PROLOGO PROLOGO DE J OSE OSE E NRIQUE RODO RODO M e agradan , des desde de lu ego, ego, los li bros de So iza Reil ly , por la fr anqu eza eza con con que tr ansparentan d os senti senti mi entos, no antagóni- cos, sino complementarios: la conciencia que tiene su autor del val er real d e su obra y el i nt eré s que le in spir a la opi ni ón que for m en d e ell ell a l os demá demás, ll am and o así a los que son sus sem sem e- j an t es. Q u i en escr i ba d e li ter at u r a y n i egu e pa r t i ci pa r , en m ay or o menor gr ad o, de algu no de esos esos dos senti senti m i entos, no es más que un cómi cómi co vul gar. Si n la estim estim ación ación de la propi a obra, no har íam os l ib r os, aquí don de no pu ede haber i nt eré s venal en ha- cer cer los; sin l a estim estim ación ación d el ju ici o ajeno, no publi caríamos lo que escri escri bamos. Cuando Soiza Reill y nos pregunta cuál es el el val er l iterar io de su obra, no significa eso que la ignore, sino, sencillamente, que dese desea, saber si l os demás concor concor da m os en en r econocer econocer l o. Y o, por mi par te, que pr efiero a toda otra otra condi condi ción, ción, en en la obra li terari a el sello de personal personal id ad, el carácter in confun di bl e, ¿cómo ¿cómo no he de reconoce reconocerr el val er li terari o de Soiza Reil Reil ly ? Su modo de escri- escri- bir es enteram enteram ente suy o; su estilo estilo es personal personal ism o y por eso sus im it ad ores se r epr odu cen a t r avé s de los años, sin ecli psar su popular id ad. Cu ánto más lo im itan y lo denigr an, más arr iba l le- ga con con su gran cor azón ... Podr ía omiti rse su su nombr e al al pi éde lo que escr i be: no ha br ía na di e que, ha bi é nd olo l eído u na vez, dejara de reconoce reconocerl rl o para siempre. Podr á in tentarse imi tar el origina l ar ranqu e de su plum a: se in curr ir á en extravagan cia sin sin espontaneidad, en afectación sin gracia i. Se le falsi fi cará; cará; pero no habr á qui en acepte por buena, la moneda fa lsa a cuñ ada con su nombre. Cl ar o está está que tr atánd ose de un escr i tor ta n per sonal , ser ser ía contrad ictori o apli carse a exponer exponer en quépart icul ari dades y m i- nucias quisiera cada uno de nosotros que Soiza Reilly fuese de otro modo que como como es. es. Una personali personali dad li terari a verdad era es —
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una un idad ind ivi sible. No se la recompone recompone sin desc descaracte aracteri ri zarla. N o se se la ju zga p ensand o que podr ía pa r ecerse ecerse más a nosot r os: se la juzga esforzánd onos por ada ptar nos y pa recemos a ell ell a mi entras la ju zgam os; y no es otro el el pr in cipi o 'de simpat ía críti ca que asegura asegura la eficacia d el j ui cio li terar io. Pero, sin sin p er- der su carácter, cter, una personal personal id ad d e escrit escrit or, pr ecisam ecisam ente por tenerl o, es es capaz capaz de evolu evolu ción, de asim asim il ación, ación, de adap taci ón; y así, es es líci to for m u l ar , como deseo personal, el de que el talento observ observ ador d e Soiza Reill y, tan vi vo y penetr an te; su su sáti ra, tan certera certera y eficaz; su estilo, estilo, tan expresivo y “ gestu gestu oso” oso” , y, en en una pal abr a, las gran des cuali dad es de eescri scri tor que hay en é l, se com pl emen te con u na f i l osof ía m ás bené vol a d e las cosas cosas y d e los hombr es, es, remon tánd ose, ose, poco a poco, a aquella al tu ra d e sere- ni dad desengañ desengañada que hace de l a ir onía u na d e las act i tu des más sabias y más nobles con con que quepa obser obser var , de l o alt o de nues- tr os desengaños, el espectácul o del m un do. 1914
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J O S E E N R I Q U E R O D O. O.
PALABRAS INTERIORES M i corazón me impi im pide de ser ser modesto modesto T ampoco quier o serlo. Y , aunque quisiera serlo, serlo, no p od r í a. .. H ace muchos, años años que vivo vi vo en el el ambient e de los hombres célebres. célebres. E n l os tiempos actuales, soy el escritor que ha visto de más cerca a mayor cantida d de hombres hombres ilustres. H e recorr recorr ido el mundo, visi tándolos, lie puesto en práctica las más locas astucias para verlos. Cuando no me han admitido por la puerta, me han servido de puerta laf, ventanas... Mi s libros “ Cien homb hombres res céleb célebres” res” (1), “ Confesiones Confesiones li terari as”, “ Hombres Hombres y Mujeres de I talia” , “ E l Alma de los Perr os” y “ Cerebros Cerebros de P arí s” , contie contienen nen la descripció descripción n de las mil mil y una visitas que hice a los más grandes genios y a los más insigni ficantes hombres hombres popular es. del mu n do. .. Desde los reyes reyes de España e Italia, pasando‘por el Papa P ío X y por encima encima de los príncipes, hasta los escritores, pintores, poetas y tontos más preclaros idel orbe, todos me tributaron el honor de estrecharme la mano. Algunos me han sentado a su mesa. De muchos, soy amigo imborrable. L a p obre gente de mi aldea que adora como como a dioses a todos los saltimbanquis, no se ha dignado creer en la importancia de mi odisea. Se elogia mi estilo literario. Se aplauden mis ideas. Se me imita. S e me me plagia. Se me me pa ga ... Y hasta me me pegan pegan todos todos los valmagías valmagías imiti les del del mundo. Y nada más. más. ¡P ¡P ero, no impor ta! Mi venganza será postuma. Será una venganza de mármol y de bronce.. . Y o fu i el pri mer li terato que en la Amér ica del Sur, desnudó (1) Edición Maucci, con ilustraciones.
a los grandes hombres europeos. Con mis libros, he contribuido a que se conocieran muchos talentos que, lio obstante estar ya consagrados sagrados en en el viejo mundo, eran eran desconoc desconocidos idos para A méri ca. H acer que un lib ro más, se lea, equiva equiva le a desasnar desasnar un h ombre. Y o he desasnado a muchos... E ste mérito, que es es el el único ún ico que reclamo para el epitaf io de mi tumba, tumba, pocos pocos lo reconoce reconocen. n. ¡C oba r dí a!. .. P or eso eso he querido querido sacar sacar a luz estas estas “ palabras in teri ores” . Palabras que, si son son orgu orgu llosas, pretenciosas y vanidosas, son, en cambio, sinceras como mi corazó corazón n y como como C ri sto.. .
Y he querido, además además,, poner poner etas palabras frent e al volumen men que tenéis tenéis en en las manos, manos, por cuanto mis “ C rón icas” son una prueba más de mi eterna ambición que ha sido siempre dar a conocer nombres ilustres, cosas bellas, obras de arte, genios de barro, libros hermosos vidas mentales y almas de Iléones y de cangrejos... E s éste éste un l ibro fr agmentari o. Ha sido escrito escrito en distintas épocas épocas del del alma, y en diferent es fechas fechas del espírit u. P ero, uni endo estas crónicas, ellas se compenetran y se unen. Constituyen así una fuerte tramazón. Tramazón de nervios que forman un conjunto digno de no vivir la vida de lo efímero.
Y para que no vivan la vida de l o efímero, salen salen a rodar por el mundo. ¡Que la mano de Dios lias acompañe! ¡Que el Diablo las proteja! Y o lo ruego. ruego. J U A N J O S E D E SO SO I Z A R E I L L Y . Buenos Air es, J unio 11 de de 1911. 1911.
L a N o b l e za z a en e n el el T e a t r o L as almas, al al igual de los pueblos, tienen sus progresos. Se civ il iz an ... A medida que los años años pasan, pasan, los psicólogos psicólogos muida muidan n de teorías. L as gentes gentes cambian la moda de sus creencias. M uchas de las acciones que en los viejos siglos eran locamente inmorales, son son ahora vir tudes capace capacess de hacer hacer santo a cuaílquiera. cuaílquiera. . . Y es bueno que esto ocurr a. U n vient o infl ado de cosas cosas nuevas pasa sobre sobre la tierra. tierra. Los prejuicios fall ecen. .. Antes, sólo sólo podían tr abajar en el el teatro mujeres de la plebe. plebe. M ujeres de virtu d cómoda. moda. Pobres mujeres mujeres echa echadas das de la B ibl ia. .. ¡ P obrecitas! ¡ Del conventil conventil lo pasaban pasaban a la escena! escena! Tan p ronto eran marquesas marquesas como reinas. Se las aplaudía. Pero, una vez fuera ded teatro, recibían el gesto despreciativo de la noble dama y el ofrecimiento desdoroso desdoroso del caballero caballero ilu st r e... U n joven aristócrata enamoenamorábase de una artista. E lla, por vi rtu d, lo rechazaba. rechazaba. Y él, en en vez de casarse casarse con con ella, se mataba . . . H oy es distint dist int o. A lvear lv ear con l a P accini; accini; K een een con con la Bar ri entos... De los palacios, las condesas saltan, sin miedo, hasta los escenarios. Con arte y con belleza, las nobles damas no sienten rubor en hacer hacer el el papel de campe campesinas. sinas. O de cri ad as. .. Reemplazan, con orgulílo, sus trajes de soirée por la pollerita corta de percal. E ll as así han logrado que la vir tud se considere considere como un n uevo atractivo de la artista... L a ari stocracia eur opea huye de la pri sión de sus dogmas. dogmas. Se eman cipa ... Son muchas muchas las compañías compañías teatrales que tienen en su elenco elenco a damas damas de prosapia n obl e... Con Mar ía G uerrero y Díaz de Mendoza acaba de llegar a Buenos Aires una niña perteneciente a las muy ilustres casas de Ballesteros y de Roma nones. nones. Llámase la niña M aría de Herr áiz. E s sobrina sobrina carnal del prestigioso polí polí tico español español conde conde de R oman ones.. . N o es es todavía una artista. V iaj a en la compañía como como alumna. En sus papeles pone una intensa pasión por el arte. Además, es inteli
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gente. Y , por encima de todo, es bella. P ero belll belll a con con esa belleza morena de las deliciosas andaluzas que dominan con los negros ojos y que emoc emocionan ionan sólo con con rei r. E l cariñ o que la señorita de H errá iz siente por el teatro, teatro, merecería merecería un detenido estudio. estudio. Su vocación no es un capricho. Dueña de una considerable fortuna, viaj a por su cuenta cuenta.. N o percibe percibe sueldo. sueldo. No J o precisa. precisa. T rabaja por amor al arte. Desde muy niña educóse en el Colegio del Sagrado C orazón, en P arí s. Y a sabéis sabéis que en tal colegio colegio la instr ucción católi católi ca es severa. severa. Conventual . E n él obtuvo obtuvo dipl oma de maestra ide escuela. No obstante sentía que su vocación no la impulsaba a ser ser monja, ,ni ,ni hermana hermana de cari dad ... E s un curi oso fenómeno. Observad: en el colegio del Sacr éCoeur, se educa a muchas niñas nobles con la intención secreta de que luego ingresen en algún convento... Sin embargo, de sus aulas salen diariamente más más artistas que monjas. L a señorita ide H err áiz, siendo int eligente, se esconde esconde en en la humi ldad. Y expli ca su vocación vocación con esta esta fras e: “ Me he decidido por la vida del teatro porque sólo el teatro teatro es es la vi d a. . . ” Y tiene veinte veinte añ os... Buenos Aires, Mayo 23 de 1908.
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El N i ño qu e se ca yó de la Cu n a T elegrama: “ Ch ivi lcoy, 10 de noviembre. H oy ha fal lecido el señor señor J uan C arl os E ne. Su espos esposa— a— úni ca heredera de cuantiosa fortu na— hállase recluida en el el manicomio de Bu enos A i res.” H e llorad o la muerte muerte de J uan C arlos. H ace tres años años le conocí conocí en París. E ra j oven y parecía parecía un vi ejo. Su cutis era fresco, fresco, pero pero lleno de arrugas. Adivinábase en él, al hombre envejecido por una pena cruel. U na pena que líe carcomía carcomía l as entrañas con la rabia de un cáncer... Nos reuníamos en un café muy triste de Passy, servido por donce doncellas llas galantes galantes.. Bebí amos.. . A J uan C arlos le agradaban mis orgullo, de estatua... Una noche en el café .. . (N o... No era era de noche). noche). Era de madrugad madrugada. a. Habíamo Habíamoss ll egado a la últ ima copa. E s decir decir , apur ábamos ábamos la copa de las confid encias . Y o, entonces, le reve1'é 'é tres o cuat cuat ro secretos gragr aves. De esos secretos que ni al borde de la tumba se confiesan pero que se lo contamos al primer desconocido de cara triste que encontrado encontradoss borr ach o... M ovido por mi mi franqueza, franqueza, J uan Carlos — que era era hermético— me hizo una r evelación que no esperaba. esperaba. ¡Q ué secreto, secreto, gran D i os! No creo útil ni hermoso conservar conservar lo inédit o. L os secretos secretos de una per sona que ya ha muerto, pesan mucho sobre sobre el alma de quien i os ha guar dado. U n secreto se se puede ll evar bi en entre
— Y o estaba estaba,, de novio— comenzó comenzó J uan Carllos.— Carllos.— E staba enaenamorado de una rubiecita encantadora. Con su traje de muselina transparente y su amplio sombrero lleno de crisantemos, me gustó des deslíe líe el el pri mer momento. momento. E ll a me ad or ab a.. . N os casacasamos. mos. La l una de miel miel fué deli ciosa. Pasaron cuatro mese mesess . .. U na — 9—
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tarde, al volver a mi casa, noté en mi mujer algo muy raro. No hablaba. Me pareció muy tímida. Ruborizada... — ¿Qué tiene tienes, s, ricur a? ¿Estás enferma? B ajó l a vista. E nr ojeció hasta ponerse ponerse como como un ascua, ascua, r oja de vergüenza. — P ero, dime, dime, ¿qué tienes? tienes? —Nada... — No. D ime la verdad. verdad. — E s qu e... ¡Y a no puedo puedo ajustarme la faja !— me replicó llorando. Com pren dí.. . Nos abraz abrazamo amos. s. Yo también también lloré. Fu eron lágrimas de de alegr ía ... ¡Un hi jo! ¿Sabe uste usted d lo que que signisignifica esperar la llegada del primer hijo? ¡Qué dicha! Ser padre de un niño rubio o moreno, pero hermoso. Con dos manecitas suaves que nos acaricien. Con ojos divinos. Con labios celestiales les que que digan; “ P apá: quiero hace hacerr p ip í” . ¡Qué encanto! encanto!
T odos odos los días, desde desde l a mañana hasta l a noche, noche, hablábamos hablábamos de la próxima llegada de nuestro nuestro pri mer hi jo. H acíamos cálculos. cálculos. E dificábamos dificábamos proyecto proyectoss en en el el a ir e... Falt aba un me mes. El ajuar del bebé hall ábase li sto. ¡ Qué punt il las, qué blondas, qué enca jes! L a cunita era un nido de espu ma ... P asábamo asábamoss las horas contemplando aquella ropa vacía que pronto guardaría como un estuche de raso, la joya más preciosa de nuestra Vida. — Y o creo creo que será será niña— decía decía mi mujer.— Tendr á una carita muy hermosa como la mía, y unos ojos grandes y negros como los tuyos. Me la comeré a besos. ¡Será una nena riquísima! — Pu es a mí— mí— contestab contestaba a yo,— me parece parece que que será será varón. Y a creo verl verl e de paseo paseo,, con pantal ones llargos. llargos. M uy elegante. elegante. M uy sedu ctor ... Será rubio como como tú. L as mujeres se enamorarán enamorarán de su belleza. Todas las madres te tendr án envidi a. v
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sollozando, al oir ¡las ¡las quejas de mi mi m u jer cita ci ta .. . De pr onto, oyóse un quejido infanti l. Y luego luego un: — Y a está está,, señ or. .. ¿Quiere usted usted venir venir ? Era el médico. Me llamaba. Iba a ver a mi hijo. A mi divino hij o. ¡ H abía nacid o!. .. E n el lecho lecho,, mi mujer, aletargada aletargada y pálida, dormía... El médico me miraba con lástica. La enfermera mera llor aba ... ¡H orr or! E ntre ambo ambos, s, sos sosten tenían ían un horri horri ble montón montón de carne que daba chil chil lidos. ¡M ald ición ! E ra mi hi jo. Su cabeza cabeza era era enorme. L a boca era era un aguj ero con dos dientes largos, ganchudos y asquerosos. Su cara, parecida a la cara de un gato, gato, tenía pelo pelos. s. Y un solo oj o. .. E l vientr e era era una bolsa bolsa.. L a espina espina dorsal, arqueada, arqueada, le hacía hacía una jor oba. ¡Y aquellos aquellos dientes horribles!... ¡Oh, qué asco! — Desgraci adamente— me di jo el! doctor, abrazándome— es un fenómeno. fenómeno. H abrá sido algún algún .su sto... Cuando mi mujer contempló ese monstruo, echóse a reir a carcajadas. E staba l oca .. . P or mi parte, parte, yo no podía soportar soportar la presencia presencia ile mi hij o. E speraba verl verl e mori mori r. Cr eía que, que, como era fenómeno, fenómeno, mori mori ría in evit ablem ente... A l quint o día, el el mémédico me me afi rm ó: “ Su hij o, aunque es deforme, deforme, vivir á muchos muchos años. años. Es muy vigoroso. vigoroso. Tiene usted usted que que r esi gn ar se.. .” ¿Resignarme a vivir en compañía de aquel monstruo? No. No. Y no , .. A media media noche, noche, cuando todos todos dormían, lo saqué de la cuna. Cubierto de encajes y de sedas, dormía y roncaba, lleno de salud, como como una bestia bestia . . . L o ll evé all patio sin que despertadespertara. L e di un beso en en la fr ente y l o extendí en el el suelo. suelo. E n seguida, le puse puse un pie encima, sob sobre re la jor oba. A pr eté con todas mis mis fuerzas. fuerzas. Apreté. A pr eté. .. H ubo un cruji do. No se se oyó ni un lamento. L evanté, más tarde, tar de, su cadáver cadáver y l o llevé otra vez hacia la cuna. L o coloqué en en el piso, como si si el pobr ecito se hubiera caído. “ — No hay duda:— duda:— diagnosticó mi médico,— médico,— anoche anoche se cayó de la cuna. cuna. E l golpe lo mató. mató. Pero, más vale así .. . ” Buenos Aires, Noviembre 10 de 1910.
P asaron nueve mese meses. s. Ll egó, egó, por fi n, el día. L legó la hora. L legó el el m in ut o... Y o me quedé quedé en la pieza pieza vecina. vecina. T emblaba, emblaba, — 10 —
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L a s A v en en t u r a s d e u n P o et et a B o h e m i o A bel Gut iérr ez es un poeta. poeta. P ero es es un poeta poeta por d en tr o... J uzgándole por fuera se le ha llamado loco y, lo que es peor, peor, “ poeta” entre comill comill las.. . ¡Qué inju stici a! Sus versos versos son, son, en verdad, muy malos. Son malísimos. malísimos. E sto no impide que Guti érrez rr ez tenga un alma ll ena de poesía, poesía, P or consigui ente, es un poeta. L e conozco conozco muy bien. Me li ga a él él una extraña amistad. A mistad pin toresca a la que no e< ajeno Satanás, y ciertas misas roj as celebradas celebradas en en templos del del su bu r bi o... Más de una noche noche ha esesperado conmi go la. sal sal i'la del sol sol para par a i njur iarll iar llo. o. A menudo me ha narrado con ciego entusiasmo de poeta, el drama de su vida. Una vida triste como copa vacía... Una vida pedestre de pájaro sin alas. Nunca le oí una queja contra el hambre. Sin embargo, el hambre lo mordía en las entrañas. J amás me me dij o nada contra la dureza del del colchón. colchón. Sin embargo, embargo, su colchón colchón era d u r o.. . L a miseria jamás lo amedrentó. amedrentó. Y es Ilógico Ilógico que que así fuera. P ara los poetas, las cosas naturales de la vida no tienen importancia... E n cambio, Guti érrez estaba estaba siempre siempre en contr contr a de sí mismo. P rotestaba contr contr a sus propios huesos huesos.. I ba en contra contra de su su pr opia médula. Sentía que su cerebro se inundaba de ideas. Presentía que la belleza belleza le ilumi naba el el corazón corazón de ritmos y gorj eos. P ero cuando quería expresar sus ideas, echarlas al papel y lanzar sus cantos a 1a. güori güoria, a, sentíase sentí ase impotente impot ente y el fu ego cerebral cerebr al l o entorpecía. H ace varios años que que llegó de San L uis. R ecorr ecorr ió todas las redacciones redacciones de los diarios. A ll í escribía. E scribía., E scri bía. H a sido tal vez el el escri tor más fecundo que conocí conocí en el el gremio. Sólo q u e.. . ¡Pobr e muchacho! muchacho! Sólo que que nada de lo que escribía pudo ser publicado. Se dijo que el alcoholl habíale nublado de incoherencia incoherencia el el cerebro. Mentir a. N unca lo vi t omar otro licor que no fuera café. El resplandor y la fijeza, de sus sus ojos de vidrio provienen de la cafeína. No del alcohol. Que lo digan los médico médicos. s. Nun ca le oí pr oferi r amenazas. amenazas. J amás fué un — 12 —
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impul sivo. Ha si do un gran paciente. paciente. Un resignado. resignado. Ah ora está en la cárcel. Y a conocéis conocéis la histor ia sangri enta que lo retiene allí. H allábas? en en el el “ Caf é de de los 36 36 bil lar es” . Sentado tr anquilamente, miran 'ose por dentro, sin molestar a nadie, tomaba su café. V ari os jóvenes, al al verl e así, así, tan poeta y tan sólo, con con su romántica cabellera y su tristeza pensativa, se burlaron de él a carcajadas. En Buenos Aires es un delito ser poeta... Además, más, abundan los “ jóvenes jóvenes graciosos” , los “ patoteros” que creen creen •honroso y valiente y heroico, hacer obra de cobardes desafiando, a trompadas, tr ompadas, a tiros y a puñal adas, a cual cualquier quiera. a. H e aquí el defecto de los deportes físi cos. A estos estos jóvenes ind ios no se les debe enseñar el arte de un sport saludable, porque en seguida lo emplean como arma criminal y salvaje. Perseguido, hostigado, el infeliz poeta salió a la calle. Corrió. C'orrió para evitar un lance. Detrás sigui eron los patoteros, patoteros, siempre hostigándolo. “ N o se metan conmigo, pues tengo un revólver”, lies dijo. Pero, insistieron cómo cómo buenos buenos in di os.. . L os acorr acorr alaron. Y él corr corr ía. L o abofete abofeteaaron. Y él corrí a. L o escarnec escarnecieron. ieron. E ntonces se se detuvo. detuvo. A lzó el arma. Cerró los ojos. H izo fu eg o.. . U no de de los jóvenes jóvenes del del gru po— tal vez el más más inocente— inocente— cayó. L os otros otros compañeros echaecharon a correr. Dejaron solo, en la vereda, al pobre chico muerto, sin más compañía que la del poeta, que ante el cadáver, se quitó el el sombrero sombrero con resp eto. .. E n la comisarí comisarí a Gutiérr ez me me ha dich o: “ L o maté sin querer. P ero, todas las las noches noches le rezo rezo un pad ren uestr o... ” Y ante esta esta confesión confesión sentimental sentimental he pensado en la madre del poeta y también en la madre del que ha muerto. muerto. A mbas están están llorando. ¡ P obrecitas! E llas son son las que pagan... Buenos Air es, Febrero 3 de de 1911.
