iA F ECT A N L AS AS O OB BJ ECI ON ONE S DE HEGEL A K AN ANT T TAMB TAMBIEN IEN A L A ETICA ETICA DEL DIS ISC CURS RSO O? ,~
K . O. Apel y yo hemos intentado en los ultimos aiios, valiendonos de los medios de una teori ria a de la comunic icacio ion, reform rmula lar la teori ria a moral de Kant en 10 tocante ala cuestion de lajustificacion de las normas. Hoy voy a glosar la idea basica de la etica del discurso y abordar algunas de las objeciones que en su tiempo hizo Hegel a la etica de Kant. En la pri rim mera part rte e d.emi ponencia trato dos cuesti tio ones: 1. (Que significa etica del discurso? 2. (Q (Qu ue intuiciones morales trae a concepto la Hic Hi ca del discurso? La complicada cuesti tio on de la fundamentacion de la etica del discurso, solo voy a tocarla de pasada. En la segunda part rte e abordare la pregunta hecha en el titulo. Me limitare alas cuatro objeciones mas importantes que Hegel hizo a la fi fillosofi fia a moral de Kant, a saber: 1) A la objecion de Hegel contra el formalismo I
ralittiit und Sittli lic chkeit it.. ,', Publicado en W. K ohlman (comp.). Morali Francf ort, 1986. 1. Veanse lostrabajos deKarl Otto Apel en: K . O. Apel, D.Bohler, raktische ktische Philo los sophie j jE Ethik, Franefort G. Kadelbach (comps.) .), Pra fort,, 1984; J . Habermas, «Diskursethik - Noti tize zen zu zue einem Begri riiindungsprogramm», en: id idem, Mora ralb lbe ewuf J tsein und kommunik ika atives Ranfort,, 1983. deln, Francfort
de la etica kantiana: como el imperativo categ6ri ric co exi xig ge abstraer deto tod do contenido determinado de las maxi xim mas de acci cci6n 6n y de los deberes, laaplicaci6n de ese pri rin ncipio moral no tiene mas remedio que conducir ajuicios tauto16gicos. 2) Ala objeci6n de Hegel contra el universalismo abstracto de la etica kantiana: como el imperativo categ6ri ric co exi xig ge separar 10universal de 10parti rtic cular, los juicios validos confo for rme a tal principio tienen que resultar insensibles ala naturaleza parti rtic cular y al contexto del problema que en cada caso se pretende sol olu uci cion onar y, por ende, permanecer externos al caso parti rtic cular. 3 2
2.. «L «Lam amateri ria a delasmaxi xim mas permanece laque es, una determinid idad 0partic icularid idad; ylauniversalidad deque laprovee su recepci6n en la forma, es, por tanto, una unidad meramente analitica, y cuando launidad asi conferi rid da queda simplemente expresada enuna oraci6 i6n, setrata deuna oraci6n analitica, deuna tautologia.» «Uber die wissenschaftl tliichen Behandlungsarten des Naturr rre echts», en: G. W. F. Hegel, l, Werke en 20tomos, Francfort, pag. 1969y 9y sigs. (Suhrkamp), ), t. 2, pag. 460. El formalismo queda tambien demanifiesto en que acualquier maxima puede darsele laforma de una ley general: « Y no existe absolutamente nada, que de este modo no pudiese convertirse en una ley de las costumbres» (H (He egel, Werke, t. 2, pag. 461).
3. «Laconci cie encia moral, en tanto que simple saber y querer del puro deber ... ..e esta tar referi rid da alarealidad del complejo casoparti rtic cular, viendose asi ante una compleja relaci6n moral .. .... Ahora rab bien, en 10 que conci cie erne a los multiples deberes la conciencia moral s6lo ati tie ende a10 quehay en ellos dedeber puro; losmulti tip ples deberes, en tanto que multi tip ples, son determinados y, por tanto, nada santo para Phanom menologie des Gei Geistes, Werk rke e, la conciencia moral» (Hegel, l, Phano t. 3, pag. 448). El reverso de laabstracci6n respecto de10 partic icular eslaabsoluti tiza zaci6n de10 partic icular, parti rticu cular que, como tal, seh ehace irreconocible en f orma deuniversal: «Pero rom mediante lamezcla dela f orma absoluta con lamateri ria condici cio onada, a 10 irr rre eal, a 10 condi-
A la objecion de Hegel contra la impotencia del simple deber: como el imperativo categorico exige una rigurosa separacion entre el ser y el deberser, eseprincipio moral no puede o&ecer indicacion alguna acerca decomo poner por obra las ideas morales.4 4) Ala objecion deHegel contra el terrorismo de la pura intencion: como el imperativo categorico establece un corte entre las exigencias puras de la razon pnktica y el proceso deformacion del espiritu y lasconcreciones historicas deeseproceso, no puede menos de sugerir a los abogados de una vision moralizante del mundo una politica que sepone por meta la realizacion de larazon y que, por mor de la consecucion de f ines mas altos, acaba aceptando y dando por buenas acciones inmorales.5 3)
cional, se10dotadecontrabando del canicter absoluto delaforma, y en estainversi6n y juego deprestidigitaci6n radica el nervio deesta legislaci6n pnictica de laraz6n» (Hegel, Werke, t. 2, pag. 464). 4. «Laconciencia moral ...hacelaexperiencia dequelanaturalezano sepreocupa desuministrarle laconciencia delaunidad desu realidad (delaconciencia moral) con lasuya(delanaturaleza) ...La conciencia inmoral quizasencuentra ocasionalmente surealizaci6n donde la conciencia moral s610vemotivo para la acci6n, pero se percata dequeesaacci6n noIeaporta lafelicidad dellevar adelante las cosas y el gozo de acabarlas. De ahi que encuentre mas bien motivopara lamentarse sobretal estado deinadecuaci6n entre si y10 existente ydelain justicia que laobligaaconsiderar su objeto s610 como puro deber, pero quese10sustrae yIeimpideverlo realizado» (Hegel, Werke, t. 2, pag. 444). 5. Hegel dedica al terrorismo de laeticajacobinista un famoso capitulo titulado «Lavirtudyel curso del mundo», enel quemuestra c6mo lamoral seconvierte en medio «parahacer realidad el bien, sacrificando para ello al individuo» (Hegel, Werke, t. 2, pag. 289).
