la Guemará. El aporte de Maimónides. La concepción del tiempo………………………………………………. 41 Los principios del calendario. Los nombres de los meses. Las semanas y la importancia del Shabat. Los días: un tiempo sin relojes. El alfabeto hebreo y la cábala………………………………………….. 45 Las sagradas escrituras y la cábala. El nacimiento de una filosofía. Los Ritos………………………………………………………………….. 47 Rosh Hashaná, un nuevo año. Yom Kipur, el día de la expiación. Sucot, la fiesta de la recolección. Janucá: la fiesta de las luminarias. Purim, la fiesta de las suertes. La Pascua judía, Pésaj. Shavuot, la fiesta de las semanas. Los símbolos judaicos…………………………………………………… 51 Kipá. Maguen David. Menorá. Mezuza. Talit. Tefilím. Torá.
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Los ritos del ciclo de la vida…………………………………………….. 59 El nacimiento. El Bar y el Bat Mitzva. El matrimonio. Los rituales de la muerte. La mesa judía: la comida Kasher……………………………………….. 63 INTRODUCCION AL CRISTIANISMO…………………………….. 65
La vida de Jesús………………………………………………………….. 66 Pruebas de vida y Evangelios. La doctrina de Jesús. Primeros pasos del cristianismo………………………………………... 69 Las persecuciones. El edicto de Milán. La Vía Dolorosa. El camino hacia la unidad……………………………………………….. 76 Los sabelianos. La llegada del arrianismo. La relevancia de Constantinopla. Los Macedonios. Dámaso: un supuesto diseñador de la Iglesia. Monaquismo. Los Apolinaristas. El nestorianismo. Monofisismo. Monotelismo. Las invasiones. Iconoclastia. Carlomagno. Cisma de Oriente. Las Cruzadas……………………………………………………………… 84 La Inquisición……………………………………………………………... 86 Orígenes. La inquisición española. Tomás de Torquemada. El tribunal. 122
Reforma y Fragmentación…………………………………….………………. 92 Antecedentes. Primeros intentos reformistas. Martín Lutero y la Reforma. Zwinglio. Calvino. La Reforma Inglesa. Una fe repartida. Papas y papado……………………………………….……………………….. 108 Los orígenes. Simón-Pedro. Breve cronología de los Papas. Juan Pablo I y las extrañas circunstancias que rodearon su muerte. El poder papal. Santa Sede. El Vaticano. Elección de los Papas. La papisa Juana. La Navidad o la “manzana” de Adán y Eva……………………………...… 118
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