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H i s t or o r i a H u m a n a d e d o s b al a l a s p er er d i d a s —Un joven desea verie. No quiere dar su nombre. Dice que usted no le conoce... ” “ — ¿Que no le conozco? conozco? Entonces, dile que pase.” M e gusta descubrir h ombres inédi tos. H ay personas a quienes no les agrada conversar con gente desconocida. Creen que, conociendo tan sólo a diez sujetos, han visto a fondo toda la humanidad. A mí me sucede lo contr ari o. Y o gozo habl ando con gente gente que no sé sé quién quién es. . . E n cada in divi duo que por vez primera conversa conversa conmigo, encuentro la novedad de un li bro nuevo. L os leo. leo. L es hago la autopsia. L os analizo. analizo. A sí cul tivo r elación con con muchas damas honestas y con algunas que están en víspera de serio. N o negaré negaré tampoco que entre los hombres, algunos asesiasesinos, ladrones y personas decentes, me honran con su amistad y sus picardías... “ — Dil e que que pase”— le respond respondíí al portero. portero. E l visitant e penetró. penetró. E ra un joven. M e acuerdo acuerdo de su fisonomía como como si si aún la tu viera delante. E mpu jó la puert a de la redacción con con gran mi sterio. Y o me hall aba sentado sentado frente a mi mesa mesa con una li nda taza chinesca de café, vacía, y con un libro de Fierre L oti, seme semejante jante a la taz a. .. “ — ¿H ablo con con el el señor señor Fuüano Fuüano de T al ?” “ — Sí, señor. señor. Soy yo. Tome usted asiento” . E l joven mi ró a su alrededor con con ojos asombrados. asombrados. Cuando creyó que nadie lo veía, sentóse sentóse en una silla. E ra casi casi un chiqui llo con con aspecto aspecto senil. senil. M uy moreno. moreno. Simpático. Simpático. I nq ui eto... Con los dedos nerviosos tironeaba los cuatro o cinco vellos de su incipiente bigote de niño. Era, apenas, un bigote infantil. O, con perdón, señoras, parecía un bigote de mujer. Suave. Ondulado. Pelu sita de ter ciop elo. .. L a voz voz de aquel aquel niño era armoniosa. — 14 —
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Su traje era un pobre trajecito viejo lleno de ventanas y rendijas. A l cuello, habíase habíase arrollado un pañuelo azul azul y verde. Y en los ojos llevaba una tristeza turbia do perro. De perro femenino acostumbrado a vivir como un hombre... “ — ¿Y en que puedo puedo serv servirle, irle, amigo amigo mí o?” “ — Perdone u ste d.. . Y o soy soy una víctima suya. suya. Usted Usted me me ha sugestionado con su literatura. Con sus emociones usted me ha hecho entrever algo que no conozco. Si usted no me salva, estoy perdido. Tengo 17 años, y me siento envenenado de libros y de versos. Y a veo todo negro. D e noche se me aparecen aparecen los fantasmas. A hora hor a creo en lo que antes dudaba. Si ento deseo deseoss de viaj ar, de vivi r o de matarme matarme.. Y no puedo. puedo. Usted me ha iny ectado su su aburrimi ento. Aconséjeme usted qué debo debo h a ce r .. .” “ — M i querido amigo— amigo— respondíle en en tono placentero placentero y reborebosante de cruel cani balismo,— bali smo,— los consejos consejos sólo sirven par a que se haga todo lo contrar io de lo que que ellos ellos indican. Y o hago así. así. Y me va bi en .. . Cu ando pedimos un consejo consejo no es es con con el el objeto de seguir seguir lo. ¡N o! E s con el el fi n de ver si está está de acuerdo acuerdo con con la resolución que hemos tomado. Si está de acuerdo, seguimos el consejo. consejo. De lo contrar contrar io, n o. .. Sin embargo embargo,, si siente usted usted vocavocación por el suicidio no creo que sea preciso contrariar su voluntad. ¡M átese! P uedo prestarle prestarle un revólver. revólver. E s un revólver revólver pr áctico. Varias veces ha cumplido su misión con prontitud y esmero. N o lo pierd a. Devuél vamelo una vez que que lo use. use. H ace tiempo ti empo presté mi mi r evólver evólver a un amigo para que se suicidara. A l dí a siguiente me trajeron una carta. Reconocí en el sobre, la letra de mi amigo. amigo. “ ¡Pobr ecito— dij e,— aquí me manda su tri ste despedespedi da !” A br í con miedo di di sobre sobre y encontré encontré la boleta de empeño: “ diez diez pesos”. pesos”. ¡Qué ¡Qué vulgar idad !” Cuan do concluí, concluí, el chico me miró de arr iba a abajo. E s decir, decir, me mir ó desde desde la cint ura par a arri ba. (L a mesa mesa me me cubrí cubrí a lo demás). “ — ¿H abla usted usted en seri seri o?”— me preguntó. preguntó. “ — Sí, amigo mío. mío. Desgrac Desgraciadame iadamente. nte. Hablo en serio. serio. Suicídese (Y ju r o a ustedes, ustedes, señoras, señoras, que yo le hablaba en seri o. Si
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van ustedes algún dí a a mi casa,— casa,— espero espero que vayan una después después de otr otra a y no todas en congregación,— verán en el el ter cer estante estante de mi biblioteca, a la derecha, un revólver Smith de cinco tiros. E xamínenl o ustede ustedes. s. Ah ora sólo tiene tres balas. balas. F altan las otras otras dos. dos. Se per di er on ... ¡P ero yo sé dónde se se encuentran encuentran esas esas balas balas perdidas! Conozco, además, el bien que esas balas hicieron, y sobre todo, todo, el el daño que me h ic i er on ... )
_“ — U sted no me comprende—co comprende—continuó ntinuó el jovencito.— M e aconseja usted el suicidio... ” “ — Y o no aconsejo aconsejo nada nada:. :. Mi estétic estética a espir espir itu al me lo prohí be. A pru ebo sus ideas, ideas, solamente.” “ — E s casi casi lo mismo. mismo. A pru eba usted la idea que tengo de matarme, pero usted no conoce lo bastante mi vida para comprenderme. .. U sted me ha perdi do con con el ejemplo de su existencia orgullosa de vagabundo triu nfad or y de artista bohemio. bohemio. E s jus to que que uste usted d me salv salve. e. ¡Sá lv em e!... ” “ — Vea, joven. joven. Y o no pierdo a ningún hombre. hombre. La literatura no pierd e a nadie. Cada cual se pier de o se se salva a sí mismo. P or eso, cada individuo debe desarrollar su vida de acuerdo con su fuerza. H ablo de mi mi bohemio porque la he vivi do. N o he he triu nfad o por ella, sino por mi sinceridad para sentirla. Ahora estoy viejo y cansado. Mi or gullo gul lo tiene las alas rotas. P ero he ll egado a la cumbre con vigores, porque las teorías que yo he profesado las he puesto en práctica. Nunca solicité de nadie consejos ni consuelos. Seguí mi ruta. Satisfice mi mi i ns ti nt o... A mí no me ha cos costado tado nada ser un viajero errante y anormal, o un vagabundo lírico', porque he nacido pasa eso. Si a usted le falta ese don, enciérrese en su su ca sa ... Si yo contr contr a mi vocación vocación me hubiera dedicado a hacer botines, me habría muerto de fatiga, o se hubiera inventado en contra contra mía la moda de caminar caminar descal zo... L o peor peor es que me hubi era muert o antes antes de de cobrar cobrar el pr imer im er par que vendi era. . . Si me pusiese a confeccionar agujeros para una fábrica de espumadera, estoy convencido de que me moriría de un catarro a causa de! viento que pasara por esos mismos agujeros fabricados por m í .. . N adie debe debe andar por una azotea azotea que que no le pertenezca. pertenezca. No
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hay que exponerse a caer al patio ajeno y romperse la crisma. E so les pasa a muchos. Su enfermedad, amigo mío, es la de muchos jóvenes que me condecoran con insultos elogiosos. Creen que se puede ser bohemio y llevar una vida agitada, tan sólo con querer. Escr ibi r con literatur a es es fácil fácil . E s tarea tarea de cualquier profesor. profesor. Lo dif ícil es “ vivi r lit eratur a” . V ivi r lo que que se escriescrib e. .. U n perr o de agua, usa usa melena, melena, Pero no por eso es león. león. E s perr o si em pr e... H ay sus compensa compensacione ciones. s. Un elefante tiene colmil los. N osotr osotros os tambi én tenemos tenemos.. “ — M is colmil colmil los— dice el elefante con con orgull orgull o al al hombre, hombre,'— '— son mejores que los tuyos porque sirven para hacer teclas de piano.” “ — pero los míos míos— — le replica el el hombre,— hombre,— sirven para comer . . . ” Y ambos ambos tienen razón. Si usted, usted, joven, no puede seguir seguir mi pasos porque se extravía, y si con sus colmillos no puede hacer como yo. teclas de piano, confórmese con emplearlos en la masticación, base de buen funcionamiento digestivo, y, por consecuencia, de la vida feliz... “ — ¿E s usted quien habla así? Y o supuse que que usted usted me daría daría un abrazo y me llamara “ hermano en en las estrellas” como como a J ob .. . “ — No. amigo mío. mío. H ace tiempo que las las estrellas estrellas se burl aron de mí. D udo de las. las. estrellas por que ti emblan. E s siempre bueno dudar del que vacila... ” ntonces, ¿qué me aconseja aconseja ust ed?” “ — E ntonces, “ — Y o no acons aconsejo ejo.. H ablo solamente.” solamente.”
E l pobre joven se fué. Se fué desilucionado. Y o le vi la de silución en los ojos. Comprendí que de un empellón le había deshecho la primavera que, cual un telón de teatro, llevaba pintada en su imaginación. . . N o sentí sentí pena. Ni lástima. P asóle! asóle! tiempo tiempo.. Tr anscurri anscurri eron eron días. Transcurr ieron meses meses„„ . La presencia de algunos otros hombres y mujeres, borró de'mi memoria la imagen de aquel joven. Tantas veces la escena que tuve con él se repitió con otros, que ya no recordaba ni su mirada — 17 —
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llena de asombro, ni su pobre trajecito viejo, ni su tristeza turbia de perro femenino. P ero..'. ero..'. “ — U na señora señora dese desea a hablarl e.” “ — ¿N o ha die dielio lio su su nombre?” “ — No qui ere... Es una viejec viejecita. ita. Está llorando.” llorando.” “ — ¿Una mujer que llora? Dil e que que pas pase. e. (C uando vem vemos os ll orar a una mujer, debe debemo moss considerar considerar nos la causa de ese ese ll ant o. . . ¡Tantas mujeres lloran por nosotros, en silencio!...) Dile que pase.” Y la viejecita entró. L loraba.
(Señoras: ¿han visto ustedes cómo lloran las viejas? Tienen la cara como una pared antigua, llena de grietas, por donde corr en lágrimas. P onen onen l os ojos ojos pequeñitos. pequeñitos. H acen acen una graciosa mueca con la boca sin dientes. De pronto dejan de llorar. Suspiran. E xhalan un l amento amento y vuelven otra otra vez a ll orar. ¡Cómo ll oran ! Las manos con con arrugas, quieren tapar l os ojos ojos y contener el llanto. Pero, las lágrimas corren por entre los dedos. .. Cuando veo a esas viejecitas que lloran en los cementerios y en las comisarías porque se les ha muerto un hijo bueno, o porque les han robado una hija hermosa; ¡ oh, entonces!, siento la necesidad física de romper romper un vidri o, un espe espejo, jo, una taza, taza, una copa. . . Quisiera tener a mi alcance un canasto de huevos para reventarlos con el pie...) L a viejecita entró llorando. llorando. “ — ¿Qué desea deseaba ba,, señora?” — le pregunté. pregunté. “ —Y o soy la ... ¡J i, ji, ji, ji !” “ — L lore, señora. señora. Ll ore. Después Después me hablará. Desahogúe Desahogúese. se. E l ll anto es bueno. E s dolor que se va .” “ P l a f f. .. ”— rompí rompí mi copa copa cont contra ra el suelo. suelo. Se Se hizo hizo añico añicos. s. ¡ Qué encan to! Me consolé. . . — 18 —
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L a viejecita, asustada, asustada, dejó de ll orar. E l esfuerzo del susto, susto, permitióle decir: “ — Y o soy soy la madre madre de de Gar li tos... ¿Se acuerda? acuerda? De aque aquell joven que vi no un día a pedirle consejos consejos y a quien usted indi có que si tenía deseos de matarse, se matara... ” “ — ¿Y se ha suicidado?”— pregunté pregunté lleno de espanto espanto,, recordando al al momento la cara cara del muchacho.— muchacho.— “ P obrecito— obrecito— exclamé exclamé abrazando a la madre,— es preciso resignarse.” “ — No, señor. señor. N o se se ha suici dado” — me repuso repuso.. “ — ¡Cómo!” Cómo!” “ — No, señor. señor. No se se ha suicida do”— me repuso. repuso. “ — E ntonces ntonces,, ¿por qué qué llora ust ed?” “ — L loro porque soy muy desgraciada. desgraciada. F igúr ese usted que que cuando Carlitos vino a verle a usted, leía muchos libros. De noche, de día, a cua lqu ier hora y en todos los sitios, sit ios, se le veía ^siemsiempre con con un libr o. Er a bueno y muy dócil dócil . Me quería entr añablemente. Su sensibilidad exquisita le hacía tener para conmigo una dulzura encantadora. Cuando yo estaba enferma, era el quien me cuidaba. Pasábamos una miesria espantosa. espantosa. M i mari do, ganaba muy poco. Carlitos, por leer no trabajaba. No tenía ni camisa. P ero, aunque estaba estaba siempre siempre tr iste, meditabundo y disgustado, disgustado, era bueno bueno,, ¡ tan bueno y tan dul ce ! ¡ J i, ji , j i !. .. Después de de haber haber conversado con usted, las cosas cosas cambiar on. L a manera con que usted le habló de la ineficacia de los consejos, de la inutilidad de la bohemia sin vocación y de lo estéril que resulta la literatura cuando se carece carece de de las condiciones condiciones para soportarl a y vi vir la,— cuando oyóle a usted decir eso, le perdió a usted todo cariño y toda admir ación. . . E l me lo confesó confesó.. Desde aquel aquel dí a le mira a usted con desprecio. L o más grave es que desde desde su entr entr evista, Car litos dejó de leer. Abandonó sus libr os. Estu dió contabili dad en un al macén. macén. Y en una queserí queserí a le dieron u n empleo, con con buen sueldo. L legó a tenedor de li bros. Se compró camisas. camisas. Aband A band onó su miseria y su tristeza. Se transformó en un muchacho alegre y feli z. Sin preocupaciones. preocupaciones. Con pl at a. .. Tal como es hoy. Odia la lit eratura, l a poes poesía, ía, los escrit escrit ores. ores. E n cambio, adora el juego. Se embriaga. embriaga. Y a a las carr carr eras. Se junt a con pilletes que le despilfarr an su dinero. Además, el el padr e— mi marido,— está está en en la cama, paralítico. Garlitos ni siquiera se aproxima al lecho para dar— 19 —
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le los “ buenos buenos días” . . . H a perdido ya ya todos todos sus sus nobles nobles sentimientos y toda toda su sensibil sensibil idad. Y a 110 tiene dulzura. A mí me grita. Me insul ta. Y hasta me me pega. pega. Nuestra casa casa es es un in fiern o. ¡Qué diferencia con la miseria feliz de los tiempos en que Carlit os se dedicaba dedicaba a sus l ib r os !... An oche, oche, porque le dije que no malgastara el dinero, se irritó de tal modo y se puso tan furioso que me llenó de insultos. Antes, cuando éramos pobres, me abrazaba, diciéndome: “ — ¡ Mamita querida querida !’ ’ Y ahora, ¡qué difer encia! me dice: “ —'¡E stúpi da! ¡Vi eja idi ota! Eres una rata. rata. ¡M ¡M erece erecess un puntapié!... ” ¡Di os mío!, ¡y anoche anoche lo hizo como como lo di jo! Y no sólo sólo me pegó un puntapié, sino que se quitó los tiradores y con ellos me azotó bárbaramente. M e ha lastimado last imado las espaldas. ¡M e ha pegado a mí que soy su madre! ¡A mí que ya no puedo más con con mis pobres pobres huesitos huesitos que que se se doblan doblan J e vi ej os !... Sí, señor, señor, me pegó. Y su padre, el el desdichado par alí tico, ti co, le gri gri taba desde la cama: “ — Carlitos, C ar li tos... N o le peg pegues ues a esa esa pobre pobre vieja. Mi ra que es es tu madre. madre. No le pegue pegues, s, C arl it os; no le pegu es.. .' M ira que está está muy viej a y que puede mori mori rse. ¡N o se tiene madre nada más que una vez!... ” “ P ero Carl itos, en en lugar de calmarse calmarse se enfureció. P arecía un loco, se fué hacia la cama donde su anciano padre lloraba como un nene. Valiéndose de los mismos tiradores, le ensangrentó la cara cara a la ti gazos. .. ¡A h ! Y a conoce conoce usted la inmensidad de mi desgracia. Ahora, señor, vengo para que usted me haga el favor de llamar a mí hijo y hablarle. Trate de inducirlo a que vuelva a sus li bros. Dí gale que usted se equivocó. Pr efiero efi ero que haga versos, versos, antes antes que verle a sí .. . Con su apoyo, apoyo, quizá vuelva a ser ser lo que era antes, tan bueno, tan dócil, tan compasivo con sus padres. /.Ver dad que me hará hará usted ese ese inmenso inmenso fav or ?” “ — Mi querida querida seño señora— ra— le respond respondí,— í,— haré algo algo más. más. E scribiré para él un cuento que le haga ver el fondo triste y falso de las cosas cosas humanas. L a locur a puede curar se con con la misma causa que la originó. Si mi literatura le hizo daño, mi literatura ha de curarlo...” — 20 —
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E scribí este este cuento cuento y se lo mandé mandé a Carli tos. E n l os mismos mismos original es envolví envolví mi revólver. Se lo mandé cargado. cargado. I ba con con cinco balas. A l día siguiente— ayer,— la poli poli cía me devolvi devolvi ó el el revólver. (E s el mismo, señoras, señoras, que está está en en mi bibl ioteca. E ra de cinco cin co balas. Me lo devolvi eron con dos balas balas menos. menos. Se perdi eron. Carlitos se las puso en el cráneo...)
P ara sumin istrar le el consuelo consuelo del del ll anto, he ido hoy a ver ver a 1a. desconsolada desconsolada viej ecita. L loraba lor aba ju nto nt o a la cama cama del viej o paralítico. Ambos se abrazaban y besaban llorando por el hijo que se fué de la vi d a ... Sin embargo ,ni el el padre ni la madre conservan del hijo muerto ningún recuerdo amargo. Ni recuerdan que fué con ellos un verdugo salvaje. Al contrario. Guardan únicamente el recuerdo de cuando a Car ¡tos le faltaba camisa y de cuando pasaba pasaba las horas leyendo libr os de de lit era tu ra ... ¡Se han olvidado de los latigazos! “ — Pobre Garlitos”— me dijo el el paralítico. paralítico. —¡E ra tan bu eno!”— agregó agregó la viejecita. viejecita. Y los dos dos anciaancianos volvieron a abrazarse. Parecían dos paredes que se apoyaban entre sí para no derrum barse. E ran ra n como dos balas balas perdi das en el mundo... Al llegar a mi casa casa he abierto la biblioteca. biblioteca. Y he acariciado, acariciado, señoras, el mango de mi revólver como quien acaricia a un león que está dormido...
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E l A b u e l o d e J u a n M o r ei ei v a “ — ¿E l abue abuelo lo de J uan Moreira?” — Sí, señora. Es el apodo de un in feliz ami go mío. mío. H ace poco poco tiempo perdi perdi ó la razón. Actualmente tendrá 50 años años.. E s muy ri co. co. E n el manicomio manicomio ocupa ocupa un departamento espe especial. cial. A ll í vi ve como como en en su casa casa.. Oyéndole hablar, parece cuer do. .. P or desdicha su su demenc demencia ia es incurable. V ivi rá poco poco tiempo. L os médicos médicos lo han dicho... ¡Pobre abuelo! “ — ¡E l abue abuelo lo de J uan M oreira!” Es graci graci oso... ¿Y cuál es el origen de ese apodo? — Su parecido físico con con J uan M oreira. Su cabeza cabeza es es idéntica a la del clásico tipo criollo, con la diferencia de que tanto la barba como la cabellera, no son negras ni rubias, sino blancas. E n su juventud, juventud, sus amigo amigoss le llamaba llamaban n “ J uan M oreira” , a seseca s. .. L uego, uego, le ampliaron el apodo. apodo. Ocurr ió que de un susto, susto, el cabell cabell o se se le puso blan co. Bl anco completamente. A los 25 años años demostraba demostraba tener más de 6 0 .. . Desde entonces entonces,, sus compañeros compañeros lo llamaron, llamaron, por brom broma, a, “ E l abuelo abuelo de de J uan M oreira” . — ¿Y cómo cómo se se enloqueció? enloqueció? — Del modo más humano, señora. T enía un a sola hij a. ¡ Qué chica deliciosa! Se llamaba Ir ene. L a conocí conocí en Eu ropa. Se paseaba seaba con con él. Siempre del del brazo. brazo. E ran como dos n ovi os.. . E l viejo iba orgulloso de ll evar una reina a su derech a.. . Su viu dez, dez, hacía de aquell aquella a hij a, el único ideal de su existencia. ¡I r ene! Me parece que todavía la veo, con su trajecito blanco. Sonriendo siempre bajo su elegante sombrero chato, lleno de crisantemos... ¡Qué linda estaba! Su padre, la complacía complacía en to d o.. . ¡Ha sta en en lo que ella ella misma no deseaba!. deseaba!. . . P ara satisfacer uno de los pocos pocos dese deseos os de I renita, l e compró compró una máquina de cinematógrafo. cinematógrafo. E ra un aparato de los más más perfeccionados. perfeccionados. L o llevaba a todas partes como como un K odak. E n dos monumentos monumentos y siti os famosos famosos de las ciudades célebres, impresionaba películas tratando de que en ella
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apareciera apareciera siempre, siempre, y en en pri pri mer término, término, su h i j a .. . L a había había retrat ado en en todas las formas. E n t odos odos los paisajes. E n toda toda& & las actitudes... Paseando por los bulevares de París. Cruzando la plaza de San Pedro, en Roma. En la puert a del Duomo, de Milán. Arrojando maíz a las palomas de San Marcos, de Vene cia. Además, en en gón dol as. .. E n la catedral catedral de Bu rgos. En la plaza de toros de de M adri d. E n la ventanil ventanil la de un tr en. En l a cubierta cubierta de de un buq ue.. . E n todas todas partes partes ella ella apar ecía.. . Siempre real. Viva. Sonriente...
U na noch noche, e, en París, “ el abuelo abuelo de J uan M oreira” invitó a varios americanos para que presenciáramos la exhibición de algunas de esas películas, donde Trenita aparecía con su belleza alegre y deslumbrante. deslumbrante. E l vi ejo gozaba gozaba viéndola viéndola en la tela. E ll a, en imagen, iba *y venía, y saludaba y reía, desapareciendo de pronto para surgir de nuevo frente al objetivo... P oco tiempo después después hicieron su regreso a Bu enos enos A ir es. E n el viaje, I rene se se enfermó. Pr imero fué un resfr ío. L uego un catarro. Después una pulmonía. Al llegar a tierra, los médicos aconsejaron aconsejaron el el úl timo remedio para la tuberculosis: “ las sierras sierras de C órdoba”. Y, como como era era natural, allí mu r ió. .. “ E l abuelo abuelo de de J uan M oreira” , sufri sufri ó horriblemente horriblemente.. Pero, en su formidable dolor halló un consuelo. Pensó que si la muerte le había arrancado a su hija, él la conservaba llena de realidad y de vida ficticia, pero eterna, en las cintas de su cinematógrafo. Se encerró en su casa, con su linterna, sus películas y la blanca tela para las proyecciones. Permaneció encerrado cuatro meses, haciendo funcionar contin contin uamente su su máquina. E n todos los momentos quería contemplar a su hija... Así, mientras ella dormía en la frialdad del cementerio, él la veía aún llena de vida, sonriendo y saludando, con su traje blanco y su lindo sombrero... E staba muerta, sí. Per o él él la veía pasear, pasear, alegre, encantadora, flor ida de belleza belleza y de salud. L a veía en los bulevares bulevares,, en P arís, en Roma, en Mi lán, en Españ a y hasta en el el buque que los había traído a Buenos Buenos A ir es.. . L a veía veía allí, en la tela. tela. Pero, nada más más.. N ada más más que en la tel a. . . Y al contemplarla, contemplarla, así, tan humana,
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creía en una resurrección, y se arrojaba sobre la temblorosa imagen, gritando: “ Ir ene ene, Irene, Irene, I r en e.. .”
U n día hallaron hallaron al “ Abuelo de J uan M oreira” desma desmayado yado al pie de su máquina. Cu ando volvi ó en en sí, estaba estaba l oc o. .. Desde esa esa tarde, su manía consiste en creer que todo cuanto objeto toca se transforma en un aparato cinematográfico. Está en el manicomio. Anoche, cuando estuve a verle, le llevaron una taza de caldo. L a tomó en en las manos y creyendo que era era su máqui na, comenzó a mover una manija imaginaria para que circulara una película, también imaginaria: “ A hora le voy a mostrar a usted—me dijo,— una cinta en donde I rene me tira ti ra un beso desde desde la ventan ventan il la de un tren, en N iz a... A llí está. stá. Véala Véala usted. usted. V éa'a. .. ” Y me señalaba señalaba la pared. M iré por complacerlo. complacerlo. E n el tri ste muro de aquella salita de hospital, sólo vi la imagen de un Cristo con los brazos abiertos...