ad 1): (Que significa etica del discurso? Permitanme antes que nada explicar el caracter deontologico, cognitivista, formalista yuniversalista de la etica kantiana. Como Kant pretende limitarse estrictamente al conjunto de los juicios normativos susceptibles de fundamentacion, tiene que partir a su vez de un concepto estricto de moral. Las eticas clasicas se habian referido a todas las cuestiones de la «vidabuena»; la etica de Kant solo se refiere yaa problemas relativos ala accion correcta 0 justa. Los juicios morales explican como pueden zanjarse los conflictos de accion sobre hi base de un acuerdo racionalmente motivado. En un sentido amplio siryen para justificar acciones ala luz de normas validas 0la validez de normas a la luz de principios dignos de reconocerse. Pues el fenomeno basico que la teoria moral ha de abordar y explicar es la validez deontica, el deber ser, demandatos ynormas de accion. En este aspecto hablamos de una etica deontologica. Estaentiende larectitud delasnormas o mandatos por analogia con laverdad de una oracion asertorica. Ello no obstante, la «verdad» moral de las oraciones de deber no debe asimilarse, como ocurre en el intuicionismo anglosajon 0en la etica germana delos valores, ala validez asertorica de las oraciones enunciativas. Kant no confunde la razon teorica y la razon practica. Yo entiendo la validez normativa, como una pretension devalidez analoga aladeverdad. En estesentido hablamos tambien de una etica cognitivista. Esta tiene que poder respon-
der alacuestion de como fundamentar los enunciados normativos. Y aun cuando Kant elijalaforma de un imperativo (<
los intereses de cada uno, previsiblemente se sigan de la observancia general de la norma tienen que poder ser aceptados sin coacci6n alguna por todos. Finalmente llamamos universalista a una Hica que afirma que este principio moral (u otro similar) no s610expresa las intuiciones de una determinada cultura 0 de una determinada epoca, sino que tiene una validez general. S610una fundamentaci6n del principio moral que no se limite a recurrir a un factum de laraz6n, puede desmentir lasospecha de no tratarse de otra cosa que de una falacia etnocentrica. Hay que poder demostrar que nuestro principio moral no se limita areflejar los prejuicios de los actuales europeos adultos, blancos, varones, y provenientes delas capas burguesas. No voy aentrar en esta parte delaetica, lamas dificil detodas, sino que me voyalimitar arecordar latesis que, en 10tocante aello, la etica del discurso sostiene: todo aquel que trate en serio de participar en una argumentaci6n, no tiene mas remedio que aceptar implicitamente presupuestos pragmatico-universales que tienen un contenido normativo; e1principio moral puede deducirse entonces del contenido de estos presupuestos de la argumentaci6n con tal que se sepa que es eso dejustificar una norma de acci6n.7 7. Encualquier caso, laideadejustificacion denormas no debe ser demasiado fuerte yno deberia introducir yaenlapremisa aque110que solo debe ser conclusion, a saber: que las normas, para considerarse justificadas, habrian depoder encontrar el asentimientodetodos losafectados. Estefueun error quecometi en J . Habermas (1983), pag. 102 y sig., y que quedo corregido en la segunda edicion (1985).
Hasta aqui los supuestos deontologicos, cognitivistas, formalistas yuniversalistas basicos quetodas las eticas de tipo kantiano defienden y comparten. Ahoravoyaeritrar aglosar brevemente el procedimiento del discurso practico, mencionado en el principio 'D'. El punto devistadesdeel quelascuestiones moralespueden enjuiciarse con imparcialidad, 10 llamamos «punto de vistamoral» (moral point of view). Laseticasformalistas seleccionan unaregIaquedeclaracomopuede considerarse algodesdeunpunto de vistamoral. Como es sabido, John Rawls recomienda para estefinuna «posicionoriginal» enque todos los participantes se enfrentan unos a otros como partes contratantes, capaces de decision racional con arreglo afinesy dotadas deuna misma f acultad dedecision, pero que desconocen laposicionquevanaocupar enlasociedad efectiva;Rawls considera la«posicionoriginal» «como el punta de partida masadecuado queasegura quelosacuerdos que se tomen en ella sean limpios y equitativos (fair)>>.8 Con el mismo proposito G. H. Mead recomienda, envezdeeso,unaasuncion ideal derol que exigeque el sujeto quejuzgamoralmente seponga 8. J. Rawls, A Theory of J ustice, Oxf ord, 1973.Lamismaintuici6n es laque G. H. Meadarticula valiendose del concepto deasunci6n ideal de rol (ideal roletaking), concepto que tambien L. Kohlberg pone alabase desuteoria del desarrollo delaconciencia moral (G. H. Mead, «Fragments on Ethics» en: idem. Mind, Self an Society, Chicago 1934 (trad. cast.: Espiritu, persona y sociedad, Barcelona, Paid6s, 1982). Veasetambien H. Joas, Praktische lntersubjektivitiit, Franefort, 1980, capitulo 6, pag. 120y sigs.
en ellugar detodos aquellos que podrian verse afectados por laejecuci6n deuna acci6n problem:itica 0 por la entrada en vigor de una norma cuestionable. E l procedimiento del discurso practico ofrece venta jas frente aambas construcciones. En las argumentaciones 10sparticipantes han de partir de que en principio todos los afectados participan como iguales y libres en una busqueda cooperativa de la verdad en laque no puede admitirse otra coerci6n que laresultante delos mejores argumentos. E l discurso pnictico puede considerarse como un exigente modo de formaci6n argumentativa deuna voluntad comun que (al igual que la «posici6n original» de Rawls) tiene por fingarantizar, merced s610apresupuestos universales de la comunicaci6n, larectitud (0 fairness) de cada uno de 10sacuerdos normativos que puedan tomarse en esas condiciones. Estepapel puede desempenarlo el discurso practico merced a suposiciones idealizadoras que losparticipantes han de hacer en sus pnicticas argumentativas efectivas; desaparece, por tanto, el caracter ficticio dela«posici6n original» incluyendo el artificio que representa el «velo de ignorancia». Por otro lado, el discurso practico puede contemplarse como un proceso de entendimiento que, por su propia forma, obliga a todos los participantes simultcmeamente auna asunci6n ideal de ro1. La asunci6n ideal de rol que en Mead pnictica cada uno de forma particular yprivadamente, queda convertida as! en algo publico, practicado intersubjetivamente por todos.9
ad 2): (Que intuiciones morales trae a concepto la etica del discurso? Queda en pie la cuesti6n de por que la explicaci6n que laetica del discurso dadel punto de vistamoral 0 de laimparcialidad del juicio moral recurriendo aun procedimiento, habria depoder considerarse expresi6n adecuada denuestras intuiciones morales, lascualesno son algo procedimental, sino algo sustancial. «Morales» voya Hamar atodas las intuiciones que nos inf orman acerca del me jor modo de comportarnos para contrarrestar mediante la consideraci6n y el respeto la extrema vulnerabilidad de las personas. Pues, desde un punto de vistaantropo16gico, lamoral puede entenderse como un mecanismo protector que sirve de compensaci6n a la vulnerabilidad estructuralmente inscrita en las formas de vida socioculturales. Vulnerables en estesentido y, por tanto, moralmente necesitados de atenci6n y consideraci6n son los seres que s610 pueden individuarse por via de socializaci6n. La individuaci6n espaciotemporal de laespecie humana en ejemplares particulares no viene regulada por un mecanismo genetico que directamente vaya de la especie al individuo particular. Antes bien, lossujetos capaces delengua jeyacci6n s610seconstituyen como individuos porque al crecer como miembros de una particular funciones otras que las criticas cuando la materia necesitada de regulaci6n se ref iere a intereses susceptibles de universalizaci6n. Mientras tans610esten enjuego intereses particulares, laformaci6n pnictica de una voluntad comun tiene que adoptar la f orma de compromisos. Veasesobre ello J . Habermas, Problemas de legitimacion en el capitalismo tardio, Buenos Aires, 1975,pag. 135 y sigs.
comunidad delenguajeseintroducen enun mundo de la vida intersubjetivamente compartido. En los procesos comunicativos deformacion seforman y mantienen cooriginariamente laidentidad del individuo y ladel colectivo. Pues con el sistema depronombres personales, el usodellenguaje orientado al entendimiento, que caracteriza alainteraccion socializadora, lleva inscrita una inmisericorde coercionqueobligaal sujetoaindividuarse; y esatraves deesemismomedio querepresenta ellenguaje cotidiano como alavezseimpone laintersubjetividad que sirve de soporte al proceso de socializacion.10 Cuanto mas se diferencian las estructuras de un mundo delavida,contantamasclaridad sevecomo lacreciente capacidad deautodeterminacion del su jeto individuado va entretejida con una creciente integracion enredes cadavezmasdensas dedependencias sociales. Cuantomas progresa laindividuacion, tanto masseveenvueltoel sujetoparticular en una red cada vezmas densa y alavez mas sutHde reciprocas posibilidades de desamparo e indefension, y decorrespondientes necesidades deproteccionquecomportan incontables riesgos. Lapersona solo desarrolla un centro interior en lamedida en quealavezseextrafiadesi enrelaciones interpersonales comunicativamente establecidas. Elloexplica el riesgo, por asi decir, constitucional y lavulnerabilidad cronica aque estasometida laidentidad, que son incluso superiores alapalpable posibilidad de 10. J. Habermas, Teoria de fa accion comunicativa, 1987, t. 2, pag. 86 y sigs.
Madrid,
merma y quebranto a que estasujetalaintegridad del cuerpo y de lavida. Laseticasdelacompasionsepercataron muybien dequeestaprofunda vulnerabilidad hace menester se garantice la atencion y consideracion reciprocas. Y estaatencion y consideracion han deestar dirigidassimultaneamente, as! ala integridad dela persona individual, como al vital tejido derelaciones de reconocimiento reciproco, en las que solo mutuamente pueden laspersonas estabilizar suquebradiza identidad. Ninguna persona puede afirmar suidentidadpor si sola. Elloni siquieraselograenel desesperado actodesuicidio, quelosestoicosensalzaroncomosignadelasoberanaautodeterminacion del sujeto superindividuado y aislado. Lascerteras reacciones delaconciencia hacen columbrar al entorno mas proximo que ese acto, en apariencia el mas solitario detodos, no seaquizasotra cosaque unaconsumacion del destino quesupusounaexclusiondel mundo delavidaintersubjetivamente compartido, destino que, por tanto, es responsabilidad detodos. Como las morales estan cortadas al talle de la I I
11. Veasemi critica aGehlen: «Esaprofunda vulnerabilidad que hace precisa, como contrapeso, una regulaci6n etica del comportamiento, no sefundaenlasdebilidades biol6gicas del hombre, enlas def iciencias desu dotaci6n organica al nacer, 0en 10s riesgos que comporta unperiodo decrianzadesmesuradarp.entelargo, sinoenel sistema cultural mismo construido como co~pensaci6n de todo ello. EI problema etico fundamental es el de garantizar de modo comportamentalmente efectivo laconsideraci6n y respeto reciprocosoEste esel verdadero nucleo delas eticas delacompasi6n» (J . Habermas, Perf iles filos6fico-politicos, Madrid, 1981,pag. 106).