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C r i m i n a l es en L i b er er t a d “ —T odos los días se cometen cometen crí crí menes. ¡Qué crí menes! Son horribles. horribles. H orr ipi la nt es... L ea usted usted los diarios. E n ninguna región del mundo se asesina asesina tant o como como en B uenos A ores.” or es.” Pin verdad. verdad. L as crónicas crónicas poli poli ciales asustan. asustan. El puñal y el revólver trabajan continuamente. La int eresante eresante indu stri a del del crimen prospera más que el arte teatral. Todos los días aparece en la calle un hombre con el coraz corazón ón deshecho deshecho a puñalada s. T odas las noches cae un mujer en cuya carne el marido, el amante o el el novio, ejercita ejercita su buena buena puntería. N unca falt a un n iño con la cabeza rota de un bal azo. E s rar o si en en un mes mes la daga de un malevo no destripa cinco o seis vigilantes. Todas las mañanas se lleva al hospital o al cementerio a gente sorprendida en el sueño por el garr garr otazo a que recurren los neófitos del crimen. E xis ten además además los los criminal es por sport. Y los homicidas románticos. románticos. E stos son son flor es de la pri mavera. M atan por odio a la muj er que aidoran y luego se suicidan, burlándose del código y de Dios. “ — ¡Cuántos crímenes! crímenes! ¡Bu ¡Bu enos enos Air es da mi edo!” Ver dad. E s posible. posible. H ay muchos ases asesinos. inos. Y muchos muchos de ellos ellos gozan gozan de plena libertad. L a po'icía los busca. busca. Tal vez el el hombre que, hoy, en el tranvía, estaba a vuestro lado, fué quien asesinó a Castillo o mató a Gartland. ¿Quién lo sabe! Quizás converséis a menudo, en vuestra casa o en la calle, con cualquiera de los delincuente delincuentess cuyas fotografías fotografías contempláis contempláis ahora. . . _Mir ad la cara de vuestr os amigos. ¿ N o encontrái s al guno semejant e ? “ — ¿Qué hac hace e la policía?” L a policía no es culpable de que que ocurra ocurra tanto asesinato. asesinato. Tampoco son culpables los diarios. Ni siquiera los mismos delincuentes. tes. L a culpa es del del progreso. progreso. E n una nación civil izada se comecometen más crímenes que en en un pueblo que nace. nace. E l día que _en B uenos A ir es no se asesine asesine a nadi e— como ocurr e en la vacía i sla de los Estados, E stados, según lo ha visto bien el president e,—ha e,— ha de ser ser — 25 —
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cuando en ella haya un solo habitante. Nada más que uno solo... ¡U n hombre, únicamente, que no tenga a quién demostrar su amistad amistad filantr ópica matándo matándolo lo de de un ti r o!. .. Así, un Zuecare Zuecare ll i, sin semejant semejantes, es, no ofrece peli gro de ni ngun o espec especie. ie. Pero, P ero, en una ciudad habitada por más de un millón de Zuccarellis, la crónica policial debe debe ser ser nutr ida. Sangrienta. N ovedosa ... Basándonos en la estadística, es fácil afirmar que en Buenos A ir es se se come cometen ten tantos crímenes crímenes como como en en N ueva Yor k, P arí s y L ondres. N atur almente. . . E stas son son las ciudades ciudades donde donde más se asesina. asesina. No en balde son son las primeras capitales del del or be. . . L a policía trabaja aquí como allá. No son los vigilantes quienes pueden evitar que un hombre se divierta cortando en rebanadas a un sujeto de cual cual quiere vengarse vengarse o al al cual quiere robar . L a poli cía acude siempre después de cometido el cri cri men. N o puede acudir antes, por la misma misma razón razón que arguye J uan de los P alotes para di sculpar a los bombe bomberos. ros. “ J amás ésto éstoss acuden acuden a un incendio— dice el el ilustr e J uan— antes de que el fuego se se in ici e; a no ser ser que el el incendio ocurriese ocurriese en la A du a n a. ..” E l asesinato asesinato es es una función pur amente zoológica. zoológica. Es in stin tiva. L a “ anímula vágula” empuja empuja al hombre. hombre. L o echa echa sob sobre re el enemigo con la rabia del león que lucha con el tigre, o de la araña arañ a que chupa chupa l a sangre de la mosca. mosca. M uy pocos hombres matan conscienteme conscientemente. nte. N ingún homicida, al matar, piensa en el el Código. Ni en la pena de muerte. Ni en la cárcel. Ni en el remordimiento, que es el mayor castigo castigo terr enal. . . Mata. Y cuando ve el cadáve cadáver, r, pi ensa en en la cárcel. cárcel. Y hu ye: “ — Cu ando clavé el cuchill o en en el el vientre de mi riva l— me di jo cierta vez el el matador de Rossignoli,— no pensé pensé ni siquiera en la cárcel. Sentí deseo deseoss de matar y maté. Per o, el miedo— el miedo de los locos y de las mujeres— me vino después, cuando sentí sentí en las las manos manos la sangre sangre que que corría. corría. Y , de pavor, pavor, hu í. . . ” Casi todos huyen. Vuelan cual si tuvieran alas. Atraviesan el mar. Desapa recen.. . U n ochenta ochenta por ciento de los crímenes crímenes qué se cometen cometen en B uenos A ir es permanecen impunes. A veces, veces, por un t iempo. iempo. T arde o temprano, los asesino asesinoss caen. caen. L a poli cía de investigaciones, que aquí es inmejorable, los captura. Sin embargo, el el homici da pasional y cul to— el que mata en defensa de su honor ult raj ado— muy pocas vece vecess huye. Se entrega entrega Uoran —
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d o. .. Tiene el el heroísmo heroísmo de sacrifica sacrificarse. rse. Mi amigo A ngel Gi ano ano glio, penado núm. 78 de la Penitenciaría Nacional, y autor de un li bro de bonitos bonitos versos versos italianos, me me lo ha di cho: “ Y o maté a mi mujer , sí. L a i nfeliz me engañaba. engañaba. Cuando la vi muerta, espe esperé ré a la policía. Me encontraron llorando sobre el cadáver de la pobrecit a. . . ” L os homicidas de Shakespeare, Shakespeare, son son así. así. P resentan esa esa faz característica. M atan como Otello, y aguar dan el castigo, castigo, sin moverse. moverse. E l asesino asesino vulgar h uye y más tarde r egresa egresa al teatro de su su propi o delito, y se vende á sí sí mismo. “ U n arti sta del cri men—di ce Tomás de Qui ncey—nu nca sale de de la ciudad ni se aleja de del sitio donde donde ultimó a su víc ti m a. ..” L a policía persipersigue a los que que huyen. N ingun a atención presta a los curi osos osos que acuden acuden a mirar el cad áver ... E ntr e ellos ellos siempre siempre está está el el asesino. asesino.
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U n a N o v el el a d e l a V i d a R ea ea l No creáis que pueda ser un cuento. Ni una novela. Ni una fá bu l a. .. H ay en en la vida vida rea] rea] fantasmas más inverosímiles que en la vida extraña extraña de de “ L as mil y una noche” .. . A nda más más locura suelta por la calle, que todas .las demencias que gritan y bailan en los man icomi os... L as mismas mismas pasiones pasiones que nos asustan asustan en los dramas antiguos, soplan como tormentas, en las vidas modernas. En nuestros tiempos, la más terrible novela encierra algún capítulo que nos pertenece pertenece porque lo hemos hemos viv i do .. . N i Shakespeare, Shakespeare, ni Echegaray, ni E duar do G utiérr ez in ventaron nada que no figure en la crónica policial de nuestros diarios... N o tenéis tenéis más que que hojearlos. R evisad la cróni ca de los hechos hechos sangrientos de cualqui cualqui er periódico. E n pocas líneas, líneas, con laconismo cruel, encontraréis la descripción de dramas reales, en donde con misterio, el odio, el hambre y el amor destrozan muchas vidas, rompiendo corazon es... Son catástrofes humanas humanas que pasan desapercibidas porque se desarrollan entre las cuatro paredes de un espíritu anónimo. Son cataclismos que sufren las almas cuando ya han perdido la última ilusión...
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A quí tenéis tenéis uno. E s un drama policial policial que hace hace llenar de lágrimas los ojos. Con un poco de literatura y otro poco de análisis, M aeterli aeterli nck colocaría colocaría honrosamente honrosamente su su fir ma al pie de esta esta novela... E n Bu enos Air es, en en la calle Thames, 1241 1241,, el joven español Celso Du rán y L aje, poseía poseía una pequeña pequeña barbería. barbería. N o tenía tenía ofi ciales. ciales. U na sola mes mesa a y un si ll ón, servían para todos todos los cliente s. .. E n la habitació habitación n contigua contigua a la peluquría, peluquría, D urán vivía con su familia, compuesta de su esposa, su suegra y seis hijos menores. menores. A pesar de que que el el n egocio egocio prosperaba, nunca nun ca las ganancias podían cubrir los gastos. Además, uno de sus hijos, de dos años de edad, hallábase hall ábase enfer mo de pulmonía. pul monía. E staba grave. H abía que comprarle medicinas. medicinas. Pagar m ódi co... P ero, por por encima encima de estas dificultades, Durán se desesperaba, presintiendo la in-
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evitable pérdida del hijo que se extenuaba en las proximidades do la muerte. .. .E l 16 del del corri ente, a medio medio día, enco encontrábase ntrábase Dur án afeit ando a un cliente, cuando vino su esposa a notificarle que el niño se moría. D ejó su trabajo y acudió a la pieza inmediata. inmediata. M ientras la esposa y el cliente salieron a la calle en busca de un médico, Durán tomó en sus brazos al pobre nenito agonizante, y, llorando. comenzó a pasearse por la pieza, cantándole esa ingenua canción con con que las madres madres hacen hacen dormir a sus sus h ij it os. .. M ientras le cantaba, el niño mu ri ó en sus sus brazos. A l darse cuenta cuenta de que que su hijo era cadáver, lo depositó sobre la cama, envuelto en laí cobijas. E n seguida, seguida, maqui nalmente, pasó a la barberí a. Tome un revólver. Se lo puso en en la sien. Se ma tó ... Cuando la esposa regresaba de la calle con un médico, vió horrorizada, sobre el suelo, en un charco de sangre, el cadávei de su esposo, esposo, Se había abi erto el cr áneo de un bal azo. La L a mas? mas? encefálica había saltado a gran distancia, yendo a manchar las paredes, el espejo y los muebles... L a inf eliz muj er siguió andando. Ll egó a la segunda segunda pieza pieza y, allí, sobre la cama, encontró otro cadáver: el de su hijito.. H emos emos estado estado a visit ar a la desdichada desdichada mujer. E s una nobr señora que sufre horriblemente. Nos relató el drama. Oyéndol contar por sus propios labios, entre sollozos de angustia y grito de miedo miedo,, pr oduce la sensa sensación ción de^ de^\ m dolor fí sico. H orror iza Espanta... P ero lo l o más espantoso no es es eso. eso. L o más cruel, lo más deses ses perarte es que la desdichada queda con cinco hijos, y en píen miseria. miseria. E.1 E.1 jueves— día en que la vimos,— vimos,— no había en la casa casa i un pedazo de de carne, ni un pedazo de p a n .. . ¿Q ué harán ahor esa mujer enferma y esos hijos sin padre? L as damas argentinas t ienen en esa esa casa casa una mi seria qu consolar. Nunca la caridad femenina derramará como allí, bá samo más eficaz sobre un hogar deshecho... A simple vista, vista, la resolución que Dur án parece inexpli cabl ¿Cómo el amor dé padre le llevó a sacrificar su Vida, olvidándot de que que dejaba en !a !a miseria a cin cinco co hij itos it os más? L os psicólogf psicólogf pueden pueden analizar el caso. caso. .. E l sui cidio de Du rán se explicaría el niño fallecido hubiera sido el primer hijo que se le moríi — 29 —
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P ero, no. Antes de éste éste,, Dur án perdi ó otros otros cuatro hij os. E l que acababa de perder no era ni el mayor de todos, ni era tampoco el menor. Tenía dos años... ITay otro de tres meses. L a trágica trá gica resolu ción de este este hombre sólo puede explicar se en una forma: l a m i s er er i a . . . Durán pertenecía a una distinguida fami li a de Orense (E spañ a). De allí su famil ia lo envió, en en 1894 1894,, a Buenos Aires. Su deseo era librarlo del servicio militar, y, sobre todo, todo, de la guerra de Cuba. L os parientes de Dur án son ri cos. cos. V iven actualmente en en el el pueblo de de Ribadavia (Or ense). Un o de sus tíos, es el secretario del Ayuntamiento de aquel sitio, don J eremías D ur án; otro tío es el cura de la catedral, catedral, de R ibadavia, doctor doctor E vari sto Du r án ; y, por fin , el médico médico del del mismo punto, doctor E duar do Penedo, Penedo, era su su primo. E l j oven oven Dur án había recibido una instrucción instrucción esmerada. esmerada. Poseía diploma de maestro de escuela. Su oficio de peluquero lo aprendió en Buenos Air es, para ganarse la vida, pues de E spaña sus parientes no querían enviarle fondos. Actualmente tenía 33 años. años. La L a esposa, esposa, es es tambi én del del pu eblo de Ri badavi a. Se S e ll ama Antonia Curlelli de Durán. Vive en la calle Thames, 1241. E s una honrada mujer . A pesar pesar de no contar, más de 30 30 años, años, ha tenido diez hij os. L a acompaña acompaña su madre, madre, una p obre viejecita enferma del pecho, pecho, y es el úni co sos sostén tén de la fam il ia. P ront o tendrán que abandonar la habitación que ocupan si es que las sociedades sociedades de benefi beneficencia cencia no les prestan su ayuda . N i l a esposa esposa ni la suegra suegra de Dur án ¡s ¡se explican el móvil que lo impulsó a qui tarse la vida. E l sui cida no era alcoholi alcoholi sta. N o bebía bebía nada más que que agua o leche. Nunca sufrió enfermedades mentales... Así, su suicidio no puede atri buirse a causas causas de locura. L a miseria lo persi guió cruelmente. cruelmente. Q uiso esc escaparse aparse de de la vida. B uscó un pretexto. E l dolor que le produjo la muerte de su hijo, le abrió las puertas de la eternidad. N o ha dejado dejado nada escrito. escrito. E n los bolsil bolsil los le encontr encontr aron solamente algunos centavos como única herencia para los huer fa n i to s.. . Y una estampilla estampilla de cinco centavo centavoss para para una carta que no se mandará nunca... — 30 —
C r i s t ó b a l C o l ón ¿er a G a l l e g o ? — ¿Conocé ¿Conocéis is a Cr istóbal istóbal C olón? Cristóbal Colón era un hombre admirable. Tenía mucho talento. Y , además además,, era in gen uo ... U n día ocurri ocurri ósele ósele que detrás del horizonte, le esperaba esperaba un n uevo continente. continente. Se fué a E spaña. A ll í pr oclamó oclamó su locura. locura. Y como como la exquisita exquisita sinceridad de los vali entes y buenos españoles españoles hace que en E spaña hasta las bell as locuras se acepten y se aplaudan, el ensueño de Cristóbal Colón encontró ayuda. Es decir, dinero para realizarlo... Una reina muy sabia y muy católica, facilitó sus joyas para comprarle buques ques . . . Y , después después,, el ensueño ensueño de Colón, realizóse. realizóse. L as tierr as imaginari as se tr ansformar on en selvas selvas de realidad. Y , gracias a la ingenua locura de Colón y a las pulseras y anillos de la reina I sabel, nosotros, nosotros, los americanos,— rabioso rabi ososs de de salvaj ismo, envueltos en en plumas y esgri esgri miendo flechas,—sur gimos ante los ojos del del universo entero, dispuestos a limar nuestros instintos y a entregarnos por entero a la civilización... E sta gran diosa obra derr amó sus sus laurel es sobre sobre el el tal ento del' del' esforzado esforzado navegante. navegante. H asta aquí todo resulta natural . T odo era lógi co.. . P ero donde donde Colón Colón presentó presentó un carácte carácterr antinatural e ilógico, fué cuando resolvió morirse... Mientras lo vieron vivo, nadie encontró encontró en él él ningún milagro. N ingún fenóm eno... P ero he ahí que se muere, y a los siglos siguientes, todos lo ven como un fenómeno fenómeno.. Como un mil agro. . . ¡ A sombraos!.. . E l cadáver cadáver de Colón se multiplica. De aquella osamenta del divino loco, se desdoblan muchas osamentas. osamentas. Y de pront o, vemos que que prueban ver de Cristóbal Colón se conserva, con documentos que prueban su legitimidad, en la catedral de la isla de Santo Domingo. Otro, en Sevilla, también con documentos. Otro, en Palos, con documentos mentos parecidos. Y, por fi n, otro cerca cerca de Génova, Génova, con documentos igualmente leg ít im os... (N o existe existe en el calendari o nin gún santo que pueda ofrecernos tan hermoso milagro de aritmética...) Y lo admirable en la figu ra histór ica de Colón no estriba estriba sólo en esto. Desde hace tiempo, los historiadores vienen discutiendo sobre sobre su verdadera nacionali nacionali dad. ¿D ónde nació Colón? M isterio... L a mayor parte de los cronistas cronistas afi rman que Colón era era ital iano, pues él manifestó, a menudo, que era genovés. Pero, según otros, no existen documento documentoss que prueben la verd ad de tal cosa. E n vista de esto, hombres pacientes y sabios, se han dedicado a bus— 31 —
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car en todos 1os archivos, documentos que demuestren cual es la patr ia 'de 'de Colón. Col ón. U no de estos estos histori ados, es el señor señor C elso Gar cía de la Riega, ilustre escritor gallego, y amigo del señor Castro L ópez, ópez, cuyas obras obras le han han conquistado en en E ur opa una envi diable fama de hombre erudi erudi to, pensador pensador y sólido. A l pasar p or España estuvimos a visitarle. Vive en Pontevedra. Nos recibió amableme amablemente. nte. Y nos facili tó todos los inf ormes y copias copias de documentos que ha encontrado acerca de la verdadera cuna de Colón. E l señor de la Ri ega, ega, cuya i ndependencia ndependencia de criteri o es es insospechable, ha realizado un descubrimiento que está llamado a suscitar polémicas curiosas. Con tal objeto está escribiendo un li bro,— anti cipado ya por un foll eto,— en el que que prueba que Cr istóbal Colón no era italiano sino simplemente gallego, natural de P ontevedr a. E n 1898, el el señor de la Ri ega, dio, sobre este este tema, tema, una conferencia conferencia en la Sociedad Geográfi Geográfi ca de M adri d. T uvo gran éxito. Ahora el ilustre historiador ha ampliado sus estudios y quiere probar al mundo que Cristóbal Colón era de Galicia. Sería una nueva gloria para la hermosa, varonil y hospitalaria tierr a gallega. gallega. Y a el el señor señor M iguel de I J namuno,— namuno,— sabio sabio muy conocido en en Salamanca,—ha descubierto que que don don J uan T enorio era también gallego. Basado en los documentos que posee, el señor de la Riega ha trazado una leyenda en la cual establece su modo de pensar. Dice que si bien en Galicia no, existen documentos oficiales que comprueben comprueben tal nacimi ento, tampoco Ital ia n os los los puede ofrecer. Pero, oid al mismo historiador: “ — L a única razón que que existe existe para para asegurar asegurar que Colón era genovés, se basa en que el navegante, cuando solicitó la ayuda de España , mani festó que era de Génova. Per o, es posibl e que C olón haya ocult ado su nacionali dad, p or mi edo a_ aquello de que “ nadie es profeta profeta en su ti er r a. ..” Siendo e s p a ñ o l difícilmente le hubier an ayud ado los reyes. reyes. P ero siendo de Génova, cuyos marinos gozaban entpnces de gran fama, su ensueño visionario no ofrecía ofrecía tantos tantos carac caractere teress de locu r a.. . P or eso eso le ayu dar on... Ahora bien: los documentos que yo poseo, prueban que en el siglo XV , vivía en Pontevedra Pontevedra una famili a de apellido apellido Colón y otra de Ponterrosa, que son precisamente los apellidos paterno y materno del del almirante. E ste matri monio debió debió emigrar a I ta-
lia a consecuencia de las sangrientas perturbaciones ocurridas en Galicia, allá por 1544 a'l 50, y aprovechando al efecto las relaciones comercial comercial es que que había con I tali a, se fuer on a Génova. Según documentos italianos, Colón vivió en Saona, cerca de Pisa, cuyo arzobispo había sido clérigo sinecura de de P ontevedra... Tal vez ^con las recomendaciones de este sacerdote, l a fami fa milili a de ColónF onterrosa pudo instalarse en Saona. Saona. E l cambio del del apellido de Colón en: Colombo, se explica. A l establecerse establecerse en en Ital I talia, ia, el padre de C’olón creyó más conveniente italianizar su nombre para evitar probables confusiones. confusiones. En cuanto a que que Colón haya oculta do en en Espa ña su nacionali dad, se expli ca también, no sólo por aquello de no querer ser profeta en su tierra, sino para que no se descubriera el origen modesto de sus antepasados, que fueron en en España tratantes tratantes de de muías. . . Otra pr ueba: Colón no escribió nunca en italiano. Si hubiera nacido en Génova y pasado su juventud allá, se hubiera acordado alguna vez de su idioma nativo. Pero su juventud la pasó en Pontevedra. De aquí fué a Génova, pero no tuvo tiempo de aprender el italiano, pues en seguida seguida se hizo marino, y navegó mucho muchoss años. . . E l hecho de que Colón haya dado al primer cabo que encontró en su viaje a América el nombre de Galea, sitio en donde vivían los Colón y F onterrosa, en Pont evedra,— evedra,— es muy sugestivo. sugestivo. Además es curioso el el detalle detalle de que la carabela ‘ ‘ Santa M aría la M ayor ’ — que es precisamente el nombre que siempre tuvo la iglesia de Pontevedra,—se Pontevedra,—se llamara por orden orden de Colón, Colón, “ L a Gal lega”. A demás, el ilustre navegante, en su segundo viaje, bautizó a una isla con con el el nombre nombre también también de “ L a G all ega” . ¿Por qué Colón, Colón, si era genové genovés, s, no bautizó como como hizo con con “ L a E spañol a” , cualquiera isla o peñón peñón con con el nombre nombre de de “ L a Genovesa”, Genovesa”, o “ L a I taliana”?... E l señor de la Riega se puso de pie. pie. De una gran bi blioteca tomó un antiguo libro. H ojeó. ojeó. Y luego, luego, díjonos: “ A quí tiene usted un documento que prueba que el padre de Colón, vendió en Pontevedra, a su cuñado Fonterr osa, dos muías para para el ar zobispo de San ti ago.. . P ienso publi car un libr o con con todos todos los detalles de mi descubrimi descubrimi ento. E l señor Mar tín E ehegaray, ehegaray, que es' un excelente comprovinciano, que vive en Buenos Aires, quiere hacer traducir y publicar mi obra en distintos países... ”
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preguntaba h ace días un perio—i E stá usted seguro— me preguntaba dista norteameri norteameri cano,— cano,— que fué Cr istóbal Colón quien descubrió la América ?... — Segurísimo. Segurísimo. — ¿Y cómo cómo lo sabe usted? — Porque lo he leído.. . — Pues yo creo creo que que no fué Colón. Fu é I T udson.. ’. — ¿H ud son?... ¡O h !... Y ¿cóm ¿cómo o lo sabe sabe usted? usted? — Porque lo he leí do... Y así, así, “ porque lo hemos hemos l eído” , todos todos estamo estamoss seguros seguros de la real idad de ciert ciertas as cosas cosas.. P or eso, eso, nada ti ene de extrañ o que aún se ignoren muchas verdades y se tenga fe en muchas mentiras que nos cuenta cuenta la his tor ia ... L a historia es como como el el P olo Nor te: cada explorador que lo describe lo hace de manera distinta. Sin embargo, suponiendo que Cristoforo Colombo sea quien tuvo la bondad de sacarnos 'del misterio, convengamos en que somos con él muy desagradecidos. Ni siquiera nos preocupamos de investigar en qué ciudad de la ribera genovesa vino al mundo el ínclito marino. Ojalá yo pueda contribuir con esta información a enmendar esa falta. fal ta. H ace dos dos años, años, me ocupé del asunto. E n la la ciudad de P ontevedra ontevedra (Ga li cia), el señor señor M artí n E chegaray me me presentó al ilustrado historiador de la Riega, quien ha publicado interesantes interesantes libros, tr aducidos a varios idiomas. E n ellos quiere probar que Cristóbal Colón no era italiano, sino gallego, puesto que nació en en la bella bella ciu dad de P ontevedra. ontevedra. A l p ubli car la conversación tenida con el anciano historiador, levantáronse algunas protestas protestas patrióticas. patrióticas. ¿J ¿J ustas? ¿In justas? N o lo sé.. . Ahora, nadie protestará... — 34 —
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Acabo de recorrer toda la ribera genovesa, con la intención de hallar la verdadera ciudad que fué cuna de Cristóbal Colón. Descartando que no era gallego, es indudable que nació en Génova o en algún pueblecit o vecino. ¿P ero dónde nació ? Grecia nunca nun ca supo cuál fué la cuna de H omero. E spaña no conoció conoció la de Cervantes. I tali a ignora cuál cuál fue la de C ol ón ... Ocho ciudades se disputan ese honor. Son : Savona, Piacentino, Quarto, Ner vi, Pegli, Noli, Bugiasco y Cogoleto. Según el historiador Casa nova, Colón sería sería f rancés conterrán conterrán eo de N apoleón,— apoleón,— pues habría nacido en en Calvi, ciudad de Cór cega ... Sin embargo. embargo. Jas pruebas y documentos más eficaces, están en favor de Génova. Sólo fal ta saber saber en qué qué pueblo de los alrededores vió la luz. E l más sabio de los colombófilos, el sacerdote monseñor Alessandro Geraldi ni, amigo y protector protector del navegante navegante,, di ce: “ fu di nazione itali ana e de’la cittá cittá di Genova in L igu r ia” . Pero la mejor demostraci ón de que que era era ital iano, 'la da da el el mismo C olón en su “ declaratori clara tori a del mayorazgo, hecha hecha en en Sevil la, el 2 de F ebrer o de 1498, y en la cual dice en español: “ .. .dejo mi mayorazgo para que sea pie de mi linaje y en memoria de los servicios que a. sus altezas he hecho; qu e siendo y o n acid o en G é nova les vine a servir aquí en en Cast il la.” E n otra cláusula del del mismo doc documento, umento, escribe: “ I tem: mando al al dicho don Di ego Colón, mi hijo, que tenga en la ciud ad de G é nov a, casa y mujer y le ordene renta con que pueda vivir honestamente en dicha ciudad, pu es della salí y en ella n a cí... ”
Pr obado, obado, pues, pues, que Colón era era ital iano ¿en dónde nació? ¿Dón de fué bauti zado? ¿D ónde están sus cenizas? E se fué el objeto de mi investigación. Pero, como el 'lector verá, ha sido una investigación completamente estéril... M e han mostrado dos casas casas— — distan tes 20 leguas una de otra,— en las que se se cree cree que que Colón vi no al mundo, l o me prueba pru eba que nació dos veces... Dos iglesias he visto, donde el ilustre navegante navegante recibió los olios. olios. Son las iglesias iglesias de “ Santo S téfan o” y “ SS. A nnun ziata” . En P egli, egli, se cons conserva erva una una calave calavera ra de Colón. E n otra ciudad vecina— vecina— Bu giasco,— giasco,— he visto con con mis propios ojos hostiles, ocho ocho calaveras más más de nuestros descubri dor. L a calavera conservada en Pegli, será, sin duda, de cuando Colón era — 35 —
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joven. L as de B ugiasco deben deben ser ser las que usó en la vejez. N o me negaréis que don Cristóbal era un hombre afortunado!... Respecto a cenizas, cenizas, su cuerpo ha llena do decenas decenas de sepult sepult uras. H asta la fecha, fecha, l os cadáve cadáveres res de Colón enterrados en en Sevil la (E spaña), en Habana (Santo Domingo, según el historiador dominicano Deschamps.) Deschamps.),, en Al benga (G énova), en Savona, Savona, en P ontevedra. .. etc. L o extraño es que un personaje que ha tenido tantas patrias, tantas calaveras y tantos cadáveres, sólo +eng,i en la actual idad dos parient es probables. probables. E stos parientes son el señor señor F ernan do Colombo y su espo esposa. sa. Residen en Génova, Génova, y eran p ropietarios de la casa donde Wagner habitaba en Roma. Como complemento de esta información periodística, no conviene dejar en el silencio, un hermoso libro con ¡a historia de Colón y que sirve de texto en en algun as escuelas escuelas de It ali a. Su S u aut or es Cesare Cesare Causa. L a obra se ha publ icado en Fl orencia , hace dos dos años, por l a casa casa editorial editorial de A drian o Sa la ni ... (No es es un rédame. rédame. Es ana prueba de la veracidad veracidad de mis in form es). Se ti tu la: “ Vi ta e viaggi viaggi di Cr istoforo Colombo”. A juzgar por las ilustraciones ilustraciones que que el el li bro contiene, parece que Colón cuando descubrió la América iba de poncho poncho y a caba caba ll o... A l llegar a tierra, regaló regaló a las las indias.— indias.— unas indi as blancas y bonitas,— bonitas,— espejos, espejos, tij eras, tohalias, j abones, abones, et c. .. É n seguida seguida dir igió la construcción de casas casas modernas modernas con con cemento cemento armad o, piedra, madera, cal, etc. Un o de los datos más más importantes en que Colón no usaba a veces bigote, pero en otras ocasiones los usaba en combinación con una elegante perita de soldado francés... De todo esto resulta que en lo único que todos los historiadores están de acuerdo, es en que Colón murió hace tiempo...
L o s
A n a r q u i s t a s (¡E31 periódico
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“La
Vanguardia” de la República Ar gentina, levantó una “enquéte” so'bre so'bre la “L ey de Defensa Social” que para los anarquistas re gía en aquella naci ón. A di cha encuesta— encuesta— en la que toma toma ron parte los escritores más céle bres de América y Europa,— J uan J osé de Soiza Rei lly, ari stócrata de nacimiento respondió así:)
Soy, por mi sangre, demasiado ari ari stócrata. stócrata. M is antepasados antepasados fueron ricos fidalgos que gozaban de todos los derechos, incluso el delicioso “ derecho derecho de de pern ada” . Y o no debiera, debiera, pues, pues, criti car ningún capítulo de la L ey Social. Social. P or eso eso los los cr ít ico. .. F elizmente, merced merced a la vida doloroso doloroso y amarga que he ll evado, soy un hombre que sufrió con la plebe. Conozco por experiencia que todas las rebeliones rebeliones nacen nacen de una inj usti cia. ¿P or qué no creer, entonces, que el anarquismo sea la flor de algún casti go inju sto? E n vez de dictar leyes que que irr iten el dolor de esas esas gentes, deben dictarse leyes de perdón y de ayuda, para que la existencia les parezca hermosa y el trabajo les endulce la vida. L os anarquistas anarquistas sufren. sufren. Y al s u fr ir . suponen suponen que su su dolor dolor proviene de la riqueza que gozan los demás. Como consuelo, esgrimen l a venganza. .. Se les persigue, persigue, con encono, encono, sin siqui era escucharlos. Se les acorrala. Se les hunde cada vez más en el fan go de su pesadumbre. pesadumbre. Y en vez de convert ir los en seres seres útil es y en hombres hombres fecundos, se se les echa echa de todos los hogar ho gar es.. . N adie recuerda que esas gentes son esclavas de un hambre física y cere — 37 —
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bral, que les llena de odio. Son suicidas... Pienso que perseguir ¡i un h ombre que.se per sigue a sí mismo, es es un espectácul espectácul o J e caniba'es. A mí, tal espectáculo, me haría sonreír, si ya no hiciera tiempo que ignoro lo que es eso. . . E n vez de de dictar la L ey Social— obra obra del miedo,— miedo,— el C ongreso ongreso argentino debió fundar escuelas. Así se hubieran evitado peligros que están están pr óxi m os... “ Tin hombre hombre a quien la inj usti cia de sus semejantes conduce a la venganza, debe ser perdonado para que la injusticia de ese perdón sirva de remordimiento a los que lo persiguieron sin r az ón ... ” P ero ésta éstass son son leyes leyes de L icur go. Nuestras diputados las ignoran... E n Suiza no hay un solo solo anarqui ta. ta. ¿P or qué? P orque hay escuelas escuelas en abundancia . Las cárce.’e cárce.’ess están están va cí as ... E n cambio, aquí, el ideal de nuestros legisladores en disminuir el número de e cuelas cuelas y aum entar el nú mero de cárceles. cárceles. E n r esumen : mi mi opinión de poeta sincero, se sintetiza en pocas líneas. L a L ey Social es de esas esas leyes que que según según P lu tar co parecen hechas por los ciegos para r eglamentar el uso de la l uz. Al gunos gun os de su? capítulos pudieran aplicarse a quienes quienes lo di cta r on ... (E n la ínsula Barataría, Sancho fué víctima de sus propias leyes. E ntr e noso nosotros, tros, ocurr ocurr ir á lo mismo). Montevideo, Mayo 1’ 1911.
L a C i v i l i z a ci ci ón ón d e l a Raza N e g r a
i E n E ur opa supónesc supónesc que Am érica está llena de negros. negros. E s un err or. P oco a poco, poco, esta esta raza se se extin gue. C on la lenti tud de los recios estragos, la negra raza '.le los hijos del sol camina hacia la muerte. muerte. E s triste. Es lam enta ble... E s lamentable lamentable y triste contemplar el ocaso de esta raza de hierro y de estoicismo; de lucha y de martirio, que sin otro delito que el color de su piel y sin otro crimen que su mansedumbre, ha servido de escarnio, de escabel y de alfombra a otra raza más sagaz y más débil... La vida, con su laboriosa marcha de siglos, lleva a la disolución casi absoluta a estas oscuras muchedumbres etiópicas, de contextura pétrea, que surgieron del fondo de la tierra africana para llenar el mundo de vasallos. ¡ Salvaje ironía de la naturaleza 1Vigorosos vasallos en cuyas espaldas de azabache la ferocidad del hombre blan co hall ó un placer bestial bestial hi ncando el taco como como sello de poderío. Y esta esta raza proscrit proscr ita a que vive solitar ia dentr o de de su nostalgia y que expía el pecado de su negra epidermis; esta raza dolorida y valiente que los caucásicos miran con un gesto que produce ardores de viril latigazo; esta raza puede reivindicar orígenes orígenes ilustres. No digáis que no. H ojead los viejos libr os. Y ver éis .. . E n la histori a de los los dioses dioses fabulosos fabulosos y héroes héroes del del gentilismo, til ismo, campean campean glori osamente los los Pigmeo Pi gmeos. s. Esti E sti rpe soñadora de negros montaraces. Saben cantos de amor. amor. Y conocen conocen antes que el ciego Sesostris, la ciencia del suicidio. Cuando cumplen 60 añas se beben beben la sangre de sus propi as venas. venas. Y m u er en ... Después, irr umpen los M acrobitas, acrobitas, pueblo pueblo de de invencibles gu err eros. .. Y así así las rami ficaciones ficaciones luj uri antes de “ los hombres hombres de de la cara quemada ” cruzan en todo senti senti do el el bosque bosque mitológi co. E n la prehistoria aparecen los Blemios, los Sembritas, los Nubios, los T r oglod it as.. . Más tarde emergen emergen del del silencio, los reyes. reyes. Reyes desnudos y magníficos, cargados de fetiches. Después vienen otros reyes cubiertos de púrpura sagrada, que como Shabaka y — 39 —
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Tahark a lucen coronas coronas que i rr adian trágicos ful gores de Oli mpo. L a Bi blia nos presenta presenta un negro rey mago: Baltasar, que con con otros dos reyes blancos del Oriente lleva incienso, mirra y oro para el el corderito corderito de Bel én ... Posteriormente Posteriormente cruza cruza por la historia r omana una ráfaga de luz erótica. erótica. E s la vida de una bella reina etíope, famosa por sus labios. Sangrientos y carnudos labios que florecen en el ébano opaco de su rostro cual los labios de una herida r eciente. eciente. E s la reina de Saba. Saba. L a mata un gladiador. ¿ P or qué ? Porque la quiere demasi ado.. . E n seguida, sobre el el o'lvido de la reina r eina muerta, se alza la omnipotencia de otra rema adorable: Makeda. Su nombre suena bajo las estrellas del Oriente con titubeos de palabras prohibidas. Sus deseos deseos son son otr otras as tantas muertes. L as cant cantári ári das vuelan sobre las motas de de su su testa febr il como como sacerdotisas sacerdotisas de su reli gión. R eina de miel y hiel. Neurasténica reina que, rabiosa de celos, hace eunuco a un esclavo. Después lo martiriza con el fuego de sus besos besos.. Más tar de lo ase asesina. sina. L e arran ca el el corazón. Y , todavía, insaciable, toma en sus manos el humeante trofeo, que parece una enorme enorme frut il la f ormidabl e. L o toma toma en en sus manos manos y lloran do,—pero l lorando mucho,—se mucho,—se lo l leva a 'los los labios y l o devora devora crudo. .. L uego pasa pasa por por la memoria, memoria, S an Beni to Labr e. Es el santo más popular y más obsc obscuro uro de nuestro calend ar io.. . Y saltando por encima de los siglos, siglos, vemos vemos llegar al últ imo “ negus” de la árida A bisinia, de la antigua antigua E tiopía. Y M enelik, enelik, seguido seguido de de ejércitos belicosos, se yergue en la penumbra con la altivez de un toro tor o que amenaza amenaza con con su testuz al mundo blanco. Y pru eba que su pueb pueblo lo no vive en la barbarie barbarie porque porque sab sabe e tri un far ... E l al fabeto etíope es una de las reliquias de más alto precio que hayan quedado quedado de la antigüedad. E l nos demuestra demuestra que hubo de existi existi r allá fin a cultura, de donde no es es difíci l que el el E gipto tomara parte de su remota remota civi civi li zación. J unt o a M enelik enelik una desolada desolada reina de piel negra, negra, hace su su apari ción. Vi ene de M adagascar. adagascar. E s Ranavalo. L a reina sin trono. trono. L a reina sin sin cetro. L a reina sin patri a. Ran avalo es es el símbolo de su propia r aza. Fu erte al pr in cipio, cae después después ven cid a. .. H oy cubre sus sus negruras negruras con eleelegancias parisinas. V iven en P arís, su cárcel. cárcel. Sabe francés. Una sombril sombril la. M edias caladas. caladas. Botas de de charol .... Y recita versos versos — 40 —
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de Rollinat, para que el sol de hojalata de París no le queme la piel. Sabe de memoria memoria versos versos de Bau delaire. E ntr e tanto, la raza va perdiendo en la mezcla su color primitivo. Se hace gris. Se disuelve. Se aclara. aclara. E l ár bol afri cano está está dando blancas blancas flores fl ores caucásicas. E s que los blancos son son muy capri chosos. . . E l B rasil, que aún siente el el peso de su esclavit esclavit ud manumiti da, tiene todavía todavía algunos pueblos pueblos negros. negros. N orteAméri ca, más. Roo sevelt sevelt los ayuda. Los protege. protege. l ía llevado a su mesa mesa “ coloured gentlemen” . Y l os abraza. “ Son hombres hombres como como y o” , dice. dice. Y tiene razón. Relativamente en Buenos Aires quedan ya muy pocos, pero siempre bastantes como para dividirse en categorías. Plebeyos y ari stócratas. P ero a nadi e hacen hacen daño. ¿P or qué, qué, pues desear desear que se acaben? acaben? Que prosperen. prosperen. Que vi va n .. . Si con con el husmo husmo axilar capronizan el aire, ellos no son culpables de los caprichos chos fisiológicos. Fu é inju sto Mi guel guel C'ané cuando pidi ó ir ónicamente la condenación a muerte de la raza etiópica basado en la creencia de que “ el cráneo crá neo del negro es impenet rabl e a nuestras ideas, a nuestros hábitos de pensamiento y a nuestras tendencias sociales...” Que Cañé se equivocaba nos lo prueban la gente de color color de Bu enos enos Ai res que tienen tienen un periódi co literari o, sociesociedades de beneficencia y salones aristocráticos, donde en vez del grotesco candombe o de la zamba,—l asciva como mueca mueca de mono,— no,— se danza danza en en traje moderno moderno a la manera manera de Luis X V .. .
Y tri stemente stemente,, la reina Ranaval o, sin sucesión sucesión y sin tron vuelve a nuestra memoria como el símbolo de su propia raza. Sol que se apaga... Buenos Aires, Mayo de 1905.
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Crónicas de Chi le R E P O R T AJ AJ E A L P R E S I D E N T E D E L A R E P U B L I C A D. EMIL IANO FIGUE ROA LARRAI N Santiago, Septiembre 10 de 1910. li e lléga lo a Chil e. Ya comienzan comienzan los preparativos para l as grandes fiestas jubil ares. E l 18 del del corr corr iente se cumpli rán cien cien años de aquel'a brava revolución de independencia. Brava revolución que puso de relieve el alma heroica y bella de los araucanos. .. E s justo, pues, que Chi le se apreste para para celebrar la hora centenari a de su li bertad. E n Sant iago, no se se habla de otra otra cosa. cosa. De todas part partes es del del mun do llegan las embajadas. L os turistas de todas las naciones ponen la nota pintoresca en esta ciudad de mujeres bonitas y sencillas, cuyos mantos negros dan realce a la belleza de los ojos abiertos, profundos y soñadores; ojos chilenos; únicos... Sin embargo, se observa que, a pesar del entusiasmo de las próximas fiestas, hay algo que absorbe mucho más la atención y la vida. El pueblo está emocionado... ¿Qué es? No son, por cierto, temores de distu rbios. rbi os. Ta mpoco sustos sustos béli béli cos. N i menos dinamita. A quí n o hay libertarios. M uy pocos pocos socialistas socialistas que se se llaman llaman “ liberalesdem liberalesdemóc ócratas”. ratas”. ¿En tonces? tonces? Chi le vive en en una agitada f iebr e de civismo. civism o. La cuestión presidencial, es la que por ahora lo preocupa. Dos de sus presidentes han caído bajo la muerte en muy escasos días. Sin embargo, y como una prueba pa'pable de la cultura chilena, es noble hacer notar que si en este momento crítico, el entusiasmo patriótico ha embriagado al pueblo de pasiones cívicas, nada se ha cometido «i contra de las leyes ni en contr contr a de los hombres. hombres. E n C hil e, la mar revuelta no ayuda a los pescado pescadores. res. F all ecido el el señor señor Mont, C hil e ve ve en el'o una desgracia. L lora esa esa muerte. muerte. Y como como pueblo pueblo valiente, se se resi gn a.. . Queda en en la 42 —
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pre ídencia, el señor señor F ernández erná ndez ATbano. Dispu esto ya a tomar parte en las las fie tas y a recibir recibir al señor señor F igueroa A lcorta, le sorprende la muerte. muerte. F al 'eee. .. Vu elve Chile, entonc entonces es,, a llor ar. Y a res ign ar se... El señor señor E mili ano F igueroa, hombre de exceexcelente salud y capaz de revestir t odos los los embates, embates, toma “ las riendas del del gobiern o” . Constituyese una convención de hombres notables que han de elegir al nuevo presidente, y, a pesar del calor con que cada cual defiend e sus idea idea es, el orden n o se altera. N ada sufr e. Nada N ada cae. cae. N i un solo derecho derecho se se su bvi ert e... “ P ocos ocos países países como como Chile, me dec decía ía ayer M r. W hit e, delegado delegado al Congreso Panamericano, podrán sufrir sin un solo disturbio y sin perjuicio de las garantías constitucionales, conmociones sísmicas tan grandes como las que acaban de entristecer a esta nación.” Y esta frase de M r. Whi te expresa expresa una verdad. E l actual pr esidente esidente en ejercicio ejercicio del poder ejecuti ejecuti vo, señor señor E mil iano F igueroa, es, es, por lo tanto, el el hombre del del día. Todas las miradás están fijas en él. Con un tacto que maravilla, ha continuado la tarea de sus antecesores, sin cambiar un ladrillo, ni satisfacer satisfacer pasiones pasiones personales. personales. ¿Cesa ¿Cesa rara ? Sí, en A m ér ica ... E l prestigioso ciudadano y diputado chileno don Enr ique Zañar tu P. , tuvo la gentileza de presentar me a su excelencia excelencia quien me recibi ó en en Pala P alacio cio de la M oneda, con una bondad que obliga mi reconocimiento. Me habió con entusiasmo de la Repú b’ica Argentina. —¿H a estado usted allá, alguna vez? — Sí. E stuve varios mese meses. s. Pero, en en el el 9 3 .. . Me fui en aqueaquella época época de Chile, cuando me perseguía n. . . — ¿ Desterrado ? — N o. .. P ero es es lo mismo, mismo, porque me sacaron sacaron de aquí con la punta de las las bayonet as.. . Y vea usted qué qué casuali casuali dad: fué el minist min istro ro señor señor M ontt, si endo ministr min istr o, quien me condenó en aquella época época a cuarenta dí as de pri sión. P ri sión que no tuve otro remedio remedio que que cu m pl ir ... Como yo era era amigo ínt imo de don Claudio Vicuña, creyó que yo era el autor de una conspiración, lo cual cual no era ci er t o... ” — 43 —
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A l decir decir esto, sto, el señor señor F igueroa sonríe,’ con con una sonri sonri sa abierta, franca, honrada. E s un hombre hombre sencillí sencillí simo. El alto puesto puesto que ocupa, no le ha sorprendido en su vida laboriosa y honesta. L o que más le sorpr sor prende ende es que la gente gent e se asombre de cosa tan natural. Si n embargo, el el caso merece merece un comentari comentari o. E l señor F igu eroa pertenece pertenece al “ part ido liberal democrático” , que es el el nuevo nombre que se dan los antiguos “ balmacedistas” . E l par tido bal maeedista, desde hace veinte años viene luchando por ascender. No había podido lograrl o, a pes pesar ar de sus sus fuerzas. Y por una coin coin cidencia— la muert e de de los dos dos presidentes,— sube a la pr esidencia el señor señor Fi gueroa, y es así que e! par tido ti do de B almaceda alma ceda ll ega al poder para permanecer en él sólo tres meses, salvo una reelección. .. E l señor F igueroa, que presidirá l as fiestas fiestas del del centenario, centenario, tendrá en esos días recuerdos agradables. Siendo presidente bal macedista irá al campo de las maniobras y pasará revista a las tropas chilenas mandadas por el general Vicente Palacios, que peleó peleó con con su regimiento regimiento en Concón Concón y La P la cil la ... E l mismo señor señor F igueroa, i rá después después a Valpar aíso. Desde la nave almirante revistará la escuadra nacional mandada por el vicealmirante M ontt, que es es el el mismo capitán capitán M ontt que levantó en en E nero de 1891 la bandera de la revolución... “ — E sas son son coincidencias coincidencias hermos hermosas—l as—l e dije,— par a su vida de hombre político...” “ — No— me contestó contestó,— ,— yo no tengo historia políti ca. Soy simplemente un ciudadano que cumple con su deber y que observa los acontecimientos de su patria.” Después le pregunté algo sobre confraternidad sudamericana. L o que me dijo, lo escribió después en un artículo que le pedí para publicar en Caras y Caretas. Su pensamiento es amplio. Clar o .. . Y lo más hermoso hermoso es es que que interpr eta el el pensamiento del del pueblo chileno chileno para con con los ar genti nos.. . Si para los argentinos, argentinos, Chile es una segunda patria, los chilenos tienen la honradez de f'nnfe nr que si alguna vez pensaron mal de los argentinos y les llamar on “ cuyanos” y “ ches” , ahora les les abren abren las puertas puertas de su gran corazón...