posibilidad de quebranto deseres que seindividuan por socializacion, han decumplir siempre dos tareas a la par: hacen valer la intangibilidad de los individuos exigiendo igual respeto por ladignidad de cada uno; pero en lamisma medida protegen tambien las relaciones intersubjetivas de reconocimiento redproco por las que los individuos semantienen como miembros de una comunidad. A estos dos aspectos complementarios responden los principios dejusticia y solidaridad. Mientras que el primero exige igual respeto e iguales derechos para cada individuo, el segundo reclama empatia y preocupacion por el bienestar del projimo. Lajusticia en el sentido moderno se refiere ala libertad subjetiva de individuos incanjeables. En cambio, la solidaridad se refiere a la eudaimonia de individuos implicados y hermanados en una forma de vida intersubjetivamente compartida. Frankena habla de principle of justice, deprincipio deigualdad detrato y deprinciple of benevolence, que nos manda fomentar el bien comun, evitar los dafios y hacer el bien.12 Pero la etica del discurso explica por que ambos principios provienen de una y la misma raiz de lamoral, justo delavulnerabilidad necesitada decompensacion de seres que solo pueden individuarse por viade socializacion, desuerte que lamoral no puede proteger 10 uno sin 10 otro, no puede proteger los derechos del individuo sin proteger alavez el bien de la comunidad a que el individuo pertenece. E l motivo basico de las eticas de la compasion
puede desarrollarse hasta un punto en que se ve clara laconexi on interna deambos principios morales que hasta ahora en filosofia moral han supuesto siempre puntos de partida para tradiciones Qpuestas. Las eticas del deber se han especializado en el principio dejusticia, las eticas de los bienes se han especializado en el bien comun. Pero ya Hegel se percato de que se yerra la unidad del fenomeno moral basico cuando seaislan ambos aspectos oponiendo un principio aotro. EI concepto de eticidad de Hegel parte, por tanto, de una critica ados unilateralizaciones que resultan simetricas. Hegel se vuelve contra el universalismo abstracto de lajusticia, tal como viene expresado en los planteamientos individualistas de la Edad Moderna, asi en el derecho natural racional como en laetica kantiana; pero con la misma decision rechaza el particularismo concreto del bien comun tal como se expresa en la etica delapolis deAristoteles 0en laetica tomista de losbienes. Laetica del discurso hace suyaestaintencion basica deHegel para desempefiarla con medios kantianos. Laafirmacion que acabo de hacer resulta menos sorprendente si setiene en cuenta que los discursos, en los que las pretensiones de validez que se han tornado problemMicas setratan como hipotesis, representan una especie de accion comunicativa que seha tornado reflexiva. Asi, el contenido normativo delos presupuestos delaargumentacion esta tornado simplemente delas presuposiciones de laaccion orientada al entendimiento, sobre las que, por asi decir, los discursos seasientan. EI verdadero nucleo
del derecho natural racional puede salvarse, portanto, con latesis dequetodas lasmorales coinciden en una cosa: todas coinciden en extraer del propio medio que representa la interacci6n lingtiisticamente mediada, al que los sujetos socializados deben su vulnerabilidad, tambien los puntos de vista centrales que permiten una compensaci6n de esa debilidad y vulnerabilidad. Todas las morales giran en torno al trato igual, ala solidaridad yal bien comun; pero estas son ideas basicas que derivan todas ellas de las condiciones de simetria y de las expectativas de reciprocidad que caracterizan alaacci6n comunicativa, esdecir, que cabe encontrarlas inscritas en 10que mutuamente se atribuyen y de consuno mutuamente sesuponen losimplicados en una practica cotidiana orientada al entendimiento.13 Ahora bien, dentro de la practica comunicativa cotidiana estas presuposiciones del empleo del lenguaje orientado al entendimiento s610tienen un alcance limitado. En el reconocimiento reciproco de sujetos capaces de responder de sus actos, que orientan su acci6n por pretensiones de validez, estan ya in nuce las ideas de igualdad de trato y solidaridad; pero estas obligaciones normativas no superan los limites del concreto mundo de la vida de una etnia, de una ciudad 0 de un Estado. Laestrategia de la etica del discurso de obtener los contenidos de una moral universalista apartir de los presupuestos generales delaargumentaci6n tiene perspectivas deexito pre13. Esto es un viejo tema de la teoria de la acci6n: A. Gouldner, Reziprozitiit und Autonomie, Francfort, 1984, pags. 79 y sigs.
cisamente porque el discurso representa una forma decomunicacion mas exigente, que apunta mas ana de las f ormas devida concretas, en que las presuposiciones de laaccion orientada al entendimiento se generalizan, abstraen y des-limitan, es decir, se extienden a una comunidad ideal de comunicacion que incluye atodos los sujetos capaces delenguaje y accion. Estas consideraciones solo tienen por fin aclarar por que me cabe esperar que la etica del discurso logre acertar con algo sustancial valiendose de un concepto procedimental e incluso pueda hacer valer laintema conexion delosaspectos que representan la justicia y el bien comun, que las eticas del deber yde losbienes trataron por separado. Pues el discurso practico, en virtud desus exigentes propiedades pragmMicas, puede garantizar una formacion de la voluntad comun, transparente a sf misma, de suerte que se de satisfaccion alos intereses de cada individuo sin que se rompa el lazo social que une objetivamente a cada uno con todos.14 14. Michael Sandel ha criticado con raz6n que la construcci6n queRawlshace deLa«posici6n original» vengaviciadapor Laherencia atomista de las teorias del contrato social. Rawls cuenta con personas aisladas, independientes, que antes de toda socializaci6n disponen delacapacidad dedefender, demodo racional con arreglo a fines, sus propios intereses y que, en este marco mono16gico, se fi janaut6nomamente susfines. Deahi queRawlstenga queinterpretar los acuerdos basicos mas como un acto de libre albedrio que como un acuerdo alcanzado argumentativamente y recortar lavisiondeunasociedadjustaal problema kantiano delacompatibilidad de lalibertad de arbitrio de cada uno con lalibertad dearbitrio de todos los demas. Pero a esta concepcion individualista Sandel Ie opone una concepcion que ahonda aun mas Laseparacion entre
Pues como participante en laargumentaci6n cada uno se ve remitido a S1mismo y se representa a S1 mismo y permanece, sin embargo, inserto en un contexto universal; esto es 10 que quiere decir Apel con la expresi6n «comunidad ideal de comunicaci6n». En el discurso no se rompe ellazo social de pertenencia comunitaria aun cuando el convenio que de todos se exige apunte por encima de los limites de cada comunidad concreta. El acuerdo alcanzado discursivamente depende tanto del «S1»0 del «no» insustituibles de cada individuo, como de eticas del deber yeticas de 105bienes. Al individuo presocialle opone el su jeto como producto de su comunidad, al convenio racional entre individuos autonomos la reactualizacion reflexiva de lazos sociales previos, alaidea de iguales derechos el ideal de la solidaridad reciproca y al igual respeto por la dignidad de cada uno el fomento del bien comlin. Con estas contraposiciones tradicionales, Sandel se cierra el camino a una etica de la justicia ampliada en thminos intersubjetivos. Rechaza global mente 105 planteamientos deontologicos y retorna a una concepcion teleologica, que exige un concepto objetivo de comunidad: «Para que una sociedad sea una comunidad en sentido f uerte, la comunidad ha de ser elemento constitutivo de las autocomprensiones compartidas de 105 participantes, encarnado en sus ordenamientos institucionales, no simplemente un atributo de ciertos planes de vida de 105 participantes» (M. J. Sandel, Liberalism and the Limits of J ustice, Cambridge, Mass., 1982, pag. 173). Pero como es obvio, las sociedades totalitarias, es decir, las sociedades integradas por la coaccion y la f uerza, no pueden caer bajo esa misma descripcion; seria menester, por tanto, desarrollar con extrema cuidado el contenido normativo de conceptos centrales tales como comunidad, plasmacion institucional, autocomprension intersubjetiva, etc. Si Sandel se sometiese a esta tarea, probablemente se percataria (como Ie ocurrio a A. MacIntyre, After Virtue, Londres, 1981) del onus probandi no desempeiiable que 105 planteamientos neoaristotelicos asumen. Pues estos planteamientos tienen que mostrar como es posible f undamentar un orden moral objetivo sin recurrir a premisas metafisicas.