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DOÑA EMILIA HERRERA DE TORO Os liaré su su retrato. retrato. ¿Su r etrato? Pero, cóm o.. . ¿Cómo podré podré trazaros la imagen de esta esta anciana anciana venerable venerable y sut il ? E s transparente. Es frági l. E s etér ea.. . No me siento capaz capaz ni aun de evocar la ... T ampoco ampoco existe, existe, creo creo,, ni un sólo símil, ni un a sola sola palabra que pueda pueda,, transmit iros la il usión de una presencia presencia f í sica tan tenue y ta.n profunda, como la de esta encantadora vie jeeita bl an ca.. . ¿Cómo dar a sus rasgos rasgos la expresión que ellos tienen 1 ¡I mposi ble! L a veis, veis, y, de repente, repente, os os parece parece mirar una paloma. De pr onto, es mari posa. E n seguida, os parece la estela de una espum espuma a que pasa. pasa. Pero, siempre la veis veis como una f l or .. . Sí. Como una flor . P ero una de esas esas anti guas flor es secas secas que a pesar de ser viejas y a pesar de ser pocas, conservan entre las páginas de algún libro abuelesco, el perfume de toda una existencia tencia y de todo un jar dí n. . . P ero oíd. oíd. Un niño ha pasad pasado o fren te a ella, y le ha dicho: ‘ ‘ — '¡A diós, abuela ! ’ ’ Esta palabra es su mejor retrato. — “ ¡Abuelital” Abuelital” Doña Emilia Herrera de Toro es para Chile una tradición. Se la venera con el respeto de una reliquia santa. Su popularidad no tiene límites. Si entre tantos millones de chilenos preguntáis por “ M isia E mil ia” , nadie os respo responderá: nderá: — “ No la conozc conozco”. o”. Desde Tquique hasta la Ti erra err a del F uego, no existe para los chileno chilenos, s, nada nada más más que una sola sola “ M isia E mil ia” .. . E s ella. ella. P ero del tí tulo tu lo que más se se enorgul enorgul lece la señora ' de Tor o es es de aquel con el cual Sarmiento la condecoró: — “ L a amiga amiga de de los argentinos”. Y es así. así. Su casa casa se abre siempre para todo el mundo. P er su hogar y su corazón tienen siempre las puertas abiertas cuando quien llama a ell ellas as es es un ar gentin o. P or esa casa casa hist órica, llena de recuerdos de antaño y de visiones que se esfuman en la muerte, han pasado todos los grandes hombres argentinos a los — 45 —
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cuales cuales el el destierro echó echó a Chile ñor encima encima de la cordi ll er a.. . L a tiranía de Rosas que provocó el exilio de los más altos ingenios de la época, época, hizo que el el hogar de la señora señora de T oro fuer a el r efuefu gio preferido por ellos. Allí estuvieron Rodríguez Peña, Sarra tea, tea, Félix F rías, Vi cente cente Fi del López, López, Bart olomé olomé M itre, Alberdi, J uan Carl os Gómez, Gómez, T ejedor y el más más grande de todos: Sar miento. .. Allí vivió Sarmiento. Era su casa... Fué allí donde el formidable oso divino escribió las más bárbaras y bellas obras de su imaginación estrepitosa de soldado, de cura, de maestro, de genio genio y de loco. loco. Desde Desde allí escribía escribía para “ E l M ercurio” de V alparaíso, donde donde su retrato, retrato, como como en en el el otro “ M ercur io” de Santiago, ocupa ocupa un un sitio de h on or ... Y fué Sarmi ento el el que con con mejores recuerdos y con mayor honradez ha hecho pasar a la historia argentina el nombre nombre de misia E mil ia. E l le dió carta de ciudadanía... L a señora, señora, de Tor o nació en Chi le, el 10 de abril de 1824. A caba de cumplir , por lo tanto, 86 86 años años de eda d. .. Sus padres fueron don Fr ancisco ancisco II . II errera rrera y Rojas y doña Mercede Mercedess M artínez, de quiene quieness heredó el mayorazgo del del Agui la. E n su ju ventud fué la más hermosa de las mujeres. F ué preciosa. No hay poeta de aquellos años que no sueñe en sus versos con la linda thi’ena. Celestial chile.nita cuyos ojos ¡tan dulces y tan vivos y tan negros! herían de pasión los los coraz ones.. . Sus ojos fueron célebres. Un o de sus sus troveros que la adoró de lejos, l e di jo en xina endecha: ( “ Tu s ojos ojos me condenan condenan a que que cierre cierre los los m í os .. .” Y aquel aquel pobre poeta poeta se sui cidó por ella. E n 1839— 1839— a los los 15 15 años años de edad,— misia E mili a contr ajo enlace con con el el señor señor D omingo J . de Tor o y Guzmán, nieto del conde de la Conquista, que presidió la junta de la independencia nacional. E n el 44 44 ll egó Sar miento a Chil e y desde su ll egada mantuvo con la famil ia una estrecha amistad. Fu é una amistad que, que, a pesar pesar de la muerte, continú a. E n la amistad de Sar mient o con con la anciana patri cia, hay una coincidencia. L a célebre célebre y heroica heroica
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dama chilena P aula J araquemada—abuela mterna mterna de misia E mi lia,—fué la más fiel amiga de San Martín, como la nieta lo fué más más tarde tarde de de Domingo F . S arm ient o... No obstante sus vejeces, vejeces, la señora de T oro se conserva conserva fu erte. L ee y escribe como como cuando era joven. R odeada de sus sus hij os, nietos y biznietos, biznietos, vive feliz. Su h ij o mayor— mayor— el señor señor S antiago de Tor o H errera, errer a, así como como su esposa esposa,, la señora señora de Asta B ur uaga,— no se alejan ni un momento momento de su lado. E lla adora adora a su su hij o. Y lo adora hasta el extremo extremo de de olvid olvid ar que el el “ ni ñi to” ha cumpli do más más de cuarenta cuarenta años. L o cuida y l o atiende como como si fuera u n bebé bebé todavía... Más que de ella misma, se preocupa del hijo. Ambos se idolatran. Santi San tiago ago de T oro ha heredado de su señora señora madre su amor a los argentinos y también su su fi na i nteligencia: Cuando a’1 ll egar egar a Chile, ocurri óseme óseme visit visit ar a misia E mili a, fué él, con con su gentil gentil esposa, quienes me rindieron los honores de un recibimiento superi or a mi objeto. objeto. Su residencia residencia palaciega de la calle calle H uérfanos, 745,— 745,— por cuyos patios marmór eos, eos, que son son como blancos J ardin ar din es, han pasado Sarmiento, Rodríguez Peña y tantos otros personajes il ustres,— conserva, conserva, se conoce conoce,, el aspecto aspecto que tuvo tu vo en en el año 50 .. . A l entrar, veo a muchos muchos niños rubi os y morenos. morenos. Corr en y saltan. saltan. J uegan. uegan. J uegan uegan como como los pájaros. Ca nt an ... De vez vez en en cuando se detienen frent e a una puerta . Y o miro. S e empinan sobre sobre la punta de los los pies. pies. Y atisban a través través de los vidr ios. . . Se sonr sonríen íen con con algui en que está está adentr adentr o. Un o de ellos, rubi o y chiquitito, se saca de la flor de los labios un beso y lo tira con las yemas yemas de los dedos dedos hacia ad en tr o... “ — ¿P ara quién es es ese ese beso beso,, nen e?” “ — Para Para agüe agüelit lita.. a.. . ” A yer, cuando he ido a despedirme, despedirme, misia E mil ia se hallaba hallaba en cama. cama. Está muy débil. débil. R ecordad ecordad sus 86 86 años años de vi da .. . E n el lecho conserva mejor el calor de su sangre. Sin embargo, ¡qué fortal eza! ¡Qué energía! energía! E scribe sin anteojo anteojos. s. Su letra es firme. N o tiembla. M ientr as converso en la sala vecina vecina con la señora Asta. Buruaga, veo que una ci:iada lleva a la habitación de misia Emil ia un peine, peine, un espejo espejo y útiles de “ toil ette” . A l poco rato viene don Santiago Toro y me dice:
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“ —Mamá quie quiere re verle verle”” .. . Paso. L a escena escena es es imborrable. E s un cromo para un l ibro de cuentos cuentos infant iles. E n el fondo de la habitación, contr contr a el muro, hay una cama. cama. Y allí, sentada sentada,, cubierta por una gruesa gruesa manta está está la viejecita. Y qué gracia gracia fl uye de su su persona. L a belleza belleza no muere. muere. Se transforma. M isia E mili a tiene a su lado una pequeña mesa, mesa, sobre la cual distr ibuye ibu ye cartas, jugan ju gando do al ‘ ‘ sólita • r i o” , que es es el el encanto de todos los viejos y el monólogo de los que ya no tienen nada que que conversar. . . Doña E mili a, perfectamente peinada, y con un adorno de blondas en el pecho, diríase la personificación exquisita de la elegancia de una marquesa antigua. M arquesa viejecita viejecita de las que se se inventan en literatu ra. Sus manos aristocráticas, blancas y firmes, distribuyen las cartas, sin notar que alguien llega, pues el oído 110 le sirve de mucho. Cuando me ve, sonrí sonrí e. Deja l a baraja. Y me extiende sus manos, manos, en un saludo cordial que me conmue conmueve.. ve.. Y sus ojos me encantan nuevamente. ¡Sus ojos! Sus pupilas 110 parecen las de una muj er tan anciana. Su cabellera es blanca. L a mirada mir ada es es fuerte. E s una mirada fresca. fresca. Ll ena de primavera. R epleta de salud. D e vida. N o se se me ocurre ocurr e otra eosa eosa que deci rl e: “ — Usted, seño señora, ra, con con esa esa salud vivi vivi rá más de cien a ñ os .. .” P ero no me oye, oye, porqu e está está casi casi sorda. ¡P obre abu eli ta! ta ! “ — ¿Cómo di ce?”— me pregunta con con una voz voz melodios melodiosa a y fuerte. “ — Que usted usted vivirá mucho más más de de cien cien añ os .. .” Se ríe. ríe. Contenta. Contenta. F el iz ... E n seguid seguida, a, le hablo hablo del del cariño cariño que se se siente en la A rgentin a por ella. L e hablo de de J uan C arlos Gómez y de Sarmiento que la han inmortalizado en páginas de luz. M is palabras le evocan, evocan, sin duda, bellos recuerdos, porque sus ojos ojos aumentan en en bri ll o y se se humedecen humedecen en visiones lej an as .. . — ¿Qué quiere usted que les diga a los argentinos?— le pregunto, casi gritando, para despedirme. — Dí gales que los quiero mucho, mucho, pero mucho, mucho, pero mucho. . . Y hágame hágame el favor de llevarle al ministr o de mari na, Sáenz V aliente, este retrato con mi firma, como se lo prometí cuando vino, a verme verme con con F igueroa igu eroa AT corta. corta. T ambién ofr ecí dos retratos retr atos a los comand comandante antess del del “ San M artí n” y del “ B elgrano” . ¿Quiere ¿Quiere llevarlos ? — 4? —
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Acepto. Complacido. M isia E mil ia me recuerda, recuerda, con con orgull o que ella fué quien conservó conservó en depósit depósito o la espada espada del general general L avalle. aval le. Se la dejó don Fél ix F rí as— secretari secretari o del del héroe,— héroe,— a su su paso paso por C hil e. Después, en 1882, la señora de T oro ent regó esa esa espada a don Car los L amarca par a que él él se la ll evara en su nombre, a Sar miento, y para que éste, a su vez, obsequiara con ella al museo de Buenos Aires. Allí, cree misia Emilia, que debe encontrarse 'aú n. .. Y o no sé sé. L a señora señora de Toro posee posee un álbum con las firmas de todos los emigrados argentinos que ella hospedó en su casa asa y en en el el “ fu nd o” “ L o Agui la” . F ué en en ese ese álbum que que Sarmiento escribió escribió el elogio elogio just o y bello de misia E mili a. R especto especto a la amistad que reinó siempre entre ambos, Sarmiento dice allí: “ H ubo un tiempo en en que argentin argentin os y chilenos chilenos hubieron de irse a las mano manos, s, excepto excepto usted, usted, E mili a, y yo,— según según lo confi rma la historia,— historia,— que cual otros otros F il emón y Baucis, contin contin uamos amándonos en santa paz, sin preguntarnos de qué lado habíamos nacido, ni de qué lado nos hallábamos. Comprendíamos que del lado que estab estaba a el el uno debía debía estar estar forzosamente forzosamente el o t r o .. .” H ace poco, poco, cuando la señora señora de Tor o cumpl ió 86 años años de edad, celebráronse en su honor interesantes fiestas populares. Tu vieron lugar en el fun do “ L o A gui la ” , riquí sima posesión posesión en la cual ella impera como reina caritativa y todopoderosa. L os “ huasos” o paisanos paisanos del del pago acudieron en peregrinaci ón con con sus famili as a saludar saludar a la egregia egregia señora. señora. E ll a recibió tan gra tos homenajes rodeada de una corte de hijos, de nietos y biznietos, en número que pasaba de cien... Doña E mili a H errera de Toro, no obstante obstante se ser chilena, es es argentina. N uestro país la ha conquistado. conquistado. L a ha conquistado con las armas de de su su corazón. E s el pri mer caso de un pueblo americano que que,, sin guerra guerra y sin sagre sagre conq conquista uista una mu jer ... L o extraño es que habiendo hecho ella tanto bien a la Argentina, no tenga allí ni una calle, ni una escuela, ni un bronce, ni un pedes pedestal, tal, ni siquiera un asilo asilo con con su su nom br e.. E so no tardará. (Santiago (•Chile), Octubre 1910.
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D o n R a m ón B a r r o s L u c o EN VISPERAS‘DE SU ELECCION PRESIDENCIAL Santiago, Octubre de 1910 1910.—L .—L a Améri ca progresa. Pero no progresa sólo en el precio de sus animales. Ni en el precio de sus tri gos. gos. Ni en el el precio de de su or gu ll o... Ah ora también progresa en cuestiones polít icas. P ara torcer t orcer el el ru mbo del del E stado, ya los pueblos de A méri ca no acuden a las armas. ¿E s cobard ía? N o. s un r efinami efin amiento ento de'l insti nto. Y a ese ese refi nami ento se se le llama cu lt u r a. .. H a llegado a tal punto la crueldad crueldad de los hombres, hombres, que, que, un arma, les parece parece juguete inofensivo. J uguete para ni ños. .. E n cambio han han in ventado la manera manera de ponerse ponerse de acueracuerdo para 110 destruirse y continuar luchando en honor de la pat r ia . . Tin ejemp’o ejemp’o de las modificaciones progresistas progresistas del del criterio polít ico de de Amér ica, nos nos lo dan los chi chi len os... L a revolución contra el presidente Balmaceda se proclamó en nombre del congreso porque este genial y desdichado gobernante que descubrió para Ch ile la verdadera verdadera ri queza queza del del “ salitre nacional ” , se se mantu vo al frent e de' Est ado sin tener aprobadas las leyes del del presupuesto. Vino en seguida el gobierno revolucionario de don J orge M ontt, y a pesar pesar de que tampoco tuvo nunca sancionadas sancionadas sus leyes leyes de gastos gastos públicos, nadie lo der r ocó.. . E n la admi nistr ni str ación actual, a pesar pesar de que el mismo señor señor Bar ros L uco que fué delegado de, de, la revolución B almacedista almacedista ocupó la p residencia del senado hasta febrero, los presupuestos constitucionales no han sido aprobados aprobados tod av ía ... Y nadie piensa piensa en en la guerra civil... ¡Y a véis cómo cómo Chi le progresa! Otr o ejemplo ejemplo el de la últi ma convención electoral. Sin luchas sangrientas y sin odios y sin ruidos, los comités liberales elidieron como candidato a la presidencia de la repúbl ica, a don Ramón Ram ón Bar ros L uco. Después de de siete días de pintorescas discusiones entre las cuales iban y ve — 50 —
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nían nía n los .nombres .nombres de los tres polít icos más presidenciales,— M ac I ver, E dwards y Sanfuentes,—'surgió la sorpres sorpresa a del del hombre inesperado : Bar ros L u co. .. “ F ué el el número más más interesante de las fiestas del centena ri o” , se ha dicho con con raz ón. Pocos pueblos han podido ofrecer espectáculo de cultura tan nuevo y tan extraño... E l señor Mae I ver, pr esidente de la convención y a la vez candidato, fué quien proclamó, en voz alta y sin envidia, el tr iu nfo de su rival. D ij o: “ H emos emos celeb celebrado rado un acto republicano digno del centenario de nuestra independencia, y con él hemos demostrado que si arde en los chilenos el fuego de nuestros volcanes, sabemos pensar con altivez, envuelto en el frío sereno de las cumbres nevadas nevadas de los A nd es.” E l señor señor B arrij L uco, uco, repl icó: “ Si el país confirma confirma el voto voto de esta esta asamblea, asamblea, substitu ir é la conocida conocida fr ase de “ que mi mi gobierno no ha de ser ser una amena amenaza za para nadi e” por esta otr otr a: “ mi gobierno gobierno se será una garantía garantía para t od os .. .” Conviene que estas bellas palabras circulen por América. E l 16 del del corri ente se se verifi cará la elección elección presidencial. Siendo el el señor Bar ros L uco, el el ú nico candidato, su tri unf o es es indi in dicut cutibl ibl e. H ay al go más: se le trata ya como como presidente de la república. No se le deja solo, ni un instante. Se le sigue. Se le persigue. Se le mira. S e le admira. Y como es natur al se le molesta... Apenas sale. No admite reportajes. Además, 110 todas las visitas llegan hasta su escritorio. Sin embargo, ha hecho dos excepciones, excepciones, que yo sepa, sepa, con con periodi stas de la R epúbl ica A rgen tina. Una fué conmigo. . . Desde los reyes más humildes hasta los presidentes máfs solemnes, todos los gobernantes usan una manera propia de conversar. versar. E l gobernador gobernador de M endoza endoza 110 imita al rey de E spaña. Cada uno de ellos responde a las preguntas de un modo diferente. E n cambio, cambio, el el señor señor B arr os Lu co, co, ha inventado la manera de callar a tiempo y no responder. responder. P ero lo hace con con tal habili dad, que nunca ofende. ofende. E n la Repúbli ca Ar gentina, el general general R oca oca — 51 —
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es uno de los contados políticos que supo manejar el silencio y olvidar las preguntas, sin herir... Es un arte. — | Qué le parece parece a usted, usted, general, general, el asunto aquel aquel de. . . ?— ?— le pregunté hace tiempo. — ¡A h ! Vea, mi amigo, hoy me me he levantado levantado con con un dolor tan fuerte de cabeza, que no he podido pensar más que en la aspirina... E l señor Barr os Lu co vive en la calle calle Santo Domin go, go, 714. Me recibió su sobrino sobrino el inteligente secretario secretario don don G uil lermo B arros Cerda. La casa donde vive el futuro presidente, es grande. Además, es gran grandiosa. diosa. Y pudi era decirse que hasta hasta es enorme. enorme. A l entrar , un o se se imagina que el el f ut ur o presidente presidente debe debe ser ser un hombre hombre alto. alto. M uy alto. F orm id abl e... De acuerdo acuerdo con con la casa. casa. P ero no. E l señor B arr os Lu co, es es un hombre de pequeña estaestatur a. E s un simpáti co viejecito joven, que ocult oculta a sus 75 años años bajo la energía que le brill a en los ojos. ojos. U nos ojos vivos, perspicaces e inteli gentes. gentes. C amina da ndo pasos pasos menudos. menudos. N unca se apresura. apresura. Sus costumbres costumbres y sus ideas parecen musulmanas. “ T odo está bien. N o hay que apurar se. Es pr eciso aguardar a que las cosas cosas tengan tiempo para desarrollarse... ” Tal es su religión. Cuando era ministr o del I nteri or, su secretario secretario le llevó un billete de papel pel moneda, moneda, fal so.. . “ — Se ha desc descubierto ubierto una falsifi cación de esto estoss bill bill etes— etes— le di jo el secretario.— ¿ Qué debemos debemos hacer ? ¿ Quiere Qui ere usted que ll ame al jefe de policía? — A guarde usted un momento. momento. No se apr esur e... Deme usted ese billete. Más tarde lo observaré tranquilamente, y veremos si es falso... ” E l señor señor B arros L uco guardó guardó él billete en en su cartera. cartera. A los pocos días, el secretario, notando que su jefe no resolvía nada respecto al asunto, se lo recordó. “ — E s verdad—contes verdad—contestó tó el el señor señor B arros L uco,— uco,— tengo tengo aquí el billete falso en la cartera. Vamos a examinarlo.” A bri ó la cartera. cartera. Buscó. Rebuscó. Rebuscó. Pero, inúti lmente. E l bi ll ete no estaba allí. allí . ¿C ómo? H abía desaparecido. — 52 —
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“ — Y a comprendo— comprendo— exclamó,— exclamó,— he creído creído que era un billete bueno, y lo he pasado...” Demandé al al señor Bar ros L uco su opini opini ón sobre sobre la confr aternidad chilenoargentina. Me ha respondido: “ — N unca ha sido más cordi cordi al que ahora.—P or mi par te soy soy un gran amigo y admir ador de la Argentin a. H e conocido conocido de muy cerca cerca a notabilidades argentinas. argentinas. A l doctor P ellegrini , lo conocí en en Par ís. Recuerdo R ecuerdo que cuando le vi, estaba enfer mo. Su muerte ha sido una gran gran pérdida para u st edes.. . Soy muy amigo del doctor Quirno Costa. Vea usted la carta que me escribió el 22 de M ayo de 1896, 1896, en la que me comunicaba comunicaba la noti cia de que el Senado había aceptado contra 4 votos, la moción pacifista del doctor Pellegrini. Oiga usted este párrafo del doctor Qui rno Costa: “ A sí, mi estimado estimado señor— señor— dice,—los hombres hombres patriotas cómo usted que en uno y otro país han contribuido a la consolidación de la paz, deben felicitarse que el acto internacional último contribuya contribuya a realizar realizar tan inestima inestimable ble b i en .. .” Y o siempre he sido amigo de la concordi a. Y esto no es de ahora. H a sido de siempre. Esta carta de Quirno Costa es del 96. Parece escrita hoy. E l general M itr e, conociendo conociendo mis ideas, ideas, me envió envió en 1903 1903,, la h istoria de San M artín , con una hermosa dedicatoria, dedicatoria, en la cual cual dice que que “ la alianza chilenoargentina, chilenoargentina, la pri mera en el el N uevo M undo y la única que tuvo un plan de intervención emanemancipadora, sin propósitos de anexión ni sometimientos, fué el hecho más transcendental y fecundo en la lucha de la independencia sudamericana.” — ¿Conoce usted al al doctor S áenz áenz P eña? — Todavía no. no. — P ero cono conoce cerá rá usted las ideas ideas d e. .. H ubo una interru pción de habili dad. La conversación conversación cambió de rumbo. E l señor B arros L uco habló de las fiestas del del centenario chileno, que yo por cierto, elogié. — Casualmente— Casualmente— me dij o,— ayer estuve estuve con con el i ntendente del del municipio de Santiago, y me dijo que durante la estadía del doctor F igueroa A lcorta en esta esta capital, capital, la delincuencia y sobre sobre todo la ebriedad, habían disminuido en un diez por ciento... Cosa rara, tratándose de días de fiesta...” — 53 —
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H ablan do des después pués de la confra confra terni dad— tema tema único,— me ha manifestado: “ Crea usted que los argentin argentin os y l os chilenos chilenos se querrán mucho más. más. cuando se conozcan conozcan mejor. Y o he vist o bailar la “ cueca” cueca” al al ge general neral R ace do. ..” Atravesando salas y «alones, regamos a la hermosa biblioteca que le regaló el congreso de 1891, bajo el imperio de la junta de gobierno. gobierno. F ué el el premio que le otorgaron otorgaron por los servicios prestados a la revolución. Costó 20.000 pesos. Pero, ha sido ampliada. E l señor Bar ros L uco, salvó salvó su su vida mi lagrosamente lagrosamente en en un episodio de la revolución balma.cedista. Como delegado del congreso hallábase a bordo bordo del del “ Bl anco E ncal ada” , fondeado en el puerto puer to de Caldera. U n tor pedo echó echó a pique la nave. E l señor B arr os L uco, vió la muerte vecina. vecina. P ero su eterna eterna tran quil idad y su constante constante sangre fría, lo salvaron. H abía a bordo, bordo, destina dás al consumo de de 1a. tripu tr ipu laci ón, vari as terneras. A l hun dir se el “ Bl anco En calada ” , los los pobres pobres animales animales se se mantuvieron a flote, n ada nd o... E l señor señor B arros L uco agarróse agarróse a la cola cola de una de las terneras. P udo así así ll egar a tierr a, pues no sabía sabía nadar . L a cari catur a lo ha inm ortal izado izad o en ese ese gesto. gesto. E l, sonríe. Sabe que la vida bien vale una ternera. L as anécdotas anécdotas sob sobre re la vida del del f utu ro presidente, presidente, so,n so,n in fi nitas. Sus originalidades parecen de Sarmiento. Siendo ministro, descubrió que uno de sus empleados le había falsificado un documento poniéndole poniéndole su firma, imitada de un modo perfecto. perfecto. L o mandó llamar y le dijo: “ — H e visto visto que que fa'sifica fa'sifica usted muy bien bien mi firma. A hora, como castigo, tendrá usted que firmarme todo el despacho de hoy... ” Y antes antes de que el empleado empleado volviera en sí, le presentó presentó una columna de expedientes para que los firmara con la firma falss. “ — Ahórreme usted usted tr abajo” — le dijo. Y el emplead empleado o no tuvo más remedio que firmar. Tal es el futuro presidente de Chile. N o obstante obstante sus 75 años años de vida, es un hombre de extrañ as energías físicas y mentales. mentales. Por patri otismo acepta acepta la presi dencia ; v la acepta con entusiasmo como si recién comenzara a vivir. No hace muchos años, años, se casó. casó. L as mu jeres son val ientes en t odos los países. — 54 —
E l U n i f o r m e P er er u a n o d el el D r ♦ R o q u e S áen z P eña E n el “ Museo M il itar ” de Santiago Santiago,—u ,—u no de los más más comcompletos y más teatral es de los museo museoss de preseas históri hi stóri cas,— se conserva en una vitrina el uniforme que le fué quitado al doctor Roque Sáenz Sáenz Peña, actual presidente de de la A rgenti na,— cuando el ejército chileno contra el cual combatía, le tomó prisionero en Arica. Sáenz Peña peleaba contra ('hile desde las filas de un regimiento peruano. A! caer prisionero lo hubieran fusilado, pero medió medió la noble noble int ervención de doña doña E mil ia H errera de T oro. E n el catálogo del del M useo, useo, esas sas prendas figu ra n catalogadas, pero fueron retiradas de! salón donde se exhibían, durante las fiestas del centenario. Se quiso evitar que los militares argentinos las vieran al pasar por Chile, y se enamoraran demasiado de ellas... Se dice, que para el 12 del del corri ente— día en que el el doctor Sáenz Peña asumirá la presidencia de la república, el pueblo chileno le devolverá esos esos trofeos. E xist en a este este respecto respecto opini ones diversas. Resulta muy difícil concretarlas en una solución...
L os chilenos mantienen poca poca cordial idad con con los peruanos. P ero comprenden que el el doctor S áenz Peña, al alistar se hace treint a años en en las fil as del .ejército del P erú y pelear pelear contra los valientes soldados de Chile, no lo hizo, sin duda, por odio. T al vez, vez, es casi casi seguro, seguro, que dados dados los motivos de su actitud, resolvió enrolarse en en las filas del del más más débil. débil. Se fué al P erú. Y si peleó junto a Bolognesi, hubiera peleado lo mismo junto a A rt ur o P rat. P or eso, aquí se esperaba esperaba que para las fiestas del del centenario, centenario, en en vez vez del del doctor F iguer oa Al corta, vin iera r epresentando a la Argentina, el doctor Sáenz Peña. — 55 —
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T anto la bandolera como como las demás demás prendas que le pertenecieron están están en en una vitri na del Museo M il itar . L levan en el catál ogo el número 1345. 1345. E l di rector de dicho museo museo es es el el coronel L eandro N avarro, veterano del del 79. El intendente encargado encargado de de la vigilancia de aquella preciosa colección de objetos históricos, es Manuel A . G utiérr ez, veterano veterano también de la guerra contra el Perú.
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H e consult consult ado el el parecer parecer de diversas diversas personalidades impor tantes de Chile, acerca de la devolución de estos trofeos a nuestro fut ur o presidente. presidente. El que con con mayor clari dad me respondió, fué un conocido senador y ex ministro. — ¿Pu edo repetir repetir sus sus palabras?—l palabras?—l e dije. — Con una cond cond ici ón.. . N o cite usted usted mi nombre nombre.. —Aceptado... “ — P ara que el el gobierno de Chile haga esa esa devolución,— devolución,— me di jo,— neces necesita ita el apoyo del del pueblo. L os trofeos conquistados conquistados por el ejércit o, pertenecen pertenecen al pu ebl o... P ero creo, creo, que esta esta vez, vez, los chilenos, sin rebajar su altivez, verían con buenos ojos la devolu — 56 —
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ción de estas estas reliqu ias. . . Se explica que los alemane alemaness no quieran devolver devolver a F ran cia las banderas banderas que en 1870 1870 le quitar on a N apoleón león I I I en los campo camposs de M etz ... A ll í están están de de por por medio los odios de de la ra za. . . P ero, nada de eso eso puede existir entre argentinos y chil enos. enos. I gnoro lo qué se hará. P ero lo que debiera debiera hacerse es que una comisión de padres de la patria, entregue al doctor Sáenz Peña, sus insignias peruanas...” ¡Santiago ¡Santiago d® Ch ile, O'ctubre O'ctubre 1* 1910. 1910.
U n di ari o de aquí llegó a insinuar l a conveniencia conveniencia de un viaje de Sáen Sáenzz Peña a Ch il e... Se habló de de la seg seguridad uridad in ternacional. Se habló del del pacifi smo. Y se dij eron también algunas cosas más... No es un misterio para nadie que e,n Chile no falta gente que mire con recelo el advenimiento del doctor Sáenz Peña a la pri mera magistratur a del del país. ¿P or qué? Se le cree cree antichileno. Se le mir a con con desconfi desconfi anza. E sta desconfi desconfi anza pr oviene de su intervención en la guerra del Perú. “ — Cuan do el el doctor Sáenz P eña habla habla de las repúblicas sudamericanas,—m sudamericanas,—me e ha dicho un periodista chil eno,—n unca deja de cit citar ar al P erú. Y ya sabe sabe usted usted que para el puebl o de Chi le, nombrar al peruano es es una buena acción. acción. E s una palabra pel igrosa. grosa. Si un “ r oto” pasa frente a una bandera bandera peruana, grita siempre siempre:: “ ¡Viva el el E cuador!”
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E l D ía d e l o s R e y e s M a g o s (DEL NATURAL)
L a nena nena está está tr is te. .. ¿Qué dolor sufre la encantado encantadora ra nena? ¿N o es, acaso, acaso, boni boni ta? ¡Oh, s í !. .. C'on C'on su su blanco vestido, con sus cabellos de seda rubia y con sus dulces ojitos, más que una nena parece una paloma... Miradla. Está en la puerta de su casa vien do pasar la gente. L as aceras, aceras, l’ enas enas de niños ni ños cargados de juguetes, juguetes, anuncian que es el día de los Reyes M agos. agos. Sari ta, al ver esos juguetes, piensa que ella no tiene ninguno. Ni siquiera una muñec muñeca. a. N ad a.. . P or eso eso está tr is te. .. De repente repente ve llegar un pers onaje.. . ¿Quién es? es? ¡A h ! Es un jov en ... Sarita se se pone pone color ada ... P epín viene viene sil ban do... A l ver a la nena nena deja deja de de silbar, silbar, exclamando exclamando:—“ :—“ ¡Qué chica chica pr eci osa !...” E ntretanto, ntretanto, ella ella suspi ra :—‘ ‘ ¡ A y, cómo cómo me tiembla el corazón corazón !. . . ” ¿Sabéis por qué le tiembla el corazón a Sar ita? it a? P orque ese ese pequeño chiquilín de largos pantalones se ha enamorado de ella. Se ha enamorado locamen te.. . Todas las tardes pasa por la casa de la chica, chica, silbando, como como si fuera un h om br e... Pasa y mira, sin detenerse. Pero hoy, al ver la tristeza de Sarita, siente que debajo del unforme de marino, el corazón le baila como un tr ompo con música. P or eso, eso, emocionado, se detiene detiene fr ente a ¿a nenita y con toda ingenuidad habla con ella: “ ¿— P or qué est estás ás tri ste?” “ — P orque mi papá, papá, en vez vez de de ir a visitar a los los reyes reyes para para que me traigan un juguete, se se ha ha ido a las carreras. carreras. . . ” E l muchacho se se indigna in digna contra l os hombres grandes. grandes. A l hallarse en presencia de esa horrible desgracia, resuelve convertirse en Quijote. Vedlo, Vedlo, ahora, ahora, sent ado... P ien sa.. . Quiere enconencontr ar el medio de consolar consolar a su novia, novia, dándole un ju guete. Se registra los bolsill bolsill os. os. ¡N i u n céntimo! L a frente se le llena de arrugas. Sufr e. Tiene ganas de l lo r ar .. . De impromiso, se pone — 58 —
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de pie, sonr sonr iendo. Se da un golpe en el pecho. pecho. ¡Y a encontr ó lo que busca! “ —Mir a, nena. nena. Ya encontré encontré un regalo regalo para tí. E s un regalo de reyes. reyes. E s un ju guete para para las mujeres. ¡E s mi coraz ón! Tómalo. E stá Heno de amor. Si no te gusta, puedes romper lo. Dame D ame el brazo. brazo. Vamos a pas ea r ... ” Y Sarita, feliz, muy feliz al tener tener a merced merced de sus manos el corazón de un hombre, sonríe con una sonrisa tan deliciosa, tan suave, pero tan triunfadora, que el nene cree llevar a su lado no a una nena, sino a la reina milagrosa de un cuento que le contó la madr m adr e: ‘‘ H abía cierta vez una r eina mu y hermosa, tan hermosa mosa que que resultaba resultaba horri ble: era muy mala. Para divertir se, ju gaba con el corazón de sus esclavos, y después, los rompía cual si fueran juguetes... ”
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L os gobiernos gobiernos de A mérica Costean Costean en en I tali a la vi da de muchos jóvenes artistas. Quieren que aquí refinen sus almas, sus instintos, sus médulas, sus carnes, en el sagrado ambiente de este país en donde cada piedra es un altar, cada mujer un astro, cada lu mba una historia y cada monumento monumento un di ccionario. H acen acen bien. Es obra bíblica... Pero convendría que lo mismo se hiciera con los diputados. Convendría que el gobierno argentino mandara a muchos de sus representantes para que aprendieran en el M ontecitorio, por lo menos, menos, aunque fuese a pensar. pensar. E l P arlam ento italiano no es es solame solamente nte un recinto en donde se discut en los negocios negocios de Est ado. E s, además, además, y, sobre todo, una brillante cátedra de maestros geniales. Cada sesión es allí una enseñanza. Cada frase, una idea. Cada hombre, una «oneiencia. H ay di scursos scursos que valen valen por un libr o. Y hay bellos ges gestos tos que instituyen escuelas... Gracias a la gentileza confraternal de un ilustre periodista a que que es también diputado,— el I lon . Salvador B arzil ai,— he podido asistir desde las localidades de la prensa, a la inauguración y sesiones sesiones siguientes siguientes del del nu evo perí perí odo parlamentari o. H a si do para mí una fiesta espiri espiri tual. E l verbo sonoro sonoro de la cultur a itálica no muere todavía. Aún tiene paladines gloriosos que esgrimen la palabra como si fuera un arma. Aún conserva poetas que hacen hacen de la frase un lir a y del alma un teclado. teclado. T al vez sea sea I talia el único país en donde cuando se habla de política, los artistas escuchan. cuchan. ¿P or qu é? Porque en It alia hasta los temas temas áridos,— ári dos y tor cidos como como la políti ca,— se pueden pueden defender con con r azones zones de de D an te. .. Di rí ase que hasta el histór ico palacio donde donde los diputados deliberan, contribuye a enaltecer sus almas y a guiar por límpidos caminos caminos su concien cia.. . E l hoy M ontecitoontecitori o, fué antes el célebre célebre palacio I nnocenziano. nnocenziano. M ás posteriorm posteriorm en-
te todavía, era el famoso I J s t r i n u m , en donde se solía quemar a los emperadores... Aquellas viejas paredes, esos altos muros y e^os techos techos augustos, augu stos, se estremece estr emecen n como los l os miembr os de un cuerpo humano, cuando vibra en ellos la elocuencia viril de un H onorable. L as sesiones sesiones borrascosas, son son como ciclones. E l temperamento italiano, vigoroso como el mismo hierro, y sonoro cual una campana, n ecesita ecesita expandir se. Y se expande expande a su gusto. gusto. Se expande estrepitosamente. Re expande con con ru ido. P ero sin bar u ll o... Sin el eterno eterno “ baru ll o”, esté estéril, ril, sin sem semilla, illa, de nuestra nuestra pajarería n acional. . . E n las sesio sesione ness del del C ongreso ongreso italiano donde los ánimos rujen y crujen como volcanes furibundos, las inteli gencias no dejan de dar lu z. A veces, veces, cuando dos diput ados se trenzan, sosteniendo una razón a trompadas, hay entre golpe y golpe una idea idea que que surge, surge, limpi a y pura. E s el f r u to .. . E l bello gesto gesto pose posee e aquí cultivador es admirables. admirables. H ay al gunos que encan tan ... P err i es de de los que que tienen tienen en el Parl amento historia más ruidosa y simpática. U na vez discutiendo con, con, la artística fogosidad de su alma sensitiva y ardiente, se pasó de los límites y dijo cosas muy fuertes. Sus palabras indignaron a sus contri contri ncantes. H ubo gresca. gresca. E l pr esidente esidente M arcora, como un dios justiciero, se indignó bajo la paternidad de sus blancas patill as. Y ordenó a Per ri que dejara el recint o. . . E l jefe del socialismo, que seguía desplegando sus ideas con elocuencia mágica, se se resistió resistió a la orden orden presidenc presidencial. ial. P rosiguió habla nd o... E ntonces, el presidente hizo que los guardias cumplieran su orden. Y E nr ique P err i fué sacado del recinto, en brazos de cuatro agentes agentes de la pol i cí a !... Con la expulsión expulsión de P err i restableciós restablecióse e el orden, pero de repente, los diputados, con sorpresa, vieron que la vidriera que sirve de techo al Parlamento se rompía, y que por l a abertura se asom asomaba aba la cabe cabeza za mefistofélica de Perr i, quien, impasible y triunfante, continuaba su cortado discurso, en esta forma: “ Señores Señores diputados: como como os os decía decía hace hace un m om en to.. .” etc., etc., etc. Y contra contra la volun tad del pr esidente, esidente, que vióse obli obli gado a sonr sonreír, eír, l a cámara cámara oyó, desde abajo, todo el discur so de P err i, que por entre los vidrios rotos, dejaba caer sus magníficas frases, duras como piedras... Di putados cual cual P err i, vali entes y artísti cos, cos, hay muchos. muchos. L os
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Las Grandes Fi guras del del Par la m ent o Italiano
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hay tambi én serenos serenos,, repo r eposados, sados, cultí simos. H ay mu chos sabios. sabios. H ay muchos maestros. maestros. Y , sobre todo, todo, hay muchos hombres hombres honrados que 110 sienten otra aspiración que servir a su patria, conservando cada día más glorioso el prestigio de Italia. Un orador interesante interesante es es Feli ce Santini. E s un tipo extraño. L leno de vivacidad. L aureado en en M edicina, edicina, viaj ó muchos muchos años años como mélico de la marina de guerra. Allí, sin duda, su carácter se asimil ó muchas cualidades de las armas béli bélicas. cas. P or eso eso cuando habla, habla como un cañón. Parece un torpedo. Sus discursos, nunca som som en elogio de nadie. N i de na da ... .. . Siempre Si empre habla habla en contra de cualqu ier cosa. cosa. Su espíri tu es así. así. A nte l o que a él él parécele parécele muy bueno, bueno, enmudece enmudece.. Ante A nte lo malo, gr it a. . . E n cambio, bio, L uis L uzzatti es un orador, orador, bondadoso, bondadoso, sobrio sobrio y tr anquil o. Sus palabr as tienen peso de oro. oro. A veces veces se se irr ita. E s grueso. P ero su voz es suave. suave. H abla. Y al hablar convence convence aunque no tenga tenga razón.. . Otro talento talento del del M ontecitorio ontecitorio es es Alejandro F or tis. Como polemista es notable, aunque habla muy pocaa veces. Sus sil encios son son terri bles. Es abogado. abogado. Conoce la polít ica interin ternacional tanto como Tittoni. Su criterio ha servido muchas veces de ii^rma de conducta al gobierno. E s un pr áctico. BissolatiBergamaschti, que fué director del diario socialista “ A van ti ” , es un eleme elemento nto de gran importancia. S obre obre todo para los socialist socialist as y liberales. B is'olat is 'olat i fu é quien quien sostuvo con con arte, con inteligencia y con paciencia las leyes contra la enseñanza reli giosa en en las escue escuelas las públi cas de I tali a. Otra figura curiosa del Parlamento italiano es la del vicealmirante J uan Bettolo. Car gado de medallas medallas y de ilustre^ in signias, habla poco pero sóli sóli damente. E s ya viej o en años, años, aunque no en en sus ideas ideas ni en entereza de ánimo. H ace tiempo F err i diri di ri gió contra él sus catapult catapult as. L o acusó acusó de de vari os deli deli tos. Bett olo se defendió. Y , a pesar de sus sus años, años, se defendi defendi ó con con tanta ju ventud y con con tanto nervio, que venció venció al contrincante. Y F err i fué condenado a pagarle 75.000 liras por daños y perjuicios. A hora bien: como como Ferr i carecía carecía de biene bienes, s, 110 le pudieron cobrar esa esa suma. suma. P ero se dice que que cuando F err i r egresara egresara de Am érica, el diputado Bettolo pedirá a la justicia la confiscación del producto obtenido por él en sus conferencias de la República Argentina y Br asil... — 62 —
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E n el Par lamento itali ano hay dos dos extranjeros. U no es es ame' ri cano del Sud y el otro hebreo. hebreo. Y a he tenido ocasión de ocuparme en mi viaje anterior del primero de los citados, que es el Dr . Pi etro Castelli Castelli no, nacido nacido en en la Repúbli ca Oriental del U ru guay y cri ado en en I talia. tal ia. A quí Cursó estudios de médico. Goza de gran popularidad. E l otro di putado es es hebreo hebreo.. Se llama Sidn ey Sonnino. A demás de fuer te econo economista mista como buen jud ío, es mil lonar io. P or poco .tiempo .ti empo fué pr esidente del del C onsejo de M ini stros. E n el año 1892 1892 salvó a Ital ia, fi nancieramente. nancieramente. E xtensa sería sería la adjeti vación de los méri méritos tos de cada uno de los diput ados itali anos. T odos dos descuellan. descuellan. Son muchos y son son buenos. buenos. ¡ H acen honor a I ta lia! Pero sería un pecado dejar de citar especialmente al actual presidente del del Consejo de M inistr os, os, J uan Gi olitti . E s un temperamento peramento de bravo lu chad or.. . E s un cerebro cerebro bien bien macizo de ideas. Sus enemigos enemigos lo odian amor osamente: (este es, es, a mi ju ici o, su más bello elogio). Su habilidad es matemática. Su honradez es un dogma. Su vida una religión... Basta. Pero, para finalizar, cierro estos apuntes con el nombre de un periodista. Con el nombre nombre del presidente de la Asociación A sociación de la prensa itali ana, Salvador Barzilai, que es también diputado. Disfruta de un enorme enorme prestigio. A l h ablar in fun de a sus sus palabras tal calor de entusiasmo que las multitudes lo buscan a menudo, reclamando la il uminación de sus sus ideas ideas y de su clara clara l ógica. ógica. I rá a un ministerio. E s un verdadero ta'ento de pura sangre italiana. E n la presente presente temporada temporada parlamentaria— inaugurada el 25 de de N oviembre,—se tratarán en el M ontecitori ontecitori o asuntos asuntos de gran in terés. terés. D e interés no sólo para para I talia. Serán también de interés interés para A mérica, debido al último Congreso de italianos radicados en el exterior que tuvo lugar en Roma. Conviene, pues, que en América se conozca conozca de más más cerca cerca a los hombres que forma n el P arl amento de I talia. Conviene por diversas diversas razones razones.. ¿ Cuáles ? Conviene siquiera sea para que sirvan de ejemplo. ¿Qué más? Roma, N oviembre de 1908.
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E n l a Pa Pa m p a I t a l i a n a EL ALFABETO AL AIRE LIBRE — ¿Una pampa en en I talia? A sí es. Roma está está circundada de una extensa extensa campiña muy parecida a nuestra pampa. Es una verde planicie donde sus habitantes construyen chozas, llamadas caparme, que tienen algún parentesco con los ranchos. También los pobladores de la inmensa llanura romana, se parecen mucho a nuestros gauchos. Se llaman b u t t e r i , y, al igual de los paisanos, se dedican a laborar la tierra, pero, con preferencia, viven sobre el caballo, arreando tropas de carneros y búfalos. E sta pobre gente es, es, a menudo, perseguida p or una un a peste— peste— la malaria,— origin ada por los innumerables pantanos que existen existen por allí. Pero, a pesar de todo, cada año aumenta el número de las pequeñas pequeñas poblaciones. L os ranchit os van amontonándose y los l os pueblos de chozas crecen poco a poco. L a mayor part e de sus habitantes viven en una espantos espantosa a pobreza sin vari aciones. aciones. M uchos trabajan bárbaramente para ganar algunos céntimos. Carecen por completo de bienes. Toda su fortuna consiste en un mísero rancho que lo hacen con hábil maestría valiéndose de armas de árbol, paja y barro. L levan una existencia existencia errant e cual la de los zíngaros, con la única diferencia de que los g u i t t i — que es es el nombre con que se designa a los b u t t e r i cuando están en la miser ia s n o abandonan, abandonan, como los bohemio bohemios, s, la ti erra donde nacieron. A ll í vieron la luz. Y allí se mueren. mueren. Sin plan preconc preconceb ebido, ido, for man barrios enteros. Cada familia por numerosa que sea, vive en su su choza, choza, sin divi sio.nes sio.nes de ningun ni ngun a clase. Hombr es y muj eres, grandes y chicos, todos duermen juntos, sobre sucios jergones de hojas_ secas. secas. N o obstante obstante esta promi scuida d, las muj eres conservan siempre limpias sus virt udes. Las aut oridades que han in vestigado con ahinco, no han podido encontrar un solo delincuente. _
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E l adul terio es es allí descono desconocido. cido. Cada g u i t t i es el guardián de su propia persona. Siendo todos muy pobres, ninguno desea los bienes del del vecino. L a miseri a es, es, tal vez, el el úni co caudal que no despierta despierta en vi di as. .. E l espectáculo espectáculo que que ofrecen ofrecen estos estos pueblos pueblos campesinos es deplorable. Viven en un ambiente fétido, entre animales, animales, siempre sucios sucios y siempre tr abajando. T odo el el A g r o Romano, está poblado de ellos. Son aldeas grises, silenciosas, meditabundas. Cada uno de esos seres que contempla desde su choza el resplandor nocturno de la Roma moderna, diríase que lleva en su espíritu la tristeza de la otra. Roma muerta... L o más más tr ágico en estas estas poblaciones pri mit ivas, es la enorme enorme cantidad de niños que hay en ellas. ellas. M ueren muchos. muchos. M uchísi m os. .. L a malaria y otras otras fiebres terri bles los barren hacia la tumba. Pero, si hoy mueren diez niños, es porque ayer uacieron veinte. Aumentan. Se multiplican. El gobierno italiano se ha preocupado con empeño en proteger a esta infancia desvalida. P ero la. la. mejor i niciati va en beneficio de los g u i t t i , se debe a la “ U nione femminil e nazio.nale” nazio.nale” que en en 1904 1904 ini ció la obra de instal ar escuelas escuelas dominicales dominicales en el el A gro R omanó. omanó. El municipio de Roma contribuyó a la instalación de colegios rur ales, algun os al aire li bre y otros en chozas. chozas. Las escuelas escuelas diurnas no dieron resultado en la lucha contra el analfabetismo, pues los campesinos y sus hijos preferían, como era justo, traba jar de día para no mori rse de hambre, hambre, antes antes que perder el tiempo en los los colegios colegios.. P or eso, eso, la “ U nione femminil e ” , hizo el el pr imer experimento de escue'as festivas o dominicales, instalando una en Lunghezza. E l buen r esultado obtenido obtenido alentó a la noble noble instituci ti tuci ón. Y en seguida seguida se fun dar on dos escue escuelas las más, más, una en M arcigliana y otra en Pantano. Actualmente funcionan en la campiña romana 26 colegios entre nocturnos y dominicales. E n la República A rgenti na donde el analfabetismo reina todavía en numerosas colonias de agricultores, convendría instalar escue escuelas las dominicales y noctur noctur nas como como las del del A gro Romano. E n estas colonias la mayor parte de los niños y peones no concurr en al colegio colegio del del día por que más más le conviene conviene trabajar . F un cionando las clases de noche o los domingos, los peones asistirían de buena gana en vez de ir a matar sus ocios a la pulpería. L as escue escuelas las de la campiñ a romana, son son int eresantísi mas. Si — 65 —
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no fueran tan simpáticas, sin duda liaran reir. Algunas funcionan al air e libr e, en las puertas puertas de los los ranchos. L os alumnos se sientan en cajones, en en latas, en troncos tr oncos de árbol, en el su el o.. . Cuando las clases son nocturnas, el maestro y los alumnos ilumíname mí name con velas, o con lampar itas it as de aceite. aceite. M uchas veces veces esestudian a obscur obscur as... E n P rocojo rocojo Nuovo (Pali doro), doro), no hahabiendo ningún local ni choza disponible para el colegio, el cura párr oco ha prestado su vieja capilli ta. E n ella, cuando no hay que celebrar fiestas ninguna, se reúnen los niños del pueblo y un maestro les enseña a leer, a contar, a escribir. E n G ranar accio accio sucede sucede también también algo parecido. parecido. C uando llegó la maestra para dictar sus lecciones, encontróse con que no tenía donde fun dar su escuela. escuela. E n el mismo pueblo descubrióse descubrióse hace hace poco una antiquí sima tumba tumba romana— llamada de Corcolle,—y en ella la valerosa profesora no trepidó en poner sus caballetes y comenzar las clases... L os maestros y maestras de estas escuelas escuelas son verdad eros héroes roes y h eroínas. eroínas. C asi todos viven en Roma. P ara l legar a los pueblos, tienen que recorrer distancias de 20 a 30 kilómetros. Con frío, con agua, en verano o en invierno, vense obligados a recurr ir a todos los medios de transporte. L os maestros maestros van y vienen en bicicleta, pero las pobrecitas maestras piden permiso al primer verdulero que pasa por la carretera para que las lleve en su carro al sitio donde van. Si la escuela es nocturna, deben regresar a las ocho de la noche, pues la clase comienza después del Ave María. R oma, Mayo de 1909.
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U n C r i m en V u l g a r Crónica: M argar ita it a era una art ista de cafécha¡ cafécha¡ntant. ntant. S u madre, doña L uisa A rd it i, era argentina, argentina, casada casada en en I tali a con con el profesor profesor don J osé Gui cioli, fall ecido hace un año. año. L a joven M argari ta no era hermosa. N o era era tamp oco fea. P oseía los melif luos lu os encantos encantos que sugiere el el telón en en el el áur eo misterio de las bambal in as... U n esestudiante de Perugia, Andrés Luzzatti, enamoróse de ella cuerdamente. mente. L ocam ent e... M argari ta ,1o rechazó. rechazó. Y el joven desce descerr rr a jóse, jóse, como como en los folletines, un tir o en la cabez cabeza. a. An tes de suicidarse, escribióle escribióle a su viejo padre— honesto honesto labrador perugino,— una carta carta infantil . E n ella le decía: decía: “ Papá, perdó perdónam name. e. Me suici do... Sin M argarita argarita yo no puepuedo vivi r. E ll a no corr corr esponde esponde a mi cariño. M e duele el el peso de mi soledad. soledad. A diós, qu erido papá. N o nos nos veremos veremos nunca. Per dóname. Recibe sobre tus canas el beso más sincero de tu buen hijo. ANDRES.” } E n el silvestre corazón corazón del del viejecito, la noticia fu é un tajo. E l desgraciado, antes de ir a besar el el cadáver del hi jo, pensó en la manera de encontr encontr arse a solas solas con con la art ista. L a buscó. L a bu scó... A l fi n pudo encontrarla encontrarla fuera de la ciudad. ciudad. Margarita paseaba paseaba por el campo. campo. A l verl a ¿qué ocurr ió entr e los los dos? Se ignora. L os árboles suelen ser ser discretos discretos como como peces .. . A los cuatro días, días, el tejedor F ortu nato C anizzarro, que goza goza en en la población fama de imbécil, descubrió en una antigua gruta, al pie de la montaña, montaña, el cadáver cadáver de Mar garita. P resentaba resentaba el pecho pecho abiert o en en diez feroces bocas bocas de puñal . Deteni do el el padr e de A n drés, confesó, llorando, su delito: “ —Sí. Fu i yo. L a maté porque mi hij o no tuvo el el valor de asesinarla... asesinarla... ” — 67 —
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en seguida, ante los gendarmes atónitos, el infeliz soltó una Y carcajada. L os médicos médicos han han comprobado que que está está l oco .. .
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Y A ndrés tenía hombres hombres agreste agrestess en todas todas las generacio generaciones nes de su su est ir pe. .. Sin embargo embargo,, la constancia constancia hizo que recorriera pronto su calle calle de la Amar gura. H abía cumpli do 24 24 años. años. E staba próximo a doctor ar se... Para, endulzar endulzar con con sencill sencill os goc goces es su su fati ga estéri estéri l, comenzó a ir al teatro. Y el caféchantan} caféchantan}; lo atr ajo con el prestigio de unos ojos negros y una boquita roja, que cantaba muy dulces canciones del Vesubio, entre los árboles pintados de las decoraciones y bajo los rayos falsos de una luz eléctrica. L os ojos negros negros y l a boquita boquita r oja l o atraj eron hacia el esceescenario. nar io. Y con su alma repleta de ensueño ensueñoss campesinos, campesinos, los árboles pintados le parecieron fr escos. escos. L e parecieron bellos. bellos. L os creyó natu ral es... Y la luna falsa que que formaba formaba un nimbo en en torno,de la artista, par ecióle la misma lun a blanca que su madre, ya muerta, le enseñara a mirar en el campo cuando él era bambin o. .. ¡Sí ! E ra la misma misma luna luna pálida. pálida. La idéntica luna de de las contemplacione contemplacioness in fantil es. L a l una que vuela por los aires en en silencio sil encio de pájaro, pája ro, l levando sobre su su faz a P edro el Santo, que cabalga un barril... Y aquí el alma enmudece enmudece.. Y o ya sé lo demá s.. . E l gesto gesto despreciativo de la mujer amada, arrancó de raíz las verdes arboledas de la escena y apagó la luna eléctrica, que todas las noches bajaba hasta sus nervios desde el paraíso del caféconcierto... E l ensueño ensueño aca bó.. . ¿Y lo demás? demás? Y o ya sé lo demás demás.. I nút il es que el alma de Andrés me lo repita.
— E s un drama inocente— inocente— diréis. Sí. E s una novelita para damas honestas honestas y sin sin ort ografí a que no pueden pueden leer a A natole nat ole F ran co porque es sutil , ni a Blasco I báñez porque dice las cos cosas as rudamente. rudamente. Es una noveli ta. . . L as vulgaridades que la encubren, impídenme tejer su descripción. P omo Pil ato, hago responsable de la pr oa del tema tema a la gacetil la policial . Y o sólo sólo me concreto concreto a rendir homenaje homenaje de admir ación al bello gesto de este padre que mata, por amor a su hijo y al de esta pobre niña que muere sin amar al hombre por quien la de pedazan. . . E n mi humi lde corr corr upción upci ón sentimental de alumn o de Tomás de Quincey, deténgome a escuchar lo que me dicen estas tres almas tristes que por indiferencia, por amor y por ven C.'.m.a, hicieron su ataúd... Do esas tres almas heridas, la primera que surge ante mis
historia de su vida vida queréis? queréis? Es muy fácil na rr ar la ... ¡, Tja historia Siendo sus padres campesinos sin ninguna instrucción, quisieron poseer un hijo que supiera más que ellos. Tin hijo con fama de po’í tico, ti co, de abogado, abogado, de sabio. . . Con sa cri fici os dolorosos, costearon sus sus estudios. M ientr as ellos pr oseguía oseguían n apagando con cándidos sudores la sed de las raíces y la sed de la tierra, el muchacho, muchacho, en en la ciudad, naufr agaba leyendo. leyendo. E studiando. C arpiendo en grandes grandes libr os. No era un joven precoz. precoz. L os hijos de la gente pobre y sin cultura necesitan luchar para pulir su cerebro. Necesitan retroceder internamente. Necesitan bajar hasta lo más profundo de su espíritu para barrer los escombros de sus antepasados y levantar los muros de su nuevo palacio intelectu al. . . L os niños precoce precoces, s, son son aquell os que vienen a la vi da después de pasar a través de muchos puliment pul iment os anteri ores .E xiste xist e la aristocracia aristocracia del del puñal. E xiste la civili zación del del bi ber ón ...