la superacion de su perspectiva egocentrica. Sin la irrestricta libertad individual que representa la capacidad de tomar postura £rente a pietensiones de validez susceptibles decritica, un asentimiento facticamente obtenido no puede tener verdaderamente caracter general; sin la capacidad de cada uno de ponerse solidariamente en ellugar del otro no puede llegarse en absoluto auna solucion que merezca el asentimiento general. El proceso de formaci on discursiva de la voluntad colectiva da cuenta de la interna conexion de ambos aspectos: de la autonomia de individuos incanjeables y de su insercion en formas de vida intersubjetivamente compartidas. Los iguales derechos de los individuos y el igual respeto por su dignidad personal vienen sostenidos por una red de relaciones interpersonales y de relaciones dereconocimiento reciproco. Por otra parte, lacalidad deuna vidaen comun no semide solo por el grado de solidaridad y el nivel de bienestar, sino tambien por el grado en que en el interes general se contemplan equilibradamente y par iguallos intereses de cada individuo. La etica del discurso amplia £rente aKant el concepto deontologico dejusticia a aquellos aspectos estructurales delavidabuena que desde el punto de vista general de la socializacion comunicativa cabe destacar delatotalidad concreta de las formas de vida siempre particulares, sin caer por ello en las tenazas metafisicas del neoaristotelismo.
Antes deentrar en las objeciones deHegel aKant, quisiera Hamar la atencion sobre tres diferencias que, pese atodos los elementos comunes, separan a la etica del discurso de Kant. Primero, la etica del discurso abandona la doctrina de los dos reinos; renuncia aladistincion categorial entre reino de 10 inteligible, al que pertenecen el deber y la voluntad libre, y el reino de 10 fenomenico, que abarca entre otras cosas lasinclinaciones, losmotivos puramente subjetivos ytambien lasinstituciones del Estado yde lasociedad.15 Una «necesitacion», por asi decir, trascendental bajo laque los sujetos orientados aentenderse no pueden menos que orientarse por pretensiones de validez, solamente se hace sentir en la coercion ahablar y actuar bajo presupuestos idealizadores. E l hiato entre 10 inteligible y 10 empirico queda atemperado y convertido en una tension que se hace notar en la fuerza factica de suposiciones contrafacticas dentro de la practica comunicativa cotidiana misma. Segundo, la etica del discurso supera el planteamiento puramente interno, monologico de Kant, que cuenta con que cada sujeto en su foro interno (<
mana de acuerdo y de antemano armonizados. En cambio, laetica del discurso s6lo espera un entendimiento sobre la universalizabilidad de intereses omo resultado deun discurso publico efectivamente organizado y ejecutado en terminos intersubjetios. S6lo los universales del empleo del lenguaje constituyen una estructura comun antecedente alos individuos. Tercero, con ladeducci6n del principio 'V' a partir de los presupuestos universales de la argumentaci6n, laetica del discurso pretende haber resuelto el problema de fundamentaci6n que Kant, en ultima instancia, elude apelando aun factum de laraz6n, ala experiencia del sentirse obligado por el deber-ser. ad 1): Sobre el formalismo del principio moral a) Ni Kant ni tampoco la etica del discurso se exponen a la objeci6n de que, a causa de la definici6n formal 0procedimental del principio moral, s6lo permitan enunciados tauto16gicos. Pues estos principios exigen, no s6lo como Hegel falsamente supone, consistencia l6gica 0semantica, sino laaplicaci6n deunpunto devistamoral cargado decontenidos sustanciales: no setrata delaforma gramatical de enunciados normativos universales, sino de si todos podemos querer que una norma en tela de juicio pueda cobrar en las circunstancias dadas una obligatoriedad general (fuerza deley).16Losconteni-
16. G. Patzig, «Der Kategorische Imperativ in der Ethikdiskussionder Gegenwart», en: idem, Talsachen, Normen, Siilze, Stuttgart, 1980,pag. 155 y sigs.
dos que sesometen aexamen ala luz deun principio moral, no vienen>generados porfilosofos, sino por la vida. Los conflictos de accion que han dejuzgarse moralmente y resolverse en terminos consensuales, brotan de la practica comunicativa cotidiana, son algo con 10 que larazon examinadora demaximas 0 losparticipantes en laargumentacion seencuentran ahi ya, no algo que ellos generen.17 b) Y sin embargo, en otro sentido, Hegel tiene razon al hacer laobjecion deformalismo. Toda etica procedimental tiene que establecer una separacion entre laestructura y los contenidos del juicio moral. Con su abstraccion deontologica selecciona en el con junto de todas las cuestiones practicas precisamente aquellas que son accesibles a una discusion racional, y las somete aun test de fundamentacion. Los enunciados normativos acerca de acciones 0 normas presuntivamente « justas» quedan distinguidos de los enunciados evaluativos acerca de aspectos deaquello que, como lavida «buena», selimita a ser objeto denuestras pref erencias en el marco de 10 que en cada caso es nuestra propia tradicion cultural. Pues bien, Hegel sostenia que con esta abstraccion respecto de lavida buena la moral se priva de sus competencias en 10 tocante alos problemas sus17. Cuandoseadviertequelasmaterias controvertibles, esdecir, las «maximasdeaccion» estamentalmente dif erenciadas delasprimeras sociedades burguesas, que K ant tenia a la vista, no vienen generadas por larazonlegisladora, sinoquelarazonselasencuentra ahi ya empiricamente al proceder al examen de maximas, pierde tambien toda su f uerza la conocida objecion de Hegel contra el e jemplo del deposito de K ant (Hegel, Werke, t. 2, pag. 401 y sigs.).