E n seguida, con vejeces vejeces de pena y con grietas de llant o, aparece ante mí el alma del viejecito. “ — P apá: perdó perdónam name. e. Me su ici do ...” L a cara cara inoce in ocente nte del del chi qui ll o dice las tonterías de la ingenuidad que hay en el fondo de las graves tragedias. “ — P apá : Perdóname. Perdóname. Sin Margarita yo no puedo puedo vivir . Me duele el peso de mi soledad.” Y el campe campesino, sino, en l a lobreguez lobreguez de su ignorancia que i mpid el paso de la luz, ve con su instinto, en la sagrada muerte de su hijo, hi jo, al go más más que una pr osaica tumba que se abre. Ve algo más — 69 —
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que un amor que rompe sus alas contra el vi en to .. . “ — P apá: perdóna perdóname me.. No nos nos veremo veremoss m á s. .. ” Y al escuchar este este adiós i nfl ado de li rismo mortuorio, el viejo labr ador escapado de de H omero, se se olvi olvi da de perdon ar. Quiere Qui ere ve n ga r ^... Bu sca a la dulce chiquili na de los ojos negros negros y de la boca roja, para hacerla purgar un pecado que ella no comet i ó. .. L a busc busca. a. L a encu encuentra entra.. La mata. mata. H u ye. .. No huye para esco esconderse nderse.. H uye para p oder oder besar y perdonar al hi jo. Huye para besarlo antes que la justicia haga con él lo que él mismo acaba acaba de hacer hacer con Mar gari ta: castigar la in ocenci a... Después Después el anciano ya no encuentra delicia en ser un hombre... Una carcajada le devuelve devuelve su pri miti va libertad salvaje. E l «dolor le ha mordido mord ido el cerebro. Y como como el diablo, por envidi a de los seres humanos suele ser oportuno, en vez de la cárcel abre para el pobre asesino las puertas del manicomio. ..
Ahora, detrás de las almas tristes de Andrés y de su padre, viene, láguidamente láguidamente,, el alma de de una mujer. E s ella. Es M argari ta. Y a no sonríe. sonríe. N i hace piruetas. Ni desflora saludos saludos de coticotillón. Ni esguintes de tarantela, Ni «anta dulces versos napolitanos. Ni baile entre arboledas de cartón pintado. Ni coquetea bajo la luna eléctrica. Viene toda de blanco. Parece una paloma con su traje de monja. Sus negros ojos permanecen vacíos y su boca de labios frescos está siempre cerrada... Perugia, Mayo de 1909.
Vi sit an do
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P o b r es
(C U A D R O D E L A R R A B A L ) EN EL “CONVENTILLO”
“ — ¿Qui ere usted verl a? Vive en aquella aquella habitación del del fon d o . . . ” Y el brazo del del capataz capataz describe describe en en el el aire un ademán ademán indicativo. Atravesamos el patio del viejo conventillo bajo una suave oscilación de ropas mojadas que, tendidas en sogas, disfrutan de la bondad solar. L legamos a la pieza pi eza donde está está la enfer ma. Desde adentro, una voz sibilante, muy triste, muy débil conte contesta sta.. Y entr am os...
Vemos un angustioso cuadro. cuadro. I maginaos la más lastimera, lastimera, l a más lú gubr e de las esce escenas nas realizadas por el pi ncel de Goya. E vocad en vuestras pupilas la visión de uno de esos cuadros en donde, como una llaga en flor, la miseria de la carne humana muestra su esco escoria ria llena de parásitos parásitos y pu s. .. E manaciones manaciones de pocilga ponen en la garganta el nudo de los ascos. Ondean por el espacio exhalaciones de pringue, de mugre, de drogas, de basuras. Sobre un catre, un esqueleto palpitante, viviente, gime con rumores óseos. Del fondo de las sucias cobijas surge cual seca rama de árbol, un brazo largo y flaco. Brazo construido para conjuros trágicos. Amarillo brazo de espectro, rígido en su desnudez de hueso disecado. Se agita en el vacío. Nos llama. Sobre la almohada inmunda se yergue la cabeza de una mujer senecta. Es una h orribl e y satánica satánica cabeza cabeza de bruja de M acbeth. acbeth. E l sufrimiento, el rencor, el odio, el hambre, han hecho de su rostro una máscara que gesticula en una eterna mueca. Del fondo de esa mueca que es como la amenaza de una negra pantera, ema — 71 —
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nan, lentamente, sonidos que se extinguen en intermitente afonías. T ras de cada cada queja fl orece un r uego a Dios. Y de lo más profundo de las concavidades por donde los ojos huyen con rumbo hacia hacia la muerte, muerte, van van cayendo cayendo lágrimas y lágri mas. . . Y son_ negruzcas gotas de otoño que llueven sobre las manos de la viejecita como exudación de pústulas invisibles, incurables y h ond as. .. Salgamos. Salgamos. Baj o un montículo de sórdidos trapos, en en la misma cama de la enferma, algui en gruñe un lamento. E ntre nt re hedores de carroña fétida, de ratones extintos, un gato negro, escuálido, espiritista, hierático, nos mira con la fosforescencia de sus verdes ojos de vidrio que parecen encerar el alma de V erlai ne... ¡Salgamo ¡Salgamos! s! Otro convent il lo... También También hay aquí aquí una enferma enferma.. E stá grave. grave. E ntremos.. . ¡ P obre mujer ! Sus palab palabras ras son son crugidos de de lina vida que se desgaja. Es la agonía de una flor bajo el sacrilegio de un pie... “ — Me muero, muero, señor ... ¡Ah, no me me diga diga usted usted que que no! Y o bien sé que me muero. muero. P ero no crea usted que llor o por temor de la muerte. muerte. No, señor. señor. L loro por mis pobres pobres hij itos. V éalos usted usted ah í. .. ¡pobres ¡pobres angelitos angelitos!! ¿No da pena pena mirarlos? El padre ha muerto.” Y el convul convul sivo sollozar de la doliente prolonga el fúnebre plañi pla ñi do de sus sus lamentaci ones. En la cabecera cabecera de la cama cama un Cr isto abre los brazos brazos— — como como alas protectrices,— en una frí a i nvalidez simbólica. “ — ¡A h, señor, señor, si si usted supiera! H ay días en que que esto estoss inocentes se acercan a mi cama, y me dicen llorando que el cajón del del pan está está vacío. . . ” Y tose tose,, con con siniestra tos. tos. E s la misma tos aviesa aviesa que asoló las entrañas de las tísicas amorosas y mágicas que por nuestra memoria se se deslizan deslizan tosiendo: ¡A ¡A ngéli ca, M argarit a Gautier, Gautier, C laudia, M im í! . . . E scuchad cómo cómo la tos estalla estalla en el fondo del pecho. Y ved cómo cómo la maldecida t os muere en en I 03 labios, dejando como rastro las sangrientas estrías de la expectoración. “ — ¡A h, si Dios hiciera qué alguien se se apiadara apiadara de mis pobres hijos!... ” / — 72 —
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U n niñ o interr umpe la imploración con con sus solloz sollozos os.. E l po brecito llora en su cuna, junto a la cama de la dolorosa. “ — Pobre hijo m ío. .. ¿Tienes ¿Tienes ham hambre bre,, ricura? E l niñ n iñ o busca busca en en el pecho de la madr e la fuent e de la bebida bebida ori ginal. Y cuando ésta ésta le ofrece ofrece el licor de la vi da que es en ella el último jugo de los huesos, el niño, ciego, febril, con ansias que hacen pensar en hijos vengadores, imprime sus labios entre el el hundido pecho pecho maternal. maternal. Y muerde. muerde. Y estruja, estruja, Y bebe. .. bebe... bebe.. . ¿Vi da o muerte? muerte? ¡Quién sa be!... E l niño sonsonríe. L a madre llora. Y el silencio dice augurios sombr íos.. . N os vamos. Nuestro peregrinaje prosigue a través de la Tierra Santa de los miserables, recogiendo notas de desventuras crueles. Allá,, una triste mujer y un nene rubio, esperan las últimas boqueadas del esposo y del padre, que muere magullado, comido, devorado, por un cáncer al vientre. No tiene ni médico, ni remedios, ni p an .. . A cull á niños huérfanos. Solos Solos en en el el olvido. El padr e está está en la cár cár cel. . . Más allá un anciano, retorciéndose retorciéndose sobre sobre yuyús y lonas, se queja ferozmente. E n una de sus piernas, desnudas al frío, dos úlceras gangrenadas dejan ver el hueso carcomido, donde moscas famélicas cantan la gloria de los seres pequeños, paseando paseando el tr iu nfo de su fil osofía, .. Y proseguimos proseguimos a través de brumas y miserias por un mundo alucinante. Son vergüenzas que restallan como latigazos sobre el odioso despilfarro del lujo. Vemos tragedias reales; dramas vividos, en teatros sin espectadores. Teatros que son pesebres donde se harta la I n t r u s a . Calvarios donde se redime redime la progenie errante del infau sto J ob; de J ob el in m ort al ... Buenos Ai res, 190 5.
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E l P o et et a A l m a f u er er t e pseudónimo que equivale equivale a muA l m a f u e r t e. e. .. .. l ie aquí un pseudónimo chas profesiones de fe. A l m a f u e r t e es la divisa de un alma fuerte. F uerte para para la vida; fuerte para para el ideal; Vi lli ers de L ’isleAdam ’isleAdam la envidiaría para su esc escudo udo her áld ico... E l exquisito autor autor de “ E l M isi onero” sabe seguir seguir los paso pasoss de Tolst oy. Pr actica en sus brazos viriles las briosas predicaciones de sus versos, que parecen parecen amasados amasados sob sobre re un yunqu e con flores y con con hi err o. Si a Pedr o B. P alacios hubiérale tocado en suerte suerte nacer nacer en otra otra tierra menos joven que la nuestra, Almafuerte ocuparía en el concepto intelectual del mundo un siti o menos menos bajo. N o obstante, obstante, si como hombre poco le conocen, como poeta le conocen muchos...
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gobierno quiso destituirlo porque carecía de diploma... Un diputado, E duar do Sáenz, Sáenz, protestó con con energía. energía. D ij o cosas cosas así : “ Se quiere quiere comete cometerr una inj usti cia. Se quiere exone exonerar rar a P alacios porque en vez de diploma no puede tener más que talento. Sin Si n embargo, con los sueldos atrasados que le abona el E stado, los alumnos de su escuela se proveen de botines, de ropa, de p a n .. . E ntr e tanto, él él sufre negras negras miserias. A nteanoche lo he visto. E staba durmi endo sob sobre re una tari ma porque ha vendido la cama cama para comprarle un ataúd a un niñ o pobre. Y como como tampoco tiene cobijas, duerme envuelto en la bandera argentina que los domingo domingos, s, enarbola enarbola el el c ol egi o.. .” Tal es Almafu erte. Y esta anécdota es su mejor retrato. Buenos Ai res, O ctubr e 21 de 190 5.
—L¿Sabe usted que A lma fuert e va a publi car un li bro? — ¿Un libro? libro? — Sí. D e versos versos.. Y nos nos acometió acometió la tentación de hacer una visita al poeta poeta que canta hermosam hermosamente ente las miserias miserias de la hermandad de J ob. F ui mos a verle. Vi ve en los suburbios de La Pl ata, en una pobre casa solitaria donde la ausencia de mueblaje pone una nota gris en el ambiente. ambiente. A ll í estaba estaba,, en una pieza vacía, vacía, j un to a una mesa llena de cuartillas. Corregía las últimas páginas de su próximo libr o: “ L amentaciones amentaciones”” . Nos leyó leyó verso versos. s. E strofas cincelacincelad a s. .. Y al contemplarl contemplarl e así, así, en en medio medio de aque aquella lla atmósfera de miseria estoica, pensamos en la vida olvidada de este raro poeta que desprecia el orgullo y ama a los pobres hasta el sacrificio. T odo cuanto dinero percibe por sus tr abajos lit erarios, lo distri buye entre las famili as meneste menesterosas rosas del del bar ri o. E n cambio, cambio, vive soñando, en un profundo olvido de sí mismo. Cierta vez, siendo director de una escuela pública de Salto Argentino, el — 74 — — 75 —
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— ¿Has leído? leído? — i Qué ? — P arece que la policía persigne a tu amigo P edro Est rada. L o acusan acusan de ser un anarqui sta peligr oso. 'Poma. 'Poma. Lee L ee.. —“ —“ .. .l a comisaría comisaría de investigac investigaciones iones está está empe empeñada ñada en en la captura de un individuo de antecedentes escabrosos, llamado P edro E strada. F recuentaba los centros centros ácratas ácratas y es autor de varios libe'os. Se le supone complicado en diversos crímenes anar quistas” qui stas” , etc., etc., etc. etc. Hablando de R oma ... — Tlín. Tlín. — ¿Quién es? es? — Soy Soy Perico.. Perico.. . P erico era era el el sirvi ente de de Pedro E strada. U n sujeto muy fiel. fi el. E ra un i gnorant e que sabía de las vidas ajenas muchos más más que Plu tarco, pero prestaba prestaba a Pedro servicios incalculables. incalculables. Servicios vici os físi cos y monetari monetari os. Y o lo había conocido siendo mozo mozo de un restauran! barato del del P aseo aseo de J uli o. De ahí l o sacó sacó P edro y lo tenía con él en carácter de escudero, portero, secretario y lustra botas. — ¡Hola, P erico! ¿Cómo te va? — N o muy bien. bien. L e traigo una carta carta de don don P edro. Rompí el sobre. sobre. Y l eí: “ Queri do compañero: compañero: te extrañará extrañará el moti vo de estas estas líneas. No te asustes. asustes. No qui ero pedir te un imposible. Mándame con el portador un traje tuyo. Uno, cualquiera. Y o siempre te be be visto con con el mismo. Tal vez lo lleves de intento para mostrar la invariable faz de tu carácter. Mán
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dámelo en en seguida. seguida. Te lo r uego. La pol icía me sigue. sigue. Desde anoche tengo por domicilio un sótano. Antes que me encarcelen con ladrones vulgares, prefiero enjaularme en tu traje a cuadritos. Mándame tu traje. Así podré fugarme esta noche, sin que me reconozc reconozcan. an. Me voy voy a E uropa. H asta al al vista. Tuyo.— P edro.”
— ¿Cómo? P edro me me pide pide un traje. E l ún ico que que tengo. tengo. ¡N o puede puede ser ! — Don P edro me ha dicho que que usted usted me me daría un tr aje. E so dice la carta. — P ero ¿acaso ignora ignor a P edro que no tengo más más que uno solo? — No sé, señor. P ero me ha dicho que usted me lo darí a. — Si l e mando mando mi traj e, ¿con qué me me visto vist o yo? — N o sé, sé, señor. Don P edro me ha dicho solamente que usted me daría un traje. —‘¡Cállate, animal! No lo repitas. — M uy bien señor. señor. —¡P obre P edro! edr o! No podrá escaparse escaparse.. Y o seré culpabl e de de su perdición. Bu eno. eno. ¡Qu é diablos! Se lo mandaré. mandaré. A ún tengo calz onci ll os... Cuando nací estab estaba a mucho mucho más desnudo. desnudo. Me pondr é el el sobretodo. E s largo. lar go. Me ll ega ega hasta los pies. pies. Además, estaré unos días en la cama. Trataré de resfriarme. —Y , señor, señor, ¿me da el el tr aje? — Toma. L lévaselo. lévaselo. Tr anquilamente me quité la ropa. Aqu el tr aje era célebre célebre porque era vi ejo, como suelen suelen ser no pocos generales. generales. F ué compañero mío durante seis seis veranos y otros tantos inviernos. ¡P o brecito! — Parece una exposición de bellas bellas artes— me dijer di jer on cuando lo estrené, estrené, pues era un traj e a cuadros. M uy bonito. M uy pintoresco. Parecía una jaula... Quise Qui se despedirme despedirme de él. él. L o extendí en la cama, cama, con las pier — 77 —
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ñas y los brazos abiertos. Lo contemplé de lejos par a no arr e pentirme del regalo. ¡Oh, mis pantalones! ¡Se iban quizás parí siempr e! ¡P or cuántas esca escaleras leras subieron conmigo conmigo en busca busca de ilu siones, y de cuántas escaleras escaleras se cayeron de .. . esp al da s!... ¡Cuántas leguas anduvieron conmigo para olvidar mis penas furibundas y lucir mi orgull o de de ar ist ócra ta!... Y el chaleco, chaleco, ¡ po po brecito! Sus bolsillos originales daban albergue solamente a mis de do e.. . Y la chaqueta, chaqueta, ¡pobrecita ¡pobrecita chaqu eta! L os codos codos están están carcomidos. Pero los bolsillos estaban siempre llenos de libros y de diarios... Cada bolsillo era para mí un poco de ciencia y de literatura. E n el bolsill bolsill o interno, interno, sobre sobre el el corazón, corazón, instalé la “ B iblioteca blioteca de mis obras” obras” , es es decir, decir, manuscritos manuscritos i néd it os... E n uno 'de los bolsillos exteriores, que era grande como un hospital, llevaba a Shakespeare, Shakespeare, Mi lton, Cervantes, Ni ezstche, ezstche, mapas mapas y cuentas a pagar. pagar. ¡E ra el más abu lt ad o!.. . E n el otro iban Paul de Sain tVí ctor ctor jun to a D ’Annunzi o y Santa Teresa Teresa de de J esús esús que tocaba a Voltaire. Aquel era también el depósito de la cigarrer í a .. . cuando había cigarros. Además, otro de los rincones, rincones, lo destiné a las “ cuentas cuentas a cobr cobr ar ” . Pero estuvo vacío vacío eternamente. eternamente. Era una chaqueta maravillosa. Tres veces sufrió transformaciones. Unas manos hábiles y buenas, tenían a su cargo la curación de sus heridas. Cuando la tela variaba de color, esas mismas manos manos hábiles y buenas se se apresuraban a ponerla al revés. A l añ o siguiente, se realizaba la misma operación, y lo que antes había sido el revés y ahora el derecho, volvía nuevamente a ser revés para transformarse, al al otro año, en derecho.. . A sí fu é como como nadie pudo distinguir jamás cuál era el derecho o el revés. Ocurre lo mismo con los hombres que han vivido mucho y que han sufr id o más: nadi e les les conoce conoce el l ado bueno del del alma. Nadi e les conoce el revés y el derecho de su corazón... — Toma mi traj e. Ll évase évaselo lo a P edro. Di le que se sea feliz y que si quiere serlo de verdad, que se escape...
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para E ur opa, cuida ndo animales, como como peón. peón. L levaba mi tra j e . .. Si en los momentos momentos de hambre escarbó escarbó sus bolsil los en bus ca de monedas monedas ,tal vez haya encontrado al gún tr iste soneto. soneto. ¡D qué le habrá servi do! E se papelmoneda papelmoneda es tan cobarde— dic< ic< un chiste muy viej o,— que carece carece en en absoluto de valor . E s cierto L os úni cos bancos bancos en en donde le conceden conceden fáci l cur so legal, so? so? los bancos bancos de plaza. A l ’í, en vez de libr as esterlinas se cuenta? cuenta? las estrellas. T arca mu cho más más noble y más hermosa. P ero contal estrellas debilita el cerebro.
Desde aquell aquell a tarde han pasado siete siete años.P edr o salió de Buenos Aires sin rumbo. Tal cual viajan los que no tienen plata o los que tienen demasiado. Se fué sin un centavo. Se embarcó
Tr es años después después de la fuga de P edro, me encontré encontré er M ontevideo con con un amigo de ambos ambos.. I nq ui rí : • — Sabes Sabes algo algo de de P edro? Desde Desde que que se fué no he tenido n una sola noticia de ese infeliz bohemio. — ‘i I gnoras su desgracia desgracia ? — N o sé sé nada. — ¿E s posible? ¿N o sabe sabess que ha muerto? — ¿ M uerto ? — Sí, hombre. M ur ió hace tres mes meses es,, en Suiza, en una al dea dea próxima a Lausana. — ¿Cómo lo sabes? sabes? — Pocas horas antes de de mori mori r l e entregó al al cónsul una carta para mí. E l cónsul cónsul me la mandó, expli cándome el el suceso suceso en bre bre ves ves líneas. líneas. D ecía: “ Pedro E strada murió anoche. anoche. Ha dejado para usted la carta que le adjunto. Carecía de equipaje. Sólo tenía l o que llevaba puesto. L o enterramos tal como como estaba estaba,, con con la misma ropa interior, y el traje a cuadros con que vino (le América.” — Mi traje. ¡L o enterr enterr aron con con mi mi tr aje! ¿Sabías que er; mío? — Sí. P edro me lo dice en su carta. — ¿Y qué más más dice? dice? — Poca cosa cosa.. Mi ra. A quí tengo su carta. Quería mostrár mostrár tela. E scucha scucha este este pár ra fo: “ ...can sad o de andar y de vivir , cansado de llorar y no comer, creo que una tuberculosis galopante está haciendo conmigo lo que no pudo hacer la policía...
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M e muero. H e roto los papeles qne me me comprometían comprometían . N o hago testamento, porque no sé si tengo derecho a legar a los hombres las miseri miserias as y los dolores que que me me gané en la vi d a .. . Si encuentras en alguna borr achería a mi hermano L uis,— el úni co ser ser de mi famil ia que aún vive,—anúnciale mi muerte. muerte. A mi amigo J uan le dices dices que ccmo no tengo tengo n ai a que dejarle, me ll evo a la tumba el traj e a cuadros cuadros que' me pretó pr etó para la fu ga. (Si queremos que nuestros amigos nos recuerden es necesario dejarles una herencia o llevarse algo de ellos a la tumba). Me llevo, pues, el traje. Me enterrarán con él.” 4
Nota al lector: A quí debiera debiera t erminar ermin ar este cuento. Per o como como no se trata de xm cuento, sino por el contrario, de una historia, debo finalizarla de otr otro o modo, modo, tal como ella ella ocur ri ó. T odo lo que he desdescrito, está, sin duda, dentro de la lógica. No hay nada de extraordinario en un bohemio que presta a un compañero un pantalón, una chaqueta chaqueta y un chaleco. chaleco. E l compañero compañero se va a E uropa. ur opa. A ll í muere. muere. Y lo entierran entierran con con el el tr aje de1 de1 am ig o... P ero lo extraordinar ordi nar io aparece aparece despué después. s. La hi storia se complica. I nterviene nter viene el el misteri o. Y es ahora que la emoción emoción apresura mi pluma. ¿P odr é continuar la narración sin perjuicio de la claridad que necesito? Cuando un escritor habla de cosas propias y reales, resulta más nebul oso que cuan cuando do describe descri be esce escenas nas que ha soñado. E s más fácil mentir, que decir la verdad. L ector: la historia historia continúa.
Siete años se han cumpl ido desde que que Pedro P edro se fugó fu gó enj aulado en mi mi tr aje a cuadritos. cuadritos. Y cuatro años años han transcurr ido desde que que mi amigo me comuni có en en M ontevi deo la notici a de que Pedro había muerto. H oy,— 6 de abril de 1911 1911,— ,— iba yo por la calle 25 25 de M ayo. Caminaba Cami naba lentamente. M iraba ir aba las vidr ieras. De pronto quedé horr orizado. oriz ado. E n la l a puerta de uno de de, los tantos cambalaches cambalaches o bri o abrac que existen por ahí. se balanceaba balanceaba en una pu erta. — 80 —
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junt o a ropas usadas, usadas, mi pobre pobre traj e a cua dr os... ¡E l mío! E l mismo mi smo traje tr aje con que enterr aron a P edro en su su tumba de Suiza. Suiza. ¿Una alucinación? alucinación? Yo lo supuse supuse.. P ero, ero, n o. .. E ntré al camba cambalache lache.. P edí el tr aje. L o examiné. examiné. Y os jur o que era era el mío. ¡ L o tonzco tan bi en! L e conozc conozco o todos todos los rin cones. cones. E staba mucho más más viejo. Más remenda remendado. do. M ucho más más su ci o.. . ¡E ra el mismo! A nl e los asombrados asombrados rebuznos del cambalachero, rasgué el el forro. Bajo la solapa encontré el escapulario de la Virgen de L uj án que aquel'as “ manos hábiles y buenas” de que os os hablé al principio, habían cosido hace ya mucho tiempo... No cabía duda. duda. Era el mism o...
— ¿Cómo ¿Cóm o tiene usted aquí esta esta chaqueta y este pantal ón y este chaleco? — E so no le interesa— me respondió el cambalachero. cambalachero. — Sí, señor. Me interesa. H able. Conteste. Soy empleado de de policí a, j Quién Qui én le vendi vendió ó este este tr aje? — '¡Ah ! ¡Señor! Di sculpe. V ea .. . yo lo compré compré hace quince días a un inmigrante que se moría de hambre. Me dió lástima. N o tenía tenía tr abajo ni hablaba el español. español. E ra un suizo. No sé sé más. más. E s todo lo que que s é .. .” t
E piloguemos. piloguemos. Compré el traj e en en diez peso pesos. s. Ah í está. está. ¡A h ! ¡ Si h ablar a! Está en la percha, como como un ahorcado. ahorcado. ¡P obre Pedr o! M e asusta asusta la idea de encontrar encontrar me en en la call e con con él. Si su mortaja ha podido volver hasta mi percha, ¿por dónde andará vagando su cadáver? Buenos Aires, Abril 6 de 1911.
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C á r c e l (Repor taje hecho al señor señor J uan Porta acusado injustamente de ser el asesino del millonario se ñor Gartland. Este artículo al pu blicarse en Buenos Aires provocó ruidosas represalias y persecu ciones contra su autor.)
— ¿E s culpable culpable J uan Porta de la muerte muerte de Gart land? N o lo sé. sé. Tamp oco el juez lo sabe sabe.. L o sup on e... P or eso, eso, lo condena condena a veint icin co años años de cárcel. cárcel. N ada más. más. T al es de justa la pr ofesión de juez. N o lo condena condena a muerte por carecer de pruebas mate materiales. riales. Ya lo vei s.. . E s benigno. benigno. ¿Se ignoraba que en pleno siglo X X se puede condenar condenar a un hombre sin pruebas del delito? En la vida interviene tan a menudo la fatalidad, que yo creí que el código rechazaba las suposiciones. Pero, me han dich o que los jueces jueces tienen siempre razón. Me equivoqu é.. . Sea o no culpa ble, veamos, veamos, pues, a Port a.
H e querido verle, verle, para interrogarle. ¿Qu é impresión debió debió producirle la noticia de su larga condena? ¿Qué dice? ¿Qué piensa ? ¿Se puede ver a tr avés de sus ojos, l a sombra de algú n crimen? Esperemos. Allí viene...