tanciales importantes de fa convivencia cotidiana. Mas con esto Hegel parece apuntar muy por encima del blanco. Los derechos fundamentales, por ejemplo, encarnan, como esevidente, intereses generalizables y pueden justificarse moralmente desde el punto devistade1 0 quetodospodrian querer y,por cierto, nadieafirmaria queestosderechos queconstituyen la sustancia moral denuestro ordenjuridico no sonrelevantes para la eticidad delas formas modernas de vida. Masdificil es deresponder la cuestion deprincipio que, aparte deello, Hegel tiene in mente: la desi deverdad esposibleformular conceptos tales como el dejusticiauniversal, rectitud normativa, punto de vista moral, etc., con independencia de la vision de una vida buena, delaproyeccion intuitiva de 10 que cabe considerar una forma de vida excelente, pero justa por ello concreta. Pues bien, esposible quehastael momenta no sehayalogrado deforma satisfactoria la formulacion de un principio moral con independencia del contexto; pero perspectivas de exito en este sentido las ofrecen las versiones indirectas del principio moral quetienen en cuenta la«prohibicion deimagenes», seabstienen detoda descripcion positiva, como acontece, por ejemplo, en el principio basico de laetica del discurso, y se refiere, enterminos denegacion, alavidavulnerada y quebrantada, en lugar de referirse en terminos afirmativos alabuena.lS 18. Habria, alainversa, queplantear lacuesti6n delaprocedenciadelasospecha deque10universal nopuede por menos deentrelazarseindisolublemente con10particular. Hemos vistoque10sdiscur-
ad 2): Sobre el universalismo abstracto delosjuicios morales f undados a) Ni Kant ni laHica del discurso seexponen ala objecion de que el punto de vista moral que representa la universalizabilidad de normas ha de tener necesariamente por consecuencia la no consideracion 0incluso larepresion delaestructura pluralista de las formas de vida y de las constelaciones de intereses existentes. Pues, precisamente, cuanto mas se diferencian en las sociedades modernas los intereses y orientaciones valorativas particulares, tanto mas generales yabstractas sehacenlasnormas moralmente justificadas que regulan en interes de todos losespacios deaccion delosindividuos. En las sociedades modernas crece tambien laextension de lasmaterias necesitadas deregulacion que s610 afectan ya a intereses particulares y que, por tanto, se ven remitidas alanegociacion decompromisos yno sos practicos no solamente estan insertos en contextos de acci6n, sino que representan una prosecuci6n de la acci6n orientada al entendimiento enunnivel superior dereflexi6n. Acci6ncomunicativay discurso presentan losmismos rasgosestructurales. S6loqueen laacci6n comunicativa no existenecesidad alguna dehacer extensivas las suposiciones de simetria y reciprocidad a actores que no pertenecen al propio colectivo, que no pertenecen al propio mundo de la vida. S6lo en las argumentaciones se torna ineludible esa coerci6n que nos empuja auniversalizar. Deahi que las eticas que parten delaeticidad deformas concretas devida,bienseadelapolis, del Estado, delacomunidad religiosa 0delanaci6n, notengan mas remedio que toparse con dif icultades a la hora de obtener de los contextos deacci6n detalesf ormas devidaparticulares unprincipio general de justicia. Esteproblema no seplantea del mismo modo a unaeticaquesecompromete afundamentar lavalidezuniversal del principio moral por ref erencia al contenido normativo delospresupuestos comunicativos de laargumentaci6n.
a consensos a1canzadosargumentativamente. Pero entodo ello nohadeolvidarsequelos compromisos equitativos exigen por su parte procedimientos moralmente justificados de obtenci6n de compromisos. Masenotravariante laobjeci6n deHegel sedirige contra el rigorismo deuna eticaprocedimental anquilosadapor ser s6lopracticada enterminos monol6gicos, quenopuedecontemplar lasconsecuencias y efectos laterales delaobservancia general deuna norma justificada. MaxWeber tom6 ocasi6n deesa reservapara oponer alaetica kantiana delainten:j6n (Gesinnungsethik) una etica delaresponsabililad (Verantwortungsethik) atenta alas consecuen:iasdelasacciones y normas. Estaobjeci6n afectaa :ant pero noaunaeticadel discurso querompe con 1idealismo y el monologismo kantianos. Como mestra laformulaci6n del principio deuniversalilci6n, que esta referida a los resultados y conselencias que la observancia general de la norma ~nepara el bienestar decadaindividuo, 1aeticadel 5cursoinc1uyedeantemano en suprocedimiento orientaci6n por lasconsecuencias delasacciones lOrmas. )) Peroenunsentido distintotambien aqui tiene gel raz6n. Laseticas detipo kantiano seespeciamen cuestiones de justificacion; dejan sin reslder lascuestiones relativas aaplicacion. Esmeter un esfuerzo adicional para neutralizar laineLbleabstracci6n que el proceso dejustificaci6n pieza practicando respecto de las situaciones npre particulares y de los casos individuales.
Ninguna norma contiene las reglas de su propia aplicacion. De nada sirven las fundamentaciones morales si en el proceso de aplicacion no resulta posible eliminar la descontextualizacion de las normas generales aque seapela parajustificar lasacciones. Tambien laetica del discurso hadeplantearse la dificil cuestion de si la aplicacion de reglas a los casos particulares no exige una suerte deprudencia ojuicio reflexivo, ligado alas convenciones locales de la situacion hermeneutica de partida y que, por tanto, no tiene mas remedio que minar lapretension universalista de la razon practica. El neoaristotelismo saca de ello la consecuencia de que una «facultad dejuzgar» ligada al contexto de cada caso deberia ocupar el puesto de la razon practiCa.19 Y como tal «facultad de juzgar» solo se mueve dentro del horizonte de una forma de vidayaaceptada en con junto, puede apoyarse en un contexto evaluativo, en una constelacion de valores yaadmitidos, que establece un continuo entre cuestiones de motivacion, cuestiones de hecho y cuestiones normativas. En cambio, laetica del discurso insiste en que no podemos caer por debajo del nivel a1canzado por Kant en 10 tocante a la diferenciacion entre la problem
der politischen Urteilskraf t,
En esta djmens j6n son topoi nada desdefiables)
como los pnnCljJ ios clesarrollados por fa topIca Jil17~ dica relativos ala consideracion detodos los aspectos relevantes deun caso 0alaproporcionalidad de los medios, los que confieren validez y fuerza a la exigencia moral de una aplicaci6n imparcial. ad 3): Sobre la impotencia del deber-ser a) Kant tiene que exponerse al reproche de que una etica que categorialmente separa el deber de la inclinacion y a la razon de la sensibilidad ha de permanecer sin consecuencias en la pnictica. Pero una etica del discurso que ha abandonado ladoctrina de los dos reinos no puede verse afectada en los mismos terminos por esta objecion. E l discurso practico exige la inclusion de todos los intereses afectados en cada caso y se extiende incluso a un examen critico de las interpretaciones que nos permiten percibir determinadas necesidades como intereses propios. LaHica del discurso abandona tambien el concepto de autonomia articulado en terminos defilosofia delaconciencia, que no permitepensar lalibertad, considerada como laatenencia aleyes queuno sedaasi mismo, sinpensar al mismo tiempo en una sumision y sujecion objetivantes de nuestra propia naturaleza subjetiva. El concepto intersubjetivista de autonomia tiene en cuenta el hecho de que ellibre despliegue de lapersonalidad de cada uno depende delarealizacion delalibertad de todas las personas. b) Pero en otro aspecto Hegel sigue teniendo razon, aun contra la Hica del discurso. Tambien en
el discurso practico arrancamos lasacciones ynormasproblemMicas deloscontextos deeticidad sustancial querepresenta el mundo delavida, para, en una actitud hipotetica, someterlas aexamen sintener encuenta losmotivosoperantes ylasinstituciones vigentes. Tambien la etica del discurso ha de plantearse el problema decomoneutralizar despues esteinevitablepaso que el proceso defundamentacion exigey que tiene por consecuencia una desmundanizacion delasnormas. Pueslasideasmorales no tendrian, en efecto, ninguna consecuencia paralapnictica si nopudiesen apoyarseenlafuerza impulsora que Ieproporcionim los motivos y en la vigenciasocial deinstituciones reconocidas. Tienen quesertransformadas, como diceHegel, endeberes concretos delavidacotidiana. Y as! esenrealidad: todamoral universalistadepende del sostenyapoyo queIeofrezcan lasformas devida. Necesita deuna ciertaconcordancia conpracticas desocializaci6ny educacion que pongan en marcha en los sujetos controles deconciencia fuertemente internalizados y fomenten identidades del yo relativamente abstractas. Unamoral universalistanecesitatambien de unaciertaconcordancia coninstituciones socialesy politicas en queyaesten encarnadas ideasjuridicas y morales detipo posconvencional. De hecho, el universalismo moral empieza surgiendo mediante RousseauyKant enel contexto de una sociedad que ofrece rasgos concordes con las exigencias deuna etica universalista. Hoynosotros tenemos lasuerte deviviren sociedades occidentales, en las que desde hace dos 0tres siglos se ha
venido imponiendo un proceso, ciertamente falible, siempre con pasos en f also ycon vueltas aempezar, pero un proceso orientado, de realizacion de los derechos fundamentales, el proceso, digamos, de una puesta en practica, cada vez menos selectiva, de los contenidos universalistas de las normas que esos derechos fundamentales representan. Sin tales testimonios de una «razon (pese atodo) existente», al menos en fragmentos y esquirlas, las intuiciones morales que la etica del discurso se limita atraer a concepto, no hubieran podido en cualquier caso formarse en toda su extension. Por otro lado, la progresiva plasmacion de principios morales en las formas de vida concretas no es asunto que, como hizo Hegel, quepa confiar a la marcha del espiritu absoluto. Sedebe sobre todo alos esfuerzos ysacrificios colectivos de los movimientos sociales ypoliticos. Tampoco lafilosofia ha de sentirse por encima de la dimension historica a que pertenecen estos movimientos. ad 4): Sobre el tema: la virtud y el curso del mun-
do a) Ni Kant ni la etica del discurso se exponen al reproche que hoy seles hace desdefilas neoconservadoras dejustificar formas de accion totalitarias, 0 al menos de dar alas atales formas deaccion siquierademodo indirecto. Lamaxima deque e1finjustifica los medios esincompatible con laletra yespiritu del universalismo moral, y mas que nunca cuando setrata delarealizacion politica deprincipios juridicos y constitucionales universalistas. Un pape1 pro-
b1 em.:Hico10
desempenan, ciertamente, en este con-
texto construcciones provenientes de la filosona de lahistoria que otorgan alaacci6n revolucionaria de una vanguardia funciones vicarias enderezadas a despertar lapra.ctica anquilosada 0paralizada deun macrosujeto social. E l error de este pensamiento ligado alas categorias de la filosona de la historia radica en representarse alasociedad como un sujeto en gran formato, para identificar despues la acci6n moralmente enjuiciable eimputable deesavanguardia con la practica de ese presunto sujeto superior que es la sociedad, practica a la que se supone por encima deysustraida atodo criterio moral. Laetica del discurso, con su planteamiento articulado en terminos de teoria de la intersubjetividad, rompe con las premisas de lafilosona de laconciencia; ese planteamiento cuenta a 10 sumo con la intersubjetividad de orden superior que representan los espacios de opini6n publica en los que las comunicaciones se adensan y convierten en procesos de autocomprensi6n y autoaclaraci6n de la sociedad global. b) Hegel distingue, como es debido, entre una acci6n sujeta a leyes morales y una practica que tiene por meta la realizaci6n y plasmaci6n de leyes morales. (Puede larealizaci6n de la raz6n en lahistoria convertirse en meta alcanzable de una posible acci6n? Acabamos de ver que la fundamentaci6n 0 justificaci6n discursiva de normas no puede asegurar ala vez larealizaci6n deideas morales. E l problema que representa este gradiente entre juicio y acci6n, que (por expresarnos en la jerga de los
ordenadores) se plantea por el lado del output del discurso practico, se repite por el lado de su input: El discurso mismo no puede ser el encargado de cumplir las condiciones que son menester para que los afectados de cada caso queden en situacion y disposicion de participar correctamente en discursospracticos. A menudo faltan las instituciones que hacen socialmente expectable una formacion discursiva de lavoluntad comun en 10 tocante adeterminados temas en determinados lugares; amenudo faltan los procesos de socializacion en los que se adquieren las disposiciones y capacidades necesarias para participar en argumentaciones morales, por ejemplo, 10 que Kohlberg llama una conciencia moral posconvencional. Y mas a menudo aun, las condiciones materiales ylasestructuras sociales son tales que las cuestiones morales estan a la vista de todos y hace ya tiempo que los desnudos hechos delapobreza ylamiseria, lahumillacion yladegradacion se han encargado de dades cumplida respuesta. Siempre que las relaciones vigentes representan una pura buda alas exigencias deuna moral universalista, las cuestiones morales setornan cuestiones de Hica politica. (Como puede justificarse moralmente una accion moral reflexiva, es decir, una praxis, que seponga por meta larealizacion de lascondiciones necesarias para una existencia digna del hombre? A esta pregunta puede darsele una respuesta, si bien solo de tipo procedimental,2o 20. J. Habermas, Theorie und Praxis, Francfort, 1971, Introduccion ala nueva edicion, pig. 37 Y sigs.