E s un hombre grueso, de buena salud. Su v oz es es fin a y agradable. Sus ojos, nada huraños, miran rectamente, pero con — 82 —
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suavidad. Tina suavidad triste de ojos muy serenos que suelen llorar en silencio. silencio. Su tr aje, es es de luto. E stá vestido vestido de “ hombre” y sin número, pues todavía no le han puesto el uniforme ambiguo do penado. Usa anteojos. E n ]a soledad soledad del del l ocutorio donde las ventanil las par ecen ecen pupilas que nos contemplaran, yo le interrogo acerca de la impresión que le causara la sentencia. — Cuando mi defensor defensor el el doctor J esús H . Paz me tr ajo la noticia— díceme díceme Porta., Porta.,— — sentí una repugnancia tan pr ofunda hacia la humanidad, que aún tengo en la boca un gusto amarg o. .. Después Después leí la sente sentencia. ncia. — ¿Qué impresión le causó? causó? — Pr imero, fué interés. interés. Cu ri osidad. .. L uego, uego, asc asco. o. Repugnancia. nancia. .. E n seguid seguida, a, indignación. indignación. Ra bi a... ¡Oh, sí, sí, rabia! Ganas de ll orar y no pod er ... Un nu do en la garganta. garganta. Y , por fin, otra vez indignación y repugnancia... Después, tranquilidad. Y o no había queri do nunca defenderme. defenderme. ¿P ar a qué defenderme? “ ¿Tengo, acaso acaso,, una mancha?”— me decía.— decía.— “ Pues que me me la enencuentren” . Y o no puedo puedo defenderme defenderme de culpas culpas que no ten go... Suceda lo que suceda, estoy tranquilo. Para defenderme de la fatalidad no tengo más que un arma que está en mi corazón: ¡ es mi i nocencia !. . . P ero lo que me me ha indi gnado, lo que me ha hecho llorar es la crueldad con que el juez que me condena habla de mi pobre padre. Dice que ha sido poco menos que un pill o. ¡Menti ra! M i padr e es es un hombre dignísimo. Y o no dese deseo o defenderme, pues quiero consagrar todas mis fuerzas a la defensa de mi padre. E l pobre vi ejo debe debe sufrir horriblemente. horriblemente. E n su juv entud fué soldado carlista. De Bar celona, celona, vi no a Amér ica. P ero no como como un deli ncuente. Ll egó como como un desterr desterr ado polít ico, nada má s... E l doctor doctor F rancisco de de P. Oller, representante representante de de los carlitas en América, le conoce muy bien y ha declarado ante la justicia en favor de sus virtudes. Ahora, mi padre es cónsul en en la Asunción de del P ar agua y... — ¿Y su señora señora madre madre vive?— le pregunto para desviar desviar el tema. — N o, señor. señor. Desgraciadamente ha muerto muerto sin verme. Y o estaba estaba pr eso cuando cuando ell a fall eció. M e han tenido seis seis mese mesess in comunicado. No la he visto morir...
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Ante el recuerdo de la madre muerta, un silencio angustioso pone puntos suspensivos suspensivos en la conversación. conversación. L uego, uego, pr osigue: — Y o soy una víctima de la mala estrella. estrella. M i defensor defensor lo ha demostrado destruyendo uno por uno los cargos de que me acusan. N o hay en mí vi da, un solo hecho hecho que pueda ser obscur obscuro o y manchar mi honradez. Además /.qué interés podía tener yo en la muerte muerte del del señor señor Gartl and? N in gun o... Y o era era su pretegido. pretegido. Gr acias a él él tenía una posición. P oco antes antes de morir , me hizo hi zo ganar en un negocio, diez mil pesos. Continuamente me favorecía facilitándome la manera de ganar dinero. Ponía en mí toda su confi confi anza. L os gerentes gerentes de vari os bancos bancos declar declar aron que a menudo, el señor Gartland. en persona, iba a depositar sumas de dinero a mi nombre para facilitar sus operaciones comerciales. Ya ve usted si si tenía f e en en mi honestidad. ¿Cómo iba yo a des desea earr su muerte? muerte? N un ca. .. Ah ora, yo no quiero que me absuelvan por falta de pruebas. Quiero que me dejen puro como siempre lo he sido... — H a visto usted el el pár raf o de la sentencia sentencia donde el el juez habla de su infancia. — Pero, sí. ¡E s terr ibl e! Y o quisiera quisiera que le preguntaran preguntaran al obispo Boneo quien quien era yo cuando chico. ¡ E l me conoc conoce e bi en! . . . — '¡Y ti one usted usted hijos? — Sí. D os niños. niños. TTn TTna mujercita y un var ón. Y hay, otra vez, vez, un hondo silencio de puntos suspens suspensivos ivos,, parecidos parecidos a lágrimas. A l sálir estrecho estrecho las mano manoss de Por ta. N o tiemblan... “ — E ste hombre—me hombre—me pregunto yo mismo,— mismo,— ¿es un ases asesino ino de genio, o es simplemente simplemente un hombre hon r ado?’ ” H ay que creer creer lo mejor... E l doctor J esús esús H. Paz, abogado abogado de de Porta, y cuya defens defensa a el mismo juez doctor Veiga, encuentra habilísima, cree que la Suprema Corte absolverá a su defendido por falta de pruebas materiales. Don Quijote decía que más vale libertar a mil culpables que encarce encarcelar lar a un i nocente. nocente. E sper emos...
U n P u eb eb l o M i s t er er i o so so ( 1 ) E l mapa poli cial lo designa designa con el el nombr e de P ueblo de las Ranas. Más gráfi co «cría llamarle P ueblo de los C er dos. .. Ra dicado en la quema de las basuras,, detrás de los antiguos corrales de abasto, muy lejos de las calles sonoras y de los frontispicios luminosos, este pueblo, lleno de misterio, tiene en su aspecto la tristeza, de una ciudad que durmiera en brazos de la muerte. Sin embargo, bajo la humareda tibia que brota de su suelo, agítase la vida febr il de un enjambr e de gente. gente. M uy mala gente que ll eva en la sangre el instinto del crimen y en los músculos el duice cansancio de los los haraganes. La población la constitu yen más de trescientas personas. personas. Hombres, niños, mujeres. T odos viven viv en unidos. dos. L os une la confr confr aterni ater nidad dad de la miseria y del vici o; del amor amor y del od io .. . Se arrastran sobre sobre la basura basura con con la voluptuosa fil osofía de los cerdos. cerdos. A sí goza n. . . C uando los carros municipales llegan de la ciudad y vuelcan allí el hediondo contenido de sus vientres, la población en masa se echa encima de las montañas de inmundicia para elegir en ella su alimento: pedazos de pan fétido, aves muertas, frutas podridas, trozos de carroña. T odo. N ada perdonan. Y sin li mpiarl o, tal como como l lega, lega, con con tierra, con pringue, con roña, se lo llevan a la boca boca y se se lo com en.. en .... Y lo comen comen con con fru ici ón, con alegría, con hambre. Y lo más tri ste, lo más desconsolador, lo más amargo es que nunca se enferman. Ni si quiera se se mu eren ... E stán sano sanoss y rollizos. Son cerdo cerdos. s. Debajo de la mugre ostentan en la cara rojos matices de envidiable salud... Algunos poseen viviendas. Las construyen con latas superpuestas. Otr os duermen al air e libre. libr e. No N o usan camas.
Buenos Airee, 1910. (1)
“E l
Pueblo
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las Ra nas”,
en en
los arr abales
Air es, donde estaba estaba la “quema de basuras’’.
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¿P ara qué? E l pavimento es blando. La basura basura les ofrece una cariñosa cariñosa suavidad del colchón. colchón. E n i nvierno, l os pestíferos pestíferos vahos que como exudación de tisis surgen de la tierra, suplen la ausencia de los calorí feros. E n verano, ese mismo calor sír vele de ayuda. L es li mpia l a piel. L es baña en en sudor, de arriba a abajo. A sí se pur ifi can en su su propia salsa. salsa. L a policía lu cha con con ell ell os. L ucha inúti lmente. E n aquella atmósfera atmósfera de impudor , donde las mujeres se visten con la menor cantidad posible de vergüenza y de rop a; donde los hombres se se desayunan, desayunan, almuerzan y cenan con con alcohol venenoso; y donde los niños crecen imitando a los padres; dr es; allí , donde esto esto sucede, sucede, nada más lógipo que las almas practiqu en la vida n atural de la bestia. bestia. E n este pueblo extraño extraño los crímenes crímenes se se reproducen con con terri ble frecuencia. frecuencia. E l mávil pr in cipal suele ser ser la venganza venganza,, y a menudo menudo,, el a m or ... E l asesino asesino espera, espera, de noche, noche, en una encruci pada de basuras. basuras. L as ráf agas de humo, humo, son son un buen escondrij escondrij o. E n ellas se se gua rece.. . Cuando el enemigo enemigo se le acerca acerca saca saca el facón. U n facón luminoso lum inoso que bril la en las tinieblas como como un fuego fatuo. E n seguida da un salto de fiera, y, zás... ¡t o m a m a u l a ! . . . Después, ni un quejido. N i un gri to. A la mañana mañana siguiente el el gobernador gobernador del P ueblo de las Ranas, tropieza con con un cuerpo muerto. muerto. Viene la policía. I nv es ti ga ... ¿Qui én ha sido el el asesino? asesino? No se sabe sabe.. N o se se sabe sabe.. Sil encio. encio. E ntr e los miserables miserables,, una de las distintas fases fases del honor es saber ocultar los delitos ajenos. Otras veces la policía encuentra entre la basura el cadáver de una mujer haraposa, sucia, desgreñada. Ti ene el el corazón deshecho deshecho a puñaladas. ¿L os celos? ¿E l am or? Posiblemente. P osiblemente. Desdémo Desdémona na y Otelo son de todos los climas, de todas las atmósferas... A l i ntern arnos arn os en en los peli peli grosos dominios de esa esa selva selva de huhu mo que abarca la extensión del Pueblo de las Ranas, un hombre se nos aproxi ma. V iene seguido de tres perros. Y nos habl a: “ Venga, amigo. No tenga tenga miedo. miedo. E ste es un pueblo trabajador. T rabaj ar n o siempre siempre es es mover mover los los brazos. brazos. V ivi r es trabajar. P ero aquí vivi mos mejor mejor que la gente platuda. L ástima que se sernos rnos muchos. muchos. Ant es éramos éramos poco pocos. s. P ero áura han na cido una pu nta de chicos que no saben quién es su propia madre ni cual de nosotros nosotros es el p ad r e.. . Cuando llegan los basureros basureros de de los barrios ricos, viera, amigo, como nos apelotonamos pa poder cazar — 86 —
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al vuelo alguna gallinita de esas que los ricachos tiran nada más que porqu porqu e se mueren de moquil lo. N osotr osotros os les les sacamos sacamos las pl umas y en el mesmo fuego fu ego de la basur a las asamos. asamos. ¡Y qué ricas ! Tambi én tenemo tenemoss una casa de gobierno, que marcha macanudamente porqu porque e nadie le lleva el apunt e. L os que nos joroban son los revisadores del empresario de la quema. quema. No N o nos dejan sal ir sin revisarnos. Tienen miedo de que nos llevemos algún brillante encontrao encontrao en la basura. . . ¡Qué puch a! U n día me encontré encontré una piedra con brillo. Quise venderla como brillante fino y resultó que era falsa. ¡A h, l as mujeres todo todo lo llevan fa l so !.. . V e este este montón de trapos viejos? Pues aquí es ande vienen a parar los luj os de las mujeres. mujeres. ¿Y ve aque aquella lla t orr e? Son pantalones. pantalones. N ada más que pantalones. ¿Qué le parece? Ande diablo se habrán ido las pi ernas que los usaron ? ¡B ien dice mi comadr e Rosa l a P elada que los hombres están perdiendo todo, hasta los pantalon es!. . . T ambién por por acá tenem tenemos os una calle calle F lori da. ¿N o la coconoce? M ir e pa allá, ande^están aquell aquellos os ranchos. E n aquel de la izquierda damos esta noche un baile. ¿Quiere venir? Traigasé un cuehillito... cuehillito... ” N os despedimos despedimos.. L os tres perr perr os, mudos, mudos, inmóviles, i nmóviles, ll enos de barro, se han colocado colocado junt o al viejo atorrante. Y nos miran con sus claras pupilas en cuyo fondo florece una intensa alegría. T al vez, vez, conociendo conociendo la podredumbre podredumbre de l os hombres se creen más felices, más grandes, más dignos que el hermano del mono. Sonrí en orgull orgull osos osos de sentirse sentirse per r os.. . Buenos Aires, Noviembre 4 1905
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N uestr uestr os Esqueleto Esqueletos s M i buen amigo P edro parecía estar loco. loco. Con C on los ojos fuera de las órbitas y los labios agitados por un temblor de miedo, penetró penetró en en mi estudio estudio.. L loraba. L loraba a gr it os. .. — Pero, Pero, dim e... ¿Qué te ocurre? ocurre? H abl a...— le dije. dije. — M e sucede sucede algo horr ible. T ú sabes sabes que yo tenía sobre sobre mi escritorio una calavera muy antigua. Pues bien: ayer me la robaron... —¡Oh —¡Oh ! ¡Qué tontería tontería ! —Déjame concluir. concluir. ¿P iensas que que estoy estoy l oco ?. .. E scúchame: scúchame: esa calavera me servía de aprietapapel. Me la regaló mi padre, que la conservaba conservaba mi steriosamente. steriosamente. E ra l a calavera de un amigo de él, que fué asesinado en secreto, la misma noche en que murió mi madre. madre. (T al vez él él los mató). Papá siempre me me decía: decía: “ Conserva serva esta esta calave calavera.. ra.. Hace ver ver cosas cosas ra r a s. .. ” U na vez lo sorsorprendí delante delante de ella, diciéndole: “ ¡Can all a! ¡Y a no podrás quitarme la honr a!”,— y se reía mirando la calaver a... Mi padre era era muy bromista. . . Ah ora bien ; tú recordarás recordarás que mi aprietapap el ostentaba ostentaba en la fren te la huelga huelga de una herida. E ra un un hachazo que le atravesaba el hueso. De la mandíbula inferior le faltaban dos dientes. Además, una de las muelas, a la derecha, hallábase emplomada emplomada con con or o. .. F ui a la comis comisaría aría a denunciar el hurt o. Al entrar en la oficina, salió un oficial a recibirme. P ero, en ese ese mismo momento, momento, penetr aron ar on dos agentes conduci endo en en brazos el el cadáver de un hombre. hombre. P areca un cazador. L le vaza un morral y una escopeta. escopeta. E l oficial ofi cial me abandonó para int errogar a los dos dos vigilantes. E n seguida llegó un médico. médico. E xaminó el el cadá ver ... E n la frente presentab presentaba a una herida. Una herida semejante semejante a la de mi mi ca la ver a... L uego, uego, el médico médico,, para diagnosti car si el fall ecimient o era era reciente, le abri abrió ó la boca. boca. L e examinó examinó la l eng ua ... ¡H orr or! V i que una una muela, muela, a la derec derecha. ha. — 88 —
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era de oro, y que le faltaban dos dientes en la mandíbula inferior, l o mismo mismo que a mi aprietapa pel. . . E l médico y los empléalos prosiguieron el fúnebre examen. Para quitarle el .saco, tuvieron que desprende desprenderle rle la correa del del zur rón. E l zur rón, al caer, produjo un ruido seco, como si algo pesado hubiera dentro. Un vigilante, sorprendido, lo abrió, sacando de su interior ¿sabes bes qué?, qué?, ¡mi ca la ver a!... Sí. E ra mi calavera, calavera, con con su misma misma muela muela de oro, oro, su herida herida en la frente y su hueco hueco v ac í o.. . “ E s curi oso— oso— exclamó el el m édico;— dir íase que esta esta calavera calavera es la misma del muerto” . .. Y yo pensé pensé en mi padre, padre, en mi madre y en el amigo asesinado misteriosamente. Cuando Cu ando Pedr o concluy concluy ó su nervi oso relato, llor ó coom coom un niño. L e aconse aconsejé jé tranqui li dad. P oco despué después, s, me d i jo : “ — Oy eme.. . Y o creo creo que que nuestra nuestra alma es es inmortal y que la metempsícosis es una verdad concluyente. Cuando nosotros morimos, nuestra alma se reencarna. Transmigra. Queda el cuerpo vacío. Creamos ot r o... o. .. Tu alma, por por ejemplo', ejemplo', ha ha tenido otr otro o cuerpo. Ese cuerpo murió, y tu alma se encarnó de nuevo en la envoltura carnal que ahora llevas... ¿Dónde estará tu cadáver anterior? ¡Calcula tú, cuántos esqueletos tuyos y mos andarán por la ti err a! ¿N o sentir sentir ías pla cer en en contemplar l os esqueletos esqueletos en que tu alma ha vi vi do? ... A sí como como todos todos los los trajes de una persona toman con el uso la forma del cuerpo que los lleva, cada envoltura humana corre las mismas aventuras del otro cuerpo anterior que abrigó la misma misma alma. ¿Te explicas explicas el misteri o? La calavera que me robaron pertenecía al cuerpo que, en otra vida, sirvi ó de cárcel cárcel al alma de aquel aquel muerto que vi en la poli cía. . . ¿Comprendes?” Como no comprendí, le contesté: “ — Tiene Tienes razón.” razón.” Salió ocrri endo. endo. S e fué sin saludarme. Y no le vi hasta hoy, hoy, que le encontré encontré dormido en un cajón. E ntr e cuatro velas. velas. M uert o .. . An oche oche se se pegó pegó un un tiro. Montevideo, 1909.
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S u d a m e r i c a n o s ¿NOS CONOCEN EN EUROPA?
— ¿Nos conoc conocen en en Eu ropa? L a pregunta es vulgar. V ulgarí sima. E l tema ha pasado de moda. moda. Quejar se del del olvi do en en que la E ur opa tiene a nuestra América, es es cos costumbre tumbre muy fea. fea. Es costumb costumbre re infa nti l. . . Reí rnos, con ingenua ironía, de la ignorancia de los pueblos viejos, es sistema tan pobre, que sólo sirve para dar solidez a esa ignor an cia ... Si l a E uropa no sabe sabe que existimos existimos,, la culpa no es, es, sin duda, de los eur opeos.. . L a culpa es de Colón que no tuvo el talento talento genial genial de desc descubrir ubrir nos quinientos quinientos años años an tes.. . Cuando hayamos cometido crímenes históricos, cuando nombremos en cada república de América un rey que cace moscas; cuando hayamos declarado una guerra sangrienta a un país europeo; cuando demo demoss a luz un Ví ctor H ugo; cuando in ventemos ventemos la manera de volar sin alas; cuando tengamos eso y todo lo demás, entonces, ces, recién entonces entonces los gobiern gobiern o de Eu ropa agregarán a su ciencia geográfica la siguiente verdad: “ — América, es es un antiguo país de salvajes. salvajes. L o civil civil izaron los franceses franceses bajo la dirección dirección de Anatole F r a n ce. ..” Así, pues, ,no pongo gran entusiasmo en hablaros de un tema tan trillado. Pero la historia americana debe conservar como documentos que tendrán gran valor en lo futuro, todo aquello que pru ebe la existencia de América. Y o he tenido la suerte de desdescubri r algunos de esos esos bellos documentos. documentos. Son consoladores. consoladores. Y puedo blasfemar que su lectura me ha producido, contra mi volun tad, l a más más triste emoción. emoción. Per o esta esta vez vez no es es Fr anci a la culpable. ulpable. N i siquiera siquiera es Alemania. Alemania. Oj alá fuera I ngl aterr a... Aclaremos: E n Génova Génova se publica un diari o de notable notable prestigio, titu-
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lado: “ Í1 Secolo Secolo X I X ” . Cuenta Cuenta 24 años años de existenc existencia. ia. Su fun dador estuvo algún tiempo en la República Argentina. Pues bien: , el 15 de N oviembre, oviembre, dicho diar io publ icó el el telegrama que tr aduzco en seguida al caste'lano. Supongo que se refiere al asesieed : nato del del coronel Fal cón. L eed “ — De Buenos Buenos Ai res: Asesinato del Obispo de Cuzco.— Cuzco.— E l asesino asesino es es una anarqu ista :— U n telegrama telegrama del Cal lao trae la noticia de un horrible atentado anarquista, del que ha resultado víctima el obi spo d e Cu zco, m onseñor Fa lcón. H oy, a medio medio día, este prelado atravesaba en carruaje una de las más populares calles del Callao, acompañado de sú sú secretario secretario L art igau, cuan do un joven como como de 19 años, acercándose acercándose rápidamente, a rr ojó u na bomba dentro del coche. “ Sint ióse un horri ble fragor. E l carr uaje quedó quedó destroza destrozado. do. E l obispo y su secretari secretari o yacían yacían en un lago de sangre. L a A sistencia Pública recogió a m on señor Fa lcón mortalmente herido en la cabeza, en el vientre y en las piernas. El desgraciado prelado sobrevivió pocos pocos instantes después. después. L as úni cas palabras que pudo pronunciar fueron: —Madre mía... “ E l asesino, asesino, al al parecer, no tenía nin gún motivo de rencor contra el pobre prelado. “ E l tr ágico suces suceso o ha producido una doloros dolorosa a y pr ofunda impresión en la ciudad peruana.” ¿Os basta? basta? Y o creo que que sí .. . Además, Además, creo que que el el telégrafo es un atraso humano ll amado a desapa recer ... L os anarqui stas debieran comenzar por destruir los cables. Mientras el telégrafo exista* viviremos incomunicados con el resto del mundo... “ II Secolo Secolo X I X ” , confundió confundió al al jefe de policía policía asesina asesinado do en Buenos Aires, — el coronel coronel F alcón — con un obispo imaginaimaginario del Perú... Sin embargo, no es honesto ensañarse. Para cambiar el rum— 91 —
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bo de esta nota tan triste, que sugiere sonrisas sangrientas y macabras, cabras, entremos entremos en en E spaña. A quí no se trata de peri peri ódicos. ódicos. N i de muertos. muertos. Ni de tel égr af o... Tr átase simplemente, simplemente, o compli compli cadamente, de un libro de medicina social. Su autor es de Barcelona. Se Tama A lf redo red o Opisso, el el conocido médico de Sanidad San idad de la Ar mada E spañola. E s mi mi hombre que on Españ a goza goza de cierta fama intelectual. En su última obra, publicada por una popul ar casa e litora li tora de B arcelona, el doctor O pisso dice lo siguiente: “ E n algunos paíse paísess como como la Repúbli ca Argenti na, no se ha vacilado en favorecer la nupcialidad persigui endo d celi celi bato por medio de crecidas pero no aconsejaríamos tal crecidas cont cont ri bucion es; es; expediente en España, por temor a que los resultados fuesen contraproducentes. traproducentes. .. ” ¡A h, qué encantador es usted, doctor doctor Opiss O pisso! o! Sin duda mi ilustre amigo Blasco Ibáñez habrá informado a este sabio médico barcelonés de las feas costumbres argentinas... E n E uropa ur opa se se ignoraba hasta ahora que en Buenos Ai res los hombres solteros solteros debían de pagar una mult a. E s un progreso. Sin embargo, habrá quien diga que estamos atrasados todavía... —'¡Ah, cantores cantores de la Capilla S ix ti na !... París, Diciembre de 1909.
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— M o zo zo! — ¿ Señor i — ¿Qu ién es aquel aquel caballer o tan suci o? Me molesta. molesta. Le veo todas las noches. Sin hablar, se emborracha. Se apresura a beber como si alguien le empinara la copa. Parece un aristócrata que se muriera de hambre. — N o sé como se ll ama. P ero, precisamente anoche, anoche, me preguntó quién era usted. — ¿S í? P ues dile dile si quiere quiere conve conversar rsar conm igo... — Tanto gusto. gusto. — Tanto placer. placer. Y en seguida seguida nos hicimos amigos. amigos. H ablamos de la taanperatura taanperatura H ablamos de todo meno menoss de nosotros, que era lo ún ico que nos interesaba. interesaba. P or fin , yo reventé: — Vea, señor. señor. U sted me int ri ga. H ace más más de un mes mes que lo veo en este mismo café. Solo. Siempre solo y triste. Desearía saber por qué no se suicida. —L o mismo digo yo. Sus mi radas fosfóricas me asustan. asustan. — N o es es extr extraño. año. H e pasado diez años años en en el mani comio.
Desde aquell aquella a noche, noche, nuestra amist ad llenóse de cariño. Y o le confesé mi aburrimiento de ser pobre. —Q uisiera ser ser mill onario— le dije.— Soy pobre pobre de nacimiento. nacimiento. — E s una felici dad— me repuso.— repuso.— L o horr horr ible, lo espantos espantoso o es haber sido como yo, muy rico y muy feliz y encontrarse de repente en en la miseria. Y desdichado. desdichado. — 92 —
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M e ll evó a su casa. casa. E s cleeir, cleeir, a la miserable habi tación donde vive o donde donde muere muere con con sus sus hijos. ¡Qu é pobreza! E s un convenconventillo. Varios chicos roñosos, jugaban en el suelo. — Vea u sted ... Estas criatur criatur as tenían cuanto cuanto neces necesitaban. itaban. T raj es. Botines. Al imentos. M ad r e... Ah ora, carecen carecen de todo. Desde que mis negocios fracasaron, la dicha se hundió con ellos. L os hij os de los pobres pobres,, que nunca saborean saborean la opulencia, engordan con la miseria; pero los que nacieron en cunas lujosas y tienen que degradarse viviendo entre el hambre y la mugre, enflaquecen. Se mueren... — P ero el cariño de la madre ha de salvarl os.
— ¡La madre! Mi mujer también también conoció conoció la voluptuosidad voluptuosidad del del l uj o. .. . Por eso no pudo pudo resistir resistir la crueldad de de la miseria. miseria. — ¿ H a muerto muerto í — pregunté. pregunté. M i ami go tuvo un soll soll ozo. ozo. N ada contestó. contestó. Pero u no de los hijos, el más más sucio y desarrapado, le gri tó: — P apá: esta esta tarde la vi a mamá mamá en en P alermo. I ba en automóautomóvil . E l v iejo que la acompañaba acompañaba me ti ró di ez centavo centavos. s. ■ — Dámelos— ordenó t ran qui lament e el .padre. .padre.