Setrata de cuestiones relativas auna politica que se pone por meta transformar las formas de vida desde un punto de vista moral y que para ello no puede proceder en terminos reformistas, es decir, ateniendose a leyes ya vigentes y tenidas por legitimas. Afortunadamente, en nuestras latitudes estas cuestiones relativas auna moral revolucionaria, que tampoco hallaron nunca una respuesta satisfactoria dentro del marxismo occidental, han dejado de ser actuales; pero si que son actuales lascuestiones relativas a la desobediencia civil, que he discutido en otro lugar.21 21. J. Habermas, Die Neue Uniibersichtlichkeit, Francfort, 1985, pag. 79 y sigs. ypag. 100y sigs. Aqui he delimitarme aindicar que problemas de este tipo no pueden tratarse en el mismo nivel de complejidad que las ob jeciones precedentes. Primero hay que aclarar la relaci6n entre moral, derecho y politica. Estos universos de discurso estan, sin duda, relacionados ysesolapan entre si, pero no selosdebeidentificar unoscon otros. Ba joel aspecto defundamentacion, las ideas morales y juridicas postradicionales presentan los mismosrasgosestructurales. EI ambito nuclear delosordenes juridicos modernos 10 constituyen normas morales basicas, que han cobrado f uerzajuridica. Por otra parte, el derecho se distingue de la moral entre otras cosasporque losdestinatarios delosqueseexige laobservancia delasnormas quedan descargados delosproblemas de justificaci6n, aplicaci6n y e jecucion, que quedan transferidos a los6rganos del Estado. Tambien lapolitica guarda estrechas relaciones con lamoral yel derecho. Lascuestiones politicas deprincipio sondenaturaleza moral. Y el poder politico solopuede e jercerse en forma dedecisiones juridicamente vinculantes, mientras que el sistema juridico, por suparte, quedaretroalimentativamente ligadoala politica por viadel poder legislativo. Pero incluso en el ambito de Ii formacion publica deunavoluntad comun, lapoliticaseendereza mas alapropuesta yrealizacion demetas colectivas en el marco de reglassobrelasqueexisteconsenso queaesemarco mismo dereglas morales y juridicas.
Resumiendo podemos decir que las objeciones de Hegel no se dirigen tanto contra la reformulaci6n que hemos hecho de la etica de Kant, como contra algunos problemas aque laetica kantiana dalugar y que tampoco laetica del discurso puede resolver de un plumazo. Toda etica deonto16gica, ya lavez cognitivista, formalista y universalista, debe su concepto relativamente riguroso de moral aenergicas abstracciones. Por tanto, seplantea inmediatamente el problema de si las cuestiones de justicia pueden aislarse delos contextos particulares en que en cada caso viene definida la idea de vida buena. Si este problema, como creo, puede quedar resuelto, se plantea un segundo problema, a saber: el de si la raz6n pnictica, ala hora, amas tardar, deproceder a hacer aplicaci6n al caso particular de las normas que han quedado justificadas hadeceder sus competencias alafacultad de lamera prudencia, ligada en terminos provinciales al contexto de que en cada caso se trate. Aun cuando este segundo problema, como pienso, pudiera resolverse, surge inmediatamente una tercera cuesti6n, asaber, ladesi lasideas dimanantes de una moral universalista tienen posibilidades de quedar traducidas a la pnictica. Pues esa moral universalista depende, en efecto, de una forma devidaque Ieresulte concorde. Pero con ello no seagota laastucia delosproblemas que una etica universalista genera. Pues, (que pasa, este era nuestro ultimo punto, con lajustificaci6n moral de una acci6n politica que sepone por meta lacreaci6n de
condiciones sociales en que sea posible desarrollar discursos pnicticos, es decir, en que sepuedan obtener discursivamente ideas y convicciones morales y tomarlas eficaces en lapnictica? Y no he entrado en otros dos problemas, que sesiguen delas restricciones que a sf misma se impone toda concepci6n no metafisica. La etica del discurso no puede recurrir a una teleologfa objetiva, y sobre todo no puede recurrir a un poder que se encargue de suspender 0 anular la irreversibilidad del curso de los acontecimientos hist6ricos. (C6mo podemos entonces dar satisfacci6n al principio basico delaetica del discurso, que exige en cada caso el asentimiento de todos, si no esta en nuestras manos reparar la injusticia y el dolor sufridos por generaciones pasadas, sobre que se asienta nuestra situaci6n actual, y ni siquiera podemos ofrecer al menos un equivalente de la fuerza redentora del Juicio Final? (No resulta entonces realmente obsceno que nosotros, los nacidos despues, que somos beneficiarios denormas que ala luz de la expectable configuraci6n que permiten de nuestro futuro pueden considerarse justificadas, nos atrevamos a suponer, por 10menos contrafacticamente, el asentimiento de los humillados y ofendidos del pasado? 22 Igual dedificil resulta responder a lacuesti6n basica delaetica eco16gica: (c6mo selas hauna teoria que selimita al circulo dedestinatarios que representan los sujetos capaces de lenguaje y 22. H. Peukert, Wissenschaf tstheorie, Handlungstheorie, mentale Theologie, Dusseldorf , 1976, pag. 273 y sigs.
Funda-
acci6n, conlavulnerabilidad delascreaturas queno hablan? Lacompasi6n quenoscausael animal torturado, el dolor quenoscausan losentornos naturales destruidos ponen en marcha intuiciones morales que el narcisismo colectivo deuna forma deconsiderar lascosascentrada enultimo termino s610enel hombre no puede pretender satisfacer en serio. Enestelugar, deestasdudass610quiero sacar una conclusi6n. Al estricto concepto demoral quepara nosotros sesiguedelaspropias estructuras del pensamiento moderno debe corresponder una autocomprensi6n bienmodesta delateoria moral. Aesta Iecompete latarea deaclarar yfundamentar el moral point of view. A lateoria moral cabe exigirle y confiarle que ilumine eI nucIeo universalista de nuestras intuiciones morales constituyendose as!en una refutaci6n del escepticismo valorativo. Pero aparte deeso, haderenunciar ahacer por supropia cuenta aportaciones sustanciales. Al limitarse asefialar y reconstruir el procedimiento deformaci6n delavoluntad comun hace sitio para los afectados mismos quesonquienes, por supropia cuenta, han de encontrar respuesta alas cuestiones pnicticomorales, cuestiones que les salen al paso con la objetividadyurgencia quetiene 10hist6rico. El fil6sofomoral no dispone deningun acceso privilegiado alas verdades morales. En vista de las cuatro grandes verglienzas politico-morales que afectan a nuestra propia existencia: en vistadel hambre y la miseria en el Tercer Mundo; envistadelatortura y lacontinua violaci6n deladignidad humanaen los «Estadosdeno-derecho»; en vistadel creciente de-